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3.1.

- SER BIOLOGICO

¿Qué es el ser humano? La pregunta qué es el ser humano es un camuflaje para


disimular la verdadera interrogante que late en sus entrañas: ¿quién soy yo? con su
consecuente cortejo: ¿de dónde vengo? y ¿a dónde voy? Las modernas filosofías
de la vida y existencialistas han descubierto y analizado que el ser humano —o yo—
, se fundamenta en una realidad primaria más profunda que lo trasciende y
envuelve: la vida humana.

La realidad fundamental, radical, que es la vida humana, de la que el ser humano o


yo es una parte, debería ser el punto de partida de la Antropología, la Psicología y
la Pedagogía.
¿Qué es la vida humana? Al integrar y sintetizar las ideas de los pensadores
humanistas y existencialistas, se puede llegar al consenso de considerarla como un
ser o yo que se encuentra en el mundo, y que nuestra vida consiste en tratar a las
cosas y a las personas que se encuentran en él. Estriba, en definitiva, en un yo
haciendo algo con las cosas del mundo, interactuando con los objetos del mundo.
Por lo tanto, la vida humana constituye una estructura tripartita de un yo, que es el
que hace o actúa, los objetos del mundo con los que este yo interactúa, y las
actividades, a través de las cuales se produce la interacción.

Ese yo interactuando con las cosas del mundo, en lo que consiste la vida humana,
no es algo pasivo, fijo, o estático, sino un ser activo que deviene, que se transforma
constantemente, que construye proyectos a corto, mediano y largo plazo, que se
realiza día a día a través de las acciones que como sujeto efectúa o que recibe del
exterior en esa interacción dialéctica que tiene con el mundo, en la que es, a la vez,
objeto formado por ese mundo, y sujeto activo y creador de este.

Asumamos ahora el punto de vista de una parte de ese sistema tripartita que es la
vida humana, la parte que corresponde al yo, el punto de vista del ser humano. La
pregunta de qué o quién es el ser humano, o quién soy yo, es la primera cuestión
que tratan los mitos, las religiones, y la primera pregunta que se plantea la Filosofía
y se formulan, o deben formularse, la Antropología, la Psicología y la Pedagogía.
Surge de profundas necesidades existenciales y de la conciencia crítica del hombre;
y cuyas respuestas resultan indispensables para que el ser humano pueda
comprenderse, dirigirse y orientarse en su vida.
Esta pregunta fundamental ha recibido varios tipos de respuestas a través del
tiempo por parte de religiosos, pensadores, filósofos, científicos y escritores.
Podemos resumir una breve exposición de estas opiniones en la forma siguiente:

Se ha sostenido que el hombre es de origen divino, una obra de Dios, un ser


espiritual, un ser pensante, un animal racional, un ser fabricante de instrumentos,
un ser que juega, un hacedor de símbolos, un animal evolucionado, un ser capaz
de decir no, un ser capaz de esperar, de tener esperanza. El concepto actual más
amplio y profundo del hombre es el que considera que su característica más
importante y esencial es la creatividad: el hombre es un ser creador, capaz de
transformar al mundo y a sí mismo, aportando nuevos valores y obras. El concepto
actual más reconocido y difundido del hombre, como ser creador, implica, e incluye,
que es un animal evolucionado, racional, espiritual y simbólico (creador de
símbolos). La característica de la espiritualidad del hombre es su capacidad de crear
obras culturales. La actividad creadora implica la acción transformadora, original,
libre, novedosa y creadora de nuevos valores.

Es una opinión predominante entre los pensadores y psicólogos humanistas


sostener que el ser humano tiene tres niveles o estratos que se han desarrollado
sucesiva e históricamente, a través del tiempo.

El primer nivel o base lo constituye el ser biológico, portador de la programación


genética que ordena su funcionamiento y desarrollo. El segundo nivel, o estrato, es
el del ser social, que resulta de la programación social aprendida por la socialización
y consiste en la cultura de su mundo de la que se apropia el sujeto, con su lenguaje,
valores, normas, usos, costumbres y roles, que constituyen la conducta social
aprendida. Por último, el de más reciente surgimiento es el tercer nivel: el ser
individual, creativo, espiritual. Aclaremos el significado de este último término que
constituye una característica esencial del ser humano, el ser espiritual. Se refiere al
nivel superior de la personalidad donde radica el centro referencial y coordinador de
todas las actividades que es el yo y las formaciones centrales de la personalidad
que son la concepción del mundo, el concepto de sí mismo, la autonomía o
capacidad de pensar y actuar por sí propio, la capacidad de crear, de proyectar y
de hacer proyectos de vida. Este tercer nivel es el factor esencial más importante
del ser humano y que lo diferencia del resto de los animales.

Ese tercer nivel o estrato que es el ser espiritual, es el nivel superior emergente del
ser humano que surge o brota de dos raíces que lo nutren y fecundan: 1) El ser
biológico o vitalidad primaria no es aprendido sino que viene dado por la herencia;
sin embargo, investigaciones realizadas han demostrado que aunque es una
dotación con que se nace, puede mejorarse o empeorarse de acuerdo al ambiente
y al estilo de vida del sujeto. 2) La otra raíz es el ser social que es aprendido a través
del proceso de socialización, como vimos, y de la interacción con el ecosistema
sociocultural.

Con los elementos aportados por estas dos raíces o niveles, el biológico o genético,
heredado y que proporciona la energía vital y el sociocultural aprendido mediante la
convivencia y la interacción con el mundo, surge como florecimiento y fructificación
de esas raíces y culminación del desarrollo del ser humano, el tercer nivel, espiritual,
cuya tarea es procesar, elaborar, trabajar, organizar, recrear, tomar decisiones e
intervenir en la realidad para transformarla, a partir de la información recibida por
los genes y por las gentes (lo sociocultural) y por la información generada por su
propia creatividad que elabora sus proyectos de vida y obras que pueden beneficiar
o enriquecer o perjudicar y empobrecer la realidad circundante.

Ahora bien, el funcionamiento óptimo del ser humano requiere que seamos capaces
de lograr la armonía, la concordancia, el equilibrio entre el ser animal, el ser social
y el ser espiritual que conviven en cada uno de nosotros, constituyendo una unidad
y también con los diferentes seres humanos que nos rodean. Todos los problemas
y conflictos humanos fundamentales surgen de las discordancias, contradicciones
y pugnas entre estos tres niveles y entre los seres humanos consecuentemente.
Una medida adecuada, justa, de contradicción entre estos tres niveles o entre el
individuo y la sociedad, estimula y promueve el desarrollo.

3.2.- SER PSICOLÓGICO

Para enriquecer nuestra vida es necesario conocernos. El conocimiento de sí mismo


incluye muy particularmente conocer el propio Sistema Psicológico. Quien no sabe
leer ni escribir decimos que es, culturalmente, analfabeto. Quien no se conoce a sí
mismo es, psicológicamente, analfabeto.
El Sistema u Organismo Psicológico está formado por un conjunto de elementos
que conectados, relacionados y coordinados entre sí hacen posible la vida
psicológica en el mundo particular y exclusivo de cada individuo, su mundo
psicológico. Estos elementos (organizados en subsistemas) son: impresiones,
emociones, pensamientos, sentimientos, estados de ánimo, interés, deseo,
memoria, rutinas, instintos…, y se agrupan en los siguientes subsistemas:
Yo psicológico o eje organizador Es el nexo, punto común o de encuentro de todas
las operaciones que realiza el Sistema Psicológico. Aparentemente
es el “organizador” de todos los movimientos, pero un estudio más profundo nos
permite verificar que no se trata en modo alguno del director, jefe o dueño, sino más
bien de una marioneta al servicio del resto de elementos.
Continuamente nos referimos a él en la vida diaria en los términos de “yo pienso”,
“yo siento”, “yo deseo”, etc. etc. El conocimiento del resto de elementos que
componen el sistema y las relaciones entre los mismos, desvela que el pensamiento
se produce “quiera” o “no quiera” el “yo”, lo mismo ocurre con sentimientos, deseos,
estados de ánimo, gustos, preferencias.

3.3 INGENIERIA DEL PENSAMIENTO CREATIVO

En la actualidad la Creatividad ha tomado un espacio muy importante tanto en la


vida personal, académica y personal; sin embargo, pocos saben que es y que la
compone, presentando así diversas interpretación y no todas muy correctas.

En la presente unidad se tratará el concepto de creatividad así como términos que


resultan ser sus iguales y términos con los que se confunde.

También se abordan de una manera sencilla los diferentes elementos que


componen esta actividad humana. Y como actividad humana que resulta ser es
importante analizar los diferentes factores que pueden condicionar tanto al
desarrolla de la potencialidad creativa de las personas como a lo que podemos
definir como “personalidad creativa”. Por último, se comentan algunos de los
objetivos de la creatividad, destacando principalmente sus aportaciones para hacer
más fácil la simplicidad de nuestra cotidianidad en el futuro a partir de la resolución
de problemas de una manera eficaz.

En su libro Manual de métodos creativos, el autor alemán Joachim Sikora refiere


que en un simposio sobre creatividad los científicos allí presentes asociaron a ese
término más de 400 significados diferentes. La palabra creatividad no aparece en el
Diccionario de la Real Academia sino hasta las más recientes ediciones.

Anteriormente a los creativos se les llamaba genios, talentosos, ingeniosos, sabios,


inventores, y se les consideraba hombres inspirados por los dioses. Hoy se ha
puesto de moda el término creatividad. Pero, ¿qué nos sugiere esta palabra?
Originalidad, novedad, transformación tecnológica y social, asociaciones ingeniosas
y curiosas, aventura, sentido del progreso, éxito y prestigio, nuevos caminos para
llegar a un fin, alternativas, solución de problemas, fantasía, descubrimiento...
Para todo trabajo en grupo conviene ponerse de acuerdo en una única definición de
los términos claves, de otro modo se dificulta la comunicación. Proponemos la
siguiente definición de creatividad: la capacidad de producir cosas nuevas y
valiosas. La palabra cosas se toma en el sentido más amplio, que incluye
prácticamente todo.

Un método, un estilo, una relación, una actitud, una idea, es decir, cabe considerar
las creaciones no sólo por su fondo o contenido, sino también por la sola forma. La
creatividad, en cuanto cualidad humana, es un hecho psicológico y, por lo tanto,
debe estudiarse desde el punto de vista de los sujetos implicados. Es nuevo lo que
se le ha ocurrido a un individuo y lo que él ha descubierto, y no importa que en otro
lugar del mundo otra persona haya llegado a lo mismo.

3.4 ASERTIVIDAD

La Asertividad se define como: "la habilidad de expresar nuestros deseos de una


manera amable, franca, abierta, directa y adecuada, logrando decir lo que queremos
sin atentar contra los demás. Negociando con ellos su cumplimiento". Está en el
tercer vértice de un triángulo en el que los otros dos son la pasividad y la
agresividad. Situados en el vértice de la pasividad evitamos decir o pedir lo que
queremos o nos gusta, en la agresividad lo hacemos de forma tan violenta que nos
descalificamos nosotros mismos.

Emplear la asertividad es saber pedir, saber negarse, negociar y ser flexible para
poder conseguir lo que se quiere, respetando los derechos del otro y expresando
nuestros sentimientos de forma clara. La asertividad consiste también en hacer y
recibir cumplidos, y en hacer y aceptar quejas.

La asertividad y la ansiedad

El elemento básico de la asertividad consiste en atreverse a mostrar nuestros


deseos de forma amable, franca, etc., pero el punto fundamental consiste en
lanzarse y atreverse. Lo que se expone en esta página puede ayudarnos a mostrar
lo que sentimos y deseamos, porque sabemos que lo estamos haciendo de forma
adecuada, que nadie se puede ofender. Esto nos ayudará a atrevernos a hacerlo.
Pero cuando la ansiedad y el miedo son demasiado grandes hasta el punto de que
nos dificultan o impiden expresar nuestros deseos, hemos de plantearnos una
estrategia para superarla.

Reglas básicas para ejercer la asertividad

Existen técnicas y reglas que aprendidas y aplicadas nos permiten ejercer la


asertividad de forma eficiente. Para ello hay que prepararse a negociar y hay que
cumplir las reglas que implican una negociación eficiente. Existen también técnicas
simples como el banco de niebla o asentir en principio, y el disco rayado, que nos
facilitan su ejercicio concreto y cotidiano.

Para poder ejercitar la asertividad tenemos que tener capacidad de negociación. En


la negociación se intenta conseguir lo que se quiere con el beneplácito del otro, que
lógicamente también va a tener algunos beneficios.
La realización de una negociación comprende varias fases. La primera, es la de
preparación. En ella tenemos que pensar la estrategia que tenemos que seguir en
el encuentro con el otro en el que se va a plantear los problemas y se va a hacer la
negociación propiamente dicha.

Fase de preparación

Para poder conseguir cualquier cosa tenemos que saber cómo hacerlo y para ello
hay que prepararse. Ir a un encuentro sin tener una mínima guía de
comportamiento, cuando, además, no somos negociadores experimentados, nos
expone a no lograr para nada los objetivos que perseguimos. Por tanto hay que
preparar lo que se va a decir y a hacer en la negociación cara a cara con el otro.
Dentro de la preparación habría que distinguir dos subfases. La primera de
preparación personal para evitar caer en la pasividad o en la agresividad y la
segunda de preparación del diálogo que vamos a plantear al otro.

Fase de preparación personal

Se trata de una fase previa, necesaria para


Tener muy claros los objetivos que perseguimos en el encuentro. Es lo que nos
motiva a la negociación. Cuando negociamos tenemos que tener la vista puesta en
nuestros objetivos. Hay algunas cosas que nos pueden distraer de ellos y hacernos
fracasar. Por ejemplo, nuestra emoción. No podemos confundir la emoción con el
objetivo. Nos gustaría quedar bien, pero normalmente ese no es el objetivo. Nos
gustaría machacar al otro, pero así no lograremos lo que realmente queremos. Nos
gustaría que el otro reconociese que tenemos razón y que él estaba equivocado,
pero nos tenemos que preguntar si ese es nuestro objetivo o si así solamente
conseguiremos una recompensa de tipo emocional, mientras que nuestro objetivo
se pierde. No hay que olvidar la máxima: “lo que cuenta son los hechos y no las
palabras”. Si nos explayamos y nos descargamos emocionalmente puede que
hayamos conseguido una recompensa a corto plazo, pero la pregunta que tenemos
que hacernos es si hemos conseguido nuestros objetivos.
Hay que huir de juicios de intenciones. Si juzgamos las intenciones de la otra
persona y nos basamos en ellas para plantear la relación con el otro, corremos el
riesgo de contestar y reaccionar a las intenciones que pensamos que tiene el otro y
perdemos de vista nuestros objetivos. Así podemos llegar a ser agresivos o a ser
pasivos. Si nos han hecho algo que nos ha dolido y pensamos que lo ha hecho con
buenas intenciones, podemos estar tentados de dejarlo pasar y no decir nada. Si
juzgamos que lo ha hecho con mala intención, vamos a atacar su “maldad” y no los
hechos y seremos agresivos. En una negociación no se trata de agredir y someter
al otro, aunque lo veamos como un rival. Hay que darle una salida, más o menos
airosa porque si no se revolverá contra nosotros. Querer que nos reconozca lo
equivocado que está y se someta completamente a nuestros deseos puede ser un
objetivo emocional, que compense la humillación que hemos sentido, pero ¿es
realmente nuestro objetivo? Sí tenemos que intentar entender que cosas son las
pueden motivar al otro para hacer lo que nosotros queremos que haga.
Tenemos que pensar en como crear la oportunidad de la negociación. Si es algo
pendiente desde hace mucho tiempo y que queremos abordar, hay que buscar al
otro y plantear un tiempo y un espacio en el que se pueda dar la negociación. Es lo
primero que tenemos que conseguir del otro. Sin ellos no se consigue, no es posible
hacer la negociación. En muchas ocasiones no hay que buscar la oportunidad, es
la propia situación en la que se genera el problema. Pero en ella nos puede ocurrir
que cuando el otro se va es cuando se nos ocurre aquello teníamos que haber dicho.
Recuerda: Siempre hay una segunda oportunidad aunque haya que crearla. Crear
la oportunidad es buscar al otro y plantear, aunque sea por enésima vez, el tema
que nos ocupa. Cualquier frase introductoria como decirle, “de lo que hablamos ayer
me gustaría comentarte algo” o frases parecidas para iniciar la conversación son
ayudas inestimables para crear la oportunidad.
Con los objetivos claros podemos controlar nuestra agresividad y motivarnos para
dejar de ser pasivos, con la oportunidad creada y el entendimiento de lo que el otro
espera podemos preparar el momento concreto de la negociación.

Preparación del diálogo

Sin perder de vista que lo importante es lo que hagamos y lo que decimos solamente
puede ser una guía para que el otro sepa cuáles van a ser nuestros siguientes
pasos, tenemos que preparar aquello que vamos a decirle. El diálogo que tengamos
con él tiene que cumplir los siguientes requisitos para ser un diálogo asertivo:

1. Describir los hechos concretos. Se trata de poner una base firme a la


negociación, en la que no pueda haber discusión. Cuando describimos
hechos que han ocurrido el otro no puede negarlos y así podemos partir de
ellos para discutir y hacer los planteamientos precisos. En este punto es
donde más tenemos que evitar hacer los juicios de intenciones. No se trata
de decir “eres un vago” sino decir, “vengo observando que te levantas desde
hace ya varias semanas a la hora de comer”. Diremos me has dicho 10 veces
“no sirves para nada” en lugar de “me quieres denigrar y hundir” (juicio de
intenciones.)
2. Manifestar nuestros sentimientos y pensamientos. Es decir comunicar de
forma contundente y clara como nos hace sentir aquello que ha ocurrido y
que juicio moral o de pensamiento nos despierta. Es el momento de decir
“estoy hasta las narices de esta situación y no la soporto más”, o “me he
sentido humillado y denigrado”. Hay que recordar que no se trata de que el
otro lo encuentre justificado o no. Le puede parecer desproporcionado, o
injusto, o... pero es lo que nosotros sentimos y tenemos derecho a hacerlo
así, no aceptaremos ninguna descalificación, defenderemos nuestro derecho
a sentirnos tal y como le decimos. Le estamos informando, no le pedimos
que nos entienda o nos comprenda, por eso no puede descalificarnos ni
aceptaremos críticas a nuestros sentimientos, emplearemos la técnica del
banco de niebla combinado con el disco rayado (ver más abajo.)
3. Pedir de forma concreta y operativa lo que queremos que haga. No se trata
de hablar de forma general o genérica, “quiero que seas más educado”,
“quiero que me respetes” “quiero que no seas vago”; sino que hay que ser
concreto y operativo: “quiero que quites los pies de mi mesa”, “quiero que
cuando hablo me mires a los ojos y contestes a lo que te pregunto”, “quiero
que estudies tres horas diarias”. Son conductas concretas que el otro puede
entender y hacer.
4. Especificar las consecuencias. Es decir, aquello que va a ocurrir cuando haga
lo que se le ha pedido. Se le podría plantear también las consecuencias que
tendrá para él no hacerlo, pero es preferible especificar lo que va a obtener
de forma positiva. De otra manera lo que planteamos es un castigo y los
castigos son mucho menos efectivos que los premios o refuerzos. Muchas
veces se trata solamente de una forma de presentación, hay que tener en
cuenta que frecuentemente algo que puede ser planteado como un castigo,
si no lo hace, se puede ver como algo positivo si lo hace. “Si no lo haces
tendrás un castigo” se puede convertir en “Si lo haces evitarás que haga lo
que no quiero hacer que es lo que supone un castigo para ti, que es algo que,
por supuesto, yo tengo que hacer para ser consecuente con mis objetivos y
los sentimientos que ya he expresado”

3.5 EMPATIA

La empatía es una de las competencias más importantes de las que están incluidas
en la inteligencia emocional. La palabra procede de los vocablos griegos en que
significan “dentro de él” y “lo que se siente”.Sin embargo, el significado real de este
fenómeno psicológico es aún más importante que la capacidad de ponerse en el
lugar de otro.
¿Qué es la empatía?
La empatía es la capacidad de comprender la vida emocional de otra persona, casi
en toda su complejidad. Esto no supone necesariamente compartir las mismas
opiniones y argumentos que justifiquen el estado o reacción que expresa la otra
persona. Ni siquiera significa estar de acuerdo con el modo de interpretar las
situaciones con carga afectiva del interlocutor.
La empatía está referida entre otras cosas a la escucha activa, la comprensión y el
apoyo emocional. Además, la empatía implica tener la capacidad suficiente para
diferenciar entre los estados afectivos de los demás y la habilidad para tomar
perspectiva, tanto cognitiva como afectiva, respecto a la persona que nos expresa
su estado emocional.
Sus componentes

Quizá en algunas ocasiones no te has sentido escuchado por falta de feedback,


apoyo o comprensión. En otras muchas ocasiones, quizá sientas que no has sabido
atender adecuada y empáticamente al estado emocional de la otra persona y te
preguntes: ¿Qué necesito o debo hacer para ser más empático?
Fundamentalmente, los componentes de la empatía son los siguientes:

1. Saber escuchar

Presta atención a lo que explica o argumenta la otra persona, atiende a las


manifestaciones no verbales, como sería en el caso de los gestos que se
corresponden con el estado de ánimo que se verbaliza y no interrumpas el discurso
verbal.
Además, reflexiona sobre lo que la otra persona te está comunicando, expresa
señales de seguimiento activo a modo de feedback: mira a la cara, asiente con la
cabeza o refleja expresiones faciales congruentes con aquello que te está
explicando la otra persona.
Por otro lado, es necesario mostrar interés preguntando detalles sobre el contenido
de la conversación.

2. Interpretar las señales no verbales

Comprende los mensajes transmitidos de carácter paralingüístico, tales como la


entonación, el tiempo de respuesta, el volumen…

3. Mostrar comprensión

Podemos mostrar comprensión congruente a aquello que nos explican a través de


frases como:" Comprendo que actuases así". "Entiendo cómo te sientes". "La
verdad es que debiste pasarlo genial"…
No se deben invalidar, rechazar o juzgar las emociones de la persona que las
expresa ya que esta es una premisa fundamental para mostrar sensibilidad
empática.

4. Prestar ayuda emocional si es necesario

Es importante preguntar siempre a nuestro interlocutor si necesita algún tipo de


ayuda. Sin embargo, en muchas ocasiones con el simple hecho de escuchar
activamente al otro le permitimos “ventilar” y gestionar su estado emocional. De esta
forma siente alivio por tener un oyente confiable a quien transmitir sus emociones.
Cuando la persona que escucha empáticamente ha vivido una situación emocional
semejante a la que se está expresando, el proceso comunicativo es más fluido, ya
que se produce una mayor sintonía emocional.

¿Para qué practicarla?

La empatía, como habilidad de la inteligencia emocional, es importante porque


posibilita experimentar diferentes beneficios.

 Permite disfrutar de relaciones sociales participando más con el grupo de amigos,


compañeros o familiares.
 Ayuda a sentirse personalmente mejor.
 Facilita la resolución de conflictos.
 Predispone a ayudar a los demás y compartir.
 Aumenta el carisma y el atractivo.
 Permite ser más respetuoso.
 Desarrolla capacidades de liderazgo, negociación y colaboración, así como ser
mejor considerado por los demás.

¿Cómo cultivar la empatía?

Practicar la empatía nos ayuda a ampliar nuestras perspectivas y con ello a


enriquecer nuestro mundo con nuevas ideas, puntos de vista y oportunidades.
Es una habilidad social clave que, como ya hemos visto, nos permite escuchar
mejor, comprender y formular mejores preguntas, tres aspectos fundamentales de
una buena comunicación. Además, es una de las bases para construir relaciones
sólidas y enriquecedoras.
Puedes incorporar a tu rutina 3 sencillos ejercicios prácticos para mejorar tu
empatía.

1. Pregunta y muestra interés

Empieza cualquier encuentro o conversación con preguntas abiertas y


personalizadas: ¿Cómo estás? ¿Qué tal en el trabajo? ¿Qué tal te va el proyecto
que empezaste? ¿Cómo han ido las vacaciones?
Mostrando cercanía e interés por la otra persona, deja espacio para que se abra y
simplemente recibe.

2. Lee guiones de teatro


Lee guiones de teatro y céntrate en un personaje. Busca en el texto lo que hay más
allá de las palabras; La historia personal, experiencias previas, los miedos que
esconde, sus deseos e ilusiones, las emociones que están a flor de piel…

3. Elige a una persona

Elige a una persona al azar e intenta averiguar a través de su comunicación no


verbal lo que la mueve (emoción y pensamiento) a hacer lo que hace y cómo lo
hace. Un buen momento para llevar a cabo este ejercicio es en el transporte público,
en una cafetería… Estos lugares son ricos en escenas ya que pueden servir para
poner en práctica la empatía.

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