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Módulo 2

Materia 2.4
Lectura

Materia: Victimología
Profesor: María Elena Buasso
Unidad 1

a- Victimología y Criminología.
Conceptualización de la victimología.
Comenzaremos definiendo a la criminología como el estudio del
crimen y del delito, entendiendo por delito todo comportamiento que
produce un daño, que se aparta de las normas sociales y que por ende
debe recibir como respuesta social, una pena, la cual implica una sanción
moral, un reproche social a un individuo que ha producido un daño
(Marchiori, 1999).

Dicho esto, debemos pensar entonces que al hablar de criminología


estamos hablando de delito, de delincuente, de pena, de reacción social,
de costo económico del delito y también estamos hablando de la víctima
del delito.

Nombrar a la víctima del delito al final no es azaroso, ya que por mucho


tiempo no fue tenida en cuenta. Los estudios respecto a los procesos de
victimización son recientes, se comienza a analizar, con todo lo que ello
implica, (pensar, hablar, estudiar, revisar, considerar, tener en cuenta) a las
víctimas en las últimas décadas, en algunas investigaciones y trabajos
posteriores a la segunda guerra mundial.

b- Recorrido histórico. La recuperación


de la figura de la víctima. Clasificación.
Entre los pioneros de la Victimología se suelen citar a H. Von Hentig y B.
Mendelsohn. Veamos las aportaciones de cada uno de ellos:

• H. Von Hentig: criminólogo alemán, exiliado en los EE.UU. Sus obras son
consideradas el punto de partida de la victimología. Sus estudios se

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centraron en las causas del delito destacando la importancia de la relación
del delincuente con la víctima. Desarrolló el concepto de “pareja criminal”
obviamente formada por el delincuente y la víctima. Desde ese momento
se comienza a pensar que existen muchos delitos que no se pueden
explicar sin tener en cuenta la relación criminal-víctima (estafas, violencia
de género etc.) ya que muchas veces, en cierta medida, la víctima coopera
o incluso provoca el hecho criminal.

La cuestión fundamental y lo difícil es saber en qué medida la víctima


contribuye a la comisión del delito. Su primera obra data de 1948 titulada
"El criminal y su víctima", en ella el autor hace la primera clasificación
de las víctimas en base a los siguientes criterios: menores, mujeres,
ancianos, deficientes mentales, inmigrantes y a la actitud o a la conducta
de la víctima frente al agresor.

• B. Mendelsohn: abogado israelita que desempeñaba sus tareas en


Jerusalén, es considerado otro de los pioneros o padres de la victimología.
Se dice que fue el creador de la palabra “Victimología”. Su visión superó a
la de Von Hentig, afirmando que la Victimología debe ocuparse no sólo de
las víctimas de delitos sino de todo tipo de víctimas abarcando por ejemplo
a las víctimas de catástrofes naturales. Se ocupó también de la “pareja
criminal”.

Mendelsohn realizó una clasificación de las víctimas que ha sido tenida en


cuenta por muchos autores posteriores. En su clasificación existe un nivel
mayor de participación progresiva:

1. Víctima ideal: es aquella que no ha hecho absolutamente nada


para provocar la acción criminal. Ej.: niños, víctimas indiscriminadas
en atentados, atracos, etc

2. Víctima por ignorancia: es la que irreflexivamente provoca su


propia victimización al facilitar la acción del agresor. Ej.: el que se
deja las puertas abiertas.

3. Víctima provocadora: incita con su conducta la producción del


delito, lo provoca. Ej.: insultos y agresiones.

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4. Víctima voluntaria: incluye aquellos casos de colaboración
todavía mayor con el delincuente, voluntariamente consentiría la
comisión del delito. Ej.: eutanasia.

5. Víctima agresora: la que denuncia falsamente. Dentro de esta


clasificación se incluyen dos subtipos: a- Víctima simuladora: acusa
falsamente y ello implica el delito de falsa denuncia. b- Víctima
imaginaria: inventa o imagina su condición de víctima cuando no se
ha producido ningún ilícito. Delirios de persecución, paranoias,
algunos casos de esquizofrenia.

En 1984, otro autor, Neuman, creó otra clasificación de las víctimas más
moderna. Distingue cuatro grupos de víctimas:

Víctimas individuales: diferenciando las que carecen de actitud victimal y


aquellas que sí tienen actitud victimal porque cooperan de forma dolosa o
culposa a la producción del delito.

Víctimas familiares: todas aquellas víctimas dentro del ámbito de la unidad


familiar (parientes o con relación análoga de afectividad). Especialmente
niños, ancianos.

Víctimas colectivas: introduce aquí a la propia nación, Estado (ej.


golpes de estado, rebeliones). Son víctimas no tangibles en algunos
supuestos. También incluye a la propia sociedad como víctima: genocidios.
También incluye en este grupo a determinados grupos sociales lesionados
en sus derechos a través del sistema penal Ej. excesos en centros de
prisiones, calabozos, torturas.

Víctimas sociales: son colectivos que el propio sistema social convierte en


víctimas. Ej. Marginados, minusválidos, ancianos, minorías étnicas,
raciales, religiosas. Incluso el propio delincuente a veces es una víctima
social, producto de la marginación social.

Podemos afirmar que la perspectiva del estudio victimológico, a pesar


de nacer como una rama de la criminología, excede el abordaje
criminológico, interesando también al derecho penal y a otras disciplinas
que se preocupan por la asistencia de la víctima que requiere ayuda,
justificando de esta manera su autonomía. Es imposible desconocer que el

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hecho de ser víctima, sea como consecuencia de un evento criminal o de
una acción no delictiva, genera problemas psicológicos, sociales,
económicos, de salud, tanto física como psicológica, entre otros, que debe
afrontar la persona agraviada y que trasciende el ámbito criminológico,
penal y penitenciario

En función de lo dicho, debemos saber que hay autores que consideran a


la victimología como una parte de la criminología y otros autores que la
consideran como una ciencia autónoma, más allá de estos puntos de
vistas diferentes, lo que debemos rescatar es que el hecho de “VER” a la
víctima es nuevo en nuestra historia.

En el año 1973 tuvo lugar el Primer Simposio Internacional de Victimología


en Jerusalén, celebrándose en adelante cada tres años, del mismo modo
que se celebran los de Criminología, y es a partir de esta instancia, que
comienza a plantearse ¿quién es la víctima en este drama de la
criminalidad? Pregunta importantísima teniendo en cuenta que toda la
criminología, el derecho, y la medicina, hasta el momento, habían puesto
su atención sólo en el delincuente, sus características, por qué llegaba al
delito, cómo era la familia, cómo era la estructura psicológica de este
delincuente, mientras que la persona que sufría el hecho delictivo (la
víctima) había sido absolutamente abandonada. A partir del Simposio en
1973 los estudios de la víctima se convierten en sistemáticos.

En el año 1976 aparece la revista "Victimology", que se sigue


editando desde esa fecha hasta el momento actual.

En el año 1980 se crea la SOCIEDAD INTERNACIONAL DE VICTIMOLOGÍA


que tiene como objetivos propios los siguientes:

1) Las indemnizaciones económicas a las víctimas de los delitos.

2) La elaboración y ejecución de programas de ayuda y tratamiento


a las víctimas.

3) Procurar la mejor compresión del fenómeno criminal en función


de la participación de la víctima, llegando a un examen
científico de lo que se denominó la "Predisposición Victimal".

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En 1985 Naciones Unidas empieza a hablar de víctima, nace la
preocupación por ayudarlas, por saber quiénes son, qué tipos de víctimas
existen y se comienza a pensar en programas para evitar los procesos de
victimización.

Diremos entonces que la Victimología se definió en el I Simposio


Internacional celebrado en Jerusalén (1973) como "el estudio científico de
las víctimas", y más específicamente como "la disciplina que tiene por
objeto el estudio de la víctima de un delito, de su personalidad, de
sus características biológicas, psicológicas, morales, sociales y culturales, de
sus relaciones con el delincuente y del papel que ha desempeñado en la
génesis del delito".

Tal como hemos dicho anteriormente, durante mucho tiempo, la atención


se centró principalmente en el delincuente, es decir, en comprender su
comportamiento, estudiar su conducta y revisar los modos de reinsertar al
delincuente en la sociedad; no existía una preocupación por la otra figura
que forma parte de la denominada pareja penal, esto es la víctima.

A modo de síntesis, la víctima es la persona que recibe una agresión,


situación esta que cambia radicalmente la vida de las personas. Hay un
antes y un después de un robo o de una situación de violencia, todo
depende del hecho delictivo, de las circunstancias, si el autor es una sola
persona o si es un grupo delictivo, etc. También es sumamente importante
el estudio de los hechos que se originan dentro del hogar donde autor y
víctima pertenecen al mismo grupo familiar, ya que cuando el autor es
desconocido la víctima tiene y recibe toda la compresión, la solidaridad y el
apoyo del grupo familiar y de sus amigos; pero cuando el delincuente y la
víctima están dentro de la misma estructura familiar, la situación es
sumamente angustiante y compleja desde el punto de vista del proceso de
la victimización.

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Unidad 2
a- Definición de violencia
La Organización Mundial de la Salud define a la violencia como: "El uso
intencional de la fuerza o el poder físico, de hecho o como amenaza,
contra uno mismo, otra persona, un grupo o comunidad, que cause o tenga
muchas probabilidades de causar lesiones, muerte, daños psicológicos,
trastornos del desarrollo o privaciones".

La inclusión de la palabra "poder", además de la frase "uso intencional de


la fuerza física", amplía la naturaleza de un acto de violencia, así como la
comprensión convencional de la violencia para dar cabida a los actos que
son el resultado de una relación de poder, incluidas las amenazas y la
intimidación.

El uso de la expresión "uso del poder" incluye no sólo los actos de violencia
por acción –los más evidentes- sino que también engloba el descuido o
los actos por omisión. Por lo tanto, debe entenderse que "el uso
intencional de la fuerza o el poder físico" incluye el descuido y todos los
tipos de maltrato físico, sexual y psíquico, así como el suicidio y otros actos
de autoagresión. La violencia puede asumir diversas modalidades como la
física, la psicológica y la sexual. Sus causas pueden variar y dependen de
diferentes condiciones, como las situaciones graves e insoportables en la
vida de la persona, la falta de responsabilidad por parte de los padres, la
presión del grupo al que pertenece (lo cual es muy común en las escuelas),
así como el resultado de no poder distinguir entre la realidad y la fantasía,
entre otras.

Existen múltiples definiciones de violencia, en especial las que se


relacionan con la imposición de fuerza física. Sin embargo, la violencia es
un concepto mucho más global y complejo, que se refiere a cualquier acto
de comisión u omisión y cualquier condición que resulte de dichos actos,
que prive a los sujetos de igualdad de derechos y libertades e interfiera con
su máximo desarrollo y libertad de elegir, convirtiéndolo en una víctima de
sí mismo o de otros.

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b- Tipos de violencia
La clasificación propuesta divide la violencia en 3 categorías generales,
según las características de los que cometen el acto de violencia y en este
sentido puede ser: violencia auto infligida, violencia interpersonal o
violencia colectiva.

La violencia auto infligida: comprende:

• El comportamiento suicida, que incluye pensamientos suicidas,


intentos de suicidio y suicidio consumado.
• Las autolesiones o el auto maltrato, que incluye actos como la
auto mutilación.

La violencia interpersonal, admite dos subcategorías:

• Violencia familiar: es la que se produce, sobre todo, entre los


miembros de la familia o de la pareja, y que por lo general sucede,
aunque no siempre, en el hogar. Incluye el maltrato de los
menores, la violencia contra la pareja y el maltrato de las personas
mayores.

• Violencia comunitaria: es la que se produce entre personas que no


guardan parentesco y que pueden conocerse o no, y sucede, por lo
general, fuera del hogar. Abarca la violencia juvenil, los actos
fortuitos de violencia, la violación o ataque sexual por parte de
extraños y la violencia en establecimientos como escuelas, lugares
de trabajo, prisiones y hogares de ancianos.

La violencia colectiva: Indica los posibles motivos de la violencia cometida


por grupos más grandes de personas o por el Estado y se subdivide en:

• Violencia social: son los actos delictivos de odio cometidos por


grupos organizados, las acciones terroristas y la violencia de
masas.
• Violencia política: incluye la guerra y otros conflictos violentos
afines, la violencia del Estado y actos similares llevados a cabo
por grupos más grandes.

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• Violencia económica: comprende los ataques por parte de
grupos más grandes motivados por el afán de lucro económico,
tales como los llevados a cabo con la finalidad de trastornar las
actividades económicas, negar el acceso a servicios esenciales,
o crear división económica y fragmentación.

c- Violencia conyugal
Cuando autor y víctima pertenecen al mismo grupo familiar pueden
cometerse múltiples hechos delictivos que sólo ocasionalmente llegan al
conocimiento de las instituciones, por ejemplo amenazas (“te voy a matar”,
“voy a matar a tus hijos”). Sólo son puestas en conocimiento de las
autoridades toda vez que se verifique un proceso de deterioro en la pareja.

En materia de maltrato de niños la situación deberá revestir una altísima


gravedad para que sean conocidos por una institución, es decir, que la
situación deberá ser tan angustiante y tan terrible, que tornen imposible
que autor y víctima permanezcan en el mismo grupo familiar; de lo
contrario estos comportamientos suelen ser absolutamente silenciados.
Este es uno de los mayores problemas a los que se tienen que enfrentar los
profesionales (psicólogos, médicos, abogados) vinculados a estos procesos
de victimización.

La violencia conyugal es un comportamiento en el grupo familiar


caracterizado por la violencia entre dos adultos, una pareja, que han
elegido para estar juntos.

En lo que conocemos y sabemos (vale la expresión porque existe una


dominante cifra negra vinculada a los procesos de victimización) la mujer
es la golpeada, la que sufre la violencia. Probablemente debido a
diversos factores sociales y culturales, es esta parte de la violencia
conyugal la más conocida. Al hombre por razones culturales, sociales y
educativas le resulta muy difícil ir a presentar una denuncia y manifestar
“mi esposa me golpea”. Aún con lesiones muy graves, el hombre no
denuncia, ya que por los motivos señalados, no está bien visto que el
hombre se deje golpear, el mito es que el jefe de la familia no puede ser

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golpeado, de la misma manera que hay un silencio vinculado a la violencia
conyugal, también tenemos el silencio de los hijos que golpean a los
padres (es difícil que un padre vaya a denunciar a un hijo que lo golpea) o
un anciano, un abuelito que vaya a denunciar que el nieto le pega
(Marchiori, 1999).

En materia de violencia, incluso en la económica o en la social, existe una


zona absolutamente desconocida, sólo conocemos los hechos que se
denuncian en las instituciones, advertimos la violencia conyugal que llega a
los hospitales públicos, en función de cómo se registran los casos de una
mujer que le rompieron la nariz, que perdió el embarazo, etc. En este
orden de ideas no debemos olvidar lo que sucede con los hospitales
privados, donde el paciente es considerado como un “cliente”, donde no se
analizan o indagan los motivos de las lesiones que una persona puede
presentar, por ejemplo, una mujer con golpes.

d- Ciclo de la violencia conyugal. Niños


testigos de la violencia.
Existe un ciclo de la violencia, compuesto de las siguientes fases:
acumulación de tensión, golpe y reconciliación o luna de miel.

Generalmente el ciclo comienza cuando aparece una situación de tensión


en la pareja, por un abuso emocional (dichos o palabras que causan
malestar y son agresivos), esto puede ser consecuencia, o surgir, por una
cuestión de tipo social, como puede ser la desocupación, o por algo interno
en la pareja como los celos.

Los victimólogos señalan que hay descalificaciones, amenazas, críticas,


insultos, desde el hombre hacia la mujer y mutuamente, que se erigen en
una situación de tensión inicial, que puede prolongarse en el tiempo o ser
solo una pequeña introducción hasta que finalmente se llega al golpe. El
primer golpe puede ser una patada, un empujón o puede llegar a la
muerte, ya que una situación de impulsividad puede provocarla.

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Muchas veces la violencia conyugal produce la muerte; en algunos casos
directamente es detectada por la muerte de la mujer golpeada y en otros
se detecta a través de la mujer que mata al marido mientras duerme por
temor a que vuelva a golpearla.

Por último, en la etapa final del ciclo, los dos se piden disculpas y
recomienzan este círculo, en el que nuevamente se acumula tensión y
luego viene el golpe, pero el golpe es cada vez más frecuente, la situación
es más dura y el ciclo se comienza a acortar. Supongamos que del primer
ciclo al segundo pasen dos meses, el tercero quizás va a ser a las tres
semanas hasta que se convierte en situaciones casi semanales. Los
victomólogos hablan del “trágico fin de semana”, lo que ocurre cuando la
pareja está todo el día en la casa generando mayores posibilidades de
peleas y por ende los riesgos de desenlaces fatales aumentan.

Por lo general estos acontecimientos pasan en el dormitorio de los adultos


y no en presencia de los niños; posteriormente deviene la reconciliación,
ocasión en que los niños ven a sus padres sin conflictos; después continúa
este círculo y los niños se convierten en testigos, ellos son las verdaderas
víctimas ya que ven al papá y a la mamá manifestándose cosas terribles,
observan amenazas y golpes pero no pueden hacer nada porque dependen
de los ellos. Son padres; están solamente mirándose entre ellos. Los hijos
se convierten en las verdaderas víctimas porque a la pareja lo único que le
interesa son ellos mismos, no les interesan los niños, no saben nada de
ellos, pero en apariencia son buenos padres y en general los tratan bien,
aunque no registren lo que los niños necesitan ni lo que están sufriendo.

En otros casos, estas situaciones ocasionan maltrato infantil, abuso sexual


y homicidio. Lo que siempre deberá tenerse presente es que una vez que
inicia la violencia nunca se conoce a ciencia cierta hasta dónde puede
llegar.

Los victimólogos consideran que la violencia emocional es mucho más


fuerte, de mayor duración, el daño es muy grande, pero, sin embargo, la
violencia física, puede provocar la muerte, inclusive ha habido muchos
niños muertos porque uno de los padres tiró un vaso, una botella o una
plancha, etc. impactando en el menor.

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Para que exista violencia conyugal tiene que existir el ciclo, al menos dos
veces. Debemos considerar que cuando una persona golpeada llega al
consultorio, hace una denuncia o llega a un juzgado de violencia familiar
(ámbito específico para esta problemática, depende de los juzgados de
familia pero tiene un ámbito físico y legislación propia), ha pasado varias
veces por una situación violenta, y al mismo tiempo puede estar dándonos
la pauta de una reacción muy positiva rompiendo el silencio; no obstante
ello, no debemos olvidar que al día siguiente el denunciante puede ingresar
en el período que llamamos “luna de miel”, retractándose de todo lo dicho
(Marchiori, 1999).

El mayor problema en estos tipos de delitos y en definitiva lo que se debe


combatir es el silencio, no es fácil decir “mi marido me golpea”, o “con mi
marido golpeamos a los niños”, como ya se afirmó precedentemente
existe una situación cultural y social por las que se sostiene el silencio.
Algunos victimólogos han afirmado que el sostenimiento del silencio
reconoce como causal la “indefensión aprendida” (hay una actitud pasiva
de no defenderse y no protegerse) y la naturalización de la violencia.

La violencia conyugal está presente en todos los estratos sociales, los


niveles y edades, lo que sucede es que la clase social más alta formula sus
consultas en lugares privados, de modo tal que estos casos por lo general
no se conocen. La violencia conyugal, como el maltrato o el abuso sexual,
no son cuestiones privativas de familias con problemas económicos,
culturales y sociales; habitualmente se vinculan estos hechos con
alcohólicos o personas que trabajan en condiciones de precariedad, pero lo
cierto es que todo esto es un mito; basta analizar las estadísticas de las
instituciones para observar que es una problemática presente en todas en
todos los ámbitos.

Otro mito presente en esta problemática, es el que sostiene que lo mejor


es que la pareja se separe; en algunas parejas esto no resulta necesario
porque realmente se aman y procuran ayuda para superar esa situación,
por este motivo es importante el diagnóstico. Pero en otros casos, es
necesario que la pareja se separe inmediatamente, caso contrario corren
riesgo sus vidas; pese a ello en algunas ocasiones los integrantes de la
pareja suelen ser renuentes a la idea de la separación ya que desean
aprender a respetarse y relacionarse sin violencia. En estas ocasiones si

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indagamos en estos núcleos familiares observamos un gran aislamiento del
grupo y un enorme miedo e indefensión (Marchiori, 1999).

Las consecuencias de la violencia conyugal, tanto desde lo físico como


desde lo emocional, son terribles. Para los niños es gravísimo, cualquier
identificación es negativa y hay toda una situación social y familiar
conflictiva, la relación con las familias de ambos es difícil, ya que si quieren
ayudarlos, también van a entrar en conflicto.

Las consecuencias en los niños y adolescentes que han crecido en estas


realidades son graves siempre, desde el alcoholismo, drogodependencia,
hasta la muerte, así como niños con problemas en la escuela, y problemas
emocionales de todo tipo.

En la familia la violencia genera un ambiente de terror, de miedo, daño


físico, daño social, daño emocional, sumado a ello las instituciones
presentan dificultades para comprender sucesos vinculados a la violencia
conyugal.

Podríamos imaginarnos una mujer que acude a una Comisaría con una
situación de violencia y al ser atendida sólo le receptan una exposición
quedando la cuestión en el ámbito policial; lo correcto sería receptarle una
denuncia y poner en funcionamiento la administración de justicia; no
podemos olvidar que cualquier ciudadano tiene derecho a denunciar.

En algunos casos los funcionarios policiales no recomiendan a la mujer


golpeada realizar la denuncia, ya que la realidad demuestra que en
muchas ocasiones muchas mujeres luego de efectuar la denuncia, se
reconcilian con sus esposos y acuden para solicitar “se levante la
denuncia”. Más allá de esto, es responsabilidad de los funcionarios
policiales receptar la denuncia. Afortunadamente, en la provincia de
Córdoba, la implementación de unidades judiciales en las Comisarías y la
creación de unidades judiciales especializadas en violencia familiar, brindan
un marco adecuado para la atención de mujeres víctimas de violencia,
donde pueden formular las denuncias respectivas. Es importante destacar
que una vez formulada la denuncia es fundamental informar a la víctima
los derechos que le asisten. Se hace indispensable el compromiso de todos
los profesionales relacionados con estas problemáticas de escuchar y

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accionar, aunque genere la sensación de impotencia y de carencia de
sentido. Lo importante es que no hay que acusar con la denuncia, sino
ayudar a esa familia; la intervención del profesional no tiene por objeto
que los cónyuges se separen o continúen unidos, esta cuestión es materia
de otro ámbito.

La intervención victimológica y criminológica tiene por objeto hacer cesar


la violencia, ayudar a los mayores a rescatar su rol como padres,
recordarles que los niños dependen de ellos, ya que por lo general se han
olvidado de ellos, transformándolos en víctimas.

En el caso de las mujeres golpeadas o agredidas sexualmente, el


agotamiento emocional y físico puede conducir al suicidio. Estas muertes
son un testimonio dramático de la escasez de opciones de que dispone la
mujer para escapar de las relaciones violentas.

Las investigaciones indican que las mujeres maltratadas experimentan


enorme sufrimiento psicológico debido a la violencia. Muchas están
gravemente deprimidas o ansiosas, mientras otras muestran síntomas del
trastorno de estrés postraumático. Es posible que estén fatigadas en
forma crónica, pese a ello no pueden conciliar el sueño, algunas tienen
pesadillas o trastornos de los hábitos alimentarios; recurren al alcohol y a
las drogas para disfrazar su dolor; tienden a aislarse o retraerse, sin darse
cuenta, parece, que se están involucrando en otro problemas, aunque
menos graves, pero dañino igualmente.

Por otra parte podemos mencionar algunas características del agresor:

• Es celoso, se imagina que la esposa le es infiel.


• Trata de mantener a su pareja aislada.
• La controla en todos sus movimientos.
• Tiene doble identidad, mientras se muestra agresivo en la casa, es
‘’bueno y amable’’ con otras personas.
• Puede tener o haber tenido problemas con la ley.
• Tiene un temperamento explosivo, se enfurece fácilmente.
• Culpa del abuso a su pareja.
• Proyecta sus propios errores a su compañera.
• No toma responsabilidad de sus acciones.

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• Tuvo una mala niñez.
• Tiene problemas económicos.
• Ingiere alcohol, es fumador.
• Se pone agresivo con sus hijos cuando estos hacen alguna
"travesura’’.
• Abusa verbalmente (insulta, grita, dice "palabrotas’’ )
• Creció en una familia donde vivió abuso. Puede ser más violento
cuando su compañera está embarazada o ha dado a luz.
• Tiene tendencia a negar el abuso, lo minimiza y a veces ni se
acuerda.
• Presiona a su pareja para que abandone la casa, si la compañera se
va de la casa hace lo posible para que regrese. Le pide disculpas.
• Es egoísta, ignora los sentimientos de los demás.
• Cree que los hombres tiene derechos a ciertos privilegios
(extremadamente machista).
• Vive amenazando a su esposa.

Las investigaciones han indicado que los niños que presencian actos de
violencia en el hogar suelen padecer muchos de los síntomas que tienen
los niños que han sido maltratados física o sexualmente. Las niñas que
presencian a su padre o padrastro tratando violentamente a su madre
tienen más probabilidad de aceptar la violencia como parte normal del
matrimonio en relación con las que provienen de hogares no violentos. Por
su parte, los varones que han presenciado la misma violencia, tienen
mayor probabilidad de ser violentos con sus compañeras como adultos.

e- Maltrato infantil
El maltrato infantil es un comportamiento intencional practicado por lo
general por las personas que resguardan material y moralmente a los
niños. Es un comportamiento sistemático, no es un golpe, ni un empujón.
Esta situación también comprende al abuso sexual y muchos victimólogos
entienden que el abuso es parte del maltrato.

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Lamentablemente la mayoría de los casos queda comprendida en la cifra
negra de la criminalidad. Cuando se conocen casos tan dramáticos y
terribles, resulta imposible comprender el comportamiento del adulto
agresor y del adulto testigo que presenció y permitió el maltrato a una
víctima absolutamente vulnerable. Desde el punto de vista emocional es
una cuestión que genera un impacto fuerte; a diferencia de la violencia
conyugal protagonizada por dos adultos, en este caso lo dramático es que
el adulto elige a un niño y lo golpea sistemáticamente, a veces hasta
matarlo. Si llegamos a esta última instancia es porque el niño ha
vivenciado situaciones muy graves y son los vecinos o las maestras las que
formulan la denuncia; es importante destacar que un niño que ingresa a la
escuela tiene enormes posibilidades de sobre vivencia, ya que aparece un
adulto que lo puede proteger (Marchiori, 1999).

En nuestro país se ha avanzado mucho en la detección de la violencia y el


maltrato infantil, gracias a la labor de los maestros y los adultos de
referencia en diferentes instituciones; existe un proceso de aprendizaje en
crecimiento que permite detectar distintos aspectos del maltrato infantil.

Debemos recordar que los médicos también hasta hace pocos años atrás
creían en el relato de los padres y sus versiones de niños accidentados,
como el niño que se cayó de un árbol, de la escalera, o que se encontraba
en la cocina y se quemó.

Todas estas historias aparecen muy bien estructuradas porque estamos


ante psicópatas, manifiestan su versión de los hechos de manera tal que
son capaces de convencer a médicos y psicólogos. Actualmente se
entiende que el maltrato infantil va más allá de un sacudón de una mamá
que se encuentra nerviosa, porque en este caso la misma mamá abraza al
niño y prácticamente le pide disculpa, de lo que se trata es de algo mucho
más grave.

El maltrato infantil es un comportamiento sistemático dirigido a los niños


por los propios padres y esta cuestión es lo que desorienta muchas veces al
momento del diagnóstico, donde se ven padres sin antecedentes penales,
sin antecedentes policiales, personas que trabajan o no, pero lo dramático
e inexplicable es que estas parejas que aparentemente se llevan muy bien
entre ellos maltratan a uno o varios niños.

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Una de las tareas del diagnóstico criminológico y psicológico, es saber si los
dos padres golpean, quién es el que golpea, quién permite ese golpe, o cuál
es la situación del que no golpea pero que de alguna manera se pone en un
rol totalmente pasivo frente a esta destrucción del niño. También hay que
señalar que es un mito que el maltrato infantil -como el abuso sexual- sólo
ocurre en las clases bajas, en realidad está presente en todos los niveles
culturales y económicos, en todos los sectores sociales y culturales.

Este niño elegido para ser golpeado sistemáticamente, es la víctima, no se


conoce con exactitud por qué se eligió a un niño determinado; puede ser
porque es parecido en su comportamiento a la familia del padre o de la
madre, o porque es inteligente o simpático, o por el contrario porque es
débil o deficiente. Lo cierto es que se trata de un niño que todos los días es
golpeado física y emocionalmente, y los otros hijos son testigos de una
violencia que tendrá consecuencias gravísimas para la historia de la víctima
y también de ellos mismos que no podrán hacer nada para proteger a ese
hermanito.

Se ha detectado, que la mayoría de los padres golpeadores se llevan muy


bien entre ellos y eso es lo que hace tan difícil el trabajo. La mayoría de los
equipos que atienden maltrato presentan conflictos, es casi un diagnóstico,
son equipos tranquilos, especializados, sin embargo cuando les compete un
caso de maltrato, estos padres hacen que el equipo discuta en el sentido
de las acciones, el equipo termina actuando lo que la pareja naturaliza
(Marchiori, 1999).

Cuando hablamos de internación de niños, hablamos de una posibilidad de


sobre vivencia, aunque existe consenso en que la internación es el último
recurso, lo que sucede es que se convierte en un espacio ajeno a su vida y
de desarrollo sano. El niño golpeado representa una alta posibilidad de
que lo maten, ya que los adultos que lo tienen bajo su cuidado presentan
conducta psicopática. Cuando la violencia es detectada, cambian de
hospital, de dispensario; de allí la importancia de crear una red en cada
ciudad entre dispensarios y hospitales, para detectar hechos de maltrato
infantil. En algunos casos donde la violencia es detectada y los padres ya
acudieron a todos los hospitales de la zona, es posible que hasta lleguen a
mudarse resultando dificultoso encontrarlos. No se sabe a dónde van, lo
cual es producto de su funcionamiento muy simbiótico, falto de relación

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con otros miembros de la familia. Si nos preguntamos quién es este niño
podemos decir que es una víctima vulnerable, indefensa, que recibe el
maltrato en su propia casa, nadie lo puede ver ni ayudar, ningún adulto lo
puede ayudar. Muchos de estos casos terminan con denuncias formuladas
por un abuelo o un tío, que llega de visita a esa casa (ya que es una
situación de enorme encierro) y advierte la situación; por lo general ocurre
cuando los niños son muy pequeños, caso contrario habrá que esperar que
el niño ingrese a la escuela. Este niño no puede hablar, porque no sabe
como decirlo, presenta múltiples problemas a nivel de desarrollo, de
aprendizaje y de relaciones. Pero también hay que considerar otros niños
que se encuentran en el silencio de la victimización de un hermanito, ellos
también sufren consecuencias muy graves por no haber hablado.

Existen dos tipos de maltrato: el primero es el maltrato de golpe,


caracterizado por ser una conducta activa (golpes, quemaduras,
encadenamiento, etc.) hay un accionar que lleva a este comportamiento; el
segundo es por omisión (privación de alimentos, falta de ropa, etc.
intencionalmente,).

Estas conductas provocan lesiones leves, graves, gravísimas y hasta la


muerte. Se ignora cuántos niños mueren a causa del maltrato infantil. En
los bebés de menos de un año es muy difícil determinarlo, hay una línea
muy débil entre accidente y homicidio. Un elemento de diagnóstico muy
importante es la insensibilidad de estos padres, cuando una mamá adora a
su niño hace de todo, hay una comunicación permanente y conoce la
historia de ese niño, a diferencia de los maltratadores que no conocen e
ignoran la mayoría de los datos (no saben cuándo se sentó, cuándo empezó
a caminar, etc.), lo saben de sus otros hijos pero no del maltratado. Lo que
genera mayor impresión y angustia en los profesionales es la frialdad de
estos padres, hay una gran insensibilidad frente al niño lastimado, se
muestran indiferentes, con una anestesia afectiva sumamente notoria;
estos son los signos de diagnóstico.

La zona corporal más golpeada (como en la violencia conyugal) es la


cabeza, donde existen golpes y quemaduras, también la zona genital, las
manos y las piernas, pero en menor medida. Los instrumentos son
muchísimos, quemaduras, encadenamientos, golpes con las manos, con

Victimología
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objetos, etc. y un niño no puede sobrevivir a eso, un niño que ha muerto
no ha muerto por un golpe sino que ha muerto por un proceso de tortura.

Por otro lado cuando los niños son pequeños se ven muy tristes, con una
presentación muy deteriorada y las cicatrices son un signo muy vinculado
al maltrato, mientras los padres dicen “es que es un chiquito muy inquieto,
se golpea permanentemente” “los médicos dijeron que tiene un problema
neurológico”.

f- Niños víctimas de abuso sexual


El abuso sexual infantil comprende: los contactos e interacciones entre
un niño y un adulto, cuando el adulto (agresor) usa al niño para estimularse
sexualmente él mismo, al niño o a otra persona. El abuso sexual también
puede ser cometido por una persona menor de 18 años, cuando ésta es
significativamente mayor que el niño (la víctima) o cuando (el agresor)
está en una posición de poder o control sobre otro menor.

Los abusos sexuales se definen a partir de dos grandes conceptos: el de


coerción y el de la diferencia de edad entre agresor y víctima. La coerción
(fuerza física, presión o engaño) debe ser considerada por sí misma criterio
suficiente para que una conducta sea etiquetada de abuso sexual. La
diferencia de edad impide la verdadera libertad de decisión y hace
imposible una actividad sexual común, ya que los participantes tienen
experiencias, grado de madurez biológica y expectativas muy diferentes.

Las diferentes formas de abuso sexual son:

• Incesto: los contactos sexuales realizados por familiares directos u


otro adulto que ejerce la función de padre o tutor (padrastro,
madrastra, padres adoptivos).
• Violación: Acto sexual realizado por un adulto no familiar.
• Contacto físico: manoseo, tocamientos al niño o del niño hacia el
adulto.
• Exposición del niño a la visualización de películas, revistas
pornográficas o exhibicionismo.

Victimología
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Los niños víctimas de abuso sexual están sometidos a una situación de
violencia, en estos casos cuando nos referimos a los niños, tanto en la
violencia familiar como en cualquier tipo de situaciones vinculadas a la
violencia, estamos hablando de víctimas vulnerables, que no pueden
percibir el peligro (ej. un bebé de ocho meses), no pueden defenderse ni
pueden solicitar ayuda.

En el caso de niños víctimas de abuso sexual, como en toda la


cuestión de violencia familiar, existe una cifra negra de criminalidad; son
pocos los casos que se conocen siendo la propia familia la interesada en
mantenerlo en secreto.

Hay muchos mitos vinculados a los niños víctimas de abuso sexual. Durante
mucho tiempo se consideraba que, como en el caso del incesto, era
generalmente la niña la que sufría un proceso de victimización porque eran
púberes o adolescentes, pero se ha demostrado que los niños también son
víctimas de abuso. Todas las investigaciones señalan la corta edad de los
niños, con un promedio de 6 o 7 años. Hace unos años la edad promedio
era de 8, 9 o 10 años y cada vez va descendiendo más. Las
investigaciones señalan que son niños muy pequeños, y también se está
demostrando a través de las investigaciones y las denuncias que existen
tanto niñas como niños.

En nuestro país, el comportamiento más conocido es el intento de


violación o la violación. Para ayudar a los niños se debe diferenciar cada
hecho delictivo, no es lo mismo un intento de violación, que una violación
o que reiterados hechos, como por ejemplo los casos de incesto donde
generalmente se somete a la víctima durante 3 ó 4 años a violaciones
semanales.

El escenario de la victimización implica en sí mismo una situación


traumática, muchas veces es en la casa de la víctima, la casa del autor,
plazas, campos deportivos, la escuela; criminológicamente el autor, el
delincuente, sabe qué niño es mucho más vulnerable, el niño es fácilmente
engañado. Antes le decían te voy a dar una figurita, ahora le dicen te voy a
dar un videojuego, cambia el instrumento, pero es el mismo contenido,
cambia el engaño, pero los niños se engañan fácilmente.

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Hay una situación que cambia radicalmente la realidad de la víctima
cuando el autor es un familiar o un desconocido. La reacción de la víctima
se relaciona con la no comprensión del comportamiento debido a su edad.
Ante la actitud del delincuente adulto, los niños quedan paralizados.

Algunos de los mitos vinculados al abuso sexual son:

• Ocurre en familias que viven hacinadas.


• Los niños crean historias sobre el abuso sexual.
• Las víctimas del abuso sexual son niñas.
• Los niños están culturalmente más silenciados.

En relación a las consecuencias, los adolescentes que son maltratados o


que han sido maltratados cuando eran niños, tienen menos probabilidad
de desarrollar un sentido de autoestima y pertenencia que los que no han
experimentado maltrato. Tienen mayor probabilidad de descuidarse e
incurrir en comportamientos arriesgados como tener relaciones sexuales
en forma temprana o sin protección. Ser abusadores de alcohol o drogas,
cometer actos delictivos, mostrando así un gran resentimiento hacia el
mundo y hacia la vida.

La violación y el maltrato sexual del niño pueden causar daños psicológicos


similares. Un episodio de agresión sexual puede ser suficiente para crear
efectos negativos duraderos, especialmente si la niña o el niño víctima no
recibe posteriormente apoyo adecuado. Al igual que la violencia contra la
mujer en el seno familiar, el maltrato del menor suele durar años y sus
efectos debilitantes pueden repercutir en la vida adulta. Por ejemplo, la
pérdida de autoestima de la mujer que ha sido maltratada en la niñez
puede traducirse en un mínimo de esfuerzo para evitar situaciones en que
su salud o seguridad estén en peligro.

Ser víctima de violación o abuso sexual es una experiencia muy traumática


y sus consecuencias pueden prolongarse por mucho tiempo. Víctimas
(mujeres, niñas y niños) que han sufrido ataques sexuales describen los
siguientes sentimientos: “temor, culpa, desvalorización, odio, vergüenza,
depresión, asco, desconfianza, aislamiento, marginalidad, ansiedad, ser
diferente (se sienten diferentes a los demás)”.

Victimología
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La víctima del abuso cree que tiene que ocultarlo porque teme ser
señalada como culpable, siente vergüenza de ser mirada/o como "un ser
diferente", aislándose de los demás para evitar críticas que la dañen aún
más. Al quedarse callada(o) la víctima está favoreciendo al agresor y
ayudándolo, dejándolo libre, a hacerle lo mismo a otras personas.

Más allá del lugar que se ocupe, habrá que ayudar para que la víctima de
abuso en primer lugar pueda romper el silencio y en segundo lugar, pueda
entender que no es su culpa, y que la responsabilidad de un acto tan
desagradable es del victimario. Este será el primer paso para elaborar de
la manera más sana posible un acto tan destructivo para la psiquis de una
persona.

Es importante tomar conciencia que los niños que cuentan que han vivido
un abuso sexual generalmente NO MIENTEN. Tendremos en cuenta
algunas conductas en el niño que pueden sugerir situaciones de abuso
sexual, algunos cambios de conductas por edades del niño víctima de
abuso sexual pueden ser:

• En niños pequeños y preescolares

o Trastornos de la conducta, retraso del lenguaje, enuresis,


encopresis.
o Trastornos del carácter: irritabilidad, llanto, inquietud.
o Trastornos del sueño: dificultad para conciliarlo, pesadillas,
terrores nocturnos
o Miedos a determinadas personas y lugares.
o Juegos sexuales reiterados que no corresponden a la edad
del niño.
o Masturbación compulsiva.

• Niños en edad escolar

o Trastornos de conducta (problemas con sus padres, cambios


de humor).
o Trastornos del sueño.
o Trastornos del aprendizaje.
o Trastornos de la alimentación.
o Trastornos de la imagen corporal.

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o Conocimientos sexuales inapropiados para la edad.
o Somatizaciones.

• Adolescentes.

o Trastornos de la conducta (mala relación familiar, con sus


semejantes, aislamiento, intento de suicidio, fuga del hogar,
consumo de drogas y alcohol, depresión, etc.)
o Trastornos del aprendizaje.
o Trastornos de la alimentación.
o Contactos sexuales promiscuos.

g- Indicadores de violencia
Otros indicadores que podemos tener en cuenta, para detectar diferentes
tipos de violencia:

• Indicadores de abuso físico en niños: golpes reiterados,


quebraduras, comportamientos temerosos, mostrarse reacios a ir a
la escuela, huída del hogar, introversión extrema, agresividad.
• Indicadores de violencia emocional en niños: alteraciones en el
habla, alergias, retraso en el desarrollo emocional y físico, temor,
auto desprecio.
• Indicadores de violencia sexual en niños: dificultad al caminar o al
sentarse, dolores, picazón e infecciones en la región genital, interés
exacerbado en asuntos de índole sexual, temor, llantos reiterados,
sensaciones de angustia y temor al abandono.
• Indicadores de abuso físico o sexual en mujeres: hematomas,
lesiones de estrangulamientos, lesiones varias y reiteradas, relato
de haber sido sometida a manoseos y a relaciones sexuales no
deseadas, haber sido forzadas a ver material pornográfico o a
observar situaciones denigrantes.
• Indicadores de abuso emocional en mujeres: aislamiento, miedo de
perder a sus hijos debido a las amenazas recibidas al respecto,
baja autoestima, inseguridad, etc.

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Referencias
Referencias bibliográficas de la
Lectura
Obras consultadas

Marchiori H. (1999). “La víctima del delito”. Córdoba: Lerner

www.uesiglo21.edu.ar

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