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Por los caminos

montemarianos
Patrimonio Cultural Inmaterial
de los Montes de María, Bolívar
Adriana Molano Rojas
Coordinación

Cecilia Gil Barvo


Acompañamiento metodológico
Alberto Bernal Jiménez
Gobernador de Bolívar Adriana Molano Rojas
Ana María Espinosa
Antonio Luis Barrios Barrios Alfredo Pérez Caballero
Secretario de Educación y Ruby Kelly Hernández
Cultura Departamental Equipo de investigación

Patricia Díaz Báez Adriana Molano Rojas


Coordinadora Unidad de Contenidos - Fotografía
Cultura y Patrimonio
Daniella Riaño Sánchez
Coordinación editorial - Fotografía

Félix Santiago Riaño Sánchez


Ilustración - Portada

Editemos SAS
Edición de textos

© República de Colombia 2011

ISBN
978-958-57267-1-0

Se permite la libre utilización de este documento siempre y cuando


se incluya reconocimiento de edición y autores, sin uso comercial y
sin obras derivadas. Material libre para copia y distribución con fines
pedagógicos y culturales.

Toda la información del proyecto en:


www.culturainmaterial.com/montesdemaria
Vivamos nuestra cultura,
expresemos nuestra identidad,
valoremos nuestro patrimonio.

Contenido
Presentación
Cultura: una apuesta por el desarrollo regional 9
Recorrido por el sentir de un pueblo 10
Nuestros enlaces municipales 12
Los Montes de María: el corazón de Bolívar 14

La identidad montemariana
Fogones de los Montes de María 19
La cura está en los Montes 25
El valor de la palabra en los Montes de María 28
El alma musical de los montemarianos 32

Diversidad municipal
Atlas cultural de la ZODES Montes de María, Bolívar 38
Córdoba 41
El Carmen de Bolívar 45
El Guamo 51
María La Baja 55
San Jacinto 59
San Juan Nepomuceno 65
Zambrano 71
Calendario de eventos de la región 76
Presentación
Cultura: una apuesta por el desarrollo regional

Nuestra identidad como bolivarenses está atada a la historia y alimentada por el desarrollo contempo-
ráneo. El conjunto de tradiciones, costumbres y formas particulares de interactuar con el entorno nos
caracterizan en la región y nos distinguen ante el país y el mundo.

Justamente ese reconocimiento de nuestra identidad es el mismo que nos permite decir con orgullo que
hacemos parte del gran departamento de Bolívar, rico por sus tierras fértiles, sus fuentes hídricas, su cul-
tura ancestral y su papel en la historia.

El Patrimonio Cultural Inmaterial (PCI) está constituido por las formas como la identidad se manifiesta
y nos es posible sentirla y vivirla. Desde la Gobernación de Bolívar estamos trabajando por la identifica-
ción, protección y visibilización de esas manifestaciones que nos hacen únicos, razón por la cual adelan-
tamos la Implementación del Sistema Nacional de Información Cultural y Levantamiento del Inventario
de Patrimonio Cultural Inmaterial en el Departamento de Bolívar, Zona de Desarrollo Económico y
Social (ZODES) Montes de María.

Los municipios de San Juan Nepomuceno, María La Baja, El Guamo, Córdoba, San Jacinto, El Carmen
de Bolívar y Zambrano fueron el epicentro de un trabajo sin precedentes en la región. Gracias a esta ini-
ciativa hoy podemos reconocer y valorar las diversas manifestaciones culturales que perviven a través de
sus habitantes y somos un modelo nacional en materia de Inventarios del PCI.

El presente libro hace parte de los resultados del proyecto y alberga en sus páginas la historia y los saberes
de los montemarianos, ofreciendo a todos los lectores una mirada hacia el interior de su cotidianidad y
su cultura.

Hoy más que nunca valoramos nuestros Montes de María. Las comunidades que habitan en ellos se
destacan por su sentido de pertenencia y compromiso frente a su territorio, por eso les damos el lugar
sobresaliente que merecen y las invitamos a ellas, y a todos los que tengan la oportunidad de conocerlas,
a sentir como propia esta región que nos da ejemplo por su cultura.
Alberto Bernal Jiménez
Gobernador de Bolívar

Presentación 9
Recorrido por el sentir de un pueblo

«Ley 1185 de 2008. Artículo 8. Patrimonio cultural inmaterial. El patrimonio cultural inmate-
rial está constituido, entre otros, por las manifestaciones, prácticas, usos, representaciones,
expresiones, conocimientos, técnicas y espacios culturales, que las comunidades y los grupos
reconocen como parte integrante de su patrimonio cultural. Este patrimonio genera sentimien-
tos de identidad y establece vínculos con la memoria colectiva. Es transmitido y recreado a
lo largo del tiempo en función de su entorno, su interacción con la naturaleza y su historia y
contribuye a promover el respeto de la diversidad cultural y la creatividad humana».

¡El Patrimonio Cultural cuenta! Esta premisa fue el mundo contemporáneo sin perder nuestra identi-
pilar del equipo de investigación del proyecto que en- dad.
marca esta publicación y cuyo trabajo se desarrolló en
los Montes de María de Bolívar, recorriendo cada uno El Patrimonio Cultural Inmaterial incluye una serie
de los municipios que lo conforman, y abriendo con su de componentes que desde su definición lo caracte-
paso cientos de baúles de historias. rizan y determinan su tratamiento:

El proyecto apoyado por el Ministerio de Cultura y la • Es colectivo, pertenece o identifica a una comuni-
Gobernación de Bolívar, tuvo como objetivo adelantar dad particular.
el proceso de Inventario del Patrimonio Cultural Inma-
terial (PCI) en la ZODES Montes de María para su pos- • Se transmite de generación en generación como
terior inclusión en el Sistema Nacional de Información un legado o parte de la memoria colectiva.
Cultural (SINIC), dotando a la región de herramientas
que orientan la adecuada identificación, apropiación y • Tiene un valor simbólico derivado de su signifi-
salvaguardia de sus manifestaciones culturales. cado social y de su función como referente de tradi-
ción e identidad.
Los principios rectores para el inventario del PCI están
dados desde la Ley General de Cultura y la Conven- • Es dinámico, pese a estar afirmado en la identi-
ción para la Salvaguardia convocada por la UNESCO dad y tradición de los pueblos, cambia, se recrea en
en el año 2003. Los fundamentos de su ejecución están el tiempo y adquiere particularidades regionales y
atados a la necesidad nacional de reconocernos desde locales.
lo local para fortalecernos y enfrentar los desafíos del

10 Por los caminos montemarianos


• Es valorado como «bien» que debe ser conservado documentales y acercamientos a los portadores de la
y protegido. tradición.

• Cohesiona a la sociedad, generando unidad en rela- La iniciativa permitió que de forma conjunta entre el
ción con su significado. equipo de investigación y las comunidades se cons-
truyera un inventario que contiene las manifestacio-
El inventario del PCI equivale a la identificación, de nes representativas de cada población, contando en el
manera clasificada y sistemática, de las expresiones de equipo de trabajo con el apoyo adicional de Enlaces
la cultura inmaterial con información documentada a Municipales que sirvieron de soporte en la producción
través de fuentes primarias y secundarias. Así, fue nece- y desarrollo del proceso.
sario que el equipo de investigadores no solo recorriera
el territorio sino que también generara vínculos con la Los contenidos de esta publicación se derivan de la
comunidad y con los portadores de cada tradición para ejecución piloto de esa nueva herramienta, constitu-
recopilar la información pertinente. yendo una primera aproximación hacia una forma con-
sensuada y crítica frente al manejo del PCI en el país.
El Ministerio de Cultura utilizó el Proceso de Identi- La metodología completa y los resultados detallados se
ficación y Recomendaciones de Salvaguardia (PIRS) encuentran registrados en el Informe de Investigación
hasta el año 2010 como mecanismo para desarrollar los que reposa en los archivos de las instituciones vincu-
inventarios de PCI en el país. A partir de los resultados ladas con el desarrollo de este proceso, y circulan en
obtenidos con esa metodología el Ministerio propuso material multimedia que busca facilitar la tarea de los
en 2011 a los investigadores y gestores del país el dise- gestores y las instituciones locales para que las comuni-
ño de una nueva herramienta que permitiera la recupe- dades pongan en valor su patrimonio, comprendan su
ración y sistematización de la información acercándose importancia y vivan su identidad a través de la cultura.
a una visión más amplia de la cultura nacional.

En respuesta a esa invitación, el equipo de trabajo de


este proyecto, liderado por especialistas en inventarios
y gestión cultural, y conformado por profesionales de
las Ciencias Sociales con experiencia en el sector, se
dio a la tarea de proponer una nueva metodología que
recoge lo mejor del PIRS y lo potencializa a través de la
inclusión de fuentes vivas, la construcción de relatos y
el reconocimiento de la transversalidad de las manifes-
taciones culturales.

De la misma manera, se propone que el SINIC permita


un registro dinámico que, sin perder su potencial para
la comparación y análisis de la información cultural del
país, proporcione una lectura más amplia de las comu-
nidades y sus formas de ver y apropiarse del mundo.

Como parte de la implementación del proyecto se de-


sarrollaron jornadas de sensibilización y formación
sobre PCI y SINIC; identificación de las manifesta-
ciones representativas de la región y cada uno de los
municipios incluidos en el estudio; consulta de fuentes

Presentación 11
Nuestros enlaces municipales

Francisco Osorio (San Juan Nepomuceno), Andrés Paternina (María La Baja), Mercedes Barraza (San Jacinto), Gustavo
Cardona (El Guamo), Raimundo Lascarro (El Carmen de Bolívar), Ramiro Meza (Zambrano). Al frente: Octaviano Jaraba
(Córdoba)

El aporte de las comunidades es decisivo para adelantar Gestores comprometidos con la recuperación y el for-
un proceso de Inventario del PCI que refleje sus sabe- talecimiento de la cultura de sus municipios fueron los
res, tradiciones y cotidianidad. En nombre de ellas, los elegidos para acompañar este proceso. Así mismo, las
Enlaces Municipales que participaron en el desarrollo instituciones locales, los representantes de las comuni-
del proyecto apoyaron en la logística y la identificación dades, los docentes y en general todos los interesados
de las manifestaciones locales y sus portadores, aunque en la cultura fueron convocados y sus aportes abrieron
sin duda alguna su mayor aporte fue el acercar al equi- las puertas para iniciar esta travesía por los caminos
po de investigación a las particularidades de la visión montemarianos.
de mundo de cada población.
Presentación 13
Los Montes de María: el corazón de Bolívar
Contexto histórico, económico y social

Bolívar es una región cargada de historia y tradición. En su aspecto físico, Bolívar está constituido por tierras
Cartagena fue una de las capitales del Caribe neogra- bajas y planas, pero parte del territorio se encuentra en-
nadino —actualmente lo es del departamento—, y marcado por las estribaciones de las cordilleras central
hoy es reconocida como Patrimonio de la Humanidad. y occidental. En la parte norte sobresalen las colinas
Esta urbe y los distintos municipios que hacen parte de bajas de las serranías de los Montes de María, y por el
Bolívar son una mezcla entre la historia afro e indígena, extremo sur se encuentra la serranía de San Lucas, una
las costumbres de antaño y el desarrollo derivado del formación húmeda que acompaña el margen izquierdo
comercio, que dan como resultado una cultura rica y del río Cauca.
diversa.
Al igual que los demás departamentos del país, Bolívar
El departamento de Bolívar está ubicado en la región presenta características físicas, económicas y culturales
noroccidental del país. Es uno de los siete departamen- particulares a lo largo de su territorio, que enmarcan a
tos que conforma la Costa Caribe continental y com- las distintas poblaciones y de manera natural dividen el
prende una importante extensión de su llanura central a territorio, hecho que llevó a la conformación adminis-
lo largo del río Magdalena. Con un área total de 25.975 trativa de las Zonas de Desarrollo Económico y Social
km2, representa el 20 por ciento de la Costa Caribe y (ZODES).
el 2,3 por ciento del territorio colombiano, siendo el
departamento de mayor tamaño de la zona y el séptimo La ZODES Montes de María se localiza en el corazón
en el contexto nacional. Lo conforman cuarenta y cin- del departamento de Bolívar, limitando al norte con
co municipios y limita por el norte con el Mar Caribe la ZODES Dique, al sur con la ZODES Mojana; al
y con el departamento del Atlántico, por el oeste con oriente a través del río Magdalena, con el departamen-
Sucre, Córdoba y Antioquia, por el sur con Antioquia, to del Magdalena, y al occidente con el departamento
y por el este con Santander, Cesar y Magdalena. de Sucre. Con este último integra la región natural de

14 Por los caminos montemarianos


El origen social y cultural de los Montes está atado a
la tradición indígena Zenú que habitó los territorios
desde el periodo prehispánico y que aún hoy pervive
en pequeños resguardos afincados principalmente en
el departamento de Sucre. El nombre del grupo indí-
gena es un derivado de la denominación que daban al
río Sinú, y de acuerdo con los cronistas de indias, una
de las familias tribales, el grupo Finzenú, se afincó en la
serranía de San Jacinto, hoy Montes de María.

El pueblo Zenú es reconocido por su desarrollo agra-


rio, gracias a sus sistemas de drenaje que permitían el
aprovechamiento de las caudalosas fuentes hídricas
que bañaban su territorio. Así mismo, el trabajo arte-
sanal en alfarería y orfebrería fue base de los sistemas
religiosos y comerciales.

Derivado de la colonización, el pueblo indígena se


replegó hacia la Ciénaga de Betancí, en territorio su-
creño, aunque no por ello los pobladores de las zonas
bolivarenses perdieron su influencia y tradición.

En paralelo, la zona fue habitada por los indígenas Ma-


libúes, quienes ocuparon el territorio y mantuvieron
estrechas relaciones comerciales y sociales con los ze-
núes. A la llegada de los españoles la mayor parte de los
Montes de María, conformada por quince municipios municipios que hoy conforman los Montes de María
y setenta y seis corregimientos repartidos entre los dos de Bolívar estaban habitados por malibúes que fueron
departamentos. exterminados por los conquistadores.

Los Montes de María gozan de suelos fértiles, distritos Los malibúes eran reconocidos por su trabajo en pie-
de riego y vocación agroindustrial, ganadera, forestal y dra. No solo la pulían y tallaban para fabricar utensilios
artesanal, que fomentan su desarrollo. En años recien- y decoraciones, sino que también la usaban como me-
tes se ha venido desarrollando un importante complejo dio de comunicación al grabar en ella petroglifos que
agroindustrial de palma de aceite. La práctica de inicia- aún hoy se pueden visitar en los espacios rurales de San
tivas de agroexportación de productos para el resto del Jacinto y San Juan Nepomuceno.
departamento y las regiones vecinas, así como hacia Hoy, en el municipio de San Jacinto, existe el Museo
destinos nacionales e internacionales, ha llevado a la Etnoarqueológico de los Montes de María, que ilustra
ZODES a posicionarse como abastecedora de la zona. con sus piezas la existencia de los pueblos indígenas y
la herencia que pervive en los habitantes actuales de la
Atravesada por la troncal de Occidente y articulada a región.
la troncal del Magdalena Medio, los Montes de María
son territorio de paso obligado para los comerciantes y El proceso colonizador en los Montes de María está
turistas que se dirigen desde el centro del país hacia la ligado a la exploración fluvial del territorio nacional.
Costa Caribe, convirtiéndolos en punto de referencia Luego de fundada Cartagena, la vía de comunicación
vial, económica y cultural. más accesible, aunque no por ello la menos complica-

Presentación 15
da, era el río Magdalena. Los conquistadores españoles
siguieron el cauce del río, algunos navegando y otros
atravesando el territorio montañoso, generando la
consecuente fundación de poblaciones sobre los asen-
tamientos indígenas de la época.

La zona fue protagonista en el proceso de Independen-


cia local y nacional. Simón Bolívar y su ejército pasaron
por algunos municipios reclutando soldados dispues-
tos a dar su vida por la libertad de la patria.
para finalmente convertirse en municipios entrado el
El posterior proceso de organización de la República siglo XX.
permitió no solo la consolidación de Cartagena como
capital departamental y de Mompox como eje comer- La región de los Montes de María se caracterizó en las
cial de la región, sino que también incentivó el desarro- décadas más recientes por su designación como «zona
llo de las comunidades de nativos y migrantes asenta- roja», donde el conflicto armado, latente por la pre-
das en los municipios de los Montes. sencia de distintos grupos armados al margen de la ley
que invadieron su territorio, afectó de forma colateral
Lo que empezó como caseríos y pequeñas poblaciones los niveles económicos, sociales y políticos, causando
de paso obligado para el tránsito de personas y produc- desarraigos y en consecuencia transformaciones cultu-
tos, con el tiempo se consolidó como pequeñas pobla- rales significativas para la vida de los montemarianos.
ciones y posibilitó su organización. El mismo tránsito
fue causante del flujo de costumbres y tradiciones que El sentimiento de pertenencia junto a las políticas
aún hoy comparten los montemarianos y que deter- implementadas en los últimos años en materia de dis-
minaron su organización social, política y económica, tribución equitativa de tierras, desarrollo sostenible y
protección de los derechos huma-
nos, han permitido el resurgimiento
de los municipios como consecuen-
cia del retorno de poblaciones des-
plazadas a sus territorios de origen,
empoderando así la sociedad civil y
brindándole herramientas para ges-
tionar su propio desarrollo.

Hoy la ZODES constituye un re-


ferente de las tradiciones artísticas
y culturales del Caribe Colombia-
no. Saberes ancestrales apropiados,
adaptados y reinterpretados dan
como resultado las diversas manifes-
taciones de la gastronomía, alfarería,
forja, tejido, ebanistería y música,
que unidas a la inmaterialidad de la
tradición oral, la medicina tradicio-
nal y la lúdica, constituyen la vida
actual de los Montes de María.

16 Por los caminos montemarianos


La identidad
montemariana
18 Por los caminos montemarianos
Cocina tradicional

Fogones de los Montes de María

Carmen Villalba, cocinera tradicional, San Jacinto

El sabor de los Montes de María es a la vez suculento Desde el maíz hasta los aguacates hacen parte de la die-
y discreto. Probar los platos característicos de cada po- ta básica de los montemarianos. Desde las Chepacori-
blación es una experiencia que sumerge al paladar en nas hasta los dulces de carambola están en el imagina-
una arqueología del gusto: el fin es identificar las par- rio de la región. La comida es como una historia, en ella
ticularidades que hacen tan especial a la comida de la hay una trama y un desenlace. Cada golpe al gusto tiene
zona. dentro de sí el peso de la tradición.

Nada más significativo para el estómago y el corazón El comino, los ajíes y el tomate. El ñame, la yuca y el
que ser invitado al patio de una casa cualquiera en maíz. La res, el cerdo, la gallina y el bocachico. El juego
Zambrano, El Carmen, San Juan Nepomuceno u otro diario en las cocinas locales termina empatado entre
de los municipios montemarianos para conversar al rit- los ingredientes y quienes experimentan con prepara-
mo del hervor. ciones que se han cocido desde siempre.

La tradición culinaria de los Montes de María es reflejo La tierra fértil de la región provee las despensas loca-
vivo de la historia regional. Sus raíces datan de la época les con diversidad de productos. Esta riqueza agríco-
prehispánica, del mestizaje entre indio, blanco y africa- la y cultural se traduce en la gastronomía de la región,
no que se dio en la región durante la Colonia y de cómo que en muchas preparaciones es compartida por los
sus pobladores aprovechan los frutos de las montañas, pueblos de lo que fue durante el siglo XIX el Bolívar
ciénagas y ríos. Grande, aquel formado por Sucre, Atlántico, Córdoba

Cocina tradicional 19
y Bolívar, pero que en la zona de los Montes de María
asume características propias que le dan un matiz espe-
cial a estas recetas.

La cocina y quienes la consumen suelen estar relacio-


nados. En los Montes esta relación libra de pretensio-
nes a las dos partes. Los comensales esperan los sabores
de antaño y los calderos cuecen los tubérculos como lo
han hecho desde siempre.

La cocina montemariana es simple, no hay técnicas de


cocción que requieran de especialidad alguna ni hay
preparaciones que desborden en exuberancia gastronó-
mica. Sin embargo, lejos está de carecer de importancia
el recetario del corazón de Bolívar. Éste, discreto y de-
licado, esconde en sus páginas la riqueza de las cocinas
de tres continentes gracias a la herencia prehispánica,
europea y africana que entre sus montañas encierra.

Las técnicas y utensilios característicos de la cocina


montemariana no han cambiado desde la época preco-
lombina y colonial. Aún perviven las cocinas de fogón
Yenis Olivera Anillo, cocinera tradicional, El Carmen de Bolívar
de leña y cucharón de palo. Es cierto que la gasolina, el
gas y hasta la electricidad se han filtrado en los recintos
de la culinaria tanto en la región como en el mundo, «…pero más que todo lo que vienen son los
pero al comparar las preparaciones en fogón de leña sancochos de pavo, de gallina, los motes de
frente a las de estufa de gas, es un gusto escuchar a las queso que son tradicionales acá, los pasteles,
cocineras tradicionales decir con total certeza que «no es la fiesta, la fiesta del encuentro, es la fiesta
queda igual». para compartir…»
Rafael Hernández, 57 años.

No hace falta ser un sibarita para dis-


tinguir el sabor de la leña impregnado
en la comida; sin embargo, ese sabor
tan particular podría no estar asocia-
do únicamente al proceso mismo de
cocción sino a las interacciones que
supone y a la forma en que en medio
del calor del sol calcinante y el provo-
cado por la llama viva, el fuego retome
su papel ancestral de congregador y
nos invita a conversar a su lado, espe-
rando que la olla suelte el primer her-
vor, momento en el cual nos sabemos
próximos a saciar el apetito y el gusto.

Fábrica de galletas Chepacorinas, El Carmen de Bolívar


20 Por los caminos montemarianos
Cocina tradicional 21
Del monte al mote Lo que no diría el libro es que el mote ha de pre-
pararse con ñame espino para que se deshaga; que
El mote es uno de los platos por excelencia de la co- el queso ha de ser tipo costeño, característicamente
cina del Caribe. La sopa obtenida por la reducción salado; que después del primer hervor se deben in-
de un tubérculo o un grano en agua, espesa, gustosa, cluir las hojas de bleo que aporten al sabor; ni que el
cargada del especial sabor que la tierra le da a cada sofrito puede o no llevar comino para aderezar.
ingrediente es todo lo que se puede esperar para un
buen almuerzo. ¿Y el suero? Los paladares del Caribe están acostum-
brados a sus propios motes. En los Montes de María,
El más común en los Montes de María es el mote de sobre todo en El Carmen de Bolívar, la característica
queso, que a pesar de ser de ñame es reconocido bajo principal de la cocción es la inclusión de las hojas de
ese nombre. La receta del mote sería una de las más bleo, un arbusto nativo que crece en los patios de las
sencillas en un libro de cocina: hervir en agua una casas y que los pobladores descubrieron aporta un
generosa porción de ñame hasta que se deshaga y se sabor especial a su sopa. Así mismo, es habitual que
convierta en una reducción espesa. Agregar cubos de el sofrito de tomate incluya comino para completar
queso al gusto. Servir con una base de tomate y ce- el gusto. Algunos le ponen suero al servirlo, otros no.
bolla encima.

Pobre la viuda y tan buena que era

Nadie sabe por qué enviudó, nadie sabe por qué es ella y
no él, pero lo que todos sí saben es lo gustosa que resulta
la combinación de hervir conjuntamente un bocachico con
tubérculos y vegetales propios de la región.

Los municipios de los Montes de María tienen una estrecha


relación con el río. Siendo vecinos del Magdalena o alguno
de sus afluentes, la pesca ocupa uno de los renglones princi-
pales de la economía local y en municipios como Córdoba
y Zambrano también un lugar especial en la comida diaria.

El bocachico es un pez de agua dulce, de carácter migrato-


rio, que habita las ciénagas en temporada de aguas altas ali-
mentándose de materia vegetal. También es una exquisitez
local preparado en sopas, fritos, guisados y todas las formas
imaginables como se puede pasar su cuerpo por el fogón.

La viuda de bocachico es una sorpresa a los ojos y al paladar. Se prepara preferiblemente en fogón de leña, hirvien-
do al mismo tiempo los pescados abiertos por la mitad junto a vegetales como zanahoria y pimentón, acompaña-
do todo por yuca, ñame y plátano cocido.

Al verla servida la viuda parece engalanada. Con los vegetales sobrepuestos y los tubérculos a su lado, ella es pro-
tagonista central de un almuerzo o una cena envidiable. Acompañada de ají con suero, el plato es todo lo que se
espera de años de tradición culinaria.

22 Por los caminos montemarianos


Un trifásico por persona

Con solo describir el plato se entiende la mezcla de En San Jacinto y San Juan la sopa suele
ansiedad por probarlo y de preocupación por no saber acompañarse con arroz blanco. El ají no
si el estómago aguantará para comer todo lo servido. puede faltar y si todo está servido en una to-
El sancocho trifásico es tradicional en los Montes de tuma mucho mejor. Después de perder la ti-
María. midez causada por el tamaño del plato, para
los amantes de las carnes ésta es una forma
Una sopa surgida del hervor conjunto del ñame, yuca, ideal de consumirlas todas en una prepara-
plátano, ahuyama, mazorca, verduras varias y tres varie- ción que realza el sabor de cada una a la vez
dades de carne produce tanto gusto como lo coloquial que impregna a las demás con un toque del
de su nombre. El trifásico viene de la mezcla de carne sabor propio.
de res salada, cerdo en trozos y presas de gallina criolla,
todo servido en un mismo plato, por persona.

Cocina tradicional 23
Francisca Carmona, productora de dulces tradicionales, María La Baja. Vilma Canoles, productora de galletas María Luisa, San Juan Nepomuceno.

Dulces de la montaña

Por fortuna para todos los montemarianos existe el azúcar, y para orgullo de todos ellos existen mujeres capaces
de transformarla en exquisitos bocados que endulzan la vida de las poblaciones.

Los dulces de la región son en apariencia tan sencillos como mezclar leche y azúcar hasta que espese y se forme el
típico dulce de leche. Así, cambiando la leche por ñame, coco, guandul, mango, papaya o casi cualquier otro fruto
de la zona se preparan los más deliciosos postres locales.

Las cocadas de María La Baja son reconocidas por su sabor. Cortadas en pequeños trozos son la delicia de los
pequeños al salir de la escuela. En El Guamo es imperdonable no probar el dulce de carambola que hasta en su
himno tiene lugar.

Los amasijos también son parte fundamental de la dieta y la tradición regional. Con solo mencionar dos nombres
se evocan sus sabores, colores y texturas. La galleta Chepacorina de El Carmen de Bolívar y las María Luisas de
San Juan Nepomuceno son las acompañantes ideales de un jugo preparado en las fruteras locales y hoy llevan en
ellas no solo harina y huevos, sino también la historia de las comunidades que se las han apropiado como muestra
de su identidad.

24 Por los caminos montemarianos


Medicina tradicional

La cura está en los Montes


¿Qué hacer en caso de ser mordido por una serpien- en una planta o en una infusión la forma de curar sus
te? ¿y si se es afectado por el mal de ojo? La respuesta enfermedades, entonces esa solución hace parte de la
es bien conocida por los campesinos que pueblan los tradición cultural de ese pueblo.
Montes de María: visitar al curandero.
Los indígenas Zenú que habitan el territorio de los
La medicina tradicional es uno de los saberes más sig- Montes de María son reconocidos por su capacidad sa-
nificativos y que aporta mayor jerarquía dentro de una nadora valiéndose de las plantas de la región. Al llegar
comunidad. Sus orígenes están atados a la tradición los conquistadores y los esclavos liberados de origen
mágico religiosa que los pueblos indígenas y las gran- africano, la mezcla de las culturas trajo consigo nuevos
des civilizaciones han tenido desde sus orígenes. conocimientos sobre el uso medicinal de lo botánico, a
la vez que abrió la puerta a nuevas enfermedades que
Hombres del común, campesinos, sabedores de los en algunos casos arrasaron con la población nativa y en
remedios ancestrales son capaces de convertir las ho- otros sirvieron para que los curanderos locales afinaran
jas de una planta, sus semillas, sus tallos y sus flores en sus técnicas y encontraran nuevos remedios.
elixires curativos de todo tipo de males naturales o so-
brenaturales. La medicina tradicional —como manifestación inte-
gradora de la apropiación de la naturaleza, los saberes
Saberes que tienen su base en pruebas ancestrales de ancestrales y la creencia compartida— es reflejo de la
cuando se descubrieron las propiedades curativas de relación del montemariano con su entorno.
una planta o simplemente la ungieron con la facultad
de sanar, recubriéndola con el poder de la creencia. En El médico tradicional o curandero —generalmente un
los Montes de María, esos conocimientos evoluciona- hombre que ha aprendido de su padre o un maestro
ron gracias al proceso de transculturación que vivió que lo ha seleccionado para este fin— actúa con el mis-
el territorio y hoy, pese a la existencia de la medicina mo método de cualquier doctor titulado: diagnostica
moderna, todavía sus portadores son consultados por la enfermedad, formula un remedio para su cura y lo
quien busca el remedio para los dolores locales. aplica. A diferencia del médico occidental, el curande-
ro produce sus propias medicinas a partir de su expe-
Algunos males exigen una cura inmediata, como las riencia.
mordeduras de serpiente. El veneno no da espera, si no
es tratado a tiempo el paciente además de padecer in-
tenso dolor puede perder una parte de su cuerpo o mo- Los males del cuerpo
rir. En medio de la montaña, el campesino montema-
riano se enfrenta solo contra su designio. La sentencia Los curanderos de los Montes de María se destacan
de la victima está dictada, y lo único que puede salvarlo por conocer los procedimientos necesarios para salvar
es reconocer las plantas necesarias para encontrar un a la adolorida víctima de la mordedura de una mapa-
antídoto o llegar a tiempo a la casa del médico tradi- na, una cascabel o una coya. Sus venenos son mortales.
cional. Una vez mordido no queda más que confiar en el mé-
dico tradicional y elevar las oraciones para que la cura
La vida cotidiana, el quehacer, la forma como se resuel- sea efectiva.
ven los problemas, la toma de decisiones y la visión del
mundo hacen parte de la identidad de una población. El diagnóstico inicia con la medición de las pulsaciones
Si una comunidad encuentra en determinado objeto, del enfermo para detectar el tipo de animal que causó

Medicina tradicional 25
la ponzoña. El tabardillo, o enrojecimiento de los ojos, El mal de ojo es una enfermedad catalogada como so-
es un signo preocupante, indica que el paciente está en- ciocultural, inflingida por una persona capaz de trans-
trando en crisis y existe el riesgo de que tenga hemorra- mutar la fuerza de su mirada en un maleficio contra su
gias internas y sangre por la boca y los oídos. víctima. Asociada generalmente a envidias nadie está
exento de su influjo, desde recién nacidos hasta hom-
En los Montes abundan los animales ponzoñosos: ma- bres adultos pueden padecerla.
pana prieta, mapana cobaesapo, patopo, patoquilla,
cascabel, coyas o arañas velludas, gusanos, alacranes, Los españoles llamaban «fascinación» al malestar y es
rayas y ciempiés. Por fortuna, la misma tierra que aloja posible que al sumarse a la tradición indígena y afro-
a estos animales permite que broten plantas con pro- descendiente de la región, la enfermedad se haya trans-
piedades curativas que contrarrestan sus efectos como formado hasta convertirse en el mal de ojo que hoy los
el malambo, la melliza blanca, el platanito guisado o la curanderos de la zona tratan con baños y riegos.
matandrea.
La tradición señala que quien tiene la capacidad de
La habilidad del médico tradicional se mide al momen- transmitir el mal de ojo no es consciente de ello, pero
to de tratar no solo humanos sino animales de finca aún así con su mirada puede condenar a alguien a estar
mordidos en el campo. Al igual que con los hombres, embebido en su propia mente, a perder peso sin expli-
el curandero debe identificar los lugares donde se pre- cación o incluso a que se le «reviente la hiel», último
senta coagulación e hinchazón y salvarlos con sus fór- caso frecuente en los pequeños recién nacidos.
mulas.
El curandero de todas las culturas ha estado vinculado
Antaño el médico tradicional era tan consultado como a lo religioso y lo divino. Hasta hoy, quienes practican
el servicio alopático actual. Las listas de fórmulas co- la medicina tradicional refieren el poder de Dios al ha-
nocidas e impartidas por él eran casi tan extensas como berlos elegido para ejercer su oficio. Gracias a ese vín-
el plan de salud vigente. El cólico de los bebés o las culo con lo sagrado, los curanderos están en capacidad
mujeres, los espasmos estomacales, los tendones reco- de tratar los males del cuerpo y del alma.
gidos o la conjuntivitis eran tratadas con igual dedica-
ción que los tumores o los problemas renales. En el caso del mal de ojo, el tratamiento incluye pren-
das de vestir rojas, baños de hierbas mezcladas, rezos
Pomadas, baños, tomas y tintes con ron en los que se con oraciones secretas y el consumo frecuente de agua
hierven distintas plantas suelen ser las fórmulas proce- de arroz para evitar que la enfermedad avance en el
sadas y entregadas por el sanador local. Los pacientes le cuerpo del doliente.
confían su vida y el campesino que tiene la capacidad
de curar debe poner todo de sí para salvar al vecino y Distinta a la magia y la brujería, la medicina tradicio-
compañero de las jornadas diarias. nal ofrece ayuda a quienes padecen una enfermedad.
Aún en la actualidad muchos habitantes de María La
Baja, El Guamo, y en general todas las poblaciones de
Los males del alma los Montes, recurren a los médicos tradicionales para
sobrellevar y sanar sus males, poniendo toda su fe en
la sabiduría ancestral que reposa en las fórmulas de los
Además de las dolencias físicas, los habitantes de las curanderos.
poblaciones montemarianas y en general del territorio
nacional, padecen extrañas enfermedades que no enca-
jan con el patrón de contagio ni de sintomatología de la
medicina occidental y que sin embargo están presentes
y son temidas por la población.

26 Por los caminos montemarianos


Medicina tradicional 27
Tradición oral

El valor de la palabra en los Montes de María


Llegar a los Montes de María es abrir las páginas de
un libro que se escribe a medida que cada historia es
narrada. Los montemarianos poseen una vocación por
contar que los impulsa a exponer sus ideas, narrar los
hechos, ofrecer los detalles, incluir su propia interpre-
tación y terminar por construir relatos que perdurarán
en la memoria de quienes los hayan escuchado.

La tradición oral es el mecanismo ancestral para trans-


mitir información valiosa para la comunidad de un
grupo, generalmente de mayor edad, a otro menor que
tendrá la responsabilidad de mantenerla viva.

En los Montes hay poblaciones cuyo mito fundacio-


nal es tan poderoso que hoy es tangible en sus calles Héctor Rafael Pérez García, decimero y gaitero, San Jacinto

y riberas. En otras, las historias circulan en forma de


cantos, décimas y versos que acompañan las gaitas y los
tambores. bores diarias o la forma como los músicos de acordeón
aprenden la técnica del instrumento y el arte de acom-
Los saberes tradicionales de los Montes de María están pañarlo con composiciones propias.
latentes en los portadores que hoy perviven. Existe un
grado de emoción difícil de transmitir por otra vía que Sentarse en el patio de una casa mientras la brisa de la
no sea la oral. Es cierto que los montemarianos tienen tarde recorre la población y conversar con los sabedo-
vocación literaria y dramática, pero también lo es que res de las historias locales es una vivencia que invade
los niños antes de saber leer son capaces de entonar los oídos y llena el alma. La particularidad de su acento,
canciones ancestrales aprendidas «de oídas» en sus su entonación, y el énfasis que recae sobre ciertas par-
casas. tes de la historia, configuran un juego de nunca acabar
entre quien escucha y quien relata.
La tradición oral puede entenderse en una doble vía.
En primer lugar está conformada por la serie de can- En algunos casos hay consenso sobre la importancia
tos, versos y relatos que integran el patrimonio cultu- del relato, en otros, simplemente se cuenta por contar,
ral de la región; se caracterizan por su transmisión de por hablar, por vivir. El espíritu montemariano pone
generación en generación a través de la oralidad y se una sonrisa en el rostro de quienes son sujetos de una
mantienen vivos gracias a las voces que hoy cuentan las entrevista.
historias.
Un buen hablador necesita un buen escucha a su lado.
En segundo lugar, la tradición oral es entendida como Conversar es un arte bien afinado por los habitantes de
la herramienta pedagógica mediante la cual se ha he- la región. Difícilmente se encuentran hombres parcos
redado el saber desde tiempos inmemoriales. Las con- que se rehúsen a hablar sobre la historia de su pobla-
versaciones con los maestros gaiteros mientras fabrican ción o la propia. En los Montes todos son héroes, to-
sus instrumentos; las historias de vida de las cantaoras dos han escapado de los espantos, todos han comido
de bullerengue que componen versos durante sus la- un plato y todos han verseado alguna vez.

28 Por los caminos montemarianos


Vaqueros y decimeros
Los vaqueros están convencidos de que cantándole al
La agricultura y la ganadería son los oficios que sus- ganado su labor se hace más fácil porque así el rebaño
tentan la economía de los Montes de María. Hombres no necesita más guía que el sonido de su voz para saber
de toda índole trabajan la tierra y pastorean el ganado. hacia dónde dirigirse. Los sonidos onomatopéyicos y
En sus largas jornadas, algunas veces solos, otras en pe- los versos entonados siguiendo un ritmo particular son
queños grupos, los campesinos sienten la necesidad de todo un espectáculo cuando se encuentra a un hombre
expresar sus sentimientos y emociones frente a la reali- cantándole a sus reses.
dad que atraviesan. De ese impulso natural por contar
nacen las décimas y los cantos de vaquería. Estos cantos son producto de la inspiración propia
de cada vaquero. Aunque algunos versos son bien co-
Con la estructura narrativa heredada de las décimas nocidos por todos, la mayoría prefiere componer sus
españolas, las montemarianas son composiciones ri- propias coplas, quintillas o sextillas. La musicalidad del
madas desde el corazón de los locales. Diez versos oc- canto está dada por la entonación del campesino. El
tosílabos bastan para que estas personas conviertan su único instrumento durante el jornal es su voz y valién-
realidad, sus amores y desdichas, sus logros y fracasos, dose de ella los montemarianos cantan sus historias.
en frases que van rimando de forma no secuencial has-
ta constituir relatos sobre la vida en la región.
«Ahora hay vaqueros, pero no saben cantar la
vaquería, yo cuando veo un viaje de ganado
me paro a orillas de la vía y les canto»
Gabriel Antonio Carmona Tapia, 89 años
“Me precisa contestar
tu carta querido amigo
y mi saludo expresivo
te voy a retornar.
Con el mío te voy a dar
todo el dato que me pides
admiro lo bien que escribes
con inspiración de poeta,
con métrica al pie de la letra
mi abrazo cordial recibes”

Adolfo Pacheco Anillo

En los Montes el viento que refresca desde las monta-


ñas trae consigo el sonido lejano de los vaqueros que
cantan sus versos al ganado. Los animales son vistos
como el compañero de la jornada. Solo ellos y el cam-
pesino permanecen en esos pastos. La necesidad de co-
municar lleva al hombre a cantar sus historias y el gana-
do, su público, las recibe como señal del mejor camino.

Los campesinos montemarianos tomaron lo aprendi-


do de los españoles y las fusiones de los mulatos y zam-
bos de la región, transformándolo todo en los cantos
Gabriel Antonio Carmona Tapia, vaquero, El Guamo
que entonan al ganado durante el arreo diario.

Tradición oral 29
Espantos, apariciones y encantos

Es habitual escuchar cómo los pobladores de los dis- Caribe, en los Montes de María gozan de sus propias
tintos municipios en los Montes de María bolivarenses versiones sucedidas a personajes de la población.
hacen alusión a fuerzas sobrenaturales que coexisten
en el territorio. Objetos de respeto y temor, la tradición Atadas a estas leyendas se mantiene toda una tradición
oral ha construido relatos completos sobre la actuación de brujas, de las cuales se conoce su actividad y su ofi-
de ciertos personajes a quienes se les atribuyen oscuras cio pero no se logra identificar con claridad su origen.
desgracias locales. Gracias a los relatos, son temidas por las comunidades
y todos evitan actuar en contra de lo popularmente
El río que atraviesa las poblaciones es fuente de ali- asociado con los intereses de las brujas para no conver-
mentos y también de historias mitológicas donde per- tirse en receptores de sus maleficios.
sonajes como El Mohán hacen de las suyas en contra
de los desprevenidos transeúntes Además de identificar a los espantos de la región, la tra-
dición popular también ha establecido los contras para
El Mohán es uno de los seres más temidos en la región. ellos. Una de las opciones más conocidas para rescatar
Los oriundos de las riberas, especialmente mujeres, a una víctima de El Mohán o El Encanto es la presen-
evitan permanecer a solas en las orillas de los ríos para cia de los padrinos de bautismo de la víctima, quienes
prevenir que el tosco personaje las rapte y las lleve a sus piden que sea devuelta. Generalmente aparecen los
cuevas. cadáveres y las comunidades atribuyen la muerte a la
presencia sobrenatural.
Es probable que uno de los relatos más significativos de
la tradición oral de la región sea la leyenda del Encanto La tradición oral ha conseguido engrandecer a los hé-
del Peñón cuyo asiento está en la población de Zam- roes y hacer más temidos a los espantos. El simple he-
brano. La historia narra cómo una princesa indígena cho de escuchar las historias reafirmadas sistemática-
fue ultrajada por un conquistador español y luego, por mente por los miembros de un grupo hace dudar hasta
la deshonra que su comunidad sufrió, fue condenada al más incrédulo sobre su existencia.
a morir de sed. El Encanto, como es conocida la apari-
ción, busca el amor de los hombres jóvenes y termina
por ahogar a los incautos que se atreven a entrar en sus
aguas.

Es tan poderosa la historia en el imaginario colectivo,


que en el lugar donde se supone que habita el espanto
fue construido un malecón y se instaló una estatua que
representa a la bella princesa Rayo de Luz, quien du-
rante el día deslumbra por su belleza, pero de la cual es
mejor mantenerse alejado para evitar su furia.

Por la misma vía es común encontrar relatos sobre las


apariciones de fantasmas e incluso del mismo diablo en
cualquier calle de municipios como El Carmen o San
Juan. Los niños de arena y los niños en cruz aparecen
también de forma sistemática en la región y aunque
todos ellos están presentes en las historias del Gran

30 Por los caminos montemarianos


Ritmos tradicionales 31
Ritmos tradicionales

El alma musical de los montemarianos


Los Montes llevan la música dentro de sí, de su tierra una tradición. Los músicos parecen serlo por vocación,
brota el sonido. Las aguas que los recorren cantan a su por convicción, por una necesidad física que los obliga
paso por las poblaciones ribereñas y le hacen coro a los a producir sonidos como forma de expresión.
cantaores cuyas voces se elevan entonando versos de
su propia inspiración. Hombres y mujeres, niños, jóvenes y adultos, todos en-
cuentran en la música una forma de interactuar. Más
No hay forma de desligar a los Montes de María de su que sus dejos sonoros al hablar, es la música el lenguaje
tradición musical. No es posible recorrerlos sin sentir- que les permite comunicarse.
se invadido por la fuerza de los tambores, las gaitas y
los acordeones. Desde El Carmen de Bolívar hasta Ma- Un simple cambio en el ritmo del tambor llamador de-
ría La Baja el sentir de los pueblos está expresado en riva en una transformación completa del aire entona-
sus ritmos, cantos y bailes. do, de la conversación entre los instrumentos y el can-
taor, y de la respuesta del público frente a ellos. Desde
Es fácil identificar a quienes nacieron con la música, la tristeza profunda asociada a los cantos fúnebres que
algunos cargan con el instrumento como si fuese un dieron origen al bullerengue, hasta la alegría máxima
apéndice de su cuerpo; en otros la cadencia con que se cuando se escucha una gaita. Los sonidos de los Mon-
deslizan por las calles los señalan como portadores de tes trascienden sus fronteras y hoy son reconocidos en
el país y en el mundo.

Los pequeños montemarianos tienen la fortuna de ha-


ber nacido en la misma tierra de donde salieron algu-
nos de los grandes. Lucho Bermúdez nos hizo cono-
cer El Carmen con sus letras. Eulalia González Puello,
Yaya, nos mostró cómo basta una voz para emocionar
al público y hacerlo vivir la historia de todo un pueblo.
Más que pasear los Montes, lo gratificante para los visi-
tantes es sentirlos a través de su música. Conversar con
un artesano mientras fabrica una gaita es comprender
la forma como generación tras generación los habitan-
tes de la región han aprendido a extraer la voz de la ma-
dera del cardón.

Tradiciones musicales y dancísticas nacidas en la re-


gión o traídas de otros lugares que terminaron asentán-
dose y renaciendo en los Montes para convertirse en
sus hijas más queridas.

32 Por los caminos montemarianos


De los Montes,
las gaitas

La música de gaitas tiene sus


orígenes en los pueblos indí-
genas que habitaron desde la
época prehispánica los terri-
torios de los Montes de Ma-
ría. Con el paso del tiempo,
durante los mercados muni-
cipales los indígenas y campe-
sinos bajaban de las montañas
y en medio de las plazas inter-
pretaban una serie de sonidos
usando el palo hueco del car-
dón.

Con el tiempo y la práctica,


los montemarianos, espe-
cialmente los sanjacinteros, Juan Lara, gaitero, San Jacinto

aprendieron el arte de la gaita, sus aires y sus movi-


mientos. Las gaitas, místicas y seductoras, vienen en
pareja. Una macho y otra hembra, diferenciadas por la La expresión del sentir del pueblo sanjacintero cobra
cantidad de orificios de cada una, fueron creadas para forma gracias a las gaitas. Por la boquilla han pasado
que en conjunto generen armonía. los grandes amores y las mayores disputas que la región
ha presenciado. Toda la zona reconoce su sonido como
Junto a las gaitas resuenan un llamador, un alegre, una representativo de su identidad y cada vez
tambora y un par de maracas. La percusión parece te- despierta más interés la implementación de
ner eco en el espacio donde se desarrolla la rueda de procesos de formación que eviten su pérdida.
gaitas y en el pecho de quien las escucha.
El maestro talla con paciencia la gaita que ale-
Al ritmo de gaitas, porros y puyas, las voces de los grará los lugares a donde llegue. Mientras tanto,
hombres, que alguna vez fueron vaqueros y decimeros, sus hijos y nietos escuchan embebidos historias
se funden con la melodía formando composiciones de viajes y ruedas; no es posible apartar la
que hablan de la vida, el amor y la desdicha. mirada de las manos del hábil artesano
que desentraña del cardón el sonido
La pañoleta «cola de gallo», el vestido blanco y el de las montañas de María.
sombrero vueltiao son característicos de un gaitero.
Su instrumento y sus amigos de andanzas siempre lo
acompañan. Reunidos para celebrar la fiesta patronal
o amenizar una reunión, los gaiteros marcan el compás
para que los bailarines, en un círculo a su alrededor,
aviven sus cuerpos con fuegos de sangre pura, los mis-
mos que los hicieron merecedores de premios interna-
cionales por su calidad y sensibilidad.

Ritmos tradicionales 33

Luis Alfonso Valencia, tambolero desde los cinco años, toca el tambor alegre, acompañado por un joven de María La Baja.

Bullerengues del alma


El bullerengue es un baile cantado. El ímpetu en la voz El bullerengue es por tradición música femenina. Hoy
de una cantaora solo es comparable con la fuerza de existen dignos representantes masculinos que sintie-
los tambores que repican sin cesar mientras un coro da ron el clamor del canto en su pecho y no tuvieron más
respuesta a la matrona. Los cantos, de origen africano opción que vocalizarlo en aires de bullerengue senta-
nacieron de las mujeres como una forma de olvidar su do, fandango de lengua y chalupa, cada uno más rápido
condición de esclavas. que el anterior y rico en expresiones vocales, musicales
y dancísticas.
Cargados de dolor, rabia o alegría y pasión, los bulle-
rengues hacen parte de la tradición de los Montes de Las fiestas patronales solían ser el punto de partida de
María y cobran vida en el municipio de María La Baja, las ruedas de fandango. El recorrido de los bulleren-
donde sus habitantes, de ascendencia africana, evocan gueros iniciaba en la plaza central y atravesaba las calles
a sus ancestros y les rinden homenaje a través de soni- de la población mientras los músicos recibían tragos y
dos repetitivos y cadenciosos. platos de comida. Hoy, la lógica de las ruedas es distin-
ta, se limita a las reuniones organizadas con tal fin o a
Cantar bullerengue solo exige tener en el alma la briosa espacios como el Festival del Bullerengue.
necesidad de expresar lo que se siente. Desde allí, las
cantaoras crean sus versos mientras realizan las tareas Los pies y la cadera acompasados al ritmo de los tam-
del hogar y en las ruedas de fandango muestran sus ta- bores que conversan con la cantaora embrujan a los es-
lentos vocales y hacen gala de su capacidad de compo- pectadores. Pocos de ellos se quedan quietos y todos
sición e improvisación. repiten el verso indicado por la voz líder. De pronto,
otra matrona, imponente y desafiante, lerea y le roba la
Seguidas de un tambor alegre y un llamador, las voces vocería a la primera. Un nuevo canto inicia, los movi-
entonadoras se empeñan en contar una historia y trans- mientos continúan y la pequeña de seis años que baila
mitir a las personas que las acompañan la necesidad frente al tambor se mueve sin parar en medio del frene-
lírica de responderle permanentemente con un verso sí que provoca el bullerengue en el alma de quienes lo
central, el mismo con el que la cantaora juega durante escuchan, lo viven y lo sienten.
la interpretación.

34 Por los caminos montemarianos


Ritmos tradicionales 35

Alejandro Marqués Teherán, acordeonero de María La Baja, toca su instrumento y enseña a las nuevas generaciones de músicos locales.

Aires de acordeón

El acordeón entró al país por la Costa Caribe y en ella se quedó para escoltar con sus aires la cotidianidad mon-
temariana. La música de acordeón es significativa para toda la región, y los viejos intérpretes transmiten en sus
sonidos historias comunes para todas las poblaciones.

Sentados a la sombra de un árbol de guamo, justamente en la población que lleva el mismo nombre, se puede
encontrar acordeoneros mayores y jóvenes, que desatan sus pasiones contra las teclas de su instrumento.

El Guamo, María La Baja, San Juan Nepomuceno y otros montemarianos comparten el gusto por esta música.
Los paseos, merengues, puyas y sones al ritmo del acordeón, la guacharaca y la caja, verseados por sus propios
compositores y compartidos en parrandas, hacen las delicias de los amigos convocados por el sonido que el viento
enaltece.

Con letras cargadas de sentimientos, el amor, la alegría, la tristeza y hasta la burla encuentran un espacio en los
versos que entonan las agrupaciones. No hay día en que se pueda vivir sin el acordeón. Por las calles de cualquier
población se escuchan sus sonidos transmitidos por la radio o filtrados desde los patios traseros de las casas, don-
de con la brisa fresca de la tarde los juglares cantan.

36 Por los caminos montemarianos


Diversidad
municipal
Atlas cultural de la ZODES Montes de María, Bolívar

38 Por los caminos montemarianos


Diversidad Municipal 39
40 Por los caminos montemarianos
Córdoba
La tierra de un Cacique que aún se mantiene vivo

La tierra del cacique Tetón alberga hoy un municipio ter. Tal vez de ahí surgió parte de la idea de los «indios
concentrado en la actividad agrícola y ganadera. Fun- mansos» que hoy son caracterizados en una danza.
dado en 1750 bajo el nombre de San Pablo de Tetón,
en homenaje al indígena malibú que gobernaba sobre «(La danza de) “Los indios mansos” represen-
las tierras, en 1756 fue refundado por el conquistador ta cómo los indios enamorados se ganaban a
de la zona, Antonio de la Torre y Miranda. la india, tenían que disputársela en un baile
(…) era un baile muy forzado que terminaba
cuando uno de los dos se cansaba»
La población surgió gracias al brazo fluvial que la co-
Elisa Ahumada Escobar, portadora de la tradición.
necta con el río Magdalena. La ciénaga le aporta tierras
fértiles y pastos adecuados para el alimento del ganado
cebú y pardo suizo. El baile es compartido por hombres y mujeres atavia-
dos con lo más exquisito y colorido de los atuendos
En 1908 el nombre del municipio cambió por el de rituales indígenas. Los petos decorados, los tocados y
Córdoba en honor al patriota vencedor en la batalla de otros accesorios complementan la imagen de poderío
Tenerife: José María Córdoba. de los hombres que luchan por el amor de la Cacica.

Durante el siglo XX la población se consolida como La danza está arraigada en los saberes de la comunidad.
zona agrícola, y la producción de ajonjolí se vuelve vital Las mujeres mayores y los niños más pequeños reco-
para la economía local. Un recorrido por el municipio, nocen la manifestación y aprenden sus movimientos
su malecón y su plaza central es una experiencia inva- para no dejarla perder.
dida por el sol abrasador y la quietud de una población
sobreviviente del conflicto armado. Los bailarines, organizados en dos filas, forman parejas
lideradas por una Cacica y una Capitana, mantienen
Observar la bandera de Córdoba es echar una mirada un paso «saltado» de rutina con el ritmo de tambo-
a las tradiciones del municipio. Un pez representa la res y semilleros. La comparsa se apodera de las calles
actividad de la que aún hoy viven algunos de sus habi- del municipio y se mueve formando marchas, rondas, y
tantes, así como la marcada influencia de este animal puentes que junto al vestuario impactan al público que
en la cocina local. Una rama de algodón simboliza la los acompaña durante todo el camino, especialmente
producción de esta materia prima; y la hoja de tabaco en época de carnaval.
une económica y culturalmente a todos los municipios
de los Montes de María.

Los rituales prehispánicos, los decorados traídos por


los españoles y los bailarines de hoy demuestran cómo
en Córdoba el tiempo no se congeló sino que se quedó
contando semillas de ajonjolí.

Los indios mansos


Los malibúes eran un pueblo pacífico. No opusieron
resistencia durante el proceso de colonización. El caci-
que Tetón era reconocido por su temple y buen carác-

Córdoba 41
Semillas de tradición

El ajonjolí es el primer producto de exportación local.


Grandes extensiones de terreno cordobesas están de-
dicadas a su producción. Gracias a ello no es difícil en-
contrarlo como ingrediente en las mesas locales.

La cocina tradicional de los Montes de María, pese a


ser equivalente en todos los municipios, se diferencia
por pequeñas particularidades, como las semillas de
ajonjolí.

Usadas como fuente de aceite vegetal o como ingre-


diente en distintas preparaciones, después de tostados
estos granitos son apetecidos en bolitas de sal para
acompañar el ñame o la yuca; o en dulce de base azuca-
rada que deleita a los herederos del cacique Tetón.

La gloria para el Cacique

Atada a la historia del municipio está la existencia del cacique Tetón, el dirigente que logró un encuentro entre la
visión de mundo indígena y los intereses del español conquistador, consiguiendo que su pueblo permaneciera en
el territorio y su nombre perviviera hasta hoy.

En su honor, durante el mes de noviembre, el municipio de Córdoba se engalana para el Festival Nacional Folcló-
rico y Cultural Cacique Tetón, espacio de integración entre los distintos grupos de danzas del país.

El Festival propicia la presentación de grupos de diversas regiones de Colombia, y genera espacios de interacción
entre éstos y los habitantes del municipio, logrando que la comunidad reconozca el valor de la tradición dancística
local al ponerla en paralelo frente a las expresiones invitadas.

La danza de los Indios Mansos es protagonista central del Festival y no hay quien al verla por primera vez no sien-
ta la emoción de la resurrección del cacique al que le deben el orgullo de ser «tetoneros».

42 Por los caminos montemarianos


Córdoba 43
44 Por los caminos montemarianos
El Carmen de Bolívar
Tierra inspiradora, cuna de artistas y epicentro comercial de la región

La población de El Carmen de Bolívar está ubicada a luchando a favor del ejército bolivariano, El Carmen
tres horas de Cartagena, bajando por la troncal de Oc- recibió el título de «Villa Meritoria». Con el paso del
cidente que une la Costa Caribe con el interior del país. tiempo y gracias a su potencial agrícola, se consolidó
Durante el recorrido se atraviesan todos los Montes de y para principios del siglo XX ya era conocida bajo el
María bolivarenses y se percibe el cambio entre la so- nombre de «El Carmen de Bolívar».
ciedad costera y la vida en las montañas y riberas.
El Carmen se distingue como un municipio montema-
La historia de El Carmen se inicia con el recorrido que riano, sin embargo comparte condiciones geográficas y
Pedro y Alonso de Heredia realizaron por el territorio de identidad cultural con las llamadas sabanas del viejo
en 1534. La región estaba habitada por indígenas Ma- Bolívar, relacionandolo poderosamente con munici-
libúes y desde entonces era centro de comercio con la pios como Sincelejo, Corozal y Los Palmitos, no solo
nación Zenú. Alfonso de Heredia fundó la Villa de Ma- por razones de vecindad sino de conexiones comercia-
ría La Alta, pero para 1610 solo quedaba el nombre de les, en la medida que también es sede de un muy movi-
la población. do comercio y sirve de punto de reparto para quienes
van hacia los departamentos de Sucre, Magdalena y el
Durante la colonia, la zona montañosa, de difícil acce- Sur de Bolívar.
so, aunque con fuentes hídricas y tierras cultivables, se
convirtió en la tierra anhelada por las personas libres Cercano al río Magdalena, fuerte en tradiciones y valo-
que buscaban alejarse del poderío de la corona españo- res, se le reconoce por grandes proyectos
la y creaban asentamientos en el territorio. comerciales a partir de su agricultura,
se contabiliza su periodo de bonan-
En 1776, Antonio de la Torre y Miranda, comisiona- za a mediados del siglo XIX gracias
do por el Gobernador de la Provincia de Cartagena, a las tabacaleras asentadas en su
fundó oficialmente la población de Nuestra Señora del suelo; así como en épocas actua-
Carmen, reuniendo a todos los habitantes de la zona les el creciente comercio de pro-
alrededor de una capilla recién construida. ductos agrícolas, del que sobresa-
le el aguacate. Producción que le
Luego de participar en las batallas independentistas ha dado una connotación regional

El Carmen de Bolívar 45
como importante eje del comercio y que determina el particular atraparon el gusto de los pobladores.
menú y el gusto de los carmeros.
Josefa le enseñó la receta a su empleada Zaida Núñez
La historia reciente de El Carmen está inmersa dentro Piña, esposa de Francisco Díaz, con quien decidió in-
del conflicto armado que ha azotado la región mon- dependizarse y fundar su propio negocio. Zaida regresó
temariana en las últimas décadas, la cual está siendo a Barranquilla, pero Francisco, tras la muerte de Josefa
superada gracias a la tenacidad de su gente y su fuerte Corina, abrió su propio negocio y continuó ofreciendo
vocación de paz. La comunidad carmera como estrate- galletas según la receta aprendida: las chepacorinas.
gia para superar la violencia se ha agrupado alrededor
de procesos organizativos y comunitarios, lo que ha Hasta hoy la receta original no ha sufrido transfor-
traído consigo el fortalecimiento de la sociedad civil y maciones, aunque otros pobladores del municipio
las apuestas por emprendimientos y por la reactivación han materializado versiones propias de la galleta que
del comercio. comercializan bajo el mismo nombre. Francisco Díaz
decidió hace pocos años marcar sus galletas para iden-
Recorrer hoy el municipio es atravesar distintas reali- tificarlas frente a la competencia. Las letras CH sobre la
dades. Su parque central es imponente y la iglesia con- galleta son un sello de calidad y tradición.
sagrada a la Virgen del Carmen rige los destinos de la
población. Los aguacates, producidos en la zona, apor- La galleta Chepacorina hace parte de la vida cotidiana
tan los mayores ingresos mediante su comercialización del carmero. Al desayuno, las onces o la cena, las galle-
y acompañan las comidas tradicionales de la región. tas son imprescindibles en la dieta de El Carmen. En
el parque central y la carretera principal, locales y vi-
El porro y la música de gaitas permanecen como soni- sitantes son acosados por los vendedores de amasijos
dos de fondo durante los recorridos, y en cada esquina que ofrecen la tradicional galleta como un símbolo de
se encuentran puntos de venta de los amasijos que de- El Carmen de Bolívar.
leitan e identifican a los carmeros.

Chepacorina,
mucho más que una galleta

Decir que se visitó El Carmen es decir que se probó


una galleta Chepacorina. El amasijo de forma redonda,
producido a base de harina de maíz, queso y azúcar es
parte de la dieta básica de los pobladores.

Su sabor y su historia son reconocidas en toda la región,


hasta el punto que cualquier carmero puede identificar
una Chepacorina «original». La galleta Chepacorina
se cocina en los hornos de El Carmen desde los años
treinta del siglo pasado.

Josefa Corina Ríos Torres, quien en razón de llamarse


Josefa, le aplicaron el diminutivo de Chepa, llegó al mu-
nicipio proveniente de Barranquilla junto a su esposo

Marcos Rodríguez. En su panadería de la calle Séptima Francisco Díaz, fabricante de galletas Chepacorinas

ofrecía panochas y galletas de queso que por su sabor

46 Por los caminos montemarianos


«El nombre se lo pusieron acá, porque la
gente en el pueblo no lo llaman a uno por el
nombre si no por lo que hace, por lo que ven-
de, por algo. Aquí estuvo un señor y como
por grosería llegó y como estaba tragueado,
pidió una “Chepacorina” y la gente que nada
más espera un poquito, y se quedó así».
Francisco Díaz, 2011, portador de la tradición.

Doblando y fumando

Uno de los principales productos agrícolas de El Carmen es el tabaco. Desde el siglo


pasado se expandió su uso artesanal y comercial, e incluso se fundaron tabacaleras
que agrupaban a hombres y mujeres en la siembra, procesamiento y doblado.

El gusto por el sabor amargo del tabaco viene de los ancestrales pobladores de los
Montes de María. Algunas mujeres conservan el oficio y venden al por menor y por
encargo los tabacos que doblan durante las tardes de ocio en sus patios.

Doblar la hojas es un trabajo que requiere de manos ágiles y sensibles capaces de


medir el grado de sequedad de la planta. Mientras enrollan, las mujeres conversan
con sus familias y piensan en los azares del destino que las han acompañado hasta el
presente.

Algunas aún doblan para vender, otras doblan para fumar y compartir con sus cono-
cidos y amigos una bocanada del humo que carga el aire de El Carmen.

El Carmen de Bolívar 47
La Virgen del Carmen, religiosidad y fiesta popular

Llega la fiesta de la patrona,


ahí va la chica guapa y morena,
el toro criollo salta a la arena
y el más cobarde se enguapetona
«Carmen de Bolívar» de Lucho Bermúdez,
compositor carmero

El 16 de julio de cada año se celebra la fiesta de la Vir- avanza en la tarde por el Barrio Arriba, acompañada de
gen del Carmen, patrona del municipio y protectora de los transportadores y los fieles que agradecen los favo-
los transportadores. La imagen de la Virgen, tallada en res recibidos y los que imploran por un milagro. El día
madera en el Taller la Viuda de Raizá de Sevilla, España, siguiente se repite la celebración con destino al Barrio
fue un encargo especial del párroco de la población. Abajo.

La imagen tiene la particularidad de no llevar al niño Los votos y promesas a la Virgen son recurrentes. Car-
en brazos, sino que éste, en una muestra de sincretismo gar la imagen es todo un honor y los penitentes tiene
entre los íconos religiosos, se asemeja a la imagen del por costumbre cumplir el recorrido descalzos o cami-
Divino Niño de Praga, parado sobre el globo terráqueo nando de espaldas sin perder la mirada de la imagen,
y tomado del brazo de su madre. para que la Virgen los recubra con sus bendiciones. Es
habitual encontrar personas semejando el atuendo de
La celebración combina con igual fuerza la religiosidad la imagen y otros vestidos de ángeles o portando vela-
y la fiesta popular. En la primera destacan las novenas doras blancas que iluminan el recorrido.
y procesiones; en la segunda, la música y el juego se
apoderan de las calles inundadas por locales y visitan- En la noche, el espíritu festivo se apodera de la pobla-
tes fervorosos de la patrona. ción y la música de gaitas y porros no se hace esperar.
Bajo su compás se canta y se baila, pero también hay
Las novenas a la Virgen se rezan durante los nueve días quienes se dedican a los juegos tradicionales como la
previos a la fiesta, organizadas por los barrios adonde «bola de candela».
se transporta la imagen religiosa para ser venerada. La
noche del 15 de julio la serenata se dedica a la santi- En el marco de la fiesta se realizan actos culturales, de-
dad, liderada por grupos musicales y folclóricos de la portivos, folclóricos, gastronómicos, dancísticos, mu-
región. sicales y de juego que sirven de escenario para el en-
cuentro, la convivencia y el disfrute.
El 16 de julio desde el amanecer la comunidad se reúne
en una alborada musical. La procesión de la imagen

48 Por los caminos montemarianos



Yourleny Salazar alisa el piso de su casa en El Carmen de Bolívar

Pisos alisados, pisos a mano

Mientras el centro del municipio cuenta con grandes casonas con diseños arquitectónicos inspirados en el Art
Deco, los sectores periféricos de la población, y muchos otros de la región de Montes de María, están constituidos
por casas de habitación levantadas con bahareque y arcilla.

Sin ser un oficio tradicionalmente femenino, algunas mujeres se han dado a la tarea de arreglar sus viviendas en la
medida que sus capacidades económicas se lo permiten. Así, surge la técnica de los alisados de piso.

Los pisos de tierra son comunes y bien conocidas son las dificultades asociadas a su mantenimiento. Las mujeres
compactan la tierra cernida de sus casas y la alisan con la palma de sus manos hasta crear pisos de textura y dureza
similares a los de cemento.

Los alisados o «batidos» consisten en tomar tierra, ya sea de la misma casa o de la calle, cernirla en un tamiz y
remojarla para luego esparcirla con la mano en movimientos circulares hasta que quede uniforme sobre el suelo.
En algunos municipios le agregan ceniza o excremento de vaca fresco para evitar que el suelo arcilloso y su capa
lisa se quebranten por el calor o a la humedad.

La técnica también es utilizada para emparejar las paredes y fachadas de las viviendas.

El Carmen de Bolívar 49
50 Por los caminos montemarianos
El Guamo
Rincón de paz, refugio del río Magdalena y voz de los Montes de María
«Tus hijos han vuelto llenos de jolgorio, algo importante en tu gastro-
nomía bollito de batata, queso y carambola, ni la violencia esto extin-
guiría, son viejas costumbres que todos añoran, tu lomita de Semana
Santa, Farotas y cantos de Pajarito de mi terruño la semblanza.
Todo esto llevo en mí, pueblo bonito, aquí en los Montes de María voy
a gritar duro que te quiero, que no hay tierra como la mía, orgullo de
todos los guameros»
Himno de El Guamo

Fundado en 1750 por Matías Serrano, habitante origi- Mujeres, hombres y farotas
nario del vecino municipio de San Juan Nepomuceno,
quien se trasladó al territorio que hoy ocupa la cabe- Trece hombres se organizan en dos filas de seis, lidera-
cera municipal, El Guamo hizo parte hasta 1857 del dos por uno que porta un fuete como bastón de mando
sexto cantón de Corozal, cuando pasó a la jurisdicción durante la representación. La danza empieza al son de
del distrito de Cartagena adjuntándole el territorio de un tambor, una tambora de dos parches y la flauta de
Nervití y San Agustín. millo.

Pese a la oficialidad de la versión anterior, existen rela- Ellos bailan la Danza de las Farotas, cuya particulari-
tos que reseñan cómo los indígenas Guabianos habita- dad es que la interpretan hombres vestidos de mujeres.
ron el territorio desde el periodo prehispánico, luego El baile representa la venganza de los indígenas Faro-
de llegar a la zona atravesando el río Magdalena. tos, habitantes del territorio montemariano, contra los
españoles que abusaban de sus mujeres.
El Guamo, además de distinguirse con el nombre de
un árbol que crece en las márgenes de los arroyos, es La danza puede ras-
una población cálida, fuente hídrica de la región, con trearse desde el siglo
tradición de cría de ganado y cantos de vaquería que XIX y en temporada
acompañan a los hombres durante sus jornadas por los carnavalesca aparece
Montes. como remembran-
za de la fortaleza de
Las montañas hacen parte de la geografía del munici- los locales contra las
pio. Gracias a ellas existe una gran diversidad de zonas injusticias de los co-
de cultivo y nacen arroyos que desembocan en el río lonizadores. La Caci-
Magdalena, cuyo cauce bordea el costado oriental de ca, identificada por el
la población. fuete, guía al ejército
que a través de los mo-
Al igual que los otros municipios que conforman los vimientos de la danza
Montes de María, El Guamo fue víctima en las últimas protege su honor y re-
décadas del conflicto armado, lo que causó desplaza- sulta vencedor lleván-
mientos forzosos y pérdida de las tierras. A pesar de dose como trofeo el
ello, los guameros mantienen su fe en la tierra y la culti- fervor, el entusiasmo
van con sus arados y sus cantos. y la apertura del Car-
naval.

Carmen Elena Guzmán Rodríguez, portadora de la tradición de la Danza

El Guamo de las Farotas


51
Versos de diez, historias de miles

«La décima llegó de España, pero se ha quedado en el campesinado, es el campesino el que le


da un acompañamiento sin música, es algo extraordinario»
Héctor Rafael Pérez García, Decimero

Las décimas son manifestaciones del sentir campesino por excelencia. Con origen español, la poética de los ro-
manceros se transformó en cantos que los vaqueros y los agricultores componen y declaman con ritmo musical
durante sus jornadas de trabajo.

La naturaleza, las mujeres, el amor y la cotidianidad en los Montes


son los temas recurrentes de las combinaciones métricas de diez ver-
sos octosílabos que van rimando, en perfecta armonía y consonan- “En los Montes de María
cia, el primero con el cuarto y el quinto; el segundo con el tercero; el se recibe al visitante
sexto con el séptimo y el décimo; y el octavo con el noveno. con los colores radiantes
de la hermosa artesanía.
Se vive en la tierra mía
Las décimas son espontáneas, el ritmo está en la sangre de los mon-
las viejas costumbres sanas
temarianos y la rima sale de forma natural, aún más en los piques, porque su gente es hermana
donde dos o más decimeros compiten por ganarse al público con su y se siente esa hermandad
agilidad, armonía y humor. como el amor que nos da
la mujer montemariana”
«Nosotros nos reuníamos en la fábrica (un pequeño tra-
piche abandonado) y hacíamos piques, si el tipo quería Rafael Pérez, decimero
sobresalir yo no me dejaba montar, yo me defendía, si él
sacaba un verso para una muchacha bonita yo le sacaba
otro»
Darío Nicolás Guzmán Barrios, 86 años

En El Guamo es habitual oír a los decimeros recitando versos durante sus conversaciones cotidianas, con lo que
reafirman la herencia cultural resultado del sincretismo entre españoles, indígenas y mestizos.

De la naturaleza a las manos artesanas

Todas las poblaciones de los Montes de María son reconocidas por su


producción artística y artesanal. Desde instrumentos musicales has-
ta aperos para los caballos, la naturaleza es la materia prima que los
montemarianos transforman en objetos decorativos o funcionales.

La relación del hombre con la naturaleza hace parte de la visión del


mundo de cada comunidad y por ende es un reflejo de su identidad
cultural. En los Montes la inspiración hace de las suyas con la madera,
las semillas, las piedras y el cuero.

Es Común encontrar totumas en El Guamo. Artesanías talladas en


el fruto seco del árbol del totumo son utilizadas como vasijas para
contener líquidos y servir los alimentos.

52 Por los caminos montemarianos


Aires de acordeón bajo la sombra del guamo

La música de acordeón es tradicional en todos los Montes de María. En El Guamo es habitual encontrarse, a la
sombra del árbol del mismo nombre, un grupo de amigos que conversan, versean, componen y terminan tocando
aires de acordeón.

Es apenas lógico que en este municipio se celebre el Festival de Acordeoneros y Compositores. Desde hace quin-
ce años el mes de agosto es el más esperado por los guameros, quienes se preparan para competir y para recibir a
los artistas invitados.

La plaza Aquileo Parra del municipio se engalana para los artistas, pero son los patios y terrazas de las casas don-
de hospedan a los músicos las que constituyen la verdadera celebración al ritmo de paseos, merengues, puyas y
sones.

El concurso se divide en dos categorías. La comercial premia la mejor ejecución del acordeón y la tradicional
reconoce el talento de los compositores haciendo énfasis especial en las letras alusivas al municipio.

El Festival abre en la mañana con una serenata que recorre las calles del pueblo, preparando los ánimos para que
en la noche los ganadores del año anterior puedan despedirse del público. El segundo día es de parranda animada
por los acordeoneros y las composiciones en competencia. El tercer día se cierra el evento con la premiación del
ganador y un concierto de música de acordeón.

El Guamo 53
54 Por los caminos montemarianos
María La Baja
Cantos del alma, fuego en la sangre y en las cocinas

Ciénaga fértil, de gente alegre que baila al compás de cantos, músicas y bailes que evocan la anhelada y dis-
los tambores. Los datos sobre la fundación de la pobla- tante África.
ción no son claros, pero todos coinciden en que Alon-
so de Heredia pasó por allí hacia 1535, siendo el primer La población se dedica a la agricultura y la ganadería.
colonizador en llegar a las tierras del Arroyo Zaimo, ha- El cultivo de palma africana, maíz, yuca y plátano son
bitadas por indígenas. la base de la economía. Así mismo, la cría de ganado
vacuno y la pesca en la ciénaga de Maríalabaja aportan
La población tuvo que ser reubicada debido a las di- ingresos a la comunidad.
ficultades de comunicación y acceso. Los españoles
controlaron la zona bajo el sistema de haciendas, es- Los mariabajeros son tranquilos, asumen la vida con
clavizando a los afrodescendientes. En el siglo XVII, calma, conocen la importancia de aprovechar el tiem-
el capitán Antonio de la Torre y Miranda, reagrupó a po y lo distribuyen entre las tareas cotidianas y los en-
la comunidad y fundó la Villa de María, que luego se cuentros con amigos en las ruedas de bullerengue.
llamaría María La Baja, para diferenciarla de las tierras
altas de los Montes. Recorrer María La Baja es caminar por calles comunes
donde se sabe que ocurren sucesos extraordinarios. Re-
De tradición africana, los negros, una vez esclavos y conocidos por su tradición musical, los mariabajeros se
ahora habitantes libres de la población, derrocharon caracterizan por su espíritu multiplicador de saberes.
toda su cultura sobre María La Baja, invadiéndola con

María La Baja 55
Música del alma negra
alegre, hembra, son suficientes para que el ritmo del
bullerengue resuene en los patios de María La Baja.
«Vamos a hablar un poco de bullerengue. En-
tonces el bullerengue llegó aquí a María La En los cantos es habitual que los respondedores repi-
Baja desde África, por los negros africanos. tan un verso durante toda la interpretación. La cantao-
Cuando el bullerengue llegó aquí, se dice que ra abre la canción con una historia que da contexto al
llegó a los palenques. María La Baja era uno
verso central, llegado su momento, el coro empieza a
de esos palenques. El bullerengue se trans-
portó a través de los negros esclavos que tra-
responder generando un efecto hipnótico. El pregón
jeron los españoles. Ellos hacían unas ruedas, de la cantaora suele pisar el coro, es decir, iniciar sobre
se le llamaban ruedas de fandango. Las rue- las últimas sílabas de la frase entonada por el grupo.
das de fandango ellos las hacían en horas de
la noche como forma de escapar de la escla- Al igual que la mayoría de los ritmos del Caribe, el bu-
vitud. Nosotros acá hacemos bullerengue por llerengue permite la improvisación e incluso el duelo
el hecho de defender a los negros. Es algo de entre cantaoras. En una rueda de bullerengue, es nor-
nuestras raíces, de nosotros los negros» mal que varias mujeres compartan la voz líder y con so-
Luis Alfonso Valencia, tambolero.
nidos onomatopéyicos o lereos se roben entre ellas el
canto o se tomen el tiempo necesario para preparar sus
Conocer una cantaora de bullerengue es una experien- improvisaciones.
cia que transciende las fronteras culturales. La fuerza
de su voz es simplemente conmovedora. El dolor o Las ruedas de fandango son la forma tradicional de
la alegría que llenan sus cantos invaden el corazón de transmitir el bullerengue. En ellas, las cantaoras experi-
quien la escucha. Es difícil escapar del influjo que los mentadas y los tamboleros de mayor trayectoria, inter-
sonidos repetitivos causan en el cuerpo, haciéndolo vi- pretan sus cantos mientras los jóvenes de la comunidad
brar al compás dictado por las mujeres. aprenden de las técnicas ancestrales encarnadas en los
maestros vivos. Así mismo, las ruedas son el espacio
El ritmo nace del canto femenino. Durante la colonia, donde el cuerpo se libera y sigue los movimientos que
las mujeres tenían prohibido hacer música en presen- el tambor alegre le dicta.
cia masculina, así, entre ellas, cantaban y bailaban sus
alegrías y penas. En los palenques, los negros cimarro- Los movimientos de los bailadores no son frenéticos
nes incorporaron los tambores a los versos y surgió una como en otros ritmos de origen africano. En el bulle-
manifestación cultural que refleja la identidad del afro- rengue el cuerpo, especialmente los pies y la cadera, se
descendiente en la Costa Caribe. mueven lenta pero cadenciosamente de acuerdo con el
aire que esté sonando. Una de las características del bai-
El bullerengue es un baile cantado que en su estructura le, en particular de la chalupa, es la disputa del hombre
y narración conserva raíces africanas. Sus sonidos ase- contra el tambor por la mujer que danza. Ella, seducida
mejan los cantos fúnebres, aunque sus letras se refieren por la percusión baila para el tambor, mientras que su
a la vida cotidiana, al amor, la naturaleza y también a la parejo, baila a su alrededor llamando su atención. Así
muerte. mismo, hay pasos que hacen alusión al embarazo y el
parto.
Los grupos de bullerengue están conformados por una
voz entonadora, la cantaora, y un grupo de responde- El bullerengue sentado es el sonido más representativo.
dores, el coro, que va siguiendo el ritmo de la música Su canto incluye frases largas que permite a la cantaora
con las palmas, totumas y tablas. Los hombres entran jugar con las entonaciones y todos los recursos expresi-
en acción interpretando los tambores que acompañan vos que su voz le permita. El fandango de lengua tiene
a la cantaora. Un tambor llamador, macho, y un tambor como protagonista a las voces onomatopéyicas y faci-

56 Por los caminos montemarianos


lita la «conversación» entre la cantaora y los sonidos o tamboleros, los hombres han comprendido el senti-
del tambor alegre. La chalupa es el más festivo de los do de las interpretaciones y conseguido que sus cantos
aires, en ella se acelera el ritmo y la extensión de los transmitan similar emoción a la de las voces femeninas.
versos se reduce.
Las fiestas patronales solían ser los espacios para la in-
En la actualidad se encuentran nuevas formas de inter- terpretación. En homenaje al santo patrono no solo se
pretación de estos ritmos, derivadas de la comercia- participaba de la celebración religiosa, sino que tam-
lización de la música. Los portadores de la tradición bién se era parte de los recorridos que las agrupacio-
hicieron bien al entregarla a los jóvenes mariabajeros, nes hacían por las calles del municipio y los corregi-
quienes reconocen las diferencias entre los aires nue- mientos interpretando aires de bullerengue a cambio
vos y los de antaño logrando incursionar en el mercado de comidas y bebidas. En la actualidad, el espacio de
musical sin que por ello se ponga en riesgo el embrujo interacción con toda la población está unido al Festival
del bullerengue ancestral. del Bullerengue, celebrado anualmente a principios del
mes de diciembre.
Hoy los hombres también han tomado la voz líder y
algunos cantaores se han posicionado como maestros Durante el Festival es posible encontrar en María La
del oficio. Empezando como bailaores, respondedores Baja a los máximos exponentes de la música de todo el
litoral Caribe. Además de las interpretaciones musica-
les, el reinado del bullerengue y el foro bullerenguero
se han transformado en espacios de interacción y diálo-
go sobre el presente y el futuro de esta música. En para-
lelo a la fiesta se celebra la procesión de la Inmaculada
Concepción de María, se abre espacio a las artesanías y
los dulces típicos. Luego de varios días, el Festival con-
cluye con una rueda de fandango donde los mariabaje-
ros dejan en alto la tradición de su pueblo.

Historias de azúcar y fuego

Las cocinas de los Montes de María destacan por su


sencillez y gusto. Además de los representativos platos
de sal, es común encontrar dulces y postres preparados
por las abuelas en las casas de toda la región.

En María La Baja, las mujeres conservan la tradición de


cocinar dulces para la Semana Santa. Algunas de ellas
incluso han convertido sus delicias azucaradas en una
forma de obtener ingresos para la familia.

El coco, el ñame, el carambolo, el tamarindo y las de-


más frutas de la zona mezcladas con azúcar y pasadas
por fuego son convertidas en dulces irresistibles que
generan lazos comunes como efecto del sabor compar-
tido por todos en la infancia.

Chely Valencia Herrera, bailarina de bullerengue, María La Baja

María La Baja 57
58 Por los caminos montemarianos
San Jacinto
El municipio donde el sonido de las gaitas mece las hamacas

Ubicado a menos de 100 km de Cartagena, siguiendo


la troncal de Occidente se llega a San Jacinto, población
de tradición artística y artesanal. Cuna de la música de
gaitas y portadora de la ancestral costumbre del tejido.

Fundada el 16 de agosto de 1776 bajo el nombre de


«El Sitio», la población fue constituida por Antonio de
La Torre en 1777 como San Jacinto de Duanga. En su
expedición, el delegado del Gobierno Provincial llegó
acompañado por un ingeniero, un sacerdote y ochenta
y dos familias que sumaban cuatrocientos cuarenta y
siete nuevos habitantes de la recién fundada localidad.

Provenientes en su mayoría de San Benito de Abadí y


Corozal, trajeron consigo su tradición artesanal y apren-
dieron de los indígenas liderados por el cacique Farot,
nuevas técnicas y usos de los materiales propios de la
región. Así mismo, la comitiva incluyó sesenta esclavos
quienes se establecieron formando cuatro palenques:
Duanga, Arenas, San Cristóbal y Rastro (Palenquito). Momento de jugar

Al igual que hoy, el agua de consumo humano era re- El ocio, el aprovechamiento del tiempo libre y las
cogida de los arroyos y la lluvia. Gracias al ánimo de actividades lúdicas hacen parte de la tradición de
comerciar productos con Barranquilla se abrió una tro- los municipios. Así como en algunas poblaciones
cha desde donde sacar carga a partir de La Bodega de es habitual pasar el tiempo en sillas mecedoras ubi-
Jesús del Río hasta el Magdalena. cadas en las aceras de las calles, en otras es común
que la gente destine el tiempo para juegos como el
El tabaco y el algodón crecen silvestres en la zona. Con dominó y los naipes.
la apertura de la trocha se consiguió que un considera-
ble flujo de productos y personas se establecieran en En los Montes de María existe una tradición de
San Jacinto, atraídos por las oportunidades mercanti- rondas y juegos infantiles con los que sus habitan-
les. Así, alemanes y norteamericanos se asentaron en el tes se identifican. Los juegos no solo permiten el
territorio y fundaron ganaderías y curtiembres. desarrollo de habilidades y valores, constituyen un
mecanismo de la memoria para evocar la infancia y
Durante el siglo XX el municipio fue azotado por el con- los momentos felices del pasado.
flicto armado del país. Pese a ello, la vocación artística
de la población permaneció intacta e incluso vio cómo Juegos como Emiliano, chivito, la sortija, patilla va
un selecto grupo de sanjacinteros fue galardonado con joroba’, la gallina ciega y el arroz con leche hacen
el Premio Grammy Latino por sus interpretaciones de parte de la tradición cultural montemariana; y aún
gaita. hoy sus niños se divierten con ellas en las tardes
soleadas junto al río Magdalena.

San Jacinto 59
Tejiendo la historia

«A nosotros nos hicieron con el tejido, nos


parieron con el tejido»
Gladys Madrid, tejedora

«La tierra de la hamaca grande». Esa es San Jacinto, la


región reconocida por la calidad y belleza de su trabajo
en el telar. Oficio tradicional de las mujeres, aprendido
por todas ellas de sus madres y abuelas quienes frente
al telar ofrecen las más importantes lecciones de vida.

La hamaca es básicamente una tela de forma rectangu-


lar que se guinda en sus dos extremos formando una
superficie cómoda y fresca para descansar. Este objeto
hace parte de la cotidianidad de los habitantes de la re-
gión. Desde una siesta a medio día hasta una propuesta
de matrimonio están asociadas a ella.

El telar es la herramienta que permite a las tejedoras


enlazar sus ideas y convertirlas en valiosas piezas. Sue-
le encontrarse en las viviendas o en talleres artesana-
les dedicados a la producción de telas. Un telar común
está conformado por dos largueros, dos travesaños
(superior e inferior), dos latas (de cabeza y de traba),
dos varillas para peine, cuñas delanteras y traseras, una
paleta o macana y una lanzadera.

La elaboración de una hamaca tradicional se inicia


con la selección de los hilos de algodón cultivado en
la zona. Avanza con el teñido usando tintes naturales
extraídos de la tierra y las plantas de la región que dejan
su marca de colores, fijados con el hervor de un fogón
al aire libre.

Los coloridos hilos son secados al sol y enmadejados


en el devanador dispuesto con este propósito. Una vez
hechas las madejas, las hebras están listas para ser te-
jidas. El tradicional tejido de lampazo en color azul y
blanco es el clásico de la zona, heredado de los indíge-
nas y que aún hoy pervive.

La habilidad de una tejedora se mide al montar los pri-


meros hilos de una hamaca. Si éstos no están bien enla-
zados no se podrá trenzar. Su tamaño está determinado

60 Por los caminos montemarianos


por el peso medido de acuerdo a las madejas de hilo
utilizadas, las cuales varían entre 10 y 30. Los tejidos
sanjacinteros destacan por su colorido y diseño. Des-
de siempre han incluido diversos colores y tramas
producto de la imaginación de las artesanas, quienes
aseguran despertar cada día con una idea clara para
sus productos.

Para lograr una hamaca, cada tejedora inicia sin ayu-


da el proceso de echado, donde monta los primeros
hilos sobre el telar; luego empeina organizando los
hilos de modo que produzcan la trama deseada bien
sea en líneas, relieves, unicolor, o la que prefiera. La
urdimbre es el desarrollo en sí del tejido, cuando se
cruza de forma individual cada una de las fibras de
algodón que atarán los hilos predispuestos de forma
vertical. Lo importante es el «paletiado», es decir, la
fuerza que une las hebras y evita que haya orificios
en la tela.

Al final se hace el cabezado o remate de las fibras


cuando se termina la hamaca tejiendo la «injicada»
de donde se colgarán las cuerdas que la sostendrán.
Ahora sí se puede llamar a la tela trenzada, hamaca.

La tradición artesanal, venida de los zenúes y apren-


dida por los mestizos que colonizaron la región, ha
sido no solo una de las fuentes de ingresos más sig-
nificativa para los sanjacinteros, sino que también
constituye un elemento cohesionador entorno al
cual es posible encontrar parte de la identidad del
municipio.

El menor peligro que existe es que la tradición se


pierda. Los pobladores de San Jacinto tienen pleno
conocimiento de la importancia de sus tejidos y dia-
riamente se transmite el conocimiento a las nuevas
generaciones. El trabajo que antes estaba limitado a
las mujeres, hoy en día es también ejecutado por los
hombres. Así mismo, existen formas de trabajo aso-
ciado que facilitan la comercialización y fundamen-
talmente permiten que las tejedoras reconozcan que
en sus manos está la identidad de su pueblo.

San Jacinto 61
De gaitas, Grammys y gaiteros El arte de las gaitas no está solo en interpretarlas, tam-
bién en fabricarlas. Maestros artesanos de San Jacinto
se han especializado en la producción de instrumentos
«Desde su fundación y hasta ahora, ha sido y también enseñan a sus hijos y discípulos cómo elabo-
un pueblo que ha parido músicos naturales rarlas e interpretarlas.
que despegan con una fuerza descomunal y
se hacen escuchar en el mundo entero; artis-
La música de gaitas está conformada por distintos rit-
tas casi analfabetos ejecutando su música que
es un lamento triste que les sale del fondo de
mos que varían en su interpretación, particularmente
su ser, pues cada sanjacintero lleva una gaita entre los grupos rurales y urbanos. Los primeros, atan
en los repliegues de su alma» los cantos de vaquería y las décimas a la música de gai-
Presentación oficial del municipio tas, dando como resultado composiciones rústicas y
sentidas sobre la vida en los Montes.
Abrir la puerta al mundo de las gaitas es como abrir la
puerta al corazón de los sanjacinteros. Las gaitas, su Existen distintos ritmos interpretados por los grupos
música, su baile y sus cantos, son todo un componente de gaitas. El más simple es la gaita misma, donde sobre-
cultural de la región de los Montes de María. En Bolí- sale el sonido de la gaita hembra y el tambor, sin incluir
var, el municipio de San Jacinto es reconocido por la cantos. El porro es cadencioso e incita a bailar. Su so-
fuerza con que la gaita está asentada. nido base es el tambor con resonancias que evocan el
bullerengue; incluye cantos y variada percusión.
La historia de la gaita empieza como la mayoría de las
tradiciones de la región, venida de los montes. Los in- La puya es el ritmo más rápido interpretado por la gai-
dígenas que poblaban la zona utilizaban la madera del ta. El golpe del tambor dicta la velocidad de los cantos
cardón, un árbol nativo, a manera de flautas con las que entonados. La cumbia, con destacadas interpretacio-
componían sonidos de uso cotidiano. nes, tiene una ejecución particular en los Montes de
María, siguiendo un ritmo melódico. Gracias al ritmo
Era común encontrar en San Jacinto, los días de mer- de cumbias, el grupo de “Los Gaiteros de San Jacinto”
cado, a indígenas provenientes de las montañas que fue reconocido en el año 2007 con el Premio Grammy
portaban sus instrumentos y eventualmente tocaban Latino en la categoría de Mejor Álbum Folclórico por
para deleitar a su audiencia mestiza, la misma que poco “Un fuego de sangre pura”.
a poco comprendió la lógica de la gaita y aprendió su
mística. Tenemos los instrumentos y los ritmos, nos faltan los
intérpretes y quien disfrute al compás de la música.
Un conjunto de gaitas está conformado por dos de Los gaiteros son artistas de nacimiento, la música corre
ellas, macho y hembra, diferenciadas por el número de por sus venas y el sonido fluye por sus manos. Tocar un
orificios. Acompañan una tambora, un tambor alegre, tambor, interpretar la gaita o elevar cantos son cualida-
uno llamador, y las maracas. Las gaitas se fabrican de des innatas de los hombres que por tradición confor-
los palos huecos del cardón. En su extremo superior man los grupos.
llevan una cabeza de cera de abejas y una pluma de pa-
tomacho. Actualmente la pluma ha sido cambiada por Todos se reúnen en una rueda de gaitas, donde los in-
boquillas plásticas de fácil consecución. Los tambores térpretes se sientan en el centro de un círculo y tocan
son hechos de madera y forrados con cuero de caimán, durante toda la noche para animar a los bailarines que
venado o chivo, que varían en tamaño y tono. Las ma- danzan a su alrededor, girando en el sentido contrario
racas son sonajas fabricadas con totumos y rellenas con de las manecillas del reloj.
semillas o piedras pequeñas que producen un sonido
armónico. Las mujeres bailan con sus vestidos de faldas anchas
y vivos colores. Los hombres de blanco impecable se

62 Por los caminos montemarianos


atan en el cuello un pañuelo rojo llamado «cola de ga- doza”, en el cual profesionales, aficionados y niños gai-
llo», y completan el vestido con un sombrero vueltiao. teros compiten en el concurso de Gaita Larga, décimas
El inicio del baile se determina por el momento en que y parejas bailadoras.
el hombre entrega a la mujer un mazo de velas encendi-
das que cumple una doble función: iluminar el espacio Las gaitas son la expresión máxima del sentir del pue-
de baile y mantener una distancia prudencial entre la blo sanjacintero. Gracias a ellas los amores se conquis-
pareja. tan y las penas se lloran. Por su reconocimiento y la
filiación de la población con sus sonidos, cada vez se
Hoy las ruedas han evolucionado y desde 1988 se ce- propaga más su enseñanza asegurando que las nuevas
lebra en San Jacinto el Festival Nacional Autóctono de generaciones se apropien de lo que por tradición y
Gaitas “Toño Fernández, Nolasco Mejía y Mañe Men- fuerza les pertenece.

San Jacinto 63
64 Por los caminos montemarianos
San Juan Nepomuceno
Tierra privilegiada donde cada hombre cuenta la historia a través del arte

Antonio de La Torre y Miranda, expedicionario antes tuosamente y la población organizada en paralelo con
que conquistador, en su agitado recorrido de 1776, la troncal de Occidente se despliega en todo su esplen-
después de fundar los poblados de El Carmen y San dor.
Jacinto, llegó a las tierras de San Juan el 10 de agosto
de ese año y por el poder delegado del Gobernador A causa del conflicto armado, San Juan Nepomuceno
de Cartagena instauró en el Valle de Carretos a ciento sufrió un estancamiento en su desarrollo económico;
veinte familias provenientes de Pileta y San Benito de sin embargo, la quietud que implicó para sus habitan-
Abad. tes los constantes toques de queda, sirvió para que la
vena artística despertara en ellos y crecieran las cifras
Las setecientas cincuenta y ocho personas que dieron en producción literaria, talentos musicales e iniciativas
vida a San Juan Nepomuceno llegaron a la tierra anhe- de organización comunitaria.
lada en el corazón de las montañas de María y con el
propósito de crear una ciudad próspera. Hasta hoy, el
cometido se ha cumplido y al recorrer las calles de la
población el progreso es evidente. Hay cubrimiento
total de servicios públicos, los espacios de encuentro
son funcionales y su gente amable no duda en guiar al
forastero en torno al pasado, el presente y el futuro de
la población.

Ubicada a poco más de una hora de Cartagena, cuando


se llega a San Juan sobreviene la sensación de retornar a
un vecindario conocido. Los habitantes saludan respe-

Palabras sanjuaneras

La cultura montemariana y en general la Caribe invita a compartir, por eso la mayoría de sus manifestaciones
culturales están ligadas a los espacios abiertos, las danzas grupales o la música de creación colectiva.

San Juan Nepomuceno es reconocido por la producción intelectual de sus habitantes. En sus parques y plazas se
encuentran estatuas de los hombres ilustres que se han forjado allí. Derivado de los toques de queda en tiempo de
conflicto armado, los sanjuaneros debían resguardarse y limitar su actividad artística. Así, el oficio de la escritura
cobró fuerza y en un par de años San Juan superó la producción literaria de toda la región.

Sus escritores, poetas y literatos gozan de reconocimiento regional y nacional. Algunos de ellos han sido merece-
dores de premios internacionales y otros, como Diógenes Arrieta, ya cuentan con un lugar privilegiado entre los
grandes de las letras latinoamericanas.

San Juan Nepomuceno 65


María Luisa, la más querida
«Ellas provocan en cualquier momento, en cualquier momento buscan María Luisa»
Vilma Canoles Arrieta

No se sabe de dónde salió su nombre, solo se sabe que ción. Con su canasto en la mano y la voz en alto gritan-
un día Francisca Arrieta decidió rellenar una galleta de do el nombre de mujer, la pequeña conseguía vender
soda con dulce de leche y recubrirla con merengue. En toda la producción en un corto recorrido.
1965 nacieron las María Luisas, las que servirían de
sustento para la familia y que poco a poco conocerían La empresa ha crecido, pasó de ser la cocina de la casa
todos los sanjuaneros para terminar prendados de su a tomarse el patio trasero adecuado como panadería,
sabor. con hornos y mesones, con panaderos y María Luisas.
Desde su invención, el único cambio que ha sufrido la
Las galletas redondas, blancas con el rojo irregular so- receta es la inclusión de azúcar pulverizada en el me-
bre ellas, son las delicias de los sanjuaneros. A pregun- rengue. Tiempo atrás, Francisca por largo tiempo batía
tas sencillas como la mejor merienda o el regalo ideal con un tenedor la mezcla de huevos y azúcar en grano,
para llevar desde la población la respuesta siempre será hasta que se deshacía y formaba la pasta. Hoy, su hija lo
el mismo nombre: María Luisas. hace de igual forma pero con el polvo endulzante.

Hoy Vilma Canoles, hija de Francisca y heredera de la Vilma tiene María Luisas por montón y las María Lui-
tradición, maneja el negocio familiar y con sus propias sas tienen a Vilma y a sus hijos que continuarán con la
manos prepara las gustosas acompañantes del jugo de tradición familiar hasta que el último sanjuanero llegue
la mañana o el café de la tarde. Vilma entró al negocio a la puerta de la casa a pedir la galleta que calma los
familiar siendo apenas una niña. Su misión era ofrecer antojos de todo un municipio.
las galletas recién preparadas por las calles de la pobla-

66 Por los caminos montemarianos


Al son de los de la lengua roja

Aunque se pudiera pensar que han probado el tinte


rojo de las María Luisas, lo cierto es que el grupo de
hombres y mujeres recubiertos de negro azabache pin-
tan sus lenguas de intenso carmesí como preparación
para el carnaval que está por iniciar.

El Son de Negros, conocido en toda la región como el


«baile de los negritos» es una manifestación cultural
arraigada en San Cayetano, corregimiento de San Juan,
donde se asentó mayoritariamente la comunidad afro-
descendiente del municipio.

De orígenes africanos y aprendido de los palenques, el


Son de Negros es una danza frenética acompasada por
la música de tambores, el raspado de la guacharaca y los
cantos, algunos entonados en lengua palenquera.

Los «negritos» son reconocidos no solo por el tinte


negro que recubre sus cuerpos, sino por la lengua pin-
tada de rojo que es exhibida permanentemente duran-
te el baile. Los hombres no llevan camisa y completan
su vestuario con un colorido sombrero decorado con
papeles de colores. Las mujeres lucen vivaces vestidos
y cabello recogido.

La mecánica de la danza es dejar que el cuerpo se enar-


dezca con el ritmo de la música y sin perder el compás
alinearse en dos filas, una de hombres y otra de mu-
jeres; luego pasa al frente cada una de las parejas para
exhibir sus movimientos de serpiente o el tradicional
sube y baja.
«…eso se nace, eso es de nacimiento,
cuando nosotros nos ponemos a practicar
Los bailarines interactúan con el público, generalmente
el 20 de enero, para salir a los carnavales
mostrando su enrojecida lengua, lo que causa diversas
aquí en febrero, nos ponemos a practicar
reacciones que van desde el miedo hasta la risa. Mien- en una esquina a tocar y los niñitos de
tras la pareja central del momento baila al frente, todos cuatro años pa’lante usted los ve bailan-
los demás no paran de moverse y se elevan los cantos do. Esto se lleva en la sangre»
de la «Rama de tamarindo» y «Besos caseros», com- Agustín Pedroza, director del grupo Son de Negros
puestos por las cantaoras que con su voces avivan a los
negritos, los blanquitos, los indígenas, los mestizos y
todo aquel que corra con la suerte de cruzarse con los
de las lenguas coloradas.

San Juan Nepomuceno 67


68 Por los caminos montemarianos
Razones para festejar
«Desde pequeño he cultivado el ñame, mis
abuelos han cultivado el ñame, mi papá tam-
Los sanjuaneros además de ser prolíficos en materia
bién; el niño pequeño ya tiene ocho años y
intelectual, también lo son en el área del disfrute. En sabe sembrar una mata de ñame. Ya a la edad
el casco urbano y en los distintos corregimientos han de cuatro años comenzó a sembrar el ñame…
surgido varios festivales con temáticas que van desde yo a la edad de de ocho años…»
el maíz hasta el jaguar y en todas ellas está presente la Campesino de San Cayetano
cultura municipal.
Organizados en una fundación, los creadores del even-
San Pedro Consolado, corregimiento de San Juan, ce- to desafían a la naturaleza con el concurso del ñame
lebra el 30 de noviembre de cada año su fiesta patronal más grande o el consumo de la mayor cantidad de ñame
con el Festival del Maíz. El producto base de la econo- en tiempo récord. Así mismo, incentivan la creatividad
mía local y de la dieta de la comunidad se engalana en premiando los usos más particulares del producto en
la multiplicidad de platos que se preparan con él. Bo- la cocina y las canciones inéditas compuestas en su ho-
llos, arepas, tortas, sopas y cualquier otra receta entra nor. Uno de los momentos más significativos del Festi-
en la mesa del certamen. val es la presentación del Son de Negros, distintivo de
la población.
«Comenzamos a organizar el festival del maíz
para también hacerle un homenaje al produc- De regreso a San Juan, en busca de fiesta, encontramos
to que más se cultiva, un homenaje al cam- una fiera. El Festival del Jaguar realizado por primera
pesinado. Porque este festival lo organizan vez en diciembre de 2009 surgió en el marco del Plan
puros campesinos, la junta está organizada
de Conservación de Felinos del Caribe Colombiano,
por puros campesinos pobres…»
Alberto Yépez Buelvas como una estrategia para la promoción del patrimonio
cultural de los territorios nativos del jaguar.
Desde hace doce años, cuando un grupo de campesi-
nos decidió organizar el Festival, se dan cita los más Este Festival no solo ofrece muestras artísticas y cultu-
excelsos y dispuestos paladares de la región para com- rales de los distintos municipios de la zona, sino que
petir en singulares pruebas como la de desgranar en también incluye en su programación talleres creativos
menor tiempo una mazorca, tomar la mayor cantidad y ambientales para impulsar la protección del medio
de mazamorra o comer todos los bollos o arepas po- ambiente.
sibles. De lo que no queda duda es que el fermento de
maíz, conocido como chicha, es uno de los productos Arraigado en la cultura local, el Festival de Acordeone-
más apetecidos durante las fiestas. ros de San Juan Nepomuceno fue declarado en el 2011
como Patrimonio Artístico y Cultural de la Nación por
En San Cayetano no se quedan atrás. Si los vecinos ce- su aporte a la recuperación de la música de acordeones
lebran al maíz éstos celebran a su principal producto en la región.
de exportación: el ñame. Desde hace veintitrés años,
en el mes de octubre se festeja sin falta un evento que Veintinueve años de tradición pesan sobre el Festival
congrega a los sanjuaneros en torno de la cultura del que surgió en 1982 como una idea de jóvenes sanjua-
tubérculo insignia regional. neros asistentes al Festival Bolivarense del Acordeón.
Llamado inicialmente «Trino el brujo», en honor a
El Festival del Ñame Espino es de origen campesino. una leyenda local, el Festival se ha caracterizado por
Los agricultores de la región, buscando una forma de incentivar la música de acordeón en todas las formas,
exhibir y comercializar sus productos inauguraron el además de las tradicionales, que es posible interpre-
Festival y hoy en día sus hijos han heredado las planta- tarlo: porros, cumbias, chandés, pasobolos, paseaítos,
ciones y las tareas en la organización del evento. entre otros.

San Juan Nepomuceno 69


70 Por los caminos montemarianos
Zambrano
Encantos, pajaritos y gallegos nos dan la bienvenida

El municipio de Zambrano se encuentra a dos horas vante en la historia de la navegación nacional. Asociada
y media de Cartagena. Es una población ribereña que al río, la economía del municipio ha tenido su fuerte en
hace del río Magdalena el motor de su economía, su el comercio, la pesca y los oficios relacionados con el
vida social y su cultura. Fundado en 1770 por don Ál- trabajo en las aguas.
varo de Zambrano sobre territorios habitados por los
indígenas Malibúes. Así mismo, la producción de jabón, cigarrillo y man-
tequilla ocuparon renglones importantes entre las ex-
En 1772 el poblado fue erigido como Villa bajo el nom- portaciones de Zambrano hacia todos los Montes de
bre eclesiástico de San Sebastián de las Playas Blancas, María, hasta el punto de contar con grandes fábricas
debido a los bancos de arena que se acumulaban en las dedicadas a su producción.
orillas del río y por casi un siglo perteneció a la provin-
cia de Cartagena. Los campos no se quedan atrás y la fertilidad de las tie-
rras solo es comparable con la calidad del ganado cebú.
Zambrano jugó un papel relevante durante el proceso Guillermo Oeding Arroyo relata en su libro “Zambra-
independentista, aportando al ejército de Bolívar hom- no cuna del cebú” cómo fue que a través de este puerto
bres valerosos y comprometidos con la libertad de su el ganado cárnico llegó y se apoderó de las sabanas de
pueblo. El General pasó por su territorio y se hospedó Bolívar.
con la familia Campillo. Hoy existe en ese lugar la Casa
Museo Bolivariana, un espacio cultural que reúne to- La iglesia de la población se ubica cerca al puerto prin-
das las expresiones artísticas de la población. cipal. Encomendados a San Sebastián, los zambraneros
festejan cada 20 de enero en honor al santo patrono, y
La tradición fluvial y portuaria de Zambrano alcanzó además de las procesiones celebran fiestas de corraleja
su máximo esplendor en la primera mitad del siglo XX. donde la emoción por los toros se enardece por el cora-
En 1920 atracó en su puerto el vapor Hamburgo, rele- je de quienes aceptan el reto de enfrentarlos.

Detrás del telón

Zambrano es un municipio de tradición artística y literaria. Entre las pasiones de sus habitantes está la producción
de textos narrativos, poéticos e históricos que en conjunto componen la historia de la población. Tan prolíficos
son los escritores zambraneros que dentro del Festival Folclórico cuentan con un espacio anual dedicado exclusi-
vamente a la presentación y discusión de sus publicaciones.

Por la misma línea de creación, el arte dramático ha jugado un papel relevante dentro de las prácticas locales. Los
grupos de teatro han crecido con el municipio y en los últimos tiempos pervive la costumbre en forma de monó-
logos y declamaciones.

La vida cotidiana, el campo, el río y hasta la política son temas recurrentes en los montajes teatrales del munici-
pio. Con ingenio y buen humor, los zambraneros alzan su voz en los escenarios para llamar la atención sobre sus
historias y necesidades.

Zambrano 71
El encanto de Zambrano
De la tradición indígena hasta el festival de hoy

Una mujer dorada, hermosa, de apariencia inofensiva, Pasado cierto tiempo, la princesa parecía regresar a
recibe a quienes se atreven a pasear por el parque del las orillas del río, especialmente junto al peñón donde
Encanto del Peñón, un corto muelle que desciende fue amarrada y, convertida en un encanto de las aguas,
unos cuantos metros desde la planicie del municipio busca el amor de los hombres jóvenes, llevándoselos al
hasta la orilla del río Magdalena. Si se es mujer no se fondo del Magdalena.
corre ningún peligro, pero los hombres, en especial los
jóvenes, prefieren abstenerse de pasar por los terrenos Al espanto, conocido como el «Encanto del Peñón»,
del «Encanto». se le atribuye la desaparición de varios muchachos en
distintos momentos de la historia de Zambrano. Da-
La Leyenda del Encanto del Peñón corresponde al niel Vergara, quien documentó la leyenda, señala que
mito fundacional del municipio de Zambrano. La his- se trata de un «cuento callejero» que ha pasado de ge-
toria es bien conocida en las poblaciones ribereñas ve- neración en generación cobrando fuerza cada vez que
cinas, por el temor que infunde la posibilidad de caer otro joven es arrastrado por las aguas.
en manos de la mujer que habita las aguas.
Durante los meses de enero y febrero, en simultáneo
En tiempos de la Conquista, la princesa Rayo de Luz, con las fiestas del santo patrono, el Encanto aparece
hija del cacique Yucatán, líder de los indígenas Malibú para cobrar nuevas víctimas en su desesperado afán
que habitaban esas tierras, fue seducida por un español por ser amado. Tal es la fuerza de la leyenda, que de
que deslumbrado por la belleza de la joven no solo la allí toma su nombre el festival folclórico del Municipio.
cortejó sino que abusó de ella.

El cacique sintió que su hija había traicionado al pue-


blo por haber caído en manos de un hombre blanco y De festejos, folclor y encanto
la sentenció a permanecer encadenada a un árbol en el
extremo de la peña que delimita los terrenos de los in-
dígenas con los del río. Pasados tres días desde su con- El 12 de octubre de 1982 es una fecha trascendental
dena, el dios Juracán se la llevó. para la cultura zambranera. El mismo día se fundaron
la Casa de la Cultura Manuel Lora Meza, el grupo fol-
«La castigó a morir de sed atada a un árbol y clórico La Esperanza y el Festival homónimo del cen-
en ceremonia solemne la ataron a un tronco, tro cultural.
prendieron fuego para provocar su sed; le co-
locaron una totuma de oro como insignia de Para el año 1985 el Festival Manuel Lora Meza, que
su castigo. Tres días y tres noches duraron en
reunía a los folcloristas del municipio, ya había alcan-
un rito de muerte hasta que la bellísima prin-
zado reconocimiento internacional gracias a la labor
cesa se desplomó. Cambió su color rosa por
uno azufrado y fue desapareciendo su cuerpo del grupo La Esperanza. Desde el 2005, con el ánimo
en una nube de humo. Pasó el tiempo, año de consolidar la celebración y fortalecer la identidad
tras año en las nuevas generaciones solían municipal, es renombrado como «Festival Folclórico
oírse los comentarios de la gente que en el y Cultural La Leyenda del Encanto del Peñón».
Peñón salía un encanto que se había apodera-
do de ese lugar, para hacer sus apariciones, Desde sus inicios fue pensado como un instrumento
es el encanto de la “Princesa Rayo de Luz”» para fomentar las costumbres, bailes y tradición oral
Versión escrita de la leyenda por Daniel Vergara que identifica a la comunidad zambranera. La mani-

72 Por los caminos montemarianos


festación se ha constituido en un elemento clave para tradición musical de la zona. En este evento participan
la cohesión social de la población, ya que tiene la ca- compositores tanto del municipio como de la región.
pacidad de convocar y reunir en el mismo evento a la
población local y regional.
«Hoy por hoy, después de 25 años de existen-
En el festival es posible encontrar presentaciones de cia de la Casa de la Cultura y de desarrollar-
grupos folclóricos, lanzamientos de publicaciones, se veintitrés festivales, éste sigue siendo la
muestras artísticas y artesanales, pertenecientes a Zam- máxima expresión de la cultura nuestra y un
espacio con reconocimiento nacional donde
brano, a los Montes de María y a comitivas invitadas de
siempre se ha defendido y protegido lo autóc-
otras regiones nacionales o internacionales.
tono, folclórico y patrimonial»
Remberto Monterrosa en “Historias para no olvidar”
Desde el año 1995 se celebra el Concurso de la Can-
ción Inédita, creado con el fin de rescatar e incentivar la
Daniel Vergara, artista y escritor de la Leyenda del Encanto del Peñón, Zambrano

Zambrano 73
Lo que pasa cuando un gallego y su perro encuentran al tigre
La leyenda hecha danza
En tiempos de carnaval es habitual que un tigre reco- suerte que golpea un panal de abejas que lo picotean y
rra las calles de Zambrano huyendo de un gallego que dejan su rostro desfigurado. Para colmo, el hombre cae
lo persigue por haber matado sus animales. La historia debajo del tigre, que empieza a rasguñarle los glúteos,
que sucedió a principios del siglo XX pervive converti- razón por la cual durante la representación el tigre y los
da en danza como parte de las manifestaciones cultura- espectadores intentan hacer lo mismo. Finalmente el
les del municipio. perro Palique, flaco como su nombre, ayuda al gallego
y cumplen su misión.
La danza del Gallego describe la cacería de un tigre por
parte de un español proveniente de Galicia que se afin- La representación dancística, pese a contar con tan re-
có en Zambrano. En ella participan tres personajes: el ducido número de personajes, involucra a toda la co-
gallego, quien sale a cazar al tigre; el tigre, que se ha munidad en la puesta en escena, de modo que desde
comido los animales del hombre; y el perro, fiel com- horas antes de iniciar su recorrido, la acera de la casa
pañero de su amo a quien ayuda para que tenga éxito de quien representará al gallego es invadida por niños y
en su cacería. jóvenes, curiosos, que se imponen el oficio de acompa-
ñar al hombre en su travesía contra el tigre.
Según los zambraneros la historia representada a través
de la danza tuvo lugar en 1912, cuando un extranjero Es habitual que durante la jornada los habitantes de las
español se asentó en la zona rural de Zambrano y los casas por donde pasan los bailarines les ofrezcan be-
felinos lugareños empezaron a alimentarse de los ani- bidas y alimentos que les permiten mantenerse en pie
males que criaba el gallego. Con la intención de evitar hasta el final de la representación.
la pérdida de todos sus animales, el hombre decide ma-
tar al tigre y, como prueba de su valor ante los vecinos, Hoy, la Danza del Gallego está arraigada en la memoria
ofrece traer los testículos del animal. cultural de los zambraneros y por ella son reconocidos
en los festivales de toda la región, donde suele ser invi-
El gallego sale y encuentra al tigre haciendo la siesta tado de honor aquel extranjero que con su perro logró
bajo un árbol después de comerse un burro. El hom- acabar con la amenaza del tigre feroz.
bre intenta darle un garrotazo al animal con tan mala
Eulalio Miguel Ortiz Navarro, gallego tradicional, Zambrano

74 Por los caminos montemarianos


A cantar y bailar Pajaritos

Las animadas fiestas de Zambrano,


entre cantos y bailes iniciaban con la
noche y terminaban pasado el amane-
cer de modo que los participantes em-
pezaban su día con el canto de los pá-
jaros. Los bailes y cantos de Pajaritos
constituyen una de las manifestacio-
nes culturales del municipio y repre-
sentan los movimientos de los pájaros
durante el cortejo.

Los Pajaritos se cantan y bailan al rit-


mo de corridos, berroches y chalupas
corridas que con su percusión incitan
al movimiento. Durante la danza las
mujeres llevan faldas largas y colori-
das, tocados en el pelo y una pañole-
ta atada en el cuello que recuerda la
usanza de las cantaoras para proteger
su voz. Los hombres engalanados con
camisas y pantalones blancos coque-
tean con sus sombreros concha jobo.

Los cantos tienen sus orígenes en el si-


glo XIX derivados de las tonadas que las
mujeres elevaban durante sus jornadas
en los campos de los Montes de María
y en las orillas del río Magdalena. Los
bailes están ligados a las celebraciones
tradicionales de los indígenas Mali- Bailarina del grupo de la Cruz Roja, Zambrano

búes que poblaron la región.


sos que deben seguir los bailarines, describiendo algún
Antaño los bailes eran protagonistas en cualquier cele- movimiento. En medio de la danza es habitual que el
bración tradicional, hoy encuentran su espacio en los bailarín principal converse con quien canta, en relación
festivales folclóricos. Relegados por los nuevos ritmos, con el coqueteo y sus ganas de festejar.
esta manifestación ha perdido espacio en la vida coti-
diana de los montemarianos, aunque en municipios Los bailes y cantos de pajaritos se practicaban durante
como Zambrano los portadores de la tradición están las fiestas decembrinas y eran ejecutados por un grupo
abriendo nuevos ámbitos para que niños y jóvenes la de sabedores de la tradición invitados a las casas fami-
conozcan y practiquen. liares para animar las fiestas con su representación. El
pago habitual era un plato de sancocho y el ron necesa-
Por tradición las parejas entran con el inicio de la mú- rio para que los músicos, cantaoras y bailarines sopor-
sica. El baile asemeja los movimientos del cortejo de taran la larga jornada hasta que los verdaderos pájaros
los pájaros y, muchas veces, los cantos dictan los pa- se levantaran y los acompañaran con su canto.

Zambrano 75
Calendario de eventos de la región
Enero Mayo
Fiestas de San Sebastían y Corralejas, Festival de acordeoneros,
20 Zambrano 16 San Juan Nepomuceno

Julio Agosto
12 Festival Nacional Autóctono de Gaitas,
16 Fiestas de la Virgen del Carmen, San Jacinto
El Carmen de Bolívar, Córdoba, Zambrano, San Juan
Nepomuceno, San Jacinto, María La Baja, El Guamo
15 Festival de Acordeoneros y
Compositores,
El Guamo

Octubre Noviembre
12 Festival del Ñame Espino,
San Juan Nepomuceno
11 Festival de acordeoneros,
San Juan Nepomuceno

15 Festival
Zambrano
Folclórico El Encanto del Peñón,
15 Córdoba
Festival del Cacique Tetón,

30 Festival del Maíz,


San Juan Nepomuceno

Diciembre
Festival del Bullerengue,
9 María La Baja
19 Festival del Jaguar,
San Juan Nepomuceno

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