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Tema 14 – Educación para la

convivencia y para la paz.


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LA EDUCACIÓN Y EL DESARROLLO DE ACTITUDES COOPERATIVAS,


DEMOCRÁTICAS Y CÍVICAS.

Esquema TEMA 14:

0. INTRODUCCIÓN.

1. EDUCACIÓN PARA LA CONVIVENCIA Y PARA LA PAZ.

1.1. BREVE HISTORIA DE LA EDUCACIÓN PARA LA PAZ.

1.2. APOYO LEGAL.

1.3. CONCEPTO DE EDUCACIÓN PARA LA PAZ.

1.4. NECESIDAD ACTUAL DE LA EDUCACIÓN PARA LA PAZ.

1.5. FINES Y OBJETIVOS DE LA EDUCACIÓN PARA LA CONVIVENCIA Y


LA PAZ.

2. LA EDUCACIÓN Y EL DESARROLLO DE ACTITUDES COOPERATIVAS,


DEMOCRÁTICAS Y CÍVICAS.

2.1. LO COOPERATIVO, LO DEMOCRÁTICO Y LO CÍVICO, BASES PARA


LA PAZ.

2.2. EL CURRÍCULO DE EDUCACIÓN PARA LA PAZ.

2.3. LA EDUCACIÓN PARA LA PAZ EN EL CURRÍCULO DE INFANTIL,


PRIMARIA Y SECUNDARIA.

2.4. EL PEC Y LOS PCE.

2.5. EL PAPEL DEL EQUIPO EDUCATIVO Y DEL PROFESOR.


2.6. CRITERIOS METODOLÓGICOS.

0.­ INTRODUCCIÓN.

Estamos ya acostrumbrados a leer en la prensa u otro medio de comu­


nicación, cómo un alumno agrede e incluso llega a matar de un tiro a
su profesor/a, o cómo un profesor es acusado de abusar sexualmente
de un alumno/a, o como una madre espera a la salida del colegio a
un/a profesor/a para darle su merecido por haber humillado, casti­
gado injustamente o pegado a su hijo/a. Ya no sólo en las relaciones
alumnos­ profesor o profesor­ padres, sino que de todos es sabido que
existen bandas organizadas dentro de las instituciones educativas,
dedicadas a intimar a sus compañeros para robarles, chantajearles o
pegarles.

Hasta ahora nos centramos en el ámbito específico de la escuela y su


entorno, pero ¿Somos conscientes de la cantidad de fenómenos socia­
les que nos rodean?. Nos referimos por ejemplo a que el dinero y el
consumo aumentan día a día su importancia a la hora de guiar con­
ductas y vidas, en el que el 80% de la riqueza mundial está en manos
del 20% de la población mundial y el 80% de ésta posee el 20% de la
riqueza total en la que 8.000.000 de españoles viven en una pobreza
severa.

Hemos de ser conscientes de esta realidad y hemos de hacer conscien­


tes a nuestros alumnos de este reparto desigual en la tierra y de las
formas de discriminación existentes.

Hemos de ser conscientes al fin y al cabo de la necesidad imperiosa en


nuestro actual sistema educativo, de una educación para la paz que
impregne todos los ámbitos desarrollables del alumno (afectivo, inte­
lectual, social y físico) llegando a conseguir una educación integral
impregnada en valores basados en la tolerancia como aceptación de la
diferencia, aceptación de los juicios que emiten los otros, la no discri­
minación por razón de sexo, raza, religión…

El tema así comenzará con un recorrido histórico de la educación para


la paz, concepto de educación para la paz, necesidad actual de la
misma para llegar, en un segundo apartado del tema, a ver el trata­
miento que se le debe de dar dentro del currículum a través de las
diferentes áreas que componen cada etapa educativa, los principios
metodológicos más adecuados, las orientaciones didácticas y los crite­
rios de evaluación.

0. EDUCACIÓN PARA LA CONVIVENCIA Y LA PAZ.

1.1. ORÍGENES DE LA EDUCACIÓN PARA LA PAZ.

El primer legado que fundamenta la Educación para la Paz, tanto


desde el punto de vista teórico como práctico se produce a comienzos
de siglo, de la mano de los movimientos de renovación pedagógica y
en particular de la Escuela Nueva. En 1927,la Oficina Internacional
de Educación con sede en Ginebra, celebró en Praga una importante
conferencia internacional bajo el título de: “La paz por la Escuela”.

La reunión de Praga y todo el movimiento de esos años no podría


entenderse sin una doble constatación:

a) La Escuela Nueva nace como contestación de las prácticas pedagó­


gicas tradicionales, y propone un enfoque basado en el niño y una
revisión metodológica.

b) El impacto de la primera guerra mundial alienta la revisión curri­


cular y los fines de la educación para hacer de ésta un instrumento de
paz. Se vive una sobrevaloración de la posibilidad transformadora de
la educación.

Las dos ideas fundamentales de este ambicioso movimiento educativo


son las de evitar la guerra y su fuerte dimensión internacionalista.

María Montessori, casi frenéticamente comprometida con la lucha por


la Paz en los años treinta, expresa un optimismo intimista, surgido de
la importancia de la guerra, en su célebre libro: “Educazione e Pace”.
Al igual que ella, John Dewey o Peré Rosselló, abogan por la concep­
ción positivista de la educación para la paz: no basta con mostrar los
horrores de la guerra; lo fundamental es estimular el espíritu de
cooperación y la comprensión.

En cuanto a las propuestas metodológicas y actividades sugeridas,


sorprende la actualidad de muchas de ellas:
– Análisis de los libros de texto para denunciar su militarismo y pro­
poner que transmitan un espíritu de cooperación entre los pueblos.

– Enseñanza del “Esperanto” para fomentar sentimientos de solidari­


dad y comprensión internacional.

– Correspondencia escolar internacional.

– Intercambios escolares entre diversos países.

– Difusión en las escuelas de los fines y principios de la Sociedad de


Naciones con la posibilidad de dedicar un día Internacional para la
Paz.

– Estudios comparativos de diferentes civilizaciones.

– Intercambios de objetos, mensajes, juegos, propuestas didácticas


entre escuelas de diferentes países.

El segundo hito generador de la Educación para la Paz nace como con­


secuencia de la segunda guerra mundial y la posterior creación, de un
organismo especializado en la sede de las Naciones Unidas, la
UNESCO.

UNESCO. La Educación para la Paz desde la UNESCO prosigue con los


planteamientos de la educación para la comprensión internacional, a
la que añade nuevos componentes como son la educación para los
derechos humanos y, posteriormente, la educación para el desarme.

El tercer hito, mucho menos identificable en el tiempo que los ante­


riores, así como más diverso en sus formulaciones, es el que nos pro­
porciona el legado de la no violencia. Sus características fundamenta­
les podemos sintetizarlas en las siguientes: la búsqueda de la verdad;
el desarrollo de la autonomía y afirmación personal, como primer
paso para conseguir la libertad; la íntima comunión entre los fines
perseguidos y los medios empleados, y el afrontamiento de los con­
flictos de forma no violenta. Afrontamiento que puede llevar consigo
la desobediencia ante aquellas situaciones que engendren injusticia
(desde esta perspectiva se postula la necesidad de la educación para
la desobediencia).
Finalmente el cuarto hito de la Educación para la Paz es el que nos
proporciona el nacimiento de la denominada Investigación para la
Paz, en los años 60. Sus repercusiones son, en el plano conceptual, la
revisión y reformulación del concepto de paz y el desarrollo de la teo­
ría gandhiana del conflicto, y, en el plano pedagógico, la integración
de los análisis y planteamientos de Paulo Freire, vinculando a la edu­
cación para la paz un nuevo componente: la educación para el desa­
rrollo.

La situación actual de la Educación para la Paz en España y en el resto


de Europa, así como su propia conceptualización, tienen que ver, pre­
cisamente, con todos y cada uno de los núcleos generadores que se
han visto. De tal forma que, en función del marco teórico en el que
nos situemos, de las prioridades que establezcamos, etc., desarrolle­
mos un determinado modelo de Educación para la Paz.

La propuesta del MEC de Educación para la Paz se fundamenta en dos


conceptos básicos: el concepto de Paz positiva y la perspectiva crea­
tiva del conflicto.

La concepción de paz dominante en el mundo continúa siendo la occi­


dental, heredada del concepto de pax romana: ausencia de conflictos
bélicos entre estados. Concepto pobre, insuficiente y políticamente
interesado. Desde el nacimiento de la Investigación para la paz, el
concepto de paz adquiere un nuevo significado al asociarla no como
síntesis de la guerra, sino al de violencia (la guerra es un tipo de vio­
lencia organizada). Como señala J. Galtung, existe violencia cuando
los seres humanos están influenciados de tal forma que sus relaciones
afectivas, somáticas y mentales están por debajo de sus realizaciones
potenciales. En este sentido, se establece una diferencia que va a ser
fundamental: la distinción entre violencia directa y violencia estruc­
tural, entendiendo la primera como la agresión física directa y la
segunda como inherente a las estructuras sociales, sinónima de la
injusticia social. Es precisamente a esta última a la que se da priori­
dad, por ello Galtung concluye “llamar paz a una situación en la que
imperan la pobreza, la represión y la alienación es una parodia del
concepto de paz”.

Las características de este nuevo concepto de paz o paz positiva:


– La paz es un proceso dinámico y permanente; no es una referencia
estática e inmóvil.

– La paz hace referencia a una estructura social de amplia justicia y


reducida violencia.

– La paz exige, en consecuencia, la igualdad y reciprocidad en las rela­


ciones e interacciones.

– Afecta, por consiguiente, a todas las dimensiones de la vida. No se


reduce únicamente a la dimensión internacional o de estado.

– La paz implica y hace referencia a dos conceptos íntimamente liga­


dos entre sí: el desarrollo y los derechos humanos.

El segundo concepto en el que se apoya la Educación para la paz es el


Conflicto. Como en la idea de Paz, el conflicto tiene una lectura domi­
nante que lo asocia como algo negativo, sinónimo de desgracia y, por
consiguiente, como algo no deseable. Incluso en ocasiones se asocia el
conflicto a la violencia, confundiendo determinadas respuestas a un
conflicto con su propia naturaleza. Sin embargo, como consecuencias
del legado de la no violencia y de la Investigación para la Paz, se pro­
duce un tránsito en su concepción, que recoge la Educación para la
Paz, según el cual el conflicto se asume como lo que realmente es, un
proceso natural y consustancial a la naturaleza humana. En síntesis
entendemos el conflicto como:

– Un fenómeno de incompatibilidad entre personas o entre grupos, o


entre aquellas y estos, mediante el cual se afirman o perciben intere­
ses, valores y/o aspiraciones contrarias.

– Los elementos que intervienen en un conflicto son, básicamente,


tres: las personas, el proceso y el problema o diferencias esenciales.

– Es necesario diferenciar entre la propia existencia del conflicto,


como un estado de hecho, con algunas formas no positivas de resolu­
ción. Es decir, la violencia no es más que uno de los medios para
afrontar un conflicto.

– Igualmente hay que distinguir entre la agresión u otras conductas


violentas de la agresividad o combatividad. La agresividad forma
parte del comportamiento humano, no es negativa en sí misma sino
positiva y necesaria como fuerza para la autoafirmación, física y psí­
quica, del individuo. Por consiguiente, de la inevitabilidad de la agre­
sividad no se deriva la inevitabilidad de la violencia.

– Por la propia dinámica del conflicto, como por las repercusiones


pedagógicas que ello trae consigo debe destacarse la especial impor­
tancia de la percepción de los protagonistas tanto en la génesis del
conflicto como en su desarrollo, hasta el punto de que resolver un
conflicto supone a menudo clarificar las percepciones de las partes
implicadas.

1.2. APOYO LEGAL.

El 10 de Diciembre de 1948 la Asamblea General de las Naciones Uni­


das aprobó y proclamó la Declaración Universal de los Derechos
Humanos, compuesta por 30 artículos, de los que, entendemos, inspi­
ran nuestro tema los siguientes:

– Art. 1. Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y


derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben compor­
tarse fraternalmente los unos con los otros.

– Art. 2.1. Toda persona tiene todos los derechos y libertades procla­
madas en esta Declaración, sin distinción alguna de raza, color, sexo,
idioma, religión, opinión política o de cualquier otra índole, origen
nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra
condición.

– Art. 3. Todo individuo tiene derecho a la vida, a la libertad y a la


seguridad de su persona.

– Art. 26.1. Toda persona tiene derecho a la educación. La educación


debe ser gratuita, al menos en lo concerniente a la instrucción ele­
mental y fundamental…

– Art. 26.2. La educación tendrá por objeto el pleno desarrollo de la


personalidad humana y el fortalecimiento del respeto a los derechos
humanos y a las libertades fundamentales; favorecerá la compren­
sión, la tolerancia y la amistad entre todas las naciones y todos los
grupos étnicos o religiosos; y promoverá el desarrollo de las activida­
des de las Naciones Unidas para el mantenimiento de la Paz.

La Constitución Española recoge la anterior recomendación de forma


completa diciendo en el artículo 10.2.: “Las normas relativas a los
derechos fundamentales y a las libertades que la Constitución reco­
noce, se interpretarán de conformidad con la Declaración universal de
Derechos Humanos y los tratados y acuerdos internacionales sobre las
mismas materias ratificados por España”.

Más adelante, en el artículo 17.1. dice: “Toda persona tiene derecho a


la libertad y a la seguridad. Nadie puede ser privado de su libertad,
sino con la observación de lo establecido en este artículo y en los
casos y en la forma previstos en la Ley”. Por último, digamos que en el
artículo 27 dice:

1. Todos tienen derecho a la educación. Se reconoce la libertad de


enseñanza.

2. La educación tendrá por objeto el pleno desarrollo de la personali­


dad humana en el respeto a los principios democráticos de conviven­
cia y a los derechos y libertades fundamentales.

La Ley Orgánica Reguladora del Derecho a la Educación (LODE)


plasma estos derechos elocuentemente, entre otros en los artículos
primero, segundo y sexto, cuando dice:

– Art.1.1. Todos los españoles tienen derecho a una educación básica


que les permita el desarrollo de su propia personalidad y la realiza­
ción de una actividad útil a la sociedad. Esta educación será obligato­
ria y gratuita en el nivel de Educación General Básica y, en su caso, en
la Formación Profesional de primer grado, así como en los demás
niveles que la Ley establezca.

– Art. 2. La actividad educativa, orientada por los principios y decla­


raciones de la Constitución tendrá, en los centros docentes a que se
refiere la presente ley, los siguientes fines:

a) El pleno desarrollo de la personalidad del alumno.


b) La formación en el respeto de los derechos y libertades fundamen­
tales y en el ejercicio de la tolerancia y de la libertad dentro de los
principios democráticos de convivencia.

c) La formación para la paz, la cooperación y la solidaridad entre los


pueblos.

– Art. 6.1. Se reconoce a los alumnos los siguientes derechos básicos:

a) Derecho a recibir una formación que asegure el pleno desarrollo de


su personalidad.

b) Derecho a que se respete su libertad de conciencia así como sus


convicciones religiosas y morales, de acuerdo con la Constitución.

c) Derecho a que se respete su integridad y dignidad personales.

– Art. 6.2. Constituye un deber básico de los alumnos, además del

estudio, el respeto a las normas de convivencia dentro del centro

docente.

La LOCE establece que el objetivo primero y fundamental de la educa­


ción es proporcionar una formación plena que les permita conformar
su propia y esencial identidad, así como construir una concepción de
la realidad que integre a la vez el conocimiento y la valoración ética y
moral de la misma. Tal formación plena debe ir dirigida al desarrollo
de su capacidad para ejercer de manera crítica y en una sociedad
axiológicamente plural, la libertad, la tolerancia y la solidaridad.

En la educación se transmitan y ejercitan los valores que hacen posi­


ble la vida en sociedad, singularmente el respeto a todos los derechos
y libertades fundamentales, se adquieren los hábitos de conciencia
democrática y de respeto mutuo, se prepara para la participación res­
ponsable en las distintas actividades sociales.

Los principios de la actividad educativa más relacionados con nuestro


tema son:

– La formación personalizada.

– La participación y colaboración con los padres o tutores.


– La efectiva igualdad de derechos entre los sexos, el rechazo de todo
tipo de discriminación y el respeto a todas las culturas.

– La metodología activa que asegure la participación del alumnado.

1.3. EL CONCEPTO DE EDUCACIÓN PARA LA PAZ.

La Educación para la Paz, según el MEC, es un proceso educativo, con­


tinuo y permanente, fundamentado en los dos conceptos definidores,
el concepto de paz positiva y la perspectiva creativa del conflicto, y
que a través de la aplicación de métodos problematizantes pretende
desarrollar un nuevo tipo de cultura, la cultura de la paz, que ayude a
las personas a desvelar críticamente la realidad, compleja y conflic­
tiva, para poder situarse ante ella y actuar en consecuencia. De la
definición expresada, así como de las características de los dos con­
ceptos en los que se fundamenta, se deducen los siguientes Principios
o significados educativos:

· Educar para la paz es una forma particular de educación en valores.


Toda educación lleva consigo, consciente e inconsciente, la transmi­
sión de un determinado código de valores. Educar para la paz supone
educar desde y para unos determinados valores, tales como la justicia,
la cooperación, la solidaridad, el desarrollo de la autonomía personal
y la toma de decisiones, etc., al mismo tiempo que se cuestionan
aquellos que son antitéticos a la cultura de la paz, como son la discri­
minación, la intolerancia, el etnocentrismo, la obediencia ciega, la
indiferencia e insolidaridad, el conformismo, etc.

· Educar para la paz es una educación para la acción. Dicho en nega­


tivo, no hay educación para la paz si no hay acción práctica. Quiere
esto decir que educar para la paz es algo más que diseñar una “lección
de paz” o celebrar una efemérides. Presupone una invitación para
acción comenzando por nuestros comportamientos y actitudes,
sabiendo que cuanto más corta sea la distancia entre lo que decimos y
lo que hacemos, más eficaz será nuestra labor educativa.

· Al mismo tiempo y desde el punto de vista metodológico, esta acción


debe entenderse continuamente en la relación que debe existir entre
el microcosmos escolar y el macronivel de las estructuras sociales.
· Educar para la paz, como finalidad genérica, pretende recuperar la
idea de paz positiva para el conjunto de los ciudadanos y en todas las
esferas de relación humana. Desde esta perspectiva, y en el ámbito
escolar, la Educación para la Paz comienza en el micronivel más cer­
cano, el aula, su organización e interacciones que en la misma produ­
cen. En consecuencia, educar para la paz significa:

– Construir y potenciar unas relaciones de paz entre los actores del


proceso de enseñanza y aprendizaje.

– La organización democrática del aula, fomentando la utilización de


estructuras didácticas, que impliquen la participación de los alumnos
en el “que” y en el “como” de lo que se va a estudiar, en la cogestión
de la vida de aquella y en la resolución no violenta de los conflictos
que en la misma se produzcan. En otras palabras, no existe educación
para la paz cuando el enseñante dice todo (o casi todo) sobre lo que
debe ser aprendido y cómo.

– La creación de una comunidad de apoyo, mediante estructuras y


relaciones que generen confianza, seguridad y apoyo mutuo. Y ello
tanto por necesidades técnico­ educativas ­en cuanto que como en
toda organización la creación de un clima positivo es un factor funda­
mental para el buen éxito de cualquier organización social­ como por
los principios en los que fundamenta la Educación para la Paz.

· De la concentralidad del concepto de conflicto se deducen las


siguientes características:

– Educar para la paz no es educar para la inhibición de la agresividad,


sino para su afirmación y canalización hacia actividades socialmente
útiles.

– Debemos partir del análisis y regulación/resolución de los conflictos


del grupo­clase y del centro; de los más inmediatos y concretos a los
más lejanos y complejos.

– El cultivo desde pequeños de la tolerancia y afirmación de la diver­


sidad.
– Estimular el afrontamiento y utilización de las formas de resolución
no violenta de los conflictos, desarrollando una competencia personal
y colectiva.

· Desde el punto de vista metodológico, tal como se recoge en la defi­


nición, se postula el uso de métodos problematizantes, basados en el
aprendizaje por la experiencia, siempre que ello sea posible. En con­
creto se postula la utilización del denominado método socioafectivo.

Las tres fases del método socioafectivo –vivencia de una experiencia;


descripción y análisis de la misma; contrastar e inferir la experiencia
vivida a la vida real­, tienen su correspondencia en el plano didáctico
en los siguientes objetivos educativos:

– fomento de la autoafirmación.

– Desarrollo de la confianza en uno mismo y en los demás.

– Refuerzo del sentimiento grupal y de comunidad.

– Desarrollo de las capacidades de toma de decisiones y resolución

No violenta de los conflictos.

– refuerzo de la capacidad de análisis, síntesis e inducción.

– Desarrollo de conductas prosociales.

· El ámbito o componentes de la Educación para la Paz, producidos en


su desarrollo histórico, son los siguientes:

a) Educación para la comprensión internacional: se fundamenta en


la creciente interdependencia mundial. Los dos bloques básicos de
contenidos a los que hace referencia son: la enseñanza a cerca de
otras culturas y países, y el estudio de los problemas mundiales.

b) Educación para los derechos humanos: se fundamenta en la


Declaración Universal de los Derechos Humanos, su historia, su arti­
culado, los diferentes tipos de derechos, su práctica, sus violaciones,
etc.
c) Educación mundialista y multicultural: se fundamenta en la
necesidad de formar una identidad universal desde el respeto y afir­
mación de la diferencia, de etnias y culturas.

d) Educación para el desarme: se fundamenta en el estudio del


desarme y del militarismo, desmitificando lo que se ha denominado la
cultura de las armas.

e) Educación para el desarrollo: se fundamenta en el cultivo de la


“ternura de los pueblos”, la solidaridad a través del estudio y valora­
ción de los desequilibrios socioculturales y económicos dentro y entre
estados, haciendo especial hincapié en la situación del denominado
Tercer Mundo.

f) Educación para el conflicto: se fundamenta en tres pilares bási­


cos: el estudio y formas de afrontar los conflictos y escoger una posi­
ción ante los mismos; el desarrollo de una cierta competencia para
intervenir en su regulación/resolución de forma positiva; la crítica al
conformismo, la obediencia y la pasividad.

En definitiva, la Educación para la Paz, como dimensión transversal


del currículo, afecta a todos los elementos curriculares de todas las
áreas y etapas educativas, teniendo como prioridades educativas el
trabajo pedagógico de los siguientes ámbitos y valores:

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NO ES EDUCACIÓN PARA LA PAZ:

– Una etiqueta más o una concepción de moda.

– Ofrecer una visión catastrófica de la realidad actual que induzca al


pesimismo y a la frustración.

– Planteamientos nostálgicos, místicos o evasivos.

– Una declaración de buena voluntad.

– Proporcionar excesiva información sobre la guerra y las armas, ya


que puede despertar curiosidad morbosa sobre estos temas.
– Reducirla a una celebración puntual, una sesión de trabajo especí­
fico o un tema del programa. Ha de impregnar todas las áreas y debe
reflejarse en las actitudes de los educadores.

– Aportar simplemente conocimientos a los estudiantes sobre los


horrores de la guerra, las consecuencias de la insolidaridad y de la
intolerancia (aunque todos estos conocimientos pueden constituir un
paso importante).

– Plantearla como un fin y utilizar métodos represivos, actitudes


jerárquicas o, por ejemplo, organizar la clase de manera no participa­
tiva.

– Negar o reprimir los conflictos.

Defender la paz no equivale a una actitud de resignación pasiva ante


la injusticia, ni a la debilidad, ni a una actitud cobarde ante la vida.

EDUCACIÓN PARA LA PAZ ES:

– Un reto a la conciencia tranquila y a la buena voluntad.

– Una llamada a la acción, a la negociación individual y colectiva de


todo tipo de violencia.

– Crear más allá de uno mismo, potenciando la valentía y el ingenio.

– Aprender a no ser indiferente y a comprometerse con la vida.

– Educar no sólo el intelecto, sino también el sentimiento. Hacer per­


sonas sensibles ante el mundo en que viven, aprendiendo a no cerrar
los ojos ante la realidad y a asumir las propias responsabilidades.

– Potenciar el interés creador, la capacidad imaginativa y las mentali­


dades amplias.

– Hacer comprensibles las cosas más sencillas, liberándose de prejui­


cios raciales o sociales.

– Formar personas capacitadas para afrontar el presente y construir


el futuro, tanto en el orden cultural como vivencial y práctico.
– Ayudar a descubrir y potenciar la necesidad y la posibilidad de
hacer extensivo a todo el mundo el sentido de la igualdad humana, así
como también el derecho y el respeto a la diversidad.

– Extender el sentimiento de satisfacción por el trabajo bien hecho.

– Ayudar a que toda persona pueda aportar su propia voz y, como no,
su acción comprometida.

– Desarrollar la capacidad de optar libremente, de decidir por uno


mismo.

– Fomentar una actitud positiva a favor de la paz, no desde un pensa­


miento cerrado, sino mediante una actitud que aglutine perspectivas
diferentes.

– Aprender a afrontar los conflictos de forma no violenta.

– Mantener una actitud crítica ante todo tipo de violencia (tener la


valentía de ser diferente y de desobedecer ante la injusticia).

– Crear un clima cultural basado en el placer por el descubrimiento y


por la conquista del saber.

– Un cambio de mentalidad y de sensibilidad que comporte una acti­


tud abierta ante la vida.

– Ayudar a descubrir, y favorecer, el propio modelo de crecimiento.

– Aprender a ser solidarios a nivel local y mundial (pensar universaal­


mente y actuar localmente).

– Respetar las minorías y favorecer, sin ningún tipo de discrimina­


ción, la armonía entre los grupos étnicos, ideológicos y religiosos.

– Asumir el compromiso ético basado en que toda persona, todo


grupo, todo pueblo, toda nación y el mismo planeta Tierra tienen
derecho al respeto y al desarrollo de sus posibilidades.

– Conocer a fin de poder optar, tomar decisiones y comprometerse.

– Aprender a valorar y a criticar los propios criterios de valor.

– Creación de nuevas perspectivas, enfoques y soluciones.


– Un planteamiento interdisciplinario, conceptual, metodológico y
ético.

La educación para la paz está basada, no únicamente en la ética de la


convicción, sino también –de forma fundamental­ en una ética de la
responsabilidad. Requiere energía, conocimiento de las propias posi­
bilidades y limitaciones, así como también una percepción más pro­
funda de la realidad que nos rodea. Las ideas que tengamos de la
realidad influirán en nuestra incidencia sobre la misma.

1.4. NECESIDAD DE EDUCACIÓN PARA LA PAZ.

Una de las más grandes contradicciones a las puertas del siglo XXI es
la pugna entre la espiral de violencia existente y el ansia de justicia y
de paz que, simultáneamente, hacen sufrir y llenan de esperanza a
millones de personas en todos los pueblos del mundo.

Hay, sin duda, una necesidad personal y social de paz, y la educación


no puede ignorarla. No se puede llevar a cabo la educación divorciada
de la paz. Si se da, no es educación. No hay, por tanto, argumentos
que invaliden la necesidad de conjugar el binomio educación y paz.

Si la educación para la paz tiene cada vez más resonancia y aceptación


es debido, sin duda, a que existen razones suficientes que justifican su
necesidad.

Puede parecer que la educación para la paz sólo disponga de respues­


tas parciales, pero son suficientes para sensibilizarnos y obligarnos a
pensar. Los cambios que puedan llegar a conseguirse en la tarea edu­
cativa por medio de ella no podrán resolver, por sí mismos, todos los
problemas ­o la mayoría­ existentes en nuestra sociedad. Pero sin
estos cambios quizá no llegaremos ni tan siquiera a ser conscientes de
cuáles son los verdaderos problemas (y que están ahí, y ahí continua­
rán, por mucho que los queramos ignorar).

La educación para la paz no puede resolver todos los problemas. Tam­


poco es ésta su misión. Para educar para la paz es necesario asumir el
presente, partir de éste y darle dimensiones más amplias, más abier­
tas; en una palabra, nuevas. Es necesario crear nuevos espacios para
el aprendizaje y el ejercicio de la paz. Generar procesos dialécticos y
vivenciales a través de los cuales los niños y niñas y jóvenes lleguen a
ser tratados, y a tratarse unos a otros, como toda persona libre tiene
derecho a serlo.

1.5. FINES Y OBJETIVOS EN LA EDUCACIÓN PARA LA PAZ.

· FINES DE LA EDUCACIÓN PARA LA PAZ:

– Impulsar un cambio social que supla la cultura de violencia actual


por una cultura de paz.

– Potenciar una educación adecuada a las necesidades presentes y a


las perspectivas de futuro.

– Convertir el saber en un instrumento al servicio de la paz.

– Influir en la conciencia de los individuos y de los grupos sociales.

– Eliminar, mediante la educación, las causas que generan las guerras


ya que, según la UNESCO: “Es en la mente de los hombres donde se
generan las guerras; es en la mente de los hombres donde se ha de
construir la paz”.

– Cultivar en las personas la capacidad de hacer un juicio sobre el


futuro de la humanidad, despertando la necesidad de considerar su
grado de implicación y compromiso.

– Trabajar dentro y fuera del aula y de la escuela con el fin de que la


formación adquiera una dimensión nueva al servicio de la paz, la jus­
ticia y los derechos humanos.

· OBJETIVOS DE LA EDUCACIÓN PARA LA PAZ:

A) Cognitivos: (saber)

– Facilitar el conocimiento de las dificultades actuales para construir


la paz.

– Estudio y valoración de la paz como necesidad personal y social.

– Conocimiento de la importancia del respeto de los derechos huma­


nos para conseguir la paz.

– Estudio de las causas y de los efectos de las guerras, de los intereses


que las generan y de las posibles alternativas.
– No partir de planteamientos teoricistas que lleguen a creer que la
paz es violada en lugares lejanos, sin conocer y tener consciencia de
las realidades más próximas, analizando qué rasgos de violencia o de
violación de los derechos humanos se pueden detectar en el entorno
inmediato.

– Facilitar un conocimiento interdisciplinario que permita compren­


der la incidencia de los diferentes ámbitos del saber en la paz y los
derechos humanos, así como también las aportaciones que desde
dichos ámbitos se han realizado para su defensa.

– Analizar con sentido crítico y transformador la realidad social del


entorno, sus injusticias y problemas.

– Generar nuevas formas de pensar que faciliten una nueva conciencia


moral y social.

– Detectar cuáles son los valores que predominan en la sociedad


actual. Investigar sobre qué valores llevan implícitos toda propuesta
en defensa de la paz y los derechos humanos.

B) Instrumentales: (saber hacer)

– Saber afrontar y resolver conflictos de forma no violenta.

– Participar de manera democrática en la gestión de las actividades


que se realicen.

– Facilitar la cooperación y el intercambio de experiencias.

– Saber argumentar y defender cuestiones concretas.

– Saber escuchar y respetar las opiniones de los demás.

– Ser capaces de argumentar las razones que implican las propias


acciones y respuestas.

– Ser capaces de comunicarse de forma abierta y sincera.

– Saber valorar y criticar los propios criterios de valor.

– Defender el derecho a la diferencia.

– Saber desobedecer ante propuestas de injusticia.


– Cultivar el diálogo y la tolerancia.

C) Actitudinales: (saber ser)

– Potenciar la sensibilidad, el espíritu crítico y la capacidad para


desarrollares en un medio conflictivo y cambiante.

– Hacer propio y extensivo el compromiso por la paz y la defensa de


los derechos humanos.

– Potenciar la autoestima de cada persona, aprendiendo a valorar y a


respetar la de los demás.

– Fomentar el pluralismo y el respeto a la diversidad.

– Aprender a ser autónomo, solidario y cooperativo.

– Favorecer vivencias de afirmación individual y colectiva.

2. LA EDUCACIÓN Y EL DESARROLLO DE ACTITUDES COOPERATI­


VAS, DEMOCRÁTICAS Y CÍVICAS.

Lo mejor que puede hacer la educación es formar actitudes. Esto nos


lleva al campo de la afectividad, a los intereses. Si no hay interés, no
hay nada que hacer educativamente. Por otro lado, la formación de
actitudes implica una actividad grata, atractiva.

La formación de actitudes requiere un requisito imprescindible. Si


este requisito se da abundantemente, tenemos andado buena parte del
camino. Es la clase la que debe respirar el ambiente dispuesto positi­
vamente hacia lo que deseamos, pero no sólo la clase sino también
toda la institución escolar y todos y cada uno de los grupos en que
intervenga el alumno.

Se entiende por actitudes las formas concretas de comportamiento


ante la realidad, motivadas y fundamentadas por unos valores y que a
su vez, hacen posible la explicitación de esos mismos valores. Son,
pues, realidades que intervienen directamente en la conducta y en la
acción de las personas, definen la personalidad, rigen la actividad
cotidiana y constituyen la estructura básica del comportamiento
social.
Las actitudes las define González Lucini (1990) como “Predisposicio­
nes estables de la interioridad que el ser humano adquiere, a partir de
los valores en los que creer, y que le hacen reaccionar o comportarse,
favorable o desfavorablemente, ante las realidades vividas: ideas, situa­
ciones, personas o acontecimientos”.

De esta definición podemos extraer una serie de consideraciones de


cara a la educación y el desarrollo de las actitudes cooperativas,
democráticas y cívicas:

· Dejar claro que las actitudes no son innatas, sino que se adquieren:
se aprenden, se modifican y se maduran; son educables, como los
valores. En el proceso de adquisición de estas actitudes de carácter
social desempeñan un papel fundamental la acción y el proceso edu­
cativo desarrollados por los profesores en los centros escolares.

· En segundo lugar es básico señalar que las actitudes son “predispo­


siciones estables”, o sea, son estados personales adquiridos de forma
duradera y previamente a la acción concreta. Esto refuerza la impor­
tancia de la acción educativa en la formación de las actitudes; si una
de las funciones básicas de la educación es preparar a los alumnos
para participar activa, democrática y cooperativamente en la vida
social y cultural, es evidente que dentro de ese proceso de “prepara­
ción” entra de lleno la adquisición duradera, estable e interiorizada de
estas actitudes sociales; actitudes que tendrán un papel esencial y
determinante en la vida de los alumnos y en sus formas de relacio­
narse y de actuar en la sociedad.

· Por otra parte, se dice que las actitudes provocan reacciones o com­
portamientos favorables ante la realidad; esto señala el carácter diná­
mico que siempre tienen las actitudes; las actitudes son funcionales y
operativas. Esto significa que la adquisición y desarrollo de las diver­
sas actitudes sociales ha de realizarse en la acción, es decir, en una
estrecha y permanente relación con todas las actividades que el
alumno lleva a cabo dentro del ámbito escolar, y significa también que
ha de ser una adquisición no teórica o impositiva, sino concretada a
través de un proceso activo, provocando continuas situaciones ante
las que los alumnos puedan reaccionar, favorable o desfavorable­
mente y en consecuencia, puedan ir integrando esas actitudes de
forma cada vez más estable.
· Finalmente, es necesario reiterar que las actitudes se fundamentan
en los valores o, si se prefiere, que los valores se expresan, se concre­
tan y se alcanzan en el desarrollo de las actitudes concretas que se
relacionan entre sí formando una especie de subsistema subordinado,
al que se llama sistema de valores.

La educación para la convivencia y para la paz requiere la adquisición


de actitudes cooperativas, democráticas y cívicas, para que se pueda
llevar a cabo.

2.1. LO COOPERATIVO, LO DEMOCRÁTICO Y LO CÍVICO, BASES


PARA LA PAZ.

· LO COOPERATIVO.

Lo cooperativo es la insistencia de la búsqueda de la paz en el ámbito de lo económico. Los

humanos nos vemos obligados a explotar los entornos por medio del trabajo para generar

bienes con los que satisfacer necesidades y promover espacios de disfrute. En el paso del

tiempo eso ha podido cristalizar degenerativamente, sin las adecuadas y profundas

revisiones, en el competitivo proceso liberal y acumulador del capitalismo.

La cooperación es un programa ético de convivencia por el que el


esfuerzo económico trasciende el momento individualista y competi­
tivo de la racionalidad justificadora en el éxito y en el riesgo inicial
asumido.

Esta construcción “económica” del capitalismo vive desde el propio


interior sociocultural una situación de terremoto. El capitalismo
“post­moderno”, que nos ha llevado al desarrollismo­ consumista y a
la unión europea y que hasta pretende ser imitado, parece requerir
una profundización educativa. Toffler, el sociólogo americano, lo ve
así:

“En la actualidad las industrias de fabricación en masa­ automóvil,


acero, caucho, textil, las columnas vertebrales de las economías
industriales de tipo tradicional­ se encuentran en una agonía termi­
nal. Los trabajadores belgas del acero, los obreros británicos del auto­
móvil, los trabajadores textiles de Carolina del Norte y del Japón,
están siendo despedidos.
Y sin embargo, de forma simultánea, vemos una asociación explosiva
de la electrónica, de las computadoras, de la informática, la genética,
la industria aeroespacial, el reciclaje del medio ambiente, de algunos
servicios y de las industrias alternativas de la energía: todas estas
industrias. Aunque debe admitirse que con altibajos, se encuentran en
expansión.

Lo que está ocurriendo no es una recesión, sino más bien una rees­
tructuración de toda la base técnico­ mecánica de la sociedad. Es algo
parecido a un terremoto que hace elevar un nuevo terreno”.

Ese nuevo terreno requiere promover un capitalismo cooperativo. La


secuencia de la explotación, de la violencia estructural, no sólo agotan
las posibilidades de paz, sino la acción del mismo modelo sociocultu­
ral establecido. Tal vez éste tenga que cambiar.

EDUCAR EN LA COOPERACIÓN.

La cooperación está directamente relacionada con la comunicación, la


cohesión, la confianza y el desarrollo de las destrezas para una inter­
acción social positiva. A través de las actividades cooperativas al igual
que de los juegos, los niños aprenden a compartir, a relacionarse con
los otros, a preocuparse por los sentimientos de los demás y a traba­
jar para superarse progresivamente.

El hecho de que los niños trabajen juntos para un fin común, mejor
que unos contra otros, convierten rápidamente a las respuestas des­
tructivas en constructivas: los jugadores sienten que son una parte
aceptada del juego y de este modo se sienten involucrados. El resul­
tado es una sensación de ganar y no de perder.

· LO DEMOCRÁTICO.

Lo democrático en la vertiente política de la realización sociocultural


de los grupos humanos es otro ineludible e inevitable generador de
paz. La vivencia de la libertad, la expresión del respeto de las diferen­
cias formadas de organizar y entender la vida, son realizaciones bási­
cas de lo humano. En la opresión, en la persecución más o menos
velada o manifiesta, no se dan las condiciones mínimas para que la
vida cotidiana esté anclada en la ausencia de violencia y en el senti­
miento furtivo de la seguridad y de la paz.
EDUCACIÓN EN DEMOCRACIA.

La educación para la paz no debe restringirse a ser objeto especiali­


zado de tratamiento en una o varias parcelas de la actividad humana,
sino que ha de introducirse en todas las parcelas, desde la infancia al
mundo del trabajo. Afortunadamente, esta situación empieza a ser
comprendida, si bien a menudo teóricamente, por algunos dirigentes
sindicales que, en cierta medida, enlazan con la tradición antimilita­
rista del movimiento obrero.

No deje de ser, sin embargo, curioso y sintomático que sea en el


ámbito exclusivamente escolar donde menos importancia se preste a
la impulsión de los temas relacionados con la paz.

La revisión de esta situación no puede, lógicamente, consistir en repe­


tir la palabra “Paz” hasta la saciedad, sino que debe orientarse a la
construcción, desde todos los ámbitos de actuación pedagógica, de las
condiciones que hagan efectiva dicha educación: socioeconómicas,
culturales, ideológicas y jurídico­ políticas.

· LO CÍVICO.

Lo cívico es el campo de juego cotidiano en que en la multitud de jue­


gos y de relaciones de la vida social se plasma el nivel de condiciones
objetivas para la experiencia concreta de la paz. La violencia estructu­
ral de muchos de los ámbitos socioculturales baña los intersticios de
la actividad diaria. En ésta, como ciudadanos de uno u otro estilo, se
plasma la disponibilidad aprendida para hacer válida la convivencia
pacífica o lo contrario.

LA EDUCACIÓN CÍVICA.

Las situaciones y experiencias de paz tienen que ver con un entrena­


miento adecuado y exigente para que la vida del ciudadano se desa­
rrolle desde unas reglas claras y respetadas. No es posible desear la
paz de los grandes discursos y de los grandes conflictos, si desde la
familia, la escuela, la calle, los medios de comunicación, no aprende­
mos actitudes y no vivimos estímulos, que nos acerquen realmente a
dar sentido cívico a los innumerables juegos de la vida cotidiana: tra­
tarse con cuidado, esmero y respeto; entender que los demás son per­
sonas, que tienen deseos, esperanzas, torpezas, debilidades; saber que
los contextos son bienes de todos que hay que cuidar y ennoblecer…

Dentro del tema que nos ocupa cabe destacar también, como dos cues­
tiones importantes, el educar en la aceptación y educar en la partici­
pación.

EDUCAR EN LA ACEPTACIÓN.

Los sentimientos de aceptación están directamente relacionados con


una autoestima elevada y una alegría total (igual que el rechazo está
directamente relacionado con una disminución de la autoestima). En
los juegos cooperativos cada niño/a tiene un papel lleno de signifi­
cado en el juego, una vez que ella o él elige participar. Cada niño tam­
bién, al menos parcialmente, responsable del logro del triunfo o resul­
tado satisfactorio del juego.

EDUCAR EN LA PARTICIPACIÓN.

La participación está directamente relacionada con un se4ntimiento


de pertenencia, con una sensación de contribuir a la actividad y de
que ésta es algo satisfactorio, ser rechazado, eliminado o ignorado es
percibido claramente como una forma de rechazo. Los niños quieren
ser parte de la acción, no apartados de ella. Este deseo de participa­
ción es verdaderamente, a no ser que esperen ser humillados y recha­
zados.

Para crear un clima de cooperación y de confianza dentro del aula, el


juego adquiere un papel muy importante en la evolución del grupo así
como en la resolución de conflictos de forma creativa.

A través de estos juegos podemos trabajar en la autoafirmación tanto


del individuo como del grupo, el conocimiento del otro, la confianza,
la comunicación en cuya ausencia está la base de muchos conflictos.

Para todos aquellos que pretendemos transformar ciertos modelos de


sociedad desde la escuela, las formas de jugar, las relaciones que se
establecen en el juego, son aspectos importantes en cuanto a su utili­
zación como instrumento pedagógico lúdico, participativo y creativo.

2.2.EL CURRÍCULUM DE LA EDUCACIÓN PARA LA PAZ.


El currículum como campo de estudio se ha convertido en una parcela
relativamente bien delimitada que acoge, en la actualidad, diversas
líneas y programas de elaboración teórica e investigación, como tal,
cubre al tiempo una amplia parcela de fenómenos y diversos proce­
sos; ha dado plena cabida al reconocimiento de la existencia de con­
textos múltiples para el pensamiento y la acción educativa. Todo ello
conforma, en definitiva, un campo de conocimiento y una realidad
sociocultural dinámica, constructiva e ideológicamente marcada.

La paz, los estudios sobre la paz y la educación para la paz, muestran


también un nuevo estado de colaboración y desarrollo teórico y prác­
tico.

La superación de dicotomías como educación/instrucción,


medios/fines, teoría/práctica, y el compromiso social, moral e ideoló­
gico del currículum permitiría sentar las siguientes sugerencias:

a) La educación para la paz en el contexto del currículum no puede


reducirse a un contenido curricular nuevo; no puede ser objeto de ins­
trucción. La educación para la paz debiera ser un principio rector
para analizar y guiar los procesos de enseñanza­aprendizaje que trata
de promover la Escuela y el Currículum.

b) Educar para la paz puede representar uno de los ejes vertebrales de


una práctica educativa crítica y emancipatoria que se comprometa
con:

– Partir de la realidad sociocultural de los sujetos en formación.

– Desarrollar y construir el conocimiento en el aula como una plata­


forma para entender, analizar y valorar críticamente la realidad
social, las fuerzas que gobiernan y las posibilidades del ser humano
para contribuir al desarrollo de una sociedad más justa, más libre y
más crítica.

– Promover en el aula patrones de comunicación y relación acordes


con principios de libertad, participación, responsabilidad y solidari­
dad.

– Desarrollar en al aula habilidades sociales democráticas, basadas en


el respeto y también en la crítica constructiva.
c) Una educación para la paz debiera tener sus correspondientes tra­
ducciones en la organización de las Escuelas como instituciones socio­
culturales donde se decide, donde se ejerce poder, donde se vehiculan
influencias sociales e ideológicas.

d) Una educación para la paz en el contexto curricular debiera tradu­


cirse en una Escuela abierta al entorno, a la sociedad, al conocimiento
y a la cultura.

2.3. LA EDUCACIÓN PARA LA PAZ EN EL CURRÍCULO DE INFAN­


TIL, PRIMARIA Y SECUNDARIA.

L.O.C..E.

dice:

“El Sistema Educativo Español configurado de acuerdo con los princi­


pios y valores de la Constitución, y asentado en el respeto a los dere­
chos y libertades reconocidas en ella y en la Ley Orgánica 8/1985, de
3 de Julio, Reguladora del Derecho a la Educación, se orientará a la
consecución de los siguientes fines previos en dicha Ley”.

En el punto g) señala como fin de la educación : “La formación para la paz, la cooperación y la

solidaridad entre los pueblos”.

DISEÑO CURRICULAR BASE

El D.C.B. incluye un conjunto de aspectos de especial relevancia para


el desarrollo de la sociedad durante los últimos años, como son: la
educación para la paz, para la salud, la igualdad entre los sexos, edu­
cación ambiental, educación del consumidor y educación vial.

En el currículo que se establece tanto para la educación infantil, pri­


maria y secundaria, se señala la necesidad de conseguir un desarrollo
integral de los alumnos, no limitado a la adquisición de conocimientos
académicos y conceptos, sino que incluye otros aspectos como habili­
dades, actitudes y valores.

El carácter integral del currículo significa que a él se incorporan estos


elementos educativos.
El D.C.B. define la educación para la paz como: la creación de actitu­
des que estimulen el diálogo como vía privilegiada en la resolución de
conflictos entre personas y grupos sociales, es un objetivo básico de la
educación. El hecho de que la propia escuela sea lugar de encuentro
entre las personas que forman la comunidad educativa y cuyos intere­
ses no siempre son armónicos, hace de ella un lugar idóneo para
aprender por propia experiencia las actitudes básicas de una convi­
vencia libre, democrática, solidaria y participativa.

El problema que se plantea es si la educación para la paz al igual que


los otros contenidos han de convertirse en asignatura. No parece
apropiado incluir estos aspectos ni como áreas aisladas ni como blo­
ques de contenido dentro de un área. Esto podría dar pie a abordarlos
de forma compartimentada y durante un período limitado de tiempo.
Parece mejor impregnar la actividad educativa en su conjunto con
estos contenidos, por ello se introducen en varios bloques de las dis­
tintas áreas dándole un enfoque globalizador que permita abordar los
problemas, las situaciones y los acontecimientos dentro de un con­
texto y en su globalidad.

A continuación se exponen las referencias que sobre la educación para


la paz y la convivencia aparecen recogidas en los elementos curricula­
res de las diferentes etapas educativas. En ellas se remarca la idea de
una educación en valores que prepara para la convivencia en una
sociedad pluralista, a la vez que incide en la necesidad de integrar
dichos contenidos en los currículos de las diferentes áreas.

Mediante un análisis de contenido de los diferentes, contenidos y cri­


terios de evaluación que el MEC propone para las diferentes etapas
educativas, destacamos como puntos más importantes los siguientes.
(En lo que se refiere a los objetivos, podemos revisarlos en el apar­
tado 1.5. del presente tema).

· Contenidos:

a) Conceptuales:

INFANTIL.

– Normas elementales de relación y convivencia.


– Principales grupos sociales de los que se es miembro: familia y
escuela.

PRIMARIA.

– La vida en sociedad:

. Convivencia y organización social.

. Armonización de intereses individuales y colectivos.

. Conflictos de intereses y solución.

. Importancia del diálogo para la paz.

. Diversidad lingüística en el entorno próximo en España, en el


mundo.

SECUNDARIA.

– Niveles de desarrollo económico e intercambio desigual en el


mundo.

– División técnica y social del trabajo y estructura social.

– Interdependencia y desigualdad económica, técnica y política entre


los diferentes países del mundo.

– Transformaciones y tensiones en las relaciones internacionales.

– Principales dilemas morales de nuestro tiempo (ser humano, natu­


raleza, guerras, violencia social, consumismo, marginalidad y discri­
minación…).

– Proyectos éticos contemporáneos (derechos humanos, pacifismo,


feminismo…).

– La música de otras culturas.

– Desarrollo tecnológico, formas y calidad de vida.

– Las lenguas del Estado y su status legal.

– Las variedades sociales y geográficas de la lengua catalana y de


otras lenguas.
b) Procedimentales:

INFANTIL

– Coordinación, colaboración y ayuda con los iguales y con los adultos


pidiendo con confianza la ayuda necesaria en el momento adecuado.

– Discriminación de comportamientos y actitudes adecuados o inade­


cuados en los diversos grupos a los que se pertenece, uso contextuali­
zado de las normas elementales de convivencia.

– Utilización ajustada de aquellos objetos que motivan la colaboración


y cooperación con los otros.

PRIMARIA

– Dominio de las reglas de funcionamiento de la asamblea como ins­


trumento de participación en las decisiones colectivas.

– Coordinación de la propia interpretación con la de los demás miem­


bros del grupo. Sentido de equipo y de conjunto.

– Utilización de las habilidades lingüísticas y no lingüísticas y de las


reglas propias del intercambio comunicativo en distintas situaciones.

SECUNDARIA

– Preparación y realización de debates, negociaciones simuladas, etc.,


en torno a problemas reales o ficticios considerando las circunstan­
cias, las posiciones y alternativas existentes y evaluando las conse­
cuencias.

– Análisis comparativo y evaluación crítica de las informaciones pro­


porcionadas por los medios de comunicación de masas sobre un
mismo hecho o cuestión de actualidad.

– Análisis de algún hecho significativo de la actualidad, indagando en


sus antecedentes históricos y señalando algunas circunstancias con
las que se relaciona.

– Análisis y resolución de dilemas morales y conflictos de valores.


– Identificación y valoración de los medios tanto institucionales como
de grupo o individuales, como alternativa a los problemas éticos más
importantes del mundo actual.

– Análisis crítico de los comportamientos socioculturales que implican


una discriminación o rechazo.

c) Actitudinales:

INFANTIL

– Valoración ajustada y positiva de la propia identidad y de sus posibi­


lidades y limitaciones.

– Confianza en las posibilidades propias para realizar las tareas.

– Aceptación de las diferencias, la identidad y características de los


demás, evitando discriminaciones.

– Actitud de ayuda y colaboración con los compañeros coordinando los


propios intereses con los de los otros.

– Interés por participar en la vida familiar y escolar, y asumir peque­


ñas responsabilidades y cumplirlas con actitudes de afecto, iniciativa,
disponibilidad y colaboración.

– Defensa de los propios derechos y opiniones con actitud de respeto


hacia los de los otros.

– Autonomía en la resolución de situaciones conflictivas.

– Actitud de escucha y respeto a los otros en diálogos y conversacio­


nes colectivas, respetando las normas de intercambio lingüístico.

PRIMARIA

– Sensibilidad y respeto por las costumbres y modos de vida de pobla­


ciones distintas.

– Respeto por los acuerdos y decisiones tomadas en asamblea.

– Rechazo por las discriminaciones en la organización de actividades


grupales.
– Valoración del diálogo como instrumento privilegiado para solucio­
nar los problemas de convivencia y conflictos de intereses.

– Sensibilidad ante la influencia que ejercen los medios de comunica­


ción en la formación de opiniones.

– Respeto y tolerancia hacia las formas de vida y los valores diferen­


tes de los propios.

– Respeto por la contribución de los compañeros y escucha activa para


unir la propia voz a la de los otros.

– Participación en situaciones que supongan comunicación con otros


utilizando recursos motores y corporales con espontaneidad.

– Sensibilidad, apertura y flexibilidad ante las aportaciones de otras


personas.

– Actitud crítica ante los usos de la lengua que supongan una discri­
minación social, sexual, racial..

SECUNDARIA

– Tolerancia y respeto por las diferencias individuales que tienen su


origen en características corporales como edad, talla, peso, diferen­
cias físicas y psíquicas.

– Toma de conciencia sobre los grandes problemas a los que se


enfrenta la vida humana sobre la tierra.

– Rechazo ante el reparto desigual de los recursos sobre la tierra y


solidaridad con aquellos que sufren la escasez de recursos y alimen­
tos.

– Tolerancia, respeto y valoración crítica de actitudes, creencias, for­


mas de vida, de personas o grupos pertenecientes a sociedades o cul­
turas diferentes a la nuestra.

– Valoración crítica de la división social y sexual del trabajo y las pro­


fesiones.

– Toma de conciencia de la responsabilidad colectiva en la consecu­


ción de la paz a diferentes escalas.
– Valoración de las aportaciones de las diferentes teorías éticas.

– Aceptación del reto que supone competir con otros, sin que ello
suponga actitudes de rivalidad.

– Sensibilidad y actitud crítica ante el contenido ideológico de las


obras literarias y ante planteamientos de determinados temas y
expresiones que suponen una discriminación social, racial, sexual…

– Valoración de los comportamientos sociolingüísticos que facilitan


las relaciones de convivencia (fórmulas de cortesía, gestos, tono de
voz…).

– Valoración del enriquecimiento personal que supone la relación con


personas pertenecientes a otras culturas.

– Curiosidad y respeto hacia las ideas, valores y soluciones teóricas


aportadas por otras personas, culturas y sociedades a sus necesidades
prácticas.

– Disposición e iniciativa para organizar y participar solidariamente


en tareas de equipo.

2.4. PROYECTO EDUCATIVO DE CENTRO Y PROYECTOS CURRICU­


LARES DE ETAPA.

Si analizamos lo que viene siendo la práctica cotidiana de la Educa­


ción para la Paz en los centros educativos, vemos que abarca un
amplio espectro de posibilidades que va desde la simple conmemora­
ción de una efemérides a su integración en el proyecto educativo de
centro como eje vertebrador y señal de identidad del mismo.

En medio quedan una serie de posibilidades, como son la realización


de una serie de unidades didácticas en algunas áreas de enseñanza; la
experimentación de programas sobre alguno de los componentes de la
Educación `para la Paz; como referencia constante en alguna asigna­
tura; etc. Obviamente la mayoría de estas posibilidades está en fun­
ción de los contextos educativos en los que se producen. El MEC pro­
pugna trabajar la Educación para la Paz simultáneamente en los dos
niveles que se han explicitado anteriormente. Desde esta perspectiva
recomienda la Educación para la paz como una de las señas de identi­
dad del PEC.

De forma general, sería importante que el equipo de profesores refle­


xionara, desde la concepción de la educación para la paz, sobre los
aspectos que se indican a continuación:

– Parece interesante que desde el centro se discuta qué se entiende por


educación para la paz, su significado e implicaciones educativas, en su
contexto educativo concreto, de acuerdo con las características del
alumnado y del medio en que está situado.

– Parece igualmente necesario tratar de analizar los objetivos y conte­


nidos que han de trabajarse de acuerdo con este planteamiento. La
revisión de los Decretos donde se establece el currículo para cada una
de las etapas educativas constituye una fuente de información básica
para este cometido.

– Por otra parte, es importante reflexionar a cerca del papel del profe­
sor y de la incidencia de su intervención para el logro de una autén­
tica Educación para la Paz.

– Podrían abordarse, también, los criterios metodológicos que han de


estar presentes en un proyecto de estas características, así como los
aspectos organizativos e interactivos que tienen lugar en la vida del
centro.

– Las estrategias de evaluación y la orientación de ésta, pueden ser


otros aspectos sobre los que reflexionar desde la concepción de Edu­
cación para la paz.

– Asimismo, deberían concretarse las actividades educativas comunes


a todo el centro.

– Por último, es necesario decidir qué materiales y recursos parecen


los más indicados para llevar a la práctica este tema transversal.

Consensuar los siete criterios anteriores por el equipo de profesores,


así como fomentar la participación del conjunto de la comunidad edu­
cativa supone poner en práctica un proceso de trabajo en equipo
acorde con los objetivos y contenidos de la Educación para la Paz,
tales como la participación, el diálogo, la escucha activa, la negocia­
ción, el consenso, etc..

Debemos recordar que la Educación para la Paz, como el resto de los


temas transversales, es una dimensión educativa de carácter transver­
sal que como tal afecta a todas las áreas educativas. Esto supone el
trabajo sobre una serie de contenidos y objetivos concretos en cada
etapa, pero sobre todo implica impregnar todos los elementos curri­
culares y la organización de la vida del centro desde los valores en los
que se fundamenta este tema transversal. En otras palabras, más que
entender la educación para la paz como un conjunto de actividades
que se suman al repertorio del centro, se trata de que esté integrada
en la vida del mismo. Por ejemplo, en un centro que tiene como obje­
tivo global el interés y disfrute de la lectura, la adopción de la educa­
ción para la paz hace que, en lugar de acumular una serie de propues­
tas desconexas, ese programa de fomento de la lectura se realice
impregnado desde y para la dimensión paz. De esta forma, la selec­
ción de libros para las bibliotecas de aula y de centro, las actividades
de animación, etc., no sólo desarrollarán el objetivo inicial de formar
lectores y lectoras que disfruten con la lectura, sino que simultánea­
mente se trabajarán valores y contenidos ligados a la Educación para
la Paz.

2.5. EL PAPEL DEL EQUIPO EDUCATIVO Y DEL PROFESOR.

· EL EQUIPO EDUCATIVO: COMPROMISO PARA LA CONSTRUCCIÓN


DE LA PAZ.

La paz no se potencia sin conocer y reconocer a cada persona. La vio­


lencia nace sobre todo del “olvido” y del “pasar de” los demás. Un
esfuerzo que nos hace mirar tan atentamente a cada uno es un servi­
cio a la paz.

A los educadores les preocupa de los alumnos que descubran su papel


de protagonistas, que se sientan libres para opinar y decidir lo que
quieren; les preocupa todo lo que sea capacidad para expresarse, para
crear, el que se den cuenta de sus valores y de lo que son capaces.

Por otra parte, los mismos muchachos quieren que se les valore a
ellos y a su trabajo, que se les tenga en cuenta a la hora de planificar
y actuar y no se les dé todo hecho de antemano, necesitan expresarse
y autoafirmarse, necesitan tener educadores cercanos y amigos que
les sientan mayores y responsables.

El principal instrumento que puede hacer posible la educación para la


paz es el propio equipo educativo, formado por profesores, monitores,
padres de alumnos y los propios alumnos. ¿Qué paz podríamos conse­
guir si cada uno trabajara a su lado?

Cada comunidad educativa ha de tener su propia organización, su


metodología de trabajo y de reflexión, con una escala de valores
determinada que pueda potenciar o frenar las exigencias de la paz.

En el campo educativo, la llamada permanente a la realidad es la pri­


mera exigencia de todo educador. Observar con atención, recoger al
detalle la vida de los alumnos y reflexionar sobre ella para contribuir
a su expansión. Sólo desde esta perspectiva se consideran mínima­
mente válidas nuestras decisiones y se da importancia a nuestros
conocimientos académicos. La paz como tarea educativa pide un
equipo educativo.

· EL PAPEL DEL PROFESOR.

En todo proceso educativo el papel del profesor es fundamental.


Desde la Educación para la Paz, empeñada en buscar la coherencia
entre lo que se hace, entre la forma de educar y la forma de vivir, el
papel del profesor, sus comportamientos y actitudes adquieren una
especial relevancia, hasta el punto de ser considerados como uno de
los factores más importantes para la consecución de los objetivos de
la Educación para la Paz.

Las características más significativas del modelo de profesor coinci­


den en general con las del profesor­ investigador que propugna la
Reforma. En cualquier caso, desde esta dimensión transversal enfati­
zamos las siguientes:

a) En el plano del aprendizaje: coordinador y multiplicador de las


experiencias.

b) En el plano de la organización didáctica: potenciador de la autoges­


tión del grupo y de las técnicas y relaciones grupales, creando un
microcosmos escolar que sea una auténtica comunidad de apoyo para
todos los alumnos/as.

c) En el plano de los comportamientos educativos, el papel del educa­


dor está inspirado en las siguientes cualidades:

· Autenticidad. El enseñante debe ser congruente con sus ideas y, en


segundo lugar, mostrarse de forma transparente y sincera ante y con
los alumnos.

· Competencia para afrontar situaciones conflictivas. Como hemos


dicho, el conflicto, desde este tema transversal, se convierte en obje­
tivo y medio de aprendizaje. En la vida escolar, el profesor debe
poseer una actitud positiva y una competencia técnica para afrontar
los múltiples conflictos que en aquella se producen.

· Aceptación incondicional. Es decir, la capacidad de los enseñantes de


relacionarse con los alumnos considerándolos como personas dignas
de respeto y de valores, independientemente de sus características
físicas y psíquicas, de su procedencia social y del tipo de comporta­
miento que ellos manifiesten. No es fácil llevar a la práctica esta con­
dición cuando los alumnos se comportan de forma negativa hacia el
propio profesor. Sin embargo, la aceptación incondicional resulta
necesaria aún en estos casos, puesto que normalmente cuando los
alumnos se sienten aceptados y respetados como personas, indepen­
dientemente de su comportamiento, rendimiento y cualidad indivi­
dual, además de no desarrollar experiencias de inseguridad, de infe­
rioridad y de incapacidad, se sienten estimulados y aceptados como
realmente se perciben.

· Comprensión. El enseñante realiza este comportamiento cuando


intenta comprender el mundo de los niños y de los jóvenes como ellos
lo ven, sin apriorismos o confrontaciones con determinadas normas.

· Confianza. Para que existan unas buenas relaciones interpersonales,


es imprescindible que el educador actúe en una atmósfera de con­
fianza hacia sus alumnos para que, a su vez, generen confianza entre
ellos y hacia el profesor. La confianza es una cualidad imprescindible
para que se produzcan los fenómenos de autoapertura, a su vez requi­
sito imprescindible para una buena comunicación.
· Estímulo: Los docentes se sienten estimulados cuando observan en
los alumnos interés por lo que se realiza en clase. De igual forma, los
alumnos se sienten estimulados al sentirse considerados como perso­
nas que afrontan los diversos retos de la vida.

· Cooperación. Tanto en nuestras relaciones con los compañeros como


en el trabajo con los alumnos, nuestros comportamientos deben estar
guiados por modelos de trabajo cooperativos, que sean en sí mismos
factores de irradiación educativa.

2.6. CRITERIOS METODOLÓGICOS.

El enfoque de educación para la paz esbozado anteriormente supone


optar por un tipo de metodología que se caracteriza por el cumpli­
miento de los siguientes rasgos metodológicos:

– Compatibilizar la metodología con la idea de paz positiva. De ahí


que se haga hincapié en la utilización de métodos dialógicos, experi­
mentales y de investigación, mediante los cuales no sólo se alcanzarán
determinados objetivos en el sentido clásico, sino que, al mismo
tiempo, se aprenderán otros ligados al propio proceso de aprender.
Las técnicas que acompañan a esta orientación general fomentarán,
lógicamente, la participación, el trabajo en equipo, la cooperación,
etc. Los estudiantes son incitados a participar y a definir las condicio­
nes del propio proceso de aprendizaje; la determinación de los fines;
la elección de los métodos y la evaluación de los resultados.

– La utilización del enfoque socioafectivo. Desde la perspectiva de


la educación para la paz, como se ha indicado, se parte de la idea de
que la enseñanza supone algo más que la mera información y utiliza­
ción de los métodos cognoscitivos, como pueden ser la descripción y
el análisis. A esta vertiente intelectual es preciso añadirle un compo­
nente afectivo experiencial, los requisitos ambos que definen el
método socioafectivo. Los pasos propios dl método socioafectivo son:

· Vivencia de una experiencia –situación empírica o situación experien­


cial­ que el individuo comparte en tanto que es miembro de un grupo.
Por lo tanto, el punto de partida no es el libro de texto o la explicación
del maestro, sino la experiencia y el comportamiento propio de los
alumnos en relación con ciertas actividades y situaciones dentro o
fuera de la clase.

· Descripción y análisis de la misma. Es decir, se trata de describir y


analizar las propias reacciones de las personas que participan en la
anterior situación experiencial, alumnos y profesores. En esta fase
cobre especial importancia el análisis de los procesos decisorios, de
mayor o menor importancia, que se han ejecutado en el interior del
grupo: las variaciones en los diferentes alumnos; el papel de la infor­
mación para la toma de decisiones; las diferentes reacciones emocio­
nales; las influencias que puede tener la toma de decisiones en nues­
tros comportamientos; …todo ello con el fin de que los alumnos
adquieran consciencia y confianza en sí mismos, y así para poder
tomar consciencia y tener confianza en los demás.

· Contrastar y, si es posible, contrastar la experiencia vivida, las situa­


ciones exteriores de la vida real. Es decir, relacionar el micronivel del
grupo­clase con el meso o macro nivel, a partir de la situación vivida
y del análisis de la misma.

Por lo que se refiere al problema de la motivación, necesaria para


construir los aprendizajes significativos, se constata como en las
situaciones experienciales y las actividades complementarias se
enlaza el interés de los alumnos por sí mismos con el que en ellos
debe despertar el mundo que los rodea. La participación y la actividad
como factores de motivación prestan sus efectos al método socioafec­
tivo al estar basado precisamente en esas cualidades.

Veamos algunos ejemplos de aplicación del método socioafectivo. En


una clase de secundaria se está estudiando la relación norte­sur. Para
aprender y vivir las nociones de dependencia e intercambio desigual,
el profesor propone a los alumnos realizar un juego de simulación: la
dinámica de los cubos (manos unidas, 2003, págs. 52­53). A partir de
la vivencia que nos proporciona dicho juego, primera fase del método
socioafectivo, pasaríamos a la segunda, es decir analizar el tipo de
interacciones, actitudes, comentarios, resultados, etc. Que se han pro­
ducido en el transcurso del juego. Finalmente, en la tercera fase,
intentaríamos relacionar lo vivido con los conceptos que estamos
estudiando.
Los dos principios metodológicos que acabamos de ver, se comple­
mentan con los siguientes:

– Tener siempre en cuenta los aspectos afectivos­relacionales.

– Posibilitar que el centro en general, y la clase en particular, sea una


comunidad de apoyo para todos y cada uno de los que frecuentan la
institución escolar.

– Dar a los niños la oportunidad de asumir papeles y responsabilida­


des reales.

– Ayudar a los alumnos a pensar por sí mismos, favoreciendo situacio­


nes en las que puedan interaccionar entre ellos mismos, en las que
confronten sus intereses, puntos de vista, toma de decisiones colecti­
vas, cooperen, compartan decisiones, y resuelvan problemas y conflic­
tos.

– Animarles a imaginarse a sí mismos en el lugar de otros.

– Alabar como modelos a personas queridas que actúen de un modo


altruista.

– Animarles a utilizar su imaginación para encontrar soluciones no


violentas a situaciones conflictivas.

– Dar el tiempo suficiente para reflexionar y ejecutar las premisas


que hemos descrito.

ACTIVIDADES COMUNES DE CENTRO.

Además del establecimiento de unos determinados objetivos, conteni­


dos y criterios metodológicos generales, la adopción de la educación
para la paz implica la realización conjunta, a lo largo del curso, de
una serie de actividades en todos los ciclos y etapas, con sus diferen­
tes grados de profundización, que den consistencia y coherencia al
proyecto. Esto supone, como ya hemos indicado, la puesta en ejercicio
de un proceso de decisiones consensuado, contenido procedimental
básico de la educación para la paz en particular y para la buena mar­
cha del centro en general. Tanto en este proceso de decisiones como
para la realización efectiva de alguna de las actividades que se propo­
nen, no podemos soslayar la necesaria e importante colaboración que
pueden prestar los padres de alumnos, estimulando su participación
en los programas de educación para la paz que se diseñen en el cen­
tro.

El conjunto de actividades que exponemos, en ningún caso deben


entenderse en sentido puntual o desligado de otras experiencia educa­
tivas cotidianas. Muy por el contrario, todas ellas, aunque tienen su
propia autonomía, están concebidas como elementos integrantes de
un proyecto global de educación para la paz.

Efemérides relacionadas con la paz.

Fines didáctico­educativos:

– Resaltar la necesidad de la paz para la convivencia, el progreso y la


plenitud de las relaciones humanas.

– Hacer hincapié, de forma positiva, en los distintos aspectos que


abarca la paz.

– Servir como recordatorio ante ciertas situaciones no superadas.

– Facilitar la motivación.

Posibles fechas:

– Día de las Naciones Unidas (24 de Octubre).

– Día Internacional de los Derechos del Niño (20 de Noviembre).

– Día de los Derechos Humanos (10 de Diciembre).

– Día escolar por la paz (30 de Enero).

– Día Internacional para la eliminación de todas las formas de discri­


minación racial (21 Marzo).

Actos intercentros

Fines didáctico­educativos:

– Facilitar la colaboración humana y profesional con otros centros.

– Poner en contacto a chicos de distintos barrios o pueblos.


Posibles actividades:

– Pintura al aire libre.

– Marcha por la paz.

– Fiesta por la paz.

– Programas de radio.

– Revistas.

Campañas de solidaridad

Fines didáctico­educativos:

– Aprender a no ser indiferentes.

– Aprender a compartir.

– Poner en contacto a alumnos y alumnas con las organizaciones de


carácter humanitario y de ayuda al Tercer Mundo.

Posibles campañas:

– Crear fondos para comprar material para las posibles necesidades y


necesitados/as del colegio.

– Potenciar campañas y/o colaborar con organizaciones de ayuda al


Tercer Mundo.

– Participar en campañas y organizaciones de defensa de los Derechos


Humanos.

Correspondencia interescolar e intercambios

Fines didáctico­educativos:

– Satisfacer las necesidades de comunicación.

– Facilitar la motivación para estudiar otros medios y culturas.

– Servir de fuente de obtención de datos.


– Utilizarla como técnica específica en el estudio de otras lenguas y
culturas.

Posibles contactos:

– Correspondencia continuada con clases del mismo nivel de otros


colegios de la comunidad autónoma, de España o del resto del mundo.

– Especialmente interesante resulta, en la perspectiva de educación


para la paz, la correspondencia continuada con chicos y chicas de paí­
ses que ciertas personas e instituciones denominan “enemigos” o
“potencialmente enemigos”.

Revistas o números monográficos sobre la paz.

Fines didáctico­educativos:

– Facilitar la expresión, divulgación de las producciones y comunica­


ción de los alumnos.

– Potenciar la creatividad de los alumnos, tanto en su forma investi­


gadora como artística.

– Aportar a la sociedad producciones culturales de la propia escuela.

– Servir de retro­alimentación en el proceso indagador y creador de


los/as chicos/as.

Teatro y paz.

Fines didáctico­educativos:

– Fomentar la expresión corporal y el lenguaje dramático.

– Sensibilizar sobre determinados temas que traten las obras, a partir


de las propias representaciones de los alumnos.

Posibles actividades:

– Escenificaciones, teatro de marionetas, etc., con textos creados por


los alumnos o bien tomando fragmentos de alguna obra.

– Comentario de las mismas.


Biblioteca de aula y de centro por la paz.

Fines didáctico­educativos:

– Ofertar a los alumnos una selección de libros de literatura infantil y


juvenil que tratan o desarrollan temas de la paz.

– Fomentar el placer de la lectura.

Las variantes de trabajo son múltiples:

– Lectura de libros de literatura infantil y juvenil sobre la paz.

– Relación de fichas de trabajo y comentario de los mismos.

– Creación de textos, poemas, obras de teatro…que fomenten la paz,


bien individual y colectivamente.

– Relación de periódicos y/o libros de paz.

– Juegos de cooperación.

Campañas de sensibilización sobre los juegos y juguetes.

Fines didáctico­educativos:

– Evitar los juguetes y juegos que que suponen violencia y/o culto a la
violencia.

– Proporcionar juguetes y juegos alternativos.

– Romper con los juegos y juguetes bélicos y sexistas.

Posibles actividades:

– Análisis de la publicidad en relación con los gustos de niños y niñas


sobre los juguetes.

– Parodia de anuncios publicitarios.

– Taller de juguetes.

– Recogida de firmas en contra de los juguetes bélicos.

Juegos cooperativos:
Fines didáctico­educativos:

– Aprender a disfrutar por el propio placer de jugar, y no por fines


colaterales al juego: ser el primero, ser el mejor, etc. Se trata de dis­
frutar con juegos en los que no haya perdedores.

– Facilitar el aprendizaje de la cooperación y de las distintas formas


de comunicación.

– Estimular la creación de una atmósfera grupal participativa, posi­


tiva y comunicativa.

Posibles juegos:

– Juegos de presentación.

– Juegos de conocimiento.

– Juegos de afirmación.

– Juegos de confianza.

– Juegos de comunicación.

– Juegos de cooperación.

Exposiciones.

Fines didáctico­educativos:

– Poder servir como motivación, refuerzo o para sugerir nuevas pau­


tas de trabajo.

– Presentar a todo el colegio, comunidad educativa y sociedad en


general las creaciones e investigaciones de las distintas áreas, con la
paz como protagonista.

– Servir de canal de comunicación y toma de conciencia entre la


escuela y su entorno.

Posibles realizaciones:

– Elaboración de carteles, collages, pegatinas, dibujos, audiovisuales,


etc. Sobre aspectos relacionados con la paz.
– Exposiciones de “artistas por la paz”.

– Creación de murales y monumentos por la paz.

– Organizar exposiciones de pegatinas por la paz realizadas por adul­


tos y de las creadas por los propios chicos.

– Estudios e investigación de los grandes artistas que dedicaron algu­


nas de sus creaciones a la paz.

– Inicio de una fototeca por la paz.

– Recopilar chistes gráficos por la paz.

EVALUACIÓN.

Cuatro consideraciones previas:

a) Tal como se recoge en los documentos oficiales, la evaluación debe


orientarse hacia el proceso de aprendizaje de alumnos y alumnas
como a la propia práctica docente (actuación docente y proceso didác­
tico seguido).

b) Dada la especificidad de la educación para la paz como educación


en valores, la evaluación debe ser preferentemente de tipo cualitativo.

c) Las pautas de evaluación que exponemos a continuación son gene­


ralizables, con las debidas adaptaciones, a las tres etapas educativas.

d) La estrategia global debe estar orientada para hacer de la evalua­


ción un proceso compartido, una experiencia dialogada entre profeso­
res y entre profesores y alumnos.

En general y como pautas fundamentales deberán tenerse en cuenta


las siguientes:

1. Nivel de participación en las actividades de grupo y grado de res­


peto a las normas de funcionamiento:

· participación.

· Aceptación y respeto a los otros.


· Cumplimiento de las normas de comunicación en grupo (petición de
palabra, respeto de turnos, escucha activa…).

2. Grado de cooperación.

· ¿se ha creado un clima de cooperación?

· ¿Los alumnos pueden trabajar y relacionarse entre sí?

· ¿Qué tipo de destrezas y estrategias son las dominantes en los jue­


gos?

· Grado de iniciativa y formas que suelen adoptarse en la toma de


decisiones.

3. Cómo se afrontan los conflictos:

· Actitud que se adopta.

· Estrategias que se ponen en juego.

· Grado de respeto a las soluciones adoptadas.

4. Cómo se enjuicia a las personas, grupos sociales, etnias, etc., ajenas


al endogrupo.

· Grado de aceptación de la diferencia y la diversidad (cultural, lin­


güística, racial, social, etc.).

· Grado de tolerancia y respeto.

· Grado de solidaridad con los desfavorecidos.

5. Nivel de compromiso con los valores propios de una cultura de paz:


justicia, solidaridad, tolerancia, no violencia, derechos humanos,
desarme, etc.

Un capítulo importante en este apartado de la evaluación lo consti­


tuye el denominado “currículo oculto”, definido como el conjunto de
aspectos que sin ser contenidos expresos de aprendizaje mental, se
asimilan como consecuencia del tipo de aprendizaje que de tales con­
tenidos se realiza. Aspectos como a qué cosas se le da importancia,
qué tipo de relaciones de aprendizaje se refuerzan, qué se persigue o
está latente en todo el proceso de investigación, qué connotaciones
personales o sociales se hacen, cómo se planean y realizan las cosas,
cómo se han de justificar los propios resultados, la importancia del
trabajo individual y de las aportaciones al grupo y del grupo, etc. En
este sentido, uno de los grandes retos de las prácticas educativas
informadas desde la educación para la paz, es el logro de la coheren­
cia entre el curriculo expreso y el oculto.

TÉCNICAS DIDÁCTICAS.

a) Simposio. En esta técnica, un equipo de expertos desarrolla los dis­


tintos aspectos de un problema en forma sucesiva ante la necesidad
del grupo. Se suele utilizar esta técnica para ampliar los conocimien­
tos del grupo sobre algún tema.

b) Mesa redonda. En la mesa redonda existe también un grupo de


expertos que sostienen puntos de vista distintos y a veces contradicto­
rios sobre el mismo tema exponiéndole al grupo en forma sucesiva.
Esta técnica se utiliza principalmente para aclarar, al menos intenta
conseguirlo, aspectos sobre temas en que existan interpretaciones
divergentes.

c) Panel. En esta técnica, no hay exposición, sino que un grupo de


expertos discute sobre un tema en forma de diálogo o conversación
ante el auditorio. La informalidad y la espontaneidad de esta técnica
son las características de la misma. Puede utilizarse el panel en la
escuela para tratar diversidad de temas.

d) Entrevista o consulta pública. En que un miembro del grupo inte­


rroga a un experto en presencia del auditorio a cerca de un tema
señalado de antemano, y, como la anterior técnica, tiene una utilidad
general.

e) Debate dirigido o discusión guiada. En esta técnica, un grupo redu­


cido trata un tema en discusión informal con la ayuda de un conduc­
tor. Es una técnica propia para el aprendizaje en la escuela de conte­
nidos generales y aun específicos del programa escolar.

f) Philips 66. Un grupo grande se divide en subgrupos de seis perso­


nas, para discutir durante seis minutos un tema y llegar a conclusio­
nes. Posteriormente, de los informes de todos los grupos se extrae la
conclusión general, esta técnica tiene ventajas porque: promueve la
participación activa de todos los miembros del grupo, consigue opi­
nión de todos los miembros en un tiempo muy breve, concluye sobre
la información de gran número de personas.

g) Cuchicheo. Puede considerarse como una fórmula de Philips 66. Los


miembros de un grupo dialogan de dos en dos para discutir un tema
del momento y de rápida solución. El cambio de tono, mejor, oculta­
ción de la voz, les gusta mucho a los pequeños.

h) Clínica del rumor. Se intenta con esta experiencia demostrar cómo


se crean los rumores y se distorsionan a través de los sucesivos testi­
monios.

i) Comisión. Esta técnica en grupo reducido estudia un tema o pro­


blema específico para luego presentar las conclusiones a un grupo
mayor al cual representa. Las comisiones son muy frecuentes en el
ámbito escolar y los estudiantes colaboran en las mismas con mucho
entusiasmo.

j) Seminario. Vocablo muy extendido en la actualidad. Un grupo redu­


cido investiga intensamente un tema a través de varias sesiones pres­
critas de antemano y recurriendo a fuentes fidedignas de informa­
ción.

k) Role­playing. Una representación en que dos o más personas inter­


pretan una situación de la vida real representando los papeles del
caso, con el objeto de presentar el caso al grupo con mayor evidencia.
Los temas para esta técnica son innumerables.

3. CONCLUSION.

Hemos de ser conscientes pues, de que la educación para la paz, junto


con los demás temas transversales y especialmente junto con le edu­
cación moral, por tocar temas afines, han de ser muy tenidos en
cuenta a la hora de llevar a la práctica el currículum, junto con las
implicaciones educativas que conlleva.

Teniendo en cuenta que ha de impregnar todos los ámbitos y etapas


educativas, y que deben estar implicados todos los sectores (padres,
alumnos profesores, directivos, administración), cada una en su papel
dentro del sistema educativo, para poder conseguir la escuela que
todos queremos y deseamos, que será el fiel reflejo de la sociedad a la
que aspiramos.

4. BIBLIOGRAFÍA.

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Transversales. Madrid. 2003.

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puesta posible”. APDH­ CIP. Madrid. 2004.

· Revista de Pedagogía Social. Educación para la Paz (nº Monográfico).


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