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Artículo de síntesis elaborado por la Cátedra Comunicación 2018, FFYB, UBA.
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Lorenzano, P., Filosofía de la Ciencia, Bernal: Universidad Nacional de Quilmes, 135 páginas,
2004.
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cosas ocurren de tal o cual manera, sino que la ciencia pretende dar cuenta de
por qué ocurren y cómo ocurren ciertos fenómenos. Sin embargo, no alcanza con
decir que la explicación científica es dar cuenta de cómo ocurren los fenómenos
que la ciencia quiere explicar. Los filósofos de la ciencia siguen intentando
comprender la complejidad de aquello que se conoce como "explicación
científica". Nosotros no ahondaremos en este tema pero nos quedaremos con
esta idea general: la ciencia pretende explicar fenómenos.
Ahora bien, para poder dar explicaciones científicas, los científicos utilizan
conceptos. Estos conceptos posibilitan articular el conocimiento. Los conceptos
son las unidades mínimas de significación. Estos conceptos se incorporan en
afirmaciones, es decir, son utilizados para decir que ciertas cosas son de cierto
modo. Las unidades aseverativas mínimas son las denominadas proposiciones o
enunciados. Y, en particular, los enunciados científicos nunca aparecen
descontextualizados de la teoría en la que se hace tal o cual afirmación científica.
Pero ¿a qué se llama teoría?
Ulises Moulines señala en el artículo titulado “La Naturaleza y estructura de las
teorías científicas”3 que: "[...] la ciencia empírica es un edificio complejo que
consiste en muchos componentes diferentes: instrumentos y métodos de
observación, experimentación y computación, aplicaciones tecnológicas, valores
metodológicos y éticos, motivaciones y supuestos ideológicos y/o metafísicos
subyacentes y comunidades científicas estudiando un rango particular de la
experiencia humana con algunos objetivos particulares en mente. Pero por sobre
todo, la ciencia empírica consiste en una clase particular de entidades abstractas
conocidas como teorías. Instrumentos, métodos, valores, y objetivos,
comunidades de investigación y todo el resto toman sentido solo con respecto a
alguna teoría científica en particular aceptada y utilizada por los científicos. La
noción de teoría es esencial para comprender la naturaleza de la ciencia
empírica."
Es decir, para producir lo que se conoce como "saber científico" se introducen
nuevos conceptos, se formulan hipótesis y leyes y, como señala el filósofo
Moulines, se construyen teorías. Veamos, de manera sintética, a que
denominamos teoría, ley científica e hipótesis científica.
Teorías
Podríamos decir que una teoría determina una clase de modelos para dar cuenta
de ciertos datos, fenómenos o experiencias correspondientes a determinado
ámbito de la realidad.
No es sencillo definir qué es un modelo, ya que los hay de muchos tipos, pero
podríamos acordar en que un modelo en ciencia es una representación de aquello
que se pretende estudiar. Los modelos son provisorios, se completarán,
modificarán, cambiarán su ámbito de validez o directamente se descartarán a
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Moulines, U., The Nature and Structure of Scientific Theories, Methateoria Vol 1, 15-29, 2010.
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medida que se acumulen evidencias dentro de la comunidad científica que los
sostiene y utiliza.
La teoría define los modelos con la pretensión de que representan
adecuadamente los fenómenos. Se postulan teorías, que definen modelos
cuando la comunidad científica considera que dicha teoría representa
adecuadamente “la realidad”. Pero atención, la teoría no dice “la verdad” sobre
la realidad, solo la describe lo suficientemente bien… hasta que una nueva teoría
lo haga mejor.
Cada disciplina científica decide qué y cómo preguntar sobre “el trozo de
realidad” que estudia. Así, el conocimiento se va construyendo con la propuesta
de modelos que intentan explicar ese “trozo de realidad”.
Para formular estos modelos muchas veces se suele recurrir al planteo de teorías
con sus correspondientes leyes.
Leyes e Hipótesis
Las leyes científicas hacen referencia a regularidades, es decir a fenómenos
que regularmente ocurren y que son, por supuesto, de interés científico. Estas
leyes describen cómo un modelo dice que se comporta una porción del mundo
estudiada.
Las hipótesis son un tipo muy especial de enunciados, se llama hipótesis científica
a cualquier afirmación, ya sea simple o compleja, singular o general, que sea
susceptible de ser sometida a contrastación, prueba o examen. Por ello enunciar
bien una hipótesis es una gran guía heurística para el trabajo científico.
Así ́ es como la teoría dice cómo es “el mundo”, esos “trozos del mundo” de los
que quiere dar cuenta en su ámbito de aplicación específico.
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En general se conoce como método científico, a la forma de justificar lo que se
dice en las investigaciones, es decir, a la forma de fundamentar por qué se dice
lo que se dice desde el ámbito científico.
Según César Lorenzano4:“El primero de los equívocos acerca del método
científico plantea una falsa disyuntiva entre éste y los métodos y técnicas que
son propias de cada disciplina, y que se utilizan para estudiar el campo de
conocimiento que les pertenece, les atañe. Sabemos, por ejemplo, que la
experimentación con animales es propia de la fisiología (aunque no solo de ella),
la disección de la anatomía, el análisis espectrográfico de la química, la
exploración con telescopio de la astronomía, etc. Esto lleva a decir,
erróneamente, que no hay método, sino métodos. La confusión radica en que si
bien es cierto que existe una enorme diversidad en las formas específicas con las
que los científicos exploran la realidad, y que son adecuadas a cada objeto de
estudio, no son lo que se entiende por método científico. Este se trata, por lo
contrario, de una forma de pensamiento que es común a todas las disciplinas, a
todas las ciencias. En este contexto, las metodologías específicas son utilizadas
cuando se ponen a prueba las hipótesis que se plantean desde el método
científico”.
4) La alfabetización científica
Los avances en el conocimiento científico han generado una profunda
transformación de los modos de vida. Por esta misma razón la necesidad de que
los ciudadanos posean cultura científica y tecnológica ha ido en aumento. El
investigador José Antonio López Cerezo5 afirma que“la cultura científica tiene un
extraordinario valor práctico para mejorar la vida de las personas, en tanto que
consumidores o usuarios de productos y artefactos técnicos, en el supermercado
o en el hospital, o en tanto que profesionales que pueden hacer uso de la
información especializada para obtener mejoras laborales. Tiene también la
cultura científica un gran valor para la maduración democrática de los
ciudadanos, dada la presencia ubicua de la ciencia en todos los ámbitos de la
vida, pues sus oportunidades de formarse una opinión e implicarse en asuntos
de interés general dependen cada vez en mayor medida de su familiaridad con
la ciencia.”
Cuando se habla de que el ciudadano presenta, o es deseable, que presente, un
buen nivel de manejo del saber científico se suele hacer mención a la
"alfabetización científica". Sin embargo, no es sencillo encontrar una única
4
Lorenzano, C., La estructura del conocimiento científico. Zavalía, 1988.
5
López Cerezo, J. A., La cultura científica tiene un extraordinario valor práctico para mejorar la
vida de las personas. Entrevista OEI. Disponible
en http://www.oei.es/historico/divulgacioncientifica/entrevistas_122.htm Consultado 20 de
Agosto de 2017
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definición para este concepto. El programa para la evaluación internacional de
estudiantes PISA de la OECD (Organización para la Cooperación y el Desarrollo
Económico)6 define a la alfabetización científica como "la habilidad de
relacionarse con asuntos relacionados a la ciencia" y poder llevar adelante "un
discurso razonable sobre ciencia y tecnología”. Más allá de los cuestionamiento
que se realizan a las prueba PISA por sus mediciones sobre estándares educativos
(esta es otra discusión interesante para dar), es posible utilizar esta definición
como disparador para pensar en este asunto.
Ahora bien, ¿cómo se evalúa esta "habilidad"? ¿A qué se llama "discurso
razonable"? El mismo organismo señala que estar alfabetizado científicamente
debería implicar tener competencias para:
Explicar fenómenos científicamente: reconocer, ofrecer y evaluar
explicaciones para un rango de fenómenos naturales y tecnológicos.
Evaluar y diseñar investigaciones científicas: describir y llevar adelante
investigaciones científicas y proponer modos científicos de indagar.
Interpretar datos y evidencia científicamente: analizar y evaluar datos,
enunciados y argumentos en una variedad de representaciones para sacar
conclusiones científicas apropiadas.
Estas exigencias quizás parezcan demasiado altas para dar cuenta de que un
ciudadano está científicamente alfabetizado, y si bien hay discusión entre los
autores que analizan estas cuestiones, hay acuerdo en que comprender las
prácticas científicas es entender cómo es que los científicos hacen ciencia.
Esta comprensión es central también para que aquellos que no son científicos
puedan diferenciar cuándo un hallazgo ha sido científicamente producido y
cuándo no, e incluye además el saber sobre cómo han sido desarrolladas las
investigaciones. Hay preguntas que son centrales poder hacerse al estar frente a
un resultado supuestamente científico: ¿qué métodos se usaron? ¿La publicación
fue revisada por pares científicos? ¿Se hicieron ensayos doble ciego? ¿Hay
replicados de los resultados hallados? ¿Qué variables se han controlado durante
los estudios? ¿Cómo se midió el error experimental? ¿Hay consenso entre los
científicos sobre los resultados encontrados? Un individuo alfabetizado podrá
hacerse estas preguntas y evaluar así el fenómeno en estudio.
Un concepto asociado a de alfabetización científica, es el llamado alfabetización
en salud, y hace referencia a las capacidades que necesitan tener los individuos
para acceder y comprender información sobre salud para poder tomar decisiones.
En 1998, la Organización Mundial de la Salud definió a la alfabetización en salud
como "las habilidades cognitivas y sociales que determinan la motivación y la
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Snow, C. and Dibner, K., Science Literacy: Concepts, Contexts, and Consequences. The
National Academy Press, 2016.
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habilidad de los individuos para obtener acceso, comprender y usar información
de modos tales que promuevan y mantengan su buena salud".7
No son estas las únicas definiciones que pueden encontrarse en la literatura, pero
queda claro que sólo comprendiendo el modo de producir conocimiento que tiene
la ciencia se puede alcanzar un adecuado nivel de alfabetización tanto científica
como en salud.
7
World Health Organization. (1998). Health Promotion Glossary. Disponible
en www.who.int/healthpromotion/about/HPR%20Glossary%201998.pdf. Consultado 24 de
Agosto de 2017.
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“Entendiendo Revistas y Artículos Científicos”, Anthony Carpi, Ph.D., Anne E. Egger, Ph.D.,
Natalie H. Kuldell - https://www.visionlearning.com/es/library/Proceso-de-la-
Ciencia/49/Comunicaci%C3%B3n-Cient%C3%ADfica:-Entendiendo-Revistas-y-
Art%C3%ADculos-Cient%C3%ADficos/158
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A la comunicación científica para el público general se la suele denominar
"comunicación pública de la ciencia" o "divulgación científica". Moledo y Polino
(1998)9 señalan la necesidad e importancia de esta actividad debido a que:
la cultura occidental admite a la ciencia y a la tecnología como
núcleo fundante y motor de su progreso;
la ciencia es conocimiento público;
el conocimiento científico es un valor fundamental, especialmente en
la sociedad del conocimiento;
como ciudadanos de un estado democrático continuamente estamos
obligados a tomar decisiones que involucran a la ciencia y al sistema
científico (aún sin saberlo) ya sea en el ámbito de la medicina, del
medioambiente, de los alimentos, de la energía, etc.;
la ciencia es parte de la cultura.
Al leer una noticia sobre ciencia es bueno ver quién es el autor (sea investigador
o periodista) y revisar las fuentes citadas. También existen portales sobre ciencia
que suelen tener información muy confiable. Les dejamos algunos sitios de
nuestro país (como agencias oficiales o programas o páginas de periodistas
científicos):
http://www.agenciacyta.org.ar/
http://www.conicet.gov.ar/?s=&fecha=&cate=divulgacion&lan=&submit=busca
r
-http://revistaexactamente.exactas.uba.ar/
-https://radiocut.fm/radioshow/el-arcon/
-http://www.valeriaroman.com.ar/
9
Moledo, L. y Polino, C., Divulgación científica, una misión imposible. Redes, V, 11, 97-112,
1998.
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imágenes. El trabajo en medicina nuclear requiere de personal con conocimientos
teóricos especializados y sólidas nociones operativas.
El Técnico Universitario en Medicina Nuclear está capacitado para realizar, bajo
supervisión del médico, procedimientos diagnósticos y terapéuticos en pacientes
mediante la utilización de sustancias radiactivas, cumpliendo normativas de
calidad, radioprotección y seguridad.
Las tareas a realizar en las áreas de competencia del Técnico Universitario en
Medicina Nuclear pueden agruparse del siguiente modo:
Trabajar con productos de radiofarmacia,
Garantizar calidad en el Servicio de Medicina Nuclear,
Atender al paciente,
Entender en protección radiológica, higiene y seguridad laboral,
Organizar y gestionar el área laboral.