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Dios gobernaba a su pueblo desde los días de Moisés hasta los tiempos de
Samuel. La vida nacional de Israel había sido organizada por Moisés al pie del
monte Sinaí, teniendo los israelitas por Rey a Jehová mismo “vosotros me seréis
un reino de sacerdotes y una nación santa” (Ex 19:5,6). Moises, Josue y los
catorce jueces (incluyendo Samuel) no eran sino delegados temporales para el
cumplimiento de cometidos individuales de mayor o menor duración.
El Rey celestial durante la teocracia, usaba instrumentos humanos para transmitir
su palabra y voluntad a su pueblo. Estos instrumentos eran: Profetas
(Deuteronomio 18:15), Sacerdotes (Deuteronomio 33:8-11) y los caudillos
llamados Jueces, cuya función dependía de un llamamiento explícito de Dios
(Jueces 3:9).
Ese periodo comienza después de Samuel, más exactamente con Saúl y llega a
Sedequías. El pueblo había pedido un gobernante visible, terrenal, lo que trajo
desapruebo de parte de Dios, puesto que Dios conocía al hombre, su incapacidad
de gobernarse a sí mismo y aún su rechazamiento de Jehová (I Samuel 8:7).
Siendo así que el nacimiento, vida y muerte de nuestro Señor Jesucristo ocurrió
en la dispensación de la Ley, y él, a través de su vida santa apartada de este
mundo, hizo lo que a nosotros tocaba hacer: cumplio la ley por nosotros, a fin de
satisfacer la justicia divina.
Esa dispensación fracasó porque el hombre resultó demasiado débil para guardar
las leyes de Dios.
“…sabiendo que el hombre no es justificado por las obras de la ley, sino por la fe
de Jesucristo, nosotros también hemos creído en Jesucristo, para ser justificados
por la fe de Cristo y no por las obras de la ley, por cuanto por las obras de la ley
nadie será justificado.”
El sistema de sacrificios y del sacerdocio que fue incluido era tanto legal como de
gracia. El gobierno en esta dispensación era una teocracia, un gobierno por de
Dios a través de sus jueces, profetas, sacerdotes y más tarde reyes. El pacto
mosaico fue también de carácter temporal, en vigencia sólo hasta que Cristo
viniese.
“De manera que la ley ha sido nuestro ayo, para llevarnos a Cristo, a fin de que
fuésemos justificados por la fe. Pero venida la fe, ya no estamos bajo ayo,”
Los mayores juicios fueron el cautiverio bajo Asiria y Babilonia, de los cuales
retornaron en el tiempo debido. Los juicios de Israel también vinieron después del
término de la dispensación mundial e incluyeron la destrucción de Jerusalén en el
año 70 d.C. y la dispersión mundial de Israel. La gran tribulación, otro tiempo de
angustia para Jacob, está todavía por delante.
Jer 30:1-11 RV1960 Palabra de Jehová que vino a Jeremías, diciendo: (2) Así
habló Jehová Dios de Israel, diciendo: Escríbete en un libro todas las palabras que
te he hablado. (3) Porque he aquí que vienen días, dice Jehová, en que haré
volver a los cautivos de mi pueblo Israel y Judá, ha dicho Jehová, y los traeré a la
tierra que di a sus padres, y la disfrutarán. (4) Estas, pues, son las palabras que
habló Jehová acerca de Israel y de Judá. (5) Porque así ha dicho Jehová: Hemos
oído voz de temblor; de espanto, y no de paz. (6) Inquirid ahora, y mirad si el
varón da a luz; porque he visto que todo hombre tenía las manos sobre sus lomos,
como mujer que está de parto, y se han vuelto pálidos todos los rostros. (7) ¡Ah,
cuán grande es aquel día! tanto, que no hay otro semejante a él; tiempo de
angustia para Jacob; pero de ella será librado. (8) En aquel día, dice Jehová de
los ejércitos, yo quebraré su yugo de tu cuello, y romperé tus coyundas, y
extranjeros no lo volverán más a poner en servidumbre, (9) sino que servirán a
Jehová su Dios y a David su rey, a quien yo les levantaré. (10) Tú, pues, siervo
mío Jacob, no temas, dice Jehová, ni te atemorices, Israel; porque he aquí que yo
soy el que te salvo de lejos a ti y a tu descendencia de la tierra de cautividad; y
Jacob volverá, descansará y vivirá tranquilo, y no habrá quien le espante. (11)
Porque yo estoy contigo para salvarte, dice Jehová, y destruiré a todas las
naciones entre las cuales te esparcí; pero a ti no te destruiré, sino que te castigaré
con justicia; de ninguna manera te dejaré sin castigo.
Dan 12:1 RV1960 En aquel tiempo se levantará Miguel, el gran príncipe que está
de parte de los hijos de tu pueblo; y será tiempo de angustia, cual nunca fue desde
que hubo gente hasta entonces; pero en aquel tiempo será libertado tu pueblo,
todos los que se hallen escritos en el libro.
Mat 24:22 RV1960 Y si aquellos días no fuesen acortados, nadie sería salvo; mas
por causa de los escogidos, aquellos días serán acortados.
Durante este periodo, se generó la responsabilidad para el hombre de guardar los
mandatos de la Ley que incluía los 10 mandamientos, las leyes civiles, las
sociales y las religiosas. En Éxodo 19:5,6 Dios dice al pueblo: “Ahora, pues, si
diere oído a mi voz, y guardare mi pacto, vosotros me seréis mi especial tesoro
sobre todos los pueblos; porque mía es toda la tierra. Y vosotros me seréis un
reino de sacerdotes, y gente santa”, Sin embargo, después de haber recibido
todos estos mandatos y haber entrado a la tierra prometida tuvo varios
inconvenientes negativos tales como:
1. Hicieron pacto con las gentes de aquella tierra de Canaán; Jueces 1:21, 27,30,
31, 33, y como consecuencia, no le siguió dando más tierras.
2. En el tiempo de los Jueces, se desviaron del camino por varias ocasiones, y por
causa a sus desvíos tuvieron nueve cautiverios.
3. No quisieron que Dios los siguiera guiando, “pidieron Rey”. 1. Samuel 8:1- 7.
Ahora bien, por causa de tantas desviaciones el reino sufrió cambios y divisiones
Una de las divisiones fue la parte Norte “Israel” y otra fue la parte Sur “Judá”. La
parte Norte “Israel” se dedicaron a crear dioses de oro en forma de becerro; y
como consecuencia Dios los castigó con la vara de los asirios. Por la parte sur
“Judá” se degradó haciendo altares a los baales debajo de cualquier árbol
frondoso, y como consecuencia Dios los castigó con el látigo de Babilonia, los
medos, los Persas, los griegos y los romanos en el tiempo de Cristo.
4. Crucificaron al único hombre que guardó la ley por completo. (JESUCRISTO),
por tal motivo, el Señor lloró bajando la colina de Jerusalén. San Lucas 19:41-44.
Entonces Jehová dijo a Moisés: He aquí, yo vengo a ti en una nube espesa, para
que el pueblo oiga mientras yo hablo contigo, y también para que te crean para
siempre. Y Moisés refirió las palabras del pueblo a Jehová.
Pero antes que viniese la fe, estábamos confinados bajo la ley, encerrados para
aquella fe que iba a ser revelada. De manera que la ley ha sido nuestro ayo, para
llevarnos a Cristo, a fin de que fuésemos justificados por la fe. Pero venida la fe,
ya no estamos bajo ayo,
porque el fin de la ley es Cristo, para justicia a todo aquel que cree.
Porque todos los que dependen de las obras de la ley están bajo maldición, pues
escrito está: Maldito todo aquel que no permaneciere en todas las cosas escritas
en el libro de la ley, para hacerlas. Y que por la ley ninguno se justifica para con
Dios, es evidente, porque: El justo por la fe vivirá; y la ley no es de fe, sino que
dice: El que hiciere estas cosas vivirá por ellas.
Ga. 3:19 Entonces, ¿para qué sirve la ley? Fue añadida a causa de las
transgresiones, hasta que viniese la simiente a quien fue hecha la promesa; y fue
ordenada por medio de ángeles en mano de un mediador.
7. No podía regenerar.
Ro. 8:3 Porque lo que era imposible para la ley, por cuanto era débil por la carne,
Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado,
condenó al pecado en la carne;
9. Hizo posible que Dios demostrara que todos eran culpables y que toda boca
calló.
Ro. 3:19 Pero sabemos que todo lo que la ley dice, lo dice a los que están bajo la
ley, para que toda boca se cierre y todo el mundo quede bajo el juicio de Dios;
Así también vosotros, hermanos míos, habéis muerto a la ley mediante el cuerpo
de Cristo, para que seáis de otro, del que resucitó de los muertos, a fin de que
llevemos fruto para Dios.
12. Cristo cumplió en sí mismo la Ley hasta el final, haciéndose maldición por
nosotros
No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para
abrogar, sino para cumplir.
Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición (porque
está escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero),
(Gál 3:13 RV1960)
El propósito de la ley era proveer una regla justa de vida y traer el pecado a
condenación. La experiencia de Israel bajo la ley demostró que la ley moral, cívica
y religiosa no puede salvar o santificar. La ley nunca fue propuesta para proveer
salvación para el hombre, y por medio de esa naturaleza era débil, por cuanto no
podía justificar (Romanos 3:20; Gal 2:16) no podía santificar o perfeccionar (Hebr
7:18,19); estaba limitada en su vigencia y duración (Gal 3:19); no podía regenerar
(Gal 3:21,22); y solo podía hacer manifiesto el pecado (Rom 7:5-9; 8:3; 1 Cor
15:56). La ley hizo posible que Dios demostrara que todos eran culpables y que
toda boca callase (Ro 3:19), haciéndose evidente la necesidad de Cristo (Ro 7:7-
25; Gal 3:21-27)