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Los beneficios del ejercicio físico en la salud son, en general, consecuencia de las
adaptaciones que se producen por la práctica regular de ejercicio físico y que actúan a
TODOS los niveles en el organismo y curiosamente TODOS son favorables desde el punto
de vista de la salud y se traducen en un amplio arsenal de beneficios clínicos.
A nivel del aparato cardiovascular el ejercicio físico mejora el control de todos los factores
de riesgo cardiovascular (la HTA, la diabetes, la obesidad, la dislipemia aterogénica y otros
componentes de la enfermedad metabólica, ayuda a equilibrar la dieta y a controlar los
impulsos por fumar). Disminuye también la necesidad miocárdica de oxígeno, la
trombogenicidad, la disfunción endotelial, la inflamación y el estrés oxidativo, todos ellos
relacionados de una u otra manera con la progresión de la enfermedad coronaria (la
obstrucción de las arterias que llevan sangre al corazón). De hecho, disminuye la
aterosclerosis y se producen otros cambios adicionales que mejoran la circulación coronaria.
También mejora el balance neurohormonal de activación e inhibición, símpático y
parasimpático respectivamente, y la propensión para presentar arritmias.
Una sola sesión de ejercicio semanal ya puede inducir cambios favorables en la presión
arterial, la diabetes, la ansiedad... Otros beneficios exigirán una dedicación más mantenida.
Todo esto al final se traduce en menos enfermedad, menos necesidad de medicación y menos
necesidad de ingresar en el hospital. Disminuyen los infartos, las arritmias, la insuficiencia
cardiaca, los accidentes cerebrovasculares. También disminuye el riesgo de cáncer de mama,
colon, vejiga, endometrio, esófago, riñón, pulmón y estómago y, por lo tanto, también
disminuye la mortalidad. Hasta las arcas se ponen contentas al comprobar que gastamos
menos dinero del destinado a la salud pública.
Pero si vamos a vivir, mejor vivir bien, ¿no?
A nivel neuropsiquiátrico se producen cambios beneficiosos en todos los aspectos. Mejoran
el descanso nocturno, el estado de ánimo, la depresión y la ansiedad, la capacidad para pensar
con claridad y el rendimiento cognitivo, incluso el riesgo de demencia. Los huesos son más
sanos y fuertes, y esto, junto al aumento de la fuerza tiene un impacto importante en la gente
de mayor edad, con menos caídas, más independencia y menor deterioro en general. Si le
sumamos la mejora en el rendimiento deportivo y el aumento del umbral a partir del cual
aparecen los síntomas cardiológicos como angina, fatiga y dificultad respiratoria, enseguida
nos damos cuenta de que no solo es cantidad de vida, sino también calidad de vida para
sujetos sanos y para pacientes de todo tipo.
Me cuesta pensar que el ejercicio físico sea bueno. Más bien da la impresión de que no
hacerlo es malo y que el cuerpo comienza a degradarse a todos los niveles con el
sedentarismo. Además, en las personas que no llegan a las recomendaciones, cualquier
aumento en el ejercicio produce cambios favorables, no hay un mínimo, y, por lo tanto, no
hay excusa. De hecho, los que más beneficio obtendrán serán aquellos que menos ejercicio
hacían.
Dr. Zigor Madaria
Cardiología clínica, deportiva y rehabilitación cardiaca en el IMQ Bilbao y en el H.
Universitario de Basurto.
https://fundaciondelcorazon.com/ejercicio/conceptos-generales/3154-beneficios-de-la-
actividad-fisica-para-la-salud.html
El ejercicio puede impactar de forma positiva muchas funciones del cuerpo (Shutterstock)
Una actividad elitista
A pesar de las campañas de concientización al público, los beneficios del ejercicio no se
comunicaron con eficacia en muchos países del mundo. Los seres humanos tienen
dificultades para evaluar los beneficios y riesgos a largo plazo de su estilo de vida. Las
promesas de que el ejercicio es "bueno la salud" no son lo suficientemente potentes como
para motivar a la gente a hacer algo que en general se piensa como una obligación. Sin
embargo, las personas sí se ven motivadas por las recompensas. Es por eso que los expertos
como Tarnopolsky están tan centrados en demostrar que los beneficios científicos del
ejercicio -envejecimiento más lento, mejor estado de ánimo, menos dolor crónico, mejor
visión- son reales, medibles y casi inmediatos.
Antes de que los médicos adoptaran un enfoque unilateral en el tratamiento y la curación de
las enfermedades, su principal objetivo era mantener a la gente sana. Ya en el año 400 a.C,
los médicos sabían que la dieta y el ejercicio eran las mejores maneras de hacerlo. Durante
miles de años, los médicos eran los principales propagadores de la educación física.
Pero en el año 1900, con el auge de la cirugía moderna y los productos farmacéuticos, la
medicina dejó de centrarse en la prevención de enfermedades para centrarse en su
tratamiento. La actividad física ya no era la medicina de las masas, sino el privilegio de los
deportistas de élite. Cuando los científicos estudiaban el ejercicio, era para averiguar cómo
podían los atletas mejorar su pico de rendimiento y no cómo cualquier ciudadano podría
mejorar su salud día a día. Esta brecha persiste todavía. En un momento donde los gimnasios
"boutique" son más populares que nunca, menos personas están recibiendo la cantidad
mínima recomendada de ejercicio. Incluso muchas escuelas recortan las clases de educación
física. Investigadores como Tarnopolsky y Marcas Bamman, fisiólogo del ejercicio, tienen
la esperanza de que su trabajo podrá revertir esas tendencias.
En el 2017, el National Institutes of Health (NIH, por sus siglas en inglés) comenzará un
estudio de seis años y 170 millones de dólares con un grupo de cerca de 3 mil personas
sedentarias, desde niños hasta ancianos. Se iniciará un programa de ejercicios y luego se
evaluará el estado de la sangre, grasa y músculo antes y después del ejercicio. Los científicos
examinarán entonces muestras sobre cómo cambia el cuerpo con la actividad física. A un
grupo de control que no se ejercita también se le realizará un seguimiento para comparar.
“Si hubiera un fármaco que pudiera hacer por la salud humana todo lo que el ejercicio
puede, creo que sería la medicina más valiosa que se hubiera desarrollado jamás”
Este tipo de estudio es pionero en su estilo y los expertos esperan que brinde a los médicos
las pruebas que se necesitan para comenzar el tratamiento del ejercicio como la "medicina
milagrosa" que siempre se ha pensado que es. "Si se piensa en el ejercicio como una
verdadera forma de medicina, que lo es, no es lo suficientemente bueno mirar a un paciente
y decirle, 'es necesario hacer más ejercicio'", dice Bamman, director del Centro de Medicina
del Ejercicio en la Universidad de Alabama."No se diferencia de entregarle al paciente una
botella de píldoras sin ninguna otra explicación".
Bamman apuesta a que, con estos nuevos datos, el ejercicio será alguna vez prescrito para
muchos pacientes. En lugar de que los médicos receten sólo fármacos, los pacientes también
podrán obtener un plan de ejercicios detallado para que el tratamiento funcione mejor.
"Creemos que la precisión de la información logrará un gran cambio en el comportamiento",
dice Bamman. "Estamos en un momento muy importante".
La idea es poder reunir en un sólo estudio todo lo que ya se estuvo estudiando y poder
confirmar que, además del corazón, los músculos, pulmones y huesos, también se benefician
otras partes del cuerpo, como el cerebro (convirtiendo al ejercicio en otra actividad clave para
prevenir el Alzheimer) o incluso las células, que han demostrado un envejecimiento más
lento gracias a la actividad física.
Trate de hacer como mínimo 30 minutos de actividad al menos cinco días a la semana.
Puede que necesite hacer ejercicio hasta 90 minutos al día para mantener la pérdida de peso.