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HISTORIA DE LOS BARRIOS TRADICIONALES DEL CUSCO

INTRODUCCION

El Cusco incaico, centro administrativo y religioso


del imperio, estaba ubicado entre los ríos Tullumayu
y Saphy y su población estuvo formada
principalmente por la nobleza incaica y por el
aparato administrativo y religioso.

En la capital del Tawantinsuyo se encontraba el


majestuoso templo del Qorikancha e innumerables
lugares de culto a sus divinidades, como
Saqsaywaman, K´enko, Tambomachay, así como
huacas y adoratorios que se ubicaban circundantes
a la ciudad.

Desde la llegada de los españoles, en 1534, la ciudad inca es trastocada. Los hispanos levantan
sobre las edificaciones y calles incaicas una nueva ciudad bajo la advocación de “Nuestra
Señora de la Concepción”. Los nobles incas y sus familias son expulsados de sus palacios y los
españoles inician el reparto de solares para edificar iglesias, edificios públicos y viviendas.

Las órdenes religiosas no tardan en llegar a las nuevas tierras conquistadas. Así, a finales de
1550 se establecen en Cusco las tres primeras órdenes religiosas: San Francisco, Santo
Domingo y La Merced, que tenían la misión de predicar y administrar los sacramentos a los
indígenas de la ciudad.

En 1559, el Licenciado Polo de Ondegardo es el encargado de crear parroquias en los sectores


más densamente poblados por indios para que estos fuesen adoctrinados en la nueva fe. Así
funda las parroquias de Santa Ana, en el barrio de Carmenca, en la parte septentrional de la
ciudad; de San Cristóbal, en la ermita de Colcampata, levantada por don Cristóbal Paullo Inca;
de San Blas, en el barrio de Tococachi, en la parte oriental; la de Cachipampa con título de San
Sebastián o de los Mártires, a media legua de la ciudad, en la parte meridional y camino del
Collasuyo. La Parroquia Matriz, por su parte, correspondía a los vecinos feudatarios españoles
y se desplegaba en torno a la Catedral, que fue empezada a construir en 1560.

El objetivo principal del establecimiento de las parroquias fue controlar a la población y, a la vez,
impartir la religión cristiana. En cada parroquia, se levantó una iglesia donde el sacerdote
administraba los sacramentos a los feligreses. Se llevaban libros donde se empadronaba a los
nuevos cristianos con actas de bautizos, matrimonios y defunciones. Cada parroquia o cabildo
debía también organizar la elección de sus autoridades comunales el día de su fiesta patronal.
De este modo, las parroquias se convirtieron en el núcleo desde donde el poder, la organización
social y la cultura se desarrollaban y recreaban. Con el tiempo, cuatro de las parroquias de
indios, San Cristóbal, San Blas, Santa y San Pedro, se convirtieron en barrios del centro histórico
del Cusco.

Los barrios donde residían los sectores populares estaban diseminados alrededor de este
cinturón de aislamiento y según la mayoría de cronistas eran doce. Empezando por el de
Tokokachi (actual barrio de San Blas), éstos eran: Munaysenka, Rimajpampa, Pumajchupan,
Koripata, Cayaukachi, Chaquillchaca, Picchu, Karmenka, Wakapunku, Kolkampata y
Kantutpata.

CHAQUILLCHACA

Los incas dominaron este sector y construyeron andenes y el puente de Chaquillchaca sobre el
río Sipaspuquio (hoy puente Almudena). En tiempos anteriores a los incas, la zona
probablemente fue ocupada por los K´illke y los Chanapata. Por esta zona pasaba, asimismo,
el Camino Real o Qapaq Ñan que conducía al Contisuyo y que dividía al Cusco incaico en dos
sectores: Hanan o parte alta y Hurin o parte baja. De este camino aún quedan como muestra
el muro de la calle Santa Clara sobre el que se encuentra el Colegio Nacional de Ciencias y
algunas paredes de la calle Hospital.

El mapa más antiguo del Cusco muestra que a inicios del siglo XVII ya existían las principales
calles de la parroquia de San Pedro, entre ellas Santa Clara, Nueva Baja, Calle Nueva, Calle
Nueva Alta, calle de la Avenida o Llocllacalle. También existía el barrio de la calle Hospital
ubicado en el antiguo Camino Real, el barrio de Umanchata o Matadero, donde probablemente
funcionó un camal para el sacrificio del ganado, y el barrio de Chaquillchaca, que estaba
cruzando el puente que llevaba el mismo nombre. En este último barrio posteriormente se
construyó el templo de la Almudena.

El puente de Chaquillchaca fue usado tal cual lo dejaron los incas hasta el siglo XVII. En esa
época fue rebautizado como puente Almudena, aunque también era llamado puente de los
Barbones. Este puente es el único sobreviviente de los 43 que tenía la ciudad.

El terremoto de 1650 ocasionó muchos daños en las edificaciones de la parroquia. Si bien la


iglesia de Santa Clara fue una de las que mejor resistió el sismo, no ocurrió lo mismo con el
convento, que sufrió muchos daños en su primer claustro. Esto obligó a las religiosas a dormir
en galpones levantados en los corrales y huertos.

En el puente de la Almudena, también a fines del siglo XIX, se hicieron los primeros cambios
en sus estribos. En 1930 se reforzó su estructura con fierro y cemento para permitir el paso de
vehículos. En el año 2003, finalmente, se agregaron los dos arcos que flanquean al original
para darle fluidez al tránsito vehicular por la avenida Ejército.

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