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AMPARO NUEVO
AMPARO NUEVO
LEGITIMACIÓN ACTIVA: Del estudio a lo preceptuado por los artículos 2, 20, 23,
25, 34 y 39 de la Ley de Amparo, Exhibición Personal y de Constitucionalidad, se
colige que corresponde legitimación activa para solicitar Amparo, a las personas
que directa o indirectamente afecte el acto, resolución o disposición contra la que
se pretende plantear. En el presente caso resulta evidente que como Procesado
me asiste legitimación activa para promover esta Acción.
DE LA TEMPORALIDAD: El artículo 20 de la Ley de la Materia dispone que la
acción de amparo debe promoverse dentro de los treinta días siguientes al de la
última notificación al afectado o de conocido por éste el hecho que a su juicio le
perjudica. La resolución contra la cual promuevo la presente Acción
Constitucional me fue notificada el día quince de julio del dos mil diecinueve,
por lo que al tenor de lo preceptuado en la norma citada, estoy en tiempo para
promoverla.
HECHOS QUE MOTIVAN EL AMPARO:
1) Como se desprende de las presentes actuaciones, en su oportunidad, el Ente
Fiscal solicitó ante la Cámara Penal de la Corte Suprema de Justicia, que esta
carpeta judicial fuera trasladada a la competencia de un juzgado de mayor riesgo,
aduciendo para el efecto circunstancias aisladas, banales y que de ninguna
manera se adecúan a los presupuestos contemplados en las tres literales
contenidas en el artículo 2 de la Ley de Competencia Penal en Procesos de
Mayor Riesgo, ni mucho menos en los requisitos indispensables regulados por el
artículo 4 de la referida normativa y lo más preocupante es que el Agente Fiscal
que intervino en la audiencia oral señalada para el efecto, además de ratificar su
memorial de solicitud, argumentó extremos que no estaban contenidos en el
mismo y que tampoco se encuentran sustentados en los supuestos legales
recogidos en las dos normas jurídicas anteriormente mencionadas, que son
aplicables a esta clase de procesos penales; desnaturalizando por completo
dicho tipo de procesos al tratar de encuadrar forzosamente este caso a los que
se tramitan en los juzgados de competencia especial, cuando de todos es
conocido que lo pretendido y que persigue la Fiscalía es trasladar el caso que
nos ocupa a un órgano jurisdiccional afín a la CICIG y al Ministerio Público, para
que todos sus requerimientos prosperen, ya que presume que con los medios de
investigación con los que cuenta no logrará probar su teoría y tesis del caso en
cualquier otro juzgado del orden común.
2) Sin embargo, la Cámara Penal de la Corte Suprema de Justicia fue
complaciente a los requerimientos e intereses del Ente Acusador, en su
resolución que profirió con fecha trece de marzo del dos mil diecinueve, mediante
la cual acogió la petición de la citada institución y decidió remitir el referido
proceso penal al Juzgado Primero de Primera Instancia Penal con Competencia
para Conocer Procesos de Mayor Riesgo, Grupo E, para su prosecución; misma
que a todas luces es arbitraria, infundada e injusta, toda vez que además de no
contener una clara y precisa fundamentación de la decisión, tal como lo exige la
ley de la materia, también transgrede mis más elementales derechos
constitucionales y procesales, así como de los demás coimputados, ya que
además de no reunir el presente caso los presupuestos mínimos que exigen los
artículos 2 y 4 de la Ley de Competencia Penal en Procesos de Mayor Riesgo, tal
como lo acoté en el numeral precedente, es evidente que dichas normas legales
fueron interpretadas y aplicadas in malam partem en contra nuestra, ya que en
lugar de beneficiar a los sujetos procesales nos perjudicará y aún más a quienes
nos encontramos privados de nuestra libertad desde hace más de un año, pues
nadie desconoce que los juzgados y tribunales de mayor riesgo se encuentran
saturados de procesos y audiencias, por ello se han estado creando más órganos
judiciales de esa naturaleza, ya que han venido señalado audiencias para los
años dos mil veinte y dos mil veintiuno, lo cual provocará que este caso se
continúe retrasando innecesariamente.
3) Por tales razones impugné la indicada resolución mediante el recurso de
apelación que interpuse oportunamente, aduciendo los argumentos que señalé
con anterioridad y que constan el memorial contentivo del mismo, el cual fue
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declarado SIN LUGAR en resolución fechada cinco de junio del año en curso, por
el Pleno de la Corte Suprema de Justicia; la cual aprueba y avala las violaciones
constitucionales y procesales de nuestros derechos, cometidos por la Cámara
Penal de dicho organismo; lo cual provoca que la recurra por esta vía
constitucional.
AGRAVIO QUE ME OCASIONA LA AUTORIDAD IMPUGNADA:
CONSIDERACIONES FÁCTICAS
A) Es evidente el inmenso agravio que me provoca la decisión arbitraria,
infundada, equivocada e injusta de la autoridad recurrida, al haber declarado sin
lugar el recurso de apelación que promoví en contra del auto dictado con fecha
trece de marzo del dos mil diecinueve, por la Cámara Penal de la Corte Suprema
de Justicia, por medio del cual trasladó la competencia de la causa penal
identificada con el número único 01070-2016-00382, tramitada ante el Juzgado
Décimo de Primera Instancia Penal, Narcoactividad y Delitos Contra el Ambiente,
hacia el Juzgado Primero de Primera Instancia Penal para Conocer Procesos de
Mayor Riesgo, Grupo E, para continuar con su diligenciamiento; no obstante que
no concurrían los presupuestos mínimos regulados por los artículos 2 y 4 de la
Ley de Competencia Penal en Procesos de Mayor Riesgo, ya que las únicas dos
circunstancias fácticas aisladas e insignificantes que ocurrieron en el caso que
nos ocupa y que utilizó el Ente Fiscal para plantear su requerimiento, fueron: a)
Que el señor Elmer Estuardo Marroquín Citalán había visitado a su progenitor
que se encontraba privado de su libertad en el Centro Preventivo Brigada
Mariscal Zavala, no obstante existir orden de aprehensión emitida en su contra; y
b) Que el coprocesado Raúl Enrique Ramírez Morales tuvo un inconveniente con
agentes del sistema penitenciario que lo trasladaron a una audiencia judicial, por
reclamarles junto a su Abogado Defensor que como consecuencia de haberle
apretado demasiado los grilletes, le provocaron lesiones y hemorragia en los
brazos; sin embargo, en el juzgado en que se tramitaba dicha causa penal no
había existido hecho alguno que pusiera en riesgo la seguridad personal de
jueces, magistrados, fiscales y auxiliares de justicia, así como de los imputados,
testigos y demás sujetos procesales que intervienen en el mismo, contrario
sensu, las distintas fases procesales se desarrollaron con normalidad y de esa
cuenta, nunca se ha planteado ninguna denuncia ni se ha hecho del
conocimiento del juzgado contralor de la investigación, la existencia de actos o
hechos concretos que presentaran riesgos para la seguridad personal de las
mencionadas personas y que ameritaban o se requerían medidas extraordinarias
de seguridad para: a) El resguardo de la seguridad personal, en la realización de
los actos jurisdiccionales, las actuaciones procesales, la investigación, acusación
y defensa; o, b) El resguardo y traslado de los procesados privados de libertad; o,
c) El resguardo de la seguridad personal en el espacio físico de Juzgados y
Tribunales incluyendo los aspectos de logística; y de esa cuenta la Fiscalía no
acreditó ninguna de esos extremos. En otras palabras, desde el año dos mil
dieciséis que dio inicio el trámite de dicha carpeta judicial, no ha existido ningún
indicio de atentados o represalias en contra de ninguno de los operadores o de
justicia ni de empleados del Ministerio Público, órganos de prueba ni en contra de
ningún otro sujeto procesal, que haga por lo menos presumir que la misma deba
ser conocida o diligenciada por un órgano judicial de mayor riesgo, para evitar o
minimizar esos riesgos.
B) Al analizar la resolución de fecha cinco de junio del dos mil diecinueve
proferida por el Pleno de la Corte Suprema de Justicia, a través de la cual declaró
SIN LUGAR el recurso de apelación que interpuse en contra del auto emitido por
la Cámara Penal y al cual he venido haciendo referencia, se determina que la
autoridad reprochada únicamente le dio prevalencia al cumplimiento de las
formalidades externas y al procedimiento observado por el Tribunal A quo, pero
de ningún modo atendió los requisitos intrínsecos, entre ellos la debida
fundamentación y en particular, que el caso ventilado realmente cumpliera con
los presupuestos jurídicos exigidos por los artículos 2 y 4 de la ley de la materia,
lo cual se advierte de la simple lectura al CONSIDERANDO -II- de la resolución
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impugnada por este medio (páginas de la 6 a la 8). Pero obvió razonar que el
traslado de dicho proceso penal no se justifica única y exclusivamente por la
clase de delitos de que se trate, ni por la seguridad física del edificio en el que se
encuentra ubicado el juzgado que conoce del mismo, sino que debe basarse
sustancialmente, en que el caso concreto evidencie riesgo para la seguridad
personal de jueces, magistrados, fiscales y auxiliares de justicia, así como de los
imputados, testigos y demás sujetos que intervengan en la causa penal. es decir,
que el órgano cuestionado tenía la obligación de aportar los razonamientos claros
y precisos que abarcaran el supuesto riesgo implícito para los diferentes actores
que participan en el proceso y que permitan advertir en forma concreta por qué
su juzgamiento conllevaba riesgos que ameritan el traslado del proceso a la
competencia de un juzgado de mayor riesgo; puesto que como Tribunal de
Apelación en esa materia, omitió efectuar el cotejo que legalmente le
correspondía efectuar con relación a que si los motivos expuestos en la petición
del Ministerio Público ameritaban o no dicho traslado por la existencia de mayor
riesgo para la seguridad personal de jueces, magistrados, fiscales y auxiliares de
justicia, así como de los imputados, testigos y demás sujetos procesales que
intervienen en su desarrollo; ya que esa omisión entraña infracción al debido
proceso y a mi derecho de defensa que debe ser atendido y observado en todo
trámite judicial.
C) de igual manera, la autoridad objetada debió haber atendido los principios de
juez natural, seguridad jurídica y de tutela judicial efectiva, constitucionalmente
garantizados por nuestra Carta Magna, ya que en el caso que nos ocupa, la
Cámara Penal desatendió y obvió el principio de juez natural que se había
respetado hasta el momento que el Ente Acusador antojadizamente decidió
solicitar el cambio de competencia, en atención únicamente a sus intereses y sin
importarle la afectación y considerable atraso que nos provocará a los
procesados, a pesar que los ordenamientos internacionales en materia de
derechos humanos aceptados, suscritos y ratificados por Guatemala, ordenan
que las personas que son procesadas penalmente deben ser juzgadas dentro de
un plazo razonable, lo cual a todas luces se ha incumplido en nuestro caso y ello
conlleva que se irrespete la seguridad jurídica y la tutela judicial efectiva que
debe prevalecer en esta clase de casos y que por tanto, amerita la protección
constitucional que solicito ante nuestro Máximo Tribunal Constitucional.
CONSIDERACIONES JURÍDICAS
Para la procedencia del amparo debe establecerse concretamente su objeto
material. El objeto material del amparo se encuentra constituido por lo dispuesto
en el artículo 265 de nuestra Carta Magna y 8 de la Ley de la Materia, es decir,
por actos resoluciones, disposiciones o leyes de autoridad que lleven implícitos
una amenaza, restricción o violación a los derechos que la Constitución y las
leyes garantizan. El artículo 8 de la Declaración Universal de Derechos
Humanos, dispone: “Toda persona tiene derecho a un recurso efectivo, ante los
tribunales nacionales competentes, que la ampare contra actos que violen sus
derechos fundamentales reconocidos por la constitución o por la ley.” El artículo
10 de la misma Normativa Internacional, establece: “Toda persona tiene derecho,
en condiciones de plena igualdad, a ser oída públicamente y con justicia por un
tribunal independiente e imparcial, para la determinación de sus derechos y
obligaciones o para el examen de cualquier acusación contra ella en materia
penal.” Por su parte, la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del
Hombre, estipula en el artículo XVIII: “Toda persona puede ocurrir a los
tribunales para hacer valer sus derechos. Asimismo debe disponer de un
procedimiento sencillo y breve por el cual la justicia lo ampare contra actos de la
autoridad que violen, en perjuicio suyo, alguno de los derechos fundamentales
consagrados constitucionalmente.” La Convención Americana sobre Derechos
Humanos (Pacto de San José) estatuye en su artículo 8: “(...) 2. Toda persona
inculpada de delito tiene derecho a que se presuma su inocencia mientras no se
establezca legalmente su culpabilidad. Durante el proceso, toda persona tiene
derecho, en plena igualdad, a las siguientes garantías mínimas: (…) h) derecho
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de recurrir del fallo ante juez o tribunal superior.” El artículo 25 del mismo
ordenamiento legal, norma: “1. Toda persona tiene derecho a un recurso sencillo
y rápido o a cualquier otro recurso efectivo ante los jueces o tribunales
competentes, que la ampare contra actos que violen sus derechos
fundamentales reconocidos por la Constitución, la ley o la presente Convención,
aun cuando tal violación sea cometida por personas que actúen en ejercicio de
sus funciones oficiales. 2. Los Estados Partes se comprometen: a) a garantizar
que la autoridad competente prevista por el sistema legal del Estado decidirá
sobre los derechos de toda persona que interponga tal recurso; b) a desarrollar
las posibilidades de recurso judicial, y c) a garantizar el cumplimiento, por las
autoridades competentes, de toda decisión en que se haya estimado procedente
el recurso.”
De la lectura anterior se deduce que toda la normativa nacional e internacional
relacionada constituyen garantías mínimas que protegen los derechos de los
sujetos procesales en toda causa penal, pero hace hincapié en el sentido que
ésta y el resto del ordenamiento legal en material penal y procesal penal debe
interpretarse extensivamente a favor del sindicado y en forma restrictiva cuando
afecte al mismo, esto en consonancia a los principios de favorabilidad o favor rei
e in dubio pro reo.
A ese respecto resulta menester apuntar que la Honorable Corte de
Constitucionalidad ha dispuesto: “(…) El artículo 12 de la Constitución Política de
la República de Guatemala consagra el derecho de defensa y establece la
garantía del debido proceso; esta Corte ha considerado que tal garantía consiste
en (...) la observancia por parte del tribunal, de todas las normas relativas a la
tramitación del juicio y el derecho de las partes de obtener un pronunciamiento
que ponga término, del modo más rápido posible, a la situación de incertidumbre
que entraña el procedimiento judicial. Implica la posibilidad efectiva de ocurrir
ante el órgano jurisdiccional competente para procurar la obtención de la justicia,
y de realizar ante el mismo todos los actos legales encaminados a la defensa de
sus derechos en juicio, debiendo ser oído y dársele oportunidad de hacer valer
sus medios de defensa, en la forma y con las solemnidades prescritas en las
leyes respectivas. Se refiere, concretamente, a la posibilidad efectiva de todos
los actos encaminados a la defensa de su persona o de sus derechos en juicio.
Si al aplicar la ley procesal al caso concreto se priva a la persona de su derecho
de accionar ante jueces competentes y preestablecidos, de defenderse, de
ofrecer y aportar prueba, de presentar alegatos, de usar medios de impugnación
contra las resoluciones judiciales, entonces se estará ante una violación de la
garantía constitucional del debido proceso . EXPEDIENTE 105-99, SENTENCIA
DEL 16 DE DICIEMBRE DE 1,999.
Nuestro Tribunal Constitucional Supremo también ha resuelto: “El derecho de
defensa, en términos generales, garantiza que quienes intervienen en la
sustanciación de un procedimiento, sea administrativo o jurisdiccional, tendrán la
oportunidad de exponer sus argumentos y proponer sus respectivos medios de
prueba, de rebatir los argumentos y controlar la prueba de la parte contraria y de
promover los medios de impugnación en la forma prevista legalmente. De esa
cuenta, cualquier acto de autoridad que, en contravención a la normativa
aplicable y sin atender a las circunstancias concretas del procedimiento de que
se trate, impida hacer uso de tales mecanismos, reviste violación a aquel
derecho constitucionalmente reconocido.” GACETA No. 94. EXPEDIENTE 3045-
2009, FALLO DE FECHA 15 DE OCTUBRE DE 2,009.
Pero específicamente aplicable a este caso concreto, nuestro Máximo Tribunal
Constitucional se ha pronunciado de la siguiente manera: “En cuanto a los
agravios contenidos en los incisos a), b) y c), la Corte estima que el traslado de la
causa no se justifica solo por la clase de delito de que se trate (sea la imputación
hecha por asesinato o no), ni por la seguridad física del edificio en el que está
situado el juzgado que conoce del proceso, sino que este debe basarse,
sustancialmente, en que el caso evidencie riesgo para la seguridad personal de
jueces, magistrados, fiscales y auxiliares de justicia, así como de los imputados,
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