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98 De la psicología cognitiva a la neuropsicología

En este sentido, los estudios sobre inteligencia emocional comparten temas como el
buen humor, el optimismo, la resiliencia y la felicidad, todos los cuales tienen en común,
de alguna manera, el equilibrio emocional. No es casual, como destacan Fernández-Be-
rrocal y Extremera (2009), que desde la aparición del término inteligencia emocional se
analizara el vínculo potencial entre las habilidades emocionales, el bienestar individual
y la felicidad subjetiva (Martínez et al., 2010). Y como bien señalan Fernández-Berrocal
et al. (2012), pese a las diferencias entre los estudios realizados y la necesidad de tener
más evidencias, las investigaciones han dejado claro que el desarrollo de la inteligencia
emocional incrementa el bienestar y la felicidad de las personas y les ayuda a afrontar "de
forma más adaptativa situaciones difíciles".
Un alto desarrollo de las competencias emocionales contribuye a la evolución ar-
mónica y equilibrada de la personalidad del adulto mayor, favorece su buena salud, el
entusiasmo y sus relaciones con las personas en las diferentes esferas en que se desenvuel-
ve. Pérez-Fuentes et al. (2014) refieren que a los estudios acerca de las emociones en el
envejecimiento se les confiere hoy alta prioridad en la mejora de la calidad de vida por
la relación constatada entre las emociones y la salud y bienestar de la población mayor.
Por lo que en la actualidad la educación emocional en los adultos mayores constituye
una necesidad que demanda el desarrollo del mundo emocional como una salida más para
el mejoramiento de la calidad de vida.

CARACTERÍSTICAS SOCIOEMOCIONALES DE LA TERCERA EDAD


El desarrollo es un proceso continuo e ininterrumpido de automovimiento, que parte del
surgimiento y solución de las contradicciones internas, en relación mutua con el medio
circundante. Por ello, el arribo a cada nueva etapa coloca al individuo en un punto cua-
litativamente superior al anterior, con nuevas particularidades psicológicas y retos que
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vencer (Vigotsky, 1987).


Desde un punto de vista psicológico, en la tercera edad se aprecian cambios en las
distintas esferas de la personalidad, los cuales la distinguen de otras etapas del desarrollo y
permiten comprender cuáles recursos se demandan en función de los desafíos por superar.
Empero, como bien señalan Soldevila et al. (2003: 87), “el envejecimiento es un
fenómeno altamente diferencial y asincrónico en sus manifestaciones, por lo cual existe
una gran variabilidad tanto en el ámbito interindividual como en el intraindividual”. Lo
anterior significa que no todas las áreas del desarrollo se comportan igual, y si bien se
muestran déficit, también se exhiben ganancias.
Si bien se refiere un declive del funcionamiento del área cognitiva, el mundo afectivo-
emocional se caracteriza por la ocurrencia de pérdidas y ganancias. Sin lugar a dudas,
la adultez mayor es una etapa de importantes pérdidas o ausencias que se viven como
carencias o limitaciones. Tales son los casos de la jubilación laboral, la pérdida de auto-
nomía por necesitar de otros para realizar algunas actividades y la muerte del cónyuge,
otros familiares o amistades; esto no significa, sin embargo, que el adulto mayor no pueda
enfrentar dichos problemas y seguir adelante.
Como declaró con acierto la Organización Mundial de la Salud (OMS, 2016), la
salud mental y el bienestar emocional tienen la misma importancia a una edad avanzada
que en cualquier otro periodo de la vida.
Sánchez, O. I., Pelayo, G. H. J., & Trápaga, O. C. M. (2018). De la psicología cognitiva a la neuropsicología. Retrieved from http://ebookcentral.proquest.com
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