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ai Oe) AN La construccién de la identi Titulo original: Life on the screen. Identity in the age of the Internet Publicado en inglés por Simon & Schuster, Nueva York Traduccién de Laura Trafi Cubierta de Victor Viano 1° edicién, 1997 (Quedan rigurosamenceprhibidas, si a auorizcio escia de los Gn bj las sacionesestabecdas en ns eyes, la eepeedcei oto pucial de ees bes por cuslquier medio o pacedimieno,comprendios a repeal eratamieno infers, Ya diseibucin de eemplazes de ella mediante algileroprésamo pblics. © 1995 by Sherry Turkle © de todas las ediciones en castellano, Ediciones Paidés Ibérica, S.A., Mariano Cubi, 92 - 08021 Barcelona y Editorial Paidés, SAICE, Defensa, 599 - Buenos Aires ISBN: 84-493-0461-X Depésito legal: B-37.353/1997 Impreso en Grafiques 92, S.A. Ay. Can Sucarrats, 91 - 08130 Rubi (Barcelona) Impreso en Espafia - Printed in Spain Capitulo 7 Aspectos del yo Cuando a través de la pantalla nos adentramos en las comunida- des virtuales, reconstruimos nuestras identidades al otro lado del es- pejo. Esta reconstruccién es nuestro trabajo cultural continuo. La sec- cidn final de este libro explora la cultura de la simulacion tal y como esta emergiendo en los talleres de la vida en conexién. A lo largo de este libro, ha existido un baile complejo de acepta- cién y rechazo de analogias con «la maquina». Por una parte insisti- mos en que somos distintos de las maquinas porque tenemos emo- ciones, cuerpos y un intelecto que no se pueden atrapar a través de reglas, pero por otra parte jugamos con programas de ordenador y pensamos en ellos como si estuvieran vivos o casi vivos. Las imagenes de las maquinas se han acercado siempre a las imagenes de las perso- nas, como imagenes en las que podriamos leer nuestras emociones a través de escdners cerebrales, modificar nuestras mentes a través de la reprogramaci6n, y atribuir elementos significativos de la personali- dad a nuestro cédigo genético. Los catdlogos comerciales de venta por correo de productos elegantes incluyen articulos que alteran la mente, entre ellos gafas, auriculares y cascos que prometen de todo, desde la relajacién hasta un mejor aprendizaje si nos conectamos a los 226 CONECTADOS A INTERNET mismos. Su mensaje es que somos muy parecidos a las méquinas y que simplemente podemos prolongarnos a ellas como sus acopla- mientos cyborg. ‘Al mismo tiempo que aprendemos a vernos como tecnocuerpos conectados, reescribimos nuestra vida politica y econémica en un lenguaje que se hace eco de una forma particular de la inteligencia de Ja maquina. En el gobierno, los negocios y la industria, se habla mu- cho de organizaciones distribuidas, en paralelo y emergentes, cuya arquitectura refleja la de los sistemas informaticos. El discurso ut6pi- co sobre la descentralizacién se ha puesto en voga al mismo tiempo que aumenta la fragmentacién de la sociedad. Muchas de las institu- ciones que solfan reunir a personas —la calle principal, el vestibulo de un sindicato, un encuentro popular— ya no funcionan como antes. Muchas personas pasan la mayor parte del dia solas ante la pantalla de un televisor o un ordenador. Mientras tanto, como seres sociales que somos, tratamos (como dijo Marshall McLuhan) de retribalizarnos.' Y el ordenador juega un rol central. Guardamos correspondencia por correo electrénico y contribuimos a paneles de anuncios y listas de correos; entramos a formar parte de grupos cuyos participantes incluyen personas de todo el mundo. Nuestro arraigo aun lugar se ha atenuado. Estos cambios levantan muchas preguntas: ¢qué compor- tard la comunicacién mediada para nuestro compromiso con otras personas? gSatisfaré nuestras necesidades de conexién y participacién social, 0 minaré atin més las relaciones fragiles? ¢Qué clase de res- ponsabilidad asumiremos para nuestras acciones virtuales? En términos politicos, hablar de movernos de sistemas centraliza- dos a sistemas descentralizados se caracteriza normalmente como un cambio de la autocracia a la democracia, aunque es preciso hacer algu- nas consideraciones. Por ejemplo, seria posible crear una ilusién de participacién descentralizada incluso cuando el poder permanece fir- memente arraigado. En términos de nuestras visiones del yo, nuevas imagenes de multiplicidad, heterogeneidad, flexibilidad y fragmenta- cién dominan el pensamiento actual sobre la identidad humana. La teoria psicoanalitica ha jugado un complicado rol en el debate histérico sobre si la identidad es unitaria o multiple. Una de las con- tribuciones més revolucionarias de Freud proponia una vision radi= calmente descentrada del self (yo), pero algunos de sus seguidores os- curecieron este mensaje, tendieron a dar al ego una mayor autoridad ejecutiva en la direccién del yo. Sin embargo, este movimiento des- centralizador se desafié periddicamente desde dentro del movimiento psicoanalitico. Las ideas junguianas planteaban que el yo es un lugar de ASPECTOS DEL YO 227 encuentro de diversos arquetipos. La teoria sobre la relacién objetual hablaba sobre la forma en que las cosas y las personas en el mundo lle- gana vivir en nuestro interior. Mas recientemente, los pensadores pos- estructuralistas han intentado un descentramiento del ego todavia mas radical. En la obra de Jacques Lacan, por ejemplo, las complejas cade- nas de asociaciones que constituyen el significado para cada individuo no conducen a un punto final o aun yo esencial. Bajo la bandera de un retorno a Freud, Lacan insistia en que el ego es una ilusiOn. En este punto junta el psicoandlisis con el intento posmoderno de retratar el yo como un reino de discurso mas que como algo real o como una es- tructura permanente de la mente. En capitulos anteriores hemos visto la forma en que la ciencia informatica ha contribuido a esta nueva for- ma de habla. Sus modelos de mente de abajo hacia arriba, distri- buidos, paralelos y emergentes han reemplazado los modelos de arriba hacia abajo, y de procesamiento de la informacién. Internet es otro elemento de la cultura informatica que ha contri- buido a pensar en la identidad en términos de multiplicidad. En Inter- net, las personas son capaces de construir un yo al merodear por mu- chos yos. Una disefiadora de interiores admite excitada en la entrevista que le hice que no esta en su mejor momento porque estd a punto de te- ner un encuentro cara a cara con la persona con la que ha compartido meses de intimidad virtual a través de sesiones de conversacién en Ame- rica Online. Dice que esta «bastante segura» de que su amante electré- nico es realmente un hombre (en lugar de una mujer que pretende ser un hombre) ya que cree que «él» no habria sugerido un encuentro si fuese de otra manera, pero le preocupa que ninguno de los dos vaya a ser lo suficientemente parecido a sus tan deseados ciberyos: No le menti exactamente sobre nada en especial, pero me siento muy diferente cuando estoy conectada. Soy mucho mas extrovertida, menos inhibida. Diria que me siento més como yo misma, Aunque esto es una contradiccién. Me siento més como quien desearfa ser. Slo espero que cara a cara pueda encontrar alguna forma de ser en algiin momento mi yo electrénico. Una profesora de treinta afios describe su relacién con Relay Chat (Charlas por relevos) en Internet (o IRC), un foro vivo de conversa- ciones en conexién, como «la adicci6n a un flujo». En IRC uno se in- venta un nombre o un titulo y entra a formar parte de cualquiera de los miles de canales en los que se debaten diferentes cuestiones. Cual- quiera se puede conectar a un nuevo canal en cualquier momento. En el curso de la semana pasada, esta mujer ha'creado canales sobre las 228 CONECTADOS A INTERNET facultades de economia de la Costa Este (esta considerando solicitar plaza), sobre la nueva politica editorial de The New Yorker, y sobre una serie de televisin acerca de una mujer divorciada que tiene un Ifo con su ex marido. Se preocupa sobre su implicacién con IRC, no pone freno al tiempo que le dedica («sobre unas cinco horas al dia, pero ya no veo la television») pero si al nimero de roles que inter- preta: Es.un escape total... En IRC, soy muy popular. Tengo tres nombres que utilizo un mont6n... De manera que uno se toma en serio la guerra de Yugoslavia, [otro] est4 un poco'chiflado por Melrose Place, y [un ter- cero lleva] mucha actividad en los canales sexuales, siempre buscando pasar un buen rato... Quizas slo puedo relajarme si veo la vida como tun canal IRC més. En el pasado, este répido merodear por diferentes identidades no era una experiencia sencilla de conseguir. A principios de este siglo hablabamos de identidad como algo «forjado». La metafora de equi- parar la identidad a la solidez del hierro captaba el valor central de una identidad nuclear, 0 como la Ilam6 en una ocasién el sociélogo David Riesman una direcci6n interna Por supuesto, las personas asumian roles y mascaras sociales diferentes, pero para la mayoria de personas la relaci6n de por vida con la familia y la comunidad mante- nia este merodear bajo un control bastante estricto. Para algunos, este control era irritante, y existfan roles marginales en los que merodear podia ser una forma de vida. En las sociedades tribales, el merodear del chamén podria implicar estar poseido por los dioses y los espiritus. En los tiempos modernos, existié el artista del timo, el bigamo, el del cruce de géneros, la «personalidad dividida», el doctor Jekyll y mis- ter Hyde. Ahora, en los tiempos posmodernos, las identidades miltiples ya no estan en los margenes de las cosas. Hay muchas més personas que experimentan la identidad como un conjunto de roles que se pueden mezclar y combinar, cuyas demandas diversas necesitan ser negocia- das. Una amplia gama de tedricos sociales y psicolégicos han tratado de captar la nueva experiencia de identidad. Robert Jay Lifton la ha llamado proteica. Kenneth Gergen describe su multiplicacién de mas- caras como un yo saturado. Emily Martin habla del yo flexible como una virtud contempordnea de organismos, personas y organizaciones? Internet se ha convertido en un significativo laboratorio social para la experimentacién con las construcciones y reconstrucciones del yo que caracterizan la vida posmoderna. En su realidad virtual, ASPECTOS DEL YO 229 nos autocreamos. ;Qué tipos de personajes interpretamos? ¢Qué re- laciones tienen con lo que tradicionalmente hemos pensado como la persona «global»? ¢Los experimentamos como un yo ampliado 0 como separados del yo ;Aprenden nuestros yos reales de nuestros personajes virtuales? ;Estos personajes virtuales son fragmentos de una personalidad coherente de la vida real? ;C6mo se comunican en- tre ellos? ,Por qué estamos haciendo esto? zEs un juego superficial, una pérdida de tiempo supina? ¢Es una expresin de una crisis de identidad como la que tradicionalmente asociamos con la adolescen- cia? ,O estamos viendo la lenta emergencia de un estilo de pensa- miento sobre la mente nuevo, mas multiple? Podemos plantear estas preguntas cuando vemos los distintos espacios de Internet. Empeza- remos con las comunidades virtuales conocidas como MUD. PROBLEMAS DE GENERO* @De qué trata el cambio de género virtual? Algunos de | practican afirman que no es particularmente significativo. « interpreto a una mujer no me lo tomo muy en serio», dice veinte afios. Hasta cierto punto, es més facil hacer el cambio ro virtual que el cambio de género en la vida real, Para un que se presenta a si mismo como mujer en una chat room (vi cripcién en pag. 284), en un canal IRC, 0 en un MUD, sdlo quiere escribir una descripcién. Un hombre que quiera inte una mujer en las calles de una ciudad americana, tendria que af varias partes de su cuerpo, ir maquillado, y quizas llevar una un vestido y tacones; y quizas cambiar su voz, andar y amane Tendria cierta ansiedad por pasar por una mujer y tendria i ms ansiedad por no pasat, lo que conllevaria el riesgo de asumir situaci6n violenta o incluso un posible arresto. De manera que la yorfa de hombres prefieren probar el cambio de vestido virtual, una vez que estén conectados como mujeres, pronto descubren mantener esta ficcién es dificil. Hacerse pasar por una mujer dui te cierto tiempo requiere la comprensi6n de la forma en que el g ro modula el habla, las formas, la interpretacién de la experien Las mujeres que tratan de hacerse pasar por hombres se enfrent a la misma clase de reto. Una mujer dijo que ella «trabajaba d para colarse en una sala de un servicio comercial de la red que anunciaba como un lugar para hombres gay: Siempre he sido muy curiosa sobre lo que los hombres hacen u con otros. Nunca pude ni imaginar cémo hablan entre ellos. No pue ir de verdad a un bar gay y escuchar a escondidas discretamente. [Cuan do estoy conectada] no practico en realidad el sexo [virtual] con nadie. Lo evito diciendo alos hombres que soy timida y todavia insegura. Pero SEXO VIRTUAL Y PROBLEMAS DE GENERO 269 me gusta merodear; hace que los gays me parezcan menos extrafios. Pero no es tan facil. Tienes que pensar en ello, inventar una vida, un tra- bajo, un conjunto de reacciones. El cambio de vestido virtual no es tan simple como nos sugiere Andrei. No sélo puede ser un desaffo técnico, sino que puede resul- tar psicolégicamente complicado. Tomar un rol virtual puede impli- carnos en relaciones continuadas. En este proceso, podemos descu- brir cosas sobre nosotros mismos que no sabfamos antes. Podemos descubrir cosas sobre las respuestas de otras personas hacia nosotros. No corremos el peligro de que nos arresten, pero nos embarcamos en una empresa que no est exenta de gravedad y riesgo emocional. De hecho, una fuerte motivacion para el cambio de género en el espacio virtual es, para practicar el sexo virtual como una criatura del otro sexo, algo que sugiere mas que una actividad emocional neutra. El cambio de sexo es una oportunidad para explorar conflictos que aparecen en nuestro propio género bioldgico. También, como Corey ha sefialado, permitiendo que las personas experimenten cémo se «sienten» al ser del género opuesto 0 al no tener género, se anima a la reflexién sobre la forma en que las ideas en torno al género confor- man nuestras expectativas. Los MUD y los personajes virtuales que adoptamos en ellos son objetos con los que cabe pensar para refle- xionar sobre las construcciones sociales del género. Case, un diseiiador industrial de treinta y cuatro afios que esta fe- Jizmente casado con una colega del trabajo, esta en la actualidad in- terpretando un personaje femenino en el MUD. Como respuesta a mi pregunta, «jugar en el MUD te ha causado alguna vez dolor emocional?», dice: «Si, pero también me ha dado el tipo de aprendi- zaje que sacas de los malos momentos»: Lo estoy pasando mal en mi actual interpretacién, La mujer que inter- preto en Medieval MUSH [Mairead] tiene una relacién interesante con un tipo, Mairead es abogado. Cuesta tanto ir a la escuela de derecho que lo tie~ ne que pagar una corporaci6n o un mecenas. Un hombre que conocié y del que se enamoré era ese mecenas. Le pagé la escuela de derecho. Compré [Case tiene un desliz al hacer referencia a Mairead en primera persona] mi contrato, Ahora se quiere casar conmigo a pesar de que soy una plebeya. Finalmente he dicho que sf. ‘Trato de hablar con él sobre el hecho de que esencialmente soy de su propiedad. Soy una plebeya, soy basicamente de su propiedad y hasta cierto punto no me importa. Hl crecido con ello, asées la vida. El quiere negar la situacién. Dice: «Oh no, no, no... te levantaremos, te pondremos de pie, el mundo al completo esta a tu disposicion>. 270 CONECTADOS A INTERNET Pero cada vez que yo actuaba en el plan de «un dia de éstos seré une condesa>, ya sabes de qué hablo, me afirmaba a mi misma. Por ejemplo decia: «De todas formas nunca me gusté el papel pintado de las pare des». Me estaba desmoronando, La relaciGn tiene sus altos y bajos. Es algo increiblemente dafiino para una persona. Y lo que a él realmente le gustaba de ella —su independencia, su fortaleza, que decia lo que pen- saba— ella lo esta perdiendo todo. Case me mira con una sonrisa irénica y suspira: «La vida de une mujer. Contintia: La veo [Mairead] que va en camino de un serio problema psicol6; co. Lo que tenemos es una relacién disfuncional. Aunque es muy d roso y estresante, es muy interesante verme hacer frente a este prol ma. ¢Cémo sacaré al yo de mi personaje de este enredo? Porque quiero continuar de esta manera. Quiero salirme... Puedes ver que terpretar a esta mujer me permite ver lo que tengo en mi repertorio colégico, lo que me resulta facil y dificil. Y también puedo ver de manera algunas de las cosas que funcionan cuando eres un hombre plemente fracasan cuando eres una mujer. Case ha interpretado a Mairead practicamente durante un pero incluso una breve experiencia de interpretar a un personaje otro género puede ser evocador. William James dijo: «La filosofia el arte de imaginar alternativas». Los MUD son terrenos de pruel para una préctica de acciones con una base filosdfica que pueden vir como una forma de acrecentar la conciencia sobre las cuestio: de género. Por ejemplo, en muchos MUD, ofrecer asistencia téc se ha convertido en una forma comin en la que los personajes culinos «compran> la atencién femenina, algo parecido a cuando hacen cargo de la cuenta en una cena en la VR. En la vida real, nues. tras expectativas sobre los roles sexuales (quién ofrece ayuda, quié compra la cena, quién prepara café) se pueden convertir en algo t arraigado que ya no nos damos cuenta. En los MUD, sin embargo, las expectativas se expresan en acciones textuales visibles, amplia~ mente atestiguadas y abiertamente discutidas. Cuando los hombres interpretan a mujerés se encuentran en los MUD asediados con ofre- cimientos de ayuda que no han pedido y con frecuencia afirman que estas cortesias muestran una creencia en la incompetencia femenina. Cuando las mujeres interpretan a hombres en los MUD comprenden que ya no les ofrezcan ayuda; algunas piensan que aquellos ofreci- mientos de ayuda podian muy bien haberlas llevado a pensar que los oe SEXO VIRTUAL Y PROBLEMAS DE GENERO 271 necesitaban. Como mujer, «Primero pides ayuda porque piensas que ‘va a ser conveniente», dice una estudiante universitaria de segundo curso, «entonces te das cuenta de que no ests desarrollando las habi- lidades para comprender las cosas por ti misma».

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