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/ ABC Rural
Si la cría se realiza en fincas con buena tecnología pero en donde los animales tienen
acceso al campo, pasturas y forrajes, la mayor parte del excremento cae en el suelo y
sirve como abono natural, aportando y devolviendo nutrientes al suelo. En cambio, en
los sistemas industrializados intensivos, con animales en confinamiento, los
excrementos se acumulan en las instalaciones y tienen que ser evacuados, transportados
o almacenados, lo cual representa un riesgo para la salud de las personas y el ambiente;
y por supuesto un costo para el ganadero.
RIESGOS
Muchos ganaderos optan por esparcir las deyecciones animales en zonas adyacentes, a
cielo abierto y en grandes volúmenes. Si además, el cumplimiento de las leyes
ambientales e instalación de sistemas industriales es frágil, hay quienes los arrojan en
los cursos de agua y desagües, contaminando este vital recurso y poniendo en riesgo la
salud de las personas. Aparte, la sobrecarga o exceso de nutrientes inorgánicos,
principalmente nitrógeno y fósforo que resulta del vertido del estiércol animal en un
ecosistema acuático, provoca lo que se conoce como eutrofización y desencadena un
crecimiento desmedido de algas, que impiden otras formas de vida, tal como ocurrió
con el lago Ypacaraí.
CONCLUSIÓN
Una de las principales oportunidades que tiene el sector lácteo, así como otros
pecuarios, es el uso que puede darse a los excrementos sólidos y líquidos como fuente
de materia orgánica para enriquecer los suelos. Se tendría que insistir en la observancia
de las normas del Bienestar Animal, incluyendo la libertad de moverse y alimentarse en
el campo y así, permitir que dejen sus deyecciones como abono en el terreno, para
beneficio de ellos mismos, del suelo y de los consumidores. Se trata de adoptar estilos
de producción más amigables con el medio y sus recursos naturales; que sean más
sensibles a las condiciones de crianza de los animales.