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La familia

como primera y principal escuela de la vida


La familia como primera y principal escuela de la vida
Padre Ramón Rivas
UNIVERSIDAD TÉCNICA PARTICULAR DE LOJA

4.0, CC BY-NY-SA
CC
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Octubre, 2016
Índice

TEMA 1. RESPONSABILIDAD DE LOS PADRES EN LA EDUCACIÓN DE SUS


HIJOS ....................................................................................................................... 5

1.1. Justificación del tema ............................................................................. 5

1.2. Breve análisis de la realidad.................................................................... 5

1.3. Brevísimo marco teórico y/o referencial ................................................ 6

1.4. Cuestiones para el estudio: puntos de reflexión.................................... 8

1.5. La pedagogía familiar .............................................................................. 14

1.6. Actividades sugeridas para trabajar el tema. ........................................ 21

1.7. Conclusiones, sugerencias y compromisos… ........................................ 22

1.8. Fuentes y referencias: ............................................................................. 22

TEMA 2. FORMACIÓN PEDAGÓGICA DE LOS PADRES ......................................... 24

2.1. Justificación del tema ............................................................................. 24

2.2. Breve análisis de la realidad.................................................................... 26

2.3. Brevísimo marco teórico y/o referencial ................................................ 26

2.4. Cuestiones para el estudio...................................................................... 31

2.5. Los cambios de la familia ....................................................................... 38

2.6. Función educativa de la familia .............................................................. 40

2.7. La verdadera escuela primaria ................................................................ 42

2.8. La pedagogía familiar .............................................................................. 44

2.9. Utopía difícil pero posible........................................................................ 45

2.10. Una reflexión final: ¿padres o escuela? .................................................. 46

2.11. Actividades sugeridas para trabajar el tema. ........................................ 48

2.12. Conclusiones y propuestas prácticas .................................................... 50

2.13. Fuentes y referencias: ............................................................................. 50

TEMA 3. FAMILIA Y AUTOESTIMA ......................................................................... 52

3.1. Justificación del tema ............................................................................. 52

3.2. Breve análisis de la realidad.................................................................... 53

3.3. Brevísimo marco teórico y/o referencial ................................................ 54


3.4. Cuestiones para el estudio ...................................................................... 60

3.5. El elogio como herramienta educativa ................................................... 63

3.6. ¿Cómo corregir sin herir la autoestima? ................................................ 64

3.7. Algunas herramientas pedagógicas al servicio de la autoestima: ....... 65

3.8. Fuentes y referencias: ............................................................................. 67

TEMA 4. FAMILIA Y FORMACIÓN EN VALORES ................................................... 70

4.1. Justificación del tema ............................................................................. 70

4.2. Breve análisis de la realidad.................................................................... 72

4.3. Brevísimo marco teórico y/o referencial ................................................ 73

4.4. Cuestiones para el estudio. ..................................................................... 75


4.5. Familia – Escuela – Sociedad: ¿excluyentes o complementarios? ..... 78

4.6. Pasos para la acción ............................................................................... 80

4.7. Actividades sugeridas para trabajar el tema. ........................................ 82

4.8. Fuentes y referencias: ............................................................................. 84

TEMA 5. FAMILIA Y EDUCACIÓN EN LA FE ........................................................... 86

5.1. Justificación del tema ............................................................................. 86

5.2. Breve análisis de la realidad.................................................................... 89

5.3. Brevísimo marco teórico y/o referencial ................................................ 93

5.4. El Concilio Vaticano II .............................................................................. 93

5.5. Papas posteriores al Concilio: ................................................................ 95

5.6. El Episcopado Latinoamericano ............................................................ 100

5.7. Cuestiones para el estudio: .................................................................... 102

5.8. Actividades sugeridas para trabajar el tema. ........................................ 110

5.9. Fuentes y referencias: ............................................................................. 118


Mag. P. Ramón Rivas cjm.

TEMA 1. RESPONSABILIDAD DE LOS PADRES EN LA EDUCACIÓN


DE SUS HIJOS

1.1. Justificación del tema

Nadie duda ya de la importancia y vigencia de la familia como


la institución básica en la formación del ser humano, la que mayor
acceso tiene a la intimidad personal del hombre, la más convincente
y primera de las escuelas. Importa, por lo tanto, dedicar suficiente
tiempo a reflexionar sobre esta realidad y sus implicaciones actuales.

1.2. Breve análisis de la realidad

¿Piensas que los padres están realmente conscientes de la enorme


responsabilidad educativa que les compete? En caso de que tengan
esa conciencia,

¿cómo la asumen?

¿Es adecuado el modo de educar que predomina hoy en el común de


los hogares?

Si no es así, ¿a qué se debe? ¿Y a qué obedece que haya tantos


padres a los que este tema no les preocupa?

¿Por qué tanta apatía en muchos de ellos ante la posibilidad de


formarse mejor como tales?

¿Existe en la sociedad o en las instituciones sociales y eclesiales,


suficiente preocupación por brindar apoyo y formación a los padres?

¿Cuál es la realidad en tu ambiente, en tu comunidad, en tu escuela?…

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La familia como primera y principal escuela de la vida

1.3. Brevísimo marco teórico y/o referencial


Ÿ La psicología moderna demuestra hasta qué punto la educación
del hombre está condicionada por la educación recibida en
los primeros años. Erikson, con sus característico optimismo
antropológico, subraya el decisivo influjo de la familia en el
proceso de constitución de la personalidad humana.

Ÿ Hoy más que nunca se tiene como función irrenunciable


de la familia la socialización primaria, a través de la cual se
construye la personalidad básica del individuo: «La familia
es la primera escuela de las virtudes sociales, que todas las
sociedades necesitan», afirma el Vaticano II (G.E. 3).

Ÿ En el seno de la familia existen unos vínculos morales que la


configuran como una «unidad de equilibrio humano y social»
(F. Pay) ya que la familia sigue siendo el lugar insustituible
para formar al hombre completo en su originalidad.

Ÿ Desgraciadamente, no hay tarea en el mundo que presente de


manera más clara la incoherencia entre el «ser» y el «deber
ser” que ésta de ser padres; no hay otra en la que se cometan
tantos errores, con buena voluntad pero con tremendas
consecuencias. Con razón alguien pudo afirmar que muchos
«hijos son buenos a pesar de los padres».

Ÿ Por otra parte, las familias en concreto distan mucho de


coincidir con el ideal de esas idílicas comunidades que nos
muestran algunos seriales televisivos, al estilo de «La casita
de la pradera»; en las familias concretas se dan problemas de
comunicación, de relación, de autoridad, de convivencia, etc..

Ÿ En otro tiempo, los niños aprendían al lado de sus padres a ser


hombres -y a ser cristianos-. Padres e hijos convivían todo el
día y se conocían perfectamente como seres humanos. Con la
llegada de la industrialización eso se acabó: ahora tenemos
mayores exigencias y posibilidades educativas, mayores

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Mag. P. Ramón Rivas cjm.

probabilidades de promoción... pero estos logros han tenido


un precio: se han roto las relaciones del hogar, mejor dicho, ha
desaparecido el hogar.

Ÿ El papá sobre todo -aunque cada día más también la mujer-


pasa la mayor parte de su tiempo fuera de casa. Más que
ausencia física el problema consiste en una frecuentísima
falta de presencia afectiva, normativa, educativa. Por eso
la figura de los padres se ha ido desdibujando como factor
educativo. Aunque físicamente pasen muchas horas en casa,
psicológicamente no están. Y si no están difícilmente se
podrán relacionar con sus hijos.

Ÿ La familia se mimetiza excesivamente; y aunque en el fondo


tenga unos valores distintos de los que aparecen en la corteza
social, termina siempre viviendo y transmitiendo, los que se
encuentran de moda.

Ÿ Muchas familias renuncian a sus funciones educadoras,


delegando toda esta responsabilidad en el centro educativo.
De allí que el crecimiento de los hijos, ese «aprender a ser»
sea una tarea que, hoy por hoy, se encuentre frecuentemente
en manos de los educadores o de «modelos» impuestos
por los medios de comunicación, irreales, y frecuentemente
descerebrados.

Ÿ La familia luce afectada de una progresiva incapacidad


educativa, no sólo por su propia crisis interna, o por la
ignorancia de los padres, sino porque los valores que debería
inculcar en sus hijos están poderosamente contestados o
neutralizados por otros sistemas de valores que, desde el
exterior, la sociedad genera y transmite, de forma deslealmente
competitiva.

Ÿ Ante el absentismo o la impotencia educativa de muchos


padres, se elevan voces denunciadoras: la educación -afirman-,
para ser completa, necesita el calor familiar. Por eso es tan

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La familia como primera y principal escuela de la vida

alarmante la aguda crisis que hoy experimenta la institución


familiar. El afecto y efecto de los padres no tiene fórmulas para
ser compensado, su rol es insustituible. Esto quiere decir que
la recuperación de la sociedad alternativa y la formación del
hombre nuevo pasan necesariamente por la consolidación
de familias sólidas, bien conformadas y bien formadas, que
puedan ser realmente escuelas y talleres de vida.

Ÿ ¿Por qué? Porque durante toda la infancia los padres son


el espejo donde se mira el niño. Para éste son como seres
casi míticos que encarnan todas las potencialidades que
desea poseer, seres privilegiados a los que mira cada vez que
emprende algo nuevo.

Ÿ Según A. H. Halsey, los niños procedentes de familias


monoparentales (separadas, divorciadas, sin padre reconocido,
etc.), en las que no han recibido tiempo y dedicación suficientes
ni la influencia de ambos padres, tienen mayores dificultades
para triunfar en la vida que los de las familias normalmente
constituidas.

1.4. Cuestiones para el estudio: puntos de reflexión


Ÿ Lamentablemente, muchos padres, aunque quieran serlo,
no están capacitados para ese difícil arte de ser padres. Y,
como decíamos antes, la mayor responsabilidad que una
persona puede asumir en su vida, es asumida del modo más
inepto e improvisado. Muchas parejas llegan a la paternidad-
maternidad sólo con una pequeña dosis de buena voluntad,
optimismo e intuición. La mayoría ni siquiera con eso.

Ÿ A ello se debe que hoy tengamos más comodidades, más


información, más ciencia, pero también más pacientes en los
consultorios de psicólogos y psiquiatras. Cada vez más nos
encontramos con el típico «padre o madrechequera», ése o
ésa que se ha esforzado siempre por proporcionar a sus hijos

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Mag. P. Ramón Rivas cjm.

las mejores condiciones de vida, haciendo, incluso, tremendos


sacrificios tremendos. Pero, a pesar de ello, sus hijos tienen
problemas y acaban en el psicólogo, con la autoestima
averiada y un profundo sentimiento de infelicidad, lo que
suele ser la puerta de entrada para muchísimos desajustes de
conducta y desequilibrios morales.

Ÿ A pesar de esas limitaciones y fallas, la familia sigue siendo una


institución absolutamente necesaria. Sus mismas deficiencias
subrayan más su importancia como la institución que mayor
acceso tiene a la intimidad personal del hombre; esto, en
términos de formación de la personalidad y transmisión de
cultura y valores, significa que ella constituye el mejor taller
de ensayo para la vida y la más convincente de las escuelas;
en efecto, para bien o para mal, ella moldea al hombre y lo
capacita para la vida. Tal es su misión fundamental.

Ÿ La familia, además de ser el primer agente de socialización,


es también un pequeño grupo primario, dotado de funciones
específicas, en el que sus miembros aportan cargas pulsionales
propias y sumamente activas e interactúan estrechamente.

Ÿ La familia atiende a necesidades psicológicas tan importantes


como obtener respuestas emocionales de los otros y lograr
una asociación íntima con ellos. Ello permite que, en el hogar,
se vayan adquiriendo y conformando los elementos centrales
de la personalidad desde la aceptación de cada singularidad.

Ÿ Sólo en la familia vamos desarrollando el sentido de alteridad


con sentido total, donde podemos proyectar las dimensiones
de nuestra personalidad y donde crecemos al abrigo de los
modelos referenciales más firmes: nuestros padres y nuestros
seres más queridos. De ello dependerá, en buena parte, el que
triunfe o fracase como hombre.

Ÿ Pero la familia tiene también la misión de transmitir los


valores culturales y éticos. Así como un hogar sin ética

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La familia como primera y principal escuela de la vida

propicia una concepción amoral de la vida, así también,


cuando en la familia se viven auténticos valores, ella irradia
un tempranísimo potencial de educación ética del que carecen
otras instituciones educativas.

Ÿ En efecto, el hogar conforma un ámbito total de vida donde los


valores bajan de su abstracción académica para encarnarse
en el realismo de lo cotidiano, adaptándose con oportuna
naturalidad a sucesivos ciclos de infancia, juventud y vejez.
Pero, sobre todo, la familia suscita empatías, afectos,
costumbres o aplicaciones prácticas de los principios y
normas morales, más atávicos, y por ende más sólidos, que
los que cualquier otro tipo de membresía pudiera concitar.

Ÿ Por eso, la familia es la más convincente de las escuelas,


un factor esencialmente influyente en el crecimiento y la
configuración de la persona equilibrada. La actitud de la
persona frente a la sociedad dependerá, en gran parte, de su
experiencia familiar.

Ÿ En consecuencia, el complejo proceso de la educación no


puede en modo alguno prescindir de la familia. Y cuando así
sucede, hay que pagar luego fatales consecuencias.

Ÿ Lamentablemente no todos los padres tienen una visión


atinada de cuáles son sus responsabilidades como primeros
educadores de sus hijos. Surgen ahí varias perspectivas
educativas, varios perfiles de padres en cuanto responsable
de la educación; señalemos algunos:

a. Padres comprometidos en el logro: la educación como


inversión.

- Estamos ante una forma pragmatista y utilitarista de entender


la educación familiar1. Es el grupo más numeroso. Alcanza el
1 Desarrollar la comprensión empática de manera que nunca crezca encerrado en si mismo
sino abierto a los demás. Esto le proporcionará una excelente comunicación con los demás y,
consecuentemente, una buena salud psíquica.

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31,25%. Se muestran activos, artífices y responsables de la


educación de sus hijos. El programa familiar lo estructuran en
términos de inversión, visión de futuro y eficacia, una de las
principales características de nuestro tiempo.

- No les interesa tanto que el niño sepa cuanto los resultados que
consiga. Valoran la productividad, el mérito, la cualificación, la
eficacia. Exigen un esfuerzo educativo al que ellos prometen
colaboración. Promueven valores de esfuerzo, futuro,
seguridad, e incluso, valores religiosos, siempre que refuercen
la conducta para el éxito. Esas grandes metas las ven como
una fuente de reconocimiento, autoestima, seguridad y placer,
es decir, como condiciones de triunfo en la vida.

- El peligro que corren los niños sometidos a esta tensión es


que la exigencia de cotas tan altas les puede generar temor,
angustia y por ende fracaso. Además, la dialéctica triunfador-
fracasado tiene consecuencias nefastas a corto y a largo
plazo, no sólo en el niño, sino también en la familia pues si el
muchacho no logra el codiciado triunfo, todos lo vivirán como
un fracaso familiar.

- Los padres no pueden olvidar que educan a sus hijos para


estimular su autoconcepto, pero deben ser realistas y fomentar
la aceptación de sus limitaciones, el sentido de colaboración
(frente a la competitividad desbordada), la búsqueda de la
sabiduría y de una auténtica cualificación. Cierto que hay que
educar en el «deber ser», pero con valores, éticos, estéticos,
vitales, cooperativos, solidarios, espirituales, religiosos, etc.

b. Padres permisivos: la educación de la postmodernidad

- Constituyen una cuarta parte de los padres, los típicos


postmodernos, cuyos planteamientos educativos son
individualistas, integradores y de respeto a las diferencias.
Buscan la libertad de todos, con ausencia de normas y bajo el

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La familia como primera y principal escuela de la vida

lema de «todo vale». Son alérgicos a preceptos y normas, no


ejercen control en sus hijos.

- En un contexto educativo así, resulta casi imposible aprender


el verdadero sentido de la autonomía y de la libertad: el hombre
no puede elegir porque todo está al mismo nivel. Nada es
bueno ni malo, ni justo, ni injusto, etc. Esto hace difícil educar
en valores tales como honradez, sabiduría, participación.

- Además, no favorece el proceso de socialización, que debe


ser paulatino, con asimilación de normas, de lazos afectivos,
de acceso al «bien y al mal». La permisividad de los padres
hace que los hijos no tengan punto de referencia. No existen
modelos de conducta, ni normas, ni dirección que hayan de
tomar. No puede existir el concepto de autoridad. De ahí el
peligro real de formar personas a-morales y profundamente
egoístas o insolidarios.

c. Padres comprometidos en la educación integral de sus hijos

- Son un poco menos que el grupo anterior (23,50%). Priman en


ellos los valores éticos y estéticos, en un clima afectivo, cálido,
de comunicación entre padres e hijos, en el que éstos reciben
todo tipo de apoyo y comprensión.

- Esta educación del mundo estético es muy importante.


Porque como nos dice Pérez Alonso: «Los valores estéticos
proporcionan al niño la oportunidad de explorar su entorno, de
crear a partir de él sus propias formas, así como la posibilidad
de expresar ideas y canalizar fructíferamente sentimientos y
emociones».

- No son valores que se adquiera espontáneamente. El hombre


necesita «aprender» a ver, participar, recibir, y experimentar
esa participación. El primer paso es la disponibilidad para
la apertura y el segundo mantener una actitud adecuada. La
educación estética debe ser facilitada desde los primeros años

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Mag. P. Ramón Rivas cjm.

de la vida. Los elementos fundamentales para su desarrollo


son la narración escrita, la imagen y la expresión musical. Esa
cultura es lo que nos separa de los animales.

- Tal educación estética fomenta valores ético-morales


como solidaridad, sinceridad, diálogo familiar, cooperación,
autenticidad, etc., que generan una cadena de actitudes: el
ser sincero con los demás lleva a ser sincero consigo mismo;
el mostrarse tal como es uno, facilita la buena comunicación,
fundamental para el crecimiento psicológico sano. Lo cual
no se hace sin el apoyo emocional, es decir, sin el afecto y la
aceptación del individuo en su medio ambiente, los cuales les
proporcionarán el autoconcepto y la autoestima.

- Este es el clima apropiado para educar al niño para la


comprensión empática, que es la capacidad de comprender
la problemática y el estado propio y ajeno, situándose en la
perspectiva visual, cognitiva y emocional del otro. También
se estimula un aprendizaje a través de la percepción de un
modelo, dándose procesos de identificación, asimilación y de
conformidad.

- En este proceso de socialización hay espacio para una


elección personal y, consecuentemente, para vivir en libertad.
Por tanto, se emprende un camino, hay unas aspiraciones y
una búsqueda del «deber ser», hacia donde se tiende, dando
cauce a un proceso que genere una formación integral.

d. Padres invisibles: abandono de funciones educativas

- Constituyen prácticamente la quinta parte de los padres de


familia actuales. Lo nuclear en este tipo de educación es la
falta de implicación y el abandono de funciones. Son padres
que parecen «invisibles». Piensan que la educación es cuestión
del Colegio o de la TV, o de internet. Nunca se ponen en el
lugar de los niños. Su conducta es de inhibición permanente,
por comodidad o por falta de confianza en ellos mismos, o por

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La familia como primera y principal escuela de la vida

falta de preparación. El hecho es que maleducan al hijo y no


cumplen con su función de padres.

- La característica que más define a este grupo es la


independencia de los miembros familiares. Se fomenta una
autonomía excesiva, no hay implicaciones afectivas y faltan
los apoyos sociales. Otra característica es la falta de tiempo
dedicado los hijos, que incide directamente en la autoestima
de éstos: el niño percibe que hay otras cosas que son más
importantes que él, y esto, a su vez, le provoca un sentimiento
de frustración que se le graba profundamente.

- Estas dos actitudes favorecen la incomunicación, la ruptura


de relaciones y hacen aparecer el retraimiento, el aislamiento,
la frialdad y la soledad, en el niño.

1.5. La pedagogía familiar


Ÿ En educación no hay recetas ni fórmulas infalibles. Hay sobre
todo amor por un nuevo ser. Un deseo de que camine, evitando
los obstáculos en los que nosotros hemos tropezado. En tal
sentido, educar es una tarea asombrosa y apasionante. El
dicho socrático «conócete a ti mismo» serviría como base del
Programa parental para crear en el niño un buen sentido crítico
de la vida. Ayudarle a encontrarse a sí mismo -que sea él- con
sus virtudes, cualidades y defectos a partir del encuentro de
cada padre consigo mismo.

Ÿ Los padres contribuyen al crecimiento y la maduración


de los hijos, puesto que el vínculo afectivo-emotivo de la
relación padre-hijo juega un papel decisivo e insustituible en
el desarrollo equilibrado de la persona. Además asegura la
continuidad entre las múltiples experiencias que el niño vive
en todos los momentos de su vida diaria.

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Mag. P. Ramón Rivas cjm.

Ÿ Por eso mismo resulta clave la actitud educativa que los


padres asuman en el hogar. De ella dependerá en buena parte
que lo que enseñan entre en la existencia ordinaria del hijo
como un elemento integrado e integrador, sin desarmonías ni
desfases. Los padres actúan según unos criterios y principios
educativos que consideran mejores y, así, ante determinada
situación filial asumen conductas variables que dependerán
de su propio temperamento, de su propia experiencia infantil,
de la moda educativa del momento, etc.

Ÿ Claro está que no es asunto fácil ni bastan las buenas


intenciones. Cuando unos padres empiezan a ocuparse de sus
hijos, el cariño que los mueve, la dedicación que ponen, las
propias vivencias que recuerdan, pueden facilitarlel esta tarea,
sin que sean del todo suficientes. Pero más adelante puede
ocurrir que su información técnica se revele insuficiente y su
experiencia, poca. Es entonces cuando necesitan más de un
apoyo profesional o social para seguir adelante.

Ÿ La actuación que se pide a los padres pueda entenderse como


materia propia de la pedagogía familiar, que se engloba dentro
de la pedagogía social, con su teoría específica, y no puede
ser fruto de la improvisación. Esta pedagogía familiar nace
de los descubrimientos propios o la toma en cuenta de las
teorías acerca del desarrollo del niño, del necesario respeto
a las pautas internas de crecimiento de la persona, y de las
exigencias de la des-institucionalización de lo educativo. Todo
esto debe ser asumido y aprendido por los padres. Aquí tienen
su razón de ser las escuelas de padres u otras instituciones
formativas similares.

Ÿ Por consiguiente, la clave no está en conseguirse un arsenal


de recetas mágicas de actuación para los momentos de
apuro y angustia sino en conocer datos objetivos y principios
comprobados de Pedagogía Familiar, reflexionando sobre ello.
Sólo así los padres podrán ir encontrando respuestas a las

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La familia como primera y principal escuela de la vida

múltiples inquietudes e interrogantes en este difícil campo de


la educación de los hijos.

1. Lo fundamental

a. El ejemplo

Ÿ No se insistirá nunca suficientemente en que la educación


humana, moral, espiritual y religiosa de los hijos no se logra
sólo a punta de consejos verbales, imposiciones, prohibiciones
y normas. Ello vale para todas las edades pero especialmente
para esa etapa difícil que va entre la pubertad y la juventud,
durante la cual hay un rechazo visceral a todo lo que se vea
como normativa impuesta desde fuera. En esta etapa lo que
cuenta es el ejemplo y testimonio vivencial de los padres y
demás personajes significativos del hogar.

Ÿ Los valores presuponen unas actitudes frente a la vida, y


tienen que ver con la vida. Y a vivir sólo se puede aprender
viviendo. De ahí la importancia fundamental que lo que se vive
en el seno hogareño: el niño no aprende lo que se le dice que
aprenda sino lo que vive en su hogar y en su colegio.

Ÿ Se ha comprobado ya suficientemente que la escuela no crea


valores, simplemente refuerza, vitaliza y orienta los que el
muchacho trae de su casa, los que aprendió a vivir en el trato
diario con sus padres y demás familiares.

b. La estabilidad familiar

- La familia no es un «reino de taifas» en el que imperan las


fuerzas centrifugas de múltiples individualismos, sino una
síntesis de funciones compartidas, de fuerzas convergentes
que constituyen, según feliz expresión de Pestalozzi, «la fuerza
de hogar». Su unidad y estabilidad garantizan la seguridad y la
fortaleza emotiva de los hijos.

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Mag. P. Ramón Rivas cjm.

- La relajación del vínculo matrimonial es una de las grandes


debilidades de la familia actual. No se trata de la disolución de
un vínculo contractual con efectos meramente jurídicos pues
afecta significativamente la vida y al desarrollo del niño. Éste
queda marcado educativamente por la ruptura violenta, por
la tensión de una desunión psíquica que pone rencor donde
había cariño, por el distanciamiento en lugar de la confianza
anterior. Tal vez la separación garantice un mínimo de paz y
tranquilidad, pero, desde el punto de vista educativo, es poco
cuanto se haga por recomponer el amor y salvar el matrimonio.

- A los niños pequeños la separación de sus padres les produce


un íntimo desgarro; interiorizan una angustia neurótica a ser
abandonados; son presa de terrores nocturnos; se niegan a
asistir a la escuela... Muchos se vuelven taciturnos y tristes,
antisociales, se rebelan con rabia contra sus padres, haciendo
blanco de su agresividad al cónyuge responsable de su tutela.
El niño pequeño carece de defensas psicológicas para soportar
el daño de una separación prematura.

- En estos casos, por desgracia cada vez más frecuentes, la


mejor manera -la menos mala- de evitar perjuicios al niño es
que los padres adopten actitudes respetuosas y prudentes en
sus expresiones y modales.

c. La brújula

- Es fundamental que los padres reflexionen seriamente sobre las


actitudes, valores, conductas que desarrollan en la educación
de los hijos. Deben tener una «brújula», el «deber ser», a la
mano. El éxito no se cifra en que el hijo acumule los mejores
títulos en los sitios más relevantes. Lo importante es que el
hijo tenga una formación integral que le permita realizarse y
ser feliz. Y esto exige enfrentar la situación presente con un
proyecto de vida concreto.

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La familia como primera y principal escuela de la vida

- Aunque los padres ostenten título(s) universitario(s), sean


competentes profesionales y sepan otros idiomas, nadie les
ha dada una brújula con la que orientarse como padres, por lo
tanto deben buscarla para ellos mismos y para sus hijos. No
se trata de que sea la mejor brújula pues nadie la tiene, sino
de darles alguna brújula, para que ensayen con ella, para que
descubran que no les sirve del todo, para que la arrojen contra
la pared... Poco a poco cada hijo se irá construyendo la propia
casi sin darse cuenta, con todos o algunos de los elementos
que recibió de sus padres.

- Además, conviene recordar que los padres al comunicarse con


sus hijos aprenden tanto o más que éstos, y aprenden mucha
cosas de sí mismos: por lo menos aprenden si su propia brújula
todavía sirve para algo. Al mirarse en ese espejo que son los
hijos pueden comprobar si han triunfado o fracasado en su
oficio de padres. Perder esa comunicación, esas relaciones, es
perder una magnífica oportunidad de seguir creciendo.

- El peligro mayor no es tanto hacerlo mal sino no hacerlo. Es


más fácil crecer con alguien que contra alguien, pero es mucho
más fácil crecer contra alguien que crecer en un vacío total de
palabras y de afectos. Lo importante, desde esta perspectiva,
es que los padres encuentren o construyan, y luego respeten,
ese lugar que proporciona y facilita los encuentros entre
padres e hijos y que llamamos hogar... Ambientes comunes
y solidarios donde, desde un conocimiento mutuo, afectivo y
respetuoso, se compartan los ideales, los valores, las normas,
los principios, y la fe. Es en ese nicho ecológico donde el hijo
aprende a ser humano.

- Si se saben construir y consolidar tales vínculos de


comunicación afectuosa, humilde y cotidiana, cuando lleguen
los conflictos y problemas será mucho más fácil resolverlos,
sin estacionarlos ni ignorarlos. Aquí tropezamos con otra
gran dificultad: el miedo irracional que algunos padres tienen
a los conflictos con sus hijos. Conflictos siempre los habrá.

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Mag. P. Ramón Rivas cjm.

Los padres deben aceptar el reto y luchar con fuerza, no para


vencer sino para que el hijo tenga un contrincante válido que lo
introduzca en el lado conflictivo de la vida. Porque hay ciertas
lecciones que sólo se aprenden a golpes... Claro está, sin que
mengüe el cariño. La diferencia entre un hogar feliz y un hogar
desdichado no consiste en que en el primero no hay conflictos
y en el segundo sí, sino en que el hogar feliz es capaz de
enfrentar y solucionarlos a medida que se van presentando.

d. El amor y la autoestima

- Diversas investigaciones sicológicas y sociales han revelado


cómo lo que más fomenta el desarrollo sano de los niños, lo
que mejor los previene contra peligros tan letales como la
droga, el alcohol, el sexo enfermizo, etc., es saberse amado,
aceptado e importante, o sea, aprender a amarse a sí mismo a
través del trato humano y de la convivencia afectiva con sus
padres y hermanos.

- La clave de la prevención de todos los problemas del


crecimiento está en crear en el hogar un ambiente en el que
el muchacho ,se sienta realmente apreciado, respetado,
valorado y estimado. Para ello, los padres deben velar para que
todas las necesidades básicas del muchacho en crecimiento
se satisfagan adecuadamente.

- El psicólogo Abrahán Maslow sugiere que el hombre tiene


cinco necesidades básicas: las físicas (alimentarse, beber,
dormir, etc.), las de seguridad física, de amor, de propósitos
y, finalmente, de autorrealización. Cada ser humano estaría
motivado a intentar cubrir las necesidades más bajas antes
de las más altas o superiores, hasta la de autorrealización,
que es la de ser persona creativa, auténtica, vocacionalmente
realizada. Importa, entonces, irles haciendo ver que ellos valen
y pueden por sí mismos, que no necesitan andar apoyándose
en traicioneras muletas.

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La familia como primera y principal escuela de la vida

- A los padres les toca, por vocación y obligación, velar -mientras


les sea posible- porque todas estas necesidades se cubran.
Lamentablemente a veces se tiene la impresión de que muchos
padres piensan que su obligación se reduce a garantizar sólo
la satisfacción de la necesidades de los primeros niveles–
estudio, comida, techo, cariño-; por eso se privan a sí mismos
de muchas cosas para no tener que negar nada a sus hijos -lo
cual no siempre es positivo- pero descuidan los dos últimos
niveles (propósitos y autorrealización) que no por ser los
últimos son menos importantes.

- Los padres son los transmisores primarios de los valores en


la vida de los niños. Aunque es difícil determinar cómo un
niño escoge su estrategia para obtener su valía personal,
parece razonable suponer que está influido, en primer lugar,
por cualquier modelo de vida continuado que observe en sus
padres. Por el trato con sus padres el niño se forma un sistema
de creencias e ideas en cuanto a cómo tener valor en cuanto
persona. Además aprenden a protegerse de cualquier cosa
que amenace su amor propio o autoestima.

- En síntesis, la familia ofrece al niño el ámbito primario


de acogida de la existencia y de personalización. En ella
encuentra el niño esa «urdimbre constitutiva y urdimbre de
identidad» (J. Rof Carballo) en la que se va tejiendo su ser. La
familia es, en principio, el grupo humano con mayor capacidad
para ofrecerle una experiencia positiva, gozosa, entrañable,
de la vida y también de lo religioso. Según Gerardo Pastor, «ni
las guardarías o escuelas, ni los grupos de coetáneos, ni las
parroquias, ni los medios de comunicación social (prensa,
radio y televisión), logran penetrar tan a fondo en la intimidad
infantil como los parientes primarios, esos seres de quienes
se depende absolutamente durante los seis o nueve primeros
años de la vida (padres, hermanos, abuelos)»2.

2. Conclusión
2 G. Pastor, «Familia y transmisión de valores»: Misión Abierta I (1991) 23.

20
Mag. P. Ramón Rivas cjm.

- En síntesis, el éxito o fracaso de la formación de los hijos


depende en buenísima parte de la formación psicológica,
ética, espiritual y religiosa -sin desglosarlas artificialmente-
que reciban en el hogar y en la escuela (por eso es tan
importante saber escoger la escuela: en coherencia con el
proyecto educativo hogareño) a fin de que tengan caminos
responsables cuando intenten buscar su valor personal, y que
lo hagan no con los criterios narcisistas y egoístas del medio
social ordinario, sino de acuerdo a un proyecto cristiano de
vida.

- En tal sentido, los padres desempeñan un papel fundamental.


En el plan divino, Dios ha escogido a los padres como
transmisores principales a través de los cuales Él comunica
a los niños su aceptación y significación como personas.
Los padres cristianos saben, además, que su misión paternal
privilegiada es la de formar, en forma especial y única, a otro
ser humano (su propio hijo) y de comunicarle su valía personal
como imagen y semejanza divinas, y como hijos de Dios en
Cristo.

1.6. Actividades sugeridas para trabajar el tema.

Padres/madres de familia y docentes

v Lectura comentada y ampliada del texto

v Charla o foro, a cargo de profesionales, sobre el tema.

v Conversación –careo- padres, docentes, hijos para plantear


cómo ve cada sector el papel educativo de los hijos. Esta
actividad puede ser muy enriquecedora si es convenientemente
conducida por el moderador.

21
La familia como primera y principal escuela de la vida

Precisar, personalmente y en pareja, las conclusiones del tema y los


compromisos que queiren asumir respecto a su futuro como padres.

1.7. Conclusiones, sugerencias y compromisos…

¿Qué conclusiones personales o de pareja pueden sacar, para su vida


familiar, a partir de este tema?

¿Qué compromisos específicos asumen para mejorar su acción


educativa en el contexto hogareño?

¿Qué exigencias o peticiones podrían plantear al centro educativo


donde se educan sus hijos a fin de que haya una verdadera
interrelación educativa hogar-escuela?

1.8. Fuentes y referencias:

AGUILAR, K. (1980): «Paternidad positiva». México: Pax México.

BAKER, B. (1978): «¿Cómo enseñar a mi hijo?». Madrid: Pablo del Río


Editor.

FLAQUER, L. (1998): El destino de la familia. Barcelona: Ariel.

GARCIA, L. (1989): «¿Qué le pasa a mi hijo? Madrid: Edil. Paraninfo.

GERVILLA, E. (1997): El conflicto de los valores en la educación


familiar. Málaga: Actas del VI Congreso Internacional de Educación
Familiar.

GOLDSTEIN, R. (1997): «Educar día a día (los cinco primeros años).


Editorial Medici.

GRAUBARD, P. (1979). «Paternidad Positiva». México: Edil. Diana.

HERNÁNDEZ, 1. (1996): Escuelas, padres y comunidad. Los deberes.

22
Mag. P. Ramón Rivas cjm.

Madrid: Cultura y Educación.

IZQUIERDO, A. (1979): «Como mejorar la conducta de sus hijos».


Madrid: Edil. Marsiega.

KELEN, J. (1988): El nuevo padre, Barcelona: Ed. Grijalbo.

LEMAN, K. (1994): «Eduque a sus hijos sin hacerles daño». Buenos


Aires: Vergara Editor.

MARTOS, J. (1984): «Los padres también educan: guía práctica».


Madrid: Editado por Asociación de Padres de Niños Autistas.

PADRES Y MAESTROS (1982): «Relaciones familiares». La Coruña:


Ediciones Paulinas.

PATTERSON, G. (1975): «Aprenda a convivir en familia». México:


Ciencia de la Conducta.

PEINE, H. Y HJOWART, R. (1975): «Padres e hijos. Problemas


cotidianos de conducta». Madrid: Edil. Siglo XXI.

SMITH, J. y DONALD, E. (1975): «El manejo del niño: un programa


para padres». Universidad de Michigan.

TORRES, M y otros (1994): Relaciones padres/hijos. Madrid:


Ministerio de Asuntos Sociales.

TRIANA, B. (1991): Las concepciones de los padres sobre el


desarrollo: teorías personales o teorías culturales. Madrid: Infancia
y Aprendizaje.

VALDlVIA, C. y RUIZ, A. (1982): «Educar para no defraudar». Madrid:


Ediciones Narcea.

VARELA, J. (985): «Influencia de los familiares en la personalidad del


niño». Madrid: Ediciones Narcea.

VAZQUEZ, M., NOT, L, y otros (1986): «Aprender en el hogar». Madrid:


Cefaes–Centro de Educación Familiar Especial.
23
La familia como primera y principal escuela de la vida

TEMA 2. FORMACIÓN PEDAGÓGICA DE LOS PADRES

«El gran reto de la paternidad consiste en adquirir capacidad para dar a


nuestros hijos el mejor ejemplo. Y por esto, la única fórmula infalible es
nuestra superación personal.

Sólo siendo mejores como individuos engrandeceremos el modelo


que les brindemos»
C. C. Sánchez

2.1. Justificación del tema


Ÿ Prescindiendo de las múltiples definiciones a que nos
tiene acostumbrados la sociología, la familia consiste,
fundamentalmente, en la profunda unidad interna de dos
grupos humanos, padres e hijos, que se constituyen en
comunidad a partir de la unidad hombre-mujer. La plenitud de
la familia, como la del matrimonio, no puede realizarse con
personas separadas, sino en la unidad del «nosotros» que
expresa la necesaria ordenación de unas personas a otras.

Ÿ Tres son los criterios que definen esa mutua ordenación de los
componentes familiares: la casa común, los lazos de sangre
y el amor recíproco. Los elementos de la trama familiar no se
reducen a los tres personajes básicos, padre, madre e hijo, sino
que existe un cuarto elemento: el hogar como ámbito espiritual
que condiciona fuertemente las relaciones familiares.

Ÿ Básicamente, la familia sigue siendo la única institución que


garantiza al ser humano el ambiente cálido, dinamizador
y estimulante, necesario para crecer y realizarse. Debido a
esa realidad, hoy en todas partes surge un clamor unánime
pidiéndole a la familia que reasuma su papel educativo
fundamental. Las razones de ese clamor son muchas y
variadas. Cito aquí sólo las más importantes:

24
Mag. P. Ramón Rivas cjm.

Ÿ Porque no es posible educar sin tener en cuenta a la familia:


sigue siendo una realidad válida y necesaria.

Ÿ Porque los constantes cambios del mundo plantean nuevos


y difíciles retos a los jóvenes que exigen la implicación de
todas las instituciones a fin de prepararlos para enfrentar los
inevitables problemas.

Ÿ Porque la actual crisis de la sociedad es, fundamentalmente,


una crisis de valores, y en la formación de valores la familia
tiene el primer y básico papel.

Ÿ Finalmente, porque tener un hijo no es simplemente


engendrarlo, sino ayudarlo a ser hombre, a ser persona, a ser
feliz. Y esto no se garantiza simplemente poniéndolo en una
escuela o colegio. Es menester mucho más, y ese «mucho
más» lo pone la familia, lo constituye el hogar.

Ÿ Sin embargo, una cosa es la familia ideal y otra la real; y la familia


real enfrenta las mismas crisis esenciales, éticas y ecológicas
de la sociedad en la que está inserta. Consecuencias de ello
son crecientes problemas: desajuste ético, irresponsabilidad,
libertinaje, violencia, droga, descontrol sexual, delincuencia,
infidelidad, bajo rendimiento escolar, autoestima deficiente,
etc.

Ÿ Pero ésa es la familia que tenemos y es ésa la que debe asumir


el difícil desafío educativo actual. Para ello deberá afrontar con
valentía sus grandes deficiencias y aprovechar sus innegables
valores: solidaridad interna, respeto por los mayores, jerarquía
ética básica, tradición positiva, etc.

Ÿ De ahí la urgencia de que todas las instituciones pastorales,


sociales y educativas entren en un proceso de formación de
los padres. Lo que está en juego es muy serio:

Ÿ La felicidad de los hijos

25
La familia como primera y principal escuela de la vida

Ÿ La salvación de la familia

Ÿ El futuro de la sociedad.

2.2. Breve análisis de la realidad

¿Cuáles son los principales problemas que enfrenta la familia actual?

¿Cómo cumplen los padres su rol educativo?

¿Cuáles son las luces y las sombras que se dan en ese terreno?

¿Qué oportunidades y qué fortalezas -que dificulten o refuercen esa


tarea- se pueden encontrar en el propio medio social y eclesial?

¿Qué tipo de vinculación tienen con la escuela y con las demás


instituciones educativas o formativas?

¿Qué instancias o programas formativos para los padres y madres


existen en su comunidad?

¿Cómo funcionan,? ¿Con qué resultados?

¿Cuáles son sus fallas y limitaciones?

2.3. Brevísimo marco teórico y/o referencial

a. Los padres y el desarrollo de los hijos

Ÿ Nadie duda ya de la importancia y vigencia de la familia


como institución básica en la formación del ser humano, la
que mayor acceso tiene a la intimidad personal del hombre y
la más convincente de las escuelas. La psicología moderna
demuestra hasta qué punto la educación del hombre está
condicionada por la educación recibida en los primeros
años. Incluso el psicoanalista Erikson, con su característico

26
Mag. P. Ramón Rivas cjm.

optimismo antropológico, subraya el decisivo influjo de la


familia en el proceso de constitución de la personalidad
humana, por ejemplo, a través de la conformación de la
autoestima.

Ÿ Sigue vigente, hoy más que nunca, como función irrenunciable


de la familia, la socialización primaria, es decir, la socialización
a través de la cual se construye la personalidad básica del
individuo. «La familia es la primera escuela de las virtudes
sociales, que todas las sociedades necesitan», afirma el Vaticano
II (G.E. 3).

Ÿ En el seno de la familia existen unos vínculos morales que la


configuran como esa «unidad de equilibrio humano y social»
que dijo F. Pay, queriendo significar con ello que, pese a los
intentos de cualquier ideología totalitaria por substituirla o
condicionarla, la familia sigue siendo el lugar insustituible
para formar al hombre completo, para desarrollar y robustecer
la individualidad y la originalidad del ser humano.

Ÿ Los padres son los únicos que pueden brindarle al niño ese amor
incondicional al que todos aspiramos, esa dimensión afectiva
que los grandes educadores consideran importantísima para
el desarrollo de las diversas capacidades del niño. Es así como
los padres contribuyen determinantemente a su crecimiento,
desarrollo y maduración.

Ÿ Además los padres pueden completar a, ayudar a, y colaborar


en la labor de los educadores, de suerte que se asegure la
continuidad entre las múltiples experiencias que el niño vive
en todos los momentos de su vida diaria. Esta participación
favorece la adaptación y la socialización del hijo y lo ayuda a
desarrollarse mejor.

Ÿ No olvidemos que la fundamental finalidad de la educación


-a cualquier nivel–es el desarrollo y maduración de un ser
equilibrado, en cuanto persona integralmente realizada. Hay

27
La familia como primera y principal escuela de la vida

quienes ponen, como finalidad educativa, la formación de «un


ciudadano equilibrado y sano», pero esto equivale a entrar
en una especificación que deja de lado lo más importante: el
ser vive para sí mismo, y en primer lugar se desarrolla para
sí mismo. Después, o además de, podrá ser un «ciudadano
equilibrado», «una mujer equilibrada», «un padre equilibrado»,
«un profesional equilibrado»... y cualquier otra opción que
pueda realizar a partir de su primer equilibrio como persona. Y
su actitud frente a la sociedad dependerá, en gran parte, de su
experiencia familiar.

Ÿ Por consiguiente, la implicación de los padres en el proceso


de crecimiento físico, espiritual, religioso, moral e intelectual,
de los niños, constituye una aportación insustituible para su
equilibrado desarrollo, ya sea por la continuidad que asegura
con la labor educativa llevada a cabo en el centro evitando las
rupturas, ya sea a través de ese insustituible aporte afectivo-
emocional antes mencionado.

Ÿ Cuando los padres empiezan a ocuparse de sus hijos, el


cariño que los mueve, la dedicación que ponen, las propias
vivencias que recuerdan, pueden facilitarle esta tarea, sin que
sean del todo suficientes. Más adelante puede ocurrir que
la información técnica de los padres se revele insuficiente
y la experiencia poca, sobre todo si se trata del primer hijo.
Es entonces cuando se necesita cierto apoyo para continuar
esta maravillosa tarea de educar a los hijos y poder ver cómo
crecen sanos de alma y cuerpo.

b. Los padres y la formación moral

Ÿ La familia también tiene la misión de capacitar para la vida


transmitiendo los valores culturales y éticos. Así como un
hogar sin ética facilita que una concepción descomprometida
y amoral de la vida prefigure la personalidad de sus vástagos,
así también cuando en la familia se viven auténticos valores,

28
Mag. P. Ramón Rivas cjm.

ésta irradia un tempranísimo potencial de educación integral


para la vida, potencial del que carecen otras instituciones
educativas como la parroquia o la escuela.

Ÿ Además, el hogar conforma un ámbito total de vida donde los


valores salen de su abstracción académica para encarnarse
en el realismo de lo cotidiano, adaptándose con oportuna
naturalidad a los sucesivos ciclos vitales: infancia, juventud,
adultez y vejez. Pero, sobre todo, la familia suscita empatías,
afectos, costumbres o aplicaciones prácticas de los principios
y normas morales, más atávicos, y por ende más sólidos que
los que cualquier otro tipo de membresía pudiera concitar.

Ÿ Por eso atemoriza ver cómo el vértigo de la vida social


viene arrasando con esa escuela primordial y anulando la
intimidad del hogar. El niño sufre las consecuencias de las
tensiones familiares, de las separaciones de los padres, de
su ausencia prolongada del hogar por motivos laborales,
del silencio hogareño por la invasión de la TV, Internet y las
demás tecnologías, de la falta de tiempo dedicado a los hijos
por saturación de inquietudes laborales y sociales, y de la
destriangulización afectiva... Cada día son más evidentes los
daños, muchas veces irreversibles, que estas y otras carencias
familiares originan en el ser humano.

Ÿ Lo peor es que muchas familias renuncian a sus funciones


educadoras, delegando toda esta responsabilidad en el
centro educativo. No sólo porque se sienten afectadas por su
progresiva incapacidad educativa, debido a su propia crisis
interna o a la ignorancia de los padres, sino porque los valores
que deberían inculcar, son hoy poderosamente atacados o
neutralizados por otros sistemas de valores que la sociedad
genera y transmite de forma deslealmente competitiva y
peligrosamente invasiva.

Ÿ Es así como la sociedad propaga, a través de diversos medios


tecnológicos, auténticas manías o epidemias neuróticas en

29
La familia como primera y principal escuela de la vida

el consumo de diversas modas. Estos sistemas espurios


configuran un panorama educativo de fines socialmente
deseables -triunfo, popularidad, éxito, dinero, poder, prestigio,
placer- incitando a conseguirlos a costa de todo. Y aunque,
a la larga, esos valores se revelan totalmente inconsistentes,
van permeando la mente de muchos jóvenes, deprivándolos y
depravándolos e incapacitándolos para empresas realmente
humanas.

Ÿ Con el agravante de que el tiempo de que disponen los padres


para la educación de los hijos se ve cada día más recortado:
los niños ingresan muy temprano a «hogares de cuidado», o al
preescolar, donde la autoridad parental tendrá que competir
con otras influencias. La televisión se cuela permanentemente
en el hogar con sus mensajes deletéreos, etc. Se puede afirmar
que si los padres no aprovechan intensivamente el tiempo de
la infancia para esa labor educativa, después se enfrentarán a
una tarea imposible.

Ÿ Ante tan preocupante situación, urge que la familia recupere su


identidad educativa; que los padres asuman su rol primordial
y que se capaciten para desempeñarla adecuadamente.
Porque no se trata de educar a como dé lugar, sino de educar
adecuadamente para un mundo distinto, complejo y retador.

Ÿ El avance científico que han experimentado, en los últimos


años, las ciencias psicológicas y sociales, la evolución misma
de las necesidades de los seres ha llevado, paulatinamente, a
la sociedad a una serie de conclusiones fundamentales:

a. Cada una de las edades del ser humano debe ser


comprendida y atendida en sí misma, con sus
peculiaridades y características.

b. No se puede prescindir de la diferenciación que se da


en las necesidades afectivas y cognitivas de cada etapa
del desarrollo del niño, desde su nacimiento; incluso hay

30
Mag. P. Ramón Rivas cjm.

que ir más allá de aquello de Rousseau: «la educación


del hombre comienza con el nacimiento» (Emilio): el niño
empieza a ser educado -o deseducado- desde el vientre
materno.

c. Los adultos deben responder a esas necesidades


diferenciadas.

d. Cada etapa de desarrollo en la que se sitúa cada niño


exige instrumentos didácticos y metodológicos propios.

2.4. Cuestiones para el estudio

4.1 La familia real.

- Lamentablemente, las cosas no suceden siempre como debiera


ser: no hay tarea en el mundo que presente de manera más
clara la incoherencia entre el «ser» y el «deber ser” que ésta
de ser padres, ni hay otra en la que se cometan tantos errores,
con buena voluntad pero con tremendas consecuencias. Con
razón alguien pudo afirmar que, hoy más que nunca, los «hijos
son buenos a pesar de los padres»

- Hay que admitir que en las familias concretas se dan


problemas de comunicación, de relación, de autoridad, de
convivencia, de sexualidad, de dinero... Y es que las familias
en concreto distan mucho de coincidir con el ideal de aquellas
idílicas comunidades que nos mostraban algunos seriales
televisivos, al estilo de «La casita de la pradera». La mayor parte
de nuestras familias se parecen más a la de los Simpson y a la
de los Locos Adams que a la de los Ingals.

- Las estadísticas demuestran dramáticamente que la familia


real no constituye hoy el mejor de los entornos educativos.
Veamos algunas de ellas:

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La familia como primera y principal escuela de la vida

Destrucción del hogar

Ÿ 1 de cada 2 matrimonios en primeras nupcias fracasan: ésta


es la tasa promedio a nivel de todo nuestro continente. Es
decir que en algunos países es más alta, y en otros menos.
8 de cada 10 esposos fracasados se vuelven a casar, lo que
indica la importancia que le dan a una relación de pareja y a la
familia, pero por lo menos 4 de ellos vuelven a fracasar.

Ÿ 43% de los matrimonios terminan en divorcio. El 65% de los


que se casan por segunda y tercera vez fracasan de nuevo.

Ÿ La consecuencia es una indetenible destrucción de lo que


debe ser un hogar, el cual requiere, nos guste o no, de la pareja,
de los esposos, de ambos padres. Por eso….

Ÿ 7 de cada diez suicidios de adolescentes, 9 de cada 10


niños con problemas de conducta, y 9 de cada diez menores
encarcelado por problemas delictuales provienen de hogares
con uno de los padres ausente.

Ÿ 5 de cada diez niños viven con un solo progenitor. 3 de cada 10


no viven con ninguno de sus padres. Cosa realmente terrible.
Porque aunque la persona que haga las veces del padre o de
la madre ausente, sean generalmente personas maravillosas,
jamás, jamás podrán suplir el beso o el abrazo de una madre,
la orientación y la seguridad que brinda la presencia hogareña
del padre. Esas carencias tarde o temprano salen a flote y se
pagan muy caras.

Ÿ 3 de cada 4 madres vuelven al trabajo antes de que el bebé


cumpla un año. A pesar de las legislaciones de varios países,
porque la necesidad de ganarse un salario es demasiado
imperiosa.

Ÿ 1 de cada seis familias en circunstancias de divorcio vive


pobremente, siempre económicamente y con frecuencia
también sicológica y moralmente.

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Mag. P. Ramón Rivas cjm.

Ÿ 3 de cada 10 nacimientos son ilegítimos y 1 de ellos es de


padres adolescentes. También me pareció entender que en
Ecuador, debido precisamente a la ausencia habitual de los
padres, éstas son mayores.

Violencia doméstica

Niños

Ÿ 8 de cada 10 padres o madres maltratan a sus hijos. ¿Lo


escucharon bien?... 8 de cada diez. Porque todavía existe la
falsa idea de que el maltrato malo es solamente el físico: y
nos olvidamos de que hay muchos otros tipos de maltrato,
algunos peores que el físico: el moral, el psicológico, el sexual,
el educativo, incluso el religioso.

Ÿ La primera causa de muerte, en toda América, de niños


menores de 5 años sigue siendo el maltrato físico.

Ÿ Y la segunda causa de muerte de adolescentes es el suicidio:


uno de cada 3 adolescentes ha pensado alguna vez en el
suicidio y uno de cada 20 lo ha intentado. En promedio, 32
adolescentes se suicidan diariamente en toda América latina.
Las causas más frecuentes son la depresión y el fracaso
escolar, en los cuales suele tener una alta incidencia el maltrato
por parte de los padres ante una falta cualquiera, o ante una
baja nota, o simplemente en el modelo educativo que se quiere
imponer en el hogar.

Ÿ Niños que son testigos de abusos o que han sido abusados,


tienen mil veces más posibilidades que los niños que se crían
en hogares sanos, de abusar de sus cónyuges y de sus hijos
cuando lleguen a ser adultos,.

33
La familia como primera y principal escuela de la vida

Mujeres

Ÿ El crimen más numeroso sin denunciar son las golpizas a las


mujeres. Con el agravante terrible de que muchas mujeres
piensan que su marido tiene derecho a agredirlas. Por eso, o
por miedo, no lo denuncian. Y si otros lo denuncia, lo niegan.

Ÿ Un promedio de tres mujeres, en América, mueren diariamente


asesinadas por sus esposos o novios

Ÿ En el mundo, una de cada tres mujeres ha sido abusada física


o sexualmente en su vida

Ÿ En los EE. UU. el abuso físico es la mayor causa de lesiones


entre las mujeres. Es responsable de mayor número de
lesiones y muertes que la combinación de todos los accidentes
automovilísticos, ataques callejeros y violaciones. Cada 18
segundos ocurre un caso de violencia doméstica.. Casi 4,000
mujeres mueren todos los años como resultado de la violencia
doméstica.

Ÿ La violencia doméstica no se limita a los pobres o a personas


de cierta raza o grupo étnico prevalece en toda la sociedad.

Ÿ En los EE Cada 18 segundos ocurre un acto de violencia


doméstica.

Ÿ En algunas regiones de la India, cada 12 horas muere una


mujer quemada por su marido. La rocía con queroseno y la
prende como una antorcha. Después denuncia el hecho como
un accidente o un suicidio. ¿El motivo? Que la dote ofrecida
por los padres de la novia no se consideró suficiente. Así,
matándola, puede ir a buscar otra mujer, con otra dote con la
que sobrellevar unos cuantos años más su pobreza.

Ÿ En España, entre enero y octubre del año pasado murieron


75 mujeres a manos de sus maridos y se produjeron más de
20.000 denuncias por malos tratos.

34
Mag. P. Ramón Rivas cjm.

Ÿ Aproximadamente la mitad de las parejas tienen aunque sea


un incidente violento; en una cuarta parte de estas parejas, la
violencia ocurre con regularidad.

Ÿ 20% de los asesinatos ocurre dentro de la familia y el 13% lo


cometen los cónyuges.

Ÿ 95% de las agresiones en contra de los cónyuges son


cometidas por los hombres.

Ÿ Las mujeres tienen seis veces más posibilidades que los


hombres, de que su pareja cometa violencia doméstica contra
ellas.

Ÿ 21% de las mujeres que utilizan los servicios de cirugía


de emergencia de los hospitales han sido golpeadas. Seis
millones de las mujeres en América son golpeadas por sus
esposos o novios y cuatro mil de ellas son asesinadas por año.

Ÿ Uno de cada cuatro suicidios de mujeres, sucede en víctimas


de violencia doméstica.

Ÿ Más de un millón de mujeres cada año procuran ayuda médica


por lesiones causadas por golpes.

Ÿ También existen hombres maltratados, tanto heterosexuales


como homosexuales, y relaciones entre lesbianas donde hay
agresividad, pero no son la norma.

Ÿ Se estima que el 95% de las víctimas de la violencia doméstica


es mujer, por eso los autores de los estudios siempre se
refieren al agresor como él y a la víctima como ella.

Ÿ Y hay que subrayar que esto no es cuestión de cultura, ni de


dinero, ni de progreso. Porque, estadísticamente el país que en
nuestro continente ofrece los más altos índices de maltrato
familiar es nada menos que los poderosos EE.UU. de América.

35
La familia como primera y principal escuela de la vida

Ÿ Los resultados del estudio de Brookoff, publicados el 7 de mayo


de 1997, desvelaron que la mayoría de víctimas de la violencia
doméstica no suele buscar ayuda médica o psicológica, a
pesar de los continuos ataques de su pareja.

Ÿ Cuando la policía llega a una casa donde ha habido un


altercado violento, el agresor suele parecer mucho más
calmado y racional que la mujer. Dado que la violencia hace
más daño psicológico a la víctima, ella suele presentar signos
de enfermedad mental.

Ÿ En el primer acercamiento, se somete al agresor a una especie


de tratamiento intensivo de educación en el que se le hace
reflexionar y se le informa de los graves perjuicios para la salud
de su mujer, de los niños y de él mismo que su comportamiento
provoca. En el segundo se recurre a técnicas de psicoterapia.

Ÿ Por eso, los especialistas en violencia doméstica creen que


-mientras llega el cambio de las normas sociales- la solución
a este problema está en manos de los médicos. Aunque para
ello también los profesionales de la salud han de cambiar su
mentalidad.

Ÿ Las víctimas de violencia doméstica tienen tres veces más


posibilidades de ser víctimas de nuevo, que las víctimas de
otros delitos.

Ÿ La violencia doméstica inflige una pérdida en la familia, la


sociedad y el futuro.

Valores familiares

* 3 de cada 10 muchachas y 1 de cada 10 varones han sufrido algún


tipo de abuso sexual antes de los 19 años, y casi siempre de parte de
familiares muy cercanos.

* Uno de cada cuatro adolescentes contraen una enfermedad de


transmisión sexual antes de terminar el bachillerato.

36
Mag. P. Ramón Rivas cjm.

* Aproximadamente 46 millones de abortos se realizan cada año.

*A nivel mundial, existe un promedio de un aborto por mujer.

*En América, 5 de cada 20 mujeres que abortan tienen menos de 25


años.

* 1 de cada 13 adultos abusa del alcohol. 15% de los menores de 17


años están viviendo con un adulto diagnosticado con problemas de
alcoholismo. Lambie, G.W. & Sias, S.M. (2005). Professional School
Counseling, 8(3),266

* 1 de cada 4 padres consumen algún tipo de droga (+ alcohol,


cigarrillo)

* 3 de cada 10 alumnos de escuela básica aprendieron a consumir


alcohol desde los 13 años, muchas veces enseñados o estimulados
por sus propios padres.

* La mayoría de nuestros niños pasan un promedio de cinco o seis


horas diarias frente al televisor, sin ningún acompañamiento por
parte de su padres, y muchos de ellos pasan casi toda la jornada
lejos de sus padres o absolutamente solos (síndrome de Home
Alone, o los niños de la llave).

* El estudio de una muestra significativa de muchachos delincuentes


arroja los siguientes datos: el 85% dice que nunca realizaron alguna
actividad común con el papá–el 60% nunca tuvieron contacto con el
papá- el 95% dicen que su papás no los querían- el 80% añora la figura
paterna y dice que si lo hubiera tenido, otra cosa hubiera pasado en
su vida.

* 8 de cada 10 familias tiene por lo menos un hijo fracasado. Y lo peor


es que 6 de cada 10 padres cuando un hijo se les rebela o fracasa,
simplemente toman el camino más fácil que es tirar la toalla como se
dice popularmente. Olvidan o no saben, quizás, que un padre no tiene
derecho a renunciar, ni a jubilarse, ni a retirarse, ni siquiera a tener
vacaciones en esto de ser padre.

37
La familia como primera y principal escuela de la vida

* De cada 10 hijos problematizados en el hogar sólo uno logra superar


sus problemas. Los demás crecen y mueren fracasados con todo lo
que esto entraña moral y psicológicamente

* En 9 de cada 10 familias existe incomunicación padre-hijo, sobre


todo al llegar la difícil etapa de la adolescencia. Difícil para el padre
pero también, y más, para el hijo o la hija.

* 19 de cada 20 familias sufren de uno o varios de los siguientes


problemas:

- ausencia física del papá

- frialdad y distancia moral del papá

- hostilidad, burlas e incomunicación entre hermanos

- machismo del padre y de los hijos varones

- normas rígidas cambiantes e injustas.

- malos entendidos continuos por mala comunicación

- vidas independientes bajo el mismo techo

- vicios diversos, incluidas las drogas.

Estas estadísticas las hemos recogido a lo largo de muchos años


recorriendo países en tareas de educación familiar, y obviamente
pueden cambiar, como de hecho pasa con todas las estadísticas.
Pero dadas las situaciones que seguimos enfrentando, es de prever
que las cifras no cambien mucho.

2.5. Los cambios de la familia

- Claro está que la familia no ha sido siempre igual a como es


hoy. Desde la familia totémica (matriarcal o patriarcal) hasta
nuestros días, la institución familiar ha evolucionado mucho en

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Mag. P. Ramón Rivas cjm.

sus formas, aunque permaneciendo más fiel a sus funciones


de lo que a simple vista parece.

- La «familia patriarcal romana» concentraba en sí todas las


funciones sociales. Además de una unidad económica era una
unidad religiosa (con sus dioses «lares») y una unidad política
(con sus leyes y su justicia interior). Dejaba en manos de los
esclavos más preparados la formación intelectual y aun moral
de los hijos.

- Con el cristianismo la familia desarrolló el principio de


libertad e igualdad para todos. La unidad e indisolubilidad
del matrimonio contribuyeron a estabilizar y reforzar sus
funciones educativas y a aumentar su cohesión.

- Hasta el advenimiento de la edad industrial la familia se


mantuvo como una comunidad cerrada sobre sí misma, como
una comunidad de trabajo, autosuficiente económicamente.
Con la revolución industrial la cohesión familiar perdió fuerza,
la autoridad del padre se debilitó, el trabajo salió fuera del
ámbito hogareño, la mujer empezó a emanciparse...

- Todas estas características perviven en la familia actual, que


se convierte, además, en una unidad de consumo con fuerte
tendencia a la autonomía económica de cada uno de sus
miembros.

- La prospectiva sociológica prevé para el futuro la aparición de


una familia basada en la pareja inestable. La disolución del
vínculo matrimonial y el elevado índice de divorcios parecen
confirmar esta tendencia, como acabamos de verlo. Ese futuro
parece ser ya un presente, si bien en las sociedades más
avanzadas se apunta también a una recesión de la misma
tendencia. Esta visión sumaria obliga a pensar que casi todos
los tipos de familia señalados están presentes en el mundo
actual.

39
La familia como primera y principal escuela de la vida

- La evolución sufrida por la familia a lo largo de la historia


no sólo ha ido recortando el número de sus miembros, sino
también sus funciones. Ya no es aquella familia patriarcal en
la que el padre era juez, sacerdote y monarca absoluto, y en la
que convivían bajo un mismo techo los padres con sus hijos y
los hijos de sus hijos. La familia actual es nuclear, porque se
ha reducido a la simple convivencia de padres e hijos.

- Ya no es la «familia-taller» donde todos permanecían trabajando


en casa. Ahora se trabaja fuera de ella, en la fábrica o en la
oficina. Las funciones religiosas, sociales, económicas..., de la
familia se resuelven en otros ámbitos y con otros responsables.
¿Ha perdido también la familia su función pedagógica?

2.6. Función educativa de la familia


Ÿ Autores como Hesse y Gleyze piensan que la familia «continúa
siendo, a pesar de todo, la institución más adecuada para la
educación del niño. La educación exige paciencia, indulgencia,
abnegación y sacrificios, y es más natural encontrar estas
cualidades en los padres que en seres extraños a la familia».
En gran parte, según afirma F. de Azevedo: «La educación de
los hijos es la obra capital, el fin supremo de la existencia y, a
veces, la única razón de la vida de muchos adultos». Sobre todo
durante los años de la primera infancia, la función educativa
de la familia sigue siendo insustituible, debido a esa profunda
relación afectiva que el niño establece primero con su madre,
y más tarde con el padre y sus hermanos.

Ÿ Claro está que, con el paso de los siglos, la función educativa


de la familia ha experimentado cambios significativos, con
una pérdida grave de su carácter educacional. Sin embargo,
cuando se habla de «pérdida del carácter pedagógico de la
familia», hemos de diferenciar entre pérdida de la función
docente -que sí se ha dado- y pérdida de la función educativa,
que sigue siendo tan válida hoy como antes.

40
Mag. P. Ramón Rivas cjm.

Ÿ En otras palabras, hay que distinguir entre la instrucción y la


educación propiamente dicha. Si, en un principio, la familia era
al mismo tiempo escuela y hogar, la complejidad de las tareas
docentes (transmisión de aprendizaje) la fueron obligando a
delegar sus funciones en personas especializadas para ello.
La familia actual, asaltada por mil preocupaciones y acosada
por las necesidades, no se encuentra preparada para instruir
a sus hijos, pues carece de tiempo o de la capacitación
adecuada. Por otro lado, aunque la escuela haya asumido
ciertas responsabilidades educativas, lo hace no por derecho
propio, sino por delegación de los padres, sin que éstos las
pierdan.

Ÿ Por otro lado, como sociedad imperfecta, la familia no posee


en sí misma todos los medios necesarios para llevar a cabo
su misión educativa. Necesita de otras instituciones que la
ayuden en su tarea, pero el ideal es que éstas continúen y
completen la educación familiar en positivo entendimiento con
los padres. Hasta el punto de que el modelo y el paradigma de
lo que han de hacer estas instituciones es la misma familia: el
ideal educativo es que la escuela prolongue el cálido ambiente
familiar y no a la inversa. Es decir, la tarea escolar será tanto
más eficaz cuanto mejor reproduzca el clima y las relaciones
naturales del ambiente familiar.

Ÿ Es cierto, como veíamos antes, que los cambios sociales han


conmovido la estructura familiar haciéndola perder muchas
de sus funciones; pero no es menos cierto que también han
reforzado otros aspectos positivos de su función educativa.
Así, sobre las relaciones de orden jurídico, fundadas en el
temor reverencial a los mayores, prevalecen ahora relaciones
de carácter moral. La autoridad del padre ya no es considerada
como un derecho despótico, sino como un medio moral
compartido para mejor servir y proteger a la familia. La
autoridad ha disminuido, pero han aumentado el afecto y la
ternura. La solidaridad entre los parientes se ha debilitado,
pero ha aumentado la concentración del afecto entre padres
e hijos.

41
La familia como primera y principal escuela de la vida

2.7. La verdadera escuela primaria

* Hegel definió la familia como «acuerdo del amor y disposición del


ánimo a la confianza», porque, de hecho, la familia es una agrupación
personal nacida del amor, centro de intimidad y punto de encuentro
de afectos personales, indispensables para el desarrollo físico, social
y espiritual del hombre equilibrado.

* La importancia y la necesidad de la educación familiar resultan de


los siguientes datos:

a) Biológicamente el niño nace como ser incompleto; al revés de


las demás especies animales, no es capaz de vivir durante años
sin la ayuda de un adulto. Su plena capacidad de autonomía
sólo la alcanzará después de muchos años de crecimiento
y aprendizaje (proceso educativo). Necesita desarrollar sus
facultades específicamente humanas: inteligencia, voluntad
libre, armonía de tendencias y motivaciones... Y esto sólo
puede conseguirlo en el seno del claustro protector de la
familia. Prueba de ello es que los niños que crecen privados
de ambiente familiar, aunque crezcan físicamente, llevarán
en su psique las huellas de unas deficiencias, con frecuencia,
irreparables (síndrome del hospicianismo).

b) Sociológicamente la actitud del hombre frente a la sociedad


depende en gran parte de la experiencia familiar. El proceso
de socialización en la familia, dada la impronta afectiva que
obra sobre sus miembros, es profundo y duradero. Se puede
retener, como principio, que las experiencias familiares del
niño son los principales determinantes de su personalidad.
La vida interior de la familia, de honda interacción, hace que
los valores educativos, vividos por los padres, sean fácilmente
asimilados por los hijos.

Por otro lado, frente al mundo impersonal, alentado por la fuerte


presión a que el hombre de nuestro tiempo es sometido por los
medios de comunicación social y por la constante tentación del

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Mag. P. Ramón Rivas cjm.

consumismo, la familia libera al niño del anonimato y le hace


sentirse «él mismo». El niño es «alguien» en la consideración
de sus seres queridos y no un número abstracto dentro de la
mesa.

Finalmente, la familia es la mayor fuerza personalizante


contra la generalización y el espíritu de rebaño que amenaza
al hombre actual, en la medida en que forma al niño en su
responsabilidad personal y social.

c) Psicológicamente el influjo de los padres es capital por varias


razones:

- Son las únicas personas que están en contacto con el niño


cuando su «concepto de sí» comienza a formarse en un
contexto interpersonal.

- Se encuentran asociados a los hijos en un clima


afectivo para la satisfacción de todas sus necesidades,
especialmente de protección y de seguridad psíquica.

- Su influjo se ejerce sin competencia con otras personas


en un campo todavía no estructurado pero fuertemente
impulsado hacia la estructuración.

- Para lograr su equilibrio psicológico, el individuo tiene en la


familia el cauce más adecuado para librarse de las ataduras
del egoísmo y aprender las experiencias altruistas del amor
que le brindan los miembros familiares.

- No puede alcanzarse la unidad armónica de la persona sin


las vivencias de protección, seguridad, aceptación, estima
y afecto que, de forma espontánea y natural, ofrece la
familia.

Èticamente: «La educación integral de los hijos es obligación


gravísima, a la vez que derecho primario de los padres», ha
escrito el Papa Francisco en La Alegría del amor. «No es solo
una carga o un peso, sino también un derecho esencial e

43
La familia como primera y principal escuela de la vida

insustituible que los padres están llamados a defender y que


nadie debería pretender quitarles. El Estado ofrece un servicio
educativo de manera subsidiaria», y los padres «tienen derecho
a poder elegir con libertad el tipo de educación –accesible y de
calidad– que quieran dar a sus hijos según sus convicciones».

2.8. La pedagogía familiar


Ÿ La actuación que se pide a los padres puede entenderse como
materia propia de una pedagogía familiar, englobada dentro de
la pedagogía social, que tiene su teoría y no puede ser fruto
de la improvisación. Esta pedagogía familiar nace de los
descubrimientos o de las teorías acerca del desarrollo del niño,
del necesario respeto a las pautas internas de desarrollo de la
persona, y de las exigencias de la des-institucionalización de
lo educativo.

Ÿ Esta pedagogía familiar podrá por lo tanto definirse como:


«racionalización de los fenómenos acaecidos en este microgrupo
social en orden a la consecución de unos adecuados principios
educativos que tengan fuerza operativa en la planificación y puesta
en marcha de directrices y normas de conducta convenientes
a la propia naturaleza de la familia. Evidentemente, éstos se
obtienen por inducción y dentro del contexto sociocultural en
que está inmersa la familia sujeta al tiempo y al espacio». El
carácter científico de esta disciplina queda así asegurado
y sus posibilidades de concretarse, ya que su necesaria
colaboración interdisciplinar con otras ciencias sociales abre
«una fuente nueva de investigación necesaria a las ciencias de
la educación» (Diccionario de Ciencias de la Educación, ed.
Santillana, pp. 1081-1082).

Ÿ Por consiguiente, la clave no está en agenciarse un arsenal


de recetas mágicas de actuación para los momentos de
apuro y angustia sino en conocer datos objetivos de la
Pedagogía Familiar y reflexionar sobre ello. Sólo así los padres

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Mag. P. Ramón Rivas cjm.

podrán encontrar respuestas a las múltiples inquietudes e


interrogantes en este difícil campo de la educación de los
hijos.

2.9. Utopía difícil pero posible


Ÿ Educar desde la familia con ideales, sueños y aspiraciones,
con todo aquello que nos sitúa en la racionalidad del hombre,
en lo más profundo de la estructura que conlleva el deseo, que
entra, por tanto, en el campo de la afectividad y del amor, es,
sin duda alguna, una tarea difícil, pero posible. Es apostar por
lo diferente, con nuevos condicionamientos, para conseguir
otra sociedad. Es búsqueda de formas nuevas para que
desaparezcan egoísmos, injusticias, desigualdades, odios,
violencias.

Ÿ Hay que ofrecer alternativas nuevas y convincentes que lleven


a un cambio de actitudes y comportamientos, a una vida
mejor. Otros pensarán que, en un mundo tan materialista y
consumista como el nuestro, no puede darse una sociedad
diferente, que eso es una utopía. Nosotros afirmamos, con
William Wyler, que sí es una utopía, y por ende una tarea
difícil, pero posible, hermosa y gratificante. Recordemos aquí
a Eduardo Galeano: «La utopía está en el horizonte. Camino
dos pasos, ella se aleja dos pasos y el horizonte se corre diez
pasos más allá. ¿Entonces para qué sirve la utopía? Para eso,
sirve para caminar».

Ÿ Es obvio que esta difícil tarea no se aprende intuitivamente,


ni es cuestión sólo de buena voluntad. Por eso, la primera
condición del hogar funcional es, de parte de los padres, la
voluntad de aprender a serlo. Deben estar muy conscientes de
que la vida cambia, de que la historia no se detiene, tampoco
la vida y la historia de sus hijos. Éstos no son iguales a como
ellos, los padres fueron ayer; cada hijo es distinto a los otros y
distinto a sí mismo a medida que pasan los días.

45
La familia como primera y principal escuela de la vida

Ÿ Esto significa que los métodos, los recursos, las estrategias


tienen que irse modificando para poderlos educar bien. No
se trata de hacer de cada padre un experto o un profesional
sino de que cada padre se dé a sí mismo los instrumentos
necesarios para cumplir su tarea lo mejor posible. Y esto sólo
se puede lograr aprendiendo.

Ÿ Las Escuelas de padres, los talleres de padres, las jornadas


matrimoniales, los encuentros de parejas, las charlas, las
conferencias, etc., todo es útil cuando se trata de aprender a
ser papá y mamá de verdad. Ello exige de los padres claridad
para entenderse entre sí y voluntad para formarse. Reclama un
trabajo arduo y continuo, a fin de ir poniendo al día los bagajes
culturales que se traen del pasado y adecuar la formación a
cada realidad y a cada hijo. Les pide, ante todo, conocerse a
sí mismos y enfrentar, inteligentemente, las profundas crisis
que, de una manera u otra, afectan hoy a todas las familias.

2.10. Una reflexión final: ¿padres o escuela?


Ÿ Lo recordaba, con bastante nervio y pasión, Penélope Leach,
conocida psicóloga británica, en su obra «Los niños, primero.
Todo lo que deberíamos hacer (y no hacemos) por los niños
de hoy» (Paidós, Barcelona 1995). Sus afirmaciones son de
bastante sentido común, lo que, precisamente, menos abunda
hoy en la educación de los hijos.

Ÿ Está claro que han cambiado muchas cosas, sobre todo en


la familia, pero los niños seguirán siendo niños (y las niñas,
niñas) por muchas transformaciones sociales e históricas que
se den. Y los niños (y los no tan niños) siguen necesitando
a sus padres como primeros educadores, labor que deben
continuar hasta que el niño entre en la vida adulta. Esto, repito,
es sentido común.

46
Mag. P. Ramón Rivas cjm.

Ÿ Por desgracia, muchos padres no atienden a sus hijos


como se lo merecen, y, además, cargan a las escuelas de
una responsabilidad que excede la propia tarea educativa.
Por ejemplo, no parece tan necesario que muchos niños
permanezcan casi todo el día entretenidos y ocupados en
unas actividades extraescolares más propias de un parque de
atracciones que de un colegio.

Ÿ Los niños necesitan sobre todo «tiempo». Tiempo de


dedicación, por un lado. No basta con dedicar a los niños
veinte minutos, o con llevarlos a pasear los sábados por la
mañana al parque. A los niños no se les puede educar con un
horario, aunque es lógico que las circunstancias personales y
profesionales condicionen bastante las cosas. Pero los padres
deben asumir con categoría y sacrificio estos condicionantes.

Ÿ Lamentablemente, muchos padres prefieren, por comodidad,


olvidarse de esto. Lo que hacen es mimar en exceso a sus
hijos y concederles todos los caprichos, que es una manera
como cualquier otra de quitárselos de encima. Hay padres
que confunden enseñanza con educación y lo que quieren
es que los colegios enseñen y eduquen en exclusiva a sus
hijos porque ellos no tienen tiempo. Ya lo hemos dicho arriba,
si este mal se extiende, tiene muy mal pronóstico. Los niños
necesitan afectividad, constancia, paciencia, exigencia.

Ÿ Educar no es una actividad monótona, implica imaginación.


No puede reducirse por lo tanto a una atención exclusiva
a la salud física, los bienes materiales -necesarios pero no
indispensables-, si el niño me come o no. Menos aún, se puede
comprar el afecto de un niño con regalos extraordinarios.

Ÿ Tampoco hay que acortar el tiempo de la infancia y la


adolescencia. Cada cosa tiene su tiempo. Dan pena, y un poco
de miedo, esos niños que juegan a ser adultos en las modas y en
las diversiones. Se trata de un problema serio porque quemar
etapas jamás está bien. Por es pasa lo que está pasando con

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La familia como primera y principal escuela de la vida

esos y esas adolescentes de 16 años que, por haber acumulado


muchas experiencias frustrantes, han perdido el atractivo de la
sorpresa y el deseo de la contemplación: su mundo se reduce
a las apetencias nuevas, distintas e inmediatas.

2.11. Actividades sugeridas para trabajar el tema.

a. Analizar en grupo la siguiente parábola:

Érase una vez un hombre que, mientras caminaba por el bosque,


encontró un aguilucho. Se lo llevó a su casa y lo puso en su corral,
donde pronto aprendió a comer la misma comida que los pollos y a
conducirse como éstos. Un día, un naturalista que pasaba por allí
le preguntó al propietario por qué razón un águila, el rey de todas
las aves y de los pájaros, tenía que permanecer encerrada en el
corral con los pollos.–«Como le he dado la misma comida que a los
pollos y le he enseñado a ser como ellos, nunca ha aprendido a volar,
-respondió el propietario-. Se conduce como los pollos y, por tanto ya
no es un águila».–«Sin embargo -insistió el naturalista- tiene corazón
de águila y, con toda seguridad, se le puede enseñar a volar».

Después de discutir un poco más, los dos hombres convinieron en


averiguar si era posible que el águila volara. El naturalista la tomó en
brazos suavemente y le dijo:–«Tú perteneces al cielo, no a la tierra.
Abre las alas y vuela». El águila, sin embargo, estaba confusa. No
sabía qué sucedía, y al ver a los pollos comiendo, saltó y se reunió
con ellos de nuevo. Sin desanimarse, al día siguiente el naturalista
llevó al águila al tejado de la casa y le animó diciéndole:–«Eres un
águila, abre las alas y vuela». Pero el águila tenía miedo de suyo y de
su mundo desconocido, y saltó una vez más en busca de la comida
de los pollos.

El naturalista se levantó temprano el tercer día, sacó el águila


del corral y la llevó a una montaña. Una vez allí alzó al rey de las
aves y le animó diciéndole:–«Eres un águila y perteneces tanto al
cielo como a la tierra. Ahora abre las alas y vuela». El águila miró

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Mag. P. Ramón Rivas cjm.

alrededor, hacia el corral, y arriba hacia el cielo. Pero siguió sin volar.
Entonces el naturalista la levantó directamente hacia el sol. El águila
empezó a temblar, a abrir lentamente las alas y, finalmente, con un
grito triunfante voló alejándose en el cielo. Es posible que el águila
recuerde todavía a los pollos con nostalgia. Hasta es posible que,
de cuando en cuando, vuelva a visitar el corral. Pero, que se sepa, el
águila nunca ha vuelto a vivir vida de pollo. Siempre fue un águila,
pese a que fue mantenida y domesticada como pollo.

Aplicarla a la realidad familiar: ¿cuántos hombres, que nacieron para


ser águilas, crecen y envejecen con mentalidad de pollos? ¿A quién o
quiénes responsabilizar de ese fracaso?

b. Reflexionar en los siguientes puntos del tema y elaborar


conclusiones:

1. La familia es uno de los dos pilares básicos de la


sociedad. El otro es la escuela. ¿Implicaciones?

2. Sin la familia no hay formación en los valores. Lo que no


se hace allí no se hace en ninguna otra parte.

3. Los padres son los primeros y principales responsables


de la educación de sus hijos en todos los campos y a
todos los niveles.

4. Los padres deben mantenerse en permanente


aprendizaje; ello exige, humildad, disponibilidad,
aceptación del cambio y voluntad de desaprender para
poder aprender lo que sea necesario.

5. Los padres debieran tener conocimientos, así sea


elementales, sobre las leyes generales de la vida, las
leyes particulares de la anatomía y fisiología humanas,
las condiciones de desarrollo del ser humano, las
diversidades y particularidades de cada hijo, los
condicionamientos culturales y sociales del entorno.

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La familia como primera y principal escuela de la vida

6. La educación familiar debe ser integral, globalizante,


permanente, evolutiva y recíproca.

7. La educación de los hijos no admite vacaciones, ni


renuncias ni jubilaciones.

8. La educación de los hijos empieza desde el mismo


noviazgo.

9. El punto de partida es una pareja madura, consciente,


responsable, generosa, que se ama gratuitamente.

10. La educación de los hijos implica, como elementos


indispensables, los siguientes: amor incondicional,
disciplina razonable, tiempo suficiente, empatía y
coherencia existencial.

2.12. Conclusiones y propuestas prácticas

¿Qué conclusiones prácticas, para tu vida personal y familiar, sacas


del estudio de este tema?

¿Qué compromisos asumes de cara a tus responsabilidades


familiares, presentes o futuras?

¿Qué quisieras proponer, sobre este tema, a los responsables de la


escuela de tus hijos, de tu parroquia o comunidad?

2.13. Fuentes y referencias:

BAILLARD, V. (1980): Entrevistas entre padres y maestros. Kapelusz.

CARRASCOSA, M. (1979): Asociaciones de padres de alumnos. Cincel-


Kapelusz.

DIEZ, J. (1982): Familia–escuela, una relación vital. Narcea.

50
Mag. P. Ramón Rivas cjm.

FERNANDEZ, M. (1992): Poder y participación del sistema educativo.


Paidós.

GARCÍA CHECA, P. (1992): Los padres en la comunidad educativa.


Castalia/MEC.

LYNCH, J. (1979): Padres y profesores. Anaya.

MATISSON, M. (1973): Familia e institución escolar. Fundamentos.

PULPILO, A. (1978): La participación de los padres en la escuela.


Kapelusz

RIVAS, R. (s/f): Familia y escuela: Reflexiones para un taller. Mat.


Fotocopiado.

(1987): Las escuelas de padres: qué son, cómo se organizan. Caracas:


AVEC.

SÁNCHEZ, M. (1986): Metodología y práctica de la participación.


Popular.

SIMON, A. (1978): El éxito en las reuniones de padres. Kapelusz.

TSCHORNE, P. (1992): Padres y madres en la escuela. Paidós.

(1990): Guía para la gestión de Asociaciones. Popular.

VILLALTA, M. (1987): Los padres en la escuela. Laia.

51
La familia como primera y principal escuela de la vida

TEMA 3. FAMILIA Y AUTOESTIMA

“La autoestima procede de uno mismo, no de las adquisiciones y la


aceptación.

Adopta la decisión personal de enamorarte de la persona más


hermosa, incitante y digna... ¡ TÚ !»

Wayne W. Dyer

3.1. Justificación del tema

En este tercer tema del curso, tratamos de ofrecer una visión


general sobre la autoestima, subrayando el significado profundo que
ella tiene para la vida de cualquier ser humano, y analizando el papel
fundamental de los padres en la formación de la autoestima de los
hijos; así podremos comprender la trascendencia de la autoestima
personal en todo el proceso educativo.

En efecto, ya es de sobra reconocida hoy la centralidad que, en la


estructura humana, ocupan la autoestima y los efectos que de ella
se derivan. De hecho, no se conoce ni una sola dificultad psicológica,
aparte de las que tienen raíz biológica, que no sea atribuible a una
autoestima deficiente: desde la angustia y la depresión, el miedo a
la intimidad o al éxito, el abuso del alcohol o de las drogas, el bajo
rendimiento en el estudio o en el trabajo, hasta los malos tratos a
las mujeres o la violación de menores, las disfunciones sexuales o la
inmadurez emocional, pasando por el suicidio o crímenes violentos.

La razón parece evidente: para podernos asentar firmemente en


la vida es fundamental que nos sintamos buenos, capaces, valiosos
y felices; posteriormente aprenderemos que no somos únicos y que
nuestro valor cobra sentido en la relación interpersonal, sobre todo
en la entrega de amor.

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Mag. P. Ramón Rivas cjm.

La misma estructura familiar ayuda a esta transformación.


Primero, la figura de la madre es la encargada de «demostrarle»
al niño que él es el centro del mundo, que es lo más valioso del
universo, digno de todo tipo de sacrificios y de que se lo merece todo:
«soy omnipotente», piensa el niño. El amor de la madre, como dice E.
Fromm, es especial; quiere al hijo por ser su hijo, no por lo que haga o
deje de hacer: «Te quiero, aunque no te lo mereces, porque sí».

Esta situación le ofrece al niño la cuna para su incipiente


autoestima pero, superados los primeros años, tiene que irse
integrando en una sociedad de hermanos, compañeros del colegio,
vecinos, amiguitos, etc., donde este tipo de cariño ya no le es útil ni le
sirve para relacionarse de una manera sana.

El niño empieza a buscar, entonces, su propia autoestima e


identidad personal en el reflejo de muchos espejos llamados adultos
significativos: maestros, amigos, familiares, padres, etc. Todos ellos,
especialmente los padres, son auténticos espejos psicológicos que
utiliza el niño para verse reflejado en ellos y aprender a valorarse,
apreciarse y amarse como ve que lo hacen los demás; así va
construyendo su autoestima. Por eso, tales espejos deben ser
nítidos, transparentes y claros. De esa transparencia dependerá en
buena medida la autoestima personal de ese niño, sin la cual, nunca
podrá sentirse feliz.

3.2. Breve análisis de la realidad

¿Quiénes somos y qué pensamos que somos?

¿Qué es para cada uno de nosotros la autoestima?

¿Cómo demuestro que me estoy queriendo a mí mismo?

¿Cómo sabe el otro que yo lo valoro?

¿Cómo cumplen hoy, en general, los padres su rol educativo respecto

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La familia como primera y principal escuela de la vida

al desarrollo del autoestima de los hijos?

¿Los padres conocen bien a cada uno de sus hijos y los ayudan a
conocerse a sí mismos?

¿Consideran de gran importancia la valoración, el refuerzo y la


aprobación de lo que hacen los hijos para la vida futura del adulto
feliz?

¿Cuáles son las principales causas de que haya tantas personas que
van por la vida sintiéndose desdichadas y fracasadas?

¿Ayuda la educación actual, tanto en el hogar como en la escuela, a


consolidar la autoestima de los niños, adolescentes y jóvenes?

¿Qué factores o elementos en la vida social actual contribuyen a


construir o destruir la autoestima?

¿Podemos ayudar a los demás (hijos, alumnos, amigos) a ser felices


si yo no lo soy o no siento que lo soy?

¿Cómo podemos ser felices y proporcionar felicidad a los demás?

¿En qué habremos de cambiar para llegar a ser felices?

¿Qué deberá cambiar en el hogar y en la escuela para que todos los


muchachos y muchachas puedan construir una sólida autoestima?

3.3. Brevísimo marco teórico y/o referencial

La vida es una oportunidad, aprovéchala. La vida es belleza, admírala.


La vida es sabiduría, saboréala.

La vida es un sueño, hazlo realidad. La vida es un reto, afróntalo. La vida


es un deber, cúmplelo.

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Mag. P. Ramón Rivas cjm.

La vida es un juego, juégalo. La vida es preciosa, cuídala. La vida es


riqueza, consérvala.

La vida es amor, gózala. La vida es un misterio, desvélalo. La vida es


promesa, cúmplela.

La vida es tristeza, supérala. La vida es un himno, acéptalo. La vida es


una tragedia, domínala.

La vida es una aventura, arriésgate. La vida es felicidad, merécela.

La vida es la vida, defiéndela.

Madre Teresa de Calcuta

a. ¿Qué es la autoestima?

Para Branden, la autoestima es la «suma integrada de la


confianza y el respeto por uno mismo. Refleja el juicio implícito que
cada uno hace de su habilidad para enfrentar los desafíos de la vida
(para comprender y superar los problemas) y su derecho a ser feliz
(respetar y defender sus intereses y necesidades)».

Según Virginia Satir, «es la opinión que tiene la persona de sí


misma, es decir, la valoración que hace en privado, del conjunto de sus
pensamientos, sentimientos y experiencias que ha ido acumulando
en su vida, principalmente en la infancia y la adolescencia…».

En resumen, la autoestima es la creencia que cada quien tiene


acerca de su capacidad y valía personal. Podríamos afirmar, entonces,
que se basa en todos los pensamientos, sentimientos, sensaciones
y experiencias que sobre nosotros mismos hemos ido recogiendo
a lo largo de nuestra vida: creemos que somos listos o tontos,
nos gustamos o no. Los millares de impresiones, evaluaciones y

55
La familia como primera y principal escuela de la vida

experiencias así reunidos se conjuntan en un sentimiento positivo


hacia nosotros mismos o, por el contrario, en un incómodo
sentimiento de no ser lo que esperábamos.

b. ¿Por qué es tan importante la autoestima?

Una persona se autoestima cuando se aprecia a sí misma y valora


lo positivo que hay en ella, acepta sus limitaciones y debilidades,
atiende a sus necesidades reales y es capaz de sentir afecto y
comprensión hacia sí misma.

Autoaceptarte es un sentimiento interno de satisfacción con tu


propio yo; sentirte básicamente contento de estar dentro de tu propia
piel, sentirte contento de ser quien eres y como eres y aceptarte así,
con tus peculiaridades, deseos, sentimientos y defectos propios.

El autoconcepto y la autoestima juegan un importante papel en


la vida de las personas. Los éxitos y los fracasos, la satisfacción de
uno mismo, el bienestar psíquico y el conjunto de relaciones sociales
llevan su sello. Tener un autoconcepto y una autoestima positivos es
de la mayor importancia para la vida personal, profesional y social. El
autoconcepto favorece el sentido de la propia identidad, constituye
un marco de referencia desde donde interpretar la realidad externa
y las propias experiencias, influye en el rendimiento, condiciona las
expectativas y la motivación y contribuye a la salud y al equilibrio
psíquicos.

c. ¿Cómo se desarrolla la autoestima?

El concepto del Yo y de la autoestima se desarrollan gradualmente


durante toda la vida, empezando en la infancia y pasando por diversas
etapas de progresiva complejidad. Cada etapa aporta impresiones,
sentimientos e incluso, complicados razonamientos sobre el Yo. El
resultado es un sentimiento generalizado de valía o de incapacidad.

En general, las experiencias positivas y relaciones plenas ayudan a


aumentar la autoestima. Las experiencias negativas y las relaciones
problemáticas hacen que disminuya la autoestima.

56
Mag. P. Ramón Rivas cjm.

Según Ausubel, el YO está constituido por:

A) Un conjunto de capacidades existentes ya en el niño, como


su imagen visual del cuerpo, la imagen auditiva del nombre,
las sensaciones del movimiento, las tensiones viscerales y los
recuerdos personales. Estas capacidades, que varían con la
edad, dan origen a una totalidad llamada SI MISMO.

B) El SÍ MISMO, al que, con el pasar de los años, se añaden las


actitudes hacia sí mismo, los ideales típicos del individuo, los
motivos prevalentes, los valores definitivos de su vida. A este
segundo conjunto, bien integrado con el SI MISMO, Ausubel lo
denomina el «YO». Es decir: Sí mismo + Actitudes hacia el sí
mismo = YO

C) El SI MISMO y el YO se integran en la personalidad cuando se


añaden las actitudes y capacidades que integran directamente
el YO, los productos del aprendizaje escolar o social y la
memoria. Estas tres estructuras no se dan ya hechas en su
integridad en el momento del nacimiento. Tienen una historia
y un desarrollo por etapas. Y en cada etapa el ser humano
abandona comportamientos típicos de la etapa anterior y
adquiere otros nuevos.

d. Principios de la autoestima

De acuerdo con la definición de la autoestima -«apreciación de la


propia valía e importancia y de la propia toma de responsabilidad hacia
sí mismo y hacia sus relaciones intra e interpersonales»- todo padre o
madre necesita reflexionar, aceptar y asumir en la propia dinámica
familiar los siguientes principios:

* La autoestima es algo personal e íntimo: no depende de lo que


los demás piensen de uno, sino de la valoración y aprecio que uno
mismo se da o se tiene.

* La autoestima no se hereda: se forma o deforma a lo largo de toda la


vida, especialmente durante la infancia (en el hogar y en la escuela).

57
La familia como primera y principal escuela de la vida

Se aprende; todos estamos en condiciones de hacerlo. Siempre es


posible mejorarla o deteriorarla.

* No es comparativa ni valorativa.

* Muchos de los efectos -buenos y malos- de la educación, en el


campo de la autoestima, durante los primeros años son irreversibles
(para bien o para mal).

* La raíz de la autoestima es la conciencia de ser seres humanos, de


ser personas: por eso, la autoestima no es competitiva ni despectiva
sino humilde, respetuosa y comprensiva de la condición y valoración
de los otros.

* Los desajustes en la autoestima influyen en casi todos los


problemas que puede experimentar una persona a lo largo de su
vida. Por eso, psicológicamente hablando, no hay felicidad posible si
no es a partir de una autoestima firme.

* No se puede promover la autoestima de los demás (por ejemplo de


los hijos) si la propia anda mal.

* Los padres y maestros proyectan su situación anímica a los niños.


De ahí la necesidad de un trabajo personal de auto-crecimiento y
maduración por parte de aquellos.

* Cuando se ha tenido una infancia traumática, la recuperación o


sanación de la autoestima empieza por la aceptación del propio «yo
niño».

* La autoestima implica conocerse bien a sí mismo, aceptarse como se


es y perdonarse, dejando de lado cualquier tipo de culpabilizaciones.

e. Ideas claves sobre el tema:

A) Autoestima es la impresión que cada quien tiene de sí mismo,


la percepción agradable de la propia imagen, el respeto

58
Mag. P. Ramón Rivas cjm.

y la confianza en los propios valores y capacidades, el


reconocimiento de los logros.

B) Un buen concepto de sí mismo es esencial para el equilibrio


personal y para el comportamiento eficaz. Alguien dijo una
vez: «Detrás de una conducta ineficiente hay una autoestima
baja», y esto es generalmente válido para niños y adultos.

C) ¿Cómo se forma la autoestima? La gente nos nutre acerca


de lo que somos, a través de la comunicación de los
comportamientos y de los sentimientos que tienen hacia
nosotros. Amor y respeto son las bases del autoconcepto
positivo. Los niños y adultos con baja autoestima se
consideran a sí mismos como no queridos, indignos de ello,
inferiores, inútiles; les cuesta dar o recibir, ajustarse a grupos
y, por lo tanto, pertenecer, tienden a aislarse.

D) En cambio con una alta autoestima las personas saben que


serán aceptadas y reconocidas, tienen confianza en sus
juicios y esfuerzos, muestran su creatividad, desarrollan su
autonomía.

E) En definitiva, autoestimarse y quererse es parte esencial en la


vida, como el aire o el agua.

F) La autoestima se expresa:

* en las respuestas que doy y recibo, pues allí puedo darme cuenta de
a qué altura anda mi autoestima y la del otro. Por eso es básica para
relacionarse con los demás:

* en mis logros;

* en lo que me pasa;

* en lo que decido;

* al sentirme responsable, postergando placer inmediato por el placer

59
La familia como primera y principal escuela de la vida

de un logro;

* en las metas que trazo;

* reconociendo lo que aprendo y,

* en fin, amando.

G) La estimulación es el proceso mediante el cual enfocamos las


cualidades y esfuerzos de las personas, con la finalidad de que
ellos construyan sentimientos de autoestima y confianza en
sí mismos.

3.4. Cuestiones para el estudio

a. El papel de los padres en la formación del autoestima

Nunca se subrayará suficientemente la influencia, positiva o


negativa, que los primeros años de la vida tienen para una maduración
adecuada de la personalidad del niño y, consecuentemente, para la
construcción de una positiva autoestima. La autoestima generada
desde un entorno familiar armonioso, equilibrado y maduro,
constituye la clave esencial de un proceso cuyo resultado será la
formación de personas seguras de sí mismas y de sus capacidades,
con actitudes positivas ante la vida en todos sus aspectos, con
deseos de superación de las dificultades venideras y con logros
en la consecución de metas. En resumen un buen entorno familiar
potencia la autorrealización personal. A esto habría que añadir luego
los efectos de un ambiente escolar adecuado.

Es evidente, entonces, que los padres, desde el mismo período de


gestación, deben prevenir todo aquello que puede reflejarse luego
en cualquier trastorno conductual. La educación, en su sentido
más genérico, en cuanto capacitación para la vida tiene mucho que
ver con la satisfacción de todas las necesidades básicas del niño
(espirituales, psíquicas, biológicas); en el fondo, educar es satisfacer

60
Mag. P. Ramón Rivas cjm.

esas necesidades o capacitar al muchacho para que él mismo pueda


satisfacerlas; si no es así, se compromete gravemente su autoestima.

En la formación de la autoestima cuenta mucho eso que


podríamos llamar el «modelo educativo» que impera en el hogar, el
cual está conformado por la filosofía educativa, implícita o explícita,
y los principios pedagógicos, que allí se manejan, especialmente
durante los primeros años de vida. Como hemos visto, la familia
es una escuela y los padres son educadores; más aún, ellos son
los primeros y principales educadores: para bien o para mal de sus
hijos, educan con todo lo que hacen y lo que dejan de hacer, con todo
lo que dicen y lo que dejan de decir. La figura parental puede ser
una excelente persona pero si su manera de educar es inadecuada,
perjudica a sus hijos y compromete su futuro. Ciertamente, en el
hogar es donde el niño hace suyos una determinada jerarquía de
valores, unos patrones conductuales, una manera de enfrentar la
vida, una cosmovisión, una fe, lo cual dependerá sobre todo del estilo
educativo de los padres.

Los padres deben tener muy presente que, aquí como en todo, el
crecimiento normal, sano y equilibrado, del hijo, depende mucho más
de la medicina preventiva que de la curativa, o sea, mucho más de la
educación básica previa que de los remedios que puedan asumirse
cuando ya el mal está en camino. Ello exige que desde el mismo
instante de la concepción haya claridad, coherencia, previsión
constante, sin esperar a que surjan los problemas para tratar de
tomar medidas de emergencia que por ser adoptadas en condiciones
de tensión y estrés, no suelen resultar atinadas y pueden hacer más
daño que bien.

Además, los padres deben tener presente, en todo caso que,


lo pretendan o no, están siempre influenciando a sus hijos, por
el buen o mal camino de la autoestima. Cuando esto se olvida,
ellos quedan a merced de cualquier factor externo que los pueda
ayudar a consolidar su yo deteriorado. Es entonces cuando pueden
presentarse fantasmas tales como los diversos tipos de droga o la
delincuencia juvenil.

61
La familia como primera y principal escuela de la vida

En síntesis, la realización o el fracaso de todo ser humano depende


en buenísima parte del tipo de formación que reciban en el hogar. Allí
está, probablemente, la principal diferencia entre un delincuente y
un santo. Si se les brinda una educación auténticamente integral,
es decir que cubra holísticamente todos los aspectos de la persona
-intelectual, psicológico, sexual, espiritual, moral, religioso, etc.,-
dispondrán luego de caminos válidos cuando intenten buscar su valor
personal, y enfrentarán la tarea de ser hombres, no con los criterios
narcisistas y egoístas del ambiente ordinario, sino de acuerdo a un
proyecto maduro de vida.

Por lo tanto, los padres deben preguntarse continuamente:

¿cómo facilitar, en la práctica, el desarrollo armónico de los hijos


para que se sientan queridos, aceptados y con un especial valor o
significación?

¿Cómo deben comportarse en lo cotidiano del hogar para que la


autoestima de sus hijos no sufra?.

O sea, ¿qué pautas, en tal sentido, deben orientar su esfuerzo?

b. El lenguaje de la autoestima.

El instrumento más poderoso de que disponen los padres para


edificar la autoestima del hijo es el lenguaje que utilizan. Tus palabras
y el tono de tu voz ayudan a configurar su sentido de sí mismo. Por
esta razón, es vital que el “feedback” que le proporcionan, tanto de
elogio como de corrección, esté encarnado en un modo de hablar que
fomente la autoestima; lo llamamos así: «lenguaje de la autoestima»,
y consta de tres componentes:

1. Una descripción de la conducta. El lenguaje de la autoestima es


fundamentalmente el lenguaje de la descripción. Se describe
la conducta sin juzgar a la persona. De este modo, se distingue
entre la valía del niño y su conducta, lo cual es muy importante.
El niño no es buen niño porque comparte sus juguetes, ni es
mal niño porque dijo una mentira. Es bueno simplemente

62
Mag. P. Ramón Rivas cjm.

porque existe, porque es una persona, porque tú lo quieres y lo


cuidas, porque es especial para ti; y esto tienes que expresarlo
de modo que él lo sepa y lo entienda; no basta con que lo des
por supuesto. El es capaz de hacer cosas buenas (ayudar,
comunicar, conseguir, estudiar...) a veces, y, otras veces, cosas
no tan buenas o decididamente reprobables (desobedecer,
pelearse, decir mentiras...).

El describir la conducta (lo que ves u oyes, lo que le sucede a


él...) sin valoraciones de ningún tipo, ofrece al niño un feedback
preciso sobre su forma de actuar y sobre cómo afecta a otros
su conducta. Y al no tildarlo de bueno o malo tú desvinculas
estas valoraciones sobre su conducta de su valor y valía
básicos: por más errores que haya cometido él sigue siendo
bueno.

2. Tu reacción a su conducta.

El lenguaje de la autoestima es un lenguaje que comunica


también algo acerca de ti mismo. Expresas tus sentimientos
(aprecio, gozo, deleite) o tu desaprobación (enojo o cólera) y
tus motivos para querer que se haga algo o tu reacción frente
a una situación. A los niños les resulta más fácil satisfacer
las expectativas y evitar conflictos cuando saben por qué las
personas de su entorno reaccionan como reaccionan.

3. Reconocimiento de los sentimientos del niño. El lenguaje de la


autoestima da validez a la experiencia del muchacho, aprecia
sus esfuerzos, tanto si tienen éxito como si no, reconoce su
juicio y sus motivos, su confusión o descuido. El se siente
observado y comprendido incluso cuando se le corrige.

3.5. El elogio como herramienta educativa

Es importante que elogies a tus hijos, aunque sin exageraciones.


Tu aprobación es lo que más va configurando la conducta positiva

63
La familia como primera y principal escuela de la vida

del niño y su correspondiente autovaloración El complacer sobre


todo a sus padres lo motiva para aprender cualquier cosa, desde el
lenguaje hasta los modales en la mesa. Cuando lo aprecias, él recibe
el mensaje de que está bien y de que lo que hace es aceptable, y
sintiéndose apreciado se aprecia a sí mismo. Pero además, ese
lenguaje elogioso ayuda al niño a reconocer qué es lo que tiene un
valor especial en su actuación, aquello de lo que puede sentirse
orgulloso; aprende a elogiarse a sí mismo y a reconocer y valorar sus
propios esfuerzos y talentos.

El elogio tiene ciertas condiciones o aspectos importantes que debes


observar:

1. Sé generoso con el elogio.

2. No exageres el elogio; esto incomoda a los niños.

3. Evita el elogio ambivalente.

3.6. ¿Cómo corregir sin herir la autoestima?

El lenguaje utilizado en la corrección de los niños es muy similar al


utilizado en el elogio. Consta de cuatro pasos.

1. Una descripción de la conducta (en lenguaje no


valorativo): «Te toca arreglar la habitación y todavía no
lo has hecho», «Aún no has hecho el ejercicio que te
puse».
2. Una razón para que él cambie de conducta. Exprésaselo
simple y directamente: «Hoy estoy muy cansado para
hacerlo yo», «Me preocupa cuando descuidas tus
responsabilidades».

3. Reconocimiento de los sentimientos del niño (de su


esfuerzo, criterio o motivo): «Ya veo que también estás

64
Mag. P. Ramón Rivas cjm.

cansado», «Seguramente que no te quedó tiempo»,


«Quizás se te olvidaron mis observaciones».

4. Una formulación clara de lo que se espera: «Necesito


que vengas a ayudarme ahora; tratemos de hacerlo
juntos», «Te doy cinco minutos para que lo hagas ahora»,
«Espero que la re-hagas hoy mismo, apenas tengas un
tiempito libre».

3.7. Algunas herramientas pedagógicas al servicio de la


autoestima:

1. Ama a tu hijo sin condiciones, pero sin neurosis y sin


mimos: tu amor debe ayudarlo a crecer.
2. Dedícale tiempo suficiente en calidad y en cantidad.
3. Juega con él, acompañándolo, no invadiéndolo.
4. Esfuérzate por comprenderlo, por ponerte en su lugar.
5. Dialoga con él constantemente, comunícate, escúchalo.
6. Jamás lo compares con nadie: no existen ni han existido
jamás dos seres humanos iguales.
7. No le exijas más de lo que puede dar.
8. Nunca lo evalúes ni lo midas con criterios de adulto.
9. Respeta su propio ritmo de crecimiento y de aprendizaje.
Tenle muchísima paciencia.
10. Déjalo ser él; no pretendas que se parezca a ti ni a nadie.
11. Repréndelo (castígalo) sin humillarlo; ataca la falta no
a la persona.
12. Ponle normas claras y razonadas, sin actitudes
permisivas pero también sin fundamentalismos.
13. Considéralo en todo momento una persona importante,
valiosa, maravillosa.

65
La familia como primera y principal escuela de la vida

14. Fíjate más en lo bueno que tiene o hace que en sus


errores y defectos.
15. Multiplica los elogios: nunca hacen daño si son
inteligentes.
16. Bríndale abundantes oportunidades de desarrollar su
creatividad e iniciativa.
17. Aprovecha todas las ocasiones para desarrollar su
sentimiento de dignidad personal.
18. Crea en el hogar una ambiente de claridad y confianza,
sin tensiones ni violencias.
19. Ayúdalo as sentirse seguro en todo lo que hace o dice.
20. Fomenta en él el surgimiento de ideales y valores
sólidos.
21. Valora, acepta y resalta aspectos positivos, ten fe en
todos, reconoce el esfuerzo y progreso y demuestra
visiblemente tu aprecio por todos.
22. Utiliza con frecuencia expresiones que consoliden la
autoestima del dijo desde diversas perspectivas. Por
ejemplo:

a. Frases que demuestran ACEPTACIÓN: «Me


gusta la manera como escribes». «Me alegra
que te guste estudiar». «Me contenta que estés
satisfecho con lo que haces». «¿Qué crees que
puedes hacer para que te sientas bien?».

b. Frases que demuestran CONFIANZA: «Tú lo


lograrás». «Es difícil, pero estoy seguro de que lo
lograrás». «Tú lo resolverás». “Tú tienes con qué”.

c. Frases que reconocen ESFUERZO Y PROGRESO:


«Parece que has trabajado mucho en eso» .»Puede
que sientas que no has llegado a la meta, pero
mira cuán lejos has llegado». “No te angusties por

66
Mag. P. Ramón Rivas cjm.

esa calificación pues tú sabes que te esforzaste y


eso es lo que realmente importa”.

d. Frases que fortalecen el ambiente hogareño:


“Verdaderamente ustedes son únicos”.
«Realmente disfruté el día con ustedes; gracias».
«Gracias, Señor, por la familia que me has dado”.

3.8. Fuentes y referencias:

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Grijalbo. (1989): Viva sin temores, Grijalbo.

BEALTYE, (1990): Codependencia, ¡Nunca más!, Temas de hoy. BERNE,

E. (1991): ¿Qué dice usted después de decir hola?, Grijalbo. BLOOM, F.

(1990): Para toda la vida, proyecto de capacitación para el


amor, Grijalbo.

BOTUS, E. (1991): Relajación y vida, Rotrola.

BRABDES, N. (1991): Cómo mejorar su autoestima, Paidós. (1990): El


respeto hacia uno mismo, Paidós. (1989): La Psicología de la autoestima,
Paidós.

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hasa.

CLEMENS-BEAN (1987): Cómo desarrollar la autoestima en niños y


adolescentes, Debate.

DE GREGORIO, A. (1990): La participación de los padres en los centros

67
La familia como primera y principal escuela de la vida

educativos.

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Grijalbo. (1987): Felices fiestas, Grijalbo. (1982): Los regalos de Eykis,
Grijalbo. (1977): Tus zonas erróneas, Grijalbo.

FROMM, E. (1964): El corazón del hombre, Paidós.

GARCÍA HOZ (1990): La educación del estudiante en familia, Temas de


Hoy.

GILLHAM, L. (1991): Cómo ayudar a los niños a aceptarse sí mismos y a


aceptar a los demás, Ed. Paidós Educador.

GIRODO, (1992): Cómo vencer la timidez, Grijalbo.

HARRIS, T. (1992): Yo estoy bien, tú estás bien, Grijalbo. (1991): Para


estar siempre bien, Grijalbo.

ICETA, M (1986): Por qué a mí me tocó ser yo, S. M. (1987): Dejar ser,
S. M.

JAMPOLSKY y Cirindiona (1990): Amar es la respuesta, Paidós.

JONGEQARD, J. (1989): Nacidos para triunfar, Grijalbo.

LLAMAS, E. (1986): Ámate y sé feliz, Mensajero.

MARKERT, C. (1991): Cómo descubrir sus emociones, Ediciones


Lidium.

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personalidad creadora. Kairós.

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PINILLOS, J. L. (1970): La mente humana, Salvat Editores.

68
Mag. P. Ramón Rivas cjm.

SHERMAN, H. (s/f): El arte de auto-análisis para mejorar su personalidad.

SHIBUTANI, T. (1971): Psicología social y psicología, Buenos Aires:


Editorial Paidós.

SIDELSKY, R. (1991): El poder creador de la mente, Ed. Robin Books.

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SMITH, M. (1993): Cuando digo no me siento culpable, Grijalbo. (1991):


Sí puedo decir no, Grijalbo. (1990): Libérese de sus miedos, Grijalbo.

VALLEJO N, (1990): Conócete a tí mismo, Temas de hoy. (1990): Hablar


en público, Editorial Planeta.

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WISINGER y Lobsenz, (1991): Nadie es perfecto, Grijalbo.

ZIGLAR, Z. (1985): Cómo criar hijos con actitudes positivas en un mundo


negativo, Norma.

69
La familia como primera y principal escuela de la vida

TEMA 4. FAMILIA Y FORMACIÓN EN VALORES

«La misión de la familia ante un mundo en permanente cambio es


proporcionar a los hijos sentimientos de arraigo y seguridad, elevar
su autoestima y sentimiento de competencia, ofrecerles ejemplos y
modelos dignos de imitar, ser una escuela de aprendizaje en el amor,
la comprensión, el esfuerzo y la solidaridad donde cada miembro
sepa aceptar y acoger las diversidades de los demás, desarrollar
convenientemente su singularidad e integrarse en un sociedad plural».

Bernabé Tierno, La familia en el tercer milenio

4.1. Justificación del tema

* La familia padece hoy la más profunda y extensa crisis de los


referentes fundamentales que la identifican como la única institución
reconocida en la construcción de valores: «la primera y primordial
escuela de aprendizaje para la vida» (VATICANO II). Sin lugar a dudas,
los valores y antivalores que sustenta en la actualidad la familia son
los mismos que la sociedad maneja y transmite a través de sus
diferentes ámbitos educativos: el sistema educativo, la educación en
el seno de la familia, la información recibida mediante los medios de
comunicación de masas, etc.

* El hombre y la mujer son la única especie que no se adapta


al medio ambiente mediante la puesta en marcha de mecanismos
heredados, sino a través de un lento y permanente proceso de
aprendizaje. Ser persona plenamente significa convertirse en un
ser social, con conciencia crítica, honesta y capaz de recibir el
aprendizaje de cada día y de reaccionar ante el mundo con asombro
y curiosidad, en tal forma que logre una integración suficientemente
creativa a la sociedad.

*La familia no puede continuar como un satélite girando, sin


mirar, alrededor de la realidad de la sociedad en la que está inserta.
Es necesario que se integre, participe y se incorpore a las demás

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Mag. P. Ramón Rivas cjm.

instituciones sociales, especialmente al sistema educativo, para


estudiar y formular un Proyecto Familiar a nivel nacional a mediano
y largo plazo, que permita presentar a las nuevas generaciones un
país coherente que rescate la fe y la esperanza, y, en general, todo el
sistema de valores fundamentales que se han venido perdiendo en
las generaciones de relevo.

* Se hace necesario formar personas, hij@s, ciudadanos, que


promuevan el cambio requerido, pero no el cambio por el cambio, sino
un cambio con objetivos éticos que, sin caer en fundamentalismos
de ninguna especie, ponga las bases para construir una sociedad
auténticamente humana.

* Por lo tanto, no se trata de promover un cambio exclusivamente


económico, como lo plantea la ideología marxista, pues ello agravaría
nuestra situación ética y cultural ya deficientes, sino un cambio en
que el ser humano sea al mismo tiempo agente y objeto, con una
jerarquía de valores sólida, consensuada y futurista.

* Obviamente, el papel de la familia, en este sentido, es


fundamental. Porque ya es convicción generalizada, como hemos
demostrado, que es en la familia donde realmente se construyen los
valores e ideales que le dan sentido a la vida humana. Las demás
instituciones dadoras de valores, por ejemplo la escuela, trabajan
sobre esa «materia prima» ética que cada individuo trae de su hogar.

* Por otro lado, cabe preguntarse si la familia actual, en sí,


está suficientemente motivada y capacitada para esa formación
de valores. ¿Pueden cumplir tan retadora y difícil misión padres y
madres que, a la primera dificultad, renuncian a cumplir su tarea
educativa por cobardía, por impotencia, por comodidad, o por miedo?
¿Padres que, porque no quieren, o no saben o no pueden educar
medianamente bien a sus propios hijos, dejan tan delicada tarea
en manos de los maestros, o de los políticos, o de comunicadores
sociales, o de las iglesias, incluso de cualquier charlatán de feria
que venda ideas novedosas pero quizás peligrosas? ¿Cómo va a
funcionar bien un mundo en el que la tarea más difícil, que es la de

71
La familia como primera y principal escuela de la vida

ser padres, y en la cual, por exigencias de la misma naturaleza, ellos


son insustituibles, queda en manos de personas no siempre aptas o
preparadas para ello?

* El propósito de este cuarto tema es, precisamente, pasearnos


por el análisis de los valores y la importancia del papel de la familia
en la construcción de los mismos, así como de los problemas que
enfrenta en tal sentido; ello exige necesariamente, aunque sea de
forma somera, entrar en el proceso de socialización del ser humano.

4.2. Breve análisis de la realidad

Conviene, para iniciar el estudio del tema, realizar una


investigación previa acerca del reconocimiento real que haya en
la localidad, en cuanto al papel fundamental de la familia, y a su
capacidad formadora de valores:

1. ¿A qué se debe fundamentalmente el actual deterioro moral


y la confusión de valores?

2. ¿Qué papel juegan la sociedad, los Medios de Comunicación


de Masas, las tecnologías, la familia y la educación, en la
formación en valores?

3. En la realidad actual ¿cuáles son las instancias que forman


o deforman los valores de los niños y jóvenes?

4. ¿Qué papel juegan, por ejemplo, la televisión o Internet en el


campo de la formación de valores?

5. ¿Cuáles son los valores reales que se promueven hoy en la


sociedad y en la familia?

6. ¿Cómo viven las familias actuales su función formativa en


cuanto a valores?

72
Mag. P. Ramón Rivas cjm.

7. ¿Cuáles son las dificultades o problemas a los que nos


enfrentamos hoy cuando tratamos de formar éticamente a
las nuevas generaciones?

8. En la vida cotidiana, ¿cuáles son las estrategias y métodos


que emplean los padres para formar en valores? ¿Son
válidos realmente? ¿Se justifican todavía?

4.3. Brevísimo marco teórico y/o referencial

A) Los valores son metas u objetivos de carácter general que


permanecen estables a través de las distintas situaciones,
guían la conducta de los seres humanos y se ordenan según
su importancia subjetiva. Nos permiten definir con claridad los
objetivos de la vida, nos ayudan a aceptarnos tal cual somos
y estimarnos, al tiempo que nos hacen comprender y estimar
a los demás.

B) Los valores constituyen un complejo y multifacético fenómeno


que guarda relación con todas las esferas de la vida humana.
Están vinculados, determinantemente, con el mundo social,
con la historia, con la subjetividad de las personas, con las
instituciones. Por eso preocupa más que hoy continuamente
se esté hablando de una crisis de valores, asociándola casi
siempre a una crisis de la familia.

C) Los valores tienen una configuración sistémica, de modo


que algunos se nos presentan como compatibles y otros
como contradictorios entre sí. En el proceso de aprendizaje
del sistema de valores se aprenden las prioridades de unos
valores sobre otros y la búsqueda del necesario equilibrio
entre la satisfacción de metas personales y las necesidades
del grupo social en el que se vive.

D) La familia tiene una serie de características a su favor que


la convierten en educadora privilegiada de valores; en ella

73
La familia como primera y principal escuela de la vida

encontramos el cariño y las relaciones afectivas, el ejemplo,


buena parte del tiempo cuantitativo y cualitativo que se
comparte con los hijos, el único contexto que permanece
constante como un apoyo seguro a lo largo de la vida y, por
último, ella se encuentra preocupada por el desarrollo integral
de sus miembros, tratando de potenciar sus habilidades para
lograrlo.

E) La familia está inserta en un mundo social y a pesar de que es


más estable en comparación con otros ámbitos de la sociedad,
es también dinámica y sus cambios de alguna forma reflejan
y reproducen las variaciones que tienen lugar a un nivel social
general.

F) Los cambios en la familia se insertan dentro de determinados


cambios globales de la sociedad. Estamos viviendo en
un mundo muy dinámico. Se instaura cierta psicología de
desesperanza; pierden fuerza las utopías, los sueños, y
la posibilidad de alcanzar una sociedad más justa. Estos
fenómenos globales, de una u otra forma, llegan a la psicología
de la familia, poniendo en entredicho algunos de sus valores
tradicionales.

G) Hoy en día la palabra familia lleva implícito cierto elemento


de fragilidad, de mimesis ética, de cambios de valores no
totalmente comprendidos. Sin embargo, tal debilidad o
incomprensión paradigmática no significa necesariamente
ruptura o fracaso. Muchas veces los factores de disgregación
sirven para consolidar, adherir y fortalecer a la familia y sus
integrantes.

H) Si la sociedad está dictando un modo de vivir y un modo de


hacer no basado en la solidaridad, no dirigido a la construcción
de un futuro social, sino enfilado hacia la búsqueda de salidas
individualistas, eso, traducido al mundo de valores subjetivos,
significa que cada cual debe atender a lo propio, a lo personal,
a lo egoísta y no a lo social, ni a lo colectivamente constructivo.

74
Mag. P. Ramón Rivas cjm.

I) Este tipo de psicología, con honda incidencia social, tiende a


repercutir en las relaciones intra-familiares, agudizando los
conflictos internos. No debemos olvidar que la familia es la
sede fundamental de las contradicciones entre generaciones
(padre-hijo) y géneros (hombre-mujer). Como sectores sociales
diferentes, cada uno de ellos tiene su propia interpretación de
los procesos de cambio que ocurren. A resultas de ello, se
produce en el seno familiar la confrontación entre diferentes
sistemas subjetivos de valores.

J) No es casual, entonces, que muchas veces se le atribuya al


modelo de familia que hoy prevalece la causa fundamental de
la crisis de los valores. Pero se debe indagar hasta dónde esta
afirmación es consistente. Quiérase o no, la familia vive una
etapa revolucionaria porque todos los valores tradicionales se
hallan sujetos en la actualidad no sólo a revisión sino también
a transformaciones que pueden ser consideradas como
increíbles.

4.4. Cuestiones para el estudio.

a. La familia como escenario de construcción de valores

* Desde y en la familia se le dan al niño, niña o adolescente las


claves para que construya sus representaciones globales acerca del
funcionamiento de la realidad social. Entre esas claves, envueltas
en el clima afectivo familiar, están las propias representaciones de
los padres, los modelos de interacción familiar, las expectativas
y demandas sociales que pesan sobre el niño. En este sentido, la
familia cumple dos tareas muy importantes:

1. El proceso de personalización: Determinar qué objetivos o


metas son compatibles entre sí y cuáles no lo son, por medio de la
estructuración del ambiente educativo (la distribución de recursos
materiales, el clima afectivo, la organización de roles, las pautas de
disciplina, etc.).

75
La familia como primera y principal escuela de la vida

2. El proceso de socialización: Dar primacía a la solución deseable


ante los conflictos de valores. La familia muestra a sus miembros
lo que se espera de cada uno, condicionada, en gran parte, por las
directrices y requerimientos culturales provenientes del ambiente
sociocultural, el patrón de creencias, los sucesos históricos de
la propia familia, el trabajo, las amistades, etc. En este sentido, se
puede afirmar que la socialización familiar sólo puede interpretarse
en el marco de las condiciones y los valores culturales dominantes.

* La construcción de valores en la familia requiere tener en


cuenta, entre otras cosas, el papel activo de los hijos para asumir
o no los valores de los padres. Por tanto no se puede afirmar que
exista una relación directa entre los valores que los padres desean
para sus hijos y los que los hijos adquieren. Aún cuando la conducta
parental sea inequívoca y coherente, cosa que no siempre sucede,
aún cuando las relaciones paternofiliales sean intachables, siempre
estará la interpretación que cada hijo haga de la conducta parental
y en dicha interpretación se encajarán las propias experiencias, por
lo que los valores pueden ser similares a los paternos pero nunca
idénticos.

* Los padres desde que constituyen la familia, incluso desde que


la proyectan, tienen en mente una serie de valores que les ayudan
a guiar la nave familiar hacia buen puerto. Cada una de las etapas
del ciclo familiar (embarazo, maternidad, el paso de la niñez a la
pubertad y la adolescencia, la salida de los hijos del hogar – el nido
vacío-, etc.) supone un reto para la familia, reto al cual se enfrenta de
forma diferencial en función de los valores asumidos.

* Una familia que proporcione una red de apoyo ante las


transiciones y crisis vitales de la familia, que acepte la diversidad de
opciones ante la vida y que, al mismo tiempo, proporcione seguridad
para afrontar los diversos retos del desarrollo, supone una gran
ayuda para recorrer con éxito el camino hacia la madurez.

76
Mag. P. Ramón Rivas cjm.

b. Los valores y las relaciones familiares

* Los valores, las buenas costumbres, los principios éticos, se


entienden y asimilan mejor cuando se basan en la práctica diaria y en
el trato con otras personas, especialmente en el ambiente hogareño.

*A la luz de cómo va evolucionando la sociedad, la familia puede


llegar a convertirse en uno de los pocos contextos privilegiados
donde poder ensayar las relaciones intergeneracionales.

* Todos los padres desean que sus hijos asuman una estructura
de valores que les facilite su desenvolvimiento en el mundo «exterior»,
que les permita acceder al mundo escolar o laboral, que les ayude a
relacionarse armoniosamente con sus iguales o a enfrentarse con
éxito a las amenazas actuales (drogadicción, sectas, fracaso escolar,
manipulación ideológica, presión de las modas…).

* Por otra parte, vivimos una época de cambios sociales


acelerados que nos dan la impresión de que lo valioso de ayer ya no
lo es hoy. En este sentido, las relaciones intergeneracionales pueden
proporcionar una oportunidad para escuchar, ensayar, aprender, usar
lo útil y constructivo de una generación y aportar lo novedoso y
arriesgado de la siguiente.

* En principio la familia desea desarrollar en la socialización de


sus hijos: valores que faciliten el desarrollo personal, que faciliten
las relaciones interpersonales y su aprovechamiento en los ámbitos
escolar y laboral. Pero, tal jerarquía se ve afectada por diversas
variables como la cultura, el nivel socioeconómico, la edad de los
padres o su nivel de estudios, la edad y sexo de los hijos, etc.

* Es determinante en ese campo el ejemplo y testimonio vivencial


de los padres, pues son los primeros y principales referentes éticos
para sus hijos. Éstos aprenden primordialmente no lo que les dicen
sus padres o maestros sino lo que éstos hacen. ¿Cómo lograr esto
cuando los padres, por razones válidas o no, pasan mucho tiempo
distantes de los hijos?

77
La familia como primera y principal escuela de la vida

* Cuando los padres dedican mucho tiempo al trabajo y viven


agobiados por múltiples compromisos y obligaciones, los abuelos
pueden ayudar a la tarea de educar a los nietos de modo indirecto
(apoyo emocional, aliviando la carga ocupacional, a través de
los consejos, ayuda económica…) y directo (protagonistas de la
propia tarea educativa, como padres sustitutos). A través, de este
tiempo compartido y el diálogo intergeneracional los nietos van
construyendo su valores en ámbitos espacio-temporales diferentes
a los de los padres.

*Importa destacar también otro aspecto fundamental en la


educación actual: la disciplina también es necesaria, incluso
el castigo bien entendido. Y esto debemos subrayarlo, frente a
ciertas corrientes psicologistas que prácticamente abogan por
un permisivismo total. El muchacho debe crecer sabiendo que la
convivencia y la propia maduración exige someterse a normas y
respetar límites. Padres exageradamente permisivos les hacen un
daño terrible a sus hijos pues no les dan, en el momento oportuno, el
piso sólido sobre el cual construir una personalidad definida.

4.5. Familia – Escuela – Sociedad: ¿excluyentes o


complementarios?

* Nadie cuestiona hoy que la familia es el contexto fundamental


en la socialización de los valores pero, lógicamente, no es el único.
Diversos contextos entran en juego en el proceso de socialización
desde edades tempranas y se mantienen hasta el final del ciclo vital.

* Cuando los valores promovidos por los diversos contextos


-familia, escuela, amigos, tecnologías, MCS…- son contradictorios
entre sí, cabe preguntarse cuál de ellos tendrá mayor significación
para los hijos. La respuesta, en la inmensa mayoría de los casos, es la
familia; pero cuando estos valores familiares están poco arraigados
e interiorizados, los valores o seudovalores de los otros contextos
van ganando influencia.

78
Mag. P. Ramón Rivas cjm.

* Ahora cabe preguntarse qué contexto se responsabiliza de


promover y qué valores (la escuela, la sociedad de iguales, , las
tecnologías, los medios de comunicación social…). En definitiva, los
diversos contextos influyen en la socialización de valores y, además,
es importante que así sea, puesto que parecen especializarse en
valores diversos. Sin embargo, la familia sigue siendo el contexto
con el mayor peso y el que determina la relación de prioridad o
subordinación de sus valores con los otros contextos.

* El estilo parental de los padres en la educación de los valores


(autoritario, democrático o permisivo) influye no sólo en la eficacia
de la transmisión del mensaje, sino también en el tipo de valores que
van a asumir los hijos. Veamos el siguiente cuadro:

Tipo de valores que van a asumir


Estilo Educativo
los hijos
Autoritarios:
Favorecen valores deterministas
son impositivos, autoritarios, y de conformidad.
controladores, plantean normas
absolutas y una disciplina rígida, Inhiben valores de autodirección
promueven la obediencia absoluta y y estimulación.
son poco afectuosos.
Permisivos:
Fomentan valores de
reducen al mínimo el control parental autodirección como los de
y su capacidad de influencia en los autonomía e independencia
hijos, son muy afectuosos, dan
Inhiben los valores prosociales
demasiada libertad, manejan una
tales como la solidaridad o la
disciplina inconsistente y con poca
justicia.
vigilancia.

Democráticos: manejan la libertad


dentro de una estructura, establecen
Promueven valores de
normas, dan razones y explicaciones
autodirección y prosociales.
y utilizan una disciplina racional
inductiva.

* Además de los estilos educativos de los padres, existen una


serie de mediaciones que influyen en la eficacia de la socialización
de valores como: la legibilidad del mensaje por parte de los hijos (¿he

79
La familia como primera y principal escuela de la vida

comprendido el mensaje?), la legitimidad percibida tanto del emisor


como del mensaje (¿viene de la persona correcta y me lo merezco?),
la intencionalidad atribuida (¿lo hacen por mi bien?), la coherencia
parental (¿quiere lo mismo mi padre que mi madre?) y la disponibilidad
percibida (¿puedo contar con mis padres cuando los necesito?), son
algunas de las variables intervinientes que determinan la aceptación
o el rechazo del mensaje parental. Desde luego todas ellas están
relacionadas con el clima afectivo, la comunicación familiar y la
coherencia parental.

* Para finalizar, es necesario destacar, nuevamente, la importancia


fundamental del ejemplo en el proceso de la construcción de los
valores: el niño no aprende lo que se le dice que aprenda sino lo que
él vive en su hogar, ya que los padres son obligados modelos de
referencia que los hijos normalmente tienden a imitar. Esto exige a
los padres tener sumo cuidado en no ser incoherentes, diciendo una
cosa hoy y otra mañana, o diciendo una cosa y actuando en sentido
contrario.

4.6. Pasos para la acción

a. Toma de conciencia

v La primera tarea de los padres es lograr captar la atención de su


hijo y predisponerlo hacia el mensaje. Esta toma de conciencia,
está relacionada, fundamentalmente, con la legibilidad del
mensaje (nitidez y precisión con la que el mensaje llega al
receptor) y la legitimidad del mensajero (se da cuando el hijo
confiere al padre competencia y autoridad para que ejerza su
rol); es decir, los hijos están más dispuestos a dejarse influir
por sus padres si perciben que éstos son sensibles a sus
necesidades y demandas.

v Es necesario, para la toma de conciencia, contar con un buen


clima de interacción que permita:

80
Mag. P. Ramón Rivas cjm.

* Desarrollar ideas positivas respecto a sí mismo como


persona y como padre

* Potenciar las expectativas positivas hacia los hijos.

* Proporcionar muestras de afecto incondicional

* Atreverse a proponer criterios y a razonarlos.

b. Implicación vivencial

v En la educación de valores no basta la captación intelectual


de los mismos, sino que es necesaria su interiorización con el
fin que se integren en los hábitos de pensamiento y de acción.
Por tanto, para que los valores tengan alguna influencia en
el comportamiento, se hace necesario que la persona los
acepte vitalmente. Ello supone situar el valor en contacto con
la propia experiencia de la persona a quien se quiere formar,
para que así sea consciente de sus verdaderos sentimientos
respecto al valor.

v La implicación se logra si hacemos al formando partícipe


de su propio cambio, generándole sentimientos de autoría,
responsabilidad y significación. En definitiva, la implicación
vivencial se ve favorecida cuando se posibilita la conexión
con la experiencia, se evita el discurso teórico y se promueve
la autonomía y la autoría de los hijos en el proceso de
construcción de valores.

c. La autocompetencia

v Los valores son relevantes sólo si somos capaces de


concretarlos en comportamientos que nos proporcionen auto-
evaluaciones positivas de la propia valía personal y social.
Algunas de las pautas para ayudar a desarrollar sentimientos
de autocompetencia que redundan en la interiorización del
valor son las siguientes:

81
La familia como primera y principal escuela de la vida

* Estimular a los hijos a especificar cada valor en un conjunto


de actitudes y comportamientos concretos.

* Ofrecerles la oportunidad de defender el valor en situaciones


en las que éste puede generar conflicto con otros valores que
parecen contrapuestos.

d. Asunción del compromiso

v En el campo de la formación de valores, el objetivo final debe


ser que los valores pasen del pensamiento a la acción. Los
valores se vuelven prescriptivos cuando logramos activar
el sentimiento de responsabilidad personal y éste, a su vez,
se ve influido por la creencia de que el acontecimiento es
dependiente de la persona y controlable.

En suma, la familia constituye el contexto


socioeducativo de valores más importante,
convirtiéndose en el norte hacia el que miran los hijos
para buscar criterios que los ayuden a evaluar el mundo
y a tomar decisiones. En este sentido, representa un
reto primordial para los educadores y expertos en
educación familiar potenciar la competencia de los
padres en este campo, desarrollando programas para la
educación de valores desde la familia.

4.7. Actividades sugeridas para trabajar el tema.

A nivel de colegio

- Elaborar una cartelera sobre el tema de los valores.

- Diseñar y realizar un proyecto pedagógico de aula que tenga


que ver con la influencia del hogar en la formación ética de los
alumnos.

82
Mag. P. Ramón Rivas cjm.

- Implementar una serie de charlas por aulas o cursos, dadas por


los mismos alumnos, con la asesoría de sus docentes, sobre
los valores que se consideran fundamentales en el proyecto
educativo del colegio.

- Realizar una campaña de diseño de juegos de mesa didácticos


relativos a los valores, basados en modelos como el de
Monopolio, etc.

- Organizar una canción-foro a partir de canciones de moda en


el mundo juvenil para detectar valores y su incidencia en el
joven.

A nivel de familia

1. Organizar una gran actividad (conferencia, foro, charla


magistral…) sobre los valores y la familia, invitando a
especialistas.

2. Organizar con las familias un concurso de afiches


«artesanales» sobre aquel valor que cada familia
considere prioritario.

3. Organizar un cine-foro, abierto a toda la familia, con


alguna película comercial, desde su perspectiva ética.
Tiene que ser una película de buena factura técnica y
artística.

Otras actividades sugeridas: el estudio de casos (ejemplos)

• Ana, 18 años: la resignada, introvertida. No se entiende con


sus padres, a quienes ve como “puretos”, “zanahorias», “carcas” y
exigentes. No hay comunicación. Recoge ideas y vivencias de todos
los ambientes, sin saber discernir. Se las da de moderna... No se va
de casa porque no sabe adónde ir... Hay un episodio en su vida que la
ha marcado: de 7 a 9 años fue violada repetidamente, «jugando», por
uno de sus hermanos. Sólo ha sido capaz de confesar este trauma
a los 17 años.

83
La familia como primera y principal escuela de la vida

• Alberto, 19 años: no sabe quiénes son sus padres realmente y si


puede contar con ellos (trabajan los dos)... Desde los tres años está
acostumbrado a no ver a sus padres a diario nada más que a la hora
de cenar... y algún fin de semana. Su familia, su hogar, su lugar, es la
calle. Aprendió todo lo relativo al sexo y a la afectividad en la calle.
Confiesa que, desde no sabe cuándo, practica la masturbación.
Aunque a este hecho no le da demasiada importancia.

4.8. Fuentes y referencias:

Bustelo, C. (1992): El reparto de las responsabilidades familiares y


profesionales. Infancia y Sociedad, 16.

Cataldo, CH. (1991): Aprendiendo a ser padres. Conceptos y contenidos


para el diseño de programas de formación de padres. Madrid: Visor.

CEAC. (1985): Cómo fomentar los valores individuales. España:


Ediciones CEAC.

Corominas, F. (1987): Educar Hoy, Caracas: Sol Naciente Editora.

De Gregorio, A. (1995): Valores y Educación, España: FERE,.

Donado, A. (1996): Cajita Ética, Caracas: Venezuela Competitiva.

García, M., Ramírez, G. y Alinson Lima. (2001): La construcción de


valores en la familia. En: Familia y desarrollo humano. Madrid: Alianza
Editorial.

Gervilla, E. (1993): Postmodernidad y Educación, Madrid: Dykinson.

Hernández, I. (1996): Escuelas, padres y comunidad. Los deberes.


Madrid: Cultura y Educación.

Hersch, R., Reimer, J. y Paolitto, D. (1985): El crecimiento moral de


Piaget a Kolberg. Madrid: Narcea.

84
Mag. P. Ramón Rivas cjm.

ICBF, UNDCP, Fami (1993): “Sistema de Formación Permanente–


Convivencia Familiar y Comunitaria”. Santa Fe de Bogotá : Instituto
Colombiano de Bienestar Familiar.

ICCE (1991): Escuelas eficaces. En: Comunidad Educativa, España:


revista del ICCE, Nº 87.

ICCE (1991): Sucintas notas para sensibilizar hacia los valores. En:
Comunidad Educativa, España: revista del ICCE.

Lewis, C.L. (1990): La abolición del hambre, Madrid: Encuentro.

Musitu, G. y Molpeceres, M. (1992): Estilos de socialización, familismo


y valores. Madrid: Infancia y Sociedad.

PÁEZ, L (1988): Qué son los valores. Mimeografiado–Güigüe – Vzla.:


Hogares CREA.

People (s/f): Padres y Maestros, Anual Survey of High School


Achievers.

Pérez, P. y Cánovas, P. (1995): Relaciones familiares y valores: análisis


intergeneracional. Madrid: Infancia y Sociedad.

Rivas, R. (1996): Valores y Postmodernidad, Caracas: AVEC.

(1993): Familia y valores. Mimeografiado, Caracas. AVEC.

Torres, O. (1994): Los valores que reclaman nuestros hijos, Caracas:


AVEC.

Vegas, J. (1994): Juventud, valores y crisis de nuestro tiempo, en


revisión. Madrid: Diálogo Filos’

85
La familia como primera y principal escuela de la vida

TEMA 5. FAMILIA Y EDUCACIÓN EN LA FE

Ramón E. Rivas T.

«Tener fe es vivir con la firme convicción de que estamos en manos


de Dios, que es a la vez Amor y Poder.
La fe es desprendernos de nuestras ansiedades y temores, de
nuestras dudas y desesperación.
Es el abandono a la providencia divina. Es tomar la vida sin forzarla, con
sus deberes y sus problemas,
sus éxitos y fracasos, sus experiencias y perplejidades. Viviendo así,
nos echamos incondicionalmente en los brazos de DIOS. Eso es la fe»

(D. Bonhöffer)

5.1. Justificación del tema

Para iniciar el tema de la vivencia de la fe, dentro del marco de


nuestra evolución social e histórica, cabría preguntarse: ¿Cuál era
el proceso habitual, hace pocos años, de la educación en la fe en
nuestros países, de cultura arraigada pero sólo sociológicamente
católica?

Hacia los años 50, podríamos decir que la madre, en el caso de


que viviera su religiosidad con hondura (lo que no siempre se puede
presuponer), iniciaba la educación de la fe en los primeros estadios
de la niñez; posteriormente ésta se confiaba a las iglesias, las
escuelas y los colegios de religiosos/as.

Tal «modelo» de educación en la fe se apoyaba sobre una serie


de presupuestos socio-culturales, que la modernización ha dejado al
desnudo, mostrando sus puntos débiles. He aquí algunos de estos
presupuestos:

86
Mag. P. Ramón Rivas cjm.

En primer lugar, el peso cualitativo más que cuantitativo de


las escuelas católicas en el conjunto del sistema educativo, y la
anuencia de los gobiernos de turno –salvo contadas excepciones-
posibilitaba la educación mayoritaria de las clases medias en un
ambiente de relativa fe. Ya que en los ambientes rurales el estatus
cultural otorgado a la figura del párroco y la presencia de maestros
católicos en las escuelas oficiales permitían una colaboración activa
de ambos en la transmisión de la tradición católica.

En segundo lugar, el ambiente general de una cultura oficialmente


católica, ofrecía aspectos negativos que resultan hoy -a distancia-
fácilmente apreciables. Suponía una posesión pacífica de la fe, en
ambientes relativamente cerrados y homogéneamente creyentes.
Esta aparente «falta de contraste» con otras posturas ideológicas
inclinaba a no cultivar los aspectos intelectuales de la tradición, y a
conceder escasa atención a las modulaciones de la cultura moderna.

Hoy estos presupuestos se ven sustancialmente alterados. Con el


peso de los colegios católicos reducido frente al conjunto del sistema
educativo, las clases medias ya no son mayoritariamente educadas
en instituciones con un horizonte religioso. Por su parte, el modelo
rural ha perdido sus rasgos diferenciales respecto a la cultura urbana:
hay una tendencia a la homogeneización, que disminuye la posición
privilegiada de la parroquia. Y la figura del «maestro católico» -más o
menos ilustrado- hace tiempo que cedió el paso a una nueva imagen
de docente religiosamente neutro, cuando no combativamente ateo.

En este contexto generalizado de protesta (o al menos de


“sospecha de lo religioso»), se produce también un fenómeno interno
a la familia: un cambio en la socialización religiosa, tradicionalmente
a cargo de la madre. Ésta sigue siendo la que transmite los valores
en general, pero ha habido un cambio de la mentalidad de la mujer
frente a la religión.

Se trata de un proceso en el que se podrían distinguir tres etapas:

87
La familia como primera y principal escuela de la vida

- En la primera (digamos, en la década de los 50) las


necesidades de los hijos se ven en plena continuidad con
las de las madres. La socialización se realiza concediendo
un lugar central a lo religioso -el que ocupa en la conciencia
de la madre-. Esta socialización religiosa se produce
dando una relevancia primordial a los aspectos rituales, y
sin ningún tipo de ansiedad por la utilización de practicas
autoritarias de control externo de las conductas.

- En la segunda etapa (hacia los años 60-70), la socialización


religiosa se centrará sobre todo en los aspectos ético-
morales de la conciencia. En lo pedagógico, la madre
intentará eliminar el uso de mecanismos de control externo,
con un claro rechazo de los procedimientos autoritarios.
Se busca inducir a los hijos a una conformidad interna con
las expectativas de los padres. El razonar las exigencias
familiares -también en lo religioso- será el mecanismo
considerado como más apropiado para obtener esta
conformidad.

- En la tercera etapa, la socialización se centra sobre el


desarrollo de las posibilidades y las aptitudes del niño, y en
ofrecerle horizontes para una opción individual. Lo religioso
entra ya sólo como una posibilidad ofrecida al niño, dentro
de ese horizonte de opciones libres e individuales, de las
que se quiere alejar cualquier condicionamiento.

Se aprecia claramente, en estas etapas cronológicamente


escalonadas, una especie de «ansiedad social» (muy presente en
las sucesivas generaciones de madres) por alejarse de cualquier
mecanismo que pueda suponer coacción. Y, ante todo, coacción
religiosa. Actitud digna de la mejor consideración. Pero que, como
toda actitud reactiva e impregnada por la ansiedad de no incurrir
en el modelo autoritario, puede conducir a errores pedagógicos por
ignorar las precondiciones en que se desarrolla y madura la libertad
humana.

88
Mag. P. Ramón Rivas cjm.

Esta ignorancia lleva a falsas actitudes pedagógicas (también


en lo religioso). La aceptación (libre) de cualquier tradición, pero
sobre todo la educación en la fe, requiere una experiencia de la
misma para poder pronunciarse en pro o en contra. Tal experiencia
puede ser iniciada en el seno de la familia, en las etapas primarias
de la socialización... siempre que la familia la ofrezca. Es decir,
que ofrezca una verdadera experiencia, no un simple marco
de categorías religiosas -aunque éstas sean indispensables- o
unos comportamientos rituales meramente externos. Porque la
experiencia constituye el rasgo fundamental de las estructuras de
plausibilidad en la sociedad contemporánea.

¿Qué le ha faltado? A mi juicio, dos elementos fundamentales:

a. Conciencia clara de que la transmisión de la fe constituye


una misión ineludible de la familia creyente, ello debido
a un problema generalizado de estrategia pastoral.

b. Conocimiento de las posibilidades reales de la familia


en el terreno educativo. Tales posibilidades suponen,
para su realización, una voluntad decidida.

El abandono de sus funciones educativas y la confirmación


empírica de la impotencia de la institución familiar ante la
concurrencia del «grupo de iguales» y de los mass-media constituyen
un auténtico «círculo vicioso», que se refuerzan mutuamente.

5.2. Breve análisis de la realidad

Aunque queramos darles a estas líneas un tono positivo y práctico,


conviene que antes hagamos un ligero análisis de la situación familiar
real en el campo de la formación familiar de la fe. Porque no hay duda
de que la familia constituye el espacio en el que se está jugando, en
buena parte, la fe o la increencia de las nuevas generaciones. Por eso
hay cuestiones que debieran preocuparnos:

89
La familia como primera y principal escuela de la vida

¿Qué es lo que realmente está pasando hoy en este campo?

¿Están o no capacitadas las familias para realizar tan compleja


labor?

¿Cuáles son sus principales deficiencias y problemas en tal sentido?

¿Cómo pueden ser hoy nuestras familias lugar de socialización de


la fe?

¿Qué podemos hacer que no estamos haciendo?

¿Cómo ayudar desde la escuela católica a la familia en su labor


educadora de la fe de los hijos?

Hemos reflexionado sobre la dificultad de plantear la transmisión


de la fe en hogares rotos, desestructurados o que atraviesan
alguna crisis grave. Pero, aparte de ello debemos tomar en cuenta
la situación concreta de cada familia frente al asunto de la fe. A
tal fin conviene revisar las carencias educativas de la familia, que
inciden en la formación de la fe, por un lado, y sus posibles opciones
creyentes, por el otro.

¿Cuáles de estas realidades están presentes en su medio ambiente


familiar?

a) La primera dificultad es la falta de suficiente comunicación.


Las familias viven hoy más separadas que nunca a causa del
trabajo de los padres, los estudios de los hijos y las diferentes
posibilidades del fin de semana. Y cuando, por fin, se
encuentran todos juntos, la televisión suele imponer su «ley del
silencio», impidiendo la convivencia familiar o introduciendo
desde fuera los centros de interés sobre los que ha de girar la
familia. Ahora bien, cuando falta verdadera comunicación en
el hogar, es imposible compartir la fe y transmitirla3.

3 J. González-Anleo, «Cómo son nuestras familias cristianas» Sinite 105 (1994) 51; X. Basurko,
«La familia y la dinámica sacramental de los hijos» Phase 203 (1994) 398.

90
Mag. P. Ramón Rivas cjm.

b) Otra dificultad es el desacuerdo entre padres e hijos. Hemos


de señalar, sin embargo, que, según estudios sociológicos
recientes, el conflicto entre padres e hijos se ha ido
suavizando en los últimos años, probablemente porque los
padres han renunciado a imponer determinadas pautas de
comportamiento. Por otra parte, en lo que se refiere al hecho
religioso, parecen diferir cada vez menos las posiciones
de padres e hijos en las familias jóvenes. Todos ellos se
ven afectados por la misma crisis de fe y la tentación de
indiferencia.

c) Muchos padres sienten, sobre todo, la dificultad de transmisión


constatable en el contexto cultural de nuestros días. Según
la conocida antropóloga Margaret Mead, no vivimos ya en
una «cultura postfigurativa» donde los hijos aprenden de
los padres como éstos aprendieron de sus abuelos. Ya no
se aprende del pasado, sino del presente. La nuestra es una
«cultura configurativa» en la que las nuevas generaciones
aprenden a vivir de sus compañeros afines, de la televisión o
de la moda del momento. Incluso vivimos ya rasgos de una
«cultura prefigurativa», pues a veces son los padres los que,
superados por el cambio cultural, comienzan a aprender de los
hijos mejor adaptados a los tiempos. ¿Cómo vivir y transmitir
la fe en ese contexto social?4.

d) La propia familia ha proclamando su impotencia educativa


ante el cambio de las estructuras de plausibilidad. La
sensación se hace aún más aguda cuando se trata del tema
de la transmisión de la fe.

e) Naturalmente, la dificultad básica procede de la crisis de fe. En


muchas familias se vive una fe diluida, difusa, rutinaria, con un
trasfondo de indiferencia y dejación. Por otra parte, cada vez
es más frecuente una religión «a la carta», de la que se toman
algunos aspectos que gustan (bautizo, primera comunión..) y
4 Ver una presentación clara de esta problemática en P. Otamendi, «La familia, ¿protagonista
de la educación en la fe hoy?», en La educación en la fe, un reto para la familia creyente, Bilbao
1991, pp. 20-21.

91
La familia como primera y principal escuela de la vida

de la que se abandona o rechaza todo lo que supone exigencia


y compromiso. En hogares así no es posible una transmisión
auténtica de la fe en Jesucristo.

f) Está creciendo incluso el número de padres que se oponen a


que sus hijos tengan una iniciación cristiana. En tal caso, el
hijo sólo respira en su hogar hostilidad a lo religioso, crítica
sistemática o burla.

g) Aumenta también el número de familias con problemas y


conflictos graves que, de hecho, impiden un planteamiento
religioso normal. No es fácil la vivencia y transmisión de la
fe cuando la familia está desestructurada, cuando se vive
de manera crispada la separación de los esposos, cuando
los hijos quedan como «perdidos» tras el divorcio de sus
padres, cuando el hogar se convierte en un campo de batalla
permanente o cuando se vive la angustia del desempleo.

h) Hay padres cuya postura es de absoluta despreocupación.


No les quita el sueño la educación cristiana de sus hijos. No
creen que la fe pueda ser de interés para su futuro. Sólo se
interesan por la carrera del hijo, por el bienestar de la familia,
por el disfrute del fin de semana.

i) Muchos padres experimentan una sensación de desorientación.


Personalmente, viven una fe llena de dudas y contradicciones.
Intuyen que la experiencia religiosa podría ser importante en la
familia y para el futuro de los hijos, pero no saben cómo actuar.
No se sienten capaces de transmitir su fe, sea:

v Adoptando una postura más bien pusilánime y cobarde.


Se dicen cristianos, pero no viven su fe con gozo, sino de
forma inerte y rutinaria.

v Asumiendo una postura de dejación y abandono. No se


sienten responsables de la transmisión explícita de la
fe a sus hijos. Pretenden ser suplidos por el colegio, la

92
Mag. P. Ramón Rivas cjm.

parroquia o las instituciones eclesiales, pero en el hogar


apenas hacen esfuerzo alguno para compartir la fe.

Afortunadamente los hay también que tienen conciencia de su


responsabilidad. Les preocupa la educación de la fe de sus hijos. Son
conscientes de las dificultades, no se sienten tal vez suficientemente
preparados, piden orientación y ayuda, necesitan apoyo, pero están
dispuestos a hacer de su hogar un espacio de convivencia cristiana
y de educación en la fe.

Por tanto, hay familias que no sólo mantienen viva su identidad


cristiana, sino que hacen esfuerzos también para realizar un proyecto
familiar que no escape a los principios evangélicos. La preocupación
por formarse en la fe sigue siendo en ellas un factor importante en la
configuración de su hogar.

5.3. Brevísimo marco teórico y/o referencial

En numerosos documentos eclesiales de los últimos tiempos


aparece claramente establecida la misión de la familia como
educadora de la fe. Veamos algunos de ellos:

5.4. El Concilio Vaticano II

Habló con frecuencia de este tema. Por ejemplo, refiriéndose al


ejercicio del sacerdocio común de los fieles en los sacramentos,
afirma:

«Finalmente los cónyuges cristianos, en virtud del sacramento del


matrimonio por el que significan y participan el misterio de unidad y
amor fecundo entre Cristo y la Iglesia (Ef 5,32), se ayudan mutuamente
a santificarse en la vida conyugal y en la procreación y educación de
la prole, y por eso poseen su propio don, dentro del pueblo de Dios, en
su estado y forma de vida. De este consorcio procede la familia, en la
que nacen nuevos ciudadanos de la sociedad humana, quienes por

93
La familia como primera y principal escuela de la vida

la gracia del Espíritu Santo quedan constituidos en el bautismo hijos


de Dios. En esta especie de Iglesia doméstica los padres deben ser
para los hijos los primeros predicadores de la fe, mediante la palabra
y el ejemplo, y deben fomentar la vocación propia de cada uno, pero
con un cuidado especial la vocación sagrada»5.

Aparece, aquí, implícita y explícitamente que los padres son para


los hijos los primeros predicadores de la fe. En efecto, si la familia es
una Iglesia Doméstica no cabe duda de que en esa Iglesia debe haber
una predicación de la fe. Y naturalmente esta predicación comprende
a toda la familia, pues toda ella constituye la Iglesia Doméstica.
Pero el concilio no se contenta con indicar de forma metafórica esa
obligación que incumbe a la familia, sino que explícitamente dice
que los padres son para los hijos los primeros predicadores de la fe.
Entiende que los padres constituyen en la infancia de los niños la
parte consciente y responsable de la familia y por ello impone a los
mismos la obligación de ser los primero predicadores de la fe.

En el Decreto Apostolicam Actuositatem se vuelve a recordar la


importancia del apostolado de la familia como educadora de la fe:

«Los esposos cristianos son para sí mismos, para sus hijos y


demás familiares, cooperadores de la gracia y testigos de la fe. Son
para sus hijos los primeros predicadores y educadores de la fe, los
forman con su palabra y ejemplo para la vida cristiana y apostólica,
les ayudan prudentemente a elegir su vocación y fomentan con todo
esmero la vocación sagrada cuando la descubren en los hijos»6.

No cabe duda de que en la mente del Concilio la familia es


la portadora de la educación en la fe de manera especial para los
hijos, para los cuales los padres son los primeros predicadores y
educadores en cuanto a la formación de valores cristianos. Afirma:
«La familia ha recibido directamente de Dios la misión de ser la
célula primera y vital de la sociedad. Cumplirá esta misión si, por
la mutua piedad de sus miembros y la oración en común dirigida a
Dios, se ofrece como santuario doméstico de la Iglesia; si la familia
5 Lumen Gentium, n.11.
6 Apostolicam Actuositatem, n. 11.

94
Mag. P. Ramón Rivas cjm.

entera se incorpora al culto litúrgico de la Iglesia; si finalmente la


familia practica el ejercicio de la hospitalidad y promueve la justicia y
demás obras buenas al servicio de todos los hermanos que padecen
necesidad»7.

En el mismo Decreto el Concilio indica que los padres y los


educadores cristianos deben formar a sus hijos y a los jóvenes para
el apostolado, enseñándoles a preocuparse, con su ejemplo, de las
necesidades del prójimo, tanto materiales como espirituales: «Toda
familia y su vida común sean, pues, como iniciación del apostolado»8.

5.5. Papas posteriores al Concilio:

Paulo VI, en su Exhortación Apostólica Evangelii Nuntiandi, tiene


un testimonio realmente esclarecedor de la función evangelizadora
de la familia. Hablando de los agentes de la Evangelización precisa
la importancia y los contenidos de este ministerio:

«En el seno del apostolado evangelizador de los seglares es


imposible dejar de subrayar la acción evangelizadora de la familia.
Ella ha merecido muy bien, en los diferentes momentos de la
historia y en el Concilio Vaticano II, el hermoso nombre de «Iglesia
doméstica». Esto significa que en cada familia cristiana deberían
reflejarse los diversos aspectos de la Iglesia entera. Por otra parte, la
familia, al igual que la Iglesia, debe ser un espacio donde el Evangelio
es transmitido y desde donde éste se irradia.

Dentro, pues, de una familia consciente de esta misión, todos los


miembros de la misma evangelizan y son evangelizados. Los padres
no sólo comunican a los hijos el Evangelio, sino que pueden a su vez
recibir de ellos este mismo Evangelio profundamente vivido. También
las familias formadas por un matrimonio mixto tienen el deber de
anunciar a Cristo a los hijos, en plenitud, de las implicaciones del
bautismo común; tienen además la no fácil tarea de hacerse artífices
de la unidad. Una familia así se hace evangelizadora de otras muchas

7 Apostolicam Actuositatem, n. 11.


8 Apostolicam Actuositatem, n. 30.

95
La familia como primera y principal escuela de la vida

familias y del ambiente en que ella vive»9.

No se puede expresar con más claridad la doble función de


educadora de la fe que tiene la familia cristiana, es decir, la función
de educar a los miembros de la familia, tanto los padres a los hijos,
como éstos a los padres en la fe, siendo evangelizadora; y al mismo
tiempo ser evangelizadora de las demás familias y del ambiente en
que viven.

El Papa Juan Pablo II ha hablado y escrito mucho sobre la familia


y sus funciones misioneras. En su Exhortación Apostólica Familiaris
Consortio dice, por ejemplo, sobre la función educadora de los padres:

«En la medida en que la familia cristiana acoge el Evangelio


y madura en la fe, se hace comunidad evangelizadora. Como ha
repetido el Sínodo, recogiendo mi llamada lanzada en Puebla, la
futura evangelización depende en gran parte de la Iglesia doméstica.
Esta misión apostólica de la familia está enraizada en el Bautismo
y recibe con la gracia sacramental del matrimonio una nueva fuerza
para transmitir la fe, para santificar y transformar la sociedad actual
según el plan de Dios».

«“La familia cristiana proclama en voz alta tanto las presentes


virtudes del Reino de Dios con la esperanza de la vida bienaventurada”
(LG 35). La absoluta necesidad de la catequesis familiar surge con
singular fuerza en determinadas situaciones que la Iglesia constata
por desgracia en diversos lugares. En los lugares donde una
legislación antirreligiosa pretende incluso impedir la educación en la
fe o donde ha cundido la incredulidad o ha penetrado el secularismo
hasta el punto de resultar prácticamente imposible una verdadera
creencia religiosa, la Iglesia Doméstica es el único ámbito donde los
niños y los jóvenes pueden recibir una auténtica catequesis»10.

En otro párrafo el Papa pondera la educación de los hijos en la


oración:
9 Paulo VI, Evangelii Nuntiandi, nº. 71.
10 Juan Pablo II, Familiaris Consortio, n. 62; Vaticano II, Gravissimum Educationis, 3; Catechesi
Tradendae, 36.

96
Mag. P. Ramón Rivas cjm.

«Sobre todo en la familia cristiana, enriquecida con la gracia y


los deberes del sacramento del matrimonio importa que los hijos
aprendan desde los primeros años a conocer y adorar a Dios y amar
al prójimo según la fe recibida en el bautismo»11.

Indica a continuación que el elemento esencial para una buena


educación a la oración es el ejemplo de los padres y cita unas palabras
de una alocución de Paulo VI en la que pregunta a los padres si en
las diversas circunstancias de la vida enseñan a sus hijos a recurrir
a la oración12.

Al hablar de la familia como la primera, aunque no única, comunidad


educadora, concluye el Papa «que debe asegurarse absolutamente el
derecho de los padres a la elección de una educación, conforme con
su fe religiosa»13. Esto quiere decir que los padres tienen el derecho
y, por lo tanto, el deber de dar una educación conforme con su fe
religiosa, y, si son familias cristianas, una educación en la fe, que es
base de la vida cristiana.

Comparando a la familia con la Iglesia, dice el Papa que la familia


participa de la misión de la Iglesia:

«Por su parte la familia cristiana está inserta de tal forma en el


misterio de la Iglesia, que participa, a su manera, en la misión de
la salvación que es propia de la Iglesia. Los cónyuges y los padres
cristianos, en virtud del sacramento, «poseen su propio don dentro del
pueblo en su forma y estado de vida» (LG 11). Por eso no sólo reciben
el amor de Cristo, convirtiéndose en comunidad salvada, sino que
están también llamados a transmitir a los hermanos el mismo amor
de Cristo, haciéndose así comunidad salvadora. De esta manera, a la
vez que es fruto y signo de la fecundidad sobrenatural de la Iglesia,
la familia cristiana se hace símbolo, testimonio y participación de la
maternidad de la Iglesia»14.

11 Juan Pablo II, o.c., n. 60.


12 Juan Pablo II, ibidem.
13 Juan Pablo II, ibidem, n. 40.
14 Juan Pablo II, ibidem, n. 49.

97
La familia como primera y principal escuela de la vida

Esto quiere decir que así como la Iglesia es educadora de la fe, la


familia cristiana es también educadora como ella de esa misma fe,
tanto en relación con los hijos, como con otros hermanos, siendo una
comunidad salvadora.

En su Exhortación Apostólica Christifideles Laici aborda también


la función educadora de la familia en la fe. Aborda el problema desde
el aspecto de la evangelización y de la catequesis y afirma que los
padres son los primeros catequistas de los hijos:

«Los padres cristianos son desde luego los primeros e


insustituibles catequistas de sus hijos, habilitados para ello por el
sacramento del matrimonio; pero al mismo tiempo todos debemos
ser conscientes del “derecho” que todo bautizado tiene de ser
instruido, educado, acompañado en la fe y en la vida cristiana»15.

En la Exhortación Catechesi Tradendae habla largamente de la


cuestión catequética. Afirma, por ejemplo:

«La acción catequética de la familia tiene un carácter peculiar y


en cierto sentido insustituible subrayado con razón por la Iglesia,
especialmente en el Concilio Vaticano II»16.

Pero no sólo indica este carácter de su peculiaridad y de su


imposible sustitución, sino que además indica cómo se verifica esta
misión educadora de la fe en la familia:

«Esta educación en la fe, impartida por los padres que debe


comenzar desde la más tierna edad de los niños se realiza ya cuando
los miembros de la familia sé ayudan unos a otros a crecer en la fe
por medio de su testimonio de vida cristiana, a menudo silencioso,
mas perseverante a lo largo de una existencia cotidiana vivida según
el Evangelio»17.

Indica después la forma de transmitir las verdades de la fe al


ritmo de los acontecimientos familiares, recepción de sacramentos,
15 Juan Pablo II, Christifideles Laici, 34.
16 Catechesi Tradendae. AAS 71 (1979) pp. 227 ss.
17 Ibidem.

98
Mag. P. Ramón Rivas cjm.

celebración de fiestas litúrgicas, el nacimiento de un hijo, o la causa de


un luto, procurando explicar el contenido de estos acontecimientos.
Esta forma de transmisión de las verdades de la fe dejará en los niños
una huella indeleble para toda la vida. Y los padres hacen en estos
acontecimientos un esfuerzo peculiar que les proporciona un bien
especial, porque en este dialogo catequético cada uno recibe y da18.

La catequesis familiar precede y acompaña a todas las demás


catequesis. Allí donde la actitud antirreligiosa impide la educación
religiosa, la catequesis familiar es la única que realmente da a los
niños y a los jóvenes la educación religiosa19.

Con base en este ministerio los padres deben prepararse


constantemente, no sólo para ser catequistas de sus hijos, sino
también para el ejercicio del celo infatigable. Es necesario alentar a
las personas y a las instituciones para que con toda clase de medios
ayuden a los padres a esta formación20.

Por su parte, Benedicto XVI, en su todavía breve pontificado, ha


venido consolidando esta enseñanza de sus predecesores. Así en
uno de sus primeros discursos afirmaba:

«De todo esto se deriva una consecuencia evidente: la familia


y la Iglesia, en concreto las parroquias y las demás formas de
comunidad eclesial, están llamadas a la más íntima colaboración en
esa tarea fundamental que está constituida, inseparablemente, por
la formación de la persona y la transmisión de la fe. Sabemos bien
que para que tenga lugar una auténtica obra educativa no basta una
teoría justa o una doctrina que comunicar. Se necesita algo mucho
más grande y humano, esa cercanía, vivida diariamente, que es
propia del amor y que encuentra su espacio más propicio ante todo
en la comunidad familiar, y después en una parroquia o movimiento
o asociación eclesial, en los que se encuentran personas que prestan
atención a los hermanos, en particular, a los niños y jóvenes, así
como a los adultos, los ancianos, los enfermos, las mismas familias,
18 Ibidem.
19 Ibidem.
20 Ibidem.

99
La familia como primera y principal escuela de la vida

porque, en Cristo, les aman. El gran patrón de los educadores, san


Juan Bosco, recordaba a sus hijos espirituales que «la educación es
cosa de corazón y que sólo Dios es su dueño» («Epistolario», 4,209»).

En su mensaje al Encuentro Mundial de las Famillas (Valencia,


España, 2005) decía:

«La familia cristiana tiene, hoy más que nunca, una misión
nobilísima e ineludible, como es transmitir la fe, que implica la entrega
a Jesucristo, muerto y resucitado, y la inserción en la comunidad
eclesial. Los padres son los primeros evangelizadores de los hijos,
don precioso del Creador (cf. GS 50), comenzando por la enseñanza
de las primeras oraciones. Así se va construyendo un universo moral
enraizado en la voluntad de Dios, en el cual el hijo crece en los valores
humanos y cristianos que dan pleno sentido a la vida.

Y para sólo citar otro de sus mensajes, el 06-06-05, escribía:

«El matrimonio cristiano constituye el lugar natural dentro del


cual se lleva a cabo la inserción de la persona humana en la familia
de la Iglesia».

5.6. El Episcopado Latinoamericano

Ha subrayado en numerosos documentos el tema. Me imito a citar


sólo tres:

Puebla recuerda que «la familia es la primera responsable de


la educación»21. Y subraya en seguida que «toda tarea educadora
debe capacitarla a fin de permitirle ejercer esa misión»22. Luego
advierte a los pastores que deben «fomentar la responsabilidad de
la familia, especialmente de los padres, en todos los aspectos del
proceso educativo23. Sin embargo, concientes de que se trata de una
tarea difícil y sacrificada, los obispos hacen, en clave teológica, una
hermosa y profunda lectura: «la lenta y gozosa educación de la familia
representa siempre un sacrificio, recuerdo de la cruz redentora. Pero
21 P 1036.
22 Ib.
23 P 139.
100
Mag. P. Ramón Rivas cjm.

la felicidad íntima que comunica a los padres recuerda también la


resurrección. En este espíritu de compromiso pascual, los padres
evangelizan a sus hijos y son por ellos evangelizados»24.

Puebla insiste igualmente en el papel evangelizador de la familia:


la familia cristiana «es el primer centro evangelizador»25, «sujeto y
objeto de la evangelización»26, e invita a los pastores a considerarla
como «agente y agente insustituible de evangelización»27. Pero es
obvio que está llamada -la familia- a cumplir esa misión en primer
lugar ad intra de ella misma.

El documento final de Santo Domingo insiste sobre todo en la


condición de primera escuela que tiene la familia. Afirma, por ejemplo,
al establecer las líneas de la pastoral familiar: «educar en los valores
de laboriosidad y del compartir, de la honestidad y la austeridad, del
sentido ético-religioso de la vida, para que desde la familia -primera
escuela- se formen hombres nuevos para una sociedad más fraterna
donde se viva la destinación universal de los bienes en contexto de
desarrollo integral»28.

Al hablar de la promoción humana, sostiene que en la familia «se


fragua el futuro de la humanidad»29. Y se remite a la FC al resumir
los cuatro objetivos fundamentales de la familia; uno de ellos es:
«ser Iglesia doméstica, que acoge, vive, celebra y anuncia la Palabra
de Dios, es santuario donde se edifica la santidad y desde donde la
Iglesia y el mundo pueden ser santificados (cf. FC 55)30. Es obvio que
aquí se refiere al papel formativo y evangelizador de la familia.

Por su parte el Documento final de Aparecida, establece: «En el


seno de una familia la persona descubre los motivos y el camino para
pertenecer a la familia de Dios. De ella recibimos la vida, la primera
experiencia del amor y de la fe. El gran tesoro de la educación de
24 P 585.
25 P 569.
26 P 617.
27 P 602.
28 SD 200.
29 SD 210.
30 SD 214 d.

101
La familia como primera y principal escuela de la vida

los hijos en la fe consiste en la experiencia de una vida familiar que


recibe la fe, la conserva, la celebra, la trasmite y testimonia. Los
padres deben tomar nueva conciencia de su gozosa e irrenunciable
responsabilidad en la formación integral de sus hijos» (n_. 133).

5.7. Cuestiones para el estudio:

5.7.1. Las posibilidades de la familia


v Todos los estudios apuntan hoy hacia la conclusión de
que, en estos tiempos de crisis religiosa, la acogida de la fe
depende básicamente de que el sujeto tenga desde el inicio
una experiencia positiva de lo religioso. La persona vuelve, por
lo general, a aquello que ha experimentado como bueno y ha
vivido con satisfacción y sentido31.

v La familia ofrece al niño el ámbito primario de acogida de


la existencia y de personalización. En ella encuentra el niño
esa «urdimbre constitutiva y urdimbre de identidad» (J.
Rof Carballo) en la que se va tejiendo su ser. La familia es,
en principio, el grupo humano con mayor capacidad para
ofrecerle una experiencia positiva, gozosa, entrañable, de
la vida y también de lo religioso. Según Gerardo Pastor, «ni
las guardarías o escuelas, ni los grupos de coetáneos, ni las
parroquias, ni los medios de comunicación social (prensa,
radio y televisión), logran penetrar tan a fondo en la intimidad
infantil como los parientes primarios, esos seres de quienes
se depende absolutamente durante los seis o nueve primeros
años de la vida (padres hermanos, tutores)»32.

v Ningún grupo humano puede competir con la familia a la hora


de ofrecer al niño el «suelo religioso y de valores» en un clima
de afecto. En el hogar, el niño puede captar valores morales,
conductas y experiencias religiosas, símbolos, etc., pero no
31 J. Martínez, «Posibilidades reales de educar en la fe por parte de las familias cristianas»:
Sinite 105 (enero-abril 1994) 55-85; P. OTAMENDI, op. cit., p. 928.
32 G. Pastor, «Familia y transmisión de valores»: Misión Abierta I (1991) 23.

102
Mag. P. Ramón Rivas cjm.

de cualquier manera sino en un ámbito de afecto, confianza,


cercanía y amor. Y es precisamente esta experiencia positiva
la que puede enraizarlo en la fe religiosa. Es cierto que, en la
medida en que se vaya emancipando de sus padres, el niño se
pondrá en contacto con otras realidades y accederá a otros
modelos de referencia. Llegarán entonces los conflictos y
tensiones, pero no será fácil eliminar del todo la referencia
religiosa de la familia si en el hogar el joven sigue encontrando
una vivencia adulta y sana de la fe. Si la TV, los amigos y la
calle tienen a veces una influencia tan grande, ésta se debe,
en buena parte, a que en el seno de la familia hay abandono
y dejación de los padres, y desde la parroquia o comunidades
cristianas poco apoyo y orientación.

v Esta capacidad que, en principio, tiene la familia para educar en


la fe queda devaluada si no se dan, de hecho, unas condiciones
básicas que es necesario promover desde la pastoral familiar,
a nivel de parroquias, escuelas e instituciones eclesiales.
Indicamos algunas de importancia fundamental.

a. Es necesario que los padres se quieran y que los hijos


sepan que se quieren. Experimentar que los padres se
quieren es la base para crear el clima de confianza,
seguridad y convivencia necesario para compartir y
transmitir la fe.

b. Es importante, además, el afecto de los padres hacia


los hijos es decir, la atención personal a cada uno, la
dedicación, la cercanía, el respeto. Los padres sólo
pueden ser modelo de identificación para los hijos si
éstos se sienten queridos. Por otra parte, no se ha de
olvidar la función simbólico-mediadora que los padres
ejercen en la medida en que los hijos perciben —a través
de ellos y en su bondad, respeto y perdón— el misterio
de Dios Padre-Madre.

c. Es necesario también cuidar la comunicación de la


pareja entre sí y con los hijos. Esto exige, antes que nada,

103
La familia como primera y principal escuela de la vida

evitar todo lo que puede generar desconfianza, recelo,


agresividad e imposición. Exige también cuidar más la
convivencia (cierto control de la televisión, momentos
de encuentro, salidas juntos..). Es importante, sobre
todo, integrar a los hijos en la vida y organización del
hogar: escucharlos en los asuntos que afectan a toda la
familia; compartir con ellos las dificultades y los logros;
distribuirse amistosamente tareas del hogar; participar
de los éxitos o problemas de los hijos.. Es cierto que
la vida moderna dificulta la convivencia familiar, pero
lo más decisivo no es tener mucho tiempo para estar
juntos, sino que, cuando la familia se reúne, se pueda
convivir en un clima de confianza, cercanía y cariño.

d. No hay que olvidar tampoco la coherencia entre lo que


se dice o se pide a los hijos y el propio comportamiento.
Una conducta coherente con la fe y las propias
convicciones tiene un peso y un valor decisivos, sobre
todo ante jóvenes y adolescentes. Es esta coherencia
con la propia fe lo que convence y otorga a los padres
autoridad para socializar la fe.

e. Es también de gran importancia el cultivo de una fe


más compartida por la pareja y por toda la familia. A
veces, en el hogar se comparte todo menos la fe y las
vivencias religiosas. Por desgracia, son muchos los que
han sido educados en una fe individualista que necesita
una profunda conversión. Sin duda, cada familia ha
de recorrer su propio camino para ir aprendiendo a
compartir más y mejor su fe; pero es necesario que
los grupos matrimoniales y la pastoral familiar se
comprometan decididamente en la búsqueda de este
estilo de fe compartida en el hogar (oración en pareja y
con los hijos, escucha de la Palabra de Dios en familia,
diálogo sobre la fe, comunicación de experiencias, etc.).

104
Mag. P. Ramón Rivas cjm.

f. Cada vez es más frecuente el hecho de que un miembro


de la familia (uno de los padres, algún hijo) se declare
y viva como no creyente. Esta situación representa
ciertamente una dificultad no pequeña, pero puede ser
también un estímulo. Desde la comunidad educativa (o
parroquial) cristiana se ha de hacer un esfuerzo especial
para orientar y apoyar a los esposos que han de convivir
en un hogar de estas características. No será superfluo
señalar algunas pautas fundamentales de actuación:

* extremar más que nunca el respeto mutuo profundo y


sincero;

* cuidar de manera especial el testimonio y la coherencia


con las propias convicciones religiosas;

* evitar polémicas estériles en temas religiosos;

* confesar la propia fe descubriendo lo que a uno le


aporta;

* saber que, por encima de todo, está siempre el amor


mutuo y la pertenencia a una misma familia, en la
que Dios quiere, con amor infinito, a creyentes y no
creyentes33.

5.7.2. La educación en la fe dentro del hogar

v Un niño que participa en la catequesis o recibe formación


religiosa escolar sin tener en su hogar referencia religiosa
alguna, es difícil que asimile e interiorice su fe. Si en casa Dios
no tiene importancia, si Cristo no es punto de referencia, si
no se toma en serio la religión, si no se viven las actitudes
cristianas básicas, la fe no arraigará en él. El clima familiar es
absolutamente necesario para interiorizar el mensaje religioso
que el niño recibe en la catequesis o en el centro escolar.

33 M. Sánchez, «Cuando los maridos no creen..»: Misión Abierta 1 (1991) 91.

105
La familia como primera y principal escuela de la vida

v La educación de la fe no puede seguir hoy los pasos de aquella


socialización casi mecánica del hecho religioso cuando la fe
era impuesta como una herencia cultural necesaria. El hijo
necesita aprender a ser creyente en medio de una sociedad
descristianizada. Esto exige vivir una fe personalizada, no
por tradición, sino como fruto de una decisión personal; una
fe vivida, que no se alimenta sólo de ideas y doctrinas, sino
de una experiencia gratificante; una fe no individualista, sino
compartida en una comunidad creyente; una fe centrada en lo
esencial, que puede crecer entre dudas e interrogantes; una fe
no vergonzante, sino comprometida y testimoniada en medio
de una sociedad indiferente.
v Urge enseñar a los padres cristianos a educar en la fe
de una manera nueva, donde lo importante es transmitir
experiencia religiosa, más que ideas y doctrina; enseñar a vivir
valores cristianos, más que imponer normas; desarrollar la
responsabilidad personal, más que dictar órdenes; acercar a
la comunidad creyente, más que promover un individualismo
religioso; cultivar la adhesión confiada a Dios, más que
resolver con precisión todas y cada una de las dudas del hijo.
Una de las tareas importantes de la pastoral familiar hoy ha
de ser el apoyo, la orientación y el ofrecimiento de materiales
y sugerencias para facilitar a los padres su labor educadora.

v Algunas pautas de actuación. Lo primero, sin duda, es no


descuidar la propia responsabilidad. Nada de pesimismos ni
de renuncias. Es mucho lo que se puede hacer. Veamos:

ο En primer lugar, preocuparse de que el hijo reciba


formación religiosa en el colegio y tome parte en la
catequesis de la comunidad cristiana.

ο Luego, seguir de cerca esta educación y colaborar desde


el hogar apoyando, estimulando y ayudando al hijo.

ο Es de suma importancia recordar que, a través de


toda su conducta, los padres van transmitiendo a los

106
Mag. P. Ramón Rivas cjm.

hijos una determinada imagen de Dios. La experiencia


de unos padres autoritarios, temibles, controladores,
va transmitiendo la imagen de un Dios legislador,
castigador, juez, policía. La experiencia de unos padres
despreocupados y permisivos, ajenos a los hijos, va
transmitiendo la sensación de un Dios indiferente y
lejano, como inexistente. Si los hijos, sin embargo, viven
con sus padres una relación de confianza, comunicación
y comprensión, la imagen de un Dios Padre se va
interiorizando en sus conciencias de manera muy
distinta.

ο Por muy buena que sea la intención, no todos los


métodos garantizan una socialización sana de la fe34.
No basta, por ejemplo, crear hábitos, repetir gestos
mecánicamente, obligar a ciertas conductas, imponer la
imitación de los padres. Sólo se aprende lo que se hace
con sentido. Sólo se comprende lo que se experimenta.
No es bueno rezar sin orar, cumplir sin vivir, practicar
sin saber por qué. La fe se aprende viviéndola con gozo.
«Sólo educa aquello que se aprende afectivamente, con
el corazón más que con la cabeza»35.

ο La socialización auténtica de la fe se puede producir


cuando los padres viven su fe compartiéndola
gozosamente con los hijos. De ahí la importancia de
la oración compartida en el hogar. Es mucho lo que se
está haciendo estos últimos años, pero es menester
un mayor apoyo y orientación desde las comunidades
educativas y parroquiales36. Sólo apuntamos aquí
algunas sugerencias:

34 J.M. García de Dios, «Calidad del cristianismo y educación familiar en Misión Abierta I (1991)
57-64.
35 M. Martínez, «El crecimiento de la fe en la comunidad familiar», en la educación de la fe, un
reto para la familia creyente, Bilbao 1991, pp. 35-55.
36 J.A. Pagola, Cómo vivir la le en la familia actual, San Sebastián 1995, pp. 23-31: V. Pedrosa,
«La familia cristiana, ‘lugar’ de oración y celebración de la fe» en la educación en la fe, un reto
para la familia creyente, Bilbao 1991), sobre todo pp. 84-96.

107
La familia como primera y principal escuela de la vida

a. Es preciso promover una mejora del ambiente


religioso del hogar. No se trata de recuperar el
aspecto sacro que ofrecían los hogares hace
unos años, pero sí de reaccionar ante el vacío y
la asepsia religiosa introducida por las modas
secularizadoras. No es difícil introducir algún
símbolo, imagen o signo religioso de buen
gusto; adquirir libros sanos y educativos; tener
a mano evangelios y biblias para niños; hacerse
con música apropiada para la interiorización
y el «relax»; cuidar el tono festivo del domingo
(música, comida, mantel, flores..); etc.

b. Sería un paso decisivo iniciar a los esposos


cristianos en la oración de la pareja. Entre
esposos creyentes, más o menos practicantes,
se dan condicionamientos y falsos pudores que
es posible superar. Una oración sencilla, sin
complicaciones, hace bien a la pareja creyente,
alimenta su fe y puede ser la base para configurar
un hogar cristiano. Pienso en una oración nacida
de la vida misma del hogar, donde la acción de
gracias a Dios venga acompañada del mutuo
reconocimiento y agradecimiento, donde la
petición de perdón a Dios brote del perdón
mutuamente pedido y concedido, donde la
súplica al Padre refuerce el apoyo mutuo, donde
la oración por los hijos acreciente el amor hacia
ellos.

c. Desde la comunidad educativa cristiana se ha de


ayudar más a las familias a encontrar el modo
concreto de integrar la oración en la vida del
hogar. No es lo mismo orar con los hijos pequeños
que hacerlo con adolescentes o jóvenes. Las
posibilidades son múltiples37. Es importante,
37 La revista ..Orar» ofrece esquemas y materiales sugerentes tanto en la misma revista como
en sus Boletines. Ver como ejemplo los nn. 81-82: «Un estilo de orar en familia: la oración

108
Mag. P. Ramón Rivas cjm.

sobre todo con hijos ya crecidos, cuidar una


oración sencilla pero significativa, en momentos
señalados de la vida familiar: cumpleaños de
algún miembro, aniversario de bodas de los
padres, antes de salir de vacaciones, al comenzar
el curso, cuando alguien ha sido hospitalizado, al
terminar unos estudios, al finalizar el año, etc.

d. En muchos hogares cristianos se da hoy una


forma de oración diaria que, dentro de su
modestia, pueda ser signo vivo de una familia
creyente. Se trata de que la familia pueda reunirse
en la sala al final del día, cuando, apagado
el televisor, todos se disponen a descansar.
Sólo unos breves momentos para comentar la
jornada, dar gracias a Dios en silencio o de forma
espontánea, rezar juntos despacio, muy despacio,
el «Padre nuestro», invocar a María con el rezo del
«Avemaría» y desearse un buen descanso. ¿Es
tan difícil?

5.7.3. La catequesis familiar

a. Una palabra sobre la catequesis familiar que no es otra cosa


sino la labor educativa que los padres desarrollan en la familia
para promover el despertar religioso y el crecimiento de los
hijos en la fe. Esta catequesis debe proceder, acompañar
y enriquecer toda otra forma de catequesis. Sus objetivos
serían: «el primer despertar religioso, la iniciación en la oración
personal y comunitaria, la educación de la conciencia moral,
la iniciación en el sentido del amor humano, del trabajo, de
la convivencia y del compromiso en el mundo, dentro de una
perspectiva cristiana»38.

diálogo». Ver también M. ICETA, Hogares en oración 25 esquemas de oración familiar, Madrid
1979.
38 Ver el Documento Catequesis de la Comunidad n. 273.

109
La familia como primera y principal escuela de la vida

b. Los padres han de llevar a cabo una tarea educadora de la fe en


su propio hogar, según un programa y unos objetivos concretos
establecidos desde la parroquia. En esta catequesis, el colegio
o la parroquia se preocupan de preparar a los padres, tener
contacto permanente con ellos, organizar encuentros entre
padres y catequistas, cuidar también encuentros entre los
hijos, etc.

c. Cuando se buscan cauces de colaboración entre catequistas


y padres, es más fácil desarrollar de forma actualizada el
«padrinazgo cristiano» a través de personas que hacen un
seguimiento cercano de niños pertenecientes a familias
alejadas de la fe. Es posible también la atención a hijos de
familias deterioradas o desestructuradas, invitándolos a
los encuentros de niños, organizados en el hogar de una de
las familias cristianas. La colaboración entre comunidad
parroquial y familia es una tarea compleja que exigirá
imaginación y esfuerzo ilusionado, pero es también labor
urgente y apasionante para el futuro de la fe.

d. Para finalizar, la familia, la primera y básica de las pequeñas


comunidades eclesiales, está llamada a alcanzar, como
iglesia doméstica, un nuevo protagonismo y a desencadenar
una dinámica misionera en el seno de esa comunidad de
comunidades que es la gran Iglesia. De allí su importancia de
cara a la gran misión evangelizadora que compete a todos los
bautizados.

5.8. Actividades sugeridas para trabajar el tema.

a. Organizar un diálogo para responder a las siguientes preguntas:

1. ¿Qué significa para Ud. ser cristiano?… ¿Qué es un hogar


cristiano?

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Mag. P. Ramón Rivas cjm.

2. ¿Le ayuda la fe a cumplir su misión de padre/madre?


¿En qué? ¿Por qué sí o no?

3. Señale tres adjetivos con los que la gente suele calificar


a un «padre de familia cristiano». ¿Por qué?

4. De acuerdo a su opinión, ¿cuáles deberían ser los tres


adjetivos que definen a un «padre/madre de familia
auténticamente cristiano»?

5. Señale tres adjetivos que califiquen actitudes


totalmente incompatibles con la condición de padre/
madre cristiano.

6. ¿Cuáles son los tres deberes principales de un padre/


madre cristiano?

7. ¿Cuáles son las tres principales dificultades con que Ud.


tropieza en su misión de padre/madre cristiano?

8. ¿Qué significa para Ud. la educación cristiana que el


colegio da a su(s) hijo(s)? ¿Cuál es su participación en
la misma?

9. ¿Qué es para Ud. la Iglesia? ¿Qué espera de ella? ¿De


qué manera participa en ella?

b. Revisar en pareja el compromiso adquirido el día del Bautismo


de los hijos, cuando el sacerdote en el rito de acogida les hizo
la siguiente pregunta: «Al pedir el Bautismo para sus hijos
¿saben Uds. que se obligan a educarlos en la fe, para que
estos niños, guardando los mandamientos de Dios, amen al
Señor y al prójimo, como Cristo nos enseña en el Evangelio?›»
(Ritual del Bautismo de niños). La respuesta fue de aceptación,
reconocimiento y compromiso para poner los medios
necesarios. A nivel de pareja y de grupo se puede analizar
cómo se vive este compromiso en la práctica: si los padres
son conscientes de esta obligación contraída libremente,

111
La familia como primera y principal escuela de la vida

si la han tomado o la están tomando en serio; si el matiz de


“educadores en la fe” se lleva con eficacia, etc.

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Mag. P. Ramón Rivas cjm.

c. Debatir, en grupo, sobre lo siguiente:

ο Los hijos pasan buena parte de su período educativo


en el ámbito escolar. La legislación vigente ampara
y reconoce la participación de los padres en la
configuración del carácter propio del Colegio. ¿Qué
acciones están realizando como padres para que su
contribución al clima educativo del Colegio donde se
educan sus hijos esté en sintonía con la familia y sus
valores básicos? ¿Qué expectativas se hacen sobre los
resultados académicos de los hijos? ¿Qué lugar ocupan
las notas dentro de la escala de valores educativos del
hogar? ¿Cómo participan en la vida misma del Colegio?

ο Es un derecho consagrado por la legislación de muchos


países que los padres elijan el tipo de educación que
prefieren para sus hijos. Pero este derecho no es
tenido suficientemente en cuenta por la mayoría de
ellos39. ¿Qué están haciendo los padres cristianos para
reivindicar este derecho?. ¿Qué pudieran hacer?

ο Organizar un pequeño retiro o convivencia en torno al


Padre Nuestro del Padre de Familia.

d. Analizar en grupo el siguiente Decálogo de la Educación


cristiana de los hijos.

DECÁLOGO BÁSICO

DE LA EDUCACIÓN CRISTIANA DE LOS HIJOS

1. La familia es uno de los dos pilares básicos de la sociedad (el


otro es la escuela) y el primer fermento de evangelio, célula
inicial de la Iglesia.

39 A quienes quieran profundizar en este tema se les aconseja leer el Documento respectivo de
la Asamblea Plenaria del episcopado español, en 1990.

113
La familia como primera y principal escuela de la vida

2. Sin la familia no hay formación en los valores, humanos y


cristianos. Lo que no se hace allí no se hace en ninguna otra
parte.

3. No puede haber familia cristiana si ni siquiera hay familia.


La primera prioridad no es el catecismo sino el construir
solidariamente una familia funcional.

4. Los padres, antes de empezar la formación específicamente


religiosa, deben preocuparse por crear un buen ambiente
hogareño, sin tensiones, violencias ni escándalos, que
responda a los valores del evangelio: fe, amor, solidaridad,
respeto, esperanza, etc.

5. Los padres son los primeros y principales responsables de


la educación de sus hijos en todos los campos y a todos los
niveles.

6. La formación humana, moral y religiosa del hijo empieza el


mismo día en que los padres deciden concebirlo, y dura lo
que dura la vida; no hay tiempos peculiares para ello: en todo
momento y circunstancia se educa o se des-educa. Por tanto,
la formación cristiana no termina con el catecismo de primera
comunión.

7. La formación religiosa no es cuestión sobre todo de enseñar/


aprender catecismo, sino principalmente de testimonio, de
vida, de ejemplo. Esta es la principal pedagogía religiosa.

8. El cristianismo no es primero una moral, una ética; es


principalmente una forma integral de ser y de vivir.

9. Educar en la fe cristiana supone, como mínimo, lograr que los


hijos sepan qué es ser cristiano, que sepan serlo y que sepan
actuar como tales.

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Mag. P. Ramón Rivas cjm.

10. La vida cristiana exige una práctica coherente, una vida


de oración y sacramental, alimentada en la palabra, y un
compromiso histórico.

Padre Nuestro del Padre de Familia

Padre nuestro que estás en los cielos...

y también con nosotros. Con espíritu filial acudimos ante ti,


agradecidos y alegres, porque Tú eres nuestro Padre y la fuente de
nuestra paternidad humana. Tú nos acompañas como el sol sobre
el horizonte de esta vida que nos has entregado y confiado para que
seamos luz en el camino de nuestros hijos y descubramos que el
cielo ya está en ellos y en nosotros.

Santificado sea tu nombre...

Que te alaben también nuestros hijos y que te bendigan al ver


nuestras buenas obras. Que te descubran y se reconozcan hijos tuyos
al sentirse alcanzados por tu amor de Padre, revelado en nuestro
amor humano; y que tu nombre de Padre se haga visible a todos en la
convivencia de nuestros hogares y en la unión de nuestras familias.

Venga tu Reino...

El que Jesús anunció y comenzó; el Reino de la paz en el amor


y en la fraternidad, en la justicia y en la verdadera libertad. El Reino
cuya maduración nos confiaste a cada uno de nosotros para que lo
hagamos nacer en el corazón de nuestros hijos. El Reino que iremos
construyendo en la medida en que nuestro hogar sea la antesala de
una sociedad renovada por la convivencia fraternal, tal como Tú la
deseas y estás realizando.

Hágase tu voluntad en la Tierra como en el cielo...

Que la descubran todos los hombres y la realicen en todas partes.


Que tu voluntad de salvar al hombre, a todo hombre, sea también

115
La familia como primera y principal escuela de la vida

nuestro pan como lo fue el de tu Hijo Jesucristo; que cumplamos


tus exigencias conviviendo y colaborando fraternalmente dentro de
nuestro hogar y en nuestra comunidad, compartiendo solidarios las
cargas con todos y caminando como compañeros con nuestros hijos
por los caminos de una libertad comprometida en el amor.

Danos hoy nuestro pan de cada día...

El pan de la mesa familiar, el pan de la verdad y de la amistad,


el pan de la justicia y de la libertad, el pan del respeto mutuo y de
la comprensión verdadera, el pan de la verdadera alegría, el pan de
los ideales y de los valores que le dan sentido a la vida, el pan de la
responsabilidad creadora, para que lo compartamos cada día

con estos hijos que has confiado a nuestro desvelo y así


crezcamos con ellos hasta la madurez del hombre nuevo.

Perdona nuestra ofensas, como nosotros perdonamos a los que nos


ofenden...

Perdónanos nuestras mediocridades y nuestras limitaciones


culpables, porque con ellas nos empobrecemos y empobrecemos a
nuestros hijos. Perdónanos nuestras exageradas exigencias, nuestra
incomprensión ante sus errores, nuestros desalientos y nuestras
impaciencias, pues todo ello da medida de lo menguados que son
nuestra fe, nuestro amor y nuestra esperanza. Que comprendamos y
perdonemos a nuestros hijos como Tú nos comprendes y perdonas a
nosotros. Que los aceptemos como son para que puedan llegar a ser
mejores. Y que, con un amor lleno de exigencia y totalmente libre de
impaciencias, los ayudemos a crecer día a día, cómo Tú haces con
cada uno de nosotros.

No nos dejes caer en la tentación...

de prostituir nuestro amor de esposos y de padres; de construir


nuestra familia sobre los valores materialistas y hedonistas de nuestro
tiempo; de pensar más en los medios de vida que en la vida misma; de
convertirnos en vulgares mercenarios, más preocupados por vender

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Mag. P. Ramón Rivas cjm.

nuestro trabajo que por ayudar a construir un mundo distinto; de


hacer de nuestra profesión o nuestro trabajo una mercancía que se
vende y que se compra, en función de la mera ganancia material; de
dejarnos arrastrar por la marea del consumo; de entregarnos de tal
modo al trabajo que no tengamos suficiente tiempo para escuchar
y atender a nuestros hijos; de pensar que es más importante darles
dinero que valores; de contagiarlos de nuestro pesimismo, o de
nuestra insolidaridad egoísta; de olvidar que ellos son más hijos
tuyos, Señor, que nuestros; de callar por miedo, cuando debemos
hablar para defender los derechos del hombre, de todo hombre, de
cualquier persona; de desalentarnos ante el peso de las dificultades
de cada día; de perder la confianza en estos hijos nuestros en los que
Tú tienes puesta tu esperanza creadora de Padre.

Y líbranos del mal...

Del paternalismo que les impida crecer y del autoritarismo que los
domestica, borrando la originalidad que tú les diste a cada uno de
esos hijos. De sentirnos sus dueños cuando Tú quieres que seamos
sólo sus servidores y amigos. Y, sobre todo, líbranos del mal terrible
de no amarlos suficientemente e incondicionalmente, dañando su
vida y abortando el hombre cabal que nuestro amor puede hacer
nacer en cada uno de ellos.

Amén…

Sí, Padre. Así lo queremos. Así lo pedimos. Así lo prometemos. Así


lo esperamos, porque Tú también lo quieres, y juntos, Tú y nosotros,
haremos posible lo que parece imposible: es decir, que, a pesar de
los tremendos obstáculos con que todos tropezamos, nuestros
hijos maduren bien para llegar a ser hombres o mujeres libres y
responsables, ciudadanos solidarios y cristianos convencidos.

Concluir con una oración espontánea… o…

_ Gracias, Señor, porque no somos una familia aislada.


_ Gracias, Señor, por lo que recibimos de los demás.

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La familia como primera y principal escuela de la vida

_ Gracias, Señor, porque aprendemos de otras parejas.


_ Gracias, Señor, por nuestras familias que nos dieron educación
y amor.
_ Gracias, Señor, por las familias que nos rodean y nos enseñan
con su vida.
_ Gracias, Señor, por las familias que nos retan a ser mejores.
_ Gracias Señor, por las familias que nos apoyan.

5.9. Fuentes y referencias:

BASURKO, X. (1994): La familia y la dinámica sacramental de los


hijos. Phase.

GARCÍA DE DIOS, J. (1991): Calidad del cristianismo y educación


familiar. En: La educación de la fe, un reto para la familia creyente,
Bilbao.

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Sinite.

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la fe hoy? En La educación en la fe, un reto para la familia creyente,
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