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Suelos en Colombia

Los suelos de Colombia son diversos y frágiles, cuenta con 11 de los 12 órdenes de suelos
existentes en el mundo a excepción de los gelisoles. Se destacan los suelos incipientes, poco
evolucionados con un 58.11 % correspondientes a los órdenes entisoles e inceptisoles (IGAC,
2012).
Igualmente, tienen una representación considerable del 28.79% los suelos muy evolucionados,
pocos fértiles como los ultisoles y los oxisoles. Los mejores suelos agrícolas (andisoles y molisoles)
apenas cubren 8.5 millones de hectáreas, equivalente al 7.5% del territorio nacional. De otro lado,
no existen suelos de la clase agrológica 1 en Colombia y los de clase 2, 3 y 4 cubren un área de
17.073.144 hectáreas equivalentes al 15 % del territorio continental (IGAC, 2012).
Los procesos de degradación más relevantes en Colombia son la erosión, el sellamiento de suelos,
la contaminación, la pérdida de la materia orgánica, la salinización, la compactación y la
desertificación; procesos que afectan en gran medida a las regiones Caribe, Andina y Orinoquia y
que comienzan a notarse en la Amazonia y en el litoral Pacífico.
Entre las causas de la degradación y la gestión insostenible de los suelos en el país se tienen: la
creciente demanda de bienes y servicios de los suelos, el desconocimiento de las funciones e
importancia del suelo y de alternativas para su recuperación, restauración y rehabilitación,
procesos de planeación y de ordenamiento del territorio que no tienen en cuenta las
características de los suelos, debilidad en los procesos de seguimiento a la calidad de los suelos,
desarticulación institucional y carencia de normas e instrumentos para la gestión sostenible del
suelo.
En las llanuras del Caribe, en las cordilleras, en las altiplanicies y en los valles interandinos los
suelos han estado sometidos secularmente a intensas actividades agropecuarias, presentan
degradación y contaminación y actualmente aquellos de menor pendiente, están siendo cubiertos
y sellados por la expansión de pueblos y ciudades sin criterios de sostenibilidad.
En el litoral del Pacífico y en el Amazonas, las selvas húmedas tropicales se encuentran afectadas
por procesos de deforestación que avanzan con rapidez, generando focos de degradación del
suelo. De otro lado, en la Orinoquia Colombiana, donde predominan las praderas, los suelos
fueron inicialmente utilizados para actividades ganaderas extensivas y en la actualidad el uso del
suelo se orienta al desarrollo de actividades agrícolas.
El conflicto en el uso del suelo se presenta cuando la utilización actual no corresponde con la
oferta ambiental. El IGAC (2012) reporta que actualmente un 15% de los suelos del país están
sobreutilizados y un 13% subutilizados.
Adicionalmente, 22 millones de hectáreas tienen vocación agrícola, 4 millones vocación
agroforestal y 15 millones vocación ganadera. Sin embargo solo 5 millones de hectáreas se utilizan
para agricultura y más de 34 millones de hectáreas se utilizan para ganadería. (IGAC, 2012).
http://www.siac.gov.co/sueloscolombia
Colombia, un país con una diversidad de suelos ignorada y desperdiciada

 A pesar de contar con ocho clases de suelos para realizar tanto actividades productivas
como de conservación ambiental, el uso inadecuado en el territorio nacional coge cada
vez más fuerza.

 La ganadería, presente en más del 30% del país, solo podría implementarse en el 13,3%.
El panorama agrícola es opuesto: el 4,7% tiene cultivos, cuando su área potencial es del
19,3%.

 La alerta fue dada hoy por el Director General del Instituto Geográfico Agustín Codazzi
(IGAC), Juan Antonio Nieto Escalante, en la conmemoración del Día Mundial de la Tierra.

Colombiano que se respete alguna vez ha ‘sacado pecho’ por algunas de las virtudes ambientales o
paisajísticas con las que cuenta el país.
Los densos bosques selváticos de la Amazonia, las llanuras de la Orinoquia, las empinadas
montañas Andinas, las playas del Caribe y el Pacífico, los pocos nevados que aún no han perdido su
‘cabellera blanca’ o las especies de la flora y fauna, son algunas de las cualidades físicas que más
enorgullecen a los habitantes del territorio nacional.
Sin embargo, la gran mayoría no ha resaltado que entre la gran diversidad del país también está un
recurso natural silencioso, del que pocos hablan, pero que es el encargado de dar vida, vivienda y
alimento: el suelo.
Pero, ¿en dónde están alojadas estas categorías claves el ordenamiento productivo y ambiental
que tanto necesita el país?
Para resolver este interrogante, hoy 22 de abril, cuando se conmemora en Día Mundial de la Tierra,
Juan Antonio Nieto Escalante, Director General del IGAC, elaboró un panorama sobre los suelos
que hacen parte de la Nación, y alertó sobre el mal uso que se le ha dado.
De las ocho clases colombianas, la más predominante es la 7, que abarca el 36,1% (41,2 millones
de hectáreas). “Son terrenos con un alto grado de vulnerabilidad a degradarse, ya sea por fuertes
pendientes, erosión o baja calidad de la tierra; su uso es forestal y de carácter protector, y la
ganadería representa todo un atentado ambiental”, dijo Nieto Escalante.
Este tipo de suelo abunda en toda la superficie colombiana, pero sobresale en las zonas bien
drenadas y disectadas de la Amazonia y Orinoquia, en las regiones Andina y Pacífica (como Chocó)
y en La Guajira.
La clase 6, presente en el 26,2% (29,9 millones de hectáreas), está conformada por suelos para
actividades forestales y agroforestales, o cultivos densos, semiperennes y perennes, y están en el
centro y oriente de la Amazonia, Pacífico y piedemontes Andinos.
La clase 4, en el 12,7% (14,5 millones de hectáreas), agrupa suelos con baja fertilidad y al alto
contenido de aluminio de la Altillanura plana, departamentos como Magdalena, Sucre y Córdoba, y
algunas zonas de la región Andina.
Es apta para usos agrícola y pecuario, pero debido a sus limitantes requieren de prácticas de
manejo agropecuarias difíciles de aplicar y mantener.
Los terrenos intocables para cualquier tipo de producción pertenecen a la clase 8 (12,5% - 14,2
millones de hectáreas), ya que son para la conservación, regulación del agua, protección de la
fauna y recreación sostenible.
Esta clase está distribuida por todo el país, destacándose en la región Andina, las 2,9 millones de
hectáreas de páramos, la Sierra Nevada de Santa Marta y departamentos como Amazonas y
Vichada.
La clase 5 (7,4% - 8,4 millones de hectáreas) padece de encharcamientos y pedegrosidad, por lo
cual la actividad agropecuaria debe ser temporal; su uso debe tender hacia la conservación.
Planicies inundables de la Orinoquia, áreas bajas del Caribe, depresiones del río Magdalena y
rondas de los ríos Guaviare, Apaporis, Caquetá, Putumayo, Vaupés y Vichada, hacen parte de este
grupo.
Las clases 1, 2 y 3 son las más propicias para los desarrollos agrícolas y el ganado controlado.
Ocupan el 3,1% (231 mil hectáreas) y están distribuidas en zonas del Caribe y la región Andina
(como la Sabana de Bogotá) y los valles internadinos.
En estas clases tienen total luz verde los cultivos transitorios, semiperennes o perennes, al igual
que la ganadería intensiva con pastos de alto rendimiento; solo necesitan prácticas como
fertilización, encalamiento, riego y drenaje.
“Este abanico de suelos hacen de Colombia un territorio privilegiado. Pocos países cuentan con la
fortuna de tener en su área terrenos para actividades de todo tipo, que van desde las más
productivas hasta las intocables por sus ecosistemas estratégicos”, apuntó Nieto Escalante.
Ganadería, el principal problema del suelo
El Director del IGAC enfatizó que el país no ha podido sacarle provecho a la diversidad de
sus suelos. Ha destinado sus áreas más productivas para proyectos urbanísticos, cultivado en zonas
de páramo y humedales y extralimitado su capacidad ganadera, actividad que más perjudica al
recurso suelo.
Para el funcionario, la falta de correspondencia entre el uso actual de la tierra y la capacidad que
posee para generar servicios y bienes en forma sostenible, ha desencadenado graves problemas de
degradación, tanto en la calidad de las tierras como en la comunidad rural.
“La deforestación, la contaminación de las aguas y suelos y la erosión, son pruebas fehacientes de
que las clases de suelos no son respetadas”.
El panorama de uso inadecuado elaborado por el IGAC no deja bien parada a la ganadería. A pesar
de contar con más de 15,1 millones de hectáreas donde se podría implementar sin ninguna
repercusión (13,3%), actualmente 34,8 millones tienen ganado (36,6%).
“La ganadería es la actividad productiva que más afecta al suelo. El constante pisoteo causa
compactación, la cual le quita características y le impide su regeneración”, enfatizó Nieto Escalante.
“El desarrollo pecuario abunda en zonas de alta pendiente, áreas adyacentes a cuerpos de agua y
hasta en reservorios como páramos, terrenos que deberían estar vetados”.
Los departamentos donde se debería concentrar la ganadería en Colombia son Arauca y Casanare
en la Orinoquia, algunos terrenos de La Guajira y parte de Santander y Norte de Santander; el
problema es que está presente en los 32 del territorio.
Desperdicio agrícola
La actividad agrícola es opuesta a la ganadera. Las áreas aptas abarcan 22 millones de hectáreas
(19,3%), pero tan solo se utilizan aproximadamente 5,3 millones (4,7%).
Nieto Escalante advirtió que no todas las 5 millones de hectáreas donde hay presencia de cultivos
hacen parte de las zonas catalogadas como aptas.
“Los cultivos abundan en los páramos, en terrenos de alta montaña y en las zonas cercanas a los
ríos. Por la extralimitación ganadera, Colombia no solo ha sepultado sus terrenos más agrícolas,
sino que ha puesto en riesgo la seguridad alimentaria”.
El listado de departamentos con zonas con capacidad agrícola está conformado por Antioquia,
Atlántico, Bolívar, Boyacá, Caldas, Caquetá, Casanare, Cauca, Cesar, Córdoba, Cundinamarca, Huila,
La Guajira, Magdalena, Meta, Nariño, Norte de Santander, Quindío, Risaralda, San Andrés,
Santander, Sucre, Tolima, Valle del Cauca y Vichada.
Producción forestal desdibujada
64,2 millones de hectáreas del país tienen vocación forestal (56,2%).
De este total, 3,9 millones de hectáreas pueden ser aprovechadas para elaborar productos
maderables y otros como gomas, resinas, frutas, colorantes y plantas medicinales.
No obstante, tan solo 113 mil hectáreas tienen este uso productivo forestal, es decir que se
desperdician más de 3,7 millones de hectáreas con potencial.
Meta, Córdoba, Casanare, La Guajira, Valle del Cauca y Santander son los departamentos con
mayor potencialidad para este tipo de producción.
“El país se ha concentrado en meter ganado a como dé lugar en todo tipo de terrenos, obviando el
potencial agrícola y el forestal. Este último podría generar importantes recursos económicos”,
puntualizó Nieto Escalante.
https://igac.gov.co/noticias/colombia-un-pais-con-una-diversidad-de-suelos-ignorada-y-
desperdiciada

La importancia de los suelos

Por Carla Borràs. Actualizado: 15 diciembre 2017

Los suelos del planeta son esenciales para el mantenimiento de la biosfera (la parte de la Tierra
donde existe vida), así como para la regulación del clima. Realizan importantes funciones como
sustento de las producciones agrícolas y ganaderas o almacenamiento de carbono. Hay diferentes
tipos de suelo, pero, en general, están compuestos en más de un 90% de materia mineral, mientras
que el resto es materia orgánica, siendo la mayoría de ésta hongos, algas, bacterias y
actinobacterias, que realizan importantes funciones como renovar la reserva de nutrientes del
suelo, es decir, conservar su fertilidad. A los que ya hemos mencionado, en el siguiente artículo te
hablaremos de la importancia de los suelos.

Beneficios de los suelos para el medio ambiente

Desde un punto de vista ecológico, los suelos ofrecen diversos beneficios para el medio ambiente:

 Producen biomasa que sirve de alimento

 Dotan de energía a algunos seres vivos

 Filtra, regula y transforma la materia que absorbe, como, por ejemplo, el agua,
protegiéndola (hasta cierto punto) de la contaminación.

 Además es donde viven muchas especies de plantas y animales.

La degradación del suelo

Si los suelos se degradan, se degrada el medio ambiente desde su misma base, es decir, que es
algo que afectará a todo el medio ambiente tarde o temprano. La degradación del suelo se
produce, sobre todo, por la actividad humana. Desde la deposición de contaminantes
atmosféricos, vertidos incontrolados o derrames por accidentes de hidrocarburos y otras
sustancias contaminantes, hasta el almacenamiento inadecuado de productos industriales, el
vertido de residuos urbanos o el uso de fertilizantes, pesticidas y herbicidas químicos, todo ello
daña el suelo con nefastas consecuencias a largo plazo.

Consecuencias de la pérdida de suelo

Además, el aumento de la agricultura extensiva y la sobreexpansión urbana hacen que se pierdan


los suelos originales. Así mismo, el proceso (natural o no) de desertificación tiene como
consecuencia la pérdida definitiva de suelos productivos.

Por último, se puede señalar que uno de los mayores beneficios de los suelos es la cantidad de
dióxido de carbono que retienen. Si el CO2 y otros gases del suelo se emitieran a la atmósfera, el
cambio climático se aceleraría tan rápido que, probablemente, destruiría a la actual civilización.
Así pues, no conservar los suelos en buen estado puede llevar a problemas económicos y sociales,
como generación de conflictos por el agua, pobreza, disminución de recursos esenciales, baja
producción agrícola, hambre, marginación o emigración obligada.

https://www.ecologiaverde.com/la-importancia-de-los-suelos-573.html

La importancia del suelo


El suelo es aquello que pisamos, cultivamos, construimos, explotamos…es una parte importante
para el desarrollo de la vida en muchos aspectos.

La importancia del suelo es debido a las funciones que desempeña el medio ambiente y la
socioeconomia, que son las siguientes:

– Producción de biomasa: Los suelos sirven de sustrato para una amplia variedad de plantas,
animales y microorganismos que contribuyen a crear un medio que resulta básico para la
producción primaria de los ecosistemas terrestres. Así aportan aire, agua y nutrientes para las
plantas además de una base fija de soporte.

– Regulación medioambiental: El suelo actúa como medio protector del agua gracias a su
capacidad amortiguadora, transformadora y de filtración. De este modo, los contaminantes
procedentes de la atmósfera y otras fuentes, son retenidos por los filtros físico-químicos, químicos
y procesos de adsorción, de modo que no alcanzan las aguas subterráneas ni las cadenas tróficas.
El suelo además regula los aportes de agua externos reduciendo el impacto de fuertes
precipitaciones sobre otros sistemas (ríos, lagos, acuíferos).

– Proporciona un hábitat biológico: El suelo sirve de hábitat para un gran número de especies, un
puñado de suelo puede contener más de un billón de organismos de millares de especies. La
presencia de microorganismos es de vital importancia ya que son los responsables de la
descomposición, conversión y síntesis de sustancias orgánicas que hacen que se cierren los ciclos
de la materia y de algunos elementos.

– Es una gran reserva genética.

– Regula el clima, gracias a la fijación de carbono.

– Soporta viviendas e infraestructuras: El suelo sirve de base espacial para el desarrollo de


estructuras técnicas, industriales y socioeconómicas.

– Es fuente de materias primas: El suelo es también fuente de materias primas para numerosas
actividades. La extracción de turba, grava, arena, arcilla, rocas, agua, etc. son una importante
función económica del suelo.

– Protege restos arqueológicos: Los suelos preservan yacimientos arqueológicos y actúan como
una especie de testimonio también para sucesos catastróficos, impactos antrópicos, etc.

– Es fuente de información geológica y geomorfológica: El territorio y los paisajes actuales


constituyen una herencia de procesos climáticos, geomorfológicos y edafológicos pasados.
– Y sobre todo tiene la función primordial de ser el soporte y permitir el crecimiento de las
plantas (anclaje, oxígeno y nutrientes) que nos proporcionan alimento tanto a nosotros como a los
animales. Este anclaje de las plantas proporciona una protección contra erosión.

Seguro que la mayoría no os podríais imaginar todas las funciones que nos proporciona el suelo. Es
más que mucha tierra toda junta, el suelo es como los pilares de una casa, si no está bien
organizado y cuidado se cae, de ahí la importancia de hacer un buen estudio de suelos así como de
un plan de buen uso y conservación del mismo (Temas que trataremos en próximos artículos).

Por ello el suelo hay que valorarlo, cuidarlo y protegerlo porque si se caen nuestros pilares nos
caemos todos.

https://www.ecoagricultor.com/la-importancia-del-suelo/

El suelo, un ecosistema de gran importancia

MARIA FERNANDA RIVAS3 SEPTIEMBRE, 2015 2

Existen dos extensas ramas que se encargan del estudio del suelo. Una de ellas es
la edafología que estudia este recurso de acuerdo a su relación con el crecimiento de las plantas,
su composición y naturaleza; mientras tanto la pedología, se encarga de estudiarlo de acuerdo a su
origen, su formación y su clasificación [3].

Como todo ecosistema, el suelo, tiene un componente vivo (comunidad de seres vivos) de mayor
importancia y otro no vivo (biotopo), pero que se considera modelado por el primero. Dentro del
componente vivo, puede mencionarse las hierbas, las raíces y algunas algas (productores)
herbívoros, detritívoros, insectos, ácaros y lombrices (consumidores) y hongos y bacterias
(descomponedores); mientras que en el componente no vivo puede encontrarse las partículas
sólidas minerales (arena, limos y arcillas), el agua y sales minerales disueltas en ella, el aire, el
humus o materia orgánica y los componentes inmateriales como la temperatura, la luz, la
humedad, entre otros [4]. Ver Figura 1.
Figura 1. Componente biótico del suelo.

Así mismo, el suelo se compone de elementos sólidos, los cuales son los productos de la
meteorización (partículas minerales y orgánicas, que resultan de las rocas erosionadas en
fragmentos) y de los procesos biogeoquímicos (que hacen que la vegetación y los organismos
muertos se transformen en la materia orgánica del suelo). También, se compone de una fase
líquida, en la que se encuentra una disolución acuosa de sales e iones como Na +, P+, K+, entre otros;
dicha fase, sirve como vehículo de las sustancias químicas. Mientras la fase gaseosa, se encuentra
en los poros y grietas, donde se localizan los gases atmosféricos [2].

Adicionalmente, el suelo puede distinguirse de acuerdo a sus horizontes. Si hacemos un “corte


vertical” del suelo, generalmente se podrán diferenciar 4 horizontes paralelos a la superficie; estos
se distinguirán unos de otros por sus diferencias en el tamaño de sus partículas sólidas, el color, la
estructura y el contenido en materia orgánica y sus propiedades edáficas. Los cuatro horizontes
generales, pueden distinguirse en la Figura 2.

El horizonte O, es el que se encuentra en la superficie del suelo y posee generalmente restos de


plantas; este horizonte se encuentra seguido por el horizonte A. El horizonte A, se caracteriza por
ser aquel en el que la mayor parte de materia orgánica del suelo es acumulada; es en este
horizonte es donde se llevan a cabo la mayor parte de los procesos biogeoquímicos. Bajo el
horizonte A, se encuentra el B (el subsuelo), en el cual los materiales lixiviados del horizonte A se
acumulan en forma de silicatos, arcilla, hierro, aluminio o humus. Seguidamente, está el horizonte
C que se encuentra por encima de las rocas más duras (horizonte R); el horizonte C, constituye el
material parental, también conocido como la roca madre [2 y 5].
Figura 2. Horizontes de un suelo desarrollado [4].

Es importante destacar que la materia orgánica juega un papel muy importante en el suelo, pues
es su fuente principal de vida debido a que brinda nutrientes esenciales para el crecimiento de
plantas y microorganismos del suelo. Adicionalmente, esta promueve, protege y mantiene este
importante ecosistema, pues logra incrementar la retención de agua y dar estructura y estabilidad
al suelo [5]. Cabe mencionar que cuando la materia orgánica es eliminada, ya sea por la erosión o
bien por actividades propias del ser humano, también se suprime la mayor parte del potencial
ecológico de un suelo; así mismo, para que la capa de materia orgánica se regenere es posible que
deban pasar cientos y miles de años [2]. Un suelo erosionado, puede presentar únicamente los
horizontes B y C, por pérdida del A [6].

Funciones del ecosistema suelo

El suelo es un recurso natural muy importante, del cual la población actual y futura depende para
su supervivencia. Así mismo, es un recurso que tiene alta influencia sobre el medio ambiente en
general, y también en el sistema social, particularmente en la economía local, regional y mundial. A
continuación se mencionan las funciones que el suelo presenta, y por las cuales se le debe dar un
uso y manejo racional [2].

 El secuestro y almacenamiento de carbono: el suelo tiene un potencial significativo en


cuanto a ser sumidero de carbono, pues contribuye con capturar este elemento,
reduciendo así el efecto invernadero y la alteración del clima en nuestro planeta. Esto se
logra a partir de que las plantas absorben el carbono atmosférico y lo convierten en
materia orgánica, siendo una parte de la misma recolectada y almacenada en el suelo. Sin
embargo, dependiendo del ecosistema con el que se cuente, el carbono puede
almacenarse en la cubierta vegetal, así como sucede en los bosques tropicales o bien en el
suelo. Latinoamérica es una región importante en cuanto a la captura de carbono, debido
a la alta cantidad de bosque presente, por lo que es indispensable su manejo adecuado
para contribuir con procesos de mitigación al cambio climático.

 La reserva de agua, filtro y transformación de nutrientes: el suelo es un ente vital que da


lugar a la ocurrencia de los diferentes ciclos biogeoquímicos. Dentro del ciclo hidrológico,
es en el suelo en el que se lleva a cabo el proceso de infiltración del agua que determina
la recarga de los mantos acuíferos. Así mismo, el suelo permite que se lleven a cabo las
transformaciones de energía y es receptor de los residuos materiales de los ecosistemas.

 El almacén del patrimonio geológico y arqueológico: el suelo ha brindado una importante


fuente de información sobre la herencia humana y la historia de la evolución de nuestro
planeta, que ha sido descifrada tanto por arqueólogos como paleoecólogos.

 La reserva de biodiversidad: a pesar que se desconocen la mayoría de organismos del


suelo, puede decirse que el suelo alberga una gran diversidad biológica, siendo esta mayor
que la que existe en la superficie del mismo. Actualmente, la fauna descrita del suelo
(nematodos, ácaros y protozoos) es el 5% del número total de especies existentes.

 La producción de biomasa y alimentos: el suelo es capaz de proporcionar de forma


indirecta o directa más del 95% de la producción mundial de alimentos.

 El soporte de las actividades humanas y una fuente de materias primas: los suelos tienen
la capacidad de ser convertidos en terrenos urbanizables para el desarrollo de actividades
propias de las ciudades; además, pueden encontrarse materia prima como la grava, arena,
arcilla, turba, o rocas que se destinan para la construcción [2].

¿Cómo puede hacerse un manejo sostenible del suelo?

La productividad del suelo ha disminuido severamente en los últimos años, evidenciándose en el


empobrecimiento de cosechas, una reducción de cobertura vegetal, aumento en su salinidad,
disminución de su fertilidad y un aumento de la erosión. La salud de este ecosistema está
directamente relacionada con la seguridad alimentaria del país, por lo que es necesario reducir los
procesos de degradación, que a su vez aseguran el suministro de agua por medio de prácticas de
gestión sostenible de la tierra [2].

Los sistemas agroforestales son uno de los métodos que contribuyen con mejorar la productividad
de los suelos sin impactar negativamente a los demás ecosistemas naturales. Estos son sistemas de
manejo sostenido de tierras en los cuales se incrementa su rendimiento, por medio de la
combinación simultánea de la producción de cultivos y/o animales o especies forestales en una
misma unidad de tierras, aplicando prácticas de manejo de gran compatibilidad con las prácticas
culturales de la población local [11].

Estos pueden agruparse de la siguiente forma: agrosilvicultura (producción agrícola combinado con
forestal), sistemas silvopastorales (producción de madera, alimento y forraje combinado con
producción animal), sistemas agrosilvopastoriles (cultivos forestales, agrícolas combinado con
ganado) y producción forestal multipropósito (producción de madera combinado con productos no
maderables). Un ejemplo de ello puede observarse en la Figura 3. Estos sistemas buscan hacer más
óptimos los efectos beneficiosos entre la interacción de los componentes del bosque con los
animales o los cultivos, logrando un patrón productivo comparable con lo que se obtiene de
recursos similares en un monocultivo. Finalmente, estos se caracterizan por ser sostenibles
(productividad sin degradar el suelo) y de fácil adaptación cultural y socioeconómica [2].
Figura 3. Sistema agrosilvopastoral.
Adicionalmente, la agricultura orgánica, suele ser una buena práctica de gestión de suelos, que es
un tipo de agricultura sostenible que busca el equilibrio entre el desarrollo de actividades
agropecuarias en conjunto con los componentes de un ecosistema.

La agricultura orgánica se fundamenta en mantener la fertilidad del suelo, mejorando los


contenidos de materia orgánica. Considera que el suelo es un ente vivo en el cual se aloja una gran
cantidad de seres que contribuyen con el desarrollo de las plantas y vegetales, a partir de su propia
supervivencia. Una producción con agricultura orgánica puede encontrarse cerca de las formas
naturales excluyendo la utilización de insumos químicos y sintéticos, que contribuyen con la
degradación del mismo. Como se mencionó en uno de los artículos de blog anteriores, la
agricultura orgánica adopta principios de asociación de cultivos, rotación y alelopatía para brindar
al suelo una adecuada fertilidad y así mismo hacerlo más productivo sin alterar su composición
natural [10].

Finalmente, la agricultura de precisión también es uno de las prácticas de gestión sostenible de los
suelos; esta se basa optimizar la gestión de una parcela tomando en cuenta el aspecto económico,
el medioambiental y el agrícola. El económico, para aumentar la competitividad por medio de un
incremento en la eficacia de las prácticas; el medioambiental, para reducir los impactos que se
tengan en los recursos naturales y el agrícola para ajustar las prácticas de cultivo a las necesidades
que este demande. Cabe mencionar que este tipo de agricultura demanda el uso de tecnologías
GPS, SIG junto con imágenes aéreas y sensores; estos ayudaran a estimar las variaciones en las
condiciones del terreno brindando información que contribuirá con evaluar de forma precisa la
densidad óptima de siembra o bien la cantidad requerida de fertilizantes logrando así predecir con
mayor exactitud la producción de los cultivos [2].

Para lograr potencializar mayormente este tipo de actividades que se caracterizan por “producir sin
destruir”, requiere que se institucionalicen y se creen políticas, leyes y reglamentos sólidos y claros
que velen por el adecuado desarrollo de sistemas productivos agropecuarios, para brindarle
estabilidad a la seguridad alimentaria del país, y que a la vez dicte un uso adecuado de los recursos
naturales, especialmente el suelo, el cual debe ser considerado como un recurso no renovable, por
el tiempo que debe ocurrir para que este pueda regenerarse. Un uso adecuado del suelo,
determina además, prácticas de adaptación al cambio climático para disminuir riesgos logrando
que la población local pueda hacerle frente a los efectos del cambio climático.

http://incyt.org/web/el-suelo-un-ecosistema-de-gran-importancia/

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