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Enseñar al que no sabe.

Enseñar no se reduce a aportar conocimientos, se refiere a hacer que el otro


saque lo mejor que lleva dentro y fructifique abriéndose a nuevos aprendizajes.
Más que de "enseñar" y "aprender" hemos de hablar de "educar"

Dar buen consejo al que lo necesita.

Dar buen consejo al que lo necesita es sobre todo una actitud del corazón; es
querer ayudar, consolar, estimular, fortalecer con un corazón bueno y magnánimo,
buscando el auténtico bien de esa persona. De allí tiene que nacer el consejo;
pues cuando nace del amor y del interés por el otro, será bien recibido y al mismo
tiempo hará maravillas a la persona que busca una ayuda.

Corregir al que yerra.

¿Qué es específicamente co-rregir? Esta palabra viene del latín “corrigere” que
significa “enderezar completamente”: poner derecho, dirigir, gobernar. En el Nuevo
Testamento nues-tro Señor nos manda practicar esta obra “Si tu hermano ha
pecado contra ti, ve y corrígelo a solas. Si te escucha habrás ganado a tu
hermano….” (Mt 18, 15 ss).

Perdonar las injurias.

Conslar al triste.

Existen muchos motivos que originan la tristeza, desde la pérdida de un ser querido,
un empleo poco gratificante, un desengaño, problemas familiares, en fin; lo cierto
es que es un estado de ánimo del ser humano totalmente natural y aceptable, pero
tampoco significa el fin del mundo.

Esta obra de misericordia espiritual de consolar al triste se refiere a que la


tristeza produce un firme arrepentimiento para la salvación.

Por ello Dios nos envía los momentos tristes, para experimentar en carne propia lo
que ello significa, y así tengamos un corazón misericordioso con los que están
sufriendo y los consolemos.
Sufrir con paciencia los defectos de los demás.

Nadie nace perfecto, pero muchas veces nos molesta los defectos que vemos en
los demás, y curiosamente los nuestros se nos hacen invisibles; por ello Jesucristo
nos enseña a perdonar y a practicar la tolerancia y la paciencia.
Esta sexta obra de misericordia espiritual nos invita a ejercitar un hermoso don
de la vida cristiana, que es tener paciencia con los enfermos, con los ancianos, con
lo niños, con el vecino e incluso con quien nos molesta, pues ellos la tendrán con
nosotros en nuestros defectos.
Tener paciencia es la virtud de soportar con constancia los momentos difíciles que
nos encontramos a cada paso, incluyendo los padecimientos físicos y morales de
los demás a través del amor y la comprensión; el amor es un compromiso ante
Dios que soporta todo.

Rogar a Dios por vivos y difuntos.

Rogar significa solicitar o suplicar algo para conseguir un favor, un servicio o bien
determinado; en la fe cristiana usamos la oración para rogar, la oración es la llave
que abre la puerta al corazón y es el pan y la vida del alma.
La oración es un impulso del corazón, en el que el dolor es más imperativo, y
donde Dios está comprometidamente involucrado, para ser copartícipe de nuestras
virtudes.
Por ello la séptima obra de misericordia espiritual de rogar a Dios por vivos y
difuntos, nos muestra las eternas riquezas de gracias que Dios nos ha
otorgado, haciéndonos sus hijos por medio de Jesucristo.

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