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En cuanto a la transformación de la Institución Educativa,

PEDAGOGÍA DEL AMOR Y LA TERNURA. El amor es el principio pedagógico esencial.


De muy poco va a servir que un docente se haya graduado con excelentes calificaciones
en las universidades más prestigiosas, si carece de este principio. En educación es
imposible ser efectivo sin ser afectivo.

Educar con amor es respetar el desarrollo del infante, sin forzar. Existen métodos
pedagógicos que nos permiten hacer que el niño o la niña aprenda ciertas habilidades
antes de lo que les creíamos capaces

La disciplina con amor es una metodología de enseñanza y aprendizaje, la cual está


basada en un mejor trato a los niños desde el respeto mutuo.

La pedagogía del amor y el ejemplo es una orientaciones del Currículo


Nacional Bolivariano del Sistema Educativo Venezolano en sus
deferentes niveles y modalidades para todos los maestros y maestras de
nuestro país, elemento curricular importante en la práctica educativa y de
tendencia a las teorías cognitivas constructivistas, humanistas, holísticas y
centrada en una educación integral y de calidad; los intereses de los
estudiantes como forma de hacer la escuela más amigable, más familiar,
más cercana a las necesidades de aprendizaje de los escolares, un proceso
centrado en el ser humano como ciudadano formado para asumir los
cambios sociales relacionados que intervienen en su historia personal y
comunitaria.

anclar una pedagogía del amor con aceptación y credibilidad desde la familia, la
escuela como recursos imprescindibles de docentes, padres y representantes de
estos tiempos, que internalicen que la equidad e igualdad comienza desde su
compromiso y responsabilidad , para sacar a flote aquella población estudiantil
emergida en el olvido, debido a la poca o escasa participación; muchas veces por
el temor a equivocarse, o no saber que responder, o ser víctimas de burla mejor
conocido como el bullying, o peor aún el abandono de parte de sus
representantes.
PEDAGOGÍA DEL AMOR Y LA TERNURA
El amor es el principio pedagógico esencial. De muy poco va a servir que un docente se haya
graduado con excelentes calificaciones en las universidades más prestigiosas, si carece de este
principio. En educación es imposible ser efectivo sin ser afectivo. No es posible calidad sin
calidez. Ningún método, ninguna técnica, ningún currículo por abultado que sea, puede
reemplazar al afecto en educación. Amor se escribe con “a” de ayuda, apoyo, ánimo,
aliento, asombro, acompañamiento, amistad. El educador es un amigo que ayuda a cada
alumno, especialmente a los más carentes y necesitados, a superarse, a crecer, a ser mejores.

Amar significa aceptar al alumno como es, siempre original y distinto a mí y a los demás
alumnos, afirmar su valía y dignidad, más allá de si me cae bien o mal, de si lo encuentro
simpático o antipático, de si es inteligente o lento en su aprendizaje, de si se muestra
interesado o desinteresado. El amor genera confianza y seguridad. Es muy importante que el
niño se sienta en la escuela, desde el primer día, aceptado, valorado y seguro. Sólo en una
atmósfera de seguridad, alegría y confianza podrá florecer la sensibilidad, el respeto mutuo y
la motivación, tan esenciales para un aprendizaje autónomo. Hacer niños felices es levantar
personas buenas. Educar es un acto de amor mutuo. Es muy difícil crear un clima propicio al
aprendizaje si no hay relaciones cordiales y afectuosas entre el profesor y el alumno, si uno
rechaza o no acepta al otro.

El amor es también paciente y sabe esperar. Por eso, respeta los ritmos y modos de aprender de
cada alumno y siempre está dispuesto a brindar una nueva oportunidad. La educación es una
siembra a largo plazo y no siempre se ven los frutos. De ahí que la paciencia se alimenta de
esperanza, de una fe imperecedera en las posibilidades de superación de cada persona. La
paciencia esperanzada impide el desánimo y la contaminación de esa cultura del pesimismo y
la resignación que parecen haberse instalado en tantos centros educativos.

Para ser paciente, uno tiene que tener el corazón en paz. Sólo así será capaz de comprender,
sin perder los estribos, situaciones inesperadas o conductas inapropiadas, y podrá asumir las
situaciones conflictivas como verdaderas oportunidades para educar. La paciencia evita las
agresiones, insultos o descalificaciones, tan comunes en el proceso educativo cuando uno
“pierde la paciencia”. El amor paciente no etiqueta a las personas, respeta siempre, no guarda
rencores, no promueve venganzas; perdona sin condiciones, motiva y anima, no pierde nunca
la esperanza.

Amar no es consentir, sobreproteger, regalar notas, dejar hacer. El amor no se fija en las
carencias del alumno sino más bien, en sus talentos y potencialidades. El amor no crea
dependencia, sino que da alas a la libertad e impulsa a ser mejor. Busca el bien-ser y no sólo el
bienestar de los demás. Ama el maestro que cree en cada alumno y lo acepta y valora como es,
con su cultura, su familia, sus carencias, sus talentos, sus heridas, sus problemas, su lenguaje,
sus sueños, miedos e ilusiones; celebra y se alegra de los éxitos de cada uno aunque sean
parciales; y siempre está dispuesto a ayudarle para que llegue tan lejos como le sea posible en
su crecimiento y desarrollo integral. Por ello, se esfuerza por conocer la realidad familiar y
social de cada alumno para, a partir de ella, y a poder ser con la alianza de la familia, poder
brindarle un mejor servicio educativo.

Algunos, en vez de hablar de la pedagogía del amor, prefieren hablar de la pedagogía de la


ternura para enfatizar ese arte de educar con cariño, con sensibilidad, para alimentar la
autoestima, sanar las heridas y superar los complejos de inferioridad o incapacidad. Es una
pedagogía que evita herir, comparar, discriminar por motivos religiosos, raciales, físicos,
sociales o culturales. La pedagogía de la ternura se opone a la pedagogía de la violencia y en vez
de aceptar el dicho de que “la letra con sangre entra”, propone más bien el de “la letra con
cariño entra”; en vez de “quien bien te quiere te hará llorar”, “quien bien te quiere te hará
feliz”.

La pedagogía del amor o pedagogía de la ternura es reconocimiento


de diferencias, capacidad para comprender y tolerar, para dialogar y llegar a acuerdos, para
soñar y reír, para enfrentar la adversidad y aprender de las derrotas y de los fracasos, tanto
como de los aciertos y los éxitos. La ternura es encariñamiento con lo que hacemos y lo que
somos, es deseo de transformarnos y ser cada vez más grandes y mejores. Por esto, ternura
también es exigencia, compromiso, responsabilidad, rigor, cumplimiento, trabajo sistemático,
dedicación y esfuerzo, crítica permanente y fraterna. En consecuencia, no promueve el dejar
hacer o deja pasar, ni el caos, el desorden o la indisciplina; por el contrario, promueve la
construcción de normas de manera colectiva, que partan de las convicciones y sentimientos y
que suponen la motivación necesaria para que se cumplan.

Preguntas

A la luz de este texto y de lo que hemos reflexionado en esta jornada, ¿qué comportamientos y
actitudes debemos evitar, qué debemos mejorar, en qué debemos insistir?

¿A qué me comprometo yo como educador que quiere seguir a Jesús con mayor entrega

Muy cierto. Ensenar amar para ser libres. Los que amamos y creemos en Dios y en el amor que
el tiene hacia nosotros vemos alli el vivo ejemplo de que con amor todo se puede lograr. Ahora
bien es necesario destacar que no se debe sobre pasar los limites debido a que el estudiante
puede manipular y a su vez danar el proceso.

Efectivamente, la pedagogia de la Ternura nos invita a refllexionar acerca de nuestras actitudes


como maestros, en la que el amor debe primar en todo el proceso pedagógico cuidando el yo
interior del niño, la segunda piel que tiene que ver con la autoestima y poder generar en el aula
e institucion educativa un ambiente de armonia y respeto entre todos los agentes educativos ya
que en educcion no es posible ser efectivo sin ser afectivos, como tampoco es posible calidad
sin calidez.

En estos tiempos de cambio, es necesario aplicar la pedagogía del amor ya que hoy por hoy, ya
no es posible que la “letra entre con sangre” sabemos que muchos docentes por querer aplicar
este sistema se vieron envueltos en problemas… por ello algunos docentes prefieren hablar de
la pedagogía de la ternura para enfatizar ese arte de educar con cariño, con sensibilidad, para
alimentar la autoestima, sanar las heridas y superar los complejos de inferioridad o
incapacidad de muchos niños, que nos toca EDUCARLOS para que sean ciudadanos con mucha
seguridad capaz de enfrentar muchas adversidades de la vida y sobre todo esta actitud se repet

irá en futuras generaciones, no hay nada mejor que predicar con el ejemplo.
Para Tintos Lomas, la pedagogía del amor es:
“El eje fundamental que vertebra la pedagogía del amor es, obviamente, el
amor, porque él constituye uno de los pilares básicos en los que ha de
sustentarse la educación, ya que el amor genera un movimiento empático
que provoca en el educador la actitud adecuada para comprender los
sentimientos del educando y, en cierto modo, prever su comportamiento”

Es pertinente señalar que los resultados de la Consulta Nacional por la


Calidad Educativa demuestran que "Los estudiantes anhelan que se les
convoque al aprendizaje de forma amorosa, que sus horas de clase sean de
descubrimiento del sentido de la vida, de estímulo a la curiosidad, de
comprensión de los problemas y desafíos de la realidad local y global de una
manera sencilla sin perder profundidad". Es propicio plantear la siguiente
interrogante ¿Cómo es mi manera de actuación docente? ¿Soy una
maestra o maestro amoroso? Esto nos lleva a la necesidad revisar nuestra
esfera afectiva, porque para dar amor primero debemos amarnos a
nosotros mismos. Es imprescindible revisar la concepción que tenemos
sobre la profesión docente, porque para actuar amorosamente debemos
amar lo que hacemos; es fundamental redimensionar la pedagogía
tradicional desde la pedagogía del amor, porque el aprendizaje
significativo, pertinente y perdurable se logra con amor, cariño y ternura.

Para transformar nuestra manera de actuación y convertirnos en maestras


o maestros amorosos, debemos identificar los componentes que
caracterizan la pedagogía del amor, entre los que destacan: la afectividad,
la alegría, la espiritualidad, la tolerancia, la motivación, el asombro, la
expresividad... Debemos impregnarnos de estos componentes de manera
consciente e intencionada, porque sólo así podemos planificar, organizar
y desarrollar el proceso educativo con estrategias que den atención a
todas las esferas de personalidad de las y los estudiantes, con la finalidad
de lograr una formación integral que aporte a la sociedad ciudadanas y
ciudadanos felices, amorosos, solidarios... es decir buenas personas.
También, los resultados de la Consulta Nacional por la Calidad Educativa
revelan que "Las familias manifestaron la necesidad de que sus hijos se
formen para tener una mente abierta, perspicaz, capaz de resolver
problemas en la vida, atenta y los docentes aseguran que una pedagogía
de la pregunta podría ayudar a incentivar la inteligencia." Para poder dar
respuesta esta exigencia en imprescindible que nos hagamos la siguiente
pregunta ¿Las maestras y los maestros hacemos uso y posibilitamos
preguntas que desestabilicen el propio conocimiento, y que a su vez
propicien la curiosidad, la indagación, la creatividad y la libertad
cuestionadora en las y los estudiantes?

Desde la perspectiva planteada, es necesario que seamos conscientes que


muchas veces contestamos preguntas que las y los estudiantes no han
hecho, o respondemos con otra pregunta. Por consiguiente, para que el
estudiante aprenda desde la curiosidad, las maestras y los maestros
debemos apropiarnos de la pedagogía de la pregunta vinculada a la
pedagogía de la respuesta; es fundamental potenciar nuestras habilidades
para presentar preguntas pedagógicas y propiciar que las y los
estudiantes generen preguntas que favorezcan el aprendizaje
significativo, pertinente y perdurable.

Es elemental que comprendamos que cuando las y los estudiantes


preguntan tienen una motivación resultante de la curiosidad, en este
sentido, la pregunta pedagógica es el recurso que ellos utilizan cuando se
asombran, se sorprenden o se maravillan ante situaciones que
experimentan directamente. Para apropiarnos de la pedagogía de la
pregunta vinculada a la pedagogía de la respuesta, se requiere que las
maestras y los maestros nos movamos de nuestra zona de confort y
aceptamos los retos pedagógicos que implican cambios en la mentalidad
y en nuestra manera de actuación docente.

Enseñar exige curiosidad.


Paulo Freire sostiene que la curiosidad es la piedra fundamental del ser
humano. Aquella que general en el ser humano el movimiento hacia el
conocimiento de los objetos fuera de él y a su conocimiento de sí mismo.

“Dime y lo olvido, enséñame y lo recuerdo, involúcrame y lo aprendo”


Benjamin Franklin (1706-1790) Estadista y científico estadounidense.
El buen clima pedagógico-democrático es aquel en el que el educando
va aprendiendo, a costa de su propia práctica, que su curiosidad como su
libertad debe estar sujeta a límites, pero en ejercicio permanente. Límites
asumidos éticamente por él. Mi curiosidad no tiene derecho de invadir la
privacidad del otro y exponerla a los demás.

Ejercer mi curiosidad de manera correcta es un derecho que tengo como


persona y al que corresponde el deber de luchar por él, el derecho a la
curiosidad. Con la curiosidad domesticada puedo alcanzar la
memorización mecánica del perfil de este o de aquel objeto, pero no el
aprendizaje real.

“Nunca consideres el estudio como una obligación, sino como una


oportunidad para penetrar en el bello y maravilloso mundo del saber”
Albert Einstein (1879-1955) Científico alemán nacionalizado
estadounidense.
Una vez satisfecha una curiosidad, la capacidad que tengo de
inquietarme por nuevos retos continúa. No habría existencia humana sin
nuestra apertura de nuestro ser al mundo, sin la transitividad de nuestra
conciencia.

El autor finalmente enfatiza la importancia de la curiosidad al buscar que


ésta sea parte viva e inherente de nuestra cotidianeidad: “Uno de los
saberes fundamentales para mi práctica educativo-crítica es el que me
advierte de la necesaria promoción de la curiosidad espontánea a
curiosidad epistemológica”.

“El maestro que intenta enseñar sin inspirar en el alumno el deseo de


aprender está tratando de forjar un hierro frío” Horace Mann (1796-1859)
Educador estadounidense.
QUÉ ES LA CURIOSIDAD Y CÓMO
FUNCIONA?
“La curiosidad surge cuando la atención se enfoca a un vacío de información en el propio
conocimiento. Estos vacíos producen la sensación de privación, que llamamos curiosidad. El
individuo curioso está motivado para obtener la información que le falta, o para reducir o
eliminar la sensación de privación.”

George Loewenstein (The Psychology of Curiosity, 1994)

Para este psicólogo, que fue uno de los primeros en estudiar la curiosidad, ésta no es sólo un
estado de ánimo, sino una emoción, un poderoso sentimiento que nos empuja “más allá”, a
buscar el conocimiento que nos falta.

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