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LA REPRESENTACIÓN Y EL MANDATO EN LA

ACTIVIDAD NOTARIAL
Guillermo Juan Casanegra

I. Introducción
En virtud de la extensión del presente trabajo no se pretende hacer
un tratamiento integral o completo de las instituciones objeto de mismo,
sino que simplemente se busca desarrollar los temas más sobresalientes
desde un punto de vista principalmente notarial.

Asimismo, teniendo en cuenta el público al que va dirigida la pre-


sente publicación, no nos detendremos en los conceptos básicos (que no
generan mayores interrogantes) para hacer hincapié en los temas más rele-
vantes o novedosos en el nuevo Código Civil y Comercial de la Nación (en
adelante C.C.C.N.) para la actividad notarial.

II. El método del C.C.C.N.


Como punto de partida de nuestro análisis destacamos que en el
Código velezano (en adelante C.C.) la representación no fue objeto de un
tratamiento independiente del contrato de mandato, pero ello no se debió
a una omisión o un descuido del notable Maestro, sino que se correspondía
con el avance de la ciencia jurídica y las principales legislaciones vigentes al
momento de su elaboración.

No obstante ello, desde hace tiempo y de manera uniforme, la cien-


cia jurídica y la doctrina postulaban la necesidad de que la representación

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fuese objeto de una regulación diferenciada del contrato de mandato.

Dicha postura fue receptada en el nuevo Código que trata las insti-
tuciones por separado, pero con una correcta técnica legislativa que evita
repeticiones innecesarias mediante la remisión de una institución a la otra
en determinados aspectos. En tal sentido se destaca la remisión expresa que
el artículo 1220 del C.C.C.N. correspondiente al Mandato realiza a las nor-
mas de la Representación Voluntaria.

La regulación de las instituciones objeto del presente se estableció


en el C.C.C.N. de la siguiente manera: en el Libro Primero Parte General, Tí-
tulo IV Hechos y actos jurídicos, Capítulo 8 se regula la Representación; mien-
tras que las normas correspondientes al Contrato de Mandato se encuentran
en el Libro Tercero Derechos Personales, Título IV Contratos en particular, Ca-
pítulo Octavo.

Por otro lado, y aunque no sean refieran de manera directa al objeto


del presente, por su vinculación con el mismo, se considera interesante des-
tacar que la actuación en nombre de otro también es objeto regulación en
el Título IV referenciado precedentemente en el Capítulo 9 Contrato de con-
signación, en el Capítulo 10 Corretaje; y finalmente en el Título V Otras fuen-
tes de las obligaciones, en el Capítulo 2 Gestión de negocios.

III. Formalidades requeridas en la instrumentación


Habiendo establecido que el estudio en el presente se hará desde
una óptica notarialista se estima pertinente, por la trascendencia que la
misma tiene para ésta, iniciarlo analizando la regulación de las formalidades

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que deben cumplirse en la instrumentación de la representación.

Corresponde encuadrar el tema dentro de la regulación general de


las formas, considerando lo prescripto en el C.C.C.N., que al tratar la Forma
y prueba del acto jurídico a partir del artículo 284, consagra como piedra
fundamental del sistema al principio de libertad de las formas, el que no solo
se manifiesta en la posibilidad que tienen las partes de elegir la forma que
consideren más conveniente cuando la ley no impone una en particular, sino
que también lo hace cuando éstas pueden elegir una más rigurosa que la re-
querida legalmente.

Como parte de la regulación del instituto el Código vigente establece


en el artículo siguiente “Forma impuesta. El acto que no se otorga en la forma
exigida por la ley no queda concluido como tal mientras no se haya otorgado
el instrumento previsto, pero vale como acto en el que las partes se han obli-
gado a cumplir con la expresada formalidad, excepto que ella se exija bajo
sanción de nulidad.”.

En virtud de lo expresado y de la regulación sistemática del C.C.C.N.


consideramos que mantiene plena vigencia la clasificación que distingue
entre actos jurídicos no formales y formales; y dentro de éstos últimos los
ad probationem, los no solemnes y los solemnes. Teniendo cada categoría
los requisitos y efectos ya conocidos por todos.

Específicamente en materia de representación el Código no ha pre-


visto una forma especial y única para todos los supuestos. En ésta materia
acertadamente la solución elegida para su regulación fue la adopción del mé-
todo referencial por el que la forma de ésta se encuentra determinada por la

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del acto a realizar en representación. Así se ordena en el artículo 363 que
expresa “Forma. El apoderamiento debe ser otorgado en la forma prescripta
para el acto que el representante debe realizar.”

El acto a realizar por el representante es lo que determina los requi-


sitos que el apoderamiento debe cumplir en materia de forma. Tengamos
presente, en base a lo expresado, que dicho acto marca solamente el mínimo,
ya que por aplicación del principio de libertad de las formas las partes siem-
pre tiene la opción de optar por una más severa. En muchos casos la pro-
tección del representado, el resguardo de intereses sociales o la celeridad en
la contratación con terceros determinarán que sea conveniente la adopción
de una forma más estricta.

De manera concordante con lo expresado Enrique Carlos Müller con-


sidera que en ésta materia el Código adoptó “…el método referencial, omi-
tiendo el detalle de las distintas alternativas respecto de la forma en que se
puede otorgar el apoderamiento”1; también lo hacen otros importantes au-
tores que, aunque con otra terminología, expresan que “La novedosa regu-
lación de la representación directa, sin dar por tierra con la libertad de formas,
impone una nueva regla general: la forma en que deba realizarse el apodera-
miento estará dada por el acto que el representante deba realizar. De modo
que, ata la suerte de la formalidad del poder a aquella prescripta para el acto
objeto de la representación.”2. En tal sentido Orelle expresa que “Rige aquí el
principio de ‘paralelismo de las formas’: el poder debe cumplimentar las mis-
mas solemnidades que el ordenamiento jurídico requiere para el acto que el

1 MÜLLER, Enrique Carlos, “Código Civil y Comercial de la Nación Comentado” dirigido por LORENZETTI Ricardo Luis,
Tomo II, Santa Fe, Ed. Rubinzal-Culzoni, 2015, Pág. 442
2 ALVAREZ JULIA Luis y SOBRINO REIG Ezequiel, “Código Civil y Comercial de la Nación” dirigido por MEDINA Gra-
ciela, RIVERA Julio C., Ed. La Ley, 2014, Pág. 811

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apoderado va a realizar en nombre del poderdante.”3

Con lo expresado consideramos que queda claro que la forma del


apoderamiento es variable y que no siempre debe recurrirse a las más es-
trictas para que el mismo sea válido, simplemente se debe adoptar la que
exija el acto a realizar (y la que estimen conveniente las partes). No obstante
ello, en ciertos operadores jurídicos existe una tendencia injustificada a re-
querir más formalidades que las necesarias; sirve como ejemplo de ello un
interesante fallo de la Cámara apoderamiento es variable y que no siempre
debe recurrirse a las más estrictas para que el mismo sea válido, simplemente
se debe adoptar la que exija el acto a realizar (y la que estimen conveniente
las partes). No obstante ello, en ciertos operadores jurídicos existe una ten-
dencia injustificada a requerir más formalidades que las necesarias; sirve
como ejemplo de ello un interesante fallo de la Cámara Octava Civil y Co-
mercial de la Ciudad de Córdoba4 que resolvió una cuestión referente a la
forma de la representación expresando que “El poder no es condición necesa-
ria sino condición suficiente para la existencia de representación voluntaria
por lo tanto «… puede existir representación sin poder; el poder es un elemento,
pero puede haber otros (mandato aparente, apariencia jurídica) de los que se
infiera que se actúa a nombre de otro.”

Específicamente en materia de mandatos, siendo estos un contrato


en particular, se debe recordar que en la regulación de los Contratos en Ge-
neral el principio de libertad de las formas tiene recepción expresa en el ar-
tículo 1015 que establece “Libertad de formas. Solo son formales los contratos

3 ORELLE José M., “Código Civil y Comercial comentado. Tratado exegético 1º Ed.” Director general Jorge H. ALTERINI,
Coordinador Ignacio E. ALTERINI”, Ed. La Ley 2015, Pág. 887
4 Cámara Octava Civil y Comercial de la Ciudad de Córdoba; “Chidiak, Salomón Declaratoria De Herederos Incidente De
Compensación Por El Uso Del Inmueble De Calle Ituzaingó 392/4 – Expte. N° 2376655/36”; 12/12/2014; Actualidad jurí-
dica, Revista Civil y Comercial 247, Código unívoco 18.385

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los cuales la ley les impone una forma determinada.”

Particular interés, especialmente para la actividad notarial, puede


llegar a tener lo prescripto por el artículo 1016 que luego de establecer que
para la modificación de un contrato se debe observar la forma exigida para
su celebración expresa: “…excepto que ellas versen solamente sobre estipula-
ciones accesorias o secundarias, o que exista disposición legal en contrario…
” (el subrayado me pertenece). Se estima que en la práctica la salvedad es-
tablecida en la norma puede dar origen a interesantes debates sobre qué
debe considerarse comprendido en ella y qué estaría excluido de ella.

En referencia al particular D´Allesio manifiesta que “... existe libertad


de forma para las modificaciones de instrumentos de representación que origi-
nalmente requieren escritura pública, si solamente esa modificación se refiera
a estipulaciones accesorias o secundarias del contrato que se autoriza a con-
venir en nombre del poderdante. (…) quedando la responsabilidad de su acep-
tación en la persona que contrate con el apoderado”.5

A fin de ilustrar la trascendencia que en la práctica podría tener lo


expresado, se plantea como ejemplo un hipotético caso en el que una per-
sona otorga poder especial para la venta de un inmueble por escritura pú-
blica, estableciendo en el mismo que el precio deberá ser abonado en una
cuenta determinada de su titularidad; no obstante ello, y previo a la reali-
zación del acto el mandatario expresa al notario interviniente que ha recibido
instrucciones verbales de su mandante para que el dinero sea depositado
en una cuenta de otro banco también de su titularidad.

En este punto seguramente cada lector habrá adoptado una postura


5 ETCHEGARAY Natalio P.”Código Civil y Comercial de la Nación. Comentado, Anotado y Concordado” coordinado por
CLUSELLAS Eduardo Gabriel, Tomo 2º, Buenos Aires-Bogotá, Ed. Astrea y Ed. Fen Editorial Notarial, 2015, Pág. 97

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determinada (que considera correcta y debidamente fundada); no obstante
lo cual al exponer el caso a diversos notarios pudimos constatar distintas y
variadas respuestas, que iban desde las que consideran que la modificación
de la cuenta bancaria, al integrar la forma de pago, constituía un elemento
esencial cuya modificación debía hacerse con la misma formalidad que el
acto originario, es decir escritura pública; pasando por las que consideraban
que la alteración planteada, al tratarse de cuentas del mismo titular, era algo
accesorio y que demandar una modificación del poder por escritura pública
resultaba excesivo, por lo que consideran suficiente la manifestación de vo-
luntad del mandante por medio fehaciente; y hasta las que planteaban que
bastaría la expresión del mandatario en tal sentido al momento de la cele-
bración y su aceptación por la otra parte.6

a) Principales novedades en materia de forma en el C.C.C.N


Continuando con el desarrollo del tema podemos decir que en ésta
materia la entrada en vigencia del nuevo Código, ha significado la supresión
de una norma de gran importancia para la actividad notarial, nos referimos
al inciso 7 del artículo 1184 del C.C. el que expresaba “Deben ser hechos en
escritura pública, con excepción de los que fuesen celebrados en subasta pú-
blica:… 7) Los poderes generales o especiales que deban presentarse en juicio,
y los poderes para administrar bienes, y cualesquiera otros que tengan por ob-
jeto un acto redactado o que deba redactarse en escritura pública…”. Se dis-
tinguen en éste dos grandes e importantes clases de poderes: en primer lugar
los que deban presentarse en juicio y en segundo lugar los para administrar

6 Sin pretender sobreabundar en el particular pueden plantearse múltiples alternativas, solo por refereir algunas se
plantea ¿qué sucedería si la segunda cuenta resulta embargada? ¿y si se ofreciera con cheque certificado ¿la respuesta
sería la misma? ¿Y ante el pago en efectivo?

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bienes.

1) Poderes que deban presentarse en juicio


La eliminación de la norma del derecho de fondo referida a la acre-
ditación de la personería en instancia judicial no debe hacernos olvidar que
la cuestión se encuentra regulada de manera específica por el derecho pro-
cesal, cuyo dictado es competencia de las Provincias por tratarse de una de
las competencias no delegadas a la Nación.

Lo expresado determina que el análisis que se haga de la situación


en principio tendrá alcance local (pudiendo hasta tener particularidades
según el fuero). Alguno podrá expresar como crítica que la supresión de la
norma del C.C. le resta uniformidad al sistema, ya que antes un poder para
pleitos debía ser instrumentado en escritura pública en toda la Nación. No
obstante lo cual, la relevancia de tal objeción se relativiza al considerar que
de acuerdo al principio de libertad de las formas las partes siguen pudiendo
optar por la forma más estricta (escritura pública), y el hecho de que las
normas procesales prevean formas menos complejas no altera la situación-
xistente antes de la sanción del C.C.C.N.

A nivel país sigue siendo pertinente el análisis de la cuestión en la


Justicia Nacional que se rige por el Código de Procedimientos Civil y Comer-
cial de la Nación que en su artículo 47 establece que “Los procuradores o
apoderados acreditarán su personalidad desde la primera gestión que hagan
en nombre de sus poderdantes, con la pertinente escritura de poder.- Sin em-
bargo, cuando se invoque un poder general o especial para varios actos, se lo
acreditará con la agregación de una copia íntegra firmada por el letrado pa-
trocinante o por el apoderado. De oficio o a petición de parte, podrá intimarse

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la presentación del testimonio original.” (el subrayado me pertenece). La re-
ferencia a escritura de poder y testimonio original no deja dudas respecto a
que formalidad debe cumplirse para acreditar la representación.

Un caso de excepción podría considerarse previsto en el artículo 85


con relación al beneficio de litigar sin gastos que acepta la existencia de un
poder otorgado ante el oficial primero.

A nivel provincial debe tenerse presente que el Código Procesal


Civil y Comercial de Córdoba en su artículo 90 prevé “Acreditación de per-
sonería.- El que se presente en juicio por un derecho que no sea propio, aunque
le competa ejercerlo en virtud de su representación legal, deberá acompañar
en su primer escrito los documentos que acrediten el carácter que inviste.-
Cuando se invoque un poder general para pleitos, se considerará suficiente la
agregación de una copia del mandato autorizado por el letrado, con la decla-
ración jurada de éste sobre su fidelidad y subsistencia, sin perjuicio de que, de
oficio o a requerimiento de parte, se le exija la presentación del testimonio no-
tarial a los fines de su confrontación. El letrado será legalmente responsable
de cualquier falsedad.- Los poderes especiales para actuar en cualquier clase
de juicio, podrán ser otorgados apud-acta, o por carta poder con firma auten-
ticada por escribano, juez de paz o secretario judicial.”(los subrayados me
pertenecen).

De la norma surge que en poderes referidos a un pleito en particular


existen tres alternativas: el poder apud-acta, la carta poder, y el poder no-
tarial; mientras que para los poderes generales únicamente se contempla la
escritura pública.

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La supresión referenciada ha determinado que existan posturas en
diferentes sentidos en la materia en cuestión, así por un lado puede desta-
carse lo expresado por la Cámara de Apelaciones Civil y Comercial de Dolo-
res7 que expresa “En el Código Civil de Vélez Sarsfield, se preveía de modo
expreso que los poderes generales o especiales a presentarse en juicio, debían
hacerse por escritura pública, conforme el art. 1184 inc. 7 del CC, tema no re-
plicado en el ordenamiento civil vigente. Este por el contrario consagra el prin-
cipio de libertad de formas al respecto (arts. 284, 285, 363, 1319 del CCCN),
debiendo indagarse en las prescripciones que establece el ordenamiento jurídico
para cada acto que el representante deba realizar en particular para determinar
qué forma deberá revestir el acto de apoderamiento” pero en resguardo de la
seguridad jurídica agrega que “… requiere de modo necesario y por razones de
seguridad jurídica, la intervención del Actuario del Juzgado que ha de conocer”.

Mientras que una postura muy distinta se expone en la resolución


de la Cámara Segunda de Apelación en lo Civil y Comercial Sala II, La Plata8,
que luego de hacer hincapié en la derogación del 1184 inc. 7 del C.C. amplía
su interpretación considerando que ello tendría también un efecto sobre
otras normas que se dictaron durante su vigencia y en tal sentido expresa
que “Por ende, si el contexto que dio origen a las disposiciones citadas ha cam-
biado -pues el artículo 1184 inc. 7 del CC anterior ya no se incluye en el Código
actual- no puede el Código Procesal continuar interpretándose como si la ley
sustancial fuera la misma y no hubiese variado.” (el subrayado me pertenece).

El tribunal con un criterio distinto al expresado en el fallo precedente


expresa “… que Pretender, por ejemplo, que la parte ratifique ante un Secretario

7 Cámara de Apelaciones Civil y Comercial de Dolores, “F., T. s/sucesión”, 04/02/2016, El Derecho Legislación Argentina,
22/02/2016, nro. 02/2016
8 Cámara Segunda de Apelación en lo Civil y Comercial Sala II, La Plata, Buenos Aires; “Sciatore, Diego Martin y otro vs.
Rossini, Estela Laura y otro s. Daños y perjuicios”; 16-06-2016, Rubinzal-Culzoni Editores, Rubinzal Online, RC J 3374/16.

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judicial la firma del documento como un resguardo adicional, soslayaría la
responsabilidad profesional del propio letrado”. El fallo continúa citando a
Etchegaray “En el art. 1017 del Cód. Civil y Comercial no se reproduce el inc.
7 del art. 1184 del derogado Cód. Civil, que establecía la obligatoriedad de la
escritura pública para el otorgamiento de los poderes generales o especiales
que deban presentarse en juicio, con lo que estos instrumentos en lo sucesivo
quedan comprendidos en la libertad de formas que es el principio general del
Código”9. Los magistrados consideran que sería una incongruencia seguir
exigiendo un requisito que al momento de sancionar la norma procesal sig-
nificaba una flexibilización de los requisitos establecidos por la ley de fondo,
cuando frente al C.C.C.N. implicaría todo lo contrario.

Este último fallo plantea que la sanción del nuevo Código habría
producido una suerte de derogación tácita de ciertas normas procesales re-
feridas a la acreditación de la personería. No obstante lo interesante del
planteo, consideramos que tal postura en alguna medida excedería las fa-
cultades del poder judicial por considerar que la modificación del derecho
de fondo ha modificado ipso iure al derecho procesal sin considerar que tal
vez el legislador provincial considera que la norma mantiene vigencia por
otros argumentos distintos a los que se ponderan en el fallo. Nada impide
(como de hecho ocurre en ciertos casos) que las provincias establezcan re-
quisitos mayores para ésta representación ante los estrados judiciales.

La división de poderes y a la distribución de competencias entre na-


ción y provincias debe ser respetada de manera estricta. Si las provincias
consideran que deben realizar modificaciones lo harán a través de sus po-
deres legislativos, pero hasta tanto ello ocurra lo establecido en los códigos
de rito debe ser respetado (a menos que de manera notoria contradiga la
9 ETCHEGARAY Natalio P.”Código Civil y Comercial de la Nación. Comentado, Anotado y Concordado” coordinado por
CLUSELLAS Eduardo Gabriel, Tomo 2º, Buenos Aires-Bogotá, Ed. Astrea y Ed. Fen Editorial Notarial, 2015, Pág. 97

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norma de fondo).

En tal sentido en el Código comentado dirigido por Medina y Rivera


se expresa que “Debemos decir, no obstante, que a nuestro criterio ello no im-
plicará una libertad absoluta de formas en la medida que distintas normas,
procesales o de fondo, regulen la cuestión”10 (el subrayado me pertenece).

Lo expresado se ratifica en numerosos pronunciamientos que expre-


san la preeminencia de la regulación local en lo atinente a la representación
en materia de procesos judiciales. En tal sentido se pronunció la Suprema
Corte de Justicia de la Provincia de Mendoza, sala I11 que con la claridad que
la caracteriza ha expresado que “Las procuraciones judiciales se rigen por el
Código Civil sólo en aquellos puntos no regulados por las leyes locales de na-
turaleza procesal”.

2) Poderes para administrar bienes


La supresión referida en materia no ha generado un debate tan in-
tenso como en la tratada en el apartando anterior. Fundamentalmente sig-
nifica una novedad que debe ser debidamente advertida por los distintos
operadores jurídicos y la sociedad en su conjunto. La costumbre que se ge-
nero por los largos años de aplicación del C.C. debe adaptarse a lo prescripto
por la nueva norma.

La flexibilidad que se observa en la materia no implica que el conte-


nido de los mismos pueda ser redactado sin la precisión técnica que merece
(Ej. facultades expresas del art. 375), por ello los distintos operadores jurí-

10 ALVAREZ JULIA Luis y SOBRINO REIG Ezequiel, “Código Civil y Comercial de la Nación” dirigido por MEDINA
Graciela, RIVERA Julio C., Ed. La Ley, 2014, Pág. 812.
11 Suprema Corte de Justicia de la Provincia de Mendoza, sala I, “Raffa de Dorca, Nancy c. Raffa Norberto y otros”,
26/10/1998, LLGran Cuyo, 1999-114

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dicos que comiencen a confeccionarlos deberán atender a los conocimientos
que se han acumulado durante la vigencia del código anterior y la tarea de
los notarios.

En el particular se pone de manifiesto de manera notoria las ventajas


que otorga tanto al mandante, a los terceros como a la sociedad toda la ins-
trumentación de los poderes en escrituras públicas ya que los beneficios de
ésta forma (más estricta) son evidentes. Como los principales se destacan
la seguridad que brinda la matricidad, la precisión y experiencia que tiene el
notario en su instrumentación, la posibilidad de consignar marginalmente
su revocación la que podría ser consultada por terceros, entre otros. Ello
nos llevan a opinar que los beneficios justifican los costos que la misma im-
plica. La Asamblea Ordinaria “I” 2016 del Consejo Federal del Notariado Ar-
gentino al referirse al Mandato y la Representación con aguda precisión
destacó la importancia del estudio de títulos que posibilita la verificación
de la existencia del poder, comprobar su exactitud y la constatación de su
revocación.12

IV. Principales cuestiones que involucra la


representación
La redacción sistemática de las normas de la representación y el
mandato constituye un destacable logro del C.C.C.N. ello que queda parti-
cularmente de manifiesto en el estudio de temas que como en el presente
requieren una interpretación integral.

a) Actos comprendidos en la representación

12 La Asamblea Ordinaria “I” 2016 del Consejo Federal del Notariado Argentino, disponible en La Asamblea Ordina-
ria “I” 2016 del Consejo Federal del Notariado Argentino, disponible en
http://www.cfna.org.ar/foros_repository/foros2016/FORO_I_ASAMBLEA_-_Mandato_y_Representacion_-_ETCHEGA-
RAY.pdf

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El primer artículo del Capítulo 8 de la representación, es decir el 358
del C.C.C.N., establece la regla general por el que todos los actos entre vivos
pueden, en principio, ser celebrados por medio de representante salvo exi-
gencia legal en contrario. La amplitud que ello determina hace que en prin-
cipio el campo de aplicación sea muy basto.

No obstante ello los artículos sucesivos van estableciendo los lími-


tes del principio general, así el artículo 360 postula que “La representación
alcanza a los actos objeto del apoderamiento, a las facultades otorgadas por
la ley y también a los actos necesarios para su ejecución.”. La norma nueva-
mente reconoce como límite a la ley, agregando además el otro gran condi-
cionante que estará dado por el objeto de la representación, éste último
incluye los que aunque accesorios sean necesarios para alcanzarlo.

La calificación de un acto como necesario en relación a otro puede


en ciertos casos puede presentarse como algo notorio, pero en otros puede
plantear cierta complejidad y hasta determinar intensos debates. La casuís-
tica es inagotable y se advierte que ciertos actos que en abstracto aparece-
rían como lógicamente necesarios para un objeto determinado pueden
quedar excluidos por la redacción o las modalidades que se establezcan en
un caso concreto.

A modo de ejemplo se puede plantear que la representación para


vender un bien en principio comprendería la facultad de instrumentar un
boleto de compraventa, no obstante lo cual ello no es una regla general y
existe jurisprudencia en tal sentido13. Además si en el poder se incluyen
obligaciones más gravosas o extrañas a un contrato típico de compraventa

13 “F. DE L. M. L. c. F. E. G. y otro s/ Escrituración Crédito”, CApel.CC San Isidro, Sala I, 27/10/2015. - El Derecho Digi-
tal (84656) [2015]

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(como realizar ciertas mejoras o cláusulas penales) no estaría comprendido
dentro de la categoría de acto necesario.

La Asamblea Ordinaria “I” 2016 del Consejo Federal del Notariado


Argentino14 al referirse al Mandato que la extensión a los actos necesarios
no debe llevar a incorrectamente pretender extender la representación res-
pecto de “… actos análogos, ni a los que pudieran considerarse consecuencia
del que se ha encargado al apoderado.” Prestigiosa doctrina agrega que
“Cuando el titular de un derecho apodera a otro para ejercerlo, está facultán-
dolo para realizar todos los actos y hechos jurídicos necesarios para lograr el
objetivo principal que surge de la representación otorgada.”15 pero no para ir
más allá.

Ello resulta concordante con la opinión del autor que trata el tema
en el Código Comentado dirigido por Lorenzetti16 quien expresa que “… el
objeto para el cual se ha otorgado el mandato determina las facultades que se
le han conferido al mandatario (…) aunque tales facultades no se hallen ex-
plícitamente mencionadas y en cuanto sean necesarias para lograr la finali-
dad perseguida…”.

En la Representación Voluntaria existe otra limitación adicional pres-


cripta en el artículo 362 que establece que ésta representación comprende
“…sólo los actos que el representado puede otorgar por sí mismo…” por lo
que la capacidad de ejercicio significaría otra importante restricción a con-
14 La Asamblea Ordinaria “I” 2016 del Consejo Federal del Notariado Argentino, disponible en La Asamblea Ordinaria
“I” 2016 del Consejo Federal del Notariado Argentino, disponible en
http://www.cfna.org.ar/foros_repository/foros2016/FORO_I_ASAMBLEA_-_Mandato_y_Representacion_-_ETCHEGA-
RAY.pdf
15 DALLAGIO Juan Carlos, “La Representación voluntaria”, dirigida por KIPER, Claudio y coordinada por DAGUERRE
Luis O.; en “Aplicación Notarial del Código Civil y Comercial de la Nación”, tomo II ; Santa Fe; 2015; Rubinzal Cul-
zoni; Pág. 73
16 MÜLLER, Enrique Carlos, “Código Civil y Comercial de la Nación Comentado” dirigido por LORENZETTI Ricardo Luis,
Tomo II, Santa Fe, Ed. Rubinzal-Culzoni, 2015, Pág. 437

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siderar dentro del vasto campo sentado por regla general tratada ut supra.

1) Criterios para la interpretación de las facultades


Además de lo expresado precedentemente, el C.C.C.N. contiene una
pauta expresa para el análisis de las facultades contenidas en los poderes, y
es que estas deben interpretarse restrictivamente, así lo expresa el 375 “Las
facultades contenidas en el poder son de interpretación restrictiva (…). El texto
del artículo exime de mayores comentarios y la doctrina17 considera que “la
regla es clara y ahora, expresa, la interpretación de las facultades es restric-
tiva”

Ello se integra para el supuesto del mandato con la norma del art.
1062 que, dentro del Título II que regula los contratos en general, consigna
“Interpretación restrictiva. Cuando por disposición legal o convencional se es-
tablece expresamente una interpretación restrictiva, debe estarse a la litera-
lidad de los términos utilizados al manifestar la voluntad…”

Tanto para la redacción de un mandato como para el bastanteo de


las facultades de un representante se deberá ser muy preciso y cuidadoso
en la utilización de las normas y criterios comentados. Así lo expresan Ál-
varez Julia y Sobrino Reig en la obra de Medina y Rivera18 “En el marco de la
representación voluntaria, el límite de oponibilidad surgirá específicamente de
los alcances del acto de apoderamiento. Para aquellos casos que pudiesen ge-
nerar ambigüedades, debe ser una guía el art.375…”

Como corolario de lo manifestado, pero en sentido negativo, debe


tenerse presente que si el representado pretendiera excluir un acto necesario

17 MÜLLER, Enrique Carlos, Ob. Cit. Pág. 473


18 ALVAREZ JULIA Luis y SOBRINO REIG Ezequiel, “Código Civil y Comercial de la Nación” dirigido por MEDINA Gra-
ciela, RIVERA Julio C., Ed. La Ley, 2014, Pág. 805

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u otro acto que, aunque no necesario, pudiera generar la duda sobre si se
encuentra comprendido o excluido debería aclararlo de manera indubitable.
En tal sentido reconocida doctrina19 expresa que “el mandante debe excluir
–y no incluir-, expresamente, todas aquellas facultades que no confiera, de-
biendo entenderse que, si no están vedadas, están otorgadas”.

En ejercicio de una correcta técnica notarial se debe ser prudente e


intentar prever las posibles interpretaciones que los terceros pudieran reali-
zar respecto a las facultades que se incluyan o excluyan de manera expresa
en las representaciones voluntarias.

Numerosos fallos ilustran la importancia del tema y las alternativas


que se presentan como consecuencia del debatir la cuestión en los estrados
judiciales. Así a modo de ejemplo se menciona el fallo dictado por la Cámara
Civil y Comercial de 6ª Nominación de Córdoba20 en el que se estableció
que el mandatario había actuado fuera del mandato cuando al celebrar la
venta de un bien incorporó otras obligaciones por mejoras para lo que no
había sido autorizado por el Mandante. La Cámara expresó “la Jurisprudencia
tiene resuelto que el poder especial para vender no faculta al mandatario para
convenir cláusulas que impongan al vendedor otras obligaciones que las que
resultan de la ley”

En igual sentido se puede citar a la Cámara Nacional Comercial, Sala


B21 que refiriendo a otros precedentes de trascendencia resolvió que “El poder
especial con facultades específicas (…) limitado a los actos para los cuales
ha sido dado, es de interpretación restrictiva, sin que sea susceptible de ser ex-

19 MÜLLER, Enrique Carlos, Ob. cit. Pág. 437


20 Cám. Civ. y Com. de 6ª Nom. (Córdoba), “Vivas, José Antonio y Otra c/ Raúl Enrique Gorosito y Otros – Ordinario”,
12/05/2003, Actualidad Jurídica Civil y Comercial, Número 36, Cód. Unívoco 6197
21 Cámara Nacional Comercial, Sala B, “Industria Maderera Fueguina Andina S A S/Quiebra S/Incidente de realización de
bienes” 08/04/2008; El Derecho Digital (47383) [2008]

103
tendido a otros análogos, aunque éstos pudieran ser considerados como con-
secuencia natural de los que el mandante ha encargado hacer” y completa ex-
presando que una cláusula de estilo de frecuento uso notarial no habilita a
una interpretación más allá de su objeto “De igual modo carece de virtualidad
a los efectos pretendidos por el recurrente, el hecho que en el mismo instrumento
se autorice la realización de ‘...todos los demás actos, gestiones, trámites y di-
ligencias necesarios al cumplimiento del mandato’.” (El subrayado me perte-
nece).

Similar interpretación se observa en fallo de la Cámara Nacional y


Comercial pero en su Sala A22 en fallo del 2010 donde aunque la represen-
tación literalmente expresaba que podía afianzar, tal facultad se encontraba
limitada al ejercicio de facultades judiciales y no comprendía la fianza fuera
de la actuación frente a procesos de tal naturaleza.

También con relación a la interpretación en función del objeto como


comprensivo de los actos necesarios para su ejecución se puede mencionar
el fallo de la Sala Civil y Comercial del Tribunal Superior de Justicia de Cór-
doba23 en el que se resolvió que una representación que facultaba a apelar
comprendía la de presentar todos los recursos. El Máximo Tribunal Provincial
ponderó las facultades otorgadas en relación con la tramitación del proceso
en “todas sus instancias y de promover y contestar todos los incidentes a que
hubiere lugar” de conformidad con el artículo 93 del Código de rito local.

2) Facultades que deben consignarse de manera expresa


Continuando con el análisis del artículo 375 en su segunda parte

22 Cámara Nacional Comercial., Sala A, “Victorio Podesta Y Cia S.A. C. Taxsa Constructora S.R.L. S/Ejecutivo”,
16/09/2010; El Derecho Digital (60225) [2010]
23 Sala Civil y Comercial del Tribunal Superior de Justicia de Córdoba; "Fisco de la Provincia de Córdoba c/ Romera Julio
Humberto – Ejecutivo – Recurso de casación";10/06/2009 Semanario Jurídico Número: 1719 del 13/08/2009, Año 2009
- B; Pág. 238

104
expresa “El poder conferido en términos generales sólo incluye los actos propios
de administración ordinaria y los necesarios para su ejecución.- Son necesarias
facultades expresas para: (…)”

En primer lugar estimamos acertada la adición de la expresión del


término ordinaria como calificativo de la administración a la que se refiere,
ya que su antecedente el 1880 del C.C. dejaba un margen mayor para el de-
bate. No obstante ello la discusión respecto a qué debe considerarse acto
de administración ordinaria y cuáles actos la exceden, dista de ser un tema
cerrado. Consideramos acertada la opinión de Alvarez Julia Luis y Sobrino
Reig Ezequiel24 quienes señalan que “De igual modo que el viejo régimen, no
se esboza un concepto de actos de administración. Siguiendo a Orgaz, diremos
que son de administración los actos simples que emplean rentas o bienes de
capital sin modificarlos, con el fin de hacerles producir beneficios que normal-
mente pueden obtenerse de acuerdo a su naturaleza y destino. Los actos de dis-
posición, en cambio, afectarán sustancialmente el patrimonio.”

En segundo lugar valoramos como positiva la supresión de la clasi-


ficación contenida en el artículo 1879 del C.C. que distinguía entre manda-
tos generales y especiales, lo que no tenía aplicación práctica y a nivel
teórico no significaba un aporte de trascendencia.

El reemplazo de la referencia a poderes especiales del C.C. por la exi-


gencia de facultades expresas cierra la discusión respecto a si para determi-
nados actos debía otorgarse un poder particular y distinto, o si era suficiente
un poder, que entre otras facultades, contuviera la que se estaba utilizando
en esa situación puntual. La doctrina de manera generalizada ha considerado

24 ALVAREZ JULIA Luis y SOBRINO REIG Ezequiel, Ob. cit. Pág. 833

105
oportuna la modificación referenciada, en tal sentido Müller25 expresa que
“No se trata de la distinción de poder general y especial, sino de los términos
en que se otorgan las facultades dentro de cualquiera de estos dos tipos de po-
deres”.

Atento a las consideraciones expresadas en la introducción del pre-


sente no realizaremos un tratamiento pormenorizado de todos los incisos
del artículo 375. No obstante ello se considera necesario no dejar de sub-
rayar la importancia y novedad que significa lo prescripto en los incisos: “a”
en cuanto incorpora la posibilidad de representación en temas tan persona-
les y privados como la petición del divorcio, la nulidad del matrimonio y
cuestiones referidas al régimen patrimonial matrimonial; “b” respecto al re-
quisito de que identifiquen los bienes en relación a los que se daría el asen-
timiento; “e” que introduce la referencia a otros bienes registrables; y “k” la
reducción del plazo para las locaciones de inmuebles de seis a tres años.

Fuera de la nómina expresa del 375 del C.C.C.N. se destacan como


ejemplos de normas que determinan la necesidad de facultades expresas al
artículo 9 del Decreto Ley 5965-63 “El que pone su firma en una letra de cam-
bio invocando la representación de otro debe hallarse autorizado con mandato
especial; el mandato general no hace presumir la facultad de obligarse cam-
biariamente.” y la resolución técnico registral 04 de 2015 del Registro Ge-
neral de la Provincia que en su Anexo V Requisitos para la Afectación de
Vivienda por acta administrativa consigna “El trámite es personal y gratuito,
pero se admite representante con poder específico para afectación de vivienda.”

25 MÜLLER, Enrique Carlos, Ob. cit. Pág. 473

106
b) Actuación regular del representante y los efectos para el
representado
Lo expresado con relación al objeto de la representación es un tema
fundamental lo que queda en evidencia al analizar la regulación de los efec-
tos del instituto. Así el artículo 359 del C.C.C.N. establece lo siguiente “Efec-
tos. Los actos celebrados por el representante en nombre del representado y en
los límites de las facultades conferidas por la ley o por el acto de apodera-
miento, producen efecto directamente para el representado.”

La norma se integra con el 366 que prescribe “Actuación en ejercicio


del poder. Cuando un representante actúa dentro del marco de su poder, sus
actos obligan directamente al representado y a los terceros. El representante no
queda obligado para con los terceros, excepto que haya garantizado de algún
modo el negocio. Si la voluntad de obrar en nombre de otro no aparece clara-
mente, se entiende que ha procedido en nombre propio.”

Del estudio de ambos artículos surge con meridiana claridad que


para que la representación tenga su efecto característico, es decir que la ac-
tuación del representante produzca efectos directamente para el represen-
tado, ella debe haberse realizado en nombre de éste y dentro de los límites
de la representación, de acuerdo al art. 359; y de acuerdo al art. 366 el re-
presentante debe haber actuado dentro del marco de su poder.

Con ello se hace patente que el análisis de la extensión de la repre-


sentación y de las facultades del representante es un tema esencial y de la
mayor trascendencia para que poder valorar si el accionar de un represen-
tante es regular o no.

107
Párrafo aparte merece la segunda parte del artículo 366 del C.C.C.N.
que determina una presunción en contra del obrar como representante. La
norma consigna “Si la voluntad de obrar en nombre de otro no aparece clara-
mente, se entiende que ha procedido en nombre propio” en virtud de ello si la
actuación del representante en tal carácter no surge de manera indubitable
las consecuencias del negocio le serán imputadas a título personal, de ahí
que la utilización de una correcta técnica notarial cobra particular impor-
tancia para disipar las dudas en tal sentido.

c) La presunción de onerosidad en el mandato


El C.C.C.N. nada expresa con relación a la onerosidad de la repre-
sentación como género por lo que habrá que atender a la regulación especial
según el tipo particular de que se trate.

En tal sentido con relación específicamente al contrato de Mandato


el nuevo Código trae una novedad para los civilistas ya que presume la one-
rosidad del mismo. Decimos que significa una novedad para los civilistas
porque ello ya era la regla en el Código de Comercio por lo que su adopción
en el Código Unificado significó que la Comisión Redactora optó por una de
las alternativas planteadas por las normas vigentes al momento de su re-
dacción.

El artículo 1322 del C.C.C.N. expresa “Onerosidad. El mandato se


presume oneroso. A falta de acuerdo sobre la retribución, la remuneración es
la que establecen las disposiciones legales o reglamentarias aplicables, o el
uso. A falta de ambos, debe ser determinada por el juez.”

La trascendencia de ello es particularmente destacable en el ámbito

108
notarial donde la novedad que representa y que al tratarse de un contrato
que suele estar vinculado a relaciones de confianza entre las partes, hace
que no siempre se valora adecuadamente la posibilidad de que exista un
posterior reclamo de remuneración por la actividad del mandatario. Con la
nueva presunción el riesgo es mayor y debe considerarse que la actuación
del mandatario puede tener importantes consecuencias económicas que no
deben ser pasadas por alto.

A modo de ejemplo de las consecuencias patrimoniales (a veces in-


sospechadas al momento de otorgar la representación) se trae a colación un
fallo de la Cámara Nacional Civil, Sala D26 que en 2008 condenó a un cón-
yuge al pago de honorarios por la actuación del otro como mandatario en el
ejercicio de su profesión. Particularmente por su especial relación con el su-
puesto del fallo se trae a colación lo expresado por Eduardo Sambrizzi con-
sidera que “Si bien el artículo 459 nada dispone sobre la remuneración del
esposo mandatario, el artículo 1322 del Proyecto establece que el mandato se
presume oneroso, por lo que salvo acuerdo en contrario, el mandatario puede
reclamar a su cónyuge una remuneración por los trabajos efectuados en cum-
plimiento del mismo.”, no obstante ello se considera que éste especial su-
puesto debe ser considerado teniendo en cuenta como entran en juego el
régimen patrimonial matrimonial, el carácter de las remuneraciones de los
cónyuges, la administración de los bienes, entre otras normas por lo que no
es tan simple como aplicar de manera directa el 1322; pero tal análisis ex-
cedería el objeto del presente.

Dado que como se expresó precedentemente en los mandatos civiles


suele existir una particular confianza o relación que vincula a las partes, y

26 CNCiv., Sala D; “R., O. M. c. R., M. H. s/redargución de falsedad (expte. nº 291.568-J.11)”. 18/03/2008, El Derecho
227-386 (2008)

109
que normalmente dichos contratos carecen de un contenido económico pro-
pio podríamos sugerir que en estos, siempre desde el punto de vista emi-
nentemente práctico, como regla el notario podría incluir una cláusula27 que
prevea su gratuidad salvo que de la audiencia notarial surja lo contrario.

V. Particularidades en relación con los sujetos


a) Autocontratación y doble representación
Consideramos que la objeción postulada por parte de la doctrina
respecto a la ubicación del artículo que regula la cuestión es acertada, y en
tal sentido el tema debió haber sido regulado en la sección primera, como
parte de las disposiciones generales de la representación antes que dentro
de la representación voluntaria como se hizo en el C.C.C.N. No obstante
ello, se reconoce que la objeción se atempera si se considera que en la re-
gulación de ciertas representaciones se incluyen normas específicas en re-
lación al tema (Ej. Arts. 689 C.C.C.N. y 273 de ley 19.550).

El C.C.C.N. en su Art. 368 prescribe “Acto consigo mismo. Nadie


puede, en representación de otro, efectuar consigo mismo un acto jurídico, sea
por cuenta propia o de un tercero, sin la autorización del representado. Tam-
poco puede el representante, sin la conformidad del representado, aplicar fon-
dos o rentas obtenidos en ejercicio de la representación a sus propios negocios,
o a los ajenos confiados a su gestión.”

Destacamos que la norma comprende no solo la autocontratación


sino también la doble representación, ya que el texto expresa “sea por cuenta
propia o de un tercero…” por lo que comprende el supuesto en que un único

27 Lejos de pretender imponer una forma se plantea como opción: El presente mandato es GRATUITO, por lo que los
Mandatarios no percibirán remuneración alguna por la actividad que realicen en ejercicio del mismo a favor de la Man-
dante.

110
sujeto comparece a la celebración de un contrato representando a ambas
partes del mismo.

La regla busca evitar los conflictos de intereses que podrían plan-


tearse, aunque el sujeto intentara actuar con justicia, ello porque en la con-
tratación en la mayoría de los casos el representante tendrá que optar por
favorecer a una parte en detrimento de la otra, las contrataciones donde
todos obtienen exactamente lo que pretendían representan supuestos ex-
cepcionales (en cierta medida como reflejo del modelo socio-económico y
de negociación).

El artículo se relaciona de manera directa con otros del C.C.C.N. y


así se observa que entre las obligaciones del representante el Art. 372 con-
sagra en su inciso “e” de prohibición, como regla, de adquirir por compraventa
o actos jurídicos análogos los bienes de su representado (…)” ello impediría
la celebración de este tipo de contratos en particular salvo autorización ex-
presa en contrario. El antecedente de la norma en el C.C. se encuentra en
los artículos 1918 y 1919 los que se consideran más limitados por encon-
trarse referidos únicamente al contrato de compraventa y préstamo de di-
nero.

Específicamente en la regulación del mandato, se observa que el


C.C.C.N. prevé en el inciso “c” del artículo 1324 como una de las obligacio-
nes del mandatario la de informar todo conflicto de interés, como lo sería
sin lugar a dudas el caso de la autocontratación y doble representación.

En el mismo capítulo encontramos otra norma referida al tema, el


1325 que expresa que “Si media conflicto de intereses entre el mandante y el

111
mandatario, éste debe posponer los suyos en la ejecución del mandato, o re-
nunciar.- La obtención, en el desempeño del cargo, de un beneficio no autori-
zado por el mandante, hace perder al mandatario su derecho a la retribución.”

Consideramos que aún en los supuestos en que se haya autorizado


la autocontratación, la misma debe realizarse de acuerdo a las condiciones
expresas que figuren en el mandato y respetando los intereses del mandante,
es decir debiendo posponer los intereses del mandatario en caso de con-
flicto.

En muchos casos que éste artículo no es tenido en cuenta y se olvida


que, en principio, no se permite al mandatario posponer los intereses del
mandante en beneficio de los propios por lo que resultaría conveniente ex-
presar condiciones mínimas para la contratación en tales casos.

b) Pluralidad de representantes
Otra novedad relevante del nuevo Código es que modifica la regla
que establecía el art. 189928 del C.C. que preveía que en caso de que se hu-
bieran designado dos o más mandatarios se presumía que el mandato era
para ser aceptado por uno solo de ellos (con ciertas excepciones). En cambio
el C.C.C.N. en el art. 378 prevé que “Pluralidad de representantes. La desig-
nación de varios representantes, sin indicación de que deban actuar conjunta-
mente, todos o algunos de ellos, se entiende que faculta a actuar
indistintamente a cualquiera de ellos.”

La norma ha priorizado, como lo señala la doctrina, el garantizar el


cumplimiento del objeto de la representación por lo que cualquiera de los

28 Art. 1899 C. C. “Cuando en el mismo instrumento se hubiesen nombrado dos o más mandatarios, entiéndese que el
nombramiento fue hecho para ser aceptado por uno solo de los nombrados, con las excepciones siguientes: (…)”

112
designados podrá actuar sin que uno excluya a los demás o que sea necesaria
su actuación conjunta.

Algunos autores plantean que ello podría generar conflictos en caso


que la actuación de los representantes no sea coordinada o armónica. Pero
en virtud de ello, y lo prescripto en el 374, se destaca la trascendencia que
en el particular cumplirá el art. 307 en relación a la necesidad de presenta-
ción del documento original para acreditar la representación que se invoca
(dentro de su ámbito de aplicación).

Lo expresado pone de manifiesto una vez más las ventajas de ins-


trumentar la representación voluntaria a través de instrumentos notariales,
donde la constancia de expedición de solo un testimonio evitaría o dificul-
taría en gran medida la actuación de más de un representante.

c) Representación judicial y poder para pleitos


A diferencia de lo desarrollado al tratar la forma en la representación
judicial en el presente apartado se considera otro aspecto de la misma, ya
que ahora el análisis se centra sobre el sujeto que puede actuar como apo-
derado de otro en el ámbito judicial. En virtud de ello no se volverá a men-
cionar los conceptos vertidos precedentemente.

Los planteos que se efectúan sobre particular tienen únicamente al-


cance provincial porque, tal como se expresó ut supra, los códigos de pro-
cedimiento que rigen específicamente la cuestión constituyen materia no
delegada por las provincias a la Nación.

La discusión respecto a quien puede ser designado como apoderado

113
en poder general o especial para pleitos ha sido una cuestión debatida y que
aunque ha sido resuelta por nuestro más Alto Tribunal en reiteradas oca-
siones, de tanto en tanto vuelve a ponerse en discusión, similar situación
se presenta en otras provincias (como surge del fallo de Mendoza referido
precedentemente).

El Código de Procedimiento Civil y Comercial de la Provincia de Cór-


doba en su artículo 81 expresa que “Las partes podrán ser representadas pro-
cesalmente por abogados y procuradores matriculados.”. En virtud de ello se
ha sostenido que la representación procesal solo puede recaer en personas
humanas que tengan alguno de los títulos referenciados29.

La Sala Civil y Comercial del Tribunal Superior de Justicia de Cór-


doba30 resolvió la cuestión expresando de manera contundente que “Aquel
mandato judicial que se otorgue a un sujeto que no tenga las cualidades de
abogado matriculado carece de toda idoneidad para justificar la personaría
en juicio” y continuó expresando “La sustitución del mandato presupone una
designación válida del mandatario. Por lo tanto, si el designado mandatario
no es una de las personas habilitadas para el ejercicio de la procuración judi-
cial (por ser contador), no puede tampoco cumplir válidamente con la delega-
ción desde que no puede sustituir a alguien un derecho que no tiene.”

Con posterioridad al dictado del fallo del Alto Cuerpo se sucedieron


numerosos fallos en igual sentido, como por ejemplo el dictado por la Cá-
mara Civil y Comercial de Primera Nominación de la ciudad de Córdoba con
fecha veintiuno de septiembre de dos mil once en autos “Juárez, Sergio

29 Se considera que la limitación impuesta a ésta representación carece de justificativo y que no resulta beneficiosa
para la generalidad de la sociedad.
30 Sala Civil y Comercial del Tribunal Superior de Justicia; "Tarjeta Naranja SA c/ Lescano Olga Graciela y otro – Abreviado
– Cobro de pesos – Recurso de apelación – Recurso de casación", 18/02/2009

114
Adrián c. Héctor Messio y Cía. SRL Ordinarios – Otros – Otras causas de
remisión” Expte Nº 192764/36; y el pronunciado por la Cámara Civil y Co-
mercial de Segunda Nominación de la ciudad de Córdoba con fecha doce de
abril de dos mil doce en autos “Rico, John Cristhian c/ Quelas, Giurgino y
otro – Embargo preventivo – Recurso de apelación” Expte. N° 1896719/36.

Pero también existieron fallos que adoptaron la postura opuesta,


como el pronunciado por la Cámara Civil y Comercial de Novena Nomina-
ción de la Ciudad de Córdoba31 que fundó su disenso en que se debe distin-
guir los poderes apud acta y las catas poderes que necesariamente son
conferidos a letrados, de los demás mandatos que pueden conferirse a cual-
quier persona sin importar el título habilitante que posea, la Cámara expresa
que la norma del CPCC “no niega validez, a los poderes generales de adminis-
tración y disposición que se pueden otorgar a favor de cualquier persona que
ostente la capacidad necesaria para tales actos, en ejercicio de una represen-
tación que pretende no ya directamente el ejercicio del ius postulandi en el
pleito, sino la sustitución del representado en su calidad de parte.”

No obstante lo expresado, y el criterio que cada uno tenga sobre la


cuestión, el ejercicio responsable de la profesión determina que no se puede
ignorar la postura que el Tribunal Superior ha adoptado en el tema; y ello
debería direccionar en gran medida la actuación notarial en sentido concor-
dante. Mientras la integración del Máximo Tribunal provincial o el Código
de Procedimientos no se modifiquen no habría de esperarse cambio de pos-
tura en la materia por lo que debe actuarse en consecuencia.

31 Tribunal Cám. Civ. y Com. de 9ª Nom; “AADI CAPIF Asociación Civil Recaudadora contra Softy SRL - Presentación
múltiple - Ordinario - Recurso de apelación”; 23/07/2013; Actualidad Jurídica, Revista Civil y Comercial Número 225,
Cod Unívoco 17331

115
d) Mandato entre cónyuges
En esta apartado se exponen diversos temas que han sido objeto de
acalorada discusión y debate. Destacamos lo dinámico de la cuestión de lo
que resulta que en la actualidad las distintas posturas van ganando o per-
diendo apoyo conforme se difunden nuevos escritos y resoluciones judiciales
que les dan sustento a unas o a otras.

Iniciaremos el tratamiento considerando la cuestión fundamental


respecto a si es posible que uno de los cónyuges otorgue mandato al otro,
para luego continuar analizando su contenidos y límites.

1) El mandato entre cónyuges y su viabilidad


La situación aparece regulada en el artículo 459 que expresa “Man-
dato entre cónyuges. Uno de los cónyuges puede dar poder al otro para repre-
sentarlo en el ejercicio de las facultades que el régimen matrimonial le atribuye,
pero no para darse a sí mismo el asentimiento en los casos en que se aplica el
artículo 456. La facultad de revocar el poder no puede ser objeto de limitacio-
nes.- Excepto convención en contrario, el apoderado no está obligado a rendir
cuentas de los frutos y rentas percibidos.“

Tal como anticipamos sobre el particular se han planteado diversas


posturas desde la sanción del C.C.C.N., observándose notorios vaivenes en
la doctrina nacional. Podemos iniciar el estudio destacando lo expresado en
el Código comentado de Alterini32 que considera que “En realidad el supuesto
analizado en la norma apunta a un caso de representación voluntaria (arts.
362 y ss.) y no estrictamente de contrato de mandato (arts. 1319 y ss.); de allí
que el precepto analizado no sea necesariamente contradictorio con el art.

32 ALTERINI J.H. y ALTERINI I. E. en capítulo redactado por ORELLE José M., “Código Civil y Comercial comentado.
Tratado exegético 1º Ed.” Director general Jorge H. ALTERINI, Coordinador Ignacio E. ALTERINI”, Ed. La Ley 2015

116
1002, inc. e), pues lo que este último prohibiría al impedir la contratación,
sería el contrato de mandato y no el poder sin mandato.”

No obstante ello, en la actualidad consideramos que la mayoría de


la doctrina opina que es posible que uno de los cónyuges otorgue mandato
al otro para el ejercicio de las facultades que del régimen matrimonial, y que
ello que constituiría una excepción al principio de no contratación entre
cónyuges.

Destacamos en sentido concordante con ésta postura que el título


del artículo consigna de manera expresa “Mandato entre cónyuges” por lo
que si ello no lo fuera debería ser modificado o corregido.

2) Alcances de la excepción prevista en el artículo 456


Otro aspecto fue arduamente debatido, pero sobre el que se estaría
formando consenso, es el referido a si el poder no podía en caso alguno in-
cluir a la facultad para darse el asentimiento o si tal exclusión se restringía
al supuesto previsto en el artículo 456 C.C.C.N. Estimamos que hoy la opi-
nión generalizada se inclina por la segunda postura en el sentido de que el
mandato entre cónyuges puede incluir la facultad para dar el asentimiento
con la única excepción en la vivienda familiar.

La Trigésimo novena Jornada Notarial Bonaerense de 2015 en las


conclusiones del Tema 4 Mandato y Representación expresó “4.- Los poderes
para dar el asentimiento respecto de la disposición de la vivienda familiar.
(Arts. 459 y remisión al art. 456) no pueden ser conferidos entre cónyuges. Pue-
den ser conferidos válidamente a terceras personas. Cuando no se trate de la
vivienda familiar los cónyuges pueden válidamente conferirse poder entre sí o

117
a terceras personas, con la sola identificación del bien a que se refiere, sin ne-
cesidad de expresar el acto en sí y sus elementos constitutivos (arts. 375 inc.
b. y art. 459 y su remisión al 456).”

3) Algunas cuestiones sobre el mandato y el asentimiento


Cuando el contenido del mandato entre cónyuges incluye la facultad
de darse el asentimiento en los supuestos previstos en el C.C.C.N. debe
analizarse el requisito de artículo 375 inciso “b” que expresa “Son necesarias
facultades expresas para:… b. otorgar el asentimiento conyugal si el acto lo
requiere, caso en el que deben identificarse los bienes a que se refiere” (el su-
brayado me pertenece) frente a lo consignado por el artículo 457 que esta-
blece “Requisitos del asentimiento. En todos los casos en que se requiere el
asentimiento del cónyuge para el otorgamiento de un acto jurídico, aquél debe
versar sobre el acto en sí y sus elementos constitutivos.”

La gran mayoría de la doctrina considera que no existe conflicto al-


guno ya que el primero se refiere al poder para dar el asentimiento y que
cuando ello se ejecute deberá cumplirse con los requisitos del 457. A modo
de ejemplo referimos a lo expresado por Juan Carlos Dallagio33 quien expresa
que “El artículo 375, inciso b, del Código Civil y Comercial dispone que serán
necesarias facultades expresas para otorgar el asentimiento conyugal si el acto
lo requiere, caso en el que deben identificarse los bienes a que se refiere.- El
asentimiento conyugal no es un acto personalísimo, por lo que el cónyuge no
titular puede ser representado en dicho acto. Será válido el poder otorgado
para dar el asentimiento con relación a determinados bienes, facultando al re-
presentante a decidir sobre la oportunidad en la que se brinde este asentimiento
con relación al negocio jurídico especialmente determinado en cuanto a sus

33 DALLAGIO Juan Carlos, Ob. Cit. Pág. 91

118
elementos, en cumplimiento del artículo 457 del Código Civil y Comercial.”

También Eleonora Casabé34 se expresa en igual sentido diciendo que


“Es decir que la norma ya no sólo requiere facultades expresas y determinación
del bien, sino que impone la especificación de los elementos constitutivos del
negocio, lo que de alguna manera, e interpretado con una visión muy estricta,
haría prácticamente imposible su otorgamiento. Sería absurdo pretender en un
país con una movilidad económica como la que tenemos, establecer un precio
fijo y no una variable determinada para no caer en incumplimiento de la vo-
luntad manifestada, o pretender individualizar con antelación al sujeto con el
que se va a concretar el negocio.”

No obstante lo cual sostenemos que aceptar tal tesis de manera lisa


y llana pone en cierto riesgo a los cónyuges35 ya que los coloca en una si-
tuación de desprotección privándolos en la práctica del resguardo que sig-
nifica el asentimiento. No habría para la doctrina mayoritaria objeción
alguna a que se otorguen mandatos referidos a la totalidad de los bienes en
la medida que se los identifique. Consideramos que la interpretación literal
de las normas referidas podría significar dejar de lado la finalidad del asen-
timiento por lo que debería recurrirse a una interpretación sistemática y que
atienda a la protección del que se encuentre circunstancialmente en una si-
tuación de indefensión.

34 CASABÉ Eleonora, “La representación como figura autónoma en el Código Civil y Comercial de la Nación”, “Incidencias
del CCCN – Derecho notarial, registral e inmobiliario”, Hammurabi, 2015, Pág. 103
35 Claramente perimido se encuentra identificar al “débil” con un género en particular y en la actualidad puede ser
tanto uno como el otro según las relaciones particulares de cada pareja, lo que también se modifica con el paso del
tiempo.

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