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El viernes 4, los jefes militares acuerdan la designación del General Arturo Rawson como
presidente, quien debería asumir el lunes 7 de Junio, pero este proyecto se frustra. Entre
sábado y domingo crecen las desavenencias: oficiales aliadófilos impugnan a Jose M.
Rosa, mientras, a su vez, oficiales nacionalistas repudian a Horacio Calderón. Rawson,
por su parte, comenta a sus más íntimos amigos que el martes 8 declarara la guerra al
Eje, provocando enormes disgustos. En la madrugada del 7 de Junio, Rawson queda
desplazado. Los sustituye el General Pedro Ramírez.
Por muerte de Sabá Sueyro, el Gral. Farrell pasa a ocupar la vicepresidencia, dejando
vacante el cargo de Ministro de Guerra que, poco después, ocupa el coronel Perón. Pero
algo llama la atención de algunos altos jefes militares: el nuevo ministro de Guerra
mantiene habituales reuniones con dirigentes gremiales.
¿Quién es el Coronel Perón?
Nacido en la provincia de Buenos Aires en 1893, Perón ingreso al Colegio Militar hacia
1910, ascendiendo normalmente en el escalafón militar. Las inquietudes intelectuales lo
acercaron a los escritos de FORJA. Entre 1939 y 1941, viaja por Europa, regresando con
una concepción acerca del conflicto social que resulta singular para los militares de la
época. En los primeros meses de gobierno militar, Peron convierte la Secretaria de
Guerra en algo parecido a un “Departamento Nacional de trabajo paralelo”. Ante la
perplejidad y desconfianza de sus compañeros de armas, el coronel atiende el reclamo de
trabajadores en conflicto y conversa con gremialistas, apostando su mediación. Estos
primeros contactos se producen especialmente con trabajadores ferroviarios.
Diversas circunstancias conjugan para que Perón estreche su vinculación con ese mundo
laboral. Una de ellas es la designación como presidente del Departamento Nacional del
Trabajo, organismo de escaso relieve hasta esa fecha y, por lo tanto, un destino
despreciado en la oficialidad militar. Otro factor es el convencimiento de Perón acerca del
protagonismo de los trabajadores en la época que se inicia. Y, en tercer lugar, la
defección de la izquierda: el Partido Socialista convertido ya en una agrupación pequeño
burguesa de concepción liberal, preocupada solo por la enseñanza laica, el divorcio, el
librecambio. El Partido Comunista con su concepción del “socialismo de un solo país”.
Estos cambios ocasionan en la vida interna del Ejército, una fuerte tensión entre el grupo
liderado por Pelinger y un grupo nacional-democrático liderado por Perón. Pero, generan,
además una reacción hostil en el campo internacional. El 29 de febrero, el gobierno de los
Estados Unidos declara que no reconocerá al nuevo gobierno argentino. Mientras, el
coronel Peron arbitra los conflictos obreros, ganando su confianza y solidaridad.
El curso que ha tomado la guerra dificulta la posición neutralista. Los aliados triunfan en
todos los frentes y el derrumbe del Eje parece inevitable. El gobierno de Farrell queda
cada vez más aislado en una América Latina donde prepondera la voluntad del
imperialismo yanqui.
En Enero 1945, continúan los avances en materia de legislación social: el día 8 se crean
los tribunales de trabajo y el 24 se extiende a todos los obreros el derecho a vacaciones
pagas.
El Abandono de la neutralidad