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PROCESAL II
TEMA 1
ordenamiento interno al estar incorporados en un Tratado y han de ser aplicados por nuestros tribunales,
bien han sido incorporados por la jurisprudencia del TC, bien lo serán en un futuro inmediato por obra del
Poder Legislativo.
De todos estos Patos Internacionales adquiere singular relevancia el Convenio Europeo de Derechos
Humanos, debido a que el órgano jurisdiccional encargado de su aplicación, el TEDH, puede conocer de las
demandas que interpongan los ciudadanos contra el Estado español por supuesta violación de los derechos
contenidos en dicho Convenio y una vez agotados los recursos judiciales internos.
1.3 – LA LECrim
Nuestra LECrim de 1882 constituye nuestro Código Procesal Penal, a cuyas prescripciones han de
someterse todos los tribunales pues, conforme a lo dispuesto en el principio de legalidad procesal,
consagrado en su art. 1, “no se impondrá pena alguna por consecuencia de actos punibles cuya represión
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incumba a la jurisdicción ordinaria, sino de conformidad con las disposiciones del presente Código o de
Leyes especiales y en virtud de sentencia dictada por Juez competente”.
Nuestra LECrim consta de siete Libros de los cuales, el primero, intenta ser una parte general del Derecho
Procesal Penal por cuanto en ella se regulan los presupuestos, requisitos de los actos y derechos
procesales, válidos para todos los procesos penales, tanto ordinarios como especiales.
Como consecuencia de su antigüedad, la LECrim ha sido objeto de múltiples reformas parciales, la última de
ellas por la Ley de 2015, de modificación de la LECrim para la agilización de la justicia penal y el
fortalecimiento de las garantías procesales.
Esta multiplicidad de reformas parciales, que ocasiona no poca inseguridad jurídica a la vez que se erige en
un factor de retardo, unida a los avances de las ciencias auxiliares del proceso penal, debiera inducir a los
partidos parlamentarios a elaborar un nuevo “Código Procesal Penal” de la democracia que, manteniendo
las conquistas habidas en materia de defensa y del principio acusatorio, dote a nuestra justicia penal de la
rapidez y eficacia que la sociedad contemporánea reclama.
la privación de libertad que eviten el “contagio criminal” que, especialmente en el caso de jóvenes
delincuentes no reincidentes, supone siempre la cárcel.
TEMA 2
1 – EL PRINCIPIO DE PROPORCIONALIDAD
La doctrina emanada del TC sobre el principio de proporcionalidad, según la cual no es suficiente que el
acto de investigación, lesivo de un derecho fundamental, haya emanado de la Autoridad competente, sino
que también es necesario,
- En primer lugar, que esté previsto en la Ley,
- En segundo, que objetivamente se justifique y,
- En tercero, que la resolución judicial que ordena la limitación del derecho fundamental esté
minuciosamente motivada, de tal suerte que en ella se plasme el ineludible juicio de necesidad
del que se desprenda el sacrificio del derecho fundamental, objeto de la medida.
De conformidad con la doctrina del TEDH y TC, del principio de proporcionalidad pueden extraerse las
siguientes notas esenciales:
1 – todo acto limitativo de un derecho fundamental ha de fundarse y estar previsto en una Ley con
rango de Orgánica
2 – toda resolución que limite el ejercicio de un derecho fundamental ha de estar motivada
3 – las medidas limitadoras habrá de ser necesarias para conseguir el fin perseguido con el acto de
investigación, fin que deberá estar constitucionalmente protegido
4 – ha de existir adecuación entre la medida prevista o aplicad y la procuración del bien
constitucionalmente relevante
5 – la finalidad perseguida por el acto instructorio y lesivo del derecho fundamental no ha de poder
alcanzarse por otro medio no lesivo o menos limitativo del derecho fundamental (subprincipio de la
“alternancia menos gravosa”.
La infracción del principio de proporcionalidad ocasionará, no sólo la violación del derecho fundamental en
cuestión, sino que ocasionará que la sentencia penal de condena, que se funde sobre prueba prohibida,
infringirá además la presunción de inocencia o el derecho a un proceso con todas las garantías, lo que
permitirá su restablecimiento mediante los recursos ordinarios, fundados en la infracción del precepto
constitucional o, en último término, a través del recurso constitucional de amparo.
configuración legal, cuyo ejercicio necesita de la interposición del legislador. En nuestro ordenamiento,
dicha interposición la constituye la LO del Jurado, que regula el derecho de acceso al Jurado, previendo
todo un estatuto de los jurados y un procedimiento de selección claramente respetuoso con el mandato
conforme al cual el acceso a los oficios públicos ha de serlo en condiciones de igualdad.
El primer supuesto se encuentra expresamente proscrito por la CE, que establece la prohibición de los
Tribunales de Honor. Si alguno de tales órganos actuara una norma de carácter penal, se infringiría también
el principio del juez legal. Lo mismo cabría entender si la Administración, con infracción del non bis in ídem,
impusiera a un funcionario, por la única causa de haber cometido un delito, una sanción de inhabilitación
sin que haya recaído todavía sentencia penal.
El segundo supuesto también está desterrado por la CE, que consagra el principio de unidad jurisdiccional,
cuya infracción abre las puertas al recurso de amparo. Lo mismo sucedería si la jurisdicción militar
extralimitara su competencia.
Por consiguiente, por “juez ordinario”, en materia procesal tan sólo cabe entender el juez o Tribunal de lo
penal, integrante de la Jurisdicción ordinaria o Poder Judicial.
3.4 – JUEZ LEGAL E INDEPENDENCIA. LA DOCTRINA CONSTITUCIONAL SOBRE EL JUEZ LEGAL IMPARCIAL
A) LA SUBSUNCIÓN EN LA CE DEL DERECHO AL JUEZ IMPARCIAL
La CE requiere que los titulares de la potestad jurisdiccional sean jueces y magistrados “independientes,
inamovibles, responsables y sometidos únicamente al imperio de la Ley”.
En idéntico sentido se pronuncian también el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y el
Convenio Europeo de Derechos Humanos cuando establecen el derecho que a todos asiste a ser juzgados
por un “tribunal independiente e imparcial”.
De aquí que la denuncia de la infracción del derecho al juez legal imparcial pueda efectuarse, conforme a la
jurisprudencia del TC, bien por vulneración del derecho al juez predeterminado por la Ley, bien a través
del derecho a un proceso con todas las garantías, ya que la imparcialidad se erige en una garantía esencial
del Poder Judicial inserto en una sociedad democrática.
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C) LA ABSTENCIÓN Y LA RECUSACIÓN
Para garantizar la imparcialidad objetiva surge, en la esfera del proceso, la abstención y la recusación.
Dentro de las causas de recusación adquiere singular relevancia la de haber sido instructor de la causa,
situación que contraviene también el principio acusatorio que se encuentra implícito en el derecho a un
proceso con todas las garantías. De conformidad con la doctrina del TEDH sobre la imparcialidad objetiva,
se ha de vedar la posibilidad de que un órgano judicial pueda conocer de la fase de juicio oral contra un
encausado si alguno de sus miembros ha asumido previamente funciones instructoras contra él, como lo
sería, por ejemplo, el dictar un Auto de admisión de una querella o conocer de un recurso de apelación
contra un Auto de procesamiento o de inculpación.
A fin de posibilitar a las partes el ejercicio de su derecho de recusación ha de ponerse en su previo
conocimiento la determinación del Magistrado ponente y la de los demás Magistrados que no constituyan
plantilla de la Sala.
ellas, las referentes al reparto de los asuntos y a la constitución de los órganos jurisdiccionales colegiados.
Si tales irregularidades encierran auténticas manipulaciones con el objeto de mediatizar las futuras
decisiones del órgano jurisdiccional, si, en definitiva, a través de ellas se viola la independencia judicial,
constituyen un claro atentado al Juez legal.
TEMA 3
1 – EL PRINCIPIO DE LEGALIDAD
Por dicho principio de legalidad cabe entender el derecho de toda persona a no ser condenado a una pena
privativa de libertad, que no se encuentre prevista en una norma con rango de Ley Orgánica, anterior a la
comisión del hecho punible o, en su caso, posterior pero más favorable y que reúna la predeterminación
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suficiente de la conducta ilícita y de la sanción aplicable para poder ser conocida por su autor, así como a
no ver incrementada su condena por obra de una revisión legislativa o jurisprudencial.
Del referido concepto se infieren las siguientes notas esenciales:
partem”, como de la integración de las cláusulas generales abiertas mediante normas reglamentarias.
convertir en ilícitos penales lo que hasta la fecha eran meros ilícitos administrativos o, incluso, civiles).
La aplicación del principio del “non bis in ídem” al ámbito del procedimiento administrativo sancionador
fue una conquista del TEDH, que ha sido secundada por el TC español. De este modo, constituye una
doctrina pacífica de dicho Tribunal que, si bien cada Estado es libre de despenalizar o no los delitos y
convertirlos en ilícitos administrativos, el procedimiento administrativo sancionador ha de ser respetuoso
también con todas las garantías, materiales y procesales, contenidas en el Convenio EDH, entre las que se
encuentra la prohibición del “non bis in ídem”. Dicha prohibición ha de estar presente también en los
supuestos de aplicación de una sanción penal y otra administrativa a unos mismos hechos.
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2 – IGUALDAD DE ARMAS
2.1 – FUNDAMENTO
Al igual que el principio de contradicción, tampoco el de igualdad goza de una explícita consagración en la
CE y los Pactos Internacionales de Derechos Humanos.
En opinión del autor, el principio de igualdad de armas es una proyección del genérico principio de igualdad
en el derecho a un proceso con todas las garantías, el cual hay que considerar vulnerado cuando el
legislador crea privilegios procesales carentes de fundamentación constitucional alguna, o cuando el
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legislador o el propio órgano jurisdiccional crean posibilidades procesales que se le niegan a la parte
contraria o la gravan indebidamente con cargas procesales desorbitadas, sin que ambas posibilidades y
cargas procesales alcancen justificación objetiva y razonable alguna.
Por otra parte, el encuadramiento del principio de igualdad de armas dentro del derecho a un proceso con
todas las garantías, ha de obligar al órgano jurisdiccional a ser absolutamente respetuoso con el
cumplimiento del referido principio, sobre todo en la administración de la prueba.
Así pues, el principio de igualdad deberá estar presente en el juicio oral y, de modo especial, en la
proposición y ejecución de la prueba. De ahí que nuestra LECrim siempre haya garantizado los principios de
contradicción e igualdad en los escasos supuestos de prueba anticipada que se practica dentro de la
instrucción.
No obstante, dicho principio no es exigible a lo largo de todos los actos y fases del procedimiento penal,
sino tan sólo ante actuaciones procesales o jurisdiccionales que requieran, de un lado, la inmediación de un
órgano jurisdiccional y, de otro, la vigencia de los principios de contradicción e igualdad.
3 – EL PRINCIPIO ACUSATORIO
3.1 – NOTAS ESENCIALES
A) ATRIBUCIÓN DE LA INSTRUCCIÓN Y DEL JUICIO ORAL A DOS ÓRGANOS JURISDICCIONALES DISTINTOS
Debido a que la actividad instructora comporta una labor esencialmente inquisitiva, a fin de prevenir el
prejuzgamiento y evitar que el encausado sea juzgado por un órgano falto de imparcialidad, se hace
necesario que la instrucción se encomiende a un órgano unipersonal al que se le ha de vedar la posibilidad
de entender de la fase de juicio oral, que ha de ser conferida a otro órgano jurisdiccional, normalmente
colegiado.
El TEDH ha interpretado dos aspectos concretos de la exigencia de la imparcialidad contemplada en el
CEDH.
1 – En primer lugar, el tribunal debe ser subjetivamente imparcial, es decir, ningún miembro del
tribunal debe tener ninguna predisposición personal.
2 – Pero, en segundo lugar y sobre todo, el tribunal debe ser también imparcial desde un punto de
vista objetivo, es decir, debe ofrecer suficientes garantías como para excluir cualquier duda legítima
a este respecto, de modo que, si de las apariencias o de los actos del Juez la sociedad puede
alcanzar serias dudas sobre su imparcialidad, se vulnera el art. 6.1 del CEDH.
Como puede observarse, la violación del principio acusatorio, implícito en el derecho a un proceso con
todas las garantías, conlleva al propio tiempo la vulneración del derecho al juez legal imparcial.
un apelante de lo que ya lo estaba por la sentencia recurrida, salvo que el apelado impugne también
independientemente la sentencia o se adhiera a la apelación ya iniciada, de tal suerte que el órgano “ad
quem” ha de estar vinculado por los límites, subjetivos y objetivos, trazados por la acusación y la defensa
en la segunda instancia.
La regla de reformatio in peius constituye una doctrina consolidada en nuestro TC, conforme a la cual la
agravación de la pena al recurrente, realizada ex officio, sin que se le haya dado posibilidad de ejercitar el
derecho de defensa, genera indefensión y quebranta el derecho a un proceso con todas las garantías.
impedir que no pueda ser acusado nadie que no haya sido previamente declarado procesado; y
objetivamente, al tener que plasmar en él los indicios racionales de criminalidad y al establecer la
obligación para las partes acusadoras de reflejar, en sus escritos de calificación provisional, los hechos
punibles que resulten del sumario.
La obligación de poner en conocimiento del sujeto pasivo de la instrucción la imputación sobre él existente
tan pronto como fuera conocida, es exigible incluso en el juicio de faltas.
A fin de evitar acusaciones sorpresivas y de que pueda sentarse en el banquillo persona alguna que no haya
sido previamente imputada en la fase instructora, el TC estableció la doctrina de que el Juez de instrucción
está obligado a determinar la persona imputada y, con anterioridad a la conclusión de las Diligencias
Previas, recibir declaración al investigado en dicha calidad.
ART. 733 733 733 733 733 733 733 733 733 733 733 733
D) CORRELACIÓN ENTRE ACUSACIÓN Y SENTENCIA
Nuestra LECrim se muestra cautelosa a la hora de proteger el derecho de defensa frente a posibles
mutaciones sobre el objeto procesal que deseen realizar las partes o el tribunal.
El art. 733 pretende salvaguardar al acusatorio frente a eventuales cambios en el título de condena a fin de
garantizar el derecho al conocimiento previo de la acusación
En efecto, la facultad del tribunal de sugerir nuevas tesis jurídicas a las partes, tendentes a evidenciar la
concurrencia de una circunstancia eximente o una nueva calificación jurídica sobre el mismo hecho, tiene
como finalidad inmediata extender la correlación entre la acusación y el fallo incluso a la “causa petendi”
de la pretensión penal a fin de poder ampliar el conocimiento del tribunal a ese nueva calificación.
En tal caso, se autoriza a las partes a informar acerca de esa nueva calificación jurídica, informe que puede
posponerse al día siguiente del juicio si alguna de las partes no estuviera suficientemente preparada.
Pero lo que el art. 733no autoriza es a sugerir tesis jurídicas sobre hechos nuevos que no hayan sido objeto
de calificación y de prueba en el juicio oral.
Cuando surja esta eventualidad, lo procedente es suscitar la suspensión del juicio oral, practicar una
sumaria instrucción complementaria y una calificación provisional adicional con el consiguiente juicio oral
para ese nuevo hecho.
Por otra parte, procederá el recurso de casación cuando se pene un delito más grave que el que haya sido
objeto de la acusación, si el tribunal no hubiera procedido previamente como determina el art. 733.
Para el éxito de la pretensión de amparo, la infracción del art. 733ha de quedar condicionada a la
circunstancia de que el cambio de calificación jurídica produzca indefensión o menosprecio al derecho del
encausado al conocimiento previo de la acusación.
En el ámbito del proceso penal abreviado se establece también una congruencia cuantitativa al prohibir al
tribunal la irrogación de una pena superior a la solicitada por las partes acusadoras.
El derecho fundamental a un proceso con todas las garantías conlleva el derecho del encausado a no ser
gravado más en su condena o a no ser condenado si ha sido absuelto en primera instancia, como
consecuencia de una nueva valoración de las pruebas, efectuada por el tribunal de la segunda instancia,
que requieren la inmediación del tribunal.
Este derecho fundamental fue reconocido en sentencia por el TC y ha sido secundado por una amplia
jurisprudencia.
De conformidad con dicha doctrina, no le es dado al tribunal “ad quem” efectuar, sin prestar previa
audiencia al condenado, una revisión de la valoración de las pruebas efectuada por el tribunal de la primera
instancia que requiera la vigencia de los principios de inmediación, publicidad y contradicción. Pero esta
doctrina no resulta de aplicación cuando el tribunal ad quem efectúa únicamente una revisión jurídica del
objeto procesal.
Dichas pruebas son las de carácter personal y han de reconducirse a las declaraciones de las partes, testigos
y peritos, sin que alcance a los siguientes medios y elementos probatorios:
1 – a la prueba documental, a la que no afecta la inmediación judicial, por lo que el tribunal de
apelación ha de valorar la totalidad de la prueba instructora anticipada y preconstituida,
2 – a los informes periciales documentados, que no exijan oír al perito,
3 – a la prueba indiciaria, cuando el juzgador no explicita el razonamiento seguido para alcanzar el
resultado probatorio o cuando dicho razonamiento se revele erróneo,
4 – a las sentencias de instancia que no determinen los elementos de convicción en que se basa el
órgano judicial para la fijación de los hechos probados.
TEMA 5
derechos fundamentales puedan ser adoptados sin la existencia previa de fundados motivos de
participación del investigado en los hechos punibles.
Pero la doctrina del TC ha sido extremadamente parca a la hora de reclamar su vigencia dentro de la
instrucción. En la actualidad la doctrina constitucional está reconducida exclusivamente a la actividad
probatoria y, dentro de ella, fundamentalmente a la libre valoración de la prueba.
El principio de libre valoración de la prueba ha de ser complementado con la doctrina del TC, nacida con
ocasión de la interpretación de la presunción de inocencia.
No obstante, la más reciente doctrina jurisprudencial ha otorgado, de forma excepcional, un cierto valor de
prueba a las actuaciones policiales constitutivas de prueba preconstituida, esto es, en las que concurran,
entre otros, los siguientes requisitos:
1 – han de tener por objeto la mera constatación de datos objetivos, lo que acontece con las
fotografías, croquis, etc.,
2 – deben ser irrepetibles en el juicio oral,
3 – deben ser ratificadas en el juicio, mediante la declaración personal del policía que intervino en
el atestado, como testigo de referencia.
3 – finalmente, porque el tribunal “ad quem” tampoco podría, en una apelación o casación por
error de hecho en la apreciación de la prueba, revisar si el órgano “ad quo” incurrió o no en un vicio
in iudicando, por lo que, de admitir lo contrario, se infringiría también el derecho a los recursos,
implícito en el derecho a la tutela.
2.3 – CONTENIDO
Según la doctrina del TC, el contenido de dicho derecho se reduce a someter a un tribunal superior el fallo
condenatorio y la pena, conforme a lo prescrito por la Ley, de tal suerte que hay que estimar cumplido el
derecho si al recurrente se le permite el acceso a la instancia legalmente establecida o el ejercicio de los
recursos predeterminados en la Ley. Por ello no infringe este derecho fundamental el caso de las personas
aforadas al TS, contra cuya sentencia no cabe la interposición de recurso alguno, ni la condena emitida por
el tribunal superior, de apelación o de casación, cuando revoca una absolución efectuada por el órgano de
instancia.
Por el contrario, habrá que entender infringido el derecho a los recursos cuando la Ley no prevea recurso
alguno contra el fallo condenatorio dictado en primera instancia o cuando no se admita el recurso “de
plano” por una defectuosa notificación o mediante la invocación de la ausencia de requisitos fácilmente
sanables, porque el referido derecho conlleva el de la obtención de una sentencia de fondo en la segunda
instancia, así como el de ser citado y poder comparecer en ella, garantizándole al recurrente la asistencia
de abogado.
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A) FUERO DE LA NACIONALIDAD
De conformidad con el principio de nacionalidad, nuestros Juzgados y Tribunales penales también podrán
conocer de delitos tipificados en nuestro ordenamiento penal, pero cometidos fuera del territorio nacional,
cuando los responsables penales fueran españoles o extranjeros que hubieran adquirido la nacionalidad
española con posterioridad a la comisión del hecho y concurrieran los siguientes requisitos:
1 – que el hecho sea punible en el lugar de ejecución, salvo que, en virtud de un tratado
internacional o de un acto normativo de una organización internacional en la que España sea parte,
no resulte necesario dicho requisito, sin perjuicio de lo dispuesto en los apartados siguientes
2 – que el ofendido o el Ministerio Fiscal interpongan querella ante los tribunales españoles
3 – que el presunto autor no hubiera sido absuelto, indultado o penado en el extranjero o, en este
último caso, no haya cumplido condena. Si sólo la hubiera cumplido en parte, se le tendrá en
cuenta para rebajarle proporcionalmente la que le corresponda, requisito que tiene por finalidad
evitar la infracción del non bis in dem y que se aplica también a los demás fueros extraterritoriales.
Internacional en su conjunto, razón por la cual pueden ser perseguidos por cualquier Estado, cualquiera
que sea la nacionalidad del delincuente y el lugar de su comisión.
Recientemente se ha producido un cambio en la regulación y el planteamiento de la justicia universal, que
podemos sintetizar en los siguientes puntos:
En primer lugar, se amplía la lista de delitos que, cometidos fuera del territorio nacional, son susceptibles
de ser perseguidos por la jurisdicción española. Así, junto a los tradicionales delitos de genocidio, lesa
humanidad, terrorismo, trata de seres humanos, entre otros, se incorporan los delitos regulados en el
Convenio del Consejo de Europa sobre prevención y lucha contra la violencia doméstica, en la Convención
contra la tortura y otros tratos crueles, los delitos de corrupción de agente público extranjero previstos en
el Convenio de la OCDE.
En segundo lugar, se restringe el ejercicio de la jurisdicción universal a la concurrencia de determinados
requisitos de conexión con el hecho delictivo, tales como que el presunto responsable del ilícito sea
español o extranjero con residencia habitual en España, o que el procedimiento se dirija contra un
extranjero que se encontrara en España y cuya extradición hubiera sido denegada por nuestras
autoridades, o que la víctima fuera española.
En tercero, se refuerza el carácter subsidiario de la jurisdicción universal, excluyendo la jurisdicción de los
tribunales españoles cuando ya se hubiera iniciado un procedimiento en un tribunal internacional o por la
jurisdicción del país donde se hubieran cometido los hechos.
En cuarto, se suprime el ejercicio de la acusación popular, exigiéndose como requisito de perseguibilidad la
previa interposición de querella.
En quinto y último, se establece el sobreseimiento de las causas que, en el momento de la entrada en vigor
de esta Ley, se encuentren en tramitación por los delitos a los que se hace referencia en la misma, hasta
que no se acredite el cumplimiento de los requisitos en ella establecidos.
2.1 – LÍMITES SUBJETIVOS
Gozan de la prerrogativa de la inviolabilidad las siguientes personas:
1 – el Rey, de forma absoluta
2 – los Diputados y Senadores, por las opiniones manifestadas en el ejercicio de sus cargos y
durante el periodo de su mandato
3 – los diputados del Parlamento Europeo, en términos semejantes a los anteriores
4 – los parlamentarios de las CCAA, en los términos establecidos en sus respectivos Estatutos
5 – el Defensor del Pueblo y sus adjuntos, por las opiniones manifestadas en el ejercicio de sus
cargos
6 – los Magistrados del TC, por las opiniones manifestadas en el ejercicio de sus funciones
4 – COMPETENCIA OBJETIVA
5 – COMPETENCIA FUNCIONAL
5.1 – FASE DECLARATIVA
Debido a que el proceso penal se descompone en tres fases, la instructora, la intermedia y el juicio oral,
hemos de distinguir a qué órganos jurisdiccionales corresponden dichas subfases del proceso de
declaración.
La instrucción corresponde a los Juzgados de Instrucción, Centrales de la AN incluidos y, en determinados
delitos, a los Juzgados de violencia sobre la mujer.
Con respecto a la fase intermedia (que tiene por objeto decidir sobre la apertura o no del juicio oral) cabe
distinguir, según la índole del procedimiento:
1 – en el proceso abreviado, en el del Jurado y en los juicios rápidos, es competencia de los
Juzgados de Instrucción
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2 – en el sumario ordinario (para los delitos muy graves), corresponde a la Audiencia Provincial
5.3 – EJECUCIÓN
Como regla general, la competencia funcional para conocer del proceso de ejecución corresponde al
órgano jurisdiccional que haya dictado la sentencia en primera o única instancia. Se exceptúan de dicha
regla:
1 – la ejecución de las sentencias dictadas por los Jueces de instrucción,
2 – el reconocimiento y ejecución de las resoluciones que impongan sanciones pecuniarias dictadas
por autoridades de Estados europeos que hayan de ejecutarse en España, cuya competencia
corresponde a los Juzgados de lo Penal,
3 – y de las sentencias dictadas por los Juzgados Centrales de Instrucción, que son ejecutadas por
los Juzgados Centrales de lo Penal.
También corresponde a la Sala de lo Penal de la AN el conocimiento de la ejecución de las sentencias
dictadas por tribunales extranjeros o del cumplimiento de pena de prisión impuesta por tribunales
extranjeros, cuando en virtud de un tratado internacional corresponda a España la ejecución de una
sentencia penal extranjera o el cumplimiento de una pena o medida de seguridad privativa de libertad.
Por el contrario, cuando un órgano inferior entendiera que el conocimiento de las actuaciones corresponde
a uno superior, no le está permitido promover cuestión de competencia al superior, sino tan sólo
exponerle, oído el Ministerio Fiscal, las razones que tenga para creer que le corresponde el enjuiciamiento
del asunto.
El Letrado de la Administración de Justicia dará vista de la exposición y antecedentes al Ministerio Fiscal y a
las partes, y luego de oídos todos, el Tribunal resolverá lo que estime procedente, comunicando esta
resolución al Juez que la haya expuesto para su cumplimiento.
Y en la fase intermedia, estas cuestiones de competencia pueden suscitarse, en el sumario ordinario, como
artículo de previo pronunciamiento al amparo de la declinatoria de jurisdicción y, en el proceso penal
abreviado, como cuestión previa en la audiencia previa.
TEMA 7
En función del procedimiento y de la fase del mismo en que nos encontremos, la actuación de oficio de los
órganos judiciales puede producirse en distintos momentos:
1 – en el juicio por delitos leves, los Juzgados Paz y de Instrucción podrán promover y sostener la
competencia en cualquier estado del juicio.
2 – en la fase de instrucción de un proceso penal por delito, los Juzgados de Instrucción podrán
promoverla en cualquier momento de dicha fase, es decir, en el curso del sumario en el proceso
común o de las diligencias previas en el abreviado.
3 – en la fase de juicio oral, los Juzgados de lo Penal, las Audiencias Provinciales o la Sala de lo
Penal de los Tribunales Superiores de Justicia podrán promover la competencia durante la
sustanciación del juicio, lo que habrá de suceder antes del inicio de las sesiones.
En el procedimiento común o por delitos graves, la declinatoria se propondrá como artículo de previo
pronunciamiento y, en el abreviado, se propondrá en los escritos de acusación y defensa, resolviéndose
sobre ella en el comienzo de las sesiones del juicio oral.
mismo Juzgado que instruye el delito principal aunque, con respecto a los conexos, no sea territorialmente
competente.
No obstante, la LECrim concede al Juez instructor, en el ámbito del proceso abreviado, la posibilidad de
formar piezas separadas cuando resulte conveniente para simplificar o activar el procedimiento y existan
elementos para juzgar separadamente a cada uno de los investigados.
B) COMPETENCIA TERRITORIAL
De conformidad con la LECrim, la determinación del órgano judicial territorialmente competente para el
conocimiento de los delitos conexos, que hayan sido cometidos en distintas demarcaciones judiciales, es la
siguiente:
1 – El del territorio en que se haya cometido el delito que tenga señalada mayor pena
2 – El que primero comenzase la causa, en el caso de que los delitos conexos tengan señalada igual
pena
3 – El que la Audiencia o el Tribunal Supremo designen, en sus respectivos casos, cuando las causas
hubieran empezado al mismo tiempo o no conste cuál comenzó primero.
No obstante, en el supuesto de delitos cometidos por dos o más personas en distintos lugares, si hubiera
precedido concierto para ello, la LECrim atribuye la competencia para el conocimiento de los delitos
conexos, con preferencia a los indicados anteriormente, al Juez o Tribunal del partido judicial sede de la
correspondiente AP, siempre que los distintos delitos se hubieran cometido en el territorio de una misma
provincia y al menos uno de ellos se hubiera perpetrado dentro del partido judicial sede de la
correspondiente AP.
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2 – PARTES PENALES
Son partes penales quienes deducen la pretensión y quienes se oponen a ella. A las partes activas se les
denomina “partes acusadoras” y a la pasiva, investigado en la instrucción y encausado en el juicio oral.
A) PARTES ACUSADORAS
En nuestro ordenamiento, junto al Ministerio Fiscal, pueden comparecer diversos querellantes que, en
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relación con la titularidad del bien jurídico protegido por la norma penal, pueden clasificarse en:
Acusadores populares
Reciben esta denominación quienes, sin ser ofendidos por el delito, deciden ejercitar la acción penal en
forma de querella. Los acusadores populares son titulares del derecho constitucional contenido en el art.
125 CE y no del derecho a la tutela judicial efectiva, razón por la cual, como regla general, no pueden
invocar el recurso de amparo.
Debido a que el ejercicio de la acción popular entraña el de un derecho constitucional, la Ley reserva su
ejercicio a los “españoles”. La LECrim sólo exige que los acusadores populares sean capaces y que no hayan
sido condenados dos veces por un delito de denuncia o querella calumniosa, declarando incompatibles
para el ejercicio de esta acción a los Jueces y Magistrados.
Tanto la doctrina del TC como la del TS, coinciden en otorgar la más amplia capacidad a las personas
jurídicas para la interposición de una querella popular.
Los acusadores populares han de satisfacer fianza con el fin de prevenir las responsabilidades en que
pudieran incurrir como consecuencia de un irresponsable ejercicio de la acción penal.
Acusadores particulares
Los acusadores particulares son quienes, por ostentar la titularidad del bien jurídicamente protegido y por
ser sujetos pasivos del delito, pueden acceder al proceso en su calidad de ofendidos.
Por ser titulares de esos bienes e intereses legítimos, la jurisprudencia del TC, a diferencia de los
acusadores populares, les confiere la titularidad del derecho fundamental a la tutela judicial efectiva, cuya
infracción posibilita el ejercicio del recurso de amparo.
El derecho a la querella del ofendido se manifiesta como un derecho a que se incoe un proceso penal, si la
acción es penalmente típica y se ha determinado o su responsabilidad penal es susceptible de
determinación, pero no a obtener la condena del investigado. En cambio sí le asiste, también a diferencia
del acusador popular, el derecho a obtener el sobreseimiento del proceso, si también lo solicita el
Ministerio Fiscal.
La forma de dicho acceso puede ser originaria, mediante la interposición de una querella, o adhesiva, a
través del ofrecimiento de acciones o de la personación del ofendido dentro de la fase instructora, sin que
se le pueda exigir el pago de fianza alguna.
Tratándose de delitos semipúblicos o privados, el ofendido es, además, titular de una acción penal privada
por cuanto ostenta también el derecho a la no persecución penal del delito, que pueden ejercitar al inicio
del proceso, decidiendo acerca de su incoación, denunciando o no su comisión, o poniéndole término
anormalmente mediante el perdón.
En tales supuestos, en los que el ofendido ostenta el monopolio de la acción penal y puede tener también
el de la pretensión punitiva, recibe la denominación de acusador privado.
B) PARTES ACUSADAS
La parte acusada es el investigado, quien recibe la denominación de encausado cuando ha sido imputado
judicialmente, y la de acusado cuando se ha ejercitado contra él la pretensión penal mediante el escrito de
acusación o de calificación provisional presentado por las partes acusadoras.
A dicho investigado se le conoce también como “procesado” cuando el Juez de Instrucción, en el sumario
ordinario, dicte contra él el auto de procesamiento.
Pueden ser investigados tanto las personas físicas cuanto las jurídicas.
personas jurídico públicas están exentas de responsabilidad penal. Y desde un punto de vista objetivo,
dicha responsabilidad penal únicamente puede suceder en la comisión de delitos para los que está prevista,
entre los que cabe señalar:
1 – la corrupción en el sector privado y en las transacciones comerciales internacionales,
2 – la pornografía y prostitución infantil
3 – la trata de seres humanos
4 – el blanqueo de capitales, entre otros.
Por lo demás, a las personas jurídicas no se les puede instar la aplicación de la totalidad de las penas del CP,
sino tan sólo las que sean coherentes con su naturaleza. En particular, no se les puede irrogar la pena
privativa de libertad (que sí es reclamable para sus representantes), sino exclusivamente determinadas
penas privativas de derechos, entre las que cabe mencionar la multa, su disolución o suspensión o la
clausura de sus locales y actividades.
La extinción de la responsabilidad penal de la persona física autora del hecho no extingue la de la persona
jurídica.
El investigado es titular del derecho fundamental de defensa y de sus derechos instrumentales (al silencio,
a no declarar contra sí mismo, etc.), debiendo ostentar capacidad penal, la cual se adquiere a los 18 años.
Por tanto, por debajo de esta edad, la conducta será impune si el investigado es menor de 14 años, y el
mayor de 14 y menor de 18 podrá ser investigado a través del proceso penal de menores.
Las demás causas de exención de la responsabilidad penal, incluida la enajenación mental, no ocasionan la
prohibición de comparecer válidamente en el proceso penal, sino que, precisamente, se le ha de garantizar
al investigado el ejercicio del derecho de defensa para hacerlas valer, con eficacia, dentro del proceso,
motivando según su naturaleza, bien un auto de sobreseimiento libre, bien una sentencia absolutoria.
Sin embargo, si la discapacidad mental fuera sobrevenida, el Juez habrá de dictar la suspensión del
procedimiento, ya que se vulneraría el derecho a la autodefensa del investigado si se abriera un juicio oral
contra él, si no tuviera la capacidad de discernimiento necesaria para poder ejercitar con eficacia su
defensa privada.
A) ACTIVAS
La parte civil activa es el perjudicado, es decir, quien ha sufrido en su esfera patrimonial o moral los daños
producidos por la comisión del delito.
El perjudicado ha de cumplir con los presupuestos procesales civiles de la capacidad para ser parte, de la
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actuación procesal y de legitimación activa, los cuales se rigen por las normas de la LEC.
Al perjudicado le asiste el derecho fundamental a la tutela judicial efectiva o de acceso al proceso para la
interposición de la pretensión resarcitoria, lo que puede hacer originariamente mediante la presentación
de un escrito de querella, en el que acumulará la acción civil dimanante del delito a la acción penal; o
adhesivamente, en la misma forma en que puede efectuarlo el ofendido.
Debido a que el delito es fuente de responsabilidad civil, su capacidad de postulación no puede quedar
limitada a la determinación de los daños, sino que también está legitimado para instar los actos de
investigación y de prueba que evidencien la existencia del delito y la responsabilidad penal de su autor.
Por esta razón, su intervención, en todo lo relativo a la pretensión penal, es similar a la del coadyuvante, en
tanto que ostenta un interés legítimo en instar la condena del culpable.
B) PASIVAS
El responsable civil es la parte pasiva de la pretensión civil acumulada al proceso penal.
En la mayoría de los casos se confunde el rol de investigado con el de responsable civil pues, en la medida
en que los daños surgen como consecuencia de la comisión del delito, su autor es simultáneamente
responsable penal y civil, si bien la extinción de la responsabilidad penal no conlleva necesariamente la de
la civil.
Pero puede ocurrir que, por imperativo de la Ley, o por obra de la autonomía de la voluntad de las partes,
la responsabilidad civil se desplace hacia un tercero.
Lo primero es lo que acontece en los supuestos de culpa civil “in vigilando” o “in eligendo” de personas que
se encuentran bajo la guardia y custodia o mantienen una determinada relación jurídica con un tercero. Lo
segundo, cuando, en virtud de un contrato, normalmente de seguro, el tercero responde, hasta el límite
fijado en dicho convenio, de los daños que pudiera ocasionar el autor del delito.
En todos estos casos, también el tercero ostenta legitimación originaria para defenderse frente a la
pretensión civil de resarcimiento interpuesta por el perjudicado o por el Ministerio Fiscal, en su caso.
4 – EL MINISTERIO FISCAL
4.1 – EL MINISTERIO FISCAL COMO AUTORIDAD IMPARCIAL DEFENSORA DE LA LEGALIDAD
En su calidad de órgano colaborar de la Jurisdicción, el Ministerio Fiscal es una autoridad imparcial. Puede
recibir denuncias y practicar, con el auxilio de la Policía Judicial, una preinstrucción denominada “diligencias
informativas”, la cual no puede exceder, como regla general, de seis meses de duración y en las que puede
decretar la detención del investigado, realizar cuantos actos de investigación estime oportunos, sin que
pueda adoptar resoluciones limitativas de los derechos fundamentales, que habrá de solicitar del Juez de
Instrucción.
Como órgano imparcial que es, el MF, si bien no puede ser recusado, ha de abstenerse por las mismas
causas de pérdida de imparcialidad que rigen para los Jueces y Magistrados.
En su calidad de defensor de la legalidad, ha de actuar, tanto instando la condena del culpable, como la
absolución del inocente por lo que a él se le extiende
1 – la obligación de informar al investigado de todas las circunstancias, adversas y favorables;
2 – ha de prevenir la comisión de detenciones ilegales, pudiendo interponer un habeas corpus
cuando considere que alguna persona ha sido ilegítimamente detenida;
3 – debe solicitar el sobreseimiento si aprecia que no existen méritos necesarios para instar la
apertura del juicio oral;
4 – y está autorizado, en el juicio oral, a retirar la acusación si estima que no existe responsabilidad
penal alguna en la conducta del encausado.
competencia,
2 – en los incidentes de recusación,
3 – cuidad de que no se produzcan delaciones indebidas, etc.
No obstante, la legitimación del MF siempre es originaria y en calidad por tanto, de parte principal, razón
por la que puede impugnar, con independencia, las resoluciones judiciales.
De dicha regla hay que exceptuar los supuestos en que el MF actúa en defensa de menores o de personas
desvalidas, en los que el MF ejercita una acción derivada que bien puede calificarse de representativa.
En dicho ejercicio, que debiera revestir la forma de querella, está sometido al principio de legalidad, sin
que nuestro ordenamiento le permita la invocación del principio de oportunidad. Pero, debido a su función
de tutelar el interés público y los derechos subjetivos de los ciudadanos, la CE autoriza al legislador a
instaurar este segundo principio, que nunca puede resultar contradictorio, sino complementario del
primero. Por esta razón, en el ámbito de la Ley Procesal Penal del menor, el MF está asumiendo la función
de mediador, especialmente interesado en la rehabilitación del menor y en la pronta reparación de la
víctima, lo que le habilita, cuando se protejan ambos intereses, a dictar resoluciones de archivo fundadas
en el principio de oportunidad.
4.3 – EL MF COMO SUSTITUTO PROCESAL DE LA VÍCTIMA
Conforme a lo dispuesto por nuestra LECrim, el MF está obligado también a ejercitar la acción civil
dimanante del delito en nombre e interés de la víctima.
En este caso la legitimación civil del MF no es originaria, pues la única parte principal es el perjudicado,
titular absoluto de la acción civil, de la que puede disponer de ella procesal y extraprocesalmente; sino
derivada. El MF actúa como un sustituto procesal: en nombre propio pero en interés ajeno.
TEMA 9
B) REQUISITOS
Del concepto que acabamos de formular se infieren las siguientes notas esenciales:
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a) Las cuestiones prejudiciales son elementos de hecho que exigen una valoración jurídica previa e
independiente del objeto principal. Tales elementos de hecho pueden integrar el fundamento del
título de imputación (ej., en los delitos contra la propiedad hay que determinar previamente la
ajenidad de la cosa) o incluso erigirse en una pretensión autónoma, pro conexa e instrumental de la
principal. En cualquier caso, son cuestiones pertenecientes al fondo de la pretensión penal, sobre
las cuales operarán los efectos prejudiciales de la cosa juzgada, salvo que sus declaraciones
jurisdiccionales se efectúen a título incidental.
b) Las cuestiones prejudiciales han de ser relevantes para el enjuiciamiento del objeto procesal. La LEC
se refiere expresamente a este juicio de relevancia al afirmar que el tribunal civil suspenderá el
proceso y deferirá el conocimiento de la cuestión al tribunal penal cuando la decisión de éste
acerca del hecho por el que se procede pueda tener influencia decisiva en la resolución sobre el
asunto civil. La valoración del hecho ha de ser imprescindible para la correcta integración del objeto
procesal, sin la cual el tribunal decisor no podría resolver jurídicamente la pretensión penal.
c) Los hechos que integran un título de imputación precisan de una valoración jurídica con arreglo a
normas del Derecho material y la consiguiente declaración jurisdiccional, previa e independiente
de la pretensión principal.
d) La competencia para valorar el hecho con arreglo a las normas del Derecho material ha de
corresponder, como regla general, al tribunal del orden jurisdiccional competente. No obstante, de
esta regla general hay que excluir las cuestiones prejudiciales incidentales que constituyen la regla
general del proceso penal y cuya resolución en sentencia no ha de producir efecto alguno de cosa
juzgada, ni siquiera el prejudicial.
C) NATURALEZA Y FUNDAMENTO
El fundamento de las cuestiones prejudiciales reside en el principio constitucional de seguridad jurídica y
su corolario es la inmutabilidad de las sentencias pues, tal y como tiene declarado el TC, “unos mismos
hechos no pueden existir y dejar de existir para los órganos del Estado”, por lo que, si ante la existencia de
cuestiones prejudiciales, los tribunales de cada orden jurisdiccional declarasen lo que en cada caso
estimasen conveniente, podrían dictarse sentencias contradictorias, con grave quebranto del principio de
seguridad jurídica.
Pero el fundamento inmediato de la prejudicialidad consiste en la prevención de los efectos prejudiciales
de la cosa juzgada, ya que, si debido a la conexidad instrumental de las pretensiones penales o de sus
títulos de condena, los tribunales decidieran las cuestiones prejudiciales a su antojo, se vulneraría, en
último término, el principio “non bis in ídem”.
heterogéneas.
Las cuestiones heterogéneas se rigen por el aforismo “el proceso penal ha de suspender siempre al proceso
civil”, máxima que, como consecuencia del principio de preferencia de la jurisdicción penal, fue elevada a
norma general.
Por el contrario, son homogéneas las cuestiones prejudiciales que han de ser valoradas con arreglo a las
normas del Derecho penal. A ellas se refiere la LEC contemplando las cuestiones homogéneas civiles. Pero
el hecho de que la LECrim ni siquiera las mencione, no significa que no puedan suceder dichas cuestiones
penales en el propio proceso penal.
B) DEVOLUTIVAS E INCIDENTALES
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Atendiendo a los efectos procesales que ha de producir el planteamiento de una cuestión prejudicial en el
proceso principal, pueden clasificarse en devolutivas y suspensivas (las cosas a la vez) e incidentales (o no
devolutivas).
Las cuestiones prejudiciales devolutivas son las que, con suspensión del proceso penal, han de remitirse,
para su decisión definitiva, al tribunal del orden jurisdiccional competente.
De la regulación de tales cuestiones se ocupan los arts. 4 y 5 LECrim, de cuya redacción cabe concluir que
no siempre “lo penal tiene a lo civil en suspenso”, sino que existen supuestos en los que, bien por versar
sobre una cuestión de estado civil, bien por ser determinantes de la culpabilidad o inocencia del acusado,
se produce una excepción inversa: el tribunal penal debe deferir el conocimiento de la cuestión al tribunal
civil, con suspensión del proceso penal.
Por otro lado, las cuestiones prejudiciales no devolutivas (o incidentales), son las que pueden ser conocidas
incidentalmente por el tribunal penal. Como regla general las cuestiones prejudiciales son siempre no
devolutivas.
2 – TRATAMIENTO PROCEDIMENTAL
A) INCIDENTALES
Todas las cuestiones prejudiciales son de fondo y han de ser enjuiciadas junto con el objeto procesal.
Las cuestiones prejudiciales no devolutivas (o incidentales) serán tratadas por el órgano jurisdiccional de
enjuiciamiento a la hora de dictar la sentencia, integrando la correspondiente cuestión jurídica que, en
dicha resolución habrá de motivarse, sin perjuicio de que, previamente, el Juez de instrucción también haya
de tomarlas en consideración a la hora de dictar un acto de imputación o una medida cautelar.
B) DEVOLUTIVAS
La suspensión del procedimiento
El art. 4 LECrim faculta al Tribunal a conceder a las partes un plazo no superior a dos meses para el
ejercicio, por la parte interesada, del derecho de acción ante el Tribunal del orden jurisdiccional
competente, finalizado el cual, sin haber promovido el oportuno proceso civil o administrativo, el Tribunal
podrá extender su conocimiento a la cuestión prejudicial.
La posibilidad de ejercicio del derecho de acción queda supeditada a la ausencia de prescripción del
derecho subjetivo material o de “caducidad” del propio derecho de acción. Si, por el transcurso del tiempo,
el particular no reaccionó contra el acto del que se deriva la cuestión y ya no pudiera ser revisado por la
Jurisdicción civil o administrativa, huelga que el Tribunal penal conceda a las partes siquiera dicho plazo.
Habrá de extender necesariamente a ella su conocimiento para el solo efecto de la represión.
Planteamiento de la cuestión
El hecho de que la cuestión prejudicial devolutiva entrañe un problema de jurisdicción obliga a examinar de
oficio este presupuesto procesal, y así lo concibe el art. 4 al obligarle a suspender el procedimiento para
que la parte interesada pueda plantearla ante el tribunal competente.
Pero la parte interesada también puede suscitar el planteamiento de la cuestión devolutiva en cualquier
estadio del procedimiento, toda vez que la ausencia de jurisdicción produciría un acto nulo por exceso de
en sentido desfavorable para el encausado y contradictorio con el pronunciamiento del órgano civil o
administrativo, la parte interesada podrá interponer recurso de casación.
TEMA 10
El derecho de acción penal abre sus puertas al recurso de amparo. Pero para que éste pueda interponerse
por el indebido rechazo de una acción penal es necesario que se haya vulnerado el derecho a la tutela, es
decir, si se han creado obstáculos indebidos o desproporcionados al derecho de acceso del querellante al
proceso penal, lo que puede suceder con una fianza desproporcionada impuesta al acusador popular o a los
extranjeros y, en general, cuando se inadmita una querella o se dicte un auto de archivo o de
sobreseimiento sin la pertinente motivación y fundamentación jurídica, la cual ha de resultar razonada,
razonable y no incursa en error patente.
Las acciones penales de los particulares se pueden dividir en dos grandes grupos:
1 – Acciones públicas. Más conocidas como acciones populares, son las que pueden ejercitar los
ciudadanos cuando no resulten ofendidos por el delito.
2 – Acciones privadas. Asisten únicamente a los titulares del bien o interés jurídico protegido por la
norma penal infringida. A su vez pueden dividirse en:
a) Dimanantes de un delito público, en cuyo caso pueden ser iniciales o adhesivas (según
el ofendido inicie el procedimiento o entre en uno ya incoado a través del ofrecimiento
de acciones)
b) O procedentes de un delito semipúblico o privado, en cuyo caso tales acciones pueden
denominarse privadas exclusivas pues, en ellas, el ofendido ostenta la titularidad de la
acción penal.
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1.3 – CONTENIDO
La acción penal se ejercita mediante la puesta en conocimiento de órgano jurisdiccional de una “notitia
criminis”. Así se infiere de lo dispuesto en el art. 100 LECrim según el cual “de todo delito o falta nace
acción penal para el castigo del culpable”.
Por consiguiente, otros tipos ilícitos, tales como los administrativos sancionadores o los civiles, no pueden
ser determinados en el proceso penal. Cuando esto ocurra, el Juez puede rechazar una denuncia o una
querella por falta de tipicidad.
1.4 – FORMA
Conforme a la mayoría de la doctrina y de la jurisprudencia, la acción penal tan sólo se ejercita mediante la
forma de querella.
Nuestro ordenamiento conoce otros medios de iniciación del proceso penal, cuales son la denuncia y la
incoación de oficio. Pero el ejercicio de la denuncia, ni conlleva la obligación de motivar la resolución de
inadmisión, ni el Juez está obligado a notificar esta resolución al denunciante por lo que, si el particular
desea que el Juez sea escrupuloso con el cumplimiento del derecho a la tutela, debe ejercitar la acción en
forma de querella.
En el caso de la incoación de oficio, no se trata del ejercicio de derecho de acción que, en tanto que
derecho fundamental, sólo asiste a los particulares frente a los poderes públicos. De aquí que no resulte
casual que la LECrim prohíba el ejercicio de la acción penal a Jueces y Magistrados y que establezca que el
Secretario judicial debe poner en conocimiento inmediato del MF de la respectiva audiencia la sospecha de
comisión del delito, a fin de que sostenga la pretensión penal.
1.5 – OBJETO
El objeto de la acción penal consiste en provocar la incoación del proceso penal a fin de obtener una
resolución motivada y fundada que ponga fin al procedimiento.
El derecho de acción penal no conlleva la exigencia de la obtención de una sentencia de condena con un
contenido determinado. Tal como afirma el TC, dicho derecho es un mero derecho a proceder, no un
derecho a la condena penal, ni a la apertura del juicio oral, sino a la incoación del procedimiento, si la
sospecha de la comisión del delito fuera típica y verosímil.
Pero si el Juez opta por una resolución de inadmisión de la querella, de archivo o de sobreseimiento, ha de
saber que dicha resolución, al incidir en un derecho fundamental, como lo es el de la tutela, ha de cumplir
con las exigencias del principio de proporcionalidad, siendo la primera el deber de motivación.
En particular, si se trata de la invocación de la ausencia de tipicidad, habrá de determinar los requisitos del
tipo que no concurren en la fundamentación fáctica de la querella.
A) SUJETOS
Extranjeros
Los extranjeros carecen de capacidad para el ejercicio de la acción popular, sin que deban reputarse como
tales los ciudadanos de la UE.
B) FORMA
La acción popular, como toda acción penal, ha de utilizarse mediante querella, a la que el Juez podrá exigir
la prestación de fianza, que habrá de ser siempre proporcionada con el patrimonio del querellante.
Aun cuando se podría llegar a la conclusión de que el acusador popular no puede ejercitar la acción penal
adhesiva, por cuanto se reserva la posibilidad de mostrarse parte en un procedimiento ya incoado
exclusivamente a los perjudicados, la jurisprudencia del TS permite también la entrada en la causa del
acusador popular sin necesidad de deducir querella, si bien, en tal caso, debiera también prestar fianza.
En materia de costas, la doctrina del TS niega el derecho del acusador popular a exigir su pago en caso de
condena al acusado.
caracteriza por que el ofendido goza del más absoluto poder de disposición, no sólo de la acción penal sino
también de la pretensión punitiva.
Los únicos delitos privados contemplados en nuestro CP son los de injurias y calumnias.
En tal caso, la legitimación activa corresponde exclusivamente al ofendido y el ejercicio de la acción debe
revestir forma de querella.
En estos procesos por delito privado el sujeto pasivo no sólo ostenta el más amplio monopolio en el
ejercicio de la acción penal, sino que también es dueño de la pretensión penal, de cuya disponibilidad goza
a través del perdón, el cual ocasiona la extinción de la responsabilidad penal, siempre y cuando se
produzca, al menos, con anterioridad al inicio de la ejecución de la pena.
La consagración procesal de la remisión la efectúa el art. 106 LECrim al posibilitar la renuncia de la acción
penal. Así mismo, este proceso puede finalizar por caducidad de la acción.
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Nuestra LECrim dispone que tales ilícitos sólo podrán ser perseguidos por los ofendidos o por sus legítimos
representantes.
De ello se deriva que, así como en los procesos por delito privado, los presupuestos procesales que ha de
cumplir el querellante son, de un lado, ejercitar la acción en forma de querella y, de otro, ostentar la
legitimación activa de ofendido; en los delitos semipúblicos sólo se impone este último, pudiendo ejercitar
la acción en forma de querella o de denuncia, debiendo en todo caso comparecer en el procedimiento el
MF a fin de sostener la pretensión penal.
3 – EL OFRECIMIENTO DE ACCIONES
El ofrecimiento de acciones constituye una de las medidas más eficaces de la tutela de la víctima al permitir
nuestro ordenamiento procesal la entrada del perjudicado en el proceso penal con igualdad de armas con
respecto al MF.
A este respecto, la LECrim contempla la “llamada a la causa” ya iniciada, y la “intervención adhesiva” de los
ofendidos y perjudicados por el hecho punible a fin de que puedan ejercitar sus correspondientes
pretensiones, penal y civil, con absoluta independencia de la que pueda efectuar el MF. Dicho ofrecimiento
de acciones ha de realizarse, no sólo a las víctimas directas sino también a las indirectas o sucesores del
difunto.
La intervención adhesiva de los acusadores y actores populares no lo es pues, en calidad de coadyuvantes
del MF o de partes secundarias, sino que la LECrim les otorga la capacidad de postulación necesaria para
poder actuar en el proceso en calidad de partes principales activas.
C) DEBER DE INFORMACIÓN
Ahora bien, para poder adoptar tales medidas es necesario que el Juez ponga en conocimiento de la víctima
los actos procesales que puedan afectar a su seguridad a fin de que, si así lo considera oportuno, pueda
solicitar dichas medidas de control judicial.
En cuanto a la orden de protección a las víctimas de la violencia de género contemplada en el CP, recibida
la solicitud de protección por el Juez de Guardia competente, convocará a las partes interesadas y al MF a
una audiencia que finalizará mediante autor en el que el Juez podrá acordar, incluso de oficio, las medidas
provisionales civiles y penales que estime oportunas, así como las de asistencia y protección social.
Las medidas civiles mantendrán toda su eficacia durante treinta días y hasta tanto la víctima plantee su
demanda de separación o divorcio ante el Juez de Primera Instancia competente.
La orden de protección comprende también la obligación de informar a la víctima de la situación procesal
del investigado, así como su inscripción en el Registro Central para la protección de las víctimas de la
violencia doméstica.
En cualquier caso, la comparecencia ha de ser, como toda parte procesal privada, mediante Procurador y
Abogado, pudiendo beneficiarse de la justicia gratuita.
Si fueran varios los ofendidos, y si existiera convergencia de intereses, el Juez puede disponer que se
agrupen en una única representación, lo cual no es obstáculo para que, una vez abierto el juicio oral, las
partes materiales puedan encomendar la acusación a distintos Letrados.
B) PRECLUSIÓN
La intervención de los acusadores particulares y civiles ha de realizarse con anterioridad al trámite de
calificación del delito.
Siendo dicho trámite el acto procesal mediante el cual se ejercita la pretensión, es natural que la norma
procure la intervención de las partes acusadoras con anterioridad al momento de formalización del objeto
procesal.
No obstante, con independencia de dicho trámite, debe autorizarse la entrada de nuevas partes acusadoras
en los supuestos de reconvención penal en los que el investigado, disconforme con la acusación, afirma su
condición de ofendido y pretende ejercitar la pretensión contra su acusador particular.
Tampoco cabe olvidar que, al menos la pretensión civil, se rige por los principios que le son propios, uno de
los cuales es el de que la no realización del acto sólo produce la preclusión del mismo, pero no impide que
la parte pueda comparecer, aun cuando haya perdido la posibilidad de deducir la pretensión o de oponerse
a ella.
Esta es la razón por la que el TC ha establecido la doctrina según la cual los autos de archivo o de
sobreseimiento deben notificarse al perjudicado, haya o no comparecido en el proceso, y por la misma
razón ha autorizado su entrada en la segunda instancia.
Así mismo, el TS ha convertido en letra muerta la exigencia de preclusión rígida consistente en que el
ofendido haya de comparecer con anterioridad al trámite de calificación o acusación. En opinión del TS, al
disponer que el Secretario Judicial debe informar a la víctima aunque no haya sido parte en el proceso, ha
derogado la exigencia de preclusión, permitiendo su comparecencia incluso una vez abierto el juicio oral.
TEMA 11
Pero la CE no agota la totalidad de los derechos instrumentales de defensa, los cuales existen también en
los pactos internacionales de derechos humanos y en la propia LECrim. De este modo, la LECrim, en
relación con el detenido, ha incorporado algunos no previstos expresamente en la CE (como la notificación
de la detención a los familiares o el derecho del extranjero detenido a un intérprete gratuito). No obstante,
tal omisión de nuestra Carta Magna no degrada estos derechos subjetivos al nivel de derechos de mera
legalidad ordinaria pues, en tanto inciden en el derecho de defensa, deben considerarse también como
derechos fundamentales.
En particular le asiste, como primera información, el derecho a la comunicación del hecho punible cuya
comisión se le atribuye, la cual ha de ser clara y precisa, sin tecnicismos y en una lengua que comprenda.
Por otra parte, el cumplimiento del derecho a un proceso sin dilaciones indebidas exige acudir a los medios
de comunicación más rápidos para hacer llegar la existencia del procedimiento al investigado. Ninguna
dificultad ha de existir en su uso, siempre y cuando el interesado se dé por enterado. En caso contrario
habrá de acudirse, con carácter supletorio, a la citación personal ordinaria sin que, desde el punto de vista
del art 24 CE, pueda imponerse al encausado una sanción definitiva por su incomparecencia.
Y es que, sobre el investigado (a diferencia del testigo) no gravita una obligación de comparecencia, sino
una mera carga procesal: lo único que puede originar la no realización de dicha ocasión procesal son los
desfavorables efectos de la condena de contumacia o la suspensión del proceso y expedición en su contra,
bien de una orden de detención, bien de una requisitoria de búsqueda y captura en los demás casos.
Junto al reconocimiento de la posibilidad de acceso al proceso, el derecho de defensa exige, además, que la
entrada en él del titular del derecho a la libertad se efectúe mediante el otorgamiento de todo el estatuto
de una parte procesal.
Se hace necesario que la acusación preceda a la defensa y que nunca se produzca la situación inversa, de
forma que se hace obligado también cumplir con el deber de información de la acusación formulada contra
el investigado.
Este derecho a ser informado de las causas de la acusación conlleva la obligación de dar traslado del escrito
de acusación con un tiempo prudencial para que el acusado pueda contestarla eficazmente.
Además, el derecho a ser informado exige también el cumplimiento de una serie de garantías:
1 – la obligación de informar al acusado de todos sus derechos y, en particular, de su derecho a
designar Abogado de confianza o a reclamar uno de oficio, y de la ilustración de los efectos
desfavorables que pueden derivarse de su sometimiento voluntario a un determinado acto de
investigación.
2 – la obligación de ilustración de la imputación al sujeto pasivo, con carácter previo al
interrogatorio policial o judicial, a sin que pueda oponerse eficazmente a ella dentro de la
instrucción.
3 – la puesta en conocimiento de la imputación en una lengua que comprenda, o a ser asistido
gratuitamente por un intérprete.
4 – el objeto de la puesta en conocimiento del acusado ha de ser el hecho punible que se le imputa.
También se vulnera el derecho de defensa si al acusado se le presta declaración ocultándole los cargos
existentes contra él, ya que se violaría su derecho al silencio y se le coaccionaría, pues podría ser apercibido
ilegítimamente con las penas del delito de falso testimonio. Por ello, el TC ha declarado que la toma de
declaración de un investigado en calidad de testigo, cuando del estado de la instrucción pueda
objetivamente inferirse su participación en el hecho punible, constituye una prueba de valoración
prohibida y, por tanto, tales declaraciones testificales no podrán ser valoradas como prueba por el órgano
de enjuiciamiento.
A fin de prevenir la comisión de dilaciones indebidas, la LECrim permite la continuación del proceso aunque
no se haya presentado el escrito de defensa del acusado o del tercero responsable. En este caso, la norma
parte de la ficción legal de la oposición a las acusaciones, y se permite a la defensa solicitar la práctica de la
prueba.
Nuestro ordenamiento procesal no permite la autodefensa total del investigado, puesto que contravendría
el principio de igualdad de armas, al enfrentarse con una parte jurídicamente cualificada, como lo es el MF,
sino que es limitada a determinados actos procesales.
De este modo, entre las actividades que la LECrim permite realizar al investigado, cabe mencionar:
1 – la de proponer verbalmente la recusación del Juez cuando se encontrara incomunicado
2 – asistir a las diligencias de investigación
3 – nombrar peritos
4 – proponer diligencias
5 – proponer prueba anticipada, etc.
Pero la manifestación más importante de la autodefensa consiste en el ejercicio del derecho a la última
palabra.
La autodefensa pertenece a la plena disposición del investigado, quien es libre de hacerla valer o no en el
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Pero la única misión del abogado defensor consiste en la actuación en el proceso penal del derecho a la
libertad y a la presunción de inocencia de su defendido. Por ello, el abogado no puede ser concebido como
un órgano colaborador de la Justicia. Más bien al contrario, tiene la obligación de secreto profesional. Por
ello, más que de órgano colaborador, debe reclamarse la naturaleza de la defensa como parte procesal
dialécticamente enfrentada a la acusación, cuya exclusiva misión constitucional consiste en hacer valer el
derecho a la libertad.
Por ello, y salvo supuestos de terrorismo, no se pueden intervenir las comunicaciones entre el abogado y su
cliente. Tampoco se debiera permitir que la entreviste entre ambos se realice a través de una mampara.
tanto, un conocimiento previo y una desobediencia por el investigado a la orden judicial de comparecencia.
Así pues, encierra una manifestación del derecho de defensa, consistente en renuncia a su autodefensa,
pero no a la pública de su abogado defensor, quien asume, en el proceso penal abreviado,
simultáneamente la representación procesal y la defensa técnica.
ocasionará la suspensión del proceso penal hasta que, en cumplimiento de la requisitoria, sea encontrado
por la policía judicial, en cuyo caso se reanudará el proceso.
La LECrim llevó hasta sus últimas consecuencias el principio general del Derecho conforme al cual “nadie
pues ser condenado sin haber sido previamente oído”, interpretando dicho precepto como exigencia de
comparecencia física del investigado en el proceso, a fin de que pueda ejercitar su defensa privada y, en
último término, su derecho a la última palabra.
6.4 – LA NO SUSPENSIÓN DEL JUICIO ORAL POR INCOMPARECENCIA DE ALGUNO DE LOS ACUSADOS
Nada tiene que ver con la ausencia del investigado la posibilidad de que, ante su incomparecencia en un
determinado juicio oral con una pluralidad de acusados, el Tribunal decida la no suspensión del juicio, como
consecuencia de estimar que existen elementos suficientes para juzgarlos con independencia, ya que, en tal
caso, el tribunal se abstendrá de irrogar pena alguna al acusado ausente, con respecto al cual habrá de
realizarse un segundo juicio oral.
Desde esta perspectiva no es posible conceder una primacía a la figura del Abogado. Éste viene a asistir a
su defendido en función de sus intereses individuales, realizando una función de apoyo técnico, sin
virtualidad decisoria.
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La facultad reconocida al acusado a lo largo del procedimiento de designar libremente a su Abogado admite
la excepción por la que se previene que, mientras el detenido o preso se halle incomunicado, su Abogado
será en todo caso designado de oficio.
Por estos motivos el acusado puede revocar el nombramiento de su defensor en cualquier momento y
designar otro Abogado. Pero este derecho no puede utilizarse para provocar suspensiones repentinas del
juicio oral que pudieran entrañar un fraude procesal.
En todo caso, como ha sentado el TC, el derecho fundamental a la asistencia de Abogado no puede
desembocar en una designación formularia, sino que es preciso extremar las cautelas para que la defensa
sea real y efectiva y no meramente formal e ilusoria, lo que conlleva la exigencia constitucional de
garantizar la presencia del Abogado en los actos de prueba, de tal suerte que pueda interrogar libremente
tanto a los testigos de cargo como a los de descargo.
Cuando el investigado ha sido detenido debe contar con la asistencia de Abogado, previa solicitud de la
propia policía, debiendo el Abogado asumir la defensa durante todo el proceso, de modo que comenzará a
prestar su asistencia en las diligencias policiales de prevención y asumirá la defensa a lo largo de toda la
instrucción, el juicio oral y la fase de impugnación, hasta la obtención de un auto de sobreseimiento o de
archivo o de una sentencia firme.
El abogado designado para la defensa tendrá también habilitación legal para la representación de su
defendido sin que resulte necesaria la intervención de Procurador hasta el trámite de apertura del juicio
oral.
La defensa técnica resulta obligatoria en el proceso por delito (no en el proceso por delitos leves) desde el
momento de la detención o prisión, salvo cuando se persigan hechos delictivos contra la seguridad del
tráfico.
Por tal razón el Presidente del Tribunal no vulnera este derecho cuando decide expulsar de la Sala al
acusado, o cuando éste provoca precipitadamente la suspensión del juicio, puesto que se trata de un
derecho del encausado, de naturaleza disponible, que hay que estimar cumplido con el otorgamiento de su
posibilidad de ejercicio dentro del mantenimiento del orden público necesario para la realización del juicio
oral.
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Lo que puede vulnerar el art 24 CE es que el Presidente omita este trámite de la última palabra. Aunque el
TC legitimó, en principio, esta omisión, en el momento actual la doctrina vigente es la contraria.
Es más, según la jurisprudencia del TEDH, este derecho hay que garantizarlo, no sólo en el juicio oral, sino
también en todas y cada una de las instancias en las que el Tribunal ad quem decida gravar más la condena.
TEMA 12
En el proceso penal rige el principio de indivisibilidad del hecho punible. Las partes, que en la fase
instructora gozan de un cierto poder de determinación subjetiva u objetiva del hecho, en la fase de juicio
oral les está vedado este poder de disposición. Antes al contrario, el Tribunal ha de ser exhaustivo en
complementar la actividad probatoria no aportada o inejecutada por las partes, a fin de que el hecho
punible sea enjuiciado con toda su plenitud fáctica, sin que las partes puedan condicionar la actividad
cognoscitiva y decisoria del Tribunal mediante una aportación fraccionada o sesgada del hecho.
C) LA PETICIÓN
La petición de pena tampoco constituye un elemento esencial de la pretensión penal pues, en principio, su
individualización corresponde al Tribunal decisor. Pero la jurisprudencia del TS ha declarado contrario al
art. 24.2 CE la irrogación de una pena principal no solicitada por la acusación, pudiendo imponer de oficio
una pena accesoria, razón por la cual dicha exigencia se convierte también en objeto del proceso penal.
De todo lo anterior se desprende que el objeto procesal queda determinado por la petición de una pena
principal sustanciada en un hecho histórico homogéneamente típico y por la identidad del acusado.
A) LA FASE INSTRUCTORA
La función de la fase instructora en la determinación del objeto procesal es doble:
1 – por un lado, contribuye a la aportación del material de hecho tendente a demostrar la tipicidad
del hecho punible,
2 – de otro, asume la función de determinar la legitimación pasiva en el proceso penal.
La LECrim se refiere a ambas funciones afirmando que “constituyen el sumario las actuaciones
encaminadas a preparar el juicio y hacer constar la perpetración de los delitos con todas las circunstancias
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B) EL ESCRITO DE ACUSACIÓN
A diferencia del sumario, el escrito de acusación del proceso penal abreviado, o escrito de calificación en el
proceso común, sirve para formalizar la pretensión penal.
El escrito de acusación debe contener la descripción del hecho punible, la determinación del acusado, la
calificación legal de los hechos y la pena que se solicita.
Mediante el escrito de acusación se efectúa una primera delimitación del objeto procesal, a la vez que se
determina el tema de la prueba sobre el que recaerá la actividad probatoria en el juicio oral.
2.4 – LA LITISPENDENCIA
A) REQUISITOS
La litispendencia exige la concurrencia de la identidad subjetiva, objetiva y la causa de pedir.
Pero en el proceso penal, las únicas identidades determinantes de la litispendencia son las que integran el
objeto del proceso penal, es decir, la identidad del acusado y la del hecho punible.
Debido a que en el proceso penal las partes acusadoras son múltiples, y de que a ellas no se extienden los
efectos de la cosa juzgada, la única identidad subjetiva requerida por la litispendencia es la de la persona
del acusado. De dicha regla general sólo cabe exceptuar los procesos instaurados por la comisión de un
delito privado, en los que se hace preciso cumplir con la exigencia de la identidad subjetiva de la parte
acusadora.
Lo mismo cabe afirmar del requisito de la “causa petendi”, el cual no forma parte del objeto procesal, que
se circunscribe al hecho histórico.
Por el contrario, la identidad del hecho punible, entendido como hecho natural e indivisible, conforma el
objeto y, por tanto, delimita, junto con la identidad del acusado, la litispendencia.
B) EFECTOS
Efectos procesales de la litispendencia
En el orden procesal, la litispendencia produce el efecto positivo de la “perpetuatiojurisdictionis” y el
negativo de impedir la apertura de un segundo proceso penal por el mismo hecho y contra el mismo
acusado.
En virtud del primero, el Juez de instrucción está obligado a dictar una resolución motivada de la notitia
criminis, la cual puede ser de inadmisión o de admisión y, en este último caso, puede finalizar
1 - con una resolución de sobreseimiento;
2 - o de conclusión del sumario en el proceso común con remisión a la Audiencia;
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3 – o de conclusión de las diligencias previas, apertura del juicio oral y remisión al órgano de
enjuiciamiento, en el proceso abreviado.
De conformidad con el efecto negativo, ningún otro Juez está autorizado para la apertura de una
instrucción contra un investigado, con respecto al cual ya exista una instrucción en curso sobre el mismo
hecho. Si así sucediera, el segundo Juez deberá inhibirse a favor del primero, o habrá de suscitarse una
cuestión de competencia.
A) REQUISITOS SUBJETIVOS
La parte que deduce la pretensión civil y la que se opone a la misma reciben respectivamente la
denominación de actor y responsable civil, en quienes han de concurrir los presupuestos procesales
específicos del proceso civil (capacidad para ser parte, de actuación y de conducción procesal, legitimación
activa y pasiva y postulación procesal).
Tienen legitimación activa los perjudicados: toda persona física que haya sufrido un daño o perjuicio sobre
su propia persona o patrimonio directamente causado por la comisión de un delito.
A diferencia del objeto procesal penal, en el que, a los efectos de la identificación de la pretensión tan sólo
es necesaria la identidad subjetiva del investigado, en el objeto procesal civil es necesaria la concurrencia
de la identidad de ambas partes, actora y demandada.
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B) REQUISITOS OBJETIVOS
La fundamentación (o causa petendi)
A los efectos de la fundamentación fáctica, lo decisivo no es la existencia de responsabilidad penal o incluso
de un delito, sino la existencia de actos y omisiones ilícitos o en los que intervenga cualquier género de
culpa o negligencia, que es la auténtica fuente de esta obligación.
Por consiguiente, a los efectos de la deducción de la pretensión civil es indiferente que la responsabilidad
penal haya quedado extinguida, ya que la extinción de dicha responsabilidad no impide que la acción típica,
antijurídica, culpable y punible haya existido.
Es más, teóricamente es sostenible que, declarada la inexistencia de delito, el Juez penal pueda condenar
civilmente como consecuencia de la comisión por el acusado de un acto ilícito cometido mediante culpa o
negligencia o incluso por mera responsabilidad objetiva.
La petición
A diferencia de la pretensión penal, que es indivisible e indisponible, la pretensión civil está sometida al
principio dispositivo, de ahí que el actor sea dueño de su interposición y renuncia que, en cualquier caso, ha
de ser expresa.
La segunda característica de la petición de la pretensión civil acumulada en el proceso penal es la de
revestir, en la mayoría de los casos, la naturaleza de pretensiones de condena y, dentro de ellas, las de
“dar”.
En tales términos se pronuncian los arts. 100 y 110 CP, de conformidad con los cuales el objeto de la
pretensión civil es la restitución de la cosa, la reparación del daño y la indemnización de los perjuicios.
Restituir es reponer el estado de las cosas que existía antes de la comisión del delito o devolver la cosa a su
legítimo propietario, de lo que se infiere que la restitución íntegra es la pretensión civil propia de los
procesos incoados por la comisión de delitos contra la propiedad privada, tales como el hurto, el robo, la
estafa, alzamiento o apropiación indebida.
Aun cuando la pretensión civil resarcitoria ostente un marcado carácter de condena, excepcionalmente
caben, vía restitución, sentencias declarativas de nulidad. Es lo que sucede cuando la necesaria y efectiva
restitución de la cosa exija la declaración judicial de nulidad del negocio jurídico, objeto material a través
del cual se consuma la acción delictuosa.
Reparar el daño consiste en efectuar una prestación personal tendente a paliar o remediar los menoscabos
sufridos en una cosa.
Indemnizar significa condenar al pago de una cantidad dineraria suficiente para cubrir todos los daños
producidos por el delito. La indemnización surge cuando no sea posible la restitución y siempre que el
delito produzca un perjuicio patrimonial. La indemnización comprende tanto los daños materiales, como
los morales del perjudicado, su familia e incluso de terceros.
La evaluación de los daños ha de cuantificarse expresamente en la petición.
C) REQUISITOS FORMALES
La pretensión civil se deduce con toda su plenitud en el escrito de acusación o calificaciones provisionales,
sin que tal pretensión pueda modificarse sustancialmente en las conclusiones definitivas ya que, en tal
supuesto, se contravendría el principio de prohibición de ampliación de la demanda y se generaría
indefensión al responsable civil.
Con anterioridad a la sentencia, el actor civil, en la instrucción, puede solicitar y obtener del Juez los
embargos o fianzas pertinentes y aseguratorias de la efectividad de la responsabilidad civil.
La pretensión civil puede ser deducida por el propio perjudicado, quien puede comparecer en la instrucción
mediante querella, a través del ofrecimiento de acciones o mediante adhesión, permitiéndose la
intervención litisconsorcial pero, en tal caso, bajo una misma representación y dirección letrada.
Si el perjudicado no compareciera en el proceso, ni reservara el ejercicio de la acción civil para el
correspondiente proceso declarativo, el MF, vía sustitución procesal, la ejercitará en su nombre.
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No obstante, la única parte originariamente legitimada es el perjudicado, quien goza de todo el poder de
disposición sobre la pretensión civil:
1 – puede renunciarla,
2 – reservarla para el correspondiente proceso declarativo
3 – o acumularla al procedimiento penal en curso.
Si así lo hace, el principio de congruencia sólo puede transcurrir entre lo solicitado por el perjudicado (y no
por el MF), lo resistido por el responsable civil y lo concedido por el órgano jurisdiccional.
Lo mismo ha de suceder en el caso de interposición de recursos: la única parte legitimada para impugnar un
fallo civil ha de ser el perjudicado, y no el MF.
Así pues, la única parte principal en esta materia es el perjudicado, siendo la actuación del MF subordinada
a la del perjudicado, quien goza de todo el poder de disposición sobre la pretensión civil.
TEMA 13
Pero, con esta única limitación, la iniciación del procedimiento penal no está sometida a ninguna condición
especial, fuera de la obligación de las autoridades de comunicar a la víctima el acto de iniciación o de su no
incoación, y del supuesto que el particular pretenda “ab initio” convertirse en parte acusadora. En tal caso,
habrá de deducir querella, acto procesal que, junto con la denuncia, constituyen los medios ordinarios de
iniciación del procedimiento penal, frente a los medios especiales, que vienen integrados por la iniciación
de oficio y la excitación especial del Gobierno.
2 – LA DENUNCIA
La denuncia es una declaración de conocimiento y, en su caso, de voluntad, por la que se transmite a un
órgano judicial, MF o Autoridad con funciones de policía judicial la noticia de un hecho constitutivo de
delito.
2.2 – SUJETOS
A) EL DENUNCIANTE
Capacidad y legitimación
En las denuncias cuyo objeto lo constituya un delito perseguible de oficio, puede ser denunciante cualquier
persona física, aun cuando fuera incapaz.
Por el contrario, en las denuncias de delitos perseguibles a instancia de parte, el denunciante ha de
cumplir con los requisitos de capacidad y legitimación activa, es decir, ha de ostentar la cualidad de
ofendido, o sujeto pasivo del hecho punible.
Por otra parte, el MF ostenta plena capacidad.
B) EL DENUNCIADO
La determinación e identificación del investigado no constituye requisito alguno de la denuncia, pues una
de las funciones de la fase instructora es la de averiguar el presunto autor del hecho punible.
Pero si en la denuncia se determinara al investigado, la Autoridad judicial habrá de darle traslado de ella al
denunciado una vez concluidas las primeras diligencias.
En tal caso, admitida una denuncia o incoado un procedimiento, no cabe que el órgano jurisdiccional omita
que esa imputación sea conocida por el interesado, ni clausurar la instrucción sin haberle ilustrado de sus
derechos.
Finalmente, puede ocurrir que se el propio denunciado quien formalice su denuncia. La autodenuncia no
está expresamente contemplada por la LECrim, si bien ninguna dificultad existe acerca de su admisión. Es
más, pudiera constituir la atenuante de arrepentimiento espontáneo del CP.
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Si la denuncia se planteara ante un Juzgado objetiva o territorialmente incompetente, si fuera típica habrá
de practicar las primeras diligencias, dando cuenta inmediata al Juez de instrucción competente y, una vez
concluidas, en el plazo máximo de tres días deberá remitirlas al Juez competente, disponiendo, en su caso,
la elevación de la detención a prisión y poniendo al detenido a disposición del Juez competente.
B) EL MF
La LECrim legitima al MF para recibir y cursar las denuncias que se le formulasen. El EOMF refuerza esta
facultad, que posibilita una investigación preliminar del MF.
C) LA POLICÍA
Por último, la denuncia puede presentarse ante cualquier dependencia de las fuerzas y cuerpos de
seguridad del Estado, así como ante los funcionarios de la policía judicial.
En tal supuesto corresponderá a dichos funcionarios la práctica de las diligencias de prevención, dando
inmediata cuenta de ellas a la Autoridad judicial o al MF.
Además, la policía está facultada (y obligada) a denunciar los delitos mediante el atestado.
diligencias previas o sumario, salvo que el supuesto de hecho punible carezca de tipicidad o sea inexistente.
3 – LA QUERELLA
3.1 – CONCEPTO
A diferencia de la denuncia, la querella constituye un acto de ejercicio de la acción penal, mediante el cual
el querellante asume la cualidad de parte acusadora a lo largo del procedimiento.
3.2 – TIPOLOGÍA
Conforme a la LECrim, pueden querellarse el MF, los extranjeros ofendidos y todos los ciudadanos
españoles que hayan sido o no ofendidos por el delito.
Esta diversidad de sujetos querellantes obliga a diferenciar entre las querellas públicas y privadas.
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B) LA QUERELLA PRIVADA
La querella privada, por el contrario, sólo la puede plantear el ofendido por el delito, quien es titular del
derecho fundamental a la tutela judicial.
En la esfera del proceso, la admisión de una querella privada origina la aparición de un acusador particular.
Pero dicho acusador puede o no ostentar la titularidad de la acción penal, e incluso la del procedimiento,
por lo que, a su vez, las querellas privadas, fuera del ámbito de los procesos por delitos perseguibles de
oficio, pueden clasificarse en querellas privadas exclusivas o relativas.
3.3 – PRESUPUESTOS
A) PRESUPUESTOS GENERALES: LA CAPACIDAD
Los presupuestos genéricos de la querella son los propios presupuestos procesales de las partes, es decir, la
capacidad, la legitimación y la postulación procesal.
Ostentan capacidad para formalizar escrito de querella el MF, las personas jurídicas y las físicas.
El MF deberá ejercitar la acción penal mediante la interposición de escrito de querella, estando facultado
por el EOMF para formular tanto querella cuanto denuncia.
El MF habrá de formalizar querella necesariamente en los delitos contra la libertad sexual y en los delitos
contra la Hacienda Pública y contra la Seguridad Social.
En cuanto a las personas jurídicas, en la actualidad gozan de capacidad para ser parte y de actuación
procesal para la interposición de una querella.
Las personas físicas gozan de la más amplia capacidad para el ejercicio de la querella, tanto pública como
privada.
No obstante, la LECrim establece tres supuestos de incapacidad absolutapara el ejercicio de la acción
popular:
1 – los incapaces civiles,
2 – los condenados por dos veces por delito de acusación calumniosa
3 – y los Jueces y Magistrados.
Tal incapacidad no les alcanza, sin embargo, para el ejercicio de la querella privada.
Contrariamente, el art. 103 contempla una incapacidad relativa, por razón del parentesco, para el ejercicio
de la querella privada. Los parientes mencionados en el citado precepto tan sólo pueden ejercitar las
acciones penales entre sí en tanto tengan como causa la comisión de delitos contra las personas, en los
demás casos serán incapaces para el ejercicio de la acusación, lo que no obsta para que puedan denunciar
tales delitos y que el MF ejercite la acción penal.
B) LEGITIMACIÓN
Todos los sujetos del Derecho que tengan capacidad para el ejercicio de la querella pública gozan también
de legitimación activa pues, en la acción popular se confunden ambos presupuestos procesales.
Por el contrario, en la querella privada, la legitimación activa viene determinada por la asunción de la
cualidad de ofendido por el delito.
C) LA COMPETENCIA
La competencia objetiva, salvo que se trate de algún aforado, corresponde a los Juzgados de Instrucción, y
la competencia territorial a los de la demarcación judicial en la que se ha cometido el delito.
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D) LA POSTULACIÓN
De conformidad con la LECrim, los requisitos que habrá de observar el querellante son tres:
1 – poder de representación procesal,
2 – firma del Abogado
3 – y, en su caso, ratificación del querellante.
La querella habrá de presentarse mediante un poder especial, posterior al hecho punible al que ha de
habilitar, pero dicho requisito es sanable. Si utilizara uno general, el querellante habrá de ratificar su
querella “apud acta”. Pero si, requerido el querellante para aportar el poder especial, no lo hace, debe ser
inadmitido como parte.
E) PRESUPUESTOS ESPECIALES
Los presupuestos especiales de la querella están integrados por la certificación de haberse realizado el acto
de conciliación, sin avenencia, en los delitos perseguibles a instancia de parte, y la licencia del Juez o
Tribunal en las calumnias e injurias vertidas en juicio.
Por delitos perseguibles a instancia de parte es obligado entender los delitos privados, o sometidos a
querella privada exclusiva, es decir, los delitos de injurias y calumnias.
La querella habrá de presentarse mediante un poder especial, posterior al hecho punible al que ha de
habilitar. Pero dicho requisito es sanable, si se utilizara uno general, el querellante habrá de ratificar su
querella “apud acta”.
La determinación e identificación del querellado tan sólo será exigible cuando se conociera. En cualquier
otro caso, tal extremo se acreditará a lo largo de la instrucción.
vez que es doctrina jurisprudencial la de que la querella irregular goza del valor de una denuncia.
B) LA DECLARACIÓN DE VOLUNTAD
A diferencia de la denuncia, en la que la declaración de voluntad se presupone sin que sea necesario
reflejarla en la misma, la LECrim impone la exigencia de que en la querella se haga constar:
1 – la petición de que se admita,
2 – se practiquen las diligencias indicadas,
3 – se proceda a la detención y prisión del presunto culpable o a exigirle la fianza de libertad
provisional,
4 – y se acuerde el embargo de sus bienes en la cantidad necesaria, en los casos en que así proceda.
Sin embargo, el legislador no incorporó el requisito más importante: la petición de que se tenga al
querellante por parte acusadora a lo largo del procedimiento, que es, en definitiva, el elemento
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3.6 – LA FIANZA
La fianza constituye una de las condiciones a cuyo cumplimiento queda supeditada la admisibilidad de la
querella. La LECrim establece la necesidad de la fianza y sus exenciones, de cuya lectura se deduce que no
es reclamable para el ofendido.
Así pues, la obligación de satisfacer fianza es exigible tan solo en la querella popular así como, en principio,
con respecto a la querella de los extranjeros.
El fundamento de este requisito es doble: de un lado, intenta evitar las acusaciones calumniosas y, de otro,
se intentan cubrir las posibles cosas en las que el acusador pueda incurrir como consecuencia de su
maliciosa o negligente conducta.
A) EL PRINCIPIO DE PROPORCIONALIDAD
La práctica forense de exigir la prestación de fianzas desorbitadas fue declarada inconstitucional por el TC
quien, en diversas sentencias, consagró la necesidad de que la cuantía de la fianza sea adecuada al
patrimonio del querellante.
B) FORMA Y EFECTOS
La fianza podrá prestarse en alguna de las modalidades establecidas por la LECrim: personal, pignoraticia e
hipotecaria.
Si la cuantía de la fianza fuese adecuada, su no satisfacción dentro del plazo indicado por el Juzgado
ocasionaría el abandono de la querella a los solos efectos de no tener al querellante como parte acusadora.
A) LA INADMISIÓN DE LA DENUNCIA
La LECrim tan sólo contempla un precepto dedicado a la inadmisión de la denuncia, de cuyo tenor literal se
desprende claramente que una denuncia tan sólo puede ser inadmitida por razones estrictas de legalidad,
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concretadas en cualquiera de estos dos motivos: por inexistencia del hecho o por falta de tipicidad del
hecho.
En el proceso de menores el MF también puede inadmitir una denuncia por falta de autor conocido.
B) LA INADMISIÓN DE LA QUERELLA
Inadmisión
Constituyen motivos de inadmisión de la querella la ausencia de los presupuestos y requisitos que
condicionan su validez formal.
La LECrim establece dos únicos motivos de rechazo de la querella: la falta de competencia o la de la
tipicidad del hecho. No obstante, esta conclusión no puede reclamarse, puesto que la propia Ley dispone
que el Juez admitirá la querella si fuera procedente.
De este modo, puede inadmitirse una querella por falta manifiesta de legitimación activa, de presupuestos
procesales, tales como la falta de representación procesal, o de competencia, o de existencia de
litispendencia; así como por el incumplimiento de determinados requisitos, como es el caso de la
identificación y, en su caso, ratificación del querellante.
Desestimación
La desestimación de una querella (o rechazo por motivos de fondo) tan sólo puede suceder cuando los
hechos en que se funde no constituyan delito. A diferencia de la denuncia, la cual puede ser desestimada
también porque el Juez la considere manifiestamente falsa, la LECrim sólo autoriza la desestimación de la
querella por falta absoluta de tipicidad penal.
Dicha resolución ha de revestir la forma de auto desestimatorio, sin que el Juez pueda utilizar la fórmula del
sobreseimiento, pues esta última solución tan sólo es reclamable cuando se han practicado ya
determinadas diligencias en la fase instructora.
Las resoluciones de inadmisión o desestimación de la querella provocarán la reanudación de la prescripción
de los delitos y la condena en costas al querellante.
Contra tales resoluciones cabe interponer recurso de reforma y, subsidiario, de apelación.
6 – LA INICIACIÓN DE OFICIO
La iniciación de oficio está prevista en la LECrim, conforme a la cual “inmediatamente que los Jueces de
Instrucción o los municipales en su caso, tuvieran noticia de la perpetración de un delito, lo pondrán en
conocimiento del fiscal… y darán parte al Presidente de la Audiencia”.
En la práctica forense esta forma de iniciación suele utilizarse ante la comisión de hechos punibles de cierta
notoriedad y en los delitos que puedan cometerse contra la Administración de Justicia en la esfera de un
proceso (falso testimonio, desobediencia, etc.), para lo cual el órgano jurisdiccional debe disponer
previamente la formación del correspondiente testimonio de particulares.
La LECrim no faculta al ejercicio de la acción penal “ex oficio” por el propio Juez de instrucción, porque
dicha posibilidad está expresamente prohibida por la propia Ley. Así pues, en modo alguno se le puede
conferir al Juez facultad alguna para el sostenimiento de la pretensión penal, la cual corresponde al MF.
2 – En cuanto a la capacidad, únicamente las personas físicas pueden ser denunciantes, mientras que en la
querella, también las personas jurídicas gozan de capacidad.
3 – Respecto a los requisitos formales, la denuncia podrá ser verbal o escrita, en tanto que la LECrim
impone la necesidad de que la querella se plasme por escrito.
4 – Con relación a los elementos materiales, en la denuncia el único elemento material es el de la notitia
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5 – Por otra parte, en cuanto a la querella, la fianza constituye una de las condiciones de su admisibilidad,
en tanto que en la denuncia no se exige ningún tipo de fianza, puesto que se trata de una mera puesta en
conocimiento del delito.
7 – Por último, la inadmisión de la denuncia, al no suponer ejercicio del derecho de acción, nunca puede
conculcar el derecho a la tutela, a diferencia de los autos de inadmisión de querellas.
TEMA 14
3 – CLASES
En la actualidad coexisten diversos procedimientos ordinarios y especiales que mantienen sus
singularidades en la fase instructora.
Desde un punto de vista subjetivo, junto a la investigación del Juez de instrucción ordinario, también han
de mencionarse:
1 – las diligencias policiales de prevención, que han de ser practicadas por la policía judicial cuando
tenga conocimiento de la comisión de un delito;
2 – las diligencias informativas del MF, o investigación preliminar que puede practicar el MF con
anterioridad a la incoación de la instrucción judicial;
3 – las diligencias judiciales de prevención, que han de practicar los jueces de instrucción
incompetentes a fin de determinar provisionalmente el hecho punible, asegurar el cuerpo del
delito y adoptar las medidas cautelares urgentes;
4 – los sumarios que hayan de instruir los jueces de instrucción especiales;
5 – la instrucción del MF en el proceso de menores;
6 – las diligencias de investigación que hayan de practicar los jueces delegados y comisionados.
Y, desde un punto de vista objetivo, pueden distinguirse las siguientes fases instructoras:
1 – el sumario ordinario, que ha incoarse ante la sospecha de la comisión de un delito muy grave
(más de nueve años) y que no sea competencia de la Ley del Jurado;
2 – la instrucción complementaria de la Ley del Jurado, que ha practicarse cuando el objeto del
procedimiento lo constituya alguno de los delitos de la competencia de este Tribunal;
3 – las diligencias previas del procedimiento abreviado, que es el procedimiento adecuado para el
enjuiciamiento de los delitos de competencia de los Juzgados de lo Penal y de las AP, siempre y
cuando la pena privativa de libertad no supere los nueve años;
4 – las diligencias urgentes de los juicios rápidos
5 – las diligencias instructoras de los juicios de faltas.
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A pesar de esta multiplicidad de procedimientos, en la práctica no se incoa “ab initio” el adecuado, sino que
se suelen iniciar a través de las diligencias previas del procedimiento abreviado, reconvirtiéndose después
el procedimiento, mediante el Auto de Transformación del Proceso Penal Abreviado (Auto del PPA), en el
que el Juez de instrucción remite las actuaciones al procedimiento adecuado.
4 – CONTENIDO
A cada una de las funciones descritas en el art. 299 (investigación del hecho punible y de su autoría, y
medidas aseguratorias) corresponden a los respectivos actos procesales que integran la fase instructora y
que pueden ser sistematizados en tres grandes grupos:
1 – actos instructorios o de investigación
2 –actos de prueba sumarial (preconstituida y anticipada)
3 – medidas cautelares (penales y civiles).
Estos tres grupos forman el contenido de la fase instructora.
o El auto de procesamiento
2 – actos indirectos: vienen integrados por todos aquellos que, como es el caso de la petición de
práctica de diligencias, aun cuando considerados en sí mismo no sean aptos para la entrada del
objeto procesal, se convierten en actos instructorios si son atendidos por el Juez y dispuesta su
práctica.
Esta función es asumida por el Juez de una manera negativa, cuando dicta un auto de inadmisión de la
querella, de archivo o de sobreseimiento, en los cuales determina de una manera definitiva los actos de
aportación o que benefician a la defensa.
Así mismo, fija positivamente los hechos determinantes de la legitimación pasiva en los actos instructorios
de imputación. Esto es, de un lado, en el auto de procesamiento y, de otro, en el Auto de Transformación
del Proceso Penal Abreviado (Auto de PPA).
Desde un punto de vista objetivo, los actos instructorios tienden a la preparación del juicio oral mediante la
investigación del hecho punible y de su autoría.
La mayoría de tales actos coincide con los medios de prueba, de manera que algún medio probatorio, como
la confesión del imputado, no se encuentra disciplinado en el Libro III LECrim relativo al juicio oral, sino en
el Libro II referente al sumario.
Junto a tales actos instructorios clásicos han aparecido otros, como las intervenciones corporales o las
intervenciones de las comunicaciones o de los datos electrónicos de tráfico e internet.
TEMA 15
B) PLAZO DE CONCLUSIÓN
Con investigado detenido
La policía judicial debe concluir las diligencias en el tiempo imprescindible y, en todo caso, habrá de
concluirlas durante el plazo de la detención, si la hubiera.
Conforme a nuestra Constitución, la detención preventiva no podrá durar más tiempo del estrictamente
necesario para la realización de las averiguaciones tendentes al esclarecimiento de los hechos y, en todo
caso, el detenido deberá ser puesto en libertad o a disposición de la autoridad judicial en el plazo máximo
de 72 horas.
Por esclarecimiento de los hechos hay que entender la práctica de los actos de investigación, propios de la
detención: el reconocimiento de identidad y la declaración del detenido.
horas, las actuaciones no se remitirán a la autoridad judicial, sin perjuicio de su derecho de reiterar su
denuncia ante la fiscalía o el juzgado de instrucción.
Y, si compareciera a prestar declaración, fuera ofendido o perjudicado por el delito, con carácter previo a la
citación, la policía debe informar a la víctima de los derechos que le asisten.
La información debe realizarse en forma escrita. En la toma de declaración es indiferente que el deber de
información se efectúe al inicio o al término del interrogatorio pues la ilustración de los derechos de la
víctima, con posterioridad a su interrogatorio, no conculca su derecho a la tutela.
En cuanto al contenido del deber de información a la víctima, la policía ha de ilustrarle de los siguientes
derechos:
1 – el de mostrarse parte en la causa sin necesidad de formular querella, en paridad de armas con
el MF, lo que comprende el derecho a formular alegaciones, la publicidad o toma de conocimiento
de las actuaciones practicadas y a participar en las que se practiquen sin que se retroceda en el
curso de las actuaciones
2 – el derecho a solicitar la asistencia jurídica gratuita y el nombramiento de Abogado de oficio
3 – el hecho de que, de no personarse en el procedimiento, el MF ejercitará la acción penal y la civil
por sustitución procesal, siempre y cuando la víctima no la hubiera renunciado o reservado
4 – el derecho a la asistencia médica y psicológica en el caso de los delitos violentos y contra la
libertad sexual
5 – en estos últimos delitos, y en todos aquellos en los que el Estado esté obligado a indemnizar a
las víctimas, el derecho a percibir ayudas económicas con cargo a los Presupuestos del Estado
6 – y a conocer los actos procesales que puedan afectar a su seguridad
C) INFORMES ALCOHOLÍMETRICOS
La LECrim regula los controles de alcoholemia por remisión a la legislación de seguridad vial.
La única previsión específica que establece dicha legislación para el supuesto de análisis de sangre y otros
análogos, consiste en la limitación temporal de que se deberán remitir directamente al Juzgado de Guardia,
por cualquier medio y con carácter urgente, para su incorporación a las actuaciones, con anterioridad al día
y hora en que sean citadas las personas.
D) VIDEOVIGILANCIA
Las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad pueden instalar, en lugares públicos, cámaras de vídeo para prevenir la
comisión de delitos. Si grabaran alguno de ellos, el correspondiente soporte se incorporará al atestado y
tendrá, junto a él, el valor de documento público.
E) TASACIONES PERICIALES
La LECrim, dentro del ámbito de los juicios rápidos, contempla la posibilidad de que la tasación pericial se
haya de realizar fuera de la sede del órgano judicial y no fuera posible su remisión al mismo, en cuyo caso,
la policía judicial podrá disponer la práctica de este informe pericial que, en caso de que sea prestado
oralmente, deberá documentarse con el fin de unirlo a las actuaciones, sin perjuicio de su ratificación en el
juicio oral, si así se solicitara.
F) ANÁLISIS DE ESTUPEFACIENTES
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La Ley impone a la policía la obligación de colaborar o, incluso excepcionalmente practicar por sí misma, los
análisis que procedan respecto a las sustancias intervenidas.
Sujetos
La única autoridad legitimada para disponer esta medida es el Juez de instrucción competente. No
obstante, por razones de urgencia también puede ser dispuesta por la policía judicial, siempre y cuando lo
notifiquen inmediatamente a la autoridad judicial o al MF competente cuando haya incoado unas
diligencias.
Objeto
El objeto de esta resolución lo constituye la vigilancia de drogas tóxicas, estupefacientes o sustancias
psicotrópicas, así como de otras sustancias prohibidas, y los bienes y ganancias procedentes de las
actividades delictivas.
Por drogas tóxicas, estupefacientes o sustancias psicotrópicas hay que entender todas las drogas de
circulación prohibida, causen o no grave daño para la salud; y por sustancias prohibidas, todas las “res extra
comercium”, cuya tenencia o circulación constituya un ilícito penal, como las armas, explosivos,
contrabando, etc.
Contenido
El contenido de esta diligencia se circunscribe a autorizar la circulación o entrada vigilada de paquetes que
contengan las referidas sustancias y materiales.
Ahora bien, para disponerla, la policía debe cerciorarse previamente de la existencia de drogas en el
interior del paquete postal, con lo que surge la pregunta de si la policía puede intervenir y proceder a la
apertura del mismo.
De conformidad con la jurisprudencia del TS, un paquete postal es equiparable a una carta, razón por la
cual nos encontramos ante una violación del derecho fundamental al secreto de las comunicaciones que
exige el más absoluto monopolio jurisdiccional, por lo que únicamente puede disponer dicha apertura el
Juez de instrucción competente.
De esta regla pueden exceptuarse la utilización de medios mecánicos que, como el caso del escáner, no
ocasionen la apertura física del paquete.
También se excluyen los paquetes expedidos b ajo etiqueta verde o, cuando por su tamaño o peso,
evidencien la ausencia de mensajes personales o en aquellos envíos en cuyo exterior se hace constar su
contenido.
Así mismo, las maletas o bolsos de viaje destinados a guardar y facilitar el transporte de objetos y efectos
de uso personal, está excluidos del ámbito de la tutela de la correspondencia postal.
Resolución
La resolución que autorice la circulación y entrega vigilada ha de ser individualizada y necesaria, así como
fundada, en la que debe determinarse el objeto de autorización o entrega vigilada, así como el tipo y la
cantidad de la sustancia de que se trate.
La adopción de esta medida ha de ser necesaria a los fines de la investigación, teniendo en cuenta la
importancia del delito, y con la finalidad de descubrir o identificar a las personas involucradas en su
comisión.
La adopción de esta medida no se justifica para combatir el menudeo de la droga, sino para descubrir
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Tales requisitos decaen cuando la policía judicial pueda actuar en virtud del auxilio judicial internacional, en
cuyo caso la requisitoria de un Estado extranjero es título suficiente habilitante.
Sobre tales muestras, la policía judicial podrá solicitar de los laboratorios homologados, que se efectúen los
análisis pertinentes en su ADN para determinar la identidad y el sexo del investigado.
Pero la inexistencia de una regulación legal de las inspecciones corporales puede ocasionar la invalidez de
la futura prueba de cargo.
En este sentido, puede afirmarse que el interrogatorio policial y las manifestaciones de los testigos y de la
propia policía integran un acto de denuncia, sin perjuicio de que estos actos de conocimiento puedan ser
introducidos, como medio de prueba, en el juicio oral.
Por tanto, la sentencia condenatoria que se dicte sobre la única base del atestado policial vulnera el
derecho a la presunción de inocencia.
No obstante, el atestado tiene virtualidad probatoria propia cuando contenga datos objetivos y verificables,
pues hay partes del atestado, como las actas de constancia, los croquis, huellas, etc. Que, sin estar dentro
del perímetro de la prueba preconstituida o anticipada, pueden ser utilizados como elementos de juicio
coadyuvantes, siempre que sean introducidos en el juicio oral como prueba documental.
Así mismo, cuando los atestados contienen determinadas pericias técnicas realizadas por los agentes
policiales, y que no pueden ser reproducidas en el juicio oral, es posible considerar dichas pericias como
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actividad probatoria, a título de prueba pericial preconstituida, siempre y cuando el atestado se incorpore
al proceso y sea debidamente ratificado.
TEMA 16
1.1 - INICIACIÓN
La iniciación de estas diligencias preprocesales puede suceder de oficio, cuando el delito sea público, o a
instancia de parte, bien mediante la denuncia de cualquier ciudadano (que habrá de ser el ofendido en los
delitos semipúblicos), bien mediante la presentación de atestado confeccionado por la policía judicial.
No cabe la posibilidad de iniciar estas diligencias cuando el delito cometido sea privado pues, en tal caso,
hay que presentar querella ante el Juez competente.
En esta investigación preliminar del MF, los acusadores particulares no gozan de participación alguna, ni
pueden requerir la publicidad de las actuaciones pues dicha publicidad se circunscribe a la defensa.
No obstante, el MF debe interrogar a las víctimas sobre los daños sufridos.
Si el MF decidiera archivar las diligencias, deberá notificarlo al denunciante y, de modo especial, al ofendido
o al perjudicado, a quien le ilustrará de su derecho a interponer la denuncia ante el Juez de instrucción.
1.2 – CONTENIDO
Salvo la detención, el MF puede practicar todos los actos instructorios que no entrañen limitación de los
derechos fundamentales, ni la adopción de medidas cautelares.
Así pues, se encuentra legitimado
- Para interrogar al investigado y a los testigos,
- Para practicar careos, pudiendo ejercitar la citación coercitiva que, si fuera incumplida, podrá
convertirse en orden de detención.
Así mismo, el MF puede impartir órdenes a la policía judicial, delegar funciones específicas, está autorizado
para recabar informes e intervenir el cuerpo del delito por razones de urgencia, etc.
Cuando actúa como instructor, el MF ha de asumir el papel de Autoridad imparcial. Por esta razón ha de
instruir con objetividad e imparcialidad, ha de informar al investigado de sus derechos y del hecho punible
cuya comisión se le atribuye, así como consignar en las diligencias informativas todas las circunstancias,
tanto favorables como desfavorables al investigado, todo ello con la obligación de abstención si perdiera su
imparcialidad.
Aun cuando el MF solicitara del Juez de instrucción una intervención telefónica, no parece que pueda
llevarlas a cabo en las diligencias informativas pues la LECrim dispone que el Fiscal debe cesar en sus
diligencias tan pronto como tenga conocimiento de la existencia de un proceso judicial sobre los mismos
hechos. Así pues, está claro que el MF no puede seguir asumiendo sus diligencias informativas, debiendo
ceder la competencia absoluta al Juez de instrucción.
1.3 – LA DEFENSA
A diferencia de los acusadores particulares, el EOMF exige que las diligencias informativas sean respetuosas
con el derecho de defensa. De este modo, establece la obligación de que, en el interrogatorio, el
investigado deberá estar asistido de letrado y podrá tomar conocimiento del contenido de las diligencias
practicadas. De lo que se infiere que:
1 – si el sospechoso compareciera sin la asistencia de Abogado, el MF deberá ilustrarle de su
derecho a designar Abogado de su confianza o a reclamar uno de oficio
2 – el Abogado podrá tomar conocimiento de todas las actuaciones practicadas
3 – y el MF no puede decretar el secreto de tales diligencias, que siempre han de ser públicas para
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la defensa.
1.4 – PLAZO
El plazo máximo ordinario de duración de estas diligencias es de seis meses, debiendo ser menor si el hecho
punible no reviste complejidad y la investigación fuera sencilla, o pudiendo superarse dicho plazo mediante
una sola prórroga a adoptar por el Fiscal General del Estado, lo que únicamente puede ocurrir si la
investigación tuviera una gran complejidad fáctica.
Ahora bien, si se tratara de la investigación de uno de los delitos de la competencia de la Fiscalía contra la
corrupción y el crimen organizado, la Ley establece una duración máxima de doce meses, susceptible de
una sola prórroga por el FGE.
Y, sin perjuicio de lo anterior, el MF está facultado para ordenar a la policía judicial la realización de actos
de investigación, aun cuando exista un proceso penal abierto sobre ese hecho punible.
1.5 – RESOLUCIÓN
Las diligencias informativas del MF han de finalizar mediante resolución de archivo o mediante la
presentación de denuncia o querella ante el Juzgado competente.
A) EL ARCHIVO
Los motivos del archivo son distintos según que la investigación se haya incoado de oficio o a instancia de
parte.
Investigación de oficio
En caso de que la investigación de hubiera iniciado de oficio, el archivo sólo es procedente cuando el hecho
no revista caracteres de delito, es decir, cuando falte la tipicidad, y cuando los hechos no gocen de
significación penal, concepto que permite al Fiscal, no obstante la tipicidad del hecho punible, no ejercitar
la acción penal si concurriera la evidencia de una causa de exención o de extinción de la responsabilidad
penal.
Pero, en los delitos contra la libertad sexual o contra la Hacienda Pública o la Seguridad Social, el MF
siempre ha de presentar escrito de querella; en los demás es libre de utilizar denuncia o querella, pues la
LECrim también le faculta para interponer denuncias que, dada la cualificación jurídica del MF, debieran
interponerse ante el Juez de instrucción competente.
Desde un punto de vista constitucional, no puede sostenerse la conclusión de que el EOMF convierta a las
declaraciones del investigado y de los testigos en actos de prueba instructoria. Cuando el MF desee que
tales declaraciones sean útiles para desvirtuar la presunción de inocencia, habrá de presentar
inmediatamente denuncia ante el Juez de instrucción, a fin de que sea el Juez quien le tome la declaración
de urgencia a través del régimen de las declaraciones indagatorias.
Pero el MF, bajo determinadas condiciones, puede crear actos de prueba preconstituida, que podrán
fundar una futura sentencia de condena. La clave de esta potestad reside en la irrepetibilidad del hecho
punible. Sí, por la fugacidad de los indicios, es imposible su custodia, podrá dictar actas de constancia o
incluso efectuar una inspección ocular.
Pero si no existieran razones de urgencia, debe presentar denuncia e instar al Juez de instrucción la práctica
del reconocimiento judicial.
Así mismo, con el auxilio de la policía judicial, de los médicos forenses y demás personal colaborador de la
Jurisdicción, puede requerir la elaboración de informes que adjuntará a su denuncia, y gozarán de todo el
valor probatorio del documento público auténtico que, no obstante, es susceptible de prueba en contrario.
Debido a la hegemonía del principio de legalidad en nuestra LECrim, no existe obligación alguna parte del
particular de transmitir la notitia criminis al Juez de instrucción competente, sino la de presentar denuncia
ante el Juez más próximo al lugar de la comisión del delito.
Lo mismo ocurre con la detención, en cuyo caso dispone la LECrim que, el particular, Autoridad o agente de
la policía judicial que detuviera a una persona, deberá entregarla al Juez más próximo al lugar de la
detención, Juez que no que necesariamente ha de ser el de instrucción competente o del lugar de la
comisión del delito.
En todos estos casos, los jueces incompetentes deberán realizar las primeras diligencias o diligencias de
prevención, cuyo contenido consiste en asegurar las fuentes de prueba, dictar una orden de protección de
la víctima o detener, en su caso, al autor del delito, pudiendo disponer la elevación de la detención a
prisión provisional, pero nunca dictar el auto de ratificación de la prisión, ni el procesamiento, ni prestar
declaración indagatoria.
Todas estas diligencias han de efectuarse en el plazo de tres días.
Pero si el lugar en el que ha de efectuarse la diligencia, se encontrara fuera de la sede de Juzgado, está
obligado a comisionar al órgano jurisdiccional, a través del exhorto, en cuya sede se encuentre el lugar, a
fin de que practique la diligencia.
Esta regla general puede sufrir una derogación cuando el lugar a inspeccionar o en el que deba practicarse
la diligencia se encontrara próximo a su demarcación y existiera peligro de demorar dicha inspección.
En cualquier caso, el Juez con prórroga ha de avisar inmediatamente de la diligencia al Juez titular de la
demarcación vecina. La comunicación puede ser anterior o posterior a su práctica pero, en cualquier caso,
ha de ser inmediata.
TEMA 17
1 – LA INICIACIÓN DE LA INSTRUCCIÓN
1.1 – INICIACIÓN POR JUEZ INCOMPETENTE
A esta forma de incoación se refiere la remisión a los Jueces de Paz que efectúa la LECrim, y que hay que
entender efectuada a los Jueces de Paz y también a los de instrucción objetiva o territorialmente
incompetentes. En tales casos, sin perjuicio de que deban practicar las diligencias de prevención, el
Secretario judicial habrá de poner en conocimiento del Fiscal de la Audiencia y del Juez de instrucción
competente la incoación de tales diligencias.
La comunicación al MF se justifica para que pueda instar las pertinentes diligencias de prevención y
ejercitar su actividad de inspección; en tanto que la comunicación al Juez de instrucción tiene por finalidad
posibilitar la personación del éste a fin de asumir la instrucción directa.
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2 – EL SECRETO INSTRUCTORIO
2.1 – CONCEPTO Y FUNCIONES
Tradicionalmente, la fase instructora se ha caracterizado por estar informada por el principio del secreto de
las actuaciones pero, tras la publicación de la Ley 53/1978, que estableció como regla general la publicidad
del sumario para el investigado y la excepción para asegurar el éxito de la instrucción, cabe afirmar que la
función primordial del secreto instructorio consiste en garantizar dicho éxito de la investigación sumarial,
evitando las comunicaciones en la causa que puedan provocar la fuga de los partícipes en el hecho punible
y/o la destrucción o manipulación de las fuentes de prueba.
El secreto instructorio puede adoptarse en la instrucción de cualquier delito público o semipúblico, pero
nunca en la de los privados.
DE DEFENSA
Junto a la anterior función del secreto instructorio, se han superpuesto otras provenientes, por una parte,
de la conversión de las libertades de emisión del pensamiento en auténticos derechos fundamentales y, por
otra, de la aparición de los medios de comunicación de masas que pueden influir en la opinión pública y en
los órganos jurisdiccionales penales.
La existencia de ambos hechos origina, en la práctica forense, la aparición de conflictos entre los derechos
fundamentales de emisión del pensamiento (principalmente la libertad de información) y los derechos
pasivos de la personalidad, tales como los derechos materiales al honor y a la intimidad y los procesales de
presunción de inocencia y de defensa, constituyendo además un grave ataque a la imparcialidad de los
Tribunales.
Pero en una sociedad democrática “no se puede matar al mensajero”. La prensa tiene el deber de informar
sobre todo lo que ocurra en los Juzgados, siempre que base sus noticias en fuentes fiables de información.
Si no se transgrede dicho límite, el TC ampara los reportajes judiciales neutrales.
Cuestión distinta es si los Jueces de instrucción o las Oficinas de prensa de los CGPJ pueden contribuir,
mediante la vulneración del secreto instructorio, a que se propaguen y publiquen noticias que están
protegidas por el secreto de las actuaciones. En opinión el autor, el Protocolo de Comunicación de la
Justicia parece censurable en la medida en que permite a las oficinas de prensa de los órganos
jurisdiccionales filtrar a la prensa noticias que, aun cuando no se haya declarado el secreto, deben
permanecer ocultas para ella, so pena de conculcar el derecho al honor y presunción de inocencia del
investigado.
Por “partes personadas” hay que entender las partes privadas, bien sean acusadoras, bien se trate del
investigado, siempre y cuando hayan comparecido con Procurador o, en el ámbito del proceso abreviado, al
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Tratándose de una decisión que limita seriamente el derecho de defensa, la declaración del secreto
instructorio está sometida al cumplimiento de determinados requisitos:
A) FORMALES
La resolución ha de revestir necesariamente la forma de auto, que ha de estar minuciosamente motivado
pues, al incidir en el derecho fundamental de defensa, es de aplicación el principio de proporcionalidad,
cuya primera exigencia consiste en la necesidad de motivación de la resolución a fin de que el Juez pueda
plasmar en la resolución el adecuado juicio de ponderación entre el derecho de defensa y el éxito de la
investigación sumarial.
B) SUBJETIVOS
La resolución puede adoptarse a instancia de cualquiera de las partes o de oficio.
Sin embargo, si se adopta sus efectos han de extenderse a todas las partes personadas. No obstante, la
declaración de secreto nunca puede alcanzar al MF.
C) MATERIALES
El objeto del secreto instructorio se limita a los actos de investigación, en sentido estricto.
La declaración de secreto puede ser total, en cuyo caso se extiende a todos los actos de investigación, o
parcial cuando sus efectos se limitan a alguno de ellos.
En la actualidad rige el secreto parcial con respecto a la intervención de las comunicaciones, el registro de
almacenamiento masivo de información y registros remotos sobre equipos informáticos.
Pero, aun cuando sea total, la declaración de secreto instructorio siempre debe contener al menos una
sucinta motivación de la imputación y de los fines que se pretenden alcanzar con la adopción de la prisión
provisional.
La declaración de secreto tampoco puede extenderse a los actos de aseguramiento de prueba, tales como
la apertura de la correspondencia o la inspección ocular ni, en general, a los actos de prueba sumarial
anticipada puesto que, si se declarara el secreto, la defensa no podría participar en ellos y se incumpliría el
principio de contradicción.
Tampoco puede alcanzar a la relación del detenido o preso, mientras estuviera en comunicación.
D) TEMPORALES
De conformidad con nuestra LECrim, no se autoriza el mantenimiento del secreto por tiempo superior a un
mes, debiendo alzarse necesariamente con diez días de antelación a la conclusión del sumario.
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La LECrim es clara a la hora de no autorizar prórroga alguna a la declaración de secreto, lo que constituye
un defecto de la norma que, paradójicamente, provoca no pocas lesiones del derecho de defensa, siendo la
principal de ellas la aparición de las denominadas diligencias indeterminadas, que se incoan a espaldas de
la defensa sobre todo para posibilitar el mantenimiento indefinido de las escuchas telefónicas, que se
efectúan en una pieza separada y secreta y cuyo plazo es superior: de tres meses, prorrogables por iguales
periodos hasta el plazo máximo de 18 años.
2.6 – LA VULNERACIÓN DEL DERECHO DE DEFENSA POR LA EXTENSIÓN INDEBIDA DEL SECRETO
INSTRUCTORIO
Partiendo de la base de que el derecho de la defensa a la publicidad relativa del sumario no es subsumible
en el derecho fundamental a un proceso público, la jurisprudencia del TS ha afirmado (no obstante
reconocer la ilicitud de las prórrogas mecánicas al secreto sumarial) que esta práctica, ni supone un retraso
malicioso en la Administración de Justicia, ni puede provocar la nulidad de las actuaciones sumariales
practicadas.
Pero, si se ha pronunciado sentencia de condena, el TS tiene razón al negar la procedencia de esta doctrina
de la nulidad de las actuaciones. En tal supuesto, lo procedente será declarar las diligencias practicadas
como prueba de valoración prohibida, por infracción al derecho de defensa, debiendo la AP o el TS
examinar si la sentencia de condena se fundó o no exclusivamente en tales pruebas prohibidas para
absolver en caso afirmativo, o confirmar la sentencia condenatoria en caso negativo.
3.2 – PROCEDIMIENTO
En instrucciones complejas la prórroga está sometida a los siguientes requisitos:
a) Solicitud expresa y por escrito del MF
b) Presentación de la solicitud dentro del plazo ordinario y como máximo tres días antes su conclusión
c) Audiencia de las partes
Por partes hay que entender aquí necesariamente a la defensa, que está legitimada para sustentar su
oposición; y a las partes penales que hayan comparecido en el proceso, siendo dudoso que también deba
prestarse audiencia a las civiles, quienes tienen la carga procesal de incorporar los hechos que sustancien
su pretensión de resarcimiento.
El Juez de instrucción citará pues a todas las partes penales quienes, en audiencia, podrán alegar acerca del
carácter complejo o no de la instrucción y si, en ella, se han provocado o no dilaciones indebidas.
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TEMA 18
1 – LA IMPUTACIÓN
1.1 – CONCEPTO Y FUNCIONES
Se entiende por imputación la atribución a una determinada persona física, de la comisión de un hecho
punible, efectuada en un acto de iniciación de la instrucción o a lo largo de la fase instructora.
No es necesario que el imputado (hoy investigado) esté identificado, basta que este determinado, ya que
una de las funciones de la instrucción consiste en determinar e identificar al investigado.
A diferencia de la acusación, en la que el investigado deberá estar también identificado, para la imputación
tan sólo es necesario que existan indicios racionales de criminalidad contra persona determinada.
a) Determina el elemento subjetivo de la instrucción, de tal modo que el Juez de instrucción, si admite
la denuncia o querella, centrará su actividad inquisitiva en la averiguación de la responsabilidad
penal del investigado, la que determinará contra él, bien un auto de sobreseimiento, bien un auto
de imputación formal.
b) Dicha imputación ha de ser puesta en su conocimiento en una lengua que comprenda, lo que
ocasionará el surgimiento del derecho de defensa.
c) La determinación de la persona del investigado, dentro de la instrucción, se convierte en un
presupuesto de la acusación, de modo que no se puede dirigir la acusación contra persona que no
haya sido declarada imputada con anterioridad y haya, al menos, prestado declaración ante el Juez.
B) LA IMPUTACIÓN DE PARTE
Es la que realiza un denunciante o acusador popular en sus respectivos escritos de denuncia o querella, o
un tercero, como podría ser un testigo o un coacusado.
Esta imputación tiene la virtualidad de hacer surgir el derecho de defensa y precisa ser asumida por el Juez
de instrucción.
Dicha imputación puede convertirse en acto de prueba si el denunciante o el acusador particular prestaran
declaración como testigos en el juicio oral. Pero tratándose de la declaración de un hecho nuevo, no
investigado e introducido en el juicio, ha de provocar la suspensión del juicio oral a fin de practicar una
sumaria instrucción complementaria.
Si la imputación la efectuara un coinvestigado contra otro, ha de tenerse en cuenta que dicha declaración
puede estar viciada por su falta de espontaneidad, ante la expectativa de obtención de ventajas procesales
o materiales, por lo que, por sí sola, no puede nunca fundar una sentencia de condena sin infringir la
presunción de inocencia.
C) LA IMPUTACIÓN JUDICIAL
Es la que efectúa el Juez de instrucción al decidir dirigir la instrucción contra una persona determinada.
Todas estas resoluciones, salvo el auto de hechos justiciables, pueden ser impugnadas mediante recurso de
apelación, a fin de que la AP revise y se pronuncie sobre este juicio definitivo de imputación.
D) EFECTOS DE LA IMPUTACIÓN
Los efectos esenciales de la imputación son la interrupción de la prescripción de los delitos y el nacimiento
del derecho de defensa.
Es doctrina reiterada del TC la de que el Juez no puede dilatar el traslado de la imputación, ya que,
tomando declaración al investigado como testigo, se le niega su derecho a la información y a la defensa,
por lo que, si del estado de las actuaciones pudiera inferirse la cualidad de investigado del que no tiene otra
intervención que la de testigo, en la instrucción, sus declaraciones testificales no podrán ser tomadas en
cuenta como prueba válida de cargo.
Además, el Juez debe comunicarle la existencia del procedimiento, es decir, a tenerlo por investigado y a
permitirle el ejercicio de su derecho de defensa.
Por otra parte, la imputación por parte del coinvestigado, en la medida en que está viciada por expectativas
de ventaja, no puede fundar por sí sola una sentencia de condena, ya que se infringiría la presunción de
inocencia.
Forma de la imputación
El derecho de defensa surge de una manera genérica cuando se le imputa a una persona un hecho punible.
Dicha imputación se formaliza mediante la comunicación de la existencia del procedimiento, por el hecho
de la detención o por la adopción de cualquier otra medida cautelar o cuando se haya acordado su
procesamiento.
Así pues, son tres las formas a través de las cuales puede alcanzase el estatus de investigado en el proceso
penal:
a) Por el hecho de figurar como indiciado en cualquier medio de incoación del proceso penal
b) Por ser sujeto pasivo de una detención o de cualquier otra medida cautelar penal, o civil siempre y
cuando coincida el investigado con el responsable civil
c) Por aparecer como determinado en un auto de procesamiento o de transformación del proceso
penal abreviado (auto PPA)
Todavía cabe añadir la denominada citación cautelar o para ser oído.
El TC prohibió que ninguna persona fuera acusada sin haber sido, al menos, previamente oída por el Juez
dentro de las diligencias previas.
B) EL CONOCIMIENTO DE LA IMPUTACIÓN
Como regla general, el Juez está obligado a transmitir a su sujeto pasivo todo acto de imputación y, como
criterios especiales, cabe distinguir tantas notificaciones como actos de imputación.
incoación como la denuncia o querella, salvo que el Juez determine el secreto de las actuaciones.
De dicha regla general no cabe exceptuar ni siquiera aquellos delitos que, como es el caso de los cometidos
por el crimen organizado, de notificar al investigado la denuncia o querella, podrían frustrarse los fines del
proceso. En estos supuestos el Juez puede y debe declarar el secreto instructorio a fin de evitar las
comunicaciones en la causa. Lo que no puede es retrasar la notificación del acto de iniciación del proceso
sin declarar dicho secreto.
Pero la imputación judicial también puede y debe ser verbal. En primer lugar, el Juez debe ilustrar
verbalmente al investigado del hecho punible cuya comisión se le atribuye, al inicio de su primer
interrogatorio judicial.
En segundo lugar, también debe ilustrarle de la imputación y de los derechos de defensa en los supuestos
de autoinculpaciones: cuando surjan indicios de criminalidad contra el testigo en una declaración testifical,
el Juez debe suspender el interrogatorio, ilustrarle de todos sus derechos de defensa y tomarle declaración
bajo el régimen de las indagatorias.
Contenido
Si la imputación es a instancia de parte acusadora, el Juez cumple con el art. 118.2 por el solo hecho de
darle traslado de la denuncia o querella.
Pero si la imputación es judicial, hay que distinguir si es escrita o verbal.
Tratándose de imputación escrita, si es un auto de procesamiento hay que reflejar los indicios racionales de
criminalidad, si fuera un auto de prisión, se deben plasmar los motivos bastantes de responsabilidad
criminal, etc.
Pero si la imputación fuera verbal, el Juez debe ilustrar al investigado del hecho punible y de su tipicidad.
Tiempo
No existe plazo legalmente establecido para la puesta en conocimiento de la imputación, lo que no significa
que el Juez pueda retrasar esa notificación, la cual ha de efectuarse inmediatamente que surja una
imputación contra persona determinada.
La imputación ha de comunicarse pues, cuando por los medios que sean, una persona sea diferenciada de
la comunidad social como autor de un hecho punible, aunque todavía no haya podido ser identificada.
Dicha citación contiene un acto judicial de imputación que, sin embargo, es provisional en la medida en
que, tras la declaración, el Juez podrá elevarla a definitiva o dictar un auto de sobreseimiento.
La finalidad de la citación consiste en posibilitar el interrogatorio judicial del investigado, quien ha de haber
sido citado en calidad de tal y no de testigo.
Dicho interrogatorio participa de una doble naturaleza: de un lado, es un acto de investigación del Juez
para determinar el hecho y la participación del investigado en él, por lo que a esta declaración le son de
aplicación supletoria todas las disposiciones sobre las “indagatorias”. De otro lado, y al mismo tiempo,
constituye un acto de defensa porque es la primera posibilidad que tiene el investigado de exculparse de
los hechos.
El TC establece la citación para ser oído como obligatoria en el proceso penal abreviado, en el que el Juez
de instrucción no puede clausurar unas diligencias previas sin tomarle declaración al investigado, debiendo
reputarse prestadas en la instrucción sus declaraciones testificales cuando del resultado de las diligencias
pueda inferirse su cualidad de investigado, como constitutivas de supuestos de prueba de valoración
prohibida.
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2 – Dicha resolución tiene carácter provisional. Ha de pronunciarse cuando surja en la causa algún indicio
racional de criminalidad contra persona determinada.
El Juez de instrucción puede levantar el procesamiento cuando desaparezca su presupuesto material, o la
Audiencia puede desprocesar, decretando el sobreseimiento. No es necesario que dicho desprocesamiento
se haya de realizar a través del cauce del recurso de reforma o apelación, pudiendo efectuarlo de oficio el
Juez.
6 – Dicha resolución jurisdiccional de imputación ha de dirigirse contra persona determinada, aun cuando
se desconozca su identidad personal.
diverso.
En tal sentido se han apuntado como causas de exención que pueden estimarse en esta fase: las de caso
fortuito, fuerza irresistible, cumplimiento de un deber, ejercicio legítimo de un derecho y, con dudas, la
legítima defensa, el estado de necesidad y la obediencia debida.
9 – El procesamiento produce una serie de importantes efectos sobre las medidas cautelares y
provisionales.
Con respecto a las primeras, el efecto que genera es el de constituir imputación suficiente para justificarla
la adopción de las medidas cautelares de carácter provisional.
En cuando a las segundas, cabe destacar la privación del permiso de conducir y la suspensión provisional en
el ejercicio de su cargo al funcionario procesado.
10 – En cuanto a los medios de impugnación, es obligado distinguir entre los autos denegatorios de la
petición de procesamiento y los estimatorios.
Con respecto a los denegatorios, tan sólo podrá interponerse recurso de reforma, sin que sea procedente
el de apelación. No obstante, la parte acusadora gravada por tal decisión podrá reproducir su solicitud en la
fase intermedia y ante la Audiencia.
En cuanto a los autos estimatorios, contra ellos puede interponerse recurso de reforma y, con carácter
subsidiario, de apelación.
11 – Tanto el auto de procesamiento como la resolución del pertinente recurso de apelación inhabilitan a
los Magistrados intervinientes para conocer del juicio oral y dictar sentencia ya que, en tal supuesto, se
violaría el derecho al Juez legal imparcial, implícito en el derecho a un proceso con todas las garantías.
La segunda novedad de esta reforma consistió en permitir, a través del recurso de apelación, la
impugnación devolutiva de esta resolución de imputación judicial definitiva que, debido a que se convierte
en un presupuesto indispensable para formular escrito de acusación, revista singular importancia, ya que la
imputación puede ser revisada plenamente por la AP.
TEMA 19
escritos de calificación o acusación, pero no permiten al Tribunal sentenciador extender sobre ellos su
conocimiento en la declaración de hechos probados de la sentencia.
El Tribunal sentenciador sólo puede fundar su sentencia en las pruebas practicadas en el juicio.
Ahora bien, por actos de prueba no cabe entender exclusivamente los que se ejecutan en la inmediación
del Tribunal y bajo la vigencia de los principios de contradicción y publicidad, sino también los actos de
prueba sumaria anticipada y preconstituida.
El aseguramiento de la prueba es una actividad del Juez de instrucción que comprende dos cometidos
concretos:
a) Bien la práctica del acto de prueba, en cuyo caso nos encontramos ante un supuesto de prueba
instructora anticipada
b) Bien la custodia de las fuentes de prueba, a través de actos de prueba preconstituida.
Tales actos se diferencian claramente de los actos instructorios porque se manifiestan aptos para
desvirtuar la presunción de inocencia.
Ahora bien, para que tales actos de aportación fáctica se conviertan en actos de prueba, es preciso que
cumplan escrupulosamente un conjunto de requisitos y garantías.
En cuanto a la vigencia del segundo requisito, la prueba exige la contradicción e igualdad de armas.
Así pues, en los actos de prueba anticipada, el Juez siempre debe cumplir con el deber de ilustración de sus
derechos al imputado y de proveerle de Abogado con el objeto de que pueda comparecer a la ejecución de
lacto y pueda ejercitar con plenitud su derecho de defensa, siendo aconsejable que la publicidad y el
sistema de interrogatorio cruzado, propio del juicio oral, estén también presentes en los actos de prueba
anticipada.
El incumplimiento de este último requisito convierte al acto de prueba preconstituida en un mero acto
investigatorio, sin perjuicio de que su resultado pueda incorporarse en el juicio oral a través de otro medio
de prueba.
TEMA 20
preconstituida.
Pero se diferencia de dicha prueba
a) Tanto por su objeto, ya que, mientras la prueba preconstituida es siempre documental, la
instructora consiste en pruebas personales como la prueba testifical y la pericial,
b) Como por la Autoridad que la interviene que, en la prueba preconstituida puede ser tanto el Juez
de instrucción como, por razones de urgencia, la policía judicial y el MF, en tanto que la única
Autoridad que puede generar la prueba anticipada es el Juez de instrucción.
Los actos de prueba anticipada están, por lo tanto, sometidos al principio de exclusividad jurisdiccional.
Como todos los actos de prueba, la anticipada se rige también por los principios de oralidad e inmediación,
pero la ha de practicar el Juez de instrucción, por lo que son pruebas inmediatas en su ejecución, pero
mediatas en su valoración.
También es un requisito esencial de la prueba anticipada el cumplimiento del principio de contradicción.
Nuestra LECrim tan sólo contempla como prueba sumarial anticipada determinados supuestos específicos
de la prueba testifical y pericial.
y su personal colaborador, tendentes a la determinación del hecho punible y su autor, a fin de obtener bien
la decisión de la apertura del juicio oral, bien una resolución de sobreseimiento.
Los actos de investigación asumen la función inmediata de comprobar la verosimilitud de la notitia criminis.
En la medida en que la fortalecen, permiten al Juez formular su imputación judicial y adoptar las oportunas
medidas cautelares contra el sujeto pasivo y, si la debilitaran o no la comprobaran, posibilitarán un auto de
sobreseimiento.
La práctica de tales actos ha de estar, pues, presidida por el principio de imparcialidad.
Pero si el sobreseimiento no fuera procedente, los actos instructorios cumplen con la función de posibilitar
a las partes acusadoras la redacción de los hechos en sus escritos de acusación.
Si los actos de prueba preconstituida y anticipada no cumplen con todos y cada uno de los requisitos que
los habilitan como actos de prueba, se convierten en actos de investigación. Junto a ellos existen otros que,
como es el caso de las declaraciones del procesado o su reconocimiento, y so pena de degenerar el proceso
penal acusatorio en inquisitivo, nunca debieran convertirse en actos de prueba instructora.
su Abogado, no gozan por sí solos de valor probatorio alguno. El reconocimiento fotográfico posee un mero
valor de acto de investigación, susceptible de fundamentar una denuncia pero, por sí solo, no puede
erigirse en acto de prueba suficiente para desvirtuar la presunción de inocencia, salvo que dicho
reconocimiento se ratifique ante el Juez de instrucción mediante la única diligencia que puede convertirse
en acto de prueba preconstituida: el reconocimiento judicial irrepetible del imputado en rueda.
Requisitos formales
Esta diligencia no se erige en acto de prueba si el sujeto activo de la misma, es decir, el testigo directo del
hecho punible, no efectúa idéntico reconocimiento del imputado en el juicio oral.
Procedimiento
Por regla general, el incumplimiento de alguno de los requisitos de esta diligencia no puede fundamentar
una pretensión constitucional de amparo, sin perjuicio de que se haga valer ante el TS mediante la
casación, por quebrantamiento de forma.
Tales requisitos son los siguientes:
a) En primer lugar, el Juez ordenará que comparezca el imputado junto con otras personas de rasgos
similares, e incluso vestidas de modo parecido a como lo estaba el autor en el momento de la
comisión del hecho punible.
designación nominal del imputado, entre los que destaca la inclusión de su certificación de nacimiento en el
sumario.
La aportación de las anteriores certificaciones no excluye la práctica de la diligencia de ratificación de dicha
identidad, la cual se efectuará en todos los interrogatorios judiciales del imputado, cuya pregunta general
de la Ley ha de ser la de comprobar su identidad.
Tales informes no dispensan de la obligación de practicar la oportuna prueba pericial en el juicio oral dado
que estos informes periciales no se erigen en acto de prueba, sino tan sólo en actos investigación.
Tales informes sirven para disponer, en su caso, el ingreso del imputado en un establecimiento psiquiátrico.
La enajenación del procesado puede ser originaria (en el momento de la comisión del hecho punible) o
sobrevenida (con posterioridad al inicio de la causa).
Si fuera originaria, el Juez lo someterá inmediatamente a la observación de los médicos forenses, sin
perjuicio de que las partes insten la pertinente prueba pericial.
En tal caso, siempre y cuando existiera alguna duda sobre la calificación de dicha demencia, debe abrirse el
juicio oral a fin de que se pruebe la concurrencia o no de la pertinente causa de exención o de atenuación
de la responsabilidad penal.
Pero, si la demencia fuera sobrevenida, el Juez concluirá la instrucción y el Tribunal competente archivará
la causa hasta que el procesado recupere la salud.
Debido a que la defensa es una parte dual, integrada por la concurrencia de la defensa pública del Abogado
defensor y de la autodefensa del procesado, la Ley quiere que este último tenga la capacidad de
discernimiento necesaria para hacer valer con eficacia su propia defensa.
Ahora bien, si existieran otros procesados no enajenados, la causa continuará respecto a ellos. En tal caso,
el Juez debe dictar un auto de sobreseimiento parcial con respecto al enajenado y continuar la instrucción
respecto a los demás.
TEMA 21
b) Por otro, se erige también en un acto de defensa privada porque, a través de la indagatoria, el
imputado puede exculparse de la imputación existente sobre él.
Debido a que el auto de procesamiento, que ha de dictarse con carácter previo a la primera indagatoria,
posibilita el conocimiento de la imputación por el procesado, la declaración indagatoria permite el ejercicio
pleno de la autodefensa por el imputado quien, si estuviera detenido, podrá exculparse por primera vez
ante el Juez de instrucción.
1.3 - INICIACIÓN
A) DE OFICIO
La primera declaración indagatoria ha de practicarse necesariamente de oficio.
Esta primera declaración indagatoria está sometida, además, al cumplimiento de un plazo preclusivo de 24
horas cuando el procesado se encuentre detenido.
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No obstante, con carácter potestativo, el Juez también puede disponer, a lo largo del sumario, la práctica
de cuantas indagatorias considere oportunas para la determinación del hecho punible y su autoría.
B) A INSTANCIA DE PARTE
Así mismo, las partes pueden solicitar al Juez el sometimiento del imputado a una nueva declaración
indagatoria.
Todas las partes penales están legitimadas para instar la práctica de esta diligencia. Por el contrario, en
principio debieran carecer de legitimación las partes civiles, ya que la indagatoria tiene como única
finalidad acreditar los hechos constitutivos de la pretensión penal.
No obstante, la LECrim también confiere legitimación al actor civil, la cual hay que entender circunscrita a la
averiguación del hecho punible y su autoría, pero tan sólo en la medida en que tales elementos se erigen
en fuente de la obligación y de la responsabilidad civil.
Contra la resolución del Juez denegando la práctica de una indagatoria cabe recurso de apelación, pero no
contra la resolución admisoria.
A) PROHIBICIONES
Las prohibiciones legales de todo interrogatorio judicial del imputado (y no sólo de las indagatorias) están
previstas en los arts. 387 y 389, en cuya virtud, ni se puede exigir juramento al procesado, ni ejercitar
contra él cualquier tipo de coacción o amenaza.
El procesado puede dictar por sí mismo sus declaraciones. Si no lo hiciera, las redactará el Letrado de la
Administración de Justicia, procurando consignar las mismas palabras que el procesado hubiera utilizado.
Si, en declaraciones posteriores, el procesado incurriera en contradicción con otras anteriores, el Juez le
interrogará sobre la causa de tales contradicciones.
Para advertir al Tribunal sentenciador de que un interrogatorio puede estar viciado en el consentimiento
por el cansancio del imputado, la LECrim obliga a reflejar siempre en el acta el tiempo invertido en el
mismo, aunque la omisión de este extremo no convierte en nulo su resultado probatorio.
A) SUPUESTOS COMUNES
En los supuestos comunes la práctica de la indagatoria está presidida por el principio de publicidad relativa.
B) SUPUESTOS ESPECIALES
Pero, si la declaración indagatoria ha sido declarada secreta, el Juez podrá negar el acceso del imputado o
de su Abogado a las diligencias sumariales. En tal caso, el procesado tan sólo podrá leer sus declaraciones
anteriores.
No obstante la declaración del secreto, al Abogado le asiste el derecho a estar presente en todas las
indagatorias que preste su defendido.
Distinta es la situación del procesado que se encuentre preso o incomunicado, con respecto al cual, la
LECrim le priva de su derecho a la designación de Abogado de confianza y al derecho a la entrevista con su
Abogado de oficio. Por otra parte, la Ley faculta al Juez para limitar discrecionalmente la publicidad relativa
de las actuaciones sumariales, las cuales han de extenderse necesariamente incluso a los fundamentos del
auto de incomunicación.
3.2 – EN LA CONFORMIDAD
De dicha regla general hay que exceptuar los supuestos de conformidad, la mayoría de los cuales han de
suceder dentro de la fase instructora o al inicio de las sesiones del juicio oral.
La conformidad que encierra una confesión con allanamiento del acusado, tiene la virtualidad de poner fin
al proceso mediante una sentencia inmediata de condena.
3.3 – EN LA SENTENCIA
En primer lugar, hay que determinar si la sola confesión, ante la inexistencia de pruebas, puede justificar
una sentencia de condena y, en segundo, en qué condiciones ha de valorar el Tribunal sentenciador dicha
confesión prestada en la declaración indagatoria.
confesión del procesado, tanto si sirve para su propia incriminación, como para la de otros autores.
Preguntado acerca de sus contradicciones, el Tribunal podrá, apreciando con inmediación sus gestos de
turbación o sorpresa, formarse una íntima convicción acerca de cuál de las distintas declaraciones es la que
deba ser tenida por veraz, pudiendo entonces fundar su sentencia en la declaración sumarial, siempre y
cuando se proceda a su lectura en el juicio oral.
En cualquiera caso, el silencio del acusado puede valorarse junto con otras pruebas.
No obstante, lo recomendable, desde un punto de vista constitucional, que exige que la prueba se
practique en el juicio oral, debiera ser que el Tribunal fundara además su sentencia sobre otras pruebas de
cargo distintas a la confesión plasmada en la indagatoria.
TEMA 22
Para asumir el rol de testigo en el proceso penal, lo decisivo es que la persona que haya de prestar
declaración no sea imputada. Es más, incluso el ofendido puede prestar declaración en el proceso, en
calidad de testigo, y no de parte.
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El testigo no puede ser nunca al propio tiempo imputado. Si así fuera se le sacrificaría su derecho de
defensa, ya que el estatuto del testigo es muy diferente del de imputado. Por ello, el TC tiene declarado
que la toma de declaración a un imputado en calidad de testigo, cuando del estado de la instrucción pueda
inferirse objetivamente su participación en el hecho punible, constituye una prueba de valoración
prohibida.
1.2 - CLASES
A) TESTIGOS Y TESTIGO-VÍCTIMA
En el proceso penal, los ofendidos por el delito, hayan o no comparecido como acusadores particulares,
han de prestar declaración como testigos.
Ahora bien, para la adecuada valoración de su resultado probatorio, sobre todo en los delitos contra la
libertad sexual, la jurisprudencia del TS exige la concurrencia de los siguientes requisitos:
a) Ausencia de incredibilidad subjetiva derivada de las previas relaciones entre el acusado y la víctima,
que pongan de relieve una posible motivación ilegítima de resentimiento o venganza.
b) Verosimilitud del testimonio que ha de estar rodeado de algunas corroboraciones periféricas de
carácter objetivo obrantes en el proceso.
c) La declaración ha de ser concreta, precisa, coherente y sin contradicciones.
d) No se puede valorar la declaración incriminatoria del testigo, prestada en la instrucción, si en el
juicio oral la víctima se niega a declarar a causa de una dispensa por razón de parentesco.
e) Pero la declaración sumarial de la víctima puede ser valorada por el Tribunal sentenciador si ésta se
encontrara en paradero desconocido.
Las situaciones que justifican la intervención de testigos de referencia, como actos de prueba en el juicio
oral, han de reconducirse a los supuestos de fallecimiento, paradero desconocido o localización en el
extranjero del testigo directo; pero aun así ha de tenerse en cuenta que la Ley permite la utilización de
videoconferencia.
Parapara que el Tribunal decisor tome en consideración la declaración del testigo indirecto, es necesario,
en segundo lugar, que dicho testigo informe al Tribunal sobre la causa u origen de su conocimiento a fin de
que sea sometido a confrontación por las partes en punto a que el Tribunal pueda formarse un juicio de
Tanto el legislador como la jurisprudencia desconfían de este medio de prueba, por lo que es aconsejable
que la declaración de testigos indirectos, para ser tomadas en cuenta como prueba válida por el Tribunal
decisor, sea corroborada por otras pruebas.
Las Autoridades están eximidas de estas obligaciones procesales, pero no de prestar declaración en el juicio
oral, ya que es un derecho del acusado el de interrogar y contra interrogar a los testigos de cargo y de
descargo.
Los supuestos que legitiman este medio son el interrogatorio de menores, los de utilidad, seguridad y
orden público y la comparecencia especialmente gravosa o perjudicial del testigo, si bien tales supuestos
deben ser interpretados restrictivamente a fin de posibilitar la inmediación y publicidad directa del juicio
oral, no debiendo reclamarse nunca en el supuesto de acusados presos pues, en tal caso, se vulneraría el
derecho de defensa al no garantizarse la fluida comunicación entre el Abogado y su cliente.
Obligación de comparecencia
La primera obligación del testigo, salvo que se trate del Rey, la Reina, el Príncipe heredero o el Regente y
los agentes diplomáticos, es la de comparecencia ante el Juez de instrucción en el día y hora señalados.
Dicha citación, en supuestos ordinarios, se ha de efectuar en la forma prevenida por el art. 175, si bien, en
los juicios rápidos, puede efectuarse incluso verbalmente por la propia policía judicial. Así mismo, la Ley
posibilita otro tanto en el sumario ordinario por razones de urgencia.
Pero si no concurriera a la primera citación judicial, podrá ser sancionado con multa, pudiendo ser
conducido por la fuerza pública a la presencia del Juez, y procesado por delito de obstrucción a la justicia.
B) DERECHOS
Al testigo le asiste el derecho a percibir una indemnización adecuada, con cargo a la parte proponente o del
Estado, suficiente para cubrir su desplazamiento y dietas. Sin embargo, la no percepción de dicha
indemnización no le exime de su obligación de comparecencia.
1.4 – PROCEDIMIENTO
El testigo puede ser llamado a prestar declaración de oficio o a instancia de parte.
Una vez comparecido, a diferencia del imputado, se le prestará juramento, habiendo de declarar separada
y secretamente bajo la inmediación del Juez y del Letrado de la Administración de Justicia.
La víctima puede hacerse acompañar de su representante legal y, si se tratara de un menor o incapaz, en su
declaración podrá intervenir un experto y el MF.
El interrogatorio comenzará con las “preguntas generales de la Ley”, debiendo el Juez dejarle narrar todo
cuanto sepa del hecho punible. A continuación le formulará las preguntas que estime pertinentes.
La Ley prohíbe tanto el uso de preguntas capciosas como de coacciones o promesas para conseguir una
determinada respuesta.
Los testigos contestarán verbalmente, pudiendo consultar sus apuntes. Si el Juez lo estimara conveniente,
podrán prestar declaración en el lugar de la comisión del delito.
Si el testigo no conociera la lengua española, se le designará un intérprete. Lo mismo sucederá si fuera
sordo.
2 – LA DILIGENCIA DE CAREO
Se trata de un acto de investigación consistente en confrontar a varios acusados, testigos o a ambos entre
sí, cuando del resultado de sus declaraciones puedan desprenderse contradicciones sobre los hechos
narrados.
La LECrim establece que el Juez sólo pueda practicar esta diligencia cuando no pueda acreditar el objeto de
la instrucción a través de otros actos de investigación. La propia jurisprudencia manifiesta que no es un
auténtico acto de prueba, y que reviste carácter potestativo y excepcional, por lo que su denegación no
puede ser motivo de recurso de casación.
No se puede practicar el careo con testigos menores de edad, ni el Juez puede permitir que, durante su
práctica, los careados se insulten o amenacen.
Si durante la práctica de esta diligencia, el Juez observara que alguno de sus intervinientes miente, podrá
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exhortarle a decir la verdad e ilustrarle de las penas del delito de falso testimonio.
Excepcionalmente se les puede proporcionar una nueva identidad, otorgarles protección policial, poner a
su disposición un coche oficial para sus traslados al Juzgado y conferirles medios económicos para cambiar
de trabajo y residencia, habiéndoseles de conferir, en cualquier caso, una dependencia reservada y
custodiada por el Juzgado.
Ahora bien, este estatuto no puede convertir necesariamente en anónimos a los testigos protegidos
cuando presten declaración testifical en calidad de prueba. De aquí que la LPOTP establezca que, si alguna
de las partes, en su escrito de calificación, solicita conocer la identidad del testigo protegido, el Juez deberá
facilitar el nombre y los apellidos de los testigos y peritos, respetando las restantes garantías reconocidas a
los mismos.
Con la única excepción de los agentes encubiertos, el Tribunal ha de desvelar, en el juicio oral, la identidad
del testigo protegido a fin de que las partes puedan formular las tachas e ilustrar al Tribunal acerca de la
imparcialidad del testigo protegido durante la fase instructora.
Para la valoración del resultado probatorio del testigo anónimo es necesaria la concurrencia de los
siguientes requisitos:
a) Que el anonimato haya sido declarado mediante resolución judicial motivada.
b) Que la defensa pueda alegar sobre la fiabilidad y credibilidad del testigo.
c) Que la declaración del testigo sea corroborada por otros medios de prueba.
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La posición de agente encubierto no puede ser ocupada por cualquier funcionario de policía, sino que, por
prescripción legal, deben ser miembros de la policía judicial.
El agente que, de forma voluntaria, asume la tarea de infiltrarse en una organización, actuará bajo una
identidad falsa, proporcionada por el Ministerio del Interior, que le permita forjar relaciones personales,
ganarse la confianza del grupo y acceder, no sólo al conocimiento de delitos cometidos o en vías de
preparación, sino también a todo un cúmulo de datos privados sobre las personas investigadas y su círculo
de allegados, con una grave restricción del derecho a la intimidad.
La investigación con agentes encubiertos ha de ser autorizada, desde el inicio, por el Juez de instrucción o
por el MF, pero este último debe dar cuenta inmediata al Juez de instrucción.
El objeto de una investigación con agentes encubiertos viene diseñado conforme a un listado de delitos
tasados.
En la medida en que el agente, durante el desarrollo de la investigación, precisa llevar a cabo actuaciones
limitativas de derechos fundamentales (entradas domiciliarias, intervención de las comunicaciones), habrá
de solicitar al Juez de instrucción autorización al efecto.
La Ley permite la ocultación de la identidad del testigo protegido solamente en la fase de instrucción, ya
que en la fase de juicio oral, y ante la petición de las partes, el Juez debe revelar la identidad del testigo
protegido y posibilitar con ello el derecho de defensa.
De dicha regla general hay que exceptuar al agente encubierto. Cuando las partes soliciten conocer la
identidad del testigo protegido, que al mismo tiempo es agente encubierto, el órgano judicial tiene que
revelar la identidadfalsa, pero nunca la verdadera.
El legislador, consciente de que el agente cometería hechos delictivos durante la operación, introdujo una
exención de responsabilidad. Así, el agente encubierto queda exento de responsabilidad por los delitos
cometidos en el desarrollo de la investigación, siempre y cuando sean consecuencia necesaria de la misma,
guarden la debida proporcionalidad con su finalidad y no constituyan una inducción (que no provocación) al
delito.
El comportamiento de los agentes policiales se encuentra dentro de los límites que la Constitución y la
LECrim imponen a la policía en el ejercicio de sus facultades de averiguación del delito y descubrimiento del
delincuente. De este modo, la actuación del agente provocador deviene lícita y la prueba obtenida es apta
para su valoración en el juicio oral.
En todo caso, cuando actos concretos del agente provocador conlleven una vulneración de derechos
fundamentales, será necesario recabar autorización judicial.
Ha de diferenciarse entre la actuación del agente provocador y el delito provocado. Sólo resulta posible
admitir la existencia del delito provocado cuando la voluntad de delinquir surge en el sujeto, no por su libre
decisión, sino como consecuencia de la actividad de otra persona que incita a cometer un delito a quien no
tenía intención ninguna.
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Resulta evidente que el delito provocado desconoce la interdicción de la arbitrariedad de los poderes
públicos, sin que, en un Estado democrático, sea admisible que las autoridades den lugar a actuaciones
delictivas. En la actuación del agente provocador no existe verdadera infracción penal, en tanto en cuanto
la decisión del sujeto no es soberana, y no hay dolo, ni tipicidad propiamente dicha.
7.2 – CLASES
Los peritos pueden ser titulados y no titulados. Los primeros son los que han obtenido un título oficial que
les habilita para informar sobre el objeto de esta diligencia, mientras que los no titulados carecen de él.
El Juez utilizará con carácter preferente siempre a los titulados.
En cuanto a su designación, pueden ser oficiales o privados. Son oficiales los designados por el Juez, en
tanto que los privados son designados a instancia de parte.
La regla general es que, en el procedimiento penal, los peritos son designados de oficio en número de dos
en el sumario ordinario, y de uno en el abreviado.
Teóricamente, los peritos privados sólo pueden actuar en supuestos de infungibilidad o imposibilidad de
sustitución de los mismos, en cuyo caso de prueba sumarial anticipada, el perito puede ser recusado, por lo
que, al no existir otro, la LECrim permite que las partes puedan designar a sus peritos.
Pero, en la práctica forense, sobre todo en el juicio oral, no es inusual que, junto a los peritos oficiales, y
como exigencia de los derechos de a la tutela y de defensa, puedan informar también los privados.
7.3 – ESTATUTO
A) OBLIGACIONES
Al igual que los testigos, los peritos deben prestar la colaboración requerida por los Jueces y Tribunales en
el curso de un proceso.
Y del mismo modo que los testigos, tienen las obligaciones de colaborar con el Juez de instrucción, aceptar
su encargo y prestar su informe con imparcialidad y objetividad, pudiendo incurrir en las mismas
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Pero, a diferencia de éstos, y debido a que el perito es un auxiliar del Juez, al que presta sus especiales
conocimientos, debe abstenerse cuando se encuentre en una causa de exención de prestación de informe
por causa de parentesco.
Si no pone en conocimiento del Juez dicha situación, puede ser sancionado con multa. Dichas causas de
exención son las mismas que para los testigos.
B) DERECHOS
Al perito también le asiste el derecho a percibir los honorarios e indemnizaciones que sean justos, si tuviera
retribución fija satisfecha por el Estado, por la Provincia o por el Municipio.
7.4 - PROCEDIMIENTO
Una vez designado el perito, el Juez, mediante citación ordinaria, lo convocará para que acepte el cargo y
preste su informe.
Por razones de urgencia también puede efectuar la citación de forma verbal y a través de la policía judicial.
En el ámbito de los juicios rápidos, la policía judicial puede ordenar la práctica de informes periciales
oficiales para su remisión al Juez de guardia.
Salvo imposibilidad física, todos los peritos están obligados a comparecer ante el Juzgado en el día y la hora
indicados.
Hecho el nombramiento de los peritos, el Secretario judicial lo notificará a las partes por si desean ejercitar
la recusación contra ellos, la cual tan sólo es procedente cuando la prueba pericial sea irrepetible en el
juicio oral.
Las causas de recusación (parentesco, interés, amistad o enemistad) han de ser integradas con las
exenciones previstas en la LECrim.
Si se estimara la recusación, tanto el acusador particular como la defensa, tendrán derecho a designar un
perito privado, debiendo el Juez resolver sobre su admisión.
Una vez prestado el juramento por los peritos, el Juez les manifestará el objeto del informe. A la diligencia
pericial podrán acudir todas las partes, incluso el preso, y podrán efectuar a los peritos las observaciones
que estimen oportunas. El Juez también podrá formular sus observaciones.
El informe ha de contener:
a) La descripción de la persona o cosa que sea objeto del mismo, y su estado,
b) Relación detallada de todas las operaciones practicadas por los peritos y de su resultado,
c) Las conclusiones que formulen los peritos a la vista de tales datos.
Si hubiera que destruir elementos del cuerpo del delito, se custodiarán muestras para poder realizar un
nuevo análisis si fuera necesario, cuando alguna de las partes impugne este informe en el juicio oral.
En caso de que el número de peritos fuera par y entre ellos se produjera discordia en su informe, el Juez
TEMA 23
1 – LA PRUEBA PRECONSTITUIDA
La prueba preconstituida es una prueba documental que puede practicar el Juez de instrucción y su
personal colaborador (policía judicial y MF), sobre hechos irrepetibles que no pueden ser trasladados al
momento del juicio oral a través de medios de prueba ordinarios.
Por ello, dicha prueba tiene carácteraseguratorio de los indicios y fuentes de prueba que, bajo
determinadas garantías formales (entre las que destaca la de garantizar la posibilidad de contradicción)
posibilitan su introducción en el juicio oral a través de la lectura de documentos.
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Como todo acto de prueba, la competencia originaria para disponer tales medios corresponde al Juez de
instrucción. Pero la policía judicial, el MF y los jueces objetiva o territorialmente incompetentes también
pueden efectuar su práctica “a prevención”, siempre y cuando se acrediten razones de urgencia que
impidan que sea practicada por el Juez de instrucción.
La prueba preconstituida puede sistematizarse del siguiente modo:
a) Prueba preconstituida de las diligencias policiales de prevención:
a. Los métodos alcoholimétricos
b. Grabaciones de videovigilancia
c. Análisis sobre estupefacientes
d. Inspecciones corporales
e. Geolocalización
b) Prueba preconstituida de la policía judicial con control judicial
a. Circulación y entrega vigilada de drogas
b. Escuchas telefónicas
c. Intervenciones de los datos electrónicos de tráfico
d. Gestión de la base de datos del ADN
c) Prueba preconstituida del Juez de instrucción
a. Recogida y conservación del cuerpo del delito
b. Reconocimiento judicial
c. Inspecciones e intervenciones corporales
d. Entrada y registro
e. Intervención de las comunicaciones
La policía de tráfico está autorizada a realizar controles de alcoholemia a los conductores y a invitarles a
someterse a las pruebas alcoholimétricas, las cuales pueden ser dos:
a) De control del aire espirado
b) Y los análisis de sangre, de orina o análogos.
El sometimiento del conductor a las pruebas de aire espirado o la extracción de saliva constituye una
obligación y la negativa puede ser sancionada como falta grave, en calidad de infracción administrativa y
justifica la retención del vehículo, pudiendo constituir un delito de desobediencia.
A petición del interesado, o por orden judicial, pueden repetirse las pruebas a efectos de contraste, incluso
a través de análisis de sangre, de orina u otros análogos.
B) SU INCIDENCIA EN LA CONSTITUCIÓN
Los métodos alcoholimétricos pueden afectar a los siguientes derechos fundamentales:
a) Derecho a la libertad
b) A la integridad física
c) A no declarar contra sí mismo y a no confesarse culpable
d) A la presunción de inocencia
El TC sólo ha admitido explícitamente la vulneración de la presunción de inocencia.
Para que tales actos puedan erigirse en actos de prueba preconstituida, es preciso que se garantice la
posibilidad de contradicción, para lo cual los funcionarios de policía han de ser escrupulosos con el deber
de información al conductor, de las consecuencias desfavorables que puede conllevar el sometimiento a
tales pruebas y, de modo especial, de su derecho a someterse a un análisis clínico de extracción de sangre.
Si tales informaciones se omitieran, la prueba ha de reputarse como prohibida y excluir la posibilidad de
fundamentar en ella una sentencia de condena.
Pero, si se cumpliera dicha obligación, el Juez de lo Penal puede otorgar valor de prueba a dicho acto y
fundar una sentencia de condena.
La nueva redacción del CP transformó este ilícito penal en un delito de orden público, de modo que basta
que el resultado de la prueba origine una tasa de alcohol en aire espirado superior a 0.60 miligramos por
litro, o una tasa de alcohol en sangre superior a 1,2 gramos por litro, para que se consume el delito.
Distinta a la cámara oculta es la diligencia de captación y grabación de las comunicaciones orales mediante
dispositivos electrónicos.
El RD regulador de la policía judicial establece que no es necesario depositar en el Juzgado de guardia las
sustancias intervenidas, sino que es suficiente que las mismas estén a disposición judicial.
En materia de tráfico de drogas, el TS se ha pronunciado afirmativamente respecto de esta posibilidad,
habiendo afirmado que los convenios internacionales en materia de prevención de tráfico de
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El legislador ha establecido una prioridad de los análisis efectuados por los organismos competentes con
respecto a los que pueda efectuar la policía, quien deberá practicarlos de manera subsidiaria, es decir, tan
sólo en el supuesto de que no fuera previsible la remisión del análisis por los organismos oficiales dentro
del efímero plazo de conclusión de las diligencias policiales de prevención.
Pero dicho análisis, realizado por la policía judicial, y a diferencia del acto de aprensión de la droga, tendrá,
en principio, el valor de acto de investigación y no de prueba preconstituida.
La única cobertura legal que proporcionan las inspecciones e intervenciones corporales de la policía judicial
es contemplada en la LECrim, que requiere siempre una orden expresa del Juez de instrucción a fin de que
la policía pueda proceder a recoger muestras de ADN, siempre y cuando su entrega no se produzca de
forma voluntaria y requiera la compulsión, debiendo respetar escrupulosamente la cadena de custodia del
material genético, que únicamente podrá ser usado para los fines de la investigación.
A) LA RECOGIDA DE ADN
La recogida por la policía de elementos orgánicos portadores de ADN y externos al cuerpo humano, tales
como esputos, pelos, uñas, orina o heces, no constituye inspección corporal alguna. La policía está
facultada para recoger estas muestras genéticas sin necesidad de autorización judicial.
En la actualidad, la Ley otorga una mínima cobertura legal a las inspecciones e intervenciones corporales.
Así, establece que para la investigación de los delitos en ella contemplados, la policía judicial procederá a la
toma de muestras y fluidos del sospechoso, detenido o imputado, así como del lugar del delito. La toma de
muestras que requiera inspecciones, reconocimientos o intervenciones corporales, sin consentimiento del
afectado, requerirá en todo caso autorización judicial mediante auto motivado.
La policía judicial, junto con la autoridad judicial y el MF, es la única autorizada para recoger las muestras
de ADN externas al cuerpo humano.
Sobre dicho material genético, los laboratorios acreditados efectuarán los análisis biológicos pertinentes de
identificación genética, cuyos datos identificativos serán inscritos en la base de datos policial. Dichos datos
podrán ser utilizados por la policía judicial y cedidos a la autoridad judicial.
Sin embargo, la Ley no prevé el modo de introducción de tales datos al proceso. Desde luego, no nos
encontramos ante una prueba documental, sino ante un auténtico informe pericial que, en cuanto a tal,
ha de ser sometido a contradicción, sin que el Tribunal pueda examinarla de oficio.
C) LA DILIGENCIA DE CACHEO
Se entiende por diligencia de cacheo la inspección corporal que, previa privación momentánea del derecho
a la libertad de un sospechoso, y sin ser constitutiva de una detención policial, puede efectuar la policía
judicial, con el único objeto de proceder a su registro externo y recoger el cuerpo del delito.
Esta diligencia es una inspección corporal que cumple con la primera exigencia del principio de
proporcionalidad.
Debido a la escasa lesión que ocasiona la momentánea restricción del derecho a la libertad, la
jurisprudencia se manifiesta unánime a la hora de no calificar dicha restricción como una detención.
Ahora bien, para que dicha diligencia se ejecute lícitamente, requiere:
a) En primer lugar, que exista una imputación o una sospecha fundada por parte de la policía, de la
comisión de un delitodeespecial gravedad que, como mínimo, permitiría autorizar la práctica de
una detención, por lo que, ni se justifican los cacheos indiscriminados en redadas masivas, ni por la
comisión de infracciones administrativas, faltas o delitos que lleven aparejada una pena inferior a
los dos años de privación de libertad, si el imputado careciera de antecedentes.
b) En segundo, que, mediante la práctica del cacheo, no se comprometa en modo alguno el derecho a
la intimidad del imputado.
c) Y finalmente, que, al igual que las inspecciones e intervenciones corporales, la ejecución de la
diligencia de cacheo se confíe a persona del mismo sexo que el sospechoso.
Tampoco se justifica un cacheo con desnudo del detenido o del preso, salvo que éste preste su
consentimiento.
2.6 – LA GEOLOCALIZACIÓN
A) CONCEPTO
La aparición del GPS y otros dispositivos cuya tecnología permite la localización espacial de determinadas
personas, ha otorgado a la policía judicial un instrumento muy valioso para conocer, con mayor o menor
precisión, la ubicación de los medios de transporte u otros objetos de que pueda servirse el imputado, e
incluso las víctimas.
Nuestra jurisprudencia ha reconocido la validez de la utilización de balizas de geolocalización, las cuales no
afectan en modo alguno a ningún derecho fundamental.
B) SUPUESTOS
La geolocalización puede efectuarse también mediante los dispositivos de telefonía móvil, cuyos datos
asociados de tráfico conservan, tanto el sistema SITEL, como las operadoras de telecomunicaciones, si bien
estas últimas durante un año, lo que posibilita la localización e identificación en tiempo real con referencia
exclusiva al curso de cada comunicación.
Pero esta geolocalización, a través de la telefonía móvil, se diferencia del sistema anterior en que la
localización no es exacta, sino dentro de un perímetro determinado por la ubicación de las antenas de
telefonía, lo que no impide localizar al imputado en un perímetro determinado, así como el rastreo de su
capacidad deambulatoria.
También puede obtenerse la geolocalización de vehículos de motos mediante las grabaciones de
C) REGULACIÓN LEGAL
La Ley contempla expresamente la utilización de dispositivos de geolocalización cuando concurran razones
de necesidad y la medida fuera proporcionada. En tal caso, el Juez habrá de dictar resolución motivada, en
la que se especificará el medio técnico empleado, la finalidad de la medida y la persona afectada o el bien
sobre el que se ubicará el dispositivo.
Excepcionalmente, y por razones de urgencia, la policía judicial puede establecer dichos dispositivos, dando
cuenta al Juez en el plazo de 24 horas, quien confirmará o denegará la medida.
La policía judicial debe entregar al Juez los soportes originales o copias electrónicas auténticas que
contengan la información recogida, cuando éste se lo solicite y, en todo caso, cuando terminen las
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investigaciones.
La información suministrada al Juzgado deberá ser debidamente custodiada y se destruirá cuando exista
una sentencia absolutoria o sobreseimiento libre. Si fuera condenatoria, permanecerá durante cinco años,
contados desde que la pena fuera ejecutada o hubiera prescrito.
En cuanto a las intervenciones telefónicas y de Internet, aun cuando deban ser adoptadas por el Juez de
instrucción, en la práctica forense, su ejecución la efectúa la policía judicial.
Sin embargo, ello no significa que no deban tener el necesario y adecuado control judicial, por lo que hay
que reputarlas incluidas en los actos de prueba del Juez de instrucción.
TEMA 24
2 – EL RECONOCIMIENTO JUDICIAL
2.1 – CONCEPTO
Dentro de esta diligencia, el Juez ha de disponer que conste en acta cualquier precepción sensorial que
tenga relevancia para la investigación del delito y su autoría.
Así pues, el reconocimiento judicial constituye un acto de prueba preconstituida en el que, mediante la
inmediación del Juez de instrucción y la posibilidad de contradicción, se levanta un acta de constancia cuyo
objeto consiste en determinar los elementos de una realidad física externa en la que se ha efectuado la
comisión del delito, y que resulte pertinente y útil para la prueba del hecho punible y de la responsabilidad
El Juez deberá disponer la práctica de esta diligencia cuando sea irrepetible, lo que no sucederá en el
ámbito de los juicios rápidos, en los que el acto de prueba será el reconocimiento judicial efectuado en el
juicio oral, bajo la vigencia de los principios de inmediación judicial, contradicción y publicidad.
B) OBJETO
El objeto genérico de este acto instructorio es determinado por la LECrim, conforme a la cual el Juez
procederá a la inspección ocular y a la descripción de todo aquello que pueda tener relación con la
existencia y naturaleza del hecho.
El objeto del reconocimiento judicial ha de limitarse al lugar del delito, en sentido estricto, es decir, al lugar
de la comisión del hecho y de sus actos preparatorios.
Pero dicho espacio físico sobre el que ha de recaer la actividad probatoria ha de ser pertinente y útil.
Así, no procederá la práctica de esta diligencia:
a) Cuando la responsabilidad del autor y el hecho objeto de la diligencia estuvieran fuera de duda
b) Cuando el hecho ya esté acreditado a través de otros medios de prueba o la diligencia no
aportase nada nuevo a la investigación
c) Cuando el lugar del delito haya sido destruido
d) O cuando, por el transcurso del tiempo o por cualquier otra causa, hayan desaparecido las
pruebas de su perpetración.
C) FINALIDAD
La finalidad de esta diligencia es doble:
a) De un lado, consiste en levantar un acta judicial de constancia en la que se describan todos los
elementos del espacio físico observado que sean pertinentes para la prueba del hecho punible.
b) De otro, el Juez también ha de recoger y conservar el cuerpo del delito.
Así lo dispone la LECrim, que obliga al Juez a ordenar recoger “las huellas, vestigios y pruebas materiales”
de la perpetración del delito.
Si una vez personado el Juez en el lugar de la práctica de la diligencia, no encontrara tales huellas o
vestigios, puede proceder a efectuar un interrogatorio de los testigos presenciales. Sin embargo, tales
declaraciones, en la medida en que son reproducibles, no tendrán valor de prueba preconstituida, sino el
de meros actos de investigación, razón por la que tales testigos deberán prestar declaración en el juicio
oral.
D) REQUISITOS FORMALES
La práctica de esta diligencia debe ser notificada a la defensa y al MF.
A la misma también acudirá necesariamente el Letrado de la Administración de Justicia, que levantará acta
de todo lo que el Juez, de oficio o a instancia de partes, haga constar en ella. Dicha acta será suscrita por
todos los sujetos procesales anteriormente mencionados, así como por los testigos que intervinieron en la
misma.
Cumplidos estos requisitos, el acta gozará de valor de prueba preconstituida y podrá ser leída en el juicio
oral, extendiendo a su contenido la actividad cognoscitiva probatoria del Tribunal.
Este acto procesal puede disponerse directamente, de oficio o a instancia de parte, o con ocasión de una
inspección ocular o de una entrada y registro, siempre y cuando sea necesaria la recogida del cuerpo del
delito.
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Si los efectos del cuerpo del delito fueran de la titularidad de la víctima, le serán devueltos, salvo que hayan
de ser conservados por su valor probatorio, y siempre y cuando no exista peligro de desaparición, en cuyo
caso pueden permanecer bajo la custodia de la víctima, a quien le asiste también el derecho a recurrir la
resolución de incautación, sin necesidad de intervención de Letrado.
Su naturaleza es mixta:
a) De un lado, constituye un acto de aseguramiento de las fuentes de prueba
b) Y, de otro, también lo es de aseguramiento de la obligación de restitución del responsable
civil.
Las clases de diligencias de la recogida del cuerpo del delito son diversas:
a) Si se trata de armas o instrumentos, el Juez instructor ordenará su retención, conservación y
destino en el organismo adecuado para su depósito, pudiendo acordarse su destrucción si su
conservación fuera peligrosa, previa audiencia del MF.
b) Si se trata de drogas tóxicas, tras la audiencia del MF, ordenará su destrucción, previa
conservación de muestras que serán remitidas al Instituto de Toxicología para el análisis pericial
de su pureza.
c) Si se trata de un delito con la propiedad, debe determinarse la ajenidad de la cosa y su valor
económico, pudiendo la propia policía, en el ámbito de los juicios rápidos, disponer la
preparación de dicho informe.
d) Si el objeto de la diligencia fuera un lesionado, se practicarán los actos referentes a la asistencia
facultativa, a la valoración y gravedad de la lesión y su etiología, remitiendo al Juzgado los
partes de lesiones.
e) Si hubiera sucedido la muerte de una persona, en circunstancias que permitan inferir la
comisión de un delito contra la vida humana, se ha proceder a la identificación del cadáver y a
la práctica de la autopsia por el médico forense.
Por su especial interés y novedad, merece destacarse la posibilidad de que el Juez disponga una
intervención corporal para efectuar un análisis de ADN. Pero, si se tratara de la recogida de datos genéticos
externos al cuerpo humano, la policía judicial también puede disponer dicha recogida.
En el ámbito del procedimiento abreviado, tendrán carácter de prueba documental los informes emitidos
por los laboratorios oficiales sobre la naturaleza, cantidad y pureza de sustancias estupefacientes, cuando
en ellos conste que se han realizado siguiendo los protocolos científicos aprobados.
Justicia.
Junto a estos organismos oficiales, la Policía judicial cuenta con gabinetes y laboratorios periciales
caligráficos, de dactiloscopia, balísticos, etc., que, al ser emitida por ellos, pueden adquirir el valor de
prueba preconstituida.
Por todas estas razones, la Jurisprudencia del TS concedió a tales informes el valor de prueba
preconstituida, de tal modo que los funcionarios que la practican no precisan prestar informe personal en
el juicio oral, pudiendo ser introducida en éste mediante la lectura de documentos, sin perjuicio de que la
defensa impugne dicha prueba en su escrito de defensa, la contradiga o reclame la intervención de dicho
funcionario.
Debido a que la recogida del cuerpo del delito entraña un acto de prueba preconstituida, se ha de
garantizar siempre la posibilidad de contradicción por la defensa. Por ello, siempre que el imputado haya
comparecido y sea posible, se le ha de notificar su realización para que pueda acudir a dicho acto y realizar
las observaciones que estime oportunas.
A fin de posibilitar el recurso de casación por quebrantamiento de forma, fundado en la ausencia de las
piezas de convicción, es necesario que en el escrito de calificación provisional, la parte interesada solicite
expresamente la inhibición de tales piezas en el juicio oral.
En relación con los informes periciales de los organismos colaboradores de la Jurisdicción, también gozan
del valor de prueba preconstituida, pero pueden ser impugnados por las partes y sometidos a una nueva
confrontación en el juicio oral.
Cuestión distinta ocurre cuando tales inspecciones se efectúan sobre las partes íntimas del cuerpo humano.
En la actualidad, estas inspecciones sólo puede disponerlas el Juez de instrucción mediante resolución
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motivada, salvo que se efectúen con el consentimiento de su sujeto pasivo, o se trate de una inspección
bucal del imputado efectuada por la policía judicial, pero nunca las que infrinjan su derecho a la intimidad.
Sería recomendable que tales inspecciones, por razones de urgencia, es decir, para evitar la desaparición
del cuerpo del delito, o incluso para garantizar el derecho a la salud del imputado, las pudiera practicar la
policía judicial, siempre y cuando su ejecución fuera dispuesta por personal sanitario del mismo sexo que su
sujeto pasivo, y con estricto cumplimiento del principio de proporcionalidad.
Al igual que las inspecciones corporales, se hace preciso una urgente instauración legislativa de las
intervenciones respetuosa con el principio de proporcionalidad, en las que, dada la mayor relevancia del
derecho fundamental en conflicto, debe reforzarse la garantía de la jurisdiccionalidad de la medida y la
reserva de su ejecución, siempre confiada a personal sanitario especializado.
El nuevo CP ha restringido sustancialmente la recogida de material genético de los condenados, los cuales
habrán de serlo por alguno de los relacionados en el CP, sin que sea nunca procedente la recogida de dicho
material con respecto a condenados por delitos menos graves, ni mucho menos leves, debiendo concurrir
además un riesgo de reiteración delictiva.
El ADN habrá de ser no codificante y relativo exclusivamente a la identidad de la persona y a su sexo.
La ejecución forzosa ha de ser proporcionada y respetuosa con la dignidad, lo que conlleva que se efectúe
por personal sanitario del mismo sexo que el condenado.
TEMA 25
1 – LA ENTRADA
1.1 – CONCEPTO Y FUNDAMENTO
Se entiende por entrada toda resolución judicial por la que se limita el derecho fundamental a la
inviolabilidad del domicilio para la consecución de fines constitucionalmente protegidos.
Este derecho fundamental a la inviolabilidad del domicilio es objeto de desarrollo legislativo a través de la
LECrim, que concreta los casos y la forma en la que los Jueces de instrucción (y excepcionalmente la policía
judicial en caso de flagrante delito) pueden restringir dicho derecho reconocido en la CE.
A nivel de la legalidad ordinaria pueden distinguirse dos tipos de entradas:
a) Las comunes, dirigidas a la averiguación del hecho punible
b) Las administrativas, que la Administración pública puede instar del Juez en el uso de su potestad de
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autotutela.
Por “resolución judicial” cabe entender exclusivamente la resolución del Juez. Por lo tanto, ningún otro
órgano colaborador está constitucionalmente legitimado para adoptar dicha autorización.
Sin embargo, el Juez de instrucción puede encomendar la entrada a la policía judicial y, por tanto, al MF, de
quien aquélla depende.
Esta delegación habrá de ser expresa y específica, delimitando en el auto no sólo su fundamento material,
sino también la determinación del objeto de la diligencia.
La policía judicial
Los funcionarios de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado pueden disponer la entrada en el
domicilio de los particulares, sin necesidad de autorización judicial, en los supuestos de delito flagrante, en
el ámbito de la legislación antiterrorista y en el de los estados de excepción y sitio.
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B) SUJETO PASIVO
El destinatario de esta diligencia ha de ser el interesado o persona que legítimamente lo represente, quien
ha de ser el titular del derecho a la intimidad o privacidad del lugar cerrado objeto de la entrada, y quien
habrá de estar presente en la diligencia de registro, bajo sanción de nulidad del acto de prueba. Pero el
registro es válido si, por encontrarse detenido el titular, lo presencia la persona que conviva con él.
De conformidad con la LECrim, el interesado debe tratarse necesariamente de una persona física, ya que las
personas jurídicas no pueden, por su propia naturaleza, ser titulares del derecho a la intimidad.
Pero la Ley de medidas de agilización procesal también reputa como domicilio, a efectos de entrada y
registro, el espacio físico que constituya el centro de dirección de las personas jurídicas.
Tratándose de personas físicas, los destinatarios pueden ser nacionales o extranjeros. La LECrim extiende el
ámbito de protección del domicilio al de los extranjeros. Del mismo modo, la CE y la LO de los Derechos y
Libertades de los Extranjeros en España, reafirman la titularidad del extranjero sobre el carácter inviolable
de su domicilio.
Finalmente, el interesado, nacional o extranjero, deberá ser la persona que habite el lugar cerrado. Así
pues, el sujeto destinatario de la diligencia no es necesariamente el titular dominical, sino quien ostente la
posesión, aun cuando sea de mero hecho.
La jurisprudencia reputa también como morada a las habitaciones de los hoteles o a las roulottes y tiendas
de campaña.
B) PROCEDIMIENTO ADECUADO
La entrada y registro exige la incoación previa de un sumario (o, al menos, de unas diligencias previas en el
ámbito del proceso abreviado), sin que pueda ser dictado en el cauce de las atípicas diligencias
indeterminadas.
C) NOTIFICACIÓN
Tratándose del domicilio de un particular, el auto será comunicado al interesado mediante una notificación
personal, la cual habrá de efectuarse simultáneamente a la práctica de la diligencia, debiendo adoptar el
Juez las medidas oportunas para evitar, tanto la fuga del imputado, como el ocultamiento de las fuentes de
prueba.
Mediando autorización judicial, la policía puede efectuar una entrada, por razones de urgencia y a fin de
evitar la frustración de la medida, si bien deberá esperar a la comisión judicial para efectuar el registro.
E) TIEMPO
La regla general es que la entrada sólo puede efectuarse “de día”.
Por tanto, “de noche” no puede practicarse tal diligencia, salvo razones de urgencia. Pero, en tal supuesto,
si el interesado se opusiera a la entrada, el Juez habrá de plasmar la fundamentación de tales razones de
urgencia.
Si habiendo iniciado la entrada de día, sobreviniera la noche durante el registro, la autoridad ejecutora
habrá de recabar el consentimiento del interesado para su continuación. Si éste se opusiera, y no se
apreciaran razones de urgencia, habrá de suspenderse el registro, sellando las puertas del local y
reanudándose al día siguiente.
2 – LA DILIGENCIA DE REGISTRO
2.1 – CONCEPTO Y FUNDAMENTO
Realizada la entrada por parte de la autoridad judicial o de sus agentes, se ha proceder al cumplimiento de
sus fines, que tan sólo pueden consistir en la detención del imputado y/o la recogida de los instrumentos
y efectos del cuerpo del delito.
Este segundo cometido integra el objeto de la diligencia de registro, por lo que constituye
fundamentalmente un acto de recogida y aseguramiento del cuerpo del delito, si bien también es un acto
de investigación indirecto, por cuanto posibilita la práctica de actos investigatorios, tales como
reconocimientos periciales o declaraciones de testigos.
Pero debido a que la finalidad esencial del registro consiste en recoger los efectos e instrumentos del delito
o, lo que es lo mismo, preconstituir la prueba disponiendo su custodia hasta el momento del juicio oral,
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dicho acto ha de revestir las notas esenciales de todo acto de prueba: la intervención de la autoridad
judicial y la posibilidad de contradicción.
B) EL INTERESADO
El registro debe ser presenciado físicamente por el interesado o por la persona designada por éste.
Por interesado hay que entender, no tanto a la persona titular de la morada, cuanto a la que se imputa la
probable comisión del delito que motiva la autorización judicial.
La jurisprudencia del TS entiende que, estando detenido el imputado, debe presenciar la diligencia de
registro. Si la policía no lo traslada al lugar objeto de la diligencia, el registro practicado sin la presencia del
imputado no goza de valor probatorio.
C) LOS TESTIGOS
Si, en el momento de la práctica de la diligencia, el interesado no fuera encontrado, no quisiera concurrir al
acto del registro, ni nombrar representante, la LECrim dispone que la diligencia se practicará en presencia
de un individuo de su familiar, mayor de edad.
Si el registro fuera efectuado por la policía judicial, en el atestado o en la relación verbal circunstanciada,
deberán constar las causas y resultado del registro, las personas detenidas y quienes hubieran intervenido
en el registro, de entre los que necesariamente habrá de hacerse constar la identificación (o al menos la
determinación, en el caso de agentes encubiertos) de los funcionarios de policía actuantes en calidad de
instructor y de secretario.
A fin de facilitar la recogida de los instrumentos y efectos del delito, la LECrim establece la obligación que
todos tienen de exhibir tales objetos a la autoridad, pudiendo ser sancionados con multa y procesados por
delito de desobediencia.
La vigencia del principio de investigación ha de realizarse sin menoscabo alguno para la dignidad del
imputado. De aquí que las garantías que rodean la entrada sean perfectamente reclamables en el registro
y, por la misma razón, los funcionarios que incurrieran en alguna vejación injusta o violaran indebidamente
el secreto, pueden incurrir en responsabilidad penal.
A) EN LA LECRIM
La LECrim contempla expresamente como registros especiales el de los libros de contabilidad o de comercio
y los protocolos de Notarios, libros del Registro de la Propiedad y del Registro Civil y Mercantil.
B) EN LA LEGISLACIÓN ESPECIAL
Como registros regulados en la pertinente legislación especial, cabe mencionar los de despachos de
Abogados, en materia de propiedad industrial y los que, con carácter general, contempla la legislación
procesal civil.
El Estatuto de la Abogacía prevé el registro de los bufetes de Abogados, en cuyo caso, si el Juez avisará del
registro al Decano del Colegio concernido y se personará en el local cerrado a fin de vigilar que el registro
se practique con el menor perjuicio posible al secreto profesional.
La LEC prevé, en el ámbito de las diligencias preliminares, la posibilidad de que el Juez civil pueda disponer
una entrada y registro civil. Así mismo, la LO para la reforma concursal habilita al Juez del concurso a
disponer la entrada y registro en el domicilio del deudor.
TEMA 26
B) OBJETO DE LA INTERVENCIÓN
El objeto material, a través del cual puede vulnerarse este derecho fundamental, es cualquier medio de
comunicación, sea escrito, oral, telemático, en soporte magnético o electrónico.
Nuestra Constitución ha reservado a la autoridad judicial todo tipo de intervención de las comunicaciones.
D) EXCLUSIVIDAD JURISDICCIONAL
El derecho al secreto de las comunicaciones, a diferencia del derecho a la inviolabilidad del domicilio que
permite la entrada policial en caso de delito flagrante, sólo puede ser limitado mediante resolución judicial,
sin que nuestra Constitución autorice a la autoridad policial o administrativa a restringir dicho derecho.
De dicha regla sólo cabe exceptuar la investigación de los delitos de terrorismo.
E) CLASES DE INTERVENCIÓN
En su regulación actual, la LECrim contempla las intervenciones postales y telegráficas, las escuchas
telefónicas y la intervención de los datos electrónicos de tráfico.
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2.5 – SUJETOS
Como consecuencia del principio de exclusividad jurisdiccional en la limitación de los derechos
fundamentales, la resolución sólo puede emanar del Juez de instrucción competente, lo que no significa
que otras autoridades y funcionarios no tengan participación alguna en esta diligencia.
A) DETENCIÓN DE LA CORRESPONDENCIA
El auto de detención y apertura de la correspondencia ha de emanar del Juez competente. Pero la práctica
de dicha detención puede confiarse a otros jueces, a través del auxilio judicial, a la policía judicial, a
funcionarios de la Administración de Correos o a empleados de empresas privadas de correo.
B) LECTURA DE LA CORRESPONDENCIA
Sin embargo, la colaboración de tales funcionarios y empleados se limita única y exclusivamente a la
práctica de la detención y no a la de la lectura de la correspondencia, que ha de efectuarse bajo la
intervención del Juez de instrucción competente.
2.6 – OBJETO
Debe tenerse en cuenta que el transporte de cualquier objeto por las compañías que realizan el servicio
postal no queda amparado por el derecho al secreto de las comunicaciones, pues no se protege
directamente el objeto físico, sino tan sólo en la medida en que es el instrumento a través del cual se
efectúa la comunicación entre dos personas.
Por esta razón no gozan de la protección constitucional los objetos que no son habitualmente utilizados
para contener correspondencia individual, de modo que la introducción de mensajes en ellos no modificará
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El objeto genérico de esta diligencia lo integra el soporte a través del cual se efectúa la comunicación postal
o telegráfica y, en concreto, las cartas, paquetes postales, telegramas, faxes, burofaxes y giros que tengan
relación con la causa.
Pero la jurisprudencia del TS ha eximido los paquetes en los que se declara la existencia de mercancías, los
expedidos con etiqueta verde, es decir, aquellos cuyo propietario renuncia de antemano al secreto de las
comunicaciones, así como las inspecciones que pudieran practicar los funcionarios de Aduanas e incluso la
propia policía en estaciones de trenes, autobuses o aeropuertos.
Se prevé una regulación especial para la inspección de paquetes sometidos a vigilancia de drogas y otras
sustancias ilegales.
En el acto de apertura, el Juez leerá para sí la correspondencia, apartará la que fuera pertinente, la cual se
introducirá en un sobre lacrado y firmado por todos los intervinientes, que se unirá en pliego al sumario.
La correspondencia irrelevante será devuelta al imputado.
El Letrado de la Administración de Justicia levantará acta de esta diligencia, que firmarán el Juez, dicho
fedatario y las partes acusadas y acusadoras que hubieran intervenido en ella.
3.2 – CONCEPTO
Por intervención telefónica o electrónica puede entenderse todo acto de investigación, limitativo del
derecho fundamental al secreto de las comunicaciones, por el que el Juez de instrucción, en relación con un
hecho punible de especial gravedad y en el curso de un procedimiento penal, decide, mediante auto
especialmente motivado, que, por la policía judicial, se proceda al registro de llamadas, correos
electrónicos o datos de tráfico y/o a efectuar la grabación de las conversaciones telefónicas o correos
electrónicos del imputado, durante el tiempo imprescindible para poder preconstituir la prueba del hecho
punible y la participación de su autor.
3.3 – PRINCIPIOS
A) ESPECIALIDAD
La LECrim dispone que “El principio de especialidad exige que la intervención esté relacionada con la
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En la solicitud de intervención, la policía o el MF deben describir, entre otros, el hecho punible que legitima
la intervención y los indicios de criminalidad que demuestren su comisión.
B) PROPORCIONALIDAD
Presupuestos comunes
Un presupuesto común para todo acto procesal limitativo de algún derecho fundamental lo constituye el
principio procesal de legalidad.
El CEDH requiere que toda injerencia de la autoridad pública en la esfera privada ha de estar prevista por la
ley, lo que exige que el ordenamiento interno autorice expresamente a la autoridad judicial para disponer
tales medios de investigación. Cumplimiento del principio de legalidad que, al incidir en un derecho
fundamental, ha de revestir la forma de Ley Orgánica.
Presupuestos especiales
Junto al cumplimiento de los principios de jurisdiccionalidad y de legalidad, la doctrina exige también la
observancia del principio de necesidad, en cuya virtud la autoridad judicial deberá efectuar un juicio de
ponderación entre los intereses en conflicto: de un lado, el derecho fundamental cuyo libre ejercicio se
pretende limitar y, de otro, los fines de la instrucción.
Por otra parte, en virtud del principio de excepcionalidad, la limitación del derecho fundamental tan sólo
resulta procedente si no existe otra alternativa menos gravosa mediante la cual se pueda obtener el mismo
fin perseguido.
De otro lado, el subprincipio de idoneidad nos indica que sirve para definir el ámbito objetivo y subjetivo y
la duración de la medida, en virtud de su utilidad.
El cumplimiento del principio de necesidad implica la observancia de dos presupuestos especiales, uno
material y otro procesal:
a) Material
La adopción de una intervención telefónica exige que el objeto de la instrucción lo constituya un delito
grave:
a) Delitos dolosos castigados con pena con límite máximo de, al menos, tres años de prisión
b) Delitos cometidos en el seno de un grupo u organización criminal
c) Delitos de terrorismo
Por otro lado, debiera autorizarse la intervención de las comunicaciones en la investigación de los delitos
de corrupción política, ya que poseen una gran trascendencia social. Pero la ausencia de inclusión de dicho
concepto en los criterios de listado y la escasa levedad de las penas previstas en el CP en todo lo referente
a los delitos cometidos por funcionarios, ocasiona que, de secundar esta interpretación gramatical, no
pocos de tales delitos no puedan ser objeto de una intervención de las comunicaciones (lo que sucede, por
ejemplo, con el delito de prevaricación, que tan sólo contempla la pena de inhabilitación especial).
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b) Procesal
Resulta imprescindible también cumplir con otro presupuesto de carácter procesal: la exigencia de que la
petición de la intervención telefónica se efectúe dentro de una instrucción judicial en curso, es decir,
dentro de un sumario ordinario, en la instrucción del Jurado, o de unas diligencias previas, en el ámbito del
proceso penal abreviado.
Por consiguiente, las intervenciones telefónicas no pueden adoptarse ni en las diligencias policiales de
prevención, ni en la investigación oficial o preliminar a la judicial del MF, ni el curso de las atípicas
diligencias indeterminadas, ni en el juicio de faltas.
Subjetivos
Destaca la determinación del destinatario de la mediday de cualquier otro afectado e incluso la víctima,
cuando sea previsible un grave riesgo para su vida o su integridad, de ser conocido, quien ha de ser titular
del derecho al secreto de las comunicaciones, y quien no tiene por qué coincidir necesariamente con el
dueño del teléfono intervenido.
Salvo supuestos de terrorismo, en los que la Ley autoriza las intervenciones de los presos con sus Abogados
mediante autorización judicial, no se pueden intervenir las comunicaciones entre el Abogado y su cliente.
Objetivos
Es necesario reflejar en el auto:
a) El tipo de comunicación y la etiqueta técnica que identifique al abonado, usuario, dispositivo o
medio de telecomunicación que corresponda a la persona afectada por la medida
b) Y el delito o delitos cuyo esclarecimiento constituyen la causa y finalidad de la intervención, sin que
le sea dado a la policía acumular nuevos delitos a la investigación que puedan aparecer
ocasionalmente en conexión, sin solicitar inmediatamente una ampliación de la resolución judicial
de intervención.
Lo mismo sucederá cuando se trate de ampliar los registros informáticos que se encuentren almacenados
en otros sistemas informáticos.
Temporales
El auto deberá establecer también el tiempo de duración de la medida, el cual no podrá ser superior a los
tres meses, prorrogables hasta 18 meses. También deberá contener la forma y la periodicidad con la que el
solicitante informará al Juez sobre los resultados de la medida.
3.5 – OBJETO
El objeto de esta diligencia lo integran todas las comunicaciones, escritas, orales, alámbricas e
inalámbricas, radioeléctricas y telemáticas.
La LECrim exige también auto motivado del Juez de instrucción para la intervención de los dispositivos de
almacenamiento masivo de información digital, con la única salvedad de los casos de urgencia, en los que la
policía deberá notificar al Juez dicha intervención en el plazo de 24 horas.
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En cualquier caso, tanto la solicitud inicial, como la de las sucesivas prórrogas, ha de estar sometida a un
control efectivo por parte del Juez de instrucción, por lo que hay que reputar inconstitucional la práctica
consistente en acordar la prórroga de la intervención a través de una mera providencia o de cualquier tipo
de resolución estereotipada que se encuentra carente de motivación.
Lo relevante para las resoluciones de prórroga es que el Juez disponga de los elementos de juicio
necesarios para decidir acerca de la necesidad y conveniencia de continuar o no con la medida.
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TEMA 27
Para recabar la cesión de tales datos es necesaria una expresa autorización judicial.
No obstante, la policía puede obtener el IMSI o el IMEI, sin necesidad de dicha autorización, pero sin ella no
puede acceder al contenido de la comunicación.
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A) SUBJETIVOS
La adopción de esta medida requiere la necesidad de que exista una persona investigada, con respecto a la
cual existan razones fundadas de que va a comunicarse con determinadas personas que pudieran ser
imputadas, o incluso con terceros.
B) OBJETIVOS
El art. 579 autoriza la limitación de este derecho fundamental ante la sospecha de comisión de alguno de
los siguientes delitos:
a) Delitos dolosos castigados con pena con límite máximo de, al menos, tres años de prisión
b) Delitos cometidos en el seno de un grupo u organización criminal
c) Delitos de terrorismo
Así pues, como regla general, tan sólo resulta procedente esta medida para la investigación de delitos
menos graves y graves, quedando excluidos los delitos leves. Pero, si se tratara de la comisión de un delito
de crimen organizado o de terrorismo, se justificará siempre esta intervención, aunque se tratara de un
delito leve.
La instalación de los aparatos de escucha en dependencias como la habitación conyugal o el cuarto de baño
podría comprometer seriamente el derecho a la intimidad. El silencio de la Ley a este respecto no exime a
la autoridad judicial de la obligación de efectuar también un juicio de necesidad sobre la adopción de esta
medida en relación con el derecho fundamental a la intimidad.
En el supuesto de que haya que efectuarse la grabación visual domiciliaria, el Juez deberá autorizarla
expresamente.
Esta diligencia se efectuará en pieza separada y secreta.
2.3 – EJECUCIÓN
La ejecución de la medida corresponde a los miembros de la policía judicial, quienes habrán de ser
identificados y darán cuenta al Juez de su resultado, poniendo a su disposición el soporte original o copia
electrónica auténtica de las grabaciones e imágenes, que deberá ir acompañado de una transcripción de las
conversaciones.
Si se tratara de la colocación de tales aparatos en un domicilio por un agente encubierto, el Juez deberá
motivar la necesidad de dicha entrada y le autorizará a obtener imágenes y grabaciones en dicho domicilio
o lugar privado. Si fuera un agente encubierto informático, podrá intercambiar o enviar por sí mismo
archivos ilícitos.
Cesada la medida, la grabación de las conversaciones que puedan tener lugar en otros encuentros, o la
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3.3 – EJECUCIÓN
Esta medida es ejecutada por la policía judicial, quien podrá ordenar, a cualquier persona que conozca el
funcionamiento del sistema informático, que facilite la información que resulte necesaria, siempre que de
ello no derive una carga desproporcionada para el afectado, bajo apercibimiento de incurrir en delito de
desobediencia.
Pero esta disposición no será aplicable al investigado o encausado, a las personas que están dispensadas de
la obligación de declarar por razón de parentesco, y a aquellas que no puedan declarar en virtud del secreto
profesional.
4.1 – JURISDICCIONALIDAD
La Ley establece el más estricto control de jurisdiccionalidad, de tal suerte que, la policía no está habilitada
para establecer estos dispositivos ni siquiera por razones de urgencia.
4.5 – EJECUCIÓN
La ejecución corresponde a la policía judicial, quien ha de contar con la colaboración de los operadores y
prestadores de servicios, sin que dicha colaboración sea aplicable al investigado o encausado, a las
personas que están dispensas de la obligación de declarar por razón de parentesco, y a aquellas que no
pueden declarar en virtud del secreto profesional.
5 – MEDIDAS DE ASEGURAMIENTO
La LECrim instaura la facultad del MF y de la policía judicial de requerir a cualquier persona física o jurídica
la conservación y protección de datos o informaciones concretas que se encuentren a su disposición, hasta
que se obtenga la autorización judicial correspondiente para su cesión.
Los datos pueden ser conservados durante un periodo máximo de 90 días, prorrogable una sola vez hasta
que se autorice la cesión o se cumplan 180 días.
6 – LA PRUEBA ELECTRÓNICA
Se entiende por prueba electrónica la efectuada para la investigación del cibercrimen, entendiéndose por
tal:
a) Las formas tradicionales de delincuencia cometidas a través de equipos informáticos y haciendo
uso de redes de comunicación
b) La publicación de contenidos ilegales a través de medios de comunicación electrónicos
c) Las actuaciones delictivas dirigidas específicamente contra sistemas y/o redes informáticas.
La intervención de tales equipos puede revestir diversas modalidades, como el empleo, por la policía
judicial, de un software específicamente diseñado para obtener contraseñas e instalar troyanos en el
terminal investigado, en cuyo caso habrá que recabar la pertinente autorización judicial.
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Dichas actuaciones se efectuarán en una pieza separada con una duración no superior a un mes.
La intervención de las referidas informaciones electrónicas efectuada con todas las garantías, y las pericias
efectuadas sobre ellas, tendrán el valor de prueba preconstituida. Pero dicha prueba podrá ser impugnada
en el juicio oral, en cuyo caso podrá efectuarse,
a) Bien una pericial relativa a la autenticidad de la fuente de prueba que evidencia no haber sido
manipulada,
b) Bien una pericial de análisis de contenidos, que trata de establecer si el contenido analizado es
software auténtico o una copia no autorizada, las fechas de modificación o creación de los archivos,
o la recuperación de archivos borrados, etc.
TEMA 28
1.2 - PRESUPUESTOS
Como presupuestos de las medidas cautelares deben destacarse el “fumus bonis iuris” o imputación, y el
“periculum in mora” o peligro de fuga.
El presupuesto material de toda medida cautelar, penal o civil, en el proceso penal, es la imputación. Sin
imputado no existe posibilidad alguna de adopción de medidas cautelares, bien sean personales o reales.
El daño jurídico derivado del retardo del procedimiento, viene determinado, en el proceso penal, por el
peligro de fuga o de ocultación personal o patrimonial del imputado.
Este peligro se acrecienta en la medida en que el hecho imputado sea de mayor gravedad y, por tanto, la
futura pena a imponer sea más grave.
De aquí que el “periculum in mora” en nuestro procedimiento penal ofrezca un marcado carácter
cuantitativo. Si el hecho punible no lleva aparejada pena privativa alguna, o el condenado puede
beneficiarse en el futuro de la suspensión de la pena, habrá que presumir la inexistencia de peligro de fuga,
por lo que decaerá la necesidad de la medida cautelar.
Sin embargo, este criterio debe ser combinado con otros, tales como la existencia o no de antecedentes
penales, el arraigo familiar y social del imputado o las características del hecho punible.
1.3 - ELEMENTOS
A) JURISDICCIONALIDAD
Las medidas cautelares penales están sometidas al principio de jurisdiccionalidad, conforme al cual tan sólo
pueden ser adoptadas por el órgano jurisdiccional competente.
Excepcionalmente, determinadas medidas cautelares provisionalísimas, como la detención, pueden ser
dispuestas por la policía.
B) INSTRUMENTALIDAD
Como consecuencia del principio de jurisdiccionalidad, las medidas cautelares son instrumentales.
Tales medidas han de estar preordenadas a un proceso penal, sin que la Administración pueda imponer una
medida autónoma limitativa del derecho a la libertad, o bien han de disponerse en el curso de un proceso
con todas las garantías.
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Al ser instrumentales de un proceso penal, pendiente y principal, habrán de finalizar necesariamente con
dicho proceso, extinguiendo sus efectos o transformándose en medidas ejecutivas.
C) PROVISIONALIDAD
Las medidas cautelares son siempre provisionales. Como máximo han de durar el tiempo en que
permanezca pendiente el proceso principal; pero, con anterioridad a dicho término, pueden también
finalizar o transformarse en distintas medidas, si se modifican los presupuestos y circunstancias que han
justificado su adopción.
Así pues, las medidas cautelares están sometidas a la regla “rebus sic stantibus”. Tan sólo han de
permanecer en tanto subsistan los presupuestos que las han justificado.
Pero determinadas medidas son, al mismo tiempo, temporales, por cuanto el legislador ha querido
establecer unos plazos máximos de duración, cuya infracción posibilita la interposición del recurso de
amparo.
D) HOMOGENEIDAD
Finalmente, las medidas cautelares son homogéneas con las medidas ejecutivas a las que tienden a
preordenar.
Debido a que la medida cautelar está destinada a garantizar los futuros efectos de la sentencia, su
naturaleza participa, en cierto modo, de las medidas ejecutivas, y de aquí que el tiempo en prisión
provisional haya de computarse en la ejecución de la pena.
3 – LA DETENCIÓN
3.1 – CONCEPTO
La detención constituye una medida cautelar de naturaleza personal y provisionalísima, que puede adoptar
la autoridad judicial, policial e incluso los particulares, consistente en la limitación del derecho a la libertad
del imputado, con el fin esencial de ponerlo a disposición de la autoridad judicial o, si ya se encuentra en
dicha situación, de resolver sobre la misma, restableciendo dicho derecho o adoptando una medida
cautelar menos interina.
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La detención es, ante todo, una medida cautelar del objeto procesal penal, por lo que es de carácter
personal, en tanto ha de recaer sobre el derecho a la libertad de movimiento del imputado.
Por esta razón han de concurrir en la detención todos los presupuestos (imputación y peligro de fuga) y
elementos (jurisdiccionalidad, instrumentalidad, provisionalidad y homogeneidad) de las medidas
cautelares, si bien subsisten algunas detenciones atípicas, en las que algunos de tales requisitos pudieran
estar ausentes.
Esta medida cautelar puede ser adoptada por la policía judicial e incluso por los particulares, y está
sometida a un exiguo plazo legal.
El objeto material sobre el que recae esta medida cautelar es el derecho a la libertad de movimiento del
imputado. Así pues, toda privación de libertad distinta a la pena de prisión o a la prisión provisional entraña
una detención.
La detención está sometida al principio de proporcionalidad, por lo que ha de adecuarse al fin perseguido,
justificarse exclusivamente en los casos y en la forma prevista por la ley, siempre y cuando no sea posible
alcanzar aquellos fines utilizando otras medidas menos restrictivas, y sin que le sea autorizado a quien
disponga la medida, restringir el derecho a la libertad más allá de lo indispensable para alcanzar los
objetivos previstos en las normas que la disciplinan.
Si la detención ha sido practicada por una persona o autoridad distinta a la judicial, su finalidad esencial ha
de consistir en poner inmediatamente al detenido a disposición judicial.
B) ORDINARIAS
Por detenciones ordinarias cabe entender las que pueden disponerse al amparo de la CE y de la LECrim. Se
trata de auténticas medidas cautelares, realizadas en el estricto cumplimiento del mandato constitucional
de legalidad, toda vez que la CE establece que “nadie puede ser privado de su libertad, son en los caso y en
la forma previstos por la Ley”. Por “Ley” debe entenderse aquí la LECrim.
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La única causa que legitima la detención es la presunta comisión de un delito y en aras de la incoación del
correspondiente proceso penal. En tal supuesto, y desde un punto de vista subjetivo, pueden distinguirse
tres clases de detenciones: las que están autorizados a realizar los particulares, las que deben disponer los
funcionarios de policía y la que puede adoptar la autoridad judicial.
La primera nota que configura la detención por los particulares consiste en que el sujeto activo de la
restricción de libertad es un ciudadano, en su calidad de particular.
En segundo lugar, la detención por los particulares se caracteriza por tratarse de una facultad, a diferencia
de la detención policial, que constituye una obligación.
Pero, también a diferencia de la detención judicial, son más reducidos los casos en los el ciudadano está
autorizado para la práctica de una detención. No obstante el casuismo de la LECrim, sus siete supuestos son
reconducibles a dos: en caso de delito flagrante y en los casos de fuga o rebeldía del detenido, preso o
condenado.
La LECrim obliga al autor de una detención a justificar al detenido los motivos que tuvo para estimar que
estaba incurso en los supuestos que autorizan la detención.
Si no concurrieran dichos motivos, y aun cuando el particular presentara inmediatamente al detenido a la
autoridad, incurrirá en un delito de detención ilegal.
TEMA 29
1 – LA DETENCIÓN POLICIAL
1.1 – CONCEPTO Y NOTAS ESENCIALES
Por detención policial cabe entender el acto procesal de los funcionarios de la policía judicial, consistente
en la limitación provisional del derecho a la libertad del sospechoso de la comisión de un delito sobre el que
exista peligro de fuga, durante el tiempo indispensable y dentro del plazo previsto por la Ley, para practicar
las diligencias de reconocimiento e interrogatorio, poniéndolo después en libertad o a disposición
inmediata de la autoridad judicial.
A) SUJETOS
Los sujetos que pueden practicar la detención policial son los funcionarios de la policía judicial y demás
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Sin embargo, no es detención policial la que puedan practicar los guardas jurados integrantes de la
seguridad privada, por lo que su detención es la propia de los particulares.
B) NATURALEZA
A diferencia de la detención por los particulares, que es una facultad, la detención policial constituye el
ejercicio de una obligación que les viene impuesta por su especial misión de descubrimiento de los delitos y
de sus presuntos autores.
Se trata de una medida cautelar, realizada en el curso de un procedimiento penal o en función de su
incoación, a fin de garantizar la futura aplicación del ius puniendi y, de modo inmediato, a proporcionar al
Juez de instrucción el primer sustrato fáctico para la incoación del sumario y la adopción, en su caso, de las
medidas cautelares de carácter provisional.
C) OBJETO
La detención policial se diferencia también de la de los particulares en el ordenamiento faculta a la policía
para practicar las diligencias de prevención y culminar el atestado, para lo cual tales funcionarios pueden
realizar determinadas diligencias en el curso de la detención.
Es también un acto de investigación indirecto, en tanto que posibilita la práctica de actos de investigación,
como el interrogatorio y el reconocimiento del detenido.
D) MODALIDADES
Toda detención policial conlleva una privación de libertad, dirigida al aseguramiento del imputado y a la
investigación del hecho y su autoría.
Por ello, también deben considerarse detenciones y, por tanto, aplicables a ellas sus garantías
constitucionales y procesales, la de indocumentados.
Por el contrario, no se consideran detenciones las interrupciones momentáneas de la libertad, tales como
las derivadas de los controles de alcoholemia, los cacheos o las resultantes de inmovilizaciones de
vehículos.
A) IMPUTACIÓN
La detención policial exige, como presupuesto material previo, la existencia de un título de imputación
(condena, rebeldía, procesamiento o evidente participación en un hecho punible) contra persona
determinada.
Sin imputación previa no existe detención legal, por lo que el funcionario que incumpliera este requisito,
incurre en la responsabilidad penal del tipo de detenciones ilegales arbitrarias, sancionado por el CP (salvo
la utilización por la policía de las facultades en materia de identificación).
B) PELIGRO DE FUGA
Pero no es suficiente cualquier tipo de imputación, sino la de un hecho punible que revista especial
gravedad o que, aun sin tenerla, el funcionario de policía pueda presumir que el imputado se sustraerá a la
actividad de la justicia.
Una lectura actualizada del precepto obliga a concluir que:
a) Si el ciudadano está imputado judicialmente por un delito grave, y el Juez no ha determinado su
libertad, cabe inferir que se sustraerá a la acción de la justicia, por lo que, en principio, será
procedente su detención.
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b) Si el delito imputado llevara aparejada una pena inferior a los tres años, y no existiera imputación
judicial, para que la detención sea procedente el policía deberá formarse un juicio racional sobre la
tipicidad del hecho, la presunta participación en él del sujeto pasivo de la detención y sobre el
peligro de fuga de éste. No obstante, el imputado puede eludir la detención mediante prestación
de fianza.
c) Nunca procede la detención por la comisión de un delito leve, salvo que concurra alguna de estas
dos situaciones:
a. Que el imputado carezca de domicilio conocido y no satisfaga la fianza impuesta por la
autoridad.
b. Que se trate de un delito leve contra el orden público, en cuyo caso, los agentes de la
autoridad están legitimados para practicar una detención de corta duración.
A) PLAZOS EXTRAORDINARIOS
Los plazos extraordinarios de la detención vienen establecidos por la LO sobre estados de alarma, sitio y
excepción y por la LECrim.
Mientras en los estados de sitio la detención puede alcanzar los diez días, en los supuestos de terrorismo el
plazo es rebajado a cinco días, incrementándose el control judicial, en consonancia con la doctrina del TC.
B) PLAZOS ORDINARIOS
Conforme a la CE, el plazo de la detención policial no puede exceder de 72 horas.
Pero dicho plazo fue objeto de desarrollo por parte de la legislación ordinaria, de modo que mientras le
LECrim reproduce el plazo constitucional de 72 horas, el originario de la LECrim mantiene el plazo de 24
horas.
Si se sustenta la tesis de la vigencia del plazo de 24 horas, la retención de una persona sin motivo alguno
que lo justifique, convertirá la detención en ilegal a los efectos, por un lado, del planteamiento de un
recurso de “habeas corpus” y, de otro, de la apertura de un procedimiento penal contra el funcionario
responsable de dicha detención por la comisión de un delito de detenciones ilegales por exceso de plazo.
Como consecuencia de la obligación de información que asiste a todo imputado que no esté asistido de
Abogado, los funcionarios de policía han de ilustrar al detenido del ejercicio de sus derechos
constitucionales y, en especial, de su derecho al silencio y del contenido esencial de la imputación.
La ilustración de tales derechos habrá de realizarse en la forma que menos perjudique la fama del detenido,
por lo que habrá de realizarse, una vez practicada la detención, en el lugar más próximo y reservado.
También por imperativo constitucional, se le habrá de informar de las razones de su detención.
La policía debe comunicarle el hecho histórico punible y realizar sobre él una mínima calificación e
ilustración de la norma penal infringida, sin que dicha calificación pueda vincular, en modo alguno, al
órgano jurisdiccional.
La necesidad de que tal puesta en conocimiento lo sea en el plazo más breve posible o de forma inmediata,
obedece a que su finalidad estriba en posibilitar la defensa privada del imputado, razón por la que dicha
puesta verbal en su conocimiento ha de realizarse, en todo caso, con anterioridad a su interrogatorio.
Una vez finalizado el interrogatorio por la policía, puede solicitar la ampliación del interrogatorio, hacer
consignar en el acta cualquier incidencia y, si el detenido estuviera en régimen de comunicación, se le ha de
autorizar a entrevistarse reservadamente con él.
Como medios prohibidos expresamente hay que reputar incluidos los que pueda proporcionar la medicina
(sueros de la verdad, hipnosis…), aun cuando el imputado los reclamase voluntariamente para acreditar su
inocencia. Lo mismo cabe afirmar con las confesiones de drogadictos a quienes se les pueda prometer
determinadas sustancias para combatir el síndrome de abstinencia.
Sin embargo, es perfectamente lícito recoger del detenido, con su consentimiento, material genético
externo o de su propio cuerpo, para una prueba de ADN. Si no constara su consentimiento o existiera grave
quebranto para su salud, la policía deberá recabar la oportuna autorización judicial.
Para que este régimen resulte aplicable, se requiere además que concurra alguna de las siguientes
circunstancias:
a) Una necesidad urgente de evitar graves consecuencias adversas para la vida, la libertad o
integridad física de una persona
b) Una necesidad urgente de una actuación inmediata de las autoridades de instrucción para evitar
comprometer de modo grave el proceso penal
c) Que, de forma excepcional, el Juez restrinja expresamente los siguientes derechos:
a. Designar a un abogado de su confianza
b. Comunicarse con todas o alguna de las personas con las que tenga derecho a hacerlo, salvo
con la autoridad judicial, el MF y el médico forense
c. Entrevistarse reservadamente con su abogado
d. Acceder él o su abogado a las actuaciones, salvo a los elementos esenciales para poder
impugnar la legalidad de la detención
Así mismo, al detenido le asiste su derecho al “habeas corpus”.
El atestado tiene el mero valor de denuncia y, en cuanto tal, no es un medio, sino un objeto de prueba.
Los hechos vertidos en el atestado pueden introducirse en el juicio oral, siempre y cuando dicha entrada se
efectúe a través de auténticos medios de prueba.
De un lado, pueden introducirse a través del reconocimiento de tales hechos realizado por el propio
detenido, ante la autoridad judicial; de otro, cabe también la posibilidad de que los funcionarios de
policíaque han intervenido en el atestado puedan prestar declaración en calidad de testigos. Pero la
policía no puede declarar en calidad de testigo indirecto.
El objeto de este procedimiento viene determinado por una pretensión de naturaleza constitucional, ya
que incide en el derecho a la libertad del art. 17 CE.
Así pues, el habeas corpus pertenece a la esfera del control difuso de los derechos fundamentales. Si la
pretensión de amparo no recibiera satisfacción por parte de los Juzgados ordinarios, habrá de estimarse
cumplido el principio de subsidiariedad y la solicitud de restablecimiento del derecho a la libertad podrá
trasladarse ante el TC a través de un recurso de amparo directo, sin tener que cumplir con el presupuesto
procesal de agotamiento de la vía judicial ordinaria.
Su presupuesto material lo ha de constituir siempre una detención ilegal, cometida por un particular o por
persona perteneciente a poderes públicos distintos al Poder Judicial.
Su finalidad estriba única y exclusivamente en obtener la inmediata revisión judicial de dicha detención,
declarando su ilegalidad y restableciendo inmediatamente el derecho a la libertad o, por el contrario,
declarando la detención ajustada a los fines constitucionales.
A) LAS PARTES
Activas
La parte actora principal ha de ser necesariamente una persona física, tanto nacional como extranjera.
Estas últimas pueden plantear el habeas corpus en los procedimientos de expulsión derivados de la Ley de
Extranjería. En nombre de la persona detenida también puede plantear el habeas corpus su abogado.
Las personas jurídicas carecen de capacidad para ser parte incluso en la incoación de este procedimiento.
Pasivas
Por el contrario, la parte detenida puede ser tanto una persona física cuando jurídica. Esta última
posibilidad tiende a prevenir detenciones ilegales que pudieran cometer personas morales (sectas
religiosas, internamientos psiquiátricos de la titularidad de personas jurídicas, etc.)
El habeas corpus es procedente con independencia de la naturaleza jurídico pública o privada del autor
causante de la detención.
B) OBJETO
La detención
Presupuesto indispensable de este procedimiento es la existencia de una detención, cualquiera que sea la
forma que revista su calificación jurídica.
Así pues, por detención hay que entender cualquier forma de privación de la libertad ambulatoria del
ciudadano, y con independencia de la denominación que la autoridad quiera otorgarle, debiéndose
entender incluidas no sólo las practicadas al amparo de la LECrim, sino también las detenciones
“especiales” como el internamiento de un incapaz, las detenciones de extranjeros, los arrestos
disciplinarios de autoridades militares, etc.
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No judicial
El habeas corpus no es procedente cuando tales privaciones de libertad sean producidas por la autoridad
judicial, tal y como sucede con la detención judicial, la prisión provisional o la pena de prisión, situaciones
cuya presunta ilegalidad debe ser combatida mediante la vía de los recursos, a través del Juez de Vigilancia
Penitenciaria, en el caso de los penados y, en última instancia, mediante el recurso constitucional de
amparo.
Ilegal
Finalmente, la detención habrá de ser ilegal, calificación que, a los efectos de la Ley de habeas corpus, se
origina por la concurrencia de alguna de estas tres situaciones:
a) Ausencia o insuficiencia de imputación
b) Exceso de plazo
c) Omisión de las garantías preestablecidas en el curso de la detención.
C) LA PETICIÓN
Todas las pretensiones que pueden deducirse en este procedimiento tienen como denominador común el
recaer sobre un mismo bien litigioso, el derecho fundamental a la libertad, con respecto al cual se puede
solicitar, bien su total restablecimiento, a través de la petición de puesta inmediata en libertad; bien un
cambio de custodia de la persona detenida o su puesta a disposición de la autoridad judicial.
Todos estos supuestos encierran pretensiones mixtas, declarativas y de condena en las que, junto al
reconocimiento del derecho fundamental vulnerado, se ha de solicitar la condena del demandado al
cumplimiento de una determinada prestación (puesta en libertad, a disposición judicial o cambio de
custodia).
2.3 – COMPETENCIA
A) OBJETIVA
El Juzgado de Instrucción
Los Juzgados de Instrucción son los órganos competentes para entender de este procedimiento, sin que los
de Paz puedan entender como jueces comisionados, delegados o a prevención.
La competencia objetiva para el conocimiento de las solicitudes de habeas corpus, presentadas con motivo
de la detención de un menor, recae también en los Juzgados de Instrucción.
B) TERRITORIAL
Para la determinación de la competencia territorial se establece un fuero común y otros dos supletorios:
será Juez competente el de instrucción del lugar de custodia pero, si no constase, el del lugar en que se
produzca la detención y, en defecto de los dos anteriores, el del lugar donde se hayan tenido noticias sobre
el paradero del detenido.
C) FUNCIONAL
La fase declarativa transcurrirá ante el Juzgado de Instrucción (o Central o Togado). Estos mismos órganos
jurisdiccionales conocerán del procedimiento de ejecución de los pronunciamientos inherentes al habeas
corpus. Sin embargo, no existe fase de impugnación.
El procedimiento puede ser incoado tanto por el propio órgano jurisdiccional, como por el detenido, sus
parientes y representantes, el MF y el Defensor del Pueblo.
A) INICIACIÓN DE OFICIO
Si fuera el Juez de instrucción quien, de oficio, incoara el procedimiento, en el mismo auto ordenará a la
autoridad la entrega inmediata del detenido y procederá a la práctica de las diligencias previstas.
Si el Juez se decidiera por lanzar el requerimiento de manifestación, la autoridad bajo cuya custodia se
encuentre el detenido deberá ponerle a éste a su disposición, bajo el riesgo de incurrir en responsabilidad
penal por desobediencia.
Si, por el contrario, decidiera personarse en el lugar de custodia (supuesto que debe reservarse para las
detenciones ilegales más graves, como es el caso de la sospecha de delito de tortura), cesarán las
diligencias de prevención que estuviera practicando cualquier autoridad, debiendo entregarlas en el acto al
Juez, así como los efectos relativos al delito, y poniendo a su disposición a los detenidos, si los hubiera.
Así mismo, con carácter simultáneo a sus alegaciones orales, las partes pueden proponer la prueba que
estimen conveniente, cuya admisibilidad queda condicionada, además de a su pertinencia, a que pueda
practicarse en el acto. Fuera de esta limitación puede proponerse y ejecutarse cualquier medio de prueba.
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La fase de alegaciones y el término probatorio no pueden exceder de 24 horas, contadas desde el auto de
incoación del procedimiento.
2.7 – RESOLUCIÓN
Concluida la fase de alegaciones y practicada, en su caso, la prueba, el Juez ha de pronunciar su resolución,
la cual habrá de dictarse sin dilación.
El contenido de la resolución es distinto, según acceda o no a la pretensión:
a) Si la resolución fuera denegatoria de la pretensión, el Juez dispondrá el archivo de las actuaciones,
declarando ser conforme a Derecho la privación de libertad y las circunstancias en que se está
realizando.
b) Si la resolución fuera estimatoria, habrá de contener la declaración de ilegalidad de la detención
practicada, pudiendo ser diverso el pronunciamiento de condena, el cual debe adaptarse a la causa
petendi de la pretensión, y ha de reconducirse a alguna de estas tres prestaciones: puesta
inmediata en libertad del detenido, cambio de custodia o puesta a disposición judicial.
La puesta en libertad será la medida que habrá de adoptar el Juez cuando esté plenamente ausente el
presupuesto material habilitador de la privación de libertad.
Por el contrario, el cambio de custodia está arbitrado para los supuestos en que, estando materialmente
justificada la privación de libertad, se ha cometido alguna violación de las garantías preestablecidas.
Finalmente, la puesta a disposición judicial habrá de ordenarse necesariamente cuando la ilegalidad de la
detención residiera en el exceso de plazo y, potestativamente, cuando el Juez de instrucción estimara que
han concluido las diligencias policiales o que deban ser continuadas por la autoridad judicial.
Eventualmente, y siempre que se haya cometido alguna detención ilegal constitutiva de delito, el Juez
deberá formalizar el oportuno testimonio de particulares. Lo mismo sucederá cuando aprecie la comisión
de un delito de denuncia falsa o simulación de delito.
TEMA 30
1 – LA DETENCIÓN JUDICIAL
1.1 – CONCEPTO Y CLASES
Detención judicial es toda privación de libertad dispuesta por un órgano jurisdiccional en el curso de un
procedimiento penal, así como la situación en la que permanece el detenido durante el plazo máximo de 72
horas, hasta tanto el Juez de instrucción resuelva su situación en el proceso.
Se pueden distinguir dos clases de detención judicial:
a) La detención judicial de oficio. Puede ser dispuesta como consecuencia del incumplimiento de una
orden de comparecencia, del surgimiento de una imputación contra una persona determinada, o
del incumplimiento de las normas de “policía de vistas”.
b) La detención judicial confirmatoria. La detención judicial más relevante es la que puede suceder
como confirmación o prolongación de la ya efectuada por los particulares o funcionarios de policía.
prisión provisional.
Si la detención se hubiera practicado ante la existencia de una mera imputación deberá extender, además,
una diligencia comprensiva de la identificación del detenido y de los motivos su detención.
Cuando la detención se hubiera practicado con base en un título jurisdiccional de imputación (sentencia
condenatoria, procesamiento, etc.), y el detenido se hubiera fugado de un centro penitenciario, debe
remitir al preso a dicho centro, sin necesidad de practicar diligencia alguna.
El auto elevando la detención a prisión será puesto en conocimiento de todas las partes formales e incluso
del propio detenido, autorizándole la Ley a que pueda, por sí mismo, recurrir el auto en reforma. Sin
embargo, el recurso de apelación o de queja exigirá firma de letrado.
2.2 – COMPETENCIA
Las dos autoridades que intervienen en este procedimiento son la autoridad judicial de emisión, que es el
Juez que está conociendo de la causa, y la autoridad judicial de ejecución, que viene determinada por los
Juzgados Centrales de Instrucción y la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional, atribuyéndose la condición
de autoridad central al Ministerio de Justicia.
La entrega será inmediata cuando el hecho punible se encuentre previsto en el listado de delitos graves
(pertenencia a organización delictiva, terrorismo, tráfico ilícito de estupefacientes, blanqueo de capitales,
etc.). Pero si se tratara de un delito leve (con pena privativa de libertad inferior a doce meses), la entrega
por la AN podrá supeditarse al requisito de que el hecho constituya también delito en España.
3 – LA PRISIÓN PROVISIONAL
3.1 – CONCEPTO Y NOTAS ESENCIALES
La prisión provisional es una medida cautelar penal, provisional y de duración limitada, que puede dictar el
Juez de instrucción mediante un auto especialmente motivado, por el que se restringe el derecho a la
libertad del imputado por la comisión de un delito de especial gravedad, y en quien concurra un peligro de
fuga suficiente para presumir racionalmente que no acudirá al acto del juicio oral.
Esta medida está destinada a asegurar dicha comparecencia, así como a evitar los riesgos de reiteración
delictiva, de ocultación o destrucción de las fuentes de prueba o la puesta en peligro de la integridad de la
víctima.
Los autos de prisión y puesta en libertad se le comunicarán a toda víctima que haya solicitado la
notificación de las resoluciones.
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A) JURISDICCIONALIDAD
La primera característica de la prisión provisional es la de su jurisdiccionalidad, según la cual dicha medida
cautelar sólo puede ser adoptada por los órganos judiciales.
Legalidad
La adopción de la prisión provisional requiere, no sólo que esta medida se instaure y regule mediante una
Ley Orgánica, sino que, además, la norma legal habilitadora reúna las condiciones mínimas suficientes
requeridas por las exigencias de seguridad jurídica y certeza del Derecho, para aportar al individuo una
protección adecuada contra la arbitrariedad.
Necesidad
También resulta imprescindible que su adopción se justifique objetivamente para obtener el cumplimiento
de los fines constitucionales que la legitiman, debiéndose adoptar, en cualquier otro caso, la alternativa
menos gravosa para el derecho fundamental.
Motivación
Atendiendo a una perspectiva formal, surge la obligación del Juez de motivar especialmente el juicio de
necesidad en las decisiones relativas a la adopción y mantenimiento de la prisión provisional.
Tal y como ha declarado el TC, la insuficiencia o falta de motivación de tales decisiones queda comprendida
en la infracción sustantiva del derecho a la libertad, de tal suerte que, si en el auto no se efectuara dicha
motivación, por esa sola causa se vulnera el derecho fundamental, lo que legitima al imputado a recurrir
incluso mediante recurso directo de amparo, a fin de obtener el restablecimiento de su derecho a la
libertad.
A efectos de determinar si la duración de la prisión provisional ha excedido dicho plazo razonable, se hace
obligado acudir a la doctrina de la integración de dicho estándar jurídico elaborada por el TC y el TEDH,
según la cual, el concepto de plazo razonable ha de ser integrado en cada caso concreto mediante el
examen de la naturaleza y complejidad del asunto, de la actividad desplegada por el órgano judicial y del
comportamiento del recurrente.
La incomunicación del preso se adoptará en resolución motivada, sin que pueda exceder de cinco días,
prorrogables por otros cinco en terrorismo, sin que nunca pueda ser sometido a incomunicación un menor
de 16 años.
adopción de la prisión con el límite a partir del cual no es posible el juicio en ausencia del acusado.
Desde el material, ha de tenerse en cuenta que dicho límite cuantitativo es el que permite eludir el
cumplimiento de la pena de prisión por otras medidas limitativas de derechos.
No obstante, existen cuatro supuestos en los que no resulta de aplicación el mínimo punitivo de los dos
años:
a) Cuando, con independencia del fin que se persiga con la medida, el imputado tuviera
antecedentes penales no cancelados o susceptibles de cancelación, derivados de condena por
delito doloso.
b) Si la medida tiene como fin asegurar la presencia del imputado en el proceso y hubieran sido
dictadas al menos dos requisitorias para su llamamiento y busca en los dos años anteriores.
c) Cuando con dicha medida se pretenda evitar que el imputado pueda actuar contra bienes
jurídicos de la víctima.
d) Cuando la prisión provisional persiga evitar el riesgo de reiteración delictiva o el imputado
pertenezca a una organización criminal o realice sus actividades delictivas con asiduidad.
C) PELIGRO DE FUGA
El juicio de imputación o fundada sospecha sobre la responsabilidad penal del imputado ha de ser
conjugado con el peligro de fuga o de ocultación del imputado.
En nuestro ordenamiento, el peligro de fuga tiene un marcado carácter cuantitativo. Si el hecho punible no
lleva aparejada pena privativa de libertad alguna, o el condenado puede beneficiarse en el futuro de la
suspensión de la pena, habrá que presumir la inexistencia de peligro de fuga, por lo que decaerá la
necesidad de la medida, por el contrario, tratándose de un delito castigado con pena muy grave, hay que
presumir dicho riesgo de fuga.
Sin embargo, este no debe ser el único criterio a tener en cuenta por el órgano jurisdiccional, sino que debe
conjugarse con las circunstancias concretas del caso y las personales del imputado tales como el número de
hijos, trabajo estable, reputación, etc.
El legislador también incorpora, como otro elemento más del que deducir el peligro de fuga, la inminencia
de la celebración del juicio oral, especialmente en los supuestos en que proceda incoar el procedimiento
para el enjuiciamiento rápido de determinados delitos.
Así mismo, la LECrim instaura una presunción legal de que el imputado se sustraerá a la acción de la justicia
cuando, a la vista de los antecedentes que resulten de las actuaciones, hubieran sido dictadas al menos dos
requisitorias para su llamamiento y busca por cualquier órgano judicial en los dos años anteriores, supuesto
en el que impone la adopción de la prisión provisional y, además, excepciona la aplicación del límite
mínimo punitivo de los dos años.
Lo mismo sucede cuando el imputado, sin motivo legítimo, deje de comparecer a cualquier llamamiento del
Juez o Tribunal, situación en que se permite acordar la prisión provisional, aun cuando hayan transcurrido
los plazos establecidos legalmente.
B) CELEBRACIÓN DE LA AUDIENCIA
Ante el Juez de instrucción competente
Esta audiencia está regida por el principio dispositivo, en tanto que si las partes acusadoras no solicitan la
prisión provisional, el Juez no puede adoptarla.
Así pues, la celebración de esta audiencia previa deviene preceptiva para acordar, a instancia de parte, toda
medida cautelar que no sea la libertad provisional sin fianza ni, obviamente, la libertad plena del imputado.
Su celebración deberá tener lugar en el plazo más breve posible dentro de las 72 horas siguientes a la
puesta del detenido a disposición judicial, y a ella se citará al imputado, quien deberá estar asistido por su
abogado, por él elegido o de oficio, al MF y a las demás partes personadas.
En ella las partes formularán las alegaciones y efectuarán la prueba que pueda practicarse en el acto acerca
de la adopción de la prisión provisional.
Excepcionalmente, cuando la celebración de la audiencia resulte particularmente gravosa o perjudicial,
podrá practicarse mediante videoconferencia.
4 – LA LIBERTAD PROVISIONAL
4.1 – CONCEPTO Y NOTAS ESENCIALES
Se entiende por libertad provisional la situación en la que se encuentra un imputado respecto al cual el Juez
no ha decidido la adopción de la prisión provisional.
En tal caso, el Juez puede imponerle el establecimiento de una contracautela (la fianza como alternativa a
la prisión provisional), la obligación periódica de comparecencia ante el Juzgado o la limitación de
determinados derechos (privación del permiso de conducir, del pasaporte, etc.).
4.2 – EFECTOS
A) LA OBLIGACIÓN DE COMPARECENCIA APUD ACTA
La situación de libertad provisional conlleva la obligación del imputado de comparecer en los días que le
fueron señalados en el auto respectivo, y cuantas veces fuera llamado ante el Juez que conozca de la causa.
La frecuencia de la presentación del imputado en libertad provisional debe ser determinada por el órgano
judicial, en función de las circunstancias del caso y de la finalidad última de dicha medida.
En la práctica forense, esta obligación de comparecencia suele ser de tracto sucesivo cada quince días, si
bien nada impide el establecimiento de una frecuencia distinta, siempre y cuando se razone la
proporcionalidad de la medida.
Si el imputado dejara de comparecer a cualquier llamamiento del Juez sin motivo legítimo, podrá ingresar
en prisión provisional.
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B) LA FIANZA
Junto al deber de comparecencia periódica, el Juez o Tribunal puede disponer también la libertad
provisional con fianza, como una garantía más destinada exclusivamente a garantizar la presencia del
imputado en el juicio oral.
La cuantía de la fianza no puede ser arbitraria o desproporcionada, por cuanto esta fianza tiene como única
finalidad la de garantizar la comparecencia del imputado. Por esta razón ha de ser adecuada a las
circunstancias de arraigo y proporcionada a su patrimonio real, de lo contrario, dicha fianza se convertiría
en un obstáculo discriminatorio al ejercicio del derecho a la libertad y, por tanto, abriría las puertas a la
interposición de un recurso de amparo directo por violación del art. 17 CE..
La aplicación de las medidas de índole personal tiene como presupuesto inexcusable la existencia de
indicios racionales de la comisión de uno los delitos enumerados en el art. 57 CP, y ha de ser concebida,
tanto en el momento de su adopción como en su mantenimiento ulterior, como una medida de aplicación
excepcional, provisional y proporcionada a la consecución del fin de protección mencionado.
En consecuencia, su adopción sólo resulta legítima si se supedita a un criterio de estricta necesidad,
vinculado al fin que la justifica, a cuyo efecto, además de valorar los intereses tutelados, dicho precepto
impone que se tengan presentes la situación económica del imputado y los requerimientos de su salud, su
situación familiar y actividad laboral.
En caso de incumplimiento por el imputado de la medida acordada por el Juez, éste convocará la
comparecencia para la adopción de la prisión provisional, de la orden de protección o de otra medida que
implique una mayor limitación de su libertad personal.
La orden de protección no constituye medida cautelar alguna, sino una resolución provisional, tendente a la
protección de la mujer y sus descendientes hasta el momento de la celebración del juicio oral.
Dicha orden implicará el deber de informar permanentemente a la víctima sobre la situación procesal del
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imputado, así como sobre el alcance y vigencia de las medidas cautelares adoptadas.
La víctima puede solicitar la orden de protección a la policía, a cualquier oficina de protección a la víctima
dependiente de las AAPP, al MF y a la autoridad judicial. La solicitud será trasladada inmediatamente al
Juzgado de Violencia sobre la Mujer quien, previa audiencia de las partes interesadas, dictará, en su caso, la
pertinente orden de protección, debiéndose publicar en el Registro Central para la protección de las
víctimas de la violencia doméstica y en el Registro de la Sección especializada de la Fiscalía contra la
violencia sobre la mujer.
Esta medida no posee naturaleza cautelar, sino que se trata de una resolución provisional, dirigida a
prevenir la reiteración de nuevos hechos punibles mediante la circulación de vehículos de motor.
La privación del permiso se efectuará recogiéndolo del imputado e incorporándolo a los autos, debiendo
comunicarse por el Letrado de la Administración de Justicia a la Jefatura Provincial de tráfico, que efectuará
la pertinente anotación en el Registro.
Además, el procesado debe ostentar un cargo público. Así pues, si el procesado, aunque hubiera sido
promovido a un cargo electo, todavía no se encuentra en el ejercicio de tales funciones, no cabe decretar
su suspensión, lo que resulta censurable, pues no otorga cobertura procesal suficiente para impedir la toma
de posesión en su cargo electivo a procesados por la comisión de graves delitos de terrorismo.
El cese de los efectos de la suspensión ha de suceder por la ausencia de la concurrencia de los presupuestos
que la legitiman:
a) Por el sobreseimiento o absolución
b) Por la conversión, en la sentencia firme, de esta medida provisional en la pena accesoria de
suspensión de empleo y sueldo
c) Por el desprocesamiento
d) O por la puesta en libertad del procesado.
TEMA 31
Las medidas cautelares civiles son medidas aseguratorias de la pretensión civil acumulada un proceso
penal en curso.
Para que el Juez de instrucción pueda disponer estas medidas se hace necesaria la concurrencia de tres
requisitos:
a) En primer lugar, que la comisión del delito haya producido un daño en la esfera patrimonial del
perjudicado.
b) En segundo, que éste no haya reservado el ejercicio de la acción civil, ni la haya condonado.
c) Y, finalmente, que dicho perjudicado o un acreedor legítimo solicite su adopción al Juez.
En principio, la acción civil ha de ser ejercitada por el perjudicado pero, si no ha comparecido en el proceso
penal como parte actora civil, ni ha reservado su ejercicio ante los tribunales de lo civil, el MF la ejercitará
en su nombre, en calidad de sustituto procesal.
Dicha acción se dirige contra el patrimonio del imputado, en tanto que responsable civil directo, si bien
también puede dirigirse contra un tercero civil que, por imperio de la Ley o por obra de la autonomía de la
voluntad, sea responsable de los daños ocasionados por la comisión del delito.
El ejercicio de la acción civil ocasiona el nacimiento de una pieza separada de la instrucción, conocida como
pieza de responsabilidad civil, y puede originar también la pieza de terceros, si existieran dichos terceros
civiles supuestamente responsables.
Junto a las normas del sumario ordinario, las medidas cautelares civiles se rigen también por lo dispuesto
para el procedimiento penal abreviado y por las normas de la LEC sobre medidas cautelares, cuyos
preceptos sobre “contenido, presupuestos y caución sustitutoria” son de aplicación directa, en tanto que
las demás son supletorias.
2 - PRESUPUESTOS
2.1 – FUMUS BONIS IURIS (IMPUTACIÓN)
El “fumus bonis iuris” constituye uno de los presupuestos esenciales de toda medida cautelar que, en el
proceso penal, se plasma en una imputación judicial.
En el caso de las medidas cautelares civiles, la Ley no exige quantum de pena al hecho punible imputado,
sino que es suficiente la imputación de un delito, cualquiera que sea su gravedad, siempre y cuando sea
fuente de la obligación civil de resarcimiento.
El automatismo del “fumus bonis iuris” en las medidas cautelares exonera al Juez de efectuar motivación
alguna en el auto sobre este extremo.
medida.
Así pues, a diferencia del anterior supuesto, el Juez debe efectuar una motivación específica sobre el riesgo
de desaparición del patrimonio del imputado, conjugando los estándares acerca de su honestidad y
solvencia.
3 - CLASES
3.1 – ASEGURAMIENTO DE UNA PRESTACIÓN DE RESTITUCIÓN DE COSA DETERMINADA: LA ANOTACIÓN
PREVENTIVA DE QUERELLA
El aseguramiento de esta prestación se realiza mediante la diligencia de “recogida del cuerpo del delito”.
Si dicho cuerpo del delito fuera lícito, y el delito cometido doloso, una vez decomisado, se venderá
aplicando su producto a cubrir las responsabilidades civiles del penado, razón por la que el perjudicado
tiene la carga de instar su comiso.
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En el caso de delitos cometidos mediante vehículo de motor, también puede solicitarse la retención del
vehículo para asegurar el pago de las indemnizaciones civiles, en tanto que cuerpo del delito.
4 – FIANZA
La fianza consiste en la puesta a disposición, por el responsable civil, de bienes por un valor dinerario fijado
por el Juez a instancia del perjudicado, y suficiente para responder de la totalidad de las responsabilidades
pecuniarias (indemnización de daños y perjuicios, costas, multa y comiso) que haya podido contraer el
imputado.
El Juez nunca debe disponer de oficio el pago de la fianza pues la LEC obliga al Juez a ser respetuoso con el
principio dispositivo, que ha de informar toda esta pieza de responsabilidad civil, cuya primera
manifestación consiste en la vigencia del subprincipio de justicia rogada.
Así pues, el perjudicado deberá solicitar expresamente al Juez la adopción de la fianza de responsabilidad
civil, la cual puede ser personal, pignoraticia o hipotecaria, o mediante la satisfacción de caución, que podrá
constituirse en dinero efectivo o con aval solidario de duración indefinida.
Ministerio de Justicia, si bien también puede efectuarse en la Caja de Depósitos y en el Banco de España.
5 – EL EMBARGO
El embargo es una medida cautelar sobre el patrimonio del responsable civil, a través de la cual se
adscriben bienes suficientes para garantizar, mediante la ejecución civil, las responsabilidades civiles que se
determinen en la sentencia.
Su naturaleza es subsidiaria de la fianza ya que, de conformidad con el principio de alternativa menos
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gravosa, el Juez de instrucción ha de otorgar al responsable civil la posibilidad de eludir esta grave medida
patrimonial mediante la satisfacción de fianza.
Las medidas cautelares civiles pueden ser adoptadas, bien en un auto independiente, bien en la parte
dispositiva de otro auto, como pudiera ser el de procesamiento, el de adopción de la prisión provisional o el
de transformación del procedimiento abreviado. No obstante, esta posibilidad no dispensa al Juez de
plasmar el imprescindible razonamiento sobre la necesidad de la medida.
Contra la parte dispositiva del auto que adopte la medida cautelar podrá interponerse recurso de
apelación, no debiendo adoptarse estas medidas en el auto de apertura del juicio oral que, en el proceso
abreviado, es el único contra el que no existe la posibilidad de interponer el recurso de apelación.
7.2 – SUJETOS
El sujeto legitimado activamente para cursar una de dichas órdenes es el Juez o Tribunal competente que
esté conociendo de la causa, y los Fiscales dentro de su investigación preliminar en curso, pero
exclusivamente para las órdenes de aseguramiento de pruebas.
Pasivamente lo está el Juez de instrucción del lugar donde se encuentren los bienes objeto del embargo o
las pruebas susceptibles de secuestro.
7.3 – PROCEDIMIENTO
A) ACTIVO
Si la autoridad judicial europea estuviera determinada, la resolución que habrá de cursar el Tribunal
español será motivada, habrá de traducirse al idioma oficial del Estado destinatario y se dirigirá
directamente a la autoridad judicial europea competente, habiéndose de ejecutar con arreglo al Derecho
del Estado destinatario.
B) PASIVO
En el supuesto de ejecución en España de tales resoluciones, la autoridad española ejecutará la orden,
salvo que no acompañe el pertinente certificado traducido al español o se considerara incompetente.
En el primer caso, devolverá la orden a la autoridad europea emisora y, en el segundo, remitirá la orden a la
autoridad judicial española competente.
Contra las resoluciones de ejecución de tales órdenes cabe recurso de reforma y de apelación, que pueden
interponer el MF, el imputado en el proceso del que trae causa la orden y los titulares de derechos e
intereses legítimos que puedan verse afectados.
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8 – EL DECOMISO
Se entiende por decomiso el acto del Juez de instrucción de aprehensión de los instrumentos de comisión
del delito ilícitos, así como de sus frutos y ganancias previstos como penas en el CP o autorizados por la
LECrim y legislación complementaria, siempre y cuando no constituyan piezas de convicción que deban
asegurarse en el proceso.
8.1 – PRESUPUESTOS
Para que pueda adoptarse esta medida cautelar real, es necesario que existan indicios objetivos fundados
acerca de que los bienes o efectos proceden de la comisión de alguno de los referidos delitos, y no se
acredite su origen lícito, siendo a la defensa a quien incumbe la carga de acreditar la procedencia lícita de
tales bienes, efectos o ganancias.
Si la defensa no justifica esta procedencia lícita, y se acredita que a través de sus ingresos lícitos nunca
podría haber adquirido los bienes o efectos de su titularidad, o haya efectuado cualquier suerte de
alzamiento de bienes, será procedente el decomiso.
Esta consagración de la doctrina del enriquecimiento injusto no contradice la presunción de inocencia, por
la sencilla razón de que la norma que tipifica expresamente este delito limita su ámbito de aplicación a una
medida cautelar civil, y en el proceso civil no rige la presunción de inocencia.
8.2 – OBJETO
El objeto del decomiso se limita a los bienes, efectos o valores y ganancias de la titularidad del investigado.
Pero podría suceder que no sea posible su traba y sí la de bienes de procedencia lícita. En tal supuesto, si la
ejecución del decomiso no hubiera podido llevarse a cabo, en todo o en parte, el Juez o Tribunal podrá,
mediante auto, acordar el decomiso de otros bienes, incluso de origen lícito, que pertenezcan a los
criminalmente responsables del hecho, por un valor equivalente al de la parte no ejecutada del decomiso
inicialmente acordado.
De igual modo se procederá cuando se acuerde el decomiso de bienes, efectos o ganancias determinados,
pero su valor sea inferior al que tenían en el momento de su adquisición.
8.4 – DESTINO
La LECrim prevé el destino de tales efectos: su destrucción o su realización.
A) DESTRUCCIÓN
En el curso de la instrucción deben ser destruidos aquellos bienes que constituyan un peligro real o
potencial que comporte su almacenamiento o custodia, lo que sucede con los explosivos, la droga
intervenida o los efectos de delitos contra la propiedad intelectual o industrial.
En tales supuestos, el Juez habrá de disponer la custodia de muestras suficientes a fin de realizar sobre ellas
las oportunas pericias.
B) REALIZACIÓN
La LECrim dispone que tales efectos podrán realizarse:
a) Cuando sean perecederos
b) Cuando su propietario haga expreso abandono de ellos
c) Cuando los gastos de conservación y depósito sean superiores al valor del objeto en sí
d) Cuando su conservación pueda resultar peligrosa para la salud o seguridad pública, o pueda dar
lugar a una disminución importante de su valor, o pueda afectar gravemente a su uso habitual
e) Cuando se trate de efectos que, sin sufrir deterioro material, se deprecien sustancialmente por el
paso del tiempo
De dicha regla hay que exceptuar los bienes embargados en ejecución de un acuerdo adoptado por una
autoridad judicial extranjera, en cuyo caso habrá de obtenerse previamente la autorización de dicha
autoridad.
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B) DECOMISO DE TERCEROS
El decomiso de terceros puede efectuarse, bien en el proceso penal como medida cautelar, bien en el
procedimiento civil de decomiso autónomo cuando concurran los requisitos para ello.
Es necesario que en el tercero concurra alguna de las siguientes circunstancias:
a) Que haya obtenido los efectos o ganancias con conocimiento de su procedencia ilícita o
diligentemente debía haber sospechado acerca de dicha procedencia
b) Que haya dificultado su decomiso.
En cualquier caso, se presumirá dicho conocimiento cuando los bienes o efectos los haya adquirido a título
gratuito o por un valor inferior al de mercado.
En estos supuestos, el Juez competente llamará de oficio a los terceros al proceso a fin de que puedan
ejercitar su derecho de defensa.
C) DECOMISO DE CONDENADOS
Si el Juez de instrucción no hubiera decretado el decomiso y hubiera recaído sentencia de condena, el Juez
de los Penal o la AP que haya dictado la sentencia procederá al decomiso, si se cumplen los requisitos
previstos. A dichos requisitos hay que añadir “que el delito se haya cometido en el contexto de una
actividad delictiva continuada”.
9.2 – COMPETENCIA
Según nuestra LECrim, será competente para el conocimiento de este procedimiento:
a) El Juez o Tribunal que hubiera dictado la sentencia firme
b) El Juez o Tribunal que estuviera conociendo de la causa penal suspendida
c) El Juez o Tribunal competente para el enjuiciamiento de la misma, cuando ésta no se hubiera
iniciado, en las circunstancias legalmente previstas.
TEMA 32
1 – EL SOBRESEIMIENTO
1.1 – CONCEPTO Y NOTAS ESENCIALES
El sobreseimiento es una resolución jurisdiccional por la que se suspende el proceso penal, bien de una
manera provisional o definitiva.
El sobreseimiento se regula dentro del proceso ordinario para delitos graves, si bien, dada su naturaleza de
proceso común, es de aplicación supletoria en los demás procedimientos.
Sea provisional o definitivo, cuando se han ejercitado la totalidad de los recursos contra el sobreseimiento,
es una resolución firme que pone fin al procedimiento penal.
Aun cuando es una resolución que pone fin al procedimiento, revista la forma de auto, y no de sentencia.
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Esta forma ha de obligar a una minuciosa fundamentación por parte del órgano jurisdiccional, en la que
habrán de plasmarse los elementos de convicción, con base a los cuales el Juez infiere la conclusión en
torno a la ausencia de los presupuestos que impiden la apertura del juicio oral.
Si la resolución de sobreseimiento fuera no motivada, irrazonable, o incurriese en error patente, podrá ser
impugnada en amparo por infracción del derecho de tutela.
El órgano competente para dictar el sobreseimiento es la Audiencia Provincial en el sumario ordinario, el
Juez de instrucción en el proceso abreviado y en el del Jurado, y el Juez de Guardia en los juicios rápidos.
Los autos de sobreseimiento no son la única forma de finalizar anormalmente o sin sentencia el
procedimiento. Nuestro ordenamiento conoce otras resoluciones, como los autos de inadmisión de la
querella o el archivo de las actuaciones de las diligencias previas, pero si diferencian de las primeras en que
el sobreseimiento exige la práctica previa de diligencias, y de las últimas en que se pronuncia en la fase
intermedia, cuando el sumario ya está concluido, por lo que, si bien en aquellas resoluciones
desestimatorias de la incoación del procedimiento, no se les puede asociar los efectos materiales de la cosa
juzgada, ninguna dificultad existe en atribuirle la totalidad o la mayoría de tales efectos al sobreseimiento
libre.
1.2 - CLASES
Conforme a la LECrim, el sobreseimiento puede ser libre o provisional, total o parcial.
El sobreseimiento libre debe pronunciarse ante la falta absoluta de tipicidad del hecho o de
responsabilidad penal de su presunto autor, y es equiparable a una sentencia absolutoria anticipada, por
cuanto goza de todos los efectos materiales de la cosa juzgada.
El sobreseimiento provisional sucede cuando se carece de la base fáctica suficiente para acreditar la
participación en él de su presunto autor y ocasiona la mera suspensión del procedimiento, por lo que la
instrucción puede reabrirse si nuevos actos de investigación acreditan aquellos extremos.
2 – EL SOBRESEIMIENTO PROVISIONAL
2.1 – PRESUPUESTOS
La finalidad esencial de la fase intermedia consiste en determinar si concurren o no los presupuestos que
condicionan la apertura del juicio oral. La ausencia de alguno de ellos ha de ocasionar el sobreseimiento
por alguno de los motivos establecidos en nuestra LECrim.
B) INSUFICIENCIA DE PRUEBA
Cuando, de la instrucción practicada, los actos de investigación hubieran puesto de relieve la falta del
presupuesto material de hecho suficiente para fundamentar la pretensión punitiva, bien en su dimensión
objetiva (existencia del hecho), bien en la subjetiva (determinación del presunto autor), habrá de
sobreseerse provisionalmente.
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2.2 – EFECTOS
El sobreseimiento provisional no produce efectos materiales de cosa juzgada, si no tan sólo la suspensión
del procedimiento, en tanto permanezca la causa que lo motiva.
Si el sobreseimiento fuera total, se decretará el archivo de la causa en el órgano jurisdiccional que hubiera
entendido de la instrucción, se devolverán las piezas de convicción a su dueño conocido, y se dispondrá la
cancelación de las fianzas y embargos.
Si las piezas de convicción no estuvieran “dentro del comercio”, se producirá su comiso y eventual
inutilización. Si, frente al dueño conocido, algún tercero reclamara su propiedad, permanecerán retenidas y
el Tribunal fijará un plazo para que acredite la interposición por el tercero de la correspondiente acción
civil, finalizado el cual sin que se hubiera acreditado, serán devueltas a su dueño. Si no tuvieran dueño
conocido, el Tribunal decretará su archivo.
Cuando el sobreseimiento fuera parcial, se procederá a la apertura del juicio oral contra aquellos
imputados que no se vieran afectados por el sobreseimiento, cancelándose respecto a los demás las fianzas
y embargos.
3 – EL SOBRESEIMIENTO LIBRE
3.1 – CONCEPTO
Se entiende por sobreseimiento libre los autos dictados por el órgano jurisdiccional competente,
especialmente motivados que, con efectos materiales de cosa juzgada, ponen fin a una instrucción
concluida mediante la declaración de la inexistencia del hecho punible, de falta de tipicidad del hecho o de
ausencia de responsabilidad penal del imputado.
Los autos de sobreseimiento serán notificados a la víctima, aunque no se haya personado en la causa,
pudiendo impugnarlos en el plazo de 20 días.
A) COMPETENCIA
En el sumario ordinario, el órgano competente para dictar el sobreseimiento es la Audiencia Provincial,
previa conclusión del sumario efectuada por el Juez de instrucción. En el proceso abreviado, la
competencia pertenece al Juez de instrucción, quien puede dictarlo tanto al término de las diligencias
previas como en la fase intermedia, si bien tratándose de alguna de las causas de exención de la
responsabilidad penal, habrá de abrir juicio oral a fin de que en él se pruebe su concurrencia. En el caso de
los juicios rápidos, la competencia corresponde al Juez de Guardia.
B) MOTIVACIÓN
Debido a que los autos de sobreseimiento libre ocasionan los efectos materiales de la cosa juzgada, han de
encontrarse minuciosamente motivados, acreditando la concurrencia fáctica de alguna de las causas que
posibilitan dicho sobreseimiento.
La exigencia de dicha motivación permitirá también que, el TS a través del recurso de casación, o el TC
mediante el amparo, puedan controlar la adecuación a Derecho de la resolución impugnada.
C) EFECTOS
Los autos de sobreseimiento libre producen la totalidad de los efectos de la cosa juzgada, tanto los
positivos (la ejecutoriedad que se concreta en el cese de todas las medidas cautelares y provisionales, y la
prejudicialidad), como los negativos, esto es, el efecto exclusivo y excluyente que impedirá la reapertura o
incoación de un ulterior proceso penal sobre el mismo hecho punible y contra el mismo encausado.
Como efecto indirecto, el sobreseimiento libre ocasiona los efectos perjudiciales propios sobre la
pretensión resarcitoria y la devolución de las piezas de convicción a su legítimo dueño.
D) MOTIVOS
Las causas que posibilitan el sobreseimiento libre son las siguientes:
a) En caso de inexistencia del hecho punible
b) Cuando el hecho no sea constitutivo de delito
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Pronunciado el auto de conclusión, el Juez de instrucción pierde su competencia, que pasa a conferirse a la
AP.
El auto de conclusión se notificará a todas las partes personadas, al MF y al procesado, así como a todas las
personas que, como es el caso del responsable civil, directo o subsidiario, puedan verse afectadas por los
efectos penales y civiles, ulteriores de la sentencia.
Dicha resolución se pronunciará aun cuando, contra determinadas resoluciones del sumario, se haya
interpuesto, sin resolverse, el recurso de apelación en su solo efecto devolutivo. En tal supuesto, el Letrado
de la Administración de Justicia le indicará a la Audiencia las apelaciones pendientes, que provocarán la
suspensión de la fase intermedia hasta que sean resueltas.
Si tales apelaciones fueran desestimadas, se reanudará dicha fase. Si, por el contrario, se admitiesen, se
revocará el auto de conclusión, disponiendo la Audiencia las diligencias que deba practicar el Juez de
instrucción.
Lo que no puede hacer la Audiencia es dictar un sobreseimiento en un recurso de apelación contra el auto
de procesamiento.
Cuando el auto de remisión al Juzgado sea firme, se emplazará a las partes ante el mismo para que, en el
plazo de cinco días, comparezcan en el pertinente juicio de faltas.
Si, por el contrario, el Juez hubiera calificado el hecho como constitutivo de delito, remitirá el sumario y las
piezas de convicción a la Audiencia, emplazando a las partes para que comparezcan ante ella en el plazo de
diez días.
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Finalizado dicho plazo común se les otorgará al MF, al querellante y a la defensa del procesado, un plazo no
inferior a tres, ni superior a diez días, a fin de que dichas partes puedan instruirse y solicitar por escrito la
confirmación del auto de conclusión o bien su revocación para la práctica de nuevas diligencias.
Si alguna de las partes solicitara la revocación del sumario, concretará las nuevas diligencias que deban
practicarse. Si, por el contrario, solicitaran su confirmación, en el mismo escrito deberán pedir, bien la
apertura del juicio oral, bien el sobreseimiento.
Si el Tribunal revocara el auto de conclusión, dispondrá las diligencias que deba practicar el Juez de
instrucción, devolviéndole las piezas de convicción que estime necesarias para su práctica.
Si, por el contrario, confirmase dicho auto, el Tribunal resolverá dentro del tercer día, respecto a la solicitud
del juicio oral o de sobreseimiento.
B) PETICIÓN DE SOBRESEIMIENTO
Si ambas partes acusadoras, o el MF exclusivamente, pero sin que haya comparecido acusador particular
alguno, solicitaran el sobreseimiento, el Juez lo acordará, salvo tratándose de hechos de exención de la
responsabilidad penal, que exigen prueba, pues lo natural es que se diluciden dentro del juicio oral.
En los demás casos eximentes, el Juez de instrucción queda vinculado por esta petición del MF y de la
acusación particular, debiendo dictar bien auto de sobreseimiento libre o provisional.
Si no existiera acusación particular, y el MF instase el sobreseimiento, el Juez puede dirigirse al Fiscal Jefe
de la respectiva Audiencia a fin de que se ratifique o no en dicha petición.
TEMA 33
Pero la formalización de la pretensión en tales actos no es definitiva, ya que, en el proceso penal, las partes
están autorizadas a modificarla al término del juicio, tras la práctica de la prueba, en los escritos de
conclusiones definitivas.
Mediante la interposición de la pretensión penal por las partes acusadoras, y su contestación en el escrito
de calificación provisional de la defensa, queda integrado el objeto procesal penal, consistente en una
petición de pena, basada en un título de condena y fundamentada en la presunta comisión de un hecho
punible por una persona que ha de haber sido imputada previamente.
Los escritos de calificación provisional ocasionan una calificación provisional del hecho punible, con
respecto a la cual las partes son libres de modificarla, tras el resultado de la prueba y en las conclusiones
definitivas, mediante el cambio del título de condena o el de las circunstancias modificativas de la
culpabilidad.
Los escritos de calificación provisional asumen la función de determinar el tema de la prueba. Por ello, la
facultad excepcional que tiene el Tribunal de disponer la práctica de oficio de algún medio probatorio, goza
de una importante restricción: tales medios de prueba han de versar sobre los hechos que hayan sido
objeto de los escritos de calificación.
Finalmente, los escritos de acusación determinan el elemento subjetivo del proceso penal, esto es, el
acusado, quien no puede serlo sin haber sido declarado previamente procesado o imputado, y oído por el
Juez en dicha calidad, dentro de la fase instructora.
2.3 – CLASES
Los escritos de calificación provisional pueden ser clasificados atendiendo a los siguientes criterios:
a) Atendiendo a su contenido, pueden existir escritos de calificación de la pretensión penal y de la
pretensión civil.
b) Según sus efectos y trámite procesal, se distinguen los escritos de calificación provisional y las
calificaciones definitivas o conclusiones.
c) Atendiendo al número de pretensiones, pueden contener pretensiones únicas o alternativas.
d) En el procedimiento ante el Tribunal del Jurado, pueden sucederse hasta tres calificaciones
provisionales:
a. La que ofrece la particularidad de que se puede solicitar en ella la práctica de diligencias
sumariales en la audiencia preliminar.
b. La segunda modificación de dichas calificaciones al término de la referida audiencia.
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c. Las que se les permite a las partes bajo la fórmula de las “cuestiones previas”.
A) LA ESCRITURA
Las partes han de calificar los hechos por escrito, lo que no excluye la oralidad en las conclusiones
definitivas, si bien, la LECrim exige también su plasmación por escrito.
B) LA FUNDAMENTACIÓN FÁCTICA
Debido a que el hecho punible conforma el objeto del proceso penal, la determinación de este elemento
esencial de la pretensión reviste singular importancia en los escritos de calificación provisional.
Los hechos que resulten del sumario y que constituyan circunstancias atenuantes y agravantes del delito
o eximentes de la responsabilidad criminal
De conformidad con lo dispuesto en la LECrim, habrán de consignarse los hechos determinantes de la
aplicación de las circunstancias modificativas de la culpabilidad.
Tales circunstancias deberán reflejarlas tanto las partes acusadoras como la defensa.
Las primeras alegarán los hechos constitutivos de la norma penal, cuya aplicación se solicita, y la defensa
tendrá que alegar los hechos extintivos que desvirtúen el fundamento fáctico de la pretensión punitiva.
La cantidad en que aprecien los daños y perjuicios causados por el delito, o la cosa que haya de ser
restituida
La LECrim establece la necesidad de que se concrete el quantum de la indemnización civil o que se
determine la cosa que deba ser restituida.
El cumplimiento de este requisito queda condicionado a que, en primer lugar, el delito haya producido
algún daño en la esfera patrimonial del perjudicado; en segundo, que el perjudicado no haya renunciado o
reservado su acción civil y, finalmente, a que este extremo de los escritos de calificación provisional sea
formalizado por la persona legitimada, esto es, el perjudicado o el MF, en su calidad de sustituto procesal.
El objeto de esta pretensión estará dirigido, bien a obtener la restitución, bien la reparación o la
indemnización de daños y perjuicios.
Si fueran varios los hechos objeto de la calificación, habrá de reflejarse si entre ellos existe alguna relación
de causalidad a los efectos de estimar, en su caso, las figuras del concurso o del delito continuado. En este
último caso, deben invocarse los requisitos trazados por la jurisprudencia del TS, a fin de determinar la
procedencia o no de esta figura.
Así mismo, habrá de determinarse el grado de consumación del delito.
Las partes son libres en la calificación de los hechos plasmados en la conclusión primera, sin que tengan
que estar vinculados por la calificación efectuada por el Juez de instrucción en el auto de procesamiento, o
en cualquier otra resolución formal de imputación, siempre y cuando dicha calificación recaiga sobre los
hechos punibles investigados en el sumario.
habrán de valerse en el juicio oral, adjuntando las oportunas listas de testigos y peritos.
La jurisprudencia del TS permite plantear peticiones adicionales de prueba hasta el inicio de las sesiones del
juicio oral, siempre y cuando:
a) Esté justificada de forma razonada
b) No suponga un fraude procesal
c) Y no constituya un obstáculo a los principios de contradicción e igualdad.
No hay que incorporar lista de preguntas o “pliego de posiciones” alguno pues, en el proceso penal, rige el
principio de oralidad, y la ejecución de la prueba se realizará bajo la técnica del examen cruzado con la
inmediación del Tribunal.
Si alguna de las partes quisiera que se exhibiera en el juicio el cuerpo del delito o alguna de sus piezas de
convicción, también habrá de solicitarlo en dicho escrito. En cuanto a la prueba pericial, si la practicada en
la instrucción no fuera de la conformidad de alguna de las partes, habrá de impugnarla y proponer nueva
prueba o la declaración del perito que la ha intervenido, para someter la prueba a contradicción en el juicio
oral.
Las partes también podrán solicitar la práctica de la prueba anticipada cuando sea imposible su
reproducción en el juicio oral.
Además, puede solicitarse que el Tribunal disponga los correspondientes mandamientos para la aportación
de documentos o que las citaciones las efectúe de oficio el Tribunal.
Por el contrario, debido al criterio legal del vencimiento en la imposición de costas, no es necesario solicitar
la condena en costas.
A) IMPROPIOS
El abandono de la querella
Conforme al art. 276, “se tendrá por abandonada la querella cuando, por muerte o por haberse
incapacitado el querellante para continuar la acción, no compareciese ninguno de los herederos o
representantes legales a sostenerla, dentro de los 30 días siguientes a la citación que al efecto se les hará,
dándoles conocimiento de la querella”.
El único efecto que ha de producir el abandono de la querella por delito público es no tener al querellante
como parte acusadora en el procedimiento, pero en modo alguno puede ocasionar la finalización del
mismo, ya que el deber del MF de sostener la pretensión deviene ineludible.
Si el ofendido compareciera a solicitar la apertura del juicio oral, no procede dictar un sobreseimiento
provisional, sino tan sólo el libre. En tal caso, la utilización de un sobreseimiento provisional abre las
puertas al recurso de amparo.
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La retirada de la acusación
Tampoco le es dado al MF retirar la acusación en un juicio oral, aun cuando dicha retirada haya de producir
la absolución del acusado, y ello por idéntica razón: el MF tan sólo puede retirar la acusación cuando la
ejecución de la prueba evidencia la inocencia del acusado.
B) PROPIOS
Merecen esta calificación exclusivamente aquellos actos de postulación en los que, existiendo, de un lado,
una acción típica, culpable y punible y, de otro, habiéndose determinado su presunto autor, las partes
deciden poner fin al procedimiento por razones de política criminal.
Tales actos de disposición de la pretensión están integrados por el perdón del ofendido y la conformidad.
5 – LA CONFORMIDAD
5.2 – CONCEPTO Y NATURALEZA JURÍDICA
La conformidad es un acto unilateral de postulación y de disposición de la pretensión, efectuado por la
defensa, por el que, mediante el allanamiento a la más elevada petición de pena, que nunca puede exceder
de los seis años de privación de libertad (o nueve en el abreviado), se ocasiona la finalización del
procedimiento a través de una sentencia con todos los efectos de la cosa juzgada.
Del referido concepto se infieren las siguientes notas esenciales:
La conformidad es un acto procesal que encierra una declaración de voluntad de poner fin a un proceso
penal ya iniciado. Dicha declaración de voluntad ha de consistir en el reconocimiento y voluntad de la
defensa de cumplir la pena más grave de las solicitadas por las distintas partes acusadoras.
La confesión del imputado le otorga una serie de beneficios procesales y materiales que llegan a ofrecer
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una rebaja de la pena. Estos nos permite distinguir la existencia de dos tipos de conformidades:
a) La plena a la petición de pena y al hecho punible, que participa de la naturaleza jurídica de la
confesión.
b) La limitada a la petición de las partes acusadoras, que no encierra más que un mero allanamiento.
En segundo lugar, la conformidad es un acto procesal unilateral que asiste única y exclusivamente a la
defensa, entendida como parte dual, que requiere la concurrencia tanto del acusado como de su abogado
defensor.
Atendiendo al número y naturaleza de las pretensiones, la conformidad puede ser absoluta, si se extiende
tanto a la pretensión penal como a la civil acumulada a la misma, o limitada exclusivamente a la pretensión
penal, en cuyo caso el juicio oral se abrirá a los solos efectos de debatir la pretensión civil.
Desde una perspectiva procedimental, cabe distinguir la conformidad ante el Juez de Guardia, en los
juicios rápidos, ante el Juez de instrucción, en el procedimiento abreviado, otra al inicio del juicio oral, que
es la más frecuente, y ante el Tribunal del Jurado en el escrito de conclusiones definitivas, sin que pueda
ser trasladada al proceso común para los delitos graves.
Atendiendo al ámbito de disposición de la conformidad, puede distinguirse una conformidad plena, que se
proyecta sobre la petición de la pena y sobre los hechos que la fundamentan, y una conformidad limitada a
la aceptación de las peticiones de pena solicitadas por las partes acusadoras. En el primer caso nos
encontramos ante un allanamiento-confesión y, en el segundo, ante un mero allanamiento.
5.4 – PROCEDIMIENTO
La conformidad puede prestarse por escrito en la contestación de la defensa al escrito de acusación ante el
Juez de guardia en los juicios rápidos, y en la fase intermedia en los demás procedimientos.
Si el acusado decidiera hacer uso de su derecho a la conformidad en su escrito de defensa, en los juicios
rápidos puede obtener una rebaja de un tercio de la pena privativa y su suspensión, razón por la que se
Así mismo, el acusado podrá verbalmente en el juicio oral, y con anterioridad a la práctica de la prueba,
manifestar su conformidad con el escrito de acusación que contenga pena de mayor gravedad.
La Ley permite que las partes acusadoras modifiquen su escrito de calificación a fin de invocar un título de
condena más favorable al acusado, que el primitivo escrito de acusación, siempre y cuando se respete la
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identidad del hecho (por ejemplo, el MF, ante la sustracción de una cosa ajena, decide cambiar la
calificación de robo por la de hurto).
5.5 – EFECTOS
Los efectos de la sentencia de conformidad son los propios de cualquier sentencia firme: los de la cosa
juzgada.
Si la conformidad fuera absoluta, dichos efectos se extenderán tanto sobre la parte dispositiva penal como
sobre el fallo civil, mientras que si fuera limitada, se extenderán únicamente sobre el fallo penal,
debiéndose abrir el juicio oral para el conocimiento de la pretensión civil.
Contra las sentencias de estricta conformidad no cabe recurso alguno porque “nadie puede ir contra sus
propios actos”. En cambio, si concurrieran vicios de consentimiento, o la pena impuesta no fuera la
procedente, la parte gravada puede ejercitar los medios de impugnación pertinentes contra la sentencia de
conformidad.
TEMA 34
Comienza así la fase más importante del proceso penal pues, en ella, y bajo los principios procedimentales
de publicidad, oralidad, inmediación y concentración, y los procesales de contradicción, igualdad de armas
y acusatorio, se realizará la actividad probatoria, de cuyo resultado procederá la condena o la absolución de
fondo del acusado, ya que, en el proceso penal, no cabe la absolución en la instancia.
El auto de apertura del juicio oral ocasiona una serie de importantes efectos:
a) En primer lugar, cierra las puertas a la entrada de nuevas partes acusadoras en el proceso pues, la
intervención adhesiva del ofendido o perjudicado debe realizarse antes del trámite de calificación
del delito.
b) En segundo, el auto de conclusión impide la revocación del sumario y, con ella, laposibilidad de
entrada de material fáctico en la instrucción.
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c) En tercero, el auto de apertura produce la publicidad del procedimiento relativa a las partes,
frente a las cuales habrá de alzarse la declaración de secreto instructorio, y absoluta respecto a la
sociedad.
d) Finalmente, como efecto directo e inmediato, otorga a las partes, en el sumario por delitos graves,
dos posibilidades procesales:
a. Bien la de plantear un artículo de previo pronunciamiento o excepción procesal
b. Bien formalizar, sin más trámites, el escrito de calificación provisional o de acusación.
Desde un punto de vista exclusivamente procesal, el juicio oral todavía no comienza en dicha fase, la cual
ha de suceder con la interposición de la pretensión punitiva, en los escritos de calificación provisional,
puesto que, entre el auto de apertura y la deducción de la pretensión, todavía cabe la posibilidad de que el
Tribunal dicte un ulterior sobreseimiento, si prosperase alguna cuestión previa.
Así pues, procesalmente el auto de apertura del juicio oral, en el sumario ordinario, se sitúa dentro de la
fase intermedia.
3.2 – DETERMINACIÓN
La determinación de las cuestiones previas de la LECrim no contiene un numerus clausus, distinguiendo a
tal efecto entre cuestiones procesales y cuestiones materiales.
A) CUESTIONES PROCESALES
Declinatoria de jurisdicción
Al amparo de esta cuestión puede evidenciarse la ausencia de los siguientes presupuestos procesales:
a) La falta de jurisdicción de los Tribunales para conocer del hecho punible, o de la jurisdicción
ordinaria frente a la castrense, a los efectos de suscitar el oportuno conflicto de jurisdicción.
b) Cuestiones de competencia territorial entre órganos jurisdiccionales del mismo grado.
c) Incompetencia objetiva por razón de la materia y procedimiento inadecuado. Con respecto a la
falta objetiva de competencia, ningún problema debe existir, habida cuenta de la LECrim extiende
la competencia del órgano judicial a todas las faltas conexas, sean o no incidentales. Pero respecto
al procedimiento aplicable, es un presupuesto procesal cuya ausencia debe denunciarse con
anterioridad y en su momento procesal adecuado.
B) CUESTIONES MATERIALES
Cosa juzgada
Para que pueda prosperar esta cuestión previa se requiere, de un lado, la existencia de una sentencia o de
un auto de sobreseimiento libre firmes y, de otro, que en el procedimiento penal concurran las clásicas
identidades de la cosa juzgada.
Para que deba apreciarse el incumplimiento de este presupuesto procesal, es suficiente que concurra la
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identidad subjetiva pasiva (la del condenado e imputado) y la identidad objetiva o del hecho punible.
Prescripción
Al constituir la prescripción una causa de extinción de la responsabilidad penal, ostenta naturaleza material
y, como consecuencia de la prevalencia del derecho fundamental a la libertad, es de orden, por lo que no
es necesario que la prescripción sea expresamente alegada por las partes para poder ser tenida en cuenta
por el Tribunal quien, al igual que las demás causas de exclusión de la penalidad, las ha de examinar de
oficio, incluso dentro de la instrucción y sin necesidad de esperar al planteamiento de los artículos de
previo pronunciamiento o de las cuestiones previas en el abreviado.
Amnistía e indulto
Al haber abolido la CE los indultos generales, es difícil que el indulto pueda ser invocado como artículo de
previo pronunciamiento, pues los especiales requieren previamente una sentencia de condena.
El procedimiento para la resolución de las cuestiones previas tan sólo podrá suscitarse en el proceso común
ordinario.
En el proceso penal abreviado, tales cuestiones pueden plantearse oralmente en la comparecencia previa
ubicada al inicio de las sesiones del juicio oral, siendo solucionadas en el acto por el Juez de lo Penal o la
Audiencia Provincial.
Se trata de un procedimiento incidental con fase de alegaciones y fase probatoria limitada (con prohibición
de la testifical) en la que es decisiva la prueba documental.
Finalizada la fase probatoria, ha de abrirse la vista para informe oral, debiendo el Tribunal resolver la
cuestión al día siguiente de dicha vista.
Si estimara la declinatoria, remitirá los autos al órgano que reputara competente. Si la desestimara,
confirmará su competencia y seguirá conociendo de la causa.
Cuando la cuestión propuesta fuera falta de autorización administrativa, y el Tribunal la desestimase,
solicitará el oportuno suplicatorio, permaneciendo el procedimiento en suspenso entre tanto. Si lo
denegara, habrá de decretarse la nulidad de las actuaciones y pronunciar un auto de sobreseimiento libre.
En el supuesto de que la cuestión planteada fuera alguna de las contenidas en los números 2º, 3º y 4º del
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Si la resolución fuera desestimatoria de la cuestión suscitada, y con independencia del ejercicio de los
recursos, las partes podrán reproducir en el juicio oral, como medios de defensa, las cuestiones previas que
se hubieran desestimado, excepto la declinatoria.
Por consiguiente, los autos resolutorios de tales cuestiones sólo producirán efectos materiales de cosa
juzgada si fueran desestimatorios de las mismas y distintos de la declinatoria de jurisdicción. En cualquier
otro caso, se podrán articular como defensas en los escritos de calificación provisional y acumularlas a la
cuestión de fondo.
Presentadas las calificaciones, el Tribunal dictará auto declarando realizada la calificación y la causa pasará
al ponente para el examen de las pruebas.
En este momento comienza la fase de admisión, que finaliza declarando su pertinencia o, por el contrario,
rechazando determinados medios de prueba, en cuyo caso, la parte gravada habrá de formular la
pertinente protesta.
En el mismo auto de admisión de la prueba, el Letrado de la Administración de Justicia fijará el
señalamiento del día para la celebración del juicio oral.
Verificado el señalamiento, el Tribunal dispondrá lo necesario para que el procesado que esté en situación
de preso sea conducido a su presencia el día de la celebración del juicio. Junto a la anterior citación del
Letrado de la AJ expedirá también los exhortos y mandamientos necesarios para que los testigos y peritos
acudan el día del señalamiento. La LECrim contempla sanciones económicas y penales frente a los testigos y
peritos que no comparezcan a dicho llamamiento.
4.3 – LAS SESIONES DEL JUICIO. EJECUCIÓN DE LA PRUEBA Y FACULTADES DEL TRIBUNAL
La primera decisión que ha de adoptar el Tribunal, con anterioridad a la celebración de las sesiones del
juicio oral, es la de pronunciarse acerca de los debates. A este respecto, la LECrim dispone que “El secreto
de los debates podrá ser acordado antes de comenzar el juicio o en cualquier estado del mismo”.
La regla general ha de ser, por imperativo constitucional, la de la publicidad del juicio, disponiéndose el
secreto para la sociedad cuando la publicidad absoluta pueda lesionar algún derecho fundamental o
puedan lesionarse bienes o intereses de un menor.
Adoptada la decisión en torno al juicio público o a puerta cerrada, el Letrado de la AJ velará porque se
encuentren en los estrados las piezas de convicción, y el Presidente declarará abierta la sesión.
Puesto en pie el acusado, a quien previamente se le habrán de quitar las esposas, el Presidente formulará
las preguntas generales de la Ley.
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A continuación, si el delito calificado lo fuera por una pena inferior a seis años de privación de libertad,
sucederá el trámite de la conformidad, con respecto al cual el Presidente le preguntará si se conforma o no
con la pena superior solicitada por las partes acusadoras, ilustrándole de las consecuencias de dicha
decisión.
Acto seguido comienza el interrogatorio del acusado. El Presidente concederá la palabra, en primer lugar, al
MF, después a los acusadores particulares y, finalmente, a la defensa del acusado y a la del responsable civil
a fin de que interroguen al acusado.
Este mismo orden de preguntas directas es válido para los demás intervinientes en la prueba.
Dentro de esta fase de ejecución de la prueba, el Presidente del Tribunal ostenta importantes facultades.
Puede disponer la suspensión del juicio oral cuando estimase que las partes, por causas ajenas a su
voluntad, no tuvieran preparadas las pruebas. En sus funciones de moderador, ha de dirigir los debates,
cuidando, sin coartar nunca el derecho de defensa, de que no se produzcan discusiones inútiles.
Así mismo, el Tribunal puede disponer de oficio la práctica de todo medio de prueba que sea pertinente, así
como ordenar a su Presidente la diligencia de careo y está autorizado a formular preguntas a los testigos
para un mejor descubrimiento de la verdad material.
También corresponde al Presidente cuidar de que se guarde la compostura y el orden público en la
celebración del juicio oral, pudiendo imponer sanciones disciplinarias a quienes alterasen el orden.
partes, suceden hechos externos e impredecibles que han de motivar la suspensión del juicio oral.
o perito.
La suspensión del juicio puede suceder de oficio o a instancia de parte. El Tribunal puede suspender de
oficio en los supuestos de fuerza mayor por enfermedad y ruptura de la concentración de la prueba en la
sede del Tribunal. En los demás casos, la suspensión habrá de solicitarse expresamente por la parte
interesada.
El tiempo de suspensión ha de ser el prudencial que el Tribunal determine, que habrá de plasmar en el
pertinente auto, sin que, como regla general, pueda exceder de 30 días puesto que, si fuera superior, habrá
de volver a celebrarse la totalidad del juicio. Esto sucederá en el caso de que haya que practicar una
sumaria instrucción complementaria ya que, si dicha suspensión obedeciera a la entrada de un nuevo
hecho punible, lo procedente ha de ser que las partes deduzcan nuevos escritos de acusación y de defensa
en relación a la totalidad del objeto del juicio oral.
En tales casos de suspensión, el Presidente efectuará el señalamiento cuando pueda realizarse en el acto,
teniendo en cuenta la agenda programada de señalamientos. En los demás, lo efectuará el Letrado de la AJ.
Contra los autos de suspensión no cabe recurso alguno, sin perjuicio de impugnar por este motivo la
sentencia definitiva.
TEMA 35
1 – LOS ACTOS DE PRUEBA: CONCEPTO, DIFERENCIAS CON LOS ACTOS INSTRUCTORIOS Y NOTAS
ESENCIALES
Por actos de prueba cabe entender la actividad de las partes procesales dirigida a ocasionar la evidencia
necesaria para obtener la convicción del Tribunal decisor sobre los hechos afirmados por ellas, intervenida
por el órgano jurisdiccional, bajo la vigencia de los principios de contradicción, igualdad y de las garantías
constitucionales tendentes a asegurar su espontaneidad, e introducida en el juicio oral a través de medios
lícitos de prueba.
La actividad probatoria incumbe a los sujetos procesales y, de entre ellos, fundamentalmente a las partes.
Como consecuencia del principio de aportación, a las partes les corresponde, no sólo la introducción de los
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hechos a través de los escritos de calificación, sino también la proposición y ejecución de la prueba,
formulando las correspondientes preguntas a testigos y peritos.
Pero, en el proceso penal, el Tribunal está obligado a descubrir la verdad material y no necesariamente
coincidente con la que las partes pudieran representarle (verdad formal). Por esta razón, la LECrim
establece una serie de correcciones al principio de aportación en beneficio de su modelo dialéctico, el de
investigación. De este modo, el Tribunal puede proponer de oficio la práctica de los medios de prueba,
formular su Presidente preguntas a los intervinientes en la misma, disponer de oficio la diligencia de careo
o examinar el Tribunal, también de oficio, la prueba documental.
B) LA CARGA
Las normas de la carga de la prueba establecen a cuál de las partes corresponde realizar la actividad
probatoria sobre los hechos controvertidos o cuál de ellas ha de soportar los efectos desfavorables de la
sentencia, en el supuesto de que alguno los citados hechos no resultara suficientemente probado en el
juicio.
La vigencia de la garantía constitucional de la presunción de inocencia ha de producir, en primer lugar, un
traslado de la carga de la prueba sobre las partes acusadoras, que han de acreditar en el juicio oral sus
hechos constitutivos. Por consiguiente, sin la prueba de tales hechos no cabe imponer sentencia
condenatoria alguna.
Pero, una vez probados los de la acusación, la defensa tiene la carga de la prueba de los hechos
impeditivos, extintivos o excluyentes para obtener una sentencia absolutoria.
En segundo lugar, dicha actividad probatoria de las partes acusadoras ha de ser suficiente para desvirtuar
la presunción de inocencia o, como señala la jurisprudencia mayoritaria del TC y del TS, “es necesario una
mínimo de actividad probatoria”.
Finalmente, en el supuesto de que se infringiera la anterior doctrina lega, podrá obtenerse, por la vía de los
recursos y, en última instancia a través del amparo constitucional, el restablecimiento de la presunción de
inocencia.
C) VALORACIÓN
Una vez realizada la actividad probatoria, el Tribunal debe apreciar, según su conciencia, las pruebas
practicadas en el juicio oral.
El sistema de libre valoración de la prueba no significa libre arbitrio, sino, al contrario, la valoración ha de
versar, en primer lugar, sobre el resultado probatorio practicado en el juicio oral (aunque,
excepcionalmente, el Tribunal pueda fundamentar su sentencia en actos de prueba instructora anticipada o
preconstituida). En segundo lugar, tampoco puede basar su sentencia en la prueba obtenida ilícitamente.
Finalmente, la valoración de la prueba se ha de realizar con arreglo a las normas de la lógica, lo que
conlleva la obligación de razonar el resultado probatoria en la declaración de hechos probados.
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Si el Tribunal sentenciador infringiera las anteriores reglas, abrirá las puertas al recurso de casación por
error de hecho en la valoración de la prueba y, subsidiariamente, al de amparo.
5 – EL PROCEDIMIENTO PROBATORIO
El procedimiento probatorio consta de tres fases claramente diferenciadas: la de proposición, la de
admisión y la de ejecución de la prueba.
A) FASE DE PROPOSICIÓN
La fase de proposición sucede con la redacción de los escritos de calificación provisional o de acusación y
defensa, en los que cada una de las partes reflejarán los medios de prueba, cuya práctica se pretende en el
juicio oral, adjuntarán las listas de testigos y peritos y solicitarán del Tribunal la práctica de los
mandamientos o actos de auxilio judicial que estimen necesarios.
Si se pretende la exhibición del cuerpo del delito o de las piezas de convicción, también habrá de solicitarse
en dichos escritos. En el caso de la prueba documental, deben determinarse los documentos que habrá de
examinar de oficio el Tribunal y aquellos que, por constituir una prueba preconstituida o anticipada, deban
ser leídos en el juicio oral.
No obstante, en el ámbito del proceso penal abreviado y en el del procedimiento ante el Jurado, la
proposición de la prueba puede seguir un orden escalonado. Así, en el abreviado, la proposición de la
prueba puede efectuarse al inicio de las sesiones del juicio oral. Si acusado o el tercero responsable no
presenta escrito de defensa, puede solicitar la práctica de la prueba antes del comienzo de la vista o en la
audiencia preliminar.
En el procedimiento ante el Jurado, además de los escritos de calificación provisional, las partes pueden
proponer prueba en los escritos de planteamiento de las cuestiones previas y en la fase de alegaciones
previas al inicio de las sesiones del juicio oral.
B) LA FASE DE ADMISIÓN
La fase de admisión se inicia con la recepción de los escritos de calificación por el Magistrado ponente o por
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el Juez de lo Penal y finaliza con la admisión o denegación de los medios de prueba propuestos.
La admisión de los medios de prueba queda condicionada a que el órgano de enjuiciamiento los repute
pertinentes y necesarios. Son impertinentes los que no se adecuan al tema de la prueba trazado por los
escritos de acusación y de defensa, y son innecesarios los que nada acreditan o son redundantes.
C) LA FASE DE EJECUCIÓN
La fase de ejecución o práctica de la prueba ha de efectuarse en el juicio oral. Declarada la publicidad o el
secreto del juicio oral, el Presidente dispondrá que el acusado se levante, le formulará las preguntas
generales de la Ley y, en su caso, le preguntará si se conforma con la petición más amplia de pena
formulada.
Si no existiera conformidad o no fuera procedente, se practicará el interrogatorio del acusado, formulando
las preguntas, en primer lugar, las partes acusadoras y, posteriormente, la defensa. Con el mismo régimen
se practicará la prueba testifical y demás medios de prueba.
Excepcionalmente, la ejecución de la prueba anticipada podrá realizarse tan pronto como se solicite en los
escritos de acusación y con anterioridad al inicio de las sesiones del juicio oral.
En la ejecución de la prueba rige el principio de aportación, de tal suerte que tan sólo se ejecutarán las
pruebas propuestas por las partes en sus escritos de calificación. Pero esta regla tiene sus excepciones en
beneficio del principio de investigación.
caso, el silencio del acusado puede valorarse junto con otras pruebas.
7.2 – RÉGIMEN
Nuestra práctica forense secunda el sistema de interrogatorio cruzado: el Presidente concederá la palabra,
en primer lugar, al MF, después de los acusadores particulares y, finalmente, a la defensa del acusado y a la
del responsable civil a fin de que interroguen al acusado.
Así pues, el interrogatorio lo efectúan las partes. Pero al Presidente le asisten plenas facultades para
rechazar preguntas capciosas o sugestivas, cuidando siempre de no coartar el derecho de defensa.
Así mismo, ejercita la policía de vistas, de tal manera que, si el acusado alterara el orden público, puede
ordenar que se ausente por un cierto tiempo, e incluso durante todas las sesiones del juicio.
7.3 – VIDEOCONFERENCIA
Excepcionalmente, el interrogatorio judicial podría practicarse mediante videoconferencia, debiendo
circunscribir esta posibilidad al peligro de grave alteración del orden público.
Con todo, ha de tenerse en cuenta que es un derecho fundamental el que asiste al acusado, a presenciar
directamente el juicio y ejercitar también su defensa privada.
Por ello nunca debiera utilizarse esta posibilidad con respecto al acusado.
8 – LA PRUEBA TESTIFICAL
8.1 – CONCEPTO
Por prueba testifical ha de entenderse la declaración de conocimiento efectuada por personas físicas que,
sin participar en él, conocen de la comisión del hecho punible, bien directamente (testigos directos) o por
referencias (testigos indirectos).
Las declaraciones de la víctima o perjudicado también tienen valor de prueba testifical y son hábiles, por sí
solas, para desvirtuar la presunción de inocencia, en el bien entendido de que, cuando se erijan en la única
prueba de cargo, el Tribunal deberá efectuar una cuidada valoración, ponderando su credibilidad en
relación con todos los factores subjetivos y objetivos que concurran en la causa.
8.2 – CITACIONES
Dentro de la fase instructora, el Juez de instrucción tiene la obligación de apercibir al testigo que ya ha
prestado declaración, de su obligación de volver a prestarla en el juicio oral, en calidad de prueba.
Ello no significa que deban prestar declaración exclusivamente los testigos que han sido interrogados en la
instrucción. Las partes son dueñas, en sus escritos de acusación y de defensa, de citar a toda aquella
persona que tenga conocimiento del objeto procesal. Si el Tribunal los considera pertinentes y necesarios,
los citará para la celebración del juicio oral.
Los testigos acudirán a la sede del Tribunal y permanecerán aislados en una sala habilitada al efecto, en la
que los que hayan declarado no podrán comunicarse con los que deban prestar declaración, ni con otra
persona.
8.3 – PRELACIÓN
Una vez efectuado el interrogatorio del acusado, el Presidente ordenará que presten declaración todos y
cada uno de los testigos, cuya prueba haya sido admitida y por el siguiente orden:
a) Primero declararán los testigos propuestos por el MF,
b) A continuación los de las acusaciones particulares,
c) Acto seguido los del actor civil
d) Y, finalmente, los propuestos por la defensa.
La razón de este orden consiste en el principio del proceso penal, derivado del acusatorio, según el cual la
acusación ha de preceder siempre a la defensa.
8.4 – OBLIGACIONES
Si algún testigo no compareciera, la parte interesada podrá instar la suspensión del juicio oral, suscitándose
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8.6 – SANCIONES
Si el testigo se negase a declarar, el Presidente puede imponerle una multa de 200 a 5.000 euros, sin
perjuicio de ser imputado por la comisión de un delito de desobediencia grave.
Pero, si declara y miente, puede ser condenado por delito de falso testimonio. El testigo puede mentir en la
instrucción, en cuyo caso la conducta permanece impune, pero ha de retractarse y decir la verdad en el
juicio oral pues, de lo contrario, se expone a ser procesado por la comisión de dicho delito.
8.8 – VALORACIÓN
Según la jurisprudencia del TS, el coimputado no es testigo, razón por la cual no puede prestar declaración
en dicha calidad, ni apercibirle con la comisión de un delito de falso testimonio.
El testigo habrá de expresar la razón de lo que dice. La prueba del testigo de referencia es, en principio,
válida, pero no puede llegar a sustituir a la del testigo directo. Si el Tribunal fundara su condena
exclusivamente en la declaración del testigo indirecto, vulneraría la presunción de inocencia.
Si el testigo se contradijera con sus declaraciones sumariales, la parte interesada tiene la carga de solicitar
su lectura, en cuyo caso, el Tribunal podrá fundar su sentencia en dichos actos instructorios.
La declaración de la víctima no es prueba indiciaria, sino prueba directa y ha sido admitida como prueba
de cargo, tanto por la doctrina del TS como por la del TC. No obstante, ha de resaltarse que, para
fundamentar una sentencia de condena en dicha prueba única, es necesario que el Tribunal compruebe la
concurrencia de las siguientes circunstancias:
a) Ausencia de incredibilidad subjetiva, derivada de las relaciones acusador/acusado
b) Verosimilitud
c) Persistencia en la incriminación
La prueba testifical, como todas las del proceso penal, está sometida al principio de libre valoración. Pero la
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LECrim quiso, además, desterrar los testimonios privilegiados, por lo que dispone que las declaraciones de
las autoridades y funcionarios de la policía judicial tendrán el valor de declaraciones testificales, apreciables
como éstas según las reglas del criterio racional.
9 – LA PRUEBA PERICIAL
La prueba pericial ha de proponerse, como todos los medios de prueba, en los escritos de calificación
provisional, al que se adjuntará la lista de peritos.
De todos los informes periciales, los únicos que impiden la recusación de los peritos son los actos de prueba
sumarial anticipada, por cuanto dicha prueba no podrá volver a ser practicada en el juicio oral. Los demás
peritos podrán ser recusados en la fase intermedia.
Tanto la prueba pericial anticipada, como la preconstituida, no entran en el juicio oral como prueba
pericial, sino como documental. Para que el Tribunal pueda fundar su sentencia en una prueba pericial
anticipada o preconstituida, se hace necesario proceder a la lectura de dichos documentos en el juicio oral.
En el supuesto de la prueba preconstituida, lo que sí pueden las partes es proponer a los peritos que
efectuaron el examen y emitieron su informe en la instrucción, para que preste declaración en el juicio oral.
Los peritos prestarán declaración conjuntamente, respondiendo a las preguntas y repreguntas que les
formulen las partes, comenzado la acusación y finalizando la defensa.
Las preguntas deben versar:
a) En primer lugar, sobre el reconocimiento de la persona o cosa objeto de su dictamen
b) En segundo, sobre el procedimiento u operaciones efectuadas para la elaboración del informe
c) Y, finalmente, sobre las conclusiones que pudieran formular, a partir de los datos obtenidos con su
pericia.
Al igual que los testigos, los peritos también pueden prestar su declaración mediante videoconferencia, en
los supuestos contemplados legalmente.
10 – LA PRUEBA DOCUMENTAL
La prueba documental ha de aportarse en los escritos de acusación o de defensa, pero también puede
introducirse al inicio de las sesiones del juicio oral, e incluso dentro del juicio oral para acreditar alguna
circunstancia que pueda influir en el valor probatorio de la declaración de un testigo.
Sobre la prueba documental rige la regla del examen de oficio por el Tribunal, establecida en el art. 726,
conforme al cual, el Tribunal examinará por sí mismo los libros, documentos y demás piezas de convicción
que puedan contribuir al esclarecimiento de los hechos o a la más segura investigación de la verdad.
Ahora bien, del tenor literal de dicha norma, no cabe extraer la errónea conclusión de que el Tribunal
pueda fundar su sentencia en cualquier documento elaborado en la instrucción. Si así fuera, el juicio oral no
serviría para nada. Por eso, la regla general ha de ser que el Tribunal base su sentencia en las pruebas
practicadas en el juicio, y no mediante la prueba documental, que ha de ser la excepción.
Por ello, tanto el TC como el TS, han sentado la doctrina de que sólo la prueba documental leída en el juicio
oral es susceptible de erigirse en acto de prueba que pueda desvirtuar la presunción de inocencia.
Dicha doctrina surgió con ocasión de la interpretación del art. 730, en cuya virtud, a instancia de cualquiera
de las partes podrán leerse también las diligencias practicadas en el sumario que, por causas
independientes de la voluntad de aquéllas, no puedan ser reproducidas en el juicio oral.
El precepto no autoriza a leer en el juicio cualquier documento, sino tan sólo aquellos que reflejen hechos
irreproducibles. Luego, si no pueden leerse todas las diligencias sumariales, nunca pueden erigirse por sí
mismas en actos de prueba. Es necesario que contengan actos de prueba sumarial anticipada o
preconstituida, o actos de investigación que hayan sido sometidos confrontación.
10 – EL RECONOCIMIENTO JUDICIAL
Un solo precepto contempla la práctica de la inspección ocular, a cuyo amparo puede solicitarse también
(siempre en los escritos de calificación provisional) la práctica de la reconstrucción del hecho.
Pero la jurisprudencia es reacia a practicar esta última prueba, que tilda de excepcional y que, en calidad de
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prueba preconstituida, se habrá efectuado ya en la instrucción. Por esta razón, al igual que los informes
periciales, entrará en el juicio oral por la vía de la prueba documental.
Si no se hubiera practicado, debido a la lentitud de nuestra justicia penal, es muy probable que no sirva
para nada, por cuanto ya habrán desaparecido las huellas o vestigios de la comisión del delito.
Las prescripciones sobre la inspección ocular contenidas en la instrucción son de aplicación directa a esta
prueba.
TEMA 36
Las conclusiones definitivas son, antes que las provisionales, las que definen el objeto procesal y crean los
límites de la congruencia penal. El Tribunal habrá de decidir conforme a las conclusiones definitivas
efectuadas por las partes, si bien cabe la posibilidad de desestimar implícitamente alguna de las
conclusiones, siempre y cuando no afecten a los elementos esenciales del objeto del proceso.
La modificación de las calificaciones nunca puede ocasionar indefensión. Si las partes acusadoras
extendieran su objeto a hechos que no han sido objeto de calificación provisional y que hubieran debido
ocasionar la suspensión del juicio oral, se vulneraría el derecho de defensa del art. 24 CE. Lo mismo habría
de suceder si se tratara de un cambio de título de condena que exigiera una ulterior actividad probatoria.
Tampoco puede extenderse la modificación de las calificaciones a títulos de condena que conlleven
alteraciones de la competencia objetiva o del procedimiento aplicable. Tanto si se modifica la calificación
de falta a delito, como de delito a falta, en el proceso ordinario, habrán de remitirse las actuaciones al
órgano competente pues, la AP, en este procedimiento, tan sólo puede entender de las faltas incidentales.
Por el contrario, en el proceso penal abreviado, el Tribunal puede extender su competencia a todas las
faltas, sean o no incidentales.
Así mismo, la LECrim faculta a las partes para formular las conclusiones de forma alternativa, al igual que
sucede con los escritos de calificación provisional.
Dicho precepto faculta al Tribunal a plantear nuevas tesis jurídicas no sugeridas por las partes, a fin de que
pueda recogerlas en su sentencia respetando el principio acusatorio.
Lo que no puede, sin embargo, es sugerir nuevos hechos punibles que requerirían una nueva acusación y su
consiguiente actividad probatoria.
Formalizadas las conclusiones, el Presidente concederá la palabra a las partes a fin de que, oralmente,
realicen sus respectivos informes.
Cada una de las partes fundamentará oralmente sus pretensiones, determinando los hechos que considere
probados, su calificación legal y la participación que el procesado pudiera tener en ellos. Si se hubiera
acumulado la acción civil, habrá de concretarse la cosa que deba ser restituida o la cuantía de los daños y
perjuicios.
Al término de los informes, tan sólo se autorizará a las partes rectificaciones que no puedan entrañar
modificación alguna de la pretensión.
Los acusados son dueños de utilizar su derecho a la última palabra, o de ejercitar su derecho constitucional
al silencio. El Presidente nunca debe omitir este trámite ya que, en tal supuesto, se vulneraría el derecho de
defensa, plasmado en el aforismo “nadie puede ser condenado sin previamente oído”.
A continuación, el Presidente declarará concluso el juicio para sentencia, la cual habrá de redactarse por
escrito y publicarse dentro de los tres días siguientes.
La sentencia habrá de ser siempre de fondo, sin que el Tribunal pueda utilizar la fórmula del
sobreseimiento. Habrá de ser motivada y congruente con todas las cuestiones planteadas por las partes,
incluidas las faltas incidentales, la responsabilidad civil y el destino de las piezas de convicción.
Contra las sentencias dictadas por las Audiencias Provinciales cabe interponer recurso de casación.
Contra las sentencias dictadas por el Juez de lo Penal, tan sólo cabe la interposición del recurso de
apelación ante la AP, sin que, contra la resolución de este recurso, quepa la interposición de recurso
alguno.
3 – LA SENTENCIA
3.1 – CONCEPTO
Se entiende por sentencia penal la resolución judicial definitiva por la que se pone fin al proceso, tras su
tramitación ordinaria en todas y cada una de sus instancias, y en la que se condena o absuelve al acusado
con todos los efectos materiales de la cosa juzgada.
La sentencia penal, en primer lugar, siempre es definitiva y, si es firme, poniendo fin al proceso penal de
una manera irrevocable.
En segundo lugar, la sentencia penal siempre es de fondo, con lo que se diferencia de la civil, que puede ser
absolutoria en la instancia. Por el contrario, la sentencia penal ha de absolver o condenar al acusado
siempre en el fondo. Por ello, cuando adquiere firmeza, necesariamente ha de gozar con plenitud de todos
los efectos de la cosa juzgada.
Pero las sentencias no son las únicas resoluciones que generan tales efectos de cosa juzgada, ya que
también los ocasionan los autos de sobreseimiento.
3.2 – NATURALEZA
Característica esencial de las sentencias penales es la de encerrar siempre un fallo declarativo o mixto,
declarativo y de condena.
Son declarativas todas las sentencias absolutorias que, implícitamente, vienen a restablecer
definitivamente el derecho fundamental a la libertad del art, 17 CE, amenazado a lo largo de todo el
proceso penal.
Las sentencias penales de condena también contienen una parte declarativa, en tanto que declaran la
comisión del hecho punible, pero son fundamentalmente de condena, en la medida en que irrogan una
pena al condenado. Así mismo, son de condena los pronunciamientos civiles que satisfacen la pretensión
civil, acumulada al proceso penal.
Excepcionalmente, las sentencias penales pueden tener efectos constitutivos. Es lo que sucede ante la
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En cuanto a la competencia, sólo las pueden dictar los Juzgados de lo Penal y los Jueces de instrucción y,
dentro de su competencia, los Jueces de Paz, sin que la AP esté autorizada nunca, ni siquiera en el ámbito
del proceso abreviado, a dictar una sentencia oral.
La sentencia oral, en el proceso penal abreviado, precisa de una motivación verbal. Por el contrario, en el
juicio de faltas, no es necesaria dicha motivación, debiendo el Juez tan sólo anticipar el fallo.
Si, una vez publicada oralmente la sentencia en la Audiencia, todas las partes manifestaran su intención de
no recurrir, la sentencia oral adquirirá firmeza y podrá ser ejecutada sin más.
Si, por el contrario, alguna de las partes manifestara dicha intención, la sentencia oral carecerá de validez
alguna, debiendo el Juez dictar sentencia escrita en el plazo legalmente previsto, la que, una vez notificada,
posibilitará su impugnación dentro del plazo establecido para el ejercicio de los recursos.
En los antecedentes de hecho se reflejarán la pretensiones de las partes contenidas en los escritos de
acusación y defensa o calificaciones provisionales y definitivas o conclusiones.
A continuación, la sentencia ha de contener, necesariamente, la “Declaración de hechos probados”. Ello es
consecuencia directa de la obligación constitucional de motivar las sentencias, en relación con el derecho a
la tutela judicial y a la presunción de inocencia. La determinación de tales hechos no exime al Tribunal de
La infracción de la obligación de determinar los hechos probados posibilita la interposición del recurso de
casación por quebrantamiento de forma que, si fuera estimado, puede ocasionar la anulación de la
sentencia por TS y su devolución al Tribunal “a quo” a fin de que determine con claridad los hechos
probados.
En los “Fundamentos de Derecho” hay que reflejar, de un lado, los puntos de hecho y de Derecho y, de
otro, el Derecho objetivo aplicable, incluida la jurisprudencia reclamable a cada uno de los puntos de hecho
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que fundan la acusación y la defensa. Dentro de tales fundamentos jurídicos reviste esencial importancia
los argumentos jurídicos esenciales que justifican el fallo.
El fallo.
Debido a la posibilidad de acumulación de la pretensión civil, y a la exigencia de que todas las sentencias
sean congruentes, la parte dispositiva de la sentencia penal puede tener un doble pronunciamiento: penal
y civil.
En el fallo, que se ha de redactar con claridad y sin contradicciones, se determinan las consecuencias
jurídicas que las normas asocian al cumplimiento del presupuesto fáctico.
En el fallo, penal y civil, se determinan también los límites objetivos de la cosa juzgada y sus efectos.
Han de pronunciarse tantos fallos cuantos hechos punibles y faltas incidentales se le hayan atribuido al
acusado en las conclusiones definitivas.
El fallo civil de la sentencia penal puede ser “a reserva de liquidación”, en cuyo caso, el quantum de la
indemnización se determinará en la fase de ejecución de la sentencia. Dicho fallo civil es susceptible de
ejecución provisional, de conformidad con lo previsto en la LEC.
Las sentencias definitivas se notificarán a las partes y se leerán en estrados el mismo día de su firma, a
partir del cual no podrán modificarse, salvo mediante la aclaración de sentencias, que ha de limitarse a
esclarecer “algún concepto oscuro, suplir cualquier omisión o corregir algún error material”, o por la vía de
los recursos.
A tal efecto, en la notificación de la sentencia, se le habrá de informar al condenado de los recursos
existentes contra ella.
Cuando la sentencia adquiera firmeza, se ejecutará de oficio.
A) LA CONGRUENCIA CUALITATIVA
La congruencia cualitativa transcurre entre el objeto del proceso penal y el fallo de la sentencia.
El objeto del proceso penal lo constituye, tanto la pretensión penal como la civil acumulada, por lo que la
omisión de cualquiera de estos pronunciamientos en la sentencia abrirá las puertas al recurso de casación
por quebrantamiento de forma.
A la pretensión penal
La pretensión penal viene determinada por la petición de una pena principal, el hecho histórico subsumible
en un tipo penal homogéneo, y el imputado.
En nuestro proceso penal, el hecho histórico ha de ser integrado de conformidad con la calificación jurídica
efectuada por las partes, porque también es un derecho fundamental el que asiste al acusado “al
conocimiento previo de la acusación” y a defenderse exclusivamente del delito que le atribuyen las partes
acusadoras.
Pero no todo cambio de calificación del hecho punible efectuado por el Tribunal en su sentencia implica
incongruencia, sino tan sólo aquellas mutaciones del título de imputación que lesionen la homogeneidad
del bien jurídico protegido por la norma penal.
A esta exigencia se refiere expresamente el art. 789.3, cuando prohíbe que se pueda condenar por delito
distinto cuando éste conlleve una diversidad de bien jurídico protegido.
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A la pretensión civil
La congruencia del fallo civil de la sentencia penal de condena se rige por el principio dispositivo y por las
prescripciones de la LEC.
B) LA CONGRUENCIA CUANTITATIVA
La LECrim contempla como motivo de casación por quebrantamiento de forma “Cuando se pene un delito
más grave que el que haya sido objeto de la acusación, si el Tribunal no hubiera procedido previamente
como determina el art. 733”.
Así pues, en el sumario ordinario y en el proceso abreviado, el Tribunal no puede, sin utilizar el art. 733,
irrogar al acusado una pena correspondiente a un delito más grave.
C) LA INCONGRUENCIA OMISIVA
La incongruencia omisiva sucede cuando el Tribunal omite pronunciarse, en el fallo, sobre alguna cuestión
jurídica determinante de la culpabilidad del acusado, por ejemplo, la ausencia de pronunciamiento sobre
alguna circunstancia modificativa de la culpabilidad.
Dicha modalidad adquiere singular relevancia en el proceso penal, en el que, debido a que está en juego el
derecho a la libertad, como regla general no debe operar la congruencia implícita o por remisión a las
alegaciones de las partes.
TEMA 37
todos sus efectos materiales, es decir, se convierten en inimpugnables y producen su ejecución de oficio.
El fundamento esencial de la cosa juzgada hay que encontrarlo, por una parte, en el derecho a la tutela
judicial efectiva y, por otra, en el “non bis in ídem”.
El derecho a la tutela judicial efectiva conlleva también el derecho a la ejecución de las sentencias en sus
propios términos. Por esta razón, si no se cumpliera dicha obligación, o se modificara una sentencia por una
vía distinta a la de los recursos preestablecidos, se infringiría el derecho a la tutela y la parte gravada
tendría las puertas abiertas al recurso de amparo.
Pero, desde un punto de vista material, la cosa juzgada se fundamenta también en el principio de
legalidad, una de cuyas principales consecuencias consiste en la prohibición del “non bis in ídem”.
Esta fundamentación de la cosa juzgada comporta también importantes consecuencias prácticas, ya que la
vulneración de su efecto negativo, así como la del mismo efecto en la litispendencia, permitirá la
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1.2 - RESOLUCIONES
A) LAS SENTENCIAS DEFINITIVAS
La parte dispositiva penal y civil de las sentencias firmes gozan de la totalidad de los efectos de la cosa
juzgada ya que, en el proceso penal, no caben las sentencias absolutorias en la instancia, por lo que todas
las sentencias penales son de fondo.
Debido a la prevalencia de la jurisdicción penal sobre las demás, la sentencia penal ha de desplegar
también sus efectos en el ámbito del proceso administrativo sancionador, vedando la imposición de una
sanción administrativa sobre el mismo hecho objeto de una sentencia penal.
Entre las sentencias de conformidad se debe distinguir entre la conformidad absoluta y la conformidad
limitada a la pretensión penal.
En el primer caso, los efectos de la cosa juzgada se extenderán sobre los dos objetos procesales, penal y
civil, mientras que en el segundo, se extenderán únicamente sobre el fallo penal, debiéndose abrir juicio
oral para el conocimiento de la pretensión civil.
B) RESOLUCIONES EQUIVALENTES
Como resoluciones que, sin ser sentencias, producen los efectos de la cosa juzgada, pueden mencionarse
los siguientes:
a) Los autos de sobreseimiento libre
b) Los autos de sobreseimiento por razones de oportunidad, en el ámbito del proceso penal de
menores
c) Los autos de archivo por inexistencia o falta de tipicidad del hecho
Pero los autos de sobreseimiento provisional, aun cuando hayan sido dictados por la AP, no
producen los efectos de la cosa juzgada. Y tampoco los ocasionan los autos de archivo de las diligencias
previas, salvo cuando lo sean por la causa de inexistencia o falta de tipicidad.
d) Los autos de sobreseimiento libre y sentencias dictadas como consecuencia del perdón del
ofendido, y los autos declarativos de la renuncia del perjudicado a la acción civil.
Este acto de disposición de la pretensión penal puede suceder, tanto en la instrucción, en cuyo caso
provocarán un auto de sobreseimiento libre; como en el juicio oral, en el que ocasionará también una
sentencia absolutoria que ha de producir plenos efectos de la cosa juzgada. Pero el perdón sólo supone una
renuncia a la acción penal y no a la civil, que queda imprejuzgada, pudiéndola ejercitar el perjudicado en el
proceso civil correspondiente. Si se produjera la renuncia a la acción civil también en el auto, producirá
efectos de cosa juzgada civil, sin embargo, el proceso penal seguirá su curso, salvo que se trate de un delito
privado, en cuyo caso, la acción penal se considerará extinguida.
B) PREJUDICIALIDAD
El efecto positivo por excelencia es el prejudicial
Elementos de la sentencia: el fallo y su ratio decidendi
Efectos prejudiciales del fallo
La sentencia penal que, al igual que la pretensión, es mixta, siempre contiene un fallo declarativo y está
llamada a ocasionar determinados efectos prejudiciales en tres órdenes diferentes.
Si el perjudicado la ha reservado la acción civil dimanante del delito para ejercitarla en un ulterior
proceso civil, la declaración en la sentencia de la existencia y comisión del hecho punible por el acusado
producirá un claro efecto prejudicial que vinculará al Tribunal civil, el cual habrá de limitarse
exclusivamente a determinar el quantum de la indemnización civil.
La declaración de inexistencia del hecho punible también vinculará al Tribunal civil, que pronunciará una
sentencia absolutoria, salvo que se demuestre la existencia de otro título civil de imputación.
Pero, si se hubiera acumulado la acción civil al proceso penal, el fallo civil de la sentencia de condena
ocasionará efectos materiales de la cosa juzgada de carácter excluyente, de modo que ningún Juez civil
podrá conocer de una pretensión de resarcimiento ya juzgada en la sentencia penal.
En el proceso civil, en el que la sentencia penal puede haberse erigido en una cuestión prejudicial
devolutiva, la publicación de dicha sentencia ocasionará la reanudación del proceso civil suspendido, y
tendrá también una fuerza decisiva para la resolución del objeto procesal civil.
El problema surge a la hora de determinar cuándo, el objeto procesal de la sentencia y el del proceso
posterior, penal o administrativo, es el mismo o, dicho en otros términos, cuáles sean los límites subjetivos,
objetivos y temporales de la cosa juzgada.
A) LÍMITES SUBJETIVOS
En el proceso penal resulta indiferente la identidad subjetiva activa.
Por “identidad del sujeto”, debido a que la responsabilidad penal es personal e intransferible, la única
identidad que cabe entender en el proceso penal es la subjetiva pasiva o del condenado. Por esta razón, si
en un procedimiento administrativo se sanciona a una persona jurídica, y en un proceso penal posterior se
castiga a su representante legal, no existe infracción de la cosa juzgada.
B) LÍMITES OBJETIVOS
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El problema surge con el título de condena, sobre todo, cuando un mismo hecho punible es susceptible de
entrar en concurso de Leyes o del Derecho administrativo sancionador.
En tales casos, de secundar la tesis del TC, no habrá infracción de la cosa juzgada si el Tribunal penal, en su
segunda sentencia, compensa la pena o sanción administrativa. Sin embargo el problema permanece,
porque dicha doctrina no se adecua totalmente al del TEDH.
El hecho histórico ha de complementarse con la naturaleza del bien jurídico. Así, en los concursos ideales, si
el bien jurídico es homogéneo, habrá de regir la prohibición delnon bis in ídem.
Pero si dicho bien jurídico fuera heterogéneo, no debiera estimarse esta infracción, por cuanto la
antijuricidad o juicio de reproche no es el mismo.
Por consiguiente, y a los efectos de la determinación de la triple identidad del hecho, debiera entenderse el
hecho histórico cometido por una persona determinada y subsumible en tipos penales o administrativos de
carácter homogéneo.
3 – TRATAMIENTO PROCESAL
3.1 – EFECTOS PREJUDICIALES
Una vez constatada la prejudicialidad de una sentencia penal con respecto al objeto procesal de un
segundo proceso civil, la LEC dispone que, no por esta causa se sobreseerá el proceso, debiendo dicha
primera sentencia penal ser tomada en consideración por el Tribunal civil, a través del régimen de las
cuestiones prejudiciales, a la hora de dictar su sentencia en el proceso civil.
En el proceso civil producen efectos prejudiciales y excluyentes los pronunciamientos civiles de condena
contenidos en las sentencias penales, siempre y cuando se haya acumulado la acción civil al proceso penal y
no se haya reservado o renunciado el ejercicio de la acción civil.
En tales supuestos, la parte dispositiva de la sentencia penal produce plenitud de efectos materiales de la
cosa juzgada.
Sin embargo, no la ocasionan los autos de sobreseimiento provisional, ni siquiera los autos de
sobreseimiento libre que, aun cuando generen efectos materiales de cosa juzgada, los han de circunscribir
exclusivamente al ámbito de la responsabilidad penal.
En el caso de que no fuera estimada, la defensa o el MF podrán reproducir esta excepción en el juicio oral.
Si tampoco fuera apreciada por el Tribunal decisor, podrá interponerse recurso de amparo por infracción
de precepto constitucional, ya que la infracción de la cosa juzgada provoca también la del non bis in ídem y,
con él, la del principio constitucional de legalidad.
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Finalmente, también cabe la posibilidad de interponer recurso de revisión al amparo del art. 954.
TEMA 38
En una primera clasificación, los recursos penales pueden ser devolutivos y no devolutivos, según conozca
de ellos un órgano jurisdiccional superior o el propio órgano que dictó la resolución impugnada.
Son no devolutivos los recursos de reforma, súplica, revisión y nulidad de la sentencia, mientras que son
devolutivos los de apelación, casación y queja.
Según las facultades de enjuiciamiento del órgano superior, y el carácter tasado o no de los motivos de
impugnación, los recursos se clasifican en ordinarios y extraordinarios.
Los recursos ordinarios sitúan al órgano superior en la misma situación que el órgano que dictó la
resolución impugnada, estando facultado para conocer, tanto de los vicios procesales en los que haya
incurrido dicha resolución, como los errores de enjuiciamiento en la valoración de la prueba y en la
aplicación del Derecho penal.
Son ordinarios los recursos de reforma, súplica, apelación y queja.
Los extraordinarios tan sólo facultan al Tribunal a revisar la corrección de la aplicación del Derecho
efectuada por el órgano de instancia y por los motivos tasados en la LECrim.
Son extraordinarios el recurso de apelación contra las sentencias del Tribunal del Jurado, el recurso de
casación ante el TS, el de nulidad de la sentencia y el de amparo ante el TC.
También existen medios de rescisión de la cosa juzgada que también tienen tasados los motivos de
impugnación, pero tan sólo son procedentes contra sentencias firmes.
Dentro de tales medios cabe situar el recurso de revisión y el de audiencia al rebelde.
2 – PRESUPUESTOS PROCESALES
2.1 – COMUNES
A) EL GRAVAMEN
Se entiende por gravamen el desajuste entre la pretensión y el fallo, de tal suerte que éste ocasione un
perjuicio material (por ej. la condena a una pena o al pago de una indemnización civil, cuando se instó la
absolución), o al menos moral. Pero, si no existe algún género de gravamen, no existe legitimación para
recurrir.
El gravamen lo ocasiona únicamente la parte dispositiva de la sentencia, que se erige en el objeto del
recurso, y no la declaración de hechos probados o su fundamentación jurídica que, aunque sea incorrecta,
por ese sólo hecho no se puede recurrir, porque no existe gravamen.
2.2 – ESPECIALES
A) EL DEPÓSITO DEL ACUSADOR POPULAR
Para la interposición de todos los recursos, el acusador popular habrá de efectuar un depósito.
Dicho depósito, del que ha de informar el órgano jurisdiccional en la notificación de la resolución, ha de
efectuarse en la entidad financiera habilitada y en la Cuenta de Depósitos del órgano jurisdiccional con
carácter previo a la interposición de los recursos no devolutivos, o en la de su anuncio en los devolutivos,
todo ello bajo sanción de la inadmisión del recurso.
Se trata de un presupuesto procesal sanable ya que, si incurriera en defecto, omisión o error, se concederá
a la parte el plazo de dos días para la subsanación del defecto.
3 - EFECTOS
3.1 – EFECTO DEVOLUTIVO
El efecto devolutivo concurre en todos los recursos de los que ha de conocer un órgano judicial distinto y
superior jerárquico al que dictó la resolución impugnada, tal y como sucede en los recursos de apelación,
queja y casación.
El recurso de reforma es procedente contra todos los autos y providencias de los órganos jurisdiccionales
unipersonales que resuelvan puntos sustanciales o que no sean de mera tramitación.
Ha de interponerse ante el mismo Juzgado que dictó la resolución impugnada, en el plazo de tres días
posteriores a la notificación de la resolución, mediante escrito con firma de abogado, en el que se
concentrarán las alegaciones.
A continuación, el Juez dará traslado a las demás partes para su eventual impugnación y resolverá el
recurso en forma de Auto, que habrá de resolver la totalidad de las cuestiones planteadas.
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Si fuera desestimatorio, informará sobre los recursos o podrá también contener la decisión sobre la
admisión del recurso de apelación que se interpuso con carácter subsidiario.
6 – EL RECURSO DE APELACIÓN
6.2 – EL RECURSO DE APELACIÓN FRENTE A RESOLUCIONES INTERLOCUTORIAS (AUTOS)
A) EL PROCEDIMIENTO ORDINARIO
Concepto y notas esenciales
El recurso de apelación es un medio de impugnación ordinario, devolutivo y, generalmente, no
suspensivo, subsidiario del recurso de reforma, que procede contra determinados autos dictados por los
órganos instructores de las causas penales, a través del cual se hace posible que otro órgano superior
pueda enjuiciar, en su globalidad, las decisiones tomadas por dichos Jueces y Magistrados instructores.
El órgano competente para conocer del recurso de apelación será el Juzgado de lo Penal o la AP, de
conformidad con la índole del procedimiento.
Es un recurso que opera, como regla general, en un solo efecto, es decir, sin suspender los efectos de la
resolución impugnada.
Son recurribles los autos desestimatorios del recurso de reforma determinados por la Ley.
Procedimiento
Corresponde al Juez de instrucción que dictó la resolución impugnada el conocimiento de la fase de
interposición y admisión del recurso, en tanto que corresponde a la AP la de instrucción, vista y resolución
del recurso.
Cuando el recurso sea admitido en ambos efectos (devolutivo y suspensivo), el Letrado de la AJ remitirá los
autos originales al Tribunal que hubiera de conocer de la apelación, y emplazará a las partes para que
comparezcan ante el mismo.
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Si el recurso se admite en un solo efecto (devolutivo), el Juez, de oficio, en la resolución admisoria mandará
expedir testimonio del auto primeramente recurrido en reforma, del escrito de interposición de dicho
recurso, del auto impugnado y de cuantos particulares considere necesario incluir, para su remisión a la AP.
Una vez completados los testimonios, se emplazará a las partes para que comparezcan ante el Tribunal que
haya de conocer del recurso.
A continuación, el Letrado de la AJ señalará día para la celebración de la vista en la que el Fiscal y los
defensores de las demás partes podrán informar lo que tuvieran por conveniente y presentar los
documentos en los que funden su pretensión.
Celebrada la vista, el Tribunal resolverá el recurso por medio de auto, frente al que no cabe interposición
de recurso alguno.
B) EL PROCEDIMIENTO ABREVIADO
En el procedimiento abreviado, el recurso de apelación puede interponerse sin necesidad de haber
interpuesto previamente el de reforma.
Característica esencial de este recurso devolutivo es la concentración, por razones de economía, de la
interposición y las alegaciones, las cuales han de formalizarse en el escrito de interposición, debiendo
incluirse en él los motivos del recurso, señalando los particulares que hayan de testimoniarse.
Pero, si el recurso de apelación se hubiera interpuesto subsidiariamente con el de reforma, y éste resultara
total o parcialmente desestimado, la LECrim dispone que, antes de dar traslado a las demás partes
personadas, el Letrado de la AJ concederá al apelante la posibilidad de formular alegaciones y presentar, en
su caso, los documentos justificativos de sus pretensiones.
En ambos caso, una vez admitido a trámite el recurso, el Letrado de la AJ dará trasladado a las demás
partes personadas para que puedan alegar por escrito lo que estimen conveniente, señalar otros
particulares que deban ser testimoniados, y presentar los documentos justificativos de sus pretensiones,
remitiéndose testimonio de los particulares señalados a la Audiencia respectiva.
La tercera especialidad de este recurso consiste en la ausencia de celebración de vista, con dos
excepciones:
a) De un lado, cuando en el auto recurrido en apelación se haya acordado la prisión provisional de
alguno de los imputados, siempre y cuando el apelante lo haya solicitado en el escrito de
interposición
b) Y, de otro, cuando dicha resolución contenga otros pronunciamientos sobre medidas cautelares,
supuesto en donde la celebración de la vista tiene carácter potestativo.
B) RESOLUCIONES RECURRIBLES
El recurso de apelación resulta procedente, no sólo contra las sentencias dictadas por los Juzgados de lo
Penal en el procedimiento abreviado, sino también contra las sentencias dictadas por dichos Juzgados en el
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procedimiento para el enjuiciamiento rápido de determinados delitos, y por los Juzgados de instrucción en
el ámbito de los juicios por delitos leves.
Según la LECrim, también serán susceptibles de recurso de apelación los autos que supongan la finalización
del proceso por falta de jurisdicción o por sobreseimiento libre, y las sentencias dictadas por las AP o la Sala
de lo Penal de la AN en primera instancia.
C) PROCEDIMIENTO
Presupuestos
Si, en la segunda instancia, se pretendiera el restablecimiento de alguna garantía procesal o vicio in
procedendo cometido en la primera por alguna resolución interlocutoria, será necesario haber ejercitado
previamente contra ella el recurso de reforma.
Así mismo, si se denegó la práctica de algún medio de prueba, para conseguir la práctica de ese medio en la
segunda instancia, habrá de haberse ejercitado en la primera la oportuna protesta.
Interposición
El recurso de apelación se interpone mediante escrito, debidamente autorizado con firma de abogado y
procurador, presentado ante el Juzgado dentro de los diez días siguientes a aquel en que les hubiera
notificado la sentencia.
En dicho escrito de interposición hay que concentrar la totalidad de las alegaciones y, en su caso, solicitar la
práctica de la prueba.
Pero en la segunda instancia, la prueba es restringida:
a) Sólo las que el recurrente no pudo proponer en la primera instancia
b) Las propuestas que le fueron indebidamente denegadas
c) Y las admitidas que no fueron practicadas por causas que no le eran imputables.
Admisión
Interpuesto el recurso, el Juez decidirá sobre su admisión.
Pero, si apreciara la concurrencia de algún defecto subsanable, concederá al recurrente un plazo no
superior a tres días para la subsanación.
Una vez admitido el recurso, el Letrado de la AJ dará traslado del mismo a las demás partes para que
puedan presentar los escritos de alegaciones que estimen oportunos, en los que podrá solicitarse la
práctica de prueba.
Presentados los escritos de alegaciones, o precluido el plazo para hacerlo, el Letrado de la AJ dará traslado
de cada uno de ellos a las demás partes, quienes podrán impugnar la adhesión, y elevará a la Audiencia los
autos originales con todos los escritos presentados.
Vista
La vista tan sólo resulta procedente si los escritos de interposición o de alegaciones contienen proposición
de prueba o reproducción de la grabada, y resulta admitida por el Tribunal.
También podrá celebrarse vista cuando, de oficio o a instancia de parte, el Tribunal la estime necesaria para
la correcta formación de una convicción fundada.
Si el Tribunal accede a la realización de la vista, finalizada la ejecución de la prueba y reproducidas las
grabaciones, las partes tendrán una segunda ocasión, esta vez oral, de formular sus alegaciones.
La sentencia de apelación
Cuando el recurso se funde en algún vicio in iudicando, habrá de dictar un nuevo pronunciamiento sobre el
objeto procesal.
Por el contrario, cuando se trate de la infracción de algún vicio in procedendo, el Tribunal anulará las
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El carácter tasado de sus motivos obliga a conceptuarlo como un recurso extraordinario, incluso más
restrictivo que el recurso de casación, ya que no contempla el motivo de error de hecho en la valoración de
la prueba..
TEMA 39
2 – EL RECURSO DE CASACIÓN
2.1 – CONCEPTO Y FUNCIONES
El recurso de casación es un recurso extraordinario, del que conoce la Sala de lo Penal del TS y que,
fundado en unos motivos tasados, pretende la anulación de las sentencias y de determinados autos
dictados por las AP, por haber vulnerado la ley procesal o material.
La función de la casación consiste en obtener la aplicación de la Ley, si bien dicha aplicación ha de ser
uniforme, de tal modo que garantice su aplicación igualitaria en todo el territorio nacional.
Esta función dota de seguridad jurídica a nuestro ordenamiento e impide la vulneración del principio
constitucional de igualdad en la aplicación de la Ley.
En el supuesto de que se trate del recurso por infracción de ley contra las sentencias dictadas por las AP y
en apelación por la AN, la inadmisión a trámite del recurso de casación por infracción de ley podrá
acordarse por providencia sucintamente motivada, siempre que haya unanimidad por carencia de interés
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casacional.
La LECrim también admite el recurso de casación, pero sólo por infracción de ley, contra los autos para los
que la ley autorice dicho recurso de modo expreso y los autos definitivos dictados en apelación por las AP o
por la Sala de lo Penal de la AN, en los supuestos previstos por la ley o sobreseimiento libre, y la causa se
haya dirigido contra el sujeto pasivo mediante una resolución judicial que suponga una imputación
fundada.
2.3 - LEGITIMACIÓN
Debido a su cualidad de parte imparcial, el MF está legitimado a recurrir incluso cuando la sentencia
recurrida no le haya producido gravamen.
También están legitimadas las partes penales que se hayan personado en la instancia (el condenado, el
acusador popular, el particular y el privado). Junto a las partes, también están legitimados sus herederos, si
bien hay que distinguir:
a) En el supuesto del condenado fallecido, no existe posibilidad de que recurra su heredero, ya que la
muerte constituye una causa de exención de la responsabilidad penal.
b) En cuanto a los acusadores privados, los herederos han de ostentar una legitimación de segundo
grado (por ej. que las injurias o calumnias les trasciendan a ellos, o que la sentencia les produzca un
determinado gravamen (por ej. el embargo de sus bienes).
Los condenados sin haber sido parte, tan sólo pueden suceder en el hipotético caso de autores de un delito
conexo que lleve aparejada una pena privativa de libertad inferior a dos años.
El actor civilsólo puede impugnar en casación el fallocivil de la sentencia penal, si bien la jurisprudencia
permite que el responsablecivilsubsidiario pueda impugnar en casación tambiénel fallo penal, en la
medida en que, si no existiera el delito, tampoco nacería la responsabilidad civil, lo que le legitima para
discutir esa fuente de la obligación.
establecida.
Requisitos internos
Por otro lado, en cuanto a los requisitos internos, procederá al casación cuando en la sentencia se resuelva
sobre todos los puntos que hayan sido objeto de la acusación y defensa, debiéndose entender por puntos
tanto los contenidos en la parte dispositiva de la sentencia, como los extremos jurídicos que conforman su
ratio decidendi.
Además, la LECrim autoriza a interponer casación cuando se pene por un delito más grave que el que haya
sido objeto de la acusación, si el Tribunal no hubiera procedido conforme al art. 733, supuesto que
comprende:
a) La condena por delito más grave y por delito distinto del que fue objeto de acusación,
b) Y la estimación de un grado de participación más grave o de un agravante no pedido, salvo
supuestos de homogeneidad entre lo solicitado por las acusaciones y lo estimado por el Tribunal,
que impliquen el conocimiento previo de la acusación por la defensa en orden a posibilitar su
contestación.
2.5 – PROCEDIMIENTO
A) ANTE EL ÓRGANO A QUO (AP O TSJ)
Preparación
El recurso de casación se preparará, mediante escrito autorizado por Abogado y Procurador, en el plazo de
cinco días siguientes a contar desde la última notificación efectuada ante el Tribunal “a quo”.
En dicho escrito, el recurrente pedirá ante el Tribunal de instancia un testimonio de la resolución objeto de
la impugnación y manifestará la clase de recurso que pretende utilizar, es decir:
Tramitación
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El Tribunal, dentro de los tres días siguientes, sin oír a las partes, tendrá por preparado el recurso, si la
resolución reclamada es recurrible en casación y se han cumplido todos los requisitos exigidos. En caso
contrario, lo denegará mediante auto motivado.
Cuando el Tribunal tenga por preparado el recurso, en la misma resolución que así lo acuerde, mandará
que el Letrado de la AJ expida testimonio de la sentencia o del auto recurrido, con emplazamiento de las
partes para que comparezcan ante el TS.
Al mismo tiempo, el Letrado de la AJ remitirá certificación en la que se expresen de forma breve las
circunstancias de la causa, la identificación de las partes, el delito enjuiciado, la fecha de entrega del
testimonio al recurrente y, si el acusado se encuentra en prisión provisional, la fecha en que concluye tal
situación, así como la del emplazamiento de las partes.
Si el recurso ha sido preparado por quebrantamiento de forma, se remitirá la causa o la parte
correspondiente de la misma donde se haya cometido la falta denunciada.
Si lo ha sido por infracción de ley, se remitirá el documento citado en el escrito de preparación del recurso.
La parte que no haya preparado el recurso podrá adherirse a él en el plazo del emplazamiento o al
instruirse del formulado por la otra parte.
B) ANTE EL TS
El escrito de interposición
El escrito de interposición del recurso de casación se presentará ante la Sala 2ª del TS dentro del plazo de
15 días concedido a las partes. Transcurrido el mismo sin interponerlo, el Letrado de la AJ dictará decreto
declarando desierto el recurso, y se tendrá por consentida y firme la resolución impugnada, con imposición
de costas. Contra este decreto cabe recurso directo de revisión.
Dicho escrito debe contener, con la mayor concisión y claridad, los siguientes extremos:
a) Los fundamentos doctrinales y legales aducidos como motivos de casación por quebrantamiento de
forma, por infracción de Ley o por ambas causas
b) El artículo de la LECrim que autorice cada motivo de casación
c) Las reclamaciones practicadas para subsanar el quebrantamiento de forma que se suponga
cometido y su fecha, si la falta exigiese este requisito.
En el mismo escrito la parte recurrente podrá solicitar la celebración de vista.
Al escrito de interposición se adjuntará el testimonio de la resolución impugnada, así como tantas copias
como partes emplazadas, y resguardo acreditativo de haber constituido el correspondiente depósito.
Admisión
El recurso de casación será inadmitido mediante auto, en los siguientes supuestos:
a) Cuando se interponga por causas distintas a las expresadas en los arts. 849 a 851
b) Cuando se interponga contra resoluciones no susceptibles de ser recurridas en casación
c) Cuando no se respeten los hechos que la sentencia declare probados, o se hagan alegaciones
jurídicas en notoria contradicción o incongruencia con ellos
d) Cuando no se hayan observado los requisitos exigidos por la Ley para su preparación o
interposición
e) En los supuestos de quebrantamiento de forma, si no se hubiese reclamado formalmente la
subsanación de la falta o efectuado la oportuna protesta
f) En los casos de infracción de Ley por error en la valoración de la prueba, cuando en el documento
no conste la causa o no se hayan designado los particulares del documento que se opongan a la
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resolución recurrida.
Además, la LECrim permite al TS inadmitir el recurso cuando carezca manifiestamente de fundamento o
cuando haya desestimado en el fondo otros recursos sustancialmente iguales.
4 – EL RECURSO DE REVISIÓN
4.1 - CONCEPTO
El recurso de revisión se erige en un medio de impugnación autónomo, que puede ejercitarse ante la Sala
de lo Penal del TS, una vez obtenida la firmeza de una sentencia penal condenatoria por los motivos
tasados contemplados en la LECrim, y que tiene por objeto actuar el valor constitucional de la justicia y
restablecer el derecho a la libertad de condenado inocente.
4.2 - LEGITIMACIÓN
Según la LECrim, están legitimados para promover e interponer el recurso de revisión, el penado y, cuando
éste haya fallecido, su cónyuge o relación análoga, ascendientes y descendientes, con objeto de rehabilitar
la memoria del difunto, y de que se castigue, en su caso, al verdadero culpable.
Junto a estos legitimados originarios, también puede interponer recurso de revisión el Fiscal General del
Estado. El Ministerio de Justicia, previa formación del expediente, podrá ordenar también al Fiscal del TS
que interponga el recurso, cuando a su juicio hubiera fundamento bastante para ello.
4.3 – COMPETENCIA
La competencia para conocer del recurso de revisión en materia penal viene atribuida a la Sala 2ª del TS.
b) Cuando haya recaído sentencia penal firme condenando por el delito de prevaricación a alguno de los
Magistrados o Jueces intervinientes, en virtud de alguna resolución recaída en el proceso en el que
recayera la sentencia cuya revisión se pretende, sin la que el fallo hubiera sido distinto.
Será necesario demostrar un juicio de relevancia entre la prevaricación y la sentencia de condena, de tal
suerte que, si la prevaricación no hubiera influido en la sentencia objeto de revisión, tampoco prosperará
este motivo.
c) Cuando, sobre el mismo hecho y encausado, hayan recaído dos sentencias firmes.
Este motivo intenta remediar la violación del principio constitucional del non bis in ídem.
Dicha infracción tan sólo será procedente cuando concurra entre dos sentencias penales firmes, y no
cuando el encausado haya recibido una sanción administrativa y otra penal sobre el mismo hecho, en cuyo
caso el Tribunal de lo Penal habrá debido de compensar las sanciones, ya que, en otro caso, se habrá
vulnerado el art. 25 CE y será procedente el recurso de amparo.
El problema es que, en ocasiones, un mismo hecho histórico es susceptible de diversas calificaciones. Por
tanto, habrá que estar a la naturaleza del bien jurídico en los concursos ideales: si fueran homogéneos,
habrá de prosperar el motivo de revisión, pero si fueran homogéneos, no será procedente.
e) Cuando, resuelta una cuestión prejudicial por un Tribunal penal, con posterioridad se dicte una sentencia
firme por el Tribunal no penal competente para la resolución de la cuestión, que resulte contradictoria con
la sentencia penal.
f) Será motivo de revisión de la sentencia firme de decomiso autónomo la contradicción entre los hechos
declarados probados en la misma y los declarados probados en la sentencia penal firme que, en su caso, se
dicte.
Este supuesto contempla el caso de haberse dictado un fallo civil condenatorio en el procedimiento de
decomiso autónomo, fundado en unos hechos que posteriormente el Tribunal penal no declara probados.
En este caso, es la jurisdicción penal la que goza de preferencia ya que la LECrim no otorga efectos
prejudiciales a la sentencia civil del proceso de decomiso autónomo.
g) Se podrá solicitar la revisión de una resolución judicial firme cuando el TEDH haya declarado que dicha
resolución fue dictada con violación de alguno de los derechos reconocidos en el Convenio Europeo para la
Protección de los Derechos Humanos y sus Protocolos, siempre que la violación, por su naturaleza y
gravedad, entrañe efectos que persistan y no puedan cesar de ningún otro modo que no sea mediante su
revisión.
En este supuesto, la revisión sólo podrá ser solicitada por quien, estando legitimado para interponer
recurso, hubiera sido demandante ante el TEDH. La solicitud deberá formularse en el plazo de un año desde
que la sentencia adquiera firmeza en el citado Tribunal.
4.5 – PROCEDIMIENTO
A) PREPARACIÓN
El recurso de revisión se anunciará mediante escrito dirigido a la Sala de lo Penal del TS, en el que han de
solicitar autorización para su interposición.
Promovida la revisión, la Sala autorizará o denegará su interposición mediante auto, contra el que no cabe
recurso alguno.
B) INTERPOSICIÓN
Autorizada la formalización del recurso, al recurrente se le concede un plazo de 15 días para la
presentación de su escrito de interposición ante la Sala.
C) JUICIO RESCINDENTE
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Interpuesto el recurso, comienza la fase rescindente dirigida a comprobar la verosimilitud del motivo de
revisión.
Para ello, la Sala recabará las alegaciones del MF y de los penados, tras lo cual el recurso seguirá los
trámites del de casación por infracción de Ley. La Sala, con celebración o no de vista, dictará sentencia.
5 – EL RECURSO DE ANULACIÓN
5.1 – CONCEPTO, FUNDAMENTO Y NATURALEZA
El recurso de anulación es un medio de rescisión de una sentencia firme que asiste al contumaz condenado
en su ausencia a una pena que no exceda de dos años de privación de libertad o, si la pena fuera de distinta
naturaleza, cuando su duración no exceda de seis años.
No nos encontramos ante un verdadero recurso, sino ante una acción de impugnación autónoma, que tan
sólo resulta procedente frente a sentencias de condena que hayan alcanzado firmeza y que, por tanto,
producen la totalidad de los efectos de la cosa juzgada.
La impugnación tan sólo es procedente en supuestos de condena en contumacia, ya que, si el imputado no
ha sido citado personalmente, no resulta procedente la condena en su ausencia, sino que lo procedente ha
de ser la suspensión del procedimiento.
Decretada la admisión a trámite del recurso por el Juzgado de lo Penal, el Letrado de la AJ dará traslado a
las demás partes para que, dentro del plazo común de diez días, puedan presentar los escritos de
alegaciones que estimen oportunos.
Transcurrido dicho plazo, el Letrado de la AJ elevará a la AP los autos originales con todos los escritos
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presentados.
Una vez recibidas las actuaciones, el Tribunal ad quem las examinará y procederá a dictar sentencia.
El objeto del juicio se limitará a controlar si el Tribunal sentenciador ha respetado escrupulosamente los
requisitos legales que exige el juicio en ausencia.
La estimación del recurso de anulación origina la anulación de la sentencia condenatoria impugnada y la
retroacción de las actuaciones al estado en que se encontraban al momento de comenzar las sesiones del
juicio oral celebrado indebidamente, sin perjuicio de que conserven su validez todos aquellos actos cuyo
contenido sería idéntico, no obstante la falta cometida.
Si el recurso de anulación fuera desestimado, tal pronunciamiento no produce efecto jurídico alguno.
TEMA 40
2 – EL SUMARIO ORDINARIO
2.1 – ÁMBITO DE APLICACIÓN, NORMATIVA Y FASES
El sumario ordinario resulta procedente para el enjuiciamiento de las causas por delito que tengan
señalada por la Ley pena privativa de libertad superior a los nueve años, con excepción de los delitos que
deban enjuiciarse por el Tribunal del Jurado o que sean cometidos por personas mayores de 14 años y
menores de 18.
Debido a que algunas de sus normas han quedado envejecidas, no es inusual que determinadas normas del
procedimiento abreviado se apliquen inversamente en el procedimiento común.
Pero, en el supuesto de duda en la determinación del procedimiento aplicable, o de colisión entre normas
del procedimiento común y los demás, han de prevalecer las de este procedimiento ordinario.
Las fases en las que se divide este procedimiento declarativo son las propias de cualquier procedimiento
penal:
2.2 – INICIACIÓN
La iniciación de este procedimiento puede ser
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El sumario, integrado formalmente por cuatro piezas (la principal, la personal, la de responsabilidad civil y
la de terceros), está informado por el principio de la escritura y transcurre ante el Juez de instrucción
competente, bajo la inspección directa del MF.
En el procedimiento ordinario, como acto judicial específico de imputación, destaca el auto de
procesamiento, que cumple una función esencial en orden a la determinación de la legitimación pasiva y
posibilita el derecho de defensa dentro de la instrucción.
Así pues, el juicio oral se inicia con los escritos de acusación y defensa, y finaliza mediante sentencia, sin
que el Tribunal, a partir del trámite de calificación, pueda utilizar la fórmula del sobreseimiento.
Dentro de esta fase, en la que ha de transcurrir la actividad probatoria, pueden distinguirse los siguientes
trámites: la conformidad / actos previos / el juicio / ejecución de la prueba / conclusiones definitivas /
informes / última palabra / sentencia.
única y exclusivamente en función de la cuantía de la pena asignada y, por otra, en el proceso penal tipo,
por el que se encauzan la investigación y el enjuiciamiento de la inmensa mayoría de hechos delictivos.
En la práctica totalidad de los procesos penales, los Juzgados de instrucción proceden siempre a la apertura
de diligencias previas (denominación que recibe la fase de instrucción en este procedimiento) y, sólo en el
momento final de la instrucción, es cuando el Juez decide
a) Si convierte dichas diligencias previas en sumario,
b) Si califica la conducta investigada como delito menos grave
c) O si remite el procedimiento a la Jurisdicción militar o de menores, para que el objeto procesal se
dilucide a través del procedimiento penal adecuado.
El proceso penal abreviado se estructura del siguiente modo:
a) La fase de instrucción (o Diligencias Previas) y la fase intermedia son competencia del Juez de
instrucción
b) El juicio oral compete al Juez de lo Penal o a la AP.
3.3 – INICIACIÓN
La única especialidad que presenta este procedimiento abreviado, en lo referente a su iniciación, es que la
comparecencia de los ofendidos y perjudicados, a través del ofrecimiento de acciones o mediante su
intervención adhesiva, puede efectuarse mediante simple comparecencia apud acta, sin necesidad de
interponer querella.
Al inicio de las sesiones del juicio oral sucede la audiencia preliminar, cuya finalidad esencial consiste en
acumular en un solo acto la resolución de toda una serie de cuestiones, tales como la competencia del
órgano judicial, existencia de artículos de previo pronunciamiento, causas de suspensión del juicio oral, o
alegación sobre el contenido y finalidad de las pruebas propuestas.
Finalizado la audiencia preliminar, se procederá a la práctica de las pruebas admitidas, que deberá estar
presidida por los principios de concentración, oralidad, publicidad, inmediación y contradicción.
La doctrina atrae al Jurado el conocimiento de los delitos conexos cuando alguno de los delitos se haya
cometido para perpetrar otros, facilitar su ejecución o procurar su impunidad. De dicha regla general,
exceptúa los delitos conexos que, sin romper la continencia de la causa, puedan juzgarse por separado, en
cuyo caso cada uno se juzgará por el órgano competente (AP o Jurado) y, si no fuera así, se atendrá a la
finalidad o, cuando ésta no pueda ser determinada, a la gravedad del hecho.
En lo referente a la intervención del MF, cabe destacar que no está permitida cuando se trate de delitos
leves perseguibles únicamente a instancia de parte, siendo su participación excusable, en atención al
interés público, en los juicios por delitos leves semipúblicos cuando medie la denuncia del ofendido.
En tales casos de ausencia del MF, la declaración del denunciante en el juicio, afirmando los hechos
denunciados, tendrá el valor de acusación, aun cuando no los califique ni señale pena.
En cuando a la capacidad de postulación, en el juicio por delitos menos graves, la asistencia de Abogado es
potestativa.
5.3 – INICIACIÓN
Los actos de iniciación son los ordinarios, si bien la LECrim exime de la necesidad de firma de abogado y
procurador a las querellas que tuvieran por objeto un juicio por delitos menos graves.
Pero este proceso también puede iniciarse mediante la transformación de un procedimiento penal abierto
por delito, por conversión normalmente de unas diligencias previas de un procedimiento abreviado o de las
diligencias urgentes del juicio rápido.
C) EJECUCIÓN DE LA PRUEBA
En el juicio por delitos leves rige la regla de que tan sólo constituye prueba suficiente para desvirtuar la
presunción de inocencia la practicada en el juicio oral bajo los principios de contradicción, inmediación y
publicidad. Fuera de los supuestos de la prueba documental preconstituida y anticipada, el Juez no puede
fundar una sentencia de condena en pruebas no ejecutadas en el juicio oral.
La proposición de la prueba se efectúa oralmente al inicio del juicio, en el que las partes acusadoras,
privadas y públicas, propondrán la prueba que, una vez admitida, se ejecutará en el acto, procediéndose al
interrogatorio de los testigos y demás medios de prueba.
Seguidamente, se oirá al acusado y se ejecutará la prueba propuesta por él y que resultara pertinente.
Finalizada la fase probatoria, se efectuarán los informes orales, haciendo uso de la palabra, en primer lugar,
el MF si asistiera, después las demás partes acusadoras y, por último, el acusado.
La ausencia del acusado, debidamente citado a juicio, no suspenderá la celebración del juicio oral, a no ser
que el Juez, de oficio o a instancia de parte, crea necesaria su declaración.
D) SENTENCIA
La sentencia deberá ser congruente con el hecho punible, de tal suerte que no se puede condenar al
acusado por un hecho que no haya sido objeto de acusación, ni por una calificación de un delito leve
distinto, salvo que la calificación judicial lo sea por una infracción homogénea en cuanto al bien jurídico
protegido, con la afirmada en el escrito de acusación.
Si el Juez considerase que el hecho enjuiciado es constitutivo de delito grave o menos grave, habrá de
inhibirse y remitir las actuaciones al Juzgado de instrucción. Aun cuando las sentencias emanadas en los
juicios por delitos menos graves producen la totalidad de los efectos materiales de la cosa juzgada, de
conformidad con la jurisprudencia del TS, el incumplimiento de aquella obligación ocasionará la nulidad de
la sentencia y posibilitará la incoación del oportuno proceso penal por delito.
La sentencia se notificará a los ofendidos y perjudicados por el delito leve, aunque no se hayan mostrado
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parte en el procedimiento, haciéndose constar los recursos procedentes contra la resolución comunicada,
así como el plazo para su presentación y el órgano judicial ante quien deba interponerse.
Por lo demás, el principio acusatorio también ha de estar presente en la segunda instancia y, de modo
especial, la regla de la prohibición de la reformatio in peius que, de conformidad con una doctrina unánime
el TC, rige plenamente también en la segunda instancia de los juicios por delitos leves.
Sin embargo, si se tratara de determinar el quantum de la indemnización civil, el TC ha admitido la
posibilidad de la incongruencia extra petita.
6 – EL PROCESO DE MENORES
6.1 – ÁMBITO DE APLICACIÓN
Es un proceso ordinario para determinar la responsabilidad penal de los menores de 18 años y mayores de
14.
En ningún caso pueden ser destinatarios de esta Ley los menores de 14 años que hayan cometido un hecho
punible. En dicho supuesto, el MF debe remitir testimonio de particulares a la entidad pública de
protección competente, a fin de que aplique las medidas tuitivas o de protección pertinentes.
6.2 – PRINCIPIOS
El proceso penal de menores no está dirigido a obtener la aplicación del ius puniendi, sino que es un
proceso concebido para obtener la rehabilitación del menos y solucionar el conflicto entre el agresor y la
víctima.
Para el logro de estos objetivos, la LORPM procede, de un lado, a redefinir las funciones del Juez de
instrucción y del personal colaborador, fundamentalmente del MF y, por otro, a consagrar el principio de
oportunidad en la persecución penal.
Conforme a dicho principio, y a pesar de la comisión de un delito público por un menor, el MF puede:
a) Desistir de la incoación del expediente
b) Obtener el sobreseimiento de un proceso
c) U obtener la sustitución de una pena privativa de libertad por otra limitativa de derechos, si la
naturaleza del hecho, la personalidad del imputado y la pronta reparación de la víctima lo
permiten.
Así mismo, al Juez también le corresponde intervenir los actos de prueba sumarial anticipada o
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B) EL MF
Al MF le compete practicar la totalidad de los actos instructorios dirigidos a investigar el hecho punible y la
participación del menor en él.
Así pues, en el MF concurren dos roles concurrentes pero sucesivos: la de erigirse en instructor del
expediente de reforma y la de seguir asumiendo la función de parte acusadora en el juicio oral.
Ello exige que su actuación se rija, en cada una de estas fases, por distintos principios:
a) El exclusivo de imparcialidad en la fase instructora, conforme al cual ha de consignar tanto las
circunstancias adversas como favorables para el imputado
b) Y ha de actuar también el principio de defensa de la sociedad, que ha de presidir su actividad como
parte acusadora en el juicio oral.
Junto a estos roles y principios, desempeña también una función de mediador, consistente en contribuir a
la obtención de la rápida solución, tanto del conflicto social existente entre el Estado y el imputado, como
del que enfrenta al ofensor con su víctima.
El MF, mediante la puesta en práctica del principio de oportunidad fundado en la protección de los
derechos de los ciudadanos y del interés público tutelado por la Ley, está autorizado a disponer
a) El archivo de las actuaciones, siempre y cuando el delito imputado no sea grave, no se haya
cometido con violencia y el menor no sea reincidente
b) A solicitar una petición de sobreseimiento bajo condición de cumplimiento de futuras prestaciones
por el imputado
c) A ejercitar la conformidad
d) A proponer la suspensión del fallo
e) O a instar la sustitución de la ejecución de medidas por otras más adecuadas para la reinserción
del menor.
C) EL EXPEDIENTE REFORMADOR
Una vez pronunciado el Decreto de incoación, comienza la fase instructora propiamente dicha por el MF,
quien incoará un expediente por cada hecho, salvo cuando se trate de delitos conexos.
El MF prestará audiencia al menor, ya que tiene derecho a ser oído sin discriminación por edad,
discapacidad u otra circunstancia en cualquier procedimiento judicial, con la asistencia, si fuera necesario,
de profesionales cualificados, cuidando de preservar su intimidad y utilizando un lenguaje que sea
comprensible para él.
En él practicará todos los actos de investigación que no supongan limitación de derechos fundamentales.
La práctica de tales diligencias está sometida al principio de contradicción. Pero la adopción de actos que
impliquen limitación de derechos fundamentales y la adopción de todas las medidas cautelares
corresponde exclusivamente al Juez de menores.
El perjudicado puede personarse en este procedimiento y, en su calidad de parte principal, puede ejercitar
la acusación particular, instar la imposición de las medidas referidas en la Ley, tener vista de lo actuado,
proponer la práctica de los actos de investigación que estime oportunos, participar en su práctica e
interponer los recursos procedentes.
La Ley prevé la posibilidad de que el sobreseimiento pueda abarcar, en su caso, la responsabilidad civil, lo
que dependerá de la actividad transaccional de las partes.
Pero, sin el cumplimiento de todos estos presupuestos, puede adoptarse un sobreseimiento por razones de
oportunidad si el equipo técnico estimara en su informe la conveniencia de no continuar la tramitación del
expediente, en interés del menor.
C) LA FASE INTERMEDIA
La fase intermedia o de alegaciones tiene como presupuesto el Decreto de conclusión del expediente y,
como objeto, decidir el Juez acerca del sobreseimiento, la conformidad o la apertura del juicio oral.
El sobreseimiento de la LECrim
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El MF podrá solicitar del Juez el sobreseimiento por alguno de los motivos previstos en la LECrim. También
puede el Juez, de oficio y pese al escrito de acusación del MF y del acusador particular, dictar un auto de
sobreseimiento.
La LORPM sólo autoriza el sobreseimiento por los motivos tasados en la LECrim, los cuales tienen como
denominador común responder al principio de legalidad.
La sentencia de conformidad
La LORPM contemplados tipos de conformidad que, aunque conexas, son independientes: la conformidad
limitada en la fase de alegaciones y la ilimitada en el juicio oral.
F) EL JUICIO ORAL
Publicidad
En el proceso de menores se invierten los términos del principio de publicidad del juicio oral de adultos y,
así, se prohíbe la asistencia de los “media”. Así mismo, para salvaguardar la intimidad del menor y no dañar
su reinserción, el Juez está facultado a decretar el secreto de la audiencia o incluso el abandono parcial del
menor de la misma.
La comparecencia previa
La comparecencia previa tiene tres concretas finalidades:
a) Evitar la vulneración de algún derecho fundamental
b) La práctica de nuevas pruebas
c) O la posibilidad de aplicar una calificación o medida distinta de las que hubieran solicitado
Dicha enumeración no es exhaustiva pues la audiencia preliminar podría extenderse a otros cometidos,
como el planteamiento de cuestiones previas o de causas de suspensión de la audiencia.
Una vez concluida la práctica de la prueba, el Juez concederá la palabra al MF, después a los acusadores
particulares y, finalmente, a la defensa, a fin de que le informen sobre la valoración de la prueba, su
calificación jurídica y la procedencia de las medidas propuestas. Por último, oirá al equipo técnico para que
informe sobre la procedencia de dichas medidas.
Finalizado el trámite de informes, el Juez podrá ilustrar al MF y a la acusación particular de la posibilidad de
aplicar una calificación o una medida distinta de las que hubieran solicitado. Por último, el Juez oirá al
menor. Cumplido dicho trámite, declarará la causa vista para sentencia.
En la sentencia, o mediante auto motivado, el Juez puede disponer la suspensión de la ejecución del fallo
en los términos contemplados en el art. 40.
TEMA 41
A) CRITERIO FORMAL
Que el proceso penal sea incoado en virtud de un atestado policial y que, como consecuencia de ese
atestado, se haya detenido a una persona y haya sido puesta a disposición judicial o que, aun sin
detenerla, se le haya citado para comparecer ante el Juzgado de Guardia por tener la calidad de
denunciado en dicho atestado.
Actuaciones asistenciales
Si la naturaleza del delito lo exigiera, la policía judicial está habilitada expresamente para requerir la
presencia de cualquier facultativo o personal sanitario a fin de prestar los oportunos auxilios al ofendido.
Junto a esta posibilidad, la LECrim faculta a la policía judicial para solicitar, del facultativo que atendiese al
ofendido, copia del informe relativo a la asistencia prestada para su unión al atestado policial.
Esta copia acreditará la realidad de la asistencia médica, el lugar, día y hora en que se produjo, y la
naturaleza de las lesiones apreciadas, por lo que tales informes pueden ostentar el carácter de prueba
documental preconstituida.
Actos de citación
Por actos de citación cabe entender los emplazamientos que debe realizar la policía judicial al denunciado
en el atestado no detenido, a los testigos, ofendidos y perjudicados, y a los responsables y aseguradoras.
Diligencias periciales
Dentro de las actuaciones de la policía judicial, la regla 6ª del art. 796 impone la obligación de ésta de
colaborar, o incluso excepcionalmente practicar por sí misma, los análisis que procedan respecto a las
sustancias intervenidas.
Una vez incoado el procedimiento, el Juez de Guardia está obligado a practicar los actos de prueba sumarial
anticipada y determinadas diligencias, que pueden sistematizarse en obligatorias y facultativas. Así mismo,
la defensa tiene derecho a la publicidad de la instrucción, debiendo el Juez permitirle el conocimiento del
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Diligencias obligatorias
La aportación de los antecedentes penales
La necesidad de la constancia de los antecedentes penales del imputado deviene esencial a los efectos de
determinar, no sólo la extensión de la pena, sino, sobre todo, la aplicación o no de la agravante de
reincidencia, así como la posibilidad de acordar o no la suspensión de la ejecución que, en este
procedimiento, son circunstancias que impiden que la aportación de los antecedentes penales pueda
deferirse a un momento ulterior.
Diligencias facultativas
El Juez de Guardia podrá disponer la práctica de todas y cada una de estas diligencias: declaraciones a
testigos / careos / diligencia en rueda / informes periciales / y cualquier otra que considere oportuna, con
dos limitaciones: la adopción de estas diligencias está condicionada a la regla común de su pertinencia,
necesidad y utilidad; y su ejecución debe efectuarse dentro del preclusivo plazo del servicio de guardia.
Plazo
Según lo dispuesto en nuestra LECrim, tanto la instrucción concentrada, como la fase intermedia, han de
efectuarse dentro del preclusivo plazo de duración del servicio de guardia, a cuyo término el Juez debe
haber pronunciado alguna de las soluciones enumeradas en el epígrafe anterior.
Forma
La LECrim consagra el principio de oralidad, sin perjuicio de que todas las actuaciones habrán de
documentarse.
Partes
Los sujetos intervinientes en esta comparecencia son, además del Juez y el Secretario, las partes
personadas y el MF.
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Contenido
La LECrim prevé un doble contenido con respecto a la intervención de las partes en esta comparecencia:
a) Por una parte, han de instar lo que estimen oportuno acerca de la continuación o no de este
procedimiento
b) Y, por otra, han de alegar acerca de la conveniencia de adoptar medidas cautelares frente al
imputado y el responsable civil, si bien, esta última decisión, y en el caso de que el Juez disponga la
continuación del procedimiento rápido, se traslada al momento inmediatamente posterior a la
resolución sobre la petición de apertura del juicio oral.
Dicho acto ha de comenzar mediante la intervención de las partes y consiste en exponer oralmente sus
alegaciones sobre el procedimiento adecuado, a saber:
a) Si las diligencias practicadas son suficientes o no para continuar el procedimiento, en cuyo último
caso, habrán de determinar los actos de investigación que consideren imprescindibles para su
conclusión y si procede o no la ratificación de las diligencias urgentes o su conversión en las
diligencias previas del procedimiento abreviado
b) Exponer si lo que procede es adoptar el archivo de las actuaciones, la incoación de un juicio de
faltas, de un proceso de menores o la remisión de las actuaciones a la jurisdicción militar.
Resolución judicial
Tras oír las alegaciones de las partes, el Juez de Guardia debe pronunciarse sobre la continuación o no del
procedimiento, sobre cuál sea el procedimiento adecuado y sobre las medidas cautelares instadas por la
acusación.
Este auto de imputación habrá de contener la determinación de los hechos punibles y la identificación de la
persona o personas a las que se imputan.
También en este supuesto de existencia de acusación particular se mantiene el plazo preclusivo, para el
Fiscal, en el caso de que dentro del plazo de dos días no presente el escrito de acusación.
En tal caso, el Juez habrá de formular el requerimiento al Fiscal Jefe para que, en el plazo de dos días,
presente escrito de acusación y, en caso contrario, deberá entenderse que no solicita la apertura del juicio
oral y que considera pertinente el sobreseimiento libre.
El escrito de defensa
En el supuesto de que no se hubiera constituido acusación particular y el MF hubiera presentado de
inmediato su escrito de acusación, o lo hubiera formulado oralmente, la defensa dispone de tres
posibilidades procesales:
a) Prestar su conformidad premiada, siempre y cuando concurran los requisitos establecidos
b) Presentar inmediatamente su escrito de defensa o formularla oralmente
c) Pedir un plazo de cinco días para la presentación del escrito de defensa
En caso de conformidad, si concurren los requisitos establecidos, el Juez de Guardia dictará sentencia de
conformidad, decidirá sobre la suspensión o no de la ejecución de la sentencia y remitirá las actuaciones al
Juzgado de lo Penal para su ejecución.
En caso de no conformidad, podrá presentar, de manera inmediata, su escrito de defensa o formularla
oralmente.
En el supuesto de que la defensa solicite un plazo para la presentación del escrito, su concesión es
obligatoria para el Juez. En este caso, la contestación a la pretensión penal ha de ser de forma escrita y ha
de ser presentado, no ante el Juez de Guardia, sino ante el Juez de lo Penal.
Finalmente, ante la imposibilidad de obtener una conformidad premiada, la defensa puede obtener una
conformidad ordinaria que, a diferencia de la premiada, lo es a la más alta petición de pena, sin posibilidad
de rebaja alguna.
G) LA CONFORMIDAD PREMIADA
Competencia
En esta conformidad premiada, arbitrada exclusivamente para calificaciones de delitos con pena privativa
de libertad no superior a dos años, la competencia para dictar una sentencia de conformidad premiada no
corresponde a los órganos de enjuiciamiento, sino a los de instrucción: al Juez de instrucción, cuando se
adopte en el seno de unas diligencias previas, o al Juez de guardia en el supuesto de que la conformidad
suceda dentro de unas diligencias urgentes de los juicios rápidos.
Si se han incoado unas diligencias previas, si el imputado, asistido de su abogado, hubiera reconocido los
hechos en presencia judicial, y éstos fueran constitutivos de delito castigado con pena incluida dentro de
los límites del art. 801, el Juez convocará a las partes a fin de que manifiesten si formulan escrito de
acusación con la conformidad del acusado.
El órgano competente para esta conformidad es el Juez de instrucción que está conociendo de las
diligencias previas.
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Así pues, si las partes presentan escritos de acusación en los que el imputado ha reconocido la comisión del
hecho y acepta el cumplimiento de la mayor pena propuesta por la acusación, todo ello con su ratificación
personal y la de su abogado, y si el Juez estimara que se cumplen los requisitos establecidos, transformará
las diligencias previas en urgentes, y procederá a dictar sentencia de conformidad.
Si se han incoado unas diligencias urgentes, la conformidad ha de suceder ante el Juez de Guardia, a
diferencia de la anterior, esta conformidad requiere la previa petición y adopción del auto de apertura del
juicio oral.
Nos encontramos aquí ante una conformidad-allanamiento, que puede prestar el acusado a la petición de
una pena del MF.
Requisitos materiales
La conformidad premiada no es reclamable ante la comisión de cualquier género de delito, sino
únicamente ante un delito menos grave que, por tanto, no haya lesionado bienes jurídicos muy relevantes
y cuya ausencia de violencia y reproche social permita al Juez inferir la reinserción social del acusado.
En segundo lugar, requiere también que, tratándose de pena privativa de libertad, la pena solicitada, o la
suma de las penas solicitadas, o supere los dos años de prisión.
A fin de incentivar estas conformidades en la guardia, y evitar la realización de juicios orales innecesarios, si
las partes acusadoras decidieran esta conformidad, el legislador obliga a que, reducida la pena en un tercio,
no exceda de dos años de prisión. Frente a esta calificación, el Juez de Guardia podrá, tratándose de penas
de multa y privativas de derechos, reducirlas en un tercio, aun cuando suponga la imposición de una pena
inferior.
Y, si se hubiera solicitado la aplicación de una pena privativa de libertad, está facultado, bien a reducir en
un tercio la pena solicitada, bien a suspender su ejecución o sustituirla por otra pena no privativa.
I) MEDIOS DE IMPUGNACIÓN
Contra las sentencias dictadas por los Juzgados de lo Penal en los juicios rápidos, al igual que sucede con
todas las emanadas de dichos Juzgados, y las sentencias de conformidad dictadas por los Jueces de
instrucción, tan sólo cabe plantear recurso de apelación.
Las alegaciones escritas contra la resolución cuya impugnación se pretende, se han de formalizar ante el
Juzgado de lo Penal, dentro del plazo de interposición de cinco días.
Una vez admitido el recurso y formalizadas las alegaciones de las demás partes, en un plazo igual de cinco
días, se remiten todas ellas a la AP respectiva a fin de que dicte sentencia dentro del plazo de tres días, si
hubiese vista, o de cinco, si hubiera de resolver de conformidad con las alegaciones escritas.
B) REQUISITOS SUBJETIVOS
Los requisitos subjetivos son dos:
a) Positivos
a. Que el delito esté castigado con pena de multa de trabajos en beneficio de la comunidad o
con pena de prisión que no exceda de un año, y que pueda ser suspendida, con o sin
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C) OBJETIVOS
El objeto procesal es una acción penal, ejercitada para la imposición de una pena de multa o trabajos en
beneficio de la comunidad y, en su caso, de privación del permiso de conducir.
El MF, en su calidad de sustituto procesal del perjudicado, puede ejercitar una acción civil, dirigida a la
obtención de la restitución de la cosa y la indemnización del perjuicio. Y, si no ejercitara la acción civil,
habrá de concluir que quedará reservada para que el perjudicado la ejercite en el proceso civil
correspondiente.
2.5 – OPOSICIÓN
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2.6 – ACEPTACIÓN
Si, en la comparecencia, el encausado acepta la propuesta pena en todos sus términos, el Juez de
instrucción le atribuirá el carácter de resolución judicial firme, la cual no será susceptible de recurso
alguno.
Pero, excepcionalmente, la defensa puede ejercitar los recursos si concurrieran vicios de consentimiento o
la pena impuesta no fuera la procedente.
3.2 – PRESUPUESTOS
Los presupuestos procesales de este procedimiento son:
a) La realización del acto de conciliación
b) La obtención de la licencia del Tribunal
c) La interposición de la querella por el ofendido
A) EL ACTO DE CONCILIACIÓN
Ante cualquier delito contra el honor, el ofendido debe, con anterioridad a la interposición de la querella,
instar la realización del acto de conciliación ante el Secretario judicial.
Pero la realización de dicho acto no es idónea para la interrupción de la prescripción, ya que la exigencia de
que el procedimiento se dirija contra el culpable, tan sólo cabe entenderla cumplida con la imputación
judicial que determine al imputado.
B) LA LICENCIA
Si la querella fuera por injuria o calumnia vertidas enjuicio, será necesario acreditar la autorización del Juez
o Tribunal ante quien hubieran sido inferidas, si bien, esta autorización no se estimará prueba suficiente de
la imputación.
La Ley exige que el Tribunal que ha presenciado las supuestas lesiones al honor efectúe una primera
calificación sobre la tipicidad del hecho.
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3.4- INICIACIÓN
La iniciación de este procedimiento ha de efectuarse mediante querella, sin que pueda provocarla un
escrito de denuncia.
Al escrito de querella hay que incorporar los siguientes documentos:
a) La certificación del acto de conciliación
b) La licencia del Tribunal
c) El documento que contenga el delito contra el honor, si la injuria o la calumnia se hubieran
efectuado por escrito
d) Copia de la querella
La presentación de estos documentos es un requisito sanable, cuya omisión no exonera al Juez de su
obligación de practicar las diligencias más urgentes.
3.5 – INSTRUCCIÓN
A) INJURIAS VERTIDAS POR ESCRITO
La LECrim exige la incorporación a la querella del documento que contenga las injurias o calumnias.
Hay que tener en cuenta lo siguiente:
a) Si la injuria o calumnia se han propagado por medio de la imprenta, radiodifusión o por cualquier
medio de eficacia semejante, no cabe efectuar diligencia alguna
b) Tampoco debe el Juez dictar auto de procesamiento ya que, las normas por las que se rige este
procedimiento son las del abreviado, en el que la inexistencia de dicho auto fue suplida por el Auto
del PPA, en el que el Juez habrá de plasmar la imputación
c) El Juez puede dictar auto de sobreseimiento si considerase que el hecho no es constitutivo de
delito
B) INJURIAS VERBALES
Si se tratase de injurias o calumnias vertidas oralmente, una vez presentada la querella, el Juez instructor
mandará convocar a juicio verbal al querellante, al querellado y a los testigos que puedan dar razón de los
hechos.
Dicho juicio verbal tiene por objeto comprobar la seriedad de la imputación. Por ello, una vez practicado,
ha de provocar, bien el sobreseimiento, bien el Auto del PPA y no el auto de procesamiento.
De dicha regla general hay que exceptuar las injurias o calumnias contra funcionarios, o en el supuesto de
que un imputado quisiera ejercitar la exceptio veritatis, en cuyo caso, el imputado quedará exento de toda
pena probando el hecho criminal que hubiera imputado.
En tales casos, no podrá concluirse la instrucción hasta que el querellante determine con toda precisión los
hechos y las circunstancias de la imputación, para que el procesado pueda preparar sus pruebas y
suministrarlas en el juicio oral.
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Al escrito de acusación debe acumular la pretensión civil de resarcimiento. Dicha pretensión podrá dirigirse
también contra el dueño del medio informativo a través del cual se hayan propagado las injurias o
calumnias, ya que el CP lo convierte en responsable solidario.
B) LA PROHIBICIÓN DE LA DIFUSIÓN
Esta medida no es alternativa al secuestro, sino eventualmente acumulativa con él, cuando existe peligro
de reiteración delictiva.
Dicha prohibición de difusión contiene una resolución provisional, consistente en una orden de cesación de
la actividad delictuosa, susceptible de generar un delito de desobediencia, que excepcionalmente puede
ser cometido por el imputado, puesto que la medida en nada afecta a su derecho de defensa, sino que está
dirigida únicamente a evitar el riesgo de reiteración delictiva.
5 – LOS PROCESOS ESPECIALES POR RAZÓN DE LAS PERSONAS: JUICIO DE DIPUTADOS Y SENADORES
Este procedimiento se circunscribe a los delitos cometidos por los Diputados y Senadores durante su
mandato, o con anterioridad, si posteriormente, en el momento de la imputación, ostentaran dicho cargo.
Similar protección goza también el Presidente y demás miembros del Gobierno para responder penalmente
por delito de traición o cualquier delito contra la seguridad del Estado, supuesto que requiere una iniciativa
de la cuarta parte de los miembros del Congreso y su aprobación por mayoría absoluta.
La Ce establece la denominada inmunidad parlamentaria, una de cuyas manifestaciones consiste en que
tales representantes no podrán ser inculpados ni procesados sin la previa autorización de la Cámara
respectiva. De conformidad con la doctrina del TC, el fundamento de esta prerrogativa reside en la
necesidad de proteger la libertad, autonomía e independencia de las Cámaras legislativas.
En cuanto surja una fundada imputación contra un Diputado o Senador, el Juez habrá de dirigirse al
Presidente de la Cámara correspondiente, quien, previo acuerdo adoptado por la Mesa, lo remitirá a la
Comisión del Estatuto de Diputados o de Suplicatorios, quien, tras la audiencia al interesado, emitirá su
dictamen que se someterá al primer Pleno ordinario, en el que se decidirá la aprobación o denegación del
suplicatorio.
Si éste fuera denegado, el Tribunal deberá sobreseer libremente la causa.