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ISBN: 978-987-544-705-9

COMPASIÓN E INDIGNACIÓN EN LA FORMACIÓN CIUDADANA

Edgar Mauricio Martínez Morales


Universidad Santo Tomás-Colombia
emartinezmorales@gmail.com

Resumen
Distintas visiones en educación identifican las emociones solamente como reacciones
inestables, por lo que resultan peligrosas a la hora de orientar la acción humana.
Consideradas de esta manera, quedan reducidas a ser una experiencia psicológica personal,
que amerita un manejo adecuado de autorregulación. La propuesta que se defiende en esta
intervención reconoce la fuerza emocional, pero destaca que pueden jugar un rol valioso en
la construcción del lazo social y la generación de un sentimiento de aprecio por el otro, si se
acepta el carácter relacional y cognitivo que poseen. Específicamente, en el contexto escolar
la indignación y la compasión pueden proporcionar información sobre formas de entender el
mundo que tienen los estudiantes, especialmente en aquello que consideran injusto y que
muchas veces es motivo conflicto y de agresión. La exposición inicia por describir en qué
consisten las emociones morales y el papel que juegan en la formación ética; posteriormente
se caracterizan la indignación y la compasión y la dinámica existente alrededor de cada una
de ellas; luego se presenta el papel de la narrativa en la investigación sobre las emociones; y
se termina señalando algunas implicaciones que tiene para la convivencia escolar la
reflexión sobre las dos emociones tratadas.
Palabras clave: emociones morales-indignación- compasión-formación ciudadana-justicia.

Introducción
Inicio por señalar que una de las fuentes que origina la preocupación por la indagación sobre
las emociones tiene su origen en que las decisiones sobre nuestras acciones están
determinadas en gran parte por ellas: ¿En qué proporción? La respuesta es muy incierta y
depende de varios factores relacionados con la formación del carácter, las tradiciones
culturales, los contextos, y la historia personal. En el mundo antiguo los estoicos
establecieron que las emociones eran algo así como “conciencia falsa” que arrastran
nuestras decisiones hacia situaciones fuera de control, lejanas de cualquier orientación
prevista por la razón, de ahí que Séneca “se complace en comparar las emociones con el
fuego, con las corrientes marinas, con violentas tempestades, con fuerzas penetrantes que
abrazan al sujeto, que lo hacen explotar, lo cercenan, lo descuartizan” (Nussbaum, 2008,
p.48) Para algunos filósofos, la historia del pensamiento puede entenderse como una
tensión entre pasión y razón, entre Hume y Kant.
A finales del siglo XX y lo que llevamos del XXI, las emociones han vuelto a tener la
palabra, especialmente, si se acepta el enfoque cognitivo, esto quiere decir, si
comprendemos que las emociones nos proveen información. En ese sentido, independiente
del peso que le otorguemos a las pasiones como orientadoras del obrar humano, tendremos
que aceptar al menos un lugar de igualdad proporción a la razón. Pero adicionalmente, la
indagación sobre las emociones nos está mostrando que ellas son decisivas para la
convivencia, en este caso específico en el ámbito educativo, toda vez que existen algunas de
ellas que la favorecen y otras por lo contario son un obstáculo.
La presente intervención tiene por objetivo establecer un referente que permita comprender
la compasión e indignación que viven estudiantes de educación básica secundaria, explorar
las posibilidades formativas para la convivencia y para la construcción de una sociedad
democráticai. Para cumplir este objetivo, presento brevemente el enfoque cognitivo de las
emociones y su carácter moral, para luego caracterizar las emociones de compasión e
indignación, y termino con una reflexión sobre el papel que puede jugar el conocimiento de
estas emociones en la formación para la convivencia en el contexto escolar. El enfoque
cognitivo está basado en la investigación que ha realizado Martha Nussbaum (2008).

Las emociones morales y el enfoque cognitivo


Son varias las miradas que se han realizado o se pueden realizar sobre las emociones. Por
ejemplo, una investigación desde la biología como la que elaboró Darwin, describe las
distintas manifestaciones en el rostro y en la postura del cuerpo. Esta indagación le permitió
igualmente hacer comparaciones entre las manifestaciones emocionales de los humanos con
relación a otros animales no humanos (1984). Es necesario afirmar que las emociones son
más que manifestaciones caporales. Actualmente, existe una investigación profunda sobre la
neurobiología de las emociones con apoyo de las imágenes que “permiten apreciar que en
las situaciones morales personales las imágenes cerebrales revelan gran actividad en zonas
que desempeñan un papel crucial en el procesamiento de las emociones, un circuito que va
aproximadamente desde el lóbulo frontal hasta el sistema límbico” (Cortina, 2011, p 69). Un
acercamiento importante para el tema que aquí nos convoca fue el que surgió con la
publicación del libro La inteligencia emocional de Daniel Coleman en 1995, que repercutió
en distintos campos especialmente en el educativo, pero con un énfasis en el control y
autorregulación de las emociones.
El lugar de análisis de las emociones que aquí se presenta es el ético, las llamadas
emociones morales. ¿En qué consisten? John Rawls en la Teoría de la Justicia sostiene que
“hay una emoción moral cuando la explicación que la persona da de su experiencia invoca
un concepto moral y sus principios asociados”. (2003, p.435). Este autor hace una ubicación
importante al señalar que las emociones surgen en la interacción con el otro y es esta
naturaleza relacional, lo que las ubica en la perspectiva moral. Si bien Rawls reconoce el
papel que juega la socialización y la moralidad en la construcción de una sociedad justa, su
visión de las emociones es todavía muy abstracta.
Para comprender las emociones es posible recurrir a una concepción menos conceptual,
más sensible pero a su vez más profunda, en medio de la su sencillez: ellas son morales,
toda vez que la interacción entre sujetos está mediada por la moralidad. Cada sujeto en la
interacción posee un bagaje moral que orienta sus acciones. Pero en la interacción no es la
estricta razón la que tiene la capacidad para decidir actuar, allí intervienen las emociones,
especialmente cuando se abordan situaciones que inesperadas, acontecimientos fuera de
control y en las cuales se manifiesta toda la vulnerabilidad humana. En la vida cotidiana,
cualquier situación nueva puede acontecer: una muerte, un accidente, una mala decisión,
una interacción que produce felicidad, tristeza, repugnancia, vergüenza, humillación,
compasión e indignación. La experiencia humana no se puede iluminar exclusivamente con
la razón, pues ante todo, somos seres vulnerables. Según Nussbaum, “las emociones son
respuestas a estas áreas de vulnerabilidad en las que registramos los perjuicios que sufrimos,
que podríamos sufrir o que por suerte no padecemos” (2006, p.19).
La insuficiencia de la razón no es una debilidad sino una posibilidad. Tras las emociones se
encuentra todo el valor de la existencia humana. En efecto, el proyecto personal de vida se
encuentra envuelto en una cartografía emocional, que nos acompaña a cada instante. En las
emociones el género humano manifiesta lo que considera valioso, aquello que justifica la
existencia y por lo que vale la pena vivir la vida. Martha Nussbaum afirma que las
emociones “no son impulsos afectivos sin sentido, sino respuestas inteligentes que están en
sintonía tanto con los acontecimientos como con los valores y metas importantes para la
persona” (2006, p.52)
En las emociones se encuentra todo aquello que se valora, por tanto, poseen una
información susceptible de interpretación. Este es el carácter cognitivo, pero también
evaluador de la realidad. Las emociones nunca vienen solas, siempre se encuentran
mezcladas (por ejemplo, vergüenza con humillación), se producen en contextos específicos
envueltas en tradiciones culturales sedimentadas por el tiempo y que a manera de prejuicios
reproducen acciones cotidianas muchas de ellas marcadas por la exclusión y la ausencia de
solidaridad. Pero igualmente, hay otras como la compasión que extienden las fronteras del
yo. No hay emociones abstractas, las emociones están relacionadas directamente con
tiempos y espacios específicos y su intensidad se aumenta con la cercanía afectiva de quien
las genera. Como todas las situaciones humanas, la acción guiada por las emociones es
impredecible. Sin embargo, aquí se insiste en que tiene un peso significativo en el
pensamiento y la acción humana.
En cuanto a la relación emoción/razón, es importante señalar que existe una
complementariedad entre estas dos facultades. Nussbaum señala que “el intelecto sin
emociones puede ser ciego” (1997, p.102), de ahí que considere “que las emociones siempre
suponen la combinación del pensamiento sobre un objeto y el pensamiento sobre la
relevancia o importancia de un objeto” (Nussbaum, 2008, p.45). Establecer las emociones
como formas de pensamiento no implica desconocer su carácter perturbador.
A su vez Morgado ubica la razón en relación con el ejercicio de la empatía “para ayudarnos
a comprender a los demás y hacernos sentir sus emociones como las propias, lo que
constituye un poderoso mecanismo cognitivo que crea vínculos interpersonales, mejora las
relaciones humanas y ayuda a soportar las situaciones difíciles (2007, p.130). Pero
insistiendo a darle un lugar a las emociones en que no esté limitada a manifestaciones del
comportamiento que deban ser reguladas, es necesario decir con Nussbaum que
en lugar de concebir la moralidad como un sistema de principios que el intelecto
imparcial ha de captar y las emociones como motivaciones que apoyan o socavan
nuestra elección de actuar según esos principios, tendremos que considerar las
emociones como parte esencial del sistema de razonamiento ético (2008, p.22).
La anterior enunciación abre todo un campo de posibilidades formativas, si le damos a las
emociones una posibilidad deliberativa. Un análisis analítico realizado por Nussbaum
(2008), permite identificar las siguientes características:
 Tienen un Objeto. Estas siempre van dirigidas a alguien, especialmente a quien
hemos investido de valor. En esa medida tienen una intencionalidad.
 Están relacionadas con Creencias. Las emociones no son exclusivamente una forma
de percibir, sino que están asociadas a creencias que se han sedimentado a través del
tiempo en procesos de socialización. “El papel de las creencias es proveer a la
criatura con una imagen del mundo que habita” (Wollheim, 2006, p.44). Esta
característica genera toda una reflexión sobre el carácter universal de las emociones
y una perspectiva situada de ellas, pues las creencias están ligadas a la historia
personal y colectiva, a la condición de género, al entorno físico. Adicionalmente, al
evidenciar su contingencia histórica y social, la hace son educables.
 Son evaluadoras de la realidad. Las emociones son algo que se padece en relación
con otro, y la reacción está directamente relacionada con la manera como evaluamos
la realidad: “un reconocimiento de la tremenda importancia de algo que queda fuera
de mi control, algo que se puede calificar de excesivo pues transgrede los límites
presentes en la recta razón para nuestra relación con las cosas externas” (Nussbaum,
2006, p. 472). En medio del apasionamiento reactivo se está defendiendo un punto
de vista, una interpretación del mundo. Estos componentes de la emoción nos
permiten comprender las posibilidades cognitivas que se encuentran en las
emociones de indignación y compasión.

Sobre la indignación
La indignación es un sentimiento moral en que se lesiona la integridad del otro. Son varios
los sentimientos asociados a ella: enojo, rabia, cólera, rencor. Algunos autores establecen
diferencias entre ellas, teniendo como criterio el grado de intensidad, por el momento basta
señalar que cualquiera que sea la diferencia, por indignación aquí se hace referencia a una
reacción vehemente ante la presencia de una violación a la integridad personal.
La indignación es entre las emociones la que más tiene distancia con la facultad de la razón.
No obstante, en la historia del pensamiento, la mayoría de los filósofos le atribuyen a la
indignación una condición especial en la moralidad, al señalar que ella surge por reacción
ante una situación de injusticia, ante lo que reclama hacer justicia del tipo distributivo, y se
atribuye a Aristóteles el buen camino que cogió en la historia de las ideas esta concepción.
El indignado aparece como “ser justo y «sensible», moral, y –según calificación del
lenguaje propiamente contemporáneo– «comprometido» (Rodríguez, 2004, p.4)
Este autor destaca la ambivalencia de la indignación en dos sentidos: ser una práctica
inconveniente para orientar la acción, y ser opuesta a los principios ordenadores de la
realidad y la vida. (Rodríguez, 2004). La primera objeción fue desarrollada muy bien desde
el mundo antiguo por los estoicos, pues como se mencionó antes consideran que “la
indignación es una mala consejera”, pues es una fuerza incontrolable, marcada por el odio.
De hecho, Spinoza (2007) la define así: “es un odio hacia alguno que hace mal a otro”.
(p.139). El señalamiento del odio, es el lado oscuro de la indignación, toda vez que ella
puede solicitar la acción de cobrar venganza por propia cuenta y en ese camino convertirse
en una acción peligrosa: la indignación considerada así se transforma en una emoción
orientada hacer daño a quien nos ha hecho daño o a quien odiamos.
En cuanto a la segunda objeción se señala que el indignado no necesariamente está guiada
por una actitud sincera. La condición de indignado lo coloca en una posición de poseedor
de un deseo de justicia, y algunas veces acompaña su punto de vista, con una propaganda
donde justifica quedar asignado como la persona encargada de la restitución de un orden
moral presuntamente perturbado (Rodríguez, 2004, p.3). Como lo señala Camps “si bien
todas las emociones aparecen como enemigas la objetividad, la ira es la es la de mayor
grado” (2011, p. 161).
No obstante las limitaciones aquí descritas, en el presente proyecto encuentra que tras la
indignación reactiva se encuentra información a la cual se le puede dar un buen rendimiento
interpretativo, y se considera que es posible lograr una mayor comprensión de aquello que
alienta la reacción de indignación si la limitamos solo al sentimiento que se produce en un
observador quien presencia un hecho y se siente afectado por la situación que considera
indigna. Por tanto, la emoción de indignación surge en un sujeto en calidad de espectadorii.

Sobre la compasión
Aristóteles describe la compasión como “…cierta tristeza por un mal que aparece grave o
penoso en quien no es merecedor de padecerlo, el cual mal podría esperar padecerlo uno
mismo o alguno de los allegados de uno” (Aristóteles, 2007, p. 155)iii. Martha Nussbaum
(2008), encuentra en esta descripción tres elementos cognitivos: la gravedad, el no
merecimiento, las posibilidades parecidas.
Primer elemento cognitivo: Se trata de destacar que la compasión es un sentimiento que
surge ante el sufrimiento que está padeciendo otro y se considera que este reviste de
gravedad.
Segundo elemento cognitivo: la persona que genera compasión no merece ese sufrimiento.
Este sentimiento se produce independiente de si la desgracia que sufre el otro es producto
del azar o de las malas decisiones que se toman.
El tercer elemento cognitivo: es la creencia según la cual las posibilidades de la persona que
experimenta la emoción son parecidas a las del que padece el sufrimiento.
En la compasión se pueden observar elementos polémicos. Villar (2008), señala que la
compasión goza de una ambivalencia que se encuentra entre la sensiblería y la crueldad.
Frente a la primera, la compasión puede hacer ver al otro como una persona incapaz, lo que
se trasforma en un sentimiento de lástima y que termina en el menosprecio. En cuanto a la
segunda, no tener compasión puede ser una manifestación de egoísmo, ausencia de un
sentimiento de humanidad, lo que genera problemas a la hora de pensar en la convivencia
social. Este puede ser el caso de una postura extremadamente liberal, que límita la
participación de los sujetos en la vida pública, exclusivamente al cumplimiento de la ley.
Para algunos autores, la compasión no es un buen sentimiento pues no se trata de mendigar
conmiseración sino aceptar que todos los sujetos deben gozar de derechos. Esta es una
afirmación que se debe aceptar y que autores como Sen (2010) y Nussbaum (2008)
respaldan al sostener que el papel que pueden tener las emociones en la construcción de la
convivencia social, no está al margen de un orden económico y social justo en el que se
brinden oportunidades a los sujetos para desarrollar sus potencialidades. Sin embargo, esto
no es suficiente, toda vez que en la vida cotidiana las situaciones que genera la compasión
no están exclusivamente en relación con un orden económico justo y con un marco jurídico
que garantice la igualdad: “La justicia guarda relación en última instancia, con la forma en
que las personas viven sus vidas y no simplemente con la naturaleza de las instituciones que
las rodean” (Sen, 2010, p.15).
A pesar de las críticas a la compasión de quienes piensan que se trata de promover la
debilidad humana, es indispensable señalar con Nussbaum (2008), que es la emoción que
más favorece la construcción de una sociedad democrática, pues sostiene que muchas
instituciones se han creado por este sentimiento. Pero quizá lo más importante, es señalar
que la compasión resulta un sentimiento incluyente, que va mucho más allá del contrato
social, ya que solicita la inclusión de personas sin importar su condición étnica, opción
sexual, condición cognitiva y adicionalmente, si son y no humanos
La compasión es un sentimiento extremadamente complejo, pero siguiendo a Villar esta
emoción “promueve el acercamiento más que el enfrentamiento, la conciencia del
<nosotros> más que la exclusión, la cooperación más que la competencia y la división”
(2008, p. 67). Si bien es un sentimiento triste está cargado de esperanza, de ahí la
preocupación por indagarla en las creencias y juicios de valor que posee la compasión en los
jóvenes escolares.

Dinámica de dos sentimientos: De la indignación a la compasión


En estos dos sentimientos son caracterizados por una actitud de rechazo a lo que se
considera no merecido: “La justicia guarda relación en última instancia, con la forma en que
las personas viven sus vidas y no simplemente con la naturaleza de las instituciones que las
rodean” (Sen, 2010, p.15). No obstante, A la compasión es necesario solicitarle una mayor
consecuencia, coherencia entre lo que se siente y se hace, un llamado al deseo para que la
acción de rechazo a lo que se considera injusto, se concretice. Del otro lado, de la
indignación es necesario pedirle prudencia, moderación a la vehemencia, a la tendencia de
hacer justicia por propia cuenta.
Según lo anterior, La indignación y la compasión son emociones complementarias: de la
reacción vehemente ante la injustica a la acción solidaria; se resalta que ambas gozan de
unas características comunes: están marcadas por una fuerte actitud prosocial, acompañadas
de un sentimiento de tristeza; ambas son la expresión de desaprobación moral. En este
sentido adquieren especial importancia cuando se pretende indagar por aquellos
sentimientos que buscan el reconocimiento del otro, la restitución de la dignidad maltratada.
¿Cómo investigar las emociones?
Nussbaum afirma que “…el contenido cognitivo de las emociones llega envuelto en una
historia compleja” (2008, p. 210). Las emociones no se expresan en argumentos y mucho
menos a través de enunciados proposicionales. Como lo describe Bruner “El objeto de la
narrativa son las vicisitudes de las intenciones humanas” (p. 27).
La investigación narrativa brinda la posibilidad a los sujetos comunicar su experiencia tal
como la viven en la vida cotidiana. En la actividad de plasmar un relato de manera escrita o
de contarlo en forma oral, el sujeto reflexiona sobre la experiencia vivida, aquella que
permanece viva y que en la acción de narrar, organiza, y de esa manera, construye un
sentido. Al nombrar las emociones y caracterizarlas, la reacción emocional accede a la
posibilidad reflexiva mediada en el universo lingüístico.
La comunicación narrativa genera la posibilidad de que los sujetos se conozcan, manifiesten
sus sentimientos y tomen decisiones: “Como lo señala Mc Ewan y Egan “la narrativa es
fundamental para comunicar quiénes somos, qué hacemos, cómo nos sentimos y por qué
debemos seguir cierto curso de acción y no otro” (1998, p. 17).
Las narraciones permiten comprender varias historias diversas pero interconectadas, pues
como lo señala Leonor Arfuch, este tipo de investigación delinea “[…] un territorio
reconocible, una cartografía de la trayectoria -individual- siempre en búsqueda de sus
acentos colectivos.” (2011, p. 17). Por tanto, la narración es mucho más que la experiencia
de un sujeto que cuenta lo que le ha afectado. La subjetividad narrativa es “una condición
necesaria del conocimiento social. La narrativa no sólo expresa importantes dimensiones de
la experiencia vivida, sino que, más radicalmente, media la propia experiencia y configura la
construcción social de la realidad” (Bolívar, 2002, p.4).
La unidad de vida que proporciona narrar las emociones y las creencias contribuye a la
autocomprensión del presente y a formar la identidad entendida como un continuo hacerse,
de apertura a las posibilidades que le brinda la existencia con los otros. En cada narración es
posible conocer creencias y juicios que hacen referencia a la época, a los contextos
económicos, sociales y escolares, en que los sujetos negocian y renegocian cotidianamente
sus vidas. Como lo sostiene Leonor Arfuch, en las narrativas se encuentra “una relación
inmediata con el todo, con la totalidad de la vida” (2002, p.35).

¿Qué puede arrojar una indagación sobre las emociones de compasión y la


indignación?
En primer lugar podemos señalar que tras las valoraciones se encuentran juicios sobre las
creencias y normas de la sociedad. Esta información resulta valiosa a la hora de comprender
los valores con que las nuevas generaciones están justificando determinadas maneras de ser
personas. En este caso concreto, la indagación por las emociones de compasión e
indignación tiene como propósito interpretar las narraciones de las creencias y los juicios de
valor que tienen los estudiantes sobre el dolor ajeno. Es probable que se encuentren
emociones negativas excluyentes como la humillación, pero también positivas como la
compasión.
En segundo lugar, en el contexto colombiano donde la violencia aunque disminuye parece
que no tener fin, y ante el agotamiento que produce el conflicto armado, parte de la
población sigue liderazgos que convocan al aniquilamiento de los otros, aquellos que
consideran causantes de que el sistema económico y social no funcione como debiera, y que
sobrevive en regiones apartadas de las grandes urbes, donde el Estado no hace presencia. El
imaginario es pesimista para construir una sociedad incluyente y democrática goza de cierto
pesimismo. En un enfoque que busca cambiar la mirada del país que tiene un excesivo
énfasis en la violencia, resulta importante encontrar en los jóvenes sentimientos positivos,
aquí entendidos como aquellos que contribuyen a la construcción del lazo social.
En tercer lugar, los sujetos sienten compasión e indignación en calidad de espectadores. Esta
una posibilidad para obtener e interpretar una información menos sesgada y más reflexiva
que la que se podría obtener con información proveniente de las emociones de los
estudiantes en condición de participantes. Por otra parte, en el proyecto se busca indagar por
propuestas formativas, en el camino de fortalecer las emociones, al mismo tiempo que poder
darle toda la fuerza deliberativa que subyacen a ellas.
Finalmente, la reflexión sobre las emociones resulta esencial en la construcción de la
democracia. El problema que tenemos los humanos es como convivir con personas que
tienen proyectos vida y sentimientos diferentes. Los jóvenes viven estas tensiones en la
institución educativa, por lo que la convivencia escolar se encuentra en un contexto que urge
para la deliberación ético-político, es la dirección de formar para la democracia. Indagar y
generar reflexión sobre las emociones morales es una de las tareas de la educación no sólo
para la solución de conflictos escolares en el marco de la autorregulación del
comportamiento, sino para identificar las creencias culturales que orientan sentimientos
muchas veces profundamente sedimentados y que pueden acercar o impedir a los sujetos
establecer lazos solidarios.

Referencias
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Buenos Aires: Fondo de Cultura Económico.
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biográfico-narrativa en educación. Revista Electrónica de Investigación Educativa, 4 (1).
Recuperado el día 6 de mayo de 2016 en: http://redie.uabc.uabc.mx/vol4no1/contenido-
bolivar.html
Bruner, J. (2004). Realidad mental y mundos posibles. Barcelona: Gedisa.
Camps, V. (2011). El gobierno de las emociones. Barcelona: Herder.
Cortina, A. (2011). Neuroética y neuropolítica. Sugerencias para la educación moral.
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Alianza Editorial.
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Mc Ewan, Hunter y Egan, Kieran (compiladores), (1998). La narrativa en la enseñanza, el
aprendizaje y la investigación. Buenos Aires: Amorrortu editores.
Morgado, I. (2007). Emociones e inteligencia social. La claves para una alianza entre los
sentimientos y la razón. Barcelona: Ariel
Nussbaum, M. (1997). Justicia poética. Barcelona: Andrés Bello
Nussbaum, M. (2008). Paisajes del pensamiento. Barcelona: Paidós.
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Rodríguez, F. (2004). La indignación: contrariedad de una emoción. El Catopletas. Revista
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Wollheim, R. (2006). Sobre las emociones. Madrid: Balsa de la Medusa.

Notas
i
Esta ponencia se encuentra en el marco de la investigación Creencias y juicios de valor
sobre las emociones de compasión e indignación de estudiantes de media vocacional en
eventos de conflictos educativos Bogotá D.E (2015-2016). Un estudio narrativo.
Convocatoria 11 de 2016. Universidad Santo Tomás-Bogotá, Colombia.
ii
Guillermo Hoyos (1996), en la perspectiva de Habermas, retoma el análisis de tres
emociones consideradas aquí negativas para justificar que al origen del pensamiento ético se
encuentran los sentimientos morales. Una de ellas, es el resentimiento una emoción dirigida
al Yo cuando nos damos cuenta de la acción intencionada que otros nos hace. La
Indignación es una emoción que no se da en quien participa en la acción sino a quien
observa una agresión realizada por una persona a un tercero. Y la culpa, en la cual “nos
avergonzamos de la ofensa provocada a otro” (p.142)
iii
Considerando que se trata de una investigación en el campo educativo, no se utiliza una
versión ni se hace una citación de Aristóteles de acuerdo con los cánones de la investigación
en el campo de la filosofía.

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