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PRESENTADO POR:
DOCENTE:
MARÍA ORTEGA
GESTIÓN AMBIENTAL
2019
PLANTEAMIENTO DEL CONTEXTO A ANALIZAR
La ciudad de Bogotá tiene una alta demanda de suelo urbanizable, dado por el crecimiento
exponencial de la población y la alta tasa migracional. El territorio actual se expande
absorbiendo municipios aledaños (como Soacha) o la integración a zonas fuera del perímetro
urbano que permita obtener una unidad habitacional (como el caso de Chía, Cota, Mosquera,
La Calera, entre otros), además de empezar a utilizar zonas de conurbación urbano rural
determinadas en el Plan de Ordenamiento Territorial para tratar de cubrir la creciente y
constante demanda de suelo urbanizable. Para los estratos medio – bajo, que son la mayoría
de habitantes de la urbe, las alternativas para la dignificación de la vivienda se hallan en los
planes de viviendas de interés social y prioritario, espacios que cuentan con requerimientos
mínimos, no articulados con la calidad de vida digna aspirada por cualquier individuo, como
la infraestructura vial, la disponibilidad optima de transporte, los prolongados
desplazamientos de la zona de vivienda a la laboral, entre otros. Por el contrario, para los
estratos altos, dado el caos de la ciudad, la contaminación, la industrialización y el desligue
de los elementos naturales, representa una gran inversión el encontrar en inmediaciones de su
vivienda el disfrute de bienes y servicios ecosistémicos urbanos (como humedales, especies
de fauna migracional y endémica, zonas boscosas, cuerpos de agua superficiales no
manejados para vertimientos, entre otros), lo que desde luego, para el inversionista representa
un costo adicional por un espacio privilegiado en la ciudad y para la constructora una
ganancia considerable a costa del dinero sacrificando la estabilidad de esta clase de
ecosistemas tan frágiles. Tal es el caso de las construcciones que se han presentado en los
cerros orientales, un espacio de conservación de bosque, incluso de relictos de bosque andino,
importante corredor biológico para especies endémicas y migrantes, de importancia por su
formación rocosa, por los cuerpos de agua superficiales y profundos , un espacio de
conservación con gran fragilidad por la intervención antrópica dado por asentamientos
ilegales, como el caso del barrio El Paraíso a la altura de la calle 34 con avenida circunvalar
frente al parque nacional, que se surte de la quebrada del arzobispo para consumo, ubicando
estas viviendas en una zona de alto riesgo por deslizamientos dado la inestabilidad del terreno
y la pendiente del mismo, viviendas construidas de manera artesanal; y está por otro lado las
constructoras que aprovechan de espacios de vacío jurisdiccional para vender proyectos
inmobiliarios con un sinfín de bienes y servicios ecosistémicos, básicamente un paraíso
dentro de la urbe, y que por la capacidad adquisitiva de quienes invierten en esta clase de
proyectos, es que el análisis de los aspectos e impactos ambientales que se presenta al
intervenir zonas de fragilidad ecosistémica como esta, se omiten los permisos ambientales o
las restricciones de construcción en esta clase de zonas. Otros ejemplos tangibles son la
construcción de unidades habitacionales cerca de espacios de humedal y el evidente deterioro
de los mismos por eutrofización de los cuerpos de agua, perdidas del espejo de agua y la
puesta en peligro de especies de aves migratorias y nativas.
Fuente: https://www.eltiempo.com/bogota/demolicion-de-mansion-ilegal-en-los-cerros-orientales-400668
Tabla 1. Matriz de Leopold. Evaluación de impacto ambiental.
La invitación con el análisis de este tipo de casos, es que si bien es cierto que el entorno de la
ciudad tiende a ser caótico y no habría nada mejor que tener un entorno natural entre tanto
elemento industrial, tampoco se debe sacrificar al ecosistema para el disfrute de bienes y
servicios del entorno natural, y desde luego, el pago excedido por esto ante constructoras que
no buscan el beneficio de la clientela sino el lucro personal.