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EL JUEZ MEXICANO ANTE EL SISTEMA PENAL

ACUSATORIO Y ORAL
Colección Juicios Orales
Coordinada por: Jorge Witker y Carlos Natarén

INSTITUTO DE INVESTIGACIONES JURÍDICAS


Serie Juicios Orales, Núm. 4

Coordinadora editorial: Elvia Lucía Flores Ávalos


Cuidado de la edición: Ricardo Hernández Montes de Oca y Héctor Yeraldo
Arias Alamilla
Formación en computadora: Ricardo Hernández Montes de Oca
MANUEL VALADEZ DÍAZ

EL JUEZ MEXICANO
ANTE EL SISTEMA
PENAL ACUSATORIO
Y ORAL

UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO


INSTITUTO DE FORMACIÓN PROFESIONAL
DE LA PROCURADURÍA GENERAL DE JUSTICIA
DEL DISTRITO FEDERAL
México, 2014
Esta obra fue dictaminada por sus pares académicos
y aprobada para su publicación por la Comisión Editorial
del Instituto de Investigaciones Jurídicas

Primera edición: 16 de abril de 2013


primera reimpresión: 30 de marzo de 2014

DR © 2014, Universidad Nacional Autónoma de México

Ciudad Universitaria, 04510, México D.F.

INSTITUTO DE INVESTIGACIONES JURÍDICAS

Circuito Maestro Mario de la Cueva s/n


Ciudad de la Investigación en Humanidades
Ciudad Universitaria, 04510 México, D. F.

INSTITUTO DE FORMACIÓN PROFESIONAL


DE LA PROCURADURÍA GENERAL DE JUSTICIA
DEL DISTRITO FEDERAL

4a. y 5a. Cerrada de Avenida Jardín s/n


Colonia Cosmopolita
Delegación Azcapotzalco, 02920 México, D. F.

Impreso y hecho en México

ISBN: 978-607-02-4793-4 (obra completa)


ISBN: 978-607-02-4292-2 (núm. 4)
CONTENIDO

Presentación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . IX
Héctor Fix-Fierro
Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . XI

Capítulo primero. El perfil del juzgador mexicano para el


siglo XXI . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1
I. El nuevo perfil del juzgador mexicano . . . . . . . . . . 2

Capítulo segundo. Tipología del juzgador en el sistema acu-


satorio penal oral . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 35
I. Juez de control . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 35
II. Juez de juicio oral . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 68
III. Juez de ejecución de sentencia . . . . . . . . . . . . . . . . . 89

Bibliografía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 95

VII
El juez mexicano ante el sistema penal acu-
satorio y oral, editado por el Instituto de
Investigaciones Jurídicas de la UNAM
y el Instituto de Formación Profesional
de la Procuraduría General de Justi-
cia del Distrito Federal, se terminó de
imprimir el 30 de marzo de 2014 en
Cromo Editores S.A. de C.V. Mirava-
lle 703, col. Portales, delegación Benito
Juárez, 03570 México, D. F. Se utilizó
tipo Baskerville de 9, 10 y 11 puntos. En
esta edición se empleó papel cultural de
70 x 95 de 37 kilos para los interiores
y couché de 154 kilos para los forros,
consta de 1000 ejemplares (impresión
offset).
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PRESENTACIÓN

La reforma constitucional de 2008 en materia penal plantea


grandes desafíos de carácter técnico, humano y de reingeniería
institucional, lo cual exige nuestra atención teórica-reflexiva.
En efecto, la transición que experimentan los sistemas penales
mexicanos (local y federal), sugieren la realización de estudios
empíricos y comparados que iluminen el proceso de cambio que
hoy presenciamos desde los estados hacia la federación.
La seguridad pública, la prevención, la persecución y la procu-
ración de justicia se armonizan a los parámetros constitucionales
con horizontes temporales, precisos a culminar en 2016. Así la pu-
blicidad, contradicción, continuidad e inmediación, junto a la me-
todología de audiencias orales y posibles expedientes electrónicos
deberán asimilarse en el nuevo sistema penal para la democracia
en desarrollo.
En consecuencia, dichas dinámicas culturales e institucionales
están en curso, detonadas por entidades federativas pioneras, las
que en grados distintos, de diseños legislativos e implementación,
se acoplan a principios de transparencia, publicidad y rendición
de cuentas que rigen las políticas públicas actuales.
A cubrir y desarrollar tópicos diversos bajo el prisma del dere-
cho comparado, que integran el universo de la reforma constitu-
cional y legal en materia penal, y a registrar, experiencias inter-
nacionales y locales comparadas. Esta colección monográfica de
Juicios Orales está destinada a cubrir y desarrollar tópicos bajo
el prisma del derecho comparado, que integra el universo de la
reforma constitucional y legal en materia penal, y a registrar ex-
periencias internacionales y locales comparadas; misma que se
ofrece a estudiosos, académicos y operadores de este nuevo sis-
tema de justicia y reingeniería institucional penal en gestación.
IX

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X PRESENTACIÓN

Este nuevo esfuerzo editorial de nuestro Instituto está coordi-


nado por los doctores Carlos Natarén y Jorge Witker, miembros
de nuestra comunidad académica, responsables de la calidad y
continuidad de esta colección.

Héctor Fix-Fierro

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INTRODUCCIÓN

El presente ensayo surge como resultado de la experiencia que


como juez de control y oralidad en materia penal ha tenido el
autor dentro de la implementación del sistema acusatorio y oral
en el estado de Durango. De tal forma que el mismo refleja el
conocimiento adquirido como operador del sistema acusatorio
y oral en casi tres años de labor jurisdiccional, esto, en razón de
la diaria aplicación de la legislación procesal propia de los colo-
quialmente llamados juicios orales, de ahí que se considere de gran
utilidad para aquellas entidades que se encuentran en diversos
estadios de implementación de esta nueva forma de procurar e
impartir justicia, ya que su lectura les permitirá conocer expe-
riencias exitosas ya probadas, así como descubrir espacios de la le-
gislación que requieren de su perfeccionamiento y que, por tanto,
se pueden observar como áreas de oportunidad para fortalecer la
implementación del sistema acusatorio en México. Bajo lo ante-
rior, en el presente trabajo se exponen las habilidades y destrezas
que se estima deben caracterizar a los jueces de oralidad, ya sean
de control o de garantías, de juicio oral o de ejecución de penas
y medidas de seguridad, mediante lo cual se logra vislumbrar el
perfil del juzgador mexicano para esta nueva forma de impartir
justicia en materia penal.

XI

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Capítulo primero
EL PERFIL DEL JUZGADOR MEXICANO
PARA EL SIGLO XXI

Sin lugar a dudas el rol de juez es trascendental para la consti-


tución de un verdadero Estado democrático de derecho, ya que
en la actualidad ha quedado superada la visión que predominó
respecto de este funcionario desde el iluminismo de la Revolu-
ción francesa hasta nuestros días, pues nada habría más alejado
a la verdad que considerar al juzgador como un simple aplicador
mecánico de la ley (juez boca de la ley bajo el pensamiento de
Montesquieu), esto, de forma independiente a que como refiere
Miguel Carbonell al citar al Marqués de Beccaria en su famoso
ensayo De los delitos y las penas, “sólo las leyes pueden decretar las
penas de los delitos, y esta autoridad debe residir únicamente en
el legislador, que representa toda la sociedad unida por el contra-
to social”.1
Es así como se reconoce la importancia del juez al aceptarse
que es el arquitecto que finalmente construye el puente a través del
cual se logran comunicar el derecho y la sociedad a efecto de que
nazca la justicia como una de las principales aspiraciones de todo
gobierno democrático, esto, mediante la aplicación de la ley al
caso concreto.
En tal contexto se acepta que:

La decisión jurisdiccional no constituye una simple aplicación me-


cánica del derecho, pues no consiste solamente en la constatación
de éste, de tal forma que nada agregue al orden jurídico, ni en el

1 Carbonell, Miguel, Los derechos fundamentales en México, 4a. ed., México,


Porrúa, 2012, p. 669.

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2 SISTEMA PENAL ACUSATORIO Y ORAL

campo de las ideas, ni en la realidad fáctica. Aceptar lo contrario


llevaría al absurdo lógico de confundir lo abstracto con lo concreto y
desconocer el movimiento dialéctico que opera por el fenómeno de
la concreción de las normas. Si la tesis (norma abstracta), produjera
una antítesis original, carecería de significación jurídica al calificar a
la jurisdicción como una de las funciones materiales del Estado, en
tanto que nada estaría aportando ni en lo abstracto ni en lo concreto.
Lo cierto es que al pasar de la antítesis a la síntesis se produce una
nueva situación jurídica, diferente de la inicial, pues la sentencia no
es idéntica a la norma en que se funda, pues la interpreta y, en oca-
siones, la integra.2

Lo cual es coincidente con lo expuesto por Jellinek quien al reco-


nocer la importancia de la labor jurisdiccional señala:

Si la decisión judicial sólo fuera la aplicación mecánica del derecho,


se podría predecir con toda certeza cuál habría de ser la solución de
toda contienda jurídica, y no se podría concebir una contradicción
en las decisiones judiciales. Mas existe en la decisión judicial un ele-
mento creador que no se puede determinar por reglas, pues un prin-
cipio de derecho sólo puede ser plenamente desenvuelto mediante
las decisiones judiciales, y sólo mediante ellas puede ser conocido
todo el alcance de su significación.3

I. El nuevo perfil del juzgador mexicano

Más allá de las distinciones que ampliamente ha desarrollado la


doctrina respecto de los sistemas inquisitivo y el acusatorio y oral,

2  De Silva, Carlos, “La jurisprudencia, interpretación y creación del dere-


cho”, en Vázquez, Rodolfo (coord.), Interpretación jurídica y decisión judicial, 3a. ed.,
México, pp. 142 y 143.
3  Ibidem, p. 143.

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EL PERFIL DEL JUZGADOR MEXICANO 3

se afirma que este último y mediante la observancia de sus prin-


cipios rectores, ciertamente logra abandonar aquellos actos que
procesalmente caracterizaron al sistema inquisitivo, ya que de
acuerdo con Érika Bardales Lazcano las principales característi-
cas del sistema inquisitivo o tradicional son las siguientes:

a. Un procedimiento escrito y secreto.


b. Una administración de justicia secreta, pues a pesar de que exis-
tían normas que establecían la publicidad, eran letra muerta e
inoperante.
c. Un proceso penal poco respetuoso de las garantías del imputado
a causa de que es considerado “objeto” del procedimiento y no el
“sujeto” del mismo.
d. La desnaturalización del juicio, entendido como consecuencia de
la falta del Juez en un juicio por delegación de funciones, en opo-
sición del principio de inmediación.
e. Los testigos se convierten en actas, y las partes se comunican y
conocen por medio de escritos.
f. No existe plenamente el principio de independencia judicial.
g. Surge la falta de confianza social respecto de la administración de
justicia.
h. La función de acusar corresponde al Juez.
i. Es bi-instancial.
j. Existe la prueba tasada.
En suma, el sistema inquisitivo se caracterizaba porque las fun-
ciones de acusación, defensa y decisión se concentraban únicamente
en la persona del juzgador, quien era el único facultado para allegar-
se los medios probatorios. Este sistema predominó en los regímenes
despóticos y con él llegaron a cometerse graves abusos, pues la pri-
vación de la libertad estaba sujeta al arbitrio de la autoridad y con
frecuencia se utilizaban los tormentos para obtener la confesión del
inculpado.4

4  Bardales Lazcano, Érika, Guía para el estudio de la Reforma Penal en México,


2a. ed., México, MaGister, 2010, p. 21.

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4 SISTEMA PENAL ACUSATORIO Y ORAL

En cambio, se considera que el sistema acusatorio se ve repre-


sentado por una serie de principios entre otros como los de inme-
diación, contradicción, publicidad, concentración, continuidad y
oralidad, mismos que de manera natural exigen a sus operadores,
habilidades y destrezas distintas a las que resultaban necesarias
para intervenir de manera exitosa en el sistema inquisitivo, de
ahí que resulte importante analizar las exigencias que se materia-
lizan en la praxis para los juzgadores mexicanos dentro de esta
nueva forma de impartir justicia, pues efectivamente se reconoce
la existencia de diversas habilidades y destrezas que el juez debe
tener para realizar de manera óptima su labor a efecto de poten-
cializar no sólo la adecuada impartición de justicia, sino el forta-
lecimiento de los juicios orales en nuestro país.
Dichas habilidades y destrezas sin lugar a dudas provocan el
nacimiento de un nuevo perfil para dicho funcionario judicial,
dentro de las cuales se puede resaltar que el juzgador deberá dis-
tinguirse por ser:

1. Juez especialista en materia penal y procesal penal del sistema acusatorio

Dada la fluidez que caracteriza a los juicios orales, se considera


que quienes intervengan como juzgadores en los mismos deben
distinguirse por ser expertos en la materia penal, esto tanto en su
vertiente sustantiva, como adjetiva. Siendo necesario lo anterior
en razón de que la mayoría de las legislaciones procesales del
nuevo sistema de justicia penal le imponen a dicho funcionario
judicial la obligación de resolver todas las peticiones y plantea-
mientos de las partes de manera inmediata y directa en audiencia
pública, esto tal y como lo contempla, por ejemplo, el artícu-
lo 66 del Código Procesal Penal de Durango (en lo subsecuente
CPPDGO), numeral que indica que cualquier debate surgido en
audiencia deberá ser resuelto de forma inmediata por el juzgador
que presida la misma, hipótesis que sólo podrá ser posible con
una buena probabilidad de éxito si, y sólo si, el juzgador es un

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experto en la materia penal, esto, al contar necesariamente con


una visión sistémica y funcional de todo lo que implica el sistema
acusatorio e incluso de sus repercusiones o puntos de contacto
con la legislación nacional y supranacional que resulte aplicable.
Lo anterior es de suma importancia, ya que a diferencia del sis-
tema tradicional y bajo la metodología de audiencias que caracte-
riza al sistema acusatorio, en este último el juez no tiene oportuni-
dad de tomarse varios días para consultar sus códigos, o bien, para
preguntar a diversas personas5 respecto de lo que sería adecuado
responder a las partes, y entonces el juzgador dependerá única-
mente del arsenal cognitivo o del bagaje de conocimientos que
posea para dar respuesta a todo tipo de paradigmas, problemas o
situaciones conflictivas que se le presenten en audiencia, ya que si
bien es cierto y al igual que en el sistema inquisitivo podrá hacerse
acompañar en las audiencias de sus códigos penal y procesal pe-
nal, también lo es que la presión natural que generan las partes
y el público en la audiencia no le permitirán al juzgador tomarse
un largo plazo para buscar en sus textos la posible solución al
problema, sobre todo si de forma previa no cuenta con un cono-
cimiento adecuado de estos, pues no es lo mismo buscar algún
concepto solamente para apoyar o fortalecer una respuesta ya
previamente razonada, a tratar de encontrar una respuesta de la
cual se tenga duda en cuanto a dónde buscarla o siquiera de si
exista de forma clara en la normatividad en la cual se le está tra-
tando de encontrar.

2. Juez con capacidad de aprendizaje de las nuevas exigencias


de la impartición de justicia

Otra habilidad que debe mostrar el juzgador del sistema acusato-


rio consiste igualmente en que éste tenga una gran facilidad para

5 Por ejemplo a sus secretarios de juzgado, a otros juzgadores o incluso a


académicos de quienes el juzgador reconozca que dominan la materia penal.

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6 SISTEMA PENAL ACUSATORIO Y ORAL

aprender y asimilar lo que implica esta nueva forma de impartir justicia, ya


que dicho sistema se ve acompañado de forma natural por figu-
ras jurídicas novedosas y vocablos de muy reciente manejo para
el operador del derecho en nuestro país.
De ahí que no sólo sea necesario que el juez tenga la flexibili-
dad de pensamiento suficiente para adaptarse a dichas figuras y
así despojarse de cualquier paradigma, criterio, idea o creencia
que hayan sido adquiridos previamente en el sistema inquisitivo o
en sus estudios universitarios, sino que también sea lo suficiente-
mente hábil y dúctil de pensamiento para entender el alcance de
los nuevos conceptos que surgen con los juicios orales.
Ejemplo de lo anterior es sin lugar a dudas la distinción que
existe entre el auto de formal prisión y el auto de vinculación a
proceso, ello en cuanto al estándar de prueba que se requiere
para la existencia de cada uno de ellos, situación que ha llevado
erróneamente a algunos autores a señalar que ambas figuras sig-
nifican lo mismo, o bien, que el auto de vinculación a proceso es
una resolución desformalizada y sin respeto alguno de los dere-
chos fundamentales más elementales de un ciudadano al carecer
de fundamentación y motivación. Ideas que necesariamente se
encuentran fuera de la realidad y que sólo se explican en razón
de un inexacto conocimiento del sistema acusatorio y de las figu-
ras jurídicas que lo integran.6
De tal forma, el juez de oralidad en materia penal debe tener
un pensamiento dinámico, mismo que le permita tanto adaptarse
a la interpretación propia de los juicios orales, como potenciar
su disposición de aprendizaje, pues a pesar de que en esta nueva
forma de impartir justicia se cuenta con funcionarios judiciales
provenientes del sistema inquisitivo, sin lugar a dudas los mismos
han tenido que abandonar numerosos criterios provenientes del

6  Dado el objeto del presente trabajo no se diserta sobre las notorias dife-
rencias existentes entre un auto de formal prisión y un auto de vinculación a
proceso, sin embargo para mayor abundancia del tema se recomienda la obra
de Valadez, Manuel et al., Diccionario Práctico del Juicio Oral, UBIJUS.

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EL PERFIL DEL JUZGADOR MEXICANO 7

mismo y así cambiar su chip o paradigma normativo tanto res-


pecto de los principios aplicables para la obtención del debido
proceso y de la protección de los derechos fundamentales de las
partes, como de la forma más adecuada para lograrlo por parte
de la autoridad jurisdiccional.

3. Juez con capacidad para escuchar el derecho ante la doble realidad


de la información del sistema acusatorio

Otra de las características de esta nueva forma de impartir jus-


ticia que impacta en la forma en que el juzgador mexicano de-
sarrollará su labor y, por ende, en el tamiz de capacidades que
éste deberá tener, lo es sin lugar a dudas el cambio consistente en
cuanto a que éste deberá aprender a escuchar el derecho, es decir, ten-
drá que desarrollar la habilidad para que en audiencia y de for-
ma independiente a lo extenso, breve, claro o confuso que pueda
resultar lo argumentado por las partes, entender qué es lo que
cada una de ellas le está peticionando y en consecuencia resolver
de forma suficiente y congruente a todas y cada una de las postu-
ras en debate. Desde luego realizando lo anterior al precisar por
qué considera que una de las partes tiene la razón y justificando
por qué no le asiste a la diversa, situación que regulan los artícu-
los 19, 255 y 355 del CPPDGO; mismos que obligan al juzgador
a ponderar todos los datos de prueba y argumentos aludidos por
las partes, pero de forma especial a aquellos que haya desestima-
do en perjuicio de cualquiera de ellos.
Esta situación es totalmente novedosa en nuestro país, pues en
el sistema tradicional el juzgador contaba con varios días para
en la tranquilidad y privacidad de su despacho, leer y analizar
cada una de las posturas que presentaban por escrito el Ministe-
rio Público y la defensa, situación que desaparece en los juicios
orales pues en esta forma de impartir justicia la mayoría de la
pretensiones de las partes se hacen de forma oral, lo cual hace
nacer la obligación para el juzgador de contar con la habilidad

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suficiente para captar en audiencia el sentido de cada petición de


los intervinientes.
Lo anterior no resulta sencillo pues habrá que recordar que
el juzgador en materia penal oral está obligado como cualquier
otra autoridad de nuestro país a fundar y motivar sus decisiones
y, por ende, a cumplir con el principio de congruencia de las re-
soluciones jurisdiccionales, mismo que implica que el funcionario
no resuelva más o menos de lo pedido, o bien, una cosa por otra,
sino exactamente lo que se le haya solicitado al plantearse la litis.7
A lo anterior se debe adicionar que en el sistema acusatorio y
oral y al hacer paráfrasis de los juzgadores Valadez, Guzmán
y Díaz, se reconoce la existencia de una doble realidad, misma que
se conforma por un lado con la información existente en la carpeta
de investigación y por el otro, con la información que es vertida en
audiencia pública ante el juez, situación que en no pocas ocasiones
genera que la información que exista en la carpeta de investigación
sea distinta a la que se muestra ante el juzgador, lo cual añade de
manera natural una mayor problemática para el juez, pues éste
deberá justificar lo lógicamente aceptable de sus decisiones no
únicamente ante las partes, sino ante la sociedad, misma que por
lo general sólo conoce la realidad de la carpeta de investigación
(muy ligada a lo que publiquen los medios de comunicación res-
pecto del caso) y entonces se observe cómo esa doble realidad de
la información que surge en razón de que el juez no puede ac-
ceder a la carpeta de investigación, salvo casos de excepción que
maneja la ley (artículo 39 del CPPDGO), provoque que el juez
tenga que resolver únicamente con lo dicho por los sujetos proce-

7  Lo anterior se ha presentado en el estado de Durango, por ejemplo, cuan-


do el Ministerio Público al acusar en la audiencia de debate de juicio oral lo
realiza al atribuirle diversas formas de intervención delictiva al acusado, lo cual
ha obligado bajo el principio de congruencia a que la autoridad resuelva por
qué condena o se decanta por una de ellas y a la vez por qué no lo hace respecto
de las diversas.

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sales en audiencia y con base en ello otorgar una resolución que


resulte lógicamente plausible.8

4. Juez con habilidad para discriminar la información vertida en audiencia

Como ya se señaló en líneas anteriores, el juez en materia penal


oral no tiene acceso a la carpeta de investigación y, por tanto,
depende única y exclusivamente de lo dicho por las partes para
generar su propia visión de lo ocurrido, de ahí que en los juicios
orales resulte importante que el juez tenga una gran capacidad
para discriminar la información que se genere en audiencia, pues
habrá que reconocer que la mayoría de las veces las partes al
momento de intervenir en audiencia no son tan claros y precisos
como el juzgador deseara que fuesen, y así, éste deba contar con
la capacidad suficiente para que del universo de información que
le es expuesta, pueda abrevar únicamente lo importante para el
cumplimiento de su labor.
Causa provocadora de la anterior situación lo ha sido la mal
entendida idea de algunos operadores en cuanto a que una di-
sertación basta y variada es mucho mejor que pocas y sencillas
palabras, situación que resulta totalmente alejada a la verdad,
pero que ha generado de forma inadecuada disertaciones exten-
sas y redundantes, un manejo excedido de frases o muletillas sin
justificación alguna, reiteración de información de forma inútil, o
bien, el manejo indiscriminado de latinismos o barroquismos con
el infundado ánimo de fortalecer la intervención de algún agente
del Ministerio Público o defensor.
Por ende, la actividad de los juzgadores se ha centrado en de-
sarrollar una particular habilidad encaminada a lograr distinguir
los fragmentos importantes de oratoria de la intervención de cada
una de las partes y bajo lo anterior aprender a focalizar los ele-

8 
Valadez Díaz, Manuel et al., La defensa adecuada en juicio oral, Durango,
MGM Impresos, 2012, p. 123.

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10 SISTEMA PENAL ACUSATORIO Y ORAL

mentos del tipo penal o la probable responsabilidad dentro de la


exposición del Ministerio Público, así como los elementos de des-
cargo o condiciones de refutación aducidos por la defensa. Bajo
este contexto ha sido común observar por ejemplo al juzgador
dedicado únicamente a escuchar la intervención del Ministerio
Público sin tomar nota alguna de ello cuando después de una in-
tervención abundante y monótona del representante social ya ha
obtenido la información necesaria para su resolución y la misma
resulta tan solo reiterativa, o bien, como la defensa se excede en
sus alegatos más allá de lo aceptable por considerar erróneamen-
te que la fuerza de sus argumentos se medirá de forma cuantita-
tiva a través de la abundancia de los mismos, cuando lo que en
realidad importa es su aspecto cualitativo en virtud de la calidad
demostrativa de los mismos.

5. Juez con capacidad de adaptación para un nuevo manejo administrativo


de la impartición de justicia

Una de las características del sistema acusatorio y oral es la que


se ve reflejada en cuanto a que en el mismo el juez se dedica
exclusivamente a funciones jurisdiccionales, es decir, ha sido se-
parado de actividades de carácter administrativo que al plantear-
se los juicios orales se consideró que lo distraían de su principal
labor como lo es la impartición de justicia, tales como el manejo
del personal adscrito a un juzgado, el control de los libros de go-
bierno para la administración del mismo, o bien el manejo admi-
nistrativo de todas y cada una de las causas de las cuales conoce
el tribunal, siendo esto así, ya que en los juicios orales el juzgador
no cuenta con secretarios de acuerdos, actuarios notificadores,
escribientes o archivistas, ya que en cambio existe una estructura
administrativa encabezada por un administrador general que se
encarga de todo tipo de cuestiones de esa índole, esto desde cues-
tiones sencillas como la recepción de incapacidades por enfer-
medad de cualquier empleado, hasta cuestiones más elaboradas

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EL PERFIL DEL JUZGADOR MEXICANO 11

como el envío de exhortos fuera de la entidad o del país o de la


programación y notificación de las audiencias.
Esta situación ha generado que el juzgador se vea desligado
del aspecto administrativo propio de un juzgado tradicional y
que ahora se ocupe exclusivamente de la presidencia de las au-
diencias, así como de la elaboración personal y directa de sus re-
soluciones, esto ha provocado igualmente una nueva relación del
juez con el personal administrativo y con las funciones que éste
desarrolla, pues ahora se puede decir que su relación con dicho
personal es de coordinación y no de supra a subordinación.

6. Juez hábil en el manejo de recursos e insumos tecnológicos

Dada la inexistencia ya citada del personal administrativo depen-


diente de forma directa del juzgador en los juicios orales, resulta
sumamente necesario que este funcionario judicial cuente con
habilidades y destrezas suficientes para el debido y eficaz manejo
de los recursos tecnológicos que la misma modernidad otorga, ya
que si anteriormente el juez podía negarse a aprender a utilizar
una computadora bajo el pretexto de que contaba con suficiente
personal para cubrir dicha función y así concretarse tan solo a
dictar sus resoluciones, en el sistema acusatorio el juez de for-
ma frecuente se ve en la necesidad de redactar directamente las
mismas, lo cual obliga de forma natural al manejo adecuado de
insumos tecnológicos como lo puede ser una computadora, ya
que por ejemplo, cuando se cita al juzgador para realizar con ur-
gencia alguna orden de cateo o de aprehensión, y que esto sucede
de forma frecuente a altas horas de la noche o en la madrugada,
resultará muy difícil que se consiga personal a esa hora para tra-
tar de cubrir dicha carencia del juzgador.
De forma adicional a lo anterior se indica que en fechas re-
cientes y como un esfuerzo del estado de Durango para fortalecer
el sistema acusatorio y oral implementado en el Primer Distrito
Judicial de la entidad, se ha establecido un Sistema de Gestión In-

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12 SISTEMA PENAL ACUSATORIO Y ORAL

formática (SIGI), mismo que consiste en la conformación de un


banco de información muy completo respecto de todas las causas
penales y del trámite de las mismas y al cual pueden acceder y
alimentar todas las instituciones públicas vinculadas con la ope-
ración de los juicios orales.
Siendo parte importante el juzgador en su manejo ya que dicho
funcionario será el encargado de capturar y validar la informa-
ción que contenga los resolutivos de cada diligencia presidida por
éste, así como de los oficios y resoluciones que se generen en au-
diencia. Sistema operativo que sin lugar a dudas exige que el juz-
gador tenga un conocimiento aceptable del equipo de cómputo y
de los programas comúnmente utilizados para su manejo.

7. Juez con capacidad de dirección de la audiencia

Dada la publicidad que priva, salvo excepciones de ley, en las au-


diencias del nuevo sistema de justicia penal9 (artículos 10, 343 y 363
del CPPDGO), se destaca que las mismas prácticamente se pueden
equiparar para fines académicos a un evento público en el cual exis-
te intervención de varias partes con la presencia de un moderador
encargado de precisar el debate, lograr el orden en las interven-
ciones de los participantes, delimitar lo adecuado de las mismas
y vigilar que se guarde el orden y respeto tanto entre los par-
ticipantes como respecto del público presente e incluso del mismo
moderador.
Por lo anterior, resulta necesario que el juez en materia de ora-
lidad tenga la habilidad suficiente para no solamente presidir la
audiencia, sino para lograr que las partes intervengan en el mo-
mento que les corresponda, que no realicen intervenciones dila-

9  Así denominado comúnmente aun cuando existan criterios de opinión


que señalen que dado el tiempo que algunas entidades llevan operando mate-
rialmente a los juicios orales, resulte inadecuado seguir denominándolo como
algo nuevo o novedoso.

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EL PERFIL DEL JUZGADOR MEXICANO 13

torias o impertinentes y así mismo se guarde el orden y el respeto


por toda persona presente en la sala de audiencias.
Bajo tal tesitura el juzgador deberá ser un orador que además
de conocer el manejo adecuado de la voz y de las tonalidades
que se puede imprimir a la misma para lograr impactar a la au-
diencia, deberá ser capaz de detectar el tipo de auditorio ante el
cual se encuentra para manejar el discurso idóneo para éste y,
así mismo, contar de forma indistinta con la educación y energía
suficientes para el logro de sus objetivos en cuanto a preservar el
orden de la audiencia, esto tal y como se puede inferir del conte-
nido de los artículos 39, 350 y 351 del CPPDGO.
Para lo cual se sugiere que el juzgador en cuanto a la dirección
de la audiencia deba de atender las siguientes recomendaciones:

a. Antes de iniciar el juicio, el juez debe considerar la formulación de


las reglas de juego que se aplicarán en el juicio. Estas pueden consis-
tir en llamamientos de atención acerca de discusiones indebidas
entre las partes, duración de alegatos, proscripción de alegatos
inconducentes, manejo de técnicas específicas de litigación, como
puede ser el refresco de memoria o la evidencia de contradicción,
impuntualidad para la asistencia, conducta del imputado y los tes-
tigos, naturaleza y pertinencia de las objeciones, y otros incidentes
o situaciones previsibles no definidos normativamente.
b. El juez puede hacer patente su disposición en cuanto a la utili-
zación de sus poderes de sanción e insistir en la observancia del
deber de lealtad y buena fe con todo lo que esto implica.
c. Al abrir las sesiones públicas, el juez debe amonestar al público
presente y a los medios de comunicación acerca de la necesidad
de mantener el decoro, y proscribir cualquier actividad que tien-
da a afectar el juicio negativamente. Si el proceso ha atraído la
especial atención de los medios, el juez deberá además establecer
con ellos reglas mínimas de conducta, esto con el fin de garanti-
zar el orden y el decoro, pero sin que esto obre en contra de los
intereses de la sociedad en cuanto a la transparencia y publicidad
del proceso.

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14 SISTEMA PENAL ACUSATORIO Y ORAL

d. Si después de tomar estas medidas de prevención, alguna persona


incurre en un acto violatorio de las reglas de conducta, el juez
debe hacer una simple amonestación, salvo que el acto sea doloso
e intencional o que se haya amonestado previamente.
e. En el caso de imposición de alguna sanción, el juez debe anun-
ciar su intención y notificar al sujeto acerca de las violaciones. El
sujeto debe ser escuchado antes de la imposición de la sanción.10

8. Juez con un manejo sencillo del lenguaje jurídico, mismo que le permita
acceder al horizonte de conocimiento del justiciable

Dada la oralidad que caracteriza al sistema acusatorio resul-


ta necesario señalar que el juez deberá desarrollar la habilidad
suficiente para lograr darse a entender en una manera clara y
sencilla a las partes, pero de manera especial al justiciable. Esta
situación aparece como naturalmente obligatoria si se toma en
cuenta que las resoluciones jurisdiccionales van dirigidas en for-
ma primordial a una persona con un conocimiento promedio de
la vida y por lo general ajena a la ciencia jurídica, es decir, al
ciudadano común o a ese hombre de la calle que por cualquier
razón se ha visto involucrado, ya sea como víctima o imputado,
en un hecho criminal y que por tanto se enfrenta a un lenguaje
naturalmente ajeno a su conocimiento.
Para comprender el alcance de lo anterior basta indicar que la
verdadera y efectiva comunicación no nace cuando el emisor envía
un mensaje al receptor y éste simplemente lo recibe, sino que ésta
surge cuando el receptor no sólo recibió el mensaje sino que real-
mente logró entenderlo, es decir, la autoridad jurisdiccional cum-
plirá con su deber de comunicar las resoluciones judiciales al
justiciable no sólo con hacerlo el objeto principal de las mismas
y darlo por notificado de aquellas por los medios legales existen-

10  Pastrana Berdejo, Juan David y Benavente Chorres, Hesbert, El juicio oral
penal, técnicas y estrategias de litigación, México, 2009, pp. 91-93.

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EL PERFIL DEL JUZGADOR MEXICANO 15

tes, sino cuando consiga que ese ciudadano común u hombre de


la calle logre comprender desde su propio horizonte de conoci-
miento el por qué fue declarado absuelto o culpable de haber
cometido una determinada conducta, o bien, por qué accedió o
le fue negada la reparación del daño por el hecho vivido, ya que
sólo de esta forma se convertirá en realidad su derecho de acceso
a la justicia y así el juzgador logrará generar el punto de con-
tacto que hace nacer a la justicia, mismo que se encuentra en el
área que se delimita cuando el juzgador logra acercar el derecho
a la sociedad.
Bajo tal estado de cosas, se estima que el juzgador mexicano
del siglo XXI deberá abandonar las resoluciones abundantes y
farragosas, es decir, llenas de pruebas y argumentos que se repi-
ten una y otra vez en su interior sin explicación alguna, y tan solo
limitadas a dar por satisfecho cada elemento a estudio bajo las
mismas consideraciones.
Así mismo, deberá abandonarse la idea relativa a que las reso-
luciones en materia penal se deben medir en su calidad de forma
cuantitativa, es decir, por el número de hojas que las conforman,
y así prevalecer la valoración cualitativa de las mismas, es decir,
por la calidad y el plus de racionalidad de los argumentos que las
integren.
De igual manera, el juzgador deberá desarrollar habilidades
para cambiar la estructura propia de la sentencia penal, misma
que era apenas aceptable a inicios del siglo pasado, pero que sin
lugar a dudas resulta confusa y de difícil acceso para la mayo-
ría de las personas en la actualidad, por lo cual también deberá
buscarse por el juzgador la generación de una resolución que
no se vea invadida de tecnicismos en demasía, fallas de sintaxis,
barroquismos o latinismos que sólo provoquen resoluciones enig-
máticas y de difícil lectura para el ciudadano, para en cambio, tal
y como lo ha manifestado Roberto Lara Chagoyán, distinguirse
por ser piezas de oratoria de fácil lectura para cualquier persona
con un conocimiento promedio de la vida, ya que es quien a final

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16 SISTEMA PENAL ACUSATORIO Y ORAL

de cuentas se puede ver privado de la libertad o de sus derechos


con el sentido de las mismas.11

9. Juez académico ante los espacios de penumbra existentes


en el sistema acusatorio

Dada la novedad que caracteriza al sistema acusatorio y oral en


nuestro país, misma que ha impactado incluso al acervo biblio-
gráfico disponible en la materia, ya que existen ciertamente obras
de autores mexicanos y extranjeros que lo tratan, esta definitiva-
mente aún no es muy rica, ni lo suficientemente especializada
respecto de los puntos clave del sistema acusatorio, ya que la ma-
yoría de los trabajos tratan sobre cuestiones generales, mas no es-
pecíficas y propias de la diaria labor de los operadores jurídicos.
Así, observamos cómo por lo general la gran mayoría de los
textos hablan sobre legislaciones extranjeras mas no tratan a de-
talle o desde un punto de vista intra procesal las implicaciones ju-
rídicas de las figuras que nacen con la reforma constitucional que
vivió nuestro país en 2008 a nivel local,12 por tanto, se reconoce
que en México de forma general existe tan solo un conocimiento
relativo o aparente sobre el sistema acusatorio, lo cual ha provo-
cado que cada operador del mismo trate de interpretar desde sus
muy particulares posibilidades cognitivas a los nuevos vocablos y
figuras jurídicas que lo integran, tales como el auto de vinculación
a proceso, las medidas cautelares, el procedimiento especial abre-
viado, las técnicas de litigación, como lo son la evidencia de con-
tradicción o el refresco de memoria, o bien, la forma adecuada
de realizar preguntas en el interrogatorio de testigos o peritos, así
como la manera adecuada de objetar las mismas.
11  Lara Chagoyán, Roberto, Argumentación jurídica, estudios prácticos, México,
Porrúa, 2011, pp. 147-160.
12  De lo anterior se reconoce que día con día va aumentando la bibliografía
en este sentido en razón de los múltiples esfuerzos de investigadores que empie-
zan a dar luz respecto de las figuras jurídicas que surgen en nuestro país en las
diversas legislaciones procesales que cuentan con el sistema acusatorio.

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EL PERFIL DEL JUZGADOR MEXICANO 17

Al contar con este panorama resulta necesario que el juzgador,


de quien se reconoce y se exige como ya se señaló su especialidad
en el sistema acusatorio y oral, colabore de forma decidida para
la difusión y fortalecimiento del alcance y significado de dicha
forma de impartir justicia. Para ello se estima que esta colabora-
ción convierte al juzgador de forma natural en un académico de
importancia relevante para los juicios orales en cuanto a su difu-
sión y fortalecimiento y que además sitúa su labor en un doble
aspecto a saber: a) intra-proceso y b) extra-proceso, de donde se tiene
que en cuanto al primero de estos conceptos el juzgador mexica-
no deberá tener la habilidad suficiente para que en el ejercicio
de su función tanto al presidir las audiencias de debate, como al
dictar sentencia, realice una explicación desde su punto de vista
del alcance de las figuras novedosas del sistema, de tal forma que
se pueda observar tanto a las intervenciones orales de los juzga-
dores como a sus resoluciones escritas como piezas de oratoria judi-
cial que logren poco a poco ir despejando la zona de penumbra
o de opacidad en la cual se encuentran sin lugar a dudas algunas
áreas del sistema acusatorio y de tal forma construir lo que se ha
denominado como la doctrina judicial, esto es, la interpretación que
de la propia ley realiza el funcionario judicial en el ejercicio de su
labor y con fines de divulgación del conocimiento jurídico.
Ejemplo de lo anterior lo han sido diversas sentencias dicta-
das dentro del Primer Distrito Judicial del Poder Judicial en el
estado de Durango a través de las cuales el Tribunal Oral que
conoció de las causas penales, ha definido conceptos tales como:
la sana crítica, las reglas de la lógica, las máximas de la expe-
riencia, el conocimiento científico, o bien, ha disertado sobre el
alcance del principio de congruencia, del manejo de los interro-
gatorios, la evidencia de contradicción o el refresco de memoria,
así como del desarrollo de la audiencia de debate en juicio oral, lo
cual ha permitido que los operadores jurídicos de dicha entidad
se vayan especializando en su labor mediante el estudio posterior
de las resoluciones judiciales que sin lugar a dudas han permitido
establecer el criterio de la autoridad jurisdiccional respecto de

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18 SISTEMA PENAL ACUSATORIO Y ORAL

dichas figuras y que esto se ha visto reflejado en la calidad de las


intervenciones de las partes.
Ahora bien, y en cuanto al aspecto extra-procesal del juzgador
como docente y divulgador especializado del sistema acusatorio,
lo cual ha llevado a que distinguidos juristas como el doctor Jorge
Witker hayan generado el título de juez-académico respecto de
aquellos jueces que se manifiestan activamente como compro-
metidos con la enseñanza del sistema acusatorio, igualmente se
reconoce la necesidad de que éstos, y dada la especialización que
tienen de los juicios orales, dediquen parte de su tiempo a la en-
señanza del mismo a la sociedad, esto de forma indistinta a si se
trata de agentes del Ministerio Público, defensores, peritos, poli-
cías, periodistas o público en general, ya que sin lugar a dudas el
mayor conocimiento del sistema generará mayores condiciones
para su fortalecimiento no sólo por parte del alumno o del ciuda-
dano común interesado, sino de los restantes operadores, ya que
la existencia de agentes del Ministerio Público y defensores sóli-
dos y altamente especializados, tan solo puede provocar un ma-
yor esfuerzo y necesidad de crecimiento intelectual y profesional
de los jueces que conozcan de sus causas.
En el estado de Durango esta situación ha sido debidamen-
te atendida e incluso impulsada por el presidente del Tribunal
Superior de Justicia y del Consejo de la Judicatura, el doctor J.
Apolonio Betancourt Ruiz, quien se ha distinguido como uno de
los principales impulsores del sistema acusatorio y oral en nuestro
país y ha provocado que los juzgadores duranguenses hagan acto
de presencia de manera brillante en distintos escenarios de corte
académico para fortalecer el sistema acusatorio mediante la en-
señanza especializada de los juicios orales.
De tal forma los jueces de oralidad de Durango han impartido
diversos cursos, seminarios, conferencias, diplomados e incluso
maestrías sobre juicio oral en materia penal a distintos foros de
estudiantes, abogados, ministerios públicos, periodistas, peritos,
policías, empresarios y público en general no solamente de la
entidad, sino de diversos estados de la República y quienes han

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EL PERFIL DEL JUZGADOR MEXICANO 19

solicitado su presencia dada la calidad que estos han mostrado


diariamente en la tramitación de sus audiencias.
Llegando esta participación académica de los juzgadores du-
ranguenses mediante el liderazgo de su presidente el doctor J.
Apolonio Betancourt Ruiz incluso a un espacio escasamente vi-
sitado por los juristas en general, como lo es la creación de obra
jurídica a través de bibliografía especializada sobre el nuevo siste-
ma, ya que en el caso de Durango se cuenta con variada y extensa
obra dedicada tanto a los estudiosos del derecho penal y procesal
penal del sistema acusatorio, como de forma especializada para
agentes del Ministerio Público y defensores ya sean públicos o
privados, misma que no sólo ha trascendido las fronteras de dicha
entidad, sino que incluso ha sido bien recibida a nivel nacional e
internacional, tales como el Diccionario práctico del juicio oral, el libro
Litigación especializada en juicio oral para el Ministerio Público, así como
la obra titulada La defensa adecuada en juicio oral.

10. Juez con sentido crítico de la realidad

Se considera que una de las principales características de un juz-


gador dentro del sistema acusatorio y oral debe consistir en que
éste cuente con una actitud verdaderamente crítica respecto de
la información que le es expuesta por las partes, es decir, se esti-
ma que el juzgador debe contar con una gran capacidad crítica
para desarrollar un pensamiento racionalmente hermanado con
la sana crítica, concepto éste que aparece dentro de los juicios
orales como un concepto tritómico y, por ende, integrado de tres
diversos vocablos como son: las reglas de la lógica, las máximas
de la experiencia y el conocimiento científico, mismos que en su
conjunto le permitirán al juzgador acercarse de la mejor manera
posible a un pensamiento correcto.
En consecuencia, se afirma que el juzgador deberá ponderar
lo expuesto por las partes a través de un filtro crítico que le permita
alejarse de cuestiones emotivas o poco creíbles y así centrar su

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20 SISTEMA PENAL ACUSATORIO Y ORAL

juicio bajo la lógica de lo verosímil.13 Para ello el juzgador deberá


tener malicia, esto al entender dicho concepto como lo contra-
rio de la inocencia o la ingenuidad, pues sería inaceptable que
el juzgador aceptara sin mayor reparo o crítica los argumentos
planteados por las partes. Concluyéndose que como lo afirma
el distinguido juzgador de la Ciudad de México Ricardo Ojeda
Gándara,14 una de las principales características de un buen juez
es la que consiste en desarrollar una especie de sexto sentido,
experticia o malicia para poder desentrañar lo que se encuentra
más cercano al hecho ocurrido, ya que

sin duda, hoy los jueces cumplen una función de guías de conducta
social mediante sus decisiones, ya no sólo vinculan a las partes con
las sentencias, a los particulares intereses en conflicto, sino que ade-
más ilustran al público en general en tanto que incorporan al interés
público la norma que han creado a través de su sentencia.15

11. Juez con responsabilidad y sentido social

Una de las principales características del sistema acusatorio y


oral lo es precisamente la publicidad con que el mismo se verifica
no solamente ante las partes, sino ante la misma sociedad, de ahí
que ahora como nunca antes se señale que el juzgador tiene cier-
tamente una fuerte presencia en la comunidad, pues a diferencia
del sistema inquisitivo en el cual solamente las partes en algunas
ocasiones conocían al juzgador y que la sociedad era totalmente
ajena a las personas que impartían justicia, en los juicios orales

13  Se afirma lo anterior sin dejar de lado que a final de cuentas el juzgador,
así como su visión tanto del derecho como de los hechos será fruto de su propio
contexto de vida.
14  Así lo expuso en el transcurso del Diplomado en Juicio Oral impartido
por el Instituto Mexicano de Justicia en la Ciudad de México en agosto de 2012.
15  Hidalgo Murillo, José Daniel, Juez de control y control de derechos humanos,
México, Flores Editor y Distribuidor, 2012, p. 108.

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EL PERFIL DEL JUZGADOR MEXICANO 21

la identidad del juez resulta evidente y ampliamente conocida


no sólo para los sujetos procesales, la víctima, el imputado y sus
respectivas familias, sino incluso para la sociedad en general, ya
que es frecuente que acudan a las audiencias estudiantes de la
carrera de derecho y medios de comunicación masiva, además de
que los juzgadores participen de forma constante en cursos, con-
ferencias, seminarios, diplomados o maestrías dirigidas a difundir
el sistema acusatorio ante todo tipo de público.
Dado lo anterior, se estima que el juzgador dentro de esta nue-
va forma de impartir justicia deberá tener muy presente no sólo
su obligación inherente al cargo que ostenta, sino también de la
responsabilidad social que le asiste al convertirse en una figura
pública propia del sistema acusatorio, y en consecuencia tendrá
que cuidar celosamente que su comportamiento sea tan digno
como su función, esto tanto en el ejercicio de la misma, como
fuera de ella. Es así como el juzgador oral se encuentra más obli-
gado que nunca a ser un funcionario que se muestre orgulloso
de su cargo y, por ende, demuestre que su conducta en todo mo-
mento se ve impregnada de los más altos valores éticos y “por
lo cual debe conducirse con respeto, mantener siempre el orden
jurídico y el estado de derecho, así como evitar la anarquía e
inseguridad”.16

12. Juez vigilante del debido proceso y de la legalidad

Dentro de las principales facultades del juez de oralidad se señala


la consistente en que se convierta en un vigilante de los derechos
fundamentales de las partes, así como del debido proceso, extre-
mos que el CPPDGO regula en sus artículos 1o., 3o., 4o., 20, 22,
253 y 350, de los cuales se obtiene que será responsabilidad del
juzgador no solamente resolver las pretensiones que le formulen

16  López Betancourt, Eduardo, Juicios orales en materia penal, México, IURE
Editores, 2011, p. 60.

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22 SISTEMA PENAL ACUSATORIO Y ORAL

las partes en audiencia y fuera de ella, sino hacerlo de una mane-


ra debidamente fundada y motivada, pues la oralidad no significa
permisión para dejar de fundar y motivar las decisiones jurisdic-
cionales, o bien, para hacerlo de una manera atenuada, ya que
“la función judicial está constreñida por la propia garantía de la
exacta aplicación de la ley”,17 y a que en todo caso “la obliga-
ción de motivar corresponde a una concepción democrática del
poder, que otorga al juez una facultad y una obligación insepara-
bles: tienes el poder de decidir, pero tienes el deber de justificar
tu decisión”.18 De tal forma que la oralidad no releva al juzgador
de su obligación de fundar y motivar sus decisiones, sino que a
contrario sensu le impone la obligación de aplicar un plus de racio-
nalidad a las mismas para demostrar lo lógicamente plausibles
que resultan y así explicar claramente la forma en que razonó el
juzgador, así como el valor que otorgó a cada uno de los indicios
existentes para ello, pues se acepta que: “Un buen argumento no
se limita a repetir conclusiones. En lugar de eso, ofrece razones
y evidencias, de modo que otras personas puedan formarse una
opinión por sí mismas”.19
Así mismo, se reconoce la obligación del juzgador para lograr
que los principios rectores del sistema acusatorio efectivamente
sean observados en todas y cada una de las etapas del mismo, so-
bre todo si se considera lo novedoso del sistema y lo poco tratado
que se encuentran algunos conceptos que lo integran y ante los
cuales se estima que la propia legislación le impone al juzgador la
obligación de explicarlos a las partes a efecto de lograr el ejerci-
cio correcto de las facultades procesales de las mismas, esto tal y
como se deriva del segundo párrafo del artículo 163 de la legisla-
ción adjetiva penal del estado de Durango.

17  González
Oropeza, Manuel, “La interpretación jurídica en México”, en
Vázquez, Rodolfo (coord.), Interpretación jurídica y decisión judicial, 3a. ed., México,
p. 245.
18  Pásara, Luis, Cómo sentencian los jueces del Distrito Federal en materia penal,
México, UNAM, p. 36.
19  Idem.

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EL PERFIL DEL JUZGADOR MEXICANO 23

13. Juez especialista en justicia alternativa

Habida cuenta que la justicia alternativa es uno de los princi-


pales pilares del sistema acusatorio, actividad que consiste de
forma primordial en que las partes terminen con la causa penal
mediante un acuerdo reparatorio que resulte satisfactorio, tanto
para la víctima u ofendido, como para el imputado, esto median-
te el aseguramiento de la reparación del daño y, por ende, de la
obtención de un resultado restaurativo para ambas partes, es de-
cir, de un resultado que les permita reinsertarse armónicamente
a la sociedad a todos los involucrados, resulta necesario que el
juez sea un especialista en estas nuevas formas de terminación de
las causas penales, es decir, en mediación, negociación y conci-
liación, e incluso respecto de técnicas que la justicia restaurativa
contempla para lograr el vencimiento de resistencias y generar el
acuerdo entre las partes para la terminación del conflicto.
De singular importancia resulta lo anterior en razón de que
los mecanismos alternativos de solución de controversias no de-
ben observarse tan solo como un medio para dar por concluida
de forma ágil y sencilla una causa penal, sino que la autoridad
jurisdiccional deberá estar capacitada no solamente para aprobar
el acuerdo respectivo, también para generar la realización del
mismo mediante el apoyo especializado a las partes en cuanto a
su conocimiento de las técnicas y métodos idóneos para la me-
diación, e incluso para detectar oportunamente cualquier vicio que
pudiera existir en la manifestación de voluntad de cualquiera de
los intervinientes en el acuerdo reparatorio.

14. Juez aplicador del control difuso en protección de los derechos


fundamentales de las partes

El control difuso es una figura jurídica de reciente aparición den-


tro de la realidad jurídica latinoamericana, misma que se muestra
como un concepto que fue generado por parte de la Corte Intera-

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24 SISTEMA PENAL ACUSATORIO Y ORAL

mericana de Derechos Humanos (en lo subsecuente Corte IDH)


en 2006, esto, de forma colegiada al resolver el caso Almonacid
Arellano vs. Chile,20 decisión que se reconoce como un leading case
en materia de interpretación y protección de derechos humanos,
es decir, como un caso que en su pronunciamiento a favor de la
adecuada tutela de los derechos humanos ha servido de guía o
punto de partida para imponer un criterio jurídico que por sí
mismo ha logrado romper los paradigmas del derecho doméstico
frente a la legislación supranacional.
Esta situación se ha mostrado en nuestro país tanto como un
detonador para el inicio de la décima época de la jurisprudencia
del Poder Judicial de la Federación, como también para estable-
cer la posibilidad fáctica y jurídica de que los jueces de control,
de juicio oral y de ejecución de penas y medidas de seguridad
dentro del sistema acusatorio y adversarial se conviertan prác-
ticamente en jueces latinoamericanos garantes de los derechos
humanos que contienen tanto la Constitución federal, como los
tratados internacionales suscritos por el Estado mexicano, de ahí
que resulte importante tratar el significado y alcance del control
difuso ya sea constitucional o convencional, así como el rol que
le tocará desempeñar a los jueces del nuevo sistema de justicia
penal con relación a éste.
De forma posterior a la sentencia ya citada del caso Almona-
cid Arellano vs. Chile, misma que data del 26 de septiembre de
2006, se reconoce que en nuestro país las consecuencias prácticas
de dicho criterio se materializaron en la sentencia del caso Radi-
lla Pacheco vs. México, sentencia mediante la cual la Corte IDH
condenó a nuestra nación en virtud de las violaciones que en sus
derechos humanos sufriera en la década de los setenta del siglo
pasado el ciudadano Rosendo Radilla Pacheco, esto a consecuen-

20  De forma individual se reconoce que por primera vez fue utilizado dicho
criterio mediante el voto razonado del excelente jurista mexicano Sergio García
Ramírez al emitir su voto particular en el caso Myrna Mack Chang vs. Gua-
temala en 2003 y posteriormente en el comúnmente denominado caso Tibi.

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EL PERFIL DEL JUZGADOR MEXICANO 25

cia de su desaparición forzada por parte de personal militar.21


En dicha resolución se destaca la reiteración a manera de “cri-
terio constante” por la Corte IDH respecto de la aceptabilidad
del control difuso en México a efecto de que se pueda acceder
por parte de sus ciudadanos a una “verdadera protección” de sus
derechos humanos.
Es así como la Corte IDH indicó que era una obligación ex
officio para todas las autoridades del Estado mexicano convertirse
en protectores de los derechos que la legislación internacional
otorgaba a los ciudadanos de los Estados firmantes, esto de forma
independiente al rango, facultades o jerarquía que pudiese tener
la autoridad, ya que a consideración de la Corte IDH resultaba
inaceptable que en nuestro país se retardara la protección de los
derechos fundamentales sólo por el hecho de que la autoridad
que conocía del asunto en primera instancia no estuviese faculta-
da para reparar una posible violación a los mismos, o bien, que
se tuviese que aplicar una legislación a todas luces contraria a la
intención del marco supranacional generado mediante los distin-
tos tratados internacionales que en materia de derechos humanos
se han suscrito.
Tal y como lo afirma Sergio García Ramírez existían en nues-
tro país de forma previa “como en otros Estados de la región,
decisiones judiciales domésticas orientadas por el control de con-
vencionalidad. Así lo ha reconocido la Corte IDH, y con ello se
abre paso a un debate próspero sobre el papel de los jueces na-
cionales en la garantías de los hechos humanos reconocidos
internacionalmente”22 y así refiere el comentarista en cita que se
tiene a:

21  La Corte conoció de dicho asunto a pesar de haber reconocido México


la competencia de la misma hasta 1998, esto, en virtud de estimarse que el de-
lito de desaparición forzada de personas es un delito permanente que subsiste
hasta en tanto no aparezca la persona desaparecida y que, por ende, no había
prescrito al momento en que lo conoció la Corte IDH.
22  García Ramírez, Sergio y Del Toro Huerta, Mauricio Iván, México ante
la Corte Interamericana de Derechos Humanos, México, Porrúa, 2011, pp. 192 y 193.

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26 SISTEMA PENAL ACUSATORIO Y ORAL

La determinación del Primer Tribunal Colegiado en Materias Admi-


nistrativas y del Trabajo del Décimo Primer Circuito, al resolver el
amparo directo 1060/2008, el 2 de julio de 2009, y la sentencia del
Cuarto Tribunal Colegiado en Materia Administrativa del Primer
Circuito, con residencia en el Distrito Federal, al resolver el amparo
directo 505/2009, el 21 de enero de 2010. En ambas se alude a las
obligaciones derivadas de los tratados internacionales y a la interpre-
tación de éstos por parte de los tribunales internacionales, así como
a su relevancia con respecto a los órganos jurisdiccionales internos.
Esto conduce a suprimir prácticas que nieguen o limiten el derecho
de acceso a la justicia, y asumir la que garanticen el mayor respeto de
los derechos humanos y sus garantías.23

Dado lo anterior, ahora se permite a los jueces del sistema acu-


satorio y oral convertirse en verdaderos garantes de los derechos
humanos tanto de víctimas como de imputados, para lo cual y
aún de manera oficiosa24 podrán dejar de aplicar la legislación
local en pro de la tutela efectiva de un derecho humano contem-
plado en la Constitución federal o en los tratados internacionales
suscritos por el Estado mexicano.
Lo anterior fue explicado debidamente por la Suprema Corte
de Justicia de la Nación, mediante la tesis número LXVII/2011
del Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, cuyo rubro expone:

Control de convencionalidad ex officio en un modelo de


control difuso de constitucionalidad. De conformidad con lo
previsto en el artículo 1o. de la Constitución Política de los Estados
Unidos Mexicanos, todas las autoridades del país, dentro del ámbito
de sus competencias, se encuentran obligadas a velar no sólo por los
derechos humanos contenidos en la Constitución Federal, sino tam-

23  Idem.
24  La CIDH ha señalado de forma reiterada que la oficiosidad se debe
entender como la obligación de la autoridad para actuar de manera inmediata
en el sentido que le indique la ley, esto, de forma independiente a lo que le ex-
pongan o le requieran las partes.

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EL PERFIL DEL JUZGADOR MEXICANO 27

bién por aquellos contenidos en los instrumentos celebrados por el


Estado Mexicano, adoptando la interpretación más favorable al de-
recho humano de que se trate, lo que se conoce en la doctrina como
principio pro persona. Estos mandatos contenidos en el artículo 1o.
constitucional, reformado mediante Decreto publicado en el Diario
Oficial de la Federación de 10 de junio de 2011, deben interpretarse
junto con lo establecido por el artículo 133 para determinar el marco
dentro del que de realizarse el control de convencionalidad ex officio
en materia de derechos humanos a cargo del Poder Judicial, el que
deberá adecuarse al modelo de control constitucional existente en el
país. Es en la función jurisdiccional, como está indicado en la última
parte del artículo 133 en relación con el artículo 1o. constitucionales,
en donde los jueces están obligados a preferir los derechos huma-
nos contenidos en la Constitución y en los tratados internacionales,
aún a pesar de las disposiciones en contrario que se encuentren en
cualquier norma inferior. Si bien los jueces no pueden hacer una
declaración general sobre la invalidez o expulsar del orden jurídi-
co las normas que se consideren contrarias a los derechos humanos
contenidos en la Constitución y los tratados (como sucede en las vías
de control directas establecidas en los artículos 103, 105 y 107 de la
Constitución), si están obligados a dejar de aplicar las normas infe-
riores dando preferencia a las contenidas en la Constitución y en los
tratados de la materia.

Es así, como mediante el control difuso y bajo la interpretación


que de la norma supranacional realice la Corte IDH, se impone
a los juzgadores del nuevo sistema de justicia penal a realizar en
el desempeño de su labor un “control de la aceptabilidad” de la
legislación doméstica a la luz de la normativa internacional en
materia de derechos humanos.
Resultando oportuno agregar que como consecuencia de di-
cha resolución (Radilla Pacheco vs. México) se formaron dos
distintos expedientes ante la Corte, mismos que se identificaron
con los números 489/10 y 912/10 bajo el rubro de “varios” pues
se señala que la sentencia fue notificada al Estado mexicano el 15

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28 SISTEMA PENAL ACUSATORIO Y ORAL

de diciembre de 2009, pero que su estudio fue programado con


posterioridad en nuestro máximo tribunal.
Dicho análisis generó interesantes debates respecto del alcance
que se debería otorgar por el Estado mexicano al contenido de
la referida sentencia y en especial de la figura ya citada anterior-
mente y conocida comúnmente como “control de convenciona-
lidad”, para lo cual y después de fuertes polémicas, se tomó una
postura definitiva por parte de nuestro máximo tribunal en julio
de 2011 a través de la tesis número LXIX/2011 del Semanario
Judicial de la Federación y su Gaceta, misma que se encuentra bajo
el rubro:

Pasos a seguir en el control de constitucionalidad y con-


vencionalidad ex officio en materia de derechos humanos. La
posibilidad de inaplicación de leyes por los jueces del país, en ningún
momento supone la eliminación o el desconocimiento de la presun-
ción de constitucionalidad de ellas, sino que, precisamente, parte de
esta presunción al permitir hacer el contraste previo a su aplicación.
En ese orden de ideas, el Poder Judicial al ejercer un control de con-
vencionalidad ex officio en materia de derechos humanos, deberá
realizar los siguientes pasos: a) interpretación conforme en sentido
amplio, lo que significa que los jueces del país al igual que todas las
demás autoridades del estado mexicano, deben interpretar el orden
jurídico a la luz y conforme a los derechos humanos reconocidos en
la Constitución y en los tratados internacionales en los cuales el es-
tado mexicano sea parte, favoreciendo en todo tiempo a las personas
con la protección más amplia; b) interpretación conforme en senti-
do estricto, lo que significa que cuando hay varias interpretaciones
jurídicamente válidas, los jueces deben, partiendo la presunción de
la constitucionalidad de las leyes, referir aquella que hace a la ley
acorde a los derechos humanos reconocidos en la Constitución y en
los tratados internacionales en los que el estado mexicano sea parte,
para evitar incidir o vulnerar el contenido esencial de estos derechos;
y, c) inaplicación de la ley cuando las alternativas anteriores no son
posibles. Lo anterior no afecta o rompe con la lógica de los princi-

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EL PERFIL DEL JUZGADOR MEXICANO 29

pios de división de poderes y de federalismo, sino que fortalece el


papel de los jueces al ser el último recurso para asegurar la prima-
cía y aplicación efectiva de los derechos humanos establecidos en la
Constitución y en los tratados internacionales de los cuales el estado
mexicano es parte.

Por lo que se puede afirmar que la obligatoriedad del control


difuso en México se debe a:

(i) a las cuatro sentencias condenatorias al Estado mexicano (2009-


2010) donde expresamente refieren a este “deber” por parte de los
jueces y órganos vinculados a la administración de justicia, en todos
los niveles, para ejercerlo; (ii) a lo dispuesto en los artículos 1° (obliga-
ción de respetar los derechos), 2° (debe de adoptar disposiciones de
Derecho Interno) y 29 (normas de interpretación más favorables) de la
CADH, vigente en nuestro país desde el 24 de marzo de 1981. (iii) a
lo dispuesto en los artículos 26 (Pacta sunt servanda) y 27 (no invo-
cación del Derecho Interno como incumplimiento del tratado) del
Convenio de Viena sobre el Derecho de los Tratados (1969), vigente
en nuestro país desde el 27 de enero de 1980; (iv) a la reforma cons-
titucional en materia de Derechos Humanos, vigente desde el 11 de
junio de 2011, particularmente a los nuevos contenidos normativos
previsto en el artículo 1° constitucional; y (v) a la aceptación “expre-
sa” de este tipo de “control” por la Suprema Corte de Justicia de la
Nación, como parte importante del cumplimiento de la sentencia de
la Corte IDH en el Caso Radilla Pacheco, al conocer del expediente
Varios 912/2010, resuelto el 14 de julio de 2011; lo cual implicó,
entre otras cuestiones, aceptar también el “Control Difuso de Cons-
titucionalidad”, al realizar una nueva interpretación del artículo 133
constitucional a la luz del vigente artículo 1° del mismo texto funda-
mental.25

25  Ferrer Mac-Gregor, Eduardo, “Interpretación conforme y control difuso


de convencionalidad. El nuevo paradigma del juez mexicano”, en Ferrer Mac-
Gregor, Eduardo (coord.), El control difuso de convencionalidad, dialogo entre la Corte

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30 SISTEMA PENAL ACUSATORIO Y ORAL

Dado lo anterior, se estima que el juez del sistema acusato-


rio deberá tener siempre como base interpretativa del significado
de los derechos humanos tanto a la Constitución federal como a
la legislación internacional. Para lo cual habrá que aclarar que,
como de forma general afirma Miguel Carbonell,26 se estable-
cen dos tipos de preferencias a saber: a) preferencia interpretativa y
b) preferencia normativa, de las cuales la primera se entiende como
aquel criterio que deberá seguir la autoridad al momento de en-
frentarse a una posible colisión entre normas relacionadas a los
derechos humanos y para lo cual tendrá que realizar ya sea una
interpretación extensiva o restrictiva según se trate. Bajo lo cual
la extensiva surgirá cuando la norma conceda un derecho y el in-
térprete lo amplíe a situaciones o personas no contempladas ori-
ginalmente en la norma, o bien, será restrictiva en el caso de que la
norma imponga limitantes al ejercicio de un derecho o facultad
y en cuyo caso el intérprete tendrá que ceñirse exclusivamente al
límite establecido en el texto y sin ir más allá del perímetro deli-
mitado por el legislador.
Mientras que la preferencia normativa se puede entender como
aquella distinción que tendrá que realizar la autoridad respecto
de cuál norma tendrá que aplicar ante un supuesto caso de im-
pacto entre normas, de donde se señala que prima facie o a prime-
ra vista pareciera que simplemente habría que dar preferencia a
la normativa constitucional o convencional respecto de la local,
sin embargo, este tipo de preferencia normativa no alude de for-
ma exclusiva a la preferencia del rango existente entre las normas
en conflicto, sino que conlleva el que se prefiera la norma que más
beneficios o protección conceda en cuanto a los derechos humanos del ciudada-
no, de ahí que si una norma aun cuando sea local contempla ma-
yores derechos de carácter humano, incluso que una norma cons-

Interamericana de Derechos Humanos y los jueces nacionales, Santiago de Querétaro,


México, Fundación Universitaria de Derecho, Administración y Política, 2012,
pp. 108 y 109.
26  Carbonell, Miguel, “La reforma constitucional en materia de derechos
humanos”, El mundo del abogado, julio de 2011, pp. 30, 32 y 33.

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EL PERFIL DEL JUZGADOR MEXICANO 31

titucional o supranacional, deberá aplicarse la primera en virtud


de proteger de manera más eficaz a los derechos fundamentales,
ya que incluso así lo contemplan las distintas normativas interna-
cionales, es decir, se muestran como un instrumento optimizador
de derechos humanos mínimos, pero en ningún momento como
normativas que puedan llegar a impedir la aplicación de una di-
versa norma que conceda un rango mayor de protección.
Por último, se indica que este control difuso ya sea constitucio-
nal o convencional, desde nuestro punto de vista debe reunir un
mínimo de pasos a efecto de que el juez del sistema acusatorio
y oral que lo lleve a cabo asegure un plus de racionalidad en su
decisión y así no vuelva arbitraria la misma, ya que sin lugar a
dudas esta figura convierte al juez de los coloquialmente llama-
dos “juicios orales” en un garante del orden constitucional y de la
correcta tutela del bloque de los derechos humanos de los sujetos
procesales y, por tanto, no debe permitirse que se haga mal uso
de tal facultad.
De ahí que se propongan los siguientes requisitos para ser se-
guidos por el juzgador oral y así se pueda evitar que el empleo de
esta figura pueda provocar un cúmulo de interpretaciones incluso
dispares entre sí respecto de una misma norma.
Para lo cual se propone que la autoridad justifique ante los
sujetos procesales:

a) Que ha identificado un artículo de la legislación local que


desde su punto de vista colisiona con una diversa disposi-
ción ya sea constitucional o supranacional protectora de
derechos humanos.
b) Que se explique a las partes en qué consiste la polémica
entre las disposiciones, esto, mediante la exposición del sig-
nificado y efectos jurídicos de cada precepto.
c) Que indique qué tipo de preferencia aplicará para resolver
el conflicto entre normas, ya sea ésta de carácter interpre-
tativo o normativo.

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32 SISTEMA PENAL ACUSATORIO Y ORAL

d) Que justifique lógica y jurídicamente la aceptabilidad de la


decisión tomada bajo los principios de indivisibilidad, in-
terdependencia, universalidad y progresividad que carac-
terizan a los derechos humanos, y que se engloban en el
principio pro personae.
e) Por último, explique el alcance de la decisión a las partes
(a fin de aclarar que no significa la expulsión del sistema
jurídico de la norma local, sino tan solo su inaplicabilidad
al caso particular).

Es así, como al realizar un análisis proyectivo de lo anterior, se


acepta que mediante la decidida intervención de los jueces de
oralidad como protectores de los derechos fundamentales de las
partes se logrará:

La paulatina adecuación de las normas prácticas internas a las obli-


gaciones derivadas de los compromisos convencionales y jurispru-
denciales, así como el creciente diálogo entre tribunales nacionales
e internaciones —que probablemente se acentuará en los siguientes
años— reflejan un cambio de mayor envergadura en la comprensión
sobre el alcance de los derechos humanos; la relación entre el sis-
tema nacional y el internacional (especialmente al interamericano)
en este ámbito, así como la función de los operadores internos, en
particular los jueces naciones, como órganos de tutela, con función
de “puentes” entre ambos sistemas, y la importancia de que los ór-
ganos jurisdiccionales internos sirvan como garantía actual y futura
correctiva, preventiva y reparadora, contra las violaciones a dere-
chos humanos.27

27 
García Ramírez, Sergio y Del Toro Huerta, Mauricio Iván, op. cit., pp.
195 y 196.

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EL PERFIL DEL JUZGADOR MEXICANO 33

15. Juez vigilante de la legalidad de los actos de investigación


del Ministerio Público

De conformidad con el artículo 250 de la legislación procesal


del estado de Durango vigente en su Primer Distrito Judicial, de
manera específica el juez de control está facultado dentro de la
etapa de investigación para vigilar la legalidad de todos los actos
que realice el Ministerio Público a efecto de esclarecer el hecho
delictivo, así como la probable responsabilidad de una determi-
nada persona en su comisión. En atención a lo anterior dicho
juzgador controlará actos tan diversos como la emisión de pro-
videncias precautorias como lo son: una orden de aprehensión,
de presentación, la citación para formulación de imputación e
incluso el cateo a realizar en un determinado domicilio y de igual
manera vigilará que se cumplan las formalidades establecidas en
la ley para el manejo de la evidencia material y su respectiva ca-
dena de custodia, así como para la realización de todas aquellas
diligencias que la defensa considere necesarias y que previamente
solicitadas al Ministerio Público éste se haya negado a realizar y
en cuyo caso el imputado y su defensor primeramente podrán
acudir en reclamación ante el superior jerárquico del agente del
Ministerio Público para en última instancia inconformarse ante
el juez de control, mismo que podrá ordenar al representante so-
cial el desahogo u obtención del acto de investigación solicitado
por la defensa.

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Capítulo segundo
TIPOLOGÍA DEL JUZGADOR EN EL SISTEMA
ACUSATORIO PENAL ORAL

I. Juez de control

1. Definición

Esta figura de reciente aparición dentro del sistema jurídico


mexicano a partir de la reforma constitucional realizada en ma-
teria de seguridad y justicia en virtud de su inclusión desde el
pasado 18 de junio de 2008 en el párrafo XIV del artículo 16 de
dicho instrumento normativo, ha sido definida por la doctrina
especializada como: “Una nomenclatura que la normatividad ha
utilizado para el operador jurídico que participa en las etapas
de investigación e intermedia”.28 De ahí que se considere que
el juez de control sea aquél funcionario judicial que tiene como
objeto primordial la tutela de los derechos fundamentales de las
partes dentro de la etapa de investigación, ya sea prejudicial o ju-
dicializada, así como de la etapa intermedia dentro de esta nueva
forma de impartir justicia que se ha denominado comúnmente
como juicio oral.
En tanto, se reconocen como sus principales atribuciones ser
garante del debido proceso a favor de víctimas e imputados, así
como también ser el encargado de vigilar la actividad investi-
gadora del Ministerio Público mediante la autorización debida-

28  Benavente Chorres, Hesbert, El juez de control en el proceso penal acusatorio y


oral, México, Flores Editor y Distribuidor, 2012, p. 95.

35

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36 SISTEMA PENAL ACUSATORIO Y ORAL

mente fundada y motivada de los actos de investigación de aquél,


como pueden ser providencias precautorias, medidas cautelares o
técnicas de investigación. En tal tesitura el juez de control:

Es aquel operador jurídico que ejerce una vigilancia de los derechos


constitucionales (intimidad, libre comunicación, inviolabilidad del
domicilio, libertad personal, propiedad, etc.) de los sujetos procesa-
les, durante las fases de investigación e intermedia; garantizándoles
una respuesta pronto e inmediata, bajo las reglas del control judicial,
sobre aquellas diligencias, actos procesales o comportamientos de las
agencias formales del sistema de justicia penal que pongan en peligro
o lesionen los derechos constitucionales de los sujetos procesales.29

En tanto que para María Inés Horvitz dicho funcionario judicial


es aquel que se caracteriza por: “Ejercer las atribuciones que la
ley reconoce desde el inicio de la etapa preliminar hasta el dicta-
do del auto de apertura de juicio oral que da término al procedi-
miento intermedio”.30 Y asimismo Germán Martínez al referirse
a las características que le dan una particular connotación, señala
que su existencia se justifica en virtud de que dicho juzgador debe
ocuparse de:

a) Poner límites a las acciones de los órganos investigadores y de pro-


curación de justicia, a fin de que sus acciones se sujeten a las nor-
mas legales (con especial apego a los principios constitucionales
del debido proceso y a las garantías del acusado y de la víctima)
se dice que, en este aspecto, su función es una suerte de control
difuso de la constitucionalidad permitida expresamente por la ley.
b) Impedir la formación de prejuicios o influencias perniciosas en el
ánimo del juez que en su momento va a decidir lo que se conside-
ra el núcleo representativo del procedimiento penal, el juicio oral.
Es decir, tiene una función esencial para preservar el principio de
imparcialidad del juez que decide el juicio.

29  Ibidem, p. 96.


30  Ibidem, pp. 97 y 98.

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TIPOLOGÍA DEL JUZGADOR 37

c) Llevar a cabo los preparativos para que en su oportunidad se lleve


a cabo el juicio oral.
d) O bien, llevar a cabo los actos o avalar las decisiones de las partes
para que, en ciertos casos, aplicando el criterio o principio de
oportunidad, no haya necesidad de llegar hasta el juicio oral, para
lograr los objetivos restaurativos del modelo acusatorio y los fines
de esta nueva manera de ver e impartir la justicia.31

Y en adición de lo anterior se señala que:

A través de los jueces de control se logran varios objetivos que apun-


tan en la dirección correcta: por un lado se contribuye a la “judiciali-
zación” de las investigaciones; por otra parte se ordena una completa
jurisdiccionalidad en la garantía de los derechos tanto del indiciado
como de los ofendidos, dentro de las etapas iniciales del procedi-
miento penal; además, se prevé constitucionalmente la celeridad de
las solicitudes de medidas cautelares, lo que puede redundar en una
imposición más efectiva de las mismas y de esa manera contribuir a
evitar los episodios de todos conocidos en los que algún juez se ha
tardado casi una semana en librar una orden de cateo, mientas las
fuerzas de policía tenían rodeado un domicilio en el que estaban
encerrados presuntos delincuentes, incluso con víctimas de secuestro
dentro del mismo domicilio.32

De ahí que al constituirse el perímetro básico de acción del juez


de control tanto por la etapa de investigación como por la in-
termedia dentro del sistema penal acusatorio en protección de
los derechos humanos de las partes, como del respeto al debido
proceso ya que: “Los jueces de garantía no sólo velarán porque
se respeten los derechos de ambas partes, sino también se encar-

31  Idem.
32  Carbonell, Miguel, Los juicios orales en México, 3a. ed., México, Porrúa,
2011, p. 80.

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38 SISTEMA PENAL ACUSATORIO Y ORAL

garán de que éstas entiendan lo que está pasando en cada una de


las audiencias”.33
Resulta entonces importante exponer de forma básica al con-
tenido de cada una de estas, así como las principales actuaciones
que podrá tener dicho juzgador en las mismas, ya que como acer-
tadamente expone Diana Cristal González:

La figura del juez de control es entonces pieza toral en cada una de


las audiencias de la primera y segunda etapa del procedimiento pe-
nal acusatorio. Su actuación, coadyuva al acercamiento y a la legiti-
mación que dará la sociedad al sistema de impartición y procuración
de justicia.34

2. Etapa de investigación

Esta etapa es la primera y más amplia en cuanto a su duración


y actividad procesal dentro del proceso acusatorio y oral que se
ha establecido en nuestro país, la misma se encuentra dividida a
su vez en una etapa prejudicial y otra que se ha denominado por la
legislación y la doctrina como etapa judicializada, siendo la primera
de ellas la que abarca todos aquellos actos de investigación que
son realizados por la representación social desde que tiene noti-
cia de la realización de un hecho criminal y hasta antes de que
se informe oficialmente al juez de control del inicio de una causa
penal previamente conformada en contra de una determinada
persona, lo cual comúnmente sucede con la puesta a disposición
de la autoridad judicial de un detenido a efecto de que le sea con-
trolada su detención, o bien, mediante la petición del órgano téc-
nico de acusación para que sea citada una determinada persona
ante dicho juzgador a efecto de que le sea formulada imputación,
33  González Obregón, Diana Cristal, Manual práctico del juicio oral, 2a. ed.,
México, UBIJUS, 2011, p. 50.
34  Idem.

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TIPOLOGÍA DEL JUZGADOR 39

ya sea mediante su citación directa o a través de una orden de


aprehensión o de presentación.
De forma independiente a lo anterior se encuentra que las fa-
cultades del juez de control como garante de los derechos funda-
mentales de las partes también logran impactar a la etapa pre-
judicial de investigación, ya que la legislación procesal establece
que en todo acto de investigación que el Ministerio Público desee
realizar y que por tanto se vean inmiscuidos los derechos funda-
mentales de cualquier persona, deberá solicitar previamente la
autorización del juez de control para ello.
Ejemplo de lo anterior se muestra en el caso de que el órgano
técnico desee ingresar a un domicilio donde considere que se en-
cuentra una determinada persona u objeto que resulte de interés
para su investigación y en cuyo caso deberá solicitar de forma
previa para ello la autorización judicial para ingresar al mismo.
Esta situación como ya se indicó, permite al juzgador, incluso en
esta etapa incipiente del proceso penal proteger la inviolabilidad
del domicilio salvo casos de excepción e incluso declarar la ili-
citud de cualquier acto de investigación del Ministerio Público
o de la Policía que se haya realizado con violación de derechos
humanos, esto, con la clara intención no sólo de la tutela efectiva
de los derechos fundamentales de los afectados, sino también con
el propósito de desalentar conductas indebidas por parte de los
agentes del Ministerio Público y de los cuerpos policíacos, lo cual
resulta totalmente necesario dentro de un Estado de derecho y
evidentemente democrático como es el que nuestro sistema jurí-
dico pretende establecer en nuestro país.
Ahora bien, y en cuanto a la etapa judicializada de investiga-
ción, habrá que indicar que esta nace a partir de que el Minis-
terio Público solicita la intervención del juez de control ya sea
para controlar la detención de una persona, o bien, para formu-
larle imputación, de tal forma que esta etapa se ve caracterizada
precisamente por el control que de manera inmediata y directa
realiza el juez respecto de las peticiones del Ministerio Público y
así mismo de las condiciones de refutación que en su momento

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40 SISTEMA PENAL ACUSATORIO Y ORAL

alegue la defensa sobre todo para la procedencia o no de un auto


de vinculación a proceso, así como para la imposición de medi-
das cautelares.
Veamos cómo esta etapa abarca procesalmente hablando desde
el control de la detención, o bien, desde la formulación de impu-
tación hasta el momento en que el Ministerio Público declare ce-
rrada propiamente la investigación dentro de la causa penal, siendo
así que bajo lo anteriormente expuesto la etapa de investigación
consista, tal y como la define el artículo 228 del CPPDGO, en
aquel periodo de tiempo dedicado exclusivamente a que el Mi-
nisterio Público pueda recabar información necesaria para tener
por demostrados tanto la existencia de un hecho señalado en la
ley como delito, como la probable responsabilidad del impu-
tado en la comisión del mismo y, por tanto, la conclusión de dicha
etapa sitúe al órgano técnico dada su obligación de acreditar su
acusación y, por ende, la culpabilidad del indiciado bajo el prin-
cipio conocido como onus probandi en una posición de certeza res-
pecto de si de forma independiente a la existencia previa de un
auto de vinculación a proceso cuenta con datos de prueba sólidos
para acusar al imputado, o bien, ante su inexistencia o debilidad,
únicamente solicitar el sobreseimiento o suspensión de la causa
por así considerarlo necesario, esto tal y como lo contemplan los
artículos 309, 310 y 313 del CPPDGO.
De conformidad con el artículo 250 del CPPDGO, el juez de
control tiene la facultad para vigilar todos los actos de investiga-
ción que realice el Ministerio Público, pues como ya se expuso
anteriormente dicho órgano técnico tiene que solicitar autoriza-
ción judicial para toda aquella actividad que implique afectación
de derechos fundamentales y de forma independiente a lo ante-
rior también el juez de control en esta etapa tendrá la facultad
de vigilar que se lleven a cabo todas aquellas diligencias que sean
propuestas por parte de la defensa para establecer su teoría del
caso, esto siempre y cuando el Ministerio Público se rehúse injus-
tificadamente a realizarlas, de tal forma se observa lo siguiente:

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TIPOLOGÍA DEL JUZGADOR 41

A. Control Judicial sobre el archivo temporal y definitivo


de la investigación realizada por el Ministerio Público

El archivo temporal o incluso definitivo de una causa penal es


una facultad exclusiva del Ministerio Público, quien podrá ejer-
cerla hasta antes de judicializar la misma ante juez de control y
de que exista un auto de vinculación a proceso, pues tal resolu-
ción le priva de tal opción, tal y como se establece por la fracción
IV del artículo 307 del CPPDGO.
De tal forma, la figura procesal de archivo de una causa penal
consiste principalmente en que el representante social considere
que no cuenta con elementos suficientes, ni líneas de investiga-
ción adecuadas para continuar indagando respecto de una causa
penal y en consecuencia determine tenerla por cerrada de forma
definitiva, o bien, estimarla tan solo provisionalmente archivada
hasta en tanto no aparezcan nuevos datos o líneas de investiga-
ción que hagan viable su prosecución.
Esta situación en cuanto a la determinación de archivo ya sea
temporal o definitivo de una causa penal ciertamente puede causar
un agravio a los derechos fundamentales de quien haya denuncia-
do o se haya querellado respecto de los hechos archivados, de tal
forma que la legislación le concede a la víctima la opción de ejercer
el recurso de reclamación ante el superior jerárquico del Ministerio
Público cuando se trate del archivo temporal, no así del definitivo
ya que éste se ordena con el visto bueno del superior jerárquico del
representante social y, en consecuencia, de escasa utilidad resulta-
ría el recurso de reclamación de la víctima, sin embargo, resulta
importante señalar la intervención que tiene el juez de control
para la adecuada tutela de los derechos humanos mínimos de la
víctima, pues el artículo 232 del CPPDGO, le faculta para revi-
sar las decisiones de la representación social en cuanto al archivo
de las causas penales, para en su caso y ante una indebida re-
solución del órgano técnico para ello, ordenar la reapertura de
la investigación y, por ende, incitar al Ministerio Público a que
continúe indagando a efecto de que se logre llevar a cabo la judi-
cialización de la carpeta de investigación.

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42 SISTEMA PENAL ACUSATORIO Y ORAL

B. Control judicial sobre providencias precautorias personales

En cuanto a las providencias precautorias de carácter personal


como una facultad del juez de control se observa que el CPPDGO
las contempla en su artículo 170 y comprende en estas a: la de-
tención, la orden de aprehensión y de presentación, así como a la
citación para formulación de imputación, resoluciones que de for-
ma necesaria se deben de caracterizar por la correcta observancia
que de los derechos fundamentales de las partes y en especial del
imputado realice el juez de control, ya que en el caso de la orden de
detención, misma que por lo general acontece cuando el imputado
ha sido declarado sustraído a la acción de la justicia al no haberse
presentado a una audiencia para la cual se encontraba legalmen-
te notificado, el juez de control deberá ponderar para tal extremo
que efectivamente se haya notificado previamente de forma legal
y advertida de la consecuencia por su inasistencia al imputado y,
sólo así, autorizar el uso de la fuerza pública para su detención
y posterior presentación ante la autoridad, para lo cual se acla-
ra que dicha detención no será equivalente al internamiento en
prisión del ciudadano, sino que tan solo servirá para lograr su
comparecencia ante la autoridad jurisdiccional.
De igual manera, y en cuanto al libramiento de una orden de
aprehensión se reconoce que el juez de control deberá ponderar
si para ello se cumple con los requisitos constitucionales y lega-
les previamente establecidos, es decir, los que contienen tanto el
párrafo tercero del artículo 16 de nuestra carta magna, así como
los relativos del artículo 172 del CPPDGO, precepto este último
que incluso solicita mayores requisitos para el libramiento de una
orden de aprehensión que la misma normativa constitucional, ya
que este numeral exige además de la existencia de una denun-
cia o querella por un hecho que la ley señale como delito que
contemple pena privativa de libertad, así como que se encuen-
tren establecidos datos de prueba suficientes para ello, tanto de
la existencia de un hecho delictivo como la probable responsabi-
lidad del imputado, que el juez de control demuestre que la libre

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TIPOLOGÍA DEL JUZGADOR 43

comparecencia del imputado se pueda ver dificultada, extremo


que incluso ha sido tratado de forma especial en el estado de
Chihuahua por los tribunales federales al conceder el amparo y
protección de la justicia federal al indiciado a efecto de que el
juez de garantías análogo del juez de control, justifique el libra-
miento de una orden de aprehensión.
Situación que ha sido solventada por los jueces de control en
el estado de Durango mediante una argumentación convincente
al ponderar el máximo de la pena a imponer a manera de criterio
orientador para establecer si existe un riesgo potencial de incompa-
recencia de una persona en forma voluntaria al proceso y así se
ha señalado que dicho riesgo potencial no será igual en aquélla
persona acusada de un delito con pena máxima de cinco años
que respecto de aquél que pueda llegar a recibir un máximo de
pena de hasta quince años de prisión, ya que se ha considerado
que tal quantum de pena aun de forma probable o potencial sí se
puede convertir en un motivo lo suficientemente fuerte para que
cualquier persona decida no comparecer a un proceso penal, ya
que ciertamente tal cantidad de años sí pueden fragmentar las
aspiraciones y metas ya sean a corto, mediano e incluso largo
plazo de cualquier persona.
En tanto que de la orden de presentación como actividad del juez
de control se puede exponer que la misma no ha sido lo suficien-
temente tratada en la legislación procesal que sirve como base a
este estudio, pues solamente se le ha contemplado en el artículo
170 ya citado, mas no se han indicado en dicha normatividad los
requisitos necesarios para su libramiento, sin embargo, la inter-
pretación sistémica que del Código Procesal Penal han realiza-
do los juzgadores del estado de Durango ha permitido generar
las órdenes de presentación bajo lineamientos similares a los de
una orden de aprehensión, esto con la salvedad de que en éstas
no se ordena a la Policía la detención o privación de la libertad
de la persona, sino que únicamente se le cita a efecto de que
comparezca voluntariamente ante el juez de control a través de
los actuarios notificadores del propio Tribunal y que, así mismo,

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44 SISTEMA PENAL ACUSATORIO Y ORAL

sólo han sido ordenadas en relación con aquellos delitos que tie-
nen contemplada una pena alternativa, o bien, únicamente una
multa por el hecho típico, tal y como sería el caso de los delitos
de daños a título culposo o bien de lesiones incluso dolosas, esto,
siempre y cuando no tarden en sanar más de quince días.
Por último, y en cuanto a la formulación de imputación se recono-
ce como una función del juez de control la citación de cualquier
persona para que precisamente el Ministerio Público le informe
de la acusación que existe en su contra, para lo cual habrá que se-
ñalar que la formulación de imputación es definida por el artículo
294 de la legislación procesal en cita como la comunicación que
de forma personal y directa realiza el Ministerio Público al impu-
tado en cuanto a la existencia de una investigación en su contra
por un hecho que la ley señala como delito y del cual el órgano
técnico considera que puede ser probable responsable de haberlo
cometido, de tal forma, la citación a cualquier persona para for-
mularle imputación implica que el juez que conoce de la causa
realice la misma al garantizar el debido respeto a los derechos
fundamentales del imputado, como será el revisar que el Minis-
terio Público haya detallado el hecho que pretende formular en
cuanto a circunstancias de tiempo, modo y lugar, que así mismo
haya especificado la persona que denuncia o se querella contra el
imputado, la forma de intervención delictiva que se le atribuye,
la reparación del daño que aún de forma provisional se le exija,
y de forma especial, que ponga a su disposición la carpeta de in-
vestigación respectiva con todos los datos de prueba existentes en
dicha causa y, así mismo, que el imputado cuente con el tiempo
suficiente para acceder a la misma, así como para nombrar un
defensor de su preferencia.
Dado lo anterior, el juez de control deberá vigilar que también
se notifique de la audiencia fijada para tal efecto a la víctima del
hecho típico, a efecto de que si es su deseo comparezca a la mis-
ma y manifieste lo que a su derecho convenga, situación que re-
sulta favorable para todos los involucrados, ya que la presencia de
la víctima en la audiencia de formulación de imputación puede

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TIPOLOGÍA DEL JUZGADOR 45

provocar que ésta designe un acusador coadyuvante que auxilie


al Ministerio Público en su labor, así como también propiciar la
generación de alguna salida alterna al posibilitarse con su presen-
cia el acuerdo que se pueda generar entre víctima e imputado.
Lo anterior sucede en forma común en las audiencias del nue-
vo sistema de justicia penal en razón del tipo de delito de que se
trate, ya que en no pocas ocasiones en la misma audiencia de for-
mulación de imputación se ha generado un acuerdo reparatorio
que ha puesto fin a la controversia, para lo cual resulta importante
señalar que en estos casos la autoridad competente para aprobar
el acuerdo reparatorio será el Ministerio Público y no el juez de
control ante la inexistencia de un auto de vinculación a proceso,
pues así se infiere de la correcta interpretación del artículo 216
del CPPDGO, mismo que indica que los acuerdos reparatorios
podrán ser realizados en cualquier momento del proceso y que
tan solo se diferenciará su aplicación por la autoridad que los pue-
da autorizar, ya que desde que se comete el hecho criminal hasta
antes de que se presente la correspondiente denuncia o querella,
podrá ser competente el Centro especializado en justicia alter-
nativa, en tanto que desde que exista el conocimiento del hecho
criminal por parte del Ministerio Público, éste será el competente
para aprobar el acuerdo reparatorio hasta que no exista un auto
de vinculación a proceso, para por último el juez de control con-
tar con tal facultad desde el dictado del referido auto hasta antes
del dictado del auto de apertura a juicio oral.

C. Control judicial sobre providencias precautorias reales: el cateo

Dentro de las providencias precautorias de carácter real que esta-


blece la legislación procesal del estado de Durango, se resaltan las
que aparecen en su artículo 200, mismo que establece en este ru-
bro al cateo, los alimentos, la retención de bienes y las anotacio-
nes marginales, de las cuales en este momento se desarrollará la
correspondiente a la orden judicial de cateo por considerarse que
es la que aparece con mayor frecuencia ante el juez de control y

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46 SISTEMA PENAL ACUSATORIO Y ORAL

que de igual manera, es la que mayor impacto puede tener tanto


en el éxito de la investigación realizada por el Ministerio Público,
así como en la posible vulneración de los derechos fundamentales
de los imputados.
En consecuencia, se puede entender al cateo como la orden ju-
dicial otorgada por un juez de control a efecto de que el Ministe-
rio Público y en compañía de los agentes policíacos que considere
necesarios, ingrese a un determinado domicilio, terreno, local o
lugar cerrado, a efecto de constatar si en su interior se encuentra
una determinada persona o cierto objeto que resulte de trascen-
dencia para el esclarecimiento de un hecho criminal. Dado lo
anterior, el Ministerio Público se ve obligado dada la inviolabi-
lidad del domicilio que establece el artículo 16 de nuestra carta
magna a solicitar la autorización de dicho funcionario judicial
para su ingreso al domicilio deseado. Es así que el juez de control
deberá ponderar si los datos de prueba que en audiencia privada
le señale contar el Ministerio Público son suficientes, pertinentes
e idóneos para establecer aún de forma indiciaria la posible pre-
sencia de cierta persona u objeto en un lugar determinado y que
de igual manera se encuentren relacionados con el esclarecimien-
to de un hecho criminal.
Esta situación, se presenta de forma común al juez de control
ya sea en audiencia privada, por escrito o incluso mediante una
llamada telefónica realizada por el Ministerio Público y su inob-
servancia tendrá efectos al interior del proceso (intra procesal-
mente) de forma segura, ya que si en un momento dado la policía
o el representante social ingresan sin orden de cateo a un domi-
cilio, esto repercutirá en cuanto a que la autoridad jurisdiccio-
nal que tenga conocimiento de ello declare oficiosamente como
prueba ilícita a la información o evidencia que se haya obtenido
con dicho acto de investigación, esto tal y como lo señalan los ar-
tículos 21, 82 y 353 del CPPDGO, y por tanto, que no pueda ser
utilizada para justificar la obtención de un auto de vinculación a
proceso o bien la culpabilidad del acusado en juicio oral.

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TIPOLOGÍA DEL JUZGADOR 47

D. Control judicial sobre la orden ministerial de reserva de información

Esta figura jurídica de escasa aplicación dentro del sistema acu-


satorio y oral que se encuentra contemplada en el artículo 248
del CPPDGO, implica la facultad del Ministerio Público para
poder declarar cierto contenido de la carpeta de investigación
bajo reserva y, por ende, inaccesible al imputado con el objeto
de tratar de asegurar el esclarecimiento de los hechos y en conse-
cuencia el éxito de la investigación.
Esta facultad comprende un primer término de quince días a
decisión del Ministerio Público, mismo que se podrá prorrogar
por quince días más en caso de que el juez de control así lo es-
time necesario. En esta hipótesis, el juzgador se deberá centrar
en analizar que efectivamente la información deba considerarse
reservada respecto de la persona del imputado y su defensor para
asegurar el éxito de la investigación y, así mismo, asegurarse que
una vez obtenida la misma ésta no sea utilizada en forma alguna
en su perjuicio hasta que no sea hecha del conocimiento tanto del
imputado como de su defensa. Sin embargo, en la práctica esta fi-
gura de naturaleza procesal ha sido pocas veces utilizada, ya que
no es común el surgimiento de actos de investigación que por su
propia naturaleza justifiquen la reserva de su contenido respecto
de la mesa de la defensa, máxime si se pondera la importancia del
derecho a estar debidamente informado por parte del imputado
y su defensa respecto de todo el caudal probatorio de lo existente
en la carpeta de investigación.

E. Control judicial sobre la revisión corporal de indiciados

Este acto de investigación consiste en que la Policía o el Ministe-


rio Público realicen una inspección minuciosa en la persona de
aquel individuo que se encuentre señalado como probable res-
ponsable de haber cometido un delito y del cual exista la presun-
ción razonable de que cuente en su poder con objetos o indicios
de la realización de un hecho criminal, para lo cual se requerirá

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48 SISTEMA PENAL ACUSATORIO Y ORAL

la autorización previa del juez de control, ya que ciertamente


este tipo de diligencias deberán realizarse al respetar los derechos
mínimos de la persona como pueden ser el que esta sea revisada
por una persona de su mismo sexo, en un local cerrado y con
condiciones apropiadas para ello y al contarse con la compañía
de al menos una persona de su confianza, extremos que permi-
tirán que dicha diligencia se realice respetando la dignidad del
revisado.

F. Control judicial sobre el aseguramiento de objetos

El artículo 270 del CPPDGO establece como una obligación


tanto para el Ministerio Público como de manera oficiosa para
el juez de control, ordenar el aseguramiento de aquellos objetos
que puedan estar relacionados ya sea como instrumentos, ma-
teria o producto de un delito, de tal forma, que tratándose de
aquellos de naturaleza ilícita como lo serían las armas de fuego,
el juzgador deberá ordenar su aseguramiento y decomiso de for-
ma inmediata, en tanto que respecto de aquellos instrumentos u
objetos de uso lícito ponderar si los mismos son susceptibles de
aseguramiento en razón de determinar qué uso o fin se les otorgó
y quién aparece como propietario de ellos.
En consecuencia, el juez de control tendrá que valorar de for-
ma casuística si procede o no decretar el aseguramiento de un de-
terminado objeto para lograr los fines de la investigación. Siendo
oportuno señalar que en el sistema acusatorio y a diferencia del
inquisitivo, mismo que prevaleció en nuestro país en el siglo pa-
sado, en la actualidad el juez de control no cuenta con la custodia
de los objetos asegurados, pues de manera específica los artículos
290, 291 y 292 del CPPDGO, señalan que será una facultad ex-
clusiva del Ministerio Público la conservación de todos aquellos
objetos o evidencias materiales que hayan sido aseguradas en re-
lación con una conducta delictiva y, por tanto, ya no se observan
en los juzgados de control o de juicio oral, evidencias tales como
armas, llantas, ropa, tanques de gas, cable telefónico o incluso

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TIPOLOGÍA DEL JUZGADOR 49

vehículos asegurados, ya que estos se encuentran resguardados y


debidamente identificados mediante su cadena de custodia en las
instalaciones de la Fiscalía General del Estado.

G. Control judicial sobre la devolución de objetos asegurados

Esta posibilidad surge cuando cualquier persona involucrada ya


sea de forma directa o indirecta en un hecho criminal considera
que de forma innecesaria se está viendo privada de su patrimonio
en virtud de una orden ya sea del Ministerio Público o bien de ca-
rácter jurisdiccional. Es así como esta hipótesis faculta al juez de
control para determinar mediante la ponderación del caso con-
creto si corresponde o no la devolución de un objeto asegurado a
determinada persona, para lo cual el juzgador deberá tomar en
cuenta no solamente si el solicitante tiene responsabilidad penal
por el hecho que se analiza, sino también si el objeto en cuestión
resulta trascendente para la acreditación del hecho delictivo, o
bien, de la responsabilidad penal del imputado.
Ejemplo de lo anterior puede ser el caso de un hecho de trán-
sito cometido a título culposo y del cual quien aparezca como
víctima del mismo solicite la devolución de su vehículo una vez
que se hayan realizado los dictámenes periciales tendentes a de-
mostrar el valor de los daños, su existencia, así como la posible
causa del accidente y, así mismo, se pueda señalar que no proce-
dería la devolución de aquel vehículo que haya sido conducido
por el imputado al cometer un homicidio doloso y escondido el
cuerpo de la víctima en la cajuela de dicho automóvil, ya que de
forma independiente a la secuencia fotográfica que se haya to-
mado de la cajuela o de la toma de muestras o rastros biológicos
levantadas en dicho sitio, resultará importante para el éxito de la
investigación que en la medida de lo posible se conserve asegu-
rado el vehículo a efecto de garantizar la permanencia de los in-
dicios que éste mostraba al momento de ser detenido el probable
responsable.

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50 SISTEMA PENAL ACUSATORIO Y ORAL

H. Control judicial para la autorización de exámenes


y pruebas en las personas

De conformidad con el artículo 278 del CPPDGO, el Ministerio


Público podrá solicitar y será una facultad del juez de control
autorizar los exámenes y pruebas en las personas, esto, tanto del
imputado, como de la víctima o de cualquier involucrado de ma-
nera directa con el hecho criminal. Estos actos de investigación
por lo general se centran en la recopilación de muestras de carác-
ter biológico como lo pueden ser cabello, saliva o incluso la sangre
o los fluidos corporales de una persona, para lo cual y en caso de
no existir la libre voluntad de la persona para ello, el Ministerio
Público podrá solicitar al juez de control que ordene la realización
de dicha prueba, situación que podrá acordarse siempre y cuando
el juzgador considere que con la misma no se vulnera la dignidad
humana del sujeto, o bien, que se ponga en riesgo su salud.
No se pasa por alto el hecho consistente en que la dignidad hu-
mana es considerada por la Suprema Corte de Justicia de la Na-
ción y por la doctrina imperante en materia penal como el núcleo
duro o esencial de los derechos fundamentales de las personas, es
decir, el derecho a partir del cual nace el resto de prerrogativas
que se conceden a una persona por la sola condición de serlo, de
ahí que se le pueda considerar a la dignidad como la esfera irre-
ductible de los derechos de toda persona.

I. Control judicial de las actividades complementarias del peritaje

Esta posibilidad procesal a manera de acto de investigación por


parte del Ministerio Público se encuentra contemplada en el ar-
tículo 277 del CPPDGO, y consiste de forma principal en que
dicho órgano técnico solicite al juez de control su autorización
para recabar ya sea información oral o escrita de cualquier per-
sona involucrada en un hecho criminal.
De tal forma, el juez de control deberá ponderar la necesidad
de dicha prueba para el éxito del proceso penal y en su caso or-

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TIPOLOGÍA DEL JUZGADOR 51

denar a la persona requerida que permita la grabación de su voz


para su posterior cotejo y análisis, o bien, que escriba de su puño
y letra determinada información.
Este tipo de peticiones han sido comúnmente solicitadas en
casos relativos a delitos de secuestro y de los cuales en algunas
ocasiones se cuenta por parte del Ministerio Público con la gra-
bación de la voz de la persona que realizó telefónicamente las ne-
gociaciones del rescate con los parientes cercanos de la víctima,
así como algún texto hecho llegar a los familiares del pasivo con
los mismos fines.

J. Control judicial de la formulación de imputación

Esta hipótesis surge cuando el juez de control preside la audien-


cia de formulación de imputación, en cuyo caso, en términos
del artículo 298 del CPPDGO deberá vigilar que el Ministerio
Público al momento de informar al indiciado de los hechos que
se le acusan, indique claramente el tiempo, modo y lugar de la
realización de los mismos y de igual manera le señale tanto la for-
ma de intervención delictiva que se le atribuye, como la persona
que lo denuncia o querella, así como la reparación del daño aún
provisional que se le exige, ya que sólo de esta manera el defensor
del imputado podrá realizar verdaderamente una defensa técnica y
el imputado estará en condiciones de llevar a cabo una verdadera
defensa material, pues esta última consiste en que el imputado se
defienda por sí mismo de la acusación enderezada en su con-
tra y esto lógicamente sólo podrá suceder cuando el imputado
realmente entienda no nada más de qué se le está acusando, sino
que conozca todos los detalles y circunstancias de realización del
hecho que se le imputa. Lo anterior obliga al juez de control en-
tonces a requerir del Ministerio Público las aclaraciones o preci-
siones que sean necesarias a efecto de posibilitar que el imputado
no tenga duda respecto de qué se le está acusando.

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52 SISTEMA PENAL ACUSATORIO Y ORAL

K. Control judicial sobre la imposición de medidas cautelares

Las medidas cautelares son una figura jurídica de carácter


instrumental bajo un concepto totalmente novedoso dentro del
sistema de justicia penal mexicano, ya que éstas no tienen por
objeto asegurar la totalidad del posible daño a resarcir por parte
del imputado a la víctima, esto, como sucedía anteriormente con
la caución que se imponía a los indiciados a efecto de que obtu-
viesen su libertad provisional, sino como ya se indicó tienen por
objeto asegurar como lo señala el artículo 166 del CPPDGO, la
comparecencia del imputado a proceso, evitar que éste pueda
obstaculizar la investigación, o bien, que se convierta en un peli-
gro para la víctima, los testigos o la sociedad.
Es así que el juez de control deberá imponer una o varias de
las medidas cautelares que contempla la legislación procesal pe-
nal no en función primordialmente del daño causado, sino del fin
que se busca alcanzar con las mismas, ya que éstas se rigen tal y
como lo señala el artículo 8o. del CPPDGO, bajo los principios
de proporcionalidad y excepcionalidad.
De lo anterior resulta destacable la posible imposición de la
medida cautelar de prisión preventiva, la cual aparece ciertamen-
te como una facultad del juez de control a través de la siguiente
dicotomía: a) la imposición de prisión preventiva tratándose de
delitos graves, y b) la imposición de prisión preventiva, tratándo-
se de delitos no graves, pero de los cuales el juzgador considere
que no exista otra medida idónea para asegurar que el imputa-
do comparecerá al proceso, no obstaculizará la investigación, o
bien, que no se convierta en un peligro para la víctima, testigos
o la sociedad.
De tal forma, y en cuanto al primero de los casos citados se tie-
ne que para el juez de control resultará de imposición oficiosa la
medida cautelar de prisión preventiva en todos aquéllos casos en
que se haya formulado imputación o vinculado a proceso por un
delito considerado como grave, hipótesis que se encuentran deta-
lladas tanto en el párrafo segundo del artículo 19 de la Constitu-

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TIPOLOGÍA DEL JUZGADOR 53

ción federal, como en el artículo 167 del CPPDGO y que aluden


de forma principal a los delitos de homicidio doloso, violación,
secuestro, cometidos por medios violentos como armas y explosi-
vos, contra el libre desarrollo de la personalidad, contra la salud
y de trata de personas.
En tanto que de los delitos considerados como no graves y en el
caso del estado de Durango, el juez deberá considerar el peligro
potencial existente en cuanto a que el imputado no comparezca
libremente al proceso, obstaculice la investigación o represente
un peligro para la víctima, testigos o la sociedad, esto a través de
los criterios orientadores que para ello establecen los artículos 183,
184 y 185 del CPPDGO, entre los cuales se destacan el máximo
de pena que se le pueda llegar a imponer al imputado, la posibi-
lidad de que éste influya en la víctima o testigos para que alteren
su declaración, obstaculice la investigación, o bien, que pueda
llegar a cometer un delito doloso contra la víctima, los testigos o
la sociedad.

L. Control judicial respecto de la procedencia de la vinculación


o no a proceso

La audiencia de término constitucional tiene por objeto que el


juez de control pondere los argumentos debatidos por las partes
y así considere la obligación del Ministerio Público respecto de la
carga probatoria que éste tiene para establecer tanto la existen-
cia del hecho delictivo como de la probable responsabilidad del
imputado y así determine si vincula o no a proceso al imputado.
Es así como el juez de control tiene que vigilar en esta audien-
cia no sólo la debida aplicación de los principios rectores del siste-
ma para la generación de información útil, legal y propia para su
decisión, sino también la licitud de los datos de prueba que hayan
sido expuestos por el Ministerio Público, así como la fortaleza ló-
gica de cada uno de ellos y la manera en que cada uno de estos
se entrelazan para demostrar, aún de forma probable, que se han
materializado cada uno de los requisitos que la legislación exige
para vincular a proceso a una persona.

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54 SISTEMA PENAL ACUSATORIO Y ORAL

M. Control judicial del plazo para cierre de investigación

Esta audiencia se verifica una vez que dentro de una causa pe-
nal exista un auto de vinculación a proceso (artículo 306 del
CPPDGO) y tiene por objeto que el juez de control mediante la
intervención de las partes y aún de manera oficiosa, determine
el plazo dentro del cual podrá continuarse con la investigación,
para ello el juzgador deberá tomar en cuenta tanto la comple-
jidad del asunto, la penalidad que este contemple, así como las
diligencias de investigación que justifiquen las partes tener pen-
dientes de realizar.
Dado lo anterior, en la práctica ha resultado común observar
que en delitos menores como el robo simple, o bien, de daños a tí-
tulo culposo, los plazos son menores a dos meses e incluso de pocos
días, en tanto que en los de alto impacto social y, por ende, de un
alto quantum de la pena a imponer como el secuestro, trata de per-
sonas u homicidio calificado, el plazo por lo general llega al límite
de lo legalmente permitido, es decir, a seis meses.

N. Control judicial de los criterios de oportunidad

Los criterios de oportunidad son una facultad exclusiva del Mi-


nisterio Público, misma que puede ejercer libremente durante
cualquier momento del proceso, ya sea en sede ministerial o ju-
dicial hasta antes del dictado del auto de apertura a juicio oral,
esto, bajo premisas de razonabilidad ante delitos que la doctrina
ha definido como de bagatela, pena natural, o bien, de pena ex-
cesiva.
De tal forma dichos criterios se observan como una excep-
ción que la ley le otorga al representante social para no observar
el principio de legalidad y, por tanto, no ejercer acción penal a
pesar del conocimiento de un determinado hecho delictivo en
pro de una eficaz procuración de justicia, es decir, al discriminar
casos de poca relevancia o impacto social para así concentrar
sus esfuerzos y recursos en aumentar sus posibilidades de éxito

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TIPOLOGÍA DEL JUZGADOR 55

respecto de aquellos que sean socialmente más importantes. Bajo


este panorama el juez de control podrá conocer de los criterios de
oportunidad únicamente en aquellos casos en que la víctima, el
ofendido o el imputado considere que los mismos se han negado
o aprobado de forma injustificada, ya que sólo el juzgador podrá
analizar la decisión del Ministerio Público y en su caso acordar
de manera directa la aplicación o negación del criterio de opor-
tunidad.

Ñ. Control judicial de la prueba anticipada

La regla prevalente en cuanto al desahogo de prueba dentro del


sistema acusatorio establece que la información que se tome en
cuenta tendrá que ser desahogada de forma directa ante el tri-
bunal de juicio oral (artículo 383 del CPPDGO), sin embargo
existen excepciones a tal extremo en la propia ley (artículo 385
del CPPDGO), entre las cuales se destaca la prueba anticipada
que contempla el artículo 286 de la legislación procesal en cita,
esta permite precisamente que las partes, ya sea el Ministerio Pú-
blico o la defensa soliciten el desahogo ante juez de control de
una determinada testimonial o pericial cuando consideren que
el contenido de la misma corre riesgo de perderse ante la posible
muerte del declarante, o bien, porque éste vaya a viajar fuera del
lugar del juicio, corra riesgo de su persona en razón de lo tras-
cendente de su dicho, así como cuando exista temor de su inca-
pacidad física o mental o de alguna otra causa que por su propia
naturaleza pueda generar que la información que pueda aportar
el declarante se pierda.
Dado lo anterior, la labor del juez de control se debe centrar
en analizar que efectivamente los motivos que expongan las par-
tes justifiquen la tramitación de la prueba anticipada, ya que di-
cha probanza trascenderá incluso hasta el juicio oral con todo el
valor legal que la propia legislación le otorga. De ahí, que de dar-
se el desahogo de la misma el juzgador deba vigilar que en dicha
diligencia se respeten adecuadamente los principios rectores del

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56 SISTEMA PENAL ACUSATORIO Y ORAL

sistema como lo puede ser el de contradicción entre las partes, así


como también que se lleve a cabo el interrogatorio del declarante
de forma adecuada.
Comentario aparte merece la prueba anticipada cuando no
ha sido detenido o identificado el probable responsable, pues en
este caso y por obvias razones no podrá ejercer su derecho a in-
terrogar de forma directa al testigo y tampoco lo podrá hacer
de forma posterior en caso de llegar el proceso hasta juicio oral,
esto siempre y cuando prevalezcan las causas que en su momento
hayan justificado el desahogo de la prueba de forma anticipada.

O. Control judicial de incidentes

Otra función que se reconoce al juez de control dentro de la etapa


de investigación e incluso intermedia del sistema acusatorio es la
consistente en resolver las excepciones que lleguen a formular las
partes, las cuales se encuentran en el artículo 327 de la legisla-
ción duranguense en cita y que comprenden la incompetencia,
litispendencia, cosa juzgada, falta de autorización para proceder
penalmente o de algún otro requisito de procedibilidad, cuando
las Constituciones federal y estatales o la ley lo exijan; así como la
de extinción de la acción penal. Para esto el juzgador podrá inclu-
so recibir en audiencia prueba de las partes para demostrar sus
dichos para así fundar y motivar su resolución, sin embargo, en la
práctica comúnmente no se presentan este tipo de excepciones en
razón del sistema informático y de registro de causas que se lleva
en la entidad y que permite detectar de forma sencilla cuando
una persona ya ha sido juzgada por un determinado hecho, si
la acción penal se encuentra extinguida, o bien, si alguna causa
tiene dependencia con una diversa.
Cuestión diferente se puede señalar respecto de la excepción
de incompetencia en razón de la fecha en que se cometió el de-
lito tratándose de los delitos continuos o continuados, así como
respecto de aquellos que se generan en otra entidad federativa sin
sistema acusatorio y tienen efectos en el Primer Distrito Judicial

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TIPOLOGÍA DEL JUZGADOR 57

del Estado de Durango, en donde ya se cuenta con la implemen-


tación del sistema acusatorio.
De ahí que para mayor abundamiento se tenga que las ex-
cepciones a manera de incidentes aparecen en el CPPDGO en
su artículo 327 bajo un concepto aparentemente numerus clausus
o sistema cerrado mediante el cual se señalan las cinco hipótesis
mediante las cuales las partes podrán impedir el desarrollo del
proceso penal, o bien, solicitar a la autoridad correspondiente su
declinación en cuanto al conocimiento de dicha causa, por lo que
a continuación se analizará cada una de ellas, esto, tal y como lo
exponen los jueces Valadez, Guzmán y Díaz35 al siguiente tenor:

a. Incompetencia

Esta excepción de carácter procesal implica la posibilidad de que


alguna de las partes solicite a la autoridad que esté conociendo
del proceso su abstención respecto de seguir haciéndolo, esto, a
razón de considerar que tal autoridad es incompetente para co-
nocer y resolver sobre el caso concreto, para esto conviene seña-
lar que se distinguen cuatro formas de competencia a saber: ma-
teria, cuantía, grado y territorio. De donde la competencia por
materia se dará en función de si el asunto es civil, familiar, penal o
mercantil, y en ese caso, le corresponderá al juez especializado en
cada área conocer tal asunto; este tipo de competencia y de ma-
nera específica en materia penal admite otras divisiones a saber:
a) la que existe entre la materia penal de carácter federal y la del
fuero común, y b) la relativa al sistema de adultos y de menores.
Por último, y en cuanto a este tipo de situaciones, tanto el ar-
tículo 106 del CPPDGO, como la opinión de la Suprema Corte
de Justicia de la Nación reconocen que la autoridad que se consi-
dera incompetente deberá resolver lo que se conoce como actos
urgentes, siendo estos la declaración preparatoria del imputado,

35  Valadez Díaz, Manuel et al., Diccionario práctico del juicio oral, México, UBI-
JUS, 2011, pp. 139-141.

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58 SISTEMA PENAL ACUSATORIO Y ORAL

así como el dictado del respectivo auto de término constitucional,


luego de lo cual podrá proceder la declaratoria de incompetencia
por dicha autoridad.
Caso aparte resulta la resolución de la situación jurídica de un
menor de edad que es puesto a disposición de un juez de adultos,
quien en todo caso consideramos que de manera inmediata e in-
cluso sin el dictado de un auto de vinculación a proceso, deberá
remitir inmediatamente a dicho menor ante el juez especializado
en derecho minoril a efecto de tutelar adecuadamente el interés su-
perior del menor, pues sin lugar a dudas el marco normativo de los
menores le será más benéfico no sólo en cuanto al catálogo de
medidas cautelares a imponerle, sino a las condiciones para ello,
pues tratándose de la prisión preventiva se reconoce que en los
centros de reclusión para adultos por lo general no se cuenta con
espacios especiales para la detención de menores de edad.

b. Litispendencia

Esta excepción hace referencia al caso en que un mismo hecho


que se pretende juzgar ya está siendo procesado o tramitado ante
una diversa autoridad, de tal manera que se pudiera dar en la
práctica el dictado de dos sentencias respecto del mismo caso,
situación que resultaría poco práctica para el indiciado y además
contradictoria para la administración de justicia ya que pudiera
darse el caso de que ambas sentencias fuesen contrarias entre sí,
de ahí que ante este tipo de situaciones deba dejarse sin efecto
bajo criterio temporal el segundo de los juicios.

c. Cosa juzgada

Esta excepción hace alusión dentro de la teoría general del proce-


so respecto de aquellas resoluciones que ya han causado estado,
es decir, de aquellas sentencias que con el carácter de definitivas
ya no admiten recurso alguno en su contra y que en el caso de
la materia penal lo pudiéramos observar en una sentencia dic-

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TIPOLOGÍA DEL JUZGADOR 59

tada en procedimiento abreviado que no haya sido apelada, ni


recurrida en amparo directo, o bien, respecto de una sentencia
emitida en juicio oral y de la cual a pesar de haber sido inter-
puesto recurso de casación y el posterior amparo directo, ésta
haya sido confirmada y por tanto no quede mayor posibilidad en
contra de ella. Esta excepción mantiene una fuerte relación con
el contenido del artículo 23 de nuestra Constitución federal, mis-
mo que contiene el principio latino non bis in idem, que conlleva la
prohibición para la autoridad en cuanto a juzgar dos veces a una
persona por los mismos hechos, por tanto, si a un gobernado se
le absuelve en un proceso por determinado hecho, será imposible
que se le vuelva a someter a juicio respecto del mismo suceso.

d. Falta de autorización para proceder penalmente

Dicha excepción refleja la inexistencia de un requisito de carác-


ter procesal para la continuación del proceso penal, estos requisi-
tos pueden ser subsanables en cualquier momento y una vez rea-
lizado esto, podrá continuar el proceso, entre tales excepciones
podemos señalar la referente a la inexistencia de la querella co-
rrespondiente en aquellos delitos a que hace mención el artículo
242 del Código Procesal Penal, o bien, la falta de determinación
de alguna situación jurídica que pudiese emanar de un delito di-
verso o de algún juicio de distinta naturaleza a la materia penal.

e. Extinción de la acción penal

Este incidente para la terminación del proceso penal, se encuentra


regulado en los artículos 93 del CPPDGO y 102 del Código Penal
de la misma entidad y contienen aquellas hipótesis que por su
naturaleza ponen término al proceso penal, es decir, nos encon-
tramos ante diversos actos de carácter procesal que por su impli-
cación y significado impiden que la autoridad jurisdiccional siga
conociendo del asunto. Entre estos podemos señalar de manera
preponderante y dentro de la óptica del nuevo sistema de justicia

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60 SISTEMA PENAL ACUSATORIO Y ORAL

penal, a los mecanismos alternativos de solución de controversias


debidamente cumplidos por el imputado, al vencimiento del plazo
de la suspensión del proceso a prueba con un cumplimiento exac-
to del plan de reparación y de condiciones por parte del imputa-
do, así como al otorgamiento de perdón por parte de la víctima u
ofendido respecto de aquellos casos que aparecen contemplados
en el artículo 108 del Código Penal y 242 del Código Procesal de
Durango.

P. Control judicial de las salidas alternas y de terminación anticipada


del proceso

a. Mecanismos alternativos de solución de controversias

En cuanto a la audiencia para la aprobación de mecanismos alter-


nativos de solución de controversias se indica que esta tiene por obje-
to que las partes logren solucionar el conflicto penal de manera
voluntaria y sin la intervención en cuanto a la toma de decisión
para ello o de las condiciones de su aplicación del juez de control.
Dado lo anterior, el juzgador tendrá que vigilar en dicha audien-
cia que las partes cumplan los requisitos que la legislación impo-
ne para este tipo de acuerdos, tal y como se deriva de los artículos
211, 212, 213 y 214 del CPPDGO, entre los que se destacan que
el tipo de delito o el máximo de pena así lo permitan, que se
haya cubierto la reparación del daño, que el imputado no haya
celebrado pactos de la misma naturaleza por hechos dolosos y de
forma especial, que tanto la víctima u ofendido como el imputa-
do accedan a la celebración del mecanismo de forma totalmente
libre y voluntaria, ya que en no pocas ocasiones el juzgador se
ha percatado que la víctima u ofendido ha recibido presiones de
diversa índole para aceptar el pacto reparatorio.

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TIPOLOGÍA DEL JUZGADOR 61

b. Suspensión del proceso a prueba

Ahora bien y en cuanto a la audiencia de suspensión del proceso a


prueba, se tiene que la misma tiene por objeto que el juzgador or-
dene la suspensión de la causa penal hasta en tanto el imputado
cubra un plazo mínimo de seis meses y máximo de tres años bajo
un plan de reparación del daño y de condiciones impuesto por
el juez de control a propuesta de las partes y aceptado por éste y
mediante el cual demuestre el imputado al tribunal su voluntad
de enfrentar su responsabilidad por la comisión de un hecho cri-
minal, de tal forma que si cumple con lo ordenado pueda termi-
narse la causa penal.
Es así como en esta audiencia el juzgador tendrá que analizar
que el tipo de delito por el cual se procesa al indiciado permita la
aplicación de la suspensión y asimismo, que el imputado cumpla
tanto con la reparación del daño, como con las condiciones im-
puestas, ya que de no ser así deberá ordenar incluso de forma ofi-
ciosa ya sea la reanudación de la causa penal, o bien, la prórroga
de la suspensión hasta por dos años más.

c. Procedimiento abreviado

El procedimiento abreviado se encuentra contemplado en la


fracción VII del apartado A del artículo 20 de la Constitución
federal, mismo que establece:

VII. Una vez iniciado el proceso penal, siempre y cuando no exista


oposición del inculpado, se podrá decretar su terminación anticipa-
da en los supuestos y bajo las modalidades que determine la ley. Si
el imputado reconoce ante la autoridad judicial, voluntariamente y
con conocimiento de las consecuencias, su participación en el delito
y existen medios de convicción suficientes para corroborar la im-
putación, el Juez citará a audiencia de sentencia. La ley establecerá
los beneficios que se podrán otorgar al inculpado cuando acepte su
responsabilidad.36

36  Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.

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62 SISTEMA PENAL ACUSATORIO Y ORAL

Dicha fracción da pie a que en las legislaciones estatales se


pueda contemplar la terminación anticipada del proceso me-
diante la aceptación del imputado de los hechos que son objeto
del proceso, situación que la legislación procesal duranguense re-
toma a la perfección dentro del título relativo a los procedimien-
tos especiales, esto, al conceptuar la figura jurídica denominada
“procedimiento abreviado”, misma que se regula principalmente
en los artículos 418, 419 y 420 de dicho ordenamiento.
Dichos numerales señalan los requisitos de procedibilidad del
procedimiento abreviado en dicha entidad, por lo que establecen
como mínimo la existencia de la solicitud presentada ya sea por el
Ministerio Público o por el acusado y que asimismo éste acepte los
hechos que se le hayan planteado en la acusación, así como que
la representación social, el acusador coadyuvante o la víctima no
presenten oposición fundada a su solicitud. De esto, encontramos
que de forma interesante dicho código adjetivo señala que debere-
mos entender por oposición fundada al señalamiento que realice
el acusador coadyuvante en relación con el actuar del Ministe-
rio Público que pueda provocar una disminución injustificada de
pena respecto del acusado, es decir, que se clasifiquen de forma
inexacta los hechos, se ubique de manera equívoca la forma de
intervención delictiva o bien se le concedan modalidades que be-
neficien de forma injustificada al acusado y que le redunden en
una pena más baja.
Asimismo, se observa que en todo caso el procedimiento abre-
viado procederá después de que se haya hecho la acusación al
imputado (misma que podrá ser formulada por la representación
social incluso en forma verbal), esto, en virtud de que sólo en la
acusación el Ministerio Público habrá determinado el quantum de
la pena que desea solicitar para el entonces imputado y así se po-
drá determinar de forma certera el porcentaje o fracción del be-
neficio que recibirá el gobernado en el proceso, pues no debemos
olvidar que un punto clave y quizás el más atractivo del procedi-
miento abreviado para el acusado, consiste en la posibilidad de
recibir una disminución sensible en el quantum de las penas que se
le vayan a imponer en caso de ser encontrado culpable.

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TIPOLOGÍA DEL JUZGADOR 63

Dándose una situación diferente en el caso de los delitos de ho-


micidio simple y calificado, secuestro, robo con violencia, desapa-
rición forzada de personas, tortura, violación, trata de personas,
abusos sexuales con penalidad agravada cometidos en perjuicio
de menores y de personas con discapacidad, en los cuales, si bien
es cierto, podrá existir la disminución del tercio de la que hemos
hablado ésta se otorgará en virtud del grado de culpabilidad del sen-
tenciado y en consecuencia dependerá de la ubicación que de la
culpabilidad haga el juzgador, para poder conocer el beneficio
que a final de cuentas reciba el acusado.
Parte esencial en cuanto a la procedencia del procedimiento
abreviado se encuentra en que el imputado conozca su derecho a
exigir un juicio oral y por tanto entienda los términos del acuerdo
que va a realizar al aceptar los hechos de los que se le acusa y que
en todo caso ha prestado libremente su voluntad para tal efecto.
Debe agregarse a lo anterior que no bastará con la aceptación de
los hechos por parte del imputado para que éste reciba una sen-
tencia condenatoria, sino que además será menester que el juz-
gador observe que de los datos expuestos por la representación
social éste pueda ser culpable, ya que en caso contrario y bajo el
principio de culpabilidad que establece el Código Penal del Esta-
do de Durango en su artículo 5o. deberá absolverlo.

3. Etapa intermedia

Esta etapa de conformidad con el artículo 321 del CPPDGO tie-


ne por objeto que el juez de control dirija el debate a efecto de
determinar cuáles serán los medios de prueba que podrán ser
admitidos para su desahogo en la etapa de juicio oral y así mismo
pondere la procedencia de los acuerdos probatorios realizados
entre las partes, de ahí que esta audiencia tenga por intención
dirimir todas aquellas cuestiones que pudieran impedir el libre y
adecuado desarrollo de la audiencia de debate en juicio oral. Di-
cha etapa se puede dividir procesalmente hablando en una escrita

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64 SISTEMA PENAL ACUSATORIO Y ORAL

y una diversa que es oral, verificándose la primera una vez que


el Ministerio Público ha declarado cerrada la investigación y en
razón de lo cual formula su acusación respecto del indiciado y la
segunda al momento en que ante el juez de control y en la au-
diencia respectiva el Ministerio Público reitera su acusación y la
defensa manifiesta lo que a su derecho conviene al respecto, esto
tal y como lo contemplan los artículos 326 y 329 del CPPDGO.
Es así que se pueda concluir que en esta etapa

el juez de control —también llamado juez de garantías— resuelve


sobre formas alternativas de terminación del proceso o de solución
del conflicto y la reparación del daño. En esta fase se depura la prue-
ba que pasará a la audiencia de juicio y, en general, se determina la
realización de un juicio oral y su contenido.37

Dado lo anterior se tiene que de la audiencia intermedia re-


sultan destacables las siguientes actividades del juez de control:

A. Control judicial de la reapertura de la investigación

De conformidad con el artículo 314 del CPPDGO el juez de con-


trol podrá en la audiencia intermedia autorizar la reapertura de
la investigación hasta por un término de 30 días, esto, cuando la
mesa de la defensa le justifique que existen medios de prueba pen-
dientes de obtener, siempre y cuando hayan sido solicitados con
anterioridad a la representación social y que la misma no haya
ordenado su desahogo, o bien, que el mismo aún se encuentre en
trámite.
Este tipo de situaciones son de frecuente aparición en aquellos
casos en los que la representación social considere innecesaria
una determinada prueba o cuando tiene renuencia para llevarla
a cabo, tal y como puede ser el caso de la práctica de un nuevo

37  Natarén Nandayapa, Carlos y Ramírez Saavedra, Beatriz, Litigación oral


y práctica forense penal, México, Oxford, 2009, p. 57.

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TIPOLOGÍA DEL JUZGADOR 65

examen psicológico a una menor víctima en un delito de natura-


leza sexual o cuando esté pendiente de recibirse información por
parte de instituciones que de forma general se dilatan para ello,
como lo son las bancarias, así como las dedicadas al manejo de
la telefonía celular.

B. Control judicial de los acuerdos probatorios

Los acuerdos probatorios aparecen como una facultad de carác-


ter procesal que se les concede a las partes a efecto de que de
forma libre y consensada determinen cuáles hechos tendrán por
aceptados para la audiencia de debate en juicio oral, esta situa-
ción permite que en dicha audiencia las partes se centren en pun-
tos realmente importantes y no se pierda tiempo en cuestiones
que pueden resultar obvias o ampliamente demostradas.
Es así como en algunos casos y tratándose del delito de homi-
cidio las partes han acordado tener por probada la muerte del
pasivo, así como la causa generadora de la misma y, en ese con-
texto, la audiencia de debate en juicio oral se ha centrado exclu-
sivamente en demostrar si el acusado resulta responsable o no
de haber cometido el homicidio que ya previamente se tuvo por
acreditado.
Ahora bien, para la realización de estos acuerdos probatorios
la legislación procesal en cita faculta al juez de control a efecto
de que sea éste quien los valide, para lo cual tendrá que cercio-
rarse que existe no solamente la voluntad de las partes para ello,
sino datos de prueba lo suficientemente sólidos para establecerlo.

C. Control judicial de los medios de prueba a desahogar en la audiencia


de debate en juicio oral

Una de las principales actividades de un juez de control es la de


dirigir la audiencia intermedia a efecto de resolver cuáles serán
los medios de prueba que resultan aceptables para ser desahoga-
dos en juicio oral, esta situación no resulta siempre sencilla en ra-

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66 SISTEMA PENAL ACUSATORIO Y ORAL

zón de las diversas alegaciones de las partes y de la gran cantidad


de posibilidades que la misma prueba arroja por sí misma, con-
texto que puede situar al tribunal de juicio oral ante la disyuntiva
nada sencilla respecto de decidir si procede al desahogo de una
prueba que considere mal admitida.
Para tal facultad el juzgador deberá determinar de manera
general cuál medio de prueba resulta admisible o no, para lo cual
deberá considerar si la misma tiene pertinencia con el hecho cri-
minal a estudio o bien si la misma aparece como superabundan-
te, irrelevante, inadmisible, relativa a hechos públicos y notorios
o incluso ilícita.
Dado esto, se procede a definir cada una de estas hipótesis en-
contrando que:

a. Prueba superabundante

Este caso se verifica cuando alguna de las partes ofrece dema-


siados medios de prueba para acreditar un mismo hecho, ejem-
plo de lo anterior podría suscitarse cuando el Ministerio Público
oferte tres periciales con el fin de demostrar el daño psicológico
sufrido por una víctima de violación y ante lo cual el juez de
control podrá limitar el número de las mismas en razón de con-
siderar que con un sólo dictamen debidamente explicado por el
perito puede ser suficiente para acreditar el posible daño sufrido
por la víctima.

b. Prueba irrelevante

Este tipo de probanza se genera cuando alguna de las partes de-


sea desahogar en juicio oral un medio de prueba que de manera
natural resulta ajeno a los hechos objeto del juicio, tal y como
sería el caso de aquella testimonial que busque acreditar la hora
promedio en que el acusado acostumbra tomar su desayuno, tra-
tándose de un delito patrimonial como es el caso de un fraude
específico en virtud de un cheque librado sin fondos suficientes
para su pago.

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TIPOLOGÍA DEL JUZGADOR 67

c. Prueba inadmisible

Esta hipótesis abarca aquellos medios de prueba que si bien es


cierto pueden tener relación con el hecho a estudio y ser enton-
ces pertinentes, también lo es que son ofrecidos sin atender las
reglas que de forma específica la legislación procesal penal exige
para ello y que, por ende, los convierte en prueba inadmisible.
Ejemplo de lo anterior sería aquella testimonial que se ofrece sin
señalar la materia sobre la que versará la declaración del testigo
(artículo 318 del CPPDGO), así como la de aquel perito que es
ofertado sin acompañarse su dictamen, o bien, su cédula pro-
fesional o documento idóneo para acreditar su experticia en la
materia (artículos 319 y 365 del CPPDGO).

d. Prueba de hechos públicos y notorios

Igualmente resultaría inadmisible aquel medio de prueba que se


refiera a cuestiones que resultan fácilmente conocidas y amplia-
mente aceptadas por los sujetos procesales al interior del proceso,
tal como sería el caso consistente en una causa penal iniciada en
contra de un funcionario público de alto nivel y del cual no exista
la menor duda tanto de su identidad, como del cargo de elección
popular que ostenta.

e. Prueba ilícita

Este tipo de probanza se puede entender como aquella que es


generada mediante la violación de derechos fundamentales del
imputado, la cual tiene un amplio tratamiento tanto a nivel supra-
nacional en los diversos tratados internacionales que ha suscrito
el Estado mexicano, como a nivel local en la legislación doméstica
ya sea en la Constitución federal o en el Código Procesal Penal
del Estado de Durango. De tal forma, que en este caso el juez
de control podrá excluir todo medio de prueba que estime haya
sido obtenido ilícitamente, esto aún de manera oficiosa en razón

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68 SISTEMA PENAL ACUSATORIO Y ORAL

de la obligación de éste para ello en términos del artículo 1o. de


nuestra carta magna para constituirse en garante de los derechos
humanos mínimos de toda persona que se ve inmiscuida en un
proceso penal.

D. Control judicial del auto de apertura a juicio oral

Una vez que termina el debate entre las partes respecto de los po-
sibles acuerdos probatorios a generar para la audiencia de juicio
oral, así como de los medios de prueba que deban ser admitidos
para tal fin, el juez de control deberá aglutinar en una resolución
todo lo ahí tratado y dictar en consecuencia el auto de apertura
a juicio oral. Esta resolución tiene una singular importancia para
el adecuado desarrollo del juicio oral, pues el juzgador deberá ser
cuidadoso de establecer claramente por qué admitió o desechó
cada uno de los medios de prueba ofertados por las partes, el
perímetro de aplicación de cada uno de los admitidos, así como
también delimitar el alcance preciso de los acuerdos probatorios
que se hayan generado. La omisión de lo anterior puede provocar
la inconformidad de las partes en caso de que el auto de apertura
no corresponda a las decisiones que el juzgador haya tomado en
audiencia y también puede provocar dificultades para el tribunal
de juicio oral ante pruebas admitidas de forma indebida o expli-
cadas de manera escueta. Esto de forma independiente a la posi-
bilidad de las partes en cuanto a inconformarse de los acuerdos
tomados en audiencia por el juzgador, así como del contenido
que finalmente le otorgue al auto de apertura.

II. Juez de juicio oral

Tal y como lo expresa Diana Cristal González: “Estos jueces co-


nocen la teoría del caso de ambas partes por primera vez, hasta
la audiencia de juicio oral. Es hasta este momento que los jueces

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TIPOLOGÍA DEL JUZGADOR 69

tienen conocimiento del caso y sólo a través de las partes”.38 Lo


anterior tiene por objeto que dicho Tribunal Colegiado no tenga
una idea preconcebida sobre el caso a estudio a efecto de maximi-
zar la igualdad entre las partes en razón del desconocimiento de
los mismos en cuanto a las posibles incidencias o peculiaridades
que el caso haya arrojado previamente en las etapas de investiga-
ción e intermedia. Al seguir a la autora en cita se tiene que a los
jueces de juicio oral también se les denomina jueces de conoci-
miento y que estos cuentan con las siguientes funciones de forma
elemental:

• Llevar de manera continua e ininterrumpida el juicio.


• Velar por el cumplimiento de los principios rectores.
• Resolver las solicitudes de preclusión de la investigación
• Determinar sobre la conclusión del proceso y sobre la liber-
tad del acusado. Si fuera necesario antes de la sentencia.
• Adoptar las medidas judiciales necesarias para asistir a las
víctimas.
• Dictar el fallo.39

En cuanto al juicio oral se admite que este tiene por objeto que el
tribunal determine si el Ministerio Público ha logrado o no la acre-
ditación de su teoría del caso, es decir, la demostración de la plena
responsabilidad penal del acusado, así como la existencia jurídica
y material del hecho que se le atribuye, esto de forma independien-
te a que en dicho proceso se pueda establecer también la validez
lógica de la teoría del caso de la defensa, ya que bajo el principio
latino conocido como onus probandi la carga de la prueba le asiste
a la parte acusadora y bajo lo anterior la defensa pudiera incluso
tomar una actitud pasiva, es decir, sin proponer una teoría del
caso alterna a la del Ministerio Público y aún así obtener una sen-

38  González Obregón, Diana Cristal, op. cit., p. 50.


39  Ibidem, p. 51.

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70 SISTEMA PENAL ACUSATORIO Y ORAL

tencia absolutoria en virtud de la incapacidad del representante


social para acreditar la propia.

1. Control judicial de las causas de suspensión de la audiencia de debate

De conformidad con el artículo 347 del CPPDGO, la audiencia


de debate en juicio oral podrá suspenderse cuando el Tribunal
Colegiado considere que existen motivos suficientes para ello, ta-
les como que se deba resolver una cuestión incidental, tenga que
practicarse algún acto fuera de la sala de audiencias, no compa-
rezcan testigos, peritos o intérpretes y deba realizarse una nueva
citación, algún juez o el acusado se enfermen a tal extremo que
no puedan continuar interviniendo en el debate, alguna de las
partes no pueda ser remplazado inmediatamente en el supuesto
en que legalmente deban serlo, se suscite alguna catástrofe o he-
cho extraordinario, o bien, que el Ministerio Público la necesite
para variar la acusación con motivo de las pruebas desahogadas,
en cuyos casos los juzgadores integrantes del tribunal deberán
ponderar la procedencia de la suspensión solicitada por las partes
o bien de manera oficiosa en razón de alguna de las causas ya ci-
tadas. Esta suspensión deberá ser por un término máximo de diez
días, ya que en caso contrario tendrá que declararse la nulidad
de todo lo actuado en la audiencia de juicio oral y convocarse a
un nuevo juicio, mismo que se tramitará ante un tribunal distinto
al primero.
De forma frecuente los jueces orales se enfrentan ante incom-
parecencias de testigos o peritos debidamente citados, en cuyo
caso se ha procedido a suspender la audiencia dentro del térmi-
no ya citado hasta en tanto se haga comparecer por medio de la
fuerza pública al testigo o perito renuente a asistir, de igual forma
se han suspendido juicios en virtud de la enfermedad tanto de
agentes del Ministerio Público como incluso de los propios juz-
gadores orales.

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2. Control judicial de la acusación al inicio del debate

De conformidad con el artículo 380 del CPPDGO, es una facul-


tad del tribunal oral la declaración de apertura de la audiencia
de juicio oral, para lo cual el presidente de la misma señalará la
acusación que deberá ser objeto del juicio, misma que se encuen-
tra contenida en el auto de apertura de juicio oral, así como los
acuerdos probatorios a que hubiesen llegado las partes, de tal
forma que la autoridad jurisdiccional al inicio de la audiencia
prácticamente fija el tema central de la litis, así como el períme-
tro dentro del cual tendrán que moverse las partes en cuanto a sus
argumentaciones y debate.

3. Control judicial de la dirección de la audiencia

Dentro de las principales facultades de los juzgadores orales se


puede señalar la relativa a la dirección de la audiencia de juicio
oral, ya que:

El presidente del tribunal o el Juez en el caso de los tribunales uniper-


sonales-es el encargado de dirigir el desarrollo del juicio conforme a
lo establecido en la legislación procesal, a fin de alcanzar el objetivo
que este órgano judicial persigue de conocer los hechos que se atri-
buyen al acusado y su alegación, escuchar al imputado, así como a
los testigos y peritos, examinar las pruebas documentales y realizar
la inspección del lugar del suceso, para formarse su convicción en
relación a lo sucedido, y, de acuerdo con la ley penal, decidir si el
procesado es culpable o inocente del hecho que se le atribuye por
la acusación del fiscal. A esos fines el presidente del tribunal está in-
vestido de facultades de dirección y disciplinarias que le permitirán
cumplir con su cometido.40

40  Bodes Torres, Jorge, El juicio oral doctrina y experiencias, México, Flores
Editor y Distribuidor, 2009, p. 127.

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72 SISTEMA PENAL ACUSATORIO Y ORAL

Dado lo anterior, el presidente del tribunal oral deberá man-


tener el control de la intervención de las partes así como también
el orden que deben guardar las mismas y la continuidad o se-
cuencia que estas deben mostrar en relación con lo que establece
la legislación procesal para ello, como también respecto del con-
tenido del auto de apertura a juicio oral. Es así, como el artículo
380 del CPPDGO establece que una vez iniciada una audiencia
por el presidente del tribunal éste deberá otorgar el uso de la
voz a las partes para que expongan sus alegatos de apertura den-
tro del término previamente concedido para ello, situación que
resulta igualmente aplicable a los alegatos de clausura, en tanto
que el numeral 382 del CPPDGO señala que el desahogo de la
prueba se verificará iniciando con la admitida a la representación
social para luego continuar posteriormente con la ofertada por la
defensa.
De igual manera se reconoce como una facultad de los jueces
orales la consistente en el control de las intervenciones de forma
general de toda persona que comparezca ante dicho órgano co-
legiado, así como de la conducta que muestre el público asisten-
te a la sala de audiencias, ya que si éste no muestra una actitud
adecuada los juzgadores tienen facultad, de conformidad con el
artículo 351 del CPPDGO, para apercibir al público asistente,
expulsarlo de la sala de audiencia, imponerle una multa de uno
hasta cien días de salario o incluso de ordenar su arresto hasta
por treinta y seis horas.

4. Control judicial de la prueba superveniente

Otra facultad de los jueces orales será la de admitir de manera


excepcional el ofrecimiento de pruebas por los sujetos procesales
en la audiencia de juicio oral, esto, cuando se suscite lo que se
conoce como prueba superveniente, misma que surge cuando en
el transcurso del juicio oral aparece una determinada probanza
que resulta totalmente novedosa y de la cual se logre estable-

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TIPOLOGÍA DEL JUZGADOR 73

cer que el oferente no tenía conocimiento de la misma, en cuyo


caso el tribunal oral podrá ordenar lo necesario para lograr su
desahogo. Este tipo de situaciones se han presentado cuando un
testigo al momento de rendir su declaración hace alusión respec-
to de otras personas que también conocieron el hecho criminal
o información importante para la solución del mismo y de los
cuales no se tenía previo conocimiento, en cuyo caso el tribunal
oral ha ordenado su citación a efecto de que rindan testimonio en
audiencia de juicio oral.

5. Control judicial del traslado del tribunal oral a un lugar distinto


de la sala de audiencias

También se encuentra otra facultad del tribunal oral en la consis-


tente en su autorización para que el órgano jurisdiccional y, por
ende, los sujetos procesales se constituyan en un lugar diverso a
la sala de audiencias del tribunal. Esta hipótesis se ha presentado
de forma frecuente en el sistema acusatorio y oral duranguense
cuando las partes han ofrecido la inspección ocular de un deter-
minado sitio, o bien, la reconstrucción del hecho delictivo y ante
lo cual los juzgadores han acudido de manera personal al lugar
de los hechos, estos debidamente togados y en la misma hora en
que se cometió al tratar de recrear las condiciones que se encon-
traban presentes al momento del mismo.

6. Control judicial para el desahogo de la prueba en juicio oral

Dentro de las facultades del tribunal oral se encuentra de forma


preponderante la de controlar el adecuado y debido desahogo de
la prueba por los sujetos procesales, esto, al vigilar que los mis-
mos atiendan las técnicas de litigación que la legislación procesal
establece para ello en los artículos 381, 382, 384, 385, 386 y 387
del CPPDGO, tal y como sería el respeto a la manera en que

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74 SISTEMA PENAL ACUSATORIO Y ORAL

puede declarar el acusado, el orden en que se debe desahogar


la prueba, la forma en que se va a realizar el interrogatorio de
testigos y peritos, así como la manera de llevar a cabo técnicas
de litigación como pueden ser la de evidenciar contradicción y
refresco de memoria.

7. Control judicial del acusado en audiencia y de su posible declaración

El presidente del tribunal oral deberá estar pendiente de que en


todo momento sean respetados los derechos del acusado en jui-
cio, esto, comprenderá tanto la vigilancia de su presencia en la
sala de audiencias sin limitante física alguna como pudieran ser
unas esposas, así como la protección de su intimidad en cuanto
al manejo de su nombre y rostro que pudiesen hacer tanto el pú-
blico asistente a la audiencia, como los medios de comunicación
masiva que se encuentren presentes. Tal actividad respecto del
acusado obliga incluso al tribunal oral a tutelar que éste pueda
intervenir libremente en audiencia cuando así lo desee y entonces
ejercer lo que se conoce como defensa material al realizar alega-
tos en la audiencia, o bien, al interrogar a los testigos de cargo y
descargo que se presenten en el juicio. De igual manera esta acti-
vidad del tribunal frente al acusado deberá comprender la tutela
de su derecho en cuanto a declarar si así es su deseo, ya sea de
forma libre o a preguntas de su defensor y así mismo de hacerle
de su conocimiento su derecho a guardar silencio en cuanto a
las posibles preguntas que le deseen formular tanto el Ministerio
Público como el propio tribunal oral.

8. Control judicial respecto de la declaración de testigos especiales

Necesario cuidado deberán tener los jueces orales al verificarse el


desahogo de testimonios señalados en la doctrina como especiales,
es decir, de aquellos que lo sean de los delitos de violación o de se-

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TIPOLOGÍA DEL JUZGADOR 75

cuestro, o bien, de los que cuenten con minoría de edad o que no


tengan la capacidad para comprender el significado del hecho,
en cuyo caso el tribunal tendrá la obligación de garantizar que
la declaración sea rendida en condiciones dignas para el testigo.
Para esto se podrá ordenar incluso la declaración del testigo en
sala alterna con la sola presencia de los integrantes del tribunal y
de persona de confianza que acompañe al mismo, o bien, exclusi-
vamente de algún especialista en psicología que lo asista a efecto
de cuidar que no le resulte agresiva su comparecencia.
Tratamiento específico merece el desahogo de testimoniales
por personas menores de edad, ya que en este caso el tribunal
deberá observar el documento creado ex profeso por la Suprema
Corte de Justicia de la Nación para ello y titulado Protocolo de ac-
tuación para quienes imparten justicia en casos que afecten a menores de edad,
documento que se muestra como el resultado de la interpretación
que nuestro máximo tribunal realiza de los distintos tratados in-
ternacionales que resultan aplicables a la declaración de un me-
nor ante un órgano jurisdiccional, esto, de forma independiente a
si lo realiza como víctima u ofendido, testigo o imputado.
Este protocolo impone entre otras cosas al tribunal oral que
vigile al declarar a un menor de edad, que exista un espacio ade-
cuado para ello, es decir, una sala independiente de la sala de
juicio oral, que así mismo se acompañe al menor de un familiar,
esto siempre y cuando no esté involucrado en el hecho criminal,
así como de un especialista en materia minoril y a través del cual
se realizarán las preguntas al testigo. Siendo esto importante ya
que en no pocas ocasiones se había permitido que el menor vícti-
ma escuchara directamente la pregunta realizada por las partes y
posteriormente procediera a su respuesta, situación que de forma
independiente a que la pregunta pudiese haber sido objetada por
el Ministerio Público, no impedía que se agrediera verbalmen-
te al menor con la pregunta que de forma hostil previamente
hubiese formulado la defensa, de ahí que el tribunal oral deba
erigirse como garante de los derechos humanos de los menores
a efecto de que su comparecencia ante el mismo no se convierta

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76 SISTEMA PENAL ACUSATORIO Y ORAL

en una revictimización del hecho vivido y para lo cual podrá in-


cluso ordenar que las partes no realicen pregunta alguna y que
toda la información que sea obtenida del menor lo sea mediante
técnicas aplicadas por el perito psicólogo en razón de lo acorda-
do previamente con las partes, esto, tal y como ha sido analizado
en cuanto a aquellos menores con edad fluctuante entre los dos y
los cinco años de edad, de quienes se reconoce de forma natural
la dificultad que existe para entablar con ellos un interrogatorio
como tradicionalmente lo conocemos, máxime cuando se trata
de víctimas de delitos de naturaleza sexual.

9. Control judicial de la declaración de testigos con parentesco


respecto del acusado

Otra facultad de los jueces orales dentro del desahogo de la prue-


ba será la de vigilar que aquellos testigos que tengan parentesco,
ya sea por consanguinidad, afinidad o de carácter civil con la per-
sona del acusado, o bien, que tengan o hayan mantenido una re-
lación de pareja o sentimental de hecho con el acusado, conozcan
su derecho a guardar silencio respecto del hecho que se le imputa
al mismo. Lo anterior resulta de singular importancia, ya que exis-
ten casos en donde los familiares del imputado son quienes de-
claran sin conocimiento de lo anterior y posteriormente su dicho
resulta útil para establecer tanto la existencia del hecho delictivo,
como la responsabilidad penal del acusado.

10. Control judicial de la declaración de profesionistas


bajo impedimento de ley

Así mismo, el juez de juicio oral se encuentra facultado para vigi-


lar que aquellos profesionistas que se encuentren impedidos por
ley para declarar se abstengan de hacerlo respecto de un hecho al
cual tuvieron acceso en virtud de su ejercicio profesional, para lo

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TIPOLOGÍA DEL JUZGADOR 77

cual el presidente del tribunal oral deberá informar oportunamen-


te al profesionista de tal situación, y éste deberá abstenerse de de-
clarar, salvo que el propio acusado lo libere de la obligación de
guardar silencio.
Este es el caso que contempla el artículo 358 del CPPDGO
y que abarca de forma natural el deber de guardar secreto de
profesionistas tales como ministros religiosos, abogados, conta-
dores, corredores públicos, notarios, médicos, psicólogos, farma-
céuticos, enfermeros, visitadores de derechos humanos, e incluso
funcionarios públicos respecto de aquella información que no es
susceptible de divulgación según las leyes de la materia.

11. Control judicial de las objeciones dentro del interrogatorio

En términos del artículo 384 del CPPDGO, el tribunal oral se


encuentra facultado para dirimir las objeciones que realicen las
partes en cuanto a la admisibilidad o no de las preguntas que
se realicen dentro de los interrogatorios formulados a testigos y
peritos, para esto los juzgadores orales deberán ponderar tanto
la pregunta realizada, como los motivos de inconformidad que
hayan sido planteados por la contraparte para desestimar la pre-
gunta, pues si en el caso concreto el tribunal declarara inadmi-
sible una pregunta por una causa distinta a la planteada por la
contraparte, prácticamente se estaría convirtiendo en un revisor
de oficio de las preguntas realizadas por las partes, situación que
se encuentra prohibida por el numeral ya citado, pues el mismo
indica de forma clara que únicamente las partes podrán objetar
las preguntas que consideren capciosas, engañosas, ambiguas, o
aquellas que incluyan más de un solo hecho, o bien que estén des-
tinadas a coaccionar ilegítimamente al testigo perito o que sean
formuladas en términos poco claros, de ahí que resulte inade-
cuado el control oficioso de las preguntas por el tribunal ya sea
de manera directa y sin intervención de la contraparte, o bien, al
aprovechar la objeción planteada para desestimar la pregunta por

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78 SISTEMA PENAL ACUSATORIO Y ORAL

una causa distinta, ya que esto genera un trato desigual entre las
partes y desde nuestro punto de vista rompe con el principio de
contradicción, mismo que debe imperar en todo el proceso.

12. Control judicial de las técnicas de litigación como el refresco


de memoria y la evidencia de contradicción

De conformidad con el artículo 387 del CPPDGO el tribunal


oral deberá vigilar el adecuado manejo de las técnicas de litiga-
ción ya citadas dentro de la audiencia de juicio oral, lo cual no
siempre resulta una actividad sencilla, ya que el CPPDGO, como
la gran mayoría de las legislaciones procesales sobre el sistema
acusatorio no explica dichas técnicas, es decir, si bien es cierto
las contiene en el numeral ya indicado, de ninguna forma señala
cómo llevarlas a cabo y ante este incierto panorama cada uno de
los sujetos procesales trata de llevar a cabo las mismas de la mejor
manera posible, de ahí que resulte necesario que el tribunal oral
al inicio de la audiencia y en ánimo de un adecuado desarrollo
del proceso y en ejercicio de las facultades procesales que la mis-
ma ley le otorga para ello, explique de manera adecuada cómo se
deben realizar cada una de éstas, pues son inolvidables aquellas
audiencias en que las partes, ya sea el Ministerio Público o la
defensa insistieron una y otra vez en su desahogo y que el mismo
no se concretó en virtud del poco conocimiento de las partes para
llevarlo a cabo.

13. Control judicial para el manejo de declaraciones o informes anteriores


a la audiencia de debate de juicio oral

De conformidad con el artículo 385 del CPPDGO, será una fa-


cultad del tribunal oral permitir que sean introducidos a la au-
diencia de debate declaraciones o informes de testigos, peritos o
acusados cuando existan testimonios que se hayan recibido con-

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TIPOLOGÍA DEL JUZGADOR 79

forme a las reglas de la prueba anticipada, el testigo haya falle-


cido de manera imprevista o perdido la capacidad para declarar
en juicio, así como cuando la no comparecencia de los testigos
fuera atribuible al acusado en forma directa o indirecta, o bien,
se trate de registros o dictámenes que todas las partes acuerden
incorporar al juicio con aprobación del tribunal.
Todos estos casos representan una excepción al principio de
inmediación del juzgador respecto de la prueba desahogada en
juicio oral, ya que a través de los mismos resultará válido que el
tribunal oral tome en cuenta para su resolución a un determina-
do dato de prueba que de forma posterior a su obtención en la
etapa de investigación no fue desahogado de manera directa en
juicio oral. En la práctica esta hipótesis se ha presentado en pocas
ocasiones, ya que por lo general se ha contado con la presencia
de los testigos y peritos en juicio oral y en consecuencia tan solo
se cuenta con un registro de prueba anticipada en razón de un
caso en el cual la víctima refirió ante el juez de control su urgen-
cia para abandonar el país, motivo por el cual se llevó a cabo
su declaración de forma anticipada en relación con el delito del
que presuntamente fue víctima y en consecuencia se dejó en res-
guardo la misma para el caso de que sea aprehendida la persona
señalada como responsable.

14. Control judicial para la deliberación y aplicación de la sana crítica


mediante la fundamentación y motivación de las sentencias

Sin lugar a dudas las sentencias son el producto final de la labor


del Poder Judicial, y por tanto el puente a través del cual se co-
munica el impartidor de justicia con la sociedad una vez que la
labor de los contendientes dentro del drama penal ha terminado.
Bajo tal óptica, “la convicción del juez debe revelarse en la
sentencia de modo tal que los hechos y las pruebas sometidas
a su juicio produzcan la misma seguridad en el ánimo de cual-
quier otro ciudadano sensato e imparcial al juicio del cual fue-

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80 SISTEMA PENAL ACUSATORIO Y ORAL

ran sometidos”.41 Y en consecuencia la calidad y claridad de las


sentencias son de vital importancia para justificar la eficacia y
eficiencia de la actividad judicial, máxime si se toma en cuenta
que dentro del nuevo sistema de justicia penal la valoración y por
tanto la motivación de las resoluciones tendrá que realizarse bajo
la sana crítica,42 situación que en no pocas ocasiones se ha trata-
do de relacionar con un alto margen de discrecionalidad para la
autoridad jurisdiccional al haberse alejado del sistema tarifario
para valoración de la prueba,43 sin embargo, a través del presente
trabajo se demostrará que contrario a lo anterior, el sistema acu-
satorio y oral exige una mayor labor argumentativa por parte de
la autoridad y, por ende, de un corte más garantista para el ciuda-
dano, ya que sin lugar a dudas el juzgador de los coloquialmente
llamados “juicios orales” deberá justificar lo aceptable de sus de-
cisiones no sólo ante las partes, sino ante la sociedad en general.
Los elementos para examinar la calidad de una sentencia son
de carácter legal, doctrinal e incluso lingüístico, pero todos estos
confluyen en la obligación existente para la autoridad en cuanto
a analizar a detalle cada una de las pruebas desahogadas en el
proceso primeramente de forma individual para posteriormente
demostrar a las partes cómo es que las mismas se unen entre sí
para acreditar o no la existencia de un hecho criminal, así como
la intervención penal del acusado en el mismo.
Observemos que para demostrar los requisitos que deben cu-
brir las sentencias y los alcances de las mismas, se utilizará la le-
gislación que dentro del nuevo sistema de justicia penal tiene el
estado de Durango, de donde se observa que el artículo 397 del
Código Procesal Penal de dicha entidad establece los requisitos

41  Pásara,
Luis, op. cit., p. 37.
42  Concepto que abarca necesariamente a las reglas de la lógica, las máxi-
mas de la experiencia y al conocimiento científico y que se puede entender en
su sentido más amplio como el pensamiento correcto y comúnmente aceptado.
43  El cual consiste en que el legislador le indica al juzgador el valor de cada
prueba al tasarlas y así otorgarles requisitos de validez a cada una de ellas.

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TIPOLOGÍA DEL JUZGADOR 81

elementales de legalidad de las sentencias en materia penal oral


bajo lo siguiente:

A. Criterios mínimos de racionalidad de las sentencias


a través de la sana crítica

Para llevar a cabo lo anterior y al tomar como referencia la legis-


lación en cita se tiene:

Artículo 397.- Contenido de la sentencia


La sentencia definitiva contendrá:
I. La mención del tribunal, el nombre de los jueces que lo inte-
gran y la fecha en que se dicta; el nombre y apellido del acusado y
los demás datos que sirvan para determinar su identidad y el nombre
de las otras partes.
II. La enunciación de los hechos y de las circunstancias o elemen-
tos que hayan sido objeto de la acusación o de su ampliación y de la
resolución de apertura.
III. Una breve y sucinta descripción del contenido de la prueba
rendida en la audiencia de juicio oral, antes de proceder a su valo-
ración.
IV. En su caso, los daños y perjuicios reclamados, la pretensión de
reparación del daño y las defensas del acusado.
V. La exposición clara, lógica y completa de cada uno de los he-
chos y circunstancias que se consideren probados y de la valoración
de los medios de prueba que fundamenten dichas conclusiones.
VI. La parte resolutiva, con mención de las disposiciones legales
aplicadas.
VII. La firma de los jueces.

De este precepto se observa que establece requisitos “mínimos”


de racionalidad, esto tanto de fondo como de forma para el con-
tenido y redacción de una sentencia, los cuales se comentan a
continuación:

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82 SISTEMA PENAL ACUSATORIO Y ORAL

I. La mención del tribunal, el nombre de los jueces que lo integran


y la fecha en que se dicta; el nombre y apellido del acusado y los
demás datos que sirvan para determinar su identidad y el nombre
de las otras partes.

Esta fracción reconoce la obligación consistente en que la auto-


ridad judicial al momento de resolver una controversia, señale a
las partes quién o quiénes son los funcionarios judiciales que la
están resolviendo, así como por qué se consideran competentes
para ello, esto como un derecho de toda persona a conocer la
identidad de quien decide sobre el tema en pugna y sobre todo
para que el ciudadano cuente con la posibilidad de impugnar la
competencia de la misma para ello.44 A lo anterior se añade que
el juzgador deberá también identificar perfectamente bien a las
partes involucradas en la controversia a efecto de despejar cual-
quier duda respecto de su identidad y del exacto conocimiento
particular del caso. Este requisito de validez de una sentencia
pudiese considerarse como de forma, ya que para cubrir con el
mismo no se necesita mayor valoración por parte del Tribunal y,
por ende, tan solo será útil para identificar a la autoridad que re-
suelve, el proceso en el cual lo hace, así como a la persona que es
sentenciada en el mismo.

II. La enunciación de los hechos y de las circunstancias o elementos


que hayan sido objeto de la acusación o de su ampliación y de la
resolución de apertura.

Este elemento se puede considerar como de fondo, ya que el


mismo implica que el tribunal tenga que exponer claramente a

44  Se acepta que el ciudadano sólo podrá saber si la autoridad es compe-


tente o no para resolver un asunto, cuando la propia autoridad se identifique
como tal mediante argumentos ante el mismo. Esta situación la desarrolla ade-
cuadamente la fracción II del artículo 86 del CPPDGO, numeral que detalla
que será causa de nulidad absoluta la incompetencia del tribunal por razón de
su nombramiento, competencia o jurisdicción.

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TIPOLOGÍA DEL JUZGADOR 83

las partes cuál fue la teoría del caso45 que sostuvo el Ministerio
Público en su acusación, a efecto de precisar los alcances de la
misma, pues la autoridad jurisdiccional en atención al principio
de congruencia46 no podrá exceder al momento de sentenciar lo
solicitado por el Ministerio Público, y por tanto es importante que
el tribunal precise primeramente lo requerido al inicio del juicio,
para posteriormente demostrar que lo resuelto está en propor-
ción a esto. Lo anterior resulta de suma importancia en cuanto
al debido manejo de la autoridad jurisdiccional pues el hecho
por el cual acusa el Ministerio Público será el hilo conductor de
todo el proceso, ya que de forma independiente a la teoría del
caso que pudiese o no presentar la defensa, bastará con que la
representación social no pruebe la existencia fáctica del hecho
materia de la acusación para la obtención de una sentencia ab-
solutoria por parte del acusado.

III. Una breve y sucinta descripción del contenido de la prueba ren-


dida en la audiencia de juicio oral, antes de proceder a su valoración.

Esta fracción distingue dos momentos procesales a saber: prime-


ramente la obligación del tribunal de “listar” o “enumerar” en el
cuerpo de la sentencia toda la prueba que se haya desahogado
en audiencia y, por otro lado la obligación para el tribunal de
ponderar la misma de forma “individual”, siendo este requisito
de vital importancia pues representa lo que la doctrina señala
como la “justificación interna” de la valoración de las pruebas,
es decir, el análisis individual y obligatorio que debe llevar a cabo

45  Concepto tritómico que de forma unánime por la doctrina se acepta


que se ve integrado a su vez por la teoría fáctica, la teoría jurídica y la teoría
probatoria.
46  El principio de congruencia se toma en su sentido más amplio, es decir,
abarcando sus especies alter petitia, citra petitia y ultra petitia, que significan que
la autoridad no podrá resolver una cuestión a cambio de otra, resolver menos
de lo que le fue puesto a consideración o bien, ir más allá de lo que la hayan
solicitado las partes.

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84 SISTEMA PENAL ACUSATORIO Y ORAL

el juzgador de “cada uno” de los medios de convicción desaho-


gados en audiencia ante el tribunal, pues habrá que señalar que
aún antes de valorar la prueba en su conjunto, se tendrá prime-
ramente que aceptar o negar la misma en cuanto a su valor de
forma individual.
Lo anterior es de suma importancia como parte de la labor
argumentativa del tribunal, ya que antes de realizar cualquier in-
ferencia respecto de las distintas pruebas y de su enlace lógico, la
autoridad jurisdiccional tendrá que someter individualmente el
acervo probatorio a un fuerte examen de racionalidad y de forta-
leza lógica, situación que resulta obligada en virtud de que antes
de hacer cualquier conjetura en cuanto a los distintos elemen-
tos probatorios en su conjunto, resulta necesario primeramente
demostrar la fiabilidad lógica en lo individual de los mismos, es
decir, definir si la prueba no es contradictoria en sí misma y sobre
todo si tiene o no puntos de contacto con otros medios de prueba
que puedan corroborar o no su verosimilitud aún de forma peri-
férica. Para esto habría que distinguir entre prueba directa e indi-
recta, así como también referir el número de puntos de contacto
ya sea de coincidencia o divergencia que tenga la misma con el
resto del caudal probatorio, el número de inferencias que hay que
realizar para vincular tal prueba con los hechos a estudio, para
por último ponderar lo creíble o probable que resulte el medio de
prueba en razón de la teoría del caso del Ministerio Público, esto
al tomar en cuenta que al seguir el razonamiento de la navaja de
Ockham, bajo el principio de la similitud, en igualdad de con-
diciones la versión más sencilla de un hecho, pudiera resultar la
más probable de haber ocurrido.47

47  No obstante lo anterior se reconoce que mediante el principio de simi-


litud derivado de la navaja de Ockham, si bien es cierto la versión más sencilla
de los hechos puede ser la más posible de haber ocurrido, esto no impide que
otra u otras versiones puedan ser las adecuadas, ya que tan solo se habla en
términos de probabilidad de lo ocurrido y por tanto, sólo es indicativo mas no
conclusivo. Aceptar lo contrario significaría decantarse por teorías de carácter
matemático o probabilístico como pueden ser las inferencias bayesianas, mis-

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TIPOLOGÍA DEL JUZGADOR 85

Bajo tal contexto el tribunal deberá valorar toda la prueba


existente en lo particular y en consecuencia distinguir el alcance
o fuerza legal de cada una de ellas, para lo cual deberá incluir de
forma especial en este ejercicio valorativo a aquella que desesti-
me, pues se considera que merece un mayor esfuerzo argumenta-
tivo aquella prueba que es desestimada en perjuicio del acusado.

IV. En su caso, los daños y perjuicios reclamados, la pretensión de


reparación del daño y las defensas del acusado.

Esta fracción establece tres obligaciones para la autoridad juris-


diccional en cuanto a lo que se le pide por las partes y lo que
esta resuelve, a saber: a) determinar cuáles fueron los daños y
perjuicios que en su momento reclamó la representación social
en pro de los derechos de la víctima; b) establecer el derecho aún
genérico en cuanto a la reparación del daño a favor de la vícti-
ma en virtud de la pretensión planteada al inicio del juicio por
parte del Ministerio Público, y c) dar respuesta a cada uno de
los planteamientos defensivos del acusado, para lo cual se tendrá
que responder a todos y cada uno de los argumentos esgrimidos
por la mesa de la defensa, como también a todos y cada uno de
aquellos puntos que haya expresado el acusado.

V. La exposición clara, lógica y completa de cada uno de los hechos


y circunstancias que se consideren probados y de la valoración de los
medios de prueba que fundamenten dichas conclusiones.

Bajo esta fracción se señala que el tribunal deberá de exponer a


las partes de una forma clara, sencilla y lógica, los hechos y cir-
cunstancias que tuvo por probados, situación que incluso se po-
drá verificar para mayor entendimiento mediante la respuesta a
preguntas tales como: ¿qué sucedió el día tal?, ¿quién cometió el

mas que se estiman de difícil aplicación al campo del derecho, ya que aún en
contra de toda posibilidad puede darse que lo realmente ocurrido sea lo más
ajeno a la probabilidad matemática.

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86 SISTEMA PENAL ACUSATORIO Y ORAL

hecho (x)?, o bien, ¿cómo perdió la vida (y)? para posteriormente


la autoridad responder a tales interrogantes sobre la base del
material probatorio obtenido en la audiencia de juicio oral y pre-
viamente valorado de forma individual, ya que se considera im-
portante que la autoridad especifique a las partes cuales fueron
las pruebas que se tomaron en cuenta “en su conjunto” al ser
coincidentes entre sí para llegar a tal conclusión, es decir, demos-
trando de forma racional y sin redundancias o mediante argucias
del lenguaje, cómo es que el órgano jurisdiccional llegó a una
respuesta al conflicto que se le planteó.
Lo anterior se recomienda debe realizarse sin hacer una sim-
ple y mecánica transcripción de constancias en donde de forma
repetitiva y confusa para el lector tan solo se “vacíen” las de-
claraciones y se pretenda dar por colmados los elementos de los
tipos penales de forma global, así como la plena responsabilidad
penal del acusado. Es decir, la resolución debe distinguirse por su
claridad y sencillez y, por ende, por la certeza y el plus de racio-
nalidad (mayor esfuerzo cognitivo) que debe realizar el juzgador
para en pocas y sencillas palabras, necesariamente alejadas de un
exceso de tecnicismos o jergas legales, lograr explicar a las par-
tes por qué llegó a una conclusión y cómo se justifica ésta ante
la sociedad, pues no se debe pasar por alto que al final del día el
principal receptor de la actividad jurisdiccional es la sociedad en
general y el sentenciado en lo particular y que estos se caracteri-
zan por su escaso contacto con el derecho penal y sobre todo con
el lenguaje técnico jurídico.
Veamos cómo esta motivación “global” o “conjunta” de la
prueba sólo podrá verificarse una vez que los medios de convic-
ción hayan pasado un filtro de validez de forma individual, es
decir, que hayan sido considerados por el tribunal como lógica
y legalmente aceptables bajo circunstancias no únicamente de
tiempo, modo y lugar, sino bajo criterios de admisibilidad y per-
tinencia.
Asimismo se señala que la valoración de la prueba deberá ser
tan clara para las partes, que incluso tendrá que permitirles acce-

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TIPOLOGÍA DEL JUZGADOR 87

der a un “método de interpretación” a través del cual y siguien-


do los pasos dados por el juzgador, puedan arribar a su misma
conclusión. Lo anterior se afirma sin dejar de lado que en todo
caso la decisión de la autoridad a pesar del método utilizado, no
es posible tomarla como la única decisión correcta, sino tan solo
como una alternativa que se pueda aceptar como “justa” por la
sociedad en razón del acervo probatorio existente.

VI. La parte resolutiva, con mención de las disposiciones legales apli-


cadas.

Requisito indispensable de toda resolución a efecto de poder con-


siderarla como debidamente fundada consiste en señalar cuáles
son los preceptos que se consideran aplicables al caso concreto,
para lo cual la autoridad jurisdiccional deberá indicar de forma
exacta los artículos, apartados, fracciones, incisos o párrafos que
considera aplicables al caso bajo examen, así como el contenido
y alcance de las figuras jurídicas que los contengan.
Prácticamente estamos en este caso ante lo que se conoce como
la doctrina judicial, es decir, la generación de conocimiento jurídi-
co mediante la aplicación del derecho al caso concreto por parte
de la autoridad jurisdiccional, esto, a través de la explicación del
significado de la ley a las partes. Siendo esta figura de vital im-
portancia dentro del nuevo sistema de justicia penal, pues al ser
por ejemplo el derecho de defensa material uno de los principales
derechos mínimos con que cuenta el imputado y que consiste en que
éste se pueda defender por sí mismo, será inobjetable como ya se
expuso anteriormente la necesidad de que la sentencia sea ma-
nejada en palabras sencillas, sin vocablos rebuscados, barroquis-
mos, tecnicismos jurídicos o latinismos que sólo la hagan confusa
y, en cambio, sea un documento mediante el cual se explique al
sentenciado el contenido y alcance de las figuras jurídicas que
contenga ya que a final de cuentas la labor jurisdiccional está di-
rigida al justiciable, es decir, al ciudadano común o a ese hombre
de la calle que no conoce el significado de un auto de vinculación

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a proceso o de términos tales como: tipo penal, dolo, bien jurídi-


co o antijuridicidad, pero que sí le interesa entender por qué ha
quedado en libertad o en prisión.

VII. La firma de los jueces.

En cuanto a este requisito se estima que no requiere mayor abun-


damiento, sin embargo se indica que toda resolución judicial para
su validez necesita contar con la firma de quienes la pronuncian,
esto como un reflejo del poder del estado que se deposita en el
funcionario judicial y que permite dar certeza al ciudadano en
cuanto a que dicha autoridad ha sido la misma que elaboró la re-
solución que se pronuncia sobre su situación jurídica. En el caso
del estado de Durango se tiene el tercer párrafo del artículo 41
de su legislación procesal, mismo que indica que las resoluciones
no pierden validez alguna cuando el juzgador las haya firmado
extemporáneamente, esto siempre y cuando se tenga la certeza
de que sí haya intervenido en el acto y de forma independiente a
la responsabilidad que se le pueda generar por su omisión.
De igual manera se considera necesario que la resolución con-
tenga de forma general los siguientes elementos:

a) Una explicación en un lenguaje sencillo y claro de las figuras


centrales de la resolución como son los elementos del tipo
penal, esto, al recordar que la calidad de las sentencias no se
mide cuantitativamente por el número de hojas y transcrip-
ciones que contiene o bien, de los latinismos, tecnicismos
y barroquismos que aportan, sino de forma cualitativa, es
decir, por la calidad que arrojan en razón de su claridad y
fácil acceso a las mismas para el común de las personas.
b) El significado de la sana crítica como instrumento de valo-
ración de la prueba dada su novedad en nuestro país.
c) El alcance de las distintas reglas de la lógica para su claro
entendimiento y como un aporte de la doctrina judicial.

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TIPOLOGÍA DEL JUZGADOR 89

d) Un estudio del dolo que contenga una explicación sencilla


de por qué se consideró que la conducta analizada fue do-
losa o bien culposa.
e) Un manejo adecuado de las tesis generadas sobre el particu-
lar por el Poder Judicial de la Federación.
f) Una explicación a las partes respecto de si en el caso a es-
tudio existe alguna colisión con el derecho constitucional o
convencional.
g) Un análisis de si en el caso a estudio aplica o no alguna ex-
cluyente de delito o de extinción de la acción penal.
h) Un estudio detallado de la forma de intervención delictiva
del sentenciado.
i) De forma insistente un lenguaje claro, sencillo y en la me-
dida de lo posible alejado de tecnicismos legales, o bien, de
latinismos de difícil alcance para el ciudadano común.

III. Juez de ejecución de sentencia

A este funcionario se le reconoce la facultad para modificar las


penas y medidas de seguridad que hayan sido impuestas a una
persona, así como también la duración y condiciones de cum-
plimiento de aquellas. Todo esto de forma necesaria dentro de
la etapa de ejecución de cualquier sentencia, es decir, de aque-
lla que nace desde el momento en que la resolución de condena
ha quedado firme a manera de cosa juzgada en razón de que
respecto de la misma ya no proceda recurso alguno, como po-
dría ser la apelación tratándose de las sentencias emanadas del
procedimiento especial abreviado tramitado ante juez de control,
así como las que sean dictadas por un tribunal colegiado y com-
batidas infructuosamente mediante el recurso de casación. Esto,
de forma independiente a la posible interposición en ambos del
amparo directo por el acusado.
Vemos cómo en esta etapa el sentenciado podrá ejercer to-
dos los derechos y facultades que les conceden las leyes penales

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90 SISTEMA PENAL ACUSATORIO Y ORAL

de ejecución, penitenciarias y de reglamentos respecto de los be-


neficios a los que considere hacerse merecedor en ejecución de
sentencia. Dicha etapa inicia inmediatamente después de quedar
firme una sentencia condenatoria y realizadas las notificaciones e
inscripciones correspondientes para su ejecución, para lo cual se
aclara que tratándose de pena privativa de libertad, si el senten-
ciado se encuentra libre el tribunal dispondrá lo necesario para
su detención.

1. Control judicial respecto del cómputo definitivo de penas

Es una facultad del juez que conozca la causa y por ende que
emita la sentencia hacer el computo de la pena y en consecuen-
cia abonar el tiempo ya sea de la prisión preventiva o del arresto
domiciliario cumplidos por el sentenciado, lo anterior a efecto de
determinar con precisión la fecha en que finalizará la condena.
Dicho computo será siempre reformable aún de oficio por el juez
de ejecución de sentencia, siempre y cuando se compruebe un
error en su cálculo, o bien cuando nuevas circunstancias lo tor-
nen necesario, situación que resulta importante de atender por el
juez de ejecución ya que su inobservancia cuando así proceda se
considerará falta grave.

2. Control judicial respecto de la libertad anticipada

El juez de ejecución de sentencia cuenta con la facultad para


solicitar de manera oficiosa los informes necesarios para resolver
sobre cualquier beneficio de libertad al sentenciado, esto con un
mínimo de un mes antes del plazo fijado para practicar el cómpu-
to y así estar en posibilidades de atender el incidente de libertad
anticipada promovido por el sentenciado o su defensor o incluso
generado de manera oficiosa por el juzgador. Así mismo el juez
de ejecución de sentencia podrá rechazar sin trámite la solici-

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TIPOLOGÍA DEL JUZGADOR 91

tud cuando sea manifiestamente improcedente o cuando no haya


transcurrido el tiempo suficiente, o bien, cuando no hayan varia-
do las condiciones que motivaron el rechazo anterior. Si se llega
a otorgar la libertad el juzgador deberá fijar las condiciones que
deberá cumplir el sentenciado según lo establezca la ley respec-
tiva y exigirle que fije domicilio en donde pueda ser localizado.

3. Control judicial respecto de la revocación de libertad

Será facultad del juez de ejecución de sentencia revocar la liber-


tad de un sentenciado cuando éste incumpla con las condiciones
que le hayan sido fijadas para ello o cuando ya no sea procedente
por unificación de sentencia o penas. El trámite del incidente de
revocación podrá ser promovido de oficio o a solicitud del Mi-
nisterio Público, y en caso de no ser localizado el sentenciado el
juez podrá ordenar su detención y su comparecencia forzosa ante
dicha autoridad.

4. Control judicial respecto de la condena condicional

Es facultad del juez de ejecución de sentencia el controlar las con-


diciones dispuestas por el juez o tribunal que dictó la sentencia
cuando se trate de cumplimiento de una condena condicional,
de tal forma que si durante la vigencia de la misma surge algún
motivo justificado para revocarla, el juzgador y con audiencia del
interesado procederá a resolver sobre la misma.

5. Control judicial respecto de la multa impuesta

En caso de que el sentenciado no pague la multa impuesta dentro


del plazo fijado para ello en la sentencia, el juez de ejecución de
sentencia lo citará a efecto de que éste indique si opta por susti-

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tuir la multa por trabajo a favor de la comunidad, solicita un pla-


zo para pagarla o bien entrega bienes suficientes para cubrirla, y
para lo cual el juzgador podrá autorizar su pago en parcialidades
o bien ordenar el embargo y la venta pública de los bienes secues-
trados, de conformidad al Código de Procedimientos Civiles del
Estado de Durango.

6. Control judicial respecto de la ejecución del indulto

El otorgamiento del indulto a un sentenciado es una facultad


exclusiva del titular del Poder Ejecutivo del estado, de ahí que
cuando éste emita una disposición en tal sentido, tal determina-
ción se enviará primeramente al Tribunal Superior de Justicia
y éste de forma inmediata la hará llegar al juez de ejecución de
sentencia quien deberá ordenar de manera inmediata la libertad
del sentenciado.

7. Control judicial respecto de la medidas de seguridad

El juez de ejecución de sentencia está obligado para examinar


periódicamente la situación de aquel sentenciado que cumpla
una medida de seguridad, para lo cual fijará un plazo no mayor
de tres meses entre cada examen, previo informe del director del
Centro de Reinserción Social y de los peritos y en cuyo caso po-
drá determinar la cesación o continuación de la medida, o bien,
la modificación del tratamiento impuesto al sentenciado. Así mis-
mo, cuando el juez tenga conocimiento por informe fundado de
que desaparecieron las causas que motivaron la internación bajo
una medida de seguridad deberá proceder a su sustitución o can-
celación.

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8. Control judicial respecto de la atención eficaz de la enfermedad


del sentenciado

Si durante la ejecución de la pena privativa de libertad el senten-


ciado sufre alguna enfermedad que por su naturaleza no pueda
ser atendida en el área médica del Centro de Reinserción Social,
el juez de ejecución de sentencia deberá disponer previa la obten-
ción de información que acredite la imposibilidad de su atención
en reclusión, la internación del enfermo en un establecimiento
adecuado para garantizar su atención médica y así mismo or-
denará las medidas necesarias para evitar su fuga. Comentario
aparte merecen aquellos casos urgentes en los cuales el director
del Centro de Reinserción Social tendrá las mismas facultades
que el juez de ejecución, pero que deberá informar de inmediato
al juez correspondiente a efecto de que éste confirme o revoque
su decisión.

9. Control judicial respecto de la ley más benigna

Será facultad del juez de ejecución de sentencia para de mane-


ra oficiosa advertir que una pena deba quedar sin efecto o ser
modificada en razón de haber entrado en vigencia una ley más
benigna, y en consecuencia aplicar la misma en beneficio del sen-
tenciado.

10. Control judicial respecto de la ejecución diferida

El juez de ejecución se encuentra así mismo facultado para sus-


pender el cumplimiento de la pena privativa de libertad, cuando
se trate de una mujer en estado avanzado de embarazo o con hijo
menor de seis meses de edad, esto, siempre y cuando la privación
de la libertad ponga en peligro la vida, la salud o la integridad
psíquica o física de la madre, el concebido o el hijo, o bien cuan-

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94 SISTEMA PENAL ACUSATORIO Y ORAL

do el sentenciado se encuentre gravemente enfermo y le ejecución


de la pena ponga en peligro su vida según dictamen médico au-
torizado. De cualquier manera el juez de ejecución de sentencia
deberá ordenar la continuación de la pena privativa de libertad
cuando hayan cesado las condiciones que motivaron su ejecución
diferida.

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