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Qué es la filosofía
b) Saber inadecuado
Precisamente por pretender alcance real, terminológicamente, muy poco
después de ser creada la filosofía, se dio el paso de “sabios” a “filósofos” (es decir,
meros aspirantes al saber): Pitágoras, entre los griegos.
Algo análogo, o más bien “simétrico-inverso” ocurre en Descartes: paso de un
saber de lo real en cuanto tal a un saber abstracto, que atiende solo a algunos
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aspectos, dejando de lado otros; adecuar la realidad a un tipo de saber. (La con-
secuencia final fue el agnosticismo relativista o el escepticismo: no se puede co-
nocer nada.)
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al inventarse muchas artes, orientadas unas a las necesidades de la vida y otras a lo
que la adorna, siempre fuesen considerados más sabios los inventores de éstas que
los de aquéllas, porque sus ciencias no buscaban la utilidad. De aquí que, constitui-
das ya todas estas artes, fueran descubiertas las ciencias que no se ordenan al placer
ni a lo necesario; y lo fueron primero donde primero tuvieron vagar los hombres».
ARISTÓTELES: Metafísica I, 1, 891 b 12-25.
[¡Ojo!, porque se está hablando de tres tipos de saberes: a) los orientados a satisfacer las
necesidades básicas; b) los que sirven para poner orden (adornar) en la vida humana; c) el
saber teorético o filosofía: afán de conocer lo que merece ser conocido, al margen de cual-
quier aplicación práctico-pragmática.]
La diferencia entre el saber para conocer y el saber para manipular, con vistas al
propio beneficio se encuentra bien recogida en este comentario de Schumacher:
«Es evidente que un modelo matemático del mundo —que es con lo que Descar-
tes soñaba— puede ocuparse sólo de factores expresables como cantidades interre-
lacionadas. Es igualmente notorio que (en tanto la manifestación de la pura cantidad
no es posible) el factor cuantitativo tiene un peso preponderante sólo en el más bajo
nivel de ser. A medida que ascendemos en la escala de los seres disminuye la im-
portancia de la cantidad y aumenta la de la cualidad; el precio de la construcción de
modelos matemáticos es la pérdida del factor cualitativo, precisamente lo que más
cuenta.
Ese cambio de interés en el hombre occidental del “conocimiento mínimo que
puede obtenerse de las cosas más elevadas” ([Aristóteles y] Tomás de Aquino) al
conocimiento matemático preciso de las cosas menos importantes —”no habiendo
nada en el mundo cuyo conocimiento sea más deseable o más útil” (Christian
Huygens, 1629-1695) marca un cambio de lo que podíamos denominar la “ciencia
para comprender” a lo que sería la “ciencia para manipular”. El propósito de la pri-
mera era ilustrar al hombre y “liberarle”; el de la segunda es el poder: “El propio
conocimiento es poder”, dice Francis Bacon (1561-1626) y mientras Descartes pro-
mete a los hombres que serán “maestros y dueños de la naturaleza”. Es una nueva
etapa, la “ciencia para manipular” tiende a avanzar, de modo casi inevitable, desde
la manipulación de la naturaleza a la de la gente». SCHUMACHER, Ernst Fritz: A Guide
for the Perplexed. London: The Estate of the late Dr. E. F. Schumacher: Abacus, 1992,
(1st ed. 1977), pp. 65-66; tr. cast.: Guía para los perplejos. Madrid: Debate, 1981, pp. 81-
82.
La conciencia de la propia limitación deja la puerta abierta a otros saberes.