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INTRODUCCIÓN A LA CITOLOGÍA ANIMAL

Sergio Pablo Urquiza Bardone. Angelina Roggio. Claudia Rodríguez.


Fernando J. Carezzano.
Cátedra de Morfología Animal. Departamento de Diversidad Biológica y Ecología. Facultad de Ciencias
Exactas, Físicas y Naturales. Universidad nacional de Córdoba.
sergiopablo1966@gmail.com. ange.cbaa@gmail.com. calusrodriguez@gmail.com.
fercarezza@yahoo.com

Resumen. Se describe la estructura celular general y eucariota haciendo hincapié en los


animales. La célula es considerada la unidad anatómica, de función y de origen de los
seres vivos, conceptos formulados en el siglo XIX en la teoría celular. Las células se
agrupan formando tejidos y estos a su vez órganos, lo que se logra gracias a la
especialización de la matriz extracelular y las uniones celulares. Las células poseen
organelas membranosas y no membranosas. Las primeras forman compartimientos
intracelulares que permiten una mayor eficiencia para efectuar las reacciones
bioquímicas. Se describen especialmente los tres elementos comunes a la vida, la
membrana celular, el citoplasma y el material genético.
Palabras clave: Citología. Morfología. Histología. Animal.

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INTRODUCCIÓN
La célula generalmente es conceptualizada como la unidad morfológica, funcional y
de origen de la vida. La idea de que es la mínima porción de vida posible proviene del siglo
XIX. En esa época varios científicos alemanes, como Virchow, Schwann, Schleiden y
Weissman (Fig. 1), con sus descubrimientos y postulados, ayudaron a establecer el
concepto de que todos los animales y plantas están formados por células de diferente
tipo y que estas se dividen para multiplicarse y aumentar el tamaño del organismo. Esta
serie de conceptos se fusionaron en la Teoría Celular (1839) que postula que:
1. Todos los seres vivos están conformados por células,
2. Las células son la unidad básica de la vida,
3. Toda célula proviene de otra célula preexistente.
La célula es la menor unidad de vida, porque ninguna entidad biológica de menor
complejidad puede existir de manera independiente, como por ejemplo un organelo y
menos aún las biomoléculas. Por esto es que el estado vivo es el resultado de la
interacción de las estructuras subcelulares, o sea, es un fenómeno emergente que posee
propiedades inesperadas, no previsibles si se analizan sus componentes por separado.

Fig. 1: De izquierda a derecha Rudolf Virchow (médico, 1821‐1902), Theodor Schwann


(naturalista, 1810‐1882), Matthias Jakob Schleiden (botánico, 1804‐1881) y August
Weissman (biólogo, 1834 ‐ 1914) (imágenes tomadas de wikipedia.org)

Luego de la formulación de la Teoría Celular se llegó a la concepción de que todos los


organismos provienen de un ancestro común, y por tanto, habría existido un solo ancestro
unicelular. Actualmente a este se lo conoce como LUCA (last universal cellular ancestor).
Esto se ha reforzado al demostrarse que existe la misma maquinaria genética en todos los
organismos. Obviamente que esto se enmarca en la teoría evolutiva, la cual se formalizó

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con la publicación de El origen de las especies por medio de la selección natural, o la
preservación de las razas favorecidas en la lucha por la vida, publicado en 1859 por
Darwin. Como se ve, fueron varios los principios que debieron ser tenidos en cuenta para
desarrollar las ideas modernas sobre la célula y la vida.
Se reconocen dos tipos de células: las procariotas y las eucariotas. Las primeras son
más antiguas, pequeñas y simples y hace varios miles de millones de años, dieron origen a
la primera célula eucariota. Los procariotas han surgido quizás hace unos 3500 millones de
años y el primer eucariota tal vez hace unos 2200 millones de años. Las procariotas
normalmente no forman agregados, por lo que generalmente viven en forma de
organismos unicelulares. Las células eucariotas presentan un volumen unas 1000 veces
mayor y poseen numerosas estructuras internas, los organelos u orgánulos y en
numerosos casos se agregan formando entidades multicelulares como plantas, hongos y
animales.
Es importante señalar que los organismos no se dividen en procariotas y eucariotas,
sino en tres Dominios (Woese 1990) (Fig. 2).
1. Archaea
2. Bacteria
3. Eukarya

Fig. 2: Los dominios de los seres vivos. Bacteria: 1, Thermotogales; 2, flavobacterias y


afines; 3, cyanobacterias; 4, bacterias rojas; 5, bacterias Gram‐positivas; y 6, bacterias
verdes no sulfurosas. Archae: 7, Pyrodictium; y 8, Thermoproteus y Euryarchaeota: 9,
Termococcales; 10, Metanococcales; 11, Metanobacteriales; 12, Metanomicrobiales; y 13,
halófitas extremas. Eucarya: 14, animales; 15, ciliados; 16, plantas verdes; 17, hongos; 18,
flagelados; y 19, microsporidia (Woese et al., 1990).

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Los Archaea al igual que Bacteria comprenden organismos procariontes, pero
presentan diferencias en la estructura de su membrana celular. La membrana plasmática
de los miembros de Bacteria es similar a la de los eucariontes, pero no posee colesterol ni
otros esteroides, mientras que en los integrantes de Archaea, la membrana puede ser una
bicapa si los lípidos se unen a un solo glicerol, o una monocapa más rígida si se unen a un
glicerol por cada extremo. En ningún caso poseen colesterol. En cuanto a la pared celular,
en los miembros de Bacteria está constituida por peptidoglucanos o mureína. Debido a su
respuesta a la coloración de Gram, la estructura y el grosor de la pared define dos grupos:
grampositivo y gramnegativo. Los miembros de Archaea presentan paredes celulares que
pueden tener seudopeptidoglucano, proteínas o glucoproteínas. Estas variaciones son
adaptaciones relacionadas con la resistencia a condiciones ambientales extremas.
También pueden presentar, por fuera de la pared, una capa de proteínas y glucoproteínas.
Los Eukarya son todos organismos eucariotas y derivan de Archaea ancestrales.
Algunos poseen pared celular, aunque no contienen peptidoglicanos, por lo que no son
sensibles a los antibióticos antibacterianos tradicionales. Incluyen a protistas, hongos,
plantas, y animales. Estos últimos son por definición, organismos pluricelulares, y derivan
de seres unicelulares que actualmente son considerados protistas, los coanoflagelados
(Fig. 3) y habrían adquirido la pluricelularidad ya que esto les permitiría hacer frente a
depredadores más pequeños y unicelulares.

Fig. 3: Coanoflagelados. A, Colonia de Desmarella moniliformis; B, colonia de Codosiga


(imágenes tomadas de wikipedia.org)

Las células son entidades muy pequeñas como para verlas a simple vista, por esto es
difícil comprender su estructura y función. Para observarlas hacen falta microscopios, y
hasta su invención en el año 1655 no fue posible descubrirlas. El primer microscopio fue

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fabricado por Hooke (Fig. 4), quien observó delgadas láminas de corcho y acuñó el
término de “célula” para denominar a las pequeñas cavidades poliédricas que registró, ya
que le recordaban a las celdillas de un panal. A los pocos años Antoine van Leeuwenhoek
perfeccionó sus técnicas y observó incluso, células animales. Para poder estudiar este
pequeño mundo se inventaron nuevas unidades de medida, como el micrómetro
(milésima de milímetro) y el nanómetro (millonésima de milímetro). El primero se usa
para células y sus estructuras subcelulares relativamente mayores, mientras que el
segundo para organelos pequeños o moléculas grandes. Este tamaño pequeño se debe a
que la célula debe intercambiar numerosas sustancias y en grandes cantidades con su
medio a través de transportadores presentes en la membrana celular. Pero cuando un
cuerpo aumenta su tamaño en volumen, este crece en mayor proporción que la
superficie. Por lo tanto, cuanto más grande sea la célula menor será la proporción de su
superficie, lo que impide que se puedan transportar a través de la membrana suficientes
moléculas acumulándose así desechos a la vez que disminuyen la entrada de nutrientes.

Fig. 4: A, Robert Hooke (1635‐1703); B, microscopio usado por Hooke para sus
investigaciones; C, células de corcho dibujadas por Hooke en 1665 (imágenes tomadas de
wikipedia.org).

LA CÉLULA EUCARIOTA
Todas las células están formadas por tres componentes básicos: la membrana
celular, el núcleo y el citoplasma (Fig. 5). En los eucariotas, además, existen una serie de
estructuras intracelulares especializadas llamadas organelos. Se estudiarán en mayor

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profundidad a la membrana y al núcleo celular, y se pasará revista a ciertas características
de los demás organelos y estructuras celulares.

Membrana celular
La membrana celular, plasmática o plasmalema, es quizás la estructura más
importante ya que permite diferenciar a la célula del medio ambiente, le da identidad ya
que la delimita pero sin aislarla del medio, sino que la comunica con este. Está compuesta
por una serie de sustancias entre las que se destacan los lípidos, las proteínas y los
glúcidos cuyas relaciones espaciales son descritas según el modelo de mosaico fluido (Fig.
5). Según este, la membrana estaría formada por una doble capa de fosfolípidos, en la
cual a determinados intervalos se incluyen (“flotan”) unidades proteicas que forman un
mosaico. La membrana también posee colesterol, glucolípidos y glicoproteínas.

Fig. 5: Estructura de la membrana celular


(https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=4842446)

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Los fosfolípidos presentan dos regiones, una porción o cabeza hidrofílica o polar y
una cola hidrofóbica. La primera está orientada hacia el ambiente acuoso (sea fuera o
dentro de la célula) y la segunda, que está formada por dos cadenas de ácidos grasos,
está dirigida hacia el interior de la membrana. Esta doble capa es fluida, con
características de un líquido, hallándose los lípidos de cada monocapa en constante
movimiento e intercambiándose de lugar constantemente. Estos estabilizan la estructura
de la membrana mientras que el colesterol brinda cierta rigidez y regula su fluidez,
característica de fundamental importancia para su correcto funcionamiento. Los glúcidos
se hallan solo en la porción externa de la membrana y se pueden unir a proteínas
(formando glucoproteínas) o a lípidos (formando glucolípidos), generando de este modo
una asimetría en cuanto a la composición química. Estas moléculas cumplen una función
muy importante como señales de reconocimiento para la interacción entre las células.
Por ejemplo cuando una célula se torna cancerosa, el glúcido del glucolípido cambia,
permitiendo a los glóbulos blancos que se dirijan hacia esta célula y la eliminen. Las
proteínas están incluidas en la doble capa lipídica, sobresaliendo en mayor o menor grado
sobre ambas superficies. En general la composición lipídica es más o menos la misma en
todas las membranas, pero la cantidad y tipo de proteínas difiere notablemente entre
ellas, porque estas son las que efectúan el trabajo metabólico perticular de las mismas.
Con todo, todas las membranas presentes en la célula presentan la estructura general
descrita anteriormente, la que se conoce con el nombre de teoría de unidad de
membrana.
La membrana celular desempeña diversas funciones, entre las cuales se destacan
dos: la adhesión celular y el transporte de sustancias. Por ejemplo, una esponja marina es
una organismo multicelular con una estructura corporal simple. Las células que forman la
esponja están unidas unas a otras, pero se las puede separar por medio de métodos
físicos. Si se pasa al animal reiteradas veces a través de un colador sus células se
separarán y lo que era un solo individuo es ahora un conjunto de cientos de células
separadas. Pero si a esta suspensión de célula se la bate por un par de horas, las células
se vuelven a unir para formar una esponja. Si se repite la experiencia, pero con dos
especies de esponjas a la vez, se observará que cuando se vuelven a unir las células, se
agrupan según su especie. Esta especificidad se debe a las proteínas presentes en las

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membranas celulares. Del mismo modo que en una esponja, las células que forman los
tejidos de nuestro cuerpo se unen entre sí, denominándose estas uniones conexiones
celulares, las que han sido esenciales en el origen de la pluricelularidad, o sea, en el de los
animales (ver Newman, 2016; Urquiza y Carezzano 2013).
La membrana celular posee permeabilidad selectiva. Es decir que tiene la capacidad
de permitir que algunas sustancias la atraviesen y otras no, lo que depende, entre otros
factores, de la acción de los transportadores de sustancias, como por ejemplo las bombas
de sodio y potasio. Así, la membrana modifica, mantiene y especifica el contenido celular
que es, la mayoría de las veces, muy diferente del ambiente. Si la membrana no funciona,
la célula muere, como ocurre, por ejemplo, cuando actúa el sistema del complemento,
mecanismos de defensa en el ser humano que destruyen la integridad de la membrana
celular de las bacterias, pero no de las células humanas circundantes, y ocasionan su lisis.
Debido a la existencia de membranas internas (endomembranas) que separan
ambientes diferentes (organelos), se dice que las células eucariotas están
compartimentalizadas, siendo cada organelo un compartimiento diferente. De tal forma
las reacciones químicas ocurren sin interferir unas con otras, haciendo más eficiente a la
célula y permitiendo un aumento en el tamaño y diversidad morfofuncional que estas
pueden alcanzar. En verdad cada organelo es una zona hueca rodeada de membrana que
incluye en su estructura, las proteínas y enzimas específicas con las que ejecuta su trabajo
particular.

Núcleo celular
El núcleo es una estructura esencial para el funcionamiento celular y hallado sólo en
los eucariotas. El mismo se halla delimitado por una membrana nuclear o carioteca, que
consiste de dos unidades de membranas adosadas y atravesadas por numerosos poros y
se halla comunicada con el retículo endoplasmático. En el interior nuclear se halla el
carioplasma y el nucléolo. Por lo general hay, al menos, un núcleo por célula, pero puede
no existir ninguno (eritrocitos de mamíferos, en los que los núcleos son expulsados al
madurar) haber dos (células cardíacas) o incluso más (células musculares esqueléticas). La
forma del núcleo varía, pudiendo ser esférico (células del hígado), plano (células de la
piel), alargado (células del intestino), lobulado (glóbulos blancos), arriñonado (glóbulos

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blancos), etc. También difiere el tamaño de este entre los tipos celulares. Por ejemplo en
las células que almacenan lípidos (adipocitos) es muy pequeño, mientras que en los
linfocitos (células inmunitarias de la sangre) son tan grandes que ocupan prácticamente
todo el citoplasma. Además como la cantidad del citoplasma varía ampliamente entre las
poblaciones de distintas células, la proporción núcleo/citoplasma es relativamente
variable entre aquellas.
El material genético de la célula, el ADN (ácido desoxirribonucleico), es hallado
principalmente en el núcleo. Éste contiene las instrucciones genéticas usadas para
construir otros componentes de las células, como las proteínas y las moléculas de ARN y
por lo tanto es clave para el desarrollo y funcionamiento de todo el organismo y el
responsable de su transmisión hereditaria. La función principal de la molécula de ADN es
el almacenamiento a largo plazo de información. Los segmentos de ADN que llevan esta
información genética son llamados genes, pero existen otras secuencias de ADN que
tienen propósitos estructurales o toman parte en la regulación del uso de esta
información genética. Existe también ADN en los cloroplastos y en los mitocondrias, estos
ácidos nucleicos codifican para algunas de las funciones particulares de los mismos. Esta
característica (entre otras) indujo a la proposición de la teoría endosimbiótica, una de las
varias hipótesis que explica el origen de las células eucariotas (ver Hernández 2012; Panza
2012) y de la formación de algunos o varios de sus organelos. El núcleo realiza las
funciones de control gracias a la fabricación de moléculas informativas, los ARN
mensajeros. Estos se forman a partir del ADN, viajan al citoplasma y dirigen la síntesis de
proteínas. Otra manera en la que regula las funciones celulares es porque en el nucléolo
se sintetizan los ARN ribosómicos (de al menos tres tipos) los que migran al citoplasma y
forman los ribosomas (libres o asociados al retículo endoplasmático rugoso, RER).
Finalmente dispersos entre los diversos cromosomas se hallan los genes que codifican
para los ARN de transferencia, que transportan los aminoácidos cuando se sintetizan las
proteínas.

Citoplasma y organelas
El citoplasma se halla delimitado por la membrana celular, la cual, como ya se dijo,
comunica el medio interno de la célula con el externo. En él se efectúan prácticamente

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todas las reacciones químicas realizadas por los seres vivos. En un principio se pensaba
que el citoplasma era un líquido con algunas proteínas disueltas y nada más, que se
hallaba entre la membrana celular y el núcleo. Con el desarrollo del microscopio
electrónico se han podido identificar distintos componentes citoplasmáticos como el
citosol (fluído intracelular) formado por los organelos, las inclusiones nutricias y
pigmentos, y el citoesqueleto, conformado por filamentos y microtúbulos. Estos últimos
son los ya mencionados organelos no membranosos, y en el caso de los microtúbulos
funcionan no sólo como apoyo y sostén sino como mecanismos de transporte
intracelular.

Organelos eucariotas
A continuación se hará referencia a la morfología y fisiología de algunos organelos
celulares presentes en una célula eucariota en general y en la animal en particular (Fig. 6).
Ribosomas: son los organelos más numerosos (una bacteria puede llegar a tener
unos quince mil ribosomas y una célula eucariota muchos más). Están formados por dos
subunidades, una mayor y otra menor, las que a su vez consisten de una serie de
proteínas y al menos tres ácidos ribonucleicos. Pueden estar libres en el citoplasma
(sintetizan las proteínas citosólicas) o adheridos a membranas internas formando el
reticulo endoplásmico rugoso (RER), donde se forman las proteínas a exportar. Los
hallados en los procariotas son muy diferentes a los presentes en los eucariotas.
Retículo endoplasmático (RE): es una estructura formada por una serie de
membranas en forma de sacos, tubos y canales aplanados conectados entre sí, con el
plasmalema y la membrana nuclear. En algunas porciones posee adheridos externamente
ribosomas. Las porciones del retículo endoplasmático que posee ribosomas se denomina
retículo endoplasmático rugoso (RER) y el que no retículo endoplasmático liso (REL).
Ambos retículos son continuos entre sí. Las células que se encargan de producir grandes
cantidades de proteínas para exportar, poseen un extenso RER, mientras que en las que
producen sustancias lipídicas abunda el REL, esto permite inferir que el primero participa
en la síntesis de proteínas y el segundo en la de lípidos. El REL también abunda en las
células del hígado donde participa en funciones de desintoxicación.

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Complejo o aparato de Golgi: está formado por una serie de tres a diez sacos
aplanados o cisternas, membranosos, y apilados como una serie de panqueques sin
enrollar. Los complejos de Golgi tienen la función de producir membranas, organelos y
sustancias complejas como por ejemplo las hormonas o las enzimas digestivas del
intestino. Para poder fabricar estas sustancias recibe del RER y del REL proteínas y lípidos
por la cara de formación y los empaqueta, agregándoles en muchos casos diversos
glúcidos. Los productos ya formados salen por medio de vesículas de secreción y
lisosomas, por la cara de maduración y son llevados a su destino.
Lisosomas: son vesículas relativamente grandes que contienen enzimas digestivas
muy potentes, tanto que si se rompiera la membrana de los lisosomas, estas proteínas
destruirían a la propia célula. Su función es la de degradar y destruir todo aquello que sea
perjudicial para la célula: organelos defectuosos, microorganismos, etc. Son abundantes
en los glóbulos blancos, ya que estas células tienen la función de atacar y destruir a los
microorganismos que ingresen en nuestro cuerpo. Al morir un organismo sus lisosomas se
rompen y liberan sus enzimas produciendo así la autólisis. Los métodos de fijación
utilizados en histología tienen por función impedir este fenómeno.
Vesículas de secreción: llevan las sustancias producidas por el complejo de Golgi a
su destino, el cual puede ser tanto en el interior de la célula como en el exterior. Las
vesículas pueden llevar membranas, porciones de organelos, hormonas, etc.
Vacuolas: son espacios citoplasmáticos rodeados por una membrana en forma de
bolsa. Su función es la almacenar sustancias. Si almacenan sustancias útiles se las
denomina vacuolas de almacenamiento y si son de desecho vacuolas de desecho. Si bien
se las asocia normalmente a los vegetales también existen, aunque más pequeñas, en los
animales.
Mitocondrias: son organelos formados por dos membranas, una externa y otra
interna. La membrana interna presenta pliegues o crestas mitocondriales y en su interior
se halla una porción de citoplasma denominado matriz mitocondrial. Este organelo tiene
la función de generar la energía necesaria (ATP) a partir de la glucosa por medio del
proceso bioquímico conocido como respiración celular. Para esto presenta una serie de
proteínas de gran peso molecular y muy complejas que forman motores moleculares

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como la ATP sintetasa. Las mitocondrias abundan en las células que poseen una gran
actividad, como por ejemplo las células musculares.

Fig. 6: Célula eucariota animal. 1. Nucléolo, 2. Núcleo, 3. Ribosoma, 4. Vesícula, 5.


Retículo endoplasmático rugoso, 6. Aparato de Golgi, 7. Citoesqueleto (microtúbulos), 8.
Retículo endoplasmático liso, 9. Mitocondria, 10. Peroxisoma, 11. Citoplasma, 12.
Lisosoma. 13. Centriolo. (tomado de MesserWoland y Szczepan 1990,
https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=1279365).

Centríolo: Propio de las células animales, está formado por una serie de
microtúbulos perpendiculares entre sí. Desempeña funciones importantes durante la
división celular donde organiza el llamado huso mitótico, un conjunto de microtúbulos
que es especialmente formado durante la división celular y que ayuda a traccionar a los
cromosomas y distribuirlos a las células hijas.
Por último, y dispersas en el citoplasma en forma y número muy variable se
encuentran las inclusiones. Estas son depósitos de lípidos o pigmentos, entre otras
sustancias, de existencia temporal y bastante variable y cuya presencia no es vital.

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Citoesqueleto. Por medio de la microscopia óptica, se demostró en muchos tipos
celulares la presencia de estructuras filiformes (forma de pelo) dentro del citoplasma.
Estas estructuras forman el citoesqueleto. Se han identificado tres tipos diferentes de
filamentos en el interior celular: los microtúbulos, los filamentos de actina y los filamentos
intermedios. Los microtúbulos son estructuras proteicas huecas y de longitud muy
variable, que desempeñan un papel importante en la división celular y dan un andamiaje
estructural en la construcción de estructura celulares. También forman parte de cilios y
flagelos, estructuras que sirven para la movilidad celular. Los filamentos de actina son
delicadas hebras de proteínas (actina). Cada filamento está formado por muchas
moléculas de actina unidas helicoidalmente. Al igual que los microtúbulos, la célula los
puede desintegrar y volver a configurar con cierta facilidad. También desempeñan un
papel importante en la división celular y en la motilidad de la célula. Los filamentos
intermedios, como indica su nombre, son intermedios en tamaño entre los microtúbulos y
los filamentos de actina. Están conformados por proteínas y no pueden ser desintegrados
fácilmente. Tiene variadas funciones, pero básicamente se relacionan con acciones
mecánicas. Abundan en aquellas células sometidas a grandes esfuerzos, como por
ejemplo en las células de la piel, brindando un apoyo mecánico, en otros casos tiene la
función de distribuir las fuerzas de tracción dentro de la célula durante las contracciones
(por ejemplo en las células musculares).
Otras estructuras eucarióticas muy importantes son las microvellosidades y los cilios,
las que no son consideradas organelas sino especializaciones de la superficie libre de la
membrana.
Las primeras son expansiones digitiformes de la membrana celular, que poseen un
esqueleto de filamentos de miosina. Pueden incluso contraerse y extenderse para ampliar
la superficie de absorción de las células. Son halladas en gran número en el epitelio
absortivo del intestino delgado. Los cilios también son expansiones alargadas, pero
alcanzan mayor longitud. Poseen un esqueleto de microtúbulos, dispuestos de una forma
muy compleja, lo que les permite moverlos y, así, mover el moco que normalmente tapiza
estas estructuras. Se las encuentra típicamente en el epitelio del tracto respiratorio.

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Forma y tamaño celulares
La forma y el aspecto de la célula suele relacionarse con sus funciones y/o ubicación
corporal. Existen células planas, cúbicas, cilíndricas, más o menos esféricas, piramidales,
fibrosas o irregulares. Las planas, que vistas de arriba son más o menos irregularmente
poliédricas, se ubican en los sitios donde se precisa protección o recubrimiento
presentando poca resistencia ante el paso o presencia de fluidos, como por ejemplo en el
epitelio plano del tegumento de mamíferos, en el endotelio de los vasos circulatorios o del
mesotelio del celoma. Las células cúbicas son halladas en sitios de intensa actividad
metabólica como en los túbulos excretores del riñón, donde se encargan de secretar o
absorber iones y diversas sustancias. También en ciertos túbulos glandulares. En general
no son muy numerosas. Las células cilíndricas son halladas en sitios de síntesis y secreción
o absorción muy activas. Por ejemplo en los epitelios del intestino, estómago o de la
porción superior del tracto respiratorio. Las esféricas se encuentran en los fluidos
circulantes, ya que es la forma que menor resistencia presenta al movimiento. Los
leucocitos son un buen ejemplo. Las células piramidales forman parte de glándulas, donde
su base mira hacia el exterior de la misma, y su vértice hacia la luz donde es secretado el
producto. Las células fibrosas son por ejemplo los miocitos, las unidades que forman los
músculos. En toda su longitud se disponen multitud de moléculas alargadas las que se
deslizan entre sí, para de esta manera, acortar al miocito, y con esto, al músculo. Como
células irregulares pueden citarse al fibroblasto y a las células del músculo liso. Son células
dispersas en la matriz extracelular sin uniones con otras similares ni una polaridad
definida, y que secretan sustancias de la matriz en toda su superficie.

Bibliografía
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Panza, V. 2012. Células procariotas, el camino evolutivo hacia los eucariotas. Elemental Watson. La revista.3 (9). pp: 4‐8.
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Urquiza Bardone, S. y Carezzano, F. 2013 Las uniones celulares y la emergencia de los animales. The Biologist. 11(2).
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Bibliografía de consulta
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