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BIBLIOTECA ROMÁNICA HISPÁNICA

D irig id a por DÁMASO ALONSO

V. DICCIONARIOS, 7
DICCIONARIO
CRÍTICO ETIM O LÓ G ICO
CASTELLANO E HISPÁNICO
POR

JO A N C O R O M IN A S
Profesor de Filología Rominica en la Universidad de Chicago
Miembro del Institut d’Estadis Catalans

C O N LA C O LA B O R A C IÓ N DE

JOSÉ A. PASCUAL
P r o f e s o r de G r a m á t i c a H i s tó r i c a d e la L e n g u a E s p a ñ o l a en la U n i v e rs i d a d d e S a l a m a n c a

RI-X

&
EDITORIAL GREDOS
MADRID
O JOAN COROMINAS y JO SÉ A. PASCUAL, 1983.

EDITORIAL GREDOS, S. A.

Sánchez Pacheco, 81, M adrid. E sp añ a.

D epósito Legal: M. 4535-1980.

ISBN 84-249-1362-0. Obra completa.


IS B N 84-249-0879-1. Tom o V.
Im p reso en E spaña. P rin te d in Spain.
G ráficas C óndor, S. A., Sánchez Pacheco, 81, M adrid, 1983. — 5488.
RI
Ría, V. rio Riá, V. arre Riacho, riachuelo, cilla, Arauc. IV y V, y otros ejs. posteriores de
riada, riatillo, V río la misma grafía en Cuervo, Obr. Inéd., 393n.’] ;
ribacera arag. R ibayu ast. ’ribazo’ (V). Ribera
RIBA, ant. ’ribera’, ’ribazo’, del l a t . r í p a ’m ar­ [docs. de 1064 y 1070 en O elschl.; ’franja a lo
gen de un río’, ’orilla, ribera’. 1.a doc.: doc. de 5 largo de u n río, fondo de un valle’ : cde ruedas
942 (.Oelschl.); Berceo. e molinos que muelen las geveras, / e de rricas
«En riba de Thanays, u n río assinalado, / m an­ azennas que les dizen traperas / avié grant abon-
dó ficar las tiendas al su pueblo lazdrado» Alex., dan?a por todas las riberas» A lex., 1304c; J. Ruiz
1751c; P sustituye esta palabra, pronto anticuada, 975; matiz igual en cat. pirenaico, comp. fr. ri­
por ribera, no aceptable según el m etro. L a locu­ lo viere ’río’ ; en general significa ’orilla del río o del
ción prepositiva en riba de la mar ’a orillas del m ar’ N ebr., vid. Cej. V, § 104; para formas vas­
mar’ es la que se encuentra tam bién en Berceo, cas, B hZ R P h. V I, 9-10], deriv. común con el resto
Mil., 47; también aparece ribera de en Victorial del ibero y galorrománico; ribero [Berceo, M il.,
y otros textos anteriores. Comp. riba de, o simple­ 104; Cuervo, Disq., 1950, p. 98]; riberano a m er.;
mente riba como preposición, en catalán medieval, 15 ribereño [Aut.]; riberiego [Aut.]; riberar ant. ’cazar
muy frecuente. Pero en el idioma hermano riba por la ribera’ (Elena y María, R F E I); gall. riba-
sigue siendo palabra viva hasta la actualidad, con deira hierba así llamada al Sur de Orense, hasta Ce-
valor de sustantivo, por lo menos en hablas ru ­ lanova, con flor con cinco hojitas, azul en todo el
rales. En cast. desde buen principio el vocablo otoño («flor do cuco»), y con hojas ásperas y verdi­
tiende a quedar estereotipado en locuciones inse- 20 negras análogas a la carrasca y carqueixa: nace en
parables o en la toponimia; queda algún caso de los ribazos (Sarm. CaG. 1 3 4 a ). Arribar [Cid; doc.
uso libre sólo en textos del S. X I I I : «redróla de de 11 8 0 , Cuervo, Dice. I, 649-51; «a. como nave:
la riba» Alex., 1843; «non saldredes más tarde a applico, appello; a. por allegar: accedo, pervenio»
riba» Sta. M . Egipc., 354, y aun en el último la N ebr.; para la ac. ’llegar en general’, propia del
falta de artículo muestra ya la tendencia a dejarlo 25 cat. y del galo e ítalorrománico, y que en cast. se
enquistar en ciertas unidades fraseológicas. Más encuentra en textos antiguos y americanos, vid.
tarde desaparece del uso y sólo quedan los deriva­ A IL C I, 7, 1 2], del lat. tardío a r r ip a r e id. (Rom.
dos. Falta ya en los glos. de h. 1400, APal., N ebr., L III , 2 4 2 ) ; arribada; arribaje; arribazón o riba-
etc.; Covarr. lo ejemplifica solamente en nombres zón; arribanza ant. {Cid); arribo [h. 1 8 0 0 , Jove-
de lugar (Ribadavia, Ribadeneira, Ribataxada, etc.), 30 llanos, Mz. de la Rosa, vid. Cuervo, Dicc. I , 651a].
Aut. hace lo mismo y declara formalmente que Zorrivar ’desm ontar un campo o terreno’ cañar.
está fuera de uso. Nótese que la grafía constante ( s u b - ) ; zorriva 'acción y efecto de zorrivar; des­
es con -b-, la moderna Riva o Rivas, en la ono­ m onte’ cañar. (B R A E V II, 141).
mástica, es antihistórica y antietimológica. Queda C p t . Arriba, adv. [docs. S. X , O elschl.; Berceo;
alguna supervivencia en los dialectos: en Navarra 35 doc. de 1275, G . Soriano, p. 195; como prep. y
vale «muro del cajero de una acequia». como adv., N eb r.; Cuervo, Dicc. I, 645-9; Cej.
D e r i v . Ribazo [ctan grant ribafo (y)aze entre V, § 104]2; arribeño amer. Para el gall. (ar)rubir,
fer e dezir» Alex., 2301c O y P; «campo algund V. S U B IR .
tanto alto y que tiene ribazo de tierra alta» APal. 1 Q difícil de explicar. Quizá préstamo del port.
186b; ribafo rim ando con brafo y pedafo en E r- *0 o cat.; o bien no hay sufijo - a c e u m , sino forma
mozárabe equivalente al cat. ribast ’ribazo’, cuyo G od. V II, 184b, c, y que en la Suiza francesa ha
sufijo no está explicado, por lo demás.— 2 Cub. conservado el sentido de ’frotar’; de éste deriva
estar de arriba ’estar de buenas, en situación ,muy naturalm ente ribaut ’libertino’, cuyo sentido
próspera’ (Ca., 179); arg. de arriba ’de balde, se extendió luego a otros matices peyorativos. Es
sin trabajar o sin pagar’; en Cuba arriba es 5 discutible si en fráncico el vocablo hubo de tener
’hacia el Oriente’, la V ueltaniba ’la parte orien­ la forma * h r T b a n o * w r Í b a n 2 : en el prim er caso
tal de la isla’. Ast. enriba ’arriba’, arribón ’au­ no habría dificultad fonética (para el tratam iento
mentativo de arriba' (V). Gall. enriba ’encima’ y de - B - : Gamillscheg, R . G ., I, pp. 253 y 255;
enriba de ’sobre’ son lo más común, pero tam ­ para H R -, ibid., p. 267), en el segundo lo común
bién se emplea riba de («na testa, riba d’un bo­ 10 es que el resultado francés de w r - sea gar-, aun­
cho») y por riba («por riba de todo») Castelao que d.o falta algún ej. suelto, quizá más tar­
51.21, 39.13. dío, quizá advenedizo, en que aparece r - ( o . c . ,
p. 273). Si se decide que la forma fráncica había
Ribadoquin, V. ribaldo de ser * w r ! b a n y que el tratam iento W R - > r - no
15 es posible, entonces se podría adm itir de todos
R IB A LD O , ant., tomado del fr. ant. ribalt ’li­ modos que el francés tom ó riber del alto alemán,
bertino’, ’bribón’, ’vagabundo’, ’soldado saquea­ en lo cual tampoco habría gran dificultad.
dor’, derivado de riber ’entregarse a la lascivia’, Es inaceptable geográfica, morfológica y semán­
’retozar, juguetear’, voz de origen germánico, em ­ ticamente la etimología de Scheludko (Z R P h .
parentada con el a. alem. ant. riban ’frotar’, a. 20 X L V II, 436; comp. Devic, M S L V, 41), según
alem. med. ríben ’yacer carnalmente’. 1.a doc.: el cual ribaut vendría del ár. ribá( ’puesto militar*
h. 1300, Gr. Conq. de Ultr. (vid. R E B A T O ), de donde se habría pasado a
Con el sentido de ’picaro, malvado, rufián’ (ri- ’tropa de combate’ y luego a las demás acs.
valdo, Rivad. X L V II, 332). E n J. Ruiz ribaldo, D e r i v . Ribaldería. Ribadoquin [rebaudoquín:
con las variantes ribalde y ribal(t), significa ’bella­ 25 2.° cuarto S. X V : «Las gruessas bombardas e re-
co’, ’hombre grosero e ignorante’, ’ladrón’ (46c, babdoquines / de nieblas fumosas el ayre enllena-
51b, 55d, 1461b). E n los Castigos de D. Sancho van» Santillana, p. 124; ribadoquin: 1607, O udin;
’bellaco, picaro’ (Rivad. L I, 226). «Te demostraré ant. ya Acad. 1817] o robadoquin (1505, PAlc., de
yo qué cosa es ygualarse los ribaldos con los bue­ donde es alteración el mozár. ubruquín o ubriquín
nos» Corbacho IV, cap. 2. Cej., Aguado y Fcha. 30 «passabolante» PAlc.), tomados del fr. ribaudequin
citan otros ejs. de los SS. X V-XVI con signi­ id., derivado formado en el extremo N orte de F ran ­
ficado análogo; ribalde ’pobre, mezquino’ en T i- cia con el sufijo dim inutivo flamenco -kin, como
moneda. Pronto debió de salir del uso corriente, calificación jocosa de esta arm a de fuego ( D i e z ,
pues falta en APal., N ebr., Covarr. y Aut. T am ­ W b ., 269).
poco era voz de uso general ni castiza en el cat. 35 1 Aunque éste ya abunda en los SS. X III y X IV,
medieval, aunque nada rara (Eiximenis, Regim ent, y com o nom bre propio ya figura en códices ita­
99.12; Canals, Providencia, 112; ribaldería, Eixi­ lianos de los SS. X y X I (A. Prati), hay que
menis, Doctr. Comp., 72). L o mismo puede de­ rechazar la idea que se me ocurre de que ribaldo
cirse del it. r i b a l d o y del oc. ribaut, que ya son sea oriundo de Italia, y derivado del germanismo
más frecuentes, pero más usual todavía es el fr. 40 baldo ’atrevido’, con el que suele agruparse en
ant. ribaut, -alt, que es de donde proceden las frases como uotnini baldi e ribaldi; pues a ello
demás formas rom ances: su carácter genuino se se opone la existencia del fr. ant. riber, y esta
advierte por su gran desarrollo semántico y su derivación no pertenecería a u n tipo corriente.—
rica derivación (God. V II, 181ss.), además de su 2 Schade cree que la tv- del bajo alemán e s s e ­
antigüedad [S. X II], Debe considerarse incontes­ 45 cundaria : K luge cree que no y su opinión e s
table la etimología de Diez, W b., 268-9, aceptada más autorizada. Tam bién Erich von Richthofen
por M -L. (R E W 4206), y precisada por G a- (ZRPh. L X V II, 109-11) apoya la etimología ita­
millscheg (E W F S ; análogamente Bloch-W. 1 y ')■ liana, pero sin hacerse cargo de la dificultad
E l a. alem. ant. riban (hoy reiben) ’frotar, fregar’ opuesta por el verbo fr. riber.
es voz propia del germánico occidental continental 50
(b. alem. med. y neerl. med. wriven, fris. wriiuwé), Ribazo, ribazón, ribera, riberano, ribereño, ribe­
que en el a. alem. med. ríben aparece además con riego, ribero, V . riba
el sentido de ’yacer carnalmente’, del cual derivan
el a. alem. med. riberlin ’prostituta’, a. alem. ant. R IB ESIÁ C EO , de ribes, nom bre culto de la
hripa id., y aun probablemente el a. alem. med. 55 grosella, y éste tom ado del ár. ribas ’ruibarbo’,
riber ’bribón’ Es probable, por lo tanto, que dicho empleado por los farmacéuticos europeos del Re­
verbo existiera ya en fráncico con el sentido de nacimiento como nom bre de la grosella, por usar­
’coire’, y que de ahí proceda el fr. ant. riber ’en­ se como sucedáneo del ruibarbo. 1.a doc.: Acad.
tregarse a la lascivia’ y ’retozar, juguetear’, voz 1925, no 1884.
bastante usada en la Edad Media [fin S. X II], 6« D erivado del nom bre del Ribes Grossularia L .
o grosella. Esta denominación tiene, en general, figuradas, p. ej. ’borde, orilla de cualquier cosa’
carácter culto en Europa, aunque es bastante po­ (los ribetes de los ojos; en G óngora los ribetes de
pular el cat. ribes (y analógicamente un singular Navarra, a. 1588, el ribete florido del río, a. 1591),
riba)', y tiene tam bién este carácter en el N orte ’cualidad accesoria’ («tonto... con no sé qué ribe­
y Centro de Italia, alem. ribisel en Austria, y for­ 5 tes de malicioso y de bellaco» Quijote II, lviii,
mas análogas en Dinamarca, Holstein, S ur de 223v°.
Suecia y País de Gales. Pero el fr. ribette es muy Además del cast. existe ribet, con el mis­
raro (tres citas antiguas en Rolland, Flore VI, mo sentido propio, en cat. [1789, A g .]\ y con
77ss.) y en dialectos franceses se encuentra sola­ sus derivados ribetat y ribetejar; y es de notar
mente un ribéze en Seine-et-M arne. Indudable­ 10 que en Mallorca pronuncian rivet, con su sentido
mente todas estas formas se tom aron del b. lat. propio (Amengual) y con un sentido traslaticio
ribes, empleado por los farmacéuticos renacentistas (B D L C X , 495) que no sé si es ’ataque, burla’
como nom bre de la grosella, y tomado del ár. o ’zurra, castigo de golpes’ (Amengual); en Cas­
ribas que Freytag documenta en Avicena, Abenal- talia (Alicante) pronuncian revet, según dato de
béitar y el Qarnüs, como nombre del ruibarbo 15 don Enric Valor. T am bién se emplea ribete en
(Rheum Ribes) (no en Dozy ni Beaussier). Como port., con igual sentido, pero Moraes y Fig. coin­
explican Rolland y Schuchardt (Sitzungsber. Ber­ ciden en que es castellanismo, lo cual quizá sea
lín, 1917, 160-ln.), el cambio de sentido se debe a cierto, pues todavía falta en Bluteau (1715) y no
haberse empleado la grosella de racimos como se cita otra autoridad que la de Faría Sousa
sustituto del ruibarbo. N o tiene fundam ento bas­ 20 (2.° cuarto S. X V II), de bien conocida tendencia
tante el supuesto de Spitzer (L itb l. X X X V III, castellanizante. Desde luego son hispanismos el
326) de que venga de u n alem. dial. *rikbes = campid. arivettu u orivettu «orlo» y el tarentino
alem. reichbeere, o a lo sumo podrá esto aplicarse reviene2; quizá tam bién el oc. rivet «bande de
a alguna de las formas germánicas. Tam poco pa­ cuir mince que les cordonniers m ettent entre deux
rece haber relación con el mozár. ñb&l ’reseda’, 25 cuirs plus épais q u ’on veut coudre ensemble»,
para el cual vid. Simonet. «margelle d ’un puits», que M istral documenta en
1 E n Cam prodón he oído rimes, pero ahí habrá dos felibres de Provenza, señalando ribet como
otro origen, o por lo menos cruce con r a c e m u m variante languedociana y gascona3.
( > cat. r(a)'im), comp. el landés razimette «gro- Engelmann* y Eguílaz creían que viene del ár.
seille» (M étivier, Agrie., p. 738). 30 ribát, m ientras Covarr., la Acad. y M -L . (R E W
7328) afirman que es derivado de riba, lat. r ï p a
R IB E T E , palabra com ún a los tres romances ’margen’, que según M -L. se habría tomado del
ibéricos, de origen incierto; quizá del ár. ribát cat. N inguna de las dos etimologías es de las que
’lazo, atadura’, ’tira o faja de tela’, o de otra pa­ se im ponen, y ni siquiera son evidentes desde el
labra de la misma raíz arábiga. 1.a doc.: rivet, 1402. 35 punto de vista semántico. A ’ribete’ quizá se pue­
E n u n inventario aragonés de esta fecha se le e : de llegar desde ’margen, ribera’, pero desde luego
«hunos punyetes de L ondres bermellos, con rivés son cosas muy diferentes ; el ár. ribát propiamente
de oro en el cerco... hun villán cárdeno de pal- es ’lazo, atadura’ y no le conoce otro sentido el
mella, ya tenido, con rivet por el capifo e mangas glosario hispanoárabe de R. M artí («ligamen») ;
de trena de oro» (B R A E II, 219, 220); más tarde 40 aunque para el egipcio Bocthor es «bande, long
en otro inventario zaragozano de 1497 encontra­ morceau d ’étoffe» y en otras fuentes vulgares
mos el derivado: «un tavardo de panyo negro «bande autour de la tête», «double bande de cuir»,
valenciano rivetado de tapet negro» (B R A E II, «jarretière», «bandage que l’on met sur une bles­
91). E n Castilla no encuentro nada hasta 1541, sure» (Dozy, Suppl. I, 501-2); en Argelia «bande
en el testamento de Fernando de R o jas: «una -*5 de toile», «bandage, appareil», «pansement», «ban­
ropa de muger, de velarte, con un rebetón de de de fer» (Beaussier). Que todo esto n o está lejos
terciopelo, trayda» (R F E X VI, 378). Falta ribete, de ’ribete, cinta con que se guarnece o refuerza la
con sus derivados, en los* glos. de h. 1400, APal., orilla del vestido, calzado, etc.’, debe concederse,
N ebr., PAlc., C. de las Casas, Percivale, y en los aunque tam bién es verdad que la ac. ’ribete’ no
glosarios de los principales autores de la Edad 50 está precisamente documentada en árabe, y como
M edia; está ya en O udin (1607), «bord, bande, no corresponde al sentido del verbo rábat ’atar’
orlet», Covarr. y A ut., donde además de la ac. habría de ser m uy secundaria o haber nacido al
básica «la guarnición que se echa a la extremidad trasm itirse el vocablo del árabe al romance. En
de la ropa o vestido» (ya u n par de ejs. en el ello no habría gran dificultad, y en apoyo de la
Quijote), están las de «adorno que se añade en 55 idea puede hacerse valer la v del malí, y prov.
la conversación a algún caso, refiriéndole vestido rivet y la v y e ' del val. revet, difícilmente con­
con alguna circunstancia de reflexión u de gracia» ciliables con la etimología r ï p a ; tam bién hay que
y «añadidura y adehala», con dos autoridades del reconocer que el masculino ribet como derivado de
S. X V II; en efecto, no sólo es vocablo de uso riba, aunque no inconcebible, no deja de ser algo
general en su ac. propia, sino que tiene muchas 60 sorprendente.
R IB ET E -R IC O 10

Por otra parte, es cierto que, como resultado de 1 Además, s. v. rivet, rem ite a u n texto citado
ribát, en romance esperaríamos más bien *arrebate en el artículo corbatons, donde sólo figura un
que ribete, comp. R E B A T O , descendiente induda­ pasaje de M iquel Parets (S. X V II), que no con­
ble de ribát; concedamos que el artículo ar- fá­ tiene rivet. ¿Olvido del editor?— 3 Salvioni, Arch.
cilmente pudo am putarse y que siendo la i de la 5 Stor. Sardo V, n.° 23; M . L . W agner, R F E IX ,
sílaba ri- arábiga intermedia entre una i y una e 227.— 3 G od. V II, 205b, cita dos ejs. no localiza­
romance, más bien que igual a una e pura, el dos de un fr. riveter «border» aplicado a paños
influjo del romance riba pudo fácilmente inclinar y cueros, en 1370 y 1397. Pero dado su aisla­
la balanza en favor de la i, pero el vocalismo -ete miento serán hispanismos. Interesan por apare­
en lugar de -ate es más difícil de explicar, pues 10 cer antes que la 1.a documentación hispáni­
al fin y al cabo ambas son terminaciones corrien­ ca.— * E n Dozy, Gloss., 335. Dozy se abstuvo de
tes en castellano5. ¿Habremos de partir más bien opinar, pero en su Suppl. rem ite al artículo de
de un ár. rabít de la misma raíz y con el mismo Engelm ann.— * N o se confunda el caso con los de
significado? Entonces -ete estaría en regla y sería las palabras donde á da e por estar en ta rq iq : ante
posible explicar el paso a rebete y ribete, con in­ 15 una enfática n o es posible la imela.— * N ebr. regis­
flujo de riba; pero no sé que en ninguna habla tra u n trebite: reduplicatio» que sería m uy valioso
arábiga tenga rabí( el sentido que haría falta si este vocablo latino significara algo como ’ri­
(cnouem ent de l’aiguillette» Beaussier, «prisonnier» bete’, pero n i en latín clásico ni en bajo latín
Dozy). Quizá a pesar de todo existiera una ac. encuentro otro significado que ’redoblamiento,
semejante. En apoyo de la idea se pueden citar 20 reduplicación’. Por otra parte, junto a rebite trae
la forma rebetón de 1541, el val. revet y varias rebidar «reduplico», y esto hace pensar que N ebr.
formas dialectales: rebite en Bilbao (Arriaga), en entendía más bien ’segundo envite’, ’envidar por
Sanabria (’bastilla inferior de la falda’, K rüger, segunda vez’ (embite y combidar es como se es­
Dial, de S. Ciprián) y en Colima, Méjico («ri­ cribe en cast. medieval y clásico). Faltan revite
bete; ganancia, ventaja» R. D uarte, Supl.), bilb. 25 y revidar en A ut. y en la Acad., pero los traen
rebiteadora ’mujer que pone ribetes a los zapatos’, en el sentido supuesto Covarr. y C. de las Casas
ast. occid. rebintiar o ribitiar ’ribetear’ (AF), berc. (Baráibar revidar y revido); verdad es que po­
rebiritado ’ribeteado’ (Fz. Morales), rebiritiar en dríamos sospechar que los dos lexicógrafos clá­
Colunga (V), reberetar y reberete en Galicia (Valí.), sicos interpretan a su manera a su modelo N ebr.
y gall. reviretado ’el que va guapo, con muchos 30 N o es posible zanjar la cuestión, pues las voces
reviretes’ (Sarm. CaG. 198i>) (sin duda con reper­ arábigas con que PAlc. traduce los términos de
cusión rebete > rebrete y luego anaptixis); es N ebr. son poco conocidas (Dozy las interpreta,
verdad que el testimonio de estas formas no es: respectivamente, por ’añadir, redoblar’, Suppl. II,
inequívoco, pues cabría metátesis ribetear > rebi- 825b, y ’provena, m ugrón de vid’). D e todos
tear, luego propagada al sustantivo, pero no parece 35 modos es seguro que rebite ya existía en 1517
así, pues ya es muy antigua esta forma6. (V. el índice de la ed. de Torres N aharro por
E n portugués hay una palabra que se pare­ Gillet).— 7 Bloch se abstenía prudentem ente;
ce m u ch o : arrebitar o rebitar ’remachar el cla­ W artburg en la 2.a ed. propone una etimología
vo’ y rebite ’rem achadura’, ya documentados en neerlandesa m uy aventurada por el significado;
Bluteau, aunque sin autoridades anteriores; igual­ 40 M -L . y Gamillscheg, otra del todo distinta y no
m ente and. revitar y revite (AV). ¿Tiene esto que más convincente.
ver con ribete, como sería concebible semántica­
mente? Es m uy dudoso, pues es mucho más p ro ­ Ricacho, ricachón, ricadueña, ricahembra, rica­
bable que estas palabras vayan con el fr. river hombría, V. rico Ricial, V. riza y enrizar
’rem achar’, rivet ’clavo rem achado’, y aun quizá 45 Riciar, V. enrizar Ricino, V. rezno Ricio,
con el it. ribadire id .; rebitar podría resultar de V. riza y enrizar
una metátesis del riveter francés que cita M -L ., y
que por cierto no me es conocido, pero que bien R IC O , d e l g ó t . r e i k s ’p o d e r o s o ’ ( p r o n . rife s ).
pudo existir antigua o dialectalm ente; por des­ 1.a doc.: Cid.
gracia tampoco es posible decidirlo, pues la eti­ 50 D esde el principio aparece con el sentido de
mología de ribadire y la de river es completa­ ’acaudalado’ : «Rachel e V idas... non m e descu-
m ente oscura7. D e todos modos river se docu­ brades a moros nin a christianos; / por siempre
m enta desde h. 1200, primeramente con el sentido vos faré ricos, que non seades menguados» Cid,
amplio de ’sujetar’ (comp. oc. riblá ’rem achar’, 108; Berceo, M il., 318c, d, 746c, etc. E n este
cat. reblar: ¿ r o b o r a r e ? ) ; arrebitar es inseparable 55 sentido ha sido siempre de uso general. Pero ade­
de este vocablo francés, con el cual no es de más tiene otros, desde los orígenes, que pueden
creer que ribete tenga relación alguna. ser p or lo menos tan primitivos y que pueden
D e r i v . Ribetear [1607, O u d in ]; ribeteado, ribe- ejemplificarse en la noción del rico omne ’indivi­
teador. Ribeteado m. ’conjunto de ribetes’ cub. duo correspondiente a la prim era clase de la no­
(Ca., 56). 60 bleza’ (ya Cid, etc.). Luego el sentido podía ser
tam bién ’poderoso’ y ’noble’; ’noble’ es tam bién cara, y quiero que él lo dome, porque, pa mí, el
en M il., 319d y 320a: «estava la imagen en su. Tijereta es, de los muchachos, el más rico do­
trono posada / ... / como rica reina de Dios sanc- mador» Borcosque, Puque, p. 96. Para acs. y
tificada; / tenié rica corona como rica reina, / de fraseología, Cej. V, § 88.
suso rica im pla...». O tras veces vale ’excelente, 5
bueno, fino, caro’, rica corona y rica impla en el Rida, V. enridar Ridiculez, ridiculizar, ridícu­
pasaje citado; rica piel, Cid, 195, 224, 1550, ricas lo, V. reír Riego ’irrigación’ y ’arroyo’, V. s. v.
fueron las bodas, Cid, 2248; cfízoli una fiesta en regar
de<;iembre mediado, / la que cae en mar?o, día
m uy señalado, / quando G abriel vino con el rico 10 R IE L , tomado del cat. riell ’barra estrecha y
mandado» M il., 52d. Aunque estos usos más tarde larga de metal fundido’, de origen incierto; quizá
se hacen raros, y hoy percibimos u n sentido figu­ diminutivo de riu ’arroyo’, por la forma del metal
rado en casos como u n postre m u y rico, o ven derretido cuando se arroja en el m olde; p o r ra­
aquí, rico, quizá sean antiguos por el contrario*. zones fonéticas y morfológicas es imposible de­
Rico y formas análogas existen hoy en todos los 15 rivar del lat. r e g u l a ’barra’ n i de otras palabras
romances de Occidente, aunque el sardo riccu pue­ latinas relacionadas con r e g u l a . 1.a doc.; 1475, G .
de ser préstamo hispano o italiano, y el sobreselv. de Segovia.
reh ha de ser germanismo m oderno; en los de­ Ahí está como voz bisílaba, sin definición (p. 73).
más son palabras de uso popular y de hondas Falta riel en los glos. de h. 1400, APal., N ebr.,
raíces. Cuando se indicaba como étimo el a. alem. 20 C. de las Casas y en varios glosarios medievales,
ant. rihhi (hoy alem. reich), esto había de tomarse pero pronto aparece en fuentes aragonesas: así
como forma germánica antigua, citada como sím­ el plural rielles en inventario de 1478 (B R A E VI,
bolo del germánico en general, pues sabido es que V. la cita en mi artículo E S L A B Ó N ); cunos pe­
el alto alemán pocos préstamos romances ha pro­ damos de plata dorada con u n riel y muchos cas-
porcionado; y éstos, modernos y locales. M -L . 25 cavillos» invent. de la misma procedencia, a. 1492
(R E W 7315) es posible que cite el alto alemán (B R A E I I I , 363). Percivale (1591): «a kinde of
en calidad de "próximo pariente del fráncico, del jewell, a carquenet»; O udin «lingot; c’est aussi la
cual se habría tomado el fr. riche y el oc.-cat. ric, lingotiére»; Covarr. «la plancha de oro o plata
mientras que el it. ricco vendría del longobardo que se ha derretido en el crisol, y la han venido
rihhi, y las formas cast. y port. serían préstamos 30 y dexado correr en plancha, del verbo gr. rio
del catalán. Pero tratándose de una palabra tan ’fluo’»; A ut. «la barra pequeña de oro u plata en
esencial, popular y frecuente, es increíble que no bruto», donde se cita el pasaje de Ambrosio de
tenga arraigo propio en cast. y port., y así hay M orales: «a cierta manera de barras de oro pe­
que dar la razón a Gamillscheg (R. G. I, p. 375; queñas, a que agora llamamos rieles, escribe este
R FE X IX , '230) cuando admite que en los tres 35 autor que las nombrábamos estrigiles'». T e rr. triel
romances ibéricos y en lengua de Oc procede del llaman los fundidores de plomo al pedazo grueso
— gót. r e i k s ; en francés, del fráncico *r\ki; y en que se adelgaza en la m áquina; el mismo nombre
italiano, del loñgóbardo; aunque en alguna parte dan a cualquiera pedazo grande de metal, fr. lin­
pudo ya haber préstamo anterior, al que luego se got; en particular llaman algunos riel a la barra
superpondría la forma del idioma germánico na­ 40 pequeña de oro o plata». Cej. V, § 88. A l intro­
cional. L a idea de M -L . de que la -K- germánica ducirse el ferrocarril en los países de lengua espa­
intervocálica ‘ había de sonorizarse como la -c- la­ ñola, como explica Cortázar (B R A E I, 148), para
tina (que es lo que le obligaba a partir del alto- nom brar los carriles se adoptó en España la pa­
alemán) era un prejuicio, según demostró G a­ labra ingl. rail (pron. ré%l, pero com únm ente pro­
millscheg en su libro. No hay por qué dudar de 45 nunciada raíZ en forma bárbara, todavía usual), y
que rico sea germanismo autóctono en la Penín­ así lo anotaron en el S. X IX los vocabularios
sula Ibérica, aunque algunos lo hayan hecho. de ferrocarriles de Matallana, Caballero y Garcés,
Dekiv. Ricacho [1599, G. de Alfarache, A u t.] ; mientras que en Méjico y el Perú se empleó como
ricachón. Ricote (como nombre de morisco en el sustituto de dicha palabra inglesa la cast. riel, que
Quijote, etc.). Riqueza {Cid; Berceo; etc.; «divi- 50 se le parecía por la forma y por el sentido; poste­
tiae» N ebr.]; antes se dijo rictad (Cid; Berceo), y riormente el vocablo en este sentido se introdujo
modernamente con carácter familiar ricura. Enri­ en España y ya lo registra así la Acad. en 1884.
quecer [h. 1250, Setenario, f° 5r°; Calila, 38.642; Claro que para la etimología hay que prescindir de
Buenos Prov., 17.3; N ebr.], igual en gall.-port. y esta ac. reciente y artificial y atenerse a la antigua.
55
con variante enrequecer, junto a los cuales halla­ En ésta el vocablo es ajeno a los demás romances,
mos en la E. M edia enrequentar (Ctgs. 281.68, aun el portugués, salvo solamente el catalán.
M irSgo. 119.19); enriquecedor; enriquecimiento. Diez (W b ., 483) propuso como étimo u n lat.
C p t . Ricohom bre [-omne, Cid]; ricahombría; * r e g é l l u s , dimin. de r e g u l a ’regla’, ’bastón, vara,
ricahembra o ricadueña barra’, etimología m uy especiosa. Pero como advir­
1 E ntre gauchos: «ai le tengo un chuzo mala- 60 tió M -L . esto no es posible en cast., donde el resul­
tado habría sido *reillo; por esta razón supone estas formas aisladas y sin documentación antigua
M -L . que el vocablo naciera en catalán y de ahí lo son bastante sospechosas, y más bien hay que
tomara el cast. (R E W 7177); protestó Molí afir­ preguntarse si no estarán tomadas del cat. riell
mando que el vocablo cat. era u n neologismo m o­ o del castellano, estando en una zona donde hubo
dernísimo y tomado del cast. (A O R B B II I, 56) 5 tanto influjo hispano en los SS. X V -X V II. Aun
Pero en esto yerra ciertam ente Molí, o se referirá adm itiendo que no sea así y que realmente repre­
solamente a la ac. ’carril del tren ’. En la de ’barra senten * r e g e l l u s , la dificultad subsiste para el
de metal’ es sabido que es palabra catalana arrai­ cat., donde no podría esperarse otro resultado que
gada, que Ag. define «barra de metall fus, diferent *regell, en vista de tegell t í g I l l u m (Ag. s. v. ta-
de la copella, que és redona com u n pa», docu­ 10 g e l l ) , segell ( s i g i l l u m ) , sageta ( s a g i t t a ) , sagí ( s a -
menta riell d’or y de plata en Barcelona en 1832, g í n u m ) , fagina ( f a g i n a ) , afegir a f f i g e r e , jregir
y los versos «ferrer... / al metall terrestre obrau, / F R IG E R E, llegir ( l e g e r e ) , etc.1 E n consecuencia,
y tant son ser li apurau, / que de barras feu pues, la etimología de Diez y M -L . debe recha­
riells» en el Rector de Vallfogona, princ. S. X V II. zarse.
Claro que esto todavía podría ser castellanismo. 15 Cuál sea la verdadera es más difícil decirlo.
Pero el vocablo es m ucho más viejo, pues en doc. H abiendo tantos arabismos en el vocabulario de
barcelonés de 1474 se lee «rebí del dit Roig entre la monedería (empezando por C EC A), podría es­
plats, scudellesj grasalets, grans de paternostres e perarse encontrar una base en árabe, pero nada
riells d ’argent, deu marchs» (H om en. a R ubio i análogo parece hallarse en este idioma3. Sólo veo
L luch II, 554). Todavía hay documentación an­ 20 una solución posible, aunque conjetural. D e riu
terior, que justam ente nos m uestra el ambiente ’arroyo’, ’río’, forma el catalán derivados y com­
originario en que apareció esta palabra. Así riels en puestos sin la u: riera, rial, pedra riera ’guijarro’,
1296, Botet, M on. II I, 281; y leemos en las instruc­ rierol, Rialb, Riner, etc. Luego el diminutivo sería
ciones para acuñación de moneda en la Ceca de riell, y, en efecto, existe Riells, Riell, como nombre
Valencia, escritas en 1417: «de cascun cresol e 25 de lugar (Riells de M ontseny, Riells del Fai, etc.).
de cascuna ca^a deven pendre les guardes 1 riell, Ahora bien, no me parece difícil adm itir que los
e les dites guardes deven metre aquells riells operarios catalanes llamaran riell ’arroyuelo’ el re­
en una caxa fins que-n donen ensay al ensaya­ guero estrecho y largo de metal derretido que
dor», «e axi com han pres los riells a pes, deven echaban en el molde, y la barrita que con este
retre la moneda e la ssisalla a pes» y muchos 30 m etal se form aba: V. arriba las definiciones cita­
más ejemplos en dicho doc. (B D C .X X IV , 112, das de M ateu, Ag. y Covarr.
113); riell vuelve a salir en otros docs. de la mis­ D e r i v . Rielera. Enrielar.
ma colección, uno de 1459 (BD C X X IV , 121, 1 T am bién hay reina (junto a regina) r e g i n a y
comp. p. 1076) y creo que otros. M ateu i Llopis, beina, antiguo boina, de v a g i n a , pero es trata­
especialista en numismática y muy versado en do­ 35 m iento m ucho más raro y que además sólo se
cumentación de monedería, define: «barra de m e­ da ante í, donde es natural la reducción de XI
tall, prima i llarga, obtinguda per solidificado del a i.— 2 H e buscado en vano PAlc., L erchundi,
metall líquid en uns buits o motiles treballats en Bocthor, etc., s. v. riel, barra; Freytag y Dozy,
les pedres dites rielleres; després aqüestes barretes s. v. r-’-l, r - c-l, r-y-l, r-w-l.
es tallaven en discos, que en ésser posats entre la 40
pila i el trossell, amb u n cop de malí es convertien Rielar ’brillar con luz trém ula’, V. rehilar
en moneda», y da ejs. del derivado riellera en Rielera, V. riel
docs. del S. XV. T eniendo en cuenta esta vieja
documentación, y el hecho de que el sufijo -el no R IE N D A , del lat. vg. * r é t í n a id., derivado.de
se halla nunca con carácter castizo en sustantivos 45 r é t í n é r e ’retener’ (como lo es el lat. el. r e t i n a -
castellanos, debemos m irar como u n hecho incon­ CUL ü m ’rienda’). 1.a doc.: Cid.
testable la procedencia catalana del cast. riel. Pero «El cavallo priso por la rienda», v. 2808; fi­
en cuanto a la etimología, el problema subsiste. guradam ente : «bien sabié a sus carnes tenerlas
N o hay que decir que es imposible la de Covarr. so su rienda», M il. 705d. D e uso general en todas
Pero la de Diez y M -L . (aceptada en forma vaga 50 las épocas («rienda de freno: habena», N eb r.);
por la Acad.) tropieza tam bién con insuperables renda es forma agallegada en Alf. X I , 1482. Es
dificultades. En prim er lugar ya sería extraño que voz común a todos los romances de Occidente
no estén documentados n i el supuesto diminutivo (R E W 7261). Para acs. especiales, vid. A u t. y
♦ r e g e l l u s , ni el femenino * r e g e l l a , del cual Acad.1.
aquél habría debido extraerse; todavía más lo se­ 55 D e r i v . Rendaje. Arrendar ’atar por las riendas
ría que esta voz del latín vulgar sólo se hubiese una caballería’ [Cid; Quijote, etc.]; arrendador o
conservado en catalán, pues nada semejante encon­ arrendadero ’lugar para arrendar’ (Aut.).
tramos en oc., fr. ant., etc.; es verdad que M -L . C p t . S o rienda ’s o m e t i d o ’ (V. a r r i b a ) y l u e g o
cita un napol. reyellf ’regla de albañil’ y riell? ’d e p o c a c o n s i d e r a c i ó n , i n f e r i o r ’ ( B e r c e o , S . Or.
’travesaño de la espita de tonel’ en Irpino, pero 60 93, e t c . ; c o m p . sorriendo, C e j . IX , § 154); aso-
rrendar (Cid). rayo quebró en el risco / cuando el relámpago
1 Nótese la ac. ’especie de sostén de u n árbol arde; / la noche es riesgo del día, / riesgo es el
frutal’ : «reducir... el núm ero de sostenes y rien­ Etna gigante / de la llama2; crece el m ar / a
das que se hace necesario emplear en la mayoría porfiados huracanes / ... / en u n instante se
de las especies frutales», en el diario m endo- 5 m udan, / se bañan en otro instante / el sol, la
cino L a Libertad, 21-X-1940. niebla y el rayo, / cielos y astros celestiales, /
la sombra, la luz, el Etna, / la m ar, la niebla y
Riende, V. rendir Riente, V. reír Ríesela, el aire» (El Caín de Cataluña, Rivad. L IV , 277a),
V. arista Riesco, V. riesgo «ansí yo y m i prenda hermosa / somos, sin ries­
10 go [’innegablemente’] y recelo, / yo el almendro,
R IE SG O , palabra herm ana del cat. ant. reec el arroyuelo, / la tierra, la inútil rossa; / y ella,
y oc. ant. resegue, y • en forma más diferente it. ya con arrebol / ardiente o con riesgo frío, / es
r'isico o rischio, port. risco, cat. risc, de origen la lluvia y el rocío, / la serenidad y el sol» (Cada
incierto; es probable que tengan el mismo origen qual lo que le loca, v. 146).
que el cast. risco ’peñasco escarpado’, antigua­ 15 Pero la ac. más divulgada de riesgo ’peligro
mente riesco, por el peligro que corre el que que se corre’ debió de generalizarse pronto. Es
transita por estos lugares o el navegante que se verdad que el prim er ej. seguro que tengo a mano
acerca a un escollo; teniendo en cuenta que ries­ es el de C. de las Casas (1570), quien traduce
go y riesco suponen una vocal primitiva É, y to­ por «rischio»; pero es probable, a pesar de una
m ando en consideración el significado de ’lucha, 20 ligera errata, que lo mismo entendiera ya PAlc.
contradicción’ que tiene riesgo en la Edad M :- (1505) al traducir riesgo al hispanoárabe por ga-
dia, es posible que todo este grupo proceda del rárt3. De todos modos, riesgo es ya frecuente en
lat. r é s é c a r e ’cortar’ (de donde ’dividir’, ’sem­ los clásicos con el sentido m oderno: los dicc. del
brar discordia’, y por otra parte ’lugar quebrado Quijote, de Góngora y de Ruiz de Alarcón nos
y fragoso’)1; sin embargo, es un caso oscuro, pues 25 proporcionan muchos ejs., pues era palabra de
esta etimología supone que riesgo deriva del ver­ moda4; pero los hay anteriores en buen núm ero:
bo arriesgar, mientras que el sentido de éste pa­ «y si este bien de beldad tuviera algún tomo,
rece derivado de riesgo. 1.a doc.: ac. antigua, h. pudieran por él ponerse a este riesgo los hom ­
1300, Gr. Conq. de Ultr.; ac. m oderna, 1570, C. bres» y «yo quiero hablar a m i riesgo todo lo
de las Casas. 30 que m e diere la voluntad, y venga lo que vinie­
E n la Gr. Conq. de Ultr. dice G udufré de Bu­ re» F r. L uis de León, «si alguno se pone por
llón al D uque de N orm andía: «Vos sois mejor otro en tales riesgos» Juan de Pineda, «en riesgo
que yo... desta batalla no hayáis vos mal talante las deja Dios y en el prim er asalto perecieron»
ni embidia, ni seáis por ende triste ni de mal F r. Lorenzo de Zamora (1601), y otros muchos
corazón, ni se levante riesgo entre nós ni desave­ 35 que p u e í ’e n verse e n Cej. V I, pp. 90-93. D el
nencia, ca yo vos otorgo... que por cuerpo de un verbo arriesgar los dan abundantes Cuervo (Dicc.
cavallero solo no podría ser mejor acabada la bata­ I, 651-3) y Cej. (I. c.), desde princ. S. X V II
lla que por vos» (ed. Cooper II, 1llva.25). Nadie (Lope, Tirso), y la tradición lexicográfica lo re­
parece haber reparado en esta ac. antigua del cast. cogió desde Palet (1604).
riesgo, evidentemente sinónimo de ’división, desave­ « Ahora bien, lo que antes se encuentra no es
nencia’ o ’discordia, pelea’. Sin duda esta falta en m anera alguna arriesgar, sino constantem ente
de atención, quizá más que la rareza de este sen­ arriscar5: además de muchos ejs. de Góngora,
tido, contribuirá a que pueda indicar pocos tes­ Cervantes, Balbuena, M ariana, Fr. L . de G rana­
timonios de la misma. Sin embargo, en ella piensa da y de León, Sta. Teresa, Juan de Pineda, E r-
indudablemente N ebr. al traducir riesgo por «con- 45 cilla, C. de las Casas, Juan de Valdés, Antonio
flictus», única ac. que da al vocablo en su Dict. de Guevara y Torres N aharro, que pueden verse
H isp.-Lat.; de otro m odo, buen latinista como en los dicc. citados, y de otros del S. X V I6, lo
era, habría traducido por alea, a no ser que h u ­ encontramos ya una vez en el XV, en la Crón.
biese preferido discrimen o periculum; tam bién de Alvaro de Luna: «ninguna mención parecía
Oudin trae «combat, conflict», junto al sentido 50 que facía de sí mismo acerca de se arriscar e se
moderno. Parece seguro que se trataba de una aventurar a bien brabas cosas e fechos». L a apa­
ac. antigua, que pronto se olvidó después de la rición en autores tan numerosos y castizos del
Edad M edia, pues no aparece en los numerosí­ siglo más puro del idioma, el X V I, ya hace d u ­
simos ejs. que tenemos del uso de nuestro voca­ dar de la idea de que pueda ser un préstamo del
blo en el período clásico. Sin embargo, alguna 55 it., el cat. u otro romance, donde es norm al la
huella suelta debió de quedar, pues Rojas Zo­ forma risc, risc(hi)o. El vocablo era tan vivaz que
rrilla, a princ. S. X V II, lo emplea repetidamente, con u n derivado del mismo se expresaba enton­
si no en el sentido de N ebr., en otro m uy cer­ ces la idea del sustantivo ’riesgo’, a saber, arrisco,
cano de ’contradicción, negación’ : «una niebla que ya estaría documentado en la prim era mitad
turba el sol, / la nube es tema del aire, / ya el 60 del S. XV, en las Coplas de M ingo Revulgo7, y
que desde luego lo está u n poco más tarde en es de creer que sea todavía más antiguo, cuando
Juan del E ncina: «También sabes los ventiscos, / los neutros formaban su plural en -a, y se rem onte
los pedriscos, / los torm entos, los nublados / que hasta el latín popular visigótico o del Bajo Im ­
por m í son ya passados, / los peligros, los arris­ perio, pues la toponimia hispánica nos lo muestra
cos» (ed. Acad., p. 384), «que más ufano m urie­ 5 arraigado en el mozárabe del Bajo Ebro (su deri­
ra / cuando estaba en tal arrisco» T orres N aha- vado Rasquera, pueblo al pie de los enormes riscos
rro (Cej., Voc.), y arrisque en las Actas de C or­ de la Sierra de Cardó, es derivado de un *resco
tes de A ragón: «la dicha arrendación haya de anterior a la Reconquista, que por lo demás no
correr y corra a todo arrisque, peligro y caso for­ ha dejado huellas en catalán) y un *résécu(m) de
tuito del dicho arrendador» (Cej.). E l verbo arris­ 10 género neutro debió de existir ya en el latín vulgar
c a rle) se perdió posteriormente, y sólo ha p er­ de Castilla, pues de su plural *Res(,e)ca será com­
sistido, con valor de adjetivo, arriscado ’valiente’*. puesto el nombre del valle y pueblo de Rascafria
L o que nos asegura más de que aquí tenemos < *Rescafria, en el alto Lozoya (Sierra de G ua­
una antigua forma genuina del castellano es la darrama). Así, pues, risco es reducción de riesco,
conciencia que m uestran los autores de su nexo 15 exactamente como avispa de aviespa, ristra de ries-
con el primitivo risco ’peña quebrada, escarpada’, tra o prisco de priesco'2; y por lo tanto ri(e)sco
como lo m uestra bien claramente el pasaje de y riesgo, arriscar y arriesgar, son palabras vecinas
Laguna en la Epístola N uncupatoria de su Dios- por la idea y casi idénticas por el sonido, desde
córides (1555), citado por Cej., donde dice que luego inseparables en un estudio etimológico.
recogió plantas «arriscándome por barrancos y 20 Para adelantar en éste debemos tom ar en con­
peligrosos despeñaderos», y el de Juan de Pineda sideración las demás formas romances. E l fr. ris-
«en un lugarcete arriscado del m onte»; si en és­ ■que y risquer, como ya m uestran la s y la q con­
tos todavía quedamos en duda sobre si el autor servadas y confirma su fecha tardía [1578], son
piensa más en l a idea de la situación empinada meros italianismos. E n italiano, donde hoy quizá
o en la del peligro, la últim a predomina indu­ 25 se dice más rischio, pero tam bién risica, y donde
dablemente en T orres N aharro, pero siempre se tam bién se dijo risco (Ariosto), el vocablo es m uy
trata del pastor que para salvar a sus ovejas no antiguo: ya se encuentra u n ej. en escritura del
debe vacilar en internarse por los riscos: «guar­ a. 1193 redactada en el Piceno: «se questo avere
dó tan bien su ganado, / que por la m enor ove­ se perdesse sentía frodo et sentía im pedim entu
ja / arriscaba la pelleja / y aventuraba el estado» 30 ke fose palese per la térra, ke la mitade se ne
(.Propaladla I, p. 104); muy finamente percibió fose ad resicu de Johanni de tuctu, et la mitade
Juan de Valdés el ambiente propio del vocablo de Plandideo» (Monaci, Crest., p. 17); los ejs.
al declarar: tarriscar por aventurar tengo por posteriores abundan, y en casi todos se trata de
buen vocablo, aunque no lo usamos m ucho; y un térm ino evidentemente comercial; rischio está
así arriscar como apriscar, que también m e con­ 35 ya en F ra G uidotto da Bologna (h. 1260: «che
tenta, creo habernos desechado porque tienen del per lo suo paese si dee l’uomo m ettere ád ongni
p a s t o r i l ; a mí bien m e contentan, y bien los rischio», M onaci, p. 158.185), y está asegurado por
usa el refrán pastoril que dice: quien no arrisca la rima en D an te; tres ejs. florentinos de 1320
no aprisca» (ed. Mayans, 82). Luego no cabe d u ­ y 1340, referentes a seguros de navegación, figu­
dar que arriscar es derivado de risco. 40 ran en E dler (pp. 57, 247); D u C. (s. v. ris-
Este sustantivo es tan antiguo como el idioma, chium , riscus, risecum, risicum) recoge una do­
pues no sólo registra N ebr. trisco de peña: ere- cena, todos de carácter comercial o jurídico y
pido» y se hallan docenas de ejs. en los clásicos9, pertenecientes casi todos a estatutos italianos de
sino que ya está en Ju an Ruiz cuando dice, alu­ los SS. X III y X IV , desde 1239; otros del S. X III
diendo a sus notas, que la flauta es «más alta 45 pueden espigarse en Sella y en Rossi. D e Italia
que un risco» (1230c); pero todavía hay testimo­ se tom ó el alem. risiko [S. XVI],
nios anteriores, que nos m uestran el vocalismo Formas con el mismo vocalismo que la italiana
originario del vocablo: «el resquiello que está encontramos en port. risco y en cat. risc: aquél
en ssomo de los poyalles de Val de Yusta» doc. ya es corriente en el S. X V I (Moraes, s. v. risco
burgalés de 1276 (M. P., D . L . 202.16)10, y ape­ 50 y riscoso), éste tiene considerable antigüedad, pues
nas cabe dudar de que el Petto Riesco que firma es muy frecuente desde el S. X IV 11; su apari­
un doc. vallisoletano de 1222 (Staaff, 8.14) y el ción en el Consolat de M ar comprueba su carác­
Juan Riesco de otro leonés de 1256 (Staaff, 45. ter comercial (cap. 159; otro en la p. 211 de la
32) son antepasados de las familias Risco de nues­ ed. Moliné).
tros tiempos, que habrían recibido lo que en­ 55 Sin embargo, existió en catalán una forma más
tonces era un rem oquete o apodo, por ser, como antigua, reec, de gran frecuencia en las C ostum ­
escribió T irso más tarde, gente dura en general, bres de T ortosa, del S. X I I I : «lo senyor del
o en particular más dura a las demandas que leyn... q u an ... aja son nólit reebut... po t tram e-
u n risco, cuya bolsa había hecho «profesión en tre (o que li sobrará de n ó lit... per hom qui sia
la orden de San Francisco»11; es más, el vocablo 60 o parega leyal... a par?oners d ’aquel leyn, e va a
reec e a fortuna e aventura deis dits par^oners; o vado pt^iuaTo; se aplica a itExpa ’roca’ y sinóni­
p o t... ab aquel mercadejar a profit... e a reec e mos, con el significado de ’grande’ (ya en el
a perill e a aventura de sos par^oners», csi les S. X), supone Schm itt que un adjetivo *pi£ixóc
parets o cases d’algú... volen caure o están en reec ’perteneciente a la raíz o a la falda de la m on­
de caure» (ed. Oliver, pp. 465-6, 132; otros pp. 135, 5 taña’ pudo aplicarse a los escollos que en las
190, 203, 204). Sabido es que el catalán pierde m u­ costas griegas forman la prolongación de las m on­
chas veces la -s - intervocálica en las palabras que tañas costeñas, y que luego el neutro de este
contienen una r o una L ( reina r e s i n a ; raor adjetivo, pi^r/.óv, se sustantivaría con el significa­
r a s o r i u m ; roada = rosada; lloanca, lloella, deri­ do de ’escollo’; pero siendo el escollo uno de los
vados de llosa, etc.), luego reec (que quizá se 10 mayores peligros que amenazan al navegante, to­
acentuaba en la prim era e) procede de *résec, maría el vocablo este nuevo sentido y con él se
forma herm ana del cast. riesgo, riesco, y del it. trasmitiría al romance. Para probarlo habría con­
arcaico résicu, que he documentado en 1193; este venido encontrar testimonios bastante antiguos
tipo se prolonga en una serie de dialectos inter­ del sustantivo pi^ixóv, ya que no del adjetivo
medios : genov. reizego «rischio» (Casaccia), Co­ 15 piCixóc, pero lo único que puede señalar Schmitt
mo resega, piam. reizi, y luego el oc. ant. resegue, es uno del compuesto xaxopíCixos ’infortunado’
del cual se citan cuatro ejs., uno de ellos no en un poema de 1156, que presupone la existen­
posterior al S. X III o X IV ; el verbo rezegar cia de pi^ixóv ’fortuna’ o ’riesgo’ desde algún
documentado una vez en el trovador Peirol, que tiem po antes; verdad es que este testimonio es
escribía en los primeros años del S. X III, sig­ 20 anterior a la época de la invasión en masa del
nifica ’correr peligro’ según Kolsen (A S N S L griego m oderno p or italianismos procedentes de
C X L I, 145). G énova y Venecia, y que de todos modos la te r­
E n conclusión, nuestro vocablo presenta casi minación -ixóv no corresponde al genov. reizego
en todas partes un doble vocalismo radical e ni al venec. risego, así que está probado que esta
( = te) o bien i: ¿cómo puede explicarse esta dua­ 25 voz griega tiene considerable antigüedad, pero no
lidad? E n castellano ya hemos visto una explica­ está probado con esto que no sea rom anism o algo
ción tan natural que se im pone: risco sería re­ anterior, pues de todos modos el comercio m edi­
ducción castellana de riesco; pero esta explicación terráneo estaba principalmente en manos de gen­
no puede extenderse a los demás romances. En te de lengua romance desde antes del S. X II, y si
Italia hay otra no menos n atural: u n vocalismo 30 el griego no recibió el vocablo de G énova n i de
originario resecare, en el verbo, tenía que con­ Venecia bien pudo recibirlo de la meridional
vertirse por vía fonética en risicare, en parte re­ Amalfi, donde se conservaban las sordas intervo­
ducido a riscare, rischiare, y este nuevo vocalis­ cálicas, y cuya pujanza marítim a es más antigua
mo modificaría el del sustantivo convirtiéndolo en que la de aquellas dos repúblicas15. L a principal
risico o rischio, salvándose sólo la forma arcaica 35 objeción contra la etimología griega está sobre to­
résicu de 1193, y las de ciertos dialectos de la do en la e del cast., cat., oc. y dialectos italianos.
Alta Italia, donde no es de ley el cambio de E Concedamos que la i de pí£a podía ser breve (y
pretónica en i. Entonces la forma reec sería la aun parece que lo era a juzgar por el acento agu­
única propiamente catalana, y el más tardío risc do), mas para que pasara a e romance tendría que
tendría que ser un p réstam o : difícilmente del 40 ser un helenism o m uy antiguo, y entonces sor­
cast. (donde sólo se encuentra arrisco y no tiene prende encontrarlo tan ta rd e ; en todo caso el
carácter comercial ni marítimo), más bien dei ita­ diptongo ie del cast. ant. riesco y de riesgo da
liano, como térm ino internacional del código m er­ el golpe de gracia, pues éste supone una base con
cantil m editerráneo; el mismo origen tendría el í y no cpn í. Luego la etimología de Schm itt es
port. risco, que ya es más tardío. E n una palabra: 45 muy difícil de defender, o más bien imposible.
podemos creer que el vocablo tenía £ etimológica Gamillscheg (E W F S), seguido por W artburg (en
en todas partes. Bloch2), la modificó inspirándose en la objeción
Así desbrozado el terreno, procedamos a estu­ de M -L . (R E W 7289) de que sólo pí^a estaba
diar las varias hipótesis etimológicas. H a logrado documentado en griego clásico, y así supuso que
favor considerable la de J. Schmitt (Mise. Ascoli, 50 partiendo de pí£a ’raíz o falda de una m ontaña’
389-402). Examinando este helenista el gr. mod. (ac., p or lo demás, tampoco documentada en la
pi^ixóv ’destino, fortuna, peligro’, que los espe­ Antigüedad) se pasaría a ’escollo’ o ’prom ontorio’
cialistas habían considerado comúnmente italianis- y de ahí se derivaría en el Sur de Italia u n lat.
mo14, cree advertir en él señales de antigüedad y vg. * r h i z i c a r e ’bordear u n escollo’ o ’doblar u n
sugiere que sea la fuente y no u n descendiente 55 prom ontorio’, del cual procedería el it. risicare y
de las voces rom ances: se trataría de u n deri- luego risico, e tc .; pero este arreglo, n o menos
; 'ado del gr. clásico pí£a ’raíz’, que modernamen­ hipotético que la teoría de Schmitt, tropieza igual­
te aparece con el sentido de ’pie o falda de una mente con la e y ie romance.
montaña’ y en Creta tiene el sentido de ’escollo’ : Igual objeción, y más decisiva, puede oponerse a
apoyado en esto y en el hecho de que el deri­ 60 la etimología arábiga de Devic, que encontró el fa­
vor de G . París (Rom. X XX , 572-3), Scheludko del Cantábrico o de Andalucía un riesgo *’escollo’
(ZRPh. X L V II, 435) y K luge: ár. rizq ’ración’, y luego ’peligro’, que emergió en tiem po de las
’don fortuito e inesperado’16, de donde llega a sig­ grandes navegaciones castellanas del S. X V I, des­
nificar ’albur favorable que se corre’ y luego ’ries­ pués de una vida subterránea m uy explicable por
go malo o bueno’; pero fácil es ver que las di­ 5 la falta de documentos acerca del habla marítima
ficultades fonéticas que ya se oponían a la etimo­ de Castilla, pueblo nada comerciante ni navegador
logía griega aquí se agravan todavía más y que en la Edad M edia; a pesar de esto, siempre ha­
a ellas se junta la inverosimilitud semántica de bría pescadores y aun navegantes de pequeño
partir del caso raro del albur favorable: n o hay cabotaje, que conservarían esta creación del la­
que insistir más en esta idea. 10 tín vulgar. L a metáfora náutica, más prestigiosa
Queda la propuesta por Diez (W b., 271-2), de­ por su origen que la pastoril, desbancó a ésta en
fendida por Salvioni (A G I X V I, 202) y no rechaza­ el lenguaje cortesano del S. XVI.
da por M -L . y Cuervo: que riesgo sea u n derivado Comp. además García de Diego, R D T P X I,
de r é s é c a r e ’cortar’, de donde ’cortadura’, ’pe­ 418 y 438 ss.; acerca de risco, pp. 431 ss.
ñasco quebrado’, ’escollo’ y de aquí ’peligro’; que 15 D e r i v . Risco (V. arriba)20; riscal [V. nota 11],
el cast. ri(e)sco ’peñasco’ y las demás formas ro ­ Riscoso. Arriscar ’arriesgar’ (V. arriba). Derriscar
mances, si prim ero significaron ’escollo’, pueden ’derribar’ (ej. de Bernai D í a z del Castillo en Agua­
venir de un verbo con el sentido de ’cortar’ lo do, p . 554; hoy en C anarias: B R A E V II, 334)
apoyaba D iez en el sueco skiir ’escollo’ junto a o desriscar [1592, Fonseca, Cej.], y variante de-
sk'ára ’cortar’, y es idea asegurada por m uchos pa­ 20 rrescar con la e etimológica («yesca y pederniesca
ralelos17: cast. quebrada, cat. esqueis ’peñascos’ y eslabón que lo derriesca», M tro. Correas, 145)21;
(derivado de esqueixar ’partir’), cast. ant. rescrie- derriscadero ’despeñadero’ cub. (Ca., 51). Enriscar
f o derivado de e x c r e p ( i ) t i a r e (V. Q U IC IO ) (y [N eb r., h . 1530: «¿quién me enriscó a m í en la
aun quizá el lat. crepido, al cual suele buscarse cum bre de la soberbia?» A. de G uevara, M enos­
otro origen). E l afitiguo sentido de ’división, dis­ 25 precio de Corte, 1]; enriscamiento [Nebr.].
cordia’, que he señalado arriba para riesgo, con­ D erivados de riesgo: arriesgar (V. arriba); ries­
firma brillantem ente la idea de Diez. Y, sin em ­ goso o resgoso, empleado en América (Cuervo,
bargo, todavía quedan dificultades im portantes. Obr. Inéd., 268, n. 13).
N o hemos encontrado nunca el it. risico, el cat. 1 W artburg, R L iR . X X IV 288-9 se adhiere a
reec, etc., en el sentido de ’escollo’ o ’peñasco’ 30 mi etimología, agregando alguna aclaración útil.
que se supone prim itivo; aunque el verbo risica- H. y R. Kahane, Fs. Gamillscheg 1968, 276-284,
re it., resegar oc., y afines, deberían ser el pun­ vuelven a una base griega con un doble origen
to de partida del postverbal ñsico, resegue, el ca­ semántico, lo que resulta demasiado complica­
so es que su significado no corresponde al eti­ do.— 2L as paredes del volcán se oponen o resis­
mológico ’cortar’, sino que es evidentemente post­ 35 ten a las llamas que lanza la tierra.— 3 Ha de ser
nom inal: ’correr peligro’ procedente de ñsico ’pe­ errata por garár = garar «risque, péril»; a no
ligro’. En parte se puede replicar a esto, recor­ ser que distraídam ente tom ara PAlc. este vocablo
dando cuán poco conocemos de los orígenes del (a pesar de ponerlo entre los sustantivos) por
vocabulario romance, y subrayando el hecho de la prim era persona verbal (ar)riesgo, que enton­
que la term inación -e del oc. resegue es ya una 40 ces podría tratarse de garran prim era persona
prueba concluyente del carácter postverbal de este del verbo gárrar «se jeter tête baissée dans le
sustantivo; el verbo alto-it. resegá, oc. ressega, péril».— 4 Como escribió Lope : « ¡ Brava prosa de
cast. ant. resgar (hoy rasgar) se ha conservado en galanes! / M uy valido anduvo riesgo, / supe­
el sentido etimológico de ’aserrar’ o ’rasgar’18: el rior, inexcusable, / valimiento, acción, despejo /
postverbal risico, resegue, pudo independizarse 45 ... / ¡Caso extraño! ¡Que el lenguaje / tenga
pronto con su sentido de ’escollo’ y luego ’peligro sus tiempos tam bién! / Vienen a ser noveda­
de los navegantes’ y engendrar luego u n nuevo des / las cosas que se olvidaron...» (Rivad.
verbo postnominal resegar, risicare'9, con el nue­ X XX IV, 2 5 16).— 5 Se cita un caso de arriesgar
vo sentido, cuya existencia no im pide la del pre­ en Sta. Teresa, pero el pasaje falta en una de
histórico * risicare ’cortar’. 50 las dos eds., como observa Cuervo, y la santa
E n cuanto al cast., no habría razón en manifestar p o r lo demás emplea arriscar, por lo menos m e­
desconfianza por la aparición tardía de riesgo ’peli­ dia docena de veces.— 6 «Aunque aventurase a
gro’, superponiéndose al antiguo arriscar: son dos perder la vida, la arriscaría por m i contento» G.
expresiones de origen semántico diverso que coin­ de Alfctrache, Cl. C. II, 129.11; tam bién IV ,
cidieron. Como hemos visto arriba, arriscar era 55 15.29, 197.7; gall. arriscarse («ninguén se arrisca a
expresión terrestre y pastoril, desechada posterior­ chiscar», Castelao 121.19).— 7 Según Cej., Voc.,
m ente a causa de la asociación de ideas con el pero no encuentro este pasaje en la ed. de M z. Pe-
ambiente rústico de los pastores; pero esto no layo.— 8 «Los alguaciles... con el tem or que le
im pide que junto al riesgo medieval en el sentido tenían, por ser arriscado y poderoso caballero.,
de ’discordia’ conviviera en las costas castellanas 60 fueron a dar cuenta de lo pasado a sus mayores»
G. de Alfarache I, 243.19. No es tan raro hoy pero la publicación de estos docs. deja que desear
como da a entender Cuervo: «sobrevienen Pedro y habría que comprobar la forma exacta. Por lo
Crespo y su hijo, mozo arriscado y de grandes demás es sabido que M. P. ya señaló ejs. de re­
alientos», Mz. Pelayo, hablando del Alcalde de ducción de ie a i en la época arcaica.— 12 De n in ­
Zalamea en la introd. a las obras de Lope (ed. 5 guna manera puede objetarse a esta conclusión el
Acad.) ; «los leoneses sabían que aquellos sus port, risco que cita M - L .: se trata de un castella­
arriscados súbditos (los castellanos) hablaban la nismo sentido como tal. Los diccionarios m oder­
misma lengua que ellos...»', Amado Alonso, Cas­ nos como Fig., Vieira y Lima-B. ni siquiera lo re­
tellano, Esp., Id. Nacional, p. 11; «el Barrio del gistran. Moraes trae dos ejs. del S. X V II, pero
A lto ... habitábanlo gente recia y arriscada, he­ 10 Bluteau (1715), que mejor que nadie podía juz­
cha para los oficios rudos y trashumantes», Abel gar a estos escritores por la época en que vivía,
Cháneton, L a Nación de B. A ., 5-V-1940: comp. advierte «he mais castelhano que portuguez».—
ast. arriesgau ’atrevido, valiente’ (R). Otras ve­ 13 Además de los ejs. de M etge y Eiximenis que
ces es ’pendenciero’ (así en la germanía de Juan cita Ag., ya figura en un libro de este autor es­
Hidalgo, lo cual nos recuerda la ac. etimológi­ 15 crito en 1381-6 (N. Cl. V I, 156), y en su Llibre
ca de riesgo, arriba comentada) o ’independien­ de les Dones «la posa a gran risc de esser sem-
te de carácter’ : «mujeres extraordinarias, dota­ blant irreverend a son marit» (ed. 1495, p. xixa).
das, en vario modo, de u n enérgico ánim o... se De arriscar hay varios del S. XV (Alcover).—
trata de mujeres aun no sometidas a los severos 14 Así, p. ej., Gustav Meyer, Román. Lehnw or-
preceptos del honor m atrim onial; esas damas tan 20 te im Neugr., p. 77.— 15 Que el dialecto póntico
arriscadas serán después esposas que se dejarán posea pí^txov ’puerto peligroso’, aunque este
mansamente gobernar por sus maridos» Am. dialecto haya permanecido al abrigo de la in ­
Castro, Teatro A ntiguo Español II, p. 185. O tras fluencia italiana moderna, ni prueba que el vo­
acs. secundarias puede tener arriscarse: ’engreír­ cablo no pueda ser de origen romance (puesto
se, erguirse, ensoberbecerse’ así definido por el 25 que se trata de u n romanismo muy antiguo), ni
segoviano Ramón Cabrera (h. 1800) y empleado demuestra que p ^ tx ó v tuvo en griego el sen­
de la misma manera, y p or la misma época, por tido de ’escollo’. Por lo demás la acentuación es-
Meléndez Valdés (Cuervo, l. c., 653a); ecuat. drújula me parece prueba clara de que es rom a­
arriscar la nariz ’hacer una mueca de desagra­ nismo y no u n antiguo adjetivo griego en -txó?.
do’ (Lemos), colomb. nariz arriscada ’arrem an­ 30 Las variantes p t T a i x ó v y p ¿¡Ufo que cita Meyer,
gada’, arriscar el ala del sombrero ’levantarla’ ; de evidente origen romance, serían tam bién di­
sin embargo, estas últimas acs. más bien parecen fíciles de com prender si el vocablo tuviera viejo
derivadas de la idea de ’encum brar en u n ris­ arraigo en griego.— 16 Desde luego era palabra
co’. De la idea de ’arriesgar’ vendrá el domin. vulgar y empleada en el ár. de O ccidente: de
arricarse ’morirse’ (Brito), y por otra parte el 35 ahí pasó en el lenguaje de los moriscos españoles
bere, arriscao ’gallardo, esbelto, majo’ (G. Rey),1 a arrizque «don, sustento, alimento que envía
gali, arriscado ’emprendedor’ (Castelao 220.2f.) Dios», en leyes del S. X IV o XV (M emorial
y el val. arriscat, que ya no es ’valiente’, sino H ist. Esp. V, 427ss.). Pero ya se nota que es vo­
’despierto, vivo, despabilado’ (un xicot arriscat, cablo bien diferente de risco y no digamos de
uns pollets arriscats, u n veli arriscaet; M . G a- 40 riesgo.— 17 Nótese que risco en el origen pare­
dea, Tèrra del G è I, 221, 290) y que ya apare­ ce haber sido más bien la ’cortadura’ o ’quebra­
ce en el S. X V en Jaum e Roig: «yo stant axí / da’ que el peñasco mismo, si hemos de juzgar
sobre-1 coxí / ... / yo-m despertí / endorm is- por la expresión risco de peña empleada por
cat; / mas, arriscat, / los ulls girant / e rem i- N ebr. (comp. cat. ant. esqueis de roca).— 11 Del
rant / yo res no viu: / oí q u i-m d iu : / ’O hom 45 uso antiguo de resgar, presente riesga, en el sen­
cansat / ...’» (v. 6470).— ’ Por menos divulgados tido de ’desgarrar’ he dado ya pruebas en el ar­
que los de los léxicos citaré dos : «¿qué prove­ tículo R A S G A R . O tra aduce Cej. en su Tesoro
cho tienes dellos? / ¿qué te ofrecen, qué te sacándola del M aestro Correas, aunque enten­
dan? / ... / de peña, de roble o risco / es al diendo mal ’arriesgar’ : «en el culo las tie n es:
dar su condición : / su bolsa hizo profesión / en 50 nunca las riesguesT» (se trata de unas calzas).—
la orden de San Francisco» Tirso, El Condenado 19 El carácter postnominal de arriesgar es visible
I, x, ed. Losada, p. 115; «hice labrar ima to­ por el diptongo; sin embargo, hay que advertir
rre / entre las peñas y riscos / de esos montes» que u n más antiguo o más regular arresgar tie­
Calderón, La Vida es Sueño I, vii.— 10 En dim i­ ne gran extensión actual en América y lo emplea­
nutivo también en la Gr. Conq. Ultr. «escaparon 55 ron en el S. X V II los americanos J. R uiz de
ende muy pocos, e éstos algunos de los que se Alarcón y Sor Juana Inés de la C ru z: Cuervo,
uviaron acoger a las montañas o se asconder por Obr. Inéd., p. 267, n. 12.— 20 La Acad. deriva
los risquillos» (Gr. Conq. de Ultr., ed. Cooper I, el cast. risco de u n vasco arrisco ’pedregoso’,
60ral).— 11 Cuervo cita el colectivo riscal en un palabra que n o está en Azkue en el orden alfa­
doc. de 1239 del Memorial Hist. Esp. V III, 58, 60 bético, pero que realmente está en u so : arriz-
V. — 2
ko más que ’pedregoso’ es ’pétreo, de piedra’ lotería organizada por una corporación pública, y
(ej. en Azkue II, 455a, al final), y es derivado rifar es ’sortear la lotería’.
norm al de arri ’piedra’, formado como urrezko Pero el significado más frecuente del vocablo
’áureo’, zaldizko ’de a caballo’, etc. Sin em bar­ en los antiguos escritores, clásicos o medievales,
go, aunque la desaparición de la a- de arrizko s era ’reñir’, ’pelearse’, con manifiesto matiz peyora­
pueda parecer asunto de m enor im portancia, no tivo, de suerte que más exacto es traducir rifa
es dificultad despreciable tratándose de u n mas­ por ’refriega’ y rifar por ’andar a la greña’. Así
culino, ni lo es la sem ántica: ¿por qué u n pe­ lo encontramos desde fines del S. X IV : «aunque
ñasco quebrado había de llamarse ’de piedra’? te digan synsabor / dexa estar al rijador» Pedro
¿Acaso los hay de otra materia? Sobre todo así no 10 de Berague (Tratado de la Dotrina, copla 104),
explicamos el antiguo diptongo riesco ni la e de «d’esto non vos ensañedes / nin ryfedes / por
resquiello.— 21 Sin embargo, aquí podría tratar­ que andemos a morena» J. Alf. de Baena (Canc.,
se de un derivado de rescar, variante de IM S - n.° 384, v. 14), «rifar como perros: rin g o r; rifa
C AR . desta manera: rixatio» N ebr., «maldito el sueño
15 que yo dorm í, porque las cañas y mis salidos hue­
Riestra, V. ristre sos en toda la noche dejaron de rifar y encender­
se» Lazarillo (M . P., A ntol. de Pros., p. 94), «si
R IF A ’lotería’, antiguamente ’juego de tahúres’, juntos no están conformes / dos cavallos rifado-
y R IF A R ’sortear’, son la misma palabra que rifar res, / ¿cómo quieres que en amores / no este­
’reñir, andar a la greña’, voz extendida por todos 20 mos los dos disformes?» Tim oneda (1562; B R A E
los romances de Occidente, con radical rif- o raf-, V II, 92), «cada vez reñís así, / y os vuelvo a ver
y con el sentido de ’pelear’, ’arrebatar, arrancar’, juntos luego; / allá en la corte, don Diego, /
’saquear’; probablemente creación expresiva. 1.a cierto galán conocí / que con su dama rifaba /
doc.: riffa, 1283. y juraba de no vella / cada mañana, y con
E n el Libro del Ajedrez, de esta fecha, y entre 25 ella / cada noche se acostaba» J. Rz. de Alar-
las clases de juegos de dados se enum eran «azar cón (El semejante a sí m ism o I I I , vi)2. Como
o reazar, marlota, riffa, par con as, panquist, tantas veces, las ideas de ’riña, refriega’ y ’juego
medio-azar, azar pujado e guirguiesca» (Z R P h . de tahúres’ andan juntas, y es probable que aqué­
X L V III, 334; comp. la ed. Steiger, glosario). En lla, como en el caso de G R E S C A , p. ej., sea la
catalán antiguo, donde rifa ya se documenta en 30 prim aria desde el p u n to de vista histórico; cla­
1305 (Ag.), se menciona repetidam ente la rifa co­ ro está que el nom bre del juego tenía más pro­
m o un juego de azar, inconfundible con la lote­ babilidad de aparecer antes en los textos, dada
ría m oderna, junto con el joc de la gresca (Procés la m ayor riqueza en documentación legal que en
de les Olives, fin S. XV), que Jaum e M arc (1371) literatura de imaginación, en la época primitiva.
define «ri//a per hom qui juga; los punts que 35 L a afirmación contraria de Baist (R F I, 110),
fa»; rifa se menciona como u n juego prohibido fundada en que el sentido de ’pelea’ tiene menor
en 1393 (H ornen. a R ubio i L lu ch II, 422), y extensión geográfica que el otro, proviene de fal­
Jaum e Roig (1460) emplea rifar ais daus por ta de inform ación: port. rifar «ralhar, pelejar» es
’echar suertes con dados’ : «si son prenyades / e usual por lo menos en el M inho y ya se encuen­
ve a lum, / es llur costum / a tres o quatre / fer- 40 tra en el S. X V III (Leite de V., Opúsc. II, 170),
los debatre, / ais daus rifant, / o sorts gitant, / más general el gall. rifar id. (Castelao 59.27, 253.8);
qual pare es» (v. 5489). E n cast. la ac. clásica de el cat. rifar ’reñir’ se documenta desde el S. XV
rifar ’sortear entre u n núm ero limitado de perso­ y rifa ’estrago, destrozo’ en 1640; napol. riffa
nas alguna alhaja que se ha pagado entre todas’, «contesa, baruffa», it. riffa «prepotenza», riffaccia
se explica como evolución de rifar ’jugar a los 45 «maniere soverchianti di prepotenza triviale»3.
dados’, ’echar suertes’; ésta la encontramos en E n el R E W las voces romances en rif- aparecen
Percivale (1591) «rifling at dice»’, aquélla ya está lam entablemente desperdigadas: rifa y rifar ven­
en el G. de Alfarache (1604): «con el oro mismo drían del gr. picpr, ’acción de arrojar’ (7330); el
y las piedras hice diferentes piezas, que unas ven­ it. antic. riffo ’robusto, fuerte’ junto con riffoso
didas, otras fiadas a desposados, y rifadas muchas, 50 «prepotente» y riffa «prepotenza»* vendrían del
perdí m uy poco de lo que de otra m anera se loñgob. riffi ’m aduro’ (7310), el fr. ant. y med.
pudiera ganar, y con menos pesadum bre de ries­ rifler «se battre avec acham em ent», «frapper»,
go» (C l. C. V, 219.3); y en Quiñones de B .: «to­ «arracher, écorcher», «arrebatar de fuerza» (Ou-
da esta vida es juego, donde el m undo / es ga­ din), «piller, ravager, escroquer», bastante frecuen­
ritero, y él con los naipes, / los tahúres, los hom ­ 55 te desde el S. X II, vendría del a. alem. med.
bres ojialegres, / la dama es una joya que le riffeln ’rastrillar (cáñamo, etc.)’ (7309); y u n fr.
rifa; / ... y aunque todos / de llevarse la joya ant. riffer ’rascar’ (citado, pero no documentado,
tienen gana, / el más ruin pierde y el mejor la por G od.), juntó con el loren. rifé ’arrancar cá­
gana» (N B A E X V III, 807b). H oy vulgarmente ñamo’ saldría de u n a. alem. ant. riffan ’arran­
rifa puede designar una lotería particular o la gran 60 car’ (7308). Nótese que estas dos palabras ale­
manas pertenecen a la familia de raffen, del m is­ Constantinopla, B R A E V, 359)?
mo significado, que pasa por ser herm ano del 1 Ingl. antic. rifle «to play at dice; to gamble
ingl. to rap, neerl. rapen, escand. ant. hrapa, y or raffle».— 2 O tro de Alarcón en Fcha. ; otros
a los cuales correspondía en fráncico * h r a p o n en el Lazarillo anónimo de 1555 (Rivad. II I, 92),
(vid. R A P A R , A R R A P A R ); por lo tanto las voces 5 en Quiñones de B. (N B A E X V III, 677), etc.
francesas, tam bién documentadas en el S ur de T am bién en Percivale, Covarr., A ut. y otros lé­
Francia, no podrían ser germanismos autóctonos xicos; Cej. V, § 48. Hoy poco usado.— s Afín
en Francia, sino préstamos' más o menos tardíos a esta ac. es la del rifarse náutico ’romperse,
del alto-alemán. T odo esto es m uy sospechoso, y desgarrarse una vela’, que es tam bién catalán
más lo es dividir esta familia romance, evidente­ 10 (oído a los pescadores de Sant Pol de M ar) y se
m ente inseparable, en cuatro grupos etimológicos relaciona con el fr. rifler «arracher, écorcher» a
sin relación m utua : es menester, como hizo Diez que luego me refiero.— 4 Por lo demás estas pa­
CW b., 270), explicar todo esto juntamente, y tam ­ labras, hoy anticuadas, siempre han sido raras en
poco es prudente separarlo del fr. rafler ’arreba­ it. Tommaseo sólo documenta riffo en el Ditta-
tar’, tanto menos cuanto que rafle es «coup où 15 mondo (med. S. XIV), riffa «prepotenza» sin ejs.
chacun des dés amène le même point, ce qui fait y «lotteria» en el hispanizante Fagiuoli (h. 1600),
gagner toute la mise», y cuanto que el viejo ga­ riffoso sin ejs.; Zaccaria da riffa como hispanis­
licismo ingl. raffle no sólo significa esto mismo, mo propio del napolitano, refiriendo la opinión
sino tam bién ’rifa’, precisamente en el sentido de Galiani en el mismo sentido. Es decir, nada
clásico español del vocablo; que el idioma perci­ 20 impediría que en Italia esta familia se hubiese
be raf- como variante expresiva de rif- salta a creado parte por galicismo y parte por hispanis­
la vista, pues rifirrafe es (ya A ut.) «contienda de mo, y el origen longobardo debe acogerse con
passo y ligera en algún assunto o materia» y la m ayor incredulidad.
también en francés se encuentran locuciones co­
mo rif et raf «tout à la fois, complètement» 25 R if al, V. rafe II Rifirrafe, rifarrafa, rifle, ri­
( = ’llevándoselo todo’) : G od. V I, 194a. flero, riflo, V. rifa Rigente, rigidez, rígido, V.
Así r i f como r a f son combinaciones muy ade­ recio
cuadas para sugerir u n movimiento rápido de arre­
batar o de golpear. N o creo, pues, que el germáni­ R IG O D Ó N , del fr. rigodon id., de origen in ­
co haya tenido parte en la constitución de esta 30 cierto, quizá de u n estribillo rigodon-rigodaine
familia romance : las citadas formas del alto-ale­ que se cantaría al bailar esta danza. 1.a doc.:
mán, en la medida en que no son tam bién crea­ T err.
ciones expresivas (que es probablemente el caso «Significa un baile que se usa mucho en Pro-
de riffen y riffeln), sólo por casualidad han veni­ venza, entre hombre y mujer, y es alegre y di­
do a coincidir hasta cierto punto con las voces 35 vertido». Ya le había dado entrada la Acad. en
francesas. E n cuanto a los hispánicos rifa y rifar, 1869 (no 1843), con la definición «especie de con­
tuvo razón Morawski (R F E X V I, 361) al conside­ tradanza». E n francés desde 1696. Se ha asegura­
rarlos tam bién voces expresivas. L a etimología do que viene del nombre de cierto Rigaud, pero
gr. pi!pr|, propuesta por Baist y adoptada por sin otro fundam ento que la declaración de J. J.
M -L., aunque el correspondiente verbo p ínrstv 40 Rousseau «j’ai ouï dire à un maître à danser que
’echar’ se aplicara tam bién a los dados (así en le nom de cette danse venait de celui de l’inven­
Platón), tiene m uy poca probabilidad: 1.° porque teur, lequel s’appejait R igaud»; pero esto es tan
esta voz ya era poco frecuente en griego (lo co­ vago que apenas puede tomarse en serio. Spitzer
rriente era pït}/i<;), 2.° porque no se documenta (.Z R P h. X L III, 343-4) llamó la atención hacia
en latín, 3.° por razones geográficas es inverosí­ 45 M ons y rouchi rigodaine ’paliza, zurra’, que en
mil un helenismo sólo antiguo en la Península Saint-Pol es ridondaine «rossée, volée de coups»,,
Ibérica, y 4.° pttpT| tem a i breve, y por lo tanto dandine «rossée», dondaine «soubresaut d ’une voi­
habría debido dar *reva, so pena de adm itir u n ture». Sugiere Spitzer que todo esto sean prim iti­
cultismo poco comprensible en voz de este sen­ vamente estribillos, tales como bedondon-bedon-
tido y ajena al latín. 50 daine, triquedondaine y otros allí docum entados;
D e r i v . Rijador (V. arriba). Rifadura. Rifirrafe lo mismo que éste tom ó acs. secundarias, como
(V. arriba). Rifarrafa ant. ’vendedora, vivandera’ ’dijes, adornos mujeriles’, ’gente bribonesca’, p u ­
[Acad. ya 1884, no 1843], propiamente ’tahura, do rigodon convertirse en nombre de objetos des­
cantinera de ejército’ (inverosímil la etimología preciables, fr. pop. rigodon, rigadin «gros soulier»,
arábiga que propone la Acad. para este vocablo, 55 o bien ’zurra, paliza’, y por otra parte era natural
y Eguílaz, 483, para el anterior). R ifle [Acad. que u n tal estribillo de dos terminaciones se apli­
1925, no 1884], del ingl. rifle (pron. raifl) ’fusil cara como nom bre de u n baile de movimientos
con estrías’, derivado de to rifle ’estriar’, y tom a­ alternativos como el rigodón; comp. el salm. rin-
do del fr. ant. rif 1er ’desollar’ arriba estudiado; gundando ’alamar, cintajo, adorno de mal gus­
riflero. ¿Judesp. rif lo ’aliento, espíritu’ (Biblia de 60 to’. Para la identidad fundam ental de rigodon y
rigodaine ’paliza’, comp. la frase prov. dansá lou rixo ’régimen, tacto, tiento’ (derivado de rexer ’re­
rigaudoun «être rossé». Sin duda esta etimología gir’, ’tener fuerza, cargar con algo’ r e g e r e ) , ni con
no es concluyente; cabrían objeciones, y conven­ el gall. ant. régeo, rijo ’recio, vehemente’ : nótese
dría un estudio más detenido. Pero desde luego que no existe un port. *rijoso junto a rijo ’recio’,
está mejor apoyada que la derivación del hipoté­ J sino solamente rixoso y rixento junto a rixa ’pe­
tico Rigaud, y en todo caso es excesivo decir con lea’5. Rijador (Aut. lo achaca a N ebr., que no trae
Gamillscheg (E W F S) que la idea de Spitzer «es nada de eso en su 1.a ed.).
infundada». 1 «O ¡m al fuego te abrase! Que tú fablas en
daño de todos e yo a ninguno ofendo. ¡O ! ¡In ­
Rigor, rigorismo, rigorista, riguridad, rigurosi­ 10 tolerable pestilencia e mortal te consuma, rixoso,
dad, riguroso, V. recio embidioso, maldito! ¿T oda esta es la amistad
que con Celestina e conmigo havías concertado?»
R IJA I ’fístula’, V. reja (nota). Celestina V I, Cl. C. I, 207.9; «rixoso se dize
el hocico del can, el ombre siempre regañando
R IJA II, ’pendencia’, tomado del lat. Axa id. 15 y presto a contradezir y metido en barajas» APal.
1.a doc.: 1553, Azpilcueta. 42Id; «mas si se alteran, levantan las furias de
«El vicio de la ira es vicio caboral o cardenal : sus ondas rijosas sobre las más altas rocas de las
porque de él nacen otros siete vicios, indignación, cabezas de sus maridos» Juan de Pineda (cita de
hinchazón, vocería, blasphemia, contumelia o de­ Cej. en su ed. de la Cel.); «rixosso: rissoso» C. de
nuesto, y rixa»; como se ve por este pasaje de 20 las C asas; «rixoso: bent to fretting or chafing»
su M anual de Confessores, citado por A ut., el vo­ Percivale; «noiseux, querelleux, hargneux, riot-
cablo tenía tono fuertem ente culto, o más bien teux» O udin. Más en Fcha.— 2 «Rocinante... tan
debía de mirarse como u n latinismo. E n efecto, manso y tan poco rijoso» I, xv, 52; «Cavallo
dice Aut.: «Rixa: pendencia, inquietud o alboroto; rixoso, el inquieto, particularm ente quando ven
es voz puram ente latina, rixa; pronunciase la x 25 las yeguas, y siempre se lleva mal con los otros
c o m o es». O udin da «rixa: noise, debat, que­ cavallos» C ovarr.; «a horse neighing o r lusting
relle», Percivale «fretting, chafing, quarreling, fal- after mares» M insheu.— 3 «De don G alaor... se
ling out», C. de las Casas «rixa o contienda: ris- m urm ura que fué más que demasiadamente ri­
sa»; pero falta en Covarr. y N ebr., APal. lo em ­ xoso» II, ii, 9, comp. lo que del propio Galaor
plea solamente como voz latina, y no conozco ejs. 30 dice en I, xiii, 42v°: «aquello de querer a todas
medievales ni otros ejs. modernos. Verdad es que bien, quantas bien le parecían, era condición n a­
la Acad., ya en 1817, lo escribe rija, con j, pero tural, a quien no podía yr a la mano».— 1 V. la
esto no disminuye su carácter culto, cuando lo documentación de los SS. X IV y XV en mi tra ­
mismo hace con ejército, anejo, lujo, fijo, etc. El bajo, B D C X X IV , 61-62. Como hay un ej. de
lat. R K A tenía I breve, como indica su descendien­ 35 raixós en el sentido de ’peleante’ (ac. más rara),
te popular indudable, el port, reixa «contenda» lo que más bien habrá que estudiar es si el cat.
[S. XV, M oraes]; cultismos como el cast. son la raixós puede tam bién venir de r i x o s u s , y raixa
variante port, rixa, fr. rixe, it. rissa. Algún mayor ser u n derivado regresivo. Comp. el extrem. ra-
arraigo han logrado los derivados que cito a con­ joso «generoso, desprendido, dadivoso» (B R A E
tinuación, pero no veo razones para separarlos de 40 IV, 100).— 5 N o hay que prestar mucha atención
este cultismo. a la variante extremeña rijioso ’alborotado a la vis­
D e r i v . Rijoso, tom ado del lat. rixosus ’pelean­ ta de la hem bra’ (B R A E IV, 102), que será de­
te’; en cast. vale: ’peleante, propenso a reñir’ bida a causa fonética (o a lo sumo podría haber
[1490, Celestina, A Pal.]', ’dicho del caballo que cruce local con r i g i d u s ) . Quizá sea préstamo ga-
se alborota en presencia de la hem bra’ [1605, Q ui­ 45 llegoportugués procedente de r i g i d u s u n rijada
jote]2, ’sensual, lujurioso’ [1615, Quijote]3 : la evo­ ’helada, congelación’ (creo se trataba de la es­
lución semántica es tan natural que debemos re­ carcha o algo análogo) que oí una vez cerca de
sistir a la tentación de relacionar con estas voces de Mendoza (Arg.), y que por lo demás no m e fué
otros romances : cat. ant. raixós ’lujurioso’ y rai- posible confirmar más tarde (quizá se trataba de
xa ’ardor’, que relacioné con el ár. sarr ’fiebre’ 50 u n español inmigrado). Rijetón en una copla
’m al’, ’furia’1; o con el gall. rexo ’robusto’ (V. popular chilena publ. por Draghi (Canc. Cuya-
después). D e rijoso se extrajo regresivamente rijo no, 201) parece significar ’rijoso’ o quizá ’des­
«conato u propensión a lo sensual», como se ve graciado’.
por su fecha m uy tardía [Aut.; no Covarr. ni
O udin], ast. rixu «arranque en su ac. metafóri­ 55 Rilar, V. rehilar y rulé
ca» (V), «genio, atrevimiento, garbo» (R, s. v.
rixu y xidrina), gall. rixo (mal escrito rijo, Valí.) R IM A , ha significado tradicionalmente ’verso’ y
«propensión a lo sensual», que a pesar de G . de se tom ó del oc. ant. rima, derivado de rim id.,
Diego (Contrib., § 517) no deberá confundirse que procede del lat. r h y t h m u s ’ritm o’: en la Edad
con rexo ’robusto’ (V. aquí s. v. REJA ), ni con 60 M edia tom ó éste el sentido de ’verso de tipo ro­
21 R IM A

manee, contado por acentos y el número de síla­ (Viñaza, 810, 811), Juan del Encina (815), Argote
bas, y comúnm ente rimado’ (a distinción de M E - de Molina (888), Rengifo (913), etc. M ientras que a
T RU S, nom bre del verso latino, que se regulaba rima, los clásicos le dan desde luego el sentido
por la duración de las sílabas). 1.a doc.: Berceo. antiguo: «lo que cantan tus rimas'» Cervantes (V.
Rim a significa ’verso’ o ’composición poética’ en 5 del Parnasso III), «ninguna cosa debe disculpar al
la Edad Media, y sigue significando ’verso’ en el poeta : piense, borre, advierta, elija y lea mil veces
Siglo de Oro, sea en el sentido de ’línea de tex­ lo que escribe, que rimas se llamaron de rimar,
to versificado’, o en el de ’estructura de lengua­ que es inquirir y buscar con diligencia: assi le
je versificada’, en oposición a la prosa. L a ac. ’con­ usó Cicerón y assi E stado»' Lope (cita de Aut.),
sonancia o asonancia’, ’consonante o asonante’, no 10 «suene la trompa bélica / ... / dándoles lustre i
llegó a im ponerse hasta fecha reciente, por in ­ ser a las Lusíadas, / i con su rima angélica /
fluencia francesa. ... / encumbre su valor entre las Híadas» G ón-
’Verso’ es lo que significa en Berceo y J. gora (ed. Foulché I, 1), y los versos con que el
R uiz: «los nomnes son revueltos, graves de acor­ mismo poeta empieza su Galatea: «estas que me
dar, / non los podemos todos en rimas acoplar» 15 dictó rimas sonoras, / culta sí, aunque bucólica,
dice aquél al fin de una retahila de nombres de T halía...». O u d in : «.rima: rithm e, vers, poésie»;
poblaciones (S. M ili., 4756), y el otro dice de su Covarr. : «rima es compostura de versos, como
libro «conpóselo otrosí a dar [a] algunos legión e octava rima».
muestra de metrificar e rrimar e de tro b a r; ca El dicc. de A ut. conserva esencialmente este
[á] trobas e notas e rrimas e ditados e versos, 20 concepto, aunque ya parece que quiere inclinarse
que fiz conplidamente» (ed. D uc., p. 7, § 7). O al moderno o afrancesado, pues estamos ahora en el
bien se trata de un ’poema’ o ’composición en S. X V III : «composición de versos en cuyos fines
verso’ : «en el nom ne precioso de la Sancta Rei­ se van correspondiendo unos a otros en consonan­
na / ... / querría del su duelo componer una te ; especialmente se aplica a la composición que
rima» empieza el D uelo de la Virgen de Berceo, 25 llaman octavas». N o corresponde a este lugar la
y Juan Ruiz en la historia de sus amores con D .a averiguación de la fecha exacta del cambio, n i la
Garoza dice que Trotaconventos «levól una mi de si ya se le podría hallar anteriorm ente algún
carta a la missa de prim a, / tróxom buena res­ antecedente suelto, pero no hay que dudar en
puesta de la fermosa rymai>: se trata de una car­ colocar en el S. X V III el mom ento decisivo del
ta en verso (14986). N o es palabra que se encuen­ 30 paso al sentido moderno. Pues aunque la Acad. se­
tre en gran abundancia en cast. ant. (falta en los guía apegada al concepto antiguo en su ed. de
glos. de h. 1400, APal., N ebr. y en otros muchos 1817 (ya no en 1843), T err. ya se expresa con
glos. de autores medievales). toda claridad : «se dice de dos palabras que tie­
E n el S. XV hallamos la forma masculina rimo, nen una misma term inación; en prosa se debe
más cercana a la etimología; Santillana la em­ 35 evitar esta consonancia por decir m ui mal en ella».
plea con gran frecuencia en el sentido de ’línea Y así lo emplean L . Fz. de M oratín (dos ejs. en
de verso’ y en el de ’estructura de lenguaje ver­ el dicc. de Rz. Morcuende), Jovellanos, Q uinta­
sificada’ : «quánta más sea la escellencia e pre­ na (vid. Pagés), etc. E ntre los tratadistas, Puig-
rrogativa de los rimos e metro que de la soluta blanch (1828) había roto asimismo con lo anti­
prosa... manifiesta cosa es», «quiere quel prim e­ 40 guo (Viñaza, col. 1002) y Aicart publicó en 1829
ro que fifo rimos o cantó en metro aya seydo su Diccionario de la Rima (Viñaza, 1003); desde
Moysén», «ciertas cosas de Job escritas son en entonces se generaliza, sin perjuicio de que la
rimo», «Dante escrivió en tercio rimo elegante­ lengua tradicional pueda seguir empleándola al­
m ente las sus tres comedias, Infierno, Purgatorio, guna vez en el sentido antiguo.
Parayso», «franceses escrivieron en diversas m a­ 45 N o es necesario estudiar aquí la evolución se­
neras rimos e versos», «desta guissa escrivió Pero m ántica del vocablo en los demás idiomas, pero
López de Ayala, el viejo, u n libro que figo de en términos generales puede decirse que la mis­
las Maneras del Palacio e llamáronlo rimos», etc. ma evolución, con algunas variantes cronológicas,
(Prohemio al Condestable, en Viñaza, col. 780-5); se produjo en port., cat., oc., it., ingl., alem. y aun
y aunque, si no me engaño, N ebr. no emplea rimo 50 fr. E n Italia rima = verso es lo com ún en D an­
ni rima en la Gramática Castellana, en este sen­ te, Petrarca, Boccaccio y aun en el S. X V I («dirò
tido hemos de tom ar la definición que da de d ’O rlando... cosa non detta in prosa mai ne in
aquél en su diccionario: «rimo; numerus, graece rima» Ariosto), aunque Tommaseo señala algún
rithm us», comp. «rimar versos: num ero; rimada ej. suelto de la ac. moderna desde el S. X IV. E n
55 francés tam bién es bastante general este valor d u ­
cosa: numerosus».
El uso de los escritores clásicos cast. es bien rante toda la Edad Media, aunque existen excep­
conocido: las Rimas de Garcilaso y las de Bos- ciones sueltas, y lo es hasta el S. X V I, en que,
cán; la Octava Rim a, que en este sentido se ha generalizando los humanistas el uso de vers, la
de tomar. En el sentido moderno se dice enton­ palabra rim e queda fijada en el sentido de ’con­
ces consonante o en su caso asonante. Así N ebr. 60 sonante o asonante’, ’consonancia o asonancia’.
E n alemán contamos con el estudio fundam ental ’verso’. Además, como ya reconocía el propio Diez,
de Wilhelm Braune2, que dejó definitivamente sen­ la rima, sea consonante o asonante, es una inven­
tada la constancia del valor de ’verso, linea de ción romance, sólo m uy tardíam ente adoptada por
verso’ para el alem. med. y mod. rím , reim, des­ los alemanes, luego no cabe duda que el alem.
de h. 1170, en que aparece primeramente el vo­ 5 m ed. rim es un préstam o francés (del Sur o del
cablo, hasta el S. X V I inclusive; el cambio se N orte), como lo es en general toda la literatura
produce allí en el S. X V II a consecuencia de la versificada del alemán medio. Tam poco puede ad­
poética de Opitz, imitación de la francesa de mitirse que en Francia el vocablo sea heredado
Ronsard. de u n fránc. r í m ’núm ero’, herm ano de dicha voz
Básico para todos los idiomas es lo que hicie­ 10 alto-alemana, pues la poética romance es más una
ron aquí los antiguos occitanos, de cuya poética invención del Sur que del N orte de Francia, y
deriva la de todas las lenguas modernas. Ellos lla­ no corresponde al orden de ideas poético y lite­
m aban acordansa lo que hoy decimos rim a, y em ­ rario el influjo de las lenguas germánicas sobre
pleaban rim o rima en el sentido de ’verso, lí­ el galorrománico; ni cabe adm itir tampoco la va­
nea de verso’. Así definían, en efecto, las L eys 15 riante introducida por los autores del dicc. de
d ’Amors: arims es certz nombres de sillabas, / si G rim m al suponer que el fr. rim e proceda del
d ’autre bordonet Tacabas, / am divers o-z-am pla- céltico r í m - ’núm ero’, pues tam bién para ello fal­
zen so [es decir, ’sin rim a o con rim a’], / engals taría base semántica. Si Gamillscheg sigue insis­
de sillabas o no» (ed. Anglade II , 98). N o quiero tiendo (E W F S 766; R . G. I, 232) en la etimolo­
afirmar, ni hace falta, que nunca se encuentre en la 20 gía germánica, es por atraso de información, pues
Occitania medieval rim o rima en el sentido mo­ el detalle de atribuir la ac. ’serie’ al a. alem. ant.
derno, pero sí que el otro es el norm al. Es po­ m uestra que todavía no conoce el trabajo funda­
sible que el sentido de ’consonante, asonante’ na­ mental de Braune (V. éste p. 37, n . 2).
ciera en el verbo rimar, en todo caso en relación P or lo demás el acuerdo en pro de r h y t h m u s es
con éste encuentro el único ej. de la ac. m oder­ 25 general: esta etimología, ya reconocida por D u C.
na que me es conocido: «lo vers deg far en tal y otros, es la adoptada por los propios germanis­
rima, / mascl’e femel, que ben rim» (Gavaldan lo tas (Schmeller, Wackernagel, Zarncke), y en par­
Velh, L o Vers). E l catalán se ajusta en términos ticular Kluge, en la forma más decidida3. Hoy
generales al occitano; aquí rim y rima ’consonan­ puede considerarse aceptada unánim emente. Su
te’ ya eran comúnm ente aceptables a fines del 30 fundam ento en los hechos es excelente. E n todo
S. X IV, pues así los emplea corrientemente Jau- el latín medieval r h y t h m u s designa el verso rít­
m e M arc en 1371: «rima es fi de paraula sem- mico, a base del cuento de sílabas y acentos, por
blant al altre en una o en dues sillabes; e son contraposición con el m e t r u s o verso clásico, a
dues maneres de rimes, la una longa, l’altra breu base de la cantidad silábica. Es posible que algo
[ = llana y aguda]», «tot leyal rim vol esser sem- 35 de esto ya se insinúe en San Isidoro cuando éste
blant a l’altre e en letres... e en so, fo es en l’ac- explica vagamente «rythm us: versus qui est non
cen» (pp. 25, 26), y, sin embargo, no era esto certo fine moderatus, sed tam en rationabiliter or-
lo antiguo, como nos lo m uestra el propio título dinatus pedibus currit», y desde luego, explica D u
de su diccionario de rim a s: «Libre de c o n c o r ­ C., escritores más tardíos entienden por rythmici
d a n c e s, appellat diccionari, ordenat per E n 40 versus los que otros llamaron leoninos u homeo-
Jacme M arch». Y desde luego en todo el cata­ teleu to s: «obsecro, u t mihi Aldhelmi Episcopi ali-
lán medieval lo corriente es que rim (más fre­ qua opuscula seu prosarum , seu m etrorum , aut
cuente que rima) signifique ’verso’. rythm icorum m ittere digneris» S. Bonifacio de
E l problema etimológico está resuelto sin duda Maguncia, «epistolatim in invicem egimus, et
posible. Es verdad que Diez (W b ., 270-1), adop­ 45 rythmicis versibus nos laudibus mulcebamus» Al­
tando una idea de G raff, rechazó la vieja etimo­ varo Cordobés.
logía r h y t h m u s fundándose en que el resultado N o hay dificultad fonética en absoluto: r h y t h ­
de la misma en italiano habría sido *rimmo con m u s , sea por vía popular, o más bien semiculta,

dos m m y no rima, y el prestigio de Diez hizo debía dar rim en occitano antiguo, y rime en
que se le adhirieran Paul y M -L . en su primera 50 francés del N orte, que inicialmente sería mascu­
ed. (R E W 1 7318); partían estos autores del a. lino y en seguida, a causa de la terminación, se
alem. ant. rim ’núm ero, suma aritmética’, atribu­ volvería femenino. E n italiano, alemán, inglés y
yéndole el sentido de ’serie’, pero el hecho es, en los romances ibéricos el vocablo se tom ó de
según m ostró Braune, que este vocablo germ áni­ Francia, y así se explica la -m- sencilla del ita­
co, quizá tom ado del céltico, no tuvo nunca el 55 liano4. Tam bién en este punto se ha hecho la una­
sentido de ’serie’ en alemán antiguo, y aun en la nim idad, y sólo queda por aclarar u n detalle: ¿de
ac. ’núm ero’ es palabra rara, sólo empleada algu­ donde viene la forma femenina rima del it., oc. e
nas veces en los SS. V III y IX , m uerta definiti­ iberorrom ance? Bloch-W .1 y 2 afirma que es présta­
vamente hacia el año 900, o sea cerca de tres si­ mo del francés del N orte, pero esto es casi tan inve­
glos antes de que aparezca el a. alem. med. rim 60 rosímil en el aspecto histórico y semántico, como
la procedencia germánica. Desde luego el oc. ant. te). De ritm o : rítmico [rrymico, Francisco Im ­
rima es autóctono y no tomado del francés. Por perial, Canc. de Baena, n.° 238, 2, 3, 4; Lope,
lo demás, formas masculinas se encuentran casi Aut.]; rítmica f. [APal. 249b, 421b].
en todas partes: son generales en alemán, en cast. C p t . Euritmia; eurítmico. M etarrítmisis ’cam­
ya hemos visto su aparición en el S. XV, y sin 5 bio del ritmo vital de un ser’, neologismo hábil­
duda serán anteriores, aun en francés se encuen­ mente acuñado por U namuno, h. 1895 (en La
tran en el dialecto anglonormando (según obser- Juventud Intelectual Española, vol. I I I de sus E n ­
yó Diez). sayos) combinando ritmo con el tipo formativo de
Hay que creer que el femenino rima se formó en metamorfosis; empleado luego por correligionarios
lengua de Oc (aparte del fr.), como uno de tantos 10 suyos del Noventa y Ocho (p. ej., Pedro Corominas,
femeninos derivados de masculinos correspondien­ Obr. Compl. Cast., pp. 288, 408): pese a la fuerza
tes, y que de la lengua de Oc pasó a Italia y a y densidad de la expresión es extraño que no cua­
España. Las explicaciones precisas de este neo­ jara esta palabra pragmática de una generación
logismo podrían ser varias. He aquí una que su­ que no logró sacudir la atonía del país.
giero con carácter provisional, y que requeriría 13 1 L at. rim an, étim o infundado, claro.— 2 R eim
estudio más detenido, sólo posible en una mono­ un d Vers, eine wortgeschichtliche Untersuchung,
grafía de carácter literario. En el S. X IV no se 41 pp., en los Heidelberger Sitzungsberichte V II
hacía diferencia entre el oc. rim y rima («rim pot (1916), fase. 4.— 3 V., p. ej., las ed. de 1915 y
cascus o rima dir, / si q u ’en aysso non pot falhir» 1924 de su dice, etimológico. E n la últim a, mo­
Leys d’Am ors II, 98, y más extensamente en Las 20 dificada después de la m uerte del autor, Gótze
Joyas del Gay Saber), pero quizá no siempre fué vuelve a introducir dudas, de poquísimo funda­
así. Por lo menos un trovador clásico, del S. X II, mento, como la de que el fr. ant. rime significa
Raimbaut d ’Aurenga, parece dar a rima el con­ ’consonante, asonante’, o sin base alguna ( ¡ r h y t h -
cepto de verso de tono liso y llano, y de estilo M u s habría debido dar *ritme en francés!). —
ligero, quizá lo que solía llamarse comúnmente 25 4 Nótese de todos modos que en italiano hay va­
chansó por oposición al vers3; véase si n o : «en riante ñ tim o y que la reducción espontánea de
aital rimeta prima / m ’agradon l e u m ot e prim», éste a rimo (rima) sería posible (zephyrus > z'e-
«en rima v i l e p l a n a » (citas de Raynouard). ro, PLA CITU M > piato, etc.).— 5 Las L eys distin­
Ahora bien, de un poema muy conocido de Aime- guen entre la chansó de siete coplas máxime, y
ric de Peguilhan se deduce sin lugar a dudas que 30 el vers que puede tener hasta diez: éste trata de
la chansó debía term inar en consonantes llanos o sen, aquélla de amor, éste ha de ser ante todo
femeninos, y el vers en consonantes agudos o mas­ veray, aquélla plazen (II, 175, 177).— 6 E n cuan­
culinos, aunque el poeta se queja de la confusión to al duplicado culto ritmo ya lo emplea APal.
en que muchos c aen : «Mantas vetz sui enque- en cast. (con concepto am plio: «el ritm o de por
ritz / en cort cossi vers no fatz, / per q u ’ieu 35 sí puede estar sin metro, pero el m etro no pue­
vuelh si’apelatz / —e sia lurs lo chauzitz— / de estar sin rithm o» 63b), y A ut. lo cita de Lope
chansó o vers aquest chan; / e respon áls deman­ con la grafía rhythmo.
dan: / qu’om no troba ni sap devezió, / mas sol
lo nom, entre vers e chansó. / Q u’ieu ai motz R im a I I ’rim ero’, V. arrimar Rim bom ban­
máseles auzitz / en chansonetas assatz, / e motz 40 cia, rimbombante, rimbombar, rimbom be, rim bom ­
femenis pauzats / en verses bos e grazitz» (Ray­ bo, V. bomba Rimero, V. arrimar R im o, V.
nouard, Choix IV, 433-4). Ahora bien, si la chan­ rima y remo Rinanto, V. riño- R in d a , rin-
só debía en principio tener versos «femeninos», y clera, V. ringlera
el vers «masculinos» en principio, ¿no era lógi­
co que para aquél se creara el neologismo rima, 45 R IN C Ó N , forma alterada en lugar de los an­
reservando para el vers el tradicional rim? Esto tiguos recón y rencón, hermanos del cat. racó:
explicaría tam bién el que en las poéticas gallego- procede del árabe vulgar rukún (ár. rukri) id. 1.a
portuguesa e italiana, que evitaban el tono for- doc.: reconciello, rancón y rencón en Berceo.
malístico del trobar clus, y daban preferencia a El vocablo es ya frecuente en este p o e ta : «la
los versos amorosos, se generalizara en seguida el 50 carta que fezieste con el tu mal cabdiello / ... /
femenino rima, y aun en castellano, bajo el in­ en el ifiem o iaze en chico reconciello» (Mil.,
flujo predom inante de la Escuela gallega en la 801d)', «essa primera cassa que estava forana, /
Edad M edia, triunfara pronto la misma forma, significa la glesia, que es de gent cristiana; / el
mientras en la poesía catalana, muy tradicionalis- otro reconciello, ciella más orellana, / significa al
ta, persistió el masculino rim '. 55
cielo, la partida susana» (Sacrif., 89c). L a forma
D e r i v . Rim ar [ h . 1250, Apol.: «tornóles a rezar etimológica sin n se encuentra asimismo en doc.
un romance bien rimado», «coplas bien assenta- murciano de 1275: «la Cequia que dizen del
das, rimadas a senyal» 428c, 495c; otros citados L ahut, que parte térm ino con Aljusser... fata la
arriba]. Rimador. Ramación [?] ’arte de escribir Cequia do es la raconada» (G. Soriano, p. 157);
en verso’ (GIos. de Gower, Conjessión del A m a n ­ 60 parece encontrarse en el Corbacho: «todavía falla­
R IN C Ó N 24

rás las mugeres por recongillos, por renconadas e diccionario Fabra. Del catalán pasó al campid.
apartados... fablando de sus vezinas»2; y el uso arrecconi, mientras que en otras partes de Cerdeña
de la misma perdura en la parte más arcaica del se tomó la forma castellana: arrenconi, arrinconi
Alto Aragón, como m uestran los lugares Faja de (R F E IX , 227).
Atracón y Sarracóns en el Valle de Ordesa (ma­ 5 Está ya enterrada la etimología de Diez (W b .,
pa Schrader, hoja Gavamie). 483; R E W L 7044), que identificaba con el adje­
E n cast. pronto tendió a generalizarse la varian­ tivo romance raneo, cast. renco ’lisiado’, partiendo
te con propagación de la nasal, pero al principio del sentido del que se supone étimo de este ad­
con vocal a o e en la prim era sílaba: «estos dos jetivo, germ. w r a n k j a n ’torcer’ : aun pasando por
sanctuarios que avernos contado, / diziénli al p ri­ 10 encima de la desaparición de la w -, y admitiendo
mero ’sancta’, nom ne usad o ; / dizién ’sancta el escalón semántico ’curvar’, es idea manifiesta­
sanctorum’ al rancón apartado / que iazié tras el m ente forzada, en la que nadie querrá insistir.
velo que estava colgado», «entró en la eglesia al L a idea de partir del gr. ¿vxtóv ’ángulo, rincón’,
cabero rencón, / inclinó sus ynojos, fazié su ora­ que ha dado el cast. ancón ’pequeña ensenada’,
ción» Berceo (Sacrif., 17c, M il., 339a); aquella va­ 15 procede de Cabrera, y fué recogida por Schu-
riante aparece tam bién en Sacrif., 91 b, Alex. (O) chardt (Z R P h . X L I, 257) y aceptada últim amente
784a, 2388a, 2414c (aquí: «Europa e África ya- por M -L. (R E W 3 443a) y Molí (B D L C X V I, 15);
zen bien ranconadas», ’arrinconadas’) ; rencón, que pero además de que un rincón es algo m uy d i­
como nom bre propio ya está en doc. de 1124 ferente de u n ancón, y que aquel vocablo casi
(Oelschl.), es m uy frecuente: M il., 873c, 886a, 20 nunca se ha empleado con referencia al m ar5, y
5. D om ., 265 b (renccmáda), 322c, Sacrif., 85 b, S. aun adm itiendo como posible el hecho extraño de
Or., 21, M il., 275c, 339a, Apol., 289a, 460a, Ca­ que la ac. ’rincón’ sólo se encuentre en el deri­
lila (ed. Alien 57.1227; Rivad., p. 33), Partidas vado en re- y nunca en el supuesto prim itivo ro­
II, xxiv (ed. Acad. II, 263), P. de A lf. X I , 930b, mance ancón, hay contra esta etimología la ob­
10596, 13856, Canc. de Baena p. 38; arrencona- 25 jeción decisiva de la falta de -n - en el cat. racó
do Fn. Gcmz., 2176; rrenconada Berceo, S. M ili., y en el cast. ant. recón, racón. Es inadmisible de­
3906, y doc. de Jaén de 1270 (M. P., D. L ., cir que ha habido ahí una «disimilación», como
350.24); rencón sigue pronunciándose todavía en supone M -L ., no sólo porque justamente el ca­
Méjico (B D H A IV, 286). talán no tiene la otra -n , y así carece de causa
De rincón no tengo testimonios antes de J. Ruiz 30 para una disimilación, sino porque una disimila­
y Juan M anuel (B K K R ), y un poco más tarde ción de nasal en fin de sílaba no se produce casi
Sem T ob («nyn ha para guardarlo / ryncones nunca, y si llega a ocurrir jamás consiste en la eli­
menester, / nin en arca ^errarlo, / nin so llave minación de la nasal (V. detalles en el artículo
meter», copla 247); después aparece en los glos. mío que cito); lo que por el contrario ocurre n or­
de Toledo y el Escorial, APal. (20d, 216, 4236), 35 malmente en voces de esta estructura es que la
N ebr.3, y desde entonces se hace de uso general; nasalidad, lejos de eliminarse, se propague a una
Cej. V, § 101. sílaba que no la tenía, convirtiendo mazana en
Está fuera de dudas que rincón es alteración M A N Z A N A , macilla en M A N C I L L A , pozoña en
moderna del tipo de ninguno por nenguno (NEC P O N Z O Ñ A , m a c u l a en M A N C H A , paragón en
U N U S ), m ’in cal por m ’end(e) cal, pingar por P E N - 40 parangón y otros tan to s: de la misma m anera es
d i c a r e , port. vingar por vengar, etc.; y q u e ren­ forzoso partir de racón para llegar a rancón y no
cón puede estar respecto a rancón en la misma viceversa. Ya el propio Schuchardt se dió cuen­
relación que rencor por r a n c o r , rebaño por raba- ta de esta im posibilidad, y para ello propuso un
ño, rezón por razón, rebanada por rabonada. cruce de ancón con el ár. rukn (rekun), de don­
Por otra parte, de los dos romances que poseen 45 de el cat. racó, y para dar cuenta del cast. rincón
el vocablo con carácter castizo, sólo el cast. conoce echaba mano de u n cruce con el alem. winkel.
la forma con doble nasal: el catalán dice y ha di­ N adie cree en cruces de este tipo, de vocablos per­
cho siempre racói ; como catalán figura ya en tenecientes a idiomas heterogéneos y distantes, y
Jaum e M arc (a. 1371, § 1039) y es frecuente des­ que sólo sirven para salvar etimologías inaceptables.
de el S. XV o fines del X IV (A g.): «com se veés 50 Si de todos modos es m enester el ár. rukn,
ja molt prop de la liga, tom ant atrás, molt cuyta- es preferible limitarse a éste para explicar las vo­
dam ent se mes en aquell racó» (Curial, N . Cl. II, ces romances, como indiqué en m i artículo del
232), «quant li venia / son ordinari, ... / lan?ava-I B D C X X IV , 7-10, recogiendo la idea expuesta
drap / per los racons, / davall caxons, / entre la por prim era vez por M artínez M arina. Y en efec­
palla» (Jaume Roig, v. 2395). H oy es común en 55 to no hay dificultad seria de ninguna clase contra
el Principado escribir recó, pero en todos los dia­ esta etimología. Por el contrario, indica claramen­
lectos que distinguen a de e se pronuncia racó te un origen arábigo el área toponímica del cast.
unánim emente. L a grafía normativa mantuvo racó rincón y del cat. racó: aquél, según los datos de
hasta el S. X IX , y ésta es la que se ha restable­ Madoz, m ientras aparece en masa en Andalucía,
cido, tras m aduro estudio, en la última edición del 60 Canarias, Extrem adura y M urcia, sólo en casos
sueltos se encuentra en Castilla la Nueva, con al­ 305); lo cual supone el paso de rukn a rukún en
guna prolongación esporádica hasta Salamanca, hispanoárabe por lo menos desde el S. X I. De
Ávila y L ogroño; en el N orte, nada. El cat. racó, rukún, con disimilación, proceden normalmente
que en el País Valenciano, Baleares y Comarca meón, racó, y luego las formas modernas del cas­
del Ebro es la expresión norm al de la idea de ’ba­ 5 tellano. Esta etimología ha de considerarse fuera
rranco’ (más al N orte se dice corree, bárreme, de dudas9.
coma, etc.), y que en estas regiones aparece en D eriv . Rinconada [renconada, Berceo, y V. arri­
gran núm ero de nombres propios de lugar, es aje­ ba], Rinconera. Rinconero. Arrinconar [ranconar,
no a la toponimia del N orte del Principado, m ien­ Alex.; arrenc-, F n. G onz., Acedrex, 14.29; V. arri­
tras que aquí, aun en carácter de apelativo equi­ 10 ba, y Cuervo, Dicc. I, 659-61].
valente del cast. rincón, tiene que luchar con cier­ 1 R econdello en el ms. más tardío A , del
tos concurrentes (rosell. y pall. com , ribag. cor­ S. X IV , que reduce sistemáticamente las formas
nal, aran, com e), y es voz completamente ajena de Berceo a la lengua de Castilla en su época.—
a la lengua de Oc6; la forma con artículo arábigo 2 M . P., Antol. de Pros., p. 59. Es verdad que la
aglutinado, malí. S ’Arracó, arag. Arracón, Lisboa 15 ed. Pz. Pastor (II, cap. 12, p. 178.6) trae ahí
arrincáo «vigota do telhado» (Fig.), proporciona renconfillos, pero dudo que recongillos sea erra­
otro indicio elocuente. El ár. rukn es palabra de ta, pues hay otras diferencias entre el texto de
estirpe semítica y generalmente conocida, según M z. Pidal y el de Pz. Pastor (no está a m i al­
Lañe, quien ya la señala en el oriental Fairuza- cance la ed. Simpson).— 3 L e da el valor de ’án­
badí a fines del S. X IV , y con carácter probable 20 gulo geométrico’ : «rincón derecho: angulus rec-
en lexicógrafos orientales más antiguos; que era tu s; r. agudo: a. acutus; r. boto: a. obtusus»,
usual en el árabe vulgar de España lo sabemos que es tam bién el que tiene constantem ente en
por R. M artí (S. X III) y PAlc., y el sentido es el técnico especialista López de Arenas (1633),
precisamente el de ’rincón’, como lo define PAlc., pp. 15 y passim.— 4 El port. rincao pasa por ser
«angulus» (R. M artí), «rentrant intérieur d ’un 25 castellanismo m oderno: M oraes y Vieira no citan
coin» en Argelia y Marruecos (M arfais, Meakin)7. autoridades y advierten que es muy poco usado;
E n palabras de la misma estructura que rukn el Fig. sólo lo recoge como término de carpintería
árabe hablado, y ya en la Edad Media, intercalaba o como voz riograndense. En portugués se dice
una vocal entre las dos consonantes últim as: esta recanto o recantüo; en gallego corruncho o su
vocal solía y suele recibir el acento, y podía ser 30 metátesis. Es cierto que rancón sale otras veces
a o bien o(u)‘ : este últim o vocalismo era el más en las Ctgs. (145.23, 232.43, 305.53).— 5 Como
vulgar, por lo menos cuando la otra vocal de la única excepción conozco el pasaje citado de las
palabra es una o(u), y la prueba es que todos los Partidas: «rimos et espadas et timones para ir
arabismos romances han tom ado este últim o voca­ quando les fallesciere el viento, o para salir o
lismo, aunque los glosarios hispanoárabes den ar­ 35 entrar en los puertos o en los rencones de la
tificialmente la preferencia a la vocalización con a, mar».— 6 El nom bre del pueblo vizcaíno de Arran-
por lo visto mirada como menos p o p u lar: así cudiaga, 10 kms. al S. de Bilbao y a 3 de la fron­
PAlc. convierte el ár. clásico h u m r en homar (ed. tera lingüística, sin etimología vasca — si bien con
Lagarde, p. 115), pero en T únez se pronuncia el sufijo vasco toponímico colectivo o locativo
h.mur; otras veces se rinde PAlc. al vulgarismo 40 -aga— me lo explicaría yo como derivado de un
y registra cotón en vez del clásico qu tn , y el cast. vasco *arrankone, que penetrarla e n las hablas
A L G O D Ó N , cat. coló, etc., prueban que en efec­ vascas del Sur de Vizcaya (sustituyendo allí las
to se pronunciaba de aquella m anera; otras veces expresiones castizas baster, zoko, o kelu ): como
vacila, registrando en lugar del clás. kuhl, ora todo río, el Nervión, junto al cual se halla este
cóhal (p. 321), ora cohál (p. 315), ora cohól (p. 97), 45 pueblo, forma allí varios ángulos entrantes y sa­
pero las lenguas romances prueban que sólo éste lientes, y de un colectivo *Arrankoneaga saldría
pertenecía al lenguaje coloquial: cast. A L C O ­ norm alm ente la forma moderna, por disimilación
H O L , cat. alcojoll, fr. alquijoux, etc. E n el caso de nasales y otros hechos fonéticos muy corrien­
que nos interesa tam bién hubieron de coexistir tes.— ’ M ientras que hoy en Marruecos el lado
una pronunciación más distinguida rukan y la vul­ 50 exterior del ángulo, o sea la esquina, se llama con
gar rukún; y los lexicógrafos, naturalm ente pre­ palabra romance qánt.— 8 Sabido es que no hay
venidos en favor de aquélla, registran rukan (R. más que una sola vocal árabe que corresponda así
M artí, pp. 242 y 108; PAlc., p. 244), pero lo más a nuestra o como a nuestra u, y que en la pronun­
vivo sería rukún, y, en efecto, así se ha conser­ ciación vacila entre los dos timbres, a veces bajo
55 la influencia de las consonantes contiguas.— 9 N eu-
vado en Argel, en T ánger y en Marruecos en
general, con la reducción moderna rkun (Lerchun- vonen en su libro reciente, p. 264, califica mi
di; Manpais, Textes Arabes de Tánger, p. 314). etimología de «genial» y aun la admite, pero
W. H ónerbach indica que en ei lenguaje vulgar duda en vista de que en este caso se acumularían
empleado en los zéjeles hispanoárabes, el tipo m or­ los fenómenos que él califica de «excepcionales»:
fológico facl se convertía en facál (A l-A n d . XV, 60 traslado del acento, falta del artículo, cambio de
vocal en la prim era sílaba y propagación de la ’renglón’, que pertenecería entonces a otra familia
nasal. Pero nada hay en todo eso de «excepcional» etimológica. H oy este grupo de vocablos ha lo­
y esto es cerrar los ojos ante los h ech o s: el tras­ grado alguna penetración en la lengua general de
lado de acento es general en vocablos de esta tono familiar, de suerte que no sorprende hallar
estructura (además de lo que indico arriba, vid. 5 ringlera en la pluma de J. N . Gallegos o en la
Steiger, Contrib., 89-91, y el propio Neuvonen, de u n historiador argentino (Hist. de la Nac. Arg.,
p. 297), y la falta de artículo (no general en dirig. por Levene I, 292). Y sin embargo siguen
nuestro caso, según he indicado) es lo más co­ siendo sobre todo palabras dialectales : ast. rin-
rriente en los arabismos en r-, donde la aféresis clera (V), segov. ringla (Vergara), bilb. ríñela ’lí­
de arr- era tan fácil; en cuanto a la vocal i de 10 nea’ (ponerse en rinda, Arriaga), alav. renque y
la primera sílaba y la nasal agregada, ya he p ro­ rinculerà ’línea de personas o de cosas puestas
bado de sobra que son ajenas al catalán y secun­ unas tras otras’ (Baráibar), gali, rengleira, renque,
darias en castellano. ringra, ringre (Valí.).
Por otra parte, en lengua catalana, el voca­
Rinchar, V. relinchar Rinde, V. rendir 15 blo pertenece al lenguaje general, al uso co­
Ringar, V. derrengar Ringla, V. ringlera m ún y al estilo elevado : renglera es la traducción
norm al de ’hilera’, aunque en Valencia, Castellón,
R IN G L E R A , en catalán renglera, alteración de M enorca e Ibiza se dice más bien ringlera (Molí,
renguera por influjo de regla ’renglón’; renguera B D L C X IV , 162), o rinclera en Castellón1; y
es derivado de reng ’hilera’, que a su vez procede 20 rengle es el vocablo para decir ’fila’ (p. ej. en
del fránc. h r í n g ’círculo’, ’corro de personas’; el u n ejército). Sin embargo, el uso en el Principado
vocablo en sus formas más antiguas hubo de to­ oscila entre las formas generales renglera y rengle
marse del catalán, pues en castellano falta el p ri­ por una parte, y las locales, pero muy extendidas,
mitivo equivalente a reng. 1.a doc.: rincrera, princ. renguera (Ag.) y reng2: ésta la he oído en el Valle
S. X V I, Lucas, Fernández; renglera, 1535, Fz. de 25 de Cardos (un reng de cases), en muchos pueblos
.Oviedo. de Urgel, Ebro y Bajo Segre (Verdú, L a Figuera,
Es palabra tardía en la tradición lexicográfica: Vilella Baixa, Solerás, Seros, Aitona, etc.) y la tengo
falta en los glos. de h. 1400, en APal., N ebr., anotada de Vinaroz (Bol. de la Soc. Castellón, de
C. de las Casas, Percivale, Covarr., M insheu, etc.; Cult. X IV , 281). Y reng (escrito renc[h]) es la for­
por prim era vez lo encuentro en el dicc. de O u- 30 ma general en la Edad M edia : se lee en la Cró­
d in : «renglera: rang, bande», «ringlera, voyez nica de Jaime I («puys tornam a nostra reraguar-
renglera», y Aut. da sin ejs. «ringlera: la fila o da, e quant fom tornats al rench.. .», ed. Ag.,
línea de cosas puestas en orden unas tras otras». 435.5), en Lulio (Gentil, pp. 181, 284; Doctrina
Tam bién es ajeno al léxico del Quijote, de G ón- Pueril, p. 285), en Jaum e Roig (vv. 1130, 7407,
gora y en general de los clásicos. Sin embargo, 35 14607) y en muchos más, que pueden verse en
ya por entonces ésta y otras formas semejantes Ag. ; renga ’hilera (de cepas de vid, etc.)’ está
tienen cierto uso en algunos autores teñidos de muy generalizado en catalán occidental (Trem p,
regionalismo en su vocabulario: «quizá sois de Sopeira, Mollerussa, Linyola, Sidamon : B D L C
los que andáis / como grullas en rincrera» Lucas X IV, 162; ’hilera de botones en el traje típico’
Fernández, «ponen una renglera de tinajas» Fz. 40 Valle de Áneu, K rüger, V K R V III, 315; en es­
de Oviedo, «en cada una dellas tres rengleras de critura pallaresa de 1673, Butll. del C. Excurs. de
dientes» Gonzalo Pérez (1550), «hele dado aquel Cat. V I, 99).
anillo de dos rengleras de diamantes» Antonio N o cabe duda alguna que esta forma sin -l- es la
Pérez (estas y otras citas en Cej., V, pp. 450-1). variante primitiva, puesto que se trata de un equi­
Además «aquel rencle de sillas» en J. de M ena, 45 valente del oc. ant. rene y fr. rang ’hilera’, cuya
Coronación; «asidos muchos en rengle» y «los cuales procedencia del fránc. h r í n g ’círculo’, ’corro de
se sentaron en rengle» en Fz. de Oviedo, «Amor, gente que asiste a un torneo, a una corte, etc.’,
en sentaros vos, / delante’l rengle de todos» A n­ está bien sentada ( = alem. e ingl. ring ’circulo’,
tonio de G uevara, «mira la cabilda quanta / va en etc.; Gamillscheg, R. G. I, p. 171; la extensión
rengre, nobre señora» Góngora (ed. Foulché I, 50 geográfica sería desfavorable al origen gótico que
313), en un trozo escrito en sayagués. Y en L a supone el R E W 4209). En cuanto a la variante
Pícara Justina «si los pusiera en ringla sonaran con -l- no hay que pensar en explicarla por un
más que ringla encascabelada» (Aut.), forma em­ dim inutivo * r í n g ü l u (como quisiera Moli, l. c.),
pleada m odernam ente por el extremeño Gabriel pues además de que el resultado habría sido *rin-
y G alán, «misa de tres en ringla» en Hartzenbusch 55 gle y no rengle (comp. cingle c i n g ü l u , ungía
y cub. en ringla ’perfectam ente’ (Pagés), mientras u n g u l a ) , los diminutivos en - ü l u s habían caído

que rrengla ya se lee en la trad. de la Confesión en desuso mucho antes de que empezara la i n ­
del Am ante de G ow er (p. 503), aunque debería fluencia franca sobre el romance, y la docum en­
comprobarse si realmente vale ’ringlera’ como su­ tación histórica muestra con evidencia que rengle
pone el poco perito autor del glosario, o más bien 60 y renglera son formas modernas, alteraciones de
reng y renguera. Tampoco hay que pensar en «N ejretici son los que no pueden sofrir el dolor
derivar aquéllas de r e g u l a , como renglón (V. s. v. de los riñones por las hinchazones y ventosida­
R E Y ), del cual están bien separadas p or el sig­ des» APak (229b; 420b); «ren o riñón de animal:
nificado (el renglón es sólo de letras o palabras, ren» N e b r.; «que muchos años fué enfermo de
a lo cual nunca se aplican rengle, renglera ni el 5 los riñones» Quijote II, xviii. Y en el sentido fi­
cast. ringlera), pues es evidente que rengle y reng gurado : «en el riñón del invierno poner y tras­
son una misma cosa. L a alteración de renguera en poner árboles» G . A. de H errera, etc. L a variante
renglera pudo ser meramente fonética, por reper­ más arcaica reñón se lee en L a Pícara Justina, en
cusión de la consonante líquida, pero es más pro­ Valverde, y en Lope (en u n pasaje que parece
bable que el factor decisivo en el cambio fuese 10 escrito en «fabla»)1, vid. A ut. y Cej., V, pp. 252-3.
el influjo del cat. ant. regla ’renglón’; para que L a mayor parte de los romances emplea formas
este influjo se produjera había afinidad semántica que, como la castellana, suponen la existencia de
bastante, aunque no la haya para la identificación un derivado * r e n i o , - ó n i s , en latín vulgar: cat.
etimológica. Para el cambio fonético de renglera ronyó (ant., val. y bal. renyó), oc. renhon (o ro-)
en ringlera, comp. la variante ringlón (con ejs. en 13 son de uso general, como el riñón del cast. m od.;
Covarr., Pagés y Fcha.). Desde luego puede ase­ en port., fr. e it. sigue viviendo el lat. R EN ,
gurarse que esta familia de vocablos en cast. no junto a port. rinhao, fr. rognon, it. am ione (o
es autóctona (puesto que le falta el' primitivo), rognone), sardo runzones2, que designan más es­
sino tom ada del catalán. pecialmente los riñones comestibles de ciertos ani­
D el francés, en fecha m oderna y con sentido 30 m ales; ésta es la ac. que debió de ser general al
figurado, se ha tomado rango, desaprobado ya por principio en todas partes, pero no es fácil decir
Baralt, y todavía rechazado en la últim a ed. de la si esto explica la creación del derivado o si éste
Acad., pero de uso m uy generalizado (aun acadé­ se debe al influjo del sinónimo dialectal latino
micos muy reacios se inclinan ya por la adm isión: nefrones. D e todos modos en otras partes se han
B R A E X , 72). 25 creado derivados diferentes: sardo renules, gasc.
1 «la está míg Castelló ací dalt! ¡I encara ve am elh r e n í c u l u s ; de u n derivado de éste, por
una rinclera de carro s!» G uinot, Escenes Cas- vía semiculta, vendrá el cast. ant. renglada ’guiso
tellonenques, 41.— 2 Vasco errenko ’fila’ en Oyar- de riñones’ [«r. o riñonada: sevum incuratum »
zun (E. y N E. de Guipúzcoa), errenka en vizc. N ebr.]. El primitivo r e n se conserva en el port.
y a. nav., errenkada guip. y vizc., errenkatu «alig- 30 rim, gall. rens ’el remate de la espalda cerca de
ner» ibid. y a. nav. los riñones’, Sarm. CaG. 120v (me doen os rens)
[rees f. en las Ctgs. «os talóes metudos ñas rées»
R IN G O R R A N G O , onomatopeya del chirrido de 179.22], fr. rein, it. rene, etc., y además en el plural
la pluma. 1.a doc.: A ut. neutro vulgar * r e n a > gasc. reo, arreyo, arria,
Con la definición: «el rasgo demasiado u so­ 35 arrenhe ’espalda’. En castellano mismo conservó
bresaliente en el modo de escribir: y por exten­ vitalidad por mucho tiempo el primitivo, emplea­
sión se dice de qualquier adorno superfluo y so­ do como fem enino: «a quien fieren en las renes,
bresaliente; es del estilo familiar». quel fazen corcobado, pechenl 100 sueldos por
Voces expresivas u onomatopéyicas sem ejantes: enmienda» Fuero Juzgo (Zauner, Altspan. Ele-
rinrán; runrún (vid. Cej., V, § 140) o ronrón o 40 m entarbuch, p. 143.34), y así tam bién en el Libro
rurrú; runrunear; ronronear, ronroneo. de los Enxemplos (Rivad. L V II, 507), en N ebr.,
Juan de Pineda, Sigüenza y Gonzalo Correas (ci-
Ringundango, V. rigodón ias en Cej.).
D e r i v . Riñonada [APal. 33d; N eb r.; G . Co­
R IÑ O -, elemento inicial de varios tecnicismos 45 rreas, 256]. D e r e n e s : oveja renil ’la machorra o
cultos, tomado del gr. p í e , p i v ó c , ’nariz’. castrada’1; ast. renazu (M unthe), renaz (V) ’espi­
D e r i v . Rinitis [Acad. 1925, no 1884], nazo’. De un derivado del portugués rins, o
C p t . Rinoceronte [Covarr.; S. X V II, Aut.], de sea *enriñar, saldrá por disimilación el port. dial.
rhinoceros, -otis, gr. p t v o x É p ü K , - u t o ? , compuesto enrilhar ’estreñir, costipar el vientre’ (Vieira III,
con jupa? ’cuerno’. Rinología [Acad. 1936]; rinó- 50 158) y gall. enrillado, del hombre «que anda indi­
logo. Rinoplastia [Acad, 1925, no 1884], Rinosco- gesto y expele el excremento endurecido» (Sarm.
pia [Acad. 1884, no 1843], CaG. 210v); port. dial, rilhoto ’excremento peque­
ño y duro’. Derivados cu lto s: renal; suprarrenal.
Rinquín, V. arlequín R inrán, V. ringorrango Adrenalina fué creado, como derivado de glandu-
Riña, V. reñir 55
lae adrenales, por el japonés J. Takamine (Miglio-
rini, A nn. Bull. of the M od. Humanities R. Assoc.,
R IÑ Ó N , del lat. vg. * r e n i o , - o n i s (derivado nov. 1956, 20).
del lat. r e n , r e ñ í s ) , del cual proceden casi todas 1 Así todavía en Asturias, donde además es nom ­
las formas romances. 1.a doc.: h. 1400, Glos. de bre de un pez mustélido (V).— 2 Por esta razón
Toledo. 60
supone M . L . W agner (A S N S L CXXXV, 114).
que la palabra sarda sea italianismo, pero quizá Corrivación. Derivar [Berceo: Cuervo, Dicc. II,
no sea argumento bastante.— 3 De un derivado 921-2], tomado del lat. derivare ’desviar una co­
análogo a éste — cf. el logud. renule R E W — rriente de agua’, ’derivar’; en la ac. marina ’aba­
procede el gall. riles 'plato de riñones de carnero tir, ser llevada una embarcación por la corriente’
guisados’ o ri(i)s, que se aplica a veces a los del 5 (de donde deriva) es tardío (Acad. 1884, no 1817)
hombre (Sarm. CaG. 60v, \2 \v , 188u). Aunque y se tomó del fr. dériver, antes driver [fin S. XVI],
quizá sea preferible pensar que el gall. ris pro­ que a su vez se tomó del ingl. to drive ’empujar’,
cede de r e n y riles es un plural secundario ana­ ’abatir’, o del equivalente neerl. drijven2; deriva­
lógico. ción-, derivado; derivativo; derivo.
10 C p t . Rivaducho ant. ’traído por el río’ (Berceo,
Riñoso, V. reñir Duelo, 183).
1 Seguramente se trata de mozarabismos. Como
R ÍO , del lat. Rivus ’arroyo’, ’canal’. 1.a doc.: equivalente de riachuelo hay un par de casos de
doc. de 912 y otros de los SS. X I-X II (Oelschl.). Riazó en la toponimia gallega y Riazón (que
Desde el principio designa en cast. u n curso 15 correspondería a un *riachón m ozárabe); hay
de agua considerable: «corrié u n río bono cerca además unas quince aldeas así llamadas en la
de la mongía / ... / cadió e enfogóse fuera de la provincia de Lugo y La Coruña. Sarmiento em ­
freyría» M il., 81a; «es como quien sienbra en río plea Riazón como nombre de comarca, al pare­
o en laguna» J. Ruiz 564d; Apol., 507a, etc.; cer hacia la parte de Chantada y Orense, y
«/lum en... es do concurren menores ríos, assí mes- 20 opuesto a la zona de Pontevedra, CaG., 472-3.—
m o amnis por grand río... E t fluvius es río que 2 Parece cierta esta etimología a pesar de las
de continuo se faze mayor» APal. 164d (186, 816); dudas de Sainéan, Sources Indig. II, 156; vid.
«río: flum en; r. que se seca a tiempo: torrens; Jal, Bloch y V Rom . II I, 342, donde se señalan
r. perennal: am nis; r. caudal: flum en capitale» ejs. de este uso en inglés desde princ. S. X V II.
N ebr. Palabra de uso general en todas las épocas. 25
Para el uso sin artículo en varias comarcas, siem­ Riosta, V. riostra
pre que acompañe el nom bre propio de ciertos
ríos (Guadiana, T ajo, etc.), vid. M . P., Cid, II, R IO S T R A , tomado de oc. riosta id., derivado
§ 110.2; Zamora V., R F E X X V I, 90-91; para de riostar ’apuntalar con riostras’, y éste de re-oslar,
ejs. y fraseología, Cej. V, § 74. El lat. R i v u s apa­ 30 derivado de ostar, lat. O BSTARE ’oponerse’. 1.a
rece frecuentem ente reducido a R Í u s en inscrip­ doc.: Covarr.
ciones y otros textos vulgares (M -L., Ein)., 131); Q uien define las riostras como «maderos con
en romance ha dejado huellas más o menos im ­ que asseguran el pie derecho puesto a nivel, en
portantes en todos los idiomas, pero sólo en los tanto que le cargan con las suelas»; falta en los
tres romances ibéricos y en algunas hablas gas­ 35 léxicos contemporáneos, aun O udin (1616); A ut.:
conas ha ampliado su significado hasta tom ar el «el madero que, puesto obliquamente, assegura el
valor del lat. flum en o fluvius (por lo demás, en pie derecho»; T e r r .: «nombre que dan los car­
el cat. pirenaico puede todavía aplicarse a un arro­ pinteros a una pieza de madera colocada obliqua­
yo algo caudaloso). mente para m antener un tirante, pie derecho, viga,
D e r i v . Ría [«puerto de río, ostium fluminis» 40 etc.; los cerrajeros usan tam bién una especie de
N ebr.], neologismo peculiar al cast. y el gall.-port.; riostra», «riostres llaman los organeros a unas ta­
además «encañada de tierra amena y regadía», aun blas delgadas que ocupan toda la planicie del se­
tierra adentro de Pontevedra; y el sitio es un rial creto, y en que se sostienen las más de las flautas
(Sarm. CaG. 12lv y p. 94); gall. rióla «reata, fila, del ó rg an o : su figura es paralelogram a»; en el
serie, procesión» (Valí.) ’grupo de personas en 45 E cuador: «pieza de madera incorruptible que,
desorden’ (Lugrís), «a rióla dos emigrantes» (dentro puesta horizontalmente, a flor de tierra, sostiene
de un vapor, Castelao 235.4f.), andar de rióla ’de los puntales de un edificio» (Lemos, Sem ánt., s.
un paseo, de un sitio a otro’; riolada [Acad. ya v.); en Extrem adura y en Albacete «zaga del ca­
en 1843], gall. ’reunión de muchas cosas’ (Valí.). rro, madero que forma la parte trasera de los
Gall. arriar ’llover a raudales’ (chove que arría, 50 vehículos» (Zamora V., R F E X X V II, 252); arag.
Sarm. CaG. 203r). Riacho [«las aguas que de las riostra ’aldaba’ (Peralta), L a Puebla de H íjar reos-
fuentes perennales vienen a los riachos y dende ta ’m adero que se pone en el canto de los escalo­
a los ríos» APal. 1646]; riachuelo [1548, P. de nes’ (B D C X X IV , 179); Lugo reostra, riostra
M edina, Autoridades']. Riada [Academia S. XIX]. ’vigas sobre las paredes del granero de maíz’,
Riatillo [«r., pequeño río : amniculus» N ebrija]; reostro o rostro ’reja del arado rom ano’ (que más
riíto cub. (Ca., 210). Arriar. Enriar. Cultism os: R i­ bien parece r o s t r u m ’pico’, influido por reostra)
val [1610, G óngora, ed. Foulché I, 368; Covarr.; (V K R V, 110); alto-arag. (Torla, Broto, Fiscal)
1615, Quijote II, xvi, 54], de ñvalis ’ribereño de rustra ’cada uno de los travesaños de los setos
un arroyo respecto del propietario del otro lado’, o de los pesebres’ (Z R P h . LV, 603).
’competidor’; rivalidad [Acad. S. X IX ]; rivalizar. 60 Se trata de un occitanismo (pues es vocablo
ajeno al cat.) : oc. ant. riosta (5 ejs. en el S. XIV) deira»]; Bras. do N orte: cácete [’porra’] ; Bros, do
«pièce de bois posée en contre-fiche» (contre-fiche Sul: o mesmo que costela»3. E n Portugal no es
es lo mismo que riostra), y junto al cual existe el palabra menos antigua y arraigada que en caste­
verbo riostar «placer des contre-fiches» [S. XIV], llano, pues en uno de los fueros fronterizos luso-
hoy riosto y rioustà (M istral, Couzinié), Lavedan 5 leoneses publicados en los P M H (Leges I, 882),
arriôsto «pièce de charpente qui retient les che­ escrito en 1209, ya se lee «todo carpenteyro que
vrons», arrioustà «placer Varrioston (Palay), Gers madeyra aduzer a mercado com alvura o rripia,
rioustà «égaliser la mesure» y nos «bâton rond peyte 1 m orabitino»: es decir, el vocablo term inó
que l’on passe sur la mesure pour en faire retom ­ en -ia aun en portugués y después se redujo por
ber le trop plein» (Cénac), H érault riosto «latte 10 vía fonética en la forma acostumbrada (comp.
informe et inégale obtenue par l’équarrissage à la chuva ’lluvia’, estudo ’estudio’, etc.), lo cual se
scie des poutres : on les utilise dans la confection comprueba por la forma minhota ripe (Fig.; R L
des planchers noyés au plâtre» (M âzuc); la Rioste X IV o XV), con la misma reducción que lage de
es nom bre de un lugar en el térm ino de Lies lágia l a g í n a (V. L A JA ).
(arrondissement de Bagnères-de-Bigorre). 15 Para el problema etimológico tendría interés
No sé que se haya estudiado el origen del voca­ conocer la extensión actual de la voz ripia, de lo
blo, mas parece evidente que riostar está por reostar cual sabemos muy poco; sin embargo, como indi­
y es derivado de ostar, que si bien en lengua de cio de que tenga más arraigo en el Oeste que en
Oc significa «ôter, enlever», «rabattre», «se dé­ el Este sólo podemos mencionar su total ausencia
faire de», hubo de significar primero ’oponerse a’, 20 en cat., junto con el hecho de que el verbo deri­
como su étimo el lat. O b s t a r e ; con u n sentido vado ripiar sólo se ha formado en Asturias, el
análogo se derivó del mismo verbo el cat. antosta Bierzo, Andalucía4, Cuba y territorio gallegopor-
’margen para detener el agua’, ’tabique’, bearn. tugués; por otra parte no hay que perder de vista
endosto, arag. A N T O S T A (V.); de todos modos que los tres testimonios más antiguos son arago­
riostra en España ha de ser préstamo occitano, en 25 neses, lo cual revela considerable extensión me­
vista de la falta de diptongación de la 6 (la o del dieval.
oc. mod. corresponde siempre a ue cast.). Como pista etimológica plausible sólo hay la que
Claro que no puede venir de u n * r e f ü s t u l a r e indica Figueiredo al relacionar con el ingl. rib
de f ü s t i s ’m adero’ (así G dD D 5535a). ’costilla’, que además significa, y ya antes de 1400,
E ) e r i v . Riostrar [Acad. 1925, no 1843]. 30 «a piece of tim ber forming part of the framework
or roof of a house», es decir, aproximadamente
R IP IA , ’t a b l a d e l g a d a ’, ’c o s t e r o t o s c o d e u n m a ­ lo mismo que ’ripia’, tam bién «one of a set of
d e r o ’, p r o b a b l e m e n t e d e l g ó t. * rib jó ’c o s t i l l a ’. 1 .a paralleled tim bers or iron beams serving to carry
doc.: 1269; 1389, i n v e n t . a r a g . 1. a bridge» y otras acs. sem ejantes; el correspon­
Ripia aparece tam bién en los glosarios aragone­ 35 diente vocablo alemán, rippe, lo mismo que el
ses recopilados h. 1400, el glosario del Escorial y inglés, designa tam bién cada una de las cuadernas
el de Toledo, con la traducción asser ’tabla’, y de u n buque, una nervadura arquitectónica, etc.
con la traducción scindula ’tabla delgada’ ; N ebr. : Desde luego no hay que pensar en un préstamo
«.ripia de madera: scandula, assula» ; Covarr. : «las moderno de estas o de otras lenguas germánicas,
tablas costeras que son delgadas y de poco prove­ 40 pero el vocablo es antiquísimo y general en esta
cho, a rapiendo, porque se rapa y aparta de las familia lingüística, pues aparece desde las más an­
otras; y ripia, no en tanto rigor, estas mesmas tiguas fases del alto-alemán, del anglosajón, del
tablas, las quales se asierran de los cogollos apar­ escandinavo, etc., y es vocablo común además con
tando aquel troço de lo grueso del pino, de donde todas las lenguas eslavas, heredado por lo tanto
ha de salir otro género de madera más ancho y 45 del indoeuropeo. N o nos consta que existiera en
fuerte»2; A ut.: «tabla delgada, cortada sin sierra, gótico, pero es por una casualidad, debida al he­
y sin arte ni regla; y tam bién llaman assí las cos­ cho de que los fragmentos conservados de la Biblia
teras de los maderos que assierran; lat. tabula re- de Ülfilas resultan no contener ninguno de los
sidua exilis»; T err. : «tabla pequeña para cubrir pasajes en cuyo original griego aparecen eupov,
los techos ; tabla delgada, basta, sin pulir» ; Rato : 50 ■KXevpá, o x e X í ? , <t t< x u .í? , y demás expresiones
«tiras de madera que se emplean en las cubricio­ griegas de la idea de ’costilla’ y análogas; es bas­
nes, en los cielos rasos y en otros usos, y con lo tante seguro que el vocablo germánico com ún exis­
cual se sustituye el cañizo» (V. un ej. en su ar­ tiría en gótico, puesto que en las lenguas germ á­
tículo banielles); gall. ripias ’vigas de madera con nicas no existe otro vocablo que signifique ’cos­
las que se cubre el techo de paja’ (Orense : K rii- 55 tilla’; y dada la forma rippa (rippi) f., que tenía
ger, W S X , 124); port, ripa «fasquia de táboa en a. alem. ant., ribb en anglosajón, ribbi en bajo
que se atravessa sobre os barrotes, e faz huma alem. ant., rif en escandinavo antiguo, podemos
grade com elles, sobre o que se assentáo as telhas asegurar que de existir en gótico tenía la forma
nos telhados» (Moraes), «pedaço de madeira es- * r i b j O f., a no ser que fuese neutro, que entonces
treito e comprido; sarrafo [ = «fasquia; tira de ma- 60 sería * r i b i , plural * r i b j a , dativo sing. * r i b j a , etc.,
lo cual desde el punto de vista romance viene a ciones inglesas actuales, y de muchas más alema­
resultar en lo mismo : en ambos casos lo más na­ nas, apenas si tiene un poco de voz en el final de
tural es que el vocablo se romanizara tomando la su duración). Sea como quiera, no tendría nada
terminación -a. de extraño que el romance hubiese reemplazado
L a dificultad del problema no está ahí, sino en 5 por -p- la - b b - geminada que oía a los germanos,
la -p - romance. P or lo demás, desde el punto de combinación ajena al latín ; para hechos semejan­
vista semántico la etimología es perfecta, pues aun tes en otras voces iberorromances, V. mis artículos
las acs. arquitectónicas y carpinteriles de las mo­ A B A D y R A C H A , y la nota de B D C X X IV , 14.
dernas voces germánicas es probable que existie­ Sea en esta forma, o admitiendo el influjo de otro
ran ya en gótico, teniendo en- cuenta que esta voz 10 vocablo (acaso R IP IO ), podemos desechar este
germano-eslava tiene el mismo origen indoeuropeo escrúpulo fonético, al fin y al cabo ligero, que es
que el gr. opotpo; ’techo’ y ¿pi^etv ’techar’. Luego el único que podría oponerse a la etimología ger­
vale la pena examinar más detenidamente si podría mánica de ripia.
explicarse la -p - inesperada del romance: Ahora Las demás etimologías propuestas no sostienen
bien, es sabido que todas las lenguas germánicas 15 la crítica. Spitzer, L exik. a. d. K at., p. 111, sin
occidentales, desde sus formas más antiguas, re­ llegar a conclusiones m uy definidas, partía de la
duplicaron toda consonante seguida de j (Kluge, ac. ’costera t o s c a del madero aserrado’6, rela­
Urgermanisch, § 157), así que el anglosajón y los cionaba con ripio y con el tortosino ripie ’fiero,
varios dialectos del alto y bajo alemán parten de adusto’ (voz local, aislada y oscura, para la cual
una base * r i b b j a - , que en alto-alemán se convierte 20 comp. lo dicho en R IP IO ), e insinuaba u n origen
en * r i p p j a - desde antes del S. IX , en que co­ común con el oc. mod. rupo (o rifo o riflo) ’arru ­
mienza la tradición literaria. Ahora bien, el suevo, ga’ : lo cual no lleva lejos, pues esta voz occitana,
hablado por los germanos que colonizaron y do­ sin antecedentes medievales, es de origen oscuro7,
m inaron el Noroeste hispánico (incluyendo G ali­ y de todos modos así la vocal u como el signi­
cia, Asturias, León y parte de Portugal), era dia­ 25 ficado alejan enormemente los dos vocablos.
lecto del alto-alemán, y no estaría puesto fuera Brüch en su crítica del libro de Spitzer (Mise.
de razón adm itir que, por lo menos en sus fases Schuchardt, 65-67) ideó algo mucho menos de­
más tardías, el suevo pronunciara * r i p p j a . E s ver­ fendible todavía. Persistiendo en la premisa de
dad que la gran extensión de ripia en cast., y su Spitzer de que el origen de ripia había de ser el
pronta aparición en tierras aragonesas, serían d i­ 30 mismo que el de ripio y el del tort. ripie, imaginó
fíciles de conciliar con u n origen suevo; el es­ que en gótico existiera una palabra * r £ p j a , sin
pecial arraigo del vocablo en hablas occidentales, otro fundam ento que la herm andad con cierto a.
que he subrayado arriba, haría posible imaginar alem. ant. ráffi ’áspero’ ; este * r É p j a se habría
que la extensión hacia el Este se deba a una m i­ cruzado en iberorrom ance con el lat. r e p l u m , de­
gración, siempre posible en expresiones tecnológi­ 35 rivado de r e p l é r e ’rellenar’, del cual derivado
cas ; así y todo es dudoso este supuesto por tra­ procede el cat. reble ’ripio’, y de ahí habrían re­
tarse de una tecnología tan elemental y primitiva sultado ripio y ripia ’costera tosca, etc.’ : lanzado
como la de la construcción de casas rurales del por este camino M -L . (R E W 3 72226) se limita a
tipo antiguo, y aun techadas con paja. explicar las voces iberorromances como descen­
Q ue proceda del gót. * r i b j o no puede tampoco 40 dientes de tal palabra gótica, prescindiendo ya del
descartarse. L a geminación ante yod, aunque sólo cruce con r e p l u m . Es igual: pues el supuesto gót.
documentada en germánico occidental y no regis­ * r é p j a es una hipótesis gratuita, apoyada en los
trada en las grafías del gótico de Ülfilas (más fundam entos más frágiles e inexactos: la palabra
bien fundado en el habla de los ostrogodos, y de del alto-alemán que cita Brüch no existe en otro
tipo muy arcaico), es perfectamente concebible 45 dialecto germánico, y por esta sola razón ya sería
que alcanzara a producirse en el habla de los vi­ abusiva achacarla al gótico, pero además la propia
sigodos, especialmente en el período final de su existencia de esta voz alto-alemana es problemá­
dominación en España, al cual de todos modos tica en grado sumo, y su forma real, m al repro­
tenemos que asignar el préstamo de ripia, puesto ducida p or Brüch, llevaría a suponer una corres­
que es vocablo ajeno al catalán y a la lengua de 50 pondencia gótica muy diferente, si nos decidiéra­
Oc, cuyos préstamos godos corresponden al perío­ mos temerariamente a suponerle tal correspon­
do antiguo de la m onarquía visigótica5; ni si­ dencia'.
quiera puede descartarse del todo la idea de que Sólo por si a alguno se le ocurriera relacionar
el visigótico tardío ensordeciera más o menos com­ a ripia con el port. arripiar ’erizar’, observaré que
pletamente la B de este * r i b b j o tardío, puesto que 55 además de faltarle base semántica tropezaría con
la tendencia a pronunciar las «medias» con sono­ el hecho de que este vocablo, procedente de h o ­
ridad incompleta o imperfecta (cuando no sin so­ r r i p i l a r e , sería *arreplar o *arrepelar en castella­

noridad alguna) es com ún a todos los idiomas no, de haber existido, y la forma portuguesa ripa
germánicos, y persistente a todo lo largo de la m uestra que en nuestro vocablo el hiato ha de ser
historia de estas lenguas (la 6 de ciertas articula­ 60 primario (de ahí la desaparición de la i en port.)
y no debido a la pérdida tardía de una conso­ raupe ’oruga peluda’, frisón y alem. mod. robbe
nante, como en arripiar. ’foca’), pero la aparición del vocablo sólo en
D e r i v . Ripiar ast. ’colocar l a ripia en los techos Toulouse, Valle de Arán y Piam onte, y el paren­
o para form ar los tabiques divisorios’ (R ; ripiu tesco evidente con el cat. arrupir ’encoger’, así
’los jirones de los trajes destrozados’); ripiar cub. 5 como las variantes rifo, rufo, son desfavorables
’desmenuzar alguna cosa, dividirla en pequeñas a éste origen germánico. ¿Quizá creación expre­
partes más largas que anchas o en forma de hilos’ siva?— ' L a forma alto-alemana es raffi, sin in ­
(Pich., s. v. ripiar y sancochar), ripiarse uno algo dicación alguna de que la a fuese larga, único
’jugárselo, reventárselo, destruirlo’ (voy a ripiarme caso en que p o d r í a corresponderle é en gó­
diez pesos a la ruleta, es capaz de ripiarse la vida 10 tico. Por el contrario, la ff geminada es ya indi­
con cualquiera), ripiado ’hecho trizas, desharrapa­ cio clarísimo de que la a era breve, pues tras
do’ (este vestido está ripiado), ’pobrete, despre­ vocales largas la f procedente de p no suele d u ­
ciable’ (Ca., 50); and. ’quitar las raíces’ (AV); plicarse : alem. schlaf, schlafen, a. alem. med.
berc. ’hurtar’, ’arrebatar de l ’.s manos una cosa’ sláfen, a. alem. ant. sláf, sláfan, frente al gót.
(Fz. M orales); Cabrera Alta ’separar las cabecitas 15 sléps, slépan; por otra parte alem. schlaff, a.
del lino del resto de la planta’ (Casado L obato; alem. ant. slaf, slaffes ’débil’, frente al b. alem.
también rispiar por cruce con raspar), port. ripar y neerl. slap. Pero es m á s: el a. alem. ant. raffi
id., Orense ripar ’sacar a tirones una cosa (un es u n hápax de cuya existencia se duda grave­
manojo de paja, p. ej.)’ (Cuad. Est. Gall. III, mente, pues como observa G raff (II, 494), en la
429); gall. ripo ’peine para trabajar el lino’ (tt^S 20 frase desa raffi infuaridu, única en que aparece
X, 127), antes ripio «uno como peine de dientes una sola vez, se podría igualmente leer de sa-
de hierro verticales en el cual separan la bagaña raffi i. y entonces tendríamos la conocida variante
de la hebra de hilo verde»9, port. ripangar ’trabajar de sarf = scharf ’agudo, agrio, picante, áspero’.
el lino con el peine’, ripanfo ’peine de lino’ : todo Es extraño que un filólogo serio se atreva a ope­
lo cual se explica por la idea de ’hacer tiras o 25 rar con tales voces fantasmas y en violación de
ripias un objeto’10. la fonética más elem ental; y es extraordinario
1 «Una falz podadera; una meseta de dos ri­ que M -L . mostrara tam a indulgencia hacia su
pias, de p in o ; hun banquo de jambia, quera- discípulo.— 9 Sarm. CaG. 96v. Variantes ripo y
do...», B R A E IV, 517. Para el prim er testimonio ripote en los diccionarios de F. J. Rdz., Cuveiro
V. la últim a nota al artículo R IP IO .— 2 Claro 30 y Valí., aunque en ellos como en el propio Sarm.
que, como siempre, hay que distinguir, en estas acepción ’bollitos de trigo’ (ColV F G .), ripote
definiciones de Covarr., la parte objetiva de la ’cuarto de pan de trigo’ (Sarm. CaG. 206r); el
interpretación arbitraria que él le agrega para estómago. T am bién gall. ripanzo ’confesión’ (fi­
justificar su etimología lat. rapere ’arrebatar’, ti­ guradamente). Además la forma ripio y la primera
rada de los cabellos: lo que él califica de sentido 35 acepción aparecen tam bién en otras hablas leo­
«impropio» es el propio y corriente. Sus pre­ nesas, vid. Pensado, CaG., p. 104.— 10 No hay
juicios etimológicos se trasmiten aun a A ut. m u­ por qué pensar en el germ. riffel o ripil ’peine
chas veces; T err. en voces tecnológicas como de lino’, como quieren K rüger y Malkiel (Lan-
ésta es más de fiar.— 3 Supongo en el sentido de guage XXV, 443), voz no representada en la
’cuaderna de navio’ o en el de «armadilha para 40 Península Ibérica y cuya -l no desaparecería en
pássaros». N o está en el Vocab. Riograndense de romance.
L. C. de Moraes.— 4 PAlc. lo suprime en su vo­
cabulario de 1505, por lo demás copiado fielmen­ Ripiar, V. ripia
te de N ebr. Pero éste es dato algo ambiguo.
Guiilén de Segovia (p. 75) tam bién recoge rrypia 45 R IP IO , ’cascajo empleado para rellenar huecos
y enrrypia.— 5 L a existencia de tal geminación en en albañilería’ (secundariamente ’relleno de u n
gótico sería tanto menos sorprendente cuanto que verso’ y ’grava, guijo’), origen incierto, quizá del
este idioma se distingue justamente dentro de gr. ¿psíxiov ’escombros’, pero el aislamiento de
los germánicos por las típicas geminadas ddj y este vocablo en romance hace sospechosa esta eti­
ggw con que responde a las simples j y w de 50 mología; y así es más probable que venga de una
otras lenguas germánicas (Kluge, o. c., §§ 58 forma mozárabe afín al mozár. ripel ’cascajo’, cat.
y 146).— 6 Cuyo fundam ento en la tradición le­ reble ’ripio’, port. rebo ’guijarro’, que proceden
xicográfica procede de Covarr., donde se encami­ del lat. r é p l u m , derivado de r e p l é r e ’rellenar’.
na a justificar una etimología falsa, y por lo tanto 1.a doc.: 1589, Juan de Pineda («no hay rastro
es sospechosa. E n todo caso, esto no es lo fun­ 55 de piedras ni de ripios, sino que todo es arena»).
damental, puesto que este detalle falta totalmente D oy algunos ejs. más (V. detalles en Cej. V,
en las definiciones portuguesas y asturianas y en p. 94): «daban ripio a la m ano; acarreaban teja
la documentación medieval y clásica.— 7 El R E W y ladrillo» Antonio de Cáceres (1616), frase que
7338 la deriva de un a. alem. ant. riupi ’aspe­ puede tomarse figuradamente en el sentido de
reza’ (quizá de la misma familia que el alem. 60 ’ayudar, facilitar’ o ’dar qué comer’ : «sin tratar
R IP IO 32

de la enmienda) la tomaba como honra, dando de una identidad etimológica con este vocablo,
ripio a la m ano cuando algo me decían» G . de identidad m uy poco plausible desde el punto de
Aljarache, «que yo y mi señor le daremos tanto vista sem ántico; la disparidad de los dos vocablos
ripio a la m ano en materia de aventuras... que en este aspecto es tan grande que todo hace pen­
pueda componer no sólo segunda parte...» Qui­ 5 sar en dos familias etimológicas, que han tomado
jote (II, iv, 14), «denme ripio / suficiente a la formas fonéticas vecinas, sea por m era casualidad
boca, y denme moros / a las manos» E l Gallardo o precisamente por el influjo secundario de la
Español. Por otra parte la frase no desechar ripio, una sobre la otra.
tam bién procedente de la fraseología de los alba­ Cejador, l. c., sugiere como étimo de ripio un
ñiles, aparece con el sentido de ’aprovecharlo todo, 10 vasco *arripe, que él traduce m uy librem ente «pie­
no abstenerse de nada’ : «y ya, señora, que pre­ dra de debajo, de dentro», derivado de arri ’pie­
supongamos que has de ser hallada, m ejor será dra’; en realidad tal palabra, que falta en Azkue,
que te hallen en casa de u n sacerdote... que en parece que sólo habría podido significar ’bajo la
poder de dos estudiantes, mozos y españoles, que piedra’, pues ’debajo de’ es lo que significa nor­
los tales, como soy yo buen testigo, no desechan 15 malmente el sufijo vasco en cuestión2; por lo de­
ripio; y agora, señora, como estás mala, te han más, aunque hoy -pe se emplea tam bién tras vocal
guardado respecto» L a Señora Cornelia (ed. H z. en cierto núm ero de dialectos, no parece haber duda
U reña II, 179), «D. J u a n : ¿Y esotra? M o t a : M e­ de que al principio se empleó siempre la variante
jor principio / tiene; no desecha ripio. D . J u a n : -be tras vocal o r, y -pe sólo tras -l, -n o sibilante
Buen albañir quiere ser» T irso (Burlador II , v. 20 {besabe ’bajo el brazo’, Jatabe, Elantxobe, kaltzar-
205). O udin: «les escales, qui sont esclats et m or­ be, lizarbe, etc.: V. los datos de Azkue, II, 151b,
ceaux de pierre qui sortent des pierres de taille, 160£>); de suerte que lo regular habría sido *arri-
quand on les accommode et taille, et qui servent ,b e; y el significado, m uy diferente del que Ce­
après pour rem plir la muraille que l’on fait de jador nos quisiera hacer aceptar.
m oilon»; C o v am : «cerca de los canteros son las 25 Cej. mismo en su glos. del Quijote propuso otro
piedras menudas que saltan de las pieças que van étimo: gr. epsíiuov ’escombros, ruinas’ (derivado de
labrando, o otros géneros de piedras menudas : épeíiteiv ’derribar’); es palabra bien conocida,
son de grande im portancia para rehenchir las pa­ desde H eródoto hasta Opiano, más empleada en
redes de m anpostería e irles haziendo los assientos poesía (común en los trágicos), aunque no ajena
y lechos». 30 a la prosa literaria, pues tam bién la empleó Aris­
L a ac. figurada ’relleno de u n verso, rim a in­ tóteles, aunque en su Retórica, detalle que puede
oportuna o forzada’ está ya en Autoridades, con no ser casual3; la coincidencia semántica es casi
documentación desde Oña (1599); en este sentido, perfecta, y la fonética es tan buena (puesto que
y al principio sólo en éste, pasó ripio al portu­ et se latiniza en I y la p se conserva ante J :
gués, pues sólo en éste lo registra Bluteau (1715), 35 comp. apio a p i u m ) que la idea es en verdad ten ­
y con la advertencia «he palavra castelhana, de tadora, y bien puede ser cierta. Sin embargo, hay
que algùas vezes usao os Portuguezes» en lugar que acoger en principio con escepticismo todo
del castizo cunha; n i él ni Moraes, que además étimo griego cuando, como éste, no se encuentra
le reconoce la ac. «pedrinha de encher os váos», nunca en latín ni ha dejado otras huellas en ro ­
aducen autoridades anteriores, y no cabe duda que 40 mance, y más tratándose de u n vocablo sólo re­
es palabra prim ordialm ente forastera en este idio­ presentado en un solo romance, el castellano. N o
ma, pues así lo indica tam bién la conservación de debemos adoptar actitudes cerradas, y por lo ta n ­
la i postónica, que, de ser genuino el vocablo, to es fuerza adm itir la posibilidad de u n té r­
habría desaparecido en el idioma vecino (comp. m ino técnico del vocabulario de la construcción,
ripa = ripia); tam bién como tecnicismo poético se 45 trasmitido al latín vulgar y sólo conservado en
ha empleado alguna vez ripi en catalán, y sólo en cast., o quizá trasmitido por los arquitectos bizan­
este sentido, pero con m enor arraigo aún que en tinos durante la dominación griega en el Sudeste
port, (lo castizo en catalán es bordó, pedaç o de España, en tiempos visigóticos. De todos modos
jalea). el escepticismo persiste ante la falta de otros casos
Fuera de esto no se hallan voces semejantes 50 semejantes en el vocabulario de la albañilería y la
a ripio en los demás romances. En América, y arquitectura1.
particularmente en la Arg. y Chile, ripio no es Y sobre todo no podemos ni debemos perder de
sólo término de albañilería, pues se aplica tam biér vista la existencia de una voz del mismo sentido
a la grava o guijo de las carreteras, y aun al pe­ que ripio, de estirpe latina, bien representada en
dregullo de los cerros1. 55 iberorromance y de considerable semejanza for­
En cuanto a la etimología, hemos de desechar mal. PAlc. registra el mozárabe ripel «caxcajo, are­
resueltamente las de Spitzer y Brüch (aceptada na con piedras», y hoy sigue empleándose ripél
por M -L ., R E W 1222b), porque además de las ra ­ con este sentido en M arruecos (Lerchundi), como
zones perentorias que contra la últim a he expues­ oportunam ente señaló Sim onet; imposible no re ­
to en mi artículo R IP IA , al cual remito, parten 60 lacionar este vocablo con el cat. reble [1398, Ag.]5,
oc. ant. y mod. reble*, que son perfectos sinóni­ y lo demás se podría explicar de varias maneras,
mos del cast. ripio. Ahora bien, como ya vió Si- sea fonéticamente12 o más bien, en forma más sen­
monet, y han repetido Brüch y M -L ., el cat.-oc. cilla, p o r adaptación al parónimo ripia que ya
reble es derivado evidente del lat. r é p l e r e ’relle­ existía en castellano al penetrar este mozarabismo.
nar’, de donde procede el cat. reblir, rublir, id .: 5 L o que apoya esta explicación es la fecha tan
quizá sea un derivado de fecha latina, pues r e p l u m tardía de la aparición de ripio en cast., voz que he
figura en Vitruvio, aunque éste lo emplea sola­ buscado inútilmente en APal., N ebr., PAlc., C. de
mente en otro sentido, tam bién explicable en un las Casas e innum erables glosarios de autores m e­
derivado de r e p l e r e , a saber ’marco de una hoja dievales” : esto cuadra perfectamente con un présta­
de puerta, de u n panel, etc.’. Sea como quiera, 10 mo tardío de la albañilería andaluza, que tanto vo­
a un tipo * r e p ü l u m corresponde el port. rebo cabulario proporcionó al castellano común, em pe­
«cascalho de pedras ou telhas quebradas» [Bar­ zando por el nom bre mismo del albañil, el del
bosa, 1611; B. Pereira, 1666; Moraes], «pequeña alarife y tantísimos arabismos técnicos de la cons­
pedra b ru ta; calhau» (Fig.), minhoto rebo «pedra», trucción, cuya aparición primera señalamos Dozy
«pedra que se coloca sob outra para rolar em cima 15 y yo en el Tratado de Alarifes del sevillano López
déla urna maior» en M on?áo y Melgado, con el de Arenas (1633).
derivado rebaria «conjunto de rebos» en aquel D e r i v . Enripiar o ripiar [Aut.; enrrypia en G . de
pueblo, y con la otra ac. «pedregulho» en éste Segovia quizá sea más bien derivado de R IP IA -].
(Leite de V., Opúsc. II, 403, 507), gall. rebo ’cas­ 1 Román. «La gran cordillera andina; y en todo
cajo’ (Lugrís)7, Orense rébo ’piedra pequeña y del­ 20 rum bo, hasta el pie de aquélla, terreno arenoso
gada’ (Cuad. Est. Gall. III, 429), berc. rebo (G. y a veces ripioso, con un ripio rojizo...» en el
Rey)8: la identidad semántica con el cat. reble es norteño Quiroga, L a Raza Sufrida, p. 260; «las
perfecta, pues también en éste puede decirse un capas superiores... están puestas sobre rodados
reble para nombrar individualmente un fragmento (ripio)» Sabella, Geografía de M endoza, p. 44.
de piedra o tierra empleado para rellenar un hueco ■;i5 E n todos estos sentidos lo he oído en esta ciudad
en una construcción9; en lo fonético la variante y sus alrededores.— 2 Alguna vez confiere u n va­
* r e p ü l u m , exigida por el port., se explica fácil­ lor como de abstracto, pero explicable siempre
mente como alteración de r e p l u m en latín vulgar, por la idea de situación debajo o protección :
idioma que vacilaba entre m a n u p u l u m y m a n u p l u m , estalpe ’cobertizo, cubierto’, derivado de estali
SCOPULUM y SCOPLUM . CAPULUM y CAPLUM. 30 ’cubrir’; illunpe ’oscuridad’, de illun ’oscuridad’ y
Ahora bien, exactamente al mismo tipo r e p l u m ’oscuro’. M ás común es que sea meramente locati­
que el cat., oc. y port. corresponde indudable­ vo: m endibe ’bajo la m ontaña’, etxabe ’debajo de
mente el mozár. rípel: la correspondencia fonética la casa’, basape ’debajo del bosque’, etc. Desde lue­
es perfecta, así en lo que concierne a la conser­ go no sé que nunca valga ’dentro’.— 3 Como indi­
vación mozárabe de la oclusiva sorda entre vo­ 35 cio de que era voz bien conocida podemos aducir
cal y l como la eliminación de la vocal final (con la el hecho de que figure como traducción del lat.
anaptixis de e que entonces se hace necesaria), y sem irutum en el glosario del seudo-Cirilo (ms. del
también en el tratam iento de la É tónica10. Es po­ S. V II), C G L 314.29. Claro que esto no basta co­
sible que el tort. ripie ’fiero, adusto’, que Spitzer mo prueba de que fuese voz popular.— * Sí hay
quiere relacionar con reble y ripio, sea realmente 40 alguno en voces botánicas (vid. C A N T U E S O , E S ­
otra forma mozárabe del mismo origen, explicable Q U IL M A R ) o médicas (L E R D O , Q U E M A R ,
por lo áspero del pedregullo, aunque no quisiera C A M O R R A , A M A R IL L O ), pero claro que estos
asegurarlo mientras no aparezcan otros testimo­ terrenos se prestaban mucho más al influjo grie­
nios comparables11. Sea como quiera, es tan natural go. Sería bueno que los especialistas nos infor- -
identificar el cast. ripio (en América ’cascajo’, 4Í m aran de si el medio griego y el romaico han
como en mozárabe) con su sinónimo mozárabe, poseído huellas de IpeÍTUov; lo único que se me
que cuesta separar las dos voces derivando la cas­ alcanza es que no figura entre las voces usuales
tellana del griego. en la M agna Grecia (falta en Rohlfs, E W U G ) y
Aunque, por otra parte, es verdad que en foné­ que está en el L ex. Gr. M od. de Pernot, pero ni
tica norm al r e p l u m no podía dar ripio. N i aun si .50 lo uno ni lo otro es dato de valor inequívoco.—
supusiéramos un * r e p l é u m y admitiéramos una 5 De aquí, no sabemos por qué conducto, hubo
eliminación anómala de la - L - , comparable a la de de tomarse el domin. reble ’porción grande de
la r en temblar (disimilada en la fase antigua trem- alguna cosa’ (Brito) : el cat. reble, como el port.
brar t r e m u l a r e ; análogamente *riprio > ripio); rebo, se usa tam bién como nombre de una pie­
pues siempre quedaría la extraña conservación de dra sola, mientras se emplee como ripio; o bien
la P intervocálica. Pero sí podríamos creer que el como colectivo, igual que en cast. ¿Es lo mismo
cast. ripio es un mozarabismo, como tantos que el val. reble ’riñón’, ya empleado por Jaum e Roig
se van descubriendo; como rípel ha de salir de (v. 13123) y tam bién usual en Tortosa (M oreira,
un más antiguo *riplo, tenemos derecho a supo­ Folklore Tort., p. 37), o se trata de una adap­
ner que el vocablo pasara al castellano en esta fase, 60 tación gastronómica del fr. râble ’lomos de liebre,
V. — 3
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etc.’, de otro origen? Es tíiíicil decidirlo. Sea pido Rispo, V. híspido y arisco Ristolero,
como quiera, del cat. valenciano hubo de tom arse V. refitolero
gnía. reble ’nalgas’ {1609, J. Hidalgo].— 6 Rouer-
gue rèple «pierrailles dont on rem plit les vides R IS T R A , antiguamente riestra, y éste del lat.
d ’une m açonnerie...», H .-G aronne, T arn-et-G . 3 r é s t i s f. ’cuerda’ y en particular ’trenza que une
riploû ’fragmento de teja’ (V K R V, 349) ; M is­ una serie de ajos o cebollas’. 1.a doc.: h. 1300,
tral rèble.— 7 Según Sarm., en Pontevedra ’mo­ Gr. Conq. de Ultr.
rrillo que los pedreros empanan en las paredes’ «Pensó de darle la m uerte más deshonrada que
(CaG. 147ü), ’piedra o palo que sirve de base sopiese... e fizo adocir una riestra de ajos e fízol
para la palanca que levantará un peso’ (105r). 10 facer della una corona» (Rivad. X L IX , 556a). E n
Rebar ’empanar en una pared’ (147t>), rebeira ¿1 texto medio latino medio romance del Fuero de
’broza y ripio de las paredes’ (219r).— 8 Pero Villavicencio aparece todavía la forma etimológica:
rebro ’broza y arena’ en San Pedro de M ontes «de karro de alios, aut de cepollas, viginti restes de
(Bierzo oriental), Sarm. CaG. 144v, ¡41v.— ’ En octo capegas». N e b r.: «riestra de ajos o cebollas:
esta forma lo anoté en la Pobla de Cérvoles (par­ 15 restis». En el Tractado de los jueces del vallisole­
tido de L as Borjas), donde me advirtieron que tano A. de la Peña (1571) aparece la forma leo­
en el vecino pueblo de Cerviá dicen con este nesa: «sacan al marido y a la m uger caballeros en
sentido u n padellás (en otras partes ’tiesto’, ’ca­ sendos asnos... ella... con una restria1 de ajos en
charro’) p a t e l l a c e u m .— 10V. mis artículos A L ­ la m ano y le da y agota con la restra de ajos»
C A U C IL y C A U C H IL , las variantes capil, costil, 20 (R F E IV , 294); y en otro texto leonés, L a Pícara
que cito en C A P IL L O , C A S T IL L O , las formas Justina (1605): «una zorra coronada de restas de
qardíl y qartíl que cito en RPhCal. I, 93-94; ajos» (citas en Cej., V , pp. 245-6; da tam bién
además izquirfích s c a l p e l l u m y mampích m a p - documentación Malkiel, RPhCal. I, 229, n. 136).
p e l l a en el libro de Sim onet; Monachil M o n a s - L a antigua forma diptongada se conserva en ast.
t e r i u m , etc. Para E > mozár. i, vid. m i lista en 25 riestra ’ristra’, riestru ’asiento formado con ris­
RPhCal. I, 89, n. 23.— 11 A lo mejor se trata tras de hojas de maíz’ (V). Hay además una for­
sencillamente del cat. terrible, que en Barcelona ma aragonesa con a: «quatro platones de oro pe­
suena vulgarmente igual que tarripple, y por lo saron V I arienzos; una rastra de perlas pesó una
tanto los tortosinos pudieron descomponerlo en onza, V III arienzos... una rastra y tres pedagos
tan-ripie; o ver ahí el prefijo aumentativo vulgar 30 de corales...» en invent. de 1492 (B R A E I I I , 363),
(re)te.— 12 El grupo -pl- desusado en cast. vulgar variante a cuya creación quizá no sea ajeno el si­
se cambiaría en -pr~ (como fabrar, cris, etc.) y nónim o sarta, pero que más bien será debida a
luego -p- por disimilación; la i, de tipo leonés regresión de u n diminutivo *restrilla > *rastrilla,
o comparable a la d í -.dbricias. O bien una pro­ comp. cat. restellera ’serie, retahila’. L a forma
nunciación mozárabe ripio comparable a la riba- 35 m oderna con i se debe a la misma reducción que
gorzana (y que bien pudo existir en el mozárabe convirtió aviespa en avispa, viéspera en víspera,
del N orte, tal como el ribagorzano está interca­ priessa en prisa, etc. Ya está en C. de las Casas
lado entre la II cast. y la pl cat.) se adaptaría (1570): «ristra: forfica», y A ut. la documenta en
directamente en ripio. No hay que pensar en un Lope y en autor del S. X V III. El paso del re­
portuguesismo de origen mozárabe, puesto que 40 gular rieste a riesla se debe al género femenino,
ripio no es voz portuguesa.— 13Como Percivale el de riesla a riestra a una repercusión semejan­
(1591) registra un femenino ripia «rubbish that te a la sufrida por R A S T R O J O o R E G IS T R O .
falleth from a decaied house» (también Acad.), El lat. r e s t i s ha dejado descendencia en todos
habría creído encontrar un testimonio temprano los romances de O ccidente; pero sólo el cat. rest
de nuestro vocablo en cierto doc. abulense de 45 (m.) ha conservado algo los sentidos etimológicos,
1269: «otorgamos... a vos maestro D om ingo... pues en Mallorca todavía vale ’cuerda’, y si bien
una casa, con su xahariz, sin fusiello e sin fem- en Barcelona sólo se habla de rest d ’alls o de
briella e sin sapa e sin quinientas tejas e sin cebes, en el Vallés se aplica a series o retahilas
quatro lechos de ripia, e con tres huertos...» de objetos cualesquiera (un rest de cases, etc.).
( M . P., D. L ., n.° 240.8), pero la vecindad con 50 D e r i v . Enristrar ’poner en ristra’ [1500, J. del
tejas me hace creer que se habla de materiales Encina, en Cej.]; ast. enriestrar ’hacer ristras de
de construcción, y que por lo tanto se trata de cebollas’ (V).
cuatro tongadas de ripias o viguetas delgadas. 1 Esta i leonesa está tam bién en las formas port
réstia y réstea.
Riponce, V. rapónchigo Riqueza, V. rico 55
Risa, risada, V. reír Risca, V. rasgar Riscal, R IS T R E , ’hierro afirmado en la arm adura en
V. riesgo Riscar, V. rasgar Riscla, V. arista el cual se afianzaba el cabo de la lanza’, del mismo
Risco, riscoso, V. riesgo Risibilidad, risible, ri­ origen incierto que el cat. rest m. y el it. resta
sica, riso, risotada, V. reír Rispero, V. hispido f., id .: acaso voz indoeuropea prerromana em ­
Rispido, V. híspido y arisco Rispión, V. his­ 60 parentada con el ser. r? íib y ave. arsti ’lanza’; más
b ie n q u e d e u n d e r iv a d o d e l la t.
r e s t a r e ’q u e d a r ’, y el it. resta del lat. r e s t a r e ’quedarse’, ’detenerse’,
1.a doc.: 1499.
’d e t e n e r s e ’. puesto que el ristre para o detiene el retroceso de
Lo registramos por primera vez en libros de la lanza al chocar contra el enemigo.
caballerías, a partir del Oliveros de Castilla («fué Por otra parte, creo del caso proponer una eti­
para un cavallero que le esperava con la lança en 5 mología nueva, en vista de la llamativa semejanza
el ristre»). V. más citas en Leguina. Casi de la fonética y semántica de rest y ristre con el nombre
misma fecha debe de ser el ejemplo del Carie, de de la lanza en las lenguas indoiranias: ser. xsti-h ,
Castillo que cita Cej., Voc.;' sabido es que aparece ave. y persa ant. arsti-; en ambos idiomas es la
muchas veces en el Quijote, y en diccionarios no palabra documentada desde los orígenes, que ya
se encuentra hasta 1591, el de Percivale. El cat. 10 aparece muchas veces (siete por lo menos) en el
rest m., en el mismo sentido, es ya frecuente en Avesta, y también sale en el Rig Veda3; y el
el S. XV {Tirante, etc.), y existe también en ita­ compuesto arstibara ’portador de lana’ está en una
liano como femenino, resta, mientras que no está inscripción cuneiforme de Darío el G rande (n.° 8);
documentado en occitano ni en francés. La rela­ se conservó en las lenguas posteriores de esta fa­
ción fonética entre las formas de las tres lenguas 15 milia: pelví arst, persa mod. hist. Es palabra de
romances es clara : así como el cast. ristra ’trenza clara raíz indoeuropea e r e s - ’pinchar, clavarse’,
de cebollas’, antes riestra, responde al cat. rest, representada por el ser. fsati, ’pinchar’, ’golpear’
id., m., y al it. resta, procedentes del lat. Kë s t i s (Pok. IE W 335) y que reaparece por lo menos en
'cuerda’, ristre ha de salir de un antiguo *rieste balto-eslavo (el armenio asteay ’lanza’ es préstamo
(equivalente fonético del cat. rest ’ristre de lanza’ 20 del iranio): lit. ersketis ’planta espinosa’, letón
y del it. resta ’ristre’) : la segunda r apareció por erkskis ’mata punzante’, esloveno rések ’especie
repercusión de la primera y el diptongo ie se re­ de cardo’; por lo demás es verosímil que también
dujo a i igual que en ristra, arista, prisa, etc.; salgan de esta raíz el paleosl. esetrü ’esturión’,
ristre existe también en portugués, pero como ahí ruso osétr, lit. erskétras, prus. ant. esketres id.
el cambio de e en i sería injustificable, hemos de 25 (por la forma larguirucha de este gran pez; cf.
suponer que en la lengua vecina es préstamo del el lat. acipenser, acupenser ’esturión’, de la raíz de
castellano. acies ’punta’), y aun acaso el lat. excetra ’serpien­
La etimología es dudosa. Pero a pesar de que te’, ’hidra’.
en catalán y en italiano una misma forma (rest Sea de esto último lo que quiera, tenemos prue­
allí, resta aquí) significa a la vez ’ristra de ajos’ 3C bas de que la raíz e r e s - y su normal derivado
y 'ristre de lanza’, podemos desechar sin vacilación ? s t i - ’lanza’ pertenecían desde los orígenes a todas
la idea de que ristre proceda también del lat. las lenguas iranias y baltoeslavas, y por lo tanto
r ë s t i s , pues no hay ni ha habido parecido alguno es muy posible que este nombre de la lanza fuera
entre las dos cosas. Las apariencias llevarían a traído a España e Italia por invasores nórdicos de
creer que haya alguna relación con el cat. ant. 35 lengua indoeuropea; la R vocálica da normalmente
aristol ’fuste de lanza’ [fin S. X III, Desclot, M un- ri en todas las lenguas célticas e indoarias, y rl en
taner]1, oc. ant. arestol y fr. ant. arestuel id .; hay paleoslavo, de suerte que podemos esperar que esta
además cat. ristol ’pieza de hierro acoplada al palabra tuviera una forma * r i s t i s en protocéltico
mango de la aguijada y empleada para limpiar la (y no es imposible que fuese más bien * R E s t i s
reja del arado’ (D A lcM .; B D C X I, 91): debe de 40 en otros dialectos sorotápticos y célticos)4. Claro
ser reducción de aristol ’fuste’ con el cual se com­ que el ristre no es una lanza, pero una metonimia
paró la aguijada con su remate de hierro. Es muy sería fácil de explicar en un caso así.
verosímil que todo esto proceda de un lat. * a r i s - Reconozco que esta diferencia legitima el escep­
t O l a 2 dim. de a r i s t a , de cuya existencia en ro­ ticismo a los que prefieran atenerse a la etimología
mance tenemos m ultitud de pruebas : cat. riscla 45 de D iez; y que la prudente norma de preferir las
'estopa de cáñamo', aran, arrisclet ’copo de cáña­ etimologías romances a las prerromanas, con tal
mo’, gasc.-piren. arrisclons id. (Bouts dera M . IX, de que aquéllas no choquen con objeciones, me
268), land. arisclo ’esquirla’ y además, vid. R E W deja a mí mismo en duda entre los dos étimos.
649; no presenta problema la aféresis de la a - , lo De todos modos, atiéndase a que la etimología
mismo que en el oc. ant. rista ’copos de cáñamo’ 50 romance ofrece dificultades, y aun bastante graves.
junto al fr. ant. areste, etc., procedente del prim i­ Ristre obligaría a partir más bien de un derivado
tivo a r i s t a . Hubo una comparación del madero o de a r r e s t a r e ’detener’ que de r e s t a r e ’quedarse’,
fuste de la lanza con una arista o raja de madera, y en este sentido modificó M -L (R E W 673) la
que no ofrece la m enor dificultad. Pero siendo así, etimología de D iez; pero lo ganado así por un
está claro que ristre y el cat, rest no tienen que 55 lado lo perdemos por el otro, pues en parte alguna
ver con el aristol o fr. arestuel, pues desde luego se encuentran huellas de esa a - en el románico
aquéllos se parecen muy poco a a r i s t a y nada ristre rest resta; por otra parte r e s t a r e no
hay que los relacione con el significado de esta ha dejado descendencia popular en castellano, ni
palabra. M ás visos de verdad tiene la etimología a r r e s t a r e la ha dejado en catalán ni apenas en
adoptada ya por Diez (W b. 268) al derivar ristre 60 italiano; ¿supondríamos, por consiguiente, que el
castellano es préstamo del italiano o del catalán?, palabra medieval) se podría explicar partiendo
pero entonces sería maravillosa la forma fonética de un * r I s t i s , por confusión con el lat. REs t i s
ristre tan diferente de la de estas lenguas, y per­ > cast. ristra, cat. rest.
fectamente coherente con la fonética histórica.
Por encima de todo, el significado de ristre y 5 Ristrel, V. lista Risueño, V. reír ¡R ita !,
rest(a) no es el de un abstracto, y en manera alguna V. perro Ritamente, V. razón Rítmico, rit­
ei propio de un postverbal (y sin embargo la -e mo, V. rima
y no -o del cast. ristre supondría un postverbal y
más bien tardío). Es decir, que los escrúpulos y R IT O , ’ceremonia’, tomado del lat. ritus, -üs,
oscuridades que presenta la etimología romance 10 ’costum bre’, ’ceremonia religiosa, rito’. 1.a doc.:
son tan graves o más que los de la prerromana. APal.
Y si nos atenemos a ésta se entreven muchas y Donde se lee «sequela... se toma por costum­
fáciles explicaciones del cambio de significado. De bre y por uso y por rito y por exemplo» (447c¿,
lanzas y sus análogos ha habido muchas variedades: otro en 92b). A juzgar por el lujo de sinónimos
lanza, lanzón, espeto, venablo, jabalina, azcona, 15 con que se acompaña no parece fuera palabra muy
etc.; todo al fin son especies de lo mismo, y al conocida por entonces; y realmente es ajena no
imponerse en el uso general la palabra latinoide sólo a Berceo, sino también a N e b r.; pero «rito
lanza en la Baja Edad M edia era fácil que el vo­ o costumbre: rito» ya está en C. de las Casas
cablo indígena tomara un sentido conexo, aunque (1570), Covarr. y A ut. («costumbre o ceremonia»),
diferente. Im porta anotar el dato documentado por 20 donde se citan ejs. de fines del S. X V II, saca­
Leguina de que el ristre no se empezó a usar dos de la H ist. de N . España de Solís.
hasta el S. X IV : razón de más para negar que se D e r i v . Ritual [Mena (C. C. Sm ith, BHisp.
trate de un postverbal de restar im popular en cas­ L X I); A ut., no Covarr.], de ritualis id .; ritualidad;
tellano y de forma tan diferente. Es probable que ritualismo, ritualista.
ristre, lo mismo que su sinónimo C U JA, empezara 25
por tener un sentido algo diverso. Si coexistieron R ito adj., V. razón Rival, rivalidad, rivalizar,
lanza (lanzón, etc.), y ristre, desde los orígenes del V. río Rivera, V. riba Riza, V. enrizar nota
idioma, y éste se aplicaba a la gran lanza de com­ Rizado, V. rizar Rizal, V. riza en enrizar nota
bate de los jinetes, este ristre ’gran lanza’, al per­
feccionarse su empleo con la introducción del hie­ 30 R IZA R , alteración de erizar ’encrespar’ : la va­
rro de afianzarla, se diría lanza en ristre (como si riante enrizar reúne los sentidos de ’erizar’ y ’en­
dijéramos ’arma a manera de «ristre» o lanza gran­ sortijar el pelo’; en cast. el vocablo debió de im i­
de’, en contraste con la lanza pequeña o lanzón tarse del it. arricciare ’erizar’ y ’rizar’, derivado
de los lanceros de infantería). Ésta y otras explica­ de riccio ’erizo’. 1.a doc.: enrigar, 1570, C. de
ciones (metonímicas) son perfectamente posibles. 35 las Casas («arricciare»; sólo en la parte it.-caste-
D e r i v . Enristrar la lanza [Quijote], llana); rizar, 1599, G. de Alfarache.
1 Nada tiene que ver desde luego con el cat. Otros ejs. tem p ran o s: «deja ya de m irarte en
dial, arístol (occid. y pirenaico) acentuado en la la agua clara, / Silvia, y de estar enrrizando el
i, cuyo significado, ’panadizo’ es absolutamente cabello» Diego de Mendoza (en cartapacio for­
lejano. Se ignora dónde se acentuaba el cat. ant. 40 mado por su contemporáneo M oran de la E stre­
aristol ’fuste de lanza’, pues aunque el diptongo lla, h. 1585, B R A E I, 46), «sin toca ni con otra
del fr. ant. arestuel supone acentuación oxítona, cosa adornada que con sus mesmos cabellos, que
lo mismo ahí que en el oc. ant. arestol puede eran sortijas de oro, según eran rubios y enriza­
tratarse de una acentuación secundaria, impuesta dos» Quijote (II, xlix, Cl. C. V II, 247), «el sol
por la estructura de estos idiomas. El diccionario 45 su cabello enrriza / en las lágrimas de yelo /
Aguiló, copiado por el D AlcM . y por Fabra, con q u ’el campo fertiliza» Lope (El Cuerdo Loco,
define erróneamente ’contera de la lanza’, de­ v. 385), «de puro afeminados se componen, ata­
finición que no se funda más que en el parecido vían, encrespan, alcoholan, y traen copetes enri­
de arestol con rest.— 2 Hay que desechar la idea zados como vanas mujercillas» Alfarache de M ar­
de que aristol y el fr. ant. arestuel procedan de 50 tí (Rivad. II I, 391). Cej. V, pp. 486-7, reúne m u­
a r r e s t a r e (como admite el R E W 673), pues la chos ejs. de enrizar y unos pocos de rizar, todos
-r- sencilla del catalán, el oc. y el fr. ant., es de alrededor del a. 16001; enrizar y enrize por
incompatible con una - R R -; en cambio el paso ’rizar’ y ’rizo’ es como hoy sigue diciéndose en
de ariscla (land.) a f de riscla (cat. y gasc.) no Cuba (Pich., p. 103), desenrizar en Andalucía
presenta dificultad habiendo aféresis.— 3 P. ej., (R H X L IX , 423). De rizar, menos frecuente al
los M aruts, semidioses de la tormenta, compara­ principio, los primeros testimonios se encuentran
dos con sumakhásah xstíb h ih ’grandes guerreros en la Sylva de Fr. Antonio Álvarez (publ. de
con sus lanzas’ (Libro I, 85.4).— 4 Por lo demás 1588 a 1603), y en el Alfarache de M ateo Ale­
la 4 abierta que supone el cast. ristre (ignoramos m á n : u n ej.en Cejador, y además éste que con­
el tim bre de la e en cat. e it., tratándose de una 60 tiene rizado sustantivo, no sé si en el sentido
de ’acto de rizarse’ o de ’hom bre rizado’ : «lo que zar’ : «la gallina, cuando se abate el milano a sus
es tratar de rizados y más porquerías, no lo ala­ polluelos, se enriza» Fonseca, Vida de Cristo
bo ni a los que en España lo consienten; cuan­ (1596), «para que la tez y sobrehaz del agua se
to más a los que lo hacen» (Cl. C. I, 68.8)2; des­ enrice y haga mil escarchados, basta u n m uy su­
pués hay ejs. posteriores, de Góngora, A ut., etc. 5 til viento» Valderrama (Cej.). T eniendo en cuen­
D el sustantivo rizo abundan los ejs. desde F r. L. ta estos hechos, la etimología de Diez me parece
de León, y sigue muy vivo, lo mismo que rizar, indudable. Sin embargo, es extraña la aféresis de
hasta la actualidad. U no de- rifa en T orres N aha- la e- en castellano y portugués, hecho tan frecuen­
rro (1517) es el más tem prano que conozco de te en it. (romito e r e m i t a , rena a r e n a , ruca, ruga
toda esta familia (vid. el índice de la ed. Gillet), 10 e r u c a , y el propio riccio como nombre de animal
y no es extraño que se encuentre en autor tan e r í c i u s ) como inaudito en la Península Ibérica;
italianizado. H oy está anticuado el adj. rizo ’riza­ por otra parte la fecha tan tardía en iberorrom an-
do’, que era frecuente en el Siglo de O ro : «rifo: ce, la ausencia total en Francia1 y en catalán4 y
inanellato» C. de las Casas; «las plumas rifas» la circunstancia de que sólo en Italia se encuen­
Góngora, a. 1588 (ed. Foulché I, 104); «era 15 tre riccio ’erizo’ con aféresis, son otros tantos in ­
blanco, rubio, colorado, rizo, y creo de naturaleza dicios de que el vocablo debió im itarse de Ita ­
tenía los ojos grandes, turquesados» G. de Alfa- lia, adaptándolo a la fonética hispánica, según el
rache (Cl. C. I, 68.12), «aquel valentón, / aquel modelo de laccio = lazo, sucido = sucio, liccio
Rrodamonte, / aquel carilindo / del rrizo vigote» = lizo, rossiccio = rojizo y centenares de casos
Rosas de O quendo (R F E IV, 365), «mancebo ga­ 20 análogos; esto puede explicar la vacilación ex­
lán, atildado, de blandas manos y rizos cabellos» trem eña en la calidad de la interdental, y la su­
El Am ante Liberal (ed. Hz. Ureña. p. 100), «seis pervivencia del consonantismo italiano en el caso
tocas rizas» Lope (Peribáñez II, xxiv, ed. Losada, del gall. richa ’virutas’5 = it. dial, ricci id.6.
p. 150; otro en Fuenteovejuna I, v, p. 26), «¡qué La falsedad de la etimología de G dD D , n.° 5503,
diestras cuatro mozuelas / van ocupando los pues­ 25 * ( e ) r e c t i a r e , es evidente; en cuanto al alav. rezar
tos, / dando el cabello a los aires, / grande, lim­ ’persistir, estar en vigor’ ’tocarle a uno, tener rela­
pio, rizo y n eg ro !» Quiñones de B. (N B A E X V III, ción con él’, viene de rezar r e c i t a r e en frases como
667). esto no reza para él.
R ifar o cábelo y cábelo rifo existen con los mis­ R izo ’pedazo de cabo blanco para recoger una
mos sentidos en port., y aquél ya se encuentra en 30 vela, con objeto de disminuir su superficie’ [1738,
Rodrigues Lobo (princ. S. X V II: M oraes); es de Fernández, en Jal], vocablo sin parentesco con
notar que ninguno de los dos está todavía regis­ rizo ’pelo ensortijado’; aquél se tom ó del fr. ris
trado en Blutcau (1715) y el segundo ni siquiera id. [S. X II, Wace], el cual a su vez es u n anti­
en Moraes, lo cual puede interpretarse como in ­ guo plural tomado del escand. ant. rif id. (Sjó-
dicio de una aparición muy tardía. Tam poco en 35 gren, R om . L IV , 402); de ahí deriva arrizar té r­
cast. lo encuentro en fuentes anteriores a 1570, a mino náutico ’coger rizos’ [S. X IX y algún ej.
pesar de una insistente búsqueda en glosarios y quizá anterior en DHist.], ’atar, como término
autores más antiguos. Así ignoramos cuál era la náutico’, ’colgar, ahorcar’ [1604, G. de Aljarache;
pronunciación antigua de la z, si sonora o sorda, y otro ej. de Cabrera en Cej.]; gall. «unha vela
pues claro está que los testimonios de fines del 40 rizada» (Castelao 219.21).
S. XVI ya no tienen autoridad en este p u n to ; es D e r i v . R izo (V. arriba). Rizoso. Arrizar (V.
verdad que los pueblos de Cáceres donde hoy arriba). Enrizar ’rizar’ (V. arriba); enrizado; en­
distinguen los dos fonemas, pronuncian rizo con rizamiento. Desrizar [princ. S. X V II, Paravicino].
sordn la mayor parte, así en el sentido de ’cabello 1 Agréguese el de enrizar de B. de Villalba
ensortijado’ como en el de ’viruta’, pero no fal­ 45 (1577) citado por Fcha., y otro de enriscado
tan algunos donde se oye con sonora (Espinosa, ’crespo’ en F r. Luis de León, allí mismo, que
Are. D ial, 81). quizá deba leerse enrisgado.— 2 Cej. aduce un ej.
No se ha propuesto hasta ahora otra etimolo­ de F r. Antonio de Guevara que sería anterior
gía atendible que la de Diez (W b., 269), acep­ a todos, pero en este lugar se lee en la ed. de
tada por C. Michaclis (K JR P h. IV, 342; R L 50 los Cl. C. (109.5) «justicias que te atemoricen»
X III, vid. Nascentes) y M -L . (2897), que parte (y no aten o ricen, corruptela evidente).— 3 El
del lat. e r í c i u s ’erizo’ ; lo probable es que el cam­ últim o puesto avanzado del tipo italiano se en­
bio de sentido y de forma se produjera en el ver­ cuentra en Valsoana n'0ü ’rizado’. N ada más en
bo erizar, cambiado en enrizar o rizar. Esta idea el F E W II I, 238-9.— * Hoy se emplea ris ’rizo’
se apoya fuertem ente en cl it. riccio ’erizo’, ’rizo’ y arrissar o rissar ’rizar’, pero son préstamos m o­
y ’rizado’, arricciare ’erizar’ y ’rizar’ : son pala­ dernos, sólo recientemente admitidos por el Ins-
bras antiguas en el idioma, pues aquél ya se en­ titu t d ’E. C. Más antiguo es rinxol ’rizo’, que se
cuentra en Berni (f 1535), en Aníbal Caro (+ med. tomó directamente del italiano.— 5 Y los deriva­
S. XVI), etc. De hecho algunos de los ejs. más dos arricharse ’ponerse crespo, áspero de enfado’
antiguos del cast. enrizar significan todavía ’eri­ 60 (P. Sobreira), ’atreverse’ (Valí.), ’irse animando y
RIZA R-RO A N O 38

atreviendo’, ’perder la cortedad’ <D A cG .), ’ani­ rossi, purché pero la chioma, la coda e le mem-
marse, decidirse’ (Lugrís); y por otra parte ’atu­ bra siano nere, o bruñe, oppure miste dei tre co­
sarse el pelo’ (Valí.): «un sarxento de bigote lorí». Como puede apreciarse, hay aquí considera­
arrichado, fumando un puro» Castelao 177.10.— ble mescolanza de matices, como por lo demás
6 Risulín y risulín id., llegan hasta los valles pro- 5 ocurre casi siempre con los nombres de pelos de
venzales o francoprovenzales del Piamonte (FEW). caballo, pero lo constante es lo rojizo, cuando no
se trata únicam ente de un rojo claro. E n vista
Rizófago, rizojóreo, rizoma, V. raíz Rizón, de ello, y de la frecuencia de la forma en -án,
V. rezón Rizópodo, V. raíz Rizoso, V. rizo -ane, en los textos más antiguos, m e parece muy
R o, V. arrullar Roa, V. rueda Roán, V. 10 acertada la sugestión que verbalmente m e trasm i­
ruán y roano tió el Prof. Hess von Wyss4 en 1929, de relacio­
nar etimológicamente con la familia del alem. rot
ROA NO , color de caballo, antiguamente y to­ ’rojo’ ; en gótico este vocablo tenía la forma
davía en algunas partes ’rojizo’, probablemente del rauths en declinación fuerte, fem enino r a u d a ,
gót. r a u d a (acusativo r a u d a n ) ’rojo’. 1.a doc.: rau- 15 masculino casos oblicuos r a u d a n a , r a u d a m m a , etc.
dano 979, rodano S. X, roán 1156, ruano 1570, Se podría suponer que en romance se formara
roano Aut. un derivado * r a u d a n u s con sufijo latino y radi­
M . P., Oríg., § 20.1, cita las formas raudano cal gótico (lo cual no sería más atrevido que el
979 y 994, raudane 1064, rodano 899 (pero co­ * r a v i d a n u s que se había supuesto), pero me pa-
piado h. 1090), rodane 1055, rodan 1145, casi to­ 20 rece más probable admitir que se partiera de la
das en docs. leoneses y aplicadas a caballos y m u­ forma débil de dicho adjetivo gótico, cuyo nom i­
los; Oelschl. agrega rodane Cardeña 976 y roán nativo masculino es r a u d a , acusativo r a u d a n ,
Campó 1156; rodano está en el apéndice al glo­ plural nominativo y acusativo r a u d a n s , genitivo
sario de Leyden del S. X (pero es probable que r a u d a n É , etc.: partiendo de estas formas, el vo-
este apéndice no se deba al autor del glosario, -5 cabio se romanizaría en r a u d a nom., * r a u d An e m
que era indudablem ente portugués); en Portugal acusativo, lo mismo que w a r d j a , acus. w a r d j a n ,
encontramos roudane en 1053, y raudam y rau­ se romanizaba en guardián; s k a n k j a , s k a n k j a n , en
dane en doc. de 1067 (Viterbo, s. v. cavallo), y ahí escancian (luego escanciano); f r o i l a , f r o i l a n , en
la forma moderna es ruào [Bluteau, sin autorida­ Fruela, Froilán; g a s a l j a , g a s a l j a n , en aran, ga-
des]1. M ás tarde leemos en la Historia Troyana de ■ ',0 sallan, etc. En efecto, la declinación débil se em ­
h. 1270 «andava en un cavallo roán muy bueno» pleaba con gran frecuencia, más que la fuerte, y en
(13.5). M ás datos en Cej. V, § 93. C. de las Casas particular era la única usada tras el artículo, tanto
(1570), Covarr. y O udin sólo registran ruano, dán­ cuando el adjetivo acompañaba al sustantivo como
dole como equivalentes el fr. rouan y el it. roano. cuando se sustantivaba (Streitberg, Gotisches Ele-
A ut. da roano «se aplica a uno de los colores de 6 m entarbuch, § 274): ahora bien, éste era el uso
la piel del caballo : y es lo mismo que rodado», más frecuente en un nombre de caballo; los his­
con cita de una Albeitería que no puedo identificar; panos oirían a los godos casi siempre el sustanti­
esta equivalencia parece ser falsa, pues rodado se vado sa rauda (acus. thana raudan) ’el rojizo, el
aplica al caballo que tiene manchas de varios co­ roano’, otras veces sin sustantivar sa rauda aíhws,
lores (APal. 4 4 Id), y nadie confirma esta identi­ 4(5 thana raudan aíhw, ’el caballo roano’ o el plural
ficación2. La Acad. ya la había cambiado en 1843 thm raudans aíhwos, y lo natural era que rom ani­
por la actual «aplícase al caballo o yegua cuyo pelo zaran esto en * r a u d a n e m , que es la única base
está mezclado de blanco, gris y bayo». Mas no es que puede explicar satisfactoriamente las formas
éste el concepto antiguo: en el glosario del S. X antiguas arriba indicadas, teniendo en cuenta que
está traducido por el ár. ’ásqar, que significa es­ 4- - a n u m era terminación más frecuente que - a n e m
trictamente ’rojizo, del color de la zorra’3, y que y había de tender a sustituirla (como escribano y
en España se empleó en el sentido de ’rojo’ (así escanciano desbancaron a los etimológicos escribán
PAlc., ed. Lagarde, p. 383); hoy en Asturias ruán, y escancian)’.
ruana (que es forma usual en hablas arcaizantes : L a etimología de M . P. (Rom. X X IX , 367-8;
así también en el leonés de La Lomba, B R A E w adoptada por M -L ., R E W 7100, y sólo con d u ­
XXX, 449), «se aplica al caballo y a la yegua de das por Bertoni, H omen. a M . P. I, 153-4; A Rom .
color rojo claro» (V). En el Plata se entiende por IV, 137 y 379), iat. vg. * r a v i d a n u s , derivado de
ruano el «anaranjado pálido, tirando regularmente a r a v í d u s ’grisáceo’, además de que no explica sa­
bayo, a gateado [’amarillento o rubio’] y asimismo a tisfactoriamente el sentido ni la agregación del
alazán, con las crines y la cola blancas o blanquiz­ superfluo sufijo - a n u s , debe calificarse de im po­
cas» (D. G ranada, B R A E V III, 195; comp. A. sible fonéticamente, pues el resultado de esta base
Alonso, E l Problema de la Lengua en América, habría sido *rabdano en el castellano medieval
p. 170); el fr. rouan «qui a la robe mêlée de poils (como cíbdad < c i v i t a t e m o quizá más bien *ra-
blancs, noirs et roux»; el it. roano «costituito da viano), y sólo modernamente habría podido dar
peli bianchi, neri e rossi, o solamente bianchi e 60 *raudano, cuyo diptongo había de conservarse
hasta hoy como el de raudal, caudal, recaudar castellanismo. Sin fundamento, pues es noto­
y análogos; el hecho de que en lo antiguo en­ rio que en muchos dialectos el ou gallegoportu-
contremos roudan(o) y hoy roano nos enseña : gués se reduce a o cuando está en hiato, al menos
1.° que el diptongo au, ou, era primario y no re­ en G alicia: loar u oir son las formas de las
sultaba de la vocalización de una V ; y 2.° que 5 Ctgs. (V. el glos. de M ettm ann), oirá 74.4, loores
la -d- era originariamente intervocálica y no es­ 138.18 en los M irSgo., y en éste m enudean los
tuvo nunca agrupada con una consonante, de otro ejemplos de -ó por -ou cuando sigue pronombre
modo se habría conservado hasta hoy. Hay que enclítico (quitó-o 20.11, levó-os, mató-o p. 74,
desechar esta etimología con carácter definitivo, y aoróa 75, p. ej.), fenómeno general.— 2 N o sé si
desde luego es aún más imposible fonéticamente 10 tiene que ver con roano el caballo roldanejo de
el étimo r u t i l u s en que primero había pensado que habla Quevedo en el Buscón (221.14), pues,
Hess von Wyss. L a forma fr. rouan es bastante como observa A. Castro, no se conocen otros
antigua en este idioma : G od. V II, 580b, cita tres testimonios de esta p alab ra: ¿roanejo > rodane-
ejs. antiguos, uno de 1341, lo cual conduce a Le- jo (contaminado por rodado) y luego influjo de
coy (Rom. L X V III, 13-15, quien ya vió la im po­ 15 Roldán?— 3 Vid. J. J. Hess von Wyss, Die Far-
sibilidad fonética de * r a v i d a n u s ) a dudar de que benbezeichnungen bei innerarabischen Beduinen-
sea hispanismo : se inclina este erudito a admitir stamm en, en Islam X (1920) página última.—
un fr. preliterario *ro procedente de RAVUS ’grisá­ 4 Steiger, Fs. W artburg 1958, 744 defiende tam ­
ceo’, del cual derivaría en francés *roenc, más tar­ bién esta etimología de nuestro común maestro.—
de pronunciado roan; pero salta a la vista que las 20 5 Quizá tengamos otro ej. de adjetivo débil del
formas hispánicas no pueden ser galicismos, y gótico con la terminación adaptada a la romance
creer que en Francia y en España el vocablo ten­ en el cat. oldá o aldá ’viejo, usado, gastado’, que
ga origen distinto es inaceptable : estamos ante podría venir de un visigodo * a l d a , a l d a n , ’vie­
un caso de hispanismo tem prano en Francia, co­ jo’ (gót. de Crimea alt, gót. de Ülfilas althei),
mo tantos los hay en los nombres de pelos de 25 pues M -L . probó que el visigótico tardío cam­
caballo (alezan < A L A Z Á N , aubère < O BERO , biaba la TH en D, y la etimología *O LlT A N U S que
zain < Z A IN O , etc., todos documentados desde solía aceptarse para la voz catalana tiene el gra­
el S. XVI). E n Italia rovano está ya en el Ariosto, ve inconveniente de ser derivado supuesto de
y hoy ha alcanzado considerable extensión geográ­ una palabra ajena al romance, el adverbio o l i m .
fica y semántica, pues de ahí vienen Comelico 30 E n Áger (Balaguer) se emplea una variante olzá
aruán, ruáñ, roáñ, arván ’paonazzo, livido’ (ARom. ’mediano, ordinario, flojo’ (Porcioles, N otes Folkl.
X, 91), friul. ruán, Poschiavo roana «barbabieto- d’Áger, p. 37) con una z que parece ser im i­
la giaila»; sin embargo tam bién en Italia ha de tación aproximada de la i germánica ( < t h ).
ser hispanismo6. Pocos kilómetros al Este de Áger, en el M ont-
Me inclino a creer que rodeno ’rojo, rojizo’, 35 sec, está el pueblecito de Garzola ya documentado
aplicado a tierras, rocas y a una especie de pinos en la Edad Media, cuyo nombre presenta el
[Acad. 1884, no 1843; T err. : pino rodeno, y ro­ mismo fenómeno. U na z en este contexto con-
deno ’piedra con muchos poros’], sea variante mo­ sonántico y acentual sólo puede salir de 6, luego
zárabe de roano, con e por im ela: el vocablo, en se trata del frecuente nombre de persona gótico
efecto, es probable que se emplee en el Sur de 40 G a r d I l a .— 6 No sé si tiene la misma procedencia
Aragón, puesto que Rodenas es pueblo del par­ el gascón del Gers rouan «boeuf gras», de lo cual
tido de Albarracín y R odén del partido de Pina puede dudarse en vista del aparente derivado
(al SE. de Zaragoza); val. pedra de rodeno (Es- rouanti «engraisser» (Cénac-Moncaut).— 7 Aebis-
crig); comp., tam bién en el Sur de Aragón, sar- cher, en su artículo de Rev. de Dial, y Trad. P.
gantena = sargantana, fuleno = fulano, fureno 45 VI, 35, agrega sólo alguna documentación anti­
= forano, -én y -ena por - a n u m , - a n a (R F H V, gua al estudio de roano: port. arcaico rauane
I9n.)7. 1074, rouvana 1195.
D eriv . ¿Huna litera ruana in ven t. arag. de 1369
(B R A E II, 709)?, co m p . fr. bayart, cat. baiard ’li­ R ob, V. arrope Robada, V. arroba Roba-
tera, p arih u elas’, p rop iam ente n om b re de caballo. 50 dán, V. rabadán Robadero, robadizo, robado,
Rodenal. V. robar Robadoquín, V. ribaldo Robador,
1 Raudáo, que como antiguo registran Moraes y V. robar
Vieira, es sencillamente normalización de la gra­
fía arcaica raudam que estos lexicógrafos encon­ RÓBALO, antiguamente pronunciado robalo,
traron en Viterbo. El supuesto roudâo que cita 55 como hoy en América, Galicia y Portugal: es m e­
M -L. no está en los diccionarios. Roan está ya, tátesis de *lobarro (cat. llobarro), derivado de lo­
traduciendo equo rufo en los M irSgo. 123.23, bo, que como el lat. l u p u s se aplicó metafórica­
texto gallego del S. XIV. No nos choque la o (u) mente a este pez. 1.a doc.: h. 1550, Bart. de las
de estas formas, frente al au de las demás m e­ Casas; 1558, Amato Lusitano, cit. Sarm .; Oudin
dievales, hasta el punto de hacernos sospechar 60 («robalo: loup, poisson de mer»).
Según Pagés está tam bién en Sorapán de Rie- Cabrera piensa en u n dim inutivo l ü p ü l u s , cuya
ros (1615-6), y se lee en la Filomena de Lope existencia parece comprobada por el sic. lúvaru
de Vega (1626), pronunciado indudablemente ro­ (que cita Schuchardt) y quizá por el mozár. ló-
balo, pues rima con phisalo y thymalo (canto bra1 («breca, pescado» PÁlc.), m arroq. úbra («pes­
I I I , ed. Sancha II, 410); no está en Covarr. ni 5 cado poco mayor que el besugo» Lerchundi). Es­
en otros léxicos clásicos y preclásicos, n i tam po­ to ya es más razonable; sin embargo, habría q u e
co en A ut. ni T e rr.; la Acad. lo recogía ya en 1832, suponer para ello que l u p u l u s se disimiló e n
no 1780, con la acentuación róbalo, que es también * r ü p ü l u s ya en latín vulgar hispánico, lo cual e s
la que dan R. Cabrera ( t 1833), en su Dicc. E ti­ muy atrevido: pues una metátesis *lóbaro > ró­
mológico, y Cisternas el ictiólogo (1867), según 10 balo no es de creer que se produjese, por la di­
Carus II, 608. Pero en América y en toda la costa fidente calidad de las dos r. H abrá que compro­
andaluza del M editerráneo y el Atlántico (inclu­ bar bien la extensión de la pronunciación es-
yendo Melilla y el portugués del Algarbe)1 se ha drújula, pues si sólo es local o sólo empleada en
conservado la acentuación paroxítona, como ad­ el interior de España, puede tratarse de una mera
vierte el cubano Pichardo; así lo he oído, en efec­ 15 alteración debida al influjo o confusión de sábalo
to, en la costa chilena, donde designa un pez de y análogos.
piel blanca brillante, y de 40 a 70 centímetros de Vid. G . Colón, Z R P h. L X X V III, 86-87 y Butll.
largo (ej. chileno en Draghi, Canc. Cuyano, p. 361). Soc. CasteUon. de Cult. X XX VI (1960), 129-134:
M edina Conde (Conv. Hist. Malagueñas, 254) lo como es portugués desde 1340 y la -l- portuguesa
identifica con la Perca Labrax L ., Carus con el 20 correspondería a - l l - , así que no se explicaría la
Dicentrarchus labrax Jord., otros le llaman Labrax -l- castellana, existe la disyuntiva: a) el cast. lo
L upus Cuv. En Galicia robalo es pez de río, Perca tomó del port. y el étim o tendría - l l - ; b) así en
fluviatilis, y robaliza es el robalo del M editerráneo portugués como en castellano, robálo sería m etá­
(Valí.); pero Sarm. CaG. 8 Ir, lo enumera en medio tesis de ¡obarro: lo cual sigue siendo lo verosímil.
de los peces de m ar que ha visto y comido, y su 25 D e r i v . Robaliza [Ácad. ya 1817]; roballiza ’lo­
manuscrito acentúa robalo, juntándolo con robaliza bina’ en el ast. de Avilés (V, s. v. llobina).
’pez pequeño de ría’. El port. robalo, también acen­ 1 V. el mapa 541 del Atlante Lingüístico M edi­
tuado en la a, vuelve a ser el pez de m ar [Bluteau], terráneo, Saggio delle Carte (Florencia, 1974).—
en Viana do Castelo robalo y robalifo (R L XV, 2 G dD D n.° 3987 y 3989a- 3990 explica el mure.
75); en el asturiano de Avilés roballiza (V; s. v. 30 lobarro como metátesis de ¡obarro — en realidad
¡lobina). Cat. llobarro común al Principado, Va­ es al revés— y cree que éste vendría de l O p ü l u s ,
lencia (El Archivo II, 155) y las Islas, y ya docu­ lo cual resulta imposible por las razones fonéticas
mentado en 1599: «la otra máscara... como aquel que he dado y por la fecha moderna de esta acen­
que representava la quaresma... traya colgando... tuación.— 3 Sin embargo, tengo por más vero­
langostas, lissos y llobaros y sardinetas» (doc. va­ 35 símil que esta forma mozárabe resulte de un
lenciano, B R A E II I, 543). Indudablemente robálo cruce de Xap«'? con l u p u s , tanto más si B RE C A
es metátesis de *lobarro2, aunque no veo motivo es otra supervivencia mozárabe de a~, que es
suficiente para considerarlo préstamo del catalán, una de las posibilidades admitidas en aquel artícu­
según hacen M -L (R E W 5173) y J. Casares lo. E n el catalán alicantino de Benidorm, según el
(Homen. a M. P. II, 52); la variante roballo que 40 Atl. Ling. M edit. (punto 12) se emplea un extraño
citan algunos, lo mismo que el ast. roballiza, se jaharro (ajeno al resto del cat.) que acaso tenga que
explican por la 11- asturiana de llobu. ver con ).d(3po<f y llobarro a la vez. La vitalidad del
Sin duda l(l)obarro es derivado del lat. l u p u s , gr. XáfipoZ en la ictiología mediterránea está pro­
y a registrado como nombre de pez en la Antigüe­ bada porque su diminutivo X^ppcíx’.(ov) sigue sien­
dad, comp. además llop, empleado como nombre 45 do hasta hoy el nombre general de este pez
del mismo pez en Menorca y algún punto de marino en todas las localidades mediterráneas
Cataluña, oc. loubás, genovés lovazzo, it. lupaccio, de lengua griega, turca, búlgara y ucraíno-rusa.
sardo y sic. lupu (Carus), y además el sinónimo
cast. cantábrico lubina o ¡lubina, ast. Ilobina (V), ROBAR, del lat. vg. * r a u b a r e , com ún a los
cat. Uobina, oc. ¡oubine (Ant. Thomas, Rom. 50 principales romances de Occidente, tomado del
X X X III, 364); etimología ya indicada por Cabre­ germ. r a u b O n ’saquear’, ’arrebatar’, ’robar con vio­
ra, Schuchardt (ZRPh. X X X I, 643) y M -L. Como lencia’. 1.a doc.: Cid.
motivo de esta denominación suele citarse la vora­ Ahí conserva el sentido primitivo de ’saquear’ :
cidad del robalo, pero Sainéan (BhZRPh. X, 60) robar el campo, robar la albergada. E n Berceo ya
cree se trata más bien del color plateado de su piel, se aplica a la acción del ladrón, fuera de la gue­
de lo cual aduce paralelos. En cuanto a la acentua­ rra : «fue con los azadones la cerraja raneada, /
ción róbalo, sólo atestiguada claramente por la Acad. desquizadas las puertas, la eglesia robada», «vi-
y Cabrera, Schuchardt quiere explicarla por u n dién que de ladrones non era degollado, / ca nol
cruce con e l nom bre griego /.áfjpa; (latinizado e n tollieran nada nil avién ren robado» (M il., 877b,
*labrScus), lo cual no convence, mientras que 60 195b). L a distinción sinonímica entre robar ’qui-
lar con violencia’ y hurtar ’quitar subrepticiamen­ cat. roba ’ropa’, y antiguamente ’mercadería tras­
te’, que recuerda todavía el origen de robar, se portada por m ar’ (ya en el Consulado de M ar, y
m antiene hasta la lengua clásica (y sigue en vi­ vivo todavía en ciertas frases mallorquínas y va­
gencia en el tecnicismo jurídico, y aun en ciertas lencianas), oc. ant. rauba ’robo’, ’despojo’, ’ropa’,
hablas populares), pero no sólu admite A u t. la 5 fr. robe ’prenda de vestir’, ’vestido’, it. roba ’m er­
posibilidad de que robar valga tam bién «tomar cancías’, ’ajuar’, ’ropa’, engad. roba; estas formas
para sí o hurtar de cualquier modo que sea», si­ romances son derivados evidentes del verbo ro­
no que no falta algún ef. de lo mismo en los bar, con el sentido primitivo de ’despojos, bo­
clásicos (y aun an tes): «se fueron, dejándole ce­ tín ’ y luego ’mercancías, ropa’ (Diez, W b., 273;
rrada la puerta, que no había necesidad de ella, to M -L ., R E W 7090); en cuanto a la forma luso-
pues estaba la casa segura ya de ser robada», castellana, no pudiendo explicarse su -p- por una
1639, Castillo Solórzano (El Bachiller Trapaza, alteración romance, es legítimo partir (con Brüch,
cap. 4); o con un adverbio aclarador: «clepo... ZR Ph. X L , 321; Gamillscheg, R. G. I, p. 391;
furtar o escondidamente robar» APal. 80b. Sin R E W 7090) de un gót. * r a u p a ’botín’, que no de­
embargo, en términos generales se mantiene la 15 rivaría de r a u b Ó n , sino de r a u p j a n ’pelar, arran­
distinción («robar salteando: grassor; r. a saco­ car’ (hermano del a. alem. ant. roujen, alem. rau-
mano: diripio» N ebr.), y con gran frecuencia se jen ’arrancar, andar a la greña’, neerl. med. roe-
contraponen los dos verbos (J. Ruiz 230d). Para pen, ags. r$pan), verbo que procede de una raíz
más ejs., fraseología y otras aclaraciones, vid. Cej., germánica algo distinta de la de r a u b o n , pero se­
V, pp. 155-8; Cuervo, Disq., 1950, p. 110. 20 guram ente emparentada (variante radical indoeuro­
Es vocablo común a los principales romances oc­ pea); por lo demás la interdependencia de las raí­
cidentales : port. roubar, cat. robar, oc. raubar, ces rob- y rop- fué percibida claramente en ro ­
fr. ant. rober (hoy todavía dérober ’h u rtar’), it. mance, pues ropar ’robar’ es frecuente en arag.
rubare, cuya u procede regularmente del dipton­ ant.6, ropa en vez de roba no es del todo ajeno
go a u originario; sólo parece ser fundam ental­ 25 al cat. medieval (mal enropat ’mal vestido’ en
mente ajeno al sardo, donde conserva todo su vi­ M untaner, cap. 64; mal ropat id., ibid. cap. 70,
gor y amplitud semántica jurare hasta hoy en día Jaume Roig v. 14973), y roba por ’robo’ aunque
(robadore y robarla están en los Estatutos de Cas- raro no es inaudito en cast. ant. («qui tenié lo
telsardo, logud. S. X IV , pero serán ya catalanis­ ageno de roba o furtado» S. D om ., 466c, en el
mos o genovesismos tempranos). En todos los 30 ms. V, pero robo en E). Ropaje [S. X V II, Aut.].
idiomas aparece desde los orígenes (cat. robar ya Ropero [S. XV, Ropero de Córdoba, sobrenom­
S. X II, Pujol, Docs. en vulgar, p. 13, etc.) y con bre de A. M ontoro; S. X V II, A ut.; Roupeiro, en
carácter general. Luego hemos de creer que p er­ la onomástica portuguesa arcaica, M -L ., Román.
tenece ya a los préstamos que hizo el latín vulgar N am enst. I, 66; N unes, Homen. a M . P. II, 598;
al germánico occidental común, en la persona de 35 L a Ilustre Fregona, Cl. C., p. 234; en la Arg.
los mercenarios germanos del Im perio Romano y en Canarias, B R A E V II, 339, es ’armario para
(cuando esto sucedió Rumam'a y Cerdeña estaban ropa’] ; ropería [C ovarr.; S. X V II, Aut.]. Ropilla
ya aisladas lingüísticamente). En efecto, es pala-* [Berceo]; ropeta (S. X VI, Aut.). Ropón [1589,
bra común a todas las lenguas occidentales y es-i J. de Pineda, Agrie., 21, 10], Arropar [med.
candinavas: a. alem. ant. roubón, alem. rauben, 40 S. X III, Buenos Prov., 10.13; h. 1580, F r. L . de
b. alem. ant. rdbon, ags. réajjan, ingl. reave, G ranada; Cej., V, p. 165]; desarropar.
escand. ant. rauja ’saquear’, ’arrebatar’. C p t . Ropavejero [h. 1550, Lope de Rueda I,
Usos modernos notables: robarse ’arrobarse’ en 100]; ropavejería.
G. de Alfarache (Cl. C. IV, 48.14); robarse algo 1 «Suelo sorprender a los castradores robándose
’hurtarlo’ sudamer., especialmente colomb.’, chil." 45 la goma ajena», E. Rivera, Vorágine, ed. Losada,
y sumamente popular en la Arg.3. p. 170.— 2 «Los cuchillos no son de los que usan
D e r i v . Robadera. Robadizo. Robado. Robador las gentes del cam po; seguramente se los roba­
[Berceo; APal. 97b, 110b, 184i, 236d; Nebr.]. ron en algún asalto» G . M aturana, D. P. Garu-
Robamiento ’arrobam iento’ ant. [S. X V ; Aut.]. ya, p. 151.— 3 «Dónde estuvo ese ladrón / hará
Robatorio (en el Aljarache de M artí, p. 381) antic. 50 como doce días, / y lo que allí se robó» Asca-
< cat. robatori ’robo’. Robo [Berceo; J. Ruiz, subi, S. Vega, v. 3470; «el agua... sin oírme,
etc.]. Arrobar ant. ’robar’ [SS. X III-X IV , DHist.], suspira burbujas, / sabe que la esperan caminos
arrobarse ’quedar fuera de sí’ [1599, Fr. P. de de greda, / y antes de enturbiarse, para no m an­
Vega, en Cej., V, p. 158], más raramente arrobar charla, / se roba una estrella» Ant. de la T orre,
’embelesar’ [S. J. de la Cruz, DHist.], comp. arri­ 55 Gleba, p. 22.— 4 «Ecclesias, cassas... raupa, ves­
ba robarse; arrobadizo; arrobador; arrobamiento tim enta, oves et boves» doc. de Cardeña de 917,
[S. J. de la Cruz, Sta. T eresa].; arrobativo; arro­ Berganza II , 375; id. 942, ibid., p. 383; M . P.,
bo [h. 1600, Fr. J. de los Ángeles, DHist.]. O ríg.', p. 105, cita «roppa [= fóupa] 1080 Es-
Ropa [917, raupa; roppa 1080*], voz hermana lonza... raupa 922 Sahagún, 929 Eslonza, 961
del port. roupa id.5, y con forma más d iferente: 60 Sahagún, etc.; ropa 1090, Sahagún... rauppa 929,
Eslonza». En el C id se trata todavía de algo sa­ 7348); el fr. ant. roil, fr. rouille, oc. rovilh y cat.
queado: «Tanto traen las grandes ganancias... rovell vienen de un * r o b i c u l u , por un cambio de
de ovejas e de vacas e de ropas e de otras ri­ sufijo no bien explicado. M ás fácil de com pren­
quezas largas» v. 481. En Berceo y aun antes der es que en algunas partes se convirtiera r o ­
se refiere ya a la vestid u ra: «el preste, revestido 5 b i g o en * r o b ü g o , - i n i s , de donde el arag. de
de la ropa sagrada, tórnasse al altar» Sacrif., 69a L itera rebuñ ’moho, orin’ (Coll A.), arag. rebu-
(M il. 8746). Pero acs. genéricas como la etimo­ ñoso (Peralta, Borao) o enrebuñado (Bor.) ’to­
lógica se conservan hasta m ucho más tarde: ’enser, mado de orín’, engad. arvügian ’orín', port. rabu-
trasto’, en Juan M anuel, Caza, 16.29; ’mercancía’ gem o rebuge (R L X II, 119) ’especie de sari:..’.
en T im oneda (R F E X X , 188; ¿catalanismo?), y 10 D e r i v . Rubíniente ’oxidado’ almer. Enrobinar.
una vez ropa de bagaje ’objetos de la im pedim enta’ (D el citado cat. rovell ’orín’ deriva (por el color)
en Lope, Cuerdo Loco, T . A . E., pp. 26 y 207.— rovelló ’níscalo, agárico’ > cast. robellón [Acad.
s H ay tam bién una variante italiana ropa docu­ 1925, no 1884; poco conocido].
m entada en Redi (S. X V II) y hoy en Arezzo, con 1 «La invidia... parecida es al hierro, que con
el sentido de ’m ontón de objetos diversos’: a pesar 15 la sangre que vierte se cubre de robín y se con­
de esta diferencia semántica, el carácter aislado sume», Saav. Faj., Empr. 9 (ed. Aguilar 1946,
de estas formas y la fecha de su aparición las 209a).
hace muy sospechosas de hispanismos.— * «Pas­
tor qui fiziere clamo d ’algún omne que’l ha ro- R O B IN IA , nom bre científico creado con el del
pado de so grey entro a X ovellas...», «tot om­ 20 francés Jean Robín, botánico que introdujo este
ne qui topará puercos de X en iuso, non ha to r­ árbol en Europa en 1601. 1.a doc.: Acad. 1884,
na» Fueros de Aragón §§ 130.1, 308.2; «qui no 1843.
ropará rom eo... si es provado quel tuelle de V
solidos en suso, sea enforcado» Fuero de Alfam- Robiñano, V. zutano Robla ’tributo’, V. re­
bra (cita de T ilander, p. 553); «nuil hom o qui 25 bato Robla, robladura, roblar, V. roble
habebit sua bestia ropada vel furata et inveniet
illam, ille homo cui fuit ropada debet daré fi- R O B LE, del antiguo robre y éste del lat. r o -
danciam» recopilación de fin S. X II de los F ue­ b u r , R O B ó R is , ’roble’, ’fuerza, robustez’. 1.a doc.:

ros de Zaragoza (Homen. a M . P. II I, 239); to ­ orígenes del idioma (robredo, Cid, doc. de 929;
pador F. de Aragón § 21.2. M ás documentación 30 robre, h . 1325).
de ropa en Cej., V, pp. 162-6. E n el Libro del Cavallero de Juan M anuel (Ri-
vad. L I, 2 5 2 6 1 1 ). «Da mansa penitencia al pe­
Robda, robdar, V. rebato Robeco, V. rebeco cador in d ig n o : / ablanda robre duro con el su
Robellón, V. robín Robería, V. robar Ro­ blando lino» J. Ruiz 1179d (pero roble en G y
bezo, V. rebeco 35 T). El colectivo robredo ya está en el Cid, ro-
breto en escritura de Arlanza de 929, robretello
R O B ÍN , ’herrum bre’, voz regional, del lat. r o - en otras leonesas de los SS. X I y X II (Oelschl.).
b ig o , - i g í n i S j id. 1.a doc.: h. 1300, Fueros de Más tarde se generaliza la forma con -l- : «robur
Aragón. es roble» APal. 42Id, «roble, árbol, en griego:
Donde se lee: «fiérgate D ios... de frido e de 40 platyphyllos; r . , árbol e madera: robur». M ás do­
ardor e de calentura e de rovín e de ayre corron- cumentación y fraseología en Cej. V, § 5 2 .
pido» § 139.5; otros dos mss. forales aragoneses D e r i v . Robledo (V. arriba); robleda; robledal
traen en lugar de esto roín. Es voz ajena en ge­ [N ebr.; Aut.]. Roblizo [«-a, cosa rezia: robustus»
neral al idioma medieval y clásico. Falta en los Nebr.]. Roblar ’confirmar la validez de una escri­
glos. de h. 1400, APal., N ebr., Covarr., O udin; 45 tura’ [robrar, doc. de 1100, O elschl.; «fizo con
está en Aut.: «lo mismo que orín o herrum bre él su carta, esto füé lo peor: / con su seyello
en los m etales; algunos dicen rubín» y cita ej. misme robró essa lavor» M il., 842c; C ovarr.;
del m urciano Saavedra Fajardo (1640): «no dexó A ut. admite juntam ente robrar y roblar dando ej.
que el ocio cubriesse de robín las armas»1 y otro de éste en el S. X V II1, y da además la ac. «re­
de N úñez de Cepeda (1689): «sólo busco medios 50 doblar las puntas de los clavos remachándolas
de... limpiar mi conciencia del rubín que ha con­ en la madera», que es la del cat. reblar, quizá
traído con tantos yerros». M ás modernamente, le­ del mismo origen], de r o b o r a r e ’fortificar, con­
jos de ampliarse el área del vocablo, es posible solidar’ ; robla ’alboroque, convite con que se fes­
que todavía se haya restringido más, y hoy sólo teja la venta’, hoy particularm ente ast. (V), zamor.
muy pocos lo conocen como voz literaria, sin d u ­ (RFE V, 41), león., santand., alav., rioj. [robra,
da sólo gracias al dicc. oficial. Con carácter popu­ docs. de 1185, 1201, 1206, Oelschl.]. Robladero;
lar sigue empleándose en Albacete (RFE X X V II, robladura. R oblón ’clavo que se remacha’, ’teja
242n.); tam bién he oído rubín en Almería. F u e­ que cubre y asegura las dos canales sobre que
ra de estos dialectos españoles, r o b i g o sólo se se coloca’ [APal. 216b; Acad. S. X IX ], vid. C uer­
ha conservado en sardo y retorrománico (R E W oO vo, A p .’, p. 430. Enrobrescído ant. y raro.
C ultos: Roborar [S. X V II, A u t.] ; roboración; pezara desde bastante tem prano; el anónim o se­
roborante; roborativo. Corroborar [2.° cuarto S. villano de h. 1100 ya nos informa de que el anísün
XV, Pz. de Guzmán (C. C. Smith, BHisp. L X I); fahri ( = ’anís rocoso’) recibía entre otros nom ­
1555, Laguna, Aut.], de corroborare id.; corrobora­ bres el de rúqus (Asín, p. 306) «en nuestro garb»2;
ción; corroborador; en forma popular corrobra 5 indicio más firme que éste, acerca de la penetra­
’alboroque’ en Castilla la Vieja [Aut.]. Robusto ción de la familia de roca, lo da el verbo derro­
[Corbacho (C. C. Smith, BHisp. L X I); APal. 114d, car, que ya vemos arraigado en el C id (y. 1007)
421 d; pero falta en N ebr. y C ovarr.; princ. y es muy frecuente en toda la Edad M edia: a
S. X V II, Paravicino, R F E X X IV , 314], tom ado de los testimonios dados por Cuervo y Cej. agréguen-
robüstus id., derivado en latín de robus, forma 10 s e : «leváronlo en cuellos m ientras lo vió el pa­
arcaica de robur; robustez [fin S. X V II, Aut.] y dre, / quando se aliaron (solos), veredes qué fue­
más raros robusteza, robusticidad, robustidad; ro­ ron a fare: / derrocáronlo de los cuellos...» Yií-
bustecer [Acad. S. X IX ; Cuervo, D isq., 1950, f u f (A 15c), «más quiero asno que me lieve, que
p. 136], robustecedor, robustecimiento. cavallo que me derrueque» Refranes que dizen las
' Comp. «no conoces al robrado Domingo, tu 15 Viejas (n.° 426, R H XXV, 163). Como puede ver­
compañero» en la Farsa de Alonso de Salaya se por este ej. y p or otros muchos de los arriba
(S. XVI), ed. Gillet, p. 55. ¿’Robusto’? aludidos, el presente antiguo era derrueca\ D erro­
car deriva de roca, de la misma m anera que de­
Robo, V. robar Robo ’medida’, V. arroba rrumbar, antes derrubar, deriva del lat. r ü p e s ’ro ­
Roboración, roborante, roborar, roborativo, robra, 20 ca’, y de la misma manera que derribar es deri­
robramiento, robrar, robustecedor, robustecer, ro­ vado de riba ’ribazo’, o despeñar de peña; pero
bustecimiento, robustez, robusto, V. roble las antiguas expresiones castellanas eran éstas, y
en particular la palabra castiza para decir ’echar
ROCA, voz tardía en cast. y port., sin duda to­ al suelo’ era derribar; derrocar haría su entrada
mada del cat. o el o c.; con viejo arraigo es co­ 23 como sinónimo de lujo, seguramente como ex­
mún a estos dos romances y a los demás de F ran­ presión militar, de caballeros que gustaban de im i­
cia e Italia; de origen incierto, seguramente p re­ ta r la fraseología catalana y occitana, idiomas
rromano. 1.a doc.: ¿Cuento de Otas ( l.r cuarto donde derrocar es muy antiguo* y es la única ex­
S. X IV )? ; A P al.: «rupes es roca o peña alta y presión usual. Pero la penetración de derrocar es
berrueco áspero». 30 m ucho más antigua que la de roca, como lo m ues­
Ya antes de fines del S. XV debió de emplearse tra el diptongo: hubo de producirse en una épo­
más o menos, pues a mediados de esta centu­ ca en que el sentimiento de la correspondencia
ria Pero T afur empleaba un derivado hablando ue = q era mucho más vivo.
de un lugar «tan enrocado que ninguna bestia El arraigo mucho más grande de roca en oc. y
non puede subir arriba»; además roca aparece ya 35 catalán que en el resto de la Península, lo m ues­
alguna vez en el Otas'. Pero los demás ejs. de tra tam bién la toponim ia; no faltan hoy ejs. de
mea y derivados que cita Cej. (V, 272-6) son nombres de lugar derivados de nuestra palabra,
todos de fines del S. X VI o más tardíos; apa­ según es de esperar en voz tan im portante, en
rece, sin embargo en el S. X V : Santillana, las varias regiones de España, especialmente en
Gz.. M anrique (F-Delbosc, Cancioneros Cast. 40 Galicia, alguno en Extrem adura, Santander y Al­
S. X V : I, 501 b, II, 30a, 109i>), M ena, Coron. mería (M adoz, s. v. Roe- y Roqueta), pero son
ed. ¿1489?, fols. 43®, 44r, 63r (vid. también incomparablemente menos numerosos5 que los que
María Rosa Lida, M ena, p. 136, lín. 6). Nebr. lo registra el propio M adoz para u n territorio m u­
recoge ya como voz co rrien te: «roca, peña en cho más reducido como es el de lengua catalana;
el mar: scopulus; rocas, peñas de monte: rupes», 45 en este caso la toponimia m enor agravaría aún la
los ejs. clásicos abundan y hoy es voz general­ diferencia, denunciando el diferente grado de vitali­
mente usada o por lo menos conocida; sin em­ dad en el lenguaje popular. Lo mismo revela la
bargo, no hay duda de que la vieja palabra es­ respectiva fecundidad en derivados, muy escasa
pañola, peña, sigue teniendo sabor más popular en y reciente en cast. (nótese la fecha modernísima
todas partes, sobre todo entre la gente de m on­ 50 de rocoso'), muy grande y antigua en catalán : ro-
taña. Algo parecido ocurrió en portugués, don­ quer, rocam, roquedal, roquisser, roquissar, roque­
de aunque hoy pena sólo tiene carácter caduco ta, enrocar, etc.; para ’guijarro’ se forma el im ­
y vida toponímica, existen otros sinónimos más portante masculino roe6 sin equivalencia en los
arraigados, como penedo, rocha, fraga. romances del Centro y el O este; tam bién se ve
s*
Comparando con la unánim e o abierta que tie­ esto por la mayor am plitud sem ántica: en el
ne en cat., oc., fr. e it., es preciso reconocer Priorato roca es el vocablo para decir ’risco, des­
que roca ha de ser extranjerismo más o m e­ peñadero’ (cingle es desusado allí); etc.
nos antiguo en español, pues de lo contrario ha­ El origen últim o de roca parece ser u n proble­
bría diptongado esta vocal en ue. Por lo demás ma insoluble, que todo el m undo acomete con vi­
es probable que la penetración fuese lenta y em­ 60 sible desaliento. L a antigüedad del vocablo la
R OCA 44

com prueban: 1.° sus tem pranos testimonios, de 12.11; otras en Cuervo, A p .\ p. 518], en memo­
los cuales cita Diez uno francés de 767, y en ria del famoso sitio de L a Rochelle; de ahí re-
glosa trasmitida por u n ms. del S. V III o IX lee­ cholá o rechulá (de pájaros) ’gran cantidad’ en la
mos tam bién «Syrtes: ardua loca sive rocce in zona de Cespedosa (R F E XV, 257), propiamente
mare» (C G L V II, 261, s. v. senis); 2.° su difu­ 5 ’cantidad desmesurada’. Rococó [Acad. 1925, no
sión a varias lenguas vecinas de las rom ances: 1884], rococo (Valle Inclán en Pagés), del fr. ro-
vasco arroka, neerl. rots, ingl. mod. y m ed. rock coco id. [1829], derivado de rocaille, según un
( > irl. y gaél. roe), y bret. roc’h f., cuya entra­ tipo de derivación popular en francés.
da m uy antigua en este idioma se prueba por el 1 Ed. Ríos, p. 462.10; me dice m i alumno H er­
tratam iento de la c c (Thurneysen, K eltorom ., p. 10 bert Baird que así está ya en el ms. Sin em bar­
77) y por el plural anómalo reier (Hémon, Gramm. go, como la forma predom inante en ese texto es
Bretonne, 85, se esperaría *rec’hier, ibid. p. 21); rocha, hay buen motivo para sospechar que la
3.° su gran extensión en romance, pues es pala­ variante roca sea cosa del copista posterior.—
bra com ún desde antiguo al cat., oc., fr., it., y 2 L o cual no debe entenderse ’en el Algarbe’, co­
aun (al parecer) al sardo y al rum ano de M ace- 15 m o parece hacerlo Asín, pues en árabe el voca­
donia, aunque ajena al rum ano en general (donde blo significa sencillamente Occidente, y así puede
sobrevive r u p e s y se han introducido otras pa­ referirse a toda España y al África occidental.
labras) y al retorrom ánico (ahí crap y voces de Por lo demás, la localización parece referirse sólo
otro origen). a la prim era denominación hulw éllu, y no a las
Indudablem ente hay que atribuir el tipo * r O c c a 20 otras. Lo más probable es que rüqus fuese uno
a una lengua prerrom ana'. L a existencia del deri­ de tantos nombres catalanes (o valencianos, ara­
vado *V ER-R8cco-N (vid. B E R R U E C O ), con el co­ goneses) que cita el anónimo.— 3 Cito uno del
nocido prefijo céltico, es fuerte indicio de que Corbacho s. v. D U D A R . Todavía se oía así en
* r O c c A fuese tam bién una palabra celta, aunque tiem po de Quevedo (Cuento de Cuentos, Cl.
perdida en las lenguas célticas insulares, y aun, par­ 25 C. IV, 186). O tros testimonios en la nota 76 de
tiendo de * v e r r o c c o n , y suponiendo a * r o c c a de­ Cuervo a la Gram. de Bello.— 4 A los ejs. de los
rivado retrógrado, se le podría hallar una etimolo­ dicc. agréguese éste de h. 1385, donde vemos la
gía indoeuropea en celta, aunque en m i artículo «figura etymologica» ; dice el perro hablando del
citado he hecho observar el carácter audaz de esta hom bre : «vaig-li a caga sovint, e en rep molt
hipótesis, que sólo puede tomarse en seria conside­ 30 mala dentada de diverses altres bésties; derroc-me
ración teniendo en cuenta la ausencia de toda otra per roques e per tossals avall. ..» Eiximenis, N .
explicación razonable, después de un siglo de sis­ Cl. V I, 127. H oy más bien se dice enderrocar.—
temáticas indagaciones8. Comp. R U E C A y D E ­ 5 Alguno como el gallego Rocamador muestra
RROCHAR. claramente la imitación occitana ; Rocamundo en
Para la var. mozárabe rocha V. D E R R O C H A R . 35 Santander quizá sea todo él u n nom bre de per­
Como digo allí, se localiza la palabra rocha en una sona germánico.— 6 En el N orte de Cataluña,
amplia área manchega y churra, p. ej. en Pavías, hasta la altura del M ontseny, roe significa, en
junto a Segorbe (dato de los profesores Sarrión y cambio, ’peñasco’ (Roe de la Guàrdia junto a
Fletcher) y todo a lo largo de la frontera lingüís­ Centelles, la Pietà del Roe en los Pirineos,
tica, aproximadamente desde Peñagolosa hasta Al- 40 etc.).— 7 C ontra u n origen céltico puede alegarse
coy, p. ej. L a Rótxa, paraje de montaña cerca de su ausencia en los dialectos insulares del celta;
Cárcer. T anto para la averiguación de la naciona­ contra un origen mediterráneo podría hacerse
lidad lingüística de roca, como para su etimología valer la introducción forastera del tipo roccia en
concreta, la existencia de * r ó c c I a en el mozárabe Italia, si es que éste viene del fr. septentrional
castellano y portugués es de importancia capital. 45 (como el neerl. rots), pero hay que contar con la
D e r iv . Rocalla [Aut.; en ac. figurada ya 1680], posibilidad de que esta forma naciera en el p lu ­
del fr. rocaille; rocalloso. Roquedo [2.° cuarto ral tan empleado rocce, donde vendría regular­
S. XV, Díaz de Gámez en Cej., Voc.; 1535, Fz. m ente de * r o c c a e . Hace gran falta un estudio
de Oviedo]; roqueda [S. XV, Juan de M ena, geográfico de rocca y roccia en Italia, teniendo
C ej.]; roquedal. R oqueño [Acad. S. X IX], R oque­ 50 en cuenta dialectos y documentación en bajo
ro [Covarr.], del cat. (castell) roquer (mucho más latín. El port. rocha, vivísimo tam bién en la to­
vivaz). Roques. R oqueta [Acad. S. X IX]. Rocoso ponimia gallega, sí parece ser galicismo. Y se ex­
[Acad. 1925; lo reclama con razón el cubano F. tendió hasta el leonés antiguo (Cuento de Otas,
O rtiz, Ca., 197, haciendo observar con razón que ed. Ríos 456.31, 457.13, tam bién en el ms.).—
la falta de este vocablo en el dicc. académico ha 55 * Como dejé anotado en aquel artículo, la prin ­
conducido a traducir malamente el ingl. Rocky cipal objeción que puede hacerse a esta etimolo­
M ountains por Montañas Rocallosas, como suele gía es el hecho de que el área primitiva de * r o c c a
hacerse en toda América, aunque no en España], no coincide en ninguna parte con la de * v e r r o c -
Derrocar (V. arriba). Rochela ’lugar de desorden c o n . Claro que esto podría explicarse por una
y confusión’ [1604, G . de Aljarache, Cl. C. IV, 60 desaparición posterior del primitivo * v e r r o c c o n
en tierras galas e itálicas. Supuesto que sólo ha­ más que ’rocío’ (comp. cat. ruixat ’chaparrón’): el
llaría m uy vacilante apoyo en un nombre de lu ­ alma llevada al infierno «nin verié sol nin luna
gar francés como L a Barroche; esta clase de se­ nin buena ruciada». Esta variante con u, debida
mejanzas tiene escaso valor cuando no se ha estu­ a metafonía, se encuentra asimismo en el Libro
diado la historia de u n topónim o: por casualidad 5 de la Cafa de D. Juan Manuel (ed. Baist, 49), en
sabemos que el cat. L a Barroca sale de Sobre APal. (35b, 205b), así como en T irso, Suárez de
Roca (así en docs. medievales) disimilado en Sa- Figueroa y otros clásicos citados por Cuervo (Ap.,
berroca, cuya primera sílaba se tomó por el anti­ § 314n.), y hoy es usual en Méjico, América C en­
guo artículo sa i p s a . No sé de dónde viene el tral, Colombia (Cuervo, Obr. Inéd., 194), etc. La
nombre francés. 10 forma rociar también es antigua, aparece otras ve­
ces en APal. («los primeros en el com entar la
Rocada, rocadero, rocador, V. rueca Rocalla, batalla, y assí como suele rociar anque de rezio
rocalloso, V. roca vengan lluvias, assí ellos salían a pelear ante que
los muy armados» 422d), es la admitida por N ebr.
ROCAM BOLA, del fr. rocambole y éste proba­ 15 (trociar, el tiempo: ro ro ; rociada cosa: roscidus»),
blemente del alem. dial, roggenbolle id., compues­ y si en los estudios acerca de esta palabra no se
to de roggen ’centeno’ y bolle ’cebolla’. 1.a doc.: han citado tantos ejs. de la misma como de ruciar,
rocambole, T e rr.; rocambola, Acad. 1925, no 1884. es sencillamente por ser tan conocida. El sustan­
En francés rocambole se documenta desde 1680 tivo rocío está ya bien documentado en J. Ruiz
como nombre de la misma especie de ajo, y más 20 — donde por lo demás vale ’llovizna fría’ o más
tarde en la ac. figurada ’el atractivo, la sal de bien ’escarcha’— , con acentuación asegurada por
algo’ (de ahí sacó Ponson du T errail el nom bre la rim a : «encima del puerto / coydé ser m uerto /
del héroe de su famoso novelón). El D G én. su­ de nieve e de frío / e dese rrocío / e de grand
pone que esta palabra francesa se tomara del elada» (1023d, aunque G trae rrucio), «non quie­
«alem. rockenbollem , palabra poco conocida en 25 res dar al probre u n poco de centeno / mas ansí
este idioma. L a forma norm al en alemán sería t ’ secarás como rrofío e feno» (255d); en 1006d
roggenbolle, que el dicc. de G rim m registra como «viento con grand elada, rofio con grand friúra»,
usual en Hesse y otras partes1, como nombre de la lectura rrúgio de G parece preferible métrica­
la misma planta, pero suponiendo que sea adapta­ mente, y aunque dada la versificación de J. Ruiz
ción local del fr. rocambole. ¿Quién tiene razón? 30 esto no es seguro, ni mucho menos, sería posible
Sea como quiera, la palabra francesa por su as­ que ambas pronunciaciones coexistieran en el ha­
pecto no puede pertenecer a este idioma, por lo bla del mismo poeta. En efecto, la acentuación en
menos en el sentido estricto de lengua del N orte la primera sílaba es la que corresponde a la pro­
de Francia; y en alemán el vocablo tiene una nunciación latina, y la acentuación en la í había
explicación obvia. Si además de obvia es verda­ ."5 de introducirse según la analogía castellana, tal
dera, deberá estudiarse mejor. En el aspecto se­ como han vacilado desde antiguo (ya en el C id)
mántico es concebible una denominación que signi­ verbos como vacía y vicia, chirría y chirria, arras­
fique ’cebolla de centeno, o comparable al centeno trando consigo los nombres correspondientes. Por
en algún aspecto’. Nótese que bolle ’cebolla’ no es lo demás, rocío no es en ningún sentido la con­
palabra de uso general en alemán, pero sí muy 40 tinuación del lat. r o s c í d u s , pues éste no era más
extendida, sobre todo en la Baja Alemania. El que adjetivo en el sentido de ’húm edo, mojado’
cast. rocambola es palabra de muy poco arraigo. o en el de ’lleno de rocío’; el catalán, que sólo
’ Nada análogo en los diccionarios alsacianos, conoce el verbo ruixar o arruixar ’rociar’, ’regar’,
suabios, suizos ni holandeses. ’mojar de lluvia’, pero no un sustantivo corres­
45 pondiente a rocío, nos muestra tam bién que éste
Roce, V. rozar Rocegar, V. rocín Rocera, es creación posterior al verbo y limitada sólo a
rocero, V. rozar una parte del iberorromance. E n una palabra, rocío
es postverbal de rociar, lo que no impide que se
ROCIAR, junto con el cat. ruixar ’rociar, regar’ diera también la acentuación rucio (tal como el
y el port. rociar, procede de un lat. vg. *ROSCIDARE, 50 adjetivo se dijo vácio por influjo del presente de
derivado de r ó s c í d u s ’Heno de rocío’, ’húmedo, vaciar); rucio o rúcio (no puedo comprobar la
mojado’ ; rocío es derivado castellano de rociar, y acentuación) está en Lucas Fernández (202), y de
rucio lo es de su variante ruciar, por comparación ahí viene el port. russo ’llovizna’, usual en algunas
de la cabeza cana, o de la piel entrecana de las partes del Brasil (R F H VI, 4). V. más docum en­
bestias, con una superficie cubierta de gotas de 55 tación en Cej., Voc., y Tes. V, pp. 544-6, y G .
rocío. 1.a doc.: ruciar, Berceo; rocío, J. Ruiz. de Diego, H omen. a M . P. II, 15.
El preste, en el Sacrificio de la M issa de Ber­ Que rociar, junto con el cat. ruixar, viene de un
ceo, «la archa, canddcro, e quanto $ estava / con * r o s c i d a r e , deriv. de r o s c í d u s ’húm edo’, ’lleno de
ysopo de yerva todo lo ruciava» (87d); en los Mil., rocío’, ya lo vieron Diez (W b ., 275) y Cuervo
249c, ruciada parece significar ’lluvia’ o ’llovizna’, 60 (Rom. X II, 108), y sobre este punto ha habido
R O C IA R -R O C ÍN 46

siempre unanimidad. Formas intermedias entre la zo’, admitido por Cabrera y Diez (W b ., 484), no
cast. y la cat., como el arag., rioj. y mure, rujiar :conviene semánticamente, y es imposible en el
’rociar’, m ure, rujio ’rocío, lluvia m enuda’ (Borao, aspecto fonético; extrañamente lo prefería toda­
Lanchetas, G . Soriano), acaban de ilustrar la cues­ vía M -L . en R F E V III, 245, a reserva de echar
tión1: sabido es que se ' da x en cat. y arag., pero 5 mano de u n cruce fonético con l ü c í d u s (la vieja
f en Castilla; verdad es que tam bién se esperaría historia del cruce del asno rojizo con la yegua
x en otros dialectos hispánicos, pero hubo indu­ lucia, inadm isible en etimología), pero las obje­
dablemente expansión de la forma de Castilla; ciones que este autor opone a r o s c i d u s carecen
más sorprendente es que esta expansión se ex­ <!e todo valor: rucia ’rucio como cavallo’ en PAic.
tendiera hasta Portugal, donde rociar y rocío están 10 y en una tardía escritura arábiga granadina (no en
bien arraigados, y ya en el S. X VI (Moraes), y R. M artí como dice erróneamente M -L.) puede
sin embargo es posible que sean tam bién caste­ ser, naturalm ente, castellanismo tardío más que ver­
llanismos (recuérdese que el térm ino portugués dadera forma mozárabe, y por lo demás no está
más usual ha sido siempre orvalho), aunque no probado que el tratam iento se* > x fuese entera­
debemos olvidar que el tratam iento s c e > f no 15 m ente general en el Sur de España.
es ajeno al portugués, por lo menos en los verbos D e r i v . Rociada [ru-, B e r c e o ] . Rociadera. Rocia­
en -ecer. do. Rociadura. Rociamiento. Roción. Ruciadera.
E n cuanto al adjetivo rucio, su etimología se D e l l a t . rotare ’r o c i a r ’ ( d e l a m i s m a r a í z q u e ros-
debe a M. P. (Rom. X X IX , 369-70). A pesar de cidus) s e t o m a r o n l o s c u l t i s m o s p o c o u s a d o s rorar
las dudas de M -L . (R E W 1 7458, borrado y no 20 y rotante. El a s t . rosan, -ada, ’r o c i a d o ’ (V), p a r e c e
sustituido en R E W 3), esta etimología (aplaudida d e r i v a d o d e l l a t . r o s n . ’r o c í o ’ ( c o m p . f r . arroser).
por Cuervo, BHisp. II I, 42n.5, y defendida con 1 En el extremo Sur del dominio catalán, M o-
éxito por el propio M . P., Oríg., p. 270) está nóvar, se emplea una forma reixiu «rocío, relen­
fuera de duda. L a comparación de la cabeza cana te» (glos. de S. G uarner a L ’Oncle Canyis de
con una superficie cubierta de gotas de rocío o de 25 j. Amo y AMtz. Ruiz, ed. 1973, p. 156); algo
granos de escarcha, se ha hecho muchas veces, más difícil de entender, y más en su significado,
y ya la encontramos en una antigua versión bí­ es una variante retxiu ’gorjeo de pájaros, rum or
blica m edieval: «mi cabera llena es de rucio e mis de trinos’, del que hay un ejemplo en una poesía
bedijas de gotas de las noches»; se trata, como catalana de Flor de Enamorados del valenciano
agregó Cuervo, de una metáfora internacional re ­ 30 Tim oneda (a. 1562), § 42 (ed. 1973, p. 99; regiu
petida en muchos idiomas, y particularmente en en algún otro texto en el D A lcM ., parece ser
el colombiano saraviado ’pintado’ (aplicado a cier­ grafía incorrecta), y sin embargo no parece que
tas aves) del port. saraivar ’granizar’, arg. nevado sea posible disociarlo de aquello. Aunque más
’res vacuna salpicada de blanco’, judesp. pedris- bien se tratará etimológicamente de un derivado
cado ’pardo, m anchado’ (B R A E V, 356). Por mi 35 de ahiar y formas análogas, que en cast. y gall.-
parte agregaré que en el caso de r o s c i d u s ’lleno port. se dicen del piar de los pájaros.— 2 C G L
de rocío’ esta comparación debió de ser m uy anti­ IV, 164.47. Son ociosas las propuestas de enmien­
gua, pues la glosa «roscida: fulva» ya se encuentra da hechas por N ettleship (russea, Journal oj
en un antiguo glosario trasmitido por u n códice Philol. X X, 55) y por Schuchardt (*ruscida, W ie­
vaticano del S. V II2; en efecto, ruzio como nom ­ 40 ner Sitzungsber. C X X X V III, 63). Es verdad que
bre de color de caballo ya aparece en España en un «ruscidum : lignum foliis spinosum vel humi-
el glos. de Leyden (S. X I), rutio y ruzo en es­ dum» se encuentra en otros glosarios más tardíos,
crituras de Sahagún de 1072 y 1Ó73 (Simonet), pero se trata de una grafía tardía y ultracorregi-
y una «equa rucia per colore» fué comprobada por da en lugar de roscidum : humidum, que otros
M . P. en otro doc. de 1100, de igual procedencia; 45 glosadores quisieron relacionar con ruscus ’brus­
se habla de equinos rufios en el L . de los Ca- co’. Quizá se fijara en esto M -L. al proponer un
vallos del S. X III (22.3). Luego es posible que * r ü s c ! d u s ’semejante al brusco’ como étimo de
rucio sea la continuación directa del lat. r S s c í d u s rucio-, pero, como le objetó M. P., el color típico
’lleno de rocío’, con u por metafonía. Es antigua del brusco no es rucio, sino el rojo de sus bayas
la aplicación de este adjetivo, no sólo a animales 50 o el verde de sus hojas.
de pelo entrecano, sino a personas viejas o de pelo
cano: u n «viejo rucio» se menciona en poesía de R O C ÍN , vocablo común a los varios romances
Francisco de Baena (Canc. n.° 105, v. 53); lo de Occidente, probablem ente derivado del voca­
rucio por alusión a las canas, con metáfora am ­ blo romance representado por el cat. y oc. rossa,
pliada a la nieve que han dejado los muchos in ­ 55 fr. rosse, it. rozza ’caballo malo’, ’carroña de ca­
viernos, se lee en el Peribáñez de Lope (III, v, ballo’, a su vez de origen incierto, quizá de un
ed. Losada, p. 160), e tc.; port. rufo «esbranqui- germ . occid. * r O t t j a ’carroña’, derivado de r O t j a n
<jado (cor das bestas)», Beira ru fo «(cabello) loíro ’pudrirse’. 1.a doc.: rocino, doc. de 1156 (Oelschl.).
esbranqui<;ado» (R L II, 377). Por lo demás, las En este dicc. se encuentran otros ejs. de rocín
otras etimologías son im posibles: r ü s s é u s ’roji­ 60 (en variantes insignificantes) de los años 1170, 1202
y 1205, todos ellos procedentes de Castilla la Vie­ hasta qué punto es fehaciente ese testimonio ais­
ja. Además aparece rocín en Berceo, el Fuero Juz­ lado.
go, el Espéculo y otros textos legales del S. X III, Sea como quiera, de este conjunto de datos
siempre con -c-, como observa Cuervo (O br. Inéd. no se saca la im presión de una difusión más tem ­
389, n. 2); en las Cortes de 1268, el F uero de 5 prana en ninguno de los principales territorios ro­
Zorita, el de Plasencia, la 1.a Crón. Gral. y los mances. Tam poco se pueden sacar consecuencias
Aranceles santanderinos, todos ellos del S. X III acerca de si es más antigua la variante en roc-
(A. Castro, R F E X , 127). Desde el principio tiene o en ro n c -: que ésta predomine en D u C. no
el matiz posterior de caballo poco valioso, como prueba nada, puesto que casi todos sus ejs. pro­
se ve por el respectivo im porte de los derechos 10 ceden del N orte de Francia o de Italia, donde se
que exigen esos textos legales para la entrada de generalizó la última variante; sin embargo el ej.
un rocín o la de un caballo, y p or los textos li­ asturiano del S. V III es rocinus y hay rossinus
terarios : «fizóte subir en un rocín de alvarda» en dos antiguos ejs. procedentes de Occitania, uno
Crón. Gral., «a fermosa yegua dan flaco ro fín > de ellos de 1208. Si partimos de la forma con -«-
Canc. de Baena, «joga el cavallo e el rro fín e elas 15 no podremos explicarnos la presencia de la otra
armas otro sy» Elena y María (R F E I, 60); más en cast., cat. y fr. mod. más que admitiendo que
datos sobre la evolución semántica en D . G rana­ estos idiomas la tom aron de la lengua de Oc,
da, B R A E IX , 683-9. L a calidad sorda de la f donde en efecto es corriente la reducción fonética
se confirma por textos posteriores de grafía cui­ de n c‘ a c¡; pero como este fenómeno dista m u­
dada: rrofín Cortes de 1322 (R H II, 26), G . de 20 cho de ser general en occitano, y más aún en la
Segovia (p. 82), irocin, cavallo arrocinado: caba- época antigua, se hace difícil com prender enton­
llus» N ebr. ces la generalidad de la forma rocín en cast.1 y
Sabido es que rocín es una palabra muy viva cat.; adviértase que en estas condiciones no se
hasta los clásicos, y popular hasta hoy en Astu­ produce nunca una disimilación eliminatoria, m ien­
rias. Esta difusión tan tem prana y tan copiosa 25 tras que es fenómeno sumamente común, en to­
en Castilla no parece indicar una procedencia das las épocas y en todas las lenguas, el que la
forastera, aunque la idea no pueda desecharse del nasal se propague a otra sílaba; que roncin ya
t o d o , tratándose de un vocablo de este significa­ esté en la Chanson de Roland no prueba n a d a :
d o , muy sujeto al influjo de la terminología ca­ recuérdese que en latín sólo se encuentra ritncina,
balleresca. El port. rocím sí ha de ser préstamo, 30 del gr. pjy.ávr], pero el fr. roisne prueba que la
puesto que no term ina en -ínho, pero una con­ forma etimológica sin -n- subsistió junto a la for­
clusión semejante no sería nada segura en cuan­ m a con nasal propagada.
t o al castellano, donde el sufijo - i n u s tiene co­ Ya Diez (W b., 277) nos enseñó lo único razo­
múnmente la forma -ín, y donde gran núm ero de nable que se ha podido averiguar acerca del ori­
hablas aragonesas y leonesas dejan caer sistemá­ 35 gen de rocín: que debe de estar em parentado con
ticamente toda -o cuando se encuentra tras n. el tipo fr. rosse, oc. y cat. róssa, it. antic. rozza2
No es menos antiguo rossí en catalán, pues en ’caballo malo’, ’cadáver de caballo’, voz algo me­
doc. catalán de 1198 ya se lee «dimito Hospitali nos frecuente que su derivado, pero de conside­
meum rucínum et asinum» (M iret, El m és antíc rable antigüedad: verdad es que en francés no
text lít. caí., p. 23). E n lengua de Oc rocín y de­ 40 está documentada antes de 1460, y q u e Tom m a-
rivados se encuentran con frecuencia desde fine» seo n o da ejs. anteriores al Ariosto, pero en len­
del S. X II (Peire Vidal, Gavaldan, P. Cardinal),' gua de Oc ya aparece en Peire Cardinal, h. 1200,
roncin aparece por el mismo tiempo en un con­ y u n masculino ros aparece en francés repetida­
trincante de Raim baut de Vaqueiras. E n francés m ente en un poema del S. X II (D u C.). Sería
la forma antigua predom inante es roncin, docu­ 45 tentador suponer que el tipo róssa sea derivado
mentada con gran abundancia desde el Roland; regresivo del más frecuente rocín, pero todo indi­
el m oderno roussin es más tardío en este idioma, ca que debe desecharse la idea, pues así no se ex­
aunque G od. ya da un ej. de 1404. El it. ronzino plica el género femenino ni la oposición conso-
sale con abundancia desde los orígenes del idioma nántica existente en it. entre rozza y ronzino.
literario (Jacopone da T odi, G . Villani, Boccaccio, 50 E n cuanto al origen de aquél, ya Diez pensó en
etc.). Además es voz muy frecuente en bajo latín : derivarlo del tipo germ. del a. y b. alem. ant.
Baxter-Johnson citan en Inglaterra u n ej. de h. y escand. ant. hross ’caballo’, alem. ross n., fris.
1080 (runcínus), D u C. los da abundantísimos des­ ant. y neerl. ros, que es variante del otro tipo ags. y
de San Bernardo ( f 1153), la mayor parte proce­ fris. ant. hors, neerl. med. y b. alem. med. ors3;
dentes de Francia, como suele suceder en esta 55 pero además de la diferencia de género, hay la de
obra, pero tam bién hay varios italianos, dos de m atiz semántico, pues desde el origen el germ.
ellos de la primera mitad del S. X III, uno del hors, hross, es térm ino noble para indicar u n buen
papa Alejandro I I I (1159-81). Hay uno más anti­ caballo, y el cambio semántico en este caso siem­
guo que ninguno, en escritura asturiana de 781 pre se produce en sentido contrario (lat. cabállus
(sacado de Sandoval), pero haría falta comprobar 60 ’rocín’ > rom. caballo; arg. pingo, m atucho, etc.,
R O C IN 48
términos peyorativos que acaban por ser nom bre * rO ttía , que nos ahorraría este supuesto. Quizá
normal del buen caballo), luego todo indica que sea voz prerromana. O quizá más bien u n germ.
el étimo de rosse empezó por designar una carro­ occid. com ún * r ó t t j a ’carroña’, de la familia del
ña o un caballo arrocinado; sobre todo, las formas escand. ant. rotenn ’podrido’, ags. rotian, b. alem.
romances postulan unánim emente una africada ori­ 5 ant. rotón, a. alem. ant. rózzén ’pudrirse’ (en gó­
ginaria (roche en el norm ando Guillaume Alexis, tico habría sido * r a u t j ó ) , que habría pasado al
norm. ronchin, la -c- constante del fr. ant. y del romance como voz de la caballería mercenaria de
cast., la z del it.), que de ninguna manera podría los romanos (sabido es que la 0 germánica no
explicarse por la -ss- germ ánica; así ya Diez d u ­ correspondía al tim bre cerrado de la 6 latina y
daba de esta etimología, M -L. (R E W 7384) la re­ 10 que suele transcribirse por <? abierta rom ance)6.
chaza, y a esta opinión es preferible atenerse aun­ O e r i v . Rocinal. Rocinante [Quijote; populari­
que no sea la de Bloch ni Gamillscheg (E W F S, zado en algunas p a rte s: arg., A. Alonso, Problema
pero en R. G . guarda silencio). dé la L . en A m ., 167], Arrocinar, arrocinado
Desde luego es inadmisible separar rosse de rous- [Nebr.].
sin y afines, sacando éste de un misterioso tipo 15 Rozagante [1603], vocablo aplicado primero sólo
* r u n c i n u s , como hace M -L. (R E W 7445a), o de­ a las ropas que arrastran por el suelo («una figura
rivándolo del a. alem. ant. rukki (hoy rücken) ’es­ vestida de una ropa de las que llaman rozagantes,
palda’, de donde un derivado * r u c c i n u s ’bestia de hasta los pies» Quijote II, xxxv, Cl. C. VI, 325;
carga’, como quería M archot (Rom. X L V III, 115): «en atavíos rozagantes, para que mejor represen­
aunque esta idea haya logrado el aplauso (con cier­ 20 tasen con aquella pompa la autoridad que daban
ta reserva) de A. Castro y de Bloch, es ciertam en­ de presidentes» en el A lf orache de M artí, Rivad.
te imposible, como ya indicó Gamillscheg; la raíz I I I , 389b), luego a todo traje de lujo [S. X V II,
germánica de esta palabra alemana tiene en todas Aut.], finalmente ’vistoso, gallardo’ aplicado a per­
partes la forma r u g g - , y su kk se debe a la ta r­ sonas [med. S. X V II, A u t.] : tomado del cat. ros-
día y local mutación consonantica peculiar al alto- 25 segant, participio activo de rossegar ’arrastrar’
alemán, luego tal formación no pudo venir del (pron. igual que rossagar) (el catalanismo rocegar
fráncico, del gótico ni de otra antigua lengua ger­ ’arrastrar’ se encuentra tam bién en autores cast.
mánica, y para partir de un préstamo alto-alemán del S. XV, Santillana, Canc. de Castillo, Gómez
tropezaríamos con el cambio de k k i en ci, que M anrique, vid. Cuervo, Obr. Inéd., 390, y D H ist.
no pudo producirse después del S. V '. 30 s. v. celada); rossegar es voz común al cat. y a la
Queda ia opinión de Spitzer (Z R P h . X L IV , lengua de Oc desde la Edad M edia (roussá sólo es
198-9): roncin pertenecería a la familia onomato- oc. mod.), de origen incierto, pero como en lo an­
péyica del cast. roncear ’detenerse, hacer algo de tiguo suele aplicarse a la pena de m uerte por
mala gana’, cat. ronsejar id., oc. mod. rounsá ’re­ arrastre (así ya en las Vidas de Santos del S. X III:
funfuñar’, it. ronzare ’zum bar’, tam bién existente 35 A IL C II I, 189, f° 5v°), y esto solía practicarse
en algún dialecto francés, derivación que se expli­ con caballos de carga, es razonable derivar de
caría porque «un caballo gruñidor es naturalm ente róssa ’caballo malo’, como ya hice en V Rom . II,
de inferior calidad». N o es esta semántica m uy 1667.
convincente, pero la idea tendría la ventaja de ex­ Junto a rossegar existe róssec ’rastro, pista,
plicar la diferencia entre la c del fr. roncin y la p 40 huellas’ desde los orígenes del catalán y occitano y
del cast. rocín, por una parte, y la z sonora del aplicado a todas las acepciones y situaciones, m on­
it. ronzino por la otra. Sin embargo se acumulan tañosa, moral, marítima, e tc .: de ahí sería prés­
las dificultades: la citada familia verbal apenas tamo náutico (ajeno al portugués) el gallego ronsel
existe en el N orte de Francia, y en el Sur de este ’estela (de nave)’ (Lugrís ronzel), que el Ap. a
país es de fecha m oderna, lo cual, por lo demás, 45 Eladio Rdz. localiza en el Ferrol y, con las variantes,
se hace extensivo a todos los rom ances; el sufijo rosel en el M arín y en el M orrazo de Pontevedra, y
-in no es de los más apropiados para una deriva­ Msel en Covas, y que Castelao emplea en su sentido
ción verbal; y sobre todo así no explicamos el propio (235.fjf.) y en otros figurados: «ronseles de
prim itivo rosse. Creo, pues, que hay que desechar­ gracias», «deixou no ceo un roncel de estrelas... o
lo y adm itir solamente que la z sonora del it. 50 camiño de Santiago» (204.31, 258.24); hay susti­
ronzino y rozza se debe a un influjo secundario tución del consonantismo extranjero -efe por otro
de ronzare y rozzo5. más usual, y además apoyado en el sinónimo estela,
Im portante en grado extremo para la etimología y en parte en la -n- de R O N C E A R .
estimo el detalle de que el femenino rosse se apli­ 1 Como excepción sólo conozco dos casos de
ca igual a equinos machos que a hembras, para lo 55 roncin citados por T ilander (p. 551) de las O r­
cual sólo se ve una explicación: que el vocablo ori­ denanzas de Villatoro (<S. X III? ).— 2 Petrocchi
ginariamente significara ’carroña’. Si el étimo tuvo dice que se pronuncia rozza, pero tratándose de
C prim itiva tendríam os motivo para sospechar que una voz puram ente literaria, y esencialmente an­
en Italia sea préstam o de Francia o de la Galia C i­ ticuada, este dato carece de autoridad, pues era
salpina; pero tam bién cabría partir de u n tipo 60 inevitable que se le diera la misma pronunciación
que a rpzzo ’grosero’. En catalán, donde es pa­ aussi la barbué, mais en fran?ois il y a grande
labra bien viva en el campo (oída en el Ampur- différence de l’un á l’autre»; A ut. «rodaballo:
dán, etc.) se opone rossa ’rocín, carroña’ a róssa pez marino de figura plana, y parecida a la que
’rubia’, la o fr. y oc. indica tam bién timbre llaman rhom bo, por lo que los latinos le dan es­
abierto y la sibilante en todas partes supone una 5 te nom bre; tiene la espalda parda, la boca m ui
sorda.— 3 Compuesto de este tipo germánico con grande y sin dientes»; M edina C onde: «pez pla­
hvalr ’ballena’ es el escand. hroshvalr, de donde no nadante parecido a otros llanos como el sollo,
el cast. rosmaro ’m anatí’ [Í628, H uerta, en Aut.], etc., distínguese de ellos en que su parte superior
alterado por influjo de m ar.— 4 L a opinión de está sembrada de unos clavos de materia córnea,
Vising, que no rechaza M -L ., según la cual ha­ 10 como lentejas, contenidos entre la piel y la carne,
bría en el supuesto * r u n c i n u s una voz afín al que es m uy blanca, compacta y substanciosa; L in -
sueco vrinsk ’caballo padre’, no es menos desca­ neo lo llama pleuronectes marinus». It. rombo, cat.
bellada : esta voz pertenece a la familia del danés rem ol (Carus II, 584-5), lat. R hom bus m axim us
vrinske ’relinchar’ (vid. Falk-Torp) y del b. Cuv.
alem. ant. wrénisk ’(animal) en celo’, o sea al 15 El vocablo en cuestión sólo existe en cast. y
grupo de voces que he tratado en m i artículo en gallegoportugués; en Portugal se le llama ro-
G A R A Ñ Ó N : el radical es, pues, w r e n - , w r a n - , dovalho [Bluteau], y allí es palabra muy vieja, que
y así no explicamos la u ni la caída de la W-.— ya encuentro escrita igual en las Costum bres de
5 Comelico rt}Ou «persona o anímale molto vec- T orres Novas publicadas sin fecha, junto con
chio», T irol rozza ’rocín viejo’ (A R o m . X , 161) 20 otras de fines del S. X III, en P M H Leges II,
suponen tam bién una base con africada sor­ 93, y que en todo caso no son posteriores al
da.— 6 B randal, M ots Scythes, pp. 5, 9, 15-26 S. X IV. Como la terminación -alho del port. y
(comp. s. v. R A P O S A ), deriva la familia romance gall. corresponde a -ajo cast., y al -alio cast. res­
de rosse, junto con el tipo germ. hors-ross, el ponde el portugués con -alo, es posible que en
finés orhi ’caballo padre’ y el caucásico uríi ’ca­ 25 uno de los dos idiomas sea palabra advenediza;
ballo’, de un préstam o de la familia escita hoy ahora bien, -alho es terminación muy com ún en
representada por el osético urs, vurs ’caballo pa­ portugués, y por esto supuse que fuese portugue­
dre’ ( = ser. vTfnifi ’macho, viril’, lat. verres ’ve­ sismo o por lo menos leonesismo en cast. (R P H
rraco’). Es combinación harto atrevida, y que no V I, 242). Sin embargo no tenemos prueba alguna
explica las formas del tipo rosse ni las alemanas 30 de este origen portugués de la palabra castellana,
del tipo hross.— 7 G . de Diego, R F E IX , 115n., documentada sólo un siglo más tarde que la por­
admite préstamo del «provenzal», pero la a de­ tuguesa, y tratándose de u n nombre de pez es
nuncia la procedencia catalana. Del cast. pasó muy dudoso que esto signifique nada; debe ser
luego al port. rogagante (roupa ou vestido r. «que una forma más bien secundaria el vasco erreboilo
tem cauda de arrastar pelo chao», con tres ejs. 35 id., que Azkue recogió en San Sebastián y Ondá-
antiguos en Moraes). rroa (vizc.).
Estando rodávallo (¿acento errado?) como his­
Rocío, roción, V. rociar Rococó, rocoso, ro­ panoárabe en PAlc. (1505), quizá podamos bus­
chela, V. roca car en mozárabe el origen, asi de la voz cast. co­
40 mo de la port. Simonet cita una forma roduello
ROCH O, alteración del ár. rú& id .; parece tra­ registrada en el Nebrija catalán de 1561, cuya exis­
tarse de una transcripción culta roch de la palabra tencia por desgracia no encuentro comprobada en
arábiga, mal pronunciada. 1.a doc.: Acad. 1884, otras fuentes, pero acaso fuese u n mozarabismo
no 1843. valenciano; aun prescindiendo de esto, no care­
N o conozco ejs. del empleo del vocablo en cast. 45 ce de verosimilitud formal la sugestión de Simo­
(en el que Pagés cita del aragonés Oliván, S. X IX , net de relacionar con el lat. r ü t a b ü l u m ’espátula’,
parece tratarse de otra cosa), fuera del aislado que ’pala o hurgón de horno’, del cual hubo de exis­
se encuentra en el prólogo de la Celestina (Neu- tir en vulgar un diminutivo * r u t a b e l l u m en vis­
vonen, p. 175n.). Se trata, pues, de un cultismo ta del cast. ant. rodavillo «palo para mecer» en el
mal pronunciado. 50 Lex. Lat.-H isp. de N ebr., ast. occid. rodabiel ’ras­
trillo para grano’ (M unthe), arag. retavillo ’ins­
Roda ’robla’, V. rebato Roda ’parte de la trum ento de labranza arrastrado por caballerías,
proa’, V. rueda que va am ontonando la mies en la era’ (Borao),
it. dial, rattavello (R E W 7471), y mozár. ru¡abál,
ROD ABA LLO , en port. rodoválho, de origen rutabal «rastrum», «restel, instrum entum » (R.
incierto, quizá del célt. * r o t o b a l l o s ’el de cuerpo M artí); más representantes aragoneses y leoneses
redondo’ (compuesto de las voces célticas ROTA de * r u t a b e l l u m (¿y aun de r u t a b u l u m ? ) en el
’rueda’ y b a l l o s ’m iembro’). 1.a doc.: «.rodavallo, sentido de ’palo, rastrillo, hurgón’ en G dD D 5789-
pece conocido: rhombus», N ebr.1. 90.
O u d in : «rodavallo: poisson appellé turbot; c’est 00 Efectivamente, - e l l t j m podía dar -alio en mo­
V.— 4
zárabe, como en C a s t e l l a > Cazalla o Castalia, aunque la conservación de la pretónica interna pa­
M o r a t e l l a > Moratalla. Sin embargo, la explica­ recería indicar cierta antigüedad de esta variante
ción semántica de Simonet es confusa y no sa­ en romance, tam bién el influjo del románico r o t a
tisface: « r u t a b u l u m . . . debió significar instrum en­ pudo ya actuar muy antiguamente. E n cuanto al
to de rotación, rodillo, rollo y trom po; usado en 5 port. rodovalho (y gall. rodabalTo, Sarm. CaG. 80,
este sentido pudo aplicarse con harta propiedad A i6 r; Sarm. cita también una copla: «de tranchos
a dicho pez, que, por razón de su forma, semejan­ muy poucos, / rodaballos menos» D AcG . s. v.
te a un trom po, se llamó en gr. pófijioi; (turbo, ro­ apote), con su -lh-, tenemos derecho a postularle
tula), en b. lat. turbo... en fr. turbot». Pero en una base con terminación adjetiva * r o t o b a l i _Io S
realidad hay gran distancia de u n hurgón de h or­ 10 (comp. B a l l o m a r i u s , etc.). Publiqué ya esta eti­
no o una espátula a un trom po, y si se llamó mología en ZCPh. XXV, 45-46, poniéndola dentro
póu.3oí al rodaballo fué por su figura rom boidal del marco semántico de los celtismos hispánicos.
y no porque se pareciera nada a una peonza o 1 PAlc. 382al traduce este artículo de N ebr.
trom po; en cuanto al fr. turbot, su nom bre nada por rodávallo, notable por la extraña acentuación
tiene en com ún con el lat. turbo, y parece ser 15 y hasta por la antigüedad que supone del uso
afín al alem. dornbutt, alusivo a los tubérculos de esta palabra en G ranada (o mejor en la costa
punzantes del rodaballo. Algo más convincente m editerránea de las Alpujarras).— 2 Es hecho re­
sería decir que el rodaballo recibió el nom bre de conocido generalm ente: Bluteau en su dicc. por­
’espátula’ o ’pala del fuego’ p o r su forma plana, tugués (s. v. rombo) habla de «o peixe rodovalho,
o que se le comparó con u n rastrillo por las púas 20 que tem a figura redonda».— 3Que el irl. ball
de sus tubérculos. Pero así la una como la otra ’m iembro’ ya pertenecía al céltico antiguo y ge­
comparación están lejos de estar claramente jus­ neral, se deduce no sólo de la existencia del galés
tificadas, no hay pruebas firmes del origen mo­ bal ’prominencia, pico terminal de una montaña’
zárabe en castellano, y en portugués esta suposi­ (galés balog, bret. baleg «saillie»), sino también
ción sería gratuita. 25 de su parentesco con el gr. yaXkiz ’miembro viril’,
Lo típico del rodaballo es indiscutiblemente la y de la formación del arcaico nombre de persona
forma redondeada de su cu erp o : se trata de un B a l l o m a r i u s ( = irl. ballmar ’el de los grandes
pez de figura ovalada, que unas veces se acerca a miembros’) y de otros nombres propios de la
un rombo sin ángulos y otras a un verdadero Antigüedad (varios en Holder y en su suple­
círculo2 (V. los grabados de las enciclopedias de 30 mento). Para la etimología de estos nombres cél­
Larousse, Larive-Fleury, etc.), de donde el nombre ticos vid. M arstrander, Norsk Tidskrift jor Sprog-
griego páaScK, propiam ente ’objeto circular’, ’círcu­ videnskab I, 123-4; W eisgerber, Die Spr. der
lo mágico’, ’tam bor’, ’peonza’. Parece que debiera Festlandkelten, 193. Es tendencia bien conocida
haber alguna relación con el lat. r o t a ’rueda’, pero de las lenguas célticas la de sustituir los com­
de tratarse de un derivado o compuesto latino 35 puestos antiguos con el orden adjetivo + sustan­
o romance se hace imposible explicar la term ina­ tivo por los de sustantivo + adjetivo (Vendryes,
ción -bailo. Ahora bien, teniendo en cuenta que RCelt. X X X II, 476), y por lo tanto no es extraño
r ó t A es tam bién céltico (donde está en alternan­ que en el período medio de la lengua irlandesa
cia apofónica norm al con el irl. rethim ’yo corro’), hallemos muchos compuestos con ball en primer
rodaballo nos recuerda extraordinariamente com­ 40 térm in o : ball-dub ’el de cuerpo negro’, ball-gel
puestos pertenecientes a esta familia lingüística, y ball-bán, ambos ’de cuerpo blanco’, también
como los antiguos A n d o n n o b a l l u s (’el de miem­ ball-mar ’de grandes miembros’, ball-derg ’de
bros o cuerpo muy oscuro’), irl. dupall ( < dub-ball cuerpo rojo’ y ball-crecc ’de cuerpo abigarrado’
’de cuerpo negro’, T hurneysen, O. Ir. Grammar, (vid. K uno Meyer, Contrib., s. v., y el dicc. de
§ 344), irl. donnball, donnbhallach «brindled, hav- 45 Hessen), pero lo más antiguo fué el orden inver­
ing brown spots»3. so, del cual parece ser todavía otro ej. el britó-
Luego es lícito suponer la existencia de u n his- nico ant. d e c a - b a r - b a l o n (H older; Stokes-B.
panocéltico * r o t o b a l l o s ’el de cuerpo redondo, 186; ¿’el que tiene diez mechones de pelo en
en forma de rueda’, formado con el prototipo del el cuerpo’?).
irl. ant. roth m. ( < r o t o - ) , bret. ród f., galés rhod 50
f., córn. ros ( < RO TA ), todos ellos ’rueda’, que en­ Rodachina, rodada, rodadero, rodadizo, rodado,
tró probablemente en la composición de muchos rodador, rodadura, rodaja, rodaje, rodajuela, rodal,
nombres de lugar galos como R o t o m a g o s (Rouen) V. rueda Rodancha, rodancho, V. rechoncho y
’campo redondo’, R o t o i a l o s (Vau-de-reuil) ’claro rueda Rodante, V. rueda Rodapelo, V. pelo
redondo en el bosque’. Si la a pretónica del cast. 55 Rodapié, rodaplancha, rodar, V. rueda Rodavi-
rodaballo se debe a un influjo del romance" roda llo, V. rodaballo Rodeabrazo, rodeador, rodear,
(rueda) o ya supone una variante céltica * r o t a - rodejo. rodela, rodeleja, rodelero, V. rueda Ro­
ballos (formada como T a l a b r i g a , V a l a b r i g a y denal, rodeno, V. roano Rodeo, rodeón, rodera,
otros, tipo menos frecuente, aunque no parece ser V. rueda Rodero, ’el que cobraba la robla’, V.
ajeno al celta antiguo) es difícil decidirlo, pues 60 rebato Rodero ’perteneciente a la rueda’, rode­
rón, rodete, rodezno, rodezuela, rodilla, rodillada, Diez, W b., 484, como ya parecen hacerlo Nebr.
rodillazo, rodillera, rodillero, rodillo, rodilludo, V. y otros, relacionó etimológicamente el cast. rodri­
rueda Rodio, V. rosa Rodo, V. rueda Ro­ gón con el lat. r i d í c a , que significa precisamente
dodafne, rododendro, V. rosa Rodolar, V. rueda lo mismo y que ha dejado un descendiente en el
Rodomiel, V. rosa Rodrejo, V. arredro 5 rum . aridicá, arádicá ’enderezar’ (R E W 7303);
pero habia la dificultad de la prim era vocal, por
R O D R IG Ó N , ’vara para sostener los tallos y lo cual M -L . (R E W 7419) prefirió imaginar una
ramas de una planta’, y R O D R IG A R ’poner ro­ base * r ü d i c a ’espátula, palo de revolver’, derivada
drigón a una planta’, probablemente de u n lat. de r u d i s , v o z bien conocida con el sentido de
vg. * r ü d í c a , resultante de u n cruce entre las voces 10 ’varita’ y ’espátula’ : esta derivación podría justi­
latinas r i d i c a ’rodrigón’ y RÜDÍCULA ’varita’, ’es­ ficarse, si hiciera falta, partiendo del dim inutivo
pátula’, o quizá de un compuesto germánico *ro- r u d ic u l a (’espátula’ en Catón), como derivado
dirakjo. 1.a doc.: «rum pos... manera de sostenedo­ regresivo a la manera de * n a t i c a ’nalga’, a v i c a
res o rodrigones de las vides», APal. 425b. ’oca’, * n a v ! c a > N O Q U E . Pero en cambio tiene
N e b r.: «rodrigón para vid: ridica; rodrigar vi­ 15 el inconveniente, frente a r i d i c a , de ser mucho
des: pedo»; A ut.: «el palo o estaca que se pone menos satisfactoria desde el punto de vista se­
en las vides para sustentarlas y apoyarlas; el cria­ mántico. L o que debió ocurrir es que r i d i c a se
do que sirve de acompañar algunas mugeres», con cruzó en latín vulgar con sus cuasi-sinónimos
ej. de este significado figurado en Pérez de M on- r u d is , r u d i c u l a , resultando u n * r ü d ! c a con el
toro (1627-94)*. E n el sentido propio rodrigón se 20 sentido de r i d i c a , de cuya existencia tenemos un
encuentra en G . A. de H errera (1513): «todo ro­ testimonio en el glosario del seudo-Cirilo (ms. del
drigón... sea seco, derecho...», el M tro. Correas, S. V II): trutica: xáfiaij», voz griega que significa
etc. Del verbo, la variante arrodrigar aparece con precisamente ’rodrigón de vid’ (C G L II, 337.63)6:
frecuencia en Juan de Pineda (h. 1580): «en al­ la -í-, naturalm ente, es ultracorrección del latín
gunas tierras se usa arrodrigar las parras y sar­ 25 vulgar tardío; de * r ü d í c a se sacaron los derivados
mientos», etc. (G. A. de H errera prefiere enro­ *rodegar y *rodegón, luego alterados en rodrigar,
drigonar). Rodriga por rodrigón es raro en cast. rodrigón, y de éstos se extrajo luego el raro y
[Acad. i 925, no 1884]: se halla solamente en moderno rodriga.
la Agricultura alegórica de Sánchez M aldonado ¿Tiene que ver con esta familia iberorromance
(1603): «tiene necesidad de atarlas a alguna ro­ 30 la tesinense y retorrom ánica que con ella reúne
driga y atarlas a ella». H oy se emplea en Ciudad M -L .? Se trata del sobreselv. rughedá ’revolver’,
Rodrigo (Lamano). M ás interesa saber que se ha Valmaggia rudiá «mescolare», Bregaglia y Mesol-
empleado tam bién en gallego (Sarmiento, B R A E cina ródek, ródik, Dongio ródek «oggetto di legno
XVII, 728Y, lo cual prueba que el étimo del voca­ per smuovere il latte», Bravuogn rodi, rpgí, Ar-
blo no tenía a u , sino ü u o ; tam bién en hablas 35 bedo rédig (V. reproducción de un ródek en Ber-
del N orte de Portugal (donde sólo lo registran los toni, A R om . I, 417). Ahí tendríamos conservación
dicc. recientes), especialmente en T ras os M on­ del sentido etimológico de r u d i s , la terminación
tes : Bragan?a rodriga «tancháo a que se prende de estas formas apoyaría el supuesto derivado
a vide», rodrigar «prender as vides aos tanchoes» * r u d i c a de M -L ., y estaríamos ante uno de tan ­
(R L II, 119), M ogadouro rodriga y enrodrigar 40 tos casos de afinidad hispano-alpina, como los que
(R L V, 104), M oimenta rodrigo «estaca que am­ reuní en Festschrift Jud, 559; sin embargo, como
para o bacélo» (R L I, 217); pero tam bién en la subrayó Ju d (A S N S L CXXIV, 406), la conserva­
Beira: Penedono rodigáo «tancháo» (R L X II, 315). ción de la -D - no sería posible en estas hablas
Ante estas formas galaico-lusitanas sin diptongo alpinas, por lo cual al menos habría que admitir
no podemos prestar demasiada atención al que 45 u n cruce entre r o t a (admitido como étim o por
presenta el mozár. ráudaqa3 «percha», «varal, vara Luchsinger y Bertoni, o más bien r o t a r e ’rodar’)
grande» (PAlc.), que habremos de m irar como fru­ y el supuesto * r ü d ! c a . Sin embargo me parece
to de una ultracorrección (según ya sospechaba más orientadora la referencia que hace Ju d al co-
M -L., Das Katal., p. 11, n. 1), tal como las que masco orabbi ’palo de revolver’, procedente del lat.
anoté en RPhCal. I, 91 (y V. nota a RO E R ); sin 50 r ü t a b ü l u m de igual significado; como r u t a b u -
embargo, esta forma es im portante porque, junto l u m (en última instancia derivado de r u e r e ) pre­
con Penedono rodigáo, nos prueba que la semejan­ supone u n verbo * r u t a r e , conservado en Francia
za con el nom bre propio Rodrigo es en parte acci­ (ruer), me parece lo más sencillo adm itir que el
dental, y en parte debida a u n influjo secundario verbo sobreselvano y tesinense procede de * r ü t I -
de este nom bre (responsable de la segunda r y de 55 C a r e , y que del verbo derivan los sustantivos
la i en vez de e), y no etimológica4; este influjo como ródek. Sea como quiera, esta familia alpina
pudo ejercerse tanto más fácilmente cuanto que está bastante alejada de la iberorromance por el
Rodrigo, por sus dos rr, se empleaba proverbial­ significado, por lo cual ahora me parece preferible
mente como personificación de lo duro, regañón y S e p a r a r l a s etimológicamente y suprim ir el artículo
rechinador5. 60 7419 de M -L . por innecesario7.
D e r i v . Rodriga (V. arriba). Rodrigazón [Nebr.]. gón — rodrigón-, por lo demás, ahí sí puede
Arrodrigar, -gonar, enrodrigar, -gonar (V. arriba)1. tratarse de un descendiente de r C d i s , ya que a
1 Ej. moderno en el arg. R. J. Payró, Pago C hi­ este femenino podía fácilmente aglutinarse la a
co, ed. Losada, p. 226. T am bién en L a Cárcel de del artículo, y en asturiano abundan los arcaís­
Sevilla (V. este y otros de los ejs. que cito en 5 mos léxicos y las voces con tí < 0 por metafonía
Cej. V, 339-40).— 2 Sarmiento én su Onomástico ante -u final, y aun me parece ésta la etimología
de 1768, § 114, habla también de esta palabra preferible (a reserva solamente de estudiar si en
gallega (la edición defectuosa que se ha hecho estas zonas de Asturias se conserva la - d - inter­
imprime roduga, errata evidente) derivándolo de vocálica tras el acento, como en Castilla, o se
un lat. rudica. Piel, RPPil. XV, 14, supone que 10 pierde, como en portugués y en leonés occidental).
este rodriga es postverbal de rodrigar, de donde Para el sanabr. rod(r)o ’palo para limpiar el horno’,
el traslado del acento. Rodrigar ’poner estacas a gall. sanabr. y trasm. ródro ’tabla semicircular
las viñas’ lo anotó en un documento medieval de con mango para juntar el grano en las eras’, con
Pontevedra, a. 1456, Sarm. CaG. 7 Ir.— 3 Sin variante gall. rodo (Sarm. CaG. 96r y p. 103-4),
embargo, esto recuerda mucho un radaucua que 15 alav. rodrillo, procedentes de r u t r u m y más bien
aparece en inscripciones prerromanas. En primer emparentados con r u t a b u l u m que con rodrigón,
lugar « r e v e / r a d a u c / u a Iulius Livaner ex uoto» vid. K rüger, Gegenstandsk., 146, 240, y R E W
de la inscripción hallada en Baltar del Limia 14Tib. Ahora bien, todo esto junto conduce a re­
(Orense), Bouza Brey y J. M. Blázquez, H om. visar toda la etimología de la familia del cast.
Tovar 1972, 87.28. Creo que lo he visto en otra 20 rodrigón, que partiendo del lat. ridica y su grupo,
que cita Holder en alguna parte y que no logro choca con tantos tropiezos de forma (salvados
volver a encontrar. Podría tratarse de un varal ingeniosamente, pero no sin dificultad). Quizá un
cargado de fruto que el donante ofrenda a Reva. compuesto gótico con una palabra de la familia
Tam bién el •arrú(do) de Sajambre y asturiano del lat. regere y alem. rechen, ieur. r e i ’endere­
occidental citados en la nota 7, nos hacen dudar 25 zar, estirar’ : notemos especialmente gót. uf-rakjan
de la etim. r u d i c a , r u d i s , y lo mismo ocurre ’extender a lo alto, estirar’ (Pok. I E W 856.16),
con otras de las formas citadas; las palabras isl. ant. rakr, fris. dial, rafe ’vertical, derecho’
reunidas por Pok., IE W 869.13 vienen en parte (856.26); tam bién se podría pensar en el a. alem.
de r e u d - (ky. rhuddion ’afrecho’, ’detrito’).— ant. riga ’línea’ (y alem. reihe, Pok. 858, si bien
4 Como los casos de objetos llamados catalina 30 esto nos lleva más lejos en todos los sentidos).
y análogos, que reúne K rüger, V K R I, 252.— Con toda clase de reservas, creo posible suponer,
5 Nótense las frases coleccionadas por el M tro. junto a -rakjan, un gót. *rodirakjo (-ons genit.),
Correas (1623): «pera que dice Rodrigo no vale o bien, con una forma participial, *rodi-rakins
un higo (la que rechina al cortar y entre los dien­ (de la cual podría eventualmente venir *rudi-
tes al comer)», «dice Rodrigo por ’dice de no’ : 35 rekins en visigodo, o por metafonía tardía) =
Rodrigo se toma por duro, regañón y porfiado», R ute die sich in der Hóhe ausstreckt. Y aun
«Rodrigo, Rodrigo: lo mismo que decir tijeretas, mejor, como componte, un visigótico *rüda, que
estar duro y porfiado» (1.a ed., pp. 387, 582, es la forma correspondiente al gótico *róda re­
482).— 6 El propio glosario traduce redica ( = construido por Kluge, s. v. rute, a. al. ant. ruota
ridica) por y_dpa£ ’palo’ y el verbo redico por 40 f. ’vara, férula, rodrigón’, ingl. rod (y todas las
ycp'rxu) (II, 475.30, 28). Y en dos fuentes his­ formas germánicas). Si se nos objetara el orden
pánicas del período visigótico, el L iber Glossa- de los componentes, podríamos postular un com ­
rum y las Glosas Isidorianas, encontramos retica, puesto de sustantivos (rodi-rakjo, etc.), literal­
«ligna quibus vites retinentur» (C G L V, 241.2, m ente «rutenfórmiges-gerades».— 8 Junto a un en­
609.56; raetica «genus vitis», que se halla en 45 rodrigar, arrodrigar y las formas que cito en la
otras glosas, parece ser otra cosa).— 7 Es dudoso n. 7, es verosímil que se formara en latín hispá­
que tenga que ver con rodrigón o con este tipo nico un * s u b r u d i c a r e , de donde (con la caída de
alpino el ast. arrudu «vara tosca con ramas re­ - D - intervocálica, general en gallego) un *sobrui-
cortadas de 20 a 30 cms. de longitud, que se gar, del cual saldría el gall. sobrigo ’palo fuerte,
espeta en el suelo de las cocinas y sirve para 50 más que las cañas, que sirve en los emparrados
colgar ollas; o en el mercado, y se emplea para para enderezar los sarmientos’, Sarm. CaG. 96r,
colgar las monteras puestas a la venta» (V), arru- 77r. Aunque también podríamos pensar en un
de «especie de percha, donde se cuelgan jarros cruce de rodriga con el lat. s ü d i s ’polvo, puntal,
y pucheros en la cocina» (Canellada), Sajambre espeto, dardo’, n o es probable, por no haber de­
arrudo ’tronco de haya delgado, con varios gayos, 55 jado éste descendencia romance.
que se pone como percha a la entrada de la
choza’, ast. occ. arrú (Fz. Gonzz., Oseja 200); Rodrillo, rodro, V. rodrigón Rodva, V. rebato
quizá tenga razón K rüger, A IL C IV, 274, al Roedor, roedura, V. roer Roel, roela, V. rueda
sospechar un origen prerrom ano; o más bien será
una especie de derivado regresivo de * n u d e- 60 R O ER , del lat. r 5 d é r e id. 1.a doc.: Berceo.
«Avié u n omne ciego... / bivié en grant tris- Claro que el salm. y ast. rucar «hacer ruido
tifia, qual entender podedes; / avié, sin esta cuyta al comer» (Lam ano; R ato; Rdz. Cast., 229) no
que oydo avedes, / tal mal a las orejas que royé puede venir de un * r o d i c a r e , como dice G dD D
las paredes» (5. D o m ., 3Z7d); análogamente en 5728a, sino de un cruce local de roer con mascar;
Signos, 74; una forma más arcaica aparece en 3 los malí, roegar ’roer’ y roegó ’corrusco de pan’
D uelo, 165a: «rodié cruda maiella [’manzana sil­ corresponden normalmente al cat. rosegar * r o s i -
vestre’], un amarga pitanza, / sabiéli más amarga c a r e , según la fonética local; en cuanto al arag.
que grant colpe de lanza».- En textos posteriores rongón ’corrusco de pan’, ni viene de * r o d i c a r e
la forma sin -d - es general: «a las vezes mal perro ni de r u m i g a r e , como dice el mismo en el n.° 5774
roye buena coyunda» J. Ruiz 1623d; a no ser 10 (y 5773), junto con un salm. y astorg. rongallo,
en el futuro, donde a causa de la síncopa de la -e- -ayo «corazón de las frutas» (que por lo demás no
puede conservarse la -d -: el ratón agradecido p ro­ es cierto que esté en Lam ano): lo más probable
mete libertar al león cogido en las redes, «con es que el último nada tenga que ver con r o d e r e
aquestos mis dientes rodré poco a poquillo: / do ni con r u m i g a r e , pero si acaso, él y rongón ven­
están vuestras manos faré u n grand portillo» J. 15 drían de * r o s i c a r e (arag. rosigón ’corrusco de
Ruiz, 1431d. Por lo demás, roer es general en pan’), de donde *rosgón, *rosgallo, alterados por
todas las épocas (N e b r.: «roer: rodo, corrodo»); influjo de un sinónimo como ronzar, ronchar,
más ejs. y fraseología en Cej. V, § 55. En algunos ’mascar’ (vid. la nota 10 a R O N Z A R ): Lamano
puntos de América se introduce una variante vulgar da también ronchar «ronzar».
rw ir junto a royer (B D H A I, 124; en cuanto a que 20 El alto-arag. rustir «comer pan m uy seco y duro,
ruñir, B D H A IV, 306, sea la misma palabra, ya roer» (Arnal C.) quizá se explique como evolución
es más dudoso). semántica del germanismo R U S T I R ’asar’ (en la
Es de suponer que el antiguo participio pasivo forma a que aludo en este artículo), pero no debe
latino r ó s u s se conservara en castellano antiguo, descartarse la posibilidad de que su forma antigua
tal como persistió en it., en cat. ant. (ros, Manesca- 25 *rostir derive de u n *rosto, participio antiguo de
lia, A O R B B V , 208), etc., aunque no tengo testimo­ roer ( * r ó s í t u m ) ; en varios dialectos leoneses apa­
nios seguros del cast. roso: se ha supuesto que rece rustrir en un sentido que podría ser aplica­
la locución no dejar roso ni belloso [1596, Aut.], no ción figurada del anterior: «rechinar» en los altos
quedó roso ni belloso (así en Pedro Espinosa, a. valles santanderinos (B R A E XXV, 394), -irse «ro­
1625, Obras, 196.12), hacer algo a roso y velloso 30 zarse contra un objeto duro» en L a Lom ba (B R A E
’sin miram iento’, contenga este antiguo participio, X XX , 449).
en el sentido de ’pelado, sin vello’ (comp. M orel- 1 En portugués hay homónimos que en parte
Fatio, BHisp., 1902, 257; Études sur VEspagne, resultan de rijo ’recio’, en parte de jorráo deriv.
3.a serie; Baist, K JRP h. V III, 202-3), y bien de jorrar ’arrastrar (nave, etc.)’, y acaso de otra
puede ser que haya algo de esto, pero Lang ob­ 35 procedencia.— 2 PAlc. traduce el cast. mendrugo
serva con razón (M L N III, 149-50) que en el por un hispanoárabe ráuja, plural raguágie, que
S. XV, en las Coplas de M ingo Revulgo, lo que Dozy, Suppl., pone entre las palabras inanaliza­
se encuentra es el más lógico ni raso ni velloso, bles. Quizá podría enmendarse en ráujac, raguá-
que pudo alterarse posteriormente en busca de gic (comp. «barca: zauráq, zaváriq»), y equival­
una rima. En Rabelais hallamos se soucier aussi 40 dría al cat. rosee ’roedura’, con s > é mozárabe,
peu des rez comme des tondus casi en el mismo y o > au por hiperdialectalismo (comp. ráudaqa
sentido (Gargantua cap. 11; Quart L im e cap. 32) en R O D R IG Ó N ).
y rez es el equivalente del cast. raso.
El l a t i n o r o d e r e h a p e r s i s t i d o e n t o d o s l o s r o ­ R O E T E , tom ado del lat. rhottes y éste del gr.
m a n c e s , p o r lo m enos en la f o r m a a n t ig u a d e lo s 45 poÍT-rii; id., derivado de p oiá ’granada’. 1.a doc.:
m ism o s. 1555, Laguna, A ut.
Roedor [Aut.]. Roedura [«rosio», Nebr.].
D e riv .
Roído. Probablemente del abstracto r o s i o , - o n i s , ROG AR, del lat.- r o g a r e ’preguntar’, ’rogar’.
’roedura’ ('acto de aderezax con aires de cosa 1.a doc.: Cid.
roída’), gall. roxóns «chicharrones que quedan des­ 50 Aquí ya aparece con los varios usos m odernos:
pués de frito el redaño del puerco» (Sarm. CaG. ruegan al rey que..., ruega que los prendan, firm e
116r), port. clásico rojao «torresno» (Bento Perei- gelo rogad, ruego a Dios, tanto las rogó fata que
ra) o rejao (en un texto de los SS. XV-XVI) (M o- las assentó, a todos los rogava, etc.; tam bién en
raes), hoy más bien rijáo'. Rosigar arag., albac., Berceo: rogar al Criador (M il., 878d), etc. De
mure. < cat. rosegar ’roer’ < lat. vg. * r o s I c a r e ; 55 uso general en todas las épocas. Ejs. y fraseología
rosigo arag.; rosigón arag., albac., mure, ’m endru­ en Cej. V, § 88. Para la construcción con com­
go’ < cat. rosegó id.2 Corroer [1555, Laguna], to­ plem ento directo de persona, V. el C id y Cuervo,
mado del lat. corródére id .; corrosión [id.]; corro­ D isq., 1950, 193. Con carácter popular sólo se ha
sivo [id., y Fr. L . de León]. Erosión, tomado de conservado en los romances periféricos: port.
erosio, -onis, derivado de erodere ’roer, corroer’. 60 rogar ’rogar’, fr. ant. rover ’rogar’, ’ordenar’, engad.
ruver, rum . ruga (en el R E W bórrense los supues­ Roído, V. roer y ruido
tos cat. y oc. rogar); en los demás ha triunfado
PRECARI. R O JO , del lat. r ü s s é u s ’rojo subido’. 1.a doc.:
D Rogación. Rogado. Rogador [Cid; Ber-
e r iv . roxo, S. XV, Biblia med. rom., G én., 30.40; 1475,
ceo]. Rogante [APal. 17b], Rogaría o rogaría ant. 5 G . de Segovia (p. 50)’.
’ruego’ [h. 1301]1. Rogativo; rogativa [S. X V I, Rojo es palabra ajena generalmente a la litera­
Aut.]. Rogatorio. Ruego [Cid], comp. port. rogo, tura medieval. L o que entonces se decía es ber­
fr. ant. ruef, engad. róf. mejo, mientras que colorado y encarnado aparecen
Cultos: Abrogar [Cortes de 1431, DHist.], de más tarde, quizá no antes que rojo. Ya Groussac
abrogare ’despojar a uno de sus funciones’, ’abro­ 10 (.R H XV, 278n.) observó que rojo es palabra ajena
gar una ley’; abrogación [S. XV, DHist.]. Arrogar­ ;i. los Castigos de D . Sancho, el Corbacho, el
se [h. 1600, DHist.], de arrogare ’apropiarse, arro­ Amadís, la Celestina, y que el «roso: rojo» que
garse’ ; arrogación [Partidas]; arrogador; arrogante Gayangos incluyó en su glosario de la Gr. Conq.
[S. XV, Pulgar; Cuervo, Dice. I, 660-1; ast. ’da­ de Ultr. (sin indicación de página) no parece en­
divoso’, V ]; arrogancia [Corbacho (C. C. Smith, 15 contrarse en parte alguna y debe ser una confu­
BHisp. L X I); med. S. X VI, B. de las Casas, sión del autor del glosario. Agregaré que roxo es
DHist.]. Derogar [princ. S. XV, Canc. de Baena; también ajeno al léxico del Cid, Berceo, Apol.,
Cuervo, Dicc. II, 922-3], de derogare ’anular en Alex., J. Ruiz, Conde Luc., Calila, versión bíblica
parte una ley’; derogación; derogatorio. Erogar escurialense I-j-8, fueros de Aragón y de Teruel,
[S. X V II, Aut.], de erogare ’sacar para pagar’; 20 Poema de A lj. X I, glos. de h. 1400, y otras muchas
erogatorio [Aut.]; erogación; supererogación; su­ fuentes medievales, en cuya mayor parte bermejo
pererogatorio. es palabra frecuente (Cid, Alex., Apol., Juan M a­
Interrogar [Gómez M anrique (C. C. Smith, Bull. nuel, Berceo, etc.; colorado, Celestina, ed. Foul-
Hispanique L X I); APal. 22Oí?, quien casi sólo ché II, 6). Sin embargo exagera algo Groussac al
lo emplea como palabra latina; 1499, Comendador 25 decir que roxo no aparece hasta el S. X V I; desde
Griego, A u t. ; Covarr.] de interrogare id .; interro­ luego está ya, además de dicha Biblia judía y de
gación [med. S. XV, Gz. M anrique (C. C. Sm ith); G. de Segovia, en A Pal.: «barrus: es roxo y
APal. 220d, 226b] ; interrogante [Quijote]; interro­ loro», «dizían los antiguos burrhum a lo que agora
gativo [APal. 220d] ; interrogatorio [Covarr.; Que- dizimos ro xo : y desta causa los rústicos llaman
vedo]. Irrogar [Acad. S. X IX], de irrogare ’pro­ 30 burrha a la vaquilla que tiene el hocico roxo»,
poner al pueblo algo contra alguno’, ’imponer, in ­ «rutilum es roxo, ruvio, resplandeciente... rutilare
fligir (castigo, etc.)’; irrogación. Prerrogativa [Die­ es resplandecer por el color roxo» (42d, 50b, 426b;
go de Valera (C. C. Sm ith); Covarr.; A ut. escribe 39d); N eb r.: «roxo: rutilus».
prerog- y da ejs. del S. X V II], de praerogativa Por otra parte, los derivados, por lo menos,
’elección previa’, ’privilegio’, derivado de praeroga­ 35 nos dem uestran que rojo fué palabra muy vivaz
re ’pedir de antem ano’. Prorrogar [Santillana (C. en todo el S. X V I: «si rojean las nubes en O rien­
C. Sm ith); proro-, O udin; no Covarr. n i APal.; te» y «es señal de haber cocido lo bastante, cuan­
Aut. con ejs. del S. X V II; prono-, Acad. 1884, do huele bien y la miel rojea» en G . A. de H e­
no 1817]; prorrogación [O udin; h. 1575, A. de rrera (1513), «enrojarse aquellos cabellos» en Lo­
Morales, Aut.], hoy más común prórroga [Aut.]; 40 pe de Rueda, «algún tanto roja y llena de cierto
prorrogable; prorrogativo. Subrogar [Aut.], de sub­ zumo tam bién rojeto» Laguna, «enrojas tus cabe­
rogare ’elegir a alguno en reemplazo de otro’; llos... y les comienzas a dar color semejante al del
subrogado; subrogación. fuego» Fr. L . de León, «vino blanco, claro, de
1 «Rueguemos a nuestro padre rogaría verda­ rojuela color» Fr. Juan de Pineda, etc. (V. estos
dera» Yúpuf, 8. Las dos acentuaciones serían 45 y otros en Cej., V, pp. 418-20).
posibles. En el R im . de Palacio, 384, está como Que rojo admitió siempre el sentido actual, de­
título, fuera del verso; «preces... son rogarías o signando el color de la sangre, y se distinguió de
pregarías y supplicationes» APal. 377b; «rogarías rubio, como asegura A. Castro (R FE V I, 290-8), me
por ruegos: preces» N ebr. No conozco ejs. pos­ parece aceptable en principio, y no faltan testimo­
teriores. Si fuese rogaría debería tratarse de una 50 nios clásicos que lo confirmen, pues C-. de las
imitación de plegaria, pues no hay otros casos Casas (1570) opone «roxo: rosso» a «ruvio: bion-
análogos en la formación de palabras. U n deri­ do», A ut. da un cj. inequívoco de Quevcdo, y de
vado como robería ’robo’ (robaría Alex. P, 2327b; la misma manera podría interpretarse el pasaje del
port., oc. y cast. ant. -aria) pertenece a u n tipo Quijote, de los cabellos de las pastoras «los quales
algo más corriente, aunque no lo sea mucho en 55 se coronavan con dos guirnaldas de verde laurel,
castellano. y de rojo am aranto texidas» (II, lviii, 221v0)2,
puesto que hay variedades carmesíes de amaranto.
R O G O , tom ado del lat. rogus ’hoguera, pira’. Por otra parte hay que reconocer que para los
1.a doc.: Acad. 1884, no 1843. clásicos roxo expresó colores más claros que el
Voz poética y muy poco usada. 60 encarnado que hoy entendemos por esta palabra.
especialmente el matiz que hasta hoy ha quedado rico» Trim alción, de gustos ostentosos, lleva una
fijado en el compuesto pelirrojo, o en el clásico túnica russea\ Sólo ha dejado descendencia en
barbirrojo (ejs. de la época en H errero G ., R F E port., cast. y hablas del C entro-Sur de Italia
X II, 160-1); es decir, entonces rojo era princi­ (Calabria, Lacio y Marcas rússu, Roma, Lacio y
palmente lo que hoy entendemos por ’rojizo’. L a 5 U m bria rósso «rosso», Rohlfs, It. Gr. §§ 288,
traducción «rutilus» de N ebr. no es una im pre­ 1173), además del bizantino ¿o6(<y)ceoq (el rum .
cisión individual, com o parece adm itir Castro, ro j ha de ser r o s e u s , a pesar de las dudas de
pues con él concuerda PAIc. al traducir roxo, no Skok, ZR P h. X L V III, 399).
por ’áhmar, sino por ’ásqar ’rojizo’ o ’rubio’; para Además había r u s s u s ’rojizo’, que dió toda
Nebr. lo mismo son «enroxarse o enruviarse: ru - 10 una gama de colores: cat. ros ’rubio’, fr. roux
tilesco, ruffesco»; el propio Castro nos propor­ ’rojizo, pelirrojo’, it. rosso ’encam ado’. Apenas hay
ciona pru eb as: ejs. como «tus trojes del rojo tri­ que recordar que el fr. rouge ’encam ado’ r u b e u s
go» en Lope, «que el rojo bozo apenas le apun­ y el cat. roig ’rojizo, pelirrojo’ no tienen relación
taba» y «por cuanto el rojo sol su luz derrama» etimológica con rojo (aunque no quisiera asegurar
en Balbuena, son inequívocos: rojo no es ahí el 15 que el influjo de aquél no contribuyera algo en el
color de la sangre y del vino. Es fácil citar o tro s: S. X V III a la evolución semántica de la palabra
en D on Gil de las Calzas Verdes dice T irso que castellana),
la arena del M anzanares es roja, y K. de Haan D e r iv . Rojal. Rojear [1513, V. arriba]; rojean­
comparando con otro pasaje entiende que será te. Rojete; rojeto [1555, V. arriba]. Rojez [Acad.
’rubia’ (M L Ñ X V II, 452). Hasta hoy roxa sigue 20 S. X IX ]. Rojizo [Acad. S. X IX], Rojura [1671,
siendo ’rubia’ en gallego (Pardo Bazán, glos. a sus Cej.]. Arrojar ’volver rojo’ raro; ast. arroxar ’ca­
Óbras, ed. 1934, p. 1490); en la prosa gallega lentar el horno’ (V). Enrojar [h. 1550, Cej.]. E n­
roxo tiene uso más frecuente hoy que en Portugal, rojecer [Lope, Cej.]. Sonrojar [1589, J. de Pineda,
pero es más bien ’rojizo’ (olios roxos de vidro, Cej.]; sonrojo. Rosillo [resello, 939]4, podría se r
Castelao 159, etc.; también ’rojo’ [de sangre] id. 23 * r u s s e l l u s , derivado de r u s s u s (comp. russeus
187, 198.2). No hay que dudar, pues, que el sen­ equus en Faladio), pero en vista de la -s- sencilla
tido de rojo evolucionó considerablemente y que de las varias grafías antiguas es más probable u n
el vocablo en la Edad M edia debió designar un * r o s e l l u s , formado con la raíz de r o s e u s e q u u s
matiz de color algo especial y menos común que (así en San Isidoro, pasaje citado para B A Y O ),
el que nosotros entendemos con este vocablo, y 30 como ya admite M -L. (A S N S L C X X II, 406). D e
aun que el que entendieron los clásicos, única e s to parece s e r variante advenediza rusel ’tejido de
circunstancia que nos puede explicar la tardía apa­ lana asargado’ [Acad. 1936, no 1884] (?).
rición de roxo en literatura. Pues no cabe dudar C p t . R esum bruno [S. X V I, A u t.\, quizá de un
que se trata de una palabra hereditaria, siempre *rosebruno, tomado del cat. ant. ros e bru ’rubio
empleada en iberorromance. 35 y m oreno’. Rosmarino [Acad. 1884, no 1843], pa­
Esto está bien documentado en el caso del port. labra rara y dudosa, que hace falta docum entar
roxo, que ya figura como nombre o apodo de va­ mejor.
rón en dos docs. de h. 1060 y de 1258, respec­ 1 Junto a roxo está ahí rojo, -a, para lo cual pien­
tivamente (Cortesáo, O nom .); «os meus narizes, sa Tallgren en u n catalanismo (roig r u b e u s ) o
color d ’escarlata roxa» en rima con M artín Moxa 40 en un descendiente popular de r u t i l u s . Hay que
en una cantiga del portugués Joan de Gaia h. 1330, desechar esta idea. E n realidad no sabemos lo
R. Lapa, CEsc. 197.8; en la Gral. Est. en gallego que signifique este rojo, probablemente no es nom ­
de princ. S. X IV roxo debe de ser ’rojizo de cara’ bre de color, sino algo muy distinto.— 2 En I,
o ’pelirrojo’ : «Rebeca... parió dous fillos varóes... xxvii, 120, «una gran barba de una cola ruzia
e o que nas^eo primeyro era roxo et todo veloso» 45 o roxa de buey», es ’rojiza’ y no ’encarnada’.—
(272.15). L a gran frecuencia del apellido Rojo 3 X X V II, 1; Ernout traduce «une tunique auro­
(-xo), en España y Portugal, es otra prueba de re».— 4 M . P., Orig., p. 323; «caballos dúos...
que el sentido antiguo no fué ’encarnado’, sino uno rosello et alio raudano per colore» León 994,
’rojizo, pelirrojo’. En portugués, por lo demás, ha ibid., p. 109; otro ej. de la misma forma en 1073
habido otra evolución: Camoens habla de a roxa 50 (índice de Vignau), y otro de 1076 h e citado s. v.
Aurora, con un sentido como el del cast. mod., M E D R A R ; asino rosello 1014, 1034, R ev. de
pero hoy vale ’morado’ en portugués. Recuérdense Dial, y Trad. P. VI, 35. Para el concepto moderno
casos de cambios no menos violentos: loro era en la Arg., D . G ranada, B R A E V III, 195; A.
primero ’verde oscuro', y luego fué ’m oreno’ en Alonso, E l Probl. de la L . en Am ér. p. 170;
toda la Edad Media, ¡ y el port. louro acabó por 55 chancho rosillo, Carrizo, Canc. de T ucum án II,
significar ’rubio’ ! 502.
En cuanto al origen, no ofrece duda alguna:
es el lat. r ü s s é u s ’rojo subido’, voz empleada por R ol, rolar, V. rueda Rolda, V. rebato R ol­
autores de la Edad de Plata y también por el dana, V. rueda Roldanejo, V. roano Roldar,
vulgarizante Petronio: en el Satyricon el «nuevo 60 V. rebato Rolde, V. rueda
R O L D Ó N , arag., del cat. roldor id., y éste p ro ­ Oudin, Covarr., M insheu y A ut., donde se cita
bablemente del lat. vulg. * r o r e t ü r ! u , Iat. r h u s un ej. de Quevedo, otro de 1680 y otro de 1708.
t ír iu s ’zumaque im portado de T iro o de Siria’ Parece que de ahí viene la frase decir a uno con
1.a doc.: Acad. 1925, no 1884. cuántas entra la romana ’revelarle verdades des­
El cat. roldor, pronunciado ruldQ y con fre­ 5 agradables que ignora’, ’ponerle los puntos sobre
cuencia escrito roldó, es de uso general en el P rin ­ las íes’, ’decirle cuántas son cinco’, empleada en
cipado (con variantes locales rodó, raudo y rondó). el Quijote II , xlix, 185r°, que Rz. M arín supone
Con las grafías raudor, reudor, roudor, se docu­ abreviación de cuántas arrobas o cuántas libras.
m enta en textos de 1249, 1252 y las Costumbres Es palabra de uso general, y seguramente bien co­
de Tortosa, y se siguió escribiendo roldor hasta 10 nocida en todas las épocas. Port. romana (Fig., no
el S. X V III; que el vocablo terminaba en -r se M oraes); cat. romana, documentado con frecuen­
comprueba por los derivados roldorassa, Rodoreda cia ya en el S. XV, desde 1410 (Ag.); oc. romana,
y E l Rodorar. Luego la forma aragonesa roldón tam bién frecuente ya en este siglo, y en u n inven­
es catalanismo castellanizado falsamente según el tario de Hyéres, que es del X IV (Levy, P. S . W .,
modelo de torró = turrón, cordó = cordón, etc. El 15 s. v.); fr. romaine, desde el S. XV, con variante
área del vocablo se prolonga en territorio occitano, roumane todavía usual en el X V I, y ya rom man
donde rodor ya se encuentra en la Edad Media, en 1399 (D u C .; b. lat. francés romana en 1408);
y hoy se pronuncia rudú en el Aveyron, ródu o en italiano la rom ana se llama stádera, y romano
ródul (con retroceso m oderno del acento) en el (genov. román) es sólo el peso de la ro m an a:
Lemosín, el Quercy, el Aude, etc.; de ahí se tomó 20 es tam bién denominación antigua, que no sólo
el fr. roudou. Se trata de la Coriaria myrtifolia, tiene claramente este sentido en el S. X V II (Ga-
planta semejante al zumaque, R hus coriaria, y em­ lileo), sino tam bién en la segunda m itad del X IV
pleada como ella en tintorería. E n griego se lla­ (Franco Sacchetti); según Devic el masculino rou-
maba poü; (genitivo p oóq), de donde el lat. rhus, mo se emplea tam bién en el Quercy (junto al
cuyo genitivo debería ser rhois, pero en su lugar 25 femenino roumano).
encontramos un genitivo latinizante rhoris, de Según M artínez M arina, Dozy (Glossaire, 335),
suerte que el nom bre de esta planta se confundió Devic (página 60), Eguílaz, Lam m ens, Lokotsch,
totalmente con el del romero, ros, roris. D e ahí Bloch y otros, romana viene del ár. rum mána id .;
la necesidad de distinguirlas agregando u n deter­ mientras que para F. del Rosal (1601), M -L.
minativo, r o s m a r i s o m a r i n u s para la una (V. 30 (R E W 7369)' y otros varios', se trataría de un
R O M E R O ), r o s SYRIACUS para la otra, citado m u­ s t a t e r a o l i b r a r o m a n a ’balanza de los Roma­
chas veces por Celso, Columela, Escribonio, etc. nos’, aunque no precisan bien por qué se le ha­
Luego el roldón se im portaba a Roma desde Siria, bría dado este n o m b re; Gamillscheg (E W F S )
e indudablemente había de hacerse por el puerto quiere conciliar las dos opiniones suponiendo que
de T iro, que servía de centro exportador de este 35 el árabe lo tomara del latín, trasmitiéndolo a la
país. Es de creer que se dijo tam bién r h u s T Y - lengua de Oc, y ésta al francés.
R i u s , en acusativo r o r e m t ? r i u m , que vulgarmen­ T odo esto se ha dicho bastante a la ligera; si
te se pronunciaría * r o r e t ü r í u ; de ahí oc. rodor; admitimos que en árabe viene del latín, no que­
la y del catalán antiguo (convertida según es de da ninguna razón válida para suponer que el ro ­
ley en -l- moderna) revela que esta forma latina se 40 mance lo tomase del árabe y no del latín direc­
disimilaría en * r o d e t ü r í u . El resto de la evolución tam ente. L a palabra rummána, por su estructura,
es normal. H e resum ido aquí mi artículo de R om . podría perfectamente ser genuina en árabe. Pero
LXV, 218-21. con esto no digo que lo sea, y me guardaré de
afirmarlo. N o hay propiamente una raíz r-m -n en
Roleo, rolla ’trenza’ V. rueda Rolla ’niñera’, 45 árabe, y no veo que las acs. de la raíz r-m -m se
V. arrullar Rollar ’arrollar’, ’pedregal’, V. rueda presten a derivar de ahí rummána ’balanza ro­
Rollera, V. arrullar Rolletal, rollete, rollizo, rollo, m ana’. Por ello opinan Golio, Lañe y Devic (y
rollón, V. rueda Rollona, V. arrullar Rom a­ a esta opinión se adhirió Dozy, según una adi­
dizarse, romadizo, V. diarrea ción marginal del ejemplar de mano de su glo­
50 sario) que el nombre de rummán se daría en
ROM ANA, origen in cierto : es dudoso que sea árabe (como en italiano) al peso de la romana,
genuina en árabe la palabra rummána id., de la cual por semejanza con la forma de una granada, fru­
se le suele derivar, y no se puede desechar la po­ to que en árabe se llama realmente rum m án\
sibilidad de que sea abreviación de ’balanza ro­ L a documentación del nombre del tipo de ba­
m ana’. 1.a doc.: invent. arag. de 1397. lanza que nos interesa es algo escasa y esporá­
Tam bién aparece en otro inventario de esta p ro­ dica en árabe, aunque no carece de antigüedad.
cedencia, del año 1488 (V R om . X , 200). N o co­ Según Lañe, rum m án como nombre del peso de
nozco testimonios literarios medievales; no figura la romana está ya en el dicc. árabe-persa del persa
en los glos. de h. 1400, N ebr., PAlc., C. de las Zamaljsarí, que vivió largos años en la Meca,
Casas ni Percivale, aunque sí ya en APal. (55b), 60 era gran conocedor del árabe clásico y m urió en
1144; agrega Lañe que hoy este nom bre se apli­ lanza; según citas del N E D (donde el ingl. Rom án
ca también a ¡a romana misma. Es notable, sin beam o R . balance se documenta desde 1611), se
embargo, que ni él ni Freytag citen autoridades han encontrado romanas en las excavaciones de
de otros lexicógrafos; el vocablo falta en los tres Pompeya (K night), y según la Enciclopedia Co­
glosarios hispanoárabes, lo cual es realmente ex­ 5 mercial de Homans (1858) ya se menciona en 315
traño si el vocablo era usual en hispanoárabe, antes de J. C.
pues el glos. de Leyden, al definir el ár. qabbán El nombre de la romana usual en latín era
como statera, agrega campana, precisando así que statera, y tam bién se le llamó campana, según
se trata realmente de una romana, y R. M artí consta por una clara descripción de San Isido­
da nada menos que 9 equivalencias arábigas de 10 ro : acampana regione Italiae nom en accepit, ubi
statera, entre las cuales varias que hoy designan prim um ejus usus repertus est; haec duas lan­
especialmente la rom ana; tampoco hay documen­ ceas non habet, sed virga est signata libris et
tación de ninguna clase en el Suppl. de Dozy, unciis et vago pondere mensurata» (Etym . X VI,
y hoy no es palabra de uso general en los dialec­ xxv, 6). De ahí todavía el nombre de la romana
tos m odernos; según Lerchundi, Beaussier y Ben 15 en varios dialectos italianos, y el rum . cump&ná,
Sedira, se emplearía rummána en Marruecos y que, según otros, viene del latín a través del es­
Argelia, pero, según T edjini, lo que se dice en lavo. Ahora bien, una denominación l i b r a r o m a ­
el M arruecos francés es mizán (ya R. M artí) o n a parece enteramente paralela a l i b r a c a m p a n a ,
büdará0", Cañes (que suele reflejar el uso sirio) o sea ’de Campania’. Pero hay que tener cui­
traduce por qabbán, y Bocthor (Egipto) recoge 20 dado, pues el caso no es igual y la explicación
rümána o rummána, pero da en prim er lugar de San Isidoro no cabría en este caso : los ro ­
singa y qabbán. La sospecha de que la palabra manos no habrían aplicado su propio nom bre a
sea un latinismo en árabe aumenta al observar: ese instrum ento si lo hubieran inventado ellos,
la variante rümána, usual en Egipto según el tes­ pues todas las clases de balanza eran «romanas»
timonio concorde de Bocthor y L a ñ e : esta va­ 25 para los romanos. Por otra parte, el origen de
riante, que no existe en el nombre de la granada, campana tampoco es claro, y la afirmación de
seria m uy difícil o imposible de explicar si es­ San Isidoro no se apoya en nada. Por el contra­
tuviéramos ante un uso figurado del nom bre de rio, Leo W iener (Z R P h . XXXV, 467), llamando
este fruto, mientras que esta ü larga nos recuerda la atención sobre el hecho de que el gr. x a u .-a ';á í
la de rüm ’rom ano’. 30 ’rom ana’ en un escrito griego del Em perador Ju ­
Tam bién hay que reconocer que desde el liano (S. IV) es bastante anterior a la documen­
punto de vista semántico esta etimología arábiga tación latina de campana, supone que en latín
es algo sospechosa. L a forma geométrica de una viene del griego, en éste del persa kapán, y en
granada en nada se diferencia de la de una m an­ persa del chino han p ’ing ’balanza’, que anti­
zana (a no ser en la pequeña abertura tubular 35 guamente se habría pronunciado keng pang. H ay
y dentada que la rem ata, lo cual desde luego no que dejar esto a la competencia de los sinólogos
se encuentra en el peso de la rom ana): ¿por e iranistas, y tratándose de una teoría de Wie­
qué, pues, darían los árabes el nombre de ’gra­ ner, es preciso acoger con desconfianza las afir­
nada’ a este peso, y n o el de ’manzana’, que no maciones que no podamos verificar. Sofer (p. 123,
tiene menos usos metafóricos en árabe que en 40 que deberá consultarse para más bibliografía), aun
romance? (vid. Dozy, Suppl., s. v. tujfáh). F ren­ reconociendo que la documentación latina de cam­
te a estas razones, la sola autoridad del Zamal)- pana es posterior a San Isidoro, cree que lo
5arí no basta para convencernos del carácter ge­ mismo hay que decir del griego: los datos grie­
nuino del ár. rumtnán. Si la denominación s t a ­ gos citados por el T h L L y por Sophocles son
t e r a r o m a n a era usual en el mundo mediterrá­ 45 m uy tardíos, y tam bién puede serlo el papiro que
neo desde la alta Edad Media, su uso pudo se ha citado; en cuanto al pasaje de Juliano, su
perfectamente propagarse hasta el Oriente ará­ autenticidad, según Sofer, es dudosa, y aun si
bigo antes del S. X II, y era natural que los ára­ fuese auténtico no decidiría la cuestión. El persa
bes interpretaran este nombre por etimología popu­ kapán y el ár. qabbán ’rom ana’, según Dozy,
lar como una metáfora del nombre de la granada, 50 vendrían del latín.
y por lo tanto lo aplicaran especialmente al peso Hugo Schuchardt (Romanische Etymoiogien II,
más que a todo el aparato. 10) admite la posibilidad, asegurada por W iener
Por otra parte, ¿podemos asegurar que esta­ (cuyo texto no entiende bien Sofer en este pun­
mos ante el gentilicio r o m a n u s ? No, por cierto, to), de que campana, en el sentido que ha con­
al menos por ahora. El supuesto lat. b i l a n x r o ­ 55 servado en cast., sea aplicación figurada de cam­
m a n a que cita Gamillscheg no está documentado, pana ’rom ana’ por comparación de la campana
que yo sepa (falta en C G L , en Forcellini y en pendiente de u n largo brazo con una romana,
el Onomástico de D e V it; D u C. no trae auto­ pero se inclina más bien a creer que ambos de­
ridades anteriores a 1399). De todos modos, cons­ rivan independientem ente del famoso aes cam-
ta que los romanos empleaban este tipo de ba­ 60 panum o bronce de Campania, famoso en la An-
tígüedad como el m ejor de to d o s: campana y ciertos empleos del primitivo romano, que ya casi
rom ana se habrían llamado así por estar hechas tienen este valor. Gato romano «el manchado a lis­
ambas con este bronce. Debemos dejar en sus­ tas de pardo y negro» (A u t.) ya está en Lope y
penso todas estas cuestiones, que por lo demás en Cervantes (Fcha.); «romanos llaman en algu­
no tienen interés primordial para el origen de 5 nas partes a unos melocotones m ui grandes y gus­
romana. tosos, que tienen el huesso colorado y la carne pe­
Pero aun siendo dudosa o improbable la pa­ gada a él» (Aut.).
ridad semántica de l i b r a c a m p a n a y l i b r a r o ­ D e r i v . Romanato [Acad. 1925, no 1884] o ro­
m ana, éste pudo nacer por imitación de aquél manara (Acad. 1925). A ndar o ir de romanía ’de
(aun concediendo como posible que el nom bre 10 capa caída’ [h. 1540, Ju an de Valdés], quizá por
de aquél sea deformación de una palabra sino- la decadencia extrema del Im perio Bizantino, lla­
persa) : fijado c a m p a n a como nom bre del ins­ mado Romanía, a fines de la E dad M edia1. R o ­
trum ento así llamado en la actualidad, se intro­ manilla venez. Romanillo. Romanina [Acad. 1843,
duciría r o m a n a como nom bre de la balanza para no 1817]. Romanista [Acad. 1884, no 1843]; ro-
evitar una homonimia intolerable, inventándolo a 15 manismo. Romanizar [Acad. 1925, no 1884]; ro­
modo de sustituto geográfico aproximado para los manización. Romance [Cid; id., romance, ro-
que creían en la etimología de San Isidoro; o man(z), Berceo; romance APaL 78d, 307b; «ro­
bien se trataría de un nombre formado como arado mance', lengua romana: sermo rom anus; r., can­
romano o vela latina, para diferenciar de otros ti­ tar: carmen heroicum» N e b r.; para la historia se­
pos de balanza no tan antiguos en la Romanía. 20 mántica, vid. L . Pfandl, Das sp. W ort r., en
E n definitiva, el dilema de árabe o latín no Investig. Lingüísticas, Méjico II, cuad. 3-4; «en
está resuelto, y no podrá resolverse hasta que: pl., vale bachillerías, excusas o astucias: y assí se
los filólogos arabistas aporten más documentación dice que alguno tiene o gasta muchos romances»
o hasta que el problema se aborde a fondo desde: A ut.; la ac. ’novela’ y especialmente ’historia de
el punto de vista de la historia de los realia, que 25 amor’, corriente en América, aun en la Arg. (ya en
es el camino que más probabilidades tiene de; Sarm iento, Facundo, ed. Losada, pp. 162-3), es
llevar a u n resultado inequívoco. Provisionalmen­ anglicismo grosero e inadmisible], del lat. r o m a -
te, podemos considerar el origen latino como algo n í c e , adverbio aplicado al habla de los romanos,

más probable. y posteriorm ente al lenguaje hablado de las na­


D e r iv . Romanador. Romanar o romanear; ro­ 30 ciones rom anizadas; romanear ant. [Berceo, 5.
maneo. Romanero. Or., 2; G . de Segovia, p. 80; N eb r.: «in ser-
1 M -L . va a la ligera, como todos; por lo vis­ monem rom anum verto»; ejs. del S. X V I en
to, sencillamente ignora que se haya derivado A ut.; O udin], después cambiado en romancear
romana del árabe, como ignora (R E W 7371) que [Aut.]2 o arromanzar [princ. S. X V II, D H ist.];
e! port. roma ’granada’ sea arabismo, de lo cual 35 romanceador; romancero [Cervantes; obras de ese
no hay que dudar.— 2 Asegura Eguílaz que ésta título ya en el S. XVI], romanceresco, romance­
era la opinión de Simonet, citando el Glosario rista; romancillo; romancista [princ. S. X V II,
de éste, publicado más tarde que el de aquél. Aut.].
Pero nada hay en el libro de Simonet. N o sa­ Romántico [Bretón de los H erreros, med. S.
bemos si éste cambió de opinión a últim a hora 40 X IX , en Pagés; Acad. 1884, no 1843], del fr.
o si se trata de una de las habituales inexacti­ romantique, prim ero ’novelesco’ [1694], y éste
tudes de Eguílaz.— 3 Aunque aislada en el idio­ probablemente tomado del ingl. romantic [1628,
ma, es palabra muy antigua y castiza, pues ya N E D ; ej. anterior en A. N . Stunz, Literary S u p -
está en el C orán o en una novela escrita en el plem ent de T h e Tim es, 8-IV-1939, p. 204], de­
Iraq a med. S. X (Dieterici), y usada en todas 45 rivado del anglofrancés romant, variante del fr.
partes (Dozy, Suppl.); si su nom bre viene del román ’novela’, ’historia novelesca en verso’, que
nom bre nacional de los armenios, no hace falta es la forma tomada en francés por el lat. r o m a ­
averiguarlo aquí. n ic e ; del inglés pasó al alem. romantisch, apli­
cado en el S. X V III a ciertas tendencias literarias
Romanato, romance, romanceador, romancear, ro­ 50 opuestas a las clásicas, del alem. se trasmitió esta
mancesco, romancerista, romancero, romancillo, ro­ ac. al fr. [1810], y de ahí al cast.; romanticismo.
mancista, V. romano Romanear, romaneo, roma­ Románico [Acad. 1925, no 1884], tom ado del lat.
nero, V. romana. romanicus ’rom ano’, con trasfusión de los sentidos
arquitectónicos y filológicos que había tom ado el
R O M A N O , del lat. r o m a n u s ’perteneciente a 55 fr. román en el S. X IX . Romanza [Acad. 1884, no
Roma’. 1.a doc.: Berceo. 1843], tom ado del it. romanza.
No pertenece a este dicc. estudiar la historia de Romero ’peregrino’, tomado por vía semiculta
los gentilicios, y así puedo limitarme a los deriva­ del b. lat. romaeus y éste del gr. po>¡jt.(xToc propia­
dos de r o m a n u s que han alcanzado valor apelati­ m ente ’rom ano’, aplicado en el Im perio de O rien­
vo, agregando un par de indicaciones acerca de 60 te a los occidentales que lo cruzaban en peregri­
nación a T ierra Santa, etimología de Rajna, de­ da romances ’necedades, pequeñeces’ viene el
mostrada satisfactoriamente por Spitzer (Z R P h . chil. romancear «vagar cerca de u n punto al
LVI, 644-5); la aplicación a los peregrinos de aguaite de la oportunidad para hacer algo veda­
Santiago o de Roma es de fecha posterior. Aebis- do» (G. M aturana, A U C h. X C II, iii, p. 52, y
cher, ZRPh. LX IV , 371-80, indica que el tipo 5 glos.); cat. romancejar ’entretenerse, perder el
romeo, aun siendo helenismo, pudo emplearse desde tiempo’, romancer ’roncero, que pierde el tiem ­
buen principio en Italia, por influjo del griego de po’.— 3 L a etimología de Brüch (ZRPh. L V I, 53-
la Magna G recia: romaeus aparece en textos muy 55; L V III, 343-7) * r o m i - m e u s , de Rom a y mea­
antiguos empleado en Roma misma y en Nápoles re ’ir’, es imposible en u n vocablo de formación
en combinaciones como ripa romaea, Sancta María 10 medieval y relativamente tardía, pues meare es
romea, etc.; después se restringió al sentido de ajeno al latín vulgar y al rom ance; sus argu­
’peregrino que va a Roma’. En cast. el vocablo mentos contra la etimología tradicional, en la
aparece primeramente en la forma romeo [1155, forma que le dió Spitzer, carecen de todo va­
F. de Avilés, lín. 94; Berceo, M il., 17, 616, 708b, lor.
198b, 204c. Romeo 1143, 1215, en documentos 15
navarros como nom bre; veo. erromes ’peregrino’ ROM AZA, resulta de un cruce de los dos nom ­
y ’pobre, mendigo’ : ya aparece Errumessa aplica­ bres latinos de esta p la n ta : r u m e x , - I c i s , y l a -
do a un clérigo en doc. de 1243, Michelena, p a t h í u m . 1.a doc.: S. X III, L . de los Cavallos,
poLiVa. I, 45], raramente en la forma popular 29.1; 1475, G . de Segovia (p. 85).
romío [doc. leonés de 1213, Staaff 7.25; Fuero 20 Con -z- sonora en éste y en N ebr. («oxylapa-
de Oviedo de 1295, en el pasaje correspondiente tos»), y hoy se pronuncia así en Cáceres y Sierra
al de Avilés], posteriormente romero (por un cam­ de G ata (Espinosa, Are. Dial., 92). Es la R u m ex
bio de sufijo como en galea > galera, trinchea > Patientia L . (Colmeiro IV, 559), llamada laba$a
trinchera) [h. 1295, J." Crón. Gral. 649a6; J. Ruiz, en port. ( < l a p a t h i u m ) , lavazza en sobreselvano,
y en mss. tardíos de Berceo; N eb r.; comp. Cej. 25 paradella en cat., rómice en italiano, etc.; en cat.
V, § 130]3, gall.-port. mod. romeiro, pero ant. ro- se emplea tam bién romas en algunos puntos (Sa-
meu («foi rom eu a Jherusalen», Ctgs. 5.22, etc.); llent, B D C X V II, 40; Fabra), roma en el Pallars
el femenino es romia en gall. ant. (romya, Ctgs. y Cerdaña (BD C X X III, 306; Brousse, Cerdagne,
27X.20, que quizá se nasalizaba paralelamente a p. 188). Indicaron ya esta etimología M -L . (R E W
mía > minha) y en cat. (hoy desusado aquí). R o­ 30 7439) y G . de Diego (RFE IX , 148).
mería [h. 1200, A uto de los R. Magos, v. 77;
Berceo, M il., 2a, 887d, 891 b; en este derivado la Rombal, rombo, romboedro, romboidal, rom ­
-r- se introdujo antes que en el primitivo, a causa boide, V. rum bo Romeraje, V. romano Ro­
de la suma rareza de una terminación -eía; comp. meral, V. romero Romería, romeriego, V. ro­
oc. ant. tomaría, R F X L IV , 403, y cat. ant. ro­ 35 mano
mería, ya en las Homilías de Organyá, en Lulio,
etc., a pesar de oc. rbmieu, cat. romeu]; romerie­ R O M ER O I, ’Rosmarinus officinalis L .’, podría
go; romeraje (Tamorlün, y otros textos en vocab. venir, como los nombres de los demás romances
a la ed. de Sta. M .u Egipc. de M. Alvar, M. 1972): (port. rosmaninho, cat. romaní, fr. romarin, it. ra- '
en éste, como en romeatge, que aparece en Sta. M .a 40 merino, etc.), del lat. r o s m a r in t js cambiado en
Egipc. v. 274 y en el port. romagem f., gall. romaxe *romarino o *romerino y de ahí extraído romero,
'peregrinación’ (Castelao 120.6) —éstos con reduc­ como si aquella forma fuese un dim inutivo; pero
ción fonética igual a la de vendima < -imia— tene­ parece más probable partir de la otra forma del
mos un préstamo compostelano procedente de oc. nombre de esta planta en latín, r o s MARIS, con­
ant. (y cat.) romiatge. 45 traída en * r o m a r is y cambiada luego en * r o m a -
1 Sólo conozco dos testimonios, el de Juan de r i u s , de donde romero. 1.a doc.: h. 1325, Juan
Valdés, donde andar de r. valdría «ir de golpe, M anuel, Libro del Caballero (Rivad. L I, 252b34).
caer por sorpresa» según Fcha. (no puedo com­ Q ue formas semejantes ya eran usuales m ucho
probarlo por no estar a mi alcance esta obra), antes en el Sur de España nos lo prueba el nom ­
y uno de Quevedo con la otra a c .: «el bribón, 50 bre rum m áiru o rumá\ra recogido (junto con ru-
que vió que esto iba de capa caída, y que iban m aninu y rumarínu) por el anónimo sevillano de
de romanía, y que el mozuelo traía la soga h. 1100 (Asín, p. 250, ’Libanotis coronaria’, va­
arrastrando...» Cuento de Cuentos, Cl. C., p. riante del romero). Si no me engaño, es nombre
187. «Caer de romanía es quando las velas caen y forma de uso general en todas las épocas y en
de golpe» G . de Palacio, f° 153v°. Falta en O u- 55 todas las regiones de lengua castellana (Nebr. «ma­
din, Covarr. y A ut., y Acad. no lo admitió al ta conocida, ros m arinas»; APal. 243b, 422d,
principio más que en la ac. ’de capa caída’ (ya 423b, la variante rosmarín, que da además en
1884, no 1843). Morfológicamente parece im po­ uno de estos pasajes, parece ser castellanización
sible derivar de romanear (derivado de romana), esporádica del nombre latino). Formas semejan­
como quisiera la Acad.— 2 D e la ac. arriba cita­ 60 tes a la castellana sólo se encuentran en el ca­
R OM ERO 60

talán meridional, donde romer es propio no sólo E n latín clásico y antiguo la planta se llama
del País Valenciano1, sino de la zona catalana de prim eram ente R ö s , r ö r i s (masculino en Virgilio),
T eruel (B D C IX , 72), y lo he oído en muchos sea por u n uso figurado de r ö s ’rocío’, sea palabra
pueblos del Campo de Tarragona, además en todo diferente y m ero homónimo de aquélla. Como he
el valle del Ebro, y en una parte del del Segre, has­ 5 explicado s. v. R O L D Ó N , se empleó tam bién en
ta los municipios de L a Pobla de Cérvoles, L ’Alba- latín r o s , r o r i s , como nom bre del emborracha-
gés, Aspa, Almatret y Fraga (BDC IV, 43); es cabras o Coriaria Myrtifolia, planta muy abun­
posible que en la provincia d'e Lérida llegue más dante en tierras mediterráneas, cuyo nombre vie­
al N orte (de todos modos ya se dice romaní en ne del griego; y como consecuencia de esta no-
el Pallars, como en el resto del Principado, en 10 monimia realmente molesta, hubo necesidad de
Mallorca, etc.)2. En efecto se emplea romer hasta agregar un determinativo al nombre de las dos
la línea Ager-Artesa de Segre (oído en M ont^onís; plantas, para diferenciarlas; determ inativo que,
pero es cierto que en el límite de Urgel y Segarra, en nuestro caso, fué com únm ente r o s m a r i n u s ,
en Verdú, ya anoté romaní). Tratándose de una tal como ya escriben Horacio y muchos más. Se­
planta tan sumamente abundante en estas regio­ 15 gún el seudo-Apuleyo, se le daría este nom bre
nes, y tan aprovechada por la industria popular porque se hace cerca del mar, pero es bien cono­
de la miel, es difícil que este romer sea un prés­ cido que el rom ero crece tam bién en gran canti­
tamo del cast. o arag.; es verdad que Eiximenis dad en tierras interiores como A ragón; así es po­
(fin S. XIV), gerundense que vivió en Valencia, sible que tenga razón Bertoldi (V R om . V, 97) al
después de decir que en esta tierra abunda mucho 20 considerar este adjetivo como indicación de una
el romaní (Regim ent, N . Cl., 26.25), agrega más im portación lejana, con el sentido vago de ’ultra­
allá, evidentemente empleando la forma que él marino’ ; por lo demás, este punto requerirá es­
oía a su alrededor en V alencia: «la térra aquesta tudio más detenido, mas para nuestro propósi­
vos dóna... romero, de qué en altres terres envides to basta lo dicho.
[’apenas’] se’n troba una mata», y luego repite dos 25 Diez (W örterbuch), Simonet, M -L . (R E W 7383)
veces la misma forma (30.18, 104.13); sin embargo, se lim itan a decir que romero es «alteración»
me parece probable que aquí tengamos, más que de r o s m a r i n u s , sin explicar cómo pudo pro­
la forma aragonesa, el nombre mozárabe valencia­ ducirse esta alteración. L o probable es que,
no de esta planta, rum airu, primero catalanizado pensando más o menos inconscientemente en el
en romero parcialmente, y luego del todo (romer). 30 it. ramerino, romerino, creyeran que romero es
Fuera del cat. y el cast., no parecen existir actual­ una especie de seudo-prim itivo sacado del seudo-
m ente formas semejantes, aunque quizá las hubo dim inutivo romerino. T al «desdiminutivación» se
en gascón, pues D u C. recoge un latinizado ro- ha producido realm ente en Portugal, pues en la
marus en un doc. bordelés de 1305; por lo demás Beira Alta se le llama rosmano (Leite de V., Philol.
la lengua de Oc, antigua y moderna, sólo conoce 35 Mirand. I, 306), en el N E. de la Beira resmano
romarin o romanin (roumcmi o roumanieu en bear- (R L V, 173), igual en el Alentejo (R L IV, 73),
nés, Palay). Esta forma, que corresponde a la em­ resmdno o rasmöno en el Algarbe (R L X , 4 7 )\
pleada en Cataluña y Baleares, es con mucho la Sin embargo, el hecho es que el paso fonético de
de mayor extensión en la Romanía, y no debió romarino a romerino, regular en Italia, no te-
de ser del todo ajena al mozárabe, a juzgar por 40 lí a por qué producirse en Castilla, como no se
las formas citadas del anónimo de h. 1100; Aben- produjo en Portugal, Mozarabía u Occitania, y
beclarix da rusmánún, que Simonet sospecha sea así esperaríamos como resultado cast. de r o s m a -
errata por rusmaninün, pero que más bien me pa­ r i n u s , sea romarino o sea, si acaso, *romaro. H a­
rece estará por rusmánin. En Portugal se dice co­ bría que suponer que ya se percibió -arino como
m únm ente rostnaninho, con la misma dilación 45 una especie de derivado de - a r i u s , cambiándose
(ayudada por la disimilación) que se impuso en así en -erino, tal como - a r ía pasó a -ería; de to ­
cat. y parte de la lengua de Oc, que se extiende dos modos, es un supuesto arriesgado. Quizá, co­
al extremo Occidente leonés, pues en M iranda di­ mo ya sugerí en R om . LXV, 220n.2, tenga razón
cen rusmenino (o m enino por etimología popular, la Acad. al partir de r o s m a r i s , que como equi­
Leite de V., Philol. M irand. I, 304), y ya está 50 valente de r o s m a r i n u s sale un p ar de veces en
documentada en un glosario latino (romaninum O vidio; contraído en * r o m a r i s , y perdida la n o ­
C G L II I, 195.39); en alguna habla local portu­ ción de la composición del vocablo, no sería ex­
guesa persiste el consonantismo primitivo rosma- traño que esta forma se cambiase en * r o m a r i u s
rinho, en Matela (NE. de T ras os M ontes, R L por cambio de «sufijo», tal como s i n g u l a r i u s
II, 107), pero la forma con -n- debe de exten­ 55 ( > señero) sustituyó a s i n g u l a r i s , y tantos casos
derse a casi todo el país, a juzgar por las varian­ semejantes. Es verdad que quisiéramos tener más
tes que cito luego. Term ino esta enumeración re­ testimonios del uso vulgar de este r o s m a r i s , sólo
cordando el fr. romarin, el logud. romasinu y el docum entado en Ovidio, y mientras no los encon­
it. ramerino, para cuyas variantes dialectales pue­ tremos, esta explicación será dudosa; en el C G L
de verse el R E W 7383. 60 (V II, 213) hay más de veinte ejs. de r o s m a r i n u s
y ninguno de r o s M a r i s . Esto puede explicarse del Corbacho, figura en autores del S. X V II, ci­
por tratarse de un arcaísmo limitado al Centro tados por A ut. Voz de uso general. El port. rom ­
y parte del Sur de España, que muy bien pudo bo tiene las mismas ac s.: espada romba ya está
escapar a la atención de los glosadores, mientras en F r. G aspar da C ruz (1659: Vieira), espora
que r o s m a r i n u s se extendía a todo el resto de la J romba en Galváo de Andrada (1678), cita de Blu-
Romanía. Y la forma mozárabe rumáiru parece in ­ teau; el cual agrega: «algüas vezes val c mesmo
dicar realmente que debe partirse de un antiguo que redondo, e D uarte N unes de Leáo [1606],
* p .o m a r i u s ( < r o s m a r i s ) ' más que de r o s m a r i - rombo, por redondo, vem do lat. rhom bus, que
n u s. _ _ hé o peixe rodovalho, que tem a figura redon­
Acerca del lat. r o s m a r i n u s , cf. ahora Pisani, 10 da». En catalán tam bién se ha empleado rom (ad­
Indogermanisch und Europa, M unich, 1974, 47-48. mitido por Fabra), aunque es desusado en Bar­
D e r i v . Romerillo. Romeral. celona y me abstendré de afirmar que sea castizo,
1 Donde ya lo registra J. Esteve en 1489.— pero ya figura en Jaum e Roig, a. 1460: «no
■Además en Torrebesses y L ’Albagés se llama pot l’agulla / cosir, q u ’es roma» (v. 2771); Ag.
romera una especie de brezo (cepell en otras par­ 15 agrega otro ej. valenciano de fines del S. XV,
tes); romerina nom bre de planta semejante al y otro m oderno del Principado.
romero, pero de flor amarilla y redonda, en Flix La etimología r h o m b u s la sugirió tam bién el
y en Granyena de les Garrigues (¿la que lla­ P. Sarmiento (B R AE X V II, 722); desde el punto
man socollada en otros pueblos de la zona?); de vista fonético nada habría que objetar, pues
romerill hierba silvestre diferente del rom ero en 20 aunque la 0 fuese breve, tratándose de u n hele­
L a Pobla de Cérvoles, que G riera (Tresor) re ­ nismo sería natural que se pronunciase cerrada,
coge en L a T orre de Cabdella, y es tam bién co­ y así no hubiera tenido por qué diptongarse en
nocida en otro pueblo del Pallars, Paüls de Fla- cast.; pero aunque esta etimología es la única
misell (Butll. del C. Excurs. de Cat., 1933, que ofrece cierta probabilidad, su explicación se­
286.— 5El gall. roméu (Sarm. CaG. 93i>; Cól- 25 m ántica no está cla ra : puede suponerse, sin em ­
meiro IV 367; Valí.) es una forma excepcional: bargo, que se partiera de la idea de los dos án­
quizá se debe a desdiminutivación de un *ro- gulos obtusos del rom bo; es posible tam bién que
maíño r o s m a n i n u m ; pero teniendo en cuenta el vulgo confundiera por esta razón el rom bo con
que el romero es planta de jardín en Galicia (y el círculo, que ya presentaría una semejanza más
aun exclusivamente, a juzgar por Valí.) podemos 30 clara con las figuras romas. D e todos modos la
creer que es un calco algo antiguo del castellano, idea es muy d u d o sa: entre otros detalles, no está
cuando todavía en Castilla y en Galicia se va­ claro el cambio de sustantivo en adjetivo, y los
cilaba entre romeo y rome(i)ro ’peregrino’. Más representantes romances de este vocablo parten
conocido en Galicia es el romeu do mar ’arbusto del significado griego ’peonza, trom po’ (R E W
submarino con tallos como coral, de hermoso 35 7291.1), de suerte que puede dudarse que en su
color purpurino’ que se emplea contra la rabia sentido de figura geométrica llegara r h o m b u s a
o como engalanamiento (Sarm. CaG. A 188r, A \l r , trascender jamás al habla del vulgo rom ano; sin
85r): como anda muchas veces flotando, y se embargo, es verdad que de ahí vienen el it. rom ­
coge en las redes, tanto puede proceder de una bo y el cat. rémol, como nombres del rodaballo,
comparación con la planta como con un pere­ 40 y tam bién es cierto que en griego p ó rjlp o ' de­
grino vagabundo. signa varios objetos de figura circular: u n tam ­
bor, una peonza, un círculo mágico. En resumen,
Romero II ’peregrino’, romí, romio, V. romano la idea es incierta, ya que no imposible (y así
la presenta con razón M -L ., RE W ).
RO M O , ’o b t u s o ’, ’d e n a r i z c h a t a ’, e n p o r t u g u é s 45 L a que sugiere Diez (W b., 484) no presenta m e­
rombo, d e o r i g e n i n c i e r t o ; e s d u d o s o q u e p u e d a nores dificultades: se trataría de un germanismo,
v e n i r d e l l a t . r h o m b u s ’r o m b o ’, p o r a l u s i ó n a l o s em parentado con el a. alem. med. y mod. rum pf
d o s á n g u lo s o b tu s o s d e e s ta f ig u ra g e o m é tric a . m. ’torso, cuerpo sin brazos ni piernas’, b. alem.
1.a doc.: 14381. med. rum p, neerl. romp id., isl. rum pr, sueco
E n el Corbacho, de esta fecha: «ombres cegi- 50 rumpa, dan. rum pe, ingl. med. y mod. rum p ’ra­
juntos, romos, camusos, o grandes narizes e luen­ badilla, trasero’, voces cuyo sentido primitivo pa­
gas o delgadas o agudas, ojos fondos...» (ed. Pz. rece haber sido ’tronco de árbol cortado’; cierta­
Pastor, p. 200.15). T am bién N ebr. registra nariz mente de la idea de ’m uñón’ se podría llegar a
roma (Lex. H isp.-Lat., f°i8r°); «muy romos de la de ’objeto rom o’, y el vocablo germánico tiene
narices» G . A. de H errera (1513; Cej. V, 155), 55 bastante extensión para que pudiéramos atrever­
«de nariz roma» Quijote. Se aplica tam bién a nos a atribuirlo al gótico, pero ahí tendría sin
cualquier objeto o b tu so : «lo áspero y lo liso, lo duda la forma *rümps, cuyo grupo m p no podría
agudo y lo boto o rom o» Juan de Pineda (1583), explicarnos el m b del port. ni la m del cast. En
«colmillos romos», «zapatos romos» Quevedo; ro­ rigor podríamos suponer que al entrar *rumps en
mo, dicho de la persona de nariz roma, además 60 romance se le adaptara en la forma * r u m b u s , algo
irregularmente (quizá por influjo de r h o m b u s ). ant. ’rom per, destruir’ [SS. X II y X I I I : Oelschl.;
Quedamos en duda entre las dos posibilidades2. Cej., Voc.]; derrota ’revés m ilitar’, podría derivar
D e r i v . Arromar. Enromar. del antiguo derromper, pero como no conozco ejs.
1 En un doc. leonés de 977 se venden tres té­ medievales ni parece haberlos anteriores a A ut.,
rras romas (Vignau, índice, n.° 705), pero es muy 5 ni de derrotar ’vencer’ los hay anteriores a 1683
dudoso que esto signifique ’calvas, sin árboles’, (Betissana, Cornejo, A u t.)2, parece seguro se trate
y aun así sería incierto que esto fuese nuestro de un préstamo del fr. déroute ’desbandada’
adjetivo romo (entre otras razones porque ahí es­ [1541], derivado del antiguo desroter ’desbandar,
peraríamos rombas).— 2 El galés rhum m en ’vien­ dispersar’ [SS. X II-X V I]3; en cuanto a derrota
tre’ que Diez relacionaba tam bién, nada tiene que 10 ’derrotero’ y derrotar ’desviar de la buena direc­
ver, vid. T hurneysen, 87. En cuanto al port. ción’, ’hacer un arribo forzoso’, ’venir m altrecho’,
rombo, cast. rumbo, ’agujero en el cuerpo de u n y de ahí derrotado ’maltrecho, mal vestido, etc.’,
buque’, va con el cat. romball, it. rombo, ’re- son palabras castizas e independientes (V. D E ­
m itndo de un buque’, de sentido completamen­ R R O T A ).
te alejado, V. aquí R U M B O . 15 Son cultos los siguientes. _Abrupto [1589, J. de Pi­
neda, D H ist.; no A ut.; S. X IX ], de abrúptus id.,
R O M PER , del lat. r u m p é r e id. 1.a doc.: Cid. participio de abrumpere ’cortar violentamente’.
D e uso general en todas las épocas y común: Erupción [Acad. S. X IX ], de eruptio, -onis, deri­
a todos los romances. Para acs. especiales, docu­ vado de erumpere ’precipitarse afuera’; eruptivo.
mentación y fraseología, vid. A ut. y Cej. V, 20 Interrum pir [1515, Fz. de Villegas (C. C. Smith,
143-52. BHisp. L X I), Covarr., Cervantes, quien también
D e r i v . Rompedero; rompedera. Rompedor. R o m ­ dijo interromper, como C. de la s Casas], de in-
pedura. Rom pible. R om pido [sentidos figurados, terrumpere id.; interrupción [S. X V I, A ut.]; in ­
S. X V I, Cej.]; rom pida ’conjunto de arrecifes’ terruptor. Irrum pir [Acad. S. X IX ], de irrumpe-
cub. (Ca. 167). R om piente [Acad. S. X IX ; no- 25 re id .; irrupción [med. S. X V II, Aut.]. Prorrum­
A ut. ni Woodbr.]. Rom pim iento [«ruptura» N ebr.; pir [Calderón, no Covarr.; prorromper 1444, J. de
’el comienzo de una acción continuada’, el r. dé M ena, Lab., 150f.], de prorumpere id. Prorromper.
la fiesta, de la molienda, etc., cub., Ca., 162]. R o m ­ C p t . Rompecabezas [Acad. 1925, no 1843].
pe m. ’tapa de las cajas de cerillas que los m u­ Rompecaldera. Rompccoches [Acad. ya 1817]. R o m ­
chachos recortan para jugar’ mure., and. (G. Soria- 30 pegalas [Acad. 1925, no 1843]. Rompehielos [id.].
no, AV) > cat. rompa f. (en la Costa de Levante). Rompenecios. Rompenueces. Rompeolas [Acad.
R oto ’sujeto mal vestido’ [princ. S. X V II, J. Polo, 1925, no 1843]. Rompepoyos. Rompesacos. R o m ­
A ut.; de ahí el roto chileno ’hombre pobre del pesquinas. Rompezaragüelles.
pueblo’], ’sujeto de malas costumbres’ [1603, A l- 1 Ir de rota abatida en Torres N aharro y tam ­
jarache de M artí, Rivad. II I, 372; S. X V II, Aut.]; 35 bién irse de rota, vid. ed. Gillet II I, 580, que
rotoso ’roto, desharrapado, vagabundo’ arg., chil. éste com prende como equivalentes de ir de ven­
[Ascasubi, S. Vega, v. 7552; M . Fierro coment. cida. Anar de rota batuda es también usual en
por Tiscornia, s. v.]; rotería. el catalán de Mallorca.— " Faltan ambos en APal.,
Rota antiguo ’m uchedum bre’ (Libro de Apo- N ebr., PAlc., Percivale, Covarr., M inshcu; «de­
lonio, 148c, < francés ant. rote, oc. rota id.), 40 rrotado•: mis en desroute, travaillé de la mer»,
’derrota, desbandada’ [h. 1580, H urtado de M en­ «derrotar: m ettre en desroute» en Oudin (1607)
doza, Cej. V, 149-50], ’ruta, camino’ [ v í a r u p t a se refieren a la ac. náutica.— 3 D e ahí derrotista
’camino abierto en el bosque’, de donde luego ’de­ [1916, periódicos, cf. J. F. Mendoza, «Excelsior»
rrotero’ h. 1580, F r. L. de G ranada, que ya fi­ 14-ix-59; falta Acad. 1936], calco del fr. défai-
gurará en la locución ir de rota batida, aplicada a 45 ríste, que a su vez lo es del ruso poraiéneis id.,
una nave que va a dar en tierra, en Fz. de Oviedo deriv. de porazenie «derrota».
y en la Relación de Cabeza de Vaca]1; comp. D E ­
R R O T A . R uta [neologismo, Aut.], tomado del fr. R O N , del ingl. rum id., de origen incierto, p ro ­
route de igual origen que el anterior; rutina bablemente abreviación de rumbullion, que apare­
[Acad. ya 1817], del fr. routine [S. XVI], propia­ 50 ce anteriorm ente con el mismo sentido, y que
mente ’marcha por u n camino conocido’; ruti­ parece ser aplicación figurada del ingl. dial, rum ­
nario [Acad. 1843, no 1817]. bullion ’tum ulto’, por las refriegas que ocasionaba
Rotura [Apol., 509b]; duplicado culto ruptura este licor. 1.a doc.: Hacia 1770, rrom ’aguardiente
[1555, Laguna, A ut.]; roturar [Acad S. XIX], extraído del guarapo acedo’, en el mallorquín Fr.
roturación, roturador. 55 J. de Sta. G ertrudis, Maravillas del Perú, B R A E
Arromper; arroto; arrotura. Corromper [Ber- X X X III, 142; Acad. 1817.
ceo; Cuervo, Dicc. II, 571-3], de c o r r ü m p e r e ; E n francés rhum se encuentra desde 1688, con
corrompimiento [N eb r.]; corrompible [N ebr.]; co­ referencia a la América inglesa, y es probable que
rrompido [N ebr.]; cultism os: corrupto [1240, F. el francés (pron. rom) sirviera de interm ediario
Juzgo, Cuervo, p. 573]; corrupción. Derromper 60 entre el inglés y el cast. El ingl. rum aparece
en 1654, y algo antes se encuentran los sinónimos (M. P., Dial. León., § 4.1).
rutnbullion [1651] y rum bustion [1652], comp. D e r i v . Ronca. Roncada ’amenaza’ arg. (J. H i­
rumbustious ’turbulento’; rum puede ser abrevia­ dalgo I, v. 309, en Tiscornia, Poetas Gauchescos).
ción de rumbullion: tam bién se dijo rumbo y rum - Roncador [N ebr.]; roncadora. ¿Roncal ’ruiseñor’
bowling en el sentido de ’ro n ’. Se trata de u n li­ 5 [Acad. 1936]?, voz dudosa, de la que no conozco
cor fabricado prim eram ente en las Barbadas y em ­ documentación (comp. Terr.). Ronquido [Nebr.].
pleado por gente de m ar; la conjetura de Skeat Roncón; ronquedad [Nebr.], hoy más bien ron­
y otros de que rum bullion sea una aplicación fi­ quera, raramente ronquez; ronquear; enronque­
gurada del ingl. dial. (Devon, etc.) rumbullion cerse [Nebr.], enronquecimiento [N ebr.]; arron-
’tum ulto’, palabra quizá emparentada con rum pus 10 quecer es raro.
id. y formas análogas, se apoya en la semejanza 1 «Ronco era el otro, de la pierna contrecho»
entre rum bustion ’ron’ y rum bustious ’turbulen­ 4586; como G trae en lugar de esto rato, en­
to’, tam bién emparentado con rum pus y análogos. mendado en raco, podría creerse sea error por
De todos modos, como observa el N E D , este ori­ raneo = renco (V. este artículo para la variante
gen no está probado incontestablem ente; comp. 15 raneo), pero el verso 461d nos enseña que este
König, B hZRP h. X C I, 176-7. Para otra conjetu­ sujeto había perdido realmente la voz. Quizá ha­
ra, por lo demás incierta, acerca del origen del bía roco en el arquetipo, que el copista de G
ingl. dial, rumbullion, vid. Spitzer, M L N L IX , n o entendió, y el de S modernizó.
243-6.
20 Ronce, roncear, V. roncero
Roña, roñal, V. enruna Ronca ’especie de
partesana’, V. arrancar R O N C ER O y RON C EA R , origen incierto, el
significado antiguo fué ’hipócrita, engañoso, hala­
R ONCAR, del lat. r h o n c h a r e id., derivado de gador’; probablemente derivados del antiguo ron­
r h ö n c h u s ’ronquido’, de origen griego; en cuan­ 25 ce ’halago engañoso’, y éste del ár. ramz (también

to a ronco es el lat. r a u c u s id., modificado por rum z) ’guiño’, ’expresión figurada, alegoría’. 1.a
influjo de roncar. 1.a doc.: roncar, h. 1400, glos. doc.; roncería, 1399; roncero, en varios textos del
de Toledo y del Escorial; ronco, Berceo. S. X V ; roncear ya una vez en este siglo.
Traducido stertere e irraucare en dichos glosa­ E n la traducción de la Confesión del A m ante
rios. Roncar es palabra de uso general en todas las 30 de John Gower, escrita en 1399, se lee «Apolo...
épocas: «stertere es roncar con son por las nari- a las vezes usava de rronceria, fasiéndose adevi-
zes en hondo sueño» APal. 471b, «roncar: sterto» nador de las cosas que avían de acontesger; así
Nebr., etc.; comp. Cej. V, § 142. L o mismo que que con sus sotilesas engañava de tal manera las
el port., cat. y oc. roncar, el fr. ant. ronchier, el gentes que do quier que llegava, fallava buen ga-
it. ant. roncare y otras formas romances (R E W 35 sajado» (p. 232), traduciendo falshede ’falsedad,
729 2 ), procede del lat. tardío r h o n c h a r e , r u n c a - engaño’ del original inglés (ed. Pauli II, 158). Al­
r e (Sidonio Apolinar, etc.) id., derivado de r h o n - go más tarde rongero y rongeria significan ’hala­
c h u s ’ronquido’, que ya está en M arcial; éste a gador’, ’halago’, a veces claramente con el matiz
su vez se tomó del gr. tardío c¿'¡/o^, palabra mal de ’halago engañoso’. N ebr. traduce aquél por
documentada, pero cuya existencia y antigüedad 40 «blandus» y éste por «blandiciae»; en F r. íñigo
en el idioma está asegurada por la del sinónimo de M endoza, h. 1480, leemos «haziendo guerra al
tardío pof/*tTu.óí, y sobre todo el verbo griego rongero, / con ronge m uy verdadero / de nuestra
clásico p éy/etv, pi^xetv, del cual p if /o c es de­ virgen María» (cita de N B A E X IX , 8, en Cej.)
rivado apofónico normal y antiguo. No parece que — donde al parecer conserva ronce el sentido eti­
W artburg ( Z R P h . L X X II, 119 tenga en cuenta 45 mológico de ’alegoría’— y más allá, en el mismo
todos los elementos del problema al asegurar texto, aparece ya el verbo rongear, con el sentido
(contra W alde-H.) que el lat. ronchus es ono- bien claro de ’halagar engañosamente’ ; «roncean­
matopeya autóctona. Para otro descendiente ro­ do a la muger, / un ángel de los caydos / nos
mance, cuya confirma el origen griego, vid. hizo a todos caher».
R U N F L A . En cuanto al adjetivo castellano ronco 50 Esta acepción aparece repetidamente y en la for­
(catalán ronc), que ya se documenta en Berceo ma más clara en el Spill del valenciano Jaum e
(«aves torpes nin roncas hi non se acostavan» Roig, hacia 1460: «aquella n it / l’espitalera, /
M il., 8d) y en J. R uiz1, su étimo ha de ser el falsa roncera, / ella y sa mossa / percint e bos-
mismo que el del it. roco, oc. rauc, fr. ant. rou, sa, / fins al cotó / del meu gipó / me scorcolla-
o sea el lat. r a u c u s ’ronco’, que en cast. y cat. 55 re n : / puys no h i trobaren / u n diner sois»
(ronc), después de pasar a roco, se convirtió en (v. 926), «dix la roncera / de la tornera / (volen-
ronco por influjo de roncar. L a forma primitiva se ter p ica ): / — En casa rica / ha-hi qué partir, /
conserva en ef port. y gall. rouco (Ctgs. 65.177; al m onestir / dau-nos sovent» (v. 6255), «altres
Castelao 215.2f), ast. occid. rouco, que a su vez ronceres / e regateres, / revenedores, / engaña­
ha ocasionado el cambio de ronquido en rouquido 60 dores / de venedors / e compradors / en pes e
preu, / may lo llur peu / entra\n l’esgleya...» (v. problema de apariencia muy oscura y complicada.
7519). Si queremos explicar conjuntam ente todos los re­
Todavía es éste el sentido que conserva M a­ presentantes romances de la raíz ronz-, segura­
teo Alemán en el G uzm án de Alfarache: «no mente no llegaremos a ningún resultado, pues ahí
son aquí m enester tantos enredos, engañándonos 5 deberemos incluir los dos verbos castellanos ron­
con libros, no hay para qué roncear; en el que se zar, el it. ronzare ’zum bar’, el cat. arronzar ’enco­
asentaron las partidas no es tan grande» (Cl. C. ger’, el oc. ronsar ’lanzar’, voces de sentido m uy
IV, 66). Y así oscilando entre el predom inio de heterogéneo entre sí y m uy diferente del de ron­
la idea de ’engaño’ y la de ’halago inocente’ va el cear. D esde antiguo parece haber reinado el p re­
vocablo hasta princ. S. X V I I : «la hostigase como 10 juicio de relacionar con el it. ronzare, pronunciado
a engañadora y no la oyese sus roncerías» Juan con z sonora, y ya por esto alejado de roncear
de Pineda (h. 1580), «con rostro de m ujer hala­ y roncero, que según nos m uestran las grafías m e­
güeño, por las roncerías y mañas que tienen para dievales tenían <¡ sorda. Pero Covarr., buen co­
engañar» F r. D . de la Vega (princ. S. X V II), nocedor del italiano, se lo arregla así: «roncear,
«escribió una carta llena de halagos y roncerías» 15 es de siervos floxos malmandados y holgazanes,
Gonzalo de Illescas (fin S. XVI), y otros que que mandándoles hazer una cosa se van entrete­
pueden verse en Cej. V I, 276-7; otras veces el niendo por no hazerla, y musitando, y del sonido
matiz de halago es más inocente: «ruega y aun que haze el mal contento, se llamó roncear; ron­
roncea a su moza le peine u n rato» Ant. de G ue­ zerò y rozongeroT>. A esta idea se atienen esencial­
vara, «tiene necesidad de pedir a otros, y para 20 mente M -L . (R E W 7372) y Spitzer (Z R P h . X L IV ,
im petrar ha m enester roncearles y hacerles aren­ 198-9).
gas» Juan de Pineda. Todavía A u t. reconoce es­ Pero el roncero no es u n rezongador3; al
tas acs., hoy anticuadas: roncear «halagar con contrario, procura llamar la atención lo menos
instancia, con acciones y palabras, para lograr al­ posible y ganar tiempo. Por vía onomatopéyica
gún fin», roncero «el que usa de acciones o ex- 25 sería m uy difícil explicar el sentido antiguo de
pressiones halagüeñas y cariñosas para conseguir ’halagador’, ’hipócrita’, ’engañoso’. Viene m uy n a­
su intento». turalm ente la sospecha de que ahí debe haber
El sentido m oderno de roncero «tardo y pe­ algo diferente del it. ronzare y del oc. ronsar; pero
rezoso en lo que se le m anda executar» es más tratándose de una voz estrictamente iberorrom an-
tardío (lejos de ser el básico, como cree Aut.). 30 ce y favorecida por el valenciano Jaum e Roig, y
En los Refranes que dízen las Viejas, med. S. XV, tratándose de una raíz trilítera, es imposible no
parece haber algo de esto, pero bien m irado ig­ pensar en el árabe. T an to más cuanto que hay
noramos lo que se entendía primero en el refrán un sustantivo ronce, en el que nadie se fijó, pero
«a m ajo alcuzero, am o ronfero» (R H XXV, 145, que a juzgar por su antigüedad y por su significa­
n.° 11); sólo nos consta la interpretación poste­ 35 do, más bien parece constituir la cabeza de fami­
rior, como la que da Seb. de Horozco, a princi­ lia, que u n brote tardío de la misma : la pobre
pios de la segunda m itad del S. X V I, pero ésta Areusa engañada, en la Celestina, exclama : «vete
sólo compromete a su a u to r: «A m ozo alcucero, de mi casa, rufián, vellaco, mentiroso, burlador,
amo roncero: / M enester es roncear / con mozo que me traes engañada, bova, con tus offertas va­
que mucho pida, / y una vez disim ular / y otra 40 nas : con tus ronces e halagos hasme robado q uan­
cum plir con parlar» (B R A E I I I , 123; ¿por alcuze­ to tengo» (xvi, ed. Cl. C. II, 142.5); F r. íñigo
ro parece entenderse el que gasta mucho aceite?); de Mendoza ya una docena de años antes emplea­
pero en realidad el amo roncero del S. XV puede ba el vocablo en el ej. arriba citado, y en este
ser el mismo a que alude el refrán del M tro. Co­ otro «que su ronce, más que lanza, / sin dubdan-
rreas, donde los térm inos aparecen ya invertidos 45 za, / fuerza al rey / por m anera / que consienta
«a señor a r t e r o , servidor roncero» (p. 8). El cuanto quiera»; O udin «ronces: flatteries, plaisans
sentido moderno de roncear «entretener, dilatar attraits»; bajo el cat. popular fer el ronsa ’ron­
o retardar la execución de alguna cosa por hacerla cear, hacerse el desentendido’ podemos adivinar
de mala gana» gana terreno en la segunda mitad tam bién, algo disfrazado, el ronce del cast, anti­
del S. X V I, es la que se encuentra en Cervantes 50 guo. M ure, hacer la ronza ’halagar para lograr un
y en la Pícara Justina (si hemos de creer a Fcha.), fin’ (G. Soriano). Está claro que roncero, roncería
y en todo caso es ya la única que conoce C ovarr.1. y roncear son derivados de este ronce primitivo.
Su explicación desde la idea de ’engaño’, ’hipo­ Ahora bien, hay una voz árabe ramz, tam bién vo­
cresía’, que veíamos tan clara en Jaum e Roig, es calizada rum z, que Freytag define «subtile sig-
m uy fácil de com prender: el roncero finge que 55 n u m ; aenigm a; in arte rhetorica: quod aliquis
va a hacer una cosa, pero va dando largas al asun­ modo occulto indicat quasi nu tu rem propin-
to disimuladamente. Pero la ac. medieval se con­ quam». Es palabra muy antigua, perteneciente a la
serva hasta hoy, con notable fidelidad, en Amé­ lengua coránica con el sentido de ’guiño’ («wink,
rica2. zunicken» Dieterici), y correspondiente al verbo
La etimología de roncear y roncero presenta un 60 rámaz ’guiñar el ojo’ y al sustantivo derivado már-
maz ’enigma, adivinanza’ (así en el H om bre y la más detenido en mi D ECat., pero desde luego
Bestia, escrito en el Iraq en el S. X ); pero tam ­ quiero expresar la fuerte sospecha que asalta al
bién es palabra viva en la actualidad, como nos conocedor del ár. ru m z ’guiño’, «innuere manu
muestran léxicos modernos basados en el habla vel capite», cuando nota que los ejs. medievales
de Siria («guiñada, guiño, señal que se hace con 5 de arronzar se refieren casi siempre a la nariz,
el ojo cerrándole un poco», Cañes), de Egipto o al menos a otras partes de la cabeza: «Lo rey,
(«allégorie», «figure allégorique, devise accompa­ oyda la supplicatió e resposta feta per los con-
gnée de paroles, pour exprimer une pensée, un sellés, comencé fortm ent arronzar lo ñas e metre
sentiment», «emblème», «allusion», Bocthor), de lo peu en lo strep» (1.a mitad S. XV, Fi del Com-
África («geste, signe» H élot, «chiffre» H um bert), 10 te d ’Urgell, N . Cl., 62), «si yo hagués volguda
de Argelia («allusion, allégorie» Beaussier, ahí co­ Laquesis per muller, ja serie fet molts dies ha
mo voz literaria); sobre todo nos consta que era passats, e per ventura no m ’haguéran ací rongat
corriente en el Andalús, puesto que R. M artí lo lo ñas» (h. 1450, Curial, N . Cl. II, 279), zarrun-
recoge repetidam ente en el sentido de «allegoria» ( á-l ñas / cabotejant, / e m orrejant, / ab gran
(pp. 108, 236, 440), y como nombre de acción co­ 15 menyspreu / dona hi del peu, / vestir no u voi, /
rrespondiente al verbo rámaz «innuere m anu vel diu que du dol...» (Jaume Roig, v. 1974), «fa-ls
capite» (p. 440), y PAlc. lo traduce «estilo de de- nervis roncar» (princ. S. XV o fin del X IV , A.
zir por figura». Pagès, J. P. i A. Mare, p. 43.84), «arrunzar les
Ahora bien, donde el moro o el morisco veían celles» (que el valenciano Sanelo cita de u n anti­
una alegoría o una parábola coránica, o en general 20 guo texto de Beltran), «arrunsar els muscles» (’los
un palabreo más o menos florido para hacerse hombros’, M artí Gadea, Tèrra del G è I, 227,
comprender indirectamente, el cristiano no quiso 289), etc.'. Sea como quiera, del catalán debió de
ver más que duplicidad oriental, el engaño, el ha­ tomarse el térm ino náutico cast, arronzar ’levar el
lago, la hipocresía : el rum z se convirtió en ronce, ancla’ (propiamente ’encoger’): «es quando la nao
y tanto más fácilmente cuanto que ya la base se­ 25 se leva y suben la áncora a las mesas de guarni­
mítica prestaba asidero a esta interpretación malé­ ción» (G. de Palacio, a. 1587, confirmado por los
vola al extenderse a la idea de ’guiño’ y de ’ha­ vocabularios náuticos de 1600, 1614, 1673, A ut.
blar en cifra’. El trasfondo árabe de ronce y ron­ y Jal, «errongamiento: sbarbamento, sveglimento»
cería nos lo muestra flagrante Jaume Roig al em­ Franciosini), voz náutica cuya procedencia cata­
parejar esta palabra nada menos que con la súnna 30 lana se revela por ser ajena al fr. y al p o rt.; otra
del Corán, bajo la idea común de ’hipocresía’ : vez tenemos que partir de la idea de ’encogerse’
«[de las mujeres] tota lur ç u n a , / ley, art, e en la otra ac. náutica de arronzar o ir a la ronza
manya, / práctica stranya, / h i p o c r e s í a / e «ir el buque de través o navegar de costado, o
roncería / te vull m ostrar» (v. 7690). Me guar­ tener un grande a b a t i m i e n t o por cualquier
daré de callar que la vocalización mejor atestigua­ 35 causa» [dicc. náutico de 1831], y de ahí se pasó
da en árabe es ramz (Freytag, Dieterici, Cañes, a ronzar «arrastrar sobre un plano una cosa alar­
R. M artí, PAlc.), al paso que rum z sólo está en gada, empujándola en sentido perpendicular a su
Belot, y citado por Freytag del Fairuzabadí (fin longitud» como término de marina aplicado al
S. X IV), pero con otra ac. ; sin embargo, no ol­ movimiento de las piezas de artillería de a bor­
videmos que el hablante arábigo y aun el lexicó­ 40 do, voz que del cast, (¿o directamente del cat.?)
grafo prestan poca atención a la vocal, tantas ve­ pasó al fr. roncer, reciente, inexplicado y sólo re­
ces fluctuante en árabe y de todos modos indi­ cogido por L ittré7.
ferente para la m utua inteligencia; por lo demás Finalm ente queda el castellano ronzar «mascar
la influencia velarizadora del r hacía que los cris­ las cosas duras, quebrantándolas con algún ru i­
tianos oyeran muchas veces como o la ó arábiga : 45 do», sólo documentado desde Autoridades y pa­
Marruecos-Marrocos < Marrákis, eixarop-jarope labra poco conocida en general. Esto ya no ten­
< sarab ’jarabe’, port, saloio < $ahrâ’ y demás drá que ver con roncear: puede dudarse entre ver
ejs. reunidos por Steiger, Contrib. pp. 307-14; y ahí una evolución del sentido de roznar ’rebuz­
esto mismo ocurría con la vocal breve a, aunque nar’, aplicado tan certera como humorísticamente
Steiger no trata de las vocales breves en su libro, 50 al mal educado que come con gran ruido*, y con
pero los ejs. pueden citarse en buen número : cat. la trasposición zn > nz", o bien una creación
aladroc < ’azráq, m onot, sicló4, port, marafona, onomatopéyica afín al it. ronzare10; tam bién ca­
cast. R O N Z A L , A L B U É R B O L A (albórbola), A L ­ bría, en vista del and. ronchar, admitir u n prés­
M O D R O T E , H O Q U E . Luego aun partiendo de tam o del fr. ronger ’roer’ (así G . de Diego, R F E
ramz llegamos fácilmente a r o m z\ 55 IX , 115); de todos modos es imposible en caste­
N o estoy tan seguro de que el cat. arronçar llano la violenta síncopa que supondría el étimo
’encoger’ («disminuir per contracció el volum * r o n c h i z a r e ideado por G . de Diego (R F E IX ,
d ’una cosa, esp. el eos o algún deis seus m em ­ 115)".
bres», Fabra) venga de esta palabra arábiga, y D e r i v . Ronce [S. XV ; todavía familiar según
prefiero reservar este problema para un estudio 60 la Acad., comp. el cat. fer el ronsa, arriba citado] :

V. — 5
es el primitivo y no u n derivado (V. arriba). R on­ tinta por el it. ronzare ’zum bar’, de donde ’lan­
cería (V. arriba). Para ronzar, arronzar y ronza, zar zum bando’, comp. el hisp.-am. zum bar ’arro­
V. arriba. Para cespedos. ronchón, vid. R F E XV, jar, echar fuera’ (Juan zum bó la mesa por la ven­
269. tana, zumbarle el mango a una persona), ’largar­
1 Pero no O u d in : «ronfar o roncear: flatter, 5 se, desaparecer’, ’tirarse, abalanzarse’ (Mal.). En
caresser, amadouer», «ronceador o roncero: flat- cuanto al arronzar catalán, si el archihipotético
teur», «roncería: flatterie, caresse». A la m oder­ ar-r e -u n c -e -a re de Parodi era indefendible,
na quizá aluda Pedro Espinosa (1625) al clasifi­ tampoco se puede creer en u n derivado del a.
car la frase anda ronceando entre las vulgares alem. ant. runza ’arruga’ ( < * h r u n k í t a ) : ¿una
(Obras, p. 196, lín. 6), aunque no da defini­ 10 voz dialectal del alto-alemán, con segunda L aut-
ción.— 2 «Yo tuve una palomita / ajena en m i verschiebung, en Cataluña? Y el gót. * h r u n k j a n
palom ar / ... / hacía como dos semanas / que ’arrugar’ postulado por Gamillscheg (R. G. I, p.
un cazador la rondaba / y siempre la acaricia­ 379) es m uy poco convincente para quien sabe
ba / como haciéndole el am or; / le decía: pa­ cuán m al atestiguado está este verbo en germ áni­
lomita, / ... / por qué no vienes a casa? / Yo 15 co (V. aquí F R U N C IR ).— 7 Como térm ino náu­
te he de tratar mejor» D raghi, Canc. Cuyano, tico no es extraño que el vocablo se haya gene­
245a. M alaret traduce, no sabemos si con m u­ ralizado en el uso asturiano y am ericano: ast.
cha fidelidad: «atisbar cautelosamente» para la ronsar (con seseo catalán) «arrastrar una cosa de
Arg., Ecuador y U rug., «rondar, dar vueltas al­ m ucho peso empujándola alternativam ente de
rededor de una cosa» en Colombia, «espiar» en 20 uno y otro lado»; arronzar (Colunga), ronzar (Vi-
G uatemala y Méjico, «voltear, ronzar, ham a­ llaviciosa) ’limpiar el grano en la era con un ce­
quear» en Arg., Chile y Méjico. Sin detenerme dazo’, ’coser o ribetear la ropa desgastada por los
en ir a las fuentes y hacer la crítica de estas bordes’ (V ); «nuestra aproximación... hace que
definiciones, evidentemente deformadas, al m e ­ los artilleros disparen... tomamos las piezas y las
nos en parte, en obsequio a la ac. corriente en 25 ronzamos contra la caballería enemiga», carta del
la lengua literaria m oderna, de todos modos está general Luis M . Campos (a. 1867) sobre el com­
claro por el pasaje citado que en Cuyo se con­ bate de San Ignacio (arg.), citada por E. F.
serva el sentido de ’halagar engañosamente’.— Sánchez Zinny, L a Nación, 4-V-1941.— 8 Para el
3 El gall. rosmar ’regañar, mascullar, refunfuñar’ origen V. R E B U Z N A R ; para ejs., muy frecuen­
(Álvarez Giménez) es inseguro que tenga que ver 30 tes en el Siglo de Oro, Cej. V, 495-6.— 9 Como
con roncear, aunque podría tratarse de éste en un en vinzedades v i c i n i t a t e s , M . P., D . L ., n.°
sentido secundario. E n la trasposición sm del m z 204; es el caso opuesto al muy frecuente de
etimológico, no habría dificultad. Mas puede ser gozne < gonce, brizna < brinza, cisme < c i m i -
onomatopeya u otra voz independiente.— 4 BD C c e m , lesma < l i m a c e m . — 10 A lo cual me incli­
X X IV , 27, 39, 50.— 5 L a f sorda de ronce y ron­ 35 nan las variantes gall. rosmar ’refunfuñar, mas­
cero no debe, desde luego, darnos escrúpulo, cullar palabras’, ’regañar’ (B R A E XIV, 132),
pues las sonoras arábigas se ensordecían siempre Castelao, 185: «a muller enruga o nariz e rosma
en España cuando se encontraban en final de pa­ polo baixo»; and. ronchar ’ronzar, mascar’ (no
labra : PAlc. transcribe nuestro vocablo ram f, pueen ronchar los garbancejos, Ganivet, R H
plural rum úf.— 6 Para la relación con el oc. ant. 40 X L IX , 579).— 11 No creo que con el ronzar náu­
ronsar, téngase en cuenta que hoy en el alto- tico ni con roncear tenga que ver el hápax del
aragonés de Echo arronzar lo ganao es ’recoger, Cid, ir en aruenfo, a pesar de la explicación de
reunir el ganado’, arronzarse «reunirse, correr a M. P. (pp. 482-3), ingeniosa por cierto, pero
tal punto» (Z R P h . LV, 601, 632, 634), lo cua! forzada sem ánticam ente: los moros que se aho­
recuerda notablemente el se ronsar ’retirarse’ o 45 gan al pasar el río no pueden roncear — ¡ los
’juntarse’, hablando de tropas, que aparece repe­ pobres! — ; el sentido, a juzgar por el contexto,
tidam ente en G uilhem de la Barra (Levy). ¿Ven­ ha de ser ’ir en desorden’, ’a sálvese quien pue­
drá todo esto de la idea de ’encoger’? Es muy da’. No sé de dónde viene esto; no del árabe en
posible. Pero quizá habría que separar entonces vista del ue; ni siquiera sabemos si hay que
el oc. ant. y prov. mod. ronsar ’lanzar’, ’preci­ 50 leer así o arvengo, y lo más probable es que
pitar’, cuya parentela lorenesa señaló W artburg tengamos ahí una voz rara que Per Abad deformó
por la plum a de M -L . (.Z F S L X L V I, 227-8; y dejó ininteligible. U na comparación con ar-
X L IV , i, 108): éste será otro vocablo, sin rela­ vangos que sobrenadan (la conocida variante de
ción con el árabe; como base del mismo, una G A R B A N Z O ) no convence, por razones sintác­
vez rechazado el gótico por el propio M -L., 55 ticas, aunque no sería más forzada en lo semán­
tam poco satisface el derivado de r u m e x ’vena­ tico que la que generalmente se acepta.
blo’ que proponía Diez, y M -L . prefirió más tar­
de, pues entonces tendríamos ciertamente sono­ Ronco, roncan, V. roncar
ra *ronzar en lengua de O c; quizá se trate de
la onomatopeya representada en forma algo dis­ 60 R O N C H A , origen incierto; el sentido prim iti­
vo parece ser ’cardenal’, ’mancha colorada que campo’ (R F E XV, 269, 138). En cuanto al arag.
sale en la piel’. 1.a doc.: h. 1400. (como arag. en Acad. 1825-1$69; sin tal califica­
El glos. de Toledo, de esta fecha, traduce vibex ción en Acad. 1899-1947) roncha ’lonja de tocino,
(’marca de azote o de otro golpe’) p or troncha carne, pescado’ y sanabr. roncha ’corte alrededor
de agote». A nálogam ente: ivibices son ronchas de 3 de un palo’ (Krüger, 5. Cipr.) me parecen resultar
los acotes en cuerpo hum ano, que por fuerza se de una contracción del alav. redoncha ’disco de
fazen» (5256) A Pal.; «roncha: vibex» N e b r.; «a pequeño diám etro’1, arag. redoncho ’círculo’, los
los quales golpes o ronchas; porque son cárdenos, cuales a su vez resultan de una contaminación del
llamamos cardenales» Juan de Valdés (cita en la cat. rodanxa ’lonja o tajada’, ’rodaja de metal, de
ed. del Dial, de la L ., Cl. C., 128, n. 16); «de­ 10 paño’, arag. rodancha id., por obra de redondo
negrido con los cardenales y ronchas que te h i­ (para los detalles V. RECH ONCHO )-, de suerte
cieron los azotes, puñadas y golpes» Juan de Pi­ que dudo mucho se deban tener en cuenta estas
neda (ésta y otras citas en Cej. VI, 278); roncha formas para la etimología del cast. roncha. En
en el dicc. vasco de Landucci, de 1561, traducido resumidas cuentas, los testimonios dialectales y
odolbatua, que otros diccionarios traducen por ’con­ 15 gallegoportugueses confirman o no desmienten la
gestión’ y que contiene batu ’reunir, congregarse’ conclusión que se saca de los testimonios antiguos,
combinado con odol ’sangre’; «salía sangre de los en cuanto a la mayor antigüedad de la ac. ’mancha
cardenales y de las ronchas con que llevaba m ati­ de color diferente’ frente a la de ’bulto levantado
zado todo el cuerpo» Crist. de Fonseca (1596), por un golpe o m ordedura’.
«quedó llena de ronchas tan feas» Pedro de Val- 20 Nadie hasta ahora parece haberse preocupado
derrama (1603); «ronchas: les marques des coups de la etimología2, y yo sólo puedo hacer conje­
de fouét et d ’escourgées ou d ’orties; ce sont aussi turas. L a más concreta es la que sugiere el hecho
des ampoulles qui se font des morsures de poux de que los judíos de M arruecos pronuncien rá&za,
ou de punaises et d’autres bestes semblables» O u- con sonora, con el valor de roncha (B R A E X III,
din. Hasta hoy es común llamar ronchas a las 25 218). ¿Será préstamo del fr. rouge ’roja’? L a alte­
manchas rojas que salen en el cuerpo por efecto ración se explicaría m uy sencillamente p or conta­
del calor o por otras razones. minación de mancha; además es sabido que en los
Más tarde se aplicó a un bulto que sale en la extranjerismos es frecuente la adición de una n
piel, lo cual puede ser otra consecuencia del azote, no etimológica: V. el caso de L O N J A y otros que
pero ésta me parece ac. más moderna, aunque sea 30 cito en este artículo, y agréguese el ast. enronchar
la única que registra A ut. («el bultillo que se eleva ’enredar el sedal en alguna peña, hablando de un
en figura de haba en el cuerpo del animal, como pescador’ (R), que parece préstamo evidente de un
efecto del hum or atrahido, o que se expele a la fr. dial, enrocher (derivado de roche), puesto que
parte exterior», con dos ejs. de adelantado el esto mismo se dice en cat. enrocar (en prov. enrou-
S. X V II). E n todo caso esta ac. no se nota cla­ 35 cá es «heurter un rocher avec une b arque»);
ramente hasta textos bastante más tardíos que la arrojar, que en tantos autores antiguos tom a la
o tr a : el primero parece ser el G. de Alfarache forma arronjar, en judeoespañol de Oriente es
(1599) «nos l e v a n t ó ronchas por todo el cuer­ forizár en unas partes y roncar, repetidam ente, en
po, debajo de la camisa»; en Quevedo «al levan­ otras (Cuervo, Disq., 1950, p. 525). L o cual, de
tar de la roncha»; de ahí, en la Albeitería de 40 paso, nos m uestra que -n z- podía pasar espontá­
Conde (2.a mitad S. X V II) «los tum ores o ron­ neamente a -nc-, a consecuencia del hecho de que
chones en diversas partes». el cast. medieval carecía de aquella combinación,
Apenas se halla fuera del cast. M odernamente por razones de fonética histórica (se había cam­
se encuentra en hablas gallegoportuguesas sep­ biado en -nz- o bien -ñ-); así tam bién se cambió
tentrionales, pero falta en los diccionarios de este 45 déranger en derranchar y ranger en ranchar y
idioma hasta fines del S. X IX (Moraess Vieira), R A N C H O (vid.). Es posible que, en efecto, ron­
y así Fig. como Cortesao dicen que es «término cha se tomara del fr. rouge o de otra forma galo-
castelhano»: en Galicia ’vejiga intercutánea’ y ’sa­ rromance equivalente. Sin embargo me hace d u ­
lamandra, reptil pequeño de color negro con dar de la idea el no encontrar en hablas de F ran ­
manchas de amarillo vivo’ (también llamado pin­ 50 cia ni en catalán huella alguna de un sustantivo
ta: Valí.), en Moncorvo (trasm.) «ruga (na cara)» rouge (roja, etc.) con sentido análogo al del cast.
(.R L X III, 123), en otras partes de T ras os M on­ roncha ’cardenal’3. Tam poco sería lícito suponer
tes «vestigio da m ordedura do piolho ou do per- un cruce cast. entre roja y mancha no tratándose
cevejo; refego ñas pernas ou bracos das crianzas de voces sinónimas, y no habiendo n i siquiera
gordas; mancha, equimose» (Fig.). En cuanto a 55 testimonios de un uso sustantivo de roja en sen­
los dialectos cast., roncha tiene en algunas partes tido análogo. U na explicación por cruce de un
sentidos que pueden corresponder a otro tipo eti­ * r ü b ü CÜ l a (análogo al it. ant. y Pistoia rubecchio
mológico; sólo es de notar el derivado cespedo- ’rojizo’ — Migliorini, Che cos’é u n vocabolario,
sano ronchón o ranchón ’cada uno de los m an­ 23—, cat. rovell ’herrum bre’, oc. rovilh, fr. rouille,
chones donde las plantas salen más espesas en un 60 comp. el latín de naturalistas rubecula ’pechirro­
jo, pardillo’) con * m a n c ü l a ( > mancha) sería po­ hecho con una caña y una r u e d a con dientes’, o
sible fonéticamente. Pero claro que es hipótesis un palo c i l i n d r i c o con dien tes: 'una raja de
muy audaz. Luego quizá sea completamente dis­ la caña mete el ruido al repasar los dientes’
tinto el origen1. Sarm. CaG. 118r, aunque tal vez ahí se trate
Quizá podríamos partir del lat. ROTULA ’ruede- 5 de una onomatopeya (si se puede atender a
cita, circulillo’, de donde primero *róza y ronza, Carré y Eladio Rdz. que describen una forma
como entre los judíos, por influjo de m ancha o de diferente).
redonda (con frecuencia sustantivado, especial­
m ente cat. rodona ’circunferencia, corro’, etc.), Ronchar, V. roncero y roncha Ronchón, V.
después roncha, por el proceso fonético arriba des­ 10 roncha Ronda, rondador, rondalla, rondar, V.
crito5. Aplicado primero a la huella circular del rebato Rondel, V. redondo R ondín, V. re­
azote alrededor de las piernas, brazos y tronco, bato
o a los bultos y manchas en forma de rodal en­
carnado. Comp. además rodaja con su variante ro- R O N D IZ , ’línea que sirve para m edir el diá­
danja, y redoncha (s. v. R E C H O N C H O ), cuyo in ­ 15 m etro de las piedras preciosas’, parece tomado
flujo pudo tam bién ayudar a la alteración de del fr. rondies ’cilindros para d ar forma redonda
*fóza en roncha. a las planchas de plomo’, derivado de rond ’re­
1 D e ahí sin duda el verbo alav. ronchar ’ro­ dondo’. 1.a doc.: 1721.
dar’ («qué bien roncha este aro»), salm. ronchar D el tratado para medir piedras preciosas p u ­
’resbalar’.— 2 Apenas hay que decir que Cej. se 20 blicado en esta fecha por Dionisio M osquera cita
pierde en sus acostumbradas confusiones semán­ A ut.: «la solidez o peso de u n diam ante, p er­
ticas y mezcla voces de idiomas diversos, que fectamente labrado, es igual al cubo de la raíz
no pertenecen al cast. Por m i parte, no veo có­ quadrada de su rondiz», y define «la base mayor
mo roncha podría ser derivado de ronchar ’roer en las piedras preciosas», dando las dos variantes
con ruido’, voz, por otra parte, moderna y poco 25 rondiz y rondís; A cad.: «plano principal del la­
extendida.— 3 Q ue teóricamente es posible tal brado de las piedras preciosas y que, al engas­
sustantivación no cabe d u d a : recuérdese que tarlas, ocupa la parte más visible»; T e r r .: «ron­
’roncha’ en cat. se dice un vermell, cardenal no d iz: térm ino de lapidarios: es la línea que sirve
es otra cosa que el nombre de color cárdeno, para m edir el diámetro, etc., y le atraviesa de
y ’cardenal’ en cat. se dice sencillamente u n 30 parte a parte puestas verticales las dos p u n ta s;
blau ’un azul’. Pero las confirmaciones que en­ los oficiales suelen decir redondiz; otros dicen
cuentro del tal sustantivo rouge son insuficien­ tam bién rondís...». Esta variante redondiz-rondiz
tes. Rongeur sust. fem. tiene u n sentido seme­ parece indicar u n préstamo francés, como es na­
jante al de ’roncha, m ancha roja’ en Calvino tural en u n tecnicismo de oficios; aunque en el
(nada análogo en el glosario suizo de Pierrehum - 35 idioma vecino sólo encuentro «rondies f. pl. cy-
bert), y rongeure está traducido «rubigo» en un lindres pour arrondir les tables de plom b dont
antiguo glos. francés, citas de G od. V II, 238a; los o n veut faire des tuyaux» (Littré), es de creer
cuales no parecen ser derivados de ronger ’roer’ que este mismo vocablo metalúrgico se emplee
como cree G od., sino alteraciones de rougeur por los lapidarios en u n sentido análogo al del
y rougeure. Claro que la vacilación francesa en­ 40 rondiz castellano’. L a etimología persa rendide
tre ronger y el etimológico roger r o d i c a r e ayu­ ’pulido, aplanado’ propuesta por la Acad. (no en
daría al cambio.— * El lat. r u n c a r e es ’escar­ Dozy n i Eguílaz) tropieza con dificultades foné­
dar’, en it. roncare ’cortar con podadera’, y en ticas, inspira desconfianza por su vaguedad se­
muchos dialectos de Italia ’roturar’, it. ronca y m ántica y no tiene verosimilitud histórica por no
roncola ’podadera’. Teóricamente sería concebi­ 45 existir el vocablo en árabe y carecer de documen­
ble un * r u n c u l a r e ’cortar’ > *ronchar ’azotar’, tación antigua en cast.
y de ahí roncha. Pero esto es demasiado hipo­ 1 En idiomas vecinos no se cita nada seme­
tético (y el apoyo que le prestaría el sanabr. jante, a no ser u n cat. rondí (Vogel; falta en
roncha ’corte alrededor de u n palo’, trasm. ron­ Fabra y A g.; igual en Pagés, como cast.).
cha ’arruga’, es ciertam ente inadecuado). A un­ 50
que roncha sea voz trilítera, nada parecido co­ R ondó, V. redondo
nozco en árabe.— 5Roncha vale ’aro de jugar’,
’ronda, vez, turno’, roncho ’aro’, ’cello de hierro’, D E R O N D Ó N , ’impetuosamente’, tom ado del
en Navarra (Iribarren), ronchar «rodar; hacer fr. ant. de randon ’corriendo, rápidam ente’, de­
rodar; jugar al aro» allí y en Álava. Pero claro 55 rivado de randir ’galopar, correr impetuosamente’,
que fonéticamente éste no puede venir de * r o t u n - que a su vez parece derivado de u n fránc. * r a n d
d i a r e , como quiere G dD D 5751 b. El sentido de lo ’corrida, carrera’ (alem. dial, rant id.), procedente
circular se repite en muchas partes y para objetos del germ. r i n n a n ’correr’ (comp. alem. rennen,
bastante varios: gall. roncha ’instrum ento para ingl. run). 1.a doc.: J. Ruiz.
m eter miedo en las tinieblas de Semana Santa, 60 Quien acusa al Amor de que «rencor e home-
,jida criados de ti son / ... / dizes muchos bal­ bién con bastante frecuencia, en toda la Edad
dones, asy que de rrondón / mátanse los baviecas M edia hallamos en francés u n verbo randir ’ga­
desque tú estás follón» (307c). El vocablo sólo lopar, correr impetuosamente’, especialmente en la
aparece con frecuencia desde el S. X V I, pues frase tant com cheval puet randir (Chrestien de
figura en T orres N aharro (V. el índice de la 5 Troyes, Marie de France, etc.), pero tam bién «ja
ed. Gillet), en F r. Luis de León está «no entrar ne vois randissant par la forest» (Perceforest),
de rondón», en Argote de M olina «entran de «ils randirent et cherquerent mains pays» (Beau-
rondón en el monte levantando la caza», y en manoir), «randir villes, chasteaus et fors» (G re-
general la frase entrar de rondón, todavía usual ban); y hoy persiste este verbo con el sentido
en la actualidad, es ya m uy frecuente en el Siglo 10 de ’correr, galopar’ en Picardía y N orm andía Baja,
de Oro (más ejs. en Cej. V, 78); así tam bién ’vagabundear’ en el Valle de Yéres y Alta N o r­
en Quiñones de B. «que de rondón se h an en­ mandía, ’zum bar volando’ en Lieja. E sto recuer­
trado / en la castellana lengua / todas las civi­ da inmediatamente la voz dialectal de la Alema­
lidades / que estaban antes en jerga» (N B A E nia superior rant ’corrida, carrera’, ’movimiento’,
X V III, 506). Pero tam bién es posible señalarlo 15 ’empuje violento, marcha rápida’, usual en Suiza,
en otras unidades fraseológicas análogas: «bien Baviera y Lorena, y que deriva muy regular­
sé que las fuerzas que a mí me han forzado a mente del a. alem. ant. rinnan ’correr’, voz ex­
que tan de rondón y a rienda suelta me disponga tendida por todos los dialectos germánicos. Como
a adoraros y entregarm e por vuestro, essas mis­ el tipo formativo rinnan rand, brinnan brand,
mas os han trahido a vos al estado en que es­ 20 etc., es usual en todo el germánico, no hay in ­
táis», Las dos Doncellas (ed. H z. U reña, 148), conveniente en postular u n fránc. * r a n d ’corri­
«meterse de rondón a dar leyes a la Caballería» da’, del cual derivaría randir, sea como innovación
(Quijote II, xxxii, 121). D el cast. pasó al campid. francesa, sea como prolongación de u n posible
de rondoni ’im petuosamente’ (RFE IX , 240). El verbo * r a n d j a n , ya existente en fráncico; de
port. rondeio, que dicc. modernos definen como 25 randir a su vez derivan de randon o a randon,
sustantivo «confusáo; sobressalto; precipita gao», tal como á reculons, á tátons, á chevauchons, etc.,
en realidad, a juzgar por Moraes, sólo se en­ vienen de los verbos correspondientes, y tam bién
cuentra tam bién en la locución adverbial de ron- pueden encontrarse formaciones singulares como
dao, y sobre todo en entrar de rondáo; allí pre­ a bouchon, it. a tastone, a tentone, etc. (M -L.,
domina la variante de roldáo (ambas documentadas 30 R . G . II, § 621). Al paso del fr. de randon al
desde med. del S. XVI), a cuya formación pudo hispánico de rondon ayudaría el tim bre diferente
ayudar el factor disimilatorio, pero se deberá más de las vocales nasales francesas, y sobre todo el
que nada al influjo de la vacilación entre R O N ­ influjo de expresiones fr. como entrer rondem ent,
D A y rolda. por una confusión natural tratándose de u n ex­
Como ya vieron M -L . (R E W 7042) y otros, 35 tranjerism o1.
en iberorromance el vocablo se tom ó de Francia. H ay que abandonar la vieja etimología de Diez,
Allí se encuentra oc. de randon ’impetuosamente’ M -L. y Gamillscheg (E W F S ; R . G . I, p. 232)
desde h. 1200, pero es voz más frecuente en fran­ que derivaba del a. alem. ant. rant ’borde del
cés septentrional, donde llevó vida lozana desde escudo’, sea a base de la idea de ’corriendo con
el S. X II hasta principios del X V II (God.), y 40 el escudo por delante’ (M -L.) o ’a golpes de es­
desde donde pasó al ingl. at random, antes ’ata­ cudo’ (Gam.), y aun en la explicación menos in ­
cando al galope’, hoy ’al azar’ (aplicado a cual­ verosímil de Skeat, que partía de la idea de u n
quier acción). Ya encontramos entrer a grant ran­ río lleno hasta los bordes; además de ser des­
don en el francés de Froissart, tout le peuple qui cabellada semánticamente, o al menos sin pruebas
y entre a grands randons en Philippe de Hurges 45 semánticas antiguas, esta idea tropieza con el he­
(1610), pero es más frecuente la locución de ran­ cho de que la familia romance estudiada s. v.
don ’al galope, rápidam ente’, como ya en Raoul R A N D A es ajena al francés, y además ni siquie­
de Cambrai («le destrier broche, qui li cort de ra parece ser de origen germánico.
randon»); con este valor era m uy usual; más 1 Comp. la traducción que M insheu da al cast.
raro es el uso de randon como sustantivo con 50 de rondón «to enter in r o u n d l y w ithout
el sentido de ’carrera, corrida’ (chevreul ju y ung asking leave». El supuesto rendón citado p or
randon, en Modus). M -L . y la Acad. como antiguo, pudo existir,
Ya Leo Spitzer en 1920 (Zeitschr. f. rom. Phil. pero no está adecuadamente documentado, pues
X L, 222) parece haber intuido la verdad al re­ sólo figura, que yo sepa, en Covarr., quien es
lacionar lacónicamente el fr. ant. en un randon 55 probable que sólo lo suponga, para justificar su
con el oberdeutsch alie R ant ’cada vez’, pero el m é­ derivación etimológica de rienda. E n francés,
rito de form ular claramente una etimología convin­ donde randon tiene alguna vez el sentido de
cente corresponde a W artburg (Mél. Haust, 1939, ’chorro’ (de feu qui getoit gran randon en Guill,
423-5; Bloch2 s. v. randonnée; y ya en Bloch1 de M achaut), esta palabra coexiste con raidon
en forma algo distinta); junto a randon, y tam ­ 60 de feu, de igual significado (confundido con él
en God., quien lo cita de la Queste del Saint tam bién persa 'fau h arí de fines del S. X , y en
Graal, Miracles de S t. Eloi y G ilbert de M on- otros autores árabes ("íarirí). H oy rasan sigue
treuil), judeofrancés reydon, roidon, raandun siendo vulgar en Argelia («cave?on, licol» Beaus-
«torrent, cours d’eau», que son más bien deri­ sier), etc., y nos consta que en España se acen­
vados de roide r í g i d a s ; Blondheim (Rom. X L IX , 5tuaba rafán, puesto que así lo escribe PAlc., y es
533) tam bién los confunde con el judesp. rab- regular, según la fonética hispanoárabe. E n árabe
dón ’rápido en una corriente de agua’ (V. aquí parece ser voz de origen persa (Freytag), pues una
R A U D O ), aunque es posible que la voz judeoesp. raíz rásan no existe por lo demás en árabe, m ien­
influyera algo sobre la judeofrancesa. tras que en iránico vale ’cuerda’. El préstamo del
10 vocablo arábigo en España es natural, puesto que
Rónego, V. ironía lo mismo ocurrió con el sinónimo JÁ Q U IM A . El
cambio de rafán en *rangán a nadie puede cau­
R O N FE A , tom ado del grecolatino rhomphaea sar extrañeza, y la disimilación de *rangán en
id. 1.a doc.: princ. S. X V II, Villaviciosa, A ut. rangal, que por lo menos en plural ya era regu­
E n éste como voz de poco uso fuera de la 15 lar, fué favorecida además por el influjo del sinó­
poesía. E n realidad está completamente desusada. nim o ramal; viceversa éste en el Alto Aragón se
ha convertido en romal (R L iR X I, 112), por in ­
Rongallo, rongón, V. roer Rongigata, V. flujo de ronzal; en cuanto a la pronunciación ve­
arrojar Ronía, tónico, V. ironía Ronquear, lar de la sílaba arábiga ra como ro, es tam bién
ronquedad, ronquera, ronquez, ronquido, V. ron­ 20 un hecho conocido (V. los ejs. coleccionados en
car Ronrón, ronronear, ronroneo, V. ringorran­ mi artículo R O N C E R O ). Es inadmisible la eti­
go Ronza, V. roncero mología * r u d e n t i a l e , derivado del lat. r ü d e n s
’cabo de cuerda’, que propuso Brüch (Z R P h . X L I,
R O N Z A L , era ransal en el S. XV y hoy to ­ 693-4) y aceptó M -L. (R E W 3 7417b); además de
davía en A ragón: del ár. rasan id. 1.a doc.: Que- 25 que tal derivado sería difícilmente comprensible
, vedo. (el necesario interm edio funis *rudentialis ’cuerda
Este autor emplea ronzal en uno de sus enre­ para ronzales’ es hipotético y muy poco verosí­
vesados pasajes conceptistas (Aut.), pero ya se­ mil), desde el punto de vista fonético debiéramos
guram ente en el sentido actual. Falta en las obras esperar *roenzal (una metátesis * r e d u n t i a l e en­
lexicográficas medievales y del Siglo de Oro, y 30 grosaría el cúmulo de hipótesis im probables y tam ­
tampoco conozco otros ejs. clásicos (no trae Cej. poco serviría de mucho). Comp. R A N Z A L , voz
V I, § 46), lo cual deberá explicarse sencillamente de sentido diferente que, por el contrario, parece
por el carácter demasiado pedestre del vocablo; ser rom anism o en árabe.
A ut.: «la cuerda que ponen a las bestias, a la
cabeza o al cuello, para atarlas al pesebre o a 35 Ronzal ’palanquín náutico’, ronzar, V. roncero
otra parte»; claro que tam bién sirve para con­
ducirlas caminando, como explica Acad. E l voca­ ROÑ A, voz común a todos los romances de Oc­
blo sólo existe en cast. y en el cat. ronsal, hoy cidente; hay relación indudable con el lat. tardío
bien vivo, del cual no tengo más que u n ej. an­ ARANÍA ’sarna’, que se ha conservado casi intac­
tiguo, en la interesante forma ransal, en el Spill 40 to en el gall. raña y el rum . riie (meglenita rSñá)
del_ valenciano Jaum e Roig, escrito h. 1460: cl’as- id .; las demás lenguas romances suponen una al­
na aquella I ... I sens traginer */ ni altra guar­ teración * r o n é a , de explicación insegura, quizá
da, / sens bast, albarda, / collar, tifells, / sens debida al influjo de otro vocablo. 1.a doc.: 1464.
cascavells, / petral, ransal / ...» (v. 13167; así E n las Coplas de M ingo Rebulgo, de esta fe­
en el ms., Chabás imprime ransal). Esta etimo­ 45 cha: «o mate mala ponzoña / a pastor de tal m a­
lógica forma con a se conserva en el aragonés nera / que tiene cuerno con miera / y no les
de Caspe hasta nuestros días (ronzal, B D C X XIV , unta la roña» (V III, 4). N eb r.: «roña o sarna:
178). scabies, psora»; C ervantes: «mala rabia o cruda
La etimología la indicó Eguílaz (p. 428): roña consuma o acabe mis retozadores chivatos»
es el ár. rasan «funis, capistri pars, quae super 50 (Galatea I, p. 4); C o v arr.: «una especie de sar­
naso est», que ya figura en el diccionario árabe na que suele dar al ganado; díxose a rodendo,
recopilado por el persa Fairuzabadí a fines del porque va royendo la piel y la carne»; Aut.:
S. X IV (Freytag II , 1506), pero que debió ser «especie de sarna que da al ganado ovejuno».
bastante más antiguo en árabe, pues no sólo lo Realmente en cast. se aplica sobre todo al gana­
registra nuestro R. M artí en el S. X III («capis- 55 do en su sentido propio, aunque J. de Valdés dice
trum ») y PAlc. en 1505 («cabestro»), sino que que hablando con italianos, para que le entiendan
de ahí deriva el verbo árabe rásan «ligavit fuñe», mejor, emplea roña antes que sarna (Dial, de la
con su participio marsün «capistro ligatus equus», L ., 145.2).
y el «nomen loci» mársan «locus nasi cui capis- Pero las acepciones figuradas ya son anti­
trum inhaeret», todos ellos en el léxico árabe del 60 guas: la de «astucia, sagacidad, arte o sophiste-
ría» (A u t.), «farsa, treta, maula» (Acad.), ya se en­ S. X III (L uüo; J. M arc; Oliver, Excitatori, N .
cuentra en Sánchez de Badajoz (Cej. V, 488-9) Cl., 64; Jaume Roig, vv. 4908, 10580, 12083), oc.
y en Quevedo; ’tacañería’ (en A ut. sólo roñería ronha ya frecuente en la E. Media, fr. rogne
en este sentido); «porquería o suciedad pegada [S. X III], engad. ruogna, it. rpgna, logud. runza,
fuertemente» (con ej. de Quevedo en Aut.); ’m us­ 5 campid. arrungia.
go pajizo que se cría en las peñas y en la corteza Sobre la etimología del tipo roña se ha es­
de los árboles’ salm., ’corteza del pino’ en Valla- crito ya bastante. M énage y Diez, W b., 274, que­
dolid, roñal ’sitio donde se almacenan las corte­ rían partir de r ó b ig o , - í n i s ’herrum bre’, lo cual
zas de los árboles’ en Zamora y Salamanca, des­ no era posible fonéticam ente: el resultado habría
roñar ’quitar al árbol derribado una faja de cor­ 10 sido *roín, *ruiggine, o algo parecido, en todas
teza’ en el G uadarram a, ’quitarle las ramitas rui­ partes. M -L . (Z R P h . V III, 215; W iener Studien
nes para que tom en más vigor las otras’ en M u r­ XXV, 1903, 90ss.; R E W 1 593.2, y ya casi igual
cia (comp. M . P., M od. Philol. X X V II, 411). Tiene en R E W 1 7371a) llamó la atención acerca del lat.
el sentido de ’malas hierbas de un campo’ y arro­ a r a n é a , documentado desde med. S. V d. C., que
ñar ’arrancar (estas hierbas)’ en Casas Ibáñez (M an­ 15 ya designaba una enfermedad cutánea semejante
cha), según J. Giner. E n fin, hubo un verbo cast. al herpe y quizá idéntica a la roña, puesto que
ant. derroñar con sustantivo derroñados aplicado atacaba a los cerdos2, y hacia la evidente pater­
al terreno; Sarm., aunque advierte que no existe nidad que se le puede atribuir respecto del rum .
en gallego, explica haberlo leído aplicado con fre­ rite ’sarna’, procedente de una base * r a n ía , con­
cuencia a las ’cárcavas de' los montes’, gall. rañas 20 forme revelan el meglenita ráñá y el macedorrum.
(deriv. de arañar), aunque en lo que recuerdo se ariñe (Pujcariu, E tym . W b., 1460). E n cuanto a
refiere más bien a desplomes o desmoronamiento las demás formas romances, admite M -L . que pue­
de roca y tierras. Todo esto tendrá más relación den deberse a u n cruce de *r a n e a con r o d é r e ,
con lo tratado en mis artículos E N R O N A , A R A ­ agregando que el vocalismo primitivo parece ha­
Ñ A R y acaso R U IN A . 25 berse conservado en el port. ranho.
En el N orte de Burgos, roña es ’sarro de los Éste, es cierto, no significa ’sam a’, sino ’moco’,
dientes’; en Santander ’color rojo oscuro que pro­ y de él no conozco testimonios anteriores a Blu­
duce el líquido del tegumento carnoso de la nuez teau (1715), pero como es voz vulgar que se refiere
cuando está verde’; finalmente en Asturias (R, V), a los mocos en lo que tienen de suciedad vergon­
Navarra, así como en parte del Alto Aragón (Ansó, 30 zosa, es m uy fácil que derive de la idea de ’roña,
Echo) y del Bajo (Caspe, Puebla de Hxjar), roña porquería’. El gallego confirma esta sospecha, pues
es el ’herrum bre u orín’ (B D C X X IV , 179; A. aquí perdura raña con el sentido latino de «espe­
Alonso, R F E X III, 241), y una evolución semán­ cie de sam a que padecen los cerdos», «hombre
tica análoga se encuentra en partes de Gascuña y exigente, pesado, molesto», rañar ’rascar’ (Valí.),
Bélgica (A L F 1173)1; pero no hay que dar exce­ 35 en el Lim ia raña «caspas de la lana» y rañar
siva im portancia a esta ac., que, como las innu­ ’rascar’ (V K R X I, 27 7 )\ Esta etimología de M -L.
merables anteriores, es fácil de explicar por una es, pues, indudable, en cuanto al rum ano y al
evolución secundaria: basta para ello observar que gallego se refiere, y no es de creer que las demás
en todos los romances el tipo léxico roña significa formas romances se aparten de estos dos lenguajes
’sarna’, en todas partes, en forma unánime y des­ 40 extremos. T anto menos cuanto que -diM Ñ A R va
de m uy antiguo, mientras que la ac. ’herrum bre’ seguramente con el gall. rañar ’rascar’ y parece
no es más que una de tantas acs. concomitantes, haber conservado en España la variante originaria
de extensión esporádica y de fecha moderna. U n ARANEA.
testimonio como el que vemos en invent. arag. Pero la explicación de la forma con o a base
de 1404 («unas cuyra?as viellas, guarnidas en fus- 45 de u n cruce con r o d e r e (también admitida por
tanyo viello, runyosas» B R A E IV, 527) es excep­ W artburg en Bloch, 2.a ed.), quizá inspirada por
cional, y por otra parte es más probable que ahí Covarr., no es idea feliz, pues no pueden adm itir­
signifique sencillamente ’sucias’; algo más anti­ se «cruces» de sustantivos con verbos, y además,
guo sería ’enfermedad que ataca los vegetales’, aun cuando es concebible la metáfora consistente
puesto que ya en los fueros aragoneses de h. 1300 50 en decir que la sarna «roe», no consta que tal
tenemos «todos los árboles e los fruitos de to uso haya cristalizado lingüísticamente.
tierra serán comidos de ruenna» (§ 139.14; T ilan- Con todo no dudo de que * r o n é a sea variante
der relaciona con roya y ruina, voces de otro ori­ de ( a ) r a n é a ; para la explicación de aquella forma
gen), pero aun aquí es manifiesta la extensión fi­ tenemos más bien sobra de explicaciones, todas
gurada, partiendo de la roña que se come al ga­ 55 posibles, aunque ninguna evidente. Puede tratar­
nado. se sencillamente de u n cambio de sufijo, puesto
Por lo demás el vocablo que nos interesa es que - a n é u s y - o n é u s alternan en latín vulgar co­
casi pan-romance, y en todas partes vale ’sarna’ : mo equivalentes, y especialmente en el hispánico:
port. ronha (testimonios de 1589, 1624 y 1628 en recuérdense risueño, halagüeño, pedigüeño, port.
Moraes y Bluteau), cat. rQnya frecuente desde el 60 medonho, tristonho, de sentido enteram ente pa­
ralelo al de extraño, picaño, etc. E l cambio de ferm edad de la piel en los perros y gatos’, R F E
sufijo parece realmente haberse producido en otro X II, 83), m ientras que en el Este de Aragón con­
vocablo conexo con a r a n e a , aunque en el sentido servó su sentido primitivo (Fonz rebuñoso ’oxi­
de ’araña’ : el macedorrum . mu$uroñu, m ip ro ñ u , dado, herrum broso’, A O R B B II , 261). Este cruce
’topo’, rum . mu§uroí, mo§oroí, mu$incH, ’m ontón 5 no sería incompatible con la u del sardo, puesto
de topo’, sale de m u s a r a n e u s ’musaraña’, cam­ que en latín hay variante r u b ig o , y además no
biado en m u s * a r o n e u s : G raur, R om . L V , 113- puede descartarse del todo que en Cerdeña sea
6 . L a idea sería tanto más natural si a r a n é a ’sar­ préstam o hispánico adaptado a la fonética local.
na’ fuese u n derivado de a r a r e ’arar’, tal como El Sr. García de Diego, Contrib., § 25, creyó
sospeché en el artículo A R A Ñ A R , lo cual es po­ 10 haber hallado la etimología de roña en el lat.
sible aunque - a n e u s sea sobre todo en romance a e r ü g o , - i n i s , ’herrum bre’, al observar las acs.
u n sufijo postnominal, pero en una formación dialectales de roña como ’herrum bre’, arriba ci­
ya documentada en el S. V, es lícito p artir del tadas. Pero además de que sería m uy extraño el
tipo clásico con valor postverbal que encontramos desdoblamiento de a e r u g o en las dos palabras
en derivados como succedaneus, supervacaneus, 15 cast. orín y roña, ya M . L . W agner rechazó con
consentaneus, praecidaneus, supervaganea (L and- razón esta idea como imposible fonéticamente
graf-Stolz II, § 128); entonces tendríam os en (L itb l. X L V III, 277), puesto que O n o puede dar
a r a n e a una primitiva formación adjetiva s c a b ie s o rom ance; n o hay más rem edio que adherirse
a r a n e a ’sarna que ara el cutis’, junto a la cual a esta repulsa observando, con M -L ., que el gru­
pudo crearse posteriormente s c a b ie s * a r ó n é a . 20 po -G ÍN - no da nunca ñ (gn) en it., logud. n i fr.
Por lo demás la creencia común parece ser que (tampoco norm alm ente en los demás romances, ni
ara nea ’sarna’ sea una aplicación figurada de en cast., a no ser en alguna m oderna habla de
la voz para ’araña’, basada en el carácter agre­ León, Aragón o Galicia), y que la aféresis de a e -
sivo del animalejo, de lo cual no faltan para­ sería m uy extraña en todos los romances salvo el
lelos clásicos, aunque sean im perfectos: gr. áX ú- 25 italiano4. Él largo artículo de G dD D 232 insis­
icexe; ’tiña’ (propiamente ’zorras’), tam bién dicha te machaconamente en los errores que ya se le han
áXco'irexíoc ( > alopecia), p jp u .rlxícu ’verrugas en demostrado, para apoyar su imposible etimología
la palma de la m ano’ (prop. ’hormigas’), 0 9 1 c (u a e r ü g o , sin aportar casi nada nuevo; entiende mal
¿(píame) ’especie de tiña’ (prop. ’culebra’), x apxí- varias frases latinas figuradas, y en cuanto a que
vo? ’cáncer’ (’cangrejo’), lat. l u p u s (y sus repre­ 30 roña (enroña, aruño) haya tomado esporádicamente
sentantes estudiados en L O B A N IL L O ); alem. el sentido figurado de ’orín’ en alguna habla local
m urm am jinger ’panadizo’, wolf, ruso ¿aba ’dif­ de Asturias, Aragón y Gascuña, es por una ex­
teria’ ( < ’sapo’), lituano krüpé ’marcas de virue­ tensión traslaticia bastante natural, claro que no
la’ ( < ’sapo’). Si a r a n e a es creación de este tipo, por conservación de la supuesta ac. etimológica5.
entonces el cambio de sufijo en -ONEA debiera 35 D e r iv . Roñal, roñoso, roñería, V. arriba. Roño­
tener carácter mecánico y no primitivo. sería. Enroñar. Desroñar.
O podría haber una contaminación o cruce con 1 P or cruce con m orrudo el cast. roñoso se
otra palabra. L a mejor sería r ü b é a ’roja’, que ha convirtió en morroñoso en León, que además de
tomado el sentido de ’roya que ataca a los cerea­ ’tacaño’ significa ’oxidado (metal)’ (R H X V, 6 ).—
les’ en c a st.: ya hemos visto que rueña tiene este 40 2 L o cual se deduce del epíteto aranea verrina
sentido en u n texto del S. X III, y T ilander en­ que le da Casio F é lix : «araneas G raeci, a ser-
cuentra roya en un pasaje semejante en otros pendo, quod herpin dicunt, herpetes dicunt, nos
fueros aragoneses; que r ú b e a era antiguo en este vero... serpusculos nom inam us... in superficie
sentido lo indica u n glosario latino trasmitido en cutis pustulas minutas milio símiles ostendit,
ms. de Cambridge del S. X II, donde se lee «ru­ 45 quam L atini vulgo araneam verrinam vocant».
bio: scabies frugum ex humore». Esta explicación T am bién u n par de veces en la trad. de Dioscó-
tendría la ventaja de dar cuenta de la vocal del rides (S. V I), y otras tantas en el glosario Va­
logud. runza y el campid. arrungia, que M . L. ticano de la Reina Cristina, trasm itido p or un
Wagner (A S N S L CXXXV, 115; R F E IX , 259; códice del S. X , pero lleno de voces del latín
V K R I, 74; comp. M -L ., Altlogud., 59) se niega 50 vulgar hispánico (cicala, sarracla, impedigo, ga-
a considerar préstamos. T am bién se podría pen­ lapoco, mordaco), traducido ’herpe’ («erpinas»)
sar en u n cruce con r ó b ig o ’herrum bre’, que ha o «erysipela m inor milio similis in cute» (C G L
persistido con este sentido en Asturias (roirt, R) II I, 596.10, 600.23).— ’ Además se cita u n valón
y en el Alto Aragón oriental (rovin, B D C X X IV , ragne, pero lo corriente en este dialecto es rogne
179), pero que en mozárabe tomó el sentido de 55 (Remacle, F orir, S igart); ragne (que tampoco
’roña’, según nos prueban el verbo rábyan ’estar está en el dicc. liejense de H aust) sólo figura en
roñoso’ y el participio murábyan ’perro roñoso’ Grandgagnage como variante de rogne, sacada de
registrados por R. M a rtí; una variante * r o b ü g i - u n texto o de uno de sus informantes.— * El caso
n e m dió el port. rábugem ’especie de sarna que de a r a n e a > r a n e a , r o n e a , es m uy diferente,
ataca a los perros y cerdos’ ( > cañar, rabuja ’en­ 60 pues aquí había coincidencia total con la -A del
artículo.— 5 Por lo demás es sabido que Rato fr. jroc ’hábito de monje’.
está lleno de seudo-definiciones, que no tienen E n cuanto a roquete ’hierro de lanza de torneo’
otro fundam ento que una falsa etimología. [siglo XV, Crónica de Alvaro de Luna, e inventa­
rio del S. X V I en L eguina; falta Autoridades],
Roñar, roñir, V. reñir Roñía, V. ironía 5 cat. roquet (dos ejs. de 1573, Ag.), fr. ant. rochet
Ropa, ropaje, ropavejería, ropavejero, ropería, ro­ [SS. X III-X V II], parece ser la misma palabra, en
pero, ropeta, ropilla, ropón, V. robar el sentido figurado de ’lo que cubre la lanza’,
comp. la definición de G od. «tampon fixé au bout
R O Q U E , ’torre del ajedrez’, del ár. ru&h id., de la lance courtoise» y la de Nicot (1606): «lan­
propiamente ’carro’. 1.a doc.: 1288, Libro del A je­ 10 ces dont les pointes et les fers sont rabattus, mous-
drez. ses et non esmoulus»; se trataba de algo que se
Neuvonen, 174-5; como dem ostró Dozy, Suppl., ponía para evitar una herida m ortal en los tor­
I, 518, es falsa la etimología que suponía fuese neos.
el ár. rubb ’torre del ajedrez’ una aplicación tras­
laticia de rub nom bre del ave fabulosa llamada 15 Rorante, rorar, V. rociar Rorcual, V. narval
RO C H O . L a trascripción de fy por q sugiere que Rorro, V. arrullar
roque no pasó directam ente del árabe al cast.,
sino por conducto del bajo latín o de otro ro ­ ROS, del nombre del general Ros de Olano, que
mance (errará Neuvonen aL adm itir que se trate de introdujo esta prenda de uniforme siendo D irec­
una vieja trascripción castellana). 20 tor G eneral de Infantería. 1.a doc.: h. 1855.
D e r iv . Enrocar; enroque. L o hizo en esta fecha según el Dicc. M ilitar
de Almirante (1869). Acad. 1884.
Roqueda, roquedal, roquedo, roqueño, roquero,
V. roca Roqués, V. roca y zahareño Ro­ ROSA, voz semiculta tomada del lat. rosa id.
queta, V. roca 25 1.a doc.: Berceo.
«Non quiso otra suegra sinon la Gloriosa, /
R O Q U E T E , to m a d o d e l c a t. u oc. roquet ’so­ que más fermosa fué que nin lilio nin rosa» S.
brepelliz’, d im in u tiv o d e *roc, q u e a s u v e z se O r., 28d; análogamente Loores 204. T am bién en
tomó d e u n frá n c . * r o k ’c h a q u e ta ’ (c o m p . ale m . J. Ruiz y de uso general en todas las épocas. Es
rock id .). 1.a doc.: roquet, in v e n t. a ra g . d e 1469 30 com ún a todos los romances de Occidente, pero
('VRom . X , 200). la falta de diptongación en cast., fr. e it. muestra
Falta en los glos. de h . 1400, APal., N ebr., y que el vocablo, a pesar de su gran popularidad,
no conozco otros ejs. medievales. Pero «roquete: estuvo sujeto al influjo de la lengua cu lta; más
rocchctto» ya está en C. de las Casas, «rochet ou que los poetas, y tanto por lo menos como los
roquet d’Evesque» en O udin, «vestidura de olan- 35 botánicos, en este período tem prano del romance,
da u otra tela delgada de que los obispos y pre­ influyeron en ello la letanía y las obras piadosas,
lados usan sobre la sotana, debaxo del mantelete» como nos m uestran los contextos en que prim era­
en C ovarr.; «especie de sobrepelliz cerrada con m ente aparece en cast. Tam bién aparece en las
mangas ajustadas, o anchas en punta, como las fuentes m ozárabes: rusas en A benbuclárix1. Ruda
que llaman de ángel» A ut. E l cat. roquet ya se 40 asinina o rosa de asno ’Paeonia Officinalis L .’ en
encuentra en un doc. barcelonés del 3.r cuarto Abenyólyol; «rosa silvestre o gavanza» N ebr.;
del S. X V I, y en otro texto cuya fecha ignoro ast. mal de la rosa ’pelagra’ (V). Para metáforas
(Ag.); del oc. roquet «rochet, camail des évêques» poéticas que contienen esta palabra, convertidas
hay ej. algo incierto en Peire Cardinal (h. 1200, en bien común del idioma, vid. M . R. Lida, R F H
es dudoso que se deba corregir como quisiera L e- 45 I I I , 263-70.
vy) y otros dos medievales completamente segu­ D e r iv . Rosáceo [Acad. S. X IX], Rosado [S. X III,
ros, cuya fecha ignoro, pero serán de fines de la Buenos Prov., 17; J. R u iz ; «r., de materia de
E. Media. Además fr. rochet, norm . roquet. El rosa; r., color de rosas» N ebr.]. Rosal [r. blanco,
primitivo roe quizá podría hallarse como nombre r. bermejo, h. 1325, J. M anuel, Rivad. L I, 252632;
del vestido especial de las prostitutas en u n ej. 50 «rosetum ... es rosal» APal. 422d; «r.; rosarium»
aislado en oc. ant. (vid. Levy), y R oquefort dice N e b r.]; rosaleda [Acad. S. X IX ], más raro rosa­
que se encuentra en fr. ant. (aunque falta en lera. Rosario ’conjunto de oraciones dedicado a la
G od.); en todo caso está documentado en la for­ Virgen y term inado con la letanía, donde apare­
ma latinizada roccus en capitulares carolingias. El ce repetidam ente la comparación de la Virgen con
fránc. * r o k (Gamillscheg, R . G . I, p. 206) es h er­ 55 una rosa’ [1591, Percivale], ’sarta de cuentas para
mano del a. alem. ant. roe (rock-), alem. rock ’cha­ rezar el rosario’ [1595, D . de Yepes, A ut.], ’el
queta’, b. alem. ant. rok, neerl. med. roc, fris. ant. espinazo’ [Aut.; de uso general aunque familiar,
rock, ags. rocc, escand. ant. rokkr; según K luge y no sólo ast., V ]; rosariero, -era. Rosear. Róseo
y otros sería palabra diferente del b. alem. ant. [Aut.]; roséola. Rosero.
hroc, de cuyo herm ano fráncico *HROK procede el 60 Roseta [r. novela ’cierto letuario’ J. R uiz; «rose­
ta, color: purpurinum » N eb r.; ’cada una de las Rosar, V. rociar Rosariera, rosariero, rosa­
bolas de hierro con pinchos que se echaban al rio, rosarse, V . rosa Rosbif, V. rustir
suelo para dificultar el avance de los jinetes in­
dios, de los asaltantes en el abordaje, etc.’ arg.; ROSCA, voz peculiar de los tres romances ibé­
’panecillo del tamaño de los panecillos de Viena’ J ricos, de origen incierto, quizá prerrom ano; es
arg.]; rosetón [Aut.]. Rosillo, vid. RO JO . Rosita; imposible que proceda del lat vg. * r o s i c a r e ’roer’,
de rositas ’de balde, sin esfuerzo alguno’ cub. lo que además de suponer un cambio de sentido
(Ca., 243), y famil. según Acad. Sonrosar [/luí.], poco verosímil, tropieza con graves dificultades,
antes sonrosear [h. 1580, F r. L. de G ranada; h. entre ellas el hecho de que el verbo roscar es raro
1700, Bart. Alcázar], raro rosarse; sonroseo. 10 y reciente, luego es de creer que derive de rosca
C p t . Rosicler [1595, Góngora, de quien es pa­ y no al revés. 1.a doc.: h. 1300.
labra favorita; 1621, T irso, Cigarrales (ed. V. Said E n el Cavallero Zifar escrito por este tiempo
Armesto, M adrid 1913), pp. 104, 160; Calderón; se encuentran estas frases: «—T om ad agora esa
A u t.; no Covarr.]. Es etimología errónea suponer rosca destas bodas— dixo el Cavallero Amigo, e
que se tomase del fr. rosé clair ’rosado claro’, según 15 arrancóle la cabera. E porende dizen que de tales
m uestran ya el significado y la documentación anti­ bodas, tales roscas» (ed. W agner, 502.26); lo cual
gua, que es más catalana que castellana; en cat. alude a la costumbre de hacer roscas o rosquillas,
rogeder 1412, rogicler 1415 (bis), rochicler (texto «especie de massa dulce y delicada» (Aut.), con
valenciano) 1943; en cast. rochicler en la Questión motivo de las grandes fiestas; rosca es «bollo de
de A m or im preso en Valencia en 1513, rosicler 20 massa de harina como la del pan, u otra delica­
1521 y 1523. da, como la del bizcocho, formada en círculo».
El significado en todos esos textos, y en otros tem­ «Rosca es de pan mediano» en J. A. de Baena
pranos en ambas lenguas, es ’plata roja, mineral (Canc. n.° 180, v. 4). En este sentido tam bién, en
con color de rubí que se compone de plata, azufre E l Rufián Dichoso de Cervantes se habla de «las
y arsénico’; la acepción cromática es secundaria, 25 blandas roscas de U trera» (Cej. V, 496-8), que
a causa del color brillante y rojizo del rochicler o según Correas eran «excelentes y de buen p a n » ;
plata roja, y no aparece hasta 1567; de ahí luego' este autor cita varios refranes relativos a este ama­
sacó Góngora su rosicler ’rojo vivo’. Hasta aquí1 sijo: «la rosca de Pedraza, gran agujero y poca
G. Colón (Congr. de Ling. Rom. 1965 y Ene. masa», «el pan de la que malquieras, en roscas
Ling. Hisp. II, 223-4), quien observa que en las 30 lo veas»1.
formas en s [?] y en los datos valencianos de 1493 Por lo com ún suele considerarse fundam ental
y 1513 actuaría el fenómeno dialectal del valencia­ la ac. mecánica «máquina que se compone de
no apitxat, del que ya hay tres casos sueltos en tornillo y tuerca», aunque es difícil asegurar si lo
la segunda mitad del S. XV. ¿Los ha comprobado primitivo es esta ac. técnica, y aun es lícito sos­
Colón en los originales manuscritos? Puede tener 35 pechar que sea más bien la genérica ’cualquier
razón, aunque en este caso no hace falta eso, porque cosa redonda y rolliza que, cerrándose, forma un
se trata de un compuesto árabe con é final de círculo u óvalo, dejando en medio u n espacio va­
palabra, donde la sonoridad era vacilante. En efec­ cío’. N e b r.: «rosca de pan: spira; rosquilla desta
to, se impone ahora desechar la etimología tradi­ forma: spirula; rosca de culebra: spira». Así es
cional ’rosado claro’ (fr. rosé clair o cualquier equi­ 40 como se aplica a los espirales en que se dobla una
valente). culebra, a los círculos en que plegamos una cuer­
El rogecler catalán y cast. rochicler es lo mis­ da, a los que se marcan en el agua después de
mo que el rejalgar, si bien combinado con plata, lanzarle una piedra, etc., de todo lo cual pueden
y el rejalgar se extrae a su vez de las minas de verse ejs. clásicos eñ A ut. y en Cej.
plata. Luego se trata del ár. rahé al-gár el étimo 45 Rosca no se encuentra en otros romances que el
de R E JA L G A R , con ciertas alteraciones fonéticas: cast., cat. (donde no conozco datos antiguos, y
la a del árabe entre r y h se pronuncia d no lejana donde hoy se pronuncia con ó abierta; pero debe
de p. Por lo demás, claro que hay influjo rom an­ de estar antiguamente arraigado en el cat. de Fraga
ce, probablemente del mozár.-catalán c l a r u s , que rosca ’viejo peinado típico de las fragatinas =
arabizado sonaba k(e)ler: se entendió que el color 50 fr. natte [trenzado fino que se extiende por todo
de la plata roja era roig i cler ’rojo claro, rojo b ri­ lo ancho de la nuca y tapándoles las orejas]’)2, y
llante’. portugués, donde todavía suena con o cerrada, y
1 L a variante rudas que aparece tam bién en d i­ donde ya se documenta en Corte Real, med. S.
cho autor, en Aben^ótyol y en las glosas mo­ X V I: «de cores variado, o corpo em rosca, / de
zárabes a Dioscórides (vid. Simonet), se debe sin 55 pés e máos carece, e nao tem cousa, / de que
duda a la confusión individual cometida por un mostré servirse mas n a lingua / venenosa e cruel»
botánico árabe entre el nom bre romance y el gr. (cita de Vieira). Por lo demás, en los tres rom an­
póSov (a no ser que se trate de una contam ina­ ces ibéricos el sentido es el mismo.
ción del ár. ward ’rosas’, wárda ’una rosa’). El origen de rosca presenta u n problema al pa­
60 recer insoluble; así lo veía Diez (W b., 484) y des-
de entonces no hemos adelantado apreciablemen- Cataluña, Francia y el N orte de Italia, con este
te. C. C. Rice, P M L A X X , 342-3, partiendo de sentido o con el de ’colmena’ y en algunas partes
rosca en el sentido de ’concavidad helicoidal en ’cuévano, cesta’, y que se cree de origen céltico
que va encajándose u n tornillo’ supuso que fuese ;irl. med. rúsc ’corteza’, ’cesta de corteza’, irl.
un postverbal del verbo romance * r ó s ! c a r e , de­ 3 mod. rusg ’caparazón de tortuga y otros anim a­
rivado de r o d e r e ’roer’, de donde salen el it. ro- les’, galés rhisg(l) ’corteza’ : Diez, W b., 673;
sicare, oc., cat. y port. rosegar. Esta etimología rhu rn ey sen , K eltorom . 111; R E W 7456); para
recibió el honor de ser admitida por M -L . en su ¡a diferente vocal tónica rem itía Schuchardt a la
R E W (7380), aunque declarándola dudosa por la variante rouche del fr. ant. (L ittré), suponiendo
razón —por lo demás inexacta— de que rosegar 10 que el vocablo hubiese sufrido el influjo de C R Ü S-
’roer’ no existe en la Península Ibérica. Algo hay rA ’costra’, lo cual está lejos de ser claro ni con­
en esto de verdad, pues si el cast. ha perm ane­ vincente4; pero la debilidad mayor de esta eti­
cido siempre fiel al simple roer, es un poco ex­ mología está en el sen tid o : no es fácil llegar de
traño que hubiese empleado el derivado vulgar ’corteza’ o ’cesta’ a ’rosca’, en todo caso habría
* r o s i c a r e , precisamente sólo en el sentido técni­ 15 que partir de la colmena primitiva hecha de u n
co de ’abrir una muesca helicoidal’; pero hay ob­ rollo de corteza, de donde luego ’redondel’ y ’ros­
jeciones mucho más graves que obligan a adoptar ca’; así y todo cuesta aceptar esta evolución se­
una actitud completamente escéptica ante esta m ántica tan hipotética y desusada5. Por lo demás
idea: ¿por qué el port. y el cat. conservaron la es dudoso que sea antigua la variante de r u s c a
vocal interna y sonorizaron la consonante en el 20 ’corteza’ con o. E n Francia la hallamos solamente
descendiente indudable de * r o s i c a r e y en cam­ en el N orte y con el sentido secundario de ’col­
bio sincoparon en el supuesto roscar técnico?; mena’, en el cual rou(s)che se documenta en el
que se llamara ’m ordedura’ a una muesca es com­ R om án de la Rose y otro texto del S. X III (L it­
prensible, pues el corte en la línea recta que ofre­ tré), así como en Rabelais (Gargantua, cap. 40, ed.
ce a nuestros ojos la mella de u n cuchillo, de la 25 1919, p. 200); hoy el A L F sólo trae rú(t)s3 con
oreja de un animal, etc., bien puede compararse u ( = ou) en el Este del Valais (mapa écorce) y
con el resultado de una dentellada, mas ¿podre­ en u n punto del Ain (mapa ruche). No hallo esta
mos decir que el abrir una concavidad espiral sea variante en diccionarios dialectales del N orte ni
igualmente comparable a lo que hace el que roe del Sur. Hay, pues, una solución de continuidad
un hueso o un pedazo de pan duro? H aría falta 30 tan grande entre el fr. ant. rouche y el arag. ros­
mucha buena voluntad. Sobre todo, esto supon­ cada ’colada’ (Borao), roscadero ’coladero’ (Echo
dría que rosca fuese derivado de u n verbo ros­ y A nsó: B hZR P h. LXX XV , § 92), que sugiere
car ’abrir una rosca’, pero tal verbo apenas exis­ que estas formas aragonesas, documentadas sólo
te en parte alguna: en Portugal lo registra algún en u n sentido tan secundario, sean debidas a la
diccionario reciente (Fig.), pero falta totalmente 35 invasión tardía de u n rusca galorrománico o ca­
en los léxicos clásicos de Vieira, Moraes y Blu- talán alterado por una confusión meramente for­
te a u ; en cat. no recuerdo haberlo oído jamás, aun­ mal con otra palabra; quizá el autóctono rosca
que Ag. registra un ej. de 1817, sin duda como ’círculo’, de otro origen; pero más bien roscadero
curioso. E n cast. no sólo falta en A ut. y demás deberá su o al influjo de rocadero, otro utensilio
fuentes antiguas, sino aun en la últim a ed. de la 40 doméstico y femenino, de donde la o se exten­
Acad., y sólo puede citarse algún ej. suelto y des­ dería a roscada.
perdigado, que además no significa ’abrir una ros­ Ante todo hay que atender al hecho de que m u­
ca’ : roscado ’atorm entado’ en B. de Villalba chos nombres romances de la ’muesca’ e ideas se­
(1573; Fcha.), ’que tiene la cola enroscada’ en mejantes son de origen prerromano o de etimolo­
el M tro. Correas («podencos conejeros, es que los 45 gía completamente oscura: así M E L L A , H U E C A ,
bien roscados de cola eran alabados»). L o usual el fr. coche y el tipo constituido por oc., cat. y
como verbo es enroscar [Nebr.] y algunas veces •jall. osea, cast. dial, güezca; aun el mismo cast.
arroscar o rosquear (ejs. en Cej.)s : es evidente M U E S C A (cat. mosca) está lejos de ser seguro
que todos éstos, lo mismo que los raros testimo­ que pueda venir de m o r s i c a r e . Bien puede ser
nios de roscar en los tres romances peninsulares, 50 rosca otra palabra prerromana, para lo cual no
son derivados de rosca y no, al contrario, el p ri­ constituiría objeción sólida la r- inicial, teniendo
mitivo de donde deriva este sustantivo. Bien m i­ en cuenta que fácilmente podría ser alteración de
rado todo, no tenemos razón alguna para creer u n *arrosca; tanto más cuanto que nada seme­
que este vocablo tenga u n origen verbal, y sin jante se encuentra en árabe. Pero de esta vaga
duda ha sido siempre una raíz sustantiva. H ay 55 conjetura n o podemos pasar. N i siquiera es pro­
que abandonar sin vacilación esta etimología. bable que haya una relación cualquiera con osea
Aunque no haya otra aceptable, que en efecto no o con muesca, puesto que estas dos palabras tie­
la hay. Schuchardt (Román. E tym . II, 47) creía nen O. Si constara que A R O es prerrom ano, po­
poder identificar con la voz prerrom ana ROSCA dríamos concebir u n derivado * a r o - z - k a con los
’corteza’, que ha dejado descendencia en Aragón, 60 medios formativos del vasco; pero la etimología
lat. a r v u m > aro es muy probable. ¿T endría el IV, 347, 217], hoy tam bién ’cuévano para frutas y
tipo r u s c a ’corteza’ otros sentidos que ignoramos verduras’.— 4 El arag. roscadero y roscada citados
en su lengua originaria? Con lo que hoy sabemos en la n. 3, parecen comprobar que este vocablo
es vano especular sobre esta posibilidad. M ás tuvo realmente una variante con o; J. U . H ub-
audaz aún sería suponer que el étimo ignorado del 5 schmied, V Rom . II I, 101n.2, para explicar u n
veronés y trentino rosco, dolomítico ruóse, ’sapo’ nom bre de lugar de la Suiza alemana, supone
(R E W 1329, 7462)', pudiera haber designado que la O gala pudiera abreviarse en combinacio­
el caracol o bien la culebra (comp. E S C U E R ­ nes como -e s - o -se -, para lo cual se funda jus­
Z O frente al cat. escurfó ’víbora’) y de ahí tam ente en el caso del fr. ant. rotiche; pero no
sus espirales. Podría imaginarse que las voces ger­ i O hay otras pruebas de tal cambio y tampoco es
mánicas a. alem. ant. rase, ingl. med. rasch, dan. evidente la etimología de aquel topónim o sui­
y sueco rask, ’rápido, apresurado’, escand. ant. zo.— 5 Cornu, G G r. I, § 28, dice que rosca vie­
rQskr ’valiente’, isl. roskr ’vigoroso’, primitiva­ ne de r u s c a plural de r u s c u m ’rusco’, nom bre
m ente ’el que corre’, procedentes de r o t h - s k o - de planta (que tam bién tiene O), pero n o se al­
(según m uestran a. alem. ant. rado, ags. hrcede, 13 canza a ver la idea semántica de C o rn u : no hay
neerl. rad ’rápido’), y derivadas probablemente de analogía alguna entre las dos cosas. Quizá su
la raíz del lat. rota, irl. rethim ’yo corro’, tuvie­ idea fuese la misma de Schuchardt, y sólo qui­
ran una correspondencia * r o s c a ’rueda’ en célti­ siera decir que r u s c a ’corteza’ viene del lat. r u s ­
co, en lígur o en la lengua de los Urnenfelder c u m (?).— 6 Para la posible relación con el fr.
(con ó por compensación de t h s > S ) ; pero cla­ 20 ant. rouche, arag. rosca, ’corteza’, se compara
ro está que no pasa de ser una hipótesis, y algo E S C U E R Z O frente al lat. s c o r t e a , fr. écorce
atrevida y que hay otras, aun dentro del céltico, ’corteza’, pero esta etimología de E S C U E R Z O
con base no menos perceptible: rose ’ojo’ (y ’m i­ es improbable.— 7 El nombre indoeuropeo de los
rada’), es palabra de viejo abolengo y ya bien ojos ha sido sustituido en las lenguas célticas
documentada en irlandés antiguo, aunque no le 25 por varias" palabras secundarias, y ni es ésta la
sé parentela en otras lenguas célticas1. A falta de> única (el propio irl. ant. empleaba también derk
algo más docum entado m e inclinaría por una hipó­ ’ojo’), ni tampoco era voz reciente, sino com­
tesis en torno a esto, si me viera obligado a optar puesta de la fecundísima raíz s ( e )Qu- ’ver’, ’m os­
por alguna; pero es preferible aplazarlo. En con­ trar’, con prefijo ( p ) r o - , así que (a)rosc también
clusión : nada positivo sabemos hoy, aunque un 30 valía ’proverbio’ y ’poema laudatorio’ (Pok. IE W
origen prerromano es bastante seguro. 898.23). Que de ’ojo de la vista’ se pasara a
D e r iv . Roscadero (V. arriba, n o es derivado de ’ojo o redondel de una rosca’ es una mera posi­
rosca). Roscado (V. arriba). Rosco [1525, Rob. de bilidad, y en fuentes prerromanas continentales
Ñ ola; 2.a m itad S. X IX , Juan Valera, en Pagés; no tenemos, o apenas, huella alguna que confirme
Acad. 1925, no 1884]. Roscón [1721, Aut.]. R os­ 35 la existencia de nuestro vocablo fuera de Ir ­
quear ’enroscarse’ [S. X V I, C ej.; raro]; arg. ’re­ landa, pues bien débil es el apoyo que nos pres­
torcerse u n animal en la agonía’ [Á. M . Vargas, taría un nombre de persona renano Roscus (Hol-
La Prensa, 22-111-1942]; rosqueado. Rosquete der II, 1229). El irl' ant. rose es masculino, con
[ej. antiguo en C ej.]; entregar el rosquete arg. un plural ruisc, lo cual supone base antigua
’m orir’ [B. Hidalgo, I, v. 217]. Rosquilla [N ebr.; 40 r o - s q uo - s (plural rosq(o)i), y formación bien
1525, Rob. de Ñola, p. 131]; rosquillero. Arros­ distante de su único congénere, el hit. sauua
car [DHist.]. Enroscar [«e., hazer roscas: sinuo; ’ojos’ (plural neutro).
-arse: in spiras se colligere», N ebr.]; enroscadu­
ra [id.]. Trasroscar. Roscada, roscadero, roscado, roscar, rosco, V.
1 Sigue hoy bien vivo: «demás del pan ordi­ 45 rosca Rosear, V. rosa Rosear, V. rusiente
nario... roscas o aguaderas, que se hacen para Róseo, roséola, rosero, roseta, rosetón, rosicler, V.
los niños, con muchos adornos» Cespedosa (RFE rosa Rosigar, rosigo, rosigón, V. roer Ro­
XV, 272), «torta delgada de pan de m aíz; tener sillo, V. rojo Rosio, V. rusiente Rosita, V.
rosca = tener qué comer» en Asturias (V).— rosa Rosmarino, V. romero y rojo Rosmaro,
1 Figura ya en el dicc. de Belvitges (1803) pero 50 V. rocín, nota Roso, V. roer Rosm iffila, V.
no en T orra ni Lacavalleria. N o hay inconvenien­ rámila
te en adm itir que dicha pronunciación, contra­
dictoria de la port. y cast., sea secundaria, pues R O S O L I, probablemente tomado del lat. mo­
el cat. m oderno tiene tendencia a abrir las oo derno ros solis ’rocío del sol’, nom bre que pare­
en sílaba inicial: Est. Románics I I I , 206-12.— 55 ce haberse dado a este licor por emplearse en su
3 Hacer roscada empleado por Lope de Rueda, n a­ preparación la planta droserácea rocío del sol. 1.a
da tiene que ver aquí, pues significa ’hacer colada’, doc.: rosolis, 1705, S obrino; rosoli, 1721, Silves­
préstam o catalán o galorrománico, derivado de tre, Proserpina (Aut.).
rusca ’corteza de corcho’, ’corcho’ ; lo mismo el C uervo (Ap., § 74) nos informa de que la pro­
arag. roscadero ’coladero’ [1373 y 1397, B R A E 60 nunciación afrancesada rosoli, que se encuentra
también en la Anatom ia de M artín M artínez (M a­ otras veces ’hocico de cerdo’ o ’de perro’. Sólo
drid, 1745), es la que predomina en Colom bia; en autores muy vulgares, como Plauto y Petronio1,
rosòli acentúa A u t., de acuerdo con los versos de llega a aplicarse al hom bre, pero entonces se tra ­
Silvestre, y ésta es la pronunciación castiza. Port. ta de u n insulto o chanza, exactamente con el
rosasólis en M oraes, hoy más bien rosòlio (Fig.); 5 tono que tiene en cast. un empleo análogo de ho­
cat. resolis, empleado como plurale tantum [S. cico o jeta. Este uso se hace más frecuente y tien­
X V III, Ag. ; en Valencia tam bién el sing. re­ de a borrar paulatinam ente su carácter peyorati­
soli, M . G adea, Tèrra del G è I, 276]1; fr. rossolis vo o figurado, como se nota en el Dioscórides
[1645]; it. rosòlio (con dim inutivo rosolino, am ­ traducido en el S ur de Italia en el S. V I (R F
bos sin testimonios antiguos en Tomm aseo, que 10 X IV , i, 628).
no da noticia de la variante antigua rosoli, consi­ Pero en toda la Edad M edia el castellano ros­
derada por varios como originaria, sin duda erró­ tro conserva aún su valor etimológico de ’pico’ u
neamente) ; ingl. rosa solis, tam bién ros solis y ’hocico puntiagudo’ : «comerlos an serpientes e
rosolio. los escorpiones / ... / meterlis an los rostros fas­
L a antigua forma rosa solis está documentada 13 ta los corazones» Signos, 39c, «quando bien mi
en lengua inglesa desde 1563, y con gran frecuen­ rostro afilo, / pensando en vuestra carrera, / fallo
cia en este siglo y los tres siguientes; G erarde en q u ’es tener dentera / de quantas cossas compylo»
1597, hablando de la planta sundew ’rocío del sol Villasandino (Canc. de Baena, 258.73). O tras ve­
= D rosera Rotundifolia’, escribe «that liquor m a- ces se trata del hocico de varios anim ales: «como
de thereof, w hich thè common people do cali 20 muía camurzia aguza rostros e dientes», «dióle la
rosa solis»; en un tratado de destilería de 1652 puerca del rosto, echóle en el cau?e» (forma di­
se le llama en inglés ros solis y en latín aqua roris similada, como en port.) J. Ruiz 395c, 778c, «om-
solis (V. esta documentación en el N E D ). Parece ne qui pennora e mata la pendra, deve aver el
claro que la forma ingl. y port. rosa solis es al­ cuero conplido con los rostros e con todas las
teración de ros solis por una etimología popular 23 4 ungías e las orellas e la cola» Fueros de Ara­
que vió ahí el nom bre de la rosa. T am bién A ut. gón 29.1 («con el rostro» en Vidal M ayor). Así
se refiere al empleo de la droserácea en la fabri­ ya en el Cid: «el león el rostro fincó» 2299. C uan­
cación del rosoli: «muchos juzgan que se le dió do llega a aplicarse al hom bre, vale ’jeta, boca’
este nom bre porque su primera composición fué pero con carácter m uy peyorativo, así la Serrana
con una hierba en cuyas hojas, en lo más inten­ 30 monstruosa tiene «boca de alano e los rrostros
so del calor del Sol, se halla una especie de ro­ m uy gordos» J. Ruiz 1014a, «quando era sannoso
cío mui sazonado y saludable, la qual en L atín mostrava m uy fea cara, ca saliél la espuma por
se llama ros solis o rorella». Es u n hecho indis­ los rostros et agua por las narizes» 1.a Crón. Gral.,
cutible que en la fabricación del rosoli se em­ 119í>46. Véase además Cej. V, § 55; y Refranes
plean hierbas aromáticas (V. tam bién Tommaseo). 35 aragoneses del S. X IV (R F E X III, 365). Los mo­
Son erróneos los datos que acerca de la etimolo­ riscos en el S. X V I conservaban todavía este sig­
gía del vocablo proporcionan Gamillscheg, Bloch- nificado en lo fundam ental, pues en el Reconta­
W. y M igliorini; no está a mi alcance la nota que m iento de Alixandre tiene el valor de ’labio’ (R H
publicó G . d’Alessio en L ingua Nostra I, 43, 145. L X X V II, 608).
1 E n catalán se siente como un derivado de oli 40 E l tránsito del significado antiguo hasta el mo­
’aceite’ con el prefijo res-, tal como p. ej. re­ derno duró siglos, pues como hemos visto ya apun­
sombra ’penum bra’ (voz usual en Osona y R i- taba en latín, y así no es de extrañar que ya lo en­
pollés). Claro que es etimología popular, lo mis­ contremos alguna vez en el S. X III, como cuando
mo que la que ha sido causa de la forma it. ro­ Apolonio airado pega a su hija «óvole huna fe-
sòlio. En catalán se pronuncia con ima s sono­ 45 rida en el rostro a dar» (A pol., 528c); frases co­
ra y es muy común, tam bién con el sentido figu­ m o de rostros ’de cara’ (Berceo, M il., 887c), de
rado de ’vino delicioso’. rostro (Zifar, 60.27), facilitaban el cambio de sig­
nificado. Pero es probable que en casos como és­
Rosón, V. rezno Rosqueado, rosquete, ros­ tos se pensase todavía más bien en la boca, o a
quilla, rosquillero, V. rosca Rostir, V. rustir 50 lo sumo en toda la parte prom inente de la cara,
Róstr(ig)o, V. cárabo comprendiendo boca, nariz y ojos, tal como se ve
claro en los Castigos de D . Sancho (S. X IV ):
R O ST R O , del Iat. r ó s t r u m ’pico’, ’hocico’ ; «non quieras seer atal como el cavallo... en que
esto, y tam bién ’labio’, ’boca’, es lo que todavía Dios no puso entendim iento... por eso puso N .
significa en el castellano medieval, pero pronto se 55 S. Dios el rostro de la cara del omne, que catase
extiende del sentido de ’boca’ al de ’cara, faz’. 1.a con los ojos arriba contra el cielo»; V. Vignau
doc.: Cid. (R A B M 1875, 275) comentando este pasaje ase­
El lat. r o s t r u m era derivado norm al de r o d é - gura que en ciertas provincias de España se dice
r e , con el sufijo instrum ental - t r u m ; en conse­ todavía rostro p or ’boca’ y rostros por ’labios’, de lo
cuencia significaba propiamente ’pico de ave’, y 60 cual no tengo otra noticia. Sea como quiera, en la
lengua común rostro es ya s ó lo Ja faz en e l S. XV zador, rozadura, V. rozar Rozagante, V. ro­
(así APal. 57b, 123d, 151d), pues aunque Covarr. cín
sigue refiriéndose a la ac. primitiva, l o hace por
latinism o; en el Siglo de Oro, no sólo se ha ol­ R O ZA R, significó prim eram ente ’roturar, arar
vidado el significado etimológico, sino que rostro 5 u n campo por prim era vez’, ’lim piar de m atas y
se ha convertido en una palabra noble, según hierbas’, después ’pacer la hierba de un prado’,
m uestra su frecuente empleo p or poeta de gusto ’raer o desgastar la superficie de u n objeto’, y
tan exigente como Góngora. E l lat. r o s t r u m se en fin ’pasar tocando ligeram ente’ : del lat.
ha conservado, además del cast., únicam ente en vg. * r ü p t i a r e , derivado de r u m p e r e ’rom per’
port. (rosto ’cara’, rostro y rosto son igualmente 10 (participio r u p t u s ) . 1.a doc.: rogar, 1282; el sus­
frecuentes en las C tgs.) y en rumano (rost, ant. tantivo roga ’tierra roturada’ está ya en docs. del
’boca’, hoy acs. figuradas); el cat. rostre es cas­ S. X.
tellanismo reciente, sólo usual en el lenguaje lite­ Oelschl. lo cita en escrituras de 980, 1157 y
rario, pero ajeno del todo a la lengua hablada. 1159, roza en 1138; M . P., Orig.2, p. 73, docu­
D e r Í v . Rostrillo. Arrostrar [h. 1580, F r. Luis 15 m enta rogola h. 980, como dim inutivo de roga
de León, F r. L . de G ranada, Sta. T eresa; C uer­ * r u p t i a ; Vigón, Vocab. de Colunga, extracta de la
vo, Dicc. I, 669-71; falta APal., Nebr.]. Deriva España Sagrada «dultra ipso ilum ine una roza»
de la locución antigua parar a rostro de alguien, a. 1053 (X X X V III, 306), y «los m oradores... iban
sinónima de ’poner frente a otro’ : «et non nos a las suas rozas o a las suas labores» en 1380
parar sobre él señor arrostro» ’que no meta en él 20 (X X X IX , 255). Roza sigue siendo palabra bien
señor que se oponga’ copiada por Sarm. de un usual en muchas partes, en Asturias y Vizcaya
doc. de 1466 de Pontevedra (CaG. 86v). Derros­ ’terreno poblado de árgoma, brezo y otras plan­
trarse [«desrostrar: desvisager, arracher la face á tas propias de m onte bajo’ (V); y está m uy ex­
qn., gaster le visage, deffigurer; -ado... qui a la tendido en la toponimia española («roga: runca-
face gastee et deschiree» O udin, 1607], Enrostrar 25 tio» N ebr.). L a aparición más tem prana del sus­
[Acad. 1936, no 1884]. Sorrostrada [Berceo; comp. tantivo que del verbo es natural, por prestarse
D e Lollis, St. di Filol. Rom . V III, 379-80], C ul­ más a aparecer en docs., pero roza es derivado
tismos. Rostrado. Rostral. Rostrata. Y vid. R E ­ de rozar y no viceversa. Ya se lee rocemos, p re­
ZÓ N . sente de subjuntivo, con el sentido de ’roturar’ en
30 doc. leonés de 1282 (Staaff, 65.52); con leve de­
C p t . Rostritorcido; rostrituerto.
1 P. ej. Plauto, M en. 89; Petronio 75, 10; bilitación de sentido pasa rogar a ’limpiar la tierra
Frontón, p. 102 N .; Q uirón, 84 y 562. de m atas’, ’cortar m atas’ : «occare... y es occa-
dor el que enxere y el que roga lo demasiado y
Rota ’derrota’, V. derrota Rota ’rotura’ V. el que ara», «runcones son a m anera de guadañas
35 con que se rogan los far?ales» APal. (319b, 425b),
romper Rota ’tribunal rom ano’, V. rueda
«rogar: runco» N ebr., y así en A nt. de Guevara
R O T A ’planta de la familia de las palmas’, to ­ (Fcha.), Fz. de Oviedo («para rozar y talar ar­
mado del port. rota, y éste del malayo rotan *Ca- boleda y montes de boscajes»), G . A. de H erre­
lamus rotang L .’ y otras especies del género Ca- ra («rozará zarzales», «rozándole y sacándole las
lamus. 1.a doc.: 1578, Cristóbal de Acosta (T ra­ 40 raíces de los árboles y matas y de toda grama»),
tado, p. 445). el G. de Alfarache («todas eran matas y por ro­
E n castellano aparece solamente en narraciones zara) y otros muchos clásicos (vid. Cej. V, 492-4).
relativas al Extrem o Oriente, como la de Argen- N o es sentido desusado, por lo menos en algunas
sola y la de Pedro Texeira. Más antiguo y arrai­ p a rte s: así en la Arg.1, cast. de Galicia rozar
gado es en portugués, donde se halla con frecuen­ 45 «cortar maleza, segarla a golpes d e hoz o de h a ­
cia desde med. S. X V I (L. de Castanheda, M en- cha» (B R A E X IV , 132), ast. «segar árgoma o
des Pinto, etc.), vid. Dalgado, II , 260-1. E n fran­ rozu» (R), and. ’escardillar’ [1797, Caro, Pueblos
cés la misma palabra tom ó la forma rotin, de don­ de Esp. 352]; rozado ’acción de desm ontar un
de la variante cast. rotén. terreno quem ando luego el monte arrancado’ en
50
Misiones (Arg.) (C. Selva A ndrade, L a Prensa, 5-
Rotación, rotal, rotante, rotar, V. rueda Ro­ IV -1942); cañar, rosadera ’cuchilla enhastada para
tar, V . eructar Rotativo, rotatorio, V. rueda cortar ram as’ (B R A E V II, 339), como fusad&ra
Rotén, V. rota Rotería, roto, V. romper Ro­ en la Sierra de la Estrella (V K R IV, 159). P ar­
tonda, V. redondo Rotoso, V. romper R ó- tiendo de ahí se ha podido llegar hasta ’cortar un
tova, V. rebato Rótula, rotulación, rotulador, 55 hilo’, ac. que he oído en Almería, o ’cortar un
rotular, rotulata, rotuliano, rótulo, V. rueda Ro­ cable’ (en una torm enta los de las anclas de una
tunda, rotundidad, rotundo, V. redondo R o tu ­ nave se rogan en el Cuento de Otas, l . r 4.° S. XIV,
ra, roturación, roturador, roturar, V. romper f° 91r0)2.
Roxiar, V. rapiña Roya, roya/, royega, royo, V. Pero la evolución más generalizada se produjo
60
rubio Roza, rozable, rozadera, rozadero, ro­ en otra dirección. D e ’cortar m atas’ se pasó a ’pa­
cer la hierba’ hablando de los anim ales: así en bo parece significar una vez ’arrancar, pacer la
el proverbio «¿qué buey trabaja, que después nc hierba’ (hablando de animales) en Plinio ; pero
roza la haza?» documentado en Juan de Torres como observó Baist (KJRPh. VI, i, 396) hay que
(1596) y en el Alforache de M artí (1601) (Rivad. decidirse por * r u p t i a r e a causa de la ç sorda del
III, 385), «los jumentos lo pacen y lo rozan» en 5 castellano antiguo y tam bién porque RUERE apenas
Lor. de Zamora, y ejs. análogos en la Picara Jus­ ha dejado descendencia rom ance; M -L . (R E W S
tina (Fcha.) (de ahí ’comer’, aplicado pintoresca­ 7453) y Espinosa (Are. Dial.) han corroborado de­
mente a los hombres, en gérmanía, y ya en Juan finitivamente esta etimología: en efecto la calidad
H idalgo); después ’desgastar la superficie de u n sorda de la ç está probada no sólo por las gra­
objeto’, ya documentado en la Cafa de las Aves 10 fías de 1282, de López de Ayala, de APal.3 y de
(1383) de López de Ayala: «falcones... los que N ebr., sino tam bién por la pronunciación actual
tom an... fasta comiendo de febrero... traen todo el de la prov. de Cáceres, donde el vocablo vive en
plumaje deslanado de las aguas, que ha grand la ac. ’limpiar las tierras de las hierbas inútiles
tiempo que duerm en fu era; et traen la cola toda antes de labrarlas’*.
rogada en las puntas de las péñolas, del estribar 15 F uera del cast.-port. es dudoso que nuestro vo­
que fazen sobre ella quando tom an las presas» (ed. cablo tenga representantes; desde luego no lo es,
Soc. de Bibl., cap. ii, p. 17), y así es tam bién contra lo que afirma Rohlfs (A S N S L CLX V , 86-
frecuente entre los clásicos: «que ha mucho que 87; B hZRP h. LXX XV , § 224), el cat. ant. y
pisa la soga y ya se roza» Picara Justina; Juan mod. (ar)rossegar, oc. ant. y mod. rossegar, prov.
de Pineda, F r. A nt. Álvarez, Zabaleta, etc. U na 20 mod. roussá, ’arrastrar’, que difícilmente podrían
aplicación especial es «raer parte de alguna cosa» explicarse por * r u p t i a r e , y que significando en lo
(A u t.), «como de las paredes, del suelo, etc.» antiguo ’m atar haciendo arrastrar p o r caballos’ son
(Acad.), Beira rogar as casas «esfregar as casas, ciertamente derivados de rossa ’caballo viejo, de
laval-as» (R L II , 252). Desde estos dos matices se carga’ (V. aquí R O C ÍN ). E l fr. rosser ’zurrar, dar
pasaba m uy fácilmente al más divulgado en la ac­ 25 una paliza’, voz de aparición tardía [1664], p re­
tualidad ’pasar una cosa tocando levemente la su­ senta un problema difícil: teniendo en cuenta que
perficie de otra’, que ya vemos en clásicos: « G r a ­ en el Bas-Gátinais significa «brouter entièrem ent
c i o s o : Estoy perdido, a fe de enamorado. / M u­ l’herbe des prés» (Horning) y en el Anjou «se
j e r : N o se llegue tan cerca, que me roza. / G r a ­ frotter avec force l’une contre l’autre, en parlant
c i o s o : Bravo melindre, pero buena moza» Q ui­ 30 des branches» (comp. Anjou rosse «souche» y
ñones de B. (N B A E X V III, 811b), «que una m u­ «vieux chêne rabougri»; Sainéan, Sources Indig.
jer que fué toda su vida / libre, rozando telas y II, 258), no es imposible que el punto de parti­
tabíes, / y de un galán y otro requebrada» id. da sea el mismo que en iberorromance, como sos­
(id. 686), y ya «los príncipes rozando telas, los tuvo H orning, pero el problema se complica al
señores cubiertos de herm osura» en L or. de Z a­ 35 tener en cuenta el fr. ant. roissier ’zurrar’, voz
mora (1601). Finalmente rozarse figuradamente es por lo demás rara, y anticuada desde el S. XV.
’tener una cosa semejanza con otra’, de lo cual ya No me incumbe a mí resolverlo (la solución
hay varios ejs. en A ut. *RU STIARE adoptada por W artburg, rectificando la
El cast. rozar no tiene otro pariente próximo 2.a edición de Bloch, n o convence de todos
que el port. rogar, que en el idioma vecino tiene 40 modos).
las mismas acs.; en el sentido primitivo rogar D e r i v . Roza (V. arriba); estar a la roga ’rozar­
mato «cortá-lo, derríbá-lo» ya está en las Orde- se, tocarse’ (como eufemismo amoroso J. Ruiz
nagoes del S. XV (Moraes), «casal... sem poder 1392c); cub. rosa ’medida superficial que resulta
outrem rofar nem plantar nele» en ms. norte­ de dividir una cabaliería de tierra por 18.6’ (Ca.,
ño de 1661 (Leite de V., Opúsc. II, 255), minhoto 45 72); es m uy dudoso el cast. rocha ’roza, tierra
o papel rouga-me ñas costas (ibid. 509), Alto- rozada’ que admite la Acad. (ya 1884, no 1843):
D ouro rogo «o acto de lim par qualquer árvore, parece rocha ’roca’ mal entendido (V. R O C A ).
sobretudo pinheiros», «herva das vinhas, etc., que Rozable. Rozadera (V. arriba). Rozadero!. Rozador
cortam para o ganado e para estrume» (ibid. [Nebr., -ç-]. Rozadura. Rozamiento [Acad. ya
508), Beira rogar mato ’cortar mato’ (R L II, 252), 50 1843]. R ozo ’acción de roturar’ [1627, M tro. Co­
trasm. arrougar «arrastar, virar», arrougo «arras- rreas; 1.a éd., pp. 112, 370], ’tarugo de leña m e­
tamento» (R L II, 256); esta variante con ou se nuda’ (1605, Pícara Justina, Fcha.), ’comida’ gnía.
debe a contaminación de bouga ’artiga’, pero en [fin S. XV, R. de Reynosa; Juan Hidalgo], ast.
portugués literario se dice rogar sin diptongo. rozu ’el esquilmo de la roza que se utiliza para
N o hay dificultad alguna en la etimología * r ü p - 55 estrar y como combustible en algunos hornos’ (V,
t i a r e de r u m p e r e , una vez se conoce la evolu­ R), gall. fazer un rozo, p. ej. en un camino, ’hacer
ción semántica del vocablo; ya la sugirió H or- dos filas de piedras grandes y llenar el hueco de
ning (ZRPh. XXV, 740), aunque decidiéndose ellas de pedrullo — cascajo— , broza, etc.’ (Sarm.
más bien por un * r ü t i a r e derivado de r u e r e CaG. 224u). Rozón. Roce [Acad. S. X IX] ; por
’em pujar’, teniendo en cuenta que este últim o ver­ 60 cruce con el sinónimo frete de F L E T A R : Ces-
RO ZA R-RU BIO 80

pedosa rete ’raspe, frotamiento’ (R F E XV, 261). de color roano, -na (V. supra). Sabido lo general
Rocero; rocera. del cambio oa en ua en América, desde luego no
C p t . Rozavillón ’el que come de mogollón’ gnía. hay dificultad alguna en esto últim o; creo que
[Juan H idalgo; porque se come la m oneda de las ruanas son hoy de color rojizo más o menos
vellón de su huésped, cat. billó ’vellón’]. Rozapo- 5 semejante al roano; y es conocida la popularidad
co (-g- ’persona frívola, haragana’, opuesta a cuer­ de overo, bayo, gateado y otros adjetivos de «manta
do, J. Ruiz 729c, porque ara poco cada día). de caballo» en la fraseología y toponimia criolla.
1 Draghi, Cerne. Cuyano, p. xxxv.— 2 En el pe­ Pero claro que el caso debe resolverse a base de
riódico argentino L os Andes (16-VIII-1940) leo buena documentación.
«.rosen este anuncio», al parecer en el sentido de 10
’recorten’. Sin embargo, no me saben dar noti­ Ruana, ruano, V. arruga Ruano, V. alazán
cia de esta ac. en Mendoza, y quizá sea erra­ Ruerno ’que está en rueda’, V. rueda Ruante
ta.— 3 Verdad es que éste escribe rozar en 425b, ’que rúa’, V. arruga Ruante (pavo), V. rueda
junto a rogar (2 ejemplos, ya citados), pero en Ruar, V. arruga Rubefacción, rubefaciente, rú­
este dicc. hay alguna rara vacilación en el uso 13 beo, rubéola, rubescente, V. rubio
de la f y la z.— * Spitzer, H isp. R . X , 66, ol­
vidando los sentidos antiguos del vocablo, y no R U B ETA , tomado del lat. rubeta id. 1.a doc.:
atendiendo más que al divulgado actualmente, 1555, Laguna.
preferiría un * r o d i t i a r e de r o d e r e ’roer’, for­ Así en Laguna como en H uerta (1629) se trata
mación inverosímil en latín, además de im proba­ 20 de una voz latina tomada, sin cambio, del original
ble semánticamente. G . París, R om . X X X I, 156, de estas traducciones o adaptaciones castellanas.
pensaba en un * r u c i a r e relacionado con * r 0 c ÍNA N o es propiam ente palabra perteneciente a este
’cepillo de carpintero’ ( > fr. roisne, rouemne), lo idioma, y nunca ha sido usual. El lat. rubeta es
cual es ya imposible desde el punto de vista m or­ derivado de rubus ’zarza’, que tam bién empleó es­
fológico ; tam bién G . de Diego quiere derivar 25 porádicamente Laguna, castellanizándolo en rubo.
rogina ’la tierra rozada o limpia de matas y hier­
bas, preparada para la siembra’, empleado por R ubí, rubia, rubiáceo, rubial, V. rubio Ru­
L ó p íz de Ayala, del correspondiente verbo *R U - bicán, V. rabo Rubicela, rubicundez, rubicun­
c i n a r e (B R A E V II, 250), pero claro está que do, rubidio, V. rubio R ubín, rubiniente, V. ro­
no es más que un diminutivo de roga, postverbal 30 bín y rubio
de rogar * r u p t i a r e .
R U B IO , del lat. r ü b é u s ’rojizo’. 1.a doc.: doc.
Roznar, V. rebuznar y roncero Roznido, roz­ leonés de 950.
no, V. rebuznar Rozo, rozón, V. rozar Rúa, D onde se menciona un auctario [’otero’] rubio;
V. arruga R uán, V. roano 35 en otro de 964 uno bove rubio. Ésta es grafía
medio latina, pues lo común era ruvio: ya Cobas
R U A N , ’cierta tela’, del nombre de la ciudad ruvias en 972, Peña ruvia en 1118 (M . P., Oríg.,
norm anda de Rouen, donde se fabricaba. 1.a doc.: § 48.1); R uvio como nombre propio en varios
1385, Lz. de Ayala. docs. de los SS. X II-X III (Oelschl.); «nin es
En el R im . de Palacio dice satirizando a los 40 ruvio nin negro, nin blanco nin bermejo», en una
m ercaderes: «aún fazen otro engaño al cuytado adivinanza, en el Apol., 521b. Palabra de uso ge­
comprador / ... / fazen escuras sus tiendas e poca neral en todas las épocas: «flavo, color de ca­
lumbre les dan, / por brujas m uestran, e por bellos en quando son ruvios y resplandecientes»
mellinas, roán, / los pannos violetes bermejos pa- APal. (163cí,- 21 d, 80b, 153b), «ruvia cosa: flavus;
res^erán, / al contar de los dineros las finiestras 45 ruvio encendido: russus, fulvus» N ebr. El sentido
abrirán» (310b): luego se trataba de u n paño m e­ fué siempre aproximadamente el actual, acercán­
nos estimado que el de Brujas y el de Malinas. dose a veces algo más al latino; para la época
Roán era la forma antigua del nom bre de esta clásica, comp. A. Castro, R F E V I, 291-5 (espe­
ciudad en cast., registrada por N ebr. Los pannos cialmente 292-3); H errero García, R F E X II, 158-
de Roán se m encionan ya en las Cortes de Jerez 50 63; Cej. V, § 9 3 ; además V. abajo rubial y rubia,
de 1268 y en los Aranceles santanderinos del y comp. el artículo ROJO.
S. X III (R F E X , 127). A ut. cita ruán ’especie de Al mismo tiempo que ruvio, el resultado foné­
lienzo fino’ en la Pragmática de Tasas de 1680. tico de r ü b é u s fué royo en ciertas regiones de
Dejo al cuidado de los investigadores de los España adonde se extendió el tratam iento de - b j -
nombres de tejidos el averiguar si, dadas sus ca­ 55 como -j-, tal como en Francia (rouge) o en Cata­
racterísticas materiales y fechas (que no me es luña (roig): royo es típicam ente aragonés1, pero
fácil averiguar), ruana ’ponchito, manta india con se extiende a la toponimia de la Rioja, Burgos y
agujero para el cuello’ (que se ha propagado últi­ Soria, y G . de Diego asegura que es usual (¿como
mamente bastante por Europa, creo procedente de apelativo?) en estas provincias y tam bién en Se-
la zona colombiana) deriva de ruán o del adjetivo 60 govia (RFE II I, 317). El sentido de royo no es
’rubio’, sino ’rojizo’, como en latín y hasta hoy 1950, p. 115], de rühñcündus ’rojizo, colorado’.
en catalán, m ientras que el fr. rouge evolucionó Rubidio [Acad. 1925, no 1884], derivado de rubi-
hasta ’rojo’. H ay además una variante interm edia dus ’rojo pardusco’. R ubor [J. de M ena (Lida,
ruyo, que G . de Diego encontró en Soria, B u e - pp. 450, 135); fin S. X V II, A u t.; no Covarr. ni
gos y Ávila; formas Covas rruyas, Cuevas rruyas 5 Oudin], de rübor, -óris, id .; ruborizar [Acad. 1884,
aparecen según M . P. en los SS. X III y X IV, no 1843], ruborizado; ruboroso [Acad. ya 1817];
y los mss. de Berceo vacilan entre M onte ruyo y de ahí por vía semiculta derivó *arruborar, disimi­
M. ruvjo (S. D om ., 463) para nom brar el pueblo lado en arrebolar [rebolar, 1589, J. de Pineda, Cej.
actual de M onte Rubio. N o creo con M . P. que V, pp. 417-8; arrebolar, 1591, Góngora, ed. Foul­
debamos m irar ruvio como un tratam iento culto, 10 ché I, 146], y de ahí arrebol [1438, Corbacho,
pues está de acuerdo con el de L L U V IA , G A V IA D H ist.; med. S. X V I, Seb. de H orozco; 1589,
y con las tendencias generales de la fonética cas­ Góngora I, 122; 1591, Percivale, etc.]2, gall.-port.
tellana; la oposición frente a royo es diferencia ant. revol ’cosmético rosado de las m ujeres’ (R.
dialectal, y en cuanto a ruyo debemos mirarlo Lapa, CEsc. 338.3); arrebolada3; arrebolera.
como una pronunciación descuidada (tal como 15 R ubro, latinism o raro [h. 1435, J. de M ena,
uviar esporádicamente se reduce a uyar). El éti­ Aut.], de rüber, -bra, -brum ’rojo’. Rúbrica [Celes­
mo no es r ü b í d u s ’rojo pardusco’, como supu­ tina (C. C. Smith, BHisp. L X I); APal. 423d, al
sieron R. Cabrera y Richardson, pues esta palabra parecer ya como voz cast.; 1570, C. de las Casas;
no ha dejado descendencia en otros romances y su 1605, Quijote; 1609, Góngora, I, 325; ya acen­
sentido está más alejado. 20 tuado gráficamente en la ú por Aut.], de rubrica
- D eriv. Rubia [«ruvia, raíz es ierva conocida: ru­ ’tierra roja’, ’título escrito en rojo’4; disim. rública
bia» N ebr.], femenino sustantivado que conservó colomb., cub., chil. (Cuervo, Obr. Inéd., p. 229;
el sentido etimológico ’rojizo’; de ahí, si bien atraí­ y ya en 1587, Cuervo, A p., § 808); rubricado;
do por el verbo arripiar arrupiar ’erizar’ (vid. rubricante; rubricar; rubriquista. Rufo [’de pelo
H O R R O R ), gall. pontev. arripio bravo, que saca 25 ensortijado, duro y áspero’, A ut.; en Covarr. pa­
sangre a la lengua (y parece ser la raspa-lengua rece estar sólo como voz latina], de rüfus ’rojizo,
o rubia tinctorum, Sarm. CaG. A l6 9 v, 161 r). R u- rojo’, afín a rubeus; arrufar; comp. R U F IÁ N .
biáceo; rubial; rubilla. Rubia ’pececillo de agua 1 V a ria n te arc a ic a a ra g o n e s a c o n tie n e n lo s n o m ­
dulce con manchas pardas y rojas’ [Acad. ya 1817]; b re s d e lu g a r Pueyarruego p o d iu m r u b e u m y
rubiel ’pajel com ún’ ast. (V), gall. ferrolano ru- 30 Montearruego (B ielsa), a n tig u a m e n te rogo. D e s ­
bioca, rabioca ’pescado gustoso, colorado como d e lu e g o n o se tr a ta d e r a uc u s ’r o n c o ’ (Rom.
barbo chico’ (Sarm. CaG. 221 r). X X I X 369), p e r o ta m p o c o h a y c ru c e d e r u b e u s
Rüya ’ictericia’ moz. (R M a); roya ’honguillo pará­ c o n c r Oc u s ( > c a t. groe ’a m a rillo ’) , sin o e v o lu ­
sito’ mure. [Aut.; = tizoncillo en Castilla]; royal c ió n fo n é tic a , c o n p é r d id a d e la -y - in te rv o c á lic a
nav.; royega pal.; royor, royura ’puesta de sol 35 e in te rc a la c ió n d e -g- a n tih iá tic a . P a r a la tr ip to n -
encendida' en las Leyes de Moros SS. XIV-XV g a c ió n oy > uey c o m p . bueitre < B U IT R E , ce-
(Memorial Hist. Esp. V, 427ss.). Rubial «se llama rruello p o r cerrojo (am b o s c o n ü, c o m o r Ob e u s ) ;
el terreno que es de color rubio» (Aut.), según p a r a la p é r d id a d e la -y-, c o m p . e l ap e llid o Pueo
Acad. sería adj., pero en Almería se emplea como b a s ta n te e x te n d id o e n A ra g ó n (y d e a h í a la A rg .)
sust. (un rubial o tierra de rubial) y conserva allí 40 e n lu g a r d e Pueyo. V id . V Rom . I I , 4 5 5 ; B hZ R P h.
el sentido etimológico de ’tierra de color rojizo L X X X V , § 383, y c o m p . morruego m a r r ü b íu m
intenso’; así en dos docs. del S. X III (Oelschl.). e n e l A lto A ra g ó n , B D C X X I V , 175.— 2 L a f e ­
Rubiera. Rubión [1605, Quijote], Enrubiar [-viar- c h a m u y a n te r io r d e arrebol r e s p e c to d e l v e rb o
se = enroxarse, Nebr.]. su g ie re o tr a e x p lic a c ió n : q u e se a d e s c e n d ie n te
R u b í [«hun otro aniello d ’oro con u n rubiz ber- 45 p o p u la r m o z á ra b e d e rubo r , - o r is , c o n a rtíc u lo
mello» invent. arag. de 1402, B R A E II, 221; falta á r a b e ; e n to n c e s arrebolar p o d ría d e r iv a r d e arre­
en la lista de piedras de Alex.; «rubí, piedra pre­ bol. P e r o e sto q u e d a in c ie rto p o r a h o ra , p u e s e l
ciosa: carbunculus» N e b r.; rubíes, L a Gitanilla, a s u n to h a sid o p o c o e s tu d ia d o y p u e d e h a b e r
Cl. C. I, 13; variante rara rubín], del cat. robi d o c u m e n ta c ió n a n te r io r : v e rb o y s u s ta n tiv o fa l­
(pron. rubí ya en la E. M edia), documentado m u­ 50 ta n to d a v ía e n A P a l., N e b r ., P A lc ., C . d e la s
chas veces en el S. XV (Jaume Roig, vv. 1839, C a sa s (1570), a p e s a r d e q u e arrebol se h a d o ­
8349, y Ag.), y éste del b. lat. rubinus (frecuente, c u m e n ta d o m u c h o a n te s ; y alg o a n á lo g o p u e d e
vid. D u C.), comp. oc. rubi ( > fr. rubis), it. rubi­ o c u r r ir c o n arrebolar. P a r a u n d e s c e n d ie n te p o ­
na; rubinejo; rubicela. p u la r d e rubo r e n g a lo rro m á n ic o , v id . I 170a
Los siguientes son cultismos. Rubéola. Rubes­ 55 l l s s . — 5 E n e l O rie n te d e C u b a ’(m u je r) e m p e ­
cente, de rubescere ’enrojecer’; erubescente, de re jila d a ’ a u n q u e sea sin a rre b o l (Ca., 236).—
erubescere; erubescencia; enrubecer. R ubente [1521, 4 H a n a d m itid o v a rio s filólogos p o rtu g u e se s q u e
Juan de Padilla]. Rubicundo [Juan de M ena; C. el p o r t. arrebicar-se ’a d o r n a r m u c h o ’, ’c o m p o ­
C. Smith, Bull. Hispanic L X I; 1594, G ón- n e rs e e n e x ceso ’, ’p o n e rse c o lo re te ’ co n el a d j.-
gora, ed. Foulché I, 175; Quijote; Cuervo, Disq., 60 p a rt. arrebicado y el su st. arrebique ’c o lo re te ’,

V. — 6
’adornos y rasgos superfluos’, gall. rubique ’color cabría que se hubiera tom ado del árabe grana­
rosado de las mejillas’ («esta niña es hermosa y dino en fecha tardía, cuando ya no existía la s
tiene rubiques» Sarm. CoG. I98v), proceden del en cast., de donde adaptación fonética aproxi­
lat. r u b r i c a . Silveira quiere explicárselo fonética­ mada). Esto de todos modos no es claro. Y además
mente por un intermedio arábigo; quizá con 5 sería m uy natural que hubiera relación con el cat.
razón, aunque la ausencia en castellano y demás ruc ’burro, asno’, lo cual no es posible con la eti­
romances de cualquier descendiente algo antiguo mología r o s c i d u s ; ruc se extiende hasta el arag.
y popular de esta palabra latina, nos pone en de Venasque (en la ac. ’testarudo’, Ferraz), y aun
guardia ante la idea y nos hace presente la es posible que tenga relación con él el costarri­
coincidencia de ar-re-bique, -car con el port. 10 cense y centroamer. ruco ’rocín, jamelgo, matalón’
bico ’pico, punta’ (cf. también fr. se rebecquer (Gagini, etc.; se lee en el novelista costarricense
'ponerse de punta contra, resistir’ junto a bec Fabián Dobles, Ése que llaman Pueblo, p. 254).
’pico’). Por otra parte como hay variante arrabi- E n catalán es voz de uso general y de gran arrai­
que y arrabicar [ya Moraes], quizá se trate más go, ya bien documentada en el S. XV (Jaume^
bien de un derivado de rabo. Falta investigar 15 Roig, vv. 11497, 14885). Pero su origen a su vez
mejor la historia semántica y filológica del vo­ es m uy incierto. M e propongo estudiarlo deteni­
cablo. damente en mi D EC at.; desde luego habrá que
rechazar la etimología de Lokotsch ár. rukb ’ca­
R ubo, V. rubeta Rubor, ruborizado, rubori­ ballería’, que se pronunciaría rókob o más bien
zar, ruboroso, rúbrica, rubricado, rubricante, ru­ 20 rokób en árabe vulgar. Comp. lo que digo s. v.
bricar, rubriquista, rubro, V. rubio R uc, V. RECUA.
rocho Rucáncanu, V. cancan- Rucar, V. roer A un contra la posibilidad, a que allí me refiero,
Ruciadera, ruciar, rucio, V. rociar Ruco, V. de u n derivado regresivo de esta raíz arábiga, cabe
ruche hacer im portantes reparos.
25 H abrá que tener en cuenta, además, ciuco, nom ­
R U C H E ’burro’, arag., m ure., and., de origen bre familiar y afectivo del asno en italiano. Debe
incierto; acaso em parentado con el cat. ruc id., aquí tratarse de una concreción del ruido que
que ya es muy antiguo en este idioma, pero que hace el arriero o conductor del asno para llamar­
a su vez es de etimología oscura. 1.a doc.: ruche, lo o hacerlo andar, a modo de chasquido de la
1859, B orao; rucho, 1884, Machado Álvarez. 30 lengua con el paladar, que, según es popular en
T oro G ., R H X L IX , 581, cita u n ej. andaluz en mi tierra, podría representarse aproximadamente
las Tradiciones Españolas de este últim o; la misma por d zk y aun d zu kJ. Como en realidad no se
forma aparece en otro autor andaluz, Javier de trata exactamente de la consonante africada dz,
Burgos (1897); Simonet en su Glos. Mozárabe sino de algo análogo, pero distinto y no muy di­
de 1888 cita and. rucho ’burro pequeño’ y lo re­ 35 ferente de ciertas variedades de r, es posible que
laciona con el nom bre propio de persona A r-R ügul, el cat. ruc deba interpretarse como otra concre­
que aparece en una escritura arábiga de Almería, ción de esta interjección elem ental; y realmente,
pero esto es inverosím il: este nom bre de persona aunque en los Pirineos y otras partes, ruc se ha
será lo mismo que Royol de Royo r ü b e u s , y tam ­ convertido en el nom bre norm al y designativo del
poco ruche puede venir de r u s s e o l u s como qui­ 40 asno, en el uso del barcelonés y del catalán cen­
siera Simonet, y ni siquiera es probable que salga tral, ruc (frente a ase o burro) corresponde muy
de r u s s e u s ’rojo’ o ’rojizo’. R uche ya está como precisamente al matiz afectivo del it. ciuco. A ho­
arag. en Borao y como murciano en García So- ra bien, ruche y rucho podrían ser otras realiza­
riano. A ambas formas dió entrada la Acad. (ya ciones léxicas de esta llamada, ej(plicación que
1925, no 1884) sin localizarlas; en M urcia, en 45 tendría la ventaja de aclarar de u n golpe las va­
ciertos juegos de naipes se dice del perdidoso que riantes fonéticas divergentes, y su otro significado,
quedó ruche: de ahí la frase quedar a ruche ’que­ el americano ’rocín, jamelgo’.
dar sin dinero, arruinado’, que se emplea en An­ 1 T am bién tsk o tsuk.
dalucía (AV, arruche), Extrem adura (B R A E IV,
102), y tam bién, según la Acad., en G ranada, Rio- 50 R ucho, V. ruche
ja y Valladolid.
El origen y etimología de ruche y rucho son os­ R U D A , del lat. RÜTA id. 1.a doc.: 1399, trad.
curos. T eniendo en cuenta el uso en M urcia y de la Confesión del A m ante de Gower, p. 282;
en Andalucía, y que tam bién abundan los moza- APal. 361b, 256b.
rabismos en el S ur y C entro de Aragón, podría 55 T am bién en N e b r.: «r., ierva conocida: ruta».
sospecharse que sea variante mozárabe del cast. A ut. la cita en Laguna y en H u erta; Cej. IX ,
rucio, color m uy com ún en los asnos (recuérdese § 156. D e uso general en todas las épocas y co­
el de Sancho): sería posible, en efecto, que r o s - m ún a todos los romances de Occidente.
c í d u s pasara a ruch en mozárabe, aunque pare­ D e r i v . Rutáceo, derivado culto.
cería más natural un resultado *rux (rus) (pero 60
R U D O , tomado del lat. rüdis ’que está en b ru­ centr. y merid. conocchia, sardo centr. y merid.
to, no trabajado’, ’grosero, burdo’. 1.a doc.: J . cranuga, cannuja, y del romance se trasmitió al
Ruiz. neogriego, al alemán meridional (kunkel) y al
«El am or faz sotil al omne que es rudo, •/ ffazle irlandés.
fablar fermoso al que antes es mudo» (156a), «por 5 E n sentido contrario, está fuera de dudas que
grand uso el rudo sabe grande letura» (526c). El la forma romance rueca-ro(c)ca es de origen ger­
cambio de terminación quizá se deba a influjo de mánico, emparentada con el a. alem. ant. rocko
burdo o de bruto. APal. escribe rude («piedra rude m ., alem. rocken, b. alem. med. y neerl. med.
y áspera», «indoctos, locos, rudes, desgraciados» rocken, ingl. med. rocke, ingl. antic. rock, escand.
66d, 357b, 42b, junto a rudo 124b, 189b, 202d, 10 ant. rokkr: con la excepción de este últim o, las
424b), pero quizá es latinismo artificial; N e b r.: formas del germánico (occidental) suponen una ba­
iruda cosa de ingenio: tardus, hebes». Es forma se predialectal * r O k k o n - , a la cual correspondería
general desde los clásicos, y hoy bastante vulgari­ * r ü k k a (acus. * r ü k k a n ) en gótico. N o hay difi­
zada. cultad en derivar el it. rocca de esta forma gótica
D eriv. Rudeza [J. R uiz; «tarditas» N eb r.; Q ui­ 15 (que debió sin duda existir), puesto que en ita­
jote, etc.]; raramente rudez, y en el S. XV ru- liano el vocablo se pronuncia con o cerrada. Pero
didad (Villena, A ut.). Enrudecer [h. 1600, D . de el diptongo ue del cast. presenta u n grave estorbo,
Vega, Cej. V, p. 415]; arrudar raro (Lope, ibid.). puesto que supone una o breve o abierta, y por lo
R udim ento [fin S. X V II, A u t.\, de rudim éntum menos en parte este obstáculo se extiende al ga-
’aprendizaje’ ; rudimentario [Acad. S. X IX ], rara­ 20 llegoportugués2. ¿H abrá que dudar por lo tanto
mente rudimental. Erudito [1591, Góngora, ed. de la etimología germánica, teniendo en cuenta la
Foulché I, 146; Sigüenza; Quijote I, xlix, 260; gran extensión en África, e imaginar, p. ej., que
A ldrete; O udin; no Covarr.], de erüditus, parti­ pueda venir de una forma de otro idioma, aunque
cipio pasivo de erudire ’quitar la rudeza’, ’desbas­ emparentada con la germánica? No, por cierto.
tar’, ’enseñar’; erudición [h. 1580, Fdo. de H e­ 25 Aunque la etimología indoeuropea de la voz ger­
rrera; Quijote; G óngora; O udin; M insheu, etc.]. mánica es incierta, su unanim idad en las lenguas
germánicas prueba que es m uy antigua en las
Rudrédano, V. rueda mismas y que por lo tanto su K ha de venir de
una G anterior; aun suponiendo que alguna len­
RUECA, voz de origen germánico, probable­ 30 gua indoeuropea con influjo en España hubiese
mente tomada del germ. común * r ó k k o id. 1.a poseído el vocablo, su forma no podría corres­
doc.: Gral. Est. I I / l , p. 206a; h. 1400, glos. del ponder, por lo tanto, a la que postula el romance.
Escorial y de Toledo. El origen germánico ha de mirarse como seguro,
A unque la naturaleza de las fuentes de que pero se han intentado explicaciones diversas para
dispongo me impide encontrar testimonios ante­ 35 dar cuenta del detalle fonético, en las cuales han
riores, no dudo de que es voz tan antigua como discrepado ampliamente los lingüistas. E n su tra ­
el idiom a; desde luego es frecuente desde el bajo de la Z R P h. X II, 552ss., fundam ental para
S. X V : «pensum es rueca en que las mugeres la dialectología de los germanismos romances, lla­
ponen lana o lino para filar» APal. (535b; tam ­ maba Pogatscher la atención sobre los casos nada
bién 155d, 245b), «rueca para hilar: colus», y m u­ 40 raros en que el iberorromance se aparta de la fo­
cho en el periodo clásico (ejs. en Cej. V, pp. 276- nética del gótico para aproximarse a la del pro-
7). La gran antigüedad la comprueba la circuns­ togermánico o del germánico occidental; el nues­
tancia de haber penetrado desde el cast. hasta el tro es uno de ellos, pues rueca se acerca, mucho
mozárabe y hasta m uy adentro del Á frica: hisp.-ár. más que al gótico, a la forma * r 6 k k o del occiden­
rúkka «colus, filosa», «rueca para hilar» (R. M ar­ 45 tal y del germánico predialectal, y en u n caso aná­
tí, PAlc.), ár. afric. rúkka usual en Marruecos, logo se encuentran Y ELM O , G U E R R A , H U E S A
Argelia, Egipto (Lerchundi, Beaussier, Bocthor) y y aun F IE L T R O 2; en consecuencia llegaba Po­
aun por lo visto en Siria (cuya habla suele Cañes gatscher a la lógica conclusión de que todos estos
reflejar), bereb. taruka, tarukt (Schuchardt, R om . vocablos, junto con muchos más, hubo de tom ar­
Lehnw órter im Berb., 57). Es tam bién portugués 50 los ya el latín vulgar, sea al germánico occidental
y gall. roca, y no menos general y antiguo allí que o a una fase germánica todavía anterior, y así
en cast. (ejs. del S. X V I en Moraes). El vocablo concluía este lingüista que el testimonio del ibe­
no reaparece en los demás romances próximos al rorromance tiene im portancia extraordinaria para
cast., pero sí en el it. rocca, que es propio sobre el estudio del viejo vocabulario germánico, e invi­
todo del N orte del país y de Toscana, aunque 55 taba a investigarlo mejor. Por desgracia n o se
reaparece en el calabr. y sic. rocca, y luego el sar­ prestó mucha atención a este consejo; con la ex­
do sept. rocca y en parte del Logudoro (rucca). cepción de M -L ., que de momento (E in f., § 42)
La denominación latina c o l u s f. sólo persistió se atuvo esencialmente a la interpretación de Po­
en el vasco vizc. g o ru \ y su dim inutivo c o l ü c ü l a gatscher, los romanistas han aislado el caso de
(vg. c o n u c l a ) en el fr. quenouille, bearn. colh, it. 60 rueca empeñándose en derivarlo del gótico y bus­
cando explicaciones individuales a la anomalía fo­ mo y sobre todo porque en el Sur de Alemania
nética. se empleó kunkel desde la Alta Edad M edia;
Brüch (Der Einfluss d. germanischen Spr., pp pero además agregaré por mi parte que tampoco
56-57) suponía un cruce con r.O TA T ’rueda’; el debemos olvidar la o abierta del rom ano (Rohlfs,
propio M -L., después de rechazar esta idea con la 5 It. Gr. § 68), calabr. y sic. rocca5.
razón pertinente de que la rueca no rueda, em pren­ Es visible que todos estos territorios, de Es­
día más tarde (R F E II, 31-32) el camino marcadc paña, los Pirineos Occidentales, los Alpes y el
por Brüch, sugiriendo u n cruce con el lat. C ó l u s Sur de Italia, son zonas conservadoras adonde
(> vizc. goru). Como testimonio de la vida de suelen refugiarse formas en retroceso en el resto
c o l u s en la Península Ibérica, además del vasco 10 de la Romanía. T odo esto está de acuerdo con la
goru, quizá podría citarse el derivado ast. collezna sugestión de Pogatscher de u n viejo germanismo
«rocada» (G. Oliveros, 278), aunque desearíamos del latín vulgar, que éste tomaría del germ. occid.
ver confirmada la existencia de este vocablo en una r O k k o o de una forma equivalente del protoger-

fuente más directa. Por otra parte la 11 no está de mánico. No im porta que la terminación no coin­
acuerdo con c o l u s , y bien podría tratarse de otra 15 cida del to d o : en los contactos entre lenguas ex­
cosa, como un derivado de c o l l i g e r e ( ¿ c o l l i g e n - trañas el aspecto morfológico se desdeña, pues los
t ia ? ¿ c o l l i g I n a ? ) . G. de Diego (R F E X I, 339- hablantes conocen muy imperfectamente o casi
41), sin aceptar la idea de M -L ., por tratarse de una nada el sistema flexivo del idioma vecino; la ter­
voz latina de ciíya vida en español no tenemos prue­ minación -o breve del nominativo de los mascu­
bas y de forma bastante distinta, persistía en el 20 linos germánicos en - n , era lo bastante próxima a
prejuicio de un cruce, que en su opinión habría la -6 de los femeninos germánicos, para que los
sido con H U E C A ’muesca del huso’, y aunque romanos la pudieran latinizar en -A , como solía
obtenía el aplauso de Spitzer (R F E X II, 248n.), hacerse con ésta, y el género femenino del lat.
chocaba con objeciones fundadas de M -L . (RFE c o l u s ayudaría al mismo efecto. Objetó M -L . la

X III, 178-9n.) en lo que concierne a algunos de 25 falta de uña explicación semántica para este prés­
sus argumentos. T odos estos cruces se prestan a tamo del latín vulgar, pues no era verosímil que
otros graves reparos, pues si el de G . de Diegc se tom ara el vocablo de las mujeres de los legio­
no viola el principio de que los dos presuntos narios germanos del ejército imperial. Quizá no,
partícipes del cruce deben estar documentados er mas pues que de todos modos hemos de adm itir
el idioma donde hubieron de cruzarse, sí viola, en 30 que en España y en Italia se tom ó en préstamo
cambio, el de que deben tener un mismo signifi­ el vocablo germánico, esto prueba que la rueca
cado, y el más im portante de to d o s: que su área germana presentaba alguna ventaja sobre la ro ­
geográfica ha de corresponder a la del fenómeno mana, que invitaba al préstamo, que esta ventaja
que tratam os de explicar; ahora bien, hueca sólo fuese material (uso de u n tipo más práctico o
existe en cast., donde parece ser alteración local 35 más perfecto) o psicológica (mayor extensión de
y tardía de la forma osca-huesca, propia no sólo la hilandería entre los germanos), y nada se opone
del gall.-port., el cat. y otros romances, sino tam ­ a que esta causa obrara ya en el Bajo Im perio.
bién de muchos dialectos cast., desde el Bierzo y El caso es que rocca es uno de los rarísimos ger­
Asturias hasta el País Vasco y Aragón, y en estos manismos que alcanzaron a penetrar en Cerdeña,
idiomas y dialectos el vocablo no tiene aplicación 40 indicio de una fecha excepcionalmente antigua de
especial al huso ni a la hilandeiía; en cambio la este préstamo lingüístico.
o abierta del tipo rueca-roca —y esta razón de­ Queda finalmente la objeción geográfica: nuestro
cisiva la olvidan todos lot, romanistas— no sólo vocablo se encuentra sólo en cast.-port. y en it.-
se encuentra en cast. y en gall., sino tam bién en sardo-rético, pero, siendo ajeno al fr., oc. y cat.
los valles pirenaicos del Bearne y del País Vasco 45 — dicen— , no es posible que perteneciera al latín
(A S N S L C LX V I, 272; BhZR P h. LXX XV , § 147), vulgar; en efecto, se alega que la voz latina co -
en toda la anchura del retorrománico, en Cala­ i u c u l a presenta un frente compacto en toda F ran ­
bria y Sicilia, y aun parece haber dejado hue­ cia y persiste en gran parte de Italia. Pero en
llas en Cerdeña anteriores al S. X I I I 1. En efec­ realidad c o l u c u l a no sólo es ajeno al cat., sino
to, Jud llamó ya al orden a los hispanistas (ZRPh. 50 que tampoco se documenta en el occitano m edie­
X X X V III, 36-37) mostrándoles que para la solu­ val''; u n examen atento del A L F , mapa 1119, y
ción de su problema habían de tener en cuenta del F E W (III, 538a; II, 928), sugiere claramente
la o abierta que m uestran el subselvano roca, que los modernos quenouyo o counoulho son in ­
Bravuogn y Alta Engadina rocha, Poschiavo roca, trusos franceses en tierras occitanas: la denomi­
Baja Engadina rocca, Val di N on rpft/a, Fassa 55 nación catalana, filosa, que hoy todavía persiste a
roño, M arebbe rotsa, friul. roche; la sugestión de lo largo de la costa mediterránea francesa, presen­
M -L . (R E W 7433) de que estas formas se tom a­ tando una línea casi ininterrum pida desde Ali­
ran en fecha moderna del alemán no es aceptable cante hasta Niza, es lo que se encuentra en occi­
por la propia unanim idad de las mismas, por la tano antiguo, y los glosarios dialectales y los tes­
evolución regular de su consonantismo y vocalis­ 60 tigos sueltos del A L F nos prueban que hasta
hace poco llegaba tan al N orte como la línea ge­ es inseguro. V. allí mismo p. 75.— 5 En Calabria
neral B.Alpes-Delfinado-Rouergue-H.Loire-P.d.Dó- el vocablo está hoy relegado al arcaico rincón
m e-Périgord-Landas-B.Pirineos; ya he indicado S E .; en el resto del país ha penetrado el it.
también cómo la fonética dialectal nos denuncia central cunocchia, cuyo carácter im portado nos
un avance m oderno de cunocchia sobre rocca en 3 lo revela la o tónica irregular, en lugar de «.—
el Sur de Italia. Ahora bien, el tipo filosa, aun­ ‘ H ay u n ej. aislado de conolha en el sentido
que más antiguo que quenoulho, es visiblemente especial de ’vértebra’, que sólo encontró Levy
una palabra sustituta: el sufijo -osa im pide con­ a últim a hora (falta en su P. S. W .). E n cambio,
siderarlo derivado del verbo filar, y lo denuncia filosa es frecuente ya en la Edad Media.— 7 L a
como un antiguo adjetivo sacado de fils ’hilos’. 10 idea de una continuidad del germanismo a través
N o le veo otra explicación posible que adm itir la de la Occitania medieval la tuvo ya Gamillscheg
acción de una antigua homonimia que obligara a (R . G. I, p. 372-3), aunque sin fundarla en la
distinguir entre la *roca filosa y la roca pedregosa historia de las denominaciones occitanas y p er­
o roca a secas; en cast., en cambio, nunca se pro­ sistiendo en partir del gótico * r í j k k a . C ree G a­
dujo el conflicto, gracias a la diptongación, porque 13 millscheg que roca y rueca trocaron sus significa­
aquí roca ’peña’ es intruso sumamente m oder­ dos en castellano, ya que en cast. esperaríamos
no, que no llegó a diptongar. Hay, pues, buenos *rueca como réplica del it. rocca ’peña’; pero cla­
motivos para sospechar que antiguamente el tipo ro que u n trueque así es inconcebible y Gamill­
germánico ROCCA ’rueca’ presentara una área con­ scheg no advierte que el cast. roca es palabra de
tinua desde Lisboa hasta el F riu l; si no llegó a 20 introducción m oderna. Sin embargo tuvo el m érito
desalojar a c o l u c u l a de todas sus posiciones en de pensar en el conflicto homonímico en tierras de
el N orte de Francia y en zonas montañosas del Oc. Antes él mismo insistía en la idea de un
Centro de Italia, es porque se propagaría desde el cruce (R F E X IX , 242), que en su opinión sería
N orte de este país, que en lo antiguo constituía con s p o l a ’huso, canilla, carrete’; después in ­
el principal frente de contacto germano-romance. 25 virtió los términos, y en lugar de explicar la Q,
Más tarde los ostrogodos lograron cambiar en que este otro vocablo presenta en romance, por
* r ü c c a la pronunciación del vocablo en casi todo la pronunciación del germ.' occid., parte del gó­
el N orte de Italia, pero esta innovación, sobreve­ tico y sugiere que la vocal abierta se debe al
nida en un mom ento en que la unidad latina se influjo de rueca: pero no advierte que spuola
estaba desintegrando, no logró propagarse a zonas 30 tiene o abierta en ei N orte de Italia y en la
más apegadas a lo antiguo; el influjo visigodo en Sobreselva, donde hay rocca. Luego no parece
España no actuó, en este caso, porque este influjo que hubiera influjo entre estos dos vocablos. Del
pertenece a una época más tardía, en que los go­ problema de la transmisión del vocablo germano-
dos ya estaban medio romanizados. Comp. M A ­ romance y de sus detalles fonéticos trataron pos­
Z O R C A ’. 35 teriorm ente T h. Frings y G. Rohlfs en Z R P h.
D e r i v . Rocada ’copo de materia textil que se 1959, 507 y 518.
pone de una vez en una rueca’ (así ast., V). R o ­
cadero [1555, Laguna, en Cej.]. Rocador arag., R U ED A , del lat. R Í h A 1 id. 1." doc.: Berceo.
salm., zamor. (FD ). Arrocado [Quijote I, xlii; Tam bién en varios docs. de princ. S. X III
DHist.]. Enrocar. 40 (Oelschl.). Para a c . y fraseología, vid. A u t. y
1 Para las denominaciones vascas, vid. Schu- Cej. V, § 85; «ancla es rueda con que sacan agua...
chardt, BhZR P h. V I, 21. Para otras formas p i­ para regar huertas» APal. 19d, 40b; «rueda de
renaicas, K rüger, V K R V III, 253.— 3 Hay o carreta: u rb ita ; r., como de pescado: m inutal; r.
abierta en gallego según Val!.; la o port. sería cualquiera: rota» N eb r.; n e d a de pan ’rebanada
cerrada según M oraes, abierta según M adurei- 45 circular’ cub. (Ca., 93); ’corro’ arg. (comentar en
ra (¿diferencia entre bras. y port. sept.?). H a­ rueda de peones, Boris Elkin, L a Prensa, 16-VI-
rá falta confirm ación: el dato port. sería im ­ 1940). En Asturias ruedra (V) (que no sólo es la
portante, ya que ante -a final no es de creer rueda del molino, según Canellada en el asturiano
que una o abierta primitiva se cerrara, antes de Cabranes y en varias hablas vulgares), es mera
al contrario. E n cambio, no im porta para el 50 alteración fonética de rueda (por repercusión) y
caso la forma mozárabe y arábiga rúkka, que no evolución de k o t ü l a (según piensa G dD D
igual puede explicarse partiendo de q que de 5749). Roda [h. ¡573, E. de Salazar, Fcha.]2,
q: comp. xucr ’suegro’, torchúl ’torzuelo’, cor- tomado del cat. roda pieza de madera o de hierro
ryúla ’correhuela’, etc. (M . P., Orig., § 24.6d).— que forma la proa de la nave’; comp. it. ruota,
3 Este últim o puede explicarse de otro modo 55 en Lipari rota id., V K R III, 357; hoy, por lo
(V. mi artículo), pero no los otros. Es in ­ menos en la Costa de Levante (y ya lo hace así T .
admisible decir que yelm o y guerra se tom aron Cano en el S. X V II, Jal), vale el remate de proa,
de Francia, como dem uestro en los lugares co­ pero antiguamente se aplicaba a todo el madero
rrespondientes.— * V. para esto M -L ., W iener arqueado que forma la proa y al que forma la popa
Sitzungsber. CXLV , v, 62; el testimonio sardo 60 (vid. Jal). Roda : st. ’pez luna de la familia de los
gim nodontes’ ast. (V). Tribunal de la Rota, forma X X X II, 498), b. lat. napol. roticina (a. 1029),
culta, por alusión al tu rno de los procedimientos. roticinum ’cierta pieza del molino’ (A R om . XX,
D e r iv . Ruedero. Ruedo [el ruedo del traje, APal. 491n.2) (comp. R E W 7391), val. El M olí de Ro-
3356; 19d, 3Id, 73b], Rodachina colomb. Rodar denes antiguo e im portante, entre Albaida y L ’OUe-
[J. R uiz; «traer en derredor» N ebr.], del lat. RO­ 5 ria puede salir de un mozár. *rotecna.
TARE id .; la ac. ’caer rodando’ está ya en Q ue- Rodezuela [A. de Palencia 81b, 5106]. Rodilla
vedo (A u t.), en Calderón3, etc.; rodada ’señal que *’rótula’ > ’rodilla’ [«essi por qui tu ruegas, fin­
deja una rueda’ (ast. rodrada, V ); arg. ’caída’4; cada tu rodiella, / n in obrava justicia n in vivié
rodadero; rodadizo; r o d a d o r o d a d o r , rodadura sin manciella» M il., 166a; J. R uiz; APal. 1776,
(«orla interior e inferior de los vestidos de las m u­ 10 3556; N e b r.: «rodilla de la pierna: genu»; J. de
jeres» zamor. F D ) ; rodante. Rodado ’dicho del Valdés, vid. s. v. H IN O JO ; Cej. V, § 85; -iya
caballo que tiene manchas, ordinariamente redon­ ast. V], cambio de sentido determ inado por la n e­
das, más oscuras que el color general de su pelo’ cesidad de evitar la homonimia de hinojo g e n u c u -
[«una equa rodada» 1085, Oelschl.; «traía una l u m con f e n u c u l u m (M -L ., W S X II, 1): fuera
m uy hermosa yegua rucia rodada» Pz. de H ita, 15 del territorio donde se perdió la F - se conserva
ed. Blanchard I, 81]. Rodaja ’pieza circular’ [«ins­ la ac. ’rótula’ : port. ant. rodela, N iza roudéla,
trum ento para ro d ar: trochlea» N ebr.]; ’la estre- sobreselv., engad. rodella, piam., lom b., emil.,
llita que se pone a la espuela para herir a la venec. rodela, campid. rodedda, logud. rodighedda
caballería’ colomb., arg., etc., y empleado por (.R F X IV, 463), val. rodella6; ’almohadilla circular
Cervantes y Quevedo (Cuervo, A p., § 719; D isq., 20 que se pone sobre la cabeza para soportar peso’
1950, 566, 591); variante rodanja en Cejpedosa y zamor. (FD ) > ’trapo de limpiar (la cocina, etc.)’
en judesp. (R F E XV, 154), comp. R E C H O N ­ [J. Ruiz; «rodilla de liento: pannus linteus» N ebr.;
CHO ; arrodajarse. Rodaje. Rodal [Acad. S. X IX ; «r. de lim piar platos» 1603, Alfarache de M artí,
’el eje del carro con las ruedas’ ast. V]. Rodear Rivad. I I I , 385; zamor. rodea F D ; ast. rodiellu
[J. R uiz; como térm ino de halconería, M . P., 25 V ]; rodillada; rodillazo; rodillera [Acad. S. X IX ;
In f. de Lora, glos.; ’hacer girar, dar vuelta a’ : ’zahón’ en el N euquén, Arg., grabado en L a Pren­
«el valeroso M oro... con mucha presteza rodeó su sa, 21-V II-1940]; rodillero; rodilludo; arrodillar
cavallo... y se apartó u n gran trecho» Pz. de H ita, [h. 1300, Gr. Conq. de Ultr.; «ingeniculo» N eb r.;
cd. Blanchard I, 30] j ast. arrodiar ’ir por el ca­ ast. arrodiyáse, V ]; arrodilladura [N ebr.]; arrodi­
m ino más largo’, rodiada ’circuito que comprende 30 llamiento; arrodillada. Rodela [1517, T orres N a-
los términos de una aldea o de u n concejo’ (V); harro, V. el índice de la ed. G illet; 1575, Bno.
rodeador; rodeo [Berceo; sin ningún rodeo ’sin de M endoza, L eguina; 1591, Percivale; 1600,
engaño’, S. X V I, Alonso de Salaya, ed. Gillet, M ármol, Aut.], adaptación del it. rotella id.7; ro-
p. 44; ’reunión de ganado mayor para reconocer­ deleja; rodelero; arrodelar; enrodelado. Rodillo
lo’, arg., etc., vid. Tiscornia, M . Fierro coment., 35 [Covarr.].
s. v .; ocasionalmente llega a significar ’hato de Rodo ’faldón de la camisa, que suele ser de
ganado’ M . Fierro II, 2125; Payró, Pago Chico, tela más tosca’ salm., zamor. (Lamano, FD ),
ed. Losada, p. 78]; rodea, hacer la cub. ’ir ’manteo de las maragatas’ (B R A E II I, 58); ’ra­
sacando el carbón del horno rodeando éste’ (Ca., sero’ ast. (V. s. v. raidoriu); traer a rodo o en
88); rodeón. Rodejo sor. ’canto rodado’ (B R A E 40 r. ’traer al retortero, poner en m archa’ ant. (J.
X X II, 493). Rodera [Acad. 1925, no 1843], R o ­ Ruiz 93 Id, 1534); a rodo ’en abundancia, a po­
dero [Aut.]. Roderón. Rodete [S. X V I, Aut.]. rrillo’ [h. 1600, Valderrama, Cej., Voc.]‘.
Rodezno [rotefno 1065, Cardeña, M . P., Orig., Enrodar. Sonrodado ’atollado’ [1599, G. de A l­
1.a ed., 318; m olino de rodesno 1297, Gd. Real, M. farache, Cl. C. I, 61.5], sonrodar, sqnroderas ’ba­
P., D . L ., 288.6; t-z n o de molino: vertebra» N ebr.; 45 ches formados por las ruedas del carro’ cespedos.
ast. rodendu, ast. occ. rudédinu ’rodezno’ V ; (R F E XV, 149).
ast. ruenu ’rosca de telas de colores, rehenchida Rolde [Aut.; no Covarr. ni O udin; arag. ’círcu­
de lana, que las mujeres ponen en la cabeza lo’ Borao9; arag. ant. rolda, a. 1402, roldan, VRom .
para cargar una cosa de peso’, Caravia, S. Jorge, X, 199]'°, tom ado del cat. ant. y dial, rotle (hoy
santand. rueñu, V ; sanabr. rudrédanu; ruezno 50 rotllo, -e) ’corro’, ’rollo’, y éste por vía semiculta,
’corteza exterior del fruto del nogal’, Acad. 1925, del lat. tardío r Ot ü l u s ’ruedecita’" ; roldana ’po­
no 1884], de un lat. vg. * r o t í c ! n u s (formado con lea de navio’ [h. 1573, E. de Salazar; O udin;
el mismo sufijo que l u p i c i n u s ’lobezno’, u r s i c i - Recopil. de Indias en Aut.], del cat. ant. rotlana
nus ’osezno’, * r e t i c i n a R E W 7259), de donde (hoy rotllana) ’roldana’, ’rodaja’, ’corro’. Rollo
proceden igualmente port. rodizio ’rodezno de mo­ 55 [’picota’ 1405, Canc. de Baena, p. 217; rollos de
lino’, ’ruedecita de cama, de cañón, etc.’, gall. ro- cabello, 1438, Corbacho, p. 132; una celada con
dicio (Sarm. C áú. 97r; Valí.), Orense rodé(ga)nu, su rollo de azero, invent. toledano de 1490; Cej.
sobreselv. rudéischen ’árbol del molino’, ’rueda V, § 85], del propio r O t ü l u s por vía semiculta
del torno de hilar’, ’espátula’ (Carisch, Carigiet), o tom ado del port. rolho (M. P., R F E V II, 19);
Val Maggia roézna ’rodezno de molino’ (Z R P h . 60 rolla [1680, Aut.]; gall. rolla «tapón de corcho de
botella, vasija, etc.; y aun a la tapadera de olla id. [ya S. X IV, Eiximenis; doc. cat. de M urcia,
o pote, que llaman testo, llaman también rolla» de 1328, G . Soriano, p. 194] (comp. R F E X X V II,
y arrollar o pote ’cubrirlo con [tapadera]’ (Sarm. 155). Ruante blas. < fr. rouant (no existe ruano
CaG. 200r); rollizo [«rotondo» 1570, C. de las ’que está en rueda’, meramente supuesto por Aut.).
Casas; Q uijote; comp. port. rolho ’rollizo’]; 5 Otros cultism os: rotación [h. 1700, A u t.]; rota­
rollete, rolletal; rollón; arrollar [1591, Percivale; torio [Acad. S. X IX ]; rotativo; rotar, rotante; ro-
1599, G ranado, A rte de Cocina, D Hist.; Cej. V II, tal. Rótula [Aut., no Covarr. ni Oudin].
§ 80], arrollable, arrollador, arrollamiento; desarro­ Para roncha ’tajada redonda’, V. R E C H O N ­
llar [Aut.; no Covarr. ni Oudin], desarrollo; en­ CHO.
rollar [Acad. S. XIX], Gall. rolar ’rodar, caer una 10 1 U n curioso deriv. o afín, V. R E D O M A y amboa
cosa por un declive’ (Valí.); rolo ’acción de rolar’ en O M B L IG O .— 2 Del romance arcaico se tomó el
(caíu a rolos Castelao 183.16); rola ’espacio entre vasco errota ’molino’, sentido que tiene en N a­
dos surcos...’ (Valí.); rolada ’grupo o manada de varra el romance rueda (en doc. pamplonés de
gente’ («a rolada dos nenos de F. enchía de re- 1246, G. Larragueta, Prior de Navarra de la
chonchíos o abrente do día» Castelao 211.10). 15 orden de S. Juan, n.° 316). El ast. ruedra es
Por otra parte son descendientes autóctonos de particularmente la ’rueda del molino’.— 3 «Aquí
r o t u lu s el alto aragonés ruello ’rodillo para alla­ habernos llegado / y dos los que del monte
nar las eras’, ’cascajo’ (Borao, O tín, Coll A .; B D C hemos rodado», «peñasco que ha rodado de la
XXIV, 179; R L iR X I, 21; Bergmann, Grenzge- cumbre» L a Vida es Sueño I, i, ed. Losada,
biet, 97), ’rulo de molino de aceite’ (1396); b. 20 p. 14; I, ii, p. 14. En la Arg. el matiz de ro­
arag. y nav. ruejo [1660] ’rodillo’, ’cascajo’ (M. tación ha desaparecido casi del todo y el vo­
P., R F E V II, 19); rollar ’pedregal’ nav. Rullo cablo esencialmente sólo significa ’caer’, p. ej.
’rizado’ arag. ant. (invent. de 1362, B R A E III, ’caer de caballo’ (Granada, B R A E V III, 365;
90), d d cat. rull id., descendiente popular de M . Fierro II, 1408; «horas después rodaba el
r Ot ü l u s . 25 sol tras )a cuchilla Santa Ana», F . Silva Val-
Rol [tercer cuarto del S. X V I, Eufrosina, Aut.], dés).— 4 «Esa pam pa... que tiene, cuando menos
del fr. role id., semicultismo de igual origen; ro­ se piensa, tamañas salidas de to n o : la desorien­
lar; roleo [1708, Palomino] < fr. rouleau; enrolar. tación, la sed, el indio, la rodada, el tigre, el
Rodolar ’rodar, caer rodando’ dial, (y sobre todo bandolero» L . Franco, L a Prensa, 2-VI-1940.—
cat.), de r o t u l a r e , vid. D. Alonso, R F E X X V II, 30 5 Esto se viene rodado ’cae de su peso, es evi­
135ss.; rular [Aut. «voz del estilo baxo»; no dente’, Rz. de Alarcón, Las Paredes O yen, Cl.
Covarr. ni Oudin], del fr. rouler id .; rulo [«bola C., 220. ’Despeado, caído de cansancio’ Calde­
gruessa u otra cosa semejante que rueda fácilmen­ rón, Alcalde de Zalamea I, v, ed. Losada, p. 102.
te» A ut.; «cilindro de piedra con que en algunos Como sustantivo, u n rodado es en los Andes
molinos muelen la aceituna» princ. S. X IX , Ra­ 35 un alud de piedras.— 6 A. 1575, «patella, rotula,
món Cabrera, comp. M -L ., IFS I, 226; ’rizo del genu» On. Pou, Thes. Pue. pp. 251, 262.— ’ Usual
cabello’ arg., chil., and., R H X L IX , 582, hoy es de en esta época; el fr. ant. roelle id. (SS. X II-
uso casi general; Lenz, Dicc., p . 440; Draghi, X III) ya no era usual entonces (Oudin sólo trae
Canc. Cuyano, p. 23; en la ac. ’tierra de secano’ rondache y rondelle); que venga del port. o del
es chilenismo de origen araucano]; rula arag., ast., 40 oc. rodela es improbable históricamente, y aquél
and.; ’aro de los niños’ albac. (R F E X X V II, 252); se tomaría del cast. Del fr. procede el término
ruleta [Pz. Galdós, Batalla de los Arapiles, cap. I, de blasón roel, y el de platería roela.— 'E n este
dice que los franceses introdujeron la roleta en sentido falta en A u t.; Acad. ya 1884, no 1843.
M adrid en 1811], del fr. roulette id. Usual en varios países am ericanos: al rodo en
Rótulo [1611, Covarrubias], tomado del citado 45 el arg. Arturo Capdevila, vid. A lonso-Ureña,
lat. rdtülus en el sentido primitivo de ’rollo de Gram. Cast. I, 164; «los tiples y las maracas no
papel desdoblado’; rotular [Aut.], y disimilado descansaron y, a falta de cohetes, disparábamos
retular [O udin; Covarr.; La Gitanilla, Cl. C., los revólveres; hubo cantos, botellas, almuerzo
p. 47; Quijote II, lxxiii, 275], de donde rétulo a rodo», Rivera, Vorágine, ed. Losada, p. 115.
[1508, Sergas de Esplandián, Rivad. X L, 404; 50 Textos como éste m uestran cómo pudo nacer
1605, Quijote I, ix, 29; O udin; Covarr.], hoy esta ac., partiendo de la idea de ’en corro’. No
forma rústica general (R F E X I, 321), y particu­ hay duda de que el salm., zamor., marag. y ast.
larmente en Cespedosa (RFE XV, 155), Salaman­ rodo es préstamo del gall.-port. rodo ’círculo’,
ca (Araujo, Est. de Fon. Kast., p. 15), Méjico ’rollo’, ’ruedo’, en el cual se confundieron las
(B D H A IV, 288), Ecuador (Lemos, Barb. Fon., 55 formas correspondientes a las cast. ruedo y rolde-,
66), etc.; comp. cat. rétol [S. X VI, etc., y hoy lo mismo digo de rodo ’rodillo’ [Acad. ya 1843],
literario]. Redolino arag. ’especie de cédula de que, sin embargo, podría ser derivado regresivo;
voto’, redolin Litera ’turno’ (Coll A.), m ure. (G. en cuanto al adverbio, quizá sea postverbal cast.
Soriano), a lo redolonchin alto-arag. ’alrededor’ de rodar, o bien portuguesismo (a rodo «em
(R L iR X I, 166), reolina and. (AV), del cat. redolí 60 abundáncia», ya antiguo).— 9 Rolde es hoy usual
R U E D A -R U FIA N 88

en el Alto Aragón oriental en el sentido de ’trozo las seis espadas de los rufos como si fueran varas
de terreno’ (oído en Calasanz, límite con el cata­ de mimbre» Coloquio de los Perros, Cl. C., p.
lán ; en los pueblos lindantes puram ente catala­ 270), en otros varios textos del Siglo de O ro (ci­
nes, dentro de la prov. de Huesca, se emplea tas en H ill y en W agner, ZR P h. X X X IX , 545)
con este sentido la forma rógglle, en algunos 5 y ya h. 1550 en Rodrigo de Reynosa («al rufo
de Urgel roggle).— 10 Hay un ejemplo esporá­ que me ha garlado»)2.
dico que podría revelar la conservación en alguna E n otras lenguas rom ances: portugués rufiáo
habla del O este: «termino suo... per illo cerro (port. anticuado rafiáo, ambos desde el período
de monte usqüe in roldo et usque in regó de clásico, y éste en Ant. Ferreira, t 1569), cat. rujia
Tarceto» León 917, M . P., Oríg., 319; pero el 10 (ya en el Tirant, h. 1470, y frecuente desde en­
sentido es oscuro (comp. león, rueldo ’rollo o tonces), fr. rufián o rujien: aun m odernamente se
madero del cual se sierran después las tablas’ vacila entre estas dos formas, que aparecen desde
R F E V II, 19), y desde luego tiene poco que ver h. 1400, pero aquélla es indicio claro del carácter
con el tardío y náutico rolde, roldana, cuya pro­ adventicio del vocablo; el ingl. rujjian, tomado del
cedencia catalana se impone por razones semán­ 15 fr., no aparece hasta 1531. M ás antiguo es en el
ticas, fonéticas y cronológicas. Rolda ’corro de Sur de Francia, pues rufiana ya aparece en unos
personas’ ha penetrado en gallego («unha rolda Estatutos de Aviñón de 1243; el vocablo figura
de xentes desocupadas» Castelao 146.9, 147.12, en una tensó entre los trovadores T aurel y Fal-
216.5), pero ha de ser galaicización de un león. conet, y otro trovador llamado él mismo Rufián
ruelda o rolda, pues - t u l - > Id no es posible en 20 o Rofian tensona con otro3, no menos oscuro que
gallego.— 11 En Calpurnio y en glosas (xpo^ícxo? aquellos tres, pero de todos modos esos textos
«rotelli minuti» C G L I I I , 606.31, 604.49). no pueden ser posteriores al S. X III, y hay ade­
más varios testimonios del X IV y del XV.
Ruego, V. rogar Ruejo, ruello, rueño, rueño, Quizá el que presenta el arraigo más considera­
ruezno, V. rueda 25 ble desde a'ntiguo es el it. ruffiano: nótese que casi
todos los testimonios reunidos por D u C. (alguno
R U F IÁ N , vocablo común a todos los romances del S. X IV , otros medievales, pero sin fecha)
de Occidente, m uy antiguo en Italia y el Sur de pertenecen a Italia, el vocablo es com ún a D ante,
Francia y quizá nacido en el prim ero de estos Boccaccio, G iovanni Villani y a otros autores de
países; de origen in cierto : tal vez procedente del 30 la- prim era época, y un verbo ruffianare ’alcahue­
lat. r ü f u s ’pelirrojo’, sea por la prevención vulgar tear a una m ujer’ aparece en un poema copiado
que existe contra la gente de este color, o por la en Bolonia en 1283, pero compuesto en fecha bas­
costumbre de las meretrices romanas de adornarse tante anterior1. U n vocablo de terminación tan es­
con pelucas rubias; un * r ü f ü l a n u s , derivado de pecial difícilmente pudo crearse en varios países a
rüfüla ’rubiecita’ y luego ’meretriz’, es posible, 35 un tiempo, y como en fr. es préstamo evidente, y
aunque doblemente hipotético. 1.a doc.: S. X IV la lo hace sospechoso de lo mismo en cast.,
o XV. es probable que todos los romances lo tom aran
En una crónica del M onasterio de Sahagún, tra ­ de otro único, que puede ser la lengua de Oc o
ducida al cast. por esta época, se lee «pártanse el it., quizá más bien este ú ltim o ; del carácter
pues agora todos estos juglares e trufanes, corti- 40 popular del vocablo en la zona alpina dan fe
dores y zapateros, que a m í tom aron el reino... Bormio rofian «delatore» y rofianar ’delatar’, b.
los joglares e homicidas rufianes...» (cita de M. engad. ruffiana ’alcahueta’, etc. (ZRPh. X L I, 278),
P., Poesía Jugl., p . 328n.). Está varias veces en así como la existencia de ruffáldo ’bribón’ en el
APal. («leño... es el rufián o alcaguete enseñorea­ gergo rom ano, ya en 1598 (RF X X X IV , 664).
do a las mundarias» 240b, «agapeta es rufián que 45 Acerca del origen últim o nada se sabe seguro:
desonestamente conversa con las fembras» 10d; el N E D y Bloch se atienen a esta conclusión ne­
tam bién 106), «rofián o alcauete: leño; rofiana o gativa. Skeat y Baist (RF I, 109-110) relacionan
alcaueta: lena» N ebr.1 Bien vivo hasta hoy y muy con el neerl. med. roffelen y roffen ’alcahuetear’,
frecuente en los clásicos: de su vitalidad en esta b. alem. ruffeln id., ingl. antic. ruffler ’bandido’,
época, además de los ejs. que citan Hill, Cej. (V, 50 ingl. ruffle ’hacer turbulencia’, o con ingl. ruffle
421-3) y Fcha., dan fe derivados como los si­ ’arrugar, ajar’, neerl. ruyffel ’arruga’, lo que no
guientes : «están allegados, por mejor decir arru­ puede admitirse por razones geográficas, pues el
fianados con una cortesana», «mozos inquietos, tratam iento - f l - > -ffi- supondría origen it., m ien­
bulliciosos, revolvedores, acuchilladores y aun arru­ tras que estos vocablos germánicos sólo se en­
fianados» ambos en Ant. de Guevara (princ. 55 cuentran en lenguas nórdicas, m uy alejadas del
S. XVI), rufianazo en la Comedia Selvagia y en longobardo. Por otra parte es verosímil que las
Juan Tim oneda, y rufo ’rufián’, que es formación citadas voces neerlandesa y bajo-alemana (me abs­
regresiva, y que se encuentra en el glosario de tengo de opinar respecto de las otras) sean, por
Juan Hidalgo, en Cervantes («quedé maravillado el contrario, préstamos del románico.
de ver su ... denuedo; así se entraba y salía por 60 Alessio (N euphil. M itteilungen X X X IX , 113-
28, cuyo artículo no está a m i alcance, comp. R om . ciedad’, ’residuos de pieles curtidas’ (toscano an­
LX V I, 127) postula u n * r u f i a , derivado de r u - tiguo), documentado una vez en la Commedia
fu s ’pelirrojo’, como apodo aplicado a los pro­ de D ante (roffia ’brum a espesa’), que suele deri­
xenetas porque el color rojizo pasaba por signo varse del longobardo (a. alem. ant. hruf f., escand.
de cualidad moral m ediocre; en efecto, es bien J ant. hrufa, alem. dial, rufe ’costra de una heri­
conocido el prejuicio contra los pelirrojos en la da’). E n efecto, esto es posible, pero hay que
Romanía meridional, que hace se les achaquen reconocer que está lejos de ser evidente desde
las peores fechorías; pero- n i esta derivación es el punto de vista semántico —pues es de creer
de tipo corriente ni es natural que esta voz la­ que en el Inferno el vocablo no significa ’hom­
tina se declinara * r u f i a n e m como las voces ger­ 10 bre materialm ente sucio’, sino ’alcahuete’, como
mánicas ; M igliorini enmienda * r u f i a n u s ’el de en todas partes9— , y por otra parte desearíamos
los cabellos rojizos’, pero tal formación latina es tener mejores pruebas de que este dialectal rof­
inverosímil; Spitzer, M L N LX X IV , 127, rompe fia fué lo bastante extendido en it. ant. para dar
una lanza en favor de la formación sugerida por lugar a una creación ta n general como ruffiano.
Migliorini: sería un caso más de los «nombres 15 Sin embargo, esta etimología de Diez y la esbo­
propios ficticios» como los que he ejemplificado- zada arriba son, sin duda, las menos inverosímiles.
s. v. barragán. Otros han dicho que los rufianes sel E n apoyo de la etimología latina se puede
vestían de rojo, pero M énage niega fundam ento alegar una serie de hechos hispánicos que pare­
a este supuesto, bastante rebuscado sin duda. cen sugerir que rufo ’rufián’ no se extrajo de
Como ya observó Diez (W b . 278), si persistimos 20 este vocablo, sino que fué vieja palabra indígena
en derivar de la raíz lat. r ü f - lo más natural sería (está ya documentado h. 1500). H ay un verbo
partir del dim inutivo r ü f ü l u s , voz popular, como arrufarse ’encolerizarse’ bastante usual en cast. ant.:
nos m uestran Plauto y otros. Y para ello exis­ «non cesó el león de fablar consigo mismo et de
tiría entonces —agregaré siguiendo las huellas de se mal traer, tanto que se levantó del lugar donde
D u C.— una justificación semántica bastante fun­ 25 estava, et arrufávase de mala manera», «com enta­
dada. El escoliasta de Juvenal, a propósito del ron se de arrufar uno contra otro por lo que se
pasaje (VI, 120) donde se acusa a la escandalosa alabara que devia fazer cada uno de ellos» Calila
Mesalina de ponerse peluca rubia sobre su pelo (ed. Alien 27.309, 178.55), «e porque ayer, se­
negro, nos informa de que las matronas sólo em­ ñora, vos tanto arrufastes, / por lo que yo dezía
pleaban postizos negros, m ientras que las de aquel 30 por bien, vos ensañastes» Juan Ruiz (1409a), «un
color eran propias de las cortesanas5, hecho co­ garzón m uy repicado y arrufado'» Juan del Encina
rroborado con cierta firmeza por el pasaje de (170), «si alguno ficiese contra lo que aquesta ley
Petronio donde la voluptuosa Trifena, m ujer de dice, por arrufadía o por desentendimiento, débele
malas costumbres, obsequia con una de sus pe­ el rey dar pena» Partidas (II, v, 5); el último
lucas rubias al joven Encolpio6, y por los num e­ 35 pasaje indica el sentido de ’prepotencia’ o ’arro­
rosos textos satíricos donde se ataca a las ele­ gancia’ (así todavía en M aragatería: B R A E II,
gantes por im portar de G erm ania pelucas rubias7. 631), las cuales son precisamente las cualidades
Aunque r u f u s es más bien ’pelirrojo’ que ’rubio’, del rufo o rufián.
los dos conceptos se confunden muchas veces en No está, por lo demás, circunscrito este grupo
la Antigüedad, el dim inutivo atenuador r ü f ü l a 40 al castellano, pues arrufar-se ’embravecerse’ se
convenía bastante bien a una rubia, y ante estos emplea hoy en Portugal, Galicia y Venezuela
antecedentes es concebible que se aplicara a las (.B R A E V IÍI, 422), arrufado ’encarnizado, furio­
mujeres de malas costum bres; claro está que de so’ y quizá ’vanidoso, presumido’ en las Ctgs.
ahí pudo más tarde derivarse * r u f u l a n u s como 88.52 y 38.91, y arrufar ’incitar’ en una miniatura
nombre del que traficaba con tales mujeres. 45 del códice F de las mismas, gasc. arruha-s, -fá-s
Es supuesto doblem ente hipotético, pero tiene la «se rebiffer, faire le fier» (Beihefte zu r ZRPh.
ventaja, sobre las demás etimologías que parten de LXXXV, § 304), cat. ant. arrufar-se els péls ’eri­
r u f u s , de explicar la terminación -iano de una zarse’ (S. XIV, Corbatxo, B D L C X V II, 18), hoy
manera natural. Hace efecto, sin embargo, la ob­ arrufar el ñas ’encoger la nariz’, malí, arrufar els
jeción de D iez: ni siquiera el primitivo r u f u s 50 nirvis ’agraviar los nervios’ (B D L C V III, 140). No
es popular en Italia; verdad es que M -L . (R E W negaré que exista alguna posibilidad de derivar
7425), a ej. de Rohlfs, ha admitido que el ro ­ todo esto, junto con el hápax oc. ant. mas rufas
mano y campanio rufo ’sarna de perro’ procede ’manos ásperas’ (Jaufré), directamente del lat.
de r u f u s ’rojizo’8. Sea como quiera, de r u f u l u s r u f u s ’pelirrojo’, de donde quizá ’erizado’ (y aun
no hay ningún testimonio romance seguro. Hay 55 de buscarle un origen germánico, mucho menos
que reconocer a Diez, por lo tanto, el derecho probable), pero también hay que contar con la
a mostrarse escéptico y a sugerir que ruffiano existencia de un antiguo r u f u s ’hombre de mala
proceda del tipo it. dial, rofia ’caspa en la ca­ vida’ (formado ya en latín vulgar a base de r u f u l a
beza’, ’tizón del trigo’ (R^magna), ’moho del que­ y r u f a ’prostituta’), que prestaría apoyo a la eti­
so’, ’corteza verde de la nuez’ (Bérgamo), ’su­ 60 mología *RU FU LA N US10.
D e r i v . Rufiancete. Rufianear [Nebr.]. R ufiane- cano rúfola «grillotalpa», que Rohlfs (Roman.
jo. Rufianería [Nebr.]. Rufianesca; rufianesco. Arru- Philologie, vol. II, 1952) da por un probable
finado (V. arriba). Arrufar (V. arriba); arrufo', etrusquismo, como parece serlo ramarro ’lagarto’.
arrufado; arrufadla; arrufadura: en la ac. «cur­
vatura que hacen las cubiertas y bordas de los 5 R ufo, V. rufián Ruga, V. arruga Rugible,
buques levantándose más respecto de la super­ rugido, rugidor, rugiente, ruginoso, rugir, V. ruido
ficie del agua, en la proa y popa que en el centro» Rugosidad, rugoso, V. arruga
y arrufar «dar arrufadura» [1831, dicc. de Fz. de
Navarrete] son simplemente aplicaciones de arru­ RUIBA RBO , alteración .semiculta del lat. rheu
farse ’encogerse’ y no derivados del neerl. roef ’ca­ 10 barbárum, gr. ¿5 o píjov id. 1.a doc.: zruibarvo:
marote’ (como pretende G dD D 5728c), según m ues­ barbârum, gr. pS o pfjovíd. 1.a doc.: ruybarvo en la
tra ya el significado, tan diferente. Arrufaldarse, -ado 1.a carta de Colón (1492)1, «ruibarvo : radix bar­
[med. S. X VI, L. de Rueda, Cej. V, pp. 271-2]: bara» Nebr.
parecen derivados del it. jergal ruffaldo (V. arri­ Está tam bién en el Quijote y en Covarr., y A ut.
ba) (aunque la aplicación al sombrero podría hacer 15 cita otro ej. del S. X V II. Cat. ruibarbre (riubarbre
pensar en un cruce cast, de arrufar con enfaldar en Lulio, Meravelles, N . Cl. II, 57), fr. rhubarbe,
y sofaldar). it. rabárbaro. El lat. rheu barbarum aparece en
1 Como de costumbre, J. de Valdés desaprueba San Isidoro; se le llamó así por traerse de las ori­
a N ebr., advirtiendo que él siempre escribe ru­ llas del Volga y de la China, a diferencia de otra
fián y no rofián (Dial, de la L ., 63.17).— 3 De 20 especie, rheu ponticum , procedente del M ar N e­
ahí modernamente arag. rufo ’rozagante, vistoso, gro (Diez, W b., 261 ; R E W 7273)2.
bien adornado’, gali, rufo ’vigoroso, saludable’ 1 Ed. C. Sanz, facs., p. 3, lín. 38.— 2 Apro­
(Pardo Bazán, Obras, 1943, p. 1490), en León vecho este lugar para observar, aunque todos
’tieso, robusto’, para los cuales comp. la evolu­ los lexicógrafos repitan lo contrario, que entre
ción semántica de M A JO y de G U A P O , entera­ 25 el francés rébarbatif [med. S. XIV] ’repelente,
m ente paralela.— 3Raynouard, Choix des Poé- malhumorado, regañón’ y rhubarbe ’ruibarbo’
sies des Troubadours V, 437.— ‘ Según Monaci, parece haber una relación más real y genuina que
Crest., p. 290, lín. 3; para el gran desarrollo de la de una etimología popular o una contam ina­
la prostitución rom ana a principios del S. XVI, ción culta. E s lo que coinciden en indicar todas
vid. Delicado, L a Lozana A nd. p. 34 (citas en 30 las numerosas y aun predom inantes variantes fo­
D ubler, Diosc. Lag. IV, 195), para rufiana en néticas, en ru-, en reu-, en r(h)a- y en -baratif:
Roma ’alcahueta’ y ’prostituta que se hace de al­ «outrecuidez, fiers comme Escossois, qui contre
cahueta a sí misma’ ib. 81 (cit. ib. 199).— 5 «Crine nous à l’entrée vouloient obstiném ent contester;
suppositicio rotundo m uliebri capitis tegumento in ils ont esté bien frottez, quoy q u ’ils m onstras-
m odum galeae facto, quo utebantur meretrices 35 sent visaige rubarbatifn (Rabelais, V, cap. 19, ed.
flavo: nam nigro crine matronae utebantur».— Plattard, p. 66), «le minois du méSicin, chagrin,
6 Satyr., 110. V erdad es que tam bién da una negra tétrique, reubarbatif, Catonian, mal plaisant, sé­
a G itón, quizá insinuando que es afeminado más vère, rechigné, contriste le malade» (IV, dedica­
«honesto».— 7 M arcial, Epigr. V, 68, etc. D arem- toria), y otros pasajes con estas formas en el pro­
berg-Saglio II, 1453a; tam bién s. v. coma.— 8 N ó­ 40 pio Rabelais; «ils sont plus rabarbatifs que singes
tese que los dos artículos del R E W 7425 y 1424 ne ours» en Froissart, forma que se repite en
debieran reducirse a uno solo, pues no es de creer T hevet (rhabarbatif) y en Des Lauriers (God.
que junto a rufo ’sam a’ r u f u s , el tipo it. dial. V I, 527), mientras que Mlle, de G oum ay (1635)
rufa ’costra’, ’caspa’ venga, en cambio, del a. escribió «l’orgueil rubarbatif d ’un visage chagrin»
alem. ant. ru f ’costra’. Es cierto que la unifica­ 45 y «quelqu’u n des dieux, le moins rheubarbatif»,
ción lo mismo podría hacerse en favor de aquél y la forma de L a Fontaine rébarbaratif sobrevive
que de éste.— 9 «Questo modo di retro par ch’uc­ actualmente en dialectos de Picardía, N orm andía
cida / pur lo vinco d ’amor che fa natura; / y Borgoña (F E W I, 247a). Es más, la misma for­
onde nel cerchio secondo s’annida / / ipocrisia, ma moderna rébarbatif nos revela con su é que
lusinghe e chi affattura, / falsità, ladroneccio e 50 no puede tratarse de u n mero derivado de barbe,
simonia, / ruffian, baratti, e simile lordura» X I, sino de una voz culta procedente de rhebarba-
v. 60. En el canto X V III, en Malebolge, primer n im , nombre del ruibarbo en bajo latín : en los
ruedo o bolgia del círculo octavo, los condenados países latinos todo el m undo está de acuerdo en
van desnudos : en una dirección marchan los que no hay nada más rébarbatif que el ruibar­
seductores (Jasón, T aide la puttana, etc.), sum er­ 55 bo ; si estuviésemos ante u n vocablo de la fami­
gidos en un océano de estiércol hum ano; en la lia de b a r b a , derivado del antiguo verbo rebar-
opuesta, otros condenados, azotados por demo­ ber, el prefijo tendría, claro está, una e semimu-
nios : «cosí parlando il percosse un demonio / da, como en todas las formaciones populares (cla­
de la sua scuriada, e disse : ’Via, / ruffian ! qui ro que no estamos ante un caso como réchauffer,
non son femmine da conio’», v. 66.— Cf. tos- 60 donde además hay e x - ) . El nexo con barbe sí
es de etimología popular (como parece serlo el de rugido del león y otros animales, pero San Jeró­
rebéquer con bec, con el cual lo comparan todos, nim o y otros hablan del rugitus intestinorum o
vid. R EBEC O ). El único reparo que podría ha­ borborigmo, y la frase «tantus rugitus et mugitus
cerse es que -atif es sufijo postverbal y no de­ hom inum (o; populi)», que aparece repetidam ente
nominativo, aunque tales formaciones cultistas o 3 en la Peregrinatio Aetheriae (ed. Geyer, pp. 74,
seudocultas con frecuencia rom pen los moldes 85 y 87), muestra que en latín vulgar ya tomaba
tradicionales, en beneficio de sufijos tan eminen­ un sentido como ’estruendo’ o ’tum ulto’.
tem ente doctos y «facultativos» como -atif (re­ L a desaparición de la G es regular en cast., y no
cuérdese, p. ej., el torcheculatif de Rabelais). Sin puede sorprender ante la homologa I en port.; lue­
embargo es posible que tenga su justificación es­ 10 go es superfluo proponer el étimo r u d i t u s ’rebuz­
te reparo, y aun que haya un grano de verdad no’ (como hace C om u, GGr. I, § 195), e imposible
en la explicación tradicional: el verbo rébarber o teniendo en cuenta que la consonante velo-palatal
se rébarber [princ. S. X IV] «être rébarbatif, re­ se ha conservado hasta hoy en el sanabr. fu z íu
gimber» me parece ser a su vez u n derivado del ’ruido’ (H om en. a M . P. II, 134) y el ast. ruxíu
adjetivo rébarbe «rébarbatif» (del cual cita God. 15 (R, s. v. atolondrar y chirrios). En cuanto al ver­
un ej.), mera adjetivación del sustantivo r h e ( u m ) bo r u g i r é , se conservó hasta la Edad M edia en
barbarum, y rébarbatif derivará conjuntamente el cast. ant. ruir ’m urm urar, hacer ruido’ : al hal­
de éste y de su derivado rébarber. cón enfermo del buche le ruye el papo según Juan
M anuel, Libro de la Caza (58.6, 7, 12), «tú le
R U ID O , del lat. r ü g í t u s ’rugido’, que en latín 20 rruyes a la oreja e dasle mal consejo» J. Ruiz
vulgar tom ó ya el sentido de ’estruendo’; el verbo 396.1 (y vid. R F E V III, 405-6); tam bién se em ­
correspondiente r ü g i r e se conservó en el cast. ant. pleó así la variante culta rugir: «ca fuerte se ruge
y judesp. ruir ’susurrar’, ast. ruxir ’hacer ruido’. que quieren venir» Canc. de Baena, p. 3 8 ; judesp.
1.a doc.: roído, Cid. ruir ’rugir’ en la Biblia de Constantinopla (B R A E
Donde leem os: «tornáronse a arm ar; / ant el 25 V, 359), ast. ruxir «hacer ruido como el río cuan­
roydo de atamores la tierra querie quebrar» v. 696 ; do va lleno» (R ); el gall. runxir, que Valí, iguala
«vínoli la Gloriosa con recapdo cumplido, / con a renjer y Castelao aplica a las olas «que runxen
su carta en mano, queda e sin roÿdo» M il., 822d; nos areaes» (248. lf.) es fruto de un cruce de ruxir
igual forma en Conde Luc., ed. Hz. U reña, p. 77, con r i n g e r e (V. R E Ñ IR ).
y m uy general en la Edad Media. O tras veces vale 30 El duplicado culto rugir ’bram ar el león’ ya
’rum or, noticia, fama’ : 5 . M ili., 139; S. D om., está en Cristóbal de las Casas, año 1570 («rug-
671 ; o bien ’barullo, discordia’ : «que fincassen giare, ruggire»), Covarrubias, Quijote, etc.; Cej.
dellos en Sevilla e dellos en Córdova, e dellos que V, § 142; rugido [C. de las Casas, como variante
fuesen con él, e por esto avía roydo entre las de ruido].
gentes, por no fincar» en la Crón. de h. 1460 35 Hay una raíz romance, ausente o perdida en
(RFE X , 364). N ebr. : «roído de gente armada: castellano, la del fr. bruire, que es paralela a esta,
tum ultus; r. hazer: susurro; r. de murmuradores: pero independiente y más antigua, y con mayor
susurrus». L a forma con u ya aparece en mss. de vitalidad en gallegoportugués, donde se roza con el
J. R uiz y J. M anuel, y gana terreno en el S. XV, ruir del cast. m edieval: gall. bruar ’rugir, bram ar’1;
pero de m om ento el vocablo sigue siendo siempre 40 bruir ’zum bar’, bruido ’ruido’ (Lugris, 150)2. El
trisílabo: en G . de Segovia (p. 63), Garcilaso de R E W , s. v. RUGIRE, viene a dar para ’ruido’ esta
la Vega, Fr. L . de León, los romances de Juan base como un cruce con b r a m m o n (cf. Bloch-W.
Hidalgo, Góngora, etc. (detalles acerca de este donde el cruce es con braire) para el fr. bruire,
punto en Robles Dégano, Ortología). Para fraseo­ junto al c u a l: oport. bruyar ’crujir’ (K rüger, Gk.
logía y acs. varias, vid. A ut., y Cej. V, § 142. 45 Sanabriens 9 9 f, trentino bruzir y luqués ant. brui-
El lat. r ü g í t u s , lo mismo que el verbo r u g i r é da ’ruido’ (Salvioni, A S tS d o V, 217). Puesto que
’rugir’, aparecen sólo en autores algo tardíos, y no hay un oc. ant. brugir, bruire, etc. ’meter ruido’,
consta con seguridad la cantidad de la primera ’proclamar’, brugit ’ruido’, bru(í)(d)a ’ruido’ en gene­
sílaba : la única vez en que aparece en verso, en ral’, cat. brogit ’ruido confuso o susurrante’ (y
el Carmen Philomelae, es con <5, con lo cual está 50 brogir, aunque es palabra menos común), todo
de acuerdo la o casi constante del cast. ant., y indica que es una palabra del románico occidental
no lo contradice la u de los textos posteriores común, perdida sólo en castellano, toscano y parte
y del port, ruido; por lo demás, el vocablo sólo se de las hablas italianas.
ha conservado en estos dos idiomas, el bearn. N o parece posible que todo esto, en el conjunto
arruit o arroeyt y el fr. ant. ruit, fr. rut ’tum ulto’, 55 de la Romania, pueda ser fruto de un cruce con un
’bram ido del ciervo en celo’ (que corresponde más germanismo. En una palabra, se trata de un voca­
bien a un r ü g í t u s , comp. r u g é r e en D iomedes; blo * b r u GE r e que tenía en lat. vg. el participio
pero la deducción de la cantidad de la primera fuerte * b r u g ! t u s , - I t a , que tiene en románico más
vocal a base del fr. no es segura, comp. cuider extensión y más antigüedad que el sinónimo r u g I r e
c o g i t a r e ) . En latín se aplicaba casi siempre al 60 y que bramar, de cuyo cruce se habría originado
según M -L ., y que po r otra parte pertenecía al a r­ ’rugir’, empord. bruelar y bruel ’bram ido’; luego
caico tipo I I de conjugación y n o al I y IV, como beam. bruglá y brulhá, aran, brüllá ’m ugir’,
sus supuestos padres r u g i r é y bramar. Puede que junto a los cuales está el simple rugglá ’rugir’ en
sea de origen indoeuropeo —palabra sorotáptica el valle de O ssau; y el fr. brailler ’bram ar’, que,
(o bien céltica)— ; cf. en Pok., IE W , los tres tipos s junto con el cat. braolar, postulan al parecer un
siguientes a) BH RG (~ j b h e r g / b h r e g - ) , de donde * b r a g u l a r e . Es verosímil que las formas en b r a -
el bajo-lit. burgéti ’gruñir, disputar’, burgésus ’per­ tengan un origen diferente, y no es imposible
sona rezongona’, serbio-croato brgljati .[< bxgi] que las b r u - resulten de un cruce de esto con
’m urm urar’, así como el germ. b e r k j a n (ags. beor- b r u g i r e ; pero es muy incierto y m ucho más lo

can, ingl. bark ’ladrar’, esc. berkja id. ’producir ru i­ 10 es que la b - sea secundaria y de origen onomato-
do’) y variantes un poco diferentes (o poco desarro­ péyico. En vista del conjunto de las formas en
lladas) en lat., gr. y eslavo (IE W 138); b) b h r e g - b r - que vemos en las más distintas lenguas indo­

que más bien significa ’rom per’, ’crujir’, pero que europeas, el cruce más bien debería de ser con
en el irl. med. braigit significa ’se pee’, t-air-brech bases prerromanas.— 4 H ay todavía algunas for­
’el crujir*, y el sust. brak- ’ruido, pedo’ tiene gran 15 mas lituanas que parecen un poco alteradas por
extensión en germ. occ. y en escandinavo (IE W alguna contaminación y que, sin embargo, acaban
165.9, 165.27); c) otras formas que corresponden de asegurar el arraigo de esta raíz en báltico:
a b h e r - o a b h e r - b - , o bien a b h e r - m - , que ha­ lit. brizgéti ’balar, mugir, gruñir’ (Pok. 139.2);
brían dejado huellas más débiles y menos seguras, bruzgéti «faire un bruit léger, crépitant» afín a
parecen haberse conservado en armenio, baltoesla- 20 una palabra latina rara frigere = friguttire ’can­
vo, y hasta quizá en gr., ser. y esl. (IE W 135.3f.- tar los pájaros’, ’canturrear’ (Ernout-M .).
136) e incluso en latín (IE W 137.9f.). E n con­
clusión, el supuesto de un sorotáptico o indoeuro­ R uin, V. ruina
peo b r o g - o b r u g - , aunque n o asegurado con evi­
dencia, es una posibilidad muy definida y harto 25 R U IN A , del lat. r u i n a ’derrum be, desm orona­
probable4. miento’, ’ruina’. 1.a doc.: Berceo.
D e r i v . Ruidoso [fin S. X V II, A ut.; n o O udin «La M adre gloriosa... / Ella nos sea guarda en
ni Covarr.]. Arruar ’rugir’, raro [h. 1640, Espinar, esta luz mezquina / que caer non podamos en la
Cej. V, p. 569]; Sajambre arrudar ’bram ar la vaca mala ruyna» M il., 865d. No es palabra frecuente
al encontrar un animal m uerto’ (Fz. Gonzz., Oseja 30 en los clásicos de la Edad Media, aunque es po­
202) puede estar por arruidar o r u g i t a r e . Sonruir sible que más o menos se empleara siem pre; sin
’m urm urar, rum orear, susurrar’ (med. S. X V I, Lz. embargo falta en los glos. de h. 1400, Nebr.,
de Gomara, R F E V III, 405-6). R ugible; rugidor; PAlc., y APal. al parecer la define solamente en
rugiente. calidad de palabra latina. De todos modos el fr.
D e la misma raíz latina procede rumor, -dris, 35 ruine ya se documenta desde 1180 y es frecuente
’ruido’, ’rum or’, de donde el cultismo rumor [San- desde 1213 (Rom. LX V , 501), y el vocablo es
tillana (C. C. Sm ith, BHisp. L X I); APal. 33d, muy antiguo en todos los rom ances; luego es de
58d, 153b; C. de las Casas; O udin; Cej. V, creer que sería usual en cast. ininterrum pidam ente
§ 141]; rumoroso; rumorearse. desde Berceo. C. de las Casas: «ruyna: crollo,
1 «O vendaval brúa ñas ponías dos carballos» 40 eccidio, esterminio, fracasso, gastamento, rovina,
(Castelao, 248.2f.); «cando brua a de Esteiro pon ruina, scoscio, sfaccimento, stroscio» (1570), y des­
o arado ao fumeiro», «cando brua a de San Romao de entonces es constante en la tradición lexico­
pilla o arado á mao», «cando brua a de Ladrido gráfica; frecuente en el Quijote: «que todo ello
o boi ao abrigo», en Ortigueira (F. Maciñeira, [en la arm adura] con espantosa ruyna vino al
CEstGal. X XV I, 111); «o Norte brua» (Sarm. 45 suelo», «que más parecían ruynas de edificios»,
CaG. 204r).— 2 «Apaga no meu maxín abrouxado «podía escusar toda esta ruyna y desgracia», «fue­
todo los bruídos que trouxen de París» Castelao ron la total ruyna de Troya» (I, ix, 30; xx, 80;
52.6.— 3 Bruyar en las Ctgs. (los toros, pero xxx, 147; II, xli, 154), y más todavía en Góngora,
m ugir las vacas 322.56) y Gral. Est. (S. XIV) que lo hace constantem ente trisílabo. En conclu­
245.13: «Tu calas et non nos dizes nada, senon 50 sión, no es seguro si debemos considerar ruina
sospiras e bruyas ao que te dizemos»; bruyo como voz hereditaria o como cultism o; fonética­
’voz ronca o palabra alta que uno dice a otro m ente no puede decirse nada, pues de ser heredi­
para aterrarle’, a veces «ronco o sonido sin sig­ tario, roína habría pasado pronto a ruina, y de todos
nificación»: Pedro fixo o echó a Juan un bruyo modos me parece artificial la separación que hace
(Sarm. CaG. 204r); como gallego leemos en 55 M -L . (R E W 7431) entre el it. rovina y las for-
Castelao esbroado ’afónico’ : «esbroados e rou- más de los demás romances, considerando heredi­
cos» (215.2f.). Hay otras formas, muchas y diver­ tario aquél y cultismos los dem ás; lo más razona­
gentes : gall. pontevedrés bruyón ’ave de rapiña, ble (teniendo en cuenta la -n- del port. y la u —no
negra, algo m enor que el buitre’ (Sarm. o. c. ou— del fr.) me parece m irar todas las formas ro ­
231 v, p. 241); limitándonos al catalán: braolar 60 mances como semicultismos muy antiguos, sin ex­
93 R U IN A -R U IS E Ñ O R
ceptuar el it. rovina y el cat. ant. y dial, rovina de ruinas, en ruinas’; en valenciano «paret m ig
’inundación’, ’tierra de aluvión’ (frente a ruina derrocada y ruin: parietina» es el único caso en
’ruina’); sólo de esta manera es comprensible que que ya lo hallo en el Thesaurus Puerilis de Ono-
esta voz, de arraigo y popularidad ya antiguos, p u ­ fre Pou, a. 1575 (p. 8); y barca ruin, camino
diera engendrar el derivado popularísimo ruin. Para 5 ruin, etc., figuran tam bién entre las combinacio­
otros derivados populares, vid. M . P., M od. Philol. nes pronto documentadas.
X X V II, 411-4.
D e r i v . Arruinar [1547, Pero M ejía; Cervantes Ruiponce, V. rapónchigo Ruipóntico, V. rui­
de Salazar; D H ist.; no está en la Celestina, N ebr., barbo y rapónchigo Ruir, V. ruido
PA lc.; Cej. V, pp. 291-2; ruinar, 1555, L aguna; 10
1599, G. de Alforache] ; arruinador; arruinamien­ R U IS E Ñ O R , tom ado del oc. ant. rossinhol, pro­
to. Ruinera. Ruinoso [1554, Lazarillo, cap. 2]. cedente del lat. vg. * l ü s c i n í O l u s , dim inutivo del
R uin [«la gaha roin e heda», «roin, gaho, enver- lat. l u s c i n i a o l u s c i n i u s id .; en romance, la p ri­
nizo» J. Ruiz, 9616, 992d, pasajes en habla rús­ mera L se cambió por disimilación, y en caste­
tica; ruyn, glos. del Escorial, h. 1400; «ruin: 15 llano el vocablo se alteró por una etimología po­
pessimus» N eb r.; «ruin sea por quien quedare» pular, que lo interpretó como si fuese R u y señor
J. del Encina, 114; T orres N aharro (V. índice ’señor Rodrigo’. 1.a doc.: Berceo.
de la ed. G illet); «a cada paso me anego / por «El rosennor, que canta por fina maestría, / ... /
ser la barca tan ruin» C. de Castillejo; «al ruin cantan laudes an t’ella toda la clerecía: / todos
dadle u n palmo y tomaráse quatro» J. de Valdés, 20 li fa?en cort a la Virgo M aría: / éstos son ros-
Diál. de la L . 37.21; «escapando de los amos sennoles de grand placentería» M il. 28a, 30d; «el
ruines que había tenido y buscando mejoría» L a ­ rossinol, que diz las fremosas canciones» Alex.
zarillo (cap. IV ); más en Cej. V, pp. 287-91], 1973d (rruy señor en P); «el rruy señor, que es
derivado común con el port. ruim y el cat. roí buen jogral...» Elena y María (S. X III), R F E I,
id .'; la forma primitiva sería *ruino (derivado 25 65; a D on Amor, en el L ibro del Arcipreste,
de ruina, con el sentido de ’ruinoso, echado a «resciben lo las aves, gayos e ruy señores» (1226a,
perder’), que pasaría a ruin en apócope proclí- en T rroysynores). Palabra de uso general en to ­
tica (ruin camino, etc.), y de ahí se generalizaría das las épocas (N eb r.: iruiseñor: luscinia»),
esta forma en el masculino y en el femenino, L at. el. l u s c i n i a , y algo menos frecuente l u s c i -
única explicación que puede dar cuenta de las 30 n i u s , tenía ya u n dim inutivo l u s c i n i o l a , docu­
formas port. y cat. (que bien parecen ser casti­ mentado en Plauto, etc.; en vulgar se generalizó
zas), y aun de la propia forma cast.2; ruindad el masculino * l u s c i n i o l u s , que m uy pronto de­
[h. 1400, glos. del Escorial; «malignitas» N ebr.]; bió de disimilarse en * r u s c i n i o l u s , según prueba
enruinecer. la forma roscinia documentada en glosas desde el
1 Sobre todo val., pero en Valencia se extiende 35 S. V II; claro está que esta forma esporádica y
hasta el extremo N orte (y más allá), y tiene m a­ no conservada en romance constituye una regre­
yor am plitud semántica que en cast., pues es sión de glosador, que quería evitar la tendencia
equivalente de ’malo’ y del dolent del Principa­ vulgar al diminutivo, y así no debe tomarse, se­
do. Se oye ruí, roín y ruin, y aunque es más gún hacen Barbier, Brüch y M -L. (R E W 5180),
común emplearlo como masculino y femenino, 40 como argum ento contra la explicación disimilato-
tam bién se oye un femenino ro'ina. Pero cosa ria de la r-, que de todos modos es la única
ruina se empleaba vulgarmente h. 1490, según seria que se ha indicado, y ciertamente se im ­
el barcelonés Jer. Pau, quien prefiere ruin cosa pone; de la misma opinión es W artburg, F E W
(Bol. Acad. B. L ., Bna. 1950, 148). Ya es fre­ V, 471-3.
cuente en los valencianos J. M artorell {Tir ant, 45 Gracias al influjo de la lengua poética de los
cap. 100, 329) y Jaum e Roig, a. 1460: «una vil trovadores, la forma occitana rossinhol se pro­
hosta, / royn, disposta / a putería...», «lo mal pagó no sólo a Castilla (según m uestra la te r­
criar / deis filis fadrins, / que ■ls fan rohins, / minación -oí, -or), sino tam bién a Portugal (rot-
ben empastats / e viciats», «impiadoses, / mali- xinol, rouxinol, trasm. reixinol, R L I I I , 57, gall.
cioses, / dones royns; / en los cam ins...» (vv. 50 reiseñor), y al N orte de Francia, donde el anti­
3284, 9512, 12583). Alguna vez, aunque es raro, guo y raro lossegneul fué sustituido ya en el
se emplea en el Principado, como voz afectiva, S. X II por rossignol (es tam bién frecuente en
de sentido moral. Comp. ast. roin, roina ’ruin’ lo antiguo la forma de compromiso losseignol);
(pero tam bién, en el fem .: roin cosa ’mala pé­ aun el it. usignuolo ( < Vusignuolo) o rusignuolo
cora’), V.— 2 Cf. nota breve, vaga y poco infor­ 55 (en vista de su s sonora irregular) y el cat. ros-
mativa de Malkiel, R L iR X XIV , 252n. Con miras sinyol pueden ser tam bién, contra las apariencias,
a explicar la terminación se podría especular occitanismos. En lengua de Oc, r ü s c í n i O l u s pa­
sobre la posibilidad de que naciera de un genitivo saría prim ero a *roissenhol, eliminándose la i
estereotipado, en combinaciones como d o m u s , por disimilación de palatales y cambiándose la
C A SA , M URUS, PARIES, CIVITAS RUÍNAE, ’casa, etc., 60 e en i por influjo de la nh siguiente; no es im ­
R U ISEÑ O R -R U M B O 94

posible que el cast. ruiseñor proceda de esta for­ dos Coronas en ambas costas del O céano: «po­
ma hipotética (comp. fr. ant. roissignors en una dáis tratar... cualquier... demarcación e concordia
pieza lírica anónima de fin S. X III, R om . L V II, sobre el M ar Océano, Islas e T ierra Firm e que
389), pero lo más probable es que, así como la en él hobiere, por aquellos rum bos de vientos e
-r final ha de explicarse de todos modos por s grados de N orte e de Sur, e por aquellas partes,
etimología popular, el mismo factor sea causante divisiones e lugares del cielo, del m ar e de la
del diptongo ui y de la e del c a st.: se trata de tierra que vos bien paresciere» (Fz. de N avarre-
una interpretación popular como R u y ’Rodrigo’ te, Col. de los Viajes II, 1211)- Éste es, pues, el-
señor (según ya indicó Spitzer, W S IV, 138n.), sentido prim itivo: ’división ideal del horizonte,
a la cual contribuirían no poco las personifica­ 10 división cosmográfica’. N o es raro en la época
ciones que dejo documentadas en Elena y María de los Descubrimientos, sobre todo al principio:
y en otros textos; comp. la invasión de R u y en «a oriente de las islas de M aluco, dando 17 le­
otros casos aun menos naturales, como ruibarbo guas y media p or grado equinocial, en el cual
o ruiponce. Alguna vez, como cultismos crudos, meridiano y rum bo del nordeste y cuarta del leste
se emplearon en verso cast. luscinia y lucina. 15 están situadas las islas de las Velas y de Santo
D eriv. Ruiseñora arg. («si pía una ruiseñora T om é, p or donde pasa la sobredicha línea e se­
[’ratona’] cerca de las casas, malo, trae víboras» micírculo», en otro tratado con Portugal fechado
Chaca, H ist. de Tupungato, p . 320). en 1528 (o. c. IV , 394); así está todavía en G . de
Palacio (1587, f° 74v°), y de este sentido parte
Rujiada, rujiar, rujio, V. rociar Rula, rular, 20 todavía A ut.: «la división del plano del horizonte,
V. rueda que se hace en diferentes partes iguales, que se
describen en la Rosa náutica o Carta de marear,
R U L É , ’trasero’, palabra gitana. 1.a doc.: Acad. para gobernar los viages de cualquiera embarca­
1925, no 1884; Besses, h. 1905. ción».
T am bién lo recoge T oro G . en imas coplas 25 Pero pronto predom ina la ac. derivada ’direc­
andaluzas de Sánchez de Fuentes (R H X L IX , ción que se tom a para encaminarse a u n lugar,
1920, 582), y Sevilla (1919) como murciano. Comp. especialmente tratándose de buques’ (más tarde
gitano griego riíl ’pedo’, rüraló ’pedorrero’; sin ’línea marcada en el mapa con este propósito’,
embargo, este vocablo tiene la forma ril entre los como en G . de Palacio, f° 153v°). E n las narra­
gitanos de Bohemia, Alemania e Inglaterra, ril 30 ciones y crónicas de esta época se encuentra con
entre los de Rumania, rilo entre los de España (M i- grandísima frecuencia; así ya en Fz. de Oviedo
klosich, Denkschriften d. W iener Akad. X X V II, (1535): «llevando la misma derrota... más ade­
59), y comp. gitano español rilar ’defecar’, tra ­ lante está... la isla dicha H uno e prosiguiendo
tado aquí en R E H IL A R ; ¿hubo confusión con la misma derrota o rum bo (que quiere de^ir el
el gitano-griego rulí ’bastón’ (de origen griego) 35 mismo camino) está otra isla...» (Hist. N at. e Gen.
por parte de los castellanos? Además, comp. gita­ de las Indias I, p. 614), en cuya obra hay otros
no español rulisarra ’rodilla’ (Borrow). ejs.; el contexto m uestra que todavía era palabra
nueva para el público curioso, aunque es proba­
Ruleta, rulo, V. rueda Rulleta, V. arrullar ble que ya no lo fuera para la gente de m a r :
Rullo, V. rueda Rum a, V. arrimar R um an­ 40 W oodbr. cita ejs. de 1525 y 1526, con esta ac.,
tela, V. rum bo R um azón, V. arrimar Rum ­ y si bien n o son pruebas seguras — pues se trata
ba, V. barrumbada y rum bo Rumbantela, rum ­ de docs. extractados por N avarrete, que suele res­
bar, rumbático, rumbear, rumbero, V. rum bo petar el léxico del original, pero no siempre lo
hace en forma escrupulosa— , el hecho es que el
R U M BO , en portugués rumo, en italiano rom ­ 45 vocablo es muy usual en textos de la época, que
bo, designó primitivamente cada uno de los 32 todos recordamos. Como quiera que sea, lo en­
espacios en que se divide la rosa de los vientos contramos en Suárez de Figueroa (1593): «nave­
y en que se considera repartido el horizonte: se góse a Sueste, que así corre la costa, y a seis le­
debe a una confusión de dos palabras, la greco- guas del puerto hallaron dos islas pequeñas, con
latina r h o m b u s ’rom bo’, por estar representada 50 grandes palmares, en altura de 8 grados, y por
esta figura en dichos espacios de la brújula, y el el mismo rum bo otras muchas» (Jal, 1299b), «el
térm ino náutico rum o ’espacio o sitio en u n na­ rum bo de Argel toman», «y en saliendo del E s­
vio’ (procedente del germ. ruim , de igual signi­ trecho / tom ar el rum bo a esta mano», en C er­
ficado); prim ero parece haberse empleado rombo, vantes (Baños de Arjel iii, Casa de los Celos iii).
después alterado en rum bo o rumo, por influjo 55 M e abstengo de citar más por ser tan común,
del otro vocablo, cuando pasó del lenguaje de los pero la propia masa de estos ejs. es instructiva
cosmógrafos al de los marinos. 1.a doc.: 1494. como indicio de lo mucho que se había popu­
En los poderes que los Reyes Católicos con­ larizado, y no lo son menos las varias acs. figu­
firieron en esta fecha a Juan y Ruy de Sosa para radas en que el vocablo aparece, como ’orienta­
tratar con Portugal acerca de los derechos de las 60 ción moral’, ya frecuente en el Siglo de Oro
(«descubrir nuevos rum bos», «seguir el rum bo de nados en antiguos diccionarios, han caído en des­
los hereges», Cienfuegos, M añero, en A ut.). O tro uso según el D iz. di Mar., reem plazándose por fra­
reflejo de esta tem prana popularidad es el em­ ses formadas con el m oderno rotta; en Italia, pues,
pleo, hoy general en tierras de América, para ’di­ el vocablo ya sólo se emplea en el sentido de ’d i­
rección’ en general, en viajes o meros paseos por 5 visión de la rosa de los vientos’, como tecnicismo
tierra, y los derivados arrumbarse2, rumbiar, rum - de náutica; sin duda el uso de rombo consta en
biador, rumbero3. it. desde fecha bastante antigua, ya h. 1510, en
E n portugués, la forma común es rum o y los Ramusio, pero es revelador el hecho de que todos
sentidos son análogos. En el S. X V I aparece to­ los ejs. quinientistas y seiscientistas se encuentren
davía el sentido primitivo, así algunas veces en 10 en traducciones del cast. o del port., y el único
Joáo de Barros (mediados del siglo): «Joáo G o­ ej. que se cita en una obra literaria italiana es el
mes como o tem po tam bem lhe era contràrio, com tardío de Bentivoglio ( t 1732) «fender l’intatto
assás trabalho ás voltas chegou lá, e achou que m ar tessala nave, / ver noi prendendo il rombo'».
todo o tem po era geral, sómente quando acal­ En contraste con esto pone de relieve Zacearía
mava havia alguma bafugem de outro rum o [’pun­ 15 (pp. 351, 500) que ha encontrado nada menos que
to cardinal de donde procede el viento’], mas nao 23 ejs. en Joao de Barros, muchos en Lopes de
era para mover hum batel» (II, viii, cap. 2). Castanheda (h. 1555), y 7 en autores castellanos
T am bién ahí es ya más com ún en el S. X V I la coetáneos, a los cuales se agregan 137 en la co­
ac. m oderna: «porque navegando polo rum bo do lección de José T . M edina. Quizá sería excesivo
Nordeste, como elles diziam, hiam varar ñas ilhas» 20 deducir de ahí que el vocablo nació en castellano
Comentarios de Albuquerque ( f 1515, Jal, 1299£>), o portugués; más bien sospecho que antes lo em­
«assi emmarados sem velia nem remos, nem quem plearían, en la Edad Media, los cartógrafos cata­
entendesse qué rum o lhes demorava, continuarao lanes y los cosmógrafos italianos, pero allí no tras­
nesse trabalho dezasseis dias», «por esta varie- cendió de la esfera culta: fué preciso que la tre ­
dade de rumos continuamos por nossa derróta­ 25 menda empresa descubridora de los castellanos y
sete dias», en la Peregrinagáo de M endes Pinto portugueses diera a millares de hombres tantas
(1547, cap. 147 y 158), etc. ocasiones de interesarse ansiosa y vitalm ente por
E n comparación con el cast, y el port., el vo­ el rum bo para que el vocablo se unlversalizara en
cablo tiene inm ensam ente menos popularidad en sus idiomas, pero no en los demás.
los demás romances. D el cat. rum b sólo conozco 30 Trazada la historia, es posible em prender el pro­
testimonios recientes, es estrictamente voz de pi­ blema etimológico. Se oponen dos teorías: la que
lotos, y por lo demás es común emplearlo en la parte del grecolatino r h o m b u s , figura geométrica,
forma acastellanada rumbo; tam bién es solamente adoptada por W ebster (1832), M urray-Bradley,
vocablo de pilotos, aunque ya documentado desde Skeat, y últim amente M -L . (R E W , 3.a ed., 7291.3),
antiguo, el fr. rum b (pron. rob); y aunque para 35 el D iz. di Mar. y yo mismo (R F H V I, 212n.2); y
el ingl. rhum b disponemos de documentación la que busca el origen en el germánico (sea el
m uy abundante, no pasa tampoco de ser un tec­ neerl. ruim o su equivalente el escand. ant. rúm
nicismo náutico (varios universitarios norteam eri­ ’espacio, sitio’), preferida por Jal, L ittré y Bloch4.
canos a quienes pregunto ni siquiera lo conocen): Quizá haya su poco de cierto en ambas ideas, en
a pesar del enorme adelanto de la lexicografía in ­ 40 el sentido de que aceptando la segunda hay que
glesa, no se conocen testimonios anteriores a 1578, explicar el it. rombo y el cast. rum bo por influjo
y es significativo que en el primero esté en una de r h o m b u s ; y aceptando la primera, la u hispá­
forma de plural italiano («meridianes and lig h t nica y el port. rum o sugieren una contaminación
lined rumbyy>) y en otro inmediato, de 1599, se por parte de la voz germánica. D ecidir cuál fué
afirma que es voz tomada del portugués : «in say- 45 el punto de partida prim ero es más difícil, y sólo
ling folow thè lines shewing the courses (which es evidente que muchos de los argum entos que se
lines, because now they have found the ñame han esgrimido en ambos sentidos carecen de va­
among the Portugalés, we cal rum bs)»; la menor lor5.
divulgación del sentido primitivo la revela la cir­ Resulta inverosímil partir del germánico, te­
cunstancia de que hasta 1640 se encuentra un 50 niendo en cuenta que ni el neerl. ruim , n i el
solo ej. del mismo frente a 5 del sentido ’línea escand. rúm ni el ingl. room, se han empleado
que sigue un buque’ (V. para todo esto el N E D ). jamás en el sentido de ’rum bo’ n i en el de ’divi­
M ás independiente del uso hispano-portugués se sión de la rosa náutica’. Por otra parte el francés
m uestra el it. con su forma rombo; tam bién en antic. rum nunca significó ’espacio’ o ’sitio’
Italia predom inó antiguam ente la ac. com ún en 55 en general, sino estrictamente ’cabida de la bode­
nuestra Península ’línea que sigue u n buque’, co­ ga de un buque’6 o bien ’rancho, espacio habita­
mo m uestran las frases abbattere il rombo, aprire, ble en un barco’; otra acepción francesa, tam ­
dare, emendare, incrociare, pigliare, tagliare il rom ­ poco aplicable al caso, es la del picardo ant. rum e
bo; rombo corretto, diretto, libero, navigato, ridot­ m. «fossé pour l’écoulement des eaux (souvent
to, seguito, etc., todos los cuales, si bien consig­ 60 boueux)», ya documentado en 1477, y relacionable
con el neerl. ruim ing «vidange» y ruimer «vidan- riosa, de donde luego el vocablo pasaría a la d i­
geur» (Rom . L X V III, 205). Por lo tanto faltando en rección que así se tomaba. Indudablem ente ésta
francés la base semántica necesaria para llegar a la era la idea de Cervantes, quien, sin embargo, es­
especialización ’espacio en la rosa náutica’, tan di­ cribía más de cien años después del prim er doc.,
fícil es adm itir que el cambio de sentido se pro­ s de 1494. Y así esta idea podría ser una concepción
dujera en francés como en germánico. Sobre todo, a posteriori.
con el origen germánico, y n o existiendo germa­ Pero quizá sea todavía más im portante ver si
nismos náuticos d i r e c t o s en italiano n i en ibe- este térm ino técnico de pilotos — que como tal
rorromance, es fuerza adm itir que hubo de ser aparece ya en 1494 y en el R outier de 1483—
Francia el punto de difusión hacia la Península 10 puede fundarse en algo más técnico. U no de los
Ibérica, Italia y aun In g laterra; ahora bien, en docs. más venerables de la ciencia náutica, el Atlas
Francia sólo se encuentran testimonios sueltos del catalán de 1375, del que parten todas las investi­
vocablo en los SS. X V I y siguientes, con frecuen­ gaciones (Jal, 1294a), presenta ya la Rosa de los
cia incomparablemente m enor que en español, p o r­ vientos dividida a la moderna en 32 com parti­
tugués y aun italiano. Ante esto no im porta m u­ 15 mientos, que son los rumbos; la separación de los
cho que el prim er testimonio fechado en cualquier rum bos en las rosas antiguas se hacía, según Jal,
lengua sea el del G rand Routier de France, A n - m ediante rayos «façonnés en langues de feu, en fer
gleterre et Alemaignes escrito p o r «Pierre Garcie, de lances, en p y r a m i d e s » : esto últim o lo he­
dit Ferrande», que m urió h. 1520, y que el D G én. mos visto todos en grandes brújulas antiguas, y
fecha en 148 37: es un testimonio suelto y quizá 20 puede verse claro en la célebre rosa de Savérien
no sea casual la circunstancia de que su autor lle­ que reproduce el D iz. di Mar. (p. 792); pero el
ve un nom bre de aspecto hispano; después no se caso es que si lo tomamos de arriba abajo: de
conoce otro testimonio francés antes de los de D e- N orte a Sur, de Este a Oeste, etc., las dos pirá­
vaulx en 1583 (Jal) y los demás siguen m uy espa­ mides de base com ún forman justamente un rom ­
ciados. Luego parece bastante seguro que el vo­ 25 bo largo.
cablo se extendió a Francia desde el Sur, lo que Éste debió de ser el punto de partida (o
descarta el germánico como punto de arranque. se llamaría rom bo a la misma estrella o redondel
E n la etimología r h o m b u s lo más discutible es de la rosa, como sugiere Covarr.). Faltaría expli­
la explicación semántica. Pero atiéndase a los si­ car el cambio de rom bo en rum bo o rumo; ambas
guientes pasajes cervantinos, que además de confir­ 30 alteraciones se explicarían por la fonética dialectal
m ar r h o m b u s , parecen indicar una nueva pista se­ del S ur de Italia (comp. el sic. rum m ulu, nombre
m ántica: «uno de los mayores encantadores... la­ de pez, de r h o m b u l u s ) , y no puede descartarse el
bró esta cabera, que tiene propiedad y virtud de que el vocablo se propagara desde el lugar de la
responder a quantas cosas al oído le preguntaren: antigua Amalfi hegemónica, pero el poderío de esta
guardó rumbos, pintó caracteres, observó Astros, 35 república está m uy lejano, en el tiempo, de la épo­
m iró puntos, y finalmente la sacó con la perfeción ca de los Descubrimientos. M ás bien se podría pen­
que veremos m añana...» (Quijote II, lxii, 238r°), sar en la fonética portuguesa, que opone chum bo
«llamado Retablo de las M aravillas; el cual fabricó al cast. plom o y al lat. p l ü m b u s , y para la re­
y compuso el sabio Tontonelo, debajo de tales pa­ ducción consonántica recurrir al cambio cast. y
ralelos, rumbos, astros y estrellas, con tales pun­ 40 cat. de MB en m ; tanto más cuanto que la variante
tos, carácteres y observaciones, que ninguno pue­ rum bo no es inaudita en Portugal, Nascentes cita
de ver las cosas que en él se muestran, que ten­ un ej. clásico, y M onte Carmelo (S. X V III) la
ga alguna raza de confeso, o no sea habido... de condena como plebeya (Cornu, GGr. I, § 191).
legítimo matrimonio» (N B A E X V II, 30a); si los Pero entonces daría una antinomia desconcertante :
comparamos con las palabras del supuesto M er- 45 la forma de tipo portugués, en Castilla (rumbo),
lin : «en las cavernas lóbregas de D ite, / donde y la de tipo castellano, en Portugal (rumo).
estava mi alma entretenida / en formar ciertos Creo por lo tanto que hay que dar un poco de
rombos y caráteres, / llegó la voz doliente de razón a Jal y a sus seguidores : si el germ. rum
la bella / y sin par Dulcinea del Toboso» (.Qui­ ’cabida de bodega’ no está en la raíz de nuestro
jote II, xxxv, 136v°). Salta a la vista que rombo 50 vocablo, sí intervino su influjo al popularizarse lue­
y rum bo son iguales para Cervantes, y que él iden­ go el término entre los marinos, que tendieron a
tifica el rum bo cosmográfico con los rombos m á­ confundir con esta voz, que ya les era familiar, el
gicos (guardó rumbos, pintó carácteres, observó cultismo rombo recién introducido. Es verdad que
astros; debajo de tales p a r a l e l o s , rumbos, en castellano rum o ’cabida de bodega’ no está do­
astros y estrellas). N ada de extraño tendría que el 55 cumentado directam ente, pero sí lo está en portu­
vulgo marinero, al observar al piloto tomando la gués y en francés, y en iberorromance existen los
altura de los astros en las primeras navegaciones derivados rum a y arrumar, que presuponen aquel
oceánicas, le identificara con u n mago o astrólogo, primitivo ; es más : la variante arrumbar (comp.
y, pensando en el rom bo mágico, llamara hacer lo que digo en A R R IM A R ) prueba que la influen­
o guardar rumbos a esta actividad para él m iste­ 60 cia fué recíproca.
Falta tratar de rum bo en otras acs., que tienen vocablo rumbo, que yo os digo que está bien
historia y aun punto de partida distinto. E n el puesto aquí, y si por no ser vos m arinero ni
sentido de ’pedazo de tabla que se echa en el cos­ entender las cosas de la navegación no sabés este
tado de un navio cuando hay u n agujero’, aparece bocablo, sabed que rumbo quiere dezir viento
primeramente en T e rr.; de ahí ’el agujero que ha 5 de parte señalada» Fz. de Oviedo, Quinquagenas,
de taparse asi’, ac. registrada por N avarrete en p. 452.— 2 Ya en Argensola, Malucas (princ. S.
1831, y es usual en la M arina argentina8 y segu­ X V II): «se pueden poner en altura cierta, arrum­
ram ente en todas las de lengua cast.; de ahí se­ barse, y con derrota segura llegar al Estrecho»
cundariamente ’tajo en la cabeza’ arg. (con ej. de (cita de Cej. V, 598, donde hay más datos de
1908 en Garzón). En port. tiene estos dos senti­ 10 rumbo).— 3 «Habíamos rumbeado a campo travie­
dos la forma rombo, ya empleada en el segundo sa» J. C. Dávalos, L a Nación, 22-IX-1940; «a las
por Damiáo de Goes (f 1574), vid. Vieira; en cat. Encadenadas Genaro también rumbió» Ascasubi,
es romball el 1.°, ya documentado en el Consolat de S. Vega, v. 4052; rumbiar para un lugar M ontag-
M ar (S. X III o XIV), [ > fr. rombeau, S. X V II], ne, Cuentos Cuy anos, 147; Tiscornia, M . Fierro
it. rombo id., y rombare ’tapar rum bos’ : del it. 15 com ent., s. v.; otras veces, en la Arg., es mero
vendrían las formas cast. y p o rt.; el punto de par­ sinónimo de ’ir’ : «esta prienda ya es ajena, /
tid? está directam ente en r h o m b u s , sea por tener m ejor que rúm bie a su casa / si no quiere tener
forma rom bal muchas tablas con que se tapan pena» en una copla que leí en M endoza. R u m -
rum bos, sea partiendo del sentido de ’vendaje’ que biador (Draghi, Canc. Cuyano, p. 236) o rum ­
tiene el vocablo griego en Hipócrates (V. mi nota 20 bero (en el colombiano Rivera, Vorágine, p. 144)
en Homen. a R ubio i L luch II I, 307). De ahí el ’el que sabe orientarse por la selva o por el lla­
gall. arrombar ’reparar un barco’ (Castelao 197.16, no’.— 4 Apenas hace falta decir que la que ha
197.23), ’ataviar, componer’, ’arreglar en general’ introducido W artburg en su nueva ed. de Bloch
(id. 168.21, 202.20, 56.11, 20, 168). es insostenible fonética y sem ánticam ente: se
El cast. rum bo en el sentido de «pompa, osten­ 25 trataría del ingl. rim ’borde de u n objeto’, ’fran­
tación y aparato costoso», que ya es frecuente en ja’, a veces ’borde circular’. Evidentemente su­
Cervantes y Lope (ejs. en Cej. V, 596-7), no creo pone el sabio autor del F E W que en todos los
que venga, como suele decirse, del movimiento idiomas modernos rum bo es préstamo francés,
airoso del navio (lo cual no se llama rumbo); punto de partida falso; y dentro del francés sólo
otras veces es más bien ’fama, prestigio’ : «qué 30 se funda en la grafía rym de Pierre Garcie, prác­
poetas se usan ahora en la Corte, de fama y rum ­ ticamente aislada, y que quizá sólo se deba a la
bo» (Cervantes, Retablo de las Ai., N B A E X V II, pronunciación poco distinta de las nasales fran­
31a; otro en Cej.), la cual me parece la primitiva, cesas; al decir Nicot en su dicc. de 1606 que
y a mi entender hay que explicarla como el lat. «aucuns l’appellent rym » se refiere sin duda a la
praestigium, propiam ente ’juego de manos’, par­ 35 obra tan conocida de Garcie, y por lo tanto no
tiendo del encanto o sortilegio que los magos lo­ es testimonio nuevo; rim en la Crónica de Au-
graban con sus rom bos; de ’pompa’ se pasó lue­ ton (S. X VI) ya no interesa, pues ahí significa
go a ’ostentación rufianesca o ram eril’ (ejs. cer­ ’rancho o cuarto en un barco’, que es otra pa­
vantinos en Cej.), ’desafío, provocación”, ’alboro­ labra.— 5 Toda la argumentación de Jal se basa
to’10, y en germanía ’peligro’ [vocab. de Juan H i­ 40 en las razones ortográficas de rh- o r- y de -m b
dalgo; romance de germanía, R H X III, 44]; de o ' -m, por lo demás limitadas al francés y casi
’alboroto nocturno’ a ’juerga, parranda’ que es lo únicamente a los diccionarios, lo cual hoy ha de
que significa rumba en Cuba, y luego ’baile pro­ parecemos pueril. Por el contrario, Skeat, si bien
vocante’, extendido desde Cuba a todo el mundo mejor informado, quiere partir semánticamente
(en it. ya en 1931, V Rom . II, 267). 45 de la forma espiral que tom an en el globo terrá­
El cultismo rom bo en su sentido geométrico, ya queo los rumbos que trazamos en línea recta so­
en Aut. bre los mapas en proyección de M ercator, rela­
D e r i v . Otros derivados, V. arriba. Rumbar. cionándolo con el rom bo o círculo mágico, y pa­
Rumbático [1665, P. M iranda, Cej.]. R um bón. sando posteriormente al sentido de ’parte del ho­
Rum boso [Aut.]. Rum bantela ’parranda’ cub., mej., 50 rizonte’, lo cual es ciertamente erróneo; siendo
rumantela santaijd. (B R A E V II, 305), sin duda de rum bo de r h o m b u s un cultismo, es probable que
origen gallego o port., dim inutivo de u n Turnan­ el más antiguo fuese el sentido técnico y n o el
te ’el que corre parrandas’. Rum bero cub. ’juer­ divulgado, y la antigüedad de aquél en los docs.
guista’. lo confirm a; la levísima curvatura de los rumbos
Rombal. Romboide; romboidal. 55 directos difícilmente puede compararse con un
C p t . Arrumbambaya c u b . ’m u j e r r u m b e r a ’ ( c o n rombo o con un círculo mágico.— 6 D e aquí el
d e f o r m a c i ó n p o r o b r a d e l o b s c e n o papaya: Ca., castellano de Vizcaya rum ’hueco entre tablones
187). Romboedro. de una lancha, en que se tiene el pescado’ que
1 «No he visto muger cantora sin algún rum bo Azkue (s. v. arteun) da como usual en Santurce
de liviandad; y no se maraville el letor deste 60 y lo emplea en varios artículos de su diccionario.—

V. — 7
7 Fecha que consiento en admitir, aunque cabrían ber dado rumo.
dudas. God., de donde lo sacaría el D G én., cita No veo posibilidad ahora de dar a este vocablo
el Routier en la ed. de 1542, que si no me engaño una etimología, a no ser que la definición sea
es la primera conocida (al menos no se halla otra inexacta. El port. rum o ’medida con que se mide
en la Bibl. Nat. de París, en el British M useum 5 la quilla de una embarcación’ (variante de rum o
ni en la Library of Congress).— * Diario Los ’rum bo’, V. R U M B O ), y el fr. antic. run ’bodega,
Andes, 18-XI-1941.— 9«E1 A sturiano... como es­ capacidad de la bodega del barco’ (de origen ger­
taba hecho al trato de las almadrabas, donde se mánico, en relación con la citada voz neerlandesa),
ejercita todo género de rumbo y jácara... voleó quedan lejos por el significado.
allí el capelo y em puñó un puñal», L a Ilustre 10 El estudio de la terminología de oficios en es­
Fregona, Cl. C., 292.— 10 «Plegue a Dios que el pañol ha sido lamentablemente descuidado, y en su
rumbo que hacemos y alboroto no nos salga a aspecto histórico bien puede decirse que este es­
la cara», dice un «Padre» de mancebía en un tudio se encuentra por em pezar; cuando dispon­
entremés anónimo, N B A E X V II, 67. gamos de fuentes más precisas al respecto, sabre­
15 mos si rum o pertenece al vocabulario de la pipe­
R um bón, rumboso, V. rumbo ría náutica o de la tonelería general, y cuando
tengamos documentación antigua podremos ver si
R U M IA R , del lat. r ü m í g a r e id., derivado de rum o pudo ser, p. ej., una adaptación del fr. rond
RUMA ’prim er estómago de los rum iantes’. 1.a doc.: ’redondel’ bajo el influjo de rum o ’bodega de bar­
J. Ruiz. 20 co’ (fr. antic. rum , comp. cast. arrumar en A R R I­
«E porque yo non podía con ella ansí fablar, / M A R ), lo cual sólo se concebiría si, cuando se
puse por m i mensajero, coydando recabdar, / a introdujo, el vocablo se refería a los barcos y a
un m i com pañero: sópome el clavo echar; / él sus pipas. H oy toda suposición sería prem atura.
comió la vianda e a m í fazié rumiar / ... / él co­
mió el pan más duz, / a m í dió rrumiar salvado» 25 R um o, V. rum bo R um or, rumorearse, rum o­
J. Ruiz 113d, 118d. D e uso general en todas las roso, V. ruido Runa ’escombros’, V. enruna
épocas («rumiar el ganado: rumino» N ebr.); comp. Runcir, V. reñir
Cej. V, § 142; ha dejado descendencia en todos
los romances. El presente es rumia en Argensola R U N F L A ’serie de varias cosas de una misma
y Quevedo (Cuervo, A p., § 308), y lleva este acen­ 30 especie’, propiam ente ’serié de cartas de u n mis­
to en A ut., aunque el andaluz Sicilia y el valen­ mo palo’, tomado del cat. runfla id., de origen
ciano Salvá recomiendan la pronunciación rumia, incierto, probablemente derivado contracto de
que practican algunos en América1. E n Aragón, reunflar ’rehenchir’, ’entumecerse, llenarse’, deri­
como en cat., se dice remugar con metátesis (Acad.; vado de inflar (dialectalmente unflar), lat. i n f l a ­
Borao). 35 r e . 1.a doc.: fin S. X V I, romance de Juan H idal­
D e r i v . R um ia2. Rumiador. Rumiadura. R um ian­ go, en Pagés; Lope, L a Dama Boba, ed. Schevill,
te [1555, Laguna, Aut.]. Rumión. 301.
1 «Las ovejas rumian indiferentes» leo en artí­ T am bién está en Castillo Solórzano y en Solís
culo de Aranda de Almada, en la revista argen­ (S. X V II), citados por A u t., con la definición «la
tina A E D G A , marzo de 1942.— 2 «El examen, o 40 m ultitud de u n mismo género o especie de cosas,
mejor dicho, la rumia del poema, perm ite la re­ que están una en pos de otra»; hoy lo califica de
construcción del posible proceso de redacción» familiar la Acad., y efectivamente es popular por
M artínez Estrada, L a Nación de B. A ., 19-V II- lo menos en C h ile: «too rajuñao, como si una
1942. Ast. irum ia: la cria del panchut (V). runfla de gatos alzaos se le hubiera éido encima»1.
45 Pero el derivado arrunflar ’en los juegos de naipes
R U M O ’el prim er arco de los cuatro con que se juntar muchas cartas de u n mismo palo’, que el
aprietan las cabezas de los toneles o botas’, ori­ D H ist. cita ya de 1801, m uestra la procedencia
gen desconocido. 1.a doc.: A ut., cuya definición del vocablo.
he transcrito. R unfla significó en catalán una acumulación
T err. dice que es térm ino de toneleros, sin dar 50 de cartas de esa manera (si no m e engaño está
explicaciones nuevas. Nada parecido conozco en anticuado): el mallorquín Francesc d ’Oleza, de
los romances vecinos. L a Acad. asegura que viene los primeros años del siglo X VI, cita la frase
del «antiguo alemán ruimo, correa y cerco», pero cantar rum fle (R F X X III, 733; abundan en este
no sólo esto no es palabra conocida en alto alemán texto los ejs. de -e por -a), y que esta frase se
antiguo, sino que ni siquiera puede pertenecer a 55 aplicaba al juego de cartas lo muestra u n pasaje
este idioma una palabra que contenga ui; por lo de Eiximenis (fin S. XIV), citado por A g .: «no
visto ha habido una confusión entre el a. alem. res menys me recorde que jugant hauria fet tais
ant. riomo ’correa’, alem. rahmen ’marco, cerco’ engans e falsies... amagant cartes o cantant rum -
y neerl. ruim ’espacio’, palabras que nada tienen fes falses»2; hoy val. runfla(d)a en el sentido cast.
que ver entre sí, y ninguna de las cuales puede ha­ 60 (Escrig). Puede ser derivado del cat. dial, y p ar­
99 R U N F L A -R U S IE N T E

ticularmente val. reunflar «rehenchir; volver a R unflante, runflar, V. runfla R unrún, run­
henchir lo que se había m enguado; entumecerse, runearse, V. ringorrango Ruñar, V. redondo
hincharse, alterarse el m ar o los ríos caudalosos» Rupestre, V. derrumbar
(Escrig)3, cat. central reinflar id .,'derivado de in ­
flar ’hinchar’, que en muchos dialectos del Princi­ 5 R U P IA ’enfermedad de la piel’, tom ado del
pado y en Valencia toma la forma unflar. Luego ingl. rupia id., formado por Bateman en 1815 con
el cast. runfla será catalanismo, como lo son naipe, el gr. púrco; ’suciedad’ (N E D ). 1.a doc.: Acad.
sota, envite, flux, etc. 1884, no 1843.
D el catalán pasaría tam bién al francés, donde
ronfle tenía en el S. X V I la popularidad revelada 10 Rupicapra, V. derrumbar Ruponce, V. ra­
por la formación de una frase proverbial: remettre pónchigo Ruptura, V . romper R uqueta, V.
à poinct en ronfle veüe no sólo significaba «for­ oruga Rural, V. rústico R urrú, V. ringo­
cer quelqu’un à rabattre son atout», sino que Ra­ rrango Rusco, V. brusco Rusel, V. rojo
belais (III, cap. 3, ed. Plattard, p. 26) y Baïf la
emplean varias veces en la ac. figurada «mettre au 15 R U S IE N T E , ’candente’, voz aragonesa, afín o
pied du m ur» (Sainéan, L a Langue de Rab. II, tomada del cat. dial, rosent, variante de roent id.,
275). que procede del lat. r ü b e n s , - é n t i s , ’rojo, enro­
N o creo que tengan que ver con runfla por su jecido’, participio de r ü b é r e ’enrojecerse’. 1.a doc.:
origen el santand. runflar ’resoplar’, runflante h. 1300.
’arrogante, orgulloso’, gall. runflar ’hacer ostenta­ 20 E n los Fueros de Aragón de esta época leemos
ción’, ’divertirse’ : «xa levarás bons cartiños para «testimonias provocadas de falsedat deven... seer
runflar alá, eh?» (Castelao), con variantes runfrar. sennaladas en las fruentes en cruces con el batallo
y runfar en Valí., Lugrís, etc., que son evidentes de la canpana rusient» (ed. T ilander, § 297.1);
préstamos del fr. ronfler ’roncar, resoplar’ [S. X II]4.! rosient en Vidal Mayor. L a Acad. admitió el voca­
D e r i v . Runflada. 25 blo [1817, no 1783] sin calificación regional, pero
1 G uzm án M aturana, Cuentos Tradicionales, el hecho es que no se conoce generalmente en
A U C h. X C II, ii, p. 69.— 2 N o sé si es real esta cast. Peralta, Borao y T orres Fornés están acordes
variante. Parece serlo, pues tam bién está en el en que es voz aragonesa. Encuentro un ej. en los
Canç. Satíric Valenciá del S. XV (p. 78). Podría Viajes por la Costa de Paria del riojano M artín
sugerir otra etimología; pero más bien creo que 30 Fernández Navarrete (1765-1844): «mandó poner­
será debida a influjo del cat. ant. triüm fe ’triun­ se en la herida unas planchas de hierro rusiente»
fo’, que ya como hoy se aplicaría a las cartas.— (ed. 1923, 216)1. De todos modos es voz rara en
3 El verbo rumflar como térm ino de juego está cast., hoy empleada en el alto-aragonés de Echo,
tam bién en Jaum e Roig (a. 1460): «joch de fierro rusiente o ruxente ’hierro candente’ (A.
naÿps / de n it jugávem, / abdós rum jlávem, f 35 K uhn, R L iR X I, 61).
ella partía; / sovint prenia / les copes totes», En cambio el cat. roent (Jerro roent, fo m roent,
v. 3012.— ‘ Acerca de éste discrepan M -L . (R E W calor roent y aun amor roent) es voz de uso gene­
7447), quien lo considera meramente onomato- ral y vivacísima (ruent en Valencia: E scrig; y T o r-
péyico, y Bloch, quien ve en él una alteración tosa: M o ra ra , Folkl., 570); hay variante rosent,
del antiguo ronchier bajo la influencia de souf­ 40 en el M aestr., Seidia, p. 31, etc. (sin localización en
fler, procediendo ronchier, como la voz cast.-cat.- el Tresor de Griera). Creo debe de ser antiguo2,
oc. roncar, del lat. tardío r u n c a r e , r o n c a r e , id., aunque sólo tengo un ej. en la trad. de D ante por
que a su vez parece ser helenismo {çofyoq, Febrer (princ. S. XV), donde la forma rovent es
pov'/aTuóc;, ’ronquido’, derivados de psfX e‘v ’ro n ‘ sospechosa de italianismo, pues hay rovente en el
car’ ; aunque estos vocablos griegos no están to ­ 45 original dantesco; pero el roent moderno no es ita­
dos documentados desde m uy antiguo, la alter­ lianism o: tiene sabor castizo, uso general y su
nancia vocálica revela una vieja voz helénica). área se prolonga hacia el N orte y el Este en las
Si realmente es helenismo esta voz latina, como lenguas vecinas: Luchon arruent id. (R L R X LV ,
parece, quizá se latinizara en * r o n f a r e por im i­ 429); fr. ant. rovent ’rojo’ hablando de la cara
tación imperfecta del y griego, según ocurrió en 50 de las mujeres, o de u n fuego candente, frecuente
paroffia variante de parochia, y en el sardo /alare en los SS. X II y X III, y aun más tarde (God.
’bajar’, de yaÀâv ; lo que m e lo hace creer son V II, 254)1; it. rovente ’candente’ (a veces ’rojo’),
las formas italianas : it. ant. ronfare, que hoy se frecuente desde D an te; Servigliano roentu, -ta
oye en Sicilia, Nápoles, Roma, Génova, Piamonte, «bóllente» (A R o m . X III, 264); retorrom . ru v d n t
Valtelina, Venecia y F riul, variante que tam bién 55 {Diez. R u m . Grischu I, 163a). Q ue el étim o es el
ha existido en Francia: auvernés roufanà «ron­ lat. r ü b e n s , - é n t i s , salta a la vista4.
fler d u nez», roufilhà «ronfler légèrement pen­ L a forma con -s- en catalán se explica evidente­
dant le sommeil» (Michalias), y aun quizá lan- m ente por ultracorrección de la tendencia tan vi­
gued. raufèlo ’ronquera’. L a l francesa sería re- va a cambiar rosada en roada, rosella en roella,
percusiva, y favorecida por el influjo de souffler. 60 resina en reina, rosinejar en roinejar, llosella en
R U S IE N T E -R U S T IR 100

lloella, etc., etc.; las dos variantes en todos estos doc.: 1213.
casos coexisten hasta el cat. moderno, y así, era En esta fecha u n doc. del N orte de Castilla
casi inevitable que se produjeran ultracorreccio- menciona «la Rústiga, nuera de T ello Rústigo»
ness. Entonces la voz aragonesa tendría que ser (Oelschl.). Luego por entonces ya era usual como
u n catalanismo. Es verdad que la forma con -s- 3 apodo. N o lo podemos extrañar cuando nos cons­
reaparece en otras partes: rouzént en el T am -et- ta que aun entre los mozárabes se empleaba ya
G aronne (Bouts dera M ounianho V III, 108), T o u ­ a principios del siglo anterior, pues el anónimo
louse rousent «ardent» (ya en G oudouli S. X V II, sevillano nos informa de que el terebinto se llama­
vid. Doujat-Visner), rouzenti «faire rougir au feu» ba en ca|am iy a lina rústiqa «que quiere decir m a­
(id.), T arn rouzent «(fer) rouge» (Gary), langued. 10 dera ruda» (Asín, p. 153, y otros ejs. en otras
rouzën «ardent; rouge» (Sauvages)6; tam bién es­ pág.). El vocablo evolucionaba, pues, semántica­
tas formas pueden explicarse p or condiciones lo­ mente, en u n sentido como el del cat. rústec ’ás­
cales, como la vacilación entre rozent y roent ’ro­ pero, rechinador’ (s’ha de posar oli ais golfos, que
yendo’, gerundio de roire r o d e r e , comp. la forma van m olt rústeos), ’rugoso, lleno de asperezas’
rotisil ’herrum bre’, empleada en el H érault y en 15 (amb el fred la péll es tom a rústega); comp. trasm.
bastantes hablas occitanas, como equivalente del rústico ’robusto’ (R L II , 119).
fr. rouille, cat. rovell, RU BICU LU M ; además estas N o hay que dudar, pues, que el vocablo se em­
zonas están lo bastante cerca de Cataluña para pleó más o menos en la Edad Media, aunque
que sea concebible allí u n catalanismo. Pero en sólo empiezo a disponer de ejs. desde fines del
aragonés hay una explicación que parece p re­ 20 S. X V : «rus es do tienen miel y leche y ganado,
ferible. E n iberorrom ance hay derivados de r o ­ donde se llaman rústicos los que entienden en es­
s a análogos al lat. r o s ë u s ’rosado’, que han to­ tas cosas» APal. 423d; l i d , 33d, 179b. E n el tea­
m ado sentidos parecidos: zamor. rosear ’calentar tro popular, desde princ. S. X V I, el vocablo se
el horno’ (FD ), trasm. rojar «por em brasa» (* R O - hace m uy frecuente, sustantivado o no, y desde
s e a r e ) , rojáo, -oes, «torresmo», gall. roxon, -orts 25 entonces debe considerarse de uso general (ejs.
(R L I, 217). D e hecho u n fierro rosio se encuen­ desde Juan del Encina, en A ut.). L o mismo que
tra ya en el Libro de la M ontería (S. X IV), ed. en cast., es voz culta o semiculta en todos los
Bibl. Venat. I, p. 202, y parece conservarse en romances. Rustro, térm ino de blasón, tomado del
el arag. rusio o ruso ’candente’ (Peralta, Borao). fr. rustre. Para róstr(ig)o como calificativo de una
Luego rusiente puede ser cruce entre un arag. cas­ 30 clase de perros, vid. C ÁR A B O . Yo doy allí esta
tizo *ruyente r u b e n t e m y rosio, rusio, r o s é u s (un etimología como algo incierta, cuando realmente
* r o s e n t e m latino no sería verosímil morfológica­ es segura. Si es rostro o róstrigo en el Fuero de
mente). Usagre, el de Cuenca lo llama en latín canis rus-
D e r i v . Rusentar; a r a g . rusientar. ticus y en castellano can rústico, y otros fueros
1 B. de las Casas, cuyo relato parafrasea ahí el 35 dicen, en lugar de esto, perro de ganado o perro
autor, escribe planchas blanqueadas. Es probable mastín. El Prof. Joseph Gulsoy está preparando
que a N avarrete se debiera la inclusión del vOt un estudio detallado sobre las denominaciones del
cabio en el diccionario, pues no sólo fué miem­ can albellonero o cárabo en que esto y muchas
bro de la Academia, sino que ésta adoptó como cosas más quedarán de manifiesto.
oficiales sus trabajos ortográficos y su diccionario 40 D E R IV . R ustiquez [princ. S. X V II, Nierem berg,
náutico.— 2 Parece haber sido olvidado por M on- Aut.] o rustiqueza [Lope, A ut., seguramente for­
toliu en su ed. del dicc. de Ag. : bajo ruent re­ ma italiana]. Rusticidad [med. S. X V I, Ocampo,
mite a roent, que brilla por su ausencia.— s Ro- Aut.]. Rusticar; rusticación. Rusticano [Acad.
vent «rouge, frais» en la Vie de St. Eustache sa­ S. X IX ]. Rustical.
cada de un ms. anglonormando de fin del 45 Rural [Aut.; no Covarr., ni O udin], de ruralis
S. X III, R om . L I I , 74.— *N o hay que pensar id., otro derivado de rus.
en r u s s e u s , como dicen la Acad. y A. K uhn,
palabra que dió y sólo podía dar roxo > rojo.— R U S T IR , tom ado del cat. rostir ’asar’, y éste
* T am bién pudo ayudar u n cruce con el cat. del fránc. h r a u s t j a n id. (comp. alem. rosten). 1.a
abrusar ’abrasar, agostar’ como el que presenta­ 50 doc.; 1517, T orres N aharro.
rá el val. oli brusent ’aceite hirviendo’ (Pensât i En éste en calidad de palabra rú stica : «si tienes
Fet, 1952, p. 27).— e E n la forma del H érault una caldera, / ponía con agua a rostir» (Propa-
brousén «brûlant», ferre brousén (Mâzuc), hay ladia, ed. Cañete I, 323). Pero es palabra ajena a
influjo del tipo cat. abrusar, brusir ’abrasar’, pa­ la lengua medieval y clásica, que falta en Covarr.,
riente del it. bruciare. 55 O udin, A ut., etc. H oy se emplea en Aragón, As­
turias («tostar, turrar» V) y León con el sentido
Rusio, V. rusiente Rúspero, V. híspido de ’asar, tostar’, en Aragón y M urcia con el se­
cundario de ’roer’, en Venezuela para ’aguantar,
R Ü S T IC O , tom ado del lat. rüstïcus ’del cam­ soportar con paciencia’; rustrir ast. ’tostar el pan,
po, campesino’, derivado de rüs ’el campo’. 1.a 60 y majarlo cuando está tostado o duro’, salm. ’pas­
tar’ o ’comer con avidez’ (para el cambio de sen­ R U T E N IO , derivado culto del b. lat. Ruthenia
tido, vid. Spitzer, Lexik. a. d. K at., p. 158). El ’Rusia’, por haberse encontrado su m ineral en los
germánico h r a u s t j a n es voz peculiar del alto y Urales. 1.a doc.: Acad. 1925, no 1884.
bajo alemán (aunque en forma prestada aparece F ué descubierto en 1845; V. el N E D , s. v.
en inglés y en parte del escandinavo), a. alem. s
ant. rosten, alem. rosten; luego hemos de suponer R Ú T IL O , tomado del lat. ríítílus ’rojo ardien­
que del fráncico y el longobardo se trasm itió al te’, ’brillante, resplandeciente’. 1.a doc.: 1606, Al-
fr. ròtir, oc. raustir, cat. rostir, it. arrostire; y así drete (A u t.).
no puede ser autóctona en tierras de lengua cas­ Sólo se ha empleado esporádicamente. Algo más
tellana (Gamillscheg, R. G. I, p. 205; R E W 7098). 10 usuales son los derivados.
D e r i v . Rostrizo. D e r i v . Rutilar [O udin; no Covarr., ni Aut.],
C p t . M irrauste [1525, Rob. de Ñola, p. 142] o de rutilare ’brillar como el oro’; rutilante [1521,
-traste, tom ado del oc. mieg-raust ’medio asado’, Juan de Padilla (Lida, M ena, p. 450); O udin;
por conducto del cat. mig-raust (Eiximenis). Ros­ C ovarr.; Quijote II, xxxv, 138; 1616, Góngora,
bif [Acad. 1884, no 1843], del ingl. roast-beef, 15 ed. Foulché II, 255; 1630, Lope, Laurel de
propiamente ’carne de vaca asada’. ApoloJ.

Rustra, V. riostra Rust(r)ir ’roer, rechinar’, Rutina, rutinario, rutinero, V. romper


V. roer Rustro, V. rústico Ruta, V. romper
Rutáceo, V. ruda Rutar, V. eructar 20
SÁBADO, del lat. s a b b Xt u m y éste del hebr. tara venían a levar prea» (1113c, 1114a). Sávalo
sabbáth ’descanso semanal de los judíos’, deriva­ figura tam bién en el Glosario de Palacio (h. 1400)
do de sábath ’descansar’. 1.a doc.: doc. de 1124 y en Fz. de Oviedo (X III, cap. 66), y esta grafía
(Oelschl.); Berceo. (que es ya la que hallamos en el citado texto lat. de
«M andáronme que fuesse albergar con Johan / 5 Rabí Ben Zaid) es ciertamente la única buena.
... / í toviese el sábbado... / Amaneció el sábba- C o v arr.: «saboga, pez de la m ar m uy semejante
do, un peceniento día, / sufriemos grant tristi- al sábalo, muere [¿1. mora?] ordinariam ente en
cia...» D uelo de la Virgen 159c, 162a; también T ortosa, subiendo por el río al agua dulce; en
5 . D om . 558. D e uso general en todas las épocas. Roma se llama lacha y en latín alosa; pudo averse
En León, como en otros romances, se encuentra dicho, quasi sanloga [1. savlogá] de sábalo, por ser
muchas veces la combinación die sábado, doc. de m uy semejante a él aunque más pequeño»; A ut.
1267, Staaff, n.° 60, p. 291. Ast. sádabu «sábado», da ej. de sábalo en F r. L. de G ranada, y de saboga
«llonganiza de sábado, rustida y con fabes» (R). en el aragonés B. Argensola y en las Actas de C or­
W a rtb u rg a n tic ip a e l a rtíc u lo sa b b a tu m d e l FEW tes de Aragón, donde figura la variante saboca.
e n Studies J. Orr, 1953, 296-304. 15 Como puede verse, la mayor parte de los testimo­
D e r iv . Sabadiego a d j. «se ap lic a a la lo n g an iza nios de saboga, -oca, se refieren al E bro; sin em­
h e c h a c o n c a rn e se lecta» ast. (V), leó n . Sabadeño bargo, el malagueño M edina Conde (1789) dice
’id . a l e m b u tid o h e c h o c o n la a s a d u ra y c a rn e de que al sábalo «muchos llaman saboga o saboca»,
in fe rio r c a lid a d d e l c e r d o ’ p a l., v allad ., rio j. C u l­ cita tam bién tsablas, pez colorado y escamoso, el
tism o s : sabatario [S. X VI, A u t.] ; sabático [A ut.]; 20 lomo algo a z u l: es parecido al pargo y a la zama»
sabatina [1690, A u t.]; sabatino [A ut.]; sabatismo (p. 255), y hay u n gall. samborca «especie de sába­
[p rin c . S. X V II, A u t.]; sábatizar. lo pequeño; en algunas partes la hem bra del mis­
m o sábalo (Clupea alosa seu Alosa com m unis)»
SÁBALO, en portugués sável, en cat. y arag. (Valí.), y en el Sur de Galicia ’sábalo’ (Irm . da
saboga, -oca, parecen ser nombres de origen célti­ 25 Fala, Voc.). Sarm. comprueba la definición de Valí,
co, derivados de s a m o s ’verano’, porque en mayo en el sentido de que es «como un sábalo», pero no
y junio es cuando este pez aparece en los ríos; en la pequeñez. Dice que es pez grande y malo,
pueden suponerse unas bases célticas *SAB<3LOS y que pasa por dañoso y cita la frase popular «si
* s a b a u c a (documentada ésta en la forma s a m a u - queres ver tua muller morta, dalle de comer sam-
C a ) , con el cambio de -M -- en - B - que es típico 30 bórca» (C aG. 83r, 214r, A M r).
de varios idiomas célticos. 1.a doc.: sábalo y saboga Sea como quiera, en catalán sólo existe sa­
ambos h. 1335; savalus en bajo latín, Córdoba, boga, que he oído nom brar en el Ebro (Rasque­
a. 961. ra, Benifallet) y en el Bajo Segre (Aitona); se pro­
Juan M anuel cita el sábalo en su lista de peces nuncia con o abierta, y en lo antiguo aparece cons-
del Libro del Cavallero (Rivad. L I, 251636); Juan 35 tantem ente escrito con -v -1: «llampreses qui en­
R uiz en su descripción del combate entre los peces c a l v e n / savogues per a xuclar» T urm eda (S. XIV,
y los animales terrestres describe como «a las tor­ D iv. de M allorques, N . Cl., 104); «una gerra de
cazas m atan las sabogas valyentes, / el dolfyn al savoges salades» tres veces en doc. de X erta (T or­
buey viejo derribóle los dientes; / ssávalos e albu­ tosa), a. 1495 (N . Cl. IX , 63.26); savogues en Ber-
res e la noble lanprea / de Sevilla e de Alcán­ 40 nat de So, algo anterior (Rom. L IV , 38). F uera de
la Península Ibérica los dos vocablos sólo apare­ propio Schuchardt cierta tendencia a creer que
cen en forma de préstamos hispánicos: fr. savalle sábalo y saboga no eran célticos, por ser palabras
(Ant. Thom as, M él. 178)2, serviocroato simbalj m. sólo conocidas en Iberia y C erdeña7. Descartemos
’especie de Octopus vulgaris". E n árabe hispánico por lo pronto Cerdeña (donde sólo hay saboga y es
y magrebí es tam bién préstamo hispánico induda­ 5 catalanismo) y aun prescindiendo de que el se­
ble (Dozy, Gloss., 386), como ya m uestra la í, pero gundo y más detenido estudio de Schuchardt cons­
es préstamo muy antigu o : íábál y lábil (que pue­ tituye una rectificación parcial, reconozcamos que
den entenderse uniformem ente Sábel) se encuen­ este argumento geográfico no tiene valor, pues se
tran en una serie de autores españoles, desde 961 refiere a la palabra, y no al pez, general en las
hasta el S. XV (Rabí ben Zaid, El Xecurí, E l Ar- 10 costas de toda Europa (Carus, II , 552): pues si
bolí), y marroquíes del X II al X IV (Idrisí, Abenal- el sábalo es frecuente en tierras célticas su nom­
haxxá, Abenabizar), y hoy se documentan sobre bre pudo propagarse desde ahí a la costa medi­
todo en Marruecos, pero tam bién en Egipto y en terránea de España, y si en cambio no nos consta
algunas fuentes africanas en general (Simonet, s. v. la existencia de ese nom bre en las Islas Británicas,
xábal; Dozy, Suppl. I, 724b); de ahí el tort. aixa- 15 ni en la Galia después del S. V, será porque
vol (BDC I I I , 83). Por otra parte el logud. saboga Iberia • es país más conservador lingüísticamente.
(RFE X II, 236) es catalanismo indudable, como Posteriorm ente Ju d y Aebischer (A R o m . V, 49),
suelen serlo los nombres de peces en esta isla, y aceptando la etimología de Schuchardt, observaron
también es de procedencia hispánica el árabe sa- que el cambio de - M - en - B - podía explicarse por
büq, documentado en el almeriense Arbolí (S. XV), 20 la lenición céltica, agregando otros testimonios de
hoy sabúq o sebüqa en Argelia y Marruecos, este fenómeno en el celta continental; y M -L .
sbóq(a) en Rabat, en el N orte del país y en M os- (ZRPh. X L II, 335), aun dudando de que la leni­
tagánem (Brunot, Vocab. M arit.), fabúga, pez pes­ ción se extendiera al Continente, aceptó el acierto
cado en el Nilo «petite alose»4. de Jud en el caso de saboga, admitiendo que se
Llamó la atención Schuchardt (Z R P h. X XX , %, trataría de una forma propagada por el celta bri-
728) hacia el gran parecido de saboga con s a m a u - tónico, puesto que a éste pertenece el cambio de
c a , que aparece en la lista de nombres de peces 5 en a u , y aun agregando que en el gall. samborca
recopilada por el galorromano Polemio Silvio en el podía notarse la etapa av interm edia en el cambio
año 449, sugiriendo Schuchardt u n origen céltico, de am en av. En apoyo de la opinión de M -L .
idea tanto más verosímil cuanto que Polemio pa­ 30 agregaré que el lat. esox, -ocis, ’salmón’, es otro
rece corresponder a una zona tan fiel al céltico préstamo céltico bien conocido, y vivo hasta hoy
como el SE. de su país, y que las voces célticas en las lenguas britónicas, donde el celta antiguo
no son raras en esta lista (ancorago, darpus, alausa, * é s á k s pasó a ehoc en cómico, etc.; ahora bien,
ausaca, sarnosa): el nom bre latino del sábalo, alau­ quizá tengamos aquí otro préstam o del britónico
sa, es tam bién un préstam o gálico; así nos en­ 33 al latín, con el paso tem prano de A a britónico d.
cuentra dispuestos en su favor cuando, fundán­ Cierto es que no todos los lingüistas están de
dose en el nom bre alemán del sábalo, maijisch ’pez acuerdo en adm itir que en ehoc la o procede de
de mayo’, en el dicho it. a prim a laccia ’en prim a­ una a . Cf. ahora la conjetura sobre un hispano-
vera’, y más que nada en el hecho bien conocido céltico s a l a u c o - ( < s a l a c o - ) de donde el mozá­
de que el sábalo rem onta los ríos en mayo y junio, 40 rabe salauq en JA LO Q U E .
propone partir de un adjetivo celta * s a m A k o s ’es­ Piénsese lo que se quiera de ciertos porm enores,
tival’ (de donde el bretón hañvek id.), derivado de en conjunto todo esto es muy verosímil, pero una
s a m o s ’verano’ (Pedersen, Vgl. G ramm . I, 71), y vez reconocida la posibilidad de explicar la -b-
cuyo femenino s a m a u c a presentaría en Polemio (o -v-) por la lenición céltica, se hace increíble la
Silvio las primeras muestras de la tendencia a cam­ 45 teoría de que siendo saboga céltico no lo sea su
biar a en o, propia de los dialectos britónicos del sinónimo sábalo, de radical idéntico*.
celta. En efecto, la coincidencia de una o abierta Por m i parte propongo ver en este últim o el
catalana con una o cast.-arag. sin diptongar, difí­ céltico * S A B ó L O S , postulado por el galés hajol ’es­
cilmente puede explicarse de otro modo que par­ tival’ («of sum m er, aestival» Anwyl-Spurrell,
tiendo del diptongo a u s, y aunque el resultado de 50 hajauil «appertaining to summer» Owen Pughe, 2.a
- a u c a debiera ser -oca en todas partes, la forma ed., sólo el verbo hafoli «to summerize» en la
saboca la he oído tam bién en el catalán de Aitona, 1.a ed.): se trata de otro derivado de s a m o s ’ve­
y era m uy fácil que se alterara saboca en saboga rano’, formado norm alm ente con el sufijo adjetivo
bajo la influencia de boga, otro pez harto diferen­ -lo -, m uy frecuente en lenguas de esta familia’.
te, pero más conocido6. E n cuanto a la -b- del 55 Ahora bien, la existencia de s a m ó l o s ’primaveral,
saboga romance se inclina Schuchardt a explicar­ veraniego’ parece estar atestiguada en galo, no só­
la por influjo de sábalo, dando a entender así que lo por el nom bre de lugar Samolaco (en la Valteli-
el origen de éste era para él completamente diver­ na), sino por el de la planta samolum, dado por
so; en efecto, en una nota rápida publicada algo Plinio como nom bre de una hierba empleada por
antes en Z R P h. X X V I, 423, había expresado el 60 los druidas para usos médicos. Bertoldi, D onum
Natalicium S chrijnen, 3 0 2 -5 , teniendo en cuenta antiguo artículo catalán aglutinado.— 7 Recogien­
varios porm enores de la descripción de Plinio, la do esta observación, Baist (K JR P h . V III, 203)
identifica con la acedera, llamada samadh en ir­ llamó en cambio la atención hacia las formas m a-
landés medio, sam h en gaélico, porque florece al­ grebíes, en lo cual se funda M -L . para adm itir
rededor de Pascua, y por ello ee llama paséalo 5 origen arábigo, lo cual ya he observado que es
en provenzal y alleluia en varios dialectos de F ran ­ imposible.— 8 Que haya relación entre sam auca y
cia. Sabido es que los sufijos átonos en -0 - y en el cast. sama, según sugirió Schuchardt como m e­
-É- presentan tendencia en castellano a cambiar ram ente posible, es concebible pero m uy incierto,
estas vocales en a ( s u b t i j l u s > sótalo, sótano, y desde luego se excede J. H ubschm id (Festschrift
CALAMÜX.US > carámbalo, carámbano, CAUPÜLUS 10 Ju d , 253) al dar por seguro que es u n «derivado
> cópano, co p h ín u s > cuébano, PAMPÍNüS > regresivo», pues -oga o - auca no son sufijos cast.
pámpano, etc.). Por lo demás la lenición de - m - n i lat. L a sama, cuyo nom bre registra p o r prim e­
en - B - en el caso de s a m ó l o s ? sábalo tampoco ra vez el malagueño M edina Conde en 1789 (y la
puede mirarse como prueba de la existencia del Acad. en 1925, no 1884), es pez completamente
fenómeno en el celta continental antiguo, ya que 15 distinto del sábalo, pues designa el Pagrus H urta
puede tratarse de u n préstam o algo tardío del b ri­ y el M ugil Capito (Carus II , 628, 706), ambos
tánico: el sábalo es raro en las aguas m editerrá­ acantopterigios, m ientras que el sábalo n i siquie­
neas y meridionales, en tanto que los sábalos de) ra pertenece a este ord en ; es tam bién catalán
Severn (según indicó Schuchardt) siempre han si­ ( BDC X I, 70), y según Carus designa el Mugil
do famosos. L. M ichel, Singularítés de l’aíose, 20 Chelo en C ette; port. samo ’capitón’ y sama, que
M ontpellier 1958, estudia el tipo saboga y otros según Fig. sería la salema o salpa; gall. zamba
nombres de este pez, entre ellos el oc. coulac, que (Valí.) ’sama’; lo mismo parece ser el ast. sama,
m igró del Océano al M editerráneo «a causa de puesto que Vigón lo compara con el pajel o ru -
las migraciones anadrómicas» de este pez. biel, pez casi igual al Pagrus H u rta (al decir que
D e r i v . Sabalar. Sabalera. Sabalero. Sabogal. Gall. 25 es del «género alosa» m uestra su poco conoci­
sabénla ’especie .de una mielga mala, distinta del miento, pues nada en com ún tiene este género
cazón y casi como sábalo, pero más pequeño, pare­ con el pajel). E n una palabra, todos los peces
cido a la agulh, y de pésimo sabor y sólo comido designados con el nom bre de sama son acantop-
por los pobres’ (Sarm. CaG. 8 Ir, 85r) < * s a b e - terigios, sin analogía con el sábalo, que es teleós-
nella , disimilación de sa b e l - e lla . 30 teo, y no habría razón para llamarles peces de ve­
1 E n Rasquera anoté saboga con -b- netam ente rano, pues ni siquiera penetran en los ríos. Ig ­
oclusiva, lo que es común en esta zona cuando se noro el origen. Identificar con la salema sería
trata de una antigua -b- y no -v -; sin embargo, más razonable en el aspecto semántico, y aun lo
Rasquera está ya en el límite extremo de la zona indicaría así la definición de Fig., pero hay difi­
tarraconense de distinción de los dos fonemas, y 35 cultades fonéticas; una acentuación hállema se­
por lo tanto no es dato de mucho peso.— 2 Vid. ría natural en árabe vulgar, y así podríamos lle­
además P. Barbier, R L R L X V II, 3 6 2 -5 , con p re­ gar hasta *salma, pero difícilmente más lejos. M e­
cisiones semánticas.— ‘ Skok, Z R Ph. L , 526. L a nos inverosímil que la etimología céltica, ésta es
-m - es probable que no sea antigua (como lo será tam bién difícil.— * Ejs. en Pedersen, Vgl. Gramm.
en el gall. samborca), pues Schuchardt mostró 40 II, 53-54. T am bién cabría sab a - lo - , aunque los
que las lenguas eslavas tienen fuerte tendencia casos de - alo - son más raros que los de -6LO -;
a agregar una nasal de este tipo a los préstamos sin embargo hay el irl. samcál, galés hafal, sinó­
romances y de otras familias lingüísticas. Por lo nimos y herm anos del lat. simílis, que presuponen
demás dudo que Skok tenga razón al identificar s Ám ali -, E l port. sável ’sábalo’, que no será m o-
con sábalo, pues se trata de un animal muy d i­ 45 zarabismo en vista de la s-, parece corresponder
ferente.— * Aunque Dozy, Gloss., 338, y M -L. a una variante formativa * sa b é l i -, comparable
(R E W 7 4 8 3 ) crean que es arabismo en romance, justam ente a este caso; lo mismo digo del gall.
tiene razón indudable Simonet (s. v. xabóc) al (Sarm. CaG. 8 Ir) y ast. sable, citado por Schu­
afirm ar lo co ntrario : de otro modo no se expli­ chardt. P or lo demás quizá sea preferible consi­
caría la vacilación general en el consonantismo 50 derar estas formas luso-galaico-astures como de­
d e la palabra arábiga.— ‘ Es verdad que la falta bidas al influjo del sufijo frecuente - a b il is sobre
de diptongo en gallego y en mozárabe parece el tipo general * sa b 0 l o s . Sával y su plural sávaes
contradecir este supuesto, pero como la forma ya se encuentran en docs. portugueses de 1223,
mozárabe es m uy tardía bien puede proceder del 1255 y o tro del S. X III (Cortesa«?).
N orte, y la -r- del gall. samborca obliga de todos 55
modos a suponer una perturbación. Por otra par­ SÁBANA, del lat. Sab Xna , plural de sa b Xn u m ,
te es perfectamente posible que estos dialectos gr. nápavov ’toalla de baño’, a su vez de origen
partan de una base céltica donde la evolución de semítico. 1.a doc.: Cid.
A en o ya se encontraba más avanzada.— ' E ntre Ya aparece en docs. de 908 y 935 (Oelschl.),
otras razones porque podía tomarse sa- por el 60 en otro de 934 (España Sagr. X L , apénd. 22), y
en docs. portugueses del S. X (Sacks, T h e L ati- costas de riberas, si no tienen árboles, e a todo
nity of dated Docs. in Port. Territory, 162.71); terreno que está sin ellos, con hierva o sin ella»,
pero es difícil en esos textos discernir lo que es «este nom bre pavana se dize a la tierra que está
romance de lo puram ente latinó. «En medio del sin arboledas, pero con mucha e alta hierva, o
palacio tendieron una almofalla, / sobr’ella una 3 baxa» Fz. de Oviedo, «esta provincia tiene dos
sávana, de ran^al e muy blanca: / a tod el p ri­ partes, la una de llanos y campiñas, que los indios
m er colpe trezientos marcos de plata echaron» llamaban fabanas, de yerba m uy hermosa», tfa -
Cid, 183; «despojaron las sávanas q u e cubrién el vana, la penúltim a luenga» B. de las Casas, ha­
altar, / libros e vestimentas con que solién cantar» blando siempre de la isla de H aití; la acentua­
Mil-, 878a; «eran bien enluziadas e firmes las pa­ 10 ción está comprobada por muchos pasajes de Juan
redes, / non le fazién mengua sávanas nen tape- de Castellanos como el siguiente: «aquf llegó con
des, / el techo era pintado...» Alex., 1959b. Se hasta diez soldados, / dexando los demás en la
nota en esos textos un significado más amplio que f avana; / vió indios en canoas, bien armados, /
el m oderno; lo mismo todavía en A P al.: tanabo- que le hablaron lengua castellana». Hay otros m u ­
¡adgium, cobertura que traen las mugeres, con que 15 chos textos de los SS. X V I-X V II, constantem ente
cubren los ombros, como con sávana o liento» con esta grafía (aunque los más tardíos vacilan,
(18d; tam bién 586); N e b r.: tsávana de liertfo: lin- como es natural, entre f- y z-, y entre -v - y -b-),
teum». Pero O udin ya da tsávana: linceul, drap y referentes todos a tierras am ericanas; vid. C uer­
de lict» (y análogamente Covarr. y A ut.), y el sen­ vo, A p ., § 971; R om . X XX , 123-7 (reproducido
tido m oderno es quizá ya el del R im . de Palacio 20 en D isq., 1950, 268-72); Friederici, A m . W b., 561-
1302d. Con este sentido es voz exclusiva dél cast. 2. L a grafía con s- no aparece hasta el S. X V III.
(port. lanfol, cat. llengol, etc.), pero esta voz latina D el castellano pasó al fr. savanne [1529, B hZ R P h.
persistió además en cat. ant. sávena ’velo’, oc. ant. L IV , 166; X C Ij 188], al ingl. savanna, etc.
savena id., y ha dejado algún derivado dialectal en D e r i v . Sabanazo ’sabana pequeña’ cub. (Ca.,
el N orte de Francia y en Galicia (R E W 7478); —> 105); quizá formado por cruce de sabana con
comp. sábena en Cej. IX , § 213. M ás docum enta­ eriazo. Sabanear ’recorrer la sabana’. Sabanero ’ha­
ción en Cuervo, Disq. 1950, 269. E n latín sólo bitante de una sabana’; sabanera ’cierta culebra
se encuentra el neutro s a b á n u m (los ejs. de s a b a n a venezolana’.
en el C G L son todos plurales), de donde proceden
el ast. sábanu ’sábana’, sábanu cola-puntada ’sá­ 30 SA BA ND IJA , probablemente voz prerrom ana,
bana sin estrenar’ (V), león, sábano ’sábana de es- , em parentada con el nom bre vasco de la lagartija
topa’, sábano en doc. de 908 (Oelschl.); de s a b a - (sugandilla, suangilla, sanguandilla, segundilla),
n e l l u m , gall. sabenlo ’delantal que cubre la cintura pues sabandija todavía es el nom bre especial de
de las aldeanas de la cintura abajo’ (Valí.), forma este animalejo en Castilla la Vieja y en otros varios
que Sarm. ( CaG. 62r) da como propia de Viveiro 35 dialectos españoles; una forma hispánica *S E V A N -
(gall. del NE.) m ientras que sábelo lo es de Orense. d il ia pudo dar conjuntam ente la forma castella­
La forma femenina s a b An a pudo tener carácter au­ na, las formas vascas y la portuguesa sevandilha;
mentativo, o bien colectivo, pero de todos modos que esta palabra resulte de una combinación vasca
viene en última instancia del plural lat. s a b í n a 1. antigua * s e g u a n d e l e a , metátesis de s u g e - a n d e -
D e r i v . Sabanear ’vivir una m ujer con varios 40 r e -A ’muchacha de la culebra’, es concebible, en

hombres a la vez, sucesivamente y por tu rno’ cub. vista del labortano y roncalés suge-kandera, -déla,
('Ca., 33); sabanera ’la m ujer que vive así’ (ibid.). ’lagartija’, aunque debe considerarse incierto. 1.a
Sabanilla [sav-, N ebr. «linteolum»], «capa de sebo doc.: savandija, princ. S. XV.
que cubre el vientre del cerdo» ast. (V), «el pa­ E n una poesía satírica de Francisco de Baena
ñuelo blanco que llevan ajustado a la cabeza las 45 una dama rechaza a su galán diciendo «ca m e han
mujeres casadas del pueblo rural» bilb. (Amaga). fecho entender / que soys mala savandija, / e que
Ensabanar. teneys una agrija / do la non quereys tener»
' El gall. sabán, -áns, femenino y sinónimo de (Canc. de Baena, n.° 105, v. 28). «Luciano sen­
sábana, es continuación fonética de s a b í n a > sá- tencia por castigado a Prom eteo en el m onte Cáu-
v¿a > satvá con á nasal y larga, que por serlo 50 caso con razón, p or haber hecho tan mala saban­
atrajo el acento: «na lentura das sabáns», «o dija como las mujeres» 1589, Juan de Pineda
almario das sabans» Castelao 195.17, 254.5f. (Agrie, xxiii, 7 ); «no suele al Egypto el N ilo / m ás
savandijas dejar», «con la sed de am or / corren
SABANA, del taino de H aití; antiguamente se a la balsa / cient mil savandijas / de natura va­
encuentra siempre escrito y pronunciado f avána, y 55 ria» Góngora. En todos estos ejs. y en los de Q ue-
es palabra sin relación alguna con S A B A N A . 1.a vedo que cita A ut. se ve la ac. vaga ’bicho vil
doc.: 1515, P. M ártir de Angleria. y despreciable’, o las figuradas que de ella derivan
Fz. de Oviedo, el P. Las Casas, y ya Angleria, naturalm ente. O tras veces el contenido es más es­
atestiguan formalm ente la procedencia h aitian a: tricto y hay alusión concreta a reptiles: «metieron al
«llaman pavana los indios... las vegas e cerros e 60 Rey Rodrigo vivo vivo en una tum ba llena de sapos,
culebras y lagartos... y según esto mucha razón ficaba, según Landucci (1576), ’sanguijuela’, ade­
tiene este señor en dezir que quiere más ser la­ más de ’lagartija’ (para ésta da la variante sagun-
brador que Rey, si le han de comer sabandijas» dilleá), forma preciosa, no sólo por su significado
Cervantes (Quijote II, xxxiii, 129v°); «savandíjas: (en parte discrepante del vasco, pero coincidente
vermines, reptiles, insectes» O udin; zsavandija, 5 con el castellano), sino también por ser la única
qualquiera animalillo im perfeto de los que se crían forma vasca que presenta todavía -e(a) de ándele,
de la pudrición de la tierra, y de la hum edad, andere. Subandila ’lagartija’ en la Burunda (gui-
quasi sapandija, de sapon Covarr. M ucho más raro, puzcoano de Navarra, junto al límite alavés, Supl.
tardío y secundario es que se aplique a bestias a Azkue2) y sugeaingira en el b. nav. de G arazi son
grandes, aunque siempre despreciables o dañinas, 10 también formas arcaicas de interés etimológico. Es
como cuando Quiñones de B. escarnece una pas­ verdad que esto podría sugerir una etimología
telería «que es Josafat de toda sabandija, / do suge + aingira ’anguila de culebra’, pero su g no
suelen los caballos, / machos, gatos y oveja apro- prueba gran cosa, pues es sabido que el cambio de
vechallos, / adonde sin melindres ni ademanes / n d en ng es muy corriente en vasco (lo mismo,
venden siempre pasteles alazanes»1. 15 por lo demás, que el cambio en dirección opuesta).
El vocablo no reaparece en otro romance que Como palabra de formación paralela a la de suge-
el portugués, donde José M . de Meló (h. 1640) andere llamo la atención hacia el a. nav. andrapo
escribió «estas sevandilhas pequeñas, estes arguey- «rubeta, rana», o sea andre + apo ’sapo’, como
ros» (cita de Bluteau), hoy anticuado habiendo si dijéramos ’muchacha-sapo’.
predom inado el castellanismo sevandija «insecto 20 Como -nd- pasa regularm ente a -ng- en m u­
parásito e imundo» (Fig.), antes savandija, ya em ­ chos dialectos vascos (según hemos dicho y
pleado en el S. X V II por Rodrigues Lobo («ani- Schuchardt mostró en tantas ocasiones, por ejem­
maes nojentos e savandijasí.>) y Manoel Bernardes plo, B hZRP h. VI, 16), a la misma variante funda­
(vid. Vieira); Azores sebandija (R L II I, 81), estre- m ental se reduce suangila, que se oye en muchos
m enho sevandijado ’envilecido’ (Fig.; Leite de V., 25 puntos de Alta N avarra, G uipúzcoa y Vizcaya,
Dial. Eslrem. I, 36). siuángila general en L aburdi, y con la frecuentísi­
N o se ha estudiado mucho la etimología. Pa- m a -r- antihiática, surangila general en Guipúzcoa
rodi (Rom . X V II, 72) proponía u n * s e r p e n t i c u l a y conocido en localidades navarras y vizcaínas
’culebrita’, que tropieza con obstáculos fonéticos (suraingila); menos extendidas, pero im portantes
insuperables2; por lo mismo, tampoco se puede 30 por cuanto sugieren que entre la u y la a pudo
pensar en un dim inutivo en - i c u l a de s a l a m a n ­ perderse una antigua -b- o -w -, son sanguangilu
d r a , como sugiere Schuchardt (B h Z R P h . V I, 16), (o -gong-) en Fuenterrabía y sumaingila en otro
a no ser que imagináramos un interm ediario vasco, pueblo navarro (recuérdese que -B - pasa a -m - en
análogo a los nom bres vascos que voy a citar, y vasco). Para el rioj. sarrondija ’lagartija’, V. F A R ­
aun así tampoco estaría claro el aspecto fonético. 35 D AC H O .
Sin embargo, este trabajo de Schuchardt tuvo el E n un artículo anterior (R F H V, 1-20) emití
gran m érito de señalar el parentesco que hay en­ la idea de que estas formas vascas enlazaban con
tre nuestro vocablo y los nombres veos, de lagartija. el cat. sudoccidental sangartilla (enlace compro­
Ahora bien, empezaré por subrayar que sabandi­ bado por el navarro de L erín sangordilla), a su vez
ja es el nom bre popular de este pequeño reptil en 40 inseparable de la forma general en Cataluña y A ra­
muchas hablas castellanas de las provincias de Se- gón sa(n)gartana (sargant-), y que se explicaban
govia, Burgos, Soria, Álava, Navarra y en T ara- todas juntas por una metátesis sa lagartana (-tilla)
zona, la variante sarbandija tiene el mismo valor > la sagartana (-tilla), donde sa es el artículo ar­
en las Filipinas, y sarabandija en Abanilla (M ur­ caico catalán y el radical sería el de lagarto; sin
cia), y en Pamplona se emplea con este valor la 45 embargo, como el artículo sa ha sido siempre aje­
arcaica forma dialectal aragonesa sabandilla3. Es no al aragonés y al vasco, esto obligaba a suponer
forzoso, por lo tanto, tener m uy en cuenta los que todos estos nombres vascos y aragoneses de un
nombres vascos de este animal, que en efecto pre­ animal tan insignificante eran im portaciones de Ca­
sentan notable semejanza con la palabra española taluña. Idea forzada que es preciso abandonar. Y
que nos preocupa. Como las variantes euzkeras son 50 será preferible adm itir que el tipo vasco-castellano
numerosísimas llamaré la atención sobre las más sabandilla se cruzó en Aragón y Cataluña con el
extendidas y algunas de especial interés, relegan­ romance la(n)gartana dando sangartana (más deta­
do las demás en nota4 : sugandila en toda la N a­ lles aquí en el artículo L A G A R T O ).
varra española y puntos de Guipúzcoa, variante Dejando, pues, sangartana aparte, atengámonos
con la cual coincide sagundila en un pueblo de a las formas en -illa, -ija. L o probable es que és­
Vizcaya, segundilla en el N ordeste de Álava, san­ tas sean todas de origen prerrom ano. Como base
guandilla en toda esta provincia (Baráibar), sagun­ que satisfaga a u n tiem po al cast., al port. y al
dil en el cast. de Navarra (Acad.). vasco, puede idearse algo como * s e g u a n d i l i a , * s e -
D e gran interés es la aparición de segundilea en v a n d i l i a . Ahora bien, no deja de ser tentadora
el antiguo dialecto vitoriano (euzquera), que signi­ hO la idea de Bahr (R IE V X IX , 7 ; reproducida, no
sé si con fidelidad, por M -L ., R E W 3 9717) de re­ tábano o mosca brava» Inchauspe, L a Prensa, 23-
lacionar con el vasco suge ’culebra’, voz antiquí­ IV-1944. Observa Amado Alonso que el paisano
sima en el idiom a: nótese que muchas de las for­ rioplatense emplea la sabandija como voz de sen­
mas vascas citadas arriba empiezan todavía en sug-. tido colectivo (El Probl. de la L . en A m ., 162).—
Pero ¿cómo explicaríamos el resto? Desde luego 5 2 Quizá se habría comprendido mejor la forma­
es m uy difícil: en este terreno movedizo y oscuro ción suponiendo u n colectivo * s e r p e n t i l i a , ana­
el escepticismo es sano. Y así sólo bajo las. más lógico de R E P T IL IA , VOLATILIA, ANIM ALIA, C O m p .
expresas reservas escribo lo- que sigue. .E n varias sobreselv. vermeniglia ’bicho, sabandija’, Echo ra-
localidades del arcaico dialecto de la N avarra fran­ tilla ’m uchedum bre de ratones’ (A S N S L C L X V II,
cesa el vocablo aparece con otra terminación, su- 10 251), judesp., judeocatalán removilla ’reptiles’, ju-
gandela. ¿Será compuesto de suge y otro vocablo deofrancés serpille ’reptil’ (Rom . X L IX , 377, 547),
ándelo? L a idea se presenta con tanta más insis­ cast. ant. reptilia ’reptil’ en Juan M anuel (Rivad.
tencia cuanto que en la Sule se dice suskhandera L I, 293). L o cual explicaría bien el sentido colec­
(L arrasquet; Géze en Azkue), y en otros pueblos tivo y despectivo. Pero otra vez tropezamos con
bajo-navarros suskandel, küxkandel (cuyo prim er 15 la imposibilidad fonética: n i la -d - n i la antiquí­
elemento parece ser el suletino susker ’lagarto’)5. sima caída de la - R - se explicarían de ninguna
¿Qué es, pues, -andela o -andera (como dicen en m anera.— 3 Datos que reunió G riera mediante
Sule)? Podría ser el vasco andera, andere (andra, u na encuesta por correspondencia (A O RB B I,
a n d ref, que hoy significan ’señora’, ’señorita’, pero 36).— 4 Sólo se emplean según Azkue en pueblos
que hay toda clase de razones para suponer que 20 sueltos las siguientes. E n Vizcaya sugelinda(ra),
primeramente significaron ’m ujer’ o ’muchacha’7: sugelandara, sugalindara; en G uipúzcoa sugelin-
entonces suge-andere-a sería ’la m ujer de la cule­ dara; en Baja Navarra sugandola; según H arriet
bra’ o más bien ’la muchacha de la culebra’ (pues­ en L aburdi suandola. Cast. de Vizcaya sogalinda,
to que andere es hoy ’señorita’ más que ’señora’), rioj. zarandilla, alav. salderita (Acad.); bearn.
denominación de la lagartija que n o nos costará 2 (Aspa) segoundino; comp. todavía ast. sacabera
sentir como apropiada a poco que tratem os de ’salamandra’ (V; R, s. v., y s. v. gajura), ast.
acercarnos a la mentalidad primitiva del vulgo y de occid. sapagueira (V), gall. ferrolano sacabeira
la infancia, que es la que más se interesa por estos (Sarm. CaG. A19r; acentuación probablemente
bichos. Pudo existir una variante ándele, como pa­ errónea en Valí, secábera), quizá de *sabaguera,
recen sugerir ciertas formas occitanas* y aun vas­ 30 relacionado por una parte con sabandija y por
cas, pues en su acepción muñeca — muy extendi­ otra con el b. nav. sugandela, sugekandera.—
da en b. nav., sul., etc.— el vocablo tuvo desde 5 Comp. el vasco general m usker ’lagarto’. Según
luego variante ándele, como lo revela el diminutivo Sch. Bk. u. Rom. 59.12, susker ’lagarto’ se habría
andeiiko, propio del b. nav. y el labortano, como extraído de suskandel ’lagartija’ y m usker del ronc.
nota el Supl. a Azkue2, y así tendríamos, agregando 35 m uskentra ’lagartija’ por derivación regresiva, ha­
el artículo vasco -a, una terminación proto-hispáni- biéndose tomado -ent- y -and- por un sufijo di­
ca - é l e a > -elha, -eja, que en romance alterna minutivo [el que aparece en otando, dim. de
con -ilha, -ija. Que en efecto sugandela y formas oto ’gallina’, etc.]. En una masa enorme de nom­
afines constituyen una voz compuesta lo comprue­ bres locales como ésta siempre hay detalles su­
ba otra forma muy extendida: sugekandela general 40 jetos a interpretaciones divergentes. Pero, sobre
en Laburdi, sugekandera en otros pueblos de esta todo existiendo musker, más bien me parece
provincia y en el remoto valle de Roncal; sabido que éste y susker (sul. xusker) constituyen una
es que una antigua k- inicial se pierde en vasco, palabra independiente de suskandel, aunque con
pero puede reaparecer eventualmente en los com­ influjos recíprocos.— 6 Andile, con i, como va­
puestos. En cuanto a la metátesis de s u g e a n d e l e a 45 riante de andere quizá ya existiera en vasco. Lo
en s e ( g ) u a n d e l e a , - i u a , no presentaría dificultad. indican sapandil y apandil usados en el sentido
M e adelanto a reconocer que quedan varios p u n ­ de «renacuajo» en el Valle de Erro (entre Pam ­
tos oscuros, y que todo junto es una construcción plona, Roncesvalles y el Baztán), según Iribarren,
audaz y complicada. Pero ¿podemos esperar otra compuestos con el vasco sapo o apo ’sapo’; así
cosa en las incursiones que intentem os en el m un­ 50 como la sargantana o sabandija es la ’muchacha
do tenebroso del proto-vasco? Y, sin embargo, de la culebra’, el renacuajo es la ’muchacha del
vale la pena intentarlas cuando llegamos a entrever sapo’, lo que confirma plenamente m i etimolo­
un pequeño m undo de hechos nuevos. gía.— 7 En prim er lugar el hecho de los num ero­
D e r i v . Sabandijuela. sos derivados de ancK/yra que significan ’m uje­
1 N B A E X V III, 804a. Comp. con esto el con­ 55 riego’, ’fornicar’ e ideas parecidas: con aquel sen­
cepto popular argentino: «víboras, arañas, mos­ tido andrekoi, andremota, andreteru, andrekari;
quitos, vinchucas, isocas, moscas, tigres, zorros, con éste andrekoitu, andraketa, andratan; el di­
comadrejas, jejenes y hasta las mismas vizcachas minutivo andrako es ’mujercita’, andrakila ’m uñe­
eran bichos dañinos o sabandijas; el gaucho cuan­ ca’, andrazko ’sexo femenino’ (igualmente en la
do usaba el térm ino, lo aplicaba en particular al 60 variante más p le n a : anderekota, anderetxakur,
SABANDIJA-SABAÑÓN 108

etc.). Por otra parte la voz actual para ’m ujer’, lo ajeno: «¿C uál es el gorrón perfecto? / E l que de
ema, emakume, parece ser préstamo latino ( f e - mesas ajenas / es u n sabañón eterno, / y aunque
m i n a ) , y por lo tanto es voz posterior que relegó lo muelan a palos / dice que es cosa de juego»
el viejo término tradicional al sentido más noble Q uiñones de B. (N B A E X V III, 766; otros 613,
de ’señora’. Finalmente, como señalaron Schu- 5 805a); por eso mismo llevaría el apodo de Sabañón
chardt (L itb l. X X X IX , 42) y M -L . (Z R P h . XXX, un personaje de Rojas Zorrilla (Sin honra no hay
422-3), el vasco andere tiene afinidades en céltico, amistad, Rivad. L IV , 311a).
donde hay irl. ainder ’muchacha’, en galés ’ter­ Recogió el vocablo tardíam ente la tradición lexi­
nera’, y de ahí parece descender el cat. y oc. cográfica (antes sólo se encuentra /riera); ya C. de
anderris, andernis, ander, ondorrieiros, ’morillos 10 las Casas (1570) trae savañones; Percivale: «sava­
del fuego’ (ya andedus con este sentido princ. ñón: a kibe on the heele»; O udin id. «la m ulé au
S. IX), oc. ander ’amapola roja’. Comp., sin em ­ talón, et enfleure de froid aux pieds ou aux mains»;
bargo, las dudas de Pedersen, Litteris II, 83. Y Covarr. id. «enfermedad que suele dar com únm en­
Pokomy, con argum entos de peso, aclara que no te en los pies y manos, y si da en el talón le llama­
se trata de un celtismo del vasco, pues así en 15 m os friera». Ciertas variantes pueden tener in te ré s:
vasco como en céltico es palabra del substrato ■sabaions en el" cat. de Castanesa (Huesca) y en el
camitico, afín al bereb. ender ’estar en celo’ de T aüll (Valle de Boí), sabayones, que he oído
(Journal of Celtio Studies I, 1950, 131-3; W'i'ss. en Almería y se emplea en Navarra (B D H A I,
Forschungsber., Keltologie, 1952, 135).— 8 Rouer- 178n.) y entre los judíos españoles de M arruecos
gue ondél «trépied», andel, andeler, ’morillos del 20 (B R A E X III, 227); safañones entre los de Oriente
■•fuego’ en provenzal antiguo (Pansier). (Subak, ZR Ph. X XX , 149; M . L . W agner, Bei­
träge, § 24; Yahuda, R F E II, 355); abayones en
Sabanear, sabanera, sabanero, V. sabana y sába­ Salamanca (Lamano). En cuanto a la variante se­
na Sabanilla, sábano, V. sábana Sabanuco, mántica ast. sabañón ’segundo enjambre que suelen
V. samarugo 25 dar las colmenas al term inar el verano’ (V), es
decir, lo que en otras partes llaman jabardo (ast.
SABAÑÓN, origen incierto; parece ser la mis­ occid. xabardo), puede explicarse de varias m a­
ma palabra que el cat. saballó, arag. sagallón, gasc. le ra s 1.
saualhoun, ’huevo que dejan las moscas en la car­ E ntre los nom bres romances del sabañón n o los
ne’, ’larva de la carne descompuesta’, gasc. sauar- 30 hay semejantes a la palabra castellana, y n o existen
ro ’mosca de carne’, por la creencia vulgar de que hasta ahora estudios etimológicos acerca de la mis­
los sabañones y otras enfermedades cutáneas son m a. Para orientarnos será bueno tener en cuenta
causados por gusanitos; pero se ignora la etimolo­ el fundam ento ideológico de las denominaciones
gía de esta otra palabra, probablemente prerrom a­ usuales en otros idiomas. L as más aluden al frío
na. 1.a doc.: savañón, 3 .e r cuarto S. XVI. 35 o a la congelación: fr. engelure, oc. geladis, ge-
E n la Farsa de Alonso de Salaya, escrita en esta leiroun, it. gelone, port. y cast. frie(i)ra, ingl. chil-
época: «me da Am or / vida y m uerte todo jun­ blain, alem. frostbeule, ár. tatli¡, gr. yeíjie-rAo^,
to. / — Qualque m al de los riñones / deve ser: / -6 Aov, -tAtt), ruso otmorozenje, oznoba, oznoblenje
¿es de sarna o savañones, / es de potra?» (ed. (comp. oznob ’escalofrío’) ; otras se refieren a la
Gillet, p. 34, v. 354). E n el Pedro de Urdemalas de 40 hinchazón: chilblcán, frostbeule, galés cibw st ( >
Cervantes un personaje se alaba de saber la ora­ ingl. kibe), it. sept. buganza, -anda2; o al picor
ción de los sabañones (acto 2.°). Está tam bién en que la acom paña: oc. prudagno, vasco azkordin
L ope (B R A E X X I , 850, v. 97), y en otros autores (de atz ’comezón’ y gordin ’grueso, fuerte’) o a la
del S. X V I I (A ut.); Quiñones de B .: «V er a n o : ulceración: ár. qásab, taqsib; o al color: calabr.
Yo curo tus sabañones. I n v ie r n o : Yo tu sarpulli­ 45 ruosuli; el lat. pernio se refiere al hecho de que
do y sarna», «¿Qué hay en Flandes? —Sabañones. los peores sabañones salen en el talón (pem a); de
Y ¿qué hay de Holanda? —Camisas» (N B A E otras n o se h a averiguado el origen: langued. y
X V III, 788, 831£>). Es voz de uso general. Como delf. sidoulo (ALF_ 642; M istral), vasco ospel,
el sabañón pica o «come», fué común que el dicho m uzpel y u z p e l,'Pulla pruticieddi (A IS 383), ma-
come m ás que un sabañón se aplicara jocosamen­ 50 rroq. tesarqún (¿bereber?).
te a los comilones, aunque es posible que a esto M e llaman la atención dos denominaciones sin­
ayudase el presunto sentido etimológico ’gusano gulares: el prov. tigno, tignolo, piam. tignoli (A IS
que roe la carne’, a que voy a referirme luego; 383) — que debe ser lo mismo que el it. tignola
sea como quiera, la conciencia lingüística percibía ’gorgojo’, ’polilla’ y fr. teigne ’po,lilla’— y el ár.
la frase como u n floreo v erb al: «este de la ham bre 55 argelino sibána («engelures», Beaussier), que evi­
es recio noviciado: estaba u n hom bre hecho a dentem ente se identifica con el ár. egipcio
comer más que un sabañón, y hanm e metido a sibána ’gorgojo de la harina o del queso’, ’n i­
vigilias» Quevedo (Buscón, Cl. C., p. 179); de gua’, ’liendre’ («ciron, chique, lente» Bocthor),
ahí que sabañón pasara a aplicarse al comilón en en hispanoárabe sibána o fibána «arador en la m a­
persona, y especialmente al parásito que comía de 60 no», «liendre de cabellos» (PAlc., R. M artí, glos.
de Leiden), ár. clásico f i ’bán ’liendres’. Esto re ­ a v a s s ü s ; c a b a i x u s junto a c a b o ; b a c c a l l a r i s ,
cuerda inm ediatamente el alem. w u rm o fin- V. aquí B E L L A C O ; galo a b a l l o s ’m anzana’), pe­
gerwurm ’panadizo’, propiam ente ’gusano del de­ ro no conozco en celta nada sem ejante'; tampoco
do” , y denominaciones semejantes, como el cat. en vasco7: a lo sumo se podría im aginar u n com­
brians, oc. ant. brians, gasc. braguen ’herpes’ p ro ­ 5 puesto vasco *sabar ’gusano de pescado’, formado
cedentes del galo brigantes ’gorgojos’ (R E W con ar ’gusano’ y sabi o sabai ’besugo’, y postular
1294b); sardo berm indzólu ’orzuelo’ de verm is ; que esta - r proceda de tana -l antigua, pero esto
port. bichoca, bicha, azor, bexóco «pequeño leicen- supone varias hipótesis indemostrables, y n o m uy
<po», «furúnculo pequeño», «tumor», bicho ’herpes’, probables*. Quizá m ás bien se trate de una tercera
bichas ’ascaridosis’, para los cuales véase M . L . 10 lengua prerrom ana, pues la terminación - a l l o - n o
W agner, Fs. fu á , 552; y aun quizá el lat. ARANEA es rara en la toponimia lígur, recuérdese el co­
’roña’ y denominaciones semejantes que he citado nocido * B e r g a l l i de la Bregaglia y vid. H u b -
en m i artículo R O Ñ A . T o d o esto revela, pues, la schmid, ZC P h. X X IV , 218, y Pyrendemoorter
idea vulgar de atribuir los sabañones y otras h in ­ vorroman. Urspr., 39n.
chazones o males cutáneos análogos a pequeños 15 A l fin y al cabo, y todo atendido, lo más vero­
gusanitos o insectos que atacarían al hom bre, cau­ símil parece que se trate de algún compuesto cél­
sándole el intenso dolor o picazón, y p o r decirlo tico hoy perdido en las lenguas de la familia,
así «comiéndole». pues la terminación del tipo * s a b a l l a recuerda
A hora bien, es el caso que junto a esta enig­ notablemente los compuestos célticos en -BA LLO S
mática denominación cast. sabañón existe la voz 20 d e que he dado abundantes ejs. en el artículo
catalana saballó que designa el huevo que ponen R O D A B A L L O (véase). Aunque es cierto que no
en la carne los moscones, y tam bién la larva o gu- veo claro cuál podría ser el prim er miembro. A
sanito que sale de este h uevo: T arragona y Bo- n o ser que se tratara de un * s e k t o - b a l l - X p ron­
rredá saballons «larvas de mosca» (B D C V I, 4 9 ; to contraído en * s e ( t ) b a l l a y asimilado en * s a -
Ag.), M anresa id. ’gusano que, según creencia de 25 BALLA, formación paralela a la del lat. i n s e c t u s ,
los pastores, echan las ovejas al estornudar’ (G rie- con el sentido etimológico de ’la del cuerpo ce­
ra), Vic, Alto Pallars safallcms ’huevos que depo­ ñido’. Sabido es que la familia indoeuropea del
sita la mosca’, ’larvas de mosca’ (B D C X X III, 307- lat. s e c a r e ’cortar’, participio s e c t u s , está bien re­
8), T am arit de Llitera, Valle de Barravés sagalló presentada en céltico (Walde-P. II, 475; W alde-
«el verm» (B D C V I, 34 ; Z R P h . X LV , 229), que 30 H . II, 505). Y aun podríamos así explicar las va­
se extiende hasta las vecinas hablas aragonesas y riantes en y en - g - (aquéllas a base de u n en­
gasconas: Venasque sagallón (BD C V I, 34), A rán sordecimiento de la - v - de * s e c t ( o ) v a l l a , al ocurrir
sazvalúñ, Valle de Aure sabalhoü «asticot» (M arsan, la síncopa, por la acción del grupo sordo - k t - ;
p. 7), y en forma algo alterada G ironda salajoun* éstas suponiendo el paso de * s e c t o ( v ) a l l a a * s e c -
«oeuf de mouche» (M oureau, L e Patois de la T es­ 35 t o g a l la ) . Claro que no hay que perder de vista el
te). E l parecido con el cast. sabañón es tanto más carácter sumamente hipotético de esta combinación.
notable cuanto que el pallarás y vigatano safalló Por otra parte no está del todo claro que el tipo
’larva’ coincide con el judesp. safañón ’sabañón’11, prim itivo haya de ser precisamente * s a b a l l i o n e m ,
m ientras que la variante de este últim o, sabayón, pues en principio esperaríamos más bien * s a b a j ó n
usual en N avarra, Salamanca, Almería y M arrue­ •40 en castellano, a no tratarse de una dilación conso-
cos, recuerda la -11- catalana y aun más la gi­ nántica m uy antigua; y aun parecería preferible
rondina. * s a b a n i o n e m con disimilación - n i - > -11- en cat. y
El significado de ’gusanillo’ o ’huevo depo­ gascón, o - y - en los dialectos castellanos: enton­
sitado en la carne’ seria, pues, tan primitivo en ces el aurés s a u a r r o podría salir de * s a b a n - a r r a
sabañón como en el argelino ñbána. Pero ¿cuál 45 con la pérdida regular de la - n - intervocálica*.
es el origen de este nom bre de insecto o de huevo? E n conclusión: de todos modos es probable que
Se ignora hasta aquí, y sólo puede tenerse en s a b a ñ ó n sea lo mismo que la voz pirenaica s a b a lló ,
cuenta la notable semejanza con el gasc. sauarro s a g a l l ó n , ’larva de insecto’, de origen seguramente
«mouche á viande», que p or lo demás sólo co­ prerromano.
nozco por u n texto del Valle de Aure (Armarme 50 ¿H ay otras etimologías posibles? L a Academia
dera M ountanho, 1924, p. 19). E n V Rom . II , 169, sugiere el lat. p e r n i o , - o n i s , ’sabañón’, al cual se
emití la conjetura de que sauarro esté p o r *sauaro, habría agregado el prefijo s u b - : pero así no e x ­
que en este caso podría venir de un tipo * s a b a l l a p l i c a m o s la - b - , y ni siquiera la a de la primera
’mosca’, y saballó sería entonces * s a b a i x i ó n e m : sílaba queda bien clara. Examinemos, sin em bar­
en efecto, la y. del aran, sawalúñ y del aurés sa­ 55 go, si habría otros medios de relacionar con p e r ­
uarro postula una - B - originaria (no - P - ; sin em ­ n i o , pues esta palabra ha dejado muchos descen­
bargo, comp. aurés sabalhoü), o acaso una - F - ; dientes en romances vecinos: cat. p e n e l l o n s < p e -
y la Ih gascona y aranesa supone necesariamente r e l l o n s (forma usual en Gerona, Valls, etc.) por
- L I - . ¿Q ué seria este * s a b a i x a ? L a terminación dilación, p e r i l l o n s en Borjas Blancas (B D L C V I, 37),
haría pensar en el céltico (comp. v a s s a l l u s junto 60 val. p r u n y o n s (Sánelo, el adj. p r u n y o n ó s ya está en
G uerau de M ontm ajor, a. 1586, R H X X X IV , 557): evoluciones anómalas para que sea verosímil; ade­
hubo, pues, prim ero *pem yons y luego anaptixis más no explica el gasc. sauarro.
y disimilación perellons. Por otra parte it. pedigno- 1 Sea porque los jabardos se forman cuando ya
ni (alterado por influjo de piedi), sardo pirinzo- empiezan a salir sabañones en estas tierras frías
nis, pilinzonis, pedinzones, -giones, en toda Cer- 5 (?), o por comparación de las abejas arracimadas
deña (A S N S L CXXXV, 110; C X L , 2 4 5 n .l; A I S con una hinchazón; tam bién se podría pensar en
383), en algunos puntos modificado en m aninzo- el sentido etimológico ’insecto’, empleado colec­
nes, y luego li moni d ’añoni y li diddi d ’añoni en tivamente.— 2 Éste y mugancia ya están en C.
Sásari, alteraciones fáciles de comprender. Final­ de las Casas (1570), comp. buga nom bre de un
m ente, mucho más cerca de sabañón está el mozár. 10 m al ( b ü b a ), corso buca y muca.— 3 Para deno­
porrojón o poroyén «friera de pies» (PAlc.), que minaciones semejantes en alemán y en sánscrito,
enlaza directam ente con el val. prunyons. ¿Será, vid. W uttke, Deutsche Volksáberglauben der G e-
pues, sabañón otra forma alterada de esta voz la­ gemvart, 1900, § 476; Hófler, D eutsche K rank-
tina? Podríamos imaginar que un mozárabe *al- heitsnam en-Buch, 1899, p. 824.— 4 Quizá metá­
barñones se cambiara en *arbarñones > *abarño- 15 tesis * s a b a n i o n e > * s a n a b i o n e y disimilación de
nes, y que el plural articulado los *abañones aglu­ las enes. Comp. a b a n i o n e > a n a b i o n e en el
tinara la -s. Es suposición muy hipotética, que nom bre gascón del arándano, anajoun.— * Que
sólo tiene apoyo m uy débil en el aislado salm. safañón sea derivado del arabismo zafo, como su­
abayones (más probable es que éste se dedujera de pone Subak, n o convence sem ánticam ente; la d i­
los sabayones), que no nos explica bien la desapa­ 20 ferencia de sentido es tan grande que ni siquiera
rición de la r (el caso de alcachofa < fiarsüj es está claro que la alteración de forma se deba al
harto diferente), y que sobre todo presenta la enor­ influjo de este otro vocablo, lo cual ya sería más
me inverosimilitud de suponer que el nom bre de razonable. Pero zafo no existe en catalán.—
un mal de países fríos se tomara de u n dialecto 6 Comp. célt. c u l i - ’mosca’; tam bién son muy
de tierra caliente. Y, sin embargo, éste sería el 25 diferentes los nombres célticos del gusano. N o
único camino practicable para explicar el cambio creo que haya relación ni con s a m o s ’verano’
de P - en 6 - y la aparición de una a ante esta con­ (porque las carnes se descomponen con el calor)
sonante10. Creo, pues, que hay que renunciar a n i con s X v a l i s ’sol’ (galés haul, bret. heaul).—
partir de p e r n i o n e s . T an to más cuanto que cono­ 7 ’Mosca’ es euli en vasco; ’moscón de la carne’
cemos un descendiente real de p e r n i o en caste­ 30 y ’larva de este moscón’ se dice eltxar (compues­
llano: Lope en el pasaje citado habla de los sa­ to de ar ’gusano’ y eltxo ’mosquito, gorgojo’);
bañones apriaños, que según allí explica E ntram - otras moscas belzunza, eulitzar; ’huevo’ arrautz.—
basaguas son, en algunas comarcas castellanas, «los * Que sab(á)i fuese prim ero nom bre genérico de
que suelen nacer al comienzo del invierno y se los peces, y q u e la -r de ar fuese breve, cuando
caracterizan por su picor y duración». Parece cla­ 35 en realidad hoy se dice arra con artículo; es ver­
ro que aquí tenemos un caso de diptongación leo­ dad que en otras acs. la palabra ar parece tener
nesa p e r n i o > *piarño > priaño11. - r breve (vid. Azkue), pero falta saber si es la
Spitzer (R F E X X IV , 34) propuso para sabañón misma palabra.— ’ Relacionar con S A B A N D IJ A
un étimo * s a b a n - i o n e m 1z de s a b a n u m ’velo, sá­ no es posible si es buena la etimología que he
bana’, comparando con el ast. sabanilla ’capa de 40 propuesto en este artículo. Tam poco a base de
grasa que cubre el vientre del cerdo’ : pero en el SU G E-A N D I-O N E ( > seguandione) llegamos a n in ­
sabañón nadie ve algo que «cubre» sino una hin­ guna parte, pues andi es ’grande’ en vasco, y no
chazón perfectamente localizada y pequeña. No hay hay comparación posible con una culebra grande;
que insistir en esta idea. n i a base de sagú ’ratón’. Además aun renun­
Tampoco cabe pensar en un arabismo, del citado 45 ciando para sabandija a la etimología propuesta,
sibána (ni aun imaginando u n plural vulgar e im ­ un étim o * s a b a n d i o n e m (que uniera sabañón con
probable *sibartün), que no explicaría la s- caste­ aquella palabra) tropezaría con el aurés sauarro,
llana (habría dado c-) ni el aurés sauarro; ni en el entonces inexplicable.— 10 Más razonable en lo
vasco sabai ( > arag. S A B A Y A ) (V. a continua­ semántico sería suponer un interm ediario vasco,
ción), que no explicaría el significado. 50 idioma que tam bién cambia la P - en b- ; pero fal­
Fijándonos en el ast. sabañón ’segundo enjam­ ta explicar entonces la primera silaba; y ésta es
bre’ podríamos pensar en un étimo * e x a m í n í ó n e m ; u na hipótesis sin apoyo alguno en vasco.— 11 En
fonéticamente la disimilación de - m - n - en -b-n- no Génova ’sabañones’ es brignuín (Salvioni, K JRP h.
ofrecería gran dificultad, y para la s- en lugar de V, i, 143), y en el cat. occid. de Alcarrás bru-
x- se podría tam bién invocar la disimilación; en­ 55 nyons (R L iR V, 224). ¿H abría que suponer una
tonces se habría llamado * e x a m i n i o n e m al tábano deformación de p e r n i o n e s en * h i b e r n i o n e s , que
o moscón, porque vuelan a enjambres, y posterior­ podría explicar la -b- y aun la prim era a caste­
m ente habría pasado a designar los huevos del llanas? N o lo creo así: más bien m e parece que
moscón. Pero es supuesto demasiado hipotético fo­ en G énova y en Alcarrás ha habido confusión con
nética y sem ánticamente, y requiere demasiadas 60 el tipo bruñón ’especie de ciruela’ (donde hay
encuentro de p r u n a y a p r u g n u s , R E W 6799).— biar fácilmente de significado. L o más extendido
13 N o es cierto que esté comprobada la existencia es que en la construcción negativa tom e el valor
de este derivado por el norm . saviñó, pues éste de ’poder’, y aunque esto no ha llegado a cuajar
viene de savamau = fr. savaneau, pie. ant. save- en forma tan perm anente, consciente y fija como
nel. Tam poco hay analogía con el fr. m ulé, que 5 en francés, no hay duda de que pueden encontrar­
es propiam ente ’dureza, callo’ (así cat. muía) y se ejs. en todas las épocas; m e limito a citar dos
se explica porque nace llevando pesos, como hace evidentes: «un monge benedicto fué en una m on-
la m uía (y no partiendo de la ac. ’pantufla’). gía, / el logar non lo leo, dezir *ion lo sabría»
M il., 76 b (y otros muchos en Berceo), «otras m u­
Sábatario, sabático, sabatina, sabatino, sabatis­ 10 chas cosas que n o sabría relatar» Celestina (xvii,
m o, sabatizar, V. sábado Cl. C. II, 172). M enos frecuente es que esto ocu­
rra en construcciones no negativas, aunque desde
SABAYA, arag., ’desván’, del vasco sabai id. luego hay muchos casos en que saber se halla en­
1.a doc.: Acad. 1925, n o 1884. tonces por lo menos a medio camino de ’saber’ a
E n Ansó ’henil’, en Echo ’buharda’ (ZRPh.. LV, 15 ’poder"; la posibilidad de que el cambio se extienda
584); para detalles V. el libro de Bergmann, a cualquier construcción la m uestrar las frases en
Grenzgebiet von Hocharagon u n d Navarra (anejos que, acompañando a aunque, expresa u n valor de
de V K R ). Se trata del vasco com ún sabai «pa­ ponderación, m uy próximo o igual al que poder ex­
jar form ando piso alto sobre vigas en la cuadra», presaría en caso sem ejante: «delante de mis ojos
en N avarra y Vizcaya ’techo’, en puntos de N a­ 20 tengo la sangre vertida de m i prim o herm ano... y
varra y L aburdi ’corral’, y en algunos pueblos de esto solamente m e obliga a n o dexar la batalla,
Guipúzcoa y Roncal ’desván’ (Azkue). Indicaron aunque supiesse m orir en ella» Pérez de H ita, ed.
ya la etimología de la voz románica Giese, ZR P h. Blanchard I, 119; «aunque yo sepa perder / en tu
L V I, 701-2, y K rüger, Hochpyr. A, I, 131. En servicio la vida, / la diera por bien perdida, / y
cuanto al vocablo vasco, L . M ichelena, Bol. Soc.■ ¿5 te prom eto de ser / tu esposo» T irso, Burlador I,
Vasc. A m . País X I, 290-91, piensa a su vez en 925.
traerla de una base romance s u b - f a i - (*sobai > D e decir que una cosa p u e d e ocurrir oca­
sabai), en relación con el gall., ast. y port. dial. sionalmente, a sugerir que de hecho ocurre algu­
faya(d)o, fayavo ’desván’ (vid. D E C H II, 876a nas veces, el tránsito es facilísimo, y así n o es sor­
53-59), comp. las variantes vascas sapai y nav. 30 prendente el que en gran parte de América se haya
arag. sabayao; aunque nótese, de todos modos, convertido saber en un sinónimo coloquial de so­
que el gall. faya(d)o y las palabras occidentales ler, totalm ente caduco éste en el lenguaje habla­
relacionadas con esa palabra, presentan muchas do del Río de la Plata. Este cambio de valor de
oscuridades, empezando por la terminación, que saber es u n hecho consumado no sólo en esta re­
mal puede ser - a t u m , teniendo en cuenta la varian­ 35 gión, sino en casi toda América, a juzgar por los
te fatyavo de A ut. y jaiao de Oporto. datos reunidos por K any, Sp.-A m er. Syntax, pp.
207-9; sólo parecen sustraerse al fenómeno las An­
Sabedor, V. saber Sabela, V. zahorra tillas (nada en el libro de Hz. U reña sobre Santo
Domingo, y el ej. cubano aislado que cita Kany
SABER, del lat. s a p é r e ’tener tal o cual sabor*, 40 no prueba nada), Chile y probablemente Méjico
’ejercer el sentido del gusto, tener gusto’, ’tener in ­ (Kany sólo cita ejs. de un autor, que no son in ­
teligencia, ser entendido’. 1.a doc.: orígenes del equívocos). El fenómeno se presenta m uy vivaz en
idioma (Glosas Silenses, Cid, etc.). la América Central, extendido en general por Amé­
De uso general en todas las épocas. Reemplazó rica del Sur, y más vivo que en ninguna parte en
al lat. s c i r e en todos los romances, desde los orí­ 45 la zona rioplatense1. El cambio era fácil, pero esto
genes, salvo solamente el rum ano y el sardo. E n no significa que se produjera en todas partes ni
latín s a p é r e se refería com únm ente al sentido del en todas las épocas. H oy es ajeno a España, y
gusto; pero figuradam ente ya oe empleaba en el aunque no lo fué siempre del todo, los ejs. se­
sentido de ’tener juicio’, ’entender en algo’; fra­ guros que pueden espigarse son muy pocos y dan
ses como «—Amat. — Sapit» ’—Está enamorado. 50 la impresión de una tendencia, quizá incipiente en
—Él sabe lo que hace’ son corrientes en Terencio otras partes, pero consumada a lo sumo en zonas
y demás cómicos. D e ahí al sentido de ’scire’, ’sa­ limitadísimas.
ber’, el paso era m uy fácil. Esto no im pidió que M aría R. L ida escribió uno de sus sabios ar­
en los romances de Italia e Iberia conservara tam­ tículos sobre la cuestión presente (RPhCal. II, 269-
bién el sentido etimológico de ’tener u n sabor’ : 55 83), en que nos m uestra de nuevo su erudición
«saber el manjar, tener sabor: sapio» y «saber: inmensa, pero nos descubre tam bién su incapaci­
conscio, sapio, scio» N ebr. Para ejs. y fraseología, dad de sustraerse a la sugestión de su sentido a r­
vid. A ut., y Cej. V III, § 93. gentino del idiom a; la autora cree descubrir que
C uando saber se combina con u n infinitivo, en el hecho se produjo en griego, en latín y en las
cast. como en otros m uchos idiomas puede cam­ 60 principales lenguas romances, lo cual hay que re­
chazar, sin otra salvedad que la del portugués. La el sentido buscar el significado argentino en el
mayor parte de las veces se trata del sentido de pasaje de Flamenca «Segner —fai s’il — es amo-
’poder’, otras tenemos el matiz de ’saber cómo ha­ ros / cel cavalliers q u ’es aitan pros? / C ar hom
cer algo’ expresado en tono enfático. Es diluir dis q u ’aital cavallier / non sabon esser plazentier».
completamente la fuerza de la expresión achacar 5 Es el lugar trivial de que los guerreros muchas ve­
a nescire el valor de ’no acostum brar’ en frases ces no saben tratar a las damas, no saben cómo
como Ja de Livio «gens quae victa quiescere ne- conducirse en sociedad; si en la frase «francés
sciat» o la de Estacio «liber amat campos et nescit sabon grans colps dar» metemos el saber argen­
in antra revertí»; esto o algo análogo hay que tino traicionamos completamente al autor, que
decir de todos los ejs. latinos y griegos2, y tam bién 10 quiere ponderar la superioridad de la gente del
de los occitanos, fr. e it. N o rte: ¡ellos saben cómo golpear reciam ente! En
Probablemente m i escepticismo haya sido lige­ los demás se trata tam bién de ’ser capaz’ («la
ram ente exagerado al asegurar que el cambio prosperitat no sap durar longuamen», «femes se-
de ’saber’ en ’soler’ no llegó a producirse en n in ­ vent celer», «giammai non sa avere modo mezza-
guna otra parte fuera de algunas hablas castella­ 15 no», etc.). L a gran mayoría de los ejs. españoles
nas y portuguesas. Aunque en la gran mayoría de entra tam bién en las mismas categorías.
los casos franceses citados por D .a M aría R. Lida, L o que sí prueba el erudito trabajo de L ida es
no se puede entender el sentido argentino ’soler’, lo fácil que era pasar de un sentido al otro, y lo
es posible que esto sea acertado en alguno, y que sutilísimo del matiz que separaba las dos acs.,
en la Edad M edia existiera en el N orte de F ran ­ 20 cuando una intuición lingüística tan aguda como
cia algún pequeño foco dialectal de este cambio la de la autora ha podido percibir tantas veces un
semántico, foco desaparecido luego, como desapa­ sentido que ciertamente no habían puesto los es­
recieron los mismos en la Península. M e apresuro critores. R utebeuf está sencillamente exagerando
a señalar yo mismo un caso evidente que he en­ por énfasis una expresión usual cuando escribe «li
contrado, en un fabliau donde una doncella inge­ 25 mal ne sevent seul venir»; ’los males no vienen
nua, al recomendarle su m adre que no nom bre solos’, pero el poeta quiere encarecer y asegurar la
nunca lo que las chicas honestas no deben cono­ imposibilidad de que vengan solos. M as a poco
cer por su nom bre, pregunta si se trata de algún que tales expresiones enfáticas se repitieran, se ha­
p e z : «est ce done loche / ou plonjon qui se set bría llegado al sentido americano, lo cual, desde
plongier / et set noer par le vivier / et par la 30 luego, no llegó a ocurrir en Francia, pero sí algu­
fontaine m on pere?» (De l’escuiruel, Montaiglon- na vez en la Península Ibérica.
Raynaud, Recueil Gén. des Fabl. V, 103, n.° L a mayor parte de los ejemplos gallegoportugue-
C X X I, vv. 53-54). Así en el ms. de la Nacional de ses que cita D .a M aría Rosa son indudablemente
París n.° 837, m ientras que el ms. 354 de Berna cierto s: «que ja naquelle tem po as mais guerrei-
lee en lugar de esto «ou pe[s]son qui sache plon-1 35 ras / gentes de nos souberam ser vencidas», «un
gier / et noer par nostre vivier», donde se ad ­ tesoureir’y era aquela sazón / que Santa M aria
vierte claro el deseo de evitar una ac. extraña a sabia m uit’amar / ... / e quando algüa cousa
la lengua del copista. Se trataría, pues, de una lo­ ll’ia fallir, / logo a Santa M aria o ya pedir, / et
cución poco extendida en francés antiguo, sin d u ­ ela ll’o dava» Cantigas, «mia m adr’é, q u ’end’á o
da meramente local, a juzgar por el hecho de ha­ 40 poder / e vos sabe gran mal querer» D on D enís;
ber pasado inadvertida hasta ahora a todos los fi­ y no sería difícil agregar otros casos evidentes,
lólogos y lexicógrafos. Sería interesante documen­ como cuando el gallego M artín Codax (S. X III)
tarla mejor y localizarla. Se ignora dónde se es­ pone en boca de una amante una invitación a to­
cribió este fabliau, pues aunque G róber, GGr. II, das las que andan en am o res: «quantas sábedes
i, 621, dice que es norm ando, no lo parece por 45 amar amigo / treides comig’alo m ar de Vigo: / e
el dialecto de las rimas, y ni siquiera del ms., que bannar nos emos ñas ondas / ... / Quantas sabe-
más bien presenta algunos detalles fonéticos lo- des am ar amado / ...». Que aquí saber expresa una
reneses u orientales (parlaissent, etc.); parece que mera acción habitual es seguro, y no ha sido pre­
G róber se fija sólo en la mención de Rouen, lo ciso que los argentinos o los que hemos vivido en
que no prueba nada; Bédier (L es Fabl., 438) se 50 la Argentina lo descubriéram os: aunque hoy esto
abstiene de localizarlo. L o único claro es que es es inaudito en Portugal, los filólogos portugueses
del S. X III, quizá la prim era mitad. Parece claro lo han percibido hace tiempo, y J. J. N unes tra­
que el ms. de París conserva la lección auténtica, duce ahí «todas as que andais namoradas» (R L
que el copista del de Berna ha modificado, for­ X X IX , 29).
zando algo la construcción. Alguien más familia­ 55 Tam bién m e parecen seguros algunos de los
rizado que yo con los jabliaux quizá pudiera seña­ ejs. españoles, pero en el copioso repertorio de
lar otros ejs. de ese vulgarismo detonante, raro Lida hay que borrar casi todo¡ y quedamos redu­
como tal en francés antiguo, pues no creo que sea cidos a los casos siguientes: «pero antes ovioron
casual que el único caso bien claro haya aparecido las vides a fallar / que saben el en?enso e bálsamo
en esa literatura de pacotilla. Es forzar extrañamente 60 levar» y «la giudat fue cercada, nol dioron nul
vagar; / fué luego conbatida por tierra e por lioso, ya que pone en fuerte evidencia lo indivi­
m ar; / sabiénlles de saetas tan fiera priessa dar / dual y limitado de este uso. Así en el pasaje de
que sol no los dexavan las caberas sacar» A l ex., Calila e Dimna: «la gulpeja veno a la paloma como
2487d, 1097c (también 952b, c, pero comp. 968c); solía fazer, et paróse a la raíz de la palma, e dió
«sy m i razón es bona, non sea despreciada / porque 5 bozes e gritos, e amenazava como solía fazer», es
la diz presona rafez; que mucha espada / de fyno lo que traen los mss. según la ed. Alien (199.24),
azero sano sab de rrota vayna / salir, e del gu­ pero la de Gayangos cambia el prim er solía en
sano se faz la seda fyna» Serrt T ob, «M oteczuma... sabía y sustituye el segundo solía fazer po r de cos­
amaba m ucho a Cortés y españoles,- y no sabía tumbre. Esto últim o es tan m oderno que dudo fi­
enojarlos» López de G óm ara, «dos de alta sangre 10 gure en ningún ms. ¿Será resabio sevillano de
y claros mineros / deste solar, de Avendaño lla­ Gayangos, pertenecerá a su amanuense, o más
mados, / supieron estar en u n yermo apartados...» bien a alguna copia de los SS. X V I-X V II? Como
en la Comedia Florisea de Avendaño, «con razón ya observa Lida, el vallisoletano F ernán N úñez al
por su herm osura / reinos se saben perder» Mira comentar el pasaje de Juan de M ena «e de aque­
de Amescua. 15 lla piedra que sabe adquerir / el águila quando
L o demás es sugestión argentina de M aría su nido fome?e» sustituye sabe por suele, pero esto
Rosa Lida. ¿H ará falta observar que en los pasa­ sólo compromete al «Comendador Griego», que
jes de Berceo como «a tal señor devemos servir e tantas veces entendió mal a su modelo. L o que
aguardar, / que same a sus siervos de tal guisa dice M ena es que el águila y sólo ella s a b e dón­
honrrar» no se trata de lo habitual de la acción, 20 de encontrar esta famosa piedra.
sino de la calidad de la misma, y que el acento Finalm ente es de observar que a fuerza de de­
está en tal guisa? L o que llama la atención n o es bilitarse el sentido de saber acaba por convertir­
que acostumbre suceder (¿acaso sugeriría el poeta se en u n mero pleonasmo, o por mejor decir en u n
que el Señor a veces no lo hace?), sino que el auxiliar aspectual. Quizá ya sea éste el caso en el
Señor sea capaz de hacerlo así. Si en pasajes como 25 pasaje citado de D on Denís (ed. Lang, v. 2291),
el de Pz. de G uzm án «onbre... de grant compa­ y desde luego lo es en el siguiente: «senhor fre-
ñía con los suyos, ca jamás sabia estar solo, sino mosa e de m ui loufáo / coraíom , e querede vos
entre todos los suyos» entendemos a la argentina, doer / de mi, pecador, que vos sei querer / m elhor
se pierde el sabroso estilo caracterizador de las fa­ ca mi» (v. 692). Es hecho m uy típico de la actual
mosas Semblanzas: esta afirmación enérgica se di­ 30 habla gauchesca: «un caudillo oriental que supo
luye en la vaga observación de algo que solía su­ ser muy conocido años atrás» F . Silva Valdés (L a
ceder, y caemos en lo anecdótico; «y como mila­ Prensa, 2-VI-1940), «a m ano derecha del Arroyo
gros tales / sabe hacer vuestra herm osura...», «que Bramanti donde supo vivir tam bién el chileno Bau­
sabe / amor humillar los altos / y ensalzar a los tista» Chaca (Hist. de Tupungato, p. 191), «cuan­
humildes» escriben T irso y Pz. de M ontalván, y 35 do se le habla de u n hijo que supo tener, siempre
claro que entienden algo notable, de que sólo el contesta lo mismo» Rojas Paz (La Prensa, 21-V I-
am or o la herm osura son c a p a c e s . Y así su­ 1942). E s evidente que saber se ha convertido ahí
cesivamente. E n Juan Ruiz, 592d, no vaciló Lida en u n m ero auxiliar del pasado durativo, pues h u ­
en su ed.s en enm endar el texto del único ms. para biera bastado u n imperfecto para decir lo m ism o;
obtener el sentido argentino, pero eltexto era40 co­
y aun este matiz durativo llega a desaparecer si
rrecto : «la esperanza con conorte sabe’s a las hemos de dar crédito a los autores de los pasajes
vezes fallir» ’es sabido que a veces falla’, y no siguientes (convendrá ejemplificar en observadores
hay por qué quitar la ’s. E n una palabra, queda­ más autorizados): «Velay u n bulto. ¿Q ué sabrá
mos reducidos a unos pocos casos. ser? Señaló don Celio...» Y upanqui (La Nación,
Pero en éstos no hay d u d a: hubo ambientes 45 6-X-1940), «así sabrán ser muchas otras quisico­
lingüísticos en España y en Portugal que practi­ sa s...» Vélez (La Nación, 29-IX-1940).
caron esta confusión de ideas, y aunque esto se D eriv . Sabido [J. Ruiz], Sabedor, forma tardía
ha eliminado modernamente en las dos metrópo­ no registrada hasta Acad. (ya 1817), pero sin duda'
lis, el habla más populachera del Brasil por una existió en la época arcaica a juzgar por sábedoría
parte, y de la América del C entro y del Sur, con­ 50 A lex., 1014a; de ahí por contaminación del sinó­
servó esta particularidad, harto limitada en el Vie­ nim o sabido salió el anómalo pero general sábidor
jo M undo. N o creo sea accidental el hecho de que ’sabio’ [docs. de 1055, 1090 — latinizado en sapi-
los ejs. antiguos hallados se lim iten al gall.-port., y tor— y 1102, Oelschl. y M . P., Cid, s. v .; Cid;
a textos leoneses (Alexandre, Comendador Griego, Berceo; Partidas; 1.a Crón. Gral.; A lex., 334; J.
F . de Avendaño, que sería extremeño como su 55 R uiz 491b; Al}. X I , 135, 235; R im . de Palacio,
colega y modelo T orres N aharro), andaluces (Lz. 207; etc.; «sabio o sábidor de cosas divinas: sa­
de Gómara, M ira de Amescua) y judeoespañoles piens» N ebr., y todavía en la fabla caballeresca de
(Sem T ob). Algunas veces sorprendemos la acti­ D on Q uijote]; sabiduría [Berceo; y general hasta
vidad de remozadores introduciendo este rasgo lin­ ihoy]; en lugar de esto es raro sabieza ant. [Alex.,
güístico en textos que no lo tenían, lo cual es va­ 60 37, 1395], algo menos sábencia [Alex., 6 ; A lf. X I ,
V. — 8
113, 371; hoy ast., V] o sabiencia [J. R u iz; Danza Eladio Rz.), «lendas de forte saibó epigramático»
de la M uerte, 32], junto al cual está sabiente en (M. Dónega, Esc. de Castelao 1964, 11.7), gall.
Berceo y J. Ruiz. A sabiendas [Apol., 179b; Con­ resaibo (Irm . Fala, Carré), port. ressaibo [S. X V I];
de L úe., ed. K nust 276.21; J. R uiz; N ebr., etc.]. resabiarse [S. XV, Crón. de Juan II , en A u t. ;
Sabiondo [1512, égloga Questión de A m or]*; sa- 5 «strasapere» C. de las Casas; r. el cavallo, 1554,
biondez. Sabicheru ’sabiondo’ ast. (V). Sabina cub. F. Chacón, Trat. de la Jineta, cap. 11]; resabioso
orient. ’curioso, que quiere saber lo que n o le im ­ cub. ’que tiene resabios’ (Ca., 69).
porta’ (Ca., 178). Cultismos. Sápido; sapidez. Sapiente; sapiencia
Sabio [Gonzalo de Berceo; palabra general en [h. 1280, Gral. Est. I, 306a42], sapiencial.
todas las épocas], de s a p í d ü s ’que tiene sabor’, esp. 10 C p t . Bienmesabe. Sabelección. Sabelotodo. S e­
’buen sabor1, que en la baja época ya aparece al­ pancuantos. Sinsabor [O udin; A u t.; no Covarr.].
gunas veces en la ac. figurada ’prudente, juicioso’5. Gall. seique ’creo que’, ’tal vez, a caso’, expresión
Sabor [Cid; frecuente ahí y en muchos textos ar­ coloquial exagerada que tiene sus paralelos en el
caicos la ac. ’ganas, deseo’ : M il., 893b, etc.; «sa­ cast. ant. sé que empleado por Juan Ruiz, y oca­
bor de manjar: sapor» N ebr.], de s a p o r , - o r i s , 15 sionalmente en oc. ant. y hoy lagued. y prov.
id .; saborear [1599, G. de Alforache, Cl. C., I, saique, de los cuales he dado citas en m i edición
180.4], saboreador, saboreamiento, saboreo; lo an­ del A rcipreste; más en Castelao: «a filia seique
tiguo es saborgar [Berceo], de * s a p o r i c a r e ; sabo- non era de matrimonio» «(Pimpinela non respon­
roso ant. [J. R uiz; A lf. X I , 1940], generalmente de) seique che cortaron a língoa?», «seique foi
sabroso [Berceo; A lex., 728; «s. manjar: sapidus» 20 M aría G . quen...» (231.4, 281.19, 180.19), con
N eb r.; acs. cubanas, Ca., 44], del lat. tardío s a - variantes seica (Lugrís).
p o r o s u s ; sabrosón cub. ’comodón’ (Ca., 44); sa­ 1 Es curiosa la distinción flexiva que establece
brosearse amer. ’darse gusto’ (Ca., 27, 44 ; C uer­ el uso entre este saber y el otro igual a scire: con
vo, D isq., 377); sabrosura ’calidad del comodón’ aquél se oye yo sabo («¿A qué horas viene usted?
cub. (Ca., 63). 25 — Sabo venir a las cuatro»), lo que no ocurre con
Asaborar; asaborgar; asaborir. Consabido [Aca­ éste tratándose de adultos. Ej. cuyano del
demia, Siglo X IX ], Consabidor [Quijote]. Desa­ S. X V III: «en este país no es necesaria aquella
bor; desaborido (-iu, ast., V) y generalmente de­ providencia que se sabe usar en algunas partes de
sabrido [1240, Fuero Juzgo; Apol., etc.; Cuervo, Europa, de dar a comer a este ganado la sal de
Dicc. IIi 937-9], de donde se extrajo u n verbo de­ 30 piedra y en grano», cartas de u n jesuíta expulsa­
sabrir no raro en los clásicos [h. 1580, Sta. Teresa, do, en D raghi, Fuente Americana, p. 63.— 2 La
F r. L . de G ranada, T irso, etc.]; raros son desabo- autora afirma que toda la lexicografía clásica se
rado [Berceo-E. de Villena] y más desaborgado ha equivocado, al no darse cuenta de la existen­
(Berceo); desabrimiento; raro sabrido ’sabroso’ cia de esta ac., p o r haberse atenido los lexicógra­
(Alex., 1327; ast. saboríu ’desabrido, insípido’ V, 35 fos «a las categorías de pensamiento de su pro­
es aféresis). pia lengua». Pero es evidente que la que pro­
Jauto aragonés ’insípido’ [xauto documentado yecta en H om ero su forma interior de lenguaje es
como aragonés en Autoridades], jaudo riojano M . R. Lida. Claro que no se trata de registrar
(Cej. IX , § 189), xábdo judesp. (Cherezli), enxábido un hecho anecdótico que sucediera en forma más
port., xebdo judesp. m arroq., son formas mozára­ 40 o menos habitual, sino de ponderar la dulzura de
bes procedentes del lat. vg. * i n s a p í d u s , lat. i n - carácter del difunto Patroclo, cuando se dice que
s í p I d u s 6 ; siendo jauto forma de origen mozárabe era capaz de ser amable para con todos (aun los
es innecesario suponer * IN S A P Í t u m (en lugar de más rudos) « i r a c t v f i p 7\tzí<¡xa.T0 ( x e í X i / o ? e i v a i ,
* i n s a p i d u m ) , como hace Bénichou, N R F H II, ícoó; ew'j».— 3 Ahora respeta el ms., pero insiste
265-8 (V., para otros datos y reflexiones de inte­ 45 en que hay que entender ’soler’. N i aquello ni es­
rés, sobre todo en cuanto al judeoespañol; parece to.— 1 Como observó repetidam ente Cuervo (R H
tener razón al dudar de que jaudo sea murciano). IX , 15-17; A p . \ p. x i; D isq., 1950, 347-9, 417-8)
Duplicado culto insípido [h. 1530, Ant. de G ue­ la medición de sabiondo como trisílabo se encuen­
vara, Aut.]; insipidez. Insipiente-, insipiencia. D e- tra cuatro o cinco veces en autores de primeros del
sipiente; desipiencia. 50 S. X V I (Lucas Fernández; L a Fuerza del N a tu ­
Resabio [h. 1440, A. T orre (C. C. Smith, BHisp. ral, etc.), en que la h era siempre aspirada. Se
L X I); 1599, G uzm án de A lf orache]7, de * r e - trata, pues, de un derivado a la m anera de he­
S A P ÍD U S , compárese «herba resinam resapiens» diondo, verriondo, toriondo, cacnondo ( - i b u n d u s )
en el seudo-Apuleyo (Herbarium, 79) y tam bién y no de u n compuesto con hondo. C ierto es que
San Isidoro emplea la forma resapit (en lugar del 55 hoy se pronuncia sabijondo con h aspirada en
clásico resípit) en el significado de ’volver uno a su Cespedosa (R F E I, 150), Cuba (Ca., 35), Nuevo
juicio’ (Etym . X , 236), comp. port. saibó ’resabio, Méjico y otras partes de América (B D H A I,
gusto que se siente después’ (Schuchardt, Román. 172n.), pero esto es una etimología popular que
É tym . I, 15) [C am oes: Moraes], gall. saibó ’sabor es extraño se empeñe la Acad. en m antener como
o paladar que se percibe en los manjares’ (Carré, 60 verdadera. N o hay ej. antiguo de sabihondo con
h escrita ni m enos pronunciada.— 5 Igual forma Segovia según Acad. 1899.
en el port. saibó. Los demás romances tienen for­ D e r i v . Sabinar. Sabinilla. Sabino ’rosillo, color
mas divergentes: cat. y oc. savi, fr. sage, it. sa- de caballo’ [sau-, 984, doc. Sahagún, índice de
vio, que postulan im periosamente (a pesar de que V ignau; S. X III, L . de ¡os Cavallos, 15.17; Acad.
Schuchardt y M -L . se empeñaran con pertinacia 3 ya 1817; A. Alonso, E l Probi, de la L . en Am ér.,
en negarlo) un étimo * s a b í u s del latín vulgar, 170], port. sabino.
en relación con las formas familiares per-sibus
(y sibus), itisubidus, y por otra parte ne-sapius, Sabio, V. saber
sapius y sapus (vid. E m o u t-M .; y W alde s. v. sa-
pere y sambucus). A un en alguna otra familia 10 SABLE, tomado, por conducto del francés, del
lingüística indoeuropea parece haber existido una alem. antic. sabel (hoy sabel), que a su vez se
variante s a b - , minoritaria, de la raíz s a p - ’tener tom ó de una lengua del Este de Europa, quizás
sabor’. Pok. IE W 880, cita un ilirio sabaium el húngaro száblya id. 1.a doc.: 1728, Ordenanzas
’cerveza’ y varios nombres de lugar antiguos Militares (Aut.).
(Sabis en Bélgica, Sabatis C am panh, Sabatia en 15 E n francés sabre se documenta desde 1598, tam ­
Liguria y algún otro hidrónimo itálico) de todo bién sable en 1625, zable h . 1640; en alemán sa­
lo cual es difícil, claro está, asegurar firmemente be/ aparece desde 1428 (K urrelmeyer, M L N
nada. Pero es razonable creer que el germ. sap X X X V , 409), tam bién sabel (todavía en Schiller).
’savia’, ’jugo’ (ags. s<ep, a. al. ant. saf, b. al. med. A unque el vocablo se encuentra en varias lenguas
sap), que suponen base con - b - son los hermanos 20 eslavas, ha pasado por ser oriundo de H ungría,
del lat. sapa. Luego es posible que esa - b - ro­ donde junto a száblya está el verbo szabni ’cortar’;
mance tenga raíces m uy lejanas, por más que sin embargo, V. supra s. v. G L A D IO . El it.
el propio Pok. la califique de innovación osea, sciàbola se tom aría directam ente deí húngaro o de
en vista de que es ahí donde se documenta sipus una lengua eslava; el ingl. y cat. sabre, del francés.
«sciens» junto a sibus. En romance la forma savi 25 Vid. K luge; Skeat; Barbier, R L R L X V II, 275;
con -v- es constante en cat. y constante o poco J. S., en R A B M 1875, p. 31.
menos en lengua de O c; s a p i d u s habría dado D e r i v . Sablazo [Acad. ya 1817; el sentido fi­
*sábeu en cat., *sabe en oc., sade en francés; gurado, todavía no en Acad. 1884, pero ya está
sage sólo puede corresponder a * s a b i u s . El cast. en autores de fines del S . X IX , Pagés]; sablear;
y el port., en cambio, corresponden regularmente 30 sablista.
a la forma clásica s a p I d u s ; la -b- es predom inan­
te en cast. (APal. 66b, 170b, 182b; N ebr., etc.) Sable ’color heráldico’, V. cibelina Sable ’pez’,
y los pocos casos de savio en Berceo deberían V. sábalo Sable ’arena’, sablera, sablón, V.
examinarse mejor. De todos modos la forma sa­ zahorra Saboga, sabogal, V. sábalo Sabo­
vio, como es natural, es ya constante en A ragón: 35 nera ’jabón’, saboneta, V. jabón Sabor, V.
6 pasajes en los Fueros de Aragón de Tilander saber Saborea, V. ajedrea Saboteador, sa­
(p. 556), otro en Vidal M ayor (ibid., p. 504). boreamiento, saborear, saboreo, saborete, saborgar,
M ás documentación de sabio en Cej. V I I I , § 93. saboroso, V. saber Sabotaje, sabotear, V. zapato
El anticuado sage ’discreto, juicioso’ es galicismo Sabre, V. zahorra Sabrimiento, sabroso, V . saber
(Sta. M . Egipc., 248; Danza de la M uerte, 208; 40 Sabucal, sabuco, V. saúco Sabuche, V. sacar
Cej. V I I I , § 93).— 6 En términos semejantes
opina M. L. Wagner, V K R IV , 244-5. La sín­ SABUESO, del b. lat. antiguo s e g ü s í u s id., que
copa de la vocal interna de - I d u s , la x, la e del parece ser derivado del nombre de S e g u s i a , hoy
judesp. y también la -t- irregular revelan una valle de Susa en el Piam onte, de donde procedería
forma mozárabe (comp. G U IS A N T E ). Desde 45 esta raza de perros. 1.a doc.: saueso, S. X III, F ue­
luego no es f a t u u s , como quisiera la Acad.— ro de Medinaceli (Cej., Voc.).
7 «La vida de picaro que tuvo, y resabios malos «Sabuesos e podencos quel comen muchos pa­
que cobró con las malas compañías» Cl. C. I, nes» J. Ruiz 1220c. Sabueso está tam bién en el
36.25. Que es también la ac. registrada por Per- Carte, de Baena (p. 478); ¡csahueso: aprarius» en el
civale y O udin; Covarr. además da «r., quando 50 glos. del Escorial, sabueso y saueso en el de Pa­
la cosa tiene algún sabor extraordinario». lacio, y saueso en el de Toledo, en ambos tradu­
cido «ursarius»; A ut. da ejs. clásicos; Cej. IX ,
SABINA, del lat. s a b i n a . 1.a doc.: h. 1325, Juan § 213. Voz bien conocida en todas las épocas. L a
M anuel, Libro del Cavallero, Rivad. L I, 252b25. forma sabejo que Gayangos imprime en Juan M a­
Escrito ahí savina. Está tam bién en la trad. de 55 nuel (Rivad. L I, 248) me parece una mala «norma­
la Confesión del A m ante de Gower (p. 391); «sa­ lización» de sauejo debida al editor: será forma
bina, árbol conocido: sabina; s., ierva conocida: leonesa. Del cast, se tom ó el cat. ant. sahués (Mise.
id.» N ebr.; Cej. V III, § 93. N o es voz indiana Fabra, 169; Ag.), en otro texto saos, forma más
ni es cubanismo, como supone Zayas (Ca., 156). catalanizada ; la forma genuina en catalán es saús
Jabino, variedad enana del enebro, se emplea en 60 documentada en el S. XV, y en Lulio : «demená
al erm ita lo seús per qual natura sentía la petja unas «hereditates quas saccavimus de Argefonso»
del cervo que encalca va» (Meravelles, N . Cl. II I, (Esp. Sagr. X L , 407); en otro aragonés, de med.
90). T am bién son formas regulares fonéticamente S. X I : «venit domino A jenare de Osane et voluit
el port. sabujo [forma que aparece ya en la Ctga. illa forjare de tota omnia sua ereditate pro m enti­
del Conde Pedro de Portugal, princ. del S. XIV 5 ra ... et non potuit illa ereditate safeare»2. Hasta
(R. Lapa, CEsc. 326.9) y en la Cron. Troy. en aquí el sentido es constantemente ’apoderarse de la
gall. del S. X IV (G dD GrHcaGall. 57)], oc. sahus, propiedad de algo’, y es de notar el énfasis con
fr. ant. seus, piam. sus, it. segugio. El vocablo que en el prim er doc. se subraya el carácter jurí­
está documentado en la forma sigusius, seusius y dico de esta adquisición; esta construcción en que
otras, en las Leyes Sálica y Alamánica, y en forma 10 los bienes funcionan como complemento directo
más alterada en otras leyes bárbaras de principios persiste en el Cid, «bien lo sabemos que él algo
de la Edad Media, y es verosímil aunque no pro­ gannó / quando a tierra de moros entró, que grant
bada la hipótesis de Diez de que se trate de perros aver sacó» (125), y hasta hoy en día cuando deci­
criados en el valle de Susa, antiguamente Segusia; mos de un negociante que «ha sacado mucho d i­
A m ano cita unas Ifouotai xúvec que se referirán 15 nero».
a la misma raza1; la conjetura de Diez se apoya En la época antigua es evidente que este sen­
en el nombre de otras castas de perros que hacen tido de ’obtener’ no implica la idea de extraer de
referencia, como éste, a tierras gálicas; el galo lugar alguno, como m uestra un doc. donde se re­
v e r t r Xg u s (> it. veltro, etc.), y el c a n i s g a u i c u s únen las propiedades de un monasterio con las de
de donde nuestro G A L G O . Según D uraffour s e - 20 una parroquia, prescribiendo que los feligreses
Gtrsius ’sabueso’ vendría del nom bre de los Se- nssacen sennas rabiones e los ffrayres sacan como
g u s ia v i habitantes del Forez, vid. V Rom . IX , uno d ’elos», Campó, a. 1174 (M. P., D . L . n.° 13,
184. Desde luego nada tiene que ver dicho étimo lín. 7-8); o en el Fuero de León, de 1017, donde
con el lat. s a g i r e ’olfatear’, pese a G dD D 6027. el vocablo se emplea absolutamente en el sentido
Por lo demás la investigación no ha adelantado 25 de ’hacer ganancias’ : «qui fregerit caracter Regis,
apreciablemente desde el tiempo de Diez (W b ., pariat soldus centum ; et qui saccaverit inde, si
290), comp. G róber, A L L G V, 464; H. W erth, firmaverit super eum, det illo d e r a p i ñ a m e­
ZR Ph. X II, 265-6. dio pro ad Rex et medio ad dom inum suum »3.
1 Para la falta de s- en esta forma, que es in­ Por lo demás se encuentran otras construcciones
cierto tenga que ver con la lenición céltica, vid. 30 y aun otras acs.; es frecuente que se trate igual­
Thurneysen, Keltorom ., p. 22. m ente de una trasmisión de propiedad, pero que el
complemento de sacar sea la persona desposeída:
Sabugal, sabugo, V. saúco Sábulo, sabuloso, en otro doc. aragonés del S. X I «si tale homine
saburra, saburra!, saburrar, saburroso, V. zahorra exierit de illa gente de ista domina que ad Regi
Saca ’a c c i ó n de s a c a r ’, V. sacar Saca ’c o s t a l ’, V. 35 voleat sakare de ista binea, quod istos fidiatores
saco Sacabala{s), V. sacar Sacabera, V. sa­ jam dictos ponant ad Regi in alio loco»1; «si ali-
bandija Sacabocados, sacabrocas, sacabuche, sa­ quis... de ipsa area tibi saccare voluerit, conpo-
cacorchos, sacacuartos, sacada, sacadera, sacadilla, n a t... 60 solidos», venta de una era en Agreda,
sacadineros, sacadizo, sacador, sacadura, sacafilásti- а. 1127 (M. P., P . L „ 109.11), id. Vidal M ayor
cas, V. sacar Sacaliña, V. socaliña Sacaman­ 40 б.20.8; «sáquenlo de toda su buena» = ’despo­
chas, sacamantas, sacamantecas, sacamiento, saca­ séanle de todos sus bienes’ en el Fuero Juzgo
molero, sacamuelas, sacanabo, V. sacar Sacane- (2, 194b).
te, V. landa El uso del vocablo, en el ámbito del lenguaje
legal, asume además otros sentidos, los unos poco
SACAR, v o z e x c l u s i v a d e l c a s t . y e l p o r t . , q u e 45 claros, los otros diferentes de éstos. En este mismo
s ó l o r e a p a r e c e e n e l f r . a n t . y d i a l , sachier ’a r r e ­ fuero sacarse es evidentemente ’disculparse, exi­
b a t a r ’, ’t i r o n e a r ’ ; t e n i e n d o e n c u e n t a q u e e n la mirse de culpa’, donde hablando de u n regicidio
é p o c a p rim itiv a a p a re c e s o b re to d o e n te x to s le ­ leem os: «si el príncipe trobare algún omne en esti
g a l e s , c o n e l s e n t i d o d e ’o b t e n e r j u d i c i a l m e n t e ’, y pecado, si se quisiere sacar el omne que non ye
o t r a s v e c e s ’d e s p o s e e r , e x i m i r ’, e s p r o b a b l e q u e 50 culpado, deve avengar la morte de aquel que fo»
v e n g a d e l g ó t . s a k a n ’p l e i t e a r ’ ; d e l a s a c e p c i o n e s (6, xii, variante 18), donde los demás mss. traen
j u r í d i c a s s e p a s ó a ’p r o p o r c i o n a r s e ’ y a ’e x t r a e r , purgar y el texto latino expiare. E n el Fuero de
q u i t a r ’. 1 .a doc.: 947. Usagre es ’rescatar una propiedad vendida’, ha­
En una escritura de esta fecha, de donación al blando del derecho de saca o ’retracto’, a que pue­
monasterio de San Pedro de C ardeña: «trado... 55 den optar los parientes en caso de v e n ta : «tod om­
villa mea propria cui asserunt Lacio, qui saccavi ne que quisier su heredat vender, dicat prim um
per judicio de M enendo, qui tenebat voce de suo parentes sui qui suam bonam debent hereditare,
pater Plació, cum adjutorio de meo Seniore F re- et quantum alius dederint pro illa, parentibus ven-
dinando Gundisalviz Comité, qui judicavit isto ju­ dat si eam voluerint; et si ad alius vendiderit
dicio»1; en otro doc. gallego, de 988, se mencionan 60 eam, et parentes sui in ante scire non fecerit, sa-
quet illam quomodo vultj et det eam parentibus gre. La oclusiva -K- se conservó sorda en este
suis» (§ 85); otras veces parece ser ’abrir u n ca­ germanismo relativamente tardío, como en otros
mino nuevo con fuerza legal’ : «tpd omne qui ca­ m uchos: B R O T A R , E S P E T O , R A P A R , quizá
rrera quisier sacar, si se avinieren entre si, saquen E S T A C A , y en todo caso muchos nombres de lu­
su carrera, fueras carrera de concejo, et aya coto 5 gar como Recamude, Recarei, Guitián, etc. (Ga-
[’protección legal’] como si la sacassen los alcaldes; millscheg, R . G . II, p. 47), cat. Requesens, G ui-
et si non se abinieren... déles el cabildo 4 alcaldes tarriu, etc.
que la saquen... et postea • qui fuerit ¿acata, qui U n a curiosa confirmación de que la familia ger­
la cerrar o la arar pectet 10 m oravetis... et la ca­ mánica de s a k a n dejó descendencia española la
rrera que assí non fore sacada non aya coto» 10 veo en el ast. fuerasaca ’agregación de terreno co­
(ibid. § 249); otras veces, y esto es muy frecuen­ m ún a una heredad cerrándolo dentro de ésta’
te, se trata de la redención de una prenda o de (V), cuyo significado se opone ya a que veamos
la liberación de algo que se ha dado en garantía5; ahí una voz puram ente romance con el prefijo lat.
también es frecuente que se trate del cobro de u n f o r a s . Está claro que hay relación inm ediata con
tributo o de una multa («ad istos sr.quandos m itto 15 el germanismo saca ’derecho de retracto’, ’m ulta
hominem m eum M artinum Pelagii quod saquet judicial’, y podremos partir de u n gót. * f r a s a k a ,
eos» decreto real portugués, med. S. X III, P M H que significaría algo como ’reivindicación, reclama­
Leges I, 192), del levantamiento de tropas (en ción’, compárese ags. forsacan ’luchar fuertem ente
la invasión de los Benimerines «el rey por esta contra alguno’, ingl. forsake, dan. forsage ’abando­
rrazon / gran pregón fizo echar, / de Castilla e 20 nar’, sueco forsaka, neerl. verzaken. Sabido es que
de León / m uy gran hueste fue sacar» P. de A l­ F R A - es la forma que responde en gótico al pre­
fonso X I, 428d; id. 599c), o de otras acs. más se­ fijo /ir-, for- de los demás idiomas germánicos.
mejantes a la moderna ’extraer’, pero siempre em ­ E l romance hispánico asimiló f r a - dándole la for­
pleadas con carácter legal6: en docs. leoneses de m a latina f o r a - , lo mismo que hizo el francés
1137 ’exceptuar, declarar exento” , en foral portu­ 23 con el fráncico f i r - (jorbannir f i r b a n n j a n ) .
gués de h. 1060 ’arrebatar por la fuerza’“, en el L a historia semántica del cast.-port. sacar es
Fuero de T eruel ’adquirir en almoneda’", en doc. perfectamente comparable a la de Q U IT A R y a
burgalés de h. 1200 ’obtener frutos” “, en las Par­ la del fr. saisir, otros términos legales que han
tidas ’salvar de un naufragio’11, en el Apolom o acabado tom ando amplísimas acs. y convirtiéndo­
’poner en venta’13, en otros el sentido es menos 30 se en vocablos esenciales y básicos del idioma. Sa­
claro, pero siempre legal13. bido es que quitar significó prim ero, como su h er­
E n resumen, las acs. legales van desde ’obte­ mano el fr. quitter, ’eximir de una obligación’, des­
ner’ hasta ’desposeer, eximir’, que son las ideas pués ’libertar’ y finalmente ’quitar’; el fr. saisir
fundamentales y más frecuentes, pero incluyen m u­ está más próximo aún de sacar, como que viene
chas más, hasta el punto de que puede aplicarse 35 de u n fránc. * s a k j a n , herm ano de s a k a n , con el
a cualquier acción ejecutada con fuerza de ley (sa­ sentido de ’reivindicar derechos’ y luego ’poner en
car carrera en el Fuero de Usagre). posesión’ > ’apoderarse’.
Para todo esto no veo más que una explicación Alguna huella de s a k a n parece haber quedado
posible: que se trate de un término jurídico de tam bién en el Sur de Francia: A m bert (Puy-de-
sentido muy amplio, como el que nos presenta el 40 Dôme) sacà «faire cession d ’une chose après en
gót. s a k a n ’disputar legalmente con alguien’, ’pe­ avoir débattu le prix» (M ichalias); y luego Q uer-
learse, luchar, pleitear’, ’reprender’, ’prohibir’, cy socà «jeter violemment» (Lescale), Rouergue so-
comp. sus derivados gasakan ’amenazar’, ’prohibir’, quà «appliquer, jeter; renverser; li soquet u n
’acusar, vituperar’, andsakan ’discutir’, insakan ’dic­ eouop de p o u m (Vayssier), Toulouse sacà «jeter,
tar órdenes’, sakjo ’pleito legal’, y las palabras her­ 45 renvoyer» (Visner), langued. sacà «jeter», sacà alai
manas a. alem. ant. sahhan ’pleitear’, ’vituperar, re­ «jeter loin» (Sauvages).
prender’, ags. sakan ’pleitear’. El sustantivo radical E n cuanto a nuestro sacar, era natural que am­
s a k a , que quizá casualmente no conocemos en gó­ pliase su significado, puesto que ya en los textos
tico, existe en los demás idiomas germánicos (a. legales hemos observado su tendencia a especiali­
alem. ant. sahha, alem. sache, ags. sacu, ingl. sake, 50 zarse en las acs. de ’obtener’ y ’desposeer’, que
escand. ant. sQk, ’causa legal, pleito’, en ags. ade­ fácilmente confluían en ’extraer, sacar’. L a amplia­
más ’jurisdicción perteneciente a un Señor’, ’m ulta ción de la esfera ambiental del vocablo debió de
judicial’, documentado en la forma saca en muchos empezar pronto, pues ya no está el ambiente legal,
textos en bajo latín, desde el S. X I y antes, vid. aunque sí el moral-religioso (siempre em parenta­
D u C. y Baxter-J.), y es muy posible que de él 55 do), en la glosa 123 de Silos (fin S. X), donde el
proceda el arag. saca ’derecho de retracto’ (ya do­ subjuntivo saket, junto con el verbo laiscare ’de­
cumentado en el S. X IV, Tilander, pp. 196.22, 23, jar’, aclaran el verbo respuere11. Y pronto los tex­
y en el X III, Vidal M ayor 1.11.23, 24), en rela­ tos literarios nos m uestran una extensión de sig-
ción con el ej. de sacar referente a este derecho nificados comparable a la del sacar actual: sacó
que he documentado arriba en el Fuero de U sa­ 60 el pie de la estribera, sacaron las espadas en el
Cid; m etiál gafo e sacó! sano la Virgen que baña M -L . fuerza enteram ente la realidad al asegurar
al niño leproso en los Reys d’Orient, 181; sacólo que el cast. sacar significaba antiguam ente ’arre­
de la villa a una cruzejada el judío a Teófilo para batar con violencia’ y ’saquear’ —ac. completa­
pactar con el diablo, Berceo, M il., 733b; sacat al m ente hipotética esta últim a, y fundada la otra
arcebispo d’esta mortaldade en el Roncesvalles s sólo en el ej. port. de 1060 (nota 8)—, para lo
(R F E IV , 114, v. 8 ); saccharon a so ermano don cual se funda en un artículo enteramente malogra­
Ramiro de la mongia en el Cronicón Villarense; do de Leo Wiener. Pretendió este filólogo (Z R P h .
«dos fillos que avía fízolos degollar delant él, e a X X X IV , 662) dem ostrar que nuestro vocablo era
él saccó los huellos e cególo» en el propio Cro­ u n térm ino m ilitar herm ano del saquear m oderno
nicón (B R A E V I, 200). Y así sucesivamente. Sin 10 y derivado de u n masculino aáy.i que aparece en
embargo, n o es raro que queden resabios de las crónicas bizantinas del S. X con el sentido de ’re­
acs. legales, como en la tan frecuente ’librar cau­ taguardia de u n ejército’ : como a la retaguardia
tivos’, que ya encontramos en el C id (isaqueste van los bagajes, oí t o ü u á x a podía aplicarse a los
los Padres Santos», 360), Berceo («como ganó la que conducen la im pedim enta de u n ejército, los
gracia que saca los captivos» S. D om ., 352c) y el 15 cuales a m enudo se dedican al pillaje; pero este
Libro de B uen A m o r («Señor Dios qüe a los jo- «jáxa es u n arabismo del bajo griego, hermano
díos, pueblo de perdición, / sacaste de cabtivo de nuestro Z A G A , y sin relación alguna con sa­
del poder de Faraón» Ib )13. car ni con saquear (derivado, éste sí, de SA C O ).
T eniendo en cuenta este enorme desarrollo se­ Puestos a derivar sacar de S a c c u s , todavía lo más
mántico y el olvido casi total de las acs. jurídi­ 20 razonable habría sido atenerse a la opinión de
cas en el cast. clásico, es natural que nadie atinase Bourciez (Élém . de Ling. R om ., ed. 1923, p. 404),
con la etimología germánica que acabo de demos­ que lo identificaba con el lat. s a c c a r e ’filtrar’,
trar, y que casi todos los romanistas se empeñaran ’pasar un líquido a través de una tela de saco’ (do­
en derivar nuestro vocablo del lat. s a c c u s ’saco’. cum entado desde Plinio hasta S. Isidoro, Etym .
Ya hubiera debido poner en guardia el hecho de 25 X X , iii, 11): así en rigor se podía llegar a ’fabri­
que sacar sea exclusivo del cast. y el port. (es car o preparar u n líquido’, luego ’obtener’ y final­
absolutamente arbitrario hablar de u n «cat. y oc. m ente ’sacar’, pero la abundante documentación
sacar», como hace M -L ., R E W 7489), y no reapa­ transcrita arriba nos m uestra que nuestro vocablo
rezca más que en francés medieval, donde por lo n o perteneció en su origen a la terminología vi­
demás es palabra propia sobre todo del extremo 30 nícola ni se refirió a la alimentación o a la agri­
N orte; se trata de las dos áreas de mayor inten­ cultura, como hubiéramos esperado con esta eti­
sidad del influjo gótico y del fráncico, respectiva­ mología1’. Sin duda, por no ver claro el origen
m ente: si era un derivado de s a c c u s , ¿por qué latino, se refugiaba Gamillscheg (E W F S 779a) en
sólo se encontraba en estas dos zonas separadas, el germánico, partiendo de un fránc. * s k á k ó n ’sa­
y no dábamos con huellas del mismo en territorios 35 quear’ derivado de s k A k ’botín’ ( > fr. ant. eschec
menos germanizados, como Italia, Cerdeña, Occi- id.), que p or cruce con s a c c u s , se habría conver­
tania o Cataluña? Por lo demás el aspecto semán­ tido en u n romance * s a c c a r e , idea evidentemente
tico era bien difícil de justificar, y así hemos de indefendible desde todos los puntos de vista1*.
aplaudir el buen sentido de Bloch (s. v. saccade) D e r iv . Saca [Cortes de Valladolid de 1531,
al m anifestar su escepticismo ante la etimología 40 aunque no sé si con el sentido de ’exportación’
latina; no ha sido tan prudente W artburg al borrar (v. más abajo 120b 35) o con el de ’derecho de re­
estos escrúpulos en la 2.a ed. de este diccionario tracto’, ’multa judicial’ (109al5), parece que aquél:
manifestando que sacar y el fr. sachier significa­ «et que los mercaderes que tenién las tales al-
ron prim itivam ente ’retirar de u n saco u otro re­ valaes de ssaca, que acaes?e que lievan a otros
cipiente’; pero ya Diez (W b., 278) y Schuchardt 45 puertos algunas empleas de las que an de sacar
(Román. E tym . II, 139) vieron que el punto débil sin diezmo» (Cortes de León y Castilla II, 53);
de esta explicación estriba en que un verbo sacar ej. arag. S. X IV , arriba; otro en D u C .; más
derivado de saco sólo podría significar ’meter’ en en Cej. IX , 434]15; saca y resaca [1492, W oodbr.;
este recipiente, como les ocurre al prov. mod. sacá 1587, G. de Palacio, f°l 53r°] se aplicaron al movi­
(voz rara, por lo demás) y al b. alem. y neerl. 50 miento de flujo y reflujo del mar cuando éste saca
sakken: aquel lingüista trataba de salvar la situa­ y vuelve a chupar los objetos y cuerpos que se
ción adm itiendo que sachier era aféresis de desa- encuentran junto a la orilla: «crece y mengua
chier, voz rara en fr. ant. y sin equivalente en conforme a las sacas y resacas del M ar Océano»
iberorromance, lo cual constituye u n expediente Aguiar (Cej. IX , 434), «por una espaciosa cueva
desesperado; y éste trataba de salir de apuros 55 en quien la saca del mar entraba y salía» Cervan­
comparando con el it. cavare ’sacar’, derivado de tes (Persiles I, iv), «asido a una de las tablas que
CAVUS, pero no hay paridad alguna, pues cavare la resaca del m ar arrojó a la orilla» Lope (A u t.),
valió prim ero ’ahuecar, vaciar’, sólo después ’sa­ «estar un día de guarda .. helado de frío, esperan­
car’, proceso semántico sin analogía con el nues- do que salga, entre la visita, hecho resaca de las
60 escaleras o fuelles de herrero, bajando y subiendo»
M. Alemán (G. de A lf., Cl. C. II , 251.3); de clarix, Simonet, s. v . : es alteración del nom bre
donde se tom ó el fr. ressac [1690], el it. risacca grecolatino sagapenum por etimología popular ex­
(Diz. di M ar.; V Rom . V, 215) y el cat. ressacé°; plicable por el carácter purgante de esta p la n ta :
Cuervo, Disq., 1950, p. 383; resaquero (ibid.). interesante para la fecha del verbo sacar en mo-
Para el ast. fuerasaca, V. arriba. 5 zárabe]. Zacapela [1588]2', probablemente tomado
Sacada; sacadilla. Sacadera. Sacadizo. Sacador. de una combinación port. saca-pele ’saca la piel’,
Sacadura. Sacamiento. Saque [princ. S. X V II, Paxa- aunque en este idioma no conozco el vocablo, pero
vicino, A ut., no Covarr., C. de las Casas n i Fcha.]. el préstamo explicaría a u n tiempo el cambio de
Asacar ant. ’inventar’ [fin S. X III, Libros del s - p o r z- (por ser éste sonido ajeno al port.), y la
Saber de A str., 1.a Crón. Gral.; ac. que también i® vacilación entre -pela y -pella.
tiene sacar, Alex., 1057], ’im putar falsamente’ [S. 1 F . Berganza, Antigüedades de España II,
X IX, V. ejs. en G . de Diego, R F E X V III, 2-6; 392.— 1 Col. de Docs. para el estudio de la H ist.
y ya en las Ctgs. 401.69]; asacamiento ’imputación de Aragón, 1904, vol. I, p. 58.— 3 R F E IX , 321.
falsa’. Entresacar [«intercipio» N ebr.]. Resacar E n la otra redacción sigillum sustituye a caracter
[Acad. S. X IX ; Cuervo, Disq., 1950, 383]. R e- 13 y abstraxerit a sacaverit. Lapesa m e escribe que
drosaca. Sosacar ant. [Berceo; A lex., 2149; Fue­ saccaverit se referirá ahí a lo que alguien se lleva
ro R eal; APal. 148b, 204b, 231b, 475á; Juan del violentamente después de rom per el sello del
Encina) 89, gall. ant. sossacar ’tantear con cautela, rey. Puede ser.— * Col. cit., p. 170.— 5 Fuero de
seducir hábilmente’, Ctgs. 20.23, 117.12] y después Avilés, § 16, p . 172, y passim ; en el Fuero de
sonsacar [S. X VI, Juan de Pineda; más ejs. Cej. 20 Sepúlveda, según el glosario de C atalina; doc.
IX, 438] ’sacar furtivam ente’, ’solicitar con caute­ santanderino de 1202 (M . P., D . L . n.° 2.10);
la’; sonsaca [Quevedo]; sonsacador; sonsacamien­ Fuero de T eruel, ed. G orosch, 305.5, 312.3;
to,; sonsaque, sosaco, sosaquina [ejs. en Cej.]. etc.— ' Sacar al pastor ’despedirle’, sacar las
C p t .’ Sacábala, -balas. Sacabocado(s). Sacabotas. ovellas del vedado, sacar panes, uvas, etc .: ejs. en
Sacabrocas. Sacabuche [1470, Crón. del Condesta­ los glos. de los Fueros de Aragón y de Teruel
ble M . Lucas, M emorial Hist. Esp. V III, 445L por T ilander y G orosch.— ' tSaquo omnes meos
tomado del fr. ant. saqueboute ’lanza armada de directos quos in illis habere debeo» term ina u n
un hierro ganchudo que se empleaba para sacar doc., donde se dice además tsaquo saionem de
del arzón a los jinetes enemigos’ [S. X IV], com­ eisdem villis Cardegnosa... et saquo pesqueram
puesto de saquer ’tironear’ y bouter ’arrojar’; en 30 et fossaderam »; en otra donación de la misma
los SS. XV y X V I pasó a aplicarse al sacabuche fecha tsaquo inde saion et m erinum et homici­
o trombón, por los movimientos de alargamiento y dio et roxum et fossaderam», índice de Vignau,
acortamiento que caracterizan este instrum ento n.° 96 y 95.— 8 «Si homo intraverit in casa aliena
musical21. Sacacorchos [Acad. S. X IX]. Sacacuar­ per forcia quantum inde saccauerit duplet», P M H
tos. Sacadinero(s). Sacafilásticas. 35 Leges I, 346.— ' «Si por aventura dixiere que de
Sacaliña [1435, Corbacho]22, más tarde socaliña23 almoneda la sacó [la bestia], firme con el adalil»,
bajo el influjo de so(n¡sacar (sinónimo de socali­ donde la otra versión y el título del párrafo traen
ñar), compuesto con el antiguo liña por L ÍN E A , compró (ed. G orosch, § 719).— 10 «El fructo que
acaso porque la sacaliña o garrocha24 no podía d ’aquesta vinna saccaren», M . P., D . L . n.°
arrancarse sin sacar una raja o línea de madera, *o 154.13.— 11 «Corriendo algunt navio por la m ar
pero más bien por el sentido antiguo de ^zancadilla’ con torm ento, de m anera que por ocasión feríese
que consiste en sacar de la línea vertical; de esta en peña... maguer los mercaderes saquen sus co­
última ac. se pasó a la posterior ’ardid con que sas en salvo, non serién tenudos de pechar la
se saca a uno lo que no está obligado a dar’15 y nave» V, ix (ed. Acad. I I I , p. 239).— 12 «Vieron
otras acs. figuradas, en particular el pago que así 45 la ninya de muy gran pares?er, / asmaron de le­
se saca26; por otra parte desde ’zancadilla’ pasa­ varla e sacarla a vender», 392b.— 13 Doc. leonés
ría el vocablo a designar lo que el fr. ant. saque­ de 1186, Staaff n.° 3.5, 5, 5, 6, 7, etc.; doc. bur-
boute (objeto que sirve como para dar zancadilla) galés de 1100, donde se trata de u n combate le­
y de ahí ’garrocha’27; socaliñar [Quijote]; socali­ gal para decidir la posesión de una vaca, M . P.,
ñero. 5o D . L ., n.° 147.26; Fuero de Usagre, § 337.—
Sacamanchas. Sacamantas. Sacamuelas; sacamo­ 11 En la frase «osor... quanto tempore non respuit
lero. Sacanabo. Sacapelotas. Sacapotras. Sacasebo. odium, tanto peniteat».— 15 E ntre las acs. especia­
Sacasillas. Sacatapón. Sacatinta. Sacatrapos ’tirabu­ les modernas me limito a mencionar la de ’arro­
zón para sacar los tacos y otros cuerpos blandos jar la pelota para que otro la devuelva’, que ya
del cuerpo de una arm a de fuego’ [princ. S. X V II, 55 encontramos en Rojas Zorrilla: «un partido de
Quevedo, etc.; Cej. IX , 433], ’sacacorchos’ ; así pelota / jugábamos yo y don Pedro / ... / saca-
en Málaga, en C uba [Ca., 206], y de aquí, alterado va yo y el bolbía», Cada qual lo que le toca, v.
por etimología popular, el cat. vg. sacatapos. Sa­ 965. Para ejs. clásicos de muchas de estas acs.
camiento [mozár. xacca-vento ’sagapeno, especie de modernas, que son casi infinitas, puedo conten­
goma resinosa’, fin S. X , Abenaljazzar, Abenbe- 6o tarm e con rem itir a A ut. y a Cej. IX , 424-34.—
“ L a voz francesa es muy usual desde el S. X II to gasc. sacá ’cerner’ no existe (nada de esto en
hasta el X V I («si sacque son espée... à deux Lespy ni en una veintena de diccionarios gascones
mains, et trancha le cervelat en deux pièces» R a­ y occitanos consultados: ensacá o sacá son «tas-
belais IV , cap. 41, ed. Belles L ettres, p. 115). ser» en todas partes). Rohlfs abusa m ucho del
H oy todavía subsiste dialectâlmente, y no sólo en 5 dicc. de Palay, no siempre cuidadoso, y recopila­
el pic. saquer, norm . saquier, en los cuales es ción heterogénea, más rica pero m ucho menos de
norm al la conservación de la -cca-, sino también fiar que Lespy.— 18 Es extraño que Gamillscheg
Champagne sacquer, sachier «tirer, retirer, obtenir, no se acordara de otra familia germánica en la que
ôter» (R ev. de Champ, et de Brie, 1898, 402), había yo pensado para explicar nuestro vocablo,
Valonia saquer, saqui, satchi, Yonne sacquer, Sain- 1» antes de darm e cuenta de su antiguo sentido ju­
tonge, H aut-M aine saquer, sacher, todos ellos «ti­ rídico: danés sakke ’derivar u n barco’, ’quedarse
rer, retirer, traîner, secouer, bousculer», Bourgogne atrás’, ’dism inuir, decaer’, sueco sacka ’derivar’,
saquier «jeter avec force», Berry sacquer «fourrer ’desm oronarse’, ’amainar’, ñor. dial, sakka ’h u n ­
avec violence, enfoncer», M orvan sacquer, saiquer dirse’, b. alem. m ed. sik sacken ’hundirse’, neerl.
«mettre avec force, jeter, pousser» (Chambure), 15 zakken ’bajar’, ’ceder’, ingl. med. saggen, ingl.
Périgord soquetà «secouer» (Daniel), y demás for­ sag ’derivar’, ’decaer’, sentidos de los cuales
mas occitanas que he citado arriba: en francés quizá habría sido posible derivar los de nues­
esta conservación irregular de la oclusiva prim i­ tro vocablo pasando de ’apartarse’ a ’apartar’.
tiva sin palatalizar es ya una prueba de que esto E l origen de este grupo germánico es o scu ro :
ha de venir del fránc. *SAKAN y no de u n lat. 30 Franck supone que deriva del b. alem. med. sac­
" s a c c a r e (hay tam bién formas en -ch-, que n o se ken ’m eter en un saco’, ’ahogar en u n saco’ y
oponen al origen fráncico, como Lieja hçtsï «tirer, luego ’hundir en el m ar’ ; Skeat, el N E D y Falk-
extraire», A R om . V, 374). En lo semántico la voz T o rp prefieren relacionar con gót. sinqan, alem.
francesa parece tener sentido más material que sinken, ingl. sink, escand. ant. S 0 k k v a ’h u n d ir’,
la iberorromance ; casi siempre es ’tironear’ («les 25 adm itiendo este dicc. una variante pregermánica
traînent, sachent et hercent», R om . de la Rose), sin - N - , y suponiendo aquéllos que se trate de
’blandir una arm a’ (saker, T ournai, 1273, R F u n térm ino náutico prestado por el islando-norue-
XXV, 193), ’arrancar’ («sachiez m oi fors cest go (con -N K - > - k k - ) a las demás lenguas escandi­
quarriaus qui m ’occi» Gœrin le Lohercàn), etc. navas y germánicas. Salvo en la interpretación del
Sin embargo, esto puede explicarse por falta de 30 último, muy aventurada por cierto, sería preciso
investigación en los antiguos textos legales. D u adm itir que el vocablo se había propagado desde
C. da varios ejs. en que se aplica a peleas : «bou- una sola de las lenguas germánicas a las demás,
te et sake un autre hom e par ire et par cou- y por lo tanto es muy difícil que conociera algo
rouch» ( = «pulsaverit iracunde aut traxerit») de esto el gótico, como sería preciso para expli­
a. 1187, «tant bouterent et sacherent l’u n l’au­ 35 car el cast.-port. sacar.— 18 Para las acs. ’exporta­
tre» (tres ejs. de los SS. X IV-XV). Creo ción’ y ’venta’, V. ejs. en W iener, /. c., y C e j.:
que de esta ac. de ’pelear, disputar’ habrá que ya es clásico y medieval. De ahí ganado de saca
partir para el francés, de donde luego ’arran­ en Cuba ’el que está para ser vendido’ (Ca.,
car’, ’sacudir’, ’tironear’, etc.— 17 Rohlfs (A S N S L 178).— 20 F ab ra; además se oye mucho en cata­
C L X X X IX , 401), leído m i artículo, no refuta m i 40 lán una forma ressaga debida al influjo de los
etimología si bien dice que sería más convincente autóctonos ressaga o reressaga ’rezaga’ (estar a
si la documentación más antigua presentara acs. la reressaga ’estar rezagado’); es lo que he oído
«todavía más próximas a la germánica» (entonces a pescadores del Maresme y del Em pordán, de
sería evidente y no habría problem a; insisto en donde L a Punta Ressagosa en la costa de las
que la ac. jurídica ’obtener judicialmente’ se do­ 45 Islas Medas.— 21 Para la voz fr., vid. God. V II,
cum enta unos 200 años antes que el Poema del 315, y Delboulle, R om . X III, 404-5. «Saccabu-
C id y otros textos literarios donde aparece con el c h e : tuba ductilis» N ebr., «se pagaron a los
sentido de ’extraer’). Rohlfs muestra inclinación sacabuches e cheremías seys ducados» doc. sal­
por la etimología de Bourciez manifestando que mantino de 1508 (B R A E X , 580); ej. en la pieza
en G ascuña existe s a c á en el sentido de ’cerner’, 50 de conmemoración de la Batalla de Pavía, P M L A
fr. s a s s e r , en prueba de lo cual cita el dicc. de XLV, 521, v. 107. En cast. se cambió la term ina­
Palay. Pero éste no trae más que una escueta ción extranjera y sin sentido por buche, por
referencia: «saca sasser; v. e n s a c á n . Esto hace etimología popular, alusiva a los carrillos h in ­
Palay sólo cuando se trata de una variante de la chados del tocador de sacabuche. U na forma
palabra a la cual rem ite, y que tiene sentido idén­ 55 contracta explicable por el poco relieve fónico
tico. Ahora bien, e n s a c á no significa «sasser», de la e semimuda francesa, es la antigua sabuche,
sino «secouer un sac pour en t a s s e r le conte­ documentada en la Égloga de la Natividad de
nu», « e n s a c a d u r e : tassem ent du grain dans le H ernando de Yanguas, antes de 1518 (Kohler,
sac». Es evidente, pues, que «sacà: sasser» es una Sieben Sp. Dram. Ekl., p . 195). Es casual la
simple errata por «sacà: tasser» y que el supues- 60 semejanza con el lat. saccibuccis ’carrilludo’, com­
puesto de saccus y bucca ’carrillo’, voz por lo él’, que es lo que significa el ast. socolliño (Pon­
demás rara. De la misma procedencia francesa ga, Ribadesella), hacia el cual m e llama la aten­
son port. sambuxa, mozár. sacabuche (PAlc.), ción una carta del Sr. M . P.— “ «Anda allí e l1
ingl. sackbut, cat. sacabutxo («sacabucho: sam­ pecador, a la zacapella como quien dice, angus­
buca, bucina» 1575 On. Pou, Thes. Pu., p. 169).— s tiado de tanto pellizco como le dan» en F r. Ant.
22 E n una pelea cuerpo a cu erp o : «púsole un Álvarez; «no ha de ser esto, dijo, zacapella»,
traspié pensándola derrocar; desque vido que «luces y flores, grita y zacapella», «la zacapela
non podía por aquellas - maneras su voluntad que traía la gente bajuna», «Ginoveses andan a la
complir, tentóla de sacaliña por ver si la ven­ sacapela con el dinero» todos ellos de Quevedo
cería, e non la pudo sobrar», IV, cap. 2, ed. P. i* (citas de Cej. IX , 440). N o figura en O udin ni
Pastor, p. 305. Se trata, pues, de una locución Covarr., pero A ut. define zacapella «riña o con­
adverbial de sacaliña, que consistiría en un movi­ tienda con ruido y bulla que m ueven m uchos;
miento hecho con la pierna para sacar de la dícese más freqüentem ente zacapela».
vertical la pierna del contrario. El port. sacalinha
en el sentido de ’zancadilla’ está en R ui de Pina, 13 Sacerdote, V. sagrado Sácere V. arce
fin S. XV (Moraes). Sacaliña pudo significar
primitivamente algo como la antigua sacqueboute SACO, del lat. s a c c u s ’saco de trigo, de dine­
francesa (V. sacabuche arriba), con lo que se ro, etc.’, Vestido grosero’, gr. <ráxxoc id. y ’ar­
explicaría la sacaliña ’garrocha o vara con un pillera’, voz de origen fenicio. 1.a doc.: Berceo.
arponcillo que priva la salida d e l,hierro’. L a for­ 20 «Tomó el aver todo en u n saco atado, / non
ma sacaliña se encuentra además en N ebr., en G. fallié de la summa u n pugés foradado, / levólo a
de Alfarache, en la Pícara Justina (V. el glos. de la isla a sus cuestas trossado», «quando se sin­
Puyol) y hoy en A ndalucía: Cej. (IX , 431) cita tió libre la prennada mezquina, / fué el saco vazío
varios ejs. en autores de princ. S. X V II; de ahí de la mala fariña, / empegó con grant gozo cantar
el cub. sacadiña (Pichardo, p. 242).— 23 Falta to­ 2^ Salve Regina» M il., 666a, 539b. E n su sentido fun­
davía en A ut., Covarr., O udin, Percivale, pero es dam ental el vocablo es conocido en todas las épo­
ya la forma empleada por Cervantes (Quijote II, cas (tsaco o costal: saccus» N ebr.) y com ún a
xxxviii, 146; xlv, 171, y V. nota 25).— 24 N e b r.: todos los rom ances; fraseología: Cej. IX , § 1961.
«.sacaliña: garrocha, aclis» (igual s. v. garrocha); Como nom bre de una prenda de vestir, ya es an­
«es la garrocha con lengüeta, porque si la tiráis 30 tiguo; Aguado cita de las Cortes de 1351 «por
a algún m adero ha de sacar de él alguna raja» texer el saco de lana [den al texedor] dos m rs.»;
Covarr. (s. v. saca), y p or el estilo en O udin, pe­ en todo caso aparece repetidam ente en Q uevedo:
ro a juzgar por lo que dicen O udin y Covarr. «vino Polanco haciendo gran ruido, pidiendo su
s. v. garrocha, y por la inexacta definición de saco pardo, cruz grande, la barba larga...», «[la
Percivale, parece que ya por esta época estaría 35 vieja] traía (encima de muy buena camisa, jubón,
anticuada esta ac. E n port. está con este sentido ropas, sayas y manteo) u n saco de sayal roto de
en D on D uarte, S. XV (vid. Cortesáo).— 25 Así un amigo ermitaño» Buscón (Cl. C., pp. 193, 194).
A ut., y quizá en algunos de los ejs. citados por Como ahí se ve, se trata de lo que define A ut.:
Cej. E n Andalucía «todo ardid o artificio con que «una vestidura vil y áspera de sayal, de que usan
se intenta conseguir que alguno dé lo que no debe 40 los serranos y gente del campo, u otros p o r h á­
o dem orar el cumplimiento de una obligación» Rz. bito, de penitencia», citando ej. de López de T e ­
M arín en R H X L IX , 583.— 26 «Lo que uno des­ jada; otros ejs. clásicos en Pagés. H oy en América
pués de aver tomado su m ercaduría y pagado el se ha convertido en el nombre general de la cha­
precio, saca gracioso al vendedor» Covarr. «El queta o americana, y así se dice en todas partes,
censo perpetuo que se funda, ése para siempre 45 desde la Arg. y Chile, hasta las Antillas, Méjico
se paga, sin otras adehalas ni sacaliñas, aunque y Nuevo Méjico, pasando por Colombia, etc.; la
la posesión se venda cien m il veces» G. de Alfa­ vigencia del vocablo es tan general que ha lleva­
rache (C l. C. V, 22.7). «Y con esto, en veinte do consigo, por lo menos en el Plata (de donde
años queda libre de socaliñas y desempeñado», saco pasó al guaraní: M orínigo, Hisp. en Guar.),
«no para que no les hurten, sino para que ser mo­ 50 la caducidad de saco, como palabra del lenguaje
deren en las tajadas y socaliñas que hacen en las hablado, en su ac. fundam ental, sustituyéndole
reses m uertas, que las escam ondan y podan como allí bolsa, que ha ampliado su sentido (una bolsa
si fuesen sauces o parras» Coloquio de los Pe­ de papas, etc.); el área de saco ’chaqueta’ se ex­
rros (Cl. C., pp. 335 y 217). N o es aceptable tiende a Canarias y a Andalucía (ej. de Fernán
semánticamente la explicación de O udin (etimo­ 55 Caballero en R H X L IX , 583; Sundheim cita uno

logía a posteriori) «sacaliñas: allignements, droits del periodista español Pérez Zúñiga, pero es ac.
qui se payent aux voyers pour les allignements» completamente inaudita en el uso común español).
(o sea para no construir las casas a la línea de N o hay por qué buscar a saco ’chaqueta’ una eti­
la calle).— 27 Finalmente se pudo llegar hasta ’palo mología diferente de la de saco ’recipiente’; aun­
que se lleva al hom bro para cargar algo sobre (SO que varios han pensado en identificar con el lat.
sa gus ( > S;4YO), n o es posible por razones fo­ 1 Locución cubana meterse en el saco ’em bria­
néticas2. E n realidad se trata de una ac. especial garse’, para cuya explicación, V. u n a sugestión
de s a c c u s , que el cast. comparte con otras lenguas ciertamente dudosa en Ca., 219 (comp. frases co­
herm anas; en cat., sac ha sido usual hasta hace m o cat. posar-se la mantellina Id., etc., que se
m uy poco como nom bre de u n vestido sencillo de 3 hallan en muchos idiomas).— * Según A. Castro,
m ujer, una especie de saya (hoy va quedando an­ Lengua, Enseñ. y L it., p. 137, en el S. X V III se
ticuado, pero se oía hasta hace poco en Barce­ decía saqué del fr. jaquette (hoy chaqué), y to­
lona); tam bién it. sacco, de donde el alem. sacco- davía en M adrid se dice de esta m anera (Pastor
anzug, término de sastres (Spitzer, R om . L X II, Molina, R H X V III, s. v .); consecuencia de la
398; pero claro que no hay razón para pensar en 1« transcripción, que entonces se introdujo, de la
un italianismo americano). T odo esto ya viene del j francesa como s (como en bisutería, comp. clisé).
latín : saccus como nom bre de una vestidura gro­ Pero saco ’vestidura’ es m uy anterior al S. X V III.
sera de crin se encuentra en los Padres de la Igle­
sia, y se lee en glosas: tsaccus: a ífo i;» (C G L II I, Sacra, sacramentación, sacramental, sacramentar,
197.10). E n griego náxxoc, además de ’saco, costal’, 15 sacramentario, sacramentino, sacramento, sacratísi­
valía ’arpillera, tela de saco’ y de aquí pasó a ’m an­ m o, V . sagrado
to grosero’ y ’cilicio de penitente’, en el griego
bíblico, en Plutarco, etc. SACRE, voz com ún a los varios romances y al
D eriv. Saca [es., saco grande: saccus magnus» árabe ($aqr), de origen e historia inciertos; es anti­
N eb r.; ’m edida de carbón de cinco palmos de 20 gua en árabe, pero como allí no pertenece a una
lárgo y tres de diám etro’ cub., Ca., 170; Carrizo, raíz conocida es verosímil que el árabe lo tomara
Canc. de Tucum án, s. v.], cat. sept. saca ’saco del lat. s a c e r ’sagrado’, que se aplicaba como epí­
grande’, gall. xaca ’faltriquera’ (Sarm. CaG. 48t>). teto al azor y al halcón; las formas romances p u ­
Sacáu ’el saco lleno de una cosa cualquiera’ ast. dieron tom arse del árabe o, como cultismos, del
(V). Sacocha [1509, Juan Hidalgo], del it. saccoccia. 25 bajo latín ; en cast. la forma del vocablo revela que
Ensacar. Aguja saquera. Saquero; saquería. Sa­ no es u n arabismo puro, pero no es posible llegar
quete. Saquilada [A u t.]. Insacular [Acad. S. X IX], a otras conclusiones seguras. 1.a doc.: 1252.
tomado del b. lat. insacculare id., derivado de E n las Cortes de Sevilla de esta fec h a : «falcón
sacculus ’saquito’; insaculación; insaculador. prim era [?] sacre que non cacare, que non vala
C p t. Sacomano ’saqueo’, poner a <•» ’saquear’ 30 más de 15 maravedís el mejor» (R F E V III, 355).
[carta de la reina M aría, a su marido Alfonso el D . Juan M anuel, Libro del Cavallero, dice que
Magnánimo de Cataluña-Aragón-Nápoles, + 1458, hay varias clases de falcones, que de mejor a peor
Canc. de Stúñiga, p. 318; cno parescía sino que son los girifaltes, los neblis, los sacres, los esmere­
habían entrado algún lugar de enemigos y lo ha­ jones y los alcotanes; luego cita los falcones sacres
bían puesto a sacomano, así iva cada uno cargado» 35 entre las aves de caza que crían en el N orte y
Crón. del Condestable M . Lucas, a. 1461, M e ­ vienen a las tierras calientes en invierno (Rivad.
morial Hist. Esp. V III, 64-65; € sacomano para L I, 250b5, 251a24); tam bién figura como nom bre
robar: saccularius», «sacomano», N ebr. s. v. robar; de una especie de halcón en las Leyes de M oros
poner o m eter a sacomano o hazer s., muchos ejs. de los SS. X IV y XV (M em orial H ist. Esp. V,
desde H ernando del Pulgar, en Terlingen 183; Co- 40 427ss.); N eb r.: € sacre, especie de halcón: hierax».
varr.; desusado ya según A ut.; sacomano ’saquea­ Sigue siendo palabra bien conocida de los clásicos
dor’ sólo una vez en Fz. de Oviedo], del it. sacco- en la ac. figurada «el que roba o usurpa con ha­
m anno ’saqueador’ [med. S. X IV], que en la lo­ bilidad» (Rinconete y Cortadillo) y como nom bre
cución far saccomanno tom ó el sentido de ’saqueo’ ; de una especie de culebrina1. Sacre es tam bién
dicha voz italiana se tomó del alem. sackmann 45 port., cat., oc. y fr., sagro it.; en el catalán de
’mozo de bagajes de u n ejército’, ’encargado de las Valencia sigue siendo voz popular hasta la actua­
requisas’, ’saqueador’ (compuesto de m ann ’hom ­ lidad, aunque en acs. secundarías2, y como nom ­
bre’ y sack ’saco’, por el que llevaban siem pre); bre de la culebrina se documenta en Cataluña
en italiano se extrajo de ahí sacco ’saqueo’ [med. desde el S. X V I (Ag.); en lengua de O c hay dos
S. X IV ], de donde el cast. saco ’saqueo’ [saco de 50 testimonios medievales, uno de ellos del S. X I I I ;
Roma en 1527; ej. de G. de Alforache en A ut.]; en fr. sólo se documenta desde el X IV ; en it.
saquear [1570, C. de las Casas], del it. saccheggia- ya a fines del X III y en el X IV (B. L atini, M ar­
re [S. X V I, y probte. ya existente en 1376, a juzgar co Polo).
por un italianismo provenzal]; saqueador [1570, Para la fecha de aparición en Europa es dato
id.]; saqueo [Aut.; Cuervo, Disq., 1950, 92, 111] y 55 im portante el que el b. lat. sacer ya figure en
antes saqueamiento [O udin]; tomados tam bién del obras alemanas de la prim era y la segunda m itad
it. son el fr. antic. saqueman, fr. saccager, cat. ant. del S. X III (D u C.). El ár. $aqr, puede designar
sac ’saqueo’ [1460, Jaum e Roig, v. 8329], etc.; cualquier ave de presa análoga al buitre, y espe­
V. el artículo de Jaberg, Festschrift Jud, 1943, cialmente es nom bre de un azor o ave de caza
312-4. 60 semejante, y en este sentido ya figura en los 1c-
xicos orientales de los SS. X y X IV (Freytag II, favorables al origen latino, sin decidir tampoco la
507b); además se lee en la colección poética de los cuestión. Falta documentación para resolver el pro­
Hudailíes (tribu establecida al Sur de la Meca), blem a7. E n todo caso no es tan sencillo como da
que procede en parte de los primeros siglos de la a entender M -L . (R E W 7520a), al dar como segu­
Era M ahom etana y en parte se rem onta a los s ra la etimología arábiga.
tiempos del paganismo; tam bién está en Dieterici, 1 N o sé si viene de ahí la frase asturiana no
que reúne el vocabulario del Corán y el de un' texto tener u n sacre ’n i la porción más mínim a de la
iraquí del S. X . Es, pues," vocablo de- antiquísi­ cosa de que se habla’ (V).— 2 E n la frase iróni­
ma tradición en árabe, y no menos conocido en el ca ser u n bon sacre (M . Gadea, Tèrra del Gè
de Occidente (R. M artí, PAlc., Bocthor)3; en esta 1« I, 5), «bons sacres son els gavajos pera soltar la
antigua fecha se funda Engelm ann (en Dozy, presa que agarren» (ibid. II, 17). Además es nom ­
Gloss., 338) para asegurar el origen arábigo, re­ bre de u n pequeño reptil o variedad de alacrán,
chazando la opinión de Diez (W b ., 379), quien que emite una especie de silbido (A. Bosca, en
prefería partir de u n lat. SACER, traducción del Geogr. Gral. del R . de Valencia, p. 511; M . G a­
gr. Upa!; ’halcón’, voz bien conocida y derivada 1S dea, o. c., I, 278 ; Vocab., p. 70).— s «Crécerelle,
de Upó? ’sagrado’, que según Diez se habría em­ oiseau de proie» y «faucon».— * «Quem facile ac-
pleado como nom bre de esta ave, por el significado cipiter saxo sacer ales ab alto / consequitur pen-
augural que se atribuía a su vuelo. Realmente esta nis sublim em in nube columbam». Servio vacila
opinión se funda en algo más que una hipótesis, en la interptetación : por estar consagrado a M ar­
pues no sólo se encuentra sacer en bajo latín, aun­ 20 te, o por ser ave execrable, lo cual puede des­
que sea en autores tardíos, sino que Virgilio califi­ cartarse, pues esta ac. del latín sacer es ajena a
ca de sacer ales al azor en el libro segundo de la upó?, y por lo tanto no explicaría iép a l-— 5 D o­
Eneida*. zy, Suppl. I, 839, apenas tiene vocablos de estas
E n realidad tam bién es posible qué las dos opi­ radicales, a no ser alguno evidentemente derivado
niones no sean incompatibles. Por m uy antiguo 25 de la idea de ’ave de presa’ («brigands, voleurs»).
que sea el ár. faqr es posible que se tomara del L a ac. «rupit saxa graviore malleo» que los dicc.
latín, pues no es raro encontrar latinismos aun en clásicos atribuyen al verbo fáqar es denom inati­
el árabe preislámico, y bien pudieron los romanos va de fáqür «securis magna» {Qamús), «malleus
interesarse por las aves de caza en sus provincias magnus» (Yauharí), que a su vez me parece to­
asiáticas, desde donde el vocablo pudo llegar has­ 30 m ado del lat. s e c u r i s .— 6 N o está en el glosario
ta los árabes: el hecho es que en árabe $aqr no del L ivre d u R oi M odus, de princ. S. X IV.—
pertenece a una raíz bien conocida3; nuestra fal­ ' Podrá tenerse en cuenta en la cuestión el ár.
ta de documentación de s a c e r como nom bre de saraqraq, Siqirráq, liqraq ’merops’, ’abejaruco’
ave en latín clásico puede explicarse por la fecha (Dozy, Suppl. I, 751 b), que podrían ser préstamos
tardía de la sustantivación. Sea como quiera, hay 35 del lat. s a c e r , aunque tam bién pueden ser ono-
dificultades para explicar las formas romances co­ matopeyas semíticas, y hay dificultades semán­
m o meros arabismos. Además de que en romance ticas. T am bién el cat. capxerigany es el mismo
alguno hay huellas del artículo árabe aglutinado, pájaro que el ár. siqráq y saraqraq; pero si lo
lo cual no sería razón decisiva, el vocablo sólo comparamos con las evoluciones canbiq > cat.
pudo entrar por tres v ía s: directamente por el 40 alambí(n)s, caqrab > cat. alacrá(u), tabaq >
cast., por vía francesa en tiem po de las Cruzadas, taba, etc., vemos que hay gran dificultad foné­
o por conducto comercial a través de Italia o Ca­ tica para asignarle esta etimología.
taluña (que tam bién habría podido recibirlo di­
rectamente). L o prim ero ha de descartarse, pues Sacrificadero, sacrificador, sacrificante, sacrificar,
entonces tendríam os forzosamente z- (p-) en cast.; 45 sacrificio, sacrilegio, sacrilego, sacrismoche, sacrista,
que llegara por conducto de los franceses cruzados sacristán, sacristana, sacristanía, sacristía, sacro, sa­
es difícil dada la fecha tardía de la voz francesa6, crosanto, V . sagrado Socucho, V. socucho
compensada, es verdad, hasta cierto punto, por la
aparición anterior en A lemania; como la forma SA C U D IR , del lat. s u c c ü t é r e id. 1.a doc.: Ber-
italiana sagro no explicaría las demás formas ro­ 50 ceo.
mances, sólo quedaría el catalán como vehículo de «Señor, dixo el preso, ¿comino puedo exir? /
introducción, y aquí tampoco tenemos documenta­ quando de m í los fierros non puedo sagudir» S.
ción antigua. N inguna de estas razones es decisiva, D om ., 658b (así en el ms. E, sacudir en H y V).
en un vocablo que puede haber escapado a la aten­ L a forma con -c- está tam bién en J. R u iz: «esta-
ción de los lexicógrafos; aun para la entrada por 55 van de los árbores las frutas sacodiendo» (1292c
Castilla, podría encontrarse el escape de admitir S , sacud- G y T); el mes de setiembre «estercue-
un cruce del árabe con el latinismo autóctono s a ­ la barbechos e sacude nogales» (seguda en G);
cer > sacre; la forma del it. sagro, y el empleo teverrenda: cosas que se sacuden y apartan» APal.
frecuente con carácter adjetivo (jalcon sacre, do­ 143b (y 130b, 525b); tsacudir: concutio» N ebr.,
cumentado en cast., oc. e it. medievales) son algo 60 tabnuo: negar sacudiendo la cabera» N ebr. Lat.-
SA C U D IR -SA E T ÍA 124

H isp. De uso general en todas las épocas. L a va­ «azadica» (Lamano), que en Extrem adura es «aza­
riante con -g- tiene considerable extensión: «istas dilla puntiaguda que forma ángulo con el mango,
fidancias dando sunt valederas; super hoc debet para cavar garbanzos, etc.»; en M aragatería jajo;
segodir sua pignora et debent super hoc adjuvare en la M ontaña sallo (Alcalde del Río).
suum vicino ad segodire sua pignora» Fueros de 5 D e r i v . Sachar [1591, « s . o escardar la tierra: to
Zaragoza de fin S. X II (Hornen. a M . P. I I I , harrow» Percivale; O u d in ; «el asturiano llama
238); sagudir en el Libro de la Cafa de Juan M a­ sallar al escardar o sachear, cavar... en tierra de
nuel, 56.15, 61.12, 63.18 (segudir en 55.25); Canc. Salamanca, se llama sachar» 1627, G . Correas, p.
de Baena, ed. 1851, p. 129; «pasado es ya el 9 2 ; no está en N ebr., contra lo que afirma Aut.],
tienpo e el pleyto segudido, / el cuytado finca den- 10 de s a r c u l a r e id .; hoy empleado en Canarias
de condenado e vencido» R im . de Palacio, 330a (B R A E V II, 339), Extrem adura (Caro, Pueblos de
(N , sacu- E); sagodir en la Comedia Vidriana Esp., 352), Galicia1, parte de Asturias y L eón;
(251) del aragonés Jaime de H uete (h. 1525), y zachar en E xtrem adura; jajar en M aragatería;
sagudí se pronuncia hoy en papiam ento (Hoyer, sallar, en Vizcaya, Santander, parte de Asturias (V)
p. 59) y en otros dialectos. Sagudir está tam bién 15 y Burgos, que ya está documentado en APal. ( « s a r -
en los glos. arag. del Escorial y de T oledo; V. en cire es sallar cavando en el contorno para limpiar»
la ed. de Castro otros ejs. leoneses de la misma 434b) y G . A. de H errera («escardar o sallar, son
forma, y la ac. ’apresar, quitar’ ; dicha ac. y la según sus tierras, diferentes maneras de vocablos;
-g- se deberían según dicho filólogo a una con­ la significación toda es una», Agrie. I, ix). Sachar,
taminación de segudar ’perseguir’ s e c u t a r e . Por 30 jajar y sallar presentan tres tratam ientos diferen­
otra parte ast. zacutir (R). Alteraciones semejantes tes del grupo r c l según los dialectos; no hay por
de la sonoridad observamos en el gascón ant. y qué hacer intervenir influjos cultos para explicar­
mod. segouti (B h Z R P h. LXX XV , § 217). E l lat. los, según quisiera G . de Diego, B R A E V II, 254-5;
S ü c c ü t é r e se ha conservado en todos los rom an­ comp. Cuervo, A p .7, p. v i; D isq., 1950, 413; Cej.
ces de Iberia y de Galia, y además en sardo y 25 IX , pp. 222 y 236. Sachadura. Jaja marag. («no
rético (incluyendo el cat. ant. sacudir, hoy anti­ podrán buscar quien las ayude en las tareas del
cuado). El cambio de su - en sa- es com ún a todo riego, ni en las de la jaja y escardadura» Concha
el iberorromance (en este y otros casos), y debe Espina, B R A E I I I , 46). Sallador; salladura; sallete;
de ser antiguo, pues de él participó el frecuenta­ sallu ast. ’acción y efecto de sallar’ (V ); resallar;
tivo SÚCCÜSSARE > cat. sacsar, sacsejar (Spitzer, 30 resallo. Zarcillo (dilación s-c > z-c), ’almocafre o
Lexik. a. d. K at., pp. 119-20). Nótese sacudirse azadilla de escardar’ [como propio de Santander,
’batirse a espada’ : «No pareciéndole bien a R o­ Acad. 1817], del lat. vg. * s a r c é i . l u m , diminutivo
bledo, por no consentir en ello, echaron mano a de s a r c u l u m , representado tam bién en fr. ant. y
las espadas, y sacudiéndose, por su desdicha fué en dial, del N . de Italia (R E W 7597).
m uerto Robledo» T im oneda (Rivad. II I, 163). 35 1 ’Cavar, escardar’ Valí., Lugrís, «os escravos
D e r i v . Sacudida [Aut.]. Sacudido. Sacudidor. sachan o millo ñas leiras» (Castelao 156.20).
Sacudidura. Sacudim iento [N e b r.: «concussio»].
Sacudión (ast., V) o sacudón (Cuervo, D isq., 1950, SAETA, del lat. s a g í t t a id. 1.a doc.: Ber-
p. 382). ceo.
40 «Señor, tú me defendi de colpe del peccado, /
Sachadura, V. sachar Sachaguasca, V. guasca que de la su saeta non m e vea colpado» 5. D om.,
761 d. M uy frecuente en la Edad M edia (J. Ruiz,
SACHO, del lat. SARCÜLUM ’escardillo’, deriva­ J. M anuel, etc.), «saeta: sagítta» N ebr. Aunque
do de s a r r i r e ’escardar’. 1.a doc.: 1513, G . A. de pronto le hizo fuerte concurrencia el galicismo
H errera; 1570, C. de las Casas. 45 F L E C H A , nunca ha salido enteramente del uso.
Ahí por errata «saco o e sca rd illo : arpegone, Ejs. y fraseología en Cej. IX , § 201.
ropegara»; O udin: «sacho o escardillo: u n sarclet D e r i v . Saetada. Saetazo. Saetear [APal. 119b;
ou sarcloir»; Aut.: «instrum ento de hierro con su Góngora] o más bien asaetear. Saetero [princ.
hastil, uno y otro pequeños y manejables, en fi­ S. X V II, A ut.]; saetera [«s. o tronera: cavum ba-
gura de azadón, que sirve para sachar la tierra». 50 llistarium» N ebr.]. Saetilla. Saetín ’saeta pequeña’,
En la Agricultura de H e rre ra : «tomar u n sacho ’clavito delgado’ [Aut.], ’canal angosta en los m o­
y hacer hoyos no más hondos de a cinco dedos» linos’ [id.]. Saetón. C ultism os: Sagita. Sagital. Sa­
(con otros ejs. en Cej. IX, p. 236). N o es de uso gitario. Sagitaria.
general; cañar, sacho o sachito ’escardillo de jar­
dinero’ (B R A E V II, 339), gall. sacho «azada» (Par­ 55 SA ET ÍA , ’cierto tipo de embarcación latina’,
do Bazán, Obras, ed. M adrid, 1943, p. 1490) ’es­ probablemente se tomó del ár. sajtiya id., sufriendo
pecie de azadón’ (Valí., L ugrís): «escachaba-lles en romance el influjo de saeta. 1.a doc.: Partidas.
a calivera c’un sacho» (Castelao 173.20), y sacha D onde se dice que entre las naves «otras hay
’azadón más grande’ (Lugrís). En Salamanca pro­ menores a que dicen galeotas, et taridas, et sae­
nuncian zacho (con z- debida a zarcillo, V. abajo) 60 tías et zabras...» (II, xxiv, ed. Acad. II, 264).
T erlingen (p. 250) trae otros ejs. del S. XV. Seguía tractos, y sólo se aplica a radicales adjetivos. T ra ­
siendo usual en el X V I; así en la Relación relativa tando de hu ir del tropiezo Canello (A G I III,
a la jornada de la Invencible (1588): «de navios 301ss.) y d ’Ovidio (A G I IX , 36ss.) propusieron
pequeños, saetías, corchapines, caravelas, zabras, mirar la forma sagittea con que el vocablo aparece
pataches y mixerigueras, se haze cuenta que serán 5 en 1101 como una forma genovesa (aunque se tra­
menester para llevar en ellas bastimentos y m uni­ ta de un texto referente al Levante), y derivar
ciones, cavallos, acémilas, y otras diversas -cosas: esta supuesta forma genovesa de s a g i t t a r i a , con
320, que se han de santar (?) desta -m anera de la conocida pérdida genovesa de la - R - intervocá­
Cataluña y regno de Valencia: so (?) saetías y lica; pero con razón objeta Vidos que la - R - in­
corchapines que tenían, uno con otro, 100 tonela­ 1« tervocálica no se perdió en Génova hasta el
das» (Jal, 518), «esto sin dos saetías de las m ar- S. X V II, y así es preciso abandonar la idea. Re­
sellesas, muy buenos navios de vela» en otra re­ conoce Vidos que el sufijo -te es una dificultad
lación de 1582 (Jal, 1305); «es Lisboa una otava para derivar el vocablo del fr. ant. saete ’saeta’,
maravilla, / donde están de todo el orbe, / barcas, pero agrega inexplicablemente que puede com­
naves, carabelas; / hay galeras y saetías, / tantas ís prenderse en italiano, y así afirma que el vocablo
que desde la tierra / parece una gran ciudad / se propagó desde el it. a los demás rom ances;
adonde N eptuno reina» T irso (Burlador I, 734). pero aunque anuncia que va a dar una explicación
Así describe Pantero Pantera la saettia italiana a del sufijo, se abstiene de darla; desde luego no
princ. S. X V I I : «sono i vascelli latini di forma es dar explicación com parar con el caso de palan-
lunghi, stretti e sottili a comparatione dei quadri; 20 dra = palandria, que no tiene paridad alguna con
sono di varíe sorti e differenti, et hanno diversi no- el nuestro. E n realidad el obstáculo que presenta
m i; i maggiori, che vanno a vela sensa rem i, sono el sufijo es tan grave que debe considerarse diri­
le saettie, et portano tre vele: la maestra, il trinchet- mente. E l único camino que quedaría para salvar
to et la mezzana; m a le maggiori portano le vele la etimología s a g i t t a sería suponer que u n de­
quadre, come le Marsiliane». Saettia aparece en _5 rivado en - a r i a , que en cast. sería *saetera, se
Italia desde 1101, encontrándose allí con gran fre­ hubiese cruzado con algún nom bre de nave dis­
cuencia y en todas las regiones desde el S. X I I ; tinto y term inado en -ía, resultando de este cruce
en fr. aparece desde 1246 saetie (o saitie, saiietie), saetía. Pero no se me alcanza ningún nom bre de
varias veces hasta el S. X VI, pero siempre como embarcación term inado de esta manera y usual en
palabra mediterránea. Por otra parte hay un bajo 30 el S. X II, y por otra parte sería muy extraño que
lat. sagitta un par de veces en el S. X II, que de­ no encontremos el supuesto primitivo *saetera, cat.
bemos m irar como una latinización aproximada e *sagetera, it. *saettaia, etc. Luego se impone bus­
inexacta de la voz rom ance; y u n sagittaria, de car otro camino, y volver al árabe, desechado de­
la misma fecha, que no nos consta que realmente masiado de prisa por Simonet y Dozy, y simple­
tenga que ver con saetía. Además hay el oc. ant. 35 mente ignorado por Vidos y sus colegas italianos.
sagetia, documentado en Peire Cardinal, h. 1200 E n árabe es palabra muy extendida y arraigada.
(mal leído sagecia), y en el C artulario de M ontepe- £aitiya se encuentra como nom bre de la misma
lier. Y el cat. sagetia, que ya aparece en la Crónica embarcación en el Qartás (M arruecos, h. 1300), en
de Jaime I, S. X I I I : «e passam d ’ella ab una galea diplomas árabes de Sicilia publicados por Amari
e ab una sagetia» (cap. 2, según Jal); y en el C on­ 40 y en otros publicados por Sacy, el masculino J«¿tí
sulado de M ar: «lavors lo mercader deu entrar al ap.arece en las M il y U na Noches, y una variante
p o rt... mas, empero, si algún cossari o sagetia hi sattí o sittí en Abenbatuta (S. X IV ); hoy se re ­
havia qui fes por al mercader, lo senyor de la ñau gistra saftiya «grande barque á voiles latines» en
no hi pot entrar sens voluntat deis mercaders» Argelia (Beaussier, Berggren, Marcel, Bled de Brai-
(cap. 56, V. otra cita en la ed. Pardessus, p. 107). 45 ne), sattiya (o si-, Dombay), Saitíya «barca grande,
Jal, Simonet (p. 577) y Dozy (S u p p l. I, 576) es­ saetía, tartana» en los léxicos de Cañes y de Ber-
tán de acuerdo en que el vocablo deriva del lat. s a - nardino González que suelen reflejar el uso de Si­
g í t t a ’saeta’, y sólo Eguílaz afirma que viene del ria en el S. X V III. ¿Por qué n o ha de ser el árabe
árabe (lo cual no tiene importancia, pues para el étimo del romance? T odos recordamos num ero­
Eguílaz casi todo es árabe; Neuvonen omite el vo­ 50 sos arabismos en este terreno sem ántico: tarida, za-
cablo). N o tiene nada de extraño que estos erudi­ bra, tafurea, falúa, patache, etc. Que el vocablo no
tos, que no eran romanistas, no se dieran cuenta aparezca en los léxicos clásicos del árabe no signi­
de las dificultades que presenta la etimología fica nada tratándose de una palabra así, pues estos
latina, pero ya sorprende que no lo haga Baist léxicos atienden a la lengua del C orán y del desier­
(RF IV, 409), y que Vidos, que lo es, siga pensan­ 55 to, y prescinden absolutamente, o poco menos, de
do lo mismo en la nota que dedicó a la cuestión la terminología náutica. L a raíz s-y-t ofrece sentido
(Parole Marín., pp. 566-8). La dificultad no es se­ apropiado: ’arder’, ’arrebatarse’, ’ir de prisa’, y es
mántica, pues podría concebirse que una em bar­ raíz m uy viva y productiva en árabe (vid. Lañe,
cación rápida recibiera el nom bre de ’saeta’, pero siyát ’olor a quem ado’, taüyit ’carne asada’, saitan
no se explica el sufijo, pues -ía es sufijo de abs­ 60 ’demonio’, etc.); la estructura del vocablo y su ter­
minación son típicam ente árabes. H ay además un sagaz Sagallino, V. segallo Sagallón, V. sa­
sustantivo ía jfí en el sentido de «pulvis in cáelo bañón
elatus», ’torbellino de polvo’, registrado p or el lé­
xico clásico del Fairuzabadí (S. X IV), aunque no SA G A PEN O , tom ado del lat. sagapenum y éste
en otras fuentes (Lañe, Dozy, etc.), pero su sen­ 5 del gr. (rafárcirivov. 1.a doc.: 1555, Laguna (Aut.).
tido deriva lógicamente del de la raíz y tiene todo Alteración de la misma palabra por etimología
el aire de una voz del desierto, antigua en árabe; popular parece ser serapino (1674, Vidós, Aut.).
sin duda es la mism a que el argelino moderno
saifi ’jabalí viejo’ (impetuoso como u n torbellino) Sagardajo, V. lagarto
registrado por Beaussier. D e ahí sale m uy natu­ 10
ralmente el Saifi ’saetía’ de las M il y U na Noches, SA GA RD ÚA , voz vascongada, tom ada del vas­
en el sentido de ’nave rápida como u n torbellino’, co sagardo ’sidra’ (con artículo sagardoa o sagar­
y luego el femenino o nom bre de unidad Saifiya. dúa), contracción de *sagarr-ardo ’vino (ardo) de
Claro está que éste al pasar a Europa había de manzana’. 1.a doc.: 1830-67, Bretón de los H erre­
asimilarse al romance saeta, y convertirse en saetía, 15 ro s; Arriaga, pp. XV y 316; Acad. 1925, n o 1884.
por una etimología popular que casi se im pone; Llevado por emigrantes norteños, en Andalucía
tampoco cuesta com prender que los catalanes fue­ ha tom ado el sentido de ’m ujer mala’ (AV), sin
ran más allá y dijeran sagetia en virtud de esta duda por lo «picante».
etimología; las formas sagitta, sagittea, sagetia del C p t. E l alav. sagarmín ’manzana silvestre’ (Ba-
bajo latín son latinizaciones de las formas rom an- 20 ráibar) es otro compuesto de sagar, con el adjetivo
■•ces. Las arábigas, en cambio, presentan una unidad m in que hoy significa ’amargo’ o ’picante’, pero
notable; si se tratase en árabe de una voz de im ­ se aplica tam bién a las plantas jóvenes, y pudo
portación europea esperaríamos encontrar las acos­ tener primitivamente el sentido de ’silvestre’,
tum bradas vecilaciones entre f y t, entre 5, 5 y s, ’borde’.
cuando en realidad las consonantes presentan for­ 25
m a constante. L o único que inspira desconfianza Sagarmín, V. sagardúa Sagatí, V. aceituní
es la forma ¡affi del texto de Abenbatuta (escrito
en España) y satfiya de Dombay (que suele reflejar SAGAZ, tomado del lat. sagax, -ácis, ’que tiene
la lengua de M arruecos en el S. X IX ): la desapa­ buen olfato’, ’sagaz’, derivado de sagire ’oler la
rición de la i y la duplicación de la t realmente es 30 pista’. 1.a doc.: h. 1440, A. T orre (C. C. Smith,
inexplicable según la morfología arábiga. N o se ve BHisp. L X I); APal.
más que dos maneras de explicar estas formas, por tProvidus, quien p or entero vee y es sagaz, que
lo demás m uy m inoritarias: que después de pasar provee» (392d); tsagace cosa, astuta: sagax» N ebr.
al romance, el vocablo volviera luego al árabe (caso A u t. trae ejs. desde Ercilla.
frecuente, recuérdese faluca junto a falúa); o bien 35 D eriv . Sagacidad [M ena (C. C. Sm ith); APal.
que por etimología popular fuese relacionado en 428d]. Saga ’mujer adivina, bruja’ es latinismo poco
árabe con la voz bien conocida Saff ’gran río’ (por usado, del mismo radical.
tratarse de embarcaciones que navegasen p or el
S a ff al-cÁrab, nom bre del Bajo Tigris, o por otro Sage, V. saber Sagita, sagital, sagitario, V.
gran río), lo cual es realmente muy verosímil. 40 saeta Sago, V. sayo

Saetilla, saetín, V. saeta Saetín ’raso’, V. acei- SÁGOM A, del it. ságoma ’molde, patrón’, ’mol­
tuní Saetón, V. saeta Safanoria, V. zanaho­ dura’, y éste del gr. dórico <jáxa>fxot. ’peso’, ’con­
ria Safañón, V. sabañón trapeso’ (gr. ático <rr|X(i>fi<x), derivado de <rr¡y.oüv
45 ’poner en equilibrio’. 1.a doc.: Acad. 1925, no
SA FEN A, tom ado p o r vía culta del ár. saftn id. 1884.
1.a doc.: 1542-51, L obera de Ávila (Pagés). El it. ságoma es voz ya tradicional y antigua,
Falta en O udin, Covarr. y A u t.; está en T err. térm ino de arquitectura y de otros oficios: es ya
(escrito por error safana), y en Acad. (ya 1925, no frecuente en autores del S. X V II, y Tom m aseo la
1884). Es palabra internacional, que llegó a las 50 registra en una colección epistolar de artistas de
lenguas modernas por conducto del bajo latín. En los SS. X IV -X V I. Sacoma ’peso’, ’contrapeso’ y
árabe Freytag, Golio y el Fairuzabadí registran tam bién ’rom ana de pesar’, figura en Vitruvio, y
safin cvena in lumbo». Devic se inclina a adm itir el derivado sacomarius ’pesador’ está en otros auto­
la sugestión de Ambroise Paré de que el voca­ res de la Antigüedad Romana, en parte con el
blo procede en definitiva del gr. oa<pT|V7 ic ’visible, 55 sentido de ’empleado para medir la capacidad de
aparente’, por ser ésta la situación de esta vena, uña vasija’, que ya indica el tránsito hacia la ac.
desde donde habría pasado al árabe y de éste a italiana, en que desde ’peso’, pasando por ’medi­
las lenguas europeas. da’, se ha llegado a ’modelo’. Aunque no sé que
uáxcüjxa esté documentado en griego, lo está n axó;
Safra ’cosecha’, V. zafra Saga, sagacidad, V. 60 variante de ay¡xóq ’recinto’, voz probablemente em ­
parentada; de todos modos la etimología es evi­ ceo], de sacrilegium id. Sacrosanto [Aldana, t 1578
dente (comp. Rohlfs, E W U G , n.° 1930, 1931). (C. C. Sm ith); Lope, Aut.]. Sacerdote [doc. de
1209, Oelschl.; Berceo], de sacerdos, -dotis, id.
SA GRAD O, del lat. s a c r a t u s ’sagrado, consa­ (compuesto con el indoeur. dhé- ’hacer’); sacerdo­
grado’, derivado de s a c r a r e ’consagrar’ y éste de s tal [Berceo]; sacerdotisa, -tessa [APal. 420b]; sa­
s a c e r , s a c r a , s a c r u m , ’santo, augusto’. 1.a doc.: cerdocio [h. 1440, A. T orre (C. C. Sm ith); APal.
Berceo. 543b; Lope, Aut.].
«Con ellos oí missa ricamente cantada, / e co­ 1 E n Cuba ’el padrino en el bautismo respecto
mulgué con ellos de la ostia sagrada» M il., 360d;- de la madrina y viceversa’ (Ca., 260).
«el monte sagrado» M il., 165c. El propio Berceo 10
emplea el verbo sagrar, del que no hay otras hue­ SA GÚ , del malayo ságü id. 1.a doc.: Acad. 1843,
llas en c ast.: «el cuento septenario es de grant no 1832.
santidad / ... / quiso Dios por sí mismo este cuen­ Se halla en portugués desde 1552, Dalgado, II,
to sagrar / quando al día séptimo li plugo del 270-1.
folgar» Loores, 144a, aunque sí en gall. a n t.: Ctgs. 15
142.29, 40; M irSgo. 115.23, 117.6. Sagrado, en Sagudir, V. sacudir y seguir Ságula, V. sayo
cambio, es común en todas las épocas (Apol., J. Sagundil, V. sabandija Sahornarse, sahorno, V.
Ruiz, Nebr., etc.). Los derivados tienen forma hom o Sahumado, sahumador, sahumadura, sahu­
semiculta, y aun es probable que sagrado sea tam ­ mar, sahumerio, sahumo, V. humo
bién vocablo de esta categoría. 20
D e r i v . Sagrada ’juram ento’ ant. (A lex., 2054); SA ÍN , del lat. vg. * s a g í n u m , lat. s a g i n a ’engor­
más común es el ant. sagramente (Alex., 1297)t> o de de animales’, ’gordura, calidad de gordo’. 1.a
sagramento (Cuento de Otas, 436.23) id., ac. que doc.: S. X III, Aranceles Santanderinos (R F E V III,
todavía tiene sacramento en N ebr. y en Ercilla 12.12).
(Aut.); posteriormente sacramento es sólo ’cada uno 25 A Pal.: tsagina... es grossura o saín; ... sagina-
de siete ritos fundamentales de la Iglesia, por los tur: fázese gordo o lleno de saín» (428d); N ebr :
cuales Dios obra en las almas de los fieles causán­ tsaín, grossura: sagina, arvina». Voz conocida en
doles gracia’, ac. en la cual ya se encuentra en todas las épocas; Cej. IX , § 199. Ast. y gall.
Berceo1; sacramental; sacramentar, sacramentación; saín «aceite de pescado que se empleaba para
sacramentario; sacramentino. Sagrario [Berceo; 30 alumbrar», tener que sudar saín «tener que ven­
Nebr.]. Sagrativo ant. Sacratísimo. Sacro [ejs. desde cer muchas dificultades para lograr alguna cosa»
J. de M ena (Lida, p. 257); princ. S. X VI, G ue­ (V, R). T odas las formas romances de Iberia, G a-
vara, Aut.], tomado del primitivo sacer; sacra; lia y Retía suponen una forma vulgar * s a g i n u m
con evolución fonética del tipo «latín vulgar leo­ (cat. sagí, oc. sa(g)in, fr. ant. saín, hoy senndoux,
nés»: gall. sagro «misions celebradas dentro do 35 etc.). En cuanto a la española, la pérdida de la -u
agro-sagro» (área eclesiástica), «fontes sagras», «o hace dudar de que sea castiza, y así M -L . (R E W
mais sagro dos siños simbólicos» (Castelao 95.10, 7506) la supone tomada de la lengua de Oc, y A.
110.5, 113.18). Sacristán [-ano, docs. de 1177 y Castro (R F E X , 128), del francés antiguo. Apoya
1200, Oelschl.; Berceo, 287a; -án, doc. de 1199, este punto de vista el hecho de figurar el vocablo
Oelschl.; Cej. IX , § 199], del b. lat. sacrista, for­ 40 en el S. X III en un arancel de artículos im porta­
mado con el sufijo grecolatino -ista, pero declinado dos, y en vista del sentido de sainete podría sos­
sacristanis, -anem, como si fuese un nombre ger­ pecharse tam bién que entrara como térm ino de
mánico; sacristana; sacristanejo; despectivos sa­ halconeros franceses; de todos modos hay que re­
crismoche [Aut.] o -mocho [1605, Píe. Justina]; conocer que la índole del significado no es de las
sacristía [APal. 355d, 427d], sacristanía [1241, M. 45 más propias para d ar lugar a préstamos lingüísti­
P., D. L ., 93.8; h. 1540, D . Gracián], Consagrar cos, y no debemos olvidar que en la m ayor parte
[consegr-, Berceo; consagr-, Alex., Partidas; C uer­ del territorio dialectal leonés - í n u se reduce a -ín
vo, Dicc. II, 401-4], del lat. tardío c o n s a c r a r e , por vía fonética, con lo que coincidía la tendencia
lat. c o n s e c r a r e id .; consagración; consagrable; de varios dialectos aragoneses a eliminar toda -U
consagramiento; consagrante. Execrar [fin S. XVI, 50 tras n ; es posible que se trate de una forma leo­
Aut.], de exsecrari ’maldecir, lanzar imprecaciones’; nesa generalizada gracias a la explotación del saín,
execrable [ese-, 1444, M ena, Lab., 263/]; execra­ de pescado en la Costa Cantábrica. L a cuestión
ción; execrador; execrando. Obsecración, de obse- permanece dudosa1.
cratio, -ónis, id. D e r i v . Sainete [1385, Lz. de Ayala, Caza, cap.
C p t. Sacrificar [Berceo], de sacrificare id .; sacri­ 55 8 ; «s. para cevar: saginula»]2; sainetear o asaine­
ficadero; sacrificador; sacrificante; sacrificio [Ber­ tear; sainetero; sainetesco; sainetista. Sainar [«s.
ceo], de sacñftcíum id. Sacrilego [Celestina (C. por engordar a otra cosa: sagino»], del lat. s a g i n a -
C. Sm ith, BH isp. L X I); 1600, Sigüenza], de re ’engordar’; enscánar; desainar [tdessainar lo
sacñlégus ’ladrón de objetos sagrados’, ’sacrilego’, gruesso», N ebr.], desainadurct3. No creo que sainar
compuesto con legere ’recoger’; sacrilegio [Ber­ 60 o desainar ’sangrar’, ’desangrarse’, empleado en Sa­
lamanca, Palencia y el G uadarram a, sea, como su­ vés del francés. 1.a doc.: jassar, S. X III, L . de los
pone Castro, lo mismo que esta palabra: sainar, Cavallos, 38.25, 101.37; sajar y jassar, 1475, G .
sainier, es variante fonética de sagnar, saigner, en de Segovia (p. 49).
cat. y en fr. ant., procedentes de s a n g u i n a r e ; se N ebr.: tjassar, sangrar jassando: scarifico». Juan
trata seguramente de préstamos de uno de estos s de V aldés: «por ’sangrar’ he oído dezir muchas
idiomas. vezes jassar, pero yo n o lo diría» (Dial, de la L .,
1 Es incierto que venga de saín, como se adm i­ 110.5). Sin embargo, lo emplean L ópez de G om a­
te comúnm ente, el nom bre del paquiderm o saíno ra (1556): «cuando más se sangraban estos in­
o más bien zahino, propio del Continente Ame­ dios... era habiendo eclipse del sol... U nos se
ricano, que Cieza de León llama zainos (1554), 10 punzaban la frente, otros las orejas, otros la len­
Acosta saynos, H errera fainos y una relación pa­ g u a; quien se jasaba los brazos, quien las piernas,
nameña de 1607 fahinos, vid. Friederici, A m . quien los pechos» (Rivad. X X II, 447); ya G . A.
W b., 671-2, hoy pronunciado sajino, con h as­ de H errera (1513) («sangrar o jasar») y todavía
pirada, en Nicaragua (B D H A I, 172n.). Si las está en O udin. E n cuanto a sajar, está en muchos
grafías de Cieza, de H errera y de 1607 son con­ 15 autores de los SS. X V I y, X V II (V. en Cej. IX ,
formes a los originales, la relación con saín se 235-6), empezando por G . A. de H errera («sájen­
hace imposible, pues apenas se seseaba por en­ les so los ojos, que salga por allí aquella agua»)
tonces. Quizá sea voz indígena de T ierra Firm e.— y Fz. de Oviedo (med. S. X V I): «traen sajadas
2 «Os caladores famosos para terem as aves ami­ las lenguas p or debajo de las orejas». L a razón
gas, fazem seus doces, aos quaes os castelhanos 20 de la metátesis castellana jassar > sajar, no es
chaman sainetes», Fz. Ferreira (princ. S. X V II), difícil de descubrir: en España el vocablo cayó
Altanería II, 52; «el pedacito de gordura de tué­ bajo el influjo de sangrar y sobre todo bajo el de
tano o sesos, que los halconeros o cazadores de saje ’carnicero, verdugo’, que Cej. docum enta en
volatería dan al halcón o páxaro, quando lo co­ el P. Antonio Jarque (1662), que en el sentido
bran» (Covarr., A ut.), «qualquier bocadito deli­ 25 secundario ’cruel’ está ya en Valderrama (princ.
cado y gustoso al paladar», «el suave y delicado S. X V II), y fué empleado por o tro s: se trata de
sabor de algún manjar», «salsa para dar buen u n catalanismo, tom ado de saig ’sayón’, ’verdugo’
sabor», «qualquier cosa que mueve a la compla­ (allí docum entado muchas veces desde el S. X III),
cencia... como el donaire, discreción, etc.», «es­ herm ano del cast. S A Y Ó N . Pero además de jassar
pecial adorno en los vestidos» (con ejs. del 30 y sajar, existió una tercera variante sarjar, emplea­
S. X V II en A ut.); de ahí figuradamente ’pieza da varias veces por Laguna (1555): «para preser­
dram ática jocosa en un acto, que antes se daba var de enferm edades... vehementes sarjando... y
después del segundo acto de una comedia [A u t.] cortando al cercen los miembros» (Dioscórides V I,
y después al final de la misma’, ya a princ. ed. 1733, vol. II , 18); otra cita del mismo autor
S. X V II, Corral (Aut.) y Quiñones de B. (N B A E 35 en A ut., que contiene sarjar y sarjia ’sangría’; y
X V III, 501) (no Covarr., O udin ni Percivale). la misma forma se encuentra en la Pícara Justina
D el cast. pasó al port. sainete «sabor» en el (vid. G . de Diego) y en otros autores clásicos (M ir,
M inho (Leite de V., Opúsc. II, 389).— 3 Gall. Rebusco). H ay tam bién sarjar en portugués. Es
*desaiñar pasó a desañar ’lavar primero y leve­ bastante seguro que debemos partir de una for­
m ente la ropa sucia’ (empleado en el N E., Vi­ 40 m a análoga a sarjar y jassar, a saber el fr. ant.
vero, Sarm. CaG. 195r, 186r); en la misma zona jarser ’herir, escarificar’, que aparece todavía en
hay variante deñar ’lavar ligeramente platos y 1613 (Voult) y con el sentido de ’agrietar el cu­
escudillas sin fregarlos, después, con arena’ tis (el viento, etc.)’ en el S. X V I (Belleau, en L a-
177r, I95r), seguramente con influjo de bañar curne); es la palabra que hoy sigue bien viva en
y confusión con el antiguo deñar ’dignificar’ (vid. 45 la forma m oderna y alterada gercer; antes encon­
D IG N O ), quizá no sin contaminación por parte tramos la forma picarda garser ya a princ. S. X III
de deño ’diablo’ (Sarm. 117r) por lo de ’hacer (Renclus de Molliens) y todavía en autores del
una cosa a la diabla’. X VI. H oy el vocablo está ampliamente documen­
tado en los dialectos franceses, con regulares co­
Saína, V. zahinas Sainar ’sangrar’, V. sangre 50 rrespondencias fonéticas, con ga- inicial, según es
Saíno, V. saín de esperar, en las hablas picardas, norm andas y
valonas, sea como verbo o en sus varios deriva­
SAJAR, antiguam ente jassar y sarjar, probable­ dos; además de los datos del F E W II , 625-6, pue­
m ente tomado del fr. ant. jarser id., de origen den tenerse en cu e n ta : valón garsi «ventouser»
incierto: parece tratarse de u n derivado de jarse 55 (Haust, R om . X L V II, 560), pie. guersi, guerchiné
’sangría’, ’lanceta’, que vendría del gr. yápa£i<; ’in ­ «raccorni, desséché (végétal)» (Jouancoux), M or-
cisión’ (derivado de yapáxTetv ’desollar’, ’escarifi­ van jaiceron, jaisson «dard, aiguillon, langue de
car’), rom anizado en * g á ra x a ; por razones fonéti­ serpent», Champagne jarson id., freomt. jaci «pi-
cas las formas castellanas no pueden venir direc­ quer» (Ant. Thom as, M él., 127). Ya en Francia
tam ente del griego ni del latín vulgar, sino a tra­ 60 hay muchas formas locales sin la -r-, como las
que predominaron en España, especialmente en el del todo a la afirmación de M -L ., W artburg y
Franco Condado, en Suiza y en la C ôte-d’O r (vid. H aust, de que es imposible fonéticamente, pues
F EW ). En vista de las formas francesas en ga- estos autores atienden sólo a que la forma del
está claro que las en ja- se deben a este cambio, francés antiguo es tjarser y no ja r c ie n ; sin em ­
regular en la fonética del francés central y lite­ i bargo, la documentación que trae God. es demasia­
rario; y así todo da a entender que el cast. y el do escasa para hacer afirmación tan ro tu n d a : todos
port, debieron tomarse de Francia, según confirma los testimonios son tardíos excepto el del R en-
la mayor antigüedad de la documentación. Precisa­ clus, pero basar tal afirmación en u n dato único
mente por estas formas en ga- es imposible la an­ sin proceder a la critica de los mss. es siempre
tigua etimología de Baist Siaipestç ’separación’, ie peligroso; verdad es que el sustantivo jarse-garse
’corte’, que además no está documentado en latín; es algo más frecuente, pero ¿se ha atendido bien
sí lo está, en cambio, y abundantemente, un verbo a las grafías con -s- y -c-? E n todo caso sería
c h a r a x a r e ’hacer una incisión’, del cual partió el bueno estudiar el problema con mayor detalle, y
mismo autor posteriormente {RF XV, 319), con que los dialectólogos franceses nos inform en con
aplauso de M -L. (R E W 3 1863b), W artburg, Bloch 13 precisión acerca del testimonio de las hablas mo­
y García de Diego*. Esta opinión se apoya en la dernas : en éstos quizá predom inen las formas con
supervivencia evidente de c h a r a x a r e en el napol. -s-, pero no hay unanim idad (V. arriba el pie.
ant. carassare ’poner ventosas’ (Regimen Sanitatis, guerchirté).
texto medieval), el logud. carasciare ’hacer incisio­ Otras etimologías pueden ya descartarse. E ntre
nes’ y otras formas sardas, así como el salentino 20 ellas incluyo la que propuse para el cast. sajar-
skarassare, Basilicata skarassè ’entornar la puerta jassar en 1937 (BDC X X IV , 28-29), sin haber
(dejando una rendija)’, Calabria, T arento, Pulla reparado en el fr. ant. jarser: partía yo entonces
carassa ’grieta’ (Rohlfs, E W U G , § 2407). Es posi­ del ár. vg. sigga «cicatriz, señal de herida, señal de
ble, también, que haya descendientes directos en golpe o acotes (PAlc.), disimilación del ár. literal
!a Península Ibérica2. Pero esta etimología griega 23 sá¿ga, derivado de ságg ’herir*: no habría dificul­
tropieza con una im portante dificultad fonética, co­ tad semántica, pero deberíamos tener z- en cast. y
mo ya reconoce W artburg: la - a - interna no h u ­ no s- 3 (y tam bién sería de esperar e y no a en el
biera debido perderse en francés, por lo menos radical, comp. la pronunciación fegge documentada
en francés antiguo, m ientras que en realidad no por PAlc.). Tam poco hay que pensar en s a r c u l a -
quedan huellas de tal vocal ni en lo antiguo ni en 30 r e ’sacar las malas hierbas’, aunque éste haya dado
ningún dialecto; suponer un lat. vg. * c h a r i s s a r e sajar id. en la prov. de León (Goy, Susarón, p.
con Bloch es arbitrario, pues no se ve razón al­ 501), etimología que no sería posible ni semántica
guna para tal cambio (los arcaísmos latinos en ni fonéticamente en Castilla.
-IS SA R E = - i z a r e estaban ya olvidados en la baja Comp. Z A N JA .
época). M ientras esta dificultad no se resuelva h a­ 35 D e r i v . Saja (V. arriba); gall. herba da sarxa
brá que dejar esta etimología en cuarentena. Baist, ’eléboro’ («porque sajan [con ella] el pellejo del
en una nota posterior (Z R P h . X X X II, 425) propu­ animal al curarlo» Sarm. CaG. 137r); aun cuando
so partir del sustantivo yâpaîjtç ’incisión’, que ha­ Sarm. afirma que sarxa o xarxa es el nombre de
bría conservado en latín el acento etimológico, y la salvia en Galicia (CaG. 92v, 9Ív, AlOOv) y
entonces se explicaría bien en francés la pérdida 40 sarta en M aragatería (149r), este dato, no con­
de la -A - postónica. Es muy posible que diera en firmado por fuente alguna, no es creíble, pues
el clavo. Pues el sustantivo femenino jarse, garse, sería imposible tal evolución fonética en gallego
está bien documentado en el sentido de ’sangría’ ó en cualquier romance ibérico, y la afirmación
en forma latinizada, en dos estatutos medievales de no tendrá otro fundam ento que una confusión de
procedencia francesa, uno de ellos de 1294 (Du 45 boticarios o herbolarios, por el empleo curativo de
C., s. v. garsa y jar sa); además jarse en el sentido ambas hierbas. Sajado. Sajadura [jassadura, Nebr.].
de ’k jc e ta de escarificar’ se encuentra desde el Sajía [1555, Laguna],
S. X II (Chrétien de T royes; God.). Luego es m uy 1 1 Coritrib., pp. 43-45. D a a entender éste que
posible que el verbo derive del sustantivo y no el étimo c h a r a x a r e no es incompatible con el ca­
al revés. Tam bién pasó éste al cast., pues saja 50 rácter autóctono del cast. jassar: afirmación ex­
’sangría’ aparece en cuatro fuentes del S. X V II, traña que no creo tome el autor en el sentido
desde Oudin (Cej., I. c.). N o quedan, pues, más de que la j cast. sea transcripción del sonido tar­
que escrúpulos de menos fuerza, como la mayor dío de la i griega; recuérdese que la ; cast. fué
rareza del sustantivo c h a r a x i s en fuentes latinas, palatal y sonora hasta el S. X V I, sin conexión
y la ligera sorpresa que causa el que el latín vulgar 55 posible con dicha consonante griega .— 2 Pienso
de Francia conservara la acentuación griega en una principalmente en el port. sarrafar ’escarificar’
palabra de estructura silábica tan pesada. Por todo (ya farajar en M estre Giraldo, a. 1318), sarrafo
esto sería conveniente eliminar del todo la etimolo­ «tira delgada de madeira», sarrajafar «escarificar
gía * c a r p t i a r e (derivado de c a r p e r e ’arrancar’, mal robando e rasgando muito» (que de ninguna
’desgarrar’) propuesta por D iez; no puedo asentir 60 manera podrían salir de s c a r i f a r e , ni siquiera

V. — 9
suponiendo una metátesis mozárabe * e c s a m f a r e , ce que en Marruecos «a los arenales menudos sin
como quisiera C. Michaëlis, R L X III, 290-2). cosa verde llaman fe h e h . De este adjetivo-sustan­
Teniendo en cuenta que la y griega se transcribe tivo, con el sentido de ’quitar la arena, el casqui­
varias veces, en préstamos tardíos, por la otra jo’ o en el de ’hacer liso’, o bien directam ente del
fricativa f (como en rhonchare > it. dial, ronjare, 5 verbo, procede evidentemente el cast. sajelar, té r­
fr. ronfler, vid. aquí R U N F L A ; parochia > pa- mino de alfareros; aunque la pronunciación vulgar
roffia; chalare > sardo falare ’bajare’), sería po­ sea en árabe séhel, no hay dificultad en el paso
sible, en cambio, el paso de c h a r a x a r e a * f a r a s - fonético al sajelar español (pudieron ayudar los
s a r e y luego sarafar. T am bién recuerda esta fa­ numerosos verbos de prefijo za-, sa-, como sahu­
milia romance el alto-arag. eskarasár ’escarbar’, 10 mar, sahornar): lo único que extraña es la s- ini­
eskarasadór ’palanca para el horno’ (R L iR X I, cial y no z-, contra lo que esperaríamos, pero la
162, 221), que no se relacionarán con el cast. es indicio de que se trata de una palabra anda­
escarzar, como quisiera A. K uhn, pues de él es­ luza, y así tampoco es extraño que haya seseo. Cej.
tán decididamente separados por el sentido y por IX , 235, fundado en no sé qué fuentes, dice que
la -s-; sin embargo, antes de asegurar que se 15 zajelar o sajelar es como se dice en Málaga, «en
trata de lo mismo que el suditaliano carassare, alfarería, tam izar el barro pasándolo hecho caldo
scarassare ’abrir una grieta’, tendríamos que es­ por una tela metálica». L o esencial de esta etim o­
tar bien seguros de que K uhn oyó bien la -r- logía lo indicó ya Eguílaz, 428, aunque sin preci­
(pues en sus materiales son harto frecuentes las sar el aspecto semántico, y mezclando indebida­
confusiones de -r- y -rr-), ya que al fin y al cabo 20 m ente este vocablo con J A H A R R A R , que no tiene
el sentido es diferente; tam bién habría que acla­ relación.
rar la relación posible con el cat. escarrassar-se
’derrengarse trabajando’, escarrás ’armazón de lis­ Sajía, V. sajar
tones para poner el pan’, en Mallorca ’esquirla,
astilla que se clava’ : que éstos vayan asimismo 25 SAL, del lat. s a l , s a l í s , id. 1.a doc.: Berceo.
con c h a r a x a r e tampoco está fuera de discusión, De uso general en todas las épocas y común a
pero se hace más difícil teniendo en cuenta el todos los romances. En latín clásico era com ún­
cat. occid. y gasc. carrás ’armazón de palos’, etc., m ente m asculino; solamente aparece como neutro
que parecen procedentes de c h a r a c i u m (vid. ka- en ciertos autores arcaicos y tardíos, género que
fás en m i Vocab. Aran.).— 1 Verdad es que exis­ 30 debió de tener cierto arraigo en el antiguo latín
te la variante zajar en M urcia (G. Soriano), pero vulgar; como otras muchas palabras neutras, se
ni siquiera en esta región es general: Ramírez haría femenino en la baja época, género que ha
Xarriá trae sajar «abrir con el bisturí un infarto conservado en cast. y cat., en la mayor parte del
cualquiera». territorio occitano (hasta en Provenza, Rouergue
35 y Lemosín), Saintonge, zona francoprovenzal, N o r­
SAJELAR ’limpiar de chinas u otros cuerpos te de Italia y Rumania (M -L ., R . G . II, § 377);
extraños el barro que preparan los alfareros para permaneció el género clásico en sardo, rético, ita­
sus labores’, del ár. sáhhal ’aplanar, hacer liso’, liano, francés y gallegoportugués [así ya Ctgs. 121.
"laxar el vientre’, o bien derivado del adjetivo co­ 48, etc.]; el género portugués se extiende hasta
rrespondiente sáhil ’arenoso’, ’lleno de casquijo’ ; 40 algunas hablas leonesas, como la de la Cabrera
parece ser palabra andaluza, que en rigor debiera Alta (Casado).
escribirse con z-, 1.a doc.: Acad. 1884, no 1847. D e r i v . Salar [«s. con sal: salió» N ebr.]1, deri­
El verbo sáhhal es «complanavit» y «facilem, vado común a todos los romances, que sustituyó
lenem reddidit» (Ÿauhari ; Qamús; proverbios : al lat. s a l l i r e o s a l l é r e ; salado adj. [Cid; agua
Freytag, II, 370a); es derivado de un adjetivo que 45 salada ’agua bendita’ Berceo, S. D om ., 348; «s.
en su forma vacila entre sáhil y sáhl (también sus­ cosa, con sal; s. cosa, graciosa» N ebr.]; m ., cub.
tantivo) y significa ’liso’ o ’fácil’, pero además se ’sabor de sal’ (Ca., 261); saladar; saladero; salade­
aplica a una tierra o un río «multum grossioris ría; saladillo; saladilla; salador; saladura [Nebr.].
arenae continens» (Qamús); también hay síhla Salazón [Acad. ya 1817]; salazonero. Saliego ’te­
«arena grossior» y en particular la que sale de la 50 rreno arenisco’ and. (AV); salegar o salega ’sitio
vejiga (M aidaní) o la que el agua trae (Yauhari; en que se da sal al ganado en el campo’. Salerd
Qamús). Es palabra bien conocida en vulgar: R. [APal. 515d; N ebr.; en la ac. ’sal, gracia’ M ora-
M artí traduce sahl o sáhal por «facile», «planus» tin ; como apostrofe y en la frase «anda, salero!»
y «planicies» y sáhhal por «facile facere», y este en varios autores h. 1843, uso.que se ha extendido
sentido figurado «expédier, dépêcher, hâter l’exé­ 55 a M adrid de Andalucía (M. Seco, Habla de M a
cution», hoy corriente en Egipto, se halla en auto­ drid)]; salera; salerón; saleroso. Salgar ’salar’ antr
res medievales (Dozy, Suppl. I, 696a); además [med. S. X V I, Seb. de Horozco, B R A E III, 599],
«relâcher, lâcher le ventre» (Bocthor, Beaussier); ’dar sal al ganado’, de * s a l í c a r e , comp. port.2 y
cl adjetivo s-h-l o sâhil es «doux (chemin, escalier, cat. ant. salgar id .; variante rara salegar; salga
pente, caractère)» (Beaussier), y M árm ol (1570) di- 60 ’acción de dar sal al ganado’ ant. [doc. de 1210,
Oelschl.], ’tributo que se pagaba por el consumo cantareira da Estrada, nos salseiros de Corrubedo,
de sal’ arag.; salgada; sargadilla (influjo de sarga); no ar puro de Curtis, na paz vizosa do Lérez, e
salgadera; salgadura; salguero; resalga. Saliáse 'p a­ síntome fortalecido» (la punta entre las rías de
searse en bote por el m ar’ ast. (V). Salina [doc. Arosa y Pontevedra, Castelao 151.26), «salpicadura
mozár. de 1161, Oelschl.; APal. 429d; «salinas, 5 de las aguas del m ar; roción ligero» (Eladio Rdz.),
do se coge la sal» Nebr.], del lat. s a l Ï n a id.; sa­ pont. «pancada de água», «vento baixo e violento»
linero [N ebr.]1; salin; salino [princ. S. X V III, (Fig.), port. salsugem ’humor salado’ (M oraes);
Aut.]; salinidad. salsera [«s. o salsereta: salsamentarium» N ebr.];
Salobre [salúbra f., mozárabe, 1176, Ángel G on­ salsereta [«s. para los dados: fritillus» N e b r.];
zález Falencia, Escrit. Mozárabes Toled., n.° 10 salserilla; salserón; salseruela. Salsoláceo. Sausier,
1006, p. 361.2]4, port, salôbro [med. S. XVI, M o- del fr. saucier ’el que sirve las salsas’; sausería
raes], cat. salobre [1371, J. M arc, sin definición; [Aut.]. Ensalada [«e. de iervas: acetarium» N ebr.];
fin S. X IV, Eiximenis, texto poco claro] y salabrós ensaladera; ensaladilla.
[S. X VI, hoy más popular que salobre] ’salobre’, Cultismos. Salario [S. XV, Biblia med. rom.,
salabror ’gusto salobre’, ’aires m arinos’, prov. 15 G én. 29.15; APal. 84<i, 1326, 429á; es.: salarium,
salabrous ’salobre’, salabrun «goût salé, émanation stipendium» N ebr.], de salarium ’suma que se daba
saline» : la formación de esta palabra es incierta, a los soldados para que se compraran sal’, ’sueldo’;
pues no existe un sufijo -obre (comp., sin em ­ para el literato granadino de 1601 salario era el
bargo, A IL C II, 141-2); se han propuesto tres vocablo empleado en Castilla frente a soldada de
explicaciones, entre las cuales es difícil escoger: 20 Andalucía (B R A E X XXIV, 370). Salariado [«s. de
1.° que salabrós resulte de un cruce de salat ’sa­ público: salariatus» N ebr.]; asalariar o salariar;
lado’ con sabrás ’sabroso’ (así en cat. ant., Eixi­ ast. asalariarse ’igualarse con un médico o cirujano’
menis, hoy saborós) —lo cual se apoyaría en el (V). Insulso [1555, Laguna, Aut.] de insülsus id.,
hecho de que la lengua de Oc sólo posee sala­ negativo de salsus ’salado, que tiene sal’; insulsez
brous— y que de una forma asimilada *salobroso 25 [Acad. S. XIX],
se extrajera secundariamente salobre (así M -L ., C p t . Salicor [1513, G . A. de H errera, si entien­
R E W ' 7521), para lo cual habría que adm itir que do bien a Steiger, VRom . II, 63; botánicos de
salabrós se aplicara al principio a los manjares que princ. S. X IX , en Colmeiro IV, 533, 535, 544,
no son sosos, y sólo después a los demasiado sa­ 546]®, del cat. salicorn (por ser la zona Valencia-
lados; 2 .° que venga de s a l e b r o s u s ’áspero, rudo’ 30 Alicante la gran exportadora de barrilla), y éste
(derivado de s a l e b r a ’bache’, ’aspereza del suelo’, del b. lat. salicdrnéum (comp. el nom bre científi­
raro en romance, R E W 7527), de donde con asi­ co salicornia de esta y otras plantas semejantes),
milación *salobroso (’áspero’ > ’salado’) y des­ compuesto con com u ’cuerno’ (comp. el nombre
pués salobre (así C ortesâo); y 3.°, con dos varian­ de una de las variedades, salicor duro, p. 535);
tes : que venga de s a l ü b e r , - b r i s , - b r e , ’saluda­ 35 en la M ancha salicón, en Fz. de N avarrete salt-
ble’, sin duda aplicado prim ero a los aires m ari­ cuem o; del cat. se tomó tam bién el fr. salicor
nos y luego aplicado al sentido del gusto, por in­ [S. XVI] o salicome (la etimología no presenta
flujo de s a l (así Cornu, GGr. I, § 27 ; Spitzer, las dificultades que cree ver Steiger, VRom . II,
Lexik. a. d. K at., p. 107; R F E X, 71; M-L.,: 69n.; ni hay que pensar en un origen arábigo,
R E W 3 7554a), ó bien de i n s a l O b e r ’insalubre’ (así 40 como quisiera Bloch). Salífero. Salificar; salificable;
Coelho, y C. Michaëlis, A Saudade Portuguesa, salificación.
p. 115), aplicado prim ero al agua no potable y des­ Salitre [«nitrum : salitre» A. de Palencia 303d,
pués a todo lo salado, por influjo de SAL. Contra 10b, 255d; «s., sudor de tierra: nitrum » N ebr.], del
la explicación por s a l u b e r o i n s a l u b e r hay el cat. salnitre [1371, Jaum e M arc, y en doc. de h.
grave obstáculo de que la ü latina5 no pudo dar 45 1460; muchos ejs. de salmitre en el S. XV, en Ag.],
o; contra las otras dos hay también obstáculos, compuesto con el lat. nitrum ’salitre’ (para la asimi­
menos netos, pero su verosimilitud general, mien­ lación comp. port. esmola < esmolna e l e e m o s ? n a ,
tras no se aduzcan otras pruebas, no es muy gran­ port. ant. moleiro < molneiro m o l i n a r i u s , R L III,
de; es un problema oscuro6; salobreño [S. XVI, 175); salitroso [N ebr.]; salitral [id.]; salitrero; sa­
Aut.]; salobral [Aut.]1; salobridad; ensalobrarse. 50 litrera; salitrería; salitrado.
Salón ’carne o pescado salado’. Salsa ’lugar lleno Salmuera [moyra, documento santanderino de
de sal’ [1156; sausa 929, Oelschl.] an t.; ’compo­ 987, Oelschláger; salmoirada ’incomodidad, m o­
sición líquida para aderezar la comida’ [h. 1400, lestia’ Libro de Alex., 1784; salmuera APal.
glos. Escorial y T oledo; med. S. XV, M ingo R e ­ 73b, 292d; «salmorejo o salmuera: m uria; salmue­
vulgo, A ut.; APal. 73b, 249b; Nebr.], de s a l s u s , 55 ra, sudor de lo salado: salsugo; s. de sal cortida:
- a , -U M ’salado’; salsamento; salsamentar; salsear; muria, d u ria; s. de alaches: garum ; halec» N ebr.],
salsedumbre; salsero [tomillo s., h. 1500, L . F er­ compuesto con m O r I a 9, simple que se conserva en
nández, Cej. ; salseruelo ’salsera’, invent. arag. de el citado doc. de 987, muera en el L . de los Ca-
1402, B R A È IIÍ, 360]; gali. salseiro 'salobral': vallos, S. X III, 89.20, y hoy moría en el ast. de
«eu cavilo ñas carballeiras de Lalín... na fonte 60 C abuém iga (M . P., Dial. León., § 4.3), comp.
ast. salmoria ’salmuera’ (R), ’agua del m ar’ (V), y el nominativo salüber está comprobado inequí­
veo. ronc. gazmorra ’muy salado’, cpt. con el veo. vocamente por un pentámetro de Ovidio (R em e­
gatz ’sal’, mozár. m uri en varios autores de los dia, 704). Además es lo que corresponde a la
SS. X II-X IV , hoy ár. afric. y sirio sarmula, ser- cantidad de salus, -ütis. —6El desacuerdo entre
mila, salamura (Simonet, s. v.); del hispanoárabe 5 la -e cast, y la -o port. apoyaría el supuesto de
volvió almorí ’masa de harina, sal y miel, que se que salobre se extrajo secundariamente de *sa-
cuece al horno’ al cast. [S. XIV, D Hist.]; salmo­ lobroso; pero en realidad el valor de la forma
rejo [N ebr.]; salmuerarse; salmoral o salmorial en portuguesa es dudoso, pues la conservación de
Toledo ’trozo de terreno salobreño y estéril, de la -L- la hace sospechosa de ser im portada; p ar­
color blanquecino’ (M. P., Poesía Ár. y P. Europ., 10 tiendo de u n cultismo médico (in)salubris se ex­
p. 82). plicaría esta conservación, pero quedaría el obs­
Salpicado'0 [ 1570 «chiaffato, schizzato», «s. de táculo de la o, todavía más sorprendente de ser
agua: gocciolato», Casas], comparando lo sal­ cultismo. En cuanto a la idea moderna de que los
picado con los pequeños grumos de sal que que­ aires marinos son salubres, haría falta averiguar
dan adheridos a una superficie espolvoreada con es­ 15 hasta qué punto era ya medieval.— ! Y el adj.
ta sustancia; de ahí salpicar [C. de las Casas; Per- salobral ya en 1219, vid. nota 4. Rio de Salo-
civale; S. X V II, A ut.]; salpicadura [C. de las Ca­ brares aparece en un documento navarro de Olite
sas]; salpicón [Quevedo, en A ut.; «pasta de nueces de 1288, M ichelena, FoLiVa. I, 38. Hay Valsa-
que se emplea para condimentar» ast., V]; salpique. labroso ay. 560 habitantes, part. jud. Vitigudino
Salpimentar [1560, M ontiño, Autoridades], salpi­ 20 (Salamanca) y un Valsalobre ay. 300 habitantes,
mienta. part. jud. Priego (Cuenca). Azkue da un vizc.
Salpreso" ’salado’ [«sos pescados, salpresos e re­ salobre ’glotón’ en cuatro pueblos del NE. de
centes» Berceo, Milagros, 69Sd; «las angiellas / Vizcaya : ha de ser préstamo del castellano, bajo
salpresas e trechadas a grandes manadiellas» J. la influencia del vasco salo, que es «glotón» en
R uiz, 11056; «el segundo comía toda carne sal­ 25 dos pueblos del centro y SE. del vizcaíno y en
presa*• ibid. 1274a; otros ejs. cita Cej. en su ed. ; tres del centro y SO. del guipuzcoano ’robusto,
salprésso, Ant. de Guevara en Aut.], del b. lat. firme, fuerte’, en algunos del centro del gui­
salspersus ’esparcido con sal’ (¿docum entado?), puzcoano y allí también ’formal, cortés, afable’.
compuesto con sparsus ’esparcido’; comp. salspar- Por otra parte, los vasco-franceses Oihenart
sio ’aspersión con sal”2 > cast. ant. dar buen salis- 30 y Axular (S. X V II) usan salho ’proposición, co­
pacio ’bendecir’ (Berceo, Sacrif., 79), dar mal sa- mercio’, lo que indicaría que salo, tanto en cali­
lespacio ’escarmentar’ (S. M ili., 268b), Pallars sa- dad de sustantivo como de adjetivo, vienen del
lispás ’hisopo’, cat. salpasser, val. salpasset (Sáne­ veo. general saldu ’vender’ y no del fráncico
lo) o sarpasset (Lamarca) id., serpassa ’acción de salo (a. alem. ant. salawer), de donde procede el
bendecir con el sarpasset’ (M artí Gadea, Tèrra del 35 fr. sale ’sucio’.— ! Una variante de esta palabra
G è I, 208); de salpreso derivan salpresar [S. X V II, se aplicó al vidrio fabricado con salicor : «un
Aut.] y salpresamiento. vidrio muy fino que se dice de selicornio... en
Salarse ’hacerse desgraciado para toda la vida’ este vidrio no se puede dar a beber ponzoña por
costarriq., cub. (G agini; Ca., 130); saleta ’des­ quanto no es posible que la sufra sin quebrarse»
graciado’ cub. (Ca., 114).— 2 Tam bién gallego 40 Rob. de Ñola (1525), p. 32.— 9 L a 0 está ates­
(Lugrís): «a salgada agua do mar» (Ctgs. 95.10), tiguada métricamente en latín, y en el gr.
«o labio, salgado dos mariscos» (Castelao 204. La escansión m u r í a del R E W es arbitraria, y su
14).— 3 Sincopado salnero docs. de 1117 y 1171, observación de que las formas romances postu­
O elschl. ; comp. oc. y fr. saunier.— “ Gnz. Pa- lan 0 es errónea : el cat. salmorra (arag. sal-
lencia traduce «las dos fuentecillas salobres», un 45 muerra, salmonada, Borao, B D C X XIV , 180),
pasaje donde la palabra para 'fuente’ va acom­ el prov. mouiro, Rouergue solmouyro, campid.
pañada de los dos adjetivos en femenino dual m uría, it. salamoja (constantemente sin diptongo
as-sagiratáin ’pequeñas’ y as-s[a]lübratáin. El en Tomm aseo, aunque Petrocchi le atribuye ó)
derivado Val Salobral figura en doc. madrileño corresponden a m ü r I a ; el fr. saumure y la va­
de 1219 (Oelschl.). Después «salobre cosa: ama- 50 riante prov. muro, quizá presenten el mismo caso
rus » ya está en N ebr., y A ut. trae ejs. clásicos.— de puits p ü t Eu m , y el rum . moaré puede ser aná­
5 M -L. imprime s a l ü b r i s , lo cual es bastante logo a roíb r ü k Eu s ; la grafía salemoria de A nti­
arbitrario. Se fundará en la observación de For- mo (G raur, Rom . LV, 471) es demasiado tardía
cellini (sin pruebas) de que este adjetivo tiene para que signifique nada; comp. Scheuermeier,
vocal breve en autores de la baja época, lo mismo BhZRP h. L X IX , 35; Z R P h. X X V III, 689. Claro
que volücris y lavàcrum ; pero claro está : se trata que el cast, salmuera puede igualmente corres­
de una medición abusiva (según el modelo de ponder a m O r I a . De éste derivan los cultismos
casos como pátris), posible en una época en que m uria; muriato; muriàtico; muriacita.— 10 Cat.
la cantidad vocálica había desaparecido de la len­ salpicar en D A lcM ., documentado en un autor
gua viva. Quicherat sólo conoce ejs. de salübris 60 mallorquín moderno, en dos del S. XV, uno
que puede ser del XV o el X VI, y otro en una structus non fuerit- agendi» en el Penitencial de
edición poco fidedigna de Eiximenis, que es de Silos, S. X, M . P., Oríg., p. 24.
fin. S. X IV ; además salpicó ’salpicón’ en un
autor valenciano de h. 1500. Hoy salpicar es SALA, del germ. SAI. ’edificio que consta sola­
poco o nada usado en catalán, por lo menos en 5 mente de. una gran pieza de recepción’; es inse­
e] del Continente, mas por lo visto había sido guro si el vocablo llegó al cast. por conducto del
palabra castiza. El hapax salbuscar ’refrescar (un catalán o el galorrománico, o bien procede direc­
halcón) con aspersiones dé agua’ en S. Vicente tam ente del gótico; lo más probable parece que
Ferrer, h. 1400, sugiere, como digo en el Breve hubiera confluencia de las dos corrientes. 1.a doc.:
Dice. Etim ., la posibilidad de un derivado del 10 como nombre propio en doc. leonés de 1102 (ín­
gót. s a l b ó n ’untar’, modificado diversamente en dice de Vignau).
castellano y catalán, por etimología popular; Además cita Oelschl. ej. en doc. riojano de 1206.
tanto más cuanto que en el habla arcaizante de En Juan Ruiz, después de la opípara cena de Don
Ibiza se dice salpiscar por salpicar (de especias), Carnal quedan los comensales dormidos en su pa­
vid. D AlcM . Podría tratarse de un * s a l b i s k ó n , 15 lacio, y entonces «faza la media noche, en m e­
derivado ya existente en gótico (con influjo de dio de las salas, / vino Doña Quaresma» a atacar -V
buscar en unos lugares, pizcar en otros y, en al ejército enemigo (1099a). N e b r.: ts.: aula,
castellano, de picar). Idea insegura, porque la atrium ; s. alta: coenaculum ; s. baxa; s., combite
etimología salpicado ’picado de sal’ está lejos de público: epulum». Está en el Quijote, etc. No
ser inverosímil, pero también lejos de ser eviden- 20 tengo anotados otros ejs. medievales, y así es d i­
te. El fr. saupiquet ’especie de salpicón’ (de fícil asegurar si era vocablo castizo o bien im por­
donde el galicismo rosellonés salpiquet, D AlcM ), tación galorromance o catalana. Esto últim o es lo
está documentado con gran frecuencia desde el que adm iten Gamillscheg, R. G. I, p. 188, y el
S. XIV hasta princ. S. X V II por L ittré y God. R E W 7523. En apoyo de este punto de vista puede
L a indicación etim ológica d el D Gén. «de l ’anc. 25 citarse la conservación de la - l - en el port. sala,
fr. saupiquer» es algo d esorientadora, pues no y el hecho de que Sala es incomparablemente más
se halla tal verbo claram en te: hay un hapax frecuente en la toponimia catalana (y aun la arago­
saupiqué en un texto que dice que la carne de nesa) que en Castilla. Por otra parte, hay Sáa en
delfín es preferible com erla saupiquée que fres­ la antigua toponimia y onomástica portuguesa, muy
ca : G od . en tien de «un peu avancée» (o s e a 30 frecuente y antiguo en este país (ejs. de los SS. X I-
faisandée, algo pasada), pero quizá sea cierto X III en el Onomástico y en los Subsidios de Cor-
(com o quizá en tien da el D Gén.) que quiere decir tesáo)1; y desde el punto de vista germánico se­
’en salazón’. F in a lm en te hay un m en orq uín sal- ría posible que el vocablo f'uese autóctono en todos
pruig, m alí, salpluig = fr. embrun, c a t . ximecs —tos-países“ romances, pues~además dél a. alem. ant.
’salpicaduras pulverizadas de agua de m ar’, m e ­ 35 so£"hay el'B ralem . ant. seli, el ags. sele y el escand.
norquín salpruixar o salprujar ’pulverizar a sí’ ant. salr, y aunque en gótico no hay noticias di­
(D AlcM ) que m ás que s a l í s p l u v i a quizá s e a rectas de este sustantivo, las hay de los derivados
otra deform ación del su p u esto * s a l b i s k ó n por saljan ’encontrar albergue’, salithwos ’comedor’,
esta etim ología popular, tanto m ás cuanto que ’albergue’. Desde luego la teoría de que el vocablo
hay ibic. selpús ’llo v izn a’ (Pz. Cabrero). En c o n - “*0 se propagó únicamente desde Francia parece inad­
junto, las p o sib ilid ad es de las dos etim ologías misible, dada la gran difusión en la toponimia ita­
están bastante equilibradas y creo que hay que liana (Gamillscheg II, p. 67). Y así lo más verosí­
tener la cu estión en estu d io, aunque no se puede mil me parece ser que hubo varios focos de difu­
prescindir tam poco de la posib ilid ad de que la sión : el fráncico en Francia y Cataluña (desde
derivación en -iscar se hiciera sola en rom ance 45 donde llegó a Aragón), el longobardo y quizá os­
antiguo, cf. TURBISCARE, s . v. T O R V IS C O ; cat. trogodo en Italia, y el visigótico, que como de cos­
ploviscar, neviscar, enamoriscar, etc., cast. *pedris- tum bre ejerció principalmente su influjo en el Oc­
car (judeosp. pedriscado, cast. pedrisco), liscar, cidente peninsular llegando hasta León. E n Casti­
ventiscar.— 11 De salprés quizá haya ejem plos en lla, quizá a un antiguo y débil estrato autóctono
catalán; el D A lcM da com o in fin itivo salpren- 50 visigótico, se superpondría posteriormente una olea­
dte, m ientras que Bulbena (Vogel) parten de un da forastera de influjo caballeresco, procedente de
salprémer, lo que les desaprueba el D AlcM , Francia o Cataluña. El cambio del masculino o
porque esto no está d ocu m en tad o; pero el hecho neutro germánico s a l en el ron.ance sala, no ha
es que su salprendre tam p oco lo está, o al m en os de preocuparnos, pues no sólo puede ser debido
no nos dan pruebas. Está claro que semántica- 55 al influjo del fr. halle ( < fráncico), sino al géne­
m ente la única etim ología que satisface es SA L- ro del sinónimo románico corte, de donde *sal i. y
s p e r s u s . Convendría documentarlo m ás segura­ luego sala (comp. C A S T A ), forma que además
m en te.— 12 «Nullus gradum eclesiasticu m p erci- mereció la preferencia por razones de homonimia.
piat qui totu m psalterium vel babtisterium aut D e r i v . Saleta [Cervantes, Rinconete]. Salón [Lo­
ordinem salsparsionum vel sepulturarum p erfecte 60 pe]; en el sentido de ’reunión, sociedad, tertulia’
SALA-SALABARDO 134

es galicismo del S. X IX (Baralt; Cuervo, Disq., scalafru en Córcega; en un texto de Monaco rela­
1950, p. 95]; saloncillo. Antesala. tivo a los G rim aldi (y por lo tanto anterior al
1 E n Galicia tam bién hay hechos que suponen S. X V III, seguramente de mucho) se lee «recia seu
viejas raíces locales, como la frase todos son de salabria calare possint et pisces capere», y en unos
humha sá «de una lechigada, camada, cuadrilla, 5 estatutos del Levante lígur, impresos en 1529, se
era» Sarm. CaG. 166v, como decir ’de una mis­ preceptúa «non possit aliqua persona... piscare
ma casa solariega’; luego ’sem bradura, siembra’ cum silabro suo» (M ise, di Storia d ’It. XXXV,
hablando de las varias sementeras de un mismo 86, 92). En el N orte de Francia tenemos for­
a ñ o : estos guisantes son da primeira sá 222v. mas más discrepantes : tsaveneau, savenelle, savon-
10 ceau: filet à main, monté sur deux bâtons, cour­
SALABARDO, voz extendida con variantes di­ bes ou droits», ya documentado en 1727 y en
versas, en cat. (salabre, salabret), lengua de Oc (sa­ D uham el (1769); esta misma obra dice que en
lobre, sarrabet), fr. (sabré, saure) y dialectos ita­ Coutance se pesca con same, especie de «bouteux»,
lianos (salaio, scálajru), de origen incierto; como o sea «grand filet q u ’on pousse sur le sable à
a veces tiene forma de manga, quizá del ár. saráioil 15 l’aide d ’u n manche» : aparece escrito sabre y saure
’calzones anchos’, pero no puede descartarse del en ordenanzas de 1681 y 1727; no nos consta
todo un l a t . *SALABRUM , derivado del gr. aaAeúetv qué arte de pesca era el saurarium que menciona
’agitar, sacudir’. 1.a doc.: Como gallego, 1755, Sarm., una escritura de Saint Denis de 1222 ni el saure
CaG. 19fo y p. 183; cast., Acad. 1925, no 1884. anotado en las Costum bres de Ste. Geneviève de
El salabardo es ’saco o manga de red, colocado 20 1289 (D u C.) : sólo podemos conjeturar que sea
en un aro de hierro con tres o cuatro cordeles que lo mismo que el oc. mod. sauret que M istral asi­
se atan a un cabo delgado; se emplea para sacar mila a u n brégin, es decir, «filet à m a n c h e ,
la pesca de las redes grandes’. L a variante salabar garni de deux ailes latérales», o sea algo parecido
se emplea en Andalucía, con el mismo sentido al salabre catalán; sin embargo, puede ser pareci­
(V. grabado en AV) y el figurado ’gran cantidad 25 do casual y tratarse sencillamente de una arte de
de una cosa’, tam bién en Cuba, «especie de jamo» pesca cualquiera para pescar jureles ( s a u r e l l i ) ;
(Ca., '195); o sea ’red en forma de manga o cola­ también puede ser casual la semejanza de saveneau
dor que rem ata en punta y la boca es un aro gran­ con saunet especie de red mencionada por la o r­
de, para pescar’. Salabardo es tam bién vasco ’uten­ denanza de 1727, como usada en las costas occiden­
silio de pescadores, bolsa cónica pendiente de la 30 tales de Francia.
punta de un palo’, usual en vizc., guip. y lab.; Aunque sea secundariamente, algo en común de­
pero tam bién se empleará para la pesca fluvial, be de haber entre estos nombres, reunidos m eri­
pues en Baja N avarra dicen salabardo ’redmanga, toriam ente por Sainéan, Sources Indig. II , 170,
red pequeña de ríos’, y en Alta Navarra y L abur- 193 ; pero no podemos aceptar la etimología que
di zálabardo (Azkue); ast. zalabardu (V, s. v. ba- 35 les da como derivados de s a l , y fr. ant. saurée ’sa­
fanerá). En la costa de M urcia dicen salabre o lazón’, alegando que los peces de agua dulce gus­
zalabre ’especie de remanga’ (G. Soriano), que va­ tan de la sal y ésta se emplea en estas redes como
rios diccionarios registran como forma española: cebo : en realidad la mayor parte de las artes es­
tam bién dicen salabre «scoop net» los isleños ca­ tudiadas se aplican a la pesca marina, en la cual
narios establecidos en Luisiana en 1778 (R. M c- 40 a nadie se le ocurriría emplear tal medio1. T am ­
Curdy, T he Sp. Dial, in S t. Bemard); salabre es poco hay que pensar en el lat. S a l e b r a ’bache de
el nombre del utensilio descrito por Azkue, más o un camino’, como quisiera G riera. Más concien­
menos en toda la costa de lengua catalana, en zuda es la búsqueda de Schuchardt (BD C X I, 109-
Valencia (Escrig), Mallorca (Ag.), Tortosa (M o- 10), que subrayando el aspecto latino del cat.-oc.-
reira, Folklore, 197) y costas de Levante y Po­ 4 .' lígur salabre, piensa en derivar el supuesto * s a l a -
niente del Principado (B D C X IV, 60); también b r u m de e x h a l a r e o de e x h a u r i r e ’sacar un lí­

se dice salabret, que conozco de visu en la costa quido’, paralelamente a los nombres francés y ale­
al N orte de Barcelona, y según G riera (ITS V III, mán del salabardo, épuisette, schopfnetz; pero re­
101) se diría salobre (?) en M allorca; celebrit (?) conoce que ni el prim ero de estos primitivos es
se diría en el Llobregat según Ag.;salabrelles 50 verosímil por razones semánticas ni el segundo en
además una especie de cesto de red empleado en el aspecto fonético.
la industria corchera para poner los tapones en Ahora bien, insistiendo en la idea de Hugo Schu­
remojo o a hervir (B D C X III, 145).M istral da chardt se podría derivar * s a l a b r u m del gr. <ya-
salabre como occitano moderno, con ej. de un Xeúetv ’agitar’, ’sacudir’, verbo que como muchos
poeta marsellés, además sarro-be, Iangued. sarrabéc términos marinos pudo latinizarse en forma más o
«sorte de filet pour la peche»; pero quizá haya menos duradera (aunque acabara eliminándose por
error en la localización, pues según Palay sarrabet la homonimia con salar), y de hecho u n derivado
o -abéc es gascón, y ahí se explicaría mejor esta de la misma raíz griega, aáXoí, lat. salum, pasó
forma, como equivalente fonético de la catalana al latín clásico en el sentido de ’oleaje, agitación
salabrell. En Italia tenemos hoy salaiu en Génova, 60 del m ar’. E n efecto, el salabre o salabardo no sólo
sirve para sacar pescados de la red, sino también gún dialecto escandinavo toma el sentido de ’arras­
para pescar directamente moviéndolo dentro del tra r’.— s Con la etimología latina difícilmente se
agua (Ag., etc.), y aun es ésta la definición más podría explicar salabardo por un derivado salabr-
extendida. U na forma * s a l a b r u m nos conduce a ardo, dada la rareza de este sufijo en castellano.
un verbo lat. * s a l a r e casi a ciegas, tal como ven- 5 Más bien pudo el beam . salobre cambiarse en
lilabrum a ventilare, dolabrum a dolare, voluta- *salabare al pasar al vasco, por u n proceso foné­
brum a volutare, etc.; el genov. salaiu se explica tico muy corriente en este idioma, de donde el
como el it. candelaio junto a candelabro; y así co­ and. y cub. salabar; salabardo habría nacido al
mo el dim inutivo de dolabrum era dolabellum, trasmitirse desde el vasco-francés al castellano, to­
-ella, el de * s a l a b r u m sería * s a l a b e l i .u m ( > cat. 10 mándolo por una palabra francesa en -ard; o
salabrell), que se disimilaría ora en * s a n a b e l l u m , bien en vasco mismo por analogía de voces vas­
de donde el fr. saveneau y el gasc. saunet, ora en cas como ardo, sagardo, etc.— ‘ Tom a Schuchardt
* s a r a b e l l u m , de donde el gasc. sarrabet, sarrauet en consideración, sin negarla del todo, la posibili­
(asi Schuchardt) o sauret: en cuanto a saune y dad de que el salabardo contenga el vasco sare
savre, sabré, podrían ser seudo-primitivos sacados 15 ’red ’ o bien zare ’cesto’. Indudablem ente al in­
secundariamente de aquéllos2. Todo esto es posi­ flujo de este últim o se debe la pronunciación na­
ble aunque algo hipotético en la fase romance y varra zarabardo. El ’salabardo’ se llama tam bién
más en la latina. Quedamos, pues, en grave duda. sare-itsu en puntos de L aburdi (Lhande), literal­
Examinando el salabardo vasco de forma cónica, mente ’red ciega’, pero más que primitiva me pa­
comparable a un colador de café, que reproduce 20 rece que esto es etimología popular que ha ac­
Lhande, en la plancha de su artículo sare, se me tuado sobre el gasc. sarabetch = sarrabet. La
ocurre que quizá estemos ante una alteración del gran extensión geográfica de nuestro tipo léxico
ár. vg. saráwil ’calzones anchos, zaragüelles’ (> descarta evidentemente una etimología vasca. D es­
port. ceroulas; el cast. zaragüelles, zaragüel y el de luego nada en común tiene salabardo con el
cat. saragüells corresponden a la acentuación más 2:, cat. salabard, salabardaif) (también talabard),
antigua saráwil): de ahí se habría pasado a *sara- nombre pirenaico del rododendro alpestre, quizá
ble > salobre, m ure, zalabre; mientras que de prerromano.
saráwil pudo salir el gasc. sarrabet, sauret, y aun
quizá el andaluz sálabar (luego alterado en sala­ Salobre, V. salabardo Salacidad, V. saltar
bardo)3, que tam bién podría partir del singular ;>G
arábigo sirwál. Para el fr. saveneau habría que SA LA C O T, voz filipina, tomada del tagalo sa-
pensar entonces en alguna etimología popular. La lakót id. 1.a doc.: 1868, Venancio M . de Abella,
extensión geográfica del vocablo hacia la costa oc­ Vademecum Filipino (V. la cita en Retana, R H
cidental y septentrional francesa sería secundaria; L I, 11).
no así en el M editerráneo, pues un plural sara- 35 Retana no estudia esta palabra, admitida ya por
bula «calzoni» aparece aun en textos medievales la Acad. en 1884, aunque reconoce (p. 9) que es
genoveses (Miscellanea citada, X L IV , 195). Q ue­ palabra filipina. El vocablo se ha divulgado en Es­
dan muchos detalles fonéticos, que obligan a dejar paña, donde alguna vez se emplea el objeto; m u ­
también en cuarentena esta otra etimología, sobre chos allí lo deforman en salacoj. El tagalo salakót
todo no teniendo noticias de que saráwil se apli­ 40 designa un «sombrero de paja, caña u hojas de
que en árabe a una arte de pesca, aunque en reali­ ñ ip a» : las palabras de la raíz salak- designan en
dad casi nada sabemos de la terminología pesquera este idioma la idea de ’partir’ o la de ’objeto de
arábiga, y esta aplicación no sería en nada más caña’ : salak ’rajar (leña, etc.)’, salakab «instru­
sorprendente que la de manga en el sinónimo cast. mento de cañas para pescar», salakoban «cañuto»,
>edmanga‘. Imposible relacionarlo con Z A L A G A R ­ 45 salaksak «caña hendida con que sacan tierra» (No-
D A ’escaramuza, emboscada, alboroto, pendencia’ ceda-Sanlúcar, Vocab. de la L . Tagala, 1754, ed.
como compuesto de celar y guardar (así G dD D 1860). El nombre salacot se referiría, pues, a las
1569). tiras de caña con que se hace este sombrero tro­
1 El prov. saussayroun = savenelle (Duhamel) pical.
sólo de lejos y casualmente recuerda los vocablos 50
que, nos preocupan, y su nombre viene de u n de­ Saladar, saladería, saladero, saladilla, saladillo, sa­
rivado de s a l s a , prov. saussejá «pécher aux an- lado, salador, saladura, V. sal
guilles au moyen d ’un paquet de vers que l’on
sauce dans l’eau » : saucer es lo mismo que plon- SALAM ANCA, rioplat., chil. ’cueva de hechi­
ger.— 2 P. Barbier, RPhCal. V I, 186-90, separa 55 ceros’, ’hechicería’, ’cueva’, por alusión a la creen­
completamente estas formas francesas del tipo m e­ cia popular de que se enseñaba magia en esta fa­
diterráneo salobre, y las quiere derivar del escan­ mosa universidad. 1.a doc.: S. X IX .
dinavo antiguo (?) teniendo en cuenta que una Ejs. rioplatenses antiguos en G ranada, B R A E
raíz germánica sabb-, que en neerlandés y bajo V III, 365; R. J. Payró, Pago Chico, ed. Losada,
alemán significa «barbouiller, patrouiller», en al­ 60 p. 219; Carrizo, Canc. de Jujuy, s. v .; O. di
Lullo, L a Prensa, 9-X I-1941; D raghi, N ovenario de agua’ (B R A E IV, 103), sanabr. salamántica,
C uyano, glos., s. v. ; ’cueva donde se aprenden to­ -ánquita ( A I L C IV, 279), Sierra de G ata salaman-
das las artes por obra diabólica’, O. di Lullo, Cane, tega, salam anquina (V K R II, 84), cub. saloman-
de Santiago del E stero , p. 437. Hablan de la le­ quita («especie la más pequeña y linda de lagarti­
gendaria cueva Cervantes (Fcha.), Gonzalo Co- 5 jas: Sphoesiodactylus sputator » Pichardo), gall. sa­
rreas en su Vocab., y Ruiz de Alarcón, en la co­ lam antiga (Pardo Bazán, O bras, ed. 1943, p. 1490),
media famosa de este título. En Filipinas ha to ­ port. popular saramdntiga, Beira salamantiga, Alen-
mado la ac. ’juego de m anos’. Comp. salam anque­ tejo salamantiga (R L IV, 74; X X X I, 126), M inho
sa, etc., s. v. S A L A M A N D R A . saramantiga (Leite de V., O púsc. II, 509-10, 442,
D e r i v . Salam anquero ’hechicero’ en la obra ci­ 10 97), Algarbe salamántega (R L V II, 255), trasm.
tada de O. di L ullo; ’prestidigitador’ filip. salmaganta (R L XV, 350), M inho sarmaganta, se-
ram aganta (Leite de V., I. c.). Por lo demás no
SA LA M A ND RA , del lat. s a l a m a n d r a y éste del falta alguna forma alpina muy semejante a éstas:
gr. aa/afj.áv8pa id. 1.a doc.: salámándriyá, mo- Giudicaria sarmántaga «salamandra» (G artner, W ie-
zár.j 1219, códice parisiense de Dioscóndes ; sala­ 15 ner Sitzu n g sb er. C, 871). Pero en el castellano co­
m andra, 1555, Laguna. m ún el vocablo fue adaptado del todo al antiguo
APal., 429b, sólo lo explica a título de palabra étnico de los habitantes de dicha ciudad, que era
latina; N ebr. da salm andra (sic) como traducción salam anqués (así todavía en N ebr.); de ahí sa­
latina de salamanquesa. Los viejos naturalistas atri­ lam anquesa = lat. stelio en los glos. del Escorial
buyen a la salamandra terribles cualidades vene- 20 y de Toledo (h. 1400), « salamanquesa, animal: sal­
nosas, y la propiedad de resistir a la acción del mandra» N ebr., en Cervantes (Fcha.), etc.; chil.
fuego por lo menos durante cierto tiem po; de ahí jalam anquesa (Cuervo, Obr. In é d ., 98), colomb.,
que se convirtiera en el nom bre de un animal m í­ ecuat;., per. salamanqueja, chil. salamanquina.
tico que viviría en el fuego como en su elemento Comp. A L I C A N T E .
natural. Laguna dice que la salamandra no se en- 2í D e r i v . Salam andrino .
cuentra en España, y que es erróneo confundirla 1 M. P., F estgabe M ussafia, p. 398, ve ahí uno
con la'* salamanquesa, aunque algunos lo hacen; de los acostumbrados sufijos áto n o s; pero más
agrega A u t. que la «salamandra aquàtica», dife­ bien hay que partir de la citada variante sala-
rente de la terrestre, vive en el Friúl. Es fre­ m andria, alterada por influjo de Salamanca, sal­
cuente la variante salamandria, que ya se encuentra 30 m antino, lat. Salm antica. La -r- también se eli­
en los mss. B , K y T de San Isidoro (E ty m . X II, mina en otras hablas rom ances: aran, salimana,
iv, 34); «¡T isbea, U sindra, Atandria! / N o vi cosa Charente-Inf., H .-Saone salamande (A L F ).
más cruel. / ¡T riste y-m ísero de aquel / que en
su fuego es salam andrial» Tirso (Burlador, Cl. C. Salam anquero, V. salamanca Salam anquesa,
I, v. 968, donde se cita ej. de Rojas Zorrilla). En 33 V. salamandra y alicante Salam ám iga , V. sala­
mozárabe y en árabe penetró pronto el vocablo, pe­ m andra
ro no sólo se encuentra en el citado códice mozára­
be, y sam ándal en R. M artí, sino que esta forma se SA LA M U N D A , planta timeleácea, alteración del
encuentra en el oriental Mausilí y hoy en el egipcio lat. moderno sanam unda, nombre de esta planta,
Bocthor, y satnándar pertenece aun al árabe clá- 40 seguramente compuesto de sanare ’curar’ y m u n -
sico (Simonet, p. 578). Hoy en el Sur de España dare ’purificar’, por el empleo de esta planta como
suele alterarse por etimología popular : salamadre purgante. doc.: sanam unda 1575, Palm ireno;
o salomare en pueblos de Huelva, y luego m adre- sanam unda en bajo latín ya h. 1300: Gili Gaya,
agua en Chiclana (Cádiz), R F E XXIV, 228; comp. R F E X XXIV, 281-3; salam onda y sanam unda,
saramela o seram ela en el port. del M inho (Leite 1742, Fz. de N avarrete; salam unda, Acad. 1925,
de V., O púsc. II, 358, 256). no 1884.
Como nom bre de la salamanquesa, saurio más La thym elaea sanam unda según Arias (1818) se
pequeño que el batracio salamandra, y común en llama sanam unda en c ast.; la thym elaea tinctoria
España, alcanzó gran popularidad nuestro vocablo, según Fz. de N avarrete salamonda, mientras que
pero a causa de la extendida creencia en que la sa­ 50 a la thym elaea hirsuta se le da el nombre de sana­
lamandra, como espíritu del fuego, desempeñaba m u n d a acipresada, y a la th. canescens el de sa-
un gran papel en la alquimia y la magia medieva­ nam onda m en u d a ; y la th. tartonraira se llama sa­
les, la palabra sufrió considerables alteraciones ten­ lam onda y salam ondra en las localidades andalu­
dientes a relacionarla con el nom bre de Salaman­ zas de Sierra Tejeda y Castril (Boissier y Rojas
ca y su famosa universidad, que el vulgo miraba 11’ C lem ente): Colmeiro IV, 589-95. Deben de ser
como sede principal de las actividades nigromán­ plantas purgantes, a juzgar por los nombres cata­
ticas (vid. S A L A M A N C A ) ; comp. Schuchardt, lanes senet bord y senet de pagesos, que según el
B h Z R P h . V I, 16; Z R P h . X X V II, 614; X X X , 717; propio Colmeiro se aplican a estas y otras tim e-
M . L. Wagner, A R o m . X IX , 118; de ahí el salm. leáceas (senet ’sen’) : de ahí el nombre latino.
sal(a)m ántiga\ extrem. salamántica ’salamanquesa (0
Salapa(s)troso, V. zarpa Salar, salariado, sala­ inverosímil desde el punto de vista semántico y
riar, salario, V. sal Salaz, V. saltar Salazón, estilístico, pues entonces no se explica el sentido
salazonero, V. sal romance de ’carne en general’ ni el carácter infan­
til y expresivo del vocablo. M ucho más inverosí­
SALBANDA, ’capa que separa el filón de la 5 mil todavía es suponer con estos autores que sal­
roca estéril’, del alem. salband id., propiamente siccia y sus afines se form aran como compuestos
’orillo, orla de una tela’, alteración del anticuado de s a l e i n s i c i u m , pues además de que la salchi­
selb-ende ’extremidad propia’, o sea tejida con los cha no es un ’picadillo de sal’ sino u n ’embutido
mismos hilos (y no añadida de otra tela). 1.a doc.: salado’, el orden mismo de los componentes en la
Acad. 1925, no 1884. 10 formación de tal compuesto repugna a las normas
romances3. Así es natural que la mayoría de los
Salce, salceda, salciña, V. sauce Salcochar, lingüistas (D iez; Baist, GGr. I, § 44; Ju d ; M erlo,
salcocho, V. cocer Mtsc. Coelho 81; Sainéan, Sources Indig. I, 437n.;
Gamillscheg; Bloch) se hayan m ostrado escépti­
SA LC H IC H A , tomado del it. salciccia, que pro­ 15 cos, inclinándose por ver en salsiccia una mera de­
bablemente procede del lat. tardío s a l s í c i a id., rivación de s a l s u s ’salado’. E n efecto f a r t a s a l -
abreviación de f a r t a s a l s í c i a ’embutidos salados’, s i c i a , propiamente ’embutidos salados’, está docu­

el cual a su vez deriva de s a l s u s ’salado’. 1.a doc.: mentado desde antiguo como glosa del lat. el.
ztuceta son manjares reales que el vulgo llama sal­ hilla ’salchicha’, primero en los escolios acronia-
ciñas o longanizas» APal. 51 Id ; isalcizas o lon­ 20 nos a Horacio, de antigüedad considerable4, des­
ganizas, que es una confeción o mezcla de carnes pués zsalsitia: lucana» (o sea ’longaniza’) en el glo­
menudas metidas en tripa» ibid. 253b. sario de Ripoll, cuyo ms. es de med. S. X (M o d .
L a forma actual salchicha se encuentra ya en Philol. X II, 168) y en otras varias colecciones de
Fernando de G uzm án (1539) y en Lope de Vega glosas5. N o hay la menor dificultad que se opon­
(Terlingen, 342-3), tam bién en el diccionario de 25 ga a explicar nuestro vocablo romance por s a l s i -
C. de las Casas (1570) y otros posteriores, inclu­ c i a , abreviación del nombre compuesto que Acron

yendo A ut., que además la documenta en acs. se­ nos dió a conocer6. Comp. CECIN A .
cundarias; en la traducción (1551) de L a Zucca D e r iv . S a lc h ic h e ro ; salchichería. Salchichón [h.
del Doni hay variante salsija. Ésta y la forma nor­ 1630, Aut.]. D e riv a d o s d e chicha: chichota; chi-
mal han de ser italianismos por razones fonéticas 30 churro.
y por la fecha; igualmente el cat. salsitxa' y el 1 U na variante autóctona o tomada del galorro-
port. salchicha; en APal. es seguramente proven- mance, salsifa o salciña, está en Jaum e Roig, a.
zalism o: el oc. ant. salsissa ya está en una tarifa 1460, v. 1695, rimando en -ifa .— 2 Variante del
de h. 1300 y en un glosario del S. X V ; el fr. mismo es jijas, que Aut. documenta en la frase
saucisse se documenta con frecuencia desde 1467 35 hombre de pocas gijas «de pocas carnes o fuerzas»
y en algunos glosarios y textos anteriores (God. X, y que hoy según la Acad. significa ’brío’ en León
618); en it. predom ina la forma salsiccia desde los y Salamanca.— 3 Habría que suponer una locu­
orígenes hasta h o y : Boccaccio ya la emplea en el ción s a l í s i n s i c i u m , estereotipada desde el latín
S. X IV ; salciccia, que es frecuente en los SS. X V I- vulgar, inverosímil por su ausencia en los textos,
X V II (Casas, Tommaseo) y todavía tiene curso, se 40 por el sentido y aun por otras razones. M ejor
debe al influjo de ciccia ’carne’. Esta últim a pala­ en el aspecto semántico sería un SALSA IN SIC IA ,
bra, voz infantil del latín vulgar (Heraeus, A L L G con haplología, fenómeno excepcional, y el orden
X III, 164), sigue viviendo con este carácter en el de las palabras sería contrario a las preferencias
it. normal (así lo atestigua ya O udin en 1642), del latín y del romance.— 4 Comentando la voz
pero ha generalizado su empleo en varios dialec­ 45 hilla, empleada por Horacio en la Sátira 4, libro
tos italianos (Zaüner, R F X IV, 353), y es tam ­ II, v. 60, dice el escoliasta «hilli sive hilla: farta
bién usual en E spaña; chicha se emplea como salsícia» (en la mayoría de los mss. fartata, va­
nombre infantil de la carne en Almería y en m u­ riante más moderna, que im porta poco para el
chas partes, y en Cespedosa chichas son ’picadu­ caso), V. la ed. T eubner, 1904, p. 166. Que el
ras de las carnes de cerdo para embutidos’ (R F E 50 resto del escolio contenga explicaciones gramati­
XV, 145, 274)3. Este influjo del tipo expresivo e cales confusas, como subraya G róber (A L L G III,
infantil chicha sobre s a l s í c i a ha tenido gran ex­ 272-3), no es razón para dudar del testimonio
tensión geográfica: de ahí sardo saltitsa, calabr. esencial. En cuanto a la fecha de éste, no es se­
socizzu (Jud, Rom . X X X V II, 460). Algunos, co­ gura. Según G raffunder (Rheinisches M useum
mo Caix, G róber, Z auner y M -L . (R E W 4551), 55 L X , 128, 142) el núcleo fundamental del comen­
han creído que ciccia viene del lat. i n s í c í u m ( v g . tario trasmitido bajo el nombre de Acron se es­
i s i c i u m ) ’carne picada’, ’especie de em butido’ (voz cribió a mediados del S. I l d. C .; es posible
ajena al latín clásico, pero empleada desde Varrón que el pasaje que nos interesa se agregara des­
y en glosas, C G L V I, 390, 606), lo que no deja pués del año 450, como asegura K ukula; sea
de ofrecer dificultad fonética, pero sobre todo eS' 60 como quiera, parece seguro que las dos recen­
siones del comentario que han llegado hasta nos­ D eriv . Saldo [h. 1800, V. arriba], tom ado del
otros corresponden una a med. del S. V y la sustantivo it. saldo, derivado de saldare. Saldista.
otra a fines del siguiente o comienzos del V II, ' Saldare se documenta tam bién en un texto
lo cual nos deja todavía en una fecha m uy an­ pistoyés de 1259 (Rohlfs, It. Gr. II, 342).
tigua.— 5 Los dos glosarios citados por D iez; 5
tam bién el glos. Vaticano de la Reina Cristina, Salderita, V. sabandija Saldista, saldo, V. sal­
trasm itido por un ms. del S. X, y seguramente dar Saldorija, V. ajedrea Saledizo, V. salir
hispánico (C G L I I I , 551.28), sin embargo, en Salega, salegar, V. sal
éste salsicia está, si no me engaño, en otro sen­
tido, igualmente etimológico, ’salazón’, ’escabe­ 10 SA LEM A , ’salpa, pez acantopterigio, Sparus
che’.— 6 Es arbitraria la afirmación de M -L . de Salpa L .’, del ár. ¡xalláma id., alterado probable­
q ue salsiccia no puede venir de s a l s a por razo­ m ente p or influjo del sinónimo latino salpa. 1.a
nes morfológicas: s a l s i c i a deriva del participio doc.: 1789, M edina Conde.
s a l s u s de la misma manera que c o l l e c t i c i u s de Q uien en sus Conversaciones H ist. Malagueñas
C O LLECTU S, y así M IX T IC IU S, A P P O S IT IC IU S , F IC T I- 15 (I, 255) lo describe en los siguientes términos ces
c iu s, etc. parecido al besugo, sólo que tiene pintas pagizas
de la cabeza a la cola, cabeza pequeña con dientes
Salchucho, V. arrechucho arriba y ab a jo : no es de estim ación»: no lo es,
en efecto, la salpa, que se caracteriza por las once
SA LD AR, del it. saldare ’soldar’, ’consolidar’ 20 rayas doradas que tiene de las agallas a la cola.
’saldar’, derivado de saldo ’entero’, ’intacto’, ’fir­ Admitiólo la Acad. en ediciones recientes de su
me’, ’recio’, que es alteración fonética de soldo, dicc. (ya 1925, no 1884). L erchundi manifiesta
procedente del lat. s ó l í d u s . 1.a doc.: Acad. ya que en Marruecos emplean este nom bre los judíos
1817. españoles. Salema es el nom bre corriente en port.
El sustantivo derivado saldo ya se encuentra en 25 (Bluteau, Fig.), y su diminutivo saleminha ya se
L . Fz. de M oratín, poco después de 1800; según encuentra en la Insulana de Tom ás (1635). Nada
Cuerv.o (D isq., 1950, p. 96) algunos emplean saldo hay semejante entre los nombres de peces usua­
por saldado, lo cual no es imposible en italiano. les en el M editerráneo reunidos por Carus (II,
E n cuanto al origen del adjetivo it. saldo, está fue­ 637), ni para ésta ni para otras especies afines.
ra de dudas que viene de s O i . í d u s , pero la a tó­ 30 Por razones fonéticas no es posible partir del lat.
nica es anómala; hoy la lengua literaria distingue, s a l p a , como querían C ornu y Coelho1. Sin duda
aunque no siempre, entre saldo y sódo ’duro, que tuvo razón Sousa en partir de un «ár. hallaman,
no cede’, y ambas formas se encuentran desde los según nos informa Nascentes. Este vocablo no fi­
orígenes del idioma literario: aquélla en D ante y gura en los diccionarios arábigos, pero Lerchundi,
Petrarca, ésta en Boccaccio, etc.'. M -L . (R E W 3.5 fundándose en informes particulares, registra fu¡-
8069) y M igliorini suponen que saldo sea debido a lláma ’salpa’ como usual en el árabe del M arrue­
un cruce de s o l i d u s con v a l i d u s , pero como éste cos español, y Brunot (Vocab. M arit.) lo anotó en
no ha dejado descendencia romance, este cruce ya Rabat. L a estructura del vocablo es típicamente
habría debido producirse en latín, lo cual no es árab e : se trata de un intensivo del tipo corriente,
verosímil por la falta de testimonios latinos y la 40 perteneciente a una raíz tan vivaz como li-l-m ’so­
ausencia del fenómeno en los demás romances. ñar, tener ensueños’, ’ser suave, paciente’ (vid.
Indudablem ente este duplicado ha de ponerse en Beaussier y D ozy); u n adjetivo fuülám, femenino
relación con la vocalización de la l preconsonán- halláma, significaría ’aficionado a soñar’, ’m uy pa­
tica, tan extendida en los dialectos italianos y aun ciente’ o algo análogo (comp. los ejs. reunidos por
toscanos, con la velarización de la A ante L que 45 W right, Ar. Gramm ., 1933, I, pp. 137, 177); por
se nota sobre todo en Lom bardía (coid c a l i d u s ), Brunot conocemos, en efecto, la creencia popular
pero tam bién en el Véneto, etc., y con la existen­ m arroquí de que el que come salema tiene sueños.
cia de duplicados toscanos, tales como talpa y Se tratará seguramente de un pescado indigesto.
topo, -a, malta y mota, salma y soma (Rohlfs, Desde el punto de vista fonético se esperaría que
H ist. Gramm. I, pp. 78-80, 402-3); en una palabra, 50 halláma hubiese dado *}alema o *alema en rom an­
saldo obedecerá a una ultracorreccióp de sodo y ce, formas que se alterarían en salema por influ­
soldo, según el modelo de caldo frente al alto-it. jo del sinónim o salpa. Comp. sama s. v. S /í-
ant. coido y el dialectal coddu; comp., en Fr. BALO .
G uittone d’Arezzo, aldo = it. odo AUDIO, palden- 1 N i siquiera como forma m ozárabe: a lo sume
do = it. godendo g a u d e n d o , etc. V. mis Estudios 55 podríamos llegar de este modo a *qalba o *xalba
d e Ling. Ítalo-Hispánica en N R F H 1956. A lo (comp. xilba en M alta, según Carus), y quizá a
sumo podrá concederse que el recuerdo más o u n colectivo *falb, pero en esta combinación el
menos consciente del lat. validus pudo ayudar a h'spano-árabe no intercala vocal epentética (comp
que se consolidara entre los cultos la ultracorrec- quelb ’perro’ y calb ’corazón’ en PAlc.).
ción saldo. 60
SA LEP, del ár. vg. sahiab, seguramente tomado por las puertas» Fuero Aragonés de Vidal M ayor
por conducto del francés. 1.a doc.: Acad. 1884, (Tilander, p. 563); sallir y sallidas en docs. m u r­
no 1843. cianos de 1311, 1488, 1256, 1274, 1311, 1446 (G.
El ár. vg. sahiab ’salep’ parece ser corrupción Soriano, p. 195); en el Y úguf, 24a (ed. M . P .);
del ár. tá clab ’zorra’, probablemente debida a la 5 «el que por que sufrió / se tovo por abiltado, / a
pronunciación de turcos o persas: fciíjá a t-tá clab, la sima salló ¡ por más aventajado» Sem T o b 258;
nombre del salep, propiamente ’testículos de zo­ «entre salir y sallir, ¿hazéis alguna diferencia?
rro’, sería traducción aproximada del nombre grie­ — V a l d é s : ... Tengo por mejor d e z ir: E l mal
go xuvis óp‘/ i ? ’testículo de perro’; vid. Dozy, vezino vee lo que entra y no lo que salle, que no
Gloss., 338; Devic, 61a. E n francés el vocablo se 10 lo que sale» (Diál. de la L ., 78.1; otros en 57.15,
documenta desde 1740. 78.1, 118.8; B R A E V II, 288). Sin embargo, ya
N ebr. admite solamente la forma—narm al^.. tstjUr;
Salera, salero, salerón, saleroso, salespacio, V. ' exeo; s.se el ^asoV effluoT ¡.se el siesso: procidit
sal Saleta, V. sala Salga¡ salgada, sal­ sedes»7 E js7de sdUrse~^C.ueí\'0, A p .1, p. 242; en el
gadera, salgadura, salgar v., V. sal Salgar 15 sentido de ’derram arse’ «olla que se sales, Buscón
m., salgareño, V. sauce Salgazo, V. jaguarzo (Cl. C., p. 108); salir con por ’salirse con’ L a Gi-
Salguera, V. sauce Salguero, V. sauce y sal tanilla, Cl. C., p. 3 ; arg. salirse de la vaina ’salir
Salicaria, salicilato, salicílico, salicina, salicíneo, V. de tono, jugar con las palabras’. E n la locución
sauce Salicor, V. sal Salida, salidero, salidi­ salió a su padre, a su madre, etc., ’nació u n niño
zo, salido, saliendar, saliente, V. salir Salífero, 20 parecido a su padre, su m adre’, no creo con Si-
salificable, salificación, salificar, V. sal Sali­ m onet (p. C X X X I, n. 2) que sea parecido se­
miento, V. salir Salín, salina, salinero, salinidad, mántico casual con su equivalente literal el ár.
salino, V. sal Salipirina, V. sauce frárag li-wíldih (ya en R. M artí, como traducción
de patrisare), sino verdadero calco semántico del
SA LIR, del lat. s a l i r e ’saltar’. 1.a doc.: Cid. 25 árabe por el cast.; el hecho es que una locución
En este poema ya es corriente con el sentido ac- así sería imposible con el fr. o_cat. sortir, con el
1 tual ’pasar de dentro afuera’ : salien/de Valencia, cat. eixir o el it. uscire. ~
salí de m i tierra, salieron de la eglesia, etc. En este TTÉ r i v . Salida [Cid], Salidero ’lugar por donde
sentido es de uso general desde el lenguaje más se sale’ [S. X VI, ejs. en M ir, Voces Castizas], cub.
arcaico (Berceo, Juan M anuel, etc.); en él se ha 30 ’lugar por donde se sale un líquido, u n gas, etc.’
conservado s a l i r e en port., cast. y en algunas ('Ca., 119), en Echo «sortida d ’aigua» (común, de
hablas del S ur de Francia y Piam onte1. Pero tam ­ J. M . de Casacuberta). Salidera ’la mujer que gus­
bién se conservó bastante tiempo la ac. latina ’sal- ta demasiado de callejear’ [S. X V I, M ir], cub.
“ taF l «cnslellanle a Bavieca, myo V'cT r ^ o ’ sólsTél» (Ca., 55). Salidizo o saledizo. Salido. Saliente; en
(Cid, 1SSSJflícavaHos sin dueños salir a todas par­ 35 la ac. ’parte que sobresale en alguna cosa’ (p. ej.
tes» (Cid, 2406), «hé que éste viene saliendo los en un frente de guerra) parece ser galicismo del
oteros, traspassando los collados» = saliens in m on- S. X IX [Acad. 1884, como fem., que es como sigue
tibus en la Biblia Escurialense 6; «el rey fincó diciéndose en arg.; en España es m.]. Saliendar
señero encima del castiello, / seyé entre dos ame­ o asaliendar ast. (V). Salimiento. Port. ant. y dial.
nas, en angosto portello / ... / Todos dizién, se­ 40 resaíu (quomodo vadit pelo resaíu, doc. de T o -
ñor, valer non te podemos, / mas merced te pe­ rouca, de 1203), que se extiende hasta algunos
dimos los que bien te queremos / que salgas con­ pueblos más acá de la frontera a lo largo del
tra fuera, que nós te recibremos / ... / respuso Duero, en la Ribera salmantina ’cuesta en general,
Alexandre: ... / N o es pora bon rey tal cosa fa- sobre todo las inclinadas y por las que va un ca-
zedera, / podiendo sallir dentro, de sdllir contra 45 mino zigzagueando’ (Llórente M aldonado, Ribera,
fuera / ... / D ió salto enna villa su spada en su 184); derivan seguramente de salir (port. sair) en
mano / ...» A lex., 2062c, 2064b. Desde ahí se el sentido ’salir muy afuera’ (cf. el antiguo sair
pasó a ’saltar hacia fuera’, como lo vemos todavía ’saltar’ e it. salire ’subir’), en algunas partes se
en el Corbacho (a. 1438): «¡A y, gallina m ía !... trasladó el acento en hiato resultando resayo,
f ^ y 'm s t e ! AúrTagora estava aquíT agora sallo por 50 también conocido en la Ribera y definido en ga­
la puerta, agora salió tras el gallo por aquel te­ llego como ’caracol (en el monte)’ (Sarm. CaG.
jado...» II, cap. 1 (así en el ms., pero en las ed. 134r y p. 98, cf. los tres topónimos Resayo de
A . de h. 1500 se corrige en saltó, lo que prueba que Orense) en lo cual puede haber influido el paró­
quedó anticuado en el S. XV). H ay variante anti­ nimo soslayo-, creo en cambio que no hay mucha
gua sallir, com ente desde los orígenes hasta ei 55 o ninguna relación con el port. ressío ( r e s i d u u m )
S. X V I, y resultante por vía fonética de formas de sentido muy diferente y que no explicaría nues­
como salió, saliera, saliendo, etc.: «aquelos que tra a (o a lo sumo el influjo de este vocablo sirvió
ssallen del drum ón, / a quál parte van ho que sólo para aumentar el número y reforzar por tanto
omnes son?» Sta. M . Egipc., v. 298; salliero ’sa­ la aplicabilidad del sufijo -ivu que tenemos en
liere’ S. Or., 103; «entrar nin saillir non podrán resaíu, -ío, a nociones toponímicas). Asalir ’atacar’
ant. [1155, Fuero de Aviles, DHist.], del lat. tar­ Salival. Salivera; ast. saliveru ’chifla’ (V). Salivoso
d ío a s s a l i k e (lat. assilire) ’saltar contra algo’, ’asal­ [«lleno de saliva» Nebr.]. Ensalivar. Insalivar; in­
tar’; ast. asalir ’pasar la grada después de sem­ salivación. Del gr. aía'Kov ’saliva’ (o de su varian­
brado el maíz’ (V). Sobresalir [«s’avancer trop, te jttúaXov) sin relación etimológica con saliva,
assaillir á l’improviste, surprendre, alarmer, don- 5 •derivan los cultismos sialismo o tialismo, y tialina.
ner Talarme» O udin; «exceder en altura», «cam­ 1 Datos históricos, etc., más bien favorables al
pear singularmente» 1708, Palomino, Aut.]; sobre­ carácter popular, sin ser bien decisivos, reúne
saliente' [1575, Ambr. de Morales]. Exilio [Berceo, G. Colón Z R P h. L X X V III, 87-88.
5. M ili, 3 4 1 4 3 5 , Juan de M ena; no~en C ovarr.;
~3ésusado Aut.; ani. Acad. 1936: ha vuelto a po- J O Salma, sa lm a r,V . enjalma Salmear, V. salmo
-rreibt: ~en-~TTso por influjo del cat. exili v fr. exil Sálmer, salmera, V. enjalma Salmerón, V. ji-
<3eide T 939|, tomado del lat. exsíñum ’destierro’, ñana
derivado de exsilire ’saltar afuera’; exilado [1939],
del cat. exilat ’desterrado’ (galicismo corriente, en SA LM O , tom ado del lat. tardío psálmus ’canto
lugar del correcto exiliat). con acompañamiento de salterio’, ’salmo’, y éste del
15
1 Se empleó tam bién con este valor en francés gr. ^aX uós ’melodía tocada en una lira, o sin
medio saillir (¿o salir?): «ja mais de ceans ne acompañamiento de canto’, ’salmo’, derivado de
sauldrés» Froissart, lib. II, cap. 2Í4. En catalán <]/áAAeiv ’arrancar pelos’, ’tocar las cuerdas de un
sólo conozco salldre ’salir’ en la Baja Ribagorza instrum ento músico’. 1.a doc.: Berceo.
(oído en A?anui), salre oído en muchos pueblos 20 Sale ahí varias veces, escrito psalmo o salmo;
de la Alta Ribagorza (Abella, etc.), y sallir (aplica­ tam bién está en Apol., J. R uiz y otros muchos
do al sol, etc.) en la Cataluña francesa. Sair en medievales, pero hasta hoy sigue siendo voz ecle­
este sentido es general en portugués y gallego. siástica o literaria («s.: carm en, oda, psalmus»
Además se empleó como eufemismo para ’fallecer, N eb r.); aun cuando A ut. todavía insiste en la gra­
m orir’ (otras veces en forma más com pleta: sayese 25 fía psalmo, siempre ha predom inado en cast. la
de este mundo Sarm. CaG. 88u); variante seir simplificada salmo; en la lengua hablada, de un
en Varios documentos antiguos. D e ahí seimento modo absoluto.
’defunción’ muy frecuente en la antigua docu­ D e r i v . Salmear [Covarrubias], Salmista [Ber­
mentación gallega (también saymento, Sarm. CaG. ceo; Partidas], Ensalmar [«ensalmar o e n x -: in-
68% 69r, 7 Ir). 30
canto, excanto» N eb r.]; ensalmadera; ensalmador;
ensalmo [«e. o ensalm o: carmen, incantatio» Nebr.].
Saüspacio, V. sal Salitrado, salitral, salitre, Salterio [ps-, Berceo], de psaltéñum , gr. ^a/.Tr,-
salitrera, salitrería, salitrero, salitroso, V. sal ptov ’especie de cítara’, derivado de 'liá/.Aeiv; sal­
teriado ant. (ps-, Berceo).
SALIVA, del lat. s a l i v a id. 1.a doc.: Berceo. 35 C p t . Salmodia [ps-, Berceo], del lat. tardío psal-
«Echábanli en rostro los malos su saliva» Duelo, modia, gr. ^aAfi.<i)8ía, compuesto con aSeiv ’can­
52c, único ej. medieval del que tengo n o ta; «si tar’; salmodiar [Aut.].
alguna sierpe gusta la saliva del ombre ayuno, m ue­
re dello» APal. 4306; 4696, 511íi; «s. de la boca: SA LM Ó N , del lat. s a l m o , - 5 n i s , id. 1.a doc.:
saliva» N ebr. (varios ejs. del S. XV en C. C. Smith, 40 1325, Juan M anuel, Libro del Caballero, Rivad.
BHisp. L X I). Desde entonces abunda la documen­ L I, 251 ¿>36.
tación. Es posible que no sea palabra de antiguo Está tam bién en Juan Ruiz y en N ebr. G eneral­
arraigo popular1, pues escupitina, escopezina, es- mente conocido en todas las épocas y com ún a to­
cupiña, -ina, ya documentados en los SS. X III dos los romances de Occidente1. El lat. salmo es
y XV, y hoy populares en todas partes, se han em ­ 45 palabra tomada del galo: no es improbable que
pleado en el sentido de ’saliva’; tam bién es cul­ tenga raíz común con saUír ’trucha’ : Ausonio,
tismo el port. saliva (aunque hubo una forma an­ Sidonio Apolinar y Ven. Fortunato emplean ambos
tigua y hoy dial, saíva, seiva, cf. S A V IA ), y del con referencia al Mosela (Holder II, 1299, 1316-
fr. salive no habría ejs. hasta 1488 según Vaganay 17; estudia su etimología L H Gray, Amer. Journ.
(R F X X X II, 158; pero God. X, 617a, cita dos 50 oj Philol. X L IX , 347s.). Así como de salmo parece
anteriores); es palabra que se presta al cultismo, derivar el nombre del Salm, afluente del Mosela
por influjo médico, y favorecida por eufemismo ( < S a l m o n a en Ausonio), de salar será compuesto
a fin de evitar la asociación desagradable con el el nombre de Salardú ( * S a l a r o d u n u m ), en las
verbo escupir; comp. el ingl. saliva, que al menos fuentes del Garona, gran pescadero de truchas.
en América ha sustituido el tradicional spittle. D e r i v . Salmonado [S. X V II, Aut.]. Salmonera.
D e r i v . Salivar [’escupir’ 1566, en el navarro Salmónidos.
Arbolanche, 42^25, 1OOu 18; Aut.] tiende a reem ­ Salmonete [1555, Laguna, Autoridades; Co­
plazar a escupir, por eufemismo, sobre todo en varr., etc.], no tiene que ver con salmón, pez ab­
América del S u r; salivación; salivadera ’escupide­ solutamente distinto, más que por etimología po­
ra’ arg., chil. Salivajo o salivazo [Acad. S. XIX]. 60 pular; en realidad se tomó del fr. surmulet id.,
antiguamente sorfnulet [S. X III, D G én.], com­ cerón las llamaba solipugas, pero en el Andalu-
puesto de m u le t ’especie de salmonete’, dim inuti­ zía les d e z í a n salpugas (iib. X X IX , c. 4, in
vo del lat. m ü l l u s ’salmonete’ (cat. m olí id.); el fine): solipugas Cicero appellat, salpugas Baetica.
primer componente no creo que sea sur ’sobre’ Y como las dezían en el Andaluzía las llamó él
(D G én.), sino un *sor (genov. so, sic. sauru) pro­ 5 mismo, tratando de una región de la otra p a rte : de
cedente del lat. s a u r u s ’jurel’ (R E W 7627). T oda­ Etiopía, desierta por causa de los scorpiones y sal­
vía en 1755 lo usual en Galicia era barbo de mar, pugas (lib. V III, c. 29): late deserta regio e st...
si bien Sarm. ya anotó entonces salm onete en Y Paulo por autoridad de Festo las llamó solipu­
Rianxo (Ría de Arosa) y otros dos puertos más gas, Lucano (Iib. IX) salpungas: quis calcare tuas
al Norte y más al Sur (189r, A Í4 v ). 10 m etu a t salpunga latebras. De manera que el vocablo
1 Salm o jario , empleado en Chile como nombre es Latino, usado de diversas m aneras... Otros las
de una especie muy apreciada, y corriente sobre llaman solijugas, porque huyen del S o l: assí lo
todo en el Sur (Temuco, Pucón), está tomado del dize Solino (c. 10)» (f°40r°2); en estas mismas
nom bre científico latino. fuentes pudo fundarse San Isidoro (E tym . X II, iii,
15 4 ; iv, 33; X IV, vi, 40). Los etimologistas latinos,
Salm onete, V. salm ón Salm orejo, salmorial, a falta de otra cosa, se inclinan a creer que sea
salmuera, salmuerarse, salnero, salobral, salobre, cierto el origen ibérico del vocablo latino, y que
salobreño, salobridad, V. sal Salol, V. sauce el influjo evidente de pungere, fugere y sol, sea
Saloma, salomar, V. chusm a Salón ’sala gran­ únicamente por etimología popular; es cuestión
de’, V. sala Salón ’salazón’, V. sal Salona 20 confusa, sobre la cual V. últimamente Sofer, 58-
and., V. zalona Saloncillo, V. sala 59. Pero insisto en que la única duda está en si es
voz puram ente latina o iberismo latino. N o co­
SALPA, del lat. s a l p a id., probablemente por nozco fundam ento alguno para atribuir esta pala­
conducto del catalán. 1.a doc.: O udin; Covarr. bra al castellano o a su dialecto andaluz. Donde
A u t. cita ej. de H uerta (1629). Del cat. se tomó 25 s o l i p u g a y s o l i f u g a se han conservado con ca­
también el campid. salpa, sarpa (R F E IX , 236). rácter popular es en C erd eñ a: M. L. W agner,
Si fuese voz realmente castiza en cast., habría to­ Z R P h . L X II, 77ss.
mado la forma *sopa (comp. T O P O ). El vocablo
genuinamente cast., por lo menos en el Sur, parece Salpullido, V. sarpullido Salsa, V. sal Sal-
ser el arabismo S A L E M A . 30 safragua, V. arsajraga Salsafrás, V. saxífraga
Salsam entar, salsam ento, salsear, salsedum bre, sal­
Salpicadura, salpicar, salpicón, V. sal Salpi- sera, salsereta, salserilla, salsero, salserón, sálserue-
coz, V. alficoz Salpim entar, salpim ienta, salpi­ la, V. sal .. Salsifí, salsifrasia, V. saxífraga
que, salpresam iento, salpresar, salpreso, V. sal Salso, salsoláceo, V. sal Saltabanco, saltabarda­
35 les, saltabarrancos, saltable, saltacaballo, saltación,
SA LPU G A , es voz latina, aunque tal vez de ori­ saltacharquillos, saltadero, saltadizo, saltado, salta­
gen ibérico, que no tiene por qué figurar en el dor, saltadura, saltaembarca, saltagatos, saltam on­
diccionario castellano. tes, V. saltar Saltanejoso, V. sarteneja
El primero en cometer la confusión fué A u t., al
recoger la cita de Ambrosio de Morales (1574) 40 SA LT A R , del lat. s a l t a r e ’bailar’, a veces ’dar
«cierto género de hormigas venenosas llamaban los saltitos, brincar, retozar’, frecuentativo de s a l i r e
andaluces salpugas »: como ya muestra el tiempo ’saltar’. 1.a doc.: Berceo.
pasado, se refiere M orales, en su Crónica antigua, E n D uelo, 149c, expresa los extremos de dolor
a la España rom ana; el académico autor de esta que hace la Virgen al desclavar a su H ijo : «io,
letra, Diego Suárez de Figueroa, se apresuró a de­ 45 mesquina, con todos corría e saltaba, / que la rabia
clarar inocentemente «es voz provincial de Anda­ del Fijo las telas me tajaba». Doña Quaresma al
lucía». Se dió cuenta la sabia Corporación de la escapar «saltó por las paredes» J. Ruiz 1208b.
confusión de su miembro demasiado tarde para bo­ Es palabra ya frecuente en este autor y en Juan
rrar el error, que todavía se repite en la ed. de M anuel, y en general en todas las épocas (N e b r.:
1783, pero ya está eliminado en 1817 y así continúa 50 «s.: salió; s. alexos: prosilio; s. resurtiendo atrás:
por lo menos hasta 1884. En ediciones recientes al­ resulto»). El tratam iento del grupo A l. muestra in ­
guien ha tenido la ocurrencia de exhum ar este anti­ flujo del habla de. las clases superiores; rigurosa­
guo desacierto. Covarr. sólo habla de este nombre m ente popular es el duplicado sotar ’bailar’, para
como palabra latina y falta en O udin y otros dicc. el cual vid. J O T A I. Para acs., construcciones y
clásicos, así como en los glosarios de voces anda­ 55 fraseología, V. los dicc. históricos y A u t.; hoy en
luzas. No cayó en el engaño Aldrete en su O rigen, la Arg. se construye alguna vez transitivam ente,
como muestra el párrafo que transcribo, advirtien­ especialmente en la ac. ’saltar encima de un ca­
do (apenas hace falta) que aquí se toma «español» ballo para m ontarlo’ (en M . Fierro II, 2577, ’ata­
por ’hispano prerrom ano’ : «salpugas , que dizen es car’ : «lo saltó por sobre el juego / con el cuchi­
Español, y no lo es, porque Plinio dize que C i­ 60 llo en la mano»).
D e r i v . Saltable. Saltación. Saltado. Saltadero. fones o salta-in-banqui, como dice el italiano»,
Saltadera ’entradera’ ast. (V). Saltadizo. Saltador. S. X V II, B. M ateo Vázquez; Terlingen, p. 101],
Saltadura. Saltante. Saltarelo o saltarel, del it. sal- tomado del it. saltimbanco; tam bién se ha dicho
terello id.; alterado en saltarén [Quevedo]1. Salta- en cast. saltimbanco, saltabanco(s), etc. Saltuñale
rilla [Acad. 1936]. Saltarín [Aut.]. Saltatriz. Sal­ 5 ’jugada que hacen los muchachos, colocándose una
tón [A u t.]; saltona ’rata de fajas’ ast. (V). Salto bola sobre la uña del pulgar apoyada en el índice,
[Cid; Berceo, etc.; ’sobresalto, espanto’ Alex., y haciéndola saltar con fuerza, por impulso de
2084; .tejado a s. de rata ’el que tiene las tablas aquel dedo’ cub. (Ca., 93).
separadas unas de otras’ cub., Ca., 177], del lat. 1 A ut. dice «debió de venir de Portugal, con el
SA LTO S, -Os, ’salto’ ; saltear [J. R uiz; «s. a alguno: 10 nom bre»; pero el port. saltarelo parece ser italia-
compilo» N ebr.]-; salteador [APal. 1326; «compi- nism o; y el nom bre de lugar Santarém, en el
lator» N ebr.]; salteadora; salteamiento; salteo. Sal­ cual parecen pensar los académicos de A ut., no
tero [«m ontaraz: saltuarius» Nebr.]. Saltuario, cul­ se emplea como nombre de baile.— J En la ac.
tismo. Asalto [1570, C. de las C asas'; Quijote, «hacer una cosa sin continuarla, sino dexándoia
I, xxiii, 100 y passim ; C ovarr.; ejs. S. X V II, 15 comenzada y passando a otras» ya está en Aut.;
A ut.]', tomado del it. assalto, derivado de assalire hoy sigue m uy viva en' América («saltié unas lí­
’asaltar’, lat. a s s a l i r e (clás. a s s i l i r e ) ’atacar’; de­ neas» G uiraldes, D. S. Sombra, ed. Espasa, p.
rivado cast. de asalto es asaltar [Quijote I, ii, 4 y 297), m ientras que en España se dice más bien
passim; O udin; falta todavía en C. de las Casas, saltarse unas líneas, etc. L a ac. ’sofreír u n m an­
Percivale y C ovarr.; D H ist. da ejs. desde Lope]; 20 jar a fuego vivo, en manteca o a fuego hirvien­
asaltante; asaltador. Resaltar [Aut.; no Covarr. ni do’ [Ca., 127; Acad. 1936] es adaptación del fr.
O u d in ]; resaltante; resalte [A ut.]; resalto [Aut.]. sauter.— 3 Sólo en la parte cast.-it.; pero en la
Sobresaltar [O udin; Cervantes en A u t.]; sobresal­ parte it.-cast. traduce assalto solamente por com­
to [id. id.]: W artburg, R L iR X XIV , 290, sospecha bate y acometimiento, m ostrando conciencia de no
origen occitano, probablemente con razón, aunque 25 ser palabra castiza; asaltar falta del todo en Ca­
no lo prueba; en francés ya en el S. X IV y ahí sas, que traduce el it. assalire por «acometer, sal­
soub'i nsault. Sobresaltador. tear, combatir, saltar».— ‘ ’Baile que se da por
Las voces siguientes son cultismos. Exultar sorpresa (a m enudo fingida) presentándose los
[Acad. S. X IX ], raro, de exsültare id.; exultación. bailadores en casa amiga, sobre todo en Carnaval’
Insultar [Celestina (C. C. Smith, BHisp. L X I); 30 se emplea en España tanto como en Cuba (Ca.,
O udin; sin ejs. en Aut.], de insultare ’saltar contra 216), aunque falta en Acad. (en la Arg. malón).—
alguno’, ’insultar’; insultante; insultador; insulto 5 L a construcción casi-copulativa del tipo «el tra­
[2.° cuarto S. XV, Pz. de Guzmán (C. C. Smith, bajo resultó inútil» es innovación castellana, fun­
BHisp. L X I); h. 1600, M ariana; falta Percivale y damentalm ente ajena a otros romances, como el
C. de las Casas, y éste traduce el it. insulto sólo 35 port., cuyo uso en este idioma desaprueban como
por «offensa, assalto»], de insuitus, -üs, id. Resultar castellanismo Ep. Dias y Leite de V. (R L
[1570, C. de las Casas; O udin; .di«.], de resul­ X X X III, 211).
tare ’resurtir, rebotar’3; resulta [O udin]; resulta­
do [id.]; resultancia [S. X V II, Aut.]; resultante. Salterio, V. salmo Saltero, V. soto Salti­
Salaz ’obsceno’ [Acad. S. X IX], de salax, -ácis, 40 gallo, saltigrado, saltimbanqui, salto, saltón, saltua­
’que está en celo’, derivado de salire ’saltar’ en la rio, sáltuñate, V. saltar Salubérrimo, salubre, sa­
ac. ’cubrir a la hem bra’; salacidad. lubridad, V. salvo Saludo, V. sollozo Salud,
C p t . Saltabardales [1628, «mujerota inquieta y saludable, saludación, saludador, saludar, saludo,
marimacho» G . Correas, Vocab., 565a; Vélez de V. salvo Saluga, V. seruga Salumbre, V. sal
Guevara, Serrana de la Vera, v. 2698; ’muchacho 45 Salutación, salute, salutífero, salva, salvabarros, sal-
alocado’ Aut.]. Saltabarrancos. Saltacaballo. Salta­ vable, salvación, salvachia, salvadera, salvado, sal­
charquillos. Saltaembarca. Saltagatos. Saltahojas vador, salvaguardia, V. salvo Salvajada, salva­
’Stenocranus saccharioorus, parásito de la caña de je, salvajería, salvajez, salvajina, salvajino, salvajis­
azúcar’ cub. (Ca., 195). Saltamontes [Acad. 1884, m o, V. selva Salvante, V. salvo y dejar Sal­
no 1843; no T err., Aut. ni Oudin], Saltaojos. Sal­ 50 ve, salvia, V. savia, salvo
tapajas. Saltaparedes. Saltaperico ’hierba acantácea’
cub., ’cohete estrepitoso, rastrero y saltarín’ cub. SALVO, del lat. SALVUS ’sano’, ’salvo’. 1.a doc.:
(Ca., 56). Saltaprados ast. (V). Saltarregla. Salta- med. S. X, Glosas Emilianenses.
rrostro. Saltaterandate [1708, Palomino, Aut.], de Donde sanos et salbos traduce el lat. incólumes
cuya segunda mitad ignoro el origen. Saltatinajas (n.° 30). En el Cid, es salvo de mal, y también
zamor. ’insecto parecido a la langosta’ (FD ). Sal­ sustantivado, lo tienen en su salvo, etc. En Berceo,
tatrás, en Cuba y otras partes saltoatrás (Ca., 130). puede valer lo que hoy salvado, «qui a mí quisiere
Saltatumbas. Saltigallo. Saltigrado, compuesto cul­ escuchar e creer, / viva en penitencia, puede salvo
to con el lat. gradi ’caminar’. Saltimbanqui [1599, seer» M il., 862d. Frecuente en todas las épocas,
saltaembanco, G. de Alfarache lib. 3, cap. 2; «bu­ nO y representado en todos los romances de Occiden­
te. En cast. el tratam iento de AL indica evolución bala «urceus; parva alba cum qua bibitur aqua»,
semiculta, o predominio del habla de las clases como quiere Eguílaz, 490, sino que es éste el que
superiores. Fraseología y acs. en Cej. IX , § 150. viene del romance, aunque adaptado a la raíz ará­
El empleo adverbial ya está en J. Ruiz («non que- biga sárab ’beber’]; ¿salvita cub. ’M onecphora bi-
rades comedir / salvo en la manera del trobar e 5 cincta, insecto chupador de la caña de azúcar’ (Ca.,
del dezir» 45d); significando ’excepto’ era equi­ 195)? Salvable. Salvación [Berceo]. Salvachia
valente de la conjunción sino, y así se explica que [Acad. 1925, no 1884]: palabra de formación in ­
pudiera tomar además el valor adversativo propio cierta y de forma sospechosa, de la cual no tengo
de ésta, como vemos en textos de los SS. XV-XVI: comprobación (nada semejante en ingl., it. ni de­
«gente muy fermosa, los cabellos no crespos, salvo 10 más romances).
corredíos y gruesos como sedas de caballo... las Salvado [J. R u iz : «Fizo’s de la C ruz priv ad o : /
piernas muy derechas, todos a una mano, y no él comió el pan más duz, / a m í dió rum iar sal­
barriga, salvo muy bien hecha» diario de Colón vado» 118c; «fúrfur», glos. del Escorial; hoy se
(M. P., La Lengua de C., p. 28); salvo que ’sino emplea como colectivo —comer salvado, etc.— ,
que’ : «jamás cesó agua del cielo, i no para dezir 15 pero en APal. 56b, 154b, 394d, N ebr. («s-: sal-
que llovía, salvo que resegundaba otro diluvio» viatum, purgam enta farinae, furfures, apluda»),
id. (p. 30), «que non dexe su amor, pues lo a co­ Covarr., y los clásicos citados por A u t., está en
m entado tan fuertem ente, salvo que lo mantenga plural], parece ser derivado de salvar, quizá (como
lealmente y que lo non falle en días de su vida» dice Covarr.) porque se salva o evita por medio del
L a n za n te (ms. S. X VI, copia de otro de 1414, ¿<¡ cedazo3; salvadera [1591, Percivale «a dust boxe»;
R FE X I, 294). O udin «boiste á poudre, poudrier»; ejs. de Que-
D e r i v . Salvedad [’seguridad en una transacción vedo y de Quiñones de B., N B A E X V III, 562],
comercial’, doc. de 1175, Oelschl.; ’salvación’ Ber- que deriva de salvado por el empleo de esta m a­
ceo, Loores, 199; ’seguridad’ S. X V II, antic., teria para enjugar lo escrito recientem ente, está
Aut.; ac. m oderna, ya Acad. 1843, no 1817]. Sal­ 25 probado por las observaciones de R. Cabrera y los
var [’librar de un peligro’ Cid; ’proteger, defen­ textos de los SS. X V-XVI que docum entan este
der’ en frases como «Sancto D om ingo... / el que uso, citados por Cuervo, A p., § 600; no puede
dizcn de Silos, que salva la frontera» S. D om ., 3d, tomarse en consideración la derivación directa de
aplicado a poblaciones o fortalezas que hacen fren­ s a b u l u m ’arena’, preconizada por H artzenbusch (en

te a los m oros', comp. Salvatierra, Salvaleón, lu­ 30 Cuervo, D isq., 1950, p. 474; comp. E l Averigua­
gares fronterizos; de la fórmula de saludo Dios vos dor Universal I, 61). Salvador [Berceo], Salvamen­
salve, pasó este vocablo a significar ’saludar’ : «en­ to [1212, M. P., D. L ., 270.30; -m iento, 1234,
tonces llegó el gamo a él e salvó lo e díxole el ga­ ibid. 318.6; J. R uiz; Conde Luc.; R im . de Pala­
lápago: — ¿dónde vienes?» Calila, Rivad. L I, 46; cio, 1309; -m entó, 1570, C. de las Casas; necesi­
Apol., 328; Purg. de San Patricio, S. X III. H o- 35 tan comprobación las citas de Aut.]. Salvante prep.
men. a M . P. II, 227; J. Ruiz 1479; Crón. Gral. ’excepto’ [«xalbán lo quel coxtó non- quixo máx
de 1344, en M. P., Floresta I, 162; Lanzarote de tomar» h. 1300, Yúguf A , 69d, = salvante B 58;
1414, R F E X I, 297]2, del lat. tardío s a l v a r e id., M. P. lo mira como un caso de apócope de la -o
derivado de SALVUS; salva [’excusa, justificación’ del gerundio, de lo que cita otros casos en elY ú -
J. Ruiz 104a; ’reserva, salvedad, disculpa solemne’ 40 f uf, y puede tener razón aun en éste, comp.cat.
Montemayor, Trabajos de los Reyes, a. 1558, R FE salvant ’excepto’, que se siente como gerundio; la
X II, 52, 53; Tim oneda, Patrañuelo, Rivad., p. apócope cast. se explicaría en este caso por el uso
163; ’prueba que hacía de la comida y bebida la proclítico: Covarr. registra con este valor sal­
persona encargada de servirla a los reyes y grandes vantes, y A ut. salvante, ambos como voces «del es­
señores, para asegurar que no había en ellas pon­ 45 tilo baxo»; sería vocal restituida falsam ente; este
zoña’, «degustado, libamentum» N e b r.; Gracián, tipo ha proliferado en el habla vulgar, V. a pro­
Criticón, ed. Romera I, 277; A. Castro, M él. A nt. pósito de dejante]. Resalvo. Salve (ejs. clásicos en
Thomas, 1927, 89-94; de ahí figuradamente ’ade­ Aut.), tomado del lat. salve, imperativo de salvé-
lantarse a otros en comer algo’ Rinconete y C., re ’estar en buena salud’. Salvia [¿selvia?, 1399,
Cl. C., p. 150; señor de salva ’gran señor’, T i­ 50 Gower, Confesión del Am ante, 392; sa-, N eb r.;
moneda, Sobremesa, Rivad., pp. 175, 178; Pz. de Lope, Jerus. Conquistada X V II, v. 313; Cej. IX ,
Hita, ed. Blanchard I, 308; ’bandeja para servir § 150], de s a l v i a id., que parece ser derivado de
copas, etc.’, Lope, Cuerdo Loco, p. 47, > fr. ant. sa lv u s por las propiedades beneficiosas de esta
salve, ya 1666, B hZR P h. L IV , 102-3; ’disparo de hierba; gall. sarxa o xarxa, Bierzo sarta (Sarm.
armas de fuego en una solemnidad’, 1595, Aut.]; 55 CaG. 92v, 91 v, A \0 0 v, 149t;), V. SA JA R .
salvilla [G. de Aljarache, Cl. C. II I, 191.15; Vz. Salud [Cid; ’salvación’ M il., 860d; saludes ’sa­
de Guevara, El R ey en su Imag., p. 64; ’bandeja ludos’ Cid, M il., 811c; «s.: salus» N eb r.; Cej. IX ,
de dulces’ cub., Ca., 69; mozár. xarviella ’bande­ § 150], del lat. s a l u s , - ü t i s , ’salud, buen estado
ja’ 1.a Crón. Gral., 180a6, con variantes mss. xer- físico’, ’salvación, conservación’, ’saludo’, de la m is­
’tilla y servi(e)lla; no viene del hispanoárabe sór­ 60 ma raíz que s a l v u s ; de ahí por vía culta salute
’m oneda con la salutación angélica’ [N ebr.]; salu­ vage; a salvia, sauge» citado por D u C. de tex­
dable [Berceo; csalubris» N ebr.]; saludar [Cid], tos franceses de 1352 y 1359; y O u d in : «sal-
de SALUTARE id .; saludación ant. [S. X IV , J. R uiz; viata: oeufs brouillez avec du suc de sauge».
Libro de Enxem plos, Rivad. L I, 483] o salutación Por más que la explicación semántica de salvado
[APal. 431b; N eb r.; C ervantes]; saludador [APaL 5 desde el verbo salvar no es evidente ni mucho
115b; «psyllus, marsus» N ebr.]; saludo [no Co- menos, todavía está menos fundada en este as­
varr. ni O udin; A u t. sólo ’salva para saludar’ ; pecto la reciente etimología de G . Colón (R L iR .
ac. moderna Acad. 1884, n o 1843]. Salubre [1587, X X X V III, 1974, 95-105, que nos llega cuando
Sabuco, A ut.; no O udin, Covarr. n i Góngora], to ­ ya es tarde para estudiarla con la calma debida):
mado de salüber, -bris, -bre, id., derivado de salus; 10 lat. s a l i v a t u m , empleado para ciertas combina­
salubridad; salubérrimo. ciones de medicina popular en la curación de
C p t . Salvoconducto [Nebr.] Salvohonor [N ebr., animales enfermos, en cjjya preparación parece
s. v. sieso], porque al nom brarlo se decía cortés- haber entrado como ingrediente la saliva; el
m ente «salvo vuestro honor». Salvaguardia [1728, vocablo figura en algunos manuscritos y edicio­
A ut.; no Covarr.], probablemente adaptado del fr. 15 nes de Columela y ya de Plinio, pero otras fuen­
sauvegarde [1233]; más raram ente salvaguarda (no tes dan salviatum, y de éstas lo tom ó Nebrija,
A ut.); salvaguardar (no Acad.) es galicismo bastan­ aunque a nuestro humanista se le ocurrió (como
te usado. A salvamano (no A ut.), raro en lugar de ya se ha indicado arriba) identificarlo con el
a mansalva. Salvabarros. Salvamanteles. Salvavi­ cast. salvado. Desde luego en Plinio no se trata
das [Acad. 1884, no 1843]. Salutífero [1521, Juan 20 del salvado, sino de una planta venenosa em­
de Padilla, L ida, M ena, 449; 1540, Aut.]. pleada para curar enfermedades del buey; en
1 N o es ’rebasar, pasar adelante’, como supone Columela parece haber mayor cercanía semán­
Gonzalo M z. Pidal en su ed. de Clásicos Ebro.— tica con el salvado, pues se define como algo
2 Nótese la construcción de salvar intr. para ’sal­ parecido al lat. simila; pero tampoco ahí queda
varse’, usual en la A rg .: Sarmiento, Facundo, 25 claro de qué elemento vegetal se trata con pre­
ed. Losada, p. 169; M . Fierro I, 331, 481; II, cisión; y concluye Colón reservadamente con
4551.— ’ Luego se trataría de la ac. de salvar en alusión a salvado : «libre a ceux qui le voudront
s. un inconveniente, u n obstáculo, frase que A ut. d ’y reconnaître la survivance d ’un terme employé
ya documenta en Ercilla. L a explicación de Jud par l’espagnol Columella». M i impresión provi­
(A S N S L C X X V I, 110), por ser las partes del 30 sional es que se trata de un nudo de parónimos
grano que se han salvado de ser molidas o des­ formado por ciertos copistas (quizá hispanos) y
menuzadas por la muela, m e parece menos con­ ciertos editores, en que se ha enredado un deri­
vincente, porque desde el punto de vista del al­ vado del lat. salida con salina y con el cast. salvado
deano — eminentem ente práctico— , con ello no y sus antecedentes, por ser tan fácil paleográfica-
se «salva» nada, sino que se pierde. Reconozco 35 mente que los dos palos o trazos verticales de
que la otra explicación tampoco es evidente, y saluatum se convirtieran en los tres de saliuatum
aun cabe dudar de que realmente sea derivado de o saluiatum; más forzada me parece la idea de
salvar. Como el salvado propiam ente dicho va que un derivado de saliva pudiese desligarse
mezclado con muchas partículas no vegetales, ca­ tanto de su primitivo que se produjese la sín­
bría sospechar un * s a b ü l a t u s ’mezclado con are­ 40 copa salivado > salvado. Reconozco, sin embargo,
na’, de s a b u l u m , comp. bearn. sablat ’arenal’, oc. que convendrá estudiar el asunto con más calma.
sabia «ensabler», «saupoudrer dans le sable». Fo­ Como siempre, se observa la fe excesiva de Colón
néticamente sería irreprochable, pero es dudoso en los meros tpikoXofixá <paivi\ieva, sin pre­
por no estar representado s a b u l u m en la Penín­ ocuparse demasiado de confirmar con hechos
sula Ibérica, a no ser en el derivado cat. sauló 45 comparables en los dialectos vivos de la vida
’arenisca’ y el port. saibro, ambos tam bién dudo­ real del lenguaje, que haya o no haya, debajo de
sos (el santand. sable con su -e se revela como los datos de la documentación que anda impresa.
galicismo). El tipo salvado es sólo cast., comp.
port. farelos, león, y amer. afrecho, cat. segó, oc. Salzmimbre, V. sauce Sallador, salladura, sa­
bren. Cabrera quiere partir del s a l v i a t u m que 50 llar, sallete, V. sacho Sama, V. sábalo Sá­
N ebr. emplea como traducción de salvados, pero mago, V. hámago
no hay tal vocablo latino: parece tratarse de una
latinización de la palabra cast.; D u C. lo registra SÁMARA, tomado del lat. samára ’simiente del
con la trad. «leguminis species», pero sólo en un olmo’. 1.a doc.: Acad. 1925, no 1884.
Ceremonial del Ardéche de 1360 («die Veneris 55 Tecnicismo de botánicos.
cícera rúbea, et die Sabbati salviatum comede-
bant»); no está claro si se trata de u n préstamo Samaruga, V. samarugo
del latín hispánico, pero más bien se tratará de
unas gachas condimentadas con salvia (¿comp. SA M ARU GO o JA R A M U G O , ’pececillo’, ’re­
P O LE A D A S?), comp. tsalviatus: saugie, u n bru- 60 nacuajo’, voz común al cast. con el port., el cat. y
las hablas del Sur de Italia, de origen incierto;: T arento (R E W ); además venec. $amarügole, $im-
parece haber relación con el cast. dial, moruca «sorta di conchiglia univalve di mare» (Boerio, p.
’lombriz’, it. merid. maruca ’caracol’, ya docu­ 279).
mentado en el siglo V III, pero el origen de este Es arbitraria la etimología de la Acad., ár. su-
vocablo a su vez es inseguro, y es difícil precisar 5 ma’ük, plural de sámak ’pez’ : no hay tal plural,
la relación existente entre los dos tipos; de todos o por mejor decir se trata de una vocalización erró­
modos es probable que samarugo sea prerromano, nea del plural conocido sum úk‘, que naturalm ente
y seguro que no es árabe. '1.a doc.: xaramugo, no podía dar samarugo; tiene interés el santand,
Aut. jamugo «jaramugo; todo pez pequeño para cebo»
Con la definición «pececillo pequeño de que sue­ 10 (G. Lomas), pero su semejanza con el ár. sum ük
len usar los pescadores para cebo de otros»; se­ ha de ser casual (nótese que aun el propio Asín,
gún Acad. (1817) «jaramugo: nombre que los pes­ A l-A nd. IX , 37, desm intió esta etimología arábiga).
cadores de mar dan indistintam ente a todos los En general cualquier etimología arábiga sería in­
peces pequeños de que se sirven para cebo». La verosímil dada la s- inicial de cast. Pero reconozco,
otra variante aparece por primera vez en Borao 15 que hoy tampoco me parece probable la proce­
como aragonesa «barbo pequeño que suele vivir en dencia, que sugerí como posible en A IL C II,
las balsas y generalmente sirve de alimento a los 149-150, de * s a m b I s ü g a variante itálica del lat.
barbos mayores», «torpe, obtuso y al mismo tiem ­ s a n g u i s u g a ’sanguijuela’, por más que la existen­
po, con basta apariencia exterior», «persona arisca, cia de esta variante itálica en romance sea vero­
imbécil o egoísta», acs. figuradas que recuerdan las 20 símil en vista del port. ant. y dial, sambesuga,
del parónimo zamacuco; volviendo a las acs. pro­ semessuga, xambixuga5, etc., gall. samasuga, zum e-
pias, le dió entrada la Acad. (ya 1925, no 1884) zuga, cemazuga, c im -, judesp. sambaxuga, sami-
como voz aragonesa y con el sentido de ’renacua­ xuga, y las formas samsugias y samsuginis, docu­
jo’, que es el que tiene en Peralta y Falces (Sur de mentadas en glosas latinas trasmitidas por códices
Navarra) samarugo, en Tarazona samaruco, y en 25 de los SS. X y X I; a pesar de la identidad de
Alborite sabanuco (cruce con sabandija), según da­ sentido con el cat. samarugo’, y aunque éste po­
tos obtenidos epistolarmente por G riera1; zama- dría venir de * s a m b i s u g a por rotacismo (fenóme­
rugo en Echo es cierto ’pez de río’ (BDC X X IV , no, por lo demás, excepcional aun en catalán), este
183), ’pececito’ (R L iR X I, 101)2. cambio fonético no sería posible en los demás ro­
Continúa en lengua catalana: en Sagunto 30 mances que conocen el tipo samarugo, y no hay
samaruc ’renacuajo’ (Griera, l. c.), en Borriana que pensar que u n préstamo catalán, en vocablo
sameruc id., en Valencia samaruc ’especie de gu­ de este significado, se hubiese podido extender por
sano’ (Griera, Tresor), mientras que otras fuentes toda la Península Ibérica. Era, pues, una pista
valencianas lo definen ’pececito de agua dulce’ falsa.
(Boscá, Geogr. Gen. del R. de Val., p. 493), ’sa­ 35 Por otra parte, en el Sur de Italia, junto a ciam­
maruco’ (Escrig), que en El Archivo (II, 157) se maruca, -úculu, existe maruca ’caracol’ en Calabria
identifica con la Hydrargyra Hispánico, y lo co­ e Irpino, maruzza id. en Nápoles y en otras par­
rriente es que designe un pececillo inocente que se tes de Calabria, y en esta misma región existe
pesca con facilidad (Pensat i Fet, 1952, p. 18); cozzamaruca «lumaca» y otras formas (varmaruca
además samarugo? en el sentido de ’sanguijuela' 40 y maramaruzza) debidas evidentemente a cruces
lo he oído en el Empordán y más al Oeste (La (con v e r m i s , etc.); tam bién cozzamaruca se expli­
Selva de M ar, Sadernes) y según Ag. se emplea en cará por un encuentro con c o c h ( l ) e a , pero que
Palamós y Alguaire (junto a Lérida). T am bién lo ciammaruca pueda salir de cozzamaruca por una
encontramos en el Occidente ibérico: gall. xara­ especie de mutilación, como había sugerido Schu-
mugo (Valí., j-, con la definición académica), port. 45 chardt, es ya muy difícil, como observa atinada­
saramugo «peixe míudo» empleado en Évora (R L mente M -L. (R E W 5387). En cuanto "a maruca
X X X I, 109, junto con saramugar «entregar-se a ’caracol’ es palabra ya documentada en un glosario
trabalhos leves e sem pressas») y junto al G uadia­ latino-anglosajón del S. V III (C G L V, 377.23),
na (R L IV, 104); L. M endes de Vasconcellos ya pero ignoramos su etimología, aunque bien podría
lo empleó en 1608 con referencia al Tajo inferior 50 ser prerrom ana; ahora bien, moruca vive hoy en
(«nao tirao pardelhas ou saramugos, senaó salmo­ León con el sentido de ’lombriz’ (R H XV, 6), y ya
netes, pescadas», cita de Bluteau); según Fig. sa- una Ordenanza Real de Castilla de 1570 habla de
ramuga en el M inho es «caruma seca» (’hojarasca «mandar que no se pescase con moruca ni gusa-
de pino’). No sé de nada parecido en Francia, pero rapa, ni con redes cuya marca pudiese tom ar tru ­
sí en el Sur de Ita lia : el calabr. ciamarúculu, re­ 55 cha menor de media libra» (B R A E X VI, 467-8).
cogido por Rohlfs en un pueblo de la zona cen­ A pesar de las leves diferencias semánticas y fo­
tral, es ’gusanito’, y ciammaruca con el sentido néticas ( * m o r ü c c a en España, m a r ü c a en Italia) no
de ’caracol’ se oye en los Abruzos, M ontes Alba- cabe dudar que estamos ante u n mismo vocablo;
nos y Amaseno (Sur del Lacio) (ZRPh. X X I, 29; la o española sugiere una base céltica * m o r ü c a
R L iR I, 314.; Litbl. X LIV , 266), giammarruca en 60 ’caracol o gusano m arino’, derivada del celta m o r e

V. — 10
’mar’ con el sufijo céltico que hay en CARRÜCA, también el girondino sansarrugue «sangsue» (M ou-
y en algunos puntos adaptada al latino m a r e o al reau), donde ha de haber cruce con otro voca­
sufijo iberorromance - u c c a : cierto que es algo blo. Es cuestión enmarañada.
extraño un celtismo en el Sur de Italia, pero el
vocabulario de la pesca viaja (comp. S A B A L O ) y 5 Samarmaje, V. jaramago Samba, V. zamacueca
acaso el vocablo fué llevado allá por pescadores Sambenitar, sambenito, V. santo Sam beque, V.
languedocianos o españoles. Sea de ello lo que se zambra Samblaje, V. ensamblar Sambuca,
quiera, parece haber una relación entre moruca- sambugas, V. jamugas Samorgar, V. somorgujo
marnca y el iberorromance samarugo, it. merid.
ciammaruca, puesto que ambos tipos reúnen las 10 SA M PSU C O , tomado del lat. sam psüchum y
acs. ’pececillo’, ’lombriz’ y ’caracol’, cuyo común éste del gr. a á ^ u x o v id. 1.a doc.: 1555, Laguna.
denominador es ’cebo’; para el it. merid. (ciam)- Poco usado.
maruca, vid. Parlangeli, R IL X C II, 773 (que se
opone al origen céltico). Pero es muy aventurado Samuga, samugo, -uco, V. jamuga, saúco
adivinar de dónde proceda la primera sílaba. ¿Pre­ 15 Samugón, V. zamacuco . Samurgar, V. mugrón
fijo prerromano? ¿Cruce con s a n g u i s u g a ? ¿ O San, V. santo Sanable, sanador, sánalotodo, V.
con el tipo ibérico usan gusano (V. G U S A R A ­ sano Sanamunda, V. salamunda Sanar, sa­
PO)} ¿O con SA PO ? T odo ello sería en rigor nativo, sanatorio, V. sano Sanción, sancionable,
posible dadas las varias acs. de samarugo y afines. sancionador, sancionar, V. santo
Aunque nada de ello se impone. U n cruce de 20
m a r ü c a con S A B A N D IJA parece en castellano lo SANCO, arg., chil., per., del q u id i. sankhu id.
más natural; pero estando tan arraigado en los 1.a doc.: 1875, Z. Rodríguez, Dicc. de Chilenis­
romances vecinos, donde no está sabandija la duda mos.
crece; un célt. s ü - m o r - O c o - , con los vivacísimos </.Qanco: pan de maíz (lengua del Perú)» ya está
S O - ’bueno’ y m o r í ’m ar’, y doble disimilación 25 en el Apéndice de Fz. de Oviedo, lo que indica
vocálica, no es un supuesto nada inverosímil. que el vocablo debe de aparecer en algún antiguo
D e r i v . Samaruguera. cronista. L ir a : «sankhu: cierto graneado de harina
1 B utlleli del C. Excursionista de la Comarca de de trigo, cebada, maíz con sal y manteca». Lenz,
Bages, 15-IX-1930.— 2 T err. dice que en tierra Dicc., 691.
de Sigüenza zamarruco es un pájaro semejante al 30
tordo, que canta desagradablemente, pero de car­ Sancocer, V. cocer Sancochar, sancocho, V.
ne gustosa, y que hace el nido en las balsas y cocer Sancta, sanctasanctórum, sanctórum, sanc-
lagunas, colocándolo encima del agua como un tus, V. santo Sanchecia, sancheta, sanchete,
barquito. Quizá haya confusión en esto.— 3 Same- sancho, V. chancho
ruga (variante samarruga) figura en el dicc. de 35
rimas, sin definiciones, de Jaume Marc (1371), lín. SA N D A LIA , tomado del lat. sandalia, plural de
254.— 1 Así vocalizado en Freytag, y en efecto sandaltum, y éste tomado del gr. eravSáAiov, dim i­
otra vocalización no sería posible según la m or­ nutivo de oávSaXov ’sandalia’. 1.a doc.: B. L. de
fología arábiga (W right, G ramm., 1933, I, 205); Argensola (f 1631), Aut.
por lo demás los plurales vulgares son más dife­ 40 Covarr. registra sandalio, pero sólo como calza­
rentes y sin parecido alguno con samarugo (Dozy, do usado por los antiguos; APal. define sólo como
Suppl. I, 686).— 5 R L II, 39, 252; X II, 124; palabra latin a; falta en Oudin. Cendalia en Sevilla,
X IX , 321; X V II, 266, 324.— 6 Dicc. de Valí., Cu- a. 1627, y andalia (con la s- deglutinada tras la
veiro y C arré; V K R X I, s. v. Sarm. CaG., re ­ del artículo plural) en 1722 (D H ist.).
cogió Qumesuga, zumezuga y sumesuga (65v, 91 r, 45
A 2 lv). L o sorprendente de estas formas gallego- SÁ N D A LO , tomado del gr. cáv-raXov, pronun­
portuguesas y catalanas no está solamente en la ciado sándalo en griego medieval y moderno. 1.a
base s a m b i - en lugar de s a n g u i - que parecen doc.: 1251, Calila, ed. Alien 25.258; «sándalos:
suponer, y que apuntarían hacia un origen os* sandalus» N ebr.
coumbro o dialectal latino, sino tam bién en la 50 Aut. cita sándalo en Laguna (1555). N o viene
-m- intervocálica de las formas gallegas y en por conducto del árabe sándal, como afirman D o­
parte portuguesas, pues justamente en esta len­ zy (Gloss., 339) y la Acad., pues entonces habría
gua romance la - m b - se conserva sin pasar a f- y después z- en castellano. La que sí es ara­
-m-. Por lo tanto, y teniendo en cuenta que la bismo es la forma azándar empleada por Osuna
raíz s ü g - ( o t s u k - ) ’chupar’ no es sólo itálica (1541) y Pedro Espinosa (1625), y hoy usual en
sino común con el céltico, el germánico y el Andalucía, según D H ist.; de un compromiso entre
baltoeslavo, no puedo reprim ir la sospecha de las dos resultará zándalo, que A ut. registra re­
una voz de sustrato más bien sorotáptica que mitiendo a sándalo.
céltica, y acaso más afín al gr. aína (< s a m j n t - D e r i v . Sandalino. Santaláceo.
o s a i - m e n - t - ? ) que al lat. sanguis.— 7 Comp. 60
SANDÁRACA, tomado del lat. scmdaraca y éste pondiente batífya sindiya. Vid. Dozy, Gloss., 339;
del gr. OTvMpáxY;1 (o 3'zvSapa/Y¡) id., de origen Suppl. I, 692a. Por lo demás el uso de sandía y
oriental. 1.a doc.: 1555, Laguna, A ut. (sin acento). variantes no ha sido nunca general; en algunas
Alterado en suelda raca o suelda de raca está partes de América se dice m elón de agua, así lo he
ya en el Libro de la Caza de López de Ayala (vid. 5 oído en Almería, y A ut. lo da como propio de
C. Michaélis, R L X III, 404-5). M urcia.
1 Antes significó ’rejalgar’, cercano al ser. can- D eriv . Sandiar; lo que he oído en Mendoza es
dra-rága ’rojo brillante’, seg. Uhlenbeck, Et. Wb. sandial (así tam bién en D raghi, Canc. Cuyano, p.
d. Aind., s. v. candrás. El ár. hisp. y egipcio 220). Sandieja o sandiyeja ’alcayota’ en Mendoza.
sandarm ’barniz’, ’goma vegetal para hacer bar­ 10 Andrehuela, cordobés, ’especie de melón que se
nices’ y su derivado musdndar ’barnizado’ (Dozy guarda para el invierno’ (D H ist.), está por las
I 693) vendrían directamente de Oriente, aunque *(s)andrihuelas, dim inutivo de una forma semejan­
no se hallan en las fuentes del árabe clásico. te al acendria ya citado (la -r- del and. acendria
y el cat. síndria, pudo nacer, por repercusión de
Sandez, V. sandio 15 líquida, en este diminutivo).

SA ND ÍA, del ár. batifia sindíya ’badea del país SA N D IO , es deformación moderna y arbitraria
de Sind, en la India’. 1.a doc.: N ebr. del antiguo sandio, en portugués sandeu, que sig­
Quien trae «sandia, especie de melón: meló in- nificaba ’idiota’, ’loco’; origen incierto, probable­
dicus». En la versión latina del Calendario de Cór­ 20 mente de la frase s a n c t e d e u s ’santo Dios’, que
doba del R abí Ben Zaid, hecha en el S. X III, se pronunciada al principio como exclamación de pie­
lee que en el mes de agosto «fit bona adulaha dad ante el pobre mentecato, acabó por aplicarse a
[nombre árabe de esta fruta], et est sandia», lo este mismo. 1.a doc.: sendío, Berceo; sandio,
que indica que ya corría entonces, por lo menos en 1240, Fuero Juzgo.
la España musulmana. N o está en los glos. de 25 «Respondió el cristiano, díssoli al ju d ío : / — E n­
h. 1400, en APal., C. de las Casas, Percivale, ni tiendo que me tienes por loco e sendío, / que non
Covarr., pero sí en Oudin, escrito tam bién con traio consejo e ando en radío», «maguer la dene­
s-. Aut. dice «sandía: lo mismo que zandia, que gué como loco sendío, / que fui engañado por un
es como comúnmente se dice», pero en zandía se li­ falso judío» M il., 646b, 766a. Esta forma es excep­
mita a rem itir a sandía. Realmente es la forma 30 cional : sólo se encuentra ahí, una vez en u n ms.
con z- (f-) la que esperaríamos encontrar en to­ del Fuero Juzgo (sandio en los demás) y otra en el
das partes, mas por lo visto en este caso pronto ms. arag. del Alex. (pasaje donde no existe el otro
predominó el seseo andaluz , aunque sea algo sor­ m s.): «quanto que Dario manda yo téngolo por
prendente encontrar una forma seseante ya en m ío: / qui me non obedesge téngolo por sendío»
N ebr. Quizá se trate más bien de u n cultismo del 35 (1270fc). Por lo demás se encuentra siempre la
árabe literal de los botánicos, o por conducto del variante con a, también en las PartidasT (I, iv, 17;
bajo latín, que es lo que sugeriría la acentuación vi, 4 8 ; V II, xxv, 4) y en Calila (aquí el abstrac­
culta. Eguílaz trae una variante acendria (¿anda­ to derivado: «una de las locuras e de las sandezes
luza?, ¿acentuada dónde?), y AV da un and. asen- deste m undo es querer aver amigos sin lealtad»,
dría, que enlaza con el cat. síndria. Éste presenta 40 ed. Alien 53.1102). L a acentuación en la í era
un retroceso del acento que es regular según la constante, como nos m ostrarán los ejs. siguientes,
pronunciación del vulgar hispanoárabe: en efec­ que al mismo tiempo demuestran cómo el sentido
to, PAlc. traduce sandía por el árabe cíndia, antiguo era ’loco’ o ’idiota’ (más que el actual de­
comp. Steiger, Contrib., pp. 79, 139. E n relación bilitado ’necio’) : « ¡ si la cayada te en b ío ! / ... /
con esta acentuación vulgar parece estar la pro­ 45 sobar-t’e, diz, el alvarda / sy non partes del trebe­
nunciación sandia, que es vulgar en todo el Río jo, / lyévate, vete, sandio / ... / sin agua e sin
de la Plata, desde el U ruguay (Wash. Bermúdez, rocío», «andava en m uladar el gallo ajevío, / es­
p. 28) a Córdoba (Garzón) y que tam bién he oído tando escarbando mañana con el frío, / falló ?afir
muchas veces en M endoza y en San Ju an ; la re­ colpado, mejor orne non v id o : / espantóse el gallo,
gistra tam bién el chileno Amunátegui (B D H A I, 50 dexól como sandio», «dixo el ab u ta rd a : ’loca, san­
351), aunque lo más corriente en Chile parece ser día, vana, / sienpre estás chirlando locura de m a­
sandilla ( = -iya) (R om án; Draghi, Canc. Cuyano, ñana’», «seméjasme sandio que ansí te conbi-
229, frente a sandia en autores cuyanos, pp. 305 y das: / non te llegues a mi, ante te lo comidas, /
437; G . M aturana, A U C h. X C II, ii, p. 65), lo sinon yo te faré que mi cayada midas» J. Ruiz 991 i,
mismo que en Nicaragua (Gagini). En árabe está 55 1387d, 75Qa, 976a; «commo el pez en. el rrío, /
perfectamente documentada la etimología: Abenal- vicioso y rriyendo, / non piensa el sandio / la
haxxá dice que el dullác es el batífi hindi (o sea rred quel van tendiendo» Sem T ob copla 393;
’badea de la India’) y sindi (o sea de Sind). El asuena con quadrillos, contigo, digo, castillo en el
femenino cíndia (clásico sindiya) registrado por Poema del Abad de M ontemayor (ed. M . P., p.
PAlc. corresponde al nom bre de unidad corres­ 60 xxxi); rim a con baldío en F r. Diego de Valencia
(Canc. de Baena, n.° 510, v. 61), sandía con vía baram ente maguer; en nuestro caso actuaron de
en Rodríguez de la Cámara (Canc. de Stúñiga, modelo los sinónimos necio y zafio, y el antónimo
p. 142), con atavíos y desvarios en el Canc. de! c?hio El prim er testimonio de la acentuación bár­
S. XV, con poderío en el Canc. General de Casti­ bara lo encuentro en Ruiz de Alarcón, en un pa­
llo (citas en Cej., Voc.); «¿con qué remedio gua­ S saje escrito en «fabla»: «si atendiendo como sa­
rece / el que está de amor sandio? / Si es mal de bio, / e como nobre, que Amor / tom a enfureci­
amor el mío» en Juan del Encina. Etcétera. No hay do e sandio, / vos non prace perdonarm e, / vé-
excepciones, pues si bien López de Ayala tiene desme al vuestro mandado» (Los Pechos Privile­
un verso «ésta [la ira] faz sandios los ornes» (Rim. giados, Rivad. X X, 426a). Es ej. único en este
de Pal., 115a) y en el Poema de Alfonso X I apa­ 10 escritor. T am bién A ut. imprime u n acento en la á.
rece dos veces el octosílabo «el infante sandio e Pero está claro que debe prescindirse de esta acen­
loco» (789d, 2424a) no debemos olvidar que la tuación bárbara en la búsqueda etimológica.
poesía del S. X IV perm itía contar como una sí­ Para ésta no im porta menos el gall.-port. san­
laba los grupos de esta estructura cuando conve­ deu, m uy frecuente desde el S. X I I I 1. El femeni­
nía al versificador (ejs. en el libro de Lecoy, ca­ 15 no port. es sandía, regular según el modelo de
pítulo sobre la versificación de J. Ruiz, etc.). El judeu judía, m eu port. ant. mia: «vos quero
hecho es que nunca en la Edad M edia encontra­ ja loar toda via, / e vedes qual será a lo a ro n : /
mos sandio en rima o asonancia con palabras en á. ¡dona fea, velha e sandia/» (García de Guillade,
El vocablo siguió siendo vivo hasta fines del med. S. X III, ed. Nobiling, v. 998). Los ejs. del
S. XV, como muestran, además de los ejs. ya cita­ 20 masculino sandeu m enudean en grandes cantidades
dos, los siguientes: «Mal com entó don T ristán de en los Cancioneros de los SS. X III-X IV , donde
am ar quando com entó sus amores en la m uger de es tópico muy socorrido el del amante que dice
su tío. — Dixo la donzella: — Si él ama sandiamen­ estar sandeu de a m o r: el sentido, pues, como ya
te non lo deves tú culpar, que muchos otros más he observado, no era ’necio’, sino ’loco’ : «e os
sesudos que él fizieron esta sandez» en el Lanza- 25 que dizen que perdeu o sen / por mi, madre, non
rote copiado en ms. del S. X VI de otro de 1414 me dirian tal, / se soubessen com’é... / ... nunca
(R FB X I, 294), «furibtmdus, quien tanto se en­ por én / terrian meu amigo por sandeu, / madre,
saña que parece sandio o loco», «saniones, los que e que por m i ensandecen» Estevam Fernandez
son sandios en los dichos y suzios en las costum­ d ’Elvas (J. J. N unes, Cantigas d ’Amigo, n.° 56,
bres» APal. 1736, 432d, «sandio, loco: sannio, in- 30 v. 11), «ca pois a nos ambos hi tiinha proveito /
sanus» N ebr. Pero ya a princ. S. X V I estaba an­ tal bem desejado, faria dereito, / e sandeu seria
ticuado el vocablo, según atestigua Juan de Val- quem o nom fezesse» D on Denís (v. 1558).
d é s : «sandio, por loco, tengo que sea vocablo Sería fácil agregar muchos ejs., pero bastará con
nacido y criado en Portugal; en Castilla no se usa éstos, y paso a la etimología. Después de rechazar
agora» (Diál. de la L ., 117.8): claro que el su­ 35 los étimos i n s a n i t u s y s a n n i o por imposibles fo­
puesto origen portugués no tiene otro fundam en­ néticamente2, proponía Diez (W b., 485) partir de
to que el hecho de que entonces el vocablo seguía la exclamación s a n c t e d e u s que, a fuerza de em ­
lleno de vida en Portugal. L o empleó todavía al­ plearla en son de extrañeza la gente de pocos al­
gún autor arcaizante como el moralista Fr. Ant. cances, para quienes todo es incomprensible, ha­
Álvarez h. 1600 (Cej.), y sobre todo el gran em­ 40 bría acabado por convertirse en nombre de estas
pleo del mismo en los Libros de Caballería, m e­ mismas personas. A ello replicó Carolina Aiichaelis
dievales o arcaizantes, hizo que Cervantes lo p u ­ (Mise. Caix, 149-151) que una exclamación así sólo
siera muchas veces en boca de D on Quijote, pero es probable que acabara designando a la gente
que esto era tan artificial como los fermoso y des- beata y mojigata, como ocurrió en efecto en S A N ­
fazer entuertos del héroe manchego lo prueba la 45 T U R R Ó N y en el valón douxdieu, citado por el
ausencia del vocablo en muchos autores contem po­ propio D iez; realmente el cambio de sentido pro­
ráneos (como Góngora), y la declaración categóri­ puesto por Diez no convence. Pero la propia D .a
ca de Covarr. «vocablo español antiguo, desusa­ Carolina rechaza las otras ideas que se le o cu rre n :
do». Cómo lo acentuaran él y Cervantes no nos que sandeu sea derivado del nombre del famoso
consta, quizá en la i, pero todavía O udin (1616) 50 enamorado portugués R u i de Sande, cuya antigüe­
marca cuidadosamente un acento sohre esta vocal. dad no se conoce, pero que a lo sumo podría per­
L a obra genial del M anco hizo que el vocablo tenecer al S. X IV o tal vez al X III, según la
volviera a divulgarse entre los cultos, y aunque autora (sin embargo, aun siendo así sería imposi­
A ut. insiste en que «es voz de poco uso» hoy ble que el vocablo estuviera ya generalizado en
lleva todavía cierta vida limitada y lánguida en la Castilla, y aun en la Rioja, desde los albores del
lengua literaria, aunque sólo en el estilo noble o S. X III, que de otro modo no lo hubiera empleado
rebuscado. Pero al volverlo al uso, una vez roto el Berceo). Más probable le parece que sandeu fuese
hilo tradicional, se le deformó fónicamente acen­ se-n D eu s i n e D e o , o sea ’sin Dios’, nombre
tuándolo en la a, a semejanza de lo que por el aplicado al pobre idiota dejado de la mano de
mismo tiem po ocurría a maguer, pronunciado bár­ 60 Dios, para lo cual se funda en la forma sendío
de Berceo; a pesar de la adhesión de Hanssen de enfocar la cuestión de otro modo que Diez,
(Espicilegio Gramatical, pp. 6-8, tirada aparte de acordándonos de las denominaciones reales del im ­
AU C h. 1911), y aun admitiendo que *sindío se bécil : el cast. bendito, el fr. benêt son expresiones
volviera en cast. sendío por disimilación, esta idea de conmiseración piadosa que acabaron por apli­
es poco verosímil desde el punto de vista semán­ 5 carse peyorativamente al desgraciado que las sus­
tico : nunca la Edad Media, tan intransigentem en­ citaba, y en especial el cat. beneit o beneító es
te piadosa, habría llamado ’sin Dios’ a una cria­ calificación tan grave y denominación tan obje­
tura viviente, cuando tanto- insistía en que el Pa­ tiva del idiota como pudiera serlo el port, sandeu:
dre de todos no desamparaba ni a los gusanitos a fuerza de exclamar ¡San Deus! en tono de lásti­
de la tierra, cuanto menos a los pobres de espí­ 10 ma, la expresión designaría al propio imbécil o
ritu : si a alguno convenía el nombre ’sin Dios’ sandio. N o debemos dar demasiada im portancia
era al impío o al forajido; además es muy discu­ a la £ del sendío de Berceo, sólo documentada en
tible la razón de que el cambio de e en a era más textos riojano-aragoneses y leoneses, siempre ca­
fácil que el opuesto : ambos fenómenos son igual­ racterizados por la labilidad de su vocalismo áto­
mente excepcionales y en rigor posibles, pero en 15 n o ; además el paso de s a n c t u s a sent a través de
nuestro vocablo la e es absolutamente desconocida saint es norm al en cat. antiguo, y hoy todavía en
en gallegoportugués y muy rara en castellano. valenciano («la ciutat senta» ya en las Homilías
T ras haber aceptado en 1888'1 que el vocablo de Organyá, de fines del S. X II, p. 42), luego
contiene d e u s , M -L . en su R E W (7934a) se decide sería natural que tal forma se hubiese extendido
por la etimología de Sainéan (Z R P h . X XX , 571; 20 más o menos hasta el aragonés y otras hablas cas­
Sources Indig. I, 151) y Spitzer (Leocik. a. d. Kat., tellanas.
28), quienes contra el consejo de C. Michaélis Solamente queda una objeción, ya formulada
identifican sandio con sandía en el sentido de ’soso por Nobiling (ed. de Guillade, p. 7 ; A S N S L
como esta fruta’, tal como badea se ha aplicado a C X X V II, 188): sandeu rima en ê cerrada en por­
un necio en cast. y citrouille en francés, y el fr. 25 tugués antiguo, lo cual parece oponerse a la É de
dial, bozek a un «gros enfant stupide et sale». DEU S. Y en efecto es objeción fundada : todas las
Esta idea ya me parecería inaceptable por razones rimas que encuentro de sandeu son con pretéritos
estilísticas: nombres así son naturales en las jer­ de la 2.a conjugación (Canc. da Ajuda, vv. 9584
gas, en los bables modernos y en el habla familiar, y 9590, con tolheu, 10135 con merecen; Cantigas
pero el tono serio de la poesía amatoria y religiosa 30 d’Am igo de N unes, n.° 56, con ensandecen) o bien
del S. X III está a cien leguas de tales metáforas, con creo c r e d o (así en Villasandino, vid. Lang,
tanto más cuanto que la sandía era fruto im por­ Canc. Gall.-Cast., v. 1273). Es verdad que hoy en
tado de la India, que es dudoso se conociera ya día también Deus, eu Í G O , m eu M ËU S, teu, seu, se
en el N orte de España a princ. S. X III; además pronuncian constantemente con ê cerrada (Cornu.
el nombre sandía no se ha conocido en P ortu­ 35 G G r., § 7), así que la metafonía de la -u ha ge­
gal (donde dicen melancia), y sobre todo la forma neralizado el timbre cerrado en la e tónica. Pero
portuguesa sandeu se opone a esta etimología ro­ tam bién es cierto que esto no parece haber ocu­
tundam ente. Hay que desechar esta idea indefen­ rrido todavía en el S. X III, pues en docenas de
dible. rimas de esta época podemos observar que Deus,
Y como la forma portuguesa y otras razones 40 en, m eu, teu, seu sólo riman entre sí y nunca con
de peso se oponen también a la etimología de los pretéritos de la 2.a conjugación en - é v ( i ) t ' . La
Eguílaz, ár. sindi ’gitano’, ’juglar’, es preciso vol­ dificultad no deja de ser grave, y me obliga a de­
ver al s a n c t e d e u s de Diez. En efecto, es eviden­ jar la etimología s a n c t e d e u s como todavía dudo­
te que el castellano sandio también procede de un sa. Obsérvese, sin embargo, que esto nos mete en
más antiguo *sandiéo, como prueban los derivados 45 u n callejón sin salida : no se puede concebir en­
sandez y ensandecer, inexplicables si la i fuese an­ tonces étimo alguno que nos explique este tim ­
tigua, pero m uy naturales partiendo de d e u s : bre primitivamente cerrado, puesto que no hay
sande-ez, ensandeecer; la reducción fonética a san­ en latín ni en lengua alguna u n sufijo o una ter­
dio es del mismo tipo que j u d a e u s > judío, m e u s minación -Ëus (hay - a e u s , que hubiera dado -ço).
> mío, y el propio d e u s > Dios > Diós. Sien­ 50 No vamos a creer que sandeu fuese u n antiguo
do sandio adjetivo o sustantivo personal, hubo de pretérito sustantivado de un verbo *sander (a su
formarse un femenino sandía y un plural sandios, vez inexplicable) : que ésta es la única alternati­
sandías, de suerte que aun si primero se dijo san- va que nos quedaría; y tampoco es aceptable el
diéos, sandios, como singular resultante del voca­ subterfugio de Hanssen, de que sandeu amoldase
tivo s a n c t e d e u s , se imponía inm ediatamente la 55 su vocal a la de ensandece. M ás lo sería una in ­
formación de un nuevo singular sandio, y entran­ fluencia de la e del abstracto sandçce (así en port,
do el vocablo en la categoría de los innumerables ant. en lugar del actual sandice), pero tampoco me
adjetivos en -ío, -ía, era imposible el desplaza­ contenta.
miento del acento que ocurrió en Dios > Dios4. Pero no podemos descartar la posibilidad de que
Pero desde el punto de vista semántico hemos 60 la evolución moderna de -éu hacia -éu ya hubie­
se empezado en el S. X III en algunos casos, de ne la antigua acentuación castellana sandio y aun
suerte que mientras no dispongamos de u n estudio más la forma portuguesa sandéu.— 3 Z R P h. X I,
exhaustivo de la versificación de esta época no 270, señalando además el paralelo del calabr.
podremos calibrar el alcance verdadero de esta ob­ sciaddeu ’haragán’. Pero la formación de éste no
jeción, y en un idioma como el portugués, donde 5 es clara, y Rohlfs no le da etimología en su Diz.
el tim bre de las vocales tónicas ha sufrido tan delle Tre Calabrie. Quizá se relacione con sciad-
múltiples y variadas alteraciones metafónicas y de dare ’arremangarse, ceñirse la ropa’ e x a l t a r e .—
todas clases, difícilmente podrá nunca mirarse esta 4 Carecen, pues, de alcance las objeciones forma­
razón como decisiva. Es perfectamente posible que les de H anssen.— 5 Se exceptúa deu ’él dió’ que
el cierre progresivo de sandéa en sandéa y luego 10 rima repetidam ente con eu (Nunes, Cant. d ’A m i­
sandía, se extendiera al masculino y en éste no go LX V , 4 ; C, 19) y con m eu y análogos (Don
llegara a pasar de la etapa sandéu. ¿H ay ejs. de Denís, vv. 802, 1047; Guillade, v. 94), pero qui­
judeu en rima antigua?6. Éste tendría más autori­ zá no sea esto una prueba de alteración tem pra­
dad en el caso que los de eu, Deus (sin femeninos na del tim bre de eu y de meu, pues deu pro­
correspondientes), y aun m eu y demás posesivos 15 viene de d é d i t .— 6 Sólo conozco uno, en las Can­
forman un caso aparte por su frecuente empleo tigas, ed. Valmar II, p. 604b, donde rima con
proclítico y por la m ayor diferencia de los feme­ eu abierto.
ninos tua, sua y minha.
D e r i v . Sandez [Calila, 1251, V. arriba; león. Sandullo, V. andullo
sandege, l . er cuarto S. X IV , C uento de Otas, 20
f° 59v°], Ensandecer [Lucerno de Alfonso X (Alma- SA N D U N G A , voz familiar y semi-jergal, de ori­
zán); 1399, ’enloquecer’, Gower, Confesión del gen incierto, quizá gitano. 1.a doc.: 1849, Fernán
A m ante, 4; más frecuente en p o rt.: D on Denís, Caballero; med. S. X IX , Bretón de los H erre­
v. 756 y passim]. ros (en Pagés); en el Dicc. de Voces Cubanas de
1 Éste ha m antenido la acentuación aguda hasta 25 Pichardo; Acad. 1884, no 1843.
la actualidad, y aun en Galicia el ms. del CaG. En L a Gaviota de Fernán Caballero dice el to­
de '-Sarm. (62v) lleva el acento gráfico sandio. rero a la protagonista: «¡P obre m ujer! ¿Qué se­
Como observa Pensado en su ed. (p. 62) no hay ría de ti, con un marido que te enamora con re­
testimonio alguno en gallegoportugués de una cetas, y u n cortejo que te obsequia con coplas, si
acentuación sandio o sándeu, aunque así escri­ 30 no tuvieras quien supiera camelarte con zandun-
ban algunos diccionarios gallegos, que copian ga?D (cap. 18). Creo haberlo leído tam bién en las
desenfadadamente el supuesto cast. sandio. Según Escenas Andaluzas de Estébanez Calderón (1847).
el testimonio unánime de los glosarios medieva­ Lo incluyó la Acad. como voz familiar en el sen­
les existió la alternancia sandéu sandía en tido de «gracia, donaire, salero». Todos sabemos
todos o los principales textos medievales gallego- 35 que es palabra agitanada o «flamenca». Salinas
portugueses : no dan otra forma los de la Crón. (1896) la cataloga entre los términos de «caló», con
Troyana, de las Ctgs. ni de R. Lapa a las CEsc.; la equivalencia «gracejo, garbo». No se ha estu­
y aunque Sarm. dice que en el S. X V III se em­ diado el origen, y el vocablo no figura en el breve
pleaba todavía vulgarmente el gall. sandio por diccionario del gitano español por Borrow. Su p ri­
’simple, tonto’, cabría incluso admitir que se re­ 40 m er elemento podría ser sano, que consta en casi
fiere sólo al f. sandía, aunque es probable que ya todos los dialectos gitanos con el sentido de ’del­
por entonces el influjo del femenino hubiera oca­ gado, flaco’, en Rumania «sottile», en Alemania
sionado la creación del analógico mase, sandio, del ’delgado, fino’, en Inglaterra ’suave’ (Miklosich,
cual ya hay algún ejemplo medieval (uno en la D enkschriften d. W iener Akad. X X V II, 59); la
Gral. Est. 132.20 y uno en los M irSgo.; no sé 45 segunda parte es más d u d o sa: acaso duma, que
que haya ninguno en los demás textos citados). entre los gitanos de Rumania vale ’conversación’,
Lo que sí coexiste desde la Edad M edia es san- ’respuesta’, entre los de Bohemia ’lenguaje’, y en­
dice (Crón. Troy. 177.13) junto a sandece ’ne­ tre los de Rusia ha conservado la ac. ’pensamien­
cedad’ (I, 118.23), y esto (que se debe al dupli­ tos’, que era originalmente propia de esta pala­
cado -gall.-port. -ice junto a -ece en el sufijo de 50 bra, pues se trata de la voz eslava dum a ’palabra,
abstractos) también contribuiría a ,1a introduc­ pensamiento’ (Miklosich X X V I, 205). De ’respues­
ción de sandio en vez de sandéu. En fecha re­ ta o hablar sutil, fino’ a ’gracejo’ era fácil el cam ­
ciente el portugués distingue entre el sustantivo bio, y tam bién se comprendería que *sanduma se
sandéu y el adjetivo sandio, analógico del feme­ cambiara en sandunga por influjo de chunga. Sin
nino sandía, creación de fecha al parecer mo­ embargo, quedan detalles fonéticos y todo esto es
derna (falta todavía en Moraes).— 2 Cabrera pre­ hipotético, además de que no consta el empleo
fería i n s a n i e n s , imposible por la misma razón. del eslavismo duma entre los gitanos del Oeste
Podría alegarse que s a n n i o por vía culta se de E uropa; aunque no seria más sorprendente que
habría podido convertir en sandio, tal como p e n - el de tantas voces eslavas pertenecientes al gitano
n u l a en péndola, pero a esta explicación se opo­ r>0 español, como bobe ’haba’, pusca ’escopeta’, trupo
’cuerpo’, ulicha ’calle’ (quizá chibas ’vida’), etc., (y documentación y más detalles, V. además G. Frie-
comp. M. L. W agner, V Rom . I, 290-1). Tam bién derici, Amerikanistisches W órterbuch, 1947, 556-7.
suscita alguna duda el hecho de que en América,
y particularmente en Puerto Rico, Perú y Chile, Sangonera, V. sangre Sangordilla, V. saban­
sandunga signifique ’jolgorio, juerga, parranda’ 5 dija
(Román, M alaret; ’baile regional’ en ciertas partes
de Méjico). ¿Cuál es el sentido primitivo? Lo SA N G RE, del lat. s a n g u i s , - í n i s , id. 1.a doc.:
mismo se podría pasar de- ’gracejo agitanado’ a Cid.
’juerga’ que viceversa. La idea de F. O rtiz (A fro- L a forma más cercana al latín, sangne, se en­
negr., 418-9) de que sandunga sea un compuesto 10 cuentra todavía en el Fuero de Avilés y en Ber-
del cast. sal con congo ndungu ’pim ienta’ no es ceo (Sacrif., 16, 123d). Pero sangre está ya en el
verosímil desde el punto de vista geográfico, ni Cid, en otros pasajes de Berceo, en Fn. Gcmz.
será probable tal yuxtaposición híbrida mientras; (501, aquí una grafía sangrue, que creo sin rea­
no se pruebe que un derivado de ndungu se h i lidad lingüística, comp. gruytos ’gritos’ ibid. 468),
empleado en castellano, por lo menos en el de los: 15 etc. S a n g u i s era masculino en latín clásico, y sigue
negros (en Cuba sandunga vale lo mismo que en' siéndolo en port., fr., it. (aunque en los SS. XIV
España, Ca., 23). M. L. Wagner, Z R P h. LX IV , y XV éste aparece a veces como fem.), sardo, en-
329, tampoco cree en la etimología afrocubana de gad. y ru m .; pero en autores latinos arcaicos apa­
F. O rtiz; relaciona él con zangandongo, -ungo rece como neutro sanguen, y de ahí pasaría al gé­
(y éste con zángano), en lo cual tal vez atine; 20 nero femenino, propio del cast., el cat., hablas m e­
sobre todo si partimos de sandunguero < *zangan- ridionales de la lengua de O c1 y los antiguos dia­
dunguero (con seseo andaluz o cubano). De todos lectos veneciano, sienés y pullés (Rohlfs, It.
modos no se puede descartar por ahora la posibili­ Gramm. II, 95); por lo demás sangne aparece
dad de un origen americano. como masculino una vez en Berceo (Sacrif., 123d),
D e r i v . Sandunguero [Acad. 1884; una Colec­ 25 dos ejemplos del masculino, de D. Guillén de
ción de Canciones Sandungueras se publicó en Ávila en 1483 y 1499 (H ispR. X X V I, 291) y a
M adrid en 1857], Sandunguear, sandungueo, san- ppios. del S. X VI en el sevillano Diego Álvarez de
dungueria, que O rtiz registra como usuales en C u­ Chanca (L. Sánchez Granjel, Tres escritos sobre
ba, pero que tam bién pueden oírse en España. pestilencia del Renacimiento español, Salamanca
30 1979, p. 65.14); pero esto es esporádico; comp.
Saneado, saneamiento, sanear, V. sano San­ M -L ., Das Lat. N eutrum , 66.
francia, V. zafarrancho Sangacho, V. sangre Para fraseología y acs. especiales rem ito a Aut.
Sangartana, sangartilla, V. lagarto y demás dicc. (comp. sangre lluvia «profluvium
sanguinis» N ebr., hoy sangre luvia en América).
SA NG LEY ’mercader chino en las Filipinas’, 35 D e r i v . Sangrar [Lucano de Alf. X (Almazán);
del tagalo sanglay y éste del chino sang-lúi, p ro­ J. R uiz; «pertundo venam» N ebr.; «por s. he
piamente ’la clase de los mercaderes’. 1.a doc.: oído dezir muchas vezes jassar, pero yo no lo
1576, Francisco de Sande. diría» Juan de Valdés, Dial, de la L ., 110.5], de
Es palabra muy frecuente en las leyes españolas s a n g u i n a r e id., conservado en todos los rom an­

relativas a las Filipinas, desde el tiempo de la con­ 40 ces2; sangradera [N ebr.]; sangrador [id.]; sangra­
quista, como puede verse en la Recopilación de dura. Sangraza [Aut.]; N ebr. da sanguaza («sanies,
las Leyes de Indias. En tagalo la consigna ya el tabes»), empleado también por Laguna (Aut.) y
diccionario de Noceda Sanlúcar (1860) y el Voka- que debe derivar directamente del nominativo la­
bular de Blum entritt. Por extensión se ha llamado tino; comp. and. sangacho (< mozár.) «parte negra
sangley al chino generalmente, y mestizo sangley 45 de la carne del atún» (AV). Sangredo ’especie de
ha venido interpretándose como mestizo de chino aladierna’ ast. (-éu, V) y santand. Sangría [J. R uiz;
y filipina. Además también suele aplicarse a los «venae pertusio» N ebr.]3. Sangricio. Sangriento
japoneses de aquel archipiélago, pero todavía Rizal [Cid, etc.], del lat. vg. s a n g u i n e n t u s (Oribasio
en su N oli me tangere explica sangley como ’b u ­ S. VI, Souter; s a n g u i l e n t u s , disimilado), de
honero chino’. Barrantes, Guerras Piráticas (1676) 50 donde el cat. sangonent, port. sanguento, gall. san-
dice que son «los chinos de Manila, llamados san- guiñento (Castelao 217.13), fr. sanglant, it. ant.
gleyes por ellos mismos, de las dos palabras chinas sanguinento; sangrentar ant. (-ientar, Berceo, D ue­
hiang lay, que quiere decir mercaderes am bulan­ lo, 31; Nebr.), comúnmente ensangrentar [Nebr.].
tes». En cambio el viajero alemán Jagor (1873) Sangriza. Sangrón ’pesado, antipático’ cub.; san-
fundándose en el profesor Schott traduce la locu­ 55 groná i. ’molestia, fastidio’ cub. (Ca., 259). Desan­
ción china sang-lui (o szang-lói) por «mercatorum grar; desangramiento. Sangüeño [princ. S. X IX ,
ordo». Las dos variantes en la consonante inicial R. Cabrera] ’cornejo’, del lat. s a n g u I n é U s id. (Pli-
corresponden a las dos grandes variedades ch in as: nio H . N . XVI, xxxvii); si la ü es correcta se de­
la cantonesa ha conservado al parecer la sibilante berá a influjo de halagüeño y congéneres; también
inicial y la pequinense la habrá aspirado. Para 60 se ha empleado en cast. la forma catalana sangui-
ñol (R. Cabrera) o sanguiñuelo; gall. or. sangovín territorio.— 2 Tom ado del cast. es el port. ant.
’árbol que parece sauce en las hojas: sanguino’, sangrar (D on Denís, v. 2772); tam bién se di<;e al­
Bierzo sangovino (Sarm. CaG. 141 r, ] 44u) < guna vez este castellanismo en cat. (lo castizo es
sango(n)ino. sagnar; dialectalmente sainar). Viceversa se tom a­
Sanguíneo [Corbacho (C. C. Smith, Bulletin 5 ría del cat. la variante samar, que A. Castro se­
Hispanique L X I); med. S. X V II, Tejada, Aut.], to ­ ñala en hablas de Castilla la Vieja y León, R F E
mado del lat. sangmnéus id .; del cual es variante X, 128; en los refranes aragoneses del S. X IV
(quizá tomada del fr. sanguin [S. X II]) sanguino ya se lee «a qual bra?o, tal soynía» (R F E X III,
[Corbacho (C. C. Sm ith); Ercilla, Arauc. X , 2 ; 370), que deberá enmendarse saynía.— 3 L a fun­
«sanguin, plein de sang» O udin; med. S. X V II, Re­ 10 ción del sufijo en este derivado es extraña e inu­
bolledo, Aut.], sanguina [hierba: «ancusa es yerva sitada en cast. y en romance. H ay que sospechar
sanguina» APal. 20b; Lope, Jerus. Conq. X V II, préstamo del fr. ant. saignie (-inie), variante dia­
v. 308] ’m enstruo’ gnia. [1609, Hidalgo], «pierre lectal del fr. saignée, ant. saigniee; aquella va­
sanguine de laquelle on brunit l’or et l’argent» riante es la que se encuentra en las Cirugías de
[O udin; Acad. 1925, no 1884]. Sanguinario [1499, 15 Mondeville y de Long Bourg (God. X , 610), lue­
Comendador Griego, Aut.], de sangumañus-, san­ go se tratará de u n préstam o quirúrgico.— * Hoy
guinaria. Sanguinolento [h. 1525, Alvar Gómez (C. sandijuela en G ranada y Almería (R F E X X III,
C. Sm ith); O udin; 1674, Vidós, Aut.], de san- 367-9), sandrijuela en ast. occid., sanijuela en
güínolentus id.; sanguinolencia. Sanguinoso [San- Colunga (V), judesp. sangirgwéla (Constantino-
tillana (C. C. Sm ith); Lope, Aut.]. Consanguíneo 20 pla), san^wéla (Bulgaria), Z R P h. X X X , 171. Será
[princ. S. X V II, Ribadeneira, Aut.], de consan- castellanismo el val. sanguisola (Anales del C. de
guinéus id.; consanguinidad [ley de 1502, N . Re- Cult. Val., p. 68), sangresola en Elche (B D C
copil., Aut.]. Exangüe [princ. S. X V II, Ribadenei­ X V II, 52).— 5 T am bién cabría pensar en *san-
ra; no Oudin], de exsanguis id. guisuyuela > *sanguisuuela (con pérdida leonesa
C p t . Sangrepesada ( m á s r a r o sangripesado) ’p e ­ 25 de la -y - entre vocales no palatales, M . P., Oríg.',
s a d o , a n t i p á t i c o ’ c u b . ; sangreligera ( m á s r a r o -gri- pp. 269, 271). N o son practicables las varias ex­
ligero) c u b . ( « e l m u c h a c h o e s m u y s .» Ca., 1 0 6 ) . plicaciones dadas por o tro s: préstam o del fr.
Sanguífero. Sanguificar; sanguificación. Sanguisor­ sangsue, con sufijo -uela (Baist, K JR P h. V I, 396),
ba [Aut.], c o m p u e s t o c u l t o c o n sorber, p o r q u e a t a ­ que no explica la sílaba -g u i-; galleguismo proce­
ja la s a n g re . 30 dente de un * s a n g u i s ü g e l l a (Brüch, ZR Ph. X L,
Sanguijuela [sanguisuela, 1148; -gues-, S. X II, 643), pero sanguijuela no es palabra gallega; im a­
O elschl.; -guis-, glos. de T oledo; -grus-, glos. del ginar u n * s a n g u i s ü g é l a (M. P., R om . X X IX ,
Escorial; -gujuela, h. 1300, Cavállero Zifar, pp. 370), pero - é l a sólo es sufijo de abstractos; o
373 y 374, ms. M ; el más tardío P: sanguijuela; partir del gall. sanguxa [Aut.], metátesis de *san-
la ed. de 1513: -guis-, id. en N ebr. y en Quiño­ 35 suga (M . P., ibid.), pero esto es incompatible con
nes de B., N B A E X V II, 801a; sangusuela T ra ­ las citadas formas antiguas, que m uestran cons­
tado de las Enfermedades de las Aves (fin S. tantem ente -s- sonora o -;- sonora (asi también
X III), p. p. B. M aler (Filologiskt A rkiv IV, pp. APal. 195í>, 432í¿) y no -x- sorda; o derivar de
103, 13)]4; de * s a n g u í s u g i ó l a - diminutivo de s a n - sangre con sufijos -ija y -uela (M -L ., R E W '
guIsu g Ia (en Acron, S. IV ; C G L III, 91.15, 40 7375), pero no se comprendería llamar a este ani­
305.29, 511.10, 431.57, 562.73, 623.50), variante mal ’sangre pequeña’, y esto no explica la falta
vulgar del lat. clás. s a n g u i s u g a (conservado en el de -r- ni la variante antigua sanguisuela. Di la
port. popular sanguixuga, Leite de V., Opúsc. II, solución en A IL C II, 148-9, donde quedan más
205; fr. sangsue, etc.); la pronunciación vulgar detalles. Cf. S A M A R U G O .
* s a n g u i s u j o l a pasó a *sanguisyuela con pérdida 45
normal de la pretónica interna, luego cambiado en Sangredo, sangrentar, sangría, sangricio, san­
sanguijuela (comp. quijo < quiso, tijera < tisera, griento, sangrón, V. sangre Sanguandilla, V.
port. beijo b a s i u m , etc.)5; de s a n g u i s u g i a vienen sabandija Sanguaza, sangüeño, V. sangre San­
el gall. sanguisuxa y el galurés sanghisuggiu; san­ güesa, sangüeso, V. frambuesa Sanguífero, san­
guijolero o sanguijuelero. 50 guificación, sanguificar, sanguijuela, sanguijuelero,
1 Así p. ej. en Lézignan (Aude), en varias ha­ sanguina, sanguinaria, sanguinario, sanguíneo, san­
blas gasconas, etc., y este género es frecuente en guino, sanguinolencia, sanguinolento, sanguinoso,
antiguo fa u to re s languedocianos. E n catalán el fe­ sanguiñuelo, sanguis, sanguja, V. sangre Sanícu­
menino sang ya es norm al en Lulio, y en las la, sanidad, V. sano
Vidas de Santos Rosellonesas del S. X III, y un 55
personaje llamado «Berengarius Poca Sang» fi­ S A N ID IN A , derivado culto del gr. c a v í;, -í5o;,
gura en doc. de 1145 (Cart. de Sant Cugat III, ’tabla’. 1.a doc.: Acad. 1925, no 1884.
143); aunque hoy es más bien masculino no sólo
en la Cataluña francesa, sino también en el Alto Sanies, V. saña Sanio, V. sano Sanioso,
A m purdán y en R ipoll; femenino en el resto del M V . saña Sanitario, V. sano Sanja{r), V. zanja
Sanmiguelada, sanmigueleño, V. santo SA N SIR O LÉ, voz familiar y regional, probable­
mente deformación agitanada de San Ciruelo =
SANO, del lat. s a n u s ’sano’, ’sensato, que está ’San Necio’. 1.a doc.: 1915, Lamano.
en su juicio’. 1.a doc.: med. S. X , Glosas Emilia- En su Dial. Vulgar Salmantino recoge este autor
nenses; Cid. 5 como voz regional «sansirolé adj.: soso, simplón»,
Frecuente desde los autores más antiguos (a ve­ con la variante sansirolí, empleada en Vitigudino.
ces con el sentido de ’bueno’, Berceo, M il., 713c, En 1925 lo adoptó la Acad. como voz familiar del
etc.), de uso general en todas las épocas y común género común, y agregando una variante sanciro-
a todos los romances. lé (¿m eram ente etimológica?), con la explicación
D e r i v . Sanar [Cid] de s a n a r e id., común a 10 de que viene de San Ciruelo. En efecto ciruelo,
todos los romances de Occidente1; sanable [N ebr.]; como otros nombres de vegetales, se aplica a «un
sanador; sanativo; sanatorio [Acad. 1925, no 1884], hombre necio y muy incapaz». Así pudo partirse
Sanear [’hacer reparación o enmienda de perjui­ de una locución familiar enfática como san se aca­
cio seguido a tercero’ Leyes de Moros, SS. X IV - bó, en santas paces, etc. Pero faltaría explicar la
XV, M em orial H ist. Esp. V, 427; tam bién sanar 15 extraña terminación y el extraño cambio de acento.
y sanamiento con este sentido ib id .; «s. la cosa: Como en tantas expresiones recientes del habla fa­
satispresto, satisdo» N ebr.]; saneado; saneamien­ miliar habrá que buscar el punto de partida en
to [«satisprestatio» Nebr.]. Sanidad [-edat, Berceo; ambientes agitanados. Los gitanos al adaptar a su
-idat, 1210, M. P., D . L ., 269.16; J. R uiz; -idad, idioma envilecido las palabras castellanas o rom an­
APal. 20b, 373d, etc., N ebr.]; sanitario [Acad. Í0 ces suelen trasladar el acento a la últim a sílaba,
S. X IX]. Sanio ’sano’ ant. (Berceó, M il., 22a; cambiando antruejo en antruejo ’carnaval’; a n ­
Alex., 1129). Resanar; resano. Sobresanar; sobre­ g u s t i a , cat. angoixa, en angujá (Besses), e tc .; por
sano. Cultismos. Sanícula [1555, Laguna, Aut.]. I n ­ otra parte, en esta lengua alternan las terminacio­
sano [O udin; Quevedo, Aut.], de Insánus id.; el nes -ó, -é, -i, que en su fase primitiva eran ter­
fr. insane [1815] se tomó del ingl. insane [S. XVI] 25 minaciones flexivas de este dialecto índico de de­
(W artburg, ZRPh. L X V III, 109), donde, como en clinación complicada (-ó era el nominativo mascu­
cast., será latinismo directo; insania [princ. S. X V II, lino singular, -í el femenino, etc.), pero que en
Jáuregui, Aut.]. Insanable. Subsanar [A u t.]; sub- su fase española actual, donde la antigua flexión ya
sanable; subsanación. Vesania [Acad. S. X IX], to­ se ha olvidado, sólo son variantes de valor prác­
mado de vesania id., derivado de vesánus ’loco 30 ticamente igual: recuérdense parnó-pamé y otros
furioso’; vesánico. que cito en este artículo, y duplicados como los
1 Gall.-port. sáar (C tg s . 69.3 y passim), con­ que registra Besses arbijundé-arbijundí, barbalé-
traído en sar (cond. saria, etc.) que, con alternan­ barbaló, bálorré-batorrí, bengorré-bengorró, berdí-
c i a s fonéticas y morfológicas, convivió mucho berdó, boqué-boquí, busné-busnó, etc. San Ciruelo,
tiempo con saar y con el part. sando (< sado), de 35 con seseo andaluzado, se convertiría, pues, en
donde luego los dos resultados modernos, por *sansiroló y luego sansirolí y sansirolé. L a locu­
compromiso entre estas form as: port. sarar y ción San Ciruelo, por lo demás, tiene raíces ya an­
gall. sandar : «enfermou-se-me un o lio : fun aos tiguas, pues Quevedo habla de «El día de San
médicos e o olio, sandar sandou , pero quedou- Ciruelo o la semana sin viernes»1 (Fcha.), y todo
me grolo» (Cástelao 174.8). Form a a la cual ayu­ 40 esto partirá de la costumbre pastoril de invocar a
dó también sandade, antes sáidade (Ctgs. 31.24, santos inexistentes o de jurar por ellos: en el
e t c .) . Cf. la historia de a l a > asa , e t c . A uto del Repelón de Juan del Encina los pastores
víctimas de los estudiantes juran sucesivamente por
Sanoga, V. acta San Botín, San Doval, San Contigo, San Tillena
45 y San Pego. Llam ar San Ciruelo a un pastor to n ­
SANSA, arag. ’orujo de la aceituna’, del lat. tucio era, pues, doblemente oportuno, y sabido es
s a m p s a ’pulpa de aceitunas triturada y conserva­ que el pastor, para el gitano malicioso, constituye
da’. 1.a doc.: 1836, Peralta, Dicc. aragonés. el símbolo y cifra de toda tontería posible. Para
S a m p s a figura sólo en el hispanolatino Columela, esta clase de «santos», cf. Tobler, Vermischte
y se ignora su etimología; comp. A L L G V, 457. 50 Beiträge zum Frz. II, 221 s s.
Por, lo demás sólo se ha conservado en el it. sansa 1 O tro testimonio, cervantino, de esta frase po­
« le olive infrante, tolto il prim ’olio» (en el N orte pular cita M ontoto, Personajes y Personillas, s.
d e Italia, nom bre del fruto del escaramujo y plan­ v., donde además se recuerda «El M aestro Cirue­
tas análogas, Bertoldi, A R om . X III, 372n.l), y en la, que no sabía leer y puso escuela».
e l cat. sansa, que según Ag. y Fabra vale ’orujo 55
d e la aceituna’, pero que en L a Pobla de la G ra- Santabárbara, V. santo Santafesino, V. maní
nadella me definieron como ’pasta triturada de la Santaláceo, V. sándalo Santanero, santarrita, san­
aceituna’, igual que en latín. tera, santería, santero, santiago, en un santiamén,
santidad, santijicable, santificación, santificador,
Sanseacabó, V. santo 60 santificante, santificar, santificalivo, santiguada,
santiguadera, santiguador, santiguamiento, santi­ De uso general en todas las épocas y común
guar, santiguo, santimonía, V. santo a todos los romances. Tiene gran núm ero de acs.
secundarias y fraseología m uy variada, para lo cual,
S A N T ISC A R IO , ’caletre’, voz familiar y local, vid. A ut. y Cej. IX , § 199; la ac. familiar ’ente­
quizá debida a una alteración de santiguada en el 5 ro ’ (en frases como todo el santo día, con santa
sentido de ’cabeza’. 1.a doc.: 1596, Juan cíe T o­ paciencia, etc.) es probable que sea antigua (Ca.,
rres. 23; usual en todas p arte s; sustantivado ’forma­
El ej. más conocido es el del Coloquio de los ción madrepórica en forma de columna, que se
Perros «pregonaba q u e... hacía otras nuevas y n u n ­ halla en los cebadales y bajíos de los placeres’ cub.,
ca vistas galanterías, las cuales de m i santiscario, 10 Ca., 198). Desde los orígenes se encuentra, en las
como dicen, las hacía, por no sacar mentiroso a mismas condiciones que hoy, la variante apocopada
m i amo» (CZ. C. II, 283). Rodríguez M arín en y proclítica san (escrita sant, sanct o san, Oelschl);
su ed. dice que vale ’caletre’ y «es voz que aún para la probabilidad de que existiera en ciertas re­
usa el vulgo, a lo menos en la serranía de Ronda giones una variante fonética arcaica sen (cat. ant.
(Málaga y Cádiz)». Cej. (IX , 478) dice que se 15 sent, ya en las Homilías de Organyá), vid. S A N ­
emplea en Cuba y en Palencia y agrega la cita de D IO .
Juan de Torres (natural de M edina del Campo) D e r i v . Santero ’el que pide limosna para el san­
«interpretando su santiscario lo que se les viene». to de alguna erm ita’ [h. 1520, Diego D urán, en
Amezúa en su ed. del Coloquio (p. 579) observa K ohler, 7 Sp. Dram. Eklogen, p. 298; A ut.]; arg.
que el inciso «como dicen» revela una expresión 20 ’escultor que labra imágenes de santos’ (Draghi,
poco usada, que A ut. dice ser «del estilo baxo», Canc. Cuyano, p. xxii); santera. Santería. Santidad
y reconoce que sólo ha encontrado otro ej., en un [Cid, Berceo, etc.]. Santimonía [h. 1590, Acosta,
ms. de P. Sepúlveda: «pero no quieren los Con­ Aut.], raro, tomado d d lat. sanctimonia id. Santín
sejeros de los Reyes que otros les den consejos, dimin. de santo, ast.; ¡santinos! ’fórmula para salu­
ni oyen de buena gana cosa que n o les sale a 25 dar al niño que estornuda’ ast. (V). Santísimo. San­
ellos de su santiscario y caletre». M odernamente tón [«un mangeur de crucifix, un hypocrite» Ou-
lo ha empleado alguno (recuerdo u n libro titulado din; ’penitente o erm itaño mahom etano’, h. 1730,
«De m i Santiscario»), pero quizá sólo p o r rem i­ Feijoo, Aut.]; comp. port. santáo ’santón musulm án’
niscencia cervantina. E n cuanto al origen merece [2.a mitad S. X VI, Pantaleáo d ’Aveiro, R L XVI,
estudio la sugestión de Amezúa de relacionar con 30 99], fr. santón [ < cast.; sainton, S. X V I, en L it-
santiguada (tan empleado en la frase cervantesca tré, s. v.], ingl. santón [1599], it. santone. Santoral
para m i santiguada), en el sentido de ’cabeza’, por [h. 1575, Ambr. de Morales, A ut.; falta Covarr.,
ser ella la que santiguamos. Pero es difícil expli­ Oudin, N ebr.], comp. port., cat. y oc. ant. [S. X III,
car cómo se produciría el cambio de terminación. Levy] santoral; formado según el modelo de car-
Quizá relicario se haya empleado humorísticam en­ 35 toral (derivado de c h a r t u l a ) y cantoral. Xanture-
te en el mismo sentido y entonces pudo haber cru­ ro, morisco, ’santo o santón’ (Yupw/ A 60b), comp.
ce de los dos sinónim os; pero todavía faltaría oc. ant. santorier ’piadoso’ (S. X III), bearn. san-
dar cuenta de la -s-. Si verdaderamente era frase touré ’peregrino’. Santuario [Berceo; Lucano de
creada en Andalucía (comp. creaciones meridio­ Alf. X (Almazán); Covarr.; no C. de las Casas],
nales como carcabulario ’habladuría, chisme’ en G . 40 lat. sanctuarium id.
Soriano) la adición de una -s- ante consonante, Santurrón [santulón1, hacia 1630, Juan Ruiz
por ultracorrección de la pronunciación descuida­ de Alarcón, L a Cueva de Salamanca I, ii, 6;
da andaluza, no sería demasiado extraña. M ucho -urrón, A ut.; h. 1750, Padre Isla, en Pagés]2, del
más difícil sería relacionar con synteresis étimo de fr. antic. santoron ’santurrón, hipócrita’ [S. XVI,
sindéresis y del cat. senderi ’caletre, juicio’; o 45 Rabelais, L a Fontaine, Cotgrave, L e Loyer], pro­
bien derivar de sentir. nunciación francesa3 del lat. sanctorum, genitivo
Sería santo + lat. escarium, ’bolsa de dinero’ plural de sanctus, empleado como palabra caracte­
(en N ebr. traducido por ’yesquero’); sacarlo uno rística del mojigato que siempre masculla latín;
todo de su santiscario ’de su depósito mental’ se­ comp. Beira santoro ’regalo que hacen los padri­
gún Spitzer, M L N L X X IV , 127 (quizá no sea 50 nos a sus ahijados en el día de T odos los Santos’
necesario partir de la variante dialectal castellana {'R L II, 252), port. dial, santórum, santoro, san-
isca por yesca, sino más bien de una reducción tórioi ’pan bendito’, oc. ant. semblar de sanctor
de *yescario). Parece aceptable; pero más fácil, ’parecer un santito’ (en Peire Cardenal, Appel,
como cruce de sinónimos santiguada + yescario Chrest., 76.3); etimología demostrada y documen­
aplicado éste humorísticam ente a la cabeza. 55 tada por H ortensia Corominas, M L N 1947, 122-4;
por lo demás comp. las formaciones paralelas san­
SA N T O , del lat. s a n c t u s ’sagrado’, ’santo’, pro­ tón, xanturero (santorier), santucho, etc. Santu­
piam ente participio de s a n c i r e ’consagrar, sancio­ rronería. Santucho ’santurrón’ ; santuchado o -toch-
nar’. 1.a doc.: orígenes del idioma (Glosas Emi- («un mangeur de crucifix, un hypocrite» Oudin).
lianenses y Silenses, Cid, etc.). 60 Sanción [1549, Rúa, A ut.], tom ado de sandio,
-dnis, id., derivado de sancire ’consagrar’; sancio­ para la misma hierba, que identifica él con el
nar, sancionable, sancionador. Echium vulgate, borragínea también llamada herba
C p t . Santabárbara. Santelmo [Aut.]. E n un san­ viboreira. Esta forma puede ser alteración de
tiamén [Covarr.; Quevedo], Santificar [Berceo; soane debida al influjo del sinónimo b u r r a g i -
APal. 10d; N ebr.], tom ado del lat. tardío sanctífí- 5 n e m (> gali, borraxa, cast, borraja, cat. borraina,

care; del mismo verbo por vía sem ipopular viene -atja) ¿O habría relación etimológica con sola-
santiguar [Cid; Berceo M il., 605, 733c, S. Or., 176, num ’hierba mora’? Pero ésta es planta entera­
Sacri}., 239; pret. : santigá, Sta. M . Egipc., 612]; mente diferente.
santificable; santificación [Nebr.] ; santificador;
santificante; santificativo; santiguada (’cabeza’, vid. 10 S A N T Ò N IC O , tom ado del lat. santorñcus ’perte­
S A N T IS C A R IO ); santiguadera; santiguador; san­ neciente al Saintonge, región de Francia’, derivado
tiguamiento; santiguo. Santillana ’manzana de co­ de Santones, nombre de la tribu gala que poblaba
lor amarillo pálido y de gusto algo ácido’ ast. (V), esta región. 1.a doc.: 1871, Colmeiro, Dicc. de
por el pueblo de Santillana ( < s a n c t a J u l i a n a ). Nom bres Vulgares de muchas plantas; Acad. 1925,
Santarrita ’cierta planta trepadora’ arg. (Figueroa 15 no 1884.
Aráoz, La Nación, 18-VIII-1940). Santanero ’in ­ D e r i v . Santonina.
clusero, expósito’ cañar. (B R A E V II, 339), por el
nombre del establecimiento de Santa Ana. Sanjuán, Santoral, santuario, santucho, santulario, santu­
-nes o soanes [< sáoanes] gali, «chopo negro ( = lón, santurero, santurrón, santurronería, V. santo
especie de verbasco)» (Sarm. CaG. A41r, A42r5); 20 Sanzo¡ V. zanja
sanjuanada; sanjuaneño; sanjuanero. Sanmiguelada
’últimos días de setiem bre’; ’otoño’ alto-arag. SAÑA, en portugués sanha, origen incierto, p ro­
[BDC X XIV , 181; R L iR V II, 128]; sanmigue- bablemente de i n s a n i a ’locura furiosa’; es vero­
leño. símil que el verbo ensañar proceda del lat. vg.
Sambenito ’escapulario de benedictino’, ’peche­ 25 i n s a n i a r e ’enfurecer’ (derivado de i n s a n i a ) , y que
ro de abrigo, mandil o servilleta’ ant. [1434, doc. de ensañar se sacara después saña. 1.a doc.: Cid.
toledano], ’escapulario que se ponía a los condena­ «Tanto avie la grand saña» = ’tan colérico es­
dos por la Inquisición’ [fin S. XV, Andrés Ber- taba’ Cid, 22. Es frecuente en Berceo : «fué dura-
náldez], vid. A. Castro, R F E XV, 179-80 (donde m ent movido el obispo a saña, / dizié : nunca de
se prueba que no viene de saco bendito, según 30 preste oí atal hazaña» M i l, 222a; y en todos los
dicen Covarr. y la Acad. ; comp. El Averiguador escritores antiguos : «los juegos tornan a sanyas»
Universal I, 28; Cej. IX , § 196J; sambenitar o ’los escarnios se vuelven peleas’ Sta. M . Egipc.,
ensambenitar. 177; «quand oyeron los m oros... / que sus ar­
' Hoy se dice así en arg., chil., per., ecuat. y mas matavan a su misma compaña / ... / tenién
centroamer. Port. santilào [S. XVI], Ha sufri­ 35 que les avyé el Criador gran saña» En. G onz.,
do el influjo de santulario ’santurrón’ empleado 121 d; y así en Apol. (391 d); J. Ruiz, A lf. X I
en Cuba y Colombia, y en ron anees españoles (1296), Vida de S. Ildefonso (385), etc. M uy fre­
(Pagés), que a su vez es alteración fonética de cuente en la Edad M edia y en los clásicos (Nebr. :
santuario, comp. fr. ant. saintuaire ’santo’, cat. «s.: fu ro r; s. envegecida: iracundia»), sigue siendo
antic. santuari ’santurrón’ (fin S. XIV, Eiximenis, 40 usual, sobre todo en la lengua escrita. No es m e­
Cercapou [NC1] I 58.9).— 2 En una Vida de San nos vivo, arraigado y antiguo en portugués, donde
Antonio tradicional, que se representa en el N. Cortesáo ya señala un ej. de 1202, y Moraes da
de la prov. de Castellón, los diablos queman a muchos desde el S. XV.
San Antonio «y después vuélvense a Lucifer, y Basta llamar la atención hacia la n h de la forma
le anuncian que ya está abrasado el Santurrón», 45 portuguesa para eliminar la posibilidad de que
B R A E X V II, 104.— ’ Luego la palabra francesa venga de s a n n a ’mueca’, ’escarnio’, que Diez tomó
no es préstamo del cast., como suponía Spitzer, en consideración (W b ., 485)1. En cambio es razona­
L a b i X L II, 310; BhZRPh. X X IX , 145; y así ble la opinión del mismo lingüista de traerlo del lat.
lo comprueba la fecha más antigua en francés.— i n s a n i a ’locura’ y en especial ’locura furiosa’, idea

4 Para éste comp. la forma per omnia sécula se- 50 aceptada por Coelho, J. J. N unes, Cortesáo y otros,
culpirum que M onte Carmelo dice haber oído a entre ellos M -L. (R E W 4455), quien agrega a los
un sacerdote, evidentemente por asimilación a representantes de esta voz latina el sobreselv. mal-
la terminación culta -oiro con que se pronuncian sogna ’enfermedad’ y el corso insanicciata ’arisca’ ;
vulgarmente en port. las palabras como oratorio a la misma idea acabó por adherirse C ornu en
y purgatorio.— ’ Dice además Sarm. (¿4104^) que 55 GGr. I, § 102, observando que en las Glossae N o-
cree se emplea seoanes o xeoanes «corrupción de m inum de Loewc (167 ; A L L G I, 25) aparece un
San Johannes» y que es la misma hierba que en verbo derivado de i n s a n i a , a saber i n s a n i a r e , con
Pontevedra llaman soage o soages (pron. soase). el sentido de ’enfurecer’ : «oestrum, genus tabani
Es la anchusa de Vivier, borraja silvestre y es­ quod boves exagitat et insaniat». No hay duda de
pinosa (94r, ^4149r). Valí, repite el nombre soage 60 que en rigor sería posible la sugestión anterior del
propio C om u (R om . X, 81; aceptada todavía por del S. X IV (I, 97.26, 91.6, 99,29; sañudo I, 100.
la Acad.), de partir de s a n i e s ’podre, pus, poste­ 14, 105.23, 339.29).— 2 D e éste viene el cultismo
m a’2, a base de una metáfora como la de la frase moderno sanie o sanies ; sanioso.
castellana hacerse m ala sangre. Pero en el aspecto
semántico esto es más rebuscado, y la otra etimolo­ 5 SAO, voz indígena antillana. 1.a doc.: 1836, Pi-
gía es más sencilla, de suerte que lo único que chardo (ed. 1862).
podría conducirnos a aquélla sería la dificultad de Definido ahí «sabana reducida sembrada natu­
explicar, la pérdida de la sílaba i n - de i n s a n i a . ralmente de algunos pedazos o montones aislados
Pero esto se puede explicar fácilmente de m u­ de arboledo o matorrales, que llaman cayos de
chas m aneras: si no se quiere suponer, como hace 10 m onte». Bachiller y M orales, C uba P rim itiva, p.
C om u, que i n s a n i a perdió por aféresis la vocal 384: «extensión corta de terreno dentro de un
inicial, después de reducirse n s a s en latín vul­ monte, o rodeado de árboles salteados, en terrenos
gar (lo cual no suele suceder cuando del prefijo áridos, cubierta de prados naturales o manigua
i n - se trata), se puede adm itir un cambio o eli­ poco elevada» y agrega que en lengua guajira sig­
minación de prefijo. Supuso N ettleship ( A L L G 15 nifica «sobre», M artínez Moles, Vocab. E spiritua-
V II, 578) la existencia de u n absanitas ’insania’ no: «corto espacio de m onte o arbolado en medio
en lugar de insaniias en un pasaje de Varrón (don­ de una sabana». Hz. U reña dice que se emplea en
de los mss. traen adsanitas), variante formada co­ Santo Domingo como «nombre de sitio» y que
mo absurditas, abnorm itas; luego podríamos supo­ probablemente será de origen taino (B D H A V,
ner un * a b s a n i a por i n s a n i a , que tras el artículo 20 128; tam bién en In d ig .). L o admitió la Acad. re­
había de perder en romance la sílaba inicial (Vasa- cientemente, ya 1925, no 1884. E n esta ed. sólo lo
ña > la saña); sin embargo, es verdad que no trae en el sentido de ’labiérnago’, o sea ’Phillyrea
hay otros testimonios de absanitas ni de *absania, Angustifolia L .’, arbusto oleáceo, y en este sen­
y así queda esto muy hipotético. Pero no era di­ tido según Rojas Clemente (1807) se emplea en
fícil que, así como ensosso de IN SU LSU S se sim­ 25 Sanlúcar de Barrameda (Colmeiro IV, 37). Claro
plificó dando soso, tam bién se separara la sílaba que así es dudoso que sea la misma palabra que el
e n - del supuesto *ensaña como algo superfluo sao antillano. Y, sin embargo, es posible que ca­
(p. ej. tomando una frase p o r *ensaña como si con­ racterizándose los saos por los arbustos que en
tuviera dos preposiciones, a la manera de para en ellos crecen, se diera su nom bre a una especie
uno, a por agua¡ para con él), especialmente te­ 30 frecuente en estos parajes, y que desde Cuba se ex­
niendo en cuenta la falta de una raíz s a ñ - : re­ tendiera el nom bre a esta parte de Andalucía, que
cuérdese lo que suele ocurrir casi siempre en tales siempre ha estado en íntim o contacto con América.
casos como tino, creado a base de des-tinar; tibar,
entibar y atiborrar extraídos de estibar; atacar sa­ Saoz, V. sauce Sapa, sapaburo, sapada, V. sa­
cado de estacar y estaca; etc. En particular es pro­ 35 p o Sapaguera, V. sabandija Sapatino, V. cha­
bable que el verbo lat. vg. i n s a n i a r e documentado potear Sapenco, sapia , V. sapo Sapidez, sá­
por C om u sea el padre directo de ensañar (ya pido, sapiencia, sapiencial, sapiente, V. saber Sa­
en Bercco), y que de éste se sacara saña, tal como pillo, V. sapo Sapina, V. sapo Sapina, sapin-
furia está junto a enfurecer, locura junto a enlo­ dáceo, V. jabón Sapino, V. pinsapo, s. v. p ino
quecer, am or junto a enamorar, etc. 40
D e r i v . Sañoso antic. [.R eys d ’O rient, 53; Berceo, SAPO, voz peculiar al portugués, el castellano
M il., 560, 754c, etc.; V. de S . Ildefonso, 954]. S a ­ y el vasco, de origen incierto, quizá prerromana,
ñ udo [1251, Calila, 34.545; 3.er cuarto S. X III, F n. pero tam bién es posible una antigua formación
G o n z., 199; J. R uiz; A p o l., 567b: sanyudazo]. onomatopéyica. 1.a doc.: h. 1335, C onde L u c ., ed.
Ensañar [Berceo, «-rse : irascor» N ebr.]; ensaña­ 45 K nust 84.18.
m ien to [no Acad. 178Ó; 1832, Covarr., C. Casas, T am bién está en el L ib ro del Caballero del m is­
APal., Nebr., Fcha.]. Asañar ant. (D H is t .). Gall. mo auto r; en varias versiones bíblicas conservadas
asañarse ’encolerizarse’ («eu non me asaño por en mss. de los SS. X IV -X V I, entre ellas el ms. E4
eso», Castelao 282.6f.). cuyo original es quizá anterior al X IV (M o d .
1 Para apoyar la etimología s a n n a G d D D 5885 50 Philol. X X V III, 9 4 )'; en el glos. del Escorial (h.
se abstiene de mencionar el antiquísimo y general 1400); en N ebr. «sapo o escuerzo: bufo»; etc. Voz
port. sanha y cita un gall. sana ’enojo’ y sañudo; de uso general en todas las épocas. Para fraseolo­
por desgracia se abstiene de indicar la fuente de gía2, derivados y ejs. clásicos, vid. Cej. IX , 612-5.
esas formas, que probablemente no tienen exis­ En algunos lugares puede designar variedades lige­
tencia real y se tratará de casos de la grafía de­ ramente distintas, p. ej. en Bilbao ’Rana T em po­
fectuosa n del gallego antiguo con el valor de raria L ., especie de rana que vive en sitios húm e­
n n = ñ ; de hecho no hay nada de esto en Valí, dos durante el verano’ (Arriaga). Hay variante
ni en Carré, mientras que éste trae sania en su papo, ya documentada en la versión de los fueros
2.a parte, y la forma gallega real es saña, ya do­ aragoneses (h. 1400) contenida en el ms. 154:
cumentada abundantemente en la Crón. Troyana 60 «assí como firié ha Egipto de ranas, de moscas, de
çapos et de moscallones» (Tilander, p. 485); F. del poco conocidos. M istral nos indica el origen al ex­
Rosal (1601) dice que zapo es forma antigua, y plicar grapaud sabatié como «gros crapaud de terre
hoy se oye en todo el Alto Aragón, desde Ansó qui ressemble á une savate»: en efecto casi todas
hasta Venasque, tam bién en la parte baja de esta las formas citadas coinciden con la forma local del
región (Caspe, Puebla de H íjar)1, en M urcia (vo- 5 fr. savate o de sabot (comp. el loren. sevet ’Rana
cab. de Sevilla), y lo he oído en Almería. Sapo arbórea’ con Moselle sévéte «savate» en el dicc.
no es palabra menos general y arraigada en portu­ de Zéliqzon). L a semejanza con sapo en todos estos
gués, donde ya debía de - ser bien corriente a casos es, pues, evidentemente falaz9. Este tipo ga-
princ. S. X IV, pues M estre Giraldo en 1318 da lorrománico se extiende esporádicamente hasta el
a sapos el sentido figurado de ’aftas, hinchazones 10 trentino zavát (Salvioni, K JRP h. V II, 135), y las
en los labios del caballo’ (hoy las aftas del niño formas cavát, cavaldc, cavatón, savatúr,, registradas
se llaman sapinhos), R L X III, 389. E n vasco la de­ en el A I S 455 (’rospo’), en los puntos 322, 323,
nominación genuina de este batracio es sapo en 332 y 344, de esta inmediación, y con la observa­
Vizcaya y Guipúzcoa, zapo en Alta y Baja N a­ ción de que se trata de una variedad grande10.
varra, L aburdi y otras partes de Vizcaya, y apo, 15 Más sugestivo es el parecido con giudic. sap ’sa­
apho, en las mismas regiones, en Sule, Roncal po’ (G artner, W iener Sitzungsber. C, 870), que en
y partes de G uipúzcoa; es difícil asegurar si en el A IS aparece en varios puntos del T rentino (322,
vasco es palabra de abolengo prerrom ano o tom a­ 340, 341), pero éste ha de ser variante fonética
da del romance en fecha antigua, como sospecha del tipo contiguo sai, sal, hat, que abarca toda la
Schuchardt (B hZ R P h. V I, 38); es de creer que la 20 Lombardía y puntos de la Alta Engadina, y que
última variante sea castellanismo, pues su explica­ en las variantes sátru, sátar, éátar se extiende al
ción más sencilla es que naciera en romance por NE. del P iam onte: ignoro el origen, pero dada
confusión de la s- de sapo con la final del artículo la facilidad de la perm uta entre -t y -p finales, el
plural4; sobre el alav. y nav. zarrapo habla Rohlfs criterio de la extensión geográfica indica que la
A n den Quellen d. rom. Spr. Halle 1952, p. 10, 25 forma en -t ha de ser anterior11, y quizá estén en
cit. por Michelena (FA zkue § 252) a propósito del lo cierto Caix y M -L . al adm itir que el sentido
lab. zerrapo «serrure» y «esgratignure», que parece primitivo sea el del lomb. sal ’bajo, regordete’, y
emparentado con arrapo zarrapo. L a forma en que sea variante del tose. sci(ad)atto ’patoso’,
z- y no la en s- es la genuina en vasco : M iche­ * e x a d a p t u s (R E W 2929, comp. 2454). Desde lue­
lena, B SV A P X III 1957, 495, quien señala además 30 go nada tienen que ver con sapo el friul. save f.
ia curiosa ac. ’escarabajo’ ’gorgojo (de lentejas)' (s sonora) ’Bufo vulgaris, B. viridis, B. calamita’
y ’luciérnaga’ en el antiguo vasco de Álava y : a ni el neogr. zába (^¿airot), que son préstamos evi­
en el S. XVI (Landucci). No sería imposible que dentes del- eslavo ¿aba ( = esloveno, eslavón y
una acepción genérica ’sabandija’ hubiera sido anti­ sver. zaba ’rana’, ruso zába ’sapo’, del indoeur.
guamente la propia del vocablo. 35 g v é b h - , de donde proceden a. alem. ant. quappia,
Fuera de estos tres idiomas el vocablo debe prus. ant. gabawo, lat. dial. bufo). Si conociéramos
de ser préstamo castellano; así probablemente sa­ tan bien como el de las lenguas eslavas el pasado
po en el catalán de Valencia5, aunque ahí pudo del albanés es probable que viéramos claro que
ser mozarabismo6 (comp. G A L Á P A G O ); y sin d u ­ tampoco puede tener relación con sapo el alban.
da alguna el gasc. pirenaico sápou, usual desde 40 sapí (en otros dialectos ¿api, tsapí, dzapgrdong,
el Bearne hasta el Valle de Arán inclusive formas quizá influidas por el eslavo, vid. G . Meyer,
(BhZRPh. LXX XV , § 330). En otras partes se en­ E tym . W b.), como ya lo sugiere el significado di­
cuentra un buen núm ero de denominaciones que ferente ’lagarto’, ’culebra’, ’lagartija de pared’.
recuerdan sapo desde más o menos lejos, pero es Ya es antiguo relacionar sapo con el gr.
probable que en todas o en la mayor parte la se­ 45 < 7r¡r.ói ’especie de culebra ponzoñosa’ (Aristóteles,
mejanza sea casual : en muchas de ellas el signi­ etc.), en N icandro ’lagarto’; ni siquiera Schuchardt
ficado no es precisamente el mismo, y sabido es (ZRPh. X X V II, 612; y ya, brevem ente, Z . }. vgl.
que las probabilidades de encuentro casual au­ Spr. X X, 244) rechaza del todo este parentesco,
mentan a proporción de la brevedad de las pala­ pero con razón observa M -L. (R E W 7593) que el
bras. Así sabau en el dialecto de Colognac (Gard), 50 tipo * s a p p u s postulado fonéticamente por las for­
sappu en Oloron (B.-Pyr.), sabatá(s) en los Altos mas iberorromances no puede conciliarse con la
Alpes, Drôme y H aute-Loire, savá m. en Thénésol forma griega, aunque postuláramos u n dórico
(Savoie), sabot o sibot en el M orvan (Chambure), * a á } ; tampoco es probable que el griego y el ibe-
todos ellos ’sapo’, sevet en Lorena ’Rana arbórea’, rorromance procedan de denominaciones em paren­
savate «rainette» en los Vosgos;, sabot «têtard de 55 tadas pertenecientes a idiomas preindoeuropeos,
grenouille» en Lión (Puitspelu). Es característico pues es muy natural identificar la voz griega, puesto
que todas estas denominaciones falten en el A L F que de animal ponzoñoso se trata, con el femenino
346 (’crapaud’) : en efecto se trata de nombres ’putrefacción’ (gr. tjr¡-zeiv, dór. aÍTzeiv ’hacer
meramente locales, muchas veces afectivos8, o de- pudrir’, lit. süpti ’pudrirse’, que según W alde-P.
signativos de una variedad particular, y siempre 60 I, 500, representarían u n indoeur. k s Xp - ) . Queda
finalmente el sem ítico: hebr. tsab, ár. dabb, ’es­ zapa con el lat. s e p i a (como dice la Acad.), que
pecie de lagarto’, a veces ’cocodrilo’ : por razones designaba la jibia y no la lija.
fonéticas está claro que sapo no puede ser présta­ D e r i v . Además de los ya citad o s: león, sapa
mo de esta forma arábiga, aunque ya no podemos ’piedra sobre la cual gira el rodezno’ (R F E X , 165).
rechazar en forma tan term inante la hipótesis de 5 Sapenco ’caracol terrestre que alcanza una pulgada
una palabra ibérica emparentada con la semítica de longitud’ [Acad. 1936; comp. el val. ant. cara-
a través del camitico, pero desde luego esta posi­ gol calapatenc, citado s. v. G A L A P A G O , y lo
bilidad es muy remota. ¿Deberemos contentarnos, que dije s. v. PEN C A]. Laguna sapera, nom bre de
por lo tanto, con calificar de «prerromano verosí­ lugar en doc. leonés de 1192 (Oelschl.). Sapia (o
milmente» el iberorromance * s a p p u s , según hace 10 más bien sapía) ’piedra de sapo’ (en Juan M anuel,
M -L.? Rivad. L I, 253). Sapillo ’aftas en la boca de los
Pero ni siquiera esto es bien seguro. Es de no­ niños’ hoy cub. [S. X V II, Cej.]. Sapina zamor.,
tar el gran núm ero de denominaciones onoma- chapina cespedos. ’algas mucilaginosas del agua
topéyicas del sapo que reúne Sainéan (o. c., pp. estancada’ (R F E XV, 145), es inseguro que corres­
116-8), entre las cuales abundan las de vocal a: it. 15 ponda aquí a pesar del nom bre mocos de rana que
rágana, fr. dial, craque, rae, tac, ta, etc.12. Se tra­ se les aplica en localidades vecinas, pues el cat.
taría de imitaciones de la voz del animal, pero en sapa es ’cada una de las matas de algas que se ven
nuestro caso yo m e inclinaría más bien a creer en en el fondo del m ar’ (Costa de Levante), del
un SAP — z a p imitativo del ruido del anim al al cual quizá sea variante mozárabe el and. seba ’alga
caer de vientre en u n charco o en tierra mojada, 20 que deja la marea en la playa’ (AV), Algarbe sa-
o del ruido del pie hum ano que lo aplasta13 (en pais «térras alagadas na costa, lodagais com pasto
relación con C H A P A L E A R y afines): comp. ast. para o gado» (R L X X V III, 59): ahora bien, sapo
zapada ’caída’ (R), maragato sapada ’caída de b ru­ es voz desconocida en Cataluña. Sapiar ast. ’agu­
ces’, cast. zaparrada, zaparrazo, gall. zapalastrada jerear la tierra los sapos’ (V). Colomb., venez.,
’caída o golpe grande’ (Valí.), arag. zapo(rro)tazo 23 hond. saporro, saporreto, zapaneco ’rechoncho, re­
’trompazo’, ’talegazo’ (Borao). Desde luego esta gordete’ (? ; que Cej. compara con m ure, y arag.
creac-ión onomatopéyica no es incompatible ni m u­ zapo ’obeso, torpe’, zapico ’hombre chico’ en F.
cho menos con una fecha prerromana. Comp. Z A ­ del R osal; pero comp. cat. cepat o sapat ’for­
PATO . nido’).
Es probable (según adm iten Cuervo, Obr. Inéd., 30 C p t . Sapaburu bilb., zapaburu alav., ’renacuajo’,
381n.3, y Sainéan, B hZR P h. X , 135) que de la va­ compuestos con el vasco buru ’cabeza’. Gall. sapo-
riante zapo del nombre del batracio (and., mure., concho ’galápago’ (Sarm. CaG. 24 h').
vasc., arag.) derive zapa ’lija’, por lo granudo de la 1 Para el sentido del original hebreo, vid. Blond-
piel de este pez, comparada con la rugosa piel del heim, R F E X IX , 69, 71.— 2 Para la frase echar
sapo, comp. pejesapo; como nombre del pez apa­ 35 sapos y culebras, alusiva a la creencia en el carác­
rece ya en Quevedo (cita de A ut. y Cuervo), y ter venenoso del sapo, comp. las portuguesas di-
hoy no parece ser usual en el M editerráneo (falta zer de alguem cobras e lagartos, sapos e salmán-
en M edina Conde y en C arus); de ahí pasó a de­ tigas, R L X IV , 184-195.— 3 B D C X X IV , 183;
signar la piel de lija, empleada en albeitería (se­ R L iR X I, 100; B hZ R P h. LX X X V , § 330.—
gún Conde, fin S. X V II, Cej. IX , 593) o para 40 * Con razón rechaza H ubschm id (_VRom. X , 312)
adorno (con este valor lo cita Cej. de «L. Cast., la tesis de Bouda, quien parte de la variante apo
Viaje*, que supongo es la trad. cast. del Viaje a y relaciona con el caucásico ap-/«\ ’rana’.— 5 «Sa­
la India de Lopes de Castanheda, 1554, y sería la po, gapo» ya 1575, On. Pou, Th. Pu. 89; Boscá,
primera fecha del vocablo); tam bién está en una Geogr. Gen. del R. de Val., pp. 508, 510; Anales
obra de Lope anterior a 1604 (Cuervo). N o es 45 del C. de Cult. Val., p . 71. Ya lo hallamos en
posible que zapa ’lija’ sea lo mismo que zapa ’he­ algunos textos medievales, como éste de una re­
rram ienta de zapador’ (como sospechaba Barbier, copilación de fábulas, de varias procedencias,
R L R L V I, 246-7) porque esta palabra en cast. es pero donde predom inan los textos del S. XV,
sólo nom bre de una herram ienta técnica y poco muchos de ellos (al parecer los más) valencianos:
popular; por lo demás un nombre así podría con­ 50 «en lo vespre descubriren la sepultura, per pendre
venir al pez martillo (Zygaena malleus) — llamado o furtar la dita boga, e veeren dos grans papos
baile ’badil’ en Venecia, y que tam bién ha llevado o calápets», Aguiló, Recull de Exim plis e Mira-
el nombre de pesce vanga ’laya’ en it.— por la cles.— 6 Se extiende hasta el Sur de Cataluña,
forma de la cabeza de este pez, pero no al Squalus donde lo he anotado en Ulldemolins y Validara,
stellaris o al Squalus canícula, que son los peces partidos Falset, M ontblanc, en la forma sápui,
llamados propiamente lija en cast. (Carus II, 508), debida a un cruce con caláput id. (hermano d-:
y que si bien pertenecen como la Zygaena al sub­ G A L Á P A G O ).— ' L a mayor parte de estos da­
orden de los selacios, integran ya una familia, la tos proceden de Rolland, Faune Populaire, II I, 47;
de los escílidos, diferente de los carcáridos a que X I, 87, obtenidos por correspondencia o por re ­
pertenece aquél. Desde luego nada que ver tiene ‘^0 cogida directa; alguno, de Bertoni, ARom . II,
360, o de Jud, B D R I I I , ll n ., o de M istral, o de do en cuenta el prov. senepioun, rouerg. sinipieu,
Sainéan, B hZR P h. X , 115.— “ En el cuento po­ auvemés chalapi, es posible que s i r i m p i o n e m fuese
pular de Colognac de donde saca Rolland la for­ alteración de u n * s i n a p i o n e m , derivado de S IN A P I
m a sabau es fácil notar este carácter de variante ’mostaza’, por alusión al enrojecimiento y ampollas
afectiva o pintoresca, pues allí se dice norm al­ 5 levantadas por los sinapismos. 1.a doc.: S. XV.
m ente grapau; se trata del sapo que vence en E n el L ibro de Cetrería de Evangelista, escrito
una carrera a la zorra gracias al ardid de apostar en este siglo: «porque tu a?or m ude tenprano...
a otros sapos en otros lugares, siempre por delan­ asle de buscar una muda m uy abrigada que no
te de su concurrente : «lou grapau s’agandis vés entre en ella moxca ni gallego... y a cabo de un
lous tres sabaus lous pus espermentats de touto 10 mes sácalo y fallarlo as mudado asy de plum aje co­
la sabaudarié, per lus countà l’afaire embe prou- m o de condición... y nunca más criará piojo ni
messo d’uno bouno regalo se l’ajudou» (Rolland arador ni menos saranpión» (Z R P h . I, 233), donde
I I I , 61). Claro que la terminación -au se debe al más bien que una clase de calentura parece de­
cruce con grapau, cruce todavía más claro en el signar una pápula o erupción cutánea. Como es
caso de Oloron sapau.— ’ M ás bien se puede sos­ 15 natural no aparece tem prano en la tradición le­
pechar que haya un nom bre realmente em parenta­ xicográfica, pero ya C. de las Casas (1570) re­
do en el Lem osín, en vista de la superstición ano­ gistra «sarampión: rosolia»; Covarr. «enfermedad
tada en la Vienne : «les gens de la campagne attri­ conocida que suele dar a los niños, empegando con
buent aux crapauds certaines élevures, q u ’ils nom ­ un as calenturas ardentíssimas, y pintándoles todo
m ent sapures, qui se manifestent parfois sur quel­ 20 el cuerpo; díxose a serpendo, porque va cundien­
ques parties du corps des boeufs ou des vaches, do, y aun puede ser hebreo, del nom bre seraph,
aux jambes, à la tête, à l’abdomen et aux mamel­ ignis inflammatus, urens». H ay variante sarram-
les de ces animaux, prétendant q u ’elles sont le ré­ pión, que Cej. (IX , 550) cita de «Jim. U rrea, Can­
sultat d’une sorte de suction exercée par ces rep ­ ción., 122: si es de mal de sarrampión»: no parece
tiles» (Rolland II I, 50). Comp. los sapos y sapi- 25 tratarse de Jerónimo Jiménez de U rrea, sino más
nhos portugueses.— 10 Quizá tam bién éambot(to) bien del riojano Pedro M anuel de U rrea, cuyo
en tres puntos del N orte de las Marcas (y aun Cancionero es de 1513: hoy es ésta la forma del
acaso sambealt, -alk, en la Romagna), comp. el Alto Aragón, mientras que sarampión se oye hacia
tipo bolla, botto, tan extendido en francoproven- Huesca (Elcock, D e qqs. affinités, mapa 26).
zal y en Italia, desde Toscana hasta el N orte de 30 Comp., además, en Quiñones de B .: «¿tengo sa­
la Pulla.— 11 Luego erraría G artner al relacionar rampión / que con tal fuerza m e estregas?», «És­
con alem. zappeln ’pernear’, emil. za(m)pell «in- tas venden disparates. / Au. Yo tabardillo en to­
ciampo, ficcatoia», it. inciampo, ciampicare, estu­ mates. / F r. Yo sarampión en majuelas. / Is. Yo
diados por Flechia, A G I III, 167-8.— 12 E ntre las en almendrucos viruelas. / Ca. Yo calentura en
de este carácter las hay tam bién con otros voca­ 35 tostones» (N B A B X V III, 818a, 556).
lism os: gasc. cuc, cucas, cat. totil, etc., que in ­ Form as empleadas en c a t.: xarampió preferida
dican variedades de voz aflautada.— 13 Comp. el p o r Fabra, que Ag. atribuye a Barcelona, y que yo
dicho popular no pises el sapo, dicho irónicamen­ he oído en Sant Pol de M ar, sarrampió usual en
te a uno que se levanta tarde, y que Correas (1.a m i familia (quizá forma gerundense o am purdane-
éd., pp. 301, 560, 602) explica «estos animalejos 40 sa), en las Borjas Blancas (B D L C V I, 56) y ano­
salen de noche, y por las madrugadas se suelen tada en el Alto Pallars; Rosellón xarumpiós pl.
pisar sin verlos», y Sánchez de la Ballesta pisó (con la ac. secundaria «bleuet», en Rolland, Flore
el sapo «del que vive como astrólogo», y por lo Pop.) o xirim piu (G randó, Mise. Fabra, s. v.). En
tanto distraídamente no m ira dónde pisa. portugués la forma antigua sería sarampao, equi­
45 valente a la castellana, y ya documentada a med.
Saponáceo, saponaria, saponificable, saponifica­ S. X V I en Ferreira de Vasconcelos, en G arcía da
ción, saponificar, V. jabón Saporífero, V. saber O rta (1563), y en otros autores antiguos (Cortesáo,
Saporro, saporreto, V. sapo Sapotáceo, sapoti- B luteau); gall. xarampón («na primeira mocedade...
na, V. zapote Saprofito, V. seta Saque, V. sofría de xarampón», Castelao 28.16); tam bién es
sacar Saqueador, saqueamiento, saquear, sa­ 50 corriente el diminutivo sarampelo más o menos
queo, saquera, saquería, saquerío, saquero, saque­ en todas partes, y particularmente en el M inho
te, saquilada, V. saco Saragüete, V. serondo (Leite de V., Opúsc. II , 257) y en gallego general
Saramenar, saramiyar, V. zarazas Sarampio, V. (Sarm. CaG. Í35r) y del Lim ia (Schneider, V K R
sarampión X I, s. v.), con variantes serampélo y serámplo en
55 Guimaráes (Leite, l. c. II, 191, 257), salampelo y
SA RA M PIÓ N , j u n t o c o n e l p o r t , s a r a m p i o , s a - sanampelo en San M artín de Trevejo (R L X X X I,
r a m p e lo , c a t. s a (r )r a m p ió , x a r a m p ió , la n g u e d . s a - 173, 178), y m odernamente se emplea sarampo,
r a m p io u n , g a s c . s a r a m p í(n ), id ., v a s c o z u r r u m p i( ñ o ) no registrada todavía por M oraes y que Vieira ca­
’g r a n o d e s a r a m p i ó n ’, p r o c e d e d e l h i s p a n o l a t i n o s i - lifica de popular, sin duda derivado regresivo de sa­
r i m p i o , - O N i s , ’p á p u l a d e s a r a m p i ó n ’ ; p e r o t e n i e n ­ 60 rampao, que se percibió como aum entativo1. T am ­
bién está muy difundido el vocablo en tierras de sul., Supl. a Azkue2, txurunperi ronc., ibid.); aná­
O c: Elcock (l. c.) registra sufu m p í, sufu m b í, sa- logamente el ingl. measles y el alem. masern ’sa­
fam bi(k), -pik, en el Bearne y en algunas localida­ ram pión’ vienen del a. alem. ant. masa ’mancha
des cercanas a T arb es; Rohlfs (B h Z R P h . LX X X V , en la piel, cicatriz’. Cuál sea el origen del isidoria-
§ 215) señala sarampilh en el Valle de A ure, sa- s no s i r i m p i o , - o n i s , no está claro.
rampilhoung en Barousse (H .-Pyr.); según datos Pero se impone recordar que entre las for­
del A L P (s. v. rougeole) se emplea sarampin en las mas occitanas arriba citadas hay un buen núm e­
Landas, G ers, G ironda y L ot-et-G aronne, saram- ro del tipo senepioun, senepieu, chalapi, saiachou':
pioun en H aute-G aronne, T am -et-G ., Ariége y todas estas formas parecen postular una base * S I -
Aude, chalapi (pron. tsalapi) en el Corréze y el 10 n a p i o n e m de donde senapchon, senapion, y de ahí
C antal; por otra parte sinipieu, signepieu, semen- las formas modernas. En efecto la variante sin na­
pieu en el Rouergue (Vayssier, s. v. puot), y M is­ sal ante la p ha de ser an tig u a: 1 porque par­
tral cita entre otros el rodanés senepioun, alpino tiendo de ésta se puede explicar la variante con
senespioun, marsellés sene(s)pien, langued. sene(s)- nasal, por propagación, pero no se explicaría la
piéu, senampiéu, lemos. salachou, que tam bién 15 variante sin nasal partiendo de la o tra; 2.° por­
aparece en la forma tsalasú en el A L F . que reaparece en el ast. sarapicu (zarapicu) ’sa­
Se han propuesto dos etimologías, ambas igual­ ram pión’ (R, V '); y 3.° un senespio, -onis, ya se
mente insostenibles. Schuchardt (L itb l. X X X IX , encuentra en una hagiografía medieval conserva­
41) propuso el grecolatino x e r a m p e l í n u s ’rojo su­ da en un ms. de Marsella («infirmabatur de febre
bido’ (de ’seco’ y -x'j.-sXo; ’pám pano’ : ’de 20 et senespionen, D u C., s. v.). Ahora bien, me pa­
color de pámpano seco’), idea aceptada por M -L. rece aceptable la explicación semántica de Vays­
(.R E W 9579a), la Acad. y W artburg (como anun­ sier, que deriva sinipieu de s i n a p i ’mostaza’ «par
cia en F E W III, 244a, n. 2); pero esto, además allusion á la rubéfaction produite par les sinapis-
de suponer una aplicación indocumentada de este mes». En efecto, es sabido que los sinapismos
adjetivo culto y raro, es imposible por evidentes 25 dejan la carne fuertem ente enrojecida, y a poco
razones fonéticas2. En cuanto al étimo e r y s i p e - que se prolongue su acción es vesicante y deja
l a s '-'erisipela’ de García de Diego (C ontrib., § ampollas o vejigas. No es, pues, difícil imaginar
216) choca con dificultades fonéticas todavía m a­ que estas vejigas y luego las causadas por el sa­
yores, y es tam bién inaceptable desde el punto de ram pión recibieran el nombre de * s i n a p í o n e s , que
vista semántico, pues la erisipela y el sarampión 30 pronto se alteraría en * s í n a m p i o n e s por propaga­
son enfermedades bien conocidas y que nadie con­ ción de la nasal y luego se disimilaría en *SÍR A M -
funde (G. de Diego mezcla ahí palabras sin rela­ PIO N E (O S IR IM P IO N E ).
ción etimológica, de las cuales trataré s. v. S A R ­ D e r i v . Sarapicau ast. ’atacado de sarampión’,
P U L L ID O ). sarapicar ’enfermar de sarampión’ (V), con influjo
Por lo pronto nadie hasta aquí se ha dado cuen­ 35 de picado (de viruelas).
ta de que nuestro vocablo ya aparece en San Isi­ 1 Nascentes supone que se pronunciara sarám-
doro, en forma casi igual a la romance, en una lis­ páo y que sarampo sea reducción fonética. Pero
ta de enfermedades cutáneas e inflam atorias: «os­ no es ésta la acentuación indicada por Bluteau,
cedo... ulcus... pustula... papula... sirimpio, sa­ Vieira, Cortesáo ni F ig .; es verdad que en la
nies...» (E ty m . IV, viii, 22): así en los varios mss. 40 ed. fotostática de Moraes parece leerse sarám-
concordemente (B, T , R em . Mon.)¡ aunque los pao, pero esta reproducción deja mucho que de­
editores se empeñan arbitrariam ente en enmendar sear. Sarampio pasó al dialecto canario, lo mismo
esta palabra desconocida en latín (Schwarz y al de las Islas (J. R. Pérez, Cuestionario de la
L indsay suponen syringio, hápax de Plinio Vale­ Palma, p. 60), que al de los isleños establecidos
riano en el sentido de syringa, o sea ’fístula’). D es­ 45 en Luisiana en 1778 (R. M cCurdy, T he Sp. Dial,
de luego la lección sirimpio es seg u ra: aunque in St. Bernard).— 2 A un suponiendo un trata­
ahí no se hable de una calentura, sino de algo miento excepcional como el que presenta perejil,
parecido a una pústula o una pápula, se trata, cla­ fr. persil, de p e t r o s e l i n u m , sólo podríamos lle­
ro está, de las pápulas o manchas características gar hasta *serampil. Pero las formas occitanas en
del saram pión; ya he observado que éste es el 50 -ieu se encuentran en h ablas' que conservan la
sentido que tiene la palabra en la. Cetrería de -l y pierden la -n, de suerte que resultan evi­
Evangelista, y con el mismo aparece en el Padre dentem ente de un cambio de acento en -ioü
Luis M uñoz, h. 1635 («este día por la tarde es­ > -iu; el port. sarampelo es sólo de fecha mo­
taba cubierta de sarampión o tabardillo», A ut.) y derna, y sacado evidentemente de sarampio. De
en las antiguas obras médicas portuguesas citadas 5 5 suerte que en todas partes llegamos a una base
por Bluteau («na cura das bexigas, sarampáos, bus- en - i o n e m .— 3 Éste y el tsalasú del A L F han
tellas», «depois de estarem fora as bexigas ou sa- de venir de un antiguo *salapchon, comparable
rampáo»); tam bién vasco bajo-nav. zurrunpiño al oc. ant. apcha = fr. hache, germ. h a p j a , hoy
granos de sarampión’ (sul. zurrunpi ’sarampión’ y pronunciado átso o áso en varias hablas occita­
zurrumino ’viruelas’, Azkue, y xurrunpe también 60 nas; así lo sugiere atinadamente Jud, ARom .
II, 239, al mismo tiempo que se opone a la idea la así: « F e lic ia n a : ¡Bien por mi fe! ¿Así le abra­
de U rtel, Z u m Iber. in Südfrankreich, de par­ zas? / F l o r e l a (ap. a Aldemaro): Visto nos han. /
tir del vasco. E n cuanto a las formas italianas A ld em aro (aparte a Florela: N o hayas pena). /
risipola, siripela, rosapella, procederán más bien T am bién esta vuelta es buena / cuando los brazos
de e r y s i p e l a s .— 4 Comp. ast. occid. xarampín. 5 enlazas; / y el saltillo, en ocasión, / da al abrazo
buen donaire. / F l.: ¿Hícelo yo con buen aire? /
Sarán, V. zaranda Sarao, V. serondo Sa- A .: M uy bien tomas la lición. / F e .: i¿Qué es
rapicar, sarapico, V. zarapito- y sarampión Sara- aquesto? / F l . : ¡Oh, Feliciana! / A .: ¡O h, si an ­
pullar, V. sarpullido Sarasa, sarazo, V. zaraza y tes venido hubieras, / qué danza ensayar me vie­
zarzahán 10 ras! / F e .: ¿Qué danzabas? / A .: L a cerdana. /
Fe. : Para mujeres ¿es buena? / A .: Para más­
SARAVIA ’granizo’, voz gallega y leonesa, de cara, escogida» (Rivad. X XX IV, 75, 85)1. Covarru-
origen incierto, probablemente prerromana e indo­ bias escribe en su artículo escuela: «escuela de
europea; la que aparece primero es la forma por­ danzar, donde los mancebos van a deprender las
tuguesa s&raiva o seraiva, que acaso resulte de una 15 dantas y los bailes, como la alta y la baxa, el
alteración algo extraordinaria de * s n a i u a , indoeu­ canario, la gallarda y el Rey D on Alonso, etc.;
ropeo s n o i g wh o - ’nieve’, cf. ave. snaéza, gót. esto es a lo viejo: agora se han introducido las
snauvs, lit. sniégas ’nieve’, irl. ant. snige ’gota, lo cerdanas y otras dantas, de que se usa en los
que mana de un líquido’, ser. snihyati ’se hum e­ saraos y en Palacio». En estos dos textos no se nos
dece’, gr. vicpsToí ’viento de escarcha’. 1.a doc.: 20 dice dónde se baila la cerdana, n i consta que fue­
seraiva, h. 1390, trad. de John G ower; el port. se baile popular en parte alguna, pero sí que era
saraivar, ’caer granizo’ ya princ. S. X VI, Gil Vi­ danza cortesana y de moda, recién introducida
cente (ed. princ. f° \llv 2 ) . (por lo menos en tierras de lengua castellana), sin
Por lo demás bastará rem itir a un estudio deta­ alusión a Cataluña. Sin embargo, era bien sabido
llado de este vocablo en ColPrerromSalam. 1974, 25 en la época que procedía de allá, pues, además
149-153, y cf. aquí sa(r)racear (Z A R A Z A S ) y de la mención de L o Frasso, O udin, en su ed. de
R O C IA R (D E C H V 46a32-33). 1616 (no en la de 1607), recoge cerdana con la
definición «une certaine danse q u ’on use en Ca-
Saraviado, V. zarazas Sarcasmo, sarcástico, V. talogne», y en el mismo año u n castellano que
sarco- Sarcia, V. sastre 30 viaja por Cataluña nos cuenta «se com entaron por
la ciudad mili fardarías, que es un baile en este
SARCO-, elemento inicial de cultismos, tomado Principado en las fiestas mayores m ui usado»
del gr. a íp l, axpxó?, ’carne’. Sarcasmo [1757, M a- (.A O R B B IV, 195), donde vemos ya la forma m o­
yans, Retórica, cita de T e rr.; Acad. ya 1817] ’bur­ derna con a. E n Cataluña y en catalán hay do­
la mordaz, sangrienta’, de sarcasmus y éste del gr. 35 cumentación más antigua, que puede verse en los
■Gi.p'AZ'y[í¿z id., derivado de ijapxá^eiv ’desollar, libros de Aureli Capmany, La Sardana a Catalu­
sacar la piel’ y éste de cápl;; sarcástico [Acad. nya, y de Joan Amades L a Sardana (B. 1930), y en
1884, no 1843]. Sarcoma [Acad. 1925, no 1884], el artículo de Amadeu Bernadó publicado en Pont
Sarcótico [Aut.], de aapxüm xói; id. Anasarca. Blau (Méjico, 1955) II I, 276-2812, que citan 13
C p t . Sarcocarpio. Sarcocele¡ con ■/.rlArl ’tum or’. 40 menciones (incluyendo las que agrego), desde 1577
Sarcocola [1555, Laguna], de aapxoxóXXa, con hasta 1659. El Sr. Jaum e Vilalta de Barcelona me
xóXXa ’goma’. Sarcófago [Lope; no Covarr. ni comunica además la siguiente, que es la más anti­
Oudin], de sarcophágus id., y éste del gr. cccpxo- gua, de 1552, del Archivo M unicipal de O lot:
9 á f o ; ’que devora la carne, carnívoro’. Sarcolema, «que-s prohibescha lo ball de la sardana y altres
compuesto con Xiu.ua ’corteza’. Polisarcia. 45 balls desonests...» (según he comprobado en la fo­
tocopia).
Sarda, V. sardina y zarza E ntre las explicaciones etimológicas que se han
dado, la única digna de tomarse en serio es la
SARDANA, del cat. sardana, de origen incier­ que identifica con el adjetivo étnico del condado
to, probablemente de cerdana ’oriunda de Cerda- 50 y comarca de Cerdana, como sugirió ya el diccio­
ña’. 1.a doc.: cerdana, 1573, en los sonetos de Lo nario de Autoridades. De entre las 13 menciones
Frasso (con referencia a Barcelona); 1594. antiguas, en 5 se escribe cerdana, en otras 5 sar­
E n esta fecha está firmado (según la edición dana y en otra fardaría, y aunque con las dos
que cito) el autógrafo de la comedia de Lope de grafías más frecuentes están representadas así las
Vega, El maestro de danzar, cuya acción sucede 55 castellanas como las catalanas (entre las cuales po­
en T udela de Navarra. Ofrece ahí el maestro sus demos contar la latina de Vic de 1596), el hecho
servicios: «Bailes hay mil, y entre todos / la mo­ de que cerdana sea la predom inante en castellano
risca, y mil tocados. / — ¿Y en la cerdana? —Ex­ y en latín, mientras que el catalán, ya en el
tremados, / con lazos de varios modos». Más allá, S. X VI, había confundido enteramente los sonidos
sorprendido mientras abraza a su alumna, disimu­ 60 de sa y ce, confiere a esta forma m ayor autoridad

V .— 11
fonética. Siendo acertada esta etimología debería­ prodón era todavía en el S. X IX uno de los focos
mos suponer que la sardana fué oriunda de Cer- de antiguo arraigo de la danza estudiada).
daña o fué relacionada con esta comarca por una 1 Cerdaña, por errata evidente, en la cd. nueva
antigua creencia popular muy generalizada. N o hay de la Acad. (X II, 482, comp. pág. X X III).—
de lo uno ni de lo otro testimonio antiguo, aun­ 5 2 Otras noticias de los SS. X V I-X V II, de interés
que tampoco hay pruebas contrarias; pues si bien sobre todo para la historia coreográfica de la
en el S. X IX y primeros del XX la sardana era sardana, agrega Amades en su libro Diccionari
baile sólo popular en las comarcas del obispado de la Dansa, 1945, y en u n artículo de la revista
de Gerona, muy arraigado sobre todo en el Am- barcelonesa Condal (Escuelas Cristianas del Co­
purdán, tam bién en Olot y aun Camprodón, pero 10 legio Condal), Navidad de 1955.— 3 L a declara­
poco ya en el Ripollés y menos todavía o nada en ción de A ut. parece poder interpretarse en el sen­
la Cerdaña y en el Centro y Sur de Cataluña, tido de que en el S. X V III la popularidad de
esto es independiente de su difusión en el S. X VI este baile había decaído m ucho: «cerdaña: danza
y antes, que es lo que interesaría para el caso, y que u s a b a n en Cataluña, llamada assí por
sólo se explica por el renacimiento que la sar­ 15 haberse inventado en el Condado de Cerdánia».—
dana experimentó en el S. X IX en tierras am- 1 N o es extraño, por lo tanto, que del texto de
purdanesas*. Ahora bien, en la época antigua no Lope se deduzcan enlaces con los brazos, que
disponemos, como es natural, de descripciones re­ son fundam entalm ente ajenos a la sardana mo­
lativas a los Altos Pirineos, n i a una comarca tan d erna; del mismo podría inferirse incluso que s e
apartada como Cerdaña, pero entre las 13 m en­ 20 trataba de u n baile ejecutado por una sola pa­
ciones aludidas, además de 6 que sólo se refie­ reja, aunque la situación teatral en cuestión no
ren vagamente a Cataluña o no localizan en ab­ permite asegurarlo. Pero ya la descripción que s e
soluto, hay dos situadas explícitamente en la ciu­ nos da en Barcelona en 1625 de la cerdaña como
dad de Barcelona, y las demás lo están, respecti­ de un baile en que «entran todos los que caben»
vamente, en Vic, Terrassa, Granollers, Olot y G e­ 25 nos muestra algo muy parecido a la sardana mo­
rona, lo cual indicaría una difusión uniform e por derna. Por otra parte, del diario de un alumno
toda la Cataluña Vieja, que bien pudo irradiar des­ del Seminario de Cordelles (Barcelona) a fines
de Cerdaña. Y no debemos perder de vista que en del S. X V II, citado por Capmany, parece dedu­
la Antigüedad los ceretanos se extendieron hacia cirse, como observa el Sr. Vilalta, que la voz
el Este por territorios bastante más amplios que .30 cerdaña se aplicó tam bién a un movimiento o
la actual Cerdaña, y que en la Edad M edia p er­ mudanza especial en ejecución de una danza.
sistió en parte esta mayor extensión (Valle de
Ribes, etc.). P or lo demás, desde antiguo aparece Sardeta, sardilleta, V. fardacho
la sardana relacionada con la variedad de contra­
pas llamada contrapás cerda, de cuya procedencia 35 SA RD IN A , d e l l a t . s a r d í n a i d . 1.a doc.: J.
no se ha dudado nunca, por más que en el S. X IX Ruiz.
tam bién se localice en las comarcas gerundenses. «Al pobre e al menguado, e a la pobre mesqui-
H ay además indicios que perm itirían creer que un :na / el rrico los quebranta, soberbia los enclin a: /
baile m uy semejante a la sardana tuvo en Cataluña non son más preciados que la seca sardina» 820d.
grandísima antigüedad, pues en autores catalanes 40 T am bién en N ebr. «s., pece conocido: halecis»,
de los SS. X IV y XV (Eiximenis, I. de Billena, y debió de ser de uso general en todas las épocas;
Llibre Vermell de M ontserrat) es frecuente hablar Cej. IX , § 205'. Conservado en todos los rom an­
de una danza popular llamada ball rodó, y se cita ces de Occidente. Pasó pronto al hispanoárabe, ha­
incluso u n pasaje de Estrabón relativo a una dan­ llándose el colectivo sardin en Rabí ben Zaid
za ibérica de forma circular en honor de la Luna. 45 (S. X), Abentarif, Abenalbéitar, Abenaljatib, el Ar-
U na danza de este tipo hubo de tener, pues, ava- bolí y otros autores arábigo-españoles, y el nombre
tares diversos, y en uno de éstos, relacionado con de unidad fardína en PA lc.; hoy es palabra exten­
la Cerdaña, debió de recibir su nom bre actual; dida hasta el árabe de O riente; además encontra­
es de creer, además, que sufriera grandes cambios mos sardél en Abencuzmán y hoy sárda en muchas
su estructura coreográfica" además del más conoci­ 50 hablas del N orte de África (Simonet). En latín no
do, que antes de 1850 transformó la antigua y tra­ aparece sardina hasta la baja época, sustituyendo
dicional sardana curta en la actual sardana llarga4. al clásico halec; aquél ya aparece en Columela y
E n conclusión, el hecho de que el testimonio en el Edicto de Díocleciano, y sarda con el mismo
más antiguo venga de Olot, seguido no m ucho valor está en los Apicii Excerpta a Viridario (ms.
más tarde por otro de Vic, apoya fuertem ente la S. V II, posteriores al S. IV), A L L G XV, 67.75.
hipótesis de que el nom bre de cerdaña se creara Suelen creer los etimologistas latinos que se trata
poco antes de 1552 en la zona próxima a estas de un derivado de sardus ’perteneciente a C erdeña’,
ciudades, aludiendo a algún elemento coreográfico aunque San Isidoro (E tym . X II, vi), quería derivar
observado en ¡os montañeses de los valles de R i­ de Sarra antiguo nom bre de T ir o : ambas cosas
bes y vecinos (recuérdese que el valle de Cam­ 10 son dudosas.
D e r i v . Sardinal. Sardinel TAcad. ya 1817] ’obra CaG. 82i>, 220v); como gallego lo dió también
hecha de ladrillos puestos de canto’, del cat. sar- Cornide (1754, cf. Pensado ib. p. 201).
dinell id., especialmente ’bordillo de la acera’, al
parecer por comparación con la colocación de las Sarguero, V. jerga, sauce Sargueta, V. jerga
sardinas prensadas o en conserva; en Cuba sar­ 5 Sariga, V. zarigüeya Sarilla, V. ajedrea Sar­
dinel o sardinet es ’obra de manipostería levantada jar, V. sajar Sarmentoso, V. sarmiento y cen­
sobre el piso de la calle a la entrada de las casas’ ceño
(Pichardo); asardinado, aplicado a la obra en sar­
dinel. Sardinero. Sardineta [Aut.] Sarda ’especie de S A R M IE N T O , del lat. s a r m é n t u m id., deriva­
caballa pequeña’ [1629, H uerta, A ut.]2, del lat. s a r ­ 10 do de s a r p é r e ’podar la vid’. 1.a doc.: Berceo.
d a , V. arriba. Sardesco [«un asne de Sardaigne» «La cepa era buena, engendró buen sarmiento»
O udin; Quevedo], derivado de sardo ’pertenecien­ dice hablando del biografiado y de su familia en
te a Cerdeña’. S. D om., 9a. Está tam bién en J. Ruiz, y es pala­
1 En España se «entierra la sardina» el M iér­ bra bien conocida en todas partes y en todas las
coles de C eniza; en Cuba, en cambio, llaman 15 épocas: «palm es... es la parte de la vid en que
Domingo de la Sardina, el cuarto de la Cuares­ nasce la uva... sarmientos m ientra están en la cepa»
ma, especie de Piñata tardía en que vuelve a ce­ APal. 336d (y 434b y d), «s. en la vid: palm es;
lebrarse el Carnaval (C a 162, 97).— 2 Gall. xarda s. para plantar: malleolus; s. frutífero: pampinus
o sarda pez como cavaliña, psro de mejor sabor racemarius» N eb r.; conservada en todos los ro­
v pintado de azul, Sarm. CaG. 81u. 20 mances de Occidente. El latín clásico tenía un
complicado juego de cuasi-sinónim os: palmes ’sar­
Sardinal, sardinel, sardinero, sardineta, V. sar­ m iento en cuanto está en la cepa’, pampinus ’vás-
dina Sardio, V. sardónice Sardo, V. zarza tago tierno de la vid’, malleolus ’sarmiento cortado
Sardo, V. jaro (1.a ac.), sardónice (2.a), zarza (3.a) para plantarlo’, sarméntum ’sarmiento una vez po­
Sardón, sardonal, V. zarza Sardonia, V. sar­ 25 dado o cuando está por podarse’. Los romances
dónico abolieron en general estas distinciones, atribuyen­
do todos los matices a la últim a palabra; salvo en
SA RD Ó N IC E, tomado del lat. sardónyx, -ony- cierto grado el cast., que m antuvo pámpano con
chis, y éste del gr. u a p S ó v u ; , compuesto de < j ¿ p - el sentido de ’sarmiento tierno’. M ás docum enta­
8¡ov ’especie de cornalina’ y ovo; ’ónix’, propia­ 30 ción cast. en Cej., IX , § 207. La forma harmiento
mente ’uña’. 1.a doc.: sardónica, C ovarr.; sardó­ (en parte con h aspirada), usual en Cáceres y Sie­
nyx, A ut. Son raras las formas sardio y sardo, rra de Gata (Espinosa, Are. Dial., 241) debe expli­
citadas por la Acad. carse seguramente por falsa separación en el plural
articulado los sarmientos, y luego aglutinación en
SA RD Ó N IC O , tomado del gr. cipSovixó? ’(ri­ 35 la pronunciación vulgar loh armientoh (más que
sa) convulsiva’, derivado de <jxp8ív:ov ’sardonia, por palatalización de la s- en x -, o por influjo
especie de ranúnculo, cuyo jugo produce en los de un verbo * e x s a r m e n t a r e , que no parece haber
músculos de la cara una contracción que imita la existido en cast.).
risa’, derivado a su vez de oapSóvto; ’perteneciente D e r i v . Sarmentar [h. 1530, Ant. de G uevara];
a Cerdeña’. 1.a doc.: risa sardonia, 1555, L aguna; 40 sarmentador; ensarmentar. Sarmentazo. Sarm ente­
sardónico, Aut. ra ’lugar donde se guardan los sarmientos’ (Co­
D e r i v . Sardonia [1555, Laguna] ’nombre de di­ varr.), gnía. ’toca de red o gorguera’ [1572, íom an-
cho ranúnculo’. ce publ. por Tim oneda, en Hill]. Sarmenticio. Sar-
mentillo. Sarmentoso [Acad. ya 1817]1.
Sarga, V. jaguarzo Sarga, V. jerga, sauce 45 1 Aplicado expresivamente a las personas enju­
Sargadilla, V. sal Sargal, V. sauce Sargan­ tas, en la A rg .: «doña Damiana, una india sar­
tana, sargantesa, V. sabandija y lagarto Sargati­ m entosa... que debió ser de la familia de .los
llo, V. sauce Sargazo, V. jaguarzo Sargenta, araucanos o de los diaguitas» Borcosque, R u­
sargentear, sargentería, sargentía, sargento, sargen­ que, 84. Comp. C EN C E Ñ O .
tona, V. servir 50
SARNA, palabra peculiar a las lenguas iberorro-
SARGO, tom ado del lat. sargus id. 1.a doc.: mances, procedente del lat. tardío s a r n a , de ori­
Nebr. («sargo, pescado marino: sargus»). gen incierto, probablemente hispánico prerrom ano;
A ut. documenta en H uerta (1629); comp. Cej. el sardo therra ’empeine’, en lat. tardío z e r n a , es
IX, §§ 205 y 209; Barbier, Les dérivés romans du 55 otra voz hermana, de origen prerromano. 1.a doc.:
lat. s a r g u s , e n Rev. de Philol. Fr. et L itt. 1908, 1251, Calila.
202-11. En el árabe de Rabat sargal o -gán es ’bo­ Donde se lee «esta sarrna que vees... non ha
nito’ (Brunot). Gallego ferrolano, etc., saryo, pes­ otra melezjna sy non orejas e coraron de asno»
cado que parece al ollomol o a la pragueta (éste (ed. Alien 126.135). Tam bién se halla en el C onde—
es menor que el besugo y achaparrado) (Sarm. 60 Lucanor, y dos veces en Juan R u iz : «por todo’l
m undo anda su sarna e su tiña» (del dinero, 499d), por otra parte una variante con e , documentada en
«sam a e diviesos» (1090c); glos. del Escorial («sca- latín desde fecha un poco anterior, y con mayor
bieTT~JZIfmí», «im petigo: sarna seca»; tam bién en extensión. Teodoro Prisciano (S. IV) escribió «ser-
el de T oledo); A P al.: «linaje de empeyne que niosos oculos, quas nos impetigines dicimus» (Nie-
causa comezón» (434d; 216b, 359d, 241b); N ebr. : 5 derm ann, Idg. F. XV, 118); el africano Casio F é­
«sam a: scabies, psora». Desde luego es frecuente lix (med. S. V) «impetigines quas Graeci lichenas
en los clásicos (Quijote I, xii, Cl. C. I. 268); ej. vocant, L atini vulgo zernas appellant» (cap. 11, p .
aéT Q oñso'3é~SaIaya he citado s. v. S A B A Ñ Ó N , 19.2; zem osus, p. 16, 10.21); y en la traducción
y otros del S. X V I pueden verse en Cej. IX , 558- latina de Dioscórides hecha en el S. V I, en Italia
60 (con fraseología y derivados). Voz de uso ge- 10 (según Rohlfs en el Sur de Italia), se leen pasajes
neral en todas las épocas. N o parece ser menos ge­ como éste «D e... oleastru... foco im positum hu-
neral y castiza en gallegoportugués (comp. sama morem quem ex eo exit necessarium est semis,
castelhana como nom bre del mal gálico en G ar­ vulneribus et scabiis» (R F I, 95, con las variantes
cía da O rta, 1565, cita de Moraes). E n cambio no tzem a 25a, zerna 34b, c, 35a, tam bién semosiis
puedo asegurar que sea genuino el cat. sarna: hoy 15 en el propio texto, R F X IV, i, 636; comp. A L L G
es usual, pero en ambientes populares lo es m e­ II I, 503)3; además zem a y algunas veces cem a y
nos que ronya, aplicado así al hombre como a los otras variantes6 se encuentran repetidam ente en
animales, mientras que sama en cat. es más bien glosas latinas, traducidos impetigo, liehen, derbita,
palabra de médicos; a pesar de ello no es im ­ lepra, y aunque algunas de estas glosas es­
posible que sea palabra antigua, hoy envejecida 20 tán sacadas de Casio Félix' otras quizá re­
en la lengua vulgar, pero quizá sea significativo el presenten u n conocimiento independiente. E n con­
que Ag. no cite otro testimonio que el del Nebrija clusión, este tipo ( t ) s e r n a significó ’empeine’,
catalán del S. X V I, fuente llena de castellanismos. ’herpe’ y parece haber sido propio sobre todo de
Sea como quiera, la raíz que nos interesa ha África y del Sur de Ita lia : de ahí procede indu­
existido popularmente en Cataluña y en los Pirineos 25 dablemente, y en forma regular el sardo logud.
gascones, pero con otro sentido: es palabra en atterra «erpete, forfora», campid. tserra «impetig-
vías 'de extinción, aunque sobrevive en algunos gine», N uoro therra, como señalaron Ju d (Rom.
puntos extremos. E n el arcaico dialecto gascón del X L III, 455) y M. L . W agner (A R o m . X IX , 12).
Valle de Arán sarna significa ’serrín’, sea el que Pero las diferencias de forma y de significado,
resulta de aserrar madera o el que cae de la m a- 30 ambas leves al fin y al cabo, no bastan de ningu­
dera carcomida1; en el habla languedociana de na manera para separar este tipo del iberorrom an-
M ontalbà (Pyr.-Or., junto al límite catalán) semí¡ ce s a r n a “, ni tampoco, una vez admitida la iden­
o sarníl designa el serrín y tam bién la carcoma tidad esencial de las dos variantes, basta esta m a­
(Griera, Z R P h. X LV, 253, 252), y en el catalán yor extensión geográfica para dudar de que sea
del Rosellón sem ill es tam bién el serrín (Fouché, 35 voz ibérica (como se hace en A S N S L C X X IX , 277
Phon. Hist. du Rouss., p. 246)= (alguna vez alterado [Morf]), a condición de que por «ibérico» entenda-
en serrili, M ise. Fabra, 202, por influjo de serrar mos ’hispánico prerrom ano’ en general: en África,
’aserrar’, serradures ’serrín’). El vocablo no existe Cerdeña y Sur de Italia existieron hablas prerrom a­
con este valor general en la Cataluña española, nas afines a las de la Península Ibérica.
pero sí subsiste refugiado en el tecnicismo de la 40 Ya Diez (W b., 486) llamó la atención hacia la
industria corchera de Palamós (Bajo A mpurdán), parentela vasca", y Schuchardt (ZRPh. X X IX , 562-
según ficha que copié del corresponsal del Institut 4) logró precisar este p u n to : sama es herm ano del
d ’E. Catalans : «cernili m. : la crosta o matèria vasco sarra (o sata) ’escoria de hierro’, ’herrum ­
Uenyosa que el rascle fa saltar esmicolada de l’es- bre’, ’arena gruesa de río’, comp. el alem. krätze
quena de les planxes de suro o deis esquerdells, 45 ’sam a’ y ’residuos o desechos metálicos’1“. Luego
quan el toreador o rasclaire executa la seva tasca : el sentido primitivo pudo ser ’residuos, escorias’,
s’aprofita per a crem ar-lo en el forat de la perola de donde ’caspa’ (como en sardo), ’serrín, carco­
de bullir el suro i els carracs». Téngase en cuenta ma’ (como en cat. y gascón), y por otra parte ’em»
que estos dialectos no distinguen s de c ni la e peine’ y ’sarna’, enfermedades que producen caspas
pretónica de la a, de suerte que indudablemente 50 y pequeñas pústulas; para el sentido comp. el
debería escribirse samill. alban. kere ’tiña’ < c a r i e s ’carcoma’ (GGr. I 2 p.
^ E l testimonio más antiguo de la forma s a r n a 446). Por otra parte el parentesco con el vasco lo
í está en San Isidoro de Sevilla: «Im petigo est sic- comprueban las otras formas con ch- diminutiva
¡ c¥ scabies" pTomiñens a corpore cum asperitate et señaladas en m i diccionario (C H A R N E C A y qui­
Ì rotundítate forrríáe-: hañ'C VatgOs samam 'ap p ellan ti 55 zá C H A R R O y C H A R C O ), a las cuales puede
(E tym . IV, viii, 7)3, y luego aparece en el glosario agregarse aquí el ecuat. charra11 ’sarna, grano, tu-
del Códice Vaticano de la Reina Cristina (C G L morcillo’, probablemente de im portación española
II I, 602.25), que aunque copiado en el S. X con­ (Lemos, Sem ánt. Ecuat.); comp. además S A R R O '1
tiene un buen núm ero de palabras de latín vulgar Con todo esto no es posible precisar si el vocablo
hispánico, independientes de San Isidoro*. Hay 60 íué originariamente vasco o ibero, pues siempre
queda la posibilidad de un préstamo en ambos sen­ prueba que algunos pronunciaban el vocablo con
tidos. Lo que ya más decididamente puede des­ z africada s o n o r a . Claro que la mayor paite
cartarse es que en últim o térm ino fuese de proce- lo harían con z = ts, como indican las formas sar­
dtencia indoeuropea: el galés sam f. «stratum , pa- das, pero era sonido extranjero que algunos p u ­
vimentum» (sam aidh ’cubierto de costra’), señalado 5 dieron latinizar en aquella forma.— 6 H ay otra va­
por DieZj nada tiene que ver con sama, pues de­ riante stem a, que N iederm ann, Contrib. á la Crit.
riva del verbo sarnu, que a su vez es préstamo et á l’Explication des Gloses Latines, 42-44, tra­
del lat. s t e r n e r e (Thurneysen, Keltorom. 87); ta de justificar. A pesar de los paralelos que adu­
la tentativa de H . Jakobssohn (H ermes X LV , 212- ce (extranjerismos o cultismos estropeados popu­
217) de em parentar z e r n a con el ser. jata ’empei­ 10 larmente) es verosímil que fuese solamente una
ne’ ( < g i j - t ä ) , en calidad de préstamo tracio, es trasposición gráfica o al menos meramente ocasio­
ya temeraria en el aspecto formal, y carece de base nal, como da a entender M -L ., L itbl. X X V II,
filológica y geográfica. D e más atención me pa­ 286. En todo caso el rum . stárnut ’señalado con
rece digno el ensayo de Rud. G utm ann (B ezzen- una mancha blanca en la nariz o en el hocico’,
berger’s Beiträge X X IX , 159-161) de relacionar el 15 contra la opinión de Skok (A R om . X IV , 403)i
tipo ibero-vasco con una familia de voces ugrofi­ no es de creer que proceda de esta forma aislada
nesas que significan ’impureza, excremento’ (húng. (como rectifica atinadamente Diculescu, Z R P h.
sar(ni) ’excremento’, mordvo säran ’orinar’, sem en X L IX , 389, 426).— 7 Según indicó Probst, Philo-
’defecar’, letón sahrríi ’suciedad’, ’escoria’,-quizá to ­ logus L X V III, 557. Para listas de estas glosas vid.
mado del estonio, aunque hoy sarnane sólo signifi­ 20 C G L V II, 432, 293; V I, 327, 549, y los traba­
ca ’débil’ en este idiom a): se trataría entonces de jos citados de Heraeus y N iederm ann. Bibliogra­
una de las voces comunes entre el vasco y el fía sobre la cuestión en Sofer, 154.— ‘ A lo que
ugrofinés, sobre las que hizo indagaciones Schu- se inclinaba M -L . en el R E W 7611, en parte rec­
chardt. Claro está que aun esto ha de mirarse co­ tificado en R E W 3 9616a. Acaso tenga relación
mo m uy inseguro. 25 este duplicado con el duplicado dialectal ibérico
D e r i v . Samazo. Samilla malag. ’sarmientos muy berri barrí ’nuevo’, cuyos limites antiguos y
delgados que no echan fruto’ (C ej.); con samilla modernos ha trazado M . P., en Actas de la 1.a
y el cat. samill (vid. aquí p. 164a32) se relaciona R eunión de Toponim ia Pirenaica, Jaca, 1948, pp.
el gran, (s)ahna ’tallito adventicio de un árbol o 1-10. L a forma con e en nuestro caso existió
arbusto’, recogido por Alvar, Fs. Wartburg 1958, 30 tam bién en España, según parece, pues Valí, re­
35. Sarnoso [Berceo; APal. 440d; N ebr.; S. XVI, gistra como gallegos serne ’sarro’ y serna ’serrín,
Cej.]; sarmentó mej. (El Periquillo Sarniento, no­ aserrín’ (en sus adiciones).— 9 No era el primero
vela de Fz. de L izardi; falta en los dicc. de ame­ en decirlo': Baltasar de Echaue en 1607 ya bus­
ricanismos). Ensarnecer [1251, Calila]; ensarnar caba el origen en el vasco, donde creía poder
[más ra ro : Sz. de Badajoz, Cej.]. 35 interpretarlo como «calor brotada» (Viñaza, col.
1 Es voz de uso general en todo el Valle, desde 55).— 10 Como posible indicó Schuchardt que ha­
los pueblos más altos hasta Bossost, aunque ya ya tam bién parentesco con el labortano zaragar(r)
no en Caneján, últim o pueblo del Valle, a la ’sarna’, que a su vez se relaciona con el labort.
raya de Francia.— ' Erradam ente supone Fouché za(r)rapatu ’rascar’, y quizá con el sul. hazteri
que sernill sea derivado de serrar con influjo de 40 ’sarna’ y con atz, que en Guipúzcoa vale ’sarna’
cernidor ’tamiz’. Téngase en cuenta la ac. ’esco­ y en el País Vasco francés ’comezón’; sin embar­
ria’ que tuvo s a r n a .— 3 Así en los mejores y la go, entonces hay dificultad en explicar lá n de
mayor parte de los m ss.; en otros hay la evidente sama. En cuanto al vasco vizc. sarn(í)a es pro­
corrupción sarmam, que de ahí pasó a una glosa bable que sea castellanismo.— 11 Teniendo en
del Códice Vaticano 1468, sin duda copiada de 45 cuenta estas formas con rr, y las sardas tserra,
San Isidoro.— 1 Avieno, Ora Maritima, 497, cita therra, debe relacionarse con esto la palabra
una localidad Sam a en ia costa .oriental de Espa­ sarra que figura en la inscripción curativa de la
ña; claro que no podemos estar seguros de que lámina de P oitiers; se trata de una receta en
en este caso se trate de la misma palabra, entre lengua mezclada de latín, griego y céltico,
otras razones porque tam bién había un Sam a en 50 para curar un mal por medio de la hierba cen­
Aijvernia (ya en 570), y un Sam ae en los Alpes, taura; véase en D ottin, L a Langue Gauloise, 211
comp. Pauly-Wissowa, 2.a serie, II, 28; H übner, el texto y los ensayos de traducción de Stokes y
M onum enta L . Iber., p. L X X X III; H older, A lt- de Arbois de Jubainville. Q uem peperit debe
celt. Sprachschatz II, 1369.— 5 Según una con­ entenderse ahí como ’que causó (que fué cau­
vincente conjetura de Heraeus (A L L G X IV , 119) 55 sado por)’, hablando de la causa del mal, con el
en la M ulomedicina Chironis, del S. IV, habría valor que tiene repetidamente quem peperit en
que leer idiotae zem am vocant, donde el ms. trae las fórmulas de Marcelo Empírico. L a disposi­
el incomprensible indodeternam vocant. Quizá ción de las palabras en «quem peperit sarra»
más bien diernam, forma que en efecto se docu­ parece indicar que es la «sarra» la que causa el
menta en el C G L y que tiene interés, pues nos' 60 mal. Quizá, pues, creían que el sarpullido o caspa
era la causa y no el efecto del empeine o sarna, Góngora, con el acostumbrado juego de palabras
y designaban por sarra esa caspa. El empleo de entre la comezón y el com er: «Juro a Dios que
la centaura para curar la sarna es un hecho cono­ en el comer / es el dueño de este haco / sabañón
cido, pues todavía hoy la centaura conifera se en el invierno, / salpullido en el verano» (ed. Foul-
conoce por la herba de ronya en Mallorca, según 5 ché I, 167). Sin embargo, la variante con -r- no
Barceló.— 12 Puede ser compuesto del mismo tema sólo es la corriente en la Argentina, Chile, Méjico
el aran, sarrabála ’ripio para rellenar un hueco’, y Nuevo Méjico (B D H A I, 173), sino tam bién en
’escombros’, bearn. sarrabalhe «débris, reliefs; España.
bouts de bois résultant du sciage», sarrabàlhou Casi no se ha estudiado el origen de esta pala­
«effondrilles, résidu qui tombe au fond d ’un 10 bra1; sólo G . de Diego (Contrib., § 216) lo rela­
récipient; rinçures, curures fines», charrabalhe ciona atinadamente con el gall. sarabullo «sarpu­
«menues choses, restes sans valeurs; mélange, llido, especie de sam a; granillos que salen en
pêle-mêle de ces choses» (Palay), Auzat (Ariège) cualquier parte del cuerpo; señal de la picadura
sarrabilu «résidu du fromage dans la chaudière» de pulga» (Valí.), pero ya no podemos seguirle
(R L iR V II, 131). M . P. sugirió sugestivamente 15 cuando dice que se debe a u n cruce de e r y s i p e l a s
(R F E V, 236) que el ribagorzano Serradui fuese ’erisipela’ con a m p ü l l a ’ampolla’ : esto no nos lleva
derivado del vasco sarra ’escoria, grava’ con el a ninguna parte, pues aun haciendo caso omiso de
sufijo colectivo - t o i . Para la alternancia entre la diferencia de significados, aun suponiendo una
RN y r r , en la cual es muy inseguro que aquélla metátesis ya latina * s y r i p e l a que en nada se apo­
sea la fase primitiva (como cree Skok), vid. VRom . 20 yaría2, y aun admitiendo u n cruce latino archi-
II, 455. hipotético *S Y R IP Ü l l a , ni así explicaríamos la -11-
del gall. sarabullo3. Ahora bien, no es nada pro­
Saro, V. jaro Sarpillera, V. harpillera bable que esta forma sea préstamo del castellano,
1.° porque el gallego tiene el primitivo y el
SA R PU L L ID O , derivado de sarpullo, conserva­ 25 cast. sólo el derivado; 2.° porque la terminación
do dialectalmente, voz de procedencia leonesa o ga- -ullo es tan frecuente en aquella lengua ( - u c u l u m )
llegoportuguesa (port, antic. sarapulha, gall. sara- como rara y com únm ente prestada en ésta, y
bullo), que probablemente procede del lat. vg. 3.° porque tam bién encontramos la palabra en por­
♦ s e r p u c u l u s , lat. tardío s e r p u s c u l u s ’especie de tugués: «sarabulho: o pedregulho que fica na lou-
herpe o empeine’, derivado de s e r p í r e ’cundir’. 30 ?a ou vasos de barro, como pedrinhas, areas, etc. ..
1.a doc.: 1593, G óngora; 1607, O udin: «sarpo- como tam bem quando se falla em sam as, bustellas,
llido: dartre, feu volage ou sauvage». etc.», usarabulhento: cheyo de sarabulho... algu-
Covarr. : «sarpullido: unas pintas coloradas que mas vezes... cheyo de bustellas, espinhas carnees,
salen por el cuerpo quando se ha passado mucho etc.», según la definición de Bluteau, quien cita
Sol o calor, no es enfermedad de peligro : díxose 35 además variante con -p - en la G ramática de Fer-
a serpendo, porque cunde por todo el cuerpo». Aut. nao d ’Oliveira, de 1536: «chamamos ao cheyo de
da una definición más conforme al concepto que sarapulhas, sarapulhento e nao sarapulhoso»*. U na
hoy predomina : «enfermedad que proviene del ex- forma análoga sarapullar «sarpullir» se emplea en
cessivo ardor de la sangre, de lo que se origina sa­ Asturias (V). Sin duda alguna sarpullido deriva de
lir al cutis una m ultitud de granos m ui menudos 40 sarpullo y variantes: este primitivo no es comple­
y encarnados», y cita ej. de Gabriel del C orral; tam ente ajeno al español, pues según Cej. se em ­
además agrega el verbo sarpullir «picar la pulga plea en Canarias y en Venezuela, y del cast. hubo
dexando manchas en el cuerpo» con ej. de la D o­ de pasar al vasco vizc. zarpuilo ’grano maligno de
rotea de L ope y la observación «es voz volun­ la piel’ (Azkue).
taria»; en efecto el verbo es mucho menos fre­ 45 Pero me parece bien asegurado que el caste­
cuente que el sustantivo, y seguramente extraído llano lo tomó del gallegoportugués o al menos del
de él secundariamente, aunque por más curioso leonés, pues no hay que dudar en relacionar el
ha llamado más la atención a los lexicógrafos, y vocablo con el lat. s e r p u s c u l u s , que viene a sig--
así Pagés como Cej. ( I X , 553) reúnen varios ejs. nificar lo mismo. Esta palabra falta en los diccio­
del mismo, entre ellos el de F r. Lorenzo de Zamo­ 50 narios, pero la empleó el médico africano Casio
ra (1601-8) : «y cae hecho granos de aljófar el Félix, que vivía a mediados del S. V : Jaraneas
rocío, sarpullendo sus colores». Curiosidad aparte, Graeci a serpendo, quod herpin [epicetv] dicunt,
lo corriente es el sustantivo sarpullido, que tam ­ herpetes dicunt, nos vero... serpusculos nomina-
bién está en Quiñones de B. : «V era n o : Yo curo m us... in superficie cutis pustulas m inutas milio
tus sabañones. / I n v ie r n o ; Yo tu sarpullido y 55 similes ostendit» (25, p. 4 2 ; cita del T h L L , s. v.
sarna» (N B A E X V I I I , 788); otro de Lope en Cej. aranea). Como aranea era una especie de herpes o
E n cuanto a la forma de la raíz, aunque Aut. da empeine (vid. R O Ñ A ), serpusculus había de sig­
preferencia a la variante en -r-, advierte «dícese nificar otro tanto. A la verdad las formas rom an­
m uy comúnm ente salpullido», y la Acad. ha pues­ ces postulan claramente * s e r p u c ü l u s en lugar de la
to en prim er lugar esta variante, que ya se lee en 6C forma documentada, pero * S e r p u c u l u s es más
comprensible desde el punto de vista de la morfo­ porcos e actos subseguentes; espalhafato, desor-
logía latina, y asi hemos de creer que serpusculus dem , confusáo», ac. que podrá deberse en parte
es alteración de aquélla por contaminación de cor- al influjo de sarapatel, que significa lo mismo.
ptísculus y voces análogas5; en efecto no cabe du­ Pero el propio Fig. registra todavía como popular
dar que es cierta la etimología de Casio Félix y 5 (s. v. sarabulho) el significado «bostela».— 5 A
Covarr., al derivar de s e r p e r e ’cundir’, pues de menudo alternaban en el idioma las terminaciones
ahí viene el Iat. tardío s e r p í g o , - i n i s (documen­ -usculus, -isculus con -uculus, -iculus y análogas:
tado en el Dioscórides latino, pasaje que cito s. v. * g l o b u s c e l l u m (R E W 3794) en vez de * g l o -
E M P E IN E ), de donde sale el it. serpigine «sorta bellus (R E W 3791) y del * g l o b u c u l u m que
d’impetigine che guarisce d ’una parte e s ’ e - 10 sería regular; g l o m u l u s y g l o m e l l u s junto al
s t e n d e dall’altra», oc. serpige, napol. serpentigi- regular g l o m i s c e l l u m (R E W 3800, 3797, 3799);
ne (R E W 7858), y un origen parecido tiene el ast. r i v u s c e l l u s (R E W 7338a) en lugar del natural
sirpiadura ’herpe ligera’, «cerviguera [ = papera, * r i v i c u l u s , - u c u l u s ; r a m u s c e l l u m (R E W 7036)
tortícoli]» (R). en vez de * r a m i c u l u s , - u c u l u s (cat. ramulla);
Está claro que * s e r p u c ü l u s (aun si la u tónica 15 p u l v i c u l u m (pubí[ en mi Vocab. Aranés) en lu­
era breve) había de dar *serpulho o *sarpulho, gar del normal p u l v i s c u l u m , etc.
-ulha, en portugués, de donde el documentado
sarapulha con la anaptixis tan común en este idio­ Sarpullir, sarpullo, V. sarpullido Sarracear,
m a; en cuanto a *sarbulho, de donde el port.-gall. V. zarazas
sarabulho, puede ser forma mozárabe propagada 20
desde el Sur de Portugal, o bien explicable por la SARRACINA, ’pelea confusa y tum ultuosa’, del
contaminación de borbulho, borbulha, ’ampolla’ anticuado sarracino ’sarraceno, m oro’, por la gri­
( = cast. B U R B U JA ) o de otra palabra análoga. tería con que éstos solían pelear. 1.a doc.: A ut.
Nada convincente la etimología que propone Pi- D efinido: «la pelea entre muchos, especialmen­
sani, Paideia X III, 54 para sarpullido: s a l e p ü l - 25 te quando es el acometimiento con confusión y sin
lu s, donde este adjetivo significaría ’pardo’ y o rden... dícese por extensión de qualquier riña o
s a l aparecería en la ac. «serie di bollicine spor- pendencia en que hai heridas o muertes». N o co­
genti» (como el «sal delle gemine e del cristallo»). nozco ejs. anteriores (no los da Cej. IX , p. 550, ni
No hay ventaja alguna fonética ni semántica en está en Percivale, O udin, Covarr.). Frecuente en
esa propuesta: tras una voz tan corriente como 30 la actualidad y en escritores del S. X IX , no sólo
s a l es increíble que se sonorizara una p- inicial; en la ac. propia, que Pagés documenta en Jove-
la a del portugués sarabulho de todos modos no llanos, sino en la figurada ’tum ulto, escándalo’ que
podría venir de la - e de s a l e y tendría que ser, el propio lexicógrafo ejemplifica en pasajes inequí­
en todo caso, anaptíctica, pues de otro modo s a l e vocos de Bretón de los H erreros y H artzenbusch,
habría dado *sai- en portugués; la - l l - de p u l l u s 35 y que en efecto es m uy frecuente, aunque no la
e s menos adecuada que Ja -C L - de s e r p u c u l u s , admita la Acad. Estamos ante una susxantivación
puesto que existen razones para creer que en cas­ del adjetivo étnico sarracino, variante de sarraceno
tellano sea voz importada, y con p u l l u s no ex­ ’árabe’, ’moro’, que es frecuente en los clásicos
plicamos la forma vasca ni la gallegoportuguesa; (quizá tanto o más que el moderno sarraceno, ya
finalmente, es muy dudoso que el adj. p u l l u s 40 empleado por Ruiz de Alarcón, y ya en 1438 por
tuviese 0 (el it. ant. pullo es probablemente cul­ Mena), usual en Góngora, y que Pagés señala en
tismo). Si no hay ventajas en estos aspectos, al escritores de todo el S. XVI, desde Garcilaso hasta
menos nos consta que s e r p u ( s ) c u l u s es voz exis­ Pz. de Hita, Rufo y Balbuena; ya es bastante
tente y aplicada al sarpullido o males casi idénticos, frecuente el apocopado sarrazin en docs. de los
y nada de eso sabemos en cuanto al hipotético 45 SS. X -X III, si bien como nombre propio (Oelschl.).
sa le p u l l u s . N i la una ni la otra variante de este étnico fué
1 Del artículo que últimamente publicó M . L. nunca verdaderamente popular en tierras de len­
W agner (Boletim de Filol. IX , 1949, 349-55) sólo gua castellana (en clara oposición con el cat. sarraí,
s é que lo relaciona con s e r p e n s . Comp. lo que oc. y fr. sarrasin, it. saracino o -eno), y sin duda
digo abajo a este propósito.— 2 L a etimología de 50 la forma en -in(ó) deberá mirarse como un antiguo
S A R A M P IÓ N , que de ahí pretendía derivar el occitanismo, avivado en el S. X VI por el influjo
Sr. G . de Diego, es muy otra, como puede verse de la épica italiana, como revela claramente el uso
en m i artículo.— 3 Puesto que cruces quiere el en los épicos castellanos citados, en Garcilaso, y
Sr. G . de Diego habría sido más razonable su­ en Gálvez de Montalvo, imitador de Sannazzaro.
poner uno de sama con el gall. espulla ’sarpulli­ 55 L a aplicación algo humorística en el caso del sus­
do’ (Carré), voz herm ana del cast. espundia.— tantivo sarracina, aunque no tiene modelo italiano
* H ay además variante sarrabulho, ya en Bluteau directo, se inspira también en un concepto más
y hoy quizá la más frecuente; hoy predom ina el ariostesco que verdaderamente español.
significado secundario «sangue coagulado do por- Trigo sarraceno [Acad. 1884, no 1843; ej. del
cp ; guisado feito com esse sangue; matanza dos 60 aragonés Oliván, a. 1849, en Pagés] es adaptación
del fr. blé sarrasin: el nombre castizo es alforfón. - m se reduce a -r y en muchos le ocurre lo mis­
Algo parecido habrá que decir de hierba sarracena mo al grupo -rt, estas formas en -rn no tienen
"hierba de Santa M aría’ [Acad. 1925, no 1884]. mucho valor.
D e r iv . Sarracinesca ’catarata o rastrillo sobre el Podría olvidarse ya el primer ensayo etimológi­
cañón de bóveda en la puerta de la plaza’ [1536, 5 co, de Baist (ZRPh. V, 559), quien relacionando
D . Salazar, según Cej., /. c.], del it. saracinesca id. con el cast. bicerra ’sarrio’ y becerro ’novillo’, que­
ría derivar de u n vasco bei-zekorr-a (’el novillo de
Sorras, V. charro Sarria, sarrieta, V. sera vaca’), a pesar de los insuperables obstáculos fo­
Sarrillo ’estertor’, V. sarro; ’planta’, V. aro néticos2. Rohlfs se limita a registrar el hecho de
10 que nada semejante a isard se encuentra en vas­
SA RRIO ’gamuza de los Pirineos’, arag., voz co3, pero admite que a pesar de ello el vocablo ha
afín al bearn. sarri, arag. chizardo, sisardo, cat., de ser de origen vasco o prerromano. M -L . (R E W '
gasc. y langued. isard, de origen prerrom ano, pero 4548) se limita a suponer para isard y uzarn una
es incierto cuál sea su etimología exacta: parece base i s a r - que sospecha de origen ibérico, y agre­
tratarse de una palabra ibérica o protovasca i z a r r - , 15 ga que por razones fonéticas sarri(o) ha de ser
cuyo significado originario es dudoso. 1.a doc.: otra cosa. Pero como indiqué en R F H V, 9, no
h. 1625, H uerta («el sarrio es tam bién generación hay por qué establecer este dualism o: en los ibe­
de cabras monteses»). rismos y vasquismos hay una especie de i- cadu­
Citado con algunas explicaciones por A ut. A un­ ca, que ora aparece, ora se suprim e: b a i - c a ( >
que ahí no se le atribuye localización, es palabra 20 V E G A ), Baigorri, Baetis, Baetulo, frente a ibai ’río’,
únicam ente aragonesa, ya recogida como tal por Ibarra, e tc .; Cauco-liberis e Iliberis; L u r o ( > L lo ­
Peralta y Borao; en Aragón es propio de la zona rona) e I l u r o ; Lérida e I l e r d a ; T u r i s s a e I t u -
de Ansó y Echo (B D C X X IV , 167; Bergmann, r i s s a , i t u r r i (comp. Z R Ph. X X X III, 462-6); por

Grenzgebiet Aragón u. Navarra, p. 75), más al otra parte no es menos frecuente en voces de este
Este encontramos xixardo en Espuña (Rohlfs, 25 origen que alternen r r y r d , y aun r n (VRom .
Z R P h. X L V II, 401-2; BhZR P h. LX X X V , § 31), II, 455), y por otra parte tam bién alternan - r r con
chizardo en Plan y G istáin, chizarz (seguramente - r r i (cat. -erri, -arri, frente al cast. -ier, -erre,
un antiguo plural) en Bielsa (B D C X X IV , 167), -arre).
ixarso en Venasque (Ferraz), ixarzo en G raus Luego tenemos derecho a reconstruir un pro-
(Rohlfs). La zona del vocablo continúa en Cata­ 30 to-vasco i s a r r - o i z a r r - , que pudo dar a un
luña, donde he oído isard desde el' Valle de tiempo isard, isarn y sarri (o sarrio). Pero más
Boí hasta el Este de Cam prodón1, y prosigue en lejos que esto es muy difícil llegar, entre otras ra­
la vertiente N orte de lps Pirineos, donde Rohlfs lo zones porque siendo bajas las m ontañas vascas
recogió desde el Ariége hasta el Lavedán inclusi­ era difícil que se nos conservara este vocablo en
ve. Pero en esta comarca vuelve a aparecer una 35 el vasco actual. Si fuese exacta la afirmación de
variante semejante a la occidental de Aragón, a Azkue de que en la toponimia vizcaína, guipuzcoa-
sa b e r: sarri, que se extiende desde ahí a todo el na y navarro-española izar (izarra) significa ’altu­
Bearne (Cordier, p. 20; Rev. des Patois Gallo- ra’, esto podría dar la clave de todo, pues ’cabra
Rom ans IV, 229; Rohlfs, Mise. Alcover, s. v., y de las alturas’ sería nombre apropiado para la ga­
’. c.; Palay; A L F , mapa 1491). Isard corre tam ­ 40 m uza; pero los demás dicc. vascos (Van Eys,
bién en francés, pero sólo con referencia a los P i­ L hande, Larrasquet) no confirman este aserto de
rineos, y ya lo emplea Pierre Belon en 1553. En Azkue, ni hay pruebas del mismo en los derivados
catalán hay un testimonio manuscrito medieval, de la raíz izarr- que allega el propio Azkue4. Por
desde luego anterior a 1450 y posterior a 1300 lo tanto hay que dejar esta posibilidad en susoen-
(Faraudo, M ise. Fabra, 156-7); del gran arraigo 45 so, en espera de un estudio más sistemático de la
que allí tiene el vocablo es testimonio su empleo toponimia vasca y pirenaica. Queda finalmente la
como adjetivo en el sentido de ’montaraz’, ’agres­ etimología propuesta por Giese en R IE V X X II,
te’ y ’arisco, huraño’, con femenino isarda y de­ 584, quien relaciona con el vasco izar ’estrella’;
rivado isardivol. E n lengua de. Oc aparece una vez éste significa tam bién ’mancha blanca del ojo’ y
el plural uzars y otra usarns en el Elucidari (Ray- 50 en L apurdi «centro por donde parte el p elo » :
nouard V, 455) redactado en el 3.“ cuarto del cree Giese que izar con referencia a la gamuza
S. X IV por un escritor del Ariége; como no te­ sería «el pelluzgón característico de pelos largos
nemos buena edición de esta obra, inédita en gran en la línea dorsal de este animal, muy estimado
parte, no podemos estar seguros de esta lección como trofeo de los cazadores de gamuzas». No
aislada (según Bloch-W . la versión francesa de la 55 puedo confirmar n i negar este detalle5, pero aun­
misma obra traería le bouc izart); verdad es que que fuese cierto, esta etimología dejaría fuerte d u ­
un francés que viajaba por la vertiente N orte de da a pesar de adhesiones tan autorizadas como las
los Pirineos en 1612 escribió «chamoix, q u ’ilz ap- de M -L . (R E W 1, p. 809), W artburg (en Bloch')
pellent isamn (R H L IX , 363): en general, como y Bertoldi (ZR P h. L V II, 146-7; Fs. Jud, 239n.);
en casi todos los valles de la vertiente francesa 60 el F E W IV, 826-7, aporta algún dato de detalle
de poco valor, pero no conoce el art. de Giese casual. En una palabra, la voz sicard no existe y
más que indirectamente (a través de Bertoldi) y' ya es hora de que desaparezca de las discusiones
no obstante no acepta la etimología, sin aportar etimológicas .— 3 Bera-Me. en su Supl. citan un
argumentos de valor. Q ue Hesiquio en su diccio­ basardi (que no está en Azkue), evidentemente
nario griego hable de unas cabras ( 017 =;) llamadas 5 compuesto de baso ’desierto, bosque, precipicio’
xr¡Xo8 e; porque llevan señales ( r'r-l.a) en la frente, con ardi ’oveja’. Antes de hacer caso de ese neo­
nada prueba para el nombre del sarrio6. Otras eti­ logismo habría que confirmar su existencia. Nos
mologías sugeridas carecen de todo valor7. Q aro da derecho a escepticismo, el hecho de que ya
que no viene de un * i b i c i a r i u s , derivado de i b e x no hay (o apenas quedan) rebecos en el territorio
(como opina G dD D 3319). 10 pirenaico de lengua vasca. Es cierto, sin embargo,
' Personalmente lo tengo anotado en Boí, Espot, que Iribarren y Azkue (Supl.) dicen que éstos
todos los pueblos de Cardos y Valí Ferrera, Ar- reciben el nombre de sarrio en Roncal, Salazar
cavell, Bescaran, Cerc, Lies, Riu y en todo el y la Aézcoa.— 4 Sin pronunciarme, haré observar
valle de Cam prodon; en B D L C IX , 212, se agre­ que las pruebas citadas por Azkue’ no son inequí­
gan Cabdella y Rocabruna, en los dos extremos. 15 vocas : Izarraitz en Guipúzcoa podría ser ’peña
Variante no hay otra que llisard, en T or, con aglu­ de la estrella’ (alusivo a la aparición del Lucero
tinación del artículo. Si no me engaño, isard p. ej.), que el pueblo de Izarra en Álava esté muy
se extiende también a la Cataluña francesa. El alto no prueba que su nombre no pueda significar
concurrente cabirol sólo lo tengo de Adraén, Sal­ ’la estrella’ o ’la señal’ y en cuanto al Izarra de
des y Baga,"o sea la vertiente meridional del Ca- 20 N avarra ya el propio Azkue supone que Estella es
dí.— =Schuchardt (brevemente en ZR P h. X X III, su traducción romance, fundada en el lat. S t e l ­
199) sólo relacionaba el tipo isard con bicerra-be­ l a .— 5 A nada de eso se refiere el libro de A r­

cerro para explicar en este últimp el cambio se­ m and Praviel ahí citado por Giese. D udo que
mántico ’novillo’ > ’gamuza’ por influencia de pueda pensar éste en el «épais bouquet de poils
aquél. En cuanto al «cat. sicard ’gamuza’» lo de­ 25 noirs» que protege la ligera prominencia que a
rivaba Baist directamente de zekor ’novillo’, pero la edad de 2 meses aparece en el cráneo del
esta otra palabra catalana, de la cual hablan todos, animal, y de la cual salen más tarde los cuernos,
es de existencia más que dudosa. Vogel la saca según la detallada y técnica descripción del cuer­
de Bulbena y Labernia, y éstos del Thesaurus po y las costumbres del isard publicada por M au­
Pucrilis de Onofre Pou (ed. 1580), donde se lee 30 rice G ourdon en el Bulletin d ’Histoire Naturelle
sicart entre los animales salvajes, con la traduc­ de Toulouse, 1880 (reproducida en Emm. Brousse
ción pygargus (f° 41 v°; falta todavía en el Ne- fils, La Cerdagne française, pp. 25-28). Pero ni
brija catalán de 1560). Seguramente ha de tratar­ esto se halla en el animal adulto ni le conviene el
se de la ac. ’gacela’ de esta voz griega, y no de nombre de izar ’estrella’. La idea de Giese se la
su otra ac. ’especie de águila de cola blanca’, 35 sugirió Duvoisin, creando un izardun «animal
pues las aves van en capítulo aparte en este dic­ qui porte une étoile au front», pero este autor,
cionario; aunque el Dicc. de T orra (ed. 1701; con sus obsesiones etimológicas, merece poco
falta en la príncipe, del S. X V II) duda entre crédito, y ni Azkue ni L hande encontraron con­
las dos acs. y Bulbena elige la segunda. No así firmación de la existencia real de este vocablo
Sánelo, que también cita a Pou como fuente. Se 40 (que Lhande supone aplicable a un caballo).—
trata de un vocablo sólo documentado en dic­ 6 M ás dudosa me parece todavía la explicación
cionarios, absolutamente desconocido en ¡os tex­ de Bertoldi de ¡a -d catalana por el sufijo vasco
tos y en los dialectos actuales. ¿Cuál fué la fuente -di, pues creo que lo primario es siempre el con­
de Pou? Creo que la he encontrado. En el FUI sonantismo -R R - y no -R D -. N o quiero oponerme
del Senescal d ’Egipte, texto cat. del S. X IV o XV 45 por ahora al supuesto de que -di sirviera como
se lee (ed. N . Cl. X L V III, 153) «l’endemá lo rey sufijo de adjetivos, a pesar de que esta función
cavalcá e aná-sse’n al bosch siquart»; el editor, la asume norm alm ente -ti (cambiado en -di sólo
Aramon, en la lista de erratas enmienda si quart, tras n y l según los datos de Azkue, pero no tras
con acierto indudable, pues según la sintaxis m e­ r : adurti, negarti, gezurti, bildurti), mientras que
dieval esto significa evidentemente ’el día siguien­ 50 -di es sufijo colectivo (arantzadi, lizardi, etc.,
te cabalgó el rey y se fué al bosque con otros sólo cambiado en -ti tras s o 2 ). ¿Serían ambos
tres caballeros’, al pie de la letra ’siendo él el sufijos uno solo en el origen? Acaso, pero habría
cuarto’, construcción muy frecuente en el catalán que dar mejores pruebas que izurdi ’especie de
medieval, pero anticuada desde fines de la Edad delfín’, «cetáceo pieghevole», derivado de izur
Media (comp. el cap. 89 de M untaner, donde 55 ’dobladillo, pliegue’ : Azkue trae sólo izurda, izur-
Bofarull, no entendiéndola, da tam bién un texto de, y analiza más llanamente ’cerdo (urde) de
corrompido). Sin duda Pou leyó boch siquart y m ar (iz)’. Como en realidad iz ’m ar’ es imagina­
entendió ’fué a cazar el macho cabrío silvestre’ rio, Michelena B S V A P X III, 1957, 496, afirma
acordándose del parónimo isard. L a semejanza que izurde está por gizurde, epto. con giza ’hom ­
con el nom bre de persona occitano Sicart es 60 bre’ y a ello me atengo .— 7 Sainéan, Sources
Indig. II, 85, fundándose solamente en un via­ S A R N A y con su herm ano vasco sarra ’escoria’, a
jero francés de fecha m oderna, afirma que el esta idea se adhirieron más decididamente Simonet
nombre verdadero es lizard (claro que este viajero (s. v. xarríri), R. G utm ann (cita en S A R N A ) y
entendió mal el artículo), y que se trata del fr. Steiger (Homen. a M . P. II, 43)1, y aunque Schu-
lézard «lagartija» con la cual se comparó al sarrio 5 chardt (ZRPh. X X IX , 562-4) y M -L . (R E W ) se
por su agilidad en trepar rocas. Aparte esta se­ abstuvieron de opinar sobre la idea, no creo que
mántica, recuérdese que l a c e r t o s ha dado y sólo quepa dudar de la m ism a; para detalles y para
podía- dar luzert en lengua de Oc, lluert o lla- más parentela, rem ito a m i artículo S A R N A . Es
gard(aix) en catalán, y que además no se trata muy dudoso que haya relación con el adjetivo an­
de la lagartija, sino del lagarto, que no trepa. tiguo sarro, variante de JA R O .
10
D e r i v . Sarroso [1513, G . A. de H errera, en Cej.].
Sarrio ’hollín’, V. sarro Sarrillo ’estertor del m oribundo’ [1581, Fragoso:
«en esta parte del gargüero (casi en todos los que
SARRO, voz peculiar al cast. y al port., segu­ se mueren) se hace cierto ruido, que el vulgo lla­
ram ente de origen prerrom ano, emparentada con el 15 ma sarrillo, que es un sonido como de agua».
vasco sorra ’escoria’ y con la familia de vocablos A ut.]2, port. sarrido «a dificuldade de respirar que
estudiada en el artículo S A R N A . 1.a doc.: h. 1500, tem o peito serrado por doença ou afliçâo» [«stri-
Juan del Encina; Laguna, ed. D ubler IV 332. dor pectoris» 1606, N unes de Leâo, y Faria e
Escribió E nzina: «e dos ollas con un jarro, / e Sousa, en Moraes] : puede ser derivado de sarro,
tres cántaros quebrados, / e cuatro platos mella­ 20 concibiendo el sarrillo con su ruido líquido como
dos, / cubiertos todos de sarro»: tenemos ahí la ac. unas heces que suben a la garganta del agonizan­
«betún duro y fuerte, que de las reliquias salitrosas te ; pero teniendo en cuenta el vasco alto-nav. y
[o calizas, etc.] de algunas cosas se va juntando y vizc. zarra ’onomatopeya del ruido de beber produ­
uniendo, como se ve en algunas vasijas» (A u t.). ciendo cierto ruido’, ’estertor’ (zarrada ’trago’, za­
A veces, tam bién, «se llama sarro, lo que queda pe­ 25 rrata ’cascada rápida’, zarran, zarralde ’arrastran­
gado de la orina en el jarro de orinar» (Covarr.); do, con los pies arrastrando’, comp. nota), Arán,
pero Ja aplicación más común es a la sustancia Ariége sargalh ’estertor de m oribundo’, lemos. sar-
calcárea que se pega a los dientes poco limpios, o guelh, sorguel, «râle, son qui imite celui de l’eau
a la lengua del febricitante (Covarr.), según m ues­ bouillante» (Laborde, Béronie), Venasque sorgali,
tran otros ejs. citados por Cej. (IX , 549): «la len­ 30 Pallars surgall id., y aun el cat. soroll ’ruido en ge­
gua se le pone tan gruesa y llena de sarro» Fonseca neral’, m e inclino a creer más bien que se trata
(V. de Cristo, fin S. X VI), «la boca llena de sencillamente de una onomatopeya (como ya dije
sarro, la lengua como , una tabla» Lorenzo de Za­ en B D C X X III, 310-1)3.
mora (1601-8), y es lo que parece significar tam ­ 1 Éste sugiere partir de la idea de acarreo de
bién en Fz. de Oviedo, H ist. Indias L , X , x 35 materias por el agua, teniendo en cuenta que el
(vol. IV 492a). Hay otras acs. más locales, pero vasco sarro tam bién significa ’arrastre’ en algunos
que vienen a parar en la misma idea de ’residuo, dialectos (comp. guip. sarrapel ’corriente del
escoria’ : en Segovia (Cej.) ’la escoria en la fa­ agua’); quizá sí, pero es preciso tener cuidado
bricación de la pez’; Cabrera Alta sarro ’hollín’ con los hom ónim os: la forma que tiene propia­
(Casado Lobato), santand., ast., león., berc. sarrio 40 mente el sentido de ’arrastre’ es zarra, cuya idea
’hollín de la chimenea’ (G. Lomas, 2.a ’¿d.," 334, central parece ser la onomatopeya del beber y del
tam bién sarro; R ; V; A. G arrote; Fz. Morales), ast. ruido del agua (V. abajo acerca de sarrillo). El
occid. xarrio (V), segov. jarnos (Vergara); gall. sentido fundam ental de sarra-S¿4RN/l parece ser
sárriu ’hollín’, ’orín’ en el Lim ia (V K R X I, s. v.); ’desecho, escoria’.— 2 Parece ser voz poco exten­
gall. sarrio ’heces del vino^ adheridas a las duelas, 45 dida, de la que no traen datos independientes los
costras de taítáro’,~galT charrizo ’hollín’, q u e — con demás dicc. Según Cej., la recoge tam bién el
la habitual alternancia vascoide— es en L ugo cordobés F r. del Rosal (1601).— 3 Aunque las
cherrizo (citados por G dD D 5803), sarrapio «sarro, formas del tipo sorgali podrían deberse a u n cru­
relej, porquería que, a veces, hay en los labios, dien­ ce con el tipo soroll, y éste ser de otro origen,
tes, boca, orinales, etc.; amargor, gusto repugnante 50 no creo que se trate de u n derivado de C E R R A R ,
y áspero de algunas frutas y viandas» (Valí.; comp. vasco zarratu, lat. s e r a r e , entre otras razones
A. Otero, Cuad. Est. Gall. V I, 106); Viana do Cas- porque entonces esperaríamos *cerrillo o a lo su­
telo sarranho «negro de fumo, pó muito negro na mo *zarrillo en castellano. Será tam bién onoma­
paranheira do fom o» (R L X V II, 82); port. sarro topeya Ansó arrollán ’estertor de agonizante’
’heces o tártaro del vino’, ’sarro de los dientes’, 55 (BDC X X IV , 160).
'hollín de la pólvora quemada’ : sarro da cuba apa­
rece ya cuatro veces en M estre Giraldo, a. 1318 Sarro adj., V. jaro Sarrondija, V. fardacho
(R L X III, 411), que es el testimonio más antiguo
que tengo del vocablo iberorromance. SARTA, del lat. vg. s a r t a , en el cual se reunie­
Ya Diez (W b ., 486) sugirió un parentesco con 60 ron los significados del lat. el. s e r t a ’guirnalda,
corona’, participio de s e r e r e , y s a r t a ’rem endada’ das a que van sujetados los canjilones de la n o ­
participio de s a r c i r e ; esta acumulación fué con­ ria’ (Giese, W S X V I, 92)'. Y también es de creer
secuencia de la confusión que existía en latín en­ que el cast. sarta procede de s e r t a y no de s a r -
tre e x s e r e r e y e x s e r c i r e (derivados de s e r e r e y c i r e , al menos por lo que hace al sentido y a la
s a r c i r e ) , cuyo participio com ún era e x s e r t u s , y 5 identidad del vocablo. L a á anómala debe de ex­
de la reacción que se produjo en latín vulgar con­ plicarse por un fenómeno del latín vulgar. E n la­
tra formas como IM PE R T IR E , c o n s e c r a r e , c o n f e r - tín clásico la a en sílaba cerrada se cambiaba en
t u s cambiándolas en i m p a r t i r é , c o n s a c r a r e , c o n - e en sílaba medial, y así los derivados de partus
fa rtu s y análogas. 1 .a doc.: 946, doc. leonés: eran repertus, compertus; de arceo, coerceo, exer-
(Oelschl.). 10 ceo; de captus, conceptus, inceptus, receptus; de
Tam bién en Juan R u iz : «Pues da’m una cinta / cantus, accentus; de carpere, excerpere, etc. En
bermeja, bien tinta / ... / e da’m buenas sartas / latín vulgar se produjo u n movimiento de reflujo
de estaño, e fartas» (1036a), «furto de oro grand contra esta tendencia, en virtud del cual com m en-
sarta» (1457d). Es frecuente en los clásicos: «aque­ dare se rehizo convirtiéndose en c o m m a n d a r e , con­
lla sana de maldiciones que descargó» Juan de Pi­ 15 secrare en c o n s a c r a r e , refertus en refartus, im ­
neda, y otros muchos que pueden verse en A ut. y pertiré en impartiré y muchos más. Anteriormente
en Cej. (IX , 553-4). Anteriormente quizá sea algo se decía exsercire (Terencio, Heaut., 143) como
más frecuente el derivado colectivo sartal, hablando derivado de sarcire, así que el participio exsertus
de un collar o sarta de perlas en la Gr. Conq. de era com ún a exsercire y a exserere. De esta ma­
Ultr. (p. 497), en los glos. de Toledo y del Es­ 20 nera, cuando en latín vulgar desapareció el uso del
corial («torques», «monile»), en N ebr. («sartal de verbo simple s e r e r e (que no ha dejado descen­
cuentas: linea calculorum ; sartal de aljófar...»). dientes romances), el sustantivo derivado s e r t a
Hoy en algunas partes encontramos acs. secun­ quedaba aislado, y había de existir tendencia a
darias : ’cuenta (de vidrio, etc.)’ en M iranda de relacionarlo con s a r c i r e , s a r t u s , que seguía bien
Duero (um rosairo de sartas de bidro, una bolta 25 vivo; por el mismo tiempo, y de acuerdo con la
de sartas = un collar: Leite de V., Est. de Philol. tendencia descrita, debió cambiarse exsercire en
Mirand. II, 215); «varita delgada y flexible, como exsarcire, y rehacer su participio dándole la forma
la de mimbre, avellano...» en Bilbao (Arriaga), ex­ exsartus, con lo cual era ya inevitable que se con­
plicable porque suele emplearse para hacer guir­ sumase la confusión de s e r t a con s a r t a , atribu­
naldas, para ensartar pescado, etc. (pero éste qui­ 30 yendo a este últim o todas las acs. de aquél.
zá sea vasquismo, de zardan ’varita’). D e que este hecho se produjo, como ya dije en
Es palabra casi exclusiva del castellano, aunque A IL C II, 150-1, tenemos pruebas en nuestra do­
hoy no es del todo ajena al portugués, especial­ cumentación del latín vulgar, pues dos gramáticos
mente como término náutico «cordame que se fixa algo tardíos, Beda y Albino, identifican sartrix con
ñas antenas do navio; enxarcia»; tam bién se re­ 35 sertrix («sartrix vel sertrix est quae sarcit», Keil,
gistra en el sentido general de «cordáo de cousas G ramm . Lat. V II, 288.29, 309.28) y lo mismo
enfiadas» (sarta de figos), pero unos diccionarios hacen dos glosarios trasmitidos por códices del
lo califican de palabra poco usada y otros de ar­ S. X, pero sin duda anteriores (C G L V, 513.20,
caísmo, mientras que los dicc. antiguos (Bluteau, 578.34); sertor está empleado por sartor como tra ­
Moraes) ni siquiera registran sarta ni sartal: en 40 ducción de sutor ’zurcidor’ en C G L V, 514.54;
efecto, la expresión corriente es enfiada; luego es las definiciones de sartus que encontramos en glo­
lícito sospechar que sea castellanismo, o por lo me­ sas revelan tam bién este acercamiento a sertus, al
nos será vocablo de origen provincial. cual corresponde más bien la definición tan fre­
Era tradicional derivar sarta del lat. s é r t a ’guir­ cuente «conjunctum» (C G L IV, 282.1, 564.37,
nalda, corona’, voz tardía que sustituye la clásica 45 388.52, etc.)2. Es posible, por lo demás, que el cam­
s e r t u m , por lo demás empleada comúnm ente en bio de s e r t a en s a r t a no fuese general ni si­
el plural s e r t a : propiamente es el participio neu­ quiera en la Península Ibérica, pues el anónimo
tro de s e r e r e ’trenzar, entrelazar’, ’juntar’. Ésta botánico sevillano de h. 1100 define el mozár. ser­
es todavía la etimología de Diez (W b., 486), recha­ ta como nombre romance de las cosas enlazadas
zada por M -L . (R E W 7615) por razones fonéti- 50 en serie ordenada, trátese de plantas o de piedras,
ca^, que le conducen a partir de SARTUM participio etc.’, y el ast. ensenar vale ’hacer sartas de co­
de s a r c i r e . Pero s a r c i r e sólo significa ’remendar, rales, de castañas, etc.’ ; port. popular seríela
reparar’, a veces ’zurcir’, sea en latín o en rom an­ «meada de minhocas enfiadas em linhas, a qual,
ce, y de ahí costaría mucho llegar a la idea de presa na ponta d ’uma cana, serve para pescar en-
’sarta’. Ésta la expresan los dialectos del Sur de 55 guias» (Cortesao), en Figueiredo sertelha y seríela
Italia, según es de esperar, mediante derivados evi­ «aparelho usado na pesca das enguias», como voz
dentes de SERTA o de i n s e r t a : Lacio serta «trec- provincial.
cia di cipolle», Manfredonia nserta, calabr. nzérta D e r i v . Sartal [V. arrib a]; sarlalejo. Sarún ’epí­
id. (Rohlfs, A Rom . IX , 169), Abruzo certf, napol. timo (planta que vive entrelazada con el tomillo
dziertp (R E W 4458), Bari dite insártg ’las dos cuer­ 60 y otras)’, en el citado botánico mozárabe. Saríilla
(ej. ant. en Cej.); sartillona arag. [1402, B R A E rozco, Velázquez de Velasco, M. Alemán, Cervan­
III, 360, citado acerca de capisayo]. Ensartar [«e. tes, T irso, Ant. de Cáceres, G . Correas y Agustín
como cuentas: in Jineam cogo» N ebr.; muchos ejs. de Salazar (vid. Cej. IX , pp. 565-6). El cambio de
clásicos en Cej., y otros más raros de las variantes género americano y asturiano debió de pasar por
sartar y asonar; ensartar cub. ’enhebrar’ Ca., 109]; 5 un proceso como el que condujo de la yunque a
ensarta o ensarto ’sarta’ («pescó un ensarto de el yunque, pasando por l’ayunque, pues en Fz. de
viajacas») cub. (Ca., K 1 ). Oviedo se lee el asartén, según indicó Cuervo.
1 Esta última forma es más probable que ven­ Comp. H E R R É N .
ga de i n s e r t a que de una base con - a - semejan^ D e r i v . Sartenada [S. X V I, Cej.]. Sartenazo
te a la española, pues este cambio fonético está 10 [1599, G . de Alfarache I, ii, cap. 5], Sartenero.
m uy extendido en los dialectos pulieses: tarra, 1 Asegura M alaret que el sartén se dice en Viz­
arva, mmarda, cuparta (Rohlfs, Hist. Gramm. I, caya, citando a Mugica y a Arriaga. Pero nada
p. 183n.).— 1 Otra consecuencia de esta fluctua­ de esto encuentro en los Dialectos Castellanos de
ción alcanzó a sartus participio de sarrire ’sacar aquel autor, y tampoco tengo tal cosa en las no­
malas hierbas’, de donde serticulum ’guadaña’ 15 tas muy extensas que tomé del Lexicón y de las
C G L II, 183.2.— 3 Asín, p. 267, quiere leer sarta, Revoladas de Arriaga.— 2Veo. zartagin (sul., lab.,
pero entonces no se explicaría la vocal larga. Hoy vizc., guip.), zartain (bazt., vizc., b. nav.), zartai
sér{a es ’grupo de pescados ensartados por las (salac., ronc., guip.), sartagi (salac., guip.), sar-
agallas’ en R abat (Brunot) y sarta ’paquete de tagiñ (vizc., guip.).
pájaros ensartados por los orificios nasales’ en 20
Argelia (Beaussier). S A R T E N E JA ’grieta en el terreno’, voz andalu­
za y americana, de origen incierto, quizá del lat.
SA R T É N , d e l l a t . s a r t Ag o , - a g í n i s , i d . 1.a s a r t a g I n e m ’sartén’ tomado en el sentido de ’hon­

doc.: m e d . S. X III, Apol. donada circular’. 1.a doc.: 1513, C ortegana; Alon­
«M andó com prar conduchos, encender las fo­ 25 so d e Cabrera (1549-1598).
gueras, / aguisar los comeres, sartenes e calderas» Léese en el texto de este predicador cordobés:
64b, i. las mesnadas de D on Carnal traen como «si miráis la tierra en fin de agosto, como han pa­
adargas «calderas, sartenes e cozinas» J. Ruiz sado por ella los calores del estío, veréis en esos
1087c. Palabra de uso general en todas partes y buhedos unas aberturas y crietas y sartenejas, que
en todas las épocas: «sartén para freír: sartago» 30 parece que la tierra tiene sed, y que aquellas tajas
N eb r.; APal. 84d, 434d. De otro tratam iento del y hendeduras son unas bocas que tiene abiertas ha­
grupo -A G ÍN - resultó la forma aragonesa sartán, fre­ cia el cielo esperando el agua» (cita de Cej. IX,
cuente en los inventarios antiguos de esta reg ió n : 566). Pero además está ya en la versión del Asno
«una sartán quebrada» a. 1362, sartán 1402, sar- de Oro por D . López de Cortegana (IX, iii, 221)
taneta 1330 (B R A E IV, 210; II I, 360; II, 548); 35 «había muchas lagunas de agua y sartenejas, que
otros ejs., V Rom . X, 202. H oy se emplea sartén a cada rato caíamos» (publ. Col. Universal 294,
como masculino en América; este género es abso­ p. 270), comentado así por el traductor: «acaso
lutam ente general en la Arg., y se registra también ojos de agua saltantes. H oy se usa hacia Sevilla
en Chile (ej. chileno en D raghi, Canc. Cuyano, p. y significa una especie de pantano cubierto de
349), Colombia (Cuervo, A p., § 228), H onduras 40 arena» (Conjeturas, í. 524). Fué palabra rara en
(M embreño), Méjico (B D H A IV, 77; Q uirarte, en el uso español, exclusivamente andaluza por lo
Malaret, Supl.), Santo Domingo (B D H A IV, 172) visto, de cuya existencia en el Viejo M undo no
y creo en todos los países del Nuevo M undo. C uer­ conozco o tra noticia que éstas y la de Alcalá Ven-
vo prueba que tam bién se oye así en Asturias y ceslada «grieta o hendidura que se forma con la
dice que igual lo emplean los judíos españoles; 45 sequía en un terreno arcilloso» (metió el pie en
H z. U reña, yendo más allá, afirma que es «fre­ una sarteneja del camino y cayó).
cuente en toda España», lo cual desde luego es L a registraba ya la Acad. en 1925 (no 1884),
un e rro r: nunca he oído otra cosa que la sartén como ecuatoriana, pero en realidad tiene mucha'
en M adrid, Aragón y Andalucía oriental; como fe­ mayor extensión en A m érica: en Méjico vale ’pan­
m enino lo clasifican en Santander G . Lom as y en 50 tano de corta extensión pero profundo’ (certeneja,
el Bierzo G . Rey, y la sevillana F erpán Caballero G . Icazbalceta) o ’gradilla en los caminos’ (Vocab.
escribió la sartenaja en un pasaje de tono popular Agr. Nacional), en Puerto Rico ’hoyo de la playa
(R H X L IX , 587)'; es tam bién femenino el voca­ con agua detenida y sucia’ (senteneja, Navarro T o­
blo en port. sarta y en los dialectos occitanos e ita­ más, E l Español en P. R ., 191), en Venezuela ’gra­
lianos que lo han conservado2. Los demás rom an­ 55 dilla en los caminos’ (Alvarado), en Colombia ’al-
ces lo eliminaron en beneficio de su concurrente bardilla’, ’caballón’, ’cada uno de los baches que
p a t e l l a (de donde el cast. padilla, poco extendido, van haciendo las caballerías en los caminos’ (sal­
y el catalanismo paella). Como femenino figura tanejo, U ribe), en el Ecuador "cada una de la>
sartén en los Refranes que dizen las Viejas (S. XV) grietas del terreno que se form an en la estación se­
y en los clásicos Juan de Valdés, Sebastián de H o- 60 ca’ (Lemos, Rev. del Colegio Nac. Rocafuerte V,
p. 36), en Bolivia ’m ontón de tierra que las horm i­ antiguo sarcueu s a r c ó p h Ag u s (hoy cercueil) defor­
gas levantan’ (sartaneja, C. Bayo), en Chile ’cierro mado bajo el influjo del port. sarta ’sartén’ o más
hecho de hoyos, de tal forma y distancia unos de bien del sinónimo ataúde (*sarqueu X atáude >
otros, que no puedan pasarlos los animales vacu­ sarteu). Si admitiéramos que el influjo que ahí ac­
nos y caballares; generalmente de cuatro en cuatro 5 tuó es el de sarta, cast. sartén, podríamos suponer
y en figura de rom bo’, ’hoyo que se hace en los que, acentuándose este influjo, acabó por causar la
cauces de los ríos’, ’bache en el camino’ (Román forma del hisp.-am. sarteneja. O incluso el vocablo
s. v. certeneja y sarteneja); además saltanejoso ’(te­ gallego pudo evolucionar espontáneam ente; *sar-
rreno) nivelado en su totalidad, pero de superficie có(v)ego, *sarcuego disimilado en *sarkégo que
desigual con ondulaciones’ en Cuba (Pichardo). 10 pudo pasar entonces a sartégo por influjo de sar­
Sartanejal es nombre de tres lugares en el Sur, tén o por disimilación k-g > t-g.
Oeste y C entro-Norte de Colombia, según el dicc. Cierta analogía entre la ac. chilena ’hoyo en el
geográfico de Eug. G. Gómez (1 fracción, 1 que­ cauce de un río’ y los sentidos del cast. olla podría
brada y I sitio). conducirnos a pensar que sarteneja sea derivado
Atendiendo a que Wolff en el Ecuador define 15 de sartén, pero el sentido de este vocablo se presta
’porción de la sabana arcillosa que se resquebraja poco a tal derivación. Sartén vale ’palangana, jo­
con la sequía, y las partes de la sabana que se ha­ faina’ en Zacatecas (Méj., M alaret), aunque se tra ­
llan en este estado’ (cita de T oro G ., B R A E V II, ta de una acepción muy reciente y poco extendida;
462), se siente uno tentado de relacionar con el sería forzado pensar, en vista del pasaje de C abre­
port. sendo, aplicado a los grandes desiertos del 20 ra, en una atrevida comparación de las sartenejas
interior del Brasil, tanto más cuanto que los ha­ ardientes que esperan la lluvia con la sartén al
bitantes de los sertoes reciben el nombre de serta- fuego cuando recibe el aceite.
nejos; mas por una parte aleja las dos palabras su Hay una prueba, al parecer, de que se trata real­
sentido fundam ental, que es ’grieta’ en sarteneja, mente del lat. s a r t a g o ’sartén’, tomado en un sen­
y es ’interior de un país o de un lugar cualquiera’ 25 tido como ’hondonada circular, hoyo’. M ichelena,
en el caso de sertao, y por otra parte la etimolo­ B S V A P X III, 1957, 495, señala un hermano vasco
gía de sertáo es tan desconocida como la de sar­ del port. sertáo: en el dialecto labortano de la cos­
teneja y así no nos puede ilustrar1. Desde luego ta, y ya en diversos autores del S. X V II, aparece
algo de esto ha de haber existido en Portugal, zerthan en el sentido de «quartier de pays ou ré-
donde hay la importante villa y río de Serta 150 30 gion», en otros «tierra firme», zerthanetik para los
km. al NE. de Lisboa. Aunque no puedo asegu­ navegantes es ’en dirección a tierra’, contrapuesto
rarlo, parece que es el nombre de lugar, que figura a la dirección a alta m ar o a las islas. Sartán es
bajo la forma latina Sartaginis en las Inquiri^oes nombre de un puente en Sercué (Alto Aragón,
de 1220 (2.a clase, p. 33), Sartagine doc. del S. Elcock, /." R . Top. Pir., 93).
X IX (O Archeologo Port. X VI, 91) y como nom - 35 N uestro vocablo sale ya una vez en el ex­
bre de un coto (Cautum Sartaginis y M ontem trem eño Diego Sánchez de Badajoz (2,° cuarto
Sartaginis) en las de 1258 (2.a el., p. 626). S. XVI), pero el sentido no es claro; u n jo­
Acaso el sentido fundamental de los dos vocablos ven entrega dos cabritos a su madre para que
fué 'cavidad interior’, de donde por una parte los vaya a guisar, y el pastor exclama (puntúo
'interior de un lugar’ y por otra ’resquebrajadura’. 40 a mi manera, pero sin estar seguro): «¡A h no!
A los indicios de que en Europa la voz radical ¡ Pesia a sarteneja! / ¡ Con tan donosas palabras! /
de sarteneja no fué exclusivamente andaluza, ¿Eis notado la conseja? / El mozo y la madre
añádase gall. sarteu ’cavidad dentro de la cual vieja / almorzar quieren mis cabras» (Recopil. II,
gira la parte inferior del rodezno del molino’ (Valí.), 94); el editor advierte (p. 427) «este nom bre es el
Betanzos sártegos «sepulturas abertas em rochas 45 de una dehesa muy conocida del térm ino de Ba­
ñas montanhas» (Leite de V., Opúsc. IV, 663). dajoz». Luego habrá que escribir con mayúscula
Quizá el acento sánego de Leite de V. es erró n eo : y se tratará de uno de los consabidos juramentos
comp. gall. sartego «sepulcro» (Lugrís, Gram. p. de fantasía, propios del lenguaje pastoril. N o que­
172; Carré), saneo (id.) o sarteu (Valí.) en la ac. da claro. De todos modos este nom bre propio ba­
que ya he copiado en el texto; Castelao (84.8) 50 dajoceño contendrá el apelativo que nos interesa.
tampoco acentúa: «Algunas almas boas deron co Tiene razón Spitzer, M L N L X X IV , 128, al su­
sarteu da nosa tradición e fixeron a revivir»; S arm .: gerir que bajo ese sarteneja de Sz. de Badajoz se
«en el Ferrol son los sepulcros de piedra viejos y oculta un eufemismo por Satanás; pero se tr u a de
huecos que hay alrededor de las iglesias o en cam­ una deformación intencional identificándolo con el
pos, sin huesos y sin tapa» CaG. 221 v; más datos 55 apelativo dialectal ya existente.
en Eladio Rdz., que también da sarteo ’concavidad D e r i v . Sartenejal. Sartenejoso (V. lo dicho más
en que gira el rodezno del molino’; An. Otero arriba).
recoge sartén y sartañego ’terreno de poco fondo 1 Desde luego es falsa la etimología *desertáo,
y mala calidad’ en Rizal (Alfoz de Lugo) en su derivado de deserto, aunque la adm itan M -L.
apéndice. Esto podría haberse tomado del francés *0 vR E W 2592) y los autores brasileños citados por
N ascentes; se oponen a ella la s- sorda, y el sen­ el cast. de Galicia (B R A E X IV, 91), y en Peral­
tido antiguo del vocablo, revelado por frases co­ ta de la Sal (Salamanca), R F E II I, 307; gall. xas­
mo o sertáo de hum pensamento en Camoens y tre. E n este caso no hay que pensar en influjo
metendo-se pelo sertáo da calma (hablando de un «arábigo» ni mozárabe o m orisco; más bien que
barco) en Rodrigues Lobo (citas de Nascentes), 5 de una disimilación, habrá de tratarse del influjo
y confirmado por el hecho de que en los autores de otra palabra (quizá el duplicado sarga = xarga,
de viajes del S. X V I el vocablo se aplica igual­ serga = xerga influyó en el caso, por tratarse de
mente. al interior de tierras fértiles («a térra no paños), o bien de un resabio del paso del vocablo
interior do sertáo he mais plana e fértil e vinosa» a través del Alto Aragón o el País Vasco. Porque
en Mendes Pinto), de islas pequeñas como C hi­ 10 apenas cabe dudar que sastre no es palabra casti­
pre y aun del interior de una ciudad (ejs. de Goes za en castellano antiguo. L a vieja denominación al­
y de Tenreiro, en Vieira, donde pueden verse fayate es la única documentada en el S. X III (con
otros muchos de la época clásica). El prim er tes­ frecuencia), siguió bien viva hasta el S. XV, y to­
timonio se rem onta hasta los años 1506-20 y se davía figura en G uzm án de Alfarache; es la única
refiere al África (vid. Friederici, A m . W b ., 566- 15 denominación corriente en portugués (xastre allí
7, 576), lo cual bastaría para probar que no es es anticuado y raro). El cambio de s a r t o r en sas­
palabra aborigen del Brasil. Sertáo ya, dos veces, tre ciertamente no corresponde a las tendencias cas­
con el sentido de ’interior del país’ (a parte do tellanas, pues q u a t t u o r > cuatro nos m uestra que
sertáo opuesto a sobre a cidade, hablando de la el resultado sólo habría podido ser *sastro o quizá
muralla de Ceuta), en doc. de 1541, A l-A n d . X II, 20 más bien *saltro. En catalán no sólo es norm al la
46. M ás documentación en Bernardino J. de -e, sino que allí se encuentran otros casos de la
Souza, Dic. da Terra e da G ente do Brasil. disimilación de r en 5 ', como el popular asmari
’armario’ y *asbre de arbre ’árbol’, de donde luego
Sartenero, V. sartén Sartilla, sartillona, sar- el cat. sept. aibre (como almosna > almoina ’li­
lin, V. sarta Sartorio, V. sastre Sarza, sar- 2.5 mosna’, vocalización normal ante sonora). T am po­
zano, sarzo, V. zarza Sasajrás, sasifragia, V. sa- co hay otros casos en Castilla de conservación de
xífra<:fx Saso, V. páramo y adiciones nominativos latinos, m ientras que el hecho es n o r­
mal en el oc. sartre (como pastre, trobaire, etc.),
SA STR E, del lat. s a r t o r , nominativo de s a r - y no es inaudito en italiano ni en catalán, que tam ­
t o r , - ó r i s , ’sastre rem endón’, derivado de s a r c i r e 30 bién tienen en este vocablo formas descendientes

’rem endar, reparar, zurcir’ ; el castellano debió de del nom inativo: it. sano (como avogadro, etc.),
tomarlo del cat. sastre, pues la vieja denominación cat. sastre (como Iladre l a t r o , bare * b a u d a t o r ,
castiza fué alfayate, todavía vigente en portugués. beverre b i b i t o r ). Luego puede considerarse fuera
1.a doc.: doc. sevillano de 1302 (citado p o r N euvo- de duda que el cast. sastre se tom ó del catalán,
nen, p. 195). 35 donde el antiguo sartre es ya frecuente en el
Después aparece sastre traduciendo sartor, seis- S. X III (doc. de 1283, R L R IV, 60; Lulio, Doctr.
sor y sutor en los glos. aragoneses de h. 1400 Pueril, p. 213; Costum bres de Tortosa, p. 11;
(glos. del Escorial y de Toledo). El vocablo puede etc.) y el moderno sastre ya aparece en el S. XIV
documentarse con frecuencia en el refrán que hoy (Eiximenis; Jaum e M arc, en A g.; doc. barcelonés
reza generalmente «El sastre del Campillo, que co­ 40 de 1481, en M oliné, Consolat, p. 233; etc.).
sía de balde y ponía el hilo»; en Feliciano de Por lo demás no faltó algún representante ge­
S ilv a: «el sastre de Piedras Alvas, que ponía el nuino de s a r t o r , por lo menos en Aragón, donde
hilo y la aguja de su ca6a»; en el Quijote: «vendré antiguamente encontramos sortor, con la forma co­
a ser el sastre del castillo» Quijote I, xlviii, 245; rrespondiente al acusativo s a r t o r e m , según era de
etc. V. más documentación clásica en A ut. y en 45 esperar; V. los ejs. citados por T ilander a propó­
Cej. IX , pp. 563-4; A Pal.: «sartor es sastre que sito del fuero de 1350 (R FE X X II, 144-5)3.
cose vestiduras» (434d); N ebr. «sastre: sartor». Hoy D e r i v . Sastra; arag. sastresa ( = cat. sastressa).
es voz usada en todas partes. Es ya antigua la va­ Sastrería. Cultismo: sartorio. Es dudosa la palabra '
riante xastre: «quál fué el xastre bastante a natu­ sarcia ’im pedim enta’ sólo registrada por N ebr., co­
ra, / quel sol pudiesse tajar nin coser, / mangas 50 mo traducción del lat. sarcína (derivado de sarcire
e cuerpo e frunzas fazer» Frey Pedro de Colunga ’rem endar’, ’juntar cosiendo’).
('Cañe. de Baena n.° 82.39); «en muchas partes 1 Opina Spitzer, A R om . IX , 145, se debe a una
de Castilla convierten la s latina en x, y por sas­ dilación de la s- inicial, tanto como a la disimi­
tre dizen xastre... las quales todas son pronun­ lación; puede ser, pero desde luego el factor de­
ciaciones que tienen del arávigo, pero son tan re­ ?5 cisivo fué la disimilación, como prueban aibre y
cibidas en el castellano que, si no es con sastre tismari.— 2 Sólo en previsión de que a alguno se
y otros como él, en los demás se tiene por m e­ lt ocurra esta idea inverosímil, diré que no debe­
jor la pronunciación y escritura aráviga que la la­ mos pensar en derivar sastre del lat. vg. s a r s o r
tina» Juan de Valdés (Diál. de la L ., 40.3; aná­ variante de s a r t o r documentada en los Acta Mar-
logamente p. 86). H oy sigue diciéndose jastre en 60 tyrum , en glosas, etc. (A L L G X III, 431-2). No
habría gran dificultad fonética (comp. gasc. est(r)e inconstante; si se mesura, saturnino; si afable, te­
esse re ), pero es innecesario, y no hay por qué nido en poco» (C l. C. II, 224.6). N o están esta pa­
separar etimológicamente el cat. mod. sastre del labra n i sus variantes en O udin ni C ovarr.; Aut.
cat. ant. sartre. define «melancólico, triste, silencioso y poco so­
5 ciable» y cita otro ej. en Saavedra Fajardo; en el
Saso, V. páramo y tejón Quijote: «algunos, que son más joviales que sa­
turninos dizen: Vengan más quíxotadas, embista
S A T É L IT E , tomado del lat. salelles, -itis, ’guar­ don Quixote y hable Sancho Panga, y sea lo que
dia de corps’, ’miembro de una escolta’, ’sirviente’. fuere, que con esso nos contentamos» (II, iv,
1.a doc.: h. 1440, A. T orre (C. C. Smith, BHisp. 10 14v°): la oposición con jovial ’lo que está bajo el
L X I); princ. S. X V III, P. José Cassany (A u t.). influjo del planeta Jove o Júpiter’, m uestra clara­
En este autor con la ac. astronóm ica; A ut. de­ mente el origen de la expresión.
fine además ’alguacil, corchete’. Hoy es conocido Con ese valor se emplea en gall. y port. soturno,
sobre todo en aquélla, y alguna vez se emplea con ya documentado en el S. XVI en Antonio Prestes:
el valor de ’persona que depende de otra y cum ­ 15 «—Sou muito soturno. — És? — Sou N oruega, /
ple su voluntad’; de éste hay ya un ej. aislado en do dia nao se me pega / mais que tres horas»
el latinizante APal. 132b. Falta todavía en Covarr., (A uto dos dois Irmáos); comp. C. Michaélis, Mise.
O udin y Góngora. Cavx, 157; M -L ., Z R P h. X I, 270. El área del vo­
cablo se extiende a E xtrem adura: soturno ’dicho
Satén, V. aceituní Saticar, V. zatico Sa- 20 del día nublado, tristón’ (B R A E IV, 104), y Cana­
tinador, satinar, V. aceituní Sátira, V. asaz rias : «tristón, taciturno, cabizbajo; tam bién se
Satiriasis, V. sátiro Satírico, V. asaz y sátiro aplica a la vivienda de escasa luz» (Millares) y
Satirio, satirión, V. sátiro Satirizante, satirizar, ’um bría’ en la G ran Canaria (J. Rég. Pérez R D T P
V. asaz III, 274); y desde estas regiones o directamente
25 desde el portugués pasó a A m érica: venez. soturno
SÁ TIR O , tomado del lat. satyrus y éste del gr. «taciturno o cazurro» (Rivodó, Voces Nuevas, p.
oátupo; id. I." doc.: Lo emplean Santillana (p. 258), cub. soturno «taciturno, triste y melancólico»
386) y Gómez M anrique (Lida, M ena, 278), am ­ (Ca., 36), en el Centro de la Isla ’(sitio) solitario,
bos acentuándolo sátiro; «dioses eran de los m on­ escondido en la sierra, alejado del trato de las
tes», Nebr. 30 gentes’, soturnidad ’soledad’ (Mz. Moles). L a Acad.
L o emplearon G óngora (ed. Foulché I, 178; II, .ha admitido el vocablo en sus últimas ediciones
350), Cervantes (Quijote I, xxv, 110) y otros m u­ sin nota de localismo (ya 1925, no I884)1, y le da
chos clásicos. En el sentido de ’hombre lascivo’ como equivalentes saturnino y saturno (éste no
hoy ha penetrado bastante hasta el vulgo ciuda­ figura en el léxico con tal ac.).
dano. 35 El área geográfica de este cultismo es muy am ­
D eriv. Satiriasis. Satírico ’perteneciente al sátiro’ plia en rom ance: cat. saturn «sorrut, taciturn
(raro). Satirio [1629, H uerta], del gr. aa-rjoiov id .; (oposat a jovial)» (Fabra), suturn «llóbrec, taci­
de éste es duplicado satirión [Nebr. «satiriones, turn» (Ruyra, La Parada, p. 29 y glosario), me-
ierva: satyrio»; fin S. X VI, Fragoso], nombre de norq. suturnu ’taciturno’ (A O R B B II I, 63), piam.
planta así llamada por sus dos tubérculos parejos 40 saturno, Val Anzasca sutürn «oscuro; malinconico,
y aovados. taciturno» (A R o m . X III, 148), T ren tin o soturno,
Bergamo satorno, Emilia satúren «tetro, melanco-
Satis, satisdación, satisfacción, satisfacer, satisfa- nico», tose. ant. saturno, sardo saturnu «taciturno,
ciente, satisfactorio, satisfecho, V. asaz Satino, malinconico» (Spano), etc.; vid. M erlo, Annali
sato, V. sembrar Saturable, saturación, saturar, 45 delle Univ. Toscane, N . S., II, fase. 6 ; Storm,
V. asaz Saturnal, saturnino, saturnio, saturnis­ Rom. V, 184-5; Riegler, ARom . V III, 341; R E W
mo, V. saturno 7624; y mi nota en R F H V I, 215-6 (quizá tam ­
bién el suizo fr. cetour ’bodega’, que si viene de
SA TU R N O y sus variantes soturno y saturnino SU B T U S, como quiere Jeanjaquet, Bull. d u Gloss.
en el sentido de ’taciturno, melancólico’, se tom a­ 50 des Patois IX , 30, presentaría un sufijo extraño).
ron del nombre del planeta Saturno, por la creen­ Schuchardt, B hZRP h. V I, 47, en vista de la coin­
cia en el influjo que este astro producía en las cidencia del vasco larunba ’melancólico’ junto a
personas nacidas bajo su signo. 1.a doc.: saturnino, larunbat ’sábado’, con el romance saturno junto a
Santillana (C. C. Smith, BHisp. L X I); 1599, G. d i e s S a t u r n i ’sábado’, emitió la hipótesis de u n
de Alfarache; soturno, 1889, Rivodó. 55 calco semántico por parte del vasco, calco que de­
Se lee en la novela de M ateo A lem án: «a cuán biera ser muy tem prano, dada la pronta desapari­
derecha regla... ha de ajustarse aquel desventurado ción de d i e s S a t u r n i en rom ance; pero dejó abier­
pretendiente que por el m undo ha de navegar, es­ ta la posibilidad de una explicación a base del
perando fortuna de mano ajena... Si se humilla, folklore de los días de la semana.
es infam e; si se compone, hipócrita; si se ríe, 60 D e r i v . Saturnal [Lope], Saturnio. Saturnismo.
1 L o emplea el poeta de Cuyo, Búfano: «T ienas proto-vasco cambiándose, de acuerdo con la foné­
de Río G ran de... / tierras de hombres soturnos, tica de éste, en * s a r i c a , y sólo desde ahí llegó
/ de hirsutas barbas y miradas frías» (La Prensa, al rom ance; sargal; salgar ast. ’sauce’; salgareño;
22-IX-1940), pero el léxico de Búfano es muy salguera, salguero; gall.-port. salgueiro ’sauce’ (Fig.,
académico y no sé si es palabra popular en la 5 Valí., Lugrís) «antr’os salgueiros sombrizos do
Argentina. fondo do val, avístase a fouce do rio» Castelao
156.21.
SA UCE, del lat. s a l i x , -ic is, id. 1.a doc.: sal­ C p t . Salzmimbre. Sauzgatillo [mozár. sáliío ga­
ce, doc. de 949; salze, id. 983 (Oelschl.). ñí o gatino o gatis, h. 1100, Asín, pp. 261-2;
Salce está tam bién en Juan M anuel, Libro del 10 sauze gatillo «agnus castus» N eb r.; sauzgatillo, fin
Cavallero, Rivad. L I, 252628; salse en Gómez S. X V I, Fragoso, A ut.; alterado tam bién en sarga­
M anrique; salze en Laso de Oropesa (1588), vid. tillo], compuesto con u n derivado de gato, nombre
Cuervo, Ob. Inéd., p. 402n.4. En cuanto a sauze, que se dió a sus flores por su forma blanda y
ya aparece un par de veces en J. Ruiz (así o con vellosa (Nigra, A G I X IV , 279; Sainéan, B hZRPh.
la grafía ultracorregida sabze), es la forma adopta­ 15 I, 34; Brüch, Z R P h. L I, 682); comp. cat. gatell,
da por N ebr. («sauze, árbol conocido: salix; s. aran, gate, prov. catié, Veláy tsatié ’sauzgatillo’ (del
para vimbres: vitex»), y tiende a generalizarse en la cast. o de otra forma semejante debió de tomarse
lengua com ún desde entonces. A ut. cita el plural el fr. gattilier antes de 1755, F E W II, 520). Sali-
sauces en G . A. de H errera, y sauz en Laguna. cílico, compuesto culto con el gr. ü/.-r¡ ’madera’,
Sauze presenta el tratam iento norm al de la L tras 20 por obtenerse este ácido de la salicina, que se ex­
Á en grupo secundario, de fecha romance (comp. trae de la corteza del sauce; salicilato; salol; sali-
C AU C E). Pero cabían otras soluciones: de sauz pirina, formado con el radical de salicilico y la
se pasó a saóz, como se dice en Cespedosa (R F E terminación de antipirina.
XV, 140) y en la zona leonesa de Cáceres, m ien­
tras que en la Ribera salmantina del D uero -Iz 25 SAÜCO, del lat. s a b ü c u s , que en castellano y
se redujo a -z, de donde zaz (Espinosa, Are. Dial., en otros idiomas herm anos sufrió el influjo del su­
70); del plural de éste se extrajo el salm. zade fijo -u ccu s. 1.a doc.: sabuco, doc. de San Millán
’especie de m im bre’ ; es común el apellido del Saz. de la Cogolla, 1242 (M . P., D. L „ 94.21).
Form a arcaica es la mozárabe sáliío ¿atino (’sauz­ Otras veces encontramos formas con -g-, con­
gatillo’), Asín, pp. 261-2. 30 formes a la evolución norm al de la terminación
D e r iv . Sauceda o salceda [Aut.]. Saucedal [-z-, latin a: Sabugarejo, dim inutivo de u n colectivo Sa-
Nebr.], ampliación sufijal de salcedo (saucedo) co­ bugar, aparece en doc. de Oña de 1118 (M. P.,
piosamente conservado en la toponimia de las tres Orig., p. 64); sayugo en doc. de Valladolid de
lenguas iberorromances (cat. Saulet, Sauleda < 1260 (Staaff 56.13); hoy se dice sayugo en Sa-
*sallet < *sald(z)et), cf. por otra parte el estudio 35 nabria, sabugu en el Valle de San Jorge y en otras
de Aebischer (20 pp.) sobre salicetum y salictum partes de Asturias (R), en Colunga sabucu (V).
en toda la Romanía, en R P F 1950. Saucera; xau- Sin embargo, la forma saúco predom ina p ro n to :
cera arbusto junto al río, quizá la sarga, oído en es la que aparece ya en el Tratado de las E n­
Bergua, en el valle aragonés de Broto. Saucillo. fermedades de las Aves (fin S. X III) p. p. B.
Sauzal. Sauza (Cuervo, Disq., 1950, p. 99). 40 M aler (Filologiskt A rkiv IV, p. 50) y es la adop­
Salciña burg. o saciña ’sauzgatillo’. Salcinar alav. tada por N ebr., la emplean Lope y Tirso en verso
y arag. ’salceda’. Cultismos salicaria; salicina; sa- (mostrando que la acentuaban en la ú )\ etc.; así
licineo. en A ut. (con cita de Laguna). El nombre latino
M ucho más antiguo que sauza, arriba citado, era s a m b ü c u s , ya anotado por Plinio, y esta forma
es el otro femenino sarga ’especie de m im bre’ 45 ha persistido en italiano, y en varios dialectos sar­
[T err.; Acad. ya 1817], que en el valle arago­ dos, réticos2 y occitanos; pero había una variante
nés de Vio es la ’Salix amygdalina’ (Wilmes), s a b ü c u s , que figura en Samónico (S. III), en los
en Cuenca la ’Salix purpurea’ y en la Rioja la agrimensores (Tedesco, A tti dell'Ist. Veneto LXV,
’Salix triandra’ (Cej. IX , p. 587); cat. sarga oído ii, 651-78), en San Isidoro («sabucus, mollis et
en L a Pobla de Cérvoles, y usual en gran parte 50 pervia arbor; rham nus...» Etymologiarum sive
del Principado, sargueta en el Ribagorza (Congr. orig. X V II, vii, 59), etc. Según las indagacio­
de la L l. Cat., p. 428); posible es que derive de nes etimológicas de Brüch (Indog. Forsch. X LI,
ahí el alto-arag. sarguera ’zarzamora’ (R L iR X I, 196ss.) y Bertoldi (Festschrift Jud, 238, n. 2), ésta
41; A S N S L C L X V II, 258), cat. sarguer id. Pare­ parece ser la forma etimológica, alterada en el otro
ce tratarse de un * s a l í c a , pero la explicación de 55 caso, quizá por contaminación de sampsuchum
la -r- no es clara; teniendo en cuenta el tipo cél­ ’mejorana’. Sea como quiera, de ahí vienen la mayor
tico s á l i c o - , del cual parece venir el cat. sálic ’es­ parto de las formas romances (R E W 7561), y a ella
pecie de m im brera’, y el vasco zarika ’sauce’, b. corresponde fielmente el port. sabugo, sabugueiro.
nav. ’retam a’, b. nav. y ronc. zarga ’zarzamora’, E n cast. la conservación de la -c- es irregular, y
podría suponerse que del celta pasó pronto al 60 que el cat. partiría del mismo tipo que el cast.
parece indicarlo el derivado savquer ’saúco’, junto saba, o quizá más bien del fr. sève por conducto
a saüc de otras partes; del Valle de Ribes tengo del gall.-port. seiva, salvia, que es tam bién pala­
anotado savuc. Para explicar la conservación de la bra m oderna en este idioma y debida a una adap­
-C- como sorda adm ite Rohlfs (B hZ R P h. LXX XV , tación de la voz francesa bajo la influencia de
§ 366n.) que hubo invasión del sufijo iberorro- 5 saiva ’saliva’; este complicado proceso migratorio
mance -u ccu s (sufijo dim inutivo -uco de Santan­ explica la i castellana, que de otro modo sería in ­
der y Asturias, etc.); es probable que atine, comp. comprensible. 1.a doc.: saba y sabia, T err.
el logud. ant. sauccu que sé lee en una escritura Savia es palabra ajena al cast. medieval y clá­
de 1230 (Guarnerio, K JRP h. IX , 121). sico, que falta todavía en A ut. y aun en Acad.
Paul Aebischer, Vox Romanica X II, 82-94, 10 1783 (ya Acad. 1817, escrito sabia, más tarde sa­
cree que la variante s a m b u c u s fué al principio via); desde luego no está en ninguna de las obras
puram ente literaria, y sólo tardíam ente y con ca­ lexicográficas de la Edad M edia ni del Siglo de
rácter cuito se propagó, desde Rom a; y que la Oro. O udin traduce el fr. sève des arbres por «çu-
forma castellana con -c- se debe a una propaga­ mo de árboles, sugo», M insheu el ingl. sap of a
ción de la pronunciación alto-aragonesa. Conclusio­ •15 tree por «çùmo», y seguramente ya entiende lo
nes tanto más atrevidas cuanto que el trabajo está mismo N ebr. al dar como equivalente del lat. suc-
hecho a base de materiales escasos. L a últim a es cms el cast. sugo en su Lex. Lat.-H isp. E n efecto,
del todo inverosímil y además está contradicha por con este significado emplean repetidam ente los an­
la existencia de las grafías sardas sabucco en tex­ tiguos estas palabras castellanas : ya Berceo escri­
tos de 1123 y 1159, que por lo tanto no pueden 20 bió «xugo del fuste seco ¿qui lo podrié sacar?»
ser de origen hispánico. En cuanto a la otra, pa­ (S. D om ., 176d), y si todavía podría argum entar­
rece por lo menos exagerada, en vista de la docena se que el poeta entendía por ello algo ligeramente
de ejs. italianos de Sam bug- (Sam buc-) que cita distinto de la savia de la planta viva, ya no que­
el propio Aebischer desde el Piamonte hasta el da equívoco posible en las frases siguientes : «lisa
Lacio y desde 914, y en vista del ej. provenzal de 25 la corteza, llena de zum o y sustancia» G . A. de
1167, al cual hay que agregar el conocido río H errera (1513), «sarmientos que se m antienen con
S a m b u c a del N orte de Cataluña (hoy L a Muga), la sustancia y zum o de la cepa» Juan de Pineda
gall. samugueiro (sab-), santand. samugu (G. Lo­ (1581), «los árboles se m antienen del zum o que
mas), Bielsa samuco (Badia)3. chupan las raíces» Buges (citas de Cej. V III, 442).
Después de escribir este artículo sale el im por­ 30 El vocablo que nos interesa es muy tardío en es­
tante estudio de Dámaso Alonso en la Rev. de pañol, pues tenemos que llegar hasta med. S. X IX
Dial, y Trad. Pop. sobre los nombres españoles para dar con ejs. literarios (los da Pagés de Oli-
del saúco. Para las formas con -y-, V. además ván y de Echegaray, pero ni siquiera figura en el
JABÓ N . vocabulario de L . Fz. de M oratín). E n "efecto sa­
D e r i v . Sauquillo. Sabugal; sabucal. Sayuguina 35 via hasta hoy en castellano es palabra de naturalis­
salm. 'flor del saúco’. Gall. saluquiño 'yezgo cha- tas, agricultores y a lo sumo madereros,* ajena to­
maeactis o parvens sambucus’ (Sarm. CaG. 135v). davía a la fraseología popular y literaria, como pue­
1 Citas en Cuervo, Obr. ín éd ., p. 250, n. 3. de apreciarse comparando con la rica variedad de
En América, como es natural, se pronuncia vul­ frases formadas con el fr. sève, el alem. saft o el
garmente sáuco. M ás documentación en Cej. V III, 40 ingl. sap; en este contraste el cast. savia aparece
§ 93.— - En los Grisones se codean ambas far­ como una voz carente, valga aquí la palabra, de
iñas : Savügh se encuentra junto a Sam büghé en todo jugo vital. N uestra primera autoridad, T err.,
Val Calanca, Sam bügo en Bregaglia, Sam bügh y ya subraya que es «término de Agricultura y Jar­
Sam büghin en Poschiavo, vid. Planta-Schorta, R. dinería»; T err. toma como básica en castellano la
N am enbuch.— 3 Aebischer cita además un port. 45 forma, hoy sólo catalana, saba, y se apresura a agre­
Azambugeiros en doc. de 1086, pero creo que gar que también se llama suco o jugo nutricio o
e s t o e s o t r a c o s a ( d e A CEBU C H E). jurgo (al que califica de bárbaro); por otra parte
da más' lejos la forma sabia como igual a saba, ex­
Saurín, saurino, V. zahori plicando que los «árboles que se cortan cuando
50 están en sabia, se hacen inútiles para madera» (co­
SA U R IO , derivado culto del gr. s a ü p o ; ’la­ mo si hubiese oído esta forma a un maderero y
garto’. 1.a doc.: Acad. 1925, no 1884. aquélla a agricultores).
C p t . Plesiosauro, compuesto con r.A'r^ío- ’pró­ M -L . en su artículo s a p a (R E W 7585) da una
ximo’. im presión falsa de voz panrománica al citar a con­
55 tinuación, y casi sin aclaración alguna, el it. sapa,
Sausería, sausier, V. sal Sautor, V. saltar fr. sève, logud., oo., cat. saba, cast. saba y savia.
Sauzal, sauzgatillo, V. sauce Para el caso sólo interesaban las formas galorro-
mánicas y catalana, pues el it. sapa es palabra
SAVIA, d e l l a t . s a p a ’v i n o c o c i d o ’, p e r o e n c a s ­ culta sólo empleada con el significado latino de
t e l l a n o e s p a l a b r a d e f e c h a r e c i e n t e , t o m a d a d e l c a t . 60 ’vino o mosto cocido’ y éste es tam bién el sentido

V. — 12
del sardo saba. E n efecto, ’savia de lus árboles' se refuerza esta sospecha. La aparición de una i irre­
dice succhio en italiano (o en términos cultos lin­ gular, tratándose de un préstamo, puede explicar­
fa), $üi o schaf en engadino, schit en sobreselva- se por mil circunstancias que no im portaría m u­
no, de suerte que el empleo de s a p a en este sen­ cho detallar, quizá una contaminación con voca­
tido es puram ente galorrománico, si ampliamos el 5 blo preexistente, en nuestro caso quizá lluvia, pues­
sentido del térm ino hasta incluir en él el catalán. to que sin lluvias no hay savia. Pero el portugués
E n estos idiomas sí es palabra antigua y honda­ hay que explicarlo de otro modo. Tam poco ahí se
m ente arraigada; a pesar de la poca atención que conocen (por lo menos no los conozco) testimonios
prestan los lexicógrafos medievalistas a las palabras medievales; el rico diccionario clásico de Moraes no
vivas hasta hoy, heredadas del latín y que siem­ 10 reconoce otra expresión portuguesa que suco (que
pre han integrado el fondo básico del idioma, nos Fig. tam bién define como seiva). Pero en el idioma
consta que el fr. sève ya se encuentra en el S. X III vecino el préstamo debió producirse algo antes que
(Rutebeuf) y el oc. saba desde fines del X II (Raim- en Castilla, pues ya Bluteau (1720) define seiba
baut d’Aurenga, G uilhem de T udela); y en cuan­ (nótese la vacilación en la labial) como «germinan-
to al cat. saba, aunque Ag. no le prestó atención 15 tium arborum , corticem inter et lignum, glutino-
en su estudio de la lengua medieval (y yo tam ­ sus hum or» y agrega «deriva-se do francez seve»,
poco), no hay por qué creer que sea menos anti­ sin citar autoridad alguna ; los diccionarios m oder­
guo, pues además de que ya figura en el dicc. de nos dan seiva con v, a excepción del excelente de
rimas de Jaume Marc (1371)', su evolución foné­ H . Michaëlis que además registra seve í. : ¿es pre­
tica no presenta la m enor anomalía, y tiene gran 20 ciso más para revelar el préstamo francés? En
empleo fraseológico (escriptor pie de saba popu­ cuanto al gallego, ahí se ha im plantado una forma
lar, la saba de la joventut, etc., son frases que se sálbea o sálvea (Valí.), salm. salvia (Lamano)5, que
oyen y leen a cada paso). nos m uestra cómo el léxico advenedizo está sujeto
En cambio el cast. savia presenta un problema a toda clase de confusiones harto caprichosas, en
fonético insoluble si queremos mirarlo como con­ 25 este caso con el nombre de una planta determ i­
tinuación del lat. s a p a ’mosto o vino cocido’, y nada, o conectado con s a l i v a , como el port, saiva,
lo misino cabe decir del port, seiva; G dD D 5889 seiva.
cita un ast. saipa, de cuya existencia dudo (falta en E n Portugal el fr. sève se asimiló a otra pala­
R, V, Canellada, Rodríguez Cast., Acevedo-F. y bra vieja y castiza, nombre de otro líquido vital.
aun G. Oliveros). A ninguna parte conduce 30 El lat. s a l i v a dió regularm ente saiva, todavía con­
querer suponer un lat. vulgar * s a p é a o * s a p ! a servado en esta forma, como nom bre de la hum a­
(como hizo C. Michaëlis, M ise. Caix, 126, se­ na, en Galicia (Valí., Cuveiro; seibar ’mojar el
guida por Ad. Coelho, - Cortesao, Fig., Brüch, Idg. lino al hilar’ en el Lim ia : V K R X I, 278), y em­
F. XIV, 47 y G dD D 5859), pues el resultado sólo pleado antiguamente en Portugal, según aseguran
podía ser *sepa o a lo sumo *sapia (comp. s a p i a t 35 Leite de V. (Liçôes de Filol. Port., 294, 296) y
> sepa, c a p i o > quepo, a p i u m > apio). ¿Imagi­ J. J. N unes (Gram. H ist., 106)4; en el N orte de
naremos que s a p a se cambiara en * s a p ï d a en el este país saiva pasó fonéticamente a séiva, que así
latín vulgar hispánico? Sería bien difícil de expli­ se llama la saliva en Cinfâes, Penafiel y Marco (Lei­
car esta confusión con el adjetivo sapidus, aunque te de V., Opúsc. II, 510), m ientras que el idioma li­
ahí lo tomáramos en el sentido latino de ’sabroso’ 40 terario tomó la forma latinizante saliva y de un
y no en el de ’sabio’, único conservado en rom an­ cruce de las dos resultó saleiva en otras localida­
ce ; y además así tampoco explicaríamos la e ni des miñotas, como Baiao (Leite, o. c., p. 91). Así
la v del port, seiva ni menos su variante seve. está claro por qué al adoptar el fr. sève se le dió en
Tam poco nos bastaría decir que saba es la conti­ 'Portugal la forma seiva-, de ahí gall. deseibar ’lavar
nuación regular de s a p a en castellano, y savia una 45 por primera vez la ropa blanca sucia’ (Sarm. CaG.
variante leonesa que por notable caso se hubiera 186r, 195r), cf. arriba S A L IV A . En cuanto al cas­
extendido a todo el español, pues siempre nos que­ tellano, teniendo esto en cuenta, y en conclusión,
daría el port, seiva y seve por explicar2. Por enci­ podemos admitir que el vocablo entraría a un
ma de todo es reveladora la fecha tardía del voca­ tiempo por el Este y por el Oeste : desde allí la
blo, así en cast. como en portugués. Si admitimos 50 forma catalana saba, desde aquí el port, galicado
que las únicas expresiones hereditarias fueron jugo seiva adaptado en savia según el modelo ae ruivo
y zum o, y que savia, seiva y seve son préstamos — j rubio, saibó (re)sabio y otras corresponden­
de otros romances, todas las anomalías fonéticas se cias regulares; la a de savia se debería al influjo
hacen explicables, y la propia vacilación de los dos de la forma acatalanada saba o quizá a un gall.
idiomas en la forma que adoptan (saba o savia en 55 *saiva. En el fondo de todo estaría el deseo de los
cast., seve o seiva en portugués) se hace compren­ jardineros y naturalistas de encontrar un término
sible. m áj inequívoco que los tradicionales jugo y zumo,
En castellano, como el fr. sève tiene forma de connotación más amplia5.
muy distinta, lo natural sería considerar el vocablo 1 Como no hay homónimos difícilmente cabría
como préstamo catalán, y la forma saba de T err. 60 dudar de que es esta palabra. Que no esté en el
dicc. de T orra (1650) nada significa, pues es obra germánico postulan al parecer una base con Pl>
muy incom pleta; lo mismo cabe decir del valen­ geminada.
ciano de Escrig. Se pronuncia con -b- bilabial
(no -v-) en Mallorca (Amengual). En el Pallars SA X ÍFR A G A , tomado del lat. saxifrága id., del
corre la arcaica variante sapa y se ha formado 5 adjetivo saxxfrágus ’que quiebra las piedras’ (com­
un verbo sapar ’subir la savia a los árboles’.— puesto de saxum y el verbo frángete); así llamada
2 El dicc. cat.-cast. de Roca y Cerda (1822) tra­ por haberse empleado en infusión contra los cálcu­
duce el cat. saba por resabio; según el D A lcM los de los riñones. 1.a doc.: saxífraga y saxifragia,
vale por 'sabor y olor que dan al vino ciertos Tratado de las Enfermedades de las A ves (fin
toneles’ (Panadés, Gandesa), ’gusto especial del 10 S. X III) p. p. B. M aler (Filologiskt A rkiv IV,
aceite de oliva poco m adura’ (Mallorca) y ’re­ p. 80); 1555, Laguna (A u t.).
sabio que dan ciertos recipientes a la comida’ O udin recoge saxifragia o sassifragia ’saxífraga’
(sin localizar); lo cual vendría de la ac. de sapa y sasafraz, como nom bre de una planta de la Flo­
’vino cocido’. ¿Pasaría también el cat. saba al rid a ; Covarr. saxifragua, y como «planta índica»
cast, en este sentido? Si así fuese se explicaría 15 salsifrasia. L a historia del nom bre de la planta
que influyera en el sinónimo autóctono resabio. americana sasafrás no está bien investigada. M o-
Pero no sé que savia tenga en cast. el sentido nardes en su texto inglés (1577) dice que esta
de resabio; tampoco se encuentra en dicciona­ planta floridana recibió su nom bre español del
rios castellanos ni vocabularios dialectales que francés, pero en este idioma es palabra poco co­
resabio signifique ’savia’.— 3 Habría que suponer 20 nocida; con referencia a la Florida menciona tam ­
que una forma como ésta (que es también astu­ bién el «sarsafrás» F r. Andrés de San M iguel en
riana, seg. Canellada) tuvo bastante extensión en 1595, salsafrás escribe Gum illa en 1745 con refe­
el dominio castellano, llegando hasta Aragón, pues rencia a Venezuela (Friederici, A m . W b., 560-1).
sáubia se emplea en la Baja Ribagorza (en el Sospecho que se trata en prim er térm ino de un
catalán de L ’Estall [término de Viacamp] anoté 25 nom bre español de origen mozárabe, pues como
en 1957 «l’arbre ja estava en sáubia».— 4 Saiva nom bre español del Lithosperm on o de la saxífra­
ya se documenta ahí en la Crón. de 1344 (III, ga se lee sabsafraga en el Dioscórides mozárabe,
371), vid. Colón, ZR Ph. L X X V III, 88. En efec­ safisafrága en Abenyólyol y Abenbuclárix, sa¡pi-
to Joáo de Barros (med. S. X V I) emplea en este frága en Abenalbéitar (Simonet, p. 577); la p ri­
sentido la forma seiba: «hü vaso de prata, para 30 mera de estas formas presenta el resultado norm al
lanzar a seiba que fazem do betel, que andáo de s a x i f r a g i a según la fonética mozárabe, y del
remoendo na boca». Bien entendido por M o- colectivo arabizado correspondiente saf]Safráé salen
raes, m ientras que Bluteau comprendió mal «o sin dificultad sasafrás y sus variantes con -rs-
?umo de hervas mascadas».— 5 No es admisible la y -ls~. Comp. el cat. salsufragi. Otros descendien­
interpretación de M -L . (R E W 7541) al considerar 35 tes populares del vocablo son el port. ant. seixé-
el port. seiva ’savia’ como mera continuación del brega ’planta medicinal empleada contra- el mal de
lat. s a l i v a : tal cambio semántico, con carácter piedra’ en M estre G iraldo (a. 1318), R L X III, 392-
espontáneo, apenas sería concebible (trata de este 4, y el gall. seixebra, -xébrega, xenxebra; no parece
asunto Colón en F E W X I, 100 n. 3, que no está que exista la forma séixebra que cita G . de Diego;
a m i alcance,, cf. ZR P h. I. c.), y nadie querrá 40 Sarm. CaG. 176r, dejó escrito un papel sobre su
creer que los dos sinónimos seiva y séve no uso, descripción y nombres, llamándola seyxebra o
tengan relación etimológica. E n cuanto al cast. seyxébrea (Pensado ib., p. 53). V. además j4J?S¿4-
savia se limita a declararlo «sorprendente» po­ FRAGA.
niéndolo entre los representantes de s a p a . Con D e r iv . Saxifragáceo. Salsifí [A cad . 1884, n o
mayor lógica supuso Bloch (s. v. séve) que savia 45 1843], d e l fr. salsifis [1600, v a ria n te sassefrique],
era u n préstamo del port. seiva, si bien adm i­ y é s te d e l it., d o n d e a ju z g a r p o r las v a ria n te s sas-
tiendo la explicación de M -L . en cuanto al ori­ sifrica [S. XVI], y sassefrica, p a r e c e tr a ta r s e d e
gen de éste. Para term inar observaré que el ca­ u n a a lte ra c ió n d e l la t. saxífraga. D e riv a d o s c u l­
rácter sólo galorrománico del tipo séve-saba de­ to s d e l lat. saxum 'ro c a , p ie d r a ’1: saxátil [1629,
berá tenerse en cuenta en la controversia acerca 50 A u t.]; saxoso; sáxeo.
del origen del germ. s a p p (ags. s¡ep, ingl., neerl. y 1 Como palabra popular s a x u m se ha perdido
b. alem. med. sap, a. alem. ant. saf, saffes, voz en las lenguas romances, casi sin dejar descen­
neutra), que W alde y Ernout-M eillet consideran dencia n i indirecta; salvo en el it. sasso ’peñasco’
herm ano del lat. s a p a y del zendo iñsápa ’de y el gall.-port. seixo ’guijarro’ y ’canto pelado o
jugo venenoso’, mientras que Kluge se inclina a 55 rodado’, que tienen uso limitado [lo empleaba
considerar préstam o del latín vulgar, prescindien­ Sarm. para definir coyo, vid. C O N , CaG. 24Ir],
do del isl. ant. safi (difícil de explicar entonces). y además son más propios de la toponimia que
E n cuanto a creer que las voces galorromances y del lenguaje vivo; es cierto que como topónimo
catalana se tom aran del germánico, no parece po­ ha tenido en el dominio occidental enorme arrai­
sible, pues los varios dialectos occidentales del 60 go : baste recordar que, en Galicia sólo, hay más
SAXÓFONO-SAYA 180

de cincuenta aldeas y lugarejos Jam ados O áeixo, nudo de la saya de muger, con que la saya se ata
y el área de este nombre se prolonga por Por­ cerca de la cerviz y dende cuelga abaxo» 52d, frente
tugal y el reino de León (El Gejo en Salamanca), a «extrafilatus es el que rem angado los ombros saca
y aun algo hubo en el mozárabe de España la mano fuera del filo del sayo» 149d, «bulla... es
(p. ej. la villa de Sax, junto a Villena, a la raya s sayo de muchacho, linaje de vestidura» 49d). Sin
del valenciano, edificada bajo una gran peña). embargo, esto parece ser secundario en vista de los
varios ejs. de saya de ombre que he citado más
SA X Ó FO N O , compuesto culto del gr. cpajvr) ’so­ arriba, y es casi forzoso que así sea, pues el mas­
nido’, con el nom bre de Adolphe Sax, inventor de culino sayo parece ser forma bastante moderna,
este instrum ento. 1.a doc.: Acad. 1925, no 1884. 10 que no encuentro hasta h. 1400 (glos. del Esco­
M ás corriente es la forma incorrecta saxofón, rial) en castellano, y hasta el S. X V I en portu­
tomada sin adaptación del inglés (ej. de la espa­ gués (citas de Sá de M iranda y Ferreira de Vas­
ñola Flora Osete, en Pagés). En inglés se registra concelos, en M oraes) y en italiano (Berni, G . della
el vocablo ya en 1851. Casa, Varchi), y que ni siquiera ha existido en len­
15 gua de Oc. Q ue en la Península Ibérica saya es
Saxoso, V. saxífraga palabra muy antigua ló confirman tam bién las
fuentes árabes, puesto que sáyya «túnica», «saya
SAYA, del lat. vg. * s a g í a , derivado del lat. SA - •de mujer», se encuentra en el Códice Escurialen-
gum ’especie de m anto’, ’casaca m ilitar’; puede se de 1049, en R. M artí, Abenaljatib, PAlc. y en
tratarse de un préstam o de aayía., plural del gr. 20 escrituras arábigas de Almería (Simonet, s. v .);
tardío ¡myíov, derivado del gr. <jíy o z , del mismo comp. C H ÍA .
significado y origen que la voz latina; o acaso un Y lo mismo hay que decir desde el punto de
derivado lat. * s a g é a que indicase primitivamente vista de la lengua portuguesa. Aquí además del doc.
la tela de que se hacía el S a g u m ; aunque se suele de 953 «accepimus de vos... 1 sata fazanzal cum
creer que s a g u m y aíyot; son voces de origen cél­ 25 sua vatanna» (que los P M H dan como suyo, aun­
tico, las formas del céltico insular (irl. ant. sái, que parece ser el mismo que el citado arriba, leo­
galés ,_y bretón sae) vienen del latín y suponen la nés según Sz. Albornoz), encontramos el vocablo
misma base * s a g í a que las lenguas romances. 1.a en 1039 («una m anta et una sagia»), 1059, 1065,
doc.: doc. leonés de 941 (Oelschl.). V. las citas en Cortesao. Además lo tengo anota­
Aparece tam bién en docs. leoneses de 953, 955 30 do de 1258 (R L X I, 90) y en una ley de 1253:
y 994 (escrito sata en los dos prim eros, ibid.), y «homo cui dederint zorame et sagiam stet pro 30
es ya frecuente en Berceo, Apol. y Juan Ruiz. Cito solidis pro soldada; et rapax cui dederint capam
otros ejs., que m uestran la gran frecuencia y cas­ de burello et sagiam de valencinia stet pro 30 soli­
ticismo del vocablo desde la época arcaica: «vi- dis pro soldada» (PM H , Leges I, 195). Desde lue­
ginti sayarum stamfort, barracanorum , aracensium 35 go es voz muy frecuente en los clásicos y en to­
et brullarum faciunt troxellum» Fuero de Zorita, das las épocas de la lengua portuguesa. En con­
S. X III (R F E V III, 28), «a Johanet, goglar del traste con ello el vocablo no es catalán, pues no
tanboret, para saya et pelote e caperot» doc. de sólo es completamente desusado en la actualidad,
Valladolid a. 1294 (M . P., Poesía Jugl., 459), «de sino que nunca ha sido autóctono, como prueban
■sda de omne a faldas, 18 dineros» fuero aragonés 40 ya la y y la -o de las antiguas formas saya, sayal
de 1350 (R F E X X II, 21), «una saya meytada y sayo, aunque aquélla sea frecuente desde 1413,
d’homme, cárdena e morada» invent. arag. de 1362 y éstas desde 1450 y 1472 (Ag.). En los demás
(.B R A E I I I , 91), «huna saya bermella de C am pre- romances el problema se presenta más turbio y
don» id. id. 1402 (B R A E II, 219) y otros muchos complicado.
ejs. en inventarios aragoneses de esta época (V. 45 El francés saie, como nombre de un vestido,
en R F E X X II, 143), «ropas trahen a sus guisas, / sólo se encuentra desde Rabelais, y cosa notabilí­
todas fendidas por rrayas, / do les paresgen sus sima, es comúnm ente masculino (sobre todo en
sayas / forradas en peñas grisas» M arqués de San- los siglos X V I y X V II); se aplica por lo gene-'
tillana (Serranilla de las Hijas, M . P., Poes. Ár., ral al sagum militar de los romanos como término
p. 92); está tam bién en el Corbacho (1438, ed. 50 arqueológico; este detalle lo habría de hacer sos­
Pz. Pastor, p. 124.4) y es frecuentísimo en los clá­ pechoso inmediatamente, m ientras que los roma­
sicos y en todas las épocas; V. todavía el testimo­ nistas, con extraña superficialidad, obcecados por
nio de N ebr. («saia de muger: túnica m uliebris; la mayor regularidad aparente del tratam iento fo­
saio de varón: túnica virilis»), que puede ser útil nético francés, se han empeñado en buscar en
por sus precisiones semánticas. D esde este punto 55 Francia el origen de las demás formas rom ances:
de vista observaré que A ut. y los ejs. que allí se así M -L . (ZRPh. XXV, 354-5; R E W 7515), Ga-
citan confirman la distinción indicada por N ebr. millscheg (E W F S), Bloch, M igliorini, etc. Para ello
entre saya como vestido de m ujer y sayo traje de podían alegar una excusa: la existencia de u n fr.
hom bre, y lo mismo parecen indicar los pasajes de ant. saie f. ’especie de paño’, subsistente hasta hoy
APal. («cállasis es linaje de saya... otros dizen ser 60 en picardo y valón. Puede que esta palabra sea
autóctona en el N orte de Francia, y desde luego do, ed. Cavaliere II, 40): pero estos trovadores,
no es posible identificarla con soie s e t a como que­ como m uestran las rimas citadas, escriben o im i­
ría M -L., en vista de que las grafías y las rimas tan el dialecto lemosín, donde, como es sabido,
antiguas indican un ai prim itivo: este sede desde - a g í a da -áya. Las formas modernas no nos ayu­
luego es inseparable del cast. saya, y no es de 5 dan, pues son préstamos evidentes, como revelan
creer que sea un préstamo español; pero el saie la -i- y el género masculino del prov. sai o (M is­
de Rabelais, masculino y nombre de u n vestido, tral), y la' ~oií átona del bearnés y bigordano sáyou
es otra cosa y lo más probable es que esté tom a­ «sayón, blouse plus courte que la sayolon; en
do del castellano, aunque más tarde se aprovechó cuanto al femenino anticuado sayo y el diminutivo
para traducir, como término arqueológico, el lat. 10 saybloy empleados en el Lavedán (Palay), podrían
sagum. El propio saie femenino del francés medie­ ser autóctonos o bien aragonesismos, como se quie­
val tiene mucha m enor vitalidad que la voz ibero- ra, pero desde luego tienen poco interés para la
rromance, cuya paternidad de ninguna manera po­ vitalidad del vocablo en Francia, dada su íntima
dría atribuírsele: los primeros testimonios son de fi­ proximidad a la frontera española. E n una pala­
nes del S. X III (Berte aux grands pieds, en God. 15 bra, así en el Sur como en el N orte de Francia
V II, 283c; fabliau indicado por Tobler a M -L.), y nuestro vocablo está anticuado, y siempre tuvo
fuera de éstos no hay más que otros dos del S. XV, m enor vitalidad que en la Península Ibérica.
ya localizados como hoy en Bélgica y Picardía. ¿Y en it.? Ahí abundan los testimonios literarios
¿Casualidad o descuido de G od. esta escasez? No de saia «specie di panno laño sottile e leggiero» y
es verosímil, puesto que éste es muy diligente cuan­ 20 de saio «vestito del busto co’ quarti lunghi, a uso
do de voces o acs. anticuadas se trata. El cotejo con degli uomini», ambos desde princ. S. X VI, y hoy
las fuentes inglesas y bajo-latinas, que tantas veces anticuado el últim o; de saia hay algunos que po­
nos permite completar y rectificar los datos refe­ drían ser anteriores (Novellino; Bandi Fiorentini)
rentes al N orte de Francia, confirma por el con­ y uno es de med. S. X IV (Fazio degli U berti);
trario esta impresión de una palabra que nunca 25 aunque falta en otras fuentes (Monaci, Mussafia,
fué de uso general. No puedo localizar todos los Petrarca, Edler), hay algún testimonio medieval ita­
datos de D u C., aunque desde luego se nota que liano en D u C., y una docena de los SS. X III
la mayor parte se refieren a España, a Italia y al­ y X IV en los documentos emilianos extractados
guno al Sur de Francia; que saia esté en el sa­ por Sella. Sin embargo, ni s a g a ni * s a g i a podían
jón Hugo de San Víctor (f 1140) no nos ilustra 30 dar saia en 'ita lia n o : el resultado de este últim o
mucho, pues no sabemos si este dato no romance habría sido saggia en Toscana y saza en el N orte
^ supone una fuente francesa, provenzal o italiana; de Italia. ¿Será préstamo de la zona Lacio-Cam -
en ingléj¡__say es «a cloth of fine texture resem- pania-Calabria-Sicilia, donde el resultado saia de
; bling silk» y ya aparece una vez en 1297 y con * s a g i a sería normal? Quizá, pero los datos loca­
frecuencia desde el S. XV, aunque es verdad que 35 lizados señalan todos hacia Emilia o Toscana. L ue­
hay otro dato de saya «woollen material» en un go más bien podría tratarse de u n préstamo galo-
texto inglés en bajo latín de h. 1299 (Baxter-J.). rromance, quizá reforzado en el S. X V I por la
En total, en el N orte de Francia el vocablo es influencia española (al menos en cuanto al mascu­
bastante más tardío, y siempre fué mucho menos lino saio, inexistente en Francia), a no ser que es­
general que en la Península Ibérica. Quizá tuvie­ 40 temos ante un préstamo tardío del bajo griego.
ra un poco más de vitalidad en el Sur, donde te­ En resumidas cuentas está fuera de cuestión el
nemos 5 testimonios medievales, muchos dada la m irar el cast. y port. sa3’3“’cómo préstamos de
escasez de los diccionarios correspondientes (y to ­ otros” romances, según hacen todos los rom anistas1.
davía deberían agregarse los de D u C .): los más Coffio“ saya no puede venir de s a g u m o el plural
antiguos se rem ontan hasta fines del S. X II (Rai- 45 s a g a , según la fonética iberorromance, se impone
mon de Miraval, Peire Raimon de Tolosa). Las postular una base * s a g i a , cuya existencia en la­
formas occitanas, igual que las hispánicas, postu- tín vulgar está confirmada por lenguas vecinas^ a
~|’Tah una base * s a g i a : es bien clara en este senti­ la R om ania: por una parte el neogriego aáYia
d o la rima saja : ássaja de Paulet de Marselha «panno sottile» (pron. saya, y V. el trabajo de
(S. X III), y de igual manera deberemos inter­ 50 G . Meyer, Lat. Lehnw orte im N gr., 57), y por la
pretar la grafía saga de la Regla de San Benezech otra el grupo céltico formado por el irl. ant. sai
(sabido es que tales grafías ga = ja son frecuen­ «túnica», el galés sae «say, stuff so called» y el
tes), y el dim inutivo sagelh en G uilhem d ’Autpol bretón saé «habit, ro b e » : es palabra m uy antigua
(voz aislada); saya en los docs. de Carcasona es en irlandés, ya documentada en las glosas de
en rigor equívoco; y sólo quedan las formas de 55 W ürzburg, y la i irlandesa prueba inequívocamen­
Miraval y de Peire Ramón, en las cuales la rima te que hay que partir de u n antiguo *SAJA (o
revela una pronunciación saya (rima con gaia, ve- * s a g i a ) y no de s a g u m o s a g a ; los hechos cél­
■raía, esmma y los subjuntivos plaia y traia en el ticos están algo embrollados, pues el género mascu­
primero, S tu d j Romanzi II I, 134; con playa ’he­ lino y el significado de la forma galesa podrían in ­
rida’, saoaya y el subjuntivo desplaya en el segun­ 60 dicar un préstamo inglés, mientras que el género
femenino y el significado de la palabra bretona neysen, K eltorom., 77-78, y Diez, W b., 280.__
revelan contacto íntim o con las formas rom ances; 3 Véanse los testimonios en el dicc. de Sophoclés
como por otra parte la s- conservada del bretón y en el de E stienne; agréguense otros en el
y del galés no podría compaginarse con una vieja C G L,- s. v. lodix. El acento antiguo parece ser
voz hereditaria, lo más razonable es concluir con 5 <jaytov (según el escolio citado por Estienne).
Pedersen (Vgl. Gramm. d. kelt. Spr. I, 216), que Otros escriben aá^iov, acentuación que hoy ha
en todo el céltico insular se trata de u n préstamo predom inado y que ya está ( o á f t v ) en el Chro-
¡¿m uy antiguo procedente del b. lat. * s a j a (yo di- nicon Paschale. Ambas acentuaciones son posi­
' ¡ría más bien latín vulgar * s a g i a )2 Es decir, aun- bles, según el sistema de acentuación del dim inu­
que el latino Varrón y los griegos Polibio y Apiano 10 tivo griego, aunque aáfio v corresponde al tipo
estén contestes en afirmar que s a g u m y a ív o z son más general cuando la sílaba precedente es bre­
voces tomadas del galo, hubo de tratarse de una ve, como parece serlo en este caso, pero hay
palabra del céltico continental, que no dejó des­ también ejemplos del otro. (V. ejs. abundantes de
cendencia directa en las islas; quizá no carezca ambas acentuaciones en la monografía de W alter
de interés el que Apiano (140 d. C.) refiera el vo­ 15 Petersen, Greek D im inutives in -tov, Weimar,
cablo repetidam ente a los celtiberos (en la página 1910, pp. 10-14).
43 afirma categóricamente ¿'vs~ s s t x to <7áv 5 v
’I(3r]ptx¿o<;), lo que coincide notablemente con su SAYÓN, ’m inistro de justicia’, procedente de un
vitalidad principal en iberorromance. vocablo gótico * s a g j i s id., derivado del germ. s a g -
Falta explicar la sustitución de la forma latina 20 j a n ’decir’, ’notificar, intim ar’; en el O riente ibéri­
documentada s a g u m por la postulada unánim e­ co el vocablo gótico fué latinizado en * s a g i u s dan­
m ente por las lenguas modernas, * s a g i a . Hay tres do regularm ente el cat. saig ’sayón’, mientras que
posibilidades. Puede tratarse de un derivado cél­ en el resto de la Península, bajo la influencia del
tico * s a g i a , perfectamente posible, puesto que los sinónimo latino p r a e c o , - o n i s , se convirtió en s a -
sufijos -yo, -ya, son tan vivaces en céltico como en 25 g i o , - ó n i s , de donde el cast. sayón y el port. saiáo.
todas las lenguas indoeuropeas: esto coincidiría 1.a doc.: saione, doc. burgalés de 964 (Oelschl.).
con el dato de Apiano, en cuanto así podríamos En este libro hay otros 13 ejs. de los SS. X -X II,
adm itir una continuidad de uso en España, desde procedentes de León, Aragón y Castilla. M e limi­
los celtiberos hasta la actualidad. O bien u n deri­ to a citar: caccepimus... ipsas villas cum foro ex
vado latino adjetivo * s a g é a , que primero designa­ 30 lecto que non pro omezidio, non pro annudebera,
ría el paño propio para hacer «sagos». Finalm en­ ñeque fossateira, que sájeme de comité non perti-
te el vocablo pudo venir del griego (donde quizá mescat» doc. de Valpuesta de 1011 (M. P., Oríg.,
sería herencia galática) : en Grecia es palabra do­ 38), «noditia de ganato de Sancta M aría de VeQ-
cumentada abundantem ente desde Polibio, y por demarván que levarunt inde sajones» doc. de Toro
lo tanto cuesta creer que llegara por conducto del 35 de h. 1050 (id. 28), por donde se ve que el sayón
latín. Sea como quiera mostró evidente vitalidad primitivo muchas veces no era un verdugo, sino
en este país, al formar un derivado de tipo dim i­ más bien un cobrador de tributos y en general un
nutivo aayíov «robe», muy frecuente desde el agente del fisco o de la justicia condal y estatal.
S. IV (Sócrates el Escolástico) y el V I (Juan M os­ E n efecto San Isidoro, en cuyo bajo latín arcaico
co, Mauricio, Ephraem , Zacarías)3. Tratándose de 40 está ya atestiguado el vocablo, lo d efin e: «saio, ab
nombres de ropas y vestidos, siempre propensos a exigendo dictus» (E tym . X , 263), o sea que en
la emigración, no tendría nada de extraño que el él ve primordialm ente la función de cobrador. Sin
plural griego ca v ia , aun cuando fuese voz céltica, embargo, es verdad que como agente de la justicia
pasara desde el griego al latín vulgar volviendo así se le encomendarían pronto funciones más odiosas,
a Occidente (comp. el caso de JE R G A y variantes). 45 pues ya en el glosario de Leyden, escrito en Por­
D e r iv . Sayal [S . X III, Aranceles Santanderinos, tugal en el S. X I se define al saio como «poenator,
y otros ejs. en A. Castro, R F E X III, 127-8; «saial tortor» (p. 451). Éste es el sentido que predom i­
de lana grossera: sagum» N ebr.]; sayalero [Nebr.]; na en textos castellanos más tardíos, como el Libro’
sayalería; sayalesco; sayalete; ensayalar [Nebr.]. Sa- de Buen A m or (1126d), el dicc. de N ebr. («saión
yete. Sayo [h. 1400, V. arriba]. Sayuela; sayuelo. 50 o verdugo: camifex») o el Diálogo de la Lengua
Préstamos modernos del latín: sago; ságula. de J. de Valdés, quien nos revela que el vocablo
1 Exceptúo solamente a Coelho (Questoes, p. empezaba a anticuarse en ciertos am bientes: «sa­
294), quien suponía ya la base * sag éa; y Cor- yón por verdugo se usa m ucho, pero es mejor vo­
nu (G G r., § 218), quien dudaba entre esto y una cablo verdugo» (118.6). En portugués (o bajo latín
evolución autóctona de sag a, comparable a C óim - 55 de Portugal) se documenta saion ya en seis docs.
bra, rumiar, lidiar; pero esto no puede ser, y no de los años 999 hasta 1179 (Cortesáo, Subs.);
hay comparación posible con estos casos, donde pero es abusivo introducir un supuesto *saian
no hay y de g, sino pérdida de la g junto a I rimpndo con can, pan, acharan, en una ctga. de
átona, que es otra cosa .— 2 Por falta de informa­ escarnio muy poco posterior a 1250 del magnate
ción ven las cosas en forma algo diferente T h u r- 60 portugués Afonso López de Baiáo, donde los dos
,nss. traen jaian, como vienen haciendo filólogos y saig son vocablos generales en toda la Península
portugueses seducidos por el ejemplo de T . Braga Ibérica, incluyendo el catalán.
(R. Lapa, CEsc. 57.22), ni habría modo de explicar El origen ha de ser forzosamente gótico, y el que
etimológica o morfológicamente tal forma, ni el con­ nos da la clave del enigma es el catalán, en este
texto lo pide (pues siendo un jayán un ser m ons­ 5 caso completamente descuidado por los romanistas,
truoso, es natural que se compare una catadura fea según ocurre tantas veces. En catalán es antiguo
a la de un jayán)1. y arraigado el vocablo, pero en una forma dife­
La etimología en lo esencial ya la dio Diez en rente : saig, tam bién con el sentido de ’alguacil’
su W drterbuch, quien observando que el voca­ o ’verdugo’2. He aquí algunos textos, desde el
blo aparece en la forma sagio en la L e x Romana 10 S. X I I I : «Lo veguer o el sayg, qualque m anam ent
Wisigolhorum y en otros textos medievales, pro­ faipen de venir a Cort, deu d i r e n o m e n a r :
puso considerarlo un germanismo derivado de la —Aytal hom se clama de vos: siats aytal dia, a
familia del alem. sagen ’decir’; desde el punto de aytal hora, a la Cort», Costumbres de Tortosa
vista semántico precisa atinadamente Gamillscheg (ed. Oliver, p. 21; otro p. 26), donde vemos con­
(R. G. I, pp. 162 y 358) que debe partirse del 15 servada toda la fuerza etimológica del vocablo ’el
sentido legal que es propio del derivado ansagen que dice o pronuncia solemnemente las palabras
’notificar, intim ar’. Pero en cuanto a la forma y de la intimación’3. «M entre estaven així vengué lo
nacionalidad exacta del étimo no se ha adelantado saig envers lo pagés... d i e n t - l i que compare-
hasta ahora desde el tiempo de Diez. Desde luego gués davant lo jutge» Eiximenis (N . Cl. V I, 81).
no es correcto partir, como hace M -L . (R E W 20 Además de ’alguacil’ tam bién puede significar ’ver­
7507), de un «gót. s a g i o » , pues además de que dugo’, como ocurre en las poesías de los M ares
tal palabra no está documentada en textos escritos (SS. X IV-XV , ed. Pagés, 65.52) o en el Breviloqui
en idioma gótico, la terminación del vocablo no co­ de J. de Gal • le s : «girá’s Plutarco al saig qui • 11
rresponde de ninguna manera a la morfología de a^otave e dix-li...» (p. 141). De ahí se tom ó en
esta lengua, donde no hay masculinos en -o. Se­ 25 préstamo el cast. saje ’verdugo’, ’hombre cruel’, del
ñaló la dificultad Brüch (R L iR II, 33-34), propo­ cual he citado ejs. del S. X V II en m i artículo
niendo en consecuencia postular u n lat. vg. * S A - S/4?¿4R. Se conserva vivo saig hasta hoy en las
g i o , - ó n i s , derivado del lat. s a g i r e ’seguir una Baleares en el sentido de ’alguacil de pueblo’, ’pre­
pista, ser buen sabueso’, partiendo de la idea de gonero’ (P. d ’A. Penya, ed. liles d ’Or I, 2 ; B.
que el * s a g i o había de buscar a los deudores. Pero 30 Ferrá, Comedies, ed. id., I, 145; B D L C X , 178).
esto no era admisible, pues el vocablo romance Está claro que el cat. saig presenta otra forma del
y bajo latino sólo se encuentra en territorios ocu­ vocablo, más arcaica y primitiva que la cast.-port.,
pados por los godos (así aparece por prim era vez forma ya documentada dos veces en nuestra fuen­
en Casiodoro, princ. S. V I, historiador de los os­ te más antigua, Casiodoro, donde se lee sajus (Va­
trogodos) y en relación con instituciones jurídicas, 35 riar. V II, 42; V III, 24). Se trata por lo tanto de
que en esta época estaban completam ente germani­ un más antiguo * S A G IU S , en el cual es iácil reco­
zadas; no es aceptable, por lo tanto, u n derivado nocer la real forma gótica, que hubo de ser * s a g -
de s a g i r e , voz latina que además es muy rara, ar­ j i s . Se trata de una formación perfectamente co­

caica y sin descendencia rom ance: sería incom­ rrecta en gótico, donde no sólo abundan antiguas
prensible que en el S. V I se hubiese formado un 40 palabras radicales como nilhjis ’pariente’, harjis
derivado de este arcaísmo latino sin duda olvida­ ’ejército’, sino también derivados verbales del tipo
do desde mucho antes. Por ello insistió acertada­ de anda-stathjis ’adversario’ (de standan ’estar’) o
m ente Gamillscheg (1. c., y R F E X IX , 141) en la ragineis ( < raginjis) ’consejero’ (de raginon); de
etimología germánica, pero tropezó de nuevo con la misma manera que silba-wiljis ’voluntario’ viene
el hecho de que los masculinos en nasal tienen 45 de wiljan ’querer’, se derivó * s a g j i s del verbo
en gótico la terminación -A , - a n , que de ninguna *sagjan ’decir solemnemente, intim ar’4. * S a g j i s
manera podría dar el cast. sayón, port. saiáo; en fué latinizado norm alm ente en * s a g i u s ( s a j u s ) ,
consecuencia suponía Gamillscheg que el vocablo de donde el cat. saig; pero en el Interior y en el
sería de origen fráncico. Sin embargo, esto no es Oeste de la Península, donde vivía la palabra la­
menos inadm isible: los francos nada tuvieron que 50 tina p r a e c o , - ó n i s , ’pregonero’, ’agente de la jus­
ver,con parte alguna de España antes del S. V III, ticia’ (ajena, obsérvese bien, al catalán), * s a g j i s
y saio ya aparece en España en San Isidoro, que fué adaptado a la forma de su concurrente y la­
es del V II, y en la L ex W isigothorum todavía an­ tinizado en s a g i o , -O n i s 5 ; pudo también contribuir
terior, mientras que no hay huella alguna del vo­ l a t r o , - o n i s , otra voz de sentido muy conexo, y
cablo en Francia y demás territorios colonizados 55 cuyas prolongaciones romances m uestran la misma
por francos y otras tribus germánicas occidenta­ dualidad; cat. iladre frente al cast. ladrón.
les, y, sin embargo, sólo el germánico occidental D e r i v . Sayonia ant. (a. 1095) y sayonicio ant.
tiene sustantivos masculinos en -o, - o n . E n Es­ ’oficio de sayón’ (a. 1136, Oelschl.).
paña no hubo otros germanos occidentales que los 1 No es cierto que el supuesto saian esté docu­
suebos, confinados al extremo Noroeste, pero sayón 60 mentado : sólo en un texto único y muy tardío
SA YÓ N-SECÁCU L 184

se imprimió saiam en los P M H ; fué transcripción Q uien lo localiza en Sicilia. Cítale A ut. diciendo
inexacta o grafía anacrónica: sabido es que es que es árbol a modo de endrino, aunque más pe­
la usual en portugués en la Edad M oderna en queño, y su fruto a modo de ciruelas pequeñitas;
lugar de S o < - o n e m . — 2 En oc. ant. sólo co­ le da como equivalente lat. zizipha, que en realidad
nozco de saig tres testimonios, en parte insegu­ 5 es el azufaifo. Según Colmeiro, Dicc., el Sebes­
ros, y que en realidad sólo son prueba de la tén de las Antillas es la Cordia speciosa Willd. y
existencia del vocablo en Cataluña. El seguro y el Sebestén de Egipto la Cordia M yxa L ., plan­
de sentido claro es del trovador catalán Cerverí tas borragíneas am bas; ninguna de las dos se hace
de Girona y se puede fechar h. 1280 (ed. Ugo- en la Península Ibérica (faltan en su Enumeración).
lini 45.1, 6 y otros versos). Levy P S W V II, 415, 10 Se trata, pues, de una planta exótica (propia del
cita además sag cuatro veces en Bem at de Ro- Asia M enor según la Acad.), cuyo nom bre se tomó
venac (S. X III) y saitz (caso recto en -s) en del árabe por vía culta, y así se explica que haya
G uiraut Riquier (también S. X III); en ambos dado una forma en s- y no c-. Freytag (II, 278a)
el sentido queda oscuro y discutible y Levy mis­ cita el ár. sabastán ’Coria Sebestana’ de Sprengeli
mo declara no entenderlo; además G. Riquier 15 H ist. rei herb., p. 251; según H um bert, G uide de
era de N arbona y vivió mucho tiempo en C ata­ la Conv. Arabe, 1831, en partes de África desig­
luña y Castilla; y Rovenac es un pueblo del Aude na la ciruela. Evidentemente es palabra tomada por
a pocos kilómetros del límite catalán y en el el ár. de otro idioma oriental. La Acad. recoge una
pasaje citado se habla de asuntos catalanes.— variante cast. sebastiano, alterada por etimología
3 Esta y otras razones prueban que es falsa la 20 popular.
etimología de Kógel y W rede (citada por Gamill-
scheg) quienes quisieran derivar s a g i o de un Sebillo, sebingo, V. sebo
verbo descendiente del indoeur. s e r * - ’seguir’, del
cual no se conocen representantes en gótico ni SEBO, del lat. SEBUM id. 1.a doc.: med. S. X III,
apenas en germánico (sólo a. alem. ant. bein- 25 Apol.
segga = lat. pedisequa).— 4 El vocablo corrien­ «Fueron luego las naves prestas e aparejadas /
te para ’decir’ es qithan en gótico, pero ape­ ... / por seyer más ligeras, con sevo bien unta­
nas cabe dudar que u n *sagjan (equivalente del das» 258c. Está tam bién en el glos. del Escorial
ags. secgean, b. alem. ant. seggian, escand. ant. con la misma ortográfía, y en N e b r.: «sevo de
segja, a. alem. ant. sagén) debió de existir en gó­ 30 animal patihendido: sevum ; s. para exes: axungia;
tico, puesto que es palabra común, no sólo a to ­ s. derretido...»; APal. «sevo, grossura que es den­
dos los idiomas germánicos, sino a casi todas las tro del animal» 44Id, sebo 447d. Es común a to­
lenguas indoeuropeas. L a existencia en gótico del dos los romances, y en cast. es de uso general en
sinónimo qithan perm itiría reservar *sagjan para todas las épocas; más datos en Cej. V III, § 25.
el sentido legal, propio en alemán del derivado' 35 D e r i v . Sebáceo. Sebera. Sebillo [un marica «se
ansagen ’intim ar, notificar’; y este mismo carác­ valía de untos y artificios de sebillos» ’sebo de
ter de tecnicismo forense explica que el vocablo cabrito para suavizar las manos’, G. de Alfarache,
no figure en los textos ulfilanos.— 5 M ás biblio­ Cl. C. I, 68.12], Seboso [-v-, «lleno de sevo» N e­
grafía sobre la cuestión en Sofer, 153-4. U n caso br.]. Seboquenque o sebingo cub. «secreción pro­
aislado de cat. ant. sajons tenemos en el ms. prin­ 40 ducida por el desaseo en los órganos genitales del
cipal de las Vidas de Santos Rosellonesas de fin hombre» (Ca., 186). Ensebar [-u- «untar con se­
S. X III, con la grafía sayons (f° 218, n. 9, donde vo» N ebr.].
por lo demás el ms. B, apenas más tardío trae C p t . Seborrea.
saigs y el texto latino de Vorágine, castaldi). La
semejanza con el ár. sáci(y) «exprés», «facteur», 45 Seboquenque, seborrea, seboso, V. sebo Se-
«coureur», hacia la cual llama la atención Fz. breño, V. serondo Seca, V. seco
G uerra en su ed. del Fuero de Avilés (p. 141), es
puram ente casual, pues ésta es palabra de raíz se­ SECÁ CUL, voz de origen oriental, probable­
mítica, que no pudo llegar a la Península hasta mente del persa saqáquli ’especie de zanahoria’.
m ucho después del tiempo de San Isidoro. 50 1.a doc.: «secacula: planta y raíz que se halla en
Siria, fr. secacul, lat. secacula», T err.
Sayón ’planta salsolácea’, V. jabón Sayuela, lia Acad. registraba secacul ya en 1817, como
sayuelo, V. saya Sayuguina, sayugo, V. saúco equivalente de eringe o cardo corredor; en edicio­
Sazón, sazonado, sazonador, sazonar, V. sembrar nes recientes ha acentuado la a, y cambiado esta
Se, V. sí Seba, V. sapo Sebáceo, V. sebo 5? definición por «raíz muy aromática que procede
Sebe, V. seto Sebellir, V. zambullir Sebera, de una planta de O riente parecida a la chirivía».
V. sebo En efecto, no es planta vulgar en España, y su
nombre ni siquiera figura en el Dicc. de Colmeiro.
SE B E ST É N , tomado del ár. sabastán ’Cordia se- Según Dozy, Gloss., 339, vendría del ár. saqáqul.
bestana’, por vía culta. 1.a doc.: 1555, Laguna. 60 El vocablo falta en los dicc. franceses (Littré,
pG én.); pero Devic da como francés secacul o ello infecundo» (el últim o es usual en el Oeste
seccachul «sorte de panais» citando el Dict. d ’Hist. argentino para las superficies resultantes de la de­
Hat. de Déterville, en el sentido de que las raíces secación de una laguna, como las antiguas de G ua-
y grano de esta planta gozan de reputación entre nacache y Rosario en la prov. de M endoza; D ra-
los árabes por aum entar las facultades prolíficas, 5 ghi, Canc., pp. xxvi y 401). Secano [h. 1570, M ár­
y agrega que es el ár. saq&qul, que Sprengel iguala mol, A ut., donde se acentúa repetidam ente sécano,
al Tordylium secacul y Bosc a la Pastinaca dissec- acentuación hoy usual en Chile según Amunáte-
ta. No hay tal vocablo en los diccionarios árabes gui4]. Secano [«logares arenosos y s., en que la are­
usuales (Freytag', Dozy, Belot), y no está claro na se allega» APal. 459b] ant., secañu ’sequedad en
que pueda venir de la raíz s-q-l, de uso poco co­ 10 la garganta’ ast. (V), secaña f. ’lugar seco’ ant.
r r i e n t e (aunque hay un á r . saqül ’pene’)'. Según (APal. 459b); secañosu ’áspero en el trato, de pocas
W e b s t e r sekakul procede d e l persa saqáquli mi$ri, palabras’, ’muy seco’, ast., siquiñoso vizc. (V). Secar
propiamente ’zanahoria silvestre de Egipto’. Sea [Berceo; general en todas las épocas, y com ún a
como quiera es palabra que ha llegado a España todos los romances], de s I c c a r e id .; gall. secada
p o r vía culta. 15 (Sarm. CaG. 178-9) o sacada [1577] ’cierto método
1 Pero s-qáq-l está en el anónimo mozárabe de de pesca’ (vid. Pensado allí); secadero; seca­
h. 1100 (Asín, p. 292) con la explicación de que dillo; secadio; secador; secamiento; secante. S e­
con sus raíces y miel se confecciona una confitu­ carrón [h. 1580, F r. J. de Pineda,- en Pagés; Acad.
ra; .como nombre romance de esta planta da un S. X X ; usual en la A rg.: Ascasubi, S. Vega, v.
vocablo, diversamente vocalizado en tres pasajes 20 4783; B D H A III, 105]. Secatón. Secatura [Acad.
del libro, y traducido en árabe por ’chupa la ya 1843], del it. seccatura, derivado de seccare ’fas­
miel’ : las tres vocalizaciones son imposibles se­ tidiar, molestar’. Secura [S. XV, Biblia med. rom.,
gún la fonética romance, pero pueden enmendarse G é n .; Nebr.]. Sequedad [1251, Calila, 31.448;
fácilmente en supa-méle o bien sujxia-méle (su c- APal. 43b, 188á, 452b; 469d; N ebr.]. Sequero
t i a Re ). En cuanto a ’asqáqul, está también en el 25 [Berceo; «s. o sequedad: siccaneum; sequera co­
Himyarí, 128, quien lo localiza en la Sierra de sa: siccaneus» N eb r.]; sequeroso [secaroso, APal.
Segura, y pondera su acción afrodisíaca. 338b]. Sequete. Sequía [1599, G. de Alfarache,
Aut.]. Sequío [Aut.]. Sequillo. Sequizo. Desecar
Secadal, secadero, secadillo, secadio, secador, se­ [Berceo; 1555, A ut.]; desecada [1210] o deseca
camiento, secano, V. seco Secansa, V. seguir 30 ant. [id.] ’tierra desecada’ (Oelschl.); desecación;
Secante, V. seco y segar Secar, secaral, seca­ desecador. Ensecar. Resecar; resecación. Reseco.
rrón, secatón, secatura, V. seco Sección, sec­ Resequido.
cionar, V. segar Sece, secén, seceno, V. seis 1 En cuanto a la expresión jugar a seco, que
Secesión, secesionista, seceso, V. ceder Secluso, está ya en un doc. de 1276 (en el Ordenam. de
V. clausura 35 las Tajurerías), en otro de Jaca de 1427 (publi­
cado en los D L de T . Navarro), etc., me parece
SECO, del lat. siccu s id. 1.a doc.: orígenes del ahora que mi sugestión dubitativa en N R F H , 1958,
idioma (Berceo; como nom bre propio en docs. p. 74, no era acertada, pero todavía dudo más
desde 905, Oelschl.). que lo sea la de M aler (Stokholm S t. in M od.
«Xugo del fuste seco, ¿qui lo podrié sacar?» 40 Ph., 1960, 111-114) ’jugar sin pagar im puestos’.
S. D om ., 176d. Frecuente en Berceo, Apol., J. En vista de los ejemplos que presenta el propio
Ruiz, etc., y de uso general en todas las épocas1. M aler («jugar a vino o a cosas de comer» opuesto
Común a todos los romances. Se sustantiva con a «jugar a seco») creo se trata de ’jugarse dinero
frecuencia. De ahí seca ’sequía', ya en Berceo, solo’ a diferencia de ’jugarse una copa de bebida,
la 1.a Crón. Gral. 14a, M artínez de Toledo, San 45 o el dinero para una copa de bebida’ (lo cual
Isidoro, Cl. C., 96.1, el navarro Arbolanche (1566), explica el empleo de sic c u s).— 2 Ricardo Hogg,
ed. Gnz. Ollé I, 320 (quien lo cita además en La Prensa, 9-XI-1941; Sabella, Geogr. de M en ­
Pz. Galdós y en el aragonés Fz. de Heredia, S. doza, p. 109.— 1Secho ’seco’, como adjetivo, no
XIV) y Ercilla (Aut.). Hoy popular en muchas está en Rato, pero debe de ser usual, pues éste
partes en la Arg.2 y en España mismo (cat. seca); 50 registra sechez «secura». Resulta de un cruce de
'escQllo o banco de arena descubierto en el m ar’, seco con su sinónimo ensucho, vid. E N JU T O .—
que A ut. cita en el murciano Saavedra Fajardo, h. 4 No deberemos ver ahí una alteración de tipo
1640 (falta en Acad.), parece ser voz regional de fonético, como cree A. Alonso, B D H A I, 351,
este autor = cat. seca id .; «enfermedad causada 360, 361, sino una variante morfológica, con
de una inflamación de las glándulas», princ. 55 sufijo átono, como en silguero, silgaro = J IL ­
S. X V II en A ut., ast. secha ’grano en el ojo’ (R)3; G U E R O . El cat. seca coincide con la acentuación
arg. seco «golpe con el puño» (Carrizo, Canc. de más generalizada en cast. (ya en Eiximenis, S.
Tucum án II, p. 496). XIV, Regiment, N . CL, 23.22), que es la que da
D eriv . Sequedal, tam bién secaral, sequeral o se­ A ut. s. v. sequío.
cadal [los cuatro, Aut.] «terreno m uy seco y por 60
SECOYA, del ingl. sequoia, y ésie de Sequotah, 1 T am bién en América: romance de Tucum án,
nombre de un indio Cheroquí. 1.a doc.: Acad. I. Moya, Romancero I, p. 431; G . M aturana,
1925, no 1884. D . P. Garuya, p. 19; Cuentos Tradicionales en
El nombre de esta conifera gigantesca de Cali­ Chile, A U C h. X C II, ii, p. 74. M ás raro en for­
fornia se documenta en inglés desde 1866, vid. 5 ma positiva: «Hermanita de mi vida, / alcánzame
N E D , s. v. una sed de agua» romance de L a Rioja, I. Moya,
id., p. 432. L a idea básica es ’cantidad escasísima,
Secreción, V. cerner Secrestar, V. secuestrar que deja con sed al que la bebe’. Claro que es
Secreta, secretar, secretaria, secretaría, secretario, arbitraria la explicación de Barnils, que veía en
secretear, secreteo, secretista, secreto, secretor, se­ 10 el cat. una set d ’aigua una deformación de ansat
cretorio, V. cerner Secta, sectador, sectario, secta­ ’cacharro’. Vid. Rdz. M arín, en Quijote, Cl. C.
rismo, V. seguir Sector, V. segar Secuaz, V, 93n.— 2 N o conozco ejs. de sediente que Acad.
secuela, secuencia, V. seguir da como ant. Sederento en A lex., 1133a no está
corroborado por la medida del verso (P altera el'
SE C U E STR A R , tomado del lat. sequestrare ’de­ 15 tex to ): contaminado por sudorento, friorento, fe-
positar judicialmente en poder de un m ediador’, dorento.
derivado de sequester ’depositario m ediador’. 1.a
doc.: N ebr. («secrestar en tercero: sequestro»), SEDA, probablemente del lat. s a e t a ’cerda de
A ut. cita secrestar en ley de 1503 de la N . R e- puerco, de caballo, etc.’, ’sedal de pescar’, que en
copil. y en B. L . de Argensola, pero advierte que 20 la Edad M edia debió de aplicarse al hilo de seda,
«hoy se dice sequestrar». De éste da ejs. en auto­ según se deduce de las lenguas romances. 1.a doc.:
res de princ. S. X V II, entre ellos Paravicino, quien Berceo.
aclara entre paréntesis que quiere decir ’em bargar’, En S. Or., 130a, está con el sentido etimológico
prueba de que el uso del vocablo estaba poco ge­ de ’cerda’ : «lecho quiero yo áspero de sedas agui­
neralizado; ejs. de secrestar en Cej. V III, § 79. No 25 josas : / non merescen mis carnes yazer tan vi­
admite A ut. otra ac. que la judicial; la de ’apre­ ciosas»; pero el m oderno está ya tam bién en el
hender- los ladrones a una persona exigiendo res­ mismo poem a: «vístié esta manceba preciosa ves­
cate’ no aparece hasta Acad. (1884, no 1843). S e­ tidura, / más preciosa que oro, más que la seda
questrare sólo ha pasado a las lenguas romances pura». Así tam bién en J. Ruiz, J. M anuel, APal.
como cultismo (salvo esporádicamente en sardo, 30 (46d, 47d, 448d) y general en todas las épocas.
R E W 7840); es tam bién semiculto el cat. segrestar Pero no desapareció del todo la ac. etimológica,
[S. X V III; sequestrar en la Edad Media], que encontramos en Alex., 536, en el Trat. de las
D e r iv . Secuestración [secresta-, Nebr.]. S e ­ Enferm . de las A ves (fin S. X III) p. p. B. Maler
cuestrador. Secuestro [«secresto: sequestrum », N e­ (Filologiskt A rkiv IV , p. 103) en APal. («el puer­
b r.; Cuervo, D isq., 1950, p. 92], del lat. seques­ 35 co que tiene apartadas las sedas en la cerviz»
trum ’depósito judicial’; secuestrario. 119d; 46d; 449d), en N ebr. («s. como de puerco:
seta») y aun en A ut.: «lo mismo que cerda en al­
Sécula, secular, secularización, secularizado, secu­ gunos anim ales»; y así no es preciso suponer que
larizar, V. siglo Secundar, secundario, secundi­ sea portuguesismo en el diario de Colón (pasaje
nas, secundípara, V. seguir Secura, V. seco 40
citado s. v. S A L V O )1', es verdad, sin embargo, que
Secutar, V. ejecutar (s. v. seguir) Secha, V. el cast. lo ha reemplazado norm alm ente por cerda
seco y segar Sechez, secho, V. seco Secho- en esta ac., que en cambio sigue siendo de uso
rio, V. segar general en portugués y tam bién se mantuvo en
gallego (Sarm. CaG. 97v y p. 113; Valí., aunque
SED , del lat. s í t i s id. 1.a doc.: Berceo. 45 omitido por varios diccionarios). M ás datos en Cej.
«Suffrieron set e fanbre, eladas e calores» S. IX , § 173.
D om ., 54d. Ya es frecuente en este poeta y en L a ac. etimológica la conservaron además el fr.
sus contemporáneos (A lex., 2000, etc.); de uso ge­ (soies du porc) y algunos dialectos del Noroeste
neral en todas las épocas y común a todos los ro­ de Italia (R E W 7498). Por lo demás el it. s(ta,
mances. Para acs. secundarias y fraseología, vid. 50 retorrom ánico saida, fr. soie, sardo, oc., cat. y port.
A ut. y Cej. V III, § 67; nótese el curioso idiotis­ seda designan el tejido hecho con la hebra que
m o hispánico no dar a uno una sed de agua «phra- segrega el gusano de sed a; del romance arcaico
se con que se encarece la escasez y miseria de al­ pasó el vocablo con este significado en los SS. V III
guno» (Aut.), ya documentado en la Pícara Jus­ o IX al a. alem. ant. sida, alem. seide, ags.
tina (Fcha.), en Quevedo (Cuento de Cuentos, Cl. 55 side, y al irl. sioda, galés sidan. E n latín no
C., p. 185), en Quiñones de B. (N B A E X V III, tiene s a e t a otro sentido que el de ’cerda del
504), etc.1. puerco’, ’crin del caballo’, ’pelo duro e hís­
D e r i v . Sediento [Berceo; J. R uiz; «siticulus» pido de hom bre’, ’pincel de cerdas’ y ’sedal
N ebr.]2. Sitibundo, tomado del vocablo latino sit1- de pescar (hecho con cerdas)’ : la ac. romance no
bündus id. 60 aparece ni en autores ni en glosarios latinos, y
los primeros ejs. que registra D u C. son del servado por seda en Sajambre, puede derivar el
S. X II, desde 1118. término allí empleado sedo ’vereda que va por
Su etimología no ha sido suficientemente inda- una peña’ Fz. Gonzz., Oseja, 351.— 2 E n esta
gdda. Diez, W drterbuch, 293-4, rechazó, siguien­ acepción toma en Santander la forma sereña
do a D u Cange, la teoría de los que querían 5 (Pereda, Sotileza, p. 68; Cuervo, Obr. Inéd.,
partir del gr. < ¡ c r - ó z , ’larva de un insecto’, p. 57). La vacilación entre -d- y -r- tiene en este
’gusano’, lo cual, en efecto, es inverosímil; y agre­ vocablo' amplia extensión geográfica: cerdano se-
gó que el lat. s a e t a debería aplicarse en la Edad deny ’fuerte, duro, resistente, recio’ (B D C II,
Media a la seda porque se im portaba de Oriente 56), pero cat. ribagorzano sereny ’vigoroso, só­
en hilo. A esta opinión se han adherido los etimo- 10 lido, firme’ (Congr. L l. Cat., p. 429), Venasque
logistas posteriores sin otras averiguaciones. Es p ro “- sereño (Ferraz, p. 97), arag. cereño ’fuerte, duro,
bable que sea cierta, pero el problema no es tan resistente (persona, animal, cosa)’ (Coll A., Bo-
claro que pueda darse por resuelto. En prim er rao), and. sedeño, o sereño ’perro de pelo largo y
lugar S A E T A no era ’hilo’, sino ’cerda’ y así no es fino’, sereña ’cordel fino de seda’ (AV). D udo
evidente por qué se aplicaría una palabra de tal 15 mucho que se trate de u n fenómeno meramente
sentido a esta im portación oriental; Kluge parte fonético: en vista de la c- aragonesa pensaría
del sentido de ’hilo de procedencia animal’, lo cual más bien en una consecuencia de la confusión
es plausible, puesto que ya en latín se aplicaba entre dos adjetivos parónim os; el otro sería el
saeta a los sedales de pescar; tam bién se po­ berc. cereño ’(cereal) que empieza a tom ar el co­
dría pensar en una comparación con la cerda por 20 lor propio de la m adurez’, que no será otro que
lo resistente del hilo de seda, empleado por esta cereño ’de color de cera’, documentado por el
razón, como es sabido, en operaciones quirúrgicas, D H ist. en 1495 y en Barahona de S o to ; comp.
etc. Por otra parte, todas las formas romances par­ «un buey blanco y cereño / y un prieto en su
ten de una base con e cerrada, que no está muy compañía» en el Romance del Rey Vamba, publi­
de acuerdo con la grafía S A E T A ; ésta, según For- 25 cado por Tim oneda en 1573, y que según M . Pe-
cellini y demás latinistas, es la que se encuentra layo (ed. de Lope por la Acad., V II, p. xxii;
en los mejores manuscritos, y aunque otros traen comp. R L V III, 176) podría ser obra de este
s e t a , esta divergencia puede dar pie a la sospecha autor. Comp. N avarro Tom ás, R F E X V III, 394;
de que la semejanza formal del romance seda y Spitzer, Lexik. a. d. Kat., 134n.; ZR P h. X L III,
el lat. s a e t a sea meramente casual. Sin embargo, 30 487; Jud, R om ., 1915, 292. Para otros adjetivos
es un hecho que en otros casos se dan divergencias romances derivados de seda con sentido semejan­
semejantes (vid. S E T O ), y el fr. soie de porc y te, vid. A R om . V, 243.
cast. seda ’cerda’, que tam bién postulan una base
con É, prueban que la objeción fonética no es de­ Sedación, V. sentar Sedadera, V. seda Se-
cisiva. 35 dadura, V. segar Sedal, V. seda Sedante, se­
De todos modos, teniendo en cuenta que el ingl. dar, V. sentar Sedar ’resquebrajar’,- V. segar
silk , anglosajón scolc, escand. ant. silk i, eslavón Sedativo, V. sentar Sedazo, V. cedazo S e­
s e lk ü ’seda’, son préstamos orientales, procedentes de, V. sentar Sedear, V. seda Sedentario,
de la familia integrada por el mongol s ir k e k , co­ sedente, V. sentar Sedeña, sedeño, sedera, sede­
reano sir y chino ssí (o sse), cabría sospechar que 40 ría, sedero, V. seda Sedición, sedicioso, V. ir
una forma asiática spl- o ser-, del mismo origen, Sediente, V. sed Sedientes, V. sentar S e­
fuese romanizada en S f d a por identificación con la diento, V. sed Sedimentación, sedimentar, se­
voz hereditaria s a e t a ’cerda’, y que a esta iden­ dimentario, sedimento¡ V. sentar Sedoso, V.
tificación se deba el timbre cerrado de la vocal, seda Seducción, seducir, seductivo, seductor, V
contagiado en seguida al caso del cast. sed a d e 45 aducir Seer, V. ser Segable, segada, segade­
jabalí, fr. so ie d e p o rc . Hay que recomendar el ra, segadero, segador, segadora, V. segar
problema a la atención de los orientalistas y de los
historiadores del comercio; también convendrá es­ SEG A LLO , -A, ’animal cabrío en el segundo
tudiar mejor el problema ortológico del lat. s a e t a año de su vida’, voz pirenaica com ún al aragonés
o s e t a , puesto que según Ernout-M . la etimolo­ 50 con el catalán, el gascón y el vasco, de origen in ­
gía fie esta palabra latina es incierta. cierto, quizá prerrom ano; pero si, como parece,
D ekiv . Asedar; sedadera [«s. para assedar: se- está emparentada con el vasco segail, sekml, ’des­
tarium » N ebr.]. Sedal [«s. para pescar: linea» carnado, esbelto, airoso’, en el sentido de ’animal
Nebr.]. Sedear. Sedeño [thirce son orejas pelosas flaco’, habrá que suponer que es palabra de ori­
y sedeñas» APal. 194d; 46b; «sedeña, cosa con se­ 55 gen romance, alterada fonéticamente en vasco, y
das: setosus» N ebr.]; sedeña ast. ’sedal para pes­ propagada luego por pastores de lengua vasca, pues
car sin vara’ (V)2; gall. sedeño ’soga’ (Sarm. CaG. dicho adjetivo parece ser préstamo del bearn. se-
2i9v). Sedera. Sedero; sedería. Sedoso [Acad. 1884, calh, cat. secall, ’persona seca y delgada’. 1.a doc.:
no 1843]. 1405.
1 Del sentido etimológico ’cerda o sedal’, co n -1 60 E n un inventario aragonés de esta fech a: «de-
zesiet cabeças de cabras y chotos; las onze cabe- tugués y ’cayado de pastor’ en cast., lat. capreolus
ças a precio de cinco solidos por cabeça, y las seys, ’sarm iento tierno’, sardo tiva id. = cast. chiva.
que son sogallas, a precio de tres solidos» (B R A E Rohlfs en su artículo de 1927 fué el prim ero en
IVj 528): abunda en estos inventarios la errata lla m a r. la atención hacia el interés que presenta
de lectura consistente en reemplazar e por o y vi­ 5 nuestro vocablo, tam bién existente en vasco: ronc.
ceversa, y aunque no puedo comprobarlo sospe­ segaila ’cabra de un año’, tam bién recogido en un
cho que así ocurre en este caso; no es imposible, pueblo de Baja N avarra, sul. segeila (y quizá se-
de todos modos, que se trate ahí de una forma gila), según Azkue y L hande, xegail ’cabrito de
alterada por una etimología popular que relaciona­ dos años’ en el navarro de Yabar (Supl. a Azkue2);
ra segalla con la soga empleada para sujetar el 10 éste sugería Rohlfs que se relacionara a su vez
animal. Borao registró como arag. segallo (con va­ con el adjetivo segail, empleado en varias localida­
riante cegallo) «cabrito desvezado hasta llegar a des de Guipúzcoa y Alta Navarra, se(h)ail en otros
primal», que de aquí pasó al dicc. académico pueblos de Alta Navarra y L aburdi, y sekail bajo-
[1925, no 1884]. E n efecto es palabra principal­ navarro, labortano y suletino en el sentido de ’es­
m ente aragonesa, con ligeras variantes en cuanto 15 belto, airoso’, a lo cual aclara Azkue que «se dice
a la edad del anim al: segalla en Villarreal junto al de un hombre o mujer de poca carne y mucho hue­
límite navarro-aragonés sería ’cabra de menos de so»; hay además un verbo sehaildu en alguna
seis meses’ según Bergmann (Grenzgebiet Ar.~ localidad labortana en el sentido de ’demacrarse’
Nav., 75); segallo, -alia, en todo el Alto Aragón (Azkue), y en otras partes de L aburdi se dice
occidental designa según K u h n ora el animal ca­ 20 segail «mince, délicat», segaildu «devenir minee,
brío de un año ora el de dos (Z R P h . LV , 616); effilé, fin», segailtasun «ténuité, délicatesse» (L han­
Rohlfs (ZRPh. X L V II, 1927, 403-4; B hZR P h. de)1. Rohlfs suponía que segallo había significado
LX X X V , § 51; R L iR V II, 131) recogió segallo, primeramente ’animal flaco’ (o ¿’pequeño’?), y
-a, en Ansó, Echo, Torla y Fanlo, segall en Ve- comparaba el gasc. sergalh, que además de «agneau»
nasque; Casacuberta, segalla en Liédena (Navarra), 25 vale «enfant frêle et menu» (Palay); dando a en­
B D C X XIV , 180. Puedo precisar bien el sentido tender que pensaba en un origen no latino, pre­
gracias a mis encuestas dialectales en el Alto Pa- rromano.
llars, donde la segalla y el segall (sagalla en Tavas- Quizá tenga razón Rohlfs en esto; sin embargo,
can) designan el cabrío de más de u n año y menos observaré que el origen prerrom ano y el parentesco
de dos; según el Vocab. del Bestiar Cabrum 30 con segail ’descarnado, esbelto’ m e parecen ambos
(B D LC IX , 241-2) segall designa el hijo de la ca­ posibles, pero a condición de no presentarlos con­
bra desde que lo desmaman y deja de ser cabrito juntam ente sino a modo de disyuntiva, pues salta a
hasta que cubre alguna cabra y se convierte en la vista que sekail ( > sehail) y segail ’seco, descar­
boc (’macho cabrío’) : según estos datos el vocablo nado’ no es otra cosa que el bearn. secalh «person­
es común a los varios dialectos catalanes, del Oeste 35 ne maigre, sèche, osseuse et mince», «branche m or­
(desde Tortosa hasta el Llobregós), del Este (del te, bois m ort, chicot de bois m ort», cat. secall
Penedés hasta Bagá), del País Valenciano (desde ’persona enjuta de carnes’, ’especie de melindre se­
Alcoy hasta Benicassi) y de las tres Baleares, con el co’, derivados evidentes de sic c u s : al pasar este
im portante detalle de que en éstas se pronuncia vocablo advenedizo desde el rom ance al vasco fué
segai, segaia (B D L C V II, 176; IX , 241)1, reve­ 40 arrastrado por la corriente de palabras romances
lando así que la 11 procede de - H - o - c l - y no de que en Aragón y Bearne vacilaban entre secar y
- L L - . Lo mismo indica la forma andaluza cegajo, -ja, segar s e c a r e , plecar y plegar p l i c a r e , etc., y así
«cabrito o cabra de un año (que ya no es chiva)» nació la variante segail. Esta explicación etimoló­
(AV), la recogida por T err. segajo ’cabrito de m e­ gica del adjetivo vasco segail de ninguna manera
nos de un año’, y la arag. ceaja ’cabra de menos de (5 m e parece incompatible con la idea de Rohlfs de
un año’ (Borao). De un comerciante de pieles de derivar de ahí segalla ’cabra pequeña’, pues los
la Ribera valenciana del Júcar me informan que vascos han desempeñado un gran papel en el pas­
la variante castellana allí conocida es cegajo (la ca­ toreo pirenaico, y no sólo los actuales vascos de
talana, segall): se trata del macho cabrío que ya Navarra, Suie y Vascongadas, sino tam bién los
pace norm alm ente pero todavía no procrea, mayor 50 antiguos pastores vascófonos nativos del Alto Ara­
por lo tanto que el pasión o cabrito que sólo em­ gón, los Altos Pirineos gascones y aun quizá el
pieza a pastar2. Pallars y Valle de Arán, donde la muerte de los
Significado análogo en las formas gasconas : As­ idiomas prerromanos es indudablem ente mucho
pa sigalho, si-, Valle de Aure segalha «jeune chè­ más m oderna de lo que suele adm itirse; comp.
vre d’un an» (Rohlfs), «chevreau, chevrette, agneau 5:- mis indicaciones de B D C X X III, 260-1, y V Rom .
d ’un an» (Palay). Puede tener razón Rohlfs al re­ II, 450-3, y para términos pastorales de origen
lacionar con esta denominación animal el santand. vasco, V. aquí IG Ü E D O , M A G Ü E T O y otros.
sagallino «especie de velorto», «cuerda vegetal» (G. N uestro vocablo, cualquiera que sea su etimolo­
Lomas, 313), atendiendo a que el mismo sentido gía remota, es pues un térm ino pastoral vasco o
secundario se encuentra en chibata ’varita’ en por­ 60 vasconízado que el pastoreo ha propagado hasta Ca­
taluña y Andalucía. Queda, sin embargo, u n p u n ­ biental, que parece decisiva a W agner, tampoco lo
to im portante. Ya hace tiem po que M . L. W agner es a mi entender; ya el propio W agner Umita su
señaló el parentesco del cat. sígall con el sardo afirmación de la falta de préstamos catalanes en
nuorés, logud. y campid. sakkaya, -ayu, «pécora o la terminología pastoril sarda a «las denominacio­
agnello di un anno», «capra di u n anno» (Das 5 nes de las edades de los animales». Pero ¡esto es
Lándliche L eben Sardiniens, 106, 112; A Rom . mucho lim itar! El hecho de que entre media
XV, 225-6; R L iR IX , 278); según los datos del docena de denominaciones, o a lo sumo diez o
A IS (mapas 1068 y 1079) el vocablo se apli­ doce, las demás no sean catalanismos no es prue­
ca a la oveja y a la cabra, aunque al parecer ba suficiente de que una de ellas no lo pueda
con más extensión en el caso de esta última*, y su 10 ser, sobre todo tratándose de un idioma donde la
área incluye desde la zona central del Campidano catalanización consistió en la entrada de m uchí­
hasta el extremo N orte del Logudoro. Si realmente simos centenares de palabras, y penetró hasta lo
es palabra autóctona en Cerdeña, hay que renun­ más recóndito de la vida sarda6. A un limitada a
ciar al parentesco de segallo con el romanismo vas­ estas, denominaciones de edades de los animales',
co sekail ’descarnado’ y afirmar resueltamente un 15 la afirmación de que no contienen préstamos se­
origen ibérico, más que vasco. Ésta es evidente­ ría excesiva, pues el propio W agner probó que
mente la idea de Wagner. Sin embargo, tropeza­ un nom bre semejante de la oveja, argolla, gargalla,
mos con alguna dificultad: en esta hipótesis las usual en el Campidano, resulta de una mala adap­
formas sardas postularían una base * s a c c a j a di­ tación de una forma de N uoro procedente de g r e ­
ferente del * s e g a l i a o * s e c a l i a (eventualmente 20 g a r i a (Das Ländliche Leben, p. 105).
- a c u l a ) que sólo podría satisfacer a las formas ibe- E n conclusión, el sardo saccaia es probablemen­
rorrom ances; en efecto los grupos - L J - y - c l - te u n antiguo catalanismo7, lo cual es adm itido in ­
tienen resultados muy diferentes de -y- en Cerde­ cluso por M. L. W agner, R F L X IX , 416-208, la
ña (-ddz- o -11- aquél, -kr- o -g- éste): comp. los voz iberorromance y gascona está relacionada con
mapas citados del A I S con los correspondientes 25 el vasco, y es verosímil que resulte del romanismo
a aglio y a occhio, y consúltese la H ist. Lautlehre vasco sekail ’descarnado’; aunque una etimología
de W agner, §§ 232-8 y §§ 249-55. prerromana no puede descartarse tampoco.
Esta diferencia en la base etimológica no es in­ En cuanto a la base * s e q u a c u l u m ’animal que
concebible en una palabra prerrom ana, pero sí es sigue a la m adre’, supuesta por G dD D 6005a, viola
sospechoso que dos derivados formados con sufijos 30 todas las reglas formales y semánticas de la m orfo­
diferentes y con variante radical, en dos territorios logía latina.
tan separados, hayan tom ado u n significado tan 1 E n Sant Feliu de Guíxols sadall sería el ca­
perfectamente idéntico5, y tam bién es sospechoso brito desde que nace hasta que tiene u n año
que dos tipos etimológicos bastante distintos en su (B D L C IX , 238).— 2 La variante con c-, hoy em ­
origen hayan venido a coincidir tan asombrosamen­ 35 pleada en Albacete, ya está en Aut. como voz
te en su forma m oderna: sardo saccaia junto al rústica, y en una pragmática de 1552 (D H ist.).—
cat. segallo, pronunciado sagaia, desde la Edad M e­ 3 En cuanto al vasco común sakaildu, sakailatu
dia, en las Baleares y Este de Cataluña... que es «llagar, exterminar, devastar, tajar, destrozar»,
precisamente la zona de donde partieron las in­ que Rohlfs tam bién relacionaba, derivado sakail,
fluencias catalanas sobre el sardo. A pesar de la 40 sakaila, «herida grave», «tajo», el sentido, la for­
negativa de W agner, es inevitable sospechar que m a y la extensión geográfica (se emplea hasta
aquí tenemos u n catalanismo sardo y no un viejo Vizcaya) lo separan decididamente de nuestro vo­
iberismo autóctono. El sabio especialista del sar­ cablo.— 1 En u n punto es de unos ocho meses,
do funda su negativa en dos razones. E n primer en otros de un año hasta dos.— ' Aun la ac. sar­
lugar la diferencia fonética; pero en este sentido 45 da menos extendida ’oveja de un año’, se encuen­
sólo la -cc- puede tomarse en consideración, y tra tam bién en catalán y en gascón, como ya he­
es el caso que los hispanismos sardos a menudo mos visto.— GEs infundada la afirmación, que ha
presentan alteraciones de sonoridad (explicables por hecho W agner alguna vez, de que los catalanis­
la diferente época y extensión de la sonorización mos, que en el Campidano se presentan en masa
sarda e iberorrom ance): el cast. agasajar se hace 50 casi infinita, son raros en el Logudoro. Por el
akkazaddzare en Cerdeña, el cat. rata-pinyada se contrario aquí son tam bién numerosísimos, lo cual
convierte en arratapiñata, y viceversa atracallar pasa n o sería éste el lugar de probar (tengo inédita
a tragallai, aconhort a aggunorlu; por si esto fuera una nota sobre el asunto). Pero sí observaré que
poco, podemos todavía explicar la cc de saccaia la erudición del sabio romanista le ha tentado
por la etimología popular saccu ’saco’, perfecta­ 55 a atribuir a formas cast. raras o locales la pater­
mente natural en una palabra, como ya subrayó nidad de voces sardas que vienen sin duda al­
W agner, que en Cerdeña puede designar a la ove­ guna de voces catalanas corrientes. ¿Para qué
ja preñada de su prim ero y aun de su segundo atribuir al castellano (donde pronto desaparecie­
cordero (saccaia de prim u fedu, de dus fedus, p u n ­ ron) el origen de voces como akkunortare, katti-
tos 968 y 949 del A IS ). E n cuanto a la razón am ­ iO veriu, attorgare, jasugu, que son las catalanas co-
muñes aconhortar, ca(p)tii'sri, otorgar, feixuc? de mano que usan los tablajeros para cortar la
M ongu es sin duda el cat. m onjo (asimilación, ya carne’ (V), port. y gall. segura ’especie de azuela
medieval, de m onge) y no el cast. monje. Y tam ­ de tonelero que corta verticalmente’ (Sarm. CaG.
poco en casos como destrossai, pinzellu, acciottu, 98r); también se ha dicho asegur (D H ist.).
bazzinu, biazi, jorgai, brusa, plancia, trincia hay 5 Secha ast. ’el pedazo de tierra o césped que cor­
más razón para partir del cast. que de los cat. ta el arado al abrir el surco’ (V), de s e c t a part.
destrossar, pinzell, assot, bací, viatge, forjar (o pasivo fém. de s e c a r e ’cortar’ ; sechoriu ’cuchilla
fargar), bruixa, planxa, trinxa.— 7 E n apoyo de de 60 a 70 cm. de largo que se coloca en el ara­
esta suposición, aunque meramente como razón do para facilitar el corte de la secha’ ast. (V ; M.
subsidiaría y no decisiva, puede observarse que 10 P., Dial. León., § 4.31), comp. port. ant. seitar
- J - da hoy g en la mayor parte de las hablas ’segar’, port. dial, seita ’secha’, del frecuentativo
sardas (H ist. Lautl., 55 137 y ss.), m ientras que s e c t a r e ’cortar’ (que no es hipotético, como dice
el carácter casi unánime de la forma sakkaya es R E W 7766, pues está con el sentido de ’aserrar’
más comprensible si ésta es préstamo del cat. en C G L II, 415.32). Gall. seituria «segadura» (la
dial, segaia, que si es prolongación de un autóctono 15 siega: julio y agosto son os meses da seituria, Sarm.
• * s a c c a j a ; es verdad que W agner en sus artícu­ CaG. 156®, s e c t O r a ) coinciden las tres obras de
los cita una variante sakkagga, pero debe ser forma Sarm. (ib. p. 72) en esta forma del sufijo, que no
muy rara, pues no aparece en ninguna de las 12 es inaudita en gallego y es frecuente en catalán
localidades del A IS donde se registra el vocablo.— (boscúria, cantúria, vellúria.. .), cf. el cat. Setúria,
8 W agner aclara ahí su punto de vista (que en 20 gran valle de prados entre Andorra, Urgellet y
realidad no difiere m ucho del m ío); pero nótese Pallars.
que no es exacto que se unieran las Coronas de Los siguientes son cultismos. Sección [princ.
Aragón y Castilla en 1469: aunque se casaron S. X V III, A ut., sólo como tecnicismo médico, geo­
sus reyes, los castellanos siguieron tan ajenos a métrico y artístico], de sectio, -ónis ’cortadura’ ;
la Corona de Aragón como los ciudadanos de ésta 25 seccionar. Sector [Aut.], de sector, -dris, ’cortador,
a la de C astilla; la unión es de 15!6, fecha de la el que corta’. Secante [Acad. S. X IX] ’línea que
m uerte de Fernando el Católico. corta’; bisecar; bisectriz. Disecar [princ. S. X V III,
Aut.], de dissecare id .; disección [1629, H uerta,
SEGAR, del lat. s e c a r e ’cortar’. 1.a doc.: sega­ A ut.]; disector [Aut.]. Insecto [fin S. X V II, A ut.;
re, doc. de Cardeña de 972, M. P., Orig., § 46.1. 30 falta O udin, Covarr.], del b. lat. insectus id., pro­
Oelschl. registra «faucinas de messe segar» y «a piamente participio de insecare ’cortar, hacer una
segar et a trillar» en docs. de 1050 y 1074. Ya incisión’, por las ceñiduras que se marcan en el
es frecuente en Berceo («furtávalis las miesses al cuerpo de éstos animales. Intersección; intersecar­
tiem po de segar» S. D om ., 420a, 421 d, 4246), en se. Resección. Segm ento [princ. S. X V III, Aut.],
J. Ruiz, etc. De uso general en todas las épocas, 35 de segm éntum id.
y conservado en todos los romances de Occidente; ’ Del cast. pasó al árabe de M arruecos: Rabat
pero sólo el sardo segare ha conservado el senti­ sáqor ’hacha, esp. la de carpintero’ (Brunot).—
do general de ’cortar’, mientras que los demás ro ­ 2 Aunque sea más de la incumbencia de los lati­
mances (incluyendo el fr. ant. y dial, seiier) lo han nistas y eslavistas, observaré que, pese a su vasta
especializado én el sentido conservado en c ast.; 40 aceptación por parte de los especialistas (Pok.
en Italia y Francia significa además ’aserrar’ y el IE W 895.10, 14, 896.1; W alde; Vasmer, Rs.
cat. segar conserva la ac. ’dejar una cuerda o cor­ Et. W b.; y aun M eillet, E tym . V. SI. y E rnout-
del un surco a modo de corte’. D e una ac. seme­ M ., si bien con reservas) esta etimología indo­
jante es probable que venga el maragato sedadura europea de la voz latina choca con graves obje­
( < segadura) ’raja, hendedura de línea fina’ («es­ 45 ciones. El vocablo aparece sólo —cosa extrañísi­
tán los vidrios llenos de sedaduras... Los rapaces ma— en latín y eslavo, donde por lo demás
acaban con todo» Concha Espina, B R A E II I, 60), sekyra es común a todas las lenguas de .esta
de donde se extraería el ast. sedar ’resquebrajar’ familia, desde el paleoslavo, aunque con ligeras
(V, desde luego no viene de sectare, como qui­ pero extrañas discordancias fonéticas (rs. sekíra,
siera este autor). M ás datos en Cej. V III, § 79. 50 no -yra, svcr. sékira, con una é que se atribuye
D e r i v . Segable. Segada. Segadero; segadera. S e­ al influjo del verbo séhp), etc. El t i p o s e k ü r a
gador [APal. 211d, N eb r.]; segadora. Segazón ant. admitido por Pok. es una formación inexplicable
[«tiempo de segar» N ebr.]. Segote. Segueta [Acad. en indoeuropeo y que además no corresponde a
1884, no 1843], del it. seghetta, diminutivo de sega la terminación del latín. Por esto, y por la extra­
’sierra’; seguetear. Siega [fin S. X VI, Aut.]. R e­ 55 ña extensión geográfica, Brandt, Mikkola y otros
segar. han admitido que en eslavo es préstamo del latín,
Segur [doc. de 1050, O elschl.; J. R uiz; APal. hecho algo insólito también, no habiendo pasado
5b; 19b, 246b, 442d; N eb r.; y clásico, vid. A ut., por el griego ni el germánico. Sobre todo me
Cej. V III, § 79], del lat. s e c Ü r i s ’hacha’1, que se parece increíble que esta palabra latina y eslava
ha derivado de s e c a r e 2; ast. segura ’hacha grande 6« no tenga nada que ver con su sinónimo el gr.
aá/f'/pi' . Aunque en realidad no es que ésta sea Disponiendo de tan escasa documentación sería
una palabra propia del griego, pues lo griego es aventurado pronunciarse.
¿rt'vTj. De todos modos acqotp«; es manifiesta-
ínente incompatible con la raíz del ieur. s e k - Segudar, V. seguir Segueta, seguetear, V.
’cortar’, lo cual induce a creer que en todas partes 5 segar
es de procedencia no indoeuropea. Ahora bien,
aáfapu; sólo aparece en Heródoto y en Jenofonte, S E G U IR , del lat. s e q u i id. 1.a doc.: Berceo.
que coinciden en afirmar que se trata de una «Enpe<;aron las vírgines lazradas a sobir, / en-
especie de hacha de combate con dos filos, em ­ pefólas la duenna reclusa a seguir» 5. Or., 4 lb .
pleada y típica de los persas y escitas; V. en 10 Es ya frecuente en Berceo, Apol., J. Ruiz, J. M a­
particular los datos y la descripción de la Ciro- nuel, y es general en todas las épocas. Para acs.
pedia I l i l l , y IVii22 (cf. nota en la ed. G . Budé varias y fraseología, vid. A ut. y Cej. IX , § 2011.
I, p. 60). El vocablo recuerda extraordinariamente E n latín clásico se decía por lo común s e q u i ,
el asirio sukurru y hebreo segór ’hacha’, como reemplazado norm alm ente por s e q u é r e al perder­
insinúa Georgiev LP , IV, 1953, 109. Sospecho 15 se los deponentes; de ahí el fr. suivre (ant. siure).
que en latín y en iranio se tom ó de una lengua Los demás romances de Occidente conservaron el
asiánica, semítica o mediterránea, y que de la vocablo, pero haciéndolo pasar a la conjugación en
lengua de los escitas (donde presentaría una va­ - i r é (it. seguire, port. y cat. seguir, etc., este úl­
riante más semejante que la persa a la del asirio timo general desde el S. X II, Homilías de O r-
y el latín) pasaría al eslavo. 20 ganyá; no el oc., que vacila entre seguir y segre).
D E R I V . Seguida ’vida rufianesca’ [h. 1510] de
Seglar, V. siglo Segm ento, segote, V. segar donde quizá venga seguidilla, H ispR. X XV I, 291-3,
Segregación, segregar, segregativo, V. grey ’cierta composición m étrica’ [1599, G uzm án de
Alfarache, A u t.; comp. seguida en sentido análogo
SE G R Í, origen incierto, quizá del it. sagri ’piel 25 en el Canc. de Baena (W. Schmid, p. X X III)],
de zapa’, tomado a su vez del turco $agry, pero fig. ’cámaras o flujo de vientre’ [S. X V II, A u t. ;
es dudoso el cambio de sentido. 1.a doc.: Aut. hoy muy vivo en Chile, pero no en la Arg.]. Se­
Definido ahí «tela de seda del grueso o cuerpo guidero. Seguidor [Nebr.]. Seguim iento [Nebr.].
del tafetán doble, con una laborcilla parecida a Siguiente. Conseguir [Cid; frecuente en la Edad
la que llaman saya de Reina»; lo mismo en T err., 30 M edia la ac. ’seguir’, ’alcanzar’, p. ej. Cid, 1729;
quien agrega zsegrís: especie de lienzo indiano»; Alex., 1295; vid. Cuervo, Dicc. II , 406-7], de
el Dicc. de Comercio de Boy (1840) copia la de­ c o n s e q u i ’seguir’, ’perseguir’, ’alcanzar’, conserva­
finición de A ut., imprimiendo el vocablo en cur­ do en todos los romances de O ccidente; consegui­
siva, como suele hacerlo con las palabras extran­ miento [N ebr.]; consiguiente [así y conseguiente,
jeras; en Mallorca sagri (pron. igual que segrí) es 35 Nebr.]. Perseguir [Berceo; J. Ruiz, etc.], de p e r -
ropa con que se hacían los típicos rebocillos m a­ s e q u i id.; perseguidor; perseguim iento.’Proseguir
llorquines (Ag.). N o tengo más noticias del voca­ [h. 1575, A. de Morales, M árm ol; no en N ebr. ni
blo que nos interesa. Desde el punto de vista fo­ PAlc.], adaptación del lat. prosequi id .; prosegui­
nético no habría inconveniente en considerarlo to­ m iento; proseguible. Reseguir. Subseguir; subse-
mado del it. sagri (quizá por conducto del cat., 40 guimiento.
en vista de la e), que significa «pelle di pesce, che Segudar [Cid; Berceo; Apol., 522b; Alex., 440b,
conciata e raffinata, serve per formar buste, res. 2397c; Sta. M . Egipc., 959; sagudar en el Fuero
perte di libri e simili; ora é pelle di pécora, ai de Usagre, pasaje citado por Tilander, Fueros de
capretto, e anche di vitello giovane, e si fanno an­ Aragón, p. 553] ’perseguir’ ant.2, de * s e c ü t a r e ,
che scarpe»: está bien documentada desde 1701 45 frecuentativo de s e q u i , conservado en oc. y dia­
(viaje de Carletti a Persia, y otros textos quizá lectos sardos, réticos e italianos (it. seguitare, al­
algo anteriores, Tom m aseo); tam bién se ha dicho terado por influjo de seguitó).
zigrino y en Venecia sagrin. Es, pues, lo mismo Segundo [Berceo, tam bién secundo más culta­
que el fr. chagrín [S. X VI], cuyo origen es bien mente]3, descendiente scmiculto de s e c ü n d u s ’el
conocido: turco fágry ’piel de zapa’, propiamente 50 siguiente’, ’segundo’ ; segunda; segundar ’volver a
’ancas del caballo’ (con cuya piel se hacía el cha­ hacer algo’ (Vélez de Guevara. Serrana de la Vera
grín), véase Devic, s. v. Aunque el segrí, según I, v. 439) o asegundar; segundear arg. (Carrizo,
la descripción de A u t., fuese piel muy gruesa, de Canc. de Tucum án I, p. 241); segundero; segun­
todos modos parece bien diferente de la piel de dillo; segundilla; segundón; según [segundo, Ber­
zapa. 55 ceo; Alex., 885, 1700; segund, -unt, Berceo, etc.]4,
¿O habrá que pensar más bien en el nom bre forma enclítica apoeopada de s e c ü n d u m ’según’;
de los Cegríes granadinos, que en árabe significaba ant. asegund (Fuero de Zorita, D H ist.); es sorpren­
’fronterizo’ (tagrí), en memoria de los lujosos ata­ dente el tratam iento semiculto de la u de s e c u n -
víos con que se adornaban? Entonces la s- se de­ d u s , y aun más de la preposición según, de trata­

bería a una procedencia andaluza o catalana. 60 miento tan popular por lo demás“.
Las palabras siguientes son cultismos. Secan- perseguir y segudar), p. ej. en las L eyes de M o ­
sa [Acad. ya 1843], del fr. séquence, tomado ros de los SS. X IV-XV , Memorial H ist. Espa­
del lat. sequentia ’secuencia’. Secta [S. X III, E s­ ñol V, 427ss.— 2 Se hace raro después del S. X III,
péculo; APal., 138d, 4426; seta, Cavallero Zijar; y así-el copista posterior del Fuero de Usagre en­
«seta de lo que alguno sigue: secta» N e b r.; más 5 tiende mal sagúdenlo e introduce un título De
datos ortográficos en Cuervo, Disq., 1939, I, 208, sacudir ganado de robo. Pero no hay tal ac. del
215, 217ss.; Cej. IX , § 200], de secta ’línea de verbo sacudir.— 3 El vulgarismo sigundo, hoy
conducta’, ’partido, bando’, ’escuela filosófica’, etc.; muy vivo en la Arg. y en muchas partes, está ya
sectario [S. X V II, Aut.] y el raro sectador; secta­ en Luis de Salazar (a. 1714), B R A E I, 100, y en
rismo [Acad. 1925, no 1884; Ca., 104]; consec­ 10 los Libros de Astronomía de Alfonso X , H omen.
taria. Secuaz [secaz, Santillana (C. C. Smith, BHisp. a M . P. II, 668.— 4 Segund escribe todavía N ebr.
L X I); fin S. X V I, Aut.], de sequax, -deis, ’que Del antiguo segunt viene el arag. seguntes (Lite­
sigue fácilmente, dócil’. Secuela [med. S. X V II, ral; segunte se diría tam bién en León a juzgar por
como poco usado, en Aut.], de sequila ’séqui­ las ultracorrecciones seguntit y secuntum que se
to’, ’consecuencia’. Secuencia [1632, Aut.], de 15 notan en doc. de 1024,. M . P., Oríg., § 77.1. Al
sequénña ’serie’, propiamente neutro plural del principio según era sólo preposición, como en la­
part. activo de sequi. Secundar [Acad. S. X IX ; tín, y cuando se le quería dar valor conjuntivo (o
Baralt lo considera galicismo excusado], de secun­ de adverbio relativo) se decía según como: «que
dare ’ser favorable’, derivado de secundus ’el que nos le quiera guardar / según como yo desseo»,
sigue’ en el sentido de ’propicio’. Secundario 20 H dz. Santillana, h. 1527, H ispR . IX , p. 54; comp.
[S. X V III, Aut.], de secündañus ’que va en se­ Cuervo, adición a la n. 141 de la Gram. de Bello.
gundo lugar’. Secundinas [1716, Porras, A u t.; no Sabido es que es muy clásica (y vulgar hoy en
Covarr. ni O udin], de secündtna id. Séquito [Que- día) la evolución de la conjunción según hacia
vedo, A ut., no Covarr. ni O udin], latinización del el sentido ’atendido lo que’, ’a juzgar por lo que’
it. séguito ’séquito’, ’retahila’, derivado de segui- 25 (Tres Pasos de la Pasión, a. 1520, ed. Gillet, p.
tare ’seguir’. Asequible [h. 1800, Jovellanos, 956; G . de Alfarache, Cl. C. I, 119.15; Buscón,
DHist'.-], derivado de asséqui ’alcanzar’ ; asecución Cl. C., p. 52; L a Señora Cornelia, ed. Hz. U re-
(raro). Consecuente [h. 1590, Acosta, A ut.], de1 ña, p. 164); según viene huido ’por venir huyen­
conséquens, part. activo de consequi ’seguir’; con­ do’ Farsa de Alonso de Salaya, S. X V I, ed. Gillet,
secuencia [h. 1490, Celestina, A ut.; N ebr.]; con­ 30 v. 222; según lo que te pudiera decir ’en compa­
secución. Ejecutar [exe- y secutar, med. S. XV, G. ración d e ...’, L a Ilustre Fregona, Cl. C., p. 239.—
M anrique, Canc. II, 270, 181; esecutar, [1444, 5 Teniendo en cuenta el caso de m undo, también
J. de M ena, Lab., 266h.; Nebr.], derivado culto de sorprendente, quizá se trate de una evolución pe­
exséqui ’seguir hasta el final’, ’ejecutar (part. exse- culiar ante - n d u , en que colaborarían la acción
cütus); ejecutor [exe- y secutor, G . M anrique, 35 del grupo n d y la metafonía de la -u final. El
Garcilaso, Cetina, vid. Cuervo, Disq., 1939, I, 209; no haber igual evolución en hondo y redondo, se
ese-, Nebr.], de exsecütor id.; ejecución [exe-, G. explicaría por el influjo del fem enino; comp. el
M anrique; ese-, N ebr.]; ejecutorio; ejecutoria port. fundo ’hondo’ y ’fondo’, y téngase en cuen­
[exe- «lettre de noblesse» O udin]; ejecutorial [ese-, ta que el sustantivo cast. fondo sustituyó a fon­
N ebr.]. 40 dón en fecha relativamente m oderna. O bien se
Exequias [J. de M ena (C. C. Sm ith, BHisp. . tratará de una acción del grupo complejo n d +
L X I); esequias, N ebr.], de exsequiae id., derivado c o n s . (comp. el cat. m unts m o n t e s , dins d e í n -
del mismo verbo en el sentido de ’seguir el entie­ t u s , intrar i n t r a r e ) ; entonces la u se habría pro­

rro’; raramente obsequias; exequial. Exequible. pagado desde según a segundo. Datos sobre se­
Execuátur [Acad. S. X IX ], de exsequátur ’ejecúte­ 45 gundo y según en Cej., IX , § 201.— 6 En
se’, subjuntivo de exsequi. Obsequio [fin S. X V II; América, desde la Arg. y Chile hasta Méjico (Alf.
no O udin ni Covarr.; obsequias, aunque no sé Reyes, L a Prensa de B. A ., 25-V III-1940) se
con qué sentido, en Celestina, etc. (C. C. Smith, emplea con complemento directo de cosa y córi
BH isp. L X I)], de obséqm um 'complacencia, defe­ el sentido de ’regalar, hacer u n presente’ (me
rencia’, derivado de obséqui ’ceder a la voluntad de 50 obsequiaron u n saco de café). T al vez la sensi­
alguno, condescender’; obsequioso [Aut.]; obsequiar bilidad exacerbada del americano considere poco
[Aut.; no Covarr. n i O udin]6; obsequiador; ob­ fino y aun humillante el uso de regalar.
sequiante. Obsecuente [med. S. X V II, Aut.], del
part. activo de dicho obsequi; obsecuencia. Perse­ Según, V. seguir Segundilla, V. sabandija
cución [h. 1280, 1.a Crón. Gral., 180í>5]; perse­ 55 Segundo, etc., V. seguir Segunte(s), V. seguir
cutorio. Prosecución. Segur; V. segar Segurador, seguramiento, se­
C p t . Siguemepollo. Segundogénito; segundogeni­ guranza, seguridad, seguro, V. cura
tura.
1 En la Edad M edia se empleó tam bién con el SEIS, d e l l a t . s é x i d . 1.a doc.: Cid.
sentido de ’perseguir’ (junto a los’ concurrentes f>0 Para variantes antiguas (sex, seyx, etc.), en su
mayor parte sólo ortográficas y latinizantes, vid. parte’; sextantario; sextario; sextavado, sextavar;
Oelschl. L a forma seyes, que ya está en el Cid, y sexteto; sextil; sextillo; sextilla; sextina ’composi­
hoy se emplea en Asturias (V), se introdujo a im i­ ción de seis estrofas o de seis versos’ [Acad.
tación de los plurales leyes, reyes, bueyes, cuando S. X IX ]; séxtula. Sena [N ebr.; Aut.], del lat. sena
éstos sustituyeron a los antiguos y dialectales leis, 5 neutro plural de seni ’de seis en seis’; senario
reis, bueis. L a x en demás palabras dió p ri­ [Aut.]. Del lat. senaria, plural neutro de senaris
mero i's en todas las posiciones, fundiéndose luego ’sexto, de seis en seis’, como término culto de es­
los dos sonidos en x (pron: s), pero en posición colares, quizá proceda el nom bre del juego de
ante consonante no se produjo la fusión : de ahí niños gall. sanaría, especie de juego de la taba
la conservación de -is en combinaciones mayorita- 10 que se hacía con dos conchas de ostras (descrito
rias como sex capras > seis cabra*, tratam iento muchas veces en detalle por Sarm. CaG. \ l \ v y
generalizado a las dem ás1. M ás datos acerca de sobre todo p. 157); aunque, según las explicaciones
seis en Cej. V III, § 76. Los regidores de ciertas del benedictino, para los niños de su tiempo se
villas, y los niños que asisten al coro, se llamaron trataba más de cuatro caras que de seis, el juego
primero los seis, por constar de este número, des­ 15 pudo evolucionar y Sarm. lo relaciona y compara
pués un seis cada uno de ellos individualmente, y repetidamente con el juego del lacre, hecho con
luego pluralizando los seises [h. 1530, Guevara, un palo rollizo, en el cual se marcan cuatro caras,
Aut.], de donde se sacó posteriormente u n singu­ pero que a la fuerza ha de tener seis, siendo
lar seise, como escribía F. Fernández Vallejo (V. paralelepípedo o casi cubo. T al como en éste, se
el artículo de J. E. Gillet, sobre sus Memorias, 20 pudo desdeñar luego dos de las seis caras.
p. 273); detalles acerca de la institución, que en C p t . Seisañal ant. [«cosa de seis años» Nebr.].
parte reproduce la de los sex viri angustales de la Seiscientos. Sesenta [sessaenta, Cid; doc. de 1186,
época romana, en Aldrete, Origen, f°3v°l. Oelschl.; sesenta, 1219, F . de G uadalajara; nótese
D e r i v . Seisavo; seisavar. Seisén o sesén o seise­ la grafía sesenta, constante en N ebr.], de SE X A G Í n -
no; sesena. Seisillo. Sesm o [1146, Oelschl.] ’sexto’, 25 t a id .; sesentavo; sesentén; sesentón; sesentañal
’sexta parte’, de * s e x ï m u s id., analógico de S E P - [«sexagenarius» Nebr.] ant. Seze ant. ’dieciséis’
t im u s ; sesma [seisma, 1177, Oelschl.; sesma, [Berceo; doc. leonés de 1278, Staaff, 62.42; J.
1187; Cej. V III, § 76, todavía usual en tiempo M anuel, Libro de los Castigos, Rivad. L I, 268¡zl,
de Lz. de Arenas, 1633, p. 46]; sesmero (muchas queda anticuado en el S. X IV], del lat. s é d e c i m
veces escrito etimológicamente sexmo, sexmero). 30 id .; seceno; secén. Cultismos. Sem estre adj. [princ.
Siesta ant. ’lugar’ s e x t u s , V. el artículo A S E S ­ S. X V II, Paravicino, Aut.], m. [Aut.], de semestris
T A R . Siesta [Berceo; ’calor, bochorno’, Gr. Conq. ’semestral’ ( < sex-mens-ris); semestral [Acad. 1884,
de Ultr., 143; J. R uiz; «siesta en el m edio día: no 1843]. Séviro, del lat. sevir, -iri. Sexagésimo
aestus» N ebr.; «era la hora de la siesta cuando lle­ [Aut.], de sexageñmus, derivado de sexaginta ’60’;
gué... donde ella estaba durm iendo la siesta...» L a 35 sexagésima [Aut.]; sexagesimal; sexagenario [Aiu.],
Ilustre Fregona, Cl. C., 316], de h o r a S ë x t a ’la de sexagenarius id., derivado de sexageni ’de 60 en
hora sexta del día, que correspondía a las 12’, de 60’. Sexángulo. Sexcentésimo. Sexenio [Aut.], de
donde ’hora del máximo calor’ y ’sueño que se scxennium id., compuesto con annus ’año’. Sexta­
toma después de comer’“; asestar ’hacer la siesta’, feria; sextaferiar. Sextuplicar; sextuplicación. S éx­
asestadero arag., salm.; sestear [«tener la siesta, 40 tuplo, de sexruplus id. (con el radical de plicare
meridior», N ebr.], sesteadero [N ebr.]; sestero; ses­ ’plegar, doblar’).
til; resestero ant. [1589, Fr. J. de Pineda, en Rdz. Form ados con el gr. e£ ’seis’ : hexacordo [1708,
M arín, 2500 Voces] y después resistero ( < Pesies- Aut.]. Hexaedro [Aut.]. Hexágono [Aut.]; hexago­
tero) [«réverbération du Soleil, le lieu où réver­ nal. Hexámetro [Acad. S. X IX ]. Hexápeda [1708,
bère le Soleil» O udin; A ut.; Covarr. dice signifi­ 45 Aut.]. Hexasílabo.
caba «el tiempo de mediodía hasta las dos en el 1 Tampoco hay palatalización en port. seis, cat.
verano», lo que requiere comprobación]; relacio­ sis, gasc. cheys, como nota Rohlfs, A S N S L
nándolo con resistir se dijo con carácter secunda­ CLX V I, 139, quien subraya la im portancia de la
rio resistidero [’lugar donde reverbera el sol’, Fr. posición final; pero sin darse cuenta este filólo­
L. de G ranada, A u t.; O udin]; para el literato 50 go dice lo mismo que su contradictor Schürr
granadino de 1601 resestero era voz de Castilla (R F L U I, 27ss.), que defiende la explicación por
frente a resistidero de Andalucía, B R A E X XX IV, fonética sintáctica: si la -x final fué tratada di­
370. En resumen : resistidero < *resistiero < *re- ferentemente de la medial, fué justamente por­
siestero > resistero; comp. R E T E S T ÍN . V arian­ que la mayor parte de las veces la -x de s e x iba
tes : arg. rechichero ; cespedos. y cub. resisterio 55 seguida de una consonante; la colocación de s e x
(¡RFE XV, 139; Ca., 190); más datos Cej. V III, en fin de frase es incom parablemente más rara
§ 76. que ante un sustantivo. L a no palatalización de la
Cultos. Sexto [Berceo; 1.a Crón. Gral., 5621, s en seis cabras, se(i)smo, etc., es paralela a la
182a3, 3 8 9 al6 ; O udin], de sextus id .; sexta; sex­ oposición entre buitre, petral, behetría, mui(t)
tante [S. X V III, Aut.], de sextans, -antis, ’sexta 60 bueno, por una parte, y escucha, m ucho, puches,

V. — 13
etc., por la otra.— 2 Igualmente port., cat. ant., ’asiento, cátedra’ (A IL C II I, 210; todavía la seilla
malí, sesta. Para la relación de esta expresión con de D éu en la Biblia de Valencia de 1478, plancha
el lenguaje eclesiástico: vid. Rheinfelder, K u lt- I reproducida en R H X X I, 380).
iprache u. Profansprache, 355ss. D el cast. se to­ El hecho es que sel es palabra aferrada al te­
m aron el fr. sieste, it. siesta, etc. M ás datos en 5 rruño, seguramente prerrom ana, que solamente
Cej. V III, § 76. puede corresponder a u n tipo * s e l e . Éste tenía
que dar *sere en vasco; de hecho el ’sel’ se llama
Seise, V. seis Seje, V. asedio Sejo, V. sel hoy en este idioma sarobe en Guipúzcoa «sel, te--—
rreno particular rodeado de monte comunal», k n
SE L, ’pradería en que se recoge el ganado para 10 ciertos pueblos de esta provincia (corral con su
dorm ir’ santand., vizc., voz seguramente prerro­ choza para el ganado», en otros y en algunos de
mana, procedente de u n tipo * s e l e , que parece Vizcaya «lugar resguardado, abrigado» y «jaro
entrar en la formación del vasco saroi, sarobe, ’sel, grande; hallier, fourré»; en otras partes se em­
corral, majada’ (compuesto con oi u obe ’cama’); plea la variante saroi «granja con cuadra abajo y
es verosímil que * s e l e significara primitivamente 15 depósito de forraje arriba» alto-navarro, vizcaíno
’red’ y después ’majada cerrada con redes’, pues y empleado en puntos de G uipúzcoa y Baja N a­
de ahí procederá el vasco sare ’red’, ’majada’. 1.a varra, mientras que significa «majada» en localida­
doc.: 823, doc. asturiano. des alto-navarras, «punto en que se reúnen los
Donde se lee: «in territorio de Campo, braneas, pastores» en otras labortanas y roncalesas, y «orien­
pascua quas vulgus dicit Seles» (Esp. Sagr. 20 te, paraje soleado» en algún punto de Vizcaya
X X X V II, 321). E n un doc. vascongado de la úl­ (Azkue1; Caro l. c.). Está claro que el segundo
tim a década del S. X III o de las dos primeras elemento de este vocablo compuesto es el vasco co­
del X IV : «dende do se taja el arroyo de Azorda- m ún oe ’cama’ con sus variantes fonéticas obe y
yaga, et dende ansí va el cerro... fasta el sel de oi (ambas en Azkue). ¿Y el prim ero? Quizá sea el
Eguiluz» (M emorias de Fernando IV , II, 218). Es­ 25 vasco com ún sare, puesto que éste en Sule signifi­
cribió E. Ibarra Rodríguez (B R A E X V II, 208): ca ’majada’, y en varias localidades de Vizcaya y
«se llama seles en las montañas de Santander y de Alta y Baja N avarra es ’pesebre’ o ’estacada de­
Vizcaya a los refugios o asilos donde se cobi­ lante del pesebre’, aunque la ac. más extendida
jan los ganados en las montañas ya dichas: para en la actualidad sea simplemente ’red ’. Igualm en­
conservar estos refugios, abonaban una exigua cuo­ 30 te posible es que el sentido prim itivo de sare fue­
ta los ganaderos» y agrega que la Pragmática otor­ se ’redil donde los animales pasan la noche’ y
gada en T oledo en 30-VI-1502 (N. Recopil. IX , por estar éste cerrado con redes se pasara después
viii, 18) prohíbe a los Prebostes, M erinos y Ejecu­ a ’red’, especialización nada inverosímil en un
tores de las Provincias Vascongadas que cobren país donde el pastoreo ha desempeñado históri­
este impuesto, por ser Real, junto con «los de ca­ 35 camente tan gran papel como en el Vasco; o bien
serías, horrerías, mortuorios, y seles y montes, lo que fuese ’re d ’ el sentido originario, de donde
qual todo pertenece a nuestra Corona Real». En la luego ’majada cerrada con redes, redil’ y generali­
Provincia de Santander sel continúa muy vivo y zando ’sel, majada’. En apariencia lo más verosí­
copiosamente representado en la T oponim ia; se­ mil. Las voces vascas n o tienen acentuación fija,
gún G . Lomas en Pas vale «lugar abrigado y 40 pero hay tendencia a acentuarlas en la últim a sí­
limpio de maleza, acotado en círculo con piedras laba, por lo cual el paso de *sere a sare es fácil
grandes, en el que se recogen por la noche los (entonces sería palabra diferente de zare ’cesto’,
ganados que están pastando en los montes», en como ya lo sugiere la diferencia semántica y foné­
Campoo «lugar donde mane o hace asiento el ga­ tica).
nado para dorm ir», en Cabuérniga «prado silves­ 45 N o es imposible, sin embargo, que en la idea
tre en el m onte»; según Alcalde del R ío signi­ de Spitzer hubiese algo de bueno, en la medida
fica «sitio de áselo o cobijo del ganado en primave­ en que sugiere u n parentesco con el lat. s e d e r e
ra en los altos puertos». M ás detalles y bibliogra­ ’estar sentado’; pero entonces habría de ser pa­
fía acerca de los seles santanderinos y vasconga­ rentesco muy indirecto. Esta es la idea que al pa­
dos en Caro, Pueblos de Esp., 281, 325n,22. 50 recer nos revela el derivado santand. aselarse «aco­
Para Spitzer (R F E X III, 118) sel viene del lat. modarse las aves, especialmente las gallinas, en si­
s e d í l e «des lieux oti l’on demeure», lo cual h u ­ tios retirados y seguros para pasar la noche» (tam­
biera ciertamente acarreado a su autor el reproche bién aselar intr.), «acogerse una persona en un si­
de Ant. T hom as de «faire trop bon m arché de la tio perm aneciendo quieta y callada», «cobijarse
phonétique»; con razón esta vez, pues s e d í l e ha­ 55 mientras dura un peligro», aseladero ’avergadero,
bría dado *seile (así con seguridad en los docs. palo suspendido del techo en que pasan la noche
antiguos), más tarde quizá *sil o *seíl o a lo su­ las gallinas’, ast. aselar ’descansar de algún cui­
m o *séile (en fecha moderna), que no tenía por dado o fatiga’ (no asela se dice del que se afana
qué reducirse a sel; comp. seíja ’asiento, residen­ sin descanso, V). Sabido es que no escasean en
cia’ S E D Í l i a en Berceo S. D ., 45, cat. ant. se'illa 60 vasco las voces afines al céltico (artz ’oso’, an-
dere ’chica’, ezkerr): nótese especialmente tegi D e r i v . Aselarse; aseladero, V. arriba; áselo (Al­
«paraje en que se cobija el ganado» < galo atte- calde del Río, V. arriba).
gia ’cabaña’, irl. teg ’casa’. Bien podría ser nues­ 1 Azkue en su dicc. y en las adiciones a éste
tro iberorrom ance y vasco ant. * s é l e otro celtis- emplea sel, con referencia a su patria, Lequeitio,
jno, perteneciente a la misma raíz indoeuropea que 5 como traducción castellana del veo. korta ’terre­
el lat. s e d e r e , bien representada en céltico (Sto- no de un particular rodeado de monte comunal’
kes-Bezz.4, p. 298), tanto más fácilmente cuanto (F oL iV a. IV, 88).— 2 Sin embargo V. ejs. galos
que un galo s e d l o n herm ano del lat. sella, gót, con e y ei (que sugieren una pronunciación e)
sitls, alem. sessel, eslavo selo «fundus», está docu­ en Pedersen, Vgl. Gramm., § 34 nota. No es
mentado en una inscripción de A utun, en el com­ 10 imposible que el céltico de España conservara
puesto canecosedlon, cuyo significado parece ser esta pronunciación arcaica (comp. lo dicho acerca
’sede de tribunal’, de caneco- em parentado con el de L É G A M O ); Pedersen más que en arcaísmo
irl. cáin ’ley’ (D ottin, L a Langue Gauloise, pp. del galo piensa en un tratam iento especial en
162-3, 241). N o sería inconcebible que este, s e d ­ compuestos, debido a una pronunciación átona.
l o n presentara la apofonía de grado largo % aun­ 15 Éste sería entonces el caso de canecosedlon, y
que esto es difícil, pues la É suele estar represen­ aun se podría suponer que desde compuestos
tada por I en galo, como en las demás lenguas como éste se hubiera extendido la forma con e
célticas2. T am bién puede admitirse que se trate de al simple.— J Según los esudios toponímicos de
sédlo- cambiado en * s é l o por compensación. M. P. la e ibérica aparece romanizada como ?
Además hay indicios de que la É celtibérica se 20 abierta, de donde ie, siempre que cae bajo el
pronunciaba cerrada (vid. B E R R O , etc.). E n ver­ acento. Es lo que me hace pensar en el céltico.
dad el santand. sel postula más bien * s e l e , pero Pero el tema del vocalismo ibérico no está lo
hay que advertir que el céltico tam bién forma de­ bastante estudiado para que podamos afirmar
rivados en - L l - , vid. Pedersen, Vgl. Gramm. II , p. que el timbre % tenía carácter general, y así esta
54 (y aquí port. sável, s. v. S Á B A L O ), por lo cual 25 objeción contra un origen ibero-vasco no tiene
un * s e ( d ) l i s sería igualmente posible. Finalmente, fuerza decisiva. M ucho menos contra otras eti­
así la ? cerrada como la caída de la -o pueden mologías prerrom anas; sea de ello lo que quiera,
tam bién explicarse por el interm ediario ibero o vas­ debe descartarse resueltamente la etimología latina
co; en una palabra, discrepancias en el detalle fo­ s e d I l e .— 4 El vocablo se extiende más al Sur de

nético tratándose de voces prerromanas (donde ig­ 30 lo que ahí indico, pues llega hasta el N orte de
noramos el porm enor dialectal) no bastan para la prov. de Segovia: Cuéllar sel m. «punto de­
probar la falsedad de la etimología, como pueden signado para que duerm an los ganados bajo la
hacerlo ciertam ente en las palabras latinas. A pesar custodia de los pastores», «conjunto de cabañas»
de todo, quizá sea más probable adm itir que {B R A E X X X I, 509); en Navarra, a juzgar por
* s ? l e sea vieja palabra ibero-vasca con el sentido 35 Iribarren, se ha empleado sólo como traducción
etimológico de ’red’, de donde luego ’redil’, ’m a­ castellana del vasco saroi, en las zonas de lengua
jada’ en rom ance; mientras que en vasco, donde vasca, y así es posible que no tenga arraigo local.
es norm al el cambio de -L- en -r-, * S £ L E pasaría Spitzer no dejaría de servirse, en apoyo de su
a *sere y luego sare, conservando el sentido de etimología, del alto-santand. sejo «aseladero de
’red’\ 40 las gallinas» (tiene la cara más sucia que los palos
Escrito este artículo sale el de H ubschm id en del sejo), B R A E X X X III, 303, el cual saldrá de
Boletim de Filología X IV, 2, donde se agrega va­ seija ( s e d í u a ) por cambio de sufijo. Pero claro
liosa documentación antigua (seles «pascua» en que esto no prueba, ni m ucho menos, que sel ven­
doc. de Oviedo de 853 y m ontes aut seles en el ga de s e d I l e .
Fuero de M iranda de Ebro, de 1099) y se señala 45
la existencia moderna del vocablo en Cuéllar (Se- SELA C IO , tomado del gr. c e A Í/io ; id., deri­
govia). E n cuanto a la supuesta conexión etimoló­ vado de rjíAnyor ’pez de piel cartilaginosa’. 1.a
gica con el vasco zelai ’prado’ (de donde el nom ­ doc.: Acad. 1925, no 1884.
bre de lugar santanderino Selaya), quizá sea ati­
nada, pero deberá estudiarse mejor, pues el matiz 50 Selección, seleccionar, selectas, selectivo, selecto,
semántico de sel me parece sugerir otra pista y, V. elegir
si no me engaño, debiéramos esperar una f- y no
una s- como correspondencia de la z- vasca. S E L E N IT A , del gr. seA^vÍTr,; ’perteneciente a
El veo. sail, con el cual quiere relacionar el cast. la luna’, derivado de (jeX-rjvri ’la luna’. 1.a doc.:
sel G dD D 6025, es falso que signifique «prado, m a­ 55 selenites ’espejuelo, especie de yeso’, 1555, Laguna,
jada»: el sentido real es ’grupo’, ’rebaño’, ’recua’, A ut.; -ita ’habitante de la luna’, Acad. 1884, no
y el vocablo no tiene con sel relación alguna. En 1843.
cuanto a la otra etimología en que piensa también D e r i v . Selenitoso. Otros derivados de <ieXt1v t1:
este autor, gr. íauXov ’asilo', no puede tomarse en selenio, seleniuro; selenosis.
serio4. 60 C p t . Selenógrafo; selenografía.
Selicornio, V. sal Selombra, selombría, V. [Fz. de Oviedo, Quinquagenas, p. 445, como pala­
sombra Seluga ’vaina’, ’semilla’, V. seruga y cf. bra típica de Italia; C ervantes; Villegas; pero ya
silo lo habían empleado en el S. XV M ena, Cor., ed.
de ¿1489?, 75r, Santillana (C. C. Smith, BHisp.
SELVA, del lat. s i l v a ’bosque’. 1.a doc.: h. S L X I), etc.], y por compromiso entre las dos formas
1275, 1.a Crón. Gral., 8al2 («la selva Nemea»); 0 por influjo de selva se dijo también selvaje [1616,
J. Ruiz. Ant. de Cáceres, en Cej. IX , p. 109; Vz. de G ue­
«Andávanse las liebres en la selva allegadas, / vara, El R ey en su Imag., v. 329]; salvajada; sal­
sonó un poco la selva, e fueron espantadas», 1445a, vajería [A ut.]; salvajez [L u c . de Alf. X (Almazán)];
b; así S y T ; silva en G. Esta vacilación formal se 10 salvajina [J. Ruiz], y el raro salvajino, -a: Ley
observa tam bién en una poesía de Juan de A ndú- salvagina ’ley salvaje’ Gómez M anrique (Lida,
jar, donde selva ’bosque’ (v. 19) alterna con silva Mena, 267); salvajismo; salvajuelo; selvatiquez.
(v. 42, y en la pág. anterior), sin distinción de sen­ Cultismos. Silvano [Villena, Trab. Herc., p. 13;
tido (Canc. de Stúñiga, pp. 71, 72). A un cuando Garcilaso], Silvestre [h. 1440, A. T orre (C. C.
selva no está representado en la toponimia de Casti­ 15 Smith, BHisp. L X I); A. Cartagena, Bibl. Aut.
lla y Aragón (o lo está m uy poco), m ientras lo está Esp., T . 116, p. 237; Santillana, Canc. Cast.
en la catalana, y silva en la de Galicia, Portugal, S. X V , N B A E , I, p. 4616; 1499, Comendador
L eón y Asturias {Silva, Silvela, Silveira, Silvota), Griego, A u t] ; asilvestrado. Silvoso. Ensilvecer.
es de creer que s i l v a (acaso junto con l u c u s ) se­ C p t . Silvicultor; silvicultura.
ría el viejo térm ino heredado del latín para expre­ 20 1 Por lo menos en Aragón y en los Pirineos s i l ­
sar la idea de ’bosque’, pues esta últim a palabra v a presenta considerable desarrollo semántico, que
es extranjerismo entrado en fecha relativamente tar­ prueba su carácter hereditario: b. arag. selva ’car­
día, y el arabismo jara no podía tener muchos si­ ga de leña verde destinada al fuego’ (Puyoles-
glos de Antigüedad cuando empieza la transm i­ Val.), Ansó, Echo selva «panne de la charpente
sión literaria castellana. E n todo caso es claro 25 d ’un toit», bearn. seubo id. (BhZRPh. LXX XV ,
que selva presenta claras señales fonéticas de tras­ § 135), comp. el fr. bois ’bosque’ > ’leña, made­
misión popular1, y aun la variante silva propia del ra’.— 2 Silva como nom bre de una fruta m onte­
gallegoportugués y no ajena del todo al castellano, sina [’mora de zarzal’] está ya en el leonés Fr.
debe de corresponder a u n estrato popular, con D . de Valencia, princ. S. XV, Canc. de Baena,
evolución especial de í u otra perturbación fonética, 30 n.° 502, v. 32; hoy es «especie de arveja silvestre»
en vista de la original evolución semántica hacia en ast. (V), ’zarza’ en Zamora, con silveira y sil-
la idea de ’zarza’, que sufrió el vocablo en el O c­ varega ’zarzal’, que es ya el sentido que debe de
cidente ibérico2. De todos modos bosque ganó te­ tener en la G ral. Est. gall. de princ. S. X IV :
rreno rápidam ente relegando pronto selva al terre­ «buscando madeyros de que fazese seus estormétos
no de lo arcaico o poético; como voz poética y no­ 35 de sua música, achavá as silvas tá espesas...» (18.
ble, inspirándose en el latín, exhumó este arcaís­ 26) aunque se trata de una trad. del castellano, por
m o Juan de M ena, cuando ya estaba tan olvidado lo que es posible que la idea de ’bosque’ y la de
en el idioma corriente, que N ebr. toma esta pala­ ’zarzal’ se hayan confundido un poco en la mente
bra por una innovación personal del poeta (tselva del traductor; en otros textos gall. arcaicos figura
dixo Juan de M ena por bosque» declara en su 40 sólo el colectivo silvar ’zarzal’ : «caen en u n m ui
dicc.). Pero no se trata de un latinismo ni de un gran silvar» Ctgs. 138.30, «tod’aquel era cercado
italianismo, como pudiera creerse, según prueba d ’ü gra sitoor» Crón. Troy. II 246.27. G . de Diego
el uso por poetas anteriores a la influencia italia­ (Gram. Gall. p. 68) y A. Castro (R F E V, 41)
n a; tampoco es probable que estemos ante u n oc- creen se trata de un tratam iento norm al en la
citanismo poético. Sea como quiera, selva nunca 45 fonética luso-leonesa, y reúnen ejs., pero no le
volvió a ser palabra del fondo popular; pero apa­ falta razón a Leite de V. (R L X X III, 188) al ob­
rece en muchos textos. Del habla arcaica la toman servar que estos ejs. son diferentes, y heterogéneos
los Libros de Caballerías, y de ahí Cervantes en entre sí. Todas las explicaciones dadas se prestan
el Quijote; del lenguaje poético de M ena la he­ a objeciones; M -L . (A S N S L C X X II, 405, n. 1)
redan varios líricos del S. X V I y señaladamente 50 parte del silabeo latino arcaico silüa (Horacio, etc.),
Góngora, que la emplea docenas de veces, en ca­ admitiendo metafonía como en mingua, lingua,
lidad de palabra noble. En el S. X IX queda fija­ pero de ser así esperaríamos *silgua (además de
do el matiz de ’bosque intrincado y muy espeso, a que la coexistencia de lengua, mengua y aun veuva
la manera de los tropicales’, que ya empieza a in ­ ’vida’ en portugués antiguo hasta el S. XV, R L
sinuarse en la definición de A ut. 55 X X V II, s. v., podría sugerir una acción muy tar­
D e r i v . Selvoso [S. X V II, Cej. IX , p. 109], E n­ día de la y incompatible con la antigua consonan-
selvar-, enselvado. Salvaje [Gral. Est. I I / 1, 150a, 1 tización de silpa); mejor la de Leite de V., s p i n a
197b, etc.; J. Ruiz 9126], del oc. y cat. salvatge * s í l v e a ’espino del bosque’, irreprochable foné­
id., y éste del lat. s í l v a t I c u s ’propio del bosque’; ticamente, y aceptable en los aspectos morfoló­
del it. se tomó la variante selvático en el S. XVI 60 gico y semántico, pero siendo hipotética tampoco
acaba de convencer. El cast. silva en el sentido Sem blante, semblanza, semblar, V. semejar Sem ­
de ’colección literaria miscelánea’ fué ya emplea­ ble, en sembra, V. ensamblar
do por Pero Mejía [1541]; tam bién está en Aut.
en el sentido de ’composición m étrica’; ambas SEM BRAR, del lat. s e m i n a r e id., derivado de
acs. son comunes con el port, silva y el it. selva, 5 sem en ’semilla’. 1.a doc.: doc. de 1074, Oelschl.
y silva se empleaba ya en latín como título de (¿original?).
obras literarias (Estacio, etc.). E n Berceo se encuentran semnar y la forma neo-
lógica sembrar, que pronto se generaliza, por lo
SE LL O , del lat. s í g í l l u m ’signo, marca’, ’esta- menos desde el siglo siguiente. Primitivamente, de
tuita’, ’im pronta de un sello’, ’sello’. 1.a doc.: Ber­ 10 acuerdo con el vocalismo latino, se dijo sembró,
ceo. sembra, en el presente, sin diptongación; así to­
«Fágame carta firme a mi plazentería, / ponga davía en doc. palentino de 1248 (Staaff, 33.33). En
y su seiello a la postremería» M il., 740c, 741d, B erceo: «orava muy afirmes al su Señor Divino /
836b. L a forma común en la época arcaica es a los hereges falsos, que semnan mal venino, / que
seello (A lex., 757, etc.), que a veces pasa a siello 15 los refiriesse, cerráslis el camino» S. D om ., 77b;
(así en el ms. castellanizante A de Berceo), pero esta forma del ms. V es seguramente la original,
que norm alm ente se reduce a sello ya en el S. X IV pero siembran aparece ya en los mss. E y H , que
(J. Ruiz), aunque todavía leemos seello en el estilo son del S. X IV ; ésta es tam bién la forma que
curialesco arcaizante del R im . de Palacio (222); encontramos en APal. 435<i, y es general por lo
sello APal. 49b, 453b, N ebr. Voz de uso general 20 menos desde fines de la Edad M edia1. D ocum en­
en todas las épocas y conservada en todos los ro­ tación en Cej. V III, § 71.
mances (documentación en Cej. IX , § 201). El cul­ D e r i v . Sembrada [-mn-, Berceo; -m br-, Nebr.].
tismo sigilo, que aparece en Lope con el valor de Sembradera. Sembradío. Sembrado [Quevedo, h.
’sello’, se tomó en el sentido figurado de ’secreto 1613, H im no a Jas Estrellas, ed. 1968, poema 401,
con que se guarda un asunto’ [S. X V II, Aut.], co­ 25 v. 38; T e rr.; Acad. ya 1817; no N ebr., Oudin
mo si fuese bajo sello. n i A u t.; Cuervo, Disq., 1950, p. 380] = cat. sem­
D e r i v . Sellar [seellar, Berceo, M il., 801c; Alex., brar m., port. semeado y semeada. Sembrador.
757; sellar, Cid; N ebr., etc.]', de s í g í l l a r e ’m ar­ Sembradura [N ebr.; sem n- 1206, M . P., D. L .,
car con un signo’, ’sellar’; sellador [N ebr.]; sella­ 266.26], Siembra [O udin; C ovarr.; no APal., N ebr.,
dura [id.]. Resellar. Sigilar; sigilación. Sigiloso 30 C. de las Casas, n i Percivale]; resiembra arg.
[Aut.] ’secreto’, que muchos por influjo de silen­ (Draghi, Novenario, p. 112); león, maragato re-
cio emplean bárbaramente con el valor de ’silen­ cembo ’comareiro o ladera hacia una pared, en
cioso’. donde se siembra algo’ (Sarm. CaG. 149r): disi­
C p t . Sigilografía; sigilógrafo. milación de re-sembro con c contaminada de otro
1 Fig. se dice en Cuba que un campo está sella­ 35 vocablo (re-cincho?, recio}, reciente}). Para simien­
do de caña cuando se siembra por entero, propia­ te, S E M IL L A y sus derivados, V. este artículo.
m ente ’cerrado’; de ahí sellar ’sembrar enteram en­ Sazón [Poema del Cid], del lat. s a t i o , - o n i s ,
te’, resellar ’volver a sembrar totalm ente’ (Ca., ’sem bradura’, ’siembra, tiem po de sem brar’, deri­
69). vado de s e r e r e (participio s a t o s ) , de la misma
40 raíz que s e m e n ; en la Edad M edia (Cid, Berceo,
SEM Á FORO, compuesto culto del gr. Apol., J. M anuel, J. Ruiz, etc.) es corriente con el
’signo’, y epápe:v ’llevar’. 1.a doc.: Acad. sentido de ’época, tiempo’ : de toda esta sazón,
1884, no 1843. ’por ahora’, Cid 2961; a poca de sazón ’al poco
D e r i v . Semafórico. Otros derivados y compues­ rato’ S. D om ., 706; una gran sazón ’m ucho tiem ­
tos de <rí¡ua. Semántica [Acad. 1925, no 1884], del 45 po’ Fn. G onz., 176; la primera sazón ’la niñez’
fr. sémantique, creado por Bréal (1897), según el A pol., 461 d; comp. el fr. saison ’estación del año’;
gr. aT|¡j.avTixóí; ’que significa, significativo’, deri­ ac. que en el período clásico y en la lengua lite­
vado de <nr)uaívetv ’señalar’, ’significar’; semán­ raria actual sólo se conserva en frases como en
tico [Acad. id.], aquella sazón, a la misma sazón (ejs. en A ut.; Cej.
C p t . Semasiología [Acad. id.], creado a l g o antes 50 V III, § 71); pero ya en el Cid aparece tam bién
en Alemania [Karl Reisig, 1839 (M L N LXX IV , la ac. ’estado de perfección de una cosa’, hoy
128)] o Inglaterra [1877], con el gr. sr^avív ’sig­ predom inante, y común a todos los romances gá­
nificado’; semasiológico. Semiología [Acad. 1925, licos e ibéricos; sazonar, sazonado [APal. 219b];
no 1884], de ayjueíoy ’signo’; también semiótica. sazonador; desazonar, desazonado [1616, Espinel;
Semiotécnica. 55 C alderón; A ut.; faltan O udin y Covarr.], desazón
[med. S. X V II, Criticón].
Semana, semanal, semanario, semanería, semane­ Las voces siguientes son cultismos. Sem en [Aut.],
ro, semanilla, V. siete Semántica, semántico, V. de semen, -minis, ’semilla’; seminal [med. S. X V II,
semáforo Se maque, V. sumaca Semastoiogúz, Pz. de M ontalbán, A ut.]; seminario [1595, Fuen-
semasiológico, V. semáforo Semba, V. jenabe 60 mayor, A ut.; G óngora; Oudin], de semínaríum
’semillero’, en bajo latín ’seminario’; seminarista. más com únm ente el part. activo semblante ’pare­
Diseminar [Aut. cita un ej. médico, advirtiendo es cido’ [S. X IV, Castigos de D . Sancho, p. 91; 1 4 4 4 ,
palabra poco usada; no O udin], de dísseminare Juan de M ena, E l Laberinto de Fortuna, 1996],
’sem brar al vuelo, esparcir’; diseminación; dise- más tarde ’apariencia de algo’ [mediados del s. X III,
rrñnador. Sativo, térm ino botánico, de sativus ’que 5 Buenos Prov., 25.27; S. XVI, Ercilla, Aut.] y sobre
puede sembrarse’, derivado de satus, participio de todo ’rostro, aspecto de la cara’ [«s. de cara: vul-
serere ’sem brar’; de donde el raro latinismo sato. tus», N eb r.]: tomados del cat. semblar y semblant
C p t . Semencontra, a b re v ia c ió n d e la fra s e la t. ’rostro’ [S. X III, Lulio], procedente del lat. tardío
sem en contra vermes ’sim ie n te c o n tr a la s lo m b ri­ s ím íl a r e ’parecer’ ; semblanza [med. S. XV, 3.a
c e s’. Seminífero. 10 parte del M ar de Istorias de Pz. de G uzm án;
1 Es de interés la forma sermar que aparece en quedó luego anticuado, faltando en APal., Nebr.,
un refrán aragonés del S. X IV : tserm a quan Oudin, Covarr., A ut. y T e rr.; como antiguo en
vols, / e culirás quan te sois» ’siembra cuando Acad. 1817 y 1843, nota que se le había ya qui­
quieras y cosecharás cuando sueles, como siem­ tado en 1884]; semblantear tr. ’examinar la fiso­
pre’ (RFE X III, 370, n.° 94). Este refrán, como 15 nomía de alguno’ arg. (M ontagne, Cuentos Cuya-
otros de la colección, está en catalán, lengua muy nos, p. 67), resemblar.
empleada por entonces en Aragón, pero la forma Las voces siguientes son cultismos. Sím il [h.
serma es interpolación del colector aragonés, o a 1520, Padilla (C. C. Smith, BHisp. L X I); Lope,
lo sumo forma del catalán fronterizo. Comp. V E - Aut.], de simílis ’semejante’; similar [ej. suelto
n e r is > vien’res > viernes (frente al cat. di- 20 h. 1525, Alvar Gómez (C. C. Sm ith); Acad. ya
vendres). 1817], adaptado del fr. similaire [1555], ingl. si­
milar [1611]: extranjerismo de puro lujo, que de­
SEM EJA R, del lat. vg. * s ! m í l í a r e id., derivado biera proscribirse; similitud [h. 1440, A. Torre
de s i m í l i s ’semejante’. 1.a doc.: Cid. (C. C. Sm ith); h. 1575, A. de Morales, Aut.],
E n la lengua antigua tiene todos los valores del 25 de similitüdo id.2; similitudinario; asimilar [princ.
parecer m oderno: ’dar indicios una cosa de lo S. X V II, Villaviciosa, Lope, Tirso, Quevedo, vid.
que es’, m yo Qid bien semeja varón, v. 3125; Cuervo, Dicc. I, 703], de assimilare id .; asimilación,
’hacerse manifiesto, inspirar una opinión’, a lo asimilador. D isím il [princ. S. X V II, Jáuregui, Aut.],
quem semeja, aun de m í avredes algo, v. 157; de díssímilis id .; disimilar adj. [Aut.]; disimilitud
m e semeja ’según presumo’ Revelación de u n E r­ 30 [Acad. ya 1884]; disimilar v. [falta aún Acad. 1884],
mitaño (Rivad. L V II, copla 24); semejar ’parecer­ disimilación [id.]. Sim ular [S. XV, Lucena, A u t],
se, ser semejante’ : semejó al luzero, S . Dcrm., 44á. de simulare id .; simulación [h. 1440, A. Torre,
Otros ejs. de los usos arcaicos en S. D om ., 298; Pz. de G uzmán (C. C. Sm ith); APal. 160d, 2966];
Calila, ed. Rivad. L I, 42; A lex., 60; Apol., 119, simulador [APal. 1946]. Simulacro [-acra, Mena
149; Fn. G onz., 177, 336. Sigue bien vivo en el 35 (C. C. Sm ith); h. 1580, Fdo. de H errera, Aut.], de
S. X V : «imitari, seguir o sem eja n APal. 2056 sitnülacrum id. Sim ultáneo [Aut.], tomado de sí-
(2056, 1276, 42d, 22b); asemejar uno a otro: simi- mültanéus, derivado de sim ul ’al mismo tiem po’,
lo» N eb r.; y todavía lo emplean con cierta liber­ voz emparentada con similis; simultaneidad [Aut.];
tad los clásicos (Cervantes), pero en la actualidad simultanear. Disimular [fin S. X IV , R ím . de Pa­
ha quedado reducido a la ac. ’parecerse una cosa a 40 lacio, 905; Cuervo, Dicc. II, 1258-61; ast. desi-
otra’ y está relegado a la lengua literaria, y al es­ mular, V], de díssimülare id.; disimulación [Diego
tilo arcaizante. Junto con el port. semelhar, el de Valera; Celestina (C. C. Sm ith); fin S. XVI,
it. somigliare y varias formas réticas y sai das, re­ H urtado de Mza., A ut.]; disimulador; disimulo
presenta semejar un lat. vg. * s i m i l i a r e , derivado [gnía., 1609; med. S. X V II, Aut.]. Insimular.
de s i m í l i s , tal como adleviare o graviare vienen de 45 C p t . Sim ilor [Acad. ya 1817], del fr. similor,
levis y gravis1; el cat. y oc semblar, fr. sembler compuesto híbrido del lat. similis y el fr. or ’oro’.
han conservado el lat. s i m i l a r e , que con el m is­ Similicadencia [1692, Artiga, Aut.]. Similirrate
mo valor se lee en textos tardíos. L a forma leone­ ’ladroncillo temeroso’ [1609, y romance de gem ia­
sa semeyar se convierte en Asturias en semeñar, nía, vid. Hill], del lat. macarrónico similis ratae ’se­
asemeñar o asemeyar (V). 50 mejante a una rata’.
D e r i v . Sem eja [Cervantes, Aut.]. Sem eyu ast. 1 N o es menester suponer que derivara en ro­
’semejanza’ (V). Semejable [APal. 1386]. Semejado. mance del b. lat. similia de que doy ejs. a pro­
Semejante [Berceo, M il, 321 d; Alex., 2197; etc.], pósito de S E M IL L A .— 2 Duplicado culto popular
sigue vivo hasta hoy día, a diferencia del verbo; gall. ant. semeldué ’aspecto, semejanza’ M irSgo.
semejanza [-fa, Berceo; ’pintura de un ser anima­ 55 113.17.
do’, Leyes de Moros SS. X IV-XV , Memorial Hist.
Esp. V, 427ss.], id. Asemejar [Partidas, vid. C uer­ Sem en, V. sembrar Semencera, V. semilla
vo, Dicc. I, 682; luego no da ejs. hasta el S. XVI]. Semencontra, V. sembrar Sem ental, sementar,
Desemejar [dess-, N ebr.]. Ensemejar. sementera, sementero, sementino, V. semilla S e­
Semblar ant. (ej. de Juan de M ena en A ut.) y 60 mestral, semestre, V. seis
SE M I-, prefijo cuito tomado del lat. sem i- id. bable que se tomara de este dialecto, y que ahí
Los primeros ejs. de palabras con este prefijo apa­ viniese del lat. s e m I n I a , plural de s e m I n I u m ’si­
recen desde muy antig u o : semitón (por semitono) miente’. 1.a doc.: semilias, S. X III, Fuero de U sa­
ya está en Apol., 189b (-tono, APal. 115b); semi- gre; semilla, 1534.
pedal en APal. 445b; semiuriado ’achicharrado’ en 5 Bien puede decirse que nadie ha estudiado el
Gr. Conq. Ultr., 452, es dudoso. En el S. X V I origen de semilla, palabra sin igual en las demás
empiezan a encontrarse creaciones puram ente cas­ lenguas romances. Diez, K orting, M -L .: M . P.,
tellanas, como a semicruz «obliquement, de biais, Hanssen, G . de Diego y demás romanistas se abs­
comme la croix de Saint André», semipoJlo «un tuvieron de emitir opinión alguna. Desde luego
demy poulet» (Oudin), y abundan ya en A ut., que 10 es claro que el vocablo pertenece a la familia del
puede verse para el detalle. Doy otros datos en los lat. s e m e n , - í n i s , ’semilla’, pero salta a la vista
artículos de los primitivos correspondientes. E qui­ que este vocablo no puede ser el étimo, pues su
valente griego de semi- es -r^i-, que entra en la resultado habría sido *sembre; a que sea un dim i­
composición de los siguientes: hemiplejía, deriva­ nutivo del mismo se oponen obstáculos fonéticos y
do de v)fju7rX7¡YT|i; ’medio herido’ (formado con 15 morfológicos, lo mismo si lo suponemos diminutivo
7t)iT|TTetv ’herir’; la es ortografía errónea de­ de formación romance, que si partimos de u n di­
bida al influjo de apoplejía), hemipléjico. H em ípte- minutivo latin o : M onlau imagina u n * s e m í n u l a ,
ro (con nepóv ’ala’). Hemisferio [hemisperio, 1438, la Acad. un * s e m í n i l l a , ambos inaceptables foné­
Mena, Coron., 25e ; emispherio Santillana p. 489; ticamente, y además imposibles según la morfolo­
hemisfer(i)o 1584, Rufo, Austríada V, 24; V III, 20 gía latina, que en una palabra terminada como
95; IX , 61; Aut.], de piov (con avaipa sem en sólo habría perm itido u n dim inutivo en
’bola’); hemisférico. Hemistiquio [Lope], de - i n c u l u m , - u n c u l u m , o a lo sumo un * s e m é l l u m ;
a-ty.ov (con attyo; ’verso’). Hemina' [emina, m edi­ del plural de éste podría salir semilla sin dificul­
da, Nebrija], de i^juva id. Emparentado con tad fonética, es cierto, pero formaciones latinas del
semi- está el prefijo lat. sesqui- ’uno y medio’, 25 tipo de asellus (dim. de asinus) o agellus (de ager)
que aparece en sesquipedal, sesquiáltero, sesqui- pertenecen al latín arcaico, y en la baja época ha­
modio y otros cultismos raros. Compuesto de semi- bían dejado de ser productivas; siendo así sería
con as ’m oneda’ era el lat. sémis ’medio as’, ’la inconcebible que existiendo u n * s e m e l l u m en la­
mitad de una cosa’, y luego adjetivo ’medio’; de tín vulgar no hubiese dejado huellas en la transm i­
una variante vulgar s é m u s procede el arag. semo 30 sión escrita ni en otro romance alguno salvo el
‘hueco, fofo, sin jugo, raquítico’ (Borao), hermano castellano dei S. XVI. Imposible un * s e m i n i l i a
del cat. sem, it. scemo2. (G dD D 6040a), que habría dado *sembrija; pre­
1 Veo. guip. imi, imia, vizc. imiña ’cuarta parte cisamente el vocablo tiene poco arraigo en Aragón,
de una fanega’.— 2 Con el vocablo romance tiene de donde él lo supone autóctono, pues allí lo
sumo parecido el irl. ant. séim «exilis, macer» y 35 popular es simiente. El obstáculo que se opone a
séime ’delgadez’, que si no me engaño corres­ partir de s e m e n o de un derivado romance del
ponden a una base antigua s é m i s y s é m i a , res­ mismo es de los que no tienen escape; sin duda es
pectivamente. Los celtistas suponen que procede cierto que esta palabra latina se perpetuó en el
de un tipo indoeur. * s p e i m i - , afín, pero con otro it. seme, el sardo sémene, y más cerca de nos­
sufijo, al gr. ’delgado’ y al sueco ant. 40 otros, el port. ant. semel ’descendencia’ y se ha
speedher ’ético, fino, tierno’ (Stokes-B. 295 pensado también en el vasco seme ’hijo’ (Schuchardt
W alde-P. II, 656), de la raíz del gr. aizá-j ’tirar, ZR Ph. X X IX , 452; BhZR P h. V I, 9), lo cual es
tender’. Así que podría uno sentirse tentado de muy dudoso (Michelena B S V A P X II, 372, que cree
creer que las voces romances son de origen cél­ viene del aquitano Sembe-). Pero si esta palabra se
tico. Pero como en realidad el indoeur. * s p e i m i - 45 hubiese conservado en el castellano preliterario,
es una mera hipótesis sin otro fundam ento que habría dado indudablemente *semne, luego *sem-
la aislada palabra irlandesa, más bien me inclina­ bre, y un diminutivo del mismo presentaría inde­
ría yo a creer que son los celtistas los que debe­ fectiblemente en castellano el grupo -mbr-, ¿Exis­
rán revisar sus ideas, que séim es un latinismo, tió s e m e n en leonés? ¿algo como *la siembre?
con el sentido romance del vocablo. 50 J. Ruiz 1297c tiene en G y T «enbía derram ar la
semiente (si-) al ero», pero 5 trae «la siempre al
Semicircular, semicírculo, semicircunferencia, V. ero», que por cierto, es inaceptable métricamente
cerco Semidiós, semidiosa, V. dios Semigola, (y aun 5 trae semiente en 747c y 748c).
V. gola El portugués antiguo semel se asemeja notable­
55 mente a la voz castellana que nos interesa, pero
SE M IL L A , palabra tardía, que no sustituye a puede ser semejanza falaz; frases como non houve-
simiente hasta el siglo X V II; teniendo en cuenta rom semel ’no tuvieron posteridad’ se encuentran
que los pocos ejemplos medievales se encuentran con frecuencia en los Livros de Linhagens del
en fueros de lugares de repoblación leonesa, y que S. X IV, p. ej. P M H Script. I, 174; por lo co­
en el dialecto mozárabe se decía xemínio, es pro­ 60 m ún es fem enino: semel lídima, ibid. p. 260. Falta
saber dónde se acentuaba: Leite de V. (R L frutales...») y de dos escritores eclesiásticos, Fon-
X X X V II, 18) y Cortesáo (Subsidios, s. v. lidimo) seca en 1596 («en la Parábola passada, dixo Chris-
creen que en la primera sílaba, Fig. da a enten­ to Señor nuestro, que ¡a semilla era su palabra»)
der la segunda; sólo en este caso se acercaría el y Fuenmayor, quien en 1595 le da el valor figu­
vocablo a nuestro semilla, pero es más sencillo ad­ 5 rado de ’causa de discordia’ : «Assí Pío asseguró al
m itir que viene de s e m e n , con disimilación de la Emperador, que no convenía, y que no con zelo
segunda nasal, como creen dichos autores y M -L., de reducción se lo pedían y aconsejaban, sino con
R E W , lo cual exige la acentuación inicial; aun deseo de semillas y de discordias entre los Cathó-
adm itiendo que esta opinión fuese errónea y que se licos»; comp. el uso de simiente en el mismo au­
tratara de semél, tampoco constituiría esta forma 10 to r: «como sabio acudió a cortar en hierba lo que
un buen apoyo para el supuesto e inverosímil * S E - fuera simiente de mayores males»; aunque es
m e l l u m , pues habría dado -elo en portugués; la anterior en varios años la Conq. Perú, del sevillano
pérdida de la -o sería inexplicable, a no ser que F. Jerez, en donde se le e : «siembran de regadío
supusiéramos un origen mozárabe, hipótesis sin en las vegas de los ríos, repartiendo las aguas en
apoyo objetivo en este caso1, que es preferible 15 acequias: cogen mucho mayz y otras semillas y
abandonar en vista de lo improbable de la existen­ rayzes que comen» (B, I I I d).
cia de * s e m e l l u m . Hemos de creer que se acen­ Ahora bien, y en conclusión, esta aparición tan
tuaba sémel y que viene de s e m e n , idea más pro­ tardía de un vocablo esencial, que ya llamó la
bable aún si atendemos al constante significado atención a R. Lapesa (citaba sólo un ej. del
traslaticio ’posteridad’, y al estilo genealógico a 20 S. X V III, H ist. de la L . Esp., 1.a ed., p. 206), es
que pertenece el vocablo, circunstancias que su­ realmente notable, y nos puede dar la clave del
gieren una trasmisión semiculta del lat. semen. problema, pues sólo se explica si el vocablo se
E n conclusión, hay que separar el port. sémel propagó desde un dialecto. Creo se trata de un
de semilla, y buscar indicios guiadores en la his­ mozarabismo, teniendo en cuenta su aparición,
toria de esta voz castellana. Llam a la atención en 25 completamente aislada, en un texto del S. X III es­
prim er lugar la fecha sumamente tardía en que crito en la provincia de Badajoz, el Fuero de U sa­
aparece en la lengua literaria. Es bien sabido que gre : «tod omme que metier ortolano en so orto,
en la Edad M edia y en el Siglo de O ro lo que déle asno e serón et a?ada pora estercolar; et el
se encuentra es simiente. Ya en Berceo (Oelschl. ortolano, de quantas semilias metiere, tome la mea-
cita docs. de 1192 y 1220): «fazié buena sem ien­ 30 ta d ; et de aquelas que so sennor metiere, tome
ta, buena semient senbrava, / la tierra era bueña, ende el quarto» (ed. U reña, p. 122). No es ésta
buen fructo esperava» S. M ili., 37a; esto o simien­ la única singularidad lingüística de este fuero, es­
te es lo que se lee en el Conde L uc. y en Juan crito en una zona recién reconquistada, pues en él
Ruiz, simiente en el glos. de Toledo, con e en abundan sumamente los arabismos, escasea la dip­
APal., ambas formas en N ebr., con i en muchos 35 tongación (orto, posta, boy, fore) y hay muchas
clásicos (vid. A u t. y Cej. V III, pp. 387-8); es formas dialectales coinciden con el leonés. Además
la continuación regular del lat. s e m é n t i s ’siembra’, del Fuero de Usagre figura tam bién semilias (quizá
’época de la siembra’, que en Columela ya apa­ plurale tantmn) en el de Béjar, fin S. X III y en
rece con el sentido de ’semilla’, y con éste sigue las tres versiones básicas del Fuero de Cuenca (G u­
siendo usual en portugués y gallego2 hasta hoy, 40 tiérrez Cuadrado, Fuero de Béjar, 1975, p. 428). En
y ha existido en it., oc. y cat. (ahí sustituido luego cuanto a semilia, el grupo li lo denuncia ya como
por llavor, para el cual vid. L A B O R ). En cast. es mozarabismo.
simiente la única denominación registrada por los U na brillante confirmación de la idea nos la
dicc. clásicos de N ebr., PAlc., C. de las Casas, aporta el glos. botánico del anónimo sevillano de
Percivale y Covarr., y es la única que aparece en 45 h. 1100, publicado por Asín, donde la neguilla re­
el Quijote; en la actualidad sigue siendo la deno­ cibe el nombre de sem inyo m áyro (en otro pasaje
minación popular en Aragón (oido en Sariñena), semino máyro, con grafía más imperfecta o forma
semente en el Occidente de Asturias (Acevedo-F.) más arabizada), con la traducción árabe ’semilla
y ciertam ente en otras partes. negra’ (p. 271). Está claro que aquí tenemos un
Para empezar a encontrar ejemplos de semilla 50 nuevo representante del lat. arcaico s e m í n í u m , qu;’
hemos de llegar hasta textos de fecha sumamente Plauto emplea en el sentido de ’semilla’, y L u ­
ta rd ía : en 1607 registra O udin «semilla: sémence, crecio y Varrón con el de ’raza de animales’ : has­
pépin, graine» (y le im itan lexicógrafos posteriores, ta ahora no se le conocía otro descendiente que
como M insheu, en 1623); lo emplean el andaluz el campid. semingu ’siembra, acción de sem brar’
Góngora en 1614 («de la semilla caída / no entre 55 (M. L. Wagner, Das Landliche Leben, p. 9), pero
espinas y entre piedras...», ed. Foulché II, 198) está claro que del plural s e m i n í a sale semilia o
y el mejicano Ruiz de Alarcón algo más tarde semilla por disimilación (el influjo de sembrar, si­
(vid. el dicc. de D enis); A ut. y Cej. dan ejs. de miente, etc., impidió que se disimilara la m , ocu­
muy entrado el S. X V II; los más antiguos son de rriendo lo mismo que en el port. sémel)1. Según
B. L. de Argensola («las semillas crecientes, los 60 Vigón (s. v.) semenhar se dice en el portugué';
de Castelo Rodrigo (distr. de Leiria, al N orte de t ía (fr. semence, cat. semenga, etc.); semencera
Lisboa) en el sentido de ’sembrar’, otro derivado [h. 1600, J. de T orres, Cej.]; jimenzar arag. ’qui­
de la misma palabra. tar la simiente del lino o cáñamo’ e x - s e m e n t - i a r e .
D e la discusión acerca de semilla puede elimi­ 1 A ello se opone además el género femenino,
narse completamente el supuesto fr. ant. semille 5 que se explicaría sin dificultad en u n neutro en
(con su derivado m oderno sémillant ’movedizo’), - e n pero no en - e l l u m ; sería preciso recurrir a
pues semille no parece tener otro sentido que el un influjo del sinónimo semente.— 2 Desde la
de ’astucia’, ’mala pasada’, ’argucia’, semilleus Gral. Est. 4.34 y M irSgo. 60.19.— 3 L a I pudo
’inquieto, caprichoso’. Hay que abandonar defi­ dar i aun en cast., comp. t í n S a > tiña, pero en
nitivamente la idea de relacionar el fr. semille con 10 nuestro caso será rasgo mozárabe. Es probable
s e m e n ; sea imaginando un * s e m i n i c u l a (Jeanroy, que el uso de s e m i n i a fuese ajeno al mozárabe
Rom. X X X II, 301), o u n * s e m i n i a r e (M -L., oriental, pues en la prov. de Almería sólo semien­
R E W 3 7089, quien rechazaba la idea en su 1.a ed.), te es popular, y tampoco hay huellas de aquella
o partiendo del verbo, muy raro en la E dad M e­ palabra en Valencia ni Baleares.
dia, semiller, como derivado de semer ’sem brar’ 15
(como admiten Gamillscheg, E W F S , y Bloch). Es Semillero, V. semilla Seminal, seminario, se­
evidente que la combinación jaire male semille, minarista, seminífero, V. sembrar Sem inim a, V.
faire tel semille, merveilleuse semille, ’hacer una menos Semiología, semiotecnia, semiótica, V.
mala pasada’, nos aleja completamente de la fami­ semáforo Semipedal, V. pie Sem itono, V.
lia de s e m e n , y da la razón a Spitzer (A S N S L 20 tono Sem o, V. semi-
CXX V II, 156) al proponer como étimo s i m í l í a ’si­
mulaciones, apariencias’ (de donde tam bién el bre­ SÉM O LA , del lat. s í m i l a ’flor de la harina’;
tón de Vannes semelh ’fantasma’); esta base la­ el castellano recibió este vocablo del catalán o del
tina, plural del sustantivo s i m i l e ’comparación’, italiano, lo que explica la forma fonética. 1.a doc.:
es irreprochable, y de hecho nos consta su em ­ 25 sémula, A Pal.; sémola, 1525, Rob. de Ñola (trad.
pleo en el bajo latín eclesiástico, gracias a las glo­ del cat.), p. 81.
sas de Silos (S. X), donde similia aparece repe­ «.Colliride son panes quadrados fechos de sé­
tidamente con el sentido de ’apariencia, vestidura’ mula con olio» 846j «la sémula cocha en miel y
(M. P., Orig., pp. 23, 25, n.° 259, 309). D el len­ en aceyte requema a causa de la grossura y de la
guaje de la predicación, jaire male semille pasó a 30 dulzor» 338d. N o está en N ebr., pero sí en Co-
la boca del pueblo, conservando la í por su ca­ v arr.; O udin: «sémola: la puré farine du gros
rácter culto, y tomando luego acs. secundarias; froment, la fleur, il se prend aussi potir le plus
el sentido de ’raza’ que le atribuye con dudas p u r du son de la farine, que l’on nomm e á París
God. no parece existir realm ente; el otro es, en des recoupes; de la semole, farine de from ent ac-
cambio, muy frecuente desde G autier de Coincy 35 commodée avec saffran et oeufs, dont se fait une
hasta Froissart, y de ahí se derivó secundaria­ sorte de bouillie»; A ut.: «el trigo candeal desnu­
m ente boine semille en L ’Escoujle (’buena índole’, do de su corteza», con cita de Laguna (1555), y
y no ’buena raza’), y belle semille, aisladamente en «el trigo quebrantado a modo de farro, y se guisa
una crónica belga, es el único caso donde llega como él» con cita de D . Gracián (h. 1540). L a
a valer ’buen linaje, buena especie’ (no ’raza’ ni 40 ac. «pasta de harina de flor reducida a granos m uy
’semilla’), a lo cual, por lo demás, quizá no sea menudos y que se usa para sopa» no la veo hasta
ajeno el influjo de semence. L a forma semile (h. el S. X IX (Acad. 1884, no 1843), fecha tardía,
1200, Jean Bodel), asegurada por la rima con pile seguramente explicable por diferencias cronológi­
y devile, forma inexplicable con toda etimología a cas en la fecha en que se extienden en el comercio
base de un derivado de s e m e n , corrobora firm e­ 45 corriente las varias aplicaciones del producto así
m ente la etimología semiculta s i m i l i a . Por otra nom brado: Sarm. (CaG. 223r) califica sémola de
parte, sea de ello lo que quiera, nada tiene esto «cast. antiguo». Comp. Cej. V III, § 71. El lat. s í-
que ver con el cast. semilla. m I l a ’flor de harina’ es voz de origen incierto,

D e r i v . Semillero [Acad. ya 1817]. Asemillar chil. que aparece en la baja época, en Celso y en un
’cerner (las plantas)’. Derivados de simiente. S e­ 50 lemma de M arcial; el derivado similago ya está
mental [S. XV, Refranes que dizen las Viejas, vid. en Plinio.
Cej.]. Sem entar ’echar la simiente’ [S. XV, vid. H a dejado s I m í l a descendencia genuina en
Cej.]; gall. y trasm. sementar ’sem brar’ : «semen­ varios romances, it. sémola, oc. ant. sémola, sem ­
tar a vida no mundo» (Castelao 258.11), no ajeno bla, semol, cat. sémola [1489, Ag.] ’sémola’, port.
a Portugal, aunque anticuado y ya en gallego del 55 sémea ’salvado m enudo’; en gallego habría una
S. XIV (Gral. Est. 8.7, 8.12, 277.7). Sementero forma como ésta, de donde *semión > simón ’el
[A u t.]. Sementera [APal. 3126; h. 1590, Acos- primer salvado que se obtiene de la harina de
ta, Cej.]. Sem entino; sementina ’simiente’ ant. trigo’ (Valí.), pontev. pan de xim ón «pan de la
(1589, J. de Pineda, Cej.). Sim ienza ' [semienta, segunda suerte» (Sarm. CaG. 223r). En cast. el
Berceo; ejs. clásicos er. Cej.], del lat. vg. * s e m é n - 60 resultado normal habría sido *sembla, mientras
que la forma sémola corresponde bien a la fonética Andalucía sencido, -ío, o malamente sencillo se
histórica del cat. (comp. trémol ’tiemblo’, gémola aplica a los alcaceres, rastrojos y pastizales antes de
’yema’, etc.), el oc. y el it.; el cast. debió de to­ entrar el ganado a pastar: «entró la piara de ca­
marlo de uno de estos idiomas, probablemente el bras en lo sencido», «sin decir oxte ni moxte, se
prim ero; es cierto que en el texto de San Isidoro 5 entró con sus ovejas en lo sencío», «toda la ras­
los antiguos mss. K y N traen la variante simóla trojera que le arrendó era de sencillo», y figura­
(E tym . X X, ii, 20), y así no puede descartarse del dam ente ’asunto claro u otra cosa respetable que
todo la posibilidad de que existiera una forma * sl- alguien pretenda destruir’ : «se metió en lo sen-
m O l a en latín vulgar, de la cual podría venir sé- cío y quedó burlado» (AV). T am bién salm. cen­
mula por vía semiculta, pero habiendo de ser éste 10 cío, soriano sencido y cencido ’(prado) no segado
el modo de trasmisión, se esperaría que se hubiese ni pacido’, arag. sencío aplicado «al pasto que está
tomado la forma clásica. De todos modos el prés­ sin recoger por el ganado y tam bién a la m ujer
tamo es más probable tratándose de un artículo virgen» (Jordana) (no conozco u n port. cencido a
comercial; el fr. semoule y el ingl. sémola son que se refiere G . de Diego).
también préstamos, tomados del it., pero en cuanto 13 L a etimología de Leo Spitzer (R F E X III, 116)
al cast. es más probable partir del idioma vecino, no es que sea absolutamente segura, pero es
sobre todo teniendo en cuenta la fecha. verosímil (la ha aceptado M eyer-Lübke, R E W 3
7566a): sen d d o sería el lat. SA N C ITU S, que ade­
Sem orguyo, V. somorgujo Sem oviente, V. más de ’estatuir, consagrar, establecer’ ya significa­
m over Sem piterna, sempiterno, V. siempre 20 ba ’prohibir’ y ’castigar’ en latín clásico: «erranti
viam non m onstrare, quod Athenis exsecrationibus
SEN, tomado del lat. farmacéutico sene y éste publicis sa ndtum est», «incestum pontífices supre­
del ár. sana' id. 1.adoc.: 1518. mo supplicio sandunto» Cicerón, etc. Luego p r a -
En la ed. de esta fecha del Lilio de M edicina de t u m s a n c Í t u m ’prado prohibido’, ’aquel que per­

G ordonio, f°62v°: «desque esté el hum or con xa- 25 manece intacto’, y comp. las frases andaluzas arri­
rabes digesto / e ayudas do entren epítim o y sen, ba citadas y el cast. dehesa d e f e n s a ’prohibida’.
/ con píldoras indias les purguen m uy presto». Es, pues, uno de tantos arcaísmos latinos jurídicos
Laguna en 1555 emplea la forma sena, que es tam ­ y de toda índole, que se han salvado en castellano.
bién la que recoge O udin («du señé, herbe médi- A nteriorm ente había propuesto C. Michaélis
cinale»), mientras que Covarr. y A u t. prefieren 30 (Mise. Caix, 113ss.) relacionar con s í n c e r u s ’en­
sen; port. sene, fr. señé, it. sena; el cat. senet, tero’ (y tam bién con sendllo); G arcía de Diego
quizá sea forma tomada directamente del árabe, insistió fuertem ente en esta etimología (RFE V II,
sin interm edio latino, mientras que el cast. sen es 117-8) negándose a aceptar la de Spitzer (R F E XV,
evidente cultismo, diferencia que puede explicar­ 233-4), con razones tan dudosas como la de que
se porque según J. Texidor (Flora Farm., 593) esta 35 la a latina no podía cambiarse en e, y de que era
planta se emplea como purgante sólo en Cataluña violentar el sentido de s a n c í t u s ’sancionado’ ha­
y reinos de Valencia, Aragón y Andalucía. El ár. cerle significar ’prohibido’ : en realidad, como ya
sana’ suele ponerse entre las voces formadas con he dicho, la ac. ’prohibir’ (y luego ’castigar’) es
la raíz sana(y) ’regar’ y ’preparar’ (Dozy, Suppl. I, ya muy clásica. Sin embargo, una pequeña parte
695a). 40 de razón podemos reconocer a G . de Diego, en
D e r i v . Diasen ( c o n e l p r e f i j o c u l t o dia-, e m p l e a ­ el sentido de que *sancido se cambiaría en senddo
d o e n re c e ta s ). bajo el influjo de su sinónimo sencero ’no pacido’
(que es lo que vale hoy en la L ite ra : Coll A.),
Sen, V. sentir Sen, V. sin y sien Sena, arag. cencero ’prado no pacido n i hollado’ (refrán
V. sen y seis Senada, V. seno Senado m., V. senil 45 citado por el D H ist.), cat. sencer ’intacto’, proce­
Senado ant., adj., V. sentir Senadoconsulto, se­ dentes de s í n c e r u s , pero sería incomprensible que
nador, senaduría, V. senil Senagua, V. enagua sencero se hubiese convertido en sen d d o por «cam­
Senara, V. serna Senarero, V. serna Senario, bio de sufijo» cuando la terminación -ero es fre­
V. seis Senatorial, senatorio, V. senil cuentísima en el idioma1. Comp. E N C IS O .
50 1 El Sr. G . de Diego mezcla ahí otras palabras
SE N C ID O , ’intacto, que no ha sido aún cor­ de etimología muy diversa, como C E N C E Ñ O ;
tado ni pacido’ origen incierto, probablemente del tam bién es dudoso que el salm. chancero ’pan de
lat. s a n c í t u s ’prohibido’. 1.a doc.: Berceo. buen sabor’ tenga relación con esto.
«Por poco fuera toda Frómesta consumida, /
Castro entre las otras no remaso sencida» 5 . M ili., 55 S E N C IL L O , del lat. vg. * s í n g é l l u s , d im in u -.
389, «iendo en romería cae?í en un prado, / verde tivo de s í n g ü l u s ’uno cada vez’, ’uno solo’. 1.a
e bien sencido, de flores bien poblado» M il., 2c. doc.: fensillo, Cortes de 1268 (I, 68); senziello,
Todavía hoy en ciertos pueblos de la Rioja Baja h. 1250, Setenario f°9v°; 1288, Acedrex, 322.15.
sigue empleándose para calificar el estado de los En Juan R uiz: «por el su garnacho tenía tetas
prados, nos informa Cillero (B R A E II I, 309). E n 60 colgadas, / dávanle a la fin ta pues que estavan
dobladas, / ca estando semillas dar l’yen so las m ostró G . de Diego, R F E X II, 7, comp. coyunda
yjadas» 1019c, «tú despoblaste, M uerte, el cielo e nav. cendea c i n g u l u m , y quizá es­
c o n ju n g u l a ,

sus syllas, / ... / feziste de los ángeles diablos e pundia; no hay por qué adm itir influjo de dos,
renzillas, / escotan tu m anjar a dobladas e sen- como han sugerido algunos; para el disparate con­
zillas» 1555d. T am bién está en el Conde L uc., y 5 sistente en dar a sendos el valor de ’grandes, fuer­
desde entonces aparece en autores de todas las tes’, ya algo antiguo (Forner, Zorrilla) y debido
épocas, pues es voz de uso general. En la Edad a la desaparición del vocablo en la lengua hablada,
Media, las dos sibilantes sufren toda clase de di­ vid. Cuervo, A p .7, p. 525; D isq., 1950, 168, 323,
laciones y metátesis, de donde (s)sen$iello en las 437*.
Cortes de 1301 y 1312, (enziello en las de 1317 10 Señero ’solo, solitario’ [Cid; Berceo; Lucano
(I, 148, 210, 306), (ensillo en el R ím . de Palacio, de Alf. X (Almazán); A pol.; J. Ruiz; Gr. Conq.
139. El norm al (s)senziello está ya en las Cortes de Ultr., 466; Sem T ob, copla 480; Castigos de
de 1288 y 1307 (I, 104, 187); sem illo en APal. D. Sancho, 113; Revelación de un ermitaño, copla
213d, 275d, 455d, y en N ebr. («cosa n o doblada, 4; señeramente ’singularmente’ APal. 283b, ata­
sim plex»); comp. Cej. V III, § 40; ast. cencillu 15 cadamente y señera APal. 123d; lo emplea N ebr.,
’que tiene menos cuerpo de lo regular’ (V). Este «abispa que buela señera: pseudospsce», aunque
vocablo es patrim onial del cast. y el port., donde lo olvida en el orden alfabético; por entonces em ­
toma la forma singelo «simples; sincero; inocente, pezaría a anticuarse, falta en Covarr., aunque no
inofensivo», gall. s e n x e l o el área de esta forma en Percivale ni Oudin, es ajeno al léxico de G ón-
llega hasta la Sanabria occidental: siiéla en H erm i- 20 gora, y Cervantes sólo lo emplea en la perífrasis
sende, frente a QenQila en Calabor y sinQyéla en solo y señero: Quijote, Cl. C. I, 253n.; La Gita-
Rionor (Homen. a M . P. II, 125); el catalán no nilla, p. 79; Persiles III, cap. 6; los académicos
poseía históricamente el vocablo, pero lo tomó del de A ut. no lo entendían bien, pues le achacan en
cast., en fecha no reciente, pues lo pronuncia sen- Juan de Mena la ac. ’el que hace señas o las da
zill con z sonora, y está hoy completamente arrai­ 25 de alguna cosa’]5, del lat. tardío s I n g ü l a r I u s ’soli­
gado, aunque es ajeno a los textos medievales2. tario’, como indicó M . P. (Rom. X X IX , 370-1,
Demostraron esta etimología Cornu (Rom. IX , con el ant. señerigoY; señerdad ant. ’soledad’
137) y C. Michaélis (vid. R E W 7938); no es posi­ [-dat, med. S. X III, Buenos Prov., 25.15], ast.
b le fonéticamente partir de un s i m p l i c - e l l u s , ’im presión de pena’, propiamente ’nostalgia’, que
s e g ú n quería Diez (W b., 486). Aun cuando * s i n - 30 es lo que vale señerdade en Zamora (R F E V, 42)
gellus no está documentado, casi lo está una y señardade en M iranda de D uero (Philol. Mirand.
l i g e r a variante s i n g i l l u s , pues de ahí vienen s i n - II, 33).
g i l l a r i u s ’aislado, ú n i c o ’, empleado por T ertulia­ Cultismos. Singular [Berceo; APal. 146d, 372b,
n o , y el adverbio s i n g i l l a t i m , que es clásico. No etcétera], de singüláris ’único, solitario’; singula­
t i e n e que v e r con s i n g e l l u s el port. sincelo ’ca­ 35 ridad [S. X V II, Aut.]; singularizar [id.]. Single
rámbano’ (contra la opinión de Gon<p. Viana y [falta aún Acad. 1884], del ingl. single ’solo’.
M -L., R E W ), al que este origen no convendría 1 «Ista senxela léria deixoume amaiado» Cas­
fonética ni semánticamente; V. C EN C E Ñ O . telao 183.19.— 2 El prim er testimonio que conoz­
Hay un curioso duplicado en Galicia, enxel, co está en un anuncio de un fabricante de in ­
debido a que en aquel país, donde se ensordeció 40 dianas de princ. S. X V III; abunda en anuncios
centurias atrás la s sonora, as (s)enxelas almas posteriores del mismo siglo y de la misma na­
suena casi como as enxeles... (ambas voces tienen turaleza (Carrera Pujal, H ist. Polit. y Econ. de
variante con e y con i ante la n) :■ «deixando es­ Cat. en los SS. X V I -X V III, IV, 148ss.), pero
tremecidas as almas enxeles» (Castelao 224.2f.); dudo que sea préstamo especial de esta industria,
otros, en acepciones algo diferentes: «lo que no 45 que se desarrolló sobre todo en esta época, pues
es doble; lo que está más delgado que lo regular» la z sonora indica una fecha anterior.— 3 En cam­
(Valí., que en cambio no trae en absoluto senxelo bio es senllos la forma del gallego antiguo
ni ci-), «fino, de poco cuerpo» (Lugrís). (M irSgo. 136.5, 14, traduciendo singulos); m u­
D e r i v . Tirar del carro a cincielles ast. ’c o n u n a chos ejs. en las Ctgs. (vid. M ettm ann), donde
sola yunta’ (V). Sencillez [APal. 123b; N ebr.; 50 por lo demás también vemos una vez senos.—
-zilleza, APal. 9d]. 4 Con abundante documentación clásica de la ac.
D el prim itivo s ín g ü l o s ’uno cada uno’ : sen­ correcta. Como en el cast. de Bilbao es popular
dos [1219, Fuero de G uadalajara; la misma forma sendo para ’fuerte, robusto, corpulento’ (Arriaga),
en docs. de 1063 y 1102 citados por Oelschl. re ­ parece que al menos en parte se debe el error
queriría com probación; sendas bragadas en Juan 55 al influjo del vasco sendo ’fuerte, firme, largo,
de M ena, R H IX , 252, y general desde entonces, alto, m ucho’, común a todos los dialectos de E s­
APal. 533d, N ebr. «singuli», etc.], ant. senos (Cid; paña y al bajo-navarro, que n o parece tener re­
Berceo, M il., 873d; Alex., 1702): el tratam iento lación con el sendos romance. Para la locución
(seguramente evolución de *senloss, como andar de. vulgar sendos huevos, vid. P. Espinosa, Obras, p.
am ’lar a m b u l a r e ) es puram ente fonético, como 60 194.24.— 5 Se restauró en literatura p o r la 3.a
y 4.a décadas del S. X X , y hoy hace furor, pero derado, el que anda corrido y acosado p o r sen­
son legión los que cometen el disparate señalado das» (de ahí esta supuesta explicación etimológica
en A u t., atribuyéndole el sentido de ’simbólico, pasó como definición a O udin, 1616, no 1607, y
representativo’ (la sobada figura señera). Valdría a otros diccionarios). H ay otras acs. más directa­
más enterrarlo de una vez, para que esta palabra 5 m ente relacionadas con el cast. sendero [«ache-
m uerta no siga inficionando y confundiendo las m iné, mis au sentier» O udin 1607; textos de Juan
ideas.— ‘ Comprueba la etimología el gall. ant. de Pineda, F r. F . N úñez y autores modernos en
senlheiro, R L X X IX , 28n; aparece con frecuen­ DHist.], que son debidas a u n influjo secundario
cia en las Ctgs. (V. glos. de M ettm ann) y en los de esta palabra. H ay otra pista etimológica, que
M irSgo. 124.24, 146.26 (traduciendo lat. solus), 1« será falsa según todas las apariencias; sin em bar­
setüleiramente 58.27. Empleado aú n : «queda-se go, quiero señalarla para evitar rodeos a la fu­
senlleiro a m irar a sua obra» Castelao 227.23. tura investigación. E n el R im . de Palacio, 285c
se lee: «entre todas las cosas sea siempre guar­
SEN D A , del lat. s e m i t a i d . 1.a doc.: d o c . d e dada / la grant pro comunal de la tierra lazrada, /
1207 (Oelschl.). 15 ca en tanto fué Roma de todos señoreada, / en
«Como andaluz / tom é senda p or carreras J. quanto así non fizo; después yaze abaxada» (aná­
R uiz 116d, «creo que otros muchos siguirán por logamente en E). ja n e r enm ienda ondrada en su
esta senda» id. 1699á; tsenda o sendero: semita» ed., enmienda inadmisible, pero en su glosario
N ebr. D e uso general en todas las épocas; repre­ dice, con referencia a esta copla, tsendrear:
sentado en todos los romances de O ccidente; 20 afligir, castigar»; evidentemente Janer, o el co­
comp. Cej. V III, § 68. E n M urcia se conserva en pista del S. X V III, de cuyo texto se sirvió,
forma m ozárabe: xenta o senta en los pueblos del leerían en el ms. sendreada en vez de señorea­
partido de T otana, chenta en Archena, chinta en da, pero Janer se decidió posteriormente a co­
Blanca (G. Soriano, p. lxxxiii). rregir el texto. Ahora bien, la lectura sendreada
D eriv . Sendero [semedeiro¡ doc. leonés de 1119; 25 sería preferible m étricamente a señoreada, el cam­
semitero, 1063 y 1140; semdero 912, 964 y 1044; bio fonético de señoreado en sendreado sería tan
sendero 1059, vid. Oelschl.1; Berceo; N ebr., etc.], posible y norm al como el de p i g n o r a r e peñorar
derivado com ún con el cat. sender y el fr. sentier; en pendrar (luego prendar), y sería fácil de con­
sendera an t.; el lat. s e m i t a r i u s , a que correspon­ cebir que sendreado ’dominado, oprimido’ se cam­
de sendero, era solamente adjetivo con el valor 30 biara en sendereado ’agobiado’ por un leve cam­
’que va por semitas (sendas o callejones)’, pero en bio de matiz y una anaptixis de tipo corriente; la
romance se diría c a m i n u s s e m i t a r i u s ’camino a forma de Percivale tasendrado: troaden as a pa-
modo de senda’, luego sustantivado; el primitivo the» parecía apoyar esta sospecha, suponiendo
valor adjetivo lo conserva el port., donde sendeiro una definición tendenciosa, aunque es más pro­
se aplica al caballo o burro viejo y ruin (por ser 35 bable que sea mera errata. Para aclarar la cues­
el traído o llevado por sendas y no por el camino tión pedí a mi amigo Rafael Lapesa que con­
real; secundariamente ’individuo despreciable’), ya sultara el ms. N del R im . de Palacio, y él me
documentado a med. S. X V I (M oraes); este sig­ contestó desvaneciendo sabiamente mi sospecha:
nificado, pronto eliminado en cast. a causa del «sendreada es una errata de lectura. El ms. N ,
triunfo de sendero = senda, debió de existir, sin 40 único utilizado por Janer, hace muy curvo el tra ­
embargo, en el idioma arcaico, pues de ahí deri­ zo de la tilde abreviatoria de nasal, hasta el p u n ­
vará el verbo asenderear y su participio asenderea­ to de que el extremo viene a caer sobre la letra
do ’agobiado de trabajos o adversidades’ [Quijote siguiente, tocándola m uchas veces; así la tilde de
I, xxv, Cl. C. II , 295.25 «la pena que m i assen- sennoreada, tocando a la o, da una primera im ­
dereado corazón padece»; II, xlviii, V II, 214.11, 45 presión de d; pero fijándose uno advierte que el
la D ueña Dolorida reconoce que su «hábito de comienzo del trazo es fino, y el contacto con la
dueña aniquilada y assendereadan forma contraste o no completo, m ientras que en las d el trazo es
con su gran linaje; II, lv, V III, 14; «a nadie le grueso desde su arranque, y se continúa sin in ­
cabía en la cabeza que pudiese ser galanteador... terrupción en la parte inferior. Vea V. la adjun­
un señor tan pálido, enclenque, melancólico y a.» 50 ta imitación hecha sobre el ms. [plenamente con­
Juan V alera; etc.], otras veces ’práctico, experto’ vincente]; junto a sennoreada van non, onrrados
(que conoce las sendas) [h. 1530, F r. Ant. de G ue­ y mandado, con tildes análogas en vez de las
vara, D H ist.; «-rado or -reado, rare, excellent» nn, y tam bién mucho con la tilde o trazo usual
1591, Percivale], «senderear, quasi semita agito» sobre la ch. He visto tam bién los ficheros del an­
N ebr.2. 55 tiguo Centro de Est. Históricos, donde no hay
1 Además las formas latinizadas semedarium ninguna papeleta de sendreado ni asendreado.
L eón 947, M . P., Orig., 185 (y otras citadas en Tam poco en los de la Academia. Respecto a la
las pp. 81 y 319-20); semitario, a. 1049, Escalona, medida del verso, aparte de que el rigor métrico
H ist. de Sahagún, apénd. 3.— 2 Es forzada la ex­ del Canciller no es siempre igual, abundan los
plicación semántica de Covarr., s. v. senda: «asen- 60 casos de sinéresis — no en balde era vasco Aya-
la— ; la escansión enseñorgar se da en N 1344c caica : Félez M uñoz al encontrar desmayadas a las
(E 1266), en una parte de versos de 16 sílabas; hijas del Cid, logra despertarlas y hacerlas poner
además concuerda con los yerros sean estrema­ sentadas: «tanto las rogó fata que las assentó» v.
dos, sean por nós examinados, hemistiquios oc­ 2803. Éste es el único ej. en este poem a; ya abun­
tosílabos (N 1339); por deseos flacos e viles (E 5 da en Berceo y otros textos de la prim era m itad del
1606); sola tiene deseada (E 1815); que peor es S. X III, aunque ahí sólo figura como verbo tran ­
este pecado (E 1746); e so el poderjó de Saúl sitivo, o en el participio assentado; la construcción
(N 1576); hay más casos (concluimos, creer, en- reflexiva es menos frecuente en los SS. X III
bjé, señor¡ó, etc.)». y X IV , pero ya hay algunos ejs. desde el princi­
10 pio, p. ej. en la Disputa del Alm a y el Cuerpo:
Sendera, V. cendal Sendos, V. sencillo S e­ «cuando ivas all elguesia assentávaste a conseja» (v.
ne, senectud, V. señor Señera, V. serna Se­ 19). D esde entonces se encuentran ya las varias
nes, V. sin Senescal, senescalado, senescalía, se­ acs. m odernas; vid. Cuervo, Dicc. I, 682-90. El
nil, V. señor aparente primitivo sentar es mucho más tardío, y
15 no encuentro ejs. originales seguros hasta APal.
SENO , del lat. s í n u s , - ü s , ’sinuosidad, concavi­ («sentarse juntamente en u n logar», «estar senta­
dad, pliegue’, ’el pliegue de la toga’, ’el seno’. 1.a do:t, asedes se dizen en que se sientan» 91<J. 442d,
doc.: barga mozárabe trasmitida por un poeta del 443b); mientras que assentar, único registrado por
S. X I o X II (A l-A n d . X V II, 111); Berceo. N ebr., es m uy frecuente en todos los textos m e­
«Non tenié sanna vieja en seno condesada / nin 20 dievales (glos. de h. 1400; Cuervo, Dicc., etc.);
issié de su boca palabra desguisada» 5. Lor., 20c, lom óse a sentar en Conde L uc., ed. K nust 157.15,
Hay otros ejs., con los varios matices modernos, carece de todo valor (léase t. asentar o t. a asentar);
en Berceo, A pol,, J. Ruiz, etc., y es com ente en en Berceo tenemos una sola vez «Aviéme sentado
todas las épocas: «seno de vestidura: sinus» N ebr.; Dios en buena mesura» (M il., 753c) en el ms. A ,
Cej. V III, § 71. Para el grosero galicismo con­ 25 pero hay que leer assentado de acuerdo con I y la
sistente en atribuir a senos el valor de ’pechos, medida del verso; de todos modos esto indica que
tetas’, que no es raro en el S. X IX y hoy pulula ya algunos empleaban esta variante en el S. X IV ,
en América, vid. B R A E X III, 371-7. fecha del ms. A . Sea como quiera está claro que
D eriv. Senada. Ensenar [«poner en el seno» sentar es una forma tardía, extraída secundaria­
N ebr.]; ensenada [1502, W oodbr.; «ensenada o 30 mente de assentar; no hay que decir que la distin­
seno: seno» 1570, C. de las Casas; ejs. de h. 1600 ción entre el transitivo asentar y el reflexivo sen­
en A ut. y JalJ, comp. port. enseada [S. XV, Jal], tarse, que condena el uso de asentarse, es m oder­
derivado de seno en el sentido de ’concavidad’,' na (assentarse a la mesa N ebr., y frecuentísimo en
’golfo’, que ya es latino, y se documenta en el la E. Media), y todavía no respetada en el habla
S. XV (APal. 266b). El primitivo seio se ha con­ 35 popular americana.
servado con este sentido en portugués (O seio Lo mismo ocurre en lengua portuguesa, don­
Pérsico en clásicos) y en Galicia, al menos local- de Moraes sólo cita ejs. antiguos de assentar, y
m ente1. Coseno. Cultismos. Sinuoso [Góngora], de sentar consta allí y en Fig. como variante secun­
sínüdsus id.; sinuosidad. Insinuar [O udin; 1623, daria; en cat., donde persiste bien vivo el uso de
Góngora I I , 379; S. X V II en A u t.; no Covarr.], 40 seure s e d e r e y asseure’s, ni siquiera existe sentar
de insinuare ’introducir en el interior’; insinuación con carácter genuino (aunque algunos lo emplean
[O udin]; insinuador; insinuante; insinuativo. por castellanismo en las ciudades), m ientras que
1 «Es ensenada entre dos montes para p a sa r: el assentar es vivo y frecuente desde el S. X III (Set
seo de Aradelo para pasar el Suido» Sarm. CaG. Savis, vv. 1099, 2725, y frecuente en M untaner,
188u. 45 Eiximenis, T urm eda, Auziás M arc, etc.), aunque
casi sólo se emplea en sentidos morales y figura­
Senoga, V. acta Senojil, V. hinojo Sen­ dos, reservando el primitivo (as)seure(’s) para la
sación, sensacional, sensatez, sensato, sensibilidad, acción del cuerpo humano. N o existe propiamente
sensibilizar, sensible, sensiblería, sensiblero, sensi­ u n oc. assentar (de los dos testimonios, uno perte­
tiva, sensitivo, sensorio, sensual, sensualidad, sen­ 50 nece al italiano Zorzi, y el de Peire Cardenal pare­
sualismo, sensualista, V. sentir Sem a, V. senda ce errata por el corriente assetar a d s e d i t a r e , que
figura en el otro m s.); el logud. assentare parece
S E N T A R , voz común al cast. con los otros ser hispanismo1; se trata, pues, de una palabra
romances ibéricos y dialectos réticos y del N ordeste estrictamente iberorromance. L a forma con a- es la
de Italia; la única forma antigua parece ser assen- 55 primitiva desde todos los puntos de vista, pues
tar, que procede de un lat. vg. * a d s é d é n t a r e , de­ corresponde a un tipo de formaciones causativas
rivado de s é d é r e ’estar sentado’. 1.a doc.: assen- en - e n t a r e o - a n t a r e , muy extendido en la Pen­
tar, Cid; sentar, APal. y ya en algún ms. del ínsula Ibérica, y que en su mayoría empiezan con
S. XIV. a- (acrecentar, ahuyentar, apacentar, aparentar,
Assentar es frecuentísimo desde la época ar­ 60 amamantar, etc.). Verdad es que en el N orte de
Italia reaparece el vocablo en la forma sentar y va­ 482d, 417d] de s ü p e r s é d é r e ’sentarse ante algo’,
riantes análogas, siendo allí propia del Véneto, Fe­ ’abstenerse de ello’; sobreseimiento.
rrara, y Oriente lombardo, y en retorrom ance se Silla [siella, doc. de 962, Oelschl.3; Cid; Berceo;
extiende así a todo el territorio (aunque en la So- Apol., 400; Ale}c., 45, 105; silla Berceo, J. R uiz;
breselva es sólo transitivo, frente a SED ERE intr.) 3 ’silla de m ontar’, A lf. X I , v. 115*; Cej., IX , § 183],
—vid. Jaberg, A S N S L CXX VI, 372-3— , pero no de SELLA id. (de s e d - l a ) ; sillada; sillero; sillera;
nos consta lo que ocurría en estas regiones duran­ sillería ’conjunto de sillas’ [S. X V II, A u t.]; silleta
te la Edad Media, y además se trata de una zona [APal. 443b; N eb r.]; silletero; silletazo; silletín;
enteramente separada de la hispánica y sin duda sillete; sillico; sillín [Acad. S. X IX ]; sillón [Quijo­
independiente; para semejantes coincidencias ibe- 10 te]5 ; ensillar [«e. cavallo o muía: sterno, instem o»
ro-alpinas en las formaciones en -EN TA R E, vid. N ebr.], ensillado, ensilladura; sillar adj., bestias -es
Festschrift Jud 1943, p. 583. Más documentación ’las que llevan silla’ arg. [S. X V III, D raghi, F uen­
cast. en Cej. IX , § 183; sentarse ’detenerse de re­ te A m er., p. 42]; sillar ’piedra labrada en figura
pente un caballo’ arg., B R A E V III, 365; sentárse­ de paralelepípedo rectángulo’ [«s., piedra», N ebr.;
le a un caballo ’m ontarlo’ (A. Córdoba, L a Prensa, 15 ejs. S. X V II, A ut.]e; sillarería ’construcción con
28-IV-1940). sillares’ antic. [h. 1600, dos veces en F r. H . de
D eriv . Sentada y no asentada es la forma em­ Santiago, Cej. IX , p . 388], de ahí sillería id. [h.
pleada en cub. (Ca., 113); dar una sentada al ca­ 1600, Ant. de Cáceres]; sillarejo
ballo colomb. ’hacerlo parar cuando va con más Seo [Calderón, Las Tres Justicias en Una I I ;
violencia’ (Cuervo, A p .\ p. 478); arg. ’trecho que 20 seu id., E l Postrer D uelo de España I I ; falta en
se hace a caballo sin desm ontar’ (L. Barletta, L a A ut.; Acad. ya 1817, como arag.], especialmente
Prensa, 24-111-1940). Sentadero. Sentado [S. X V I, empleado en Aragón y en tierras de lengua c a t.:
M al Lara, A ut.]. Sentam iento. Asentada. Asentade- del cat. seu f. ’sede’, ’sede episcopal’, ’Catedral’, del
ro; -deras [Quevedo, D H ist.]; a (a)sentadillas; lat. s e d e s ’sede’; gall. ant. sey ’sede episcopal’
asentador; asentadura; asentamiento [Alfonso X , 25 (bis en doc. de 1266), por sé (J. L. Pensado,
D H ist.; tassiento o a., idem est» N eb r.]; asiento Acta Salmant. n.° 51, p. 76).
[med. S. XV, G z. M anrique, D H ist.; N eb r.; asien­ Los siguientes son cultismos. Sede 11595, Fuen-
tos de esclavo ’contratos reales concediendo el p ri­ mayor, A ut.; falta APal., N ebr., C. de las Casas,
vilegio de la trata negrera’ Ca., 136]; asentista. Percivale, O udin, C ovarr.; en Aragón se empleó
D erivados de s e d e r e ’estar sentado’ y su familia. 30 u na forma sied, -t, influida p or s é d e r e , que se lee
Para su prolongación romance seer, que en lo an­ en doc. de 1148, Oelschl., en los Fueros de h. 1300,
tiguo conserva el sentido etimológico, vid. SER-, T ilander, § 9.1, en el riojano Berceo, etc., R F E
y todavía vivo en gallego en el S. X V III ’sentar X X I, 405], duplicado culto del anterior. Sedar
bien’ : «esto a Pedro lie sé ben», «estos adornos [Acad. 1817, como ant.], raro, de sedare ’hacer sen­
lie sén lindamente», «tal vestido lie sé que recha», 35 tar o posar’, ’apaciguar’; sedativo [Acad. ya 1817];
«a este menino lie sén os olios que burgan» Sarm. sedante; sedación. Sedente o sediente, part. activo
CaG. 202r, y aun gall. sé en tal parte ’está allí’ de sedere; sedentario [Aut.], de sedentarius id S e­
(Sarm. CaG. 223r). Sieso ’ano [«coZus... el cabo dimento [Acad. S. X IX ]!, de sedim entum id .; se­
del intestino por do sale el estiércol, y tanto quiere dimentar; sedimentación; sedimentario. Sésil, de
dezir como el siesso» APal. 85b, 83b, 268b; Cej., 40 séssílis id. Sesión [1629, Corral, A ut.; no Covarr.
IX , p. 384], propiamente ’culo’, ’posaderas’, de ni O udin], de sessto, -onis, id .; sesionar neologis-
sE ssus, -Os, ’acción de sentarse’, representado en mo americano (no Acad.). Disidente [princ.
todos los romances de Occidente2 (R E W 7882); S. X IX , Q uintana, en Pagés], del part. activo de
variante m ozárabe: seso [Aut.] «calza de hierro díssídére, prop. ’sentarse lejos’, de donde ’estar
curva, a la cual se ajusta el puchero, sobre la losa 45 separado’, ’discrepar’ (disidir, ya Acad. 1843, es
del hogar, rodeado de lum bre, para que el puchero raro); disidencia [Acad. ya 1843]. Insidia [h. 1440,
se sostenga y no se derribe» (asi define Azorín A. T orre, Santillana (C. C. Smith, BHisp. L X I);
con referencia a M aqueda, prov. Toledo, L a Prensa 1613, Góngora II, 112; «embusches» O udin; no
de B. A., 14-VII-1940). Covarr.], de insidíae ’emboscada’, derivado de in-
Poseer [posseyir, doc. m urciano de 1274, y for­ 50 sidere ’instalarse en un lugar’; insidioso [1596,
mas análogas SS. X IV-XV , G . Soriano, p. 194; Oña (C. C. Sm ith); G óngora]; insidiar, raro;
-sseer, h. 1335, Conde Luc., ed. K nust, 283.8; insidiador; para el port. ensejar y gall. axexar,
N eb r.; Cej. IX , § 183], de PO S S ID E R E id .; po­ descendientes hereditarios de este verbo, vid. nota
seedor [Nebr.] o posesor [id.]; posesorio; poseído; a A C E C H A R . Obseso [Quevedo], de obsessus,
posesión [Berceo], posesional, posesionero, aposesio­ 55 participio de obñdére ’sentarse enfrente’, ’ase­
nar; posesivo [N ebr.]; poseso [Ata.], tom ado de diar, bloquear’ ; obsesión [Aut.; no O udin], de ob-
posséssus, participio pasivo de possidere; poseyen- sessio, -onis, ’bloqueo’; obsesivo; obsesionar, obse­
te; desposeer (ast. desaposiar, V). sionado, son m uy usuales p o r lo menos desde
Sobreseer [«expectare: sobreseer», «supersedere: princ. S. X X (faltan Acad.), y el prim ero es gene­
sobreseer, dexar, dissimular, diferir» APal. 147d, 60 ral y necesario (a pesar del dictamen de Cotarelo,
B R A E II, 560-1). Presidir [O udin; 1613, G óngo- sus congéneres réticos y catalanes, de origen cél­
ra II, 95], de praesídére ’estar sentado al frente’, tico (Jud, D onum Jaberg; V Rom . V, 295;
’proteger’; presidente [N ebr.]; presidenta; presi­ A S N S L C LX X I, 277).— 'T a m b ié n existe en
dencia [N ebr.]; presidencial, presidencialismo, pre- latín otra forma sedtmen ’sedimento, poso’, no
sidencialista; presidio ’guarnición que se pone a 5 menos documentada y más antigua que la otra,
una plaza’ [1570, M ármol], especialmente hablan­ que ha dejado descendencia popular en italiano
do de las de Marruecos, y como a éstas se envia­ antiguo y dialectal (R E W 7784). De ahí puede
ban los castigados, ’establecimiento penitenciario’ salir el gall. celme ’sustancia, jugo’ (Lugrís, Gram.
[Acad. ya 1817]: del lat. praesüdíum ’protección’, pp. 120, 152), ’gusto, esencia y jugo de algo’
’guarnición, puesto m ilitar’; presidiario [A ut.]; 10 (Carré), con d ’ m > Im, tal como en selmana,
presidiar. Residir [«hazer residencia, resideo» N e­ y c- por influjo de zum o que también tiene algún
br.], de reñdére id .; residente [APal. 228b]; resi­ uso gallego, aunque menos castizo, según L u ­
dencia [N ebr.]; residencial adj.; f., chil., ’pensión, grís.— 9 Descendiente semiculto del lat. residuum
casa de huéspedes’; residenciar. Residuo [adj. «re- parece ser el port. ant. ressío, que ha sido tam ­
liquus» N e b r.; m. ’lo que queda de algo’, S. X V II, 15 bién gallego, y que Valí, define en forma muy
Aut.], de reñduus ’que queda, que resta’, -iduum cercana a la originaria: «restos: lo que según
'resto, residuo” ; residual. Subsidio [h. 1435, J. de ley, deja fuera de un m uro el que cierra de sobre
Mena, A u t.; Oudin, no Govarr.]10, de subsídíum sí» [el que pone un cercado de piedra a su here­
’reserva de tropas’, ’refuerzo’; subsidiario [Aut.]. dad], De ahí se pasó a las varias acepciones p or­
Solio [Lope], de sdttum ’trono’, voz afín a se- 20 tuguesas: «logradoiro publico» (logr. = terreno
dere. contiguo a una vivienda y empleado para pasto
' El castellanismo assentare para ’anotar’ se em­ o muladar), «terreno robado o fruido em comum,
pleó en italiano en los SS. X V I-X IX (y de ahí pelo povo», ’terreno baldío, estéril’ (M oraes); y
pasó como término m ilitar al alemán, M L N de ahí, en general, ’terreno libre y espacioso’, por
L XX IV , 128); también napol. sentarsi, e it. 25 lo cual se ha concretado a designar plazas públi­
assiento «stabilimento» (Zaccaria), cuyo diptongo cas en poblaciones, y hay una do Rossío muy
denuncia inequívocamente el préstamo.— 2 El cat. conocida en Lisboa. El paso de re- a ro- se ex­
sés id., se emplea en calidad de préstamo, en plica en parte por confusión verbal con rocío
Aragón y M urcia. Ciezo vale «mujer mala» en (meteoro), pero sobre todo por la etimología
Cádiz (Cej.); gall. cenzo ’ano’ (Carré), alteración 30 popular resultante de que tantas veces se rozan
de *seso o senzo (que dan otras fuentes) por o roturan los baldíos. En portugués es palabra
influjo del adjetivo empleado en día cenzo ’día documentadísima, desde el S. X III hasta fin de
de niebla, oscuro’ (Carré) que procede del lat. la E. M edia y bastante más allá; por lo común
c I n í s i u s ’ceniciento’ (por asimilación interdental los documentos medievales traen ressío (resío),
en la forma norm al *censo), cf. el vulgar ojo 35 pero uno, publicado en las Dissertafoes Chron.
moreno para el ano.— 5Las formas sedilia 929 de J. P. Ribeiro, da todavía «resilium, quod...
y seyja Berceo, que cita este autor vienen de resio vulgariter appellatur», donde queda m e­
s e d í u a , plural de s e d í l e ; vid. S E L . — 4 ’Asiento, moria de la pérdida de una consonante intervocá­
estado, condición’ : «¿cómo estás enajenado? / lica tras la vocal tónica; en los siglos renacen­
¿Qu’es de tu silla primera?», Farsa de Alonso 40 tistas se generaliza allí la variante rossío (docu­
de Salaya, S. XVI, ed. Gillet, p. 45, v. 973. mentación en Moraes, en Fig. y en Cortesao, Subs.,
’T rono’ T irso, L a Prudencia en la M ujer II, s. v. ressío, resio, rocío). En Galicia señala Sarm.
xix, ed. Losada, p. 233.— 5Caballo sillón ’el bastantes pasajes en escrituras monacales de los
que lleva silla’ arg. (Inchauspe, L a Prensa 1 4 -X I- SS. XV y próximos como «casas, viñas e here­
1943); sillonero id. id. (F. E. M endilaharzu, L a 45 dades, e montadegos e resios e arvores e devesas
Prensa, 13-X-1940).— * El port. nos m uestra cómo e salgueiras, onde quer que vaan» (a. 1466 junto
pudo desarrollarse esta a c .: silha «pedra, em que a Vigo, CaG. 86r, otros en 69r, 70v, 88v, 13Ir).—
a s s e n t a o cortijo das abelhas», que en la ac. 10 ¿De ahí susidio ’inquietud, zozobra’ [Acad.
’serie de colmenas’ ya se documenta en el S. XV 1925, no 1884]? Palabra mal conocida.
(M oraes); silhar ’sillar’. Estas piedras constituyen 50
las bases en que asienta un gran edificio. El port. Sentencia, sentenciador, sentenciar, sentención,
silha no parece ser castellanismo, lo mismo por sentencioso, V. sentir
la fecha que por su sentido especial; probable­
m ente vendrá de s e d i l i a (vid. SE L ); entonces el S E N T IC A R , derivado del lat. sentix, -icis, ’zar­
que más bien podría ser portuguesismo es el cast. 55 za’ ; ha de ser mozarabismo o voz semiculta. 1.a
sillar, o bien serán formaciones paralelas e inde­ doc.: Aut.
pendientes.— ’ El mozárabe xilyár o xilyéro ’espe­ Explicado ahí «el sitio o terreno que produce
cie de surco para plantar o sem brar’, que Simo- abrojos o espinas; tiene uso en la Andalucía».
net documenta en el S. X II, no tiene que ver Este detalle y el sufijo sugieren más bien una re­
con sillar ni silla, sino con el fr. sillón ’surco’ y 60 liquia mozárabe que u n cultismo. D el uso popu­
lar del lat. tardío sentix, -icis1 (clásico sentís) en y sentir valía solamente como expresión genérica
España son testimonios los nombres de lugar ca­ que incluía cualquier vaga y amplia percepción por
talanes L a Sentiu y Sentigosa; del mismo parece los sentidos2, incluyendo el del oído, y aun con
derivar el landés sentiége «mauvaise herbe parm i predom inio de éste, pero con idea de vaguedad
les grains; chiendent» (M étivier, Agriculture des 5 (comp. sentir «ouvir vagamente» en port.), esto
L ., p. 740). es lo que en últim o análisis resulta de la gran
1 Así en San Isidoro, Etym . X V II, vii, 59, y en mayoría de los textos clásicos que suelen citarse
el H erbario del seudo-Apuleyo. (particularm ente Conde L u c., ed. H z. U reña, p.
64; Quijote II, xliv, Cl. C. V II, 139 — obsérvese
Sentido, sentidor, sentimental, sentimentalismo, 10 la distinción sintió y oyó; Coloquio de los Perros,
sentim iento, V. sentir Cl. C., p. 214), pero otras veces el matiz com­
prensivo o de vaguedad es poco perceptible, y se
S E N T IN A , del lat. s e n t i n a ’sentina de nave’, tiene la im presión de que muchos emplearían sen­
’poso, desecho’. 1.a doc.: centina, ’camarote de n a­ tir como expresión familiar sinónima de oír, aun­
ve’, 2.° cuarto S. X V, Díaz de Gámez (D H ist.). 15 que sin llegar nunca a la sustitución completa co­
L a misma forma para ’sentina de nave’ está en m o se practica en la A rg.: Juan de Valdés (siento
APal. (291 d, etc.). L a c- quizá indique andalucis­ que pronunciáis, u n sentido refrán que dize, unas
m o, o préstamo cat. o port. Sentina ya está en vezes siento dezir prestar y otras emprestar, Diál.
N ebr. (s. de nave), en Fuenm ayor (1595) y otros de la L ., 88, 104.1, 97.16; Quijote I, xxxv, III,
clásicos (A u t.); comp. fr. ant. sentine ’hedor’ en 20 269; I, xvi, II, 41 ; Lope, El Cuerdo Loco, v.
los í t e s des Romains (a. 1213), R om . L X V , 532. 2161; Rojas Z ., Cada quál lo que le toca, v. 2086;
Quiñones de B„ N B A E X V III, 760).
S E N T IR , del lat. s é n t i r e ’percibir por los sen­ O tras acs. y fraseología en Cej. V III, § 64.
tidos’, ’darse cuenta’, ’pensar, opinar’. 1.a doc.: D e r i v . Sentir m. [S. X V II, Aut.]. Sentible, ant.
Cid; el presente él sientet ya en las glosas de 25 (Nebr.). Sentido [Berceo]. Sentidor. Sentim iento
Silos, 125, 2.a mitad S. X. [N ebr.; sint- h. 1250, Setenario, f°8r0] ; sentim en­
Las atropelladas hijas del C id «ya lo sienten tal; sentimentalismo. Consentir [2.a m itad S. X,
ellas en los sos corazones, / quál ventura serié ésta Glosas de Silos; Cid, etc.; te . con otro: consen-
si ploguiesse al C riador / que assomasse essora el tio ; c. a otro: assentio» N ebr.]3, de CO NSEN TIRE
C id Campeador» (v. 2740). Las principales acs. mo­ 30 ’estar de acuerdo’, ’decidir de com ún acuerdo’;
dernas aparecen ya en Berceo, J. Ruiz, etc. Voz consentido; consentidor; consentim iento [1227, M.
de uso general en todas las épocas y común a P., D . L ., 86.15; N eb r.]; consintiente, y su forma
todos los romances. Constituye una innovación culta consenciente son raros. Contrasentido, adap­
cast. y port. la ac. ’lam entar, tener por dolorosa tación del fr. ccmtre-sens, denunciada por Baralt,
y mala tina cosa’, ya en el G. de Al}orache (1599): 35 pero de uso general y ya admitida por Acad. R e­
«mucho sintió su ausencia; mas dióle alivio enten­ sentir [1605, Quijote; O udin; A ut.; Baralt cree ver
der el amor que los reyes la tenían» (Cl. C. I, huellas de influjo francés, lo que es dudoso o fué
179.8)1. pasajero]; resentim iento [h. 1625, G . de Céspedes,
Como en otras lenguas romances, donde es n or­ Aut.].
mal y general (cat., it., comp. Mise. Fabra, 283-5), 40 Seso ’prudencia, discreción’ [Cid; Alex., 287,
se produjo en cast. la especialización de sentir co­ 947; J. Ruiz 68, 1547; etc.], ’cerebro, masa en­
m o sinónimo de ’oír’. Esto no ha llegado a consu­ cefálica’ [«sesos por meollos: cerebrum» N ebr.;
m arse más que en América, donde parece ser aje­ «comúnmente en plural» A ut.], del lat. s e n s u s ,
no a Sto. Domingo y a Méjico (Hz. U reña lo creía -Os, ’acción de percibir’, ’sentido, facultad de per­
exclusivo de la Arg. y algo de Chile, según me 45 cibir’, ’inteligencia’, que pervive solamente, con ca­
dijo), pero es popular en Puerto Rico (N. Tomás. rácter popular, en cast. y port.4; acs. anticuadas:
E l Esp. en P. R ., p. 128), Colombia (E. Rivera, ’acto cuerdo’ (Berceo, M il., 50d), ’consejo que se
Vorágine, ed. Losada, pp. 30, 113, 120), Chile (no da a alguno’ (Gral. Estoria, R F E , II, 294; «un
sólo en el Sur, B D H A V I, 24, 362, sino también grand maestro que non había otro oficio nin otro
en el C entro, G . M aturana, Cuentos Trad., A U C h. 50 mester sinon vender sesos» Conde L uc., ed. Hz.
X C II, ii, 65, 68, D . P. Garuya, 28, 65, 88) y se­ Ureña, p. 163), ’cada uno de los 5 sentidos cor­
guram ente en otras partes; particularm ente sentir porales’ (M il., 121, 749c; Castigos de D . Sancho,
es la única expresión popular de la idea de ’oír’ p. 186; «s. o sentido: sensus» N ebr.), ’significado’
en toda la Arg. (comp. O ÍR ), ya en Ascasubi, S. («el seso de las palavras» Fueros de Aragón, ed.
Vega, vv. 4231, 4249. Esta confusión completa no 55 T ilander, § 115.2; «si la razón entiendes o en el
llegó nunca a producirse en España, donde hoy seso aciertas» J. Ruiz 68; «palabras sin seso» Ce­
esta ac. de sentir es ajena aun al habla popular, lestina X IX , Cl. C. II, 180.6); comp. Cej. V III,
pero una tendencia en este sentido se observa allí § 64; sesudo [med. S. X III, Buenos Prov., 3.26;
desde antiguo en el lenguaje coloquial; muchas >ms. A de M il., 345a de Berceo; J. Ruiz], sesudez;
veces se trataba sólo de una aproximación relativa, 60 sesada; sesera; asesar [asses-, 1517, T orres N aha-
rro, V. el índice de la ed. G illet]; gall. asisar ’ad­ se define «mimada, confianzuda» (Ca., 115); M ar­
quirir seso, cordura’ (Valí., D AcG .), «homes ben tín Fierro dice que el caballo del gaucho es «ani­
asisados» Castelao 36.30. mal consentido» (II, 1453), que S. M . Lugones
Cultismos. Sentencia [Berceo], de senténtía ’opi­ explica «el que se goza en que lo m im en; el
nión’, ’consejo’, ’voto’ ; sentencioso [O u d in ; 5 que se vanagloria de su herm osura, su traje, su
S. X V II, A u t s e n t e n c i ó n ; sentenzuela; sentenciar dinero» (comp. C. A. L eum ann, L a Prensa, 15-
[Corbacho (C. C. Smith, BHisp. L X I); 1570, C. III-1942). Este avanzado desarrollo semántico se
de las Casas; O udin: Lope, etc., Aut.], senten­ refleja en el hecho de poder funcionar como mero
ciador [Oudin], Sensato [Acad. ya 1817], del la­ verbo modal, a la manera de querer, oyéndose fra­
tín tardío sensatus id., derivado de sensa ’pensa­ 10 ses donde le precede el pronom bre correspondien­
mientos’, prop. participio pl. de sentire; sensatez; te al infinitivo subordinado, como no se consin­
insensato [O udin; ejs. clásicos en Aut.], insensatez. tió ir; así ya en G. de Alfarache, CL C. I
Sensación [h. 1730, Feijoo, A ut.; n o Covarr., ni 192.3.— * Siso con metafonía, forma que se ex­
Oudin], del b. lat. sensatio, -onis, id .; sensacional tendió al leonés: Alex., 135Sd; y que en gallego
[Acad. 1925, no 1884]; sensacionalismo, -lista (no 15 encontramos ya en las Ctgs. (muchos ejemplos,
Acad.). Sensible [A. T orre (C. C Sm ith); APal. siempre en las acepciones ’juicio’, ’entendim ien­
446b; no N ebr. ni Covarr.; S. X V II, Aut.], de to’ o bien ’sentido’), y sigue vigente.— 5 T am ­
sensibilis id.; sensibilidad [A. T orre (C. C. Sm ith); bién vasco sen ’juicio’ y ’carácter’ en vizc., ronc.,
h. 1730, Feijoo, A ut.]; sensibilizar; sensiblero, sen­ e ’instinto’ en guip.
siblería; insensible [A. T orre (C. C. Smith)], in ­ 20
sensibilidad, insensibilizar. Sensitivo [A. T orre (C. SEÑA, del lat. s i g n a , plural de s í g n u m ’señal,
C. Sm ith); APal. 21b; h. 1600, A ut.]; sensitiva m arca’, ’insignia, bandera’. 1.a doc.: Cid.
[Acad. 1884, no 1843], Sensorio [Acad. ya 1843]; Está ahí con el sentido de ’indicio, m uestra’ :
es usual pero innecesario sensorial (no Acad.), imi­ «grandes son las ganancias que le dió el Criador. /
tado del fr. y el ingl. Sensual [1515, Fz. de Villegas 25 Fevos aquí las señas, verdat vos digo yo: / cient
(C. C. Sm ith); 1584, H . del Castillo, A u t.; O u­ cavallos gruessos e corredores / ... / bésavos las
din], del lat. tardío sensualis; sensualidad [A. Torre manos que los prendades vos» v. 1335; también
(C. C. Sm ith); 1642, Ovalle, A ut.]; sensualismo; ’enseña, bandera’ (vv. 477, 689, 1220, etc.); con és­
sensualista. El medieval sen ’inteligencia, sentido’ ta sigue usual en los siglos m edievales: A lex., 474,
[Berceo] no viene del lat. sensus, sino del germ. 30 Fn. G onz., 464, J. Ruiz, 1242, Al}. X I , 28, etc.;
s Inn id. (pariente lejano de la voz latina), por tseña de armados: signum» N eb r.; tam bién puede
conducto del oc. ant. sen5 id. Asentir [princ. S. ser entonces ’apellido, grito de guerra’ (Gr. Conq.
XVII, Jáuregui; Cuervo, Dicc. I, 691; no Oudin], de XJltr., 353). Aparece desde el principio la ac. hoy
de as sentire id.; asentimiento [princ. S. X IX , predom inante ’signo que se hace materialmente,
Quintana, M z. de la Rosa, en Cuervo, Dicc. I, 35 ademán’ : que disputasen por señas J. Ruiz 49d,
690], Asentación antic. y raro (1549, D Hist.), de etc. Documentación en Cej. V III, § 61.
assentatio id .; asenso. Consenso [Acad. S. X IX], D e r i v . Señar, del lat. s í g n a r e ’señalar’, voz que
de consensus, -üs, id.; consensual, tecnicismo jurí­ con carácter popular debió de quedar pronto anti­
dico. Disentir [1600, Sigüenza; Cuervo, Dicc. II, cuada en el centro y Oeste hispánicos, aunque en
1254], dé dísséntire id.; disentimiento; disenso; 40 algunas partes tomó la acepción religiosa ’persig­
disensión [Celestina (C. C. Sm ith); diss-, Nebr.], narse’, y conservó la ac. general ’hacer señas’ en
de dissensio, -onis, id. Presentir [h. 1580, F. de Aragón y Navarra hasta nuestros días, con la cual
Herrera], de praesentire id .; presentimiento [Aut.]. aparece en el poeta tudelano Arbolanche (1566)
1 Nótese la construcción popular arg. algo me 56^17, 58i>14, 64v i ; cf. ceñar en C E Ñ O 1.
siente ’siento, me duele algo’ : «un desprecio que 45 Señal [h. 950 Glos. Emil. 26, seingnale; Cid,
me has hecho / m e ha sentido, m e ha sentido» etc.], del adjetivo tardío s I g n a l i s ’que sirve de
copla popular mendocina, D raghi, Canc. Cuyano, signo’, sustantivado; ha usurpado la mayoría de
p. 36.— 2 Así es frecuente que valga simplemente las funciones de s i g n u m en todos los romances
’darse cuenta’ : «Sacará el bosquejo. — ¿Y si lo de Occidente, en los demás como masculino,
siente doña Serafina o el pintor lo publica?», «ya 50 sólo en cast. es femenino (género ya documentado
sé que es mi serafín / ángel deste paraíso; / y en el S. X III), pero el otro género, conforme al
yo, si acaso nos siente, / seré ángel echado de él» port. y el cat., existió antiguamente en leonés
T irso, Vergonzoso, II, 504,655.— s En el habla (Alex., Fuero Juzgo, Plácidas), y existe desde la
popular, especialmente de Andalucía y América, Edad M edia en aragonés [«diversos señales», invent.
ha alcanzado gran desarrollo semántico. Como 55 de 1390, B R A E IV, 355; pliego arag. de princ.
verbo transitivo es ’tener tolerancia con alguien, S. X VI, R F E V II, 39; Criticón, ed. Romera II,
mimarle’ : el héroe del G. de Alfarache con refe­ 192, etc.; y en muchas obras escritas o impresas
rencia a su m ujer lamenta haber tenido la de­ en Valencia y Cataluña, vid. Cuervo, A p.7, p. xxx;
bilidad de consentirla (C l. C. V, 97.6); persona tam bién se encuentra el fem. en arag. ant., vid.
consentida vale ’mimada’ en Andalucía, en Cuba 60 Tilander, pp. 562-4] y en judeoespañol de O riente;

V. — 14
señaleja; señalero; señalar [h. 1250, Setenario, ’destino del hom bre’ [«los de Egypto, quando el
f°lv°; h. 1335, J. Ruiz, J. M anuel; señalado signo nos buscan en la mano» h. 1490, Celestina,
[Berceo]; señalada ’hierra, acción de marcar los A u t.Y : la distinción gráfica entre signo y sino no
animales’ arg. (Carrizo, Canc. de Tucum án II, se estableció hasta m uy tarde (Aut. no adm ite to­
310; La Nación de B. A-, 5-V-1940; grabado, 5 davía esta últim a grafía; comp. Cej., IX , § 201);
ibid. 15-VI-1941); señalamiento [Aut.]; aseñalar sinario; signar [sinarse ’santiguarse’, 1251, Calila,
( = catalán) es raro (D H ist.); traseñalar; traseña- Rivad. L I, 38, 47], gall.-port. ant. sinar-se ’per­
lador. Con el mismo tratam iento que sino: gall.- signarse’, Ctgs. Esc. 426.5; signatario; signatura.
port. ant. sinal2 (Ctgs. passim), gall. «sinalar o Asignar [Berceo; Cuervo, Dice. I, 702-3], de assíg-
patrio lar dos cancioeiros» (Castelao, 264.8f.). S e­ 10 nare id.; asignable; asignación; asignado; asigna­
ñero ’que tenía facultad de levantar pendón’. S e­ tario; asignatura [S. X IX , DHist.]. Consignar [h.
ñera ’marca, señal, ademán’ ant. (S. M ili., 173b, 1575, A. de M orales, Aut.], de consignare id.;
211 b, S. Qr. 75c; Leyes de Moros SS. XIV-XV, consigna [Acad. S. X IX ]; consignación [Aut.];
Memorial H ist. Esp. V, 427ss.). consignador; consignatario [1680, Recopil. de In ­
Señuelo ’figura de ave para atraer al halcón 15 dias]; consignativo. Designar [med. S. X IV , M o n ­
rem ontado’ fj. Ruiz, Libro de Buen Am or; Danza tería de A lf. X I ; Cuervo, Dicc. II, 1089], de de­
de la M uerte, 440; trad. de Pero M enino, R F E signare id.; designación; designio [1569, Ercilla
X X III, 268.18, 274], ’cualquier cosa que sirve para (C. C. Sm ith, BHisp. L X I); Quevedo, Aut.], del
atraer otras aves’3, ’incentivo’ [1599, G. de Alfara- b. lat. designium (antes se dijo deseño según Aut.).
che, Aut.], arg. ’grupo de bueyes mansos para con­ 20 Insigne [h. 1575, Ambrosio de M orales, A u t. ;
ducir el ganado’ (Guiraldes, D. 5 . Sombra, ed. Es­ insine, 1444, M ena, Lab., 220c y 220h.; O udin;
pasa, pp. 187, 188; tam bién siñuelero, Ciro Bayo 1614, Jz. Patón, en Cuervo, Obr. Inéd., p. 135;
con c-), ’señal en general’ (A. Córdoba, L a Pren­ sólo como voz latina en APal. 217d], de ínslgnis
sa de B. A ., 25-VII-1940), adjetivamente árbol se­ 'señalado, insigne’; insignia [ynsinia 1444, M ena,
ñuelo ’en el que se pone una tram pa’ (F. E. M en- 25 Lab., 220c, 220h. ; «insignias de onra: insignia»
dilaharzu, ibid. 13-X-1940); señolear. N ebr.; 1499, Aut.], de insignia, pl. de insigne id.,
Contraseña [h. 1570, M ármol] ; contraseño ant. neutro del precedente; insignido, raro. Persignar
id., raro [h. 1580, H . de Mendoza]. Diseñar [1535, [1605, Pícara Justina, A ut.; -sin- 1609, H idalgo;
Juan de Valdés, comp. ed. Boehmer, pp. 514ss.; Lope, en Cuervo, Obr. Inéd., 138], de persignare
Feo. Pacheco, h. 1600; Novelas Ejemplares; T er- 30 ’registrar’, ’tatuar’, en la E. M edia ’persignar’. R e­
lingen, 104-5], del it. disegnare ’dibujar’ y éste de signar [«r. lo consignado: resigno» N e b r.; «abre-
d e s ig n a r e ’marcar’, ’dibujar’, ’designar’; diseña­ nunciare q u id : resinar lo consinado» id., Lex.
dor; diseño [1589, T erlingen; designo ya 1511; Lat.-H isp.; h. 1630, Aut.], de resignare ’rom per el
Cej. IX , § 201], Enseñar [Cid; Berceo, M il., 908c; sello que cierra algo’, ’anular’; resignación [Nebr.];
A lex., 353, 2000; Fn. Gonz., 124; Gr. Conq. de 35 resigna [h. 1630, A ut.]; resignante; resignatario.
Ultr., 306; etc.]4, de í n s í g n a r e ’marcar’, ’designar’ C p t . Signífero. Significar [Berceo: ejs. clásicos
(C G L II, 284.17; IV, 414.4) que en vulgar susti­ de la grafía sin- en Cuervo, Obr. Inéd. 135, 137,
tuyó al l a t . i n s i g n i r e , y se ha perpetuado en todas 138], de significare id .; significación [Berceo;
las lenguas romances (rum. insemna ’indicar’, en APal. 106d y passim ; sin-, 1534, Boscán, Cortesa­
las demás ’adoctrinar’, en iberorromance y oc. ade­ 40 no f°35]; significado [m., Acad. S. X IX ]; signifi-
más ’m ostrar’) ; enseñable [N ebr.]; enseñadero; en­ cador; significamiento; significante; significativo
señado; enseñador; enseñamiento ant. [Buenos [Lope, V. el ej. citado s. v. sera; princ. S. X V III,
Prov., 8.15; Calila, 31.456; Alex., 1717; h . 1400, Aut.; no O udin, Covarr., APal.].
glos. del Escorial]; enseñante; enseñanza [N eb r.]; 1 En catalán actual se distingue entre senyar-se
enseño, vulgar. Enseña [Crón. de N eb r.; S. X VI, 45 ’santiguarse’ y persignar-se ’signarse, persignar­
A u t., que lo declara desusado, pero volvió a em­ se’.— 2 L a forma culta portuguesa sinal, también
plearse], Entreseña famil. [como ant. en Acad. en leonés a n t.: Alex., 90, 469, 489.— 3 En el
1817], Reseña [S. X V I, Ant. A gustín; no N ebr. siglo XVI siñuelo había penetrado en el catalán
ni PA lc.; C ovarr.; «la m uestra que se hace de la de Valencia, aunque no en este sentido sino en
gente de guerra» A ut.; ’nota que se tom a de las 50 el prim ario; hablando de la caza de pájaros Ono-
señales del cuerpo de u n individuo’ Acad. ya 1817; fre Pou (1575) emplea siempre reclam en este sen­
’narración sucinta’ Acad. ya 1925; ’recensión o crí­ tido pero siñuelo en la 1.a a c .: «lo esparver ha
tica de una obra’ no en A cad.]; reseñar [Acad. gafat la perdiu... seguirlo ab crits y siñuelos:
1832, no 1817]. clamoribus et sibilis eum consectari» (T hes. Pu.,
Representantes cultos. Signo [Berceo; frecuen­ 55 pp. 55-57).— 4 Enseñarse para ’aprender’ está en
te desde la E. Media], de signum ’señal’, ’señal los castellanos J. de Acosta (1590, Aut.), Lope
celeste, constelación’; duplicado semiculto de é ste : (Marqués de las Navas, v. 2404) y T irso (Con­
sino ’constelación’ [Berceo, Duelo, 113; signo, 1288, denado por Desc. I, xiii, ed. Losada, p. 120);
Acedrex, 372.18], ’la misma en cuanto predestina la hoy es propio sobre todo de Andalucía (muy
vida hum ana’ [el s. en que nasce, J. Ruiz 123d], 60 vivo en Almería, donde apenas se oye aprender)
y se nota su frecuencia en el andaluz Mateo bó de generalizarse este uso, y desde la alta Edad
Alemán (G. de A lf., Cl. C. II, 26.7; V, 192); M edia vemos ya sénior aplicado, no sólo a los
el inciso que pone a otro pasaje parece indicar miembros de estos grupos directivos, sino indivi­
que algunos no andaluces empezaban ya entonces dualm ente a toda persona respetable o de posición
a criticar esta construcción: «tenía mi padre un 5 superior, vieja o joven; así San Isidoro nos advier­
largo rosario entero de quince dieces, en que te que «presbyter graece sénior interpretatur, non
se enseñó a rezar —en lengua castellana hablo— , pro aetate vel decrepita senectute, sed propter ho-
las cuentas gruesas más que avellanas» (I, 56.4). norem et dignitatem» (Etym . V II, x ii); en su con­
Cej., V III, § 61. Ast. ensiñar ’enseñar’ (V).— temporáneo francés G regorio de T o u rs sénior fun­
9 Gall. ant. sino ’campana’ Ctgs. 11.28, 24.45 y 10 ciona ya como m ero equivalente de dom inus ’due­
otros tres ejemplos; M irSgo. 28.80. Como el ño, señor’ ; vid. Forcellini-Perin. s. v. senex B, 2,
cat. ant. seny (todavía algo vivo en seny del 2.°; Diez, W b., 294-5; M -L ., R E W 7821; el m is­
lladre, seny de les hores). mo estudia el detalle en V III, 1-11, creyendo
encontrar pruebas de una imitación del griego, con
Señerdad, señero ’solitario’, ’sin par’, V. senci­ 15 punto de partida en la comunidad grecorromana
llo Señolear, V. seña de los cristianos de Tréveris, aunque desde luego
la evolución se produjo contem poráneam ente en
SEÑO R, del lat. s é n i o r , - ó r i s , ’más viejo’ (com­ todo el Im perio de Occidente. L a estabilización del
parativo de s e n e x ’viejo’); en plural s e n i o r e s se feudalismo tuvo, claro está, influjo decisivo en el
empleó en el Bajo Im perio para designar a los 20 sentido de la palabra.
viejos más respetables, sea los miembros del se­ E n castellano, como en latín, señor fué al prin­
nado rom ano, sea los dirigentes de las com unida­ cipio masculino y femenino sin variación de forma,
des hebreas y cristianas; posteriormente se empleó según ocurre todavía en J. Ruiz 92a (aquesta m i
s é n i o r como tratam iento de respeto a todo supe­ señor en rima con amor, etc.), 1684c; después apa­
rior, y acabó por hacerse sinónimo de d o m i n u s 25 rece señora en el femenino, ya asegurado por el
’dueño’ a principios de la Edad Media. l . c doc.: metro en Berceo (M il., 522a, c), y documentado
doc. de 1077 (Oelschl.); Cid, etc. tam bién en el Cid y otros textos tem pranos, pero
Desde el principio aparece con toda la gama de en parte se tratará de modernización del copista
sentidos que hoy observamos. E n el C antar del (comp. M . P., Cid, p. 236.28); en gallegoportu-
héroe castellano se llama señor al Rey, y al mismo 30 gués el femenino senhor persistió m ucho tiem ­
Cam peador; sus vasallos llaman señor al caballero p o ; comp. los femeninos en -dor. El uso como
cristiano M uño Gustioz y al gobernador moro tratam iento fué causa de una pronta gramaticali-
Abengalbón; se aplica como título a Dios y a los zación y extraordinario desgaste fonético. E n este
santos, y el juglar da este tratam iento a sus oyen­ caso se empleó antiguamente señor sin artículo
tes ■. finalmente es el dueño de una espada, de 35 («señor Sant Ildefonso, coronado leal / fazié a la
un caballo, etc. Palabra general en todas las épo­ Gloriosa fiesta m uy general», M il., 57a). Segura­
cas (Berceo, 5 . Or., 18; A lj. X I , 87; Cej. V III, mente por imitación del árabe dü, se convirtió a
§ 63; etc.), y común a todos los romances de Oc­ veces señor de en una especie de exponente sus-
cidente. tantivador de u n com plem ento: el señor de = el
Ya en latín seniores, además de su función 40 de; todavía en el. Quijote se lee el señor del libro
comparativa, se sustantivó pronto designando a ’los por ’el protagonista’ y una bazia señora de u n es­
ancianos’ ; y lo mismo que ocurrió con su equi­ cudo por la que tiene este valor monetario (II,
valente gr. epo?, el árabe sáib ’viejo’, y xlvii, 253; xliv, 239); ejs. análogos cita A. Castro
palabras de muchos y diversos idiomas, empezó en su réplica a Spitzer acerca de su libro España
pronto a aplicarse a personas que además de la 45 en su Historia (N R F H ); o senhor da reiva se llama
edad, inspiraban respeto por su posición en la vi­ en las Azores al que está encargado de u n pasti­
da pública. Así ocurre ya en la época pagana, y de zal (Z R P h . X III, 421). En el aspecto fonético, es
ahí viene el nombre del Senatus romano o con­ sabido que s é n i o r dió en francés formas fuerte­
sejo de los viejos; en cuanto a seniores nos advier­ mente reducidas, con pérdida anómala de la nasal,
te ya T ito Livio que así llamaban públicamente 50 tales como sire o sieur; no hay p o r qué suponer
a los miembros del senado (XXXIV, 60). Con la que esto se deba a un influjo de la fonética picar-
propagación del cristianismo recibió este uso u n da (como quisiera Diez) o a una contaminación
refuerzo bajo el influjo del sanhedrín hebreo, in ­ de m a j o k (lo que M -L . admite como posible): se
tegrado por los cabezas de familia, junto con los trata de u n desgaste propio de los tratam ientos, pa­
jefes de tribu, los jerarcas sacerdotales y los doc­ 55 labras sin significación propia y pronunciadas rá­
tores; este consejo tuvo imitaciones en las comuni­ pidam ente; algo análogo a lo ocurrido con usted.
dades cristianas, recibiendo sus componentes en En efecto hechos parecidos se dan en todos los ro ­
griego el nombre d e u pespÚ T epoi y en latín el d e mances, singularmente en cast., en el lenguaje vul­
seniores, que con este valor es ya frecuente en la gar y coloquial: seor, p. ej. el seor m uerto (Tirso,
Vulgata. Con el triunfo de la nueva religión aca­ 60 Burlador I I I , 759), adiós, seor peligordo (Lazarillo
de Luna, p. 112); luego sor (mi sor M onipodio, Para el uso de señor con valor de intensivo
en Rinconete, CI. C., p. 166; T irso, Condenado tras sí y no, vid. Spitzer, Litbl. XXXV, 71-72.
por Desconfiado); finalmente so («pues ¿conmigo D e r i v . Señorada ’acción propia de señor’ (Acad.),
se las corta, / so soldado?» Vz. de Guevara, Serra­ ast. ’conjunto de señores’ (V). Señoraje, señoreaje,
na de la Vera, v. 1870; Cej. V III, § 63). D e ahí 5 raros. Señorear [h. 1275, 1.a Crón. Gral. 15610;
posteriormente el empleo de so con insultos, para Conde Luc., ed. K nust, 254.17, APal. 1216]; ant.
reforzarlos (so cochino, so majadero). H arri Meier, señorar (Alex., 902, 1403), aseñorar (Alex., 2054d);
R F L X II, 163-71, pretende probar la inverosímil señoreador; señoreante. Señoría [1115, O elschl.;
tesis de que el so de insultos (so mentiroso) viene «s. de gran señor» N ebr.]; señorial [Acad. S. X IX],
de s u u s ; M eier sigue las huellas de T obler, contra 10 copiado del fr. seigneurial [S. XV], Señorío [Cid],
cuya idea V. las objeciones de Spitzer, Aufsätze Señoril [S. XV, Lucena, Aut.]. Señorito [h. 1650,
z. rom. Synt. u. Stilistik (1918), 5n. El portugués Fz. de León, ed. Rivad., p. 391]; A u t. vacila en­
cambia seor en seu, empleado luego con el mismo tre señorito y -rico; señorita; señoritingo. Señorón.
valor interpelativo. M odernam ente se reduce a iñor Enseñorearse [«dominor» N eb r.]; enseñoreador;
en el uso vulgar americano, especialmente en Chile 15 enseñoramiento.
y Oeste argentino (pueh iñor.. . : D raghi, Canc., Senil [med. S. X V II, A ut.], tom ado de serñlis
p. 215; Camino, Nuevas Chacayaleras, 118); o, id., derivado de senex, senis, ’viejo’; el prim iti­
más fuertem ente, ño, fem. ña (vid. A. Alonso, vo sene es rarísimo en cast.; senilidad (falta Acad.).
B D H A I, 417-30; Rosenblat, B D H A II , 122-4). Senectud [Juan de M ena y Jorge M anrique (M. R.
G illet, N R F H II I, 264-7, reúne tres o cuatro ejs. 20 Lida, M ena, 134, 251); med. S. X V II, Aut.], de
de una variante señor en los SS. X V I-X V II atri­ senectus, -ütis, ’vejez’. Senado [h. 1280, 1.a Crón.
buidos a gente que habla m al; pero es dudoso Gral., 183a3; APal. 445d], tomado de senatus,
que haya más que olvido meramente gráfico de -üs, ’consejo de los Ancianos’, ’Senado rom ano’;
la tilde, pues el ej. de Lope se refiere explícita­ senador [Berceo], de senator, -dris; senaduría;
m ente a una falta de ortografía y no de pronun­ 25 senatorio; senatorial. Insenescencia, raro, de inse-
ciación, y en cuanto a los pretendidos testimonios nescentia.
occidentales y modernos de tal pronunciación, no C p t. M onseñor [2.° cuarto S. XV, Díaz de G á-
valen nada desde luego: la grafía fonética señor m ez; Terlingen, 160-1], del fr. monseigneur (con
empleada por K rüger significa precisamente señor; influjo posterior del it., donde es galicismo). Se-
el sinor de Acevedo Huelves, con su i, revela 30 nadoconsulto, de senatusconsultum id. Senescal [h.
precisamente que viene de siñor alterado por algún 1335, Conde L uc., ed. K nust, 173.1; Cej. V III,
factor local y reciente, y el señor del gallego anti­ § 63], del oc. senescal, y éste del fránc. s i n i s k a l k
guo no es más que una grafía imperfecta en vei ’mayordomo, criado anciano’, de s k a l k ’criado’, y
de sennor — señor, muy frecuente y m uy conocida una forma germánica afín del lat. senex, senis
en gallego medieval. 35 ’viejo’.
Reducciones comparables en otros romances,
ocurren en compañía del posesivo procedente de Señuelo, V. seña Seo, V. sentar Seor, V.
m e u s (como es el caso del francés messire, m on- señor Sépalo, V. pétalo s. v. paila Sepancuan­
sieur); de donde el it. messer, dialectalmente tos, V. saber Separable, separación, separador,
misser, de donde se tomó el cat. misser, que de 40 separante, separar, separatismo, separatista, separa­
ahí pasó al cast. micer, empleado en los SS. XV tivo, V. parar Sepedón, V. seta Sepelio, se­
y X V I con referencia a italianos y catalanes (esto pelir, V. sepultar Sepia, V. jibia Septena,
último con mucha mayor frecuencia de lo que dice septenario, septenio, septentrión, septentrional, sep­
Terlingen, 300-1); la forma propiamente catalana teto, V. siete Septicemia, séptico, V. seta
mossényer, combinada con el otro título E n (de 45 Septiembre, septillo, séptima, séptim o, septingen­
d o m i n u s ) , dió mosseny’en y por haplología mossen, tésimo, septisílabo, septuagenario, septuagésima,
empleado antiguamente como título de respeto a septuagésimo, septuplicación, septuplicar, séptuplo,
los caballeros, hoy restringido a los eclesiásticos; V. siete
de ahí pasó mosén al castellano, donde se aplicó
a personas de lengua catalana, y tam bién a los 50 S E P U L T A R , tom ado del lat. tardío sepultare,
aragoneses, y a algún castellano relacionado con derivado de sepelire (part. sepultus) id. 1.a doc.:
la Corona de Aragón (el conquense Mosén Diego APal.
de Valera, 1412-87, criado en la casa del catalani- «H um are... es cobrir con tierra, enterrar, sepul­
zante Enrique de Villena); hoy se pronuncia en tar», tsepulcro es en que sepultan» APal. 198d,
Aragón sin acento, y de ahí que cuando se emplea, 55 447d (y 50d, 172d). Falta todavía en N ebr. y
más raramente, como sustantivo aislado, se oiga Covarr., pero está en O udin («ensevelir»), y lo em­
unas veces mósen y otras mosén (Navarro Tomás, plearon Lope, N ierem berg y en el S. X V I Ar-
R F E X II, 353n.) (otra consecuencia de este uso gote de M olina; Cej. IX , § 217.
es la forma catalana vulgar mossan y la mallorquí­ D e r i v . Son todos cultos. Sepultador. Sepulto
na mossori). 60 [Acad. S. X IX ], de sepultus participio de sepelire;
insepulto. Para un representante popular antiguo esto ovo fablado, / las armas avien prisas e sedien
de este verbo latino, vid. s. v. Z A M B U L L IR ; sobre los cavallos», «venid acá ser... en aqueste
con carácter culto sepelir fué muy raro (APal. escaño» Cid, 1001, 3114; etc. Como probó M . P.,
447d); más corriente es su derivado sepelio [Acad. Cid, p. 849, estas acs. sobrevivieron poco o m u­
1884, no 1843], m uy culto y poco usado en Espa­ s cho hasta med. S. XV. E n realidad hay que dudar
ña, frecuente y casi popular en la Arg. Sepultura que el apartamiento entre el cast, y port. por una
[Berceo; Apol.; J. R uiz; N eb r.; vulgarmente se­ parte y los demás romances por la otra (cat. seure
poltura, ya en el S. X V I, B R A E V I, 521 ; Lope, es sólo ’estar sentado’ hasta hoy) se hubiese pro­
Marqués de las Navas, v. 44; hoy lo dice el vulgo ducido, al menos en forma tan radical, de no ha­
en España, guat., colomb., ecuat., chil. y rioplat. : 10 ber habido más que la evolución semántica de s e ­
Cuervo, Obr. Inéd., p. 191 ; D isq., 1950, 286, 361, d e r e ; creo por el contrario que el cambio revo­

416, 422; D raghi, Cane. Cuyano, p. 115], de se­ lucionario sufrido p o r el vocablo en cast.-port. se
pultura id .; sepulturero. Sepulcro [Berceo; Apol.; debe, tanto o más que a esto, a la confusión foné­
J. R uiz; N ebr.], de sepülcrum id .; sepulcral [Aut.]. tica entre s e d e r e y * e s s e r e , que en latín vulgar
15 sustituyó al clásico e s s e . Esta confusión era p u n ­
Sequedad, sequedal, sequero, sequeroso, seque­ to menos que inevitable, una vez que el cast.-port.
te, sequía, sequillo, sequío, V . seco Séquito, V. hubo trasladado a la penúltim a el acento de todos
seguir Sequizo, V. seco los infinitivos en - è r e : por una parte s e d e r e ten­
día fonéticamente a reducirse a ser y por la otra
SER, las formas de este verbo castellano resul­ 20 e s s e r e tendía a perder la inicial átona en todas
tan de una fusión de las de dos verbos latinos : la partes; recuérdese lo ocurrido al futuro y condi­
mayor parte proceden del lat. è s s e id., pero las cional en francés ( s e r a de e s s e r e h a b e t ) , en cat.-
demás, incluyendo el futuro, el condicional, los pre­ oc. (.sera), en it. (sarà), etc., y que esta reducción
sentes de subjuntivo e im perativo, y las formas im ­ es antiquísim a lo indica la oposición en el trata­
personales, vienen del lat. s è d è r e ’estar sentado’, 25 m iento de la vocal interna entre el infinitivo y el
que debilitó en cast, y port. su sentido hasta con­ futuro, lo mismo en francés (e(s)tre pero conser­
vertirse en sinónimo de ’estar’ y luego ’ser’. 1.a vación de la vocal segunda en sera), que en gas­
doc.: orígenes (varias formas se encuentran en las cón (est(r)e pero será). Siendo átona en iberorro-
glosas de Silos y de San M illán, del S. X ; el infi­ mance la inicial del infinitivo, lo mismo había
nitivo sedere significa ya el sentido ’ser’ en aquéllas). 30 de ocurrirle; y que el fenómeno podía aun ser in ­
Donde traduce el lat. esse (n.° 72, 205, 238). Las dependiente de la confusión con s e d e r e lo prueba
formas de la conjugación de ser, su empleo con el el catalán, donde m odernam ente, en el lenguaje
valor del m oderno ser o de estar, sus varias cons­ oral se ha introducido u n infinitivo ser analógico
trucciones y usos fraseológicos, son temas esen­ del futuro (en lugar del èsser antiguo, literario, y
ciales de la gramática histórica, que deberán es­ 35 popular en ciertas comarcas), que no puede m irar­
tudiarse en las obras correspondientes; para posi­ se ni como castellanismo (comp. el compuesto ge­
bles estudios de esta naturaleza reservo los m ate­ neral potser ’quizá’) ni como resultante, como en
riales que tengo reunidos. Aquí im porta solamente castellano, de u n antiguo e s s e r e (que habría dado
notar la evolución fonética y semántica que condu­ sé y no sé, como es en la pronunciación barcelo­
jo de s e d é r e a ser. Aquel verbo se encuentra ya 40 nesa). Creo, pues, seguro que el golpe decisivo en
empleado en forma abusiva en la Peregrinatio la evolución semántica de s e d e r e ’estar sentado’
Aetheriae escrita en el S. IV, y según la mayor hasta ’estar’ y ’ser’, lo dió la confusión fonética
parte de los tratadistas, en España ; Anglade en su con e s s e r e ; como de todos modos el sentido de
tesis D e latinitate libelli qui inscriptus est Pere­ s e d e r e ya solía debilitarse hasta el de ’estar colo­

grinatio ad Loca Sancta, París, 1905, p. 89, se­ 45 cado’ (ejs. en M . P.:l. c.) la fusión total con e s s e ­
ñala su proximidad al sentido de ’ser’ en ese tex­ re y sus formas se hacía inevitable. D e ahí que
to, si bien G eyer (A L L G XV, 233ss.) cree que formas inequívocamente pertenecientes a aquél
está más bien con el valor de residere que con el aparezcan desde el principio con el sentido de
de esse; sea de ello lo que quiera, está claro que éste: el imperfecto sedié, sedién (p. ej. Berceo,
ya se había iniciado la evolución hacia la debili­ 50 Sacrif., 9; Apol., 16), el infinitivo no sincopado
tación propia del cast, y el portugués. Sin em ­ seyer (Apol., 6, 225), el pretérito sovo — resultan­
bargo, el sentido etimológico ’estar sentado’ se con­ te de s e d u i t , como crovo de c r e d u i t , atrovo de
serva todavía en la Edad Media, sobre todo hasta a t t r i b u i t — (sovo Alex., 1273; sovioron id. 2015;

la prim era m itad del S. X IV : San M illán «siempre soviesseri id. 405, etc.), y aun una prim era persona
en bien punava, andando é seyendo» (67d), «el 55 del presente de indie, seo, representante raro de s e ­
E nperador fizo ser a Miles, que era mayor, cabo d e o , que aparece en rima en J. Ruiz 180a. Para el
sí, et a Esmeré sentaron cabo Florencia» (Cuento deriv. * a d s e d e n t a r e , que acabó sustituyendo a s e ­
de Otas, ed. Ríos, 404.4; tam bién 401.32, 419.37); d e r e en su sentido etimológico, V. S E N T A R .

análogamente Gr. Conq. de Ultr., 524, A lf. X I, D e r i v . Ser, sustantivado, comp. el compuesto
1363; otras veces es ’sentarse’ : «quando M yo C id 6« enser y el derivado C E D IZO .
Excepto éstos todos los derivados y compues­ sea palabra prerromana. 1.a doc.: N ebr. («sera de
tos de ser son cultismos. Esencia [Mena (C. C. esparto; fiscus»); el deriv. serón en 1209 (V. abajo).
Smith, BHisp. L X I); ess-, APal. 140d; Quijote, E l derivado serón está ya h. 1400 en el Glos.
etc.], de esséntia id.; esencial [h. 1580, Sta. Teresa, del Escorial, traducido «caenovectorium» (recipien­
F r. L . de G ranada, A ut.]; esencialmente [Santi- í te para trasportar cieno). Covarr. : «una espuerta
llana, p. 299]; esencialidad; esenciarse; esenciero. grande de esparto»; A ut.: «espuerta grande, regu­
Eseible, eseyente, raros. Futuro [APal. 10b; ejs. larmente sin assas, que sirve para conducir el car­
S. X V II, Aut.], de futürus, part. de futuro de bón y otros usos», con citas de los SS. XVI
esse; futura [ley de 1630, Aut.]; futurario; futu- y X V II; de serón, que hoy es más generalmente
rición [Aut. ; no Acad. 1936]. !• empleado que sera, dice que es «la sera grande :
Ausente, V. artículo aparte. Presente adj. [Ber- hácense regularm ente en forma de aguaderas, con
ceo], de praesens, -éntis, id., part. activo corres­ dos senos grandes en punta, para que sean más
pondiente al verbo praeesse; presentar ’poner de­ capaces, y puedan llevarse sobre las caballerías»
lante, m ostrar, etc.’ [Cid, Berceo], ’ofrecer un don’ y cita ejs. del S. X V II. Port. seira (también, mal
[Cid], de praesentare id .; presente m. ’don’ [Cid], >3 escrito, cerra) «cesto, cabaz ou saco, tecido de jun­
derivado postverbal del anterior; presentaja [Cid] co, esparto ou vimes» (Fig.), «vaso de esparto, v. g.
ant., del cual es duplicado presentalla [Aut.] tom a­ para figos e outras passas» (Moraes), con el dim i­
do del catalán; presentable; presentación; presen­ nutivo seirinha ya documentado en la Aulegrafia
tado; presentador; presentante; empresentar, apre- (h. 1557), y el aumentativo seirüo, escrito serón, en
sentar, raros; representar [Berceo], representable, 20 un fuero luso-leonés de 1209 («dé-lle asno e serón
representación, representador, representante, -anta, e a^ada pora estercolar», CortesSo).
representativo. Presentáneo. Interés [1600, G óngo- E n catalán la forma corriente es sárria «re-
ra I, 211; Quijote I, ix, 29; etc.; enteresse, Canc. cipient d ’espart o palma llargarut que serveix per a
de Baena, W. Schm id; interesse, Corbacho (C. C. traginar terra, palla, fems, etc., posant-lo entra-
Smith), h. 1530, Fr. Antonio de G uevara, m uy 25 vessat dam unt el bast», o sea precisamente lo mis­
usual en el S. X V I, Carmen Fontecha, y todavía mo que sera o serón (ahí sarrio es dim inutivo y
en D on Quijote I, xi, 34], sustantivación del menos empleado que sárria); ya es voz frecuente
lat. interesse ’estar interesado’, ’interesar’; intere­ en la Edad M edia: € sárria d ’angiles o de peix
sar [Góngora]; interesable; interesado; interesante; salat, 8 diners» Lleuda de Cotlliure aplicada a
interesal antic. (Quijote); interesante, interesencia, 30 Tortosa, a. 1249 (R L R IV, 254), «los guardians...
raros; desinterés [S. X V II, Aut.]; desinteresado deven haver los sachs e les sàrries del pa» Consolat
[id.]; desinteresar; desinteresamiento [h. 1580, Fr. de M ar (cap. 333), «que lo delat [’acusado’] sie
L . de Granada]. Ente [h. 1630, J. Polo, Aut.], del mes en ima sárria, be ligat, en aprés la dita sárria
lat. tardio ens, entis, id., adaptación latina del gr. sie ligada a la coha de una bestia e sia stira^at
ov, ovros) participio activo de e l v a t ’ser’; entidad 35 fins al loch hon se farà la justicia» Ordinacions de
[Quevedo], cntitativo. la Vali d ’Àneu, a. 1424 (R F E IV, 33). Covarr.
C p t . Ontologia [A cad . 1843, n o 1817], c o m p u e s ­ recoge esta misma forma definiéndola algo vaga­
to d e esta p a la b ra g rie g a c o n '/.¿yo' ’tr a ta d o ’ ; on- mente «un género de red hecha de tomiza, den­
tólogo; ontológico; ontologismo. Ontogenia (con tro de la qual recogen la paja para llevarla a ven­
y í v o <; ’o rig e n ’) ; ontogénico. 40 der y encerrarla : úsase en Valencia y otras par­
Enseres [Acad. ya 1817], resulta de sustantivar tes» : él la consideraba, pues, palabra valenciana,
la locución estar en ser o tener en ser ’en existen­ lo cual no im pidió que A ut. y todavía la Acad. re­
cia, en su ser’, ’íntegro, no tocado’1 que solía em­ pitan hasta hoy su definición dándola como si fue­
plearse en inventarios para distinguir los objetos se palabra castellana de uso general. En realidad
que fueron encontrados de hecho al hacer el in- 45 sólo consta cierto uso regional, concretamente en
ventario, de los que hubieran debido estar y no Aragón (Borao) y M urcia (G. Soriano), y a lo
se encontraron (por venta, consunción, pérdida, mismo alude el pasaje de la Dorotea de Lope, en
etc.) (V. la nota de Spitzer-Corominas en A IL C I, que, burlándose de los poetas culteranos, que jun­
68-70, donde se citan ejs. de inventarios de 1618 to a latinismos emplean toda clase de vocablos con
y 1716): de ahí que se llamara enseres a los o b - 50 tal que sean «sonoros», y a propósito de unos su­
jetos que solían figurar en inventarios. puestos versos «ninguna cosa tanto me desm u­
1 V. ejemplos de estar y tener en ser en El Ce­ rria / como m irar damazas de fanfurria», comen­
loso Extrem eño Cl. C., 92 y Quijote I, xxix. ta «porque estas rr son m uy significativas y sono­
ras en nuestra lengua, y de excelente boato, como
SERA, del mismo origen incierto que el port. 55 sarria, angurria, tirria y otras semejantes» (IV, iii,
seira, ár. hispánico y africano sájra, cat. occid. sa­ Rivad. X X X IV , 52c), es decir, palabras regionales
ña, cat., arag. y oc. sarria; es dudoso que se trate y poco prestigiosas. Sarria se extiende además a la
de un gót. * s a h r j a , derivado de un * s a h r s , cuya lengua de Oc, donde está documentado en varios
existencia puede quizá suponerse según el a. alem. docs. desde los SS. X II y X III, procedentes todos
ant. sahar ’junco’, ’carrizo’; es más probable que 60 de N arbona, M ontpellier y N im es1; pero hoy en-
sàrri(o) (forma debida al verbo ensarrià «transpor­ ticamente esta base satisfaría a las varias formas
ter dans des e n sà rri ») «espèce de besace, formée romances no sólo sera, seira y sáira, sino también
par deux grands cabas de sparterie nattée, q u ’on sárria, como observa Gamillscheg, pues la rr po­
jjlace sur le bât des bêtes de somme et qui sert dría explicarse sea como asimilación del grupo h r ,
au transport des petites denrées» no sólo es lan- 5 sea p o r influjo del cat. sarro ’zurrón’3. Sin em bar­
guedociano, sino tam bién provenzal, pues M is­ go, fuerza es reconocer que esta etimología ger­
tral cita ej. de un poeta de Aviñón y otro de la mánica suscita escrúpulos graves. Ya en el aspecto
forma eissárri, localizada en - Marsella, en un poeta semántico, las seras se han hecho casi siempre de
de Aix (falta Palay, Vayssier, Goudouli). esparto o palma (aunque Fig. menciona el junco
Se ha dicho y repetido que sera y el cat.-oc. sar­ 10 comp material posible de la seira portuguesa), y
ria vienen del ár. sáira, voz bastante antigua en como se trata de un receptáculo sin duda m uy an­
este idioma, pues ya la emplea el español Abenalco- tiguo en la cultura popular ibérica, no deja de ser
tía en el S. X con referencia a una especie de cesta sorprendente verle aplicar un nom bre germ ánico;
fabricada por esparteros; ’serón (de higos)’ en el sin embargo, cabría adm itir que los godos al llegar
malagueño Ben-M ascúd (hacia 1016), A l-A nd. 15 a la Península aplicaran el nombre de su * s a h r j a
X X X V II, 443; R. M artí la define «sporta», PAlc. de juncos al recipiente análogo que encontraron
«cofín, sera de esparto» y en una escritura gra­ en uso en su patria de adopción, y la extrañeza
nadina se cita una «sáira de arpillera para lana»; que causa el triunfo de este nom bre germánico
el plural, según PAlc., era sawáir, y de éste sale en utensilio de nivel tan humilde se disipa en par­
el singular moderno sviâri «panier double en 20 te al observar en las Ordenaciones de Áneu el em ­
tresses d ’alfa ou de palmier nain, que l’on pose pleo que se hacía de sarrias para la ejecución de
sur le dos des bêtes de somme» empleado en el condenados al suplicio de arrastre : quizá fuese
Rif (Colin, Hespéris V I, 66), y que se extiende éste el punto de partida y así concebiríamos la ex­
con leves variantes de pronunciación por todo M a­ pansión del vocablo desde un terreno tan germani­
rruecos y Argelia (Lerchundi, Beaussier), especial­ 25 zado como el del viejo derecho consuetudinario.
mente en el habla de las cabilas, y tam bién en los Por otra parte sahar es palabra sólo documentada
dialectos bereberes de estos países (V. larga lista en alto alemán, y además hoy subsistente tan sólo
de testimonios en Dozy, Gloss., pp. 357-8 n., en los dialectos bávaros y austríacos, ajena desde
Suppl. I, 810a, y Simonet, p. 576). Sin embargo, luego a las demás lenguas germánicas, aun las oc­
a pesar de esta extensión y antigüedad, el vocablo 30 cidentales; es, pues, m uy audaz atribuir u n voca­
no puede ser castizo en árabe, pues no hay en este blo así al gótico. Por m i parte me inclinaría a
idioma una antigua raíz s-y-r; quedaría la posibi­ desechar esta etimología si no fuese por una con­
lidad de un origen bereber, pero contra ésta se opo­ sideración que le presta apoyo. En los dialectos
ne un argumento decisivo (que tam bién habría occidentales del catalán existe una variante sària
obligado a descartar la procedencia arábiga), a sa­ 35 interm edia entre el cat. sárria y el cast, sera: la
ber que una palabra hispánica en s es norm al que tengo anotada en toda la extensión del-cat. occid.,
dé formas mozárabes y africanas en s, pero no desde el Pallars hasta el Ebro (Almatret, Flix, As­
viceversa : de estar en éstas el punto de partida eó, T orroja, y en el pueblo del Pinell del Brai, re­
las voces romances empezarían indiscutiblemente nombrado por la m anufactura de serones en toda
por X-. Es, pues, seguro que estas formas africa­ 40 la comarca); además es valenciana, y allí se em­
nas e hispanoárabes son hispanismos, pero im por­ plea en el Maestrazgo (G. G irona, s. v. com itxol),
ta notar que prueban para este vocablo una anti­ y hacia el Sur, en Albaida y en la zona de Al-
güedad bastante anterior al S. X 2. coy (M. Gadea, Tèrra del Gè I, 105; II, 42;
Tampoco es posible partir del lat. s e r í a ’jarro’, II I, 14)* ; es probable que esta forma exista en
’jarrón’, como quisiera C ornu (G G r. I, § 111), 45 Aragón, pues la encontramos en un inventario de
pues además de que no conviene el sentido, esto esta procedencia escrito en 1393 : «en la sarta de
obligaría a dejar aparte el cat., arag. y oc. sarria, palma se trobó: un par de balestas ginuisas...»
lo que nadie adm itiría; lo mismo puede decirse de (B R A E IV, 520). Esta forma difícilmente se po­
la palabra sira, que Casiano (S. IV) define como dría explicar como alteración del cat. norm al sá­
nom bre egipcio de ciertos tejidos de palma, y de la 50 rria, y así ha de ser antigua. Ahora bien, si p ar­
cual quisiera partir Cabrera. tiésemos para nuestro vocablo de un étim o * s a r i a
La etimología más sólida que hasta ahora se ha de origen desconocido (quizá prerrom ano, en rela­
propuesto es la sugerida por Diez (Wb,¡ 486) al ción con el vasco zare ’cesta’), podríamos quizá
relacionar con el a. alem. ant. sahar ’junco’ («scir- explicar el cat. sárria (por la contaminación de
pus») y ’carrizo’ («carex»); abundando en este sen­ 55 sarro) e indudablem ente el tipo luso-castellano
tir, Brüch (D er Einjluss d. germ. Spr., 53; R L iR se(i)ra, pero sería .imposible explicar el cat. occid.
II, 79), M -L . (R E W 7518) y Gamillscheg (RFE y arag. ant. sària: en estas condiciones, tratándose
X IX , 23; R . G . I, p. 377) postularon u n gót. de una palabra romana o prerrom ana, sería im posi­
* s a h r j a ’espuerta de junco’, derivado de u n gót. ble la conservación intacta del grupo R J. T odo se
* s a h r s herm ano de dicha palabra alemana. Foné­ 60 explica en cambio en una voz de entrada tardía
como habría de serlo el gót. * s a h r j a . Hay, pues, se lee en seis de las 25 inscripciones paleolusitanas
razones de peso considerable para desechar el es­ halladas en el Algarbe y Sur de Alemtejo, y en los
crúpulo que causa atribuir al gótico una palabra seis casos se trata sin excepción de inscripciones
sólo documentada en alto-alemán, aunque muy an­ sepulcales. Aunque la lengua de estas inscripciones
tigua en este idioma (vid. G raff V I, 149; G rim m , 5 no está interpretada, hace ya muchos años que se
s. v.); por lo demás no es extraño que n o tenga­ sospecha que sare sea el nombre que en esta len­
mos esta palabra en los textos góticos, pues en el gua recibía el sepulcro, sarcófago o cista que lleva
original de los fragmentos conservados de la Bi­ la inscripción. Y así como ’cista’ era propiamente
blia de Ülfilas no figura, si no me engaño, la voz un cuévano o cesta, sare o sare se podría entonces
griega uyotvíov ’junco’ (sólo está xáXa|j.ov ’caña’, 10 identificar con el vasco zare, y un prerromano s a -
gót. raus) y así es natural que ignoremos su deno­ Rfi-A, que sería el étimo de sera. Claro que esta
minación gótica; por otra parte en otras lenguas sospecha mía es evidentemente provisional.
germánicas existe una denominación emparentada, A unque ya hace casi media centuria que se
ags. secg, ingl. sedge, b. alem. med. segge ’carrizo’, emitió la sospecha de que ese sare (seguido siem­
que suponen una base indoeuropea S o k j ó - de la 15 pre de na, quizá preposición, posposición o par­
raíz s e k - ’cortar’ (de esta raíz procede tam bién el tícula y keeni, quizá verbo de un sentido como
nom bre del carrizo en céltico y en eslavo), m ien­ ’colocado’ o ’descansa’) designe el ’sepulcro’, no
tras que el a. alem. ant. sahar corresponde a un se ha dado de ello una prueba firme, vid. Schmoll,
indoeur. s ó k r o - , de la misma raíz, si bien con otro Die Südlusitanischen Inschriften (W iesbaden 1961,
sufijo (Fick, 4.a ed., I I I , 424)5. Q uizá pueda acep­ 20 pp. 42-43, 1-2 y otras), quieti duda entre esta in­
tarse provisionalmente la etimología germánica. terpretación y la de que sare signifique ’hijo’. La
Se puede ahora consultar el estudio de Frings interpretación antigua partía de una lectura sarona
y W artburg, Z R P h. L X X (1954), 86-89, acerca de konii, que Schmoll ha cambiado, y se apoyaba en
la etimología germánica, ei cual coincide amplia­ la teoría, de V etter y otros, de que el lusitano y
m ente con mis datos y conclusiones: queda des­ 25 el lemnio eran lenguas hermanas, pertenecientes
cartado el origen burgundio y confirmada hasta a la familia tirsenia; parece que en las inscripciones
ciertb punto la posibilidad de un gót. * s a h r j O lemnias zeronaiQ significa ’en el sepulcro’, vocablo
(más bien que * s a h r j a ), con asimilación de h r en afín al nombre de la caverna de Zr'puvOov (con ha­
rr en cat.-oc. De todos modos subsisten las dudas llazgos antiguos) en Samotracia.
acerca de la existencia del primitivo * s a h r s en 30 Sigue esto ahora siendo posible, sobre todo
gótico, puesto que los datos exhaustivos de Frings si son lenguas afines, aunque sean diferentes. Hay
confirman terminantem ente que el vocablo germ áni­ que esperar, pues, a que la confirmación de esto
co [S. IX] está sólo representado dialectalmente en últim o y el hallazgo de más información sobre el
bávaro y algo en alemánico, y es ya ajeno al fran- paleo-lusitano, corrobore el significado supuesto
coniano y a todas las demás lenguas y dialectos 35 para sare u obligue a desecharlo; otras expectati­
germ ánicos; los pocos restos romances que ahora vas que hay que esperar a que se realicen son o que
se señalan de este germanismo como nom bre de los progresos en el desciframiento del tartesio y
planta sólo confirmarían su existencia en longo- el ibérico (lenguas muy diferentes, por lo menos
bardo (que prácticamente es lo mismo que el bá­ la última, pero quizá no inconexas) echen luz
varo); además no son bien seguros (en alemán es 40 sobre este problema, o se compruebe que es fun­
’carrizo’ y en todos los dialectos italianos significa dada la dudosa sospecha de que hay relación con
’junco’), y hay que acoger con sumo escepticismo sarunea, combinado con sare8 en uno de los casos,
el sari ’caña’ del Cantal, aislado y cuya forma pero que también aparece en otra inscripción
exacta no conocemos bien (puesto que viene del (Schmoll pp. 24, 16, 40)9.
A L F ), cuyo sentido no coincide, y que además 45 D e r i v . Serón [h. 1400, V. arriba]10; seronero
quizá proceda de s a l i x o de c a r e x (la terminación Serado; seraje [Aut.]. Serete. Serijo; serija; serillo.
sería difícil de explicar con el étimo germánico). Enserar. Sarria (V. arriba); sarrieta.
Sería tentador relacionar sera y sarria con el 1 Además sarria en doc. de M ontpellier de 1327
vasco zare ’cesto’, palabra seguramente muy anti­ y sana (¿mala grafía?) en doc. de Nimes de 1354,
gua en vasco', pues es común a todos los dialectos: 50 citas de D u C.— 2 Especialmente acerca de las for­
como equivalente de la forma vasca .articulada za- mas africanas, y en el aspecto etnográfico, es im
rea se podría suponer, en efecto, una base ibérica portante el trabajo reciente de Giese, Rev. de
* s a r é a que explicaría sin dificultad el cast. sera, Filol. Port. IV, que por otra parte no adelanta
port. seira y mozár. sáyra; ya sería más difícil dar en el estudio de la etimología del cast. sera.—
cuenta entonces del cat., arag. y oc. sarria, y sobre 55 3 Así, pues, no hay por qué traer la forma cat.-
todo es el cat. occid. y arag. ant. sária el que cons­ oc.-arag. de un burgundio *sarrja, supuesto h e r­
tituye el peor tropiezo para esta etimología. Sin mano de dicha voz gótica (como querían Brüch
embargo convendrá no perderla de vista’. y M -L.), pues los burgundios se establecieron e i
En el legajo de nuestro problema conviene in­ zonas m uy distantes de Cataluña y Aragón, y aun
cluir provisionalmente la palabra sare o sare, que OC del Sur de Francia.— * Sàrtia no es ajeno al País
Valenciano, antes creo que es la forma propia de en una séptima inscripción donde no va acom­
la capital (Lam arca; M . Gadea II, 52). Así el pañado de na keerd. Y por cierto en ésta (aunque
mure, sarria no queda aislado.— 5 Argumento muy no es caso enteramente ajeno a las demás) me
fuerte en favor del origen germánico parece a pri­ llama la atención el vago aire indoeuropeo ,de
mera vista el cantaüano sari citado por M -L .; 5 las palabras okoopoonirapoo... apiisiinkoolopooi-
éste figura sólo en el punto 709 (NE. del Cantal) HerosareeeHasiiooni, que traspuestas en griego
del A L F , en los mapas saule y osier (y como res­ serían más o menos oux úitoveip’ <ko... I^iau^xo-
puesta aproximada en el mapa roseau, comp. res­ Xafol rjpiu; "Apsí 'Haíuivu. Cf. gr. helenístico
puestas semejantes sarie, branche, vim , etc., en oupioXcntTu) «to hew in pieces», y el epigráfico
localidades vecinas donde no se conocen las ca- 10 ifxoXairtuj o xoXatpt'Cu) tilvoxoi; ’yo grabo en pie­
ñas): en uno de los mapas no se indica acento, dra’. ¿Casual? ¿Tartesios o sorotaptos algo hele-
en los otros dos se pone en la a, pero sabido es nizados?— 9 D e confirmarse la posibilidad de en­
que los datos del A L F relativos a la acentuación lazar con esta palabra paleo-lusitana, miraríamos
carecen de valor. Sin embargo, en este punto la el cat., arag. y oc. sarria como una variante en
-L- intervocálica se vuelve -r- {para — fr. pelle, 15 la base prerromana, * s a r r E a , variación tan poco
parayá = fr. peler), de suerte que hay motivo de grave que no se hallaría difícil admitirla.— 10 M e­
sobra para sospechar que aquí tenemos u n con­ dida equivalente de carga aplicada a los plátanos,
génere del cat. salic ’especie de sauce’, gasc. sa- en Cuba (Ca., 169).— 11 Camino seronero es aquella
ligo ( < galo * s á l i c o - = irl. ant. sail, ¿genitivo vereda por donde sólo puede pasar a la vez una
salech?), o bien de Aude salisso, Rouergue salés, 20 caballería con serón abierto, en Cuba (Ca., 170).
sarés, Perigord y Lemosín salé, Quercy salesses,
oc. ant. saletz, lat. s a l i c e u m . Quizá tenga más S E R A FÍN , tomado del lat. bíblico seraphin o
valor en este sentido el b. lat. sanea «sepimen- seraphim ’serafines’, y éste del plural hebreo
tum ex virgultis» que D u C. documenta en un seráplñm id. 1.a doc.: APal. 44-86; N ebr.
solo doc. de 1147, procedente según creo del 25 Traslaticiam ente se empleó para ’besugo’ en el
depto. del Yonne, o sea del extremo N orte de la gallego de Arosa, aludiendo a su mirada como
zona ocupada por los burgundios. Claro que esto enajenada (Sarm. CaG. 188u y p. 214).
necesita confirmaciones.— ‘ R ud. G utm ann (Bezz. D e r i v . Serafina [Aut.]. Seráfico [1444, M ena,
Beiträge X X IX , 162-8), al mismo tiempo que da Lab., 22e; princ. S. X V II, Aut.], del b. lat. sera-
por seguro el origen vasco de las voces romances, 30 phicus id.
cree se trata de un elemento común al vasco con
el ugrofinés: finés sara ’carrizo’ y estoniano sara- Seraje, V. sera Serano, V. serondo Sera-
’avellano’.— ' ¿H ay un cambio fonético de rrj en pino, V. sagapeno Serazo, V. zarazas
n? Así parecería indicarlo el arag. de G istáin y
Ansó bario ’barrio’, Bielsa bariella (y de ahí Pue- 35 SERBA, está en evidente relación con el lat.
bla de H íjar barilla, mure, varilla) ’m andíbula’ = so rba , plural de s o r b u m id., pero la vocal de la
cat. baña (BD C X XIV , 161). Es d e c ir: conso- forma latina no corresponde bien a la del castella­
nantizándose la ¿ la f se abreviaría, comp. cast. no, y menos a la del cat. serva, langued. serbo,
menguar, cast. dial, cirgüela, etc. En catalán el gall. serba: s o r b a debió de cruzarse con otra pala­
cambio es más difícil de concebir, pues ahí apenas bra, que pudo ser la representada por el prov. es-
existen los diptongos crecientes, cuanto menos las perbo, logud. superva, alem. sper(ber)baum, pero
semiconsonantes tras otra consonante. Sin em bar­ tam bién es posible que se trate de otra. 1.a doc.:
go, el nombre del pueblo de Borriol en Castellón ¿sierva?, Berceo; N eb r.: «.serval, árbol conocido:
de la Plana se pronuncia localmente Boriol o Bu- sorbus; serva, fruta de aqueste árbol: sorbum».
riol, com o he observado personalmente y me han 45 La Virgen acompañando a su Hijo al Calvario
confirmado otros; ahora bien, la rr es constante «estaba estordida... / ca era u n mal muesso, pe­
en la documentación del nombre de este pueblo sado de tragar, / más qúe la sierva cruda, que
(no sólo la tengo anotada de la Crónica de Jai­ es un mal manjar», Duelo, 35d. L a serba sólo pue­
me I, sino tam bién de docs. de 1178, 1224, 1225, de comerse cuando ya se está pudriendo: verde
1245, 1393, 1403 y S. XVI) y es el mismo nom- SO tiene tan mal gusto que, según creencia popular,
bre que el cast. Burriel, por lo visto de B ü r r u s . bastaría comer siete sin quejarse para cambiar de
H abrá que estudiar mejor la cuestión, pues esto sexo (Rolland). N o disponemos de una buena ed.
haría posible explicar sária como alteración de sa­ del Duelo de Berceo, y así no podemos estar se­
rria y así reivindicar el origen ibérico. A pesar de guros de la autenticidad de esta forma aislada.
todo, la existencia del vocablo en Provenza no 55 Aut.: «serba, especie de pera sylvestre de color
es muy favorable al ibérico, y allí tam bién hay pardo, que tira a roxo, sumamente áspera al gus­
datos antiguos: sarria per vendimiar 1397, sa- to hasta que se suavizan y m udan después de cor­
rriada «contenu de la sarria» 1439, una sari plena tadas del árbol, con el mucho tiempo», con ejs.
de petis cabasses 1467 en docs. de Aviñón (Pan- de los SS. X VI y X V II. Para testimonios de bo-
sier II I, 152; V. 191).— “Además se nota íaree «0 tánicos, desde el S. X V I, vid. Colmeiro I I , 376-7.
Conviene distinguir entre el serbal propiamente di­ cultades, a tal punto que creo debe abandonarse
cho o Sorbus domestica, y el serbal silvestre o ya tal opinión, tanto más cuanto que el área de
Sorbus aucuparia, lo cual no siempre se tiene en serba se prolonga todavía p o r el Sur de F rancia:
cuenta. t Rolland (V, 110) señala sèrbo y sélbo en el Aude
Que serba procede del lat. s o r b u m , nom bre del 5 y en el T arn, con el nom bre del árbol serbié, sel-,
mismo fruto, o más bien de su plural s o r b a , en los mismos departamentos5. Y tanto más cuan­
parece evidente, tanto más cuanto que el nombre to que el nom bre de la Sorbus Domestica y la
se ha conservado regularm ente en otros rom an­ Sorbus Aucuparia se caracteriza en todas partes
ces: it. sorbo, fr. sorbe, oc. sorba, port. sorva, y por la abundancia de formas alteradas por cruce
formas semejantes no han sido ajenas a los dialec­ 10 con otros nombres, hecho m uy natural en el nom­
tos españoles: el botánico sevillano de h. 1100 cita bre de u n fruto sólo medianamente conocido : así
súrbas como nom bre del zacrür o acerolero en el el tipo corbe, corbel, extendido por el C entro y
romance de «la Frontera» (Asín, p. 289), y una SE. de Francia, Lom bardia, T rentino y Emilia
forma zurba, ya citada por Cabrera, se emplea hoy (sorbe X fr. corme); el fríul. ciérbul y el abruzo
en Vilíarcayo según G. de Diego (R F E II I, 308), 15 cibreve se explican según M -L . por cruce con
tam bién en la Rioja (Ojacastro, R D T P X , 330); ACERBUS ’áspero’. -
suerbo en Liébana, sorbito y surbo en otras partes Sugiere Francese de B. Molí (A O R B B II I, 67)
de Santander (G. Lom as); de todos modos la que este mismo cruce sea la razón del cambio de
forma serba predomina ampliamente, y una va­ s o r b a en el iberorromance serva, pero esta expli­
riante jerba corre en Santander, Palencia, Burgos 20 cación no convence dada la escasa popularidad de
y Soria (id. ibíd., 307). En principio, no habría este adjetivo en la Península, además de que en­
grave dificultad en explicar serba partiendo de tonces esperaríamos *cerba o *cierba en cast, y
s o r b a , como reducción de un diptongado *suerba, gallego. H ay otra explicación algo más verosímil,
tal como supuso Diez (W b ., 487) y por lo visto en vista de los versos de F r. Diego de Valencia
sigue creyendo M -L. (R E W 8095), pues es seguro 25 en que este poeta del Carie, de Baena denuesta la
que la o de este vocablo latino sería breve, en vista tierra de León : «fructas montesynas / as por
de la o abierta del it. sorbo, del prov. mod. sorbo, avantajas, J pomas e endrynas, / sylvas e mosta-
souorbo, souerbo, souarbo, y del fr. sorbe; es ver­ jas» (n.° 502, v. 32), que el M arqués de Pidal ex­
dad que éste no es el caso típico de reducción de plica en su glosario «la fruta llamada por otro nom­
ue tras un grupo consonántico (fr(u)ente, fl(u)eco, 30 bre serba»6; en verdad puede dudarse de la exac­
pr(u)eba), pero hay también Bur(u)eba, cul(u)ebra, titud de esta explicación, quizá se trate más bien
quizá lerdo, y desde luego -d(u)ero, ras(u)ero, de la m ora de zarzal, pues silva es ’zarza’ en por­
Fit(u)ero, hort(u)era, est(u)era, sin duda ninguno tugués, gallego y zamorano (R F E V, 41) y «espe­
de estos otros casos es de fiar, los unos por ser cie de arveja silvestre» en el asturiano de Colunga
dudosa la etimología, los demás no son exacta­ 35 (V). Sea de ello lo que quiera era fácil que silva
m ente comparables, aquéllos por haber podido entrara en contacto con s o r b a sobre todo en cuan­
ayudar la disimilación de la u precedente, éstos to ésta designaba la serba silvestre, y de hecho no
porque pudo contribuir el cambio de sufijo; en hay duda de que el roce se produjo, pues la serba
voces como suero, suelto, suegro no ocurre nunca se llama seiba en tierra de T oro (según Cabrera)
la reducción. Sin embargo, n i estos argumentos 40 y ésta es la forma que leemos en el murciano Pe­
ni el hecho de que *suerba no esté documentado rez de H ita (ed. Blanchard II, 187). ¿Será debi­
en parte alguna1 bastarían para rechazar esta ex­ da tam bién la e de serba a esta contaminación?
plicación, si no supiéramos que la forma serba se Para ello haría falta que la forma castellana selva
encuentra en otros romances donde la diptongación se hubiese empleado en el sentido de ’zarza’, de lo
no se produce. 45 cual no tenemos pruebas; además no deja de ser
Serba, en efecto, es el nombre gallego del fru­ difícil de concebir un influjo de esta palabra típi­
to que nos interesa (P. Sarmiento en Colmeiro)2; camente portuguesa y leonesa sobre el catalán y
en catalán serva para el fruto y servera o server el languedociano.
para el árbol, son enteramente generales5, y su E n estas zonas lingüísticas el vocablo entra en
gran antigüedad la comprueba el uso en el ca­ 50 contacto con otro nom bre del serbal, de origen
talán de Alguer (C erdeña: K uen, A O R B B V II, incierto: asperbié en los Cevennes (y asperbo el
99), colonia fundada en el S. X IV y sin relaciones fruto), esperbiéro en Aviñón, esperoughièri en la
con la metrópoli después del S. X V II; Ag. trae Vaucluse, esperouvièra y sperourié (sperono) en los
un testimonio de servera de fines del S. X V y Hautes-Alpes (Rolland, l. c.), formas propias, se­
otro de serba, que puede ser de la segunda m i­ 55 gún puede apreciarse, de Provenza y Este del Lan-
tad de este siglo o del siguiente4. ¿Será castella­ guedoc; este tipo se prolonga hacia el N orte más
nismo serva en catalán y en gallego? N o es com­ o menos por todo el Este de Francia: anpére,
pletam ente imposible, a pesar de tanta antigüedad, anpure en la zona de Lión (Rom. X X, 316), épou-
pero lo verosímii de la explicación a base de *suer- riché y éprieü en la Saóne-et-Loire, epruyé, éprieú
ba disminuye a medida que se acumulan las difi­ 60 y épiráy’ en la C óte-d’O r, éprouvé (éproü), éproué
y épérié en el Aube, éproué y aproué H aute-M ar- Sin embargo, deberá atenderse todavía a la po­
ne, prévotte Vosgos. Algunas de estas formas están sibilidad de otro cruce, m uy verosímil por la
bastante alteradas, pero en otras se reconoce el ra­ perfecta identidad fonética y la notable coinciden­
dical esperb-, esprov-, que así se da la mano con cia sem ántica: pienso en el célt. s w e r w o s ’acer­
el nombre alemán sperberbaum. Éste es antiguo s bo, amargo’, de donde el galés ckw env «amarus,
en el id iom a: spirboum «sorbus» está ya en una acerbus», córn. wherow, bret. hueru, irl. ant. serb
glosa de 779, speruua «escula» se encuentra tam ­ ’amargo’, junto a los cuales existe el abstracto
bién en alto-alemán antiguo' (Graff I I I , 122; VI, s w e r w j á (irl. ant. serbe, galés chwerwedd; Stokes-
3 5 9 ), sperben «sorbum» en 1597, sperberbaum en B. 324; Pok. IE W 1050.18). Pedersen, Vgl. Gramm.
1616 y en glosas antiguas (Grim m , s. v. spierbaum 10 I, 78, partiendo de otra etimología de la palabra
y sperberbaum). céltica, cree que la base de ésta será más bien
Es difícil dar con una etimología algo segura de , s e r w o s . Por lo demás, la una serviría tanto como
esta palabra germ ánica: Schrader piensa en un la otra para explicar el cambio de s o r b a en serba.
compuesto de baum con * s p e r o ’cuento de lanza’, T an to si es ésta la explicación como si debemos
Schmeller en sper, spor ’seco’, M -L . (R E W 8157) 15 preferir la contaminación por s i l v a u otra, lo pro­
en el griego o-eipaíot ’Spiraea ulmaria’, ’reina de bable me parece ser que serba ha de explicarse por
los prados’, de donde vendrían directam ente al­ cruce de s o r b a con otro nom bre del mismo ár­
gunas de las citadas formas francesas. Supuesto bol, que bien podría ser en su origen una sus-
común a todas estas explicaciones es que sper- tantivación de dicha palabra céltica. Al fin y al
beerbaum (así en 1427), compuesto con beer ’baya’, 20 cabo la parentela germánica del tipo esperbo no
además de baum ’árbol’, se contrajera en sperber­ excluye del todo la hipótesis céltica. El influjo
baum y de ahí se extrajera luego sperbe, etc. L a del germ. * s p a r w o ’pájaro’ podría limitarse a una
etimología menos convincente me parece ser la de acción por etimología popular que cambiara un
Schuchardt (Z R P h . X X IV , 412-3), que cree n a­ celtismo *esberba (de s w e r w a ’acerba’) en es-
cidas estas formas de un cruce de s o r b u s con un 25 perba.
derivado de a s p e r , y luego propagadas desde Pro- D eriv . Serbal [-d-, N ebr., Covarr.]; serbo ’ser­
venza hasta Alemania, lo cual cuesta mucho de bal’ («en algunas partes», Aut.).
admitir tratándose de una palabra tan frecuente en C p t . T al vez vengan de a v i s s o r b a ’serbales
la Edad M edia alemana y no documentada en de ave’ combinado con un adj. soRKfiA ’parecida
Francia antes de nuestros días. La forma speier- 30 al serbal’ las dos formas osurbia ( < *au-surbia) y
baum que con su diptongación apoyaría el éti­ surbia con que se conoce, en las M ontañas de
mo de M -L. ( s p i r a e a ) es muy reciente (Nemnich, Burgos y Santander, y en la Maragatería, el vera-
S. X V III), y esta etimología tiene muy poca ve­ trum álbum o vedegambre, planta semejante al
rosimilitud semántica, pues aunque ■la Spiraea ul­ eléboro (y a la adelfa) que los pastores emplean
maria sea tam bién una rosácea, pertenece a una 35 para curar las ovejas «morroñosas y llenas de gu­
subfamilia muy diferente de la de las pomáceas, sarapos»: es lo que sabemos por el P. Sarmiento
y es una hierba m enor de un metro y sin fruta (1770)7, quien a su vez se fundaba en informes
conocida, en contraste con el gran tamaño de un del maestro M ier, burgalés, y de gente leonesa.
árbol como el serbal. Quedan las otras dos etimo­ Sería pues un nombre parecido al lat. sorbus au­
logías, que presentan dificultades menores en el 40 cuparia, alem. sperberbawn, fr. sorbier des oiseaux,
detalle fonético, como tam bién las tendría otra que hemos visto arriba. Desde luego el veratrum
que, al menos semánticamente, parece la más con­ álbum es otra planta, pero hay semejanzas, no
vincente: contracción de un * s p a r w i - b a r i ’baya de sólo por el gusto áspero de la serba y lo venenoso
pájaros’ (a. alem. ant. sparo y bpri), equivalente del veratrum álbum, sino porque todo son rosá-
del alem. vogelbeerbaum, fr. sorbier des oiseaux, 45 ceas silvestres; cf. zurba, arriba, como nombre de
arbre á grives, oc. ouzélou, lat. sorbus aucuparia, la serba en Villarcayo, precisamente en las m onta­
cast. serbal de cazadores, así llamado porque los ñas de Burgos. Desde luego no se trata de un
cazadores suelen apostarse cerca de este árbol pa­ egipcio somphiam ’eléboro’, como sospechaba Sar­
ra m atar a las aves que acuden a comer de su miento.
frutita (comp. fr. preneur de grives en Rolland). 50 1 M. L. W agner, Arch. Storico Sardo I I I , 394,
Las menudas dificultades fonéticas pueden expli­ cita el logud. suérva (Spano) como prueba indi­
carse por cruce con otros tipos. recta de la existencia de esta forma castellana, de
N o veo dificultad en suponer que este tipo ger­ la cual sería préstamo. Algo extraño sería esto,
mano se propagara a Francia y aun el N orte de pues los castellanismos sardos no se rem ontan
Italia (comp. el sardo superna, nota 1), sea por m e­ 55 nunca más allá del S. X VI, y entonces ya no es­
ra vecindad geográfica, o por herencia de un frán- casean los testimonios de serba. Y si se trataba
cico más o menos tardío * s p a r b a r i o *S P E R B A R I; y de una forma cast. m inoritaria sería extraño que
que este vocablo extendiéndose hasta Languedoc y fuese precisamente ésta la que pasó al logudorés
Cataluña diera lugar a la alteración de s o r b a en Por otra parte ya Salvioni (R I L X L II, 852) llamó
serba, extendida desde ahí hasta Castilla y Galicia. M la atención hacia la variante supérva lqgudoresa,
suppreva en Pozzomaggiore, Bosa supelva, y su­ ferirà el loeum qui dieitur Sorboles in territorio
girió que suérva saliera de supérva > *suvérva, Siurane en doc. de 1157 (M orera, Tarragona
lo cual es perfectamente aceptable en u n dialecto Cristiana I, lxi). Parece tratarse, pues, del dimi­
de consonantismo tan débil como el Iogudorés nutivo s o r b ü l a , con el mismo cambio en la vocal
actual. Según el A I S (mapa 587) supélvia es de 3 radical. U n tercer Cérvoles es erm ita de Os de
la G alura, mientras que suéyuva se recogió en Balaguer.— 5 Y aun quizá salgan de la misma base
un pueblo del N oroeste del Logudoro, y druébfl sarbiè y sarbriè (sarbe) en el Seine-et-Oise y en el
( < srueba) en otro del extremo N orte campi- Orne.— 6 Hay un artículo semejante en el glos.
danés. En cuanto a superna y variantes serán del Cane, de Stúñiga, a pesar de que esta colec­
préstamos del tipo galorromance y alemán esper- 10 ción no contiene poesías de Fr. Diego. Sería in ­
bo, sperbe, que llegaría a la isla quizá desde G é- teresante encontrar el pasaje que ha motivado esta
nova e intercaló una vocal en el grupo inicial sp-, glosa.— 7J. L . Pensado, Dise. Apologético, p. 19
desusado en Cerdeña. H oy no tenemos noticias (Bol. R . Ac. Gali., 1973).
de la existencia de tal tipo en el N orte de Italia
ni en Córcega (Atlas de Bottiglioni 1023, 1024), 15 Serena, serenar, serenata, serenero, V. sereno
pero hay que tener en cuenta que el A I S nos da Sereni, V. sirena
casi sólo los nombres del Sorbus Aucuparia, que
al parecer no existe en la llanura lom barda y lí- SEREN O , del lat. s e r é n u s ’sereno, sin nubes’,
gur, de donde la gran laguna que en este mapa ’apacible’. 1.a doc.: J. Ruiz.
presenta dicha región. M. L. Wagner, R F L X IX , 20 Dueña serena con esta última ac., 1097c. Gene­
264-5, reconoce que todas las formas sardas pre­ ral en todas las épocas : «serena, cosa clara: sere-
sentan un enigma insoluble, pero niega la posi­ nus» N ebr., etc.; Cej. IX , § 143. T om a a veces
bilidad de m i explicación, porque *suverva no acs. secundarias en el habla popular: en la Arg.
existe (razón que ya tomaba yo en consideración, agua serena ’límpida, no turbia’ (M. Fierro II,
pero que no es de peso, pues el sardo no es 25 183); mar serena ’en calma’ no es raro (Rojas Z o­
idioma inmutable, que conserve siempre lo que rrilla, Cada qual lo que le toca, v. 1786).
ha tenido), y porque en N uoro se dice superva Sereno sustantivo en el sentido de ’hum edad que
y es dialecto de consonantismo firme (pero esto cae durante la noche’ ya está en N ebr. («serenar,
precisamente probaría que esta forma no puede poner al sereno: subdio expono»), y en Rob. de
resultar de una alteración del hipotético cast. 30 Ñola, a. 1525 («ponlos al sereno», p. 113, «ponerlo
*suerba) y porque el oc. esperbo es el ’sorbus a serenar de parte de noche», p. 108; A ut.), y es
aucuparia’ y no el ’sorbus domestica’ (único que expresión con paralelos en muchos romances, cat.
existe en Cerdeña) y es ajeno a Liguria. Sugiere la serena, el serení, oc. ant. la serena, fr. le serein,
que el sardo superba sea alteración de suerba campid. su serenu (de donde sirinicu, sereniccu
por etimología popular a base del italiano su- 35 ’serenero, m anto que se pone al caer la noche’,
perbo ’soberbio’ (idea que me parece algo fan­ M . L . W agner, B hZR P h. L V II, 59), napol. la se­
tástica y semánticamente increíble).— 2 No se con­ rena. El origen es discutido. Diez (W b ., 292) y
firma el uso de serba en gallego, o por lo menos Bloch creen que es derivado del lat. s e r u m ’la tar­
no parece cierta la noticia de Colmeiro de que de, el anochecer’, y teniendo en cuenta la rareza
lo recogiera Sarmiento, J. L . Pensado, O púscu­ 40 del sufijo -ENXJ, admite aquél que la forma p ri­
los gallegos S. X V I II.— 3V. los dicc.; personal­ mitiva fuese serian en francés ( - a n u ) , tomado en
mente tengo recogido serba en T o r y Arcavell préstamo por los demás rom ances; lo cual es in­
(Pallars, Andorra), serba en M ontblanc y en va­ verosímil1 en expresión tan extendida y de carác­
rios pueblos de la comarca del Penedés, sérva y ter tan popular (ya medieval en lengua de Oc);
servera en Carlet (H uerta de Valencia). E n M a­ 45 tampoco convence Storm , R om . V, 182-3, al ad­
llorca (Amengual), Alguer y creo en todas partes m itir que es s e r e n u s pero con influjo semántico
donde se distinguen los dos fonemas, se pronun­ de s e r u m ; en prim er lugar obsérvese que el sere­
cia con v, lo cual se deberá al tiempo que hay no no cae solamente al anochecer (fr. soir), sino
que guardar las serbas: servar es vivo en cata­ todavía más en el resto de la noche. Creo, pues,
lán. Pero no creo que este influjo de s e r v a r e sea 50 que tiene razón M -L . (R E W 7843) al identificar
responsable del cambio de la o de s o r b a en e. etimológicamente este vocablo con el adjetivo se­
pues entonces, si se tratara de una contaminación reno. Pero no dice cómo explica el sentido. ¿T al
antigua esperaríamos *sierva en cast., y un influ­ vez porque en las noches serenas es cuando cae
jo m oderno y culto no sería admisible, pues el más sereno? Bien podría ser. Pero es im portante
simple servar no es castellano.— 4 Hay en Catalu­ 55 no perder de vista la relación subrayada por Diez
ña dos poblaciones llamadas Cérvoles, una en el con el oc. ant. serena ’canción nocturna’ y el it.
valle del Flamisell, otra, L a Pobla de Cérvoles, serenata id. Claro está que no es posible dar se­
entre Las Borjas y el Priorato. Ambas se nom bran renatas en noches de lluvia o cuando el cielo ame­
en la forma Cervolles en el censo de 1359 naza : ésta es la explicación. Por otra parte, cuando
(C D A C A X II, 40, 76), pero a esta últim a se re- 60 decimos dejar algo a sol y sereno, para dejarlo a la
intemperie para que se purifique, etc., hay que gioso semejante de la palabra plática; comp. Cej.
suponer tam bién que nadie dejará al raso una V III, § 33.
prenda valiosa en noches de lluvia. Finalm ente D e r i v . Sermonar [h. 1300, Gr. Conq. de Ultr.,
se dice dormir al sereno, pasar la noche al sereno 402; R im . de Palacio, 1230; N eb r.; no en Aut.
(aquél documentado en el S. X V II por A ut.), por­ 5 y hoy es poco usual]; sermonear; sermoneador;
que si llueve se busca, claro está, cobijo en alguna sermoneo. Sermonario {A lex., 1795], Sermocinál
parte. E n frases como éstas debió de nacer sereno ant. y raro.
para expresar lo que cae cuando se pasa la no­
che en esta forma o se deja u n objeto a la intem ­ SERNA, ’campo de tierra de sem bradura’, y más
perie. Ignoro la fecha de sereno ’vigilante noc­ 10 especialmente el que se reservaba el señor y había
turno’ (ya S. X IX). de ser cultivado por sus vasallos; fué sénera en la
D e r i v . Serenar [Nebr., comp. arrib a; «s. el documentación más antigua, y está emparentado
tiem po: sereno»]; más raro aserenar, que es el con el león, senára, port. y gall. seára; voces prerro­
cat. asserenar; a un *reserenar corresponde el manas, de origen incierto, probablemente céltico,
gascón de Comenge arresseria «rincer, repasser» 15 de un * s e n Ar a ’campo que se labra aparte’, com­
(Dupleich, Dict. de Saint-Gaudens, 1843, s. v.). puesto de ÁR- ’arar’ y S E N - prefijo que indica se­
Serenata [17¡7, Lobo, Aut.], del it. serenata (comp. paración; en el Oeste de la Península el vocablo
arriba). Serenero. Serení ’planta’, ’baile’, ’bizcocho’ se acentuaría en el segundo elemento del com­
mure., and., cub. (B R A E V III, 513-4), probable­ puesto, mientras que en el Centro de España se
mente tomado del cat. serení ’humedad nocturna’ 20 convertiría en * s é N é r a por adaptación a la foné­
(recuérdense las plantas llamadas rocío, ros solis, tica latina. 1.a doc.: señera, 831.
etc.). Serenidad [Villena (C. C. Smith, BHisp. Desde el principio sale el vocablo con el sen­
L X I); APal. 193d; Nebr.]. Serenísimo. tido vago y general de ’heredad cultivada (o cul­
C p t . Xeroftalmia, c o m p u e s t o c u l t o d e l g r . Ij- r jp ó í tivable) de pequeñas dimensiones’. Así aparece en
’s e c o ’ ( p a l a b r a a f í n a l l a t . serenus) y ¿ c p 0 a X ¡ ji ó ; 25 una donación del cartulario de Sto. Toribio de
’o j o ’. Liébana hecha a una iglesia en 831 por un m atri­
1 H ay realmente un fr. ant. serain (SS. X II y ss.) monio particular: «donam us... quidquid abemus
’anochecer’, equivalente del port. serao (V. S E ­ in Barao... horreum , cortes, señeras1 I I I , sive exi-
R O N D O ), y formado de esta m anera; pero se- tis, gressum vel regressum ... excepto... illa con­
reín ’el sereno’ no aparece hasta el S. X V I, y es 30 ficta... ubi D ominus Vila abitavit, idest casas, ho-
palabra independiente. rrea... pomares, señeras, vel quidquid ibidem est...
cortes, señera que est inter ambos arrodios... pra-
Serete, V. sera Sereno, -ña, V. seda Ser­ ta et señera qui est iusta segobium... señeras...
gas, V. jerga Sergenta, V. servir Sergón, señera qui est in M ensas... horrea dúos, señeras
V. jerga I Seriar, V. disertar Sericicultor, 35 duas...» (Bol. Acad. de la H ist. X L V III, 132).
sericicultura, sérico, V. jerga I Serie, V. diser­ Igual forma en doc. de Valpuesta 864: «offeri-
tar Seriedad, V. serio Serija, serijo, serillo, m us... Sánete M arie... térras sationaviles, quantas
V. sera Seringa, V. jeringa in ipso valle pater noster obtinuet, quem eiecit de
scalido, et mulinum , et in Sancti Saturnini sene-
SER IO , tomado del lat. séríus id. 1.a doc.: 1626, 40 ram » (R H V II, 298); y en doc. de 928 se dan a
Corral. Sahagún «señeras constitutas per term inis pro-
N o en APal., N ebr., C. de las Casas, O udin, priis... apud Corabita, et alia in M assola... et alia
Covarr.; es ajeno al léxico de Góngora y del serena [sic] juxta sancta Eugenia» (Vignau, índice
Quijote. D e uso general hoy en día. n.°-928). E n docs. posteriores sale la forma sinco­
D e r i v . Seriedad [Aldana, t 1578 (C. C. Smith, 45 pada senra; así ya en escritura de Valpuesta de
BHisp. L X I); princ. S. X V III, Aut.]. Enseriarse 844 se menciona en unos límites cilla senra de
cub. ’ponerse serio’ [Ca., 51; Acad. ya 1936]; Pobalias» (R H V II, 295), en otra de L eón de
aseriarse raro (S. X V III, cita del P. Mir). 908 se sitúa una propiedad «súber illa senrra dom-
niga» (M. P., Orig., 181), y en una de 933 en que
SERM Ó N , tomado del lat. sermo, -dnis, ’con­ 50 se describen unos lím ites: «discurrit ad civitate
versación’, ’diálogo’, ’lenguaje coloquial’, ’lengua, Conimbrie et inde per senrra de Episcopo per m e­
estilo’. 1.a doc.: 1112, Oelschl.; Berceo. dio valle...» (P M H , D ipl., n.° 39); esta forma si­
En cast. sólo ha sido popular en el sentido de gue siendo frecuente en la documentación portu­
’discurso moral o religioso’; en éste ha sido muy guesa, según puede verse por los cinco ejs. de
usual y popular en todas las épocas. L a especializa- 55 esta época que cita Silveira (R L X X IV , 193) y los
ción de sentido se explica por el uso preferente del tres que agrega Cortesáo, y todavía corría en este
latín por parte de los eclesiásticos, y tiene su raíz país en el S. X III (Cortesáo, Viterbo). En León
semántica en la idea de ’conversación, coloquio’, todavía encontramos senrra en 1027, 1047 y 1096
por la misma actitud de modestia y llaneza que (M. P., Orig., 317)¡ mientras que en Castilla, se­
ha dado lugar m odernamente a u n empleo reli­ 60 gún corresponde a su fonética, pronto se altera
en serna: así ya en docs. de 902 y 915 (M . P., A un ocurre alguna vez que sem a designa mera­
I. c.), de 938 («semas pernom inatas: una sem a m ente heredad señorial, aunque haya dejado de
que est sub kareira, etc.», Palencia, M . P., Orig., cultivarse: así en la escritura de entrega al mo­
32), de 972 («illa sem a de Scti. P etro... illa sem a nasterio de Cardeña de u n pueblo edificado en la
de Domina Osytia», Becerro de Cardeña, ed. Se­ 5 Sem a Real, y del M onasterio adyacente, el cual
rrano, p. 3), de h. 1030 (M. P., Orig., 39.8, 40.33, recibió, precisamente p or ello, el nom bre propio de
36, 39, 40), de 1044 (M . P., D . L ., 71.21), y me M onasterio de Población: «nos Fernandus... da-
abstengo de proseguir porque su núm ero es casi m us... nostrum proprium M onasterium quod est
infinito en los docs. antiguos. situm in valle Covillas... cum terris, vineis et villa
Es de notar que se trata de una voz sobre todo 10 populata in propria sem a... et m onasterium Tam a-
notarial y foral, que no es fácil encontrar en textos ra ... cum suis decaniis in sem a populata» (Ber­
propiamente literarios (no encuentro ningún ej.) y ganza II, 430, año 1053). Sin embargo el propio
que tampoco se recogió en la tradición lexicográfica hecho de llamarla sem a populata ya demuestra
(falta APal., N ebr., Oudin, Covarr., A ut., etc.), que esto era excepcional. T am bién es verdad que
aunque hoy la registra la Acad. con la definición 15 más tarde la propia abundancia con que las semas
«porción de tierra de sembradura». Sabido es que se citan en todos los docs. prueba que el vocablo
abunda extraordinariam ente en la toponimia, so­ tam bién llegó a designar u n campo cualquiera de
bre todo la m enor, pero tam bién hay pueblos de tierra labrantía, no sólo el señorial, y es difícil afir­
este nom bre en las prov. de M adrid y Guadalaja- m ar cuál de las dos acs. fué prim aria, pues si es
ra, así como en casi todas las de León y Castilla 20 concebible que se abusara del vocablo aplicándolo a
la V ieja; la forma antigua sérira persiste como cualquier heredad que se quería ponderar como
nom bre de lugar en los valles leoneses de Babia y fértil, tam bién sería posible que la serna dómniga
Laciana2, Sienra nom bre de heredad en Astorga o del Señor recibiera por antonomasia u n nombre
(A. G arrote), ast. occid. senra3, gall. senra (Valí., que propiam ente sólo valiese ’tierra arable’, en aten­
Sarm. CaG. 182r), y aun un ast. sénera ’heredad’4. 25 ción precisamente a su fertilidad. Sea como quiera
Serna y sus variantes locales son, pues, una palabra la ac. especial ’tierra del Señor’ existió y fué fre­
arcaica adherida al terruño, que en Castilla fué cuente, y gracias a la obligación que los vasallo;
apelativo del lenguaje notarial en el período pre- tenían de cultivarla, el vocablo pasó luego a deno­
literario y luego salió de la lengua viva, mientras m inar la prestación o «corvée» de labrar por cuen­
que en tierras leonesas conservó alguna mayor 30 ta ajena una heredad.
vitalidad. Las pruebas de esta acepción abundan, y en el
T am bién siguió viviendo, aun en Castilla, duran­ Becerro de las Behetrías (S. X IV) este sentido se
te casi toda la E. Media, en calidad de térm ino del encuentra a cada paso: «dan cada año al abbat...
derecho feudal y consuetudinario, como nom bre el que ha u n par de bueyes, cada 15 días una
de una prestación de trabajo consistente en labrar 35 sema, e el que los non tiene que le ayude con su
una sem a por cuenta del señor. El cambio de sig­ cuerpo... dan a las dueñas cada mes una sema
nificado se hace más fácil de com prender si tene­ cada u n o ; al abbat de Sant Fagun en el año cin­
mos en cuenta la explicación de Berganza (A n ti­ co sem as» (f° 55 v° de la ed.), «dan cada año los
güedades de España I, 176): «las personas más vassallos de los de Aza a su señor cada u no... dos
poderosas poblaban algunos términos y dividían la 40 m rs. por el Sant Johan et tres semas; e los otros...
heredad entre los colonos... reservando para sí una dos mrs. por el Sant Johan e 12 semas en el año»
o más partes de lo más fructífero de la tierra : y (f°53r°), y así passim en gran parte del libro. Pero
porque los colonos tem an obligación de cultivarla no escasean las pruebas más an tig u as: «ad illos
y sembrarla hasta poner el fruto en poder del Se­ pedones damus forum u t ... non habeant super se
ñor, dieron a esta o a estas partes de tierra el 45 nulla sem a, ñeque nulla facendera, nisi uno die
nom bre de sema, que quiere dezir tierra sem­ in barbechar, et alio in seminar, et alio in podar,
brada5; como después estas semas y otras heren­ et singulos carros de messe debere ad illam terram»
cias se solían repartir entre muchos herederos, a fuero de Castrojeriz de 974 (M uñoz Romero, p.
cada una de las partes llamaban divisa, y diviseros 38), «el fuero que nos avedes a faser... por Sant
a los que las avían heredado». Que sem a se apli­ 50 Juan ocho maravedís de yantar e quatro semas ca­
có especialmente (y quizá, al principio, únicam en­ da año, una ssema a ssegar, e otra a trillar e otra
te) a la heredad que se reservaba el Señor, lo prue­ a sem brar e otra a barbechar... E el día que fuére-
ban varias de las citas que he dado arriba (senrra des a la serna, que vos den almuerzo, pan e viño»
domniga 908, senrra de Episcopo 933, sem a de fuero de Quintanilla de 1242 (ibid., p. 137n.), «que
D om ina Osytia 972 y quizá la de 864), y se pue­ 55 nos ffagan quatro ssemas por cada año: la una para
den agregar otras: «Ecclesiae O vetensi... dono... segar e la otra para barvechar; et estas ssemas so­
in Arbolies Ecclesias Sancti M artini, et Sancti Ju- bredichas an de facer con bues el que los oviere;
liani et seneram quae dicitur Episcopalis» doc. de e si non ovieren bues que las fagan con sus cuer­
857 (M uñoz Romero, p. 20), y en el de 933 cita­ pos» Carta de población de Villaturde a. 1278
do por Viterbo se trata de una senra del Rey. 60 (ibid. 168). Hinojosa, E l Régim en Señorial y la
Cuestión Agraria en Cat. dur. la E. M ., 47, n. 1, dad semántica de senara con serna es completa,
toma asimismo sernas por «faenas agrícolas del co­ pues también se le pueden señalar al primero las
lono o solariego en las tierras del señor», docu­ demás acs. del segundo: Moraes nos informa de
mentándolo en el fuero navarro de San Anacle- que jazer seara en lo antiguo (según prueban las
to (1065) y en docs. aragoneses de los SS. X I 5 Ordenagoes Afonsinas del S. XV) valía «plantar em
y X II6. Por lo demás esta ac. es bien conocida térra alheya, nao encabezado nella, com bois alhe-
y la han señalado repetidam ente los editores de fue­ yos», y seareiro «lavrador pobre que tem poucas e
ros y textos legales7. pequeñas herdades», «o que lavra hum a folha
Como conclusión de este estudio semántico y fi­ alheia por sua conta», con ejs. de las citadas O r­
lológico, podemos afirmar que nuestro vocablo pro­ 10 d e n a re s y de otros forales y textos literarios; pa­
cede de una base * s e n é r a que hubo de designar labras ambas que en esta ac. se conservan hoy en
una de tres cosas: ’tierra labrantía en general’, el Alentejo (Gon?. Viana, Apost. II, 410); de ahí
’tierra señorial (y buena para el cultivo)’ o ’pres­ tam bién el ast. senareros ’mozos que van tras la
tación consistente en labrar’. En cuanto a la in­ yunta’ (R, con cita del Dicc. Geogr. de Vignau).
vestigación etimológica, dejando aparte la mencio­ 15 De interés, así por su a como por el significado,
nada e imposible propuesta de relacionar con el es la forma de Cuéllar senarero «criado al que
lat. s e r e r e , nadie ha escrito nada hasta ahora. Sin s u s a m o s dan, además de su salario, una por­
embargo, en cuanto a la forma arcaica sema, ya ción de tierra para que la labre por su cuenta»
en 1921 Jud y Aebischer la pusieron en relación (B R A E X X X I, 509). Está claro que todo esto pro­
con el port. seara, león, senara, y como es eviden­ 20 cede del antiguo significado ’prestación de labran­
te que serna viene de senra y la idea de los inves­ za para el Señor’, que hemos documentado para
tigadores suizos ha encontrado general aceptación, serna, significado que hubo de tener igualmente
se impone estudiar ahora esta palabra del Occi­ senara.
dente peninsular. Seara se emplea en Galicia con Es, pues, evidente que las dos palabras son en
el sentido de «heredad con mies verde», «haza o 25 el fondo una sola, con una leve variante fonética
porción de tierra labrantía» (Valí.) y en Portugal o morfológica: la portuguesa supone * s e n á r a y
«terreno onde crescem cereais; terreno semeado; para lá castellana deberemos postular * s e n e r a ,
messe; campo cultivado; qualquer campo, cober- pues una a postónica en castellano se habría con­
to de vegetado», y es de notar que a diferencia servado sin sufrir síncopa. ¿De dónde procede el
del castellano el vocablo gallego-portugués sigue 30 vocablo? Jud y Aebischer en el sabio estudio a
hasta hoy lleno de lozanía; Moraes pone como bá­ que aludo arriba (A R o m . V, 29-52), dedicado a la
sico el sentido de «sementeira de páes em quanto etimología céltica de las voces fr. dialectales so-
está em pé no campo», pero Viterbo observa que mart y sávart ’barbecho’, ’artiga’, reservaron un
en lo antiguo no sólo era «urna térra de pao ou breve apéndice (p. 51) al origen de senara, sos­
de vinha», sino tam bién «toda e qualquer proprie- 35 pechando con las debidas reservas que el vocablo
dade, fazenda ou perten^a de herdade» citando en significara asimismo ’barbecho’ y procediera de un
apoyo un texto de 1285 en que se habla de unos céltico * s e n a r a derivado de s e n o s ’viejo’ (irl. ant.
molinos «dúos molendinos qui sunt seara nostri sen, galés, cómico y bretón hen, galo Seno-gnatus
Monasterii», es decir, la porción de la propiedad y otros nombres propios), para lo cual lo compa­
que el monasterio se reservó al repartir el resto 40 raban con el boloñés bdost «maggese» v e t u s t o s ,
de la heredad entre sus vasallos. Sin embargo, lo friul. vieri id. v e t e r e m , y el tipo v e t e r e t u m repre­
corriente, aquí como en España, es que desde an­ sentado ampliamente en la toponimia alpina e ita­
tiguo designe una tierra cultivada: «as searas e as liana’. E n apoyo de lo cual podría mencionarse la
vinhas do M aestre aiam tal foro qual as searas sinonimia de siara y bfdro ( v e t e r e m ) ’terreno
e as vynhas vossas ouverem» en ley de h. 1220 45 inculto cuya broza se cava y se quema para m e­
(P M H , Leges I, 587); en textos más antiguos apa­ terlo en cultivo’ que Dámaso Alonso indica en los
rece la forma etimológica senara, así ya en 961 Oseos (zona gallega de Asturias) (N R F H VI,
(«vendimus senara nostra propria» P M H Dipl., 165-167); pero como él mismo señala, 165-9, es
54), en 1136 (P M H Leges, 356, 357), en los Fue­ probable que se trate de una ac. secundaria: los
ros de Trancoso del S. X II (ibid. 435) y en otros 50 paralelos allí citados muestran, en todo caso, que
que cita Cortesáo. N o fué ajeno el vocablo a Es­ no puede utilizarse este significado en apoyo de
paña, aunque limitado a ciertas hablas leonesas: la etimología de Jud y Aebischer.
senara rima con cara en poesía de Fr. Diego de A esta idea opuso M -Lübke (Das Katal., 117n.)
Valencia («tus senaras / cuestan caras / al coger la objeción de que u n sufijo -A r a , con a larga
de los agrazes» Canc. de Baena, n.° 510, v. 15, 55 (cantidad que al parecer debe suponerse para la
p. 540), senara se dice en San M artín de Trevejo forma portuguesa), no existe en céltico; a pesar
hasta la actualidad (R L X X X I, 240) y aun en lugar de ello admite M -L. que un origen céltico es ve­
tan al Este como Cespedosa de Tormes se anota se­ rosímil, y en el R E W 3 7815a (sin m encionar el
nara en un sentido semejante al portugués m oder­ cast. serna o senra) ha creado un artículo * s e n &r a
no, a saber ’cosecha’ (R F E XV, 261)*. La identi­ 60 «prerromano» repitiendo la objeción contra el cél­
tico aunque limitándose a decir que si es céltico terminación ra r a : además de palabras de origen
no se comprende su formación. arábigo (aquí descartado ya por la s- castellana,
U n hispanista tan sabio como M . L. W agner, en y no f-), sólo se encuentra en algún raro nombre
Biblos X X I (1945), 153-7, se adhirió, sin em bar­ de lugar de etimología incierta (Jubara) y quizá
go, a la etimología de Jud, y agregó otro vocablo a 5 tam bién arábiga, y en tres palabras castellanas cu­
esta familia, a saber el port. cieiro ’grietas produ­ chara, niara y piara: en la primera se trata de un
cidas por el frío en la epidermis’, admitiendo que antiguo cuchar ( c o c h l e a r ) cambiado tardíam ente
su sentido primitivo seria el hoy regional «estado en cuchara, la segunda es derivado evidente de
de desagregado do solo recentemente lavrado, em una voz latina, y la tercera es palabra de origen in ­
consequéncia do calor do sol», y el del gall. sieiro, 10 cierto, mas partiendo del caso de cuchara creo ha­
ast. siero «tierra fría y escabrosa» (R). No creo ber propuesto explicaciones razonables para niara
que Wagner estuviera acertado al explicar estas y piara a base de suponer que proceden de unos
palabras por un * s e n a r i u derivado de s e n a r a , al femeninos más antiguos *niar y -piar. Así, pues,
cual se oponen evidentes razones fonéticas y se­ el caso de senara queda aislado, pues aquí no en­
m ánticas'“. En cuanto a seara opina el erudito ro­ 15 contraríamos nada en latín a base de un sufijo
manista, atendiendo a la objeción de M -L ., que - a r e , y siempre quedaría la dificultad de expli­
la acentuación s e n á r a en lugar de s é n a r a ha de car al mismo tiem po la variante * s e n é r a , de donde
ser debida a un cruce con s e m i n a t a ’tierra sem­ serna.
brada’. Tampoco esto convence: la terminación de T ratando de volver al céltico, y puesto que
las dos palabras es demasiado diferente para que 20 de un nom bre de campo se trata, se me ocurre
se produjera este influjo limitado al cambio de que - a r a puede ser radical y no sufijo, pensando
acentuación. en el irl. ant. ar ’cultivo’, galés ár ’prado’, que
En r e a l i d a d , s i n e m b a r g o , l a o b j e c i ó n f o n é t i c a suponen a r o - , irl. ant. airim ’yo aro’, galés arddu
de M -L . y o t r a s q u e p o d r í a n a g r e g a r s e " s e p u e ­ ’el que labra’, aradr ’arado’, y especialmente el
den s a l v a r d e o t r a s m a n e r a s , p e r o l o q u e m e h a c e 25 sustantivo célt. ant. * a r a ’tierra labrantía’ ( = letón
d u d a r d e e s t e * s e n a r a ’t i e r r a v i e j a ’ e s e l h e c h o ara id.), supuesto por el compuesto galo a r a p e n -
d e q u e n i serna n i seara h a n s i g n i f i c a d o j a m á s n is , irl. ant. airchenn «semijugerum», ’medida
’b a r b e c h o ’ n i ’t i e r r a p o r r o t u r a r , a r t i g a ’. Y s i e n d o agraria’ (Stokes-Bezz.4, p. 17). ¿Por qué no habría
e s to a s í e s p r e c is o a c u d ir a o tr a e x p lic a c ió n . de ser * s e n a r a u n compuesto de este * a r a , de
¿Pensaremos en derivar de otro idioma que el 30 cuya existencia en el céltico de Iberia apenas cabe
céltico? Desde luego nada se encuentra en latín ni dudar? El prim er elemento es más inseguro. ¿Se
en germ ánico; aun si quisiéramos partir de las co­ trataría de s e n a a r a ’vieja tierra cultivable’? Con­
rrespondencias de s e n o s ’viejo’ en estos idiomas traída la expresión en boca de los iberos celtizados,
(gót. sineigs, etc.) siempre chocaríamos con la impo­ que quizá no la entendieran del todo, la contrac­
sibilidad de explicar las dos terminaciones •‘ ERA y 35 ción * s e n a r a pudo conservar el acento en la A, o
-ÁRA. El tratarse de una tierra señorial haría pen­ bien trasladarlo a la prim era sílaba al latinizarse
sar en un préstamo del fr. arcaico senre, sendre el país, conforme a las reglas de acentuación lati­
’señor’ s e n i o r (en los Juram entos de Estrasburgo na, y al mismo tiempo * s e n a r a se cambiaría en
sendra), pero además de que un térm ino tan an­ * s e n e r a tam bién por influjo de la fonética latina,
tiguo y tan vinculado al terruño difícilmente po­ 40 que no admitía a a breves en sílaba in terna; que
dría ser galicismo, siempre tendríamos que ren u n ­ este género de cambios vocálicos afectó a los cel-
ciar entonces a explicar seara de la misma fo rm a : tismos hispánicos nos consta por varios nombres
ahora bien, los dos vocablos son evidentemente in­ de lu g a r: el celta ü x a m a ’la altísima’ hubo de con­
separables. ¿Pensaremos en el ibero o en el vas­ vertirse en ü x í'M A para poder llegar al cast. Osma,
co? Esta posibilidad sí que no puede rechazarse, 45 de otra manera no se habría perdido la A postóni­
aunque ha de quedar vaga, pues nada análogo pa­ ca; l e t í s a m a , otro superlativo céltico, documen­
rece encontrarse en este último idioma, pero en tado como antiguo nombre de Ledesm a, hubo de
general el área geográfica de seara y serna es más pasar primero a * l e t í s í m a o * l e t í s ü m a para dar
favorable a un origen céltico que vasco o ib érico: aquel resultado en castellano. Luego esta etimolo­
recuérdese que el vocablo presenta más vitalidad 50 gía es posible, pero quizá se explique mejor el tras­
en Portugal y Galicia que en León, y más en León lado de acento y el significado romance por otro
que en Castilla, mientras no sólo es absolutam en­ camino.
te desconocido en catalán, sino que ni siquiera Existe en céltico una raíz s e n - o S £ í- que
parece haber echado raíces en tierras aragonesas13. indica diferencia, separación (pariente del alem.
Es, pues, racional insistir en la búsqueda de un sander, lat. sine, gr. avey): todos los lingüistas
étimo celta. L a dificultad señalada por M -L . es están conformes en deducir de ahí el irl. ant. sain
re a l: sin embargo, fuerza es confesar que si -Ä r a ’diferente’, ’especial’, ’m uy bueno’, el galés ant.
no es sufijo céltico, tampoco lo es de otro idio­ han ’otro’, galés gwa-han ’separado, diferente’,
ma, por lo menos ninguno relacionado con la P en­ han-red ’separación’13; varios y autorizados celtis­
ínsula Ibérica. Por lo demás en iberoriom ance es 60 tas creen que a la misma raíz pertenece la prepo­
sición y preverbio britónico hen o han (alguna vez variante siereiro (Valí. Supl.; Castelao llama así a
hori) que indica la misma idea y otras veces ex­ los de una pulpería, 238.5) V. arriba el significado
presa meras relaciones aspectuales o gram aticales: de los ejs. de senarero en ast. y cast.
a-han-, o-hon- ’de’, ’desde’ (o-han-afi, o-hon-afi = Sospechamos que deriva del gall. sem a por serna
lat. a m e), cóm . med. hem -bronk = lat. de-ducet 5 (supra) el gall. senreira «odio, rencor, desprecio»
(comp. germ. bringan ’traer’), galés ant. hen-bid (Pedro me tiene senreira ’inquina’ Sarm. CaG.
«residit», hen-w yf csum», han-vot ’salir afuera’, 123r) «ojeriza oculta e inveterada contra alguien»
etc. Es elemento bastante productivo14. Si u n pre­ (Valí.; Castelao 27.28), junto al cual está también
fijo semejante s e n - existió en el céltico continen­ muy extendido, y sin diferencia en el significado
tal, y no m e parece que dificultades graves se 10 xenreira: Castelao emplea más esta variante (46.42,
opongan a ello15, parece lícito suponer u n deriva­ 182), que Crespo, s. v. antipatía recogió en el SO.
do s e n -X r a ’campo labrado aparte’, que cuadraría (Salués, Salmieira) y que se explica por influjo
admirablemente al sentido de seara y serna ’cam­ de los sentimientos que suelen tenerse yernos (gall.
po señorial labrado por los vasallos’, ’parcela de xenros) y suegras: «a sogra comía-lle os olios,
tierra separada de las demás’1'. Que un compues­ 15 chea de xenreiras» (Castelao 233.6). Pero se partirá
to así se acentuara originalmente en la A no es di­ de la idea de sem a ’heredad, tierra heredada’ en
fícil de concebir, no sólo por ser compuesto, sino el sentido de ’odio hereditario’.
porque dentro de lo poco que sabemos de la acen­ 1 Escrito señera todas las veces salvo esta p ri­
tuación gálica, hay casos indudables de paroxítonos mera, en que se ha im preso seneira, supongo por
con sílaba penúltim a breve1' ; pero tam bién es 20 errata (¿o ultracorrección arcaizante?).— 2 Senra
natural que esta acentuación no se conservase en Mala explanada de tierras L a Senrietsa (<-iella)
todas partes al latinizar el vocablo. Queda la cues­ campos en un llano, Las Sem as tierras llanas
tión de la e tónica castellana que postula una £ junto al pueblo de C abrillanes: G uzm án Álvarez,
cerrada originaria18, mientras que sería más fácil E l Habla de B. y L ., p. 191.— 3 «Extensión gran­
admitir una i , lo cual, por lo demás, ocurre con 25 de de terreno llano, sin paredes, pero pertenecien­
cualquier etimología céltica (puesto que el indoeur. te a varios cultivadores, que separan sus propie­
É > célt. I). Dejando aparte la posibilidad m uy h i­ dades (todas con igual fruto) por mojones o sim­
potética de que S t f diera s i n en el celta de España, plemente por suqueiros... como aquí no hay bar­
siempre queda el recurso de adm itir que la É his- bechos, u n año están de trigo y otro de maíz, con
pano-céltica tuviera un tim bre más cerrado que 30 intermedio de nabos» Acevedo-F.— 4 A tribuido
la É latina o ibérica, y así en efecto parecen de­ por Acevedo a Vigón (Colunga), aunque creo no
mostrarlo mis observaciones referentes a L É G A ­ está en el Vocab. Dialectológico de este autor.—
MO, SEL y AM ELG A. 3 Aquí piensa Berganza en la supuesta etimología
En una palabra, aunque este difícil problema lat. s é r é r e ’sem brar’, todavía repetida hoy por
etimológico sigue y seguirá oscuro en alguno de 35 la Acad., aunque evidentemente imposible por ra­
sus pormenores, desde luego es verosímil que zones fonéticas, y más teniendo en cuenta la for­
estemos ante una reliquia céltica, y es probable ma antigua sénera. Por lo demás son dignos de
que se deba partir de un compuesto de Ar a ’tierra crédito los informes semánticos de u n hombre
labrada’ y que se trate de * s e n Ar a ’campo labrado como Berganza tan erudito y empapado de la
aparte’19. 40 viejísima documentación del monasterio de Car-
D e r i v . Probablemente lo es el gall. «ceareira deña.— * Especialmente instructivo para las con­
mujer que de continuo trae alimentos a casa, como diciones de esta prestación cuando se trataba del
huevos, verdura, pescado, etc., v. g. fulana es m i rey, es el pasaje que Cej. (Voc.) atribuye al Be­
ceareira de pan o de verdura; otros entienden por cerro de Cardeña en los Fueros de F em ando el
ceareiros, -ras, a los que en Castilla llaman parro­ 45 Magno, de 1045, aunque por el lenguaje ha de
quianos, v. g . este tendero (barbero, molinero, sas­ ser muy posterior, quizá más bien del Becerro de
tre) tiene muchos parroquianos o ceareiros que le las Behetrías, pues nada de esto he sabido en­
van a su tienda», Sarm. CaG. 13v. L a grafía con contrar en el de Cardeña.— 7 Desde el glos. de
c- puede ser debida únicamente al seseo, que hoy Berganza: «serna: heredad que se siembra y el
predomina tanto en la zona pontevedresa de Sarm. 50 tributo de acudir a labrarla» (comp. Berganza II,
y que ya en 1745 estaba allí muy propagado, según 421, a. 1045); glos. de Calleja al fuero de Se-
muestran muchos casos en su obra; cuya ultra- púlveda: «las heredades que se sembraban, o
corrección les venía aquí sugerida por su etim o­ sea la heredad de dos yugadas por año vez, se­
logía c e l l a r i u m , - a r i a , fonéticamente imposible; gún se hablaba; siembra que se hacía para el se­
aunque pudo ayudar la idea de obligación feudal 55 ñor del lugar». Análogamente en Valí, y en el
de servir ce(n)as al Señor, pero la realidad lin­ glos. del Becerro de las Behetrías.— 8 O udin ya
güística fundamental en Galicia estará en la del recoge un senara «chose pour semer».— ’ J. L oth
campesino que trabaja para su amo (o patrón); en el artículo que confirmó la brillante etimolo­
seareiro ’parroquiano de un molinero’ y también gía de somart desde el punto de vista celtístico,
parroquiano en general: carnicero, etc.’ (Valí.) y 60 apenas habla de senara, pero agrega el paralelo

V. — 15
bretón kozen ’artiga’ singulativo de koz ’viejo’ des de explicar la e por la apofonía indoeuropea,
(Rev. Celtique X L , 386).— 10 Por ninguna parte sea por un grado E, propio del galo o celtibérico,
sale la idea de ’tierra sembrada’, ni siquiera la de sea por Stf, ya que la N vocal da an en unos idio­
’artiga’, y el ast. siero prueba que la consonante mas celtas, pero en en otros, y si an se encuen­
caída entre i y e no pudo ser una - N - ; sí pudo, 5 tra en nom bres propios galos, siempre queda que
en cambio, ser una - d - , y como la idea común de los dialectos celtas de Iberia sabemos muy
a la voz portuguesa y la gallego-asturiana es evi­ poco. Finalm ente todavía podría pensarse en in­
dentem ente la de frío, habrá que relacionar con el flujo de sem in ata.— 16 Pokorny (V R om . X , 261)
gall. siria ’entumecimiento de los dedos causado parece haber hallado la misma etimología, pues
por el frío’ que ya C. Michaélis y M -L . (R E W 10 descompone se n -a ra relacionándolo asimismo con
7902) derivaron de s i d u s , s i d é r a , ’influjo de las el irl. med. ar. Pokorny y yo llegamos indepen­
estrellas’, ’frío’. Sieiro es evidentemente s i d e r e u m dientemente a la misma conclusión, pues su nota
(la ac. dialectal port. ’desintegración causada por brevísima, en el tomo de 1950, no llega a mis m a­
el calor’ puede explicarse a base de la idea ’in ­ nos hasta febrero de 1953, ya en prensa mi li­
flujo de los astros’). En cuanto al arag. cenero i 3 bro, y este artículo se escribió en marzo de
«terreno no pacido» ha de ser otra cosa, si es 1951.— 17 D ivona, con o breve asegurada por la
que tal palabra existe, que es harto problem ático: m étrica de Ausonio y la grafía de Tolomeo, ha
Borao indica que la saca de Peralta, cuyo folleto dado el nom bre de lugar D ivonne frecuente en
contiene bastantes erratas; Coll y A. observa que Francia; a p é i t o , palabra gala, consta con esta gra­
en la L itera dicen cencero y no cenero (de s i n - 20 fía en una inscripción. Además hay otros nom ­
c e r u s , V. aquí S E N C ID O ), y aquélla debe de bres en -Ona acentuados en la o, supuestos por
ser la única forma real.— 11 S e n o s tenía desde varias etimologías de H ubschm ied, algunas muy
Juego e breve, lo cual sería u n tropiezo para ex­ verosímiles, y aun M -L. admite esta posibilidad
plicar el cast. sema. V., sin embargo, más aba­ en otros casos (vid. M -L ., D ie Betonung im Gal-
jo.— 12 N o parece existir allí en la toponimia. 25 lischen, en W iener Sitzungsber. C X L III, ii, 58,
Frente a los millares de ejs. documentales caste­ 61).— 18 Ya he citado el sienrra de Astorga, y hay
llanos sólo conozco u n o en Aragón (cita de tam bién algún caso de sierna en docs. antiguos
Oelschl.), que bien puede ser debido a u n notario (uno de 1282 en Staaff, 65.23, 65.24), pero hay
castellano. Figura en el glos. del Fuero de N a­ que advertir que esto es raro.— 19 Como alterna­
varra, pero aquí estamos ya más cerca de Casti- 30 tivas quedarían: 1.° u n *SÉnara derivado de se ­
lia, y de las tierras celtibéricas.— 13 Pedersen, Vgl. n o s ’viejo’ en el sentido de ’campo perteneciente
Gramm. d. kelt. Spr. I, 138; W alde-Pokom y II, al jefe’, pero llamar al jefe simplemente ’viejo’ (y
495; Stokes-Bezz. 289-90.— 14 Sustentan esta opi­ no con u n comparativo como el lat. sénior, o un
nión H . Zim m er, Zeitschr. f. Celtische Philol. II, superlativo como el córn. ant. hínhám «patri-
109-110, y Stokes-Bezz., I. c.; Pedersen (Vgl. 35 cius» < *sen!sam os), aunque sea paralelo al ár.
Gramm. II, 301n.3, 444, comp. 158, 337), segui­ saib, dudo que corresponda a la mentalidad euro­
do por W alde-P., prefiere separar todo esto del pea; 2.° un *séI-nA-ra, derivado del indoeur.
irl. saín, lat. sine, etc., y relacionarlo con el pre­ sé i- ’sem brar’ (también céltico), de donde *sé-
fijo ser. sam- que además de reunión puede tam ­ n á ra según la fonética céltica; pero entonces
bién expresar s e p a ra c ió n e s to se relaciona con el 40 aum entaría la dificultad en explicar la acentua­
controvertido origen del gr. ouv- (£ov-)> cuyo an­ ción luso-leonesa sertára. A esto últim o se inclina
tecesor, al parecer, en opinión de Pedersen, h a­ J. H ubschm id en el excelente trabajo que dedica
bría contribuido a la formación de dicho prefijo a sema, Boletim de Filología, X II, 1951, pp.
sánscrito y del balto-eslavo sú- (sg-), cuestión em­ 117-156, y que llega a mis manos después de
brollada en la cual no se han puesto de acuerdo 45 escrito este artículo. Reconoce H ubschm id que
los indoeuropeístas (vid. Boisacq, s. v. £uv-). Sea esta etimología es muy dudosa, y cree que sería
de ello lo que se quiera hubo un preverbio cél­ u n vocablo ilírico que pasaría al celta y de ahí
tico s e n - (y s a n - ) que indicaba separación y que al romance. Además de esta dificultad, un éti­
bien pudo existir ya en el celta continental, puesto mo así, donde casi todo es sufijo y muy poco es
que se encuentra desde la fase más antigua en to- 50 radica], resulta poco convincente. Por lo demás
das las lenguas de la ram a britónica.— 15 El irl. es notable la coincidencia de H ubschm id con la
sain supone más bien un vocalismo s a n i - (expli­ m ayor parte de mis conclusiones.
cable por s eN l - ) , y tam bién el britónico han- pare­
ce corresponder a s a n - , quizá procedente de s t f - . Seroja, V. serondo Serología, V. suero S e­
Pero luego hay las formas en hen- ; Pedersen a 55 rón, V. sera
este propósito habla de metafonía, mas por otra
parte Stokes supone una base s e n - . E n total la SERO N D O , del lat. s e r ó tín u s ’tardío’, derivado
cuestión es harto oscura, y hará falta que los del adverbio SÉRÓ ’tarde’. 1.a doc.: seruendo, Nebr.
especialistas nos ilustren. En espera de su veredic­ Quien define «seruenda cosa, tardía: serotinus».
to, observaré que siempre quedarían posibilida- 60 N o era palabra generalmente conocida, pues Juan
de Valdés repara «nunca lo he oído ni leído sino santand. (Alcalde del Río). Sarao [1607, O udin
en Librixa» (Dial. de la L ., 122.5), y ninguna de «festín, bal, assemblée de personnes de qualité pour
las dos variantes figura en A ut., en T e rr. n i en faire un bal, comme l’on fait ordinairem ent és
C. de las Casas, y O udin y Percivale no hacen courts des grands Princes»; análogamente A u t.,
más que repetir el artículo de N ebr. (demostrando 5 con citas de m ed. S. X V II; Cej. IX , § 143], serao
el último su escaso conocimiento al im prim ir ser- [1566, en el poeta navarro Arbolanche, 86rl5, 87wl2,
venda). El cordobés F. del Rosal (1601) da se­ y en Covarr.] del gall. serao ’anochecer’ y luego
ntando (forma leonesa o mozárabe), de donde ce- «fresco agradable de las tardecitas y especialmente
rando o zarando, empleado en Cespedosa, junto con noches de verano» (Valí., en otras zonas serán3),
cerondo (R F E XV, 145, 157): la c- se debe al 10 derivado con el sufijo - a n u s , paralelo al fr. ant.
influjo de cereño ’m aduro’ (Bierzo, G. Rey), deri­ sermn ’el anochecer’, port. ant. serio ’anochecer’,
vado de cera. L a Acad. registra serondo como ’sarao’4, león, serano (Sur de la provincia, K rüger,
«aplicado a los frutos tardíos» (ya 1884, no 1843); A S N S L CXLV, 129; y Salamanca, ya en el M tro.
salm. serondo, ce-, ceriondo, ast. serondu ’otoñal, Correas, vid. Lam ano); del cast. se tomó el cat.
tardío’. Esta forma con ó ha de ser la primitiva, 15 sarau ’baile nocturno (popular)’, ya documentado
pues es la que corresponde al lat. s e r ô t ï n u s íd .‘, en carta de u n noble catalán desde Valladolid en
etimología demostrada por M . P. (Rom. X X IX , 1537 (Anglés, L a M úsica en la Corte de Carlos V,
371 ; R F E V II, 27) ; la forma diptongada nebri- 83n.), que al mismo tiempo sirve como prim er tes­
sense y el santand. siluendo (Alcalde del Río) no timonio de la palabra en cast.; la evolución se­
creo que se expliquen por un * s e r O t ï n u s — como 20 mántica es comparable a la del fr. soirée, que en
dicen M . P. y Sánchez Sevilla— el cual a su vez España se emplea casi en el mismo sentido que
sería inexplicable, sino por u n compromiso entre sarao; saragüete [Calderón, Aut.].
serondo y *serueño que hay que suponer como ba­ 1 A unque no sé que el vocablo se encuentre
se de sebreñu, usual en el asturiano de Ribade- nunca en verso, los latinistas suponen esta can­
sella, y que por su parte contiene (primaria o se­ 25 tidad, paralelamente a a n n ó t i n u s ; con razón,
cundariamente) el corriente sufijo -ueño. En Co- pues s e r o t i n u s deriva del adverbio S é r o ’tarde’,
lunga dicen análogamente seroñu («se dice de los tal como crasiinus deriva de eras o diütinus de
frutos que tardan en madurar» V). Berc. trigo diu.— 2 «E non se le entiende al vil ffornigino /
seruedo ’el que se siembra muy tarde’ (Sarm. quél mesmo se llama rroyn sorondaja; / pues que
CaG. 141 u). Conserva claramente el consonantismo 30 sus denuestos non valen m eaja: / m andatle que
primitivo el gall. y port, serôdio («amores sero- calle al tuerto hazino», Canc. de Baena, p. 429.
dios», «espritos serodios» Castelao 277.21, 72.23), L a misma forma en la Gaya de Segovia de 1475,
ast. occid. serodo (V). Duplicado culto : serótino p. 82, n. 3.— ! Serán ’tarde’, Lugrís, Gram., 178,
[Acad. 1884, no 1843]. «o sol do serán» Castelao 52.9; ’espacio de tiem ­
D eriv. Serondayas ’granos o frutos tardíos’ [doc. 35 po entre el anochecer y la hora en que se acues­
de León, 1251, Staaff, 87.11], serondaja id. «se­ ta la gente’, ’velada’, ’trabajo después de la hora
ronda jas deçimos por los garvanzos y havas, arvejas norm al’ Carré. Según éste y González Cantón es
y otras legumbres que se siembran tarde» según fem enino; para U . G . Varela es masculino, como
el vocabulario de med. S. XV, R F E XXXV, 339 ya en las Ctgs. («desquando come^ava o serio »
[Salamanca, S. X V I]; sorondaja ’cosa m enuda y 40 198.22, con el significado de ’la tarde’ o tal
de poco valor’ [Villasandino, princ. S. XV]2, çaran- vez ’el anochecer’; citas en G dD , GrHiGall. 92
dajas —con influjo de zaranda— ’varios granos y n. 4).— 4 «Pelo serio / juntemos as consoadas
semillas para alimento del ganado’ [Cortes de 1563], [’colación nocturna’] / pois táo visinhas estao»
id. aplicado a ajos, garbanzos y cebollas (texto cita­ en Antonio Prestes, A uto dos D ous Irm io s, ed.
do por Rdz. M arín en Quijote, Cl. C. V II, 187n.), 45 1587. Moraes cita otros ejs. del S. X VI. El
’desperdicios de mesa o de cocina’ (canción del port. mod. sarau, que ha sustituido a esta for­
S. XV o X VI), «menues drôleries, les m enus droits ma antigua (ya en 1791, Moraes) no es genuino
de la cuisine, graillons; les cribleures o u vannures, sino tomado del cast. de la Corte m adrileña: en
ordures» (Oudin) (además Lope, Pedro Carbonero, portugués no se explicaría la pérdida de la nasa­
v. 316; Quevedo, Buscón, Cl. C ., p. 52). Para 50 lidad.
más derivados de s e r u s y s e r o t i n u s , vid. A. Car-
ballo, R D T P V I, 304-6. Etimología demostrada Seronero, V. sera Seror, V. sor Serosidad,
por M. P., RFE V II, 28. seroso, seroterapia, V. suero Serótino, V. se­
Deriv. de s ë r u s ’tardío’. Seroja [soroja, 1475, rondo Serpa, V. jerpa Serpear, serpentaria,
Gaya de Segovia, p. 50] ’leña seca u hojas que caen 55 serpentario, serpenteado, serpentear, serpenteo, ser­
del árbol’ [1601, F. del Rosal; Covarr.], ’astillas o pentígero, serpentín, serpentina, serpentino, serpen-
leña m enuda’ [1609, Vittori], -as ’hojarasca’ (ces- tón, serpezuela, V. serpiente Serpia, V. jerpa
ped., R F E XV, 261); vid. M . P., R om . X X IX ,
371; R F E V II, 28; Cej. IX , § 143; sufijo - ü c ü l a S E R P IE N T E , del lat. s é r p e n s , - é n t i s , id., de­
(el gall. se(i)roxa ha de ser castellanismo); serojo 60 rivado de s e r p é r e ’arrastrarse’. 1 .a doc.: Berceo.
E ntre los nombres de la L eta n ía : «Oliva, cedro, Serrana, serranía, serraniego, serranil, serranilla,
bálsamo, palma bien avimada, / piértega en que V. sierra Serranja(r), V. zaranda Serrano,
sovo la serpiente alijada: / el fust que Moysés serrar, serrasuela, serrátil, serratilla, serrato, serreta,
enna mano portava / ... / si non a la Gloriosa, ál serretazo, serrezuela, serrijón, serrín, serrino, serrón,
non significava» M il., 39d; S . D om ., 197d. Está 5 serrucho, V. sierra Serrondija, V. fardacho
tam bién en J. Ruiz, y en autores de todas las épo­ Serta, V. certa Seruendo, V. serondo
cas («serpiente: serpens» N e b r.; Cej. IX , § 207),
pero fué siempre palabra literaria: lo popular ha SERU G A , ’vaina de las legumbres’, ’semilla’,
sido C U L E B R A en todas partes; y si hoy se dice y sus variantes seluga, jaruga, etc., palabra muy
serpiente en Lima, es porque su sinónimo plebeyo 10 extendida en los dialectos, probablem ente del
ha sido objeto allí, como en muchas partes, de un mozár. sulúqa ’vaina de legum bre’, que a su vez
tabú o interdicción léxica (M . L . W agner, V K R procede del lat. s í l i q u a id. 1.a doc.: sulúqa, S.
X I, 53). Luego es probable que debamos consi­ X III, R. M a rtí; seruga, 1892, Rato.
derar serpiente más bien semicultismo que voz real­ El cual define esta voz asturiana como «se­
m ente hereditaria. E n latín s e r p e n s , propiamente 15 milla». Es palabra dialectal m uy extendida por
’la que se arrastra’, era ya palabra sustituta, para el N orte, que hallamos luego en el santand. si-
evitar el nom bre propiam ente dicho anguis; podía luga, siruga, seluga, saluga, jaluga ’semilla del
ser masculino o femenino, vacilación que ha persis­ lino’, ’vaina de las leguminosas’, ’judía verde’
tido en otros romances (fr., cat.), m ientras que el (García Lomas, 2.a ed.), bilb. serugas ’las vainas
cast. ha generalizado el femenino, por influjo de 20 tiernas de la alubia’ (Arriaga), alav. zaruca, zaruga
culebra. Es probable que en todos los romances (Guereñu, Euskera II I, 34), y algo más al S ur:
serp(i)em(e) y sus congéneres sean sem icultos; en Rioja seruga, zoruga, ciruga ’vaina del garbanzo’,
latín vulgar el nominativo s e r p e n s se pronunció a l a v . ceruca, burg. jeruga, Villadiego jeruva, L er-
regularmente s é r p e s , que fué tomado por un ma jaruva y jaruga (G. de Diego, R F E II I, 306),
femenino en -is (serps en Venancio F ortunato); 25 Palencia gerruga, geruca ’vaina de las legum bres’
de ahí la forma que ha predom inado por lo gene­ (R ev. de Dial, y Trad. Pop. I, 671) y, ya en Por­
ral en rom ance: it. serpe, oc. y cat. serp, y en tugal, Barroso saluga, saruga, charuga, f oruga «en-
cast. ant. sierpe [Berceo; J. R uiz; N ebr. con re­ volucro da espiga do centeio, que na parte su­
ferencia a serpiente], hoy anticuado o dialectal: perior tem a argána» (R L X X, 152). A esta área
Calle de las Sierpes en Sevilla, ast. sierpe ’birlo­ 30 septentrional se agrega un and. jaruga ’vaina del
cha’ (V). haba’ no localizado por A. Venceslada. Penetra
D e r i v . Serpear [Aut.] y más común serpentear en el vasco vizc. zeruka «vaina; gousse», «per-
[Acad. S. X IX ]; serpenteado; serpenteo. Serpenta­ íolla, hoja de maíz», «mata de alubias desgrana­
rio; serpentaria. Serpentín [S. X V II, A ut.; en la das o trilladas», zeruko-tanbor ’semilla blanca re­
elaboración del azú car: Ca., 42]; serpentino [princ. 35 donda que brota de algunas plantas’"(Azkue). Según
S. XV, Villena, A ut.]; serpentina [’culebrita’ o los datos de M . C. G rau T orres, R D T P IX , 493-8,
’anguila’ APal. 20d]. Serpentón. Serpezuela. como nom bre de la vaina de legumbres, las varian­
Otros derivados de s e r p e r e . Serpigo; serpigino- tes de este vocablo están copiosamente represen­
so: cultismos (vid. S A R P U L L ID O ). Serpol [Nebr.; tadas en las provincias de Palencia, Zamora, San­
1555, Laguna, A ut.; Cej. IX , § 207], tom ado del 40 tander, Burgos, Logroño, Soria, Segovia, y tam ­
cat. serpoll id., de s e r p ü l l u m id .; duplicado cas­ bién bastante en las tres provincias aragonesas, en
tizo es serpollo [Acad. 1884, no 1843]; serpollar. Albacete, M urcia, Jaén, Sevilla y Badajoz; menos,
en Galicia, Asturias, Vascongadas, Navarra y M a­
Serpol, serpollar, serpollo, V. serpiente S e­ drid, y aun habría algún representante suelto en
rradizo, serrado, serrador, serraduras, V. sierra 45 las de L érida [?] y Barcelona [??].
N o conociendo más datos que éstos se im pon­
SER R A LLO , del it. serraglio id., y éste del tu r­ dría desechar la etimología lat. s í l í q u a ’vaina de
co serái ’alojamiento, residencia, palacio’, a su vez leguminosa’, ’fruto del algarrobo’, sugerida breve­
de origen persa, que en italiano se confundió con la m ente por G . de Diego (R F E X X X IV , 1950,
antigua palabra serraglio ’jaula de fieras’, deriva­ 50 121), por más que el significado coincida tan
do de serrare ’encerrar’. 1.a doc.: 1615, Quijote; perfectamente, pues se le oponen demasiadas y
Persiles, cap. 9, ed. Schevill, pp. 223-28 en la demasiado graves dificultades fonéticas (traslado
ac. etimológica ’domicilio, casa, palacio’. del acento, vocal tónica u, predom inio de la for­
Vid. Terlingen, 331. Tam bién está en Lope, y ma con - r - ) . Pero M . L . W agner (Z R P h . L X IX ,
A ut. cita un ej. de Góngora (que falta en el dicc. 55 371) llama la atención hacia u n escalón interm e­
de Alemany). En italiano, desde h. 1500, m ientras dio que no sólo cambia totalm ente la índole de
que serraglio ’lugar cercado’ ya se encuentra en esta etimología, sino que le confiere un razona­
e l S. X IV . Fz. de Oviedo emplea en castellano la ble grado de seguridad. El vocablo hubo de pa­
forma italiana seraglio, con referencia a T urquía. sar a través del hispanoárabe, donde sulúqa (con
Es rara la forma castellanizada cerraje (D H ist.). 60 sus plurales sulüq y saláliq) figura en R . M artí
(pp. 126, 381, 581), explicado «faba» y «silic[u]a», del antiguo ervatú, y éste tomado probablemente
con la aclaración en árabe «si está vacía» y con del lat. herba tus, de tus ’incienso’. 1.a doc.: ter-
la glosa catalana tevela (es decir, tavella ’vaina de vatu o rabo de puerco, ierva: peucedanum», N ebr.
legumbre’), y reaparece en el almeriense Aben- PAlc. trae ervatun con la trad. hispanoárabe
loyón (princ. S. XIV), quien nos dice cue las 5 yarvatúl; Rodríguez de T udela (1515) herbatun,
vainas o sulúq de las almortas son como las de Fz. de Sepúlveda (1522) yerbatu, Fragoso (h. 1570)
las habas (Dozy, Suppl. I, 36, 783); u n M oham - y Fz. de Navarrete herbatu', yerbatun, ervatun
m ed Aben-X oluca se menciona tam bién en el (citas de Colmeiro II, 576-7); Laguna (1555) yer­
Repartimiento de Valencia, del 2.° cuarto del S: batun, herbatun (según Colmeiro), herbatur (se­
X III. Ahora bien, ya Simonet (p. 603) reconoció 10 gún Sim onet); Sarm. cita «tom hierba en p o rtu ­
ahí un descendiente del lat. s i l i q u a , que por lo gués es el peucédano o herba-tum » y remite para
demás no ha dejado otra descendencia, además tum y tom a las Enarrationes de Amato Lusitano
de ésta, que el sardo tiliba, silimba, y el bereber sobre Dioscórides, León 1558. En la ed. de Laguna
selagua, taselgua, (jisligua, nombres ambos del fru ­ por Suárez de Ribera (1733) se lee «Del Peucéda­
to de la algarroba o de su vaina (R E W 7919). 15 no. N om bres... en Arábigo herbatum; en cast.
Pasando a través del mozárabe y el árabe todo yerbatum ; en cat. herbatut; en port. herbatum»
se explica, pues ahí una antigua forma romance (lib. II I, cap. 86; vol. II, p. 85). Pero no está
séleuca fácilmente se convertiría en sulúqa, con claro si estas palabras son de Laguna o de Suárez.
asimilación vocálica típicamente mozárabe, arabi- Todas estas formas se han de acentuar indudable­
zación del diptongo extranjero eu en ü, y el 20 mente en la última sílaba, pero alguien leyó co-
traslado acentual se justificaría por el árabe (y rrompidam ente herbatum como si fuese un neutro
aun quizá por el propio romance, ante el grupo latino en -um y así aparecería la forma falsamente
bi-consonántico kw). El cambio de -/- en -r- romanceada ervato que ya figura en Jarava (1555)
abunda en los arabismos (B D C X X IV , 76), y y en Percivale (1591): «an herbe called hogge-
aunque así sorprende la s- predom inante de las 25 fennell or M aidenweede»; T err. imprime ervate,
modernas formas romances, cabe adm itir que dia­ pero reconociendo que otros dicen ervato. En fecha
lectos mozárabes septentrionales (Castilla la N ue­ mucho más reciente aparece la forma servato, ya
va) conocieran una variante *seruqa. L o único en Q uer (1764), y puesta en prim er lugar por la
que causa duda es la localización casi única del Acad. (ya en 1817): es probable que naciera por
vocablo en las provincias norteñas (salvo el and. 30 falsa separación en los ervatos.
¡oruga). Pero no olvidemos que los dialectos del En hispanoárabe el vocablo aparece desde muy
Norte son los mejor conocidos y que sabemos antig u o : yarbatúr en Abentarif (S. X II) y Abenal-
poquísimo de las hablas locales de Castilla la béitar (S. X III), yarbatüra en Abenalyazzar
Nueva, Extrem adura, etc.; además el vocablo de­ (S. X), Abenuáfid (X I), Averroes (X II) y Abenal-
bió de viajar, como nombre de vegetales p ro­ 35 béitar (Simonet, 616-7; Dozy, Suppl. II , 8506),
pios del Mediodía, tales como el fruto del alga­ yarbatuh repetidam ente en el anónim o sevillano de
rrobo y muchas variedades de judía y de guisante h. 1100 (Asín, p. 358); A l Yarbafül como apo­
(comp. los nombres mozárabes citados s. v. G U I­ do de u n moro granadino en Abenaljatib (S. XIV).
S A N T E , H A B IC H U E L A , F R IJO L ), etc. Acerca de la etimología no se han dado indica­
De no conocer el mozár. sulúqa, podríamos 40 ciones útiles hasta ahora. L a Acad. deriva de un
imaginar que seluga, siluga, vasco zeruka, fuese ár. h -r-b -t que abusivamente vocaliza harbat, pero
un vocablo prerrom ano de origen céltico, deri­ el único que menciona esta planta es Abenalbéitar,
vado del célt. s I l o n ’semilla’ (vid. S IL O ), por y lo hace vocalizando húrbut y explicando que es
medio del sufijo - O c a , típicamente céltico (y con lo mismo que el támak, o sea ’anís silvestre’ (D o­
-L- > -r- al pasar el vocablo por el País Vasco), 45 zy, Suppl. I, 266b): es evidente que se trata de
tanto más cuanto que una variante * s e l o n de una pista falsa. Simonet (seguido por Asín) tam ­
s i i . o n , en céltico dialectal, no sería inconcebible. poco se cansó en el asunto, limitándose a sugerir
Yo mismo lo había admitido así en una primera un *herbatulum derivado de herba, cuya imposibi­
versión de este artículo. Quizá no sea prudente lidad fonética es manifiesta. Otras formas rom an­
desechar del todo la posibilidad de que un cel- 50 ces no nos ilustran, pues el port. hervatáo puede
tismo vasco zeruka se haya cruzado con el moza- salir fácilmente de hervatún; el port. fom, recogido
rabismo jaruga, dando las variantes norteñas en por Sarmiento (S. X V III) junto a herbatum, por
se-, pero esta posibilidad me parece inverosímil, su fecha tardía tiene todo el aspecto de forma
y más bien me inclino a explicarlas como lo he abstraída de herbatun-, en catalán n o conozco el
hecho arriba, y aun quizá mejor como debidas 55 nombre vulgar de esta planta, sólo Companyó nos
al influjo de los románicos simiente y semilla. informa de que en la Cataluña francesa una espe­
cie del mismo género, el Peucedanum Oreoselinum,
Servador, servar, V. conservar se llama herbatut de xinxes, que tampoco nos en­
seña nada de interés.
SERVATO ’Peucedanum officinale’, alteración 60 Por razones metódicas está claro que hemos de
tom ar como punto de partida la forma ervatú, que Serventesio, serventía, servible, serviciador, ser­
es la más antigua documentada en fuentes caste­ vicial, serviciar, servicio, servidero, servidor, servi­
llanas, y yarbafúr, -üra, la más antigua de todas, dum bre, servil, servilismo, servilón, servilla, servi­
grafía arábiga bajo la cual hay que entender una lleta, servilletero, V. servir Serviguera, V. cerviz
pronunciación yerba tur(a). Ahora bien, esta do­ s
ble forma tu y tur sugiere naturalm ente que se SERV IO LA , ’palo grueso que sale diagonalmen­
trate del lat. Tus, t u r i s , ’incienso’, y en efecto nos te hacia fuera desde el castillo de proa’, antigua­
consta que al Peucedanum Oreoselinum se le ha m ente cernióla, probablemente palabra de origen
dado en francés el nom bre de encens d ’eau (según catalán, donde es dim inutivo del cat. ant. cérvia
Nem nich, a. 1793), y herba thuris en latín medieval 10 ’cierva’, por alusión a los cuernos de este animal.
(Diefenbach), mientras que el italiano M ateo Sil­ 1.a doc.: 1587, G . de Palacio; c-, h. 1620.
vático (S. X III) da al Peucedanum Officinale el En u n ms. de esta fecha, acerca de la construc­
nombre de herbaturis, y él mismo y D e Bosco ción de u n galeón: «tres corbatones en cada ger-
(1496) le llaman herbaturum. Esta denominación, biola que sirve de vitón, dos del costado a el [?]
que puede fundarse en el gusto acre y amargo del 15 por popa y proa, y uno asentado en la puente»
servato (Acad. 1817), debe venir de muy lejos, (cita de Jal, 446b). L a forma cerviola aparece tam ­
pues Bauhin (Basilea 1675) afirma que al Peuce­ bién en textos de 1657 y 1771 (D H ist.). Define
danum Oreoselinum le da Plinio el nom bre de A ut.: «serviola: u n palo gruesso sobrepuesto enci­
thysselinum (que en Diefenbach reaparece algo ma del castillo de proa, que forma línea diagonal,
alterado en apium thysseleniumY; en efecto en la 20 y sale para fuera de la proa cosa de una vara, con
Hist. Natural de Plinio, XXV, xi, 90 (141), se poca diferencia; y en la cabeza de fuera tiene dos
lee cthryselinum est non dissimile apio: hujus ra- roldanas, p or donde laborea el aparejo, o gata para
dix commanducata purgat capitis pituitas»: según izar las anclas y ponerlas a la péndula», y cita el
Forcellini unos leen ahí thryselinum (relacionán­ Vocab. M arítim o de Sevilla (1696). Esta misma
dolo con f l p ú o v ’junco’), otros thysselium , otros 25 forma con s- aparece en la Práctica de Maniobras
(como hemos visto) thysselinum, que ha de inter­ de Fernández (1732), Jal. Fuera del castellano el
pretarse evidentemente 6 ó o u c u é A i v o v , o sea ’pere­ vocablo se conoce solamente en portugués (ya Blu-
jil de incienso’ (0úoí): recuérdese que el perejil teau, sin autoridades) y en catalán, donde Amades
es una umbelífera afín al peucédano. Aun supo­ y Roig sólo registran la ac. secundaria ’vigía puesto
niendo que la prim era lección fuese más correcta, 30 junto a la serviola’, pero según Flores (Mise. Fa-
las otras prueban que en la Edad M edia se rela­ bra, 339) existe tam bién la ac. primitiva.
cionaba una planta muy análoga al servato, segu­ Como el sufijo dim inutivo -ola es propio del ca­
ram ente el servato mismo, con el incienso, y así talán, pero ajeno tanto al portugués (donde ha to­
parece que la etimología h e r b a t u s ( o con geniti­ mado la forma -ó, -oa) como al castellano (-uela),
vo: h e r b a t u r i s ) debe considerarse segura3. Para 35 hay que buscar el origen en aquel idiom a; y aquí
otro compuesto de este último vocablo, vid. C A N ­ tam bién se encuentra explicación para la raíz, que
TU ESO . debe de ser el cat. ant. cérvia ’hembra del ciervo’,
1 El ast. erbatu se parece casualmente a estas por comparación de este palo oblicuo y proyectado
formas, pero significa otra cosa, vid. H IE R B A .— hacia afuera con los cuernos de este animal. Cérvia,
2 Véanse estos datos en Rolland, Flore Populaire 40 en efecto, se encuentra en su sentido propio en
V I, 144-6. Es inexacto que San Isidoro llame varios textos catalanes del S. XV o anteriores (vid.
herbitum al Peucedanum Officinale, pues en las Alcover), es forma común con el occitano antiguo,
Etymologiae este nombre designa el madroño.— y procede ya del latín vulgar, donde se ha encon­
3 N o creo que estuviera acertado Asín (p. 359) al trado en notas tironianas (K JRPh. V II, 62). De la
identificar con la hierba tora la forma yarbafüra 45 vitalidad del vocablo en catalán da idea la apli­
que el botánico sevillano identifica con el peucé­ cación de cérvia (o círvia, con metafonía), con su
dano y con el hinojo, plantas que nada tienen dim inutivo cerviola, para denom inar un pez, la
que ver botánicamente con las llamadas hierba Serióla D um erili (cuyo nombre científico tendrá
tora, pertenecientes a familias muy diversas de las el mismo origen), así en el Principado como en las
umbelíferas. Nótese que en las fuentes hispanoára­ 50 Islas y en el País Valenciano (Alcover; Ag., s. v.
bes, como nombre de la hierba tora aparece cons­ sirv-; A. Bosca, Geogr. Gral. del R. de Val., p.
tantem ente la forma diptongada tuera. N o parece 500).
que entre la hierba tora y el servato haya nada
en común, pues aunque otras umbelíferas son Servir, servitud, servomotor, V. siervo Ses,
venenosas, el servato, por el contrario, ha tenido 55 V. sentar Sesada, V. sentir
desde antiguo fama de medicinal. Así, pues, no
hay razón para relacionar las dos palabras etimo­ SÉSAM O, tom ado del lat. sésSmum y éste del
lógicamente. Tam poco parece que haya relación gr. id. 1.a doc.: sínsamo, 1251, Calila, ed.
con e^ artículo thulo de Simonet. Alien, 85.203, 86.230, 239.
60 Los únicos nombres populares en cast. han sido
ajonjolí y alegría. Sésamo falta todavía en A ut.; ejs. en el dicc. de esta obra); «remos que sesga­
está ya en Acad. 1884, no 1843. m ente por el tranquilo m ar las barcas impelían!
C p t . Sesamoide. Persiles (I, ix).
L a acepción más común hasta hoy en día,
Sescuncia, V. sesqui- Sesear, V. ¡ce! Se- 5 ’oblicuo’, está ya en Oudin: «biais, oblique, de tra-
segar, V. sosegar Sesén, sesenta, sesentavo, se- vers; sesgura: biaisem ent; andar sesgo, sesguear:
sentén, sesentón, V. seis Seseo, V. ¡ce! S e­ biaiser» y en A ut. «torcido, cortado o situado obli­
sera, V. sentir cuamente». Con este significado, sin embargo, es
más com ún la locución al sesgo ’oblicuamente’ que
SESGO , 1.° ’sosegado, tranquilo, calmoso’, 2.° 10 ya está u n par de veces en Ercilla (h. 1570): «al
’oblicuo’ ; en la 1.a ac. viene indudablemente de sesgo la ferrada maza clava / aunque el furioso
sesgar por S O S E G A R y éste del lat. * s e s s i c a r e golpe fué al derecho», «uno parte al través, otro al
’asentar’, ’hacer reposar’ (derivado de s e d é r e ’estar derecho, / otro al sesgo, otro ensarta de una p u n ­
sentado’); en la 2.a ac., que es de fecha más mo­ ta» (III, XV) y luego los ejs. abundan en el
derna, y menos frecuente que aquélla en los clá-: 15 S. X V II (Cej.), pero es de notar que esta ac. es
sicos, difícilmente se puede dudar de que sea la todavía ajena a Cervantes, y Percivale (1591) la
misma palabra, aunque no es clara la explicación pone en segundo lugar: «calme, quiet, deepe; also
del cambio de sentido: quizá porque los ríos de a slope, a swash, a thwarte, a side». D e ahí debe
corriente sosegada forman meandros y se apartan de partir, sin embargo, y más precisamente del
de la línea recta. 1.a doc.: 1.a ac., S. X I I I ; 2.a 20 corte de una tela al sesgo, la ac. figurada «corte o
ac., S. X VI. medio térm ino que se toma en las dependencias o
El leonés Fernán Suárez de Quiñones (C. M i- negociados dudosos», de la cual ya tenemos un
chaélis, R L X III, 330), en una poesía del Cancio­ ej. tem prano en Lisandro y Roselia (1542), donde
nero Colocci-Brancuti escrita en gallegoportugués la Celestina alabándose de su éxito, pide al enamo­
(1556.5), dijo de un mal caballo «é velh’e sesgo 25 rado «algo merece la que tan buen recabdo trae,
ñas agulhaduras / e non encalcaría u n leitón», que si el sesgo no llevara el corte de mi razonar
es decir, cuando lo aguijan o espolean es calmoso a remate, iba perdida» (II, iv, ed. 1872, p. 119):
y se p ona como si fuese viejo, de manera que no bien mirado, pues, tenemos ahí el matiz de ’habi­
sería capaz de alcanzar un lechón (no lo inter­ lidad’.
preta bien R. Lapa, CEsc. 143.5). Después no 30 Cuál sea el origen del vocablo en la ac. ’sose­
vuelvo a encontrar ejs. hasta principios de la Edad gado, calmoso’ no puede caber duda, puesto que
M oderna, en que esta ac. es muy frecuente: APal., no la admite tampoco —dígase lo que se quiera—
<isecundum por sesgo y plaziente puso Virgilio» que S O S E G A R , antiguamente sessegar, viene de
(442d); para Ambrosio de Morales (1546) la gracia * s e s s í c a r e (V. el artículo correspondiente): sesgo
del estilo consiste «en la melodía y dulzura con 35 es adjetivo postverbal (de la casta de C O L M O ,
que suenan las palabras mezcladas blandam ente H UECO, C AN SO , PAGO, A M A R G O , N U B LO ,
sin aspereza, en la furia con que las unas rom pen etc., V. el trabajo citado de Cuervo) de sesgar, va­
y entran como por fuerza y con rigor en los oídos riante que también se encuentra junto a sessegar
y en el ánim o; y en la suavidad con que otras y sossegar: «dieron con mucha presteza los remos
penetran muy sesgas y sosegadas, que parece que 40 al sesgado mar, y las velas al sosegado viento»
no las metieron, sino que ellas sin sentirlo se en­ Cervantes (Galatea II, p. 26). Otro derivado aná­
traron» (cita de A. Alonso, Castellano, Español, p. logo, y de sentido y forma más inequívocos si cabe,
89); «tras nublado el día sesgo y sereno» Lope es el sustantivo port. séssega (con variante sésega,
de Rueda (med. S. X V I); «quedar sesgo» ’sose­ que. por la -s- parece regresión del sincopado ses­
gado’ B. de Villalba (1573, Fcha.); «está la m ar 45 ga) «assento ou terrado, nao só de qualquer edi­
tan sesga y tan de leche que...», «por qué ha de ficio, mas tam bem das árvores»: Viterbo cita ven­
estar el cielo muy sereno y sesgos Valderrama (V. ta en 1275 de «nove castanheiros cum suas sése-
estas y más citas en Cej. V III, 319-20); «tomó gas», «vendimus ipsum molínum cum sua sesfe-
del sol los cabellos, / del sesgo cielo la frente» ga, et cum suo azude...» en 1259, «se se queixarem
Cervantes (en Cuervo, Disq., 1939, I, 43n.3); «con 50 da séssega do lagar, que o ponham no seu, hu
derram ar lágrimas, que sesgamente su venerable o quiserem poer» en 1335, palabra confirmada por
rostro y barbas le bañaron», «sin derramar lágri­ Moraes y por Leite de V. (R L X X V II, 267).
mas ni dar señales de doloroso sentimiento, con E n una ac. como ésta de ’asiento o suelo en que
sesgo rostro y al parecer con sosegado pecho, se está algo’ vemos también el masculino sésego en
levantó de un estrado donde estaba sentada» Cer­ 55 gallego antiguo: «o dito forno esteve en formal
vantes, L a Española Inglesa (ed. Hz. U reña, pp. e fondamento a sesego dél» a. 1387, Pontevedra
214, 228); «la persuadían que diese la mano al (cit. Sarm. CaG. 88r); hoy viva en gallego sesegas
pobre Basilio; y ella, más dura que un mármol y para las muescas donde se colocan las piezas de
más sesga que una estatua... ni quería responder cuero del trillo o mayal (V K R V, 139n.), y que
palabra» Quijote (II, xxi, Cl. C. VI, 61; y otros 60 también existió en castellano, pues sessega como
denominación topográfica se lee en un doc. de en 1725 todavía no registra u n port. sesgo y aun­
Villafranca del Bierzo, de 1270 (Staaff, 95.4, 16, que los dicc. modernos nada advierten, Moraes
22). Que la palabra tenga la forma sesgo y no dice todavía que es «espanhol»; sin embargo, se
siesgo (siesgu y siesgar se dicen, sin embargo, en dice en el dialecto minhoto sisgo «em diagonal, ao
ast., V), a pesar de la fi de s e s s i c a r e , no ofrece 5 viez», térm ino de carpintería (R L X X V I, 289).
dificultad alguna tratándose de un postverbal. Que Apenas pueden tomarse en consideración las eti­
la 1.a ac. de sesgo viene, pues, de *S E S S IC A R E , no mologías que hasta ahora se habían propuesto.
creo sea dudoso para nadie. Diez, W b., 487, se limitaba a declarar desconocido
L a 2.a puede dudarse si es la misma palabra o el origen; Z . U lrich (Z R P h . IV , 383) partía del
u n homónimo de origen diferente; pero esto último, 10 verbo sesgar suponiendo u n * s e x i c a r e derivado de
en vista de su fecha posterior en 300 años, me pa­ u n participio supuesto y m uy poco verosímil * s e -
rece muy inverosímil, pues en tan largo espacio xus en lugar de s e c t u s ’cortado’ ; C. C. Rice
de tiempo era fácil que el vocablo sufriera muchas (P M L A X X , 343; Language V, 23), con sorpren­
transformaciones semánticas. Ya Spitzer (RFE dente aprobación de M -L . (R E W 7878), postula­
X III, 116) trató de enlazar sesgo ’oblicuo’ con 15 ba un verbo * s e s é c a r e , derivado de s e c a r e ’cor­
♦ s e s s i c a r e , pero M -L . (R E W 7878) tiene razón tar’, formación inverosímil dada la poca abundan­
al observar que no convence semánticamente su cia y la fecha antigua de las formaciones en sé-,
idea de partir de sesga en el sentido de ’nesga, pie­ y que además sólo podía significar ’separar cortan­
za triangular que se añade a los vestidos para dar­ do’; estas dos etimologías tienen en común gra­
les más vuelo* [Aut.], a base de la noción de ’cosa 20 vísimos defectos: 1.° partir del verbo sesgar ’cortar
asentada en un lugar’, de donde luego sesgo ’cor­ al sesgo’, de fecha m uy reciente (sólo en A ut.), de
tado triangularmente, oblicuamente’; además esto uso raro y evidentemente postnominal (como se ve
es explicar una ac. del S. X VI por un vocablo por el más antiguo sesguear, ya en O udin); 2.°
que no aparece hasta el X V III y derivarla de una ignorar el sentido antiguo y clásico de ’sosega­
ac. preliteraria de * s e s s i c a r e ’asentar, colocar’, ya 25 do’; 3.° el sentido de los verbos latinos que así se
reemplazada en el S. X III por la única documenta­ suponen no explica el matiz de oblicuidad, que
da en castellano ’calmar, sosegar’. Por la misma ra­ es el único que tiene sesgo, y parten de la idea de
zón cronológica (aunque en este caso no haya que ’cortar’ que éste no tiene y es secundaria aun en
pasar por un interm edio de fecha moderna) tam po­ el verbo. Casi no vale la pena de m encionar el
co me convence la idea que se me ha ocurrido de 30 archihipotético adverbio * slsÉ cu s, supuesto por
explicar sesgo «torcimiento de una cosa hacia un Baist (ZRPh. V II, 122) con el sentido de ’hacia
lado» (Aut.) a base de ’acto de acostarse o h u n ­ una parte’ y modelado según e x t r i n s e c u s e i n -
dirse hacia un lado’, para la cual tam bién habría t r i n s e c u s , pues esto es pegar un sufijo a un pre­
que partir del sentido meramente etimológico de fijo ( s e - ) que en latín nunca tuvo existencia inde­
* s e s s i c a r e , en desacuerdo con la fecha relativa­ 35 pendiente.
mente reciente de este postverbal, denunciada por D e r i v . Sesga, sesgar (V. arriba). Sesgado. Ses­
la falta de diptongo. Ya me parece más aceptable, gadnra. Sesgura ant. (V. arriba).
fijándome en el pasaje de Lisandro y Roselia, que 1 Garzón asegura que en la Argentina se dice
se pasara de sesgo ’sosiego, seriedad’ a ’habilidad’ sesgar por «desistir de un tenaz propósito o ca­
y de ahí a ’corte hábil, propio del que no corta 40 pricho» (Julio no sabe sesgar cuando se propone
por lo sano’, o sea ’no derecho, oblicuo’1. salir con la suya) y se podría pensar si en frases
Pero quizá lo más sencillo sea partir de pasa­ de este tipo se pasó de ’sosegar’ a ’soslayar, obli­
jes como el del Quijote: «vas... por el sesgo curso cuar’, evolución semántica que sería fácil de con­
deste agradable río, de donde en breve espacio cebir en sentido contrario (’soslayar’ > ’desistir’),
saldremos al mar dilatado...» (II, xxix, Cl. C. VI, 45 pero no en el indicado; sin embargo, es ocioso
210); ahí todavía es ’sosegado, tranquilo’, pero era especular a base de este testimonio, por lo de­
frecuente la aplicación a las aguas (V. ejs. arriba) más tan moderno, pues este sesgar argentino no
y en particular a las de un río, como m uestra el es más que una ultracorrección de cejar, como
ej. portugués del S. X VI citado por Moraes «sobre ya advierte Segovia, a base de las pronunciaciones
a sesga corrente do rio » : ahora bien, según el dicc. 50 rajuño, jujar, pajuato, compadrajo, generales en
de Vieira el port. sesgo significa en particular «tor­ aquel país, lo mismo que el propio sejo ’sesgo’
cido, serpeante» (corrente sesga), que es precisa­ (Ascasubi, S. Vega, v. 4276).
m ente la dirección que toman los ríos que cruzan
una llanura, los de corriente sosegada. He aquí Sésil, sesión, V. sentar Sesma, sesmero, ses­
cómo sin ninguna violencia corriente sesga pasa­ 55 mo, V. seis Seso, V. sentir Seso ’objeto con
ba de ’corriente tranquila’ a ’corriente oblicua’, y que se calza la olla’, V. sentar Sesqui, sesquiál­
el vocablo tomaba u n sentido nuevo. Por lo demás tero, sesquimodio, sesquióxido, sesquipedal, sesqui-
no es seguro que en portugués sesgo sea palabra plano, V. semi- Sestar, V . asestar Sesteade­
castiza, pues ya hemos visto que el ej. del S. X III ro, sestear, sestero, sestil, V . seis Sestrano, V.
será debido al nacimiento leonés del autor, Bluteau 60 zutano Sesudez, sesudo, V. sentir
SETA , origen incierto; quizá del gr. <jr¡iczá ’cosas «uligo sordes limi vel aquae sunt»; el uligo del
podridas’ (plural neutro de ay¡^ó<;), de donde ’moho, glosario citado debe entenderse, pues, en el sentido
verdín’ y luego ’hongo de poca estimación’ y ’hon­ de ’moho’ o ’verdín, plantas criptógamas que se
go en general’, pero quizá más bien es prerromano. crían en las aguas estancadas y lugares húmedos’
/ .“ doc.: 1423, E. de V illena: «las xetas se dan 5 y n o en el clásico de ’hum edad’.
asadas en brasas» (Arte Cisoria, 10); el derivado Considero primitivas estas acs. más amplias y
setura ya en 1210. me inclino a derivar seta de ar¡r.zá ’cosas podri­
Puedo limitarme a extractar mi artículo de das’. Fácilmente se pasaría de ’podredum bre’ a
RPhCal. I, 97-100, con alguna pequeña adición. ’moho, verdín’ y de ahí a ’hongo sin valor’, ’hongo
Es palabra exclusivamente castellana, ajena a los 10 yesquero’, etc. El vocablo griego entraría en latín
demás romances. L a variante xeta, con x - como o romance como térm ino de médicos y naturalis­
jabón (x-), jibia (x-), etc., ha dado hoy jeta, an­ tas. En apoyo de esta etimología griega quizá
daluz en este significado según la Acad. y Toro podría citarse el hecho d e que el vocablo signifique
G. (R H X L IX , 481), quien lo documenta con la ’excremento de vaca’ en Cuéllar (Segovia), B R A E
ac. especial ’hongo yesquero’ en Estébanez Calde­ 15 X X X I, 509.
rón. X eta es lo que primero se encuentra, y no N o está claro, pero es posible que haya relación
sólo en Villena, sino tam bién en APal. (aireóse con el veo. ziza ’seta, hongo de primavera’ cuya
son xetas, o hongos duros» 224d), J. del Encina -z- podría ser secundaria. Vasco guip. xuxa
(«xetas e turmas de tierra», 154), G . A. de H erre­ «mousseron, le plus recherché des champignons»,
ra («hongos y xetas» Agr. II I, 38; IV, 23), O udin 20 junto a xuxurla «chisme, susurración» (Lei^arraga),
y Covarr., mientras que seta no lo encuentro has­ lab. xuxtur «buisson» (Bera-Me. cita un xuxaka
ta Quiñones de B. y Cáncer (S. X V II) y en A ut., ’leña m enuda para hacer fuego’, pero si esto es
fecha tardía que debemos m irar como casual, pues auténtico será derivado de su ’fuego’, sin relación
la existencia de esta forma en el S. X III quizá con xuxa); zeta ’seta’ guip., pero ’m ancha’, ’broza’
pudiéramos deducirla de la del derivado setura, que 25 guip., b. nav., ronc., sul.; vizc. zuza ’seta de su­
ya aparece en doc. de Santoña de 1210 (M. P., perior calidad’, bazt., vizc., guip., salac. ziza. Quizá
D. L„ 4.73; Bol. A c a d de la H ist. LXXV, 337) también hay que hacer entrar en el problema
y podría identificarse, de acuerdo con el contexto etimológico del cast. seta el gasc. y cat. sép (tam­
(«en el P i n e r o la medietat con suas seturas»), bién escritos cep), que designa una especie de seta
con la palabra idéntica que hoy se emplea en la 30 de mediano aprecio: en gascón es palabra bastante
M ontaña como sinónimo de setal o lugar donde se general (Beame, Landas, G ers, H -Pyr., A rán); para
crían setas (G . Lom as); sin embargo, V. S E T O el catalán vid. A g .: no es del cat. central, pero
aquí p. 235a58. sí del N O .; en Senet (A. Ribag.) me dijeron los
La distinción sinonímica entre seta y hongo séps como «champignons de Paris», cf. m i Vocab.
puede fijarse en el sentido de que la seta es m e­ 35 Aran.; en varios puntos de Gascuña dicen set y
nos apreciada. Sin embargo en Fraga me dicen aunque -ps > -ts es fenómeno muy corriente, que
que la s4ta es «más fina y blanca» que los bo- a m enudo se propaga al singular, tam bién se da
I4ts, y es el tipo de hongo que nace debajo del alguna vez lo contrario por ultracorrección; sin
card panical. embargo lo más extendido es la variante con -p
C ovarr.: «los hongos... la gula los haze preciosos, 40 y más bien parece que sea ésta la forma primitiva
especialmente los que los antiguos llamaron bole­ en gascón y catalán. Se ha creído que venga de
tos... A estos se oponen en calidad los que llaman c i p p u s ’tronco, cepa’ (yo en VocAran., y en Els

getas, o hongos de puerco», y hongo, en el cast. Marges 1979); pero quedan dudas semánticas, y
de Aragón y Cataluña, es el vocablo que se da además, ante la existencia de ziza, zuza, xuxa, zeta
como equivalente del cat. rovelló ’Lactarius deli- 45 en vasco, nos preguntamos si en los tres vocablos
ciosus’, la variedad más estimada por los gastró­ no se trata de una misma raíz. Para el cat. y gas­
nomos (V. M IZ C A L O )', mientras que setas son cón también cabría pensar en otra forma de la raíz
las demás especies; Quiñones de B. (N B A E X V III, de ar/Kin ’me pudro’.
558) enumera las setas entre varias cosas insigni­ Pero sería preferible reflexionar mejor si este
ficantes (camaleón que papa mosquistos, setas que 50 conjunto no invita más bien a pensar en algún
os brota la tierra, jacaristas de poquito). De ahí el común origen prerromano, aunque con variantes
empleo gramaticalizado con valor de ’nada’, en fonéticas en las bases antiguas. Nótese que los gr.
J. A. de Baena (Canc., p. 439, v. 18) «tus conso­ arjircu y a a x p o í no tienen etimología indoeuropea
nantes que non valen xeta». En el mismo orden (por lo menos nada sólido, de modo que Pok. lo ha
de ideas vemos que seta puede significar actual­ 55 excluido del IE W , pues la fonética normal exigiría
mente ’moco del pabilo’ [Aut.], y en el Glos. de base indoeuropea T V -); las posibilidades dentro de
Toledo xeta traduce el lat. uligo. Esta glosa, que lo europeo o indoeuropeo serían muchas y vagas,
no sin motivo causó extrañeza a Castro se explica, cf. en particular las raíces s e i k w- y s e i p - del IE W
como es común en glosarios medievales, si tom a­ 893 y 894, con acs. como ’orines’, ’excremento
mos en cuenta el texto de S. Isidoro (XVI, i, 5) «0 fluido’, ’baba’, ’sebo’, ’gotear, m anar’, y sobre todo
el lit. súpti ’podrirse’, por más que el enlace de las adiciones a esta obra) se ha visto que el cat.
éste con la palabra griega (cf. W alde-P, I, 500; eixeta ’grifo’ es palabra independiente, sin relación
W alde-H. II, 640), choque tam bién con serias con el cast. setaljeta y en el D ECat. se demuestra
objeciones fonéticas, y un radical s a p - difícilmente su origen verdadero.
podría anexarse a la raíz k s a - (IE W 624) n i por el 5 D e r iv . Cardo setero. Setura (V. arriba). D e jeta:
sentido ni por las normas formativas (en el ser. jetazo, jetón, jetudo. Derivados cultos del gr. <rrp
ksapáyati, la -p- es elemento morfológico y mera­ Ttgtv ’pudrir’ (de donde viene <7T)7rTá): sepedón;
m ente índico, y por lo demás significa ’quem ar’). séptico; asepsia, aséptico; antisepsia, antiséptico.
En la explicación de l a Acad., lat. s a e t a , por C p t . Septicem ia (co n aí¡jt.a ’s a n g re ’). Saprofito,
lo sedoso de muchas especies de hongos, resulta in ­ 10 co m p u e s to d e a c ra p ó ; ’p o d r id o ’ (d e la m is m a raíz
verosímil el tratam iento culto en vocablo de tan grieg a) y iju-róv ’p la n ta ’.
baja estofa y en noción de índole tan popular. 1 Según T err. seta seria especialmente la morilla
Yo había pensado tam bién en s a e p t a ’setos, tabi­ o cagarria.
ques’, por alusión a las numerosas laminitas pa­
ralelas que se notan bajo el sombrero de ciertos 15 SE T E antic., ’oficina de las casas de moneda
hongos, pero esto no es característico de todos ni donde estaba el cepo para acuñar a martillo’, ori­
de la mayor parte, y justamente no se encuentra gen incierto, probablemente tomado del cat. se ti
en los de tipo inferior (cuesco de lobo, moho, etc.). ’sede, asiento, lugar donde radica o se coloca algo’,
De seta o xeta ’hongo’, y no del ár. b a fm ’ho­ del mismo origen que el cast. S IT I O . 1.a doc.:
cico’ (Acad.), imposible por la x- antigua, viene 20 1497.
indudablem ente jeta ’boca saliente de labios abul­ En una ley castellana de esta fecha: «y manda­
tados’, ’cara bestial’ (también ast. xeta, R), que mos que puedan hacer ensayes después de todas
ya sale en Quevedo (Sueños, Cl. C. I, 53.7, y otro las monedas de las fornazas y de los setes, para
pasaje allí citado) y en Covarr., con aplicación es­ ver si son justas», citada por A ut. como término
pecial al hocico prom inente de los negros (s. v. 25 de Casas de Moneda, con la definición «la oficina
geta). Es evidente la comparación con el aspecto o pieza donde estaba el cepo, en que se acuñaba
abultado de la superficie superior del hongo, pro­ la moneda a martillo». N o tengo otros datos de
vista de un hoyito en medio, y he aquí p or qué esta palabra, que hoy está anticuada según la Acad.,
seta significa tam bién ’hocico’ en Salamanca (Es­ y que tampoco se encuentra en los romances ve­
pinosa, Are. Dial., 25, n. 4) y ’vulva’ en M urcia 30 cinos. N o es imposible que sea un arabismo, co­
(Sevilla), acepción que D . M edardo Sánchez T eje­ mo lo es C EC A, pero el vocablo falta en los dice,
ro nos señala en Ávila; lo mismo que xeta en la de arabismos, y no conociendo nada semejante en
Sierra de León y geta en Orizaba (V K R II I, 116). árabe, hay que dudar tanto más de esta posibili­
Para el paso de ’hongo’ a 'labio grueso’ comp. la dad, cuanto que si fuese arabismo castellano de­
evolución igual en eslavo: paleosl. ggba ’musgo’ 35 bería forzosamente empezar por c- y no s-. Esto,
’seta’, que en fechas más recientes toma además, entonces, nos obligaría a suponer u n interm edia­
en todas partes, la ac. ’jeta’ o ’labio’ : esloveno rio catalán; y siendo así es preferible partir de
góbec ’jeta’, junto a g@ba ’musgo, seta’, checo ant. una palabra catalana conocida, teniendo en cuenta
húba ’musgo’ pero más tarde ’jeta’ y ’labio’, ruso que tam bién son catalanismos otros términos de
gttbá ’musgo de los árboles’ frente a gúba ’labio’ 40 monedería, como cospel, crisol, feble, perol, pu-
(Pok., IE W 396.32). gés, riel, o trasmitidos por el catalán, como ceca,
X eta o jeta ’hocico’ tiene que ser el punto de ensay. El lugar donde estaba instalado el cepo
partida del arag. jeta ’espita, grifo’ (Bo.), alto-arag. (cat. cep) es casi forzoso que se llamara en cat.
y arag. orient. ajeta (B D C X XIV , 159), m ure, jeta ant. seti del cep, pues seti es y era el vocablo co­
(G. Soriano). Es conocida la costumbre de hacer 45 mún para decir ’sede, asiento, colocación’1.
salir el agua de las fuentes y pilas por la boca de un 1 El idioma vacila desde antiguo entre seti y siti,
monstruo u otra figura bestial o h u m a n a: de ahí aunque aquél es más frecuente. Ag. trae muchos
vienen el fr. robinet, el cast. grifo, el alem. wasser- ejs. medievales de ambos en la ac. ’asiento, lu ­
o fass-hahn, el ingl. cock, etc. En cuanto al cat. gar para sentarse’; de la otra ac. ’lugar donde
oixeta ’grifo’, pallarás xeta ’grifo’, xetó ’espita’, 50 radica algo o alguien’ no trae más que uno de
U rgel a(t)xetonar ’agujerear un tonel’ (Ag.), ¿será siti en 1489, pero esto se debe a que esta otra
supervivencia de un cat. *xeta ’hongo, jeta’, hoy ac. sigue m uy viva en la actualidad, más que
desaparecido, o habrá que mirarlo como présta­ aquélla, y por esto no parecería necesario al le­
mo castellano? Sin duda es voz ya antigua, pues xicógrafo dar ejs. antiguos. Detxar algú al seti
es de uso absolutamente general en el dialecto 55 ’dejar a alguno muerto en el acto’ es frase de uso
oriental, y no pudo entrar después del cambio general; un seti de vasos es ’colm enar’, ’lugar de
cast.-arag. de S en fe. L o mismo indicaría el hecho las colmenas’ en el Maestrazgo (Z R P h . L IV , 527),
de emplearse íéta en este sentido en el catalán del el siti de la sitja ’lugar donde se sitúa una car­
Alguer (Guarnerio, A G I V II, listas del fin). Pero bonera o pila de leña’ (Costumari Caíala I, s. v.),
en realidad, desde la redacción del D C E C (cf. ya 60 un seti es un manchón de sembrado en Tortosa
(B D LC IX , 298): cito al azar estos ejs. sueltos parentada; pero la parentela indoeuropea del
que tengo a mano, pues es algo muy general y grupo latino saepire, -saepe, praesepe, es muy
conocido. escasa, reduciéndose a un enlace incierto con el
gr. aíiios (postulando -p en saip-mo-) y aijiaata,
Setecientos, setena, setenado, setenar, seteno, se­ 5 que además de ’seto’ significan ’bosquecillo, es­
tenta, setentavo, setentón, V. siete Setero, V. pesura, jaral’, pero queda vaga en exceso esa al­
seta ternativa.

SETO , del lat. s a e p t u m ’barrera’, ’recinto’, ’se­ Setura, V. seta y Seto, seturio, V. seta.
to’, propiamente participio pasivo de s a e p i r e ’cer­ 10
car’, que a su vez deriva de s a e p e s ’seto’. 1.a doc.: SE U D O -, tomado del gr. (]/eu8o-, elemento p re­
APal. (*°bsitus... es cercado con vallado entorno fijado de compuestos, sacado del adjetivo
con seto'», «sepes son los setos que cercan las sem­ ’mentiroso, falso’ : pseudo Propheta [1584, Hdo.
bradas» 3186, 447b; y 66d, \19d). del Castillo, A ut.; seudo-, Acad. 1817] ; seudónimo
N e b r.: «seto: seps, septum». Voz popular gene­ 15 [ps-, T e rr.; s-, Acad. 1884, no 1843], compues­
ralmente conocida; Aut. da ejs. de los SS. XVI to con 5vo¡ia ’nom bre’ (según el modelo de epo­
y X V II; Cej. IX , § 199. S a e p t u m no se ha con­ nimo, homónimo, anónimo): en francés, docum en­
servado en otros romances salvo el port. trasm on­ tado desde 1690; seudópodo; etc.
tano, pero su primitivo s a e p e s vive hasta hoy en
el it. siepe, fr. ant. soif (vivo hasta hoy en Vendée, 20 SEVERO, tomado del lat. severus id. 1.a doc.:
Normandía y en todo el Este); oc. ant. sep, «haie, APal. («el ombre severo guarda la justicia sin
cloture»; gall. sebe ’seto vivo’, etc. (Sarm. CaG. rem itir la pena», 450b).
98v) id. y ’cañizo del carro, adral’, león, siebu Tam bién N eb r.: ts ., cosa grave: severus». Ejs.
(N R F H IV, 403-4; K rüger, N R F H IV, 403-4), de los SS. X VI, X V II y X V III en A u t. H oy es
port. sebe; y varias formas sardas y retorrom áni­ 25 usual aun en la lengua hablada, sobre todo en las
cas; también ast. sebe ’seto vivo de tierra y ar­ ciudades. Es grosero anglicismo, aunque harto ex­
bustos’ (R), mozár. xípar (Simonet), marroq. tendido en la prensa americana, hablar de pér­
s(e)bár ’trinchera, defensa hecha de tierra’ (Ler- didas severas; anglicismo que tam bién ha pene­
chundi); pero cf. el gall. xebre ’separado’ que se trado algo en francés (L itb l. X L IV , 38).
ha creído procedente de s e p a r , -X r i s ’separado’ 30 D e r i v . Severidad [APal. 450b; N ebr.]. Aseverar
D EC H , IV, 395a49. Aunque en las sebes ga­ [princ. S. X V II, Argensola, D H ist.], de asseverare
llegas se tiene m uy presente la idea de plantas ’hablar seriamente’, ’asegurar’; aseveración; aseve­
que se agarran y entrelazan como las sebas m a­ rado; aseverancia; aseverativo. Perseverar [Corba­
rinas según muestra el nom bre genérico de saltase- cho (C. C. Smith, BHisp. L X I); h. 1575, A. de
bes que dan los gallegos a muchas plantas que saltan 35 Morales, Aut.], de perseverare id. ; perseverante
y se enredan en las sebes, como el cadrijollo o [Mena, Santillana (C. C. Sm ith); G óngora]; per­
madreselva o como la seixebra ( s a x í f r a g a ) de severancia [Celestina (C. C. Sm ith); 1616, Es­
Pontes d’Eume, que en otro lugar le calificaron de pinel, Aut.].
saltasebes (Sarm. o. c. 98i>)‘, no está nada claro
que el gall. xebra, seba, en el sentido de ’alga’, 40 Sevecha, sevecho, V. vehículo
proceda de aquí, vid. C EIBA . Vid. además S IB IL .
S a e p e s y s a e p t u m son voces en que el romance SEVICIA, tomado del lat. saevítía ’violencia’,
presenta formas correspondientes a . i más que al ’crueldad’, derivado de saevus ’cruel’, ’inhum ano’.
a e clásico; esta grafía es la más frecuente en los 1.a doc.: med. S. X V II, M . de Agreda, A ut.
mss. e inscripciones, pero ambas se encuentran 45 Voz forense, poco empleada.
en un códice tan antiguo como el Mediceo de
Virgilio y otros varios (vid. Forcellini-Perin); la Séviro, sexagenario, sexagésima, *sexagesimal, se­
etimología latina no decide la cuestión, pero hay xagésimo, sexagonal, sexángulo, sexcentésimo, se­
el hecho de que el derivado praesépe tenga e y xenio, sexma, sexmero, sexmo, V. seis
no í, como debiera esperarse de ser el ae origina­ 50
rio; los romances postulan S en general, salvo el SEXO, tomado del lat. sexus, -üs, id. 1.a doc.:
italiano. Pero en España misma hay una variante Santillana (C. C. Sm ith, BH isp. L X I); APal. («an-
con ie: santand. sieto «sarzo de pequeñas dim en­ droginosus: quien tiene ambos sexos» 20b; tam ­
siones» (Alcalde del Río). bién 92 d, 157b, 450d).
D e r i v . El ej. de setura en 1210 que doy como 55 N o está en N ebr. ni Covarr., ni figura en el
deriv. de S E T A , y lo mismo otro de la trad. bíblica Quijote, pero sí en Oudin, y lo emplearon G ón­
del S. X III, parece sean, en realidad, deriv. de gora (II, 201), Paravicino (R F E X X IV , 314), Que-
seto, vid. M orreale, R F E L V I, 108. vedo, etc. (Aut.). L a ac. ’vulva’, que a modo de
1 No descartemos la posibilidad de que más que eufemismo se encuentra m odernamente algunas ve­
del latín se trate de una voz sorotáptica em ­ <0 ces (no Acad.), tiene viejos antecedentes, pues se
lee en Plinio, Lactancio y otros escritores de la una distinción de forma entre el posesivo tónico
Antigüedad, se ha conservado en siciliano, campi- y el inacentuado, aunque ambos procedentes de
danés e italiano antiguo, tam bién en el judesp. sü u s. Bajo el acento dió prim ero súo [Berceo;
seso (M. L . W agner, Litbl. X X X V II, 386), que docs. de los SS. X I-X III], femenino súa [id. y
no parece tener nada en com ún con sieso ’ano’ J glosas emilianenses], más tarde suyo, suya, que ya
(vid. S E N T A R ), pero quizá sea préstamo del ita­ son las formas propias del Cid, predom inantes en
liano. Berceo y muchos documentos coetáneos, y genera­
D e r i v . Sexual [Álv. Cienfuegos, f 1809, de cuyo lizadas desde entonces. En posición átona, formas
neologismo se burla M oratín en su parodia, ed. masculinas contractas como s ü m p á t r e m parecen
Acad. IV, 170; Acad. 1843, no 1817], de sexualis 10 encontrarse ya en el S. V (Z R P h . II I, 157), de
’femenino’; sexualidad; asexual; sexuado, tecnicis­ donde el cast. ant. so, plur. sos [glosas de Silos,
mo botánico (no Acad.). Cid, etc.]; en los demás romances hay tam bién el
femenino correspondiente SA( m ) , que en iberorro-
Sexta, sextaferia, sextaferiar, sextantario, sextante, mance sólo persistió en catalán y en portugués an­
sextario, sextavado, sextavar, sexteto, sextil, sexti­ 15 tiguo, dejando tam bién alguna huella medieval en
lla, sextillo, sextina ’composición poética’, V. seis Aragón (el plural sas en doc. oscense de 1148); en
Sextina ’excomunión’, V. paulina Sexto, séxtu- castellano, por lo común, aun fuera del acento, si­
la, sextuplicación, sextuplicar, séxtuplo, V. seis guió empleándose la forma plena s u a ( m ) , que dió,
Sexual, sexualidad, V. sexo Sexubeiro, V. sobeo según evolución fonética norm al, sue (docs. de los
20 SS. X II-X III en Oelschl.), luego apocopado en
S í p r o n . , d e l l a t . s Ib I , d a t i v o d e l p r o n o m b r e r e ­ su: hay, pues, una oposición entre el masculino
fle x iv o d e te r c e r a p e r s o n a ; e n r o m a n c e s i b i f u é so y el femenino su, no sólo en el Cid, sino en la
s u s t itu i d o p o r * s í s e g ú n e l m o d e lo d e M Í ( c lá s ic o mayor parte de los textos del S. X III (M. P., Cid,
m ih i), fo rm a c o rre s p o n d ie n te d e l p r o n o m b r e p e rs o ­ pp. 158.15, 257.18; aun puede encontrarse los sos
n a l d e p r i m e r a p e r s o n a ; y e n l o s r o m a n c e s i b é ­ 25 como forma tónica en el Cid), pero pronto tiende
r i c o s s e g e n e r a l i z ó e l e m p l e o d e sí c o m o f o r m a su a invadir la esfera de so y a generalizarse como
a c e n tu a d a d e l p r o n o m b r e r e f le x iv o d e la t e r c e ­ pronom bre átono. El porm enor de la evolución
r a . 1.a doc.: o r í g e n e s (Cid, e t c . ) . debo dejarlo para los estudios gramaticales.
El estudio de la historia y uso de los pronom ­ C p t . Sise1, antigua forma enfática del pronom ­
bres pertenece a la gramática histórica; V. los 30 bre reflexivo de tercera, compuesto con la partícu­
pasajes correspondientes de los manuales de M . P. la latina -P S E del mismo valor. Consigo [2.a mitad
y Hanssen, la gramática del C id por M . P., las S. X , glosas de Silos2; Cid, etc.], compuesto de
notas de Cuervo en Ap. y en la Gramática de con y sigo, conservado en gallegoportugués anti­
Bello, así como M-L._, R . G. II, § 75; II I, § 380. guo3, y resultante del influjo de sí sobre el lat.
Las formas de s i b i y t i b í son idénticas en todos 35 SÉCUM ’consigo’. Ensimismarse [Acad. 1884, no
los romances a las de m i h i , y en ninguna parte 1843], derivado de sí m ism o; ensimismamiento.
quedan huellas de la terminación - B l (a no ser Suicidio [Acad. ya 1817; no A ut. ni T e rr.; ya
quizá en sardo y en rumano), de suerte que bien en L . Fz. de M oratín], formado con el lat. sui ’de
podemos asegurar que s i b i debió ser sustituido sí mismo’ y la terminación de homicidium ’homici­
por * sí en una fase más o menos tardía del latín 40 dio’ (suicide es neologismo documentado en Ingla­
vulgar. Por lo demás, en italiano, en los dialectos terra desde 1651, donde esta plaga es m uy común,
del Centro de Italia, y en la gran mayoría de las como observaba M oratín, y de donde debieron de
hablas francesas antiguas y modernas, se perdió tom ar el vocablo las demás naciones europeas);
toda huella de s i b i o *si, generalizándose el empleo suicida [Acad. 1843, no 1817]; suicidarse [princ.
del acusativo SÉ para todos los usos tónicos del re­ 45
S. X IX , L. Fz. de M oratín ; Acad. no 1843]. Asei-
flexivo; en los tres romances ibéricos, en gascón dad, tecnicismo filosófico derivado del lat. a se
y en algún otro dialecto occitano, es por el contra­ ’de por sí’.
rio * si el que fué generalizado; mientras que el 1 cEl rey... en quanto en el lenguaje, endrególo
occitano antiguo emplea si y se promiscuamente. él por si se», Alfonso X, Libro de la Esfera, RFE
Por el contrario, en calidad de forma enclítica y 50 II, 287. A sipse, doc. de Toledo, 1206; sobre sip-
proclítica es el antiguo acusativo S E , cast. se [glo­ se, ibid. 1210 (M. P., D. L ., 265.15; 268.40). De
sas emilianenses, Cid, etc.], el que fué generalizado hechos análogos trató R. Lapesa en R F E (h.
para todas las funciones de caso, perdiéndose s i ( b i ) 1934).— 2 Consico kisieret tenere traduciendo se-
en esta circunstancia en todos los romances (salvo cum retiñere voluerit, n.° 287.— 3 «Se nom é o
algunas huellas en occitano y en dialectos más re­ 55 cora?om meu / mais preto d ’ela que o seu; / c’a
motos)^ vezes tem em al o seu, / e sempre sigo tem o
Por lo que hace al posesivo correspondiente, lat. meu», «unha pastor se queixava / m uit’estando
sü u s, en latín vulgar usurpó las funciones del po­ noutro dia, / e sigo medés falava, / e chorava
sesivo no reflexivo E JU S, perdido en romance. T am ­ e dizia...» Canc. de D on Denis, vv. 385, 443, etc.
bién aqüí se fué introduciendo, por vía fonética, 60
S í adv., V. así dor / sso que stava cercado de gente a derredor»
(lOOld, falta en P): es decir, ’sino que estaba’,
S I con ., del lat. sí, de funciones análogas. 1.a ’sólo que estaba’. T am bién se halla so p or sino
doc.: origines (glosas emilianenses y silenses, Cid, sin que, en textos sayagueses: «no ay ninguno ni
etc.). 5 conoto / so las bestias de este hato / que desean
El estudio de sus usos y de la historia de los tener retobo», en la Farsa de Alonso de Salaya
mismos corresponde a la gram ática; reservo para (3.er cuarto S. X VI), ed. Gillet, v. 71; más co­
otras publicaciones las ideas y datos que tengo m ún es son, en muchos textos sayagueses (J. del
reunidos. M e referiré solamente a la antigua va­ E ncina; Lope, El mejor Alcalde I, iii, ed. L o ­
riante se: en cast. la encontramos solamente has­ 10 sada, p. 192). Quizá el punto de partida se en­
ta el S. X IV , sobre todo o únicamente en textos cuentre en la pronunciación descuidada on por
leoneses, aragoneses y riojanos: Berceo, Sacrij., non (Auto Reyes Magos, v. 22). Só que por
118a, c; Alex., 1, 73; 16 veces en Elena y María ’sino’, ’sólo que’ es vivo tam bién en cat. occiden­
(RFE I, 83); Yuguf (ed. M . P., R A B M 1902, tal, desde el Alto Pallars (son dues valls dijerents,
§ 35); doc. de Palencia 1186, de Sahagún 1247 15 só que vénen a sortir unides, oído en Tavascan)
(Staaff, 3.5, 31.12 y passim). Esto corresponde hasta Andorra (no en tenen só que una en Ar-
bien a la extensión romance, puesto que se es la cavell) y el Ebro y Bajo Segre (no hi ha só qu’esta
forma del port. y el gascón, es frecuente en oc. en L a T orre de l’Espanyol; só por sinó anotado
ant., y es tam bién la forma del fr. ant., rético, tam bién en Seros, Massalcoreig, L a Granadella
italiano y rum ano; mientras que si predom ina en 20 y M aials; Spitzer, L exik. a. d. K at., 124, lo se­
cast. como en cat. y en otras hablas de O c; se ñala en valenciano). Ejs. de no sólo sino... desde
se encuentra ya en las Fórmulas Andecavenses A nt. de Guevara, en H isp. R . IX , 318. Se acen­
del S. V I (K JR P h . X I, 85), y corresponde a la túa sinó, como en cat. (así en los versos caste­
escansión si que vemos en las combinaciones si- llanos del catalán Boscán, vid. A. Bello, Opúsc.
quis y siquidem empleada por los cómicos latinos 25 Gramaticales, ed. Amunátegui 1890, I, p. 46), en
(comp. una abreviación semejante en rüquidem): el judeoespañol de Marruecos (B R A E X IV , 151),
parece explicarse por la tendencia a acortar la sí­ en la Arg. (B D H A II I, 11; Ascasubi, S. Vega,
laba acentuada en los polisílabos, vid. Skutsch, v. 2640) y seguramente otras partes de América.
K JRPh. II, 58; Scripture, K JRP h. V I, 38'. Para la antigua tmesis si por él no, si de pecar
C p t . Sino ’salv o , a e x c e p c ió n d e ’ [sinon, Cid] 30 no, etc., en el Am adís, en Cervantes y otros, vid
n a c ió p o r u n a e lip s is : fra s e s c o m o nadi, sincm dos Bello, Gram. ed. 1936, § 1282n.
peones (Cid, 68 6 ) so n a b re v ia c ió n d e si non son
dos peones; d e a h í p a s ó lu e g o a c o n ju n c ió n a d v e r­ Sialismo, V. saliva
sa tiv a , in d ic a n d o c o n tra p o s ic ió n [non se faze assí,
sinon..., Cid, 140]\ 35 SIB A RITA , tomado del lat. sybañta, gr. <ju{Ja-
1 Spitzer, R om . LXV, 289-311, rechazó deteni­ pÍTTjc, ’habitante de Síbaris, ciudad de la Magna
damente la idea de Nicholson de partir de s i t , Grecia, cuyos habitantes tenían fama de ser dados
subjuntivo del lat. e s s e ’ser’. Para el porvenir de al lujo y a la molicie’. 1.a doc.: Acad. ya 1817,
nuestra ciencia inquieta ver que haya sido necesa­ sólo como nombre geográfico; ac. figurada ya 1884
ria una refutación tan larga de este disparate, 40 (no 1843).
aprobado extrañamente por profesores respeta­ D e r i v . Sibarítico. Sibaritismo.
bles. No sé si es preciso aún agregar que cuando
se escribieron las Fórm ulas Andecavenses no se SIB IL , ’hueco cerrado con su puerta, que se ha-
había perdido la - t final en ninguna parte de la 'ce en las cuevas para conservar frescas las provi­
Romanía, y mucho menos en Francia.— 1 Sino (y 45 siones’, voz poco frecuente, de origen incierto, posi­
variantes) es com ún al cast. con el cat. y el port., blem ente del lat. vgv * saep !le ’lugar cercado’
y no ajeno al oc. y el it., pero en la segunda ac. (de donde el fr. ant. sevil, oc. dial, sebiu, soubiü).
sólo es norm al en los dos primeros idiomas y en 1.a doc.: h. 1700, Antonio de Zamora.
gascón (se non que > sounque), aunque no es Define A ut. «cóncavo o hueco pequeño, cerrado
extraño al port. (que con este valor más bien 50 con su puerta, que se hace en las cuevas, para te­
emplea mas). A la forma gascona sounque co­ ner el verano el agua, vino, y otras cosas al fres­
rresponde la forma contracta soncas del leonés, co, que en las casas de vecindad suele tener uno
que leemos con frecuencia en Juan del Encina y cada quarto». N o da citas, y sólo podemos conje­
otros sayagueses. Quizá tengamos una haplología tu rar que fuese palabra extremeña, teniendo en
semejante en el verso del A lex. (1242d) cel que 55 cuenta que el autor de este tomo fué Diego Suá-
sin fues nado fuera bien aventurado», por si non rez de Figueroa, a quien creo de Badajoz. E n todo
(como está en P); pero tam bién podría ser m e­ caso es palabra m uy poco conocida en la actuali­
ram ente gráfico. En todo caso ese texto contiene dad. Agrega T err. que «por semejanza se dice
un antecedente del soncas ( < sonque) del leonés lo mismo del último rincón de alguna gruta o
más tardío: cca estava ya cerca del otro empera­ <0 cueva subterránea» y cita los versos de Antonio
de Zamora en su comedia El Hechizado por Fuer­ en Cataluña (la reina Sibil ■la de Fortia, etc.) y
za (que es de 1700 o m uy pocos años antes) : «la Aragón desde la Edad M ed ia: doña Sevilla de
últim a experiencia hagamos / pues nos llegamos a Luna, doc. zaragozano de 1381 (B R A E IV , 351).
unir / de la N igrom ante cueva / en el trágico si­ D e r i v . Sibilino [Lope, Aut.]. Sibilítico.
bil». N o encuentro el vocablo en dicc. dialectales s
modernos (quizá porque ya figura en el diccionario Sibilante, V. silbar Sibilino, sibilítico, V. si­
académico). bila
Dice Larram endi que viene de la palabra vasca
sibilloa, compuesta de silo, ciloa, ’agujero, hueco’ S IC A L ÍP T IC O ’obsceno, pornográfico’, creación
(quiere decir zilo), y de billa, billatu, ’buscado’, «co­ 10 comercial arbitraria. 1.a doc.: 1902, en el anuncio
m o lo es el sibil para aquel fin». Claro que es de una obra pornográfica en El Liberal de M a­
explicación semántica forzada. Realmente hay un drid.
vasco zibilo «agujero que se hacía en la era para Para la invención de esta palabra, vagamente ins­
m ontar sobre él la pira de leña para hacer car­ pirada en sibarítico, apocalíptico, etc., vid. Ruiz
bón», palabra por lo demás rara, que Azkue sólo 15 M orcuende, R F E V I, 394. Falta todavía en Acad.
recogió en un pueblo de Guipúzcoa, con la ad­ 1936, pero se ha hecho m uy usual en ciertos am ­
vertencia de que ahora ya no se hacen tales agu­ bientes, y penetra aun en la conversación y en la
jeros. Lejos de ser éste el étimo de la palabra cas­ literatura serias.
tellana, será por el contrario un préstamo ro­ D e r i v . Sicalipsis ’obscenidad, pornografía’.
mance. 20
Atendiendo a que el sibil es un lugar cerrado, Sicamor, V. ciclamor
creo que hay que buscar dentro de la familia del
ast. y gall. sebe ’cercado’, que como es sabido viene SIC A R IO , tom ado del lat. sicarius, derivado de
de s a e p e s ; y que más concretamente se tratará de sica ’puñal’. 1.a doc.: Acad. 1884, no 1843.
* s a e p Ï l e , derivado que dió el fr. ant. sevil ’cercado’ 25 Voz literaria, principalmente periodística.
(palabra rara, sólo una vez en el Erec de Chres-
tien), landés soubiu id. (M illardet, Atlas, n.° 235, Sicigia, V. yugo Sicofanta, V. higo Sicó­
en Commensacq, pueblo del A lbret; Armales du moro, V. ciclamor
M idi X V I, 222-4), Sebioux nom bre de lugar fre­
cuente en todo el Lemosín, L e Cibial en el Can­ 30 S IC O T E ’suciedad que se forma entre los de­
tal, y los derivados lionés sevilô y Forez civelot dos de los pies’, palabra antillana de origen in­
id. (Ant. Thom as, Mélanges, 184-5). De ahí quizá cierto; quizá del náhuatl tzokuítlatl ’suciedad del
el gascón sebieu, soubiu, sablu ’varita’ [< ’vara de cuerpo’, pero es extraño que el vocablo no se em ­
seto’ ?] al que Rohlfs (Ge*. § 32) busca un in­ plee hoy día en Méjico. 1.a doc.: 1839, Pichardo
cierto origen vasco. 35 (1862).
T al vez se trate de un arabismo. Pues aunque Que en su Dicc. de Voces Cubanas define «pa­
el sentido del ár. sabíl es propiamente ’fundación labra sucia mejicana que significa el polvillo o m a­
piadosa por amor de Dios’ y en especial ’fuente silla negruzca, hedionda, que se forma entre los
pública y gratuita’ o ’provisión de trigo y víveres dedos de los pies de las personas desaseadas o
para el camino’ (RM a. 626 y Abenjjalicán) y en 40 mal humoradas». D e ahí, y quizá de otros infor­
estas acepciones es palabra extendida por todo el mes, tomaría la Acad. su artículo sicote (ya 1925,
mundo árabe (Dozy I, 630a), hay además la acep­ no 1884) «cochambre del cuerpo hum ano, espe­
ción especial «un petit bâtim ent ouvert, placé sou­ cialmente de los pies, mezclada con el sudor», vo­
vent auprès des fontaines, où les voyageurs peu­ cablo que atribuye a Cuba, Costa Rica, Vizcaya
vent faire leur prière et se reposer», y aunque 45 y M éjico; para esto último es probable que sólo
sólo se conoce esta acepción por los libros de viajes se fundase en la afirmación ambigua de Pichardo
de Burckhardt por Arabia, Siria o N ubia (Dozy (quien probablemente pensaría sólo en la etimolo­
630fc), es verosímil que haya existido en el resto gía) : el caso es que M alaret en su Dicc. de A m e ­
del mundo m usulm án por ser especialización na­ ricanismos afirmó, fundándose en u n informador
tural de las otras, dadas las costumbres de los 50 anónimo, que el vocablo no se empleaba en M é­
moros. Cierto que esperaríamos ce- y no se- en jico (falta en Ramos D uarte, y en el índice de
castellano, pero tratándose de un vocablo poco B D H A I I y IV ); el prof. L uis Leal me confir­
extendido en España, y documentado especialmente ma que no se conoce en la República Mejicana.
en Badajoz, podríamos admitir como posible una E n cambio asegura M alaret que se emplea en
pronunciación seseante de tipo andaluz. 55 Puerto Rico, aunque en su Vocab. de Puerto Rico
sólo recoge sicotera, con la definición algo singular
SIB IL A , tomado del lat. sïbylla y éste del gr. «sicote, o el sucio o mal olor de los pies»; tam ­
nífluXÁa ’profetisa’. 1.a doc.: APal. 107£Í, 451í>; bién dice que según Arriaga (no encuentro el dato
h. 1580, F r. L . de G ranada, A ut. en mis abundantes notas de este léxico) vizc. sicote
Como ’ nom bre de pila femenino fué corriente 60 es «el sucio de las manos o de los pies de las per­
sonas». Tam poco puedo confirm ar que sicote se puede tratarse de esto o de la ac. ’(sensibilidad
emplee en la América Central, pues falta en Gagi- para el) frío’ (?).
ni y M em breño. El empleo en Cuba sí es seguro, Pervivió también en un sentido análogo el adjeti­
V. la copla popular que cita M artínez Moles s. v. vo s í d S r e u s en el gall. sieiro que Castelao em­
(falta tam bién en B D H A V y en Sundheim). 5 plea, en un sentido independiente del hombre, ’in­
L a afirmación de Pichardo de que sea pa­ temperie’, ’el sereno’3; y ya Sarm., escribiendo
labra mejicana debe de fundarse en la term ina­ cieiro, explicaba como «aire frío noroeste»4 (CaG.
ción -ote, que naturalm ente es prueba muy insu­ 185i>). Pero hay además, y sobre todo, la aplica­
ficiente. Robelo no trata de esta palabra. Sin em­ ción al cuerpo hum ano: port. cieiro ’mancha negra
bargo, quizá acertara Pichardo, pues hay una pa­ 10 y áspera causada en los labios por el frío, agrie­
labra náhuatl tzocuitlatl que M olina (1571) tra­ tándolos’ que empleaba ya en el S. X VI Rdz.
duce por «suciedad del cuerpo» en su parte espa­ Lobo (M oraes), en Pontevedra sieiro «frío que
ñola-náhuatl y por «sudor espesso del cuerpo» en hiela los hocicos y lastima los labios» (ten sieiro
la otra p a rte : es compuesto del sinónimo tzotl, y nos labios, Sarm. CaG. 184r), ’grietas en los labios
cuitlatl que el propio M edina traduce concisamen­ 15 debidas al frío seco’ (Valí.).
te «mierda» (V. otro compuesto pasado al caste­ Otros derivados de sidus, todos cultos. Conside­
llano, s. v. P A S O T E ). Nada de extraño tendría rar [fin S. XIV, P. López de Ayala, vid. Cuervo,
que los conquistadores, enredándose en el com­ Dicc. II, 415-8; APal. 9d, 12b, 166d, 552d\, de
plicado consonantismo y vocalismo de tzokuítlatl conñdérare ’examinar atentam ente’, primitivamen­
lo alteraran en *tzikuótlatl o *tzikuotl, que norm al­ 20 te sería ’examinar los astros en busca de agüeros’;
mente habían de castellanizarse en sicote; tam bién considerable; consideración [princ. S. XV, Canc.
sería concebible que esta corrupción no prospera­ de Baena; Cuervo, Dicc. II, 413-5]; considerado;
se mucho en Méjico, donde seguía vivo el senti­ considerador; considerando, propiamente gerundio
miento lingüístico del náhuatl, pero llegara a cua­ con que se introduce cada una de las razones;
jar en las Antillas. 25 considerante; considerativo; desconsiderado, des­
D e r i v . Sicotera (Mz. Moles, M alaret); sicotudo considerar, desconsideración; reconsiderar coíomb.,
(Pichardo, Mz. Moles). etc. (Cuervo, A p., § 928; falta Acad. 1936, pero
plenamente arraigado en América), especialmente
SID E R A L , tomado del lat. slderalis id., deriva­ ’volver a estudiar con miras a rectificar’ arg.;
do de sidus, -éris, ’constelación’, ’estrella’. 1.a doc.: 30 reconsideración. Desiderativo [Acad. 1936, n o 1884],
Acad. 1884, no 1843. de desiderativus id., derivado de desidérare ’echar
Voz de astrónomos y físicos. de menos’, ’desear’ (primero ’dejar de ver’, sacado
D e r i v . Sidéreo [princ. S. X V lI, Quevedo, P. de de considerare); desiderable (Covarr.), desusado;
Ribera, Aut.], poético, de sidéréus id. Pero en ga­ desiderátum.
llego-portugués, y algún poco en Italia, quedó alguna 35 1 De ahí sideratio, -onis ’enfermedad producida
descendencia popular de sidus y su familia, en por la tem peratura’, que tam bién ha pasado oca­
acepciones derivadas de la secundaria ’influjo de sionalmente, aunque en forma culta, al rom an­
los astros’, ’estación, tiempo atmosférico’1, que por ce.— 2 Se entiende pues que es ter siries por
la frecuencia del grupo fraseológico graue sidus o ’tener las manos entum ecidas’; pero algunos,
sidus hibem um tendió, en literatura y popularmente, 40 como Carré (copiado por Eladio Rdz.), parece
sobre todo en plural, a especializarse en el sentido que lo han entendido mal como non ter siries.—
de ’mal tiempo, tormenta, viento frígidísimo, gran­ 3«Envexas... envexas de verte gardada do sol e
des fríos’ : it. ant. sido ’grandes heladas’, y desde do sieiro e da choiva» 284.3.— 4 Puede tratarse de
el plural stdéra se llegó a una forma portuguesa una grafía ultracorrecta de zona seseante, como
sír(i)a, port. ant. siira [1318, M tre. G iraldo; «an- 45 lo es Pontevedra, como es ahora y lo sería en­
dou üu ano tolleit’e fora de sen, que siira non tonces, en vista de los casos numerosos en Sarm.
avia» Ctgs. 334.41], gall. siries, xiria (ya sirie en de grafías seseantes y ceceantes. O bien hubo
un doc. de 1003); aquella es la variante que re ­ influjo de ceo ’cielo’, o de los cuasi-sinónimos
coge Valí, «frío en las manos, no tener tiento o cellisca y ciobra que registra Sarm. allí mismo.
tacto»2. Véase el artículo de C. Michaelis (R L u s. 50
X I, 53, X III, 215-6), R E W , 7902, corroborado por SID E R IT A , planta, tomado del lat. sideritis, y
Piel (Port. Forsch. d. Górresges., V III, 161-3), éste del gr. (nSTipíft;, -tSo; id., derivado de <jt-
donde se indica el desarrollo que tuvo esto luego 8Tipo; ’hierro’, así llamada porque se empleaba pa­
en portugués, con otra acepción secundaria, y ra cicatrizar heridas hechas con armas. 1.a doc.:
quizá procedente de la idea de sideración: siria 55 sideritis, -itide, 1555, L aguna; siderite, princ.
’complexión física’ en varias provincias de P ortu­ S. X V II, Sabuco, A ut.; -ita, Acad. 1925, no 1884.
gal, y de ahí ’robustez’ (Tras os M ontes, Alentejo, Como nombre de m ineral [-itís, Aut.], tam bién
etc.), pero que en G il Vicente aparece (I, 266) llamado siderosa, viene de rjiZ r ^ n r ^ id.
en la forma sira y quizá tenga ahí un sentido des­ D e r i v . D e r i v a d o s d e críS-T ipoi;: siderosa, sidero-
favorable (nao tenho ponta de sira). E n las Ctgs. <0 sis.
C p t. Compuestos del m ism o: siderurgia [Acad. m ina igual que naves; verdad es que la invasión
1884, no 1843]; siderúrgico [Acad. 1925, no 1884]. de la e del plural se comprende m ucho menos
bien en una palabra del sentido de sidra. E n cuan­
SID R A , de *sizdra y antes sizra, procedente del to a las formas antiguas en c-, se explican por
lat. s i c é r a ’bebida embriagante de los hebreos’, 5 dilación o por metátesis de las dos consonantes.
’cualquier bebida alcohólica que se hacía con fru ­ D e r i v . Sidrería.
tas o cereales’, tom ado a su vez del hebreo. 1.a 1 De todos modos, en el aludido cambio de si­
doc.: sizra, Berceo; cidra, S. X III, Biblia escuria- bilante + r en (s)dr no hay dificultad. Sabido
lense (Oroz, n.° 400); sidra, Partidas. es que SR daba regularm ente dr en el céltico
Se lee en este texto: «la sidra et el vino, como 10 britónico, y se ha visto que lo mismo hacía el
quier que los homes lo amen mucho, son cosas galo: tidres ’tres’ ( = ser. tisrah) en la G raufe-
que embargan el seso» (II, xxiv, ed. Acad. II , p. senque W eisgerber, Sprache der Festlandkeltenj,
266). L a forma más antigua aparece en B erceo: 68, 72; IE W 1091.3); el cat. pirenaico bedre =
«Sant Johan el Baptista, luego en su niñez, / abre­ veo. berho ’jaro, seto’ viene de un ibero-aquitano
nuncio el vino, sizra, carne e pez» S . D om ., 55b: 15 b e s -R O (T o p. Hesperica II, 321n.).
así en los mss. H y V , pero xidra en E; sisra en
la Biblia judía de Ferrara (1553), pero sidra en la Sied, V. sentar Siega, V. segar Siembra,
versión de C. de Reina (1569), M L N X I, 102; V. sembrar
fisrra en el Pentateuco cast. del S. X IV (H isp. R.
X, 40); el Fuero de Avilés (1155) trae una forma 20 SIE M PR E , del lat. s é m p e r id. 1.a doc.: Cid.
c u lta : ctoth omne, qui pane aut sicera aver a ven­ «Qui a buen señor sirve siempre vive en deli­
der, véndalo» (ed. Fz. G uerra, lín. 60), mientras cio», v. 850. De uso general en todas las épocas
que el de Oviedo (confirmado en 1295) ya da si­ y conservado en todos los romances de Occidente.
dra. Es probable que estos fueros, Berceo y las Para acs. secundarias y fraseología, vid. A ut. y
Partidas se refieran ya a una bebida semejante a la 25 Cej. V III, § 63. Nótese el antiguo por siempre
moderna asturiana, m ientras que los textos bíblicos ’para siempre’ (Cid 108), todavía usual en Amé­
hablan de la de los antiguos hebreos. Pero ya en rica1.
la época visigótica había una bebida popular de D e r i v . Sem piterno [1463, Lucena, Aut.], tomado
este nom bre, aunque de raíces hebreo-cristianas, de sem pitém us id .; sempiterna.
que acaso se acercaría ya bastante a la versión mo­ 30 C p t . Siem previva [ « s . biva, ierva: sedum» Ne-
derna: «sicera est omnis potio quae extra vinum br.; Lope, Jerusalén Conq. X V II, v. 300].
inebriare potest; cujus licet nom en H ebraeum est, 1 «So riesgo de que por siempre los silenciaran»,
tam en L atinum sonat pro eo quod ex suco fru- E. Rivera, L a Vorágine, ed. Losada, p. 223. N ó­
m enti vel pom orum conficiatur» S. Isidoro (Etym. tese en el mismo texto el empleo con el valor
X X, iii, 16, repetido con ciertas variantes en m u­ 35 de ’sigo con la idea de que’ : «— ¡ Ahí te queda tu
chas glosas, C G L V II, 264). Opina G on?. Viana oro! —Yo te lo regalaré... — ¡Ojalá que te h u ­
(R H X, 612) que sólo el antiguo sizra sería casti­ bieras m uerto! —L a vi alejarse hacia la cocina...
zo, mientras que las formas en -dra serían prés­ Desde allí, para que la oyera, acentuó: — ¡D ígan­
tam o de la forma fr. cidre del mismo vocablo le a Barrera que siempre me voy con é l!» (p.
(para cuya historia, vid. M eier, Die Neueren 40 73).
Sprachen X L III, 1935), comp. el nom bre port.
vinho de mafás; opinión consagrada por M -L. SIE N , origen incierto; probablemente alteración
(R E W 7898), que n o es m uy probable, dada la del antiguo sen ’sentido, juicio, inteligencia’, tom a­
gran antigüedad de la forma sidra, y además es do a su vez del germ. occid. s In n id., quizá a
innecesaria, pues sizra había de pasar a *sizdra 45 través de Francia; en castellano el vocablo sería
luego reducido a sidra, tal como mej(o)rar a *mej- percibido como u n derivado del verbo sentir, de
drar > medrar'. Sin embargo, no podrá desecharse donde luego el diptongo de sien; popularmente
del todo hasta que se haya estudiado cuidadosa­ se cree que la inteligencia reside en las sienes.
mente la historia de esta bebida y su popularidad 1.a doc.: princ. S. XV.
en España y F ran cia : el estado de cosas actual, 50 Francisco Im perial en un decir contra la F o r­
que ya podría ser antiguo a juzgar por la docu­ tuna dirigido a Fr. Alonso de la M o n ja : «e mues­
mentación allegada, es más bien desfavorable a la tro vos e sp íre n la / que a muchos malos dé bie­
opinión de V iana; en su apoyo se podría aducir la nes; / más, aquí baxo las syenes, / á la vuestra san­
forma asturiana sidre í. (R ; V : sidre del d u e m u : ta ?iengia», al parecer en el sentido ’vuestra cien­
la recién exprim ida; s. del sapu: la que se hace 55 cia, en vuestro cerebro, tiene ya más conocimiento
de la manzana caída del árbol antes de m adurar), de esto del que yo puedo darle’ (Canc. de Baena,
que no es decisiva, pues tam bién se encuentran n.° 247, v. 54); «tém pora... las sienes que a la
en Asturias formas como la tuaxe ’la toalla’ o la parte diestra y a la siniestra están en lo baxo del
puerte (R, s. v. entornar, pesllera, xareya), muy calavera» APal. (492d); «sien, parte de la cabe-
comprensibles en una región donde barques ter­ 60 ( a: tempus» N eb r.; «tenía los ojos grandes, tu r­
quesados; traía copete y sienes ensortijadas» G . de cia’, según nos m uestran lu séns y li syénsa en dos
Alfarache (CZ. C. I, 68.12); «por la frente y sie­ localidades vecinas*; en el Logudoro se dice sas
nes» Pérez de H ita (ed. Blanchard II, 157); «los mentes en el mismo sentido, y en el Campidano
cabellos rubios y crespos por artificio, según se sas memorias!. Y sobre todo nótese que en cub.,
descubrían por las sienes» L a Tía Fingida; «de 5 portorr., centroam., venez. y chil. se emplea tam ­
algún balazo que quizá le habrá pasado las sienes» bién los sentidos para decir ’las sienes’, y aun en
y «que con tales coronas ven honradas y adorna­ la Arg. se dice por lo menos un golpe de sentido
das sus sienes» Quijote (I, xxxviii; II, xvi); más para el recibido ahí (M alaret; Enr. T . Sánchez;
ejs. del S. X V II en Cej. V III, p. 274, en A u t. y Segovia) (no es claro si el mej. sentido ’oreja’ ven­
en Pagés. 10 drá de una extensión de sentido ’sien’ o de una
Sien es palabra casi exclusiva del castellano, to­ concreción semántica de sentido del oído). Aun po­
talmente ajena al cat., oc. y demás romances, y dría sospecharse que sien sea un mero postverbal de
aun a la mayor parte del gallegoportugués (port. sen tir: *la sient6, aunque esto no es probable desde
fonte); sin embargo, sen se dice en gallego (Valí.; el f>unto de vista fonético7; lo más aceptable es
Castelao 179.4), en M oura (Orense) cien (Cuad. 15 creer que al afianzarse en castellano el extranjeris­
Est. Gall. II I, 427), en el Lim ia Qér¡, 0é o Ojén', mo germánico sen ’sentido, inteligencia’, se tomó
en el M inho sém (pl. séns, Leite de V., Opúsc. popularmente esta palabra, aislada dentro del idio­
II, 358), en S. M artín de Trevejo y Valverde del ma, por un postverbal de sentir (recordando ca­
Fresno (pueblos de habla portuguesa en la Sierra sos como cien centenar, recién recental,
de Gata) s p ) (Espinosa, Are. Dial., 171). Variantes 20 gran grandeza), y así se le convirtió en sien
dialectales en zonas de lengua cast.; s\n en el SE. por semejanza con el presente siente. Así queda
de Salamanca, sien en Cáceres (Espinosa), siena en eliminada a mi entender la objeción fonética de
S. Ciprián de Sanabria (Krüger, Dial, de S. C., M -L.
explicable porque en esta zona los femeninos en -a Como prueba, aun sin echar mano del ant.
forman el plural en -es), asenas en Hermisende 25 sien «sentido, juicio, discreción» citado p or la
(Krüger, H omen. a M . P. II, 128); gnía. siena Acad. (del cual no conozco testimonios), bastará
’rostro’ (1609, J. Hidalgo). la considerable frecuencia del germanismo sen en
El aspecto de la palabra sien, femenina, es ar­ el idioma antiguo: «pora cuerpos e almas el tu
caico, y como no se le conoce original en latín, sen adobaba» S. D om ., 519, «era m uy bien con-
germánico, etc., no está desencaminado pensar en 30 dido de sen e de ciencia» M il., 707, sen ’ingenio,
un origen prerromano. Quizá sea así, pues no fal­ saber’ en las Cantigas (V, 351), en otros muchos
tan nombres de partes del cuerpo que en todo textos poéticos de la escuela gallega (Canc. de la
o en parte tengan tal origen (P E S T A Ñ A , P A N ­ Vaticana, ed. Braga 967), en el Alex., el Fuero
T O R R IL L A , cat. cama, fr. jambe, it. gamba), mas Juzgo, la 1.a Crón. Gral., y todavía en el Canc.
no puedo indicar en este sentido ninguna pista 33 de Baena (citas en Cej., Voc.), señado y senado
concreta2. ’sensato’ también en Berceo. El vocablo arraigó
H arto más convincente es la idea que tuvo M -L. más fuertem ente en gallegoportugués que en caste­
(R. G. I, 218-9) de partir del germ. s i n n , aun­ llano, y hoy persiste en tierras leonesas con el va­
que luego él mismo (R E W 7948a) la haya puesto lor de ’dirección, lado, sentido de un movimiento’ :
en grave duda a causa del diptongo’. N o hay du­ 40 ast. echálu a un sen «a una mesma mano, a una
da, en efecto, de que el pueblo ha mirado y mira banda» (R), Puebla de Lillo a este sen, al otro
las sienes como la sede de la inteligencia o de una sen, al m ism o sen (Goy, Susarón, p. 501); también
de sus partes, y aun los cultos muchas veces se en este sentido en Sajambre, donde además se
expresan figuradamente de esta m an era: como nos dice senes sin diptongo por ’sienes’ (Fz. Gonzz.,
recuerda Cejador «del falto de juicio hacemos el 45 Oseja, 352); por otra parte hay ahí (369) una
gesto de atornillar la sien, y decimos que le falta forma yen que se extraería de las (s)ienes. Este
un tornillo, y del sabio decimos que tiene mucho arraigo más fuerte en el Oeste, más sujeto al in ­
de aquí, señalando la sien derecha»; de ahí cerra­ flujo de la lengua poética occitana, hace pensar que
do de sienes ’bobo, alocado’, «no es Dios tan el vocablo no era germanismo autóctono en cas­
estrecho de sienes, no se ahoga en poca agua» Ant. 50 tellano y gallegoportugués, como ya indica también
de Cáceres (1616), «no le da licencia la estre- la forma del it. senno y cat. seny, que revelan una
cheza de sus sienes para entremeterse en ellas, vieja latinización del vocablo en la forma * sin n u s ;
pues ve que exceden infinitamente a su corto jui­ se trata de una voz germánica sólo documentada,
cio» Jaime Rebullosa (1597), «le traspasó las sie­ aunque desde muy antiguo, en los idiomas conti­
nes, pues en ellas faltó seso» Juan de Torres (mis­ 55 nentales de la rama occidental del germánico (a.
ma fecha), citas que entresaco de la misma obra. alem. ant., fris. ant. sin, sinnes, etc.), y que por
En efecto, ’sien’ se llama lu sénnu en el extremo lo tanto no es de creer que perteneciera al gótico,
SE. de la Pulla, que no equivale al vecino suénnu, aunque sí es probable que pasara ya a una parte
y al sonnu de todo el Sur de Italia ( s o m n u m ) , del latín vulgar tardío, por el contacto directo
como pudiera creerse, sino al it. senno ’inteligen­ «0 con el germánico occidental. Como fuente inm e­

V. — 16
diata de la voz iberorrománica, en vista del gran otra cosa que seso popularmente o senso por vía
empleo en gallego arcaico, es más probable el oc. culta.— * A IS , mapa 100, «le tempie». L as for­
ant. sen que el cat. seny o el fr. ant. sen*. Queda­ mas aisladas i síñ (pl.) y un Siñún (pl. i siñól)
ría sólo por explicar el género femenino, conce­ en dos localidades piamontesas, deberán interpre­
bible ya por la interprétación postverbal (comp. 5 tarse como alteración de s o m n i u m (o del plural
las creces, la prez), y que además pudo ser deter­ sonni, con metafonía), según nos m uestra u sóñ
minado por el género de algún sinónimo pre­ en un pueblo vecino.— 5 Schuch., B hZR P h. VI,
existente, en particular t é m p o r a (conservado en los 46, da a entender que el sardo m em bos ’pulsos,
demás romances, incluso el catalán), o el ast. vida- sienes’ (Spano) es otra palabra, alterada por in­
ya ’sien’ ( v I t a l i a c a p i t i s ) , o el port. fontes. 10 flujo del sinónimo m em orias; debe querer decir
Pueden rechazarse brevem ente las demás etim o­ que es el lat. t e m p u s n. ’pulsos, sienes’, y debe
logías propuestas. Partir de SÉN ES ’ancianos’ como de tener razón (cf. log. trempa ’m andíbula’, camp.
quería Covarr. (seguido por Zauner, R F X IV, id. ’mejilla’ : t é m p o r a ; si bien el R E W 8635
418), por ser en las sienes donde aparecen las le recuerda que no explica la -b-).— ‘ T al post­
primeras canas9, es sin duda muy ingenioso, mas 15 verbal ha existido: judesp. saber algo en sientes
no parece posible la aplicación del nom bre de la (’de memoria’) como las aguas, esto es con la
p e r s o n a vieja a la parte del cuerpo que indica misma fluencia o limpidez del agua (BRAE X III,
vejez (otra cosa sería si el vocablo latino significa­ 534).— ’ Apócopes como cien por ciento, recién
ra la vejez misma), y en una palabra hereditaria, r e c e n t e , san, según, gran, Fernán, etc., se ex­
como ésta sería más difícil de explicar el cambio 20 plican por el carácter proclítico de estas palabras;
de género. Como ya reconoce Diez (W b., 487) no aun el dialectal Sahagún, de s a n c t í F a c On d í ,
es practicable fonéticamente su idea de partir de , pudo nacer en una primitiva denominación más
s Om n u s (comp. it. dial, sonno; griego de Italia completa Sant Fagund de... En nuestro caso tal
üitvo;, Rohlfs, M ünchener Sitzungsber., 1944-6, apócope se comprendería a lo sumo en la sien(t)
V, 53; alem. schlafe; vasco lo, todos ellos propia­ 25 derecha, pero *la sient izquierda había de tender
mente ’sueño’), que ni siquiera podía dar *suen, a restituir la forma plena siente y contrarrestar
sino solamente sueño'0. La otra idea del propio por sí sola el influjo de la locución opuesta; y
Diez, lat. s é g m e n ’parte de u n lugar’, es tam bién sobre todo el plural las sienes ha sido siempre
imposible fonéticamente, y además carece de base lo más empleado y ahí no podía perderse la t.—
semántica una vez se ha demostrado la falsedad 30 ‘ Que no debe confundirse con el latinismo sens,
del paralelo indoeuropeo que él había creído en­ vid. A S N S L .CLXX, 151; R F X L IX , 21-180.—
contrar11. 8 De hecho es posible que así se explique el lat.
1 Como en una parte de esta roña se emplea t é m p o r a , para el cual n o han propuesto los lati­
tam bién en el sentido de ’ceja’ (Schneider, V K R nistas etimologías satisfactorias (aun M eillet cali­
X I, 118), la 0- puede deberse a influjo de este 35 fica sólo de «séduisante» la de su discípulo Ben-
vocablo (o bien al carácter advenedizo de sien).— veniste), pero nótese que en este caso el tránsito
2 N o sería enteram ente inconcebible, aunque tam ­ ideal es mucho más fácil que en el de s e ­
poco tiene verosimilitud, la idea de que al tipo n e s .— 10 Aunque en forma ambigua, Schuchardt,
pregermánico s e n t - n o - (de donde el alto alem. B hZR P h. V I, 46, parece sugerir un cruce de
ant. sí'n(n) ’pensam iento’, s i n n a n ’cavilar’) res­ 40 sin germ ánico con suen s o m n u s . Pero ¿por qué
pondiera algo en lenguas indoeuropeas más ar­ sin y no sen?— 11 U n cruce comparable con nues­
caicas del Oeste (sorotáptico, alguna variedad tro caso presenta el oc. ant. ten o tin ’sien’, de­
céltica): la raíz s e n t - con este significado es bido a un cruce de t e m p u s con s i n n . Sólo hay
común al germánico con el latín y el balto-eslavo tres ejs. medievales de esta palabra, hoy conser­
nada más, y sólo en parte del germ. occidental 45 vada en la Gascuña marítim a (ten, Palay) y en el
se documenta su amplificación s e n t - n o - ; además Lemosín (tim , M istral).
nos haría falta un * s e n ( t ) - t i - s , que pasando en cél­
tico continental a s e n t í s (o con B como escriben S IE N IT A , derivado del nom bre de la ciudad
las inscripciones galas) pudo asimilarse en * s e n - de Siena en Toscana. 1.a doc.: Acad. 1925, no
n i - en céltico (?). Supuestos ad hoc, algo arbitra­ 50 1884.

rios. Cejador piensa en el veo. zen ’signo, señal’, Comp. color Siena, it. térra di Siena, ingl. sienna.
recordando el lat. t é m p o r a , que se explicaría co­
mo señal de la edad en los animales (?, más bien Sier, V. suero Siero ast., V. serna (nota 10);
en los hom bres); pero esta palabra vasca es rara arag., V. suero Sierpe, V. serpiente
y local: Azkue sólo cita zen ’marca’ del vizcaíno 55
U ñ arte (1885) y zeiñ ’señal, jalones’ como sule- SIERRA , del lat. s é r r a ’sierra de aserrar’. 1.a
tin o : parece claro que se trata de un préstamo doc.: ’línea de montañas’ Cid, y ya en docs. de los
del oc. senh s i g n u m .— a FitzG erald (R H IX , SS. X y X I (Oelschl.); en el sentido propio no
30) no hace más que agravar las dificultades al es menos antiguo, aunque sólo tengo documentos
querer partir del lat. s e n s u s , que no podía dar 60 desde APal.
tSerra: sierra con que siegan y cortan los m a­ Aserrar [1251, Calila, 19.75; N ebr.], más común
deros y los mármores» (448b), ts. para asserrar, de que serrar, del lat. s e r r a r e ; serradizo, serrado,
hierro: serra» N ebr., y de uso general en todas las serrador; serraduras, o aserraduras [Nebr.], o
épocas. E n la ac. ’linea de montañas’ ya está en aserrín o serrín [princ. S. X V III, Aut.]; aserrade­
el Cid, la sierra de M iedes (vv. 415, etc.), la sierra 5 ro; aserradizo; aserrado; aserrador. León, leña
que las otras tierras parte ’el G uadarram a’ (vv. serriega (Eslonza): la madera del serriego ’árbol
422, 425); tam bién se halla en Berceo, J. Ruiz, de bellotas como encina, pequeña y chaparra, ca-
glos. del Escorial y de Toledo, N ébr. (ts. o m onte ducifolio’ (Sarm. CaG. 138i>; el parecido con el
alto: mons») y en todas las épocas; Cej. V III, lat. cerrus es casual). Cat. serra nombre de un pez;
§ 79. Se trata de una metáfora, por comparación 10 gall. sarrán ’pez como faneca, azul y m uy pintado,
con el aspecto dentado de las cordilleras, metáfo­ que sólo conoce de oídas Sarm. (CaG. 81i>).
ra muy extendida en romance m eridional: mace- 1 Vid. Grasso, S u l Significato Geográfico del
dorrumano, friulano, alto-italiano1, sardo2, occita- nom e tSerra» in Italia, R I L X X X III. E n algu­
no3 y en toda la Península Ibérica4, y que se dió nas partes hay la ac. ’desfiladero’, que quizá ven­
también en otras familias ingüísticas. 15 ga más bien de s e r a r e ’cerrar’. Comp. Ju d , L itbl.
Polibio emplea dos veces el gr. itpíwv, -ovo«;, X X IX , 335n.5. Ejs. del Piam onte en A S N S L
’sierra de aserrar’, en este mismo sentido. L a p ri­ C LX X IV , 67.— 2 Ya en sardo antiguo, M . L.
mera habla de la sierra enriscada (barrera infran­ W agner, A S N S L CXXXV, 118, por lo tanto au­
queable, quizá el Djébel el Gedidí de Zaguán, según tóctono y no hispanismo.— 5 Cuento una cincuen­
Veith) contra la cual Amílcar Barca, con su ele- 20 tena de ejs. en el Cantal, más de treinta en el
fantería, acorraló el ejército de los mercenarios Aude (V. los dicc. topográficos de Amé y de
hasta aniquilar a sus 40.000 soldados (Hist. I, Sabarthés, s. v. Serre y Haute).— * Ej. catalán
§ 85.7); en la segunda, habla de la estribación de Jaum e Roig, S. XV, v. 10260, pero no sería
abrupta que unía a la ciudad anatolia de Sardes con difícil citarlos, tanto o más antiguos que en Cas­
su ciudadela (ib. V II § 15.6), V. la ed. de Pédech 25 tilla, de cartularios catalanes.— 5 Se cita además
(G. Budé) quien cita la interpretación concorde de (Liddell-S.) un pasaje de los Illyrica de Apiano,
otros filólogos5. Como se trata de un uso ajeno donde se habla de Xóipoi o cerros dentados como
al griego, y Polibio se entretiene en el prim er pa­ xpíove^. D e ahí ya no resulta claro que la m etá­
saje en explicarnos la metáfora, quizá estemos ante fora estuviese cuajada lingüísticamente entre los
la expresión usual entonces en el camitico de los 30 Ilirios, aunque es posible.— 6 Propiamente pu­
númidas, o en el feno-púnico de sus adversarios; ñal de serranos; mal escrito seranil en Berceo,
tal vez éste más bien, pues así nos explicaríamos M il., 155; «para ferir a manteniente deben ha­
mejor lo de Sardes; pero también pudo hallarse ber cuchiellos, puñales, et serraniles, et espadas
en varios idiomas antiguos a la vez. Se trata pues et hachas et porras...» Partidas II , xxiv, ed. Acad.
de una vieja metáfora circummediterránea. 35 II, p. 265.
Es erróneo creer que podamos tener ahí una pa­
labra prerromana o lígur, como afirma audazmente SIERVO , del lat. s é r v u s ’esclavo’. 1.a doc.:
Gróhler, Z R P h. X LV, 89. Desde luego no hay la Berceo; 1219, Fuero de G uadalajara; servo, doc.
m enor dificultad semántica en admitir este origen leonés de 963 (Oelschl.).
metafórico, y toda discusión futura acerca del ca­ 40 Berceo lo emplea, sea en el sentido propio de
so parece ociosa. M e bastará recordar otras m u­ ’siervo’ (o ’criado’) : «Tuen?io... / omne de bue­
chas denominaciones figuradas de la sierra y el nas mañas, que avié buen sentido, / mal embargo
cerro, como pico, cerro, loma, espaldar, etc., y en tenié un so siervo querido, / que era del demonio
particular los varios sinónimos catalanes de ’sie­ duram iente premido» (S. M ili., 161c); o bien en
rra’ : carena, crenxa (propiamente ’crencha, raya 45 el figurado: «obispos fueron éstos, sierbos de la
del cabello’), d in a (= crin, en el sentido de ’cri­ Gloriosa» (S. Or., 59d; S. D om ., 196a, etc.). Así
nes, melena del caballo’); cito otras s. v. SOBA­ en muchos autores medievales. Se empleó popular­
CO. T am bién es antiguo sierra como nom bre del m ente en la Edad M edia en su sentido propio,
pez sierra (ast., V ; etc.), valor con el cual ya mientras duró la institución servil, aunque ya su­
se encuentra en latín. 50 frió entonces la competencia de esclavo: ts.: ser-
D eriv. Sierro salm. 'teso de sierra’ (comp. el v u s; sierva: serva; siervo bofal: novicius servus;
cat. tarragonés serret, cat. común serrat, que no s. matrero: veterator s.» N eb r.; después quedó
van con cerro, como creyó M . P.). Serrano [Ber­ solamente en su ac. figurada y como voz literaria;
ceo; docs. del S. X II, O elschl.; «serrana cosa, Cej. V III, § 33.
ie sierra: montanus» N ebr.]; serrana; serranilla' 55 D e r i v . Servicio [h. 950, glosas Emilianenses ;
[-iella, en sentido propio, Berceo]; serranía [J. R u iz; Berceo; (- , Cid], tomado de senAñum id .; servi­
N ebr.]; serraniego; serranil6. Serratilla. Serrezuela. cial m. ’criado, sirviente’ [Berceo; Apol., 1956;
Serrijón. Serrátil. Serrato. Serreta [Acad. S. X IX ]; Leyes de Moros SS. X IV-XV , Memorial H ist. Esp.
serretazo. Serrino. Serrón. Serrucho [Acad. ya V, 427ss.], adj. [princ. S. X V II, A ut.]; serviciar,
1817]; aserruchar, en Cuba serruchar (Cfl., 197). ce servidador. Servidumbre [o -um ne, Berceo; Apol.,
390c; Alex., 1680; Juan de M ena; APal. 123b, sí sola presunción de origen francés, en este idio­
153d, 449d; N e b r.; por lo tanto la referencia de ma se documenta el vocablo mucho antes que en
Juan de Valdés, B R A E V I, 509, no debe tom ar­ cast., en 1393, y del oc. ant. servieta, que tam bién
se en el sentido de que se im itó del it. en el vendrá del fr., hay ya un ej. del S. X IV (Ver-
S. X VI, según hace Cabrera, pp 57, 58, sino s feuil, H te.-G aronne) y dos del XV. Quizá en de­
quizá en el de algún influjo semántico de este idio­ finitiva esté en la lengua de Oc el punto de par­
ma]1, del lat. tardío s e r v I t ü d o , - i n i s (clás. s e r v i - tida, pues ahí se concibe que se formara u n fe­
t u s , -U T IS ; servitud es antiguo y raro en c ast.: menino *sérvia ’sierva, esclava’, tal como existía
Cuervo, Disq., 1950, p. 155). Servil [APal. 153d, cèrvia ’cierva’. Sea como quiera el cast, hubo de
244b; Nebr.], de sermlis id .; servilismo; servilón 10 recibirlo del francés; nótese que el vocablo es to­
[1.a mitad S. X IX , Fernán Caballero]. Servilla ’za­ davía ajeno a los otros dos romances hispánicos :
patilla’ [princ. S. XV, Villena, A rle Cisoria, glos. cat. tovalló, port. guardanapo, toalhinha. Deberá
de N avarro; Leyes de Moros SS. X IV-XV , M e ­ distinguirse de servilleta la palabra servilla que
morial H ist. Esp. V, 427ss.; C ovarr.; A ut.; xervi- figura en la G r. C onq. de Ultr.: «trajeron copas
lla, contradictor anónimo de Rosas de Oquendo, h. 15 de oro e servillas, e dieron del vino al soldán»
1600, R F E IV, 347; G. de Alfarache, Cl. C. IV, (p. 303a), donde se tratará de una variante fo­
257.2; muchas citas de ambas formas en todo el nética de salvilla ’bandeja’; servilla [Lucano de
S. X VI, en Cej. V III, p. 121], probablemente del Alf. X (Almazán)] con este senjido se encuentra,
lat. s e r v í l I a s a n d a l i a ’sandalias de esclavos’, según según Vigón, en docs. asturianos de los SS. X V I-
indicaron Covarr. y Simonet2. Servilleta [1570, C. 20 X V II.— "Cej. V III, § 33. Sabido es que el cat.
de las Casas, servieta, s. v. y s. v. tovagliolo; pero ant. servir, fr. ant. (de)servir, ingl. deserve, valen
ya servilleta s. v. guardanapo; servilleta, O udin, Co­ ’merecer’. Algo de esto existió tam bién en cast.,
varr., Estebanillo, cita de Cej. V III, p. 121], pro­ donde servir tuvo acs. que vacilan entre ’merecer’
bablemente tomado del fr. serviette id., con influ­ y ’prem iar’ : si vos lo pudiesse servir, Conde
jo de salvilla y servilla’ ; servilletero. 25 Lue., ed. K nust, 102.8; «yo os agradezco las
Servir [h. 950, glosas Em ilianenses; Cid, etc.; muestras y la cortesía que conmigo habéis usa­
general en todas las épocas y común a todos los do... que con más que la voluntad pudiera servir
romances de Occidente4], de s e r v i r e ’ser esclavo’, la que habéis mostrado tenerme, en el buen aco­
’hacer de esclavo’, ’servir’; servible; servidero; ser­ gimiento que me habéis hecho» Quijote I, xxiv,
vidor [Berceo]; sirviente [seru-, Berceo]; sirvienta 30 Cl. C. II, 260.
[h. 1295, 1.a Crón. Gral., 656b46]; serventía; ser-
ventesio, de oc. ant. sirventes(s). Sargento [h. 1577, Siesgo, V. sesgo Sieso, V. sentar Siesta, V.
Feo. de Valdés, Espejo y disciplina militar-, O udin; seis
C ovarr.; 1613, Cervantes, Aut.], del fr. sergeant
’servidor’, ’sargento’, y éste del lat. s e r v i e n s , 35 S IE T E , del lat. s é p t e m íd. 1.a doc.: doc. de
- é n t i s ’sirviente’; sergenta ant. (Berceo) ’sirvien­ 1132 (Oelschl.) ; Cid.
ta’; sargentía [S. X V II, F. N úñez, Cej. V III, p. D e uso general en todas las épocas y común a
125] o sargentería [h. 1640, Saavedra F .]; sargen­ todos los romances. Para aplicaciones especiales y
tona; sargentear [h. 1570, Ercilla]. fraseología, A ut. y Cej. IX , § 187. Como observa
C p t . Servomotor. 40 Cuervo, A p .7, p. 516, se emplea en Colombia co­
1 Pero gall. ant. serviduen traduciendo servitu- mo eufemismo en lugar de sieso ’ano’; de ahí el
tem , M irSgo. 97.20, 115.30.— 2 P. 591. Haedo, que en otras partes (Arg., etc.) se emplee vulgar­
a. 1612, dice xerecuilla (que deberá leerse xere- m ente con el valor de ’prostituta’ (la gran siete),
uilla) «servillas a la morisca», lo que parece in­ comp. Cádiz, ciezo ’mujer mala’, and. sieso ’per­
dicar que el vocablo será en cast. de origen mozá­ 45 sona inaguantable’ (AV), y metáforas semejantes
rabe, y esto (más bien que mi tratam iento semi- en muchas partes.
culto) es lo que explicará la -11- castellana, y aun D e r iv . Seteno [med. S. X III, Setenario, f°2r°;
-eta (plural -at); de ahí el ár. magrebí Serbil o APal. 447b; t-n a parte: pars séptim a; -ñas: pena
sebrilla, empleado en M arruecos y Argelia, Si- del hurto» N ebr.]; setena [APal. 173b]; setenado;
m onet cita un b. gr. o¿ppou).a ’calzado de es­ 50 setenar. Setiem bre [doc. de 1215; Berceo; A ut.
clavos’, de origen semejante.— 3Como observa F. impone la grafía injustificada septiembre], de s e p -
B. N avarro en su ed. del A rte Cisoria de Ville­ T é m b e r , - b r i s ' . Séptim o [Berceo; ejs. S. X V II,
na, p. 171, servilleta es palabra moderna en cast., Aut.], tomado de séptXmus íd. ; existió una forma
que falta en APal., N ebr., PAlc., etc.; las Par­ popular, la siedma ’la séptima parte’ (doc. de
tidas las llaman tovajas (II, vii¡ 5), en el S. XV 55 1259, M . P., D . L ., 32.6); séptima. Semana [sed-
toballas de manjar, y el propio Villena (cap. V, mana, 1241, F. Juzgo, y frecuente en el S. X III :
p. 36) les da el nom bre de paños. Sin duda el doc. de 1272, Fuero de Soria, 1.a Crón. Gral., vid.
m odo de formación del fr. serviette (de donde el M. P., In}, de Lara, 208.22, 209.5; semana, Cid,
it. salvietta, desde princ. S. X V II) no es entera­ Berceo, etc.; la forma leonesa selmana —Alex.,
m ente claro, pero la terminación -eta ya da por 60 1128, J. Ruiz 1194, 1621— se extiende hoy hasta
algún punto de Burgos, R F E I I I , 316], de S E P - rica los que trajeron de allí la enfermedad. Por­
t ím S n a id .; semanal; semanario; semanero [Nebr.], menores acerca del origen de la palabra en el
semanería; semanilla. Septillo. Septeto. N E D y en Bloch.
C p t . Setenta [setaenta, doc. de 1209, Oelschl.], D e r iv . Sifílide. Sifilítico [princ. S. X IX , L . Fz.
de s e p t u a g í n t a id .; setentavo; setentón; septuagé­ de M oratín],
simo, tomado de septuagesimus id .; septuagési­ C p t . Sifilicomio. Sifilografía; sifilógrafo; sifilo-
ma; septuagenario. Setecientos [Nebr., etc.]; sep­ gráfico.
tingentésimo, tomado de septingentesimus id. Sie­ ' M ás bibliografía y una explicación nueva en
tecolores burg., pal., cesped. (RFE XV, 274), chil. Spitzer, Bull. of the H ist. of M edicine X X IX
Sietecueros. Sietecuchillos arg. ’cierto pájaro’ (Dra- 10 (1955), 269ss.
ghi, Canc. Cuyano, p. 226; Borcosque, A través de
la Cordillera). Sieteenrama [tierva, pentaphyllum» S IF Ó N , tomado del lat. sipho, -onis, y éste del
N ebr.; Lope, Jerusalén Conq. X V II, v. 313], Sie- gr. cícpcov, - ( o v o í , ’tubo, cañería’, ’sifón’. 1.a doc.:
televar. Sieteñal [Nebr.]. Sietesangrías. Septenio, de T e rr.; Acad. ya 1817.
septennium ’grupo de siete años’. Septentrión [h. 15 T érm ino de física, fontanería y hostelería.
1275, 1.a Crón. GraL, 1 4 b l5 ; APal. 24b, 29b,
447b; seutrión haplología de *seutentrion en Sifosis, V. cifosis Sifué, V. haz Sigilación,
M irSgo. 136.24, cf. ibid. seutro (119.2) ’cetro’ lat. sigilar, sigilo, sigilografía, sigiloso, V. sello
sceptrum], del lat. septentriones (raro septentrio)
’las siete estrellas de la Osa M enor’, compuesto 20 S IG L A , tomado del lat. tardío sigla, -orum , id.,
con el arcaico trio, -onis, ’buey de labrar’; sep­ palabra empleada sólo como plural. 1.a doc.: T e rr.;
tentrional [setentrional, Juan de M ena (Lida, M ena, Acad. 1884, no 1843.
144, lín. 13 del final); APal. 22b, 47b, 80d; 1616, T érm ino de filólogos, archiveros y notarios.
Cervantes, Persiles, Historia Setentrional]. Septisí­
labo. Septuplicar; septuplicación; séptuplo. Entre­ 25 S IG L O , descendiente semiculto del lat. SAECÜ-
semana ’en los días laborables’ [1600, F r. Cabrera], lum ’generación, duración de una generación’,
hoy es de uso general y no sólo cub. (Ca., 50). Del ’época’, ’siglo, centuria’. 1.a doc.: siéculo, h . 950,
gr. éruri, sinónimo y hermano de septem: hepta- glosas emilianenses; sieglo, Cid, etc.
cordo; heptágono, heptagonal; heptarquía; hepta- La forma sieglo es general o m uy predom inante
sílabo, heptasilábico; heptateuco. De ipSojios, equi­ 30 en todos los SS. X II y X I I I : Berceo, M il., 820d,
valente de séptimo, deriva épSoyicíe;, -ctSos, ’sema­ 839b; Apol., 59; Alex., 67 y passim ; siglo ya ga­
na’, de donde el raro hebdómada y hebdomadario. na mucho terreno en el X IV (J. Ruiz), y es la
' Junto a september, october, november, decem- forma general desde el siglo siguiente (APal. 141b,
ber (gen. -bris) se formaron en latín tardío for­ etc.; Nebr.). Es muy corriente en lo antiguo la
mas adjetivas en -brius sustantivadas luego. Las 35 ac. ’vida terrenal’ (Apol., 256b, etc.), luego ’m undo’
lenguas romances vacilan entre unas y otras. (Berceo, l. c.), y tam bién ’vida eterna’ (sieglo ma­
Sobre todo en leonés antiguo se hallan también yor, Alex., 2067; luego siglo id., J. Ruiz 756b,
formas como setiembro, -tembrio. Es lo que ha Cid, 1445); comp. Cej. V III, § 71.
predominado en port. setembro, outubro, novem - D e r i v . Seglar [Berceo; docs. de 1212, 1218,
bro, dezem bro; formas que se emplearon mucho 40 Oelschl.], propiamente ’perteneciente a la vida te­
en gallego antiguo (Sarm. CaG. 68t>), y que allí rrenal’ ; aseglarar. Duplicado c u lto : secular [APal.
prefieren todavía los puristas: Irm . da Fala (p. 442b]; secularizar; secularizado; secularización.
328) declara setembre, etc. formas dialectales
(Valí, las da juntas, pero pone setembre en el SIG M A , nombre de la letra griega 2 .
adagio popular que cita). 45 C p t . Sigmatoides [princ. S. X V III, M artínez,
Aut.], después sustituido por sigmoideo.
S ÍF IL IS , tomado del lat. mod. Syphílis, título
de un poema compuesto por el italiano Girolamo Signáculo, signar, signatario, signatura, signífe­
Fracastoro en 1530, cuyo protagonista Syphilus ro, significación, significado, significador, signifi-
contrae este m al; este nombre se cree imitado del 50 camiento, significante, significar, significativo, sig­
de un personaje de Ovidio1. 1.a doc.: Acad. 1884, no, V. seña Síguemepollo, siguiente, V. seguir
no 1843.
El propio Fracastoro empleó más t 2 rde syphilis S IL , tomado del lat. sil id. 1.a doc.: T err.;
en un tratado médico en latín, aplicándolo ya al Acad. 1884, no 1843.
m al; tardó este nombre en generalizarse, pues en 55 Cultismo raro.
inglés no se documenta hasta 1718, en francés
hasta 1808 (pero syphilitique ya 1725); en cast., Sílaba, silabar, silabario, silabear, silabeo, silá­
como en casi todas partes, la denominación tra­ bico, silabizar, sílabo, V. epilepsia
dicional fué mal francés o gálico, aunque en reali­
dad parecen haber sido los descubridores de Amé­ 60 SILBAR, del lat. s í b i l a r e id. 1.a doc.: J. Ruiz.
SIL B A R -SIL IC E 246

«El calador al galgo firiólo con un palo, / el ed. Espasa, pp. 64, 146; D raghi, Canc. Cuyano,
galgo querellándose, dixo — ¡Q ué m undo malo! / pp. 153, 290) y otras partes de América (N. M é­
Quando era mancebo dizian me «halo, halo» / ... jico, etc., B D H A I, 105n., 310, 311), que en Es­
/ estonces me loava, ya viejo me esquiva, / quando paña (comp. G . de Diego, R F E I I I , 307).—.
nol trayo nada nom falaga nim sylvcn> (1361á). De 5 2 Comp. «las narizes de los cavallos semejavan
uso general en todas las épocas; antiguamente sue­ solvitos» Alex., 510d, donde parece haber cruce
le encontrarse con -v-, así en N e b r.; Cej. V III, con soplete y silbido.
§ 95. En la forma clásica o en otras levemente
distintas es común a todos los romances. El vasco S IL E N C IO , tomado del lat. síléntium id., deri­
ha conservado una forma más arcaica, de donde 10 vado de silére ’callar’, ’estar callado’. 1.a doc.:
el bilb. chilibitu ’flauta, silbo, chiflo’ (Arriaga). En Berceo.
latín la palabra parece procedente de una for­ «Luego a la mañana, el silencio soltado, / díxo-
ma onomatopéyica s í f í l a r e , que pasó a s í b I l a r e lo a sus frayres, non lo tovo celado» S. D om .,
con arreglo a la fonética histórica latina (vid. E r- 437c; tam bién 142. En ambos casos se trata del
nout-M .); pero la variante originaria con - F - en 1S silencio m onacal; por ahí entraría este cultismo
este caso pudo conservarse excepcionalmente por en cast.; está también en J. Ruiz, en N ebr. («s.,
su mayor fuerza expresiva; y en efecto la encon­ por callamiento-»), es común en los clásicos, y hoy
tramos como forma vulgar en Nonio y en glosas es palabra generalmente usada.
(|CGL III, 158.16-19, 302.23; IV, 75.41, 77.2, D e r iv . Silenciario. Silenciero. Silencioso [S.
395.3; V, 482.6); de ahí, con leves variantes de la 20 X V II, A ut.; no O udin ni Covarr.]. Silenciar ’de­
consonante inicial, en las cuales actuarían tam bién jar algo en silencio, no decirlo’, se lee en todas
factores expresivos, fr. siffler, it. zufolare, y el cast. partes, no sólo en Cuba (Ca., 234, 120), pero es
chiflar [siflar, APal. 537b; ch-, 1570, C. de las palabra algo pedante, del estilo periodístico (no
Casas «fischiare, suffolare»] ’silbar’1, ’m ofar’ [1589, Acad.). Silente, m uy culto, de silens, -entis, part.
J. de Pineda, Cej.], -arse ’perder las facultades 25 activo de silere.
mentales’ [Acad. S. XIX], N o hay por qué pensar
en una variante osco-umbra, contra lo que dice Silepsis, V. epilepsia Silería, silero, V. silo
M -L. (R E W 7890): Schuchardt (Z R P h . X X X I,
4), Ju d (A S N S L C XX IV , 390) y Spitzer (ARom. SIL F O , del fr. sylphe, que parece ser una co­
V II, 156, 160) dieron ya una interpretación ono­ 30 rrupción del galo Sulewae, nom bre de unas ninfas,
matopéyica, que coincide esencialmente con la dada por influjo de nympha. 1.a doc.: T e rr.; princ.
aquí. Hay además chuflar, que es sobre todo ara­ S. X IX , L. Fz. de M oratín; Acad. 1884, no 1843.
gonés, chuflete ’flauta’ judeoespañol (B R A E IV, A pesar de la nota de G . Colón, ZR Ph. L X X V III,
640), gall. chifrar (Sarm. CaG. 116r). Labializán- 88-90j no me parece que se pueda desechar defini­
dose la vocal por la b pasa al portugués assobiar, 35 tivamente la etimología de L ittré, para dejarla como
gall. asubiar, de donde asubios o asubiotes ’planta voz sin etimología alguna razonable; aunque sí se
que echa unas calabacitas como cuentas de rosario, impone modificarla más o menos y condicionarla
con las que los chicos silban’ (Sarm. CaG. 163r). mucho. Parece claro que el responsable de la difu­
Variantes dialectales en G dD D 6109. sión literaria del vocablo fué Paracelso (h. 1530, ed.
D e r i v . Silba [Acad. 1884, no 1843]; en arg., 40 de 1590, IX , 45ss.), pero esto n o quiere decir que
chil. y per. silbatina; en el Oeste argentino también lo «inventara» él. Realmente m e parece probable
chifladera («cuando llegó el padrino fué recibido que se trate de una reminiscencia de las matres
con una ch.y>). Silbador [Nebr.]. Silbante. Silbato Suleuiae de los galos, especie de ninfas protectoras,
[C ovarr.; ejs. S. X V II, A ut.; no N ebr. ni Oudin]2. invocadas con grandísima frecuencia en inscripcio­
Silbido [O udin; S. X V II, A ut.]; silbo [N ebr.; 45 nes muy conocidas: el dat. suleuis o suleis, que
sivlo h. 1295, 1.a Crón. Gral., 402a41]. Silbón. suele aparecer en ellas, debió de ser mal leído en
Silboso. Chifla (ast. ’especie de flauta de corteza algunas como sulfis y aun sylfis bajo el influjo de
de álamo, castaño, etc.’, V). Chifladura. Chiflato. los sinónimos nym phis y silvanis (cf. la documenta­
Chifle, y gall. chifle: «xa se ouce o chifle d ’un ción de Holder I I I 1663-1666); en francés el vo­
afiador» (Castelao, 150.12), vid. C H IF L E . Chiflete. 50 cablo empezó a divulgarse desde 1605; y en inglés,
Chiflido (arg., E. W emicke, L a Prensa de B. A., mucho, sobre todo desde Pope (c. 1720 o 1730).
4-V III-1940; -iu, ast., V). Chiflo. Rechiflar; re­ D e r i v . Sílfide [princ. S. X IX , Espronceda;
chifla. C ultism os: sibilante. Asibilar; asibilación. Acad. 1884, no 1843], del fr. sylphide [1670].
1 D an esta ac. C. de las Casas, Covarr., A ut.,
y así se lee desde H ernán N úñez, med. S. XVI, 55 Silga, silgar, V. sirgar Silguero, V. jilguero
en muchos clásicos, vid. Cej. V III, pp. 471-2;
tam bién en L ope: «por más que el tam borilero / S ÍL IC E , tomado del lat. sílex, -icis, ’guijarro’,
chiflase con el guarguero / y con el palo to ­ ’sílice’. 1.a doc.: Acad. 1884, no 1843.
case» Peribáñez I, i, ed. Losada, p. 93. H oy es T érm ino de químicos, arqueólogos y mineralo­
más vivaz en la Arg. (Guiraldes, D . S. Sombra, 60 gistas. En latín vacilaba entre el género masculino
y el femenino, predom inando aquél; en cast. se ha en particular la empleada como m azm orra: «traya
preferido éste por lo común, pero el masculino se consigo una carreta con dos bueyes; et al uno
oye no sólo en Colombia (Cuervo, nota 23 a la dezian Sen?eba e al otro Bendeba; et cayó C en­
G ram . de Bello, ed. 1892), sino en muchas par­ a b a en un silo que avia en aquel lugar; e sa­
tes. 5 cáronlo, e fue tan mal trecho de la caída que lle­
D e r i v . Silicato. Silíceo. Silícico. Silicio. Silico­ gó a muerte» Calila, a. 1251 (ed. Alien, 18.34),
sis. «yazié en fondo silo, de fierros bien cargado» Ber-
ceo (S. D om ., 704), «allí estovo preso en u n silo»
SIL IC U A , tomado del lat. silíqua ’vaina de le­ en crónica de López de Ayala (cita de Aguado).
gumbre’, ’legumbre’, ’cierto peso’. 1.a doc.: 1555, 10 H a de calificarse silo de vocablo exclusivo del
Laguna. castellano, ajeno a los demás romances, aun el
Latinism o raro. catalán (que emplea sitja, V. abajo) y el portugués
D e r i v . Silícula. (donde se dice tulha, ¿de t u b u l a ? ) . En fecha mo­
derna el vocablo castellano ha gozado de gran ex­
SIL O , v o z p e c u l i a r d e l c a s t e l l a n o , d e o r i g e n i n ­ 15 pansión internacional: fr. silo [1775], it. silo, ingl.
c ie rto , s e g u r a m e n te p r e r r o m a n a y e m p a r e n ta d a c o n silo [1835], port. silo (de fecha tam bién m uy re­
e l v a s c o zilo, zulo, ’a g u j e r o ’, c o n e l s e n t i d o p r i ­ ciente : Fig., pero falta aún en Vieira, Moraes,
m i t i v o d e ’c u e v a p a r a g u a r d a r g r a n o ’ ; e s p r o b a b l e Bluteau, Cortesáo). Se cita un oc. ant. sil (desco­
q u e e n d e f i n i t i v a p r o c e d a d e l c é l t i c o S IL O N ’s i ­ nocido en el idioma m oderno, M istral, Palay), pero
m i e n t e ’. 1.a doc.: h. 1050. 20 es hápax de la Guerra de Navarra, poema de
En doc. de T oro escrito en esta fecha: «quat- princ. S. X IV , de tema español y atestado de his­
tuor faucinas de messe segar; et uno silo pleno panismos, como lo es éste, sin duda posible («e
de cevata, pane et vino sine num ero et una caral m aynt bon sil ubrir, maynta cassa cremar, / e
de azeto» (M . P., Oríg., 29)1; «Dueina de T e ­ maynta bona hucha del tot descadenar»). Para la
rrazos, suegra de FortuN aarro, obtulit Sancto 25 etimología hay, pues, que partir exclusivamente
Dominico de Calzada unum silum qui est in canto del castellano.
sue domus» doc. de 1156 (M . P., D. L ., 74.4); Es ya tradicional, desde el tiempo de Aldrete,
«si alguno abriere silo o pozo... no deje descubier­ Covarrubias y antes, decir que silo procede del gr.
to» Fuero Juzgo; «ffaze a sus collados fazer los t r e p ó ? o a e i p ó ; , que significa lo m ism o; no es ex­
valladares, / rrefazer los pesebres, lynpiar los alva- 30 traño que a esta idea se adhiriera Diez (W b., 487),
ñares, / serrar silos (S, G ; filos T ) de pan e se­ pero ya lo es más que M -L. (R B W 7955) siga
guir los pajares» Juan Ruiz 1277c; «la que escon­ aceptándola sin objeción, y agrave la im presión fal­
dió las goarni<;ones en los silos y en las cubas e sa al citar en un mismo plano «prov. sil, cast.,
fizo enplir las bocas de los silos e de las cubas, port. silo, gall. st'ro» como si se tratara de una
de salbado» en la Crónica de García de E ugui; 35 palabra del latín vulgar, común a u n buen núm e­
«róbannos los ganados e los silos del pan» Rim ado ro de rom ances: esta opinión se ha hecho, pues,
de Palacio, 489a; tsirus: silo para encerrar trigo lugar común entre los lingüistas (dicc. etimológi­
y otro grano en cuevas soterrañas, como lo usan cos de Cabrera, Nascentes, Bloch, Migliorini, Skeat,
en Capadocia y en T racia y en España: y algu­ etc.; Tomaschek). Y, sin embargo, diga Diez lo
nas vezes abriendo el silo de nuevo pierden todo 40 que quiera (que en su tiempo era perdonable), el
el aliento los que entran» APal. (459b); tsilo para cambio de - r - en -l- no es norm al ni m ucho m e­
guardar trigo: syrius» N ebr.; «el grano... de silo nos, o por mejor decir no hay tal cambio fonético,
soterraño» G . A. de H errera; «hallaron mucho a no ser en arabismos (donde tiene su explicación
maíz en silos» Fz. de Oviedo; «abril frío hinche espacial: B D C X XIV , 75-76) o en voces que su­
el silo; mojado, silo y campo» refrán de H ernán 45 fren disimilación y otros fenómenos inductivos que
N úñez; «si era silo para encerrar pan o cisterna aquí no tendrían aplicación posible.
para recoger las aguas de la lluvia» Eugenio de Ya debiera despertar el escepticismo el hecho de
Salazar; y otros que pueden verse en Cej. V III, que ¡upó? n i siquiera parece ser palabra propiamen­
146-7 (con cita más precisa de algunos de los pa­ te griega, pues aunque figura en Sófocles y en Eu­
sajes anteriores). Es frecuente el uso metafórico 50 rípides, los testimonios concordes de Demóstenes,
para nom brar el vientre: «es mayor el apetito de Teopompo, Varrón, Quinto Curcio y otros nos en­
nuestro silo, que no es el hastío de nuestro estó­ señan que los t r t p o í eran propios de los Tracios,
mago» Ant. de G uevara; «estómago de casta de Capadocios, Frigios, Edonios y otros pueblos del
sites paja y cebada pide» Juan de Pineda. Es, por Asia M enor, y hasta el Cáucaso y la Bactriana;
otra parte, nom bre de una vivienda subterránea, 55 todo esto, junto con la existencia de variantes an­
típica de Villacañas (prov. Toledo), R D T P V, tiguas c i p p ó ; y d e i p o c , la falta de una etimología
420-34. indoeuropea (se han indicado cuatro, ninguna acep­
Pero más viejos e importantes son los pasajes si­ table), es prueba suficiente de que era palabra ex­
guientes, donde vemos que silo podía designar tranjera en griego2, que si llegó a adquirir cierta
igualmente una cavidad subterránea cualquiera, o 60 notoriedad entre los enterados, no llegaría a ser
verdaderamente popular, al menos entré los grie­ retraite d’animaux, tanière», «fosse où l’on enter­
gos de Europa3; desde luego no hay testimonio re les m orts», «cavité, trou dans le sol», y luego
alguno de que «jipó; pasara al latín (nótese que «orifice (d’un canal, etc.)», «trou dans le corps»,
falta totalmente en el C G L ), pues aunque m en­ «trou de serrure», «déchirure», «boutonnière»
cionan el vocablo Vari*ón y Quinto Curcio lo re­ 5 (Lhande) ; de ahí gran núm ero de derivados : zi-
fiere el prim ero explícitamente a Capadocia y T ra ­ loka ’hondonada’, zilogune ’terreno quebrado’, zilo-
cia y el segundo al Cáucaso, como reconocen los kune ’barranco’, zilomilo ’agujeros y rasguños’, zi-
propios partidarios de la etimología griega de silo*. lotu y zulatu ’agujerear’, zulóte ’boche’, zulaun
¿Quién creerá que este vocablo oriental arraiga­ ’concavidad’, etc.'. L a dilación vocálica de zilo en
ra en Castilla y sólo allí? Es preciso abandonar 10 zulo es m uy fácil en u n idioma como el vasco, de
la idea5. acento expiratorio m uy débil, y que más bien re­
En realidad es desencaminado ir a buscar a cae en la sílaba últim a del vocablo.
Tracia el origen de algo tan autóctono y antiquí­ Pero es fácil que esta palabra pertenezca al gru­
simo en España como los silos. Ya Varrón (i?. R . po numeroso de voces que el vasco y el ibero-
I, 57.2) atestigua que la costumbre de guardar 15 rromance tom aron prestadas del celta peninsular,
el trigo en pozos era general desde H uesca a C ar­ lo mismo que ocurrió con otra voz de sentido pa­
tagena, y Plinio (N. II. X V III, 28) dice que este rejo, M I N A y mena, y quizá con el cat.-oc. avene
modo de conservar la cosecha era propio de Es­ ’sima’* ( * c é i a , subsistente en cat. y en sardo, se­
paña y África; hoy sigue haciéndose así en el ría entonces el tipo propiam ente ibérico). H ay en
N orte de África (Caro Baroja, Los Pueblos de 20 efecto, en todas las lenguas célticas, como nombre
España, 131). L o natural es buscar al nom bre de de la semilla o el grano, una palabra que supone
una cosa tan arraigada u n origen hispano prerro­ en todas partes una base * s i l o n , sustantivo neu­
mano. Según hemos visto por las numerosas ci­ tro : irl. ant. sil neutro ’semilla’, irl. mod. síol
tas reproducidas arriba, el silo era u n agujero sub­ «seed, sperm, race, tribe, clan» (con los derivados
terráneo — cueva natural o mina artificial—, que 25 irl. ant. sílaid ’sem brador’ y sílaim ’yo siembro’),
una vez lleno se cerraba herméticamente para ase­ bret. ant. *hil «graine» (supuesto por el derivado
gurar la conservación del grano, de donde la as­ bret. med. dishilya, bret. mod. dihila ’desgranarse’),
fixia a que se refiere A Pal.; y este agujero podía galés hil ’descendencia’, antiguamente tam bién sil
ser igualmente una sima que se abría bajo los ’descendencia’, ’semilla’, ’huevas de pez’ (de don­
pies del transeúnte u otra cavidad no empleada 30 de se tom aron el gaél. escocés siolag ’anguila de are­
para guardar grano. L o mismo ocurre con el cat. na’, y el escand. ant. sil, ñor. mod. sil id. y nom ­
sitja ’silo de trigo’, ’mazmorra’, en la Edad M e­ bre de otros peces pequeños)0 : se trata eviden­
dia cija con el sentido de ’sima’ (cegia en doc. de tem ente de un * S E - l o - , derivado de la raíz indo­
1171; «aquell qui aparella e obre ¡a cija hon cayga europea s e i - ’sem brar’, que según es regular hubo
son proysme, perirà en aquella» Antoni Canals, 35 de convertirse en * s í l o n desde las formas más an­
S. XIV), arag. cía y cija ’silo’, ’calabozo’, Aude tiguas del céltico; todo conduce a creer que el
siejo, que suponen una base prerromana, segura­ vocablo existió igualmente en el céltico continen­
mente ibérica * c é i a , de donde el sardo kea ’fosa’ tal, y es lícito suponer que de ahí derive el galo
y quizá también el nom bre del río Cea en León atXoSoûpouç o fftXoBoùvouç ’guardias de corps’ ( —
(Ceta en docs. latinos)6. V. aquí C ÍA . Tam bién el 40 pagados en grano, con un segundo componente
cast, silo es vieja palabra topográfica, aferrada al herm ano del gr. 8c5pov o del lat. dônum ), y quizá
terruño, y seguramente de origen prerromano. La sil citado por Plinio como nom bre galo de la con­
toponimia nos m uestra un pueblo de Silos en suelda (D ottin, L a Langue Gauloise, 287). A un de­
Burgos, dos localidades del mismo nombre en jando aparte estas dos palabras galas, de etimolo­
Canarias, un Silillos en M adrid y otro en Córdoba, 45 gía insegura, no hay por qué dudar de que s í l o n
Sileras en esta prov.; y quizá, en forma mozárabe, ’semilla’, ’grano’, corriera entre los celtas hispanos;
Siles en Ciudad Real y en Jaén, y en forma cata­ y si se empleaba colectivamente, como hoy hace­
lana (?) Sils en el Gironés. mos con grano y ya hacían los romanos con g r a -
Fuera de dudas me parece que en este caso n u m , esta palabra la tom arían los iberos y vascos

estuvieron más atinados que M eyer-Lübke y 50 como nom bre de la cavidad donde el s í l o n se
Diez los españoles Simonet (s. v. xilyár), Azkue guardaba. Y de hecho el bret. hil y el galés hil y
(H om en. a M . P. I I I , 88) y Cejador al relacionar sil tienen u n sentido claramente colectivo10. Que
silo con el vasco zilo o zulo ’agujero’, ’hoyo’, pa­ luego los vascos generalizaran el sentido del vo­
labra de uso general en este idioma : la últim a va­ cablo aplicándolo a una cavidad o agujero cual­
riante es propia de Navarra, Guipúzcoa y Vizca­ 55 quiera no es nada que cueste com prender“ .
ya, la otra ha de ser la más antigua, pues no sólo Para seluga, ceruca, jaruga y demás variantes
es la propia de Sule (Larrasquet), Baja Navarra del nombre de la vaina de legumbre y de ciertas
y L aburdi (Lhande), sino que reaparece en el otro semillas, vid. S E R U G A .
extremo, en varias localidades vizcaínas (Azkue) ; D eriv . Silera ’silo’ [h. 1600, Cabrera, en Cej.].
la extensión semántica es m uy amplia : «caverne, 60 Chilanca, chilanco, chilancón, ’poza o charco de
agua donde rebalsa un m anantial’, ’charco que E n efecto Valí, agrega: «antiguamente había al­
queda en un río seco’, ’charca de agua llovediza’, gunos en Galicia». H ay que borrar el supuesto
los tres en Córdoba según Cej., y derivados del gall. siró de los diccionarios romances.— * Véanse
dim inutivo vasco (t)xilo ’hoyo pequeño’. Ensilar mis notas en B D C X IX , 36-37, y Festschrift
’guardar en silo’ [N ebr.; ejs. clásicos en C ej.]; de 5 Jud, 578. Esto hace pensar que el famoso río
ahí tam bién and. encilarise) ’empanzarse de agua’ Sil, de León y Galicia, pudo tam bién recibir
(AV) (que nada tiene que ver con el lat. incite el nom bre del cauce profundo que abre en las
’acequia’), comp. «ya yo tenía otras tantas libras montañas. El nombre Sile está en doc. de 957
de pan ensiladas en el cuerpo» Lazarillo I I I , y los (Vignau, índice, n.° 25).— 7 T am bién es muy fre­
ejs. de silo análogos que he citado arrib a; de 10 cuente la forma dim inutiva xilo, dominante hoy
Bédar (Almería) he anotado ensilarse ’perder el en Sule. En los Pirineos designa especialmente
tiempo haciendo algo m uy despacio’, ’quedarse m u­ las muescas que se hacen en las orejas de las
cho rato en un lugar’ (como el trigo o el prisio­ bestias para reconocerlas (K rüger, V K R V III,
nero en el silo; o más bien por el mareo que 5g).— “ Para otros celtismos del vasco, V. los que
sobrecoge al que penetra en un silo, lleno de ga­ 15 cito en mi artículo S E L .— ’ Para estos vocablos,
ses mefíticos, V. arriba la cita de APal., y se trata vid Pedersen, Vgl. Gramm, d. K elt. Spr. I, 50,
de hecho m uy conocido popularmente en U rgel); 53, 65, 170; H enry, Dict. É tym . Bret., s. v.
ensilaje. dihila; W indisch, Altirisches W örterbuch, s. v.
1 Nada en com ún con nuestro vocablo parece sil.— 10 A pesar de que í l pretónico pasa a ial en
tener un «tabernáculo silo ubi Deus habitaverat» 20 gran parte del territorio occitano, no parece que
en el grandilocuente exordio de u n doc. cidiano haya relación directa entre silo y el sialet del
relativo a la prim era conquista de Valencia, a. Vercors (extremo N ordeste del depto. D róm e, en
1098 (M . P., R F E V, 11).— 2 Para más pruebas, el límite lingüístico fr.-oc.) «effondrement d u ter-
V. el trabajo de Tomaschek, D ie alten Thraker, rain qu’on trouve sur les hauts plateaux du
en W iener Sitzungsber. CXXX, ii, 19-20.— 3 Se 25 Dauphiné» (M istral; D auzat, Les N om s de Lieux,
ha supuesto que el nom bre de lugar m enor Siró p. 214): a juzgar por el mapa fileuse del A L F
en Calabria proceda de esta voz griega, pero (1824) esta comarca está ya en la zona que dice
claro está que esto es dudoso, tratándose de voz filúzo, aunque no lejos de fyalúzo (Jyarézo), poco
tan breve. El hecho es que el vocablo no persis­ más al S u r; en cambio es posible, como sugiere
te en el griego de Bova n i de Ótranto, ni ha de­ 30 M istral, que sea u n derivado de sial ’centeno’
jado huellas en los dialectos romances de la M ag­ ( s e c a l e ) , pues en esta región se dice sed o siá o
na Grecia. U n recipiente para grano se llama seyá por s e c a r e (Ronjat, Gramm. Ist. II, 8 6 ; I,
allí t;a/.r¡ (y variantes), voz del griego clásico, 307, 125; Chabrand y A rnaud-M orin sed, H aute-
conservada hasta hoy en muchas hablas rom an­ Ubaye siá): es decir, sería s e c a l é t u m ’lugar don­
ces y griegas de esta región, Rohlfs, E W U G 818. 35 de hay mucho centeno’ y se trataría prim itiva­
El silo propiamente dicho se llama ¡po<7<jt(ov) en m ente de un silo para guardar cereales.— 11 Q ui­
el griego de Ótranto, antiguo préstamo latino ya zá en relación con esta procedencia extranjera
documentado por Hesiquio y Suidas (E W U G está el hecho de que la - l - no pasara a -r-, como
2342).— 1 Aldrete, Origen, f°50v°b; Cabrera, s. suele hacerlo en vasco (lat. c a e l u m > vasco zeru,
v.— 5 N o parece que exista realmente el gall. siró 40 etc.), aunque en realidad no sabemos si este fe­
que ha solido citarse. Sin duda Cuveiro (1876) nómeno fué general en vasco o propio solamente
y Valí. (1884) coinciden en registrar un «syro; de los romanismos y otros préstamos más o m e­
silo o cueva para conservar el fruto ( o : el grano)», nos tardíos.
pero es sabido que Cuveiro engrosó su léxico con
toda clase de vocablos «antiguos», sacados de las 45 Silogismo, silogístico, silogizar, V. lógico S i-
fuentes más turbias, y Valladares copia aquí a lozo, V. sollozo Siluendo, V. serondo
Cuveiro (o a su fuente), como lo prueba ya la ca­
prichosa grafía en -y - que es común a los dos. S IL U E T A , del fr. S i l h o u e t t e id., abreviación de
El vocablo falta en los glosarios gallegos sin p o r t r a x t á ¡a Silhouette, dibujo que tomó nombre
preocupaciones eruditas, como el de Schneider 50 de Étienne de Silhouette, Intendente G eneral del
(V K R X I) y el del anónimo de h. 1850 (R L V II), Tesoro francés en 1759. 1.a d o c . : Bécquer (h.
y no ha dejado huellas en la toponimia gallega. 1860), en Pagés; Acad. 1925, no 1884.
Nótese que Béguillet, el prim er francés que em­ N o está en Baralt; M. P. en su M anual de 1904
plea el vocablo español, lo hace con la misma gra­ (§ 4.4) contaba «silueta por perfil o sombra» en­
fía arbitraria syro (B h Z R P h. L IV , 107); tanto 55 tre los galicismos menos arraigados. E n francés,
se había divulgado esta seudo-etimología. Está desde 1801 (ya algo anterior, pues de ahí había pa­
claro que Cuv. y Valí, se inspiran en algún ar­ sado al inglés ya en 1798). N o hay seguridad en
queólogo regional a quien se le ocurrió acha­ la explicación histórico-semántica de esta denomi­
car el nom bre griego a los silos subterráneos que nación. L a que L ittré reproduce del Journal O ffi-
existieron en Galicia como en toda la Península. «0 ciel de 1869, según la cual Silhouette se entrete­
nía dibujando siluetas en las paredes de su castillo, echándole una soga atada al asno, le saca del abis­
tiene todo el aspecto de una «leyenda etimológica». mo) trad. (a. 1399) de G ower, Confisión del
Parece claro que se trata de una aplicación espe­ Am ante, p. 285; «cisterna: sima o cueva» glos. de
cial de la locución adverbial y adjetiva à la silhouet­ T oledo; Canc. de Baena, p. 395, v. 9 ; «abismo
te, que se creó en memoria del paso rápido y des­ 5 de ambición, cárcava y sima de jactancia» Juan
afortunado de este personaje por la Dirección del de Pineda (Agrie. Crist. V, 29); «aviendo cogi­
Tesoro francés. Bloch piensa en el desacierto de do al Cavallero del Febo con una cierta tram pa
su gestión, de donde la aplicación a objetos b u r­ que se le hundió debaxo de los pies en u n cierto
dos y de intento m al hechos; M ercier (citado en castillo, y al caer se halló en una honda sima de­
L ittré, comp. N E D ) se fija en las economías mez­ IV baxo de tierra...», «¿quién im pelió a C u rd o a
quinas que intentó im plantar Silhouette, de donde lanzarse en la profunda sima ardiente que apareció
se dijeron à la Silhouette los trajes cortados con en la mitad de Roma?», «cayeron él y el ruzio en
ahorro ruin de género, las tabaqueras de madera una honda y escuríssima sima» Quijote (I, xv, 54;
basta y los retratos esbozados; el D Gén. prefiere II, viii, 28; lv, 209; y en el xxii, 84b, donde
adm itir una comparación del retrato hecho a la li­ 15 se llama sima a la famosa Cueva de Montesinos,
gera con el paso efímero de Silhouette por su M i­ en la cual se descuelga el Caballero atado con una
nisterio (de marzo a noviembre de 1759), y esta soga).
explicación, apoyada por la frase apparaître à la si­ En todos estos casos, y en los dos ejs. del S. X V II
lhouette ’rápidam ente’, que L ittré documenta en que cita A ut., se trata de u n abismo más o menos
un texto de 1802, inspira más confianza por ser la 20 profundo que se abre en la tierra, en forma ver­
única que se funda en u n documento que no trata tical o muy inclinada. Las hay célebres en varios
de dar explicaciones etimológicas. puntos de España, en particular las de Valera en
la prov. de Cuenca, y la Sima de Cabra, en donde
Siluga, V. seruga se alaba de haber descendido el Caballero del
25 Bosque adversario de D . Q uijote; este famoso
S IL Ú R IC O , del nom bre de los Silures que ha­ abismo de la prov. de Córdoba, de 146 varas de
bitaban el Sudeste del País de Gales en la época profundidad, ya fué mencionado por Juan de P a ­
romana. 1.a doc.: Acad. 1925, no 1884. dilla (1521) y otros muchos escritores más tardíos
E n 1835 propuso M urchison que se llamara st- (V. la lista en la ed. del Quijote por R. M arín,
lurian en inglés cierto tipo de sedimentos caracte­ 30 1928, IV, 281n.). N o parece ser la misma la Sima,
rístico del País de Gales, y esta denominación caverna sin fondo en Andalucía, mencionada ya por
fué aceptada internacionalmente. N E D . el Qazwiní (med. S. X III), pues estaba situada
entre las ciudades de Baza y Baeza (Simonet, s. v.).
SIL U R O , tomado del lat. sïlürus y éste del gr. M ucho más rara es la ac. que da al vocablo N e-
cíXoupo; id. 1.a doc.: 1555, Laguna, Aut. 35 b rija : «sima, por cárcel de mazmorra: ergastu-
T érm ino de naturalistas. íum »: tan rara que no conozco de ella más que
otro ejem plo: la traducción cast. que da PAlc. del
Silva, silvano, silvareja, silvestre, silvicultor, sil­ ár. matmóra (> cast. mazmorra); y n o hay por qué
vicultura, silvoso, V. selva Silla, V. cellenco dudar de la veracidad de los datos de N ebr. y PAlc.,
Silla, sillada, sillar, sillarejo, sillera, sillería, sillero, 40 suponiendo que se confundieron con silo, pues
silleta, silletazo, síllete, silletero, silletín, sillico, si­ tam bién éste y su sinónimo catalán sitja reúnen
llín , sillónj V. sentar la ac. de ’mazmorra subterránea’ con la de ’abis­
mo en donde cae el cam inante’ (V. m i artículo
SIM A , voz peculiar del castellano, de origen des­ S IL O ); sin embargo, esto no debe conducirnos
conocido probablemente prerrom ana; si su sentido 45 a buscar una raíz común a las tres palabras, pues
primitivo fué ’grieta, longitudinal en el suelo’, po­ según he mostrado en el citado lugar, la voz cata­
dría ser indoeuropeo, pariente de los ser. sima lana procede de * c é i a , y el cast. silo se relaciona
’frontera’ y siman- ’crencha o raya del cabello’, con el vasco zilo ’agujero’ y probablemente pro­
ags. sima y escand. ant. sim e ’cordel’ (cf. gr. f|irfç viene en última instancia del célt. s i l o n ’grano’,
’correa’ y ser. syáti ’él ata’); pero ello es tanto 50 ’simiente’, etimologías que no perm iten establecer
más dudoso cuanto que en los Pirineos sima es un nexo con sima. P or lo demás el significado fun­
’sumidero natural’ y simarse ’sumirse una corriente damental aparta tam bién a ésta de las otras dos
de agua’. Cf. S U M IR . 1.a doc.: 1350-69, Sem T ob. palabras, pues éstas indican una cavidad subte­
Q uien escribió: «sabe que de la riqueza / po­ rránea pero de profundidad moderada y fácilmen­
breza es su çima, / y que baxo de la alteza / yaze 55 te accesible, utilizada p o r tanto para la conserva­
m uy fonda sima» (copla 396). «Adriano... se fué ción de grano, mientras que por sima se entiende
un dia a monte por se deportar. E ... yendo tras un ante todo lo insondable y mortalm ente peligroso:
venado, por una ocasión, súpitamente cayó en una es sinónimo de abismo, y por sima puede enten­
sima muy fonda sin lo ver nin saber ninguno» derse el infierno, la boca de u n volcán o un hon­
(pasa u n arriero con su asno, oye sus gritos y, 60 do sum idero que traga las aguas de la tierra. Es
palabra exclusiva del castellano, sin parentela co­ licas dialectales) proceden varios nombres rom an­
nocida en otro romance ni en lengua alguna1. ces de la sima y nociones análogas, como el oc.-
M uchas etimologías se propusieron, pero ninguna cat. avene; cat. cavorca, retorrom . chavorgia (cast.
convence y las más son evidentemente desatinadas. C AH U ER C O ); it. borro, burrone, lomb. ant. y
Entre éstas hay que colocar las tres siguientes. 5 cat. bora, alpino-véneto boranga, fr -prov. del Pia-
Ya N ebr. agregaba a su artículo citado la obser­ m onte bwíri (A IS 424); cat. esvoranc ’boquete’,
vación etimológica «sima en griego es sepultura», ’agujero ancho en una pared, etc.’ (para los cuales
es decir, uijfxa ’tum ba, sepulcro’; a su idea se no contenta el étimo griego admitido por M -L . y
adhirieron Covarr. y Aldrete (Origen, f°65r°6), y Battisti-Alessio, y rechazado p or M igliorini); it.
aunque éste supone un interm edio ’fosa profunda’, 10 frana, cat.-oc. frau, port. fraga (quizá itálico f r a -
este cambio de significado es forzadísimo y hay g í n a , - g u , - g a , desde luego no v o r a g o ) ; cat. tim ­
toda clase de razones para rechazar la idea. Por ba, calabr. timpa; cast. B A R R A N C O ; cast. S IL O ;
razones fonéticas y semánticas se impone rechazar cat. sitia*.
los dos étimos xeífxa ’yacija’ y x u u a ’ola’ (por el 'Pero si tratáramos de hallar u n enlace con po­
hueco que le corresponde), entre los que vacila 15 sibles étimos prerromanos no llegaríamos a resul­
K örting (2056, 8723). Pero no puede tomarse m u­ tados concretos. N ada análogo en vasco: zimel, zi-
cho más en serio la idea de Baist (Z R P h . V, 563), m il, ’marchito’, zim ur ’arruga’, sólo m uy de lejos
aceptada por C. C. Rice (Language V, 25), Persson sugieren la idea de ’resquebrajadura en la tierra’ ;
(.Eranos X X, 80) y M -L . (R E W 7931), de partir más lejos todavía quedan zimail ’ram a nueva’, zi-
del gr. aifió?, lat. slmus ’rom o’, ’chato’, voz que 20 m itz ’fleje’, ’encella, cesto para el requesón’ (s-)
no ha dejado descendencia romance y es dudoso (que es probable vayan con zibil ’flexible’, zibi
que jamás fuese popular en la tín : sin duda es ’viga’, y con el gasc. sibiu ’varita’), o bien zimiko
cierto que en griego, además de este sentido fu n ­ ’pellizco’, o zim a ’greñas’; otras palabras vascas
damental, hay el de ’deprimido, hundido (hablan­ en zim - son evidentes romanismos. N ada tampoco
do del vientre)’, ’pendiente (aplicado a una m onta­ 25 en céltico, pues no es razonable buscar u n enla­
ña)’, y aun en la locución t í c i a i tcö v iípwv se ce con s í a m o s ’larguísimo’ (Stokes-Bezz., s. v. sé-
llega a la ac. ’collado, paso entre montañas’, pero ros). Y tampoco sugieren ninguna pista practica­
ni hay motivos serios para creer que estas acs. ble otras lenguas indoeuropeas, como el b. alem.
pasaran al latín, ni aunque así fuese obtenemos ant. * s i m a r ó n ’rezum ar’ ( > Vestfalia siemerri), cf.
un punto de partida semántico razonablemente 30 también danés sima av ’gotear’ (junto al cual hay
cercano al de ’abismo’, ’hendedura profunda en el un sifni ’m ar’ ya en islandés antiguo), citados por
suelo’, que es el del cast. sima. P or lo demás, to ­ Pok. IE W 8 895, n i demás representantes de la
da etimología griega es sospechosa para un voca­ raíz s e i - , sí-, ’gotear’ (W alde-P. II, 465), que se­
blo aferrado al terruño como es el que nos inte­ mánticamente habría sido apropiada, dado el es­
resa. Algo más nos aproximaríamos tom ando en 35 trecho enlace entre las ideas de ’sumidero’ y ’sima’
consideración el sentido de ’moldura cóncava’ que (comp. la etimología de avene propuesta por H ub-
tiene sima (procedente de esta voz griega) en Vi- schmid)6. Hay que creer, por lo tanto, que sima
truvio, de cuyo derivado simatus viene el a. alem. es una de tantas reliquias como han quedado en
ant. simiz¡ alem. gesims ’com isa’, ’listón’, pero España, de lenguas prerromanas desconocidas7.
aun esto nos deja demasiado lejos por el sentido". 40 D e r iv . Sim ado (V. arriba). Sim oso arag. ’(te­
N i semántica ni fonéticamente es aceptable el éti­ rreno) flojo y que fácilmente se desprende, por las
mo de Spitzer (R F E X III, 117-9) * s e d í m e n (R E W filtraciones u otras causas, dejando abiertas simas
7784, documentado en bajo latín italiano desde o concavidades’ (Borao).
867, V R om . I I I , 205) > it. ant. sedime ’base, se­ 1 P ig u ra una vez en las Ctgs., pero sólo en un
dim ento’, en dialectos it. ’casa de campo’, aun­ 45 título del ms. T , luego quizá más como castellano
que consintiéramos en atribuirle el sentido de ’cár­ que como gallego: «como Santa M aria guardou
cava de molino’, ’calabozo’, que presenta sedes en un crerizon que non mórresse en hüa sima u
algún raro texto en bajo latín; n o podría esperarse o avian deitado os ladrees» (102.1). D udo de
otro resultado fonético que *s(e)ímbre (grama g r a - la existencia del val. sim «sima; cavidad sub­
m i n a se explica por disimilación, y balum(b)a v o ­ 50 terránea que se extiende principalmente en pro­
l u m e n es voz advenediza); ni siquiera cimbra o fundidad» (Escrig); sospecho que se trata del
cimbre ’galería subterránea’, ’acequia subterránea’ cat. común cim ’cum bre’, palabra poco usual en
tienen que ver con este *S E D IM E N , como sugiere Valencia, pero que ha de haber existido allá como
Spitzer y ha adm itido el R E W (V. m i artículo en todas partes: Escrig entendería mal. Según
correspondiente)’. 55 Griera (Tresor) sima se emplea en C arlet y en
En una palabra, lo único prudente era lim itar­ Altea (val.), pero es m uy posible que allí sea cas­
se, con Diez (E tym . W örterbuch, 487), a decla­ tellanismo. Podría sospecharse que los dos pue­
rar desconocido el origen, o bien a sospechar que blos llamados Sim at en el País Valenciano con­
es prerromano. Esto desde luego es muy razona­ tengan un derivado de nuestro vocablo, tanto
ble, pues de voces prerromanas no latinas (o itá­ 60 más cuanto que en el del partido de Alzira (o
sea Sim at de Valldigna; el otro es un despobla­ Fairuzabadí (fin del X IV). Tam poco es posible
do del término Vilallonga, comarca de Gandía) pensar que sima sea derivado regresivo del ár.
hay una partida llamada «L’Avene», es decir, ’la simáf (a base de ’calle’ > ’surco, hendedura’),
sima’. En valenciano la cuestión es compleja, pues entonces tendría f-. L a existencia de sima
pues realmente sima festá allí muy extendido y 5 en el catalán preliterario puede conjeturarse ra­
arraigado en toda la toponimia entre el Júcar, zonablemente por el nombre de dos profundas
la M arina y Alicante, como observé, en un cen­ cavernas : la Cova Simartya, térm ino de Sant
tenar de pueblos, en las encuestas del Onomas- Lloren? Savall, partido de Sabadell, y la Cassi-
ticon; avene es el único empleado en otros pue­ manya (< Coa Simanya), término de Begues,
blos valencianos; pero las montañas de Valldig­ 1« partido de St. Feliu de Llobregat. Es verosímil
na, Assafor y vecinas son de las zonas valencia­ que se trate de Sim a M anya ( m a g n a ) . Quizá
nas de lenguaje más castizo, y aunque por la haya ocurrido lo mismo en bearnés, pues hay un
parte de Valldigna coexisten los dos vocablos, municipio Simaeourbe a 4 km. de Lembeye [Ci-
en algún pueblo muy conservador (creo Barxeta) maeorba S. X II, Simaeorba S. X III, Saube-Cor-
distinguían entre truene ’sima grande’ y sima 15 be 1383, Sim a Curva 1418, etc.], cf. Espugaeorba,
’sima pequeña’, y en otros sólo empleaban, respec­ nombre de cueva en Ribagorza. No creo que se
tivamente sima y simeta, quedando avene sólo trate de c y m a ’cum bre’, pues este vocablo tiene
estereotipado en la toponimia; es lo que ocurre, muy poca aplicación orogràfica en lengua de Oc
p. ej. en L lutxent, localidad también conserva­ (aunque cima está en Levy no sé que se emplee
dora. Se trata de zonas donde las simas abundan 20 hoy en ge. pirenaico) y Simaeourbe está en la lla­
mucho y se comprende por lo tanto esa variedad. nura bearnesa. Para el tipo cat. carant -o calanco,
Además en L lutxent y su contiguo Pinet existen V. el artículo que escribo para la Festschrift Wart-
dos simas m uy grandes y célebres que llevan el burg.— 2 U n ej. del cast, sima en este sentido,
nombre propio E l Simarro. Todo esto tiene una cultismo evidente, sacó Cej. (V III, 195) de un
fisonomía autóctona prerromana, y en val. segura­ 25 antiguo tratado de arquitectura. Jud (Z R P h .
m ente ya mozárabe. Sabido es que existe además X X X V III, 36) toma en consideración la posibi­
el apellido Simarro (Casa Simarro veo en el lidad de que el alem. gesims tenga otro origen.
mapa en Alfauir, a 6 kms. en línea recta del Quizá pensando en este enlace semántico con
Simarro de L lutxent), pero no sé si sólo en va­ ñm atiís pone M -L. en prim er lugar el cast.
lenciano. Adviértase que si sima llegó a emplear­ 30 simado, pero esto es invertir los términos natura­
se en árabe valenciano, su plural habría sido les, pues este vocablo «que se aplica a las tierras
sinuit, de suerte que bien pudieron los pueblos hondas» es voz provincial andaluza no documen­
llamados Sim at (ambos situados en la zona de tada hasta A u t., y evidentemente derivado se­
máxima vitalidad del vocablo y de máxima den­ cundario de sima.— 3 Tam poco tiene relación con
sidad en cavidades espeleológicas) haber tomado 35 el cast, sima la voz idéntica que en el C G L V,
nombre de este plural, si bien a condición de 517.33, traduce a tricorus, que en otra glosa (V,
admitir que los moros lo pronunciaban con a no 102.13) se da como equivalente de camera. Se
palatal, por confusión parcial con el simát semí­ trata del lat. sigma ’triclinio de form a semicir­
tico, pues de otro modo -at ante t no enfática cular’, mal entendido p o r el glosador (A L L G IX ,
habría sido oído como *Sim et por los conquista > 40 546).— 1 M ucho más raros son los nombres lati­
dores cristianos. El sufijo no indoeuropeo de nos como el port. y león. F U R N (I)A (comp. friul.
Simarro puede prestar cierto apoyo a la idea de fu m e y u en el A IS ) o el fr. goufre.— 5 Pero no
que sima es vocablo prerromano ibero o iberoi- cieo mucho en la existencia de esta raíz s e i m -
de, pero no apoyo decisivo, pues así como -arro ’gotear’, que tiene todo el aspecto de ser un
ha quedado como sufijo vivo en castellano y 45 amasijo de voces germánicas (y célticas) recientes,
catalán y aplicable a radicales latinos (o indoeu­ resultantes de una reducción fonética de radica­
ropeos) lo mismo que a los demás, algo parecido les mucho más largos y complejos; cf. los ar­
pudo ocurrir en mozárabe. Sin embargo, es tículos sige II, sildre, sid(st) y sobre todo sen.
posible que tengamos ahí un m ero espejismo Y parece que así como no se puede emplear este
pues este nom bre coincide demasiado bien con 50 amasijo para combinar una raíz indoeuropea, tam ­
el ár. sima{ ’centro de u n valle’ (Fairuzabadí), en poco hay que emplearlo para combinar una «raíz
R. M artí «callis», para que sea coincidencia ca­ onomatopéyica» con lo romance. Lo prudente es
sual: este vocablo significa ’barrio’ o ’calle’ en dejar a un lado este grupito (por lo visto casual)
docs. sicilianos y en Almacarí, ’mercado, bazar’ de cosas germánicas. Si hay raíz s u m - s im -
en m uchos textos medieyales de M arruecos, T ú ­ 55 hay que constituirla exclusivamente con las voces
nez y Sicilia (Dozy, Suppl. I, 684), y no hay romances.— 6 Claro que sería descabellado su­
que pensar en que venga de la voz española, pues poner un étimo gótico para la palabra española,
en la ac. ’serie de personas, de objetos’, que pa­ con base germánica tan estrecha. M enos invero­
rece ser la fundam ental, ya está en los orientales símil aunque también audaz, sería suponer un
Y auharí (fin S. X), Abulfeda (princ. S. X IV ) y 60 * s i m a , palabra de los «Urnenfelder», equivalente
del lat. semen, prus. ant. semen, lit. semens, ropa este remedio contra la disentería. El vocablo
paleoslavo sém ?, a. y b. alem. ant. samo ’se­ se conoce hoy en muchos países de lengua espa­
milla', con una evolución semántica paralela a la ñola, pero con carácter culto (a no ser quizá en
de S IL O , y admitiendo que este dialecto (es­ Venezuela y Colombia).
trechamente emparentado por una parte con el 5
baltoeslavo y por la otra con el céltico) partici­ Simbiosis, V. bio- Simbólico, simbolismo,
para en el cambio céltico de e en I. Nótese que simbolista, simbolizable, simbolización, simbolizar,
así el cast, silo como el cát. sitja significan ’sima’ símbolo, V. emblema Sim bom bo, V. zampona
además de ’silo’. La idea peca de excesivamente Simetría, simétrico, V. m etro Simia, símico, V.
hipotética. N o lo sería menos un lígur o céltico 10 simio Sim iente, simienza, V. semilla Simiesco,
* s ! c - m a ’cortadura’ sólo apoyable en el lat. sica V. simio Sím il, similar, similicadencia, similirra­
’puñal’ y el lit. sykis ’puñal’, voces oscuras y te, similitud, similitudinario, similor, V. semejar
aisladas. L o menos arbitrario sería, partiendo de
la idea dudosa de que sima fuese ’grieta longi­ •SIM IO , tomado del lat. simíus ’mono’ ; anti­
tudinal en el suelo’, suponerlo indoeuropeo, pa­ 15 guamente existió en castellano una forma xim io,
riente de los ser. sima ’frontera’ y siman- f., heredada del latín con carácter popular. 1.a doc.:
ñm ántah m. ’crencha o raya del cabello’ (M ayrho- simio, Alex.; xim io, J. R uiz; simia, Covarr.
fer), ags. sima b. al. ant. simo, esc. ant. sime E ntre los juglares y volatineros habla el autor
’cordel’ (de la familia del gr. ’correa’ y del del Alex. de «los que menavan simios e xafarrones»
ser. syati ’él ata’); pero ello coincide muy poco 20 ( = zaharrones) (1798d; xinio en P, errata p or xi­
con los sentidos documentados de sima y sus mio). J. Ruiz emplea xim io como nom bre común
parientes: así en los Pirineos sima es ’sumidero en 369d; don X im io, alcalde de Bugía, 323c. Igual
natural’ y simarse vale por ’sumirse una corriente forma en la traducción de G ower (1399), p. 295;
de agua’. Ciertamente no puede tomarse en serio «ximia o mona: simius, -a» N e b r.; y todavía es
la idea de Sim onet de partir del latín i m a 25 corriente en el Quijote. M as por esta época el vo­
’profunda’ (aun suponiendo aglutinación las imas cablo se cambió en simio p o r influencia c u lta :
> las simas). Sólo por casualidad coincide Sa­ «simia, latine simia, animal que se allega mucho
lerno simatu ’hendido’, derivado del helenismo a la figura del hom bre... com únm ente el vulgo la
sud-italiano sima ’señal, marca’, sic. sim an ’se­ llama gimia» Covarr. A ut. cita ej. de simio en T e ­
ñalar’ {Rohlfs, E W U G S § 1932).— 7 El área don­ 30 jada, med. S. X V II. L a sustitución de la forma po­
de el vocablo tiene arraigo antiguo parece coincidir pular por la latinizada fué posible a causa de la
bastante bien con la España de lengua castellana, decadencia de xim io como nom bre popular, cada
pues hemos visto que abarca desde Córdoba, por vez menos empleado, de resultas del uso crecien­
lo menos, hasta el País Valenciano y hasta Fonz te de m ono y mico. H oy simio es palabra p u ra­
en la zona aragonesa de Ribagorza, donde lo 35 m ente literaria. De la antigua forma castellana pa­
atestigua G riera, y, en efecto, yo lo he recogido só el vocablo al vasco, tomando la forma tximino,
en la toponimia de los pueblos vecinos de Ca- de donde a su vez el bilb. chimino (Arriaga).
lassan? y A^anui, en los que ya se habla un D e r iv . Sím ico (raro). Simiesco [Acad. 1925, no
dialecto mixto, que es más bien catalán; es más, 1884]. Axim iado antic. [S. X V II, DHist.].
en toda la baja Ribagorza de habla catalana, hasta 40
las márgenes del Ribagorzana (El Campell, Cas- Sim io adj., V. poncil
serres, etc.), es muy viva en el sentido de ’sima’
la voz calama, que se deberá al influjo ejercido SIM Ó N , abreviatura de coche de don Sim ón,
por sima sobre carant, querant, caranda), calan­ denominación que hace referencia a u n alquilador
co, otro curioso nombre prerromano de la sima, 45 de coches madrileño. 1.a doc.: coche de D . Sim ón,
que he recogido en Ribagorza y en toda la zona T e rr.; coche simón, h. 1800, L. Fz. de M oratín;
desde el Alto Pallars hasta Artesa de Segre, y simón Acad. ya 1817.
que reaparece en los Alpes Vénetos con el sen­ Ruiz Morcuende en su dicc. de M oratín cita de
tido de ’arroyuelo pedregoso’ (acepción también Cadalso (h. 1775): «salía a recibirme en un coche
conocida en el M ontsec occidental); para un 50 que dixo era de un tal don Sim ón»; y de Ramón
cruce parecido, vid. SOBACO. de la Cruz, «el coche, / las muías y las libreas, /
para ser de don Simón, / son Je muchisma de­
SIM ARRUBA, del fr. simarouba y éste del ca­ cencia». T err. nos informa de que en M adrid lla­
ribe simaruba id., empleado en la Guayana fran­ man coche de D . Sim ón «al coche alquilón o al­
cesa. 1.a doc.: simarouba o -aruba, T e rr.; -arruba, 55 quilado»; y M oratín ya emplea coche simón como
Acad. 1925, no 1884. apelativo. Parece tratarse del constructor de coches
Documentación en T err., N E D y Friederici (A m . francés Simón G arrou, que vivía en M adrid en
W b., 567). Es palabra empleada en muchos dialec­ 1772, aunque ya antes se cita un cochero Simón
tos caribes y arauacos de T ierra Firme, pero fue­ González como padrino del simón (M orel-Fatio,
ron los franceses los que dieron a conocer en E u­ «0 BHisp., 1903, 186; 1902, 360).
D eriv. Sim onía [jcí-, 1382, Revelación de un er­ D e r i v . Sim pleza [h. 1280, 1.a Crón. Gral.,
mitaño, copla 17; R im . de Palacio, 77; «si-, am- 191a47; princ. S. XV, Villena]. Sim plicidad [Ber­
bitus rerum sacrarum» N ebr.], tomado del b. lat. ceo]. Simplicísimo. Simplicista. Sim plísim o. S im ­
simonía, derivado del nom bre de Simón el Mago, plismo; simplista. Sim plón. Sim playu ast. (V, quien
por alusión a su oferta de dinero a los Apóstoles 5 rem ite a simple).
con intento de recibir el don de conferir el Espí­
ritu Santo; simcmíaco [N ebr.]; simoniático. Simulación, simulacro, simulador, simular, simul­
tanear, simultaneidad, simultáneo, V. semejar
Simpatía, simpático, simpatizador, simpatizante,
simpatizar, V. padecer 19 S IM Ú N , tomado del fr. simoun y éste del ár.
sam ùm ’viento ardiente del desierto’, de la raíz
SIM PL E , tom ado del lat. simplus id. 1.a doc.: sam m ’envenenar’, ’quem ar, ser ardiente’. 1.a doc.:
Berceo. Acad. 1925, n o 1884.
«Abrieron el sepulcro apriesa e privado, / vidie-
ron un m irado non simple ca doblado» M il. l i l e ; 15 S IN , del lat. S Í n e id. 1.a doc.: sen, 2.a mitad
es ya frecuente en Berceo y S. X III (Setenario, S. X , glosas de Silos, n.° 107 (st'ne testibus, glo­
f°8r°; 1.a Crón. Gral., 183bl7; Gral. Est., 300b6; sado sen tiestes); sin, Cid, etc.
Zijar, 33.18); A P al.: tremissus: cansado, simple, Como resultado del lat. s í n e esperaríamos sen
perdonador, dexado», «simple o senzillo» (416b, en castellano, tal como hay sem en port., sens en
455d; tam bién 206d); N ebr. «s., cosa no doblada: 20 cat. (sense modernamente), ses o senes en lengua
simplex», y abunda en los clásicos; hoy pertene­ de Oc, senz en francés antiguo, etc.; el cast, sin
ce a la lengua literaria en su sentido propio, y en está completamente aislado en romance. D e hecho
el sentido de ’m entecato’ es tam bién usual en el la forma sen no es rara en la lengua medieval, es­
vulgo. pecialmente en textos leoneses y aragoneses: Alex.,
Es dudosa la explicación de la terminación 25 121; Fuero de Avilés; Fuero Juzgo; doc. de Saha-
en -e. El fr. simple suele mirarse como represen­ gún, año 1282 (Staaff, 64.35); invent. arag. de
tante semiculto del lat. simplex, -icis, en lo cual 1369 («una tavla sen piedes»), B R A E II, 708.
no hay dificultad, pues el francés suele apocopar H ay tam bién, con -s adverbial, senes: «oviera senes
toda la sílaba final en los semicultismos, y así sim ­ dubda tomada mala saga» A lex., 518d (asegurado
ple viene de simplicem como víerge de vírginem, 30 por el m etro, a pesar del sin de P); senes falla,
pero esto no es posible en castellano; el port. Apol., 543b; doc. toledano de 1213 (M . P., D . L .,
simples tiene el mismo étimo que la palabra fran­ 271.14). L a variante con i y -s adverbial, es más
cesa, pero no viene (como pudiera creerse) del no­ com ún todavía, por lo demás : Cid (ed. M . P., p.
minativo simplex, sino del acusativo simplicem, 391.13, 296.24); A uto de los Reyes Magos; Tres
según muestra la antigua grafía simplez, que Cor- 35 R eys d ’Orient, 191; Berceo, S. M ili., 376; Apol.,
tesáo documenta en el S. X IV o X V : ahora bien, 249; y hasta m uy modernam ente en Aragón, sobre
simplicem habría dado *símplez en castellano, que todo en la combinación sines de: «una guitarra
difícilmente habría podido perder la -z (comp. sínes de tavla»., invent. de 1373; id. 1403 (B R A E
JU E Z , semicultismo análogo); por lo demás, está IV , 347, 522)1. E n los mismos dialectos encontra­
ya simplez en la Gral. Est. gallega del S. XIM 40 mos sien, quizá explicable como u n compromiso
(«os omés, que eram aínda simplez et no sabiam entre sin y sen (a la m anera como el fr. víerge
nyhü mal» 14.2), pero simpremente, -pie- un par salió de la lucha entre verge y el más culto virge,
de veces, en las Ctgs. (151.4, 159.8) y hoy pre­ ambos explicables a base de v í r g i n e m ) ; leemos
domina simpre en gallego (Castelao, 113.3); en sien en el Fuero Juzgo, en doc. de Patencia 1194
cuanto al it. scempio, oc. ant. simple y cat. simple 45 (M . P., D . L ., 262.54), León 1246, Santander 1252,
o xim ple, no hay duda de que vienen del lat. sím- leonés central 1289 (Staaff 28.36, 39.17, 69.36),
plus y tam bién (por lo menos los dos últimos) por invent. arag. de 1362 (B R A E IV , 210); T ilander,
vía sem iculta; la -e es natural en estos idiomas. En L o s Fueros de Aragón, s. v., agrega otros ejs. leo­
castellano el vocablo ha de venir tam bién de sim ­ neses y aragoneses de sien y sienes, y no falta ej.
plus, y podría creerse que se tomara d d oc. o cat., 50 de sien en u n doc. toledano de 1212 (M . P., D . L .,
pero como tenemos el mismo caso en d O p l u s > 270.15). M ás docum entadón de estas variantes
doble, en el cual un extranjerismo sería sumamente reunió Pietsch, Z R P h. X IX , 21.
inverosímil, es más probable que simple, lo mismo El porqué de la i castellana es completamente
que triple y otros más tardíos, se modelara según oscuro; M enéndez Pidal, Manual, § 129, se li­
doble, sea la que se quiera la explicación de la -e 55 mita a declararla inexplicada; M -L . (R E W 7936]
en este vocablo (V. aquí, I I 519b31 ss., una de ca­ simplemente guarda silencio; lo mismo hace Hans-
rácter fonético, no aplicable a nuestro caso, pero sen en su G ram ática; en Espicilegio Gramatical
muy probable). Además de ’mentecato’, ac. que A ut. (tir. aparte de A U C h., 1911, p. 8) sugiere u n in ­
ya documenta en 1542 (Escobar), hay otros sentidos flujo de sino, partiendo de la semejanza de empleo
secundarios, p. ej. ’vano, jactancioso’ en ast. (V). 60 en frases como sin éstos hay otros ’además d e ...’
y por otra parte na hay otros sino éstos. Es ex­ se im pone considerar que la forma cat. tan mo­
plicación ingeniosa y no puede rechazarse del to­ derna sense, sucediendo cronológicamente al cat.
do; realm ente sin con el valor de ’fuera de’, ’ade­ ant. sens, ha de ser alteración de éste (que cla­
más de’, no es raro : «sin los otro;, servicios, m u­ ram ente viene de s i n e más - s adverbial), y no
chos e m uy granados, / dos ia^en en escripto, és- 5 proceder de un étimo distinto. Q ue el fr. ant.
tos son más notados...» Berceo, M il., 51 a; «mu­ senz venga de a b s e n t ia es el colmo de lo inve­
chos cabritos y gansos, / mucha fruta de la Vera / rosímil. El caso del it. senza es más discutible.
y seys pellejos, sin esto, / de vino...» Vz. de G ue­ D e todos modos no hay que perder de vista un
vara, Serrana de la Vera, v. 1377. Sin embargo, el hecho: que * s i n e s con - s adverbial ya debió de
parecido de empleo con sino ’salvo, excepto’ es sólo 10 pertenecer al latín vulgar, de otra m anera no se
relativo, de suerte que la explicación resulta re­ explicaría la conservación de la segunda e en el
buscada. oc. ant. y cat. ant. senes, que en cambio es natu­
Pero no debemos olvidar que una preposición ral si combinaciones como s i n e s t é r r a ya son
como sin es palabra átona, expuesta por lo tanto antiguas. Ahora bien, una preposición se p ro ­
a influjos fonéticos de tipo excepcional; dudo que 15 nuncia rápidamente y así s i n e s pudo contraerse
haya paridad real con ni de NEC (donde había la en sens, senz, aun en italiano; duplicados como
posibilidad de tratam iento pre-vocálico, y pudo ha­ juori y fuora, dunque y doñea, in t r o e in t r a
ber vocalización de la -c en combinaciones como s u b t u s y s u b t a (cat. sota), etc., pudieron dar
NEC t u , ambas cosas sin aplicación a sin), como nacimiento a la -a de senza. Desarrollo más esta
sugiere M . P., aunque debe concederse que la po- 20 idea en m i artículo acerca de la Gram. de Rohlfs
sibilidad de u n paralelismo entre ambos monosí­ en N R F H X, 184. Senza es forma muy antigua
labos átonos es menos rem ota que la explicación en Italia, pues la latinización sentía ya figura en
de Hanssen (a pesar de que el área de ni, común un doc. del Piceno, de 1193 (M onaci, Crest.,
;on el cat. y el fr., es muy diferente de la de sin). p. 17, y aquí s. v. R IE SG O ).
Además debemos tener muy en cuenta tratam ien- 25
tos excepcionales ante nasal que no dejan de pre­ SINABAFA, voz tomada por el portugués (si-
sentar analogía con el nuestro: m undo m ü n d u s , nabafo) de una lengua de la India, donde a su vez
según (otra preposición) y segundo s e c ü n d u m , ju n ­ parece ser procedente del persa. 1.a doc.: 1570,
co j ü n c u s , por otra parte rincón < rencón, atrin­ doc. relativo a Ercilla (en la ed. de L a Araucana
car y arrencar como variantes de arrancar, m in- 30 por M edina, tomo de Docs., p. 80).
guar junto a menguar, pingar de PEND’CARE (y Es conocido el pasaje del Quijote, donde dice el
port. língua, vingar), etc.; si a la posición pretó­ Caballero que sus espaldas fueron «criadas entre
nica agregamos el influjo palatalizante de la s es­ sinabajas y olandas» (I, xv, 54 r°). A este propó­
pesa castellana, y la frecuencia con que sin se en­ sito cita Rz. M arín (en su ed. de 1928, I, 429-30)
contraba ante voces en velar (c-, g-, hy-), debemos 35 otros dos ejs. de fines del S. X V I, y otros dos
reconocer que sin no es forma m uy sorprendente. de L o p e; Covarr. «es una tela m uy delgada»; O u-
La variante aragonesa sinse, documentada en in ­ din «une sorte de toile fo n fine et deliee»; A ut.
ventarios de 1478 y 1497 (B R A E V I; IX , 269), (syrutbapha) da una definición sólo basada en la
en doc. de 1471 (sinse licencia e voluntat de sus falsa etimología de Covarr., gr. fid -rs iv ’teñir’. Se
padre e madre, B R A E , IV, 27), en la profecía ara­ 40 trata del port. sinábafo id., frecuente en el S. X V I
gonesa de fin S. X V I (cita dada a propósito de [1508] como nom bre de una tela fina que se traía
crido = grito), y todavía viva en la actualidad, en­ de Bengala, vid. Delgado II, 306; en opinión de
laza con el cat. mod. sense, la variante rara oc. ant. éste es en definitiva el persa Hnnbaft. Entonces
sensa, y el it. senza, engad. scánza, cuya explica­ el vocablo sufriría alguna alteración fónica en la
ción es dudosa: trataré del problema en mí 45 India. En castellano la terminación se adaptaría a
DECat.2. la del sinónimo holanda.
Para fraseología y documentación relativa a sin,
vid. Cej. V III, § 68. Sinagoga, V. acto Sinalagmático, V. otro
1 Además de sines de y sin de, se halla tam ­ Sinalefa, V. adiposo Sinapismo, V. jenabe Si-
bién, aunque más raramente de sin, vid. M . P., 50 nario, V. seña Sinartrosis, V. artro- Sinceño,
Y ú fu f, § 34.— 2 L a explicación a base del abla­ V. cenceño
tivo a b s e n t ia , aceptada por M -L ., Gamillschee
y Migliorini, y no recnazada del todo por Bloc ti SIN C ER O , tomado del lat. sincérus ’intacto, na­
(por lo que hace al fr. ant. senz), es desde lue­ tural, no corrompido’, ’sincero’. 1.a doc.: Berceo;
go m uy discutible; las objeciones de Diez, W b., 55 1589, H ernando de Castillo, A ut.
92, no han sido rechazadas, ni tampoco sus su­ R aro en la E dad Media. Está ya en O udin
gestiones para la explicación fonética de senza a («sincére, simple, p u r et net»), pero no en Per-
base de s i n e . Resulta extraño explicar el it. civale, Covarr. ni N eb r.; APal. (456d) lo define
senza y fr. ant. senz por a b s e n t i a y el cat. sense como palabra latina sin equivalencia castellana. F i-
por s i n e , como hace M - L .; y sin embargo casi 60 gura repetidam ente en el Quijote («la intención
S ÍN C O PE -S IN É C D O Q U E 256

sincera» I, xxvii, 123; etc.) y en G óngora. A ut. aparta les cendres deis mals ábits que tenen cuberta
da otros ejs. del S. X V II. Desde entonces se ha la sindéresis, que vol d ir la cintilla de aquella lum
generalizado mucho, y es general aun en el len­ de intel-ligéncia»; y sinderitzar ’considerar, me­
guaje oral de la gente culta. ditar’ en texto de 1474 (Ag.). E n catalán moderno
D eriv . Sinceridad [Oudin]. Sincerar [1677, Pi- 3 el vocablo, m uy popularizado, ha tomado la forma
nel, Aut.], tomado del lat. tardío sincerare ’volver senderi ’buen juicio’, ’discernimiento’. Sin duda
puro’; palabra ajena a los demás romances, salvo fue térm ino corriente en la jerga de la filosofía
el it. sincerare ’asegurar, cerciorar’, ’justificar’ ; moral latinomedieval; y aunque falte en D u C.
sincerador. lo habían empleado S. Jerónim o y S. Basilio, de
10 quien pasó a Sto. Tom ás de A., vid. Spitzer, M L N
SÍN C O PE , tom ado del lat. syncópe o syncdpa L X X IV , 128. E n gr. clásico auvzrjpijaa; está solo do­
’supresión de una sílaba en medio de la palabra’, cumentado en el sentido de ’conservación’, pero el
’desvanecimiento, desmayo’, y éste del gr. aufy.0T.-r\ verbo ouvnr¡peív, del cual deriva, vale no sólo ’con­
’acortamiento’, ’síncopa’, ’colisión’, ’desvanecimien­ servar, preservar’ y ’guardar un secreto’, sino tam ­
to’, derivado de auYxÓTrreiv ’acortar’, y éste de 13 bién ’observar’, ’estar atento o al acecho de algo’;
¡cóitru 'j ’cortar’. 1.a doc.: ac. gramatical, A Pal.; el sentido evolucionó en forma semejante al de
ac. médica, síncopa, O u d in ; -pe, princ. S. X V III, discreción; sabido es que vt se pronuncia como
M artínez, A ut. n d en griego medieval y moderno.
A Pal.: «síncopa es la que quita o rem ueve letra
o syllaba de la media dictión, como audacter por 20 S ÍN D IC O , tom ado del lat. syndlcus ’abogado y
audaciter» (456d). Falta en N ebr., Percivale y Co- representante de una ciudad’, y éste del gr. súv-
varr., pero dice O udin que síncopa es «syncope, Stxo; ’defensor’, ’m iem bro de un tribunal adminis­
voyez desmayo». L a distinción entre síncopa con trativo’, de 8íx t| ’justicia’ y uuv-, que expresa co­
el sentido gramatical o músico [1708, Tosca], y laboración. 1.a doc.: O udin; Covarr.
síncope con la ac. médica la practica ya A ut. H oy 25 «Syndic, juge d ’une communauté» define aquél;
síncope está bastante vulgarizado. no en APal., N ebr., C. de las Casas n i Percivale;
D e r i v . Sincopar [APal.: «circum am icto: sinco­ y es ajeno al léxico del Quijote y de Góngora.
pado», 17d; sincopar ’acortar, abreviar’ es helenis­ Define A ut.: «la persona que recoge las penas
mo de G óngora, poco im itado; «tomber en syn­ de Cámara, y la que defiende el Público; el que
cope» O udin]; sincopado; sincopizar [Aut. intro­ 30 recoge el dinero de limosnas de los religiosos men­
duce la distinción de sentido entre éste y sinco­ dicantes». H oy es voz jurística y propia de cier­
par]. SincopaJ. O tro derivado de xó tttsiv ’cortar’ tas esferas profesionales.
es apócope [-opa, APal., N ebr., D Hist.], gr. clt.o- D e r iv . Sindicado m. [h. 1490, Celestina, A ut.];
xor.-t] ’amputación’, ’apócope’, aTtoxóitietM ’cortar, sindicato [Acad. 1925, no 1884]; sindicatura. S in ­
recortar’. 35 dical [id.]; sindicalismo [id.], sindicalista [id.].
Sindicar [Oudin «syndiquer»; «acusar o delatar a
S IN C R E T IS M O , tomado del gr. <jufxpT)Ti(i[/.ói; alguno de un delito ante el juez o superior» A ut.]1;
’coalición de dos adversarios contra u n tercero’, de­ sindicante ’el que acusa’ (G óngora); sindicable;
rivado de xp-/]TÍ¡Uiv ’portarse como u n cretense’, sindicación; sindicador.
’obrar como astuto o im postor’. 1.a doc.: T err., 40 1 E n España hoy se emplea como térm ino finan­
como térm ino de teólogos; como voz filosófica, ciero, y en el sentido de ’ligar a varias personas
Acad. 1884, no 1843. en forma de sindicato’. El sentido de ’acusar’ no
D e r iv . Sincrético. lo conozco vivo, pero de ahí ha venido en la Arg.
la ac. ’clasificar’, ’indicar como posesor de tal o
Sincrónico, sincronismo, V. crono- 45 cual cualidad’, propio allí de la lengua culta y
muy frecuente en la prensa: «el público sindicó
SIN D É R E S IS , tom ado del gr. au\zr¡p'r\ciq, de­ a la bailarina como intérprete de alta jerarquía»,
rivado de <TuvTT¡petv ’observar, estar atento a al­ «el tem peram ento linfático, sindicado científica­
guna cosa’, y éste de tiripeív ’velar, guardar’. 1.a mente como propenso a la pereza física», «la
doc.: m ed. S. X V II, M . de Agreda, A ut. 50 prensa sindica a fulano como responsable de la
Falta en APal., N ebr., Percivale, O udin, Covarr. catástrofe».
Aut. define «la virtud y capacidad natural del
alma para la noticia e inteligencia de los princi­ Síndrome, V. dromedario
pios morales que dictan vivir justa y arreglada­
m ente»; la M adre Agreda habla de una «virtud 55 SIN É C D O Q U E , tom ado del lat. synecdoche y
que se llama natural, porque nace en nosotros con éste del gr. aü'jty.boyy¡ id., derivado de cuvexSé-
la misma naturaleza racional, y tiene p or nom ­ -/EffOac ’abarcar juntam ente’, ¿xoé/ecOat ’recoger
bre syndéresis». E n catalán ya encontramos el vo­ algo de manos de alguien’, y éste de Ss/e-iOai ’re-
cablo a fines del S. XV, en el Cartoixá de Roís c'b ir’. 1.a doc.: sinédoque, T e rr.; -écd-, Acad. ya
de C orelía: «jutge hi decernexca les tues obres; 60 1817.
Sinecura, V. cura Sinéresis, V. aféresis n is t e r parece ser la única documentada en latín,
Sines, V. sin Sinfín, V. fin Sínfisis, sínfito, pero todos los romances suponen una base * S I n é x -
V. físico Sinfonía, sinfónico, sinfonista, V. fó­ t e r explicable por el influjo de d e x t e r (aun it.
nico Singa, singar, V. singlar Singardalla, V. ant. sinestro, fr. ant. senestre, cat. ant. senestre,
lagarto 5 sinestre, hoy latinizados sinistro, sinistre); comp.
en San Isidoro: «sinixtra autem vocata quasi síne
SIN G L A R , tom ado del fr. cingler, antiguamen­ dextra, sive quod rem fieri sinat» (E tym . X I, i,
te sigler o singler, y éste del escand. ant. sigla 68). Para acs. secundarias y fraseología, vid. Aut.
’navegar’, derivado de segl ’vela’. 1.a doc.: princ. y Cej. V III, § 71.
S. X IV , Cuento de Otas. 10 D e r i v . Siniestrado ’afectado por u n siniestro’,
Donde se lee «erguieron las velas e com entaron neologismo desaprobado por la Acad. (B R A E II,
de xinglar» (f°50r° del ms.). Por el mismo tiempo 387-8; X II, 129-30).
ya era usual en gallegoportugués, puesto que sin- C p t . Sinistrórsum, palabra latina compuesta con
grar ya se encuentra en la Crónica Troyana (ed. versum ’hacia’.
Mz. Salazar II, 213), y aun antes, en las Ctgs. 15
(«gran pe<;a pelo mar singraron» 9.121, 36.10). Creo Sinnúm ero, V. número Sino ’destino’ V. seña
recordar que se lee en el R im . de Palacio y quizá Sino conj., V. si Sinocal, sinoco, V . períoca
ya en las Partidas. W oodbr. recoge cingladura o Sinodal, sinodátíco, sinódico, sínodo, V. episo­
si- desde 1494. «Entraron en la m ar e singlaron dio Sinoga, V. acta Sinonimia, sinónimo, V.
todo el día con los bastardos e las mezañas» y 20 nom bre
«singlaron desde el alba a remo e velas» en Díaz
de Gámez, 2.° cuarto S. XV, y otras citas en Cej. S IN O P L E , tomado del fr. sinople id., antigua­
V III, p. 166. Falta en A ut., aunque es muy común m ente ’color rojo’, y éste del lat. sinopis, -ídis, ’tie­
en narraciones de navegantes de los SS. X V I- rra de Sinope, especie de almagra’. 1.a doc.: O u-
XVII. Son alteraciones del mismo vocablo singar 25 din («sinoble: sinople, verd en armoiries»).
o remar a la singa ’navegar con un remo puesto Sinople está ya en T err. y en Acad. 1817. En
a la popa’, usual en Bilbao (Arriaga), Chiloé (Ca­ francés sinopre aparece ya en el S. X II (adapta­
vada) y otras partes [Acad. 1936], cinglar [Acad. ción fonética de sinopíde), más tarde sinople, qui­
1936] y silgar. En francés aparece sigler ’navegar’ zá con influjo de noble. Recuerdo ejs. medievales
desde el Roland; a fin S. XIV se convierte en 30 de sinoble en catalán, aunque no los tengo a m a­
singler por influjo de cingler ’azotar’ (aplicado tam ­ no. El vocablo francés cambió de sentido hacia
bién al viento), y hoy escrito comúnmente cingler. el S. X IV pasando a designar el color verde, cam­
Es uno de tantos escandinavismos de la term ino­ bio explicable seguramente por circunstancias his­
logía náutica francesa1. tóricas de la heráldica.
D eriv. Singladura [1494]; asengladura (D H ist.). 35
Singa bilb., chilote, etc. Sinopsis, sinóptico, V. ojo
1 Quizá se empleó tam bién en cat. ant., aunque
ahí es poco frecuente, y ciertamente préstamo SIN O V IA , del lat. mod. synovia id., que pa­
francés: «dos timons de caixa de galera... divuyt rece haber sido formado arbitrariam ente por Pa-
puntáis de pi e una sort de tachs e una pedra de 40 raceíso a principios del siglo X V I; o más bien
singlar», invent. barcelonés de 1489 (Moliné, Con- partió éste de una lectura imperfecta del griego
solat de M ar, p. 369). synou(s)ia ’unión’, ’acoplamiento’, tomado en el
sentido de ’articulación de dos huesos’ aplicándolo
Single, V. sencillo Singlón, V. ceñir S in ­ al hum or viscoso que la lubrica. 1.a doc.: sinovio,
gular, singularidad, singularizar, V. sencillo 45 T e rr.; sinovia, ya Acad. 1884 (no 1843).
Singulto, V. sollozo Sinhueso, V. hueso En inglés se documenta desde 1650, en fran­
cés desde 1694. Para lo infundado de la etimolo­
S IN IE S T R O , d e l l a t . v g . * sí n é x t e r , a l t e r a c i ó n gía que lo supone formado por el gr. <ruv- ’con,
d e s i n i s t e r , - t r a , -TR U M , p o r i n f l u j o d e l o p u e s t o juntam ente’ y el lat. ovum (por la clara del hue­
d é x t e r ’d e r e c h o ’. 1.a doc.: Cid. 50 vo), V. el N E D .
Ahí está en el sentido material de ’izquierdo’ : D e r i v . Sinovial. Sinovitis.
de siniestro Sant Estevan; a siniestro ’a la izquier­
da’; tam bién con referencia al agüero: «a la exida Sinrazón, V. razón Sinsabor, V. saber Sin -
de Bivar ovieron la corneja diestra, e entrando a se, V. sin
Burgos ovíéronla siniestra», v. 12. T am bién está 55
en Berceo, y en otros muchos textos arcaicos; S IN S O N T E ’M im us Polyglottas’, del náhuatl
N e b r.: «.siniestra cosa: sinister; s. mano: laeva». zenzóntli ’cuatrocientos’, abreviación de zenzon-
Suena ya algo arcaico en los clásicos en su sentido tlatólli ’cuatrocientas lenguas’, porque este pájaro
propio, pero todavía se escribe hoy la siniestra por imita todos los ruidos que llegan a sus oídos. 1.a
’mano izquierda’ en estilo elevado. L a forma si- 60 doc.: pingóme 1641, Vélez de Guevara (Fcha.);
V. — 17
sinsonte 1783, M iranda (cita de M alaret, Supl.); ejs. de la otra, que se encuentra más o menos en
1836, Pichardo (1862). todos los rom ances: cat. serena (Jaume Roig, v.
Es palabra usual en Cuba, Puerto Rico, Colom­ 8564, y hoy vulgar), fr. med. seraine (en Oudin),
bia y América Central, así como en Méjico, donde port. sereia, más corriente que sirena según H.
se conserva la forma cenzontle o cenzoncle, más 5 Michaélis y hoy vivo en el Cabo Carvoeiro, al
semejante a la indígena. G . Icazbalceta cita tes­ Norte de Lisboa (R L II, 311), gall. serea («feitizos
timonios de la forma completa cenzontlatolle, co­ de serea» Castelao 205.12), port. ant. serea ’fo­
m o voz india, en autores del S. X VI, y algunos de ca’ en 1274 (R L IV, 287). Se trata de una etimo­
cenzontle en autores mejicanos del S. X IX . Comp. logía popular bastante natural (por el canto dul­
Robelo, pp. 186 y 654; B D H A IV, 314. El sen­ 10 ce y a p a c i b l e de la sirena), que ya viene del
tido de im itador de cuanto oye habrá dado lugar latín v u lg ar: «sirena, non serenas en el A ppendix
a la forma como emplea el vocablo Ortega G asse t: Probi (n.° 203), en glosas y en muchos mss. de
«cualquier pelafustán que ha estado seis meses en textos literarios (A L L G X I, 64, 239). Para la evo­
un laboratorio alemán o norteamericano, cualquier lución histórica del concepto de ese animal mítico,
sinsonte que ha hecho un descubrimientillo cien­ 15 vid. B R A E IX , 690-7.
tífico, se repatria convertido en u n ’nuevo rico’ D e r i v . Sirenio. Serení ’bote pequeño que lleva­
de la ciencia, en un parvenú de la investigación» ban los antiguos barcos de guerra’ [Acad. ya 1843],
(M isión de la Universidad, M adrid, 1936). ¿de aquí?, comp. serení, s. v. SE R E N O .
D e r i v . Sinsontillo ’Culicia Lembeyei’ cub. (Pi­
chardo). 20 SIR G A , ’maroma para tirar de una embarca­
ción desde tierra’, voz propia de los tres romances
Sinsustancia, V. estar Sintáctico, sintaxis, V. ibéricos, de origen incierto, quizá del antiguo sir­
táctico Síntesis, sintético, sintetizable, sinteti- go ’seda’ (V. JE R G A ) por haberse empleado la
zador, sintetizar, V. tesis seda con aquel propósito por su poco peso y gran
25 resistencia. 1.a doc.: 1463.
S ÍN T O M A , tom ado del lat. tardío sym ptóm a y En un inventario aragonés de esta fecha: «hun
éste del gr. h 'Íií-tm m ’coincidencia’, ’síntom a’, rem de b arq u a; h u n blanquo de passar sirgas;
derivado de ’caer juntam ente’, ’coinci­ quatro espadiellas...» (B R A E V I, 741). Como nom ­
dir’, y éste de tiÍ-te iv ’caer’. 1.a doc.: Oudin. bre de la cuerda vuelvo a encontrarlo en el diario
Definido «simptoma: simptome, accident és ma- 30 del prim er viaje de Colón («mandó echar la sirga
ladies». N o está en Covarr., pero sí en A ut., don­ en tierra», ed. Fz. de N avarrete I, 91) y luego en
de se cita ej. de sym ptóm a (sin acento) en la M e ­ C. de las Casas (1570): «sirga: alzana»; Perciva-
dicina Escéptica de M artínez, princ. S. X V III. l e : «a rope to tow along w ith » ; O u d in : «tire-
D e r i v . Sintomático [princ. S. X V III, M artínez], m ent de basteaux a la corde, le traict et la corde
Tomaina, derivado culto de ’ruina, dese­ 35 p our les tirer». El oficio de la sirga para sacar
cho’, ’cadáver’, otro derivado de kítcteiv. la red del agua es menos im portante y menos fre­
cuente aunque Covarr., imitado por A ut. y la
Sintonía, sintónico, sintonismo, sintonización, Acad., lo ponga en prim er lugar. Aunque no do­
sintonizador, sintonizar, V. tono Sinuosidad, si­ cumentado en cast. antes de A ut., el verbo sirgar
nuoso, sinusitis, V. seno Sinvergüencería, sinver­ 40 «llevar u n navio a la sirga», hubo de ser asimismo
güenza, V. vergüenza Sipe, V. zape Siquier, muy antiguo (como prueban tam bién los otros ro­
siquiera, V. querer Siquiñoso, V. seco mances), pues de él deriva el postverbal sirga ’ac­
ción de sirgar’, que ya define N ebr. «manera de
SIR E N A , tom ado del lat. tardío sirena, lat. si­ llevar b a rco : tractus», y lo emplea varias veces Fz.
ten, -énis, y éste del gr. <jeipT¡v id. 1.a doc.: se­ 45 de O viedo: «e aquestas leguas a la sirga todas,
rena, princ. S. XV, Canc. de Baena; sirena, APal. llevando el agua hasta los pechos los que tiraban de
458d. la cuerda de la sirgas, «estas veinte leguas las an-
L a forma serena, hoy todavía popularm ente em­ dovieron a la sirga, con el agua hasta los pechos
pleada en muchas partes (Chile, Asturias, V, etc.), los que tiraban la cuerda de la sirgas (Hist. de Ind.
fué muy general en lo antiguo; no sólo está en los 50 X X IV , 8; L , 23); O udin «yr a la sirga: haller et
versos de J. G arcía de Vinuesa contra J. A. de tirer u n basteau avec une corde».
Baena (Canc., n.° 382, v. 17), sino que es la ú n i­ En portugués sirga «a corda com que se puxa
ca registrada por N ebr. («serena de la mar: syren») hum barco pelo rio acima» está en Bluteau (para
y es la que figura en el texto de L a Hermosura Moraes puede ser tam bién la de sacar una red),
de Angélica de Lope («que en medio de la mar 55 y con el valor postverbal trazer alguem á sirga y
del N orte fría, / la serena de amor suspende el andar á sirga de outrem ya se encuentran en la
canto», canto XIV), que alguien (RFE V, 283) ha Eufrosina (1535), «para cima se vay á sirga e a
querido corregir, innecesariamente; en O udin están remo» en Godinho (1663), el verbo sirgar en G ar­
ambas formas, aunque Covarr. y A ut. ya sólo ad­ d a de Mascarenhas (h. 1650).
m iten la erudita. Podrían indicarse muchos más 60 E n catalán, sin duda casualmente, no tengo ejs.
antiguos de sirga, aunque hoy es palabra bien co­ (C G L II, 409.21; 593.12), pero las glosas son m a­
nocida, no sólo en el sentido propio, en el cual se los testigos del empleo de un helenismo en latín,
emplea en el L itoral del Principado, etc. (B D C pues a m enudo el glosador explica (y aun emplea),
XIV, 62; X II. 65)1, en L ’Escala con variante xir- en calidad de palabras curiosas, voces griegas que
ga, sino tam bién en otras acs. : ’unidad de medida, 5 encuentra citadas en un texto latino (aunque las es­
de la cuerda empleada para sondar y equivalente a criba con letras latinas), y por lo tanto es inseguro
55 ó 50 brazas’, ’rimero de cuerda de esta m edida’ que pertenecieran al vocabulario latino3. Sobre to ­
(anotado en Sant Pol de M ar), ’cable de la va­ do debe despertar desconfianza este helenismo *si-
goneta de una m ina’ (id. en Seros, al Sur de Lé-: r i c a r e localizado en zona tan occidental como la
rida), «una soga molt llarga» en el Ribagorza 10 Península Ibérica.
(Congr. InteYn. de la Ll. Cat., 231). La antigüedad Desde luego sería preferible una etimología que
del vocablo en catalán está comprobada por el ver­ explicara el iberorromance sirga por una familia
bo sirgar ’llevar a la sirga’ documentado en un de voces iberorromances conocida y no por un éti­
texto del S. X V I o XV por Ag., y en el sentido mo hipotético. Y así merece mucha atención la idea
figurado de ’trabajar duram ente’ está ya en Jaume 15 de C. Michaélis de Vasconcellos (K JR P h . IV, 339)
Roig (a. 1460), donde dice que las mujeres se cali­ de unir sirga con el cast. y port. sirgo ’tejido de
fican a sí mismas de «curosa loca, / cadella ami­ seda’, ’cordón de seda’ [Crgs. 69.57] (en Portugal
ga, / sirgant formiga, / simple coloma, / lisa de también ’gusano de seda’ [Ctgs. 18.14])4, sirgueiro
ploma / e sense fel» (v. 7752). Esta ac. sigue hoy ’cordelero’ y ’pasamanero’5 (en sentido análogo se
vivísima y en ella se extiende el vocablo hasta 20 expresa Foulché-Delbosc, R H X X III, 591-3). La
el languedociano del H érault : «cirgá: peiner, tra­ existencia y vida lozana de sirgo ’seda’ en castellano
vailler beaucoup»2. Fuera de esto el vocablo es: la he demostrado ya en el artículo J E R G A ; puedo
ajeno a los demás romances, si bien conviene no­ agregar ahora que ya se habla de casullas y colchas
tar que desde el cast. hubo de pasar al mozár. de sirgo en doc. de Castilla de 853 (Festschrift Jud
sirga «manera de llevar vareo» (PAlc.), hoy en 25 630.22, 25), y que en un inventario arag. de 1374
Marruecos sirga o sirqa ’maroma con que llevan los se cita una alffacera o estera «de junco sirguiada»,
barcos sirgando’ y íerk ’sirga’ (Lerchundi), Rabat o sea entretejida con cordón de seda (B R A E II,
srek «corde servant à relever les chaînes d’amarrage 344). Sin embargo, para asegurar bien esta etimo­
du fond de la mer» (Brunot). logía de sirga ’cuerda’ convendría probar que se
N o es de creer que sirgar venga, como quería 30 empleó este material para sirgar, y la prueba de este
Covarr., del gr. ouseiv ’tirar de una red, de un extremo tendré que dejarla para otros más conoce­
vestido, etc.’, ’arrastrar’, voz de cuya existencia dores de la historia de la cultura material. Q ue se
en latín o en romance no tenemos testim onios; pe­ ha empleado la seda en algunos casos para hacer
ro tam bién es m uy dudosa la etimología de Diez cuerdas y escalas de cuerda es un hecho cono­
(Wb„ 487) y M -L . (R E W 7952), lat. vg. * s ï r ï c a - 35 cido, y así se ha practicado en casos en que con­
rf ., derivado del gr. ae'.cí ’cuerda’ (no conozco el venía un objeto de poco peso y volumen, pero
verbo gr. <mpïv a que se refiere Diez). U na eti­ de gran resistencia; claro está que estas cualidades
mología griega, cuando no nos consta muy bien son im portantes en una labor tan penosa como la
el empleo del vocablo en latín es siempre arriesga­ sirga, sólo falta demostrar que se empleó en can­
da, y más cuando el vocablo sólo se encuentra en 40 tidad considerable un material tan caro; lo único
una pequeña parte de la Romanía ; en nuestro caso que hoy nos consta, en ciertos casos, es que se em­
puede apoyarse en el buen número de voces náu­ plea el esparto y el cáñamo. Quizá no es conclu­
ticas tomadas del griego por los romances, pero yente en este sentido la existencia de u n buen n ú ­
la sirga pertenece casi solamente a la navegación mero de derivados de s e t a con el significado de
fluvial, en la cual es de razón que el griego in­ 45 ’cuerda’ o ’bram ante’ : cast. sedal ’cordel de pes­
fluyera poco; verdad es que el nombre de la sirga cador’, ast. y santand. sedeña id., port. sedenho,
en it. (alzaia) y fr. (haussière) procede en últim o fr. ant. sain, logud. sédina, Bormio sedaglio «cor­
término del gr. ëXxetv ’arrastrar’, pero las voces da» en u n doc. de 1676 (A R o m . V, 243), pues en
intermedias helcium ’collar de animal’ y helciarius todos estos casos se puede partir de s e t a en el
’sirgador’ están muy bien documentadas en latín, 50 sentido de ’cerda’, y de hecho consta que con
y esto precisamente nos m uestra lo arriesgado de cerdas se ha hecho el sedal castellano y que el
las etimologías griegas en nuestro caso, pues no logud. sédina es u n ’cordel de pelos de caballo
sólo es hipotético el derivado * s í r i c a r e , sino que retorcidos’ (cita de Spitzer, Z R P h. X L III, 487).
apenas tenemos testimonios de que n eip i fuese Pero ya tiene más fuerza el «cordón de sirgo:
jamás empleado por gente de lengua latina ; es 55 funiculus sericus» que registra inequívocamente
cierto que el gr. tuX£xty¡ (’trenzado’) está expli­ N ebr., y por otra parte no es inverosímil que el
cado mediante un lat. sira en el glos. del seudo- doble sentido de seda se comunicara a su sinóni­
Cirilo (ms. del S. V II), y sira figura traducido m o sirgo empleándose este vocablo como nombre
por «plectura filorum vel resticulorum» en u n glo­ de todo cordel o maroma de seda, aunque por tal
sario de Cambridge conservado en ms. del S. X II 60 térm ino se entendieran cerdas. D e ello por lo m e­
nos tenemos una prueba en el gall. sirgo ’tamiz’ y mezclado uno con otro» lo recogió ya T err., y la
sirgar ’pasar la harina por el tam iz’, pues aunque Acad. ya en 1817 sirle, sirria y chirle los tres en
Valí, agrega que se trata de u n tamiz de agujeros el sentido de «excremento del ganado lanar y ca­
finos y hecho de seda, creo que habrá que enten­ brío». Faltan estos vocablos, sin duda por dema­
der este «seda» en el sentido de ’cerda’, que es el 5 siado triviales, en la tradición lexicográfica más
único material que me consta se emplee para hacer antigua; A ut. no recoge más que chirle y sólo en
cedazos o tamices. E n una palabra, que sirga ven­ el sentido de «especie de uva de vid sylvestre, que
ga como sirgo del lat. s e r i c u s ( s i - ) me parece no tiene substancia en el mosto ni consistencia en
provisionalmente la etimología más aceptable. el hollejo, y quando se quieren agarrar los granos
L a que debe desecharse sin vacilación es la de 10 se despachurran entre los dedos» agregando que su
la Acad., que pretende identificar sirgar con sin­ vino es tan flojo y de mal gusto que se llama agua
glar ’navegar con rum bo determinado’ (tomado del chirle. Si esta ac. de chirle como nom bre de una
fr. singler, de origen escandinavo), para lo cual uva existe realmente, o sólo lo dedujeron los aca­
cita un silgar ’sirgar’ y ’rem ar con u n rem o ar­ démicos de agua chirle y de los poetas chirles de
mado en la popa de una embarcación’, voz de la 15 Quevedo1 (por analogía de hebenes), no lo puedo
cual no hay otra noticia que la que nos da ella asegurar, pero lo seguro es que si existe es ac. se­
misma desde fecha m uy reciente (1925, falta to­ cundaria. E n chirle hay que ver una imagen más
davía en 1884). grosera y enérgica que en poeta hebén; y cuando
D e r iv . Sirgar; sirgador (falta A c a d .); sirguero G óngora habla de los «patos de la aguachirle cas­
’s irg a d o r’ (V . a rrib a ). 20 tellana / que de su rudo origen fácil riega, / y
1 E n el Ebro se emplea seguía en lugar de tal vez dulce inunda nuestra Vega» (ed. Foulché
sirga (B D C IX , 68; II I, 109; W S V III, 101). II I, 5) piensa en algo más inm undo que u n vino
Esta voz no puede tener relación etimológica con sin gusto, en el cual no podrían nadar p a to s: se
la que nos interesa, pues la variante más exten­ trata de la mezcla arriba descrita por T err. o de las
dida es con a tónica, y así está documentada 25 charcas de las tierras de pastoreo, donde el agua
desde el S. X III y X IV tanto en italiano como se mezcla con lodo de procedencia animal o in­
en fr. El origen es incierto (inaceptable desde definible; aunque de ahí se puede llegar a ’líquido
luego la idea del R E W 8051), pero la forma con clarucho’ de cualquier clase, como en el Quijote,
a ha de ser primitiva (la e quizá se deba a ara- donde se califica de aguachirle a las bodas de Ba­
bización).— 1 Pastre, L e DiaJecte de Clermont- 30 silio (II, xx, 77). E n su sentido propio y en diver­
l’Hérault, s. v. M istral cita dos ejs. de un poeta sas variantes el vocablo está hoy ampliamente di­
de Béziers, cuyo contexto m uestra el mismo sig­ fundido, aunque sólo en la parte oriental y central
nificado, aunque M istral no lo entiende exacta­ de las tierras de lengua castellana, entrando apenas
mente.— 3 N o hay testimonios seguros de que en la zona lingüística leonesa; por otra parte se ex­
aetpá se empleara en el griego de Occidente, 35 tiende a todo el territorio de lengua catalana, pero
pues es muy dudosa la exactitud de la etimolo­ no al gallegoportugués: es, pues, vocablo de la
gía suditaliana que con gran reserva propone zona propiamente ibérica y pirenaica, pero no cél­
Rohlfs en E W U G , § 1923.— ‘ Jaum e Roig, al tica.
mismo tiempo que llama sirgant o ’laborioso’ a su Se dice serri en la L itera (Coll A., Supl.),
cerebro, habla del escaso capullo que puede tejer 40 sirrio y sirria en Aragón (Peralta, Borao), siria en
(V. cita en Ag.), m ostrando así conciencia de la Bielsa, sirrio en Caspe y Puebla de H íjar, y en el
relación entre sirga ’cuerda de rem olque’ y sirga Alto Aragón desde Fiscal hasta Ansó, chirria en
’seda’.— 5 Comp. sirguero ’sirgador’ en Percivale Liédena (Navarra), sirle ya en E m bún (BDC
y Oudin. XXIV , 181; ZR P h. L V , 607), en Soria y en Pa-
45 lencia, sirlia en Soria, jirle en Soria y Burgos, don­
Sirgo, V. jerga y sirga Sirgo adj., V. jilguero de tam bién suena jirria; en Álava, Burgos y Soria
Sirguear, V. jerga I Sirguero, V. jilguero cirria, forma que llega hasta el Barco de Ávila (G.
Siria, V. sirle Siricueta, V. suero Sirigonza, de Diego, R F E I I I , 306); en Santander se oyen
V. jerigonza Siringa, V. jeringa cirria (Alcalde del Río), cirmia «excremento semi-
50 líquido del ganado lanar y cabrío» y sirlón «lugar
S IR L E , S IR R IA y C H IR L E , ’excremento del donde suele pastar el ganado lanar» (G. Lom as);
ganado lanar y cabrío’, en catalán xerri (serri, si- más al Sur encontramos sirre, jerri y jirre en M ur­
rro), voz prerrom ana representada actualmente por cia (G. Soriano), y en Andalucía se dice chirri
el vasco zirri, y su dim inutivo txirri. 1.a doc.: si­ «estiércol de cabra y oveja», «ojo lacrimoso y de
rria, 1621. 55 párpados irritados» y «nombre dado a los horte­
E n esta fecha escribía el aragonés Jaime G il: lanos de la vega de Jaén» (AV)!. A Galicia y
«Tanbién es mala la sirria del ganado para asiento Portugal sólo llegan acs. figuradas, seguramente de
de colmenas» y «es malo estar las nasas en s im a ­ im portación: chirlo «ácido, aplícase esp. a la le­
les de ganados» (citas de Cej. V III, 108). Sirle «el che» (Cotarelo, B R A E X IV , 114), auga chirle ’agua
excremento dé orines y estiércol del ganado lanar 60 sin mezcla de cosa alguna’, chirlo ’caldo flaco’
(Vali.), port. chilro «da água ou do caldo sem los iberismos o vasquismos (VRom. II, 455), y como
substancia oleosa, sem tem pero; insípido; insigni­ en otros casos de este origen - r r - pasa a -m -, po­
ficante». demos sospechar que el santand. cirmia presente
E n cambio nuestro vocablo en su sentido pro­ una variante de este últim o cambio. Ya Rohlfs
pio está lleno de vigor en tierras catalanas : xèrria 5 (ZRPh. X L V II, 404) señaló el parentesco con las
en Valencia (Ag.), eixerri en el M aestrazgo (G. G i- formas vascas, pero se desorientó a m i entender
rona, p. 258), aixérrit en G andesa (Amades, Excur- al mezclar en la cuestión el cast. c h o n o y su afín
sions II I, 70), xèrri tengo anotado de A lmatret y el vasco xurra y txirra ’chorro de agua, de lejía’,
El Solerás, se emplea en el Sió y el Llobregós voces onomatopéyicas que de suyo no son ni vas­
(B D L C IX , 317), en L érida y Ripoll (Ag.), tam ­ 10 cas ni romances, pero que están netam ente separa­
bién lo he o'ído en la Cerdaña y es la variante pro­ das del tipo sirle por el sentido y por la forma.
pia del Principado en general, pero hacia el Noroes­ D udo tam bién de que haya parentesco con Z U ­
te se oyen formas aberrantes : sirro (-u) he oído RULLO .
en Arcavell (Andorra), Farrera (Pallars oriental) D e r i v . Sirrial ’lugar lleno de sirle’ (V. arriba);
y tam bién se emplea en Sort, mientras que en el 15 sirrero mure, id .; cirrión ’cagón, medroso’ alav.
Valle de Cardos y en Vali Ferrera dicen stèrro, y C p t . Aguachirle (V. arriba). A guachini ’lloviz­
en Benavarre (Huesca) otra vez s è n i (B D C V II, na’ en cuatro pueblos navarros, R D T P V III, 368.
73), que yo mismo he oído en otros muchos pue­ Chirlos mirlos ’cosas sin sustancia’ (O udin; A ut.,
blos de la Baja Ribagorza y de la zona próxima s. v. chirlo; ejs. clásicos en B R A E X II, 675-6);
dentro de la prov. de Lérida. 20 en gallego ’estribillo infantil’ y ’globillos que forma
Esta palabra apenas se extiende a la vertiente la ola al retirarse’ (Sarm. CaG., p. 161).
N orte de los Pirineos : sin embargo, en los pueblos 1 «Premática del desengaño contra los poetas
más altos del Valle de Arán el sirle de oveja y ca­ güeros, chirles y hebenes», Buscón (Cl. C., p.
bra se llama súfa y en el resto del Valle saura, en 119); «Caballeros chirles hacía hidalgos, y casi
Luchon saúro o sahúfo, y aun en el Valle de Lou- 25 dones» Visita de los Chistes (Cl. C., p. 49).—
ron (H .-Pyr.) suro, si bien ahí es forma rara y que 3 Agrega Cej. que sirro se emplea en Córdoba,
se cree im portada (Schm itt, L a Vie Pastorale dans jirle en Patencia y chirre en M éjico; ojos chilros
les Pyr. Centrales, 26); en esta forma es probable ’lagrimosos’ en Chile. El poeta de Cuyo A. Bú­
que haya fusión con una palabra de etimología fano escribe «acre olor de sirria / las brisas me
latina s a b u r r a ’lastre’, ’arena, casquijo’, pues súfo 30 traen / y el largo balido / de los recentales» (La
es «souille, bourbe, vase» en el Aveyron (Schüle, Prensa 7-IV-1940), pero no puedo asegurar que
VRom-. II, 260; Vayssier, s. v. souno) y sabourre sea popular en la Argentina.— 2 Cabría en rigor
vale en el Bearne «galet plat que l’on fait ricocher sospechar que el vasco a su vez lo tom ara del
sur l’eau» (Palay). lat. s a b u r r a o de un románico antiguo * s a b ü -
Por otra pane, en cuanto a las formas hispánicas 35 r r é u m , con asimilación ‘ zurrí > * zirri (comp.
no cabe duda : su antepasado se encontraba no en S E G A L L O ), pero me parece improbable.
el latín, sino en la lengua prerrom ana del país;
hasta hoy subsiste el vocablo en vasco: zirri o Sirpiadura, V. sarpullido Siroque, V. jaloque
zirrio en Roncal, y en forma diminutiva txirri ’ca­ S in e , sinia, sirrio, sirro, V. sirle
garruta’ en varias localidades vizcaínas (Azkue), 40
altxirra y altxirri ’cagarruta’ en a. nav. y este ú l­ S IR T E , tomado del lat. syrtis y éste del gr. cúp-
timo en Andoain y O ndárroa (vizc.); también con tic , -too;, ’bajo de arena’, derivado de cúpeiv
el sentido secundario de «cascajo» en guip. ; esto ’arrastrar, barrer (hablando del m ar)’. 1.a doc.: h.
mismo aproximadamente en Mañaria (vizc.) es 1435, Juan de Mena (Aut.).
altxirrika. El labortano y baztanés gerii «partie 45 Voz poética o pedantesca.
aqueuse qui sort des blessures», b. nav. «sue qui
suinte d’un arbre ou d ’un fruit», «gomme», lab. Siruga, V. seruga Sirventés, sirvienta, sirviente,
y sul. ’légaña’, lab. gerle «bave d ’un poupon», si V. siervo
pertenecen a otra raíz, explicarían por contamina­
ción la l de sirle, chirle (relacionado con gem u, 50 SISA, tomado del fr. ant. assise ’tributo que se
garnu ’orina’?). En catalán el vocablo cambió la í imponía al pueblo’, derivado de asseoir ’asentar,
en e como es normal en las viejas voces del idioma, colocar, poner’; en castellano se pasó desde el sen­
mientras que en castellano la vocal tónica pudo tido antiguo de ’impuesto que se cobraba sobre
mantenerse por la metafonía de la -i final; la alter­ géneros comestibles acortando las medidas’ al ac­
nancia s- ch- (x-) es típicamente vasca o de su 55 tual de ’parte que se defrauda al dueño al hacer
antepasado ibérico o proto-vasco, debida a la for­ una compra por cuenta de éste’ y p o r otra parte
mación del diminutivo. No cabe duda, pues, de que a ’corte que se hace a la tela para que ajuste mejor
estamos ante una vieja palabra genuina en vasco, o una prenda de vestir’; en la ac. de ’m ordente que
bien tomada del ibero, pero no del romance3. T am ­ ponen los doradores debajo de los panes de oro’
bién el cambio parcial de - r r - en -rl- es propio de 60 procede sisa del catalán, donde se formó con el
participio correspondiente assís ’asentado’, en el u n cuarto» G. de Alfarache (Cl. C. V, 32.13),
sentido de ’cosa asentada o colocada’. 1.a doc.: «vendíamosle la m itad sisada; y de lo que com­
1.a ac., 1331; 2.a ac., 1554; 3.a ac., A ut.; 4.a ac., prábamos, sisábamos la otra mitad» Quevedo (Bus­
N ebr. cón, Cl. C., p. 77). Por lo demás no siempre sisar
E n un ms. de 1331 del Archivo municipal de 5 y sisa se aplicaba a la servidumbre infiel, sino que
Z aragoza: «judei aljame Cesarauguste inponunt si- en lo antiguo es bastante común que valgan en ge­
bi legem quod in victualibus... nullatenus posent neral ’m erm ar cualquier cosa’ : «el que no duer­
ponere sissam» (cita de T ilander, p. 631). D e esta me se muere, porque se sisa la vida» Fonseca
ac. ’impuesto, gabela’ abundan los ejs. antiguos: (1597, y otros varios ejs. de este autor en Cej.),
N ebr. la define «rerum venalium exactio extraor­ 10 y hablando de oraciones «no m e las engulláis, ni
dinarias; F r. Ant. Álvarez (1590) habla de «aque­ me echéis sisa en ellas» en El Rujián Dichoso de
lla sisa o pecho que echó a su antiguo pueblo», Cervantes (acto I ) : todo esto viene directamente
Fr. José Gallo (1621) de que los reyes ponen «tan­ de la merm a causada por el ingenioso tributo fiscal
tas sisas a los pobres, que si tienen capa para la p ri­ descrito arriba. Y lo propio hay que decir de la
m era... se quedan sin camisa para las resisas que 15 otra ac. m oderna de sisa «en los vestidos el corte
les añade la justicia», Baltasar Gracián habla de que se hace quitándoles alguna parte pequeña de
«echar sisas o gabelas», etc. (otras citas en Cej. la tela, para darles su formación», n o descrita cla­
V III, 80); O udin define «exaction, imposition, ram ente hasta A ut., aunque es posible que ya se
assiette de deniers extraordinaire sur les marchan- refiera a lo mismo Zabaleta (med. S. X V II) en el
dises», Covarr. «un pecho que se echa sobre las 20 pasaje donde habla de «los que calzan sisado».
vituallas y provisión de comida», A ut. «imposi­ H asta aquí salta a la vista que todo son aplica­
ción sobre géneros comestibles rebaxando la m e­ ciones figuradas de la sisa tributaria, y en cuan­
dida». De estas definiciones fijémonos en dos ex­ to al origen de ésta no puede caber duda razo­
tremos : la sisa solía ser sobre las vituallas y se nable : se trata de u n préstarpo del fr. ant. assise
hacía efectiva disminuyendo el tamaño de las m e­ 25 ’tributo que se imponía al pueblo’, del cual abun­
didas en vigor, de suerte que el vendedor había de dan los testimonios desde el S. X II (Li Quatre
pagar a las autoridades el im porte de la cantidad de Livre des Rois, Carta Magna: vid. G od. I, 4466;
víveres que así pagaba, pero no recibía el públi­ T obler-L . I, 599). Como ya indicó Nobiling
co. Éste se sentía defraudado, por decirlo así, le­ (A S N S L C X X V II, 188), seguido por Brüch (Die
galmente, y no es extraño que luego, en forma más 30 N eueren Sprachen X X X II, 1924, 427), el fr. l’as-
o menos humorística, aplicara este nombre a la de­ sise se convirtió en la sisa castellana, y este tributo
fraudación ilegal que de vez en cuando o con harta fué introducido en Castilla en 1295 por Sancho IV,
frecuencia le im ponían los sirvientes en sus com­ de donde pasó más tarde a Portugal. Es extraño
pras cotidianas (así ya Spitzer, R F E X III, 279-80). que hasta ahora no se haya indicado tan sencilla
Esta 2.a ac. es más tardía, pues no sólo falta en la 35 y evidente solución para el problema del origen
Edad Media, sino todavía en N ebr. y no conozco del verbo sisar, que ha hecho gastar en vano m u­
ej. anterior al de Eugenio de Salazar (h. 1570): cha tinta y esfuerzo. Covarr. pretendía que era un
«son despenseros que fingiendo prisa / que abunde derivado de seis porque los sirvientes se cobra­
de sus amos la despensa / buscan más cosas en ban la sexta p arte; Diez y Cornu, R om . X III, 305,
que echarles sisa»; desde princ. S. X V II es fre­ 40 querían partir de c e n s a ’censos’ cambiado en *cisa
cuente : «que se engría el salmón de ver pagados / por influjo de un supuesto perfecto *cise de c e n s í ;
por cada libra suya mil ducados, / y en la tabla M -L . (ZRPh. X, 173) imaginaba u n verbo *scí-
enemiga / con lengua muda el mismo salmón d i­ sa re derivado de s c i n d é r e ’cortar’, postulando
ga : / —Colorado me paro / de vergüenza de aquella forma, a pesar de que su participio es
verme vender caro, / con sisa y con dedillo» 45 sc issu s , obligado por la -s- sonora del port. y cat.
Quiñones de B. (N B A E X V III, 583), «yo era el sisar1; Spitzer vacilaba entre a c c í s a de a c c í d e r e
despensero Judas, que desde entonces heredé no ’cortar un poco’, un * s i s a de s e d é r e ’estar senta­
sé qué amor a la sisa en este oficio» Quevedo do’, y u n * e x c í s a r e de e x c í d e r e ’recortar’ (RFE
(Buscón, cap. 6), V. otros en A ut. y en Cej., I. c. X II, 249; X III, 116-7n., 279-80). N i siquiera ha­
Casi por el mismo tiempo aparece el verbo sisar, 50 ce falta rechazar estas etimologías, todas forzadas
del cual no se conoce ej. alguno anterior a 1554, cuando no imposibles, y en prim er lugar obsérve­
o sea más de 200 años más tarde que el sustantivo se que la mayor parte tom an como base el verbo
sisa: «todo lo que podía sisar y hurtar traya en sisar, mucho más tardío que el sustantivo, y hacen
medias blancas» Lazarillo (cap. 1); «ellas en fin, caso omiso de que la s- castellana postilla una
son perjudiciales, indómitas y sisantes; peores m u­ 55 base con s - y no con c- o se-.
cho que un mochilerillo de u n soldado, que sisaba Por lo demás hay todavía otras acs., cuya ex­
de un pastel, y de ocho maravedís doce; porque plicación semántica en detalle no es siempre clara".
del pastel alzaba la tapa y sorbíale el cald o : y Sabido es que el fr. ant. assise tom ó entre otras
enviándolo por vino, se quedaba con los ocho m a­ la ac. ’tamaño’, de donde nació después el ingl.
ravedís que le daban para él, y vendía el jarro por 60 size ’tamaño’, ’medida (de u n traje, etc.)’, y con
este sentido pasó al catalán antiguo: «aquesta es acs. francesas «convention, règlement, arrange­
la sisa deis draps q u e -s venen en T ortosa... Pe^a m ent» o bien quizá «place à u n banquet».
d’estanfort... deu aver de lonc 19 canes e mija.
D ’exalons e sentomers 12 canes e mija. T o t drap Sisa ’ave’, V. sisón Sisador, V. sisa Sisallo,
de Proins e d’Ipre, 11 canes e m ija... Berregans 5 V. jijallo Sisar, V. sisa Sisardo, V. sarrio
no han cisa ne - s venen a canes, mas de cap a coa»
Costumbres de Tortosa, S. X III (ed. Oliver, p. SISC A o JIS C A ’carrizo’, junto con el cat.
413), otro ej. semejante cita Ag. (el últim o del occid. sisea (x-) y el gasc. y langued. sesea, pro­
apartado 1.°); ahora bien, partiendo de esta ac. cede del célt. s e s c a id. 1.a doc.: xisca, A ut.
textil parece haber llegado el vocablo, al pasar de 10 Definido «arbusto, especie de caña basta ; se
Cataluña a Castilla, al sentido de ’género de paño’, cría en lugares m ui húmedos, su hoja es larga y
que nos m uestra Juan Alf. de Baena, al anunciar cortante; no hace flor n i fruto, y al extremo del
que todo el m undo vestirá luto por la muerte del arbusto hai un remate parecido a la cola del ra­
rey E nrique: «todos los dichos farán su devisa, / poso, y acuden mucho los tordos a estos arbustos,
de xergas e sogas, tanbién de otra syssa, / cabellos 15 de que se hacen grandes espessuras; es voz usada
e barbas lanzar por el suelo, / aleando clamores en Aragón, y en M urcia la llaman cisca o sisea».
cobiertos de duelo»3. La Acad. en 1817 da cisca como m urciano «espe­
Finalm ente en la ac. ’m ordente de ocre o ber­ cie de caña de que se usa para cubrir los techos
mellón que usan los doradores para fijar los pa­ de las chozas», y en ediciones recientes identifica
nes de oro’, documentada en cast. desde N ebr. 20 sisea con el carrizo. Colmeiro (V, 278-9) no recoge
«sisa para dorar: leucoporon» (Cej. da ya un ej. este nombre entre los del carrizo común ni otras
en las Ordenanzas de Sevilla), el vocablo aparece especies del género Phragmites, sólo da ciscla en
anteriorm ente en catalán (ejs. de Auziás M arc y Titaguas (parte aragonesa de Castellón de la Pla­
otro en Ag.), pero hay que partir tam bién del fr. na), como recogido por Rojas Clemente (princ.
assise, donde esta ac. podía obtenerse fácilmente 25 S. X IX). Peralta en su dicc. aragonés repite la
por restricción de la general ’asiento, estableci­ noticia de A ut. con referencia a A ragón; G . So-
miento, colocación’ : de ahí ’colocación del m or­ riano da sisea en M urcia, y AV en Andalucía, ci­
dente debajo del oro’. En francés existen hoy acs. tando ejs. de sisea y del colectivo sisear en u n poe­
técnicas no muy distantes de la española: «en ta almeriense; de Bédar, parte alta de esta provin­
termes de bonneterie, la soie q u ’on étend sur les 30 cia, tengo anotado cisca (allí no confunden la s con
aiguilles, et qui dans le travail forme les mailles la c, mas puede tratarse de una forma arabizada).
du bas» (Bescherelle; Littré). Como término de Luego todos los datos proceden del Este, y en
dorador lo que se emplea en francés actual es el efecto sólo en Albacete encontramos una pobla­
vocablo equivalente assiette: «composition q u ’on ción llamada Sisear.
met sur la tranche d’un livre avant que de la 35 E n catalán ya se lee el vocablo en Jaum e Roig
dorer» (Littré), «couche qui sert de fond á une (año 1460) donde dice que en la viña del Señor
peinture múrale», pero recuérdese que assiette y «sisea, fenoll, / évols, braceres, / carts, romague-
assise son ambos derivados de asseoir y que aquél res / ... / no hi crexeran» (v. 13514). H oy sisea
tuvo tam bién el sentido de ’im puesto’ (V. arriba es valenciano (Escrig) y yo he anotado xisca en El
Oudin). Sin embargo, a juzgar por lo documentado 40 Cogul (al Sur de Lérida), sisea en Flix (Ebro), y
es más probable suponer que esta ac. naciese en algo más aguas abajo, en Benifallet, oí hace m u­
catalán, donde assís, -isa (ej. de Lulio en Alcover), chos años sésca1: se trata siempre de una planta
existió como participio de asseure ’asentar’, como que crece en las márgenes del río o de los arroyos,
es lógico puesto que en lo antiguo se decía más de color verdoso, con una espiga muy alta en for­
generalmente assiure, 45 ma de penacho; Costa dice que xisca ’Phragmites
D e r i v . Sisar ( V . a r r i b a ) . Sisador. Sisero. Sisón corrimunis’ se emplea en Urgel, donde en efecto
’el que s i s a ’. he anotado xisca y canya-xisca en numerosas loca­
1 Todavía se aferra a esta etimología en R E W 3 lidades. Hay un Sisear en el partido de Benavarre
7725, y en R F E X IV, 178, alegando en su apoyo (Huesca; documentado ya en 1231) y otro en el
un cat. escisar. Pero ¡ esta forma no existe que 50 térm ino de Albaida (Valencia) ; un Sisquer, ya
yo sepa! Hay aquí un cómico círculo vicioso: muy mencionado en la Edad M edia (y ya en 832:
Vogel ideó esta grafía, inusitada antes y después B D C X I, 20), en Guixers (partido de Solsona), y
de él (falta incluso en Labernia y Bulbena), jus­ otro en La Vansa (Seo de Urgel), y localidades
tam ente para plegarse a la etimología de M -L . llamadas (La) Sisquella en el partido de Lérida y
Todo el m undo dice y escribe sisar y sisa.— 2 Za- 55 en el de Cervera : es decir, todos los datos se re­
mor. sisa ’compartimiento o separación de las bo­ fieren al catalán occidental y al valenciano.
degas’ (FD ).— 3 Canc. de Baena n.° 37, v. 51; En lengua de Oc abunda la documentación de
en 416, v. 18, del mismo cancionero, se recomien­ sesca en la Edad Media, desde princ. S. X III
da respecto de una mujer «que non la querades (Cansó de la Crozada; Peire G uilhem ; D onatz
en juego nin asysa», donde tenemos otra de las 60 Proensals, etc.); M istral define «masse d ’eau, ty-
SISC A -SÍSM IC O 264

pha, plante palustre en G ascogne; glaieul com- una reduplicación s í - s k á (de s e k - ’cortar’)6, pero
m un»; Palay sésque y chesque «masse d ’eau, typha» adviértase que esto no está apoyado por las formas
y sesque auguére «glaieul des marais». H oy se­ hispánicas, que, si acaso, supondrían i. Además
gún el A L F (mapa 1161 roseau, 1143 rempailler comp. J IJ A L L O y C ISC O .
une chaise; Suppl., s. v. massette y pcálle) el 5 ' Y todavía se podría pensar en otra, pues tene­
área se limitaría al Oeste del G ers, Sur y Este mos irl. ant. sesc ’seco, estéril’ (galés hysp id.
del T arn-et-G ., N O . del T a rn y u n punto del < sisquo-) — junto al cual irl. med. seseen ’pan­
Noroeste del H .-G aronne, lo cual coincide bas­ tano, marisma’— de vieja fecha indoeuropea, que
tante con la procedencia de los testimonios anti­ reaparece en el avéstico hiskus ’seco’ (p. ej. Vi-
guos (dos de Toulouse, uno de Albi, otro del L ot 10 devdat 8.34). M uchas de estas plantas son tanto
y otro languedociano); en el depto. del Aude hay más cortantes cuanto más secas están.— 2 A un­
varias localidades llamadas Sesquiére(s) y Cescm- que no tengo confirmación de esta forma, la
rolles, con documentación desde 1249 (Sabarthés) anoté algunos días después de oírla. Quizá me
Completemos la documentación continental con confundí en la vocal tónica.— 3 Stokes-Bezz. 302;
el vasco seska «cañas de carrizo para cohetes, y 15 D ottin, La L . Gaul., 286; V. Henry, s. v. hesk;
tam bién generalmente la caña» (Azkue), registrado Jud, A R om . VI, 210.— 4 Sin embargo, tres o
en todos los dialectos (salvo Sule y Roncal). cuatro de los nombres de lugar están demasiado
Ya Diez (W b ., 677) señaló la parentela célti­ al N orte para reconocer origen mozárabe. Ver­
ca, y Thurneysen (K e l t o r o m a n 111) observó dad es que en éstos quizá podría explicarse la i
que la perfecta correspondencia fonética entre los 20 p o r la posición pretónica, aunque es difícil.—
varios dialectos célticos asegura la antigüedad del 5 W artburg, Festschrift Jud, 337, dice que jisca
mismo en esta familia lingüística: galés hésg «ca- viene de l i s c a , lo cual no pasará de ser u n olvi­
rex», galés ant. sescann «canna», córn. heschen do mom entáneo del otro vocablo.— 6 Hubschmid,
«canna vel arundo», bret. hesk m. «lesche, vel ca- ZC Ph. X X IV , 87-88, que puede verse para los
rex», irl. mod. seisg f. ’junco’, gaél. de Escocia 25 materiales de interés que aporta.
seasg, en irlandés antiguo sólo el derivado ses-
cen(n) ’cañaveral, pantano’2. Estas varias formas Sisea, V. jijallo y lasca Sisear, V . ¡ce!
corresponden a una base céltica antigua * S E S C A o Sisella, V. jeja Siseo, V. ¡ce! Sisero, V. sisa
* s i s c a . No están de acuerdo los celtistas sobre la
etimología indoeuropea de esta palabra, que Sto- 30 SIS IM B R IO , tom ado del lat. sisym bríum y éste
kes, V. H enry y Pok. (IE W 895.29) derivan de un del gr. <j[<jófji[¡ptov id. 1.a doc.: 1555, Laguna
s e k - s k a , derivado de s e k - ’cortar’, mientras que (A u t.).
Pedersen (Vgl. K elt. Gramm. I, 71, 76) prefiere D e uso culto. Pero no lo es el gall. cecimbre
partir de s e p - s k a relacionando con el escand. ant. (Sarm. CaG. 9 ív , cicimbre A 9 S r): hierba bien-
séf ’junco’; en apoyo de la primera opinión, bien 35 oliente, de tallo alto y cuadrado, y que en Pon­
fundada desde el punto de vista semántico dado tevedra echan en el puchero; L u g rís: «hierbabue­
lo cortante de la hoja del carrizo («sesea: arundo na»; pero el portugués sisimbrio es también cul­
secans» en el Donat Proensal, puede citarse el ags. tismo. No sé por qué W hatmough (T he Dialects
secg, ingl. sedge, ’carrizo’, que suponen una base of Ancient Gaul) cree que es céltico (por más que
s a g ja - (< s o k j ó - ) , y su sinónimo a. alem. ant. 40 nombres en Si(s)si abunden en H o ld er): ya se
sahar procedente de s ó k r o - . documenta en Aristófanes y Aristóteles. Hay una
E n calidad de romanistas podemos agregar que el pequeña ciudad de Sesimbra una treintena de kms.
tim bre cerrado de la e del oc. sesea está compro­ al Sur de Lisboa (cf. un lugar gallego Cecebre
bado por la rima de Peire G uilhem y por la pro­ junto a Betanzos) que no aseguro si viene del
nunciación anotada por Palay y por el A L F , m ien­ 45 fitónimo (como creía Leite de V.) o es topónimo
tras que las formas hispánicas más bien postularían céltico en -briga, a lo que apunta J. de Silveira,
una base con I, a no ser que se trate de formas R L X V II, 122, con razón, quizá, en vista de que
mozárabes (dialecto donde 5 puede pasar a t), lo ya sale, en los docs. de los SS. X I y X II, en la
cual sería en rigor posible dada la repartición dia­ forma Sesimbria (y Si-); podría pensarse también
lectal m oderna3. Hasta qué punto es esto concilia­ 50 en un duplicado del bético Cisimbrinus de la
ble con las dos etimologías de los celtistas4, a éstos Antigüedad, para el cual vid. Tovar, Iberische
toca decidirlo, pues falta saber si la cantidad breve Landeskunde I, 123. En cambio es mucho más
de la raíz s e k - pudo ser alterada por la reducción posible que sea lo mismo que la palabra gallega
de s e k - s k a a s e s c a ; por otra parte la I hispánica el arag. chisembra, hierba de alta montaña, que
(¿o la e occitana?) quizá se deba a la contaminación 55 he visto en los altos valles pirenaicos de Gistáu
de la voz sinónima y tam bién prerromana l i s c a , y de Ribagorza occidental.
en la cual alternan I y Es. La e occitana podría
explicarse a base del timbre cerrado que he de­ S ÍS M IC O , derivado culto del gr. ceicpLÓf; ’sa­
mostrado para la É del hispanocéltico (V. las re­ cudida, conmoción’, ’tem blor de tierra’, derivado
ferencias s. v. S E R N A ). T am bién se ha supuesto 60 de seUiv ’sacudir’. 1.a doc.: Acad. 1925, no 1884.
Palabra de geólogoSj aunque ya muy difundi­ 427.16) y en otra probablemente anterior (h. 1230)
da en el estilo periodístico y culto. del gallego M artín Soarez (299.20). Nadie ha es­
C p t . Sismógrafo. Sismología; sismológico. Sis- tudiado el origen de nuestro vocablo y en Francia
mómetro. no se conocen nombres semejantes {Rolland, Faune
5 II, 344-5).
Siso, V. seso (s. v. sentir) Según Aguiló sisó y siseta ron nombres de
aves de la Albufera de Valencia1, el prim ero se
SISÓ N , probablemente del cat. sisó id., propia­ encuentra en textos de los SS. X V I y X V II, y se­
mente ’pieza de moneda de seis dineros’, porque1 gún una tarifa de 1369 u n sisó valía seis dineros,
el sisón se vendía a este precio. 1.a doc.: h. 1335, 10 como u n tudó, un xibert, un boix, u n morell o
Juan Manueí. una fotja. Ahora bien, sisó es en Valencia una
E ntre las «aves que son cazadas e non cazan» pieza o moneda de tres cuartos, o sea seis dineros
menciona «las tórtolas, et los alcaravanes, et los (Ag., Escrig)2, y sisó deriva regularm ente del cat.
marcicos, et los sisones, et las cornechas», y más s is s é x , lo mismo que el cast. ant. seysón, emplea­
abajo, entre las «que se m antienen siempre en el 15 do por E. de Villena, deriva de seis. Esto da la
seco»: «las gangas, et las cortezas, et los sisones, clave del problema. L a Albufera valenciana, pa­
et las perdices» (Libro del Caballero, N B A E L I, raíso de los cazadores, fué el centro de irradiación
250528 y 58). Dice López de Ayala, con referen­ del vocablo, y del catalán se tom ó en préstam o el
cia a los neblíes, que «vienen con el paso de las cast, sisón y el port. sisào; pero en vista de que
aves, así como son sisones, et palomas et otras 20 en 1253 ya corría en Portugal, y Valencia no se
aves de paso» (Cafa, ed. Gayangos, p. 17, otros reconquistó y catalanizó hasta 1238, es de creer
ejs. en pp. 18, 51, 153). E n el ms. bíblico E7 que el prim er im pulso partiese del Bajo Llobregat,
(S. XV, original anterior) se emplea la voz sisón otro gran centro de caza para aves de paso. L a
para traducir el ixion de la Vulgata (M od. Philol. variante asisón se deberá al influjo de avutarda.
X X V III, 94): esta palabra latina es un hápax de 25 1 Comp. Sisó ’Otis T etrax’ en Fabra.— a En
origen incierto, mas a juzgar por el contexto ha de efecto : «el burret, que no valía u n sisó, de veli
tratarse de una ave inm unda como el buitre, y y flach q u ’estava», M artí Gadea, Tèrra del Gè
así ésta es una de las frecuentes traducciones de I, 256.
puro sonsonete que se encuentran en estos mss.
bíblicos. De un texto clásico cuyo nom bre olvidé 30 Sisón ’sisador’, V. sisa Sistem a, sistemático,
anotar tengo esta ficha: «a los capones más gor­ sistematización, sistematizar, V. estar Sístilo, V.
dos / tuerze los cuellos, y mata / u n lechón, y estilo II Sístole, sistòlico, V. diàstole
arroja dentro / de la olla dos torcazas / palomas
y algún sisón» (v. 1811). Como nombre de una S IS T R O , tomado del lat. sístrum y éste del gr.
especie de francolín ceniciento está citado en los 35 <T£Í<TTpov id. 1.a doc.: A u t.
Sueños de Quevedo (Fcha.). Más testimonios en Suele emplearse solamente con referencia a la
Cej. V III, p. 12. F . B. Navarro en su glosario Antigüedad.
dice que en el A rte Cisoria de E. de Villena se
encuentra «seyson: sisón, especie de abutarda pe­ Sitar, V. zutano Sitiado, sitiador, sitial, sitiar,
queña, Otis Tetrax L.n. Assisón está en Juan del 40 V. sitio Sitibundo, V. sed
Encina, asisón en Lope, y esta forma se emplea
hoy en Extrem adura (vid. D Hist.). Entró tarde en S IT IO , origen incierto: la fecha tardía del vo­
la tradición lexicográfica: falta en A ut., T err. de­ cablo, la antigua variante sito, y su empleo con
fine «especie de francolín», Acad. lo describe de­ matices jurídicos y abstractos parecen indicar que
tenidamente ya en 1817. 45 es alteración semiculta del lat. sítus, -üs, id .; la
En portugués hay u n prim er testimonio en terminación -io podría ser debida al influjo de
1253: «cison valeat quatuor denarjos... grúa... asedio (lat. obsidio) o al del verbo sitiar, que tam ­
avetarda... perdix... colum binus... et seixa valeat 2 bién significó ’sentar’ (en cat. y oc.), y que se
denarios» (P M H Leges I, 195); hoy sisdo está explica como adaptación occitana del b. lat. situa­
anticuado en el idioma vecino (Fig.), pero hay un 50 re. 1.a doc.: sito, Alex.; sitio, invent. arag. de
testimonio del pl. sizdes en Fernandes Ferreira 1331.
(princ. S. X V II, vid. Bluteau y Fig.); Silveira «Cerca era de T yro, en essa vezindat, / Gaza
(R L XXXV, 121) cita Sisón como apodo en el era su nom bre, una rica ?iudat, / de syto e de
Cancioneiro da A juda y u n nombre de lugar S i- obra e de toda bondat / era villa complida e de
soncini cerca de Arouca en doc. de 989, pero 55 grant plenedat» Alex. (O 1072c). «V II sitios [’asien­
en cuanto a éste su relación con el vocablo que tos’] de fust para posar; dos alfaceras [’esteras’]
nos interesa es improbable. Además se documenta de junco» invent. arag. de 1331 (B R A E II, 552);
como nombre de una ave maloliente, comparada otro de 1488 en la misma colección (B R A E IX,
a una persona que se ventosea, en dos ctgs. gallegas 120). Sito es todavía la forma que encontramos
de escarnio de Alfonso X (R. Lapa, CEsc. 7.6, 60 en APal. : «tabertum es piedra adaptada al sito
de las tabernas o boticas» (485b, comprobado en (con e cerrada — É romance), con predominio hoy
el microfilm). N e b r.: «sitio por assiento de lugar: del segundo, y en este idioma el vocablo >no se
situs; sitio por cerco de lugar: obsidio». Éstos son ha hecho sinónimo de ’lugar’ como en cast., em­
todos los ejs. que encuentro hasta el S. X VI. En pleándose solamente en varias acs. especiales (Fa-
comparación con la enorme importancia del voca­ 5 b r a : «lloc on seu, on está, que ocupa algú o al­
blo en castellano moderno, llama la atención la guna cosa; lloc on pot col ■locar-se o destinat a
ausencia del mismo en un número grande de col • locar-hi algú o alguna cosa»), entre las cuales
fuentes medievales*; los pocos testimonios de la citaré sobre todo la de ’asiento, lugar para sen­
Edad M edia indican evidentemente una palabra tarse’, hoy más bien rural (anotado en Sant Pau
que sólo se emplea ocasionalmente, sea por tratar­ 10 de Seguries, Llofriu, St. Pol de M ar, etc.; en Prats
se de un cultismo inadaptado o por ser voz oc.- de Molió El Seti de Roldan, peñasco famoso en
cat. que por entonces sólo hubiese penetrado algc forma de sillón), la frase deixar al seti ’dejar m uer­
en Aragón, sea por ambas razones a la vez. E n el to al acto’ de uso general3; además siti de la sitja
período clásico es ya palabra bien asimilada y di­ ’colocación de la carbonera’ (Costumari Catalá I,
vulgada, pero Covarr. y A ut. sólo le reconocen to­ 15 s. v.), seti ’m anchón de sem brado’ en Tortosa
davía la ac. abstracta de «assiento del lugar», «el (B D L C IX , 298), un seti de vasos ’colmenar’ en
lugar o parte de terreno que ocupa y le corres­ el Maestrazgo (Z R P h . L IV , 527). Antiguamente
ponde a qualquier cuerpo», que es efectivamente siti está ya en Antoni Canals (fin S. X IV) «no han
usual y aun predom inante en esta época: «Barce­ les dites gents, cases ni habitacions ni sitis en
lona... en sitio y en belleza, única» Quijote (II, 20 qué reposen» (Providencia, N . Cl., p. 110), y Ag.
lxxii, 272v°), «el lugar, como agora vemos, era cita ejs. de éste desde Desclot, y de seti desde
m ui fuerte por su sitio natural» Ambrosio de M o­ Jaime I, ambos del S. X III.
rales, «el sabio Capitán le necessita / a que des­ En lengua de Oc sólo se encuentra seti, que
criba el sitio de la tierra, / el orden, el poder que M istral define «siége, escabeau, billot de bois ou
el campo encierra» M iguel de Silveira ( t 1636), 25 bloc de pierre sur lequel on s’assied», «assise de
«estos sitios para prados son mui raros, porque pierres»: en estas acs. el vocablo ya se encuentra
no tienen el aire, sitio, tierra y agua favorable» en el S. X III (Sidrac, Ev. de St. M atieu) y es
M iguel Agustí (h. 1620), citas de A ut. Sin embar­ frecuente desde la E. Media.
go, ya entonces empezamos a encontrar ejs. de la Y ahí concluyen las formas romances con i pos­
perfecta sinonimia que el lenguaje actual hace con 30 tónica. Las cuales desde antiguo han creado un
sitio y lugar, innovación que pertenecería por en­ problema a los romanistas, pues esta vocal consti­
tonces al lenguaje hablado y al estilo llano y fam i­ tuía un estorbo para derivarlas del lat. situs. Así
liar: «no está muy lexos de aquí un sitio donde...», es como Diez (W b.: 488), partiendo del verbo si­
«los enlutados... no se podían mover: assí que muy tiar, y derivando de ahí sitio, daba como étimo el
a su salvo don Quixote los apaleó a todos, y les h i­ 35 germ ánico: b. alem. ant. sitúan ’estar sentado’,
zo dexar el sitio mal de su grado» Quijote (I, xii, bisittian ’asediar, poner sitio’, a. alem. ant. sizzan
40; xix, 72v°). Junto a ésta persisten actualmente ’estar sentado’, fris. ant. sitta, ags. sitian, todos los
acs. antiguas, más propias del lenguaje adm inistrati­ cuales suponen un germ. occid. s í t t j a n ; lo cual
vo o jurídico, que es todavía el ambiente original rechazaba M -L . (R E W 1 7782) con el fundam ento
del vocablo: el Real Sitio de L a Granja, de Aran- 40 de que la palabra romance, dada su extensión, sólo
juez, etc.; bienes sitios ’bienes inmuebles’ (así ya podría venir del gótico, con arreglo a cuya fonéti­
en 1742 en los Autos acordados II I, ii, 33); sitio ca el vocablo en cuestión tendría - t - sencilla, en
en el sentido de ’solar por edificar’, muy vivo en tanto que las formas romances supondrían una
la Arg., por lo menos en el S. X IX 2. De sitio con -T T - 1 ; atendiendo a esta razón observaba Brüch
el valor de ’asedio’ hablaré más abajo. 45 que hay ciertos motivos para creer que el burgun-
En portugués tiene sitio acs. e historia semejan­ dio duplicara las consonantes ante j, y por lo tan­
tes a las castellanas, y tam bién en lo antiguo tiene to se le podría atribuir una forma * s i t t j a n (Z R P h
solamente el sentido de ’colocación y situación de X L , 645), con lo cual logró convencer a M -L.
una cosa’, como ocurre en el testimonio más an­ (.R E W 3 7961b), pero sin razón, pues además de
tiguo a mi alcance, de Joáo de Barros (h. 1550): 50 que es aventurado atribuir al burgundio una for­
«Affonso d’Alboquerque, chegado ás portas do es- ma tan diferente de la de su pariente inmediato
treito, porque á entrada nao tinha notado o sitio el gótico, salta a la vista que no pueden explicar­
da térra, principalmente a Ilha M ehum , onde El- se formas romances exclusivas de la Península
Rey D . M anuel era informado que se podia fazer Ibérica y del Sur de Francia a base de una lengua
urna fortaleza, foi-se a ella» (V. muchos más en 55 que sólo se habló más al N orte, y que aun en su
D . V ieira); Bluteau d efin e: «espado de térra des- región influyó muy escasamente en el romance
coberto: o chao em que se pode levantar hum local. H e aquí por qué Gamillscheg (R. G . I, p.
edificio», «lugar, disposi<;ao, aptidáo» (Moraes da 378) se decidió a partir de un gót. * s É t i ’asien­
el ej. achou no brago desarmado sitio para ferir). to’. Esto es riiuy preferible desde todos los puntos
El catalán vacila desde antiguo entre siti y seti 60 de vista, y si aceptáramos una etimología germá­
nica ésta había de ser forzosamente. En efecto, el établir», «assiéger» (con ej. de 1375 en Pansier),
escand. ant. emplea corrientemente un neutro stÉti con variante sitar ’colocar, asentar’ (ejs. en Stichel
’asiento’, ’m ontón de hierba’ (de donde se tomó el y Levy). Sabido es que sitiar o assitiar es palabra
ingl. seat ’asiento’, ’sede’), hoy danés scede, sueco bien viva en los tres romances ibéricos, aunque
sate, que bien pudo tener correspondencia gótica, 5 sea sobre todo en el sentido de ’poner cerco’, pero
pues tiene el mismo vocalismo que el a. alem. ant que existió con el sentido de ’sentar’ en catalán lo
gisázi (hoy gesdss) y el lat. sedes, y aun se cita prueba el derivado sitiada ’sesión’ : «axí conclo-
un a. alem. med. s&ze; realmente al escand. ant. scSti gueren lo parlament, tractant aquests fets en di­
respondería el gótico con * s É t i (tal como lékinón, verses jorns e sitiades» Curial (N. Cl. II, 213),
= lakna, mc.kis = m tsker, méritha = m<SrS, etc.), 10 «conforme provisió feta en sitiada a 26 del present
y aunque el gótico ya tiene sitls ’asiento’, bien mes» doc. de Valencia de 1559 (Anales del C. de
pudieron coexistir los dos vocablos, como coexis­ Cult. Valenciana V III, 101). Hasta hoy sigue vi­
tieron sezzal y gisázi en alto alemán. Desde el pun­ viendo assetià ’hacer sentar’ en la Haute-Vienne,
to de vista romance tampoco hay objeciones foné­ Corrèze y Puy-de-Dôm e, y hace bien Jaberg al no
ticas, pues diga M -L. lo que quiera, la - T - gótica; 15 tom ar en consideración la posibilidad de un o ri­
intervocálica puede conservarse en romance sin so­ gen germánico y atenerse a s e d i t a r e (A S N S L
norización, y en voz tan tardía t j no tenía por CXX VI, 420 y mapa). Sin duda la teoría de Ant.
qué cambiarse en z; la metafonía *setio > sitio Thom as (Rom. XXV, 392) de la existencia de
también estaría en regla. N o es imposible, pues, postverbales en -t creados en occitano no parece
que Gamillscheg resolviera el problema, y la ob­ 20 aceptable (barri, uno de sus fundam entos p rin ­
jeción de que es extraño que en este caso el ibe- cipales, n o viene de barra, sino del árabe, V. B A ­
rorromance y el occitano estén más germanizados R R IO ); pero creo que no puede separarse (as)se-
que el francés no es decisiva. Sin embargo, des­ tiar y sitar del cultismo situs y de su derivado
confío de que esto sea cierto. Es muy tardío el situare, tan frecuente en bajo latín (vid. D u C.).
cast. sitio para ser palabra heredada del gótico, y 25 Recuérdese que hay pati junto a patu como re­
el port. sitio con la conservación de la -i- postó­ presentantes occitanos del semiculto pactus, y pa­
nica, contra todas las reglas de este idioma (ehuva liar equivale al b. lat. pactuare ’pactar’, como
’lluvia’, estudo ’estudio’, m ureho = cast. m ustio, también se codean en occitano y en otros romances
etc.), revela todavía una fecha más moderna. En carruatge y carriatge, etc. Luego es natural que el
todas partes el vocablo romance presenta sentidos 30 cultismo situare, pronunciado situar en lengua de
y empleos que recuerdan mucho más las acs. y el ;Oc, se convirtiera en sitiar, setiar, y que éste a su
ambiente jurídico y oficial del lat. situs que el vez influyera en el lat. situs, convirtiéndole en
significado elemental y el tono popular del ingl. seti, con el influjo auxiliar de assetar a d - s e d i t a r e .
seat y congéneres: además de los ejs. iberorrom an- Q ue el vocablo pudo comunicarse desde tierras de
ces ya citados obsérvense ejs. occitanos como «los 35 Oc, pasando por Cataluña^ hasta Castilla y Por­
quatre vens correrán / . . . / que la térra despeza­ tugal, no ofrece dificultad alguna, y de hecho esto
ran, / de so seti la levaran», «Ollandia es... mens es lo que indican las fechas de las primeras docu­
curan de rapiña que • ls autres Germás, ab les mentaciones respectivas. Realmente lo que prim e­
quals es unida quant a seti, lengua et senhoria», ro encontramos en Castilla es el latinismo puro
«e • 1 rey Jozaphat lo pren et asetet lo el rial seti, 40 sito, y sólo más tarde, y prim eram ente sólo en
e pauzet li la corona el cap» (citas de Levy). El Aragón, aparece la variante sitio con la i postó­
sitio y belleza única de Cervantes y los sitios rea­ nica como en Cataluña y Occitania. Además cabe
les castellanos son inseparables del site francés y la explicación por otro factor, que en todo caso es
del sito italiano «posto, luogo, situazione, posi- seguro que colaboró. El sentido de sitio ’cerco, ase­
zione», de cuya procedencia latina y culta no cabe 45 dio’ se explica tan mal por el germ. séti como por
dudar. Y ¿qué diremos de los bienes sitios ya do­ el lat. situs: es evidente que ahí hubo de haber
cumentados en cast., y no menos arraigados en fusión de situs con el lat. clás. obsidio, lat. ar­
catalán? : «que tal delat perda tots los bens, axi caico obsidium. Y la i postónica de éste contribui­
setis com mobles, e del cors sia feyta justicia cor­ ría mucho al cambio de sito en sitio. E n castellano
poral» a. 1424 (Ordinacions d ’Aneu, R FE IV, 34; 50 sitio ’asedio’ no se encuentra hasta N ebr., más
ejs. antiguos de bens sitis en Ag.). Está claro que tarde que los primeros testimonios de asedio; en
aquí tenemos el adjetivo latino situs, -a, -um . No lengua de Oc ya encontramos seti con este sentido
hay que dar demasiada importancia a la É que su­ desde la Cansó de la Crozada, comienzo del
ponen el oc. séti y el cat. séti: es evidente que S. X III5.
aquí hay influjo del verbo s é d e r e (oc. sezer, cat. 55 D e r i v . Sitial [O udin; no en Covarr. ; sin ejs.
seure) o si se quiere de su derivado oc. ant. asse- todavía en A ut.], prob. tomado del cat. setial o
tar ’asentar, hacer sentar’ ( a d - s e d - i t a r e ) , del cual sitial id., más popular en este idioma y ya fre­
acabo de citar un ej. .Además de esto existe el cuente en el S. XV (Ag. ; Jaum e Roig, v. 13786).
verbo oc. ant. se setiar ’sentarse’ (G uilhem de la Sitiar [con el significado de ’situado’, señado apa­
Barra, Guerra de Navarra, etc.) y assetiar «placer, 60 rece a menudo en los Docs. de Aragón de T . N a­
varro, pp. 98, 114, etc.; sitiar ’sitiar’ y ’situar’ capa del cielo» (Dial, de la L ., 117.11); todavía
está también en el aragonés Fdz. de Heredia, en esferas populares sobrevivió algún tiem po y el
G rant Crónica, p. 351; C ovarr.; O udin; ejs. del autor del Lazarillo escribía «echando el cabo de la
S. X V II, en A u t. R aro asitiar, h. 1300, D H ist.; capa sobre el hombro, y a veces so el brazo», pero
traducción de las Ilustres Mujeres, Zaragoza 1494, 3 J. de L una en su ed. de 1631 sustituye esto por
f° lOOua; ast. ’quedar’, V ]; sitiado; sitiador. S i­ debajo (como observa M . P., Antol. de Pros., p.
tiero. Cultismos puros. Sito [Acad. S. X IX], de 95). Hoy subsiste en bable: «está’l carru so’l
situs, -a, -um id. Situar [1433, Villena (C. C. Smith, horru» (V).
BHisp. L X I); Covarr.], raro asituar [DHist.], del D el catalán se tomó en préstamo el prefijo sota-,
b. lat. situare id .; situación [med. S. X V II, Aut.]. 10 procedente de la preposición sota ’bajo’, de empleo
1 E ntre otras Oelschl., Cid, Berceo, Apol., Con­ general en todos los tiempos en este idioma, y que
de Luc., J. Ruiz, Fuero Juzgo, P. de A lf. X I, T i- representa una variante * s ü b t a en lugar de los
lander, Gorosch, glos. de h. 1400.— 2 Vale ’solar, clásicos s u b t u s y s u b t e r (derivados de s u b ) , va­
lote’ en el acta de fundación de Villa M aipú riante tam bién conservada en lengua de Oc, sar­
(Mendoza), a. 1861 (facsímil en el diario Los 15 do y dialectos del Sur de Italia; el prefijo caste­
Andes, 3-X I-1940); «don Vicente Sagaz vende llano sota- aparecería primeramente en términos
a doña Hilaria Rivas un sitio de unas tres y me­ náuticos tomados del catalán, en especial sotacóriii-
dia cuadras» doc. de 1862 (Chaca, H ist. de T u - tre [med. S. X V I, Lope de Rueda, Fcha.], del
pungato, 194; otro p. 190). Octavio G il describe cat. sotacómit ya documentado en los SS. XIV
los «sitios o quintas de frutales que las familias 20 y XV (Ag., Jal); sotavento [-viento, 1430, W oodbr.],
pudientes de hace noventa años poseían en los del cat. sotavent1, y seguramente otros; sotaven­
alrededores» en el Bol. de la Junta de Hist. de la te a r s e ; después empezó en cast. a propagarse a
Prov. de S. Juan II I, n.° 4, 1942, p. 5.— 3 M e es formaciones nuevas; A ut. registra los siguientes,
familiar en esta forma, mientras que Ag. y Bar- cuya mayor parte lo serán y a : sotabanco, sotaca-
nils (que era de Centelles, cerca de Vic) anotan 25 ballerizo, sotacochero [1680], sotacola [Lope], sota-
deixar al siti.— 4 Esto es discutible, pero hay una ministro [princ. S. X V II, Nierem berg], sotamon­
razón más concluyente y es que en gótico el tero [h. 1580, Argote de M olina]; la Acad. da
verbo que interesa tenía la forma s i t a n , que además el catalanismo marineril sotabarba (de uso
desde luego no serviría.— 5 Será préstamo cata­ general en cat., y en Cuba, Ca., 100, donde se han
lán el campid. s4tyu ’gusto’, assetyai «assettare, 30 generalizado tantas voces náuticas); sotabasa; sota­
accommodare» (Wagner, B hZRP h. L V II, 59) si coro; sotacura amer. [fin S. X V III, D raghi, F uen­
bien con influjo semántico del it. sito ’gusto de te Am er., p. 10]; sotayuda. Además Cervantes
pasado’. emplea sotaermitaño (Quijote II, xxiv) y sotasa-
cristán (en La Guarda Cuidadosa, Entremeses, p.
Sivuelcual, sivuelcuando, sivuelqué, V. querer 35 97, ed. Agustín del Campo, 1948, a quien agra­
dezco esta cita).
SO prep., del lat. s í j b ’debajo de’. 1.a doc.: docs. Varias de estas expresiones se abreviaban di­
de 99S y del S. X I, Oelschl.; Cid, etc. ciendo el sota, como ya observa el Diccionario de
Uno de los Infantes de Carrión «metiós sol es­ Autoridades; hoy en Tarifa es ’jefe de labradores’
caño, tanto ovo él pavor» (v. 2287); para el uso en 40 (RFE X X IV , 227). De ahí el cat. sota ’carta dé­
el Cid, vid. la ed. de M. P., pp. 391.4, 191.31, cima de cada palo de la baraja’, que en cat. ya se
290.30. Es de empleo muy amplio y frecuente en documenta en 1460, en Jaum e Roig («trinca de
los primeros siglos, en Berceo, Apol., A lex., J. sotes / si ans jugava, / copes langava» v. 3016),
Ruiz, J. M anuel, etc.; con frecuencia combinado de donde pasó al cast., como N A IP E , R U N F L A
con el artículo: «traía sol vestido cobierta la es­ 45 y otros términos de las cartas; en cast. se lee ya
pada» Alex., 1077a y passim. Nótese que en textos a med. S. XV en Fernando de la T orre el de Bur­
arcaicos puede aparecer sov, según era de esperar: gos (Canc. de Stúñiga, p. 275).
«qui mulier forzare o metiere sov sí por desornála, D e r i v . Sotana [1605, Quijote I, vi, 19; xxvii,
peche C e V III moravedís», Fuero de Alcalá de 120; O udin; C ovarr.; 1624, G óngora; Lope,
Henares, § 9. Probablemente sería esto más usual 50 Aut.], del it. sottana ’falda bajera de m ujer’, 'so­
en posición ante-vocálica. L a otra variante son tana de cura’, derivado de sotto ’debajo’ (más
que cica la Acad. apenas se encuentra más que en bien que del cat. sotana, ya documentado en
calidad de prefijo. Renuncio a tratar del uso en 1430 y en el S. X V I; pero en cast., como el
épocas posteriores, y de su lucha con bajo y deba­ fr. soutane, vendrá más bien del it., dada la fecha
jo cada vez más preponderantes: pertenece esto 55 de aparición, y la mayor am plitud semántica de
a la gramática histórica y a las gramáticas genera­ la palabra i t . : hoy el car. sotana sólo significa por
les; ya J. de Valdés en 1535 da muestras de con­ lo general lo que en cast.); comp. Sbarbi, El A ve­
siderarlo anticuado, desaconsejando que se emplee, riguador Universal, III, 375; IV, 2, 18, 19; so-
a no ser en los refranes «so la color está el en­ tanear; sotanilla; sotaní [Aut.], parece ser catala­
gaño», «so el sayal ay ál» y en la frase «so la 60 nismo [ - i n u m ] , aunque hoy no me es conocida la
palabra en este idioma (falta Ag., Fabra, Griera). barcación’, ’hacer caer a tierra uno al adversario
Sótano [sótalo, 955; sótano, O udin]3, del lat. y sujetarlo debajo de su cuerpo’; aquél es com­
vg. * s ü b t ü l u s , derivado de s u b t u s ’debajo’ puesto de sois ’debajo’ ( s u b t u s ) y sobre ’encima’,
(comp. s u b t u l u m en D u C.), del cual proceden la ts catalana se transcribió por su homófona f
oc. ant. SQtol «locus inferior» (Ant. Thom as en 5 y después hubo dilación s-f > f - f - 7; zozobrante;
Mél. H avet), bearn. sótou «sous-sol d ’une habi- zozobroso“.
tation» (Palay), malí, sotil ’techo’, ’granero’, ’sue­ 1 Sotauenio está tam bién en el port. de los Co­
lo que se pisa’ (en ciertos lugares sótul, B D L C mentarios de Albuquerque en los albores del
1908, 253), port. sótao parcialmente reducido a S. X V I (Jal). El it. sottovento, del cual parten
sóto ’habitación en la planta baja’, ’habitación 10 algunos, no explicaría la -a-, y además según
en el piso Superior’ (Leite de V., R L X X X III, Zacearía no aparece hasta el S. X V I en Ame-
196; C. Michaélis, R L X X V III, 34), alent. sótáo' rigo Vespucci y en la traducción de Lopes de
«o quarto de dormir» (R L XXV, 261), Ervedosai Castanheda, así que sería hispanismo.— 2 «Casa
do D ouro sóto «loja, estabelecimento comercial» cum sotalo et soperatum» doc. vascongado de
(R L X X V II, 94), gall. sótoo (G. de Diego, Gram., 15 955; «alio sotalo cum superato» doc. leonés de
p. 31), Limia sote ’desván’ (V K R X I, 143); tam ­ 980, M . P., Oríg.', p. 339. Según Oelschl., Gonz.
bién hubo reducción fonética a sota, que se volvió Palencia trae sótalo de un doc. mozárabe tole­
entonces fem enino: Fig. da un ejemplo en este dano de 1176, y sótano de otro de 1141, lo
sentido o en el de ’suelo inferior de un edificio’ cual necesita comprobación. N i sótano n i sótalo
en un L im o de Fazenda manuscrito, de la Univ. 20 figuran en los glos. de h. 1400, en APal., N ebr.,
de Coímbra (que no debe de ser reciente); pero en PAlc., C. de las Casas ni Percivale; pero sóta­
la Edad M edia se especializó en el sentido de no ya está en Covarr., en O udin («cave ou ce-
’bodega o sentina de un navio’, que aparece en lier; sótano o sotanado lugar: lieu comme une
una Ctga. de Sta. María de Alfonso el Sabio voute ou magasin soubs le logis, oü l’on se tient
(95.58 y en la miniatura) y en otra del contem ­ 25 l’esté au frais, ou bien á m ettre denrées»), y en
poráneo G. Eanes do Vinhal («os que na frota / A ut., donde se citan ejs. de la 1.a mitad
van e se deitem, con medo, na sota, / sol que S. X V II.— 3 Es préstamo del cast. el sardo de
entenden tormenta do mar» (R. Lapa, CEsc. 170. Cagliari sóttani ’sótanos’ (M. L . W agner, R F E
13). No hay noticia de que se emplee en este IX , 233).— 4 «El qui prim ero oviere de lanzar
sentido en portugués y no sé si se emplea todavía 30 los dados si lanzare XV puntos o X VI o X V II
en gallego (pues la indicación de Crespo Pozo, o X V III, o las sofobras destas suertes, que son
p. 526, es ambigua); de todos modos, saldrá de V I o V o IV o II I, gana», Libro del Ajedrez
eso la locución gallega facer sota ’volver a echar de Alfonso X , ed. Leipzig 1913, f° 67. Igual
al fondo del mar la jábega después de atar el en la ed. Steiger; comp. G . Sachs, R F E X X III,
copo, cuando hay mal tiempo o cuando se ha 35
187-8. «Coyda echar su suerte, echa mala fo fo -
pescado demasiada cantidad para arrastrarla, y se bra» J. Ruiz 1533b (sofobra, T ). D e ahí ’lo
guarda allí’ (Eladio Rodríguez). Mozár. sütar m en­ opuesto’, ’el revés de la medalla’ : Santillana en
cionado junto a la algorfa en una escritura mozá­ sus Proverbios dice que el avaro Antígono «dió
rabe toledana (Simonet), marroq. soltáno ’sótano’ tales respuestas al miserable, que digno fué de
(Lerchundi)3; se trata de un cambio de sótolo en 40
ser escripto assí como fo fo b ra y opósito de los
sótalo y sótano, de la misma naturaleza que ca­ virtuosos Alexandre y Tito», comentario al pro­
rámbano < c a l a m u l u s , cópano c a u p ü l u s , it. ga­ verbio 64, ed. Sevilla 1530, f° 22v°a.— 5 «Ca ese
rój ano c a r i ó p h y l l o n , etc. Los santand. sotámbaro, mesmo viento / que estas dos fazía, / fizo fo fo -
socámbano, socámbaro, «cárcava», «hueco en la bras ciento / en ese mesmo día» Sem T ob, copla
pared cerca de la llar para colocar la comida o 45 71. «Qofobra: fortunae inversio» N ebr. L a ac.
las sartenes y que no se enfríen» (G. Lomas), secundaria ’aflicción, congoja’ ya está tam bién en
parecen cruces de sótano con cámbara = cámara los Proverbios de Santillana: «Roboán no con­
(I, 779a30), o, en parte, derivados de éste con siguiendo [’siguiendo, observando’] / tales obras
prefijo so-. M ás acerca de esta palabra en M . P., [las de Salomón], / mas en todas las fogobras /
Festgabe Mussafia, p. 392; Spitzer, Lexik. a. d. 50 imprimiendo [’oprimiendo’], / molestando y
Kat., 122; Scheuermeier, BhZRPh. L X IX , 88n. ofendiendo / torpemente / fue menguado de su
Agregaré que el área del vocablo en el S. X se gente», proverbio 19, f° llv ° b ; y en la Celestina
extendía hasta C ataluña: «térras cum casas et so­ (ed. 1902, 91.2, 101.8). Sozobra con este sentido
lanos et subíalos», doc. de 983, Cartul. de Sí. está en Álvarez Gato, sogobra en la ed. prín­
Cugaí I, 128. D eriv .: asotanar. 55 cipe del Canc. de Castillo (pero con f- en la ed.
C p t . Zozobra ’c a r a d e l d a d o o p u e s t a a l a d e de 1627), V. las citas en Cuervo, Obr. Jnéd.,
q u e s e t r a t a ’ [sofobra, 12834], hacer zozobra ’v o l ­ 375-6, y en Cej., Voc.; más documentación de
c a rs e la e m b a r c a c ió n ,, n a u fra g a r’ [fO f-, m ed. esta y otras acs. en Cej. IX , 21-22.— 6 E n G onz.
S. X IV ]5, zozobrar [ p r i n c . S. X V]6: d e l c a t. fer de C lavijo: «tanto fué el beber que se caían
sotsobre y s u d e r i v a d o sotsobrar ’v o l c a r s e la em ­ 60 delante della los ornes beodos, sozobrados»
(Cej.). Qogobrar está tam bién en la Gaya de Se- fusión de -e con -a, mientras que hay ya un buen
govia, a. 1475 (p. 79). Ejs. de zozobrar en el número de confusiones antes del acento. Bs pro­
sentido de ’naufragar’ cita Cej. de escritores del bable que se trate de un hecho de substrato,
S. X V II y fin del X VI. Del port. sofobrar, de antiquísimo, lo cual no quiere decir que se gene­
igual sentido (que llegó a Portugal tam bién des­ s ralizara en seguida.— 8 El fr. sombrer ’zozobrar,
de el cat., por conducto del cast. o directamente) irse a pique’ [1680], de origen desconocido hasta
hay ya ej. en los Comentarios de Albuquerque, ahora (la etimología escandinava, ya inverosímil
princ. S. X V I (Jal 648a), con variantes sossobrar por la fecha, es imposible por toda clase de razo­
en la Vida de D . Joäo de Castro, y fogobrar en nes, como indica Bloch-W.), pero que más anti­
texto de 1508 y en el propio Albuquerque (Jal 10 guamente fué sous-sombrer (como indica Jal), me
1370a, 1527a, 485a).— 7 Ya Diez (W b ., 500) se parece claro que es préstam o del cast. zozobrar;
dió cuenta de que zozobrar era compuesto de el prefijo sous- se eliminó después por sentirlo
sobre, aunque creyó que el prim er miembro era como superfluo, dado el significado (sólo es po­
el cast. so s u b . M -L ., R E W 8402, lo coloca en­ sible sombrer hacia abajo).
tre los compuestos de s u b t u s sin más aclaracio­ 15
nes, y K örting supone u n lat. * s u b s u p r a r e (com­ So ’sino’, V. si So, V. señor So uno, V.
puesto de s u b y s u f r a ) , en lo cual le siguen asonada
brevemente M . P. (Manual, § 37.2tí), A. Castro
(RFE V, 42) y, al parecer G . de Diego (RFE ¡S O !, interjección para que se detengan las ca­
I I I , 308). Pero ya Cuervo (í. c.) se da cuenta 20 ballerías, voz de creación expresiva. 1.a doc.: xo,
de que este supuesto étimo latino no explica la med. S. XV, Refranes que dizen las viejas.
constante - f- interna, y recalca atinadamente que Donde se lee xo, que te estriego, el proverbio
la forma originaria es sofobra (de donde fofo- que en la Celestina está bajo la forma «xo, que te
bra secundariamente). Se trata, naturalm ente, de estriego, asna coxa», en el Quijote y en Correas
uno de tantos préstamos náuticos del catalán; 25 «jo que te estregó, burra de m i suegro», etc. Cej.
tam bién en la terminología de los juegos abun­ IX , p. 5, cita ejs. de jo en T irso, Quevedo, Q ui­
dan los catalanismos (G R E S C A , N A IP E , R U N ­ ñones de Benavente y Calderón. El vocablo se
F L A , etc. y V. sota arriba). El origen catalán pronunciaba originariamente xo = so, tal como
es evidente en vista del cambio de -e en -a, con­ se hace todavía en catalán, etc., pero cuando el
forme a la pronunciación catalana (recuérdese 30 cast. alteró el sonido de í, hubo tendencia a
que de s u p r a no hay descendencia en la Pen­ reemplazar la x de este vocablo por s o por ch,
ínsula Ibérica ni en galorromance), y en vista más expresivas que la j m oderna: pues al fin y al
de la -f-, que se explica sin la m enor dificultad cabo estamos ante el mismo sss que pronuncia­
si recordamos el cat. sois s u b t u s , sumamente mos para llamar o hacer parar a una persona.
usual en todas las épocas. L a documentación cas­ 35 Dice Aut.: «so... para hacer detener o parar a los
tellana comprueba que el sustantivo sogobra es jum entos; dicen también cho y xo». Cho está en
anterior al verbo derivado sofobrar. Confirma el Díaz Jurado según Cej.
origen catalán la variante zozobre que Cej. cita Ampliación de la misma interjección es julo que
en Fr. José Gallo (1621). Ag. sólo cita ejs. de Covarr. (copiado por A ut.) explica «deste voca­
sotsobrar en el sentido de ’echar al suelo al ad­ 40 blo suelen usar los harrieros para aquietar y sos-
versario’, repetidam ente en T irante el Blanco segar sus m achos; es nom bre arábigo, y propia­
(S. X V); encuentro fer sotsobre solamente en los m ente es el macho que va delante de todos en la
dicc. de Fabra y Bulbena, pero es sabido que la recua»; como interjección está, en efecto, en el
terminología náutica del catalán medieval la co­ predecesor de Covarr., Sebastián de Horozco (med.
nocemos muy imperfectamente. En traducciones 45 S. X V I): «como dijo el asno al m u lo : / anda
italianas hechas en el S. XVI de originales por­ bestia, xulo, xulo, / orejudo, tirte allá» (B R A E
tugueses se encuentra sossoprare ’naufragar’, que IV, 395). Covarr. para su supuesta etimología
en apariencia podría ser derivado castizo del ad­ arábiga se funda solamente en el artículo de PAlc.
verbio sossopra ’lo de arriba abajo’, paralelo a «xúlo: bezado de ganado, cabestro, animal para
la forma catalana; pero no apareciendo dicho 50 guía», pero ésta no es palabra arábiga, aunque se
sossoprare más que en esas traducciones, es claro emplease en el árabe de G ranada (falta en Dozy,
que ha de ser hispanismo adaptado al italiano, Gloss.; Eguílaz), sino préstamo del mozárabe, y el
como reconoce Zaccaria, y la forma sozoprare sentido primitivo es el interjectivo, que se aplicó
empleada por Amerigo Vespucci lo confirma sin fácilmente al animal que conducía a los demás, por
lu g ar a dudas. G. Colón, Ene. Ling. Hisp. II, 55 ser a éste al que había que dirigir la interjección;
216, duda del origen catalán, a causa de la -a así lo vió ya Simonet, s. v.
del cast. ant. sofobra, pues yo había dicho, A IL C
II I, 145-6 que en el S. X III todavía no se daba Soalzar, V. alto Soasar, V. asar Soba ’ac­
la confusión. Dije algo distinto: que en cierto ción de sobar’, V. sobar Soba ’cueva’, V. so­
texto del S. X III no hay más que un caso de con­ 50 baco
SOBACO, palabra peculiar al cast., el port, y a. 1843). Podría suponerse pues que el soubac del
el gascón, de origen incierto, quizá debida a un resto del gascón sea s u b - o p a c u s (e imaginar que
cruce de las dos voces latinas s ü b Al a y s ü b h t r - la coincidencia con el cast. sobaco sea una con­
cus, que significan lo mismo que sobaco. 1.a doc.: vergencia casual?). Desde luego un bosque «opa­
1251, Calila. 5 co» es una selva espesa, que puede proteger algo
La liebre que ha de m ostrar al león el antro contra vientos y lluvias. Desconfío mucho de esta
de su enemigo le dice : cen este lugar se metió, etimología del vocablo gascón por varias razones
e aquí es; mas he miedo' dél synon me pones semánticas (y otras), entre ellas porque justamente
so tu sobacos (ed. Alien 35; Rivad. L I, p. 25); la vertiente umbría de los montes, lejos de estar
«la lança de yuso del sobacos Zifar, 60.28; «de 10 más al abrigo, está mucho más expuesta que la otra
yuso del éobaco va la mejor alfaja: / calabaça a los vientos helados y chubascos. Aunque la ac.
bermeja mas que pyco de graja» J. Ruiz 1207a, topográfica parece haber existido tam bién en la
quien tam bién dice que le gustan las mujeres h ú ­ vertiente Sur de los Pirineos (en el Valle de Boí:
medas de sobacos (445a); en los glos. del Escoria] Font del Sobaco, térm ino de Barruera, donde hay
y de Palacio, h. 1400, sobaco traduce el lat. axilla 15 una angostura del torrente, y la Sobaquera en el de
y el lat. subhircus' ; «estas cosas fallareys en los Cardet), no hay razones sólidas para dudar de
cofres de las mugeres... almisque, algalia para que el sentido original de esta voz gascona fuese
cejas e sobacos», «e la vi colgar... por los soba­ el mismo que en castellano y portugués, pues
cos» Corbacho 132.12, 182.27; «ale son miembros esta idea es el nexo natural y más fácil entre las
pelosos so los braços... son los sobacos», «subirco 20 dos acs. de la voz gascona: desde la axila se pue­
que es sobaco» APal. 12d, 34b; «sobaco, lugar so de pasar a un paraje contiguo como es el seno
el braço: ala» N ebr. ; F. Chacón, Trat. de la Jine­ o el pecho, y por otra parte es fácil com parar un
ta, cap. 10; abundan los testimonios clásicos y abrigo o roca saliente que protege contra la lluvia
es palabra de uso general en todas las épocas, con el escondrijo que dejan debajo de sí el hom ­
bastante más que su sinónimo y concurrente I S ­ 25 bro y la parte alta del brazo.
L IL L A . Indudablem ente se podría pasar desde ’cue­
Sobaco es tam bién el vocablo portugués. E n este va’ o ’solapo de roca’ a ’sobaco, axila’ — esta
idioma la forma antigua es sobaco, empleada por parte del cuerpo se llama cova dus brazus en las
Mendes Pinto (1540) y Lopes de Castanheda hablas gallegas del L im ia: V K R X I, 140— , pero
(med. S. X VI), y preferida por los diccionarios 30 decir que el tránsito semántico opuesto es incon­
hasta fines del S. X IX (Bluteau, Moraes, D . Viei- cebible, como hace Zauner, es dem ostrar m uy po­
ra, H . Michaëlis), sólo Fig. da la preferencia bre imaginación. Precisamente el pueblo tiene
a sovaco, y Moraes observa que esta forma es siempre tendencia a hum anizar o animalizar la na­
incorrecta : sin duda con motivo, pues será de­ turaleza: recuérdense denominaciones tan frecuen­
bida a una contaminación popular por sovar ’fro­ 35 tes como ’fraile’ para ’peñasco aislado’, ’ceja’ o
tar’. El caso es que todos los testimonios cast. m e­ ’crencha’ para ’línea de cumbre’, ’pico’ para ’cum ­
dievales escriben tam bién con -b -; en el gascón pi­ bre de montaña’, ’teta’ para ’colina chata’, ’es­
renaico oriental (Tramesaygues, M artres-Toulou- paldar’ para ’cerro alargado’, ’pescuezo’ (cast. ce­
sane) a la -v- intervocálica corresponde el soni­ rro) para ’m onte’, etc. Y en efecto uno de los
do de vi, y por lo tanto a sovaco correspondería 40 nombres latinos del sobaco, s ü b í l a , ha dado el
*su(vi)ák, m ientras que la forma general gascona gasc. souala (-alo) ’solapo bajo una roca’, y el pie.
es soubac en todas partes, aun en las localidades gove «cave» (Corblet) parece ser procedente de
mencionadas. E n beamés, y particularmente en los una voz escandinava que significa lo mismo que el
valles de Aspa y Beretóns, soubac significa «l’es­ cast. sobaco o el bearn. soubac2.
pace compris entre les deux bras, sein» o sim­ 45 Im portante sería averiguar en qué dirección se
plemente «poitrine» (Palay; Rohlfs, BhZRP h. produjo el cambio semántico en el caso de sobaco,
LXX XV , § 233), pero en gascon está más exten­ pues de ello depende la etimología de la palabra.
dida la ac. figurada ’abrigo, cubierto’ : bearn. abé Si el sentido etimológico hubiese sido ’solapo, cue­
u bou soubac «avoir un bon abri, un bon pro­ va’ tendríamos que pensar en u n origen prerro­
tecteur», hicà las causes au soubac «mettre les 50 mano. De hecho se cita u n arag. soba ’cueva’, del
choses à l’abri, à couvert», Arrens at soubac «à cual sobaco podría ser derivado, y no habiendo
l’abri» (vocab. de Rouch-Camelat), at soubac «à étimo latino para este vocablo sería lógico pen­
l’abri du vent» en M artres-Toulousane (H .-G a- sar que venga de u n idioma prelatino, como tan­
ronne) (raramente deformado en at saubat «à l’abri tas denominaciones de la ’cueva’ ; la terminación
du vent», «à l’abri de la pluie», en Tramesaygues, 55 -acó n o latina, y que hoy funciona como sufijo
A L F mapa 4, puntos 781 y 698). Adviértase con cast. (a decir verdad en formaciones por lo ge­
todo que en ciertas zonas del ge. pirenaico toma neral muy recientes), apoyaría este origen prerro­
este sentido el descendiente del lat. o p a c u s : Co- mano, que realmente es harto verosímil desde
menge «aoubag, abri s. m. ; ad ~j, à l’abri, sous muchos puntos de vista. Sin embargo, fuerza es
l’abri» (Dupleich, Dict. patois de St. Gaudens, 60 reconocer que M -L. (R E W 8352a) no carece de
razón al rechazar esta derivación de sobaco, p re­ España1. L uego no se puede rechazar la idea de
conizada por Rohlfs (Z R P h . L II, 491, y l. c.) y que s u b h í r c u s y s ú b a l a convivieron en ' España,
alternativamente por Spitzer (R F E X I, 71): M -L. puesto que el últim o se emplea hasta hoy en el
duda de la existencia de u n sufijo -acó, en lo gascón del Valle de Arán y de otras zonas fron­
cual no tiene razón3 (recuérdese huraco junto a s terizas del Alto Aragón (Fos, Luchon, Larboust,
horado, lat. f o r u s ) , y sobre todo observa que sien­ Barousse, vid. B hZR P h. LX X X V , § 223; R L R
do soba palabra mucho más local y moderna no es X L V I, 375; y m i Vocab. Aran.), y aun quizá en
de buen método tomarla como punto de partida. En la Andalucía actual7; y así es perfectamente ló­
efecto soba puede no ser más que una regresión gico suponer que sobaco sea producto del cruce
del tipo gascón más extendido souála, lat. s ú b a l a , 10 de estos dos sinónimos, cruce producido a fines
y además la existencia misma de este vocablo ara­ de la época visigótica o aun más tarde, cuando
gonés es dudosa4. Luego debemos renunciar a esta ya no se sonorizaba la -c- intervocálica; así no
pista. Pero ello no implica desechar la idea de un quedaría otra dificultad fonética que la -b- (y no
origen prerromano. N ada nos cierra el paso para -v-, como esperaríamos), dificultad nim ia, pues to­
descomponer en so-baco, y creer que *baco sea 15 dos habían de percibir su - como el prefijo igual
el nom bre prerromano de una roca saliente u otra al cast. so- y así no es extraño que la B se tra­
cosa dentro de este orden de ideas (comp. baque tara como inicial y se conservara; tanto más cuan­
’caída’, <de donde ’roca inclinada’?); sea como to que junto a s u b h í r c u s empleaba San Isidoro
quiera, recordemos que hay nombres de partes del (Z. c.) s u b b r a c c h i u m con el mismo sentido. Ade­
cuerpo de origen prelatino (P E S T A Ñ A , L E G A ­ 20 más los casos de subir (sobir), cobarde, cobija y
Ñ A , M U Ñ E C A y M O Ñ O , cat.-arag. garra, etc.). encobar prueban que ov podía pasar a ob espon­
Hecha esta im portante reserva, veamos, sin em­ táneamente ya en la Edad Media. Para un cruce
bargo, si existen otras posibilidades. Ante todo no parecido al que aquí supongo, vid. calama, s. v.
creo que debamos negamos a admitir cruces de S IM A (n. 7).
palabras, cuando éstos se ajustan a los principios 25 N o son admisibles las demás etimologías pro­
racionales; concretamente estos principios s o n : puestas. L a de Steiger (B R A E X , 44-45), acepta­
que los dos vocablos hayan coexistido en el idio­ da en el R E W 3, * s í j b c á v u s , derivado de c a v u s
ma, pertenezcan a una misma categoría gramati­ "agujero’, podrá apoyarse en alguna denominación
cal, signifiquen lo mismo y el resultado consista paralela (como alem. achselhóhle, ingl. armpit, arm-
en la suma del principio del uno con el fin del 30 hole, prov. trau di bras), pero supone una m e­
otro. Ahora bien, el latín vulgar empleó varias tátesis violenta, e injustificable cuando las conso­
palabras para decir ’sobaco’ : además de a x i l l a nantes afectadas están separadas por la vocal tó­
y a l a , formó un derivado s í b a l a (así en la M u - nica8; además así se haría m ucho más difícil ex­
lomedicirta Chironis, ed. Oder, p. 122.3, y en plicar la b antigua, portuguesa y gascona9. Peor
C G L II, 364.33), formación muy comprensible, 35 es todavía derivar sobaco de sobar ’frotar’, en lo
pues hay tendencia general a agregar a los nom ­ cual pensó Spitzer (l. c.), idea sin base semán­
bres de esta parte del cuerpo un prefijo que sig­ tica (claro que es muy diferente el caso del it.
nifique ’bajo’ : cat. mod. el sotacdxella (antes l’m- ditello ’sobaco’, derivado de t i t i l l a r e , pero sobar
xella a x i l l a ) ; s ú b a l a persiste hoy en el rumano nunca ha significado ’hacer cosquillas’), y ade­
de M eglen soará, pero también se le ha agregado 40 más -acó no es sufijo postverbal. Y desde luego
otro s u b - resultando el rum . antic. sifioara y la es indefendible fonéticamente la idea de Covarr.,
variante meglenita subsuarS (R E W 8346); SUBALA adoptada por Zauner (R F X IV , 440), de un verbo
dió tam bién el mencionado gasc. soualo ’cueva’. *SUBARCUARE ’poner bajo u n arco’.
Por otra parte se decía h í r c u s , propiamente ’m a­ D e r i v . Sobacal. Sobaquera. Sobaquido. Soba­
cho cabrío’, para el hedor del sobaco o sobaqui­ 45 quina [Nebr.].
na (así ya N ebr.), y este vocablo latino se aplicó 1 En uno de los dos pasajes del prim ero la for­
tam bién como nom bre del propio sobaco; no es, m a evidentemente errada sobazo.— 2 Dauzat, Les
pues, extraño que en San Isidoro encontremos N om s de L ieux, p. 214, dice que gove «grotte»,
s u b h í r c u s como nombre del ’sobaco’ (E iym . X I, propio del Pays de Caux, viene del escandinavo,
i, 65)5 y no hay motivo alguno para dudar de que 50 donde significa ’sobaco’. Se referirá al jutlandés
tal palabra (más tarde muy repetida en glosarios) gubbe y ñor. dial, gobb ’espacio comprendido en­
se empleara en el latín de España, pues con refe­ tre los dos hom bros’ (Falk-Torp, s. v. gubbe),
rencia a la misma emplea el santo la fórmula escand. ant. gaupn ’las dos manos juntas’, ’el
«quídam vocant» de la cual solía servirse para hueco de las plantas de los pies’, ’almorzada’.—
señalar las palabras vulgares que oía a su alrede­ 55 3 Quizá por esto propone Rohlfs considerar so­
dor. Tam poco hay motivo alguno, como indicó baco como un cruce de soba con el arag. paco
M . L. W agner (R D R II, 100), para dudar que ’um bría’, lat. o p a c u s , lo cual hay que desechar,
de ahí procedan el logud. suircu, suiscu, y el cam- pues no se cruzan voces de sentidos tan diferen­
pid. suercu, suelcu, nombres del sobaco en Cer- tes, y o p a c u s habría dado (o)bago en cast. y
deña, cuyo latín fué siempre tan semejante al de 60 port., donde por lo demás no se conoce tal vo-
cabio.— 4 Está en el dicc. de Peralta, definido nov. subbaccá, ¿no será = it. soperchiare su -
«cueva o boquerón profundo horizontalmente». p e r c u l u s , con el cambio que arriba he comenta­
D e ahí lo reproduce Borao citando a Peralta, do para el sardo cobaccu c o o p e r c u l u m ?
y en su artículo toba dice que esta palabra vale
lo mismo que «la voz soba del dicc. de Peralta»; 5 Sobadero, sobado, sobadura, sobajadura, sobaja­
luego parece que Borao no conocía el vocablo di­ m iento, sobajar, sobajeo, V. sobar Sobanda, V.
rectamente, y yo tampoco conozco otros testimo­ banda Sobandero, V. sobar Sobaquera, so­
nios. Hay motivo de sobra para tem er que ten­ baquido, sobaquina, V. sobaco
gamos una errata de soba por toba, en el dicc.
de Peralta, im preso sin cuidado y que contiene 10 SOBAR, voz peculiar al cast. y al port. sovar,
bastantes palabras erradas (V. cenero en m i ar­ de origen incierto, quizá contracción del lat. vg.
tículo S E R N A ). Si soba existe (hay un Pico y s ü b Xg é r e , que reemplazaría el lat. s ü b i g é r e ’apre­
Col de Sobe (Boisson) o Soube (P. Raymond) tar", ’someter’, ’amasar, sobar’. 1.a doc.: h. 1050.
en la frontera entre Ossau y Sallent de G á- E n u n doc. de T oro escrito en esta fec h a:
llego, 2.600 y 2.445 alt.) puede ser cruce de 15 «prendiderunt suo clérigo ad sua varva et sova-
sóbala o sobaco con toba, palabra ésta bien runt illum et jactarunt eum in térra adte suos
conocida y muy extendida (cat. tou, arag. tobo, pedes de illo abbate» (M . P., Oríg., 29). E n el
gasc. touat, touut, ’hueco’, t o f u s ).— 5 Comp. Fuero de Avilés, de 1155: «d’aquelos qui trava-
Sofer, 17.18.— 6 No había motivo para las dudas ren, el qui sovado fur cum torto, si voz der al
expresadas contra esta etimología en R F X IV , 20 maiorino et arrancado fur el altro per juditio,
440, y en R om . X X X V II, 465. El cambio de pecte 5 sólidos al maiorino» (lín. 30). Con este
-re- en -se- o -le- es propio de varias hablas mismo sentido de ’pegar, azotar’ es frecuente en
sardas. E n cuanto a la e la explicaría Wagner la Edad M edia: «traxieron al clérigo las manos
por influjo de covercu ’tapa’ lo cual es menos bien atadas, / los ombros bien sovados de buenas
convincente; más motivo habría para creer en 25 palancadas» Berceo (M il., 897b), «empegó li a dar
una variante latina * h é r c u s , pues í r es nexo fo­ de grandes palancadas / ... / non ovo en sus
nético ajeno al latín, y hace tiempo que se sabe días las cuestas tan sovadas» id. (478d), «en soga,
que h i r c u s era forma dialectal, emparentada con de diablos, fue luego captivado, / rastrábanlo por
el sabino h i r p u s ’lobo’ y su derivado lat. h i r p e x tiemplas, de co?es bien sovado» id. (273c), «en-
’rastrillo’, junto al cual existe variante h e r p e x : 30 biome la cayada aquí tras el pastorejo, / ... /
estamos, pues, ante el caso de M ircurius M er- ’sovart’e — diz— el alvarda si non partes del tre­
curius, etc. En cuanto a la semejanza de la pareja bejo’» J. Ruiz (991d). Es notable la constancia de
suercu sobaco, con la variante sarda cober- esta ac. en los textos medievales (en 1609 la ac.
cu cobaccu c o o p e r c u l u m , parece ser casual «dar a alguno de golpes» era jergal para Juan H i­
(V. sobre esto Salvioni, R I L X L II, 666ss., n.° 35 dalgo), sin embargo, es posible que sea sólo apli­
59; W agner, A R om . X IX , 4).— 7 Soala ’cornisa cación figurada del sentido m oderno, que ya pudo
de piedra, ladrillo o madera que en los edifi­ existir por entonces, pero que n o se prestaba tanto
cios hace voladizas las tejas para evitar que el a aparecer en los textos medievales, por la natura­
agua resbale por los m uros’ (AV), muy próximo leza de éstos. Que es ac. figurada m e lo sugiere
al sentido del gasc. sondo ’roca que sobresale’. 40 el tono irónico de varios de los pasajes citados,
Claro que soala podría ser derivado cast. de y lo confirma la frase sovar la correa que encon­
ala, igual que lo es alero. Para posibles restos tramos ya en dos pasajes del S. X I I I : «ca si
de s ú b a l a en los Alpes, m i nota de la Festschrift rafez me muevo temóme de pelea, / sé que los
Jud, 566.— ‘ Metátesis de este tipo no son ra­ mis costados sovarán la correa» Berceo (S. D om .,
ras en fin de esdrújulo, o bien antes de la vocal 45 715 d), «El Rey Alexandre con toda su mesnada,
tónica, y así no es extraño que en Salamanca di­ / des que prisioron Gaza fueron pora Judea, / fue­
gan sobacar por socavar, forma por lo demás ex­ ron mal espantadas tierras de Galilea / ca tenién
cepcional en los dialectos, a la cual puede no ser que avrién a sovar la correa» Alex. (1083d): m ani­
ajeno el influjo de sobaco.— 9 L a otra idea de fiestamente ’padecer u n castigo’, ’ser azotado’, en
Steiger ni siquiera puede tomarse en considera­ 50 sentido irónico, porque con los azotes la correa se
ción ( s u b - v a c u u s , cuyo resultado habría sido hace más flexible. El caso es que el sentido fun­
-bago o -bogo en España). T iene interés, en cam­ damental y moderno está bien documentado des­
bio, su cita del genov. ant. sobacarse «tuffarsi, de el S. X V : iscorta se llaman las m undarias
nascondersi» hoy subbaccá-se «seppellirsi, na- porque se sovan como pellejas» APal. (440¿>),
scondersi», subbaccá «superare, vincere» (A G I 55 «sovar la massa: depso, condepso» y «sovar: su-
V III, 389), cuya relación con sobaco no está cla­ bigo» N ebr.
ra. Pero seguramente nada tiene en común con Como se ve, es constante hasta entonces la grafía
las demás formas dialectales italianas que ahí ci­ con -v-, que es tam bién la que se halla (repeti­
ta, procedentes sin duda de v a c u u s , pero muy damente) en G . de Segovia (1475)1. Desde el
alejadas del sentido de sobaco. En cuanto al ge­ 60 Siglo de Oro es palabra muy frecuente y de uso

V. — 18
general2. N o tiene otra parentela que el port. so­ ponerla en duda, pues cabría pensar en otros orí­
ldar, cuyas acs. son idénticas a las del castellano, genes. Hay en latín un verbo s ü b a r e que signi­
y que se documenta por lo menos desde el fica ’estar en celo (la hem bra)’, ’sentir ardor amo­
S. X V II (citas de Bluteau). roso’, cuyo carácter popular nos garantizan no só­
N o se ha propuesto, que yo sepa, otra etimo­ 5 lo la forma «suantis: luxuriantis» de una glosa
logía seria que la de Diez (Etymologisches W ör­ (C G L V, 579.59, «subantes: libidinantes> en otras
terbuch, 488), aceptada por M -L . (R E W 8362), por muchas, C G L V II, 303), sino tam bién su super­
Tallgren (/. c.) y con dudas por Cuervo (Ap., vivencia en Cerdeña (subare) y en el Sur de Ita­
§ 905n.): sobar seria el lat. s ü b i g é r e , cambiado en lia (suvare), desde Calabria hasta cerca de Roma
s ü b a g é r e de acuerdo con la tendencia romance a 1« (R E W 8349; Rohlfs, ZR Ph. X L V I, 162); ahora

rehacer los compuestos alterados por las leyes fo­ bien, no sería difícil concebir el paso de la idea
néticas latinas, en fuerza de la cual reficere se del ardor amoroso a la de tentar o manosear las
cambió en refacere, subjicere en subjacere, com- carnes de una m ujer y de ahí ’sobar’, comp. el
mendare en commandare, etc.; la reducción de pasaje de APal. arriba citado (o bien pasando por
s u b a g e r e a sovar sería comparable a la de e x p o - 15 ’m asturbarse’).

r r i g e r e a espurrir, EXCORRIGERE a escurrir (’acom­ Hay motivo para quedar en duda entre las dos
pañar’). E n efecto subigere es palabra bien cono­ posibilidades. Es verosímil que de una base *su-
cida en latín, que además del sentido etimológi­ b a n a derivada de este verbo proceda el port. sim
co de ’someter, subyugar’, se emplea a m enudo (o suari) ’carne de cerdo de la parte inferior del
en locuciones como subigere panem ’amasarlo’, 20 lomo’ y localmente ’huesos de espina dorsal del
subigere digitis opus ’darle forma, modelarlo’ en­ cerdo’ [S. X IX ] y el gall. soán o soá f. ’remate
teram ente iguales a las castellanas. E n verdad la del espinazo del cerdo’ (con la frase brutal béixame
reducción de s u b a g e r e a sovar no es exactamen­ donde remata a soá) Sarm. CaG. 78r, 229r y Valí,
te comparable a la de e x p o r r i g é r e > espurrir, (ahí con der-v. soaje < *soanaje), oído en Redon-
pues ahí pudo haber el paso tan frecuente a la 25 dela por Crespo Pozo y en Sanabria por Cortés
conjugación en -IR E y así era forzosa la reducción y cf. Pensado CaG. 152. No hay que pensar en
de -rreir a -rrir; tampoco puede admitirse la ex­ derivar de a n u s ’trasero’ y menos del guaraní, como
plicación de M -L . (R. G. II, §§ 117 y 597), quien se ha hecho, y tampoco creo que venga de su s
supone que prim ero s ú b Xg i t pasara a sóvae > ’cerdo’ : el modo de derivación sería poco vero­
sova, lo cual no puede ser, pues si se restableció 30 símil, y puesto que se trata cabalmente del cerdo,
la vocal etimológica a con m ayor razón había de un derivado así se aplicaría a cualquier parte de
trasladarse a la misma el acento, como hace siem­ su cuerpo y hay que indicar algo distintivo de
pre en estos compuestos el romance. M ás compa­ esta parte, como es lo sexual. L a duda está en
rable es la reducción de f a c e r e a f a r e , de t r a h e - que hay una variante sola solana que sugeriría
r e al it. trarre, y de c a l e f a c e r e a c a l e f a r e (fr. 35 un derivado de s o l u m ’suelo’, comprensible por­
chauffer, cat. escalfar, etc.); sin embargo, aun aquí que el animal descansa sobre esta parte en el sue­
puede argumentarse que f a c e r e es verbo auxiliar lo: sería argumento muy fuerte si la variante per­
que experimenta mutilaciones excepcionales, que teneciera al extremo Oriente del dominio gallego,
c a l e f a r e se explica por la relación con f a ( c e ) r e pero como Crespo Pozo lo localiza en Soutolongo,
y que t r a h e r e > trarre es fenómeno típicamente 40 cerca de Lalín, que está en el centro de Galicia o
italiano (del tipo de torre t o l l e r e , porre p o n e r e , algo al Oeste, carece de fuerza y es más probable
etc.). Tam poco es apoyo decisivo el que presta a la que sea forma alterada por alguna contaminación.
etimología de Diez el rum . soage ’trabajar (la m a­ Volviendo al cast. sobar, es mucho más difícil de
sa) para form ar pan’, ’hacer (pan)’, que según se concebir que venga de s a l v a r e , como sugirió Spit-
ha visto más tarde (T iktin, s. v.; Pujcariu Z R P h. 45 zer, A IL C II I, 21, no sólo porque esperaríamos en­
X X X III, 232-3; Scriban, Arhiva X X V III, 69ss.), tonces *souvar en portugués (ou se reduce a o
procede igualmente del lat. s u b i g e r e ; pero nótese en este idioma sólo ante pr o cuando la labial
b ien: no parece, contra lo que se podría creer, precede y antecede, vid. BOBO ), sino por lo re­
que el rum . soage corresponda a s u b a g e r e , pues buscado e hipotético del proceso sem ántico: aun
entonces esperaríamos más bien *suage según el 50 si admitiéramos con él que de ’economizar’ se
vocalismo de este idiom a; más bien hay que su­ pasaría a ’palpar atentam ente’ (los paralelos que
poner que s u b i g e r e pasara a *sógere, como c u ­ cita no son nada convincentes) y de ahí a ’sobar’,
b it o s a cot, s a b u c u s a soc, n u b i l u s a ñor, y faltaría probar todavía que s a l v a r e tom ó el sen­
luego *sógere se diptongó regularm ente en soa- tido de ’economizar’ en la Romanía meridional
ge(re). Diez quería apoyar su idea en sobajar, que 55 (de la cual está tan lejos el ingl. to save).
en su opinión saldría de s u b a g i t a r e , pero - a g i t a ­ Indicaré, empero, que s u b a g e r e no es forma
r e no puede dar -ajar castellano (V. abajo la ver­ completamente hipotética, pues está junto a subagi­
dadera explicación). tare en una glosa del seudo-Cirilo, glosario anti­
¿Tenemos derecho con esto a negar del todo la quísimo trasmitido en ms. del S. V II, de original
etimología de Diez? Sí lo tenemos en todo caso a 60 más antiguo, y lleno de formas de latín vulgar;
es verdad que ahí está con la traducción u izíy ziv , (Draghi, Novenario Cuyano, p. 91); sobar el ca­
es decir, ’hacer andar u n caballo hacia un lugar’ ballo, Carrizo, Canc. de fu ju y, s. v .; sobar ’pi­
que es otra de las acs. de s u b i g e r e ; por otra sar las uvas en el lagar’ en el portugués del
parte es un hecho que en el derivado subigitare M inho (Leite de V., Opúsc. II, 389).— * T rató
ya se encuentra vacilación con subagitare en el, 5 últim amente del port. sovar Piel en Rev. de Por­
latín clásico, así que la probabilidad de la existen­ tugal (Serie Lingua) XV, 45.— ' De la misma m a­
cia de s u b a g e k e no es dudosa, y aunque su re­ nera puede explicarse el port. enxovalhar, mien­
ducción a sobar no es evidente, debemos recono­ tras que sovajar ha de ser préstamo cast. N o
cer que es perfectam ente concebible (un futuro hay por qué suponer un * i n s e b a l i a r e , con Cor-
*sobaeré pasaba fácilmente a sobaré); tanto más 10 n u (G G r., §§ 95, 161). Aunque sobajar significa
cuanto que el participio s u b a c t u s y el derivado ’bajar’ en un pasaje del G. de Alfarache (Cl. C.
s u b a c t io sonaban casi igual que * s u b a t u s y I, 66.16) y en otro, por cierto burlesco, del
* s u b a t i o . En conclusión, existe una duda que no Quijote, se trata ahí de una deformación por eti­
podemos resolver hoy por hoy entre las dos eti­ mología popular, y no hay motivo para creer
mologías indicadas. La de Diez sigue siendo muy 15 con G ilí Gaya (R F E X III, 373) que derive de
posible, pero es algo hipotética en el aspecto for­ bajar: la -v- y la de los testimonios del S. XV
mal; s u b a r e lo es en el semántico3. son concluyentes en este sentido, y lo mismo in­
Y quizá surja un tertius gaudens; cf. ser. suváti dica el berc. asoballar «dominar, abatir el fuerte
’puesto en movimiento, estimulado, animado’, suta- al débil; acoquinar» (Fz. Morales) que nos m ues­
’provocado, impulsado’, savá- ’impulso, estímulo, 20 tra como pudo pasarse de ’ajar’ a ’dom inar’ sin
incitación, orden; el impulsor, el que da las órde­ que ni siquiera sea indispensable el influjo de
nes’ y más familia ser., irán., gaél., lit.; e hit. bajar. El propio G ili cita ejs. más antiguos (3 de
suuai ’empujar, oprim ir’ : Pok. IE W 911; pero Lucas Fernández y 1 de Alarcón) donde tiene
los laringalistas definen suváti ’causado’, suponen el sentido propio de ’m altratar, ajar’, y lo mis­
que es una raíz su-H - seu-H - y no citan el 25 mo se encuentra igualmente en el G . de Alfara­
h itita: Lindem ann, Einf. Laryngaltheorie § 45 (re­ che («me deja su honra encomendada como si yo
ferencia a Laroche, B S L L II, 80, 76 n. 1). supiera tratarla sin sobajarla» II I, 181; en «no
D E R r v . Soba [’aporreamiento’, J. Hidalgo], S o ­ todos hacen sobajar las maletas ni alforjas de los
badero. Sobado. Sobadura [-v-, N ebr.]. Sobande­ huéspedes» V, 59.15, es ’tentar, manosear, regis­
ro. Sobo. Sobón o sobonazo ’el que elude el tra­ 30 trar’). H oy en América: sobajiarse la barba ’aca­
bajo’ [Aut.], el sentido etimológico es el que da la riciársela’ (Chile: G uzm án M aturana, D . P. Ga-
Acad. actualmente ’que se hace fastidioso por el ruya, p. 128), sobajear ’sobar, manosear, acari­
exceso de caricias o halagos’ (es absurda e innece­ ciar a una persona’ (Lemos, Sem ánt. Ecuat., s.
saria la idea de M -L ., R E W 8462, de derivarlo de v.). Comp. Cuervo, D isq., 1950, p. 377.
s u p i n u s ). Sobajar [-v-, 1475, G. de Segovia, 50; 35

«subagito que es sovajar», «subare por sovajar» Sobarba, sobarbada, sobarbo, V. barba So­
APal. l i d , 475b; «sovajar: attero, vexo, subagito» barcar, V. abarcar Sobejania, sobejano, sobejo,
Nebr.], resulta del cruce de sobar con (ah)ajar V. sobre
’manosear’, ’desm enuzar’4; sobajadura [-z>- N ebr.];
sobajamiento; sobajeo. Gall. asoballar (ajeno al 40 SOBEO, ’correa fuerte con que se ata al yugo
port.), desde 1746, coplas de Sarm. (’atropellar’ la lanza del carro o el tim ón del arado’, probable­
«temendo / que me asoballasen sin ningún rem e­ m ente de un lat. vg. * s ü b í g i u m , alteración de
dio», «traer muy deprimido a una persona; ajar s ü b jü g íu m id. debida en parte a razones foné­
y estropear un terreno» P. Sobreira), ’humillar, ticas y en parte al influjo de s ü b í g S r e ’someter,
supeditar’ (desde Pintos, citas del D AcG .) y común 45 subyugar’. 1.a doc.: h. 1050.
literariam ente: «miña patria asoballada pola des­ En un invent. leonés de esta fech a: «uno corio
gracia», «a térra asoballada» (Castelao 198.5, 27.6). de bove et alio de cavallo et tres tordegas et tres
1 El ms. A de Berceo trae tam bién sovar, fren­ soveijos et quattuor capestros» (M . P., Oríg., p.
te a sobar en 9876 (7 da sovar aun ahí), pero 28). A ut.: «látigo de cuero con que se afianza el
este ms. tiene grafías erróneas de este tipo, como 50 arado con el y u g o : es voz de Andalucía y otras
rastrábanlo. Hay tam bién sobar en S de J. Ruiz partes». Sobeyo en Igüeña (Bierzo: G . Rey), so­
(del cual puede decirse lo mismo), pero sovar beo o sobeio en la zona de Astorga (y sobeyuelo
en G. Con estas excepciones la -v- es general.— ’correa menos fuerte que el sobeo, para sujetar el
2 Como muestras del uso actual cito borona zu- centro del yugo al timón o cabial del arado’, A.
vao ’pan de borona amasado’ en Linares (Orien­ 55 G arrote), sobeio «correia com que atam os bois
te de Asturias, y ultracorregido borona sudao ou vacas ao carro» en M iranda de D uero (Leite
junto a Llanes), M. P., Dial. León., § 19.2; de V., Est. de Philol. M ir. II, 330), sobeo, so­
sobar un tiento ’hacer flexible una correa a fuer­ gueo, subió, jubeo y enjubio usuales en Castilla la
za de manosearla’ en la A rg .; sobarse los la­ Vieja (G. de Diego, R F E II I, 307, 31 ln .), sobeo
bios ’lamérselos, mordisqueárselos’ allí mismo 60 ’lazo trenzado y curado, empleado para tener su­
jetado el caballo durante la noche’ en la A rgenti­ m odernos; V. arriba).
na (Tiscornia, M . Fierro coment., p. 338n.). 1 Para el santand. A S U B IA R ’poner a cubierto’,
T am bién se extiende al N orte de Portugal: trasm. sin relación con esto, V. mi artículo.— 2 M . L.
soveio o sovéu «correia grossa de couro que serve W agner, l. c.; quien señala además el cat. dial.
para prender o carro ou o arado ao jugo» (R L V, 5 sojou ’sobeo’ (Camprodon), correspondiente a
105, 106); del Plata se extendió al Sur del Bra­ SUB-JUGUM .
sil soveu «laço grosseiro, mas forte, com que se
peiam os cavalos, e que é de dois ou tres tentos» Soberanear, soberanía, soberano, soberbia, so­
(Callage). Y de España pasó a Marruecos, don­ berbiar, soberbio, soberbioso, V. sobre Sober-
de sbiyo (también asbíyo, asbúyo, asbáy) vale «lien 10 ceja, V. ceja Sobermejo, V. bermejo So­
d ’attelage en cuir, en forme d ’anneau, assujettissant bernal, V. sobre Sobiella, V. hebilla
la perche sous-ventrière au tim on de la charrue»,
así en bereber como en el árabe local (Colin, Hes- SO BINA , origen incierto, quizá del lat. s ü ín a
péris V I, 65, con bibliografía; M . L . W agner, ’perteneciente al cerdo’, por comparación de este
ZR Ph. L X IX , 366). 15 clavo con el miembro de este animal. 1.a doc.:
Garcia de Diego y F ritz K rüger (Die Gegen- N ebr. («sovina, clavo de madera: subscus, -udis»).
standskultur Sanabriens, 181, y R F E X, 159) coin­ Esta palabra latina la craducen los léxicos por
ciden en suponer que sobeo y sus variantes de­ «tenon, queue d ’aronde». O udin dice que sovina
riven de una forma dialectal de la voz Y U G O , que es «une cheville de bois pour faire teñir deux ais
en muchas partes y especialmente en hablas occi­ 20 ensemble, queue d ’aironde» y Percivale «a wooden
dentales tiene la forma ubio: el prim ero admite pin to pin boords, a swallow taile to joyne tim -
un verbo derivado *enj-ubiar (con prefijo e x - ) , de ber». Parece que estos lexicógrafos conozcan la
donde el sustantivo enjubio, jubeo, etc.; el se­ palabra directam ente, pero no la registra C. de las
gundo prefiere *en-jugu-ear, de donde el verbo Casas, y así Covarr. como Aut. sólo la citan ex­
ensubiare, ansubiar, asobiar, asubiar ’atar el yugo 25 plícitamente como de Nebrija. N o tengo testimo­
al carro’ y de ahí luego el sustantivo1; la s- sería nios independientes, ni conozco el vocablo por el
debida a una contaminación de soga. Pero claro uso vivo. Quizá se emplee en algún dialecto del
que esto es complicado en exceso e inaceptable Oeste. E n cambio es bien vivo el port. sovina «tor­
en vista de la gran antigüedad de las formas con no de madeira», en la Beira «cavilha de pau do
s-, que han de ser las primitivas. E n rigor po­ 30 mangual»," «instrum ento perfurante em forma de
dría salvarse algo de la idea admitiendo un verbo lima», «pau agujado para se picarem bestas», en
so-ub-ear, derivado de ubo, variante de yugo, re­ Viseo «prego de chapa para as rodas dos carros»
ducida a sobear y de ahí sobeo; de la otra va­ (Fig.), y de su vitalidad da fe el empleo figurado
riante ubio podría salir *subiar y de ahí formas «pessoa avara, miserável», «mesquinho». Bluteau
como súbiu (en el Noroeste de Cáceres : Espino­ 35 dice que ya lo registra Bento Pereira v,S. X V II);
sa, Are. Dial., 228), y otras formas arriba citadas, en T ras os M ontes llaman sebinas las clavijas de
acentuadas en la u. Sin embargo, todo esto es metal de las ruedas de carro (Leite de V., Bole-
muy poco verosímil teniendo en cuenta la anti­ tim de Etnografia I, 34-35) y en la misma región
güedad y constancia de la -v- (y no -g-) y de la se emplea la forma sovinha «cada um dos pregos
o (y no u), desde 1050, y sobre todo en vista de 40 de pau que prendem os atafais á albarda» (Fig.).
la fecha modernísima del verbo sobear. Ésta en realidad es la única forma que esperaría­
Más razonable es partir, como hace la Acad. mos en portugués, mientras que la n de la otra pa­
(seguida por Colin), del lat. s ü b j ü g í u m , que sig­ rece indicar u n préstamo castellano; hay aquí una
nificaba precisamente lo mismo que sobeo y se contradicción con la mayor popularidad del voca­
ha conservado en Cerdeña (susuia, sisuia2), pero 45 blo en el idioma vecino, que no podremos com­
a condición de adm itir con M -L. (R E W 3 8370) prender mientras no tengamos más documentación.
que s u b j u g i u m se alterara en * s ü b i g í u m ; en ello De aquí es posible que saliera tam bién un gall.
colaborarían dos causas : la norm a de fonética la­ *soíño después cambiado en soliños o soles «dos
tina que cambia toda vocal breve interna y libre palos largos que en el medio se unen con un
en ï (como dissipare de dissúpare derivado de su- 50 estrobo para que jueguen, y los dos sirven de
pare), y el influjo de subigere ’someter, subyugar’. temón o cabezalla para unir la grade al yugo, de
De soveo deriva soveeiro > soveiro que designa modo que se puedan volver los bueyes» (Sarm.
el sobeo en Braganza (Fig.), y del león. ant. so- CaG. 95i>): percibido soíños como un diminutivo
vejo saldría paralelamente *sovejeiro pronunciado (inoportuno, dado lo largo de esos palos) se ex­
*sobexeiro en el gallego de Sanabria y luego con 55 trajo de ahí sos, que era el antiguo plural de s o l
metátesis sexubeiro y xixugueiro, para los cuales (astro), y como éste, se cambiaría en el analógico
no es natural postular especialmente un lat. vg. soles, que reaccionando a su vez sobre soíños lo
* s u b j u g a r i u m , como hizo K rüger (R F E X, 155), convirtió en soliños.
con aprobación del R E W (8369a). En cuanto al origen de sobina, no puede to­
D e r i v . Sobear, ensobear, e t c . ( s ó l o e n d i a l e c t o s 60 marse en consideración la idea de M -L . (R É W
8462) de partir del lat. su p ín u s ’supino’, que ade­ / sobr’ella una sávana de ran?al e muy blanca»
más de contradicha por la v de N ebr. y portuguesa, v. 183. Con este valor m oderno es general en to­
es imposible desde el punto de vista semántico. das las épocas y ha dejado descendencia en todos
En su 3.a ed. el propio diccionario, sin borrar esta los romances. Otra ac. frecuente en todas las épo­
etimología, ha propuesto o tra: lat. subina ’jabali­ 5 cas es ’acerca de’, que ya está en Berceo: «sobre 1
na’, que sería aceptable en principio; es verdad lego cativo prisieron mal consejo: / aleáronlo de
que los léxicos suponen que la i sea breve, pero tierra con u n duro vencejo» M il., 893c. En lo
lo hacen con fundam ento' dudoso, y además es antiguo es frecuente la ac. ’muy’ : sobre bien, so­
muy posible que, aun siendo breve, se adaptara bre artero, sobre ahondada, Alex., 933 (y 1225),
a la cantidad del sufijo -Ina. Lo malo del caso es 10 467, 1300c1. N o me detengo más en el estudio de
que SUBINA és palabra poco conocida, y de po­ las acs. y empleos de esta palabra, V. las gra­
pularidad dudosa en latín. Festo cita sibina de máticas.
Ennio, y Tertuliano emplea sibyna, pero aquél D e r i v . Sobre m. ’escondite, juego de niños’ za-
dice que es palabra de los ilirios, y éste se apresu­ mor. ( F D ) . Sobrar [Berceo], de s u p e r a r e ’ser supe­
ra a agregar la explicación «quod genus venabulo- 15 rior’, ’abundar’, ’sobrepujar’, ’vencer’: como observa
rum est», m ostrando así lo poco conocido del vo­ R. Cabrera superare con el valor de ’ser sobrante’
cablo; de la variante subina no hay testimonio (hoy el más común en cast.), ya se encuentra al­
seguro, aunque algunos la admiten en el texto de guna vez en el latín tardío («scrobe effossa et
Pacuvio, pero otros mss. dan otro vocablo ente­ repleta, si superaverit térra, pinguis est, si defue-
ramente distinto; sin embargo, la u no causaría 20 rit, exilis», Paladio); pero el empleo transitivo con
dificultad, puesto que el gr. aipúv-r, está bien do­ el valor de ’sobrepujar, vencer’, m uy clásico en la­
cumentado con u y fácilmente pudo haber una m e­ tín, tam bién subsistió en cast., sobre todo en la
tátesis (M itylene y M ytilene). Pero también en Edad M edia (doc. de Plasencia 1218, M . P., D.
griego es voz de glosarios, al parecer extranjera, L ., 328.9, 14; Berceo, Duelo, 201; Tilander, Fue­
que unos califican de cipriota, otros de macedonia, 25 ros de Aragón, § 224.7; J. Ruiz 526c, 121d, 1585;
tracia o escítica. Ernout-M . llegan a la conclusión Sem Tob, c. 14; «s. sobrepujando: supero, vin-
«mot illyrien, non acclimaté dans la langue». Es cio» N ebr.) y algo en el Siglo de Oro («no puedo
muy difícil que un vocablo así pasara al romance yo corresponder con agradecimiento que llegue al
por vía popular, con cambio de süb- en sov- ; es bien recibido, y sobre al que me hizo en darme
verdad que entonces el port. sovina podría cali­ 30 a ti por amigo» Quijote I, xxxiii, Cl. C. II I, 177;
ficarse de semiculto, lo cual nos ahorraría la ne­ todavía Aut.), aunque J. de Valdés dice que ya
cesidad de admitir un préstamo del castellano. Pe­ sólo se tolera en poesía (Diál. de la L ., 117.22),
ro como la sobina es algo muy diferente de la pero es m uy corriente hasta hoy en la Arg. («el
sibyna grecolatina, esta etimología es en definiti­ alazancito lo sobró en dos piques y la plata se
va inverosímil. Quizá, pensando en el it. succhio 35 puso a la par» G uiraldes, D . S . Som bra, ed. Es­
’taladro’ y succhiello ’berbiquí’, procedentes de pasa, p. 240; por el estilo, pp. 158, 264; matices
su c ü lu s ’cerdito’, y demás casos de metáfora fá- análogos ’tratar (a otro) con conciencia de supe­
lica reunidos por Rohlfs (A S N S L C X LV I, 128; rioridad’, F . Silva Valdés, La Prensa, 18-V-1941;
A Rom . IV, 383), podamos partir del adjetivo sü í- Justo P. Sáenz, id. 3-1-1943; ’hum illar’, Silva
n u s ’perteneciente al cerdo’ (derivado de sus ’cer­ 40 Valdés, id. 26-V II-1942; sobrarle la intención a
do’), voz que ha dejado descendencia popular en uno ’penetrársela’, Luis de la Puente, id. 30-X I-
dialectos it. y retorromances (R E W 8440), y que 1941; te estoy sobrando ’te comprendo perfec­
en su forma femenina sü ín a había de dar preci­ tam ente’; se dice que el porteño es sobrador ’tie­
samente sovina en castellano. ne conciencia de superioridad’); sobra f. [Berceo;
D e r i v . Súcula [Acad. ya 1843], tomado del lat. 45 «superatio», N eb r.; ’mal tratam iento’, Yúguj, 18d];
súcula ’cabria’, propiamente ’hembra joven del sobradero; sobrado adj.; sobraja a n t.; sobramien­
cerdo’. to ant. *Sobran(a, de donde sobrancero ’excesivo’
[Alex., 1893, 438; sobracero en Berceo y otros
Sobo, sobón, V. sobar Sobollir, V. zambullir puede ser mala lectura], ’que excede algo del ta­
Sobordo, V. borde Sobom able, sobornación, 50 maño necesario’ cub., m ure. (B R A E V II, 463);
sobornado, sobornador, V. ornar Sobornal, V. port. sobranceiro ’soberbio, que abusa con violen­
sobre Sobornar, soborno, V. ornar Sobra, cia’ (tercer cuarto del S. XV, Azurara), ’que sobre­
sobrador, sobradero, sobradillo, sobrado, sobraja, puja a otro’ (sitio) sobranceiro a (otro) ’que lo
sobramiento, sobrancero, sobrante, sobrar, V. so­ domina, que es próximo a él siendo más alto’
bre Sobrasada, V. asar Sobrasar, V. brasa 55 [S. X VI, M oraes]; sobranceria ant. [o -faría, Alex.,
Sobrazano, V. sobre Sobrazar, V. abarcar 1209, 24, 797, 1801, 2033] ’exceso’, ’desacato’, port.
id [med. S. XV, D. D uarte]; sobranQano ant.
SOBRE, del lat. s ü p e r id. 1.a doc.: doc. de ’excesivo’ [Berceo], Sobrante. Sobrero ’excesivo’;
1030, etc. (Oelschl.); Cid. ’fabricante de sobres’. Sobernal [APal. 264d] ant.
«En medio del palacio tendieron una almofalla, 60 y colomb. (Cuervo, A p .1, p. 592; Obr. Inéd., p.
184), sobornal ’sobrecarga, lo que se añade a una f. [Santillana, Com. de Ponça 1/]; superiorato ; su­
carga regular’ [«s. en la carga: auctarium» N e b r.; perioridad [Corbacho, C. C. Sm ith, BHisp. LX I],
refrán en Aut.], ’odre chico para líquidos’ alto- Superno [M ena, C. C. Smith] raro, de supernus
arag. (R L iR X I, 192; Z R P h. LV, 633-4), de un id. Supra, del lat. supra ’arriba’, sólo empleado
* s ü p e r n a l i s , derivado de s u p e r n u s ’superior, de 5 en referencias eruditas. Suprem o [Garcilaso, C.
arriba’ y éste de s u p e r ; como indicaron G . de C. Sm ith; h. 1530, Ant. de G uevara; O udin;
Diego y M -L. (R E W 8461); derivado regresivo Covarr.; no C. de las Casas; APal. sólo da como
soborno id., arg., boliv., chil. palabra latina], de süprémus id., superlativo corres­
Sobejo ant., adj. ’sobrado’, ’extremado’ [Ber- pondiente a superus; suprema; supremacía [Acad.
ceo]2, adv. ’mucho’ [íd.]! es derivado seguro de 10 1843, no 1817], tomado del ingl. supremacy [S.
s u p e r , pero es inseguro cuál sea su original pre­ X V I; quizá por conducto del fr. suprématie, 1688],
ciso: probablemente del mismo * s u p é r c u l u s su­ derivado de supreme según el modelo de primacy
puesto por el it. soverchio, soperchio ’excesivo’, ’primacía’ ; supremidad raro.
aunque hay dificultad en explicar la caída de la C p t . Sobrado m. [superatum docs. de 955 y
- R - castellana, y el propio modo de formación de 15 980, M . P., Oríg., p. 339, supratum doc. de 967,
* s u p é r c ü l u s no es del todo claro en latín*; de VignaUj ín d ic e ; sobrado 1242, M . P., D. L.,
todas maneras el port. ant. y mod. sobejo‘ id., ha 319.15; 1361, ibid. 297.9] ’piso alto de una casa’
de ser préstamo del cast.”; sobejero ’abundante’ ant. («est in ipsa casa... palacios duos et supratos
ant. (Alex., 764); sobejadumbre ’exceso’ ant. duos» 967, R F E X II, 408 ; «soberado : coenacu-
(Crón. de 1344, M . P., In f. de Lora, 274.12); 20 lum ; contignatio» N ebr.), ’techo’ ant. («yo temo
sobejano ’excesivo’, ’extremado’, ’soberano’ [Cid; caerse / connusco el sobrado» Sem T ob c. 538),
Berceo; A lex., 2217; «sobejano por demasiado: ’desván’ [h. 1490, Celestina, A ut.]; gall. ant. so­
superfluus» N ebr.; todavía D on Quijote escribe brado (Ctgs. 282.2, 282.18, M irSgo. 28.1, 27.26
«alta y sobejana señora», que Sancho estropea en trad. solio domus)9; ast. sobrau «desván, tenada»,
sobajada, m ostrando no conocer ya la palabra]. 25 somerau «desván elevado, piso alto» (R), domin.
Soberano [Berceo], junto con el cat. sobirá y oc. soberao «entablado para dorm ir o para colocar
sobeiran, supone claramente una base * S U P E R IA - objetos» (Brito), cub., colomb., etc., soberao ’des­
n u s , a la cual pueden ajustarse tam bién el it. ván’ (Pichardo; Cuervo, A p .7, p. 602); probable­
soprano, sovrano, y el fr. souverain (también sou- m ent e del lat. s O p e r a d d I t c m ’añadido encima de
vrain): puede derivar de s u p e r i u s tal como prop- 30 otra cosa’, de s u p e r a d d e r e , compuesto de s u p e r
chan de p r o p i u s , ancian de * a n t i u s , y soteiran y a d d ë r e ’añadir’, como sugirió Jovellanos (RFH
’inferior’ de s u b t e r i u s , tal como sugiere Brunel V, 240); Spitzer, M L N L X X IV lo explica a partir
(Rom. LV, 253-4), o bien puede salir de s u p e - de s u p e r a t u m , lo cual no conviene por el sentido
r i o r e m por un cambio de sufijo favorecido por el ni ofrece ninguna ventaja fonética sobre s u p e r a d -
disimilado * s u p e r i o n e m 7 ; soberanía [APal. 147b]; 35 d i t u m . D e la antigüedad y gran extensión de esta
soberanear. palabra en España es testimonio el dim inutivo de
Soberbia [Berceo], de s ü p é r b í a id., derivado tipo mozárabe Sobradiel (Zaragoza), para el cual,
de SUPERBUS ’soberbio’; soberbio [Berceo] sufrió vid. M . P., Oríg., p. 199'°.
el influjo del abstracto correspondiente; soberbio­ 1 Con este valor tam bién se encuentra sobra
so ant. (Berceo); ensoberbecer [N ebr.; más rara­ 40 ( s u p r a ) : sobra bien, S. M ili., 22, J. Ruiz 1216;
mente soberbecer id.]; soberbiar ant. (Berceo; J. sobra grant, S . M ili., 131; sobra m ucho, J. Ruiz
R uiz; Alex., 470); soberbial ’soberbio’ ant. (Gr. 1100a.— s M uy usual hasta el S. X V : Apol.; J.
Conq. de Ultr., 59); asoberbiar raro (D H ist.). R uiz; Alex., 380; Sem T ob 34a («con miedo
Soprano [supr-, 1553,,Terlingen 152; super-, Co- sobejo») ; G ower, Conf. del Am ante, 156, 177;
varr., Aut.; no hay otro testimonio hasta el de 45 «el tiempo que debes... m eter mientes en tu fa-
sopr-, Acad. 1843, no 1817], del it. soprano ant. cienda non lo debes nunca dejar por el tu sue­
’superior’, ’soberano’, hoy ’tiple’ (herm ano del ño sobejo» Castigos de D . Sancho, p. 88; Cor­
cast. soberano). Superchería [1613, Cervantes, N o ­ bacho, ed. Pz. Pastor 195.1. M ás documentación
velas, y frecuente en el Quijote, sea con el senti­ Cej. IX , § 137; Cuervo, Disq., 1950, p. 566.—
do de ’engaño’ o en el de ’abuso de fuerza’ : T e r- 50 3 S. M ili., 28; Alex., 659; J. R uiz; y todavía
lingen, 313]*, del it. merid. superchieria (it. antic. en la Danza de la M uerte, 222 : «tráheme en su
soperchieña) ’abuso de fuerza’, derivado de soper­ dança medrosa sobejo».— 4 Puede tratarse de un
chio, soverchio ’excesivo’ (para el cual, V. arriba diminutivo del adjetivo s u p é r u s , - a , - u m ’supe­
sobejo); superchero [Aut.]. Cultismos. Superar rior’, derivado que en esta forma sería normal
[princ. S. X V II: Oudin, Jáuregui, A ut.; no Co- 55 en la época arcaica, comp. p a u p e r c u l u s (M -L.,
varr., Percivale], de superare id .; superable; supe­ R. G . II, 445). Es verdad que es algo extraño
ración; superante; superávit [Aut.], del pretérito, no encontrar documentación de una palabra que
3.a pers., del lat. superare. Superior [APal. 15b, habría de ser tan antigua; adm itir una creación
80d, 99b, 375d], de superior, -óris, ’más alto’, tardía según el modelo de p a u p e r c u l u s junto a
comparativo de supérus ’elevado’; superiora adj. 60 p a u p e r , - a , - u m , tampoco es del todo convin­
cente, pues no es palabra ni m uy relacionada ni m ent sale también en la Crónica Troyana en
muy frecuente. L a principal dificultad con que gallego (II, 257), y sobegidoe ’excrecencia’ en
tropieza la etimología es la desaparición de la M estre Giraldo (a. 1318), también ’plétora de
- r - , que hubo de ser m uy antigua para que p u ­ sangre’ (R L X III, 310, 424).— 6 E n efecto, no
diera dar sobejo en cast. N o hay casos paralelos, 5 hay ninguna combinación en que una -;- portu­
pues cobijo no viene de c o o p e r c u l u m como se guesa tras e pueda corresponder regularm ente a
había creído. Decir que ayudó un cambio de su­ una antigua j castellana. Luego la única alterna­
fijo no convence, pues había en latín vulgar un tiva sería admitir que en castellano sea portu­
sufijo -ÍCÜ LU M pronunciado vulgarmente -fclu, guesismo. Entonces la vendría de -j-, -D I- o
pero *SU PERC U LU S tenía E abierta. Como en len­ 10 -GJt-, Pero así no se halla etimología alguna. Que
gua de Oc ‘ existen celcle de c i r c u l u m y sálele la viene de - c l - o - L J - (y por lo tanto es cas­
(.saucle) de s a r c u l u m , y por otra parte también tellanismo en port.) parece seguro, pues en ara­
hay cescle de c i r c u l u m y gasc. ihéscla de he- gonés ant. se decía sobellano por sobejano: así
nércla ’rendija’, puede creerse que el paso de en el Rec. de Alexandre (R H L X X V II, 457) y en
* s u p e r c l u a * s u p e c l u obedece a una disimila­ 15 el Vidal Mayor. El cat. soberg, -ga, difícilmente
ción (quizá precedida de una asimilación *su- vendrá de * s u p e r c u l u s como dice M -L .: más
p e l c l u ). Las dificultades han hecho que esta bien se tratará de * s u p e r b I c u s o bien de un
etimología de Diez y M -L . (R E W 8460) haya si­ * s u p e r i c u s por cambio de sufijo de s u p e r i o r ,
do acogida con desconfianza por varios: G . de s u p e r i u s ; aunque éste sea ajeno al occ. ant. y
Diego (C ontrib., § 588) la niega sin sustituirla 20 hoy al bearnés, quizá no Jo fué siempre, pues del
por nada; Steiger (B R A E X , 180) dice que «de­ derivado abstracto sobergueria se habría podido
be tratarse con precaución» mas para ello se fija tomar un vasco suberkeri «altanería», que Azkue
en el port. sobejo, al cual no podemos otorgar recoge en su Supl., aunque sin fuente ni localiza­
voz decisiva en el asunto. Spitzer, M L N LX X IV , ción.— 7 De donde el nombre de lugar Soubiron,
128, pone en duda que haya verdadera dificultad 25 Soubirous, etc., tan frecuente en Gascuña, s u p e ­
en s u p e r c u l u s > sobejo, aludiendo a s a r c u l a r e , r io r e m , como queda ya dicho arriba, sufrió
que además de tachar ha dado sallar y aun jajar muchos cambios de sufijo: agréguese todavía un
(< *sajar); pero hay que dejar sallar a un lado * s u p e r i a t u s muy frecuente en la toponimia cat.
(i11 de Castilla es equivalente de ch portuguesa y y oc. (Sobirats, pueblo antiguo en C ataluña;
no de Ih = j cast.), y jajar es forma rara de 30 Sobirats en 1207, Sobirat en los SS. X IV -X V II,
algunas hablas leonesas, y no general y única Subirads en 1005, Sobiraz en 1079, en el dpto.
como sobejo lo es desde el S. X III; en jajar del Aude, Sabarthés, Dict., s. v. Les Couvidats
quizás hay confusión con sajar ’sangrar, hacer y Saint-Subrié, pero vid. n. 9). De todos modos
una cortadura’, de etimología diferente. L a prin­ una base * s u p e r a n u s como la que suele adm i­
cipal razón por la que ha sido preciso atenerse a 35 tirse (Bloch, M -L.) tampoco está documentada
la etimología * s u p e r c u l u s es porque no se le ve (superanus es latinización medieval de las formas
ninguna alternativa convincente. He aquí una, pero romances) y no es admisible, por razones foné­
aunque realmente es posible reconozco que peca ticas, ni para el cast. soberano, íi. souverain (in­
algo de rebuscada, s u p e r i o r e m pudo disimilarse flujos cultos no son verosímiles en palabras aje­
en * s u p e l i o r e , y traer consigo al neutro y ad­ 40 nas al latín), n i menos para oc. sobeiran, cat.
verbio s u p e r i u s cambiándolo en * s u p é l ! u s que sobirá. E n francés arcaico soveirain se disimilaba
habría dado un adverbio *sobejos y luego sobejo. fácilmente en soverain; en los demás romances
Como queda indicado, el adverbio sobejo es casi el tratamiento es regular.— 8 Superchería y sop­
tan frecuente como el adjetivo, que entonces de­ en Oudin, quien además da sopercha ’sobra’ y
beríamos m irar como secundario. Como sobera­ 45 soperch(e)ar ’sobrar’.— 9 De ahí sobradar ’poner
no, cat. sobirá, oc. sobeiran, parecen representar sobrado a una casa’ (Carré); se altera en sobordar
un cambio de sufijo * s u p e r i a n u m en lugar de que algunos emplean (no sin influjo de desbor­
s u p e r i o r e m , el cast. sobejano sería entonces este dar) para ’superar, exceder de’ («ise é o caminho
mismo * s u p e r i a n u m cambiado paralelamente en mais seguro para sobordar os límites rexionaes»
* s u p e l i a n u m , lo cual prestaría cierto apoyo a mi 50 E. G uerra da Cal, L úa de Alén-M ar, 1959, p.
idea. Desde luego hay que dejarla por ahora en 14).— 10 D ebió de existir incluso en el catalán pre-
cuarentena.— 5 Es frecuente ya en las Ctgs. y literario, lengua donde no le conozco descendien­
muy corriente en el S. X IV : «e pois ei coita so- tes modernos ni medievales (salvo el nom bre de
beja, / praza-vos ja que vos veja» D on Denís, lugar citado en la n. 7, cuya i se debe al influjo de
v. 1303. Vuelve a aparecer en el v. 1333, tam ­ 55 sobirá), a juzgar por un doc. de 932, que cons­
bién en rima con veja y en 1345, rimando con vejo. tituye al mismo tiempo el testimonio romance
Luego tenía e cerrada, lo cual puede parecer tan más antiguo: «donamus... kasa et supirato et
contrario a s u p S r c u l u s como a s u p é r i u s ; pero curtes et orto et aliquit de térra qui nobis aveni»
sólo a primera vista, pues recordemos que ante j (Cart. de St. Cugat I, 16). J. M . Piel ha dedicado
toda e se hace cerrada en portugués. Sobeja- 60 últimamente una monografía de .13 pp. a este
vocablo (Brasilia, vol. V II, 1953), que no está a viente, sobrevivir, V. vivo Sobriedad, V. sobrio
m i alcance.
SO BR IN O , del lat. s o b r i n u s , que designó en
Sobreabundancia, sobreabundante, sobreabun­ latín al hijo del prim o y a los primos segundos
dar, V. onda Sobreaguar, V. agua Sobreali­ 5 o más alejados; cuando, para precisar el senti­
mentación, sobrealimentar, V. alimento So­ do de c o n s o b r i n u s ’prim o’, se dijo en España
breañal, V. año Sobrearar, V. arar Sobrear­ c o n s o b r i n u s p r i m u s ’primo herm ano’ (de donde
co, V. arco Sobreasada, sobreasar, V. asar el cast. primo), se emplearía s o b r i n u s para toda
Sobrecalza, V. calza Sobrecaña, V. caña So­ la parentela colateral más alejada, especialmente
brecarga, sobrecargar, sobrecargo, V. cargar te los sobrinos de segundo y tercer grado, y más
Sobrecarta, V. carta Sobrecartar, V. carta tarde se extendió al sobrino de prim er grado, al
Sobreceja, V. ceja Sobrecejo, V. ceja Sobre­ perderse en España el uso de n e p o s . 1.a doc.:
ceño, V. ceño Sobrecielo, V. cielo Sobrecin­ subrino, 921; sobrino, 955, etc. (Oelschl.); Cid.
cha, sobrecincho, V. cincha Sobrecogedor, so­ E n este poema se aplica comúnmente a Félez
brecoger, sobrecogimiento, V. coger Sobrecu­ 15 M uñoz, sobrino carnal del héroe, tam bién a Pero
rar, V. cura Sobredicho, V. decir Sobredo­ Bermúdez (2351) que está con él en la misma re­
rar, V. oro Sobreexcitación, sobreexcitar, V. lación y a sobrinos de otros personajes (963). Lo
citar Sobrefaz y sobrehaz, V. hoz Sobrehi­ propio cabe decir de J. Ruiz, de J. M anuel y de
lado, sobrehilar, sobrehilo, V. hilo Sobrehora, textos de todas las épocas («s., hijo de hermano:
V. hora Sobrehueso, V. hueso Sobrehum a­ 20 nepos» N ebr.); sobrín en Asturias (V); Cej., V III,
no, V. hum ano Sobrehúsa, V. fundir So- § 59.
breltado, V. aZío Sobrellevar, V. llevar So­ E n latín ’sobrino’ se decía nepos; m ucho más
bremanera, sobremano, V. mano Sobremesa, V. corriente que s o b r i n u s era c o n s o b r i n u s , que
mesa Sobremodo, V. m odo Sobrem uñone- prim ero designaba solamente a los primos hijos de
ra, V. m uñón Sobrenadar, V. nadar Sobre­ 25 hermanas ( < con-sosr-inus, derivado de sosor, an­
natural, V. nacer Sobrenombre, V. nom bre tecedente de soror); después, y esto es lo más clá­
Sobrentender, V. entender Sobrepaga, V. pa­ sico, se aplicó igualmente a todos los primos car­
gar Sobreparto, V. parir Sobrepasar, V. pa­ nales de prim er grado, y finalmente tam bién a los
so Sobrepelo, V. pe/o Sobrepelliz, V. pieZ de otros grados. El uso de s o b r i n u s es harto m e­
Sobrepié, V. pie Sobreplán, V. varenga S o ­ 30 nos frecuente que el de c o n s o b r i n u s , y reina cier­
breponer, V. poner Sobreprecio, V. precio ta confusión en su significado; sale repetidam en­
Sobrepuesto, V. poner Sobrepujamiento, so­ te en Terencio, en autores tardíos, y tam bién al­
brepujante, sobrepujanza, sobrepujar, V. pujar II guna que otra vez en autores de la áurea latinidad.
N o sería sinónimo de c o n s o b r i n u s , pues Cicerón
SOBRERO m., salm., ’alcornoque’, del port. so- 35 los cita una vez juntam ente como grados distin­
breiro id., y éste de un derivado del lat. s ü b e r , tos ; Donato pretende que eran los primos h i­
- é r i s , id. 2.° doc.; 1915, Lamano. jos de herm ano y herm ana; según la definición
Ahí como propio de la Ribera del Duero, zona categórica de Festo serían los primos segundos, y
fronteriza. En portugués la forma antigua sería según Gayo y otros juristas (especialmente im ­
subreiro, comp. suverario en doc. de 1296 (Cor- 40 portantes en tal asunto) se aplicaría al hijo o nie­
tesáo), mal escrito hoy sobreiro por influjo de to, etc., del primo primero, segundo, etc. L a im ­
sobra. Quizá venga de una forma dialectal itálica presión que se saca de esto es que s o b r i n u s se­
(comp. el gr. cücpap, E rnout-M .) el berc. sufrero ría innovación más o menos improvisada, que se
[ i 494] o sujreiro (G .-'Rey), o, más exactamente, sacaría repetida pero secundariamente de c o n s o -
de una palabra mediterránea no indoeuropea con 45 b r i n u s según el modelo de s o c e r junto a c o n s o -
- P H - o - b H - , pues de otro modo la o- no se habría c e r : tal como el consuegro es para conmigo el
conservado en griego. Para otro derivado hispá­ padre del que me llama suegro, se entendería que
nico de s ú b e r , vid. zuro s. v. Z U R U L L O . el padre del que me llama c o n - s o b r i n u s tenía
derecho a llamarme s o b r i n u s . Sin embargo, exis­
Sobrero adj.; m. ’el que hace sobres’; V. sobre 50 tiendo bien vivo en latín clásico el uso de n e p o s ,
Sobresalienta, sobresaliente, sobresalir, V. salir se tendería a reservar s o b r i n u s para los sobrinos
Sobresaltar, sobresalto, V. saltar Sobresanar, so­ de 2.° y 3.r grado, pero no siempre sería posi­
bresano, V. sano Sobrescribir, sobrescrito, V. ble distinguir esta palabra, empleada interm itente­
escribir Sobresdrújulo, V. esdrújulo Sobre­ mente, del concepto del c o n s o b r i n u s , tal como
seer, sobreseimiento, V. sentar Sobrestadía, so­ 55 hoy mezclamos a menudo las palabras primo y
brestante, sobrestantía, V. estar Sobretodo, V. sobrino cuando se trata de parentela colateral ale­
todo Sobrevenida, sobrevenir, V. venir So­ jada. De hecho el mozárabe, que refleja el uso del
brevesta, sobreveste, sobrevestir, V. vestir So­ romance incipiente del período godo, empleó su-
brevienta, V. venir Sobreviento, V. viento y brina en el sentido de ’prim a’ (no sabemos si
venir Sobrevista, V. ver y vestir Sobrevi­ 60 prima hermana, segunda o de qué grado), según
nos lo enseña el Códice Canónico Escurialense de ción de Vetter y de sobrinus. Ahora bien, la co­
1049 (Simonet; p. 601). De este estado de cosas existencia de sobrinus con el lit. seserynay, y el
son tam bién reflejo las glosas latinas'. Para salir eslavo stryji, invitaría a creer que aquél no está
de esta confusión fué preciso añadir un calificati­ extraído de consobrinus, y por lo tanto a revisar
vo: s o b r i n u s p r i m u s , que quedó estereotipado en 5 la doctrina admitida arriba.
cast. y en port. en la forma abreviada primo, ini­ D e r i v . Sobrinazgo. Resobrino.
cialmente aplicada sólo al de prim er grado; junto 1 Sobrinus es ’hijo del prim o’ en C G L II,
a esto se diría s o b r i n u s a secas, sólo para los so­ 185.23, ’primo segundo’ en V, 246.20, y aun
brinos de grado alejado (y tam bién seguramente ’primo hermano del padre’ (IV 286.49, 392.6;
los primos lejanos), pero cuando n e p o s quedó de­ 10 V 482.25, 579.48); tam bién alguna vez ’primo
susado en íberorromance, s o b r i n u s hubo de llenar herm ano’ (II 226.42, 301.26, III, 463.80).— 2 Así
el vacío aplicándose también a los sobrinos de ya en ciertas glosas: IV, 172.49, 538.36, V,
primer grado2; claro que no es posible decir cuál 246.19, 514.13, entre las cuales está una trasm i­
de los dos fenómenos fué causa del otro. Sea co­ tida en ms. del S. V II y otra procedente del
mo quiera, acabó por aprovecharse la doble de­ 15 L iber Glossarum escrito en España en el V III.—
nominación primo y sobrino reservando aquélla 3 No parece tratarse de una contracción, propia
para los colaterales de una misma generación, y del lenguaje infantil, como suele decirse, sino de
ésta para los colaterales de úna generación más un complejo fenómeno de haplología y etimolo­
joven. gía popular, para el cual vid. mi artículo de
La m ayor parte de los romances ha dado la 20 N R F H X, 186, sobre el libro de Rohlfs.
preferencia a c o n s o b r i n u s (abreviado en *cosi-
n u )3 incluyendo el it. cugino, fr. cousin, oc. cosin Sobrio, V. ebrio Soca, V. tocón, nota
y cat. cosí, s o b r i n u s quedó reservado al cast.
y al port. sobrinho, de igual sentido; además SO CA IR E, térm ino náutico peculiar del cast. y
seuñ o souñ se emplea en el gascón pirenaico 25 del port. (socairo); como antiguamente se aplica­
desde el Beame hasta el Pays de Baréges, pero ba a los que cuidaban del madero en que se en­
con el sentido más arcaico de ’primo tercero’ rollaba un cabo cuando lo halaban, parece ha­
(B hZR P h. LXX XV , § 220), Valle de Aure cous- berse tomado del cat. socaire ’el que azoca o tesa
souri ’primo segundo’, y por otra parte en los una cuerda’ (derivado de socar = A Z O C A R ); por
Alpes sobreselv. y subselv. savreng, zavrin, Bre- 30 tratarse de una faena de poco esfuerzo en com­
gaglia suvrin ’primo segundo’ (Tappolet, D ie R o- paración de la de tirar del cabo, se dijo después
manischen Verwandtschaftsnamen, pp. 115, 111). estar al socaire para ’estar a cubierto del viento’
La oposición entre el arag. sobrino y el cat. cosí o ’rehuir el trabajo’. 1.a doc.: 1587.
es ya antigua, pues Jaime I en su crónica del García de Palacio en el glosario de su Instruc­
S. X III ya pone aquella palabra en boca de u n 35 ción Náutica (153v°) define: «socayre es quando
noble aragonés al mismo tiempo que dice cosí en halan o tiran de algún cabo, y otros tienen y dan
su catalán. buelta a un madero de la nao, para que no torne
Habiendo salido sobrinus de swes(o)r-inus, quizá o se largue lo que halan». Según la Acad. (ya
el paleoslavo y esl. común (no ruso) stryji ’tío pa­ 1884, más claro en 1925) tomar socaire es «suje­
terno’ pueda representar *swestUÍo- (con el su­ 40 tar u n cabo que trabaja [ = ’está tenso, tirando de
fijo -uio- típico de los nombres de parentesco in ­ algo’] o del que se está tirando, dándole una vuel­
doeuropeos), cf. paleosl. sestrinü ’perteneciente a ta sobre un barraganete u otro madero, para que
la herm ana’, lit. seserynai ’hijos de herm anos’; no se escurra»; según Cej. (IX , 50-51) esto mis­
-sr- > str igual que en eslavo común sestra ’her­ mo se dice teríer el socaire o cobrar el socaire o
mana’, germ. a. swestra, gót. swistar id.; la evolu­ 45 aguantar socaire. La idea se aclara más si consi­
ción fonética habría sido *swestryji > s(e)stryji; deramos el sentido del cat. socaire ’el hombre
semánticamente cf. arag. ant. sobrino ’nieto’ (así que está al pie del xigre1 cuando se arrolla en éste
en Vidal Mayor), a. al. ant. enencheli ’nieto’ (< ’pe­ una cuerda, cuidando de que se arrolle bien, sin
queño abuelo’), alem. Vetter ’primo’ < a. al. ant. fe- irregularidades’, como definen Amades y Roig
tiro ’tío paterno’ = lat. patruus, lat. avunculus 50 (BD C XIV, 62, pigre por errata), explicando que
a v u l u s (veglioto naul ’tío’) ’abuelito’ > ’tío m a­ por ser faena muy descansada suele encargarse a
terno’ y demás casos análogos estudiados por Ben- gente de edad que ya no tiene brío para hacerse
veniste Voc. Inst. le I, 264. Como observa W alde2, a la m ar; hacer esta faena se llama fer socaire
s. v. patruus, parece imposible fonéticamente la (ibid., p. 28). Pero socaire es uno de tantos nom ­
idea de Mikkola, adoptada por Benveniste, con re­ 55 bres de agente catalanes en -aire derivados de ver­
servas, de que stryji tenga que ver con el preindo- bos, en nuestro caso el verbo socar o assocar, que
iranio p(e)truuÍo- = lat. patruus (de donde avés- he oído en la Costa de Levante como término
tico tüirya- = ser. pífrvyah). Es decir *swestryjí de marinos en el sentido de ’atar fuertem ente un
’hijo de la hermana de la m adre’ > ’primo en paquete apretando el cordel’, ’atar fuertem ente el
general’ > ’tío paterno’, a la inversa de la evolu­ 60 car a la roda de proa para evitar que oscile la ve­
la’, y en general ’tesar u n cabo para que no se y pronto extendida a Portugal (Dalgado, I, 173-
afloje’ (Fabra), lo mismo que sus equivalentes el 4) : esto mismo explica el cambio portugués de
fr. souquer y el cast. A Z O C A R . En castellano, socaire en socairo, y su aplicación preferente a
donde no existe el sufijo de agente -aire el voca­ cuerdas y objetos análogos. Pero está claro por ra­
blo se tom ó como nom bre de la acción que desem­ 5 zones fonéticas que socaire no puede derivar de
peñaba esta persona, o como nom bre del lugar á re, y no lo es menos que no puede ser derivado
donde estaba ésta; y como se trataba de una fae­ del port, cairo, ni aun como nom bre de u n cabo
na descansada, estar (o ponerse) al socaire to ­ de cuerda, pues sería demasiado singular la fun­
m ó el sentido de ’esquivar y rehuir el traba­ ción del prefijo so- en este caso; y mucho menos
jo’ (Acad.) o «hacerse remolón el m arinero en 10 en la ac. antigua ’al abrigo’, que entonces queda­
su coy sin salir a la guardia» [A u t.]; tam bién se ría enteram ente inexplicable. P or lo demás no se
aplicó en general a los que se ponían a cubierto han propuesto etimologías serias, pues no es posi­
de los peligros, y en particular del viento en tiem ­ ble la de Eguílaz (p. 530), quien pretende partir
po tempestuoso, y así socaire acabó por designar de una forma ceceante andaluza zocaire, sacán­
el paraje a cubierto del viento, p. ej. detrás de la 1S dola del ár. jufuíira dim inutivo de súfyra ’peñas­
vela [Aut.] : en América, como tantos términos co’ : pero esta voz arábiga habría dado *zofaira o
náuticos, pasó al uso terrestre, designando u n abri­ *zoaira en castellano, *çofaira en portugués. Más
go del viento (Cej.), aunque aun allí lo más co­ natural habría sido partir de un derivado del cat.
m ún es que aparezca en la locución ponerse al caire (Q u a d r u m ) ’ángulo recto’ y después ’canto,
socaire2; y en Córdoba y otras partes es término 20 borde de u n objeto’, que habría podido aplicar­
de cazadores con sentido análogo3. se a la borda del navio; pero hay que desechar
D ocumentado más abundantem ente y con otros esta idea, pues socaire en el sentido de ’abrigo del
sentidos encontramos el vocablo en lengua p o r­ viento’ no ha sido nunca catalán, y además so-
tuguesa. Moraes cita u n pasaje de Lopes de no es prefijo vivo en catalán m oderno ni medie­
Castanheda (med. S. X V I, traduciéndolo mal «ama­ 25 val1; tampoco es posible suponer que socaire fue­
rra de popa»), donde el vocablo designa a m i en­ se derivado castellano de u n catalanismo náutico
tender el palo donde se arrollaba el cabo de cuer­ caire ’borda’, pues no se conoce la existencia de tal
da, en la operación descrita: «os que levaváo a palabra en castellano.
toa soltarao com medo o socairo, e a nao dera á Desde luego es evidente que el vocablo no pro­
costa se outros nao acodissem a tom ar o socairo». 30 cede del lat. C a u r u s ’viento N O .’, pese a G dD D
Pero pronto aparece el significado secundario en 1555, quien se funda en una serie de palabras
la locución ao socairo de ’al abrigo, al amparo de’ : gallegas a las que supone descendientes heredita­
«outras fustas que estaváo ao socairo da fortaleza» rias de este vocablo latino, pero que deben de
en Joáo de Barros (med. S. X VI), cretirar-se ao resultar de alguna confusión, pues no hay nada
socairo de hum a ponta da ilha ou recife» en P in ­ 35 de esto (al menos con estos significados) en Valí,
to Pereira (h. 1575), «se abrigou com a armada ni en Carré. Por otra parte vid. C A Ñ Ó N .
de rem o ao socairo da nao e do galeáo» Lemos D e r i v . Socairero ’rem olón’ (Acad.), ’el marine­
(1585) (citas en Bluteau y Moraes). En este sen­ ro que tiene el socaire’ (Cej.). Asocairarse ’poner­
tido el vocablo estaría anticuado en portugués si se al socaire’, ’remolonear’ (Cej.).
hemos de prestar crédito a Bluteau, quien en efec­ 40 1 Especie de cabria o caballete donde se arrolla
to ya no lo entiende bien. Según Fig. hoy se con­ la cuerda. Los propios Amades y Roig dan en
serva como sustantivo aplicado a varias cuerdas, la p. 69 la forma femenina xigra. Se tratará de
y la prim era ac. está todavía bastante cercana al un préstamo del fr. chèvre, frprov. chima, que
sentido cat. prim itiyo: «cabo que sobeja {’que designa cabrias y aparatos semejantes en muchos
sobra’] ao fazerem-se certas maniobras náuticas», 45 puntos de Francia : F E W II , 299.— 1 «En vera­
«la 9 0 que urna corda dá, em volta dos tornos do no el sol alumbraba sin piedad su quieta y des­
carro e ata ou subjuga os volumes que o carro medrada figura, poniéndose al socaire pasaba su
transporta», «correia, corda ou corrente que passa tiempo mirando cambiar el paisaje» en el argen­
por uma argola na extremidade do cabe?alho e cujas tino norteño Alberto Córdoba, L a Prensa, 25-
pontas se prendem á canga» (con este oficio de­ 50 VIII-1940.— ' *Al socaire, que n o vaya el aire
signa una «corrente de ferro» en Évora, R L del cazador a la caza; socaire, lugar donde se
X X X I, 135). burla el aire con la disposición del terreno (Cór­
Salta a la vista que fuera de su lengua de ori­ doba)», «socaire de la caverna: el hueco o den­
gen nuestro vocablo, dejando de ser comprensible, tro de ella» (Cej.). Pereda empleó al socaire de
sufrió la atracción semántica de varias palabras, 55 los montes, al socaire de la pared; A. Lerroux
en castellano principalmente aire (de ahí la apli­ (y muchos más), al socaire en el sentido de ’al
cación preferente al viento), y en portugués cairo amparo’ (de una idea, de una frase, de un princi­
’cuerda de fibra de coco, muy empleada en náu­ pio, etc.), V. ejs. en Pagés.— 4 L o es, con el mis­
tica’, voz de origen tam ul abundantem ente do­ mo valor, s o r s - o s o s - s u b t u s - , y así quizá venga
cumentada en el portugués de la India desde 1502 60 de caire el malí, soscaire ’fracaso, contratiempo,
desgracia’, de sentido enteramente distinto del lengua castellana (popular en Cespedosa, R F E XV,
cast. socaire. 273).
M ás com ún es hasta hoy en catalán, donde
Socaliña, socaliñar, socaliñero, V. sacar So­ no es menos antigua ni arraigada: ya R. M artí
calzar, V. calza Socallo, V. cañón Socám- 5 en el S. X III glosa con socarar u n verbo árabe
bano, -baro, V. so Socapa, socapar, V. capa que en otro pasaje traduce por conburere; además:
Socapiscol, V. capiscol «al costat d ’una bardissa / viu mon companyó
crem ar; / un altre en viu socarrar / dins aquell
SOCARRAR, voz de origen prerromano, de la any en Evissa» en el mallorquín T urm eda, del
misma procedencia que el vasco ant. y dial, suka- 10 S. X IV (N . Cl., p. 132), «lo sant cosset / del
rr(a) ’Ilamaá de fuego, incendio’ (hoy ’fiebre’), com­ infantet / rom án il ■le s; / del foch sospés / ...
puesto de su ’fuego’ y karr(a) ’llama’. 1.a doc.: / re s ta -n la lar / ... / e n tre -1 caliu, / no so­
Berceo. corra!» Jaum e Roig (v. 3609; otro v. 6604). T iene
«Levantóse el ábrego, u n viento escaldado / bastante extensión en la zona pirenaica la varian­
... / Por las Estremaduras fizo dannos mortales, / 15 te sucarrar, más cercana a la forma vasca: así en
encendiendo las villas, quemando los ravales, / so­ el aragonés de Echo (Z R P h . LV, 630), Sucarrata
carraba los burgos e las villas cabdales / ... / ple- nom bre de lugar en el Alto Aragón (Elcock, D e
"ó a Sant Fagunt, quem ó una partida, / ... / quelques ajjinités, p. 39, comp. Steiger, VRom .
i’orniellos del camino fincó mal socarrada...» S. IV, 356), sucarrar en catalán occidental1. El área
Mili., 388c, 390a, o figuradam ente: «todo vos lo 20 del vocablo se extiende hasta el depto. francés del
avernos dicho e renun?ado, / en quál fuego se Aude, donde hay u n bosque llamado L a Souca-
vido, cómmo fue socarrado» S. D om ., 257d. El rrade (Sabarthés).
sentido es más fuerte que el m oderno: se trata N o veo razones de peso para dudar de la eti­
sin duda, como en vasco, de ’incendiar, quem ar’ ; mología vasca aceptada por Diez (W b ., 488): vas­
otra vez ya casi tenemos el sentido actual de ’cha­ 25 co sukartu, compuesto de su ’fuego’ y kar (con
muscar’ : cuando los demonios tratan de pegar artículo karra) ’llama’. Que ya L arram endi indica­
fuego al lecho .donde duerm e San Millán las lla­ ra este origen no es razón para que lo negue­
mas se vuelven milagrosamente contra ellos, y así m os: aunque este lexicógrafo anduviera desorien­
«trayén las sobermejas sangrientas e quemadas, / las tado y a m enudo falsee la realidad euzkera en
fruentes mal batidas, las barbas socarradas» S. 30 apoyo de su vascomanía, no basta para que le ne­
M ili., 220c. «Con una paja de trygo / vos cuydo guemos la razón cuando la tiene. M -L . aceptó
socarrar todo, / viejo rrucio e rrogodo, / maldi­ prim ero esta etimología (R E W 1 1717), si bien mo­
ciente e syn castigo, / mal goze de mi amigo / sy dificándola, quizá sólo por no haberla entendido
la lengua non vos podo» Francisco de Baena b ie n : en su opinión sería sólo derivado romance
(Canc. id., n.° 105, v. 53). «Socarrar: amburo» 35 de fearr(a) (con el prefijo sub-), lo cual se presta
Nebr. «Por u n sevillano rufo a lo valón / tengo a la objeción de que el simple *carra no existe
socarrado todo el corazón» Rinconete y Cortadillo en romance, y en efecto por esta misma razón
(■Cl. C., p. 201). «¿Adonde está este fuego socarra­ pone él en duda el origen vasco en su tercera edi­
do? / Gallina, que te atreves a las damas, / co­ ción (4676). Lam ento que no esté a m i alcance lo
mo si no quemasen más sus llamas...» Quiñones 40 que a este propósito escribió Schuchardt, quien si
de B. (N B A E X V III, 682). O tro ej., del Alfarache hemos de juzgar por el extracto de M -L . dudaba
de M artí, cité s. v. COCO (cocoso); otros, desde de la idea por la rpisma razón que éste2. E n rea­
el Cancionero de U rrea (1513) hasta L ope de Ve­ lidad no se ven razones firmes para estas dudas.
ga, en Cej. V III, 601-2: entre ellos los hay de E n sukartu la sílaba -tu es la desinencia verbal,
andaluces como Argote de Molina, castellanos (Lo­ 45 de suerte que socarrar en el aspecto fonético co­
pe), leoneses (Pícara Justina) y aragoneses (Urrea); rresponde a sukartu rigurosamente. E n otro aspec­
todos parecen tener el matiz de ’chamuscar’, nó­ to el sentido del vocablo está algo alterado en
tese especialmente «guardándola de socarrar en vasco m oderno, pero podemos reconocer sin va­
paños mojados enbuelta» en el A rte Cisoria de cilación cuál fué el sentido prim itivo: en las ha­
Villena; C ovarr.: «passar por el fuego alguna co­ JO blas de Guipúzcoa, L aburdi y N avarra española
sa, que ni bien esté assada n i bien cruda, porque y francesa sukartu vale ’sufrir u n acceso de fie­
de una parte se ha quemado y de otra no ha re­ bre’, en Roncal ’encolerizarse’, el sustantivo sukar
cibido el fuego», definición repetida por A ut. Va­ (con artículo sukarra) es ’fiebre’ en las mismas
rios de los ejs. tienen perceptibles resabios jergales, regiones, y sukarti o sukartu ’febril, calenturiento’,
otros pertenecen a autores que gustan de este tono 55 pero sukarri es todavía ’combustible’ en Vizcaya
de lenguaje (como Quiñones y el autor de la Píca­ (sukalda ’fuego ardiente’, ’brasa’ y sukal ’contribu­
ra), los de lenguaje noble como Juan de T orres p er­ ción por casas’, o sea ’por fuegos’, en Roncal); el
tenecen todavía al S. X VI. H oy socarrar ha deja­ sentido primitivo se ha conservado mejor en una
do de ser voz de uso general, desbancada por forma fonética levemente alterada sugar (sugarra)
chamuscar, aunque no en todas las regiones de 60 ’llamas de fuego, incendio’ en Vizcaya y en Alta
N avarra (pero ’fiebre’ en otras localidades vizcaí- to de socarro ’cuento picaresco’ en la Pícara Jus­
nas)j sugarri ’combustible’, sugarrastu o sugaras- tina (Fcha.) y en G . Correas; socarronería [Qui­
tau ’chamuscar’ en Guipúzcoa y Vizcaya. Es fá­ jote] ; asocarronado [med. S. X V II, Zabaleta, en
cil reconocer en todo esto u n compuesto de dos Cej. IX , 49]; en cuanto a socarra ’daifa, mujer
voces vascas de uso general: kar (con artículo 5 desvergonzada’ (ejs. de L ope y otros en T. 4 . E.
karra y en otras partes garra) ’llama’ y su ’fuego’, V I, p. 187; jergales en Hill, s. v .; otras veces
de cuya rem ota antigüedad en el idioma no cabe ’socarrón’ o ’socarronería’, Cej., I. c.) quizá sea
d u d a r; no es improbable que atine Bertoldi al más bien derivado regresivo de socarrón; éste es
suponer que el nom bre de los dioses iberos S u tu - desde luego el caso del hond. socarro ’socarrón’ y
gius y Suttunius contuviera ya esta palabra 10 del burg. y caló soca ’taimado’, que G . de Diego
(ZRPh. L V II, 142). (R F E V I, 130; V II, 141) yerra extrañam ente al
El vocablo castellano tiene muchas variantes dia-> querer tom ar como punto de partida de socarrón,
lectales: A) chocarrar3 en Navarra {Cabrera; A. relacionándolos con hacerse el sueco y la familia
Alonso), con la alternancia s z tx tan co­ de Z O Q U E T E , sin relación directa con todo esto.
m ún en vasco (V. S IR L E ), y en el de Roncal se 15 Chocarrero [1547, Pero Mejía, Diálogos, ed.
dice efectivamente xukartu p o r sukartu (Azkue). Mulvany, p. 49.36]® es desde luego inseparable de
B) Como en socarrar se percibió el prefijo rom an­ socarrón (comp. socarrar o chocarrar arrib a; «cho­
ce so-, algunos lo cambiaron en su variante sos- carrero o chocarrónn O udin 1607), como ya vie­
(como en sospesar, soslayo, cat. soscavar, sosllevar, ron Baist (R F IV, 419) y Spitzer (l. c.): procede
soscmre y análogos), *soscarrar, y luego chusca- 20 de la variante A , chocarrar ’chamuscar’ arriba ci­
rrar ’tostar ligeramente una cosa’, usual en M ur­ tada9; chocarrería [2.° cuarto S. XVI, Sánchez de
cia y Almería. C) Chascurrar (presente chascurro) Badajoz, Recopil. I, 304]'°; el ej. clásico de cho--
anotado de Bédar (Almería). D) Churrascax, and., carra ’graciosa, chistosa’ que cita G . de Diego
berc., de donde el rioplat. churrasco (V. abajo). (R F E X V III, 12) no contiene la forma primitiva
E) Chorrascar ’quem ar el pelo y la piel del cerdo 25 sino un derivado regresivo; lo propio hay que
m uerto cubriéndolo con paja y prendiéndole fue­ decir del ast. chocar ’jugar, divertirse’ (R), V. ade­
go’ en Cespedosa (R F E X V , 273), y en Extrem a­ más C H U SC O . Churrasco (y antes charrusco) rio­
dura. F ) Charruscar en León, Bogotá, Cuba y T a - plat., ’pedazo de carne a la brasa’ derivado de la
basco. O tras variantes son debidas a un cruce con variante D arriba citada, V. m i trabajo mencio­
chamuscar y su variante chumascar (empleada en 30 nado, churrasca chil. ’hojuela de masa frita’; chu­
C órdoba: Cej. V III, 586). Así, de D : G) C hu- rrasquear ’hacer carne a la brasa’ arg., -quearse
rruscar ’empezar a quemarse una cosa’ (C abrera; ’ennegrecerse y secarse una estrella de mar, al
Acad.), empleado en Salamanca (Lamano), de cabo de tiem po de pescada’ chil. (anotado en la
donde churrusco ’pedazo de pan demasiado tosta­ costa de Aconcagua). Chocarros o chucarros ’bo­
do’, con su variante zurrusco ’churrusco’ y ’vien­ 35 jes quemados en lo exterior’ nav. (Lanchetas), de­
to demasiado penetrante’ (M urcia); de u n *zo- rivado de A. Charrusco adj. ’crespo, ensortijado’
rrascar sale Cespedosa forrascar ’chamuscar’ (R F E costarriq., de F. Charrasca nicar. ’chicharrón’, de
XV, 273). H ) Chorrascar ’quemar superficialmen­ H . Otros sé han citado arriba. Además vid.
te’ salm. (procedente de D , con la primera sílaba C H U SC O .
de chamuscar). I) Somarrar ’chamuscar’ en Echo 40 ' Anotado en los tres extremos de la provin­
(R L iR X I, 113) y la M ancha (Cabrera), sumarrar cia de Lérida : Flamisell, Cardos y L a Granja
en la Sierra de G uara (R L iR X I, 113), zumarro d ’Escarp. Igual en las tierras del Ebro y aun en
’hocico de cerdo recién tostado’ en Palencia (Cej.), el Maestrazgo y otras zonas valencianas. En el
sumarro ’carne asada directamente sobre las bra­ dominio del dialecto cat. occ. creo que es univer­
sas’ en Segovia (Vergara), somarro id. en Soria 45 sal esta pronunciación. Sin embargo, en comarcas
(G. de Diego), y luego burg. chamurrar (Tobali- de más al Sur se pronuncia con o, p. ej. en Sue­
na, en G . de Diego, l. c.), alav. churrumar ’cha­ ca, y la forma valenciana común parece ser
muscar, tostar’ (Baráibar), mure, chusmarrar id. socarrar (Lamarca «chamuscar», socarrarse «chu­
(Sevilla)4. Para m ás detalles y documentación re­ rruscarse [el arroz, guisado, etc.]»; M . Gadea,
mito a mi estudio sobre churrasco y su familia, 50 Tèrra del Gè I, 356). Pronunciado también con
en R F H V I, 23-28. o en Mallorca, donde hay metátesis secorrar
D eriv . Socarrón [1588, Góngora, ed. Foulché I, (Guasp, Les Ules d’Or IX , 53) o con asimilación
114; M . Alemán, G. de Alfarache Cl. C. II I, 230; socorrar, presente socorra (B D L C V III, 4).—
tam bién en una comedía de Cervantes, ed. Sche- 2La cita de M -L ., R IE V VI, 8, parece estar
vill II, 30.12, y frecuente en el Quijote, Góngora 55 errada; según Spitzer estaría en V III, 5, o sea
y los clásicos en general]5 ’el que se burla disimu­ en el tomo de 1914. Ahora bien, por esta fecha
ladam ente’ (propiamente ’con palabras cáusticas o ya había salido el R E W , y si Schuchardt partió
quemantes’)6, comp. «socarrar o burlar: beffare» de la versión de M -L ., quizá sólo rechaza la idea
C. de las Casas (1570), «socarrar o chocarrar: to de éste y no la de Diez. Moli (B D L C X III, 357;
jeste, to mocke, to sing» Percivale (1591 )7, cuen­ 60 A O R B B I, 230), C. C. Rice (P M L A ' L II, 892)
y yo mismo en el articulo que citaré, nos hemos bia de alchímia» (Rivad. III, 170). Otros caste­
declarado de acuerdo con el origen vasco. Spitzer llanos: «hablando claro, yo era su gracioso; aun­
(RFE V III, 404) quiere vagamente relacionar con que otros me llamaban truhán chocarrero» G. de
soca = Z O Q U E T E o ’tronco’, sin fundamento Alforache (Cl. C. II I, 13.7); «me pesa infinito
semántico firme; soca por socarrón es regresión 5 cuando veo que un caballero se hace chocarrero
de fecha reciente.— 3Veo. txocarratu 'requemar, y se precia que sabe jugar los cubiletes y las
chamuscar’ (ronc. y salac.)— 4 G. de Diego (RFE agallas, y que no hay quien como él sepa bailar
IX, 129) dice que estas formas con -m - proceden la chacona» Coloquio de los Perros (Cl. C., p.
de un vasco sumarra ’brasa’, pero no hallo tal 237); «el atambor era uno que había sido cor­
palabra en los diccionarios vascos (Azkue, Van 10 chete, y gran chocarrero como lo suelen ser los
Eys, Larrasfquet, L hande; éste trae sumar como más atambores» id. (p. 278); «en el alma me
variante de suhaf que puede significar ’febril’, holgaba de oír al chocarrero ermitaño» Lazarillo
pero también ’olmo’ y otras cosas, y no sabe­ de Luna (Rivad. II I, 125). Comp. Cej. IX ,
mos en qué sentido existe aquella variante), § 140.— 9 El sentido de ’payaso o volatinero’ que
y marr(a) no es sinónimo de karr(a): significa 15 a veces encontramos en los clásicos es secunda­
’marca, señal’; en rigor sumarra habría po­ rio y no el etimológico, como quisiera G . de
dido significar ’marca del fuego, quem adura’, pe­ Diego, R F E V II, 141, quien propone derivar de
ro el hecho es que no parece ser palabra vasca. jo c a r i ’jugar’, etimología sólo posible si fuese
T odo puede explicarse por el cruce con chamus­ palabra moderna del alto-aragonés. A esta ac. de
car. D udo que tenga algo que ver con somarrar 20 chocarrero contribuyó el influjo de C H O C A R ,
la frase sum ulufi belyas que el anónimo sevillano de otro origen. Tampoco viene de oc. choc
de 1100 traduce por ’quemo viejas’; claro que ’buho’, como quiere Sainéan (B hZRPh. I, 109).—
tampoco tiene la menor verosimilitud el *sub- 10 «Déjese de chocarrerías, señora G allega... y ha­
m ic u la re que imagina Asín (pp. 286-7): el texto ga su hacienda, y no se entremeta con los mo­
está sin duda corrompido. E n la Gr. Conq. de 25 zos; que la moleré a palos» Ilustre Fregona (Cl.
Ultr., p. 4526, Gayangos traduce todos semiuria- C.t p. 254), «cuando piden limosna, más la sacan
dos por ’semiquemados, achicharrados’; tam po­ con invenciones y chocarrerías que con devocio­
co esto tiene que ver con somarra ni es posible nes» Coloquio de los Perros (p. 314; id., p.
partir del lat. semiurere: se tratará de una falsa 279). Más ejs. en Cej. IX , 45.
lectura por todos enjuriados (a lo sumo semiuri- 30
dos).— 5 «Aunque conoció que antes lo había di­ SOCARRENA, SOCARREÑA o SO CA RRÉN
cho de socarrón que de inocente, con todo eso ’parte del alero del tejado que sobresale de la
le agradeció su buen ánimo y le entregó el di­ pared’, ’desván’ : del lat. s ü g g r ü n d i a id., vulgar­
nero» Ilustre Fregona (C l. C., p. 261); «así que, m ente s ü g g ü r ü n d í a , salió prim ero *socorueña,
socarrón tamborinero, salid del hospital; si no, 35 *socoreña, que luego se convirtió en socarrena o
por vida de mi santiguada que os haga salir más socarren(a), por haberse interpretado popularm en­
que de paso» Coloquio de los Perros (Cl. C., p. te como derivado de socarrar, a causa de lo ahu­
287); «socarrón entendimiento / desenbuelto y mado de esta parte de la casa, por donde sale la
despejado / tiene la tal mantellina / y a ser chimenea. 1.a doc.: S. X III.
m uger principal / pudiera ser celestial, / y que­ 40 En la Vida de S. M illán de Berceo, el demonio
dóse en Celestina» Lope (Marqués de las Navas, que ensucia una casa, acosado por las plegarias
v. 963). Falta en APal., N ebr., C. de las Casas del santo, «asmaba esconderse en qualque soca­
y Percivale, pero ya no en Oudin (1607) ni en rrenas (rimando con cena, etc.), con la esperanza
Covarr.— 6 Para contactos semánticos entre la de que se fuese el exorcizador y pudiese hacer nue­
idea de ’quem ar’ y la de ’desvergüenza’, vid. 45 vamente de las suyas. L a misma forma aparece
Spitzer, R F E V III, 404, pero no hay que pen­ en la misma centuria en el Fuero de Sepúlveda1.
sar en un origen onomatopéyico, según quiere es­ «Vos farán muchas mercedes, / non dudedes, /
te autor.— 7 No hay por qué pensar en el ár. sy meteys en socarrena / m i vallena e atacena»
súfiara ’burlón’, como quisiera Baist (RF IV, J. A. de Baena (Canc. n.° 383, v. 25). Esta forma
352), cuyo resultado no podía ser otro que *za­ 50 se encuentra además en Covarr., en F r. A. Pé­
fara o *zohara). Socarráo «velhaco, enganador» rez (1603) y, calificada de vulgarismo, en Pedro
se empleó tam bién en portugués: D . Vieira cita Espinosa (1625, Obras, 196.21). N ebr. trae «so­
un ej. (escrito con -r- sencilla) en el Bispo do carrén del tejado: subgrunda» y asimismo tres ve­
G rao Pará, aunque entendiéndolo mal, como si ces en Juan de Pineda (como femenino) y como
fuese verbo. Otros lo confunden con sancarráo 55 m asculino en la Pícara Justina y en Gonzalo Co­
= cast. zancarrón, comp. R L X VI, 99.— 8 En rreas. E n cuanto a socarreña, la forma más fiel a
portugués «as farsas todas chocarreyras», ya algo la etimología, aparece en O udin («une fente au
antes, en G il Vicente, ?d. príncipe, f°107v°. Cas­ fonds d ’une navire»), en Álvarez de Abreu, y ya
tellanismo en el valenciano de Juan T im o n ed a: Fz. de Oviedo (1535) trae una vez socareña y
«vingué a Valencia un chocarrero fingint que sa­ 60 otra socareña, cuyas n sencillas pueden ser prim i­
tivas; hoy se emplea esta forma en Santander (G. a causa del género femenino se creó u n socarre­
Lomas) y de ahí se sacó por confusión con la -s na, tal como hay sarta(i)na junto a sartén,' plan­
del artículo plural el alav. ucarreñas (Baráibar). t a i n a junto a llantén. A dm itir u n influjo de ca­
Las acs. son varias, además de la primitiva ’par­ rena ’quilla’, como quiere Segl, es más aventurado,
te que sobresale del alero del tejado’, documentada 5 pues no se sabe que tal palabra haya significado
por Covarr. E n el sentido de ’desván’, además ’cum brera’ en castellano, y así como así no nos
de Berceo y Rosal, lo trae la Picara Justina; «tre­ explica la forma socarrén, la cual por sí sola da la
paban por las paredes a los socarrenes y desva­ clave de la formación de socarrena. Spitzer, M L N
nes», y sigue con este sentido en Álava. D e ahí LXX IV , 128-9, propone por razones fonéticas par­
se pasa a ’escondrijo, agujero’ : «en tal forma que 10 tir de so- + c a r r a g o , - g I n i s ’fortificación o barri­
se salvaban muchas peñas e socavaduras o so- cada hecha con carros’. A la vista está que esto
careñas que hay en la barranca», «crían por todas no sirve en el aspecto semántico. Olvida además
aquellas peñas o socarenas que están hacia dentro que s u g g u r u n d i a está documentada en glosas y
del infierno» Fz. de Oviedo, «en los agujeros de en otros romances y que el ensordecimiento de
la piedra y en las socarrenes de las paredes» Juan 15 sonoras geminadas está comprobado en varios casos
de Pineda, «una m anera de cueva que está hun^ castellanos (V. los índices aquí, s. v. dd y bb).
dida bajo de tierra» Covarr., y otros que pueden 1 T . A. Sánchez en su glosario de Berceo tra­
verse en Cej. IX , 49-50; hoy socarrena «cueva duce ’casilla ru in ’ fundándose en que en partes
rellena de cristales, drusa» en Sierra M orena, es­ de Santander el vocablo significa «casa de paja,
pecialmente en Linares (B R A E X X II, 495). En 20 de establo, etc., contigua a la principal». Sin
Santander, desde ’alero’ se ha pasado a ’cobertizo, embargo, el contexto exige que el demonio no
especialmente el que hay en los corrales para m e­ salga de la casa, por lo tanto ha de ser ’desván’,
ter los aperos, la carreta, etc.’ (G. L om as; Rev. que es la ac. que asignaba a socarrén F. del Ro­
de Santander V, 271). sal en 1601. Calleja en su glos. del Fuero de Se-
Ya Segl (Z R P h. X L II, 107-8) indicó que soca­ 25 púlveda da la misma definición que Sánchez, en
rrena procedía de s u g g r u n d i a ’parte que sobresa­ quien seguramente se in sp ira; no puedo com­
le del alero’, y aunque ni M -L . (R E W 8438a) probarlo en el texto.
ni la Acad. han recogido esta sugestión, no se ha
propuesto otra etimología, y ésta me parece indu­ Socarrina, socarro, socarrón, socarronería, V. so­
dable, a pesar de los detalles fonéticos. N o hay 30 carrar Socava, socavación, socavar, socavón, V.
que partir de la forma clásica s u g g r u n d a , conser­ cavar Socaz, V. cauce
vada hasta hoy en fr., rum ano, y simplificada en
gronda por el it. y el retorrom ance; sino de la SO CIO , tom ado del lat. sdcíus ’compañero’. 1.a
forma s u g g r u n d i a , plural de s u g g r u n d i u m , que doc.: Santillana (C. C. Sm ith, BHisp. L X I), APal.
con el mismo sentido está en Vitruvio (W alde-H., 35 («socieno por socio o compañero», 4606).
s. v. grundc), tam bién está sugrudia en las glosas Pero quizá no fuese por entonces de uso gene­
isidorianas (C G L V, 611.49) y sugurundia en un ral todavía, pues en 460d al definir el lat. socius
glosario de Cambridge conservado en ms. del no cita socio como equivalente cast., y el vocablo
S. X II, pero que contiene otros vulgarismos anti­ falta en N ebr. y Covarr., y es ajeno al léxico del
guos (C G L II, 594.47); esta anaptixis de otra u 40 Quijote, G óngora, etc.; sin embargo, ya está en
no es rara en las glosas (suggurunda II, 467.51; O udin y creo en Percivale y en San Juan de la
sugurunda II, 520.22, 594.50, de donde el fr. sé- Cruz (Cántico Espir.), aunque A ut. sólo lo re­
véronde). De s ü g g ü r ü n d i a había de salir —como gistra sin ejs. E n cast. su empleo se reduce
el antiguo vergüeña de v e r e c u n d i a — *sogorueña prácticamente al sentido comercial o a los indivi­
o quizá *socorueña, ensordeciéndose la g g gemi­ 45 duos que forman parte de una sociedad o enti­
nada (comp. r e d d e r e > cat. retre, g i b b a > cat. dad con pago de cuotas.
gepa), y luego *socoreña (igual que curueña > cu­ D e r i v . Sociedad [Berceo], de societas, -atis, id.;
reña). Para el resto hay que apelar al influjo de societario. Social [Acad. ya 1817], del lat. socialis
socarrar (que quizá tam bién sea responsable de la ’sociable’, ’social’, ’aliado’, tomado por conducto
-c-), influjo por lo demás explicable: en las casas 50 del fr. social, popularizado en este idioma por el
antiguas y pobres, la chimenea no era más que Contrat Social de Rousseau (1761): de las críti­
un agujero practicado a través del desván, que así cas que como galicismo se opondrían por entonces
quedaba ahumado perpetuamente y aun quizá cha­ en España al uso de este vocablo es eco la ob­
m uscado; el cat. fumeral ’chimenea’ se ha con­ servación del jesuíta T err. al afirmar que en cast.
vertido en el aran, hümarau, que significa ’des­ 55 sólo podía emplearse con referencia a la Guerra
ván’. L a forma socarrén o socarrena presenta un Social de los R om anos; socialismo y socialista
cambio de sufijo, producido cuando el vocablo se [Acad. 1884, no 1843], voces creadas en Europa
relacionó con socarrar: así como andén correspon­ a princ. del S. X IX en su sentido m o d e rn o '; so­
día a andar y llantén a llantar (plantar), socarrén cializar [Acad. 1925, no 1884], socialización. S o ­
funcionó como un derivado del verbo socarrar, y 60 ciable [1515, Fz. Villegas (C. C. Sm ith, BHisp.
L X I), O udin; S. X V II, Aut.], de sociabilis id.; cos: además del ej. de Lope de Vega que cita
sociabilidad. Asociar [Autoridades, sólo como ver­ A ut., se halla socrocios y cataplasmos en Lope de
bo reflexivo; no O udin ni C ovarrubias; Cuervo, Rueda (Cl. C., p. 138); Guevara, Reloj de Prin­
Diccionario I, 713-5], de associare, quizá por cipes (cita en D H ist. II, 1014b, § 14); Quevedo
conducto del fr. [1263]; asociado [Aut.]; asocia­ 5 acusa a los boticarios de que los medicamentos «aun­
ción [Aut.]; asociativo; asocio arg., colomb., ecuat. que estén caducando en las redomas de puro añe­
’compañía’ (muy usual en la Arg. en la locución jos, y los socrocios tengan telarañas, los dan» (Visita
en asocio con). Disociar [Álv. Cienfuegos, f 1809, de los Chistes, Rivad. X X III, 334a); también en la
de cuyo neologismo se burla M oratín en una pa­ Pícara Justina (Fcha.). Dice Covarr. «socrocio, qua-
rodia, ed. Acad. IV, 170; Acad. 1817, no 1783], 10 si subcroceum por ser más ordinario echarle in-
de dissociare,>a través del fr. [1495]; disociación, güente rubio que o tro ; Brocensis: a subcrecendo,
disociativo. aut a croco». Es de notar el tono vacilante en que
Descendiente semiculto del latín dissociare ’se­ propone Covarr. esta etimología, cuando con tan­
parar, desunir’ debe de ser el portugués suxar ta seguridad afirma otras, cuya fundación en la
’aflojar, soltar’, así como su participio trunco suxo 15 realidad de los hechos es harto discutible. ¿Es,
’flojo, soltado’, que ya se documentan a fines de pues, verdad o no que el socrocio era de color
la E. M edia y en el S. X VI (Moraes), con una amarillento? A ut. fundándose en Covarr. da ya
-x- debida seguramente a contaminación del sinó­ como cosa cierta que el socrocio era «de color de
nimo afrouxar (gall. ajroxar, D AcG .), pues también azafrán» (crocum en latín); la Acad. va más allá
se lee assuxar (F.a de Vasc., Eufrosina, h. 1537, 20 y asegura que el azafrán entra en la composición
Fig.) y el dato más antiguo parece ser desasuxar del socrocio. Pero ¿con qué fundam ento? N o hay
en los M irSgo. (S. XIV) 51.12, en donde el santo confirmación en el artículo correspondiente de
salva a un ahorcado aflojándole el lazo. Percivale, de O udin ni de T err. Al fin y al cabo
C p t . Sociología; sociológico; sociólogo. bien puede ser que los socrocios fuesen amarillen­
' Socialista aparece en todas las lenguas eu­ 25 tos, y que su nombre venga por vía culta del lat.
ropeas h. 1830, con su sentido actual. Antes se subcroceus que designa este color precisam ente;
halla, ya en 1765, en el sentido de ’partidario pero me guardaré mucho de darlo por averiguado.
del Contrato Social de Rousseau’ (Migliorini, T am bién podría tratarse de u n * s u b c o r d i u m , de­
Cos’é un Vocabolario, 84). rivado de c o r ’corazón’ (formado como IN C O R ­
30 D IO , de a n t e c o r d i u m ) , con tratam iento fonético
Soco, V. socucho Socola, V. cola Soco­ paralelo al de A L M U E R Z O a d m o r d i u m , pero se­
lor, V. color Socollada, V. cuello Socolliño, m iculto; pues realmente nos consta que los so­
V. sacaliña (s. v. sacar) crocios se aplicaban a esta viscera1.
1 «Pítima: el emplasto o socrocio que se pone
SO CO N U SC O , así llamado según la región 35 sobre el coraron para desahogarlo y alegrarlo»
mejicana del mismo nombre. 1.a doc.: Acad. 1925, Covarr. Otros testimonios clásicos de este empleo
no 1884; Pagés cita ej. de L . Fz. de M oratín, de las pítimas o bizmas en T. A . E. IV, p. 210.
pero no figura en el dicc. de este autor por Ruiz
Morcuende. SO CU C H O , origen incierto, parece tom ado de
40 zokotxo, diminutivo del vasco zoko ’rincón’. 1.a
Socoro, V. coro Socorrer, socorrido, soco­ doc.: zocucho, 1830, Fz. de N avarrete; 1836, Pi-
rro, V. correr chardo (1862).
Con la definición «voz marítim a generalizada en
SO CR O CIO , origen incierto, quizá tom ado del esta isla para significar un rincón, escondrijo o pa­
lat. sübcrdcéus ’amarillento’. 1.a doc.: xicrocio, 45 raje retirado». Figura en el Dicc. M arítimo Español
López de Ayala, f 1407. de Fz. de N avarrete: «cualquier rincón estrecho
Respondiendo a una pregunta que se le hizo que por construcción resulta en las partes más
en su vejez escribió el Canciller: ce si la llaga cerradas de las ligazones, como por ej. en los
aun no es m adura / de aquesta dubda que ago­ delgados de popa y proa, y que se cierra con
ra tenedes, / poned del bálsamo, olio e untura / 50 mamparos o queda comprendido dentro de una
de buena creencia / e luego podredes / amansar litera o camarote». A lo que agrega el de L oren­
el dolor e vos folgaredes; / e vos non curedes zo, M urga y Ferreiro (1864): &sucucho, hueco
de espender en o?io / el vuestro tienpo, e u n que queda entre bao y bao y una tabla horizontal
buen xicrofio / de la penitencia en ella pom edes» clavada en la parte inferior de éstos, con el canto
(Canc. de Baena, n.° 518, v. 39); en el propio 55 arrimado a u n mamparo o a la m urada: regular­
Cancionero ya aparece la forma m oderna, en poe­ m ente está en los camarotes y sirve para guardar
sía de V illasandino: «pues que la ventura mía / objetos de poco bulto».
es contraria a m is negocios, / con bidmas e con En España sólo se ha registrado localmente co­
socrocios / padesco mal noche e dia» (n.° 187, mo gallego «sucucho: rincón» en el dicc. de Cu-
v. 7). M ás tarde el vocablo aparece en los clási­ 60 veiro, no en los mejores, de Valí., Carré y Schnei-
der1. Se emplea en toda América, en ambas va­ ’misántropo’, zokourrin o zokokino ’olor de ence­
riantes socucho y sucucho: colomb. sucucho ’rin­ rrado’, etc. Como -txo (en Vizcaya -txu) es el su­
cón, chiribitil’ (Cuervo, Ap., § 530), chil. socu­ fijo com ún del diminutivo vasco, zokotxo ’rincón-
cho «cuarto estrecho, malo y sucio, chiribitil, es­ citó’ es dim inutivo de tipo tan corriente como
condrijo» (Lenz, Dicc., 694-5), mej. «socucho: ta­ 5 aitatxo ’padrecito’, semetxo ’hijito’, Ram ontxo, Xa-
buco, cuarto largo y angosto en la parte baja de biertxo, M irentxu, etc. (comp. Azkue, s. v. tío ,
la casa» (R. D uarte), etc. (V. más datos en Lenz, to, ko, etc.). Sólo dos detalles dejan alguna duda.
en T oro G isbert, B R A E V III, 440-1; en Amu- El diminutivo zokotxo no está en los diccionarios
nátegui, Enmiendas y Observaciones a un Dicc. vascos, pero esto es natural, pues esta clase de di­
I I I , 104-9; Garasa, Filología, Bs. As., IV, 1952-3, 10 minutivos, de formación libre y corriente, no fi­
204-5). gura en los diccionarios5. Por otra parte el cam ­
L a etimología es incierta y lo peor es que bio de *sococho en socucho, que se explica muy
ni siquiera podemos decidir con seguridad la fácilmente, sea por el influjo de los innumerables
procedencia geográfica del vocablo; acerca del uso diminutivos castellanos y gallegos en -ucho, sea por
en el lenguaje náutico no tengo datos anteriores 15 el de palabras gallegas que significan ’rincón’ co­
a los de Pichardo y Fz. de Navarrete (falta en G . mo cuchucho, recuncho, curruncho. Como repre­
de Palacios, Jal y W oodbr.); sin embargo, el uso sentante de una z- vasca esperaríamos en principio
general en América y la circunstancia de que se z- castellana, que es como, en efecto, escriben el
emplee en gallego pero sea poco conocido en este vocablo N avarrete y Pichardo; la forma con s-
idioma hace probable que sea voz de origen náu­ 20 se deberá al empleo predom inante en medios se­
tico2. seantes, americanos, andaluces, gallegos y bilbaí­
Lenz (Festschrift Fórster, 1902, pp. 23-24) ha­ nos. Él empleo del primitivo zoko en el lenguaje
bía pensado en derivar del quich. k’ú iu ’rincón, náutico parece comprobado por el canario soco
esquina’, que es palabra antigua en este idioma1, ’abrigo para resguardarse del viento o de la llu­
y que en el castellano local del Ecuador ha dado 25 via’ (Millares).
cuchu ’rincón, esquina, ángulo’, usual entre el vul­ 1 E l anónimo de h. 1850 da acuchucho: ahuje-
go de las ciudades andinas y la gente mestiza de ro» que quizá sea alteración de socucho, y cita
los campos (Lemos, Supl. II, p. 29). N o se ve el cantar «unha vella dixo a outra / po lo ca­
explicación de la sílaba so- en quichua, y aunque chucho da porta» (R L V II, 209). N o sé si al­
no es inconcebible que en el castellano del antiguo 30 guna de las dos formas es errata, pero la prim e­
Perú se formara un derivado híbrido so-cucho, ra está en el lugar alfabético que le corresponde.
con el prefijo romance so-, esto es poco verosímil, N ada parecido en port.— 2 Cej. (IX , 48) asegura
y sobre todo cuesta mucho creer que un término lo­ que en Cádiz se emplea para «rincón o escon­
cal peruano de este carácter lograse extenderse a to ­ drijo debajo de los arcos de las escaleras, etc.*,
da América y al habla de los marinos en general. 35 lo que confirma esta procedencia.— a Está en
Por esta y semejantes razones abandonó esta eti­ M iddendorf y en Lobato, y G . de Holguín
mología Lenz en su Dicc., admitiendo que sería (1606) ya da un adjetivo kucho «cosa esquinada,
palabra procedente de España, pero las etimolo­ esquina, vértice de ángulo». L a antigüedad se
gías que sugirió no tienen la más remota proba­ confirma por su frecuencia en nombres de lugar
bilidad ( s u b + CUPULA o * s u c c u l t u m en vez de 40 compuestos, en el E cuador: Chuyucucho, Capa-
o c c u l t u m ) , por razones fonéticas, morfológicas y cucho, M uyuncucho, Yanasachacucho, Cutucu-
de todas clases. Para la imposibilidad de las otras cho, vid. Lemos, Rev. del Colegio Rocajuerte
sugestiones que se han hecho, todas ellas vagas, X IV (1932). pp. 5, 7, 9, 12, 16, el famoso Aya-
V. m i artículo de R F fi VI, 214-5; tampoco es cucho, etc.— 4 Cruce con el sinónimo okolo <
probable la que hice allí, bajo las mayores reser­ 45 okelu (Michelena, Fon. 83) ¿O es éste, por el
vas, de derivar del gall. cocho ’cubil donde duer­ contrario, el que es evolución fonética de zo-
men el cerdo y otros animales’ ( ¿ < fr. conche}), kolo}— 5 Tampoco están, p. ej., semetxo ni
por una parte a causa del dudoso carácter galle­ aitatxo, que López M endizábal (La Lengua Vas­
go de socucho, y tam bién porque difiere la vocal ca, B. Aires 1943, p. 293) pone como ejs. Por
tónica de las dos palabras y so- es sufijo poco 50 lo demás en Sule dicen xokota para ’rinconcito’
productivo en el gallego actual. (Larrasquet, Lhande), que (dejando a un lado la
Quizá sea un vocablo vascuence adoptado por vocal final) no es más que la pronunciación dia­
el lenguaje de la marinería, en la cual los vascos lectal correspondiente a zokotxo.
han desempeñado tan im portante papel. Zoko es
la palabra de uso general en vasco para decir ’rin ­ 55 Sochantre, V. chantre Sochiguer, V. yugo
cón’ (en muchas partes corre la pronunciación d i­ Soda, sódico, sodio, V. sosa
minutiva txoko), de cuya vitalidad en el idioma
son testigos los numerosos derivados y compues­ S O D O M IT A , tomado del lat. sodomita ’habi­
tos como zokolu“, zokondo ’rincón’, zokon o zo- tante de Sodoma’, que en la Edad M edia tomó
kodun ’cóncavo’, zokogune ’depresión’, zokokari 60 el significado actual por alusión a los vicios de
que se acusaba a los pobladores de la ciudad bí­ gonista, por lo menos en todos los ejs. que conoz­
blica. 1.a doc.: «s.: puto» N ebr. co: a los arrieros que le atacan en su vela de ar­
Sodomía, abstracto sacado de esta palabra en la mas increpa con las palabras «de vosotros, soez
Edad Media, ya está en APal. («intercutem , en- y baxa canalla, no hago caso alguno» (I, iii, 9v°),
trel cuero golpeado dizian los antiguos a los om - 5 de los Yangüeses dice «éstos no son cavalleros,
bres masculinos o mocos que padecían sodomía» sino gente soez y de baxa ralea» (I, xv, 52v°),
219d), en N ebr. («pathicitas»), en el G uzm án de del «moco motilón, rollizo y de buen tomo» ele­
Alforache (A u t.), etc.; sodomita en Quevedo. So- gido por la viuda desenfadada dice «hombre tan
domítico, que APal. cita sin definirlo (4616) y soez, tan baxo y tan idiota» (I, xxv, 113r°), de
falta en A ut., está en O udin («sodomite, bougre»), 10 los toros que le atropellan «animales inm undos y
y se empleó alterado en sometico ’sodomita’, co­ soeces» (II, lix, 225r°); la única excepción está
mo figura en la Pícara Justina y en las Novelas en los versos de la dedicatoria, donde se imita la
Ejemplares (C l. C. I, 169); se trata de una alte­ jerga caballeresca «Maguer, señor Quixote, que
ración, con la cual estará relacionada la forma so- sandezes / vos tengan el cerbelo derrum bado, /
domesticus que D u C. cita en latín medieval. 15 nunca sereys de alguno reprochado / por hombre
de obras viles y soezes; / serán vuessas fazañas
SO EZ, origen incierto; atendiendo a la gra­ los joezes, / pues tuertos desfaziendo aveys anda­
fía antigua sohez, y teniendo en cuenta que es pa­ do, / siendo vegadas mil apaleado, / por follones
labra relativamente tardía, quizá sea una modifi­ cautivos y rahezes».
cación del antiguo sinónimo rehez (V. R A H E Z ): 20 Aunque no me consta que lo diga claramente un
interpretado éste popularmente como derivado de coetáneo, la impresión que se saca de todo esto
H E Z, se formaría so-hez para expresar un mayor es que soez era típico del estilo de los libros de
grado de abyección. 1.a doc.: 1.“ mitad S. XV. Caballerías (a lo cual aludiría ya Juan de Valdés:
En los Proverbios de Gloriosa Dotrina del M ar­ recuérdese cuántas veces se refiere en su diálogo
qués de Santillana (1437): «no te plegan altivezes 25 al estilo de estos libros), y que de ahí lo sacaría
/ indevidas, / como sean abatidas / muchas ve- Cervantes, logrando dar, con el inmenso prestigio
zes; / no digo que te rahezes / por tal vía / que de su obra cumbre, nueva vida literaria a esta
seas en compañía / de sohezesu (ed. Sevilla 1530, como a otras tantas palabras desprestigiadas o ya
f° 6v°2, proverbio 7.°; ed. 1852, p. 31); el Canc. olvidadas, como sandio, maguer, follón, etc. Los
de Baena trae en este mismo pasaje de rrahezes 30 diccionarios posteriores al Quijote se apresuran a
(f° 195 r°), lección que parece errada, puesto que recoger el vocablo, que O udin (1607) define «vil,
está en rima idéntica con el verbo (a)rrahezes, abject, sordide», Covarr. «baxo, infame, de poco
pero que indica que el escriba percibía rahezes y valor, y la hez de la República, y assí se dixo de
sohezes como voces equivalentes. sub y faex, faecis» agregando que es «palabra
Un poeta poco ilustre, Alfonso de M ontaños, 35 antigua», y Aldrete (1606) etimologiza fantástica­
enamorado, se lam enta: «pensamientos muy soeses mente el cast. «soez o suez» como procedente del
/ da cordura, / que consuela algunas veses / mi gr. zoees «vehemens»1. En la lengua moderna el
tristura» (Canc. de Stúñiga, p. 271). Antiguamente, vocablo se ha hecho usual, aunque sólo en estilo
hasta el Quijote inclusive, este vocablo nunca sig­ literario, y por lo común se aplica hoy a las pa­
nifica ’sucio’, sino sólo ’humilde, de baja estofa’, 40 labras y a las acciones, a diferencia del uso anti­
’que no es propio de la nobleza’, según muestran guo, referente sobre todo a personas; el matiz
claramente los versos de M ontaños, donde apenas actual puede ser ’vil’, pero tam bién ’sucio, obs­
tiene matiz peyorativo: se trata del lugar común ceno’ (ya L . Fz. de M oratín habla de unas m u­
de que el amor es locura, pero él es el que inspira jeres a quienes se dirigían los insultos más soeces);
ideas elevadas. 45 pero todo esto es debido al renacimiento artificial
Soez no era vocablo de uso general, como nos que experimentó tras Cervantes el vocablo, que
lo prueba su ausencia, no sólo en los grandes en esta vida facticia sufrió naturalm ente el influ­
clásicos medievales de que tenemos glosario, sino jo de su parónimo sucio. E n lo antiguo soez y su­
también en APal., Nebr., C. de las Casas (1570), cio son palabras separadísimas, y éste es el único
Percivale (1591), y en los léxicos de Góngora y 50 estado de cosas que debemos considerar en la
de Ruiz de Alarcón. Juan de Valdés no sólo con­ pesquisa etimológica. En ella podemos tam bién
firma que era palabra sólo empleada por algunos, prescindir del port. soez, muy reciente en este
sino que desaprueba su empleo: «soez, por vil, he idioma e indiscutiblemente tomado del castellano2.
leído en algunos libros, pero no me contenta» Los etimologistas han encontrado graves dificul­
(Diál. de la L . 117.19). En cuanto a ejs. clásicos, 55 tades para explicar el vocablo. Diez (W b., 488),
fuera del tardío de Tejada (med. S. X V II) que ci­ declarando artificiosa la etimología de Covarr., y
ta A ut., y los que reúne Gillet en su ed. de Torres tomando como base la ac. reciente ’sucio’, propo­
Naharro (V. índice, s. v. suez), no tengo otros nía partir del lat. tardío su is (cl. su s) ’cerdo’ :
que los del Quijote; pero es de notar que Cervan­ claro que esto es más artificioso todavía y ade­
tes lo pone constantemente en boca de su prota­ 60 más imposible fonética y morfológicamente, pues

V. — 19
la -s del nominativo no se conserva en castellano, mo el de la novelería caballeresca. Antes que todo
y menos se conviene en -z. N adie, en efecto, se esto sería preferible declarar que se ignora com­
ha adherido a su opinión, pero de su etimologia pletam ente el origen.
ha quedado en todos los posteriores el prejuicio Pero queda todavía la idea sugerida por el per­
de partir de la ac. ’sucio’. C. Michaelis en sus 5 sistente acoplamiento de soez con rahez ’vil, des­
primerizos Studien zur román. W ortschöpfung preciable’ (véanse los ejemplos de Santillana y
(p. 226) se limitaba a declarar que soez y sucio de la dedicatoria del Quijote), la perfecta sino­
eran duplicados fonéticos, y a esta opinión se atu­ nimia de los dos vocablos, y su coincidencia en
vieron G . Paris (Rom. V II, 104) y M -L . en sus ser los dos únicos adjetivos castellanos de una sola
primeros trabajos (Z R P h . V III: 216, y R . G . I, 10 terminación en -ez. Algo de com ún ha de haber
§ 67). entre ellos, tanto más cuanto que m ucho vale la
A ésta en realidad se reduce la bibliografía grafía sohez, que es común al testimonio más an­
etimológica del vocablo, si se prescinde de opi­ tiguo y a Covarr., O udin y A ut. D e u n vocablo
niones que debemos relegar al disparatarlo5. El como sohez, mucho más tardío que rahez, y pro­
supuesto parentesco con sucio presentaba dificul­ 15 pio de u n estilo tan amanerado como el de los
tades de forma, y así, pasados los tiempos heroi­ Libros de Caballerías, se impone sospechar que es
cos de C. Michaelis, propusieron sus dos suceso­ modificación de este último, voz de etimología ará­
res partir de un * s u d i c i u s derivado de una me­ biga bien conocida7. Ahora bien, tan corriente co­
tátesis * s u d i c u s por s ü c í d u s (> sucio): para ello m o rahez eia la forma rehez (V. m i artículo), y
se apoyaban en u n it. sudicio, pero en realidad 20 siendo éste u n vocablo aislado dentro del idioma,
la pronunciación italiana es sùdicio4, de suerte que es natural que el pueblo tratara de relacionarlo con
el supuesto lat. vg. * s u d i c i u s queda sin apoyo una raíz castellana como la de hez, que tan bien le
alguno. Sùdicio (que ya está en autores del cuadraba ideológicamente : por más equivocados
S. X VI) nació por metátesis directa de súcido que anduvieran, era inevitable que los castellanos
(así desde D ante), aunque es posible que aquella 25 antiguos vieran en re-hez una expresión equiva­
metátesis tuviese considerable antigüedad, pues lente a ’más que hez’, y que otros escritores efec­
a la misma base * s u d í ó u corresponden el cat. tistas inventaran, encareciendo la expresión, un
sutze y el oc. ant. sotz ( > it. sozzo); sin embargo, so-hez para aquel a quien colocaban por debajo
no podemos suponer que de este * s u d í ó u proceda del re-hez. L a ideología aristocrática de la Edad
el cast, soéz como de J U D ÍC E juez (con traslado 30 M edia se apoderaría de esta expresión, tan nece­
romance del acento, como en Diós), pues si la saria para sus preocupaciones de hidalguía, por
conservación de la postónica es natural en una más contraria que fuese a la tradición lingüísti­
palabra legal y más que semiculta como JU D IC E , ca, y aunque rechazado por escritores de gusto
no podía suceder lo propio en u n adjetivo popu­ más exigente, el vocablo haría fortuna en el estilo
lar como soez, heredado del latín vulgar y no del 35 caballeresco, hasta que le dió vida perdurable el
clásico; y además, aun admitiéndolo, sólo podría­ autor del Quijote.
mos esperar *soezo o más bien *suezos. Esta mis­ ' Origen de la L . Cast., f° 65r°l. Quiere decir
m a dificultad subsistiría aun si supusiéramos un genitivo femenino de ¡loióc; ’vivo’ (no será
derivado * s u d í c e u s , contra toda verosimilitud en ’agudo, impetuoso, vehemente’).— 2 Falta
una forma tan tardía como el * S U D IÓ U S m etatéti- 40 todavía en M oraes, y aun para D . Vieira (1870)
co. Es m enester renunciar a la idea', como ya lo era voz poco conocida, que este autor declara
hizo M -L . en la prim era edición del R E W (8414), «antigua».— 3 K órting, 9249, dice graciosamente
m ientras que en la últim a edición de su dicciona­ que es un patronímico de su s, como Fernández
rio ha borrado completamente el vocablo de su de Femando. Cej., L a L . de Cerv., s. v., se las
artículo S U C ID U S , para introducirlo en f a e x ’hez’ 45 arregla para agravarlo todavía diciendo que es
reivindicando así la idea de Covarr. Por desgra­ patroním ico... del prefijo so- ’bajo’.— ‘ M -L ., It.
cia se abstuvo M -L . de decimos cómo se expli­ G ramm ., § 152, cita un sudiscio junto a sùdicio
caba la formación de este «compuesto». Si es a en el Dizionario Ortologico de L . N esi (1825),
la m anera sugerida por Diez, como extraído de pero reconoce que «hoy ya no parece existir tal
una frase homo sub jaece populi ’hom bre por 50 pronunciación». En efecto sólo sùdicio está en
debajo de la hez del pueblo’, hemos de convenir Petrocchi, Rigutini, T ram ater, B ertoni-U golini y
con el padre de la Filologia Romance que la idea en las pocas formas dialectales que trae el A IS ,
es forzada en demasía. Si partiéramos del adjeti­ mapa 721.— 5 Como paralelos para la pérdida de
vo F A E C È u s ’cubierto de fango, innoble’, apenas la -o no es legítimo citar aprendiz y solaz, se­
empleado por Plauto, e imagináramos una forma­ 55 gún hace G . Paris, pues aquél es galicismo y
ción atenuante * s u b f a e c e u s ’un poco innoble’, éste provenzalismo, m ientras que soez sólo exis­
siempre tropezaríamos con la pérdida anómala de te en castellano.— " N o se invoque en su apoyo
la -u final, y además sería extraño que esta pala­ la palabra soeza ’suciedad, infamia’, que la Acad.
bra del latín vulgar no apareciera hasta el S. XV, recoge como antigua, pero sólo en ediciones re­
y aun sobre todo en u n estilo tan sospechoso co­ 60 cientes (falta todavía en la de 1884). Quizá no
tenga esto otra fuente que O udin (1607), y otros: Sofito, V. hito Soflama, soflamar, soflamero,
que le copian (como M insheu), donde soez se V. llama Soflar, V. soplar Sofocación, sofo­
traduce por cía lie et ordure», pero esto n i si­ cante, sofocar, sofoco, sofocón, sofoquina, V. aho­
quiera indica que O udin creyera que soez p u ­ gar Sofondar, V. zahúrda
diese ser sustantivo abstracto, pues el cast. gente 5
soez puede traducirse en francés por cía lie et SÓFORA, del lat. mod. Sophora, nom bre for­
ordure». A un si soeza se, encontrase esporádica­ mado por Linneo con elementos inciertos, quizá
mente en algún libro de Caballerías, deberíamos inspirándose en el ár. $ufajrá’, nom bre de una
mirarlo como un derivado ocasional del adjetivo especie de fustete oriental. 1.a doc.: Acad. 1884,
soez y no como una prueba de la etimología 10 no 1843.
s u c i d u s . Pero el hecho es que soeza no es pa­ Las soforáceas son árboles del Extrem o Oriente,
labra conocida.— ' N os desaconseja buscar un particularmente del Japón, aunque varios de ellos
original árabe a sohez (como lo es el de rahez) se cultivan en América del N orte y en Europa,
el hecho de que empiece por s- y no por z- con propósitos ornamentales. E n inglés se docu­
((-)■ 15 menta sophora desde 1753,. en la Enciclopedia de
Chambers, que atestigua fué nom bre dado por
SOFÁ, del fr. soja id. y éste del ár. $úffa ’al­ Linneo 16 años antes (N ED ). W ebster y la Acad.
mohadón’, ’sofá’, probablemente por conducto del sugieren se formase con el ár. fufairá’, que se­
turco. 1.a doc.: T e r r .; princ. S. X IX , L . Fz. de gún el glosario del M ansurí es árbol de Siria no
M oratín; Acad. 1843, no 1817. 20 cultivado en el M agreb (Dozy, Suppl. I, 836a);
T err. lo da solamente como palabra de viajeros según PAlc. sería el fustete, leguminosa diferen­
e historiadores de O riente; pero M oratín lo em­ te de las soforáceas, pero no muy alejada de es­
plea ya con referencia a un mueble español. En tos árboles, y que coincide con ciertas soforáceas
francés aparece por prim era vez, con referencia (la Robinia Pseudoacacia) en el color amarillo.
a Oriente, en 1560, y con el sentido de ’estrado 25
cubierto de almohadones’, y con la ac. moderna Sofreír, V. freír Sofrenada, sofrenar, V. fre­
desde 1657. L o mismo en francés que en inglés, no Sofrito, V. freír
la mayor parte de la documentación, hasta el
S. X V III, hace referencia a T urquía (vid. L ittré SOGA, voz representada en todos los rom an­
y N E D ), por lo cual es probable que los viaje­ 30 ces de Occidente, del lat. tardío SOCA id., quizá de
ros lo tom aran del turco, como parece confirmarlo origen céltico. 1.a doc.: docs. de 980 (Oelschl.);
la acentuación aguda (si viniese del árabe quizá Berceo.
se hubiese afrancesado en *sofe femenino). D e to­ A un ahorcado «aleáronlo de tierra con soga
dos modos el origen del vocablo es árabe en últi­ bien tirada» (M il., 147d), un condenado «en soga
ma instancia, derivado de la raíz $aff ’disponer 35 de diablos fue luego captivado» (M il., 2736); ya
en línea’, ’cubrir de almohadones’ : iú ffa es ’al­ entonces se emplea figuradam ente: ’serie, retahila,
mohadón’ en ár. clásico, y con sentido de ’sofá’ xelación de cosas’ en S. D om ., 93. Es palabra
aparece modernamente en Palestina, Egipto y M a- frecuentísima en todas las épocas, que aparece en
greb, vid. Dozy, Suppl. I, 834a, y Devic, s. v. Juan M anuel, Juan Ruiz, el Canc. de Baena (p.
40 42), APal. (crestis: soga o cuerda» 4186), Nebr.
Sofaldar, sofaldo, V. jalda Sofión, V. so­ («s.: cuerda de esparto, restis»), e tc .; hoy sigue
plar siendo de uso general en todas partes, en España
como en América1. No lo es menos en portugués,
SO FISM A , tomado del lat. sophisma y éste donde ya lo encontramos en textos de h. 1200
del gr. (jocpíiLia ’habilidad’, ’expediente, artificio’, 45 (Cortesáo). Tam bién es voz popular y arraigada
’sofisma’, derivado de ao<pí£eiv ’manejarse con ha­ en todo el territorio lingüístico catalán (en doc.
bilidad’, y éste de uocpó? ’hábil’, ’sabio’. 1.a doc.: de 1002, Rius i Serra, Cart. de St. Cugat II, 24;
sofismo, Berceo; sofisma, Canc. de Baena (Lida, ejs. desde el S. X IV en Ag.), en cuya mayor parte
Mena, p. 107); Oudin. ha participado en el cambio corriente de la o ce­
A ut. cita ej. en Pellicer, princ. S. X V II; falta 50 rrada en abierta, propio de la sílaba inicial de
en Covarr., N ebr., etc. vocablo; sin embargo, la antigua pronunciación
D eriv. Sofista [Corbacho, C. C. Smith, BHisp. soga sigue viviendo en el N orte, Oeste y S ur del
L X I; «sostentar lo falso con engañosas cautelas Principado (anotada en Queralbs, Freixenet de
de consequencias pertenece a los sophistas» APal. Camprodon, Castelldans, y en Urgel).
1196], de sophista y éste de id. Sofístico 55 M ás allá de los límites de la Península dis­
[sufistico ya en el Canc. de Baena (Lida, M ena, minuye más o menos la vitalidad del vocablo ro­
p. 107); 1490, Celestina, Aut.-, Góngora]; sofis­ mance, hoy ajeno a las principales lenguas litera­
ticar [Aldana, t 1578 (C. C. Sm ith); 1590, Acosta, rias no hispánicas, pero había vivido con carác­
Aut.], sofisticación, sofistiquez. Sofistería [1599, ter autóctono en toda la Romania de Occidente.
G. de Alfarache, Aut.]. 60 E n lengua de Oc, M istral tiene u n artículo sougo,
breve y sin ejemplos, y restringido a la ac. «cor­ del lat. s o c a ya por u n doc. del S. V I, por una
de pour serrer la charge d ’un mulet» y se citan fuente griega del V II, y la forma arromanzada soga
ya cuatro ejs. medievales, desde el S. X IV : el aparece poco después (Diez, W b., 297; R E W
área del vocablo no parece ser general, falta en 8051).
muchos dicc. dialectales (como el tan copioso del 5 D e todos modos no debe de ser vieja pa­
Rouergue por Vayssier) y los cuatro testimonios labra latina, pero en cuanto a si procede o no
de la Edad M edia pertenecen todos al Languedoc, del celta, hemos de ser menos afirm ativos: es
aunque no debió de ser ajeno a Provenza (ej. de verdad que el bret. sug í. «corde d ’attirail d ’une
1500 relativo a Aviñón en Pansier, al parecer con charrue, corde pour serrer le foin sur une charret-
la ac. peculiar que define M istral), y desde luego 10 te»‘ y el galés s$g f. ’rienda de cuero, cadena’
tiene arraigo en los Pirineos gascones: «souque: presentan tratam iento regular de la vocal tónica
corde, lien, lanière, courroie de cuir» (Palay). En y del fin del vocablo, y que no deja de haber
el N orte de Francia debió de ser todavía más ra­ algunos casos de conservación de la s- en las len­
ro, pues G od. sólo cita u n ej. del fr. medieval guas britónicas (V. la gramática de Pedersen; la
soue a princ. S, XV, y en la ac. secundaria ’es­ 15 lenición en h- estaba primitivamente condiciona­
pecie de tributo’; algo más frecuente es el deri­ da a la fonética sintáctica); de todos modos el
vado soage, s(o)uage, sea en esta misma ac., sea hecho es que en una vasta mayoría de vocablos
en la de ’m oldura’, vid. Ant. Thom as, E ssds de la s - se convierte en h-, y así es sospechoso que
Philol. Fr., 386; sin embargo, aun ahí el voca­ el bretón y el galés coincidan en conservarla en
blo tiene algún arraigo en varias regiones, espe­ 20 esta palabra. Luego puede ser m uy bien que en
cialmente en la francoprovenzal, donde hay de­ estos idiomas sea tam bién préstamo del latín vul­
rivados propios, aunque con sentidos secundarios gar (como aseguran V. H enry y J. L oth, no tanto
(’zoquete para apretar una cuerda’, ’mayal de tri­ Thurneysen), aunque desde luego muy antiguo.
llar’), y el propio primitivo s o c a , partiendo del Pero esto no prueba que s o c a no existiera en galo
sentido de ’medida de longitud’ parece haber lle­ 25 y aun en el antiguo celta insular; la opinión de
gado allí hasta significar ’extensión de u n prado T hurneysen (K eltorom ., 79) de que el irl. ant.
que puede pacer una vaca’ y luego ’cantidad de súa(i)nem ’cuerda’ proceda de un derivado sóc-
leche que puede sacarse de un animal’2; además n e m o n - no es compartida por otros celtistas, que
sowe ’cuerda’ es vivo en hablas lorenesas del Sur lo relacionaban con otras palabras, pero últim a­
de Bélgica (Haust, Étytnologies wall. et fr., 228). 30 mente Pokorny (en W alde-P. II, 481 y 470) se
E n Italia el vocablo es también dialectal y nada inclina a separar súainem del irl. ant. sen ’red de
más, pero tiene arraigo local y antiguo en muchas pescador o cazador’ y a derivarlo de la raíz in­
partes, no sólo en el N orte (soga, sughètt: Ber­ doeuropea del eslavón sukati, lit. sukti ’torcer, dar
toni, ZR P h. X X X V II, 738), sino en hablas m e­ vuelta’, que a su vez es ampliación de u n indoeur.
ridionales : na tsQk «una corda» en la Pulla (A IS , 35 S E U - (de donde el irl. ant. sdim ’tuerzo, doy vuel­
mapa 242), Irpino zoca «fune», Cilento tsúkulu ta’)5. En su Idg. E t. W b. 914 Pokorny aclara
(tsúkkolo) «legame con cui si attacca il giogo al su idea en forma inequívoca: el irl. süainem ven­
timone» (Rohlfs, Z R P h. L V II, 447); finalmente dría de * s e u - n - i a - m ó , mientras que el paleoslavo
aparece en varios dialectos retorrománicos y es sukati ’torcer’ correspondería a * s o u k e i e - , deriva­
bastante general en Cerdeña : Logudoro soga, 40 do de la raíz ampliada s e u - k - ; así y todo el su­
N uoro socca «correggia» (Guarnerio, Mise. Ascoli, puesto galo * s o u c X podría corresponder a ésta
242). Para completar el cuadro de la extensión (pero ¿era forzoso rechazar la base s o u k - n e - m ó
geográfica, conviene tener en cuenta que desde para süainem}). Así, pues, para el céltico continen­
el romance primitivo debió pasar al bereb. òasuffa tal podríamos partir de una base * s o u c a , con la
’cuerda’ y su derivado as-fún, asyuen, asyon id. 45 reducción de ou a 0, que ya se encuentra en galo,
( = sog-ón* : Schuchardt, Román. L ehnw . im base que también satisfaría a las formas britónicas,
Berb., 59); M . L . W agner (ZRPh. L X IÌI, 201) si éstas no son tomadas en préstamo. El arraigo es­
señala otras formas bereberes : zukér ’cuerda’ en pecial en la Península Ibérica, territorio conser­
nefusi (Tripolitania), asgouen ’cordel’ en cabila, vador de tanto vocabulario envejecido en otras
asgun ’cuerda de esparto’ en shawi. Por otra parte, 50 partes, no es en manera alguna obstáculo para la
soka es la palabra general en vasco para decir procedencia céltica6.
’soga, cuerda’ (Azkue; según M anterola guip., vizc. D e r i v . Soguear. Soguero; soguería. Soguilla;
y lab.). soguillo. Ensogar. Apersogar.
Por antigua que sea esta voz vasca, y lo ha de 1 «Sogas: conjunto de implementos lisos o tren­
ser a causa de la -k-, no puede tomarse como indi­ 55 zados en cuero crudo, que form an parte del ape­
cio de una procedencia ibérica (y difícilmente ro del hom bre de campo» en el argentino sure­
vasco-caucásica o «mediterránea»), de un vocablo ño Miguel A. Camino, Nuevas Chacayaleras, p.
arraigado hasta Bélgica, N orte de Italia y Friul. In ­ 122. Y en todas las regiones de este país y de
dudablem ente pasó al vasco desde el latín vulgar (o América. Para más documentación española,
quizá el céltico); en efecto nos consta la existencia 60 Cej„ V III, § 124.— 2 Vid. Hasselrot, V Rom . VI,
181-3, y la opinión discrepante de Aebischer solaina (no port.) «sitio de cara a mediodía» (Valí.)
(Rev. Celtique X L V III, 317, n. 5), quizá más ’pieza para tomar el sol’ (descripción en Eladio
aprioristica, quien partiría de un étimo céltico Rdz.): «unha casa de vinte fiestras e unha solaina»
distinto.— 3 Voz no documentada en romance Castelao 280.13. Solanera-, asolanar; resolana ’re­
que yo sepa; M -L . (R L iR I, 32) padece una 5 sol’, ’resistero’ cub. (Ca., 194), colomb. (Cuervo,
de sus habituales confusiones al derivarla de un A p .\ p. 423), arg. (Borcosque, A través de la Cor­
cat. socó, que no viene de soga, sino de soca dillera, p. 177; D raghi, Canc. Cuyano, 237, 255,
’tronco de árbol’, sin relación con esto.— * Para Novenario 112, 115; J. A ramburu, L a Prensa, 21-
el empleo popular del objeto y del vocablo en IV -1940). Solano ’hierba mora’, raro, del lat. sola-
los M onts d’Arrée, vid. Giese, V K R IV, 365.— 10 num íd .; solanáceo; solanina. Del lat. s o l a g o ,
5 Stokes-Bezz. (p. 297) y Pedersen (Vgl. Gramm., - i n i s , ’tornasol, heliotropo’ : port. soagem, gall.
I, 103) partían de la raíz del ser. sajati ’colgar’, soages ’hierba espinosa, como borraja silvestre’,
lit. segù ’pego, me agarro’. Pero si no me enga­ ’anchusa’ (Vigier) (Sarm. CaG. 94r, A104v, A l49r).
ño el resultado de - u k n - es el mismo que el de Solar adj. [Santillana, M ena (C. C. Smith, BHisp.
-O G N -, y así es legítimo atenerse a la opinión de 15 L X I); APal. 23d, 135b], tomado de solaris íd .;
Pokom y más satisfactoria en lo semántico.— circunsolar. Solear o asolear; ast. asoleyar (V);
c Alessio, It. Dial. X II, 202-5, supone que s o c a soleamiento.
sea antigua voz dialectal latina deducida de un Portugués assol-alh-ar > assoalhar ’solear, ex­
* s a u c ü l a y éste de un indoeur. sgu-tla de la raíz poner al sol’ y también ya assolhar, gall. asollar:
su- ’coser’, construcción tan arbitraria como au­ 20 Pedro salió a asollar el vestido, el cuerpo, y a
daz. N o hay razones sólidas para relacionar soga asollarse (Sarm. CaG. 1 \ 7v) ’sacar al sol para que
con la familia del cat. sególa, sàgola ’cable n áuti­ se seque’, de un mísero se dice que non asolla os
co’, que estudiaré en mi DECat. cortos; solleira ’tarandeira de soga en que se saca
la ropa al sol’; solloso ’sitio de sol’ (íd. 205«);
Sogalinda, V. sabandija Soguear, soguería, 25 tierra sollía ’en que calienta mucho el sol’ (íd.
soguero, soguilla, soguillo, V. soga 222r).
Solejar. Insolar; insolación. Resol; resolana
SOJA, tomado del lat. mod. soja y éste del ja­ ’lugar soleado’ [1633, Lz. de Arenas, p. 69], S u b ­
ponés soy id. 1.a doc.: Acad. 1925, no 1884. solano.
Probablemente por conducto del holandés soja. 30 Del griego rpaoc, sinónimo y herm ano de sol,
En muchas partes de América dicen soya, mode­ derivan los cultismos helíaco; afelio; efélide; par-
lado según el ingl. soy o soya (o soy-beans). helio; perihelio; y el nombre de metal helio.
C p t . Solsticio [solsticio 1444, J. de M ena, Lab.,
Soja(d)o, sojadro, V. suelo Sojuzgador, so­ 34d. Solsticio 1521, J. de Padilla, Triunfo I, i,
juzgar, V. yugo 35 5b; Aut.], tomado del lat. solsññum íd., compues­
to con store ’estar parado’; solsticial. Solpor gall.
SO L, del lat. s o l , s o l i s . íd. 1.a doc.: Cid. «atardecer» (Lugrís) < sol-poner (sustantivado).
«Antes seré convusco que el sol quiera rayar» Del griego: heliocéntrico; heliograbado; heliógra­
Cid, 231, etc. D e uso general en todas las épo­ fo, heliograma; heliómetro; helioscopio; heliósta-
cas, y com ún a todos los romances (sólo el fran­ 40 to; heliotelegrafía; helioterapía; heliotropo o he-
cés, el rético y parte del occitano sustituyeron por liotropio.
el diminutivo s o l i c u l u s ). Acerca de las razones
estilísticas de la generalización de s o l i c u l u s en Sol adv. ant., V. solo Solabio, V. lapa IV
francés, vid. últimamente Spitzer, Studia Romanica Solacear, solacio, V. solaz Solada, solado, sola­
E. Lerch, 400-408 (y para el cast, solejar, cat. solei, 45 dor, soladura, V. suelo Solana, solanáceo, sola­
p. 404). Para acs. especiales y fraseología, vid. nar, solanera, solanina, solano, V. sol Solapa,
Aut. y Cej. V III, §§ 125, 127. Como nombre pro­ solapado, solapamiento, solapar, solape, solapo, V.
pio de mujer parece ser calco del árabe: en la lapa IV Solaque, V. zulaque Solar m ., V.
España musulm ana era frecuente con este valor suelo Solar adj., V. sol Solar, V. chiquero
Sám si ’Sol M ío’ (Simonet, s. v. xol, y p. cxxiv, 50 Solar v., solariego, V. suelo
n. 5), lo mismo que Qámar ’L una’.
D eriv. Solano [docs. de 1073 y 1210, Oelschl. ; SOLAZ, tomado de oc. ant. solatz ’placer’, que
’lugar donde da el sol’, Berceo; Alex., 2026; ast. : procede del lat. s o l a c i u m ’consuelo’, derivado de
V ; «s., viento: subsolanus» Nebr.] : en la última s o l á r í ’reconfortar’, ’consolar’, ’aliviar’. 1.a doc.:
ac. se halla ya s o l a n u s en el latín tardío. Solana 55 Cid.
[doc. de 1043, O elschl.; ’desván, sobrado’ zamor., «A todo mió solaz» ’muy a gusto’ Cid, 228,
F D ; ’parte del rancho’ arg., M ontagne, Cuentos «dándoles solaz» ’haciéndoles fiesta, celebrándo­
Cuyanos, pp. 40, 131]; solanar arag. ’pieza de la los’ Cid, 2872. Aparece desde el principio con
casa destinada a tom ar el sol’, sulunar judesp. gran frecuencia y en sus varias acs. modernas
’campana de chimenea’ (R F E X V II, 143n.). Gali. 60 (Berceo; J. R u iz; Alex., 3 ; Gr. Conq. de Ultr.,
SO L A Z -SO L E N O ID E 294

510; etc.). E n el sentido de «placer o regocijo» apremia queda la culpa del solecismo: el qual se
lo encuentra anticuado J. de Valdés (Dial. de la faze por las partes de la oración, como poniendo
L ., 118.2), pero sigue empleándolo en otras acs. una parte por otra» (461 d). T am bién en Covarr.,
(si bien en otro pasaje propone la forma más la­ no en Oudin. A ut.: «defecto en la estructura de
tinizante solacio); la de «consolación con obra» 5 la oración, respecto a la concordancia y compo­
(Nebr.) persistió mejor, pero de todos modos so­ sición de sus partes», con cita de Quevedo. E n
laz es palabra estrictamente literaria desde el Si­ griego se aplicaba ffoXotxtu(xó<; a las faltas que co­
glo de O ro; Cej. IX , § 150. En cast. n o puede metían personas de lengua griega, fi(zp¡}api(rfi.ó; a
ser descendiente directo del l a t . s o l a c i u m por ra­ las cometidas p or extranjeros; después evolucio­
zones fonéticas: es de creer que se tom ó del oc. 10 nó el concepto.
ant. solatz, frecuentísimo desde el primero de los
trovadores (de ahí quizá tam bién el fr. ant. y dial. Soledad, soledoso, soledumbre, V. solo So­
soulas); nótese que solaz se aplica antiguamente lejar, V. sol
con especial referencia al arte del juglar (M . P.,
Poesía Jugl., 3-4); para la historia semántica de 15 SO LE M N E , tom ado del lat. sollemnis ’consa­
la palabra occitana, comp. Lerch, A R om . X XIV , grado, que se celebra en fechas fijas’ aplicado a
184-7. las costumbres y fiestas. 1.a doc.: solepme, 1399,
D eriv. Solazar [Berceo]; más raram ente asola- trad. de G ower, Confissión del A m ante, p. 445.
zar (D H ist.) o solacear. Solazoso. Consolar [Cid; Solena procesión S. X V en una Crónica de Juan II
Cuervo, Dicc. II, 421-3; Cej. IX , § 150], de 20 (Lida, M ena, 122).
c o n so la rí ’consolar’, ’aliviar’; consolable; conso­ Solepme resultó de un compromiso entre so-
lación [Corbacho (C. C. Sm ith, BHisp. L X I); lepne (reducción de solempne) y soleme. L a más
N ebr.]; consolador; consolante; consolativo; con­ usual antiguamente es la grafía solene: así en APal.
solatorio; consuelo [1570, C. de las Casas; Sta. (días solenes 155i>; ocho varones solenes 447d;
Teresa, A u t.; no N ebr., ni PAlc.]1; desconso­ 25 159b), N ebr. («solene' : solennis»), Sta. Teresa,
lar, desconsolado, desconsuelo; inconsolable. D e­ Ambrosio de M orales, Juan Hidalgo, T irso, Q ue­
solar [«mi corazón se desuela» 1520, Tres Pasos vedo, etc. (citas en Cuervo, Obr. Inéd., 138-40);
de la Pasión, v. 172, ed. G illet; no N ebr. ni pero Covarr. ya latiniza solemne, lo mismo que
PA lc.; Cej. IX , § 137], de d e s o l a r e ’devastar’, Aut. L a grafía m ás corriente y correcta en la­
’dejar desierto’ ; desolación; desolador. 30 tín era sollemnis (o solemnis); la variante sollennis
1 Parece que en latín vulgar existiría un presen­ se funda en una etimología falsa (de annus ’año’,
te analógico c ó n s o l a t , de donde el postverbal que nada tiene que ver, y de sollus ’entero’ que
cueslo ’consuelo’ empleado por Berceo, S. D om., es dudoso se relacione), vid. E m out-M . M oderna­
501c, hápax. m ente en cast. ha penetrado hasta el uso oral;
35 popularmente y ya en el Siglo de O ro se emplea
Solazo, V. sol Solazoso, V. solaz Solda­ para encarecer el sentido de m uchos sustantivos
da, soldadero, soldadesca, soldadesco, soldado, sol­ o adjetivos sustantivados: necedad solemne en el
dador, soldadura, V. sueldo Soldán, V. sultán G. de Alfarache (A u t.), y hoy son m uy corrientes
Soldar, V. sueldo Soleamiento, solear, V. sol combinaciones como solemne sinvergüenza, solem­
40 ne mentecato, solemne disparate (de combinacio­
SO LEC ER berc. ’aumentar, lucir, dar de sí’, nes como estas últimas se deduciría el gall. solene
probablemente del lat. s u b o l e s c e r e ’formar una ’imbécil’, vid. Spitzer, N euphil. M itteil. X X II, 49).
generación nueva, constituir un linaje’. 1.a doc.: D eriv . Solem nidad [-era-, APal. 82d, 4626;
1934, G . Rey. N eb r.; Sta. Teresa, Vida, p. 48; Cuervo, Disq.,
Con los ejs. este animal no solece, con este calor 45 195Ó, 416]. Solemnizar [Í616, Espinel, A u t.; so-
solecen las plantas. N o hay otros descendientes lenizar ya en Mena (Lida, M ena, 122, 257)]; so-
romances. lemnizador.
C pt. Solerte [Mena, C. C. Smith, BHisp. L X I]
SO LE C ISM O , tomado del lat. soloecismus y muy raro, tomado del lat. sollers, -tis, ’sagaz, há­
éste del gr. go\oixi<¡¡j.¿i; ’falta contra las reglas del 50 bil’, compuesto de ars ’arte, habilidad’ y sollus
idioma’, derivado de tsóXoixoq ’que habla inco­ ’entero’ (del cual se ha creído compuesto sollem­
rrectam ente’, derivado de SóXoi, nom bre de una nis); solercia [Mena, C. C. Sm ith; med. S. X V II,
colonia ateniense en Cilicia, donde se hablaba un Aut.], tomado de sollertia id.
gíiego corrompido. 1.a doc.: A. T orre (C. C. Smith, 1 N o recuerdo ejs. de la forma solén que cita
BHisp. L X I), APal. 55 la Acad.
Explicado: «viciosa composición de dictiones...
assí como es el barbarismo corrupción de una pa­ S O L E N O ID E , compuesto culto del gr. <jü>At|V,
labra... E ntre los poetas se dize solecismo quan- -Tjvoi;, ’tubo, conducto’, y elBo; ’forma’. 1.a doc.:
do quier que en el verso se falla esto por la ne- Acad. 1925, no 1884; Pagés cita ej. de Echegaray
cessidad de la medida, pero si la necessidad no lo 60 (fin S. X IX).
Soleo, soleo, soler m., V. suelo p. 185; O udin; Quevedo]; solfeo [Acad. ya 1817],
parece creado a imitación del it. solfeggio (ante­
SO LER, del lat. s O l é r e ’acostumbrar, tener rior por lo menos al S. X V III): muchos lo hacen
costumbre (de hacer algo)’. 1.a doc.: Cid. sinónimo de solfa («Método de solfeo»); solfeador.
«Myo Cid ... / fuesse a Riodovirna los molinos 5 Solfista.
picar / e prender maquilas, como lo sítele far»
(v. 3380). Abunda desde los textos más antiguos Solfatara, V. azufre Solfeador, solfear, sol­
(Berceo, M il., 738b; Alex., 1706; etc.), y en todas feo, V. solfa
las épocas; hoy, aunque fuertem ente limitado poi
la concurrencia general de acostumbrar, sigue vivo 10 SO L F E R IN O , del nombre de la batalla de Sol­
todavía, por lo menos en España (muy poco en ferino, ganada por Napoleón I I I en 1859; así lla­
ciertas partes de América, donde se emplea gene­ mado por haberse descubierto este colorante poco
ralmente saber con este valor). Datos en Cej. IX, después. 1.a doc.: Acad. 1925, no 1884.
§ 150. Gall. ant. soer (C tgs., MirSgo. 53.14, 55.17; En inglés se documenta desde 1865 (vid. N E D ).
Canc. Vat.) hoy perdido en portugués, pero toda­ 15
vía se emplea en Galicia («soen espresarse...» Cas- Solfista, V. solfa Solicitación, solicitador, so­
telao 129.20). licitante, solicitar, solícito, solicitud, V. citar So­
D e r i v . (todos cultismos). Sólito [1613, Cervan­ lidar, solidaridad, solidario, solidarizar, V. sueldo
tes, í4m£.], muy poco usado: de sóRtus, participio Solideo, V. solo Solidez, solidificación, solidi­
de solere; insólito [Aldana, t 1578 (C. C. Smith, 20 ficar, sólido, V. sueldo Soliloquiar, soliloquio,
BHisp. L X I), O udin; ejs. S. X V II, Aut.], mucho V. solo Solimán, V. umbral Solio, V. sen­
más usual. Insolente [1435, Juan de M ena, A u t.; tar Solípedo, V. sueldo Solista, solitaria, so­
Quijote, etc.]1, de insólens, -éntis, ’desacostumbra­ litario, V. solo Sólito, V. soler Solitud, V.
do’, ’desmesurado, excesivo’, ’insolente, desvergon­ solo Soliviadura, soliviantado, soliviantar, so­
zado’; insolencia [1535, J. de Valdés, V. arriba]; 25 liviar, solivio, solivión, V. leve Solmenar, V.
insolentar. Obsoleto [Quevedo, Aut.], poco usado menear
en c a st.: de obsoletus id., participio de obsoles-
cére ’caer en desuso’. SO LO , del lat. s o l u s , - a , - u m , id. 1.a doc.:
1 Ya se empleó mucho desde la primera mitad 1040, Oelschl.; Cid.
del S. XVI. Claro que tardó en generalizarse, y 30 «Todos eran idos, ellos quatro solos son» Cid,
por esto muchos hablan, aun en fecha posterior, 2712, «sola salló como ladrón, / que non demandó
de la conveniencia de introducirlo; J. de Valdés companyón» Sta. M . Egipc., 140. D e uso gene­
(Diál. de la L ., p. 138) pone insolencia entre las ral en todas las épocas y común a todos los ro­
palabras latinas que convendría adoptar; Jim é­ mances de Occidente. Desde los orígenes se em­
nez Patón (princ. S. X V II) dice que es préstamo 35 plea tam bién como adverbio sólo, así ya en Ber­
que se introduce «por brevedad de vocablos», ceo; en combinación con no se emplea entonces
para no tener que decir «poco respeto y recato la forma apocopada sol non ’ni aun, ni siquiera’,
en el trato común» (Viñaza, col. 543). Alguna p. ej. en J. Ruiz 196, Alex., 131 c (con separa­
vez tiene acs. nuevas en c a st.: en Lope, L a Co­ ción de los dos elementos aquí: «que sol por ca­
rona Merecida, «el cura es honbre ynsolente» pa­ 40 tarlo non eran osados»). En los clásicos no es raro
rece significar ’hombre de m undo, acostumbra­ que el adjetivo solo, sola, funcione ideológica­
do al trato de las gentes’ (v. 232). m ente con el valor de este adverbio («casa de lo­
cos, donde cada uno grita y trata de sola su lo­
Solera, V. suelo Solera ’prenda de vestir’, V. cura» G. de Alfarache, Cl. C. V, 118.2). M oder­
sol Solercia, V. solemne Solería, solero, V. 45 namente tiene a veces verdadero valor conjuntivo,
suelo Solerte, V. solemne Soleta, soletar, (a manera de adversativa): en este caso suele pro­
soletear, soletero, V. suelo Solevación, soleva­ nunciarse átono en Navarra y seguramente en
miento, solevantado, solevantamiento, solevantar, otras partes (N. Tomás, R F E X II, 371n.). D o­
solevanto, solevar, V. leve cumentación clásica en Cej. IX , § 150.
50 D e r i v . Soledad [APal. 191b, 463b; «solitudo»
SO LFA , combinación del nombre de las dos N ebr.]; en la ac. ’añoranza’ es herm ano del port.
notas sol y fa. 1.a doc.: Quevedo (Aut.). saudade1: en cast. se documenta ya en la 2.a m i­
Falta en APal., N ebr., Percivale, O udin y Co- tad S. X V I («Madalena anda hoy con gran s. de
varr. Voz internacional: it., port., cat., oc. ant. su yerno, que partió hoy para ahí», carta de F e­
solfa, el últim o ya documentado una vez en el 55 lipe I I citada en Cuervo, A p . \ p. 533; don Q ui­
S. X III, fr. solfier ’solfear’ [S. XIV], ingl. sol-fa jote, en casa de los D uques cuando parte Sancho
[1548]. En alemán solmisieren ’solfear, solfeo’, para su ínsula «sintió su s., y si le fuera possible
formado paralelamente con sol y mi. revocarle la comissión y quitarle el Govierno, lo
D e r i v . Solfear [Ysópete, S. X V : «le hauia sol­ hiziera» II, xliv, 165r°; más documentación reúne
feado el trasero», Letras de Deusto, n.° 1, 1971, 60 Rz. M arín en su ed. del Quijote, 1928, V II, 350-
64), hoy se emplea sobre todo en Canarias (B R A E Tam bién figura en Rob. de Ñola (1525), p. 170,
V II, 340) y Arg. (B D H A II I, 64); soledoso en la 2.a parte anónima del Lazarillo (1555), Ri-
[Acad. 1884 ’solitario’; 1925 ’que siente añoran­ vad. I I I , 104, y en Diego G racián (h. 1540), cita
za’, ac. usual en santand. — ej. de Pereda en Pa- de A ut., donde se define «pescado de agua dulce,
gés2— y arg.]. Soledum bre, raro. Solista. Solitario 5 blanco, largo de cuerpo, y mui tragón, pues se
[Berceo; APal. 463b, 471b], tomado de solitarius come los otros pescados, y por esso le llaman al­
id .; solitario m. ’cierta ave’ («s., ave: passer soli­ gunos lobo de río ; su carne es m ui regalada»;
tarius» N ebr.); -aria f. ’especie de dengue de Covarr. «pescado conocido y de mucho precio»;
lienzo blanco que ha caído en desuso’ ast. (V), M edina Conde en su lista de peces malagueños
’tenia’ [Acad. ya 1817]. Solitud ant. 10 (pp. 261-2) da más detalles, especialmente sobre
C pt. Solamente [Berceo]3. Soliloquio [1515, Fz. el empleo de los despojos del sollo para hacer ic­
Villegas (C. C. Sm ith, BH isp. L X I); O udin; 1613, tiocola; Schuchardt (Z R P h . X X X I, 654-5). El Pa­
Cervantes, A u t.; no Covarr.], de soliloquium id., dre Noydens en su ed. de Covarr. dice que sólo
compuesto con loqui ’hablar’; soliloquiar. alcanzan a comerlo los príncipes y poderosos, y
1 Éste aparece ya tres veces en las Ctgs. (en 15 tam bién en el Lazarillo lo come un Rey. T enien­
la forma soidade) con el sentido de ’deseo’ : «el do esto en cuenta podemos identificar con el sollo
Rei de ver esto avia gran soidade» 79.11. Como el pez solgus o sollus que en docs. de 1119 y
gallego mod. Sarm. (CaG. 199r) sólo reconoce 1127, relativos a Zaragoza y T udela, se reserva Al­
una forma suidades («lo mismo que el saudades fonso el Batallador para su mesa real (D u C .); en
portugués»). Castelao admite saudade también 20 efecto, el sollo, aunque tam bién es pez de m ar, se
como gallego moderno y profundiza en los matices encuentra en el Ebro, el Júcar y el T uria (Carus
y resonancias del concepto, 252.7, 272.1 lss., pero II, 529-30); en Valencia le llaman solí según
advierte que lo estrictamente gallego es soedades: Ag., pero es dudoso que sea voz castiza, pues el
con el matiz portugués emplea éste (teño soeda­ nom bre catalán parece ser más bien esturió. Lo
des 290.22) y establece distinciones semánticas 25 es, en cambio, en forma indiscutible el port. solho,
entre las dos formas (267.7f. y 268); en fin, m uy frecuente ya en el S. X III, pues figura en el
emplea tam bién soedade en el sentido etimológi­ Fuero de Beja (P M H Leges II, 59) y en otros
co ’soledad, aislamiento’ (o sol é unha choiva de tres docs. portugueses de h. 1250 (Cortesáo).
lume a caer na soedade das prazas 150.5). Para el Tam bién era antiguo en mozárabe, pues süli es el
concepto de la saudade o soledad, Vossler, Sit- 30 nom bre que le dan el cordobés R abí Ben Zaid
zungsber. d. Bayrischen Akad. 1931, cuad. 1.— (a. 961), el almeriense Arbolí (S. XV) y el gra­
2 Y ya en 1876 en G umersindo Laverde Ruiz, nadino PAlc. (Simonet s. v. sollo). Para averi­
cita de M z. Pelayo, L a Ciencia Esp. I, 17, quien guar el origen sería im portante saber si es verdad
lo imprime en cursiva.— 3 Es vulgar la variante que San Isidoro designa el sollo con el nom bre
soldemente, que ya figura con este carácter en 35 suillus, como lo han asegurado M edina Conde,
Tirso, L a Villana de Vallecas, v. 3500 (III, x). Cabrera, Simonet y o tro s; dice el santo «porci
Lamano dice que hoy en Salamanca se ha hecho marini, qui vulgo vocantur suilli, quia dum escam
raro, mientras que siguen empleándose mucho quaerunt, more suis terram sub aquis fodiunt»
sólido por solo y solidez por soledad, a cuyo in­ (Etym . X II, vi, 12), y Cabrera deriva de s u i l l u s
flujo, por lo visto, atribuye esta alteración vul­ 40 el cast. sollo asegurando «puede este pescado con
gar. N o estoy seguro de que esté en lo cierto. la mandíbula superior hozar en el cieno y en la
¿N o habrá imitación de la pareja aldemenos = a arena», pero esto no está comprobado en ninguna
lo menos? parte y no parece ser más que un postulado eti­
mológico; lo natural es creer que San Isidoro
Solombra, solombría, V. sombra Solomillo, 45 entendería por porcus marinus lo mismo que Pli-
solomo, V. lomo Solsa, V. sosa Solsticial, nio (X X X II, ix, 1; X IX , iv), es decir, la m ar­
solsticio, V. sol Soltadizo, soltador, soltería, sol­ sopa1.
tero, solterón, soltura, solubilidad, soluble, solu­ Por otra parte, aunque García de Diego (RFE
ción, solucionar, solutivo, solvencia, solventar, sol­ V II, 113; Contrib., 163), M -L . {R E W 8439) y
vente, solver, V. absolver Solía, V. sollo 50 Sofer (p. 159) coincidan en admitir el étimo s u i l ­
Sollado, V. suelo Soltador, V. soplar Solla­ l u s , hay que dar la razón a quien la tiene, y
mar, V. llama Sollar, V. soplar Sollastre, en este caso es C. C. Rice (H isp. R . V I, 75-76)
sottastría, V. cellenco cuando afirma que la ecuación s u i l l u s > sollo
es imposible fonéticam ente; en efecto, s u i l l u s
SO LL O , del mismo origen incierto que el port. 55 sólo podía dar *suello si tenía í breve, o *suillo
solho, mozár. xuli, arag. ant. sollo, veo. guip. zoiiu si era larga, y el traslado del acento en un caso
«esturgeon»: quizá del lat. s ü c ü l u s ’cerdito’, por así sería contrario a las tendencias romances y
la forma del hocico de este pez; en castellano hubo particularmente castellanas3. Por otra parte esto
de tomarse de uno de los tres romances citados. obligaría a aceptar el supuesto de M -L . de que el
1.a doc.: «sollo, pescado notable: lupus» Nebr. 60 port. solho sea castellanismo, supuesto contrario
a toda probabilidad, dada la documentación y el terpretó como si fuese derivado de g l u t t i r e ’tra­
hecho de que son tan raros los nombres de peces gar’. 1.a doc,: h. 1400, glos. del Escorial y de
portugueses de origen castellano, como frecuentes Toledo.
los portuguesismos castellanos en este terreno. Co­ Aquél traduce siglutus por zollozo, éste singul-
mo una -Ih- portuguesa no corresponde histórica­ 5 tus por sollozo y singultio por follofar. E n estos
mente a una -11- castellana, es forzoso admitir por glosarios, como en otros textos aragoneses, hay
lo tanto que el cast. sollo; todavía ajeno a Juan casos de confusión de f con z; la grafía correcta
Ruiz, está tom ado del portugués (a no ser que es la de N e b r.: «sollozo en el lloro: singultus;
proceda del aragonés o del mozárabe), postulado sollofar: singultio», ya en el Lucano de Alf. X
tanto más probable cuanto que, según Noydens, 10 (Almazán). Voz frecuente en todas las épocas;
«péscase el sollo en el río G uadiana, cerca de la ejs. clásicos en A u t.; son de interés las formas
entrada del mar, desde el mes de Marzo hasta dialectales sanabresas saludo y silouzo (K rüger,
Julio». H omen. a M . P. II, 165), que forman la transi­
El port. solho quizá sea forma masculina saca­ ción hacia las portuguesas solufo, solufar [«cho­
da de solha ’lenguado’ s ó L é a (gall.3 solía ’platija’, 15 rando a saludadas» ’con sollozos’ Ctgs. 323.33], y
Álvz. Giménez, 80), aunque se trate de dos peces gallegas sabuco1, saloucar (o solouzar). El tipo la­
tan diferentes (pertenecientes a órdenes y hasta tino clásico s í n g ü l t u s , - t a r e , se ha conservado
subclases distintas), teniendo en cuenta el hecho, en el cat. singlot, -tar, ’hipo’, ’hipar’ (y sanglot,
subrayado por Schuchardt, de que rombus ’roda­ -tar, ’sollozo, -zar’), oc. y fr. sanglot, -tar (-ter),
ballo’ (pez análogo al lenguado) aparece aplicado 20 etc.
al sollo en un glosario anglosajón del S. X I; sin Pero en muchos glosarios latinos encontramos
embargo, aun éste es fundam ento bastante frágil, la forma s u g g l u t t i u m y variantes: sugglutium
y es preferible creer, como ya sugirió Rice, que (C G L V, 514.4), subglutium (IV, 285.25), sugglut­
estemos ante un representante del lat. s ü c ü l u s tium (V, 482.15), sugglutius (o subgluttum ) (V,
’cerdito’, pues el sollo se llama porcelletta en 25 558.22), vid. C G L V II, 271; A L L G IX , 433;
Chioggia y otras partes de Italia, ya en el S. XIV, Schuchardt, Vokalismus des Vglat. II, 234. Esta
sporcella en Trieste, y aun porcopisds en los glo­ alteración se explica evidentemente por una eti­
sarios anglosajones (vid. Carus y Schuchardt), de­ mología popular que vió en el vocablo u n deri­
nominación justificada según este autor por la for­ vado del verbo g l u t t i r e ’deglutir, tragar’2, comp.
ma del hocico del sollo4. 30 la glosa «subgluttum : qui loquitur per gluttuos»
'E n esto coinciden todos los lexicógrafos la­ C G L IV, 172.10, etc. El tratam iento de - g g l -
tinos, y lo comprueba el texto de Plinio, al de­ como -11- es comparable al de a f f l a r e > hallar,
cir que es el más grande de los peces, y darle re-su ffla r e > resollar, t r i b u l a r e > trillar, IN -
como equivalente el gr. orthagoriscos, que los su bu lu m > enjullo. Formas semejantes a la cast.-
griegos explican por ’cerdo que chupa’, excelente 35 port. se encuentran en el Sur de Italia (calabr. y
descripción de la marsopa.— 2 Son falsas, como sic. sugghiuzzu, napol. sellozze, selluzzo, -ozzare,
he demostrado, las etimologías de chulla (C H U ­ romano sulluzzare; el calabr. sugliuzzu quizá sea
L E T A ), G R U L L A y Z O L L E que presupondrían castellanismo; calabr. suggliuttu, -ttare, Rohlfs, It.
un traslado semejante. Tampoco es verosímil ba­ Gr., § 1028) y en Rumania (sughif, sughilá). En
jo ningún aspecto la del it. sollo ’blando’ s u i l l u s 40 una posición intermedia entre éstas y las galorro-
que supuso Spitzer (A R o m . X IX , 436) sin lo­ manees están, por una parte, el it. singhiozzo y
grar el asentimiento de M -L . ni Migliorini.— friul. sangloz, y por la otra el ast. sollutu (V),
3 Sarm. CaG. 8 0 r: T iene la forma de un len­ verbo sollutir (V, R) o sollutar (V), correspon­
guado, pero más corto y también se parece a un dientes al verbo s u g g l u t i r e o s u b g l u t t i r e do­
curuxo; de carne apreciada como la de éstos, 45 cumentado en C G L IV, 391.45, V, 332.59, y ya
aunque no hay acuerdo sobre si es menos buena en Vegecio. Es incierto si debemos tom ar como
o no.— 4 La u breve tónica está comprobada en el punto de partida de las formas en J el sustantivo
femenino sucula por la métrica de Plauto, y es la s u g g l u t t i u m o el verbo s u g g l u t t i a r e , s i n g - , del
que dan todos los dicc. latinos; el s ü c ü l u s del cual no falta algún ej. en glosas (C G L II, 185.1),
R E W se funda solamente en el it. succhio (frente 50 como prefieren M -L. (R E W 7943) y G . de D ie­
a ginocchio, finocchio, etc.), que quizá se deba a go (R F E IX , 120-1); a lo prim ero m e inclino no
influjo del nominativo su s, pero también puede sólo por la mayor frecuencia de aquél en los glo­
ser forma de origen dialectal o contaminada por sarios, sino porque sería más difícil explicar un
succhiare. El oc. ant. sulhó = porc mari, sólo cambio directo de s u g g l u t t i r e en s u g g l u t t i a r e ,
documentado una vez, en u n texto languedo- 55 que m irar s u g g l u t t i u m como un derivado de
ciano del S. X IV , es forma dudosa y de signi­ s u g g l u t t ir e , sacándose luego s u g g l u t t i a r e del
ficado incierto. sustantivo.
D e r i v . Sollozar (V. arriba, -f avan en el Lucano
S O LL O ZO , d e l l a t . v g . s ü g g l ü t t í u m , a l t e r a ­ de Alf. X (Almazán); raro asollozado, DHist.).
c i ó n d e l c l á s i c o s i n g u l t o s , d e b i d a a q u e s e i n ­ 60 De un cruce de la variante asimilada zollozar (glos.
de Toledo y el Escorial) con hipar e hipo salieron 157; boa sombra ’gracia de una m ujer’ ya debía
zollipar [/luí.] y zollipo [Quevedo; solipo en L a ­ de ser usual en tiem po de Gil Vicente, quien llama
guna: «la Yerva buena... reprime el solipo y el a la reina «cume das bem assombradas» (Serra da
vómito» (lib. I I I , cap. 37; ed. 1733, II, 52)], comp. Estrela, ed. 1912, I, 246).
Orense celupa, zalupa, ’hipo’ (Cuad. Est. Gall. III, J La forma primitiva ombra, general en todos
427); de ahí probablemente el verbo salupir ’aco­ los romances, desde el catalán inclusive hacia el
quinar, aturdir’ que se empleaba en gallego po­ N orte y el Este, se perdió en cast. y port. casi sin
pular en e S. X V III (Sarm. ColVFG, copla 529 dejar huellas, pero que aun ahí debió de existir
y CaG. 109r; mal interpretado, dió lugar a pala­ en una época antigua, lo comprueba el adjetivo
bras y acepciones fantasma en los varios léxicos 10 um brío y el sustantivado femenino umbría, tan
gallegos, vid. Pensado ib. p. 70): a causa del susto arraigado en la toponimia y por lo tanto de exis­
que causa hipo o del necesario para hacer pasar tencia milenaria. L a explicación de la s- ha in ­
el hipo. Cultismo singulto, como voz medical en teresado desde antiguo a los romanistas, pero todo
A u t. el mundo ha aceptado la explicación que dió el
1 «Confesando, antre s a l o u c o s . Castelao 168. 15 maestro de todos, Diez, en su W b., 488-9: som ­
30; saloucar id. 165.2. Sarm. CaG. 165r da sa- bra sería derivado de u n verbo *sombrar, antes
louco para ’hipo’ y ’sollozo’, saloucar y saluco *soombrar, procedente de un lat. s ü b ü m b r a r e
para ’hipo’, que Sarm. compara oportunamente ’poner a la sombra’, derivado de u m b r a con el
con el cast. ant. follipo. Esta -c- anómala se debe prefijo s u b - ’debajo’ : a la opinión de Diez se
a la contaminación de choricar chormicar 20 atuvieron esencialmente M -L . (R E W 8405), los
’lloriquear’ (Valí.), vid. L L O R A R .— 2 N o es con­ portugueses Coelho, N unes, Cortesao, Nascentes
vincente ver ahí una relación con la alternancia y Leite de V. (Est. de Philol. Mirand. II, 217), los
castellana entre so- y son- (zam -, etc.), en casos dicc. etimológicos franceses de Gamillscheg y
como za(m)bullir (según indica Schuchardt, ZR Ph. Bloch, y además Brüch (ZRPh. X L , 652-3; X L I,
XXXV, 90), ni con la metátesis sarda del tipo 25 757) y M . L . W agner (R F E X , 241); realmente
c a l c a r e > craccai con reduplicación de la con­ este verbo llegó a existir en latín, aunque fué
sonante que queda intervocálica, como supuso m uy tardío y r a r o : se encuentra en un par de
M -L ., Litbl. V II, 71. traducciones bíblicas, una que se rem onta has­
ta h. 400, y otra del S. V III, además aparece en
Sollutir, solluto, V. sollozo Soma, V. somo 30 las Notas Tironianas, de fecha m uy tardía (ZRPh.
Somagarse, V. amagar Somanta, V. manto II I, 104; A L L G X II, 49). N o hay testimonios
Somarrar, somarro, V. socarrar Somatén, so- seguros de la supervivencia de esta palabra en ro­
matenista, V. sonar m ance; pero el principal argum ento que se opo­
ne a esta explicación es que el D eus ex machina
SO M A T IC O , tomado del gr. Twjj.aTixóc ’cor­ 35 de la misma, el supuesto verbo cast. *sombrar
poral’, derivado de ccoiia, -olto;, ’cuerpo’. 1.a doc.: ’poner a la sombra’, simplemente no existe2, y
Acad. 1925, no 1884. ' aun si concedemos la posibilidad de que hubiese
C p t . Somatología [Acad. id.], compuesto de existido en una fecha preliteraria, sería m uy ex­
acoaa con /.¿-(o; ’tratado’. traño que el influjo de una palabra de tan esca­
40 sa y efímera vitalidad hubiese sido capaz de cam­
Sombaír, V. embaír biar en forma total y general la figura de una pa­
labra tan im portante como sombra.
SOMBRA, alteración del lat. ü m b r a id., conser­ Propuse en 1943 (R F H V, 7) otra explicación,
vado en los demás romances, y en el derivado cast. menos hipotética y más sencilla, que me parece im­
umbría; la s-, agregada sólo en portugués y en 45 ponerse : que el cambio de ombra en som bta sea
castellano, es probable que se deba al influjo de de la misma naturaleza que el de s i n i s t e r en
sol y sus derivados, por ser sol y sombra, solano s in e x t e r > siniestro, el de g r a v i s en g r e v i s (fr.
y sombrío, solear y sombrear, conceptos correla­ grief, etc.), el de r e d d e r e en r e n d e r e ( > rendir),
tivos, opuestos y acoplados constantem ente: la va­ cambios debidos al influjo de las palabras antó-
riante solombra, corriente desde antiguo, en los 50 nimas d e x t e r , l e v i s , p r e n d e r e : análogamente la
dialectos leoneses, judeoespañoles, portugueses y oposición constante de sol y sombra junto con
occitanos, comprueba la certeza de esta explicación. sus derivados respectivos, bastaba para causar el
1.a doc.: Berceo. cambio de ombra en sombra; una prim era com­
«De olivos una grant espessura / ... / vido probación de la idea la proporcionó el alto-arag.
por essa sonbra muchas gentes venir, / todas ve- 55 sobago ’um bría’, allí estudiado, que es alteración
nién gradosas a Oria rescebir» S. Or., 142a; aná­ del más general obago o p a c u s , en virtud de la
logamente M il., 6, 7, etc.’. Es palabra general en: acción del contrapuesto solano; otra comprobación
todas las épocas. Para mala sombra y la posibili­ está en la m uy extendida y antigua forma solom­
dad de que sea calco semántico del árabe, vid. bra, que de otra m anera n o podría explicarse*,
Spitzer, N R F H I I I , 141; A. Castro, N R F H II I, 60 pero que es sumamente natural si partim os del in ­
flujo de sol; ahora bien, solombra por ’sombra’ se dialectal por lo demás [1374], el adjetivo som breux
encuentra ya en el Alex., 816, 892, 1179, 1817, y en (que sólo aparece dos veces, en 1618 con el sentido
las obras castellanas de G il Vicente; hoy se dice su- de ’oscuro’, derivado evidente de sombre; y otra
lombra en el Oeste de Asturias (M unthe, p. 89) en el Perceforest, fin S. X IV , con u n sentido
y en Sanabria (K rüger, Dial, de S . Ciprián), se­ 5 completamente enigmático, pero desde luego m uy
lombra y siombra allí mismo (Hornen, a M . P. distinto del moderno) y el adverbio som brem ent
I I , 125), solombra en M aragatería (B R A E II I, [1433], cuyo sentido es tam bién incomprensible,
161), esto mismo y salombra o selombra en As- pero absolutamente alejado del actual (vid. God.
torga y otras partes de León (A. Garrote), so­ V II, 465-6; X , 684). ¿Q ué hacer con u n proble­
lombra en asturiano occidental, selombra y se- 10 ma tan intrincado e im penetrable? Desde luego
lombría en La Bañeza (S. de León), solombrio ninguna claridad puede echar sobre la explicación
en M edina del Campo, solombrio, solu-, en dos del iberorromance sombra, del cual habrá que se­
pueblos del N O. de Salamanca y uno del Oeste de pararlo definitivamente*.
Zamora, según noticias de Veres d ’Ocón, R D T P D e r i v . Sombrajo [N eb r.; h. 1600, Oña] o som ­
II, 286-91; más datos acerca de los nombres es­ 15 braje [Aut.], de UMBRACULUM, con el cual lo tra­
pañoles de la ’umbría’ en R D T P VI, 133-8; se­ duce N eb r.; sombraje [Aut.]. Sombrear [Aut.];
lombra en M iranda (Leite de V .); solombra en sombreador. Sombrero [Cid 2799, sentido m oder­
judeoespañol de Oriente y ya en la Biblia de Fe­ n o ; «umbella, petasus» N eb r.]: innovación del
rrara de 1553 (R H II, 336; Z R P h. X X V II, 83; cast. y el port. (som breiro: «un sombreiro na sua
B R A E V, 361; M . L . W agner, l. c por otra 20 testa» Ctgs. 289.12; soonbreiro, Crón. Troy. I, 173.
parte aran, solómbre ’penum bra’, ’halo de la lu ­ 24, Gral. Est. gall. 254.30), que se enfrenta al tipo
na’, bearn. souloumbr?, souloum y souloumbrá c a p p e l l u s del cat. oc., fr., it.5; sombrerada; som ­
(Palay), Aiguille de Souloum brie en el térm ino de brerazo; sombrerero, -era [S. X VI], de donde el
V erdun (Ariége), lemos. souloumbrado «endroit castellanismo cat. sombrerer, ya en 1575 O. Pou,
frais, á l’ombre», prov. souloumbrous ’sombrío’ ; 25 Th. Pue. 164, y en particular con el matiz etimo­
el propio port. sombra procede en parte de un lógico ’el amplio que defiende del sol’ («petasus»)
tipo * S O L ü m b r a , puesto que soombra es lo que frente al castizo barret (b. o gorra ’pileus’), aun­
encontramos con gran frecuencia en la Crónica que también lo admite, ya con m ayor extensión,
Troyana y en otros varios textos arcaicos como la «galerus», p. 307); sombrerería; sombrerete; som­
Grol. Est. gall. de princ. S. X IV (184.32) (V. tam ­ 30 brerillo.
bién Nascentes). L a alteración de ombra en som ­ Sombrío [A. de Palencia 140d, 142b, 533d], port.
bra o solombra pudo nacer al principio por un sombrío, cat. ombriu, -ivol; gall. sombrizo («tanto
error: por una especie de trabalenguas, en lugar curruncho sombrizo», «antr’os salgueiros sombri-
de decir sol y ombra se diría sol y sombra, y luego, zos do fondo do val», Castelao 194.14, 156.21).
agravándose la alteración, sol y solombra. Si estas 35 Sombrilla [Acad. ya 1817], adaptación del fr. om-
alteraciones se generalizaron y se olvidaron los anti­ brelle [1588; ARom . XIV, 135], que a su vez
guos ombra, ombrío y ombrear, en beneficio de lo es del it. ombrelto; sombrillazo. Sombroso
sombra, sombrío, sombrear, es porque aquéllos po­ [Berceo; judesp. solombroso B R A E V, 361], U m ­
dían parecer «ilógicos» al hom bre del pueblo, puesto brío [1513, G . A. de H errera]; umbría [Aut.].
que junto a ellos sólo había hombro y hombre, 40 Asombrarse [fin S. X IV, Lz. de Ayala; el tran­
voces de sentido tan diferente. Como tantas veces sitivo asombrar es más tardío, S. X V : C uer­
ha puesto Jud de relieve, los hablantes de un idio­ vo, Dicc. I, 718-20], primitivamente ’espantar­
ma buscan instintivamente una explicación etimo­ se las caballerías por la aparición de una som­
lógica a toda palabra, y cuando una variante su­ bra’, después ’espantarse’, ’sorprenderse’6; assom-
giere una etimología ideológicamente absurda, por 45 brar-se aparece en el sentido de ’sentirse abrum a­
muy tradicional que sea esta variante, el idioma la do, aterrado’ ya en Auziás M arc C X II, 17, donde
rechaza y da el triunfo a otras variantes, aunque debe de ser castellanismo tem prano (y raro) que
:.:an más alteradas. Sólo en los romances donde el por lo demás no ha cuajado en la lengua. A som ­
lat. ü m é r u s ’hom bro’ se ha conservado, ha lo­ bradizo; asombrador; asombramiento; asombro;
grado generalizarse la forma sombra o solombra; 50 asombroso. Ensombrecer. Cultismos. Umbráculo.
si las áreas geográficas de hombro y de sombra Umbrático. Umbrátil. Umbroso. Umbela, tomado
coinciden, seguramente no es por casualidad. del lat. umbella ’sombrilla’.
E n apoyo de la explicación de sombra por C p t . Zurumbático [mediados del S. X V III, en
s u b u m b r a r e no es lícito citar el adjetivo fr. som ­ el salm antino T orres Villarroel], hoy sólo co­
bre ’malhum orado’ y ’sombrío, tenebroso’, pues 55 lombiano 'lelo, pasmado’, ’trastornado, atrona­
la etimología de esta palabra francesa es entera­ do, aturdido’ (también soromb-), probablemente
mente oscura (como reconoce ya el D Gén.): nóte­ tomado del port. sorumbático ’sombrío, melancó­
se la aparición tardía, en Palsgrave, a fines del lico’ [S. X IX , Almeida G arrett, en Cortesáo; D .
S. X V I; antes sólo se encuentra la combinación Vieira; no en M oraes; pero zurumbático parece
coup sombre ’contusión sin efusión de sangre’, sólo 60 estar ya en calidad de voz portuguesa en Quiñones
de B., f 1651], que parece resultar de una m etá­ rado’. Por otra parte hay varios caminos para
tesis de *soombrático, derivado del antiguo' soom- relacionar con sombre ’barbecho’, de origen cél­
bra por sombra; formas emparentadas son el mej. tico: la coupe sombre es la ’corta de todos los
zurumato ’lelo’ (en Nochistlán, M alaret, S u p l.), árboles de un bosque’ y se opone a la coupe ré-
costarriq., hond., guat., tabasqueño azurumbado 5 glée; por una parte esto es casi lo mismo que
’aturdido, atarahtado, trastornado’, Tabasco so- ’roturar’, m uy análogo a ’barbechar’, y por la
rum bo, hond. zurum bo; para bibliografía, detalles otra sombre es así lo mismo que déréglé ’desor­
y critica de la etimología, V. mi nota en R F H V I, denado’ : los ejs. arriba citados de som brem ent
157-8. Umbelífero. Penumbra [1708, Tosca, Aut.], y sombreux, aunque no tienen contexto claro, pa­
de paene umbra ’casi sombra’. 10 recen sugerir una ac. como ’bravio, salvaje’, de
1 En M il., 743a se dice que Teófilo en habiendo donde tam bién se podía pasar a ’m alhumorado’;
firmado la venta de su alma al diablo «perdió Calvino escribió «quand line" terre sombrera, les
la sombra, siempre fué dessombrado», que el glo­ autres seront cultivées», y tam bién el hom bre de
sario de Sánchez y Janer quiere explicar por carácter sombre se porta a la inversa del hombre
’semblante, herm osura’, ’perder la sombra, el 15 cultivado. Sea como quiera m e parece m uy pro­
semblante, la herm osura’; claro que no hay na­ bable que la ac. ’m alhumorado’ sea más antigua
da de esto: se trata de la vieja creencia de que que ’tenebroso’ : ésta se deberá al influjo del
el cuerpo del condenado no hacía sombra.— casi homófono om bre.— 5 Sombrero está también
a Suele citarse u n verbo cast. sombrar ’asom brar’ en los Aranceles santanderinos del S. X III (RFE
u ’oscurecer’, que figura en Acad., pero es u n 20 V III, 13); sumráru en escritura mozárabe tole­
mero postulado para explicar sombra; la única dana; de ahí al árabe afric. íom briru, Semrir,
prueba que se ha aducido de este verbo estaría vid. Simonet. E n portugués penetró en fecha pos­
en los versos de J. R uiz: «amigos apercibidvos terior el galicismo chapeu: en la India portugue­
e fazed buena obra, / que desque viene la m uer­ sa se conservó sombreiro en el sentido de ’pa­
te a toda cosa sonbra» 1533d, pero está en rima 25 raguas’ y ’sombrilla’, m ientras que en Portugal
con obra, focobra y cobra, y así no cabe dudar con estos sentidos se dice tam bién chapeu de
de que sólo la lectura sobra del ms. T es bue­ chuva o guarda-chuva y chapeu de sol o guarda­
na : se trata de la conocidísima palabra sobrar sol (R L X X V II, 290). E n Alex. solombrero y
’vencer’ (V. ejs. en mi artículo SO BR E ). En solombrera por ’sombrero’ (245, 1713); tam bién
cuanto al verbo asombrar ’espantar’, no es s u b - 30 en T orres N aharro (V. índice de la ed. Gillet).—
u m b r a r e , sino derivado cast. del sustantivo som ­ ‘ E n la frase de la Crónica de Corral (h. 1430)
bra: es evidente por el sentido.— 3 Aquí no cabe «tanta era la sombra que tenía en el cuerpo»
partir del verbo s u b u m b r a r e . U na combinación (M. P., Floresta I, 245.2) sombra vale también
latina s o l i s u m b r a ’sombra del sol’, como su­ ’espanto’. El fr. ombrageux se aplica a los ani­
ponen Covarr. y R. Cabrera, sería m uy extraño 35 males asombradizos.
que se hubiese conservado en romance, y ade­
más como la -s del genitivo no se pierde, ha­ Somera, V. enjalma Som ero, V. somo So­
bría debido dar *solsombra. Partir de so l’ombra meter, V. m eter Somático, V. sodomita So­
’bajo la sombra’, como sugieren Diez, Leite de m etim iento, V. m eter Som nam bulism o, som ­
V. y acabó por aceptar Brüch, no deja de ser 40 námbulo, somnífero, somnílocuo, somnolencia, V.
ilógico, pues se está a la sombra o bien so el sueño
árbol, pero no ’bajo la sombra’; he aquí por
qué el propio Brüch buscaba una complicada ex­ SO M O, del lat. s í j m m u s ’el más alto’. 1.a doc.:
plicación por cruce con s u b l u s t r i s y s u b l u ­ doc. de 929 (Oelschl.); Cid.
m en, desde luego inaceptable; por otra parte, 45 Con carácter popular sólo se trasm itió al cas­
habiendo artículo esperaríamos *soaombra en tellano en calidad de adverbio en somo ’encima’
portugués y *sorombra en el gascón pirenaico, Cid, 171; S. Or., 43; doc. de Castilla del N ., 1202
puesto que en estos lenguajes el artículo es a o (M . P., D . L ., 41.10, 23): «una pichereta de ar-
era y no la; y finalm ente: ¿por qué una combi­ gent con su cobertor con h u n sm alt ensomo»
nación adverbial como so l’ombra había de sus­ 50 invent. arag. de 1426 (B R A E V I, 737); en somo
tantivarse?— ‘ Acerca del fr. sombre se presen­ de ’sobre, encima de’ Cid; doc. de 1202 (ibid.
tan dos ideas, que otros habrán de estudiar más 41.19), Gr. Conq. de Ultr., 56, 477; o bien de
a fondo. Si L ittré tiene razón al tom ar como somo Cid, Alex., 2379, J. R uiz 253. Tam bién
punto de partida essombre en Rutebeuf (S. X III), puede emplearse prepositivamente en som o la ri-
el pasaje de este autor sugiere un sentido de 55 biella, doc. de fin S. X II (M . P., D . L ., 40.12),
condena moral (en relación con la lu ju ria): ¿se en somo tierra de Dia Sánchez, doc. de 1267 (ibid.
tratará del lat. de glosas e x ü m b r i s , que traduce 60.12). Todavía N ebr. registraba tso m o por en­
aaxtoc ’sin sombra’ (C G L V, 591.43), en el sen­ cima: super, supra», pero ya por entonces iba
tido señalado arriba en Berceo, de ’condenado al quedando anticuado. Covarr. sólo lo da como vi­
infierno’? D e ahí se concibe el paso a ’malhum o­ 60 llanesco. Para el arcaico uso latino según el cual
sum m us collis no significaba ’el collado más alto’, don J. M anuel los sumurgujones entre las avos
sino ’lo más alto del collado’, todavía conserva­ acuáticas. Tam bién N ebr. da esta forma en -ón,
do en la documentación cast. de los SS. X II-X III «somorgujón, ave: urinatrix», y tam bién una trad.
— en soma la presa, in soma villa— y hasta hoy bíblica trasmitida en ms. del S. XV (M od. Philol.,
en la toponimia, Somorrostro, Somahoz, etc., V. 5 I. c.); Percivale somorgujo y somorgujón; Covarr.
mi nota en Festschrijt Jud, 584-5. y A ut. ya sólo dan somorgujo, advirtiendo el úl­
D e r i v . Som a ’harina más gruesa que sale del timo que «también dicen somormujo y som orm u-
trigo después de sacada la flor’ [S. X IV , Libre jón». Anteriormente la variante en -o sólo aparece
de los Gatos, Rivad. L I, 553; N ebr., Lexicón, s. con carácter de abstracto v erb al; «somorgujo, el
v. pañis secundarius]; Acad. registra una varian­ 10 nadar assi [o se a : bajo el ag u a]: urinario» N ebr.,
te zoma. Som ero [Berceo; A lex., 2058; «s. cosa: nadar al somorgujo en Castillo Solórzano, sacar
supernus, summus»], sustituyó desde los albores (una cosa) a somorgujo en la Pícara Justina, la
del idioma a s u m m u s en su función adjetiva, m ien­ boda se hizo a somorgujo en Quevedo (citas de
tras que éste permaneció como tal en el cat. sotn A ut.). Form a más cercana al vocalismo etimoló­
hasta la actualidad. Asomar [Cid], primitivamente 15 gico es somergujo «a certaine water birde called
’aparecer en lo alto de un camino, u n cerro, etc.’ a D iver or a Divedapper» M insheu (1623), y lue­
(V. el ej. de la Crón. de Pero N iño citado por go con metátesis asturiano semorguyu (V). La
Cuervo, Dicc. I, 715-8), luego ’aparecer a lo le­ forma en -ón está muy extendida: en portugués
jos’ (ya Cid, 2742, etc.), ’empezar a mostrarse’; se dice mergulhao, y mergulho es «o acto de mer-
asomada (J. R uiz): «Asomadas dizen... por unos 20 gulhar»; asimismo en Andalucía existió una forma
oteros altos donde los que van por el camino veen mozárabe semejante con -11- y -ón conservados,
el aldea o el lugar a do van... y aun a los tales pero con el prefijo s u b - como en castellano, y
lugares llaman visos» vocabulario de med. S. XV, con algunas alteraciones vocálicas: «zaramagullón:
R FE XXXV, 331; asomante, empleado en toda ave aquátil y palustre; su tamaño es como el de
la E. M edia con el valor de adjetivo casi adver­ 25 la codorniz y su color obscuro... no hai ave que
bio («desde Vega de Ferreros fasta asomante a sufra zabullidas más largas, con las quales burla
Val M ayor»; «vadit ad illa Petralata adsumante a los cazadores... es ave m ui freqüente en las lagu­
ad Baro» ya en doc. de 853, Cuervo, l. c.); asomo. nas de la baxa Andalucía» (A ut.); se trata de una
En gallego quizá existió también el adv. aso- metátesis de zamaragullón, que a su vez saldría
munte «tan pronto» (Carré)1. D e todos modos, lo 30 de *zomergullón (con anaptixis entre r y g): za­
conocido allí es asemade y asomade. Los equipara maragullón, en efecto, es como se dice hasta hoy
con asomante G dD , GrHGall. 153. Pero se trata en la Arg., donde lo emplearon Ascasubi, Est.
de una etimología errónea, y en todo caso asemade del Campo, Sastre y Acevedo Díaz (Tiscornia,
merece un estudio aparte. Poetas Gauchescos, p. 348), mientras que zarama­
Cultismos. Sum o [M ena, C. C. Smith, BHisp. 35 gullón se dice en Cuba como nombre del Colymbus
L X I; APal. 481b, 380<i], tomado de sum mus, el Dominicensis (Pichardo).
mismo que dió somo; sum m um ; suma del lat. L a gran antigüedad y extensión considerable de
summa f. 'lo más alto’, ’el total’; sumar [Nebr. la forma en -ón hace dudar sobre la exacta forma
«in summam redigo»]. Sumista. Sumario [APal. del étimo. L o que m e parece erróneo de todos
473ti]; sumaria; sumarial; sumariar; sumarísimo. 40 modos es partir, como quiere M -L . (R E W 8381),
Sumidad. del verbo somorgujar y postular un complicado
1 Pero es muy sospechoso ver que los dicciona­ * s u b m e r g u c u l a r e , poco verosímil como verbo la­
rios del lenguaje vivo, como Valí, o Lugrís, no tin o : al fin y al cabo siempre ha sido menos co­
lo reconocen, ni hay tampoco datos de esto en nocido el verbo somorgujar que el nom bre del
Sarm. ni Sobreira. 45 somorgujo, y como designación de la actividad
verbal ya estaban los verbos za(m)bullir, chapu­
Som onte, V. m onte Somordo, V. morir zar, etc.; luego es de creer que somorgujar sea
derivado postverbal de somorgujo; nótese que el
SO M O R G U JO , de un derivado del lat. m e r - verbo latino supuesto por M -L. sólo habría de­
g u s id., derivado a su vez de m e r g e r e ’zam bu­ 50 jado descendencia en cast., pues un cat. somor-

llirse, sumergirse’; probablemente se trata de un gullar es palabra muy rara (sólo Molí, A O R B B
* m e r g u l i o , - o n i s , derivado de m e r g u s (comp. II I, 69, cita u n antiguo somorgollar y el menorq.
mergulus y mergunculus en la baja época, y hoy sumurgoi ’jugo esparcido’); en cambio hay otros
todavía port. mergulhao, león, mergollón id., hisp.- derivado denominal de somorgujo; nótese que el
amer. margullirse ’zambullirse’), que sufrió el in­ 55 guli (Raynouard), muy vecino al cast. y al port.
flujo del verbo s u b m e r g e r e ’sumergir’. 1.a doc.: mergulhao; el italiano mergo, smergo o marango-
somurgujón, h. 1280, Gral. Estoria (M o d . Philol. ne, etc.
X X V III, 94); su-, h. 1335, J. M anuel; somorgu­ Luego m e parece oportuno partir de * m e r g ü c ü -
jo, 1591, Percivale. l u s ’somorgujo’, del cual una ligera variante mer­
En su Libro del Cavallero e el Escudero cita 60 gunculus se encuentra en el C G L II I, 436.5. Pe­
ro más atinado me parece suponer u n * m e r g u l i o , navarro Arbolanche (1566) 56v4; somurgujarse en
- o n i s , derivado de m e r g ü l u s , que como nombre Lope, Dorotea, ed. 1632, fol. 145; port. somer-
del somorgujo aparece en la Vulgata, y que a su gulhar ya en los Milagres de S. Antonio, S. XIV,
vez es dim inutivo del nom bre clásico m e r g u s ; R L X VI, 11; samorgullar, Ctgs. (m iniatura de la
entonces, de somorgujón se habría sacado poste­ 5 142)]; somorgujador. Cultismos. Mergo (raro). S u ­
riormente somorgujo percibiéndose aquél como un mergir [fin S. X V II, A u t.; no C ovarr.]; -ger,
aumentativo. L a adición de s u b - , a causa del in­ Diego de Valera (C. C. Smith, BHisp. LX I)] de
flujo de s u b m e r g e r e , ha de considerarse secun­ súbmérgére id .; sumergible; sumergimiento; su­
daria, como que es ajena al portugués; también mersión. Demergido, raro. Emergir [Acad. S. X IX],
hay formas sin este prefijo en c a st.: mergollón, 10 de emergere id .; emergente [h. 1575, A ut.]; emer­
enteramente análogo al port., se encuentra en un gencia [S. X V II, A ut.; está ganando terreno el
texto leonés del S. X IV , el Cuento de la E m pe­ grosero anglicismo consistente en darle el sen­
ratriz de Rom a o Historia de Crescendo (W iener tido de ’alarma’, ’caso urgente’, ’caso de necesi­
Sitzungsber. L III , 534.29), hoy se dice margullir- dad’]. Jnm erso, de im m ersus, part. pasivo de im -
se por ’zambullirse’ en Venezuela (Picón Febres, 15 mergere ’mojar, sum ergir’; inmersión.
Seijas) y Santo Domingo (maigullío «zabullido», C p t . Mergánsar, compuesto de mergus y ánsar
Brito), y margullo es «adobo o mugrón» en Cuba ’ánade silvestre’.
y Venezuela. Gall. y portug. mergullarse ’sum ergir­ 1 Decían los chicos de Pontevedra «eche V. un
se’, ’anegarse’ (desde las Ctgs. 33.36, 115.56, etc.; ochavo en el agua, que eu iréin a gurgullar»
«o sol mergullándose ñas augas do mar», «os olios 20 (Sarm. CaG. 186r).
mergullados en bágoas» Castelao 257.23, 207.18), y
además, con asimilación habrá habido *murgullar, Som ordo, V. m orir Som orm ujo, -m ujón, V.
luego cambiado por otra asimilación en gurgullar somorgujo Somover, V. mover Somurgar,
’bucear, sumergirse en el agua los que nadan” ; V. somorgujo y m ugrón Son, V. sonar Son
murgil es ’zambullidura’ en vasco guip. y vizc., y 25 ’sino’, V. si Sonable, sonada, sonadera, sona­
m urgildu ’zambullirse’ : metátesis de m e r g u l i o . dero, sonado, sonador, sonaja, sonajero, sonajuela,
Para- concluir cito otras formas y palabras de V. sonar Sonam bulism o, sonámbulo, V. sueño
esta fam ilia: $amarujo ’somorgujo’ en el arago­
nés Juan de L una (1631), como reducción de f a- SONAR, del lat. s o n a r e id. 1.a doc.: Cid.
margujo; de una forma análoga se produciría za­ 30 D e uso general en todas las épocas y común a
ramullo, que se emplea con el sentido de ’persona todos los romances. Cej. V III, § 43.
entrom etida’, ’zascandil’, ’persona despreciable’, D e r i v . Son [ s o n ’música’ Berceo, M il., 847d,
’un quídam ’, ’hombre bromista, jovial’ (segura­ etc.; sonos ibid. 7b, 812d; pero s o n es la forma
mente por los movimientos vivos del somorgujo general desde Apol., J. Ruiz, J. M anuel, etc.],
al escapar del cazador), en Venezuela, Perú y 35 probablemente tomado de oc. ant. s p n (lat. S Q -
Ecuador (Rivodó; Palm a; Lemos, Sem ánt.) y ya n u s id.) como térm ino de la música trovadoresca;
en el Dicc. de una Sociedad de Literatos de 1853. en rigor podría mirarse como postverbal cast. de
D e m e r g ü l u s salió * m e r g u l a r e , que pudo asi­ sonar, pero entonces más bien esperaríamos *suen;
milarse en * m e r g u r a r e (comp. tcmergorae: situlae sueno se encuentra alguna vez en la E. Media
quibus aqua de puteo trahitur» C G L V, 604.52), 40 (Gral. Est. II, 1, 20a; 1.a Crón. Gral. p. 55a;
conservado en leonés antiguo: en el Purgatorio de J. Ruiz, J. Manuel). Sonido [«oyeron un s . del
San Patricio, texto leonés del S. X III, unos con­ cielo descender» Berceo, Loores, 155c; «sonitus;
denados están colgados «de las piernas, cabera sonus; s . de los buchetes: stlopus»], descendiente
juso, murgurados en piedra sufre ardiente» (Ho- semicuito del lat. sdriítus, -üs, ’ruido’, ’estruendo’,
men. a M . P. I I ) ; por otra parte *somerglar pudo 45 en el cual el acento fué atraído a la i por influjo
pasar en leonés a *somergrar, disimilado en *so- de tronido y demás sustantivos análogos en -ido
mergar, y de ahí ast. samorgar, y león. ant. so- (silbido, chillido, chirrido, etc., y tam bién ruido);
murgar y samurgar en el mismo texto (H om en. comp. T uttle, R R Q IX ; sonecillo. Sonable [Ne-
a M . P. II, 230, 251). A ut. cita además sormigrar br.].
en Juan de Mena (Coronadón). El verbo simple 50 Sonada. Sonado', gallego sonado ’fam oso': «a
mergere se conservó en gall.-port. ant., mergeuse obra que xa era sonada, polo meu creto de maño­
’se inclinó’ M irSgo. 22.33, Canc. Vat. y muchos so», «sonados e requeridos en toda Galiza» (Cas­
datos de las Ctgs. para ’hundir, sum ergir’ y ’bajar, telao 198AL, 133.26), cultismo (ajeno al p ortu­
inclinar’ (glos. de M ettm ann). gués) y por lo demás apoyado en sonir = cast.
D e r iv . Somorgujar [somur- h . 1280, Gral. Est. zuñir -o zum bar; de ahí el postverbal sona ’fama,
I, 2 9 3 b 4 6 ; somor- N e b r.; Garcilaso Égl. I I I , v. renom bre’ : sona de valente, de fealdade, a sona
83, vid. nota de la ed. Cl. C .; somurmujarse e o creto deste artista (Castelao 237.6f., 33.12, 133.
’zambullirse’ está tam bién en Cervantes, Viaje del 32, 227.lf.). Sonadero [«s. de mocos: emuncto-
P., II I, v. 2 9 2 ; de ahí la forma haplológica so- rium» N ebr.]; sonadera. Sonador. Sonaja [J. Ruiz
murjarse asegurada por la medida del verso en el 60 374c; «sonajas o sonageras: sonalium» N ebr.];
sonajeras [N ebr.]; sonajero [1680, Aut.]; sonajue- 1 Tam bién en San Juan de la Cruz, Cántico
la. espir., «los ríos sonorosos».
Sonante [1433, Villena (C. C. Smith, BHisp.
L X I); Nebr.]. Sonata [Aut.], del it. sonata id.; Soncos, V. si Sortee, soneto, V. zonzo
sonatina. Sonete ’son’, ’melodía’ ’ruido’, ant. (J. 5
Ruiz). SO N D A , probablemente del fr. sonde id., y
Soneto [Santillana], del italiano sonetto id., di­ éste de una abreviación del ags. sundgyrd (o sund-
minutivo de suono ’son, sonido’; sonetear; soneti­ líne) id., compuesto de sund ’canal de m ar’ y
co; sonetillo; sonetista; sonetizar. Soniquete. gyrd ’vara’. 1.a doc.: 2.° cuarto S. XV.
Resonar [M ena, C. C. Sm ith; APal. 500a], de 10 E n la Crónica de D. Pero N iñ o «lanzaron la
r e s On a r e id.; resonación raro; resonante [APal. sonda e fallaron tierra en sesenta brazas»; ade­
47b]; resonancia, que antes alguna vez se dijo más cita Jal ej. de 1635; «sonda para el hondo
resonido [APal. 99b]; resón empleado por U na- del agua: bolis» en N eb r.; W oodbr. da ej. de
muno en carta a P. Coraminas, a. 1934, BHisp. 1519; aparece en Fz. de Oviedo (Zaccaria s. v.),
L X II, 64, parece ser calco del cat. ressó ’resonan­ 15 en varios autores clásicos desde Juan de Pineda
cia’ (ac. figurada, moral). Cultismos. Sonoro [1444, (1589) —vid. Cej. V I, 263— , en textos de 1588
J. de M ena, Lab., 292d; 1570, C. de las Casas; y 1626 (Terlingen, p. 255), etc.; García de Pa­
Quijote I, i, 3; 1623, Góngora, ed. Foulché II, lacio (1587) distingue entre sonda y escandallo en
353], de sondrus id.; sonoroso [Santillana (C. C. esta form a: «sonda es una cuerda gruessa como
Sm ith); 1580, Argote de M ., A u t.'; Góngora I, 20 el dedo m eñique, m uy larga, y con ésta y el es­
194; Tirso, Condenado por Desconf. II I, xvi, ed. candallo, se save el fondo en que está, y hazer
Losada, p. 169; hoy se va olvidando]; sonoridad; esto se llama sondar» (f°153v°; comp. 113r° y v°).
sonorizar; sonorización. El verbo sondar, que falta en N ebr., aparece algo
Asonar [principios del siglo XV, Cancione­ más tarde, en 1492 (Woodbr.), y es frecuente en
ro de Baena; Cuervo, Dicc. I, 720-1]: de 25 textos clásicos desde el G uzm án de Alfarache
assónare ’responder el eco con un son’; no debe (1599), vid. Cej., así como en textos náuticos de
confundirse con el antiguo asonarse ’hacer asona­ 1621 y 1635 (Jal); pero hay tam bién sondear ya
da, amotinarse’, como hace Cuervo, vid. A S O N A ­ en 1492 (W oodbr.) y en clásicos (Cej., A ut.), cuyo
D A , de otro origen; asonante [1592, Rengifo, carácter de derivado del sustantivo sonda es evi­
DHist.]; asonantar [Lope]; asonancia [1642, Cas­ 30 dente1. E n portugués u n prim er ej. de sonda se
tillo Solórzano, DHist.]. Consonar [Santillana; c. encuentra ya en la Crónica do Conde D . Pedro
una cosa con otra, N ebr.; Cuervo, Dicc. II, 424- (fin S. X V ; Jal, s. v. jusante), aunque en el
5], de consonare ’sonar juntam ente’; consonamien- sentido postverbal de ’profundidad del m ar’, pero
to; consonante [1433, Villena (C. C. Sm ith); «c. está tam bién en su ac. ordinaria en dos textos
cosa, c. letra» N ebr.]; consonancia [1433, Villena 35 italianos de princ. S. X V I, el uno traducido del
(C. C. Sm ith); N ebr.; J. de Valdés; Cuervo, portugués y el otro escrito desde Portugal (Zac­
Dicc. II, 423-4, el ej. que éste cita como del XV caria, s. v. y p. 504), así que en realidad son
pertenece a obra retocada a fines del X V I]; cón­ testimonios de la palabra portuguesa; el verbo
sono [h. 1435, J. de M ena: Cuervo, Dicc. II, 425] port. sondar es ya frecuente en los Comentarios
o bien cónsone, ambos raros. Disonar [desonar, 40 de A lbuquerque, de la misma fecha aproximada­
princ. S. XV, Canc. de Baena; disonar, 2.a mitad mente (Jal).
S. X VI, Sta. Teresa, etc.; Cuervo, Dicc. II , 1267- Hoy este vocablo, verbo y sustantivo, se ha
8], de díssónare id.; disonante [1433, Villena (C. difundido internacionalmente, pero es primitiva­
C. Sm ith); princ. S. X V II, Aldrete, Góngora, m ente ajeno al M editerráneo, donde la voz castiza
Rz. de Alarcón, etc., Cuervo, Dicc. II, 1266-7]; 45 era cat. escandall, it. scandaglio: en estos dos
disonancia. idiomas sonda es palabra reciente, sólo corriente
C p t . Som atén [Acad. ya 1817; figuradamente, en italiano desde el S. X IX , y la conservación del
J. Valera, Genio y Figura, cap. 4], del cat. some- grupo -nd- prueba ya que es voz advenediza en
tent adv. ’tocando a rebato’, m. ’somatén’, emplea­ catalán. El punto de partida es indudablemente el
do al principio en frases como eixiren so m etent, 50 francés, donde sonde se documenta ininterrum pi­
propiamente ’salieron metiendo ruido’ (so = ’son’; damente desde h. 1200, y el verbo sonder desde
infundada la etimología som atent, del dialectal 1382; en este mismo siglo pasó desde el francés
som ’yo soy’) ; somatenista. Sonsonete [1604, G. al ingl. sound.
de Alfarache, A ut.]; más raramente se dijo son- Como etimología el lat. s í j b ü n d a r e , derivado
sonecillo [1745], y hoy en Cuba sonsoniche, des­ 55 de u n d a ’ola’, fué sugerido con mucha duda por
pectivo, con el sentido ’repetición molesta de pa­ Diez (W b., 299), etimología defendida por G a-
labras o razones’ (Ca., 155). Unísono {Santillana millscheg (E W F S ) y M -L . (R E W 8406), mientras
(C. C. Sm ith); 1708, Palomino, Aut.], también se que Jal, seguido por el D G én., se decidía por el
dijo unisón [Quevedo]; unisonancia [A ut.]; uni­ germánico, y Bloch vacila. En realidad, como
sonar. 60 acertadamente indicó Spitzer (Z R P h . X L III, 596-
7), no cabe vacilar y es preciso decidirse por es­ tam o de un vocablo anglosajón en francés. Sea
te últim o, aunque por razones algo distintas de como quiera, el origen germánico me parece ase­
las indicadas por este autor (el que el fr. ant. no gurado3.
diga *soonder, no es razón decisiva, como obser­ D eriv. Sondar y sondear (V. arriba); asondar
va M -L .). D e s u b u n d a r e no tenemos más que 5 (DHist.); asondable; insondable; sondeo.
u n testimonio único en las tardías Notas T ironia- C p t. Sondaleza [-aresa, 1492; -alesa, 1527,
nas (76.59), sin definición ni contexto que nos ex­ W oodbr.; 1696, en Aut.], debido a u n cruce de
plique el significado; no es improbable que éste sonda con guindaleza [1555; -eja, 1504, Woodbr.].
fuese ’zambullir5, pero partir de una palabra tan 1 Baist en su ed. del Libro de la Caza de Juan
rara, tardía y de sentido tan impreciso siempre 10 M anuel (h. 1330) pretendió que asondar apare­
sería poco recomendable. Es más, como no hay ce en este texto con el sentido de ’sondar’ ; pero
términos náuticos antiguos en castellano y portu­ el contexto m uestra con evidencia que se trata
gués a no ser muy pocos, que son comunes a to­ de una errata por afondar ’hundirse’ (el Infante
dos los romances, es casi forzoso adm itir que el reconoce que se ha divertido algunas veces ha­
hispánico sonda se tom ó del francés; ahora bien, 15 ciendo pasar a sus compañeros de caza por ríos
es completamente inverosímil que u n térm ino náu­ profundos «donde cayan o afondavan en guisa
tico ajeno al M editerráneo y sólo antiguo en fran­ que avian todos razón de reyr» 83.24).— 2 Es im ­
cés venga del latín vulgar; una etimología ger­ probable la etimología célt. * s u n d a ’bastón’ en
mánica es mucho más verosímil. El caso es que que pensó Spitzer, pues como ya indica éste es
sundlíne y sundráp están ya documentados en an­ 20 dudoso que el vocablo empezara en s- en galo
glosajón como nom bre de la sonda, y sundgyrd y no en F - , y tampoco convence en el aspecto
que en este mismo idioma designa, nada menos; semántico.
que desde el S. V III, u n palo o vara para m e­
dir la profundidad, en épocas posteriores se apli­ Sonecillo, sonetear, sonetico, sonetillo, sonetis­
ca tam bién a la sonda propiamente dicha. Sería 25 ta, sonetizar, soneto, sonido, soniquete, V. sonar
increíble que el fr. sonde no tuviera nada que ver Sonlocado, V. loco Sonochada, sonochar, V.
con estas denominaciones. Aunque es verdad que noche Sonóm etro, sonoridad, sonorización, so­
en ellas el prim er elemento sund- es palabra ger­ norizar, sonoro, sonoroso, V. sonar Sonreír, son-
mánica que significa ’natación’ y tam bién ’canal riente, sonrisa, sonrisar, sonriso, sonrisueño, V.
de m ar entre dos tierras’ (propiamente, según 30 reír Sonrodarse, V. rueda Sonrojar, sonro­
Falk-Torp, brazo de m ar que puede cruzarse a jear, sonrojo, V. rojo Sonrosar, sonrosear, son­
nado), y es el segundo elemento el que propia­ roseo, V. rosa Sonru(g)ir, sonruir, V. ruido
m ente designa la sonda; pero era muy fácil que Sonsaca, sonsacador, sonsacamiento, sonsacar, V.
los franceses lo interpretaran de otro modo, to­ sacar Sonsañar, V . sosañar Sonsaque, V.
m ando el elemento sund-, común a los tres com­ 35 sacar Sonso, V. zonzo Sonsonete, V. sonar
puestos, como nom bre de la sonda. N o es ente­ Soñación, soñador, soñante, soñar, soñarrera, so­
ram ente seguro que el vocablo francés proceda del ñera, soñoliento, V. sueño
anglosajón y no del escandinavo, que es de donde
vienen los más germanismos náuticos en francés SOPA, del germ. s ü p p a ’pedazo de pan empa­
(aunque no deja de haber algunos de procedencia 40 pado en u n líquido’, perteneciente a la familia del
anglosajona, como los nombres de los puntos car­ a. alem. ant. süfan ’sorber’, ’comer con la cucha­
dinales); nada obsta a que en escandinavo anti­ ra’, escand. ant. süpan, etc., y quizá tam bién em­
guo se form aran compuestos paralelos a los indi­ parentado con el gót. supon ’condim entar’ 1.a
cados en anglosajón, pues sund no era palabra doc.: h. 1400, glos. del Escorial y de T oledo;
menos viva en la lengua de los Vikings, sin em ­ 45 pero derivados de sopa ya se encuentran en los
bargo, el hecho es que desconocemos el nombre SS. X y X III.
de la sonda en este idioma (Hj. Falk, H7S IV , 22), Soparía, latinización de sopera, ya en u n doc.
y hoy en danés y en sueco se emplean para ello leonés de 942 (Oelschl.); sopear en 5 . M ili., 352a,
palabras advenedizas (sonde del francés, y lod o parece significar ’comer sopa, tom ar una cola­
lot del bajo alem án); a pesar de todo es posible 50 ción’. En los glosarios citados aparece sopa repe­
que semejantes compuestos de sund- existieran en tidamente, y al parecer con el sentido de ’peda­
escandinavo y que casualmente no hayan llegado zo de pan empapado en un líquido’, que resulta
a conocimiento nuestro, pues en una antigua his­ claro una de las veces, cuando traduce por sopa
toria latina se nos informa de que los noruegos en vino la palabra vipa que en otras partes se de­
descubrieron Islandia por medio de la sonda. Q ui­ 55 fine «pañis positus et madefactus in vino». Éste
zá no sea fidedigno este dato, como sospecha Hj. es, en efecto, el sentido etimológico, de donde vie­
Falle, y debamos llegar a la conclusión de que los ne sopa como nom bre de un plato semilíquido
escandinavos, como los franceses, aprendieron el en el que se han echado trozos de pan y otros
conocimiento de este aparejo de otros pueblos ingredientes; N ebr. «sopa de pan: offa pañis»;
germánicos, lo cual bastaría para explicar el prés­ 60 Cej. IX , § 137. N uestro vocablo está represen-
tado de antiguo en todos los romances (salvo Sopa, V . marsopa Sopalancar, V. palanca
el rum ano y quizá el sardo). Aparece la for­ Sopanda, V. pender Sopapear, sopapina, sopa­
ma latina s u p p a por prim era vez en una traduc- po, V. papa I I I Sopar, sopear, V. sopa So­
'cion de Oribasio escrita en Ravena a princ. S. V I pear, V. pie Sopeña, V. peña Sopera, sope­
con el sentido primitivo dé ’pedazo de pan empa­ 5 ro, V. sopa Sopesar, V. pesar Sopetear, so­
pado en un líquido’ (manducare calidas suppas, peteo, sopetón ’pan mojado en aceite’, V. sopa
Ant. Thom as, M él. L . H avet, 1909, 501 ss.); des­ Sopetón ’golpe fuerte’, y adv., V. súbito Sopi­
pués se encuentra en glosas latinas desde el S. X I. caldo, V. sopa Sopimpa, V. papa I I I So­
De que se trata de una palabra de origen germá­ pista, V. sopa Sopitipando, V. soponcio Só-
nico no hay duda, aunque se ha vacilado en cuan­ 10 pito, V. súbito
to a su inmediata explicación etimológica; Kluge
en su dicc. explica el alem. suppe (de procedencia SOPLAR, del lat. s u f f l a r e id .; el cambio de
bajo-alemana) y las formas romances correspon­ F en p es una alteración fonética común al caste­
dientes (s. v. sauferi) como derivados del b. alem. llano con el portugués y varios dialectos italianos,
med. súpen ’comer con cuchara’, que no es más 15 que reaparece en otras palabras derivadas de f l a r e
que una variante del a. alem. ant. süfan, alem. id. (como lo es s u f f l a r e ) y que repercute en
saufen, neerl. med. súpen, ags. süpan, escand. ant. una vacilación general entre s u f f l - y s u p p l - en
süpa ’beber a sorbetones’, ’abrebarse’, ingl. sip, varias voces de otros romances (it. sóffice ’blan­
sup ’sorber’, mientras que el propio Kluge en do’, rum . súflec, gr. mod. uou^pwvo) ’yo doblo’,
A Rom . V I (1922), 309-10, relaciona con el gót. 20 procedentes de s u p p l e x ) : el punto de partida de
supon ’condim entar’, pariente del a. alem. med. estas alteraciones fonéticas parece encontrarse en
soffón, voz de etimología incierta según U hlen- una mezcla que en latín vulgar se produjo entre
beck; por lo demás quizá, a pesar de todo, lo los derivados de p l e r e ’llenar’ y los de f l a r e ’so­
uno no sea del todo incompatible con lo otro. V., plar’. 1.a doc.: med. S. X III (Alex., Calila).
además, M A R SO P A . 25 «Sopravan cuem(o) bufetes en aquellos caño­
D eriv. Sopear [Berceo, V. arriba; «mojar so­ nes, / luego dezién las aves cada una sus sones...»
pas» N e b í.]; tam bién se ha dicho sopar ’mojar las Alex. (1973a, O), «puso la boca en la caña por
sopas metiéndolas en líquido’, hoy en arg. ’em ­ 'soplar», tsoplar el fuego» Calila (ed. Alien 28.366,
papar cualquier cosa’1; ensopar, en Cuba ’em ­ 115.531). A un antes de esta fecha ya debía de
papar, hacer una sopa’ (ensoparse uno con la llu­ 30 ser form a usual, pues sublatáiras (entiéndase so-
via, tener la camisa ensopada por el sudor, Ca., platmras)1 era nombre de una planta (también lla­
120). Sopero; sopera [942; V. arriba]. Sopetear; mada toba, p. 319, o sea «cuerno para soplar»
sopeteo. Sopetón ’pan tostado mojado en aceite’. :t u b a ) «que quiere decir instrum entos para soplar
Sopista. Sopón. «el fuego, porque los tallos de esta planta se em-
Sopaipa «massa bien batida fría y enmelada, es­ 35 ■plean para soplar el fuego desde lejos», según el
pecie de ojuela gruessa» [1696, texto de Osuna, anónimo sevillano de h. 1100. Más tarde aparece
en Aut.], o xopaipa [«torta que se fríe en la sar­ :en APal. («afflare es soplar o esparzir o tocar as­
tén» fin S. X V I, López T am arid ; Santaella, Vo- pirando» 10b, tam bién 35d, 141 d, 479d), en N ebr.
cab. Ecles., lo da como equivalente andaluz del :(«soplar: fio, sufflo»), y es de uso general por lo
lat. laganum]; com o indicó Simonet es evidente­ 40 •menos desde los clásicos.
mente supájpa (s-), diminutivo árabe de u n mozá­ : Existió también una variante sollar con el trata-
rabe súppa o súppa ’pedazo de pan mojado en ¡miento fonético regular del grupo - f f l - latino:
aceite’ ; comp. el mozár. sappápa ’oblea de harina’ Ssí lo encontramos en el mismo Calila (54.1113),
en PAlc., que parece derivado árabe de la misma len el manuscrito aragonés del Alexandre (í. c.),
palabra; sopaipilla «disco de masa bien trabaja­ 45 '•en la traducción leonesa del Purgatorio de S.
da, de diez centímetros de diámetro más o m e­ \Patricio, S. X III («ally solava un viento muy
nos, perforado a dedo en diversos sitios y frito 'áspero», H omen. a M . P. II, 228), en el ms. bí­
en mucha grasa» (Chaca, Hist. de Tupungato, blico escurialense I-j-8 (sollo ’hálito’, Oroz, n.°
p. 272; M ontagne, Cuentos Cuyanos, 13; P. P. 47), en los glos. aragoneses del Escorial y de T o ­
Ramírez, Los Huarpes, p. 243) arg., chil. (Lenz, SO ledo (h. 1400). en las leyes de M oros de los
Dicc., p. 608; Román), boliv. (C. Bayo), sopal- SS. X IV y XV (Memorial H ist. Esp. V, 427ss.),
pía en Nuevo Méjico (B D H A IV, 69). y aun en el propio N ebr. («sollar como fuelles:
C p t . Sopicaldo. sufflo»); hoy esta variante está olvidada en el
1 «La carne... luego que la saquen de la olla, primitivo (a no ser en algún dialecto), pero sigue
y en la agua fría la sopen» Ascasubi, S. Vega, 55 lozana en los derivados asollar ’soplar el fuego con
v. 4799; seda sopada en sangre de ratón, O. di la boca’ en el ast. de parte del concejo de Co-
Lullo, L a Prensa, 7-IX -1941; sopadas en ber­ lunga, V, y el general resollar; el alto-arag. soflar
mellón L . Lugones, B R A E IX , 706. Comp. cat. (Echo, B D C X XIV , 181; Vio, V K R X , 237) co­
xopar ’empapar’, quizá de e x -S U P P - a r e , xop ’ca­ rresponde también a la base s u f f l a r e .
lado, empapado’. 60 La forma con -p- está tam bién en port. soprar o

V. — 20
assoprar, que Moraes señala en doc. de 1470-80, h aspirada del antiguo H E N C H IR . Este barbaris-
y en varios textos del S. X VI. Form as como so- m o * s u p p l a r e , tan explicable, chocó sin embargo
flar, souffler, soffiare, donde se conserva regular­ con fuerte resistencia por parte de los puristas,
mente la - F F - , son generales en los romances de que lograron restablecer el tipo correcto en la m a­
Francia y en las demás lenguas literarias romances 5 yor parte de las lenguas literarias, y particular­
(el catalán generalizó el onomatopéyico bufar), pe­ m ente en el it. soffiare; pero la reacción no logró
ro en el N orte de Italia una forma sopiar, supier, triunfar sin exagerar sus efectos, logrando que el
se extiende por un área considerable, que abarca radical s u f f l - invadiera los dominios propios de
el Este de Lom bardía, una tercera parte del Vé­ s u p p l - : esto explica el que s u p p l e x , que en fran­

neto (parte SO.) y la mitad central de la Emilia; 10 cés ha dado souple, en italiano aparezca conver­
es posible que en otro tiempo tuviera mayor ex­ tido en sóffice6 ’blando, muelle’, y s u p p l i c a r e ’do­
tensión, pues reaparece aisladamente en la isla de blar’ haya dado no sólo el rum . suflecá ’doblar,
Cherso, punta N E. del Adriático (A I S mapa sof­ rem angar”, sino que de una forma abreviada del
fiare il naso = se moucher). Sería improbable su­ mismo, a saber * s u p p l a r e (analógico de d u p l a -
poner que la -p- de estas formas sólo p o r casua­ t 5 RE d u p l i c a r e y análogos, comp. fr. souple =

lidad coincidiera con la -p- anómala del cast. y *SUPPLU S < s u p p l e x ) , saliera el neogriego < ro u -

el port. Es de creer que formas semejantes se en­ (p poivo) ’yo doblo, yo arrugo’, con el sustantivo de­
contrarían antiguamente en otros lugares2; en to ­ rivado ffoütppa ’pliegue, doblez, arruga’. Con el it.
do caso es inseparable de las mismas el tipo sar­ sóffice ’flexible’, ’blando’, de s u p p l e x (y quizá
d o : logud. suppare, campid. assuppai «alitare, il 20 con el rum . suflecá ’arrem angar’, si viene de sup-
respirare con affanno che il cavallo fa dopo la cor­ p l i c a r e ) , se puede relacionar el port. sófrego ’ávi­
sa», Barbagia supp4d4u «anelito, battisoffia», pues do’, ’tragón’, ’ambicioso’, ya frecuente a med. S.
es sabido que la - l - tras consonante, después de XVI {Eufrosina), de cuya etimología nada se ha
pasar a -r- en la mayor parte de Cerdeña, se pier­ escrito, que yo sepa. No era difícil pasar de ’su­
de hoy m uy generalmente cuando el vocablo no 25 plicante, pedigüeño’ ( s u p p l e x ) a ’ambicioso’.
tiene otra oclusiva o / con la cual esta r pudiera Visto de este modo dentro del conjunto de la
combinarse por metátesis3. Romanía, este complejo de hechos, que hasta aho­
N adie ha dudado nunca de que el tipo soplar ra parecían inexplicables cada uno de por sí, se
proceda de s u f f l a r e , pero nadie llamó la atención vuelven de u n solo golpe fácilmente comprensi­
hacia esta singularidad fonética hasta que lo hizo 30 bles8. Sugerir, con M -L ., que soplar se deba a

en 1887 el dialectólogo itaüano M archesini, p or lo una modificación onomatopéyica es invertir los


demás sin fruto*; más tarde han insistido en el términos naturales, pues salta a la vista que sof-
asunto, o señalado hechos conexos, principalmente tiene mucha más fuerza expresiva e imitativa que
G ustav M eyer (Idg. Forsch. II I, 72; Lat. L eh n - so p -,
worte im N eugr,, 62), C. M erlo (R D R I, 255; 35 D e r i v . Sopladero. Soplado. Soplador. Sopladu­
Z R P h. X X X V III, 481), Rohlfs (A R om . V II, 466; ra. Soplete [Acad. 1843, no 1817], calco del fr.
Z R P h. L II, 69) y M -L. (R E W 8430). O tros de­ soufflet; claro que no puede relacionarse con un
rivados del lat. f l a r e ’soplar’ presentan el mismo extranjerismo tan reciente el mozár. soplatairas,
cambio en regiones del Sur de Italia: el sic. y como indiqué arriba. Soplido [APal. 104b, 162d;
calabr. (Cosenza) urtchiari, -e, abr. um blá (umbrá, 40 soplíu ast. ’aire impelido en el acto de soplar’ V],
umbiá) ’hinchar’ suponen * I m p l a r e (con la I la- ' Soplo [Alonso de Palencia 467d espíritus: soplo»;
bializada como en el cat. dial, unflar, calab. u h - N e b r.: «flamen, flatus»]; soplillo. Soplón; soplo­
hare, untare) ¡ y no falta en España alguna corres­ near; soplonería. Asoplar. Resoplar; resoplo [’reso­
pondencia suelta de este tipo, en el burg. impiar plido’, 1399, Gower, Conf. del Am ante, 214].
’llenar’ (G. de Diego, R F E IX , 143); el pullés y 45 Del antiguo sollar: soltador [Nebr.]. Resollar
tarentino acchiare, hermanos y sinónimos del cast. [Tratado de las Enfermedades de las Aves (fin
hallar, no vienen de a f f l a r e como éste, sino de S. X III) p. p. B. M aler (Filologiskt A rkiv IV,
un * a p p l a r e s. 102); fin S. XIV, Lz. de Ayala, L . de la Caza, ed.
Tom ando en consideración este conjunto de he­ Bibí. Venat., p. 208, en el antiguo presente fo­
chos, lo más natural es creer que se produjo en 50 nético resolta; N ebr. espiro, respiro»; «las malas
latín vulgar una íntim a mezcla de f l a r e y sus mañas que aprendí, m e quedaron indelebles: así
derivados con p l e r e ’llenar’ y los suyos ( i m p l e r e , pudiera sustentarm e sin ello como sin resollar»
S ü p p l e r e ) , explicable por el estrecho contacto se­ G . de Alfarache, Cl. C. II, 257.13; para la ac.
m ántico entre las dos series: c o n f l a r e ( > fr. ’respirar roncam ente’, vid. paparrasolla, s. v. P A ­
gonfler, etc.) era casi lo mismo que c o m p l e r e , e 55' PA l l l ] ; por cruce con el antiguo refolgar id.
i n f l a r e tampoco distaba mucho de i m p l e r e ; pa­ (derivádo de folgar = holgar), empleado en el
ra llenar de aire un odre, la piel de u n cerdo, R im . de Palacio (1161), se dijo resolgar [trad. bí­
etc., es preciso soplarles adentro. Recuérdese la blica del S. X I I I : Cuervo, Obr. Inéd.¿ 267, n. 4;
antigua contaminación que en Castilla sufrió IM - €resuelga u n resuelgo alto» en los Buenos Pro­
p l e r e por parte de i n f l a r e , documentada p o r la 60 verbios, con variante resolto; resolgar admitido por
N ebr. como sinónimo de resollar, desaprobado por mare ’hilvanar’, que supone * i m p l i m a r e en vez
J. de Valdés, Dial, de la L ., 78.6, y hoy todavía del * i n f i m u l a r e de otras hablas vecinas (Rohlfs,
usual en Cespedosa, R F E XV, 256, y otras p a r ­ E W U G , § 2319), cuya -p- en rigor podría expli­
tes]; resuello [rresollo, h. 1280, 1.a Crón. Gral., carse por una latinización antigua de la tp de
190b7; glosarios de h. 1400; APal. 43b, 295d ; 5 <pi[xo¡jv, y que de todos modos se aparta comple­
la canna del resolto ’la traquarteria’, E. de Villena, tamente del sentido y forma de soplar.— 6 No
R FE VI, 169; resolto, R im . de Palacio, 1257; parecen fundados los escrúpulos de Spitzer, M L N
resuelto es equivalente peyorativo de aliento en L X X IV , 129, ante la explicación que aquí se da
Quevedo, Libro de todas las cosas, Cl. C. IV, 154]. de sóffice (lat. supplex viene de p l i c a r e , no de
Insuflar, tomado del lat. insufflare ’soplar adentro’. 10 p l e c t e r e ) . — 7 Así, de acuerdo con la opinión de
Sofión ’reprim enda’, ya Are. Talavera, ed. Gz. G . M eyer y de Ascoli, A G I X, 7 y 467. P artir de
M uela, (168.29) [Acad. 1817; no ¿4ur.]10, del it. un * s u f f o l l i c a r e derivado de f o l l i s ’fuelle’,
soffione ’soplete’, ’hombre hinchado y orgulloso’ como quieren Pu§cariu y M -L ., es m ucho más
(de donde ’respuesta desabrida’). forzado semánticamente y no menos hipotético.
C p t . Soplamocos [S. X V II, Aut.]. Soplavivo. 15 Tam bién se ha puesto en duda el origen del it.
1 N o sopletcáras como quisiera Asín, p. 288. sóffice, que M -L . acepta sin embargo, pero expli­
Equivale a un cast. sopladeras.— ‘ Desde el pun­ cándolo por influjo de * s u f f l e c t e r e , v o z inexis­
to de vista semántico no está claro que tengan tente en latín y en rom ance; mas no es de buen
que ver con soplar las formas suizo-francesas ci­ método desperdigar así fenómenos evidentemente
tadas en el R E W ; V . lo único que trae Bridel : 20 solidarios.— 8 Gustav Meyer, de quien es el mé­
soupplla roussir une étoffe, la brûler légèrem ent; rito de haber planteado la cuestión en todo su
.flam ber; soupplahie flambée, légère brûlure; amplio frente, desde los Balcanes a Portugal, no
souppllon odeur de roussi (Vaud); suhlla, suclla, logró imponer su punto de vista porque suponía
supplia roussir, flamber, griller.— s Es extraño un cruce latino de s u f f l a r e , no con p l e r e , sino
que M. L . W agner, Studien zum Sard. W ort- 25 directamente con s u p p l i c a r e ’doblar’, lo cual re ­
schatz, 126, no relacione estas formas con las sultaba arbitrario semánticamente. M -L ., después
hispánicas, limitándose a sospechar u n origen de reconocer los resultados de este ensayo (K JR P h .
onomatopéyico. Pero el caso es evidentemente II, 67, 90), se muestra desorientado en el R E W y
inseparable de los que estudia W agner en su olvida totalmente las formas griegas, agregando
Hist. Lautlehre, pp. 155, 160-1, 167. Dialectos 30 qué el cast.-port. soplar (-prar) es tanto más extra­
que cambian a s p e r u m en aspu, SUPRA en suba, ño cuanto que presenta tratam iento culto del grupo
no strum > nostu, m a s c u l u m > mascu, y por -P P L - , Sugiere con esto que - P P L - habría de te­
otra parte o c u l u m , a u r í c u l a , ' f e n u c u l u m "en ogu, ner el mismo resultado que - P L - tras consonan­
origa, fenugu, no es sorprendente que reduzcan te ( a m p l u s > ancho), o quizá P L - inicial ( p l o r a ­
supplare a suppare; cuando la metátesis es posi­ 35 re > llorar); opinión m uy discutible, pues - f f l -
ble, hay metátesis ( c a p r a > eraba, a p r i l e > ar- no sigue el mismo camino que - n F L - (hallar pero
bili), pero en (supplare > ) supprare la r no tenía hinchar), ni - g g l - (S O L L O Z O ) el mismo qüe
dónde ponerse y debía haber pérdida como en - nG L - (c in g u l a > cincha, s i n g u l o s > sendos)
s u p r a > suba, a s p e r u m > aspu. N o ignoro que ni g l - inicial ( g l i r o n e m > lirón, g l a n d e m >
una parte del Logudoro cambia p l en pi, pero 40 lande). El asunto es complicado y no puede re­
aunque en esta parte (lo que no me consta) se solverse dogm áticam ente: recuérdese tam bién
diga tam bién suppare no habrá prueba sin répli­ que - p l - intervocálico no se palatiza, pero- - b l -
ca de que suppare sea otra cosa que soplar, pues a veces s í: trillar, enjullo; que c l y da otro
según el propio W agner esta palatalización de resultado, cuchara, que - c l - ante vocal > j; etc.
la l es moderna y de influjo italiano, que pudo 45 Sin embargo, aunque admitiéramos en teoría lo
no actuar en ciertas palabras carentes de co­ correcto del postulado - p p l - > -ch-, casi ente­
rrespondencia italiana. M. L. W agner, R F L X IX , ram ente a priori (no hay otro caso que el de C A ­
266, 7, insiste en su idea porque no existe *strup- C H A S < * c a p p u l a s , probable pero en m a­
pare (tal como hay srot>a < s o r b a ) [de todos nera alguna seguro), ni así tendríam os derecho
modos sufia s u p r a prueba la posibilidad de mi 50 a sorprendernos demasiado de la conservación en
explicación] y porque las formas con pérdida de soplar: voces como flor, clavo, plato, plaza y otras
la r son solamente del Campidano, mientras que tantas no tienen nada de cultismos y sólo han
suppare aparece también en el Centro de Cer- de explicarse por un triunfo de la pronunciación
deña y aun en Córcega [a lo cual puede replicarse más conservadora de las clases altas; así debe­
con las palabras del propio W agner, p. 252, de 55 ríamos m irar entonces el caso de soplar.— 9 Rohlfs,
que los préstamos de un dialecto a otro son It. Gr., § 249, agrega algún dato acerca de la
frecuentes en Cerdeña],— 4 Stu d i di Filología R o­ extensión de los tipos * a p p l a r e , * u m p l a r e y
manza II, 13; no existe el lat. obsuplaxe de que *SU PPLA R E. El últim o resulta extenderse hasta el
quisiera partir este autor.— 5 Parece preferible T rentino, la Romagna y la ciudad de Venecia.—
dejar aparte el calabr., nap., abr. nkyimari, nki- 6t 10 Apenas hace falta comprobar en ediciones más
SO PO N C IO -SO PO R 308

cuidadas si el Are. de Talavera escribió sofión, machetes» en el Estebanillo, y otras citas en Cej.
lección que me dicen figura en la de Gz. Muela IX , 14), que está bastante cerca de ’vahído’, y el
(168.29). Aunque así fuese, tendría poco interés and. sopitipando, que AV define «accidente, in ­
ese italianismo aislado en una traducción del ita­ sulto con pérdida del conocimiento», documen­
liano. Por lo demás en italiano mismo soffione 5 tándolo en M uñoz y Pabón y en A rturo Reyes
en todas sus varias acs. aparece por primera vez (como familiar en la Acad. desde 1936), presupo­
desde los SS. X V I-X V II, salvo una vez en ne precisamente un sopetón o súpito en el sentido
Boccaccio, pero ahí con el significado material de ’vahído, desmayo’. E n efecto -pando, que en
’soplete de caña para el fuego’. su origen debió de ser el adjetivo P A N D O ’h in ­
10 chado, abultado’ (y luego ’grande, voluminoso’),
Sopón, V. sopa funciona hoy en el habla andaluza como una es­
pecie de sufijo aumentativo, según nos revela la
SO PO N C IO , probablemente debido al cruce de propia Antoñona de la novela: « ¡mal haya el tal
dos palabras, de las cuales una será el salm. arre- D . Luis y su m anía de meterse cura! ¡Buenos
poncio, que significa lo mismo (y parece ser un 15 suspiripandos te cuesta!», evidentemente forma
cultismo médico lat. responsio, propiamente ’res­ enfática en lugar de suspiro (p. 173). E n lo que
puesta del cuerpo a una causa morbosa’), y la no puedo adherirm e a la opinión de Alonso y Ro­
otra es verosímil que sea sopetón ’golpe brusco’ senblat es cuando éstos afirman que la term ina­
1.a doc.: A ut. («aflicción que da por haberse m a­ ción de soponcio «es u n invento fonético-expre-
logrado alguna cosa que ansiosamente se deseaba»). 20 sivo con fines humorísticos» (soponcio, como nos
Según T err., que lo califica de «voz baja», es m uestra el pasaje de Valera, no tiene nada de
«desmayo, congoja», definición adoptada por la irrespetuoso, como lo sería en esta situación un
Acad. (que la da como voz familiar) ya en 1884. vocablo hum orístico: es sólo familiar). N o debe­
E n este sentido, efectivamente, lo emplean autores mos creer en tales inventos sacados de la nada,
de los SS. X V III y X IX : «a media noche porque 25 a no ser en casos donde tengamos pruebas muy
/ le ha dado un soponcio al ama» Ramón de la fidedignas. Podría haber influjo de términos m é­
Cruz, «quién, ¡ay Dios! enumera / las dolencias dicos como socrocio, sopor, y otros muchos.
y soponcios / que mortifican al nene / entre lá­ E n concreto creo se trata del siguiente. E n tierras
grimas y mocos» Bretón de los H erreros (citas de de Ciudad Rodrigo se dice arreponcio «accidente,
Pagés). Y en sentidos semejantes se define en glo­ 30 síncope» (Lamano), cuyo parentesco con sopon­
sarios dialectales: ast. soponciu «vahído, desma­ cio es evidente; me parece que se trata de un lat.
yo» (V), salm. -oncio «ataque epiléptico; acciden­ responsio empleado por médicos y curanderos en
te en el sentido de enfermedad o indisposición el sentido de ’respuesta del organismo a una causa
súbita» (Lam ano)'. Tam bién se conserva, empero, morbosa’, ’ataque de u n mal’, y deformado por el
el sentido definido por A ut., al menos en éste lo 35 pueblo, que como es natural separó una responsio
pone Juan Valera en boca de su popular criada en u n arresponsio, y luego suprimió la primera s,
andaluza Antoñona, quien encontrando a su ama, como en repuesta por respuesta, repuso por res-
la enamorada Pepita Jiménez, echada al suelo en puso; la c se debe a otros abstractos en -d o , como
u n desconsuelo de gemidos y sollozos, exclam a: andancio, cansancio, estropido, etc. D el cruce de
«¿qué soponcio es éste?» (II, ed. Obr. Compl., 40 sopetón con arrepondo saldría soponcio.
1906, p. 170); en efecto, en el sentido de ’disgus­ 1 Además hay el sentido figurado adjetivo «car­
to grave’ lo he oído a gente de Bédar, Almería gante, fastidioso» (id.); y por floreo verbal: san-
(¡tuve un soponcio!). tand„ soponcio «sopa m uy grande» (G. Lomas),
Según él dialectólogo de Colunga, B. Vigón, so­ tam bién admitido por la Acad.— 2 M alaret des­
poncio viene de una forma latina derivada de so- 45 figura el texto de AV al hacerle afirmar tal cosa;
pio ’me adormezco, pierdo el conocimiento’, y bien lo único que hace este lexicógrafo es comparar
podría ser en efecto alteración de sopitio > *so- el and. sopitipando con el adjetivo súpito.
picio, tom ado en nominativo por ser cultismo m é­
dico o seudo-m édico; según Alonso y Rosenblat Soponcio (sopitipando), V. suripanta
(B D H A I, 166-7 nota) la raíz sería más bien la 50
de sopetón y de súpito ’súbito’, que en Méjico SO POR, tom ado del lat. sopor, -oris, ’sueño
significa ’desmayado’ (Mal.) y en Nüevo Méjico profundo’, ’sopor’, derivado de sopire ’adormecer,
’m uerto súbitam ente’. Ambas opiniones pueden am odorrar’. 1.a doc.: A ut.
defenderse, y en apoyo de la prim era se podría Este dicc. cita ej. en el falsario Cibdarreal, cu­
alegar que no hay testimonios de que se haya d i­ 55 yo texto se escribió realmente en el siglo X V II
cho sustantivamente u n súpito por ’u n desmayo’2, (y no antes como él pretende), pero ni para el
y aunque sí ha sido sustantivo sopetón, no ha te- X V II puede aceptarse como testimonio de un
, nido el sentido de ’desmayo’. Sin embargo, sí ha uso norm al del vocablo, pues su estilo es una acu­
tenido el de ’golpe brusco’ («andar a sopetones» mulación caprichosa de latinismos, extranjerismos
en Quevedo, «rasguños de navajas y sopetones de 60’ y voces desusadas; falta en Covarr., Oudin, y es
ajeno al léxico de Góngora y del Quijote. H oy se cramento (p. 278) a secas, o bien Doña Casilda
ha hecho palabra usual entre gente culta. (p. 202). Doña Beatriz (p. 210), según los casos.
D e r i v . Soporoso. N o he hecho una investigación extensa. A ella la
C p t . Soporífero. llaman «dicha Teresa de Jesús» (p. 248).— 2 D e­
5 bió de persistir en algún ambiente semibilingüe
Soportable, soportador, V. portar Soportal, del P. Vasco: de la M orf. de Azkue, p. 164.26
V. puerta Soportante, soportar, soporte, V. se deduce que todavía se emplea en Lequeitio
portar Sopórtico, V. puerta Sopozar, V. serora como nombre de ciertas mujeres que llevan
chapuzar Soprano, V. sobre Sopuntar, V. velas tras el féretro en un entierro. Pero es pa­
punto 10 labra vasca y no castellana, aunque de origen
románico claro. El paso de -e > -a puede expli­
SOR, del cat. ant. sor ’herm ana cam al’, y éste carse en vasco por hechos morfológicos genera-
del lat. SO R O R , - ó r i s , id., empleado en vocativo lest El D Á zk. dice que es ’solterona que sirve en
al dirigir la palabra a una persona, o en nomina­ la iglesia’ en vizc., guip. y a. nav., ’monja’ en
tivo. 1.a doc.: Covarr. 15 vco.-fr. y a. nav., ’mujer del sacristán’ en el O.
Dice éste «En lengua catalana vale herm ana, y de Vizcaya; de ahí ’especie de gaviota’ en San
úsase tan solamente entre las religiosas, Sor M a­ Sebastián.— 3 Popularmente se emplea todavía
ría, Sor Ana, etc.»; A ut. «lo mismo que herm a­ mala sor! como injuria, dirigida a una mujer
na y se usa sólo entre las religiosas». Falta toda­ cualquiera.— 4 A no ser por él habríamos podido
vía en C. de las Casas, Percivale, O udin, y es 20 pensar tam bién en el it., que emplea sor en la
ajeno al léxico de Góngora y del Quijote; creo misma forma (aunque fué más común suor), como
lo es tam bién al de Santa T eresa1. Por razones apócope del antiguo suoro. L a coincidencia del
fonéticas es evidente que SOROR no pudo d ar sor italiano con el catalán pudo, en el Siglo de Oro,
en castellano; además sería u n caso inaudito que ayudar a la consolidación de un influjo catalán
en esta palabra se hubiese conservado en castella­ 25 más antiguo.— 5Vid. m i artículo de Estudis R o-
no el nominativo. En el idioma arcaico se encuen­ manics II I, 203-4.
tra alguna vez el representante hereditario del
acusativo s o r o r e m : seror2 Berceo, M il., 841c, Alex., Sor, V. señor Sora, V. jora
2184; pero el triunfo completo de hermana fué \
rápido en cast., y sólo queda algún testimonio 30 SORBER, del lat. s o r b e r é id. 1.a doc.: h. 1400,
esporádico en la toponimia, como en el nom bre Glos. de Toledo.
del Pico de T res Sorores en el Alto A ragón; tam ­ Tam bién APal. 166b, 182d, 464d; «sorber: sor-
bién fué rápido en port., quizá algo menos, pues beo» N ebr. (se esperaría más bien soruer en la
hay bastantes huellas de seror, selor, soror, solor grafía de este autor, pero éste da sorvo, sorvito,
o serol en la toponimia, y con el sentido de ’sor, 35 sorviblé). El traductor de John G ower, h. 1399,
monja’ en el idioma antiguo (R L XXXV, 99-100). emplea sorbir (Confesión del Am ante, p. 84). Cej.,
E n cat., tam bién acabó por imponerse germana, ya V III, § 101. D e uso general en todas las épocas;
medieval, pero en la Edad M edia encontramos sor conservado popularm ente en todos los romances
muchas veces con el valor de ’herm ana’, cam al salvo el fr., cat. y oc. (alguna huella en oc. ant.).
o no, y todavía en el S. XV («no hi hach m adri­ 40 L a forma no diptongada yo sorbo se encuentra
na / sor ni cosina» Jaume Roig, v. 11422)3; des­ ya en APal. (166t>); hoy se dice suerbo en Ces-
pués queda restringido al mismo uso que hoy tie­ pedosa (R F E XV, 136) y algunas partes de Amé­
ne en cast., y desde el catalán debió propagarse rica. L a etimología no nos enseña con seguridad
al cast. este uso, de lo cual es buen testimonio el cuál de las dos formas es etim ológica: así la can­
coetáneo Covarrubias4. En catalán la conservación 45 tidad O como ó sería posible en latín, y los de­
de un nominativo (paralelo al oc. sor, fr. soeur, it. más romances no distinguen (a no ser el engad.
ant. suoro) es menos excepcional que en cast., süerver); la etimología indoeuropea indica más
pues corresponde bien a frare, pare, mare, que por bien <5, pero no es indicación term inante.
consideraciones fonéticas han de venir de f r a t e r , D e r i v . Sorbedor. Sorbiatu ast. ’sorbo’; sorbia-
pa ter, m ater, más bien que de los acusativos 50 tar ’sorber’ (V). Sorbible [Nebr.]. Sorbición. Sor­
f r a t r e m , p a t r e m , m a t r e m 5. Por lo demás la pre­ bo [APal. 322b; N ebr.]. Absorber [1438, Corba­
ferencia por el nominativo-vocativo es natural en cho, DHist.], tomado de absorbere id .; absorben­
nombres de parentesco, y así no es sorprendente te; absorbencia; absorbible; absorbimiento; absor­
que partiendo del apocopado * s o r por s o r o r , se to [h. 1580, Sta. Teresa, F r. L . de G ranada;
empleara ya alguna vez en latín vulgar u n plural 55 Cuervo, Dicc. I, 72-3], de absorptus, part. de ab­
sores, que se encuentra en inscripciones africanas sorbere; absortar; absortivo; absorción. Resorber;
(.K JR P h. X II, 67). resorción.
1 Llam a a sus hermanas en religión Estefanía,
María de la C ruz (Fundaciones, Cl. C., p. 202), Sorbete, V. jarabe Sorbetón, sorbible, sor­
A na de la M adre de Dios (p. 247), Marta del Sa­ 60 bición, sorbo, V. sorber Sorbito, V. serba
SO RCE, a n t ., d e l l a t . s S r e x , -ic is, ’r a t ó n ’. 1.a en portugués y en catalán, como en el original
doc.: N ebr. (tsorze, especie de ratón: sorex»). inglés, y sorda en castellano por no haber en este
D e N ebr. lo citan Covarr. y A u t., advirtiendo idioma nada más semejante a la f inglesa. L a r
aquél que «no es m uy usado en Castilla», y éste se explicará como una reproducción imperfecta de
que «ya no tiene uso»; quizá tarrtbién se funde i la l inglesa, que es velar, y por lo tanto muy
en N ebr. el cordobés Feo. del Rosal, que lo cita diferente de la castellana, no tanto de la catalana
en su dicc. (1601), según Cej. V III, p. 529. Real­ y portuguesa, pero así y todo de tim bre algo dis­
m ente era palabra rarísima* que quizá fué dialec­ tinto. M enos todavía puede pensarse en c h ir u r -
tal, y de la cual no conozco otros testim onios; g i c u s o en el oc. mod. surge ’lana sudorosa’,

hoy sólo arag. 0or0 o Súri en Echo (R L iR X I, 41, 1« como sugirió sucesivamente Spitzer (L itb l. X XX VI,
100); vasco (lab., b. nav.) sorjes ’(persona)^ des­ 367; X L V III, 130). Tam poco en el vasco zortzi
vergonzada’, ’(cosa) chocante’, sorjesiu ’perder la ’ocho’ (Baráibar) n i sortze ’brote’ (Cej.). Sabido es
vergüenza’, s o r e x se ha conservado solamente en que soldier viene del fr. ant. soldeier (después sou-
rum ano, dálmata, italiano y sardo (una variante doyer), derivado de soldee ’soldada’.
* s o r i c i u s o * s o r Tc e m ha dado además el fr. souris, 15
y ha defado alguna descendencia rética y occi- Sorda, sordecer, sordedad, sordera, sordez, V.
tana); de una existencia m uy antigua de SOREX sordo
en la Península Ibérica son otros testimonios los
derivados cat. xoriguer, aran, sorigué, Venasque S Ó R D ID O , tom ado del lat. sordídus ’sucio, caz­
eixorigué ’cernícalo’ (B D C V I, 25), y los nombres 30 carriento’, ’ínfimo, despreciable, innoble’, deriva­
de lugar Soriguera y Soliguera (BD C X X III, do de sordes ’suciedad, cazcarria, inm undicia’, ’ba­
330) en el Pallars. jeza’, ’m ezquindad, avaricia ruin’ 1.a doc.: 1435,
Juan de M ena.
SO RCH E, fam., ’soldado m uy bisoño’, en cat. L o emplea éste en el sentido de ’indecente, in ­
y en port. sorge, probablemente tomados del ingl. 25 digno’, pero se trata de u n latinismo individual
soldier (pron. sóulg$) ’soldado’. 1.a doc.: 1903, y arbitrario de este poeta ultra-culto, que no en­
Baráibar (tsorchi: soldado raso o sin graduación»). contró eco de momento. Falta en APal., Nebr.,
Besses registra sorche «soldado» como término Oudin, Covarr. y es ajeno al léxico de Góngora
jergal, y M . L . W agner (Notes Ling., 95-96) da y del Quijote. A ut. cita luego ejs. en Esquilache
ejs. de este vocablo en Gómez de la Serna y en 30 (1651) y Palomino (1708); desde entonces fué ex­
Vidal y Planas, con el sentido de ’quinto, solda­ tendiéndose su empleo, hasta hoy, que es palabra
do raso’; la Acad. lo ha admitido en ediciones ampliamente usada en el estilo literario. A ut.,
recientes como palabra familiar y con la defini­ aparte del uso en Juan de M ena, sólo le reconoce
ción arriba copiada, quizá no bien exacta; Sz. Se­ la ac. ’sucio’, pero en los otros ejs. parece tratarse
villa cita tío Sorche, junto a tío Carlista y tío 35 más bien de acs. morales, como ’bajo, innoble’;
Voluntario, como apodo corriente en Cespedosa la más frecuente en la actualidad es ’avaro’ : para
CRFE XV, 264); Cej. (IX , 143) lo da como pro­ testimonios de ésta y las demás, vid. Cotarelo,
pio de Andalucía, y el cubano M artínez Moles B R A E I, 609, donde se condena el uso bárbaro
da la forma solche como equivalente de ’solda­ (por lo demás poco extendido) de hacerlo sinó­
do’. Además en portugués popular se dice sorge 40 nim o de sordo.
(Bessa), y la misma forma con sonora es la usual D e r i v . Sordidez [S. X V II, Aut.].
en catalán: sorge ’soldado sin graduación’ (ej. del
S. X IX en A g.; ya en Bulbena, 1905, n o en L a- SO RD O , del lat. s ü r d u s id. 1.a doc.: doc. de
bernia), tam bién ’m ilitar’ (como térm ino despecti­ 1188. (Oelschl.); Berceo.
vo), y además tam bién u n mal sorge ’u n bribón, 45 De uso general en todas las épocas (comp. Cej.
u n mal sujeto" (en el mismo sentido tam bién se V III, § 99) y común a todos los romances : cat.
dice un mal soldat), que no es palabra caló n i dia­ sord, port. surdo, gali, xordo (Castelao 82.3), que
lectal de Cerdaña, sino perteneciente al habla fa­ se suele d ar comò palatalización espontánea (no del
miliar de todas partes, como cualquier catalán todo excepcional en gallego, cf. xastre, xostra,
puede atestiguar, aunque Givanel (BDC V II, 60) 50 xabre, xabrón y alguno m ás; cf. de todos modos
y Volart (B D C II, 57) lo registren como tal, res­ cat. y arag. exordar e x - s u r d a r e , abajo, y el propio
pectivamente. Es evidente que se trata de u n prés­ cast, ensordar junto a ensangostar, ensanchar, en­
tam o del ingl. soldier ’soldado’, que pudo produ­ salzar, etc.).
cirse en cualquiera de las guerras en que tropas D e r i v . Sorda ’agachadiza’ ; comp. cat. sordet id.
inglesas estuvieron en la Península, quizá en la 55 (Ampurdán). Sorda ’especie de guindaleza’ [Acad.
de Sucesión, o más bien en las napoleónicas. P ar­ 1884, no 1843], documentado en un doc. venecia­
tir del gitano sorchí o soschí ’ánimo, valor’ y tam ­ no de los SS. X IV-XV (Jal), en otras fuentes ita­
bién ’valiente’, como quisiera W agner (/. c.), no lianas sordina (Corazzini), en cat. cap sord ’peda­
conviene por el significado, por el acento ni por zo de cuerda corta y p or lo com ún vieja, que se
la forma de la consonante palatal, que es sonora 60 emplea para faenas de poca im portancia’ (BD C
X II, 20), lo cual explica la denominación (que no («estése así la canasta, que yo iré allá a boca de
es errata de lectura como sospecha el D iz. di soma, y haré cala y cata de lo que tiene», Cl. C.,
Mar.)1. Sordera [1674, Vidós, Aut.], antes sordez p. 181) y en otros textos de este carácter (Hill
[1599, Aut.] o sordedad [APal. 483¿; N ebr.]. Sor­ s. v.); som a ’noche’ está definido así por Juan
dina [1613, C ervantes; L o p e; Aut.], probable­ 5 Hidalgo (1609) y empleado como sustantivo en
mente tom ado del it. sordina, del cual se tom ó un romance de germanía publ. por Tim oneda en
asimismo el fr. sourdine [1596]; sordino [Acad. 1555 («hasta que la som a sea», «en la som a más
1925, no 1884], del it. sordino id. Sordón. Ensor- secreta» Hill V III, 10, 21) y en otros textos de
dar [N ebr.]; ensordamiento [N ebr.]; ensordadera la misma colección; V. al final los varios deri­
ant. («pannicula» N ebr.); tam bién se ha dicho 10 vados germanescos que proceden directamente de
asordar, y en Aragón ajordar (Cej. IX , § 164) = esta fundam ental ac. Está claro, pues, que som a
cat. eixordar e x - s u r d - a r e . Ensordecer [Nebr.] y fué inicialmente palabra jergal con el sentido de
raramente el ant. sordecer [id.]; ensordecedor; en­ ’noche’ u ’oscuridad’; pero es verdad que ya por.
sordecimiento. Absurdo [h. 1440, A. T orre (C. C. los años de 1600 se encuentra frecuentem ente el
Smith, BHisp. L X I); h. 1560, B. de las Casas, 15 vocablo con sentidos abstractos, y en contextos
DHist.], tom ado de absürdus id .; absurdidad [h. que nada tienen ya de jergal o van perdiendo este
1560 id.]. carácter; tenemos entonces dos acs. ’socarronería,
C p t . Sordom udo; sordomudez. ironía disimulada’ y otras veces ’cachaza, lentitud’,
1 Si aquí significa ’viejo’ hay ejs. toponímicos no siempre fáciles de distinguir una de otra.
donde sord vale ’derribado, arruinado’, vid. R e- 20 Tenem os la primera en la P. Justina: «con la
. cueil Clovis Brunel, 1955, 298. Bodes sordes es m ayor socarronería del m undo me miró en redon­
’unión sexual de hom bre y m ujer que no se do con una som a, que entendí que me había de
casan’ en Tirant lo Blanc, cap. 162. m eter los ojos en el pulgarejo»; en la locución
cantarle la som a (a uno), cuyo significado exacto
Sorel, V. jurel 25 no está claro (A ut. da una definición vaga y a
posteriori, fundada sólo en el pasaje de Quevedo),
SO RG O , del it. sorgo id., y éste probablemente tenemos de todos modos algo próximo a esta ac.,
d e l lat. vg. s ü r I c u m , lat. s Í r J c u m ’procedente quizá ’hablar con socarronería y a medias pala­
d e Siria’. 1.a doc.: 1849, A. Oliván (Pagés); Acad. bras’ : «echaré verbos, cantaré la sorna, / porque
1884, no 1843. 30 sepa que puedo / atar m uy bien m i dedo, / y
En italiano fué palabra ajena al uso general has­ que estándole hablando, / venga rabo entre pier­
ta el S. X IX (falta todavía en Tommaseo y en nas, raspailando» Quiñones de B. (N B A E X V III,
Petrocchi), pero arraigada en muchos dialectos: 505), «él echaba de vicio, y ella le cantaba la sor­
mantuano sóragh, abr. sciüreche, sclreche, e tc .; na, diciendo que más quería andarse a la flor del
y ya documentada en la forma latina suricum en 35 berro y qué me sé yo» Quevedo (Aut.). E n otros
docs. del N orte de Italia en el S. X III (para la casos está clara la ac. ’cachaza, flema’ : «¿T anto
historia del vocablo en Italia, Aebischer, ZR Ph. bien nos hizo Avero, / que en él con tal som a
LXV, 434-41). Del it. pasó también al fr. sorgho estás? / V ámonos...» T irso (Vergonzoso en Pal.
[1553], Indicó esta etimología Spitzer (H7S IV, II, 308), «por Dios, que estás ahora / con linda
140, 146), con aprobación de M -L. (R E W 8503), 40 soma, acaba» T irso, «que tome el pecador con
Migliorini, etc. En castellano tiene liso muy escaso. tanta som a y espacio la cura de su alma, que la
vea muerta en pecado» F r. Diego de la Vega
Sorimba, V. zurullo Sorites, V. soro Sor- (1607), «som a vale espacio y tardanza en el ca­
migrar, V. somorgujo minar» Covarr., s. v. sorra ’lastre’, con el cual
45 no tiene relación a pesar de este lexicógrafo y su
SO RN A, significó primitivamente ’noche, oscu­ imitador O u d in : «traer soma: estre lent et tardif
ridad’, con el carácter de palabra jergal, más tar­ a marcher, aller pesam ment et dandinant». En
de figuradamente ’disimulo socarrón con que se otros ejs. que cita Cej. (IX , p. 172-3) no está cla­
hace o dice algo’ y a veces ’flema, cachaza’; de­ ro cuál tenemos de estos dos matices, o bien pa­
bió de tomarse del oc. ant. som ’oscuro’ y ’m e­ 50 rece haber un poco de los d os; entre ellos está
lancólico, retraído’, palabra cuyo origen se des­ el de F r. Ant. Pérez «os responderán con gran
conoce. 1.a doc.: 1.“ ac., princ. S. X VI, R. de Rei- sorna que volváis a inform ar de nuevo» y el de
nosa; 2.a ac., 1603, F r. Ant. Pérez. Ant. de Cáceres (1616) «derríbaslos, desháceslos
«A boca de soma, por yr encubierto, / el fiero y dícesles después muy despacio y con mucha
Picaño tom ó su desgarro [’se despidió’]» en un 55 sorna que' se levanten ellos; parece que haces do­
romance de germanía de princ. S. X V I atribuido naire de nuestras cosas y de nuestros daños»1.
a Rodrigo de Reinosa; la misma locución a boca U na duplicidad semántica comparable observa­
de som a ’al oscurecer’ sale en otro romance de mos en el port. cachafo ’soberbia, arrogancia’ fren­
germanía escrito indudablemente por este autor te al cast. cachaza, y en el it. sussiego ’arrogancia’
(Hill II, 1; I, 130), en el Rinconete y Cortadillo M junto a sosiego. Hoy sorna ya casi sólo se emplea
en el sentido de ’ironía y sarcasmo disimulado’, ha­ colique et dangereux» por O udin en esta fecha].
blar o decir algo can som a es ’con retintín, de­ T am bién se extiende poco o mucho hacia Italia,
jando entender a medias una desaprobación iróni­ si bien con escaso arraigo en el idioma común,
ca o burlona’, lo cual no es raro que vaya acom­ donde sólo se conoce som ione ’retraído, tacitur­
pañado de cierta flema y lentitud estudiada por 3 no y grosero’*; sin embargo, el área provenzal de
parte del que habla; pero si no me engaño ya no so m ’oscuro’ se prolonga hasta el Piam onte, don­
se oye el vocablo en el sentido puro de ’cacha­ de en la Val Sesia toma la forma ciorgnu con el
za, lentitud’, ni tampoco es norm alm ente voz jer­ sentido de ’ciego’ y ’sordo’ (W artburg, R D R III,
gal, aunque todavía tiene mucho de afectivo. El 425; adiciones im portantes en IV, 19), variante
port. som a tiene acs. semejantes, aunque en él 1« seguramente debida a cruce con cieco. En una pa­
predom ina hasta hoy la de «indolencia, inercia», labra, el centro de irradiación a todos los rom an­
pero tam bién «mamador, impertinente». Todavía se ces es la lengua de Oc, en cuyo territorio, por lo
parecen más las acs. catalanas: spm a significa hoy demás, tampoco es voz general, sino localizada en
lo mismo que en castellano, someguer es ’cazurro, Provenza y Alpes del Delfinado, a juzgar por el
malicioso’, a veces tam bién ’sarcástico’ (en M a­ 15 mapa 930 del A L F («obscur») y por la proce­
llorca ’calmoso’)3, y familiarmente, como en por­ dencia de los ejs. medievales y modernos (falta en
tugués, se emplea tam bién con estas acs. el p ri­ Vayssier, y Palay da soum e «sombre» sólo como
mitivo som a (és un som a, tam bién un som o); palabra rara); al cast. es probable que la palabra
pero en el ej. más antiguo, de 1586, en el valen­ llegara p or conducto del argot francés, y quizá
ciano G uerau de M ontmajor, muestra la ac. ’pro­ 20 tam bién por el catalán. En todas partes se pasaría
sopopeya’, ’flema del que se da im portancia“ . de la idea elemental de ’oscuro, tenebroso’ a ’re­
Bastante más antigua que en la Península Ib é­ traído, disimulado’, de donde en cast., por una
rica es esta familia de palabras en el Sin: de F ran ­ parte, ’socarronería’, y por la otra ’cachaza’ (a ésta
cia; allí el adjetivo sp m ’oscuro, tenebroso’ es quizá pasando por ’flema socarrona’ o bien por
frecuente en los SS. X IV y XV y ya se encuen­ 25 ’taciturnidad’).
tra un par de veces a fines del X III (G uilhem de D e la etimología sabemos muy poco o más bien
l’Olivier, Raimon Feraut), del abstracto sornüra nada. Sainéan (B h Z R P h . I, 117; Sources Indig.
’tinieblas, oscuridad’ hay tam bién dos o tres ejs. I, 50, 96, 97)5 abrió una pista falsa (todavía se­
medievales; en todos estos casos tenemos oscuri­ guida por M -L ., R E W 8476) al querer derivar
dad material, por otra parte se nota que ya en 30 soma, el oc. so m y el fr. som ette de u n lat. vg.
el ej. más antiguo so m se aplica al corazón, con * s u r n i a ’lechuza’ : el único fundam ento de este
un matiz, cjue quizá sea ’melancólico’, pero más vocablo es u n lat. m oderno surnia o sym iu m em ­
bien parece ’retraído, taciturno’ («gaug ni dol non pleado por los naturalistas desde principios del
camja lor cor som»). El hecho es que en la ac­ siglo pasado (y ya una vez en 1646) y sólo apo­
tualidad soum e o sour(n) conserva sobre todo su 35 yado en una lección del manuscrito de Festo, sin
ac. material, pero tam bién se encuentra en usos duda deturpada6. Esperemos que esta lechuza fan­
fraseológicos figurados, que revelan acs. m orales: tasma desaparezca pronto de los diccionarios eti­
cato-soumo «sainte nitouche», sóum i pensado mológicos. Sin renunciar a este étimo imaginario
«sombres pensées», faire ■si cop soum e «cacher M -L . (R E W 8474) propuso otra idea, típica de su
son jeu, faire des fredaines en cachette», con los 40 estilo, si bien en su m anera peor : el oc. som
derivados soum et, sournut «sournois», souma.ru, se habría engendrado por u n cruce de sord ’sordo’
-udo, «sournois, sombre, morose, taciturne», sour- con el fr. m orne ’melancólico’. Es el ej. clásico del
rtarié «sournoiserie», soum am en «sournoisem ent»; cruce im posible (cruce de .una oveja negra con
hasta aquí todo se refiere al carácter retraído y u n asno incoloro que engendra u n león rubio) :
disimulado, pero tam bién puede llegarse no sólo 45 los tres vocablos significan tres cosas diferentes,
a la socarronería, sino aun a la burla abierta, de y la m adre, m o m e (voz m uy rara en lengua de
donde som eta ’cuento de burlas’, del cual ya en­ Oc), tiene nacionalidad diferente del hijo, som .
contramos dos ejs. del S. XV, y que hoy (sour- N o es extraño que Bloch rechace esta ocurren­
neto) se ha atenuado y hecho inofensivo con el cia, declarando que el étimo es desconocido, pero
matiz de «conte d’enfants, conte de bonne fem - 50 sí es estupenda la indulgencia que le demuestran
me». Gamillscheg y aun W artburg («très probable­
E n francés esta familia de palabras es más ment», en su nueva ed. de Bloch).
tardía y su extensión semántica más limitada y Diez (W b . 299; Thurneysen, K -r. 79) había pro­
presenta lagunas, por lo cual parece claro que de­ puesta relacionar el oc. so m con el galés swrn-ach
bió de tomarse de la lengua de O c : som ette 55 ' ’m urm urar, rezongar’, galés sorri ’encolerizarse’,
«propos vide de sens» aparece h. 1420 (en Ra- córn. sorry ’estar enojado’. N o nos consta la opi­
belais «jeu d ’esprit»), fr. antic. som e «raillerie» nión de los celtistas acerca de esta sugestión de
(S. XV), argot som e ’noche’ (id., en Villon) ’prin­ D iez; M -L . afirma que es «imposible», en lo cual
cipio de la noche’ (Oudin), fr. sournois «sombre quizá tenga razón, aunque no indica sus funda­
et dissimulé» [1640, definido «un homme mélan- 60 mentos, y el vocablo parece demasiado tajante’ ;
de todos modos la afinidad semántica entre el oc. mo de susurrare.— 5 En cuanto a sornette, en la
som y estas palabras célticas es vaga y así hay p. 150, lo separa de sournois y congéneres, que­
que calificar este parentesco de sumamente pro­ riendo derivarlo de cerne «moitié de noix ver-
blemático. Por otra parte no se ven otras etimo­ te», del cual existiría una variante dialectal çome.
logías posibles, pues hay que rechazar por razo­ 5 Separación inadmisible, claro está.— * Ed. L ind-
nes fonéticas la de Storm (Rom . V, 184), que say, § 457, p. 414. Ahí se atribuye a cierto Ve-
quería partir de s a t ü r n u s , el planeta de mal agüe­ rrius la afirmación de que a la strix los griegos
ro (V. S A T U R N O ); la idea que se m e había la llaman uupvta; así en el ms. básico de Festo,
ocurrido de relacionar el cast. mod. soma, el fr. declaración seguida de la cita de una frase grie­
sournois y sus iguales semánticos, con el lat. s t j b o r - 10 ga auppivTa icojntsiev... CTptvxœ xoXaov, todo
n At u s ’pérfido, traidor’, s u b o r n a r e ’preparar de lo cual está evidentemente corrompido, como se
escondidas, adiestrar para una mala acción’ (de ve ya por el hecho de que el supuesto supvia
donde el semicultismo cat. ensibornar ’embaucar’; funciona dentro de la frase como acusativo, que
no hay representantes populares) sólo sería po­ terminando en -a sólo puede serlo de u n tem a en
sible si los significados morales de esta familia 15 consonante. Los editores, siguiendo a Escalígero
romance fuesen primitivos y som ’oscuro’ secun­ y M üller, suelen enm endar c x p í ( a c u s a t i v o de
dario, contra la general verosimilitud semántica, CTOÍ-fl ’lechuza’) y luego u T p íff’ÍTzonéfnzeiv...
y contra el hecho de que las acs. morales son GTptYY’à-no Xaüv, lo cual es convincente. E n todo
raras en la Edad Media, y la material está m uy caso el supuesto copvitx no tiene realidad alguna
arraigada en el país de origen; además entonces 20 (falta en los dicc. griegos de Liddell-Scott y.
esperaríamos que el verbo som er «railler, se m o­ Sophoclés, en los dicc. latinos, y Estienne se li­
q u e n fuese m uy antiguo y general, m ientras que mita a rem itir al texto de Festo).— ’ N i Peder-
en realidad no se encuentra en lengua de Oc, sen, n i Stokes-Bezz., n i V. H enry, ni W alde-P.
aunque sea frecuente en francés medio (ya S. X V : dicen nada de estas palabras en sus obras respec­
God. V II, 483 b). En definitiva de todas las su­ 25 tivas. Por otra parte no es inconcebible que ha­
gestiones ésta y la céltica son las únicas que po­ ya relación con el galés sar ’ofensa’, sarhau ’ofen­
drán volverse a estudiar, pero los fundam entos der’, sarhaed o sarháad «contumelia, opprobrium ,
de ambas son vagos y es escasa su verosimili­ offensa, ignominia», irl. ant. sáraigim ’yo ofendo,
tud. escarnezco, desprecio’, sár n. ’ofensa’, ’excesivo’,
D e r i v . Som ar ’dorm ir’ [Juan Hidalgo, tam bién 30 acerca de cuyo étimo discrepan los pareceres de
somear; otros ejs. Cej., Fcha,, Hill], comp. it. los celtistas (de * s t á r - ’fuerte’ según Pedersen
sornaccare ’roncar’. Som ia m. ’lelo, tonto’ ( < ’d or­ I, 79 ; de s p á r - ’desprecio’ según Stokes-Bezz.
mido’) salm., bilb. (Cej.). Som ático ’sarcástico’ 300; de s a g r - ’firm e’, según W alde-P. II, 488,
chil. («no me atrevía a darle la cara... hasta que 607, junto con el galés haer «entêté, pressant»,
él mesmo me llamó y mi ’ijo con su risita -a», 35 haeru ’asegurar, afirmar’, galo Segodunum ; V.
G. M aturana, D. P. Garuya, p. 28). H enry relaciona con el bret. sorc’hen «rêverie,
C p t . Som avirón ’golpe con la mano vuelta, bo­ radotage»); sea de ello lo que quiera, en cual­
fetada’ [S. X V III, Fcha.; nav., alav., pal., Cej.]. quiera de estas hipótesis podría corresponder una
1 N o está claro el sentido de sorno en el auto s - gala a la de estas palabras insulares (o quizá
de Nabucodonosor, S. X V I, donde hablando de 40 Ts- si viene de S T - ) , y es concebible que junto
los judíos condenados a perecer e.n las llamas por al vocalismo J , ó o A de las formas de esta nota,
negarse a adorar al tirano, se dice « ¡o qué boz sorri ’encolerizarse’ presente u n vocalismo apo-
tan singular! / ¿Y adonde suena el cantar? / fónico Q, y aun quizá tenga el mismo origen la
— ¡Cómo cantan de buen som o! / ¿Sabe dó? cu del galés sw m ach (si es aplicable aquí el §
dentro del horno» (Rouanet, Autos I, 248, v. 45 2)6.2 de Pedersen); tam btán cf. el veo. zom a
448); el editor glosa «con serenidad». Quizá ’zom a, materia, pus, podredum bre’ vizc., guip.,
¿’con tranquilidad’?— 2 Comp. costarric. som a- lab. y quizá a. nav., y en particular zom atu «en­
guear ’sacudir con violencia a uno, remecer" conarse la herida» que queda muy cerca del sen­
(G agini; id. en la novela Ése que llaman pueblo tido del galés swrnach y sorri.
del costarricense Fabián Dobles, p. 326).— 3 «No 50
marcha a soles, / tant bé ho adorna, / ab sa Soro adj., V. jaro
gran som a, / un Castanyeda: / cruxint la se­
da, / diu cada pas: / — Santo Thom ás / es de SORO m., tomado del gr. uo pá ; ’m ontón’. 1.a
mi parte, / primera parte, / questione prima» doc.: Acad. 1925, no 1884.
(R H X X X IV , 548): se trata de una sátira en 55 Tecnicismo botánico.
que va caracterizándose sucesivamente a varios D e r i v . Sorites [Acad. ya 1817], del lat. soñtes
catedráticos valencianos.— 4 Tommaseo sólo cita y éste del gr. (jtopetTTjÇ id., derivado de aiopeúetv
un ej. de Magalotti, S. X V II, y otro, difícil de ’am ontonar’.
fechar, del sinónimo susomione, que parece de­
bido a cruce con susomiare, variante y sinóni- M SO RO CHE, del quich. surúíi, que designa cier­
tos minerales de azufre y tam bién la angustia pro­ I, 95, 99; II, 153, 186, 215; vid. también los
ducida por la rarefacción del aire a grandes altu­ índices de m i libro E ntre dos Llenguatges y de
ras, angustia que el vulgo atribuía a la presencia de los ColPrerromSalm. 1974, donde hay dos ar­
dichos minerales. 1.a doc.: ’m ineral’, 1637, Barba; tículos míos. V. tam bién U. Schmoll, D ie Spr.
’apunamiento, m al de m ontaña’, 1835, Póppig (so­ s d. vorkelt. Indogerm. Hispaniens u. d. K elt., 1959;
rocho). Pokorny, Zur Ugesch. d. K elt. u. III. 1938, VRom .
Para documentación y detalles, vid. Lenz, Dicc., X, y las numerosas alusiones al «véneto-ilirio» a lo
695-6; Friederici, A m . W b., 570; Cej. IX , § 164. largo de su diccionario; y los trabajos de Mz.
El uso del vocablo es popular en Chile, N orte ar­ Pidal, T ovar, etc.1.
gentino, Bolivia y Perú. L a variante sorocho, tam ­ 10 1 Desde 1954 el término ha hecho camino. Hoy
bién conocida en Chile, parece ser la usual en es generalmente com prendido y lo he visto em­
Salta (información desde esta provincia en L a pleado alguna vez por colegas como Pisani,
Nación de B. A ., 8-IX-1940). Como forma qui­ Schmoll, etc. En los dos primeros tomos del
chua da M iddendorf sorojchi, T schudi y Lobato D EC at., ya redactados y en prensa, y en el libro
sorochi, L ira suruchi; comp. suruy ’desprenderse’. 15 presente, son muchas docenas las nuevas voces
D e r i v . Asorocharse o sorocharse per., chil. ’su­ residuales identificadas como sorotápticas.
frir del soroche’, ’ruborizarse, sofocarse’.
Sorotaptos, sorotafio, V. sorotáptico Sorpren­
Sóror, V. sor dente, sorprender, sorpresa, V. prender Sorra
20 ’lastre’ V. zahorra
SO R O T Á PT IC O , neologismo de que me sirvo
en algunos pasajes de este diccionario, y que pro­ SORRA, ’ijares del atún’, del cat. sorra id., y
puse adoptar como denominación del dialecto éste del ár. súrra ’ombligo’, ’ijares de u n animal’.
indoeuropeo arcaico propio de los Urnenfelder, 1.a doc.: 1695; A ut.
invasores de España. A éstos llamo sorotaptos, 25 D onde se advierte que se les llama así «en al­
y a los campos o cementerios de urnas, que cons­ gunas partes»; en eds. modernas de la Acad. se
tituían su característica, doy el nom bre de soro- ha cambiado la definición por «cada uno de los
tafios. E>el gr. aópcx; ’urna funeraria’ + xcítpeiv costados del vientre del atún». Ya en las O rde­
’enterrar’ (y su adjetivo verbal flaitxoi;). L o único nanzas de M urcia impresas en 1695 se mandaba
seguro que se sabe de estos invasores es que pro­ 30 «que no se pueda vender ningún género de atún,
cedían del Centro de Europa y que al entrar en sorra, güesos, abadejo, sardina, que esté gastado
España, por Cataluña y el bajo Aragón, en fecha ni que tenga mal olor», cita de G . Soriano, quien
muy antigua (hacia el S. V III antes de J. C.), define «cada uno de los costados del vientre del
trajeron consigo una variedad antigua de indoeu­ atún en salazón» y adviene que hoy es más co­
ropeo netam ente distinta del celta, o por lo menos 35 m ún decir atún de ijada. E n catalán sorres de
muy diferente de todos los dialectos célticos cono­ tonyina ya se documenta en 1394; hoy me dicen
cidos, y más arcaica. En lo demás no hay acuerdo: que tonyina de sorra es bien vivo en Valencia
se les ha identificado con los ilirios, los venáticos, para una clase de carne de atún, y Amades reco­
los ambrones, los lígures, mientras otros creen se gió el vocablo en P rat de Comte (partido de G an-
trata de proto-celtas y otros se contentan con hablar 40 desa), Excursions II, 285. Para el traductor (1525)
de una forma arcaica de indoeuropeo. Es lo más de Rob. de Ñola no era palabra castellana: «to­
prudente y lo único que razonablemente puede ñina salada de la ijada, que dicen sorra en Va­
asegurar el lingüista. Pero entonces hace falta un lencia» (p. 194). Además sic. y sardo surra «pan­
nombre cómodo y manejable, como el de sorotap­ d a del tonno», cuyo origen arábigo ya señaló De
tos, que tiene la ventaja de no prejuzgar ninguna 45 Gregorio (ZRPh. X X V II, 348; comp. KJRPh.
de las teorías en disputa, todas posibles, pero in ­ V II, 162; V III, 120)1. Súrra es la palabra del
suficientemente fundamentadas hasta ahora, y que árabe clásico para ’ombligo’; en España tomó el
además se adapta mejor que ningún término ima­ sentido de «ijares de animal» (PAlc.) y también
ginable al hecho reconocido de que con esta olea­ ’pelo del pubis’ (R. M artí), Dozy, Suppl. I, 6436.
da étnica entraron fragmentos de otras unidades 50 El origen de las palabras hispánicas, si n o me en­
lingüísticas indoeuropeas: celtas indudables, ger­ gaño, se indica aquí por prim era vez. L a s- prue­
manos y aun quizá baltoeslavos: con el vocabulario ba que no es voz castiza en castellano (a no ser
de estos últimos, vecinos seguros de la cultura que se tomara de un dialecto andaluz o murciano
sorotáptica, se han señalado, en efecto, persisten­ seseante).
tes y notables coincidencias. V. ahora mis tra­ 55 1 Erróneam ente partía Zauner (R F X IV, 465)
bajos: Tópica Hesperica 204, 241 ss.; «Du nouveau del lát. s ü r a ’pantorrilla’.
sur la toponymie occitane», Beitr. z. Namenforsch.
V III (1973), pp. 259ss„ 260, 277, 285; «Les Sorrabar, V. rabo Sorrapear, V. rapar y chu­
Plombs Sorothaptiques d ’Arles», ZR Ph. X C I (1975), rre Sorregar, sorriego, V. regar Sorromica-
p. 5, 8 y passim; Estudis de Toponim ia Catalana 60 lo, V. cernícalo Sorrostrada, V. rostro Sor-
teable, sorteador, sorteamiento, sortear, sorteo, sor- [1527], ingl. soda [1558] y cast. soda [1555, L a­
teria, sortero, sortiaria, sortija, sortijero, sortijilla, guna, en A ut.; C ovarr.]; m ientras que el cat.
sortijón, sortijuela, sortilegio, sortílego, V. suerte sosa ha de ser el punto de partida de la forma gr.
Sortor, V. sastre Soruca, V. zurullo Sorum - uól¡a documentada en una obra escrita h . 1300 en
bo, V. sombra 5 los Abruzos, ingl. antic. zoza (1678) y cast. sosa.
Esta gran generalización de las formas italiana y
SOSA, tomado del cat. sosa, que es evolución catalana se explica porque los dos grandes centros
fonética regular y antigua del ár. vg. sáuda, pro­ antiguos de elaboración de la barrilla y producción
piamente adjetivo con el sentido de ’negra’, por de sosa fueron Sicilia y Alicante. L a evolución
el color de una variedad de barrilla; de la misma 10 fonética de sájida en el it. soda y el cat. sosa es
palabra arábiga, por conducto del italiano, procede perfectam ente regular según la fonética de los dos
la variante soda; hoy en árabe se emplea con este idiomas, pero supone una im portrción directa de
sentido suwájda, dim inutivo de sáuda. 1.a doc.: la voz arábiga en los dos desde fecha m uy anti­
G. A. de H errera (¿ed. 1513?); 1611, C ovarr.: gua, pues más tarde se habría conservado el dip­
«cierta yerva, de que se haze el vidrio». 15 tongo y no se habría podido alterar en catalán la
Para el origen es fundam ental el estudio mono­ -d - intervocálica1; comp. para esta evolución fo­
gráfico de A. Steiger y J. J. Hess von Wyss, nética, que en catalán es regular sólo tras el acento:
VRom . II , 53-76, quienes citan de H errera (en a la u d a > alosa ’alondra’, R h o d a s > Roses, i n -
su ed. de 1818) la afirmación de que sosa se lla­ CUDINEM > enclusa, l a m p r e d a > llampresa, y el
man varias salsoláceas en G ranada, M urcia, Va­ 20 cat. espasa, que junto con el it. spada y oc. es-
lencia y Alicante, m ientras que en Sevilla y en paza postula una variante del lat. vg. * s p a d a (imi­
Aragón es nom bre solamente de una especie. Sosa tación aproximada de la fricativa del gr. <j-ráO‘q).
aparece tam bién en A ut. sin cita de autores. O pi­ Como punto de partida arábigo ya propuso Baist
nan dichos filólogos que, en cast., sosa es pa­ (R F IV , 413-4) el ár. suioáida; Steiger y Hess
labra im portada del catalán, para lo cual se fun­ 25 prefieren otra denominación perteneciente a la
dan no sólo en la antigua documentación cata­ misma raíz, denominación que es hoy saww&d en
lana y en la evolución fonética, sino tam bién en Arabia y suwwád en Arabia, Palestina, Egipto,
el hecho de que el vocablo es ajeno a Portugal, T rípoli y A rgelia: saumiád habría trasladado el
y Ja forma autóctona en Andalucía es la grana­ acento (según es norm al en voces hispanoárabes
dina zagua (ya citada en Herrera),- así como en 30 de esta estructura) cambiándose en sáwwad, y éste
la circunstancia de que sosa designa en castellano se habría alterado todavía más cambiándose en la
más bien el producto m anufacturado que la plan­ forma sáuda que exigen como base las formas ro ­
ta (para Sevilla se cita sosa fina). E n cambio el cat. mances. Esto es muy forzado desde el punto de
sosa es bien vivo como nombre de planta. Sin vista fonético, y es inverosímil partir de una for­
duda es cierto que con este valor está más divul­ 35 m a local de Arabia, cuando lo general en Occi­
gado el uso de barrella. Pero así el mallorquín dente es suwwád, según los datos de Hess, o bien
Amengual como el valenciano M . Gadea y el ca­ suwájda (o su variante genérica suwájd) que Dozy
talán Fabra registran sosa como nom bre de planta, (Suppl. I, 699b) documenta en Egipto, en G ada-
el nom bre de pueblo Soses (junto a Lérida) com­ més y en fuentes del árabe de otras zonas afri­
prueba que esto es antiguo, la misma base semán­ 40 canas, y que tam bién es la forma usual en Arge­
tica ha de tener el nom bre del río Sosa de Peral­ lia (y particularmente en el Yerid), según Beaus-
ta de la Sal (sabido es que la barrilla abunda jun­ sier.
to a los ríos salados, comp. Senill, otro nombre Ahora bien, como ya observan Steiger y Hess,
de planta análoga, que designa un riachuelo junto tenemos en todas estas formas derivados del ad­
a Artesa de Segre), y personalmente he registrado 45 jetivo ’áswad ’negro’, aplicadas especialmente al
sosa, bien vivo como nom bre de la planta en va­ llamado «salado negro», variedad de barrilla muy
rias localidades de U rgel y Baja Ribagorza. empleada en la preparación de sosa; y el tan co­
Sosa, pronunciado con o abierta y -s- sonora, es nocido smváida no es más que el dim inutivo n o r­
voz antiquísim a en catalán, por cuanto ya la m al del femenino de dicho adjetivo, a saber sáyda
encontramos varias veces en el S. X I I I : «quin­ 50 (clásico saudá’). ¿Para qué ir más lejos si ésta es
tal de sosa, 2 diners» 1249 (Lleuda de Cotlliure, precisamente la base que postulan de común
R L R IV, 251), «séu, cánem obrat, pegunta, sosa, acuerdo las dos formas romances básicas soda y
alquitrá, mel» 1279 (Costumbres de T ortosa, ed. sosa? T odo diminutivo prueba la existencia de un
Oliver, p. 405), «séu, lo quintal 3 m eales; format- primitivo, así que bien podemos asegurar que
ge, lo quintal 3 m eales; sosha, lo quintal 3 mea­ 55 antiguamente se decía en árabe sáuda en el senti­
les; alcofol, lo quintal, 3 meales» 1284 (Reva de do de ’sosa’, en que hoy la ha sustituido el dim i­
Perpiñán, R L R IV, 375). H ay por otra parte el nutivo suwá¡da (comp. barrilla, dim inutivo); aun
it. soda, ya documentado en un texto de los el granad, zagua es probable que salga de sáuda
SS. X IV o X V y en otro de 1500-1577, voz que con pérdida andaluza de la -d- intervocálica.
se ha hecho internacional pasando al fr. soude 6* Comp. el nombre clásico de la ’atrabilis o melan-
colia’ que era indiferentem ente sáyda (sa^dá’) o SOSAÑAR, probablemente del lat. s ü b s a n n a r e
smváida. ’hacer muecas a alguno’, ’escarnecer, m ofar’, deri­
Era tradicional explicar el cast.-cat. sosa como vado de s a n n a ’mueca’, ’mofa’. 1.a doc.: Cid.
procedente del lat. s a l s a ’salada’, etimología im ­ «El conde don Rem ont non gelo precia nada; /
posible según la fonética del catalán, donde la 5 adúzenle comeres, delant gelos paravan: / él non
forma salsa habría permanecido intacta; aun su­ lo quiere comer, a todos los sosanava: / — N on
poniendo, contra toda verosimilitud histórica y do­ combré un bocado por quanto ha en toda Espanna»
cumental, que el cat. sosa fuese préstamo del cas­ Cid 1020; tam bién está en Berceo, A lex. (466),
tellano, tampoco podríamos explicar la -s- sonora J. Ruiz, Elena y María («Elena la cató, / de su
catalana, constante desde el S. X III, pues el re­ 10 palabra la sonsanó, / gravemientre le respuso»
sultado de s a l s a h a b r í a sido *sossa e n c a s t . a n t . 2, R F E I, 55), y en otros muchos textos de los
D e r i v . Sosal; sosar. Sosero. Soda (V. a r r i b a ) ; SS. X III y X IV. Las formas con -n- en lugar de
sodio; sódico. ñ no parecen ser más que grafías imperfectas.
1 Es imposible por lo tanto suponer que el vo­ Trátase de una palabra exclusivamente cast. sin
cablo pasara de Italia a Cataluña a princ. S. X III, 15 parentela en los demás rom ances1, que vive todavía
como suponen Steiger y Hess, pues entonces ya en el NO. de L e ó n : asusañar ’rem edar a uno mofán­
no podía producirse la alteración de la -d- dose de él’ en Rosales (M orán, R D T P I, 609). El
oclusiva italiana en una -s- catalana. Tampoco oc. soanar ’despreciar, desdeñar’, ’rehusar’, se aparta
se podría suponer una adaptación analógica del resueltamente de sosañar por la forma y el sentido,
caso de espasa : spada, que es casi único y por 20 diga lo que quiera M -L. (R E W 8392), y sería im po-'
lo tanto no podía servir de modelo. Además salta sible explicar la desaparición de una -s - apoyada
a la vista la inverosimilitud de atribuir carácter (disimilaciones como las de beassas BISACCIA pue­
de recién llegada (de pocos años antes) a la for­ den afectar solamente a una s sonora e intervo­
ma sosa, que ya es frecuente en catalán desde la cálica); como dijo Ju d (A S N S L CXX VI, 133-5;
primera mitad del S. X III, y con tan considera­ 25 H om en i a M . P. II, 27n.) es más probable que
ble alteración fonética. L a grafía sosha de 1284 soanar vaya con el fr. ant. saoner ’desechar’, de
tiene una pareja en crusha c r ü d a que aparece origen germánico. E n cuanto a sosañar, indicó este
en el mismo documento, y que parece indicar maestro la posibilidad de que derivara de saña
la notación especial de un sonido interm edio en­ ’cólera’, con el sentido primitivo de ’insultar’, tal
tre la s sonora y la £, rehilante.^— ' "Espinosa, Are. 30 como sollamar o sorrabar derivan de llama y rabo;
Dial., 168, quiere apoyar la etimología s a l s a en y realmente esto sería perfectamente posible, pero
la pronunciación de sosa con s sorda en Cáce- es más sencillo partir de s ü b s a n n a r e , que tiene
res, pero en esta provincia parece ser palabra el mismo sentido y es palabra existente, muy fre­
im portada que se ha adaptado a la pronunciación cuente en la Vulgata y en otros escritos de Pa­
del adjetivo castizo sosso, sossa, a no ser que se 35 dres de la Iglesia (como hace el propio Jud en
explique como la variante solsa de que hablo V Rom . V, 304). s ü b s a n n a r e deriva de s a n n a
luego. Nada tiene que ver con sosa ’barrilla’ el ’mofa’, bastante empleado en autores de la Edad
nom bre propio portugués Sousa, Souso (también de P la ta : se cree sea préstamo del griego aávva;
A Sousa, lo que prueba el carácter prim itiva­ ’loco’, ’insensato’, aavvícov ’imbécil, necio’ (W.
m ente apelativo, R L I, 51), cuyo origen y sen­ 40 Schmitz sugiere que el sentido prim itivo de san­
tido se ig n o ran : desde luego no es SALSA , por na fuese ’vulva’, comparando los it. jar le fiche
la -s- sonora; tam bién cast. Sosa, para el cual ’escarnecer’, cazzo ’tonto’, A L L G X , 548, pero
vid. M. P., Oríg., 116, 198. Por lo demás pare­ no hay pruebas suficientes).
ce que en el Andalús se cruzaron el ár. sáyda y D e r i v . Sosaño [Berceo; Alex., 392, 636c; Sem
una antigua denominación romance s a l s e l l a ’sa- 45 T ob 648; R im . de Palacio, 667],
ladita’, pues de ahí sale el mozár. sausyélla que 1 N i en gallego, aunque Cuveiro Piñol registre
el anónimo sevillano de h. 1100 nos trasmitió sosañar, pero ese lexicógrafo incorpora arbitra­
como nombre del gásül (> cast. algazul) o plan­ riamente a su diccionario m ultitud de voces cast.
ta de donde se extrae el qali o ’sosa’ (Asín, p. anticuadas que nunca existieron en gallego.
268). U n recuerdo de este cruce perdura en la 50
forma solsa, que he oído a gente de Bédar (Al­ Sosar, V. sosa
mería). Nada tiene que ver con el nom bre de
la planta sosa en G . de Segovia (p. 53), que SO SEG AR, alteración del antiguo sessegar, por
debemos identificar con el adjetivo soso, es­ influjo de las numerosas palabras que empiezan
crito tam bién con -s- sencilla en PA lc.; sin em­ 55 por s o - ; sessegar procede del lat. vg. * s e s s i c a r e
bargo, esta sonora se debe al cruce con el cata­ ’asentar’, ’hacer reposar’, derivado de SEDERE ’es­
lanismo sosa. tar sentado’ (participio s e s s u s ) . 1.a doc.: h. 1250,
Setenario, f°2r°.
Sosacar, V. sacar Sosaina, V. soso Sosal, Es ya palabra frecuente en este siglo, sea en la
V. sosa 60 forma sencilla sessegar ( s o s s - ) , sea en la derivada
assessegar: «Asdrúbal passó con grand poder a Es­ los ejs. de la n. 2), sin embargo, como es ya muy
paña e... com entó a andar por toda la tierra, e frecuente en el S. XV tampoco puede asegurarse
a sessegar lo que Amílcar avié ganado, e trabajós- que se tomara del castellano5. Aquí se termina el
se de ganar lo ál», «éste fué eh postremero de los área del vocablo, ajeno a los romances de F ran ­
nobles fechos que el rey don Fernando fizo contra 5 cia e Italia, aunque sosiego pasó al it. sussiego por
los m oros; et... yva ya seyendo canssado como era préstamo, documentado desde 1573 (Zaccaria): la
viejo, et fuésse assessegando, ca le vinié acerca el ac. del vocablo italiano, «ostentazione di gravitá»
término de su vida» 1.a Crón. Gral. (12b26, y muchas veces ’arrogancia’, es interesante para
49368), «alcanzaron los moros e mataron muchos entender la forma como en Italia se concebía el
dellos, e prisieron una partida; e ellos, que ha­ 10 carácter castellano; de España procede tam bién
bían fecho aquel desbarato e estaban asesegados, el logud. sussegare.
cataron e vieron grand poder de turcos que ve­ Encontró la etimología * s e s s i c a r e C. Michaélis
nían por el camino» Gr. Conq. de Ultr. (619b4), (Mise. Caix, 155-6); hoy debemos considerarla
assessego ’sosiego’ en doc. de Burgos de 1295 fuera de dudas, sobre todo teniendo en cuenta la
(M. P., D. L ., n.° 203, lín. 15). L a variante 15 variante fonética sesgado = sosegado, y su deri­
sossegar o ossossegar tam bién se encuentra ya en vado SE SG O , tan frecuente en los clásicos y ya
el S. X III, aunque sin duda era por entonces medieval en el sentido de ’tranquilo’ (que después
menos frecuente, pues entre las obras a que perte­ pasó a ’oblicuo’, seguramente partiendo de la co­
necen los ejs. que se citan de esta variante en rriente sesga de los ríos pausados de las llanu­
este siglo no hay ninguna cuya edición se base 20 ras). Además confirman la idea: 1.° el sustanti­
en mss. de la época y pueda calificarse de cuida­ vo séssega6 ’asiento de un edificio, etc.’, ya do­
dosa, como lo son la m ayor parte de las que con­ cum entado en el S. X (Malkiel, n. 40), e indis­
tienen la variante con e; así y todo es instruc­ cutiblemente procedente de * s é s s i c a ; 2 .° la evo­
tivo un recuento por siglos: en el S. X III cuento lución cronológica de las formas arriba trazada;
22 ejs. de e por 14 de o1; en el X IV ya sólo 25 3.° la imposibilidad del cambio fonético sossegar
quedan 4 de e~ por varias docenas de o, y en los > sesegar7 y la facilidad suma de la alteración
siglos posteriores la forma con o es absolutamente inversa, por influjo de los innum erables casos de
general, salvo alguna excepción muy aislada3. N o prefijo so-, que precisamente tiene tendencia a
es, pues, exacta la afirmación de Malkiel de que expresar la idea de sumisión y apaciguamiento.
sosegar es 3 veces más frecuente que sesegar desde 30 En uno de sus laboriosos trabajos filológicos
los orígenes (para hacerla ha tenido que atribuir a Malkiel (Philol. Q. X X III, 297-306) rom pió una
los orígenes autores de los SS. XV y X V I como lanza contra la idea de Michaélis. Este artículo,
Montalvo, G il Vicente, Pérez de G uzm án, etc.) como son siempre los suyos, es útil, pero su autor,
En cuanto al significado, nuestro vocablo tie­ sugestionado por su etimología, cayó en el cepo
ne desde el principio las acs. modernas, y otras 35 que acecha tantas veces al filólogo, de achacar a
muy semejantes, como ’apaciguar (un país)’; ’des­ un texto medieval una idea que en manera alguna
cansar después de una jom ada de marcha’ : «fa- está fundada en su contexto: el golfín que trata
?ía un día fuerte, pero era verano; / pasé de de ganarse la confianza del Rey «vistióse de pan­
m añana’l puerto por sosegar tenprano» J. Ruiz nos muy asosegados, ...m oró en aquella villa en
996d, especialmente próxima a la etimológica ’asen­ 40 manera de omne muy asosegado et fué diziendo a
tarse’; tam bién alguna vez ’asentar, pactar’ : «de unos et a otros en manera de poridat que sabía
que su pleito fué bien assossegado entre ellos, dixo fazer alquim ia...» (Conde L uc., ed. K nust 77.9);
don Illán al Deán que aquella Sfiencia non se po­ nada hay que nos permita suponer que sosegado
día aprender...» Conde Luc. (M. P., A ntol. de significó originariamente lo que s u b s e c a t u s ’cor­
Pros., p. 33 = ed. Hz. Ureña, p. 58). D ocu­ 45 tado por debajo’, y por el contrario es evidente
mentación clásica en Cej. IX , § 145. que pannos asosegados en este pasaje son los pro­
En port. es semejante la historia del vocablo, pios del omne asosegado o de costumbres buenas
con la diferencia de que ahí la variante etimológica y pacíficas, ni más ni menos que cuando hoy ha­
(as)sess- es poco menos que general hasta fines de blamos de un traje respetable aunque respetables
la E. M edia (igual en Galicia asesegado, -gando, 50 sólo pasen por serlo las personas que suelen llevar
Gral Est. gall. 13-8, 111.6; assessegadamente y esta clase de trajes. Contra * s e s s i c a r e se limitó
assessegamento, en Ctgs. 71.47, 386.27) y sólo más Malkiel a repetir la objeción que prim ero había
tarde tiende a predom inar la forma con o, aunque hecho M -L . a la idea de D .a Carolina, a saber,
hoy todavía se dice assessegar en el Alentejo (R L que en este caso se esperaría la síncopa de la i
X X IX , 218); desde luego es palabra tan castiza en 55 (síncopa que efectivamente ocurre, según he di­
el idioma vecino como en Castilla, y no menos fre­ cho a propósito de sesgo), y a la cual replicó la
cuente en la Edad M edia, desde el S. X III4. Ya autora (K JR P h. IV, 346; R L II I, 186; conven­
no me atrevería a asegurar lo mismo respecto del ciendo a M -L ., R E W 7879) con la cita de más
cat. assossegar (aquí la forma con a- predom ina de una docena de ejs. de - i c a r e donde no hay
hasta hoy), que no aparece antes de 1391 (comp. 60 tal síncopa, y no sólo tras grupos de consonantes
complicados, sino tam bién tras una mera conso­ y zonas portuguesas (donde sólo lo registra Fig.,
nante geminada (como la de s e s s i c a r e ) : port. y con carácter popular) hay variante contraída
mossegar, apollegar, esfollegar, carregar, escorre- ressesso, y en el Salnés una forma alterada recedo
gar, etc., y aun tras consonante simple (rosegar (que Crespo Pozo halla en Cabanillas). Sarm ien­
port. y cat.), a los cuales habría podido agregar 5 to escribe recesego, pronunciación que Crespo P.
muchos más (en cat. -egar es sufijo vivo hasta cree existente, y que debe ser causada por el
hoy, estossegar, rossegar, masegar, etc.), entre ellos influjo del port. clás. recesso ’lugar remoto, re ­
el cast. meseguero m e s s i c a r i u s * : hay conciencia tiro’ (Moraes, r e c e s s u s ) (recesende en Eladio
de la existencia de u n sufijo y esto bastaría ya Rdz. es interpretación abusiva de un nombre
para frenar la tendencia a la síncopa. 10 propio de origen antroponímico sin relación con
L a etimología de Storm (Rom. V, 184) * s u b s e - esto).— 5 A los ejs. de Ag. y Alcover agréguese
d i c a r e no sólo está contradicha por la antigua el de Jaume Roig : «més que • 1 penell / les m u­
forma sessegar, sino que en este caso sí debería­ da ■1 vent ; / may llur jahent / nunc’ha sa sti-
mos esperar una síncopa, como en todas las pa­ ba / ... / de si deposen / tot a s s o s s e c h . . v.
labras en - d i c a r e (*sosedgar > *sosezgar, como 15 633.— 6 De ahí un gall. ant. sésigas de molinos
juzgar, piezgo, etc.); y nótese que la forma an­ en un doc. de Samos y sesego ’asiento’ en otro
tigua es la no diptongada bajo el acento, que he de Pontevedra, Sarm. CaG. 125r.— 7 No hay tales
señalado arriba en el doc. de 12959. asimilaciones en castellano. Malkiel habla de la
D eriv. Asosegar (V. arriba; tam bién asonsegar falta de un acento secundario en la o de asosegar
D H ist.); desasosegar; desasosiego. Sosegado; sose- 20 como causa de la asimilación. Pero el cast. carece
gador. Sosiego [assoss-, princ. S. X IV , Zifar, de acentos secundarios en palabras simples; es
46.22; assessego, 1295, arriba], antes asosegamien- evidente que así en esto como al adm itir el cam­
to [Calila, 59.1288]. Sosiega ast. (echa la sosiega bio asosegar > asesegar se deja llevar Malkiel por
’tom ar algún licor a la hora de retirarse a des­ los hábitos lingüísticos germ. y anglosajones.—
cansar’ V), alav. (’descanso’; otras acs. citadas por 25 8 Como (as)sessegar es tanto o más frecuente
Cej. a propósito de J. Ruiz 996d). desde el principio en gallegoportugués que en
1 Nótese, entre otras cosas, que 8 de los casos castellano — diga Malkiel lo que quiera— y la
de o pertenecen a Calila y a la Leyenda del Ca­ conservación de la I de - i c a r e es más frecuente
ballero del Cisne, cuyas ediciones se hicieron con en aquel idioma, cabría a lo sumo sospechar que
mss. del S. XV que modernizan a cada paso.— 30 sessegar (frente al sesgado castellano) sea forma
2 Incluyo los dos siguientes, de las Profecías de de influencia leonesa o gallega. Pero no es nece­
M erlín, traducción catalana de un original caste­ sario : cuando entran en juego sufijos y analogías
llano escrito entre 1369 y 1377, y lo hago así verbales, dos duplicados fonéticos pueden ser
porque el vocablo es raro en el catalán de la igualmente autóctonos en un mismo dialecto, y
época y hay motivo para sospechar que aquí se 35 formas como messe güero o pexiguera (< pessi-
deba a influencia del modelo: «les gens cuydaran guera) nos m uestran que la i en estas condiciones
haver de tot en tot pau e asseseguament de fol- podía conservarse aun en Castilla.— 9 No hace
gansa e abondam ent de tots béns», «les tres co­ falta rechazar la etimología * i n s u l s i c a r e de C.
rones se abrasaran ab ell ab assasseguament e jer- C. Rice, Language V, 23ss. (o V II, 259ss.).
m andat durabla» (R F E XXV, 396, 397).— 3 He 40
incluido en el recuento los ejs. del D H ist. (s. v. Sosera, sosería, V. soso Sosero, V. sosa
ases- y asos-), los que agrega Malkiel en su tra­ Sosiega, sosiego, V. sosegar
bajo (incluyendo los de la nota 41), los del S e ­
tenario, f°5r°, Buenos Prov., 12.23 y 17.20, 1.a D E SOSLAYO, antiguamente en deslayo ’de
Crón. Gral., Ila3 9 , 14a23, 179&15, 409a53, Zifar, 45 rechazo’ y deslayar ’salir por la tangente’, es alte­
38.8, y Calila, ed. Alien 59.1288, 93.454, 158.475, ración del fr. ant. y oc. ant. d ’eslais ’im petuosa­
y los citados arriba. U n caso aislado encuentro mente, a gran velocidad’, derivado de s’eslaissier
todavía en C. de las Casas (1570): «passo o ses- ’lanzarse con ím petu’ y éste de laissier ’dejar’.
segadamente: pianamente» (pero sólo soss- s. v. 1.a doc.: en deslayo o en deslay, h. 1300; soslayo,
sossegar, racchettare, acchettare, tranquillo, pia­ 50 med. S. XV, Canc. de Stúñiga.
no).— 4 Debió de existir en Galicia un derivado En la Gr. Conq. de Ultr.: «dió otrosy a Galieno,
resesegar, de donde el adjetivo postverbal resé- de la lança, tan grand golpe en medio del escu­
sego ’añejo y revenido’ (pan, Valí.; «recesego, do, que gelo oviera falsado, sy non porque dió en
que está ya de dos o tres días; y aplícase tam ­ una foja de fierro que traya en él en derecho del
bién a la carne, y a más cosas, por extensión» 55 braço; e salió la lança en deslay, contra arryba,
Sarm. CaG. 58v, 125r, A48v); hay variantes e dióle por el ojo, e el golpe fué contra suso;
resésigo (Sarm. 125r, algo sospechoso ahí, pero asy que pasó el tiesto e el meollo» (ed. M azorria-
confirmado además de F. J. Rodríguez y Valí., por ga, p. 225); la ed. Gayangos, fundada en otro
Saco Arce, y por Crespo como propio de O rense); ms., trae en deslayo (p. 62a, cap. 95), deslayo tam­
en la prov. de Pontevedra (Crespo Pozo, Lugrís) 60 bién en el Lucano de Alf. X (Almazán) ; con
deslay se relaciona tam bién el alto-santand. al raes desde la prim era mitad del S. X V I (Pálmei-
reslay «casi rozando; al borde, al ras, al hilo»: ñ m ), y por cierto todos los ejs. antiguos son de
se pasó al reslay ’casi raspando’, B R A E X X X III, ferir ao soslaio, encontrar em soslaio, lanzarse ao
303; veo. deslai ’suelto, descarriado, abandonado’ soslaio, tomar em soslaio, o sea con verbos de
(vizc.), deslaitu ’descarriarse’, b. nav. y sul. eslai 5 movimiento, con los cuales ha de tratarse más
’oblicuo’. Es evidente que en deslay tenemos la bien de la ac. caballeresca ’herir de rechazo, tan­
misma palabra que el m oderno soslayo, aunque el gencialmente’, que he documentado arriba en la
sentido es más bien ’por la tangente, de rechazo’ Edad M edia castellana : no creo que esta coin­
que ’al sesgo’, como hoy. Esta forma debió de ser cidencia sea casual.
general en la lengua antigua, pues deslayar aparece 10 Apenas se ha estudiado hasta ahora el origen :
repetidamente en el Alex., con el sentido corres­ nada escribieron acerca del mismo Diez, los eti-
pondiente de ’salir por la tangente’, ’golpear obli­ mólogos portugueses ni la Acad. española. Pase­
cuamente’ : «cuydól fender la tiesta mas era bien mos rápidam ente por la idea de M orel-Fatio
armado, / non pudo acabar lo que tenié asm ado: / (Rom. IV , 43) de que soslayar y deslayar vengan
no lo priso en lleno, ovo a deslayar, / cuentra el 15 de laya ’herramienta de cavar’, evidentemente sin
brafo diestro ovo a allinnar», «fue por darle con valor. Tam poco estuvo afortunado Spitzer (ZRPh.
ella por medio del almofre, / no lo priso en lleno X X X IX , 617), quien en vista del arag. al vislay
e deslayp el golpe, / como firió en vago engaños ’de soslayo’ (B) quiere partir del fr. ant. a besloi
el buen om bre, / exiósle de la mano e ficó él muy ’sin razón’ (mener a besloi ’engañar’, a tort ei
pobre» (990a, 461b). ( 20 a besloi), derivado de loi ’ley’, a pesar de la di­
L a forma moderna de nuestro adverbio la en­ ficultad fonética, que hemos de considerar inven­
cuentro ya en una poesía de Juan de Dueñas cible, pues a lo más que podríamos llegar desde
( t 1460), en el Canc. de S tú ñ ig a: «mas la po- ahí es hasta *beslei admitiendo una forma occi-
tentia de un rayo / que en la mi nave cayó, / tana o norm anda, por lo demás indocumentada.
velas y entenas rompió / et levó todo el soslayo / 25 Aunque esta etimología recibió el honor de la
cuanto en la tolda falló» (p. 121): parece que hay aceptación por parte de M -L . (R E W 5008), no
que leer al soslayo1. Está tam bién en Torres N aha- debió de satisfacer al propio autor, quien más
rro (V. el índice de la ed. Gillet), pero falta en adelante sugería u n derivado hipotético del oc.
los glos. de h. 1400, en APal., N ebr., PAlc., C. de lai ’allá’ (Lexik. a. d. K at., p. 125), idea desca­
las Casas y Covarr., mas no en A ut., que admite 30 bellada a todas luces. N o hay más.
juntam ente las locuciones al soslayo y de soslayo Pero el estudio de los textos antiguos y de los
«obliquamente, al través», citando un ej. de la dialectos pirenaicos muestra el camino inequívoca­
última en D iego G ra c iá n '(1540); ésta m e parece mente. El ms. aragonés del Alex., en el segundo
la más frecuente en la actualidad, pero la otra pa­ de los pasajes que he citado, reemplaza deslayó
rece serlo más en los clásicos: «no tienen derecha 35 el golpe por byslaxóle el colpe; en el aragonés de
la entrada sino vuelta al soslayo» Laguna (1555), Bielsa se dice hoy de bislays «d’une manière obli­
«mirando al soslayo» Cervantes y Lope, «unos ra­ que» (Rohlfs, BhZRP h. LXX XV , § 97), y en el
yos de sol, colando por entre las ramas, herían de L itera esbirlaj «sesgo, oblicuidad, torcimiento»
al soslayo en ella» Fr. Pedro de Vega, y otros que (Coll A .); junto a éstas hay otras formas más
pueden verse eñ Cej. V II, pp. 106-7. T am bién se 40 próximas a las castellanas : de bislay en Ansó
encuentra a soslayo en la Gitanilla y el Quijote, (como en Borao); veo. sul. abislai ’m irar de sos­
y en soslayo en Juan de Pineda y ya en Fz. de layo’, ronc. ’declive, pendiente’, a bisláy en las
O viedo: «no pudieron escusar que dejase de dar hablas gasconas de Luchon y de Baréges, en bis-
(la nave) un espaldarazo de plano en soslayo en las layàn o de bislayán en el Valle de Aspa (Rohlfs,
peñas». N o sé si realmente existe un sustantivo 45 l. c.). Es evidente que en estas formas ha habido
soslayo, empleado con carácter independiente de cruce con el fr. y oc. biais ’sesgo’, o sencillamente
estas locuciones, aunque así lo admitan Percivale un cambio de prefijo como el que presenta el gasc.
(«a swash, thw arte, aslope») y O udin («le tra- de treslai «á fausse équerre» (M istral), pero la ter­
vers, le bihais»), y menos un adjetivo soslayo, -ya, minación -lais, -laj, -laxar, indica otra cosa, y esto
’soslayado, oblicuo’, que hoy supone como básico 50 mismo revela la inicial de la forma antigua deslayo
la Acad. (no A ut.) y quizá sólo se funda en el < d ’eslayo. El punto de partida de todo es indu­
pasaje siguiente de G . A. de H errera (1513): dablemente el francés antiguo2 d’eslais, a eslais,
«ha de ir el barreno soslayo hacia abajo» (Agrie. ’impetuosamente, a toda velocidad, al galope’,
II, 13), pero aquí me parece ser adverbio (ir sos­ m uy frecuente desde el S. X II (A. T o b ler y E.
layo = ir de soslayo), que nos prueba el cam ina 55 Lomm atzsch II I, 1082; F. G odefroy; F E W V,
por el cual seguramente se llegó desde el etimoló­ 223b), y tam bién conocido en occitano antiguo
gico de eslayo, pasando por so eslayo (como so (Raynouard IV, 19a): «et íi doi barón brocent, si
capa, so color), hasta las formas modernas. o n t esperonné; / de plain eslais s’encontrent, du
T am bién en port. existe ao soslaio «de esguelha, tout abandonné» Fierabras, etc.; esto nos recuer­
por um lado, nao de cheio», que documenta M o- 60 da inm ediatamente los encuentros descritos en el
Alex., y en la Gr. Conq. de XJltr., pues cuando cuentra ya en Azurara (S. XV) y en Juan de Ba­
dos jinetes se lanzan uno contra otro a rienda rros (S. X VI), pero ya Moraes admite la cons­
suelta, si el golpe no da de lleno y pasa la arm a­ trucción parede em sossa, que m uestra como se
dura, es seguro que la lanza saldrá tangencialm en­ tendía a descomponer el vocablo, D . Vieira da pa­
te con gran furia. Bastaba una pequeña desinteli­ 3 rede o pedra em sosso, y finalmente Fig. nos in­
gencia, como las que siempre ocurren en conver­ forma de que hoy se dice pedra sossa. Por un
saciones bilingües, para que se produjese el cam­ proceso semejante debió de pasar el vocablo cas­
bio de sentido, que de todos modos es tan leve tellano en sus acs. propias, aunque en nuestro
y natural que igualmente se habría podido pro­ idioma no podemos docum entarlo: manjar ensos-
ducir dentro del mismo francés; por si algo fal­ i• so se tomaría en el castellano p or una construc­
taba pudo ayudar el fr. au biais ’al sesgo’, tan se­ ción adverbial (en sosso), que el pueblo sustituiría
mejante y tam bién empleado en el lenguaje caba­ por la construcción adjetiva manjar sosso.
lleresco, el cual de todos modos es casi seguro T odos están de acuerdo2 en que soso y ensósso
que influyó en las formas modernas arriba indi­ vienen del lat. Í n s Ül s u s (Diez, W b., 489; M -L .,
cadas3. Claro está que las locuciones d ’eslais y 15 R E W 4476); las dudas están solamente en el as­
en eslais, como el sustantivo independiente eslais pecto fonético: la pérdida de la prim era sílaba no
’galope, im petuosidad’, derivan del verbo frecuen­ ofrece verdadera dificultad, en la forma que he in ­
te s’eslaissier ’lanzarse a rienda suelta, a toda ve-i dicado, y por lo tanto es innecesario pensar con
locidad’, afín de nuestro D EJA R . Zauner (RFE X V I, 159-60) que venga de s a l s u s
D eriv. Soslayar [Acad. S. X IX ; un prim er ejj 20 ’salado’ empleado irónicamente, o recurrir a expe­
en E. de Villena citado por Cej.]. dientes fonéticos del latín vulgar como hace
1 En Juan A. de Baena está en rima en sosayo; Brüch (R F E X V II, 2-3); en lo único que puede
que el editor Pidal sospecha esté por soslayo, pe­ dudarse es en la fecha de la eliminación de i n - ,
ro el sentido es oscuro, y en estas poesías de ri­ que pudo ser m uy antigua, puesto que una forma
mas extravagantes obligadas se tiene muchas ve­ 25 análoga colümis por incolümis se encuentra ya en
ces la impresión de que el autor se sirve de pa­ San Isidoro (Etym . X , c, 55), caso que con el de
labras arbitrarias creadas para el caso (n.° 403, insulsus tenía en com ún la circunstancia de ser
v. 5).— 1 Spitzer, M L N L X X IV , 129, para expli­ un privativo sin prim itivo: no existiendo *sulsus,
car la desaparición de la -s francesa sugiere par­ pudo considerarse superfluo el prefijo in- y elimi­
t i r de la variante fr. ani. laiier de laissier; esto JO n a d o ; sifl embargo, es m ás probable que esta eli­
tiene que ser (a menos que se creara un fr. minación en nuestro caso se produjera más tarde.
desiai < d’eslais, tomando esta -s por una -s Comp. yengo < enyengo < i n g e n u u s ( s . v. I N ­
adverbial agregada).— 3 En la otra variante gas­ Q U IN A ).
cona at bislau o a bet bislau «en biais» (Rohlfs) Algo más seria es la dificultad causada por
hay influjo del oc. ant. eslaus «lancière, ouverture 35 el tratam iento de - ü l s - , grupo que es bastante
par laquelle s’échappe le trop-plein d ’un étang», probable diera -ux- según la fonética castellana, se­
de EXLAPSUS. gún vimos en P U JA R ( p u l s a r e ) . En nuestro caso
cabe dudar entre dos posibilidades: una variante
SO SO, en portugués ensósso, del lat. ì n s u l s u s i n s a l s u s o u n semicultismo. Quizá sea soso re­
id. ; el vocablo perdio su primera sílaba en com­ 40 ducción de una especie de forma semiculta (en)-
binaciones como manjar ensoso, donde se tomó sblso (como propone Sz. Sevilla, R F E XV, 284,
en por una preposición; por razones fonéticas es fijándose en formas réticas e italianas citadas en
dudoso sí hay que partir de la forma del latín el R E W , que por lo demás no son inequívocas,
clásico i n s u l s u s o de la vulgar i n s a l s u s . 1.a comp. Z O N Z O ); sin embargo, ante L sería sor­
doc.: 1475, G . de Segovia (p. 53); N ebr. («sosa, 45 prendente el paso de 0 a o aun en u n vocablo
cosa sin sal: fatuus, insulsus; sosedad: fatuitas»)1. popular (comp. D U L C E , S U R C O , A Z U F R E ,
N o es raro en los clásicos : «la palabra fatuo etc,); esta interpretación debería, pues, conside­
dicen algunos que es propia del manjar soso o sin rarse inverosímil,, si no le prestara cierto apoyo la
sal» Juan de Pineda, «lacio naranjo soy, helado dificultad que presenta el port. ensósso a los que
y soso» Quiñones de B. (y otro en Cej. IX , p. 50 quieren partir del lat. vg. i n s a l s u s (C G L II,
70), y análogamente en Covarr.,' A ut., etc. En p o r­ 215.22, glosado «ipéXTepo; absurdus»), como
tugués tiende recientemente a generalizarse la for­ Hanssen, Z auner y B rüch: que si latín vulgar re-
ma insósso, pero lo tradicional (hasta Moraes) fué modelara en esta forma i n s u l s u s está de acuer­
ensósso, que ya se encuentra en autores de los do cop sus tendencias, que condujeron a generali­
SS. X V I y X V II; además se decía parede ensossa 55 zar d i s c a l c e u s ( > descalzo) en lugar del arcaico
a la pared en seco, no unida con argamasa o cal, d is c u l c e u s ; pero entonces esperaríamos encon­
comparación comprensible, pues sal y cal coinci­ trar *ensousso en el idioma vecino y no ensósso,
den en ser blancas y hacer de acompañamiento a como en portugués, y soso, como en gallego (con
lo principal, que es el manjar en la comida y la derivados en Valí.); no es de creer que tengamos
piedra en la construcción; parede ensossa se en­ 60 una forma dialectal del Sur, generalizada al idio­
ma literario moderno (pues ensósso ya se encuen­ (Simonet). s a l t o s se ha perdido en la mayor
tra en el S. XV), ni un tratam iento especial como parte de los romances, salvo el port. souto; tam ­
en escopro, pobre, bobo (en los cuales sigue una bién dejó rastro en italiano antiguo y dialectal y
labial que absorbe la u). ¿H abrá adaptación par­ en sardo; hay asimismo u n gasc. ant. saut «bois,
cial a los numerosos adjetivos en -oso? ¿O influjo 5 forét» (Palay; Levy pequeño) y se encuentran
del tipo Z O N Z O , que quizá tenga otro origen? huellas en la toponimia de toda Francia. El cat.
D e r iv . Sosaina. Sosedad. (N eb r. ; no recogido sot tiene el sentido de ’arboleda’ en el Bajo Segre
por A ut. ni Acad.). Sosera (en Cuba vulgarmente (oído en Aitona, Seros, Massalcoreig y L a G ran ­
por ’soso, bobo’ : es u n sosera, Ca., 104). Sosería. ja d ’Escarp), así como en el Llano de Lérida, la
Tam bién se dicen alguna vez sosez, sosada y so- 10 Noguera y Ribagorza, quizá tam bién en el País
sear, que faltan en Acad. Valenciano (Simonet interpreta So t de Xera —ya
1 N o es probable que haya mero olvido tipo­ So t y Soto en el Repartim iento de Valencia— co­
gráfico de una de las dos ss internas de sosso mo híbrido equivalente de ’soto de la selva’, pero
en esta forma, que es tam bién la de G . de Se- se trata de una localidad ya perteneciente al terri­
govia y PA lc.; en el orden alfabético va regu­ 15 torio lingüístico castellano), pero el cat. com ún sot
larmente entre sorze y sospechar, y no una doce­ ’hoyo’ es palabra independiente, de otra etimología,
na de líneas más abajo, entre sospiro y sossacar, procedente de u n tipo * s O t t o , según m uestran el
que es adonde correspondería sossa. Sin em ­ oc. sot y el it. dial, zuottu, etc.; la forma sot ’arbo­
bargo, la forma antigua hubo de tener ss sorda, leda’ de las comarcas leridanas ha de ser aragone-
como en portugués y como hoy la tiene la voz 20 sismo (¿o mozarabismo?), pues el grupo ALT no da
castellana en los pueblos de Cáceres que todavía ot en catalán.
distinguen las dos calidades de s (Espinosa, i4rc. D e r i v . Sotillo. Soteno. Ensotar.
Dial., 168). El vocablo debió de sufrir en algunas
partes el influjo de sosa = soda, que tuvo siem­ Sotom inistro, V. menester Sotrozo, V. trozo
pre s sonora.— 2 Salvo naturalm ente Cej., quien 25 Sotuer, V. saltar Soturno, V. saturno So-
parte del vasco zozo ’tonto, bobo’ (común a to­ viella, V. enjullo
dos los dialectos); éste acaso sea préstamo del
cast. soso, o más bien es variante de zonzo, pero SO V IE T , del ruso sovét ’consejo que se da a
desde luego no es étimo de soso. alguno’, ’consejo que celebran varias personas’,
30 ’soviet’. 1.a doc.: en la prensa desde 1917; Acad.
Sospecha, sospechable, sospechar, sospechoso, V. 1936.
espectáculo Sospesar, V. pesár Sosquín, sos- L a palabra rusa se escribe sovet, pero se p ro­
quinado, V. esquina Sosta, V. osta Sostén, nuncia aproximadamente saviét.
sostenedor, sostener, sostenido, sosteniente, soste­ D e r i v . Soviético, muy usual, aunque falta to­
nimiento, V. tener Sostra, -ado, V. jostra 35 davía en Acad. 1936: adaptación del ruso sovét-
Sota, V. so y jota Sotabanco, sotabarba, sota- skyj; sovietizar, sovietización, sovietismo, son m e­
basa, sotacola, sotacoro, sotacura, V. so So­ nos empleados.
talugo, V. talud Sotámbaro, V. so Sotam on­
tero, sotana, sotanear, sotaní, sotanilla, sótano, V. Sovoz, V. voz Sozcomendador, V. mandar
so Sotar, V. jota Sotaventarse, sotaventear­ 40 Sozprior, V. primo S u pron., V. sí Suadir,
se, sotavento, sotayuda, V. so Sotechado, V. V. persuadir Suarda, V. juarda Suasible,
techo Soteno, V. soto Soterramiento, sote­ suasorio, V. persuadir
rrar, V. tierra Sotil, sotileza, V. sutil
SUAVE, tomado del lat. suavis ’dulce’, ’suave’.
SO T O , del lat. s a l t o s , - ü Sj ’pastizales’, ’pasti­ 45 1.a doc.: Berceo.
zales con bosque’, ’desfiladero, quebrada’. 1.a doc.: Poco común en la Edad Media, lo usa ya APal.
doc. de 929 y otros de los SS. X I y X II (Oelschl.). repetidam ente (123b, 240b) y lo registra N ebr.
L a forma sauto se encuentra tam bién en 957 y («s. cosa al sentido: suavis»); en los clásicos es
en muchos docs. del S. X I reunidos por M . P., frecuente, y hoy se emplea sin restricciones p o r la
Oríg., § 20.3, pero como reconoce m uy bien M . P. 50 gente educada; Cej. IX , § 138.
se trata de un arcaísmo notarial erudito, que en D e r i v . Suavidad [1251, Calila, 31.459; APal.
esta forma no reflejaba ya la pronunciación vul­ 16b, 151d, 475b; N ebr.], de suavitas, -atis, id.
gar. Soto para ’sitio poblado de árboles’ se en­ Suavizar [fin S. X V II, A ut.]; suavizador.
cuentra luego en J. Ruiz y en autores de todas las
épocas (Nebr. lo toma en el sentido de «saepes, 55 Suazón, V. zuzón
saepim entum »); es palabra viva hasta la actuali­
dad, aunque en muchas panes va quedando fijada SU B- (se om iten en este diccionario cierto n ú ­
en la toponimia. L a forma mozárabe sáy.t o sáut mero de derivados con este prefijo, poco im por­
se encuentra en escrituras, toledanas de 1220 y tantes, y cuyo significado no presenta cambio no­
1229, y PAlc. la define «bosque de árboles, soto» 60 table respecto del primitivo).

V. — 21
S Ü B D IT O -S Ü B IT O 322

Subalternante, subalternar, subalterno, V. otro ’subirse la sangre a la cabeza’, etc.; hay también
Subasta, subastación, subastar, V. asta Sub- una zona de s u b i r é en la costa adriática de la
cierna, V. cerner Subcinericio, V. ceniza Italia central: Servigliano sui ( = it. salire), con
Subclavio, V. llave Subconsciencia, subcons­ pretérito subbe (ARcrm. X III, 229), Marcas suiñ
ciente, V. ciencia Subcostal, V. cuesta 5 (It. Dial. V, 238); zona que debió de prolongar­
se hasta el Sur de Italia, aunque ahí el vocablo
SÚ B D IT O , tomado del lat. sübdítus, -a, -um , sufrió el influjo de suso s u r s u M j de donde ca-
propiamente participio pasivo de subdére ’poner labr. süsere o susiri «alzarsi», napol. s o s g r f , sic.
debajo’, ’someter, sujetar’. 1.a doc.: J. Ruiz. súsiri (R E W 8364).
«O bnoxius... es súbdito, obligado, humilde, deb- 10 E n cuanto a la forma gallega arrubir (ajena al
dor» APal. 316d; «súdito o sujeto: subditus» portugués y al gallego antiguo) no puede ser evo­
N ebr. Se hizo de uso común desde muy pronto lución fonética de subir, ni en general parece que
en la lengua literaria y en el lenguaje cortesano. se explique como alteración de este verbo, sino
más bien como derivado de arriba: *arribir, arru­
Subdividir, subdivisión, V. dividir Suberoso, 15 bir, con u debida a la b y a influjo del sinónimo
V. sobrero Subida, subidero, subido, subidor, subir: en efecto, según el P. Sobreira, arruba se
subiente, V. subir Subilla, V. enjullo S u b i­ emplea por arriba en la Ribera del Sil (E. de
m iento, V. subir Subintración, subintrante, Orense), D A cG ., y cf. el gall. derrubarse (Castelao
subintrar, V. entrar Subió, V. sobeo 191.7f.), que está entre derribarse y derrumbarse.
20 Valí, prefiere arrubir (forma de Ribadavia según
SU BIR, d e l l a t . s ü b i r e ’p o n e r s e o v e n i r d e b a ­ Sobreira); L ugrís e Irm Fa., rubir. El matiz dis­
j o d e a l g o ’, ’i r s e a c e r c a n d o a u n l u g a r a l t o d e s d e tintivo corresponde bien a esta etimología, pues
a b a j o ’ . 1.a doc.: Cid. como observa Sobreira, es especialmente ’ir cuesta
Es ya general en su forma moderna en este poe­ arriba’ («terrina chan eu pisaba, cando ti a costa
m a; Berceo vacila entre subir y sobir, y algo aná­ 25 arrubías», copla cit. por Valí.; «cando rubimos no
logo cabe decir de Apol., J. Ruiz, Juan M anuel nivel da cruz», «a calzada montesía que rube o
y muchos autores de los SS. X III y X IV ; más santuario», «cando rube á ponte», «ver aos emi­
tarde (a no ser en algún diálogo villanesco) se grantes rubiren as escadas do vapor» Castelao
impone la forma con u, que es la usada por APal. 131.12, 215.3f., 222.22, 260.14), aunque también
(58b, 437i>, 476b), N ebr., etc. D e uso general en 30 ’subir’ en general («eu rubín ó tellado e saltei á
todas las épocas. En la Edad M edia es casi gene­ horta» Castelao 187.6 y cf. otros 148.10). De todos
ral, y lo es del todo en los textos citados, la gra­ modos, cuesta mucho —por más que lo digan Diez
fía con -b-; sovir sólo se encuentra en los Libros y M -L (R E W 7222)— admitir que rubir pueda
Astronómicos del Rey Sabio (Cuervo, R H II, 9, salir del lat. r e p é r e ’arrastrarse’, sin derivados en
11; Obr. Inéd., p. 365). De ninguna manera hay 35 ninguna parte, y al cual sólo se le han atribuido
que creer por ello, como dicen M -L . (R E W 8364) aisladas supervivencias en un dialecto italiano y
y Pujcariu, que subir sea cultism o; se impone ad­ uno retorrománico, que no parecen menos discuti­
m itir, con Cuervo, que tenemos aquí upa diferen­ bles; la evolución semántica queda harto arbitra­
ciación de la -v- en contacto con la o o u prece­ ria.
dentes, tal como ocurre en C O B A R D E , C O B IJA , 40 D e r i v . Subida [Berceo], Subidero. Subido. S u ­
SO B A C O y constantemente en la combinación bidor. Subiente. Subim iento. Suba ’subida, eleva­
-bue-, p. ej. en abuelo, escrito así desde los orí­ ción del precio’ arg., gall. (Álvz. G im énez); a suba
genes1. Para la construcción antigua de subir, vid. das patatas, Castelao 182.2.
H anssen, Materiales Sintácticos (tir. ap. de A U C h., 1 Comp. cat. buit v o c i t u s , etc. Es cierto que
1915), p. 23; para fraseología, Cej. IV , § 13. 45 en lo antiguo se encuentra, en cambio, uva, buva,
En latín s u b i r é era palabra muy frecuente, cu­ etc., pero no habiendo otra explicación razona­
yo sentido, aun en ciertos clásicos, se acerca ya ble es forzoso atenerse a la de C uervo; la dife­
bastante al castellano, general desde el Cid («quam- rencia frente a uva quizá se explique por la di­
quam adscensus difficilis erat... subierunt» Livio ferente posición del acento. Antes que el trata­
X X V II, xviii, 13); en la Peregrinatio Aetheriae, 50 miento culto, inconcebible en una palabra así, po­
escrita en la 1.a mitad S. V I, y probablemente en dría suponerse una falsa separación s u - b i r e y
España, subiré ya se ha hecho enteram ente sinó­ luego s u b - b i r e , lo cual sólo peca de hipotético,
nim o del clásico ascendere (A L L G XV, 246). Éste pero ya no de absurdo.
fué sustituido por otras palabras en todos los ro­
mances : en fr. por m o n t a r e , en cat. y oc. por 55 SU B ITO , tomado del lat. sübítus, -a, -um , id.,
p o d i a r e , en it. por s a l i r e ; s u b ir é triunfó sola­ propiamente participio de subiré ’acercarse desde
m ente en cast., en el port. subir, y el rum . sui, abajo’, ’penetrar furtivam ente’. 1.a doc.: súpita­
cuyos usos son notablemente semejantes a los ibe- m ente, 1403, R im . de Palacio, 1277a.
rorrom ances: a sá sui cílare ’subir a caballo’, a D onde leemos «E las obras del malo cuydamos
sui pre\ul ’subir de precio’, a sá sui síngele la cap 60 que non pensaba / N uestro Señor, pues los años
del tal malo alongaba / em pero... / como se iva petón ni de palabra semejante en la Edad Media
a la muerte dél m uy bien se acordava. / E des­ ni en el S. XVI. Todos los testimonios antiguos
pués súpitam ente el tal malo es judgado / ... / e m uestran sopetón como sustantivo y con el sen­
así qualquier bien piense que Dios non es olvida­ tido de ’golpe’; el prim er testimonio literario es
do». Súpito está también en Mena (Foulché-Del- 5 de 1620, en L a Villana de Vallecas de T irs o :
bosc, Canc. Cast. S. X V , I, p. 132), en Amadís «también me dió su picón /A m or en la edad pa­
(R F E XV, 262); varias veces en la Celestina: «que sada, / y m uerto por su ensalada / me cupo mi
los acelerados e súpitos plazeres crían alteración, la sopetón»; luego en Quevedo, «y de andar a so­
mucha alteración estorva el deliberar», «¡o pecado­ petones / los dos están en sus trece», «para que
res de mancebos, padecer por tan súpito desastre!» 10 los sopetones / se detengan, si le atisban». Nada
(V, Cl. C. I, 199.18; X II, II, 111.18); en Tim one- hay en esto que indique idea de repen tin id ad :
da («viendo una águila, que iba volando, el paño co­ se trata simplemente del sustantivo que significa
lorado con que estaban atados, pensando que era «golpe fuerte y dado con la mano.», que A ut. y la
algún pedazo de carne, apañó súpitamente dellos», Acad. consideran todavía el sentido básico3. Por
Rivad. II I, 180); en M ariana («sospechóse les die­ 15 lo demás era palabra afectiva y vulgar, como se
ron hierbas por m orir en un mismo tiempo, y ve p or el contexto de los pasajes citados, y por
ambas de muerte súpita» Hist. de Esp. X X V II, la declaración explícita de Pedro Espinosa (1625),
lib. 2), y en muchísimos autores de los SS. XV- Obras, p. 196.26. Si todavía quedan dudas acer­
X V II; vid. Alonso-Rosenblat, B D H A I, 166-7 ca del sentido fundam ental del vocablo las borrará
(con bibliografía); Cej. V III, p. 602; Cuervo, 20 el pasaje del Estebanillo (1646): «hubo rasgones
Disq., 1950, p. 151; es la forma preferida por de navajas y sopetones de machetes»; otro ej.
N ebr. y registrada por muchos dicc. clásicos, y más tardío en A ut. y en Cej. IX , p. 14. En
hoy se dice vulgarmente en Santander, Salamanca, Vélez de Guevara, E l R ey en su Imaginación, te­
M urcia, Andalucía, Méjico, Colombia, Chile, etc. nemos tam bién el sustantivo y no la locución ad­
El significado normal es ’repentino’, pero tam ­ 25 verbial, como pudiera parecer a primera v ista :
bién se llega a ’orgulloso, de genio pronto’ (M ur­ una compañía de gente de m undo juega a quién
cia), ’sagaz, astuto’ (Cespedosa), ’lelo, turulato’ va a ser rey, haciéndolo a la suerte con boletas
(Colombia), ’m uerto’ (N. Méjico), vid. Alonso-R., que llevan el nombre de todos, aun el del b u ­
I. c.; otras veces parece ser ’resuelto, activo’ : «era fón Rabel: « -C a r l o s : O, ¡si a Rabel le cupiese!
súpito, valiente, determinado, enemigo de m enti­ 30 / R a b e l : Fuera rey de sopetón. / C a r l o s : Para
ras...» Pz. de Hita, ed. Blanchard II, 43. las burlas ninguno / más a propósito fuera» (v.
La -p- se extiende al gallego1 y al portugués 890): es decir, ’el Rey de los Mojicones’, que es
del M inho (Leite de V., Opúsc. II, 443; Alves, lo que recibe el bufón. De la locución adverbial
R L XXV, 297)2. L a variante más culta súbito está de sopetón no hay testimonio anterior al de A ut.,
ya en APal. (107b, 110b, 416d) y en N ebr. («s. 35 donde se define «prontamente, im pensadam ente y
cosa: subitus, subitaneus») y es la preferida por de improviso», sin citar ejs. de autores. Está cla­
A ut. (con citas de clásicos). La explicación de la ro, pues, que se trata de una locución formada
-p- debe buscarse en una dilación de sordez en­ como de golpe ’de improviso’, y que el sentido
tre las dos consonantes consecutivas, tal como la básico de sopetón ha de ser ’mojicón, golpe’.
ocurrida en Rápita < ár. rábita, comp. port. 40 H ab'da cuenta del carácter pintoresco y vulgar
m inhoto stúpito, -eto, rápetamente (Leite, Opúsc. que tuvo el vocablo en sus orígenes, según arri­
II, 389, 443, 507, 512). (recuérdese que el cast. ba he demostrado, lo más probable es que la ac.
raudo postula imperiosamente un * r a p í t u s ) ; primitiva fuese la de ’pedazo de pan tostado que
Alonso-Rosenblat piensan en un refuerzo articula­ se moja en aceite en los molinos’ documentada
torio debido al carácter afectivo del vocablo, y 45 ya en A ut.: es voz derivada de sopa; en frases
en el influjo de estúpido, todo lo cual ayudaría como te daré un sopetón pasaría figuradamente
en efecto, aunque no creo que fuese la causa p ri­ a significar ’golpe’, lo mismo que mojicón, deri­
mera. Desde luego hay que desechar la idea de vado de mojar, propiamente ’especie de bizcocho
G . de Diego (Contrib., § 573) d e ' una síncopa bañado’4. Claro que modernamente se ha relacio­
* s u b i t o n e > *soptón, de donde luego sopetón y 50 nado de sopetón con súpito en los dialectos don­
súpito: tal síncopa sería inadmisible precisamente de éste es vivo, de donde la forma contaminada
en una palabra culta como súpito, y el castellano de sópitu ’súbitamente’ en Asturias (R ); pero a
no la habría sufrido, ni en palabra popular, hasta esto se reduce toda la relación existente entre las
después de la sonorización de la - T - . dos palabras, como ya bastaría a revelarlo el di­
La palabra sopetón, que todo el mundo (comp. 55 ferente vocalismo o-e frente a u-i.
Tallgren, Glanures Cat. et Hispano-Romanes IV, Queda oscuro un punto ú n ic o : N ebr. registra
76) se empeña en considerar inseparable de súpito, «sopetón de vid: focaneus palmes», o sea ’retoño
tiene en realidad etimología diferente, y sólo en de la vid que crece entre otros dos’; sería pala­
fecha muy tardía y con carácter secundario llegó bra muy poco conocida, ya que PAlc. la suprime
a relacionarse con súpito. N o hay huellas de so­ 60 (a pesar de conservar todo el léxico de N ebr.,
casi sin excepción); tampoco la copian C. de las yacente, V. yacer Subyugáble, subyugación, sub­
Casasj Percivale ni A ut.; Covarr. se limita a repro­ yugador, subyugar, V. yugo
ducir el artículo de N ebr., citándolo explícitamen­
te, y sin agregar nada, y lo propio hace O udin; S U C C IN O , tomado del lat. süctnum id. 1.a
no conozco otros testimonios de tal palabra. ¿Ven­ 5 doc.: 1555, Laguna.
drá de la idea de ’golpe’? O ¿será u n derivado L atinism o raro. E n Laguna, aunque castellani­
de pitón, con e por influjo de sopetón? Faltan da­ zado en la terminación, figura sólo a título de pa­
tos para resolverlo; pero desde luego esto no labra latina; A ut. cita un ej. del médico M artín
puede alterar nuestro juicio sobre el sopetón co­ M artínez (1730). Succinum es grafía de baja época
nocido. 10 en latín.
D eriv. Supitaño ’súbito’ ant. [1251, Calila, R i-
vad. L I, 17; sop-, Apol., 256, J. Ruiz, Canc. de SU C C IÓ N , tomado del lat. sueño, -dnis, id.,
Baena; sup- en G il Vicente, Calderón, etc., vid. derivado de sugere ’chupar’. 1.a doc.: 1615, So-
Alonso-R., I. c.]; subitáneo [Mena (C. C. Smith, rapán.
BHisp. L X I); Covarr.], tomado del lat. sütííta- 15 Falta en Covarr. y Oudin, y A u t. dice que «es
néus id. voz que no tiene uso, sino entre los médicos».
1 De súpeto y súpetamente Castelao 203.25, 43. Hoy sigue siendo palabra de físicos, biólogos y
16.— 2 No a otros romances. Nada que ver con mecánicos, aunque alguna vez tam bién se emplea
esto tiene el cat, sópit, que no vale ’azorado’, sino en literatura a modo de nombre de acción co­
’adormecido, am odorrado’, y por lo demás es 20 rrespondiente al verbo chupar.
cultismo poco generalizado, procedente de s o p i -
r e . Gayangos en su ed. de Calila imprime «fa- Sucedáneo, suceder, sucedido, sucediente, V.
zer alguna cosa contra razón o sópitamenteD (p. ceder Sucedum bre, V . sucio Sucentor, V.
60), pero debe ser interpolación, pues no hay cantar Sucesible, sucesión, sucesivo, suceso, su­
tal palabra en las ed. de Alemany n i de Alien.— 25 cesor, sucesorio, V. ceder Suciedad, V. sucio
3L o de «golpe repentino» que agregan estos dic­ Sucintarse, sucinto, V. ceñir
cionarios obedece a la preocupación etimológi­
ca, y además no tiene mucho sentido: todo gol­ SU C IO , del lat. s ü c I d u s ’húmedo, jugoso’, de­
pe que se da a alguno es repentino, naturalm en­ rivado de sü c u s ’jugo’, ’savia’. 1.a doc.: Cid.
te.— 4 Es posible que el verbo sopetear signifi­ 30 Aparece desde el principio con el sentido mo­
que ’m altratar’ en un pasaje poco claro de L a derno : «tras una viga lagar metiós con grant pa­
Serrana de la Vera de Vélez de G uevara, v. vor: / el m anto e el brial todo suzio lo sacó»
398; de todos modos deriva de sopetear ’em ­ Cid 2291, y así comúnmente en Berceo, J. Ruiz
papar, mojar’. y en todas las épocas. T iene siempre -z- sonora
35 en la Edad Media, hasta N ebr. (comp. Cuervo,
Subjetividad, subjetivismo, subjetivo, V. abyecto Obr. Inéd., p. 377; Cej. V III, § 87). su em u s se
Subjuntivo, V. junto Sublevación, sublevar, V. ha conservado en los romances de Italia, Retia,
leve Sublim e, sublimado, sublimar,. V. u m ­ Occitania, Cataluña (sutze ant.) y Portugal (sujo),
bral Submarino, V. mar. Subordinación, sub­ además de Castilla; en todas partes con el mismo
ordinado, subordinar, V. orden Subrayable, 40 significado. E n latín valía solamente ’húm edo’, pe­
subrayar, V. raya Subrepción, subrepticio, V. ro ya los clásicos lo aplican especialmente a la
rapiña Subrogación, subrogar, V. rogar Sub- lana recién cortada y no limpiada todavía, que por
sanable, subsanación, subsanar, V. sano Subsca- trasquilarse las ovejas durante la primavera y
pular, V. escápula Subscribir, subscripción, principio del verano (Varrón, D e R e Rustica II,
subscriptor, V. escribir Subsecuente, subseguir, 45 xi) solía estar llena de sudor y por lo tanto h ú ­
V. seguir Subsidiario, subsidio, V. sentar meda : de ahí el cambio de significado en ro­
Subsiguiente, V. seguir Subsistencia, subsisten­ m ance; hoy todavía la lana no limpiada se llama
te, subsistir, V. existir Subsolano, V. sol llana sutza en caí., laine surge en francés, y aná­
Substancia, substanciación, substancial, substan­ logamente en dialectos italianos, y ésta es la úni­
ciar, substancioso, substantivar, substantividad, 50 ca ac. en que estos idiomas han conservado el
substantivo, V. estar Substitución, substitui­ vocablo hasta la actualidad; comp. Rom . II, 243;
ble, substituidor, substituir, substitutivo, substitu­ V II, 104; A S N S L C XX IV , 447; Z R P h. XXX,
to, V. estar Substracción, substraendo, subs­ 462.
traer, V. traer Substrato, V. estrado Sub­ L a nueva ac. ya se observa en un glosario ¡atino-
suelo, V. suelo Subtender, V. tender S u b ­ 5b griego (trasm itido en mss. del S. X II, pero muy
tensa, subtenso, V. tender Subterfugio, V. huir anterior): «sucidum: aitXu-cov» (C G L I I I , 209.38),
Subterráneo, V. tierra Suburbano, suburbica- o sea ’sin lavar’.
rio, suburbio, V. urbe Subvención, subvencio­ G'all. sudre «aquel sudor de la lana ovejuna»
nar, subvenio, subvenir, V. venir Subversión, y aunque Sarm. (CaG. 195r) amplía ahí diciendo
subversivo, subversor, subvertir, V. verter S u b ­ 60 «es el sudor fétido del hombre», como sigue «y
aunque no sea fétido sino que ensucie», quizá Sudestada, sudeste, sudoeste, V. este Sudor,
piensa ya en el de las ovejas, por lo que no se ve sudoriento, sudorífero, sudorífico, sudoríparo, su­
claro dónde termina ahí lo objetivo y empieza lo doroso, sudoso, V. sudar Sudsudeste, sudsu-
etimológico o seudo-etimológico; cf. zudre ’el lí­ doeste, V. este Sueco (hacerse el ~>), V. zueco
quido que sale de una letrina o com ún’ (Valí., al 5
cual otros posteriores asignan variante sudre): hay SU EG RA , del lat. vg. s O c r a id., que sustituyó _
contaminación con podre, M U G R E mudre (y el clásico s O c r u s , - ü s ; en cuanto a suegro, en lu­
acaso con zugar -o zum o) y sobre todo con sudar gar de proceder directamente del lat. s o c e r , - é r í ,
~,sudor; pero, aunque también hay un port. dial. se derivó del femenino correspondiente, empleado
sudro ’sudor cuajado’ (vid. s. v. M U G R E ), el 10 con mayor frecuencia. 1.a doc.: orígenes (doc. de
punto de partida está ciertam ente en un *suzda ( = 1156, Oelschl., donde se citan formas semi-latinas
suiza, surge, etc.) alterado por influjo de estas otras socra 1030 y sogra 1148).
palabras, pues zudre ’líquido de letrina’ demues­ Aparece tam bién en Berceo y es de uso general
tra que ’sudor’ es lo de menos. en todas las épocas. De suegro hay tam bién tes­
D e r i v . Suciedad [Berceo; nótese suzidad repe­ 15 timonios en docs. de los SS. X II y X I I I ; fra­
tidamente en N ebr.]; ant. y raro sucedumbre. S u - seología, Cej. V III, § 59. E n latín el femenino
zuelo, dim inutivo (Berceo, S. Mili., 214). Ensuciar s o c r u s y el masculino s o c e r , - e r í , son generales

[N ebr.; -usiar S. X III, Buenos Prov., 32.31]; en­ en los clásicos, pero u n femenino s o c r a aparece
suciamiento [id.]; ensuciador. tam bién en inscripciones1 y es natural que triu n ­
20 fase esta forma de terminación femenina, tratán­
Suco, V. surco dose del nombre de una m ujer: todos los rom an­
ces, en efecto, tienen formas en - A ; el italiano
SU C O T R IN O , del ár. suqufri ’perteneciente a y algunos de sus dialectos presentan formas pro­
Socotra o Socótora, isla del Océano índico’. 1.a cedentes de S ó c é r a y el masculino s Ó c é r u m , pero
doc.: cecotrí, 1385, Lz. de Ayala; sucotrino, Acad. 25 todos los demás romances (incluyendo las hablas
ya 1817. del Sur de Italia y el rum ano) parten de s o c r a ,
Cecotrí aparece tam bién en el Canc. de Casti­ del cual se sacó analógicamente un masculino s o ­
llo y cecutrí en Gómez M anrique, vid. D H ist. c r u s , ya documentado en algunos glosarios (C G L

Para testimonios portugueses, antiguos y clásicos, II, 401.2, 185.31); la suegra desempeña u n papel
R L X III, 401-2; el ingl. socotrine .se documenta 30 más im portante en la vida familiar que el suegro,
desde el S. X V ; el cat. sever secotrí ’acíbar’, to ­ por su difícil relación frente a la nuera, y por la
davía popular, por lo menos en Barcelona y G ero­ vida más casera de am bas; de ahí que su nombre
na (algunos pronuncian sevet s.), y ya antiguo (ej. tradicional sirviera de base para la denominación
en Ag.), quizá sea la fuente inmediata de la forma romance de suegra y suegro.
cast. en -ino. Comp. Steiger, RFE X XX VI, 19-27. 35 D e r i v . Consuegra, -o [N ebr.; 1570, C. de las
Casas], del lat. c o n s O c r u s ’consuegra’ (del cual,
Súcubo, V. incubar Sucucho, V socucho con la acentuación clásica conservada, proceden
Súcula, V. sobina Suculento, V. jugo Su­ el rum . cuscru y el alb. krushk, V Rom . V I, 222);
cumbiente, sucumbir, V. incum bir Sucursal, V. consograr [Alex., 312 y trad. bíblicas; consagrar
correr Sud, V. este 40 en el Cid por errata de copista o por cruce con
consagrar, vid. M. P., Cid, pp. 589-90],
SU DA R, del lat. s ü d a r e id. 1.a doc.: Berceo. 1 N iederm ann, VRom . X II, 372, nota 7.
General en todas las épocas y común a todos
los romances de Occidente; fraseología en Cej. Suela, V. suelo Suelda, V. vincapervinca
V III, § 89. 45 Suelda (de) raca, V. sandáraca
D e r i v . Sudadero [ « s . en el baño, lugar: suda-
torium» N eb r.; ’lienzo’ h. 1530, Ant. de Gueva­ S U E L D O , del lat. tardío s C l í d u s ’cierta mo­
ra, A u t.]; sudadera. Sudante. Sudario [APal. 420b; neda de oro, ducado’, que es propiam ente el adje­
«s. de lienfo: sudarium» Nebr.], tomado de suda- tivo clásico s o l d d u s ’sólido’ sustantivado. 1.a doc.:
rium ’pañuelo de sonarse’, ’sudario’. Sudatorio. 50 soldo, 1062-3; sueldo, 1129 (Oelschl.).
Sudor [Berceo; con variante suor, M il., 197]'; Sueldo aparece tam bién en Berceo, el Fuero
sudoriento [Alex., 156, 840]; sudoroso [Acad. Juzgo, J. R uiz; en estos y otros muchos textos
S. X IX ]; raro sudoso, en el C id sudiento, en C u­ medievales tiene el sentido de ’especie de m oneda’,
ba sudón (Ca., 237). Su d u ’sudor’ ast. (V, sacar a que aparece todavía en APal. (462d). Antigua­
un el sudu). Resudar. Trasudar. Y vid. JU A R D A . 55 m ente la paga que se daba a los soldados merce­
C ultism os: exudar; exudación; insudar. narios fué por algún tiempo igual a u n sueldo, y
1 Comp. Cej. V III, § 88. N o sólo en Cuba se así el vocablo se hizo sinónimo de ’paga del m er­
dice sudor por ’poción sudorífica’ (tomó dos su­ cenario’, ac. con que aparece en APal. (280d),
dores, Ca., 186). N ebr. («s. en la guerra: stipendium»), etc.; des­
60 pués ’paga de un criado’ (Aut.) y ’salario en ge­
neral’; comp. Cej. IX , § 150. s o l i d u s como nom­ C p t . Capsueldo arag., del cat. capsou, compues­
bre de moneda aparece ya en el Digesto y en to de cap ’cabeza, principal’ y sou ’sueldo’. Suel-
otros textos latinos de baja época; la razón se­ dacostilla. Solidificar; solidificación. Solípedo, con­
mántica de esta sustantivación es fácil de conce­ tracción por haplología del lat. solidipes, -edis,
bir en términos generales y más difícil de concre- 3 propiamente ’el de pies macizos’.
ta r: unos piensan en el oro de que se hacía el 1 E n catalán antiguo se encuentra soldau (hoy
s o l id u s por oposición a la hojalata en que se soldat), p. ej. en M untaner, cap. 279 y passim,
acuñaban otras monedas inferiores; otros, en el que Saroihandy da como castellanismo evidente
valor monetario invariable que se asignó a esta en el Grundriss de G róber, I. N o sólo es esto
unidad, a diferencia de otras monedas que se des- 10 imposible p or no existir soldado en cast. en el
valorizaban rápidam ente: de todos modos la de­ S. X IV , sino tam bién porque la pérdida popu­
nominación tiene que ver con la prolongada cri­ lar de la -d- < - T - en cast. es fenómeno muy
sis económica del Bajo Im perio. Comp. S A L D O . reciente. Claro que tampoco podría ser forma ca­
D e r i v . Soldada [Cid; Berceo M il., 732d, etc., talana autóctona procedente de s o l i d a t u s , como
sollada S. D om ., 144; soldada APal. 275d, 4136, 15 creía M orel-Fatio. Quizá contenga el sufijo - a l i s
N ebr., etc.]; el verbo soldar ’rem unerar (al sol­ (con disimilación de las eles) — comp. Palou <
dado)’ es mucho más raro [Alex., 223, Apol., 70c]; Pdla(z)ol < p a l a t i o l u m — o bien - a l d (comp.
soldado [1463, Juan de Lucena con referencia a fr. soudard). Pero más bien creo que será forma
Sicilia; «soldadado: mercenarius, stipendiatus» tomada del genovés durante las guerras de Cer-
N ebr., sin duda errata; todavía evita usarlo Bos- 20 deña y las luchas navales entre Barcelona y G é-
cán, h. 1530, en su versión de Castiglione, trad u ­ nova; - a t u da -au en lígur antiguo y hoy -óu
ciendo el it. soldato por hombre de guerra, gue­ (Rohlfs, H ist. It. G ramm . I, § 203).
rrero, etc., aunque ya alguna vez emplea soldado;
en los clásicos alrededor de 1600 es de uso general S U EL O , del lat. s O l u m ’base’, ’fondo’, ’suelo’,
y tiene evidente matiz noble y laudatorio, que ex- 25 ’tierra en que se vive’. 1.a doc.: Cid.
cluye la idea de ’mercenario’, como se nota cla­ E n sus acs. principales es vocablo m uy frecuen­
ram ente en el Quijote y en Covarr.], del it. sol- te desde los textos literarios más antiguos, y no
dato [S. XIV], que pasó tam bién al fr. y demás menos en docs. Algunos sentidos menos usuales:
lenguas europeas'; Mayans, Orig. de la L . Esp., ’cara inferior de un objeto’ invent. arag. de 1378
I, 83; Bartzsch, A S N S L C LX X IV , 135; Jaberg, 30 (B R A E IV, 216); ’fondo’ Sem T ob copla 199, G.
Festschrift Jud, 317n.; Terlingen, p. 190; solda­ de Alfarache (cita s. v. parecer); N e b r.: «suelo
desco [princ. S. X V II, A u t.] ; soldadesca [1596, sacado a pisón: pavim entum ; s. de mazacote: pa-
Aut.]; antes se dijo en cast. para ’mercenario’ sol­ vim entum m althatum ; 5. de ladrillos; s. de losas;
dadera [Berceo; Poema de A lf. X I, 1612]; solda­ s. que se aljofifa: asarotum ; s. de azulejos; s. de
dera ’juglaresa’, ’m ujer de malas costumbres’ (M. 35 arte música: pavim entum museacum »; Cej. IX,
P., Poes. Jugl., 43ss.; Cuento de Otas, 452.36), § 148.
hoy ’ram era’ en Méjico y Aragón (B R A E V III, D e r i v . Solar v. [APal. 496, 1636; N eb r.: «s.,
513); asoldar; asoldadar. Soldar ’pegar y unir só­ echar suelo a la casa: pavim ento; s. de magacote:
lidam ente’ [APal. 159d; «s.: solido, consolido; s. m altho»]; solada; solado; solador; soladura. Solar
trovando: committo» N ebr.] de s o l i d a r e ’consoli- 40 m. [1056, O elschl.; Berceo, etc.; «s. de casa o
dar, endurecer’, en la baja época ’soldar’ (ya en suelo: area» N eb r.; 1633, Lz. de Arenas, p. 82],
S. Avito, h. el a. 500, B D R II, 126); Cej. IX , derivado común con el port., cat. y oc., aunque
§ 150; soldador; soldadura [APal. 159d; Nebr.]. hoy anticuado en estos idiomas; solariego' [m.,
Suelda ’consuelda’ [¿h. 1400?, en la trad. del L i- 1239, M . P., D . L ., 279.10; adj., O udin «chose
vro de Falcoaria de P. M enino, R F E X X III, 274; 45 qui vient du patrimoine»]. Soleo. Soler m., tom a­
otros ejs. de suelda y del port. ant. sóida en R L do del cat. soler ’piso, entarim ado’. Solera [1633,
X III, 402-5; gall. sóida «tormentilla...» Sarm. Lz. de Arenas, p. 36; A u t.]; ensolerar. Solería
CaG. 98u], hoy suelda-suelda en el N orte A r­ ’material que sirve para solar’ [APal. 332d]. S o ­
gentino (F. Burgos, L a Prensa, 9-XI-1941), más lero [Aut.]. Suela [J. R uiz; Cej. IX , § 148], del
com únm ente consuelda [1505, consuelda menor, 50 lat. vg. * s O l a que sustituyó al clásico s ó l é a id.,
PAlc.], de s o l i d a o c o n s o l i d a , así llamada por y es común a todos los romances de Occidente2;
su empleo para cerrar heridas; alguna vez en for­ solar ’echar suelas al zapato’ ; solería ’conjunto de
ma culta consólida; V. además V IN C A P E R ­ cueros’; soleta [1599, G. de Alfarache, Cl. C. III,
V IN C A . 77.10; en APal. 112á parece designar una es­
Son cultismos los siguientes. Sólido [APal. 310d, 55 pecie de sandalias o zapatillas], soletar, soletear,
462d, 4636; 1633, Lz. de Arenas, p. 44], del ad­ soletero. Entresuelo. Subsuelo.
jetivo sóttdus id .; solidez [S. X V II, A ut.]; soli­ De s o l e a ’suela’, al parecer, proceden el port.
dario [Acad. 1884, no 1843], solidaridad [id.], so­ y gall. solha ’platija, especie de lenguado’ (Valí.),
lidarizar. Consolidar [fin S. XV, Aut.], de conso­ «dibuxar narices longas e pés como solías» (Castelao
lidare id .; consolidación, consolidativo. 60 31.2). Hay por otra parte sollado [Aut.], tomado
del port. solhado ’piso, suelo’, gall. sollar ’ensolar 434, 435, 436, 437, 439, 441, 443, 444, 447,
de tablas una casa’ (Sarm. CaG. 195^). La falta 448. En alguno de estos casos se trata del dimin.
de testimonios antiguos de sojado en castellano, sojadiello.
y el hecho de que las variantes modernas de esa
voz fueran preferentem ente occidentales (salm. so- 5 Suelta, suelto, V. absolver
jadro, ojadro, deshojado, desojao, ast. soyao, san-
tand. soja(d)o ’suelo del carro’3; palent. desojado SU EÑ O , del lat. s ó m n ' ü s ’acto de dorm ir’, con
’carga de un carro hasta arriba’4; ast. soyao ’pri­ el cual vino a confundirse en castellano el lat.
mera capa de hierba en la tenada’, soyar ’echar SO m n íu m ’representación de sucesos imaginados
esa capa de hierba’5; and. hollado ’piso de habita­ 10 durm iendo’. 1.a doc.: Cid.
ción alta’6) me anim aron a explicar en el D C E C Desde el prim er texto literario aparece con el
esas formas como adaptaciones del port. solhado'. significado de s O m n u s y de s O m n í u m , y así ocu­
Ahora que disponemos de ejemplos antiguos de rre en todas las épocas del idiom a; vid. A ut.,
sojado en documentos de Segovia' y Ávila9, debe­ Cej. V III, pp. 506-12, y los glosarios de autores
mos tratar de dar con un étimo que explique a 15 medievales y clásicos. s O m n u s daba fonéticamen­
la vez el port. solhado, el cast. sojado y las demás te sueño en castellano, y aunque podría suponer­
formas dialectales hispánicas. U na base razonable se que la yod del grupo m n j pudiera im pedir la
sería s o l e a t u m , procedente de un cruce de s o l e a diptongación de la 0 de S O m n í u m , más bien pa­
y s o l u m , debido a la incorporación del primero rece que el resultado fonético regular había de
a la familia semántica del segundo, como ha ocu­ 20 ser el mismo, en vista de casos como lueñe l O n g e ,
rrido también en otros territorios románicos (F E W cast. ant. Catalueña (= oc. Cataluenha, cat. Ca­
X II, 44j). talunya), cuero c O r í u m , y por otra parte la dip­
Asolar [Alex., D H ist.; Cej. IX, § 137], del lat. tongación que afecta aun la o cerrada en risueño,
tardío a s s Ol a Re ’derribar’, ’devastar’; asolación; curueña, vergüeña, bueitre, etc.; sea como quie­
asoladura; asolamiento; asuelo. 25 ra, aun suponiendo que pudiera existir una va­
1 Sustantivación equivalente a solariego es el riante local *soño, más o menos extendida como
gall. sarego ’solera, um bral’ (Lugrís, Valí., que resultado de s O m n í u m , es indudable que había
cita en o sarego sentada, en copla de A. J. Pe- de haber otra variante sueño como resultado de
reira) junto al cual subsiste suarego (Valí.).— esta misma palabra, y además sueño como resulta­
’ En gallegoportugués la forma histórica y foné­ 30 do de s O m n u s en todas p a rte s: en estas condicio­
tica soa se contraería, como es de esperar, en nes era imposible que el idioma mantuviera la
só f. Resultando forma ambigua y un tanto anó­ distinción de sentido entre las dos palabras la­
mala morfológicamente, fué reemplazada por el tinas : de ahí la confusión total. Es dudoso que
cultismo sola. Tam bién fué rehecha analógica­ el lenguaje popular haya sentido jamás, con carác­
mente como sol (cf. sal plural saes, rehecho en 35 ter espontáneo, la necesidad de distinguir las dos
sales, etc.). En gallego Sarm. registra sol ’suela’ ideas mediante dos palabras d istin tas: era dema­
y anlresol ’entresuela’ (CaG. 97r, 195u), Valí.: siado fácil evitar toda ambigüedad por medio del
sol y sola, igual que Carré, que los califica de giro de frase.
fem .; Eladio Rdz. ya sólo admite sola.— 3A. Z a­ Por lo demás, aun las demás lenguas ro­
mora, Léxico rural asturiano, Granada 1953, p. 89 40 mances, cuya fonética perm itió conservar la dis­
y G dD D , § 6211.— 4 R D T P II, 1946, p. 479.— tinción latina, incurren a veces en la confusión;
5M aría J. Canellada, E l bable de Cabrones, M a­ el port. y gall.1 distinguen entre sono s Om n u s y so-
drid 1944, p. 342.— 6 A. Alcalá Venceslada, Voc. nho S O m n í u m , el cat. antiguo paralelamente en­
A nd., M adrid 1951, s. v.— 7 Dadas las dificul­ tre son y suny (hoy sustituido éste por el
tades formatívas de s o l e a t u s a partir de s o l u m 45 cultismo popularizado som ni o sómit), el fr. en­
(vid. G dD D § 6211 y cf. R E W 3 § 8064a) pensé tre som me y songe, el it. entre sonno y so-
para el port. solhado ’piso, suelo’ en una con­ gno, e tc .; pero en todos ellos sería fácil seña­
tracción de soalhado, derivado este último de lar casos de trasgresión de la distinción sino­
soalho id., que a su vez procedería de s o l u m ním ica; p. ej. en cat. es común decir aquesta
con el sufijo -alho. L a forma soalho no la docu­ 50 nit he tingut un mal son ’una pesadilla’, aunque
mento hasta 1813, M oraes; es muy anterior la el uso de som(n)i sea tam bién popular y aun más
documentación de solhado (vid. R. Lorenzo, común.
Sobre cronología do vocabulário galego-portugués, E n castellano la única tentativa para distin­
Vigo 1968, s. v.).— 8 Está en el Registro A ntiguo guir ha consistido en crear ensueño para el sentido
del Cabildo de Segovia, de finales del S. X III, 55 de SO m n í u m ; pero la distinción en ninguna épo­
p. p. José Luis M artín, Salamanca 1981, fol. 73; ca se ha practicado sistemáticamente ni aun con
sojar aparece en ese mismo documento, fol. 36.— carácter algo general. Ensueño es ajeno al léxico
9 Así en un documento de 1303 publicado por del Cid, Berceo, Apol., J. Ruiz, Conde Luc., la
A. Barrios, Doc. M ed. de la Catedral de Ávila, Celestina, el Quijote, Góngora, Ruiz de Alarcón,
Salamanca 1981: pp. 273, 299, 419, 423, 427, 60 L. Fz. de M oratín, e tc .; no figura en los glos. de
h. 1400, en APal., N ebr., PAlc., C. de las Casas, nombre / le dan los que del bien hablar son due­
Percivale, Oudin, Covarr. Es palabra m uy tardía, ños». Estudia la cuestión de sueño y ensueño den­
que no puedo documentar antes de 1580, en el tro del marco romance general Spitzer, VRom . I,
comentario de H errera a G arcilaso; además de pp. 49-62, 396.
éste sólo conozco otros tres testimqpios clásicos: 5 D e r iv . Soñar [Cid] ; para ensoñar y ensueño,
en el Viaje al Parnaso de Cervantes (citado como V. arriba; soñación; soñador; soñante; soñarrera;
aquél por Aut.), en Sorapán (cita de Pagés) y en soñera o sueñera (A. Alonso, El Probl. de la L .
Fr. Ant. Álvarez (Cej.). Junto a esto siguió em ­ ¿n A m ., 95). Soñoliento [APal. 463d; 1566, Arbo-
pleándose con carácter predom inante sueño con lanche, 93r20, 108vl] tam bién se dijo soñoso (Ber­
el valor de ’lo fantaseado durm iendo’ : abundan 1« ceo), soñoroso (1399, G ower, Conf. del Amante,
los ejs. en Góngora, el Quijote, y todos recorda­ 203); soñolencia o más bien somnolencia [S. XVI,
mos los de L a Vida es Sueño, con el monólogo cé­ Aut.], en Gower (l. c.) soñorolencia. Ast. descon-
lebre, donde el vocablo aparece alternativamente soñar 'sacudir el sueño’ (V). Gall. sonear ’echar
con el valor de ’somnus’ y de ’somnium’. Aunque sueños’, ’estar soñoliento’ : «no invernó os ricos
es verdad que los cuatro ejs. clásicos de ensueño 15 sonean a carón do braseiro» Castelao 143.15; so-
significan ’somnium’, A ut. y T err. no tratan de neca ’sueñecito’ : «si ten m uito sono... botar unha
establecer una distinción sinonímica, limitándose soneca» ib. 223.6. Cultismos. Insomnio. Insomne.
a decir que vale «lo mismo que sueño». E n el pe­ Del gr. utcvoq ’sueño’, hermano del lat. so m n u s:
ríodo postclásico, ensueño parece haber quedado hipnal; hipnosis, hipnótico, hipnotismo, hipnotizar,
casi olvidado, pues la Acad. en sus eds. de 1817, 20 hipnotización, hipnotizador.
1843, 1884, etc., lo califica de palabra anticuada, C p t . Som nám bulo [Acad. S. X IX ], más co­
nota que no se le quita hasta 1899. H oy vuelve a m únm ente sonámbulo; somnambulismo. Som nífe­
emplearse, aunque sólo como voz de tono litera­ ro. Somnílocuo.
rio, y la Acad., además de la ac. propia ’som nium’, ' Valí., etc. «Sóno, el sueño» Sarm. CaG.;
le reconoce la figurada ’ilusión, fantasía’; en rea­ 25 también sono ’ganas de dorm ir’ : «a fome de
lidad ésta, con el matiz especial de ’ilusiones que sono» Castelao 145.20, y cf. supra d e r i v .
uno se hace’, me parece ser la única verdadera­
mente usual, salvo cuando se necesita u n juego Suera, V. sufra Suerbo, V. serba
binario de vocablos para hacer la distinción sino­
nímica entre ’somnus’ y ’somnium’ (en definicio­ 30 SU ER O , junto con el port. soro y el sardo soru,
nes léxicas, exegéticas, lógicas, etc.). procede de u n ibero-latino * s 6 r u s , emparentado
En la averiguación de la etimología de nuestra con el lat. s é r u m id .; es dudoso el origen de aque­
palabra ensueño pueden tomarse en consideración lla forma, quizá antigua variante latina, conserva­
dos hipótesis. 1.° Existió u n verbo ensoñar emplea­ da por el latín vulgar hispánico, o quizá tomada
do en el sentido de ’tener u n sueño’ en Berceo (en­ 35 de u n dialecto itálico, del celta hispánico o más
soñar un sueño, S. Or.¡ 188c, 189d), y esporá­ bien de otra lengua indoeuropea de España. 1.a
dicamente en otros cuatro pasajes de los SS. X V I- doc.: 1251, Calila («el ayre massa aquel esperma
X V II (citas de Cej. y Spitzer), todavía vivo en e aquella sangre, fasta que lo torrna tal commo el
Cuenca y en A ndalucía: de ahí pudo derivarse suero; desy tórrnalo tal commo la quajada espesa»,
ensueño. 2.° Como continuación o imitación del 40 ed. Alien, 14.299).
lat. I n s O m n í u m , sinónimo de s o m n i u m empleado Aparece después, h. 1400, en los glos. del Es­
por autores de la Edad de Plata y ya una vez por corial y de Toledo (en aquél tam bién en forma
Virgilio, y que parece ser imitación del gr. Ivú^r latinizada sorum), en APal. («serum: suero, que
viov. U na continuación hereditaria creo puede des­ es aguosidad de la leche» 449d; 63d), en Nebr.
cartarse, pues las palabras que pone M -L . en 45 («suero de la leche: aserum»), y es frecuente en
el artículo i n s o m n i u m son todas vocablos raros o los clásicos (el suero del queso derretido corre
locales, que deberán mirarse como neo-formacio­ por el rostro de don Quijote, II, xvii, 60; otros
nes secundarias; y en cuanto al cast., la fecha de en Aut.). Esta forma ha sido siempre predom inan­
ensueño es demasiado tardía. L o que sí puede te y hoy es casi general en todo el territorio lin­
creerse es que el cast. ensueño sea una creación 50 güístico, aunque la forma autóctona en Aragón es
de los humanistas del S. XVI inspirada en el latín, siero, procedente del lat. s é r u m en forma regular,
y quizá algo apoyada por la existencia de enso­ y hoy todavía empleado en Ansó o, en forma apo-
ñar; ésta me parece provisionalmente la conclu­ copada, sier, siere, en Bielsa y G istáin (mientras que
sión más probable. Es muy posible que fuese crea­ en Plan y en Venasque ya ha penetrado el cast.
ción personal de F. de H errera, a quien se deben 55 suero: B D C X X IV , 181; VI, 37); desde luego es
tantas imitaciones latinas de este tip o ; que en forma antigua en esta región, ya documentada des­
tiem po de Cervantes seguía siendo un vocablo pe­ de h. 1300, en el Fuero de Navarra (Rom. X X II,
culiar de los que se preciaban de «hablar bien», 487-8), eh el Vidal M ayor y en los Fueros de
nos lo enseña su contexto: «de una de tres causas A ragón: «aquel qui avía dado el siero avía ptem ida
los ensueños / se causan, o los sueños, que este 60 la leyt on e siero era exido» (Tilander, § 140.4).
En cuanto a suero, su parentela romance abarca -ic-, que podría ser céltico, pero nada se puede
una área reducida. asegurar; por otra parte, el vocablo vasco no tie­
En portugués y en gallego se dice soro, cuya ne fisonomía autóctona y más bien parece ser
antigüedad y carácter autóctono parecen seguros préstamo, sobre todo teniendo en cuenta que el
(aunque los datos más antiguos sean solamente s nombre propiamente vasco del suero nos es bien
los que trae Bluteau de dos obras médicas poco conocido, gazur (gaxur), general a todos los dia­
anteriores); nótese la existencia de u n derivado lectos, y muy antiguo, pues de un cruce de este
port. soroso, perdido en cast. (hoy sustituido por vocablo con el romance N A T A (V. este artículo)
el cultismo seroso, o el tardío sueroso). Tam poco parece resultar el cast. ant. názora ’nata’, ’reque­
hay razones que obliguen a creer que sea im por­ 10 són’, ya documentado en el S. XV.
tado el logud. y campid. soru (vid. M . L. W ag­ E n lo que concierne estrictamente al cast. sue­
ner, Das Ländliche L ehen Sardiniens, p. 120), y ro, port. soro, sardo soru, es claro que estas for­
así como así no es de creer que suero se hubiese mas postulan una base * S 0 R U que no puede ve­
convertido en soru de ser tomado del castellano n ir del lat. s é r u m por vía fonética, n i siquiera
por los dialectos sardos. 15 suponiendo préstamo de otro romance (como ha­
E n catalán predom ina el tipo xerigot, pero en el bía sugerido Diez, W b., 489, ya sin convicción).
Sur hay formas con vocalismo o, que enlazan con Tam poco cabe adm itir cruce del lat. s e r u m con
la palabra castellana: sorigot está ya en el dicc. su herm ano y sinónimo el gr. ó p ó ; , idea á la que
de J. Esteve (1489), seguramente escrito en Valen­ se inclina M -L . (E inf., § 150; más vago en R E W
cia, aparece repetidam ente en el de Sánelo 20 7870), pero rechazada con razón por Ju d (A S N S L
(S. X V III), y m odernamente M artí Gadea (que c x x r v , 403): tal influjo de una palabra griega,
era de la zona de Alcoy) registra jurigot ( = ¿u- ajena al latín, precisamente en tierras hispánicas,
rigQt) y surigot (Vocab., p. 26); hacia el Norte es del todo inverosímil (además de que la ómicron
se extenderá el tipo en o' hasta el Ebro, pues griega suele romancearse en o cerrada). Sin em­
soligot dicen en Tortosa (M oreira, Folklore Tor- 25 bargo, tampoco es de creer que * S C R U y el lat.
tosi, 219); en el resto del territorio, incluyendo s é r u m sean palabras del todo independientes; co­
por lo menos las Baleares, las provincias de Bar­ mo explican E m out-M ., s é r u m es vieja formación
celona, Lérida y G erona enteras, y la zona ca­ indoeuropea, correspondiente al ser. saráh ’liqui­
talana de Francia, se dice xerigot (o serigot, en do, aguanoso^ y perteneciente a una raíz bien co­
Mallorca, Cerdaña y Pallars), tipo que se extien­ 30 nocida: el vocalismo É es regular en un neutro,
de a m uchos puntos del Alto A ragón: Fiscal si- pero tam bién es regular en u n masculino el voca­
ricueta, T orla siriqueta, Aragüés sirigüeta (K uhn, lismo 0 del gr. ¿pó; ( < sORÓs), herm ano geme­
ZRPh. LVj 627; R L iR X I, 14), y que tam bién lo de la voz latina, así que no es imposible alejar
está arraigado en vasco: xirikota en Labortano, sólo la conjetura de que el vocablo iberorrom ance pro­
en el SE. (A inhoa): «eau qui sort d u fromage, mais 35 viene del representante de este nom bre indoeuro­
qui n ’ e s t p a s le petit-lait», sul. xirikote «foi- peo en otro' idioma más cercano geográficamente
reux» (sería problemático relacionarlo con zirin que el griego.
’diarrea’, ’excremento de aves’ y ’lluvia m enuda’; Sobre cuál sea este idioma, debemos confesar
ziritz ’lavativa’ debe ser alteración de syrinx), zi- nuestra ignorancia; M eyer-Lübke pensaba en una
rikot en Sule, Baja Navarra (Baigorri), labortano 40 variante latina, tal como hémo se halla junto a
(Ainhoa), zirikort bazt. (Azkue); también en lengua hom o en el latín arcaico, y aunque cuesta creer
de Oc, encontramos formas em parentadas: langued. que hubiese existido tal variante en Roma' sin
(Aude) saligot, bearn. senigou (che-), y aun lemos. dejar huellas en la documentación, esta idea ya
terigot (M istral); serigot está documentado ya en no se puede descartar2; tratándose de u n voca­
la Edad Media, desde el S. X II, en Narbona y el 45 blo de pastores más bien puede tratarse de una
Ariége; en Cataluña sirigot y sergot en textos me­ forma de otro dialecto itálico, o aun latino, pe­
dievales (¿S. X V ?, Mise. Fabra, 169). Interesa aquí ro diferente del rom ano; finalmente Baist (RF
este tipo catalán y pirenaico, no sólo por las formas I, 443; G G r., I, § 3) quiere que sea una palabra
valencianas en o ', sino "porque todo él podría salir hispanocéltica (comp. lo dicho respecto del ele­
de sorigot por disimilación vocálica, dándose así 50 m ento -íc- de xerigot), a lo cual no pueden opo­
la mano con el cast. suero; y también porque el nerse objeciones decisivas, pero el hecho es que
aspecto arcaico de las formas vascas y aragonesas no hay representantes de esta raíz que sirvan para
parece denunciar un origen no romance de la te r­ designar el suero en el céltico insular3 : queda­
minación1; si pudiéramos determ inar la naciona­ mos, pues, en duda, aunque conscientes de lo poco
lidad del sufijo, quizá esto nos revelara la de la 55 que sabemos del céltico continental4.
raíz s o r - . Mas por ahora esto no nos lleva lejo s: Provisionalmente me inclino a la conclusión de
-ot parece romance (para la forma aragonesa comp. que pertenezca al indoeuropeo arcaico de los Ur-
arag. picueta = cat. pigota ’viruelas’ ; virigüeto nenfelder, V. mi trabajo de ZC Ph. XXV, 365.
s. v. C U E T O ; y mis artículos M A G Ü E T O e D eriv . Sueroso. Cultismos, del lat. serum: se­
IG Ü E D O ), el elemento intermedio -ig- viene de M roso; serosidad.
C p t . Serología. Seroterapia. idéntico a la base fonética s Or - que debemos
1 Desde luego es imposible partir, como qui­ postular para el indoeuropeo hispánico: así era
siera K uhn, de s e r u m c O c t u m ’suero cocido’ de esperar, pues el sorotáptico no era lengua del
(inadecuado ya por el sentido), que habría dado grupo baltoeslavo, aunque sí de léxico estrecha­
*sercuit en cat., *sercueit en leijgua de Oc, y 3 m ente emparentado con el de éste. Y no deja
que no explicaría la -i- de todas partes.— 2 Es se­ todo esto de fortificar los indicios de procedencia
mejante el caso de * g l é m u s , con descendencia indoeuropea precéltica. Al fin y al cabo es pro­
en los dialectos italianos (en lugar de g l O m u s bable, y aun casi era inevitable, que entre estos
’ovillo’), tampoco documentado y que E m out- parónimos cuasi-sinónimos se produjeran conta­
M . juzgan tam bién como neutro (aquí en -u s, 1« minaciones y aun, en parte, verdaderas amalgamas.
- e r i s ) , junto a g l o m u s primitivamente masculi­
no. Claro que puede ser itálico y no romano.— SU E R T E , del lat. s O r s , - t i s , id. 1.a doc.: sor­
3 Los hay en sentidos alejados: galo Sarnus nom ­ te, 2.a m itad S. X , glosas Silenses; suert, 1199
bre de río, y el dudoso irl. serb, galés herui ’robo, (Óelschl.); suerte, Berceo.
bandidaje’, W alde-P. II, 497.— 4 Otras pistas no 1J Desde el principio encontramos el vocablo en
conducen a ninguna parte. Baist piensa en el sus varias acs. m odernas; de uso general en to­
irl. soire «a bag, a vessel», gaél. soir m . «sack, das las épocas y com ún a todos los romances ;
bag», «vessel, vase, bottle», imaginando que pasa­ Cej. IX , § 160. Para la ac, ’parte de tierra de
ra a significar ’cuajada, requesón’, por ser lo que labor separada de otras por sus lindes’ [S. X III,
queda en la vasija (comp. alem. merid. topfen 20 Fuero Juzgo; doc. 1212, Oelschl.], y para su ex­
’cuajada’), pero se trata de una palabra sin ante­ tensión en romance y en cast.1, V. m i nota en
cedentes antiguos, quizá tomada, como insinúa F estschríjt Jud, página 571 y F ritz Krüger,
MacBain, del ingl. jar (soir suena s?r, y el irlan­ N R F H IV, páginas 400-1. A primera vista parece
dés no posee sonido correspondiente a la ; ingle­ tratarse de una evolución del significado ’porción
sa), quizá de otro origen, pero de todos modos 25 de tierra que ha tocado en suerte en un reparto’,
es palabra reciente con la cual no tiene derecho aunque quizá podría partirse de la acepción lati­
a operar el romanista. El indoeur. s ü r o s ’agrio’ na ’suma del dinero que se invierte en la compra
(ingl. sour, etc.), que ha dado el ruso syr ’que­ de algo’ (Terencio, A d. 243, comp. D onato), que
so’, eslavón syrü ’crudo’, aunque tuviera co­ a su vez procede del significado muy conocido ’el
rrespondencia gala, ésta sería * S Ü R O S , que no po­ 30 capital (por oposición a I q s intereses)’.
dría dar suero; algunos creen que de esta raíz D e r iv . Suertero o sortero [Conde Luc.], gall.
viene el irl. ant. serb, bret. hueru, córn. wherow ant. sorteira ’mujer que echa las suertes’ o quizá
’amargo’, galés chwerw «amarus, acerbus», a los ’bruja’ (cf. fr. sorcière) [Ctgs. 128.13]; sonería. Sor­
cuales entonces correspondería syERUOS en celta tear [Cid; «sortior» N ebr.]; raramente suertar
continental (W alde-P. II, 513), m ientras que 35 (Leyes de M oros SS. XIV-XV, Memorial Hist.
otros buscan otra etimología (Pedersen, Vgl. Esp. V, 427ss.); sorteable; sorteador; sorteamien­
G ramm. I, 78), que llevaría a suponer una base to [N ebr.]; sorteo.
s e r u o s : ninguna de las dos nos conduce al Sortija [Berceo, Santo Domingo, 723d] ’anillo
cast. suero, port. soro. Tampoco es de creer que que se pone en el dedo por adorno’ (Alexandre,
haya parentesco entre suero y el vasco zuri ’blan­ 40 354d), ’id. por honor’ (Partidas II, xxiv, ed.
co’, inconciliables en el aspecto fonético.— 5 A un­ Academia II, 260; 1.a Crón. Gral., 18al4 ; J.
que se trata de equivalencias imperfectas foné­ de Valdés, Diál. de la L ., 141.24; Lope, M ar­
ticamente, hay palabras de sentido análogo en qués de las Navas, v. 501), ’id. sin objeto precisa­
las lenguas indoeuropeas del Este, especialmente do’ (Gral. Est. I, 302a48 ; Gr. Conq. Ultr., 29564),
en las bálticas, donde vemos el prus. ant. sulo 45 ’engaste de piedra preciosa’ (C. M ichaelis, R L I,
’leche cuajada’ («matte» glos. de Elbing, -693), 299-300), ’aro o argolla para asegurar un objeto’2,
lit. y letón sula ’savia que mana de un árbol’. ’zarcillo de la vid’ (APal. 956), ’bucle de cabellos’
A éstos se les puede buscar enlace indoeuropeo (Quijote, etc., vid. Cej.), ’rosca’ [1589, J. de Pi­
en dos direcciones: el indo-iranio s u r á (> ser. neda, Cej.] : esta palabra y el port. ant. sortelha
surá ’aguardiente’, avéstico hura ’kumys, especie .50 [Cantigas, 369.9 y tres pasajes m ás; mal escrito
de leche ferm entada’): unos y otro se suponen sortela en doc. de 1258: V iterbo; Leite de V.,
procedentes de un s u l a (de donde el gr. ukq R L IV, 276; X X V II, 268; comp. sorteja en rima
’lodo’) formado con la raíz s ( e ) u - y sufijo - L - en el pasaje citado de Alex.]3 o sortilha, arag.
(así Pok. IE W 913.13). Por otra parte, las voces sortilla (Vidal M ayor), suponen una base s o r t i c Ol a ,
bálticas quizá se formaron como s u r - s l o - , deri­ 55 derivada de s o r s , - t i s , denominación fundada en
vado de la raíz S U R - ’agrio’; V. aquí nota 4 y la relación que el pueblo ha visto entre la sorti­
cf. prus. ant. suris ’queso’, pues hay además un ja y la suerte. Acerca de la forma concreta como
prus. ant. sutristio «molken» (glos. de Elbing, nació esta denominación caben varias explicacio­
690) que debe de ser un compuesto del mismo nes. A) L a opinión de Diez (W b., 489) aceptada
s u r - , disimilado. En definitiva, nada de esto es 60 sin crítica por M -L . (R E W 8108) es que el nom ­
bre se aplicaría prim eram ente a un anillo mágico, plicación tendría la ventaja de partir de una forma
al cual se atribuirían efectos sobrenaturales; la documentada, de evitar todo tropiezo de tipo m or­
creencia en tales anillos pertenece a todos los fológico, y de tom ar como base un hecho más
tiempos, como nos lo recuerdan las historias de cotidiano y pedestre que el novelesco anillo m á­
Giges, de Polícrates, de Alberico y de Carlomagno 5 gico. C) Llam a la atención la gran antigüedad y
y F astrada: para el empleo de anillos con virtu­ frecuencia de sortija aplicado a argollas, aros, zar­
des protectoras de amuleto, o como talismán para cillos y otros objetos sin relación con el dedo h u ­
hacer invisible o engendrar amor, o bien como mano : V. testimonios citados arriba y n. 2, y nó­
instrum ento para la averiguación del futuro, y tese que a ellos pertenece el más antiguo que te­
con otros objetos, puede verse el W órterbuch des 10 nemos del vocablo; esto sugiere la posibilidad de
deutschen Aberglaubens V II, 708-9, 717-20, 722- una etimología que parta de estas otras acs., y a
3 ; luego es indudable que esta explicación es ve­ ello se presta el famosísimo juego caballeresco de la
rosímil en principio desde el punto de vista se­ sortija, en que un jinete lanzado a toda velocidad
mántico, pero tam bién debe reconocerse que ni había de acertar a ensartar en un aro colgante la
la documentación hispano-portuguesa la pone fue­ 15 punta de su lan za: V. las descripciones de Pérez
ra de dudas ni resulta entonces clara la forma de H ita (ed. Blanchard I, 85), Lope (Amores de
de derivación del vocablo: en su apoyo sólo lo­ Albanio e Ismena, ed. Acad. N . I, 31), Vélez de
graba Diez citar el doc. portugués de 1258 donde Guevara (El R ey en su Imag., v. 1708), C ervan­
unas sortelas das vertudes se dejan en testamento tes (Quijote II, lix, 228, Cl. C. V III, 92) y otros
a ciertas enfermas, caso algo apartado del sen­ 20 muchos citados por Cej. y por Rz. M arín en su
tido de s o r s ’destino’; por mi parte puedo agre­ nota al Quijote; de ahí que sortija pasara a desig­
gar el texto citado de la Gr. Conq. de Ultr. don­ nar una fiesta popular callejera con baile, donde
de de una reina, a cuyas artes mágicas se ha alu­ el juego caballeresco ya se ha olvidado (así cat.
dido en otro pasaje, se dice que «tenía en las m a­ sortija, préstamo castellano muy antiguo según se
nos dos sortijas redondas, fechas como botones 25 ve por la pronunciación con z; en Santo D om in­
de oro», pero sin que se establezca relación entre go soitija «baile o jarana que se celebra de tarde
estas sortijas y las artes de su poseedora; por en los campos», Brito). Es indudable que acertar
otra parte no es fácil imaginar por qué se em ­ a m eter la enorme lanza en objeto tan pequeño
plearía precisamente el diminutivo s o r t ic u l a , no era suerte notable, y así al arito en cuestión le
para denom inar el destino, sino el ipedio que ser­ 30 cuadraba bien el nombre de s o r t ic u l a . N o puedo
vía para averiguarlo; hay un oc. ant. sortilhier dejar zanjada la cuestión: para ello hará falta un
’mago’ del cual se encuentran cuatro o cinco ejs. cuidadoso estudio de folklore histórico y litera­
en textos gascones y languedocianos, y u n cat. ant. rio, y un detenido esquilmo de las fuentes caste­
sortillera ’hechicera’ (Jaume Roig, v. 9778), que llanas medievales e hispanolatinas. Por ahora sólo
fácilmente pueden derivarse de u n * s o r t í Cü l a - 35 podemos decir que a pesar de la falta de docu­
k i u s , herm ano del tsorticulosus: y p T )S fio 8 Ó T T ic» , mentación antigua en apoyo de las explicaciones
o sea ’adivino, oráculo’, documentado en el C G L B y C, desde el punto de vista lingüístico la ex­
III, 170.61: teniendo esto en cuenta lo más fá­ plicación A es la menos verosímil. Sortijero. Sor­
cil sería suponer que sortija se sacara como for­ tijilla. Sortijón. Sortijuela. Ensortijar [1581, J. de
mación regresiva de * s o r t ic u l a r i u s , en calidad 40 Pineda; Cej., I. c.]; ast. ensortiar y ensorticar ’ri­
de atributo distintivo del adivino (aunque no deja zar’ (R).
de ser chocante la falta de huellas de * s o r t ic u l a - Desortijado ’relajado, dislocado’ veter. [Acade­
R iu s en los idiomas donde existe sortija, -Iha), mia ya 1843; no A ut. ni Terreros], caballos desor­
tal como es probable que sea tam bién derivado tijados de pie o mano (h. 1600, Inca Garcilaso,
retrógrado el hápax gasc. ant. sortilha ’brujería’. 45 en Pagés), colomb. desortijarse ’dislocarse’ (Tas-
B) s o r t ic u l a está bien documentado en latín cón), parecen derivar de sortija aplicado a una ar­
(Suetonio, Agrónomos, Inscripciones) como nom ­ ticulación de forma anular; pero desortijar ’dar
bre de las boletas u otros objetos que se juntan los hortelanos con el escardillo la prim era labor
y mezclan para echar las suertes, lo cual es tam ­ a las plantas después de nacidas o trasplantadas’
bién el sentido básico de la palabra radical s o r s , 50 (ya Acad. 1843), parece ser otra cosa: quizá lo
- t i s : con este fin se empleaban dados, guijarros, mismo que el cat. eixartellar ’escardar’, eixartell
tabletas, varitas con inscripciones y otros dijes se­ ’escardillo’, arag. (Caspe) jartillo id. (L. Puyoles-
mejantes ; de hecho nos consta que en ciertos jue­ Valenzuela), que van con el fr. essarter, oc. eis-
gos populares hoy en España se emplean de esta sartar ’roturar’, derivados de * e x s a r t u m ’artiga’
manera anillos personales o sortijas, y aunque no 55 y éste de s a ( r ) r ir e ’escardar’ (BDC X IX , 29, y
cuento con testimonios de la antigüedad de este mi DECat.).
uso, se trata de algo tan natural que no hay por Consorte [S. X VI, Aut.], tomado de consors,
qué dudar de que sea muy an tig u o : así sería -tis, ’el que tiene el mismo lote, la mism a suerte’ ;
clarísimo y sumamente fácil el tránsito de s o r - consorcio [Mena (C. C. Smíth, BH isp. L X I);
t ic u l a ’boleta de suerte’ a sortija ’anillo’ ; la ex­ it 1499, Aut.], de consortium id.
C p t . Sortílego [APal. 465b], muy raro, de sor­ z - ; en efecto, y tampoco es probable en el aspecto
tílegas ’adivino’, compuesto con legere ’recoger’; formativo, sobre todo en catalán y en lengua de
sortilegio [Oudin], Oc, donde el presente de este verbo es hoy so-
1 H oy vivo en el Río de la Plata, Cuba (Pi- freix (soufris) y antiguamente era sofér; no sólo
chardo, s. v. asiento); Cespedosa (j$FE XV, 269), S la z- y la a- de parte de las variantes, sino tam ­
Alto Aragón y quizá en todas partes.— 2 E n Ber- bién la vacilación en la vocal tónica, sugieren un
ceo es cada uno de los aros que integran la ar­ origen arábigo.
golla para sujetar el pie del preso. «Una sortilla M ucho menos aún puede aceptarse la etimología
de fierro de puerta de cuba», «tres sortillas de propuesta por M . L. W agner (R F E XXV) ár.
ficar stacas» invent. arag. de 1386 y 1402, B R A E 10 cur$úf o cir$áf «scutica ex ñervo taurino», «ex
IV, 354; III, 359; «palos agudos herrados en ñervo et loro factum flagellum», o sea especie de
que avía sorligas de hierro y fincábanlos con correa (no consta para qué se usaba), que no hay
cuerdas y cerravan con ellos toda la hueste en- razón para calificar de voz magrebí, y ni siquiera
derredor» Doctrinal de Caballeros de A. de Car­ es seguro que sea arábiga (la raíz no lo es), pues
tagena, ed. 1487, f° 34. A. Castro, R F E X , 128- 15 sólo consta en el diccionario arábigo del persa
9, reúne una docena de ejs. de los SS. X III-X V , Fairuzabadí (fin S. X IV), de donde lo saca Frey-
todos con este significado. Más documentación tag (y de éste G asselin); en lo fonético ya no hace
en Cej. IX , pp. 148-50.— 3 Otros ejs. portugue­ falta señalar las dificultades.
ses del S. X III, desde 1222, latinizados en la Octavio de Toledo (Z R P h . II, 62) derivaba la
forma sortelia, cita D u C. 20 asuvera de la Disputa del ár. ’ázwira, plural de
zizvar ’cuerda que une el petral con la baticola’,
Sueste, V. este I Suficiencia, suficiente, V. etimología que dudo m ucho sea apiicable a esta
afecto Sufijo, V. fijo palabra antigua, pero que desde luego no lo es
a sufra y variantes.
SU FRA ’correón que sostiene las varas, apoya­ 25 En definitiva sólo puede tomarse en considera­
do en el sillín de la caballería de tiro’, salm., ción la etimología de Eguílaz (p. 323; aceptada
mure, y arag. zufra, (a)zofra, cat. sofra, oc. sufra, por Scheludko, ZR P h. X L V II, 438-9), ár. sifár «a
sofra; origen incierto, quizá del ár. súfur, plural cord or a piece of skin that is p u t over the nose
de sifár ’brida del camello’. 1.a doc.: azofra, 1859, and jaws of a camel in the place of the Viákama
Borao (ed. 1905). 30 [’gamarra'] of the horse; or a cord that is atta-
Con el mismo sentido zofra en la L itera (Coll ched to the fiitám [’brida’] of a camel, a part
A.), zufra en Salamanca y en el Bierzo (Lamano, being twisted round it, and the rest being rein»
G . Rey), zofra y azofra en Murcia (G. Soriano). (Lañe, 1371), lo cual interpreta Belot como «bri­
Sufra, admitido por la Acad. ya en 1925 (no 1884), de, frein du cham eau»; en el aspecto sem ánti­
es probable que sea forma seseante andaluza. N a­ 35 co no deja de haber alguna dificultad, pero es
da tienen que ver con nuestro vocablo las asuveras concebible el cambio de significado; en lo fo­
trainantes de la D isputa del Alm a y el Cuerpo, nético, teniendo en cuenta que la sufra cae por
que son lo mismo que la suera de J. R uiz y del los dos lados de la caballería, se puede partir
Alex., o sea el lat. s u d a r í a en el sentido de ’col­ del plural de sifár, que es súfur. Nos deja cierta
gaduras’. Es notable la fecha tan tardía en que 40 duda el hecho de no encontrar sifár en fuentes
la lexicografía castellana recogió uri vocablo de occidentales (falta en Dozy, Suppl.; R. M artí;
tan amplia difusión geográfica en la actualidad. Beaussier), pero es vocablo generalmente conocido
E n catalán se dice la sofra (algunos el sofre, así en árabe, que deriva regularm ente de la raíz ará­
en Tarragona, B D C V I, 50) con el mismo sen­ biga muy viva sáfar ’em prender viaje’, en segunda
tido que en castellano (A g.; en el Penedés, BD C 45 forma ’poner la brida al camello’, y el sustanti­
X X II, 207); tam bién significa lo mismo el prov. vo en Cuestión está registrado por muchos lexi­
sufro, que M istral cita con las variantes suefro cógrafos clásicos, desde el Lihyaní (S. V III d. C.).
(Marsella), sufrió, siufro (Alpes, Delfinado), sié- Contribuiremos a aclarar la cuestión separando
fro, sofro, soufro (Languedoc y Delfinado); Rouer- bien este vocablo de sus homónimos y parónimos.
gue soufro, sofro id. (Vayssier), Ardéche süéfro 50 Por lo pronto, como ya dice W agner, no parece
’correa del tim ón’ (V K R IX , "373), Ariége sofro haber relación posible con A Z O F R A ’prestación
’correa que pasando sobre la grupa sostiene la personal’ (véase), pues el étimo de este vocablo
rebasto [ = retranca]’ (Fahrholz, p. 139); apare­ no se presta a derivar de él el sentido de nuestro
ce ya en un doc. de Nimes de h. 1300 (Levy), s u fra ,(nada semejante en los artículos correspon­
en el cual se mencionan una sufra de carreta y 55 dientes de Freytag ni del Suppl. de Dozy). T am ­
una sufra de arado. bién hay que separarlo de zofra ’mantel de cuero
Como etimología propuso Vicente García de empleado por los marroquíes para comer en el
Diego (Revista Castellana 1919) derivar de sufrir, suelo’, que A ut. documenta en M árm ol (S. XVI),
lo cual califica de difícil M eyer-Lübke (R E W 8428) y que ha pasado con la definición demasiado va­
por razones semánticas y fonéticas, a causa de la 60 ga ’alfombra’ a la A cad.: se trata del ár. súfra
«corium quod solo insternitur» (Dozy, Gloss., Crespo en M ondoñedo. A un allí ha penetrado
368), «tabula» (R. M artí), fúfra «grande peau qui algo el galicismo jarrete, que debió de desbancar
sert de nappe» (Beaussier). Finalmente es otro vo­ radicalmente esta palabra en castellano y en por­
cablo el arag. ant. azovra, que Pottier (V R o m . X, tugués desde la Edad Media. En las hablas li-
219) quisiera identificar con sufra y arag. mod., 5 mienses sufraxe f. ha tomado el sentido secun­
azofra, sin que lo indique el contexto de los in ­ dario de ’parte inferior del pan cocido’ (Apéndice
ventarios de 1365 y 1378 donde figura1: se trata a Eladio Rdz.).
en realidad de un yunque, pues en las glosas de
M unich encontramos «incus: azovra» (R F X X III, Sufragio, sufragista, sufraja, V. sufragar Su­
249), y estamos ante el hispanoárabe zúbra, tradu­ 10 fre, V. azufre Sufrero, V. sobrero
cido por R. M artí con la misma palabra latina,
derivado de la raíz ár. zábar ’cortar, podar’ (fal­ S U F R IR , del lat. s ü f f é r r e ’soportar’, ’tolerar’
ta en Dozy, Suppl. I, 579, pero hoy es zubráfra en ’aguantar’. 1.a doc.: Cid.
Berbería, según Bocthor; el glos. de Ley den trae De uso general en todas las épocas y común
otra forma $áfira). 15 a todos los romances. E n todos, salvo el port.
1 «Tres muelas con sus tornos; una zovra; una sofrer, se parte de una base regular * s ü f f e r i r e ;
fforqueta», «una saya de gamellín; una azovra; la variante sofrer existió tam bién en leonés anti­
otra chica cuadrada; una piel de mésela» (B R A E guo: Alex., 2128. L a forma sofrir es muy común
IV, 343; 349). en la Edad M e d ia : p. ej. Berceo, M il., 596, Gr.
20 Conq. de Ultr., 70, y aun u n presente analógico
Sufragáneo, V. sufragar suefre, suefres en Alex., 289, 1567. Desde el prin­
cipio damos con las varias acs. principales1.
SU FRA G A R , tomado del lat. süffragari ’votar D e r i v . Sufrible [N ebr.]; insufrible. Sufrida.
por alguien’, ’apoyarle, favorecerle’. 1.a doc.: A ut. Sufridero [so-, Berceo; su-, N ebr.]; sufridera. S u ­
Sin cita de autores; falta en Oudin, Covarr.. 25 frido. Sufridor [sofredor, Alex., 1987, 2067], S u ­
Góngora, etc. E n su empleo general es hoy palabra friente. Sufrim iento [Nebr.], que tam bién se dijo
del estilo periodístico y político; algo más exten­ sufrencia [Berceo; Alex., 6; Gower, Confesión del
dida está en el grupo fraseológico sufragar los gas­ Am ante, 361], o el raro sofrismo ( Tractado de la
tos, aunque tam bién ahí pertenece sólo al lenguaje Doctrina, Rivád. L V II, copla 76).
escrito, con cierto resabio curialesco.- 30 1 Baralt y Barcia tratan de establecer una dis­
D e r i v . Sufragio [APal. 480b,. quizá sólo latini­ tinción sinonímica entre sufrir y padecer, so­
zación ocasional; O udin ; G óngora; L o p e; Para- bre bases harto frágiles y discutibles. E n parte
vicino]1, de süffragíum ’voto que se da a alguno’, se trata de meras preferencias fraseológicas (pa­
’derecho de sufragio’, ’aprobación’; sufragista; su­ decer un error, una distracción, etc.). En los pa­
fragismo. Sufragáneo [1499, Comendador Griego, 35 sajes que se citan del Lazarillo se trata sólo de
Aut.], del b. lat. süffraganéus [S. V III, D u C .]; variación estilística para huir de repeticiones:
gall. ant. sofregayo [MirSgo. 78.27; cf. soterraya «Oh, Señor, y cuántos de aquestos debéis vos te­
’-ánea’ ib. 67.3]; sofragano ’sufragáneo’ [Santilla- ner por el m undo derramados, que padecen por
na, Triunfete, 17]. Irrefragable [princ. S. X V II, la negra que llaman honra, lo que por Vos no
Paravicino, R F E X XIV , 314], de vrrefragaVílis id., 40 sufrirían'», «cuando topo con alguno de su há­
derivado de refragari ’votar contra alguno’, ’opo­ bito con aquel paso y pompa, le he lástima con
nérsele’, de la misma raíz que süffragari. pensar si padece lo que a aquél le vi sufrir».
1 T anto suffrago, m is ’corva, corvejón’, como
suffragium se consideran en latín derivados de Sufumigación, V. humo Sufusión, V. hundir
frangere ’rom per’, ’quebrantar’, en el sentido de 45 Sugerente, sugeridor, sugerir, sugestión, sugestio­
’doblar la pierna’ y ’doblar o rom per la tésera nable, sugestionador, sugestionar, sugestivo, suges-
para votar’. De suffragia, plural de suffragium to, V. gesto Sugo, V. jugo Suicida, suicidar­
ha de unir (por razones semánticas y formales) se, suicidio, sui géneris, V. sí
sufraja ’apoyo’, ’adminículo’, forma que aparece
en J. Ruiz 1207 (sofrajá en S.), rimando con 50 S U ID O S, adj. culto deriv. del lat. sus, suis, ’cer­
otras voces que term inan en -aja. s u f f r a g o ha do’. 1.a doc.: S. X X (Dicc. M anual Acad., etc.).
perdido en casi todas las lenguas romances (salvo Se ha supuesto que vengan de derivados latinos
un par de dialectos réticos y suditalianos, R E W de sus diversas palabras hispánicas como C H U ­
8433a), pero ha dejado descendencia en las len­ L L A , S O L L O , el cat. solí y arag. azolla ’corral
guas excéntricas de la Península: cat. sofraja 55 de puercos’ : todo esto es m uy poco probable, en
’corva’ (Llitera sofranya), gall. sufraxes ’corvejón’, parte imposible (V. los respectivos artículos), y a
’jarrete’ (Sarm. CaG. 65r, A40r) ’corva’, en la lo sumo se trataría en alguno de ellos de un deri­
forma sofraxes o la deglutinada ófráxes (Valí, y vado lejano e indirecto. En efecto, sus es palabra
ya J. Rodríguez) que por lo demás no parece que ya sería moribunda en latín vulgar desde fecha
ser de uso general: la oyó Sarm. en Lugo y «0 m uy antigua, y que no ha dejado descendencia en
SU ID O S -S U L T A N 334

ninguna lengua romance. Razón de más para des­ D e ahí zuiza «soldadesca o compañía formada a
echar sin ningún escrúpulo la teoría de J. da Sil- imitación de la milicia, como suele hacerse fes­
veira (R L X XIV , 222-224), según la cual el noble tivamente en los pueblos» A ut., con cita de Palo­
nombre de persona cast. ant. Suero, gall.-port. mino (1708), y luego figuradamente «contienda,
Sueiro, vengan de un fantástico *SU ¿\RIU S ’porque­ 3 riña, pendencia y alboroto entre varios, en que or­
rizo’, idea que de todos modos sería inverosímil dinariam ente intervienen armas y daño de los que
por otras razones, dada la naturaleza germánica o riñen», así en Quevedo, Juan de Pineda y Ant.
prerromana de la inmensa mayoría de los nombres de Zamora, suyga id. en Argote de M olina, zuiza
de persona de la nobleza medieval hispánica : en «la course des taureaux», «monstre de soldats»
general son raros, condicionados m uy especial­ 10 O udin (1616; ¿1607?), hoy ’zambra, enredo, ba­
mente, y de extracción plebeya, los raros paralelos rullo’ en la Sierra de Gata, bailar la suiza «bailar
que cita Silveira en rom ance; además, son en parte la comba», ’saltar a la cuerda’ en Cuba (Ca., 100).
etimologías falsas, como la de Aznar, que sin duda Hay luego variante zorizo ’soldado’ (Autos del
es vascoide y no la seudolatinización a s i n a r i u s ; S. XVI), zoriza ’barullo’, arag. zuriza ’chismoso,
se observa además que el patronímico Suarez (pro­ 15 cizañero’, enzurizar ’azuzar’, ’poner guerra entre
cedente de s u a r i s o s u a r i c i , con contracción anti­ personas’ (vulgar en Aragón, García-Arista, B R A E
quísima de dos ll consecutivas) apunta netam ente X X, 540), en los cuales ha de haber cruce con
a una etimología no latina — sea por contracción otra palabra, sin duda de creación expresiva: no
de un genitivo germánico * s w a r j i s o por una for­ creo sea el sinónimo encerrizar (que no explica­
mación en -K- de arranque prerromano. El artícu­ 20 ría la -r- sencilla), sí algo relacionado con azorar,
lo de Silveira es útil por su erudita documentación azuzar, zurita2; vid. Cej. V III, p. 601. Hay va­
del antropònimo portugués, sea con este carácter riante esguizaro (tomada del a. além. med. swízzer),
o con aplicación toponímica. Como etimologías que aparece como étnico (pistola esguízara, Lope,
posibles quedan las dos germánicas propuestas por El Cuerdo Loco¡ v. 467) y luego en el sentido de
Diez1 y M -L übke2, ninguna de las cuales es segura 25 ’picaresco’ (vida esguízara, en el Alfarache de
n i enteramente rechazable. Por lo demás, también M artí, p. 268); Acad. señala una forma interm e­
podría tratarse de ima reliquia sorotáptica ( * s u a - dia suízaro. E n cuanto a zuizón, que A ut. registra
R IO -) en relación con el lit. svarU ’pesado’, ’grave’, como sinónimo de C H U Z O o chuzón, fiando sola­
sveriù ’yo peso’, let. svars ’peso’, emparentado con m ente en la autoridad de Covarr., es forma bas­
la familia germ. de swérs, al. schwer, vocablo que 30 tante sospechosa, apareciendo sólo en este léxico
además del germánico parece tener algunos repre­ y como apoyo de una pretendida etim ología: «se
sentantes en otras lenguas de la familia indoeuro­ dixeron los chuzones, o zuizones, de los Zuizos»
pea (Pok. IE W 1151.8ss. ; Kluge, s. v.). (la Acad. supone un suizón, que no veo mejor
1 Gramm. des L . Rom . II, 284. El tipo germ. documentado).
s w a r - ’pesado, grave’ es común desde los oríge­ 35 1 Cf. Gillet, H ispR. X XV I, 293-4, con más do­
nes a todas las lenguas germánicas occidentales cumentaciones y variantes de interés.— 2 T am ­
y escandinavas; en gótico tiene, como es forzoso bién podríamos pensar (y más teniendo en cuenta
fonéticamente, la forma swérs ’honrado, objeto el uso en Aragón) que el vocablo entró desde
de honras’ : dada la a de Suárez, el gótico queda Francia por el País Vasco, y que se trata de la
pues eliminado, y habría que pensar en una re­ 40 epéntesis vasca de -r- intervocálica. Pero no sé
liquia sueva (a. al. ant. swári). Objeción muy que el vocablo exista en vasco, al menos Azkue
grave, dada la presencia de Suero en Castilla no registra nada semejante.
desde la Edad Media.— 2 Die altportugiesische
Personennamen, p. 48. Sería uno de los innum e­ Sujeción, sujetador, sujetapapeles, sujetar, suje­
rables compuestos en -hari, idea que no se debe 45 to, V. abyecto Sulco, V. surco Suljatado,
rechazar en principio, pero choca con el hecho sulfatador, sulfatar, suljatillo, sulfato, sulfhídrico,
de que no hay ningún elemento productivo cono­ sulfilo, sulfonal, sulfonete, sulfurar, sulfúreo, sul­
cido en la onomástica germánica que explique fúrico, sulfuro, sulfuroso, V. azufre
el prim er miembro su- en forma convincente.
50 S U L T Á N , del ár. sultán ’rey’. 1.a doc.: 1586,
SU IZ O o Z U IZ O o ZO ÍZO J ’soldado mercena­ G óngora; Covarr.
rio de infantería’, del nombre nacional de los h a­ «En lengua turquesca vale señor, dominator»
bitantes de Suiza, que solían servir a potencias dice este lexicógrafo, cuya declaración copia A ut.
extranjeras, desde antes de la época del Renaci­ E n efecto, Góngora lo refiere a Bayazeto y al
miento. 1.a doc.: soizo a. 1483, H ernando del Pul­ 55 soberano de los Albaneses. Luego la forma ac­
gar1; zoizo, princ. S. X VI, Lucas Fernández. tual se tomó más bien del turco, donde por lo
Como equivalente de ’mercenario de infantería’ demás procedía del árabe. El arabismo autócto­
se encuentra zoizo tam bién en autos del S. XVI no en España tomó, en épocas anteriores, la for­
y en L o p e; zuizo id. en Torres Villarroel; suizo ma soldán: así en el Poema de A lf. X I , 914, y en
idi. en Acad. ; vid. Cej. V III, pp. 462-3; Fcha. 60 N e b r.; comp. cat. ant. soldá. T am bién corrió en
la Edad M edia una forma fultán, que documento, Comp. port. sumaca [ya en D . Vieira, no en
en antiguos nombres de lugar, s. v. Z U T A N O . Moraes], fr. semaque [Jal], ingl. smack [1611], to­
D e r i v . Sultana [Aut.]. Sultanía; con referencia dos ellos tomados del neerlandés, donde el voca­
al Extremo O riente se emplea la forma sultanato, blo, en la forma smakke ya se encuentra en K i-
que falta en Acad. Sultánico. 5 lian (último tercio S. X V I); a su vez éste quizá
venga del b. alem. smakke, ya documentado en
SU LLA , ’H edysarum coronarium’, planta fo­ 1525 por lo menos, como nom bre de una clase de
rrajera, del lat. tardío s y l l a id., de origen des­ vela, de donde el compuesto smakkenboyer ’su­
conocido. 1.a doc.: sulla, suela (?), zuela (?), en maca’, de la misma fecha, formado con boier
un doc. de los SS. X III-X V I. 10 ’bote, embarcación’ (Schiller-Lübben, s. v. boier).
E n el cual se aplica a cierta planta forrajera y E n consecuencia supone Franck que lo prim itivo
al tributo que se cobraba por perm itir el apacen­ sea smakke ’vela’, el cual podría derivar de smák-
tamiento con esta planta (Klein, T h e M esta, p. ken ’golpear’. Skeat piensa en una alteración (por
428). O udin (1607): «sulla: sainct-foin, herbe»; cierto mal explicada) de snack ’culebra’ ( = ingl.
Terr.j id .: «lo mismo que médica m enor o miel­ 15 snake), comp. ags. snacc ’embarcación pequeña’
ga»; A ut.: «zulla: hierba sylvestre que se cría en [1066], isl. snekkja id.
la Región Occidental de la Andalucía, desde Cá­
diz a T arifa; su estatura común es de una quar- Sum ador, sumando, sumar, sumaria, sumarial,
ta... muchas veces hasta media vara... es pasto sumariar, sumario, sumarisimo, V. somo Su-
mui apetecido de todo género de animal, y espe­ 20 marrar, V. socarrar Sumergible, sumergimien­
cialmente del ganado m enor»; la forma sulla ha to, sumergir, sumersión, V. somorgujo S u m i­
sido admitida recientemente por la Acad. (ya: dad, V. somo Sum idero, V. sum ir Sum iller,
1925), aunque ya la empleó el aragonés Oliván sumilleria, V. jalma Suministrable, suministra­
(1849). L a misma planta se llama sulla en Italia ción, suministrador, suministrar, suministro, V.
(ya 1767), donde es propia igualmente del M edio­ 25 menester
día : rom ano y napol. sulla, calabr., sic. sutpfa,
campid. assudda; en el árabe de M alta y de A r­ S U M IR , del lat. s ü m é r e ’tom ar’, que a veces
gelia se dice silla según Wagner, Argelia silla y se aplicaba a los alimentos, y de aquí pudo pasar
súlla según Beaussier. Supuso M artínez M arina al sentido de- ’tragar’ y luego ’hundir bajo tierra
que sulla viene del ár. súllag ’cierta hierba de pro­ 30 o bájo el agua’; o quizá de su derivado a b s ü m é -
piedades laxantes pacida por los camellos’, voz r e , que ya significaba propiamente ’tragar, devo­
recogida por los lexicógrafos orientales ía u h a r í ra r’ y ’aniquilar’. 1.a doc.: Berceo.
(fin S. X) y Fairuzabadí (fin S. XIV), y que pa­ «Abés podié seer media hora cunplida, / qui­
rece derivada de una raíz sálag ’tragar’, ’mamar’, so lo Dios sofrir, fo la nave somida; / de la gente
registrada por los mismos léxicos (Freytag II, 35 que era entro remanecida / por medicina uno non
338), aunque poco frecuente (faltan el verbo y el escapó a vida / ... / vidieron palomiellas salir de
sustantivo en Dozy y en Beaussier); pero no co­ so la m ar / ... / que almas eran dessos los que
nocemos exactamente la identidad de esta planta, sumió la mar. / ... / quando de la gran nave qui-
y si su nombre se hubiese empleado en el árabe si fuera salir, / que parescié por ojo que se que-
vulgar de Occidente se habría acentuado sullág, 40 rié somir, / vedía que de m uerte non podía gua­
dando en romance un resultado diferente del que rir» M il., 596b, 601 d, 607a. Con valores seme­
tenem os; hay coincidencia casual, a no ser que la jantes es muy frecuente en todas las épocas: «la
voz arábiga sea adaptación de un derivado mo­ grúa que se para en un pie con miedo que se
zárabe o africano del lat. s y l l a . Éste está docu­ sumirá la tierra con ella», «tamaño miedo et ta­
mentado solamente en el comentario de Servio 45 maño espanto me has metido, que me semeja que
[fin S. IV] a las Geórgicas, como nombre de la me ha de sumir la tierra» Calila (Rivad. L I, 64,
medica, y con la variante ms. silla (también scyl- 77); somirse ’hundirse’ Fn. Gcmz., 254d; sumió
la o scilla, variantes que se deberán a confusión como sinónimo de sorvió y tragó en la Gral. Es­
con la scilla o cebolla marina, sin relación con tonia (ed. Solalinde I, 645); «descendieron al val
la sulla). M . L . W agner, ZR Ph. X X X IX , 729-31 50 de Sodoma, do se sumieron las cuatro cibdades»
(R E W 3 8494a; erróneamente en el R E W ' 8420). Gr. Conq. Ultr., 372al6; «non guardando la rana
A pesar de la ortografía helenizante no tenemos la postura que puso, / dió salto en el agua, so-
noticia de tal nom bre en griego. El origen últi­ miése fazia yuso, / el topo quanto pudo tirava
mo se ignora. contra suso» J. Ruiz 412b; somido ’hundido’ G o-
55 wer, Conf. del Am ante, 44; «pessundare... es su­
Sum a, V. somo m ir y zabullir», «submergere: papozar, sum ir.»
APal. (359b, 477b); «sumir de baxo: abruo, m er­
SUM ACA, del neerl. smak id., de origen in­ go» N eb r.; «y así, quedando el alma inú til... no
cierto, pero de todos modos germánico. 1.a doc.: puede... tener algún buen pensam iento; y así de­
Acad. 1884, no 1843. 6* jándose estar sumida en la profunda sima de su
miseria, no quiere alzar la mano a la de Dios» trata indudablemente de s u m e r e o de u n deri­
Coloquio de los Perros (Cl. C., 301). Como en vado suyo, pues por razones fonéticas es imposi­
éste y otros ejs. clásicos («echáronnos... a cada ble partir de s u b m e r g e r e , como quería Diez ( W b . ,
uno dos pares de grillos, y sumiéronnos en un 682) y todavía admitió Cuervo (nota 76 a la Gram.
calabozo» Buscón, Cl. C., 196), s£ observa en la 5 de Bello); volvieron por los fueros de la etimolo­
lengua m oderna la tendencia a restringir cada vez gía correcta N obiling (A S N S L C X X V II, 373) y
más el vocablo a acs. figuradas, pero los ejs. arri­ M -L. (R E W 8448). E n lo que cabe dudar es en
ba citados m uestran que en la E dad M edia no el punto de partida semántico. E n otros rom an­
tenía la m enor tendencia hacia este matiz, y era ces se emplea sum ir sólo como verbo culto en el
simplemente vocablo de sentido material, con el 10 sentido de ’tom ar la eucaristía, consum ir la hos­
valor de ’hundir bajo tierra o bajo el agua’. A tia consagrada’ : así el cat. sumir (ya en Jaume
consecuencia de la especialización semántica, hoy Roig, vv. 3799, 12983; a veces con empleo ab­
el vocablo en la m ayor parte de España es de soluto, sin com plem ento: B D L C X II, 280); con
uso meramente literario; sin embargo, en algunas el mismo valor se ha empleado en cast. y así re­
partes ha conservado su primitivo valor material 15 petidamente aparece ya en B erceo: «e ganaron
y el uso como palabra popular: así en Asturias la missa, toda hasta’l somir», «todos avién el cuer­
«sumise: enterrarse, abismarse, desaparecer» (R ; po de Christo rescebir, / esto de cada día lo avién
con este últim o valor empleado en el artículo fur- a sumir», «desque la paz es presa e el cuerpo
tar), y en Málaga «sumir, desaparecer, hundirse: sumido, / torna contra su pueblo el preste reves­
está el sol al sum ir» (R H X L IX , 600); tam bién 20 tido» Sacrif., 51, 285d, 292a. Puede imaginarse
en partes de América, p. ej. en la A rg .: «que la que partiendo de este uso culto y eclesiástico se
galera [’som brero de copa’] que tiene / es tan generalizara el vocablo en el sentido de ’tragar’ y
grande como vieja: / se le sum e hasta la oreja» luego ’tragar el m ar, la tierra’ ; que evoluciones
copla popular en Mendoza (Draghi, Canc. Cuya- semejantes de voces cultas son posibles nos lo
no, p. 157); a m enudo especializado en el sen­ 25 prueba el colomb. consumir ’sum ergir’ (E. Rivera,
tido de ’hundirse las carnes de u n ser viviente, glos. de L a Vorágine); sin embargo, esta idea me
las paredes de una vasija’ : «los huesos querían parece poco verosím il: tal ampliación semántica
como sobrarle el cuerpo y estaba más sumida que de u n verbo litúrgico habría sonado a sacrilegio
muía de noria» Guiraldes, D . S. Som bra (ed. Es­ (como sonaría hoy en catalán) y no habría logrado
pasa, p. 158), comp. ya ijadas somidas en J. Ruiz 30 generalizarse; además el tono del vocablo es emi­
243a; domin. «zum io: abollado» (Brito). nentem ente popular desde los orígenes. Hemos de
Acs. muy análogas en port. sum ir «sumergir, creer que se trata de una singularidad verbal he­
m eter a pique», «esconder, nao dar a perceber (lá­ redada popularm ente del latín por el romance ibé­
grimas, sospiros, etc.)», «desaparecer da vista», ya rico.
documentado desde los orígenes del idioma, en 35 Ya en latín clásico es corriente sumere ci-
particular en esta últim a a c .: «s’abríu a te rr’e o bum , sumere venenum , sumere partem Falemi,
moesteiro se somíu», «a nave se sume», Ctgs. 226. etc. (Nepote, Plinio, H oracio): verdad es que su
23, 36.30, «e quando o escudeiro que. stava ante mere es el verbo que reúne todas las acs. de ’to­
Gallaaz... vio que aquel que lhe todo contara que m ar’ y por lo tanto ahí no se trata más que de
era sumido, deceo de seu rocim ...» Santo Graal, 40 ún empleo ocasional, lo mismo que tomar comi­
p. 39.35; en la cual sigue siendo muy popular en da en castellano; es muy posible, sin embargo,
el N orte del país, como en A sturias: «súme-te, que el latín hispánico restringiera pronto el em­
sóm e-te: diz-se contra o Diabo, ou contra um pleo del vocablo a este uso y así le confiriera el
importunó» en Oporto, «sum a-se: retire-se» en valor de ’comer’, ’tragar, deglutir’, de donde luego
otras localidades del M inho (Leite, Opúsc. II, 152, 45 el uso figurado en que aparece desde los más an­
512). Lo mismo en portugués que en castellano se tiguos textos rom ances; en apoyo de este punto
encuentra antiguamente la forma somir (hoy el de vista podría citarse el oc. ant. somsir «englou-
port. conjuga normalmente sumo, somes, some en tir, subm erger;. détruire, tuer» (no enteramente
el presente, pero sume se halla tam bién en el ajeno al fr. ant.) que parece ser un * s u m p s i r e
S. XVI), mas esta forma es secundaria y debida 50 derivado de un participio * s u m p s u s por s u m p t u s ,
a la analogía de verbos como 'sofrir, bollir, ordir, que bien debió existir, puesto que Catón dijo
que tenían o etimológica y la cambiaban en u, por sumpsio por sumptio; sin embargo, hay que ad­
razones fonéticas, en ciertas formas (sufro, sufrió, vertir que este apoyo es dudoso, pues junto a
etc.). En gallego, más bien ensum ir: «ensumin o somsir es aún más frecuente solsir, y ésta es la
meu ollar», «ensumido en mi mesmo», «ensumía-se 55 única forma que se encuentra en cat. y casi la
arreo dentro de sí mesmo» (Castelao 203.26, 194. única que aparece en fr. an t.: el origen de esta
22, 161.1). familia galorromance es más probable que sea
Se trata de una voz típica y exclusiva del cast. otro, quizá s u b s i d é r e (comp. A. Thom as, Rom.
y el port. dentro de los rom ances; en lo esen­ X X X V II, 135-8).
cial no cabe dudar acerca de su etimología: se 60 Sea lo que quiera de este punto, en cuanto al
iberorromance sum ir lo único en que cabe dudar derón, A ut."; ’copia’, Aut.], tomado del lat. trans-
e s acerca de si es s ü m é r e o s u derivado a b s ü - sum ptus, -üs, ’metalepsis, figura retórica’, en la
m é r e , que es ya muy frecuente en el idioma clá­ Edad M edia ’copia’, derivado de transsumere
sico con el valor de ’devorar, tragar’ : Glauci Pot- ’trasportar’; trasuntar «copiar», «compendiar o
niades malis ,m em bra absumpsere quadrigae Vir­ 5 epilogar» [Aut.], anticuado en España y otras par­
gilio, absumet Caecuba Horacio, absumptis fru- tes, pero m uy vivo en el lenguaje literario argen­
gum alimentis Livio, y que no lo es menos con tino en la ac. ’expresar, revelar, trasparentar” ;
el valor derivado de ’destruir, aniquilar’ y luego trasuntivamente.
’hacer perecer, m atar’. Esto está m uy cerca de los 1 Construcción anticuada : «consumo el tiempo
usos de sum ir en cast. ant., y ninguna dificultad 10 a palabras vanas» Tirso, Vergonzoso en Palacio
habría en que a b s ü m é r e , pronunciado a s s u m e r e II, 106.— 2 O tro del mismo, V. s. v. S U S T O .—
en romance, se redujera a sumir, sea por vía mera­ 3 Frases como «el descontento pasajero, la re­
m ente fonética (separación errónea de la A -) o por nunciación prem atura que trasuntan sus cartas
haberse extraído de ahí u n nuevo primitivo, a la amargas» (Rafael A. Arrieta, L a Prensa de B. A .,
manera como se sacó cobrar de recobrar, turar 15 ll-V III-1 9 4 0 ) se leen a cada paso en aquel país.
de aturar, atacar de estacar, etc.
D e r i v . Sum idero [«eluvies es sum idero» APal. Sum isión, sumiso, V. m eter Sum ista, sum ­
131b; 293b; 345d, 387b]; comp. ast. sumidoriu m um , sumo, sumoscapo, súmulas, sumulista, su-
(M. P., Dial. León., § 4.3), minhoto sumidouros mulístico, V. somo Sunción, V. sum ir Sun­
«barrocas subterráneas para desagoar a térra» (Lei- 20 cho (hierba), V. zuncho Suntuario, suntuosi­
te de V., Opúsc. II, 170); chil. resumidero ’sima’ dad, suntuoso, V. sum ir Supedáneo, supedita­
(G. M aturana, D. P. Garuya, p. 143). ción, supeditar, V. pie Superable, V. sobre
Cultismos. Sunción, de sumptio, -onis, id. S u n ­ Superabundancia, superabundante, superabundar,
tuoso [Corbacho (C. C. Smith, BHisp. L X I); S. V. onda Superación, V. sobre Superádito,
XVI, sum pt-, Aut.], de sum ptuosus id., derivado 25 V. adición Superante, superar, superávit, V.
de sum ptus, -üs, ’gasto’ (lo que hay que tomar sobre Superciliar, V. ceja Superchería, su­
para lograr algo); suntuosidad; suntuario. perchero, V. sobre Supererogación, supereroga­
A sum ir [1528, DHist.], de assumere id.; asunción torio, V. rogar Superferolítico, V. firulete
[princ. S. XV, Canc. de Baena, D H ist., asumpc-], Superfetación, V. fecundo Superficial, superfi­
de assumptio, -onis, id .; asuncipnista; asunto 30 cialidad, superficiario, superficie, V. haz Super­
[adj.j 1.a mitad S. XV, D H ist., -m pto; m., Q ui­ fluencia, superfluidad, superfluo, V. fluir Su­
jote]; de assumptus, -a, -um , participio de assu­ perhombre, V. hombre Superior, superiora, su­
mere, ’lo asumido’ ; reasumir. Consumir [Partidas; periorato, superioridad,V. sobre Superlación,
Cuervo, Dicc. II, 440-4]1, de consumere id .; con­ superlativo, V. preferir Superno, V. sobre Su­
sumidor; consunción (en el S. X X se ha forma­ 35 perponer, superposición,V. poner Superstición,
do el duplicado consumición); consunto; consun­ supersticioso, supèrstite, V. estar Supervacáneo,
tivo; consumo [1505, PAlc.], consumero. V. vagar Supervivencia, superviviente, V. vivo
Insum e ’costoso’, derivado de insúm ete ’gas­
tar’, según el modelo de inm une, insigne, etc. S U P IN O , tomado del lat. súpinus ’tendido so­
Presumir [Corbacho, C. C. Sm ith; «p. : arrogo» 40 bre el dorso’, ’perezoso’. 1.a doc.: APal. sólo como
Nebr.], de praesumere ’tomar de antemano’, ’ima­ térm ino gramatical (56c, 482d, 483b); ignorancia
ginar de antemano, presum ir’, ’mostrarse orgulloso, supina, princ. S. X V II, Fz. de Navarrete.
atreverse’; presunción [Corbacho, C. C. Sm ith; M ed. S. X VI, Ign. de Loyola, y quizá en forma
N ebr.; vid. Cuervo, Obr. Inéd., p. 134 y nota]; popular en T . N aharro, Gillet, H ispR. X X V I, 294.
presunto; presuntivo; presuntuoso [-mpt-, J. de 45 No está en Covarr., O udin ni Góngora. Sigue
Mena, N B A E X IX , 122b; Corbacho, C. C. Sm ith; teniendo uso limitado, puram ente literario. Con ca­
«arrogans», Nebr.]. Resum ir [h 1570, A. de M ora­ rácter popular se conservó en cat. y en port. ant. :
les, A u t.; O udin; Quijote II, lix, 226; no Covarr.], caer sobinho repetidamente en el Graal portugués
de resumere id .; *resume, cambiado en resumen (R L X I, 53), cat. en sobines ’boca arriba’, muy
[Aut.], por ultracorrección de las formas leonesas 50 vivo hoy en Valencia y ya empleado por Lulio
y gallegoportuguesas como volum e por volum en, (Plant de Nostra Dona), tam bién de sobines. De
{a)gume por acumen, etc. (igual en el vulgarismo ahí el m ure, asobinado o ensobinado ’tendido so­
perfumen, y portuguesismos adaptados como car­ bre el dorso’, ensobinarse ’tenderse boca arriba’,
dum en, chirumen, etc., vid. A IL C II, 137n.2; G. Soriano; V. además D H ist. Veo. ronc. erresu-
R F H V I, 58); resunción. Trasunto [1618, G ón- 55 pinatu «caerse en mala postura, tomber à la ren-
gora, ed. Foulché II, 296, aplicado al olmo abra­ verse».
zado por la v id ; de ahí la aplicación a la mujer D e r i v . Supinación.
en Lope, El Cuerdo Loco, v. 2458, y otro ej. lo-
piano en la ed. de esta obra T. A. E., p. 225; Supitaño, súpito, V. súbito Suplantable, su­
la ac. ’representación o símbolo de algo’, en Cal­ 60 plantación, suplantador, suplantar, V. planta

V. — 22
Supleción, suplefaltas, suplemental, suplementario, riría comprobación en el m s.; el propio Oelschl.
suplementero, suplemento, suplente, supletorio, V. cita ejs. de sulco en otros de 1188, 1202 y de la
cum plir Súplica, suplicación, suplicacionero, primera mitad del S. XI I I ; además sulco en doc.
suplicante, suplicar, suplicatoria, suplicatorio, su­ toledano de 1206 (M . P., D. L ., 266.69); otros
plicio, V. plegar Suplido, suplidor, suplir, V. i ejs. de las variantes sulco, suco y ju- reúne L a-
cum plir Suponedor, suponer, suposición, supo­ pesa en R F E X V II, 169-73. En todos aquéllos y
siticio, supositivo, supósito, supositorio, V. poner en muchos de éstos tiene el vocablo el sentido
Supra, V. sobre Suprarrenal, V. riñón Su- de ’territorio comprendido dentro de los lindes de
praspina, V. espina Suprema, supremacía, su- una propiedad’ (en sulco de fulano), ac. secunda­
premidad, supremo, V. sobre Supresión, supre- 10 ria, aunque m uy antigua, comprensible porque se
so, supresor, suprimir, V. exprimir Suprior, su- empleaba un surco precisamente para marcar los
priora, superiorato, V. primo Supuesto, V. poner límites. Suco se dice hoy en gal'ego (particular­
Supuración, supurante, supurar, supurativo, supu- m ente en Pontevedra, observa Sarm. CaG. 133r,
ratorio, V. pus Suputación, suputar, V. dispu­ pero también «sulcos do arado», allí como en por­
tar Suquero, V. surco Sur, V. este I 15 tugués : Castelao 39.23), en M iranda de Duero,
M aragatería, Astorga, y Occidente y Sur de As­
SU RA ’pantorrilla’, tomado del lat. süra id. 1.a turias, y antiguamente en el centro de esta re­
doc.: 1713, Porras (A u t.). gión y, a juzgar por el derivado suquero, en la
Sólo tecnicismo de anatómicos, y hoy poco usa­ M ontaña; además suco en la Ribera Salmantina
do aun con este carácter. 20 del Duero, julcu en la Sierra de Gata, surco, -u,
D e r i v . Sural [1832, Acad.]. en el resto de la zona cacereña y salmantina estu­
diada por Espinosa (Are. Dial., 162); jurco en
SURA, del ingl. surah, o quizá de la correspon­ Burgos, Ávila y Soria según G . de Diego (RFE
diente palabra francesa, que como aquélla designa III, 307); sulco en el alto Aragón, Ansó y Echo
un tejido de seda procedente de la India ; es in­ 25 (BhZRPh. LXX XV , § 137); más documentación
cierto si este vocablo procede del nombre de S u- de esta forma en Cej. V III, § 110; es también
rat, puerto manufacturero indostánico. 1.a doc.: la que adopta N ebr. y la que emplean G . A, de
Pardo Bazán (obras 1877-1905), en Pagés; Acad. H errera (1513) y Fr. L . de León (Cuervo, A p .1,
1925, no 1884. p. 493). Para otra posible variante choreo, vid. s. v.
El ingl. surah (pron. syú ‘ rv) está bien documen­ 30 C H A R C O (II, 31641-54).
tado en textos desde 1881 ; el £r. surah sólo me es Que la 0 de s u l c u s diera u en cast. no
conocido por el artículo del N ouv. Larousse Illus­ ofrece dificultad alguna, pues así ocurre normal­
tré: «étoffe de soie croisée douce et légère de l’In ­ mente no sólo en la combinación ü l t (uch, uit),
de». Este dice, y la Acad. dan por seguro que y en ü l s (p u l s a r e > puxar), sino tam bién en
viene del nombre de la ciudad de Surat en la In ­ 35 d u l c í s > dulce. Se trata, pues, de u n influjo es­
dia inglesa (pronunciado syurcét en inglés), famosa pecial de la l implosiva. H ubo tendencia vulgar a
en los SS. X V II y X V III por sus manufacturas absorber la l en la u precedente, de donde la for­
de paños, después desbancada por Bombay ; el ma suco, como se encuentra duz- por dulce y uz
N E D sugiere lo mismo, pero como dudoso (no por u l í c e m ; pero ciertos ambientes ofrecieron re­
está en Hobson-Jobson, L ittré, DGén.}; realmente 40 sistencia a esta absorción, y entonces para salvar
lo es, pues los productos de Surat eran de algo­ la existencia de la consonante se recurrió a. una
dón y se consideraban de mala calidad en el m er­ diferenciación: de ahí l a forma surco, ig u a l q u e
cado de Liverpool (Hobson), mientras que el surá urce.
es un tejido fino de seda. Sin embargo, es con­ D e r iv . Surcaño ’linde’ rioj. (derivado de sur­
cebible que el vocablo naciera en Francia (como 45 co en el mismo sentido, explicado arriba, y vid.
sugeriría la acentuación surá y la pérdida de la Lapesa, p. 170). Sulquero ant. ’propietario lindan­
-t) y que allí se aplicara este nombre de un puer­ te’ [1202, M . P., D . L ., 41.18, 15, 20; otros pos­
to m uy conocido, en calidad de etiqueta prestigio­ teriores en Oelschl.], ast. 'suquero,’ sañtand. sur-
sa por lo extranjera, a un artículo fino fabrica­ quero (G. Lomas), Soria jurquero ’colindante’ (cita
do en la India, aunque quizá no precisamente en 50 de G dD D 6474). Surcar [«sulcar, hazer sulco:
Surat. La objeción que puede hacerse a esta teo­ sulco» N ebr.; igual forma en Pz. de H ita, ed.
ría es que el vocablo está mejor documentado Blanchard II, 6, en Calderón, Mágico Prodigioso
en Inglaterra que en Francia. II, xiii, ed. Losada, p. 236; etc.]; más raros asur­
car y asulcar (N ebr.; D H ist); surcador; asurcano.
Sural, V. sura Surbo, V. serba Surcir, V. 55
zurcir SÚ R C U LO , tomado del lat. surdílus id. 1.a
doc.: Acad. ya 1817.
SU RCO , del lat. s ü l c u s id. 1.a doc.: 1124. Tecnicismo raro.
En este doc. del N orte de Castilla aparece ya D e r iv . Surculado. Surculoso.
la forma moderna, lo cual, por lo demás, reque­ 60
Surdir, V. jurdía y surgir Surei, V. jurel Su­ miglia in mare levatisi la mattina alie 16 hore»,
reño, surero, sureste, V. este I «trovai un bonissimo porto, dove ben sicuramente
potevano surgere tutte le navi», «surgemmo in
SU R G IR , en la ac. ’estar fondeada’ o ’dar fon­ quattro braccia, con assai paura di nostra perdi-
do’, hablando de una nave, se tonjó del cat. sor- 5 tione», textos de A. Vespuccio, G . da Empoli y
gir id., que probablemente viene del lat. s ü r g é r e de u n doc. de 1598, citados por Jal (y otros que
’levantarse’, en el sentido de ’estar quieta y como podrán verse en Zaccaria).
erguida en el puerto’; en la ac. ’manifestarse, bro­ Como en lengua francesa tampoco hay docu­
tar, aparecer’ se tom ó recientemente del lat. sür­ mentación anterior a mediados del siglo XVI
gére. 1.a doc.: princ. S. XV, F . Im perial (Cane. 10 (Rabelais, Ronsard, Scarron, etc.) y cae en desuso
de Baena, p. 248). antes de fines del X V II, es indudable que el
En el diario del prim er viaje de Colón ya se vocablo es más antiguo y está mejor arraigado
lee : «llevólo en la nao hasta tierra a una pobla­ que en parte alguna en catalán, donde ya abunda
ción que estaba de allí a 16 millas, junto a la en el Consolat de M ar (SS. X III-X IV ), y apare­
mar, donde surgió el Almirante, y halló buen sur- 15 ce en muchos textos de los SS. X IV y XV. T am ­
gidero en la playa» (Col. de Fz. de Navarrete I, bién ahí son frecuentes los casos donde vale ’dar
91). En cast., donde el vocablo es muy frecuente fondo’, indicando toma de posición; V. varios en
en los SS. X V I-X V II, surgir aparece sobre todo Ag., y aun llega a significar ’sum ergir (el ancla,
con el valor de ’dar fondo, echar las anclas’ : otro objeto o aun una persona)’ en el Consolat:
«hazer escala es surgir y salir a tierra» García de 20 «si lo senyor... o lo notxer m anaran surgir anco­
Palacio (1587), tsurgir es tom ar puerto y lo mes- res en qualche loch que ells serán», «si ñau o
mo es dar fondo», f° 142v°, 154r°; «los navios... leny lexará ancores en sparagol, o en altre Uoc on
surgieron cerca de unos arracifes» Fz. de Oviedo, les hauran surtes», «mariner no s deu despullar...
«la m ar adonde había mis naves ligeras ya surgido» e si ho fa, per quascuna vegada deu ésser surt
Gonzalo Pérez (1550); en el ej. de Lope que cita 25 [’zambullido’] en m ar ab la veta del morgonal per
Aut. puede valer eso mismo o quizá más bien tres vegades» (ed. Pardessus, p. 243, cap. 202; p.
’estar fondeada en el puerto’ : «tal quisiera la en­ 111, cap. 64; p. 148, cap. 125; p. 252, cap. 206).
vidia heresiarca / ver fluctuar, y no surgir la L o más común tam bién es que en cat. la ac. ’es­
barca»; en todo caso esta ac. hubo de existir en ta r fondeado’ se exprese con la perífrasis ésser
cast., pues está bien representada en otros rom án- 30 surt: «Aimirall pot fer justicia... per illa que sia
ces herm anos; en el nuestro suele expresarse más poca on sia la ñau surta, en qué no haja senyoría»
comúnmente mediante la perífrasis con estar y (Consolat, cap. 328). Pero otras veces el infini­
surto, participio de surgir: «aquel navio que esta­ tivo sorgir tiene valor ambiguo entre ’estar fon­
ba surto» Fz. de Oviedo, «los navios griegos es­ deado’ y ’fondear’ : «si lo senyor de la ñau vol
taban surtos a la lengua del agua» Ju an de Pi- 35 surgir en costera o en port o en altre loch» (Con­
neda, «surtos están como los navios» Ant. de Za­ solat, p. 111, cap. 64), «anaren al castell de Sanct
mora (V. estos ejs. en Cej. V, p. 399), «nave Pere e aquí surgiren per sperar vent que fos un
surta en el puerto del amor» Rojas Zorrilla, Caín poch fortuna!» Tirant lo Blanc I, 311; o bien la
de Cataluña, Rivad. L IV , -286c; de ahí pudo surto ac. de estado en u n lugar es clara: «en lo loch
pasar a la ac. secundaria ’tranquilo’ (sola y surta 40 ón lo navili ha costuma de sorgir, collaren totes
está la calle, etc., 5 ejs. en Lope y Rojas Z., cita lés naus per fer vela» Crónica de Pedro el Cere­
de A. Castro, R F E II I, 182). monioso, 344.
En portugués el vocablo es frecuente ya en los Esta, acepción, que tam bién se encuentra cla­
Comentarios de A lbuquerque, de los albores del ram ente en francés — «fist aussi porter vivres en
S. X VI, no sólo en el sentido de ’dar fondo’, que 45 abondance á nos navires qui surgeoient au port»
puede ser transitivo con áncora o amarra por com­ en Rabelais— me parece ser la etimológica, pues
plemento («cada hum a dellas [naos] surgió duas es casi forzoso partir del lat. s ü r g é r e ’levan­
áncoras», «ventou o levante tao rijo, que foi ne­ tarse, erguirse’ : . se diría n a vis s u r g i t i n p o r t u
cessàrio a algumas naos surgirem tres o quatro ’la nave está erguida en el puerto’, y de ahí ’está
amarras»), sino tam bién en el de ’estar fondeado’ : 50 quieta’, lo mismo que se pasó de s t a r e ’estar de
«e dando neste fundo por noife, sur giram» (citas pie’ a ’estar en un lugar’. Luego se pasaría del
de Jal, p. 1409b). E n italiano el vocablo no apa­ sentido durativo ’estar fondeado’ al aspecto deter­
rece hasta las narraciones de navegaciones luso- m inado y puntual ’dar fondo, echar las anclas’,
castellanas, y así debe de ser hispanismo en ita­ de donde luego ’fondear el ancla’ y finalmente
liano y en francés (como ya reconoció Vidos, Z. 55 ’’sum ergir un cuerpo cualquiera’. Suponer que de
/. jrz. Spr. u. L it. L V II, 10-12), aunque es pro­ s u r g e r e ’levantarse’ se pasara a ’echar al fondo’
bable que en estos idiomas proceda directamente por una especie de inversión total y brusca del sig­
del cat. más bien que por conducto del castellano; nificado, como algunos han imaginado, m e parece
tam bién el it. vacila entre el sentido de estado casi inconcebible; tampoco es verosímil que se
y el de toma, de posición: «surgendo la notte, 25 60 pasara de un * s u r g e r e a n c o r a m ’levar el ancla’ a
S U R G IR -S U R IP A N T A 340

’f o n d e a r l a ’, a d e m á s de que su rgere e s in tra n s iti­ existe u n texto aislado de princ. S. V, donde el


vo y no tra n s itiv o , y surgati ’l e v a r e l a n c l a ’ s ó lo verbo que tiene este valor es subrigere, que sin
se c ita e n a lg ú n d ia le c to d á lm a ta d e l s e rv io c ro a to , duda es otra palabra. En cuanto a los testimonios
lo q u e tie n e to d o e l a s p e c to d e s e r a lte ra c ió n r e ­ occitanos, contienen sortir, que es tam bién pala­
c i e n t e , q u i z á s ó l o p r o p i a d e e s t e p r é s t a m o l a t i n o 5 bra diferente (vid. S U R T IR ); los de surgir sig­
e n u n a le n g u a e s la v a . nifican ya ’sumergir’ y por lo tanto se trata de
Y todavía está más claro que no es posible par­ aplicaciones especiales de la ac. náutica.
tir del latino s u b m e r g e r e , por m ucho que con­ E n cuanto a las acs. modernas y no náuticas de
venga su significado, pues ciertamente no podía surgir, éstas las tomó el cast. del latín directamen­
convertirse esto en surgir, con pérdida total de la 10 te ; pero se trata de usos m uy tardíos; A ut. dice
sílaba m e ante el fuerte grupo RG (aun casos ex­ solamente «vale tam bién lo mismo que surtir, ha­
cepcionales como m i n i s t e r i u m > cat. ant. mester blando del agua que sale hacia arriba con vio­
o M O N ISTERIU M > fr. ant. mostier, son diferen­ lencia; pero en este sentido tiene poco uso», lue­
tes); además de que entonces resultaría totalm en­ go era entonces uso reciente.
te inexplicable el participio cat. surt, ~ta, cast. sur­ 15 D e r i v . Surgente o surgiente [h. 1600, Aut.].
to, -a, que está claro de por sí partiendo de s u r ­ Surgidero [1492, cita de Colón trascrita arriba],
g e r e (part. vulgar * s u r c t u s ) . Esencialmente coin­ Surgidor.
cido, pues, con M -L . (R E W 8475) y con Jal. En Insurgente; insurgir [Acad. S. X IX ], tomados de
cuanto a la historia dentro del romance, en fr. insürgére id .; insurrecto [id.], de insurrectus, part.
y en it. ha de ser voz prestada, a causa de la fe­ 20 pasivo del mismo verbo; insurrección, insurrec­
cha tardía y la escasa vitalidad; en cast., como cional, insurreccionar. Resurgir [S. X IV , Tractado
ya vió M -L ., no puede ser voz autóctona, pues de la Doctrina, Rivad. L V II, copla 13], tomado
R G e da rz, y así es de creer que en todas partes de resurgere id .; resurgimiento; resurrección [Ber-
se tom ó del idioma del Consolat de Mar. ceo], de resurrectio, -onis, id.
Otros usos más raros pueden resultar de evo­ 25 1 Aunque después se haya extendido tanto xur­
luciones de s u r g e r e con carácter independiente. dir (tan empleado y con tanta amplitud semán­
E n francés del S. X V I surgir o surgir d u port tica en el gallego actual), Sarm. sólo anotó en
pueden tam bién significar ’hacerse a la m ar’ (así 1745 «surdir ’bogar, flotar’, se dice de los que
tam bién en el ej. de 1553, que Vidos no parece caen en el agua si surden o no, pues si no surde
com prender bien), e igual valor tiene el cast. sur­ 30 señal que se ahogó» 108u; con ac. parecida, ya
gir en el pasaje de Fr. L . de G ranada citado por en doc. pontevedrés de 1577 («ansí no surda e
Jal. Port. surdir ’avanzar la nave’ en Lopes de sea vista como es menester» ib. p. 181) y con
Castanheda, etc. (cita de Zaccaria), que se ex­ la misma ac. surdir pertenece ya al port. clásico
tiende por toda la Costa Cantábrica del Oeste (D. de Goes). M ás tarde en Galicia tiende a
y del Centro hasta Castro Urdíales (G. Lomas), 35 predom inar la forma en x -, y a ampliar su campo
gall. xurdir', cast. surdir (más raro) id. y ’volver semántico. Valí, distingue entre surdir ’surgir
a levantarse la nave que se había acostado’ (ej. o salir el agua de un caño con violencia’ y xurdir
en García de Palacio, V. el índice de Guillén), ’adelantar en una labor, no detenerse’, ’darse
ast. desurdir ’crecer’ (V): parecen ser préstamos 'm ucha prisa’ (xurde, que chove e está o pan na
del fr. ant. sourdre (Jal, etc.), que a su vez viene 40 eirá); pero otros, como Lugrís no distinguen
también de s u r g e r e , como indicó Nobiling (A S N S L semánticamente s- de x- («surgir») y Castelao
CXXVI, 177); desde luego no viene del lat. emplea también los dos en este mismo sentido:
e x o r d i r i ’empezar’, como quisiera G dD D 2562a. «sangue fresco, que... xurdia das feridas», «de-
T odas estas acs. son fáciles de explicar directa­ camiño surdiron aldraxes a bao» (189.3, 238.15).
m ente partiendo del sentido latino, y todas ellas 45 D e todos modos la distinción indicada por Valí,
parecen tener el fr. como centro de procedencia2. tiene hoy amplia aplicación en la lengua litera­
Será mejor dejar esto bien separado del sorgir ria. Concedamos que a la forma xurdir ayudara
catalán, y de sus sucedáneos en los demás rom an­ el influjo de urdir (o aun de un deriv. e x - o r d i r i
ces, que emprendieron una evolución semántica ’urdir’) si es que en verdad en el Caurel (sierras
completam ente distinta. 50 al E. de Lugo), como dice el apéndice a Ela­
Escrito m i artículo sale el sabio estudio m ono­ dio Rodríguez (quien tal vez lo sabe por el
gráfico de los K ahane sobre la cuestión en RPhCal. actual poeta de allí, Eugenio Novoneira), se em ­
IV , 195-215, cuyos datos y conclusiones coinci­ plea xurdir para «urdir», «preparar un plan».—
den en gran parte con los míos. N o creo, sin 2 De, ahí quizá también Chiloé surgir ’subir’
embargo, en el paso de ’surgir’ a ’fondear’ pasan­ 55 intr. y tr. (surge los libros que están en el sue­
do por ’tirar, arrojar’, ac. que no se explica par­ lo), vid. el Dicc. M anual Isleño de Cavada,
tiendo de la idea de ’surgir’ (no sirve de nada p. 111.
im aginar otro interm edio *’apartar’ que a su vez
no se explicaría a base de ’surgir’) ; de que s u r ­ SU R IPA N T A , ’m ujer corista en un teatro’,
g e r e significara ’arrojar’ n o hay pruebas, pues sólo 60 ’m ujer despreciable’, ’tunanta, hipocritilla’, se em­
pleó primeramente en la letra de' u n coro teatral pieza que el compositor destinaba al coro bien
madrileño, y pasa por ser vocablo inventado ca­ pudo aquél iniciar el «monstruo» con un vocablo
prichosamente en esta ocasión; sin embargo, es que en su lenguaje familiar designara ya las «su­
verosímil que algo de esto existiese ya en dialec­ ripantas» a quienes la destinaba.
tos locales. ./.** doc.: 1866. 5 M e sugiere esta idea el portugués sarapintar
Ruiz M orcuende, R F E V I (1919), 310-2, do­ «fazer pintas variadas; pintar de várias cores;
cumenta detalladamente esta historia en una pu­ mosquear», sarapinta «acto ou efeito de sarapin­
blicación del mismo a ñ o ; ’ las coristas figuraban tar», y especialmente el portugués popular y
ninfas que cantaban para distraer a Telémaco, y dialectal sarapantáo «sarapintado», sarapañiona-
por lo tanto cantaban «en griego»: la letra en 10 m ente «de modo sarapantáo» (empleado por Cas-
realidad es una retahila de palabras sin sentido, telo Branco), separantutn «coisa sarapintada»3; la
aprovechando sencillamente el «monstruo»1 del denominación ’abigarrada, multicolor’ para una
compositor, y empieza con el verso Suripanta-la- «suripanta» nada tendría de extraño, recuérdense
suripanta. Cayó en gracia la chuscada, las «en­ los numerosos empleos semejantes del alem. bunt
cantadoras» coristas ya eran conocidas a fines de i 5 ’abigarrado, policromo’, sobre todo bunte Bühne
la tem porada por «las suripantas», según cons­ ’cabaret’ (’escena pintada, llamativa’), das w ird m ir
ta en el Almanaque en cuestión, y este nom ­ zu bunt! ’eso pasa de castaño oscuro’, buntes
bre no sólo permaneció desde entonces en el K leid ’vestido pajarero, de mal gusto’, bunt durch-
léxico teatral, sino que se extendió, en la vi­ einander ’disparatadamente, a troche y moche’,
da madrileña, a las demás acs. arriba indica­ 20 etc. ; fr. bigarrure «réunion de personnes mal as- ■
das, y mereció el honor de la aceptación aca­ sorties» [1694], domin. abigarriao ’lloroso, desali­
démica en 1925: se im ponía el hacerlo, pues ñado’, Isère baticola «femme qui parle inconsidé­
lo habían empleado aun escritores tan refina­ rém ent» ( = prov. baricoulà «barioler»). Bien pu­
dos como Juan Valera (Genio y Figura, princ. do existir algo análogo a las citadas palabras por­
del cap. 4). 25 tuguesas en hablas de León y Galicia. Entonces
T odo esto parece muy seguro, y así en este el hecho de 1866 sólo habría servido para ex­
caso podríamos renunciar a la desconfianza con tender al uso general una palabra oscura de p ro­
que debe acogerse toda etimología anecdótica, por vincias.
lo menos siempre que no esté muy sólidamen­ 1 Es término de la jerga teatral, que define R.
te documentada. Es verdad que ya- en 1888 p u ­ 30 M orcuende «versos provisionales con palabras sin
blicaba Leite de Vasconcelos una cantiga popu­ sentido, pero con el movimiento rítmico que ten ­
lar portuguesa2 de este tenor: «solipanta da soli- drán después los definitivos, los cuales se dan
panta, / solipanta meu ai-Jesus, / no dia que te al músico para que sobre ellos haga la compo­
nao vejo / nem o sol me quer dar luz» (R L I, sición musical». En realidad, al menos así es co­
156), así que cabría pensar si no fué suripanta, 35 rriente, es el músico quien escribe el monstruo al
ya antes de escribirse la consabida coplilla, una de componer la melodía, y lo entrega al autor de
esas palabras sin sentido que se emplean en las la letra para que éste ajuste las palabras al ritmo
canciones populares, como lirolá, la virondó, fari- elegido ; cuando la letra preexiste ya no hace
dondelle, etc., de las cuales más de una ha aca­ falta «monstruo» (así lo oí explicar muchas ve­
bado por convertirse en un apelativo (¿no será 40 ces al M tro. Amadeo Vives). E n este caso el
éste el origen del fr. falballa?); de todos modos autor literario se ahorró trabajo con la ocurren­
cabe que la palabreja se hubiese ya extendido des­ cia de hacer cantar «en griego».— 2 G dD D 6398 ,
de M adrid a Portugal en el lapso de 1866 a 1888 cita un «aient, sulipanta desmayo» (cuya exacti­
(R. M orcuende advierte que en algunas regiones tud no puedo comprobar, falta Fig.) agrupándo­
pronuncian sulipanta). Al dato anterior conviene 45 lo con el and. sopitipando (V. aquí en SO P O N ­
añadir el siguiente: ya era usual en Asturias en C IO ) bajo la imposible etimología s u b i t a n e u s ,
1875 para ’mujer de malas costumbres, cocotte’ : junto con varias formas andaluzas sinónimas
de un lugar apartado dice Somoza, Cosiquines de pitongo, bitango, fitango.— 3 Quizá sea cierto
la M ió Quintana, p. 272 «allí no hay... suripantas, que viene de serpente por las manchas de
ni ruletas, ni chigres, ni nada que sea detrim ento 50 las culebras, como sugiere J. J. N unes, R L
de la salud o el bolsillo» (carta escrita desde Pola X X IV , 294, agregando el port. (as)sarapantar-se
de San Tirso). ’espantarse, aturrullarse’, por el miedo que da la
Cabe, pues, también, que fuese una palabra aparición de una serpiente. E n el caso de sara­
real y preexistente, quizá empleada en alguna re­ pintado habría alteración por influjo de pintado
gión, pero con un sentido concreto, pues de hecho 55 y pinta ’m ancha’. Conviene tener en cuenta tam ­
varias palabras del «monstruo» transcrito son vo­ bién que sarapanta tiene en port, el sentido de
cablos reales, y allí andan en confusa mezcla el ’aurora boreal’, que Piel (Aufs. zur Port. K ultur-
cat. somatén, el filipino (?) sangasinén, y el m adri­ gesch. X, 1970, 254-5) relaciona con (as)sarapan-
leño M elitón, aunque entretejidas en un conjunto tado ’espantado, confundido’ y deriva de s e r p e n ­
desprovisto de significado; pero al empezar la 60 t e a ! (sin casi tener en cuenta sarapintado), por
una vía semántica diferente, y quizá no tan fun­ fermenta la sidra» (R ; ej. ahí s. v. goljaraes), en
dada como la que sugiero aquí. Albacete ’botar, salpicar’ (R F E X X V II, 243), etc.
Hay otras aplicaciones análogas: «entiende que
Suroeste, sursudoeste, V. este Surte, V. surtir son sus enemigos que vienen sobre ella y surte sin
5 más esperar» en Argote de Molina, «erizado surtió
S U R T IR , ’brotar, saltar (agua, etc.)’, ’proveer el cabello en la cesárea frente» en Jáuregui, «es
de algo’, ’producir (efecto)’, voz emparentada con la recudida que haze la cosa que ha dado golpe
el fr., oc. y cat. sortir, que significan o han sig­ primero en alguna parte, como la piedra que dió
nificado lo mismo y además ’salir’; seguramen­ en el muro, y de allí surtió y hizo daño a alguna
te tomada de estos idiomas; en ellos es palabra 10 persona» Covarr.; ast. «su rtir: moverse violenta­
de origen incierto: antiguamente significó ’echar m ente el cuerpo por efecto de enfermedad o de
en suerte’, ’predecir la suerte’, y es probable que un susto», «su rtíu : el acto de surtir, repullo» (V).
venga sobre todo del lat. s o r t i r i id., en sentidos Son tam bién clásicas acs. de otro orden; ’pro­
como ’salir por suerte de una situación’; sin em­ veer’ : «con esto se surte la casa del corazón de
bargo, es difícil que todas las acs. del vocablo y 15 buenos pensamientos» P. Sánchez de Arce (1590),
de su familia se expliquen de esta manera, y es «salió enfín su ejército a campaña mejor surtido
verosímil que algunas (en particular la 1.* ac. de caballos que de infantes» Betissana, y el sus­
cast. arriba indicada) provengan de otra palabra, tantivo está ya en F r. L. de L e ó n : «y gran sur­
derivada del participio cat. surt, cast. surto, it. tido tuviere de la tela más preciosa»; también
sorto, pertenecientes al verbo S U R G IR , partici­ 20 surtir efecto, ya en Cervantes, Valderrama y Pa­
pio que tam bién debió de existir en el francés pri­ ra vicíno.
mitivo. 1.a doc.: ¿S. X III, Calila?; S. X IV o XV, A pesar de esta varia documentación, surtir no
Leyes de Moros. es en castellano palabra de antiguas raíces, mucho
U nas palomas que quedan cogidas en la red que menos desde luego que en francés y aun en ca­
les ha puesto un pajarero, consiguen arrancarla 25 talán, y el carácter de sus acs. castellanas, mucho
antes de que éste las coja, pero no deshacerse de más figurado y moral que material y propio, aca­
ella; la más experimentada aconseja «metámonos ba de confirmar la probabilidad de que se haya to­
por la espesura et perdernos-ha de rastro ; et si mado en préstamo, quizá en épocas diversas, de
se surte, aquí cerca está la cueva de u n m ur, mió estos idiomas vecinos, y aun quizá del italiano;
amigo» el cual las librará cortando la red con los 30 esto es evidente en el caso de surtida ’salida de
dientes; así en la edición Gayangos (41b), m ien­ los sitiados’, ’paso secreto para salir de una plaza’,
tras que Alien (80.40), seguido por Alemany, im ­ etc., tomado sin duda alguna del fr. sortie y ya
prime si se ju e r e \ Según el glosario de las Leyes documentado en autores del S. X V II (Aut., Cej.).
de Moros (M emorial Hist. Esp., 427 ss.) en estos L o propio y con mayor razón cabe decir del port.
textos se halla surtir en el sentido de ’salir’. De 35 sortir ejeito, sortir-se o mercador (M oraes); hoy
la existencia del vocablo en el S. XV y aun antes se distingue entre surtir efeito por una parte y
es indicio indirecto la de sus derivados desortir por la otra sortir «abastecer; variar; com binar;
y resurtir (V. abajo). El propio surtir en el sen­ m isturar; caber em sorte», pero es distinción ar­
tido de ’resultar’ se lee en Pulgar (1486) en el ej. tificiosa y moderna.
siguiente: «así placerá a Dios que deste vuestro 40 Es completo el contraste con el francés, donde
destierro surtirá cosa tan próspera que no queráis sortir es vocablo esencial del idioma, que expre­
no haber seído desterrado», que es tam bién el sen­ sa norm alm ente la idea de ’salir’, desde el S. X V I;
tido del ej. de Lope citado por A ut. M ayor arraigo de la gran popularidad del vocablo desde el
ha logrado en cast. la ac. ’brotar, saltar el agua’ : S. X II se hace uno cargo leyendo los artículos de
«emanare es bullir o surtir» A P al.; «que bulli­ 45 God. (V II, 485; X : 690-1). Sin embargo, exa­
ciosos y apresurados por salir de entre las entra­ gera Bloch al asegurar que en el sentido de ’salir’
ñas de la tierra, surten y rom pen sus venas» Be- es palabra tomada del francés en todos los de­
rrueza; «bondir, saulter, rejaülir, jaillir» Ó udin; más rom ances; esto parece ser cierto, lo mismo
asimismo en Juan de Pineda o su modelo, como que en cast., en Italia, donde es palabra de sen­
término de ju stas: «Ravanal encontró a Ferrara 50 tido militar, o bien se encuentra sólo en autores
en el peto, e de allí surtió a la manopla derecha», del S. X VII.
Passo Honroso, 68 (58a). Y surtidor, que A ut. do­ Pero el catalán sortir ’salir’ es tam bién palabra
cumenta en Paravicino y en Argensola, y está esencial de esta lengua, y es más que dudoso que
también en Fr. Diego Malo (1663), vid. Cej. V III, pueda deberse a influjo francés, pues Aguiló
549-51. 55 ya da tres ejs. del S. XV, desde 1443, y pue­
Con esta acepción particular sigue empleándose den agregarse estos dos de un autor tan popular
no sólo el sustantivo, sino también el verbo surtir, y castizo como Jaum e Roig (a. 1460): «cercant-li
especialmente en ciertos dialectos: en Asturias vado / que l’amansás, / abonanzas, / de l’aris-
«brotar, saltar; salir el líquido con furia de la fuen­ pea / per sa vivea / dubtant no surta, / com a
te cuando se hace surtidor, y del tonel cuando 60 la m urta / yo la manege / e lagotege» (v. 2885),
«donchs si bé scoltes / leva • ls ulls alt¡ / fes un etc.), sortire effetto (desde la primera mitad del
gran salt, / surt ab bell tranch, / ix d ’aqueix S. XVI). En francés antiguo abundan los ejs. de
fanch / hon jaus mullat» (v. 12079): la primera acs. semejantes, el tono de los mismos es popu­
vez, como en el ej. de 1443, es ya ’salir’, en la lar y en nada recuerda el lenguaje administrativo
segunda se trata más bien de ’dar un brinco’. 5 o jurídico, que hubiera podido tomarlos del bajo
Hoy sorlir ’salir’ es palabra de uso general y úni­ latín : se trata sin' duda de u n vocablo heredita­
co en Mallorca, M enorca y casi todo el Principa­ rio, m uy frecuente desde el S. X II, sobre todo
do; sólo en las zonas marginales del extremo N o r­ con el valor de «prédire en consultant les sorts»
te de la prov. de Gerona, el Pallars, y la Ribera (elle ot sorti la p e n e des païens Chrestien), «jeter
del Ebro, así como en el extremo Norte de Cas­ 10 les sorts» (por devineor se teneit, de plusors cho­
tellón, y en Ibiza y Form entera, coexisten sortir ses sortisseit, Wace), «tirer aux sorts» (qui com ­
y eíxir, mientras que en casi todo el País Valen­ mencera le premier? qui m ’en croira, nous sorti­
ciano, en la zona catalana de Aragón y, obsérvese rons G reban); no faltan ejs., desde los cuales se
bien, en la Cataluña francesa, el verbo eixir sigue podía desarrollar el significado intransitivo m oder­
siendo empleado en forma exclusiva o poco me­ 15 n o : les sortis «désignés par le sort» en Benoist,
nos2; si sortir fuese un galicismo en el sentido et ne feront ne priere ne chantz se gratis deniers
de ’salir’ debería haberse impuesto en el Rose- en bource ne sortissent ’no aparecen’ G ringore;
llón mejor que en parte alguna, y sería extraor­ de ahí era fácil pasar a casos como n’est sous ciel
dinario encontrarlo tan arraigado en zona tan con­ hom, s’il doit morir, et de la m ort puisse sortir
servadora como M allorca; por otra parte, en el 20 en Floire et Blancheflor, donde ya casi tenemos
presente se conjuga surt, sortim, etc., es decir, el sentido m oderno; así llegamos tam bién a usos
sin la desinencia incoativa -eix, hoy general en m uy próximos a los castellanos : «choisir» ceus
los verbos de la 3.a conjug., excepto unos pocos que li deables a sortiz et que li sunt cheoit a sa
muy antiguos e im portantes (menos numerosos p a n en los Comentarios a los Salmos, de donde
que en francés), y con la alternancia u o de la 25 luego «pourvoir, munir» se sortir de bonnes dro­
vocal radical, señales todas ellas inequívocas de gues de valleur, elle estoit fort mal sortie de gens
arcaísmo. Sin duda es cierto que sortir es tan de guerre en textos del S. X V ; por otra parte,
raro en la Edad M edia como eixir es frecuentí­ de la idea de ’sacar en suerte’ y de la italiana ’te­
simo entonces en todas las regiones del idioma, ner éxito’ se pasa a sortir effet, qiíe ya se encuen­
y de esta antigua vida es testimonio en el Princi­ 30 tra en textos de 1439 y 1548.
pado la supervivencia de los derivados eixida, so- Hasta aquí es verosímil que todo sea resultado
breeixir, deseixir-se, etc., sin hablar ya de la len­ del lat. s o r t i r i ’echar la suerte’, ’distribuir por
gua literaria (donde sobrevive eixir en el estilo no­ suerte’, ’obtener por suerte’ y ya algunas veces ’es­
ble); pero adviértase que en Francia tam bién fué coger’, voz bien clásica y conocida. Ésta es la opi­
issir la palabra general para ’salir’ hasta fines de 35 nión de M -L . (R E W 8109, 8110), y la de W art-
la Edad Media, de suerte que las mismas causas burg, a juzgar por sus retoques al artículo de
que actuaron allí para eliminar e x i r e (tan bien Bloch. L a de J. Storm (Rom. V, 183-4), defendi­
estudiadas por Gilliéron, Études sur la Défectivité da razonadamente por Gamillscheg (E W F S, s. v.),
des Yerbes; comp. Spitzer, L itbl. X L I, 395), de­ y aceptada con variantes y vacilaciones por Schu-
bieron producir efectos análogos en catalán, con 40 chardt", es esencialmente que se trataría de un
carácter espontáneo3. E n tierras occitanas también derivado del participio * s ü r c t u s de s ü r g ë r e ’sur­
se ha generalizado hoy sourti para ’salir’ en la ma­ gir’, a lo cual no es cierto que se puedan oponer
yor parte del territo rio : Provenza, Alpes, Rouer- razones fonéticas n i morfológicas7; pues es muy
gue, todo el centro del Languedoc, Landas y m u­ verosímil que esta forma de participio fuese ge­
chas panes de la Baja Gascuña, etc.4, mientras 45 neral en latín vulgar: el clásico s u r r e c t u s pronto
que e x i r e persiste en los Pirineos gascones (Bear- sería eliminado y el tipo galorromance sors, sorse,
ne, Azun, Lavedan, Arán)5 y de él quedan algu­ es evidentemente local y secundario; una nueva
nas huellas en el Perigord (issi junto a surti, D a­ y valiosa confirmación la aporta el vasco sortu
niel), y otros puntos sueltos del Lemosín y L an ­ ’nacer’, ’concebir’, ’brotar, surgir’, prim itivam en­
guedoc (cita de un felibre de Agde en M istral, 50 te participio ’nacido’, ’brotado’ (Schuchardt, 1. c.,
pero sourt't en Aniane según Z aun); hay ya algún y Litbl. X X X IX , 43n.l). Pero el caso es que aun­
ej. medieval, si bien como transitivo (’evacuar’ lor que este origen sea teóricamente verosímil, la his­
ieiro ¡a plassa sortir en la Cansó de la Crozada, toria de sortir en francés confirma la etimología
’lanzar’ un colp ta fort que del chaval Ihiart a s o r t i r i . Por otra parte hay que reconocer que

térra-l son en G iran de Rossilhori). 55 ciertas acs. de nuestro vocablo y su familia apun­
El it., con carácter autóctono, sólo tiene sortire tan hacia * s u r c t u m con tanta evidencia, que se
en acs. que se explican fácilmente por el lat. hace inverosímil partir de s o r t i r i solamente : h u ­
s o r t i r i : «eleggere in sorte», «ottenere in sorte», bo de haber convergencia; en u n caso como «c’est
«cavare a sorte» (frecuentes desde D ante), «riusci- la fontaine, c’est la doiz / dont sortent tu it li lait
re» (quando lor d’ucciderlo non sortisca, Ariosto, 60 pechié» en la Biblia de G uiot, que es casi lo mis-
mo que el cast. surtir ’brotar el agua’, todavía claro está, con el arcaísmo general del catalán
podríamos pensar en una evolución de la idea de del Rosellón y de Valencia, más reacio que los
’salir de la bolsa de la suerte’, pero otros casos demás dialectos a las iniciativas barcelonesas.—
nos m uestran el étimo * s u r c t u s en forma tan ‘ A L F 1151; M illardet; Vayssier.— 5 Palay jess'i,
clara que es preferible partir de él aun en este 5 ichi; B hZR P h. LXX XV , p. 100; Corominas, s.
caso. Aludo principalmente, con Bloch, al fr. ant. v. gése.— 6 Z R P h. X X X IX , 452; en las W iener
ressortir «ressauter, rebondir», que ya está en el Sitzungsber. C C II, iv, 24, prefiere derivar de
Roland («l’espee cruist... / cuntre le ciel am unt e x o r t u s ’aparecido’, lo cual no satisface fonéti­

est resortiei»), de donde luego ’retroceder, retirar­ camente ni por otras razones.— 7 L a 0 de * s u r c -
se’ frecuentísimo en las Canciones de Gesta. Y 10 t u s había de ser breve como la del verbo, comp.
pienso todavía más en el cat. surt ’sobresalto’, it. sorto; sin duda el cat. surt ( > cast. surto)
’movimiento brusco hacia arriba’ que ya aparece tiene u, pero es por analogía del presente surt,
repetidam ente en Bernat M etge (fin S. X IV ): surta, donde es metafónica. L a existencia de una
«semblava volgués exir l’arma del e o s: tais surts forma preliteraria *sort puede deducirse del de­
donava», «aprés un pauc va refrescar la m ar e-1 15 rivado reixort que Ag. señala en la Plana d ’En
vent... e puis la barca, qui prenia tais surts que Bas con la traducción «mulladiu», y que m i pa­
semblava volas...» (Fortuna e Prudencia, 58.21, dre anotó en 1898 en el Alto A m purdán en el
61.21); de ahí surtes ’saltos’ en el Libro de Cetre­ sentido de ’charco y barrizal causados por el agua
ría de Evangelista, S. XV (Z R P h . I, 241), que que brota de la tierra’ : es el participio que co­
contiene otros catalanismos, Venasque surt ’susto’ 20 rresponde al oc. ant. eisprzer «jaillir, sourdre»
(Ferraz, p. 99), y en este sentido emplean muchos (ej. de Raim on Feraut en Rayn.) e x s u r g e r e , con
surt y ensurt en el catalán actual, aun en la zona prefijo R E -, Comp. C H O R T A L . El fr. y el oc.
que ha permanecido fiel a exir'. Es de creer que reemplazaron el participio preliterario *sort por
de este surt o *sort derivara el verbo sortir (sur­ sors, sorse ( > fr. source), analógicos de otros par­
tir) en el sentido de ’brotar el agua’, con tanta 25 ticipios en -su s. Si se mira la o del fr. mod.
mayor facilidad cuanto que pudo adaptarse a la sortir como u n obstáculo fonético para * s ü r c t u s ,
forma del verbo sortir, continuación del preexis­ igual lo sería para s o r t i r i : el triunfo de la for­
tente SO R T IR I. m a oísta muchas veces (soleil, etc.) no tiene ex­
D eriv. Surtida (V. arriba), del fr. sortie ’sa­ plicación alguna, y de las formas acentuadas en
lida’. Surtido [m. fin S. XVI, V. arriba]. S u r­ 30 la desinencia se pudo extender a las acentuadas
tidor [h. 1600, arriba]. Surtinv uto. Dessortir ant. en el radical (il sort, le ressort), aunque ahí es
¿’resolver por las armas’? (soio en Alex., 2027d: probable que contribuyera el influjo de so n sóR-
«mas envióle Poro una razón dezir / que grant t e m . — “ «Oh quin sortit sense voler he pegat»

daño serié tantas gentes m orir / serié mejor que Vicent Segarra, Bol. Soc. Castellón. Cult. XVI,
ambos lo fussen desso rtin , donde P lee despartir). 35 119.— "H a tom ado carta de ciudadanía solamen­
Resurtir [N eb r.: «saltar resurtiendo a trá s: resul­ te en las acs. ’muelle, fuerza elástica de algo’ y
to», «sonar resurtiendo el s o n : resono»; ejs. des­ ’medio de que alguno se vale para lograr u n ob­
de Fz. de Oviedo en Cej. V III, 550-1], del fr. jeto’ ; pero no en otras en que la emplean al­
ressortir (V. arriba); resurtida ’recudida, rechazo’ gunos, como ’lugar com ún a que todos recurren’,
[ejs. desde h. 1600, Cej.]; resorte (según Baralt 40 o ’competencia’ (a pesar de que con éste lo he
tom ado del fr. ressort a med. S. X V III, falta leído m ucho en la Arg.).
A m .y .
1 Ambos editores trabajan con los mismos dos Surto, V. surgir ¡Sus!, susano, V. suso
mss., principalmente con A , de h. 1400; la ed. Suscepción, susceptibilidad, susceptible, suscepti­
de Alien, que es más cuidada e indica mejor las 45 vo, V. concebir Suscitación, suscitar, V. citar
variantes, no dice que se lea se surte en el otro Susero, V. suso Susidio, V. sentar
ms. (de 1466); sin embargo, la de Alien tiene
tam bién imperfecciones (nótese rostro por ras­ SU SO , ’arriba’, ant., del lat. vg. s ü s u m , reduc­
tro en este pasaje), y es difícil que una palabra ción del lat. s ü r s u m ’hacia arriba’. 1.a doc.: doc.
tan desusada como lo es se surte en este senti­ 50 de 1061 (Oelschl.); Cid, etc.
do haya sido interpolada por Gayangos. Éste en Es palabra todavía bien usual en los SS. X III
su glosario traduce ’resultar’ (que no conviene y XI V: Berceo M il., 879b, S. Or., 40, Sinos, 56;
por el contexto) y cita, además de esta pág., la Alex., 1852; Gr. Conq. de Ultr., 547; Libro de
33, donde no veo el vocablo.— 2 Delimitación los Enxemplos, 488, y así en J. Ruiz, etc. T oda­
detallada de las áreas en Molí, A O R B B V, 26; 55 vía APal. 74b, 78d, 80b, 99d, 478d; N ebr. «suso
IV, 103; cuyos datos puedo confirmar con los p re p .: super; adv. de lugar: sursum», pero ya
míos personales.— 3 A la diferencia entre los dia­ es raro en los clásicos. L a forma s ü s u m es ya fre­
lectos orientales y occidentales pudo contribuir cuente en textos vulgares latinos (Petronio
el hecho de que eixir se confundía en aquéllos L X X V II, 4, en boca del liberto Trim alción), y
con així ’así’, pero no en éstos; esto combinado, 60 es la conservada por todos los romances. Alguna
vez se apocopa en sus, p. ej. sus e yuso en Ber- drupedales / del coronado abrenuncio, / que en
ceo, M il., 83c; quizá de ahí salga la interjección esta sazón bram ando / tocó a vísperas de susto»
¡ su s!, que aparece ya en la Celestina I (Cl. C. I, Góngora (a. 1618, ed. Foulché II, 297); «Vuestra
87.5) y que Aut. documenta en Ercilla (h. 1570); Magestad es fuerza / que algún descanso del
esto es posible desde el punto de vista semántico 5 susto / procure tomar» (su caballo ha estado a
y es tradicional suponerlo desde Covarr. hasta punto de despeñarla) Vélez de Guevara (El Rey
M. P- (Rom. X X IX , 239) y Rdz. M arín (nota al en su Imaginación, v. 357); «un esqueleto... un
Quijote, Cl. C. II, 179); comp. Cej. IX , § 141. trasunto / de la m uerte, que en distintas / vo­
Pero no sería natural el empleo de una forma apo- ces me dijo (¡o h qué susto!): / — Así, Cipriano,
copada como interjección, o sea en fin de frase, 10 son / todas las glorias del mundo» Calderón (M á­
y así debería suponerse que se tomó del cat. o gico Prodigioso, II I, xviii, ed. Losada, p. 239).
del fr. en calidad de térm ino cinegético, lo cual «¿Éste es auto o baile? —Cuando / de moralida­
en efecto sería perfectamente posible. De todos des sea, / no es el primero de burlas / que se ha­
modos hay que tener en cuenta que A Z U Z A R es ya hecho de veras, / y así no coja de susto / que
palabra expresiva de creación independiente, y n o 15 es todo de esta manera» Quiñones de B .; el sen­
puede descartarse del todo que la interjección tido de esta locución es evidentemente ’coger por
¡sus! sea tam bién una creación primaria del idio­ sorpresa’, según m uestran los ejs. del Padre G ue­
ma, sin etimología. rra que cita Cej. (V III, 584-5): «te sepulta poco
D e r i v . Susano a n t . [Berceo, Sacrif., 89; i n v e n t . a poco por no cogerte de susto», «no habrá mortal
arag. de 1444, B R A E II, 558; Cej. V III, § 128], 20 a quien no cojan muchas culpas de susto».
Susero. D el verbo asustar aparecen los primeros ejs. por
C p t . /4suso. Desuso [Berceo, M il., 320b, 880b; la misma época: «entró Sancho en la sala todo
J. Ruiz 428, etc.]. Susodicho [APal. 78á; Acad. asustado», «entró el correo sudando y asustado»
1832, no 1780; falta en Covarr., Casas, G óngora; Quijote (II, xxxii, 126; xlvii, 176); «más me asus­
creo recordarlo en docs. del S. X III], 25 té cuando advertí que todos los que antes vivían
e n el pupilaje estaban como lesnas» Buscón; otros
Suspección, suspecto, V. espectáculo Suspen- semejantes de la Farsalia de Jáuregui y de los
dedor, suspender, suspendimiento, suspensión, sus­ Serm ones de Avendaño (1617) en Cej. (I. c.), y
pensivo, suspenso, suspensorio, V. pender S u s­ todavía otros posteriores en Cuervo, Dicc. I, 728-
picacia, suspicaz, suspición, V. espectáculo Sus­ 30 9. En la tradición lexicográfica aparecen prim era­
pirado, suspirar, V. espirar Suspiripando, V. m ente en Oudin (1607): «susto: estonnement,
soponcio Suspiro, suspirón, suspiroso, V. espi­ trouble, altération, espouventement, sursault» (en
rar Sustancia, sustanciación, sustancial, sustan­ 1616 agrega «tressaillement de peur»), «asustar:
ciar, sustancioso, sustantivar, sustantividad, sustan­ estonner, esfrayer, troubler, espouvanter»; Co­
tivo, V. estar Sustentable, sustentación, susten­ 35 varr. : «susto: la alteración que se tom a de una
táculo, sustentador, sustentamiento, sustentante, causa repentina», «assustar: dar susto y sobresalto
sustentar, sustento, V. tener Sustitución, susti- o tom arle; del adv. súbito, súbitamente, a desho­
tuíble, sustituir, sustitutivo, sustituto, V. estar ra ; assustado el que ha tomado el tal susto por
alguna ocasión repentina y sobresalto». Es nota­
SU STO , voz tardía, peculiar al cast. y el port., 40 ble la ausencia de ambos vocablos en Percivale
de origen incierto; quizá creación expresiva, de (1591), C. de las Casas, PAlc., N ebr., APal. y los
¡sst! que expresa el movimiento repentino del glos. de 1400; asustar (y creo tam bién susto) es
asustado. 1.a doc.: 1604, G uzm án de Aljarache. ajeno al léxico de la Celestina, y ni el verbo ni el
Parece que hay ya un caso en H urtado de M en­ sustantivo se encuentran en los más im portantes
doza, que no es muy anterior y que no puedo 45 glosarios de autores medievales. N o es de creer
comprobar. que esta ausencia sea casual en palabras tan im ­
Se lee en G uzm . : «el carnero, temeroso de verse portantes y que tan fácilmente podían emplearse
tan cercano a su enemigo, aunque comía lo que en la literatura antigua; este antecedente suscita
le daban, hacíale tan mal provecho por el susto fuerte duda ante el único ej. que podría seña­
que siempre tenía, que no solamente no m edra­ 50 larse en un texto medieval, que tantas oscurida­
ba, empero se vino a poner en los puros huesos» des presenta como estos versos del Yúguf: «echa­
(Cl. C., IV, 147.8); «cada vez que veía levantar ron lo en un pozo kon una kuerda m uy grande, /
las bexigas en el ayre y caer sobre las ancas de su a medio obiéronla korlada, / kayé entre lax fie-
ruzio, eran para él tártagos y sustos de muerte», rax en una piedra irada [’enhiesta’], / pero de
«comentó a correr el suero por todo el rostro y 55 xuxtalle no le fegieron nada»1.
barbas de don Quixote, de lo que recibió tal Algo análogo al cast. susto lo encontramos so­
susto que dixo... parece que se me ablandan los lamente en portugués, donde aparecen susto y
cascos o se me derriten los sesos» Quijote (II, assustar, y ya (por lo menos aquél) en el dicc.
xi, 39r°; xvii, 60r°); «lo que era dar sustos, m ar­ de Bluteau (1715), con abundante fraseología aná­
telos y sobresaltos» La Gitanilla; «las huellas qua- 60 loga a la castellana; ni éste ni Moraes aducen
autoridades, sí trae varias D. Vieira, pero creo son c i t a r e (como reissidar de r e - e x c í t a r e ) . Luego es

todas del S. X V III. Sin embargo, n o se ven ra ­ preciso abandonar la idea.


zones para sospechar que sea menos castizo en En el Victorial de Díaz de G ámez (2.° cuarto
portugués que en castellano. Los demás romances S. XV) leem os: «la galera del capitán envistióla
nada de esto conocen, a no ser el catalán2 y el sar­ 5 por la p opa; e al enbestir, saltó el capitán dentro,
do, donde se han empleado recientemente susto e del golpe del revestir resustió la su galera atrás,
y assustar(e) como castellanismos sin gran arraigo. e fincó él solo en la galera de los moros» (ed.
L a etimología se ha investigado escasamente. Carriazo, p. 116, igual en la de Llaguno), en cu­
Diez (W b., 300; con aceptación de Cornu, GGr. yo lugar lee Iglesia en sus selecciones (p. 74) re­
I, § 32) proponía con duda relacionarlo con el it. 10 surtió1, es decir, el verbo resurtir, que en este
sostare ’detener’, ’apaciguar’, oc. ant. sostar «ac- sentido de ’volver atrás, saltar atrás’ es bien co­
corder un délai, des termes», port. sostar o sustar nocido. Esto sugiere la idea de que susto pueda
’interrum pir, aplazar’, voz forense y poco emplea­ ser lo mismo que el cat. surt ’sobresalto, movi­
da3, todos los cuales vienen del lat. s O b s t a r e ’es­ miento brusco (muchas veces causado por un sus­
tar o esconderse debajo de algo’, empleado una 15 to)’ (V. pormenores en S U R T IR ), primitivamen­
vez por Terencio en el sentido de ’resistir, aguan­ te participio * s u r c t u m del verbo s u r g e r e . Esta
tar’ : el proceso semántico y fonético está bien etimología sería satisfactoria en todos los aspec­
claro en el caso del it. sostare", oc. sostar, pero no tos, salvo el cambio de -rt- en -st-, que costa­
en el de susto, ya que la ü de s u b s t a r e había ría explicar, pues una dilación s-r > s-s sería
de dar o; es verdad que el lat. substare parece 20 algo completamente desusado®; como por otra
haberse empleado en la Edad Media como térm i­ parte la realidad de la citada forma resustir es muy
no legal5, y con un sentido como ’poner en sus­ dudosa (como digo en la nota 5), no me parece
penso, oponerse a’, a juzgar por dos docs. judeo­ que por ahora debamos aceptar esta etimología,
españoles de 1219 y 1220: «tod qui viniere... e aunque pueda admitirse que el catalanismo surte
suxtare sobrellos, sobre la véndida esta, en alguna 25 (citado en S U R T IR ) contribuyera algo a la gene­
guisa, en el sieglo sean sos vierbos baldados, e ralización de susto.
preciados por tiesto frecho, que non a en él prod, En cuanto a esta palabra, me inclino a creer
e sobre nos, por espazer e por enxavorrar de sobr’- 'que esencialmente sea una voz de creación ex­
ellos tod xustador e razonador de los vinientes de presiva. Para ello me fijo en el malí, sustar «des­
lu r fuerza, fasta ques affirme en lu r mano la vén­ 30 pedir el sollozo, sollozar, singultire» (Amengual)’.
dida», «si vinieren... e xustaren sobre esta vén­ Así está ya en el Dicc. Mallorquí-Castellá de
dida» (M. P., D. L ., 23.33; 24, p. 48); aunque Pere A. Figuera (Palma 1840) —obra excelente en
harían falta pruebas mejores y más numerosas su tiempo, como es sabido, y todavía muy útil— ,
(¿no se tratará ahí de alguna palabra hebrea?), y con definición más perspicua «sustar v. n. plorar
podríamos aceptar que substare pasó a sustar como 35 suspirant, sollozar». Es curioso ver que D AlcM .
voz culta con este sentido. Esto último parece lo no ha creído oportuno recoger esta palabra, como
cierto, pues tam bién en los versos ya citados del si no existiera (será ajena al uso palmesano, tan
poema de Y u fu f la idea básica pudo ser ’dejar empobrecido), aunque no cabe dudar de su reali­
suspenso, paralizar el movimiento’ los reptiles al dad, dada la concordancia total de dos testimonios,
asombrado pero impávido Y u?uf: y así adver­ 40 y el acuerdo parcial, pero significativo, con las pa­
timos que se trata de uno de tantos cultismos labras dialectales de Italia citadas más abajo. ¿Quién
que pululaban en el tecnicismo jurídico hebreo, no ha observado que el niño sollozante parece
y desde éste trascendieron más o menos al uso como que pierde el respiro? Y las ansias del que
común judeoespañol. Pero de ahí hasta admitir sufre de hipo (cat. singlot, lat. singultus) no son
esto como punto de partida de susto hay mucha 45 menos aparatosas.
diferencia, y me parece idea poco verosímil en el Hay además un grupo de voces dialectales
aspecto semántico. italianas formado po r: venec. sustar «sospirare;
Sin embargo, peor es la idea de N . Caix dolersi, nicchiare, rammaricarsi», susto «sospiro,
(Studi di Etim ., s. v.), consagrada por M -L . (R E W profondo sospiro», aver un gran susto «aver afa o
8422), de partir del lat. s u s c i t a r e ’suscitar, le­ 50 affanno che, per soverchio caldo, rende difficile la
vantar’, derivando de ahí además de susto el it. respirazione», sustar qualcun «noiare, fastidiare
susta ’muelle, resorte’ (del reloj, de las tijeras, alcuno, daré afa o seccaggine ad uno» (Boerio),
etc.), m etter in susta ’poner en movimiento’ (en Val Verzasca sust «niente» (M onti), piam. süst
Venecia «metter in zurlo, in allegria»): además de «sollecitudine, curanza», «senno, giudizio», süstós
que la u de este verbo, pese a M -L ., era indis­ 55 «giudizioso, premuroso», y aun el comasco sust
cutiblem ente breve y debía dar o6, la síncopa tan «paura» (si éste no es una reliquia de la domina­
tem prana que haría falta para la conservación de ción española en Lombardía, como lo son lindi
la - T - sería inconcebible en castellano tras un gru­ ’L IN D O ’ y otros que he citado en este artículo),
po tan complicado como s e : comp. el oc. ant. calabr. sustu «disgusto, ripugnanza ad un cibo»,
soissidar ’sacudir’, representante indudable de s u s ­ 60 «noia, insistenza», susta «uggia, rincrescim ento;
molestia», napol. sustia «pressione, angustia», logud. (a alguno)’; lo mismo creo que debe ocurrir
sustu «il destarsi di soprassalto» (Wagner, Sard. (aunque convendrá comprobar bien los m anuscri­
Et. W b., s. v. surtu); el sic. sustu «fastidio» ya tos) con la lección assusten en el Terg del Crestiá
estaba bien arraigado en 1638, pues figura en la de Eiximenis (Bna. 1932, III, cap. 240, p. 40),
comedia de Tommaso Averso de M istretta (M an­ 5 que procederá también de una mala lectura de
go, Teatro Siciliano, 1961, p. 64): un vocablo que afjusten o esfusten; pero lo que es lamentable
ya figura en un autor rural (no palermitano ni es que los autores de la nueva edición del D AlcM .,
mesinense) había de tener forzosamente hondo y desorientados por estos pretendidos ejemplos anti­
viejo arraigo ya en Sicilia, y siendo esto tan pocos guos de assustar hayan rectificado el artículo de
años después de la primera aparición del vocablo 10 la primera edición, quitando de él la nota de
castellano, basta para desvanecer toda sospecha de castellanismo. V. mi nota en Cat. Studies in M em .
un castellanismo. Todas estas formas y también of J. de Boer, 1977, 55-57.— 3 Falta en Bluteau y
el italiano susta ’resorte’, que por la u no pueden M oraes; D. Vieira dice que es «erro» empleado en
venir de s u s c i t a r e ni de s ü b s t a r e , han de ser en el foro. Fig. le da ac. más amplia «fazer parar; in-
mi opinión resultado de la onomatopeya ¡sst! que 15 terrom per (sustar a marcha); suspender-se, inter-
expresa un movimiento brusco, de donde por una rom per-se; sobrestar». Realmente es ac. más o
parte ’resorte’, por otra ’suspiro’ o ’hipo, sollo­ menos usual, si bien en estilo culto. El lingüista
zo’ o ’susto, sobresalto’, o sencillamente ’peque­ J. da Silveira escribía p. ej. «Ferraz reproduziu
ña cosa, santiamén’ (como en Val Verzasca); den­ depois o meu erro, agravado com urna identifica-
tro de este orden de ideas, comp. alav. chusta 20 gao falsa. Convem sustar a sua difusáo», y pasa
’chispa que salta de la leña, del carbón, del pe­ a refutarlo en el Suplemento al índice General
dernal’. Toponímico que publicó en 1959, p. 35. Aunque
D e r i v . Asustar [1607, O udin]10; asustadizo. no es mera pronunciación descuidada de sobres­
C p t . Asustarratas. tar, de todos modos la u de esta forma no es
' A 34c. El ms. trae kaya en tierra i lax fierax 25 comparable con la de susto, pues la o pretónica
en una irada, pero de xuxtalle a o fallecieron na­ se pronuncia u en portugués.— 4 El it. sostare
da, aunque en lugar de no tam bién podría leerse ha tenido empleo frecuente desde la Edad Media,
ta o tu o te. L a corrección del prim er verso la y en particular con especial aplicación a toda
sugiere M. P. (R A B M 1902, p. 299), que además clase de faenas náuticas. Como indicio de que
cita el pasaje correspondiente del Sefer Haiyas- 30 el cast. susto venga de s O b s t a r e me cita un
char, donde se explica que cayó en medio de ser­ amigo estos dos pasajes: «del puerto salen ya,
pientes y escorpiones, y asustado de estos ani­ ya se desvían, / sostan la boga [’paran de rem ar’],
males lanzaba gritos, pero Jehová les hizo en­ la galera avían / tras la [galera] real, el curso
trar en sus guaridas y no le hicieron daño algu­ enderezado...» C. de Virués, Monserrate, canto
n o; fundándom e en esto supongo que el último 35 I I I ; y en P. Sarmiento de G amboa, Viaje al
verso podría enmendarse en la forma indicada, Estrecho de Magallanes «en la nave... los solda­
y entender pero de como ’fuera de’. Sin em bar­ dos no podrían substar el trabajo» por ’parar,
go, esto es extraño, y todo junto quedaría muy suspender’. O sea, simplemente el sentido del
dudoso, aunque no hubiese el xuxtar suspecto. it. sostare y con las mismas aplicaciones fraseo­
<No se tratará de su talle ’su cuerpo’, o de un 40 lógicas. Por más que P. Sarm iento latinice algo
aragonesismo talle ’cortadura, herida’ (recibida la grafía del vocablo, salta a la vista que no
por el golpe)?— 2 Desde luego, en algún punto tenemos ahí más que pálidos reflejos de un ita-
suelto del dominio catalán ha llegado a penetrar lianismo de marinos, más o menos ocasional en
hasta hablantes de lenguaje no im puro; así par­ el S. XVI —nótese entre otras cosas que el
ticularmente en mallorquín y en el valenciano 45 sust. voga, tan popular y antiguo en italiano y
central; también oí hace más de diez años «li en todos sus dialectos, siempre se ha empleado
va donar un sust» a una vieja del Valle de Hos- poco en castellano. Poco o nada tiene esto que
toles (O. de Gerona). Pero basta observar que ver con los sentidos, los empleos y aun la forma
esta forma catalanizada es local y rarísima —por del cast. susto y asustar; no tenemos por qué
lo demás, es susto en todas partes— para com pren­ 50 relacionarlos etimológicamente.— 5 Falta en D u
der que el vocablo no es genuino en parte alguna; C., pero Baxter-J. señalan substare en Inglaterra
en M onóvar dicen sustio «ensurt, esglai» (Sanchis con el sentido de ’quedar por hacer’ en doc. de
G uarner, glos. a l’Oncle Canyis de J. Amo y 731 y con acs. clásicas en textos posteriores.—
M rtz. Ruiz, 1973, p. 157). En cuanto a los ejem­ 6 Suscitare es derivado de citare con el conocido
plos de assustar que se ha creído encontrar en 55 prefijo sus-, variante de sub-, que como éste
catalán medieval, son falsos: los dos casos de tiene siempre vocal breve (recuérdense sustinere,
assustar de Auziás M arc (LXXV, 87, 91) se suscipere, suspirare, suspendere, y sus descen­
deben a una enmienda de A. Pagés de afustar, dientes romances, todos con o').— 7 Los tres edi­
palabra que traen los mss. y que existe en cata­ tores dicen haberse fundado en un mismo ms.
lán con el sentido de ’recriminar’, ’meter miedo 60 básico, de h. 1500. Además, en u n pasaje que
falta a las otras dos, se lee en la ed. Carriazo da respuesta o v i s i t u s da visto, o l e x i t u s da
(p. 14, vv. 38-39) «caudilla bien nos [?] hazes, listo (con síncopa primeriza propia de los parti­
e a paso las mandas yr, / e diles que no quieran cipios) este * s u r s i t u s pudo reducirse a susto
por nada resurdir; / al que resisdir [sic] quisiere, (tanto más fácilmente cuanto que RS se asimiló
fazlo tú referir, / fasta que benga la ora que los 5 muy pronto a ss en las lenguas hispánicas), y la
tú mandes ferir». Aquí con el sentido de ’retirar­ ú en un participio no podría sorprender más
se, retroceder’ que era corriente en el francés que la del cat. surt de s u r c t u m . Así es como se
antiguo ressortir; la forma resurdir recuerda el comprendería más llanamente la curiosa coin­
gall. xurdir, que tiene este sentido aproximadamen­ cidencia semántica entre el sentido del cat. surt
te (V. aquí s. v. ¿¡U RG IR n. 1); la otra será posi­ 10 y las acs. anticuadas del cast. susto. Esta idea,
blemente errata. L as formas y grafías de la nueva pues, ya no la desecho del todo, aunque sigue
ed. de Carriazo, única completa, presentan muchas confortándome en m i escepticismo ante toda eti­
extrañezas, y el editor con sus enmiendas al ms. mología latina — sin abandonar la idea de crea­
(pp. 385-97) demuestra muchas veces poco cono­ ción expresiva— el hecho de que no sólo * s u r -
cimiento del cast. medieval.— *No se invoque 15 s i t u s es una mera hipótesis sino que aun el tipo
el caso de sastre < sartre < s a r to r , que más * s u r s u s está limitado al galorrománico. ¿N o es
que nada es disimilación (aunque la dilación pudo ajeno aun al italiano y al catalán? Demuéstrese
ayudar); comp. rosell. aibre < *asbre < arbre lo contrario y habrá llegado el momento de cam­
arbórem .— 9 No creo que tenga que ver con biar nuestras conclusiones.— 10 En la Arg. se em­
esto el malí, dessustat ’desustanciado, deslavazado’, 20 plea absolutamente en el sentido de ’aparecerse
’puesto como corcho’, ’entumecido’ (Amengual), como fantasma’ : «desde la misma noche el ani­
que tan a menudo empleaba Alcover (con la mal asustó por aquellos andurriales», L. L ugo-
grafía dessustat: B D L C I, 237; V I, 19, 133; nes, La Guerra Gaucha, 233.
X , 14); aunque se podría creer que es por el
temor popular a las consecuencias que tiene para 25 Sustríbarse, V. costríbar
el niño el no poder arrancar el sollozo, lo más
probable es que des sustar resulte de un cruce SU SU R R A R , tomado del lat. susurrare ’zum ­
de los sinónimos dessucat (que ya empleó Eixi- bar’, ’m urm urar’, ’susurrar’. 1.a doc.: APal. 50b,
menis, D AlcM .) y dessu(b')stanciat, que ya regis­ 484b.
tran el Dicc. Malí, de Figuera, el Val. de M artí 30 Falta todavía en Covarr., pero está en O udin y
Gadea, etc. El mallorquín Bartom eu Ferrá em ­ susurrante en G óngora; A ut. trae ejs. desde med.
plea sustar, pero no precisamente en el sentido S. X V II. Hoy es bastante común en la lengua es­
de ’espantar, dar un susto’ sino en el de ’poner crita, y aun puede llegar a oírse en el uso oral
en alarma, dar una impresión brusca’ (cast. ant. ciudadano.
coger de susto, cat. sobtar): He aquí el pasaje 35 D e r iv . Susurración. Susurrador. Susurrante
«Mado B. U n baül? Pero qué fas? / I si aquí [Góngora]. Susurro [O udin]; susurrido [id.]. S u ­
no hi ha cap mot. Tomassa Aixó se diu teñir surrón [APal. 484b].
sort! / Es vostro fii que ve.— M ado B. M ’has
sustada\ No sé qué em diu... / D ’En Joan? I SU TÁ S, tomado del fr. soutache y éste del
que és aquí? / Fa dos anys que no m ’escriu! 40 húngaro sujtás (pron. súitas). 1.a doc.: Acad. 1925,
(Tira la feina amb alegría)» (Comedies, ed. I. no 1884.
d’Or I, 156) ¿Será esto también un castellanismo, E n fr., desde 1845.
pese a la pureza y a la popularidad radical del
viejo comediógrafo mallorquín? Mas bien me S U T IL , del lat. s ü b t í l i s ’fino, delgado’, ’pe­
inclino a creer que, lo mismo que sustar ’sollo­ 45 netrante’, ’sutil’. 1.a doc.: Berceo.
zar’, será formación autóctona y paralela a la del Sotil, Berceo; sutil, 1570, C. de las Casas.
castellano, pero no copiada de él. Ahora bien, E n la E dad M edia la forma sotil es punto m e­
la aparición de este vocablo en tantos dialectos nos que general: m uy frecuente en Berceo, Alex.,
romances, separados, sugiere una idea que no se J. Ruiz, APal. (106b, 157d, 242b, 478d), Nebr.,
puede desechar del todo, cuando a ella se suma 50 Celestina (cita en A ut.) y aun no falta algún ej.
el llamativo paralelismo con el cast. surt ’sobre­ posterior. S u til no empieza a generalizarse hasta
salto’ y los hechos que allegué aquí en 342a45- el Siglo de Oro, aunque puede hallarse algún caso
47, 51-52, 58-60, 342b3ss., 3 4 3 b l3 ss„ 344a32 ss. medieval (subtil en A , Berceo, M il., 78c, pero
Y es que existiera ya en latín vulgar un parti­ sotil en I). E n lo antiguo, y hoy todavía en dia­
cipio , * s u r s I t u s d e ; s u r g e r e , de forma ana­ 55 lectos, tiene con gran frecuencia acs. enteramente
lógica, combinación de s u r c t u s con * s u r s u s (oc. m ateriales: td ed u ctu m es delgado y sotill» APal.
ant. sors, fr. ant. sours, fr. source), tal como se 106b; aunque tam bién se encuentran las figura­
formaron r e s p o n s I t u s , v i s I t u s , l e x I t u s , * r e - das (así en Berceo, etc.). N o hay, por lo tanto, ra­
m a n s i t u s (it. rimasto), etc., según el modelo de zones perentorias que obliguen a suponer que su­
p ó s i t o s , q u a e s t u s , etc. Tal como r e s p o ( n ) s í t a 60 til sea cultismo en cast., pues el paso de o a u
r
'

I
349

ante i es norm al. Desde el Siglo de O ro tien- vid. Cuervo, D isq., 1950, p. 603.
S U T IL

i de sutil a restringirse a las acs. morales y a caer D eriv . Sutileza [so-, Berceo; soteleza, Alex.,
en desuso en el lenguaje del vulgo ciudadano, pe­ 1395]; más raro sutilidad. Sutilizar [so-, N ebr.];
ro esto es secundario. Podemos mirarlo como voz sutilizador [so-, N ebr.]. Asutilar o asotilar.
enteramente hereditaria, o a lo más como semi- 5
cultismo. Como resultado del uso hoy predom i­ Sutorio, sutura, V. coser Suyo, V. sí S u-
nantem ente culto, ha habido quien pronunciara zón, V. zuzón
bárbaram ente sutil (influyendo tam bién inconsútil),
T
¡Tal, V. tate Ta prep., V. ende la Arg., Carrizo, Cane, de Jujuy, s. v.); de ahí
quizá la ac. ’conversación’, ’conversación enfado­
TABA, origen incierto; quizá del ár. táb, nom ­ sa’, que según la Encicl. Espasa sería usual en M é­
bre de un juego que se juega tirando unos palos jico y otras partes de América, y que podría arran-
y ganando o perdiendo según la cara de que cai­ 5 car de la frase tomar la taba ’empezar u n o a ha­
gan estos palos; juego que en España pudo con­ blar de prisa, después que otro lo deja’ (A u t.)';
fundirse con kácba, que en árabe es el nombre en Sto. Domingo se dice taba por «la últim a fuer­
de la taba. 1.a doc.: 1599, G. de Alfarache (Fcha.). za o energía» (Brito). Fuera del castellano, sólo
Está tam bién en las Novelas Ejemplares de C er­ se emplea en el catalán de Valencia: parece que
vantes (Fcha.), en los Días Geniales de Rodrigo io Luis Vives en su latín, h. 1530, empleaba ya el
Caro (1626), pp. 129 y ss., etc.; O udin: «un os- plural tabae como nombre del juego (V. C A R N I­
selet de m outon de quoy les petits enfans jouént»; C O L ), lo cual es más antiguo que la primera docu­
C ovarr.: «azar... para los Á rabes... es uno de mentación de taba, no sólo en valenciano [S. X V III,
quatro puntos que tienen sus d a d o s...; los demás Ag.]2, sino en castellano también. Se emplea asi-
son chuque, carni, taba» : carru parece ser erra­ 15 mismo en el portugués de Rio G rande do Sul
ta por carne, y seguramente hay que entender que (Fig. tava y taba), donde es préstamo del castellano
estas cuatro denominaciones son castellanas, aun­ rioplatense.
que Covarr. las cree de origen arábigo todas o al­ Supuso Dozy, Gloss. des m . d. d. l’ar., 341, que
gunas de ellas; realm ente nos informa A ut. que taba venía del ár. ká cba, teniendo en cuenta que
taba se llama en este juego «uno de los quatro; 20 esta forma es ya nom bre del carnicol o astràgalo
lados de la taba, opuesto a la chuca», y además en PAlc., y el juego se llama lab el ka cb o bi l
significa taba: «huessecillo que tiene el animal en kacb en Arabia y en África; es vieja voz arábiga
el juego de la pierna, astragalus», «juego de taba con el sentido de ’articulación ósea’, ’tobillo’ y
es el que usa la gente vulgar, tirándola por alto! tam bién ’cubo’ y ’dado de jugar’ (así ya en las
al suelo, hasta que quede en pie p or los lados 25 M il y U na Noches : Dozy, Suppl. II, 473-4). A
estrechos por la parte cóncava, que forma una S , pesar de la perfecta identidad de sentido y del
al modo de aquella con que se notan los párra- considerable parecido, esta etimología tropieza con
phos, y se llama carne, gana el que la tira; y el cambio de k en t, que de ninguna m anera ha­
por la otra, que se llama culo, pierde; tali ludus». bría podido producirse en forma espontánea. Por
E n realidad taba no es sólo el astràgalo de los 30 ello se han propuesto otras etimologías, inacepta­
animales, sino tam bién el del hombre, como mues­ bles en su m ayoría: la semejanza con el turco to­
tra la frase «menear las tabas: andar con mucha ban ’suela’, mongol tabak, en que se fija K . Himly
priessa y diligencia» (Aut.), y aun se ha extendido (Z. d. deutschen morgenland. Gesellschaft X L III,
a veces, en calidad de térm ino genérico, a todos 420), es puram ente accidental; ár. tábaq «hueso
los huesos humanos, como se ve por u n entrem és 35 fino que separa cada una de las parejas de vér­
de Quiñones de B., donde u n personaje moteja tebras contiguas», voz sólo conocida por el dice,
a un viejo de «cimenterio de tabas» (N B A E del Fairuzabadí (Freytag II I, 39a), sugerido como
X V III, 8086). El juego de la taba es sum amente étimo por Diez (W b., 489), con aceptación pro­
popular en todos los países de lengua castellana,! visional de M -L . (R E W ' 8508, suprim ido sin sus-
en América quizá aún más que en España (para 40 tituirlo en el R E W 3), además de ser palabra sos­
pechosa, no habría podido dar taba, pues en árabe la cara blanca se van ganando o perdiendo puntos,
vulgar se habría acentuado fabáq. M ucho más ra­ marcados con pedazos de ladrillo en una especie
zonable era M . de U nam uno (H om en. a M . P. II, de ábaco. Es muy posible que el nombre de este
61) al sugerir una derivación retrógrada de tabilla, juego derive de la raíz t-y-b ’ser bueno, ventajoso,
lat. t a b e l l a ’tablilla’, ’pliegue de escritura’; ta­ 5 feliz’ (apropiada para u n juego de azar), y que de
billa se emplea a veces como nombre del astràgalo ahí se extendiera secundariamente al juego de pe­
según Acad. y designa en Aragón y M urcia (como lota, y aun quizá a otros juegos de azar, como la
en cat. tavella) la vaina verde de las leguminosas, taba. Esta extensión en España pudo producirse
sentido en el cual debió estar muy extendido el por influjo de kácba ’juego de la taba’, quizá por
vocablo, pues con él todavía se emplea en Ávila, 10 confusión de las dos palabras semejantes, en am­
Salamanca y Valladolid tabina, resultante de la bientes bilingües, donde el árabe no era perfecta­
preferencia leonesa por el sufijo diminutivo -ina; m ente conocido.
desde el punto de vista semántico podría alegarse D e r i v . Tabilla ’taba’ (Acad.). Tabeada arg. ’acto
que la forma de la taba vista de lado, algo arquea­ de jugar a la taba’7. Detabao ( < destabado) domin.
da como una S, es la que tienen muchas veces 15 ’desgarbado’ (Brito).
las vainas de leguminosas; sin embargo, debe re­ 1 Tam bién es usual en catalán : Ag. dice ha­
conocerse que haría falta mejor apoyo para hacer berlo oído en Barcelona, yo lo he notado en una
verosímil este cambio de significado. Por lo demás, familia de G erona; en el B D L C IX , 94, figura
es posible que U nam uno tratara de arreglar a su como propio del Bajo Ampurdán. ¿Es castizo en
modo una idea que pudo inspirarle la lectura de 20 catalán o en castellano (falta en Acad. y M ala-
mss. del P. Sarmiento (quien por su parte acepta­ ret)? En aquel idioma podría explicarse por taba
ba la idea de un origen arábigo, que supongo pro­ o lava ’pliegue de condiciones para una almone­
cede ya del P. G uadix): nos informaba el sabio da’, ’artículo de u n arrendamiento’, ’lista de ar­
gallego de que en su tierra se hablaba de xugar á tículos que vendían los tenderos de los señores
chuca o ás chucas y agregaba: «sus cuatro caras 25 feudales’ (Ag.), cuya etimología desconozco (¿qui­
éstas : carne, cu, chuca, la profunda, y taboas, la zá regresión de tavella t a b e l l a ’tablilla’?). Por
haz o cara que hace lom o; ciertamente que taboas otra parte en cast. tam bién podría ser derivado
será trasformación taba, que es arábiga, significante regresivo de tabarra id., que parece salir de t a -
lo mismo; también chuca es arábigo» CaG. 1 i6v b a n u s .— 3 No en el del Principado, donde se
(ya he dicho que es falso que uno n i otro lo sean). 30 dice marranxa en algunas partes (Fabra), pero lo
En cambio fonéticamente t a b u l a , en el sentido de usual en Barcelona es joc deis ossets.— 3 R F IV,
cara plana, da, en forma normal, gali, táboa y sería 393. El altaba que cita Baist de J. Ruiz no pare­
concebible que tábua se redujera a taba tal como ce ser ’taba’, sino ’aldaba’.— 4 A pesar de la va­
muacho (deriv. de mulo) a macho. En teoría, pues, riante tábba (sólo recogida por H um bert), no pa­
una etimología gallego-portuguesa sería muy de­ 35 rece que atine Dozy al suponer que se tomó
fendible ¿Es verosímil tal procedencia geográfica? del turco fúb o túp «tout ce qui est de forme
Me guardaré de afirmarlo y aun de rechazarlo del ronde, baile, balón, boule».— 5 O sea ’táb y du kk’,
todo. Quizá sea más razonable suponer que al palabra ésta que es nombre de acción del verbo
entrar en Galicia un taba forastero fuese adaptado dakk «escamoter, jouer des gobelets».— 0 M an-
popularmente a la voz autóctona : de lo contrario, 40 ners and Customs of the M odern Egyptians,
mucho nos costaría creer entonces que este nom ­ reimpresión de 1890, pp. 317-20 (II, 179-82, de
bre del juego no haya dejado huellas en portugués la trad. alemana).— 7 Montagne, Cuentos Cuya-
(donde lo que más se acerca es táboa «làmina nos, 119; P. Rojas Paz, L a Prensa de B. A .,
òssea larga» y táboa do pescogo do cavalo). 21-IV-1940.
Más probable es que en el fondo tuviera ra­ 45
zón Eguílaz (p. 497) al admitir, como punto de TABACO, ’Nicotiana Tabacum L .’ : la planta
partida, con aplauso de Baist3, el ár. tàba ’pelota y la costumbre de fum ar sus hojas son oriundas
de jugar’, ’pelota de jugar al mallo’, empleado en de América, pero el origen de la palabra es incier­
Siria, Egipto y otras partes de África (Dozy, Suppl. / to ; consta que tabacco, atabaca y formas análo­
II, 65b, 19)'; sin embargo, costaría creer que se 50 gas (procedentes del ár. tabbáq o tubbáq) se em­
produjera este cambio de sentido sólo porque la plearon en España y en Italia desde mucho antes
taba se echa al aire como la pelota; por otra par­ del descubrimiento del Nuevo M undo, como nom ­
te táb o bien táb iva d u kk', es también el nom ­ bre de la olivarda, del eupatorio y de otras hier­
bre de un juego m uy popular en Arabia, Egipto bas medicinales, entre ellas algunas que marea­
y el Interior africano (y al parecer ya documen­ 55 ban o adormecían, y es posible que los españoles
tado en las M il y U na Noches : Dozy, Suppl. II, trasmitieran a la planta americana el nombre eu­
65), que según la detallada descripción de L ane6, ropeo porque con ella se emborrachaban los indí­
consiste en arrojar cuatro bastoncitos de palma, genas ; aunque ya los cronistas de Indias del
lisos y blancos por una cara y de color oscuro por S. X V I afirman que es palabra aborigen de Haití,
la otra, y según el núm ero de los que caen por 60 no es éste el único caso en que incurren en tales
confusiones. 1.a doc.: 1535, Fz. de Oviedo. lectos arauacos de H aití y C uba; aunque en esto
Ya Colón en su diario menciona la costumbre coincida con una opinión casi unánim e de los
indígena de fum ar, aunque no su nombre, con americanistas y lingüistas: Cabrera, N E D (s. v.
referencia a Cuba y con fecha 6 de noviembre de tobacco), Cuervo (Ap., § 971), Hz. U reña (Indig
1492: «hallaron los dos cristianos por el camino 5 103, 112), Volpi (A rch. Stor. It., 1913, ii, 142-8),
mucha gente que atravesaba a sus pueblos, muge- Bertoni (A R o m . II, 270-1), Richter, M -L . (R E W ‘
res y hombres, con u n tizón en la mano, yerbas 8508a), Bloch (con adiciones de W artburg en la
para tom ar sus sahumerios que acostumbraban» nueva ed.), etc. (Lenz incluye el vocablo en su
(Fz. de Navarrete, Col. I, 51); el P. Las Casas diccionario de indigenismos americanos, 697-9,
en su Historia (h. 1552) al reproducir estas pala­ 10 aunque sin decir explícitamente de qué lengua
bras agrega «que son unas yerbas secas metidas viene).
en una cierta hoja seca también, a manera de Los americanistas como Friederici, a pesar de
mosquete hecho de papel de los que hacen los habérselo recordado M. L . W agner (R F E XV,
muchachos la Pasqua del Espíritu Santo; y en­ 297), siguen sin prestar atención a la existen­
cendido por una parte de él, por la otra chupan 15 cia de una planta llamada tabaco en Europa antes
o sorben o reciben con el resuello para adentro del Descubrimiento, de suerte que sólo L. Wiener
aquel hum o; con el cual se adormecen las carnes parece haber defendido la opinión de que el vo­
y cuasi emborracha, y así diz que n o sienten el cablo era procedente del Viejo M undo2; los ro­
cansancio: estos mosquetes, o como los llamáre­ manistas Volpi, Bertoni y Richter, tuvieron el mé­
mos, llaman ellos tabacos», y agrega que ya por 20 rito de señalar la existencia del tabaco europeo
entonces había en H aití españoles que no sabían precolombino, pero admitieron que se trataba de
dejar este vicio (I, 332); en la Apologética, con un mero homónimo. T a n fuerte es el prejuicio que
referencia a la «Isla Española y las comarcanas», causa el origen americano de la planta. Sin embar­
dice «estos mosquetes llamaban tabacos, la media go, americanos son el pavo, el maíz y la patata,
sílaba luenga» (p. 181). T am bién Fz. de Oviedo 25 lo que no impide que sean europeos sus nombres,
(1535 ss.) dice que es palabra aborigen, mas pre­ como pavo y turkey, panizo y corn, kartoffel y
tende que no era el nombre de la hierba ni del criadilla. Y si se ha conservado junto a éstos el
cigarrillo, sino del instrum ento o especie de pipa americanismo maíz, tam bién vivió cierto tiempo
con que la fum aban los in d io s: «a aquel instru­ cohoba el nombre haitiano del tabaco (junto con
m ento con que tom an el hum o... llaman los indios 30 petún guaraní y pecietl náhuatl). ¿Hay razones
tabaco; e no a la hierva o sueño que les toma lingüísticas para sostener la procedencia america­
(como pensaban algunos)», «en lengua desta isla na del vocablo tabaco? Desde luego nada en la
de H aití o Española se dice tabaco» (I, 130-1; apariencia fonética nos perm ite identificarlo como
IV, 96) j pero él mismo se contradice hablando en taino o como perteneciente a otra lengua ameri­
otra parte (II, 298) de «una hierba que llaman 35 cana : C. H . de Goeje, el más especializado en el
tabaco». estudio del taino y en el del caribe antiguo, se
Pronto había, pues, contradicción entre los viaje­ abstiene de ponerlo en su catálogo de las pala­
ros españoles en cuanto al sentido propio del vo­ bras de aquel idioma3, y en cuanto a éste sólo
cablo, y si esto ya inspira desconfianza en este registra (p. 66) toman o tam un como propio del
caso, en cuanto a la afirmación de la procedencia 40 dialecto Kaliña, cuya relación con tabaco es evi­
india, a pesar de que en ella coincidan nuestras dentem ente muy problemática; tampoco ofrece
dos autoridades principales en materia de arahua- gran probabilidad la opinión de A. E rnst (cita del
quismos (aunque no las más antiguas, como Co­ N E D ) de que se trataría de una variante del gua­
lón, Paner o Angleria, que no mencionan el vo­ raní taboka, nom bre del tubo de fum ar, que los
cablo), la duda se agrava al ver que ya en 1571 45 españoles habrían aprendido de una tribu guaraní
M onardes afirmaba que tabaco era nombre dado que habitaba [?] el extremo N orte de la Espa­
por los españoles y no por los indígenas, que le ñola.
llamaban picietl (nombre azteca)1. Tam bién es ver­ Estas semejanzas fonéticas son demasiado va­
dad que Alonso de Santa C ruz dice que los indios gas para ser seguras. M uy diferente es el caso
de H aití llaman tabacos a los «sahumerios» en 50 del it. tabacco, nom bre de planta que ya figura
cuestión, pero Santa C ruz publicó su obra en en el florentino A. Braccesi (1445-1503) y en una
1560, mientras que ya veinte años antes los con­ lista de mercaderías de M ódena escrita en el
quistadores del Valle del Cauca escriben «cuando S. X V : «opio, tabauco, aloe, pático, zenzavero. ..»4
quieren emborracharse, hácenla fuerte con ciertas Como indicó E. Richter (A R om . X I, 251-7; comp.
yerbas que ellos echan, que se llama tabaque», 55 Spitzer, A R om . X I, 395-6) se trata del ár. tub-
como si para el autor de esta relación no fuese báq que designaba el eupatorio y tam bién la In u ­
tabaque nom bre indio, sino español. N o estoy, la Viscosa (o la Inula Conyza), ya mencionada
pues, conforme con la afirmación rotunda de Frie- por A bu Hanifa (S. IX ) y el español Abenalbéitar
derici (A m . W b., 577-9) de que no puede haber ( t 1248); según Lañe estaría tomado del siríaco
duda alguna de que el vocablo viene de los dia­ 60 dübáqi, de una raíz que significa ’pegarse’, ’m uér­
dago’. E n España existió la variante lubbáqa, y este hecho me parece que hay razones inatacables
otro ms. de Abenalbéitar vocaliza tabbáq (Dozy, para negar el carácter haitiano de la voz tabaco,
Suppl■ II, 25); de esta forma es de donde pro­ y para sospechar por lo tanto que es nom bre euro­
ceden el it. ant. tábacco y los castellanos altaba- peo im portado por los primeros descubridores.
ca [1555, L aguna: Colmeiro I I I , 141]5, atabaca 5 T am bién la vacilación tabaco -> tabaque (como
(en Andalucía según D H ist.), tabaca (en Santan­ dicen los conquistadores del Cauca en 1540) es
der, G . Lomas), port. tádega (comp. port. alfáde- más explicable por un origen arábigo que ameri­
ga = cat. alfábega, cast. albahácá), nombres de la cano.
Inula Viscosa, y tam bién altabaquillo, nombre del Cuando la segunda generación, la de Ovie­
llantén, cuyas semillas son también viscosas y tie­ 10 do y Las Casas, llegó a la Española, se encon­
nen aplicación medicinal6. En cuanto a la Inula, tró con que el vocablo ya era de uso general, y no
según el testimonio repetido de los árabes, se em ­ siendo palabra tan generalmente conocida en E u­
pleaba como hierba medicinal contra ciertas fie­ ropa, creyó que era nombre indígena, por tratar­
bres, y como contraveneno, y al mismo tiempo se se de una planta y una costumbre eminentem en­
distinguía por su virtud de calentar el cuerpo y 15 te americana. D e la rápida propagación es prue­
hacerlo sudar. ba el informe de H arrison de que en 1588 el fu­
Según acabamos de ver, se aplicó este nom ­ mar ya se estaba generalizando incluso en Ingla­
bre a muchas plantas diversas de empleo m e­ terra. Cuánto más antiguo sería entre los espa­
dicinal, y al servir para aumentar la tem peratura ñoles de las Antillas; y siendo así ¿qué valor tiene
del cuerpo era fácil que se confundiera con plan­ 20 la afirmación lingüística bastante tardía de Ovie­
tas cuyos efectos «suben a la cabeza» y marean do y Las Casas? Como he dicho en el artícu­
o emborrachan, como la valeriana, el opio y otros lo correspondiente, es tam bién probable que ci­
narcóticos: así lo indican los citados docs. italia­ garro sea voz de im portación hispánica.
nos del S. XV y de 1511. Lo im portante y ex­ Para la propagación del nom bre de la Nicotiana
tendido de esta aplicación nos lo prueban varios 25 a Francia [tabaco 1555, tabac 1599], a Italia [h.
derivados italianos, centrados entorno a la idea 1550], a Inglaterra [1577], etc., vid. BhZR P h.
de ’marear, subirse a la cabeza’ : it. intabaccare, L IV , 43-47; X C I, 190-3; Zacearía, s. v., y Vol-
attabaccare, tabbaccare, ’enamorar’, ’hacer perder pi, /. c.; N E D .
la cabeza a un enamorado’, ’entusiasmar’, docu­ D e r i v . Tabacal; tabacalero (quizá analógico de
mentados ya cuatro veces en el S. XV, desde 30 abacalero). Tabacón. Tabacoso. Tabaquero [Aut.];
1441, y después con gran frecuencia desde el X VI, tabaquera [id.]; tabaquería [id.; en Cuba no es
it. tabacchino ’rufián, alcahuete’ y otras veces donde se vende, sino donde se hace o tuerce el
’hombre que se enamora fácilmente’, tam bién muy tabaco: Ca., 100]. Atabacado. Entabacado.
frecuente desde h. 14107. Estos varios derivados 1 Sostiene M onardes que el nom bre viene del
italianos comprueban la gran importancia y po­ 35 de la isla de Tobago en el golfo de Méjico, a la
pularidad de la planta europea conocida por ta- que él llama Tabaco. Otros, por el contrario,
bacco y variantes, y corroboran sus efectos m a­ han sostenido que el nombre le viene a la Isla
rcadores o narcotizantes. Siendo esto así me pa­ de su semejanza con la forma de una pipa in­
rece muy difícil creer que se trata de un mero dia.— 2 Sabido es que W iener se desprestigió
homónimo del tabaco americano, puesto que to­ 40 sosteniendo esta idea en numerosos casos donde
dos los autores del S. X V I insisten en los efec­ la procedencia americana es indiscutible. En el
tos embriagantes del tabaco sobre los indígenas nuestro, según el extracto de Richter, parece
antillanos; además de los pasajes ya citados de que W iener asegura que aun la planta se ha­
los conquistadores del Cauca, de Fz. de Oviedo y llaba en el Viejo M undo, lo cual desde luego es
de B. de las Casas, recuérdese que Alonso de 45 falso.— s Journal de la Société des Américanis-
Santa Cruz atestigua que se embriagaban con los tes, N . S . X X X I (1939); nombres de plantas,
«tabacos» puestos en las narices hasta que «caían pp. 14-16.— ‘ Bertoni quiere enm endar esto en
sin sentido», y V. la otra descripción detallada de opio tebaico, ’opio procedente de T ebas’ [?],
esta borrachera por Oviedo en el artículo de fundándose en una carta de 1511 donde se lee
Lenz. Que esto se debiera sólo al abuso de la 50 «arfion [ = ár. afyún ’opio’] che lo chiamano
Nicotiana T abacum o más bien al de la Pipta- opio tebaico». Pero falta saber dónde está la
denia Peregrina o cohoba (que los hacía volver errata, quizá más bien en este caso.— 5 Ésta es
como locos: Friederici, A m . W b., 198-9), im por­ la forma empleada en las Canarias, en cuyos
ta poco, puesto que los españoles no distinguie­ campos abunda sumamente esta planta; es típico
ron entre las dos plantas, el P. Las Casas las con­ 55 de las casas rústicas de allá (por lo menos en
funde manifiestamente en una sola, y la confu­ G ran Canaria) colgar de los techos grandes ramos
sión ya parece venir de los indígenas; es más, de las hojas secas, largas y abarquilladas, de la
a juzgar por la declaración de Oviedo (I, 130-1), altabaca, para que se pongan en ellas las m os­
parece que cohíba ( = cohoba) fué realmente el cas y dejen en paz a los habitantes. Esta des­
nombre haitiano de la Nicotiana Tabacum. Ante' 60 cripción que leo en el diario de viajes de mi

V. — 23
padre, sugiere al menos alguna semejanza con puñetazo’; de ahí tam bién el judesp. es ataba­
las hojas secas del tabaco, que por cierto también nado ’le falta u n tornillo’ (M. L. W agner, Zur
se expende en hojas secas a los transeúntes en K enntnis des Judsp. von Konstant., 177); por in­
esas mismas ventas de Canarias.— 6 Otra alte­ flujo del cat. septentr. tampar ’tapar’ se dijo en
ración semejante a la port. tádega parecen ser 5 Venasque tampanazo ’porrazo’ (Ferraz, p. 100),
las formas atarraga y tarraga (¿acentuadas dón­ aran, tampanada ’bofetón’, tampanejá ’pegarse,
de?), usuales en Jaén y en Ujíjar según Rojas abofetearse’. H abría que partir de la idea de ’gol­
Clemente (princ. S. X IX : Colmeiro II I, 142) pe que deja como borracho o dorm ido’. Sin em­
como nombre de la Inula Viscosa. Ahora bien, bargo, hay que advertir que no es imposible que
la Salvia glutinosa (que es una labiada, y no una 10 estas palabras catalanas vengan de t a b a n u s
compuesta como la Inula) se llama tabaco de (comp. los paralelos semánticos citados por Rol-
montaña según el aragonés Loscos (1863), y land, Faune X III, 183). Ag. cita u n malí, tabac
otras variedades de salvia reciben el nom bre de ’tábano’, aunque éste no es bien seguro: po­
tárrega o tarree en catalán; según el testimonio dría ser tábac = cat. távec con -c secundaria y
de Cavanílles (h. 1790), F . G il (1794) y Lorente 15 reciente (para Ja forma aran, tabac, comp. pall.
(1798) tarree es valenciano, según Bassaganya (h. galapát < galápet = G A L Á P A G O , con traslado
1850) y Texidor se emplea tam bién en Cataluña, secundario del acento). Es cuestión enrevesada.
y según Barceló (1867) en las Baleares, mientras D e todos modos parece haber representantes del
que Trias (1800) nos informa de que el nombre «tabaco» precolombino en M allorca: donar un
balear es tarrega (seguramente acentuado en la 20 tabac ’marear’ en Amengual.
a); además los catalanes Bassaganya y Texidor,
y el valenciano S. Benedicto (1866), que herbo­ Tabal, tabalada, tabalario, tabalear, tabaleo, V.
rizaba en el Maestrazgo, dicen que la Salvia pra- atabal Tabanazo, V. tabaco Tabanco, V.
tensis se llama tárrago en castellano (quizá en el taberna
de Aragón), vid. Colmeiro IV, 354-65. Sin em ­ 25
bargo, en el caso de tárrago ’salvia’ es posible TÁBANO, del lat. t a b a n u s id., la cantidad de
que nos encontremos ante u n parónimo parcial­ cuya vocal penúltim a se ignora, aunque otras for­
m ente confundido por el pueblo con el arabis­ mas romances suponen t a b a n u s ; la acentuación
mo tabaco-tádega; parónimo que podría ser de tábano reaparece en el cat. távec (o tave) id. y en
origen prerrom ano, comp. el nom bre de la ciu­ 30 el oc. y frprov. tauna ’avispa’, que difícilmente po­
dad catalana de Tárrega que ya parece estar do­ drían explicarse en calidad de alteraciones o de pa­
cum entado en inscripciones ibéricas (Schuchardt, labras independientes, y como t a b a n u s parece ser
Iberische Deklination, 43; Gz. M oreno, H omen. palabra tomada en préstamo por el latín a u n idio­
a M . P. II I, 497). Todavía es más dudoso que ma no indoeuropeo, es probable que tábano sea
haya relación con el arag. y manchego tarrico 35 variante antigua, como otras que presenta esta pa­
’salsola verm iculata’, que ya parece hallarse en labra en romance. 1.a doc.: ¿Alex.?; J. R uiz; glos.
G . A. de H errera (1513), vid. Steiger V Rom . II, del Escorial, de Toledo y de Palacio.
63, y en Acad. [1884, no 1843],— 7 D el mismo Sólo está en el ms. aragonés (P) del Alex.: «Po­
origen que intabaccare es el malí, atabacar ’dar ro con la Vitoria fizóse m uy lozano, / tenié que
una sorpresa desagradable, chasquear’. Y de igual 40 non avié qui les tornase mano, / mas por toda la
origen podría ser el cat. entabanar ’m arear (ha­ pérdida el rey greciano / tanto dava p o r ella como
blando del hum o o de u n olor fuerte)’ (en M a­ por un tavánot (2002d); O trae «por un nano»,
llorca), ’dar dolor de cabeza, molestar’ (en Vic, lo cual, a pesar de la autoridad superior del ms.
y en el barcelonés Pons i Massaveu), ’engañar, O, parece lección menos buena, pues falta una
embaucar’ (así hoy en el uso corriente), el cual 45 sílaba, y aun enm endando enano h comparación
supondría ün *tabá ’narcótico’ procedente de es de tipo menos corriente. O tro testimonio de
nuestro ár. tabbáq, de la misma m anera que el lavano hay en el Alex., 1792c, pero ahí la acen­
cat. taba ’canastillo’, ’especie de maletín’, viene tuación es dudosa. En J. R uiz: «el tavano al
del ár. fabáq id. ( > cast. T A B A Q U E ), o cat. asno ya le iva mordiendo» (1292d S , mientras
alambi ’alam bique’ viene del ár. ’anbiq (V. m i 50 que T trae tavarro), texto del cual no puede dedu­
artículo de B D C X X IV , 41-43, donde documen­ cirse la acentuación. Lo mismo ocurre con casi
to taba; allí mismo proponía yo derivar enta­ todos los testimonios antiguos del vocablo, de los
banar de este taba ’canastilla’, lo cual tiene poco cuales sólo podemos obtener la confirmación de
fundam ento semántico). D el mismo origen que que antiguamente se escribía con -v -: así en los
el cat. entabanar es seguramente tabanada ’gol­ 55 tres glosarios de h. 1400, en APal. (zcrabro... co­
pe, puñetazo’, que de ahí pasaría al cast. taba­ mo tavanoD, «oestrum es animal con agijon que
nazo «golpe o bofetón que se da con la m ano: molesta los bueyes y los cavallos... y vulgarmen­
es voz baxa» [A u t.], que hoy es sobre todo voz te le llaman tavano» 97b, 322b), en N ebr. («ta­
murciana («golpe fuerte y violento» Ramírez vano: tabanus, asilus»), en O udin; sólo Covarr.
X arriá; L em us); comp. malí, tabacada ’golpe, 60 admite ya las dos grafías con -v - y con -b-. La
acentuación moderna tábano no está documentada parte del inédito Atlas pirenaico de G uiter, mapa
en forma inequívoca hasta A ut. (donde al citar un 52); pero tavá, tavans, y formas análogas, parecen
pasaje de Céspedes y Meneses se le pone esta extenderse, además del extremo N E. del A m pur­
acentuación), pero hoy es acentuación general en dán, a casi toda la Cataluña francesa y la mayor
los dialectos españoles, de suerte que debemos 5 parte de la provincia de Lérida, desde la punta
creerla antigua. Y sólo en algún caso, como es el Oeste de Cerdaña y desde Andorra, pues he oído
del asturiano de C abranes,. persiste la acentuación tavá(ns) en Vali Ferrera, Valle de Boi y en las
no proparoxítona: tabán (y en cambio tábao en inmediaciones de Lérida (la variante taval del Ro-
el O. de la región: Acevedo-F.). sellón se deberá a influjo del langued. mousco de
Por otra parte, tampoco hay testimonios inequí­ 10 tchaval c a b a l l u s ; tavàcs en la zona Rosas-Agulla-
vocos de una acentuación tabáno, pues n i siquiera na, tavancs en la Costa Vermella, tavauts, -aucs,
el pasaje del Alex. es bien concluyente en este en Cardos); Griera (BD C I, 29) anotó tfb á k en
sentido, estando sólo en el ms. aragonés: sabi­ Ibiza; al tábano parece referirse la forma mallor­
do es en efecto que este dialecto hace vulgarmente quína tabach citada por Ag. de u n texto de 1411,
paroxítonas todas las palabras esdrújulas (arboles, 15 pero desgraciadamente no podemos dar m ucho cré­
pájaros, rabános, etc.), y aunque ignoramos qué dito a este dato5. Los dos testimonios antiguos
antigüedad tiene este fenómeno, no tenemos de­ que conozco, ambos del S. XV, presentan sin lu­
recho a negar que ya se produjera en el S. XV, gar a duda la acentuación tavá, postulada clara­
cuando se escribió el m s. P: n o puede descartar­ m ente por el plural tavants en el ej. de los E xim -
se, pues, la posibilidad de que estemos ante una 20 plis, citado por Ag., y no menos segura en Jaume
interpolación de este escriba. Conozco otro testi­ Roig: (las mujeres) «son alimanyes, / serp tortuo­
monio en verso, «Vámonos que nos pican los tá­ sa / ... / aranya ab tela, / tarò, mustela, / vespa,
banos» en poesía de Góngora de 1625 (ed. Foul- alacrà» (v. 7706)8.
ché II, 405, dos veces), pero se trata de u n ver­ En occitano ant. y mod. no conozco otra acen­
so suelto cuyo ritm o no queda claro1. Por lo de­ 25 tuación que tavàn, que se extiende hasta el aranés
más los gramáticos que han reunido testimonios bajo y central (taioári; tabák en la parte alta del
de poetas acerca de acentuaciones dudosas (Cuer­ valle). L o mismo en Italia, donde se reparten el
vo, A p.; Robles Dégano, Ortología) callan acerca territorio tafáno y taváno, aquél en el N orte y el
de nuestro vocablo, lo que parece indicar que no Centro, éste en el S ur’. Fuera de España predo­
los hay de una acentuación tabáno. E n conclusión 30 minan, pues, las formas en - á n u s , pero ¿ha sido
no tenemos seguridad plena de que tábano sea siempre así? En todo el territorio francoprovenzal
acentuación muy antigua, pero tampoco tenemos de Francia y de Italia (aunque no hoy en Suiza,
razón alguna para ponerlo en duda2. según el A L F ), y tam bién en una zona languedo-
En gall.-port. no parece haber otra acentuación ciana y delfinesa (extremo N . del G ard, Ardéche,
que la aguda tavao sobre el diptongo; así está ya 35 D róm e, y puntos de H aute-Loire y Hautes-Alpes),
claramente en una cantiga de escarnio del portu­ se encuentra un tipo femenino tàuno, táuna, tórta,
gués Afonso Meéndez de Beesteiros, que parece como nom bre de la avispa, del abejorro y sobre
algo tardía (h. 1300, o algo más tarde): «sol que todo del avispón“. Ahora bien, H om ing (ZRPh.
viu os genetes, come boi que fer taváo / sacudiu- X IV, 223) tenía al menos todas las apariencias de
se e revolveu-se, al^ou rab’ e foi sa via a Portugal» 40 razón al sostener que estas formas sólo podían re­
(quizá se refiera a la batalla del Salado); rima ahí presentar un * t á b a n a hermano del cast, tábano
con certáo y livao ’liviano’ (R. Lapa, CEsc. 60.3). y el cat. táve(c); desde luego esta posibilidad es
El plural es tavoes (atáboes ya en M endes Pinto, evidente en cuanto a las hablas occitanas, algo m e­
h. 1540, Moraes), plural que puede ser analógico nos por lo que hace al francoprovenzal donde no
o ser antiguo (< t a b o n e m = fr. taon) —no me 45 puedo asegurar si es normal la vocalización de B
incumbe a mí decidirlo— , pero aun si es antiguo, implosiva en u 9 : debiera ilustrarnos acerca de este
está más cerca de t a b á n o s que de t á b a n o s . El punto un especialista del francoprovenzal10. Sea
gall. tabau, plural tabáus (V K R X I, 125; Valí.; como quiera es demasiado simplista la actitud de
«tabáos: especie de moscas de bestias, que las M -L . (Das Katal., 109n.; R E W 8601b) al afir­
pican y sacan sangre» Sarm. CaG. 1 Í4v), corres­ 50 m ar que toda relación entre este vocablo del SE.
ponde decididamente a t a b á n u s (comp. mau o de Francia y el cast.-cat. es imposible a causa del
mao m a n u s ). género y de la acentuación: esta últim a afirma­
Pero la acentuación primitivamente esdrújula ción es gratuita, y en cuanto al género... ¿Hará
reaparece en catalán, aunque n o con carácter uná­ falta recordar que el femenino se emplea para va­
nim e : en el Reino de Valencia, se dice com ún­ 55 riaciones semánticas y aumentativas? T odos re­
mente tave, plural távens3, en la Cataluña orien­ cordamos casos como caracola ’caracol grande’ o
tal távec1 (o, localmente, távet), desde Tarragona, llagost ’langosta pequeña’, y oposiciones de otra
por lo menos, hasta el extremo N orte, incluyendo índole como bicho y bicha, cat. cuc ’gusano’ y
Cerdaña, Berguedá, Ripollés, Garrotxa, Alto Va- cuca ’bicho, sabandija’. Tam poco es decisivo el
Uespir y casi todo el A m purdán (datos que saco en 60 argum ento de que en Lión, y en puntos de Sabo-
ya y de los Alpes valdenses se oponen tona (fau­ oc. tavan) que el cambio opuesto. Sobre todo di­
na) ’avispa’ y taon o tavan ’abejorro’ : ya he di­ fícilmente podrá admitirse la tesis de M -L . de
cho en nota que los dialectantes confunden por lo que el cast. tábano sea un latinismo mal acentua­
com ún ambos conceptos, de suerte que la deter­ do, como fárrago, colega, imbécil y otros vocablos
minación semántica exacta es contradictoria y 5 que siempre han sido patrim onio de los cultos:
puede depender en parte de una entrada poste­ aunque nada podremos asegurar en definitiva
rior del vocablo en el dialecto (taon parece in tru ­ mientras no tengamos el Atlas L ing. de España y
so francés, tavan podría ser provenzalismo), en conozcamos el área de tábano, tábáno (?) y ta­
parte de otras razones. M -L . supone una base barro, ya desde ahora hemos de protestar contra
ignota * T a u n a , a lo cual no estoy seguro de que 10 el igualar a fárrago un vocablo empleado por J.
debamos oponernos, y más cuando la califica de Ruiz y demás medievales. ¿Es verosímil que una
prerrom ana; pero en cuanto da a entender que idea patrim onial de pastores y ganaderos sufriera
este vocablo nada tiene en común con el lat. t a - una deformación arbitraria procedente de esferas
b a n u s , ahí sí es preciso protestar. ¿Quién creerá cultas? N o por cierto. ¿Y el cat. táve(c)7 Según
que esta coincidencia es casual? Sobre todo cuan­ 15 M -L . sería préstamo castellano, con lo cual lo
do t a b a n u s es palabra con tantas variantes anti­ inverosímil raya ya en im posible: ¡ este préstamo
guas e inexplicables: quizá el rum . táun, el port. tardío, procedente más bien de falsos cultistas que
tavóes y el bereb. taggunt11, en todo caso el fr. de gente verdaderamente culta, se habría adaptado
taon, postulan t a b o n e m , que en efecto está ya do­ maravillosamente a las normas de la fonética his­
cum entado en un escritor merovingio; el it. centr. 20 tórica y dialectal! 12. Cuando tan pocas palabras
y sept. tafáno supone un itálico * t a f a n u s , que hay del tipo de rave = rábano, orgue = órgano,
desde Ascoli (A G I X , 6, 8) se ha venido citando orfe = huérfano, el pueblo habría acertado a ha­
como el ej. clásico de estas variantes dialectales cer la adaptación perfectamente. Esto es increíble,
con F = lat. B. y con razón protestó ya Schuchardt del poco cui­
El hecho im portante de que debemos partir es 25 dado que M -L . prestaba a las formas hispánicas,
que t a b a n u s es palabra completamente aislada en que tanto intrigaron a D iez13. A lo sumo se ha­
las lenguas indoeuropeas: Schuchardt (/. c.) es­ bría podido sugerir que la acentuación de tábano
tudia la posibilidad de que sea préstamo tomado se adaptó en cast. a la de zángano; sin embargo,
de un colectivo árabe en -án, puesto que deb- esta palabra no parece ser muy antigua, y como
bdn(a), dubbin(a), dabür(a), zenbór, zunbür, son 30 es ajena al catalán, la idea tampoco es acepta­
nombres del tábano y de la avispa en el árabe ble.
hispánico y m arroquí: el último se encuentra des­ D e r i v . Tabanera. Atabanado. Tabarro14 [«tavarro,
de el S. X III (R. M artí) y dabür(a) desde el X I especie de obispa: crabro» N ebr., quien vuelve
(glos. de Leyden), se emplea en Siria y Egipto a emplearlo s. v. señero; y ya en el ms. T de J.
y está ya en las M il y U na Noches. A m í me pa­ 35 Ruiz, de fin S. X IV, V. arriba; tam bién está en
rece que más que del árabe podría ser préstamo Juan de Pineda y en Lope, vid. Rdz. M arín,
del púnico o del camitico al latín (tal vez sea au­ 2500 V oces; T err. lo trae como variante de tá­
tóctono el bereb. eddebban, eddebab, que Schu­ bano, y así se emplea hoy en Ávila, S alam .: Cespe-
chardt cree arabismo). E n cuanto a E rnout-M ., dosa (Sz. Sevilla, R F E XV, 157, 275), y Málaga
dan a entender que tabanus es préstamo del etrus- 40 (R H X L IX 601)]: es posible que sea variante muy
co, donde aparecen como nombres propios formas antigua de t a b a n u s , pues M istral da un langued.
correspondientes a t a b a n u s y a t a b o n e m (tayane, tabar, M entón tabardan, H aute-Loire talabar (Ro-
tayunias), lo cual encontraría un buen apoyo en lland)15 «taon», tavardoun es ’avispón’ en los Alpes
el hecho de que el it. tafano pertenece sobre to ­ M arítimos, tarubou en el Var (A L F ), y es sabido
do al Centro de Italia, y es ajeno al S ur (descar­ 45 que los sufijos en - u r r a y - a r r a son de substrato
tando así un osquismo). Sea de ello lo que quiera, etrusco y no solamente ibérico16; según G. de
lo cierto es que t a b a n u s no es palabra heredada Diego sería debido a cruce con G A B A R R O , que
del indoeuropeo, y por lo tanto podemos esperar no creo ayudara mucho hallándose gabarro en
en romance toda suerte de variantes no explica­ este sentido sólo en dialectos castellanos, y teniendo
bles por el latín: así el it. tafano, así el fr. taon, 50 en cuenta la difusión de tabar ’tábano’ y sus va­
así el prov. y frprov. tauna, y ¿por qué no tam­ riantes en las hablas occitanas. Tabarra ’lata’ [Acad.
bién el cast. tábano y el cat. tave(c)? S. X IX ]; tabarrera ’ruido, estruendo’ [S. X V III,
N i siquiera nos consta la cantidad de la pen­ Fz. y Ávila, B hZR P h. L X X II, 227], ’manía, locu­
últim a de t a b a n u s en latín clásico, puesto que el ra, extravagancia’ (Terr.), en M álag a: ’disgusto,
vocablo sólo se encuentra en prosa (Varrón, Pli- 55 irritación’ 'cosa muy molesta’ (R H X L IX , 601);
nio, Nervio, S. Isidoro), y si los diccionarios sue­ tabarrón domin. ’el que hace alarde de valentía’
len asignarle larga lo hacen sin razones .valede­ (Brito). Es difícil trazar los límites entre los deri­
ras; desde luego sería más fácil que u n extran­ vados de tábano y los de T A B A R D O y de T A ­
jerismo t a b a n u s se hubiese adaptado parcialm en­ B AC O (nota 7, s. v.), artículos que deberán con­
te al sufijo latino -A n u s (de donde it. t(ruano, -f-, 60 sultarse. Del it. tafano deriva probablemente el
italianismo cast. tafanario ’trasero’, para el cual V 304).— 10 N o vaya a ser que debamos partir de
A N T ÍF O N A . u n * t a b o n a con traslado del acento en hiato.
1 ¿Hay que acentuar vámonos o vámonos? En N o veo que hayan estudiado el vocablo D úraf-
el verso siguiente «vámonos donde moriré» pa­ four ni los suizos.— 11 Schuchardt, W iener Sit-
rece que se acentúa la a. Habla ahí u n pastor, 5 zungsber. C L X X X V III, iv, 39-40 y 77. El rum .
pero escribe G óngora, y ambas cosas restarían táun es posible que corresponda fonéticamente
valor al testimonio aun si fuese clara la acen­ a TABÁNUS, con paso de *tavxn a táun, según in ­
tuación tabáno, pues lo mismo podría tratarse de dicó M -L. (Dacoromania III, 643ss.). Es posible,
una acentuación rústica ridiculizada por el poeta sí, pero de todos modos nos consta que t a b o n e m
que de una acentuación latinizante y artificial del 10 es antiguo, y así debe persistir la duda.— 12 La
autor culterano.— 2 PAlc. da una forma m ozára­ -í de tavet es comparable a la de m apet = ma­
be tabána, pero el árabe granadino adelantaba el pa, ápit < api, oit < o d i u m , etc. El paso a
acento en los vocablos en -an, -ana, luego esta tavec tam bién es comprensible (rávec por rave
forma no vale como testimonio de un cast. ant. raphanus en Menorca y puntos de Cataluña,
tabáno. Ya Schuchardt observó que a base de 15 rávet en el C apcir: BD C V, 25; X IX , 197; III,
un -A n u s antiguo esperaríamos -ína coa imela 126).— 13 W b., 213. Cita la forma tauenus en
en PAlc.— 3 Escrig. Sánelo da las dos form as; unas glosas observando que ésta ya supone la
ambos escriben con -b-. Sabido es que en la ca­ acentuación en la sílaba inicial. Como observó
pital valenciana v = b; de Carlet, donde ocu­ Schuchardt, varias de las formas magrebíes y be­
rre lo mismo, me dan távens.— 1 Así en la región 20 reberes arriba citadas corresponden a una term i­
de Barcelona; M ontoliu lo anota en Tarragona nación -Á N - con breve. Claro que esto es oscuro.
(.BDC VI, 50), Amades en Rupit (BD C X I X , Tampoco estoy seguro del valor que podemos
208).— 5 Parece tratarse de un extracto m oderno conceder a la forma vT0.fla.vog ’tábano grande’
de este doc., pues está en castellano, e ignoramos del griego de Cefalonia (G. Meyer, Román.
si es extracto fiel. De todos modos no sabemos 25 Lehnw orte im Neugr., 65), dada la tendencia
si hay que acentuar tábach o tabach. Es estrafa­ griega a anticipar el acento en los latinismos con
laria la definición «animal dañino que había de­ penúltim a larga. Acerca de las formas romances
vorado [! ] los ganados de laisla»; sea como de t a b a n u s son útiles las indicaciones bibliográ­
quiera esto sugiere que hoy no es usual en M a­ ficas de Sofer (p. 172), y los datos folklóricos y
llorca (falta en Amengual).— 6 Tavec en el Con- 30 dialectales de Rolland, Faune X III, 181.— 14 En
cili de Lulio (v. 668) no es t a b a n u s , sino que a la H uerta de Valencia en general se dice tave,
juzgar por el contexto es lo mismo que el oc. pero en Albal particularmente tavardo, como
tavec «insulsus» (dos ejs. en Levy). Verdad es anoté en 1962.— 15 Cita también un it. (?) ta­
que no es bien seguro que en el fondo de esto barro de un dicc. de 1680.— 16 D udo por lo tanto
no esté el lat. t a b a n u s , comp. Queyras «teman: 35 que acierte Sz. Sevilla al explicar tabarro por un
nigaud, niais» (C habrand); pero se tratará de un cruce de tábano con barro. Seres demasiado dife­
cruce de lavan con bavec ’babieca’.— 7 A I S 478. rentes para que puedan cruzarse. Si es verdad
Sólo un táfano en Verona, del que no podemos que allí barro significa también ’tábano’ ¿no será
hacer mucho caso dado su aislamiento. Pero porque haya confusión más o menos individual
comp. el veron. tava estudiado por Salvioni se­ 40 entre los dos vocablos? Cierto es que barro pudo
gún el R E W .— 8 En el mapa jrelon del A L F es llegar a ’tábano’ pasando por la ac. ’tumorcillo
donde presenta extensión m ayor; no tanta en que sale al ganado por depositar el tábano sus
bourdon. En las Terres-Froides ’avispa’ se dice larvas’ (en Soria según R F E IX , 137). Conven­
gépsg o bien iQna, pero éste designa más bien dría saber si es ac. más difundida.
una «grosse guépe noire» (Devaux). E n Vaud 45
(Ain) tam bién coexisten vwépi y ttjna con los " TABA QU E ’cestillo’, del ár. tábaq ’fuente, ban­
sentidos de ’avispa’, ’abejorro’ y ’avispón’, aun­ deja’, ’canastillo’. 1.a doc.: 1331, invent. arag.
que éste se reserva más especialmente para ’avis­ Donde se lee «tres tabaques y un tallador, pin­
pa’ y aquél para ’avispón’ (Duraffour, s. v.). En tados», B R A E II, 552. Aproximadamente por el
Aosta, Susa y pueblos intermedios, es el abejo­ 50 mismo tiempo escribió don Juan M anuel su Tra­
rro, en Valsoana el avispón (A IS 462).— 9 L a tado sobre las armas, donde tam bién se lee taba­
respuesta sería negativa si tuviéramos que hacer que para ’espuerta o canastillo de m im bres’, Ri-
caso de los mapas table y malade del A L F , pues vad. L I, p. 261. E n las Leyes de Moros de los
casi toda la zona francoprovenzal tiene tabla, ma­ SS. X IV y XV se leen tabaque y atabaque (> veo.
tado (aunque hay algún malodo): pero ¿hasta 55 vizc. atabaka ’cepillo de la iglesia’, ’urna de vota­
qué punto son autóctonas estas formas y no ción’) para ’cesta, escusabaraja’ (Memorial Hist. Esp.
afrancesadas? Como representante de c l a v e m V, 427ss.); en el sevillano americanizado Rosas de
(A L F 301) encontramos klo en la mayor parte Oquendo, h. el a. 1600: «entro a hazer una visi­
del territorio, y desde luego las formas en ú o ta, / y no acabo de sentarme, / quando entra
en ó son generales en el caso de c l a v u m (A L F 60 luego una negra / cargada con un tabaque; / sá­
cales allí una tienda / y pénenmela delante» (R F E Donde leem os: «joga el cavallo e el rrcx;in, /
IV, 349); en el Alforache de M artí, «las tende­ e elas armas otro sy, / el mantón, el tabardo / e
ras... demás de las buenas muestras que ponen el bestido e el calcado; / finca en ávol guisa, /
en la frontera de sus tabaques, para vender por se­ en pánicos e en camisa» (R F E I, 60). Según Cej.
ñuelo el mal año que dentro cubren» (Rivad. III, 5 estaría ya en las Cortes de Valladolid de 1258.
407). Define A ut. «cestillo o canastillo pequeño, Léese tam bién a princ. S. X IV en Otas de Roma,
hecho de mimbres, que regularmente sirve para f°94v° del ms.
traher su labor las mugeres y tenerla a mano» y Es m uy frecuente hasta el S. X V I: «A Amalt,
cita ejs. clásicos, agregando la frase proverbial co­ joglar, para un tabardo, 8 varas de estanfort»,
m o pera en tabaque «que se dice de aquellas co­ 10 doc. de 1293 (M . P., Poes. J u g l, 459-60); «un
sas que se guardan con cuidado y delicadeza para tavardo e cotardía de gamellín mesclado», «un
que estén reservadas»; así en el Quijote « ...refra­ tavardo e hopa de hom bre, de panyo de Londres
nes ... ahora se me ofrecen cuatro, que venían vermellyo», «un tavardo de panyo negro valen­
aquí pintiparados, o como peras en tabaque; pero ciano rivetado de tapet negro», inventarios arag.
no los diré, porque al buen callar llaman Sancho» 15 de 1374, 1380 y 1497 (B R A E II , 346, 556, 91).
(II, xliii, Cl. C. V II, 119). Sigue hoy siendo usual A princ. S. X V II había desaparecido del uso ciu­
regionalmente, por ej. en Murcia (Lemos, Vocab. dadano, de suerte que Sandoval (1604) declara
Panocho). H ubo variante altabaque, que el D H ist. «era u n género de capa a n t i g u a castellana»,
da en el Canc. de Baena y en la Pícara Justina. y A ut. lo da como «casacón ancho y largo, con las
E n catalán hay tabac, empleado sobre todo 20 mangas bobas, de buriel o paño tosco, que trahen
en el País Valenciano («tabaque, canastillo» La- los Labradores y otras personas, para abrigarse y
m arca; «paneret, mesura», G . G irona, s. v. des- defenderse de los tem porales»; claro que siendo
tabac), malí, agafar am b tabac ’coger en falta’ de labrador era de paño tosco, pero antes no fué
(B D LC X II, 118), y hay otra variante taba de así, sino lo contrario, y en el Romance de Santa
igual significado y ya medieval, de la cual me 25 Gadea se da justam ente como propio de gente
ocupé en B D C X X IV , 41-43. noble: «villanos te maten, Alonso, / villanos, que
Es el ár. tábaq, voz m uy antigua y extendi­ no hidalgos / ... / trayan capas aguaderas / no
da (definida «canistrum, calathum» está ya en el capuzes ni tavardos» (ms. de comienzo del S. X VI,
glosario de Leyden, 50, 54), ya clásica con el R F E I, 362); tam bién regala tabardos un noble
sentido de ’bandeja, fuente’, pero que vulgarmen­ 30 en el R im . de Palacio (429<á), y podía ser vesti­
te equivale más bien a una especie de canastillo; m enta de reyes y de sus familiares: «ninguno non
V. el documentado artículo de Dozy, Gloss., 341- traya tabardo n in rredondel d ’escarlata vermeja,
3. El ár. (ábaq se pronunciaba vulgarmente fabáq salvo Nós (el Rey)» Cortes de Burgos de 1338
en España, y deriva norm alm ente del verbo (ábaq (R F E V III, 349); en el bautizo del hijo de los
’cubrir, cerrar’. 35 Reyes Católicos la m adrina vestía «un tabardo
D eriv. D e este mismo verbo deriva el ár. tat- carmesí ahorrado en damasco» (Crónica de An­
bíqa ’chapa de hierro con cobre, provista de un drés Bernáldez, Rivad. L X X , 592a). En una pala­
clavo, que se aplicaba al arnés de los caballos, o bra, podía ser prenda de lujo, o bien más modesta,
se empleaba para herrarlos’, de donde el cast. ta­ pero siempre era ropón de m ucho abrigo, su ver­
bica ’tablilla con que se cubren los huecos que 40 dadera característica: «quien buena piel tenía, /
quedan entre las vigas colocadas sobre el arquitra­ que le bastava al frío, / tabardo non pedía» Sem
be’ [1633, Lz. de Arenas, pp. 182 y 37; Acad. ya T o b copla 202; «quando la m uger vee el pere­
1817], ’el hueco que queda en una pared entre zoso covardo, / dize luego entre sus d ien tes:
los maderos que asientan sobre ella para formar — ¡Oxte, tomaré mi d ard o !— / Con m uger non
el techo’ (Dozy, Gloss., 344; Suppl. II, 25b). En 45 enperecjes, nin te enbuelvas en tabardo, / del ves­
cuanto a tabahia que la Acad. [1884, no 1843] tido más chico sea tu ardit alardo» J. Ruiz 455c:
registra como sinónimo de tabaque, es palabra de es decir, no te muestres cobarde ni friolento con
aspecto sospechoso, no documentada en otras las mujeres si no quieres que te desprecien (no
fuentes y que probablemente estará equivocada en por ser «de paño ordinario» como dicen los vo­
su forma (¿quizá tabachia, grafía de tabaquía?). 50 cabularios de Juan Ruiz). H ay variante arag. ta-
barto en invent. de 1402 (B R A E I I I , 360). Para
Tabaque ’clavo’, V. abitaque Tabaquera, ta­ completar la documentación antigua V. el glosario
baquería, tabaquero, tabaquismo, tabaquista, V. de A guado; Tilander, R F E X X III, 148-150; Pot-
tabaco tier, V Rom . X , 208. El uso del vocablo subsiste
55 todavía en ciertas zonas rurales, y como nombre
TA B A RD O , común a todos los romances de de u n casacón de ceremonia llevado por los em­
Occidente y a otras lenguas vecinas, etimología pleados de ciertas corporaciones públicas; por los
incierta; el punto de partida parece hallarse en años de 1920 era una especie de casaca de gran
el fr. ant. tabart, quizá de origen germánico. 1.a abrigo que podían llevar los soldados españoles,
doc.: S. X III, Elena y María. 60 abrochada al hom bro y que cubría la m itad del
m uslo: descripción muy semejante a la que da lenguas hispánicas pasase desde el francés antiguo;
G rim m del tapphart alemán del S. XIV. el it. tabarro se explica por la pronunciación tabar
Fuera del cast., encontram os: port. antic. ta­ que ya era corriente en francés en la segunda m i­
bardo (ya en 1278, R L X I, 90; frecuente en el tad del S. X III (sobre todo en el caso sujeto
S. X V I: Moraes), con variante más rara tabarro, 5 sing. o compl. plural tábarz, pron. ya tabars). Se­
(citada sin pruebas en este dicc.); también gall.- m ánticamente no es posible partir del cast. ta­
port. a n t.: «Ali me desbulharon do tabardo e dos barro ’tábano’1. Si admitimos que el punto de par­
panos» (R. Lapa, CEsc. 71.-13, 399.11); cat. ant. ta- tida es el N orte de Francia, es casi forzoso buscar
bart, ya en el S. X IV : «tant n o l s irets derrer, / u n origen germánico, pues una -b- intervocálica
levant busques ne payles / deis tabarts e gramay- 10 no es posible en voces francesas de origen latino
les» (R H IX , 244), algo menos frecuente que en o prerrom ano; lo mismo indica la terminación
cast. (alguna vez en la forma castellanizada ta­ germánica -ard3.
bardo); oc. ant. tábart (sólo en doc. de Nimes D e r i v . Tabardina ant. [1397, V. G A B A R D IN A :
del S. X IV , y en otro del G ers, del X V ); it. éste resulta de un cruce de este derivado con G A ­
tabarro, todavía vivo, aunque suele emplearse sólo 15 B AN ]. Tabardillo ’tifus’ [1570, C de las Casas
humorísticam ente, y ya frecuente desde primeros «petecchie, febbre pestilenziale»; el navarro L ó­
del S. X IV (Boccaccio, Sacchetti); Cervantes pez de Corella publicó en 1574 un libro D e m or­
(Fcha.) empleó esta forma tomándola del it. T an bo pustulato, sive vulgo tabardillo, Cej., H ist. de
frecuente como en Castilla y en Italia es el fr. ant. la L . y L it. Cast. II, 149; el italiano Sassetti h.
y med. tabart, documentado desde 12701; hay va­ 20 1580 lo cita como nombre de una fiebre petequial
riante femenina tabarde (S. X IV), y diminutivo española, Zacearía, s. v .; «una calentura lenta
tabarel (1297, 1338). L a documentación puede acaba la vida como la de u n tabardillo» Coloquio
completarse con la del bajo latín, donde según D u de los Perros, Cl. C., p. 317; en el mismo sen­
C. aparece con gran frecuencia en Francia, Italia, tido emplea tavardete J. de Acosta, h. 1590, A u t.Y ,
Alemania, etc., desde 1264 (doc. de A njou); ade­ 25 así llamado porque la erupción de manchitas cu­
más el femenino tabarda aparecería según el mis­ bre todo el cuerpo, como u n tabardo; atabardi­
mo léxico ya en el monje Cándido de Fulda, que llado [Aut.]; (manzana) tabardillo gall., que Sarm.
escribía bajo Lotario I. o sea a med. S. IX , fe­ 0CaG. 92r, A l3 r, 203«, 234r) pone entre las cam­
cha aislada y tan tem prana que inspira descon­ peras, bayonesas, mucetas y espriegas, y trae (al
fianza (¿interpolación?). E l vocablo reaparece en 30 parecer, de una monografía de Reaum ur en 1728)
varios idiomas no latinos alrededor de la Roma­ que es lo mismo que el fr. pom m e reinette.
nia: b. gr. T a ( i i t á p t o v , tardío e indudablemente 1 Los textos citados antes de éste por G od. V II,
advenedizo; ingl. antic. tabard ( = tcébvd), fre­ 614, parecen ser tam bién de fines del S. X III,
cuente desde h. 1300 (de aquí el galés tábar); b. vid. Schultz-Gora, A S N S L C L I, 97.— s L a idea
alem. tabbert, a. alem. med. tapphart. Estas varias 35 de Cej., Voc., de derivar de T A B A porque llega­
formas germánicas son generalmente consideradas ría hasta los tobillos, como talar del lat. talus ’ta­
como galicismos (N E D , G rim m , etc.), y en efecto lón’, exigiría que el vocablo hubiese nacido en
en alemán el vocablo n o aparece hasta 1370, y Castilla (pues taba no existe en otros romances),
con frecuencia en el S. XV (de esta centuria son supuesto contradicho por el sufijo -ardo, que no
los textos literarios citados por Lexer y G rim m ); 40 es castellano; además sería extraña la tan tem ­
es norm al, en efecto, que las palabras francesas en prana propagación a Francia, Alemania e Ingla­
-ard se adapten al alemán medio en forma de terra.— 3 En este sentido puede tenerse en cuenta
compuestos en -hart. el pasaje de Enrique de K nyghton (1295) citado
L a etimología se ha estudiado poco y en reali­ por D u C., que muestra que ya entonces tabart
dad se desconoce: no tienen valor alguno las su­ 45 era voz típicamente inglesa; y la supuesta docu­
gestiones de Diez (derivado de t a p e s , t a p é t i s , mentación alemana del S. IX ; pero creo que en
’tapiz’, imposible fonética y morfológicamente, co­ ambos testimonios el vocablo es de procedencia
mo ya dice el R E W 8563) y de K örtin g : éste francesa.— 1 H oy en Andalucía, Puerto Rico y
(9372) quiere partir del a. alem. ant. tapjar ’pe­ Venezuela es ’insolación’; en aquella región tam ­
sado, im portante’ (a. alem. med. y mod. tapfer 50 bién se emplea para ’disgusto grande’ o ’persona
’pesado, lleno, firme’, hoy ’valiente’, neerl. e ingl. molesta’, R H X L IX , 601; B R A E V III, 510. L a
dapper, escand. ant. dapr), pensando en el grosor coincidencia semántica con tabarrera será casual.
del tabardo, pero esto es imposible por razones D u C. cita tabardilios en las Actas de Fernando
fonéticas: para partir de la forma fráncica de este el Santo, así que ya se encontraría en el S. X III,
adjetivo, o sea * d a p p r , estorbarían la t- y la -b-, 55 pero sospecho que pertenece al anotador m oder­
si pensáramos en u n préstamo del alto alemán tro ­ no y no a un doc. de la época. Del cast. pasó
pezaríamos con la -pf-. L a irradiación desde F ran ­ al port. tabardilho (tabarrilho dialectalmente por
cia a los vecinos idiomas germánicos sugiere que influjo de la variante tabarro). Claro que no pue­
el vocablo fuese m uy antiguo y arraigado en el de venir del lat. tabes ’putrefacción’, como qui­
N orte de Francia, y todo conduce a creer que a las 60 siera Covarr. (por razones morfológicas).
Tabarra, tabarrera, tabarro, V. tábano y comp. de Bagdad. 1.a doc.: 1604.
taba Tabelión, tabellar, V. tabla Céspedes, Discursos sobre la Antigua y M oder­
na Pintura, de esta fec h a : «el pabellón atornaso­
TA B ERN A , tomado del lat. taberna ’cabaña, lado, de una tela que los italianos llaman ta6i,
choza’, ’tienda, almacén de venta al público’, ’m e­ 5 que casi imita nuestro gorgorán» (cita de Cabre­
són, posada’. 1.a doc.: tabierna, Concilio de Va- ra, p. 71). Ya está en el Quijote, en T irso (Fcha.)
lladolid de 1228 (M. P., Poesía Jugl., 84); taverna, y otros clásicos (A ut.); adem ás: «¿qué será verme
J. Ruiz. entrar / en la plaza a torear / con el brillante
Aquí está ya evidentemente en el sentido m o­ tabi, / segurísimo decoro / de todo peón gallego?»
derno, pues se dice que ciertos instrum entos m u ­ 10 Lope (ed. nueva de la Acad. IV, 2776); «una m u­
sicales «aman la taverna e sotar con vellaco», o jer que fué toda su vida / libre, rozando telas y
sea ’son adecuados para taberna, y para bailar con tabíes, / y de un galán y de otro requebrada»
gente de baja estofa’ (1516d). L a forma heredita­ Q uiñones de B. (N B A E X V III, 686; otro citado
ria taviema, además del Concilio vallisoletano, se s. v. R O Z A R ). En fr. tabis se encuentra desde el
encuentra en antiguas fuentes aragonesas: «si al­ 15 :S. XV (God. V II, 615); en it. ya en la primera
guno se clamare que algún otro lo ha ferido en m itad del X V I (Varchi); en cat., desde 1652 (Ag.).
taviema com unal... aquel qui dize que es ferido Para la etimología, vid. Dozy, Gloss., 343, y la
deve provar con testimonias qui se acertaron al fe- abundante bibliografía citada por Steiger, Fest-
rir» Fueros de Aragón (ed. Tilander, § 103.1), y schrift Jud, 674.
asimismo en la Col. de Doc. para la Hist. de 20 D e r i v . Tábinete [Acad. 1925, no 1843].
Aragón IV, 265; hoy sigue siendo usual en Astu­
rias (V). Pero la forma culta sin diptongo se ge­ Tabica, V. tabaque Tabicar, tabicón, V. ta­
neralizó pronto en Castilla, y así APal. sólo re ­ bique Tábido, tabífico, V. tabes Tabilla, V.
gistra taberna (44b, 67b, 4856) o taverna (67b, taba y tabla Tabina, V. tabla y taba Tabi-
175d). y N ebr. sólo esta última («t. de vino: cau- 25 nete, V. tabi
pona»),
D e r iv . Tabernáculo [A P al. 8 3 6 , 3 2 3 6 , 4 9 2 6 ], T A B IQ U E , del ár. tasbik ’labor de trenzado o
tom ado de tabernaculum, propiamente ’tienda de entretejedura’, ’pared de ladrillos’, propiamente
campaña’. Tabernero [Alex., 5 1 ; too-, J. Ruiz, nombre de acción del verbo sábbak ’enrejar, en­
N eb r.]; tabernera, que en Cespedosa, en Jaén, 30 trelazar, entretejer’. 1.a doc.: taxbique, princ.
etc., significa ’carraleja o aceitera’ (R F E XV, 276, S. XV, Canc. de Baena; tabique, 1570, C. de las
tábamera; R F E X X IV , 2 2 8 ); tabernería; taberna­ Casas.
rio. Tavem ego nom bre propio de persona en doc. T raducido ahí «tergirino, paritello». L a forma
de 1153 (Oelschl.). Tabem ear antic. («cauponor» etimológica taxbique está tam bién en Juan de Val-
N ebr.). Tabernizada. Tabanco ’bodegón’ [1609, J. 35 d és: en el Diál. de la L . le preguntan «¿quál es
Hidalgo, s. v. astillazo y ostería; tam bién en el mejor, dezir taxbique o texbique, fraila o freila,
Viaje del Parnaso de Cervantes], probablemente trasquilar o tresquilar? V a l d é s : Yo en essos vo­
resulta de u n cambio de «sufijo» con intención cablos... por mejor tengo usar la a que la e»
despectiva1; tabanquero ’bodegonero’ gnía. (ibid. (56.20). N i una ni la otra forma están en los glos.
s. v. pechardino). Contubernio [1435, J. de Me 40 de h. 1400, en APal. ni en la 1.a ed. de N ebr.
n a ; fin S. X V I, Illescas, Aut.], tomado de con- (aunque sí en eds. posteriores); C o v arr.: «tabi­
tübernlum id., derivado de taberna en el sentido que: pared delgada de ladrillo puesto de c a n to :
de ’vida en una misma choza’; contubemal. es nombre arábigo, según dize el P. G uadix co­
1 D e éste, con significado secundario, puede ser rrom pido de taxbiqt). H ubo otras variantes tesbi-
variante tabanque [T e rr.; Acad. 1884, no 1843] 45 que, texbique, taibeque. Taibique está en Covarr.
«rueda de m adera que m ueven con el pie los (s. v. tabuco). Confirmaron como correcta la eti­
alfahareros de blanco, para hacer andar el árbol mología del P. Guadix, M ahn (Etym . Untersuch.,
y la rueda en que forman las piezas»., levantar el 71), Engelmann y Dozy, Gloss., 344. El hispano­
tabanque ’suspender una reunión’, ’abandonar un árabe tasbik figura traducido por «pared' de la­
sitio’ [Acad. 1925, no 1884], 50 drillo» en PAlc., pero es propiamente el nombre
de acción correspondiente a sábbak; en esta ca­
TA B ES, tom ado del lat. tabes ’corrupción, p u ­ lidad lo traducen Richardson por «twisting, plai-
trefacción, consunción’. 1.a doc.: Acad. 1884, no ting, making lattice or net-work» y Freytag por
1843. «immisit, inseruit unam rem alteri, perplexuit, can-
Tecnicismo médico. 55 cellatim struxit, et reticulato opere».
D e r i v . Tábido. D e r i v . Tabiquero; tabiquería. Tabicar [Queve-
C p t . Tabífico. do]. Tabicón.

T A B Í, del it. tabi y éste del ár. cattábi id., asi TA B LA , d e l la t. tabula ’t a b l a , p i e z a d e m a d e ­
llamado por fabricarse en A l- CAttabiya, suburbio 60 r a p la n a , m ás la r g a que ancha, y poco g r u e s a ’,
’tablero de juego’, ’tableta de escribir, etc.’. 1.a ¡la’, ’especie de pastel’ (comp. arriba tableta), di­
doc.: doc. de 1112 (Oelschl.). minutivo de t a b u l a ; de tabilla por cambio de su­
Es frecuente desde los orígenes, en Berceo, Alex. fijo salió tabina id., empleado en Ávila, Salamanca
(315, 558, 545, 657), etc. De uso general en todas y V alladolid; atabillar; tomado del c a t.: tabellar.
las épocas y com ún a todos los romances de Oc-, 5 C ultism os: Tabular. Tabelión.
cidente. En cat., galorromance, it., etc., tomó el 1 «M agister Pujol qui fecit retrotabulum Sánete
sentido de ’mesa’, que no es enteramente inaudito Eulalie» inscripción barcelonesa de 1305, en
en cast. ant. (J. Ruiz, Apol.), pero pronto se olvidó.. Alart, Bull. de la Soc. Agr. Sci. et L itt. des Pyr.-
Tam bién en portugués y gallego la repartición Or. X IX , 237.— 2 Según ya indicó Spitzer, L e-
semántica entre mesa y tábua viene a ser la misma 10 xik. a. d. Kat., 85n.l. Reducciones de este tipo
que en castellano (aunque tábua, táboa tiene un son sumamente comunes en c a t.: rereguarda >
uso muy vivo en la ac. ’tabla que se pintará’, cat. ant. reguarda ’retaguardia’ (V. éste); rere-
’cuadro’ Castelao 22.28). ull > reüll ( > cast. reojo); y así rebotiga ’tras­
D e r i v . Tablacho [Aut.], parece s e r forma mozá­ tienda’, recuina, etc. L a reducción de r e t r o - a
rabe propia de M urcia y otras zonas meridiona­ 15 re- no sería posible en cast., luego se trata de u n
les; tablachero. Tablachina [h. 1570, M ármol, catalanismo seguro.
Aut.; Pz. de H ita, ed. Blanchard I, 194], proba­
blemente tom ado de un it. tavolaccina, dim inuti­ Tabona, V. tahona
vo de tavolaccio ’especie de adarga’. Tablado [Cid;
Alex., 666, 670, 1799]; tablada [1215, Oelschl.], 20 TABO R, del ár. tabúr ’legión’, ’escuadrón’. 1.a
hoy localizado en Palencia y la Arg., pero es pa­ doc.: Acad. 1925, no 1884.
labra m uy extendida en la toponimia del Oeste, En árabe es préstamo del turco, el cual a su
comp. gall.-port. Taboada. Tablaje [tablax, J. vez parece haberlo tomado del polaco (Dozy,
Ruiz], del fr. ant. tablage; tablajero [J. Ruiz], ta­ Suppl. II, 20b), comp. ruso tábor ’campamento
blajería. Tablar. Tablazo [Aut.]. Tablazón [APal. 25 de gitanos o de nómadas’. En España se emplea
485d], Tablear [Aut.]; tableado [rd j ; tableo. Ta- solamente con referencia a Marruecos.
blecilla. Tablero [Berceo; A lex., 438, 2221; Ace-
drex, 10.8, etc.; J. R uiz; A lj. X I, 682; «pirgus... Taborna, tadorna, V. atahorma
el tablero por donde lanzan los dados» APal.
363d; «t. para jugar» N ebr.]; entablerar. Tablera. 30 TABÚ , tomado del ingl. taboo, y éste de la len­
Tableta [J. R uiz; ’especie de alfajor’, 1560, Mz. gua del archipiélago de Tonga (Polinesia), donde
M ontiño, A u t., ac. que sigue viva en el Oeste suena tábu y significa ’prohibido’. 1.a doc.: Acad.
argentino, Chaca, Hist. de Tupungato, 273]; ta­ 1925, no 1884.
bletear; tableteado; tableteo. Tablilla [APal. 35d, En inglés introdujo el vocablo Cook en la n a­
117b, 485á; «!.: tabella; t.s para escrivirn N ebr.]; 35 rración que dió en 1785 de su viaje de 1777. Se
entablillar. Tablizo. Tablón [1555, H ndz. de Velas- pronuncia en inglés tabú, como en cast. En la m a­
co, A ut.]; tablonaje; tabloncillo («madera cortada yor parte de las hablas polinesias tiene la forma
en estrechas tablas, propias para pisos» cub., Ca., tápu, y es siempre adjetivo, con gran amplitud
197). Tabloza [1708, Palomino] antic., del it. ta­ de significados, que se centran alrededor de la
volozza id. Trabanca ’mesa formada por u n table­ 40 idea de prohibición religiosa. El empleo como sus­
ro sobre dos caballetes, de que usan los papelistas’ tantivo es tam bién innovación del inglés, y es el
[Acad. 1936, no 1884], probablemente de *tabran- único que registra la Acad. en cast., aunque no es
ca y éste de tabra por tabla; trabón ’tablón que menos usual con el valor de adjetivo predicado, y
queda atravesado sobre la cabeza de la viga de la­ aun epíteto (pero entonces es invariable). Vid.
gar’ [Acad. ya 1817]. Atablar. Entablar [Berceo; 45 N E D , s. v .; R. L. Stevenson, In the South Seas
<¿e. con tablas: contabulo» N ebr.]; entablación; (the Marquesas).
entablado; entabladura; entablamento y antes
-miento [N ebr.]; entable. Retablo [h. 1450 en TA B U CO , origen incierto, quizá alteración del
Juan de M ena, N B A E X IX , 219; «r. de pinturas: ár. vg. tabáq ’calabozo’ por influjo del sufijo di­
tabula picta» N ebr.; más datos reúne A. Carballo 50 minutivo -uco. 1.a doc.: h. 1575, Ambrosio de
Picazo, R F E X XX IV, 268-78], adaptación del cat. Morales.
retaule, más antiguamente reataula m. (doc. de 1432, E scribió: «poniendo con devota consideración
Hornen, a Rubio i L luch II, 142), y antes latini­ el altar encima la portecica del tabuco pequeño»
zado en retrotabulum 1; se formó con el prefijo y «este tabuquito tiene una saetera de hasta dos
r e t r o - ’tras-’, que da rere- en cat., de donde re­ 55 dedos en ancho y dos palmos en alto» (Aut.);
cavi haplología (o rea- por disimilación)2 : el re­ «aposentico muy pequeño de atajos, como de tay-
tablo es una pintura que adorna la parte posterior biques, de donde tom ó nombre» C ovarr.; «apo­
de un altar; retablero. Tabilla arag. y mure, ’vaina sento pequeño o habitación estrecha» A ut. Sigue
y semilla de las leguminosas’, prolongación del cat. hoy siendo palabra generalmente conocida1.
tavella id. y ’pliegue, vainilla’, de t a b è l l a ’tabli- 60 Adhirióse Dozy, Gloss., 344-5, a la etimología de
C ovarr.: ár. tasbik ’pared de ladrillo’, que no con­ Táburón, V. tiburón Tac, V. tic Taca ’man­
vence desde el punto de vista semántico, y que cha’, V. tacha
no es posible a causa de la u en lo fonético. M ül-
ler, seguido por Eguílaz, Baist (RF IV, 411) y T A C A I, ’alacena pequeña’, palabra rara y re­
la Acad., prefieren partir de tábaqa, que además 5 gional, al parecer tom ada del ár. táqa ’ventana’,
de ’piso’, en Egipto significa ’cuarto, aposento’ ; ’hornacina’. 1.a doc.: 1601, Rosal.
la objeción de Dozy de que tal vocablo no se en­ Según cita de Eguílaz está en el dicc. etimo­
cuentra en el árabe de España no tiene valor, pues lógico de este autor cordobés. En el informe del
estamos lejos de conocer todo el vocabulario de mismo debe de fundarse la declaración de Co­
este dialecto, y se trata de un derivado normal 10 varr. (s. v. alacena y alhacena) de que en Cór­
del verbo tábaq ’cerrar, tapar’ empleado en todas doba se llama taca a la alhacena, que él define «la
partes y en todas las épocas; de hecho el cat. ventana cerrada, cavada en la pared, con sus puer­
távega ’calabozo’, ’cárcel subterránea’ (B D C X X IV , tas, para guardar dentro vidros e vasos, confituras
67) prueba que el ár. tábaqa se empleó en Espa­ y otros regalos»; agrega que viene de atacar por
ña con este sentido. M ás fuerte es el reparo fo­ 15 estar atacada en la pared, o de un tacar ’cerrar’
nético que inspira a Dozy la u castellana, y ade­ (?, pensará en el vocablo catalán, pero éste es
más la diferencia de género. Pero hay u n mascu­ tancar y no *tacar). Falta en los demás dicc. cas­
lino tábaq «prison souterraine» empleado entre: tellanos, incluyendo A ut., y la Acad. no le dió en­
otros por el español Abenaljatib (S. X IV ) (Dozy, trada, con la definición ’alacena pequeña’ y sin
S u p p l II, 24), y que en el vulgar de España de-, 20 más explicaciones, hasta ediciones modernas (1884,
bía acentuarse tabáq, como lo hace en efecto PAlc. no 1843); T err. dice «nombre que daban los ro­
en otra ac. del vocablo (s. v. despalmar). Ahora manos a sus armarios y alacenas, V. la carta 1 del
bien, la á no se cambia en ú, pero sí que, delante Sacristán de Pinos Puente, p. 9, lín. 6», en lo
de q o en contacto con otras consonantes velarizan- cual ha de haber mala comprensión, pues no hay
tes, podía pronunciarse como una ó (aladroc < 25 palabra taca en latín (sólo theca, que no es ’alace­
al-’azraq, y otros ejs. que he citado s. v. R O N C E ­ na’, sino ’estuche’ o ’cajita’). N o tengo otras no­
RO). Todavía es verdad que ó no es lo mismo que ticias de la existencia del vocablo, aunque de su
ú, de suerte que hubo de ayudar el sufijo dim inu­ vida es testimonio indirecto la de taquilla.
tivo -uco, o el influjo de alguna palabra sinónima, L a etimología la indicó Eguílaz (p. 498): el
que dudo sea buco ’agujero’, empleado por Cer­ 30 ár. táqa es voz ajena a los léxicos clásicos (Frey-
vantes, pero como italianismo sin arraigo; R é­ tag la cita solamente de u n autor moderno), pero
gulo Pérez (R ev. de Hist. de L a Laguna, n.° 81, está bien docum entada: vale «fenestra» en R.
p. 110n.7) cita en un doc. canario de 1506 la voz M artí (S. X III, p. 386), «hiniestra» en PAlc., lo
cabuco en el sentido de ’espacio en que gira la cual podría quizá entenderse en e,l sentido de «ni-
rueda de u n ingenio de azúcar’, voz afín o tom a­ 35 che, enfoncement dans l’épaisseur d ’u n m ur pour
da del port. cavouco, cab-, «fósso; cova comprida y m ettre une statue, etc.», que tiene hoy en Egip­
em que assentam os aücerces; o espado em que to, pero tam bién es ’ventana’ en este país y en
gira o rodízio da azenha; estribo de pau» (Fig.), Siria, «lucarne» y «hublot, sabord» en Marruecos
que Moraes documenta ya en el S. X V I, y que (Brunot, Vocab. M aritime á Rabal et Salé), y apa­
deriva evidentemente de c a v u s con sufijo portu­ 40 rece con el sentido de ’arcada’ en el Qartás, tex­
gués bien conocido: el sonido extranjero port. ou to m arroquí de h. 1300; el masculino táq es tam ­
se adaptaría en forma de u. Podría ser que este bién ’ventana’ en autores hispanos y marroquíes
cabuco se empleara en otras partes de España, y de los SS. X II-X IV , ’hornacina’ en el cordobés
que él fuese responsable de la alteración de *ta- Abenhayán (S. X I), vid. Dozy, Suppl. II, 70-71,
boco ( < ár. tabáq) en tabuco2. Para u n cambio 45 y ya se encuentra en léxicos puristas Cíaulia-
semejante en palabra análoga, V. SO C U C H O . rí, Fairuzabadí) para «arcuatum opus». D udo de
1 El domin. tabuco «matorrales; maleza enreda­ que sea préstamo del gr.-lat. theca, como afirma
da» (Brito, Tejera) más bien parece ser u n ho­ Eguílaz; más bien derivará del verbo t-w -q ’dar
mónimo de etimología aborigen; entabucao ’en­ forma redonda’, que es ya coránico, de dónde lue­
m arañado’, atabucarse ’llenarse, atragantarse’ (Bri­ 50 go ’arcada’ o ’ventana’, como indica el M ohit.
to). Comp. A R C A B U C O .— 2 H ará falta, sin em ­ D e r i v . Taquilla [Acad. 1884, no 1843]1; ta-
bargo, com probar mejor la forma de este cabuco: quillero.
en portugués no se dice cabuco, como escribe el 1 De aquí el port. taquilha ’arm ario para po­
Sr. Pérez, sino cabouco o cavouco. Él mismo nos ner los tacos de billar’ (Fig.).
informa de que hoy en L a Palma dicen caboco 55
’foso’, ’risco pequeño’, ’precipicio más pequeño TA C A II, ’placa que forma parte del crisol de
que el llamado caldero’, en Tenerife ’hoyo hon­ una forja’, del fr. taque ’placa de hierro colado’,
do y redondo’. y éste del b. alem. t&k. 1.a doc.: Acad. 1884, no
1843.
Tabular, V. tabla Taburete, V. tambor 60 Regístralo en francés L ittré ; según Bloch-W.
es especialmente ’placa de chimenea’, se documen­ hebreo taqanáh ’ordenación’, ’reglamento’, ’conve­
ta desde 1812, y es palabra dialectal del Este y el nio’, que se aplicaba a los arreglos financieros ne­
Nordeste, documentada allí desde el S. XVI. gociados por las aljamas españolas en la Edad M e­
Comp. la familia del alem. zacke ’punta’, ’dien­ dia, y que parece haber sido empleado por los
te’, ’púa’. 5 cristianos en un sentido malévolo. 1.a doc.:
S. XIV.
Tacoda, V. taco E n la Estoria de los Quatro Dotares, escrita en
esta época: «nin al rico non enpees?en las rrique-
TACAM ACA, se cree de origen náhuatl. 1.a zas, si use bien dellas... N on le enpes^ió ninguna
doc.: 1577, Monardes. 10 cosa a N ebridio cavallero el traer del m anto nin
Éste habla de una «goma llamada tacamahaca». del braguero n in las compañas de los tacaños» (p.
T am bién está con esta grafía en J. de Acosta (h. 144), donde traduce «apparitorum catervae» del
1590) y otros; la menciona asimismo Francisco original latino (o sea ’grupos de alguaciles o con­
Ximénez (1615), cuyas noticias, como las de M o­ serjes’); y en otro pasaje «los ábitos de los ta­
nardes, suelen referirse a Méjico o América Cen­ 15 caños» traduciendo «histrionicos gestos» (p. 23).
tra l; el P. Cobo (1653) escribe tecomahaca; A ut. El vocablo aparece repetidam ente en los tres glo­
cita tacamaca en una pragmática de tasas de 1680. sarios de h. 1400 publ. por A. Castro, en los tres
Asegura Friederici (Am. W b., 581) que viene de traduciendo ardelio («glutto, vorax, qui ardens est
un náhuatl tecomahiyac [?, falta en M olina], co­ in leccacitate»), tam bién emissarius («flagitiorum
rrompido en tecomahaca. Robelo, más autorizado 20 et luxuriae satelles», «fourvoyé»), ligur («latro, in-
en la materia, dice que viene del náhuatl teca- sidiosus, fallax, mendax»), nebulo («bellaco, asasi-
maca, de radicales desconocidas (pp. 656, 673). no»), trutanus (’truhán’). N o es palabra frecuente
N ada de esto en M olina, aunque hay muchas pala­ en la Edad M edia: como térm ino afectivo y quizá
bras semejantes. Macías dice que esta resina se algo jergal, lo evita la mayor parte de la litera­
llevó de Méjico a Europa, y seguramente tam bién 25 tura de la época, de tono casi uniformem ente se­
a Cuba. rio, y así no es de extrañar que falte en los dicc.
de APal. y N ebr. Hasta cierto punto podemos
TA C A N A , ’mineral explotado’, boliv., arg., del tratar de compensarlo con el abstracto tacañería,
quich. takána ’mazo para golpear’ ’cosa que nece­ que está en Suero de Ribera, med. S. X V : «todo
sita golpe’, derivado de tákay ’golpear’, ’clavar’, 30 hom bre maldiziente / comete tacañería» (Canc. de
’llamar a la puerta’. 1.a doc.: Acad. 1884 (no Stúñiga, 401).
1843); 1898, Lafone Quevedo. Al liberalizarse los gustos literarios con la lle­
En su Tesoro de Catamarqueñismos define ta­ gada del Renacimiento, empieza a encontrarse con
cana como «martillo, mano de mortero, pisón» y frecuencia; y entonces es notable la ausencia to ­
tam bién «sordo como tapia», tacanear «apretar 35 tal de la ac. moderna ’avaro, mezquino’, tam bién
tierra u otra cosa con pisón» (por etimología po­ ajena a la Edad Media, y que tan arbitrariam en­
pular tam bién taconear) ': se trata de voces regio­ te se ha tomado como base de la investigación eti­
nales de esta provincia argentina. Ciro Bavo en mológica : en Sánchez de Badajoz un espectador
su Vocabulario Criollo-Español, recopilado prin­ benévolo al presenciar la calumnia de los Viejos
cipalmente en Bolivia, define, como voz minera, 40 contra Susana exclam a: « ¡ Ó qué terrible traición!
«plata nativa o cloruros de subida ley» y «andén / ¡Ó qué gran tacañería!», y Daniel al com pro­
o escalón cultivado en las laderas de los Andes»; bar la falsedad de uno de los Viejos, le llama « ¡ Ó
hay además los indios tacanas en el depto. de L a tacaño!», m ientras que más allá leemos «antes te­
Paz (¿por ser cultivadores o mineros?). El quich. nemos por mañas / de ofrecer con mil zaherios /
takána es derivado norm al de tákay con el sufi­ 45 con nuestras lenguas tacañas / a Dios brasfemias
jo instrum ental -na; he copiado las definiciones del estrañas / y al prójimo vituperios» (Recopil. II,
dicc. de Lira. M alaret agrega taconazo ’puazo’, se­ 152, 155, 161); Torres N aharro llamó a la Roma
gún u n corresponsal bonaerense. de los Borjas «carnicera de los buenos, esclava de
1 «La búsqueda de tesoros y de huacas taco- los tacaños» (Propaladia, ed. Cañete, I, 38, y V. el
nadas de oro» lo cual explica el autor como «ca- 50 índice de la ed. Gillet, con más documentación,
tam arqueñismo por apisonadas, repletas, henchi­ e H ispR. X X V I, 294); Malón de Chaide: «alma
das» (Juan P. Vera, La Prensa de B. A ., 4-V- mía adúltera, alma mía traidora, desleal, fem enti­
1941). da, mira que estás en poder del demonio, esclava
de un tan gran tacaño» (Cl. C. II, 87); Castillo
T A C A Ñ O , voz antigua en los tres romances 55 Solórzano, del impostor Garay, que ofrece enseñar
ibéricos, de donde pasó a Francia y probablemen­ el secreto de la piedra filosofal, dice que «era
te a Italia; el sentido antiguo es ’persona despre­ grande tacaño»; dice Cervantes que Sancho h u ­
ciable o de clase baja’, ’bribón, picaro’; el origen biera podido ser Conde «si no se conjuraran en
es incierto, pues es falsa la etimología germánica su daño / insolencias y agravios del tacaño /
que se ha venido adm itiendo: quizá venga del 60 Siglo...» (Quijote I, lii, 276r°). ¿Qué más? ¿Hará
falta recordar que si Quevedo llama El Gran Ta­ que en sus diferentes matices expresa la palabra.
caño a su Pablos no es porque piense para nada A m ayor abundancia podemos concluir con el
en mezquindad, sino en su calidad de Buscón o portugués, donde vale en la Edad M edia «criado,
picaro? Este sentido de ’bribón, malvado’ es com­ pedinte, miserável, andrajoso»: «el vistio-se em
pletamente general en el Siglo de O ro, y es el 5 panos de tacanhoD hablando de u n rey que an­
que tiene tacaño y tacañear en Fr. Luis de León daba disfrazado, en el 4.° L im o de Linhagens, del
(Cl. C., Nom bres de Cristo II I, 135, 136); V. los S. X IV , V. la Crestomatía Arcaica de J. J. Nunes
ejs. citados por Castro en su ed. del Buscón, 1927, (23 y 599); en el período renacentista tenemos
p. 15, y las definiciones de lexicógrafos de la épo­ el mismo matiz que en castellano, definido por
ca : «el bellaco que es astuto y engañador» (Co- 10 D uarte N unes de Leáo «fraudulento, astuto para
varr.), «vilain, meschant» (Oudin), «tacañería: o mal, velhaco, que engana com ardís e embustes»,
lewdness, villanie» (Percivale), «astuto, picaro y y con este valor lo documenta M oraes desde la
bellaco, y que engaña con sus ardides y em bus­ Eujrosina (1538), tacanhice vilá en los sermones
tes» (Aut., con 4 ejs. más del S. XVI). de Joáo de Ceita ( t 1631), etc. Con esto bastará
E n lugar de insistir en este punto, observemos 15 para probar cuál fué el sentido más frecuente en
que si en el Siglo de Oro tacaño envuelve con­ lo antiguo.
denación moral, los ejs. medievales indican junto Desde esta acepción pudo desarrollarse la mo­
a ésta la idea de desprecio para gente baja, como derna de ’mezquino, mísero’, tal como ocurrió con
corchetes, histriones, alcahuetes y otros truhanes. ruin y ruindad, que si propiam ente expresan la
Así nos lo confirma el catalán, donde tacany es en 20 maldad moral y de otra índole, hoy en boca del
la Edad M edia más frecuente que tacaño en cas­ pueblo denotan única o predom inantem ente la
tellano: el testimonio más antiguo quizá sea el del idea de avaricia; recuérdese que m iser y su fa­
Diccionari de R im s de Jaume Mare (1371), pero milia en latín sólo indican la idea de desgracia o
abunda ya en el S. XV y a fines del X IV : Ber- mal estado antes de llegar en romance a evocar la
nat Metge increpa a la Fortuna en su libro de 25 noción del miserable que mezquina su dinero. De
este título : «fets deixendre los subtils, e pujar todos modos no quiero llegar hasta afirmar que el
alt hòmens grossers; e fets de tacanys, cavallers; sentido de ’avariento’ sea modernísimo en taca­
e papes, d’hòmens reprovats» (72.24); «bat le ño, aunque A ut. sólo lo mencione en últim o lugar
contumàcia de aquest arlot, e mostre al dit tacany y sin cita de autores, y aunque falte del todo en
de penedir-se e de no rependre a son senyor» 30 Percivale, Covarr. y en mi fichero de autoridades
Breviloqui de Juan de Gales (p. 141); Jaume castellanas y catalanas; puede que sea bastante
Roig cuenta la visita a su m adre sin entrañas : más antiguo que la fecha de A ut., pues ya Oudin
«ni • s mou ni • s riu : / cuytí d ’entrarhi ; / de un admite como posible la ac. de «taquín, chiche,
canari / o catiu strany, / de un tacany / no • n mesquin», y lo mismo parece entenderse en portu­
fera menys : / ab sos desdenys / poch se girá, / 35 gués en alguna de las autoridades clásicas aduci­
ans me mirá / fort de mal ull» (v. 1088), o la das por Moraes (por lo demás no bien claras).
aventura con la curandera: «ella no dexa / cer­ Sea como quiera esta ac. es bastante más m oder­
car metgeses, / velles urqueses, / emprenyado- na que la otra, y no tenemos derecho a tomarla
res / ... / volgué ’nsajar / una tacanya / metgesa como punto de partida en la búsqueda etimológi­
estranya, / fon de Bigorra, / qui, velia y porra, / 40 ca. El hecho de que sea la única documentada en
tot Aragó / ... / ab sa sciencia / gorrat havia» Italia explica el error de Diez, M -L . y Gamill-
(v. 4539); en el texto de un proceso barcelonés de scheg, lingüistas tan poco familiares con lo his­
1410 se repiten las palabras de una alcahueta, que pánico, pero es argumento de escaso valor por­
llama aquesta tacanya, al sujetar a una pobre niña que el vocablo en Italia parece ser mucho más
que resiste a la violación (Riera i Sans, E i Ca- 45 tardío que en la Península Ibérica. U na búsque­
valler i l’Alcavota, Barcelona 1973, glos.); en la da paciente en glosarios y concordancias" no me
traducción catalana del Decameron (a. 1429) el ha perm itido dar con ej. alguno anterior a los que
iracundo Filippo Argenti responde a las palabras reúne Tom m aseo; reuniendo todos los ejs. de tac-
del barattiere enviado con un mensaje de palabras cagno y taccagneria allí mencionados sólo encon­
equívocas al objeto de irritarle: «traydor! tu bé 50 tramos uno de h. 1540 (Firenzuola), tres de la
veurás 9 0 qué es e quines tacanyeries ne quines 2.a mitad del S. X VI, y varios del X V II. D e ser
xanxes marranxes son aqüestes que tu m tramets esto definitivo tendríamos que el vocablo apare­
a dir»,(jorn. 9, nov. 8 , p. 540); y ya Fr. Eiximenis cería en Italia 200 años más tarde que en la Pen­
(fin S. X IV) declama contra las lindezas de las ínsula Ibérica, tanto si lo comparamos con Cas­
mujeres «en m enar lo cap e los labis, les quals 55 tilla como con Portugal o Cataluña, y que además
coses aprenen en casa devant lo m irali... E fan es menos frecuente y popular (menos derivados
estes tacanyeries tantes e tantes que maravella es allá que acá). Deberemos esperar la ratificación
com la paciencia de D eu les voi pus soferir e de los especialistas de Italia, pero desde ahora hay
portar»'; V. otros ejs. todavía en Ag., pero bastan que observar: 1 .° que a la rica gama de signifi­
éstos para m ostrar la idea general de desprecio 60 cados ibéricos sólo responde Italia con el signifi­
cado ’avariento’, único y de apariencia secunda-; italiano para la forma francesa. Pero no parece
ria; y 2.“ que siendo esencialmente ajeno al Sur. aceptable su propósito de buscar a taquín una
y al N orte de Francia, no es de creer que tacaño. explicación «sans tenir compte des rapports avec
sea autóctono en las dos Penínsulas, y por lo les mots iberoromans». Tam bién parece poco vero­
tanto hemos de sospechar que partió de aquellai s símil partir para taquín del vocablo dialectal fran­
donde aparece en fecha más antigua. Si taccagno cés del N E., documentado sólo en el S. X IV y
no se encuentra antes de Firenzuola, nada hay X III (desde 1284) taquehaín ’trassemblement tu ­
que perm ita dudar de un préstamo hispánico en multueux des ouvriers’. L a etimología neerlandesa
Italia, pues ya por los años de 1540 estaba Italia: que propone para éste es puram ente construida
penetrada de hispanism o y llena de soldados cas­ 10 y nada evidente en lo semántico. Posiblemente
tellanos, que luego regresaban a España, como nada tenga que ver este sustantivo con el fr. taquín
Torres N aharro, cargados de italianismos : la co­ (claro, desde luego, que no hay relación con la voz
rriente de influjo era recíproca, de suerte que au­ ibero-italo-romance). El dato más antiguo del fr.
tores como Buonarroti y Davanzati, que emplean tacain resulta ahora (p. 295) ser del T a rn y de
taccagno, apenas posteriores a Firenzuola, figuran 15 1411 (no 1377); ahí se dice que es voz «du pays
en todas partes en el libro de Zacearía entre los de par delà»: luego es palabra pasada a Francia
más rebosantes de palabras castellanas; adviértase desde más allá de los Pirineos. Las apariencias son
además que el influjo hispánico en Italia no data de un término judaico internacional, que en Flan-
de los tiempos del G ran Capitán (f 1515), pues des y Picardía se aplicara a las confabulaciones de
los Catalanes llevaban por entonces ya dos siglos 20 obreros, y allí sufriera los efectos de una etimo­
y medio de dominación en Sicilia y el Sur de logía popular neerlandesa (por influjo de los com­
Italia, y si todavía a principios del XVI hablaban puestos neerlandeses en -han).
los súbditos romanos de los Borjas de «sacudir el De hecho contamos con una base sólida para
yugo catalán», en la primera mitad del XV la averiguar la etimología de tacaño. Si Diez y sus
Corte de Alfonso el Magnánimo ejerció en N á- 25 seguidores se hubiesen preocupado un poco del
poles una profunda y duradera influencia, y la sentido antiguo y de fijar el área primitiva del vo­
conquista de Sicilia por Pedro el G rande es de cablo, nos habríamos ahorrado este largo rodeo ; pe­
1282. ro ni siquiera se acordaron del título de la obra
En cuanto a Francia, ha sido común decir que maestra de Quevedo, y así se empeñaron en par­
taquin y su familia son préstamos del italiano. Y 30 tir de la ac. moderna ’avariento’, y pensaron ante
sin embargo, esto no puede conciliarse con el he­ todo en Italia. Fué a Diez (W b ., 312-3) a quien
cho de que los primeros testimonios franceses apa­ se le ocurrió relacionar con el a. alem. ant. záhi
recen en Bearne y G ascuña: una carta de 1377, ’tenaz, firme, viscoso’, alem. záh, ags. tóh, ingl.
hablando de aquella región, nos informa de que tough ’firme, tieso, tenaz’ : esto conducía a M -L .
«arlot, tacain, bourc, veulent dire au langaige du 35 y a otros (R E W 8531) a postular un gót. *táhus
pais... garçon, truant, bastard» (Sainéan, Sources del cual derivaría el it. taccagno, suponiendo que
Indig. I, 160). Ésta es la primera documentación de ’tenaz’ se pasara a ’agarrado, avaro’ ; en nada
en Francia. Debió de ser por entonces un vocablo perturba a M -L. la adición harto extraña del su­
limitado a la región fronteriza, y poco conocido, fijo -agno a un adjetivo que ya no necesitaba su­
pues carecemos en absoluto de testimonios m e­ 40 fijos, pero sin duda previendo la objeción de los
dievales en lengua de O c; el más antiguo en un que dudarían, ante la unanim idad de todos los ro­
texto escrito en este idioma es del gascón Peí mances en hacer esta adición inútil, sale del paso
de G arrós, que en el S. X VI empleó tacan en el suponiendo que en todos ellos es préstamo de uno
sentido de «vilain, drôle» (R F X X III, 304, v. 57). Solo: ¿del español? N o, del italiano. Pasemos sin
Y en efecto en gascón ha dominado siempre el 45 detenernos, recordando que la historia de las pa­
sentido medieval del vocablo, amplia y vagamente labras en cada idioma nunca fué el punto fuerte
peyorativo : bearn. tacan(h) «traître, coquin, bélî­ de M -L.
tre» (M istral), tacagn «méchant, contrariant, aga­ Estas extrañezas inquietaron por lo visto a G a-
çant» (Palay), aran, tacanyè ’porquería, broza’. Es­ millscheg (R. G. I, páginas 392-3) quien para re­
ta localización gascona indica una procedencia 50 mediarlas pone en prim er plano un verbo dialectal
geográfica muy alejada de Italia. Si se ha venido del N orte de Italia taccagnare ’disputar’, ’criticar’,
diciendo que el fr. taquín es italianismo es porque y sin hacer caso de que este verbo sólo aparezca
su k conservada denuncia claramente un advene­ en el S. X IX y, rechazado por el lenguaje tra­
dizo, y como aparece primeramente en 1442, los fi­ dicional de la literatura, lo prohijen sólo unos ba­
lólogos han cedido al prejuicio rutinario de atri­ 55 bles locales, lo toma como punto de partida de su
buir a Italia todos los extranjerismos de esta épo­ étimo, un hipotético gót. * t Ah a n j a n derivado del
ca. Pero en adelante habrá que dar la proceden­ también supuesto * t á h u s ’tenaz’ : taccagno, do­
cia hispánica como firmemente establecida3. W art- cumentado desde el S. X VI, derivaría de este ver­
burg, R L iR . X X IV , 291-3, reconoce que el italiano bo reciente, y por su parte habría dado el ser al
viene del iberorromance, y así renuncia a un origen 60 hispánico tacaño, tacanho, tacany, documentado
en el S. X IV , ¡y no obstante tachado como sos­ em prendedor monarca, siempre en apuros de di­
pechoso de italianismo! Dejando aparte estas enor­ nero, había aprovechado su viaje de Lérida a Va­
mes inverosimilitudes filológicas, y ateniéndonos a lencia, para ir cobrando por el camino los tribu­
los argumentos de la lingüística, podemos extrañar tos, que im ponía principalmente a los judíos y
que estos lingüistas alemanes propusieran una eti­ 5 moros de sus reinos, y que a cambio de alguna
mología germánica tan im probable: ya resulta fuerte suma recibida de los judíos ilerdenses ha­
sospechoso achacar al gótico una palabra como bía prom etido confirmarles ciertos privilegios y
*táhus sólo documentada en germánico occidental, regulaciones de que éstos gozaban teóricamente en
pero no en escandinavo (no hablemos ya de achaques tributarios («peytarum vel exaccionum»).
*táhanjan, puram ente imaginario)4, pero el propio 10 Tam bién en Aragón aparece tacana y tecana en
Gamillscheg con sus honestos esfuerzos p or jus­ documentos referentes a los judíos, con el sentido
tificar fonéticamente esta etimología (II, p. 43) no claro de ’constitución’, ’reglamento’, ’arreglo’ :
hace más que poner de relieve su imposibilidad 1279: «tachonas, constituciones seu stablimenta»;
desde este punto de v ista: como él mismo reco­ 1311: «. . .X II jodios de si e con el alatma e con
noce, los únicos casos de - h - germánica cambiada 15 jura, los quales ordenaron una tecana, en la qual
en -fe- romance se encuentran en palabras del se contenia, cadauno com devia peytar por mueble
alto-alemán5, pero nunca del gótico; todos los e por sedient; e leyda e publicada la dita tecana
testimonios son de que la h gótica era aspiración alos ditos peiteros... juraron todos los peyteros
levísima y evanescente. Se impone enterrar defi­ seguir e observar la dita thecana...» 1397: «la dita
nitivamente esta etimología, que ya suscitó los es­ 20 tacana o ordenación que los adelantados o los ju-
crúpulos de Bloch y de K órting, y que últim amen­ dios...» (Baer, D ie Juden, 1929, pp. 155, 201, 730).
te ha sido rechazada por M igliorini (Prontuario). Y en Provenza además de la ac. puram ente hebrea
Éste propone derivar de attaccare ’pegar, un ir’, lo ’cláusula, condición’ tenemos oc. tacana en el sen­
cual es más razonable en cuanto se abstiene de tido de ’impuesto que pagaba la carne que mata­
construir bases hipotéticas y parte de u n radical 25 ban los carniceros judíos’, en doc. de 1452 (mal
romance, pero, ni convence del todo esta sem án­ leído cacana por Pansier, Hist. de la L . Proven­
tica, ni inspira confianza el hecho de que no exis­ çale à A vignon I I I 182).
tan *taccare ni *attaccagno, ni es buena idea par­ ¿Qué eran estas tacanas, gobernadas incluso por
tir de un vocablo m ucho menos antiguo y vivaz unos «adelantados» o ’representantes’ especiales
en España que en Italia. El eminente italianista se 30 nombrados p o r los contribuyentes? N o me parece
ha declarado luego, en R F B X L V III, 159-163, de dudoso que se trate del hebr. taqânâh ’arreglo,
acuerdo con mis conclusiones esenciales, en p ar­ regulación’, ’ventaja’, ’mejoramiento’, voz de an­
ticular en lo referente al préstamo it. laccagno, tiguas raíces hebreas, pero especialmente emplea­
agregando algunas precisiones cronológicas (está da en el hebreo rabínico del T alm ud y el T ar-
ya en 1503 en Maquiavelo y en varios textos de 35 gum 7; que esta palabra y su familia han llevado
la primera mitad del S. XVI) y semánticas (la vida lozana en el lenguaje de los israelitas de to­
convivencia del significado ’bribón’ con el de ’ava­ dos los tiempos, es lo que podemos probar por el
ro’ en las documentaciones más antiguas de taccag- lenguaje actual de los sefardíes balcánicos, en las
no, y aun modernamente en su uso en algunos muestras que del mismo nos ha trasmitido M . L.
dialectos italianos); supone ahora —lo que me 40 W agner: así una mujer, quejándose del trastor­
parece muy razonable— que el hispanismo al pro­ no que va a causarle la lim piadura tradicional de
pagarse a Italia se entroncó por etimología popular las casas en el mes de Nisán, escribe «todo bue­
en la familia de attaccare. no se les fadara [’se les dispuso, les sucedió’] a
En sustitución de lo que he derribado no pre­ nuestros papús [’abuelos’] y no hizieran esta te-
tendo erigir una construcción firme, sino más bien 45 caná de casas», evidentemente en el sentido de
señalar una pista, llamando la atención hacia un arreglarlas o dejarlas lim pias; otro viejo de Bul­
vocablo, que por lo menos tiene el mérito de es­ garia recuerda que en su infancia «nuestra madri
tar bien documentado en la península donde ta­ mos lavaba y mos atacanaba [’aderezaba, arreglaba,
caño aparece por primera vez. En un documento vestía’] y a las dos recibíamos pesahh en co­
en bajo latín despachado en Valencia en 1276, con­ 50 m iendo pascual» (Caracteres Generales del Judeo­
firmó don Jaime el Conquistador a la aljama he­ español de Oriente, pp. 76, 72; comp. K u rt L e-
brea de Lérida «omnes tacanas et vetos quas et vy, V K R IV, 320), ac. que se repite en una na­
quos vos seu adenantati vestri tacanarum... jacta- rración de Constantinopla «el buen del chelebí
vitis racione peytarum vel exaccionum nostrarum », [’caballero’] se fué a casa, atacanó a su m ujer
y al mismo tiem po aprueba el cómputo que sus 55 y a sus hijas» y las llevó al baño público, en pre­
emisarios le presentan del derecho de cenas p er­ parativos de fiesta (Judensp. von K onst. V III, 46;
cibido, en Tortosa, del Templo, de los judíos y comp. Yahuda, R F E II, 368). Taqanáh fué, pues,
de los moros «eiusdem loci et ab aliis quibusdam y es todavía, ante todo, ’arreglo’, ’disposición’, y
locis in itinere postquam recessimus de Ilerda us- bien podía aplicarse a los arreglos y transaccio­
que fuimus in Valencia» *. Es evidente que el 60 nes a que se veían obligados continuam ente los
judíos ante las crecientes exigencias tributarias de (como puede advertirse fácilmente en varios de
los reyes y, seguramente, de los cristianos par­ los ejs. de G od. X , 743), tom a después el sen­
ticulares'. tido de ’avaro’, y en el S. X V II pasa a la ac.
Este vocablo se latinizaba, según hemos visto moderna de «chicaneur», ’quisquilloso’.— 1 ¿Es
arriba, en tacana, tacarme, en el latín hispánico de s legítimo suponer un verbo en -a- como derivado
la Edad Media, y es de suponer que, a la par de de un tema en -u-?— 5 A lo sumo podría agre­
hasána en H A Z A Ñ A y batana en vataña (B A ­ garse el fráncico, y aun ahí sólo recuerdo j a h j a n
D A N A ), este abstracto semítico se romancearía > oc. jaquir, cuya H al fin y al cabo ya no e s
en *tacaña. Pero ¿quién no ve que estos arreglos intervocálica.— ‘ Arch. de la Cor. de Aragón,
y trapicheos habían de ser mirados con malos 10 reg. 20, f° 318; cita de M iret i Sans, Itinerari
ojos por el vulgo cristiano, que odiaba a los ju­ de Jaume el Conqueridor, p. 528.— 7 «Verbesser-
díos, y se sublevaba contra la protección intere­ ung, insbesondere: Verordnung» Levy-Flei-
sada que les prestaban los reyes? Así era m uy scher, con copiosa docum entación; «Verordnung,
natural que el adjetivo tacaño, a cuya creación Bestimm ung; Vorteil; Ausbesserung, Besserung»
invitaba el carácter adjetivo de esta terminación 15 D alm an (Aramaisch-Neuhebráisches H andwb. zu
romance, se cargara bien pronto con todas las Targum, Talm ud und Midrasch).—- 8L a objeción
cualidades peyorativas que la gente achacaba a los de Spitzer, M L N L X X IV , 129-130, contra la
judíos: bajeza, rastrería, maldad y, naturalm ente, etimología hebrea (limitada a decir que es una
avaricia. Q ue estas acusaciones fuesen siempre in ­ «laborious construction») es injustificada. E n cuan­
justas, o fundadas en algún caso, im porta poco en 20 to a que tacaño venga de atacar ’abrochar’, com­
la cuestión, pues el hecho indiscutible es el an­ parando con corchete ’gancho’ > ’policía, algua­
tisemitismo del vulgo hispánico medieval, que en cil’ parece descabellado en el aspecto semántico
lugar del natural esfuerzo del agobiado negocian­ (todo indica que si en la Estoria de los Quatro
te por rehuir cargas harto pesadas e insistentes, Dotores, tacaño se aplica a unos alguaciles, es
había de ver en todas panes engaño, confabula­ 25 como epíteto, con el sentido habitual de ’hombre
ción y claudicación inconfesable, en cuanto se tra­ vil’, no porque tacaño tuviera jamás la ac. de
taba de pactos y regateos con las aljamas. El he­ ’alguacil’).— ’ Podría dudarse entre el hebreo y
breo proponía una taqanah o arreglo equitativo: el árabe, tan empleado también por los israelitas
el cristiano entendía un chanchullo y una bajeza. de nuestra Edad M e d ia : ár. taqána ’perfección’,
Y una vez más se repitió la historia de incom­ 30 ’justeza’, ’solidez’ (R. M artí, Atibar M a¿mua, y
prensión malévola entre el mundo semítico y el ya clásico), ár. ’átqan, fem. táqna ’más hábil, más
europeo que condujo a la metamorfosis del experimentado’ (A benaljatib: Dozy, Suppl. I,
maJkram o prohibición religiosa en el M A R R A ­ 149): recuérdese la historia de ávol ’malvado’ <
N O odiado, y de la idealista rámz ’alegoría o pa­ h a b i l i s . Sin embargo, en este caso el hebreo me
rábola coránica’ en el R O N C E ’adulación y en­ 35 parece preferible por el sentido y por la historia.
gaño’ de los cristianos9. Para term inar, dos acla­ Acaso el adjetivo tacaño venga ya del hebreo,
raciones. L a existencia, junto al abstracto *tacaña, pues existe un talmúdico taqén o taqín ’firme,
de picaña ’vida picara’, acompañado de picaño ordenado, bueno’ («fest, geordnet, gut, recht»
’picaro’, conducía a la creación inmediata de un Levy-Fleischer). Term ino recordando que ya
adjetivo paralelo tacaño; y recuérdese que picaña 40 N unes de Leáo y Mayans (Orig. L . Esp. II, 78)
ya se encuentra en el S. X IV , y picaño es fre­ pensaron en un origen hebreo de tacaño (¿tacac
cuente hasta el X V II. Por otra parte es natural ’fraude’?).
que en Italia se extendiera solamente la ac. de
tacaño como ’avariento’, que ya existiría más o Tacar, V. tacha Tacazo, V, taco Taceta,
menos en E sp añ a: el m ilitar español en Italia, en 45 tacita, V. taza
sus frecuentes discusiones crematísticas con la
gente del país había de calificar insistentem ente T Á C IT O , tomado del lat. tacítus ’callado’, ’si­
de ’bajeza’ todo regateo o m ezquindad en darle lo lencioso’, ’tácito’, propiamente participio pasivo de
que pedía (recuérdese que la palabra B IS O Ñ O tacére ’callar’. 1.a doc.: h. 1440, A. T orre (C. C.
nació del uso repetido de bisogno ’yo necesito’) y 50 Smith, BulL Hisp. L X I); Antonio Agustín ( t
así era natural que tacaño se trasmitiera a los 1586).
italianos con este valor especial. Quien emplea el adverbio tácitamente. Tácito
D e r i v . Tacañear [Fr. L uis de León, V. arri­ está en Lope, en el Quijote y en G óngora, y A ut.
ba], Tacañería [med. S. XV, arriba]. además cita ambas palabras en otros varios auto­
1 Giese, Anthologie der geistigen K ultur, 55 res de princ. S. X V II.
205.7.— 2 M onaci, Mussafia, Rossi, concordan­ D e r i v . Taciturno [O udin; S. X V II, Aut.], de
cias de D ante y Petrarca, dicc. bajo-latinos de tacíiürnus id .; taciturnidad [Santillana, C. C.
Sella, D u C., etc.— 5 Es sabido que en francés, S m ith; APal. 4546], Conticinio, raro, del lat. con-
después de aparecer el vocablo con sentidos se­ ñcirñum id., derivado de conñcére ’guardar silen­
mejantes a los gascones y españoles medievales 60 cio’. Reticencia [princ. S. X V II, Jmz. Patón, Aut.],
de reñcénña id., derivado de retlcére ’callar (alguna es la forma acastellanada taco; tacó no es corrien­
cosa)’; reticente [Acad. S. XIX], te (se dice taló, como fr. talón), pero debió serlo
en el sentido italiano de ’rem iendo’, pues es muy
T A C O , pertenece a una familia de voces co­ popular ataconador por ’zapatero rem endón’ ; an­
m ún a las principales lenguas romances y germ á­ 5 tiguamente fué bien usual como térm ino náutico,
nicas de Occidente, de origen in cierto : no hay quizá en el sentido de ’rodillo para botar o sacar
razones firmes para asegurar si pasó del germáni­ del m ar una embarcación’, según parece indicar
co al romance o viceversa, o si se creó paralela­ el ej. de 1467 citado p o r Ag.; además «dos ti-
m ente en ambos grupos lingüísticos. 1.a doc.: mons caixa de galera... divuyt puntáis de pi e una
1607, Oudin. 10 sort de tachs e una pedra singlar» invent. barce­
Con la definición: «la baguette de quoy on lonés de 1489 (Moliné, Consolai, p. 369), y en
charge les arquebuses et pistóles: c’est ce qui se el Poema de la Vida M arina de fines del S. XIV
m et entre la baile et la poudre»'. C o v arr.: «el se habla ya de un tac empleado por u n pasa­
tarugo con que apretamos alguna cosa, del verbo jero a modo de almohada (R H IX , 244): el vo­
fr. attacher... Taco, la baqueta con que se aprie­ 15 cablo tuvo, pues, arraigo antiguo en Cataluña. De
ta el arcabuz después de cargado. Taco, el m ar- este primitivo masculino no hay, que yo sepa, no­
tillejo con que se juega a los trucos, quando se ticias en lengua de Oc, pero sí las hay, y ya en
hiere con el extremo dél, porque procura atacar la Edad M edia, del derivado tacón, en el sen­
su bola por la puentecilla, o la del contrario por tido de ’rem iendo de la suela de u n zapato’, va­
una de las ventanillas». A ut. además de confir­ 20 rias veces en textos provenzales y gascones cita­
mar estas acs., y de agregar algunas menos im ­ dos por Levy, todos ellos, salvo error, del S. XV.
portantes, precisa todavía que es tam bién «el bo- En el N orte de Francia, hoy ha desaparecido li­
doquillo de esparto, cáñamo u papel, que se echa terariamente este vocablo, pero tacot «souche, chi-
sobre la carga de las escopetas, para ajustarla con cot» se encuentra en hablas del Berry, M aine y
la baqueta y que el tiro salga con fuerza». En 25 Poitou, y en el sentido de «pièce» en el H ainaut
este sentido lo cita en Saavedra Fajardo (h. 1640) (Sainéan, Sources Indig. II, 115); además tacón
y está ya, en 1624, en una poesía de G ó n g o ra: ’remiendo de zapato’ es bastante frecuente desde
«Doctor barbado... / si el breve m ortal papel / el S. X II hasta principio del X V I, y hoy vive
en que venenos receta / no es taco de su esco­ todavía, ampliado en parte hasta designar rem ien­
peta, / póliza es homicida» (ed. Foulché II, 387). 30 dos de vestido., en Bretaña, Picardía, Lorena y
Hay además bastantes acs. figuradas: «regüeldo» Suiza (God. V II, 621-2) : los numerosos deriva­
en Juan Hidalgo (1609); «voto, juramento, por- dos prueban que era palabra autóctona en el N or­
vida» [1646, Estebanillo; muy usual en la actua­ te de Francia, y no es inverosímil relacionar con
lidad]; ’trago de vino’ [Aut.]2; ’especie de repre­ esta palabra la familia de T A C H A ’clavo’, del
sa de ripio y ram aje para obturar el cauce de un 35 cual no falta algún testimonio francés y aun de­
río’ chil. (G. M aturana, D . P. Garuya, 254-5); bería ser oriundo de allá a juzgar por la ch. Re­
aire de taco ’desenfado’ (Acad.), de donde en C u­ sumiendo la difusión del vocablo en romance :
ba lucir el taco ’fanfarronear, guapear, mostrarse hallamos testimonios del mismo en todas las len­
elegante’ y luego adjetivamente taco ’desvergon­ guas principales, y aunque sólo en Francia y en
zado, elegante, provocador, guapo, valiente’ (Ca., 40 Cataluña los hay medievales, y por lo que hace
54). En el sentido de ’tacón’, aunque es general al cast, la fecha de aparición en 1607 es bastan­
en la Arg. y en judeoespañol (Cherezli), no parece te tardía*, la naturaleza del significado y la poca
ser italianismo, pues tam bién es corriente en C hi­ atención que en general se ha prestado al vo­
le (Román), en otros países de América del Sur cabulario antiguo de la cultura material en cast.,
y en Puerto Rico (Malaret). 45 nos impide sacar deducciones de esta ausencia.
Port. taco y tacáo tienen igual sentido que en Es posible que sea castizo en todas partes, y tam ­
España las voces correspondientes (no conozco da­ bién cabría dentro de lo posible que en cast, y
ros antiguos, pero deben de serlo). El it. tacco es port. fuese importado.
sobre todo ’tacón del calzado’; también es término En cuanto al origen, M -L . (R E W 8534) quie­
de tipógrafos «pezzo di carta che si pone sul 50 re identificar con el grupo del it. tacca, cat. y
timpano per rialzarlo», y voz náutica «certi legni oc. taca, fr. tache ’m ancha’ (V. T A C H A ), lo cual
sopra i quali si alzano le crocere e sifutti», ya do­ es poco convincente desde el punto de vista se­
cumentada en esta ac. desde primeros del mántico : cierto es que el alem. jlecken ’m ancha’
S. X V II3; taccone funciona hoy como aum enta­ tomó tam bién el sentido de ’rem iendo, especial­
tivo de tacco, y antes fué ’trozo de suela para 55 m ente en un traje’ (de donde flicken ’rem endar’),
rem endar los zapatos rotos’, en este sentido ya evolución comprensible por el color diferente que
documentado en el S. XV. En catalán actualmen­ suele tener el remiendo de la ropa, pero tacón
te es palabra poco popular, pues aunque existe y taco sólo significan ’remiendo de la suela o del
tac ’tarugo que encaja en un hueco de pared’ y tacón’, y aun más comúnm ente ’tacón’ o ’tarugo
’taco de billar’, lo que se emplea comúnm ente 60 de m adero’ : esta etimología, adoptada por G a-
mülscheg (i?. G . I, p. 374) es, pues, inverosímil. con el taco’ (Acad.), ast. ’tapar con piedra y ar­
M ás convincente resultaría derivar, con Kluge y gamasa una grieta o agujero’ (V); arretacarse
Brüch (V K R V II, 262), de la familia del alem. chil. ’empacarse, echarse para atrás’ (G. M atura-
zacke f. ’púa de una horca o rastrillo’, ’punta’, na, glos. de D . P. Garuya). Tacón [1604, Pícara
’almena’ (también zacken m.), a. alem. med. zacke 5 Justina, A u t.]; taconazo; taconear, taconeo. Gall.-
f. y m., b. alem. med. tacke, neerl. med. y mod. port. de sotaque, de sutaque‘, ast. id., son explica­
tac(ke) ’ram a’, ’púa’, fris. sept. ták ’púa’, ingl. dos por D. Alonso, R.FE X X V II, 36-47, si le en­
tack ’clavo’, ’clavija’, ’fíbula, hebilla’ : de lo cual tendemos bien, partiendo de una forma s ú b i t o +
deduce Brüch la existencia de un gót. *T A K K ñ f. * a k k w e •(= e c c u m + a t QU e ) [?]. Además, vid.
(nótese, sin embargo, que la mayoría de las for­ 10 A T A C A R y A T A Q U IZ A R .
mas germ., y casi todas las romances, suponen 1 E n 1616 cambiado así: «la baguette avec
un masculino). Esto es muy aventurado: 1.° por­ quoy on charge les arquebuses et pistóles; c’est
que la antigüedad del vocablo en francés es des­ aussi le gros bout de l’instrum ent duquel on
favorable a un origen gótico; 2.° porque en ger­ joué au billard, le mesme billard».— 2 M uy co­
mánico el vocablo pertenece solamente al grupo 15 rriente en la A rg.: M . Fierro I, v, 1494; y
occidental y no se le conoce etimología indoeuro­ V. el vocabulario de T iscornia; e Inchauspe, La
pea (se cita un noruego tagg ’púa’, pero es mo­ Prensa de B. A ., 23-IV-1944. T am bién en Bil­
derno, aislado y presenta consonante final discre­ bao, donde además vale ’golpe seco dado a cual­
pante). De querer partir del germánico sería, pues, quiera’ (Arriaga).— 3 Del it. pasó al gr. mod.
más razonable suponer una base fráncica5, y ad­ 20 rá x o ; y de éste al turco takoz (Kahane, Joum .
m itir que es advenedizo en cast. y port. Pero ade­ Am er. Or. Soc. L X II, 260).— 4 Oelschl. cita un
más obsérvese que los sentidos de esta familia «Johannes G alindo de los Tacones» en doc. m a­
germánica, exceptuando el inglés, son bastante drileño de 1216, pero es dudoso que este dato
alejados de los romances, hasta el punto de sus­ aislado corresponda realmente a nuestro voca­
citar dudas sobre la posibilidad de la etimología; 25 blo. Sin embargo, atacar ’abrochar’ deriva pro­
y por otra parte, aun adm itiendo que el sentido bablemente de taco y ya se encuentra en el
de ’púa’ y ’ram a’ viniera de ’clavija’, ’clavo’, sub­ S. XV.— s Que es lo que indicaría tam bién el
siste una duda considerable de que esta familia duplicado masculino taco tacón. M -L . falsea
sea antigua en germánico. E n alto alemán nos completamente los hechos al decir que esta do­
advierte K luge que es palabra procedente del 30 ble forma indica u n origen gótico: los masculi­
bajo alem án; el ingl. tack sólo aparece una vez nos góticos en nasal term inan en - a , - a n . — 0 Así
en el S. X IV, y es frecuente desde el XV, y como en el argentino Fausto Burgos, L a Prensa, 5-
en inglés su sentido se acerca al francés y se ale­ XI-1944.— 7 Contra lo que afirma G arzón, en
ja del de las demás lenguas germánicas, Skeat ad­ este sentido es muy usual en la Arg., donde lo
mite, no sin derecho, que se tomó del francés 35 he leído y oído muchas veces. N o veo en qué
(aunque ahí la forma dialectal taque sólo aparece sentido está empleado en un romance sanjuanino
en el sentido de ’placa’). Nada de esto está claro, del Romancero de I. Moya I, p. 458 (¿ ’caballo
pues un vocablo de este sentido pudo existir en pequeño, jaca’?).— ' Nunca en Castelao, ni figu­
anglosajón sin haber dejado huellas escritas, pero ran en Sarm. (CaG.) ni en el dicc. de Eladio
en definitiva hay que aceptar la conclusión de 40 R dz.; el apéndice a éste los da como voz del
que la antigüedad de esta familia germánica es «Páramo» con definición «de improviso, por sor­
problemática, y no puede descartarse del lodo la presa, de repente».
posibilidad de que aun en neerlandés y bajo ale­
mán se tom ara del francés en fecha más o m e­ Tacón ’señal’, V. tacha Taconar, V. tacana
nos antigua. 45
Sin embargo, todavía es más defendible la idea T Á C T IC A , tomado del gr. roLxrixr¡ ’arte de
de que así en romance como en germánico se disponer y maniobrar las tropas’, femenino del
trate de una creación onomatopéyica t a k ! ex­ adjetivo TaxTixó? ’relativo al arreglo de cualquier
presiva del ruido del tarugo o de la tacha que se cosa, a la disposición de las tropas’, derivado de
clava o del golpeteo del tacón en el suelo. Ésta 50 ToÍTTetv ’disponer, arreglar’. 1.a doc.: 1708, Tosca,
provisionalmente me parece la conclusión más ra­ A ut.
zonable. M uy usual en la actualidad, aun en el estilo
D e r iv . Tacada. Taquera. Taquín; taquinero. oral, en su ac. propia y en las traslaticias.
Retaco ’escopeta corta’6, ’taco de billar corto’, D e r i v . Todos, cultismos. Táctico [Acad. S. X IX].
’hombre rechoncho” [Aut., las 3 acs.]; retaca arg. 55 Ataxia, de i-raí; ía id., de la misma raíz, con i - ne­
’bola de excremento empujada por un escaraba­ gativo; atóxico. Parataxis (falta Acad.), usual co­
jo’ (E. W ernicke, L a Prensa, 28-IV-1940); reta­ mo térm ino gramatical de sentido más amplio que
cón ’bajo y rechoncho’ en el Norte argentino (asi coordinación: de tomado en el sentido
en los cordobeses G arzón y L. Lugones, La G ue­ de ’acción de disponer unas cosas junto a las
rra Gaucha, 12); retacar ’herir dos veces la bola 60 otras’; paratáctico. Sintaxis [Aut.; APal. 457d lo

V. — 24
da solamente como voz griega], de nùvTaçt; ’ac­ puede el juez dar dilación sin voluntad de la parte»
ción de disponer juntam ente’; sintáctico. D el grie­ en los Fueros de M onsoriu, Zaragoza 1589, cita de
go t c c t t e iv (aoristo Ica-ja) se tomó el lat. taxare T ilander, p. 564).
’estimar, evaluar’, de donde el cast. tasar [-ss-, Tachar [Apol., 394c; J. R uiz; Sem T ob, copla
APal. 368b; id. «taxo» N ebr. ; tachar, invent. arag. 5 78; «vitium ostendo» N ebr.]; tachable; tachador.
de 1492, B R A E II I, 364; -ss-, ejs. desde el S. X VI Tachón ’raya que se hace para borrar’. Tachoso.
en A u t.]; tasa [Canc. de Stúñiga, 65; N eb r.; med. Para tacha, tachón, etc. en el sentido de ’clavo’
S. XV, Sancho de Villegas; Covarr.]; tasación V. T A C H Ó N .
[N ebr.]; tasador [Nebr.]. Taxativo [Aut.~\. 1 «Tacha, defecto, imperfección»; Valí, cita
C p t . D el gr. -ác'.c ’arreglo, ordenación’ : taxi- 10 ejemplos en canciones y dichos populares; «o
dermia (con Sspfia ’piel’), taxidermista; taxonomía negriño fizóse mozo comprido, sen mais chata
(con vófio; ’ley, norm a’), taxonómico. Del fr. ta­ que a sua coor» Castelao 165.6, «pide-lies que
xim ètre [ > ingl. taximeter, 1898], compuesto de non poñan chatas á obra» id. 14.13.— 2 Es im­
taxe ’tasa, tarifa’ y -m ètre ’medida’, se tomó taxí­ probable e innecesario admitir que sea creación
metro, comúnmente abreviado en taxi; taxista ’cho­ 15 onomatopéyica, como quisiera Sainéan, Sources
fer de taxi’ (falta Acad.). Indig. II, 136. La reducción del a i germánico a
una a del latín vulgar es hecho general y conocido.
Táctil, tacto, V. tañer Tacuacín, tacuache, V.
zarigüeya. Tacha ’tacho’, V. tacho Tacha ’clavo’, V.
20 tachón Tachable, tachador, V. tacha Ta­
TA C H A , ’falta, defecto’, del fr. tache ’mancha’, char, V. tacha, tacho y táctica Tachero, V.
’mancilla’, y éste del lat. vg. * t a c c a (it. tacca, cat. tacho
y oc. taca ’m ancha’), que parece ser latinización
del germ. t a i k n ’señal’ (gót. taikns, escand. ant. T A C H O , ’vasija de metal empleada para dife­
teíkn, ags. táken, a. alem. ant. zeihhan, ingl. to- 25 rentes usos’ amer., probablemente tom ado del
ken, alem. zeichen, finés taika). 1.a doc.: Cid. port. tacho id., de origen incierto, al parecer m e­
Desde el principio aparece con su significado tátesis de chato, porque el tacho portugués es va­
bien conocido: «la flor que tú pariste, sin tacha, sija más ancha que honda. 1.a doc.: 1836, Pichar-
sin dolor» Berceo, M il., 199d; «las tus tachas que do (1862).
ha en tu cuerpo... ca eres potroso, et has el mal 30 Puedo limitarme a extractar mi artículo de
del figo, et eres riñoso...» Calila, Rivad. L I, p. R F H V I, 164-5. Con este nom bre se designan
39; «sy thacha non oviese / en el mundo prohe- dos clases de vasijas: ambas son siempre, o casi
za, / non abría que valiese / ygual de la fran­ siempre, de metal. En la Arg., Chile, Bolivia y
queza» Sem T ob, copla 114; Corbacho, ed. Pz. S ur del Perú es un recipiente más hondo que an­
Pastor, 110; «£. en qualquier cosa: vitium» N ebr., 35 cho, y se emplea para calentar agua y otros usos
y así en textos de todas las épocas. H oy es pa­ culinarios, para tener aceite, para echar basura,
labra literaria, pero muy usada, así en castellano etc.1. Suele tener forma de paralelepípedo, de igual
como en portugués; en gallego ha ocurrido aquí anchura arriba y abajo, o bien es más ancho del
la metátesis inversa de la que registraré en T A ­ fondo (Rom án); es frecuente aprovechar como ta­
CHO y T A C H Ó N , cambiándose este vocablo en 40 chos antiguas latas de petróleo y otros envases.
chata'. No cabe duda que se tomó, como término En Colombia, Venezuela, Guatemala y las An­
caballeresco, del fr. ant. tache, que además de tillas, se trata, en cambio, de recipientes más an­
’m ancha’ ha significado ’mancilla, tacha’ figurada­ chos que hondos. El tacho antillano, conocido
m ente en todas las épocas del idioma; la -ch- es tam bién en Guatemala, y atestiguado junto al
correspondencia regular de la -c- o -cc- de los 45 otro en Arg. y Bolivia, es una paila o vasija gran­
demás romances : cat., oc. taca, it. tacca, también de de metal, redonda y poco profunda, empleada
representado en sardo y en rético; la voz sólo es en la fabricación de azúcar o para hacer dulce de
ajena al cast. y el gall.-port., que no la tienen más almíbar. El mismo objeto se denomina tacha en
que como galicismo. Hoy se admite generalmente Venezuela y en Méjico, aunque el masculino ta­
que se trata de uno de los préstamos del germánico 50 cho debe haberse empleado en este país, pues de
hechos por el latín vulgar; sólo puede discreparse ahí hubo de pasar a las Filipinas (Retana, introd.
en el detalle de la lengua y forma germánicas que a su Vocab. de Filipinismos); en Méjico y en Co­
sirvieron de punto de partida; comp. Gamill- lombia tachuela es un^ especie de taza o escudi­
scheg, R . G. I, pp. 374, 255; R E W 8534; dada lla de metal que se usa para beber agua o calen­
la extensión en romance es probable que se tom a­ 55 tar algunas cosas3.
ra del germánico occidental durante el Bajo Im ­ N i tacho ni tacha ni tachuela me consta que se
perio2. En forma autóctona taca ’m ancha’ y tacar empleen en parte alguna de E spaña; en cambio
’m anchar’ se extienden hasta Aragón y Asturias. tacho es p o rt.: «vasija ancha y poco honda des­
D e r i v . D e é s t e d e r i v a e l a r a g . a n t . tacón ’s e ñ a l ’ tinada especialmente a usos culinarios; antigua­
( « s i s e p o n e e l tacón o s e ñ a l e n a l g u n a c a s a , n o 60 m ente medida de capacidad equivalente a 25 1.-
tros; plato empleado en cierto juego de billar» T A C H Ó N , ’botón, chapa o clavo grande de ca­
(Fig.)i a lo que Moraes agrega que es de cobre beza ancha’, metátesis del antiguo chatón id., de­
o de latón y se emplea, entre otros usos, para rivado de C H A T O ; la alteración se produjo bajo
calentar agua, pero tam bién, según se deduce del la influencia de tacha y tachuela ’clavito corto de
artículo tachada, para hacer dulce y para la le­ S cabeza gruesa’, palabra de otro origen, tomada
jía de lavar; en lenguaje jergal es ’sopera’ (Bessa). del oc. ant. tacha id., de etimología incierta. 1.a
Hay pocos datos acerca de la antigüedad del vo­ doc.: platón, 1356; tachón, 1362; chatón, 1438;
cablo en Portugal y en América; Alvarado nos tachuela, 1531; tacha, 1535.
entera de que tachuela ya figura en invent. vene­ Los tachones o chatones se llevaban sobre todo
zolanos de 1748; en port., el dim inutivo tacho- 10 en cintos y correas de adorno, a veces también
zinho sale en Vaz d ’Almada, a. 1624 (Moraes). en cofres ricos, etc.; otras veces se trataba, por
E n cuanto a la etimología, Lenz y Nascentes extensión de la ac. anterior, de un adorno de ga­
llegan con razón a conclusiones negativas acerca: lón o cinta que se sobreponía a un vestido. E n
de cuanto se ha propuesto. El ár. tafft de que ha­ ambos sentidos lo encontramos en los antiguos
blan Fig. y Silva Bastos no hace al caso, pues 15 inventarios aragoneses, en los cuales encontramos
significa ’trono’, ’butaca’, ’lagar’, y además frt no por lo regular la forma dialectal y etimológica
puede dar ch rom ance; sólo cabe asentir a la con­ platón; adviértase que cinta vale ahí ’cinto’ : «otra
clusión de Lenz de que no debe de ser indige­ cinta de cadena de argent que non fallé nengún
nismo, sino de origen europeo, en vista de su platón, crebada el cabo de la fiviella» 1356 (B R A E
área de difusión; inútil pensar con este lexicó­ 20 IV, 209), «una cinta de seda vermella con una
grafo en una relación con el fr. tache ’m ancha’ o veta... guarnida con platones feytos a forma de
el cast. T A C O , que no tienen relación semántica: fuella de trevol» 1390 (B R A E IV, 355), «huna
con tacho; tam poco es posible, por razones foné­ cinta d ’argent con diez platones acia la part del
ticas, a pesar de la citada forma tacha, identifi-i cabo... con otros 4 platones chicos por do entra
car con el arabismo T A Z A . En vista de su mayor 25 el dardillo, ensemble con su ffiviella» 1402 (B R A E
difusión en América y de que es tam bién la for­ II, 222), «otra correa de semblant parche en que
ma portuguesa, creo que el tipo de tacho más ha güeyto platones grandes» 1406 (B R A E II I,
antiguo será el de poca profundidad, a manera 361), «una correa de cuero con platones y cabos
de paila. Siendo así, cabe partir del adjetivo cha­ de plata» 1492 (B R A E III, 362), y otros análo­
to (o quizá de un sustantivo chato, duplicado po­ 30 gos de 1397 y 1444 (B R AE IV, 217; II, 557).
pular de plato), comp. chata ’embarcación de po­ L a forma castellana chatón se encuentra desde el
co calado’, ’camioneta plana’. En Canarias la for­ Corbacho, por lo menos como variante: «reluzia
ma metatética tacho se emplea, en efecto, como como un espada con aquel agua destilada, un
adjetivo con el valor de ’chato, aplanado’ (som­ texillo de seda con chatones de oro, el cabo es­
brero tacho), y en L a Palma ’bajo, enano’ (ha­ 35 merado con la fevilla de luna muy ricamente obra­
blando de personas): B R A E V II, 340; Pérez da» (125.3, así en las ed. A y B, m ientras que
Vidal, s. v.; Rég. Pérez, Rev. de H ist. de L a L a­ el ms. trae tachones); así está desde luego en
guna n.° 78, p. 258. Para la posibilidad de que ley de la compilación de la O rden de Santiago
tacha, tachuela y T A C H Ó N con el valor de ’cla­ redactada h. 1440 donde se prohíbe a ciertas m u ­
vo’ sean metátesis de chato y derivados, V. el 40 jeres «traher plata, chatones ni chapetas»; en
artículo correspondiente. invent. del duque de Béjar de 1468: «una espa­
D e r i v . Tacha (V. arriba). Tachuela [1748, arri­ da rica de armas, esmaltada, con su brocal e con­
ba]; gall. chatola ’clavo de cabeza muy ancha, casi tera e chatones dorados... otra espada guarneci­
como un maravedí’ (Sarm. CaG. 105a). Tachero da de cinta de plata, cabo y hebilla y contera y
’hojalatero’ (Gnz. Carballo, La Prensa de B. A ., 45 chatones», donde por lo demás alterna ya con la
7-VII-1940), ’el azucarero que maneja los tachos’. forma tachón; en la Coronación de Juan de M ena
1 «El tacho de desperdicios llenito hasta la boca escrita poco antes de 1450, en el pasaje en que se
de cebaduras» O. Baliero, L a Nación, 18-II- equipara cada uno de los puntos del Zodíaco con
1940: muy corriente en esta ac. E n el N euquén «un chatón de la zona que ciñe toda la esfera»,
toma el sentido secundario de ’cencerro’ (M . A. 50 las ediciones vacilan tam bién entre chatón y ta­
Camino, E l Paisaje, el H om bre y su Canción, chón, y todavía Covarr. permanece fiel a la for­
glos.).— 3 Datos sacados de los dicc. de G rana­ ma chatón, aunque advirtiendo que «algunos han
da, Segovia, Lafone, Bayo, Lenz, Román, Z. trastrocado las consonantes diciendo por chatón,
Rodríguez, Arona, Tascón, Alvarado, G . Icaz- tachón, y de allí tachonado y tachuela», y em ­
balceta (s. v. calabaza), Batres, Pichardo, Suárez 55 pieza definiéndolo «una forma de botón redondo
y M z. M oles; del Vocab. de M alaret; de las y llano o chato; en los cintos antiguos había de
A p. de Cuervo, § 881; y de B D H A V, 188. trecho en trecho u n chatón de éstos»; la Acad.
no se decidió a calificar de anticuada esta forma
Tachón ’señal’, ’galón’, V. tacha hasta 1780, pero en realidad lo era, para los más,
60 desde mucho antes, pues tachón se hace casi ge­
neral desde el S. X V I. N o obstante, el punto de dujo a una metátesis chatuola, chatuela (K rüger,
arranque de esta forma es mucho más antiguo, Gegenstandsk., 279). E n catalán tatxa es también
pues ya la encontramos en u n invent. arag. de palabra de uso general en este sentido, aunque
1362, donde por lo demás tiene el sentido secun­ con ac. algo distinta en el Principado de la del
dario arriba definido: «el pellot con trenas d ’oro e 5 País Valenciano, donde en lugar de la tatxa de
penya genovesa; el manto con tachones» (B R AE Cataluña se dice gabarrot; tatxeta aparece ya en
II I, 90); tachón traduce el lat. bracteola ’lam ini­ u n inventario de 1430 (Ag.); tatxa en u n pasaje
lla de metal’ ya en el glos. del Escorial (h. 1400), del Consulado de M ar (¿S. X IV ? ¿S. X V ?), y
y además de las variantes que he citado arriba, en este inventario barcelonés de 1481: «tota ferra-
puede documentarse esta forma en las Coplas de 10 menta de ferro ho acer... com es ferres e claus
Mingo Revulgo, en un inventario de Gómez M an­ de besties, tatxes, claus...» (Moliné en su ed. del
rique, en Juan del Encina, y desde el S. X V I Consolat, p. 233). Sin embargo, el terreno de
aparece en masa y con carácter casi u n án im e: V. máxima vitalidad de tacha ’clavico’ es el Sur de
la documentación en el trabajo de E. Cotarelo, F ra n c ia: Levy reunió nada menos que 16 ejs.
B R A E V II, 534-41, útil en este sentido, aunque 15 medievales distribuidos más o menos por todo
se equivoca en sus conjeturas etimológicas y con­ el territorio, así en el Languedoc (Narbona, Car-
funde este vocablo con otras familias de origen casona, Nimes, Albi), como en el Beame, el Le-
muy distinto. U na de estas confusiones, la que mosín, la Auvernia (St. Flour) y Provenza (Ar­
existe con tacha y tachuela ’clavo’, la comete todo les); los primeros, de N arbona, son del S. X II
el mundo, desde Covarr. y A ut., y es probable 20 y tercer cuarto del X III, y en el X IV abunda
que ya tuviera raíces más antiguas en el idioma. en todas p artes; V. además el dim inutivo ta-
L a voz chatón o tachón, según m uestra ya la cheta y el verbo tachar ’clavar con tachas’ en
variante aragonesa platón, y el significado mismo, docs. de Albi y de St. Flour. H oy el vocablo
es derivada de chato, lat. vg. PLA TTU S ’plano, sigue difundido por todo el territorio lingüístico:
achatado’, y en efecto designa una placa metálica 25 el A L F (mapa clou) nos lo m uestra extendido por
de dimensiones variables, desde una verdadera toda Provenza, el Languedoc, la Auvernia y parte
chapa hasta un botón de forma ancha, que puede del Lemosín, llegando por el Oeste hasta los
ser muy semejante a la cabeza de u n verdadero deptos. del Corréze, L ot, T arn -et-G ., T arn y
clavo de adorno; comp. cat. plato «plaqueta de Ariége; m as por el Oeste llega todavía más lejos,
meiaü aplicada com a adorn a un objecte» (Fa- 30 pues lo encontramos en el G ers (Sarran, p. 16),
bra), y así oc. platoun y fr. ant. platón. en el Valle de A rán y hasta el Bearne, según creo
Tacha y tachuela no son clavos de adorno, (por lo menos está en Palay)2.
ni mucho menos chapas, sino clavos meramente ¿Cuál es el origen de este vocablo occitano, ca­
utilitarios, que se distinguen por ser cortos y de talán y español? Desde luego hay que descartar
cabeza algo grande. Por otra parte, así como cha­ 35 la idea de traerlo de p l a t t u s , cuyo sentido en este
tón tachón es palabra puram ente castellana (y ara­ caso ya no convendría tan bien como a chatón,
gonesa), tacha y sus diminutivos están arraigados pero sobre todo el cambio de p l - en ch- es impo­
en toda la Península y aún más en la mitad m e­ sible en lengua de Oc y cát., y es evidente que
ridional de Francia. E n castellano el prim er testi­ no debe pensarse en u n préstamo cast., siendo
monio es de un doc. salmantino de 1531: «di 40 en el Sur de Francia mucho más antiguo y arrai­
para papel y papelones y tachuelas y agujas doss gado que en España. Es evidente que el territo­
Reales» (B R A E X , 582); Juan de Valdés (1535) rio propio de tacha son las tierras de Oc, y que
define el primitivo «tachas llamamos los clavicos de allí hubo de extenderse el vocablo hacia el
que ponen en los cofres encorados» (ed. 1919, p. Sur, pues la -tx - catalana no puede ser autóc­
191), pero pronto envejece en cast. esta forma, 45 tona. Pero fijar el étim o es empresa difícil. Por
a no ser en Canarias (B R A E V II, 342), y sólo lo pronto es extraño que en la zona de N arbona,
queda memoria del diminutivo, que es tam bién el Carcasona, Toulouse y Beam e, donde el vocablo
que emplea M ateo Alemán en su Alfarache) al aparece p or prim era vez, el sonido intervocálico
explicar cómo hurtaba las conservas' de su señor: -ch- no corresponde a la evolución norm al de nin­
«llégome bonico con u n cuchillo pequeño y qui­ 50 guna consonante ni grupo originario. De los lu ­
tóle las tachuelas del suelo y, dejándola trastor­ gares donde el vocablo aparece en la Edad M e­
nada sobre la tapa, con el mismo cuchillo le sa­ dia, la mayor parte, a saber: Arles, Nimes, Albi,
qué casi la mitad por abajo, volviéndola a clavar Saint-Flour y Limoges, corresponden al territo­
como primero» (Cl. C. II, 278,26)“. Este otro rio donde -C T - da -c h -: entonces podríamos en
vocablo tiene, como digo, mucha mayor extensión 55 rigor suponer que el vocablo provenga de una
geográfica: port. tacha, así p. ej. en la Sierra de base *TACTA y que se hubiera propagado desde
la Estrella (V K R IV, 304), en el M inho (Leite esta zona hasta las otras cuatro localidades ya en
de V., Opuse. II, 358), tachóla allí mismo y en el S. X I I ; lo malo es que * t a c t a no es palabra
Oporto, mientras que en la vecina Sanabria el in­ conocida en ningún idioma, ya que por el sen­
flujo de la vacilación entre chatón y tachón con­ 60 tido apenas podría pensarse en el participio de
T A N G E R E ’tocar’ (¿por los golpes de martillo que los dicc. de dialectos: está tam bién por una par­
recibe la tachuela?, pero esto es inverosímil), y te en la Saboya (Constantin-D.).. en el Forez de
en una palabra comercial y utilitaria de esta na­ lengua de Oil (Onofrio), y L ittré lo cita en G ine­
turaleza difícilmente puede pensarse en u n ori­ b ra; por la otra parte se extiende por el Sain-
gen prerromano. Verdad es que Diez (W b 313), 5 tonge (Jónain) y el Poitou (Favre). Pero aquí se
al mismo tiempo que mezclaba el vocablo con acabó. Es verdad que el bret. tach ’clavo’ (y tacha,
otros m uy diferentes, citaba u n córn. tach, gaél. tachein ’clavar’) parece suponer la existencia pre­
tac ’clavo’, comparación que han venido repitien­ via en otras hablas del francés occidental, hasta
do otros y suponiendo que el vocablo es de ori­ la altura de Bretaña; por otra parte en Bélgica
gen céltico; pero ya observó Thurneysen (K elto- 10 encontramos tachette aisladamente en el punto 292
rom., 80) que tach no es cómico sino bretón, don­ del A L F , lo cual conduce a sospechar que el mis­
de ch es s, lo cual exige procedencia francesa; en m o vocablo, alterado por una causa imprecisada,
cuanto al gaél. taic f. «a prop», tacmd f. «a tack se esconde bajo las formas dachette y dache de los
or peg», está aislado y parece ser ajeno al idioma deptos. del N ord, Pas-de-Calais y Somme. Si por
antiguo (¿no será préstam o del ingl. tack?); por lo 15 otra parte tomamos en consideración la probabi­
demás tampoco supondría una base -C T -. lidad de que el ingl. med. tack ’clavo’ suponga un
Ya que no se halla modo de partir de * t a c t a : norm . ant. *taque*, cerramos el círculo alrededor
¿tendrían más razón Diez y M -L . (R B W 8534) al del territorio francés. En definitiva, pues, es po­
relacionar el oc. tacha con la familia de T A C O y sible que el vocablo fuese general en tiempos re­
tacón? Semánticamente esto puede defenderse, pues 20 motos en todo el N orte de Francia, desde donde
las ideas de ’tarugo em butido en la pared’ y ’clavo’ se propagaría hasta N arbona ya en el S. X II;
no están tan alejadas, y como he dicho en el ar­ u n rastro aislado de la forma occitana castiza so­
tículo en cuestión, parece relacionarse taco con el breviviría en el taketa del punto 898 (Alpes M a­
ingl. tack ’clavo’, ’clavija’ y ’hebilla’; rem ito allá rítimos). En el N orte la homonimia con tache
para las oscuridades que envuelven el origen de 25 ’m ancha’ acabaría por ser fatal a este vocablo,
tack y de T A C O . Otros, con Thurneysen y V. mientras que precisamente podría conservarse m e­
H enry (Lexique É tym . d u Bretón M od.), afirmaron jor en el territorio donde -cca no se palataliza, y
que se trata de un derivado de tachier, varian­ por lo tanto no había homonimia con taca ’m an­
te rara del fr. attacher ’atar, sujetar’, que se en­ cha’. T odo esto es concebible y defendible, pero
cuentra una vez en el A io P : esto no deja de sus­ 30 debemos reconocer que en manera alguna puede
citar escrúpulos semánticos aunque en rigor pue­ mirarse como asegurado.
de defenderse desde este punto de vista. Sea como D e r i v . Derivados de tachón: tachonado y tacho­
quiera, la mayor dificultad que afecta, así esta nar [h. 1580, Escalante, Cervantes, y frecuentísi­
etimología como la de Diez y M -L ., es de natu­ mos en los clásicos, vid. Cotarelo]; atachonado;
raleza fonética: en ambos casos la -ch- occitana 35 destachonar [Calderón, Mágico Prod. II, xxvi, ed.
habría de salir de -cca ; ahora bien, esta evolu­ Losada, p. 218]; tachonería. Para tachuela, V.
ción es más francesa que occitana, y en el terri­ arriba.
torio de este últim o idioma sólo abarca, una estre­ 1 En Cuba era ’clavo o alfiler largo y de cabeza
cha faja septentrional, a la cual corresponden, de grande que usaban las mujeres para prenderse
entre las citadas localizaciones medievales, sólo 40 la mantilla’ (Ca., 161).— 2 Para la Baja Auvernia,
dos, a saber Limoges y S ain t-F lo u r: desde ahí •vid. Vinols; para el valdense de W urttem berg,
habría debido propagarse el vocablo hacia el Sur, ZR Ph. L , 455; para el T arn-et-G ., V K R V,
donde aparece mucho antes. Poco verosímil es to­ 353 — 3 En apoyo de esta idea podría citarse el
do esto. norm. taque «pelote oú l’on attache les épingles»
Sin embargo, como no se ven otros cami­ 45 (Duméril), y Anjou tache f. «corde qui sert á
nos, la idea todavía podría defenderse si pu­ attacher un animal» (Verrier-Onillon). Sin em­
diéramos probar que tache fué francés con el sen­ bargo, lo probable es que se trate de l’attache
tido de ’tachuela’ pues entonces se habría podi­ mal separado.— 4 El dialectal y antiguo taque
do propagar desde una base bastante amplia. V. ’placa’ en que se - fija Skeat no tiene que ver
H enry afirma que tache ’clavo’ es francés an tig u o : 50 con esto: es germanismo local del N ordeste to­
en realidad se funda en un ej: único de 1383 ci­ mado del neerl. tak id. (R E W 8535).
tado por G od., pero este ej. procede de M ont-
brison (Loire), población situada exactamente en Tachoso, V. tacha Tachuela ’clavo’, V. ta­
el límite fr.-occitano: luego esto no nos da dere­ chón _ Tachuela ’escudilla’, V. tacho Tafana­
cho a hablar de un fr. ant. tache. E n la actuali­ 55 rio, V. antífona y tábano
dad, según el A L F , el área de tacha concluye con
el territorio occitano, a excepción de los valles de T A F E T Á N , del persa táftah ’paño de seda’,
Susa, Aosta y Valais, por donde penetra en el dia­ ’vestido de hilo’. 1.a doc.: 1348.
lecto francoprovenzal; algo podemos ampliar esta En los Fueros aragoneses de esta fech a: «pellot
área hacia el N orte, aunque no mucho, a base de 60 et tavardo, de omne, en los quales no aia forradura
de cendales o tafatanes: 6 sueldos; et si forraduras rentes se distinguieron con nombres distintos, lla­
de cendal o de tafatan hi avrà... 10 sueldos» (R FE mándose éstos mudéjares y aquéllos tagarinos; V.
X X II, 20). L a forma tajatán aparece con mucha el pasaje citado del Quijote, y la explicación más
frecuencia en inventarios aragoneses de este siglo detenida de Haedo (1612), Topografía de Argel,
y el siguiente, desde 1362 (R F E X X II, 150). U na 5 pp. 50-51. Covarr. no distingue con bastante cla­
variante tafatá, que copia más fielmente la catala­ ridad, aunque tam bién habla de Aragón, y Aut.
na, está en el Corbacho, ed. Pz. Pastor, 173. Ta­ confunde del todo tagarinos con mudéjares. Vid.
fetán es ya lo que traen Covarr. y A ut. (con ejs. Dozy, Gloss., 321; Baist, R F IV, 372. L a ter­
del S. X V II). Quizá tengamos otra variante en minación -ino se explica por la adaptación del ca­
un invent. de la Catedral de Toledo, del S. XIV 10 talán. El mismo étimo tiene el nom bre de los Ze-
o XV : «otro manto para Santa María¡ barrado gríes granadinos, pero ahí se trata de tagr en el
por fuerza, la una vía de taftaf viado, y la otra sentido general de ’frontera’, y la terminación con­
de un paño labrado con oro» (R F E X, 134). El serva su forma castellana.
persa táftah es propiamente el participio pasivo
del verbo táftan ’brillar’, ’torcer’, ’hilar’. Al cas­ 15 Tagarnina, V. carlina
tellano debió de llegar por vía del comercio medi­
terráneo, desde el it. (taffetà) y el cat. [tafetá, pl. TA G A R O T E , origen incierto, quizá bereber
tafetans, 1397] : la procedencia catalana se con­ 1.a doc.: 1386, López de Ayala.
firma por la -n y p or la vacilación entre -e- y -a-; «De los tagarotes non facen mención aparte,
del it. se cree se tom ó el fr. taffetas [1314], y de 20 porque son acordados por baharís, que como quier
ahí el ingl. taffeta [1373], Vid. Diez, W b., 313; que en el plumaje haya diferencia del baharí sar­
N E D , s. v. do o mallorquín o de Romanía, con el baharí ta­
D e r i v . Atafetanado. garote, pero en todas las condiciones son de una
naturaleza» (Libro de la Caza, cap. 2, ed. G tz. de
Tafia, V. ratafia 25 la Vega, p. 158), «los falcones tagarotes, que son
contados por baharís, crían allende la m ar en el
T A F IL E T E , del nombre del reino de Tafilete África» (cap. 3, p. 169), «los tagarotes son más
en Berbería donde se preparaban estos cueros. 1.a apartados en el color et en el talle; ca son falco­
doc.: 1591, Góngora, ed. Foulché I, 151. nes pequeños m ucho, que non hay de plumaje tan
A ut. lo cita tam bién de Lope. N o está en APal., 30 pequeño falcón; et son como amarillos» (p. 170).
Nebr., PAlc., C. de las Casas, O udin ni Covarr. D . Juan M anuel todavía no habla del tagarote,
D e r i v . Tafiletear [¿4ut.]. Tafiletería [Acad. ya pero sí Evangelista (S. XV) en su humorístico
1843], Libro de Cetrería (Z R P h . I, 229); N eb r.: «taga­
rote halcón: accipiter tabracensis»; V. además Vé-
Tafo, V. oler 35 lez de Guevara en el ej. que he citado s. v. G A Z ­
M O Ñ O (El R ey en su Imag., v. 978). C ovarr.:
T A FÓ N , palabra exótica, al parecer de origen «cierta especie de falcón, que no deve ser tan es­
africano. 1.a doc.: Acad. 1884, no 1843. tim ado como los demás, pero se sirven dél para
L ittré dice que es «coquille du Sénégal». No ten­ ayudar, y dixose de una ribera que está en África
go otras noticias de esta palabra, que falta en los 40 dicha Tagarros, junto a la cual están unas peñas
dicc. ingleses, portugueses y en los demás fran­ donde se crían estas aves; ay un proverbio entre
ceses y españoles. caladores que d iz e : Alas de neblí, corazón de
baharí... seguridad de alfaneque y riza de taga­
Tafurea, V. ataifor Tafurería, V. tahúr rote; suelen llamar tagarotes unos hidalgos po­
Tágara, V. teda 45 bres que se pegan adonde puedan com er; y éstos,
si hallan qué, harán buena riza». Tagarote es tam ­
T A G A R IN O , ’morisco de la Corona de Ara­ bién port. y tagarot catalán1.
gón’, del cat. tagarí id., y éste del ár. lagri ’propio Fundándose en que M artínez de Espinar (1640)
del tagr ál-’áclá o Frontera Superior (nombre con concuerda con Covarrubias en que se crían en
que conocían los moros las tierras de lengua ca­ 50 África, supone Dozy (Glossaire, 346) que sea al­
talana)’. 1.a doc.: 1605, Quijote I, xli, Cl. C. teración de Tahúr tí, gentilicio derivado del nom ­
IV, 56. bre de la ciudad de T ahort, junto a la cual hay
En catalán tagarí ya es medieval: Jaum e Roig dos río s: a esto se reducen todos los fundam en­
vv. 3576, 9503, y el nom bre de persona Atagarí tos de esta etimología afortunada, que logró la
o Azagarí ya aparece con frecuencia en el R eparti­ 55 aprobación de Eguílaz (499), M -L . (R E W ! 8531a),
miento de Mallorca (ed. Quadrado, pp. 465, 474). Sainéan (Sources lndig. II, 400n.), Lokotsch y
E n cast, el vocablo no se hace usual hasta la ex­ otros. N o lo merecía ciertam ente: se trata de la
pulsión de los moriscos, cuando en el N orte de población más bien conocida por T áhart, al SE.
África los procedentes de tierras catalanas se ha­ de O rán (no en Marruecos, como dice M -L.), que
llaron junto a los de Castilla, y sintiéndose dife­ 60 gozó de cierta fama pasajera en el S. IX , hasta
que fué destruida definitivamente a princ. S. X p. 19), especializado en la caza de palomas [y zor­
por los fatimíes (Encicl. It.¡ s. v .; el actual T iaret zales]. M ucho menos verosímil parece que haya re­
es fundación reciente que sólo ha heredado su lación con el bereb. igider (pl. igudar) ’águila’,
nombre), y aunque hay algún río cerca de la m is­ ’buitre’ (Huyghe) o con tagéwart ’cuervo, grajo’
ma está algo apartado y es poco im portante: se s (Stumme). D e todas formas conviene dejar esta
trata, pues, de una etimología fundada únicamen­ palabra a los especialistas en bereber.
te en un parecido de nombres, parecido que ade­ Para la identificación del ave llamada tagarote,
más es m uy imperfecto, y sobraba razón a Baist vid. Ch. A. Newcomer, N R F H VI, 148.
(.RF IV, 372), a David Lopes y a Colin (Hespéris D eriv . Tagarotear [Aut.].
VI, ó ln .l) para rechazarla. Sugiere el prim ero que 10 1 Vivo en el Rosellón según T astu, S. X IX ,
tagarote derive de tagre, empleado tam bién por Oiseaux, ms. de la Bibl. Mazarina, n.° 4512.—
Lz. de Ayala, que vendría del ár. tagri ’fronte­ 2 Es im probable que haya relación, com o quisie­
rizo’ (V. T A G A R IN O ), denominación análoga a ra Eguílaz, con tugar sólo documentado en el
baharí (propiamente ’m arino’) «porque el tagaro­ Qamús y que Freytag define vagamente «nomen
te, que es ave de paso pero no migratoria, anida 15 avis».
en la frontera pero no más allá del m a r» : por
desgracia se abstiene de probar esta afirmación, Tagre, V. tagarote
y su etimología, aunque más fácil fonéticamente,
no es mucho más sólida que la de D o zy : lo que T A H A ’distrito’, del ár. tá ca ’obediencia’, ’de­
de ella puede quedar es la relación con tagre, 20 pendencia’, ’provincia’, de la raíz t- w -c ’obedecer’.
que es el nombre de una «muda» de borníes, 1.a doc.: 1548, Ley de la Nueva Recopilación ci­
que había en las Asturias de Santillana [¿comp. tada por Eguílaz, p. 500.
el apellido Tagle?] que «han plumas entre los Es palabra sólo empleada con referencia a mo­
dedos» (Ayala, cap. V I, p. 179); pero el cambio riscos: «toda la taha de Andarax», «la taha de la
de acento lagri > tigre es sospechoso2. El dato 25 Plata» Pz. de Hita (ed. Blanchard II, 15; II, 103,
de Covarr. parece procedente del libro D e las toha es errata, comp. la ed. R ivad.); Acad. ya
Aves que cagan (h. 1450) de Johan de Sant Fa- 1817 (no Aut.).
gund, quien, según Paz y Melia (Z R P h . I, 241),
«con referencia a un Johan Alfon de M urcia, ca­ T A H A L Í, anteriormente tahelil: designaba un
zador del rey de Francia y establecido en Fez, dice 30 estuche de cuero en que los moros guardaban
que se llaman así porque crían entre las peñas amuletos, trozos del Corán u otros escritos de
de las orillas del río Tagaros en África». Pero ni carácter religioso, luego se aplicó a la correa de
con ésta ni con la grafía de Covarr. me es co­ donde colgaba ese estuche y finalmente a la ban­
nocida la existencia de tal río. Por lo demás no dolera que se emplea para suspender la espada;
son sólo estas dos las etimologías geográficas que 35 viene del ár. tahlil que propiamente significaba ’ac­
se han dado de este nom bre, pues N eor. con su to de pronunciar una fórmula religiosa’. 1.a doc.:
equivalencia «accipiter tabracensis» ya parece su­ S. XV (med. o 3.r cuarto) Antón de M ontoro (vid.
gerir o tr a : que venga de Tabraca, nombre rom a­ G. Colón, ZRPh. L X X V III, 90); tahelí, princ.
no de la actual Tabarca, puerto de m ar bien co­ S. X VI, H ernando de Baeza; tahelil, h. 1570,
nocido al Oeste de T ú n e z; mas tampoco pode­ 40 M árm ol; tahalí, h. 1580, M alón de Chaide. En
mos señalar a esto un fundam ento en los hechos catalán aparece ya el vocablo en 1461 (G. Colón,
ni justificarlo fonéticamente. Lo propio (salvo este l. c .).
último aspecto) habría que objetar a quien rela­ H ernando de Baeza aplica el vocablo al estuche
cionara con T uggur población de Marruecos junto o relicario en que un moro granadino llevaba su
al M uluya, o con T uggurt en el SÉ. de Argelia. 45 A lcorán; M ármol lo aplica al que tenían los mo­
N i se ve relación posible con tágar, nombre de pes­ ros africanos para «ciertos papeles o pargaminos,
cado en el almeriense Arbolí (S. X V ; vid. Simo- en que trahen escriptas sus oraciones y hechize-
net y Dozy, S u p p l). L o único prudente es con­ rías», y advierte que lo llevaban colgado de u n rico
jeturar con Colín que sea palabra bereber, a lo tiracuello o bandolera. En la Crónica de France-
cual invita el doble artículo ta- -t (nótese que 50 sillo de Zúñiga (1527) parece ya aplicarse a la tira
PAlc. da baharí tagarote como nom bre granadino de cuero de donde cuelga la espada, pues dice
de esta ave). T al vez haya relación con el que si volviesen a entrar los árabes en España to r­
bereber rifeño agarud (auaru5) «perdreau» (Biar- narían a usarse los tahelíes y quijotes. Desde enton­
nay) o más bien u n femenino suyo *f-agaru$ ’p er­ ces el vocablo se encuentra frecuentem ente con
diz’ (que no encuentro en los dicc.), suponiendo 55 esta ac. En el texto de una de las obras de Lope
que, análogamente a lo ocurrido con A L F A N E - vacilan todavía las varias ediciones entre tahalís
Q U E y A L F E R R A Z , se haya eliminado ahí el y la antigua forma tahelís (R F E I I I , 186). Para
sustantivo principal: báz *at-tagaru§ ’halcón de per­ la documentación y para otras pruebas de esta eti­
dices’ (baz ’halcón’ es tam bién bereber según H uy- mología, vid. Dozy, Gloss., 346-7; Suppl. II, 760;
ghe), comp, jálcán zorzaleño (Lz. de Ayala, Caza, 60 Eguílaz, 500; Leguina, 809-10; y otros autores
allí citados. El ár. tahlil es propiamente nombre cisarlo. M e parece preferible de todos modos par­
de acción del verbo hállal ’lanzar aclamaciones’, tir del nom bre de acción tahánnu’ ’el hecho de
’alabar a Dios’, que parece derivar de la fórmula estar teñido de alheña’3 (o si se quiere una forma
consagrada de la religión musulmana la iláh illa vulgar tajxánnun, correspondiente a la forma de
lláh ’no hay otro dios que Alá’. El mismo origen 5 R. M artí), que se castellanizaría norm alm ente en
tiene el port. talim (o tali). Para la eliminación de taheño, y como esta palabra, a pesar de ser en su
la -l por disimilación, comp. A D A L ID < dalil, origen sustantivo abstracto, tenía terminación de
Almonacid o Almonací < M onastil < MONASTE- adjetivo romance, pasó muy naturalm ente a em­
RIUM. plearse como tal.
10 C p t . Barbitaheño [1528, F r. Delicado].
Taharal, V. taray 1 Observa H z. U reña en su ed., p. 120, que
la ed. de 1614 pone tahecho. Pero taheño es en­
TA H E Ñ O , del ár. tahánnu’ ’acción de teñirse el mienda evidente, aunque sólo esté en asonan­
cabello con alheña’. 1.a doc.: N e b r.: ttaheño en cia.— 3 W right, A Grammar o} the Arabic Lan-
la barba: aenobarbus». 15 guage, ed. 1933, I, p. 300.
«Se aplica al que tiene la barba roxa o berm e­
ja» A u t. Empleólo L o p e : « ¡ H o la ! El Rey se va. T A H O N A , del ár. táhúna ’muela de molino’,
C o n s t a n z a : T an presto, / que aún no he podi­ ’molino’, que en el árabe de España se aplicó espe­
do saber / si es barbirrubio o taheño» (Peribáñez cialmente al movido con caballería. 1.a doc.: 1256,
I, xxvi)1. H oy en el Ecuador se dice tahiño (Cuer­ 20 doc. de Sevilla.
vo, Obr. Inéd.y p. 167). L o común fué decir bar­ E n la forma tahona aparece ya varias veces en
bitaheño, como figura en la Lozana Andaluza y el S. X III. tam bién en la forma atafona, así en
en el Quijote (D H ist.). Falta en los dicc. de ara­ docs. andaluces como de Castilla y L e ó n : vid.
bismos y demás etimológicos, pero la Acad. (ya N euvonen, 249-50; Dozy, Gloss., 208. M ás tarde
1925, no 1884) sugirió como étimo tahna ’acción 25 se halla en textos de todas las épocas: «cavalle-
de teñir de alheña’ (en realidad lo único que hay ro... aquí bos faré correr la athaona» dice la M uer­
en este sentido es tahni o tahníya), lo cual enm en­ te a una de sus víctimas en la Danza de la M uer­
dó Steiger (Contrib., p. 256) en tahánnan, verbo te (245); «atahona de asno: mola asinaria; a. de
que significa ’él fué teñido de alheña’; aunque esto m ulos: mulionica» N ebr. A ut. pone como básica
últim o supondría un cambio difícil de valor grama­ 30 la forma atahona, pero advierte ya «oy se dice
tical, y aquello no podría justificarse fonéticamen­ más comúnm ente tahonas. La ac. ’panadería’ fal­
te, la idea es buena fundam entalmente. L a alheña, ta todavía en A u t., pero la registra ya T err. En
en efecto, la empleaban los árabes para teñirse la La Palma tahona es «antiguo molino puesto en
barba (como atestigua Freytag), y realmente esto marcha por un burro» (Rohlfs, R F E X X X V III,
era característico, pues en la Gr. Conq. de Ultr. 35 97, pero no es supervivencia guanche). D i­
los cruzados reconocen a los árabes disfrazados, rectamente del árabe vienen tam bién el port. ata­
que querían penetrar a traición en u n castillo, por fona ’molino a tracción animal’ (con la -n- con­
sus barbas alheñadas (p. 2406); y que la costum­ servada, como en muchos arabismos); y el malí.
bre de alheñarse el pelo penetró en España lo tafona ’molino de aceite’ (B D L C X II, 236; Ag.).
sabemos por varios testimonios (D Hist., s. v. alhe­ 40 T áhúna significa en árabe clásico y común un mo­
ñar), uno de Lope referente a los moros, mientras lino cualquiera, movido por agua o por u n ani­
que los de Suárez de Figueroa, Quiñones de B. m al; pero ya advertía R. M artí en el S. X III
y Castillo Solórzano se refieren ya a españoles que en España la palabra arábiga se aplicaba a
cristianos: el últim o hace referencia a la barba, éste y no a aquél; sin embargo J. Ruiz lo aplica
y los otros aluden a que se hacía así para disi­ 45 a u n molino de viento.
mular las canas. Es verdad que Gordonio (ibid.) D e r i v . Tahonero [al-, Aut.]. Atahonar ( r a r o ) ,
nos dice que la alheña tiñe los cabellos de negro, vid. D o z y , Gloss.
pero todos hemos podido observar que a mucha
gente que se tiñe la barba sin cuidado se le vuel­ Tahorma, V. atahorma
ve luego rojiza; así ocurriría con la alheña, y a 50
ello quizá se refiere el nombre de alheña aplicado T A H U L L A , ’medida agraria que equivale a
a la r o y a que ataca las plantas. L a relación de cerca de una sexta parte de fanega’ gran., almer.,
taheño con alheña sería tan obvia que dió lugar a mure., probablemente del hispano-ár. tahwila
la alteración talheño que O udin define «barbe- ’campo, pieza de tierra’. 1.a doc.: atahulla, ataulla,
rousse». Desde el punto de vista formal la pro­ 55 atafulla, docs. m ure, de 1272 (M . P., D . L ., 369.16,
puesta de Steiger es más factible: tahánnan ’fué 366.18; G . Soriano, pp. 154, 192).
teñido de alheña’ es forma vulgar analógica re­ E n otros docs. murcianos encontramos taffulla
gistrada por R. M artí (p. 237, s. v. alignare), en 1293 (M. P., D . L„ 371.35), taffula y tafulla en
lugar de la clásica tafuínna’. Hasta qué punto se otros tres de 1275 (G. Soriano, 157, 158), taffulla
empleaban una y otra en España no podemos p re­ 60 en 1311 (id. 167); en todos los casos se trata del
valor definido arriba, según las palabras de A ut., cat. alcaraüia, alcaraülla) o *karavjia, de donde el
que ya lo da como murciano. A dem ás: «una he­ cast. alcaravea. La etimología sugerida por Eguílaz a
redad en el pago y riego de la azequia de Algua­ Simonet (pp. 528 y 596), lat. t a b u l a ’cuadro de tie­
za... de poco menos de docientas tahullas de tie­ rra labrada’, y fundada en el argelino tabla ’cuadro
rra» invent. de Murcia, de 1614 (B R A E X III, 5 de tierra plantado de hortalizas’ (Beaussier), no es
503), y V. las explicaciones que da el murciano admisible para tahulla, porque la del cat. y
Cascales (princ. S. X V II), ed. Cl. C., 185.12, y cast. ant. tafulla prueba que había una aspirada
la definición de G . Sorianó, s. v. Según la Acad. arábiga entre la a y la u, y por otras visibles ra­
es tam bién usual en Almería y G ranada. Es co­ zones fonéticas.
rriente tam bién tafulla en el cat. del País Valencia­ 10
no, donde ya podemos documentarlo en el S. X III, T A H U R , antiguamente tafur, voz común a to­
en la Crónica de Jaime I : «daven-los 20 tafulles o dos los romances de Francia y de Iberia, de ori­
30, o al qui mes en daven, daven-ne 50, e que gen incierto; parece haber designado primero a
50 tajules no eren sinó dues jovades de Valencia, los componentes de una tropa auxiliar de los C ru­
que no fan sinó 12 cafices de sembradura» (im­ 15 zados que se dedicaba al saqueo y al m erodeo;
preso erróneamente caful(l)es por Aguiló, p. 487), quizá del armenio thaphúr ’abandonado’, ’desnu­
y así aparece tam bién en un doc. de Elda de 1315 do’, ’vagabundo’, nom bre que les aplicarían los
y en otro de Elche de 1378 (G. Soriano, p. 180). auxiliares armenios de los Cruzados durante el si­
El testimonio más antiguo lo hallo en u n doc. de tio de Antioquía. 1.a doc.: 1260, doc. de Sevilla,
Ulldecona (cerca de Tortosa), de 1258: «volumus 20 M . P „ D . L ., 346.10.
que quisque eorum qui ibi tenebunt hospitium ut Se menciona ahí a un «Pedro Royz T affur».
habeant unam tafulam de térra in qua possint fa- En la Gr. Conq. de Ultr. (h. 1300) se menciona
cere ortos» (Bol. Soc. Castellón. Cult. X VI, 290). repetidam ente a los Tafures, que form aron una
De aquí el nombre del pueblo de Altajulla en el especie de cuerpo auxiliar de la Prim era Cruzada
Campo de Tarragona. M adoz explica «cada tahulla 25 (p. ej., p. 211): se trataba de una m uchedum bre
en la huerta de Alicante es un cuadro cuyos lados andrajosa y hambrienta que se dedicaba sobre to­
tienen 16 brazas de 9 palmos valencianos cada do al merodeo, pero que tam bién atacaba con te­
una: de consiguiente la tahulla consta de 256 bra­ mible valor y vivía en forma miserable y anár­
zas cuadradas» (Dicc. Gcogr. I, 656). De aquí de­ quica, hasta el punto de correr la voz de que ha­
riva el cat. ataiillar ’medir a ojo la extensión de un 30 bían devorado cadáveres sarracenos. E n castellano
campo’, ’apuntar para tirar’, ’divisar’, ’mirar, ob­ pronto se generaliza la ac. ’jugador vicioso’, más
servar’, corriente con estos sentidos por lo menos tarde ’jugador fullero’. Es ya lo prim ero en J.
desde Alcoy hasta Tortosa y el bajo Segre; del R u iz : «desque vergüenza pierde el tafur al table­
mismo vocablo debe de ser alteración el cat. ro, / si el pellote ju(e)ga, jugará el braguero» (470a;
traüllar ’observar, vigilar’ [S. XV], hoy ’manejar 35 tam bién 555d, 1620b, ya con la variante tahúr);
uno los negocios a su modo’, ’traficar’, ’traginar, también en los Castigos de D . Sancho, de la mis­
ir y venir’ empleado en Mallorca, Campo de T a ­ ma época: «Séneca mucho denuesta los juegos e
rragona, Cerdaña, etc.; para pormenores y más más los jugadores, llamándolos tafures e deciendo
documentación, V. mi artículo de B D C XXIV, que cuanto más saben en esta arte tanto menos
29-32, donde ya propuse como etimología el ár. 40 valen» (179a2 de abajo). Así tam bién en los clá­
tahwila, que R. M artí (S. X III) define «ager» sicos: «¿de qué tal melancolía / te ha cargado en
(pp. 48 y 235) y PAlc. acentúa tahuíla. Parece u n instante? / Tahúr parece el amante / pues no
ser sencillamente el femenino o nombre de uni­ dura su alegría» Ruiz de Alarcón (Paredes Oyen,
dad correspondiente al ár. clásico tahwíl ’trasla­ v. 223), « C apitán : El comenzar por desdén / es
ción’, ’m utación’, ’cambio’ (Freytag; Dozy, Suppl. 45 señal que he de ganar. / G ila : Tahúr os queréis
I, 342), hoy en Argelia «passage d ’un endroit á m ostrar / de amor» Vélez de Guevara (Serrana de
un autre», «levée du camp, décampement», «dé- la Vera, v. 2960), «qué tahúr, qué amante jura /
placement, migration», «transfert, transpon, trans- de no jugar o amar, sin volver luego, / éste a su
plantation», «transmission», «conversión» (Beaus- pretensión, aquél al juego» T irso (Palabras y plu­
sier), nombre de acción de ¡xül ’cambiar’, ’sembrar 50 mas I, esc. 5). Hoy sigue pronunciándose taúr en
la tierra un año y dejarla descansar el siguiente’ : España, mientras que en América se ha traslada­
quizá el sentido primitivo sería ’barbecho’ y en el do el acento, y partiendo del plural táures se ha
nombre de unidad ’pieza de tierra en barbecho’ y formado un singular táure (chil., arg., etc.), y
luego ’pieza de tierra en general’. Vulgarmente de­ algunas veces táura m .1. Paralelamente y con los
bió de trasladarse el acento de tahwila en tahúila, 55 mismos sentidos ha existido y existe el port. taful
comp. lo que ocurre con otro sustantivo de la (que tam bién se halla en cast. ant., en las Partidas
misma raíz ’áhyal que hoy vulgarmente se pro­ I, vi, 34 y 36): ejs. desde el S. XV en Moraes,
nuncia ahil (Roland de Bussy, L 'Idiom e d ’Alger, y para la evolución semántica, vid. Gon?alves Via-
s. v.), y especialmente lo que ocurrió con karauya na, A p o stl II, 466; el antiguo taful ’jugador’ está
pronunciado *karaúya (puesto que de aquí salió el 60 ya en el segrel gallego de med. S. X III, Pero da
Ponte (R. Lapa, CEsc. 361.12); aunque parece que esto una base adecuada al vocalismo romance, ni
el poeta emplearía tafur, pues rima con algur es verosímil que se trate de una expresión antigua,
(los mss., del S. X IV, traen taful); tafularia pues es derivado de táfar ’ataharre’, que moderna­
’juego, vicio del juego’ en otras ctgs. de la época mente tomó el sentido de ’trasero’ (Beaussier).
(ib. 239.17, 298.21); gall. tafulo por tahúr, Sarm. 5 No atina tampoco Asín, A l-A nd. IX , 38, al par­
CaG. 101 ii, y una forma tahul tuvo amplia exten­ tir del árabe zafúr ’victorioso, ganancioso’ (deriv.
sión en castellano, del cual lo tomó el cat. taül de lú fu r ’uña’, zafar ’apoderarse de la presa con
en el sentido de ’holgazán, gandul’ (y al influjo las garras’), suponiendo que tomara el sentido de
de esta palabra se debe en gran parte esa i). En ’largo de uñas, rapaz’; pero, además de lo hipo­
catalán tafur está hoy anticuado, pero fué muy 10 tético de la base, z no puede dar t (V. T O LD O ).
frecuente en la Edad Media, con el sentido gené­ Puesto que en la primera Cruzada desempeña un
rico de ’hampón, persona de mala vida’ : «lo ba­ gran papel el Rey T afur, o jefe de los tafures, ca­
callar o escaltrit, malendrí, tafur e alcavot o en bría tam bién sospechar que el vocablo se aplicara
altra manera vicios» Eiximenis (Doctrina Com ­ primeramente a este famoso personaje, y sólo des­
pendiosa 90; otro ej., p. 22), con el verbo menos 15 pués se trasmitiera a sus acólitos: en este caso po­
frecuente tafurar «avent no de las mias cosas, ama- dría tratarse del arm enio tagavor ’rey’, o por me­
guadament, assau taffurat, e de aquells dinés que jor decir su transcripción árabe takfür, corriente
yo a la sua guardia folament havia acomenats...» al menos desde primeros del S. X IV , y aplicada
Corbatxo (B D L C X V II, 108)2. no solamente al rey armenio de Sis, sino también
T am bién es frecuente tafur desde el S. X II en 20 a los emperadores griegos de Constantinopla y
lengua de Oc, con amplio sentido peyorativo se­ Trebizonda (Dozy, Suppl. I, 149b).
mejante al catalán (Scheludko, Z R Ph. XLVTI, Sin embargo, por ahora me parece algo más ve­
439), e igual ocurre con el fr. ant. tafur, muy rosímil la etimología de Schmitz.
frecuente en las Canciones de Gesta y hasta el D e r i v . Tahurería [1294, doc. de Sevilla, M. P.,
S. X I I I ; en la Chanson d ’Antioche y otras se 25 D . L ., 355.21; Gr. Conq. de Ultr., 192; Gower,
trata de la tropa auxiliar de los Cruzados. L a m en­ Confesión del Am ante, 299]. Tahuresco.
ción europea más antigua parece ser la del his­ 1 «Por ser ruso, todos los tauras al principio...
toriador de la 1.a Cruzada, G uibert de N ogent lo querían sobrar» en el uruguayo F. Silva Val-
(1053-1124), quien dice que es palabra de los dés, La Prensa de B. A ., 26-VII-1942.— 2 Del
«paganos» y significa ’vagabundo’ o ’truhán’ : «ta- 30 castellano parece haberse tomado el cat. mod.
fur autem apud gentiles dicuntur, quos nos, ut taül ’haragán’.— s God. V II, 623, cita u n ej. de
minus litteraliter loquar, trudennes [ = fr. ant. gent tanfure (por tafure) en una Passion du
truanz] vocamus, qui ex eo sic appellantur, quia Christ, pero a juzgar por la medida del verso no
trudunt, id est leviter transigunt quaquaversum parece ser la famosa Pasión de los SS. X -X I (nó­
peragrantes». 35 tese la tardía forma doit y no deit): de haberlo
Michael Schmitz (Rom. Forsch. X X X II, 608-12) sido, esto sería grave obstáculo contra la etimolo­
sugirió con verosimilitud que se trate del armenio gía a base de la Cruzada, de fecha posterior.
thaphúr «vuoto, vacuo», «abbandonato, derelitto»,
«solitario, ramingo», «privo, orbo, ignudo, libero», Tmbeque, tcábique, V. tabique
enseñado a los Cruzados durante el asedio de An- 40
tioquía por sus aliados de este idioma, que vivían T A IF A , tomado del ár. tá’ifa ’nación, población’,
en gran cantidad alrededor de esta ciudad; etimo­ ’bandada de gente’, ’secta’. 1.a doc.: Acad. 1884,
logía aceptada por Sainéan, Sources Indig. I, no 1843.
2983, y que me parece, al menos provisionalmente, Eguílaz, 500; Dozy, Suppl. II, 69b; Fokker,
satisfactoria, aunque no la mencione M -L . Éste 45 Z R P h. X X X V III, 485. E n cast. se ha empleado
se limita a rechazar, siguiendo a Dozy (Gloss., principalmente como térm ino m oderno de histo­
386), la de Engelmann, ár. dahúl ’engañoso, pérfi­ riadores (y luego en acs. figuradas), de suerte que
do’, que no es palabra del árabe corriente y tro­ debió de tomarse por vía culta.
pezaría con el cambio completamente anóma­
lo de la d- en t-. Tampoco es aceptable el ár. 50 Taima, V. taimado
ta\hür ’hom bre irreflexivo’, sugerido por Diez
('W b ., 313), cuyo sentido además no satisface. Más T A IM A D O , significó y en parte de América
aceptable sería relacionar con el ár. vg. taffár ’al­ todavía significa ’obstinado’, y se tom ó del port.
cahuete’, «celui qui fait métier de prostituer des taimado ’astuto, malicioso’, que es variante dialec­
femmes ou des filies» (en Berbería según Bocthor), 55 tal de teimado ’obstinado’, derivado de teima ’obs­
en Túnez ’pederasta, sodomita’ (Beaussier), pro­ tinación, tem a’ (de igual origen que esta palabra
nunciado táffSr según Stum me (Gramm. des tunis. cast.), de donde se pasó a ’enfurruñado, que se
Arab., p. 172), quien además cita un verbo (áffír obstina en no hablar’ y de ahí ’taimado’. 1.a doc.:
’dedicarse a la pederastía’, marroq. tfáiri ’pederas­ 1539, Ant. de Guevara, Menosprecio, Cí. Cast.
ta’ (Fischer, W ortton, 279); sin embargo, ni da 60 152.19.
Ahí está ya en el sentido m oderno: «como ataimado con igual valor y por la misma época
viene uno de nuevo a Ja Corte, luego le encandila, (Moraes, Fig.), en Galicia iaxmouco ’taimado’, tai­
le regala y le acaricia alguna cortesana taimada»; mería, taimouca ’malicia, picardía’ (Cuveiro, pero
también Juan de T orres (1596): «la experiencia no Valí, ni C arré); y no es menos claro que en
los tiene marcados por mui taimados, astutos y 3 portugués es variante fácilmente explicable de tei-
maliciosos» (citas de A ut.); «no es todo oro lo mado participio de teimar «obstinar-se, in sistir;
que en ellos reluce; uno dicen y otro piensan; pretender com insisténcia», a su vez derivado de
pero hanlo habido conmigo, que soy taimada, y teima ’tema, obstinación’ : p o r su parte éste se
sé dó me aprieta el zapato» L a Señora Cornelia explica como variante de t h e m a , por influjo de
(ed. Hz. U reña, p. 179); «de humildes padres 10 otros cultismos semejantes, como freima ’flema’
hija / ... / de pajes fué orinal y de picaños, / has­ ph leg m a o amorreima (~> amorreuma h a e m o r -
ta que por barata y por taimada, / u n caballero r h e u m a ) 3. L a forma con a se deberá a la pronun­
de la verde espada / la puso casa, y la sirvió dos ciación dialectal del Sur portugués, donde ei sue­
años» Góngora (con otro ej. semejante en el na como ai: desde el Sur de Portugal esta ac. se­
dicc. de Alemany); en el navarro Arbolanche (1566) 15 cundaria debía de propagarse al N orte del país,
es ’traidor’ (hablando de una amada infiel) 59r22; a Galicia y a tierras de lengua castellana. El cam­
sentido menos claro en 2 2 rll. Así lo entienden bio de sentido se explica fácilmente pasando por
también los dicc. clásicos: «taym ado: a cióse sub- la ac. chilena ’amorrado, que tiene la m urria, que
till fellow» (Percivale), «taym ado: fin, meschant, se enfurruña’, que es una forma de terquedad, y
rusé; taymada ram era: une rusée putain» (Oudin), 20 que por otra parte pasa fácilmente a ’el que ob­
«bellaco, astuto y señalado, que passa los ojos por serva y obra astutam ente sin hablar’ (nótense las
todo y lo advierte calladamente» (Covarr.), «bella­ definiciones de Percivale y Covarr.). M uy lacó­
co, astuto, dissimulado y pronto en advertirlo todo» nicamente ya Baist indicó que taimado venía del
(Aut.). Pero la ac. ’obstinado’ no es inaudita a port. teima (KJRPh. V I, 383, 397), y yo di u n
med. S. X V I: «Con buey ara que surco no per­ 25 anticipo de esta etimología en R F H V I, 165n.4;
derá : / para hombres reherjados, hechos a su vo­ con estas excepciones, nadie ha tratado de la eti­
luntad, / m uy tiesos y porfiados, / de otros así, mología de nuestro vocablo (exceptuando las su­
tan taimados, / tenemos necesidad» Sebastián de gestiones desencaminadas de Covarr. y Sz. de las
Horozco (B R A E II I, 601); ataimado parece tam ­ Brozas, reproducida ésta en aquel dicc.).
bién significar ’terco’ en un pasaje de Lope («decí 30 D e r i v . Taima (V. arriba). Taimarse (id.; ’vol­
amén, hom bre ataimado, / y dejemos de reñir», verse taimado’ en Catam arca: Avellaneda). Taim e­
B R Á E X XV I, 294). Tam bién se encuentra en ría [Cervantes]4.
los clásicos, aunque raramente, el sustantivo tai­ 1 Ya Andrés Bello desaprobaba el uso chileno
ma ’astucia, malicia, acto propio de taimado’ : de taima, que más tarde ha admitido la A cad.;
«agora todo es taimas y reveses / y en saliendo 35 Oroz y Pino Saavedra observan que es de uso
del maternal regazo / procura cada cual sus in ­ general en aquel país para ’emperram iento, em ­
tereses» Vicente Espinel (R A B M 1904, 413). Lo pecinamiento’ (ej.: le dió una taima).— 3 H ablan­
mismo taima que taimado siguen empleándose do de unos criollos insurgentes que han caído
en Chile, pero en su sentido etimológico de ’obsti­ prisioneros de los realistas: «en vano predicaba
nación’ : «.taima: obstinación de una persona que 40 el cura a los reclusos y más inútilmente los de­
se da por agraviada u ofendida, se aferra a su nostaba el otro. Abroquelándose en su taimada
idea y no habla ni obedece; es más propia de vejez, los gauchos enflaquecían, torvos, sin di­
los niños...», «taimarse: amorrarse, obstinarse, en­ sentir con una queja» (La Guerra Gaucha, 2.a
capricharse, emperrarse», «taimado: amorrado, ca­ ed., p. 109); «sus ojillos se taimaban cuando
ballero en su propósito, empeño, porfía, dictamen, 45 oían relatos de combates» (p. 153), donde se tra­
opinión, tem oso...» (Román, quien lo cita en un ta de un insurgente medio idiota, no está claro
dicc. chileno del S. X V III)1. Estas acs. no son si es algo semejante, o bien ’se llenaban de una
ajenas a la Arg., a juzgar por el empleo de tai- expresión astuta’ o ’se anim aban’.— 3 Esta expli­
moso ’pertinaz’ en Ascasubi: «al ver eso el san- cación del diptongo de teima es de Spitzer (A IL C
juanino / volvió a decirle taimo so: / —Yo soy 50 III, 21 y M L N L X X IV , 130, donde puede verse
alcalde cargoso; / respondé pronto, asesino, / y algún dato más).—•4 «Estaban los dos amanceba­
no te hagas el sarnoso» (Santos Vega, v. 3939); dos con dos mujercillas, no de poco más o menos,
lo mismo parece significar en el norteño Leopol­ sino de menos en todo; verdad es que tenían
do Lugones2. E n el Ecuador taimado ha tomado algo de buenas caras; pero mucho de desenfado
el sentido de ’reposado, lento, perezoso’ (M ala- 55 y de taimería putesca» Coloquio de los Perros,
ret, Supl.). Cl. C., p. 261. Así en la ed. príncipe, y reaparece
Es evidente que hay que partir del port., donde en el entremés del Vizcaíno Fingido del propio
también se emplea taimado «fino, repassado, Cervantes, y en la Villana de Vallecas de Tirso
velhaco, cadimo, e m uito astuto, malicioso», ya (citas de Cuervo, Disq., 1950, p. 450). E n el
documentado en textos de med. S. X V I, tam bién 60 Coloquio de los Perros otras ed., como la de
1655, traen taimonia, y en esta forma le dio a M A M A , en latín se dijo tam bién a t t a , que Fes-
entrada A ut., y así quedó en Acad. hasta 1869; to documentó en el sentido de ’abuelo’, y corres­
parece ser forma real, a la cual corresponde cas- ponde al gr. ccTxa, gót. atta (de ahí el famoso di­
tellanamente «que os tiréis desas porfías / y aun m inutivo A ñila), esl. oíicí (ruso otéts), etc., y es
aquesas temonías / no las queráis más tener» 5 tam bién voz infantil casi universal (turco ata,
Lucas Fernández (24), con el sentido etimológico. húng. atya), representada asimismo, con otra leve
variante, en el vasco aita, nom bre norm al del ’pa­
Taimarse, taimería, taimmiía, V. taimado dre’ en este idioma.
Taina, V. tinada D e acuerdo con lo que he venido diciendo a
10 amigos, y enseñando a alumnos, desde hace años,
T A IT A y T A T A , nombres cariñosos y tradi­ es indudable (a pesar del escepticismo de Rosen-
cionales del padre, generales en lo antiguo y hoy blat, l. c.) que de un cruce del vasco antiguo
subsistentes sobre todo en América, proceden del a i t a con t a t a resulta el cast. taita, que es más

lat. t a t a id. (también t a t t a ) , v o z de creación in ­ corriente en los clásicos que tata, y ya se encuen­
fantil; taita resulta de u n cruce entre esta voz la­ 15 tra en el Ropero de Córdoba, A. de M ontoro
tina y la vasca antigua y moderna a i t a id., de cu­ (S. XV) («para niños que no han / más saber que
ya existencia ya tenemos testimonios en el si­ decir taita / es oír los que se van / tras los co­
glo X. 1.a doc.: tala, 988; taita, A. de Montoro ros de la gaita») y tam bién en el dice, de Ne-
( t 1480). brija de 1493 o 95 («taita, padre de los niños:
U n Egeka cognomento Tata aparece en una es­ 20 tata»); desde esta fecha es frecuente, sea en el
critura de L ugo de 988 (Simonet, s. v. déde). Esta sentido propio: «lo prim ero que los niños apren­
forma es menos frecuente que taita en la litera­ den decir para con los padres es taita, y lo pri­
tura antigua, pero está en Oudin («rata, voyez mero que saben decir a las madres es m ama» Juan
taita»), en Rodrigo Caro, a. 1622 («aquellas pa­ de Pineda, a. 1589 (Agrie. II, xxi, § 8); sea en el
labras mal formadas con que saludamos a nuestros 25 traslaticio de voz dirigida por los niños a cual­
padres en los umbrales de la vida, Tata, M am - quiera de los mayores que los crían; y repetida por
ma»), y hoy subsiste como arraigada expresión fa­ éstos al arrullarlos: «un muy melindroso capón
miliar, más o menos, en todos los países continen­ de m i pueblo... a éste llamaba un sobrinito mío
tales de la América española1, y además en el ’mama, taita’, por verle sin barbas» P !cara Justina
murciano de Dolores, y en judeoespañol de O rien­ 30 (Rivad. X X X III, 138a), « ¡ Ha, niño, daérm eté! /
te2. T a t a en latín aparece en Varrón y en M ar­ ¡ajó, mama, taita, teta! / Barrabás lleve la vida /
cial, como voz infantil, y con el mismo carácter del muchacho, y ¡cómo pesa!» Quiñones de B.
es frecuente en inscripciones, aunque tam bién apa­ (N B A E X V III, 510); otros muchos ejs. con am­
rece una vez en boca de u n adulto, y otras tiene bos valores, en Lope de Rueda, H ernán N úñez,
el sentido de ’nutridor, educador’ y otras ’abuelo’ ; 35 Góngora, A. de Zamora, D. de Vega, Quevedo,
como nombre propio de persona aparece la va­ Correas, T irso, pueden verse en Cej., IV, 194-7,
riante expresiva T a t t a (y tam bién T a t a ) ; vid. y en la nota de Rosenblat. Taita sigue empleán­
A L L G V II, 584, y X III, 154-6. En América tata dose hasta m odernamente en Cuba (Pichardo), P.
es el nombre del padre en aimará y en otras len­ Rico, Sto. Domingo (Brito; B D H A V, 75), Ve­
guas indígenas, y aunque desde luego es im posi­ 40 nezuela, Perú (Enrique D . Tovar, Bol. de Filol. de
ble suponer origen americano a la palabra caste­ M ontevideo IV, 83), Chile, Argentina, etc.; en
llana, heredada del latín, tam bién creo que es este país, y más o menos en todos, es voz arcaica
erróneo adm itir que estas lenguas aborígenes lo o rural, mejor conocida sólo en ciertos usos tras­
tom aran del castellano, entre otras razones p or­ laticios; en el Plata en particular, así en Buenos
que denominaciones muy semejantes se encuen­ 45 Aires como en el Interior (M endoza, etc.), sobre
tran en antiguas lenguas de Asia M enor y otras todo en el sentido de ’guapo, bravucón’, espe­
partes del m u n d o : se trata de una voz de crea­ cialmente en cuanto afecta aires protectores3; en
ción infantil formada paralelamente no sólo en las España (donde en el S. X V III todavía se oía en
varias lenguas indoeuropeas (ser. tatáh, gr, rárx,' Segovia, según Cabrera) ya habría empezado a an­
tam bién en céltico, germánico, eslavo, etc.) y ro ­ 50 ticuarse en tiempo de A ut., á juzgar por la restric­
mances (R E W 8596), sino tam bién en otras. El ción indebida de la definición de este diccionario:
no haberse sonorizado la - T - de t a t a puede de­ «nombre con que el niño hace cariños llamando
berse a la variante expresiva t a t t a , mas para ex­ a su padre», lo que ya anuncia la limitación actual
plicarlo ya bastaría el propio carácter infantil del a las frases del tipo de «ajó, taita», cuyo significa­
vocablo, que obligaba a conservar la reduplicación. 55 do prim itivo ya no conocen los más. Pero esta
Por lo demás otros idiomas, y aun el propio latín variante taita tuvo, según he probado, grandísimo
y castellano, conocen variantes del mismo vocablo, arraigo en España, y de ella debió tomarse en prés­
de forma algo diferente, como el ingl. dad, el mo- tam o el quich. taita ’padre’ (documentado en a l­
zár. déde, el ár. dáda (Sim onet); de la misma m a­ gún dicc. moderno de este idioma, pero no
nera que A M A existió desde la Antigüedad junto 60 en Gz. de H olguín); debió de ser muy antigua
en España, y no hay por qué dudar que re­ (1956), 19-23, que aporta más documentación m e­
sulte de un cruce de t a t a con e l vasco aita, de dieval.— 5 D e ahí seguramente chacha, como di­
cuya gran antigüedad en este idioma es testimonio minutivo palatalizado, de tipo vasco; aunque este
el antiguo nom bre de persona cast. y port. Eita nombre de la herm ana mayor es usual hasta en
(cast. tam bién Echa), documentado desde 956 y 5 Almería, pues esta formación del diminutivo ha
con frecuencia en los SS. X I-X II, así como el existido esporádicamente en todas partes.
nav. ant. eitán ’padrino, ayo’1.
Para el uso de tata como' nom bre infantil de la Taja ’armazón’, ’contraseña’ V. tarja; ’cortadu­
herm ana mayor en muchas partes de España5 y ra, talla’, V. tajar
para otros valores secundarios, V. el articulo de 10
Rosenblat. Tatas, en andar a [Aut.], es otra TA JA R , del lat. vg. t a l e a r e ’cortar’, ’rajar’, de­
expresión infantil, ya más independiente. rivado del lat. t a l é a ’retoño, hijuelo que se tras­
1 Para información detallada de cada país, y pa­ planta’. 1.a doc.: tagare ( = tajare), 2.a m itad S. X,
ra algunos datos antiguos, vid. Rosenblat, B D H A Glosas de Silos; tajar, Cid.
II, 125-8. En la Argentina ha sido general hasta 15 Tiene uso mucho más amplio que hoy en la
hace poco a todas las clases sociales, y vive to­ Edad Media, en que asume (como hoy en otros
davía, sobre todo en el In terio r; la hija del G e­ romances) todas las acs. del verbo corlar: Berceo,
neral J. de San M artín hablaba de m i tatita en M il., 835c; Alex., 141, 990, 2089, 704; Sta. M .
carta dirigida a O ’Higgins. Ej. del uso en N ue­ Egipc., 743; J. Ruiz 993b; A lf. X I, 909; R im . de
vo Méjico, en B D H A I, p. 308.— 3 «Ni muera 20 Palacio, 322, etc. T a l e a r f . (escrito taliare con fo­
[léase muere] tata ni cenamos» dice un proverbio nética vulgar) se encuentra en agrimensores rom a­
impío recogido en Rodas, R H IX , 448, y cono­ nos de baja época con el valor de ’cortar’, ’rajar’,
cido en otras partes.— 3 «Horas antes había visto conservado en todos los romances. Cabrera (s. v.
el buen lado de la taba, cuando el chico... mira­ talar y tajar) cita ejs. análogos de taliare en escri­
ba asombradamente mis pilchas y aposturas de 25 turas castellanas de los SS. X y XI.
resero... ¿Cuántos otros desengaños m e espera­ D e r i v . Taja. Tajada [N ebr.]; tajadilla. Tajado.
ban? Antes de andar haciéndome el taita, tenía Tajadero; ant. ’plato trinchero’ [S. X III, R F E X,
por cierto que aprender a carnear, enlazar, pia­ 129; J. R uiz; Castigos de D . Sancho, 182], for­
lar, dom ar...» Guiraldes, D. S . Sombra¿ ed. Es­ ma equivalente del cat. ant. tallador; tam bién se
pasa, p. 86.— ‘ Vid. M . P., Oríg.3, § 51.2; y 30 dijo tajador en cast. (G r. Conq. de Ultr., 375; J.
M -L ., N am enstudien II, 77-78. Sin embargo, no Ruiz) = fr. ant. tailleor id. ( > alem. teller ’plato’).
es exacto decir que la antigua forma vasca o ibé­ Tajadera. Tajadura. Tajaleo ’comida [alimentos]’,
rica fuese e i t a , pues el cambio de a i en ei (y jocoso, cub. (Ca., 180). Tajamiento. Tajante. Tajo
después e), que se registra en estos nombres, es [APal. 19d, 323d]. Tajón. Tajuelo o tajuela (ast.
el conocido cambio fonético rom ance; hay tam ­ 35 tayuela) ’banquillo rústico que sirve de asiento a
bién Aita en doc. asturiano de 1063. Si en taita una persona’, seguramente por hacerse con un
no hubo el cambio de a i t en ech o eit es por in­ tajo de madera o de tronco. Tallar [1570, C. de
flujo de tata, naturalm ente; influjo que dejaba las Casas], tomado probablemente del it. tagliare
de actuar en seguida que el vocablo dejaba de ’cortar’, ’tallar’ (excepto quizá como térm ino de
ser infantil convirtiéndose en nombre propio de 40 juego, en que pudo tomarse más bien del cat.
persona. Es desencaminado suponer con Rosen­ tallar); tallado; tallador; talladura; tallante. Talla­
blat que el vasco aita pueda ser reducción del rín [S. X VI, Mz. M ontiño, Aut.], del it. taglieri-
taita castellano, del cual se habría to m ad o : las no. Tallarola [Acad. S. X IX ], del fr. taillerole
variantes con silabeo inverso a t - t a , a m - m a (en (Littré).
lugar de t a - t a , m a - m a ) son antiguas como las 45 fa lla [«talla de entallador: toreuma» Nebrija],
otras, según he indicado arriba, y en vasco aita del cat. talla id. [1351, Rubio, Diplomatari de
forma un grupo coherente con aiña ’nodriza’, l’Orient Caíala, p. 266]1; ’chiste, ocurrencia o sa­
aila ’abuela’, y aun quizá aiko ’parentesco’; es, lida graciosa’ chil.; en la ac. ’estatura’ [Acad. ya
pues, voz autóctona. Es concebible que la i se 1817, no Aut.] viene del fr. taille id .; como térm i­
desprendiera de la variante ata, forma que pudo 50 no náutico, del cat. talla o del it. taglia; en la ac.
ser en su origen diminutivo de u n ata igual al ’alcarraza, cántaro’ es otra palabra (V. T IN A );
lat. atta, turco ata, etc. Claro está que el apare­ tallista; entretallar; entretalla; entretalladura; en-
cer taita en boca de niños que empiezan a ha­ tretallamiento. Talle ’disposición c proporción del
blar no es obstáculo para admitir el influjo vas­ cuerpo hum ano’ [1251, Calila, 45.855; J. R uiz;
co, pues aunque el niño empieza por el silabeo 55 Conde Luc., ed. K nust, 94.19], del fr. taille f., id.,
simple ta-ta¡ los adultos le responden con la comp. gall. ant. talho id. (G. de Guillade, ed. N o-
forma tradicional taita y el niño en seguida los biling, v. 338), que será otra adaptación de la pa­
imita. Acerca del vasco aita ya no he podido te­ labra francesa; entallar ’hacer o form ar el talle’.
ner en cuenta la nota reciente de L. Michelena, Taller ’angarillas’ [1646, Estebanillo, Aut.], del fr.
en Euskera (T r. de la Acad. de la L . Vasca) I 60 tailloir id.
Atajar [h. 1300, Gran Conquista de JJltr., sas Emilianenses, Cid, etc.).
D H ist.; ast. atayar ’ir por el atajo’, alayá la m en­ General en todas las épocas y común a todos los
tira ’coger en m entira a alguno’; cast. > ast. ataxar romances. El estudio de los usos de esta palabra
’ajustar una cosa con otra’, V ]; atajada; atajade­ hay que dejarlo a la gramática. E n tal de ’en vez
ro; atajadizo; atajado; atajador; atajamiento; ata­ 5 de’ Castigos de D . Sancho, ed. Rey, pp. 216 y
jante; atajo [h. 1300, Gr. Conq. de Ultr.; ast. ata- 217n.26.
yu, V], atajuelo. Destajar ant. ’cortar’, ’determ i­ D e r i v . Talión [ J . R uiz; APal. 352b; Nebr.], to­
nar’, ’om itir’ [doc. de 1200, O elschl.; frecuente mado del lat. talio, -ónis, que es posible (aunque
en Berceo]; variantes: estallar arag. ant. ’acabar’, no seguro) que derive de talis; talionar.
’cortar’ (h. 1210, Cronicón Villarense, B R A E 10 C p t . A tal ant. [Cid; G ower, Conf. del Am am e,
V I, 215); detajar (A l e x 2367), id. y detallar 139, 202, 497; etc.; Bello, Gram. ed. 1936, § 389
¿’separar’? (profecía morisca arag. del S. XVI, y nota], comp. gasc. ant. atal ’tal’ gasc. atau ’así’,
P M L A L IIj 642, pero comp. p. 641); destaja­ cat. aital ’tal’, etc. Talque antic. ’alguno’. Tal cual
dor; destajamiento; destajo [«d. en la obra: re- [«talis qualis» N ebr.]; talcualillo. Tal vez ’a ve­
demptio» N e b r.; detajo Alex., 1563], destajero [es­ 15 ces, alguna vez’ antic. [La Gitanilla, Cl. C., p.
tajero, h. 1600, P. José de Sigüenza, Aut.], desta­ 78; Quijote II, lix, Cl. C. V III, 86; Vz. de G ue­
jista; ast. estaya ’línea de terreno señalada a cada vara, La Serrana de la Vera, v. 3133], moderna­
trabajador’ (V). Detallar [Acad. ya 1817]; detalle mente ’quizá’ (de uso más generalizado en América
[id.; Baralt todavía desaprueba ambos en muchos que en E sp añ a; en la Arg. es general en gauches­
casos, y realmente son prescindibles en gran par­ 20 co, mientras el habla familiar de las ciudades em­
te], tomados del fr. détailler y détail, id .; la locu­ plea más quizás: B D H A III, 200).
ción al detall o al detai admitida p o r la Acad.
(1817-1884, etc.), ha sido suprimida de su dicc., Tala ’acción de talar’, V. talar
aunque todavía se emplea bastante; detallista; de­
tallado. Entallar [«exculpo, excudo» N ebr.], del 25 T A L A ’palo pequeño y puntiagudo con que
cat. entallar [h. 1400, Ag.], más bien que del it. juegan los muchachos poniéndolo en el suelo y
intagliare (en vista de la fecha); entallable; enta­ haciéndolo saltar a golpes con un palo mayor’, ori­
llador [N ebr.]; entalladura [N ebr.]; entallamien­ gen incierto, quizá tomado del port. tala, que ade­
to; entalle [S. X III, Buenos Prov., 8.19]; entallo. más de esto designa las tablillas de entablillar un
Retajar [«circuncido» N eb r.]; retajadura; retaja­ 30 miembro enfermo, y otras piezas de m ad era; éste
miento ant. ’circuncisión’ [S. X IV , Castigos de D. es de origen incierto, probablemente de L A T A
Sancho, 164]; retajo, en arg. manada de retajo por metátesis. 1.a doc.: Aut.
o retajo ’manada de yeguas escogidas para la cria Definido ya como nombre del juego y del pa­
de muías’ (Ascasubi, 5. Vega, v. 855; E. S. Ze- lito en cuestión; no conozco testimonios anterio­
ballos, Rev. de Derecho, Hist. y Letras, 1912; 35 res en cast. No sé que nadie haya estudiado el
Lehm ann-Nitsche, Bol. Acad. Nac. de Ci. de Cór­ origen, pero indudablemente debe separarse de
doba, 1914; A. H errera, L a Nación de B. A ., 27- tala ’acción de talar’, aunque la Acad. lo confun­
X-1940); retal ’recorte, pedazo sobrante’ [A u t.], da con este vocablo. Se podría imaginar que vi­
del cat. retall2 id., derivado de retallar ’recortar’ niera del lat. t a l u s ’taba de jugar’, habiéndose
comp. ast. retaya id. (V ); retallar ’volver a pasar 40 trasmitido el nombre de este juego a otro seme­
el buril’, retallo. jante, pero cuesta creer que el cast. tala pueda
C p t . Tajamar ’tablón que sirve para hender el separarse del port. tala, de significados más am­
agua cuando el buque marcha’ [princ. S. X V II, plios pero análogos, y éste no puede venir de
Inca Garcilaso], ’malecón, dique, balsa’ chil., arg., t a l u s por razones semánticas y fonéticas (la - l -

colomb. (Pau Vila, Geogr. de Colombia, p. 106; 45 no se habría conservado). El port. tala es sobre
Corominas, A IL C I, 24). Tajaplumas. Atajasola­ todo la tablilla de entablillar un miembro, pero en
ces [1490, Celestina]. el M inho designa la tala de jugar, en el Brasil
1 U na forma castiza taja ’tributo que se reparte un chicote o rebenque, y además vale «chapa de
entre m uchos’ sale alguna vez en lo an tig u o : ferro, para unir, topo a topo, dois tronos de carns»,
Gr. Conq. de Ultr., 482.— 2 Como filatura (hi-), 50 «espécie de tenaz de madeira para uso de sa-
frazada, encosadura, es uno de tantos catalanis­ pateiros», «pe^a com que se alonga interiorm en­
mos textiles: cortapisa, vellorí, velludo, debó, en­ te a circumferéncia do chapeu»; además las fra­
furtir, gorga, filderretor, trepar, pelaire, sastre, ses ver-se em talas ’en embarazos, en aprietos’ y
perpunte, cordellate, desgay, carquerol, etc. andar em talas id., todavía usuales, aparecen ya
55 en Diogo do Couto (h. 1600) y en Antonio Vieira
Tajarra, V. ataharre Tajea, V. atarjea Ta­ (S. X V II), y parece evidente que proceden de la
jo, tajón, tajuela, tajuelo, V. tajar Tajorna, V. idea de ’andar en tablillas’ ; de la gran vitalidad
atahorma Tajugo, V. tejón del vocablo es comprobación el verbo entalar
«apertar com talas, por entre talas», «meter em
T A L , del lat. t a l is id. 1.a doc.: orígenes (Glo­ 60 lugar apertado ou sem saída», «por em dificulda-
des, em apertos», que en estas acs. figuradas ya cés. 1.a doc.: princ. S. XV.
es frecuente en el S. X VI, desde Juan de Ba­ J. Alf. de B aena: «Fferrant M anuel, en fyn de
rros (entalar o pé em urna greta, entalar um na­ razones, / sy vos me golpades los mis talabartes, /
vio, etc.), comp. todavía talisca ’hendidura, grieta, consynto por pena que vuestros pyllartes / me
resquicio’ [ya S. X V II, Moraes], gali, entalar 5 freguen los dientes con tres cagajones» (Canc. de
«apretarse o reducirse un cuerpo con el sol, aire, Baena, n.° 378, v. 19), donde m e parece tener el
fuego, etc.», entalecer «volverse tiesa o dura, una significado de ’pavés, gran escudo’. Falta en los
cosa antes blanda, tierna, delicada, etc.»1 (Valí.). glos. de h. 1400, en APal. y en N ebr., pero apa­
No es imposible la idea de Cortesáo, y otros, de rece ya con el sentido m oderno en el Lazarillo:
derivar tala de t a b u l a , pronunciado vulgarmen­ 10 «echéle aguamanos, peynóse y puso su espada en
te t a b l a , con la misma reducción que f a b u l a r i > el talavarte, y al tiempo que la ponía díxom e:
falar ’hablar’, o que el león, polar = poblar (ast. — ¡O si supiesses mo?o qué pie?a es ésta!» (CZ.
Pola = Puebla); es verdad que éste no es el tra ­ C., p. 179); asimismo en Percivale («sword-han-
tamiento fonético corriente en portugués : lo n o r­ gers»), O udin («baudrier, porte-espee, pendant
mal es el que presenta la variante távoa; sin em ­ 15 d ’espee»), Covarr. («la pretina, de la qual cuel­
bargo adviértase que la forma más corriente tá- gan los tiros donde va asida la espada»); otros
bua se denuncia como semiculta por su -b-, y en testimonios clásicos en Aut.
un vocablo de sentidos múltiples como t a b u l a era N adie ha indagado el origen de talabarte, que C.
fácil la formación de duplicados y aun triplicados, Michaélis, R L X I, 24, declara desconocido1. Sa­
desde antiguo (nótese el fr. tole, it. tola, junto a 20 bido es que el talabarte antiguo era una banda de
table, tàvola, e it. taffiare). Sea como quiera es d u ­ cuero, a veces bastante ancha, que cruzaba todo
doso que tala pueda venir de t a b u l a , pues nóte­ el pecho, pendiente del hom bro: esto explica el
se que en falar y polar ayudó la disimilación, que cambio de significado, pues lo antiguo fué ’escu­
en t a b u l a no podía actuar; y falar se explica co­ do grande, pavés’. Con el mismo sentido que en
mo pronunciación descuidada, en un vocablo usa­ 25 cast. mod. aparecen el port. talabarte [med.
dísimo. Mas tampoco parece posible partir de S. X VI, Camoens, en Moraes] y el cat. tálabard
t h a l l u s ’tallo’, pues el port. talo sólo significa lo [1599, Ag.]; tam bién oc. ant. talabart, con dos
que el cast, tallo, y esto está muy lejos de tala ejs. del S. X IV (T am , B.-Pirineos), en los cuales
’tablilla’. en realidad igual puede significar ’pavés’ que ’ta­
En fin, teniendo en cuenta que talas y latas son 30 labarte’; en cambio está claro que el fr. ant. ta­
rigurosamente sinónimos en portugués, como ya levart significa ’escudo’ o ’pavés’ : está solamente
advierte Bluteau, lo más probable es que tala sa­ esta forma en Foulque de Candie, poema picar-
liera de lata por metátesis, la cual quizá se ori­ do de med. S. X III, y talebart con el mismo sen­
ginó en el verbo muy frecuente entalar ( < enla­ tido aparece en dos docs. del N orte o del Sur de
tar) y de ahí se propagó al sustantivo. Sin embar­ 35 Francia de los aa. 1397 y 1408 (D u C., s. v. ta-
go, el influjo de talo t h a l l u s ayudaría no poco a laucha). L o corriente, sin embargo, en el N orte de
provocar y consolidar esta metátesis. Francia era talevaz, talevas, documentado desde
Tala h a d e s e p a r a r s e d e l p o r t . taleira ’c i e r t a fin del S. X II, en Wace, hasta el X IV por lo m e­
p ie z a d e m a d e r a e n u n c a r r o , e n u n a p u e r t a , e n nos (también talvas, 1360); para la descripción del
u n a p i e z a d e a r t i l l e r í a ’, q u e v a c o n e l c a s t , telera, 40 talevas, V. el últim o de los ejs. citados por God.
telerò, d e s e n t i d o s a n á l o g o s , s i e s q u e é s t o s v i e ­ V II, 633; hay tam bién un oc. ant. talabatz, en ej.
n e n c o m o s e c r e e d e l l a t . t e l u m ’d a r d o , v e n a b l o ’ único de la primera mitad del S. X III (otro del
(.R E W 8624), a u n q u e d e s d e l u e g o e l p o r t . taleira derivado talabassé en texto gascón de fines de la
r e c i b i r í a e n t o n c e s e l i n f l u j o d e tala < lata. Edad Media). Si el oc. talabatz fuese forma prim i­
Fonéticamente es obvio que tala no puede salir 45 tiva, o por lo menos tuviéramos motivos para
del lat. t a l Ea ’rama, palo, esqueje’ (así G dD D creer que era antiguo y arraigado, tendríam os de­
6538a). recho a postular, a base de esta forma, un étimo
1 Éste resultará de u n cruce de entalar con la * t a l a p a c é u m como lo hizo Gamillscheg (E W F S ,
familia de A T E R IR , aterecer. s. v. taloche), con la aprobación de M -L . (R E W
50 8535c), pero siendo forma rara y mucho menos
Tala ’árbol’, V. tara II arraigada que en francés, esta construcción es evi­
dentem ente arriesgada: no hay dificultad en su­
TA LA BA R TE, tomado del oc. ant. talaban id., poner que esta palabra, como tantos otros térm i­
fr. ant. talevart ’pavés, escudo grande que cubre nos bélicos, sea préstamo del fr. talevaz, adapta­
todo el cuerpo’, variante del más común talevas 55 do a la fonética occitana2. Así podríamos seguir
id., de origen incierto; teniendo en cuenta la va­ ateniéndonos a la etimología más razonable de D u
riante taulache, talauche, taloche, que ya es anti­ C. y Diez, todavía respetada por M -L . en su p ri­
gua, quizá sea viejo préstamo del it. tavolaccio mera edición, que identificaba -_-l fr. ant. talevaz
id., derivado de tàvola ’tabla’; entonces el oc. ant. con el it. tavolaccio, bien documentado como
talabatz ’pavés’ sería, a su vez, préstamo del fran­ 60 nombre del mismo objeto, desde Boccaccio y los
Estatutos de Pavía (D u C., s. v.), y formación muy fuese derivado no habría un sufijo - a p a c e o - que
natural, como derivado de tavola, tratándose de un pudiese explicarlo, y de ser compuesto tampoco
gran escudo o pavés de madera. Para ello basta­ se ve cuál sería el segundo elemento, además de
ría adm itir que talevaz es antiguo italianismo, con que entonces la vocal interm edia antes sería -o-
adaptación a la fonética francesa y metátesis, fe­ 5 que -A -. Por otra parte, semánticamente una pa­
nómeno siempre fácil en las palabras advenedizas; labra que signifique ’frente’ no conviene mucho
supervivencia de un antiguo *tavelaz (que pare­ para u n escudo de grandes dimensiones, clavado
cía un aumentativo), puede ser la variante tavel en el suelo, y que por lo tanto no se destinaba a
que atestigua D u C. en doc. francés de 1445. cubrir la cabeza, sino el cuerpo entero de uno y
Confirmando este punto de vista puede adu­ 10 muchas veces varios hombres ; un tipo de escudo
cirse taulachus, taulachius, taulacha, que con el de esta clase, invención relativamente moderna
mismo sentido se encuentran en media docena de de los tiempos de la ballestería, tampoco es de
docs. latinos de Occitania pertenecientes al S. X IV, los más adecuados para habernos conservado una
y de los cuales sale por otra metátesis tálaucha reliquia gálica.
en otro doc. de 1339 del Mediodía de Francia; 15
de ahí luego el fr. taloche i d .: de ninguna manera Taladoira, V. tarabilla Talador, V. talar
satisface Gamillscheg cuando se contenta con de­
clararlo fruto de un «cambio de sufijo» de talevaz. T A L A D R O , del lat. tardío t a r a t r u m id., voz
Es natural que este térm ino de civilización, lo de origen céltico (irl. ant. tarathar, galés taradr,
mismo que su sinónimo pavés, procediera de Italia 20 bret. ant. tarazr). 1.a doc.: h. 1400, glos. de T o ­
ya en tiempo de las Cruzadas y que después se ledo, traduciendo a «terebrum».
trasmitiera desde el N orte al Sur de Francia, menos L o mismo en APal. (173b), N ebr., etc. General
influyente en asuntos belicosos; en el Sur quizá en todas las épocas; hermano del port, trado, gall.
naciera el cambio del plural talabas en talabars trado', cat. dial, traire ’fisga arrojadiza’ (Empordán,
(por ultracorrección de la asimilación -rs > -s) y, 25 etc.), oc. ant. taraire, fr. tarière, sobreselv. tarader,
ayudando el influjo del sufijo -art: talaban. Por vasco daraturu, en el labortano daratelu, en Sule
otra parte es probable que de talabas se extrajera deaturi.
un falso singular talaban, de donde el malí, y Como palabra latina está en San Isidoro,
val. talaban, -ant, ’franja’, ’trozo’, ’jirón de ropa; Etym . X IX , xix, 15; taradrus en el Capitulare de
en particular: de la camisa’ (B D L C IX , 176, 30 Villis (Francia, princ. S. IX). Vid. Diez, W b., 315;
262; X, 517; C. Salvador, Mise. Fabra, 261), cat. Thurneysen, Keltorom., 80; R E W 8570.
occid. talibant «faldar de la camisa» (en Peramo- La acentuación taladro, en Asturias (C ani­
la, Butll. del C. Excurs. de Cat. X L V II, 243); llada ; Rdz. Castellano, pp. 59, 80, 292, ahí con
de aquí a su vez vienen el mure, tarábante ’jirón’ la metafonía normal localmente téladru), bien po­
(G. Soriano) y el and. toblante ’mantel’ (AV), acs. 35 dría ser antigua y remontarse hasta el céltico, para
que se explican por la facilidad con que se hacía lo cual podrían hallarse puntos de apoyo en las
jirones el talevaz (como vemos por las citas que lenguas de esta familia; pero hay que acoger la
da G od. del Rom án de Thebes y de H uon de idea con reservas, en espera de confirmaciones más
Mery). T am bién parecen procedentes de este ori­ precisas, pues también podría haber influjo de
gen el gasc. talábard ’tramojo puesto al cuello de 40 algún sinónimo, como t r y p a n u m (salm. trépago,
u n animal para im pedirle correr’ y lemos. talabas trébado, ’espigón donde entra el cambizo en la
id. (Sainéan, Sources Indig. II, 111, con otros vo­ trilla’) o t e r Bb r a .
cablos de esta familia), el gascón de Aure talauar- D e r i v . Taladrilla. Taladrar [APal. 127b; N ebr.];
do (B hZ R P h. LX X X V , p. 71) y aran, talabama taladrador; taladrante; raro es ataladrar [1605, Pí­
’copo grande de nieve’, malí, ploure a talabaixons 45 cara Justina, DHist.].
’llover a cántaros’ (B D L C V II, 71; X II, 6), y aca­ D e la misma raíz indoeuropea t e r - de donde
so el cerdano talabard, estalabard, ’Rhododendron viene el céltico t a r a t r o - , proceden las siguientes
ferrugineum ’ (sin embargo, éste quizá sea prerro­ palabras de origen latino o griego. Teruvela ’po­
mano, comp. salabardñ id. en el Alto Pallars). lilla’ [1543, Crón. Gral. de Ocampo, Aut.], voz
D e r i v . Talabartero [Acad. 1884, n o 1843]; ta­ 50 provincial tomada del gall. ant. teruvela id. (Valí.),
labartería [id.]. y herm ana del port, travoela ’taladro pequeño’,
1 N o habrá relación alguna con el vocablo ta- que proceden del lat. vg. * t e r e b e l l a , diminutivo
labarrio, de sentido desconocido, que cita Aulo de t e r í b r a ’taladro’; quizá de una variante t e -
Gelio (N . A tt. X V I, vii, 6) como término de l a r e b r - i c u l a el gall. trilla ’gorgojo que come la ropa’

lengua vulgar.— 2 Supone Gamillscheg que el 55 (Sarm. CaG. 109t/) acaso como reducción vocálica de
presunto * t a l a p a c e u m tenga que ver con e l g a l o *tererilla, aunque no descarto otras posibilidades :
t a l o s ’frente’, bien documentado en derivados y cruce de t i n e a (fr. teigne ’polilla’) con P O L IL L A ;
compuestos galorromances (R E W 8544b, 8545b, o un t e r e d - i c u l a deriv. de t e r e d o , - i n i s , pero
8545c y seguramente 8535d). Pero como ya ob­ éste en verdad es ya muy improbable porque tere­
serva M -L . no parece posible esta relación: si 60 do no ha dejado ninguna descendencia romance y
porque en latín habría tenido que formarse si acaso puede suplirse con los de tala y atalar que cito
*teredincula o *-uncula. Terebrante, terebrátula, de­ abajo.
rivados del lat. terebrare ’taladrar’. Quizá pertene­ Es muy frecuente y castizo en el cat. m e­
ce a la misma raíz lat. teres, -étis, ’torneado, re­ dieval, en la ac. bélica (ejs. de Jaime I y del T i­
dondeado’, de donde el cultismo raro terete. 5 rante, en Ag., etc.); a veces en otras más am ­
Traumático, de Tpau[xaTixóí id., derivado de plias, en particular ’hacer matanza’ : «ha talats e
Tp¡x3¡J.oc ’herida’; traumatismo. m orts tants cavallers romans» Antoni Canals (S d -
C p t . Troglodita, d e t p í o y ^ o S ú t t ,? ’q u e v i v e e n pió e Aníbal, p. 16); ’escarzar colmenas’ : «qui
u n a c u e v a ’, c o m p u e s t o d e T p w f ^ f ] ’a g u j e r o ’ y Sú- tala buchs / si d ’ell [de un trapo menstruoso] fum
v e t v ’z a m b u l l i r s e , m e t e r s e ’ ; troglodítico. 10 porta, / d ’abelles m orta / cau la mitat» Jaume
1 «Barreno grande de tonelero, con que hacen Roig (v. 9674). Y con el mismo sentido es muy
el agujero para m eter la canilla» (Sarm. CaG. frecuente en lengua de Oc, desde princ. S. X III
98r), también gali, y port. trade, con el verbo (Levy). Tam bién encontramos talar en port. «des­
gali, tradar 'agujerear con el trado’, port. tradear. truir, arruinar, queim ar os campos, searas e plan­
15 t a j e s ; as cidades, casas, como faz talvez o ini-
Talaje, V. talar migo» y otras veces «derribar as árvores», en aque­
lla ac. ya a med. S. X VI, en ésta ya a fin S. XV
TÁ LA M O , tomado del lat. thalámus ’cuarto’, (Moraes), aunque la conservación de la - l - inter­
’cuarto de dorm ir’, ’lecho nupcial’, ’bodas’, y éste vocálica lo hace sospechoso de ser préstamo del
del gr. OáXctao; id. 1.a doc.: Berceo. 20 castellano o del bajo latín. Es ajeno a los demás
Tam bién en APal. 136d, 486d; N ebr. («í. de romances, aunque su área se extiende hasta Lión,
novios: thalamus»), etc. Voz puram ente literaria.! Berry y Franco Condado (Diez, W b., 490; R E W
D e r i v . Talamete. Es dudoso que de ahí derive: 8544a).
talamera [1634, J. Mateos, Aut.] (¿quizá porque: Por razones fonéticas evidentemente debe sepa­
el señuelo llama a la paloma como al tálamo n u p ­ 25 rarse de la familia de T A JA R , con la cual se le
cial?). Entalamar; entalamadura. Epitalamio [Bos- ha confundido repetidam ente, y tampoco se con­
cán (C. C. Smith, BHisp. L X I); 1580, Fdo. de firma la sospecha de H um boldt, citado por Diez,
Herrera], de epithalamion, gr. l7u0aXa|nov id., pro­ de que nombres de lugar hispánicos como Tala-
piamente ’relativo a las nupcias’; epitalàmico. briga pudieran aludir a una tala de árboles1.
C p t . Talami flora. 30 Talare es frecuente en el bajo latín del Sur de
Francia desde el S. X II por lo menos, pero ya
Talán, V. tantán Talanquera, V. tranca anteriormente lo encontramos en las Leges Ala-
Talante, talantoso, V. talento Talar adj., V. m annorum y en la L e x Ripuaria, cuyas partes más
talón antiguas se rem ontan hasta el S. V II, y según
35 Baist figura tam bién en Fredegario, S. V I (RF
T A L A R ’devastar’, voz común al cast, con el X, 898; y en el trabajo de Haag, Z R P h. XXV,
cat. y la lengua de Oc, probablemente tomada del 835ss.). Ahora bien, en esos textos, y todavía en
germ. occid. * t á l 6 n , cuya existencia puede dedu-i unos Estatutos de Toulouse, de 1181 (D u C.), ta­
cirse del a. a!em. ant. zálón ’robar, arrebatar’ y lare significa ’robar, saquear’, lo cual coincide per­
del b. lat. talare id., documentado en las Leyes 40 fectamente con el sentido del a. alem. ant. zálón
bárbaras de la alta Edad Media. 1.a doc.: 972, doc. «diripere» (Graff V, 655; Schade, s. v.).Esta pa­
de Castilla. labra parece ser derivada del a. alem.ant. zdla
En una escritura del Conde García Fernández: ’peligro, perdición’ (comp. escand. ant. tál ’engaño,
«et per omnes términos plantare et arrum pere li- astucia’, ’perjuicio’, ags. tálu ’calumnia’)2, pero no
centiam habeant fratres de Ecclesia S. Petri, ubi 45 tiene correspondencia conocida en otra lengua ger­
voluerint ligna talare, aut herbare garda [?], aut mánica que el alto alemán antiguo. Siendo esto así
vinis per cofinus, aut carro per qualecunque am ­ y teniendo en cuenta su ausencia casi completa en
bulare» (D u C.). N o es raro en el bajo latín de el territorio propiamente francés’, es de creer que
estos siglos: «cilios barones... que nolos deman- talar es uno de los vocablos trasmitidós a la Ro­
dassen lures malas feitas, nullus homo nols talas- 50 manía por los auxiliares germanos del ejército ro ­
set lures messes, lures términos, lures fermes» mano, que pertenecían en su mayor parte a los
doc. de S. Juan de la Peña de 1111 (M. P., Orig., elementos meridionales de las tribus germánicas
§ 38.3). Éste es el sentido básico ’devastar, arrui­ occidentales; estamos, pues, ante un caso seme­
nar o quem ar violentamente cosechas, edificios, jante a los aludidos s. v. R U E C A . No es verosí­
etc.’ : «talar: depopulor agros» N ebr.; APal. 54d, 55 mil en estas condiciones partir del fráncico o del
87d, 104d, 317d; en los clásicos, además de éste burgundio, como quisieran Baist y M -L ., y m u­
aparece el de ’hacer una corta de árboles sin áni­ cho menos del gótico (según propone Gamillscheg,
mo de dañar el país’ (ejs. de ambos en Aut.), que R. G. I, 378; R F E X IX , 231), entre otras ra­
ya parece ser el de 972. L a escasez de los ejs. m e­ zones porque a zálón correspondería * t é l O n en
dievales de que dispongo, seguramente casual, 60 este idioma (sería temerario suponer una forma

v . — 25
gót. * t ä l ö n con vocalismo divergente). La anti­ derivado de cáliq ’colgar, estar pendiente de al­
güedad muy grande del vocablo en España la re­ go’. 1.a doc.: 1202, Fuero de M adrid.
vela la aparición de u n derivado suyo en la p lu ­ Ya es frecuente en el S. X I I I : N euvonen, 100-
ma del cordobés Sansón (h. 870): «labii illius as- 1; y en todas las épocas. Formas h erm anas: port.
peritatem, et sermonis dumeta recusantes attalarei> 5 ant. taega, teiga, talega (del cruce de las dos últi­
(Apologeticon, II, vii, § 5); compárese, más abajo, mas resulta el moderno taleiga), gall. ant. taega,
el derivado cast. atalar. Esto comprueba que moderno tega ’medida de áridos’, usada en O ren­
no se trata de una voz fráncica o burgundia propa­ se, y que se había empleado en Pontevedra, donde
gada desde Francia, sino de una reliquia del latín todavía tenía curso en tiempo de Sarm. (CaG. 63r)
vulgar preservada en los romances del SO., gra­ 10 para las castañas: cita éste per taleigam de Morra-
cias al carácter arcaizante de su léxico, y perdida cio [ = M orrazo], per taleigam de Ponteveteri en
en otras lenguas hermanas. escritores del S. X V I; león, talega ’cesto de vendi­
D e r i v . Tala ’acción y efecto de talar’ [S. X III, m iar’ (en Cerecinos ib. 149a). Hoy port. teiga es
F. de Teruel, ed. Gorosch, s. v., quien cita ej. de una especie de cesto1; cat. taleca (empleado en
las Partidas; APal. 156d, 416b; «agrorum depopula- 15 Valencia, Baleares y Sur del Principado, donde lo
tio» N ebr.]. Talador. Talaje. Atalar [S. XV, Crón. he oído en el límite de la Ribera del Ebro y el
de Alvaro de Luna, D H ist., y frecuente en el Priorato, pero ya no en esta comarca), malí, talec;
S. X V I y en los clásicos: «a veces el gorgojo comp. alto-arag. taleca (B D C X XIV , 180). En ára­
atala y gasta / grande m ontón de trigo» Fr. L . de be taHiqa no pertenece a la lengua clásica, pero sí
León, Geórg., lib. I], vid. attalare, arriba. 20 al árabe regional de España, donde lo recoge ya
1 Por lo cual habría que sospechar más bien un R. M artí en el S. X III con la traducción «pera»;
origen céltico que ibérico. Pero la voz vasca a Dozy, Suppl. II, 162b.
que ahí alude Diez es seguro préstamo romano, D E R IV . Talegada. Talegazo. Talegón [Calila;
y estos nombres de lugar célticos significarán APal. 162d, 468b; N e b r.]; y extraído de ahí ta­
otra cosa (V. las raíces célticas aludidas s. v. 25 lego [Quevedo; falta todavía Covarr., etc.]. Ta­
T A L A B A R T E y M Á S C A R A ).— 2 Para la etimo­ leguilla. Entalegar; entalegado.
logía indoeuropea, vid. Fick I4, p. 456; Bezz. 1 De ahí ateigar ’rellenar’, ’atestar [como un saco
Beiträge II, 209; Pedersen, K u h n ’s Zeitschrift lleno]’, que se ha hecho viejo en Portugal, pero
X X X IX , 372.— 3 Fuera de los dialectos citados no en Galicia, donde no sólo lo empleó — ateiga-
del SE., y quizá el fr. ant. caler «broyer», voz 30 do ’repleto’— Sarm. en sus coplas (y vid. D AcG .
muy rara y sin duda dialectal (God. V II, 633; y L ugrís, Gram. 119) sino Castelao, con matiz
otro ej. en D u C.). más moral de ’alardeante, presuntuoso, cargado
de bienes’ : «o desexo imperialista dos pobos m i­
TA L A SO T E R Á PIA , compuesto culto del gr. litares foi dexando n a... Place... un museu pra
GáXatraa ’m ar’ y 0epa-rceía ’tratam iento’. 1.a doc.: 35 os ateigados de progreso e conqueridores do Con­
Acad. 1925, no 1884. go» (48.21).
C p t . de Oá/acTZ con x p a / m v ’gobernar’ : tala-
socracia S. XX (aunque falta Acad. 1947). Talengue, V. tranca

Talayote, V. atalaya 40 T A L E N T O ’capacidad, dotes naturales’ y T A ­


L A N T E ’voluntad’ proceden, respectivamente, del
T A L C O , del ár. lalq, que ha designado el lat. taléntum y de su modelo el gr. táX o w o v , que
amianto, la mica, el yeso y otros minerales seme­ primero significó ’balanza’ y luego ’cierto peso de
jantes. 1.a doc.: talque, N eb r.; talco, Calderón. oro, cierta unidad monetaria’ ; la historia y la evo­
N ebr. define «talque, barro para crisoles; tas- 45 lución semántica del vocablo son complicadas y
conium »; en el m ism o sentido deriva del árabe algo inciertas, pero es probable que los dos senti­
esta forma Lz. T am arid (fin S. X V I; comp. M a- dos fundamentales se deban a la parábola evan­
yans, Oríg. de la L . Esp. II, 254; I, 142). Talco, gélica de los servidores que sacaron fruto de los
con definición algo diferente, está registrado p ri­ talentos o suma de dinero confiados por su amo
m eram ente por A ut. (no Covarr. n i O udin), quien 50 mientras otro sirviente enterró sin provecho su
cita ej. de Calderón. Para el étimo arábigo, Dozy, teso ro : de aquí el tránsito al sentido de ’dotes na­
Gloss., 347; Suppl. II, 57a; Devic, p. 65a; en este turales’ que deben aprovecharse, y luego ’disposi­
idioma ya se encuentra en dicc. clásicos y en Aben- ción, propensión, voluntad’ ; esta últim a ac. debió
albéitar (f 1248). Es falsa la etimología que rela­ de generalizarse en la Edad M edia por la tenden­
cionaba con el alem. talg, que sólo significa ’sebo’. 55 cia eclesiástica a considerar preferible la buena vo­
D e r i v . Talcoso. Talquita. luntad a la inteligencia, y se empleó con la forma
talante, tomada directamente del griego por el
Talcualillo, V. tal latín vulgar (y trasmitida seguramente a España
desde Francia), mientras que el sentido de ’dotes
T A L E G A , del ár. ta°liqa ’saco, bolsa, zurrón’, 60 naturales, aptitud’ preponderó en el Renacimiento
con la intensificación de la prédica religiosa por bio humorístico. Sea como quiera, el olvido de las
la Reforma y la Contra-Reforma, y así se le atri­ formas en é era tan general h. 1570 que C. de
buyó la forma semiculta talento, tomada del latín las Casas no registra más que talante y traduce
clásico; para la bifurcación semántica de t a l e n t u m , el it. talento por «talante, voluntad». En rigor po­
Spitzer, M L N L X X IV , 130. 1.a doc.: talento, 1155, i dría explicarse talante por una adaptación del gr.
Fuero de Avilés (pero esta forma es rara hasta Tá/.avTOv a la terminación latina - A N S , - A N T IS (no
el S. X V I); talante, S. X III. siendo latina una terminación - a n t u m ) , pero co­
La ac. general en toda la Edad M edia es ’vo­ mo tálente es occitanismo evidente, y la lírica tro­
luntad, deseo, gusto’ : «en cabo quando eras cerca vadoresca hacía enorme uso de talan (o talen), es
del passamiemo / de tornar al poblado tomóte 10 casi seguro que talante es también préstam o occi-
grant taliento'» Berceo (S. Mili., 115b). E n este tano, que recibió empuje definitivo en los SS. X IV -
poeta esta forma arcaica está asegurada repetida­ XV gracias a la lengua de 011, al predom inar los
mente por las rimas (S. Or., 45c, 88c, M il., 299, influjos franceses sobre los occitanos.
459d), aunque tam bién tiene en rima talent (con La aparición de talento, fuera de algún esporá­
gent, cosiment, M il., 365b); la forma popular ta­ 15 dico ej. arcaico (donde podría ser notación im per­
liento sólo se encuentra en este poeta y en algún fecta de una pronunciación taliento), es m uy tardía:
otro texto del S. X III (Alex., 11c, 146a, 865c, aunque seguramente podrían hallarse algunos ejs.
siempre en rima, aunque P sustituye por talento; en la 2.a mitad del S. X VI, no tengo a m ano n in ­
Apol., 14b, 542a; Fn. G onz., 487b). M ás común guno anterior a 1605, en que ya hay uno del
en este siglo y en el siguiente es la forma apro- 20 Quijote: «empleando el felicíssimo talento de su
venzalada talent(e), que se lee en Calila: «acon- ingenio en otra letura» (I, xlix, 260), y hay tres
pañar al pariente e al estraño con m ansedunbre, e ejs. en Góngora, uno de ellos de 1608: «consa­
siguiendo su sabor e consintiendo al su tálente» grad, Musas, oi vuestro talento / a la monja que
(ed. Alien 119.632; 59.1272), y así tam bién en almívar tal le baja» (ed. Foulché I, 290); «talen­
Sem T ob (Rivad. L V II, 368) y en el Canc. de 25 to : inclination, valeur» O udin; y aunque es cons­
Baena. picua su ausencia en Covarr. (lo agregó el P. N oy-
M ientras que en el Rim ado de Palacio (136 dens en su ed. de 1674), A ut. cita varios ejs. de
frente a 72, 1437), en la Vida de S. Ildefonso y escritores de primeros del S. X V II. Como pue­
en Juan Ruiz coexisten tálente y talante, ambos de verse, el cambio de forma coincide perfecta­
asegurados por la rima en este último aunque p re­ 30 m ente con el de significado, que ahora es siem­
dominando el primero. N o obstante, la forma más pre ’aptitud para algo, capacidad intelectual, do­
frecuente en la Edad Media, y única o poco m e­ tes naturales’. T eniendo en cuenta sobre todo la
nos en el S. XV, es talante (que ya está una vez coincidencia de la frase cervantina «el talento de
en Calila, 59.1271), usada por Juan M anuel, el su ingenio» con la misma frase empleada por este
gios. del Escorial, poetas del S. XV, etc. (ejs. en 35 tiempo en Italia (d’Ovidio, p. 21), y como talento
R F E X X II, 79; Cej., Voc.), y admitida como mo­ en el sentido de ’dotes, aptitud’ es usual en este
neda corriente por N e b r.: «talante: lib id o ; ta­ país en autores de la 2.a m itad del S. X V I, y ya
lantoso: voluptuoso». En el X V I ya se anticuaba, aparece una vez en la 1.a mitad del X IV , en D o-
y más en el lenguaje escrito que en el hablado menico Cavalca, cabe emitir la sospecha de que la
a juzgar por Juan de V aldés: «de buen talante, 40 introducción de talento ’aptitud’ en España se de­
por de buena voluntad o de buena gana..., pero ba al influjo italiano1. Sin embargo, la diferencia
los mesmos que lo dizen creo que no lo escrivi- cronológica es escasa (por lo menos en cuanto se
rían en este tiempo» (Dial, de la L ., 118.17). Sin trata de la generalización), y teniendo en cuenta
embargo, ésta era la forma en que el vocablo era que la aparición de este sentido se produce por la
conocido por entonces, pues los antiguos taliento 45 misma época en Francia, Inglaterra y Alemania,
y tálente (y más el rarísimo talento) habían que­ y que antes se encuentra en el bajo latín de m u ­
dado olvidados desde siglos atrás. Cervantes vuel­ chas partes (desde el tiempo de Abelardo), lo más
ve a emplear ampliamente el envejecido talante, probable es que en España como en los varios
aunque lo pone sobre todo en boca de su arcai­ países extranjeros se popularizase simultáneamente
zante Caballero, pero tam bién lo usa alguna vez 50 este empleo, con carácter autóctono, por la influen­
por cuenta propia (II, xxx, 114), y este uso cer­ cia en todas partes de las tendencias intelectualis-
vantino habrá contribuido no poco a la vida esen­ tas del Renacimiento, y el aumento de la predica­
cialmente artificial que desde entonces ha llevado ción y la literatura ético-religiosa en lengua vulgar,
el vocablo en literatu ra: Covarr. declara categóri­ a consecuencia de la Reforma y de la reacción ca­
camente que es antiguo, falta en el léxico de G ón- 55 tólica.
gora, y Ruiz de Alarcón sólo una vez lo pone en Por el mismo tiempo se produce el cam­
boca de un rústico; y aunque A ut. declara que bio en catalán y en portugués (donde el nuevo
vuelve a ser muy corriente, entonces como ahora sentido aparece en Vieira, 2.a m itad S. X V II); en
aparece solamente en la lengua escrita, con sabor catalán la Edad Media no conoce otra forma que
fuertem ente literario y no pocas veces con resa­ 60 talent, con el sentido de ’deseo, voluntad’ (talant
aparece solamente en algún texto en verso apro- talentos de la Parábola de San M ateo (XXV, 14ss.)
venzalado), que pronto se especializa en el matiz con las dotes naturales empleadas; también tendrá
de ’apetito, gana de comer’2, ac. en la que aparece razón d ’Ovidio al poner en duda el paso directo
ya en los SS. X III y X IV (Desclot; Eiximenis; en latín vulgar de ’balanza’ por *’balanzada’ a ’in ­
trad. del D e Amare), y en que hoy sobrevive en 5 clinación, voluntad’ y al mismo tiem po ’aptitud’.
Mallorca, Rosellón y algún punto del catalán occi­ Por otra parte acertó Ascoli al señalar con sus
dental (con adaptación al género femenino de glosas que la ac. ’aptitud’ existió en Irlanda desde
gana y jam). E n lengua de Oc son igualmente fre­ los SS. V II-V III, y que por lo tanto hubo de
cuentes en la E dad M edia talan y talen, que apa­ existir tam bién en el Continente por las mismas
recen conjuntamente en un mismo trovador, aun­ 10 fechas, y al negarse a separar las dos acs. ’vo­
que se nota la preferencia por aquella forma en luntad’ y ’aptitud’ como lo hacía d ’Ovidio.
los viejos trovadores lemosines G . de Poitiers, P or mi parte propendo (con Roques, Rom . XXX,
Bertrán de Born y B. de Ventadorn, m ientras que 619, y Bloch, s. v.) a creer que estas dos acs. exis­
es talent el que sale en la Cansón de Santa Fe de tieron desde la alta Edad Media, y que ambas de­
procedencia meridional, pero tam bién hallamos ta­ 15 rivan de la parábola bíblica; si en los romances
lan en muchos autores del Sur (Cansó de la Cro- medievales casi sólo encontramos la primera de
zada, Folquet de M arselha). N o es de creer que estas acs., aunque esté más alejada de la metáfora
esta forma se deba a un influjo francés, donde bíblica, es porque en la literatura en lengua vul­
podría explicarse fonéticamente por t a l e n t u m : gar, la Iglesia insistió siempre en poner la bue­
se impone adm itir que TáXavrov pasó al latín vul­ 20 na voluntad y la bondad natural por encima de las
gar con la forma griega, al mismo tiempo que en dotes intelectuales, haciendo así que pronto se pa­
la forma latinizada t a l e n t u m (recuérdese el it. sara de ’aptitud’ a ’propensión, voluntad’, mientras
Taranto, it. merid. Tarántu, frente al lat. T a ­ que el sentido más primitivo ’dotes intelectuales’
r e n t u m ) . Sin embargo, es m uy dudoso que esta quedaba de m om ento confinado a la literatura en
forma occitana se deba al influjo de la colonia 25 latín, de tono más cuito e intelectualista, y sólo
griega de M arsella: los varios casos de trasm i­ con el triunfo de la Razón en el Renacimiento, y
sión directa, por este conducto, de voces griegas con la entrada de las lenguas vulgares en la es­
a la lengua de Oc, que ha creído encontrar W art- peculación filosófica y religiosa, se trasmitió a es­
burg son discutibles o francamente inadmisibles tas lenguas la ac. latina y culta’.
(salvo u n caso muy comprensible, como el tér­ 30 D eriv . Yalentoso. Talentudo.
m ino urbano ouide ’acueducto’ ¿'/eto?, de natu­ 1 Quizá tam bién sea algo más popular el uso
raleza especialísima); más bien se trata de una de italiano del vocablo que el español. Nótese es­
tantas formas del latín vulgar que han perm ane­ pecialmente el dato del lexicógrafo clásico Adria­
cido en Francia y no en otras partes, por causas no Politi de que talento p or «disposizione, gra-
múltiples no siempre definibles. 35 zia» era propio en su tiem po del habla de Siena
El sentido, igual en lengua de Oc que en fran­ (d’Ovidio, p. 128-9).— 2 N unca ’ham bre’, como
cés medieval, es siempre ’deseo, voluntad’, y la da a entender M -L . (Das Katal., 135); esta ac.
aparición de la ac. ’aptitud, dotes naturales’ se apenas se encuentra en alguna habla occitana
produce en Francia muy a fines del S. X V I y suelta y en fecha reciente, como ya se inclina a
principios del X V II; lo mismo cabe decir de In ­ 40 adm itir este autor por lo demás.— 3 C ontra la
glaterra (d’Ovidio, X X X I, 18-19). L a polémica en­ idea de Ovidio de que la ac. ’voluntad’ naciera
tre d’Ovidio (A tti d. R . Accad. di Sci. di Napoli sólo en Francia y de ahí se trasm itiera a Espa­
X X IX , 1898, 117-41; X X X I, 3-30) y Ascoli (R IL ña e Italia puede notarse el uso de talentum en
X X X I, 822-7; tam bién en A G I, supl. V I, 30-36) este sentido ya en u n doc. navarro del S. X I,
acerca de la explicación histórica de la evolución 45 que él mismo cita en la p. 127.
semántica de talento no puede mirarse como re­
suelta de perfecto acuerdo con la opinión de n in ­ Talio, V. tallo Talión, talionar, V. tal
guno de los dos contrincantes. Hay que reconocer
a d ’Ovidio el acierto fundam ental de partir de la T A L IS M Á N , tomado, por conducto del fran­
parábola evangélica para el sentido de ’dotes na­ 50 cés, del persa tilismát, plural de tilism id., que a
turales’ : lo comprueba en todas partes la fraseo­ su vez se tomó del gr. bizantino te Asajía ’ceremo­
logía (fr. enjouir son talent, alem. sein P jund ver- nia religiosa’, ’talismán’, derivado del gr. -reXeív
graben, e tc.; comp. en España las indicaciones ex­ ’cum plir’, ’hacer u n sacrificio’. 1.a doc.: A ut.
plícitas del P. Noydens), y el empleo previo de En castellano es palabra culta y de importación
talentum en el bajo latín desde Abelardo hasta 55 europea, y no antiguo arabismo autóctono (como
los autores franceses de princ. S. X V I (Rom. han supuesto muchos, p. ej. Skeat); la denomi­
X X V II, 133), y nueva comprobación aportan las nación popular fué nómina, y el cultismo amule­
glosas irlandesas de los SS. V II y V III aducidas to, de fecha más antigua. En francés talisman ya
acertadamente por Ascoli, y los textos del irlan­ aparece en 1637 y es frecuente en los clásicos de
dés medio donde se compara explícitamente los 60 este idiom a; en inglés aparece desde 1638, y en
ambas lenguas es im portación directa de Oriente. ta en persa, pero no es el que traen los dicciona­
L a etimologia de talismán no ha sido estudiada rios ; además los arabismos más nacionalizados
detenidamente por los orientalistas, de suerte que forman el plural en -há más bien que en -án.
todo el mundo viene repitiendo (como observa el La etimología de talismán está indicada con erro­
N E D ) la doctrina errónea de Diez (W b. 314), 5 res más o menos graves en todos los dicciona­
quien asegura se trata de u n *filsamán plural ára­ rios etimológicos (Diez, R E W , Eguílaz, Devic,
be de fílsam ’talismán’1. Perp el plural corriente Skeat, Bloch-W artburg, etc.).
de fíísam es falásim (Probst, Ben Sedira, Freytag),
más raramente tilsamát, y u n plural árabe en -án T A L M A , del fr. taima id., llamado así en re­
no sería posible en vocablo de esta estructura. 10 cuerdo del famoso trágico francés del mismo nom ­
Por otra parte ya se ve que talismán en su es­ bre. 1.a doc.: h. 1895, Luis Coloma (Pagés); Acad.
tructura silábica no corresponde al ár. tilsamát2, de 1925, n o 1884.
suerte que estamos evidentemente en el mismo ca­ El fr. taima era «petit manteau court qui cou-
so de musulm án, que no viene del ár. m úslim , sino vrait les épaules et la poitrine» (N ouveau Larousse
de musalmán o m usulm án plural persa de aquella 15 Illustré). Taim a vivió desde 1763 a 1826.
palabra arábiga. E n efecto ’talismán’ se dice en
persa tilism (Steingass)3, que conserva la estruc­ T A L Ó N I, ’calcañar’, del lat. vg. t a l o , - o n i s ,
tura silábica del gr. 'ráXenu.a, de donde proceden derivado del lat. t a l u s ’tobillo’, ’talón’. 1.a doc.:
la voz persa y la arábiga, alterada ésta para adap­ Nebr., e indudablemente usual desde los orígenes.
tarla al sistema morfológico del árabe. TÉXecua 20 A ut. cita autores del S. X VI. E n latín se de­
significaba en griego clásico ’pago, cumplimiento cía t a l u s , que no ha dejado descendencia rom an­
de una obligación’, pero ya Clemente de Alejan­ ce; pero sí el derivado t a l o , - o n i s , sólo documen­
dría (h. 200 d. C.) le da el valor de ’ceremonia tado en alguna glosa ta rd ía : isciatica passio, id
religiosa’, y en escritores más tardíos aparece el est tum or et dolor circa vertebram et clunes us-
sentido de ’talismán’, aplicado sobre todo a esta- 25 que ad femora et talones, impediens gressum»
tuítas de propiedades mágicas (teteX eh^évoi iv - (C G L III, 605.18). Conservado en todos los ro­
SptávTe?) (Estienne). Ahora bien, el plural corrien­ mances de Occidente salvo el port. (que popular­
te de (ilism en persa es filism&t: la -n de las for­ m ente emplea calcanhar; en cuanto a taláo, sobre
mas europeas parece debida a una confusión par­ todo térm ino de oficios y de zapatería, es présta­
cial con el homónimo talismán ’mulá, sacerdote 30 mo de otro romance, seguramente el francés); en
turco o m usulm án’ [en fr. 1546, en ingl. 1598, en otros (cat., f r .; no it.) el vocablo se aplica igual­
it. Ariosto], voz de origen incierto, pero que debe m ente al talón y al tacón, mientras que esta última
de ser alteración turca del persa dánismand ’sa­ ac. es rara en cast. (aunque la registra Aut.).
bio’4. Caben otras explicaciones de la terminación5, D eriv . Talonada. Talonario. Talonazo. Talo­
pero que talismán procede del persa (directamente 35 near. Talonera. Talonesco. Entalonar.
o por conducto del turco) y no del árabe, puede Talar ’que llega hasta los talones’ [Lope, Aut.]..
darse por seguro. tomado del lat. talaris id., derivado de talus.
1 Así Freytag, fundado en Golius. En Argelia se
pronuncia télsem (Ben Sedira), en Egipto tálsam T A L Ó N II, ’patrón monetario’, tom ado del fr.
(Probst).— 2 Cierto que el tipo silábico meslemin 40 étalon ’marco o tipo legal de pesos y medidas’,
puede convertirse en m(e)selmin, pero esto ocurre ’ripia’, ’clavija’ ; es probablemente lo mismo que
hoy en árabe magrebí (Steiger, Cont. 67) no en el fr. ant. estelon ’estaca, palo’, que viene del lat.
hispano-árabe, y además la combinación conso- sto lo , - o n i s , ’retoño’, ’estaca’. 1.a doc.: Acad.
nántica no es la m ism a; pero sobre todo es la 1925, no 1884.
aparición primera en inglés y francés lo que prue­ 45 Tecnicismo m uy reciente en castellano. L a eti­
ba que viene del persa y no del hispano-árabe.— mología del fr. étalon no ha sido bien averiguada
3 Otros pronuncian telesm (S. Haim). Tam bién y me parece planteada erróneamente. Además de
existe en persa la forma arabizada tilsam .— separar étalon ’caballo padre’, en lo cual sé está
“ Acerca de talismán ’sacerdote’ vid. N E D , H ob- de acuerdo generalmente, Gamillscheg (EW FS,
son-Jobson, Dalgado.— 5 El persa es idioma pro­ 50 s. v .; R. G. I, p. 186) pretende distinguir otros
fundamente penetrado de elementos arábigos, y tres vocablos étalon con el significado respectivo
los plurales en -át son característicos en persa de ’clavija’, ’marco de pesos y medidas’ y ’árbol
de los arabismos, pues se trata de una term ina­ que no se tala cuando se hace corta forestal’, deri­
ción tomada del árabe, aunque ya nacionalizada. vando el primero de *astellon (del mismo origen
Luego tilism , aunque sin duda procedente direc­ 55 que nuestro A S T IL L A ), y los otros dos de dos
tam ente del griego, ha caído en persa bajo el in ­ étimos germánicos diferentes. Ya en principio es
flujo arábigo, como es natural en una palabra esto poco verosímil: lo natural es considerar signi­
de sentido místico. El plural del persa genuino ficados tan semejantes como meras acs. de una
puede formarse en -án, de suerte que no es in ­ misma palabra, pues fácilmente pueden explicarse
concebible que un plural vulgar *plism án exis­ 60 la una por la otra. Como advierte Bloch, étalon
’tipo de medida’ no es más que el fr. ant. estalon ejs. antiguos en M orel-F., Rom . X I, 125)4. Como
’estaca, palo, poste’, frecuente desde el S. X II m uestra la forma arcaica estoló, estamos ante el
(God. II I, 595), pues es u n hecho bien conocido mismo vocablo que el it. stolone «polloncello, ram ­
que como m uestra de medidas se emplea u n palo pollo», documentado por lo menos desde el S. XVI
con m arcas; por lo tanto es innecesario postular 5 (Soderini, en Tommaseo), que según indicó Sal-
un fránc. * s t a l o , según hace Gamillscheg, de­ vioni y aceptó M -L . (R E W 8275) no es otra cosa
duciéndolo del fris. orient. stál ’m uestra’. Sin em ­ que s t o l o , - ó n i s , ’retoño’, ’estaca de trasplantar’,
bargo, como esta sugestión obtuvo el visto bueno voz latina bien conocida (Varrón, Plinio).
de M -L . (R E W 3 8218a), será conveniente funda­ 1 El sentido me parece ’picota’ u otro instru­
mentar un poco más m i negativa a aceptarla. Esta 10 m ento de suplicio: se trata de una concesión de
voz frisona significa ’muestra de paño tejido’ la explotación de sal «cum proprio, uti vulgo di-
(Dijkstra) y es lo mismo que el neerl. mod. y citur, stallone et furca superposita, ut sine a 1 i -
med. staal, b. alem. med. stal(e) m., m itteldeutsch q u o c o n t r a d i c t o r e m uriam licenter ha-
stahl, de igual significado, que hoy se emplea en beant». Nada tendría que ver ahí un patrón de
Renania (Luxemburgo, Colonia, Palatinado, Ober- 15 medidas.— 2 Se trata de un lapsus de Bloch, pues
hesse, T uringia): es voz ajena al frisón antiguo si el vocablo existiese en fráncico seria * s t i k i l
y al b. alem. ant., en alemán no aparece hasta el (neerl. steken, b. alem. ant. stiki).— 3 Esteil apa­
S. X V I, y los germanistas que han estudiado el rece en tres textos del S. X V ; de estel, que
vocablo (G rim m X , i, 553; Franck, E tym . W b.) God. (III, 592) confunde indebidamente con es­
están de acuerdo en que es préstamo del francés, 20 ta/ ’asiento’, hay un ej., y dos más de estiel, to­
probablemente tom ado de e(s)tal ’exposición de dos ellos del S. X IIL según creo.— 1 De aquí
mercaderías’. Por otra parte cita Gamillscheg u n b. deriva el verbo estalonar ’apuntalar’ : «que ab sa
lat. stalo ’patrón de pesas y medidas’, que efec­ propria messió piyg et estalon les cases de son
tivamente se encuentra en dos docs. franceses de veí» ibid. (p. I3 l), «dejús lo pilar fa cavar / e
fines del S. X III, y que evidentemente no es más 25 féu-lo fort estalonar» Set Savis (v. 2218, donde
que una latinización sin gran interés del fr. éta- Mussafia leyó escalonar, erróneamente, como ya
lon; en cuanto al otro ej. de stallo, en doc. fran­ observó G astón Paris, R om . V I, 298).
cés del S. IX , que D u C. vacila en identificar
con el anterior, parece significar otra cosa1. Hay Talonada, talonario, talonazo, talonear, talonera,
que abandonar, pues, la hipótesis de un fránc. 30 talonesco, V. talón I Talpa, talparia, V. topo
*STA LO . Talqv.e, tálquita, V. talco
Pero tampoco es convincente la etimología de
Diez y de Bloch, quienes aceptando la identidad T A L U D , tomado del fr. talus id., de origen in­
de estalon ’patrón de medida’ con estalon ’estaca’, cierto, probablemente voz de origen galo ( * t a -
suponen que éste es derivado de esteil, est(i)el, 35 l ü t o n ? ) derivada de * t a l o s ’frente’, por alusión
’estaca’, y que éste procede de un fránc. * s t i h h i l al ribazo o talud en que suelen term inar los cam­
(sic)2 ’punzón, espina’; además de las objeciones pos. 1.a doc.: T err. («talud o talut en la jeometría,
semánticas que esto suscita, aquí es pertinente la fortificación, etc., es aquel declive o cuesta casi
observación de Gamillscheg, de que el fr. ant. es­ insensible que se da a las obras, o a las partes ex­
teil, en vista de la vacilación en su vocal radical y 40 teriores de las paredes, murallas, etc.»).
de su fecha tardía, lejos de ser el prim itivo de este- Jovellanos (h. 1805) emplea talús en su descrip­
ion, estalon, ha de ser un derivado regresivo de ción del Castillo de Bellver (Rivad. X L V I, 394fc),
esta palabra más común, que se tomó por un di­ forma quizá tomada del cat. de Mallorca, dado
minutivo3. el lugar a que se aplica. L a Acad. no admitió ta­
Por otra parte hay una etimología mucho más 45 lud hasta después de 1843 (ya 1884). El granadino
razonable, que nadie parece haber advertido has­ Luis Fz. G uerra y O rbe (1818-90) lo empleó así,
ta ahora. Por lo pronto el fr. ant. estelon, estalon, pero Cuervo, que lo cita (D isq., 1950, p . 137),
es evidentemente inseparable del cat. estoló, estaló, vacila entre talud y taluz, y el propio Fz. G uerra
’puntal, estaca’, ’rodrigón’, hoy bien vivo en M a­ emplea en otra parte el verbo ataluzar (Cuervo,
llorca en esta últim a forma, y frecuente desde el 50 o. c., p. 122). Como ya indica esta vacilación, y
S. X I I I : «los cavadors passaren ab pichs e guar- confirma la aplicación preferente a fortificaciones,
nits tro a les torres, e comensaren de cavar a pe­ el cast. talud es un galicismo reciente; en la for­
sar deis Sarraíns, qui no • u podien defendre, e ma que se le dió al adaptarlo al cast. debió actuar
m eteren prim eram ent una torra en estolons, e de modelo el popular A L U D . Lo mismo cabe de­
quan aquela torra fo mesa en estolons, meteren 55 cir del cat. talús, que ya figura en el Labernia de
foch ais estolons, tant tro que la torre se fené» 1840 (donde tam bién se lee un cast. talús); p lu ­
Crán. de Jaime I (p. 117), «en les carreres de la ral talussos y derivado atalussar, pero tam bién lo
C iutat pot cascú en la frontera de son alberch he oído con -s- sonora; y el carácter forastero es
posar taules, estolons o pilars, pedri?s o graes» aún más claro en el caso del port. talud, que M o-
Costumbres de Tortosa (ed. Oliver, p. 10) (más 60 raes cita de un texto, al parecer del S. X V III, y
al que hoy se le ha dado la forma talude de as­ t a l o s ’frente’ tenía tam bién el sentido de ’fondo
pecto algo más portugués. de u n tonel’ (que es su extremo), de acuerdo con
Incom parablemente más antiguo y arraigado que su étimo indoeur. t e l - ’fondo plano’ (Walde-P.),
todo esto es el francés talus (pronúnciese talü). do­ lo comprueba el bret. tal, que además de ’frente’
cumentado desde el S. X II : el prim er documen­ 5 es «fond, la partie la plus basse de ce qui contient
to da la forma talu, y el verbo derivado ha vaci­ ou peut contenir quelque chose, comme fond de
lado entre taluer, taluyer, talusser y taluter. La barrique», tala «mettre u n fond á u n tonneau, á
primera de estas formas (y. creo tam bién la segun­ un baquet», lo cual por lo demás no puede sor­
da) se halla ya en Rabelais : «fauldroit bastir Ies prendernos puesto que en la Litera se llaman
murailles... en taluant à doz d ’asne», Pantagruel, 10 frontales las «piezas redondas que cierran los ex­
cap. 15 (ed. Plattard, p. 78). tremos de los barriles, toneles, cubas» y que esto
Sería im portante saber cuál era la consonan­ mismo recibe en cast. el nombre de tiestas ( t e s ­
te en que terminaba primitivamente el voca-i t a s ).
blo : en el Sur de Francia encontramos taluu va­ L o único que queda algo dudoso en esta etimo­
rias veces en docs. bearneses de fines de la Edad 15 logía de talus y de talugo, es la forma exacta de
Media, y talus (que no se sabe si es singular o la terminación, que no creo pueda corresponder
plural) en doc. lemosín de 1452. Que terminaba en talus a u n tipo * t a l u t i u m o * t a l u c i u m , pues
en una dental - T - o -D - lo indican con bastante según he notado arriba, ninguno de los datos an­
claridad los testimonios del bajo latín : talutum en tiguos indica una terminación en sibilante sino en
un doc. de Felipe Augusto (1180-1223) y taludare 20 dental pura - T - (o quizá - d - ) s, mientras que talu­
’construir en talud’ en otro de Nimes de 1381. go y el oc. talus postulan * t a l ü C ( i ) u m : se trata
La etimología la dió brillantemente Jud en una seguramente de dos derivados distintos (a no ser
breve nota de Rom. X L V II, 487-8. Observando que talugo sea un préstamo francés con term ina­
que muchas denominaciones romances reúnen las ción castellanizada según el modelo raro de fétu
acs. de ’talud, ribazo’ y ’límite de un campo’ (prov. 25 — ostugo, lo cual es poco verosímil).
bro «lisière d’un champ, talus inculte qui sépare Esta etimología céltica ha tenido aceptación ge­
deux champs sur le penchant d ’une montagne», neral4. Sólo Spitzer, en su prejuicio sistemático
langued. ribo « alu s de gazon, lisière d ’un champ», contra toda etimología prerrom ana, ha tratado de
prov. raso «rigole qui sépare deux propriétés, ta­ ponerla en duda (M L N L II, 79-82), manifestando
lus de gazon», Centre tauv(r)e «jet d ’un fossé», 30 tendencia a volver a la abandonada etimología lat.
Anjou tôvre «talus» frente al prov. tauvero «lisiè­ talus ’talón’, tan poco adecuada semánticamen­
re d ’un champ»), y que por otra parte varios de­ te5. El ataque de Spitzer apunta al talutium do­
rivados y compuestos del célt. t a l o s ’frente’, co­ cumentado por Plinio como nombre hispano del
mo el galés y bret. talar, bret. ta len , designan pre­ oro que a veces se encontraba a flor de tierra en
cisamente el ’surco que limita un campo’, emitió 35 la Hispania ro m an a: Spitzer supone que en este
Jud la bien fundada conjetura de que el fr. talus pasaje talutium fuese el nombre de una hierba
fuese otro derivado de este galo * t a l o s ’frente’, que señalaría el lugar donde debe encontrarse oro.
cuya existencia se funda en el nombre propio ga­ Aunque esta interpretación no encuentra apoyo
lo Dubno-talos, y en las voces célticas galés tal en el contexto pliniano, y aunque Ju d se abstuvo
’frente’, bret. tal ’frente’, ’fachada’, ’chaflán’, cóm . 40 de relacionar d i r e c t a m e n t e el talutium de
tal frente, irl. med. taul ’frente’, ’fachada’, ’otero’, Plinio con el fr. talus, conviene advertir que aun
irl. ant. taiman ’tierra’ (W alde-P. I, 740). teniendo razón Spitzer esto no debilitaría en nada
O tro derivado semejante de esta voz céltica es el la etimología de talus, pues este talutium ’hierba’
gasc. ant. talus (también latinizado en talucium) seguiría siendo algo que se encuentra en la su­
«cercle le plus près du fond d ’un tonneau» docu­ 45 perficie (o frente) del oro oculto, y así seguiría
mentado media docena de veces en textos medie­ valiendo como prueba de que los celtas hispanos
vales (con variante talur en otros dos), vid. Levy formaban de t a l o s derivados en - u t - para in ­
y D u C. : aquí tenemos al parecer un derivado d i­ dicar lo que se encontraba en el frente o extremo
ferente *TA LÜ CIU M , y agregaré que su área se pro­ (superior o lateral) de algo“. Por lo demás ya es
longa en España (en otra forma * t a l ü c u m ) : and. 50 más fundada la teoría de Bertoldi, que separa
talugo ’cada uno de los dos aros que coronan la completamente del céltico el t a l u t i u m de Plinio
tiesta de un bocoy’ (AV), cast. sotalugo «el se­ y le asigna etimología ibérica (V. aquí A L U D ),
gundo arco' con que se aprietan los extremos o pero insisto en que el t a l u t i u m pliniano no es
tiestas de los toneles y barriles» [A u t.]; mientras esencial en la etimología céltica del fr. talus pro­
que en el N orte de Francia volvemos a encontrar 55 puesta por Jud, que se sostiene igualmente sin
dialectalmente el tipo gascón : Champagne tcálus este apoyo.
«talus» y «le dernier cerceau placé à chaque bout 1 Sin duda hay que leer aro.— 2 T am bién llama­
du tonneau, sur le jable, à côté et au delà du som­ do en este mismo dialecto talará, que a su vez
mier», M ortagne talus «extrémité d'une pièce don­ enlaza con H aut-M aine talart «talus» *T A L A -R I-
nant sur celle inférieure»2. Ahora bien, que el célt. 60 t o n (de r i t o n ’vado’, ’paso’ = ingl. ford, gr.
T i ó p oq, comp. R E W 8535d).— s Si fuese - D - se en la provincia de Almería se entiende p o r talvi­
explicaría mejor la forma bearnesa taluu, pero nas unas gachas secas, sin caldo, fritas en la sar­
ésta podría ser tomada del francés y desde el tén y por lo com ún con trozos de chorizo, tocino
punto de vista céltico quizá fuese más fácil ex­ o pan. E n el catalán de Valencia es tam bién usual,
plicar un sufijo en - T O -.— 4 M -L. (R E W S 8545 b ) , 5 y entre los ceramistas de Manises es especialmen­
Gamillscheg (E W F S), W artburg (en Bloch); y el te una «pasta de alm idón con la que, antes de
celtista Weisgerber, D ie Sprache der Festlandkel- barnizarlos, se da u n baño a los azulejos» (Voc.
ten, p. 210.— 5 Claro que el alem. tal-sohle ’va­ Cerám., 420). En árabe los diccionarios clásicos de­
guada’, propiam ente ’suela del valle’, no es pa­ finen ’manjar que se hace con salvado, leche y
ralelo adecuado: así el punto de partida como 10 miel’ ; para R. M artí «amigdalatum» (que serán
el de llegada son bien distintos. Tampoco lo sería las talvinas de leche de almendras) se dice talbina'
E SC A R P A , aun si fuese seguro que éste es lo al-Iáyz [liu z ’alm endras1] o talbina a secas; para
mismo que el it. scarpa: ’zapato’ no es lo mismo PAlc. la misma palabra arábiga es «zahinas de le­
que ’talón’. D u C. emplea (s. v. taludare) el lat. vadura» o «talvina de cualquier cosa».
talus en el sentido de ’talud’, pero este sentido 15
se lo da arbitrariam ente, acordándose de la p re­ Talla ’obra de escultura’, ’tributo’, ’polea’,
tendida etimología de la voz francesa.— 6 L a ar­ ’charla’, etc., V. tajar Talla ’alcarraza’, ’cánta­
gumentación de Spitzer y de su corresponsal con­ ro’, V. tina Tallado, tallador, talladura, tallante,
tra la interpretación consagrada del pasaje plinia- tallar v., V. tajar Tallar adj., m., V. tallo
no es forzada visiblemente. N o hay razón para 20 Tallarín, tállarola, talle, V. tajar Tallecer, V.
no suplir aurum como sujeto de «inventum est tallo Taller, V. astillero Taller ’angarillas’,
in summo caespite»: claro está que hay oro de­ tallista, V. tajar
bajo y oro encima, pues si no estuviese debajo
la aurosa tellus, el talutium u oro superficial ya T A L L O , del lat. t h a l l u s ’tallo con sus hojas’,
no sería segutilum o indicium de algo. Que los 25 y éste del gr. OaXXóg ’ram a’, ’ram a tierna o ver­
versos de L ope donde se habla de la hierba in ­ de’, ’retoño’. 1.a doc.: h. 1400, glos. de Palacio.
diciaría prueben algo sobre el texto de Plinio es A P al.: ttalli son tallos, que como ramillos tier­
también m uy dudoso. Finalm ente nótese que nos nascen en las vides y en los árbores» (487b;
Spitzer no se levanta contra la interpretación de 67b); N eb r.: «r. de ierva: caulis, thallus». De uso
Jud, sino contra la más arbitraria que dieron 30 general en todas las épocas; heredado solamente
Gamillscheg y M -L . a talutium como ’fin de una por el it., el cast., el port. y algún dialecto del
pendiente’. Nada de esto dice Plinio ni supuso Norte de Francia. En gallego y portugués talo
Jud, y es innecesario suponerlo: el talutium pli- «caule, pecíolo; fibra grossa que corre ao meio das
niano sería un derivado de t a l o s diferente del folhas...», de donde derivados taludo «corpulento,
t a l O t o - supuesto por el fr. talus y de t a l ü c ( i ) o - 35 m uito desenvolvido», «que tiene tallo grueso, cre­
’extremo de un barril’, aunque coincide con éstos cido, desarrollado», entalecer «criar talo», «volverse
en el significado general y parcialmente en la tiesa o dura una cosa, antes blanda, tierna», en-
formación del sufijo. talar «apretarse o reducirse un cuerpo con el sol,
aire, o fuego»; quizá tam bién tala en gallego ’pin­
Talugo, talús, taluz, V. talud 40 za de madera para coger las castañas’, en port.
’lámina de m adeira..., espécie de tenaz de madei-
T A L V IN A , del ár. talbina id., derivado de l i ­ ra \
ban ’leche’. 1.a doc.: atalvina, J. R uiz; talvina, De ahí quizá también el gall. talo ’torta de
princ. S. XV, Carie, de Baena (n.° 391, v. 1). harina de maíz’ (aunque éste no es portugués y
Figuradam ente prom ete Trotaconventos al A r­ 45 sólo se halla en Cuveiro, no Valí, ni Carré) que
cipreste, que padece de mal de am or: «yo iré a corresponde al sentido de talizo ’m endrugo; peda­
su casa de esa vuestra vezina, / e l(e) faré tal es­ zo (grande) de pan’ (Valí., Carré), matiz que se ’
canto, (e le) daré tal atalvina, / porque esa vuestra relaciona con el significado de taludo y entalecer.
llaga sane (por) mi melezina» (709b). Sobre el con­ Parece ser pues una palabra originaria de Galicia,
tenido de las talvinas varían los autores: «t. de 50 a juzgar por el desarrollo que allí alcanza la fami­
cualquier cosa: crémor» N ebr.; «agua de salvados lia de t h a l l u s y por el resultado -l- de - l l - , como
cocidos» Rob. de Ñola (1525), p. 106; «las puches ya señaló Schuch., B uR. 7, pero de ahí pasó al
hechas de agua y harina» Covarr., s. v. talvinas, castellano vizcaíno [Arriaga?, Azkue vv. talo, atal]
pero en el artículo atalvinas dice fundándose en y vizcaíno (Mújica) y al vasco guip., lab. y b. nav.,
una etimología fantástica y no bien precisada, de 55 donde designa una torta de maíz de forma circu­
López de Velasco: «de leche de almendras y ha­ lar; no puede ser palabra vasca genuina, dada la
rina se hacen ciertas puches, que en algunas par­ t- y su aislamiento en el idioma y tampoco parece
tes las llaman atalvinas» ; a lo cual se atienen A ut. que podamos considerarla latinismo vasco; de talo
y la Acad., si bien dando la preferencia a la forma parece haber salido una forma más rara atalo y
sin a- (que A u t. declara tam bién más usual). Hoy 60 atal, en parte con acs. figuradas.
D e r i v . Talludo [Nebr.]. Talluelo. Tallar adj. y M inho, en la Sierra de la Estrella y en los pue­
m. [Aut.]. Entallecer [te. las iervas: caulesco, de- blos cacereños de lengua portuguesa (Espinosa,
caulesco» Nebr.] y más raramente tallecer [Nebr.]. Are. Dial., 18), gall. tamanca (R L V II, 226); ade­
Retallar; retallecer. T a’io, derivado culto de OaA- más Sanabria y Bierzo zamanco (K rüger, Gegen-
por el color verde de la llama de la solución 5 standsk., 276), gall. zamanca ’cierto calzado de
de sales de talio en alcohol. palo como almadreña’ (que Sarm. cita asonando
en una copla popular, CaG., p. 117), trasm. cha-
Tallón ’talla’, V. tajar Talludo, talluelo, V. manco (R L X I, 303), Ciudad Rodrigo y Sierra de
tallo Gata chamanca; para datos más detallados, vid.
10 K rüger, V K R V III, 294-5. Las formas en ch- y
T A M A L , ’especie de empanada de masa de ha­ en z- se deben a cruces locales y modernos con el
rina de maíz, envuelta en hojas de esta planta, y sinónimo zancos, chancos, cuya extensión geográ­
con relleno de otros alimentos’ mej., centroamer., fica limítrofe puede verse en el trabajo de K rüger;
colomb., per., chil., del náhuatl tamál-li id. 1.a en cuanto a la variante con -g-, que sólo aparece
doc.: 1552, B. de Sahagún. 15 en los Andes, debe de ser una alteración local,
Cuervo, A p .’, p. 689; Hz. U reña, B D H A IV, quizá una pronunciación de los indios pampeanos.
69; Lenz, Dicc., 703-4; Robelo, Dicc. de A zt., N o creo en la teoría de K rüger de que se
327-30; Friederici, A m . W b., 585. Está tam bién trate de una creación onomatopéyica, imitativa del
en Rosas de Oquendo, h. 1600 (R F E IV, 348) y ruido del zueco al chocar con el suelo: la estruc­
otros muchos autores coloniales. El náhuatl tamal- 20 tura de tamanco es demasiado complicada para ello
li se encuentra ya en el dicc. de M olina (1571). El (tampoco parece ser onomatopéyico el antiquísimo
tamal es el equivalente de lo que en la Arg., Chile Z A N C A -Z A N C O al cual atribuye K rüger el mis­
y Perú se llama, con voz incaica, humita; en los mo origen). Es probable que, lo mismo que A B A R ­
dos últimos países y en alguna provincia argen­ CA, sea palabra prerromana, como ya sugiere la
tina1 tam bién se emplea tamal (llevado allá por los 25 terminación -anco. Creo muy probable que haya
conquistadores españoles), distinguiéndose con los relación con ’amínq documentado como nombre
dos nombres distintas variedades. de un calzado (quizá ya el tamango o zueco) en
D e r iv . T o m a te r o . R. M artí, S. X III, y ya en el glos. mozárabe por­
' Rogelio Díaz, Toponim ia de San Juan, s. v.; tugués del S. X I, conservado en L eiden: con
en el norteño Pablo Rojas Paz, L a Prensa de 30 la traducción sotular (= fr. soulier) en aquél (p.
B. A ., 19-IV-1940. 27), y definido «caligae» (con la equivalencia jab -
bát) en éste2; tam bién es posible que sea lo mis­
T A M A N D U Á ’oso horm iguero’, del tupí ta­ mo el mozár. amánka o amánka (también amikün),
manduá id. 1.a doc.: tamandoa, 1629, H uerta documentado como nombre de la almorta en la tra­
(Aut.); tamanduá, h. 1805, Azara. 35 ducción hispano-árabe de Dioscórides (anterior al
M orínigo, B A A L I I I , 60-61; Friederici, A m . S. X II) y en el almeriense Abenloyón (S. XIV)
W b., 585-6. L a palabra indígena es com ún a to­ (Dozy, Suppl. I, 36); creo se tratará más bien de
dos los dialectos del tupí-guaraní (aunque hoy se una variedad de judías (Dolichos melanophthal-
ha olvidado en el guaraní del Paraguay), y a sus m us), de forma curva y de color blanco, con una
afines las lenguas arauacas y caribes del Conti­ 40 mancha negra en el centro, a las cuales se ilama
nente. L a variante tamanuá ha dado el fr. tama- en Cataluña fesolets, caragirats o sabatetes amb
noir. E n el portugués brasileño ya se registra ta­ sivella: tienen efectivamente cierta semejanza con
manduá en 1560. u n zapato provisto de hebilla3. Si esto es así,
amanka y amínq serían lo mismo que tamanco,
T A M A N G O , arg. y chil., ’especie de abarca’, 45 pero sin el artículo ibero-bereber ta-.
tomado del port. o león, tamanco ’zueco’, ’abar­ Idea seductora y aun convincente, que parece
ca’, de origen incierto, probablemente em parenta­ brillantemente confirmada por el rioj. amengo «piel
do con el mozár. amínq ’especie de zapato’, y qui­ fina de cordero que se empleaba para cubrir el
zá con el mozár. amánka ’especie de alubia’, que peal, con objeto de que no se calase (cuando rega­
pueden ser de origen prerromano. 1.a doc.: 1872, 50 lan los prados en el invierno)», en el valle de Oja-
M artín Fierro, I, 1179. castro, donde el vascuence subsistió hasta la mitad
Empleado en los Andes argentinos y chilenos de la Edad M edia (R D T P X, 326), y puede ser
para el cruce de la C ordillera; también en la Pam­ reliquia vasca con el paso normal ahí de -nc- a
pa argentina1. N o es palabra indígena, como sos­ -ng- (aunque Azkue no registra nada parecido). Y
pecha Lenz, Dicc., s. v., sino de ascendencia por­ 55 aun sería concebible (aunque problemático, desde
tuguesa, aunque es difícil asegurar si procede del luego) que en este amanea tengamos una variante
Brasil, o si se trajo de algún dialecto leonés de del ibérico A B A R C A (g abanea asimilado en aman­
España. E l port. tamanco, tam bién tamanca, es pa­ ea}).
labra tradicional (Moraes la trae ya en ambas for­ 1 «Sobre la nieve... se divisan huellas anchas y
mas), actualmente usual en las Azores, en el 60 profundas... son las pisadas fuertes de los opera­
rios... protegidos con los famosos tamangos (con­ pequeño» (como dice A ut.), tal como se observa
junto de pieles, lona impermeable y cueros)» Pé­ en Vz. de G uevara: «¡desde tamaño / sirviéndoos
rez Browne, E n Cordillera, 29. «En los p ie s: como se ha visto! / Vuestra M agestad...» El
botas de potro en algunos, ojotas en la mayoría R ey en su Imag., v. 983. Este uso, que en su p ri­
y zapatos... tamangos más bien en los menos» S mera variante ya encontramos en Pz. de Hita
Chaca, H ist. de Tupungato, p. 403. «Llegan al («harásme tamaño plazer que me dexes a Zahara,
final de un camino que el ciego llama de los a tu prim a, porque sin ella no podré vivir tan sola
’gauchos con tamango’, por lo liso del terreno» una hora», ed. Blanchard II, 202), es el que ha
Eliseo M ontaine, L a Prensa de B. A ., 6-IV- predom inado en América o en gran parte de este
1941.— 2 Llam a la atención Simonet hacia un 10 contin en te: desde Cuba hasta la Argentina, aun­
amignus que con la traducción scarpe figura en que muchas veces se recurre a los intensivos ta­
un glosario latino-italiano de fecha desconocida, mañito (Ca., 29) y tamañazo para expresar res­
citado por D u C. ¿Será errata por amingus? Lo pectivamente las dos ideas opuestas: ese quedó
que no es posible es que esto tenga relación con con tamaños ojos contemplándola» (Ca., 52),
el lat. amicere ’vestir, cubrir’.— ’ El anónimo se­ 15 «bombacha de gabardina / y tamañazo sombrero»,
villano de h. 1100 cita la amánka como planta «tamañazos años tiene, / tantos que ya echó al
a la cual puede aplicarse el nombre de cádas olvido» Búfano (La Prensa de B. A ., 11-V III-
(’lenteja’) y agrega que Aben^ólyol la citó junto 1940; 14-VII-1940). E n la Arg. lo corriente es
con los guisantes o arvejas. M i interpretación no que tamaño signifique ’grandísimo, enorme’ : «lo
es segura, pero desde luego es más probable que 20 llevó a la sombra de un tamaño chañar» E. W er-
la de Asín (p. 16), que quiere identificar con la nicke (La Prensa, 28-IV-1940), lo cual salta a la
mielga o M edica sativa, planta forrajera que na­ vista en combinaciones bárbaras como la siguien­
die confundirá con una almorta, lenteja o guisan­ te : «nunca los diablos se habían pegao tan tama­
te, por muy cierto que sea que pertenece a la fa­ ño susto» que Guiraldes pone en boca de un gau­
milia de las leguminosas (sin hablar de la gra­ 25 cho (D. S. Som bra, 259). Por otra parte parece
vísima discrepancia fonética). que en Chile el valor etimológico y clásico per­
siste aun en el habla popular (Laval, Oraciones y
TA M A Ñ O , del lat. t a m m a g n u s ’tan grande’. Conjuros, 98).
1.a doc.: docs. de 1071 y 1090 (Oelschl.). L a combinación t a m m a g n u s se ha conserva­
Es ya frecuente en Berceo, sea escrito como una 30 do sólo en cast. y port., y en algún dialecto suel­
sola palabra, a la moderna (p. ej. S. M ili., 252), to de Retía y el N orte de Italia; tam bién en
o bien tan manno (tan manna), con plena concien­ cat. medieval («planures de sang qui són ta-
cia todavía del valor etimológico (p. ej. Sacrij., manyes com u n cobertor, e ha-n’hi de majors e
166). Esta separación, en efecto, es muy corriente de menors» M untaner, N . Cl. V II, 89.6; Andreu
en lo antiguo, p. ej. en la versión del Rom án de 35 el Capellá, De Amore, p. exvi; Jaum e Roig, v.
Troie, del S. X IV (R F E II I, 124), o en pasajes 13915), pero esto, que ya no es muy frecuente en
como los siguientes: «de tan manno quebranto la Edad Media, se olvidó en seguida en este idio­
que ayades dolor» A l e x 378, «quando llegó a los ma (el cat. tamany que consigna M -L ., R E W
cinco años semejava tan maño como otro de siete», 8552, sólo sustantivo, es castellanismo reciente y
o con la variante atán: «e bien fué después atán 40 sin arraigo, pues norm alm ente se dice grandaria;
maño de cuerpo e mayor, e más esforzado» am ­ tomany es palabra sin relación con esto)1. L a es­
bos en la Crón. de 1344 (M. P., In f. de Lora, pecial frecuencia de la locución t a m m a g n u s en
290.12, 14). Sea con esta gra.'ía o con la moderna, textos hispánicos se nota desde antiguo; en cuanto
el vocablo tiene norm alm ente valor comparativo a obras vulgares sólo puede señalarse en inscrip­
(aunque sólo sea implícito), no sólo en la Edad 45 ciones hispánicas (Camoy, 256), y en la Peregrina-
Media, sino en el Siglo de O ro : Sem T o b co­ tio Aetheriae (princ. S. V I), que los más creen
pla 19; «la cabeza... es tamaña como u n gran escrita en España (R F E X X V I, 533).
cuero de vino» Quijote (I, xxxv). Por lo menos en En cuanto al sustantivo tamaño ’volumen y di­
algunas partes de España ya se venía anticuando a mensión de una cosa’, es creación m oderna, que
fines del S. X VI, pues Fdo. de H errera, al comen­ 50 falta todavía en A ut. (Acad. ya 1817), aunque ya
tar el verso de Garcilaso «no sé ya qué hacerme aparece antes en alguna obra técnica como la de
en mal tamaño» (soneto 9) observa que «ya es López de Arenas (a. 1633), p. 2.
desusada de los buenos escritores». Sin embargo, Tamarrizquito [Quevedo], -rrusquito [Aut.],
sea por diferencias regionales, o por influjo de la -rrezquito [1.a mitad S. X V I, Sz. de Badajoz,
lengua del Quijote, no salió del uso, y todavía, por 55 Fcha.] ’m uy pequeño’ resulta de u n cruce de ta­
lo menos en literatura, sigue empleándose con este mañito con chirriauitito ( < chiquirritito, -ico) y
valor en España. formas análogas.
Al mismo tiempo había empezado por estas fe­ Otra combinación de m a g n u s , con el compara­
chas a dársele un valor absoluto, que podía ser tivo relativo Q u a m , existió antiguam ente: a veces
’muy grande, enorm e’, o por el contrario «chico, 60 se escribe, como combinación analizable, cuán ma-
ño: así en Calila (Rivad. L I, 40a), o en la Gr:¡ comme en trochet»). Hoy se emplea en Canarias,
Conq. de Ultr.: «el adalid, que estaba en la atalaya' como nombre de la palmera y del palmar. Además
de los cristianos, díjoles de cuán maña compaña era támar ’dátil’, está ya en las Leyes de M oros de los
aquella de los moros» (156b41)J ; otras veces, con SS. X IV -X V (Memorial Hist. Esp. V, 427ss.). Tá­
sonido análogo, pero escrito juntam ente: icuam a- 1 5 mara aparece tam bién en poesías de G óngora de
ño: quantus, -a, -u m ; cuamaño quiera que: quan- 1610 y 1619. El port. támara es ya frecuente a
tuscunque; cuamañico: quantulus; cuamañico med. S. X V I, en Juan de Barros, Lopes de Cas-
q u e... t> N ebr. Pero tam bién puede haber reducción' tanheda y D . do Couto (Zacearía, s. v.). No debe
de QUA- a ca- (como en catorce), de donde el port.1 confundirse con támara ’leña delgada, ramaje de
ant. camanho, y con mayor alteración, la forma. 10 roble, etc.’, para el cual vid. T A M O . E n árabe
quemaño, que leemos en Alex.: «dar vos emos o f- hay numerosos nombres de los dátiles, según su
f(e)rendas quemañas vos querades» Alex., 2321. estado y condición (verdes, medio verdes, maduros
Ambos adjetivos eran tam bién gallegos, y camaño sin coger, etc.), para los cuales puede verse Boc-
presentaba ca- < qua con arreglo a la fonética thor, s. v. datte; tamr es de los más antiguos y
normal de la lengua: «huma testemoya diso que 15 sigue hoy empleándose en el Sudán y en otras
Payo tiña alí seu quinon, mais que non savia ca­ partes; en Egipto ya sólo se aplica al dátil en con­
maño nen tamaño [era]» leyó Sarm. (CaG. 71 r y serva; tamra es el nombre de unidad correspon­
v) en un doc. pontevedrés de 1418; y todavía se diente.
empleaba en Pontevedra en el S. X V III en la frase D e r i v . Tamaral ’palma datilífera’ judesp. [1553,
«camaño é, é un saco de veneno» (ib. 203u); ya 20 B R A E V, 363],
figura una vez en las Ctgs. «amostrar... de Africa C p t . Tamarindo [1555 Laguna, Aut.], nombre
et de Europa, quamanas son ellas» (61.37). de u n fruto semejante a u n dátil (y después, del
D e r i v . Cultismos procedentes de magnus: mag­ árbol), del ár. vg. támar híndi (ár. el. tamr hindí),
no [J. de Mena (Lida, p. 255); Illescas, Aut.]; propiamente ’dátil de la India’.
magnate [Lope], del lat. tardío magnates id. (sólo 25
empleado en plural); m agnitud [Quevedo (C. C. Tamaral, V. tamo Tamarigal, V. tamarisco
Smith, BHisp. L X I); fin S. X V II, Solís, Aut.], Tamarilla, V. tamo Tamarindo, V. támara
de magnitüdo, -ínis id.
C p t . M agnánimo [1444, J. de M ena, Lab., 182b; T A M A R ISC O , del lat. t a m a r í s c u s id. 1.a doc.:
Nebr.], de magnanímus id., compuesto con anímus 30 mozár. famarísku (3 veces), h. 1100, anónimo se­
’ánimo’; magnanimidad [S. X V II, Aut.]. M agní­ villano publ. p. Asín, p. 295; tamarisco, 1555, L a ­
fico [ya frecuente en Juan de M ena y en otras guna.
obras medievales, por lo menos del S. XV (Lida, N o puedo asegurar del todo que no sea cultis­
página 259); N ebrija; compárese Cuervo, Obr. mo en cast. M ás conocida es en este idioma la
Inéd., p. 133], de magmfícus id., compuesto con 35 denominación T A R A Y , de origen árabe. Y en las
facere ’hacer’; magnificencia [Berceo], de mag- lenguas romances está más extendida la variante
nificentia id.; magnificar [Berceo], de magnificare latina t a m a r i x (o TAMAKÍc e ) , de donde viene entre
id.; magníficat, de la 3.a persona del presen­ otros el cat. tamariu, y tam bién la forma castella­
te de este verbo latino, con que empieza este can­ na tamariz, ya registrada por A ut., Covarr., N ebr.,
to ; magnificador. Magnílocuo, compuesto con to­ 40 y en el Fuero de Tudela (¿S. X III? )1.
qui ’hablar’. D el gr. ¡iáfcc;, sinó­ D e r i v . Tamariscíneo. Tamariza, doc. de T u d e ­
nimo y herm ano del lat. magnus, vienen los si­ la, de 1127 (Oelschl.).
guientes: megáfono; megalito (con Xí0o; ’piedra’), 1 Creo que habrá que leer «villa que fuere po­
megalítico; megalomanía, megalómano; megaterio blada a fuero de Sobrarbe, que aya toda leña se­
(con Or,píov ’anim al’). 45 ca, tamarices, cuero, en los montes», en lugar de
1 Tampoco hay el logud. ant. tamannu citado «tamaric escuero en los montes» (cita de T ilan-
por el R E W ; parece tratarse de una confusión der, p. 429). Sobre el origen líbico del lat. t a ­
con la forma local y moderna tamagnu «statura, m a r i x , vid. Bertoldi, A G I X X X V I, 20-25.

grandezza naturale», que es préstamo del c a st.:


M. L . Wagner, A R om . X IX , 28.— s Análogamen­ SO Tamarrizquito, tamarrusquito, V. tamaño
te quan maña, todavía en el Cuento de Otas leo­ Tambaleante, tambalear, tambaleo, V. bambo­
nés del S. X IV , f° 52 r° (ed. Baird, 13.8). lear Tambanillo, V. tímpano Tambara, tam­
barillo, V. tamo Tambarillo, V. tímpano
TÁM ARA ’dátil’, ’palmera de dátiles’, voz por­ Tambarimba, tambarria, V. timba y atempa
tuguesa y regional de Canarias, tomada del ár. 55 Tambero, V. tambo Tam bién, V. tanto
támra id. 1.a doc.: 1609, Argensola.
Ya en 1555 lo menciona Laguna, pero como T A M B O , del quich. támpu ’posada, mesón jun­
voz portuguesa. Según A ut. son especialmente los to a u n camino’. 1.a doc.: doc. chileno de 1541
dátiles en racim o; también está en Covarr. y en (Lenz, Dicc., 705-6).
O udin («les dattes qui tiennent encor á la branche 6* Cuervo, A p .7, p. 695; D isq., 1950, p. 449;
Friederici, A m . W b., 387-8. Está tam bién en otros las formas tabor y tambor, aquélla desde el S. X II
docs. tem pranos de Chile, y Fz. de Oviedo lo em ­ y ésta desde princ. del X I I I ; tabor aparece ade­
plea h. 1550 con referencia al Im perio de los más como variante en la Crónica catalana de Jai­
Incas. Desde entonces es m uy frecuente en escri­ me I. El it. tamburo parece ser general desde el
tores coloniales. H oy es usual desde Colombia has­ 5 S. X III. Veo. dambore «pandero» en el Baztán.
ta Chile y el Río de la P lata; casi en todas partes Así en el Cid como en la Ch. de Roland, en
sigue designando una especie de posada o para­ los historiadores latinos de las Cruzadas y en m u­
dor junto a un camino, u otros edificios emplea­ chos textos medievales los tambores aparecen sólo
dos en una forma u otra como posada, pero en como instrum ento usado por los musulmanes, y
el N orte de Chile tienen im portancia destacada los 10 españoles y franceses se refieren a la impresión
establos o corrales destinados en el tambo al alo­ que este ruido bélico extranjero causaba entre los
jamiento de animales de los arrieros que allí se cristianos. Basta esta razón para dar gran verosi­
hospedan: de ahí se pasaría a la ac. rioplatense m ilitud a u n origen oriental de la palabra, como ya
’cuadra o corral de vacas donde se expende le­ lo hicieron los orientalistas Sachau, Engelm ann y
che’. E n quichua designaba cada uno de los gran­ 15 el autor de la Description de l’Égypte (1828) X III,
des edificios distribuidos a distancias semejantes 246n., logrando la adhesión de Diez y otros rom a­
a lo largo de los caminos del Inca, y destinados a nistas. Sin embargo Dozy (Gloss., 374-5), con su
albergar a las personas reales y a las tropas que gran autoridad, se opuso a la etimología de E n­
las acompañaban. gelmann (ár. tunbúr < persa tanbür), observando
D e r iv . Tambero (arg . e sp e c ia lm e n te vaca tam ­ 20 que funbür designaba en la Edad M edia una es­
bera, la e m p le a d a p a ra la v e n ta d e le c h e : T is c o r - pecie de lira, y que el actual atambor, que en
n ia , M . Fierro coment., p . 194). Berbería designa el tam bor, es palabra de origen
español3. Pero es oportuna la réplica de Devic
TA M BO R , del persa tabír id., pasando por el (pp. 65-66) de que la tambura empleada hoy en
árabe, donde debió de confundirse con fanbür ’es­ 25 Arabia, aunque sea instrum ento de cuerda, se ha­
pecie de lira o bandurria hecha con una piel tendi­ ce generalmente con u n cuerpo hueco sobre el cuai
da sobre un cuerpo hueco’. 1.a doc.: atamor, Cid; se tiende una piel, y a s í'n o carece de analogía
atambor, 1251, Calila, 26.276, y 1.a Crórt. Gral.; con u n tam b o r; sin embargo propone Devic par­
tambor, 1615, Quijote II , xxxiv, 134. tir del persa tabír ’tambor* ’especialmente tam ­
L a forma atamor es muy frecuente en el Cid 30 bor grande de bronce’, palabra muy antigua en
y en la 1.a Crón. Gral.; atambor, que ya aparece este idioma, pues ya figura en F irdusí (f 1020),
en las últimas partes de esta obra, es tam bién la e insinúa que una forma tabúr pudo coexistir en
forma de la Gr. Conq. de Ultr., J. Ruiz (comp. persa atendiendo a tabürák ’tam boril’, que parece
M . P., Poes. Jugl., p. 70), López de Ayala, Nebr. ser errata por tabürak diminutivo de *tabúr. A
(íatam bor o atabal: tympanum») y todavía es de 35 pesar de esta sugestión razonable, los etimologis-
uso general en los clásicos, siendo la única que tas han seguido vacilando, y además de haberse
figura en C. de las Casas, Percivale, O udin y emitido opiniones insostenibles1, algunos han su­
Covarr., y la que predom ina en el Quijote. Sin puesto que sea voz onomatopéyica5, opinión poco
embargo Cervantes empleó ya tambor varias ve­ verosímil ya p or lo complicado de la estructura
ces en sus obras, y A ut. vacila entre las dos for­ 40 del vocablo, y otros se inclinarían a partir del
mas, de las cuales aquélla hace ya mucho tiempo ár. tubül, plural del nombre corriente del tam bor
que está anticuada1; u n «Johanet, joglar del tan- en árabe, tabl ( > A T A B A L )’, opinión no imposi­
boret» aparece ya en doc. de Valladolid de 1294 ble pero que ofrece dificultades fonéticas, pequeña
(M. P., Poes. Jugl., p. 459), pero el vocablo, co­ cada una de ellas de por sí, pero bastantes entre
mo el personaje a juzgar por su nom bre, debían 45 todas para hacer poco verosímil esta idea.
de ser forasteros; por lo demás en tamborino y E n resum en la opinión común (R E W 8512a) es
tamboril la forma sin a- es más antigua que en que la etimología de Devic es la cierta, y lo más
tambor, pues es ya la que encontramos en G ón- probable es la explicación de Giese (L itb l. L IV ,
gora y en los léxicos del Siglo de Oro. 249-50), adoptada por W artburg (en Bloch, 2.a ed.)
E n portugués predom ina hoy tambor, pero se 50 de que tabír al pasar por el árabe se confundiese
empleó atambor (S. X V I, en Moraes). E n catalán fonéticamente con tunbúr a pesar de ser dos ins­
atambor es forma tardía, seguramente de influjo trum entos diferentes: en efecto tunbúr, que hoy
cast., mientras que tambor es la que se encuen­ designa una bandurria en Egipto (Bocthor) y que
tra en la Edad M edia3 y la única conocida hoy tam bién es usual en sentidos semejantes en Siria,
(pron. tambó). E n francés tabour se encuentra des­ 55 N ubia y Arabia (Dozy, Suppl. II, 63), es ya pala­
de la Chanson de Roland, y es la forma general bra antigua en el idioma, pues tunbüri como nom ­
en los SS. X II y X I I I ; después aparece la forma bre del que toca este instrum ento, ya está en el
tambour, quizá procedente de España, aunque la M aidaní ( t 1124) según Golius, y tanabirí signi­
variante sin nasal sigue viviendo hasta el S. X V I fica lo mismo en el egipcio M aqrizí a princ. S. XV.
inclusive. T am bién en occitano medieval luchan 60 L o probable es que una forma arábiga vulgar ta-
bür corriera ya en Oriente como nom bre deltam ­ L X I, 37. Igual parece ser la opinión de Sainéan,
bor en tiempo de las Cruzadas y que de allí la Sources Indig. II, 10-11.— 6T u b ú l es en efecto el
trajeran los franceses7, mientras que en el árabe plural indicado por R. M artí y hoy usual en M a­
de España predominaría, una forma fanbúr debida rruecos, mientras que PAlc. da atb&l, como en los
a dicho cruce, y de ahí pasaría a los romances his­ 3 clásicos y hoy en Oriente (Cañes).— 7 A esto ob­
pánicos y luego a los demás8. jeta G. Paris Rom . X X X I, 412-3 y 419n.l que la
D e r iv . Tambora ’bombo, tam bor grande’ (Ca., Chanson de Roland es anterior a las Cruzadas.
31; Cuervo, Disq., 1950, p: 99). Tamborear; tam ­ D e esto no hay duda, pero sobre la fecha del poe­
boreo. Tam borete [S. X III, arriba]. Tamborero ma en su redacción actual no existe todavía una­
ant. (M. P., Poes. Jugl.). Tamborino [S. XV, Aut.; 10 nim idad, y mientras unos la creen levemente an­
O udin; Covarr.] o tamborín (1591, Percivale) ant. terior a este gran hecho histórico, otros la con­
(veo. danbolin ’tam boril’ en guip., ’tam bor’ en sideran contemporánea. Si tienen razón aquéllos
Arratia, guip.), luego disimilado en tamboril [1609, habrá que pensar si tabour pudo llegar al francés
G óngora; O udin; Covarr.]; tomados del cat. tam­ desde Cataluña (donde tabor fué raro aunque no
borín tamborilada; tamborilear, tamborileo, tam­ 15 inaudito, V. arriba), más probable que adm itir
borilero; tamborilete; tamboritear, tamboritero. que se trasmitiera por conducto bizantino.— * R.
Tamborón. Taburete [princ. S. X V II, Argensola, M artí traduce tanbür extrañamente por «vacui-
Aut.], tomado del fr. tabouret, derivado del fr. ant. tas» (sólo en la primera parte de su d icc.): no
tabour ’tam bor’, por comparación de forma (comp. sé si es esto una errata en lugar de u n nom bre
malí, tabulet, frente al cat. continental tamboret, 20 medieval del tam bor, o si quiere decir ’ruido de
A O R B B II I, 71). hueco, ruido comparable al de u n tam bor’.
1 Nótese la locución argentina sobre el tambor
’inm ediatamente’ : «tenía órdenes terminantes de T A M E M E , mej., chil., del náhuatl tlameme ’el
fusilar a Segovia sobre el tambor», R. Hogg, La que lleva carga’. 1.a doc.: h. 1540, Fz. de Oviedo.
Prensa de B. A ., 8-IX-1940.— 3 Ag. ; en Jaum e 25 L a voz náhuatl está ya en M olina (1571), y no
Roig encontramos tambor y tamor como si tuvie­ es rara en cronistas de Indias que hablan de la
sen sentidos distintos: «sons de viola, / orgue, América del N orte. T am bién se trasmitió a Chile,
tambor, / arpa, tamor, / farà sonar», «tabal, tam­ donde ya aparece empleada en 1551, pero a fines
bor, / par la rem or / de lur costat, / ventositat, / del siglo el Inca Garcilaso lo consideraba voz esen­
grossa vapor» vv. 12867-8, 9629.— 3 Así debe 30 cialmente ajena a su país, pues la atribuye a la
de ser en efecto, pues L erchundi observa que en lengua de Haití. El origen azteca es indudable,
M arruecos fanbór designa el tam bor m oderno o vid. Lenz, Dicc., 707; Robelo, 658, 674; Frie-
europeo, m ientras que el m oruno es {ebel, y tam ­ derici, A m . W b., 588.
bién Beaussier en Argelia califica (anbür de voz
francesa. Es posible de todos modos que no sea 35 T A M IN IA , U VA tomado del lat. uva ta-
palabra m uy reciente, ya que tiene plural frac- minía ’estafisagria’. 1.a doc.: Acad. 1925 (no 1884).
to, tanábir. E n la opinión de Dozy parece haber
influido m ucho una papeleta que él tenía de un T A M IZ , tomado del fr. tamis id., de origen in ­
artículo del venerable m aestro etimologista Pott, cierto; existió indudablemente un fránc. * t a m i s i
según la cual tambor podría ser de origen célti­ 40 id. (ags. ternes, neerl. med. y mod. y fris. teems,
co. Pero ahí había una confusión, lo único que b. alem. med. temes ’tamiz’, a. alem. ant. zfm isa
Pott había hecho (en la Zeitschr. j. d. Wiss. d. ’salvado’), del cual parece haberse tomado la pa­
Sprache II, 1850, p. 356) era relacionar breve­ labra francesa; sin embargo, como el vocablo no
mente el irl. tabur y galés tabwrz ’tam bor’ con tiene en germánico etimología conocida, no puede
el fr. tabour y el persa tabir ’gran tam bor de 45 asegurarse si es realmente de cepa germánica o si
bronce’, pero sin duda la idea de P o tt fué dar el germánico y el francés lo heredaron de una len­
a entender que las voces célticas y romances pro­ gua anterior, céltica o más bien precéltica. 1.a doc.:
cedían del persa y no al contrario: el hecho es 1488, invent. arag. (V R o m . X , 207); 1525, Rob. de
que tambür (hoy persa tambur) ya se halla en Ñola, p. 144; 1680, A ut.
textos pelvíes (SS. IV -V II) como nombre de un 50 Con la excepción indicada, no figura en diccio­
instrum ento de percusión, según veo en I. Orans- narios ni autores del Siglo de Oro, y hasta hoy
ki, Yvedenie v Iránskuju Filologiju, 1960, p. 184. sigue siendo en castellano u n tecnicismo im popu­
Hay también un b. gr. Ta¡3oúXi o v , que sólo se lar, empleado sólo en procedimientos mecánicos
encuentra en un texto anónimo, al parecer de m uy especiales, o en frases metafóricas de cuño re­
fines de la Edad Media, citado por D u C., sin 55 ciente, y completamente ajeno al lenguaje rural y
gran interés para el problema etimológico.— vulgar. L o mismo cabe decir del port. tamís (sin
4 Eguílaz sostiene que puede venir de tym panum , autoridades en M oraes), y del cat. tamís o tamis,
lo cual es imposible por razones fonéticas.— 5 Así no documentado hasta 1785, y m uy poco usado
hace el eslavista J. Janko, en Mélanges Haskovec, hoy en d ía: su reciente procedencia extranjera se
1936, sin lograr la convicción de Glásser, Litbl. 60 hace manifiesta por la vacilación acentual. Es, pues,
evidente que en los romances ibéricos se ha tom a­ L a etimología romanística n o se ha ocupado
do m uy modernam ente del francés1. E n este idio­ muy atentam ente del origen del fr. tamis. Diez
ma sí es palabra m uy antigua y arraigada; que ya (W b., 314-5) pensó en u n derivado del célt. o m e­
aparece en el S. X III, y el verbo tamiser en jor dicho britónico tam(m) ’pedazo’, ’bocado’ pe­
el X II. Tam bién es antiguo en lengua de Oc, pues 3 ro rechazó esta idea, inclinándose a partir del an­
se conocen de él un p ar de ejs. medievales, de los tepasado germánico del neerl. teems y el a. alem.
SS. X III y X IV. Pero aquí se term ina el territo­ ant. z$misa. T hurneysen (K eltorom ., 80) adaró ca­
rio romance donde consta la antigüedad del voca­ tegóricamente que no podía haber relación alguna
blo. entre tamis y dicha palabra céltica (común al ga­
U n it. tamigio fué empleado esporádicamen­ 10 lés, cómico y bretón), que en efecto procede de
te por algún autor técnico del S. X V II, pero no un más antiguo t a m m e n - , y éste a su vez viene
cuajó y es galicismo evidente, ajeno al idioma mo­ de T ^ i d s - m e n - ; es verdad que acaso podría supo­
derno. E n cuanto a los dialectos, llama la atención nerse u n t a m m u - a base de ciertas formas gaélicas,
la extraña área de tamiso en el mapa staccio del pero esto es muy oscuro y problemático (V. T A ­
/4iS (n.° 1484): el vocablo es esencialmente aje­ 15 M O ). Por otra parte reconocía Thurneysen que
no al Piam onte, Lom bardía, Tesino y demás zo­ si el vocablo francés suponía una terminación
nas alto-italianas, así como al resto de Italia, y - i s i u m , un sufijo así existió realmente en galo*,
sólo aparece en el Véneto por lo demás ocupan­ pero se apresuraba a declarar que no conocía en'
do en zona compacta todo el territorio de «le T re ninguna lengua céltica una raíz que pudiera ex­
Venezie», sin excluir los valles ladinos, el Friul, 20 plicar este supuesto celtismo. Sin otro fundam en­
Istria ni las islas adyacentes2; esta área abarca to que éste se apresuró M -L . (R E W 8551) a in ­
tam bién el retorrom ánico de Engadina (tamüsch, cluir un galo t a m í s i u m ’cedazo’ en su diccionario
tamü$ché), pero ya no el sobreselvano (donde se etimológico, derivando de ahí las varias formas ro­
conocen solamente bigiat y sedasch). Es el aspecto mances. N i siquiera le puso un asterisco, a pesar
típico de un galicismo comercial irradiado desde 25 de que tal palabra n o se encuentra en ninguna
la capital veneciana, con cuya esfera de influen­ fuente de la Antigüedad, y aun el b. lat. tamisium
cia coincide absolutam ente3. Algo nos podría ha­ sólo aparece en un texto escrito en 1160 por el
cer dudar el ladino central tamazules ’salvado’ abad H erm ann de T ournai. A pesar de este poco
(A IS , s. v. crusca, puntos 305, 312, 314 y 316), fundam ento no vaciló Gamillscheg en seguir la ini­
que coincide notablem ente con el sentido del ti­ 30 ciativa de M -L ., lo mismo hizo W artburg con cier­
rolés zem se, pero no debemos perder de vista la tas reservas (en Bloch, 2.a ed.), y no encontró imi­
posibilidad de una coincidencia reciente (quizá tadores la actitud prudente de Bloch, al limitarse a
ayudada por el influjo de zemse), pues la term ina­ reconocer nuestra completa ignorancia5; en cuan­
ción -utis revela un derivado postverbal: así que to a Jud, ignoramos su opinión sobre el problema*.
recordando los numerosos casos reunidos por Jud 35 Sea el que quiera el juicio que en definitiva me­
de denominaciones del ’salvado’ procedentes de rezca el origen de tamis, es innegable que se ha
un verbo que significa ’separar, cerner’, nos so­ nrescindido demasiado de su existencia en germá­
brará razón para sospechar que estamos ante una nico, tratando a la ligera la indicación de Diez.
mera secuencia local del verbo tamisa, tamazá. Los El hecho es que es voz com ún a todo el germánico
datos de los diccionarios dialectales apenas nos 40 occidental y m uy antigua en esta familia lingüís­
perm iten ampliar esta área, sólo hasta Brescia, pues tica, puesto que ya aparece desde el anglosajón
en Ferrara no se registra sino el derivado tamisa- hasta el alto alemán antiguo: el verbo temesian
da, y sólo con el sentido figurado de «disamina, ’tamizar’ ya está bien documentado en anglosajón,
interrogazione». El predominio de las acepciones desde med. S. X, y que el sustantivo tem es ’ta­
figuradas es llam ativo: igual sentido en Vicenza; 45 m iz’, muy frecuente en inglés medio, existía desde
en. Brescia tamisa «esaminare, censurare», frl. ta- los orígenes del idioma lo prueba su compuesto
mesá «sindacare, esaminare». Claro que existe temes-pile [1050, «temsing-staff», N E D , s v.
tam bién la acepción material pero se nota que, al temse] ; fris. orient. y sept. téms ’tam iz’, neerl.
darla, varios de estos léxicos se apresuran a rem itir med. témse, neerl. teems ’tamiz’, neerl. med. y
a sinónimos (p. ej el bresciano Pellizzari, envía 50 mod. tem sen ’tam izar’, b. alem. med. témes(e), te-
a bugat y staccio), como insinuando que éstos son mesen, id., y finalmente a. alem. ant. z?misa ’sal­
más castizos. E n fin, obsérvese que junto a la co­ vado’, hoy zemse que aparece con este sentido en
lección de formas dialectales reunidas por Bolelli Austria, mientras que en Baviera, hacia Aquisgrán
(It. Dial. X V III, 65-66), éste no ha podido dar y en la zona montañosa al Este de Colonia conser­
un solo dato antiguo (nada anterior al dicc. bres­ 55 va el sentido etimológico de ’tamiz’ ¿Estamos ante
ciano de 1759). E n el Piamonte, como advierte una vieja estirpe germánica, que de ahí pasó a los
categóricamente Sant’Albino, no es más que un romances de Francia, o se trata de un vocablo
galicismo de cocineros. E n una palabra, el vocablo prerrom ano trasmitido en fecha muy antigua por
romance tamis es sólo antiguo dentro de los lím i­ el latín vulgar de la Galia al germánico occiden­
tes de Francia. 60 tal? Los germanistas discrepan sobre la cuestión,
admitiendo los más el origen germánico: los autores m o : toda í se cambiaba en ai en este dialecto,
del N E D , F alk-T horp', H olthausen8, Franck1, H. que decía formaica por ’horm iga’, ortaica por
T euchert10; mientras que Kluge, m uy brevem en­ ’ortiga’, paradais por ’paraíso’, etc.— 3 E n reto­
te” , y últim amente Frings, con mayor detención12, rrománico los términos antiguos serían sedasch y
han sostenido la alternativa opuesta. En la opinión: 5 bi(gi)at, de inconfundible aspecto autóctono.—
de Frings ha influido decisivamente, además del 4 Esta idea de u n sufijo céltico - i s i o - , - i s i a , que
área geográfica del vocablo en alemán, su existencia pudo influir en romance, era una idea favorita
en el ladino central: pero yá he dicho que allí es de Thurneysen (V. su pág. 17), quien suponía
derivado de antigüedad m uy dudosa. No me incum ­ que la i del fr. franchise y ejs. análogos podía
be tratar de resolver este problema, alegando p. ej. 10 explicarse por este sufijo abstracto más que por
que la conservación del alem. zemse en zonas m on­ el lat. - i t i A j en lo cual ciertamente nadie podría
tañosas da más la impresión de supervivencia de un seguirle hoy en día.— 5 E n la cuestión del po­
vocablo antes mucho más extendido: debemos dejar sible origen céltico interesa el juicio que merez­
estas cuestiones a los germanistas. L o que no ad­ ca el bret. tamoez ’tam iz’. Que esta palabra es
mite duda es que * t a m i s i existió en fráncico, pues­ 15 advenediza y no heredada del céltico lo prueba
to que se halla en anglosajón y en alto alemán en forma evidente la conservación de la -s-, y en
antiguo, y está arraigado en todas las lenguas ger­ la forma actual, la conservación de la - M - . Pero
mánicas occidentales : y si no tenemos asidero al­ es extraña la terminación. Thurneysen lo supo­
guno para atribuir el vocablo al céltico, y en ro ­ nía tom ado de una variante francesa hipotética
mance estuvo limitado a Francia, ¿por qué nega­ 20 *tamois. Pedersen (Vgl. K elt. Gramm. I, 321),
ríamos que en francés pueda ser germanismo? V. H enry y J. L oth (Les M ots latins dans les
¿Por razones semánticas? N o hay duda de que langues brit., 209) adoptan una actitud algo dis­
ésta es una razón de peso, aunque u n germanismo tinta, teniendo en cuenta Vannes tañouiz ’tam iz’
fr. en materias agrícolas no es inconcebible (los y bret. med. tajjoessat ’tamizar’, donde aparece
francos fueron grandes terratenientes)1*, y aunque 25 un tratam iento más genuino de la - M - intervo­
el tamiz frente al cedazo tenga algo de perfeccio­ cálica : la idea de H enry y de L oth es que el
namiento técnico que hace dudar de una antigüe­ bretón tomó el vocablo de un galorromano * t a -
dad muy grande m ^ s i u más o menos tardío, y que en el bretón
De todos modos la peor dificultad en esto es­ corriente la -m - fué restaurada modernamente
triba en que no se conoce, o al menos no es co­ 30 por influjo francés. N i siquiera esto me parece
rriente, un sufijo germánico que pueda explicar verosímil, dada la completa ausencia de formas
la terminación - i s i ( a n ) , aun si admitiéramos una en - e s i u o en -oís en romance. Así como así pa­
posible relación con TAMJAN ’domar, obligar’. D es­ rece seguro (vid. Pedersen) que se produjo una
de el punto de vista romanístico concluiré llaman­ influencia m utua entre tamoez y toezenn ’espi­
do la atención acerca del hecho, no sé si casual, de 35 ga’ (de ahí el bretón m oderno tamoezenn ’espi­
que toda !.a documentación de lamis y tamiser en ga’) : ¿no podría ser que el diptongo -oez de ta­
francés antiguo (D u C .; G od. V II, 636; X, 741) m oez se deba recíprocamente al influjo de
proceda, con extraña unanim idad, de Picardía y t(am)oezenn? A los celtistas tocará decírnoslo. Es
de T ournai, la zona de máxima colonización fran­ verdad que hay u n friul. tamés, cuya é parecería
ca14. En definitiva nos consta que el vocablo es 40 corresponder al vocalismo bretón. Eco m uy leja­
antiguo en germánico, lo bastante para que desde no por cierto. Pero ya he dicho que en esta zona
allí pudiera pasar al francés, pero mientras falte todo parece indicar que el vocablo fué im porta­
una etimología germánica no podremos asegurar do n o hace mucho a través de Venecia. Y no ol­
si es voz de cepa teutónica, o si galorromanos y videmos que el friulano tam bién responde con
germanos la tom aron de un idioma prerromano y 45 la é de ciamese ’camisa’ a la i unánim e de todos
quizá precéltico15. Por lo menos provisionalmente los romances (camesa sólo en textos viejos de
se puede adm itir qué en francés es germanismo. Treviso y Padua).— 6 En su artículo sobre son
Comp. T A M O . (A S N S L CXXVIj 111) citó brevem ente el caso
D e r i v . Tam izar [Acad. 1884, n o 1843]. del alem. zemse frente al fr. tamis entre los nom ­
1 Siendo voz ajena a la Península apenas hace 50 bres del salvado que se deben a un verbo de sen­
falta decir que es falsa la etimología de Eguílaz tido ’separar, cerner’, observando que se ha visto
(p. 502), ár. tám yiz ’separación, discernim iento’ ; en zem se una voz galorrománica; lo cual no com­
que este vocablo signifique modernamente ’ce­ prom ete su opinión personal. Se abstuvo de to­
dazo’ en Marruecos, como dijo el P. la T orre, no do comentario sobre tamis en su exhaustiva re­
probaría nada, y por lo demás no lo confirma 55 seña del libro de D ottin (A R o m . VI), a pesar de
L erchundi ni otra fuente alguna.— 3 A un en el que éste trata del mismo.— 7 En Fick I I I 4, 156.—
dalmàtico moribundo de Veglia llegó a emplear­ ' Altenglisehes E tym . W b .— ’ E tym . W oorden-
se tamá¡s (Bartoli, Das Dalm.), pero no hay que boek.— '° En G rim m , D t. W b. XV, 631.—
dejarse engañar por el diptongo, que de ninguna 11 Paul’s G rundriss V , 345.— 12 Germania Rom a­
manera es prueba de antigüedad ni autoctonis- 60 na, 163-4.— 13 M e bastará recordar la etimología
germánica del fr. son según Jud, y la del fr. ble E n u n vocablo así, de cuerpo tan reducido, lo
según W artburg; nombres de plantas hay m u­ difícil no es encontrar pistas etimológicas, sino
chos (houx, etc.).— 14 ¿Hay testimonios del in ­ h uir del peligro de la confusión con homónimos.
finitivo o del participio del verbo en francés an­ Este peligro es tan grande en nuestro caso que
tiguo? Seria im portante saber si éstos term inan 5 casi condena nuestra búsqueda a la esterilidad.
en -ser o en -sier, pues se ha ido demasiado de Los diccionarios etimológicos se abstienen de toda
prisa en conceder a Diez su postulado de que el conjetura. Y, sin embargo, se pueden hacer m u­
étimo terminaba en - i s i u m .— 15 En este sentido chas. Ya M . P. (Festgabe Mussafia, p. 388) ano­
sería bueno consultar la nota de O stir, Beitr. zur tó haber oído támara una vez en Castilla la Nueva
alarodischen Sprachwiss., § 129, que no está a 10 con el sentido de ’tamo, paja trillada’, mientras
mi alcance. que la Acad. trae el vocablo en la ac. ’leña muy
delgada, despojos de la gruesa, o astillas que resul­
T A M O , ’paja m enuda’, origen incierto, proba­ tan de labrar la m adera’, en Guadalajara ’carga
blemente prerromano. 1.a doc.: J. Ruiz. de ramaje de roble, encina o pino, que pesa de
L a dueña a quien requiere el Arcipreste rechaza 15 8 a 10 arrobas’1 y en Cuéllar (Segovia) es «rama de
sus pretensiones aludiendo a los que «prometen árbol que sirve para leña», tamarujas «agujas de pi­
mucho trigo e dan poca paja tamo» (1016): como no» (B R A E X X X I, 510); ahora bien, M. P. oyó con
el sentido y la medida del verso mejorarían si el primero de estos sentidos la forma tim bara en un
traspusiéramos la conjunción e pasándola después pueblo de Soria; esta ac. o una m uy análoga ’ra­
de paja, seguramente habrá que hacerlo así. Q ui­ 20 maje’ debió de ser conocida del cordobés Baraho-
zá se inspire en este pasaje Fernand Sánchez de na de Soto (1586), quien escribió «se hallarán las
Calavera al escribir u n siglo más tarde «en más liebres bajo de algún cardo o tomarán» y «si estu­
poco tengo que paja n in tamo / aqueste vil m un­ viese la perdiz en parte tamarosa», y Rodríguez
do e su buen andança» (Cane, de Baena, n.° 538, M arín recogió un cantar andaluz donde tamaraso
v. 11). Glos. del Escorial nacus: granzas o tamo». 25 parece tener el sentido de ’golpe (¿con una ram a?)’
E n ley de 1491 de la N ueva Recopilación «no mez­ (citas de T o ro G ., B R A E X , 543-4); «hornija, tá­
clen, ni vuelvan con el pan que huvieren de dar, mara o retama para encender hornos» está en el
paja, tamo ni tierra». T odo esto corresponde a la Vocab. en lengua mexicana de M olina (1571)
definición de A ut.: «las heces de las semillas que f° 87, r° 2. M ás variantes dialectales, necesitadas
quedan en la era después de recogidas», y con más 30 de comprobación, en G dD D 6651, que quiere des­
claridad «polvo o paja m uy m enuda de varias se­ atinadamente derivar todo esto de un lat. * t e r -
millas trilladas; como trigo, lino, etc.» (Acad.), m I n a «ramas cortadas» (de obvia imposibilidad fo­
«de la paille m enue qui est toute usée et quasi ré­ nética aun admitiendo su improbable existencia).
duite en poussière, comme celle des vieilles pail­ Conviene n o perder de vista que un vocablo muy
lasses» (O udin); en la Sierra de G ata ’partículas 35 semejante a tim ara es antiguo y arraigado en ára­
o polvillo de paja que se eliminan al cerner’ be: támara es ’fruto’ en los dicc. clásicos y en
(Bierhenke, V K R II , 53), en Cádiz ’paja corta cor­ PAlc., pero nuestro R. M a. lo traduce además
tada por las ruedas del carro de trillar’ (Giese, :como «arbor», PAlc. tiene tim ira ’árbol’ y ’árbol
B hZR P h. L X X X IX , 136); en el portugués del ifrutal’, atmar arbolecer’ y Dozy I, 164, trae más
M inho «as sarugas, cascas e cisco que cáem do 40 documentación de este vocablo y sus derivados en
centeio quando se ergue ao vento» (R L X XX , 187). autores de lenguaje vivo.
Hay acs. secundarias, como «a los fluecos de la Últimam ente ha tratado de la familia de vocablos
ropa llamamos pelillos; quando es más m enudo y :que interesa, Johannes H ubschm id, con su enor­
espeso se llama tam o» (Covarr., s. v. flueco), «pe- m e erudición (ZRPh. L X V I, 22-23), señalando un
lusilla que se cría del polvo debajo de las camas 45 tamarae topr-r^er» (’brotes, retoños, ram itas’) en
y cofres», «pelusa que sale en el telar al tejer el unos Hermeneum ata Vaticana trasmitidos en ms.
lino o lana» (Aut.), ’heces de vino, aceite o vinagre, del S. X (C G L I I I , 427.48), y agregando testi­
que quedan en depósito’ (así en el M inho, l. c.), m onios de tim bara en Salamanca, Burgos y la
’cizaña’ en el judeoespañol de Constantinopla (Su- IRioja, y el nombre de lugar Támara o Tamoral en
bak, Z R P h. X XX , 177). Cabe preguntarse si la for­ 50 Galicia, León, la M ancha y Jaén2; además en­
ma primitiva de este vocablo fué tamo o tambo, c u en tra u n it. dial, tamaro, acentuado ora en la
pues con ambas formas aparece en el portugués del '.primera, ora en la segunda sílaba, como nombre
M inho (l. c.; y tambariço «quantitade de tambo»), de varios arbustos específicos, bastante heterogé­
y más abajo veremos la forma tambara; no es po­ neos, documentado en varias hablas de la Alta
sible resolver la cuestión decididamente, pero el 55 'Italia, y tam bién en Toscana y en la P u lla : ¿tie­
gall. tamizo «polvo o paja m uy m enuda del trigo, ne esto algo que ver con la támara castellana?
etc.», ’pelusilla debajo de las camas’, ’la que sale iQuizá sí, pero ya no es claro, y el escepticismo se
del telar’ (Valí.), parece indicar que la -b- sea se­ :convierte en incredulidad cuando agrega palabras
cundaria, como la del port, tambo o tamo ’casa­ isemejantes de Eslovaquia, Banato, „Carintia, Al­
miento’, ’mesa baja’, procedente de t h a l a m u s . 60 pes Dolomíticos, de sentidos ya bastante distin­
tos, y más cuando quiere form ar una familia úni­ M useum H elveticum V II, 224, da además un
ca con un t a m o - nom bre del ’T am nus commu- tarma ’vara’ y derivados en Salamanca, Astu­
nis’ en varios dialectos alto-italianos, con u n t a m - rias y Santander [también en Extrem adura,
N O - del cual vendría el cat. tany ’brote, retoño’ y B R A E X, 543].— 3 Pero una n y catalana no puede
su familia1 y luego el lat. t a m a r i x y otros deriva­ 5 venir de m n , sino sólo de n n ; V. mi estudio so­
dos de sentido heterogéneo4. Es evidente que de bre este vocablo en m i artículo en prensa en
este modo se puede probar todo, o más bien no A rchivum , Oviedo 1954, IV, 56-60. Respecto del
se prueba nada: es demasiado fácil y p or lo tan ­ lat. tamnus piensa Schuchardt en u n origen cami­
to carece de fuerza convincente. Sólo las seme­ tico, no sin cierta razón (Roman. Lehnw örter im
janzas muy específicas son probantes. 10 Berb., 16).— 4 Entre éstos el cast. tamujo, arbus­
Lim itándonos al tipo cast. támara: ¿tiene esto to euforbiáceo según la Acad. [1582, Aut.], cuyo
que ver con tamo, como podría indicarlo la coin­ origen en realidad se ignora. T am bién tamojo, y
cidencia semántica señalada por M . P.? Entonces derivado tamujal.— 5 Pedersen, Vgl. Gramm. I,
el sentido primitivo de tamo podría haber sido 79, iguala al ser. sthäman- ’lugar donde se está’
’tallitos, ram uja’, y podríamos pensar en un pa­ 15 y al a. alem. ant. stam m ’tronco’ ; W alde-P. I,
rentesco con el irl. med. tamon ’tronco’ (W indisch, 719, parte de la raíz del gr t é ;j . v s i v ’cortar’.—
s. v.), o mejor dicho con u n vocablo más corto 6 V. H enry, s. v .; Walde-P. I, 720; Stokes-Bezz.
de la misma raíz5. Pero además de que esta pista 129; Pedersen, Vgl. Gramm. II , 112, 60.— 7 Sto­
céltica es vaga, la identidad de tamo con támara kes y MacBain parten en este caso de la misma
está lejos de ser un hecho seguro. Nada nos ase­ 20 base en - m e n .— “ M acBain y W alde-P. (I, 701)
gura que el sustrato semántico de tamo no sea discrepan en cuanto a su origen, pero no vale la
algo muy diferente. En principio no podemos opo­ pena insistir, pues el parentesco ya es m uy d u ­
nernos a la idea de Giese de relacionar con el ga­ doso desde el punto de vista semántico rom án-'
lés y córn. tam, bret. tam m ’pedazo, bocado’, pues ce.— 9 ¿Coincide la misma forma en unos m is­
el tam o consiste en pedacitos, aunque el sentido 25 mos dialectos? Esto es lo que no resulta claro
primitivo de esta voz céltica parece ser ’mordiscón, de los datos de Schuchardt.— 10Como hace M -L.,
mordida’. Sin embargo, empecemos por notar que R F E X I, 5 : deduce de ahí este lingüista que lo
a estas formas (teniendo en cuenta el plural tym - único admisible sería que tamo venga del bere­
myri) correspondería t a m m e n - en galo ( < célt. co­ ber atem m u ’almiar’, procedente de t e m o . Desde
mún t x d s m e n - ) 6 ; es verdad que el gaél. escocés 30 luego esto es inconcebible.
teum «a sudden snatch at any thing», irl. mod.
taom «a bit, a scrap», podrían interpretarse co­ Tampa, V. tapa Tampanazo, V. tabaco
mo TfcíDSM U- (que en galo sería * t a m m u - ) , pero Tampoco, V. tanto Tamuja, tamujal, tamujo
estas formas de fecha reciente son más o menos (-ojo), V. tamo Tan m ., V. tantán Tan adv.,
ambiguas’. E n resumen, ésta es una vaga posibi­ 35 V. tanto y cuanto Tana, V. tenería Tana-
lidad, que no podemos descartar y menos asegurar. ceto, V. atanasia Tañada, tañado, tanador, V.
Aun menos fundado sería relacionar con el irl. tenería
med. tám «rest, repose», gaél. támh «rest» (a base
de la idea de ’pósito, heces’)'. M ás razonable era T A N AGRA, aplicado a estatuitas de barro co­
Simonet (s. v. tam m um ) al sugerir que de la raíz 40 cido del tipo de las que se encontraron junto a
de lamo derivara el bereb. atmu, atem m u, afjem- la ciudad de Tánagra, en Beocia. 1.a doc.: Acad.
m un, ár. marroq. tem m ün ’almiar’ que al fin y al 1925, n o 1884.
cabo es un depósito de paja. Esto podría indicar­ L a acentuación errónea que se ha generalizado
nos que tamo pertenezca al substrato ibero-líbico se debe a la im portación moderna del vocablo, sa­
y no al celtibérico. N o ignoro que Schuchardt (R o­ 45 cado de libros franceses o ingleses.
mán. Lehnw . im Berb., 52) aseguró que este vo­
cablo bereber es préstamo del lat. t e m o , - o n i s , Tañedla, V. tina Tanamientra, V. mientras
’timón de carro, de arado’ (y alguna vez ’pértiga
en general’) suponiendo que pasara a designar el T A N D A , voz peculiar del castellano y el ca­
palo del almiar y luego el almiar, pero esto, que 50 talán, de origen incierto; como ya aparece en Ca­
no pasaría de ser una conjetura audaz si no exis­ taluña en el S. X III, y en Aragón en el S. XIV,
tiera atm un y aíjemun en el propio bereber con es imposible que sea voz de etimología quichua,
el sentido de ’timón de arado’9, puede ser o no como creyeron algunos; probablemente del ár.
ser cierto, y no debemos jurar in verba magistri'0. tanzim ’disposición en orden, en serie’, ’arreglo,
En conclusión nada sabemos seguro respecto del 55 regulación’, que en el árabe vulgar de España se
origen de tamo. Comp. T A M IZ . pronunció tánden. 1.a doc.: 1323; 1414.
D e r i v . Entornar. E n las Ordinaciones de Qarago$a dictadas por
1 De ahí vendrá el sant. tarma ’leña seca’, Ca- Fem ando I en esta fecha el vocablo aparece con
branes tarmo ’caña de maíz’, Sajambre tarmear un sentido constante y muy preciso: ’cada una de
’podar árboles’ (Fz. Gonzz., Oseja, 356).— 2 En 60 las partes en que se va pagando periódicamente

V. — 26
una cantidad de dinero’; así «salario e pensión al les, así como en los de h. 1400 publicados por
dito jutge de menores causas... cada un anyo mil Castro, en APal., N ebr. y PAlc., y aun en G. de
sueldos por el mayordomo de la Ciudat, a él en las Casas, Percivale y O udin (1616), siendo Co-
dos tandas eguales, la una a 15 dias de deciem- varr. el prim er lexicógrafo que la recoge'. Pero
bre e la otra por todo el mes de abril», «al dito 5 ya a med. S. X VI se empieza a encontrar en Cas­
executor assignamos de salario ordinariamente ca- tilla: tandar entre la cruz y el agua bendita: /
dahun anyo 300 sueldos en quatro tandas eguales cuando alguno se desmanda, / es manera de ha­
a ell por el mayordomo de la C iudat... pagaderos», blar / decir que entre la cruz anda, / como que
«salario... al dito mayordom o... assignamos 75 acaba su tanda / [hasta que le hagan callar]» Se­
lliuras jaquesas, las quales él mismo en sí reten­ 10 bastián de Horozco (B R A E II I, 130), «no quie­
ga en dos tandas de medio en medio anyo», «sa­ ro que digan que estoy a puerta de semejante,
lario tatxamos a los ditos X II e notario de cada aguardando tanda, como quien va al hom o, o al
cient sueldos jaqueses pagaderos en tres tandas, molino a moler» L ope de Rueda, «como n o había
a ssaber yes 50 sueldos a cadahuno dellos quando otra por el presente, cúpome a m í la tanda» Pí­
darán la copia... e cada 25 sueldos quando...», etc. 15 cara Justina, «y aunque comiendo tan poco, y
O tro ej. arag. del mismo sentido, que no puedo bebiendo tan mal, no se puede cum plir con tan­
fechar con seguridad, pero que será tam bién del tas [damas], por su tanda todas están contentas»
S. XV, se encuentra en las Observantiae Regni Que vedo’. En Cervantes se nota la aplicación per­
Aragoniae, citadas por D u C., con la definición sistente a la cantidad de azotes que se da a una
demasiado estrecha ’pagos atrasados’; pero hay do­ 20 persona de una vez, no sólo en los que debía ad­
cumentación anterior a é sta : así en un doc. de ministrarse Sancho para desencantar a Dulcinea
1323 puede leerse: «o por les tandes, cadauna (Quijote II, xl, 152; xlviii, 183; lxxi, 273), sino
por su tiempo» y en otro de 1387: «los ditos 666 tam bién en u n ambiente francamente ham pón, en
florines, délos ditos 27 mil sol. en cadaun anyo, el Rinconete: «prendiéronm e... se contentaron con
segunt dito yes, lo que restara de los ditos 27 mil 25 que me arrimasen la aldabilla y me mosqueasen
sol. dedes e pagedes en tres tandes o plazos» (en las espaldas... tuve paciencia... sufrí la tanda y
otros documentos aparece la variante tantes) mosqueo» (Cl. C., p. 140), donde se revela la po­
(Baer, Die Juden, pp. 236, 600). En escritores sibilidad de que el vocablo penetrase en Castilla
de Castilla el vocablo aparece más tarde, pero en calidad de térm ino de galeras, como otras pa­
ya está en el prim er tomo de la Historia de Fz. 30 labras catalanas y mediterráneas.
de Oviedo, escrito en 1535, en el sentido de ’tu r­ En efecto, esta voz, ajena al portugués y a los
no’, hablando de los ganchos de la papaya, ár­ dos romances de Francia, donde aparece primero
bol antillano, que cada uno da sus frutos y se se­ es en el idioma vecino del Levante. Aquí lo encon­
can «e corr.plida la tanda de todos, todo el árbol tramos ya en el dicc. de rimas de Jaume Marc
e tronco principal se secan» (I, 324). En efecto, 35 (1371) (lín. 194), en u n doc. mallorquín de 1386
es palabra muy usada en los cronistas, leyes y («de les tandes del aigua per molre forment», An­
docs. de Indias, especialmente aplicándola a los tonio Pons, Libre del M ostassaf de Mallorca, p.
indios que iban alternándose en turno en las ta­ 318), y ya figura en una obra de Eiximenis de los
reas que les im ponían los encom enderos: así en últimos años del S. X IV : «en convit o en noces...
M arino de Lovera, con referencia a Chile (1553) 40 guarda-hi aquests nodrim ents... que prengues per
«pasaban de 20 mil los que venían a trabajar por tandes les partides de la vianda ab covinentea de
sus tandas, acudiendo de cada repartimiento una temps e de tem pre, e no cuitadam ent ne sober-
cuadrilla a sacar oro para su encomendero»; «ca­ ga»3; está luego en la traducción de Alain Char-
da curaca tenía tasados los indios que había de tier por Francesc Olí ver (med. S. X V ): «cert
enviar y mudábanse por las mitas o tandas» H e­ 45 a(s)segar-ho [’arreglar, preparar, disponer’] cové
rrera; «los que tuvieren el gobierno de los indios una volta, / a tots los bons lur tande ho endret, /
com putarán el tiempo de las mitas y repartim ien­ e al degut d ’amor fer paga solta, / qui sus franch
tos, de forma que no sean llevados al trabajo se­ cor ha de pendre algún dret» (Canc. Cat. de la
gunda vez, hasta que llenos los números de la p ri­ Univ. de Zaragoza, p. 288). Y después es fre­
mera tanda, se hayan de repartir en las siguientes» 50 cuente en las primeras partes de Tirant lo Blanc
en las Leyes de Indias del S. X V II (más citas (h. 1470): «puix a mi toca la tanda...», «puix vo-
indianas en Lenz, Dicc., 707-10). Pero en las pro­ saltres haveu parlat, la tanda ve a mi», «e com
pias Indias esta aplicación especial no es la más a aquest Albanés venia la tanda de la sua guayta
antigua, según muestra el pasaje de Oviedo, y este a menjar e beure...» (y otros ejs. antiguos en Ag.).
de las resoluciones del Cabildo de Santiago de 55 Pero todavía es más antiguo, puesto que ya apare­
Chile, en 1583 : «cada uno de los señores regi­ ce en el Blanquerna de Lulio, que es de 1285, y
dores, por su tanda, salgan cada domingo a casti­ precisamente en el ms. coetáneo: «que cascuna
gar los borrachos». En la Edad M edia debió de ser dona legís alcun libre... segons que cascuna dona
voz poco conocida o ignorada en Castilla, pues venria per tanda e per orde» (cap. 26, N . Cl. I,
falta en los varios glosarios de escritores medieva­ 60 154.1), y sin duda hay que leer tanda en lugar de
tarda en la glosa con que R. M artí, siglo X III Wagner y M -L. (R E W 1 8562), pero ya De G re­
(p. 453), explica el ár. dáula ’turno, tanda de riego, gorio y Bertoni vieron que era préstamo español,
lección que le toca dar a un maestro, etc.’; en y entonces esta evolución fonética es imposible.
efecto, la lectura tada { = tanda) está clara en el Sin embargo, como la etimología de nuestro vo­
ms. de R. M artí, me dice el Prof. David Griffin. 5 cablo presenta considerable oscuridad, cabe que al­
Desde el catalán más bien que del castellano, de­ guien se pregunte si, contra las apariencias crono­
bió de pasar el vocablo a Sicilia y C erdeña; apa­ lógicas, no pudo el catalán tom ar el vocablo de
rece en textos sicilianos de 1570 y del S. X V III, Sicilia o Cerdeña, durante la dominación catala­
con el sentido de ’cantidad que se paga de una na en estas islas desde los SS. X III y X IV : des­
vez’, ’contribución impuesta a un lugar en dine­ 10 de el punto de vista semántico la etimología t a n -
ro o en soldados’, y con este sentido perdura hoy t u m es tentadora, y en el Sur de Italia es norm al
tanna en Sicilia (Zaccaria, p. 506; Bertoni, A R om . el cambio de N T en nd; pero aun desde el punto
II, 93n., 214; Traína)1, y tanda corre en Cerdeña de vista siciliano esto no es posible, pues si n i
con el valor de ’participación o cupo’, ’tarea fi­ pasa a nd, no llega en cambio a nn, y tanna es
jada para un día’ (M. L . W agner, A S N S L C X L, 15 como hoy se pronuncia en Sicilia, lo cual prueba
240). que n d es primario y no secundario en este vo­
Todos los estudios que se han escrito hasta aho­ cablo. ¿Se podrá imaginar que tanda derive del
ra acerca del origen de palabra tan im portante, an­ logud., sic., it. merid. y dalm. tando ’entonces’,
duvieron radicalmente desorientados por haber par­ rum . ant. tind... tind ’ora... ora’? Ésta es pala­
tido del uso en América o en Italia, creyendo que 20 bra ya antigua, pues aparece en textos sardos del
era originaria de estos países, cuando la cronolo­ S. X II, y debió de crearse a base de q u a n d o según
gía demuestra que a ellos llegó importada. Lenz el modelo de la pareja t a n t u m - q u a n t u m 5. N o es
creyó resolver terminantem ente la cuestión par­ inconcebible que sustantivando un tando, una tan­
tiendo del quichua, a pesar del reparo de Cuervo da, como si dijéramos ’un entonces’, se pudiese lle­
en vista del uso por Fz. de Oviedo, quien escri­ 25 gar a ’un turno’, pero hay que convenir que esta
bía muy lejos del Perú en los mismos años en que suposición es m uy forzada, y en este caso también
se iniciaba el descubrimiento y conquista de aquel sería preciso adm itir que los catalanes tom aron en
país; sin embargo, Lenz, obcecado por el uso tar­ préstamo el vocablo de sus posesiones italianas;
dío del vocablo en las «mitas» indianas, siguió ase­ ahora bien, es verdad que entonces el catalán se
gurando que la etimología quichua «no deja la 30 apropió muchos italianismos, pero no conozco un
menor duda», y esto siguen diciendo hasta ahora solo caso de sardismo o sicilianismo en catalán:
los americanistas (Hz. U reña, R F E X X II, 175; era la lengua común la que aprendían los catala­
Friederici, A m . W b., 589) desoyendo la voz de nes en Sicilia y no el dialecto local, y en C erde­
Hanssen (A U C h . 1911, pp. 11-12 de la tir. aparte) ña trataron de im poner su propio idioma, con bas­
quien les señaló la aparición del vocablo en los 35 tante éxito por cierto, sin preocuparse de los ver­
textos aragoneses de 1414. ¿Hará falta seguir cla­ náculos isleños. En fin, el Blanquerna es sólo dos
mando en vano, ahora que sabemos que en Cata­ años posterior al prim er desembarco de los catala­
luña ya era corriente en el S. X III? Podría ser, nes en Sicilia o en cualquier tierra italiana, y el
y así no estará de más observar que el quich. tanta Vocabulista de R. M artí quizá sea todavía más
’cosas juntas, apeñuscadas’, tantani ’juntar, con­ 40 antiguo. En conjunto esta suposición es increíble“.
gregar’, aun admitiendo que sea voz realmente in­ Y se impone buscar alguna etimología ibero-
dígena, en los diccionarios del S. XVI que cita rromance. No es tan disparatado como creía
el propio Lenz (aunque los hispanismos penetraron Lenz partir, según sugirió Larram endi, del vasco
pronto en este idioma), está bastante alejado del txanda, que en efecto significa ’tu rno’ en G ui­
sentido de la voz hispana, y sólo en los dicc. del 45 púzcoa y quizá en Vizcaya (Azkue), y el adverbio
S. X IX se registra la ac. ’reunión de hombres, txandaka ’a turnos, por veces’ revela cierto arraigo
tropel de animales’, probablemente debida al in­ en el idiom a: está claro que txanda es diminutivo
flujo del cast. tanda por el empleo de éste en las o hipocorístico de tanda, que con el mismo sentido
mitas de indios; en cuanto a las otras acs., da­ corre en el valle de Roncal. Pero la verdad es que
dos los varios derivados quichuas de esta raíz que 50 apenas cabe dudar que esta palabra no es indíge­
ya se encuentran en el dicc. de Santo Tomás na en vasco: ya su escasa extensión geográfica lo
(1560), es probable que correspondan a una pala­ sugiere, y además se ha observado con razón que
bra aborigen, sin que tenga nada de sorprendente no hay nombres de lugar que empiecen p or T -
la vaga coincidencia fonética con el cast. tanda, en Navarra (B. Pottier, en Actas de la 1.a Reunión
palabra de estructura poco complicada. Con esto 55 de Toponimia Pirenaica en Jaca), así que proba­
espero que quede enterrada esta etimología ame­ blemente el protovasco debía de carecer de pala­
ricana. bras con esta inicial (en efecto llama la atención la
Suponiendo que tanda fuese voz siciliana se po­ cantidad muy preponderante de los extranjerismos
dría adm itir fonéticamente que viniera de TANTUM en la letra T de Azkue). No creo, pues, que se
(como ya dijo Covarr.), según afirmaron Nigra, 60 trate de una palabra aborigen vasca relacionada
con tanta ’gota’ (a base de ’u n poquito’, pero qui­ con el sentido «disposition en ordre, en série; or­
zá tanta viene, en sentido contrario, de tanda), ganisation», y Bocthor en el de «compassement,
mas quizá sí se podría suponer que el vasco tanda régularité froide et affectée». Ahora bien, la con­
venga del lat. t a n t u m , con la evolución de N T en sonante ? en el vulgar de España se confundía
nd, que es regular en vasco. L a primera aparición 5 con la d, como sabemos por lo sistemático de esta
de tanda en aragonés apoyaría incluso este punto transcripción en PAlc. y en los textos astronó­
de vista ; pero no creo en él : sorprendería la muy micos alfonsíes, así como en los arabismos his­
antigua propagación a Cataluña, y el terreno de pánicos (Steiger, Contrib., 169-173), y de hecho el
los conceptos jurídicos y abstractos no es el más propio PAlc. transcribe andámt el ár. ’an?ámt,
apropiado para los vasquismos : es, pues, de creer 10 que es otra forma del verbo en cuestión («notar en
que el vasco tanda sea castellanismo, aunque ya metro»). Por otra parte cuando la sílaba anterior
algo arraigado. es cerrada o larga el hispanoárabe solía trasladar
Puesto que en Cataluña es donde aparece nues­ a ésta el acento de la sílaba última, según es bien
tro vocablo por primera vez, hay que m irar si la conocido, de suerte que es de creer que tan?im se
fonética catalana nos señala alguna pista; ahora 15 pronunciara tándim en España, y puesto que este
bien, -nd- no representa en catalán el grupo pri­ vocablo significaba ’disposición en serie’, ’arreglo,
mitivo - n d - (que en catalán se reduce a -n-), y regulación’, era natural que el romance lo cambia­
sólo puede resultar de la síncopa de una vocal en­ ra en tanda eliminando una terminación extranje­
tre las dos consonantes, como en venda v e n d i t a , ra. Nótese además que la I se pronunciaba como
renda r e n d i t a , adondar a d - d o m i t a r e , condor *co- 20 e en contacto con las enfáticas (V. B A R R E N A ),
m i t o r u m , etc. Sin embargo de esta manera no se ve y la -m final sonaba -n en el árabe de España
étimo alguno, por lo menos en latín ; podríase a lo (BD C X X IV , 28); ahora bien, el cambio del plu­
sumo imaginar un * t a n t í t a s paralelo de q u a n t i ­ ral *tándens en tandes era m uy fácil en catalán,
t à s, con el sentido de ’una cantidad, un tanto’ lengua que desde el S. X III había empezado a
(comp. la ac. de los docs. aragoneses, y la tanda de 25 vacilar entre los plurales como vérgens, homens,
azotes), teniendo en cuenta que en bajo latín se en­ fréixens y las formas modernas verges, homes,
cuentra alguna vez tantillitas en sentido análogo freixes (A IL C II I, 164). Según el modelo del si­
(S. IX , Baxter-Johnson), y el resultado fonético se­ nónimo orde, plural órdens (con el cual se apa­
ría ciertamente tandes en catalán, mas para ello ha­ rejaría últim amente tanda, según ocurre en el pa­
bría que suponer u n cultismo (jurídico), de otro 30 saje citado de Lulio), del plural *tándens se sa­
modo no se explicaría la conservación del nomina­ caría u n singular tande, femenino lo mismo que
tivo, cultismo tratado según la fonética popular, lo orde. Es sabido que en la mitad del territorio
cual constituye una contradicción flagrante. T am ­ catalán -e y -a suenan igual, y en todo el territo­
bién hay que renunciar a esta idea. Y ante la difi­ rio los singulares en -a hacen el plural en -es.
cultad de dar con un étimo latino o germánico, el 35 De ahí el paso de tande a tanda, excelente com­
grupo -nd-J que en catalán es por lo general un probación de la procedencia catalana; y ahora
signo de extranjerismo, nos lleva naturalm ente a tenemos la forma tande bien documentada en los
sospechar una etimología arábiga. citados documentos judeo-aragoneses del S. XIV
Ahí es difícil hallar algo satisfactorio : el sis­ (además de Francesc Oliver).
tem a morfológico y fonético del árabe dificulta 40 Tam bién apoya la idea de que el ár. vg. tánde{m)
enorm emente la búsqueda etimológica en una pa­ entrara p or el cat. de Valencia al uso general catalán
labra en í-. Quizá habrá que esperar a que en lo (de donde luego a Aragón y en fin a Castilla) es
venidero a un arabista especializado se le depare que en catalán y especialmente en el de Valencia
la solución por una afortunada casualidad. M ien­ está muy arraigado como término de riego y de
tras tanto hay en este sentido algo que n o carece 45 acequiaje. Así, p. ej. en la comarca de Játiva, ha­
de probabilidades. T anzim es el nombre de acción blando del derecho que tienen los de Novetlé a
y abstracto correspondiente al frecuentísimo y po­ regar parte del tiempo con aguas de la Acequia de
pular verbo ná?zam que R. M artí traduce «ordi­ la Vila, se dice que «es tanda del desé a l’onzé
nare», que el egipcio Bocthor explica en sus varios dia». Usos como éste se oyen en todas partes y
matices por «disposer», «distribuer», «établir, ré- 50 constituyen, ya desde antiguo, la fraseología popu­
gler», «ordonner», «mettre en ordre», «organiser», lar más frecuente en que se emplea la palabra
«rajuster», «ranger», «réformer», «régler», «régu- tanda, como lo muestra la glosa tanda en el Voca­
lariser», «accommoder», etc. (Dozy, Suppl. II, bulista del S. X III atribuido a R. M artí, donde
688), y Beaussier dice que es en Argelia «disposer aparece traduciendo al ár. dáyXa ’turno de riego’.
en un certain ordre, en sèrie; composer, bien pro- 55 El andaluz dómida ’tanda, tonga, tongada’ [Aca­
portionner; organiser; dresser, rédiger une pièce demia falta aún en 1843], no parece tener re­
officielle»; bastaría saber que existe este verbo pa­ lación con nuestra palabra’. T am bién es posi­
ra tener la seguridad de que se empleó el abstrac­ ble que el valenciano tanda de moltó «despojo del
to correspondiente tanzim , pero esto además nos carn ero : el vientre, asadura, cabeza y manos»
consta especialmente, pues Beaussier lo registra 60 [S. X V III, Sánelo; Escrig] sea sólo u n hom óni­
mo, aunque sería posible explicarlo a base de: nografía; hoy todavía se dice tanguer en gallego
’arreglo’. (forma analógica) para «agarrar o atraer algo con
D e r i v . Atandador. Entandar. Tandeo. gancho o con la mano, como la fruta de los ár­
1 «Q uando va por personas que cada uno ha boles, etc.», «estimular el ganado» ( < ’tocarlo con
de cum plir la obligación y carga que se le pone» 5 aguijada’) (Cuveiro). Tango y tángano serán m u­
la llamamos tanda; tanda algunas vezes signi­ cho más antiguos, aunque no se encuentren en
fica lo m esmo que tarea, y lo que se señala de dicc. anteriores a A ut., lo que no es extraño en
labor y trabajo en u n día»; A ut. confirma a vocablos de esta naturaleza. El juego del tángano
Covarr. precisando «la alternativa o tu m o que; ha tenido siempre gran popularidad, y así no es
han de tener o cum plir muchos por obligación 10 extraño que se generalizara el sentido partiendo
o por empleo» y añadiendo «lo mismo que ton­ del hecho de emplear como tángano u n palito. D e
ga o tongada».— 2 Ejs. del S. X IX en Amunáte- aquí tángano ’rama seca de u n árbol’ en Burgos
gui, B R A E V III, 383-5.— 3 N . Cl., pp. 48.16 y y Salamanca, ’raíz de urce que se usa como com­
140. Verdad es que las palabras per tandes no bustible’ en León, arag. tangano ’astilla que se
figuran en el ms. A , de fines del S. X IV , pero: 15 hace con una sierra’ (en Plan y G istáin, B D C
sí en el C, que es posterior de muy poco.— 1 N a­ X X IV , 181), port. tango «ramo seco» (Fig.), tan-
da tiene que ver con el abruzo y romano ta n n f ganho «lenha seca» en el Algarbe (R L IV, 337),
’tallo’, contra lo que sospecha Rohlfs (L itb l. «estilha^o de madeira, cavaco ( = ’estilha ou lasca
X L IV , 124), que quizá no entendió bien el sen­ de madeira’)» en el Alentejo (R L IV, 75) y en
tido de la palabra siciliana. L a del Lacio y A bru­ 20 otras partes (Fig.), Beira tanganéu ’chito, tánga­
zo sugiere Rohlfs que se deba a u n cruce de no’, y seguramente port. tangió «viga posta ao
THALLUS con THAMNXJS.— 1 M. L . W agner, W ie­ alto, á qual se prendem bastidores de teatro». No
ner Sitzungsber. CXLV , v, 66; V Rom . IV, 249; es admisible el supuesto de Spitzer (Lexik. a. d.
Jud, A S N S L C X X II, 430.— 5 Conozco dos ejs. K at., 126-7, 161), aceptado por M -L . (R E W S
de tando por tanto en mss. hispánicos: «ca 25 8559), de que tángano y su familia deriven del
m ’atrevo tando no feyto seu» en el Canc. p ortu­ verbo fr. tanguer ’cabecear (el barco)’, térm ino
gués de la Vaticana (pero tanto en el ms. Colocci- náutico de origen escandinavo, completamente aje­
Brancuti, vid. Lang, Canc. de D. D enis, v. 1690), no a la Península. Tam poco parece haber relación
y «nunqua en tandos días lazró más nul christia- alguna con el térm ino jurídico fráncico tanganutn
no» en Berceo, M il., 810c (ms. I, tantos en A). 30 ’obligación legal de prestar declaración ante juez’
Pero en el Cancionero de la Vaticana debe de (que estudia Gamillscheg, R . G. I, p. 165).
ser italianismo del copista, y el ms. I de Berceo D e r i v . Tango [Acad. ya 1817] ’chito’ ( > vasco
es moderno (S. X V III), de suerte que aquí será tango id.). Tanga id. palenc., segov., vallad. T an­
lapsus mom entáneo ocasionado por la d de días. ga (de plumas) ’manojo’ arg. (Levene, H ist. de la
D e todos modos costaría m ucho adm itir que un 35 Nación Arg. I, 462, 465): o ¿voz aborigen? Tán­
lat. vg. * t a n d o , igual a la forma suditaliana-dal- gana ’tángano, chito’ ast. (R), arag., and., zam or.;
mática-rumana, haya existido en la Península tángala ast. (V ); tingara arg.1; tarángana. T an­
Ibérica sin dejar otras huellas que éstas tan dé­ ganillo [Aut.]', en Cuenca ’sitio donde se coloca
biles y problemáticas.— 7 Suponer a base de éste en el m onte la jaula con el reclamo de perdiz’
que tanda pueda venir del gót. t a m í d o partici­ 40 (que Spitzer cita del Voc. M urciano de Sevilla).
pio pasivo de t a m j a n ’domar, sujetar’, pasando En tanganillas [Aut.], por la posición insegura del
por ’cosa obligada’, sería muy audaz y poco co­ tángano. E n tenguerengue ( < *tanganengue) and.
rriente, tanto menos cuanto que la ac. de tanda ’en tanganillas’. Entanguiñado gall. ’aterido de
más antiguamente documentada es ’turno, por­ frío’ ( < ’hecho palo’); entanguecer gall. ’tiritar
ción’ y no ’servicio o paga forzosos’. 45 de frío’.
1 «Tem blaron sus diez años tristes... ¡Ah, trein­
Tañería, tanero, V. tenería ta centavos! Mecánicamente hurgaba sus bolsi­
llos... pero sólo alcanzaba a tocar el trom po, su
T Á N G A N O , ’chito’, derivado del sinónimo tan­ piolín, la tángara y unos platillos de cerveza, po­
go, y éste probablemente del antiguo tañer ’tocar 50 bres amigos de sus momentos de soledad y ocio»
un objeto’ (cuyo presente antiguo era yo tango, (E. Peralta Andrade, diario Los Andes, 4-V I-
que yo tanga). 1.a doc.: Aut. 1941).
Como ya dijo este dicc. «pudo decirse del verbo
tango, porque gana el que le toca»; de la misma Tangencia, tangente, tangible, tangidera, tangir,
opinión es M . P. (Festga.be Mussafia, p. 392): 55 V. tañer Tango, V. tángano
como tañer valía todavía ’tocar" en general en la
Edad Media, y conservaba formas como yo tango, T A N G O ’baile argentino’, aparece prim eram en­
que yo tanga, etc., era regular el postverbal tango, te en el sentido de ’reunión de negros para bai­
de donde derivó después tángano con el consa­ lar al son de un tam bor’, y como nom bre de este
bido sufijo átono, estudiado por M . P. en su mo­ 60 tam bor m ism o: éste será el sentido primitivo y
es probable que se trate de una voz onomatopé- b o r e s (S. Jz. Sánchez, R D T P II I, 307-8); mi
yica. 1.a doc.: 1836, Pichardo (1862). amigo Armas, que es herreño, solía describírmelo
Este dicc. de voces cubanas define «reunión de por los años 1950-60.
negros bozales para bailar al son de sus tambores L o que más me inclina a creer en una creación
y otros instrum entos». Salvá en su dicc. (ed. 1847) 5 onomatopéyica antes que en un africanismo es
lo da como «baile de gente del pueblo» en M é­ que tangue se empleó ya en N orm andía en el
jico. E n la Acad. está ya en 1869 (no 1843) como S. X V I como nombre de cierta d an za: «la gues-
«reunión y baile de gitanos», hasta que en 1899 tiere, / qui faict les bonnes gambades, / la tangue
se sustituye por «fiesta y baile de negros o de et estourdions...» (Rom. XXXV, 407; X XXVI,
gente del pueblo, en A m érica; música de este 10 295). N o creo que haya relación directa entre esn
baile»; como «baile de ínfima clase» lo anota el palabra dialectal francesa, poco extendida, y el
chileno Echeverría en 1900. Como baile de socie­ tango español, sino más bien creación paralela con
dad argentino no lo registran los diccionarios de iguales elementos onomatopéyicos. Para que tango
argentinismos de G ranada, C. Bayo, G arzón, Se- viniese del lat. tangere ’tocar’ sería preciso que se
govia, pero le da entrada la Acad. en 1925 ad­ 15 hubiera tom ado del gallego, donde tanguer es ’to ­
viniendo que «se im portó de América a principios car’, ’toque, música’ (Valí.) y tangueiro parece ser
de este siglo», y Pagés casi por el mismo tiempo ’músico’ o ’gaitero’ (Valí., y Pz. Ballesteros, Canc.
transcribe ejs. recientes de esta ac. en Pardo Ba- Pop. Gall. II I, 205), mas para ello sería indispen­
zán, y en la escritora m urciana o andaluza Flora sable que tango estuviese arraigado en Galicia, de
Osete, quien compara el tono triste del tango ar­ 20 lo que no hay dato alguno. Tam poco creo que haya
gentino con, la alegría del ttango andaluz» (comp. relación entre tango y el fr. tanguer ’cabecear (el
el «baile de "gitanos» de la Acad. en 1869). En buque)’ o el cat. y prov. trangoQ) ’torm enta, olea­
1922 escribe el colombiano Sundheim , refiriéndo­ je’ (para el cual V. mi breve nota de Festschrift
se al famoso coro o habanera de la ópera Marina, Jud, 567). Para el port. tangomao ’portugués afri-
que su autor J. E. Arrieta «señaló el ’modo’ con 25 canizado’, a que se refiere O rtiz, vid. Leite de
las palabras tem po di tango, como si presentido V., R L V, 80.
hubiese que esa clase de música nos la habían de D e r i v . Tanguillo and. ’peonza que se hace bai­
servir sesenta y pico de años después con el nom ­ lar con u n látigo’ (AV). Tanguear ecuat. ’caminar
bre de tango». ebrio haciendo eses por las calles’ (Lemos, Bar-
De este conjunto de datos se desprende que el 30 barismos Fon., p. 130), palabra que en este o en
nombre del tango argentino no es especialmente el sentido de ’bailar el tango’ se emplea en otras
rioplatense en su origen, y que los datos más anti­ muchas partes.
guos lo aplican a una reunión popular de baile
más que a una danza específica. Teniendo en T A N G Ó N , del fr. tangon id., y éste de tanguer
cuenta la tem prana aplicación a negros, no parece 35 ’cabecear (el buque)’, porque estando los tangones
desencaminada la idea de Fernando Ortiz (Afrone- en la punta de proa cabecean más que el resto
grismos, pp. 447-8, con más datos acerca del tan­ del b u q u e; el origen de tanguer es incierto. 1.a
go cubano) de derivarlo de una palabra africana, doc.: Acad. 1884, no 1843.
teniendo en cuenta que en el Calabar (Níger cen­ El fr. tangon ya está en 1836 y en Jal (1848).
tral) tamgu o tuñgu es la palabra que significa 40 Parece evidente que va con el verbo tanguer, ya
’bailar’. Sin embargo, si, como parece, tiene esta documentado en 1611, de origen incierto. Jal pro­
palabra una difusión meramente local entre los pone derivarlo del ags. thancian ’dar las gracias’
idiomas bantúes, esta etimología no puede mirarse (por las inclinaciones del que agradece), lo cual
como segura. Es m uy verosímil que se trate de es increíble, o del ags. tengan ’apresurar’, ’apre­
una onomatopeya tang, expresiva de un tañido 45 surarse’, ’proceder con violencia’ que tampoco con­
grosero de tam bor o de otro in stru m en to : nó­ viene por el sentido. Sainéan, Sources Indig. I,
tese que según Pichardo el tango de los negros cu­ 182, cree que se sacó del norm . tanquer, que
banos se baila al son de un tam bor, y que se­ realmente se ha empleado en el sentido de tanguer,
gún M em breño tango es el nombre de un tam ­ y que además significaría ’estancar’, ’estancarse’,
bor tocado por los indios de H onduras. Con esta 50 ’desbordarse’ (tanquer es variante de estanquer,
evolución semántica comp. la del africanismo rio­ étancher, herm ano del cast. E S T A N C A R ): desde
platense candombe ’tambor en que golpean los esta últim a ac. se habría pasado a ’cabecear’, pero
negros para acompañar su baile’ y ’baile grosero esto no convence. Gamillscheg (E W F S, s. v.), se­
de negros’. guido con dudas por Bloch, y más decididamente
Para la explicación onomatopéyica, llama la 55 por W artburg (en la 2.a ed.), parte del fris. tün-
atención Spitzer hacia el alemán tingel-tangel ’ca­ geln ’oscilar’, ’bambolearse’, junto al cual existe
baret, dancing’ (M L N L X X IV , 130-1). Tango es una variante apofónica tange; pero aun suponiendo
tam bién un baile típico de la isla del H ierro, ejecu­ la existencia de un verbo frisón con vocalismo a,
tado por cinco o más parejas, algo parecido a la es poco verosímil la extensión al francés de una
jota, con música de castañuelas, flauta y t a m ­ 60 palabra sólo frisona. Quizá el vocablo francés, co­
mo el frisón, sea creación expresiva del movimien­ que valiessen m enor suma de • cxx ■mil dineros»
to balanceante. L a etimología de Joret aceptada APal. 213d, comp. tantar (?) 486d; ejs. clásicos en
por M -L. (R E W 8559) escand. ant. tangi ’punta Aut.]; tanteador; tanteo [fin S. X VI, Aut.].
de tierra que se proyecta en el m ar’, ’punta de un C p t . Atan [Cid] y atonto [C id ; Berceo, M il.,
cuchillo o espada’ ( > ingl. tang ’punta de obje­ 5 83c; Bello, Gram. ed. 1936, § 389 y nota] ant.,
to metálico’) es tam bién insegura, pero se haría comp. alai s. v. T A L . Entretanto [h. 1290, 1.a
más verosímil suponiendo que tangi diese *tan- Crón. Gral., 398a54, 647a25; N ebr.]. Tam bién
gue en francés antiguo como nom bre del tangón, [doc. de 1200, Oelschl.; Berceo; vulgarmente
y que de este *tangue derivaran por una parte tamién en ast., santand., minhoto, val., arg. y en
tangon y por la otra tanguer (de tangi viene sin 10 muchas p artes]: con el valor de ’asimismo, igual­
duda tangre «l’extrémité du couteau qui est dans m ente’ es compuesto común a los tres romances
le manche», docum entado en un texto picardo del ibéricos y la lengua de Oc. Tampoco [princ.
S. X III, R om . X LV , 219, y G od. V II, 638). S. X III, Tres Reys, O elschl.; «aeque minus»
N e b r.]: común al cast. con el cat. y el oc. mo­
Tanguillo, V. tango Tánico, tanino, taño, ta- 15 derno2 (port. tam bém nao).
novia, V. tenería Tanque, V. estancar 1 Aquí tiene evidentemente el sentido de ’ten­
tar, ir a tientas’, en u n pasaje ú n ico : «perdieron
T A N T A L IO , por alusión a Tántalo, personaje la memoria, ca bien lo merecieron / ... / fueron
mítico, condenado a estar sumergido en agua hasta pora la puerta, hallar non la podieron, / andavan
la barba, pero sin poder pro b arla: se dió su nom ­ 20 en radío... / Andavan tanteando de rencón en
bre a este metal por lo mucho que le cuesta absor­ rencón / ... / oras davan de rostro, oras de los
ber los ácidos en que se le baña. 1.a doc.: Acad. costados» M il., 886a. Verdad es que I trae to­
1925, no 1884. teando, lo cual cuesta más de adm itir (como d e - '
D eriv . Tántalo [APal. 29d; Acad. 1936], nom ­ rivado de a tatas) aunque no es del todo inconce­
bre de una ave acuática. 25 bible. El caso es que tantear en el sentido de ’ir
a tientas’ es hoy general en la Argentina, hasta
T A N T Á N , onomatopeya. 1.a doc.: Acad. 1884, el extremo de que tentar es allí desusado, y
no 1843. palpar poco usual, como he podido comprobar
Otras onomatopeyas parecidas. Tan tan ’sonido repetidam ente; igualmente al tanteo sustituye a
del tam bor’. Tantarantán [Aut.] o tantarán. Talán. 30 la locución a tientas: «tanteando en la oscuri­
dad... su vacilante mano se posó sobre el pe-
Tantanico, V. adoquín : cho» Alberto Córdoba (La Prensa, 4-V IIÍ-1940),
«Pablo preparó, al tanteo, una cama con sus pil­
T A N T O , d el lat. t a n t u s , - a , - um , ’tan gran d e’. chas» id. (ibid. 28-IV-1940), ta l tanteo extrajo
1.a doc.: o ríg en es (Cid, etc.). 35 de bajo el lecho un par de botitas raídas» G ui-
Voz de uso general y común a todos los rom an­ raldes (D. S. Sombra, ed. Espasa, p. 34). Ahora
ces; el estudio de sus usos pertenece a la G ra­ bien, aunque hoy no se registra este uso en otros
mática. El sustantivado tanto ’unidad de cuenta’ países hispanoamericanos (comp. tantear ’poner­
está ya en N ebr. («t. o contante para contar: cal- se una persona en acecho’ en mej., hond. y per.,
culus»), Afín a t a n t o s era el adverbio latino tam , 40 M alaret) ni lo admiten A ut. ni Acad., y aunque
de uso equivalente al tan romance, que en forma parece muy grande el hiato cronológico desde
análoga existe en los tres romances ibéricos, en Berceo hasta Guiraldes, creo que no sería dem a­
lengua de Oc y en sardo: no es posible decidir si siado difícil colm arlo: O udin define «aller á tas-
estas formas proceden de tam (lo cual admite co­ tons, taster», además de «sonder, considérer; ma-
mo posible M -L ., R E W 8546) o del neutro t a n - 45 nier, essayer», «compter avec jettons, calculer, ta-
tum apocopado (tal como m uy de m ultum ), como xer, cottiser, m ettre prix, tauxer, estimer». Desde
prefieren Ascoli, A G I V II, 586, Hanssen (Sobre luego el sentido primitivo fué ’calcular’, luego
un Compendio de Gram. Cast., 'ir. ap. de A U C h. ’examinar con cuidado u n asunto, explorarlo’, de
1908, p. 12) y Rohlfs (A S N S L C L X X II, 274); donde podía llegarse a ’palpar, tentar’; por lo de­
el cat. antiguo vacila en este caso entre tant y 50 más pudo haber contaminación de tentar, idea
tan, al parecer con predom inio de aquél; por otra que se apoyaría en la tem prana aparición en Ber­
parte en lengua de Oc antigua y en ciertos dialec­ ceo. El port. tentear es ’tantear’ y alguna vez ’ten­
tos modernos existe la forma ta con esta función; tar’ (tentear com a espada, en Paiva de A ndra-
pero ni aquello puede considerarse apoyo inequí­ de, S. XVI), con variante tantear; fuera de esto
voco del étimo Tantom , n i esto de tam (comp. la 55 una palabra análoga sólo la conozco en el cat.
variante co de quomodo en los trovadores). Para temptejar (Fabra, Dicc. Gen.; no Dicc. Ort.) del
ciertas cuestiones gramaticales, vid. Cuervo, A p .7, cual no tengo documentación antigua [1803, Bel-
p. 299; M . L. W agner, ZR Ph. X L IV , 589-94. vitges, tantejar y tent-] y que parece ser préstamo
D eriv . Tantico [APal. 488b ], Tantear [Berceo1; castellano (teniendo en cuenta las formas mallor­
tinfra classem dizian... al que tanteavan sus bienes 60 quínas tanteyar y tanteyo: Figuera, Amengual).
M -L . (R E W 8633) cita formas del tipo tatuare nótese que en el R im . de Palacio es casi sinónimo
en el Norte de Italia, que explica por contam i­ de palpar (168), en la H ist. de Enrique F i de Oli­
nación con T A S T A R .— 2 Los dicc. no registran va (S. X IV ) lleva como complemento a fuego
documentación antigua en cat. ni oc., lo cual pue­ (Z R P h . X L III, 471), etc.; la ac. ’atañer, perte­
de ser mero olvido. Tampoco la dan los occitanos 3 necer’ (que predom inó en cat.-oc.) es tam bién fre­
de ta(m)be(n), hoy usual por lo menos en Pro- cuente en la Edad M edia castellana: Gr. Conq. de
venza, Languedoc y Gascuña, pero Levy seña­ Ultr., 644; doc. murciano de 1406 (G. Soriano,
ló un ej. medieval de tabé en A S N S L C X X X V II, p. 195), etc. H ubo una variante dialectal tangir.
258; Ag. cita uno de també en el Tirant, de fi­ D e r i v . Tañedor [S. XV, Biblia med. rom ., G én.,
nes del S. XV (el de Jaime I, tiene el valor del 10 4.21; APal. 17b, 94b; N ebr.]. Táñente. Tañido
aussi bien francés), pero igualmente se encuentra m. [Aut.]. Tañim iento antic. [1435, J. de Mena,
en Eiximenis (N. Cl. V I, 104). Son palabras a las Aut.]. Tangidera [Acad. ya 1817], parece voz to­
que suele prestarse poca atención; desde luego mada del gall.-port. (¿o ast.?), donde tanger es la
ambos eran usuales en catalán, por lo menos desde forma popular correspondiente al cast. tañer;
el S. X III, pues emplea tampoc Cerverí en sus 15 comp. port. tangedeiro ’tarabilla de molino’, tan-
poemas narrativos (en los cuales escribe esencial­ gedoiro ’tolva’, tangedoiras ’plomos que sustentan
m ente en catalán y no en lengua de Oc, y donde el fuelle de las fraguas’. Atañer [1218, M . P.,
nos lo asegura la exacta medida del verso) si bien D . L ., 327.15; med. S. X IV , Cuervo, Dicc. I,
disfrazándole algo a la occitana: «ne ses l’ar no 729], comp. cat. ant. atányer y oc. ant. atánher,
viuria / longamén res qui sia; / aytanpauc sens 20 menos frecuente que en cast.; pero cat. atényer
la térra / d’on hom fai playt e guerra» M aldit ’alcanzar, obtener’, port. y gall. atingir ’afectar’,
bendit, v. 249. El negativo apenas existe en lengua ’conseguir’, ’atañer’2, del lat. clás. attingere deriv.
de Oc, si bien tapbc se oye allí en hablas gasconas de tangere, forma aquélla que sólo en parte fué
(por lo menos en Valle de A rán); no creo que reemplazada en el latín vulgar por la rehecha
la ó (y no au) se pueda dar como prueba de cata­ 25 attangere; atañedero. Vid. T Á N G A N O . Cultismos.
lanismo, pues hay casos de a u > o en el gascón Tangente [Acad. ya 1817], del part. activo de tan­
pirenaico y uno de ellos es precisamente poc (cf. gére; tangencia. Tangible [Lope, A ut.]; intangi­
Top. Hesperica II, 129, y nótese que algún caso ble; intangibilidad. Tacto [Mena (C. C. Smith,
de ultracorrección como lauc por loe se documenta BHisp. L X I); APal. 240b, 486b], de tactus, -üs,
aun en el Gers, como el topónimo Boulau(c) < 30 id. Contacto [Padilla, h. 1520, C. C. Sm ith;
Bonloc). Aunque de uso menos amplio que en princ. S. X V II, Paravicino, R F E X X IV , 313; no
castellano y catalán es también gallegcportugués: APal.], de contactus, -üs, id., derivado de contin-
gall. tampouco (p. ej. en Castelao 120.9); también gere ’tocar, llegar hasta tocar algo’ (y éste de tan­
portugués, aunque callen los diccionarios más gere); del mismo verbo latino deriva conñgüus,
completos (Fig., M oraes, Cortesáo): lo tradicio­ 35 del que se tom ó el cast. contiguo id. [1616, Ou-
nal allí ha sido ortografiar too pouco (H. M i- d in ; S. X V II, A ut.; Cuervo, Dicc. II, 467-8];
chaélis), aunque otros más recientes juntan tam ­ contigüidad [med. S. X V II, A ut., Cuervo]. In ­
pouco; D unn, Grammar of Port. Lang. 1928, tacto [2.° cuarto S. XV, Pz. de G uzm án, C. C.
§ 669, da el ejempo «nao saio, e ele tao pouco» Sm ith; 1616, Espinel; no Oudin, y APal. sólo co­
y observa que tan usual es «ele nao o quere nem 40 mo voz latina, 218d], negativo de tactus, -a, -um ,
eu tao pouco» como «...e eu também nao». Para part. pasivo de tangere.
acs. especiales de también y congéneres, Spitzer, 1 «O reló tanxe o seu grave sino» Castelao 295.
Litbl. XXXV, 74. 14; aunque el gall. tanguer conservó la ac. gene­
ral «golpear, tocar, poner la mano y castigar (a
Tantonico, V. adoquín 45 alguno)» Sarm. CaG. 113t>. Sustantivado en la
ac. musical, gall. tangueres ’los fuelles del órga­
T A Ñ E R , del lat. t a n g e r e ’tocar’. 1 .a doc.: Cid. n o ’ y ’de la fragua’, Sarm. CaG. 198r.— 2 «Esto
N o n m e tánkas ’no me toques’ sale en Jjargas é no que atinxe aos recursos da téinica; pero
trasmitidas por dos poetas de princ. S. X II (A l- no tocante á estética» Castelao 127.3.
A nd. X V II, 121). Tañer desde el principio apa­ 50
rece con las acs. que luego han predom inado; port. Taño, V. tenería
y gall. tanger ’tocar un instrum ento, una cam ­
pana’1. Pero en latín t a n g e r e era ’tocar’ en general, TAPA , probablemente del germánico, quizá de
aplicado a cualquier cosa, y acs. más amplias que un gót. * t a p p a , equivalente del a. alem. ant.
las actuales son frecuentes en la Edad Media. Ade­ 55 zapho, alem. zapfen ’tapón’, ’tarugo, clavija’, ’es­
más de otros ejs. más ordinarios, que en parte inte­ pita’, ’piña’, b. alem. med. y neerl. med. tappe,
resan más bien para el estudio de la conjugación ar­ ags. tceppa, ingl. tap ’tapón’, ’espita’. 1.a doc.: h.
caica (Berceo, S. M ili., 337; M il., 750b; S . Or., 1400, glos. de Toledo.
144; A lex., 1323; Fn. G onz., 254; Cast. de D. Donde tapa de cuba traduce el lat. taxillus ’ta­
Sancho, p. 166; Juan M anuel, Rivad. L I, 297), 60 rugo’. N o tengo otros testimonios medievales, y
el vocablo falta en APal. y N ebr., pero debe de del todo la idea de Sainéan (Sources Indig. I, 428)
ser por casualidad: creo que fué siempre usual; de que en romance sea tam bién creación onomato-
tampoco está en C. de las Casas, Percivale ni péyica y no germ anism o; y aun las variantes con
Covarr., a pesar de que el uso nos consta en fe­ -m - y las dificultades morfológicas arriba señala­
cha m uy anterior; sí está en O udin («couvercle, 5 das parecen dar cierto apoyo a la idea de Sainéan.
couverture») y A ut. cita ej. en Cervantes. Tapa A pesar de todo el origen germánico es defendible
se encuentra con el mismo valor en cat. (el oc. y verosímil.
mod. tapo es térm ino náutico y quizá sólo sea D e r iv . Tapacete náut. [Acad. S. X IX ], en Cuba
catalanismo), tapá ’espita’ en rum ano; el gall-port. ’toldo que tapa al pasajero en ciertos carruajes’
dice lampa, forma tam bién usual en el cast. de 10 (Ca., 39). Tapado; tapada; tapadillo. Tapadero; ta­
Galicia (Sarm. CaG. 120t>; Álvz. Giménez, 45), padera [A u t.]. Gall. pateira (< tapeira) ’la piedra
que he oído asimismo a algún leonés; reaparece tapa del horno’, ’aquel hueco donde en el lar (u
en langued. y en el cat. pirenaico; veo. (guip. y hogar) se recoge el fuego’ (seguramente por ana­
lab.) danbada ’golpe, tiro’ y otras palabras del logía con el hueco que forma un horno) y de ahí
mismo radical. El verbo tapar [1570, C. de las 15 el mechinal para las palomas y sus nidos’ (Sarm.
Casas; fin S. X VI, Aut.], no lo tengo de fuentes CaG. 186í>, 184r). Tapadizo. Tapador. Tapadura.
medievales (aunque puede ser casual), pero en la Tapamiento. Taperujarse; taperujo; tapirujarse,
Edad M edia es muy frecuente atapar [h. 1290, -ujo. Tapin. Tapiño ’tapón fino, de corcho’ almer.
1.a Crón. Gral.], forma muy usual todavía en el (por lo común se emplean de mazorca en el país)
S. X V I [Fr. L . de León, Las Sirenas; Sta. Teresa, 20 [1570, C. de las Casas; falta A ut. y Acad.]. Tapón
Vida, cap. 13] y en la 1.a mitad del X V II (Cuer­ (V. arriba); taponar [Acad. 1925, no 1843], tapona­
vo, D isq., 1950, p. 123; D H ist.]; sin la a- tiene m iento; taponeadura arg. ’taponamiento’ (Chaca,
este verbo gran extensión en rom ance: port., cat., Hist. de Tupungato, 287); taponazo; taponero, ta­
oc. tapar, it. tappare (fr. taper es sólo m oderno y ponería. Tapujarse [Aut.]; tapujo [id .; Cuervo,
técnico); en cambio el verbo está poco extendido 25 Disq., 1950, p. 382]; entapujar. Destapar. Gall.
en germánico (a. alem. med. zapfen). Luego es tapullo, tapurallo ’tapón’ (Sarm. CaG. 119r, 22Id),
dudoso si hemos de considerar el verbo romance con éste cf. el cat. estapolany ’tapón de estopa en
como denominativo o el sustantivo tapa como la punta de una varita’.
postverbal: como apoyo de esto último debe ale­ C p t . Tapabalazo. Tapaboca, -bocas. Tapacami-
garse el hecho de que el tipo zapho está sólo do­ 30 no. Tapaculo. Tapajunda. Tapagujeros. Tapajun­
cumentado en germánico occidental, no en escand., tas. Tapanca; tapanco. Tapaojo. Tapapiés. Tapa­
y por lo tanto la existencia de una forma gótica rrabo.
en -A es dudosa1. Otras oscuridades de deta­ 1 Hay una curiosa palabra gallega que por lo
lle presenta esta familia. Tapón, que en cast. ya visto procederá del suevo, que tan pocas huellas
aparece h. 1400 en el glos. de Toledo («troxilus: 35 claras ha dejado. Se separa de las demás formas
capón» errata por «taxillus: tapón»; ej. del romances por la inicial y desde luego no puede
S. X V II en A ut.), reaparece en el fr. tapón o venir, a causa de esta consonante, del gótico, del
tampon, pero es esencialmente ajeno a los demás fráncico ni del germánico común. Pero el suevo
rom ances: it. tappo, cat. tap, port. tampo o más era dialecto alto-alemán y no tiene nada de im ­
bien rolha. A prim era vista lo probable es que el 40 posible ni aun inverosímil, que ya en el S. V II
fr. tapón proceda de u n fránc. * t a p p o , herm ano la t - germánica sonara ahí africada como ts- o
del a. alem. ant. zapho, pero el cast. no tiene pala­ t‘s-, pero todavía con -p-, aunque fuertem ente as­
bras procedentes del fráncico, y sólo pocas y m uy pirada (a. al. ant. zapho). Zapa ’el agujero por
antiguas que procedan de otras hablas del germáni­ donde le entra el vino a una pipa’ Sarm. (CaG.
co occidental; luego lo probable es que tapón (en 45 l l v , cf. pp. 118-119), confirmado con leves mati­
vista de su ausencia en cat. y port.) sea un antiguo ces por Valí, y Crespo Pozo; además zapón
préstamo de Francia, que entraría junto con fonil, ’tapón de barril’, ’trampa de cueva’ en Cuveiro;
botado y voces semejantes, como térm ino vinate­ Pontevedra zapar ’poner cierre a un barril’ (Ape.
ro ; el it. tappo y el cat. tap parecen ser postverba­ a El. Rdg.). Quizá se extienda hasta el portugués
les del verbo correspondiente, lo que refuerza la 50 de la Beira (sapa y sapadoira «trampa» Fig.).
sospecha del carácter primario del verbo en ro ­ Nadie ha señalado hasta ahora una reliquia tan
mance. Comp. Gamillscheg, R. G. I, pp. 233, 384. im portante para la historia del germanismo lin ­
Aunque en germánico esta familia de vocablos está güístico hispánico.
unida apofónicamente con la del ingl. top, alem.
z °Pf> y con la del ingl. tip, alem» zipj(el), lo cual 55 Tápana, V. alcaparra Tapanca, tapaojo, tapa­
parece indicar gran antigüedad en germánico, sin piés, tapar, V. tapa Tápara, taparote, V. alca­
embargo, es cierto que de ninguna de las tres va­ parra Taparrabo, V. tapar Tápena, V. al­
riantes vocálicas existe una etimología indoeuro­ caparra Taperujarse, taperujo, V. tapa Ta­
pea, luego puede tratarse de un grupo onomato- petado, V. tupido Tapete, V. tapiz
péyico en definitiva, y así no puede descartarse 60
T A PIA , vieja palabra común a los tres rom an­ Pero esto no es razón para creer que sea voz de
ces hispánicos y a la lengua de Oc, y propagada origen turco (como insinuó M ahn, E tym . Unter-
desde España al árabe y hasta el tu rco ; supone un such., 70-71). y ni siquiera árabe, como creyó
hispano-latino * t a p i a de origen incierto, proba­ Baist (K JR P h . V I, i, 396; rechazado por Schu-
blem ente formado con t a p ! , onomatopeya del api­ 5 chardt, Z R P h. X X IX , 561): ya hemos visto que
sonamiento. 1.a doc.: princ. S. X III (Berceo; doc. el prim er musulm án que habla de la cosa la des­
vallisoletano de 1222: Staaff, 8.30). cribe como típica de España, es vocablo ajeno al
Desde Berceo está con el significado actual1: árabe clásico y a los escritores y diccionarios pu­
«fué á M edinacélim en cadena levado, / m etié­ ristas, y si en romance fuese de origen arábigo
ronlo en cárcel, de fierros bien cargado, / en lo­ 10 difícilmente "podría explicarse la -p-. Tam bién
gar m uy estrecho, de tapias bien cercado», «man- Alessio (R F E X X X V III, 232) cree erróneamente
dóli que ixiesse sin miedo, a osadas; / dixo él que este tabiya (que él transcribe falsamente
que las tapias eran m ucho aleadas: / non tenié ta’biya) sea palabra arábiga, pero no corresponde
por sobirlas escaleras nin gradas» (S. D om ., 646d, a raíz alguna de este idioma; el sic. tabbia es
660c). T am bién en doc. de Ávila de 1269 (M . P., 15 préstamo del catalán (con arreglo a la fonética
D . L ., n.° 240.12); APal. 166b (hablando de pa­ dialectal de este idioma, tapia se pronuncia tabbia
redes). A unque no está en N ebr. sí figura en los en cat. occidental).
varios dicc. clásicos y es voz de uso general en M ucho más razonable es la sugestión de M -L.
todas las épocas (ejs. del S. X V I en Fz. de Nava- (Rom. G ramm . I) de que se trate de una voz pre­
rrete, Colección II, 216; I I I , 369). L o mismo cabe 20 rrom ana de España, sugestión que su autor precisó
decir del port. taipa y del cat. tapia: éste ya po­ más tarde (Román. N am enstudien I I , 64) en el
demos docum entarlo en doc. de 1169: «habet sentido de que tapia podría ser lo mismo que el
afrontaciones de una parte in balneis et de altera vasco heipe ’pórtico, claustro’ más el artículo ibero-
in tapia que claudit mazellos» (M iret i Sans, El bereber ta-. A ello replicó Schuchardt que la voz
m és antic text lit. cat., p. 20), en doc. barcelo­ 25 en cuestión n o es antigua en vasco, pues sólo se
nés de 1283 (D u C.), en otro de 1411 (B D L C X, encuentra en el dialecto suletino, y allí se formó
9), etc. T am bién es antiguo y arraigado en lengua con hegi ’alero’ más el sufijo -pe (-be) que expresa
de O c: verdad es que todos los testimonios m edie­ situación debajo (Litbl. X X X IX , 105-6): luego
vales que reúne Levy proceden de Gascuña2 o del heipe no viene de *haxpe como había supuesto
Languedoc meridional, pero D u C. cita ej. m ar- 30 M -L ., sino de hegi-pe, lo que no perm ite combina­
sellés de 1219, y otro de 1225 que no puedo lo­ ción alguna con la voz romance. L a opinión de
calizar; en 1512 lo encontramos en u n territorio Schuchardt (ZRPh. X X III, 196-7) era que tapia no
tan oriental como los Bajos Alpes (P. Meyer, es prerrom ano, sino derivado de la misma raíz ono-
Docs. Ling. du M idi, 330n.), y en 1470 aparece matopéyica que el oc. atapi ’aplastar o apisonar
tan al N orte como el Cantal (Amé, Dict. Topogr. 35 con los pies’, cat. atapeir ’tupir’, oc. tap ’arcilla’
du Cantal, s. v. L a Tapie); quizá no sea autóc­ (documentado en textos franceses del S. XVI),
tono en la m itad septentrional del territorio oc- cat. tapas id. (en el mismo sentido Sainéan, Sour-
citano, pues allí esperaríamos encontrar *tapcha, ces Indig. II, 130). Es cierto que M -L . (R E W
forma que no parece estar docum entada: sea co­ 8564) objeta que en una onomatopeya cuesta com­
m o quiera, en el resto de la lengua de Oc ha de 40 prender la arcaica derivación en - ia , y hay que
ser palabra con raíces antiguas y no im portación concederle lo fundado de este escrúpulo: no hay
hispánica. duda de que la formación * t a p ! a ha de remontarse
Ya los romanos se hicieron eco de las pañetes hasta el latín vulgar de España y S ur de Francia.
formaceae como algo típico de Hispania, y así no Pero esto no destruye la explicación de Schu­
es extraño que el nom bre de esta invención hispa­ 45 chardt, y sólo nos obliga a suponer que esta crea­
na se extendiera con la cosa por tierras africanas. ción onomatopéyica se hizo m uchos siglos antes
Ya menciona la (ábiya en el S. X el viajero orien­ de la prim era aparición en los docs. Por lo demás
tal Abenhaucal en su descripción de España, y es posible que se deba partir del verbo ‘ t a p i a r e
después emplean el vocablo los marroquíes Idrisí más bien que el sustantivo. Tapia también H ub-
(S. X II) y A benadarí (S. X III) ; tam bién figura 50 schmid en Pyrenáenworter vorr. H erkunft. p. 34.
en escritura arábiga toledana de 1286 y en Ra­ D eriv . Tapia ’m al agüero’, ’de mal agüero’ arg.,
món M artí (S. X III) ; el arraigo en el N orte de cuya explicación semántica es oscura (quizá por
Africa ha sido tan grande que el tunecí Abenjal- la tapia del cementerio)1. Tapial [1247, Fuero de
dún en el S. X IV formaba un derivado árabe faza- Huesca, en D u C .; Alex., 2208; Cortes de 1268,
wáb ’el que hace tapias’, y hoy el uso popular del 55 C ej.; Fueros de Aragón, ej. citado s. v. casal;
vocablo se extiende no sólo a los árabes y berebe­ así es como hoy se dice en la Arg.]. Tapiar IBer-
res de Marruecos y Argelia, sino hasta Egipto y el ceo; Cortes de 1268, C ej.; fuero arag. de 1350,
L íbano3; es más, desde el árabe pasó al turco R F E X X , 12; N ebr. s. v. pez; tapiarse ’obstruirse’
tabiya en sentido m ilitar «rem part, ouvrage de colomb., Cuervo, A p .’, p. 197]; tapiador. Tapie­
fortification, bastión, redoute, forteresse, batterie». 60 ría.
' Con el sentido de ’medida de una pared’ se Castro como apéndice de su Arancel del S. X III.
encuentra ya desde finales del S. X III en el Las que se empleaban en la Edad M edia con el
Reg. ant. de hered. de la yglesia de Segovia y sentido de ’tapiz’ eran otras palabras, entre ellas
aparece en textos del. Siglo de O ro.— 2 E n el racel, raso y el propio tapete. Es visible a primera
Gers Polge, M el. Phil. 1960, 12-14 lo data en 5 vista que el cast. tapiz ha de ser galicismo, puesto
doc. de 1666; lo localiza en Fleurance y en el que en francés el vocablo se documenta con gran
valle de la Sava, generalmente con el mismo frecuencia desde el S. X II, y en efecto la term i­
sentido que en catalán y castellano; pero en este nación de tapiz no se explica fonéticamente en
valle son «digues ou levées á terre construites le; cast., ni a base del lat. tapete ni por el gr.
long d’un cours d’eau et destinées á protéger les 10 t i o v . Formas análogas al fr. ant. tapiz sólo se en­
prés des inondations».— 3 Simonet, s. v. thápia; cuentran en lengua de Oc y catalán, en los cuales
Dozy, Suppl. II, 65.— 4 Dornheim , V K R X III, tapit ’alfombra’ es frecuente desde la Edad Media
209, lo localiza en T ucum án y en San Juan, como (p. ej. Eiximenis, N . Cl. V I, 53). E n vista de que
sustantivo. Otras veces es adjetivo: «mándese tapit (no *tapiz) es la forma propia de estos idio­
m udar ¡su vieja tapia\ Venirse nada menos que 13 mas, cabe sospechar que el fr. ant. tapiz sea, lo
a velarlo a Pegro Chancay», Angel M . Vargas, mismo que éstos, préstamo bastante tardío del b i­
La Prensa de B. A ., 29-XII-1940. zantino tapíti (quizá en tiempo de las Cruzadas
o poco antes, por vía comercial directa), con aglu­
Tapicería, tapicero, V. tapiz Tapido, V. tupi­ tinación de la -s del caso sujeto.
do Tapiería, V. tapia Tapín ’tepe’, V. tepe 20 L o antiguo en cast. es tapete. Prescindiendo de
Tapín ’tapa’, ’taquito’, V. tapa Tapín, V. tu­ las formas de los SS. X y X I citadas por Oelschl.,
pido Tapiño, V. tapa que pueden ser meramente latinas, y además del
tapet de 1112, encontramos el plural tapedes ’al­
T A PIO C A , del tupí t'ipiok, propiamente ’resi­ fombras’ en A lex., 301 c y 1959b (asegurado por
duo’, ’coágulo’. 1.a doc.: Acad. 1884, no 1843. 25 la rima), tapete en J. Ruiz, tapet muchísimas ve­
En portugués del Brasil se documenta desde ces en inventarios aragoneses desde 1362 (V R o m .
1587, con gran frecuencia; del portugués debió X, 207), que a veces puede ser ’alfombra’, otras
de tomarse la forma cast., tanto más cuanto que veces ’tapete, cubierta de mesa’, y otras veces es
la forma propiam ente guaraní parece ser más bien claramente una clase de paño de vestir: «un ju­
t'ipiák (o -ág). Lenz, Dicc. 711; Morínigo, B A A L 30 bón de panyo negro con... collar de tapet negro»
I I I , 61; Friederici, A m . W b., 591-2 (a. 1497, B R A E II, 87). L a ac. ’alfombra’ está bien
documentada todavía en APal. («matta en otra
T A P IR , del tupí tapira id. 1.a doc.: h. 1800, manera se llama tapete», €tapete es cobertura de
Azara; Acad. 1884, no 1843. estrado con diversos colores de lana» 267d, 488d;
M orínigo, B A A L I I I , 61-62; Friederici, A m . 35 además lS d , 17b, 45b, 169b) y en J. de Valdés,
W b., 592; id. Z. /. jrz. Spr. u. L it. L V III, 135ss.; quien explica que hablando en cast. con italianos
Cuervo, D isq., 1950, 449. Las formas del tupí son antes dirá tapete que alhombra, para que le entien­
varias; algunas de ellas se encuentran en algunos dan mejor (Diál. de la L ., p. 145).
de los dialectos más propiamente llamados guara­ D eriv . Tapizar fh. 1530, Ant. de Guevara, A ut.,
níes, pero el vocablo es ajeno al guaraní del Pa­ 40 donde se advierte que comúnm ente se dice enta­
raguay. Con referencia al Brasil se encuentra la pizar; hoy más bien lo contrario]. Tapicero [Ou-
forma latina tapira ya en 1560. D el portugués, o d in ]; tapicería es sólo ’conjunto de tapices’ [1570,
quizá más bien del fr. (donde tapihire ya se do­ C. de las Casas], o bien ’oficina, arte o tienda de
cumenta en 1558, y más tarde tapir) debe de pro­ tapicero’, pero no ’tapiz’ como el fr. mod. tapisse-
ceder la palabra castellana. Anta es el nombre 45 rie, sentido que alguna vez se remeda por galicis­
tradicional castellano. mo. D e tapete: entapetar.

Taperujarse, tapirujo, V. tapa Tapón, taponamiento, taponar, taponazo, tapo­


nería, taponero, V. tapa
T A P IZ , tomado del fr. ant. tapiz ’tapiz’, ’tape­ 50
te’, ’alfombra’ (hoy tapis ’alfombra’), y éste tom a­ T A P S IA , tomado del lat. thapsía y éste del gr.
do del gr. bizantino TaitT|Tiov (pronunciado tapí- OaJ/ía id. 1.a doc.: 1555, Laguna (Aut.).
ti), dim inutivo de -r'.oq, id .; el cast. ta­
pete se tom ó del lat. tapete, que a su vez viene de Tapujarse, tapujo, V. tapa Taque, V. tic
esta palabra griega. 1.a doc.: tapiz, h. 1545, Diego 55 Taquera, V. taco
Gracián (A u t.); tapet, doc. de 1112 (Oelschl.).
Tapiz parece ser palabra m uy tard ía: falta en T A Q U I-, prim er elemento de compuestos cul­
los glos. de h. 1400, APal., N ebr., en los vocabu­ tos, tomado del gr. w / ú q ’rápido’. Taquigrafía
larios de los principales autores medievales, en los [T e rr.; Acad. ya 1817], taquígrafo [Acad. ya 1817],
inventarios aragoneses y en el rico glosario que dió 60 taquigráfico [id.], taquigrafiar [Acad. 1925, no
!!!
i

1884], formados con Yp¿9 £iv ’escribir’. Taquicar­ de lengua árabe pronunciarían fárafi en vez de
dia [Acad. id.], con xocpSío. ’corazón’. Taquimetría, \arh.
taquímetro, taquimétrico [Acad. id.], con ¡xérpov D e r i v . Tarar cub. ’descontar la tara del peso’
’medida’. (Ca., 106; no A cad.); verbo m uy vivo en cat. y
5 fr.; destarar.
Taquilla, taquillero, V. taca Taquimetría, ta­
quimétrico, V. taqui- Taquín, taquinero, V. Tara, V. tarja
taco
T A R A II, ’Coulteria tinctoria’, chil., per., y
T A R A I, ’parte de peso que se rebaja’, del ára­ l* T A L A , nom bre de varios árboles de la especie
b e; probablemente de tárah, forma vulgar en vez Celtis, rio p lat.: proceden probablemente del quich.
de tarh ’deducción, sustracción, descuento’. 1.a tára, que designa un árbol de la misma familia
i doc.: atara, princ. S. XV, Canc. de Baena; tara, que la tara chilena. 1.a doc.: tala, h. 1860, A. del
'¡ , 1505, 3PAlc. C im po (Eleuterio F. Tiscornia, M artín Fierro co­
|; E n aquél se lee «ved el peso con atara, / tro- 15 mentario, 482).
Ií bador sotil fundado, / e respondet mesurado», en Este árbol crece en todo el N orte y Centro de
poesía de Ferrant M anuel de Lando, contra J. A. la Arg. y en el U ruguay; parg las varias especies
de Baena (n.° 263, v. 61). PAlc. trae «rara en el de Celtis que llevan este nom bre, vid. Garzón. En
¡; peso: ciyár»; A ut. define «la parte de peso que se T ucum án y otras provincias norteñas dicen la
■ rebaxa en los géneros o mercancías, por razón de 20 tala1, en el Litoral y en Cuyo el tala2. El tala rio-
| la caxa, saco o cosa semejante, en que vienen in- platense es una ulmácea (¿urticácea?, según G ar­
¡ cluídos y cerrados». El vocablo es tam bién anti- zón) espinosa, de madera fuerte y empleada para
I guo en cat. tara [S. X IV, J. Marc] y oc. tara cercos, y su raíz se usa para teñir de color de
| [S. XV, ZR Ph. X L V II, 439], Dozy, Gloss., 313 café (datos de este mismo autor). E n Chile, y
; (Suppl. II, 32a) indicó ya correctamente que el 25 según la Acad. en el Perú, corre tara, como nom ­
| vocablo era de origen arábigo y derivaba del ver- bre de la Coulteria Tinctoria, que es un arbusto
; bo tárah. ’echar’, ’desechar, rebajar’ (esta ac. no de las leguminosas, y aunque sea planta m uy di­
j sólo se encuentra en Hélot, sino tam bién en Beaus- ferente, es verosímil que el nombre tenga origen
t sier y otras muchas fuentes). Como étimo propo- común porque la raíz de la tara chilena se emplea
1 ne Dozy el sustantivo tárala, sólo documentado en 30 igualmente para teñir de negro y para hacer tin ta :
acs. m uy diferentes, pero como deriva de dicho Lenz, Dicc., 712. Este autor y Lafone se abstienen
verbo supone Dozy que tomaría el sentido de de indicar etimología, aunque aquél emite la sos­
’desecho’, ’rebaja, descuento’, de donde fácilmen- pecha de que sea quichua, lo cual parece confir­
Jj te llegamos a ’tara’. Sin embargo, es extraño que m arse por el gran núm ero de topónimos com­
II estas acs. no se encuentren en parte alguna; es 35 puestos con Tala- que citan Lafone y Lizondo,
i: más, PAlc., Bocthor, Tedjini, etc., traducen ’tara’ cuyo segundo elemento está constituido por cono­
i por voces arábigas completamente distintas, y sólo cidas palabras quichuas. Dice Lizondo (pp. 328-9)
i L erchundi trae fara, observando acertadamente que que viene del quich. tara, que Mossi da como
j esta voz m arroquí es préstamo del castellano. Por nom bre de árbol, sin otras precisiones; Lobato
otra parte, partiendo de tárha esperaríamos *tarfa 40 explica que pertenece a la familia del algarrobo
y no tara, como resultado romance, sobre todo en :[leguminosa, como la tara chilena] y agrega que
cat. y lengua de Oc. Luego hay razón de sobra sus vainas frescas sirven para curtir y cuando se­
¡ para desechar la explicación de Dozy. Sin embar­ cas se emplean para hacer tinta con caparrosa.
go, no cabe dudar que el origen es arábigo en de­ iSin embargo, L ira dice que es la alcaparra, ar­
finitiva, pues no se encuentra otra etimología, y 45 busto caparídeo, pero agrega que su fruto en vai­
la forma atara revela claramente el arabismo. En nas se emplea en tintorerías así como en encurti­
definitiva tendrá razón Eguílaz al partir de otra dos. Del cambio rioplatense de -r- en puede ser
palabra de la misma raíz: tárah. Es verdad que responsable el influjo del verbo talar ’hacer una
tal vocablo no se encuentra en los diccionarios, corta de árboles’ (o ¿ha habido confusión con el
que yo sepa, pero sí se encuentra, en el árabe clá­ 50 adj. tala ’espeso, denso’?). En Venezuela tara de­
sico, vulgar y de todas las épocas, la forma tarh, signa una compuesta, Montagnaea excelsa: quizá
con el sentido de «abjectio, dimissio» (R. M artí), aquí se trate de u n mero homónimo.
’sustracción’, ’aborto’ (Dozy, Suppl.), «déduction, D e r i v . Talar ’plantación de talas’ arg.
soustraction, défalcation, décompte» (Beaussier). 1 «El tala o la tala; la tala espinuda de los cer­
Ahora bien, era corriente que en sustantivos de 55 cos y la pispa o pispita, alta, copuda, con som­
esta estructura intercalara el árabe hablado de Es­ bra para cobijar un rancho» Fausto Burgos, La
paña una a entre las dos consonantes finales: en Prensa de B. A ., 19-V-1940; la tala, J. C. D á-
PAlc. bulh se vuelve buléh, Sahr > sáhar, fa h r > valos, L a Nación, 20-V II-1941; Carrizo, Canc.
záhar, bahr > báhar, rú b c > róbof (Steiger, Con- de Jujuy, s. v .— 2 Payró, Pago Chico, ed. Losa­
trib., 89-90). Es de creer, pues, que los españoles 60 da, p. 22; D raghi, Canc. Cuyano, 88, 232; Ro-
gelio Díaz, Toponim ia de San Juan, s. v .; Bú­ del S. X V III y ya en Vargas M achuca (1599)
fano, L a Prensa de B. A ., 11-11-1940. (Friederici, A m . W b., 593-4), que deberá su nom ­
bre a una comparación con el ruido de la citóla
Tarabante, V. talabarte Tarabea, V. tarbea de molino ; la misma forma con el sentido de
Tarábica, tarabicar, V. tarabilla 5 «palito al extremo de la cincha por donde pasa
la correa o cordel para apretarla y ajustarla»
T A R A BILLA , ’citóla de molino’, ’zoquetillo de [Acad. 1925, no 1884; igual en Cádiz, según Gie-
madera giratorio que sirve para cerrar las puertas se, BhZR P h. L X X X IX , 115],
o ventanas’, en portugués t(á)ramela, en lengua de: En portugués se emplean taramela y tramela
Oc taravel(lo), origen incierto; quizá de trabilla. 10 así en el sentido de ’citóla de molino’ como en el
y éste diminutivo de traba, porque la tarabilla de de ’taravilla de puerta’ : ambas formas y ambas
la puerta impide que se abra, y la del molino vai acs. están ya en M oraes, quien cita dar á taramela
golpeando la muela y por lo tanto entorpece en: ’hablar m ucho’ en Ant. Prestes (1587); gali, tara-
cierto modo su movimiento. 1.a doc.: J. Ruiz. velo ’tarabilla de puerta’, ’persona que habla m u­
Dice ahí (926a) que no hay que llamar a la: 15 cho’ (Vali.) y trabelo (G. de Diego), taravela ’en-
mensajera de amores «canpana, taravilla, alcahueta ser movido por el aire, que hace ruido para ahu­
nin porra» si no quiere el amante atraerse sus iras. yentar los pájaros’ (Vali.), minhoto taramelo «ca-
Alude ya sin duda al mucho palique que ha de ravelho de madeira para portas» (Leite de V.,
tener la alcahueta, y por lo tanto se trata; en defi­ Opúsc. II, 359), trasm. travella «espécie de aldra-
nitiva, de la ac. ’citóla de molino’, por el mucho 20 va de madeira para portas interiores» (R L V, 107),
m ido que ésta produce. A la misma se refieren trasm. taramelo, tramelo, tramela, Serra de Estre-
la mayoría de los ejs. literarios. Sta. Teresa habla: la trambelo, Bairrada, Valongo trambelho ’tarabilla
de «la imaginación, esta tarabilla de molino» (Ri- de molino’ (V K R IV, 309). L a forma con -m -
vad. L U I, 58b, 357b, 447a, 448a). Quiñones de debe de existir en Asturias y Galicia, pues de ahí
B .: «no hay escucha; / poca es m i voluntad, mi 25 vendrá ast. ataramiellar «dar vaivenes y traspasos
lengua es m ucha./—Pues huyo de su lengua o ta­ como hace el borracho» (R), gali, centr. taramelear2.
ravilla» (N B A E X V III, 763). Aut. cita de Villegas En vasco el vocablo es de origen romance, pero
«¿has visto taravilla de molino? / pues tal era su tienen interés las formas tarabela ’pasador de puerta
lengua de contino», y pasajes semejantes del Es- mayor que la tarabilla’ en Sule (Azkue), en otras
tebanillo y de Quevedo, y otros de éste en Fcha. 30 partes txaranbela (A n . de Euzko-Folklore V, 64),
(con -v- y con -b-)1. La otra ac. se documenta vizc. karabela ’tarabilla de molino’3. Fuera de la
desde A ut., aunque seguramente es m uy anterior Península tiene poca extensión el vocablo, por lo
y si no se encuentra en literatura ni en los lexi­ menos con los mismos significados, pero Vayssier
cógrafos antiguos es por ser objeto tan trivial y anota tarabèl «claquet de moulin» en el Rouergue,
que tan poco llamaba la atención. H oy esto se dice 35 y M istral da taravello en el mismo sentido sin
tarábica en Asturias (R, V, M unthe), tarabela (con localizar, junto con significados muy diferentes y
forma tomada del vasco) en Bilbao (Arriaga, Supl., que pueden ser meros homónimos.
p. xv), veo. bazt. jaratila «bouton de porte, tara- E l origen de tarabilla presenta un problema ver­
villa», maratila ’taravilla, pasador de puertas’ vizc., daderamente oscuro; no porque no se vean eti­
guip., ronc., salac. y pueblos pirenaicos del nav. 40 mologías posibles, sino porque hay varias que lo
y lab,, taramela (como en port.) en Canarias son, y es difícil, y aun quizá u n poco subjetivo,
(B R A E V II, 340), tarabilla en muchas partes que elegir entre tres de ellas. Sin embargo, rechazo sin
no hará falta detallar. Vid. nombres dialectales en bacilar la de la Acad. t r a b i c u l a ’viga pequeña’,
R D T P IV, 312-5 (formas con -b- en el Norte de aun en la forma modificada * t r a b e l l a que le dió
Galicia, en Castilla, Andalucía, Bajo Aragón, etc.; 45 G . de Diego (Contrib., § 607; análogamente Gie-
con -m - en Orense, Pontevedra y Canarias; ma- se, l. c.): aquélla es imposible fonéticamente, ésta
ratilla en Álava, metátesis, cuya m - podría expli­ lo es en el aspecto morfológico, pues no habría po­
carse ahí por el conocido fenómeno vasco, vid. las dido form ar el latín semejante dim inutivo de u n
formas vascas citadas más arriba). Hay otras acs. se­ sustantivo de la 3.a declinación, y tampoco el cas­
cundarias y menos extendidas, como «carraca peque­ 50 tellano: sólo trabicula o *trabecilla eran posibles;
ña, matraquilla» en la Ribera salmantina del Duero además trabe en castellano es un latinismo sin
(Lamano) y otras partes; en Chile ’aparato para tor­ arraigo. G dD D 6778 y 6829 mantiene * t r a b e l l a
cer sogas, compuesto de un palo cuya punta pene­ para la tarabilla de puerta, y parte de * t r e m e l l a
tra en una tabla, la cual se hace girar como si ’trem ula’ para la de molino, pero no hay tal sepa­
se quisiera dar vuelta a una matraca’ (Lenz, Dicc., 55 ración en parte alguna : en portugués taramela
712-3). Con cambio de sufijo tarabita ’maroma designa ambas cosas y lo mismo el cast, tarabilla.
por donde corre la oroya, o cesta empleada para Pero ya no es posible rechazar sin reservas la
cruzar los ríos encajonados’, ’aparato constituido explicación de F ritz K rüger, fundada en u n do­
por la oroya y la maroma correspondiente’, docu­ cumentado estudio (V K R IX , 55-57 ; A IL C IV,
mentado en autores peruanos, venezolanos, etc., 60 281) y en un buen conocimiento de la tecnolo­
gía del molino. Siguiendo las huellas de Covaxr. gunta M unthe si es coincidencia casual o si nos
sugiere K rüger una idea a la que ya parece in ­ da la clave de la etimología, y esto es lo que ad­
clinarse M u n th e: que tarabilla sea una creación mite Lenz, pero ni el uno ni el otro dan una
onomatopéyica, imitativa del golpeteo de la citó­ explicación semántica. En efecto, este aspecto no
la. Y es indudable, en efecto, que muchas denom i­ 5 se ve claro, pero la idea no puede rechazarse sin
naciones de la citóla son de naturaleza onoma­ vacilación, teniendo en cuenta que T e r e b e l l a ha
topéyica : Ariége garasket, pall. cracadell, vasco existido realmente en España, según nos muestra
k(a)laka, fr. claquet, oc. traquet, sin contar con el el gall. taravela ’instrum ento de hacer agujeros,
lat. taratantSra que en la Antigüedad sólo aparece más grande que el barreno’ (Valí.), tarabflo ’cla­
como onomatopeya del sonido de la trom peta, y 10 vija de m adera hecha a m anera de tornillo’, ’hom ­
que no sabemos cierto con qué fundam ento iden­ bre alocado’ (R L V II, 227), tarabelo (con variantes
tifican U gutio, y otros glosadores que le copian, trábelo y taramelo en Orense y en la costa coru­
con la citóla de m olino; otras denominaciones alu­ ñesa) «el palito que baila sobre la rueda o muela
den al ruido de la citóla por otros m edios: aran. del molino» (Sarm. CaG. 97r y p. 105), mozár. ta-
batalló, alav. parlera, y aun quizá el cat. cadell(et) 15 rábil ’taladro de herrero’, marroq. atríbel ’especie
(propiamente ’perrito que ladra’). Sin embargo, son de barrena’ en Abulhasan Alí (Dozy, Suppl. I, 27,
aún más numerosas las denominaciones fundadas Simonet), y con sentido secundario el ast. tarabiella
en otros m otivos: Ariége aibret, T redós rodet, cat. cgeófilo longicomio que ataca al maíz» (V), gall.
filosa, M adera roca, Sercué agulla, gall. tieira, sa- antic. teruvela ’polilla’ (empleado en castellano por
nabr. carambiello, M inho sateira, etc.; y se ve en 20 Ocampo, S. X VI, en su ed. de la Crón. Gral., vid.
seguida que tarabilla no es una onomatopeya evi­ A ut.); evidentemente el cambio de las e e en aa
dente como claquet o taratantara, donde todos los puede explicarse por influjo de taladro (oc. tarai­
elementos son imitativos (a no ser el sufijo), pues re), quizá ayudado por la acción de la r. E n el
en tarabilla además del sufijo tenemos una -b-, aspecto semántico no sería inconcebible que se
elemento esencial que no se explica por la onoma­ 25 hubiese dado el nom bre de ’taladro’ al tipo arcai­
topeya. K rüger cita m uy hábilmente el oc. mod. co de citóla de molino, todavía usual en Sana-
tarabast, -ela, ’matraca’, que parecerían insepara­ bria, Sierra de la Estrella, y otras zonas occiden­
bles de tarabilla, puesto que éste tam bién ha sig­ tales, aunque ya olvidado en otras partes (p. ej.
nificado ’matraca’ según hemos visto; pero con en el Este y en los Pirineos): esta tarabilla (V.
estas formas occitanas de fecha reciente estamos 30 los grabados de K rüger, p. 48, figuras a y b)
ante la familia del cat. terrabastáll ’estruendo’ (que tiene la forma de u n palito largo comparable a
estudiaré mejor en mi DECat.), en el cual la -r- un asador, y por lo tanto no sin analogía con un
es secundaria, pues es evidentemente inseparable taladro. Es verdad que esta analogía es algo re­
del oc. ant. tabustar «faire du tapage», tábustol mota, y en manera alguna nos explica que tara­
«tapage», tabastel «petite crécelle», sea que p ar­ 35 billa se llame el zoquetillo giratorio de cerrar la
tamos de un *trabastcdl con -r- repercusiva, o de puerta.
un cruce de esta familia con el fr. ant. batestal Así m e inclino más bien a creer que el ast.
’tum ulto’, fr. ant. y dial, rábaster «inconditum occid. taladoira está por estaladoira (port. esta­
sonum edere». Luego el oc. mod. tarabastela ’m a­ lar ’crepitar’, cast. estallar) y derivar tarabilla de
traca’ no es tampoco mera onomatopeya, y sólo 40 traba, como admitieron C. Michaélis (Studien zur
por casualidad recuerda vagamente el cast. tara­ román. W ortfg., 242), y Gon^alves Viana (R L I,
billa. 284), lo que no ofrecería la más pequeña dificul­
Sin descartar absolutamente la posibilidad de tad fonética ni morfológica, y daría una excelente
que haya algo de onomatopéyico en tarabilla, me explicación de la tarabilla de puerta, pero también
inclino a negar que ahí esté su origen, y admitiría 45 sería adecuado para calificar la citóla, puesto que
a lo sumo que este factor pudo intervenir por cru­ ésta tiene por oficio ir golpeando continuamente
ce con un vocablo preexistente. En esta creencia la muela en su movimiento giratorio: no faltan,
me confirma la tarabilla de puerta, que no se ex­ en efecto, denominaciones comparables, como el
plicaría de esta manera. ribag. saltarella, y el vasco tranka, tronga (propia­
Por otra parte, llamó la atención M unthe hacia 50 m ente ’tranca de cerrar la puerta’), citados por
el notable paralelismo que presentan el ast. occid. K rüger (p. 54). En el aspecto formal, la anaptixis
taladoira ’citóla de molino’, junto al prov. tara- en el grupo tr- es norm al en posición átona (G.
douiro ’taladro’, y por otra parte el cast. tarabilla Viana recuerda p alancacarapinteiro, carapela, y
frente al oc. ant. y mod. taravela ’taladro’ : ésta yo agregaré los ejs. coránica, chácara y otros que
es palabra m uy extendida (lion. ant. taravella ’alez- 55 cito a propósito de O R O N D O y de T A T A R A ­
na’, S. X III, Passion de S t. Christofle, 18.2), y N IE T O ); la -m - del port. taramela y el grupo
que procede evidentemente del lat. * t e r e b e l l a -m b- de la forma dialectal trambelo, pueden expli­
(R E W 8659), dim inutivo de t e r e b r a ’taladro’, carse por influjo de T R A M O JO (port. trambolho,
m ientras que taradouiro resulta de un cambio de brasil, tramela, gasc. tarabele ’tramojo’), que tam ­
sufijo de taraire, herm ano de T A L A D R O ; se pre­ 60 bién es algo que se emplea como traba. Es eviden­
te que deriva de traba el cub. tarabilla ’trocito de tronera, golondro», que me es desconocido y no
listón o papel que se cuelga del rabo de la cometa figura en los demás diccionarios. L o im portante
para que trabe a otra’ (Pichardo, p. 258; Ca., sobre todo es que existe u n cat. dial, tramba-
55). Por otra parte será oportuno indicar que el nejar ’tambalearse’ que tengo anotado en Les
cast. [Acad. ya 1817], cat. y gall. tarambana ’per­ 5 Piles (cerca de Sta. Coloma de Queralt) y que
sona alocada y de poco juicio’4 parece ser aplica­ creo recordar de otros lugares. Esto hace dudar
ción figurada del sentido conservado en el alav. de la etimología propuesta arriba y obliga a pen­
tarambana ’tarabilla de grandes dimensiones para sar en la posibilidad de una creación expresiva,
asegurar una puerta’, ’tramojo que sujeta una m a­ con traslación posterior desde este sentido m a­
no de las caballerías y reses vacunas para im pedir 10 terial al del tambaleo moral.
que se alejen’ (Baráibar); en cambio, tarambana
es la citóla de molino en Hiendelaencina (Guadala- Tarabita, V. tarabilla
jara) y Salvatierra de Álava, tarambaina id. en
Tronchón (Teruel), R D T P IV, 313; se tratará, TARA CEA , del ár. tar$ic nombre de acción de
pues, de una palabra primitivamente regional, que 15 rá$$ac ’taracear’. 1.a doc.: ataracea, 1533, H ist. de
significaría ’holgado y suelto como una tarabilla’, M or gante.
con el sufijo -ana en su valor diminutivo (que es­ L a misma forma aparece en Lope (D H ist.) y en
tudié en R F H V, 3), y con el mismo grupo -m b- otros clásicos. L a moderna taracea, que ya predo­
que en los aludidos trambolho y trambelo, en este minaba en tiempo de A ut., está ya en M ármol
caso explicable además por propagación de la nasal 20 (1573), en Quevedo, Saavedra Fajardo, Solís
del sufijo5. (Fcha.); en Ant. de G uevara y en las Ordenanzas
D e r iv . Tarabillazo ’g o lp e e n u n h u e s o s a lie n te * de G ranada (1672) aparece una forma atarace, ex­
extrem. (Espinosa, Are. Dial., 84). Tarabicar ’ce­ plicable por el étimo arábigo. En esta lengua hay
rrar con tarabica’, ’consumir la comida o la ha­ que tener en cuenta que la í en contacto con con­
cienda’ (V), en esta últim a ac. explicable por la 25 sonante enfática sonaba como una e, y el c pro­
homonimia de taraviella ’tarabilla’ y ’gusano que ducía en los oídos españoles u n efecto semejante
roe el maíz’ (estudiado arriba); destaravicar ’mo­ à una a, como puede verse por las transcripciones
ver la taravilla para abrir’ (V). de PAlc. Además del cast, taracea esta voz arábiga
1 Se empleó con el mismo sentido un taravella dió el it. antic. tarsìa ’taracea’, >'t. intarsiare ’tara­
en bajo latín, latinización de la palabra rom an­ 30 cear’, it. intàrsio ’taracea’, cat. ant. tarsia (1575
ce : con aquélla traduce el cat. cadell (del molí) «taula de noguer obrada de tarsia... opere tessella­
Onofre Pou en 1575 (p. 216).— 2 Sarm. lo aplica to»: Onofre Pou, p. 186). Indicaron la etimología
desde luego al borracho: hacia el Seixo dicen Engelmann (en Dozy, Gloss., 212), Dozy (S u p p l.
de él «taramelear, fazer gonzos y zarrallar: andar I, 533b) y Eguílaz (304). Rá$$ac con su nom bre
alrededor y hablar zarrapastrosamente» (CaG. 35 de acción correspondiente son voces bien conoci­
2 \ l v ).— 3Que Schuchardt, B hZRPh. V I, 34, ex­ das del árabe clásico y occidental. Originariamen­
plica por cruce con el onomatopéyico kalaka id., te taracea y el verbo atarazar no tenían relación,
pero en vista del portugués caravelho se tratará pero la semejanza de forma y aun de sentido hizo
más bien de un cruce con c l a v i c u l a .— 4 En que se emplearan alguna vez formas como atarazar
ciertas partes de América dicen un tarambanas 40 ’taracear’ (Paravicino) y ataracear ’atarazar’ (T o­
(Cuervo, D isq., 1950, pp. 375, 429).— 5 En este rres Villarroel, D H ist.); a la misma causa puede
caso el cat. y el gall. tarambana tendrían que deberse la a segunda de taracea, que tam bién po­
proceder del castellano. D e hecho Fabra excluye dría explicarse por anaptixis. Son etimológicas las
el vocablo de su diccionario catalán, como si le formas ataree (med. S. XV, Gómez M anrique),
percibiera un resabio castellano. Sin embargo 45 atarcee (1527, Orden, de Sevilla) y atarcie (id.),
éste no es el sentim iento com ún: yo no lo per­ citadas por el D Hist.
cibo así, el vocablo se oye en boca de gente de D e r i v . Taracear [1615, Roa, Aut.].
lenguaje m uy puro y lo emplea en sus obras un
escritor tan exigente en este sentido como Joa- Taracea, V. atarazar Taraco, V. tarugo
quim Ruyra (tarambanota en Marines i Boscat- 50 Taragallo, V. tranca Taragaño, V. atarazar Ta-
ges, p. 126, tarambanada p. 127, cap. L a Xuclado- ragona, V. estragón Taragontía, V. dragón
ra; igual en la 2.a ed., donde se han eliminado Taraguyo, V. tarugo Tarahe, taraje, V. taray
todos los castellanismos). Ya aparece en el dicc. Tarambana, V. tarabilla T aramingo, V. tra­
de Belvitges, de 1803; y en los de Amengual, bar Tarando, V. reno Tarangallo, V. tran­
L abernia, Bulbena, Escrig, Aguiló, etc. E n ca­ 55 ca Tarángana, V. tángano Taranquela, -era,
talán ha formado más derivados que en caste­ V. tranca
llano: tarambanada ’acción propia de u n taram ­
bana’, tarambanejar ’comportarse como un ta­ T A R Á N T U L A , tomado del it. taràntola id.,
ram bana’, y aun Labernia registra (ed. de 1865, derivado de Taranto ’T arento’, por abundar esta
no en 1839) cierto ttaram ba m . home atarantat; «0 especie de araña en la Pulla y en los alrededores
de esta ciudad italiana. 1.a doc.: taràntola, N ebr. ; mos (a)tarazar y mordiscar; en este caso el prov.
tarántula, 1570, C. de las Casas. mod. tarasco (fr. tarasque), sólo se habría tomado
U n ej. aislado de tarántela ’especie de araña’ en del cast. aplicándolo especialmente a Tarascón a
Juan M anuel (Cej.). El it. taràntola está documen­ causa de la semejanza del vocablo; sin embargo, ha­
tado desde los orígenes del idioma (M arco Polo), 3 llándose documentado el nom bre y la leyenda con
y los varios autores españoles del S. X V I que ha­ referencia a la ciudad del Ródano desde el S. X III,
blan de la tarántula coinciden en que es una ara­ no es posible que se tomara del castellano, y será
ña propia del Sur de Italia, vid. Terlingen, 327-8, derivado del topónimo, aunque el influjo del verbo
A ut. y Fcha. Sin embargo, la preocupación por tarascar pudo ayudar a la creación o consolidación
el «tarantismo» se difundió tam bién bastante en 10 del mito y a su aplicación a esa ciudad. 1.a doc.:
España, V. la obra E l Tarantismo observado en 1591, Percivale.
España, de fines del siglo pasado, citada por Vig- Definido «a giant made of clothes and thinges,
nau, R A B M 1874, p. 47. Para la tarántula en such as they use in pageants and May games;
las creencias españolas del S. X V III, G nz. Paten­ also a hobbie horse such as they daunce withall
cia, R D T P I, 54-88. 15 in a M aie game»; O udin «loup-garou, fantosme»;
D e r i v . Taranta amer. ’ataque de locura’, ’des­ Covarr. «una sierpe contrahecha que suelen sacar
vanecimiento’, mure, y almer. ’cierto canto po­ en algunas fiestas de regozijo»; y análogamente
pular’. Tarantela [Aut.]-, G . Vidossi (A G I XXXV, en el M aestro Correas. Descripciones de la taras­
73) afirma, ignoro con qué fundam ento, que el ca pueden verse en L a Pícara Justina y en L a Co­
it. tarantella no deriva de tarántula, cuando es 20 rona Merecida de Lope (Fcha.); A ut. agrega otros
nombre de una danza popular, que no debe con­ pasajes en autores del S. X V II. El vocablo sigue
fundirse con la danza terapéutica. Atarantar [1573, siendo hoy popular en muchas p a rte s: se trata
M árm ol; Quiñones de B., ej. citado s. v. P E ­ de una figura de serpiente monstruosa, de boca
L A IR E ; deformado en atalantar, 1607, DHist.~¡, enorme y en actitud de m order; esto explica los
del it. attarantare [princ. S. XVI] id., propiam en­ 25 sentidos secundarios: ’mujer fea, desenvuelta y de
te ’morder (la tarántula) causando trastornos ner­ mal natural’ [Aut.], ’bocaza enorme’ en Chile («el
viosos’. Tarantulado. Diablo llegaba a bram ar, echando espumarajos en
sangre por la tarasca», G . M aturana, Cuentos Tra­
TA RA REA R, de las sílabas ta-ra-ra, que suelen dicionales, A U C h. X C II, ii, 68; D raghi, Canc.
constituir el tarareo. 1.a doc.: Acad. 1884, no 30 Cuyano, p. 145), ’especie de cometa’ en la Arg.
1843. En portugués el vocablo está hoy algo anticuado,
D e r i v . Tarareo. O tras palabras de la misma f a ­ conservando solamente acs. secundarias, pero de­
milia. Tarara, onomatopeya del toque de trompeta bió de ser castizo y antiguo allí tam bién, pues ya
[Calderón, Aut.] ; otras veces tarará. Tararira está en Ferreira de Vasconcelos (a. 1547), vid. Cor-
«chanza, alegría con bulla y voces» [Quevedo, 35 tesáo. En Francia es famosa la Tarasca de T aras­
A ut.]1, ’persona bulliciosa, alborotada y poco for­ cón, de figura semejante (prov. tarasco > fr. ta­
m al’ (Acad. ya 1882), arg. ’pez de río redondeado rasque).
y negruzco que suele estar en constante movi­ En cuanto a la etimología, estamos ante un
m iento’3, arg. ’mujer fea y seca (¿o alelada?)’ d ilem a: por lo com ún se admite que es p ri­
(Guiraldes, D . S. Som bra, ed. Espasa, p. 218): 40 mitiva la voz provenzal, y derivada del nom bre de
el sentido primitivo será ’persona frívola, que T arascón; del provenzal o del francés habría pa­
siempre anda tarareando’. Tiroriro [Aut.]. T itiri­ sado al castellano: así dicen Bloch, la Acad. y
taina [«cosa de poca sustancia o entidad», A ut. hoy otros autores citados por Nascentes. Sin embargo
la Acad. atribuye este sentido a T IR IT A Ñ A ] . ya M istral subraya la antigüedad de la voz caste­
Para taratántara y otras voces de la misma fami­ 45 llana : frente a ella el vocablo parece ser reciente
lia, vid. Z A R A N D A . en Francia, pues en lengua de Oc carecemos de
1 U na moza de vida alegre, respondiendo a las testimonios medievales, M istral sólo cita ejs. del
exhortaciones de cierta Celestina : «—T ía, la san­ S. X IX , y en francés no se documenta hasta 1721.
gre que bulle más quiere tararira que dineros, Claro está que el castellano tarasca se h a b ría '
y gusto que dádivas: tom a otros oficios», escri­ 50 podido derivar del verbo tarascar «morder o
bió Quevedo en La Fortuna con Seso. A ut. trae herir con los d ien tes: dícese más frecuentemente
otro ej. de la ac. arriba citada. T err. da una atarascar, y es m ui usado hablando de los perros»
definición análoga aunque algo diferente.— 2 As- [Aut.], y éste hubiera podido resultar m uy fácil­
casubi, S. Vega, v. 3080. mente de un cruce de sus dos sinónimos tarazar
55 (o atarazar) y mordiscar.
Tararira, V. tararear E n efecto, tarascar es palabra ya antigua también,
empleada a princ. S. X V II por Vélez de Guevara
TARA SCA , origen incierto; quizá derivado del (Fcha.) y atarascar por Quevedo (cita en el Tesoro
verbo tarascar ’m order y herir con los dientes’, que de Gili, s. v.). Siendo esto así, sería el prov. taras­
a su vez resultaría de u n cruce de los dos sinóni­ 60 co, de fecha más moderna, el que habría debido to-
inarse de España, y sería muy natural que se apli­ corre f(a)rjáya (Beaussier). L a forma clásica tarfá’
case al monstruo de Tarascón, precisamente por debió prim ero pronunciarse (árfá, de acuerdo con
la semejanza casual del vocablo. Fuerte apoyo de la fonética hispanoárabe, y luego se alteraría en
la etimología española encontraríamos en el ecuat. tórafa y taráfa (comp. el traslado de acento en
tarasco, ecuat., boliv., chil., arg. tarascón ’m ordis­ 5 A L B A H Á C A ): atharafa está ya en el seudo-Aris­
co, mordiscón’ (Lemos, Sem . Ecuat., s. v.), y so­ tóteles, texto hispanoárabe de h. 1200 (Bull. H isp.,
bre todo en la i de la forma bilbaína tarisco ’m or­ 1909, p. 27). T odos estos cambios pertenecen,
disco, dentellada’ (Arriaga). En favor de un mayor pues, a la dialectología árabe y no al romance (co­
arraigo y antigüedad del vocablo en España que en mo daba a entender M üller, en el Gloss. de Dozy,
el Sur de Francia estarían los siguientes indicios: 10 348); en castellano taráf pasó a * tarafe y luego
1.° Tarasco en este país parece ser exclusivamente tarahe y taray. M ás documentación de atarfe en
propio de Tarascón, m ientras que en tierras de D H ist.; de taray, en Fcha. L a Acad. cita una for­
lengua castellana es universalmente conocido. ma taraje que será andaluza.
2.° Es vocablo ajeno al catalán (donde un m ons­ D e r i v . Tarayal; taharal [1640, Mz. de Espiner],
truo semejante se llama Patum), pero arraigado 15 metátesis de tarahal.
en portugués desde la primera mitad del S. XVI.
Ahora bien, si el vocablo hubiese viajado desde Taraza, tarazar, tarazón, V. atarazar
el Bajo Ródano a Castilla, con mayor razón ha­
bía de arraigar en Cataluña. 3.° L a fraseología TARBEA, ant., ’sala’, del ár. tarbi‘ id., pro­
y derivación es mucho más rica en la Península 20 piamente ’cuadrado’, derivado de ’árbaca ’cuatro’.
Ibérica. 1.a doc.: 1585, López Tam arit.
Sin embargo, contra las apariencias, parece que el D e éste lo cita Covarr., en términos am biguos:
vocablo fué antiguo en el Sur de Francia, pues ya ttarbea, en arábigo vale quadra», y de Covarr. lo,
el lombardo J. de Vorágine, h. 1260, nos atestigua reproduce A ut., advirtiendo «ya no tiene uso». Sin
la creencia en la existencia de un dragón antro­ 25 embargo, fué realmente usual en cast., por lo m e­
pófago llamado tarasconus, en un lago cerca de nos la variante tarabea ’habitación de planta cua­
Tarascón (entre Arles y Aviñón); según la leyenda drada’ en Lz. de Arenas (1633), p. 183 (taravea,
habría sido amansado por Santa M arta, la hués­ p. 54). PAlc. traduce el ár. tarbíc por «quadra de
peda de Jesús (cap. 105, ed. Graesse, p. 444.33; casa» (Dozy, Gloss., 348). Para el tratam iento fo­
variante tarasconis, nominativo, en la ed. de Lión, 30 nético, vid. T A R A C E A .
1510, f° 80u2, que llama Tarascona a la ciudad);
la traducción rosellonesa de fines del S. X III es­ T A R D A R , del lat. t a r d a r e ’retrasar, entrete­
cribe «era apelat aquel drach Tarascha» (f° 150rb). ner*, ’tardar’. 1.a doc.: orígenes (Glosas Emilia-
Luego parece que el oc. tarasca, -o es derivado re- nenses, Cid, etc.).
trógado de Tarascón (antes T a r u s c o n e m , documen­
35 Es tam bién frecuente en Berceo, J. Ruiz y de­
tado desde Estrabón y Plinio, de origen prerromano, más medievales; común a todos los romances de
seguramente ligur, Tarasconem desde 1150), y que Occidente, y general en todas las épocas, si bien
el vocablo pasaría de ahí a Castilla y Portugal, re­ en la Arg. y otros países de América es mucho
cibiendo allí un gran desarrollo y popularización menos popular que demorar.
gracias al influjo del cast. tarascar, de etimología 40 D e r i v . y voces de la misma familia. Tardo
independiente. No sé si trae documentación pro- [Mena, C. C. Smith, BHisp. L X I ; mediado
venzal algo antigua el libro de L. D um ont, La S. X V I, Hz. de Velasco, A ut.; ajeno a APal.,
Tarasque: essai de description... ethnographique, N ebr., PAlc., Covarr., y a las fuentes medievales;
París, 1951, 252 pp. está en el Quijote, Percivale y Oudin, pero hasta
D e r i v . Tarascada [Aut.]. Entarascar. Para otros4 5 ahora sigue siendo palabra exclusivamente litera­

V. arriba. ria], tomado del lat. tardus id. (de donde deriva
tardare): con carácter hereditario no se ha con­
Tarata, taratana, V. tejer Taratántara, V. ga­ servado en ningún romance (las formas que ahí
randa cita el R E W en parte vienen de t a r d e , en parte
50 son cultas). Tarde adv. [Cid], de t a r d é id., ad­
TARAY, del antiguo tarahe y éste del ár. vg. verbio correspondiente a tardus, com ún a todos
faráf (ár. el. {arfa’) id. 1.a doc.: N ebr. (catarfe, los romances de O ccidente; f. ’segunda mitad del
árbol: lo mesmo que tarahe»); taray, 1555, L agu­ día’ [Berceo; Apol.; Gr. Conq. de Ultr., 258b26;
na (A u t.). etc.], sustantivación com ún con el port. (del cast.
Tarfá’ «tamarix, arbor» está ya en los dicc. clá­ 55 se tomó el cat. tarda, pron. com únm ente tarde
sicos del Yauharí (fin S. X) y del Fairuzabadí en los dial, occidentales y ajeno al val. y el bal.);
(Freytag I I I , 51), y hoy quizá sea todavía la forma comp. la tarde ’la tardanza’ en Y úguf A 23b;
empleada en Egipto (Bocthor); pero en el árabe tardecita ’el anochecer, el crepúsculo vespertino’
de España se decía faráf (y como nom bre de uni­ [S. X V I, Tim oneda, Patrañuelo, Rivad. I I I , 152],
dad {arija), PAlc. (s. v. atarfe), y hoy en Argelia «0 hoy m uy vivo en Cuba (Ca., 213), Colombia (Eus­
V. — 27
tasio Rivera), la Arg. (Ascasubi, S. Vega, v. 222; dentro de certo tem po», «nos engenhos de as-
Guiralues, D. S. Sombra, ed. Espasa, p. 29), etc.; súcar, hé a porçâo de cana que se moe em hum
en ast. tardica o tardiquina (V), en otras partes dia» (de donde hoy en el Brasil ’medida agraria
tardecica; tardecer o más comúnm ente atardecer igual a unos 3000 o 4000 m etros cuadrados se­
[Acad. S. X IX ]. Tardío [Berceo], derivado común 5 gún los lugares’), tarefa de azeite «o vaso para
con el fr., it., rum ., etc.; raro tardano (comp. cat. onde corre o azeite, e a água ruça das ceiras, onde
tarda). Tardinero ’tardo’ [1251, Calila, Rivad. L I, ella se separa do azeite» (Moraes) : de ahí en Tras
28; J. R uiz; APal. 339b], anticuado o raro ya os M ontes «alfarje, grande vaso de pedra que gira
en los clásicos. Tardón [«cessator, cunctabundus» a roda que mói a azeitona» (R L V, 25), en el
N ebr.]. Tardador [Nebr.]. Tardanza [Berceo; 10 Alentejo «meio-pote, para água, azeite, etc.» (R L
-anda, A lex., 2306]; tardamiento ant. y raro (J. IV, 240), «pote grande de barro para depósito da
Ruiz). Detardar [Cid; Berceo, etc.] a n t.; detar­ água que se gasta diàriamente» (R L IV, 246).
danza (]. Ruiz). Retardar [N ebr.]; retardadón; Es posible que tengamos un ej. tem prano del
retardado [APal. 341 d]; retardador; retardatario; vocablo en las «dos alhombras viejas de tarea»
retardativo; retardatriz; retardo [Acad. S. X IX], 15 citadas en un texto de 1434 (invent, de Alf. S. Al-
probablemente tomado del fr., donde este grupo caraz, Arch. Cat. de Toledo, p. 3, común, de don
es mucho más vivo que en cast. A. Castro), aunque el sentido no es claro.
L a palabra taríha es ajena al árabe clásico, pero
TAREA, del ár. vg. faríha ’cantidad de trabajo se ha empleado en el árabe vulgar de Occidente
que se impone a alguno’, derivado del ár. táraji 20 en el mismo sentido que el más corriente en caste­
’lanzar, arrojar’, ’im poner la adquisición de una llano moderno : así ya en PAlc. (pron. taréha, arri­
mercancía a un precio determinado’. 1.a doc.: ba), y hoy en Marruecos es «tarea de costura, etc.»
N ebr. (¿tarea de alguna obra: ostum»). (Lerchundi), en Argelia «tâche de couture don­
En el sentido m oderno entiende ya PAlc. el vo­ née par la maîtresse à l’écolière» (Beaussier; más
cablo (como lo m uestra al cambiar la preposición 25 documentación dialectal en Steiger, Contrib., p.
empleada por N ebr.): atarea en alguna obra: ta- 259), ac. especial que tam bién ha existido en cas­
réha, taráyh». Igualmente Diego G racián (1542): tellano, como en Juan de Torres (fin S. X V I):
«acabada su tarea, se paran y no quieren sacar más «por m andato de ella hilaba entre sus doncellas,
agua, ni de grado ni por fuerza»; y en Cáncer y tenía tarea de labor, como una de sus criadas»
(t 1665): «durad, vivid más que el sol, / que en 30 (Aut.). Tarata deriva del verbo {árah, que es clá­
incansable tarea, / phénix de luz, en sí mismo / sico y m uy vivo en todas las épocas del idioma
las doradas plumas quema» (Aut.). C o v arr.: «la en el sentido de ’arrojar, lanzar’, y en otros m u­
labor y destajo de u n día»; O udin «la tasche, la chos especiales ; entre ellos está el de ’im poner
journée»; C. de las Casas (1570) «staglio». La la adquisición de una mercancía a un precio de­
variante atarea, con el artículo árabe aglutinado, 35 term inado’, y f arh ’precio forzado’, los cuales do­
es corriente en el S. X V I: «mil ansias por ata­ cumenta Dozy (Gloss., 348) en textos egipcios de
rea / tengo por renta real» C. de Castillejo (1.a primeros del S. XV y otros; por otra parte se
mitad de dicho siglo), y otros dos ejs. del M aes­ pasó al sentido de faríha ’imposición de un tra­
tro Venegas en D H ist. Existen acs. secundarias bajo’1. Además este vocablo tuvo otras acs. que
fácilmente comprensibles, como especialización de 40 tam bién pasaron al cast, y port. : «rossée, volée de
la general; así en el Oeste argentino: «la tarea coups de poing ou de coups de bâton» (Dozy,
era lo que el segador podía segar con holgura en Suppl. II, 32a), sentido que conserva hoy el port.
un día, y reducido ello a medida fija, se conside­ tareia «pancadas, tunda, sova», y que tuvo el cast.
raba tarea u n rectángulo de sembrado de treinta tarea en el S. X V I: en El Deleitoso de Lope de
varas de frente por setenta de fondo» Chaca, Hist. 45 Rueda golpean unos padres a su hija, que se que­
de Tupungato (p. 287); en C uba: «el trabajo se­ ja a grandes gritos (C l. C., p. 264), y después se
ñalado por el dueño o mayoral de una finca de dice « ¡h a llevado la mochacha tarea!» (p. 266), y
campo a sus esclavos en una porción d e... tiem ­ en Sánchez de Badajoz u n pastor zurra a un frai­
po prefijado...: una tarea comprende 900 varas le lascivo («brúmale el cuero»), y u esto llaman los
cubanas planas, y una vara de tarea, seis varas 50 espectadores darle tarea (que el editor quiere en­
cubanas» (Pichardo), ttarea de leña: m ontón de m endar desatinadamente en talega: ed. Libros de
leña cortada en rajas de cuatro pies, que ocupa A ntaño X I, 243; comp. X II, 415). Para otro vo­
tendida en el suelo el ancho de una raja, dos tan­ cablo de la misma raíz arábiga, V. T A R A .
tos de alto, tres de largo» (Ca., 169; y Pichardo). D eriv. Atarear [med. S. X V I, Seb. de Horoz-
Quizá ya entendiera algo de esto Nebrija al tra­ 55 co, D H ist.; Cuervo Dicc. I, 733], Tareero.
ducir tarea de alguna obra por ostum, pues el 1 De la idea de ’imposición de un trabajo’ pa­
lat. hostus era el ’producto de la cosecha de un rece venir el matiz especial que A u t. da como
olivo’ o la ’cantidad de aceite que se saca cada aplicación figurada «el afán, cuidado o penalidad
vez que se exprimen aceitunas’. El port. tarefa es que causa u n trabajo continuo», y documenta
«a ponpao de trabalho e obra que se deve acabar 60 en Cancer. Esta ac. se ha modificado hoy, con
carácter más o menos dialectal y familiar, en la bió de pronunciarse aproximadamente tar<éek; de
de ’idea fija y perm anente’, ’ocupación que se to­ ahí salía tarecos m uy fácilmente, y no es de extra­
ma uno en hacer constantem ente algo’, que he ñar que la doble vocal arábiga no diera el diptongo
oído a gente de A lm ena, y es vivo por lo menos portugués ei, que evidentemente correspondía a
en otras partes tíe A ndalucía: u n gitano en u n 5 un matiz de tim bre muy distinto.
cuento referente a Málaga pregunta «¿y p or qué O tra variante am ericana: tereque en Puerto R i­
toma esa tarea el churum belito?» refiriéndose a co y Venezuela.
la frase «yo no quiero que se venda el caballo
tordo» que un niño va repitiendo por encargo Tareero, V. tarea
de su padre, con objeto de llamar la atención 10
del tratante (Fulano, Zutano, M engano y Peren­ T A R ID A , del ár. j anda ’nave de transporte’.
gano, Cuentos y Chascarrillos Andaluces, ed. I.a doc.: h. 1260, Partidas.
1898, p. 101). Será usual en otras provincias E ntre las embarcaciones menores cita este texto
más septentrionales, pues de ahí se tomó el cat. legal los «carracones, et buzos, et taridas, et cocas,
taleia «faHera, idea fixa, manía» (Ag.). Se me 15 et leños, et haloques et barcas» (II, xxiv, ed. Acad.
ocurre la idea de que el cat. déria ’manía, obse­ II, p. 263). T am bién aparece en la Gr. Conq. de
sión, idea fija’, que Alcover localiza en todo el Ultr. como nom bre de una embarcación de car­
catalán oriental y en M enorca, puede ser alte­ ga (pp. 520, 657). El oficio de la tanda lo descri­
ración de la misma palabra arábiga que tarea, y be m uy claramente la Crónica catalana de Jaime
no habría dificultad en el cambio de t en d, 20 I : «les galees... cada una tirava sa tanda, e ana-
pero no se vería justificación del cambio de ven traén les tarides del port gent e suau: e els
acento. sarrains sentiren e arravataren-se, e aquests nos-
tres qui trayen les tarides estegueren-se de remar,
TA R ECO , ’trasto, trebejo’, cañar., cub., venez., e ... anaven traén les tarides suau... e cuytaren-se
ecuat., del ár. tará’ik, plural de taríka ’objeto aban­ 25 tant les nostres 12 galees e les 12 tarides que ans
donado o dejado’, ’herencia, bienes de fortuna’. foren a térra que els» (ed. Ag., 97): se trataba,
1.a doc.: 1836, Pichardo (ed. 1862). pues, de una nave de transporte llevada a remol­
Definido «mueble indecente, trasto viejo y m i­ que por una galera. Es vocablo muy frecuente en
serable... se reduce especialmente al menaje». N o catalán medieval (tenida es mera variante gráfi­
le dió entrada la Acad. hasta ediciones recientes 30 ca del cat. oriental), en textos italianos (desde
(1925, no 1884). Además de ser cub., venez. y 1210), y tam bién conocido en lengua de Oc y en
ecuat. se emplea tam bién en Canarias (Rég. Pérez, francés [1246], vid. Vidos, Parole M arín., 584-6;
Rev. de H ist. de la Laguna, n.° 84, p. 486). E n la las lenguas de Francia lo tomarían del cat. o del
Península tarecos es voz típicamente portuguesa it.; las demás, directamente del árabe; desde lue­
que Moraes define «trastes velhos, de pouco va­ 35 go no hay razón para creer que todas lo tomaran
lor» y clasifica como «voz chula». Pero alguna va­ del genovés, como apunta Neuvonen, 264. D el it.
riante se empleó en tierras leonesas: ast. tariegu pasó al b. gr. TapÍTa [S. X III], Kahane, B yz.-
’puchero de barro con su asa que se emplea en Ngr. Jb. XV, 108. Como indicó Dozy, Gloss.,
usos domésticos’ (R), y tarego ’vasija para con­ 350, se trata del ár. tanda «actuaría navis», ya do­
servas’ aparece en docs. de León de 1049 y 1083 40 cumentado en textos clásicos (Freytag), y en el
(el nom bre de lugar Tarego o Tariego, que Oelschl. árabe de España (PAlc., s. v. galea, galeaza). En
relaciona con esto, no es de creer que tenga rela­ qué forma esta palabra puede derivar de la raíz
ción). Como etimología indicó Dozy (Gloss., 348) tárad ’em pujar’, ’rechazar’, nos lo indica el empleo
tarik «proprem ent ce qu ’on laisse, ce qui ne vaut de la tarida como nave de remolque.
pas la peine d ’étre em porté»; Eguílaz rectificó en 45
tárika ’cosa abandonada’. Pero ni una n i otra for­ Tariego, V. tareco
ma se encuentran en los diccionarios, por lo m e­
nos en tal sentido. Lo que sí es de uso universal T A R IF A , del ár. tacrífa id., derivado de cárraf
es el verbo tárak ’abandonar’, de donde el sustan­ ’informar, dar a conocer’; tomado por conducto
tivo taríka ’cosa abandonada’, ’huevo vacío’. Éste 50 del catalán. 1.a doc.: 1680, Aut.
ya es clásico, y vive actualmente, p. ej. en Arge­ C on la definición «tabla o catálogo de los pre­
lia vale «héritage, succession, hoirie; patrimoine, cios de varias especies vendibles, u de los derechos
bien, fortune» (Beaussier). Podría imaginarse que que deben pagar a proporción de ellos». N o sólo
tomando esta forma por u n nom bre de" unidad no conozco ejs. cast. medievales, sino que es pala­
se creara un nom bre genérico *tarík; pero esto no 55 bra ajena a los Aranceles santanderinos del
consta en parte alguna, tanto menos cuanto que es S. X III, a los glos. de h. 1400, a APal., N ebr.,
usual el plural tará’ik (clásico, argelino, etc.), y ha­ PAlc., C. de las Casas, Percivale, O udin y Co-
biendo un plural fracto, de carácter colectivo, el varr., a pesar de que en varios de estos dicciona­
nombre genérico se hace superfluo. Probablemente rios aparece el nombre de lugar T arifa, que ha­
se trata de este plural tará’ik, que vulgarmente de­ 60 bría podido sugerir el nom bre común si éste fue­
se usual en cast. En cat. es mucho más an tig u o : ra» PAlc., «lectus» R. M artí), y algo parecido sig­
de los ejs. que cita Ag., el primero es de 1315 y nifica hoy en Argelia. Como el vocablo no tiene
el segundo de m ed. S. X VI. De esto se deduce que raíz en árabe, debió de tomarse en préstamo de
arancel era el único vocablo cast. usual en la Edad otro idiom a; quizá del persa, en cuyos dicciona­
Media, en que asumía los varios usos que hoy se 5 rios clásicos aparecen formas semejantes (Dozy,
reparten entre las dos palabras, y tarifa se tom a­ Suppl. II , 42a).
ría posteriormente del catalán. Si el fr. tarif, antes D e r i v . Tarimóti [Aut.]; en Albacete es «sofá de
tariffe [1572] viene del mismo idioma o del ita- armazón de pino y asiento de cuerdas de esparto
liano, como suele admitirse (Vidos, A R om . X IV, o de anea, típico de las casas de labradores» (RFE
138), y si el it. tariffa es o no arabismo directo, 10 X X V II, 253). Entarimar; entarimado. Entaramin-
no ha sido bastante investigado. Del antiguo y po­ gar ast. ’empingorotar, levantar en alto’ (R).
pular arraigo en catalán es testimonio indirecto el 1 ¿T iene que ver con ella la acentuación tarima
derivado destarifat ’exagerado, que no se modera que da O udin repetidam ente? Pero no tengo con­
en el modo de conducirse’, m uy usual por lo me­ firmación de esta variante en romance.
nos en la prov. de Castellón (G. G irona; G uinot, 15
Escenes Castellonenques, p. 11). El étimo, como T A R ÍN , tom ado del cat. tari (pl. tarins) y éste
indicó Dozy (Gloss., 348; Suppl. II, 117), es el del sic. tari, de origen incierto. 1.a doc.: 1511, car­
ár. tacrífa, que con su variante tacrif es usual en ta desde Sicilia.
varios países de África y Asia, con las mismas Terlingen (pp. 291-2) cita además otro doc. de
acs. que la voz europea, y tam bién con la más ge­ 20 igual procedencia, del a. 1528; C ovarr.: «moneda
neral y etimológica ’descripción, cuadro’, ’defini­ que corre en Italia». Falta en A ut., pero M ateu
ción, determinación’; en estas últimas acs. es ya y Llopis (Glos. de N u m ., s. v.) nos informa de
clásico, y se trata del nombre de acción correspon­ que Felipe I I I y Felipe IV hicieron acuñar tarines
diente al verbo cárraf ’informar, publicar, dar a en Sicilia. M ás tarde el vocablo se empleó en Es­
conocer’. 25 paña: la Acad. en sus ed. de 1817 y 1843 defi­
D eriv. Tarifar [Acad. S. XIX], ne, en calidad de voz provincial, «el realillo de
plata de ocho quartos y m edio»: ast. tarín ’mo­
T A R IM A , del ár. tarima (también tarima) ’pór­ neda de plata de un real’ (sobre todo en la frase ser
tico’, ’dosel’, ’estrado, tarim a’. 1.a doc.: O udin; com’ un tarín «ser (una persona o cosa) pequeña
Covarr. 30 y de m ucha pulidez» V ); bilb. tarinsito «realito de
Define aquél «une couche ou chalit de bois á plata que ya no se acuña y valía ocho cuartos y
la m oresque: tribunal, marchepied», «marchepied medio» (Arriaga); T e r r .: € tarín: m oneda de pla­
eslevé de trois ou quatre degrez ou encor moins, ta de C astilla..., de 34 maravedís». E n catalán tari
sur lequel on estend un tapis de T urquie ou au- (pl. tarins) se documenta desde 1305 y también
tre, et dessus y a des coussinets pour asseoir les 35 en M untaner y en 1534 (Ag., D u C.), siempre con
dames, il y en a aussi sous les dais des grands referencia a Sicilia; además en el Consolat de Mar
seigneurs»; C ovarr.: «el estrado que acostumbran (ed. Moliné, p. 210). En bajo latín encontramos
poner a los reyes o príncipes, de madera, el qual tari desde 1192, y luego con frecuencia latinizado
cubren con paños de seda o brocado, y sobre él en las formas tarinus y tarenus (alteración ésta
la silla o sitial...». A ut. ya da la definición m oder­ 40 por influjo de florenus ’florín’), con referencia casi
na, y cita ejs. literarios, algo tardíos, del S. X V II. constante a Nápoles y Sicilia; el it. tari o tareno
En portugués se dice tarimba, ultracorrección que es térm ino histórico poco frecuente y tam bién se
se explicaría con mayor facilidad si supusiéramos refiere a la misma región. El vocablo se extendió
que los portugueses tom aron el vocablo del c a st.: además a Francia: el oc. ant. tarín (pl. taris) se
de lodos modos esta forma se propagó al cast. de 45 encuentra solamente en un doc. de Niza y en
partes de América (B D H A IV, 241; Cuervo, Fierabras (h. 1240), el fr. ant. tarín es algo más
D isq., 1950, p. 364); en cat. es castellanismo re­ frecuente, pues hay una docena de ejs. en cancio­
ciente, y del cast. viene tam bién el lombardo te- nes de gesta del S. X III, y en la Historia de los
rima (K JR P h. IV, 182). L a etimología arábiga fué N orm andos: sin embargo, todos estos ejs. se re­
ya señalada por Dozy (Gloss., 348). En árabe es 50 fieren a Sicilia o a los árabes, vid. G . Belz, Die
palabra ajena a los diccionarios clásicos, pero ya M ünzbezeichnungen in d. altfrz. Literatur (Stras-
aparece en R. M artí (S. X III), en varios auto­ sburg, 1914), 59-61. H oy tari es todavía conocido
res españoles y africanos del S. X IV, en las M il en Sicilia como una moneda de 42 céntimos, ta-
y U na Noches, en u n antiguo poeta persa de len­ ríolu «lo stesso che tari, m a s’intende quello bat-
gua arábiga, etc. E n casi todos tiene la forma 55 tuto a solo» (Traina)1, calabr. tari «antica moneta
fárima1, sólo PAlc. acentúa tarima: se trata, pues, d ’argento del regno delle D ue Sicilie» (Rohlfs);
de una variante propia del hispanoárabe. Por lo de ahí pasaría al b. gr. Taptov «ponderis apud m é­
común significa «dais, portique, cabine d ’un vais- dicos species» (documentado en textos difíciles de
seau, armoire dans le mur», pero en el árabe de fechar y localizar). Es evidente que el vocablo pasó
España aparece la ac. ’estrado’ («cama de m ade­ 60 al cast. por conducto del cat., y al fr. ant. por
conducto del provenzal, pues p o r la gram ática de T A R JA , ’escudo’, ’moneda que había llevado la
estos idiom as se explica el añadido de u n a -n, que figura de un escudo en su reverso’, tom ado del
es ajena al siciliano y al calabrés (la latinización fr. targe id. id., y éste probablemente del germ.
tarinus p a rte tam b ién del cat., idiom a oficial de targa ’escudo’ (ags. y escand. ant. torga id.,
la C onfederación aragonesa). 5 a. alem. ant. zarga, alem. zarge ’borde de un ce­
Las varias etimologías propuestas carecen de va­ dazo, de u n vestido, etc.’); en la ac. ’palo o caño
lor: D u C. supone sea abreviación de tarentino, en que se hacen muescas para comprobación de
imaginando que se acuñara primero en T arento, de una cuenta’ tarja es alteración del antiguo taja,
lo cual no hay indicio alguno (cita un doc. donde derivado de tajar (por los tajos o muescas que se
tarentinus figura como nom bre de moneda, que 10 le hacen), alteración debida a confusión con tarja
no sabemos tenga nada que ver con el tari) y es ’m oneda’. 1.a doc.: ’escudo’ 1403, invent. arag.
imposible fonéticam ente; Amari (citado por Belz) (V R om . X , 208); ’m oneda’, h. 1530, Ant. de
cree que se trata del ár. daráhim, plural de dirhem, Guevara (A u t.).
nombre de moneda bien conocido, pero tam bién El diminutivo aparece ya en invent. arag. de
aquí hay obstáculos fonéticos evidentes, además de 15 1402 («un escudo e dos tarchetas», B R A E III,
que este tipo de plurales en el árabe de Occidente 359). De tarja en el sentido de ’escudo’ hay dos
se acentuaba daráhim; Belz prefiere la hipótesis ejs. en el Canc. de Castillo (h. 1500), citados por
de que el vocablo recibiera el nombre de algún Cej. (el otro que éste cita no sé si es de Rdz. de
señor llamado Tierry que hiciera acuñar esta mo­ Almela, a. 1462); además está varias veces en
neda, pero no aduce pruebas, y esta idea (ya re­ 20 APal. («las tarjas e los escudos» 49b; «parma es
chazada por Spitzer, Litbl. X XX VI, 89) es im pro­ tarja red o n d a: escudo ligero para cobrir el pe­
bable dada la rareza de la forma teri en el nom ­ cho... parmula: tarjuela pequeña» 342b; 293b);
bre de la moneda. Aut. y Fcha. citan ejs. del S. XVI. L a ac. ’especie-
En definitiva, como sabemos que el tan fué de moneda’ aparece en la Pícara Justina (Fcha.) y
primero acuñado por los árabes (M ateu y Llopis, 25 en el G. de Aljarache: «ni a él se le diera una
glosario citado) es de creer que su nom bre sea tarja que se fueran o volvieran» (Cl. C. I, 184.14,
un arabismo, y lo mismo indican la terminación donde se cita otro ej.), «por cualquier niñería que
-i, y el hecho de que la misma moneda se llame hiciera, todos me regalaban: uno me daba una
también robái en Sicilia (del ár. rubací ’cuaterna­ tarja, otro un real, otro un juboncillo, ropilla o
rio’, Dozy, Suppl. I, 504a); debe de ser un gen­ 30 sayo viejo» (ibid. II, 59.20). Burlescamente se to­
tilicio o étnico arábigo en -i, pero es difícil iden­ m ó por ’golpe, azote’ (A ut., y ej. de Quevedo
tificarlo tratándose de u n vocablo de tal estruc­ en Fcha.).
tura2. T am bién cabría suponer que se trata de una En las dos acepciones básicas se tom ó tarja
abreviación del equivalente griego del ár. rubaci, del francés, donde con el sentido de ’escudo’ se
a saber T £ T o tp T T |p ó v , nom bre de una moneda acu­ 35 halla desde los orígenes del idioma (Roland), y en
ñada por Nicéforo Focas h. 965, documentado en el de ’especie de moneda’ aparece en algunos tex­
autores griegos de los SS. X I y X II (Sophoclés, tos, sobre todo del S. XV y referentes a Bretaña
Estienne); el dim inutivo de éste, *T£TapTTipíov, (God. X , 744; Belz, D ie M ünzbezeichnungen in
en bajo griego *T£TapTT]pí, pudo ser mutilado en d. afrz. L it., 72), pues se trató primitivamente de
*TT)pí (pron. *tirí, pero luego disimilado terí y más 40 una m oneda de los duques de este país que llevaba
tarde tari), quizá por haberse tomado el elemento un escudo en el reverso; tam bién lo llevaban las
T£T(xp- por el num eral zízzatfeq ’cuatro’; comp. tarjas navarras del S. X V II según M ateu y L lo­
la deformación de -reTap-r^pív en tañaron en m u­ p is; más frecuente que en el N orte de Francia
chos autores latinos (D u C.). Esto es posible, pero parece ser esta acepción en bearnéo (ejs. desde el
bastante hipotético. 45 S. XV en L evy; hoy tárie, tárye, Palay; Rohlfs,
D e riv . Tarina antic. ’fuente de m ediano tam año A S N S L C L X X III, 55), que actuó de trasmisor
en q u e se sirve la vianda en la m esa’ [Acad. 1817], del vocablo a España.
¿por com paración con el tarín? En la ac. «palo de madera, partido por medio,
C p t. Tarín barín ’poco m ás o m enos’ [Acad. con un encaxe a los dos extremos, para ir m ar­
1884, n o 1843], 50 cando lo que se saca o compra fiando, haciendo
1 Además una medida de agua de regar, equi­ una m uesca: y la mitad del listón se lleva el que
valente a 1/16 de zappa ( = 612 litros), así lla­ compra y la otra mitad el que v en d e: y al tiem­
mada porque sale por una cañería cuyo diámetro po del ajuste se conforman las muescas del uno
es igual al de la moneda tari (De Gregorio, St. y otro, para que no haya engaño en la cuenta»,
G lott. It. V II, p. 105).— 2 No sé si trata de tari 55 aparece primeramente en A ut., donde se cita un
el diccionario de arabismos sicilianos de Aleppo y pasaje del G. de Alfarache, pero la ed. original
Calvaruso, que no está a m i alcance. en este pasaje trae taja: «¿en qué confitería no
teníamos prenda y taja, cuando el crédito fal­
Tarisco, V. tarasca taba?» (Cl. C. V, 39), y así escribe tam bién O udin
60 «taja: une taille de bois á tailler et m arquer le vin
q u ’on prend á tavem e ou le pain au boulanger». el vocablo no se encuentra en neerlandés, y en
Indudablem ente es ésta la forma propia y prim i­ alemán sólo tiene el sentido etimológico de ’borde’,
tiva, aunque la alteración en tarja por confusión la atribución de * t a r g a ’escudo’ al fráncico es algo
con tarja ’m oneda’ se comprende muy bien, sobre aventurada; por otra parte el it. targa es aún más
todo teniendo en cuenta que este vocablo según 5 frecuente que en lengua de O c6. Es posible que se
la Acad. tom ó tam bién el sentido de ’tablita o trate de un préstam o del germánico común al latín
chapa que sirve de contraseña” : de ahí vendrá vulgar, que se perdiera en España o no llegara a
el que los aldeanos de Albacete llamen tarjas los penetrar en la Península. A T A R J E A es arabismo
billetes de ferrocarril (R F E X X V II, 25 3 )\ H e aquí y no tiene nada que ver con este vocablo, contra
la evolución en la A rg .: «nuestro paisano... llamó 10 lo que dijeron Diez y Schade.
tarja al doble corte en ángulo, o corte encontrado, D e r i v . Tarjeta (del fr. ant. targette ’escudo pe­
uno de derecha a izquierda, y otro a la inversa... queño’) ’escudo pequeño en que va pintada la divi­
hecho en un poste de corral, en una vara... o en sa’ [1577, B. de Villalba, F c h a .; ejs. de Lope ahí
un trozo de cuero seco, y hasta la simple m ar­ y en A ut.]’, de donde ’tarjeta de visita’ [Acad. ya
ca con un pedazo de carbón o de tiza, que servía 15 1817], por otra parte ’adorno arquitectónico con
de unidad a los antiguos estancieros para el re ­ escudos y emblemas’ [1600, Terlingen, 140-1; es
cuento de sus haciendas... El nom bre pasó des­ posible, pero inseguro, que en este sentido influ­
pués a un aparato más perfeccionado, una plancha yera el it. targhetta]; tarjetero; tarjetón; tarjeteo.
de m adera o cuero, con una doble fila de perfora­ Tarjón antic. [targón en Fz. de Oviedo, Fcha.,
ciones y una clavija o un tiento .. tam bién supo 20 quizá tomado del it. targone]. Ta(r)jero. Tarjar
llamarse tarja al tajo o barbijo que se hace en la [Quevedo]; tarjador. Retarjo arg. (término insul­
cara de una persona con arma blanca» (Inchauspe, tante)*.
L a Prensa de B. A ., 8-X-1944; Silva Valdés, La 1 D ebió de contribuir tam bién el ár. tárah ’sus­
Prensa, 3-II-1940). tracción, descuento’ ( > T A R A ), y aun es vero­
El origen del fr. targe ’escudo’ puede darse aho­ 25 símil que fuese éste el influjo predom inante, en
ra por averiguado con bastante seguridad. El oc. vista de que tara con el valor de ’tarja, palo de
ant. torga [S. X II]3 y el it. torga [frecuente desde madera para la cuenta’ está en A u t.— 2 Por el
el S. X IV por lo menos] prueban que la g ( = /) contrario tarja ’escudo’ pudo pasar a taja en al­
francesa proviene de una antigua G velar. Ahora gunos lugares. De ahí el león, taja ’tabla que usan
bien, t a r g a se encuentra en varios idiomas ger­ 30 las lavanderas para restregar sobre ella la ropa’
mánicos : escand. ant. targa (en dos poetas de (Acad.), y ’armazón compuesta de varios palos
med. S. X), ags. targe f. y targa m. (6 ejs., uno paralelos que se pone sobre el basto para llevar
de las glosas de K ent, del S. IX), todos ellos con la carga’ (riojano según A u t.).— 3 Tarja en autores
el sentido de ’escudo’. Los germanistas han vaci­ septentrionales como Bertrán de Born, como es
lado algo acerca del autoctonismo de estas pala­ 35 natural, y quizá tam bién en alguno meridional,
bras, que algunos habían creído de origen oriental, por influjo francés; pero targa está asegurado en
importadas a través del romance, y otros han su­ otros por la rima y por la grafía targua (comp.
puesto que en anglosajón eran préstamo escandi­ los derivados targar y targon).— 4 Si acaso del
navo o viceversa; pero además de que la voz ará­ norm. largue o del it. targa, no del b. latín, como
biga dár(a)qa (de donde nuestro A D A R G A ) parece 40 dice Dozy. Pero V. A D A R G A . Los testimonios
ser préstam o de otro idioma, quizá no europeo1“, del b. lat. targa que dan D u C. y Baxter-J. son
desde que T oller señaló ejs. de la palabra anglosa­ tardíos [1190], y por lo tanto se trata de latiniza­
jona a partir del S. IX difícilmente puede ya d u­ ciones de la palabra romance. El inglés tomó pos­
darse de que es voz originariamente germánica, y teriorm ente su targe (pron. targ) del francés, pero
emparentada (como adm iten Kluge y otros)5 con el 45 target ’escudo, blanco’ (pron. tárget) supone un
a. alem. ant. zarga, a. alem. med. y mod. zarge norm . targuette.— 5 Kluge cita tam bién u n b.
’borde de un cedazo, de un vestido, etc.’, que pare­ alem. targe (que no se encuentra todavía en b.
ce ser el significado originario, de donde luego alem. med.), pero el vocablo falta en neerlandés.
’borde del escudo’ y el escudo mismo, comp. ags. Tam bién en dano-noruego (lo cual quizá sea cau­
rand ’borde’ y luego ’borde del escudo’, finalmente 50 sa de la sospecha de Cleasby de que el escand.
’escudo’. Luego difícilmente cabe vacilar en traer el ant. targa pueda ser advenedizo). L a parentela de
fr. targe, oc. e it. targa del germánico. M enos segu­ la voz germánica en otras lenguas indoeuropeas
ro es cuál sea la lengua germánica que proporcionó es algo incierta, vid. W alde-H. I, 807.— ' Si real­
el vocablo al rom ance; no puede ser el escand. ant., m ente el ár. dáraqa fuese préstamo europeo, no
pues entonces no habría cambio de G en j en 55 es fácil que venga de un norm . targue a tra­
francés; por esto M -L . (R E W 8579), Gamillscheg vés de las Cruzadas. M ás comprensible sería un
(E W F S, s. v.; R . G. I, p. 178) y B loch-W .1 y a préstam o por conducto del it. y del b. griego
coinciden en partir de un fránc. * t a r g a , adm itien­ (donde tam bién se encuentra -rápYaOi lo cual exi­
do que el it. targa es préstamo de la lengua de giría que el vocablo fuese m uy antiguo en Ita ­
Oc. Esto puede ser m uy bien; sin embargo, como 60 lia.— ’ O tro del m ism o: «la enpresa vea / que
en esta adarga ha mandado / pintar. —Trayga Delfinado el nombre de tirlantéino y en el L an-
en la adarga una targeta y un páxaro pintado en guedoc es tirlintéino según M istral, mientras que
ella y la letra alrededor», Pedro Carbonero, p. en texto francés de 1487 aparece en la forma ter-
36.— ! Quizá ¿’marcado con un barbijo en la ca­ taine, de donde el ingl. tartan, tartane; de formas
ra’? (comp. tarja ’barbijo’ arriba): «instigado por 5 semejantes a éstas ha de salir tarlatana, tamanta-
el fondero Gómez, dije una vez ’retarjo’ al cartero na, y la alteración es tanto más fácil de explicar
M oreira, que me contestó ’ ¡guacho!’» (Guiral- (aparte de la posible alteración fonética tira- >
des, D. S. Sombra, ed. Espasa, p. 15) (falta en trira- > trila-) porque, según veremos, en fecha
Garzón y en M alaret Dicc. y Supl.). moderna, el vocablo fué incorporado a la familia
10 expresiva del estribillo tirlitantaine2.
TA R L A T A N A , del fr. tarlatane id., de origen F r. tiretaine es voz muy antigua, ya en 1245, y
incierto; es posible que sea alteración del fr. tire- poco después aparece en Castilla, en los Aranceles
taine, de donde el cast. tiritaña, que antiguamente santanderinos del S. X III (tiritayna), en las Cortes
designó una tela rica; el origen de tiretaine a de Jerez de 1268 (tiritanna), y desde entonces con
su vez es incierto, probablemente derivado del fr. 15 frecuencia; a la abundante y precisa documenta­
ant. tiret, a su vez derivado de tire, ambos deno­ ción recogida por A. Castro, R F E X, 129-30, pue­
minación de paños finos, de seda, derivados del den agregarse los versos de Juan A. de Baena,
nombre de la ciudad de T iro, de donde se im ­ quien refiriéndose a sus enemigos dice «juro a
portaban la púrpura y otras telas preciosas. 1.a Dios que yo los vista / del paño de tyrytaña, / e
doc.: T err. 20 veamos quién regaña» (Canc., n.° 357, v. 16). Esto
Con la definición «lienzo parecido a la muse­ parece com probar que se trataba de un paño de
lina, y de que las mujeres hacen tocas», pero ad­ poco prestigio o de una tela listada de mucho co­
vierte que este lienzo no era conocido entonces de lorín, extremos ambos indicados por los textos cas­
nuestros lenceros. L a Acad. había admitido ya el tellanos, pues en las Cortes de 1351 se m anda que
vocablo en 1925 (no 1884). En francés es bastan­ 25 las barraganas de los clérigos vistan de tiritaña
te más antiguo, pues ya aparece en 1701 (¿2.a ed. viada, y Lope afirma que es la tela que tiene más
de Furetière?), y en los dicciouariob a p a le e con listas y colores. Las dos fuentes castellanas más
frecuencia desde Savary (1723). Por los años de antiguas coinciden en que era tela im portada de
1730-40 aparece por prim era vez en inglés, donde Francia, lo cual corrobora el origen francés, y tam ­
hoy tiene la forma tarlatan; el prim er dato inglés, 30 bién en catalán las Costum bres de Tortosa, del
en la Cyclopedia de Chambers, cita los tarnatans S. X III, citan las tiritaynes junto con muchas telas
entre los géneros de muselina importados de la de esta procedencia (ed. Oliver, p. 413)3.
India, principalmente de Bengala. L a confirmación Sobre el origen del fr. tiretaine existen dudas,
de este hecho es im portante, pues en él se fun­ hasta el punto de que Bloch1 y 3 se limita a de­
dan los autores del N E D para su sospecha de que 35 clararlo de origen desconocido. Parece m uy razo­
sea palabra de origen índico, opinión adoptada por nable la opinión de Spitzer (L ex ik. a. d. K at., 129-
W artburg (en Bloch, 2.a ed.). Algo de esto parece 130n.) y Sainéan (Sources Indig. I, 437) de que
haber en efecto, pues el dicc. de Trévoux (cuya 1.a sea creación expresiva, quizá de carácter infantil:
ed. es de 1704) dice que la tamantane-chavonis es en apoyo de esta idea citan el ast. titiritaña «tela
una «mousseline ou toile de coton blanche très- 40 floxa, mal urdía» (R), el estribillo titiritaina que
claire, qui vient des Indes orientales, particulière­ aparece en la canción de soldados del Alcalde de
ment de Pondichéry»; sin embargo, como puede Zalamea de Calderón, tirelitantaine como estribillo
verse, el hecho se refiere sólo a una clase determ i­ o como nombre de u n juego de niños en varias
nada de tarlatana y no a todas ni a la primera que fuentes francesas desde el S. X VI, Saintonge ti-
se conoció en Europa, y aun si supiéramos que por 45 rentaine «trainée de choses semblables, ribam -
esta época la mayor parte se im portaban de la In ­ belle, kyrielle» (Jónain), Poitou tantirantaine «ban-
dia, todavía no tendríamos una prueba razonable­ de d ’oiseaux qui se déploie dans le ciel en prenant
mente cierta de que el n o m b r e fuese de ori­ une forme allongée, comme les grues, les oies sau-
gen índico1. E n cuanto a las dos formas tarlatane, vages» (Favre). Que estas últimas formas son una
tamatane (así en Savary), no podemos afirmar 50 creación expresiva como la supuesta por Sainéan
cuál es la primitiva. y Spitzer es indudable, y tam bién lo es que ha
Sea de ello lo que quiera, parece inverosímil se­ habido contacto entre ellas y el nom bre de la
parar el vocablo del fr. tiretaine, de donde sale tiretaine: ya Castro observó que la ac. española
nuestro tiritaña. Si hoy la tiretaine es tela grosera, moderna ’tela e n d e b l e de seda’ y la andalu­
a diferencia de la tarlatana, ya n o ocurre lo mismo 55 za ’vestido m u y l i g e r o de m ujer’ se debe al
con la tiritaña española, y h. 1300 en el Codicilo influjo de tiritar, y así se comprende que en As­
de Jean de M eun figura la tiretaine francesa como turias (donde ’tiritar’ como en muchas partes se
paño de gran lujo (vid. Trévoux). En apoyo de dice titiritar) el vocablo se alterara en titiritaña.
esta identificación cito el hecho de que la tiritaña, Pero una cosa son estos hechos recientes, y otra
que en Provenza se llama tirantéino, recibe en el 60 muy distinta es el origen de una palabra cuya his-
T A R L A T A N A -T A R Q U ÍN 424

toria podemos seguir en los documentos de siete piece-goods) se limita a reproducir el informe de
siglos, sin que en parte alguna se compruebe que Chambers, con la opinión etimológica que ha sus­
el sentido prim itivo fué ’objeto despreciable, sin citado, pero sin pronunciarse; Dalgado ni siquie­
valor’ como supone Spitzer, o «bande de toile» ra recoge el vocablo. Luego no parece que haya
(procedente de ’retahila’) como sugiere Sainéan. 5 nada sem ejante en las lenguas de la India. El
L as cuentas, tarifas y aranceles de artesanos picar- Draper’s Dictionary de Beck (1886) tam bién dice
dos del S. X III nos ponen en u n ambiente lin­ que prim ero se im portó de la India, y luego se
güístico m uy serio y objetivo, que no es el más im itó en Inglaterra, lo cual es probable que se
adecuado para admitir como nom bre de u n artícu­ funde en la afirmación de Chambers. D e que la
lo de comercio tan apreciado un estribillo infantil; 10 tarlatana se fabricó en la G ran Bretaña y en E u­
recuérdese además que en textos muy antiguos ropa hay información cierta del S. X IX .— 2 La
aparece tiretaine hablando de una tela preciosa. terminación -arte indicaría que la forma tarlatane
Sin negar del todo esta posibilidad (si se insiste hubo de nacer en el Sur, lo cual quizá sea el
en ella habrá que docum entar el refrán mucho an­ punto flaco de esta identificación, dado el carác­
tes de 1245 y no en los SS. X V I-X V II, y demos­ 15 ter poco industrial del S ur de Francia. M ás fácil
trar que la tiretaine empezó por ser tela de poco sería partir del catalán, puesto que la industria
aprecio), doy la preferencia a la idea sugerida por textil catalana toma gran vuelo en el S. X V III
Gamillscheg (E W F S s. v.) y que nadie ha recogido (y existió desde m uy antiguo, a juzgar por la
ni refutado hasta ahora de que tiretaine es deri­ fecha de catalogne y análogos en el sentido de
vado de tiret y éste de tire, el cual, como se sabe 20 ’m anta’); esto convendría desde t i punto de vista
desde Diez (W b. 688; R E W 9025), se tom ó del fonético, pero no tengo documentación catalana
b. lat. tyrius ’perteneciente a la ciudad de T iro ’ : del vocablo. O puede ser que la tarlatana se im ­
en efecto tyrium como nombre de u n paño rico portara de Oriente por el M editerráneo, y se le
está bien documentado en varios textos de princ. diera este nombre en el puerto de Marsella. Pero
S. IX (D u C.), tire con el mismo sentido es fre­ 25 lo más probable parece que -an(e) < -aine sea
cuente en francés antiguo (desde el S. X II) y debido a la fonética inglesa.— 3 Del fr. tiretaine
H uon de M éry habla en efecto de tires de T yr es casi seguro que viene el ingl. tartan [h. 1500],
(God. V II, 725); en cuanto a tiret, se encuentra que designa precisamente una tela de lana lis­
tam bién como nom bre de una tela de valor en tada, hoy típica de los H ighlanders escoceses;
una crónica anglonormanda (V II, 728). Desde 30 así lo indican también la forma francesa tenaine
Francia había pasado a Cataluña ya en el S. X I, de 1487 y la escocesa tertane que aparece re­
pues «brisallo de tired» se lee en doc. de 1082 petidamente en el S. X VI. Del inglés (quizá
del Cartulario de Sant Cugat (II, 371). por conducto del fr.) pasó luego el vocablo al
En apoyo de la opinión de Gamillscheg cito cast. tartán, ya adm itido p or la Acad. en 1884
el hecho, que consta repetidam ente, de que los 35 (no 1843), pero empleado desde princ. del siglo
fabricantes de tiretaine, se llamaban tiretiers o por Fernán Caballero (Pagés).— 4 C. T h . Gossen
tiretains: «se tiretier tissoit tiretaine» 1253, «mar- ('V R om . X , 279-84) da abundantes detalles acer­
chans drapiers, thiretiers ou autres vendeurs desdis ca del tipo tiretaine en los dialectos franceses
draps, pieces et thiretainesu 1366, «Statutum T i- y quiere derivar su primitivo tiret del verbo tirer,
retaniorum: Toutes les foiz que aucun tiretanier 40 que habría tenido el sentido de ’cardar lana’ (lo
venra en ladite ville pour ouvrer du mestier de cual no queda probado, pues en este sentido
tiretaines...-» (C onsuetud. Genovef.), citados por sólo se docum enta traire y en fecha reciente tirer
D u C. y por G od. (donde todavía hay otro ej. de á poil, que ya no es lo mismo que tirer): es inve­
tiretier, del a. 1296). Es evidente que el tiretier rosímil por no ser -et sufijo deverbal.
derivaba su nom bre de la fabricación de tiret, y 45
que el mismo artesano se llamó tiretain por la Toronja, V. toronja
misma razón, pero más tarde este gremio dió su
nom bre a la tiretaine que sus miembros fabrica­ T A R Q U ÍN , ’cieno de las aguas estancadas’, ori­
ban, olvidándose la antigua denominación de ti­ gen incierto, probablemente arábigo; teniendo en
ret; en cuanto a este diminutivo, se explica por­ 50 cuenta el val. tarquim, es verosímil que se trate
que el tiret (y la tiretaine), aunque todavía desig­ de un ár. hispánico *tarkim ’amontonamiento de
naron telas finas, lo eran ya menos que el antiguo lodo’, derivado del ár. rákam ’am ontonar’. 1.a doc.:
y lujoso tire im portado de Oriente, y andando el Covarr.
tiem po la tiretaine al abaratarse acabó por ser un Palabra poco extendida en cast. C o v arr.: «el
producto más bien hum ilde4. 55 cieno que se saca de algún estanque, es nombre
D e riv . Tiritaño ’garlito d e esterilla’ salm . (se­ arábigo, de tarquía que vale limpiadera». Falta en
guram ente de tiritaña en el sentido secundario de los glos. de 1400, APal., N ebr., PAlc., C. de las
’cosa o tela de poco valor’). Casas, Percivale y Oudin. A ut. copia el artículo de
1 D e la tarlatane ya no dice el Trévoux que Covarr., citándolo, y alega además u n pasaje de
se importase de la India. El H obson-Jobson (s. v. 60 Gonzalo de Céspedes (1626), madrileño, pero que
vivió mucho tiempo en Zaragoza. Ahí debe de ser: T A R Q U IN A , vela -> ’vela trapezoidal’, en it.
aragonesismo, y en Covarr. lo mismo o valencia­ tarchia o vela a tarchia, en provenzal torco y tar-
nism o: recuérdense las muchas voces valencianas quié, de origen incierto; quizá del fr. voile étarque
que cita este autor. Borao lo da como específica­ ’vela izada y tesada’ (porque la vela tarquina se
m ente aragonés, «cieno en el fondo de las aguas 5 iza y la latina se baja de la verga), derivado de
estancadas»; en G raus tarquín ’lodo’, en el cata­ étarquer ’tesar una vela izándola al máximo que
lán fronterizo de Benavarre tarquí ’barro, fango’ se puede’, el cual a su vez parece ser de origen
(B D C V II, 72, 75). Del aragonés antiguo o del germánico (del neerl. o b. alem. strecken, fris.
cat. de Ribagorza se tomaría el aran, tarküm strekka ’tender, estirar’); en castellano el vocablo
’lodo’. Con esto no digo que sea voz exclusiva del !0 se amoldó a la terminación de vela latina. 1.a doc.:
E ste: el vizcaíno T erreros parece conocerlo como 1831, Dicc. marítimo español.
palabra viva a juzgar por su definición, y es popu­ Éste traduce el it. tarchia por «vela tarquina y
lar en partes de América (quizá procedente de An­ de abanico». L o admitía la Acad. ya en 1884 (no
dalucía), a juzgar por el cub. desentarquinar «qui­ 1843) con la explicación «vela trapezoide m uy alta
tar el tarquín» (Ca., 211). 15 de baluma y baja de caída»: por baluma se en­
Como etimología adopta Dozy (Glossaire, 348) tiende la altura de la vela por la parte de popa y
la de Covarrubias, enm endando la errata: tanqí- por caída la que tiene a lo largo del mástil (en
ya «mondaduras como de pozo» (P. de Al­ el centro del buque). T am bién está en Labernia
calá). Pero salta a la vista que esto no es posi­ (ed. 1840) como traducción del cat. tarquina «vela
ble fonéticamente. Eguílaz propone un *tarhín plu­ 20 trapezoide molt usada en bots y llanxas», que es
ral de tarh ’desecho’, ’aborto’, ’excremento’, que al mismo tiem po el prim er dato que tengo del vo­
parece haber significado tam bién ’cieno que deja cablo en catalán; en portugués no parece ser co­
un río desbordado’; pero no sólo el significado nocido. Desde más antiguo aparece el vocablo con
coincide mal, sino que este plural es hipotético, referencia a la costa mediterránea de Francia, pues
lo que lleva a Baist (R F IV, 361) a negar esta 25 Lescallier da targuier en 1797, Stratico hace lo
etimología: en realidad el plural bien conocido de mismo en 1814, y Jal poco después recoge tar-
tarh era lurüíi y sería raro que un vocablo de esa quier como provenzal y como francés anticuado,
estructura tuviera un plural sano (en -in, según y emplea tam bién voile á targuier (p. 1309b); hoy
el árabe vulgar). Sobre todo es falso que el h se emplean en la costa provenzal-languedociana
arábigo dé -q- en cast. Luego esta etimología ha 30 tarqo, targo (o velo a targo o en targo), y tam ­
de descartarse definitivamente. bién targuié y tarquié. En italiano tarchia aparece
La Acad. (1899) propone otra más digna de dis­ desde Roding (1798) y en muchos diccionarios del
cusión: ár. tarkím infinitivo de 2.a forma del verbo S. X IX aparece el vocablo, sea en esta forma (así
rákam. Es verdad que este verbo no significa Corazzini dice una tarchia), sea en la forma com-
’am ontonar lodo’, sino ’am ontonar’ en general, pero 35 puesta vela a tarchia; la acentuación es vacilante:
el sustantivo rukma vale ’Iodo amontonado’ f? a u - T ram ater (1840) acentúa tarchia, lo mismo hace
harí, Fairuzabadí); también es verdad que la se­ Guglielmotti, y ésta es la forma popular así en
gunda forma de dicho verbo no está documentada y Nápoles como en M alta y en Córcega, y con m u­
por lo tanto tampoco lo está su nombre de acción cho la más empleada en la costa de Liguria, que es
*tarkím; finalmente la raíz rákam, aunque ya es 40 donde el vocablo y el empleo de la vela tarquina
coránica y pertenece al árabe clásico, n o figura en se encuentran hoy más arraigados, pero tarchia es
los glosarios hispanoárabes, si bien se encuentra como dicen los técnicos y la M arina de guerra
en algún autor medieval, y la registran hoy dic­ (que tam bién emplea mucho la vela tarquina), y
cionarios del árabe de Egipto y Argelia (Beaussier, así se oye en algún pueblo próximo a Génova1.
con la observación de que es palabra literaria). 45 En cuanto a la costa francesa del Atlántico, no te­
De todos modos sustantivos del tipo de tarkím nemos noticia de que allí se haya empleado el
se crean muy fácilmente de cualquier raíz arábi­ vocablo: la vela tarquina recibe en la costa atlántica
ga, y bien pudo tratarse de una palabra regional los nombres de voile á balest(r)oun o voile á livor-
del Este y Sudeste del Andalús. Sobre todo, esta de.
etimología encuentra fuerte apoyo en el val. tar- Interesa, por otra parte, saber el origen del ob­
quim ’cieno’ (Lamarca, Sánelo, etc.), documenta­ jeto así designado. Consta que las velas tarquinas
do repetidam ente desde el S. XV, en Jaum e Roig se emplearon por primera vez en las costas de H o­
(vv. 10867, 10926, 13496, 14804, asegurado por la landa, que es todavía donde su empleo sigue más
rima). Ahora bien, la estructura de tarquim es tal, frecuente y generalizado: hay ya testimonios ho­
que difícilmente puede concebirse la posibilidad de landeses de velas de este tipo desde 1416, y otros
otro origen que no sea arábigo, y n o habiendo poco posteriores se refieren a las demás costas
otros étim os posibles e n árabe, podem os aceptar la meridionales del M ar del N o rte; sabemos que em­
etim ología d e la A cad., aunque sea hipotética. barcaciones de H am burgo con vela tarquina estu­
D e r i v . Atarquinar. Entarquinar; desentarquinar vieron a princ. del S. X V I en puertos de la G ran
(V. arriba). Bretaña y Escandinavia, y se cree que alguno lie-
gó poco después al N orte de F rancia; pintores dée, en la hissant autant q u ’on le peut» (Jal, s. v.
franceses e italianos representan embarcaciones así étarquer y de clef en clan), «hisser à bloc», «rai-
equipadas hacia el año 1600: es verdad que algu­ d ir au maximum» ; según los datos del propio
nos técnicos han sospechado que estos pintores M accarrone este vocablo sigue siendo muy vivo y
pretenden representar naves holandesas, pero otros 5 arraigado en la terminología náutica francesa y ha
indicios parecen confirmar que por entonces o po­ producido varios derivados, como étarcure «caduta
co después fué conocida la vela tarquina en F ran ­ della vela», «la sua altura massima quando è tesa»,
cia y después en Italia. que justam ente están en relación con los que son
Hasta aquí reproduzco esencialmente los datos rasgos característicos en las definiciones de la tar­
allegados por N . Maccarrone en su excelente y 10 quina que arriba he citado. M uy razonablemente
exhaustiva monografía del A G I X X V III, 32-53. sugiere M accarrone (y en esto hay que darle la ra­
Cree este autor que la vela tarquina fué introdu­ zón, a mi entender, contra Barbier) que étarquer
cida en el M editerráneo por los genoveses y pro­ sea germanismo, procedente de la palabra que hoy
pagada desde allí a España y aun quizá a la costa en alemán es strecken ’extender, estirar’3. Ahora
meridional de Francia, si bien reconoce que este 15 bien, como lo m uestran las figuras y las claras ex­
últim o punto no es seguro. E n efecto, esta afir­ plicaciones dadas por el propio M accarrone (pp.
mación sólo se basa en conjeturas lingüísticas ata­ 32-33), por Jal (s. v. baleston) y por los demás
cables, y nada hay que nos impida suponer que la diccionarios, es característica de la vela tarquina
trasmisión a Italia se hizo por el habitual conduc­ la verga que la sostiene, verga que arranca de la
to francés; en cuanto a España, existe la misma 20 base del mástil formando con éste un ángulo agu­
duda. L a etimología del nombre defendida por do ; y quizá el rasgo más típico de esta vela es
Maccarrone es tam bién dudosa, y en esta duda que se iza a lo largo de esta verga por medio de
me acompañan los autores del D iz. di Marina. Vela un cable que pasa por dos poleas, una en la ex­
a tarchia — dice M accarrone—, teniendo en cuen­ trem idad superior de la verga, y la otra en el
ta la forma oc. targo, vendría de vela a *targa, o 25 m ástil: esto es realmente distintivo de la tarqui­
sea ’vela en forma de tarja o escudo’, en recuerdo, na frente a las velas latinas y otras clases de velas,
según el autor, de la forma trapezoidal de la tar­ que suelen tenerse atadas a la antena y al tender­
ja antigua, y por comparación de la verga que las se dejan caer hacia abajo. Y de étarquer ’izar
cruza diagonalmente la tarquina con el brazo del y tesar la vela’ deriva un adjetivo voile étarque
guerrero que empuñaba el escudo. Realmente una 30 «hissée à bloc», bien documentado por Bonnefous
variante tarchia de targa ’escudo’ parece haber (1834), Chesnel y L ittré, del cual m uy fácilmente
existido en Italia a juzgar por los derivados tar- pudo salir el oc. torco y el it. torchia*. Puesto que
chione (1529) y tarchietta (1625)2, pero la expli­ la vela en cuestión es de origen germánico y at­
cación de Maccarrone es inquietante por varias ra­ lántico, es tam bién racional buscar a su nombre
zones: 1.° porque no explica la variante tarchia, 35 u n origen germánico y atlántico, y no mirarlo co­
que justamente es la más extendida y popular (los m o una creación italiana. E n cuanto a la variar­
intentos de explicación que da el autor en la p. 41 te tarchia y a la oc. *tarquio (de donde viene el
son forzadísimos); 2.° porque sorprende la crea­ m oderno tarquié, como librarié de librario, jalousié
ción de una denominación moderna, y aplicada a de jalousio, etc., etc.), puede explicarse de varias
un objeto de introducción harto reciente, a base 40 maneras, puesto que se trata de la adaptación de
de un objeto hoy desconocido en Italia y no em ­ un térm ino francés y forastero ; puede tratarse de
pleado después del S. X V I; 3.° el autor pasa co­ una ultracorrección de *tàrquio, tàrchia, según el
m o sobre ascuas por su afirmación de que la tar­ modelo del fr. inertie frente al it. inèrzia, m inutie
ja era trapezoidal, sin aducir p ru eb as: en realidad frente a minùzia, etc.; o bien podría partirse de¡
tarjas las hubo de muchas formas, y los antiguos 45 participio dialectal norm ando voile étarquie = fr.
autores franceses parecen aplicar el vocablo a cual­ voile étarquée, lo cual es m uy razonable.
quier género de escudo, pero desde el S. XV pa­ El cast, tarquina es evidentemente una adap­
rece haberse concretado la targe (por oposición al tación (sea partiendo de este étarquie, o de las
escii) a designar el escudo grande y cuadrado que formas provenzal o italiana) al modelo de su opues­
cubría la mayor parte del cuerpo (Vid. L ittré, y 50 to vela latina5.
los testimonios de Docciolini, del D iz. M arittim o 1 Esta acentuación sólo parece estar atestiguada
Militare y otros citados en Tommaseo); pero nadie formalmente en algún diccionario reciente : no
habla de una tarja trapezoidal. Por otra parte, el parece justo el proceder de M accarrone al inter­
propio Maccarrone, en su nota 62, insinúa hones­ pretar como tarchia todos los casos de tarchia
tam ente otra etimología, y aunque a él le parece 55 sin acento (sabido es que, por el contrario, la
imposible, la considero por el contrario preferible. falta de acento indicaría acentuación en la i, se­
H ay un verbo fr. étarquer (antes estarquer) do­ gún el sistema seguido por varios diccionarios,
cumentado desde el S. X II, y como térm ino técni­ como el de Petrocchi).— 2 De este *tarchia parece
co de náutica (por lo menos desde el S. X V II, tomado el germanesco tarquia ’tarja’, registrado
Jal, s. v. esterquer) significa «tendré une voile bor- 60 por Juan Hidalgo (1609). Para tarchia la única
explicación posible m e parece la de que sea una rra y a T a r r a z a , ta r ra z o , V. t a r ro T a r r e , V.
forma ultracorregida del galicismo ta rg ia , según a ta h a rre T a r r e ñ a , ta r re ñ o , V. t a r ro T a r r ia ,
el m odelo de it. o c c h io = genov. o g io , in v e c c h io V . a ta h a rre T a r r i c o , V. tabaco T a r r i z a , V.
= in v e g io .— 3 D e hecho consta que «étarquer la ta r ro
voile» se dice s t ra e k k e e t s e i l en danés, si bien 5
es verdad que en neerlandés no consta tal locu­ TARRO, v o z p e c u lia r d e l c a st, y el p o r t., d e
ción. Sin embargo, el francés no posee voces náu­ o r ig e n in c ie r to , q u iz á s e x tr a íd a d e l a n tig u o s in ó ­
ticas tomadas modernamente de los idiomas es­ n i m o ta r ra z o , q u e s e c r e e r í a s e r a u m e n t a t i v o , v a ­
candinavos, y el vocablo s tra e c k e (sueco s tra c k a , r i a n t e d e t e rra z o y p r o c e d e n t e d e u n l a t . v g . * t e r r a -
ñor. mod. s t r e k k ja ) parece ser préstamo reciente 10 cfiU M ’h e c h o d e t i e r r a ’, d e r i v a d o d e t e r r a ; p e r o
del bajo alemán en estos idiomas (Falk-Torp, s. q u iz á e s p r e f e r i b le la a t e m a t i v a d e u n a e tim o lo g ía
v.). Por lo tanto no es probable que se tomara a r á b i g a , t a r r ’a r o , r e d o n d e l ’ q u e s e a p l i c a r í a a u n a
de éstos, sino del neerl. m ed. o b. alem. med. v a s ija d e c o r te z a e m p le a d a p o r lo s p a s to r e s , t e ­
s t r? c k e n o fris. ant. s t r e k k a .— 4 Maccarrone, de n ie n d o e n c u e n ta q u e c o n e s te s e n tid o a p a re c e
acuerdo con su etimología, escribe siempre v e la 15 d e s d e a n t i g u o e n p o r t u g u é s y e n v a r i a s f u e n t e s
a ta rc h ia , pero esta preposición a , está lejos de c a s t e l l a n a s y g a s c o n a s . 1 .a d o c .: S. X III [?].
ser general en los autores; Corazzini, p. ej., dice E n u n inventario de este siglo (Arch. Cat. T o ­
u n a ta rc h ia , otros v e la ta rc h ia . Claro que v e la a ledo, 2, 4, 1, 4, f° 18v°) se lee «un t a r r o grande
ta rc h ia es analógico de los sinónimos v e la a sa c - de barro» (común, de don A. Castro). Está tam ­
co, v e la a p a n d ó la , v e la a ra n d a , v o ile á b a le s - 20 bién en N ebr. : « t a r r o e n q u e o rd e ñ a n : mulctra,
t r o u n , etc.— s V e la ta rc h in a se ha dicho también mulctuare, mulgar», y en Juan del Encina («un
en Córcega, y ahí se explicará de la misma m a­ t a r r o de leche nuevo» Cej.). N o es raro en los clá­
nera. El local s a m p e t rin a , que Maccarrone (p. 39) sicos, sobre todo en la ac. especial ’cacharro para
toma com o punto de partida, será más bien alte­ ordeñar o para leche’ : «los vasos, que corriendo
ración del más general s a m p ie tra , justamente se- 25 estaban suero, / los barreños labrados y los t a r r o s ,
gún el modelo de su sinónim o v e la ta rc h in a . / donde la leche se ordeñó primero» L ope ( C irc e
II, ed. 1776, voi. III, p. 53), y V. otros coetáneos
T A R Q U IN A D A , alude a Tarquino, rey de R o­ en A u t . ; es también general en los léxicos del Si­
ma, violador de Lucrecia. 1 .a d o c .: Quevedo ( A u t . ) . glo de Oro : « t a r r o : scafarca» C. de las Casas, «a
30 paile, a bucket» Percivale, «une terrine à traire le
T a rra , V. a ta h a rre laict des bestes» Oudin, «vaso de tierra ancho :
díxose assi quasi t e r r e o » Covarr., «vaso de tierra
TA R R A G A ’baile’, del nombre propio T á r r a g a , alto, y ancho de boca, y vidriado, el qual suele
probablemente por alusión al canónigo valenciano servir para conservas», «una especie de taza de
Francisco A. Tárrega ( f 1602), autor de comedias. 35 barro en que los pastores ordeñan las ovejas, ca­
1 .a d o c .: 1605, La P íc a r a J u s t in a . bras o vacas; y los hacen también de palo a modo
N o incluyó este vocablo la Acad. hasta sus ú l­ de herradas» A u t . Hoy sigue siendo voz de uso
timas ediciones (ya 1925, no 1884), con la defini­ general, en el sentido de ’vasija de barro más an­
ción «baile español que se usó a mediados del cha que alta’. E n port. t a r r o «vaso em que os pas­
S. X V II». N o tengo otras noticias del vocablo que 40 tores recolhem o leite, em quanto o váo ordenhan-
ésta y la «canción y baile de Tárraga» citados en do» (Moraes, con cita de la U l i s i p o , de 1547):
la P íc a ra J u s t in a y que según Fcha. (no está a m i según C. Michaélis sería propio del N orte de Por­
alcance la ed. de esta obra) era «baile que aún se tugal; y como ’vasija de barro’ es tam bién gallego,
intercalaba en los autos, comedias y mojigangas de por lo menos de Pontevedra (Sarm., C a G . 60r,
mediados del S. X V II». Supongo aludirá al fam o- 45 :187r). En Cuba y en el Oeste de Puerto Rico1
so autor de comedias Francisco Agustín Tárrega, t a r r o ha tomado el sentido de ’cuerno’, con toda
ingenio valenciano de fines del S. X V I, a quien se la extensión semántica de este vocablo (primero
cfiere Cervantes en el prólogo a la edición de sus como eufemismo, aunque hoy ya es palabra mal­
com edias: «la discreción e innumerables concep­ sonante), por haberse aplicado primero a las va­
tos del canónigo Tárraga». En esta forma se trata: 50 sijas de cuerno que se hacían en los tiempos colo­
de la pronunciación de este nombre en catalán niales, con evolución paralela a la experimentada
oriental, pronunciación que predominaría en Cas­ p o r C A C H O y C H I F L E en otros países am eri­
ulla a causa de la ciudad catalana de Tárrega, cu- canos.
yo nombre pronuncian así la mayor parte de los En cuanto a la etimología, sólo se ha sugerido
catalanes. 55 una posible (no hay que pensar en el gr. Tappò?
’encella de hacer quesos’, propuesto por D . Vieira
T a rra g a , tá rra g o ’especie de salvia’, V. tabaco y otros portugueses), la de C. Michaélis (R L X III,
T a r r a ja , V. te rra ja T a rro m p e r, V. t o rro n t é s 410-1), aceptada en el R E W (8668) : t a r r o se ha­
T a rra n c o , ta rra n c h o , V. tra n c a T a rra n c h a , V. brá extraído secundariamente de t a r ra z o , variante
te rra ja T a r r a ñ u e la , V. ta r ro T a rra y a , V. a ta - 60 fonética de t e rra z o , y éste derivado del lat. t e r r a
’tierra’. Terrazo, en efecto, como sinónimo de más que esta posibilidad no pueda descartarse del
tarro, es palabra antigua bien conocida: «terrazos todo), y teniendo en cuenta la fecha moderna, de
con cal para cegar a los enemigos, et otros con estos testimonios, tenemos derecho a creer que se
xabón para facerles caer» Partidas (II, xxiv, ed. trata de u n uso secundario; es cierto que en el
Acad. II, 265), «tres tiendas que están... en los 5 valle gascón pirenaico de Barousse tarrüst designa
alphahares o venden los terrazos» explicación al u n receptáculo de corteza en forma de gamella pa­
dorso de un doc. árabe de Toledo del a. 1204, ra trasportar estiércol al hombro (Rohlfs, A S N S L
escrita quizá en el propio S. X III (Gonz. Palen- CLX X V, 138-9), donde además es enigmático el
cia, n.° 335), «1 arinal con su basera; 1 terraguelo sufijo, pero además de que otros anotan arrüst‘,
blanco» invent. arag. de 1331 (B R A E II, 554), 10 es muy dudoso que esto tenga que ver con el tarro
«misatorium : terrazo donde mean» en el glos. del portugués.
Escorial, «que furtastes ayer un terrazo de vino» No son decisivas estas dudas. Sin embargó, no
Canc. de Baena, p. 470, y otros en la Gr. Conq. debe dejar de pesar en nuestro ánimo el hecho de
de Ultr., 268, y en invent. arag. de 1373 y 1380 que la cultura popular de zonas varias y tan con­
(V R om . X , 210)2; «dúos tarracetos terre Máleche» 15 servadoras conmueva la base semántica de la eti­
en doc. turolense de 1319, A l-A nd. X VI, 183. El mología aceptada; y la consideración de que, aun­
val. terrasset es ’tarro para confitura’. Tam bién que la derivación sea un camino de dos direcciones,
corría el correspondiente femenino terraza, que se los derivados retrógrados son mucho menos fre­
halla en inventarios aragoneses {VRom. X , 209), cuentes que los derivados directos. Luego hay que
etc. 20 pensar además en otra etimología hasta ahora no
Como dice C. Michaélis, terrazo se cambió en tenida en cuenta.
tarrazo, por una evolución fonética que es fre­ El árabe vulgar tarr ’pandero’ es palabra ya
cuente en los derivados de t é r r a : minhoto tar- antigua en Occidente, pues no sólo consta en
ranho, Litera tarrueco ’terrón’ (Coll A.), arag. y muchas fuentes argelinas y marroquíes desde el
soriano tarriza ’barreño, lebrillo’ (Acad.), ast. ta- 25 S. X V III, sino que ya figura en Ramón M artí y
rreñu ’vaso de barro tosco parecido a un tanque’ PAlc.; por otra parte, como indicó Dozy (Suppl.
(R), tarreña y terrena en Juan de Lucena (1463) y II, 292b y 66b), parece ser una mera refacción o
en Rodrigo de Reynosa (fin S. XV) y otros textos adaptación del ár. oriental íá r6, que es propiamente
(Gillet, Philol. Q. X X I, 43 e H ispR. X XV I, 294), ’aro de una criba’ y en general todo lo que rodea
ast. tarrén ’terreno, suelo’ (M. P., Dial. Leon.j § 30 o bordea algo’ (según varias fuentes sirias), pero
7.3), ast. tarreru = terreru (V)3. E n efecto tarrazo, que aparece tam bién en el sentido de ’pandero’
-aza, se encuentra varias veces en lugar de terrazo: en Almakkarí, en un texto vulgar oriental ya algo
«hüu tarago de vinagre» como ingrediente de una antiguo (Hazz al-Qalül), en las M il y Una Noches
receta en M estre G iraldo (donde es frecuente la y en los varios léxicos egipcios. Ahora bien, si era
grafía -r- por -rr-), cita de D .a Carolina (a. 1318), 35 fácil que el sentido de ’aro o cuerda circular de
Fig. cita un ej. semejante en Ribeiro Chiado m adera’ se concretara en el de ’pandero’ no lo era
(S. X V I)4, «bebía del agua en unas tarrazuelas con menos que pasara a una ’vasija de corteza más
que la suelen beber los moros, que suena el agua ancha que honda’ (de donde luego ’tarro’).
cuando beben con ellas», Conde Lucanor (con va­ Confirmación del arraigo popular entre los moros
riante tenazuelas en otro m s.: ed. K nust, 214.6; 40 hispanos puede verse en la toponimia valencia­
ed. Gayangos, p. 417635 y glos.), taragoelo en in­ n a: El Tarro barranco con pozo y balsa por donde
vent. arag. de 1402 (B R A E II I, 359, n.° 57), cast. sube el camino de Ador a Castellonet, Font del
antic. tarraza (Acad.). Luego no cabe duda que Tarro es el antiguo y renombrado manantial donde
de tarrazo, tomado p o r un aumentativo, se pudo brota el riachuelo de Alfauir (términos de Caste­
extraer regresivamente tarro, ayudando además el 45 llonet y Alfauir, cerca de Gandía), y algo más al
modelo de jarro: hoy en el Alto Aragón (Echo y Oeste tenemos el nombre del pueblo de Tarrateig
Sierra de Guara) se dice terrizo para ’gran plato o Terrateig < ár. tarr at ta i ’cerco de la corona
de barro’, ’vajilla de barro’ (R L iR X I, 233). o guirnalda’ (alusivo quizá al cerco redondeado
Las dudas que contra esta etimología se pueden que lo domina, o acaso a otra fuente). Me inclino
abrigar no son decisivas. Port. tarro ha significado 50 ahora, pues, a tomar esta etimología arábiga en
«vaso de c o r t i l dos pastores» (ya en Reis Quita, consideración preferente sin desechar del todo la
Obras I, a. 1781, p. 87), Évora tarro «vaso de otra.
cortina para leite, azeitonas, etc.» (R L II, 23), Ex- D eriv . Tarreñas ’tejuelas que se emplean como
tremoz tarro «caixa de cortina para transporte de castañuelas’ [N ebr., s. v. chapa y «tarreñas, cha­
mantimentos» (R L X IX , 332), pero aunque esto 55 pas para tañer: crotalum»], parece ser significa­
prueba que no siempre hoy el tarro es de barro do secundario del tarreña = terrena ’tarro’ arri­
o tierra, y aunque una vasija de corteza corres­ ba citado (derivado directo de t é r r a ) , teniendo en
ponde a un tipo de cultura arcaico, no prueba esto cuenta que según el informe de A u t. tam bién se
que el n o m b r e sea arcaico, ni que por esto hicieron tarros de m adera; hoy tarreños en And.
hayamos de pensar en u n étimo prerrom ano (por 60 (R H X L IX , 604), tarrañuelas en Bilbao (Arriaga).
Torra ’salero’ cesped. (R F E XV, 262). Tarramenta acierta a hablar’ [Quevedo en A u t.; Torres Villa-
’cornam enta’ cub. (Ca., 41). Destarrar ’rom per los rroel, en Fcha.], ’moverse con movimientos tré­
cuernos’, ’herir o m atar en accidente’ cub. (Ca., mulos, precipitados y poco compuestos’ [Aut.];
106). Tatarrete. arg. tartacho2; port. tàtaro o tártaro «o que ar­
1 Según un informante de Malaret, tam bién en 5 ticula mal ou com dificuldade as palavras», «o
el Uruguay, donde puede ser importado.— 2 Lo que troca as letras falando» (Fig. ; GGr. I, §
mismo significará tiesto de terrazo en la M ontería 157) y tartamudo de igual sentido que en cast.3;
de Alfonso X I, p. 211. Si' el sentido es ’barro’ en tato «el tartam udo que vuelve la c en s y en t»
otro pasaje del mismo texto (p. 197), como supo­ [Aut.]4. Perfilando mejor, no debemos hablar del
ne D .a Carolina, debería comprobarse mejor.— 10 cruce o composición de una «raíz» con la pala­
1 Tarego ’vasija para conservas’ en docs. leoneses bra m udo; debió de haber combinación de éste
de 1049 y 1083 (Oelschl.) será lo mismo que el con el adjetivo tartajoso: esto es lo que es el tar­
ast. tariegu «puchero de barro con su asa que se tam udo, que a fuerza de tartajear llega casi hasta
emplea en usos domésticos» (R), y así es difícil la m udez; luego el compuesto sirvió para expre­
que la -r- esté por -rr-. Parece tener que ver con 15 sar un estado interm edio entre estos dos, pero la
el arabismo T A R E C O S .— ‘ De ahí el derivado existencia de tartalear, tártaro, tartacho y análogos
port. mod. tarragada «grande porgáo de bebi­ sirvió para abreviar tartajoso dejando tarta como
da».— 5 Arrüsca es ’corteza’ en gascón y demás elemento esencial de la palabra, apto para combi­
hablas pirenaicas, así que a pesar de Rohlfs y narse con mudo.
Soulé-Venture, puede que tenga razón Schmolke 20 D e r i v . Tartamudear [N ebr.]; tartamudeo; tar­
al anotar arrüst, ya que -c y -t se confunden tamudez. Tartajear [Aut.] ; tartajeo; tartaja. Retar-
con frecuencia en estas hablas. Además el artícu­ talilla [1517, V. índice de Gillet a su ed. de T o ­
lo et ( i l l e ) puede dar lugar a aglutinaciones (o rres Naharro] ’retahila de palabras, charlatanería”
deglutinaciones), aunque es verdad que ciertas [Acad., falta en A ut., quizá ya en esta ac. en un
hablas tienen er ante vocal, otras edj y otras ed: 25 auto del S. X VI, Fcha.], en plural ’cortapisas que
Barousse según los datos de Rohlfs (BhZRPh. dificultan alguna cosa’ [1.a mitad S. X VI, C. de
LXX XV , § 408) se encuentra en el límite entre Castillejo, Fcha.; G. de Alfaraches; entre las vo­
el 1.° y el 2.° tipo, pero en esta zona cada valle ces vulgares y malsonantes, 1625, Pedro Espinosa,
tiene su dialecto particular, y no tengo datos d i­ Obras, p. 196.17],
rectos de Barousse.— 6 Al parecer perteneciente 30 1 R E W 8589.2, cf. la cita de Escalígero en Sarm.
a la raíz tvir. Idea que no anda discorde con el CaG., 239r.— 2 «Era u n poco tartacho : hablaba
hecho de que otras fuentes argelinas dan torra poco y cuando lo hacía era a borbotones» Rosa
«bord, marge» y turr ’pandero’ (Beaussier). Franco de Lestard, diario Los Andes, 1-1-1941,
voz de la cual no encuentro confirmación en los
T A R SO , tomado del gr. Tctpaóc ’la hilera de los 35 dicc. de americanismos.— 3 En catalán tartamut
huesos de los dedos del pie’, propiamente ’ca­ pasa por ser voz poco castiza, castellanismo, por
ñizo’, ’entretejedura’. 1.a doc.: T e rr.; Acad. ya lo demás no general : es popular decir quec, que­
1817. co. Sin embargo, tartamut ya era usual en Bar­
Tecnicismo anatómico. celona h. 1490 según Jer. Pau (Bol. Acad. B. L.,
D e riv . Metatarso, form ado con u.e-:a- ’después 40 Bna. 1950, 148). El malí, tartamús resultará de
d e ’; metatarsiano. un cruce de este castellanismo con el castizo bal-
bu f.— 4 Empléalo en gallego Sarmiento en 1751
Tarta, tártago, V. tártaro Tartaja, tartajear, en un cuestionario : «Qué defectos tienen los na­
tartajoso, tartalear, V. tartamudo Tartameco, V. turales en la locución. Si... pronuncian mal esta
mequetrefe 45 o la otra letra, v. g. s por c y z o al contrario.
¿Si son balbucientes o tatos, por vicio común?»
T A R T A M U D O es compuesto de m udo con el (CaG., p. 50 y f° 195r). Quizá pues en el sentido
radical onomatopéyico de tartajoso y tartalear. 1.a de pronunciar t por s (c), pues ya ha hablado
doc.: h. 1280, Gral. Est. I, 302b2; h. 1400, glos. del seseo y ceceo.— 5 «No tenía yo para qué bus­
del Escorial. 50 car pan de trastrigo ni andar hecha truecaborricas
Traducido ahí blesus y baburrunus. Tam bién en pueblo corto: pasara con m i tiña, que me
está en APal. 526b, y en N ebr. («balbus»), y es daba de comer y estaba recebida, sin andarme
de uso general en todas partes y en todas las épo­ buscando más retartalillas n i ensayando invencio­
cas (ejs. clásicos en A ut.). Son varios los vocablos nes» Cl. C. II, 225.13 (¿quizá ’triquiñuelas’?).
onomatopéyicos que contribuyeron a la formación 55
de este compuesto de m u d o : tartajoso [tartailloso, Tartán, V. tarlatana
-toilloso, Vidal M ayor; ej. del Romancero del Cid,
¿S. X V?, en A u t.; Covarr.]1; tartalear ’titubear, T A R T A N A , ’embarcación menor, de vela la­
vacilar’ [1251, Calila, Rivad. L I, 37; Canc. de tina’ (y de ahí ’cierto carruaje de dos ruedas’),
Baena, en Cej.], ’turbarse de modo que no se 60 tom ado del oc. tartaño id., oc. ant. tartana ’cer­
nícalo’, que es el sentido propio del vocablo, pro­ néan (Sources Indig. I, 173-4) y confirmó Vidos
bablemente de origen onomatopéyico, por la voz {Z F SL L V II, 12-14).
de esta ave. 1.a doc.: 1607. Son vagas e insostenibles las etimologías ante­
O udin en su ed. de esta fech a: acartono: nas- riores; Diez (Etym . W örterbuch, 316) y Dozy
selle a pescher, un bachot»; en la ed. 1616 admite 5 (Glossaire, 349) querían, con más o menos timidez,
las dos formas ttartana o tartaño», y da ya la derivar de T A R 1 D A , suponiendo una variante
traducción francesa tartane, que es la más anti­ tarta de este vocablo, que sólo está documentada
gua documentación del vocablo en francés. Jal una vez en los Estatutos latinos de Marsella, y
(p. 1432) cita de u n doc. español de 1621: «le que no puede ser más que un error de lectura en
ordenó D on L uys que en una tartana fuesse a 10 lugar de la forma falsamente latinizada tanta, que
reconocerle»; A ut. trae de Saavedra Fajardo: aparece en otros tex to s: desde luego toda relación
«quando contrapuestas las velas de la razón, como de tartana con tarida es imposible fonéticam ente;
sucede a las tartanas de los pescadores, no se dexan Kem na, todavía seguido por M -L. (R E W 8588),
llevar de los vientos de la ambición», con la de­ parte de un ár. tartaneh, que no documenta en
finición «embarcación pequeña que no tiene ele­ 15 parte alguna, que en efecto es raro1 y debe mi­
vadas la popa ni proa, y suele servirse de rem o s; rarse indudablemente como préstamo europeo;
tiene un solo árbol con su mastelero, y trae por Jal (pp. 1432a, 1429b) refiere tartana a un cast.
lo regular vela latina; usan de ella para el trans­ ant. tardante, que aparecería en las Partidas como
porte y para pescar»; C o v arr.: «tartana: un na­ nombre de una embarcación de rem os, pero no
vichuelo pequeño». Como nombre de carruaje lo 20 parece existir tal denominación en castellano:
recoge ya la Acad. en 1817: «carruage cubierto quizá no es más que una errata tipográfica por
para muchas personas, en el que los asientos están tarida, o una alteración de éste por influjo de
a los lad o s: los hay de dos ruedas con limonera, ssarrante, que le sigue en la misma enumeración
y de cuatro con lanza»; este carruaje se emplea (Jal, p. 741b).
sobre todo en tierras de lengua catalana, recuér­ 25 E n cuanto al origen del oc. tartana ’cernícalo’,
dese Arroz y Tartana de Blasco Ibáñez; en el no es enteram ente claro, pero como indicó Rohlfs
Principado es casi siempre de dos ruedas, y n o r­ (A S N S L C L X IV , 156; C L X V I, 150), es proba­
malmente se emplea en el campo o en poblaciones ble que tartana y sus sinónimos tartarassa (ya en
pequeñas, hoy para el servicio de particulares, y Peire Cardenal, h. 1200; otras variantes occita-
en las primeras décadas de este siglo para el trans­ 30 nas en Vidos, p. 13) y gall.-port. tartaranha2, y otros
porte público de personas de un pueblo a o tro: nombres de aves como alto-it. tartaro, tartarin, tar-
claro que su nom bre procede del de la embar­ tarell, ’especie de golondrina’, calabr. y sie. car-
cación. carazza ’urraca’, procedan de una imitación del
E n Cataluña ésta se menciona ya en un doc. grito de estas aves, de sonido bronco según ates­
citado por Ag., que parece ser del S. X VI, donde 35 tiguan los naturalistas (como ya probó Diez, W b.,
se habla de una «tartana o barca francesa». La 686, respecto de tartarassa): recuérdese que el gri­
misma procedencia atestiguan las más antiguas to de la tartana es característico para los franceses
fuentes italianas del vocablo: Crescentio (1607), del Sur, puesto que le llaman aigle criard (según
que habla de atartane francesi», Pantero-Pantera testimonio de M istral). L a vacilación en el con­
(1614), quien dice que «le tartane si usano piú 40 sonantismo entre tartarassa y tardarasso (Bouches-
nella Provenza», y otras más tardías. En Francia du-Rhóne, Var), y entre éstos y el calabr.-sic. car-
documenta Vidos el vocablo desde 1622, siempre carazza, y el it. dárdano ’abejaruco’, modenés dér-
con referencia al M editerráneo, y el fundamental der, térder, es precisamente característica de las
Traité des Peches de D uham el (1769) nos informa onom atopeyas: los hablantes vacilan en la repro­
de que la tartana es propia de este mar, se emplea 45 ducción de la voz animal, que nunca es idénti­
en el Languedoc, y aun en España e Italia, y se ca a ninguna pronunciación hum ana, o tratan de
construye sobre todo en el puerto provenzal de expresar, con la variación consonántica dentro de
M artigues; tam bién las fuentes inglesas [1621] u n mismo vocablo, el hecho bien conocido de que
refieren la tartana al Mediterráneo. el grito varía ligeramente al repetirlo el animal.
E n la Edad M edia sólo se halla en lengua de 50 Este detalle fonético, pues, lejos de ser argum en­
Oc, y sólo con su sentido primitivo de «oiseau to contra la etimología onomatopéyica, según qui­
de proie, aigle criard; buse» (Mistral), con el cual siera P S. Pasquali (N euphilol. M itt. XXXV,
aparece en Daudé de Pradas (h. 1225) y sigue bien 162-4), no hace más que confirm arla; en cuanto
vivo hasta la actualidad, especialmente en el L an ­ a la derivación de D A R D O , preconizada por este
guedoc, tam bién en Auvernia. Es evidente, pues, 55 erudito (ibid., pp. 95-100), no tiene la m enor fuer­
que el Sur de Francia es la patria del vocablo, y za convincente, ni en el aspecto semántico (aunque
que estamos ante uno de los numerosos nombres las aves de rapiña se lancen rápidas contra su
de navio derivados de nombres de aves (G O L E ­ presa), n i mucho menos en el fonético.
TAl, G O L O N D R IN A ) u otros animales (C A R A ­ D e r i v . Tartanero.
B O , F A L U C A , G A L E R A , etc.), como indicó Sai- 60 1 Falta en Dozy, Beaussier, Bocthor, Jal, etc.
Sólo Brunot (Vocab. M arit.) recogió tartana co­ (Dozy, Suppl. II, 36b), creo que se trata de lo
mo conocido en M ostagánem, pero no en Ra- mismo.
bat.— 2 «Especie de ave de rapiña» que Sarm., Viceversa, como nombre del tártaro o heces de
CaG. 2 \9v, cf. p. 240, localiza hacia Deza, no la cuba, no sólo se encuentra una vez t-r-f-r en
sé si el de Santiago o el del Ferrol. «Ave de ca- 5 dicho anónimo, sino que R. M artí da (ártar, pero
<par e rapiña, que bastardea e degenera das Phe- también (ártaq («fex», «fex olei»), y tártar ’rasuras
nás» Moraes, quien nos dice que es también el de cuba’ aparece en PAlc. y en otro ms. hispano­
nombre de un barco de pescar en el Tajo. Repe­ árabe (Simonet, p. 535; Dozy, Suppl. II , 36a,
tición de la misma metáfora, o adaptación local: 37a); hoy se pronuncia fartír en Egipto y otras
del oc. tartaño. 10 partes de África. Había, pues, conciencia, entre
los mozárabes, de que ambas cosas eran designa­
Tártano, tártara, V. tártaro das con una misma palabra, y de que a las dos se
aplicaban igualmente ambas variantes fonéticas.
TÁ R T A R O ’tartrato que se forma en las pare­ H oy el vocablo tártago como nombre de la eufor-
des de los toneles’, del lat. tardío ta r tX ru s id., biácea es vivo en castellano y en portugués, y es
al parecer sacado de t a r t a r u s 'infierno’, por las tam bién vasco tartako, tartiku, tartabu, tartamu
propiedades abrasadoras de esta sustancia; T A R ­ (Azkue II, 269, 270)1, pero ésta no es razón su­
T A G O ’euforbia purgante’ es probablemente alte­ ficiente para calificar a este nombre de vasco-
ración popular de la misma palabra, aplicada a ibérico, como lo hace Bertoldi (A R o m . X V III,
esta planta a causa de las virtudes laxantes del 20 216, quizá sin dar a este juicio valor etimológico),
crémor tártaro y de otros productos tartáricos. 1.a tan poco como la presencia del vocablo en el ára­
doc.: tártaqu como nombre . del tártago, en be africano nos autoriza para decir con M -L.
Aben^ólyol (f 988); tártago id., h. 1325, Juan (.R E W 8587b) que sea palabra arábiga: la vacila­
M anuel; tártaq y tártar ’tártaro’, S. X III, R. ción de los testimonios arábigos entre t y t es ya
M artí, y h. 1100 en el anónimo sevillano; tárta- 25 elocuente indicio de extranjerismo, y no hay raíz
ro, Aut. arábiga que pueda explicarlo; además el m arroquí
E n el Libro de la Caza del In fa n te: «a los fal- Abenalhaxxá (S. X III) atestigua formalmente que
cones... la melezína que les deves dar es siete o es voz española.
nuebe granos de tártago, e fázelos purgar» (ed. ¿Habremos de empeñarnos en buscar al nombre
Baist, 63.15); análogamente en el de López de 30 de planta tártago una etimología distinta de la
Ayala (p. 228), y en el portugués M estre Giraldo de tártaro? N o se ve ninguna razón para no iden­
(a. 1318) se lee en el mismo sentido tártago (4 ejs.) tificarlos, como ya hicieron Simonet y había he­
y tártego (una vez), R L X III, 411. N e b r.: ttár- cho M -Lübke (R F E X I, 22); más que de un
tago maior: pentadactilon»; C. de las C asas: «ca- verdadero «cambio de sufijo», puede tratarse de
tapuzza, fagiuolo, mirasole»; Percivale: «an her- 35 una disimilación t a r t a r u > t a r t a d u de donde
be called five leafed grasse; some say it is the *tártao y tártago con consonante antihiática: el
herbe Spurge»; O u d in : «tártago, yerva: de l’es- qaf arábigo es imitación imperfecta de la g oclu­
purge; tártago mayor: herbe appellee les cinq siva romance (ajena al sistema fonético árabe) y
doigts nostre D am e»; C o v arr.: «es una yerva co­ tam bién es secundaria la -k- vasca (por lo demás
nocida purgativa, y para cuerpos robustos, porque 40 vacilante: la variante tartabu y su sucedánea tar­
causa al purgar estraños accidentes... el Griego tamu, resultan directamente del supuesto *tártao).
la llama lathyris; dar tártago a uno, es congoxarle Desde el punto de vista semántico se explica per­
y ponerle en vascas»; análogamente A ut., donde fectamente la aplicación del nombre del tártaro de
se citan ejs. del sentido propio en el S. X V I y del cuba al tártago o viceversa, por ser ambas sustan­
figurado en el X V II. M ucho más antiguamente 45 cias purgantes (especialmente el tártaro emético
puede documentarse el vocablo en las fuentes his­ y el crémor tártaro, por lo que hace a los pro­
panoárabes, pues tártaqu y dártaqu ya se encuen­ ductos tartáricos). Luego a los dos habría conve­
tran en el tunecí Abenalyazzar (f 1004) (que solía nido en rigor la explicación etimológica que da el
fundarse en fuentes hispánicas, y cuyo texto pare­ anónimo sevillano, mirando tartar como una ono-
ce ser un resum en posterior hecho en España), 50 matopeya de los pedos del purgado. Sin embargo,
tártaqu o tártaqu en los hispanos Abenyólyol, esto es poco verosímil, tanto menos cuanto que
Abenbeclarix, Abenalbéitar, y en los africanos si bien t a r t a r u m no se encuentra como nombre
Abenalhaxxá y Abderrazac (Simonet, p. 534; D o- del tártaro en la Antigüedad clásica, sí se halla
zy, Suppl. II, 18a); en el anónimo sevillano de en cambio su derivado tartaralis en el veterinario
h. 1100 el vocablo aparece repetidamente en las 55 Pelagonio, cuando recomienda «loca quae ozenosa
formas tártaqu (y análogas, con t o con á) o tár­ sint lino tanaráli constringes», o sea con u n paño
taq, y por otra parte como nombre de la misma empapado de tártaro (ed. Ihm , § 260 y nota). Más
planta se hallan también tártaru y {arlar (Asín, tarde tartarum es frecuente con este sentido en
pp. 296-7); aun cuando Abenbuclárix y Abenlo- bajo latín y -rápTapov en bajo griego, es verdad
yón dicen que t-r-t-r es el fruto del terebinto 60 que sólo en textos m uy tardíos (D u C., Estienne),
por lo cual algunos han creído que se trataba de dado ciertamente *tatre o *taltre), m ientras que
una invención de Paracelso, o de una palabra to­ es m uy fácil la repercusión tañe > tartre. Lo
mada de las citadas formas arábigas o de una co­ natural es, pues, partir de tarte. De ninguna ma­
rrupción del sinónimo árabe durdí ’heces’, pero nera convence la propuesta de Gamillscheg: cru­
esto es manifiestamente imposible, y n o hay mo­ 5 ce de t ó r t o l a con t a r t a r u s .
tivo para dudar de la autenticidad del pasaje de
Pelagonio. Tartaruga, V. tortuga Tartera, V. tártaro
M ás bien debemos adm itir que estuvieron en Tartil, V. arrelde Tartrato, tártrico, V. tártaro
lo cierto Dioscórides y Paracelso con su obser­ Tortuga, V. tortuga Taruco, V. taruga y ta­
vación, puesta de relieve por Simonet, de que las 10 rugo
heces del vino «tienen potentísim a facultad de
abrasar» y así dieron los médicos grecolatinos de T A R U G A , del quich. tarúka id. 1.a doc.: ta­
la baja época por llamarles Tartárus ’infierno’ ruco, h. 1535, Fz. de O viedo; taruga, h. 1590,
(comp. «o tártaro é quente e seco» en una anti­ J. de Acosta y otras relaciones.
gua cirugía citada p o r Bluteau, y el texto de 1707 15 Para la documentación, vid. Friederici, A m .
citado por el N E D X V III, 100b: «spirit of vitriol W b., 594, y A ut. Los cronistas y viajeros de In ­
and oil of ta rta r... mingled together are s u r p r i - dias coinciden en identificar la taruga con el cier­
z i n g l y h o t> ) . vo o venado y en referirlo al Perú y a los Andes;
Como cultismo poético tártaro ’infierno’ está en sólo Fz. de Oviedo parece confundirlo con el gua­
A ut. y seguramente en textos anteriores (un ej. 20 naco : sus indicaciones por lo demás son vagas, co­
suelto en Berceo, Duelo, 85). mo es de esperar en aquel momento, en que esta­
El cast. tarta ’tortada’, ’torta rellena’, que se ba recién comenzada la conquista del Perú. «T a­
documenta desde 1420 («demandar tartas nyn co­ ruco; ciervo, venado de la cordillera» está ya en
pa, / grand muía nyn grand cheval», memorial el dicc. quichua de Gz. de Holguín (1608), «ta-
anónimo, R F E V I, 393; tam bién en D . Gracián, 25 ruka: ciervo, venado» en L ira y en otros dicciona­
h. 1545, Aut.), es palabra de uso limitado2 tom a­ rios modernos, tarush en L obato; el vocablo se
da indudablemente del fr. tarte id. [S. X I I I ; la conoce tam bién en aimará.
variante fr. ant. tartre dió el milan, tartera y el
cub. y costarric. tártara, Gagini, Macías, ZR Ph. T A R U G O ’clavija de m adera’, voz peculiar al
X X V I, 331-2; Ca., 23]; para éste defendió Schu- 30 cast. y al port., de origen incierto, probablemente
chardt (ZRPh. XXV, 250-1) la etimología t a r t a - prerrom ano y emparentado con los galos t a r í n c a
r u s suponiendo que de ’rasuras de cuba’ se ha­ ’perno o clavija’ (irl. med. y mod. tairnge, fr. taran-
bía pasado a ’raspaduras de tartera’ y de ahí ’torta’, che, Rouergue tarenco) y t a r a t r u m ( > cast. T A ­
lo cual es poco verosímil (a pesar del paralelo Aude L A D R O ): es posible que * t a r ü c o n existiera ya
rausel «espèce de gâteau», al parecer derivado del 35 en el céltico de España con el sentido de ’clavija,
germanismo oc. rausa ’tártaro de cuba’, aducido tarugo’. 1.a doc.: 1386, Lz. de Ayala.
por Spitzer, L itbl. X X X V I, 153), y todavía pa­ E n su Libro de la Caza explica cómo deben cu­
rece más infundada la suposición de M -L . (R E W rarse las plumas quebradas de los halcones y azo­
8590) de que se emplearan los polvos de tártaro res, injiriendo dentro del cañón una plum a sana:
para hacer tortas, de suerte que lo único seguro 40 si la plum a se quebró desde muy abajo hay que
hasta aquí seria decir que ignoramos la etimolo­ taladrar con una alezna las dos plumas en dos lu­
gía de esta voz francesa. Pero V. ahora una con­ gares m etiendo a través de las dos, por los dos
jetura razonable s. v. T O R T A 3. agujeros, unos trocitos de plum a de perdiz, a fin
D e r i v . Tartera [Aut.]. Tártano a l a v . , b i l b . ’p a n a l de dar mayor firmeza al injerto; si se quebró más '
d e m i e l ’. Tartárico. Tartarizar; tártrico y tartrato 45 arriba, quedando el cañón entero, sólo hace falta
s o n fo rm a s to m a d a s d e l fra n c é s. injerir la plum a sana «en guisa que le encorpore
1 Aunque tártago se ha empleado alguna vez en bien una en otra, et tal como está no ha menester
Cataluña y en las Baleares, claro que no es pa­ tarugos, ca ella entra tanto por el cañón del ave,
labra catalana, sino castellanismo empleado oca­ que estará asaz firme» (cap. 46, ed. 1869, p. Í60):
sionalmente para evitar lo malsonante del nom ­ 50 se refiere, pues, a los trocitos de plum a de perdiz
bre catalán cagamuixa (que parece ser deforma­ empleados en otro caso a manera de clavija, y vie­
ción del grecolatino catapotium ’píldora’, b. lat. ne a ser ya el sentido m oderno y el que define
cataputia ’tártago’).— 2 Y ajena al portugués y al N e b r.: «tarugo, clavo de madera: subscus, -udis»;
catalán, pero quizá más popular en Galicia que PAlc. atarugo, clavo de madera: dúztar, dacítir»;
en Castilla: la vieja tía-abuela envía «cachos de 55 C. de las Casas «pezzuco»; Percivale «tarrugo or
tarta» a los niños mientras ella pasa hambre, y tarugo: a swallow taile to join tim ber, a woodden
el que sale más comilón dice «se fose moi rico pin»; O udin «tarugo: cheville de bois, queué d ’ai-
comería tres tartas diarias» Castelao 210.lf ., 214. ronde, et selon d ’autres le bondon d ’u n tonneau»;
13.— 3 Fonéticamente sería difícil en realidad Covarr. «un clavo de madera con que se aprietan
pasar de tartre a tarte (una disimilación habría 60 las junturas y ensambladuras de dos m aderos...»;
Aut. repite a Covarr. agregando «y unirlos como 296-7n.) al proponer una de las raras etimologías
si fuera con clavos de hierro»; la Acad. dice que que se han sugerido para nuestro vocablo, según
es «clavija gruesa de madera» y luego «zoquete» la cual sería derivado del lat. t O r u s ’bulto, p ro­
(’pedazo de madera sobrante’) y «trozo grueso de tuberancia (en el cuerpo hum ano, en una planta,
madera, de forma prismática rectangular que se 5 etc.)’, de donde viene el cast. tuero ’tronco ro­
usa para pavim entar calles». H ay una ac. m oder­ llizo’ y su familia. Ciertamente no se puede re­
na y jergal, que nos explica bien Besses: «el cartu­ chazar esta etimología como imposible, pero ade­
cho lleno de perdigones simulando oro, y usado en más de la apuntada inverosimilitud semántica, ca­
el tim o; dar el tarugo: consum ar el tim o; taru- recemos de toda indicación de que tarugo sea di­
guista: el que roba valiéndose del tarugo»; de 10 similación de un *torugo, y el sufijo -ugo no tiene
ahí el uso familiar actual de tarugo en el sentido vitalidad alguna en rom ance; por todo esto dudo
general de ’enredo, engaño’1. Es tam bién voz arrai­ m ucho de esta etimología. Por lo demás esto es
gada en portugués: atarugo: term o de carpinteyro, casi lo único que se ha escrito hasta ahora acerca
o pao que serve de taru g ar; tarugar: por entre del origen de tarugo, a no ser la breve indicación
viga e viga huns paos para mais seguranza» (Blu- 15 de Spitzer (L exik. a. d K at., 128) de que viene,
teau), «tom o ou prego de pao que se embebe para con otro sufijo, del mismo radical que el galo
segurar, v. g. duas táboas borda com borda» (M o- t a r i n c a , indicación que M -L . (R E W 8585) aco­
raes), «espécie de torno com que se ligam urna á gió con marcado escepticismo. Y, sin embargo,
outra duas pecas de madeira ou de outra subs­ esta opinión de Spitzer tiene muchos visos de
tancia; prego de m adeira; beir. pedazo de pau 20 verdad.
que se coloca nos tetos, entre caibro e caibro» T a r i n c a está documentado en varias vidas de
(Fig.). santos franceses (en algunas con la variante t a -
El vocablo no se encuentra en otros rom an­ r i n g a ) : n o conocemos la fecha precisa de esos
ces. Hay algunas formas diferentes evidentemen­ textos, pero en parte han de pertenecer a la alta
te relacionadas con tarugo, sobre todo el gallego 25 Edad Media, pues la Vida de San Q uintín se co­
lucense terégos o taragos ’clavos de hierro en la noce en tres versiones sucesivas, la últim a de las
rueda del carro’ (V K R V, 78 ); tampoco puede se­ cuales, que es la que trae taringa, es poco anterior
pararse de tarugo el ast. tarucu «parte leñosa que al S. X II, pero las otras dos lo son mucho más
queda de la mazorca del maíz después de desgra­ y la más antigua es la que trae tarinca, que la
nada; ser com ’un tarucu: ser muy áspero»3; ya 30 segunda sustituye por los más clásicos sudes y
nos alejamos algo más con las voces análogas ast. clavus. El texto es claro: «Ricciovarus jussit vo-
taracú ’tallo de maíz’ y taraguyu ’el tocón del cari fabrum ferrarium u t faceret tarimas duas quae
maíz’, y los derivados taracal ’terreno poblado de a cervice usque ad crura ejus attingerent, et alias
taraguyos’ y taruquera adj. ’variedad de patata decem quas inter ungulas et carnem m itterent in
larga que se cultiva allí desde antiguo’ (V). T am ­ 35 dígitos ejus... et in dígitos ejus candentes tarincas
bién es m uy incierto que vayan realmente con ta­ in tulit... tarincas quae in Quintini sancti corpus
rugo el cat. tarot ’sombrero viejo’, ’pitorro o pico fuerant confictae»; en otros textos reaparece la
grueso del porrón’, tarota ’nariz grande’, que se­ traducción «sudes ferreae», de suerte que es claro
gún Fabra vale «cadascuna de les clavilles num era- se trata de u n espetón o de u n perno de hierro
des que es donen a l’atzar ais jugadors al comen- 40 más o menos largo. Como demostró Ant. Thom as
(pament de cada partida de billar per determ inar (Mélanges de Ph. Fr., 2.a ed., 193-5), de ahí pro­
l’ordre d ’entrar en joc» y en el Alto y Bajo Am- cede el térm ino técnico francés taranche «grosse
purdán es «la canal de terrissa o metall que des- cheville de fer qui sert á tourner la vis d ’u n pres-
guassa la teulada i llanca l’aigua al carrer» (BD C soir» [1694; Littré], y el rouergat tarenco, en
X X, 198)3; langued. tarrou «báton gros et court, 45 Saint Afrique torenglo, tolenco, torenclo [la o pro­
trique» (ya documentado una vez tarron en el pro- cede de A en estos dialectos], en otras partes de
venzal Raim on F erau t h. 1300), Vaucluse tarouire la zona telingo, estarinco, etc., «écharde, petit éclat
id. (M istral); m e parece claro que estas voces ca­ de bois qui s’introduit par accident sous la peau»
talanas y occitanas tienen que ver con el port. (Vayssier), Poitou étalanche «écharde», quizá tam ­
sept. taroco, taroca, ’pedazo de palo’, ’zueco’ (Fig.) 50 bién el it. antic. tarengo ’cada una de las seis
y probablemente con el it. tarocchi, fr. tarots ’es­ piezas de metal que integran el círculo externo de
pecie de juego de naipes’ (quizá propiamente ’zo­ la rueda de una pieza de artillería’ (del cual da
quetes’, V. N A IP E ), pero que todo esto se rela­ Tommaseo varios ejs. difíciles de fechar). En todo
cione con tarugo es ya más dudoso, pues en ta­ caso, como indicó el propio Thom as, con la apro­
rugo la ac. ’zoquete’ es m uy moderna, y todas las 55 bación de Arbois de Jubainville y D ottin (La lan-
indicaciones antiguas apuntan hacia el sentido ca­ gue Gauloise, 291), el vocablo galorromance está
racterístico y específico de ’clavija que atraviesa o emparentado con el irl. med. tairnge «clavus»
sujeta’. (Stokes, Irish Glosses; W indisch, s. v.), irl. mod.
Por el contrario es el sentido de ’zoquete’ el que tcdmge f. «a nail, pin, peg» (O’Reilly), gaél. esco­
quisiera tom ar como base K rüger (V K R V III, 60 cés táirng í. «nail, pin, peg», v. tr. «nail, fasten

V. — 28
w ith nails» (Dwelly), con las variantes tarrang y cu, garojo, garucho); Vigón, Juegos de Villavi-
tarrag (MacBain). Como puede verse, el sentido ciosa, Colunga y Carama, glos., s. v .; Rato em ­
de estas formas gaélicas («peg») coincide perfecta­ plea el vocablo en el mismo sentido al definir
mente con el del cast, tarugo; ahora bien, el irl. tusa y blincar.— 3 Con el cat. tarot comp. el
y gaél. tcdmge, como indicó M arstrander (Fest- 3 bearn. ture, turbe, turbt, turoü, «chalumeau; ins-
skrift A l} Torp, 1913, 242-3), supone u n proto- trum ent rustique de m usique; cannelle de íontai-
céltico * t a r i n g i a , casi idéntico al galo t a r i n c a , ne, goulot» (Palay).— 4 Como ya dijo este celtista
- i n g a 4, y por otra parte el vocablo pertenece a es errónea la idea de M acBain de que táirng se
la misma raíz céltica que el galo t a r a t r u m , padre relacione con el irl. med. tairm gim ’tirar de algo’
y sinónimo de nuestro taladro y del fr. tarière, y 10 (derivado de ringim ’colgar’, con prefijos).— 5 Ejs.
herm ano del irl. tarathar, galés taradr, bret. tarar en V. Bertoldi, Colonizzazioni nell’antico M edit.
’taladro’, todos los cuales pertenecen a la raíz in- Occid., 1950, p. 37.
doeur. t e r - ’perforar’, de donde vienen igualmente
el gr. TÉpeTpov y el lat. terebra ’taladro’ (Stokes- Tarumba, V. turulato
Bezz., p. 123; V. H enry, s. v. ; Pedersen, Vgl. K . 15
G ramm., I, 134). T A S , tomado del fr. tas id., que parece ser la
Ahora bien : ¿en qué relación estaría tarugo misma palabra que tas ’m ontón’, al parecer de
con estas palabras célticas? Como el sufijo -ü c- origen germánico. 1.a doc.: T err.
no es absolutamente ajeno a las lenguas rom an­ Con la definición «llaman los plateros a la yun­
ces (V. pe(d)ugo), aunque muy raro en las mismas, 20 que que usan ; el mismo nom bre le dan los la­
y como se halla en latín antiguo, y en muchos toneros, vidrieros y otros oficiales a otra yunque
idiomas de substrato, desde el líbico pasando por semejante». L o admitía ya la Acad. en 1817: «es­
el paleo-sardo hasta el ibérico5, esta terminación pecie de vigorneta en que se amartilla la hoja de
no es indicio inequívoco. Puede ser que tarugo plata, y sirve tam bién para otros usos». Al caste­
sea voz prerrom ana sin relación con estas palabras 25 llano pudo llegar directam ente o a través del ca­
célticas. Pero esta falta de relación es poco ve­ talán, donde ya está documentado en 1660 (Ag.).
rosímil. Tampoco m e convence adm itir que taru­ De todos modos el punto de partida es el fr. tas,
go salga de t a r i n c a , por un «cambio de sufijo» que significa lo mismo, y tam bién «bloc d ’acier
romance, m uy arbitrario, y verdaderamente sor­ sur lequel on essaye la sonorité des monnaies frap-
prendente siendo -ugo sufijo desusado en castella­ 30 p ées» : en estas acs. ya se encuentra el vocablo
n o ; ni menos suponer con Brüch (Z R P h . L V II, francés en el S. X III (Littré), pero es probable que
79) que hubo un cruce con el lat. FESTÜ CUM sea lo mismo que el fr. tas ’m ontón’ (de donde
’brizna’, débilmente representado en iberorrom an- ’bloque de acero’, etc.). El origen de tas en este
ce (vid. O ST U G O ) y con significado alejadísimo sentido no es enteramente seguro, aunque suele
del de tarugo. Por otra parte es indudable que el 35 derivarse del germánico (Diez, W b., 686; Gamill-
sufijo -Oc- tenía vitalidad en el celta continental, scheg, R . G. I, 194; M -L ., R E W 8591; Bloch-
según vemos por c a r r ü c a ( > fr. charrue), por los W.), llegando hasta suponer un fránc. * t a s , cuyo
nombres propios galos reunidos en D ottin, La único fundam ento son el neerl. med. tass, mod.
Langue Gauloise, 109, y según confirman mis con­ tas, ingl. med. tass ’m ontón (de cereales, etc.)’,
jeturas relativas a moruca (V. S A M A R U G O ), ta- 40 hoy conservado en el dialecto de K e n t; conviene
lugo (V. T A L U D ) y otros. advertir, sin embargo, que esta palabra inglesa
Ahora bien, si el céltico admitió las diferentes no parece documentarse antes de 1330 (N E D ) y
formaciones sufijales t a r - i n c a , t a r - i n g a , t a r - i n - por lo tanto podría ser galicismo, que el vocablo
g i a , t a r - a t r o n , tam bién tenemos derecho a supo­ no reaparece en otros idiomas germánicos, y que
ner que formara un TA R-Ü CO -N y que en el Centro 45 la demás parentela que le sospecha Diez es m uy
y Oeste peninsulares se reservara esta palabra ar­ dudosa. Pero no corresponde aquí entrar a fondo
caica para la clavija hecha de madera, correspon­ en este asunto1.
diente a un tipo cultural no menos arcaico. Para 1 Las voces célticas que cita Diez no convienen
otros posibles representantes de esta raíz céltica en como étimo, ya que al parecer suponen una base
España, vid. T R A N C A y N A IP E (IV, 209a52 ss.). 50 con d - , vid. Stokes-Bezz. 143, MacBain s. v. dais,
Claro que no hay que pensar (como hace Asín, Thurneysen p. 114; en cambio quizá apoyen el
A l-A nd. IX , 39) en partir de un ár. tárquzua ’cla­ carácter genuino de las palabras germánicas en
vícula, asa’. T - . De todos modos el asunto debiera estudiar­
D e r i v . Taruguista (V. arriba). Atarugar [1665, se mejor.
Fr. L . de San Nicolás, DHist.]. Entarugar; entaru­ 55
gado. Tasa, tasación, tasador, V. táctico
1 En Cuba tarugo es ’mozo sirviente en los esce­
narios y circos’ (Ca., 186).— 2 Vigón, Vocab. de TA SA JO , ’pedazo de carne, por lo común se­
Colunga, donde pueden verse los equivalentes en ca y salada’, del mismo origen incierto que el port.
las demás hablas asturianas (carozo, cazuoto, tu- 60 tassalho y val. tassall; el sentido primitivo parece
haber sido ’pedazo de carne en general’. 1.a doc.: Chabás, y en lo antiguo no conozco otro ej. que
1475, G . de Segovia. el de Jaum e Roig (a. 1460), que es notable por
E n este dicc. de rimas, y sin definiciones, figu­ ser el más antiguo de que disponemos en cualquier
ran tasajo y varias formas del verbo atasajar, escri­ lengua: «cuynen divendres / ab faves tendres, /
tos con -s- sencilla y con -j-, y rimando con pala­ 5 cebes e alls, / carn a tassalls, / galls e hanins»
bras de antigua -/- sonora (p. 50). Pese a esta gra­ (v. 7426). Port. tassalho «tira lo n g a: hum tassalho
fía con -s- en Guillén de Segovia, texto de poca de presunto, de toucinho, carne» (Moraes), «gran­
autoridad ortográfica, así lás formas portuguesa y de pedazo, grande fatia, naco» (Fig., calificado por
catalana como las etimologías tomadas en conside­ ambos de voz familiar), aunque ya Bluteau indi­
ración, indican que el vocablo tendría ss sorda en 10 ca el sentido del cast. m oderno «deriva-se do cast.
castellano antiguo. El texto siguiente, donde tam ­ tasajo, que he pedazo de carne (particularmente
bién hallamos la ac. antigua ’pedazo de carne’, de porco) cortada para Ihe entrar melhor o sal:
tampoco indica nada, por no haberse respetado al tassalho de carne de porco»; pero contra lo que
editarlo la grafía antigua: «lenguas hedientes / indica este lexicógrafo no parece ser cierto que se
hechas tasajos de duras cecinas», Juan de Padilla 15 tomara del castellano, puesto que ya aparece en un
(1521), Triunfo V III, ii, 4f. Los demás textos y autor tan puro y purista como C am oens; por lo
dicc. castellanos citados no prueban nada en cuan­ demás el pasaje de éste y el de F r. Joáo dos San­
to a la s, por demasiado tardíos. tos (Bluteau), ambos en plural, comprueban que
N o dispongo de más documentación del vocablo tam bién en portugués la idea fundam ental es la
hasta los diccionarios de Percivale (1591): «tassajo: 20 de ’pedazo de carne’ : «de fumo tendes tagalhos»
a cut or slice of flesh» ; O udin atassajo: une tren- (’de carne ahumada, amojamada’), «de sua carne
che ou pièce de chair»; Covarr. *tasajo: carne sa­ se fazem tassalhos, curados ao fumo, que pare-
lada y seca, del verbo laxo, -as, porque se parte cem tassalhos de porco» (a. 1609). Esta conclusión
en piezas para que le entre mejor la sal»; A ut. está reforzada sobre todo por el verbo atassalhar,
«pedazo de carne seco y salado o acecinado para 25 que es simplemente ’cortar, despedazar’, y es fre­
que d u re; y se extiende tam bién al pedazo cor­ cuente desde med. S. X V I: iatassalhado de fe-
tado y tajado de qualquier carnes. E n el uso mo­ ridas» en la Historia Náutica Trágico-Marítima,
derno, que en América se documenta con fre­ tatassalháo as honras, a fama (os praguentos)»,
cuencia desde el S. X V III por lo menos (Friede- tatassalhado de máos inimigas», «a m ulher que
rici, A m . W b., 595), tasajo se emplea en singular 30 vio a honra de Déos atassalhada» en varios auto­
y como sinónimo aproximado de C E C IN A y res del mismo siglo (Moraes), «como os inimigos
C H A R Q U E , pero este sentido no se documenta eráo muitos, carregaram sobre elle e o atassalha-
antes de Covarr. y Vélez de Guevara («aquel ca- ram, fazendo n ’elle anatomías espantosas» Diego
vallero tasajo que tiene el alma en cecina», ha­ do Couto (D. Vieira); tam bién se empleó este
blando de un hom bre seco o delgado, E l Diablo 35 verbo en cast., como ya hemos visto por G . de
Cojuelo, tranco II, ed. Bibl. Esp., p. 18); hasta Segovia, y comprueban G . A. de H errera (1513)
Cervantes se emplea tasajos como sinónimo de y Vicente Espinel (vid. D Hist.).
’pedazos de carne’, y aunque ya es corriente que El origen es oscuro1. Diez se limitó a sugerir
se aplique a la acecinada, este uso no es general: como base taxéa ’tocino, lardo’, raro en latín, y que
«fué recogido de los cabreros con buen ánimo, y 40 San Isidoro explica: «taxea lardus est Gallice dic-
Sancho... se fué tras el olor que despedían de sí tum . U nde et Afranius in Rosa (284): Gallum
ciertos tassajos de cabra, que hirviendo al fuego sagatum pingui pastum taxea»'; nada seguro se
en un caldero estavan» (Quijote I, xi, 32v°), «los sabe respecto de esta palabra, que si el santo en­
desenterraban y hacían tassajos, y los colgaban tendía como gala, otros han creído que Afranio
por los árboles» Inca Garcilaso (Aut.); otras veces 45 (fin S. II a. de J. C.) no hacía más que jugar con
se trata de carne seca, pero siempre es tasajos o el vocablo y se refería realmente a u n gallo en­
un tasajo, con el sentido de ’trozo’ : «de los cue­ gordado3. Sea como quiera, tiene razón M -L.
ros que les sobran de vaca i venado, i trasajos [?] (R E W 8604) al rechazar esta etimología por ra­
¿ecos al sol, rescatan algún maíz y mantas con los zones fonéticas (sería forzado adm itir una disimi­
naturales del río» relación americana de 1542 50 lación *taxalho > tassalho, sin hablar de que en­
(Fried.), «acostumbran por la mañana farro de tonces esperaríamos encontrar formas antiguas en
harina de cebada cocida con tassajos de carne sa­ te-), a las cuales se agrega la falta de justificación
lada» L. del M ármol (Aut.) y otros en Fried. y en del derivado en -ajo (-alho), y sobre todo la dis­
Pagés donde no resulta si es carne salada o paridad sem ántica: ’lardo’ y ’cecina’ son cosas
fresca. 55 bien distintas, y como he demostrado el sentido
Luego parece que el sentido primitivo fué ’pe­ primitivo ni siquiera es ’cecina’, sino ’pedazo de
dazo de carne cualquiera’, y así lo confirman las carne cortada’.
fuentes portuguesas y catalanas. E n este idioma Parece probable que se pueda enterrar esta
nunca ha sido voz de uso general, sino confinada idea definitivamente. M ás razonable era la suges­
a Valencia, donde todavía se emplea, según el P. 60 tión de Covarrubias, de derivar de tajar, y una di­
similación *tajajo > tasajo en castellano antiguo Tasar, V. táctica Tasca, V. tascar
no sería más sorprendente que cogecha > cosecha,
pero a esto se oponen las formas portuguesa y ca­ TA SC A R, ’espadar el lino’, ’quebrantar la hier­
talana con -ss- sorda; por otra parte una m etá­ ba con los dientes’, ’m order el bocado del fre­
tesis *atalhafar > atagalhar sería fácil en portu­ 5 no con los dientes’, voz propia del cast. y el port.,
gués, y aun sería concebible en el sustantivo (al de origen incierto, probablemente deriva de tasca
cual, por lo demás, pudo contagiarse desde el ver­ (o tascón) ’espadilla para el lino’, conservado en
bo), pero a esto se opone el cast, tasajo (pues en­ gallego, que a su vez vendrá del céltico i-ífjy.ó-
tonces esperaríamos *tazajo). En una palabra el ’estaca, clavija, clavo’ (comp. cat. tascó, oc. tas-
origen es oscuro. Lo más razonable al fin y al 10 coun ’cuña’). 1.a doc.: APal.
cabo sería adm itir que junto al it. tassello «pez­ Ahí está ya con el sentido de ’mascar con ru i­
zetto che si mette per comm ettitura o ripieno», do’ : prendere: tascar y fazer son los dientes, y
ant. «pezzo di panno che attaccan sotto il bàvero», dende frena se dize del tascar los frenos» (1696);
fr. tasseau «petit morceau de bois qui soutient N e b r.: atascar en el freno: mando». Estas acs. son
l’extrémité d’une tablette» [S. X II], oc. mod. tas­ 15 tam bién las que documenta A ut. en autores del
séti «grosse pièce mal mise», «morceau de cuir S. X V I: «los elephantes la materia que cavan y
q u’on ajoute au talón d ’un soulier», «lopin», que sacan con los dientes, la pacen y comen tascándola
suelen explicarse por un cruce de t a x i l l u s ’dado’ y mazcándola» Diego G racián (h. 1545), «allí el
con t e s s e l l a ’cuadradito’, ’pieza de taracea’, ’da­ ligero palafrén la aguarda / con guarnición so­
do’, existiera tam bién antiguamente un cast. *tas- 20 berbia de oro y grana, / feroz tascando el espu­
sillo, port. *tasselo, que hubieran generalizado su moso freno» H ernández de Velasco (1555), «poco
sentido hasta significar ’pedazo 'n general’ o ’pe­ a poco le ha de dar el freno, para que tascando
dazo de carne’, y que este vocablo se hubiese cru­ en él algunos días se le haga fácil» Juan de Torres
zado a su vez con el sinónimo cast, tajo, port. (1596). Igualmente en los dicc. clásicos: atascar:
talhoi . Claro que esto es algo complicado y muy 25 masticare» C. de las Casas (1570), «to play on the
hipotético, sobre todo porque no vemos que el b it as horses do in cham ping it» Percivale, atas­
tipo lat. vg. * t a s s e l l u tenga en parte alguna el car en el freno: mascher et ronger le frein» Oudin,
sentido de ’pedazo de carne’ o ’pedazo en general? atascar en el freno, se dize del cavallo» Covarr.
Por lo tanto hay que dejar esta idea en cuaren­ (las demás explicaciones de éste están deformadas
tena5. 30 por su manía etimológica). El sentido que supo­
D eriv. Atasajar [1475, arriba]. Tasajero cub. ’co­ nemos etimológico no se documenta directamente
merciante de tasajo’ ; tasajería cub. ’comercio im ­ hasta A ut. «quebrantar la arista del lino o cáñamo
portador y vendedor de tasajo’ (Ca., 78). con la espadilla, para que se pueda hilar», lo cual
1 N o es orientadora la variante tesajo que sue­ ya no sería demasiado sorprendente tratándose de
na en varios estados de Méjico (aunque tasajo 35 una ac. estrictamente técnica, que por lo tanto no
en otros : R. D uarte).— 2 E tym . X X , ii, 24.— era fácil que saliese en literatu ra; pero además
J Está tam bién en el africano Arnobio (h. 200 hay seguridad indirecta de que tascar ya existía
d. de J. C.) sin indicación de origen. Si fuese en esta ac. en el S. XV, puesto que se encuentra
céltica quizá pudiera relacionarse con el irl. ant. tascos ’estopa de cáñamo o lino que queda des­
tais ’blando, suave’ y el nom bre propio galo Taxi- 40 pués de espadarlo’ : atascos de lino: purgam enta
magulus (Stokes-Bezz., p. 122). T am bién es in­ lini; tascos para colchón: tom entum lineum»
cierto el supuesto de H ehn (K ulturpjlanzen“, N ebr.; hablando de los que se echan al fuego para
p. 589) y H older, de que derive de t a x u s ’tejón’, avivarlo: « ¡ O cómo prendió sin asco! / Venga,
cuya grasa se utilizó para usos médicos y otros; venga, venga el tasco; / a soprar, no se m e muera»
pero t a x u s pasa por ser germanismo, que apa­ 45 citado por Cej. de Sánchez de Badajoz (2.° cuarto
rece tardíam ente, lo cual no concuerda con el uso S. X V I); atascos: capecchio, scalzoni» C. de las
por Afranio.— 4 Realmente el vocablo existió en Casas; «tow, flockes. lockes shorne or clipped
castellano, aunque las únicas formas que constan off» Percivale; y análogamente en los demás d ic ­
hasta ahora son texillo y trexiello ’listón, ceñidor, cionarios citados, y en la Pícara Justina (Fcha.).
pieza de tela para abrochar el m anto’, en varios 50 N o de otro modo en portugués: atascar ou tas -
textos de los SS. X III y X IV (M . P., H ist. Tro- quinhar linho: sacudir ao linho a aresta fora com
yana, glos.), voz admitida por la Acad. [1817]: hüa palheta de pao largo, e pollo direito para s í
atejillo: especie de trencilla de que usaban las sedar; tascar diz G abriel Pereira ( t 1631) fallan­
m ujeres como ceñidor»; hoy en Echo no dixercm do num javali apenado e enfurecido; tasco do
ni texillos ’no dejaron nada’ (R L iR X I, 54).— 55 linho: a estopa grossa que se tira do linho» (Bhi-
‘ Liebrecht (Jahrbuch f. román, u. engl. L it. teau); Moraes cita el participio tascante en Luis
X III, 232) apoyaba la identidad de tasajo con Pereira (1588) y tascar en Franco Barreto ( t h.
tassella (que era ya la idea de Cabrera) citando 1660), y tasco do linho en N unes de Leáo (1606).
el gr. xúfiiov ’carne de atún salada y cortada a M odernam ente tascar sigue siendo palabra gene­
pedazos cuadrados’. 60 ralmente conocida en castellano y en portugués
(para la tascadura de lino en la Sierra de la Es­ pósito de la costumbre de los herejes Tascodrungi
trella, vid. Messerschmidt, V K R IV, 287). E ntre de apuntarse el dedo índice a la boca en el mo­
las acs. modernas, aunque secundarias, pueden te­ m ento de rezar, en señal de ensimismamiento y
nerse en cu en ta: ast. atascar el jreno; tascó: rom ­ concentración: por comparación del dedo con un
pió; tascar: rom per úna cosa sin dividirse y so­ 5 palo clavado a la pared les dieron tal nom bre en
nando, como una caña de árbol, una viga; lim ­ esta comarca de Asia M enor, donde todavía se h a­
piar el lino quitándole el tasco; tascu: les corteyes blaba el celta en el S. I I I d. de J. C.5. Aunque no
[’cortezas’] que deja el llinú al restrillalu y al pí­ parece haber huellas de este vocablo en las de­
lalo» (R )\ «tascóse: restregarse los animales contra más lenguas célticas, no sólo el testimonio de E pi­
las paredes o los árboles; se dice tam bién de las 10 fanio es formal, explícito y desarrollado en detalle,
personas cuando hacen movimientos con el cuer­ sino que está confirmado p or numerosos autores
po para producir algún roce contra la ropa inte­ coetáneos o poco posteriores, griegos y latinos, y
rior» (V), Sajambre y ast. tascarse ’rascarse el ga­ no hay motivo para dudar de estos testimonios6;
nado contra un árbol’ (Fz. Gonzz., Oseja, 357), por lo demás abundan los nombres en Tasco- y
cast. de Galicia «tascar: quebrar, romper, cortar; 15 Tascio- en los países celtizados de la Antigüedad
saltar, ej.: la cabra tascó la cuerda y anda suelta» (Tasciovantus y muchos más en Holder).
(B R A E X IV , 134), Beira Baja tasgar ’comer’ (tas- Como dijo Jud, de -raer/.ó; proceden cat. tascó
guei urna fatia de pao e bebí um copo de vinho) ’cuña en general’, ’cuña de madera para hender le­
(R L X I, 162). Todo lo cual muestra cuán produc­ ña’, ’cuña del arado’, etc. [1434, Ag., s. v. tesco]',
tiva es en la ideología popular la idea de ’espadar 20 oc. tascoun id., exténdido por toda la Auvemia y
el lino’ y corrobora el supuesto de que tascar la todo el Languedoc en el sentido más amplio de es­
hierba y tascar el freno, aunque ya antiguos, no tos términos, y desde el Bajo Ródano (Sauvages)
son más que aplicaciones traslaticias de la misma hasta el Quercy y el Perigord (Daniel tecouen, te-
idea. Fuera del castellano y el portugués ya no en­ couei): el área del vocablo penetraría poco o m u­
contramos este vocablo en otros romances. 25 cho en el territorio de la lengua de OH (tacón
E n cuanto a la etimología, supuso Diez (W b., «morceau» en el D it de D ame Jouenne, S. X IV,
490), seguido por M -L . en su primera edición Rom. X LV, 107), y penetra en territorio castella­
(R E W 8593), y hasta hoy por Gamillscheg (R F E no : m ure. tascón_ «tarugo que se fija en los ban­
X IX , 237; R. G. I, p. 384), que tascar procedería cos de carpintero para apoyar la pieza que se la-,
del germánico, o sea de un gót. *TA SKÓ n postula­ 30 bra», «pescuño o cuña del arado» (G. Soriano),
do a base del a. alem. ant. zaskón ’arrebatar’, has­ Venasque toscón, tam bién Alquézar toscón ’nieve
ta hoy conservado dialectalmente en alemán (Ba- menuda y dura’ (Arnal C.), Bielsa trascón «le coin
viera, Franconia) zaschen ’tirar de algo, arrastrar, de la charrue» (Elcock, A O R B B V III, 136), arag.
trabajar despacio’ (vid. G rim m , S chade): esto ya trascón «pescuño o cuña para apretar la reja, la
sería audaz en principio, puesto que este vocablo 35 esteva y el dental» (Peralta, Borao), forma que se
no existe ni se sabe que haya existido en otras resiente de la contaminación de trasca (pieza del
hablas germánicas, y p or lo tanto es m uy dudo­ arado). Por otra parte no faltan voces análogas ni
so que pudiera estar en gótico2, y si lo hizo Diez siquiera en el Oeste de la Península: Sierra de la
fúé porque creía, por una mala inteligencia, que Estrella y Alto M inho tázga, Sierra de la Estrella
tascar significaba ’desenredar lana’, pero no hay 40 taskéra ’tarugo de madera que sujeta las correas
tal, y por lo tanto se impone abandonar esta eti­ del trillo o mayal’, ’viga horizontal inferior, en el
mología. Ya lo indicó así Baist (RE I, 133), quien molino, que se apoya sobre una base de piedra’
pensó en partir de un gót. * t h a í h s a n postulado a (V K R IV, 113, 156).
base del a. alem. med. déhsen ’espadar cáñamo’, Ahora bien, de aquí puede venir igualmente el
o por mejor decir, del pretérito gótico correspon­ 45 gall. tasca «espadilla de madera para pulim entar el
diente * t h a h s , idea imposible, pues sería inaudi­ lino»8, L a Coruña tascón ’espadilla de lino’ (K rü­
ta esta generalización del radical del pretérito, y ger, W örter u. Sachen X , 128), port. tasquinha id.
además es inadmisible la trasposición *taksar > (Bluteau, Moraes, etc.); y de tasca viene m uy na­
tascar3; por esta misma razón se inclinaba Baist turalm ente el verbo tascar. Ya señaló Ju d el he­
por el lat. t a x a r e ’tocar fuerte y repetidam ente’, lo 50 cho de que la espadilla empleada en Francia se
cual es tan imposible desde el punto de vista fo­ parece a una estaca o una cuña, mas prudente­
nético, como el * t a x i c a r e que él mismo rechaza mente dejaba la cuestión en suspenso, por lo que
por esta razón en otra parte (G G r. I, § 47). hace al cast. tascar, hasta recibir informes sobre
E n conclusión deberíamos declarar totalmente la forma de la antigua espadilla hispánica; ahora
desconocido el origen de tascar*, a no ser por la ra­ 55 la conocemos gracias a los excelentes trabajos de
zonable idea expuesta por Jud (Rom. X L IX , 411- K rüger, y sabemos que el tipo más arcaico de es­
6), de poner en relación el cast. tascar con el gá- padilla, todavía usual en la vertiente S ur de los
lata Tarjxóc que Epifanio (S. IV) nos explica co­ Pirineos, consiste simplemente en u n pequeño ga­
mo equivalente del gr. n ía c n lo s ’estaca’, ’palo o rrote de 70 cm. de largo (V K R V III, 231, y V.
taco clavado en una pared para colgar algo’, a pro­ 60 el grabado le, en la p. 219); en los Pirineos (ibid.,
grabados d y é) y en tierras del Oeste, como Sa- (Sources Indig. I, 156; II, 126, 140); atascadero
nabria (K rüger, Gegenstandsk., p. 249, grabado b) [A ut.] ; atascado; atascamiento; atasco; atasqueria.
y Portugal, aparecen luego otros tipos más moder­ Gall. toscar ’aturdir, atascar a uno que habla’ (non
nos que van acercándose cada vez más a una cu­ me tosq u eí) en Caldas de Reyes (Sarm. CaG.
chilla ancha, que justifica el nombre más m oder­ s 222r ) : cruce con el sinónimo atorar. Mozárabe
no de espadilla, pero aun éstos, que siempre son táskal ’salvado de la cebada (sa'ir)’ en el tune­
de madera, pueden todavía compararse con una cí Abenal^azzar ( t 1004), en su Z ád al-Musá-
cuña de hender leña. L a etimología de Jud es, jir (Dozy, Suppl. II, 44b; Simonet), autor que
pues, inatacable desde el punto de vista ergoló- suele emplear términos españoles; origen seme­
gico, y en conjunto me parece sólidamente esta­ 10 jante tiene tostara ’la hoja gruesa del salvado’
blecida. [Aut., como arag.; T err., como térm ino de taho­
P or otra parte no termina ahí el área rom an­ neros], el cual puede deber su segunda -t- a la
ce del vocablo: en el Alto Aragón, desde Ansó contaminación12 de tastaz ’polvo hecho de los cri­
hasta Fanlo, se encuentra una voz tasca*, y en la soles viejos, que sirve para limpiar las piezas de
otra vertiente pirenaica, desde Baretóns hasta el 15 azófar’ [A u t.]: éste procede del lat. t e s t a c é u s
valle de Bagnéres-de-Bigorre, tasco, con el sentido ’hecho de barro cocido, o de ladrillo’ (derivado de
de ’terrón cubierto de césped’, Ariége táscous ’m a­ testa ’ladrillo, teja’)13; de la misma contamina­
zos de hierba dura con que se atarugan los hue­ ción resultará tastana ’la cáscara leñosa que divi­
cos del techo de las chozas de pastor’ (Fahrholz, de los cachos o piernas de nuez por dentro’, ’ho­
W . u. W ., 116), y un verbo tasca ’apisonar, apre­ 20 llejo o túnica blanca que hay en las granadas en­
tar’, en el Lavedán (Z R P h . X L V II, 406; LV, 572; tre cacho y cacho’ [Terr.], ’costra producida por
BhZR P h. LXX XV , § 138; R L iR X I, 190), que la sequía en las tierras de cultivo’ [Acad. ya 1925,
según indicó Rohlfs son inseparables del cast. tas­ n o 1884],
car y el cat. tascó: sea partiendo de la idea de 1 N o sé si procede tam bién de ahí el ast. tesca
’golpear una cuña’, o más bien de la de ’zoquete’, 25 «la fariña que da la cabeza de la xente», o sea
’punta o cuscurro de pan’, ’bulto cualquiera’, que ’caspa’, quizá relacionado con la variante cata­
tiene ya el cat. tascó; es más, creo que aquí debe­ lana y occítana tescó, tescou, que citaré abajo.—
mos colocar el hispánico tasconium ’arcilla blanca 3 Cierto que puede suponerse que zaskón sea for­
refractaria, con la que se hacen crisoles para acen­ mación dim inutiva sacada de la raíz del b. alem.
drar el oro’ citado por Plinio (H ist. Nat. X X X III, 30 tasen, escand. dial, lasa ’desplum ar’, ’deshilacliar’,
iv, 21): esta clase de arcilla, seguramente la lla­ ’desenredar lana’ (vid. Kluge, s. v. zaser); así y
mada tapas en Cataluña, forma bloques compac­ todo es arriesgado atribuir esto al gótico.— 3 El
tos m uy comparables a un zoquete de madera. En caso no puede compararse con el del fr. tache,
este derivado tenemos, pues, a m i entender, una cat. tasca, ’tarea’ y antiguamente ’prestación for­
comprobación de la existencia de t a s c o en el ha­ 35 zosa’, tomados del b. lat. taxa, pues ahí tenemos
bla celtibérica10; V. atascar, abajo. la adaptación imperfecta de u n semicultismo ju­
D eriv. Tasco [Nebr.]. Tasquera ’pendencia, ri­ rídico.— * A. Fz. M erino, Observaciones críticas
ñ a’ [1626, Céspedes], por comparación con el acto a las etim. del Dicc. de la R. Acad. Esp., M a­
de espadar lino; y luego ’taberna’ gnía. [1609, J. drid, 1889, p. 164 (libro que poco bueno con­
H idalgo]; m odernamente en este sentido se dice 40 tiene, salvo sus dudas ante las etimologías aca­
tasca bilb. (Arriaga), zamor. (FD ) y en muchas démicas), quiere partir d e u n irl. tasg «dificultad,
partes, incluyendo el caló barcelonés (comp. M. L. trabajo, fatiga», que si existiese con este sentido
W agner, M ise. Coelho, 310-1). Tasquil ’pedazo sería u n buen étimo para el fr. táche, cat. tasca,
pequeño que salta de la piedra al labrarla’ [Acad. etc. En realidad tásg, irl med. láse, significa «re-
ya 1817]". Atascar [h. 1570, Ercilla; vid. Cuervo, 45 port, rum our, news», así que no tiene que ver ni
Dicc. I, 733-4; D H ist.]: en realidad es de origen con el vocablo español ni con el francés; además
incierto, pues la supuesta ac. etimológica ’tapar con se trata de una contracción irlandesa tardía, de
tascos o estopones las hendiduras de un buque’ Un antiguo to-ad-sech- (Pedersen, Vgl. K . Gr. II.
sólo se encuentra en un autor tan sospechoso 619). Los aficionados no se acuerdan de los
(cuando de etimologías se trata) como Covarr., y 50 «geschnórkelte Wege» de las lenguas célticas mo­
la predom inante, que aparece desde Ercilla, es ’m e­ dernas.-— 5 Ya Cambouliu, Recherches sur l’origi-
ter en lugar de donde no se puede salir, especial­ ne étymologique de l’idiome catalan, p. 11, ha­
mente por el lodo’; sin embargo, es probable que bía señalado la supervivencia de esta palabra cél­
a pesar de todo pertenezca atascar a esta raíz, sea tica en la lengua de Auziás M arc, pero a Jud co­
a base de la ac. supuesta por Covarr., de donde 55 rresponde el mérito de haber sentado esta eti­
’cerrar un conducto’, ’atragantar’ (así ya en Que- mología sobre bases semánticas y dialectológicas.
vedo), y luego ’detener’; sea partiendo de un * tas­ firmes, y de extender la etimología al hispano-
co ’arcilla, barro’ relacionado con el tasconium ’ar­ portugués y a la lengua de Oc.— 6 V. el largo ar­
cilla’ de Plinio, y con el arag. y gasc. tasca ’terrón tículo de Holder. Otros, pero son menos num e­
de hierba’ (V. arriba), como ya suponía Sainéan 60 rosos, deforman el vocablo en Ascodrungitae, y
explican que estos herejes adoraban u n odre in ­ especie de M ercurio] ’como un ladrón él sabe
flado (ádxó;)) en una especie de bacanal: claro [dónde están] los tesoros’ (V III 29.6a). Spitzer
que esto es una etimología popular, promovida llamó la atención (BD C X X IV , 282) hacia apli­
por el deseo de hallar una explicación griega a caciones figuradas del lat. l a t r o que recuerdan
este raro nom bre extranjero, y tam bién p or la 5 curiosamente este significado ’salvado’ : «port.
malevolencia popular y eclesiástica contra estos ladrào ’plante parasite’, retorr. (Gardena) lidron
herejes. Si Diefenbach dudó del gálata -rasxó; «Zigeunerkraut» [ = hierba de gitano] et d ’autre
fué porque no encontraba huellas del mismo en part les sens dialectaux du français aubour =
celta ni en romance, argumento que ahora des­ alburnum que cite F E W ’tromperie, embûche,
aparece. El celtista W eisgerber (Galatische Sprach- 10 embarras’ : l’aubier est consideré comme une es­
resce en Natalicia G efjcken, 1931, 162-4; D ie pèce de parasite en comparaison avec le bois et
Sprache der Festlandkelten, p. 210) da el asunto l’écorce, que l’on utilise»; de lo que se deduce
por resuelto en el sentido de Jud.— ' L a variante que el aran, ladre y pall. llaire ’albura’ vienen
con te-, ya localizada por Jud en occitano, se también del lat. l a t r o ; por lo demás considero
encuentra tam bién en V alencia: «.tescó de ferro: 15 muy incierta y aun improbable esta últim a eti­
cuneus ferreus, cuña» (Sánelo, S. X V III). El ver­ mología (parece más convincente partir del célt.
bo tasconar ’acuñar’ ya en R. M artí, S. X III común L Â T R O - [ieur. p l â - t r o , IE W 806.1, Stokes-
(p. 392).— 8 Sólo está en Cuveiro, pero su exis­ Bezz., 239] ’calzones’, ’medias’, ’zapato’ (pues la
tencia nos la confirman el gall. tascón y el port. albura viste el corazón del árbol lo mismo que
tasquinha. E n Valí, tasca significa solamente ’sol­ 20, las calzas y medias visten las piernas), pero las
dador de cobre que usan los hojalateros’.— ’ T am ­ demás parecen ciertas y es explicación sem ánti­
bién en el Gers «massif brouissailleux»; Tasque ca convincente. De ahí podríamos deducir que
municipio del cantón de Plaisance, partida rural el hisp. *táscara, táscal, venga d e un nombre pre­
de Cadeilhau-sur-Clar y otro del Hougá, Algu­ rrom ano del ladrón afín a esta palabra sánscrita,
nos han propuesto derivarlo del lat. t e s c a . Polge, 25 teniendo en cuenta que dar salvado es no menos
MSI. Ph.il. 1960, 56. H abrá que examinar la posi­ claramente robar al comprador (recuérdese el
bilidad —mera sospecha— de que se trate de pasaje de J. Ruiz ] 18c «él comió el pan más
un * t a s c a pariente de t e s c a (sorotáptico o sim­ dur / a m í dio rum iar salvado» y el de Plauto
plemente paracéltico).— 10 Al tipo t a s c o n i u m co­ «qui alunt furfuri sues»). Quizá en efecto sea
rrespondería Perigord tecouei «coin, soupeau» 30 así, pero se impone desconfiar de la idea m ien­
(Daniel), comp. coudouei ’membrillo’ (ibiá.) co- tras no hallemos correspondencias de este voca­
t o n i u m ; sin embargo, creo más bien que se tra ­ blo sánscrito en otras lenguas indoeuropeas ; Pok.
tará de un cruce del oc. tescoun con el tipo fr. no lo recoge en su IE W , y hay en sánscrito otros
coin.— "M ü lle r propuso derivarlo de un ár. tas- nombres del ladrón mejor conocidos : táyúh,
qil, derivado de sáqal ’pulir, acicalar, lustrar’, lo 35' stâyüh y stenáh, el primero y el últim o también
cual rechazaba Dozy (Gloss., 387) por no ser empleados desde el Rig Veda (V II 86.5, X 127.6),
conocido tal sustantivo árabe, y no existir la y de etimología y parentela indoeuropea, éstos sí,
segunda forma de dicho verbo, al cual correspon­ bien conocida: la raíz (s)tái- ’ocultar’ y ’h urtar’
dería el nombre de acción tasqil; esto no es bien representada en iranio (ave. tdyu- ’ladrón’),
rigurosamente exacto, pues esta segunda forma 40 eslavo (tañ id., ruso tainy ’secreto’), hitita, irlan­
se encuentra en R. M artí, y, sin embargo, la dés y aun griego (Pok. IE W 1010.21 y 22). En
etimología no puede aceptarse, sobre todo por rigor, teniendo en cuenta la tendencia a eliminar
razones semánticas. El arabista de la Acad. pro­ el segundo componente de los diptongos de vocal
pone reemplazarla por tasqír, derivado de sáqar larga, tendencia que no sólo es griega (Lejeune,
’romper una piedra con martillo’, y aquí se aplica 45 Phon. M yc. G. A . §§ 197, 236, cf. ley de Os-
con mayor razón la objeción de Dozy, pues no thoff § 225) sino que fué común indoeuropea
sólo la segunda forma de este verbo no se en­ en fecha muy antigua (GyOUM > g u o m > ser.,
cuentra en diccionario alguno, sino que la pro­ ave. gám, dór. Pcüv, um bro bum , n á u m > dór.
pia existencia de esta raíz en árabe vulgar es v á v , d j ë u m > ser. dyàm, ci. Benveniste, Or. F.
dudosa (Dozy, S u p p l, trae escasa documentación 50 N om s. le. 58-59) sería imaginable una formación
del vocablo, y en sentidos muy diferentes). Ade­ t á i - s k " 0 - R 0 - de la raíz t a i , que se redujera desde

más fonéticamente esperaríamos *tazquer o taz- muy antiguo a t a s k uo r o - > ser. táskarah, y aun­
quel en castellano; y por otra parte no hay di­ que la á aparece como breve en sánscrito quizá
ficultad en derivar tasquil de tasco y tascar.— fuese esto por una aplicación índica de la ley de
12 O sea que tástara < * tascara. Ahora bien, hay ¥ O sthoff; realmente esta reducción de Si a A en
una llamativa coincidencia de este tascara, y el fecha indoeuropea parece haberse producido en
mozár. táskal, con el ser. táskarah ’ladrón, ban­ otro derivado de esta raíz, el paleosl. tañ e irl.
dido’, que no es palabra tardía, puesto que ya ant. tâid ( t â t i s ) ’ladrón’ (los Tati, nación irania
aparece en un himno del Rig V ed a: táskaro del Cáucaso, que deberán su nombre a la male­
yatha esa veda nidhxn&m [el dios Pusan, una 60 volencia de sus vecinos, acaso puedan citarse
como indicio de que ese TÂns existió en iranio), todas las épocas, hoy sólo en el sentido de ’probar,
y hay un gr. poético xrjxáv ’carecer’. De todos catar’, pero en el ej. más antiguo tiene e l de ’pe­
modos, ya se ve que se trata de una etimología gar, golpear’ : «son-na axí bé castigada / com si
bastante especulativa y de una explicación morfo- tota m ’avíets tostada» S. X III (Set Savis, v. 1806);
fonética muy rebuscada. Y así no se puede des­ í y la ac. interm edia ’tentar, palpar’ existió tam ­
echar la sospecha de que el ser. táskarah será bién en cat., según se deduce del malí, tastanejar
más bien una creación secundaria de este idioma ’tentar’ [’andar a tientas5] y ’tam balearse’2. Prés­
— por más que ya se halle en el Rig Veda— de­ tamo rom ance parece ser el vasco lab. y b. nav.
bida a algún cruce o contaminación sufrida por dastatu ’catar’, guip., lab., a. nav. aztatu, lab., b.
su sinónimo tayúh, p . ej. bajo la acción de tástar- to nav. haztatu ’tentar, palpar’, aunque n o es clara
’carpintero’ (y toda la familia de tá sti -o táksati esta última variante3. En todo caso el vocablo, co­
’fabricar, tallar, hender’), o debida al hecho de mo es sabido, ha sido de uso general en todas las
que tásthau ’yo me levanto’ es el presente de épocas, en oc. tostar, fr. táter, it. tostare: en los
sthatum ’levantarse’, tal como tástarah se codea dos idiomas literarios significa hoy ’tentar, palpar’,
con el verbo stenayati ’robar’, stéyam ’robo’ y 15 pero la ac. ’catar’ se halla tam bién en francés an­
stáyát ’oculto’.— 13M ontblanc testassa «la pellofa tiguo (de aquí el ingl. taste ’gusto’) y en hablas
del gra d’ordi quan les rates s’han menjat la del centro de Francia, así como en muchos dia­
farina» (Griera, Trésor) tiene el sentido de tos­ lectos del N orte y Sur de Italia, y es corriente
tara con la forma correspondiente a t e s t a c e u m ; en occitano antiguo y moderno, lo mismo que en
N a Testanera apodo de una mujer de M onzón 20 sardo (en éste y en retorrom ance puede no ser
h. 1260, B A B L V III, 375. Fonéticamente el cast. voz autóctona: nótese que en la Engadina parece
tastaz tiene aspecto de catalanismo, pero no tengo ser más popular palper, palpigner, y en la Sobre-
noticias de la existencia de este masculino en selva sólo existe tasto ’tecla’, evidente germanis­
catalán. mo). Desde Francia pasó al alto [h. 1200] y bajo
25 alemán tasten ’tentar’, al neerlandés y frisón an­
Tasco, tascón, tasquera, tasquil, tastana, V. tas­ tiguo, y más modernam ente ha llegado hasta Es-
car candinavia, pero la conservación de la t- en tito
alemán prueba ya que allí no es palabra genuina,
T A ST A R ant. ’golpear’, ’palpar’, ’catar, probar’, y hoy sigue siendo ajena a buena parte de los
voz genuina en la mayoría de los romances (cat., 30 dialectos alemanes.
oc., fr., it.) y trasmitida por éstos al germánico E n cuanto a la etimología, hay que rechazar co­
occidental; de origen incierto, quizá de una ono- mo imposible la de M -L . (Rom. Et. W órterbuch
matopeya t a s - t a s que expresa el golpeo y toque­ 8585), ya propuesta p or Bloomfield y Salvioni, y
teo, lo mismo que el sinónimo cat. y oc. tustar, todavía aceptada por Bloch, según los cuales se
fr. ant. tuster, procede de t u s - t u s ; son inacepta­ 35 trataría de u n lat. vg. * t a s t a r e resultante de u n
bles las demás etimologías que se han propuesto. cruce de t a n g e r e ’tocar’ con g u s t a r e ’probar, ca­
1.a doc.: Berceo. tar’ : además de la general inverosimilitud de la
N o fué nunca palabra de uso extenso en caste­ idea, y de las pertinentes razones alegadas contra
llano, aunque se empleó en la franja oriental, qui­ la misma por Spitzer y Bloch, es term inante la de
zá con carácter autóctono, y posiblemente en al­ 40 que t a n g e r e y g u s t a r e no eran sinónimos, y por
gún otro punto, pero en calidad de extranjerismo. lo tanto no podían cruzarse: tales cruces de vo­
En Berceo es bastante usual, en sus varias acs.; cablos que significan cosas distintas sólo han exis­
’golpear, llamar’ : «eras al sueño primero, la gente tido en la m ente de los filólogos, tal como los
aquedada, / fúrtate de tus omnes, de toda tu mes­ centauros o hipogrifos han vivido sólo en la im a­
nada, / ven tostar a la puerta», «fué tostar a la 45 ginación de los poetas4. Pero tampoco es verosí­
puerta, ca sabié la entrada» (M il., 730d, Ti2c); mil la idea de Diez (W b ., 318), defendida por
’tentar, palpar’ : «el ver, el oír, el gostar, / el pren­ Kluge, Gamillscheg (E W F S ), W artburg (Bloch,
der de las manos que dezimos tostar» (M il., 121); 2 .a ed.) y otros: lat. v g . * t a x i t a r e , derivado de
’probar, catar’ : «que de mejor bocado non po- TAXARE; en prim er lugar, como sugieren convin­
driedes tostar» (M il., 501). En este mismo sentido 50 centemente E m out-M ., es muy probable que T a x a -
aparece en la trad. de la Confesión del A m ante r e en el sentido de ’tocar fuerte y a m enudo’, voz
de G ow er hecha por Juan de Cuenca, h. 1399, ajena al rom ance y a la literatura latina, no sea más
que era de esta provincia oriental (p. 461), y en que una ficción seudo-etimológica de Aulo Gelio y
el soriano APal. (adelibare es tostar gustando» algún otro autor gramatical y tardío, pues t a x a r e ,
107d). E n este últim o sentido sobrevive el vocablo 55 que en realidad sólo significa ’tasar, evaluar’ y
en Aragón (Peralta, Borao) y en Asturias <R)‘, pero ’reprender, censurar’ no v i e n e de t a n g e r e como
no hay otros testimonios del mismo, y así no postulan estos autores, sino que es préstam o del
puede citarse como palabra propiam ente caste­ gr. Tátraeiv, e-ra^a; mal pudo esté t a x a r e ’tocar’,
llana. de existencia fantasmal, e n g e n d r a r u n lat. v g . * t a -
Sí es castiza en catalán, y de uso general en 60 x i t a r e , pero además h a y q u e proclam ar bien alto
que * ta x ita re > tâ te r s ó lo s e r ía fo n é tic a m e n te R], ’hedor’ salm. y ast. (Lamano); taste ’gusto’
c o r r e c to e n f r a n c é s , p e r o n o e n lo s r o m a n c e s m e ­ ant. (APal. 1266, 126d, 466b); tastear ast. ’catar’
rid io n a le s , q u e en u n a c o m b in a c ió n ta n c o m p lic a ­ (R).
da no h a b ría n a d m itid o la s ín c o p a h a s ta después 1 Tasto ’sabor’ en Sajambre, Bierzo, Cabranes,
de la s o n o riz a c ió n de la -T - o nunca, seg ú n lo s 5 taste santand. (Fz. Gonzz., Oseja, 357).— 2 «To-
caso s. m eu! Biel! Alija, de pressa! (los tastaneja amb
Por lo tanto envuelve un problema oscuro el ori­ lo peu, pero ells no es mouen)» P. d ’A Penya,
gen del tipo * t a s t a r e , qué a juzgar por la exten­ liles á'Or I, 56; «compareixien, movent avalot,
sión y antigüedad del vocablo en romance, pudo les tres diligencies que s’hi aturaven, tastanetjant
ya pertenecer al latín vulgar o a fases romances 10 per dam unt l’empedregat» M. deis S. Oliver,
muy antiguas. L a única sugestión razonable que L ’Hostal áe la Bolla, p. 18; tastanetjador ’tam ­
se ha hecho hasta ahora me parece ser la de Spit- baleante, exangüe’ (B D L C X , 134); comp. Spit-
zer (A R otn. X IX , 436) : que tastar, lo mismo que zer, Lexik. a. d. Kat., 62. Suele escribirse mala­
tocar, instar, chocar, alem. tappen y otros tantos mente tastenejar o testenejar.— 3Lo más verosí­
verbos que expresan la idea de ’tocar’ en sus va­ 15 mil parece admitir una confusión entre el roma-
rios matices, sea una creación onomatopéyica (* T A - nismo dastatu y el vasco genuino astatu «acertar;
x i t a r e es una creación tan superflua e inverosímil atteindre, réussir» en Alta Navarra, haztatu ’ras­
como los * t u d i c a r e , * t u s i t a r e y análogos, que car’ en Sule, que derivarán de hatz ’dedo’, comp.
se habían postulado para estas otras palabras, y Schuchardt, BhZRP h. VI, 30. De todos modos
en los que ya nadie cree). El ciego que anda ten ­ 20 no hace verdadera falta la intervención de hatz,
tando el camino con un bastón, o el vidente que pues aunque en la mayoría de los sistemas lin­
lo hace cuando va a oscuras, o el que busca un güísticos sería apenas concebible la disimilación
hueco en una pared golpeando con u n martillo, eliminatoria de una oclusiva inicial, en vasco,
se dice que tastano en italiano, y es indiscutible donde los fenómenos de fonética inductiva llegan
que el ruido que producen es tas-tas5; casi el 25 al colmo del desarrollo, hay bastantes casos se­
mismo ruido percibimos al golpear repetidamente guros; y en cuanto a la evolución semántica es
a una puerta, aunque el hacerlo sobre madera pue­ posible aun sin la intervención de hatz, aunque
de dar un matiz más bajo u oscuro al sonido, y ésta debió de facilitarla.— 4 Si fueron varios los
de ahí invitar a figurarlo por tus-tus, de donde el eruditos que cayeron en esta aberración, se ex­
cat. y oc. tustar, fr. ant. tuster, ’golpear a la puer­ 30 plica en este caso porque lo primero con que da
ta, etc.’, pero está claro que no hay un límite fijo, el romanista al abrir un diccionario occitano es
y así como el oc. tustá puede valer «tâtonner», la definición del Donatz Proensals «tastar: tan-
y el vasco tustatu llega hasta ’probar, catar’, tam ­ gere vel gustare», de acuerdo con las dos acs.
bién es natural que Berceo aplicara tastar a ’lla­ que conviven en lengua de Oc.— 5 Ejs. de ta-ta-ta
m ar a la puerta’. ¿H ay algo que nos pruebe si el 35 aplicados a uno que va golpeando con el cayado
sentido más antiguo de tastar fué ’catar’ o ’pal­ en Sánchez de Badajoz (Cej.).— 6 «Cedizo es un
par’? Quizá no, pues teóricamente pueden con­ tasto, sabor, etc., agrio como vinagre» CaG. 112r,
cebirse ambos tránsitos semánticos; pero es cla­ «ferún: tasto, v. g. esto ten ferún» o. c. 23Id.
ro que el paso de ’tentar’ a ’saborear, catar’ es muy
fácil ideológicamente, y nótese que esta últim a 40 Tástara, V. cáscara y tascar Tastaz, V. tascar
idea, que no es de orden muy elemental, se expre­ Tastinarse, V. retestín Tasto, V. tastar Ta­
sa a menudo en los diversos idiomas por vocablos sugo, V. tejón Tata, V. taita Tatarabuelo,
que indican primordialm ente otras sensaciones fí­ tataradeudo, tataranieto, V. tras Tatarrete, V.
sicas y espirituales (recuérdese la historia de catar tarro Tatas, V. taita
y probar castellanos). Pero es m uy orientador para 45
el etimologista ver que en la fase arcaica de todos ¡T A T E !, voz de creación expresiva, reduplica­
los romances aparece tastar con acs. que se agru­ ción de su equivalente ¡ta! (o ¡ta, ta!). 1.a doc.:
pan entorno a la idea de ’golpear’, y que por lo en romances del S. X VI,
tanto están tan próximas a la onomatopeya en V. los ejs. de esta procedencia citados por Cej.,
cuestión como alejadas del sentido del gusto : ade­ 50 L a Lengua de Cervantes, s. v. Está tam bién en
más de los ejs. citados de Berceo y de los Set O u d in : «interjection qui signifie: laissez cela, ne
Savis, recuérdese que tastar vale ’zurrar, golpear, touchez point lá, ostez-vous de lá, ostez-moi cela,
atacar’ en dos de los textos occitanos medievales fi», y en la 2.a parte del Quijote (II, lxxiv, 279);
citados por Levy, que el fr. ant. taster «frapper» A ut. cita ejs. del S. X V II, y P. Espinosa (1625)
se encuentra en el Bastará de Bouillon y en el 55 la registra entre sus «voces vulgares y mal sonan­
Lancelot du Lac, y que tastouillier es ’hacer cos­ tes» (Obras, p. 195.20). Ocasionalmente tiene otros
quillas’ en francés antiguo (God.). oficios: en Bilbao tati «es el toma y daca con
D e r i v .. Tasto ’sabor desagradable que tom an al­ que se entretiene a los niños, haciendo como que
gunas viandas por el envase o la paja’ [1745, como se les da una cosa y retirándola... diciéndoles
cast. en la pluma de Sarm.6 Acad. ya 1817; ast. «• /tari/» (Arriaga). Podría imaginarse que sea abre­
viación de estáte (quieto), como podría creerse que apodo de un morisco granadino (Simonet, s. v.
el cat. tau-tau ’así así, medianamente’ lo sea de thauchol); esto, que ya no convence por razones
estau ’estad’. Pero ambas ideas son seguramente semánticas, es imposible fonéticamente, puesto que
falsas, y se tratará de creaciones elementales. P or -ül no podría dar -el1. Sólo veo una posibilidad.
lo demás con valor análogo a tale existe ¡ta! o el 5 El verbo árabe wággah es clásico y m uy conocido
repetido ¡ta, ta!, que A ut. registra ya en Pero en acs. como «donner une tournure, u n mode (a
Mexía (med. S. X V I) y en el Quijote. L a raíz úl­ une affaire)», «donner á la terre une face unie
tima de estas creaciones primarias puede ser muy (pluie)», «arranger l’affaire convenablement», «éle-
lejana: en latín se empleaba attatae como excla­ ver quelqu’u n á un rang», «envoyer quelqu’un
mación de extrañeza, con variante a ttit en T eren- 10 pour une affaire»; pero además en escritores his­
cio, tat y tatae en Plauto, ii-raTca en griego, fát panos y occidentales (Abenjaldún, Almacarí) vale
en sánscrito, tat en lituano (Hofmann, Lateinische ’apuntalar, apoyar’, y en otras fuentes vulgares
Umgangssprache, § 26). N o quiere esto decir que ’disponer, arreglar bien (unas piedras)’ (Dozy,
la voz cast. descienda regularm ente de la latina, Suppl. II, 784b): está claro, pues, que el nombre
y ésta de una indoeuropea, sino que la creación de 15 de acción correspondiente taugih podía emplearse
estos vocablos se ha repetido docenas de veces, como térm ino de arquitectura, y si el verbo en
sin que por ello se olvidara del todo su modelo cuestión vale ’apuntalar, apoyar’ su infinitivo o
más antiguo, lo cual explica el gran parecido, y nombre de acción taugih es ’acción de apoyar,
al mismo tiempo la falta de evolución fonética. apuntalar’, definición bastante adecuada para el
H ay tam bién cierta relación con to, interjección 20 objeto que nos describe López de A renas; des­
que en Ávila, Salamanca y Zamora denota extra- de la idea de ’dar forma, arreglar’ tam bién se
ñeza, en otras partes significa haber venido en co­ ílega fácilmente a ’modelo, patrón’*. Es natural
nocim iento de algo, y com únm ente se emplea para que la final extranjera -h fuese reproducida apro­
llamar al perro. xim adamente por -l, sonido que además pudo na­
25 cer espontáneamente por una especie de «cambio
Tato, V. taita y tartamudo de sufijo», como en A L B A Ñ IL , A L B A Ñ A L y
otros tantos arabismos. Por otra parte, el cambio
T A T U A R , del ingl. tattoo id., y éste del po­ de í en e, que sería norm al ante h , es más sorpren­
linesio tátau ’tatuaje’. 1.a doc.: Acad. 1925, no dente ante h, pero no es inverosímil que abunda­
1884. 30 ran las confusiones entre estas dos aspiradas en el
El ingl. tattoo (pron. tatú) se emplea como verbo árabe de España, y PAlc. en su transcripción no
y como sustantivo, designando la figura tatuada y las distingue en absoluto.
la práctica del tatuaje. Este vocablo, en la forma T am bién se podrá pensar en tausih nombre de
tattow, aparece por primera vez en los Viajes del acción de wássai,i ’poner u n cinturón’ (y aun sería
Capitán Cook (1769), tataou en el viaje en fran­ 35 preferible en el aspecto fonético), pero ésta es pa­
cés de Bougainville, de la misma fecha. N E D labra menos conocida (aunque R. M artí registra
s. v. wássah y tausih con las traducciones «cingere»,
D e r t v . Tatuaje, d e l f r . tatouage i d . , d e r i v a d o d e «ornare» y «cingulum»),
tatouer ’t a t u a r ’. ' Tam poco cabría pensar en una variante ará­
40 biga con vocalismo diferente. No se trata de una
Taúd, V. ataúd voz arábiga, sino romance, equivalente al cast.
tochuelo, dim inutivo de tocho ’garrote’ (comp.
T A U JE L , origen incierto, quizá de un ár. vg. Ib n -a t-T á u g , literato valenciano del S. X I, ci­
taugih ’acción de apuntalar o apoyar’, derivado tado por Simonet). Luego la -g- de R. M artí es
del verbo wággah. 1.a doc.: 1633, Lz. de Arenas, 45 notación im perfecta de ch: otro obstáculo foné­
Carpintería de lo Blanco. tico.— 2 Bastaría que existiese wággah para que
Dozy, Gloss., p. 349, lo cita de este autor con pudiésemos asegurar que se empleó taugih. Por
la definición «regla o pieza de madera que sirve otra parte, éste se halla atestiguado: el M ohit-al-
para m antener la forma semicircular en una media M ohit le da el valor de «poste que le souverain
naranja o cúpula de m adera»; de Dozy debió de 50 confie á un de ses employés dans une province»
tomarlo la Acad., que admitió el vocablo en 1884 (Dozy, Suppl. II, 787b), y Beaussier «envoi, ac-
(no 1869). M ariátegui en el glosario a Lz. de Are­ tion d ’envoyer; action de diriger, tourner vers;
nas : «el prim er palo que trazan los carpinteros, y grades, décorations que l’on confére; bulletin
del cual copian los demás que necesitan; patrón» officiel». T am bién está en R. M artí.
(V. ej. en el texto, p. 33). Se limita Dozy a pre­ 55
guntar cuál es la etimología. Eguílaz, menos cau­ T A U M A T U R G O , tomado del gr. O aunrroup-
teloso, define «cinta de tabla de que los oficia­ Y¿c ’que hace juegos de manos’, ’que obra prodi­
les carpinteros sacan las piezas para obras de la- gios’, compuesto de -a ro -, ’maravilla’ y
zo» (?), y afirma que viene del mozár. taugúl epyov ’obra’. 1.a doc.: princ. S. X V II (Paravi-
«sagitta» sólo docum entado en R. M artí y como 60 cino, N ierem berg: Aut.).
Falta en APal., N ebr., Oudiir, Covarr., y es aje­ luenga e fría, / por concertar sus cuentas e la su
no al léxico de Góngora. Sigue siendo palabra li­ atasmía. / E así, sin conciencia e sin ningunt otro
teraria, y sólo medianamente usada. mal, / podémosnos sacar de aquí algún cab d al: /
D e r iv . Taumaturgia [Acad. S. XIX]. Taum atúr­ ca dize el Evangelio e nuestro decretal / que
gico [id.]. 5 digno es el obrero de levar su jornal» (247d, ms.
de la N acional; el del Escorial sustituye por ave­
Taurino, taurios, V. toro Taurique, V. atauri- ría, o sea ’bienes’) : el sentido parece ser ’conta­
que Tauro, taurómaco, tauromaquia, tauromá­ bilidad’ o ’cuentas de las contribuciones o tribu­
quico, V. toro Taurón, V. tiburón Tautolo­ tos’. Con esta ac. aparece siempre la forma sin
gía, tautológico, V. auto- Taxativo, V. táctico 10 a- y con -z-, que A ut. define «la porción de granos
Taxbique, V. tabique Taxidermia, taxidermista, que de una parva lleva cada uno de aquellos entre
taxímetro, taxonomía, taxonómico, V. táctica quienes se reparten los diezm os; y tam bién las
Tayuela, V. tajar T az a taz, V. retazo relaciones de los interessados en ellos, que se for­
man en las contadurías de las iglesias catedrales»;
TAZA, del ár. tássa ’escudilla’, ’tazón’, ’caldero’, 15 C ovarr.: «lo que cabe a las partes de un montón,
’taza’. 1.a doc.: doc. sevillano de 1272. el qual térm ino se platica en el dividir los diez­
Neuvonen, 77; Dozy, Gloss., 349; Suppl. II, mos a las partes que los han de aver»; O udin:
44a, 67b; Eguílaz, 504. Anterior es el diminutivo «jetton á com pter»1. Era palabra conocida de Jo-
tazóla, recipiente de bronce o cobre, citado junto vellanos, que escribió «bajo cuya autoridad (la del
con una redoma del mismo metal, en doc. de Saha- 20 Gobierno) se hallan las cillas3 y tazmías, las ter­
gún de 996 (M . P., Oríg., p. 284). Oelschl. cita taza cias y excusados, los pósitos y alhóndigas, etc.»
en doc. mozárabe de 1157, pero Oelschl. en estos (cita de Pagés). H oy admite la Acad. las acs.:
casos no distingue entre las voces romances y las «porción de granos que cada cosechero llevaba al
que figuran en docs. árabes a título de voces ará­ acervo decimal», «distribución de los diezmos en­
bigas, ni entre éstas y las escritas al dorso en letra 25 tre los partícipes de ellos», «relación o cuaderno
latina, muchas veces de fecha bastante más tardía. en que se anotaban los granos recogidos en la ter­
Sea como quiera toga está tam bién en J. Ruiz, cia», «pliego en que se hacía la distribución a los
Juan M anuel, N ebr. («topa o tafón para beber: partícipes», «cálculo aproximado de una cosecha
phiala») y parece ser palabra de todas las épo­ en p ie : aplícase principalmente a la caña de azú­
cas. No son menos antiguos port. topa, cat. tassa, 30 car». N o hay nada de esto en port. n i en cat., a
fr. tasse, it. tazza: en lengua de Oc se documen­ no ser en el de Valencia, donde Escrig recoge
ta desde el S. X IV (ZRPh. X L V II, 439), y en tafm a «porción de granos que cada cosechero lleva
francés desde el X II, procedente de Oriente por al acervo decimal», pero la grafía ya m uestra que
vía comercial. E n árabe, pássa y su genérico (ass se trata de un vocablo antiguo que el lexicógrafo
pertenecen ya a la lengua clásica, y son de uso ge­ 35 habrá encontrado en algún texto, y como no tengo
neral en todas partes y en todas las épocas; además confirmación alguna de tal forma he de sospechar
hay variante tasa (1001 N oches; Boqtor; y ya clási­ que se trata de un error de lectura, m uy fácil, por
ca como la otra), pero atribuida a otra ra íz : ignoro tagmia.
cuál fué la primitiva, pues en sus empleos verba­ Ya T am arid y Covarrubias afirmaron que era
les estas raíces son poco vivaces y no correspon­ 40 un arabismo, y Dozy (Gloss., 349) propuso taqsi-
den al sentido de este sustantivo. Es posible que ma nombre de acción (más bien sería taqsim) co­
el árabe tomara el vocablo de otra lengua oriental, rrespondiente a qás(s)am ’repartir’, voz bien co­
pero en romance procede del árabe. Designan por nocida, pero esto es imposible por evidente razón
lo común recipientes mayores que la taza de nues­ fonética (en el Suppl. ya no insiste en esta eti­
tros d ía s: R. M artí define «pelvis», PAlc. «ta^a, 45 mología). En consecuencia Eguílaz (p. 504), fun­
tagón para beber» y cf. Dozy, 67. Como observa dado en la autoridad de F. del Rosal (1601), que
Eguílaz, tam bién en cást. ha designado vasijas m a­ dice que tasmía en árabe vale «tanteo de cuentas»,
yores, p. ej. «la copa grande donde vacian el agua supone que venga de tásmiya, nom bre de acción
las fuentes, por lo común de piedra» [Aut.J; y de sámmá ’llamar’, ’nom brar’, ’m encionar el nom ­
tazón es todavía una ’jofaina’ en Andalucía. 50 bre de Dios’ (Dozy, Suppl. I, 688), «appeler, im-
D e r iv . Tazón [Nebr.]. Tacita. Taceta. poser un nom», «dire le nom de», «dénommer»,
«qualifier, traiter de», «invoquer le nom de Dieu»,
Tazaña, tazar, V. retazo Tazar, tazo, tazón, «énoncer, déterminer» (Beaussier); tásmiya según
V. atarazar el mismo lexicógrafo es «dénomination», «nomina-
55 tion», «récitation de la formule au nom de D ieu
T A Z M ÍA , origen incierto, probablemente ará­ clément et miséricordieux». Como puede verse to­
bigo. 1.a doc.: 1385, R im . de Palacio. do esto se halla bastante lejos de las ideas de con­
Donde se le e : «Dizen los privados: — Servi­ tabilidad y tributación expresadas por tazmía, y es
mos de cada día / al rey, quando yantamos es, deformar los hechos suponer que el ár. tásmiya
más de mediodía, / e velamos la noche, que es 60 valga tam bién ’enumeración’ como dice la Acad.
Esta etimología es, pues, inverosímil, y ya la re­ enorme complejidad de las combinaciones a que se
chazó Baist (R F IV, 414). Éste repara en otro ar­ presta la morfología arábiga en un vocablo de esta
tículo de Eguílaz, relacionándolo con tazmía; reza estructura; tendrem os que esperar a que una feliz
este artículo: «thadmia, thamia: especie de tribu­ coincidencia depare la solución a u n buen cono­
to ; de dom ma ’tributo’ en M arcel»; el vocabu­ 5 cedor del lenguaje administrativo y jurídico de los
lario de Marcel está fundado sobre todo en el árabes de Occidente. D esde el punto de vista se­
árabe vulgar de Egipto, y tam bién, aunque menos, m ántico convendría tatm ina «évaluation, estima-
en el de Argelia, pero tal palabra no es conocida tion» (Bocthor) nom bre de acción de tám m an que
en el árabe clásico ni en otras fuentes del vulgar PAlc. define «hazer cuenta de otro», Bocthor «ap-
moderno, y como en esta forma no se explica por 10 précier, évaluer, estimer, fixer la valeur de, priser,
ninguna raíz arábiga quizá sea algún extranjeris­ m ettre le prix á une chose» (y en este sentido apa­
mo, aunque más bien parece tratarse de una mala rece en u n diploma árabe de Sicilia), y R. M artí
vocalización de dam ’multa por un homicidio’, incluye el verbo y el nom bre de acción tatm in en
propiamente ’sangre’ (vid. T E G U A L ); pero aun­ su artículo «caristia» (¿’carestía’?, ¿’encarecimien­
que sea así no hay que pensar que ta(d)mía pueda 15 to ’?): Dozy, Suppl. I, 164. El tropiezo está sólo
venir de un derivado arábigo de esta palabra con en la desaparición de la -n-, pero es tropiezo grave
prefijo ta-, como da a entender Eguílaz, ya que que hace dudar de todo, pues en esta posición una
tal derivado no se encuentra en parte alguna y disimilación no sería posible. Nos veríamos redu­
tampoco podría significar ’tributo’. Por otra par­ cidos a conjeturas sólo medianamente verosím iles:
te, no hay tal palabra cast. thadmia o thamia ’tri­ 20 que *tazmina fuese antiguo arabismo pronto an­
buto’, pues Eguílaz la funda tan sólo en el pasa­ ticuado, y que apareciendo escrito tazmía en el
je siguiente del Ordenam iento de las Tafurerías (a. ms. de algún texto legal muy usado, lo sacaran de
1276), donde significa ’m ulta’ : «el rico omne que ahí los juristas pronunciándolo erróneamente taz­
jugare los dados, e tam bién el fijodalgo, que des­ mía; o que en España se produjera u n cruce en­
creyere [’jurare, blasfemare’], que la primera vez 25 tre tatm ina y algún sinónimo, quizá un *tah$iya
que descreyere, peche 20 mrs. de oro... e esta que podría suponerse como derivado de la raíz de
thamia mesma ayan los infantes e los cavalleros; ’áhfá «nom brer, compter, énumérer» (clásico y hoy
e los escuderos... pechen 10 mrs. de oro, e por la usual en Egipto), «nombrer, compter, dénombrer,
prim era vez escapen, e por la segunda préndenlo calculer»3 (en Argelia). N inguna de las dos expli­
por la thamia que sobredicha es...» y así va enu­ 30 caciones m e parece m uy convincente. A un menos
m erando por otras dos veces la thamia que deben suponer u n cruce de tatm ina con el griego Tapueía,
pechar los no hidalgos y los tafures, y en cada cuya existencia en España es m eram ente hipoté­
una de las cuatro veces el códice del Escorial sus­ tica.
tituye el vocablo por calupnia (ed. Acad. de la 1 M ás datos sobre tazmía, con una etimología
H ist., Opúsc. Legales II, 216), lo cual comprue­ 35 hebrea inverosímil, da A. M . G . B. en la R A B M
ba que estamos ante la ac. del b. lat. calumnia II (1872), 275-6, tom o que no está ahora a mi
’multa im puesta a alguno’. Si esto es la misma alcance.— 2 Ya observa T erreros que en puntos
palabra que el conocido tazmía, según quiere de Castilla la Vieja se llama cilla la tazmía en el
Baist, es difícil asegurarlo; no es imposible y sentido definido por A u t.; comp. ast. cillero ’m a­
entonces tendríam os ahí u n indicio de que el sen­ 40 yordomo, jefe del pósito’ (R).— 3 Nótese que la
tido fundam ental del vocablo fuese algo como ’es­ segunda forma a la cual correspondería el
timación, evaluación’, o quizá ’aportación, pago’. nom bre de acción *tahfiya, n o está documentada
Podría alegarse esta forma en apoyo de la opinión que yo sepa. Sí lo está, en Bocthor y en Beaus-
de A ut. de que tazmía viene del gr. r a a ie ía ’ad­ sier, como vulgar en Egipto y Argelia, la p ri­
ministración económica’, ’cargo de intendente o 45 mera forma faifa con el mismo sentido, lo que
tesorero’, pero es idea poco verosímil porque esta sugiere la posibilidad de que sean vulgares con
palabra griega no está documentada en latín clá­ este sentido otras formas del mismo verbo.
sico ni medieval, y por otra parte nos pondría en
un apuro la explicación de la -z-. Luego hizo bien Tazón, V. taza y tozuelo T e, V. tú
Baist al seguir ateniéndose a una etimología ará­ 50
biga, como parece confirmarlo la variante atazmía; T É , del chino dialectal i'e id. (6’a en lengua
pero dicho erudito no encuentra ninguna*, solución mandarina). 1.a doc.: A ut.
concreta y se limita a sugerir que el étimo arábi­ T 'e , que es la forma del dialecto de Amoy y
go debería tener dm o tm , fundándose en la forma Fukién, pasó prim ero al malayo, y es probable que
thadmia con que Eguílaz encabeza su segundo ar­ 55 de éste lo tom aran los holandeses, que lo trasm i­
tículo; fundam ento sin valor alguno, pues ésta no tieron a la m ayor parte de las naciones de la Euro­
es más que una forma supuesta abusivamente a pa occidental [fr. thé 1664, ingl. tea h. 1660, etc.].
fin de justificar la falsa etimología de Eguílaz. L a forma m andarina Va pasó por vía terrestre a
T am poco puedo dar ninguna solución entera­ los idiomas eslavos y por vía marítim a al port. cha
m ente satisfactoria, lo cual no es extraño dada la «0 [1565]; de éste se tom ó una forma cast. cha em ­
pleada en 1610 y 1637 y en la «nueva España» Ju an de Castellanos, cita del Ca., 182). Teoso. T e­
según Acad. 1780 (llegaría allá desde Filipinas). Vid. dero, en Soria, etc.
Dalgado, I, 247-8; Gon?. Viana, R L V I, 205-6; 1 T am bién en cat. oriental esperaríamos, como
N E D , s. v. tea; BhZRP h. X C I, 201-3. En la Arg. resultado de la - D - postónica, no te(i)a, sino tesa,
se ha ampliado el sentido de la palabra té, apli­ 5 forma que sólo corre en el Rosellón.
cándola a cualquier infusión de agua caliente con
hierbas, hasta el punto de que cuando es de té, T EA M E o T E A M ID E , tom ado del lat. thea-
se le llama un té de té. Tam bién toma allí y en médes id. 1.a doc.: Acad. ya 1817.
otras partes de América el sentido de ’m erienda’.
D eriv . Tetera [Acad. ya 1817]. Teína. 10 T E A T R O , tomado del lat. theatrum y éste del
gr. fléiiTpov id., derivado de GeasSat ’m irar, con­
T EA , del lat. t e d a (variante del clásico t a e d a ) tem plar’. 1.a doc.: h. 1275, 1.a Crón. Gral.; APal.
’rama resinosa de pino’, ’antorcha’, ’tea’. 1.a doc.: 17b, 96d.
APal. T am bién en N e b r.: «teatro do hazían juegos».
Donde leemos : tp ro te d e ... antorchas fechas de 15 A ut. trae ejs. de los SS. X V I y X V II. M uy po­
pino que tienen tea» (392b; 490b); N ebr. : crea pularizado modernamente.
de pino: taeda; tea de cedro o alerze: cedricum». D eriv . Teatral [med. S. X V I, A ut.]; teatrali­
Aut. cita ejs. de 1499 y del S. X V II. D e uso ge­ dad. Teátrico, raro. Teatrero cub. ’amigo de fre­
neral en todos los tiem pos; conservado en los tres cuentar teatros’ (Ca., 103). Anfiteatro [APal. 17b],
romances ibéricos, lengua de Oc y varios dialec­ 20 tomado de áucpiOáaTpov id., formado con ¿[xcpt-
tos réticos y alto-italianos. Como la grafía prefe­ ’alrededor’.
rida por los latinistas (en parte por razones etimo­ D e la misma raíz que 6ea<70:xi es el verbp
lógicas) es t a e d a , se esperaría tieda como resul­ 6e<j)peív ’contem plar’, ’examinar’ ’estudiar’, de
tado fonético en castellano. De hecho esta forma donde 6eupí(x ’contemplación’, ’meditación’, ’es­
se encuentra en aragonés antiguo (U m phrey, R H 25 peculación teórica’ : de éste se tomó el cast. teoría
XXIV, 11), y hoy en el alto Aragón desde Ansó [h. 1580, Fdo. de H errera]1, poco frecuente hasta
hasta la Sierra de G uara y el Valle de Vio, así co­ el período clásico inclusive; entonces se empleaba
m o en la L itera (BDC X X IV , 182; BHisp. V III, más el sustantivo teórica [1399, Gower, Conf. del
299; R L iR X I, 44; V K R X , 227). T am bién el Am ante, 372 ss.; APal. 271b, 494b; sciencia
latinismo bereber taida o Oaida ’pino de Alepo’ 30 speculativa: theorica; t., la speculación» N e b r.;
(ac. que ya se encuentra en latín) parece represen­ ejs. del S. X V II en Aut.], fem. del adjetivo teórico
tar una base latina con diptongo (Schuchardt, [Nebr.], gr. 6ecoptxó? id ; teorizar, teorizante. Teo­
R om . Lehnw órter i m Berb., 20). Pero la variante rema [princ. S. X V II, Aut.], de 0eúpT|[ia ’m edita­
teda se encuentra tam bién en alguna localidad del ción’, ’investigación’.
Alto Aragón (Bergmann, Grenzgebiet Aragon-Na- 35 1 El prim er ej. del fr. théorie (1584) se encuen­
varra), y de las formas de las demás lenguas ro­ tra en una traducción de una obra castellana de
mances, las unas son equívocas, pero las más su­ Ant. de Guevara (R F X X X II, 172).
ponen como la castellana una base TEDA : así cat.
orient. tèia, cat. occid. té(i)a, Luchon tédo (R L R Teca, V. ateca Tecer, V. tejer Tecla, V.
X LV , 422), alto-engad. re/a, b.-engad. taja; el aran. 40 ateca
tèda vuelve a postular una base con vocal abierta,
como el aragonés. M -L . (R. G. I, 292), extrañan­ T E C L A , origen incierto; teniendo en cuenta
do tam bién la caída irregular de la - D - postónica que al principio significó ’teclado’ y otras veces
en castellano, sugiere una base * t a e d e a pero es parece haber designado el clavicordio mismo, qui­
idea que debemos rechazar por no encontrar apoyo 45 zá se tom ó del hispanoárabe téqra ’caja de boj o
en otro romance alguno. El hecho es que ya en de m adera’. 1.a doc.: 1529.
buenos mss. latinos se encuentra la grafía t e d a , E n esta fecha la Em peratriz Isabel nom bró a
de suerte que esta palabra debió de ser de las va­ Francisco Gómez con la misión de «tener a car­
rias que vacilaban en latín vulgar entre a e y ! ; go de tenplar, afinar e adiescar todos mis ynstru-
aunque el vocablo latino se considera préstam o del 50 mentos de tecla»1. Algo posterior es la cita que
acusativo gr. Sct'ÍSa, la T - inicial revela que de­ da Aut. de B oscán: «trahen assimismo grande y
bió de pasar por un intermediario etrusco, lo cual gentil harm onía los instrum entos de tecla, porque
puede explicar igualmente la generalización de una tienen las consonancias m ui perfectas». L a intro­
pronunciación dialectal t e d a . E n cuanto a la caí­ ducción de instrum entos de esta clase no era nue­
da de la - d - en cast., parece ser realmente irregu­ 55 va por entonces en la Península Ibérica: en C ata­
lar, aunque no puede sorprender mucho u n tra­ luña ya se menciona en 1388 el exaquier¡ instru­
tam iento dialectal en vocablo propio de leñadores m ento de teclado el más antiguo de cuantos prece­
serranos1. Estar en la tea en Cuba es ’estar en la dieron al piano (Anglés, o. c., p. 57; tam bién en
miseria, sin dinero’ (C a 182). 1414, p. 88); en Castilla los inventarios reales ano­
D eriv . Atear; enatear ’q u em ar vivo’ raro (en 6« tan clavecínbanos, clabiórganos y manocordios en
1500, y unos clavicímbanos y órganos viejos en conducía a emplear luego tecla como denomina­
15032; pero estos docs. son lacónicos y n o nos ción de cada uno de los tejuelos6, y así se hizo
perm iten vislum brar la terminología que corría en­ pronto.
tonces. En la Corte real española los músicos de E n el citado libro de Venegas de Henestrosa
esta clase adquieren gran relieve y figuran con ca­ 5 (1557) ya coexisten los dos usos, no sin ambi­
rácter perm anente desde el reinado del Em pera­ güedad, pues es claro que se refiere al teclado
d o r; nos advierte Anglés que las nóminas «dis­ cuando da instrucciones «para subir y descendir
tinguen siempre el ’organista’, encargado de la por la tecla» (p. 158) y cuando explica a continua­
música de tecla en la iglesia, del ’tañedor de te­ ción: «ha de com entar a poner las manos en la
cla1, el especialista en la música profana de tecla­ 10 tecla, subiendo y descendiendo en esta m an era:
do para la música de cámara»3. Esto parece indi­ con la mano derecha, ha de com entar con el pul­
car que tecla era un térm ino de extracción popu­ gar...». Pero a medida que adelanta en el porm e­
lar y profana. De conformidad con lo indicado en­ nor de sus explicaciones, quizá abandonando el
contramos «músico, tañedor de tecla» en nóminas tono solemne de la entrada en materia, y con él
de 1544, 1545 y 1546 (o. c., pp. 72, 73, 99), otras 15 este lenguaje arcaico, heredado de sus maestros,
veces «músyco de tecla» (1545, p. 73) o «F. de S., se pone a expresarse como ya hacían los de su
tañedor de tecla» (1549, p. 78), y muchas más generación y emplea teclas en plural y en el sen­
indicaciones análogas. Los técnicos se expresan tido m oderno: «tocar la tecla que está adelante
personalmente en términos semejantes. El genial del pulgar», «tocando en la tecla que quisiere con
ciego Antonio de Cabezón, figura máxima en­ 20 el dedo más largo» (p. 159), «templadas las teclas
tre los compositores españoles del S. XVI (¿1508?- blancas quedan templadas las negras, salvo la te r­
1566)* es autor del libro postumo «Obras de M ú ­ cera tecla negra...» (p. 161); la ambigüedad no
sica para tecla, arpa y vihuela» (M adrid, 1578); su desapareció hasta inventarse el neologismo teclado,
discípulo Venegas de Henestrosa publicó el «Libro que no se encuentra hasta Quevedo. A este nuevo
de cifra nueva para tecla, arpa y vihuela» (1557, 25 estado de cosas corresponden los testimonios lite­
ahora reproducido por Anglés en su obra, pp. 144 rarios («si Justina no entonara los fuelles, maldi­
y ss.) y en el mismo año apareció otro Tratado de ta la tecla habría que sonara bien», Picara Justina,
título igual debido a Diego O rtiz (o. c., p. 49); a. 1605), y pronto empiezan a salir acs. figuradas
Fr. Antonio de Santa M aría publicó su «Arte de que presuponen lo m ism o: «tocado habéis una
tañer fantasía assí para tecla como para vihuela» 30 tecla que no hace consonancia con otra de G oro-
en 1561°. Este uso podemos confirmarlo en fuen­ pio Becano» Juan de Pineda (1581), «holguéme de
tes m uy diversas: en América a C. de Llerena, oírle y que hubiese tocado en aquella tecla» G. de
natural de Santo Domingo, le recomiendan en 1576 Alfarache, «mirá en qué tecla toca» Rinconete y
diciendo que era «muy buen latino, músico de Cortadillo, «U sted se tenga, / que no es paso de
tecla y voz, virtuoso y hombre de bien» (R FE 35 entremés. / —H a tocado linda tecla: / entremés es
V III, 123). una salsa / para comer la comida» Quiñones de
Son notables las expresiones «tañedor de te­ B. (N B A E X V III, 816a), y otros que pueden ver­
cla», «músico de tecla», «instrumentos de tecla», se en Cej. IX , 270-1, Fcha. y A ut.
«obras para tecla»; pues lo que se dice es «tañe­ Antes de pasar a la etimología conviene advertir
dor de bihuela» (doc. de 1553, p. 81) o «músico de 40 que tecla no es voz de uso menos general en ca­
bihuela» (id., id.) y no *tañedor de traste (a pesar talán (donde se pronuncia t4kklf), aunque no ten­
de que los trastes de la vihuela vienen a ser como go datos sobre la antigüedad en este idioma, pero
las teclas para el clavicordio o el piano), y lo que suena castiza y no tiene concurrentes’ ; y es tam ­
se dice es «tañedor» o «músico de órgano» y no bién de uso norm al en portugués, donde tocar
p. ej. *tañedor de registro. Sugiere esto que tecla 45 esta tecla en el sentido de ’hablar de este asunto’
tenía antiguamente un sentido diferente del actual. se encuentra ya en la Monarchia Lusitana (1597):
E n efecto, O udin (1607; igual en la ed. de 1616) es verdad que en este idioma no parece ser voz
nos explica <ítecla: clavier d ’espinette et de mani- muy antigua o muy popularizada, a juzgar por la
cordion», o sea ’teclado’, y agrega «il se prend conservación del grupo -el-, pero tampoco ahí tie­
aussi pour l’espinette mesme». Sin duda, si éste 50 ne concurrente. E n cambio nada se encuentra pa­
fué el sentido primitivo de tecla, pronto evolucionó recido fuera de la Península Ibérica (a no ser en
hacia el actual, y la definición de Covarr. puede sardo, donde es manifiesto hispanism o); ’tecla’ se
indicar en qué forma se hizo el cam bio: «llama­ dice touche en francés, toco o tusto en lengua de
mos teclas al j u e g o del monacordio o del ór­ Oc, tasto en italiano, taste en alemán, key en in­
gano, por estar en forma de tejuelas, y assí se di- 55 glés, klávis(a)* en ruso; ’teclado’ es clavier en fran­
xeron teclas, quasi tegulas». Es decir, la plurali­ cés, keyboard en inglés, etc.
dad de tejuelos que componían el teclado ( = la El problema etimológico es muy oscuro y está
tecla) hizo que se pasara a decir las teclas en plu­ casi totalm ente por estudiar. N o será posible llegar
ral, pero todavía Covarrubias toma el vocablo co­ a conclusiones definitivas hasta que los musicólo­
m o un colectivo. Sin embargo, claro está que esto 60 gos examinen la historia semántica del vocablo y
confirmen o desm ientan la conclusión provisional plana’, 6aèra ’plato’ (Simonet, p. 525; Schuchardt,
a que he llegado arriba: que tecla significó prim e­ Román. Lehnw . im Berb., 57), de los cuales ya
ro ’teclado’ y aun quizá el clavicordio mismo (co­ anteriormente había salido el cast, arcaico y port.
mo afirma Oudin, y puede entenderse en algunas tágara ’especie de vasija litúrgica’ («ganavi... unum
de las frases documentales citadas). Partiendo de 5 frontalem, et cucumam argenteam ... et tagaram
este supuesto tendríam os una excelente etimolo­ auream», doc. de León de 1073, Festschrijt Jud,
gía en el hispanoárabe téqra, que PAlc. traduce 643, y Esp. Sagr. X X X V I, p. lxi), port. ant. tagra
«buxeta», o sea ’caja de boj' o de m adera’; de ahí ’medida de vino’. Si se tom ó del gr. t^ y ^ v o v ’ca­
se pasaba fácilmente a designar el instrum ento, zuela’, por conducto del arameo (como asegura
encerrado en una especie de caja de madera, y 10 Schuchardt), o si procedió de la raíz bereber gru
más precisamente el teclado, que tam bién está en ’recoger’ (como prefiere Steiger, R L iR V, 272-3;
una caja, más pequeña. Que este vocablo pasó al Festschrijt Jud, 653, n. 78), no me incum be deci­
iberorromance lo comprueba el port. ant. tecla en dirlo, pero al fin im porta poco, pues de todos
el sentido de «armadilha para ca?ar aves» («armar modos es seguro que nos llegó desde África10.
pedra ou vara, ou tecla ou la?o») que Moraes, con 15 Las demás etimologías que se han propuesto
cierta extrañeza, encontró en un doc. de h. 1475. parten del sentido m oderno de tecla = fr. touche,
El cambio de r en l está en regla en los arabismos que ya es un punto flaco, y tienen otros; sin em­
(.BD C X X IV , 75-76), y tras consonante puede ser bargo, las dos primeras podrían en rigor defender­
también una ultracorrección meramente romance. se. L a de Covarr. y Diez (W b ., 8618), ya puesta
Pero ¿cómo se explicaría que un vocablo así pro­ 20 en duda por M -L . (R E W 8618), de que tecla sea
cediese del árabe? Es sabido el grandísimo papel alteración semiculta de tégüla ’teja’, sin duda por
desempeñado por los moriscos y los moros his­ comparación de las teclas de u n teclado con las
panos en el desarrollo de la música peninsular, y hileras de tejas de la cubierta de una casa, nó
además los arabismos pululaban en el habla de explica bien la -c- : habría que adm itir de todos
los cristianos de Andalucía¡ región que con las 25 modos que al popularizarse el vocablo se alteró
tierras catalanas constituye uno de los hogares de por confusión con el hispanoárabe téqra. Imaginó
la música española en esta época: uno de los p ri­ Spitzer (L itb l. X L V III, 130; M L N L IX , 225)
meros teóricos musicales del tiempo, F r. Ju an Ber- que tecla fuese voz onomatopéyica con el sentido
m udo, era natural de Écija’, e im primió en Osuna primitivo de ’golpe’, para lo cual comparaba con
y en G ranada sus tratados famosos publicados en 30 u n oc. ant. tecola, que está dos veces en texto
1549, 1550 y 1555 (Cej., H ist. de la L it. II, 205); de Arles (h. 1379), como medida de distancia
otros lo serían tam bién, aunque los documentos (trach de tecola o bien tecola solo), y que se ha
no nos digan dónde nacieron. Y aquí viene a pro­ supuesto sea lo mismo que el bearn. técou «boule
pósito el dato que nos trasmite Fz. de Oviedo en de bois pour le jeu de quilles»; u n oc. mod. (in­
su Libro de la Cámara Real (1546), hablando del 35 seguro) teco «coup, blessure» (M istral, que sólo se
Príncipe D . J u a n : «en su cámara havía un cla- refiere a techo en este sentido), y otras voces cuyo
viórgano que fué el p r i m e r o q u e e n E s ­ origen onomatopéyico es todavía más incierto y
p a ñ a s e v i d o, y lo hizo u n gran maestro más dudosa la relación que puedan tener con te­
m o r o de (^arago^a, de Aragón, llamado M ofe- cla (p. ej. el cat. tee ’convite’, y teca ’comida’);
rrez, que yo conocí» (Anglés, L a M . en la C. de 40 lo único que produce alguna impresión es el oc.
los R. Cat., p. 75, n. 3): aunque el dato vale sólo mod. tècle, tucle, tèe «myope, interdit, ébahi, stu­
para el Reino de Castilla y no para «España» (se­ pide» (más bien expresivo, en todo caso, que ono­
gún hemos visto arriba), tiene importancia, pues matopéyico) : ahora bien, tecle tiene un sentido
muestra que en Zaragoza había una tradición mo­ semejante en Chile, pero con el matiz especial de
risca de fabricación de instrum entos de tecla; ¿qué 45 ’viejo tem blón y caduco’ y teclear es ’estar m ori­
más natural sino que estos maestros llamaran fa­ bundo’ en Chile, Río de la Plata y Colombia (Ro­
miliarmente téqras las cajas de sus instrum entos, m án y M alaret), pero es de notar que teclearle a
y que este vocablo se trasmitiera al vulgo cris­ uno los dientes es ’tem blar, tiritar’, donde vemos
tiano? claramente el uso metafórico, la comparación pin­
Esto explicaría tam bién el que se reservara 50 toresca del repiqueteo de los dientes con el tecleo
este nom bre morisco para los instrum entos de m ú­ del piano: de ahí luego tecle ’viejo tem blón’ y
sica profana, y se rechazara para el antiguo ins­ posteriormente ’decrépito, aniñado, idiotizado’ co­
trum ento religioso, el órgano. L a voz téqra no es mo en el Sur de F rancia; esto parece indicar por
primitivamente árabe, pues no se explica p o r las lo tanto que tecla se empleó tam bién en lengua
raíces de este idioma, y más antiguamente designó 55 de Oc, quizá por préstamo hispánico". No tienen
otra clase de recipiente: R. M artí da «táqra: vas», la m enor fuerza los escrúpulos posteriores de Spit­
hoy tégra o tágra vale ’cazuela’ en Marruecos (Ler- zer (M L N L X X IV , 131) contra la etimología mo­
chundi), tágra ’plato grande de madera procedente risca de tecla (prescinde del hecho fundamental
del Sudán’ y tákra ’escudilla de m adera’ en A r­ de que tecla es ’teclado’ en la mayor parte de los
gelia (Beaussier), bereb. tágra ’escudilla, gamella 60 textos del S. X V I); lo más probable es que el
oc. mod. tedie), tuc, ’estúpido’, nada tenga que de PAlc. y con nuestro tecla es casual, pues su­
ver con el cast. tecla. pongo se trata de una falsa latinización del it.
N o se relacionan con tecla el napol. tecchia ’ris­ teglia o de una forma dialectal correspondientes—
co’, ’muesca, pedazo, astilla’ y b. lat. longobardo . 11 N o parece haber relación posible con el b. lat.
teclatura ’marca que rehace a un árbol’, estudiados 5 theclatura ’acto de marcar un árbol para que
por Aebischer (Z R P h . L X IV , 388-91) y derivados sirva de hito divisorio’, y arbores theclatos, que
del lat. TITULARE. D u C. documenta en las Leyes Longobardas y
D eriv. Teclado [Aut.; Quevedo, Cej.]. Teclear en otros docs. de Italia, y cuyo origen desconoz­
[Quevedo]; tecleado [id., Fcha.]; tecleo. Tecle co. Tam poco parece posible semánticamente con­
’especie de aparejo con u n solo m otón’, m ar. 10 siderar a tecla como una alteración del gr. tÉ'/mt-
[Acad. ya 1925, no 1884], ’doble polea para subir ’arte’, ’técnica’, ’obra de arte’ (lat. techna ’en­
pesos disminuyendo el trabajo’ (según una ficha gaño’). N i sería verosímil suponer que se bauti­
anónima que tengo de la Arg. o Chile), no tiene zaran las cajas de música con el nom bre de mujer
que ver con tecla, pues está tomado del ingl. Thecla (que ya es latino). Como nom bre de la
tackle id. 15 tecla es posible que se empleara en latín m oder­
1 H igini Anglés, L a M úsica en la Corte de Car­ no tudicula (derivado mal formado de tudes, -itis
los V , p. 94.— 3 Anglés, L a M úsica en la Corte ’martillo’), pues así lo afirman Bluteau y A ut.
de los Reyes Católicos, p. 72.— 3 H ay alguna ex­ (aunque nada de esto encuentro en D u C.), pero
cepción: en doc. de 1552 encontramos a «Anto­ está claro que de ahí no puede salir tecla fo­
nio de Cabezón, músico, tañedor de tecla», como 20 néticamente.
sinónimo de organista, y a Francisco de Soto,
«músico de cámara», sinónimo de clavicembalis-i Tecle, teclear, tecleo, V. tecla
ta : Anglés, Carlos V, pp. 72-73. Pero no es m e­
nos cierto que casi siempre se emplean otros tér­ T É C N IC O , tom ado del lat. technlcus y éste del
minos para ’tocador de órgano’ : «Cipriano de 25 gr. te/vixÓc; ’relativo a una arte, técnico’, derivado
Soto, organista» (1552, p. 81), «tañedor de órga­ de té /v t] ’arte’, ’industria’, ’habilidad’, ’expedien­
nos» (1539, p. 61), «organista» (1548, p. 109), te’. 1.a doc.: T e rr.; Acad. ya 1817.
etc.— 4 Datos biográficos en Anglés, o. c., pp. D e r i v . Técnica [Acad. 1925, no 1884]. Tecni­
126-7, y passim.— 5 M . Santiago K astner, Música cismo [Acad. 1884, no 1843; 1868, R. de Miguel].
Hispánica, Lisboa, 1936, pp. 53-54.— * N o sé 30 C p t . Tecnología [T err.]; tecnológico. Politéc­
cuál sería el nom bre antiguo de éstos. Percivale nico.
(1591) traduce key por clavija; pero ¿no incu­
rriría en confusión? D e algún pasaje del libro Tecomahaca, V. tacamaca Tectónico, V. ar­
de Henestrosa se podría deducir que con este quitecto
valor se empleó cijra (que propiam ente signifi­ 35
caba otra cosa): «ha de tener quedos los d e ­ T E C H O , del lat. t é c t u m id., derivado de T É G É -
d o s en las dichas cifras» (p. 159). Dejemos este RE ’cubrir’, ’ocultar’, ’proteger’. 1.a doc.: doc. de
punto a los entendidos.— 1 N o tiene interés eti­ 1205, O elschl.; Berceo, etc.
mológico la variante tegla empleada por algunos D e uso general en todas las épocas; conserva­
mallorquines (B D L C X , 456); el idioma vacila 40 do en todos los romances de Occidente salvo el
m odernamente en todos los vocablos entre -gl- catalán1.
y -el-, y así como en Barcelona se oye vulgar­ D e r i v . Techar [A Pal.: «la paja con que techan
m ente fékk l? por regla, en lugares rurales hacen las casas pagizas» 471b; «t. casa: tego» N eb r.]; .
lo contrario.— 8 Si es adaptación del lat. clavis techador; techado; destechar [Nebr,]. Techumbre
es algo extraña la s, y la -a de la variante klá- 45 [APal. 85b, 100d, 232b, 490b], Atechar ast. ’gua­
viía. ¿Acaso préstam o de clavixa del castellano recerse de la lluvia’ (V). Sotechar. Teja [1219, F.
del S. X V I, época de esplendor de esta música de Guadalajara, O elschl.; APal. 107d, etc.; «í.
en España ?— 9 Anglés, Catálogo de ¡a Exposición de barro: tegula» N ebr.]2, de t e g u l a id., derivado
H ist. de la M ús. Esp., p. 65.— 10 Que venga de de la misma raíz latina; tejado [«f. o techo»
un lat. * t h e c u l a , dim inutivo de t h e c a ’estuche’, 50 N eb r.; 1399, G ower, Conf. del Am ante, 172],
como quisiera Simonet, es poco verosímil por tra­ tejadillo; tejar m . [«£. do hazen tejas, t. do hazen
tarse de una base hipotética; aun así habría de­ ladrillos» N ebr.]; tejaroz [C ovarr.; Paravicino, en
bido pasar por el árabe asiático o africano, de /lu í.] ; tejar v. [S. X V II, A ut.]; tejazo; entejar;
otro modo no se explicaría la evolución fonética. retejar (ast. reteyar, V ); trastejar. Tejero [N ebr.];
D e T7¡Yavov> variante de tá y ^ v o v , procede el 55 tejera [1214, Oelschl.]; tejería. Tejo [«testaceum»
lat. tardío tegula ’cazuela’, de donde se tom aron N eb r.; en Cuba ’juego que hacen los muchachos
los it. teglia, tegghia, y la familia germánica del con botones y u n pedazo de ladrillo’ Ca., 261],
alem. tiegel id .; la coincidencia de tecla «teglia» Tejón ’tejo’. Tejuela [N ebr.]; tejoleta. Tejuelo
documentado en inventarios modeneses de la 1.a [1680, Aut.].
mitad S. X IV (A R o m . X V III, 480) con el téqra 60 Derivado gallego es tellón, dicho del trigo o
espiga que se seca o se pone de color de teja por que en el pueblo de éste, aunque perteneciente
la niebla (Sarm. CaG. 113*;). El port. tejólo o al Rosellón y situado en la frontera lingüística
lijólo se ha convertido en la expresión corriente se habló languedociano hasta princ. de nuestro
para ’adobe’ o ’ladrillo’, ■tejoila ’uno de los huesos siglo. Lo han sustituido sucedáneos relativamente
del casco del caballo’, m ientras que el gall. tixola 5 modernos, sostre, trespol, teulada. Tam poco exis­
es hoy el vocablo más corriente en el sentido de te en catalán la palabra teta, arraigada en todos
’sartén’ (Sarm. CaG. 105r, 202u; Valí.; Lugrís, los romances contiguos. ¿Es casual esta coinci­
Gram. 119, 180)3; aunque en gallegoportugués de­ dencia, o hay aquí el resultado de una antigua
biéramos tener formas en lh, la j (> gall. x) se lucha homonímica? Comp. gall. teto ’cada una
explica por disimilación; no deja de ser asimismo 10 de las tetas que forman la ubre de la vaca’.—
llamativo que no se perdiera la - l - intervocálica 2 ’Sombrero del sacerdote’ venez., y no es raro
(.-óa, -ó) por lo cual cabe la sospecha de que en en España (B R A E V III, 502); cat. teula id.—
el origen fuesen préstamos del leonés o, mejor, del 3 Aunque Valí, además remite a tixela «cazuela,
mozárabe. En efecto, son bastantes los mozarabis- taza, cunca». Parece como que Castelao le amplíe
mos portugueses probados, donde - o l u , - o l a , ha 15 el sentido hasta significar algo como ’loza en
dado -oulo, -oula / -oilo, -oila. general’ : «por non aleixárense da familia, dos
Son cultismos estos derivados de la misma colchóns, dos pucheiros, dos barremóns, das tixo-
raíz latina: Tegum ento [Acad. ya 1843], de te- las e do gato» 260.3f. Hubo, desde luego, íntimo
gum éntum ’lo que cubre o envuelve’. Integum en­ contacto con tixela, port. tigela, tegela [tegelo
to. D etector [falta aún Acad. 1884], del ingl. de­ 20 S. XV] ’especie de chicara grande sin asa’, ’vaso
tector, derivado de detect ’descubrir’, tom ado del de barro’ seguramente de u n lat. vg. * t e g e l l a =
lat. detegere id .; detective ’policía secreto’, ’averi­ alem. tiegel (R E W 8614) y con el helenismo
guador a sueldo de un particular’, generalizado en teganum (R E W 8613), xorpjyov, mozár. y cat. tan-
todos los países de lengua cast., desde princ. g%n).
S. X X (la resistencia de la Acad. a adm itir en al­ 25
guna forma este extranjerismo inevitable, ha he­ Tedero, V. tea
cho que ni se haya castellanizado esta palabra, ni
se pronuncie a la inglesa, sino bárbaram ente tal T E D IO , tomado del lat. taedium ’fastidio’, ’aver­
como se escribe). Proteger [O udin; en 1570, C. sión’, derivado de taedére ’tener asco o fastidio’. ,
de las Casas traduce el it. proteggere sólo por am­ 30 1.a doc.: h. 1635, F r. L . Muñoz.
parar], de protegére id.; protección [Aldana, t 1578 T ardío en el Siglo de O ro : falta en Covarr. y
(C. C. Smith, BHisp. L X I); -eción, Oudin], pro­ O udin y es ajeno al léxico del Quijote y de G ón-
teccionismo, proteccionista; protector [APal. 392b], gora. Sigue hoy siendo palabra de tono muy lite­
protectorado, protectoría; protectriz; protectorio; rario, y sólo medianamente empleada.
protegido. Toga [M ena (C. C. Sm ith); Lope, Aut.] 35 D e r i v . Tedioso [Aut.], muy raro. Tediar [id.]
de toga id., voz latina afín a tegere; togado [San- id .; atediar. Entear ’codiciar’, ’envidiar’ salm., en-
tillana (C. C. Smith)]. Tugurio [princ. S. X V II, teo ’deseo, antojo’ salm., ar.teo en J. del Encina
B. Argensola, Aut.], de tügüñum ’choza’. (que no creo lo dé en el sentido de ’espanto’ como
C p t . Tejavana [fig.: dejar a tejavana el cerbelo dice M acrí, R F E X L, 137), junto con el port. antic.
’perturbarlo’, princ. S. X V II, Vz. de Guevara, El 40 entejar ’fastidiar’, entejo ’tedio, aversión’ y el
R ey én su Im ag., v. 1384]. Estegomia [Acad. gallego teyo o teo ’enfermedad que ataca a las
S. XX], compuesto de a z ty ti'j ’cubrir’ (de la mis­ ovejas y las cabras haciéndoles dar vueltas y caer
ma raíz que el lat. tegere) y ¡x’j ’a ’mosca’. Trés- al fin’ (Valí.; Sarm. localiza teo en Santiago y en
tiga ant. ’cloaca’ (Acad.), trístega ’retrete, excusa­ la cordillera central, CaG. 193r y v), son represen­
do’ (S. X III, Fuero de Zorita, en Tilander, 390-1), 45 tantes populares de t a e d i u m y sus derivados en
tomado del b. lat. trístega ’desván’ ’excusado’ (D u la Península (R E W 4M la, 8522; G. de Diego,
C.), y éste del gr. -rpiiTÉY1! ’tercer piso’, com­ Contrib., § 133).
puesto de rpt'í ’tres veces’ y aréfetv ’cubrir’. Sa-
jambre bistecha ’ventana abierta en el tejado’, ast. T E G U A L , es incierto el origen de esta antigua
oc. id. ’alero del tejado’ (Fz. Gonzz., Oseja, 212), 50 palabra, cuyo significado exacto no consta; pro­
quizá sea vista techa ( t e c t a ) ’vista cubierta’. bablemente del ár. tawá’il, plural de tá’ila ’multa
1 H abría sido tet en este idioma, como en gas­ que se paga al soberano por una venganza san­
cón, pero sólo se conoce en alguna habla extrema grienta’. 1.a doc.: 1585, López T am arid.
del alto Pallars, y no se encuentran huellas del Dice Aut.: «tegual s. m .: especie de tributo que
vocablo ni en el idioma antiguo: apenas puede 55 se pagaba al Rey, como farda; T am arid le pone
decirse que haya ningún testimonio de un cat. entre los nombres Arábigos». O udin (1607): «te­
tet, siendo el que cita Colón (Z R P h . I.X X V III, gual, farda: imposts, charges, tailles» (copiado por
90) de una versión del Viatge al Purgatori de Vittori, 1609). N o encuentro noticias independien­
St. Patrici, no sé si idéntico o imitado de la muy tes de éstas. Dozy, Gloss., 349, propuso derivar­
antigua versión de Ramón de Perellós, puesto 60 lo del ár. takalif, plural de taklif, que significa

V. — 29
propiamente «costreñimiento» (PAlc.), ’carga’, y Teguillo, V. tinada Tegum ento, V. techo
luego tam bién «contribution, im position, im pót, Teína, V. té Teinada, V. tinada Teísmo,
subside» en antiguos cronistas africanos (Almaca- teísta, V. Dios Teitral, V. tiesto Teja, V.
ri, etc.), y hoy en Egipto y en otras partes; este techo Teja ’tilo’, V. tilo Tejadillo, tejado,
plural se pronunciaría ciertam ente tekálif en Es­ 5 tejar, tejaroz, tejavana, tejazo, V. techo
paña, pero el cambio de k en gy. no se explicaría
(a no ser que se tratara de una forma sacada de T E JE R , del lat. TÉXÉRE id. 1.a doc.: texer, Ber-
u n doc. mal ortografiado, con gua abusivo en lu­ ceo.
gar de gd). Eguílaz (p. 505) procedió con mayor Es ya frecuente en la época prim itiv a: Apol., J.
desenfado, cambiando la definición: ttegual cast. 10 Ruiz, Conde L uc., etc. G eneral en todas las épo­
y cat.1: renta que se pagaba a los reyes moros cas y común a todos los romances. E n port. toma
de G ranada por cada carga de pescado; Guadix, irregularmente la forma tecer, a causa de la anti­
Dic. m s.í. N o está a mi alcance el texto de Guadix gua vacilación entre -ecer y -exer en los represen­
(1593) y así no puedo asegurar que éste no tenga tantes del sufijo - e s c e r e en este idiom a; esta va­
alguna responsabilidad en el cambio, y tampoco 15 riante, que incluye a Galicia (Castelao 147.5), se
puedo afirmar que la Acad. no disponga de docs. extendió hasta el leonés (Alex., 615, 2377; y la
que com prueben la definición de Eguílaz, adop­ menciona E. de Villena, R F E VI, 179), y es tan
tada en sus últimas ediciones (ya 1925, no 1884). antigua ya en gallego que parece ser unánime lite­
H ago, pues, las necesarias reservas. Pero el que rariam ente allí y to d o : «panos d ’ouro tegudo»
conoce las libertades que suele tom arse Eguílaz, 20 Ctgs. 46.32, 372.17; Gral. Est. Gall. 19.22, 88.30,
y nota que sin citar otra fuente que un m anus­ 88.31, 97.31, 141.31; tegedor en Juiáo Bolseiro
crito inaccesible, se apresura a dar como principal (seguramente gallego y de fecha alfonsí, R. Lapa,
prueba de su definición la etimología teqal «car­ CEsc. 289.7) y en Perez Vuituron, portugués del
ga», tiene derecho a dudar de la definición que S. X IV (ib. 82.19); comp. lo dicho s. v. T E Z ;
Eguílaz atribuye a la palabra castellana. Tampoco 25 cub. tejérselas ’huir a todo correr’ (Ca., 196).
el supuesto étimo arábigo está definido con bas­ D eriv . Tejedera [ tte x - : textrix» N ebr.]. Teje­
tante precisión: lo único que consta en el árabe dor [N ebr.]; tejeduría. Tejedura [N ebr.]; tesitura
de España es tiqál «apesgamiento, contrapeso para [Acad. S. XX], del it. tessitura, propiam ente ’te­
saltar» en PAlc., y en R. M artí varios adjetivos jedura’, de donde ’altura propia de cada voz o ins­
y formas verbales derivados del verbo táqul ’car­ 30 trum ento’, y luego ’disposición de ánim o’. Tejido
gar, ser pesado’; aun suponiendo que sustantivos adj. (’plagado de mosquitos’ cub., Ca., 196); m.
como taql ’equipajes, objetos preciosos’ o táqla ’pe­ [Nebr.]. Tejimiento. Entretejer [N ebr.]. Tisú
sadez, gravedad’ existieran en España, y tuvieran [Aut.], del fr. tissu, propiamente ’tejido’. Texto
una variante *taqal con el mismo significado, es [testo, J. Ruiz, grafía que persiste hasta muy ta r­
visible que estos vocablos no ofrecen base idónea 35 de], tom ado de téxtum id., propiam ente ’tejido’;
semántica ni fonéticamente para nuestro tegual, textual, textualista; contexto; contextuar. Textorio.
que designa un im puesto; además ya Baist (R F Textura. T extil [Acad. 1884, no 1832], del fr. tex-
IV, 340) rechazó la etimología de Eguílaz porque tile [1752] y éste del lat. texñlis, mal acentuado.
no explicaba la u. En una palabra, tendríamos que Contextura. Pretexto [princ. S. X V II; no O udin
aplazar la cuestión hasta que aparezcan docs. que 40 ni Covarr.], tom ado de praetextus, -üs, id., deri­
den una base firme a nuestra búsqueda, si no vado de praetexere ’poner como bordado o tejido
fuese conjetura lícita el llamar desde ahora la aten­ delante de algo’, ’pretextar’; pretextar; pretexta,
ción hacia u n vocablo arábigo que presenta notable de praetexta ’toga adornada con una faja de p ú r­
semejanza con el nuestro: tá’ila, cuyo plural es pura, empleada por ciertas categorías de ciudada­
tawá’il, significa propiamente «inimicitia, cdium» 45 nos rom anos’.
(■Jauharí, Fairuzabadí, en Freytag II I, 81), y de Tela [Cid], de t e l a id., antiguo derivado lati­
ahí pasa a ’venganza sangrienta’ («blood-revenge» no de t e x e r e ; en cast. es general en todas las
L añe); además, como se ve p or el propio Lañe, épocas, y común a todos los idiomas romances
tá’ila se emplea como equivalente de dam ’multa (port. teia, gall. tea, Castelao 84.7); telar [princ.
por un homicidio’ (propiamente ’la sangre’), y en 50 S. X IV : J. Ruiz, J. M anuel; N ebr.], derivado
efecto el tunecí A benjaldún (S. XIV), hijo de es­ común con el port. tear (en cat., oc., it., rét. y
pañoles, empleó repetidam ente tá’ila y el plural sardo, formas en - a r i u m ) ; telare jo; teleta, teletón;
tawá’il en el sentido de ’multa pagada al rey por telilla; telo mure., almer. ’película, m em brana’,
el que ha perpetrado una venganza sangrienta’ ’flor o nata que crían algunos líquidos’, quizá tom a­
(Dozy, Suppl. II, 74a). El cambio fonético de 55 do del cat. tel id., derivado m uy antiguo («te lu m :
tawá’il en tegual es perfectam ente regular, y así web» está ya en un glos. latino-anglosajón de los
nos explicamos que O udin defina el vocablo como SS. V I-V III, C G L V, 397.3), quizá debido a un
un plural, y que A ut. recalque que se pagaba al cruce con velum ’velo’; telón [T e rr.; Acad. ya
rey. 1817], del it. telone tampoco encuentro testimonios
1 N o hay tal palabra catalana, que yo sepa. 60 anteriores al S. X IX. Entelar; enteláu ’(vacuno)
que tiene el vientre hinchado’ (V). Entretela-, glosas (taxus C G L III, 320.12; tasio, A L L G VI,
entretelar. 121); no cabe duda que es préstam o del ger­
C p t . Gall. tecelan ’tejedor, fabricante de telas’ manismo, y seguramente (a juzgar por la exten­
(Valí.); doc. Pontevedra a. 1480 y 1501, Sarm. sión en romance) préstamo del germ. occidental al
CaG 178u, 17 I d ) de tecer + lan l a n a . Tejemaneje 5 lat. vulgar.
[Acad. S. X IX], Telaraña [h. 1400, glos. de T ole­ E n lengua gótica no tenemos testimonios del
do; N ebr.], del lat. vg. t e l a a r a Mé a (lat. a r a n e a vocablo; si allí hubiese existido (como es verosí­
’telaraña’), comp. it. ragna o ragnatelo id., fr. dial. mil) tendría la forma *thahsus. H ay una forma ex­
arantelle, cat. teranyina {< tela aranyina); la for­ clusiva del port. (teixugo) y el cast., que como tal
mación cast. reaparece en el gasc. talaranho o 10 es sospechosa de venir del gótico: tessugo está
talaraque (F E W I, 120b), genov. ant. taragná, líg. en Juan M anuel (Rivad. L I, 248), tasugo (?) en la
lagna; telarañoso; para cruces de telaraña con ed. Gayangos del Calila (p. 70 ; Acad. ya 1817),
otros vocablos (sor. telaratas, arag. taratá), vid. taxugo en el glos. de Palacio, texugo en el de T o ­
G. de Diego, R F E V II, 125'. ledo (ambos arag. y escritos h. 1400); hoy se dice
1 Pero el m ure, taratana, como el cat. dial, tira- 15 tesugo en partes de Burgos y de Ávila, tajugo en
tanya, se explica como alteración fonética de te- partes de Soria y tasugo es la forma más extendi­
raranya, y no por u n cruce. Para las formas en da en estas tres provincias (RFE III, 317), tejugo
-ata habrá que tener tam bién en cuenta el beam . en Aragón (Borao), taxubo en Aragüés (Valle de
talaraque, donde el cruce no es con catarata, sino Echo), m ientras que en Echo se dice ya taxón o
con teriaca, a causa del vulgar empleo medicinal 20 tajón (R L iR X I, 54). Supuso Gamillscheg (R. G.
de las telarañas, vid. M illardet, R om . X X X III, I, 27-28n.) que este tipo tasugo-teixugo procede
409. de un gót. * t h a h s u k s , diminutivo de ’ ' t h a h s u s ,
y esta opinión, bien apoyada por el tratam iento'
Tejera, tejería, tejero, V. techo Tejillo, V. vacilante del grupo no latino - h s - , es realmente
tasajo Tejim iento, V. tejer Tejo ’pedazo...’, 25 verosímil, aunque no segura. De todos modos las
V. techo objeciones fonéticas de Brüch contra Gamillscheg
(V K R V II, 253) carecen de valor; el reparo (que
T E JO ’árbol conifero’, del lat t a x u s id. 1.a le hacen Rohlfs, A S N S L C L X V II, 72-73, y el
doc.: texo, h. 1325, Juan M anuel (Rivad. L I, propio Brüch) de que u n sufijo - u k s no está do­
252b25). 30 cumentado en gótico, tiene poca fuerza dado que
Con la misma grafía en N ebr., etc. D e uso ge­ lo está en otras lenguas germánicas antiguas y co­
neral en todas las épocas; conservado en los tres nocemos el gótico muy insuficientem ente; además
romances ibéricos, it. y sardo. L a forma mozárabe en rigor se trata del sufijo diminutivo - k bien do­
talti aparece desde el S. X III en R. M artí, cumentado en todas partes, pues la -u- pertene­
Abenalbéitar y el Qartás, u n femenino fá^sa (ex­ 35 cía al tema de * t h a h s u s ; y en cuanto a la ex­
plicable por el nom bre de unidad arábigo) en plicación de estos autores de que tejugo deriva
PAlc. (Simonet, s. v.). Hay cuatro ejs. en el navarro de t a x u s con sufijo cast., no explica las varian­
Arbolanche (1566) cuyos contextos muestran que tes en -s-1, y es fuerza reconocer que el sufijo
se trata de la conifera (y no del tilo), y escrito -ugo es aún más raro en cast. que en germ. (a
texo, 25r25, 891)20, 127r21, pero tejo en 62v25, 40 pesar de los ejs. reunidos por Rohlfs y Brüch,
en rima con viejo y añejo. Z R P h. L V II, 69-79).
D e r i v . Tejeda, conocido sobre todo como nom ­ D e r i v . Tejonera.
bre de lugar y apellido. 1 Es inverosímil que soso proceda de s a x u m , co­
mo quisiera Rohlfs, y en todo caso no puede ci­
Tejoleta, V. techo 45 tarse esta voz aislada como prueba de que - X - da
-s- en arag., comp. m i nota en R F H V, 8-9.
T E JÓ N , del lat. tardío t a x o , - ó n i s , id., y éste Tengo ahora reunida acerca de esta palabra in ­
del germánico (a. alem. ant. dahs, alem. dachs, b. comparablemente más documentación que enton­
alem. ant. thahs, ñor. y dan. -toks). 1.a doc.: te- ces, y la falsedad de la etimología s a x u m resulta
xón, 1251, Calila (ed. Alien, 171.42, 172.56). 50 ahora evidente. T rataré de ella en mi O nomasti-
Está también en APal. {taxón 262d; 489dj, con s. v. Sas.
Nebr. («texón, animal conocido: meles») y en la
versión bíblica de Cipriano de Reina, m ientras que Tejón ’tejo’, tejuela, tejuelo, V. techo T eju­
la Biblia de Ferrara (1553) trae thasso, probable­ go, V. tejón Tela ’empalizada’. V. telera T e­
mente italianismo judío (M L N X I, 103); A ut. 55 la ’tejido’, telar, telaraña, telarañoso, telarejo, V.
cita ejs. de la Celestina y de Laguna. Bien conocido tejer
en todas las épocas, y común al cast. con el gall.,
cat., oc., fr. ant. e it. E n latín t a x o o t a x u s se T E L E - prim er elemento de compuestos cultos,
documenta sólo desde el S. IV, en el galorromano tom ado del gr. TÍjXe ’lejos’. Telecomunicación.
Polemio Silvio (S. V) (Rom . XXXV, 193-4) y en 60 •Telefio [1555, Laguna], de id., derivado
del nombre de T r/.e o o ;, rey de Misia. Teléfono del lat. t e l a , plural de t í l u m , con el valor de
[Acad. 1884, no 1843; ejs. de fin S. X IX en Pa- ’conjunto de pies derechos, comparables a dardos’ :
gés], nombre del aparato perfeccionado por Bell de esta palabra tela deriva telera como nombre de
en 1876: compuesto con cpcoveív ’hablar’; telefo­ un palo o barra análogo a los empleados en estas
near [Acad. ya 1925; se dijo también telefonar, 5 empalizadas. 1.a doc.: 1633, Lz. de A renas; 1680.
Pagés, que se ha generalizado en cat. y otros ro ­ En la Pragmática de Tasas de esta fecha aparece
mances] ; telefonema; telefonía; telefónico; telefo­ con el sentido de «pieza de hierro u otra materia,
nista. Telégrafo [Acad. ya 1817], voz creada en que a modo de cuña se mete en el arado, para
Francia en 1794, con ypáipetv ’escribir’; telegrafía assegurar y afirmar la reja» (Aut.); en el mismo
[Acad. 1884, no 1843], telegrafiar [id.]; telegráfi­ 10 dicc. se registran otras acs. más próximas a la
co; telegrafista; telegrama [id.], que muchos al etim ológica: «en los carros y coches, madero de
principio pronunciaron bárbaramente telegrama. una tercia de largo, que por junto a la lanza une
Telémetro; telemetría; telemétrico. Telepatía [Acad. las dos piernas de las tixeras grandes», «teleras
S. XX], compuesto con -naOetv ’experimentar una llaman quatro tablas que están en los afustes de
sensación’; telepático. Telescopio [Aut.], compues­ 15 la artillería, que atravessando del uno a el otro
to con oxoneív ’m irar, observar’1; telescópico. T e­ tablón, los unen y afirman formando con ellos el
levisión [Acad. 1925, no 1884; raro hasta h. 1945], lecho de la pieza» (documentado en Tosca, a.
1 Según el modelo de telescopio se crearon más 1708), «en Andalucía la Baxa, cierta especie de
modernamente periscopio (r.eo'i ’entorno’), endos­ pan bazo, de figura larga y redonda, que se amassa
copio (evSov ’dentro, adentro’), episcopio (ir.t ’so­ 20 para los gañanes en los cortijos»; a las cuales ha
bre’). agregado otras la Acad. en ediciones posteriores,
particularm ente «redil formado con pies derechos
T E L E N D O , de origen incierto, quizá gitano. clavados en tierra, y tablas que se afirman en
1.a doc.: 1905-6, Besses. ellos» (ya 1817). Ya se halla en Lz. de Arenas
En este dicc. figura telendo «valiente; enérgico» 25 en el sentido de «pequeña pieza que sujeta los
como voz popular. L a admitió la Acad. en 1914 cubos y racimos al techo de que forman parte»
con la definición «vivo, airoso, gallardo». Proba­ (pp. 44, 183).
blem ente ésta será ac. secundaria, tal como guapo N uestro vocablo existe tam bién en lengua galle­
’bravucón’, ’valiente’, pasó a ’hermoso’, majo ’chu­ ga : tieira ’plancha de madera que sale de la reja
lo’ > ’bonito’, y a veces se emplea chulo con este 30 del arado y atraviesa el timón por la parte curva’,
sentido o como ’elegante’; telende en Guadalajara ’plancha de m adera por medio de la cual se gra­
es «tieso, animoso» (R D T P II, 146). Es palabra dúa la canaleta que guía el grano de la tolva del
poco conocida. Ignoro el origen, si no es que tenga molino’ (Valí.)1, o en forma dim inutiva teiroa ( <
que ver con el gitano telé ’abajo’ {< ser. tale ’en *te(l)eiro(l)a), en port. y gall. teiró «travessa per­
el suelo’), quizá por alusión a las partes sexuales; 35 pendicular que, cravada na cabera do vessadoiro,
tal vez se trate del adjetivo teluno ’inferior, que está sustenta e trespassa o temao», «parte da fecharía de
abajo’, derivado de telé usual en muchos dialectos algumas armas de fogo»: aunque hoy masculino,
gitanos (Miklosich, Denkschriften d. Wiener Akad. fué antes femenino (así en Sarm iento CaG 95v),
X X V II, 77), cuya terminación se cambiaría por según comprueban las variantes fonéticas teiroga
influjo de tremendo, empleado con el sentido de 40 y ateiró1. Este dim inutivo se extiende también
’valiente’ en el habla familiar de las ciudades es­ por las provincias de León, Zamora y Salaman­
pañolas. ca en estas form as: teriduela, terigüela, teri-
yuela y otras análogas, como nom bre de la alu­
T E L E O L O G ÍA , compuesto culto de réX o;, dida pieza del arado, y asimismo teiruá y for­
-eoc, ’fin’, y Xóyoc, ’doctrina’. 1.a doc.: Acad. 45 mas análogas en gallego (V. los detalles en K rü-
1884, no 1843. ger, R F E X, 160-5;_ terigüela en Cespedosa, R FE
D eriv. Teleológico. Entelequia [Acad. 1884, no XV, 268; para variantes dialectales de teriduela,
1832], de eMTeXé^eia, compuesto de ’aca­ G dD D 6614): la evolución fonética sería teleruela
bado, perfecto’ (derivado de téX o;) y e/eiv ’tener’. > tederuela > tereduela, etc. Tam bién cat. telera,
Telonio, tomado del lat. telonium, gr. tsA úviov, 50 para la del arado, pero tam bién designa la pieza
derivado de xéXo; en su sentido secundario de de la cureña de artillería [1642, en Ag.], y al me­
’im puesto’. nos localmente se aplica a una pieza del carro,
que según el glosario del rosellonés Saisset con­
Telepatía, telepático, V. tele- sistiría allí en unas barandillas de quita y pon
55 («quan passaven clots o roderes / m ’arrapavi a les
T EL E R A , voz que designa varios objetos en toleres, / per non pas capbu?ar encara u n altre
forma de palo o de barra de hierro, probablemen­ cop», Perpinyanenques, p. 15). Completemos el
te derivada del lat. t é l u m ’dardo’; parece ser de­ área geográfica citando el oc. teliero «ridelle de
rivado de tela en el sentido de ’empalizada’ o ’liza’, charrette, store de voiture», que M istral docum en­
todavía empleado por los clásicos, y que procederá 60 ta en dos autores languedocianos.
M -L . (R E W 1y 3 8624) indicó se trataba de un del Seixo, ib. 132r, A 179r), palabra sólo recogida
derivado del lat. t e l u m ’dardo, venablo’, voz que por Sarm ., que parece ser la ’siempreviva m ayor’,
por lo demás apenas ha dejado descendencia en como una alcachofa, empleada para el dolor del
romance. Por otra parte no se comprendía bien el costado (de donde el otro nombre herba punteira
porqué de la formación de un derivado en -era 5 o h. dos puntos) /4169u; aunque en uno y otro
o - a r i a , y como el simple t e l u m no ha persis­ lugar daban los informantes locales este nombre
tido en castellano ni en las lenguas herm anas, a una especie de tomillo montés o rastrero que
esta etimología no quedaba al abrigo de graves du­ olía mucho, y que usaban las mujeres para sus
das. pechos cuando se les cuajaba la leche; como no
Sin embargo, creo que es cierta, y que si no 10 se ve la explicación semántica, se puede pensar
t e l u m , perduró en España su plural t e l a , pues también, dada esta propiedad (cat. tirar la llet)
no sería fácil explicar por t e l a ’paño’ cieñas acs. en un deriv. del gall.-port. tirar ’sacar’, ’extraer’,
de la correspondiente palabra castellana: «tela, el aunque no estaría clara ni la forma derivatoria
sitio cerrado y dispuesto para fiestas, lides p ú ­ ni la caída de la r (disimilación?); por lo demás,
blicas y otros espectáculos», que A ut. ejemplifica 15 la terminación, que podría venir de - a u r a , hace
desde el S. XV, en la Crónica de Juan I I («sobre pensar en una voz prerromana.— 2 Alteración de
el qual vino a la tela m ui bien aderezado y acom­ una variante arcaica *taeiroa por cruce con la
pañado de otros caballeros») y en el G uzm án de familia t h a l l u s , y, en particular, el port. y gall.
Aljarache: de ahí seguramente la frase moderna tala 'lámina de m adera’, ’especie de pinza para
poner o estar en tela de juicio; según ediciones 20 coger castañas’, taludo ’corpulento’, etc. (vid.
posteriores de la Acad. (acs. 5, 6, 15) se trata T A L L A R ), será el gall. orensano taloira ’aguija­
de una «valla que se solía construir en la liza de da o vara larga de picar a los bueyes’ (Sarm.
las justas, para evitar que los dos caballos se to ­ CaG. 197r), taloura ’vara larga y delgada’, ’retozo,
pasen, corriendo cada u n o a u n lado y a lo largo brinco’ (Eladio Rdz.), gall. SE. ’vara para sacu­
de ella». E n efecto, en esta ac. es ya palabra m e­ 25 d ir las castañas’ ’id. para señalar una dirección
dieval y clásica: «señor, me han dicho que allá en el m onte’ (Verin, en el Ap. a Eladio R dz.); o
en Alimaña / tovistes la tela con fuertes plafo­ bien no hubo cruce y se trata del viejo resultado
nes, / a quatro carreras» Pero García en el Canc. de disimilaciones y metátesis algo extraordinarias a
de Baena (n.° 423, v. 2); «passar la tela en alegres causa de la excepcional secuencia de líquidas in ­
justas delante de las damas» Quijote (II, xvii, 64); 30 tervocálicas en * t e l a r i o l a > *terairola > *tero-
«en aquesta pared que veys presente, / tela de los leira > *teroira > taloira.— 3«Su caballo e él fue­
cavallos y carrera / de cavalleros de la corte, ay ron arredrados de la liza o tela» Juan de Pineda
gente / que por momentos quien la passee espera» Paso Honroso de S. de Quiñones 60 (5Ib).
L ope (El Castigo del Discreto, v. 1439); otros en
Fcha.3. Verdad es que según A ut. la lela se llama­ 35 Telescópico, telescopio, V. tele- Teleta, tele-
ría así «porque s o l í a cerrarse con telas», pero tón, V. tejer Televisión, V. tele- Telilla, V.
se advierte que esta explicación, atribuida sin tejer
pruebas a u n pasado rem oto, es tina falsa explica­
ción etimológica: me parece claro que se tratará T E L IN A , tomado del gr. te/.X lvt, ’especie de
de t e l a ’dardos, venablos’, trasladado a la ac. de 40 molusco’. 1.a doc.: 1525, Rob. de Ñ ola; 1555, L a ­
’conjunto de pies derechos’, o sea ’empalizada’ guna (Aut.).
(comp. la evolución paralela de L IZ A ). Ahora Se ha empleado tam bién la forma tellina. Ñola
bien, de este antiguo tela ’empalizada’ derivó muy (p. 190) lo trae con la pronunciación acatalana-
naturalm ente telera como nom bre de cada uno de da tallina: así más o menos se pronuncia en Bar­
los palos que componían la empalizada, lo cual 45 celona el cat. tellina.
9
pasó luego a otros maderos y barras de forma se­
mejante. Como el género del derivado im portaba Telo, telón, V. tejer Telonio, V. teleología
poco, se dijo telero en Aragón ’palo o estaca de la
baranda de los carros y galeras’, que en los P i­ T E L Ú R IC O , derivado culto del lat. tellus,
rineos navarros se aplica a los cuatro postes de 50 -üris, ’tierra, globo terráqueo’, ’tierra, terruño’.
hierro que se colocan en los cuatro ángulos del 1.a doc.: Acad. 1884, no 1843.
carro y que, junto con los demás postes de m a­ Voz sólo astronómica o cosmológica en España.
dera, forman la baranda (Bergmann, G renzgebiet E n la Argentina se le da el sentido de ’referente
Aragón und Navarra, p. 50). al terruño’ (no Acad.) y se emplea bastante como
D e RIV. Telerin. Telerón. Telero (V. arriba). 55 voz literaria; muchos abusan de ella, sobre todo
1 Según él mismo hay variante tioira, dato re­ en el estilo periodístico.
petido por Eladio Rdz. en cuanto a la primera D e r i v . Telurio.
ac. Quizá de esto venga un gall. herba tioura
(en M eira del Morrazo, CaG. A 169v, A 148r, T E L L IZ o T E R L IZ , del lat. t r í l i x , - í c i s , ’de
A179r) o herba tioira (en la sierra central gallega 60 tres lizos’, ’tela labrada con tres lizos’; la prim e­
ra variante presenta una alteración debida a ha­ T E M B L A R , del lat. vg. t r é m ü l a r e id., deriva­
ber pasado por el ár. tillis. 1.a doc.: terliz, A lex.; do de t r é m ü l u s ’tembloroso’ y éste de t r é m é r e
telliz, Oudin. ’tem blar’ ; la pérdida de la primera R se explica
«Encobriós Éctor, cuerno Omero diz, / pero por disimilación en la forma antigua y dialectal
rompiól un poco de la loriga terliz», «vestié una 5 trembrar, tembrar. 1.a doc.: tembrar, Cid; temblar,
loriga de azero coladoj / terliz e bien tejida, el Berceo.
almófar doblado» (Alex., 555d, 615c). En la Gr. «Tem brar querié la tierra» Cid, 3619; «quando
Cortq. de Ultr.: «vestiéronle una loriga blanca ter­ fueron las cartas en concejo leídas / tenblavan
liz, e enlazáronle en la cabeza un yelmo zarago­ muchas barbas de caberas fardidas» S. D om.,
zano » (Rivad. X L IV , 299a). E n estos textos m e­ 10 743b. L a forma tembrar no es rara en la Edad
dievales aparece todavía como adjetivo, según lo M edia: es la que leemos en J. Ruiz ms. S («en el
era en latín, y quizá todavía quiera decir lo mismo bever demás yaz todo mal provecho / ... / faze
N ebr. al definir «terliz, texido a tres lizos: trili- tenbrar los mienbros, todo seso olvida» 544c, pero
cis». Pero es dudoso, y desde luego no hay otras tenblar en G , y en ambos mss. en 405b), en el
noticias de tal uso; lo que ya se encuentra en la 15 Poema de Alfonso X I (360, 2382); y no sólo en
Edad Media, y apareció ya en latín clásico, es el textos de procedencia occidental, como éstos, sino
uso sustantivado: «una plumaza de terliz con en otros procedentes de las zonas orientales de
palla» invent. arag. de 1373 (B R A E IV, 345) y Castilla, como el Cid, y en el soriano APal. apa­
otros ejs. de esta procedencia citados en VRom . rece todavía la forma sin disimilar trembror
X , 209, entre ellos el m etatético: «una cubierta 20 (136b); hoy sigue siendo usual tembrar en muchas
viella de terzil; un cobertor viello de Raz» (a. hablas leonesas, como la de M iranda (Leite de V.,
1469, B R A E IX , 119). Según A ut.: «tela de lino Philol. M irand. I, 285). La forma etimológica
u algodón, de colores, y tres lizos», con cita de tremblar sólo la recuerdo en u n texto aragonés
ejs. del S. X V II (otro en Fcha.). Se ha conserva­ arcaico, el Liber R egum (B R A E V I, 212).
do este vocablo latino en todos los romances sal­ 25 H ubo sin duda una época en que el vulgo de to­
vo el rum ano; la trasposición de la -r- no es sor­ da Castilla, como el de León, Portugal y Galicia,
prendente. desacostumbrado de pronunciar grupos de conso­
La otra forma no la encuentro hasta Oudin nante más l (que en la lengua com ún se habían
(1607): «telliz: tapy ou couverture q u ’on m et sur cambiado en 11), alteraba toda 1 combinada sustitu­
la chaire d’un grand seigneur»; Covarr. «la cu­ 30 yéndola p or r (claro que esto no ocurría en Aragón,
bierta que ponen sobre la silla del cavallo del Rey donde se conservaban clamar, pluvia, flama); en
o gran 'señor, quando se apea»; Aut.: «el paño esta época se consumó sin duda la disimilación de
con que se cubre la silla del caballo, después de trembrar en tembrar, y cuando más tarde se reac­
haberse apeado el caballero; o el que llevan los cionó contra dicho vulgarismo (no sólo restable­
caballos, de respeto, en qualquier función», y cita 35 ciendo plaza, blando, flaco, etc., en lugar de praza,
ej. de Solórzano Pereira (1648). En esta forma el brando, fraco, sino además cambiando los etimo­
vocablo no vino directam ente del latín, sino por lógicos brandir, prática, com bruefa en blandir,
conducto del árabe tillis ’especie de tela gruesa y plática, combl(u)efa, etc.) tembrar pasó nueva­
basta de que se hacían los sacos y se vestían los m ente a temblar, pero ya por entonces se había
villanos y trabajadores’, ya empleado por el cor­ 40 perdido memoria de la prim era y etimológica r. Así
dobés Abulualid (med. S. X II) y por los m arro­ se explica este cambio fonético, que ha hecho lle­
quíes Abenbatuta y Abenabizar (S. XIV), pero nar inútilm ente algunas páginas filológicas: Ascoli
que hoy se anota en vocabularios del árabe afri­ { A G I X I, 117ss.) pensaba si habría disimilación-
cano y asiático, desde Marruecos hasta Siria (aquí de la r radical ante la -r del infinitivo, disimila­
ya h. 1700), vid. Simonet, p. 526; Dozy, Suppl. 45 ción luego extendida a las demás formas, pero se­
I, 150b; en el árabe de España PAlc. define «ít/if, ría éste u n caso inaudito; el mismo lingüista se
telilif: terliz, texido a tres ligos, m anta de cama». inclinaba por lo tanto a adm itir una contam ina­
L a reducción de terlís a tillis se explica por la ción de tremblar por temer, solución por ¡a cual
estructura morfológica del árabe. En castellano el manifiesta preferencia M -L . (R E W 8879); pero el
telliz (como jaez, p. ej.) es u n legado de los ricos 50 mismo lingüista posteriormente {ZRPh. X L I, 602)
paramentos empleados por los grandes señores se inclinaba por la sugestión de Schuchardt (ZRPh.
granadinos; abundan, por lo demás, los arabismos X XX IV, 260) de que sería posible una disimila­
en los arreos de caballerías (albarda, alforja, já­ ción de la r por la l siguiente y citaba algún raro
quima, ronzal, etc.). ej. de este fenómeno en dialectos it. y oc., pero
D e r iv . Telliza ’so b re c a m a ’ [Aut.], d e l á r. tillísa 55 en realidad son ejs. dudosos y es problemática la
(D o z y , Suppl. I, 150b); tellissa es ta m b ié n ’c o lc h a ’ realidad de tal disimilación. Contra mi explica­
en el catalán de Fraga y en el de Morella (R D T P ción no puede invocarse la rara forma oc. ant.
V II, 520-1). temblar, que sólo parece encontrarse en algunos
textos de influencia española (vid. E. Levy,
Tem a, temático¡ V. tesis 60 A S N S L C X X X V III, 104), ni los cambios análogos
de triple en T IP L E , y el de C R I S T A L en la for­ tremía» La Señora Cornelia, ed. Hz. Ureña, p.
ma dialectal quistal (Fz. Ávila, S. X V III, ed. Wag- 173).
ner, 123.33), pues justam ente estas eliminaciones L o es tam bién el verbo tremolar ’ondear’, ya
se explican por la existencia de variantes *tripre empleado a princ. S. X V II por Paravicino (RFE
y *clistal, explicables según las tendencias arriba 5 X X IV , 314) y por Calderón ( « D e m o n i o : Ya se
aludidas. rindió a mis engaños / el homenaje valiente, /
El verbo temblar es voz de uso general en el cas­ donde estaban tremolando / el discurso y la ra­
tellano de todas las épocas; alguna vez se ha con­ zón» El Mágico Prodigioso II, xxvi, ed. Losada,
vertido en transitivo haciéndose sinónimo de ’te­ p. 223); antes se dijo con este sentido temblar
m er’ : «Gonzalo Hz. de Córdova... aun le tiembla 10 (Gr. Conq. de Ultr., p. 268), y tremolar ’tem ­
el reino de Nápoles» en el Alfarache de M artí blar’ era sólo aragonesismo (comp. cat. tremolar),
(Rivad. II I, 369); «al Rey estuve temblando / registrado en las Leyes de Moros de los SS. X IV -
—No tem er, hazer bon pecho» Lope (Pedro Car XV (Memorial Hist. Esp. V, 427ss.).
bonero, v. 929), «aquel gran rey que mil nacio­ D e r iv . Tembladera; tembladerilla chil., arg.
nes / tienblan, respetan, aman y obedezen» id. 15 (Borcosque, Puque, 53). Tembladero. Temblador.
(El Marqués de las Navas, v. 507), «soy don Pe­ Temblante. Tem bleque «adorno que usan las m u­
dro y puedo / asegurarte que me tiembla el mie­ jeres para la cabeza...» [A u t.], ’tembloroso’
do» id. (El Infanzón de Illescas, Acad. IX , 483a), [S. X V III a m er.: Cuervo, A p., § 902; Ca., 130];
y así se lee todavía en la plum a de argentinos temblequear [A ut.]; temblequeo, que no es sólo
del S. X IX (proclama de Quiroga en el Facundo 20 cub. (Ca., 130, 171). Tembletear. Tem blón [1646,
de Sarmiento, ed. Losada, p. 283). Es vocablo Estebanillo, Aut.]. Tem blor [Berceo]; para tem ­
conservado en todos los romances, en los cuales blor empleado por sí solo en el sentido de ’terre­
trem ulare (sólo documentado en las glosas del moto’, uso hoy olvidado en el habla común espa­
seudo-Cirilo, ms. del S. V II, C G L II, 458.36) ha ñola, pero usual en el S, X V I y todavía en Amé­
sustituido en forma predominante al clásico T R E­ 25 rica, Cuervo, A p., § 566. Tem bloso [tre-, Alex.,
MERE : cat. tremolar, oc. id. o tremblar, fr. trem- 183; ejs. del S. X VI, en A ut., que no admite
bler y formas análogas en los demás romances; otra forma, pero T err. ya lo declara anticuado,
sólo en Italia (tremere, tremolare y el compromiso en beneficio de temblón], del lat. vg. t r e m o r o s u s
tremare) ha conservado bastante la forma arcaica ( > trembroso; comp. cat. trémolos; conservado
latina, y todavía más en gallegoportugués, donde 30 tam bién en sardo, it. dial, y ru m .; hoy todavía
tremoar, -muar, sólo tuvo vida antigua y limitada en Cuba, Ca.', 30); sustituido comúnm ente por
(aunque se ha rehecho una forma cultista tremu- tembloroso [Acad. 1884, no 1843], Tiem blo ’ála­
lar), y t r e m e r que fué muy fuerte allá en la Edad mo tem blón’ [Acad. ya 1884, no 1817], de t r é m ü -
M edia (muchos ejs. en las Ctgs., Gral. Est. gall., l u s ’tembloroso’ (raro en cast.; común en arag.,

etc.) sigue todavía vivo en el Sur y en el N orte: 35 empleado por el tudelano Arbolanche, a. 1566,
«dixo-m’o tremendo de anguria», «xuntan+se e 122r 16; y cat. trémol', oc. y fr. tremble)-, gall. ferro-
tremen», etc. (Castelao 202.25, 286.2, 62.21, 88.3). lano tréuma ’la torpedo’ y en el minduniense ’tre­
De éste quedan algunas huellas en cast. antiguo. medal’ (Sarm. CaG. 220v, 2 2 lv y p. 96) < *tré-
1.a Crón. Gral.: «tremió aquella villa tan fieramen­ m ua < t r e m C l a ; tremolín arag. Retemblar.
te que los que y moravan cuydaron seer muertos», 40 De tremolar (arriba): tremolante. Tremolina
«todas las otras tierras de Affrica tremien antel so [h. 1700, A. de Zamora, A ut.], tomado del arag.,
nombre» (36b); Alex., 741; «tremían assy como si o quizá de una forma dialectal cat. o it. (aun­
esperassen la m uerte... estos que assy triem en...» que no se emplea hoy en estos idiomas, pero
S. X III, trad. leonesa del Purg. de S. Patricio comp. cat. tremolí ’tem blor, tem blequeo’). T ré­
(Hornen, a M . P. II, 230); «ya me tríeme el cuer­ 45 molo [Acad. S. X IX ], del it. tremolo, propte.
po» Cuento de Otas, S. X IV (f° 49v°); «el rey, ’tembloroso’. Trem or [Cid; Gr. Conq. de Ultr.,
que esto oyó, com entó de tremir las carnes», «quién 522; R im . de Palacio, 718], ant., aunque luego se
es este que con tan grand miedo faze tremer el ha empleado alguna vez por latinismo o italianis­
espíritu de m i vida» en la Crón. Sarracina de m o ; del lat. t r e m o r , -o. ;, id. Tremar, italianis­
Corral (h. 1430), nótense las variantes m anuscri­ 50 mo ra ro ; tremante.
tas temblar y estremecer, que prueban que ya por Tremerá asturiano (estar fechu ’na tremerá,
entonces estaba anticuado casi en todas partes (M. hablando de un edificio carente de solidez, de
P., Floresta I, 272, 231.19); igualmente en la Gr. una persona achacosa, Vigón); comp. tremedal,
Conq. de Ultr. (p. 411), J- Ruiz (785) y la Danza cuya forma originaria quizá fuese la documentada
de la M uerte (copla 124) (más ejs. en C. C. Smith, 55 prim eram ente: tremendal [1399, G ower, Conf.
BHisp. L X I, 267; para su documentación en otros del Am ante, p. 102; aunque tremedal ya está
textos medievales vid. M. M orreale, R P F X II, en Calila, 44.820 (pero los mss. de esta obra son
1963; vid. también J. A. Pascual, La trad. D . Com. del S. XV), y bien asegurado desde h. 1500, rom an­
atr. a E. Aragón, p. 159); en Cervantes debe consi­ ce juglaresco: «huyendo va a más andar / por un
derarse italianismo («temerosa de algún mal suceso, 60 tremedal abajo» M . P., Floresta II, 1 1 0 . 1 4 ] que
es. la más fácil de explicar morfológicamente, par­ es dativo; tam bién en C olom bia: «los indios de
tiendo del verbo t r e m e r e ; tremedal sería altera­ estas comarcas le tem en, y e l l a les tolera la
ción debida al influjo de robledal, loredal y aná­ cacería» E. Rivera, Vorágine, p. 120. Por otra
logos; hoy en América se sustituye por tembla­ parte la construcción temerse de ’tem er (algo)’
dera cub. (Ca., 107) o tembladeral arg. (Payró, 5 se halla en Berceo (M il., 733c), como en cat.—
Pago Chico, ed. Losada, p. 182). Tremecer ant. 2 Para la historia de esta voz en lat. vg. y en
(Alex., 8); estremecer tr. [h. 1300, Gr. Conq. de romance, A. T . Baker, R om . L IV , 110-4.
Ultr., p. 233; -erse, en mss. de la Crónica de
Corral, h. 1430, V. arriba sobre tremer]-, estre­ T E M E R A R IO , tomado del lat. temerarius ’irre­
mecimiento; estremecedor; retremer ant. (Alex., 10 flexivo, que se hace a la ligera’, derivado de te-
1198). mére ’al azar, a la ventura’, ’irreflexivamente, a la
Son cultismos: trémulo [1444, M ena, Lab., 227c; ligera’. 1.a doc.: h. 1440, A. T orre (C. C. Smith,
Lope], tomado del lat. trémülus id .; son raros BHisp. L X I); APal. 38b, 491b.
tr emulante, tremulento, tremuloso; tremebundo [h. «El audace no teme y el temerario no estima
1600, Aut.]; tremendo [id.], de treméndus ’a quien 15 el peligro» escribe APal. Falta en N ebr., pero ya
se deba tem er’; tremente. está en C. de las Casas, Covarr., e tc.; A ut. cita
C p t . Port. tremeluzir ’brillar o lucir tem blando’, ejs. clásicos desde Diego G racián (h. 1545).
’lanzar destellos’, verbo que era mirado como neo- D e r i v . Tem eridad [APal. 38b, 219b, 491b; no
lógico (no M oraes ni Cortesao) y que Fig. declara N ebr., pero J. de Valdés lo considera latinismo
inventado por Filinto Elisso; se propagó también 20 indispensable: B R A E VI, 509; 1515, Fz. de Vi­
al uso literario gallego: Carré ed. 1933, quizá leído llegas (C. C. Smith, BHisp. L X I); Paravicino,
en otros o en el propio Castelao, que en 1934 pu­ R F E X XIV , 314], de tem eñtas, -átis ’irreflexión’,
blicaba el libro en que lo emplea en un sentido ’carácter inconsiderado’.
como el figurado de ’lanzar chispas’ («a carraxe
de xiña Filomena tremeluzia diante de Pedro», su 25 Tem erón, temorizar, V. temer Temonía, V.
yerno, en la colección Os D ous de S em p re; 233.21); taimado Tem oso, V. tesis
por lo demás no es imposible que se trate de un
mero derivado de tremer alterado por influj.0 de T É M P A N O , ’tapa de madera o corcho que cu­
luzir; cf. tremelicente ’trémulo’ Lugrís, port. tre- bre una colmena, una cuba, etc.’, ’pedazo de hielo
melear, tremeligoso, tremelhicar (Moraes) o tre- 30 o de cualquier cosa dura, extendida o plana’, ’hoja
melicar. de tocino’, del lat. t í m p a n u m ’pandero’ (de don­
1 Para nombres de lugar afines, M . P., Oríg., de la piel que cubre el pandero, etc.), y éste del
147-8. gr. X'jov ’tam bor’, ’pandero’. 1.a doc.: Crón.
G ral. de 1344.
T E M E R , del lat. T Í m é r e id. 1.a doc.: Cid. 35 D onde se le e : «esta casa es toda redonda, que
Frecuente desde los orígenes (Berceo;' Sem T ob, si la vieres, señor, non te parescerá sinon una
246; etc.), general en todas las épocas y común cuba levantada sobre el témpano» (M . P., Flores­
a todos los romances (salvo el francés)1. ta I, 150.24; hay variantes tapón y tempano, ésta
D e r i v . Atem er (D H ist.). Temedero (Nebr.). T e ­ en varios mss., y quizá sea auténtica en vista de
medor. Tem erón [S. X V II, Aut:]. Tem ible [Aut.]. 40 las formas italianas). Se trataba, pues, lo mismo
Tem iente. Tem or [Berceo], de t í m o r , - ó r i s 2, id .; de la tapa de abajo que de la de encima de la cu­
atemorizar [1.a mitad S. XV, Santillana; con -z- en ba. Tam bién en invent. arag. de 1403 : «hun troz
N ebr. y en PA lc.; h. 1535, Ant. de G uevara, Cl. de témpano de cuba» (B R A E IV, 524). Comp. it.
C. 109.5; vid. Cuervo, Dicc. I, 735-6; DHist.], merid, timpagnu, tamp-, tom p- ’fondo del tonel'
antes atemorar [SS. XV-XVI] y temorizar [temeri- 45 (Jud, R om . L I, 604), que representa el diminutivo
sar, 1399, Gower, Conf. del Amante, 52], Temeroso griego T'jarrmov, gall. tempas ’las tablas del fon­
[h. 950, Glosas Emilianenses, n.° 107, explicando dón [de las cubas]’ Sarm. CaG. 136t> [< témpaas].
locus terribilis; J. R uiz; N ebr., etc.], disimilación En N ebr.: «témpano de corcho: tympanum»,
de *temoroso, comp. port. temeroso, cat. y oc. donde se tratará, como entiende C. de las Casas,
ant. temorós, -erós, it. timoroso; temorrible [bi­ 50 de un «coperchio di sovere», o sea la tapa de
blias judeoespañolas E. Media, R P F X II, 1963.10] corcho de una colmena. Otras acs., por extensión:
cruce de temoroso y terrible. Cultismos. Tím ido ’la penca del verdugo’, ’la lonja de tocino gordo’
[Celestina (C. C. Smith, BHisp. L X I); h. 1535, A. (Covarr.), ’pedazo de hielo o de tierra unida’ (Aut.).
de Guevara], de ñm ídus ’temeroso’; timidez [A ut. ; El autor de La Pícara Justina lo emplea en el
comp. timididad APal. 500b]; intimidar, intim ida­ 55 sentido de ’tím pano’ o ’pandero’.
ción. Timorato [S. X V II, Aut.]. D uplicados: eí culto tímpano [Mena (C. C.
1 E n cuanto a la construcción, la Acad. admite Smith, BHisp. L X I); princ. S. X V II, Aut.], y
u n uso intransitivo en sus últimas eds. (1884, timbre [tymbre, O udin; S. X VII, A ut., como voz
no 1843). Frases como le temo al rodado, al de heráldica, y figuradamente ’acción gloriosa’],
alud, se oyen mucho en la Arg., donde le sólo 60 tomado del fr. timbre, ant. ’especie de tam bor’,
’campana que se toca con un martillo’, en especial ción o meladura, que se evapora en u n tacho, para
estos objetos en cuanto se representaban en armas la cristalización del azúcar’ (Ca., 107). Tem pla-
heráldicas; de ahí luego ’sello’, y modernamente ción [-pr-, S. XV, Consolaciones del Antipapa
’aparato de llamada consistente en una campanita Luna, Rivad. L I, 584]. Templadero; templadera.
y un mazo que la hiere, movido por electricidad, 5 Templado [-pr-, Berceo, M il., 5b, 31b; ’tem peran­
etc.' (comp. timble ’cimera’ en Pero Mejía, h. 1540, te’, M il., 707c; -pl-, «temperans», «I. en el vino:
A ut. s. v. cimera). sobrius» Nebr.]. Templador. Templadura [-pr-,
D e r iv . Timbrar, timbrador; timbrazo. A tim brán M il., 613, A lex., 2251], Tem plam iento. Tem plan­
[1633, Lz. de Arenas, p. 19], vid. D H ist. T em ­ za [-pr-, APal. 124d, 141d, 219b, 385b; «-pl-: tem -
panar; tempanador. Tempanil. Tempanillo; tempa- 10 perantia» N ebr.]. Tem ple [«temperies es el buen
nilla. Timpánico. Timpanillo. Tim panitis; timpa- tem pre del ay re» APal. 49 Id ; «temple, lo mesmo
nitico. Timpanizar; timpanización. Tambanillo es que templanga» N eb r.; arg. tiemple de la gui­
[1708, Palomino, Aut.] y tambarillo [Covarr.] re­ tarra, F. Silva Valdés, L a Prensa, 22-IX-1940;
sultarán de un cruce de tímpano con tambor. D raghi, Canc., p. 196; tiemple del acero, D raghi,
15 Canc., p. 195]; templista. Atem plar (-pl- y -pr-,
Temperación, temperado, temperamento, tem pe­ D Hist.). Destemplar [-pr-, Berceo: Cuervo, Dicc.
rancia, temperante, temperar, temperatísimo, tem ­ II, 1169-71; ’desleír, disolver (un veneno, etc.)’ :
peratura, temperie, tempero, V. templar T em ­ Tim oneda, Rivad. I I I , 161]; destemplado; des­
pestad, tempestar, tempestear, tempestividad, tem ­ templador; destemplamiento [-pr-, Alex., 840];
pestivo, tempestuoso, V. tiem po Tem pla, V. 20 destemplanza; destemple.
templar y temporal Tem pero [Berceo; atempero o sazón: tem pe­
ries, tempestivitas» N ebrija; «agua de enero /
T E M PL A R , antiguamente temprar, del lat. T é m - todo el año tiene tem pero» Sebastián de Horozco,
p é r a r e ’combinar adecuadamente’, ’m oderar, tem ­ B R A E II I, 103]1, del lat. vg. * t e m Pé r I u m , que sus­
plar’. 1.a doc.: temprar, Berceo. 25 tituyó a los clásicos t e m p e r i e s ’tem peratura’ e
Frecuente ya en este poeta. Tenprada por ’tem ­ i n t e m p e r i e s ’mal tiem po’ : de allí cat. tempir, oc.
plada’ está tam bién en Fn. G onz., 147, y las for­ y fr. ant. tempier, it. dial, tembire, temperie, tem -
mas con -r- siguen siendo normales en toda la periu «pioggia opportuna e benefica», «intemperie»
Edad Media, hasta APal., que no emplea otras (Jud, H omen. a M . P. II, 23n.). Cultismos. T em ­
(116b, 211b, 285b, 491b). H ay ya ejs. de las for­ 30 perar; temperación; temperado; temperamento [h.
mas con -l- en esta época, y así templar como 1580, F r. L . de G ranada; -m iento, Partidas, en
temprar aparecen en los mss. de J. Ruiz, de acuer­ A u t.]; temperancia; temperante; temperatísimo;
do con las preferencias dialectales de los varios temperatura [h. 1580, Fdo. de H errera]; temperie.
escribas, pero como tam bién se encuentra ahí oblar, Atem perar [princ. S. X V III, Cuervo, Dicc. I,
compiar, por obrar, comprar y análogos, esto no 35 736]; atemperación, atemperante, atempero. Con­
prueba que ya en tiem po de J. Ruiz tendiese a temperar. Destemperar. Intem perie [Aut.], de in­
predom inar la en esta palabra. L a forma con temperies id. Intem perante; intemperancia; intem -
-l- se debe a una ultracorrección de la tenden­ perado. Obtemperar, de obtemperare id., propia­
cia dialectal y vulgar a decir pr en lugar de pí m ente ’moderarse (ante alguno)’.
(prafa, prato, etc.); ultracorrección que ya se ge­ 40 1 Parece ser palabra muy popular en el castella­
neralizaba en el S. XV, pues templar es la forma no de Vizcaya, a juzgar por el gran uso que
que adopta N e b r.; comp. Cuervo, Obr. Inéd., p. de la misma hace Azkue en muchos artículos de
274. Primitivamente, de acuerdo con la etimolo­ su dicc., con el valor de ’tem peratura, calidad del
gía, se dijo con diptongo tiempla en el presente tiempo’ (p. ej. en el artículo giro de su Supl. y
(Sem T ob, copla 216; testimonios clásicos en la 45 passim).
nota 77 de Cuervo a la G ram . de Bello, y en
B D H A II I, 142, 190), y todavía se dice así en la Templar ’listón’, templario, V. tem plo T em ­
Arg. (M . Fierro II, vv. 1559, 3952), Cuba y otras ple, V. templar y templo Tem plén, templete, V.
partes de América; la forma analógica templa ya tem plo Templista, V. templar
se encuentra a princ. S. X V II, y el sustantivo 50
tem ple en N ebr. Acs. dialectales: ’libar, derra­ T E M P L O , tomado del lat. tem plum id. 1.a
mar en honor de una deidad’ judesp. (ya en la doc.: Berceo.
Biblia de Ferrara, a. 1553, B R A E V, 363); ’h u ir’, E n este poeta encontramos una forma popular
’emborracharse’ cub. (Ca., 115); ’m atar’ en el tiemplo (M il., 33b, 767a), junto ya con el cul­
Ecuador y otras partes de América (R F E X , 79). 55 tismo templo, que es la forma general posterior­
Aporta importantes aclaraciones semánticas Spitzer, m ente (J. Ruiz, N ebr., etc.). Palabra m uy usada
en Traditio I I I (N. York, 1945), 319-21 (y en en el idioma escrito, y no ajena al uso oral. D u ­
otros pasajes de este artículo). plicado galicista: Tem ple, aplicado a la O rden del
D e r iv . Tem pla ’agua con cola fuerte emplea­ Templo.
da en pintura’, cub. ’porción de guarapo en coc­ 60 D e r iv . Templario; en la Edad M edia se dijo
tam bién templero (S. X IV , Libro de los Gatos, lia, tempranito, temprano, V. tiem po Temprar,
Rivad. L I, 550), comp. cat. templer, fr. templier. V. templar Tem ulento, V. abstemio Ten, V.
Tem plete [Acad. ya 1817], T em plen [Acad. 1925, tener Tena, V. tinada Tenacear, tenacero,
no 1884] ’pieza del telar’; comp. nav. y alto-arag. tenacidad, tenacillas, tenáculo, V. tener Tena­
occid. templar ’listón movible que sirve para po­ 5 da, V. tinada Tenado, V. tenería Tenaja,
ner tensa la tela en el telar’ (R L iR X I, 215; V. tina Tenallón, tenante, tenaz, tenaza, tena­
Bergmaim, Hocharag. u. N av., 84), aran, templa zada, tenazazo, tenazón, tenazuelas, V. tener
o templeta id., Ariége templas o templans id.
(Fahrholz, W ohnen u. W irtschajt, p. 129), Avey- T E N C A , ’pez malacopterigio de agua dulce’, del
ron templo, timplo «traverse du chambranle d ’une 10 lat. tardío t i n c a id. 1.a doc.: h. 1335, Juan M a­
cheminée» (Vayssier), y demás formas galorroman- nuel, Libro del Cavallero (Rivad. L I, 251h34).
ces citadas en R E W 8630 (comp. K rüger, Gegen- Falta en APal., N ebr. y otros léxicos, pero está
standsk., 262): del lat. t e m p l u m en el sentido de en Covarr., y A ut. lo cita de H uerta (1629). Co­
’viga travesera que se pone sobre los cabrios’, pero m ún a todos los romances de Occidente. E n latín
la forma cast. parece préstam o de alguna forma 15 el vocablo no aparece hasta fecha tardía, en el ga-
dialectal francesa. lorromano Ausonio, cuyo léxico está lleno de ex­
tranjerism os; no tiene etimología conocida.
Témpora, temporada, temporal ’perteneciente al T al vez se relacione con t i n c a el gall. y port.
tiempo’, ’tem pestad’, etc., V. tiempo dial, taíña señalado repetidam ente por Sarm. (CaG.
20 192r, etc.) como nombre empleado en Redondela
T E M PO R A L , adj., ’perteneciente a las sienes’, (fondo de la ría de Vigo) para designar a un pez
tomado del lat. temporalis id., derivado de tempus, parecido al múgil, pero diferente de éste y de la
-dris, ’sien’. 1.a doc.: h . 1730, M artin M artínez robaliza, y por López Ferreiro como ’especie de
(T err.); Acad. ya 1817. robaliza’; quien admite que en un arancel bajo-
Tecnicismo anatómico. Tem pla ’sien’, raro y 25 latino de la Hist. Compostelana, donde se lee
poco castizo en cast. [Acad. 1884, n o 1843], se to­ temam grandem para un nombre de pez, sea esto
mó del cat. templa id., que junto con oc. templa, errata de copia: a lo cual nada hay que objetar,
fr. ant. y med. temple, it. tempia, rum . timplü, si en vez de corregir en t(a)eniam (prejuzgando
presenta una alteración, mal explicada, de la - r - como buena una etimología desmentida por la fo­
del lat. t e m p O r a ’sienes’ (comp. Salvioni, M ise. 30 nética) hacemos la fácil enmienda teína o teinna.
Ascoli, 1901, 75ss.; R E W 8635). D el mismo ori­ F. Lozano (N om encl. n.° 264, 266) recoge el vo­
gen, con un tratam iento dialectal del grupo p ’l , cablo en fuentes ictiológicas (con las grafías tainhe
me parece ser el antiguo tienlla ’sien, pómulo’, que y la inexacta thaine) identificado como mugil ce-
se lee en Berceo, M il., 246a, 273c, con variante phalus y mugil auratus; acaso haya otra variante
tiempla en el ms. A , evidentemente inseparable 35 en un tea que en Arcade' anotó Crespo Pozo para
de tenllera ’carrillo’ en el Alex., 5061, gall. tenlleira una variedad de múgil, alargado y flaco. Cf. los
’mejilla’, ast. te(rí)llerada ’bofetada, carrillada’, ten- datos reunidos por Pensado, CaG. p. 218.
lera ’cierta parte de la cabeza’ en los L ib r a del El vocablo existe localmente en Portugal, al menos
Saber de Astronomía (I, 41), Sajambre tenllera en el N orte, pues Moraes explica, s. v. fataca, que
'parte del tocino’, tenyo ’la persona que tiene un 40 éste es una especie de múgil al que en el Minho
hombro más alto que el otro’ (Fz. Gonzz., Oseja, llaman tainha y en el Ribatejo cagana, y ¡o con­
358); el vocablo aparece alterado en quienlla ’pó­ firma s. v. tainha, donde lo caracteriza como «peixe
m ulo’ en el Cavallero Zifar, cuya q- se debe a un vulgar de río»; en fin, Fig. lo da como nombre de
cruce con carrillo o con quexo; para este trata­ varios peces, el m ugem, la jataga y agrega él que
miento de los grupos de l tras consonante, comp. 45 también la «tinca».
león. ant. senllos s i n g u l o s , ast. piesllu ’pestillo’ Siendo el latín tinca conocido antiguamente
* H e s c lu < p e s s u lu m (comp. sanabr. pecho), y sólo por Ausonio, es verosímil que el latín lo
demás ejs. que cito en A IL C I, 130-1; no es tomara del galo, y concebible que en céltico coexis­
posible la interpretación juvenil de M, P. (Rom. tieran derivaciones paralelas * t i n ( e ) k a y * t i n i n a :
X X IX , 372-3), quien suponía que tienlla significa­ 50 de ésta saldría taíña sin dificultad. Otra etimología
ba ’cuerda’ (idea sin apoyo en parte alguna) y posible y no más cierta, quizá menos, sería relacio­
venía de un hipotético e improbable * t é n 0 l a de nar con el nombre antiguo del Tajo, t a g u s . Quizá
t e n u s , -O ris . piense en esto Nascentes al dar como etimología
1 N o hay que enm endar temiella, como qui­ el «lat. tagenia», pero esto, aunque no le ponga
siera M orel-Fatio (Rom. IV, 50), comp. la lec­ 55 asterisco no es latín ni es nada que yo sepa (sea
tura manfaniella ’póm ulo’, del ms. P. étimo supuesto o término de botánicos o latiniza­
ción ocasional). El sinónimo tagana del Ribatejo
Temporalidad, temporalizar, temporáneo, tem ­ de que Moraes da noticia, y que será viejo deriva­
porario, temporejar, temporera, temporero, tem po­ do de t a g u s trasmitido al portugués por el mozá­
ril, temporizar', tempranal, tempranero, temprani- 60 rabe, daría pie a suponer que, paralelamente a
- a n a ’pez del T ajo’, se diera al mismo
t a Ga n u Sj Conq. de Ultr., 274; Gower, Conf. del Amante,
pez el nombre de * t a g ! n a > taíña. 199; con en APal. 956, y N eb r.]; tendel [princ.
Sin relación con esto y de origen araucano es S. X V II, Paravicino, A ut.]; tendero [N ebr.]; ten-
el chil. y arg. tenca, nom bre de cierto pájaro cantor, dezuela; tendilla o tendillo ’colador’ (ambos en
’M imus tenca’ (J. C. Dávalos, La Nación de B. A., 5 invent. arag. de 1488, B R A E IX, 126, n.° 5 y 23);
20-VII-1941; ejs. chilenos en Draghi, Cane. Cu- tenducha; tenducho; trastienda.
yano, 148, 228; Lenz, Dice. 716). Tieso [1570, C. de las Casas; Percivale; O udin;
1 Probable, por cuanto algo al SE. de Arcade1 Quijote, etc.], alteración tardía (bajo el influjo de
nace el río T ea, tam bién abundante en pesca,: tender, presente tiendo) de teso [S. X IV, Sumas
pero afluente del Miño. 10 de Hist. TroyanaY, todavía usual como término
náutico, ast. (R) y cubano en el sentido de ’tenso,
Tención, V. tener estirado, tirante’ (Pichardo, s. v. teso y cuerda):
del lat. vg. t e s u s , lat. t e n s o s , part. pasivo de
T E N D E R , d e l l a t . t è n d e r e ’t e n d e r , d e s p l e g a r ’ . t e n d e r e ’ ; comp. TE SO ; tesura y más tarde tie­
1.a doc.: Cid. 15 sura; tesar ’poner tirante’ o atesar cub. (id. y
General en todas las épocas y común a todos ’cohibir, poner freno a los actos de un sujeto’ Ca.,
los romances. Documentación clásica y antigua : 149); retesar [«r. las tetas: distendo», Nebr.], re­
Cuervo, Obr. Inéd., p. 274; Baralt, s. v.; N ebr., tesamiento [id.]; trastesar, trastesón. T esón [h.
s. v. hoja y tender. Ej. notable : «aún no eran los 1535, Ant. de Guevara, Aut.], antes sólo tesonía
rayos del sol bien tendidos por la hermosa y espa­ 20 [traduciendo el lat. contumacia, APal. 358d] o te­
ciosa vega, quando...» (Pz. de Hita, Guerras C. sonería [«pervicacia» N ebr., P A lc.]: pasa por sei
de Granada, ed. Blanchard I, 28). Tender un prolongación (con cambio de género) del lat. t e n -
muerto ’prepararlo según exigen las costumbres s i o , - ó n i s , ’tensión, contracción’, que sólo habría
funerales’ cub. (C a 244). persistido en forma hereditaria en cast., port. (¿y
D e r i v . Tendedero. Tendedor. Tendedura [Ne­ 25 sardo?, R E W 8650), y no es imposible que así
br.]. Tendencia [Aut.] ; tendencioso. Tendente. sea, pero atendiendo a que la forma port. es tesao
Ténder [Acad. 1884, no 1843], del ingl. tender y no *teijao como esperaríamos (aleijáo l a e s i o ,
id., derivado de tend ’atender, estar de servicio’. meijáo m a n s i o , etc.), y a la fecha tardía del simple
Tenderete [princ. S. X V II, Sz. de Figueroa, Aut.]. tesón, es probable que deba partirse de un deriva­
Por cruce con baranda: gali, tarandeira ’lo mismo 30 do romance de teso t e n s u s ( + -ón), tom ando co­
que baranda para colgar ropa, pero de cuerda y mo básicas las acs. concretas: gall. tesons ’teleras,
no de vara’ (Sarm. CaG. 205v). Tendido, cub.: piezas del carro’, Baiáo tesáo id. (Language XXV,
’preparación de un cadáver para las exequias’, ’con­ 443), port. «huma rede de pescar» (S. XV, M o-
junto de adornos de papel, banderas, etc., con que raes), ’miembro viril’, zamor. ’manga corta para
se adorna una sala para celebrar un m itin’, ’medida 35 pescar’, ’tabla que forma los fondos de los toneles’,
de la soga, equivalente a 25 brazas’ (Ca., 244, de donde luego el uso figurado m oderno; tesone­
169); tendida arg. ’carrera al galope que emprende ro cub., sudamer., ’el que tiene tesón o constan­
bruscamente un animal espantado’ (Ascasubi, S. cia’ (Ca., 104); atesonado (Luquián, en DHist.).
Vega, 12602; Guiraldes, D. S. Sombra, ed. E s­ Toesa [Aut., como neologismo], del fr. toise id.,
pasa, p. 23; A. Córdoba, La Prensa, 25-VII-1940; 40 y éste de t e n s a en el sentido de ’extensión’.
A. H errera, La N ación, 9-VI-1940). Tendiente. A tender [Cid; Cuervo, Dicc. I, 737-40], de a t -
Tendón [fin S. X VI, Fragoso, Aut.), tomado del t é n d é r e ’tender (el oído hacia algo)’, ’poner aten­
lat. mod. tendo, -inis, id., quizá latinización del fr. to (el ánimo)’, ’atender’; como en otros romances,
tendón [S. XIV], que puede ser alteración de ten- a veces vale ’aguardar’ en la Edad M edia (L. del
dron ’ternilla, cartílago’ bajo el influjo del lat. tenr 45 Acedrex, 253.3, 254.11); atención [APal. 412íí; h.
dere; tendinoso. 1580,'F r. L. de G ranada; Cuervo, Dicc. I, 736-7],
Tienda [doc. de 982, Oelschl.; Cid, etc.; «£. tomado de attentio, -ónis, id .; atento [APal. 147b;
donde venden algo: taberna; t. donde hazen algo; adv., J. de Mena (Lida); atentamente princ.
t. de olleros: figlina ; t. de unguentos: myropo- S. XV, E. de Villena, A rte Cisoria, p. 20; Cuervo,
lium ; t. de boticario; t., instrum ento de cirugía: 50 Dicc. I, 743-5], tomado de atténtus, propiamente
specillum» N ebr.], del b. lat. ant. t è n d a id. (do­ part. pasivo de attendere (ej. de una variante atien­
cumentado en escritores bizantinos desde el S. V II: to en D H ist.).
G. Meyer, Lat. Lehnw orte im Neugriech., 65)', Contender [Berceo; Cuervo, Dicc. de Constr. y
derivado de t e n d e r e ; tendajo (ast. tendayu ’cober­ Rég. II, 456-8; ’insistir, porfiar’ en J. de Valdés, etc.,
tizo’, zamor. tenao, V ); tendal [Cid; Berceo; Alex. 55 B R A E V II, 284], de c o n t £ n d E r e ’esforzarse’, ’lu ­
288; Gr. Conq. de Ultr., 220; arg. ’tenderete, char’; contendiente; contendedor [Nebr.], o con
tendalera’ Tiscornia, M . Fierro coment., s. v.; Ro­ haplología contendor [1155, Fuero de Avilés, lín.
jas Paz, La Prensa, 21-VI-1942]; tendala(d)a chil. 28-29; Quijote II, xiv, lvi; Cl. C. V, 259; V III,
’tendalera’ (Draghi, Cane. Cuyano, 346); tendale­ 27n.]'1; contienda [Berceo; N ebr.]; contencioso
ro; tendalera; tendejón [Fn. G onz., 272; Gr. 60 [Nebr.], tomado de contentiosus id., derivado de
contentio, -onis, ’contienda’, y éste de contendere el gall.-port. re(p)tar, re(p)to, cast. retar, reto.
’pelearse’. Extender [est-, Berceo; N ebr., etc.; moderna y
Entender [Poema del Cid]5, del lat. í n t En d e r e ’ex­ errónea la grafía con -x-], e x t e n d e r e id .; exten­
tender, dirigir hacia algo’, especialmente aplicado a dido; estendejar ’estirar’ (L. de los Enxem plos, Ri-
la mente (intendere anim um in aliquid ’prestar 5 vad. L I, 525) o estendijarse; extendim iento; ex­
atención’ o intendere animo aliquid ’proponerse tenso; extensible; extensión; extensivo; extensor.
algo’, que ya también se abreviaba en intendere Además de algunos anteriores son cultismos los
aliquid); entendedor ’amante, enamorado’ ant. (Fn. siguientes. Intención [J. Ruiz, APal. 316b, 440b;
Gonz., 628, J. Ruiz 478, 479, etc.; ejs. port. en entinción, R im . de Palacio, 30, 880; entención, h.
ZR Ph. XX, 211), entendedera ’enamorada’ (en la 10 1280, Gral. Est. I, 291b29; mss. de J. Ruiz y hoy
refundición de la Crón. de 1344, M . P., Inf. de ast., V .; in tin d ó n , vulgar en muchas partes, C uer­
Lara; con haplología entenderá, J. Ruiz 527, Libro vo, Obr. Inéd., 194], de intentio, -onis, id .; in ­
de los Engaños n.° 6), derivados de entender en tencionado; intencional [Acad. 1936, no 1914; Ca.,
el sentido ant. de ’estar enamorado’ (< ’poner la 119], Intento [1433, Villena (C. C. Sm ith, BHisp.
atención en alguien’), para cuyo posible origen 15 L X I); APal. 88b, 91b, 102b, 205d], de inténtus,
bíblico, vid. Spitzer, M L N L U I, 126; Schutz, -üs, ’acción de tender’; intentona [fin S. X V II,
R R Q X X III, 131; entendedor ’el que entiende’ A ut.]; intentar [med. S. XV, Diego de Burgos
(«intelligens», N ebr.); entendederas; entendible; (C. C. Sm ith); 1605, Quijote; O udin; Covarr.;
entendido ’dotado de inteligencia’ [N ebr.; -dudo, 1624, Góngora II, 391; además de la ac. moderna,
Calila, 39]; entendiente; entendimiento [h. 1250, 20 con frecuencia significa ’querer’ en los clásicos:
Setenario, f°lv°; N ebr.]; desentenderse; sobren­ Tirso, Condenado II, iii, ed. Losada, p. 131; Bur­
tender (más raramente subentender). lador II I, 340; Vz. de Guevara, R ey en su Imag.,
Entienda (Fernán González, A S N S L CXIV, w . 29, 1206; Serrana de la Vera, v. 424; Calderón,
250; Alex., 321), entenga o entencia (Berceo, S. Alcalde de Zalamea I, xvii; II, viii; ed. Losada,
Lor. 15, M il. 573; Alex. 195, 488, 1543) ’dispu­ 25 pp. 111, 128], de intentare ’dirigir (hacia), intentar'.
ta, contienda’ (de ahí el nom bre de lugar arag.- Intendente [Aut., como galicismo], del fr. intendant
cat. Entenga, -ienga, a veces Atienga, Tilander, [1568]; intendenta; intendencia; en fr. se extrajo
pp. 466, 622, ’lugar disputado’), port. ant. entenga de surintendant, anteriormente superintendant [fin
(Vat., 998; V iterbo; Tilander, 382-3), tomado por S. XIV], b. lat. superintendens id., participio acti­
vía semiculta del b. lat. intentio, -onis, id. (doc. 30 vo de superintendere ’velar por algo’; del fr. o del
santand. de 1055, M . P., Orig.2, p. 34), arag. ant. b. lat. directamente se tomó el cast. superintenden­
entención ’alegación en juicio, demanda, acusación’ te [S. X V II], superintendencia [princ. S. X VII,
(Tilander, 382-3), port. ant. entengom ’justa poé­ Aut.]. Intenso [h 1440, A. Torre (C. C. Sm ith);
tica’ (ZRPh. XX, 217), entengom o tengom (Lang, 1605, Quijote], del lat. tardío íntensus id.; inten­
Canc. de D. Denis, pp. C V III-C IX ), (en)tengar 35 sidad; intensión; intensivo; intensificar, intensifi­
’tom ar parte en una justa poética’ (ZRPh. XX, cación.
201, y lugares citados); el b. lat. intentio resulta Ostentar [princ. S. X V II, A ut.], de ostenta­
de un cambio de prefijo del lat. contentio id., de re, frecuentativo de ostendere ’m ostrar, exhibir’;
donde vienen tam bién oc. ant., fr. ant. tengon ’jus ostentación [id.]; ostentativo; ostento, desusado
ta poética’, ’disputa’, fr. ant. ten d er ’disputarse’, 40 (voz que A ut. sólo documenta en el falsario Cib-
fr. tancer ’reprender’ (R E W 8652-3). De ahí el darreal); ostentoso; ostensible [Acad. 1832, no
gall. retesia: coplas o canciones de -o ’las que 1780]; ostensión [Acad. 1780], ostensivo [Acad.
cantan improvisadas los jóvenes y mozas gallegos 1780].
o los trabajadores del campo de ciertas comarcas, Pretender [1570, C. de las Casas; Quijote;
respondiéndose o echándose pullas m utuam ente’ 45 etc.; en el teatro clásico es muchas veces mero
(Eladio Rdz., Crespo Pozo, s. v. disputar); Castelao sinónimo de ’querer’ : Lope, Pedro Carbonero, v.
llama retesia a una pallada de palladores argenti­ 2446; Rz. de Alarcón, Paredes oyen, Cl. C., 239;
nos (238.15), y además se emplea la locución ad­ Calderón, Vida es Sueño III, iii, ed. Losada, p. 71
verbial a retesia ’a porfía’ (Valí.): dos amigos que y passim], de praeténdére ’tender por delante’, ’dar
no se veían, al verse «trocan perguntas e respostas 50 como excusa’; pretendiente [Quijote, etc.], preten-
a retesia» (Castelao, 226.12), «retesia: disputa, por­ dienta; pretensión [1570, M árm ol, A u t.; Baralt
fía» (Lugrís); también se emplea en portugués considera galicadas muchas acs.], pretencioso (que
minhoto, junto con el verbo retesiar (’disputarse, algunos escriben pretensioso), galicismo todavía
mover desorden’ en minhoto) ’contestar a una pulla muy usual a pesar de las protestas de Baralt y
oon otra, disputar’ (Crespo Pozo, que cita además 55 sucesores; pretendencia; pretenso; pretensor. Por­
retesivar en R. Cavanillas). Está claro que el punto tento [1584, Rufo (C. C. Sm ith); S. X V II, Aut.],
de partida de esto es el oc. tengó(n), port. ant. de portentum ’presagio’, ’monstruo, prodigio’, de­
tengom o entengom con su sucedáneo b. lat. in­ rivado de portendere ’presagiar, predecir’; porten­
tentio; algo menos claro es si tenemos en esto el toso [1613, Cervantes, Aut.]. Subtender; subtensa,
prefijo re- o más bien, según creo, un cruce con 60 -sa. Tenso [Acad. S. XIX], tomado de tensus,
part. pasivo de tendere; tensión [1629, H uerta, El étimo t e r s u s no sólo es inverosímil por el
Aut.]; tensor. sentido y por la variante sin diptongo, sino im ­
Deriv. del gr. teíveiv, herm ano y sinónimo del posible fonéticamente, pues lo contradice la -s-
lat. tendere: Tenesm o [fin S. X V I, Fragoso], del sonora con que aparece el vocablo en N ebr. y
gr. TTjVECJ.¿? ’sensación dolorosa en los intestinos’. 5 demás fuentes antiguas. Si en Galicia se oye ter­
Tétanos o tétano [Acad. 1833 de -cÉtavo; ’tensión’, so por ’tenso, tirante’ (Álvz. Giménez) es por
’rigidez’, ’tétanos’; tetánico', tetania. Tenia [Acad. una confusión bárbara sin valor etimológico.—
S. X IX , no 1832] de xaivi-x ’cinta’, ’tenia’, empa­ ' H oy poco usual en España, pero muy vivo en
rentado con te ív e iv ; tenífugo. Éctasis y ectasia, la Arg. (Draghi, Canc. Cuyano, p. 257). Port.
del gr. EXTOLdt; ’extensión’, derivado de éxTetveiv 10 contendor o contentor. Para esta haplología comp.
’extender’. Éntasis, del lat. entasis id., gr. gvTaot? aprendor por aprendedor en varios mss. de la
’tensión’, ’intensidad’. Hipotenusa [1633, Lz. de Crón. de 1344, entenderá por entendedera: M . P.,
Arenas, p. 2], lat. hypotenüsa, gr. ijtcotsÍvoucci, Inf. de Lora, 290.16, y glos.— ‘ Desde antiguo
part. activo fem. de ú-oTeívetv ’tender fuertem en­ aparecen la mayor parte de las acs. modernas. En
te una cuerda’. Peritoneo, de Trepiióvaiov id., pro­ 15 Berceo, entre o tra s: ’saber (cuál es)’ M il., 809c,
piamente ’tendido alrededor del vientre’; perito- ’enterarse’ M il., 742c, ’opinar, creer, juzgar’ M il.,
neal; peritonitis. Prótasis, de icpóraoií ’acción de 712c; esta última, general en el idioma moderno,
tender por delante’; protático; epítasis, formadc es muy clásica («que será imposible entiendo /
según prótasis con el prefijo etti- ’después’. porque se está previniendo / para partirse m aña­
Tono [APal. 113d, 503d; «t. en la música: to- 20 na» Rz. de Alarcón, Las Paredes oyen, Cl. C.,
nus» N ebr.], de tónus id., gr. tovo? ’tensión de una 127); de ahí se pasa a ’tener entendido, creer que
cuerda, etc.’, ’tono’, ’acento’ [variante ton, Que- algo es así o de otro modo’, ausente del dicc. aca­
vedo, bajo el influjo de son]; tonada [Covarr.; démico, pero muy viva en la Arg. (rara o desusa­
1613, Cervantes]8, tonadilla [1614, Cervantes], to­ da en E sp añ a): «nos saludamos cordialmente, y
nadillero; tonalidad [Acad. S. X IX ]; tonelete, dar­ 25 me presentó a uno de sus acompañantes, en­
se ’darse im portancia’ cub. (Ca., 27); tonética tiendo que cuñado suyo, el ingeniero Mera», «oli­
’estudio de las entonaciones de u n idioma’ [neo­ vares no he visto, pero entiendo comienza a ha­
logismo, h. 1940, según fonética], tonético ’perte­ berlos» Justo P. Sáenz (La Prensa, 6-VII-1941,
neciente a la tonética’; tónico [Acad. 1832], to­ 3-1-1943); es usual desde muy an tig u o : «en el
nicidad, tonificar, tonificación, tonificante; to­ 30 jardín agora / estaban las dos juntas, aunque en­
nillo; átono, atonía, atónico; diatónico; entonar tiendo / que mi señora doña Madalena / que­
[«intono, in tonum redigo» N ebr.], entonación, daba algo indispuesta» T irso (Vergonzoso II,
desentonar [-rse en canto, N ebr.]; protónico o 447), y ya análogamente en Berceo, M il., 873d.—
pretónico; postónico; semitono [-tón Apol., 189b; 6 Acs. am ericanas: ’acento, base fonética propia
«-temo en la música: semitonium», N eb r.]; sinto­ 35 de un dialecto o idioma’ arg. (L. Lugones, B R A E
nía. IX , 536; Draghi, Novenario, s. v.); ’sonsonete,
V., además, A T E S T A R . estribillo’, ’razón o argum ento insistente o in­
1 Frecuente en el b. lat. hispano, p. ej. en doc. consistente’, ’expresión vanidosa’, ’m entira’ cub.
de 1101, R F E V, 16. De las formas romances, (Ca., 107, 186).
las unas proceden de t e n d a : rum . tíndá, it., sdo., 40
rét., port. tenda, cat. ant. tena (Costumbres de Tenebrario, tenebrosidad, tenebroso, tenebrura,
Tortosa, ed. Oliver, p. 57, etc.; y hoy en la to­ V. tinieblas
ponim ia); otras de un antiguo participio * t e n -
d i t a : fr. tente, cat. tenda [S. X III, Crón. Jai­ T E N E R , del lat. t é n é r e ’tener asido u ocupa­
me I ; rima con venda, J. Roig, v. 13397; comp. 45 do’, ’m antener’, ’retener’. 1.a doc.: m ed. S. X,
venda v e n d í t a ] ; el oc. tenda corresponde a am­ Glosas Emilianenses.
bos.— 2 R im . de Palacio, 593; Canc. de Baena, ed. El hecho capital en la historia de esta palabra
1851, p. 478; «teso: cervicosus, contumax», «pan­ es su invasión del terreno semántico del lat. ha-
do, cosa tesa: pandus» N eb r.; V. el índice de bére, con el sentido de posesión pura y simple. Se
Gillet a su ed. de Torres N aharro; y en el refrán 50 trata de una innovación propia de los tres rom an­
«barva pone mese, que no pierna tesa», documen­ ces ibéricos, que en los tres aparece ya en la Edad
tado en los Refranes que dizen las Viejas (R H M edia1, pero que además se encuentra en Cer-
XXV, 149, n.° 124), Seb. de Horozco (B R A E III, deña, y en el it. dialectal del Lacio, Abruzo, Pulla
411), el M aestro Correas, etc. Más datos en C uer­ y alguna otra zona del Sur de Italia (Seifert,
vo, A p .7, pp. 150, 154; Obr. Inéd., p. 275, y aquí 55 A Rom . X V III, 411-3; Rohlfs, Romanica Helv. IV,
s. v. T E SO .— 3 A causa del diptongo supuso 74). E n cast. aver conserva este valor más o m e­
Baist (Z R P h. V II, 123) que tieso venía de t é r - nos en toda la Edad Media, pero tener ya aparece
su s ’liso, sin tacha’, pasando por ’fuerte, firme’, algunas veces con el nuevo desde los orígenes
opinión admitida por M -L ., hasta que G . de (C id 113, etc.; Berceo, M il., 320a; Apol., 154b;
Diego, Contrib., pp. 164-5, le convenció del error. 60 y aun quizá ya una vez en las Glosas Emilianenses,
n.° 89); para el progreso de esta sustitución, vid. norada. T enuta [1595, N . Recopil., Aut.], del it.
E. Seifert, R F E X V II, 233-76, 345-89. Por lo de­ tenuta ’acción de tener’; tenutario [S. X V II, Aut.].
más las últimas raíces de esta tendencia parecen Abstener [2.° cuarto S. XV, J. de M ena, Díaz
encontrarse m uy atrás, pues ya hay ejs. de tenere de G á m ez : Cuervo, Dicc. I, 73-74], adaptación
con valor casi idéntico a habere en los españoles 5 del lat. absñnére id .; abstención; abstinente
Oriencio (S. V), y Aetheria (S. VI), aunque es [princ. S. XV, Canc. de Baena: Cuervo, Dicc. I,
cierto que estos usos en latín no parece estuvie­ 74]; abstinencia.
ran enteramente confinados a autores híspanos A tener [1218, M . P., D. L ., 327.9; med.
(.A L L G XV, 233-52; K JRP h. V II, 59; X I, 86). S. X III, Partidas: Cuervo, Dicc. I, 740-1; «ate­
En realidad la historia de las formas y acs. del 10 nerse en voto a otro: assentior illi» N e b r.]; ate-
verbo tener es parte im portante de la gramática, nedor; atenencia; atinente (D H ist.).
y para un estudio gramatical reservo los datos Captener (D H ist.), tom ado del cat. captenir id.,
reunidos. con prefijo cap-, lat. C a p u t ; ast. caltener ’soste­
D e r i v . Ten con ten [Aut.]. Tenedero. Tenedi- nerse firme’ (V), Sajambre ’sostener, ayudar’, sant.
zo ¿’fijo’? arag. ant. [1374, B R A E II, 350; VRom . 15 ’aguantar’ (Fz. Gonzz., 221), préstamo occitano.
X, 209], Tenedor ’gobernador, alcaide’ [docs. de C ontener [1240, Fuero Juzgo: Cuervo, Dicciona­
1206, 1212, O elschl.; Gr. Conq. de Ultr., 622] rio de C. y R. II, 458-60], del lat. c o n t í n é r e id .;
ant.; ’el que tiene algo’; ’enser para coger los contenido; contenedor; continente adj. [S. X V ; en
alimentos’ [1596, Torres, Filos., en A ut.; 1607, la locución puram ente latina de continenti, ya
Oudin] (denominación sólo cast., ajena aun al port. 20 S. X IV , Castigos de D. Sancho: Cuervo, Dicc. II,
y el cat.); tenedorcillo; teneduría. Teniente [h. 468-9], tomado de continens, -entis, part. activo
1570, M ármol, A ut.]; tenienta; tenientazgo; tenen­ de dicho verbo; continente m. [med. S. X III:
cia [1239, M. P., D . L„ 279.22], Tenaz [1515, -tenente, A lex., 895, Setenario, f°3v°; -tenent, Gr.
Fz. Villegas (C. C. Smith, BHisp. L X I); O udin; Conq. de Ultr., 563, e tc .: Cuervo, Dicc. II, 469-
S. X V II, A ut.; no Covarr., y APal. 492d sólo lo 25 70], tom ado del fr. ant. contenant ’porte, conti­
da como voz latina], tom ado de tenax, -acis, id .; nente, gesto, adem án’; continental; continencia
tenacear; tenacidad. [-te- ’porte, compostura’, Alex., 914]; incontinen­
Tenazas [Berceo; Juan R uiz; Nebrija, etcé­ ti, locución latina soldada, para cuya fecha en cast.,
tera; tynazas, siglo X IV , Revelación de un her- vid. Cuervo, l. c.; incontinente {'¡.-te- cosa: íncon-
mitaño, copla 12], alteración (a causa del géne­ 30 tinuus» N ebr.], incontinencia [id.]; incontenible
ro) de un más antiguo tenazes ( > port. tenazes, ’que no se puede contener’ (una tristeza i.; no sólo
tanazes, tanázias, que no puede ser castizo en vis­ se emplea en Chile y Arg., B R A E X V II, 327, sino
ta de la -n-, R L X X X III, 197, aunque en íos mss. tam bién en España aunque falta en A cad.); con­
de las Ctgs. tenemos una grafía téaces 126.15, que tentivo.
quizá indique evolución hereditaria) y éste del b. 35 Detener [Cid; Cuervo, Dicc. II, 1193-7], de d e -
lat. hispánico t e n a c e s id. («tenaces: forcipes fabro- TÍN ER E id .; detención; detenedor; detenencia ant.
rum » en el L iber Glossarum, C G L V, 248.9, es­ [med. S. X IV , A lf. X I , 158]; detenido; deteni­
crito en España en el S. V III, y en C G L V, miento [Nebr.]. Detentar [’imbezzle, turn aside’
202.20; M -L ., W iener S t., 1903, 108), abreviación 1706, Stevens, en G ili; Acad. ya 1780 (como tér­
de f o r c i p e s t e n a c e s ’tenazas resistentes, pertina­ 40 mino for.)], detentación [Acad., ya 1780], deten-
ces’, expresión que con el carácter de epíteto em­ tor [no G ili ni Acad. 1780], lat. detentare, -tor
plea Virgilio (Georg. IV, 175); tenacero; tenacillas (sólo en leyes de Teodosio y Justiniano).
o tenazuelas [«r. para cejas: volsella» N eb r.]; te­ Entretener [1605, Quijote]; entretenedor; entre­
nazada; tenazazo; tenazón; tenacear o tenazar tenido; entretenimiento [1570, C. de las Casas;
[Nebr.] o atenazar [Nebr.] o más comúnmente 45 Percivale; etc.].
atenacear ( > port. atazanar ’im portunar’); ast. es- O btener [1499, Comendador Griego], adaptación
tiñazar ’atenacear’, ’rom per con las tiñaces el eri­ del lat. obtínere ’poseer plenam ente’, ’conservar,
zo de la castaña’ (V). m antener’; obtención [Aut.]; obtento [S. X V II,
Tenáculo. Tenallón [1708, Tosca, Diccionario Aut.].
de Autoridades], del fr. tenaillon id., derivado de 50 Pertenecer [Cid; frecuente desde los orígenes],
tenaille ’tenaza’. Tenante, del fr. tenant ’el que se derivado del raro pertener [1219, F. de Oviedo,
aguanta o m antiene’. Tención (raro). Tenis [Acad. Oelschl.], que viene de p e r t i n h r e id .; pertenen­
1925, no 1884], del ingl. tennis id., que proba­ cia [1200, Oelschl.]; perteneciente [N ebr.]; per­
blem ente viene del fr. ant. tenez ’tened’, im perati­ tenecido; pertinente [med. S. X V I, Aut.], tomado
vo dirigido por el que juega a su adversario. T e ­ 55 del part. activo de dicho verbo latino; pertinencia
nor [APal. 194á, 492d, 493b; «continuación orde­ [Acad. S. X IX ]; im pertinente (ast. emperteniente,
nada», «acento» N ebr.], tomado del lat. tenor, V ); impertinencia.
-oris, ’curso ininterrum pido’, ’tenor, texto de una Pertinaz (h. 1440, A. T orre (C. C. Sm ith, BHisp.
ley, etc.’; en la ac. música [1553, T erlingen 153], L X I); O udin; S. X V II, Aut.], de perñnax, -acis,
se tom ó del it. tenore, de igual origen; voz ate­ 60 id .; pertinacia [h. 1600, M ariana; Oudin].
Retener [Cid, Berceo, etc.] de r e t I n e r e i d . ; o tenat, / o alquenat» Jaume Roig, a. 1460 (vv.
retén [fin S. X V II, A u t.], comp. sostén; retención 4768, 10503). Tam bién se encuentra alguna vez
[N ebr.]; retenedor [Cid]; retenencia [-nza, 1206, tañada ’materia empleada para dar tinte o curtido’,
O elschl.]; retenida («cuarta» ast., V ); retenim ien­ como en el doc. burgalés de 1509 citado por M.
to; retentivo; retentiva [1625, P. Espinosa, Obras, 5 P., y quizá (aunque el sentido no es claro) en este
197.3, como vulgarismo]. invent. arag. de 1406: «un cedacet limalla; una
Sostener [1218, O elschl.; Berceo; «fulcio» N e­ tañada de boxar; un guit de boxar, poco más o
b r . ] , de s ü s t í n é r e id.; sostén [1696, Vocab. M a- menos» (B R A E III, 361 )2; Sajambre atenase ’lle­
r í t . de Sevilla, A ut.; no O udin ni Covarr.], quizá narse de manchas la madera cortada’, ’quedarse
tomado de oc. ant. sostenh id .; sostenedor; sos­ 10 arruinado de salud por comer poco’ (Fz. Gonzz.,
tenido; sosteniente; sostenimiento [Berceo]. Oseja, 202) (V. T E N U E ). Para term inar con la fa­
Sustentar [1570, C. de las Casas; no APal. ni milia del vocablo en cast., cito tanador ’curtidor’,
Nebr.], tom ado de sustentare ’soportar, sostener, ej. único en doc. de 1334 (cita de M . P.)3 y el
sustentar’, frecuentivo de sustinere; sustentable; tañar de los cueros, Ordens. de Oña, fin S. XV,
sustentación [S. XV, A ut.]; sustentáculo [princ. 15 Cuad. Hist. Esp. X X II, 354; sea como quiera es
S. X V II, A ut.]; sustentador; sustentamiento [1499, palabra muy rara. Al parecer todos estos vocablos
Aut.]; sustentante; sustento [1570, C. de las Ca­ se emplearon sólo en el Norte de España, especial­
sas], mente en Cataluña y Aragón; y en la época clásica
C p t . Tentem ozo. Tentem pié. Tentenelaire. D e­ ya todos estaban olvidados salvo tenería, que no
tente. Detienebuey. 20 figura en APal., N ebr. n i Covarr. pero sí en O u­
1 En cat. por lo menos desde el S. X IV («un din y A ut., donde se citan ejs. en la Celestina y
jove generós apellat Pere tenia un jovenastre, en ley de 1552.
apellat Arnaud que... era son servidor» Eixime- El cabeza de familia, francés tan ’corteza para
nis, N . Cl. VI, 41), quizá ya en el X III. curtir’, no existió nunca en castellano4, y lo mis­
25 mo cabría decir del verbo tañar, aunque parece que
T E N E R ÍA , tomado del fr. tannerie id., deriva­ taino ( = taño) está en este sentido en Vidal M ayor
do de tan ’corteza de roble y otros árboles em­ 4.38.67. Es claro, por lo tanto, que no puede acep­
pleada para la curtición’, procedente de una base tarse la antigua tesis de Mz. Pidal (Rom . X X IX ,
t a n n - de origen incierto, probablemente del célt. 372), ya rechazada por Baist (K JR Ph. V I, 396), de
tannos ’roble’. 1.a doc.: tanaria, 1181; tenería, 30 que sean éstos vocablos autóctonos en cast., como
1236. tampoco existen con este carácter en cat. ni en los
U n doc. de Sahagún de 1181 contiene la dona­ demás romances meridionales. Tenería es otro tes­
c i ó n de u n a c a s a « i n illas tañarías» (Vignau, I n ­ timonio de las antiguas corrientes de intercam ­
dice, n.° 1683)'. Pronto aparece la forma moderna bio que se produjeron entre España y Francia en
tenería, ya en docs. leoneses de 1236 y 1245 35 materia de curtiduría, como lo os B A T Á N (aun­
(Staaff, 16.9, 24.9). Aunque hoy tenería está ais­ que en éste no es seguro en qué dirección se pro­
lado en el idioma, antiguamente existieron otros dujo el préstamo, y más bien parece ser la opues­
vocablos de la misma familia. El nom bre de ofi­ ta). E n nuestro caso no cabe dudar de que F ran ­
cio tanero (del cual deriva tañería inm ediatamen­ cia es el país de origen, puesto que sólo ahí apa­
te) es sumamente ra ro : sólo conozco un testimo­ 40 rece esta familia en forma completa y co herente:
nio de 1253, en doc. de Sahagún, donde figura tan ’corteza para curtir’ se documenta ininterrum ­
un personaje «Garci Tanero de Cea» (Staaff, pidamente desde med. S. X III (Rutebeuf), lo m is­
41.98), y aun ahí no consta que estuviese en uso mo ocurre con tanner, tannerie aparece ya en
en este tiempo, pues la forma proclítica Garci nos 1216, tanneur h. 1260; aunque alguna de estas
enseña que Tanero funcionaba como un mero apo­ 45 fechas sea levemente posterior a las españolas no
do o nombre propio. Algo más corriente fué el hemos de dar demasiada importancia a este detalle
adjetivo tañado para calificar el objeto curtido con en vocablos tan poco apropiados para figurar en
tanino, o cuyo color le daba esta apariencia: «una el Roland y demás textos literarios del S. X II.
tavardina de gamellín; una cota tañada de hom ­ T am bién son medievales tan y sus derivados en
bre ... una cota viella, rota, tañada» en dos invent. 50 lengua de Oc.
a r a g . de 1397 (B R A E IV, 218, 220); otras veces El análisis fonético de las formas de las lenguas
tenado, con la misma e que tenería: «un petral galorromances prueba incontestablemente que el
de cuero tenado con seys chapas de cobre enca- étimo, cualquiera que fuese, había de tener NN do­
xadas... otras cabecadas de chapas... guarnescidas ble originaria: en francés * t a n u habría dado *tain
en cuero tenado» 1434 (invent. de A. S. Alcaraz, 55 y no tan; en bearnés antiguo y moderno (V. muchos
pp 4, 7, Arch. Cat. Toledo, común, de A. Cas­ ejs. en Levy y Lespy) deberíamos, entonces, es­
tro). En cat.: «fingí ■s prenyada / ... / los mugo- perar *taa, cuando lo que tenemos siempre es tan
rons / duya alquenats, / morats, tenats, / mos- (nótese el contraste entre los dos sustantivos de
trant senyal», «tal li fa vert, / tal atzurat, / altra la frase lo molii deu tan citada por Levy en pen­
morat, / les més vermell, / negre, burell, / groch 60 último lu g ar): el vocablo no pierde la -n en n in ­
guna de las hablas de Oc (Mistral) y en la len­ bada por el ags. tannian ’curtir’ (de origen galo-
gua antigua rimaba con voces en -n fija, que en latino), y admitida por Jud (Z R P h . X X X V III, 42)
ningún caso puede salir de una - n - intervocálica; y por el propio M -L.
el D onaiz Proensals coloca tans «cortex arborum En cuanto a la procedencia de esta base, sabe­
ad corea paranda» en rima con palabras como 5 mos hoy bastante más de lo que nos dijeron Diez
afans, engans, demans ’ruego’, mientras que las (W b . 683), T hurneysen (Keltorom ., 113) y V.
palabras en -n caduca term inan en -as «cerrado» H enry (L e x . étym . du Bret. mod., s. v. tann), es­
en este diccionario de rimas (mas m a n u s , etc.). tado de conocimientos en el cual quedaron atasca­
Luego por todas partes llegamos a una base * t a n - dos M -L ., Gamillscheg y Bloch. Suponen estos
n o - , que reaparece en forma autóctona en el Sur 10 lingüistas que un céltico tann ’roble’ sólo estaría

de E spaña: and. taño «corteza o cáscara de la documentado en bretón, mientras que por otra
encina» (AV)5. Sé muy bien que Gamillscheg parte las lenguas germánicas ofrecen a. alem. ant.
(.E W F S , s. v.) se propuso probar que el fr. tan­ tanna (alem. ta>¿ne f.) ’abeto’ (y, al parecer, al­
ner proviene de una base con -N - sencilla, con­ guna vez, antiguamente, ’roble’), b. alem. med.
forme él lo necesitaba para su étimo galo * t a n - 15 danne, neerl. ant. dennia (hoy den ’pino’); como
’delgado, fino’; y aunque M -L. (R E W 3 8555a) la t- del alto alemán es dialectalismo de este idio­
demostró que esta base es imposible desde el p u n ­ ma —razonaba T hurneysen— el bret. tann ha de
to de vista céltico, admitió la premisa fonética de ser préstamo del alto alemán trasmitido por el
aquél hasta el punto de cambiar el * t a n n u s de su romance, hipótesis imaginable en aquel tiem po en
primera edición en el * t a n a r e ’curtir’ de la te r­ 20 que tan poco se conocían la dialectología francesa
cera (igualmente Bloch1y 2). Pero la tesis de la -N - y el francés antiguo, pero no hoy en que sabe­
no se apoya más que en el supuesto de un radi­ mos que tan como nombre de árbol no se en­
cal alternante taine tañer, que en realidad n u n ­ cuentra en ninguna parte ni parece haberse en­
ca existió en francés antiguo. Reconoce G am ill­ contrado nunca en el territorio lingüístico rom an­
scheg que lo único que encontramos es una va­ 25 ce; tam bién sería extraño que el francés hubiese
cilación en las formas tainer y tanner acentuadas tomado tan ’corteza de tenerías’ de una lengua
en la desinencia, la primera de las cuales, en su como el alto-alemán, con la cual sólo ha tenido
opinión, sería extensión analógica de un presente escaso y tardío contacto (el fráncico queda des­
f-taine, mientras que en sentido contrario tan (úni­ cartado por la t- inicial). Por otra parte ya T h u r­
ca forma existente en el sustantivo) sería analógico 30 neysen reconoció que tann dentro del céltico no
de tanner: extraña analogía que se empeña en in ­ está circunscrito al bretón, pues reaparece en cór-
vertir los resultados regulares y aue hace aparecer nico.
las formas secundarias centenares de años antes Después se ha visto que el nombre de lugar
que las primitivas. Porque el más antiguo testi­ * t a n n O i á l u m está documentado por la toponi­
monio de todo el grupo — tan en Rutebeuf— ya 35 mia moderna en cuatro departamentos del centro
presenta la fonética subvertida. Los ejs.' de tanner de Francia (Theneuil, Thénioux, Tanaüs), y for­
en G odefroy son los más antiguos (Chevalier au mas documentales arcaicas como Tanogilo y Ta-
Cygne, Renart), mientras que los textos de la va­ noiyolh comprueban que se trata de nombres de
riante tayner son tan tardíos como M arot, Vil'on, lugar que contienen el sufijo galo - o - i a l o n em­
Froissart o un doc. de 1497. Es m á s: la gran 40 pleado específicamente para form ar colectivos de
mayoría de las formas con ai, así en el diccionario nombres de árbol (como v e r n o i a l u m Vem euil,
como en el complemento, se aplican a la ac. «fa- c a s s a n o i a l u m Chesneuil). Vid. el trabajo de Ant.
tiguer, lasser, ennuyer, tourm enter» —Gamillscheg Thom as (R C elt. X X X IX , 334-7), con el cual que­
dice «schlágen, prügeln», que no es lo mismo y no da atestiguada en forma harto inequívoca la exis­
lo veo decumentado— , m ientras que entre los 25 45 tencia de un nombre de árbol t a n n o - en el galo
ejs. del significado propio ’curtir pieles’ (o «drap de la Antigüedad, y no hay por qué dudar de
de la couleur du tan»), sólo 4 tienen e (¡y siempre que en este idioma significaba «quercus vel ilex»,
átona!). En realidad parece tratarse de dos pa­ como atestiguan las antiguas glosas de Cornualles
labras distintas, que sólo esporádicamente llegaron y de Bretaña. M ás tarde los celtólogos especialis­
a confundir sus formas (de ahí la e del cast. te­ 50 tas, como Weisgerber (Die Sprache der Festland-
nería, y del cat. ant. tenat): el fr. ant. (á)tainer kelten, p. 210), han refrendado esta averiguación,
’irritar, ofender’ es préstamo del oc. ant. (a)tainar y la elevada autoridad de Vendryes (RCelt. X LIV,
’retrasar’, ’inquietar’, gót. * t a h e i n s según R E W 319) ha señalado el irl. ant. teine o tinne como
8529a. En cuanto a la forma tañare de las glosas hermano regular del galo t a n n o - : la forma irlan­
de Erfurt, citada por Diez6, no es oosa de dar tan­ 55 desa procede de un más antiguo * t e n n - y o - , y la
to valor a un testimonio aislado y de escasa anti­ correspondencia entre e n gaélico y a n galo-bri-
güedad, en punto tan sutil como el de geminadas íónico es perfectamente regular en las palabras
y simples, que los escribas muchas veces no distin­ procedentes de una n vocálica del paleocéltico7. Si
guen en absoluto. Como resumen de esta digre­ en céltico era voz heredada del indoeuropeo o de
sión : hay que volver a la base t a n n o - , compro­ 60 un substrato autóctono, no podemos resolverlo;
en cuanto al a. alem. tanne y el b. alem.-neerl. que enlaza con el fr. tan a través de Quercy ton
den, la semejanza puede ser mera coincidencia, (< tan) «coque verte de la noix», gasc. tanoc
pero como su difusión entre los idiomas germáni­ ’panoja de maíz’, auvernés tan «noeud du bois»,
cos es escasa, y el parecido con el ser. dhanvam arag. taño ’nudo de la m adera’ (Peralta; Borao;
’arco’ es harto vago, habría razón para sospechar 5 A O R B B II, 262), y luego, ya más cerca de las
que en germánico sea préstamo del mismo subs­ acs. catalanas: alto arag. taño ’rama gruesa una
trato o bien del céltico: en este últim o caso la vez desgajada’ (BDC X XIV , 181), mure, y and.
irregular correspondencia dé las consonantes ini­ orient. tana ’cayada, garrote’ (G. Soriano, AV),
ciales podría explicarse por el influjo del a. alem. alavés destanar ’quitar la corteza a los árboles’
ant. tan, b. alem. med. dan ’bosque’, con el cual 10 (hablando de encinas en 1783), G uereñu, Eus-
ya admiten un cruce (por otras razones) los germa­ kera III, 248; nótese que tan ’tanino (sacado de
nistas (vid. Kluge). En conclusión el origen céltico las encinas)’ se documenta en textos alaveses de
del fr. tan parecería totalmente seguro, si no que­ 1768 y 1778 (ib. 322). ¿Se relacionará con el
daran todavía puntos oscuros de dialectología ga- alto-arag. y m urc.-and. taño ’rama, garrote’, el
lorromance, que ya no son esenciales para la pro­ 15 ast. y sajambriego tanovia ’en el hórreo, tabla
cedencia del cast. tenería, y cuyo estudio detenido que se coloca delante de la entrada, a modo de
reservo para mejor ocasión*. peldaño’ (Fz. Gonzz., Oseja 355)? Es un voca­
D eriv . Ast. castaña atanada ’la pasada de sazón, blo enigmático cuya terminación fácilmente po­
que tiene m al sabor’ (V). Tanador, taño, V. a rri­ dría ser céltica. V. acerca del grupo de tarto mi
ba. Tonino [Acad. 1925, no 1843], tom ado del fr. 20 artículo de A rchivum (Oviedo) IV, 1954, 56-60,
tanin [1806]; tánico. y el reciente de H ubschmid, Z R P h. L X V I, 21-22,
1 Las formas del S. X II citadas del libro de cuyas conclusiones son por lo menos discutibles,
Gz. Palencia por Oelschl. necesitan comproba­ pues la ny catalana sólo puede venir de - n n - y
ción, pues este autor no fecha ni reproduce con no de -M N - como él admite.
bastante cuidado los datos mozárabes.— 2 Pottier, 25
I/R om . X, 87ss., s. v., entiende que boxar quiere Tenesmo, V. tender En tenguerengue, V.
decir «óter le grain d’une peau, nettoyer le cuir» tángano Tenllera, V. temporal Tenia, V.
y que guit es «petite corde de chanvre» (comp. tender Tenienta, tenientazgo, teniente, V. tener
G U IT A ), pero esto último no se concilia con la Tenífugo, V. tender Tenis, V. tener T en-
expresión poco más o menos, que supondría un 30 llera, V. temporal Tenor, V. tener Ten­
nombre de medida. El propio Pottier supone que sión, tenso, tensón, tensor, V. tender
«color de tanyent» en invent. de 1362 sea «cou-
leur de tan», lo cual es también dudoso. ¿Será T E N T A R , del lat. t e m p t a r e ’palpar, tentar’,
boxar colectivo de boj y se emplearía esta planta ’probar a hacer algo, intentar’, ’causar tentación’.
para curtir, como el zum aque?— 3 E n esta misma 35 1.a doc.: Berceo.
fuente puede basarse la Acad. al adm itir recien­ El futuro mozárabe temtaráy ’intentaré’ está
temente el vocablo (ya 1925, no 1884).— ‘ Figura en una barga trasmitida en el S. X I o X II (Al-
sólo en alguna ed. reciente de Oudin (cita de And. X V II, 92). Se lee también tentar en el Con­
Terr.), no en las antiguas, y ahí es galicismo pa­ de Luc., APal (73d, A92d), N ebr. («tentó», «per-
sajero y sin arraigo.— 5 Según Sarm. taño es 40 tento») y es de uso general en todas las épocas,
nombre de la nueza negra en algunas partes de en sus varias acs. El presente es tienta con dip­
Galicia, cf. J. L. Pensado, Opuse, gall. S. X V I II, tongación ya en el Quijote (II, xxix, 112) y creo
47.— 6 Comp. «alum en: locus ubi tanantur C o­ fué así en toda la Edad M edia; conservado en to­
ria» C G L II, 566.14, 565.44, en el codex Am- dos los romances de Occidente, si bien en cat. y
plonianus del S. IX, que será idéntico o pro­ 45 oc. casi sólo tiene el sentido moral y religioso,
cedente de la misma fuente.— 7 Es cierto que y así es probable que allí sea cultismo, como in­
en Irlanda el vocablo significa ’acebo’, y que no dica la grafía y pronunciación muy predom inante
nos consta el sentido preciso del vocablo en galo, temptar. En latín, aunque se encuentra tam bién
pero como ya nota Vendryes los cambios de la grafía t e n t a r e , es menos frecuente que la más
sentido son algo común en materia de nombres 50 autorizada t e m p t a r e , y no parece que el vocablo
de árbol; ahora bien, el roble era árbol sagrado tenga etimológicamente nada que ver con el verbo
en la Antigüedad druídica y el acebo tiene tam ­ t e n e r e . Comp. tantear, s. v. T A N T O .
bién significación religiosa en muchas partes. La D e r i v . Tentación [Berceo]. Tentáculo [Acad.
evolución semántica hacia el fr. tan supone que S. X IX ], derivado culto de dicho verbo latino; ten-
el t a n n o - del galo fuese más bien el roble, como 55 tacular. Tentadero. Tentado. Tentador [Nebr.].
en sus próximos afines los idiomas britónicos Tentadura. Tentalear. Tentaruja. Tentativa [Co-
(pues no me consta que el acebo se haya emplea­ varr., Aut.]. Tentativo. Tentón. Tienta [1596,
do, como el zumaque, para la curtición).— * Me Aut.]. Tiento [Berceo; A p o l; J. R uiz; APal. 126];
refiero a la familia occitana y pirenaica que se ast. tentu ’ejercicio del tacto’ (V), gall. ant. a tentó
agrupa en torno al cat. tany ’ram ita’, ’retoño’, y 60 ’a oscuras, a tientas’ (Ctgs. 34.13), gall. y port.

V. — 30
T E N T A R -T E R A T O L O G ÍA 466

tentó ’cuidado, tacto’ («fala con tentó» Castelao en -ir es común al cast. con el port. (tingir), gall.
282.3f); desatentado [1625, P. Espinosa, Obras (tinguir', junto a tinxir, Valí.) y el cat. (tenyir).
197.2, como vulgarismo], desatentar [h. 1400, Rim . D e r i v . Teñible. Teñido. Teñidura [Nebr.]. T in ­
de Palacio, 1254; Danza de la M uerte, 256], des­ to [med. S. X III, Buenos Prov., 13; J. Ruíz],
atiento [Rim. de Palacio, 105]. Atentar [1251, Ca­ 5 primitivamente part. pasivo de teñir, lat. t í n c t u s ;
lila; Cuervo, Dicc. I, 741-3; «a. tocando con ma­ tinte [N ebr.: «í. de tintor: cortina»; Oelschl. cita
no: tango; a., a tiento buscar: tentó» N e b r.; u n ej. mozár. de 1214, que será preciso compro­
’tentar, palpar’ Cervantes, Las dos doncellas, ed. bar], duplicado del anterior, con fonética advene­
Hz. Ureña, p. 153] del lat. a t t e m p t a r e id .; en l a diza, tomado del cat. [S. XV, Ag.] o mozár. Tinta
a c . ’intentar algo contra el derecho’ es cultismo, 10 [med. S. X III, Buenos Prov., 31.23; h. 1400, glos.
ya empleado por M ariana [h. 1600], y con este del Escorial], voz común con el port., el occ. y el
valor no diptonga la e en el presente; atentatorio cat., del lat. tardío t í n c t a (que en Lucífero de
[T err.; Cuervo, Dicc. I, 743]; atentación; atenta­ Cáller, fin S. IV, ya significa ’rasgo de plum a’,
do. Retentar [J. Ruiz, 529]. A L L G II I, 33), propiamente part. femenino de
C p t . Tientaguja. Tientaparedes. 15 t i n g e r e ; tintero [h. 1400, glos. del Escorial], tin-
terazo, tinterillo, tinterillada. Tintar. Tintillo; tin­
Tentem ozo, tentem pié, tentenelaire, V. tener tilla. Tintor ant. [doc. mozár. de 1219, Oelschl.;
Tentón, V. tentar «infector» Nebr.], después remplazado por tintorero
[APal. 322b], alteración, por influjo de aquél, de un
T E N U E , tom ado del lat. tenüis ’delgado, fino’, 20 *tinturero, derivado de tintura [h. 1250, Setenario,
’mezquino, menguado’. 1.a doc.: 1595, Fuenm a- í° 12 v°; «infectio», N ebr.], tinturar; tintorera
yor (A u t.). ’hem bra del tiburón’ cub. (Pichardo), que creo
Tam bién aparece veinte años más tarde en el empleado tam bién en el cast. de España, cat. tin­
poema de Villaviciosa, y en 1623 en una poesía torera ’tiburón pequeño’; tintorería, antes tinto-
de G óngora; pero falta en Covarr. y Oudin, y es 25 ría [Nebr.]. Entintar. Retinto. [APal., R F E V III,
ajeno al léxico del Quijote, etc.; APal. define 20]; retinte. C ultism os: tinción; tingible.
el lat. tenuis sólo mediante perífrasis. H oy sigue C p t . Tinticaballo, ’cierto insecto que anuncia
siendo palabra puram ente literaria., aunque bastan­ lluvia, tam bién llamado alguacil’ arg. [O. di Lullo,
te u su al: en cat. ant. tenu ya aparece en el S. X III, L a Prensa, ll-V III-1 9 4 0 ], quizá de tinte de ca­
en Lulio, Meravelles II, 20; y en varios dialectos 30 ballo (¿o de tente a caballo?).
galorromances tiene forma hereditaria, aun en el 1 «Os foguetes de luces tinguían de prata, ou-
Sur, G ironda ateouni «espacer en supprim ant l’ex- ro...», «poesía tinguida de impurezas» Castelao
cédant» (M oureau); como derivados populares, ade­ 200.1, 271.2.
más del oc. reúne y del vasco leun (V. L E M E ),
hay el port. y gall. eístiar ’dejar de llover’ (estu­ 35 Teobroma, teocracia, teocrático, teodicea, teo­
diado últimamente por Dámaso Alonso, V. E S ­ dolito, teogonia, teogónico, teologal, teología, teo­
TE R O ); G dD D 716a agrega Cabranes atanar lógico, teologizar, teólogo, teomanía, V. Dios
’quedarse muy desmejorado por no comer’, atanau Teorema, teoría, teórica, teórico, teorizante, teori­
’m uerto de ham bre’ y u n nav. [?] atanguar ’tx - zar, V. teatro Teoso, V. tea Teosofía, teo-
tenuar, reducir a la miseria’, que atribuye falsa­ 40 sófico, teósofo, V. Dios Tepe, V. tupido
m ente a Iribarren (V. T E N E R ÍA ). Tentumiente
por tenuemente en Pedro de M edina (1548), A ut. T E R A P É U T IC A , tomado del lat. tardío thera-
D e r i v . Tenuidad. Atenuar [1433, Villena (C. C. peutxca, -órum, ’tratados de medicina’, y éste del
Smith, BHisp. L X I); 1555, Laguna]; atenuación; adjetivo griego OepXTir.’j -rixó; ’servicial, que cuida
atenuante; atenuatorio; alguna vez se ha empleado 45 de algo’, derivado de Oepa-e'jsiv ’cuidar de algo’,
atenuativo [Acad.] como término de semántica. E x­ ’cuidar de un enfermo (el médico)’. 1.a doc.: 1555,
tenuar [princ. S. X V II, Aut.]; extenuación [1580, Laguna.
Fdo. de Herrera]. D e r iv . Terapéutico [T err.; Acad. 1884, no
1843]. Terapeuta, de ÍJepa-EaTT,; ’servidor’.
Tenuta, tenutario, V. tener Teña, V. tiña y 50
tinada Tenada, V. tinada T E R A T O L O G ÍA , compuesto culto de Tipa?,
-x to ; ’prodigio, m onstruo’ y },¿-(oc, ’tratado’. 1.a
T E Ñ IR , del lat. t í n g é r e ’mojar, empapar’, ’te­ doc.: Acad. 1925, no 1884.
ñir’. 1.a doc.: 2.a m itad S. X , Glosas de Silos, D e r i v . Teratológico [id.].
n.° 261; h. 1300, Gr. Conq. de Ultr., 554. 55
T am bién está en Sem T ob, copla 33; APal. Terbio, V. itrio Tercelete, V. tres Terce­
82d, 1716, 213b, 500d; «t. de color: infició, tin- na, V. atarazana Tercenal, tercenco, V. tres
guo» N ebr. D e uso general en todas las épocas, Tercenista, V. atarazana Tercer, tercera, terce­
y conservado en forma hereditaria por todos los rear, tercería, tercerilla, tercerista, tercero, tercerol,
romances de Occidente; el paso a la conjugación 60 tercerola, terceto, tercia, terciado, terciador, tercia-
na, tercianario, tercianela, terciar, terciario, tercia­ Chaide (citas de Pagés). V. otras más modernas
zón, V. tres Tercer v., V. terso Tercil, V. en el trabajo de Malkiel. N o deja de ser notable
telliz T ercio, terciodécuplo, terciopelado, ter- la fecha tardía del vocablo (que falta en APal.,
ciopelero, terciopelo, V. tres N ebr. y en muchas fuentes medievales y del
5 S. X VI, investigadas con este objeto), aunque pue­
T ER C O , ’duro, fuerte’, ’obstinado’, voz herm a­ de explicarse por su carácter afectivo y popular,
na del cat. entere ’yerto, rígido’, bearn. tere ’cruel’, que induce a Pedro Espinosa (1625) a clasificarlo
’porfiado’, it. tirchio, terchio, ’avaro’, ’grosero’, y entre las «voces vulgares y malsonantes» (Obras,
quizá relacionada con el genov. ant. terca ’m ar­ 196.13). En portugués no parece haberse empleado
gen seco de la acequia’ : el origen de este grupo 10 realmente, aunque figura en algún diccionario2; sí
de voces romances es incierto, quizá del célt. se registra un gall. terque «terco, pertinaz, obsti­
* t e r c o s (irl. med. tere ’raro, escaso’, gaél. tearc nado» (sólo en el supl. de Valí.), pero es dudoso
id., y comp. el lat. arcaico tescum ’lugar agreste que sea antiguo en este lenguaje3. El arag. tierco
y desierto’). 1.a doc.: 1438, Corbacho; 1596, Juan conserva en Zaragoza la ac. antigua «tieso, ás­
de T o rre s; terquería está ya en M alón de Chaide 15 pero, endurecido» (Puyoles-Valenzuela), en M aga-
(1588). llón «áspero y rígido» (F . Lázaro, E l Habla de M .,
El sentido más antiguo, aun en castellano, de­ p. 23): la ie quizá se explique por influjo de tieso.
bió de ser ’duro, fuerte’ (o ’rudo’ o ’cruel’) : así D e aquí el vasco vizcaíno dekor ’testarudo,
en el Mq. de Santillana: «É sea la tu respuesta / terco’ (Azkue, M orf. 151.9), que existe tam bién en
muy graciosa, / non terca ni soberviosa / mas 20 vizc., pero ahí con el sentido de ’firme’ (con el
onesta; / o fijo quand poco cuesta / bien fablar, verbo derivado vizc. tenkortu ’echar raíces, hacer
/ e sobrado amenazar / poco presta», Proverbios alto por largo tiempo’) Dicc. Azkue. Que una y otra
(en el Canc. Baena f° 195 r°); Percivale (1591) son palabras de abolengo no muy hondo en vasco
define «a sower [’rudo, áspero’] fellow, a boyste- lo prueba ya la inicial, pues los vocablos en d- en
rous [’grosero’, ’violento’] person»1, y O udin re­ 25 vasco son sólo onomatopeyas y formas verbales,
conoce que según algunos vale «lourdaut, grossier, con mayor proporción de extranjerismos, y está
rustique», si bien pone ya en primer lugar la ac. probado que todas las voces en t- son adventicias
«obstiné, opiniastre». Sea como quiera, en el ej. en vasco. El celtismo terko, por lo tanto, se cambia
más antiguo significa ’fuerte’ : «¿viste jamás onbre en vasco en *derkor o *terkor por influjo del fre­
enamorado que non fuesse elato, sobervio e ar- 30 cuentísimo sufijo -kor propio de los adjetivos vas­
gulloso...? N on entyende que Ércoles el fuerte, cos, y de ahí pasó por disimilación, sea a dekor
nin Golias el gigante, nin Sansón, nin Alixandre, sea a terikor.
nin N enbrod el terco grande fuesen para le fazer M ás antiguamente que en castellano apare­
de más» (o sea ’domeñarle, vencerle’), Corbacho ce el vocablo en catalán, donde se ha dicho
ed. Simpson, p. 92 (la ed. Pz. Pastor, p. 85, sólo 35 tere4, pero la forma más castiza, al menos m oder­
trae N em brod el grande)-, alude a la Biblia, donde namente, parece ser entere, que por lo general
se califica a Nem rod de «cazador poderoso ante significa ’rígido, tieso’ (Fabra, Ag.), en Valencia
Jehová» (Gén. 10.9, traducido en el ms. I-j-3 por «cosa dura, de cuero, piel, etc.» (S. X V III, Sáne­
«Ninbrot, barragán en caca ante Dios»). ’D uro’, lo), «ert, rígid» (G. G iro n a ): los ejs. de Jaume
"cruel’, es lo que significa en el Q uijote: «de esse 40 Roig (1460), donde el vocablo rima en e cerrada,
Sancho tu escudero / las entrañas sean tan tercas presentan un sentido de vituperio moral, como
/ y tan duras que no salga / de su encanto D ul­ ’duro’ o ’perverso’ : «has vist d ’estranyes / mullers
cinea», «cuesco de dátil, más terco y duro que mal manses, / e no te-n canses / ni-t desconten­
villano rogado quando tiene la suya sobre el hito:' tes? / mullers parentes / encara cerques? / de
(II, lvii, 217; lxx, 267), y todavía reconoce esta 45 menys enterques / fas inventari; / molt volunta-
ac. A ut. al advertir que también vale «persistente, ri / véns a llurs b reg u es: / no par conegues / la
duro y fuerte como el mármol, y otras piedras, lur ferea / ni ta fluxea», «la muller vella / lo
para labrarse». Algo análogo significará en el ej. m arit jove / que bé la sove / fa lo que deu / . . . /
de Sebastián de Horozco (med. S. XVI) que he la vella enterca, / puys que mals cerca / . . . / ire-
citado s. v. huerco. Hoy en el Ecuador es ’des­ 50 la Déus», «son figurats / 1'enterch ebraych, / lo
pegado, desamorado, desabrido’. gentil laych, / pobles abdós, / pels servidos / dos
De todos modos en los más de los ejs. clásicos, jovencells» (vv. 6700, 1201, 14529). Pero era más
o bien ha llegado ya al significado m oderno, o está antiguo todavía, pues ya Eiximenis, a fines del
en una fase interm edia: «Quánto enojo siente la S. X IV, emplea enterquesa ’dureza, rudeza’ («e
Divina Magestad con los hijos tercos y rebeldes» 55 diu aquí matex la istória que enterquesa e turque­
Juan de Torres (Aut.), «en sangre trocó el agua sa de home proceheix de gran pagesia e dolentia,
del Santo / el cruel griego porfiado y terco» C. car tot hom polític e noble e civil es amorós e
de Virués (cuyo Monserrate es de 1588, pero re­ agrados» Dicc. Balari) y la forma entercament
fundido en 1602), «Oh, ¡cómo se quexa Dios de ’empedernim iento’ («e aqüestes persones diu que,
la dureza y terquería de los m ortales!» M alón de 60 pus que rahó han, no són sensades denant D éu
de lur entercament oposar», Ag.). U no de los ejs. 5 225) el corso tercanu «il piü bravo», donde bra­
más antiguos es el de la trad. de D ante por An- vo deberá entenderse más bien en el sentido de
dreu Febrer (1428) «gitats del cel, gent despitosa, ’valiente’ ( < ’duro, curtido’) que en el de ’bueno’.
enterca», que no significa ’terca’ como cree Ag., Por otra parte, en docs. medievales de Liguria
puesto que traduce el pasaje del Inferno donde el 5 encontramos la misma raíz, con un interesante y
ángel mensajero ahuyenta a las Furias y condena­ arcaico significado topográfico: en un doc. de d i­
dos que se oponen a la entrada de los poetas en visión de términos terca significa «ciglione», o sea
la Ciudad de D ite («O cacciati del ciel, gente di- ’borde alto de una acequia’7 (Rossi, Mise, di Sto-
spetta /. . ./ ond’esta oltracotanza in voi s’alletta?» ria It. XXXV, 135, 36).
IX , 91), y como dispetta es ’despreciable’, enterca 10 Que esto se enlaza sin dificultad con un adjetivo
ha de ser ’dura’ o ’perversa’ para adaptarse al que significa ’duro’, ’rígido’, ’cruel’, ’avaro’, no es
sentido del conjunto. El sustantivo entercament de difícil de adm itir tratándose de las márgenes se­
Eiximenis prueba que ya en el S. X IV existía el cas y estériles de una acequia, v por otra parte
verbo entercarse ’atiesarse, ponerse rígido’, que es esto nos recuerda el lat. arcaico tescum que Cice­
usual en la actualidad en los mismos lugares don­ 15 rón definió «loca aspera et difficilia», Varrón «loca
de se dice entere5; claro está que el prefijo en- de quaedam agrestia, quod alicuius dei sunt», el es­
entere se debe al influjo de este verbo“. Sin em ­ coliasta de Horacio «loca deserta et difficilia, lin-
bargo todo indica que aun en catalán debemos gua Sabinorum», y lo empleó el arcaico Accio en
partir del adjetivo tere y no del verbo entercar, ■el pasaje «quis tu es mortalis, qui in deserta et
que derivará de tere. Éste lo he oído en T arra­ 20 ■tesca te apportes loca». Ahora bien, los especialis­
gona aplicado a un tejido tieso y rígido («la llana tas más autorizados8 han coincidido en ver ahí un
és flonja pero la pana és terca»), lo cual se da la testimonio de la antigua comunidad lingüística
mano con el uso aragonés de tierco, y hay buena ítalo-céltica, pues el vocablo latino coincide con el
base para fechar tere en el S. X IV, pues, como irl. med. tere ’raro, escaso’ («spärlich, knapp»,
observa Malkiel, las formas turc y turquesa em ­ 25 Windisch), irl. mod. tearc «few, rare, scarce»
pleadas entonces por Eiximenis han de ser alte­ (O’Reilly), gaél. escocés tearc escarce, rare», irl.
raciones de tere y terquesa por etimología po­ med. te(i)rce ’escasez, rareza, carencia’, que lo mis­
pular. mo que el lat. tescum supone un anterior * t e r s c o s
Allende los Pirineos tere es vocablo peculiar al ’seco, estéril’9, derivado de la conocida raíz indo­
Beame, donde ya lo emplea en el S. X V I Arnaud 30 europea T E R S - ’estar seco’ (irl. tir ’seco’, ’tierra’,
de Salettes, con el sentido de ’cruel’, en los versos lat. ierra, irl. tart ’sed’, a. alem. ant. durst id.,
citados por Lespy y M istral: «desliura’m de la vio- etc.). El grupo - r s k - se redujo sistemáticamente
lensa / de la gent terca qui m ’ofensa»; hoy térc, a -rk- en irlandés y sin duda en todas las lenguas
térque, con e cerrada, sigue empleándose en el célticas10, la e irlandesa puede corresponder lo mis­
valle fronterizo de Aspa y en 'os Altos Pirineos 35 mo a i antigua que a i , y siendo así que el vo­
en el sentido español de «tenace, opiniâtre, têtu», cablo ha de rem ontarse hasta el período común
pero tam bién se conserva el derivado tercous «co­ ítalo-céltico, no hay inconveniente en postular la
lère, furieux» en la Lomagne (extremo N E. del existencia de * t e r c o s ’seco, estéril’ en el celta con­
territorio gascon), y Pei de G arros, poeta del G trs tinental".
en el S. XVI, empleó con el mismo sentido la 40 Desde luego nada más fácil desde esta base se­
variante dercous (Palay, II, 572, 656). mántica que llegar a ’avaro’ y por otra parte a ’du­
Reaparece en Italia en la forma tirchio, propia ro ’, ’grosero’, ’cruel’ y aun ’porfiado’: recuérdese el
especialmente de Toscana, con el sentido de «avaro, caso de arisco que tam bién se aplicó prim ero a la
spilorcio», empleado por el Lasca (med. S. XVI) tierra arenisca y luego a una cualidad humana
y otros autores florentinos; hay variante térchio, 45 harto semejante a la terquedad; el it. croio, oc. croi
empleada por el florentino Sacchetti en la 2.a m i­ ’cruel’, ’avaro’, viene análogamente del galo * c r o -
tad del S. X IV, con el sentido de «zotico, salvatico, d i o s ’duro’, fundado en el irl. cruai'2. Me ade­

rozzo», y es de notar que así Sacchetti como el lanto a conceder que deben subsistir dudas acerca
Lasca lo aplican a campesinos y palurdos; faltan de esta etimología, a pesar de la im presionante
estudios etimológicos sobre el vocablo, y Miglio- 50 semejanza del irl. tere con el cast. terco, y del lat.
rini se limita a sugerir que venga de plrchio, an ­ tesca con el genov. ant. terca, pues siempre queda
ticuado con el mismo significado : lo empleó el la posibilidad de una homonimia engañosa; la com­
tam bién florentino Baldovini (S. X V II) y hoy se binación tere-, sin embargo, es ya muy singular.
dice así en Pistoia según Petrocchi; pero me pa­ Que un adjetivo sea de origen céltico no debe
rece claro por el contrario que es el más tardío 55 extrañar cuando hay bastantes conocidos con este
y local, y menos conocido, plrchio, el que ha de origen (oc. croi, fr. creux, fr. ant. bloi, etc .): hoy
ser alteración de tirchio, sin duda por cruce con tiene sentido moral, pero es probable que en el
el sinónimo piloreio (spilorcio). Hay huellas de la origen se aplicara a un terreno duro y estéril,
palabra en otras partes de Italia: ya Rohlfs se­ como el genov. terca, pues A ut. lo aplica todavía a
ñaló (A S N S L C L X IV , 158; B hZR P h. LXX XV , 60 las piedras duras como el mármol, orden de ideas
elemental en el cual no sorprende encontrar reli­ hasta ’terco’, está claro que la síncopa i n t e r n e c a -
quias prerromanas. Que el área actual de terco y T U S > *enlercado es poco menos que inconcebible
sus congéneres no es la más típica de los celtismos, en el aspecto fonético: V. las razones que he dado
es verdad, pero no se olvide que tierras como a propósito de la idea de Spitzer, y aquí nótese
los Pirineos, Córcega y la Península Ibérica son el 5 además que subsistiendo n e c a r e tn romance, con
lugar por excelencia a propósito para la supervi­ vida bien lozana, de ninguna manera podía p ro ­
vencia de vocablos envejecidos en otras partes. ducirse una síncopa, cuanto menos una síncopa
Sobre todo estamos ante una vieja palabra de anterior a la Edad Media como debiera serlo para
área geográfica m uy vasta, que de una manera u anticiparse a la sonorización de la -c-.
otra debemos explicar, y las etimologías propuestas 10 En una palabra, hay que abandonar el prejuicio,
hasta ahora apenas pueden tomarse en serio. Diez, procedente de Covarr., de que terco derive de un
después de sugerir como étimo t e t r í c u s (con ra­ verbo, y volver a la explicación natural de este
zón calificado de imposible fonéticamente por adjetivo por una base adjetiva.
M -L.), declaró prudentem ente su ignorancia ante D e r i v . Terquear [Oudin], Terquedad [1596, J.
el vocablo. La única sugestión cuya imposibilidad 15 de Torres]. Terquería [1588, M alón de Chaide].
no salta a la vista es la de Spitzer (R F E X , 71-72), Terqueza antic. [1596, J. de Torres], Entercar
que pasó al R E W (4481a) con un gran interro­ salm.
gante : entercarse vendría de un * i n t e g r i c a r e , 1 En la parte inglesa-castellana traduce stubbor-
derivado de i n t e g r u s ’entero’, y de entercar (que ne sólo por «pertinaz, contumaz».— " Aparece
en castellano sólo se ha señalado como reciente 20 primeramente en Bluteau, quien se limita a re ­
dialectalismo salmantino) se habría sacado el adje­ producir la etimología de Covarrubias; ahora bien,
tivo terco; pero hay que proclamar que esta eti­ Bluteau hace esto a veces con palabras que nunca
mología, inaplicable según reconoce Spitzer al it. han existido en portugués. De Bluteau lo repro­
tirchio, es imposible fonéticamente por lo que ha­ duce Moraes, pero D . Vieira ya dice que es pa­
ce a todas las formas rom ances: una síncopa tan 25 labra desusada y prueba no conocerla personal­
temprana como para im pedir la sonorización ape­ mente al escribir la forma falsa lergo (igual H .
nas sería concebible, tras el grupo G R , en un idio­ Michaélis). Fig. dice que es desusado.— 3 Nótese
ma como el francés, desde luego no en los ro­ la h abierta y la -e final anómalas, que podrían
mances del mediodía13. Esta etimología, como la indicar un préstamo castellano. De todos modos,
siguiente, parece inspirarse en la ocurrencia de 30 es digno de notar el hecho de que Rosalía de
Covarr. de derivar terco del verbo culto altercar; Castro emplee terco en el sentido de ’duro’.—
pero adviértase que el carácter postverbal de un 4 Como ’obstinado’ en el dicc. valenciano de
adjetivo como terco es inverosímil en grado sumo, Escrig, y así lo he oído tam bién a una mujer de
puesto que el verbo sólo existe en catalán, y es Gerona, pero en estos casos hay que sospechar
ajeno al occitano, al italiano y prácticamente al 35 castellanismo, y lo mismo indica la forma mallor­
castellano: es, pues, una creación local, que no quína terco, registrada por Amengual. L o genuino
puede tomarse como base de toda la familia. En en este sentido es tossut o porfidiós.— 5 N i éste
cuanto al cat. entercar, V. lo que digo al final, del ni el verbo son vivos en, el uso familiar barcelonés,
párrafo dedicado a esta lengua. pero sí en la lengua literaria y son populares en
En cuanto al trabajo de Malkiel (P M L A L X IV , 40 muchas partes del Principado y del resto del te­
570-84), su documentación es, como siempre, muy rritorio lingüístico. E n algún punto, más vivo
útil, pero la etimología que ahí propone es singu­ que el adjetivo es el verbo; recuerdo que m i pa­
larmente infortunada: ¿quién creerá que terco dre emplea entercat varias veces en sus obras,
pueda derivar del verbo lat. i n t e r n e c a r e ’des­ pero no recuerdo que emplee entere. Copio de
truir’, ’matarse recíprocam ente’, que está a cien le­ 45 una papeleta suya de 1898, oída en el alto Am-
guas de terco por el sentido y por la forma? D e­ purd'án: «entercarse: q u e d a rse parat sense po-
jemos a un lado el hecho de que este verbo latino der-se m oure; ex. quan va passar la bruixa, va
es bastante raro, y parece una creación más o m e­ quedar-se entercada davant de l’aigua beneita ti­
nos ocasional de Plauto y de algún autor de baja rada al correr». En este punto como en tantos es
época; pero ya es más grave el que esta base 50 ampurdanés el léxico literario de mi padre.—
latina no haya dejado descendencia fidedigna en ‘ U no de los malos usos de que se libraron los
otros rom ances14, y desde luego no se ha conser­ payeses catalanes de remenga en el S. XV se lla­
vado en español: ¿quién no ve que el hápax en- maba la enterca; así lo denomina la sentencia de
ternegado en H . A. de H errera (1517) ’ofuscado, G uadalupe de 1486 (Constitucions de Cat., ed.
obcecado’ (los mismos moros enternegados en su 55 1704, II, libro 4, tít. 13, const. 2, § 10), mientras
secta) es i n t e n e b r i c a t u s ( > entenergado, comp. que el proyecto de concordia de 1462 lo llama
oc. ant. entenerc ’oscuro’)? 15. Aun admitiendo que enterquia (Hinojosa, El Régim en Señorial y la
i n t e r n e c a t u s hubiese existido en romance, y aun Cuestión Agraria, 368, 314). Se cita junto con la
si nos decidiéramos a seguir a Malkiel en el saito cussura, alberga, menjar de bailes, pernos de
mortal que no vacila en dar desde ’destruido’ 60 camsalada, etc., pero no sabemos en qué consistía
e Hinojosa (p. 184) dice que no lo ha hallado tan compleja como los célticos. La e irlandesa
en los documentos. ¿Sería derecho cobrado por procedente de I o de 6, puede convertirse en i
esterilidad, como la eixorquia? ¿Por crueldad o por influjo de una antigua -u final; ciertos grupos
maldad del payés? ¿Por su ausencia contumaz o consonánticos (entre los cuales figura r k ) pueden
rebeldía?— 7 Tercerium «che sovente s’incontra in 5 impedir este cambio y lo hacen así cuando la c
carte che trattano di pascoli, indicava u n tratto di procede de una antigua f., pero no suelen pro­
territorio, sul quale, durante 1’inverno, i pastori ducir este efecto cuando proviene de una antigui
potevano percorrere coi loro greggi, in mancanza i; de ahí parece deducirse que la forma de tere
di strade» (Rossi, p. 98), bien podría ser otro de­ en paleocéltico fué más bien * T E R C O s que * t i r -
rivado del mismo vocablo, cuyo sentido primitivo 10 cos. Pero en realidad no caben afirmaciones ab­
sería ’lugar seco, estéril’, como han de serlo los solutas, de suerte que Pedersen se expresa en
bordes de acequia., los límites de términos y los este punto en forma muy condicional («sie
lugares incultos por donde pueden transitar los s c h e i n e n aber m e i s t n u r die Hebung des
rebaños. Sin embargo, es verdad que podría tra­ e, nicht die Hebung des i zu verhindern», I,
tarse del tercerium o tertiarium que registra Du 15 367); en efecto, hay que tener en cuenta también
C. en el sentido «modus agri»; por otra parte que las terminaciones flexivas de los nombres
cabe replicar que D u C. tam bién trae tercolium en -u no siempre term inan en -u, y que formas
«modus agri», que parece coincidir con la variante como tercai ’rareza’ (acusativo) tendrían su in­
tergorium que Rossi da a continuación, de suerte flujo. Luego no puede descartarse la posibilidad
que bien podría haber ahí derivados de * t e r c o s , 20 de que la base céltica fuese * t ! r c o s más bien
tanto más cuanto que en D u C. encontramos que * T é r c o s . Todos estos pormenores fonéticos
tam bién tercus, terculum y tercula aplicados to­ están sujetos a una m ultitud de reacciones am -
dos a nociones topográficas. Con todo prefiero lógicís, como las que impidieron la formación de
no apoyarme en este conjunto de vocablos de una variante *teurc, como sería regular según las
sentido más o menos oscuro y mal localizados, 25 normas fijadas por T hurneysen, A Grammar of
mientras un medievalista no precise las realidades Oíd Irish, § 171. Finalmente observemos que
lingüísticas que puedan esconderse tras este bajo aun cuando el cast. terco con su falta de diptongo
latín. No parece haya relación con el verbo umbro pide más bien una base * T ÍR C O S que * T 6r c o s ,
terkantur ’sean vistas, inspeccionadas (las quintas ni siquiera si fuese seguro que la forma antigua
partes)’ = gr. Sépxojica (Tabl. Eug. II I, 9, E r- 30 hubo de ser * T E r c o s habría motivo para dudar
nout, L e Dial. Ombr. p. 99).— 8 H. Pedersen, de la etimología, pues ya en otros puntos he se­
Vgl. Kelt. Gramm. I, 81, 368, 480; Stokes-Bezz. ñalado hechos que indican que la 6 celtibérica
130; MacBain, A n Etymolog. Dict. of the Gaelic tenía un tim bre cerrado; vid. B ER R O , S E R N A ,
Lang., s. v .; E rnout-M ., Dict. Étym. de la L. L É G A M O y otros que allí cito. Desde el punto
Lat., s. v.— 9 Y sin embargo tam bién se puede 35 de vista etimológico * T é r c o s es más fácil de jus­
creer — y habrá que estudiarlo mejor— que este tificar (pues R da ri o ar, pero no ir); claro que
céltico t e r c o - ’escaso, raro, poco’ venga de la ignoramos el detalle de la evolución fonética del
raíz ieur. t r k - cuya existencia ha quedado últim a­ celta continental. En fin, -terco es terminación fre­
m ente bien establecida al demostrarse la unidad cuente en el plomo de Alcoy y Atecubeiaterco{s)
del tocario tark- «tourner, tordre» con el ser. 40 nombre de un dios de la caballería en un sillarejo
tarkú- ’huso’, nis-tarkyá- «détordable» y con la de la Alcudia de E lch e: célt. Ate-cobio-tercos 'el
familia hitita de tarku(wái)- ’danzar’, propiamente duro o cruel en las grandes victorias’. L a fre­
«tournoyer, pivoter», «se démener, tourner fré- cuencia de formaciones en -terca y análogas (vo-
nétiquement», tarkuwant- «(un regard) égaré, (les ril-terca, burl-terca, -tenca, -torenca, -tirican, ta-
yeux) qui roulent», como lo ha probado Benve- 45 racar-) en el Plomo ibérico de la Bastida de les
niste, H ittite et Indo-européen, 1962, p. 125 (no Alcusses de M oixent (vid. los textos en Gz. M o­
es seguro, aunque no esté descartado, que todo reno, La Escr. Bastulo-Turd., X LIV , X LV II)
esto vaya con el lat. torqueo y congéneres). De me conduce a sospechar que, en esta zona de
ideas como ’duro, violento, cruel, grosero’ a las mezcla iberotartesia con lo céltico, -terco- es una
de ’torcido’, ’frenético’ y aun ’raro’ no deja de 50 raíz ibérica que, a través del lenguaje céltico,
haber un enlace visible (cf. el cast. raro ’extra­ pero algo híbrido, de los celtiberos se propagó
ño’, etc.).— 10 Pedersen no limita el fenómeno a hasta el céltico goidélico, más bien que en sen­
ningún idioma céltico, aunque sólo cita ejs. ir­ tido contrario (V. mi ponencia en las /leías del
landeses (pp. 80-81); la tendencia a reducir a J ." Col. de Leng. y Cult. Prerr. de la Pen. Ib é ­
dos elementos o a uno estos grupos de tres o dos 55 rica, Salamanca 1976, p. 91). De todos modos, el
consonantes es desde luego común a todas las carácter céltico del intensivo A te- (H. Schmidt,
lenguas célticas (spr > sr, str > sr o ir, st > Die Kom position in gallischen Personennamen,
s, nsk > sk, nst > st, ts > s, etc.).— 11 Algún 1967, proporciona docenas de ejemplos) de -co' 10
detalle de la cuestión no es indiscutible, como ’victoria’ (Vercobios, irl. ant. cob-, etc.) es indi Ja-
hay que esperar en idiomas de historia fonética 60 ble.— 12 En el aspecto fonético el it. terchio-tirchio
(< tercio) nos presenta un caso más de la frecuen­ versar, V. postergar Teriaca, teriacal, V. fiero
te repercusión italiana, como en rischio, lentischio, Tericia, V. ictérico Teriduela, terigüela, V. te­
vischio, granchio, etc.— 13 Es sabido que en la lera Teristro, V. termo Teriyuela, V. tele­
inmensa mayoría de los casos el iberorromance ra Terliz, V. telliz y lizo Termal, termas,
sincopa después de la sonorización, hasta el ex­ 5 V. termo-
tremo de que en excepciones como arrepentir es
seguro el préstam o francés. L a síncopa temprana T E R M E S, tomado del lat. termes, -itis, ’insecto
se limita a reunir dos consonantes simples que masticador de la m adera’. 1.a doc.: Acad. 1936.
forman grupos m uy fáciles como -Id-, -st- o -le-; Se ha empleado algunas veces en cast. la forma
es sabido que mascar, contar, Salamanca y aná­ 10 afrancesada termita (en traducciones de libros de
logos — caso bastante raro— no han conservado viajes, etc.). Quizá sea representante popular del
la sorda desde el latín, sino que mast'gar volvió mismo vocablo el arag. termices, tem ices (Borao,
a mas(t)car por influjo de la l sorda y apoyada B hZR P h. LXX XV , § 138a), ’gusanillo de la carne
(en el caso de contar tenemos el testimonio podrida’ (de u n plural arag. *térmez t e r m í t e s ) .
cuempetet del S. X , que nos prueba cómo la 15 D e r i v . Termitero.
síncopa fué ahí m uy moderna y posterior a la
época de sonorización de las intervocálicas). Térmico, termidor, V. termo-
Cuando un grupo precede a la vocal sincopable
casi nunca se produce la síncopa,, pero si lo hace T É R M IN O , tom ado del lat. terminus ’mojón’
tras un grupo implosivo-explosivo (como S T , l v 20 ’linde’. 1.a doc.: Berceo.
y análogos), nunca —al menos en castellano— T am bién aparece en el Apol. y en el Conde
tras una cadena explosiva como g r.— 14 La idea L uc.; N e b r.: «t. por fin: term inus, fin is; t. por
de que las varias formas dialectales italianas co­ territorio: ager; t. por linde: lim es; t. de carre­
mo Valtellina sternegar, T ren to stenegar «am- ra: meta». Empleado en todas las épocas, y muy
m orbare, soffocare» procedan de i n t e r n e c a r e , y 25 popularizado desde los clásicos por lo menos. En
no simplemente de stra-negare, como es obvio, éstos toma con frecuencia el sentido de ’conducta
no la aceptará nadie, aunque la haya consagrado discreta’, ’conducta en general’ (Pz. de H ita, ed.
M - L .: la vacilación entre sternegar y la forma Blanchard y Rivad. II I, 529a; Lope, Pedro Car­
lombarda tarnegá comprueba que se trata del pre­ bonero, v. 2519; Marqués de las Navas, v. 1702),
fijo italiano stra-, tra-,— 15 El port. dial, aterne- 30 ’cortesía’ (M arqués de las Navas, v. 301).
gar ’cansar’ que cita M -L ., si realmente existe, va D e r i v . Terminacho. Terminajo. Terminal. Ter-
más bien con el cat. esdernegar id., fer dernes minista. Term inote. Term inar [Berceo; Apol.; usa­
’hacer añicos’, oc. tamagué, R E W 2478. Piel (RF do en todas las épocas y hoy enteram ente popu­
L X III, 430) sospecha una confusión de M -L. lar, y aún más usual que acabar en algunas partes
con el duriense aterneguir «secar, m urchar por 35 de América, donde éste se puede tom ar en mal
falta de água» (Moraes, 10.a ed.). sentido], de terminare ’limitar’, ’acabar’; termi-
nable, terminación; terminado ’rem ate de u n edi­
Térdega, V. túrdiga ficio’, ant. (Gr. Conq. de Ultr., 329); termina-
dor; terminante; terminativo. Tom ado de la forma­
T E R E B IN T O , tomado del lat. terebinthus, y 40 ción bajo-latina term inium : oc. ant. termeni, -m ini
éste del gr. 'repáfiivOoí id. l . c doc.: Aut. ’frontera, linde’, ’térm ino’, ’plazo’, cat. termini
Falta todavía en Covarr. y Oudin. Alteración ’plazo’, ’térm ino’ (y determini determinación), gall.
del mismo es turbinto. teremiño ’breve rato’ (un teremiño de tempo, Sarm.
D e r i v . Terebintáceo. Terebintina [1555, Lagu­ CaG. 2 \ l v \ ajeno al portugués). Contérmino. D e­
na], por lo común alterado en trementina [Nebr.], 45 terminar [Berceo; Cuervo, Dicc. II, 1198-1203], to­
como en port., cat. e it.; ingl. turpentine o ter- mado de determinare id .; bastante popular desde
pentine, de donde el derivado terpin > cast. terpi- el Siglo de Oro, determinarse toma desde enton­
na; terpinol; terpeno. ces, y más en nuestros días, el sentido de ’deci­
dirse’ y aun ’atreverse’ (en parte alterado en ater-
Terebrante, terebrátula, V. taladro 50 minarse, and., extrem., cespedos., albac., R F E XV,
258; X X V II, 245), ya en Pz. de H ita (Rivad.
T E R E N IA B ÍN , tomado por vía culta del ár. I I I , 574a; ed. Blanchard, 245), T irso (Vergonzo­
tarangubín, de origen persa. 1.a doc.: 1555, L a ­ so, Cl. C., p. 33), Quevedo (Buscón, Cl. C. 103);
guna. comp. m i nota en A IL C I, y para otras cuestio­
Eguílaz, 505; Dozy, Suppl. I, 146a. Claro está 55 nes de este verbo, Cuervo, A p .7 pp. 340, 355;
que tereniabín no es más que una lectura errónea determinado ’audaz’ [h. 1560, Feo. V ásqufz, Jor­
por terenjabín. nada de Omagua, en Serrano y Sanz, H ist. Pri­
mitivos de Indias; romance de germanía anónimo,
Tereque, V. tareco Terete, V. taladro p. p. Hidalgo, R H X III, 31]; determinación
Tergiversable, tergiversación, tergiversador, tergi­ 60 íprinc. S. XV, Canc. de Baena; Cuervo, Dicc.
II, 1197-8]; determinable; determinamiento; de­ 1 Es sabido que estas alternancias -e -o son
terminante; determinativo; determinismo; determi­ frecuentes en los gitanismos (vid. C A L É -o
nista. Exterm inar [1499, Comend. Griego, Aut.], C A L Ó ): no hay que recurrir, por tanto, a con­
de exterminare id .; exterminable; exterminio taminaciones, como la de fuerte, para explicar
[Aut.], y más recientemente exterminación; exter- 5 la terminación en -e de la voz castellana.
minador. Transterminar; transterminante.
C p t . Terminología. Ternejal, ternejo, V. terne Ternejón, terne­
ra, ternero, ternerón, terneruela, ternez, terneza,
Termita, V. termo- y termes Termitero, ter- ternezuelo, ternilla, ternilloso, ternísimo, V. tierno
m iz, V. termes 10 Terniz, V. termes T em o , V. tres Ternura,
V. tierno
T E R M O -, prim er elemento de compuestos cul­
tos, tomado del gr. 0ep¡j.óc ’caliente’. Termocau­ T E R O o T E R U T E R U , rioplat., boliv., im ita­
terio. Termodinámica. Termoeléctrico; termoelec- ción del grito ds esta ave. 1.a doc.: fin S. X V III,
tricidad. Term óm etro [A u t.]; termometria; termo- 15 José Guevara.
métrico. Termoscopio. Termosifón. D el adjetivo «El terotero... repite en su canto estas cláusu­
en cuestión directam ente vienen o derivan: Ter­ las : teu leo, y por eso, con alguna corrupción
mos [Acad. 1925, no 1884], Termas [S. XVI, le llaman los españoles terotero y los indios con
Crón. Gral. de Ocampo, Aut.], del lat. thermae, mayor propiedad teu teo», escribió este cronista,
y éste del gr. 0£p¡¿á id., propiamente neutro pl. 20 cita de M orínigo, B A A L III, 165. El vocablo
de Gep[xóc; termal. Térmico. Termidor. Term ita existe también en guaraní como nombre de la
’mezcla metálica que produce tem peraturas ele­ misma ave. En la Arg. se lee a veces teruteru
vadas’. Atérmano. Diatérmano. Diatèrmico. T e- (Tiscornia, M . Fierro coment. 119n.; Draghi,
ristro [Lope, Aut.], de flépiurpov ’vestidura lige­ Canc. Cuyano, p. 226) o tero-tero (Draghi, Canc.
ra, de verano’, de la misma raíz que dicho ad­ 25 578), o tilo-tilo (Fausto Burgos, La Prensa de B.
jetivo. A ., 15-11-1942), pero el nombre corriente es tero
(M . Fierro I, 2133; Lynch, La Nación, 1-1-1940;
T em a, V. lagarto y tres Ternario, V .' tres Draghi, p. 299; etc.). La descripción de la Acad.
Tem asco, V. tierno e igüedo es muy poco exacta, pues el tero va comúnmente
30 solo y chilla siempre que algún forastero se acer­
T E R N E , ’fuerte, robusto’, ’valiente’, del gitano ca al ra n c h o : viene a ser el perro criollo. El
tem o ’joven’. 1.a doc.: 1833-51, en el arg. Asca- chillido del tero me suena como tiru tiru.
subi; Acad. 1884. Clavería, N R F H V II, 127-33',
lo documenta desde Espronceda en la ac. ’valiente’ Terpina, terpinol, V. terebinto Terquear,
y desde h. 1900 en la ac. ’fuerte, robusto’. 35 terquedad, terquería, terqueza, V. terco Terra­
Definida por Acad. (1884): «valentón», a la cual cota, terrado, terrado, terraguero, V. tierra
en edics. posteriores se ha agregado «fuerte, tie­
so, robusto de salud» y «perseverante, obstinado». TERRA JA , origen incierto, probablemente del
Es palabra favorita de Ascasubi («por mozo tra­
.a
ár. tarráha ’lo que se echa encima de algo’, ’fun­
bajador / don Faustino lo quería, / ... / honrao 40 da’, ’colchón’, ’especie de velo’. 1 doc.: T err.
a carta cabal / y terne si se ofrecía» S. Vega, Con las definiciones: «entre cerrajeros y herre­
v. 1173; id. 2814; otros citados por Tiscornia, ros, instrum ento para hacer tornillos, tanto hem ­
M . Fierro coment. 485-6) y demás gauchescos bras como machos, del grueso conveniente», «lla­
(Ai. Fierro I, 1273). Pero tam bién es usual en man los plateros a una especie de hilera cuyos
España, no sólo en Andalucía (R H X L IX , 607), 45 agujeros torneados les sirven de molde para sa­
sino en el Centro y en el N orte (Pz. de Ayala, car tornillos o varas torneadas, ya más gruesas,
Pereda). En el Perú y el Ecuador corre el deri­ ya menos», «llaman los fundidores de campanas
vado ternejo («valiente, enérgico, vigoroso», Le- a un instrum ento recurvo, que viene a ser una
mos, Semánt. Ecuat., s. v.), en Cuba y Río de tabla que da vuelta, y por razón de su figura va
la Plata ternejal con el mismo sentido. El vago 50 trazando el molde de la campana» (V. más de­
parecido con tem o ’juramento, porvida’ parece talles). L a Acad. ya en 1817 admitía tarraja (con
ser casual. Como indica M . L . W agner (Z R P h . variante terraja) explicándola «tabla o chapa de
X L IX , 109), se trata del git. general tem o ’jo­ metal cortada con arreglo al perfil de una o va­
ven’, ’juventud’, o mejor de su plural colectivo rias molduras, para formarlas de yeso» (después
terne', que cuenta con numerosa familia en las 55 ha precisado que es «tabla guarnecida de una
hablas gitanas, en la de España tem ará ’joven, chapa de metal» y que se emplea corriéndola
nuevo’, teroné ’animoso, entero’, ternariló ’valentía’. cuando el yeso, estuco o m ortero están todavía
En definitiva procede de la India : hindustani tarún blandos); también daba ya entonces terraja para
«young, adult», ser. tarima. El paso de terno a «cierto instrum ento que usan varios oficios que
tem e cabe sea debido a influjo del sinónimo fuerte. 60 trabajan en metales para hacer los tornillos: es
de acero, y en él están formadas las roscas del Terrentero, V. torrontés Terreno, térreo, terre­
tamaño que necesitan». El derivado tarrajazo en ra, V. tierra Terrería, V. terror Terrero,
el Ecuador significa «desgracia inesperada, acon­ terrestre, terrezuela, V. tierra Terribilidad, te­
tecimiento desagradable y sorpresivo, enfermedad rrible, V. terror Terrícola, V. tierra Terrífico,
violenta» (Lemos, Sem ánt. Ecuat., s. v.). 5 V. terror Terrígeno, terrino, territorial, territo­
Port. tarraxa «a pega, que com ondas cóncavas e rialidad, territorio, terrizo, terromontero, terrón,
convexas, entra na porca e aperta», ya en Blu- terronazo, V. tierra
teau, quien cita tarraxado- «feito em tarraxa ou
a modo de tarraxa» en una obra técnica que no T ER R O R , tomado del lat. terror, -dris, id., de­
parece antigua; Fig. «parafuso; cavilha, cu n h a; 10 rivado de terrére ’espantar, aterrar’. 1.a doc.: San-
utensilio de cerralheiro com que se fazem as ros­ tillana (C. C. Smith, BHisp. L X I); APal. 279d,
cas dos parafusos»; otros, como Moraes, escri-, 495d.
bieron tarracha, pero como observa Fig. está esto; Falta en N ebr., pero yá está en C. de las Ca­
desmentido por la pronunciación de T ras os M on­ sas y demás vocabularios clásicos, es frecuente
tes y de la Beira, donde los dos sonidos se dis-: 15 en Góngora y A ut. cita varios ejs. del S. X V II.
tinguen; en algunas partes pasa a designar la Hoy es usual aun en el lenguaje hablado de la
espita de to n e l: «pelo signal / da santa larra- gente educada.
cha, / vinho m aduro / nao emborracha» (Andra- D e r i v . Terrorismo [Acad. 1884, no 1843]; te­
de, Tradifóes Populares da Prov. do Douro, 26). rrorista [id.]. Aterrorizar [1723, D Hist.; no Co-
Tam bién gall. tarracha (Carré) y ast. tarrancha «el 20 varr.]. Son tam bién cultismos (salvo terrecer) los
herraje de puertas y ventanas, tal co m o ' bisagras, siguientes vocablos, pertenecientes asimismo a la
etc.» (G. Oliveros, 138), donde hay confusión con familia de terrére. Terrible [ya en las antiguas bi­
el fr. taranche (vid. T R A N C A ); claro que no blias judeoespañolas (RPF X II, 1963, 10; h. 1400,
puede tratarse del germanismo targa ’escudo’, como y frecuente desde med. S. XV, N R F H V, 238;
quisiera G dD D 6578. 25 APal. 5 1Od, 511b; N ebr.]1, de terríbílis id .; terri­
Puede decirse que nadie ha estudiado la etim o­ bilidad, raro, todavía más raros terriblez, -eza.
logía, sólo Lecoy (Rom. L X V III, 8) sugiere que Terrecer o tarrecer ast., león, ’sentir tem or’, ’mos­
venga de un * t e r e b r a c u l a derivado de t e r e b r a ­ trarse perezoso’ (R), derivado de t e r r é r e , con ter­
r e ’taladrar’, lo cual no es muy convincente en minación incoativa; aterrecer [APal., DHist.], gall.
el aspecto semántico, pero más difícil es en lo 30 ant. esterrecer tr. ’aterrar’ (Ctgs. 20.39), intr. ’que­
fonético. La fecha tardía del vocablo en caste­ dar aterrado’ (id. 58.27), port. norteño estarrecer,
llano y en portugués permite creer que la sea también con ambas construcciones y acs. (Fig.),
pronunciación andaluza de una h con aspiración, gall. mod. estarrexer intr. («seguirá sofrindo e
y que este tecnicismo pasara de Castilla a Portugal -xendo diante do xefe» Castelao 221.4). Para ate­
adaptándose al modelo de caja = cara, roja = roxa, 35 rrar, vid. T IE R R A . Terrería ant. ’amenaza’ raro
etc. (comp. horoba > ast. xiroba ’joroba’). (Conde Luc., ed. K nust, 135.11). Impertérrito [fin
Entonces puede tratarse de una palabra ará­ S. X V II, A ut.), de im perterñtus, negativo de per-
biga bien conocida, tarráha, que designa obje­ territus, propiamente part. pasivo de perterrére
tos materiales muy diversos, particularm ente la ’aterrar’.
gualdrapa, funda o caparazón de un caballo (así 40 C p t . Terrífico [fin S. X VI, Aut.], de terñfícus
en Egipto y entre los beduinos), «panneau d ’une id .; hoy poco usado y reemplazado por terrorí­
selle» (Bocthor), ’jergón’, ’colchón’, un ’velo que fico.
cubre el turbante’, una ’red arrojadiza’ (en este ' Sustantivado designa en el Sur de Chile un
sentido ya en R. M artí, S. X III, y de ahí el cast. gusano o animalito empleado como cebo por los
A T A R R A Y A ), vid. Dozy, Suppl. II, 32; el sen­ 45 pescadores.
tido fundam ental es ’lo que se echa encima de
algo’, pues esto es lo que significa el verbo tárail Terrosidad, terroso, terruño, terruzo, V. tierra
(de ahí tam bién T A R E A y T A R A ); si ya en ára­
be designó la terraja, que se echa encima del T ER SO , tomado del lat. térsus id., propiam en­
yeso o del tornillo, no podemos asegurarlo, y es 50 te part. pasivo de tergére ’enjugar’, ’lim piar’, ’b ru ­
natural dado nuestro escaso conocimiento del voca­ ñir, pulir’. 1.a doc.: en Juan de M ena ( t 1456),
bulario técnico del árabe de España y aun de Áfri­ vid. Lida, p. 135; O udin; 1615, Quijote; tersí­
ca, pero tal sentido no tiene nada de sorprendente. simo, 1580, Fdo. de Herrera-
D e r iv . Atarrajar [Acad. 1770] o aterrajar. Terso es ya frecuente en las obras más m oder­
55 nas de G óngora; no está en Covarr., pero A ut.
Terraje, terrajero, terral, terraplén, terraplenar, cita bastantes ejs. del S. X V II. Hoy está bien con­
terráqueo, terrateniente, terraza, terrazgo, terraz­ solidado su empleo en la lengua escrita.
guero, terrazo, terrazuela, terrazulejo, terrear, V. D e r i v . Tersura [1580, Fdo. de H errera, A ut.];
tierra Terrecer, V. terror Terregoso, terre­ raramente tersidad. Tersar [Quijote], raro, como
moto, terrenal, terrenidad, terreno, V. tierra 60 ya observa A ut. Deterger, raro, tomado de deter-
gere id .; detergente; detersión; detersivo; deter­ dor en la fachada frontera al theatro superior, y
sorio. más alto que todos los aposentos», «la junta vo­
luntaria o congresso de hombres discretos para
Tertil, V. arrelde discurrir en alguna m ateria; algunos dicen tertú-
5 lea», «la junta de amigos y familiares para con­
TER TU LIA ;, ’cierta parte del teatro’, ’reunión versación, juego y otras diversiones honestas». En
de gente para discutir o conversar’, origen incier­ el sentido teatral es frecuente en obras del
to ; es verosímil que se diera el nom bre de ter­ S. X V III y princ. del X IX (vid. Fcha.); saco del
tulianos a los espectadores más cultos, por la ex­ dicc. de Ruiz M orcuende los lugares siguientes,
tendida costumbre de citar a T ertuliano en los 10 que confirman la explicación de S chack: «aquel
sermones y cenáculos del S. X V II, y que de ahí balcón largo es la / tertulia, para sujetos / g r a ­
se extrajera tertulia como nom bre de la parte del v e s , gente de peluca» Ramón de la Cruz, «ha­
teatro donde se sentaban estos espectadores, o co­ biendo callado todo el patio, convocada la aten­
mo nombre de los cenáculos más o menos erudi­ ción de toda la tertulia, suspenso el ruido de la
tos ; esta aplicación del nombre de dicho Padre 15 cazuela..., empieza a hablar» Cadalso, «lo que hoy
de la Iglesia se hacía en parte por su fama propia, es luneta se llamó al principio bancos, y la parte
pero también parece haber contribuido mucho a :más alta, que hoy es tertulia y palcos terceros, se
ello la interpretación de su nom bre como ter llamó desvanes» L. Fz. de M oratín. E n doc. de
Tullius ’el que vale tres veces como T ulio’ (o sea Valladolid de 1798: «pueden aumentarse los apro­
Cicerón), interpretación fundada en la corrupción 20 vechamientos del teatro... haciéndose las obras si­
de un pasaje famoso de San Agustín (donde phi- guientes : una tertulia en el segundo piso de pal­
losophaster Tullius se convirtió en philosophus cos... Que la tertulia nuebam ente hecha para las
ter Tullius). 1.a doc.: 1609-45, Quiñones de Be- señoras mugeres, se componía de 80 asientos en
navente. 5 gradas...» (B R A E V III, 25). Fernando O rtiz ex­
En uno de sus entremeses exclama el p o e ta : 25 plica con referencia a C u b a : «lugar primitivamen­
«Déjame, mosquetería, / ... / <qué me quieren te destinado a las mujeres en un teatro, por dis­
los poetas? / ¿qué me aflige la tertulia? / ¿qué ponerlo así las leyes; hoy significa una cazuela
me quiere la cazuela?» (N B A E X V III, 643).'C la- de preferencia en ciertos teatros grandes, adonde
ram ente se trata, pues, de una parte del teatro, pueden acudir ellas y ellos» (Ca., 21); lo que aña­
y a juzgar por el alejamiento en aue se pone fren­ 30 de de que se llamó así por no haber asientos fijos
te a la mosquetería, y la proximidad a los poetas, en esta parte del teatro, sino que los espectadores
es verosímil que se trate de lo que nos explica podían colocar los asientos a sus anchas como en
A. F. von Schack (Gesch. der dramatischen Lit. tertulia, debería comprobarse mejor, pues es más
u. K unst in Spanien, Berlín 1846, III, 25-26): «el probable que la tertulia teatral y las tertulias de
nombre tertulia aparece hacia la mitad del S. X V II 35 salón o café recibieran independientem ente el
y sale desde entonces frecuentemente en las obras nom bre de los tertulianos o gente erudita que a
teatrales. Así se llamaban los palcos del piso alto, ellas concurría, o bien que la tertulia de salón
que antes habían llevado el nombre de desvanes, fuese extensión traslaticia de la tertulia teatral, más
y en los cuales se sentaban sobre todo el públi­ bien que al contrario, al menos a juzgar por las
co educado y la gente de Iglesia. Entonces estaba 40 fechas de la documentación (también en Luis de
de moda estudiar a Tertuliano, y los sacerdotes en Ulloa parece tratarse de un teatro : «y entraron
particular tenían ia costumbre de adornar sus ser­ los tertulianos / rigidíssimos j u e c e s »)s.
mones con citas de sus obras, por lo cual se les Escrito este artículo sale una nota en que la fina
dió humorísticamente el nombre de tertuliantes, y sabiduría de M. Batáillon (R F E XXXV, 122-4)
a su lugar el de tertulia. De estos palcos, a los 45 coloca tertulia en el ambiente cultista del léxico
cuales ya anteriormente se había dado el nombre erudito y algo pedante puesto de moda en el
honorífico de desvanes eruditos, salían los dictá­ S. X V II. U n pasaje escrito por el P. Diego Ca­
menes a que el autor reconocía más fuerza, como lleja en 1695 habla de «los que por alusivo gra­
procedentes de hombres entendidos»1. No docu­ cejo llamamos tertulios, que sin aver cursado por
menta Schack su afirmación y haría falta hacerlo 50 destino las Facultades, con su mucho ingenio y
en detalle. alguna aplicación suelen hazer, no en vano, muy
En su apoyo me limitaré a observar que A ut. buen juizio de todo». Interpreta Bataillon esta
no da ejs. literarios de tertulia, pero sí da uno de «alusión graciosa» descomponiendo ingeniosamen­
tertuliano ’contertulio’ en Luis de Ulloa (f 1663); te tertulio en ter Tullius ’tres veces Cicerón’ No
aunque el de tertulia en Benavente, que arriba he 55 cabe ya dudar de que la palabra que nos inte­
citado, debe de ser algo más antiguo, esto confir­ resa se refirió primitivamente a gente más o me­
ma que tertuliano lo es tam bién. Por lo demás nos erudita o tenida por tal. En cuanto a elegir
ambos vocablos faltan todavía en Covarr. y Oudin entre T ulio y T ertuliano no es nada fácil y debo
y no poseo ejs. de otros clásicos2. A ut. define «en dejarlo para el futuro. L a nueva etimología tiene
los corrales de comedias de M adrid es u n corre­ 60 la ventaja de ahorrarnos la derivación retrógra-
da, procedimiento menos com ún que la derivación cionada con tartajear, port. tartalha ’charlatán’, oc.
normal. El uso del num eral ter parece bastante tartaiá, que en el G ers significa «babiller, bavar-
rebuscado (¿por qué tres y no dos, diez o ciento?), der», pero ya M -L . (R E W 8589) objeta que eso
aunque no debemos olvidar que el tres es número es poco claro en cuanto a la form a: en efecto no
empleadísimo en las ponderaciones populares y 5 se explicaría bien la singular terminación -ulia. El
cultas. Así y todo el partir de un nom bre simple propio Spitzer parece haber preferido después la
) y conocidísimo como T ertuliano da a la etimolo­ explicación de Schack, que ya cita en su p. 161;
gía antigua mayor simplicidad, y la docum enta­ aunque su idea posterior, M L N L X X IV , 131, de
ción de que hasta ahora disponemos nos muestra que salga de un tractoria, alteración del plural de
l tertulia y tertuliano con mucha mayor frecuencia 10 tractatorium ’locus in quo consilia agitantur’ es
y considerable margen cronológico antes del su­ forzadísima en todos los aspectos. Pensar en un
puesto primitivo tertulio. Y al fin ni siquiera del préstamo del fr. tréteau ’andamio teatral’ tampoco
P. Calleja sabemos si pensaba en T ertuliano o en explicaría la terminación.
Cicerón. H ará falta, por lo tanto, acopiar más D el cast. pasó tertulia al port. [Fig., pero no to ­
datos y estudiar más detenidam ente este problema 15 davía en M oraes, ni D . Vieira, 1874], al cat. [Ag.
dentro del léxico del S. X V II. N o parezca, por cita el derivado tertuliaire en 1844], y aun al fran­
lo tanto, extraño, sino posible, que tengan razón cés, donde L ittré (Suppl.) señala su empleo desde —
tanto los que relacionan la etimología con T e rtu - 1872.
¿Y liano como los que prefieren a M. T ulio Cicerón. D e r iv . Tertuliano [med. S. X V II], hoy va que­
San Agustín, en la Ciudad de Dios, princ. del cap. 20 dando desusado en beneficio de tertulio [1695;
27, escribió, riéndose de Cicerón, a quien su filo­ Aut.] o más bien contertulio (también se ha dicho
s o f ía no salvaba de los errores religiosos: «Vir contertuliano; y tertuliante, 1759, vid. arriba). T er­
gravis et philosophaster Tullius... clam abat... sibi tuliar cub. ’hacer tertulia’, chil. ’estar de fiesta o
Floram m atrem ludorum celebritate placandam». de juerga’5.
Cuando iba a ser edil el filósofo quería aplacar las 25 1 L a versión de Rivodó (Entretenim ientos Gra­
iras de Flora con la solemnidad de unos juegos. maticales V II, 164) es menos verosím il: «recor­
Philosophaster, hapax, no fué entendido por los damos haber leído que tertulia provino de una
escribas, y todos los mss. (salvo uno, poco conocido reunión de amigos, en la cual se entretenían en
hasta el S. X IX ) leyeron philosophus ter Tullius, leer los escritos de Tertuliano».— 2 Algunas edi­
o más bien Tertullius, que es lo que dan todas las 30 ciones de! Patrañuelo de Tim oneda (med. S. XVI)
ediciones hasta fecha moderna, salvo algunos que llevan el título de El Discreto Tertuliante, pero
enmendaron en Tertullianus, lección en la cual no parece que este título se halle en ediciones
se basa el comentario muy difundido que en el anteriores a la de 1759 (Cej., H ist. de la L it.
S. X IV escribió el francés Presles (V.- la trad. cata­ II I, 43).— 3 Sentido humorístico y secundario es
lana del S. XIV, ¡BABL V II, 211, 212). Sin embargo 35 el andaluz «parte del cementerio en que entierran
Luis Vives ya comprendió que no podía tratarse a los pobres, tam bién llamado la olla» (R H
de Tertuliano e intuyó genialmente la lección ver­ X L IX , 607). N o sé si es real la variante argen­
dadera, restablecida por M igne (Patrol. V II, 77) tina tortulia que aparece impresa en Draghi,
y aceptada por D om bart, S. Angus y demás filó­ Canc. Cuyano, p. 87.— 4 El italianismo trastulo
logos modernos. Sospecho que en España debió 40 se ha empleado alguna vez en castellano (falta en
de discutirse mucho acerca de la corrección de Luis Aut.).— 5 «Rem oler: tertuliar con mujeres, m úsi­
Vives, y que la fácil seudo-etimología Tertullianus ca, bebida y bailes populares» G uzm án M atura-
= ter Tullius ’el que vale tres veces por Cicerón’ na, D. P. Garuya, p. 329; en el folleto Paremio-
sería ampliamente aceptada por los católicos a ul­ logía del mismo autor leo «fonda: ramada, casu-
tranza y enemigos del Renacimiento paganizante. 45 cha que se improvisa para remoler (tertuliar) en
De discusiones como éstas pudo nacer la idea de días de festividades». Claro que esto no apoya
llamar tertulios, quizá algo irónicamente, a los la derivación del it. trastullarsi.
sabiondos que discutían en tertulias o se erigían
en jueces de las producciones teatrales. Teruncio, V. tres Teruteru, V. tero T e­
Las demás etimologías que se han propuesto son 50 ruvela, V. taladro Terzón, terzuelo, terzuelo, V.
inadmisibles. L a de Storm (Rom. V, 185), que lo tres Tesar, V. tender Tesaurizar, tesauro, V.
considera herm ano o hijo del it. trastullo ’entre­ tesoro Tesbique, V. tabique Tesca, V. tas­
tenimiento’ (a su vez de origen incierto, Migliorini car Tesela, teselado, tésera, V. cuatro Tesga,
sugiere venga del b. lat. transtollere documentado V. tísico
una vez por D u C. en el sentido de ’entretener’)4, 55
no es admisible en el aspecto fonético, pues no T E S IS , tomado del lat. thesis y éste del gr. 6¿-
tendría paralelos el cambio de trast- en tert-, Spit- <jk; id., propiamente ’acción de poner’, derivado
zer (Lexik. a. d. Kat., 129), fijándose en tertuliar de TtOévai ’poner’. 1.a doc.: med. S. X V II, Cal­
empleado en Colombia con el sentido de ’con­ derón.
versar’, sugiere una creación onomatopéyica rela­ 60 Falta todavía en APal., N ebr., O udin y C ovarr.;
y A ut. dice aún que es «voz griega y de poco Tesitura, V. tejer Teso adj., V. tieso
uso». H oy es usual en el lenguaje de la gente
culta. T E S O m . ’cerro de poca altura’, ’cumbre de un
D eriv. Son tam bién cultismos los siguientes de­ cerro’, en portugués teso, origen incierto, proba­
rivados de xiQimi. Tem a [1433, Villena, Santillana, s blemente es el adjetivo teso, variante antigua de
Mena (C. C. Smith, BHisp. L X I); «r. de sermón : tieso, sustantivado en el sentido de ’escarpado,
propositio ; í. por porfía : pervicatia» Nebr.], del lat. muy pendiente’. 1.a doc.: J. del Encina ed. 1496,
théma, -átis, y éste del gr. 0é;j.ct. id .; de la idea f° 11 i°a: «assomaron / por ensomo de aquel
de ’tema de conversación’ se pasó a ’idea fija, m a­ teso» (rimando con queso, luego con s sonora);
nía’ (Vz. de Guevara, R ey en su Imag., v. 1545; 10 1611, Covarr.
Quevedo, Sueños, ed. F. Maldonado, M adrid 1973, Dice C ovarr.: «teso, un campo en Salamanca, de
pp. 116, 136; G racián, Oráculo Manual, O. C., la otra parte de la puente, donde se haze la feria
edición de A. del Hoyo, M adrid 1967, p. 211), famosa del vestiaje» y agrega la estrafalaria ex­
’obstinación, empeño, terquedad’ (Lope, El M ejor plicación «díxose assí porque nunca se rompe, y
Alcalde, el R ey II I, vii, ed. Losada, p. 247), ’opo­ 15 assí está tiesso». A ut. define «el ribazo o alto de
sición caprichosa a alguno, ojeriza’ (G. de Alfa- algún cerro u collado». Sz. Sevilla: atesó se usa,
rache, Cl. C. II, 49.24)1 (comp. cat. tema id., so­ aunque poco, en algunos pueblos próximos a Ces-
bre todo val. y de otros dialectos, y ya en el pedosa de Torm es, p. ej. en Guijuelo, y en la
S. XV, Jaum e Roig, vv. 6343, 10182; lemos. s’a- misma ciudad de Salamanca, para designar un lu­
temar «s’obstiner» L aborde; y para el port., vid. 20 gar de poca altura y raso de vegetación, particu­
T A IM A D O , de igual origen): en estas acs. el vo­ larmente los lugares donde se celebran las ferias
cablo es com únm ente femenino, aunque no tengo de ganados» (R F E XV, 265n.). Es palabra típica
eis. antiguos inequívocos de este género, y A ut., de los dialectos leoneses; según M . P. teso ’cerro’
que tampoco lo advierte así, cita un ej. masculino se usa especialmente en Zamora, y hay pueblos lla­
en Polo de M edina; temático [«porfiado» N ebr.]; 25 mados Teso en Lugo, Oviedo y Valladolid, Tesón
temar arg. ’porfiar’, ’cavilar’ («empezó a dar y te­ en Oviedo (Oríg., 2.a ed., p. 433). Pagés cita ejs.
mar con el carácter rígido del jefe», A. Capdevila, en Antonio de Valbuena (prov. de L eón)1 y en el
L a Prensa, 21-VI-1942; Carrizo, Cane, de Tucu- asturiano Jovellanos. Ast. y Astorga teso «lugar
mán); temoso [princ. S. X V II, Aut.]. Antítesis elevado» (R ; A. G arrote); en el Bierzo «cerro o
[Nebr., DHist.], de ávxíQestc id .; antitético. A po­ 30 collado: E l Teso de Cerezales» (G. Rey)2; se­
teca, apotecario, V. B O T IC A . Diátesis, de SiáOe- gún los datos de Espinosa teso «cerro de poca al­
i i ; id .; diatètico. Epéntesis, de èitévOeff:; id .; tura» es palabra bien viva en todo el Oeste de
epentético. Epíteto [1515, Fz. Villegas (C. C. Salamanca y toda la mitad N orte de Cáceres, aun
Sm ith); 1580, F. de H errera; APal. 136d de­ el N ordeste, siendo de notar que los pueblos que
fine como voz latina, sin darle equivalente 35 distinguen la s sonora de la sorda pronuncian el
cast.], de epithéton, gr. é i u 0 e t o v , propiamente vocablo con sonora (Are. Dial., 187). Fuera de
’puesto de más, añadido’. Hipótesis [Aut.], de ¿iró- esta zona, en Castilla, Andalucía o Aragón, no pa­
0£<j[C ’lo que se pone a la base de algo’, ’suposi­ rece que este vocablo se haya empleado nunca.
ción’; hipotético [Lope, Aut.]. Hipoteca [«ip., En cambio es bien vivo en gall. («lugar alto en
prenda de raizes» N eb r.; variante ant. apoteca, 40 el cam po; mogote o montecillo aislado que remata
DHist.], de Ú7to6-r¡x7) ’fundam ento’, ’prenda’; hi­ en punta» Valí.)3 y en portugués, donde tiene siem­
potecario [ip-, N eb r.; variantes ant. apotecario y pre -s- so n o ra: «hum lugar alto no campo» (Blu-
apoteco, D Hist.]; hipotecar [ip-, N ebr.]. M etáte­ teau), «o alto do m onte, difícil de subir» (Moraes),
sis [1580, F. de H errera], de [xetáGeci? ’trasposi­ «monte alcantilado ou íngrem e; cimo do monte»
ción’, ’cambio de lugar de una letra’; metatizar; 45 (Fig.); ya está en Ruy de Pina, fin S. XV («nao
metatético, es usual entre lingüistas. Paréntesis se moveráo de hum teso onde estaváo»), en Juan
[1535, J. de Valdés, entre las voces que deberán de Barros (Década I, libro v, cap. 2), en Moraes
tomarse del latín, Diál. de la L ., 133.18; APal. jCabral, en Pantaleáo d ’Aveiro (R L X V I, 100) y
314d define sólo como voz latina]2, de T.rj.p í'/(ie a i; en otros autores del S. X VI (V. los dicc. citados
’acción de intercalar’, ’paréntesis’; parentètico, 50 y el de D . Vieira, s. v. teso y tezo); es palabra
usual entre gramáticos y retóricos. Próstesis, de particularm ente viva en el N orte del p a ís: Vila
"pócrOeutc ’acción de añadir’; prostético. Prótesis, Real (trasm.) teso d ’u m m onte, d ’um outeiro «o
de TrpóOe'Ti; ’anteposición’; protético, usual en fo­ alto, o cume, o viso» (R L V, 227). Según puede
nética. Síntesis [1708, Tosca, A ut., como voz al­ apreciarse, el sentido preciso oscila entre ’otero’ y
gebraica y filosófica], de aúvOeui; id .; sintético; 55 ’cumbre de un cerro u otero’.
sintetizar; parasintético; polisintético. Hasta aquí no parece caber duda de que esta­
' Sentidos que ya aparecen en el S. XV, cf. mos ante el adjetivo tieso, en portugués teso, sus­
J. A. Pascual, L a Trad. de la D C atr. a E nri­ tantivado; tanto menos cuanto que aun en es­
que de Aragón, pp. 95, 96.— 2 Vulgarmente pa~ pañol la forma antigua y etimológica de este ad­
rentis (arg.). 60 jetivo es teso4 (tieso es analógico de tiende), to­
davía usual en Asturias (R) y otras partes. En Claro que en rigor podríamos derivar de la misma
efecto el port, teso no sólo significa ’rígido’, sino fuente el port. y león, teso, a condición de admi­
que tiene toda clase de acs. traslaticias ’impetuoso, tir que la - s s - etimológica (comp. m o r s i c a r e >
violento, rápido’ (vento teso, chuva tesa, agua que port. mossegar, p e r s o n a > pessoa) se redujo a - s -
corre tesa, vierâo os inimigos too tesos sobre os 5 por una etimología popular m uy natural que iden­
nossos, etc.), ’fuerte, robusto, valiente’ (o mais tificó el vocablo con el adjetivo leso®. A pesar de
teso do exército), ’áspero’ (reprehensào tesa), ’duro’ todo, la etimología TEN SU S es tan satisfactoria para
(io chao teso), todos ellos documentados en los clá­ el port. y leonés que hay motivo de sobra para
sicos (M oraes); además vale ’enhiesto’ (a lança pensar en una homonimia casual; por otra parte
lesa en Lopes de Castanheda y en Juan de Barros), 10 tam poco es seguro que el Tesso de Son tenga que
y finalmente «alcantilado, duro de subir» (hum ver con la citada voz africana y mozárabe.
m onte teso, ya en Bluteau), que en este sentido 1 «En un teso, hacia la parte más alta y más seca
ya se empieza a sustantivar en Juan de Barros5; del lugar, cerca del hórreo suyo, hizo dos pare­
lo teso se opone a lo llano en u n refrán de Fernán des paralelas de braza y media de longitud».—
Núñez (a. 1549) citado por Pagés. Es evidente que 15 2 L o emplea él mismo en su tex to : «picachos,
de ahí a teso ’otero’ apenas hay un paso. tesos, hoces y demás accidentes geográficos» (p.
Sin embargo, queda una duda que deberá tener­ 13), y s. v. riguero. Lam ano no lo registra (por
se en cuenta. Aunque el vocablo sea desconocido, estar ya en Acad.), pero lo emplea s. v. coto­
al parecer, en todo Aragón, en el Alto Pallars hay rro.— 3 Sarm. en 1724 «aquel teso despejado»
un monte llamado L o Tesso de Son, situado en 20 hablando de las afueras de Oviedo donde vivía
el térm ino de este pueblo, Valle de Àneu, en lo (CaG. /4100r).— 4 En las Sumas de Hist. Troya-
más agreste de los Pirineos centrales, y muy co­ na de Leomarte, S. X IV (198.6), y en el R im . de
nocido por su cabeza escarpada y desnuda en m e­ Palacio (593), p. ej.— 5 «Como se sentio ferido,
dio de aquel valle selvoso ; no sé otro nombre tambem fez volta per hum teso de huma rúa
igual en la región, pero el de un lugar tan cons­ 25 assima, que os nossos nao quizeram seguir», cita
picuo ha de ser antiguo, y en vista de su -o perte­ de D. Vieira.— 6 «Levis in agendo fuit et incons-
nece al antiguo y numeroso grupo de topónimos tans; malae indolis fuit», taris «levis», en Frey-
heredados de la Alta Edad Media, cuando en esta tag, quien en esta parte de su dicc. no cita fuen­
zona todavía no se hablaba catalán (vid. B D C tes. Falta totalmente en Dieterici, Dozy y Beaus­
X X III, 260). Por otra parte el articuló nos mues­ 30 sier.— 7 En cuanto al istriano t(y)esa ’m ontón’,
tra que se trata de un antiguo nom bre común, nada tendrá que ver con esto, pues supongo que
pero el caso es que la -ss- aquí es sorda, lo cual es t e g i a ( R E W 8 6 1 6 a ) . — 8 A base de admitir
es incompatible con t e n s o s , pues en esta región esta etimología popular podríamos pensar tam ­
no hay caso alguno de confusión de las dos clases bién en el neutro lat. t e r g u s ’espaldar de un
de s, ni en el vocabulario vivo ni en la toponimia. 35 animal’ comp. c o r p u s > cat. eos, y semántica­
Este nom bre recuerda una antigua palabra mozá­ mente V. los casos citados s. v. C ER R O . Pero
rabe tárl ’escollo’ (que deberá entenderse térs), ya es forzado.
documentada en el Idrisí (1154), que si bien era
de Ceuta, vivió en España, y hoy subsistente con Tesón, tesonería, tesonero, tesonía, V. tender
este sentido en M arruecos (Almagro) y en Arge­ 40
lia (Hélot, M arcel), vid. Dozy, Suppl. I, 45, y Si- T E SO R O , del lat. t h e s a u r u s y éste del gr.
monet, p. 527; Beaussier, que representa el habla 0T|<T«xupá<; id. 1.a doc.: Berceo.
de Argelia, escribe tars con vocales, y define Frecuente en este poeta, está tam bién en J.
«bas-fond» y luego «bord de la mer, de rivière» Ruiz, APal. (176a, 4686, 496b), N ebr., etc., siem­
(con un verbo derivado larras «toucher un bas 45 pre escrito con -s- sonora. G eneral en todas las
fond [navire]»). Ahora bien, el mismo vocablo épocas y común a todos los rom ances; acaso sea
en Libia significa ’colina’ (Griffini, p. 55). semicultismo (como quisiera M -L ., R E W 8706),
Por evidentes razones fonéticas y semánticas esto aunque la evolución parece popular en todas par­
no puede venir del lat. d o r s u m , como quería Si- tes. M ás documentación, Cej. IX , § 178. E n ast.
monet, mas por otra parte podemos estar bastante 50 toma el sentido de ’hucha’ (V).
seguros de que no es voz árabe genuina, pues ape­ D e r i v . Tesorero [1233, M . P., D. L ., 237.8;
nas puede decirse que exista una raíz arábiga J. R uiz; según Oelschl. estaría en doc. mozár. de
t-r-S, y su sentido no conviene6. Como etimolo­ 1194]; tesorería. Atesorar, más raram ente tesorar
gía latina tampoco se ve ninguna convincente, pues [Nebr.] o tesorizar.
el grecolatino t h Ÿ r s u s ’tallo de una planta’, ’bas­ 55
toncillo, varita’, por más que convenga en el as­ Testa, testáceo, V. tiesto Testación, V. testi­
pecto fonético, es poco adecuado en el semántico. go Testada, V. tiesto Testado, testador, tes-
Podría ser una voz prerromana * t ! r s u ’peñasco’, tadura, V. testigo Testaferro, V. tiesto T es­
’punta’, que explicaría bien el vocablo africano y tamentaría, testamentario, testamentifacción, testa­
mozárabe y también el nombre del Tesso de S o n 1. 60 m ento, testante, testar, V. testigo Testarada,
testarazo, testarrón, testarronería, testarudez, tes­ usual en Arg.], ’hacer testam ento’ [h. 1530, A. de
tarudo, V. tiesto Teste, V. testigo Testera, Guevara, A u t.] : de testari ’atestiguar’, ’tom ar como
testerada, testerillo, testero, V. tiesto, retestín testigo’, ’hacer testam ento’; testación; testado; tes­
Testicular, testículo, V. testigo tador [APal. 82d, 496d]; testadura; testamento
5 [Apol., J. Ruiz y general; -miento, Berceo], de
T E S T IG O , derivado del antiguo testiguar ( = testaméntum id .; testamentario, testamentaría; tes-
atestiguar), que es descendiente semiculto del lat. tamentifacción; testante; intestado. Atestar ’insul­
testificare id., compuesto de testis ’testigo’ y facere tar’ ant. [princ. S. XV, Canc. de Baena], ’testificar’
’hacer’. 1.a doc.: 1148 (y otros docs. del S. X II, [princ. S. X V I, T . N aharro, D H tst.]; atestación;
Oelschl.). 10 atestado.
Es tam bién corriente en Berceo, J. Ruiz, APal. Contestar ’acudir a juicio confesando o negan­
(35d, 79d, 89d, 497d), N ebr., etc.; general en do la dem anda’ [J. R uiz; J. M anuel], ’declarar
todas las épocas, pero sin paralelo en los demás algo de acuerdo con otros, convenir, confirm ar’
romances, salvo el port. Que deriva de testificare [fin S. X V I, Ercilla, L. de León, L. de G ra­
resulta palmario gracias a la forma testívigo que 15 nada], ’responder a una carta, pregunta, etc.’ [med.
aparece en doc. port. de 1275: «testivygos que S. X V I I I : Cuervo, Dicc. II, 465-7]: de contes­
presentes foro» (R L X I, 86); para llegar a testi­ tan ’empezar una disputa invocando testigos’ ; en
guar el lat. testificare pasó por testiv(i)gar y tes- la últim a ac. suele ser intr. (contestar a la de V .,
tiugar; sabido es que los grupos guo y cuo se re­ contestar a las palabras, a las preguntas), pero se
ducían a go (co), y así se encuentra testigo pre­ 20 construye transitivam ente contestar una carta, las
térito de testiguar en docs. de 1215 y 1217, y cartas contestadas; contestable; contestación [1369,
viceversa el sustantivo que estudiamos tiene va­ Ordenamiento de Alcalá, en A ut.]; conteste [1594,
riante arcaica testiguo en doc. de 1172 (Oelschl.). N . Recopil., en A u t.] ; contesta, vulgar en algunas
E n cuanto a la forma antigua testiguar, es la p ro ­ partes para ’respuesta’; incontestable. Detestar [fin
pia de Berceo, del R im . de Palacio, menudea en 25 S. X VI, F r. L . de G ran a d a : Cuervo, Dicc. II,
docs. del S. X III, y todavía N ebr. da testiguar 1203-4], de detestari ’alejar con imprecaciones, to ­
como equivalente de testor y testificor. En ast. mando a los dioses como testigos’; detestable; de­
testigu es cada uno de los tres pedazos de teja que testación. Obtestar, raro, de obtestari id .; obtes­
se ponen debajo de los mojones para comprobar tación.
en caso de duda que éstos son señales diviso­ 30 Protestar [APal. 497d], de protestari ’decla­
rias (V). rar en alta voz, afirmar’; protestación [Corbacho
D eriv . Testiguar o atestiguar [h. 1580, Fr. L. (C. C. Smith, BHisp. L X I), APal. 220d] y com ún­
de L eó n : Cuervo, Dicc. I, 748-9; comp. arriba]; mente protesta [Aut.; no Covarr., Oudin, APal.,
atestiguación; atestiguamiento. Duplicado c u lto : N ebr.]; protestante [princ. S. X V II, Aut.], pro­
testificar [Juan de M ena (Lida, p. 259)]; testifican­ 35 testantismos; protestativo; protesto [1569, Ercilla
te; testificación; testifical; testificata; testificativo. (C. C. Sm ith); ’protesta’, Oudin].
Del lat. téstis se tomó el raro teste ’testigo’ (Berceo; C p t. A b intestato; vulgarmente en Cuba (P ich.;
Alex., 1744), tieste en las Glosas Silenses (n.° 107). Ca., 109) y otras partes se emplea dejar abentes-
Derivados de esta voz latina: Testículo [APal. tate (abin-) ’dejar abandonado, a la intem perie’.
64b, 162b], del diminutivo tesñcülus, propiamente 40
’testigo de la virilidad’; testicular. Testinarse, V. retestín Testón, testudíneo,
Testim onio [glosas de Silos; Berceo], tomado testudo, testuz, V. tiesto Tesugo, V. tejón
del latino testim oníum id .; toma a veces el sen­
tido de ’falso testimonio’ (Lope, Corona Merecida, T E T A , voz común al cast. y al port. con el fr.,
v. 2665; Cuerdo Loco, v. 986), ’calumnia, m entira’ 45 y conocida dialectalmente en otros romances, de
cañar. (B R Á E V II, 340); raramente en cast. ’tes­ creación expresiva, primitivamente voz infantil;
tigo’ (ac. que es norm al en cat. y fr.), así en las aunque vocablos semejantes existen en griego, en
Leyes de M oros SS. X IV -X V (M emorial Hist. céltico y en ciertas lenguas germánicas, n o hay
Esp. V, 427ss.), y ya en la Peregrinado Aetheríae razón para creer que se tomara de ninguno de
y en el texto latino de las Glosas Emilianenses 50 estos idiomas. 1.a doc.: Berceo.
(.A R om . X X II, 372-5); testimonial; testimoniar Teta está tam bién en J. Ruiz y otros muchos
(mal -ado ’que prestó falso testimonio’ Berceo, medievales, y es palabra de uso general en todas
M il., 796a); testimoniero; con variantes vulgares las épocas. E n algunas partes el vocablo ha tom a­
testimoño, testimoñero. do además el sentido de ’loma aislada de forma
Testar ’atestiguar’ ant. [1155, 1219, Oelschl.], 55 cónica’ (como M A M B L A < m a m m ü l a ) , en Cuba
’confiscar, embargar, secuestrar’ (fueros arag. y casi exclusivamente cuando las lomas de esa forma
cast. del S. X III: Tilander, p. 589), ’tachar, borrar’ son dos juntas, de igual o aproximado tamaño, ac.
[Mena, Lab., 154; N eb r.; 1494, Ñ . R ecopil, en que ya se encuentra en el S. X V I én el sevillano
A u t.; probanza de Hdo. de Rojas, 1584, R F E americanizado Juan de Castellanos (Ca., 218). Co­
X II, 394; hoy desusado en España, pero muy 60 mo nom bre de una parte del cuerpo teta es igual­
m ente general en portugués, y ya figura en las labra, las formas germánicas son ajenas al escan­
Cantigas de Santa María (n.° 115); de ahí port. dinavo y al gótico, y aun en la lam a occidental se
tétela [1318], hoy titela ’carne del pecho de la ga­ presentan en forma irregular e incoherente; su
llina o del palomo’ (R L X III, 412-3). forma fonética no corresponde a la que tendría
El R E W (8759) da una idea enteramente fal-, 5 una voz heredada del indoeuropeo, herm ana de las
sa de la extensión del vocablo, al presentarlo formas griegas y célticas citadas, y m ucho menos
como panrom ánico; por lo pronto es enteramente a la raíz indoeuropea que significa ’dar teta’ (lat.
ajeno al catalán, donde mamella es popular, y co­ jelare, gr. Graden, ser. dháyati, a los cuales res­
mo voz infantil m eta (’pezón’ es mugró), y éstas ponderían formas anglosajonas en d-, y altoale-
son las únicas palabras conocidas en este idioma. 10 manas en í-); además no existiendo el vocablo en
En francés el vocablo y sus derivados vuelven a ser gótico, no pudo tomarlo de éste el cast., y faltan­
de uso general; tette es hoy anticuado o dialectal do en los romances intermedios entre el cast. y el
del extremo N orte, y si se emplea en el francés fr. tampoco puede mirarse como un préstam o ger­
normal significa ’pezón’, pero antes valía ’teta’ y mánico al latín vulgar, n i como un préstam o frán-
es palabra frecuente y popular desde los orígenes 15 cico por conducto del francés al castellano.
del idiom a; tétin para ’pezón’ y téter ’mam ar’ son Hay que llegar a la conclusión de que lo mismo
y han sido siempre palabras de uso general. Pero en romance que en germánico, céltico y griego, se
no ocurre así en los demás rom ances: es ajeno a trata de una creación paralela, propia del lengua­
gran parte de las hablas occitanas antiguas y mo­ je infantil, y rechazar la idea de un préstam o (que
dernas (donde predom ina popa para ’teta’ y ’pe­ 20' todavía admiten Diez, Bloch1 y 2, Gamillscheg
zón’ en el S ur y Sudoeste, mamela y teta en otras E W F S , y la Acad., pero que ya pone en duda
partes) e italianas, donde predomina poppa (y ca- M -L . en el R E W , y rechazó razonablemente Sai-
pezzolo ’pezón’), aunque tetta es conocido en al­ néan, Sources Indig. I, 428); tanto más cuanto
gunos dialectos o bien como voz jocosa (hay tam ­ que lo mismo se encuentra en lenguas no indo­
bién un antiguo zizza). En rum ano se emplea una 25 europeas, entre ellas el vasco guip. y vizc. titi,
forma divergente {ifá quizá tomada del griego; en lab., b. nav. y sul. dithi «pecho, mama» ( > bilb.
Cerdeña es corriente titta, que podría correspon­ titi, Arriaga).
der fonéticamente a la voz castellana, pero la exis­ D e r i v . Tetilla [«papilla: tetilla» APal. 339b;
tencia de variantes con th o ts indica más bien una atetilla: mammilla» N ebr.]; en la ac. ’m am adera’
forma primitiva semejante a la rum ana, y hay 30 reemplazado por tetera en mej. y antill., tetero
otra forma sarda dedda (R F X IV , 481) que enla­ colomb.; atetillar. Teto ast. [’teta’ A ut.; ’pezón
za con el lat. tardío d i d a 1, bien documentado en la de la ubre’ V] y gall. ’pezón de la teta’3, ’casco o
baja época como nom bre de la teta, y que a su cuarterón de naranja y lim ón’, etc., Sarm. CaG.
vez se da la mano con el cat. y mozár. dida ’no­ 161r. Tetón. Tetona [Covarr.]. Tetuda [Nebr.
driza’ (realmente en sardo es ddedda, abrev. de 35 «mammosa»]. Destetar [S. XV, Biblia med. rom.,
tittédda, M. L. W agner, R F L X IX , 258). T en e­ G én., 21.8; «ablacto» N ebr.; ast. desatetar, V], de
mos, pues, un conjunto de formas divergentes en donde se sacaron secundariamente los raros tetar
su aspecto fonético y aun en su significado, e [princ. S. X V II, Aut.] y atetar [1634, DHist.].
irregularmente repartidas en la Romanía, cuya C p t . T eticiega.
antigüedad no es posible precisar; a diferencia de 40 1 A un cuando es ésta la forma documentada,
d í d d a , el tipo * t I t t a supuesto por el cast., port. más bien parece que haya que suponer una base
y fr. no está documentado antes de la aparición * d i d d a , a juzgar por el sardo dedda y la con­
literaria de estos romances2, y ni siquiera es bien servación de la intervocálica en catalán, en coin­
seguro, aunque sí probable, que existiera en latín cidencia con la geminada de * t i t t a y de t í t Ot |.
vulgar, por lo menos localmente. 45 Verdad es que en palabras infantiles no hay de­
Fuera del romance, titO o ; ’pezón’, títOy] ’no­ ducciones fonéticas seguras.— 2 Tilia está en el
driza’ y titO ejeiv ’dar teta’ existen ya en griego glosario del seudo-Filóxeno, recopilado en el Sur
clásico; en céltico el vocablo es común a las tres de Italia no más tarde del S. VI, pero con el
lenguas británicas y el tratam iento regular de la sentido de ’carne’ y, a juzgar por la variante
- T T - en cada una de ellas es signo inequívoco de 50 £í£ei, no parece, contra la opinión de Heraeus
considerable antigüedad (Thurneysen, Keltorom ., (A L L G X III, 165), que tenga que ver con teta,
80), pero en cambio parece ser ajeno al grupo sino con otra voz infantil: C H IC H A (comp.
gaélico; en germánico es com ún a las varias len­ S A L C H IC H A ).— 3«A nosa vaca ten o pesebre en
guas del grupo occidental (alem. zitze ’pezón’, voz Galiza e os tetos en M adrid» Castelao 255.21.
familiar; el ingl. teat parece haberse tomado del 55
fr., pero existió un autóctono titt en ags., y el vo­ Tetania, tetánico, tétanos, V. tender Tetar, V.
cablo reaparece en neerl. y b. alem.), pero sólo en teta Tetera, V. té y teta Tetero, V. teta
anglosajón aparece en fecha antigua, en alemán Tetí, V. titi Teticiega, V. teta
es posterior a la Edad Media, y el a. alem. ant.
sólo conoce una forma diferente tutta. E n una pa­ 60 T E T IG O N IA , tomado del lat. tettigonía y éste
dei gr. TETTtfóvtov id. 1.a doc.: Acad. 1925, no u n poco insólito. Pero más extraordinario sería
1884. aplicarlo, al estilo de otro tiempo, según indicó
Viada y L luch (comp. R F E V III, 413), al color
Tetilla, teto, tetón, tetona, V. teta Tetracor- o tersura de la superficie de las cosas: de los tapi­
dio, tetradracma, tetraedro, tetrágono, tetragrama, 5 ces (Quijote II, Ixii, 242), del mamey (P. L as Ca­
tetragrámaton, tetralogía, tetrarca, tetrarquía, te­ sas, N B A E X III, 113), de las manzanas (P. F ran­
trasílabo, tetrástico, tetrástrofo, V. cuatro cisco G arau, S. X V II), de la grana (Calderón, vid.
Pagés). D iego Sánchez de Badajoz lo emplea co­
T É T R IC O , tom ado del lat. taetrícus id. 1.a mo térm ino genérico con referencia conjunta al
doc.: 1565, Illescas. 10 cuerpo hum ano y a los vestidos que lo cubren:
APal. (498b) lo define solamente como voz la­ « ¡tapar de color extraño / nuestra carne tan pre­
tina, y todavía falta en C ovarr.; A ut. cita otro ciosa! / Sí, que te z es más hermosa / la de los
ej. de la últim a década del S. X VI. H oy es voz cuerpos hum anos, / que de babas de gusanos /
bien conocida de la gente educada. De la misma o de la lana roñosa» (Recop. II, 55).
raíz latina parece ser taeter, -ira, -trum ’repugnan­ 15 E n portugués, donde no sé de otra autoridad
te, horrible’, pero el cast. desusado tetro que cita que la de M ousinho de Quebedo (h. 1600) cita­
la Acad., sólo lo documenta A ut. en el falsario da por M oraes, el significado es, según Bluteau,
Cibdarreal. ,«a últim a superficie que cobre, e he como codea
de algüas cousas: tez do rosto, tez da marmela-
Tetuda, V. teta 20 da», según aquel dicc. «a pelle mais exterior e
delgada do rosto, do fruto», pero Fig. habla sólo
T E U C R IO , tom ado del lat. teucñon, gr -rtú- del cuerpo hum ano, y Fernandes Valdez traduce
xpiov id. 1.a doc.: 1555, Laguna (Aut.). «teint, colorís du visage; surface polie, luisante».
E n una p alab ra: como en castellano. En las de­
Teurgia, teúrgico, teurgo, V. dios Texbique, 25 más lenguas romances no hay nada emparentado.
V. tabique Textil, texto, textorio, textual, tex­ L o constante en todo esto es el matiz abstrac­
tualista, textura, V. tejer to : la tez no es la superficie sino ’el color y
lisura de la superficie de las cosas, y principal­
T E Z , ’c o l o r y l i s u r a d e l a s u p e r f i c i e d e l a s c o ­ m ente de la epidermis del rostro hum ano’4.
s a s , y p r i n c i p a l m e n t e d e l a e p i d e r m i s d e l r o s t r o 30 El género femenino, que es constante desde los
h u m a n o ’, v o z p e c u l i a r a l c a s t e l l a n o y e l p o r t u g u é s , ejs. más antiguos, llama la atención, hasta el pun­
p r o b a b l e m e n t e r e d u c c i ó n d e *atez p o r aptez, d e ­ to de que podría sugerir como étimo alguna vieja
r i v a d o d e l l a t . a p t u s ’p e r f e c t o ’, ’a p r o p i a d o ’, y l u e ­ palabra radical latina (comp. sed, tos, pez, vez,
g o ’r o b u s t o , s a n o ’. 1.a doc.: 1470, Coplas del Pro­ etc.); y el caso es que en latín no hay nada pa­
vincial'. 35 recido. Para acabarnos de intrigar, tenemos un
R eproduzco con retoques y adiciones lo esen­ derivado de tez, cuyo significado difícilmente pue­
cial de m i artículo de RPhCdl. I, 100-103. L a de­ de arm onizarse con el del prim itiv o : atezar o
finición que leemos en la Acad.2 es notablemen­ tezar es ’tostar la piel por la acción del sol’, ’en­
te defectuosa: «superficie, especialmente la del ros­ negrecer’, ’poner liso, terso, lustroso’ ; y atezado
tro humano». Sería ridicula e inconcebible una 40 significa precisamente ’de color negro o muy mo­
frase, posible según esta definición, tal como «un reno’ : aparece ya a princ. S. X V II en Villegas
m osquito se le puso sobre la tez». Si bien hoy (C l C., p. 194), en Paravicino y en el P. Alonso
casi sólo se aplica al color de la epidermis de la de Ovalle (Pagés), y atezar desde la Gaya de Se-
cara, de acuerdo con la definición de Covarr., y govia (a. 1475).
esta ac. tiene ya en las autoridades más anti­ 45 Sólo tengo noticias de tres etimologías propues­
guas que conozco para esta palabra3, se ha apli­ tas. L a de Diez, t é r s u s ’liso, terso’, que motiva-
cado tam bién a la Usura o aspereza del cutis, como damente rechaza M -L . como sospechosa (hubiera
lo hacen Jorge M anrique, el autor de la Celesti­ debido decir imposible) fonética y semánticamen­
na y Cervantes, en tres pasajes de sus o b ras; te. G dD D 6660a cita documentación clásica de la
p. e j.: «dezidm e: la herm osura, / la gentil fres­ 50 tez del rostro y el tez de la cara ’tersura’, atezar el
cura y tez / de la cara, / la color e la blancu­ color, el rostro, ’darle lustre y brillantez’, que cla­
ra, / quando viene la vejez, ¿quál se para?» (Co­ ram ente confirma, a pesar de él, m i etimología; no
plas a la M uerte de su Padre V III, 2), «la tez vale la pena refutar la suya ( t e r s u s influido por
lisa lustrosa, el cuero suyo escurece la nieve, la un hipotético *estercer de e x t e r g e r e o a b s t e r g e r e ,
color mezclada...» (Celestina I, ed. Foulché 1902, 55 G dD D 2230). Baist, Z R P h. V II, 124, sugirió un pa­
p. 11), «las barbas de las dueñas ya quedan lisas... rentesco con el gall.-port. tecer ’tejer’, lo cual ya es
dando gracias al cielo de que con tan poco peli­ digno de discusión, pues al fin la tez puede mirarse
gro huviesse acabado tan gran fecho, reduziendo como la contextura del c u tis : sería, claro está, un
a su passada tez los rostros de las venerables due­ postverbal, pero entonces no nos explicamos el gé­
ñas» (Quijote II , xli, 156v°). Este uso sería hoy 60 nero femenino con terminación consonántica5. Ade­
más, no siendo verosímil u n préstamo del port. al V. la adhesión de Spitzer, M L N LXX IV , 1959,
cast., sobre todo en palabra documentada más an­ 131-2, con una leve variante en el aspecto semán­
tiguamente en esta últim a lengua, no se explica­ tico, por lo demás no muy clara (cf. ingl. com ­
ría que tez se derivara del radical port. tef-, que plexión ’tez’). Otro buen juez que se adhirió, con
ha sido siempre extranjero en Castilla y en la 5 gran elogio, es Jean Bourciez, en su reseña de mi
mayor parte de L eón0. Por otra parte, si tez vinie­ primer artículo, en la R L R .
ra de tecer debería tener f sorda en la Edad M e­ D e r i v . Tezado; atezado, atezar; destez; estezado,
dia, y el caso es que G . de Segovia (p. 84) y APal. estezar: V. arriba.
(409d) escriben atezar con z; y el primitivo tez 1 «Tres libras de albayalde / asentadas en la
en el S. XV hubiera term inado en -ce, como pece 10 tez», R H V, 264, v. 123.— 2 Es abreviación de
p i s c e m , hace f a s c e m , coce, du(l)ce (Nebr., Sego­ la de A ut.: «la superficie delicada o lustrosa de
via), frente a pez p i c e m , haz f a c i e m , diez, vez, qualquier cosa; tómase regularmente por la del
voz, terliz, jaez, e tc .: ahora bien, una forma *tece rostro hum ano, con el colorido correspondien­
no parece haber existido, y aunque este últim o ar­ te».— 3 Asimismo en M alón de Chaide y en Cal­
gumento por sí solo no sería decisivo — pudo ha­ 15 derón: «díganlo dos teces juntas, / pues para
ber algún intercambio analógico— son ya dema­ que de su rostro / sonrosease la blancura, / la
siadas las dificultades que se oponen a esta etimo­ cándida dió el jazmín / y la rosa la purpúrea»
logía. (citas de Pagés). Tam bién en Quiñones de B .:
Datos básicos para orientam os en la búsqueda «Ya conoces mi brío y altivez, / Olalla, la más
etimológica han de ser la índole abstracta del sig­ 20 bella fregatriz, / que sin engaños bien puede el
nificado y el género femenino. E n ausencia de matiz / de tu rostro afrentar !a hermosa tez»,
una base latina adecuada para la forma actual, es­ «Vulcano y su negra tez» (N B A E X V III, 733,
tas dos premisas juntas indican que se trata de un 561).— *A juzgar por el contexto éste es el sig­
abstracto con sufijo -ez que ha perdido parte del nificado aun en el caso siguiente, donde la lectura
radical. Si agregamos que atezado ’moreno, cur­ 25 aislada del verso en que figura tez pudiera su­
tido por el sol’ recuerda extraordinariamente el it. gerir otra cosa (habla la M uerte): «M ujeres...
atticciato ’robusto’, bien deberemos reconocer que dejaos ya de ese afeitar, / porque yo suelo q u i­
puede venir, como éste, de a p t u s , y que la tez tar / la tez muy al redropelo; / y porque de
puede estar por la *atez. En todo caso apteza exis­ esas locuras / os quitéis tan peligrosas, / veis
tía y era frecuente en cast. ant., y precisamente 30 aquí... (muestra dos calaveras), / conocémelas si
no con el significado etimológico de ’aptitud’ sino son / b l a n c a s o n e g r a s a q u í; / dadme
con acs. traslaticias que se acercan notablemente a cuenta y razón: / de su m a t i z , presunción /
la que buscam os; puede ser ’habilidad’ : «he ha­ ¿qué se hicieron? decí. / M irad toda la f r e s ­
bido nuevas de vuestro ingenio y apteza» (Alfon­ c u r a . . . » (Miguel de Carvajal y L . H urtado de
so de la T orre, S. X V ); pero lo más común es 35 Toledo, Las Cortes de la M uerte, a. 1557, Rivad.
que signifique ’perfección’, con ’o que nos apro­ XXXV, 27c). T e z parece propiamente ’piel’ en
ximamos aún más a tez ’tersura’ : «todos tenién el Bruto de Quevedo {Rivad. X X III) 14la29, pero
que era muy adapte nobleza, / nunca avién o^do en 141a49, cuyo contexto es más claro, lo muestra
de tan noble apteza» Alex. (2142d), «non es nues­ en el sentido de ’complexión, apariencia de la
tro de^ir quáles son sus riquezas [las de Dios], / 40 piel’.— 5 Es cierto que la prez viene del occitano
oro nin plata nada non son con sus aptezas / ... / antiguo lo pretz p r e t i u m , pero los extranjeris­
Asmado non serié quántas son sus noblezas» Ber- mos están m uy sujetos a sufrir cambios por in ­
ceo (Loores, 191 b). E n catalán antiguo apte(s)a, flujo de las voces autóctonas: en este caso la
normalmente ’destreza’, tomaba tam bién el sig­ vez, la prez y sobre todo las preces, vocablo con
nificado de ’robustez’ : «la composició e abtea deis 45 el cual llegó a confundirse totalmente el pro-
membres demostraven valentía» (1489, J. Esteve, venzalismo prez, antiguamente masculino. N o sa­
en Ag.):. bemos, en cambio, que tez haya sido nunca de
Fácilmente se pudo pasar de ’robustez’ o ’per­ género masculino.— 6 En leonés antiguo sólo en­
fección’ (de la piel) a ’tersura’, y de ’robusto’ a cuentro tecer en el ms. O del A lex., 660c, 2541c,
’atezado’, ’curtido por el sol’. Así tam bién se ex­ 50 y en el ms. complutense de los Libros del Saber
plica el que estezar signifique ’curtir las pieles’ en de Astronomía de Alfonso X (Homen. a M . P.
cast., y que en Andalucía estezado (Juan Valera) II, 671); y hoy en la parte leonesa de Cáceres y
o tezado (Rubio, Memorias: R H X L IX , 608) sea en alguna localidad del Oeste de Salamanca y
lo mismo que correal ’piel curtida’, en Soria este­ Zamora (Espinosa, Are. Dial., 48-49); pero el
zado ’aplicación de cuero recortado sobre paño o 55 ast. central y occidental tiene texer (R, Acevedo-
piel, para adornar el traje del pastor mayoral’ F.). El paso de texer a tecer por analogía de los
(Caro, Pueblos de Esp., 356, 366, 367). U na hue­ incoativos en - e s c e r e sólo se explica en hablas
lla del antiguo significado más general podría h a­ que vacilen en la representación de sc° (-cer o
llarse en el cast. ant. destez ’contratiempo, pena­ -xer < - s c e r e en port.) pero r.o en cast., que
lidad, infortunio’ [Acad. ya 1817]'. 60 siempre ha tenido -cer en esta clase de ver­

V. — 31
bos.— 7 Véanse otros ejs. del cast. apteza y de su En el acróstico de F. de Rojas que precede a
forma leonesa alteza en el sentido de ’riqueza, la tragicomedia se encuentra como adjetivo, con
cosa preciada’ en el trabajo de Castro, R F E V III, el valor de ’hecho de oro puro’ : «acordé dorar con
16. Agregúese Apol., 615c. Creo que tiene razón oro de lata / lo más fino libar que vi con mis
Keniston, R F H IV, 68, en identificar alteza con 5 ojos» (Cl. C. I, 11.4). Pero esto es poco frecuen­
apteza; nada tendrá que ver originariamente con te. N ebr. y PAlc. sólo traen oro de tíbar, que es
esta palabra e l lat. a l t o s , y ableza no será ultra- lo más conocido; A u t. (s. v. oro) dice que toro
corrección de un *auteza, entre otras razones por­ de tíbar es un oro m ui acendrado». Es infunda­
que de a l t o s esperaríamos, una de dos, alteza da la afirmación de Lz. Tam arid y Covarr. de que
u *oteza. D e *atez no conozco ejs., pero sí de 10 Tíbar es u n río así llamado donde se cogía este
su variante semiculta autez: «quiero tablar del si­ oro: no hay que m eter lo itálico en la Península
tio e de la su grande?, / el alteza de sus muros e beduina. Dozy, Gloss., 350; Eguílaz, 505.
de la su autef» Alex. P., 14846, en rima con
rajez y obede$. El ms. O sustituye por noblez. T IB E R IO ’ruido, confusión, alboroto’, voz po­
Tam bién el adj. abte en el pasaje de la Gral. 15 pular, que en catalán significa ’convite suculento’,
Estoria alegado por Castro, p. 17, tiene el sig­ de origen incierto, quizá alusivo a las orgías del
nificado ’rico, copioso, grande’ : «M oysén... de em perador T ib erio ; como es más popular en ca­
quantas cosas m uy nobles e estrañas e muy abtes talán, no es inverosímil que se tomara de este
él ganó en aquellas tierras». Recuérdense asimis­ idioma, y entonces podría ser derivado de tibar
m o los representantes de a d a p t u s : fr. ant. aate 20 ’poner tenso’, tip ’hartazgo’, pero esto es más
’ágil, rápido’, oc. ant. azaut id. y ’lindo’, cast. ant. dudoso. 1.a doc.: 1859; como gallego, 1755.
adapte (Alex.), aabte ’agradable’ (1.a Crón. Gral., En su edición de esta fecha lo define Borao
504a9; Gral. Estoria, p. 16). Como aabteza es como voz arag. en el sentido de «bulla, escándalo,
frecuente en la Gral. Estoria (668a53, 67367, confusión, desorden»; lo mismo hace T orres For-
676a49, 696al6), el cast. tez podría venir tam ­ 25 nés con respecto a Segorbe. L a Acad. lo admitió
bién de a d a p t u s , derivado de a p t u s , como her­ en su ed. de 1884 (no 1869) con /a definición arri­
mano del oc. ant. azauteza ’gentileza, lindeza’, ba transcrita y como voz fam iliar; Pagés cita las
y aun quizá sea esto preferible. De i n a p t o s -de­ frases armarse un tiberio o buen tiberio se ha
riva el opuesto port. ant. inhateza (Viterbo), que armado o ha habido. No he oído nunca el vocablo
además de «incapacidade, cobardía» valía tam ­ 30 en castellano ni figura en muchos glosarios dialec­
bién «desmazelo».— s Para otro derivado de a p ­ tales, de suerte que no puedo asegurar que se em­
t o s , o más precisamente de i n a p t o s , vid. E N A - plee fuera de Aragón, y desde luego Cataluña. Ahí
T ÍO . Es probable que junto a a(p)to existiera pa­ sí que tibéri es palabra bien conocida, aunque
ralelamente *atío, pues de ahí me parece derivar siempre fam iliar; la ac. más corriente en el P rin­
el alent. tiez «película», tiez das tripas ’peritoneo’, 35 cipado es ’convite suculento’, y en tono más vul­
tiezinha «a capa de albúmina do ovo» (R L gar se le da tam bién en Barcelona el valor de
X X X I, 114; X, 245), ac. que tam bién tiene tez ’manjar, comida’, especialmente ’cantidad de co­
en Portugal, puesto que Moraes define caspa mida’ (tens gaire tiberi?). Ya lo registra Labem ia
como «tezes finas, brancacentas, que sayem da en 1840 con la definición ’comida con bulla y re­
cabera, e do rosto, m iudinhas»; ast. tiez ’consis­ 40 gocijo’, que se aproxima algo más al sentido cas­
tencia’ (V); Sajambre tiez ’consistencia de una tellano (falta todavía en Belvitges y en T orra), en
cosa’ (no tiene tiez), ac. que como nota Fz. Gonzz., Tortosa vale ’bulla, ruido’ como en Aragón (BDC
Oseja p. 358, apoya fuertem ente mi etimología. II I, 111) y el mismo valor tiene en Valencia si
En rigor tiezinha podría ser te(l)ezinha, del cual prestamos crédito a Escrig (no está en Lamarca).
podría haberse extraído tiez. Pero el ast. tiez se 45 Ag. define «menjar alegre i abundós, orgia», que
opone a esta otra interpretación. acaso sea la ac. mallorquína (falta en Amengual);
en todo caso el mallorquín G . Cortés lo emplea
Tezado, V. tez T i, V. tú Tía, V. tío en u n sentido que ha de ser ’calaverada’ o ’diver­
Tialina, tialismo, V. saliva sión poco seria’1.
50 En cuanto a la etimología no creo acierte Spit-
T IA R A , tomado del lat. tiara y éste del gr. zer (A R om . V I, 495) al suponerlo deformación de
•napa id. 1.a doc.: APal. 74d; 498d. vituperio, que queda lejos por el sentido y por
A ut. cita ejs. de los SS. X V I y X V II. la forma. Sin embargo quizá tenga alguna razón
Spitzer, en una forma análoga a como lo interpreta
Tib, V. tú 55 G dD D 7243: de vituperio se pasaría a un and.
gutiperio «barullo de gente» (que falta en AV), de
T ÍB A R , del ár. tibr ’oro’, ’lingote o pajuela de éste a gatuperio, de donde, quizá suponiendo una
oro’. 1.a doc.: Juan de M ena: «El tíbar, que forma intermedia *gratiberio, se separaría gra(n)
es fino oro en polvo» (proemio del Omero roman­ tiberio. Para asegurarlo falta encontrar formas con
zado)-, h. 1490, Celestina. 60 -b- más parecidas a vituperio o gatuperio. Pero lo
más verosímil es que el sentido de ’orgía’ sea el T IB IA , tomado del lat. tibia, que significaba
primario y entonces habremos de creer que alude ’tibia’ y ’flauta’. 1.a doc.: Acad. 1832, no 1817;
a las famosas orgías a que se entregó T iberio en 2.a ac., 1615, Sz. de Figueroa.
sus últimos años. De t i b i a por vía hereditaria procede el fr. tige
Por lo menos en el sentido de aplicarse a 5 ’tallo’, ’astil de la llave’, etc., de donde el cast.
una persona, con matices peyorativos, apuntaría a tija [Acad. 1843, no 1832], de esta últim a ac.
lo mismo el dato más antiguo que tenemos, que
es en gallego, donde Sarm'. explica que tiverio es T IB IO , del lat. t e p í d u s id .; la prim era i de
lo mismo que cativo y cativerio, los cuales acaba tibio se explica como resultado fonético de la e
de glosar como «hombre, pobre, desdichado, desha­ 10 bajo el influjo de la semiconsonante i de la sílaba
rrapado y mísero» (CaG. 200r), en cuya identifica­ siguiente. 1.a doc.: tebio, Alex. O, 1125c; tibio,
ción habrá mucho debido a contaminación popular, Alex. P, APal. 494b.
y quizá bastante de exageración etimologizante por «La fuent... / con todas essas buenas avié otra
parte de Sarm., quien sugiere que «acaso es voz natu ra: / de día era fría, quando faze calura, /
recortada de cativerio» y además pone «tiverio (o 15 tebia era de noche, a la mayor friúra», Alex.;
acaso tiveyro)» : claro que ésta es forma meramente «tepejacio: fago ser tibio» A Pal.; «tibia cosa: te-
supuesta por el etimòlogo2. En gallego hay que pidus» N ebr. De uso general en todas las épocas.
contar sobre todo con el fuerte influjo semántico Si dispusiéramos de mayor documentación medie­
por parte de los parónimos cativo, cativeiro, y más val, seguramente veríamos que la forma tibio fué
todavía de tibo «tibio, flojo, poco fervoroso» y 20 predom inante desde los orígenes, por lo menos en
tibeza «negligencia, poca actividad» (Valí.). Castilla, siendo la variante tebio propia del dia-,
Aunque el dato gallego es algo más temprano, lecto leonés, en que está escrito el ms. O del Alex.
apareciendo antes en Cataluña que en Aragón, y Todas las formas romances proceden de la base
en Aragón antes que en la Acad., es probable que t e p í d u s , cantidad bien documentada en latín clá­
proceda de Cataluña. Y entonces podría también 25 sico y única justificada según la etimología indo­
ser derivado de tip ’hartazgo’ que a su vez lo es europea1. Varios filólogos han creído encontrar di­
de tibar ’poner tenso, tirante’, derivado regresivo ficultades en el tratam iento de la vocal tónica de
de estibar s t i p a r e ; se trataría de un derivado como t e p í d u s en cast, y p o rt.; y así, desde que M . P.
encanten de encantar, captiveri de captiu, beatevi en su Manual de Gram. H ist., 6.a ed., §§ 11.2c
de beat, etc. M as parece que entonces deberíamos 30 y 41, creía tener que postular u n étimo * t e p í d u s ,
esperar *tiperi, puesto que hoy es corriente el que por su parte sería arbitrario e injustificable, se
adjetivo tip, tipa ’harto, -a’ (extraído secundaria­ entabló una larga polémica en la que tomaron
mente de tip ’hartazgo’) y el verbo atipar ’hartar’; parte Hanssen (Sobre un Compendio de Gram.
tiberi, derivado de tibar, sólo se podría explicar si Cast., tir. ap. de A U C h. 1908, 7-8), Zauner
fuese palabra bastante antigua, de lo cual no tene­ 35 (L itb l. X X X II, 407), T uttle (M od. Lang. Review
mos pruebas. X X X III, 52), R. G . K ent (Language X III, 145-
En definitiva lo más convincente es que se trate 6) y J. H . D . Alien Jr. (H isp. R . X , 258-9). D is­
de Tiberio y sus orgías, popularizado en catalán, cusión harto estéril y superflua, y desde luefeo mal
y allí orientado semánticamente bajo el influjo de orientada, pues todos los participantes m ostraron
la familia tibar -o atipar -o tip, propagado, bajo el 40 una concepción demasiado simplista de la fonéti­
ejemplo de las regiones catalanas, a otras partes, ca histórica. En cuanto a la propuesta de los dos
y allá contaminado por el sentido de los vocablos últimos de suponer un * t í p í d u s influido por F R Ì-
populares en cada zona. g í d u s puede rechazarse sin discusión; los demás
1 «D. Sabeu que sou de veli per teñir ballerai se acercan ya algo a la verdad. Como observaba
T . D e bades D .a Clara tam bé ho és, i veig que 45 C om u (GGr. I, § 7), el tratam iento tibio en por­
no l’ha perduda. D . Encara no ha perdudes ses tugués es perfectamente regular y paralelo a di­
bromes. T . Pobre D on Bartomeu, si aliava es zima DÈCIM A, pirtiga PÉR TÌC A , Pirez P É T R Í ( + - z ) .
cap !... Eli no anava d ’aquests tiberish (liles En cuanto al cast., si la evolución de t e p í d u s no
d’Or V III, 71).— 2 De ahí el enredo que se hace es paralela a la de n è r v ì u s > nervio, n O v í u s >
el copista, que habiendo escrito en dos ocasiones 50 novio, v é n ! > ven, H É R Í > ayer, y a la de pér­
cativeiro, en la primera lo escribe cativerio, forma tiga, Pérez, etc., es porque las condiciones foné­
que Pensado supone, con mucha razón, errata por ticas no eran las mismas. Se ha olvidado sobre
cativeiro ; la segunda vez, habiéndola escrito bien, todo la cronología. E n novio o nervio hubo una
aparece enmendada, no obstante, en el m anus­ semiconsonante desde el latín vulgar, lo que im ­
crito por el inadecuado cativerio. Esta term ina­ 55 pidió la diptongación; mientras que en nuestro ca­
ción en -irio no es natural ni casi posible en galle­ so se pronunció *tiébedo y luego *tiébeo hasta
go, y en efecto Valí, y demás lexicógrafos sólo fecha muy tardía, quizá hasta el año 1000. Sólo
registran cativeiro ’miserable’ (por lo demás Valí, más tarde llegó a pronunciarse *tieb[o y éste se
le da tam bién la ac. abstracta ’miseria, flojedad redujo a tibio, por una simplificación que no ca­
en un anim al’). 60 rece de analogía con la de Dieos en Dios, m e u s
> m ío y análogos. N o es imposible que influye­ tenga que ver con el nom bre de árbol riopla-
ran los pretónicos entibiar y tibieza (comp. alivia tense timbó, algunas veces dicho tam bién timbor
a d l é v i a t seguramente debido a aliviar), pero n o (J. B. Lagomarsino, L a Nación, 21-VI-1942).
creo que sea ésta la razón principal. H ay que
dejar aparte como tales las formas verbales sirvo 5 T IB U R Ó N , en port. tubarao, en cat. tauró, de
y análogas. origen incierto; quizá tomado, por conducto del
Sobre la cuestión ha escrito muy desafortuna­ port., del tupí uperú (o iperú), con aglutinación
damente Malkiel, R om . L X X III, 145-76: la base de una t- que en este idioma funciona a modo de
* T E p i u s que él supone, además de arbitraria en artículo. 1.a doc.: 1519, Fz. de Enciso.
latín, y de inadecuada para el consonantismo (el 10 E n este autor figura por prim era vez en el nom ­
resultado romance habría sido entonces *tepio), bre del Cabo del Tiburón, en el extremo occi­
precisamente presentaría mayor dificultad que t e - dental de la isla de H aití, junto al cual abundaba
p i d u s para explicar la í. mucho este escualo, accidente geográfico al que
D e r i v . Tibieza [APal. 494b]. Entibiar [Nebr.], Colón había dado en 1494 el nom bre de Cabo
ant. atibiar [h. 1400, glos. del Escorial]; entibia- 15 de San M iguel, nom bre todavía usual en 1500 y
dero [Nebr.]. en 1503. Fz. de Oviedo en 1535 reconoce que
1 Corresponde regularm ente a la £ aun la pro­ «en los mares de la costa de España hay tiburo­
nunciación catalana t?bi, muy extendida en el nes'», pero añade «son por acá más comunes e
dialecto oriental (es la usual en mi familia); cier­ más particularm ente vistos e muertos a menudo»
to que existe otra pronunciación t$bi, que he 20 (Hist. I, 429), y sigue hablando de ellos en la p.
oído varias veces en Barcelona y otras partes, y 431, y en otros pasajes citados por Zaccaria, sin
es la que da Fabra en su Gram. Caí. de 1912. declarar en parte alguna, si no me engaño, el ori­
Pero no hay que creer que esto suponga una base gen del vocablo. El P. L as Casas lo emplea tam ­
en E o i, sino que obedecerá a influjo del hecho bién u n par de veces diciendo que en el M ar Ca­
de que casi todas las voces catalanas con i pos­ 25 ribe se encuentran unos peces «de hechura de ca­
tónica son cultismos, y por lo tanto se pronuncian zones... que los indios llamaron tiburones», V. las
con vocal abierta, si la tónica es una e. citas en Ca., 127, y Cuervo, A p., § 971. E ntre los
autores españoles o que operan con fuentes espa­
T IB O R , origen incierto. 1.a doc.: A ut. («vaso ñolas, sólo Las Casas y Pedro M ártir de Angleria
grande de barro de China, regularm ente en for­ 30 (1515 o pocos años después) declaran que es voz
ma de una tinaja mediana, aunque los hai de va­ indígena, y el últim o lo dice hablando de la Es­
rias hechuras»), pañola : «inter quos piscis quidam ab eis dictus
T e r r .: «vaso de mediana magnitud, redondo y tiburonus». M ás tarde aparece con mucha fre­
ancho por medio, que suele ser de barro exqui­ cuencia, sin que nunca se refieran los autores a
sito, y se pone para adorno de las salas de la 35 la procedencia del vocablo, en López de Gomara
casa». L a Acad. ha m antenido hasta hoy su defi­ (Conquista de Méjico, 1552), en Antonio de H e­
nición sin más que agregar que puede ser del rrera (1601, cita de M alaret, Sem ánt. Am er., 107),
Japón y que está decorado exteriormente. E n la en T irso de M olina («¿hay Sacripante, hay Brú­
parte occidental de Cuba es el nom bre corriente ñelo, / hay tiburón, hay caimán / más asquero­
del orinal (Pichardo), en Yucatán taza en que se 40 so y más fiero?», L a Celosa I, v), en Quevedo,
toma chocolate (R. Duarte). Nada análogo se en­ etc., vid. A ut. y Zaccaria. Todos ellos emplean la
cuentra en otros rom ances; no tengo otras noti­ forma tiburón, hoy predom inante.
cias del empleo popular del vocablo, ni sé que H an corrido otras: tuberón, semejante a la p or­
nadie haya escrito acerca de su origen. ¿Se tratará tuguesa, está una vez en Pedro M ártir; tuburón o
de una adaptación popular del ingl. tábor ’tam bor’ 45 tuborón en el Islario de Santa C ruz (1560); tibrón
(pron. téjbgr) en el M ar de las Antillas? O acaso corre hoy en la costa Atlántica de Colombia
estemos ante una aplicación del nombre propio de (Sundheim) y tribón en papiam ento; taburón en
m ujer Tibor, de origen germánico, que no es raro la Colección de Fz. de N avarrete (IV, 229), en
en esta forma en textos catalanes medievales (y los viajeros del Perú Juan y UUoa (1748), y hoy
supongo se emplearía tam bién en cast.), oc. ant. 50 en Cuba (Pichardo, p. 258); de aquí la reduc­
Tiborc (Anglade, O nom. des Troub., s. v.), germ. ción taurón que se lee en el uruguayo F . Acuña
t h iu d b u r g (Forstem ann, 1 425)1. de Figueroa (1790-1862): «tu grande boca de tau­
1 H ay otro nom bre semejante Tim bor (que qu i­ rón o harpía / a una enorme cazuela se asemeja»
zá procede más bien de u n t h i n g b u r g ) , llevado (cita de G ranada, Vocab. Rioplat., s. v. bagre),
en 1440 por la esposa (al parecer catalana) del 55 santand. tajurón (G. Lom as)1 con h aspirada por
noble aragonés Johan d ’íx ar, B R A E X X , 79; de influjo de tahúr. Esta variante tendría considera­
ahí procede seguramente el nom bre del pueblo ble extensión y antigüedad, pues a ésta correspon­
de Tim or, térm ino de Sant Pere deis Arquells, de la forma norm al catalana del nom bre de este
part. de Cervera, ya citado en esta forma en el pez, tauró, que es literaria actualmente y es la que
S. X III. D esde luego no creo que tibor ’vasija’ 60 he oído repetidam ente en la Costa de Levante ca­
talana, tam bién en Alicante y debe de ser corrien­ tñfola ’trufa’ de la Alta Italia, explicable por la
te en Mallorca (Ag.; G . Cortés, liles d ’Or V III, pronunciación ü de estos dialectos), sin embargo
14); en la capital valenciana es más usual taburó, quizá podríamos pasar por encima de esta dificul­
y en otros lugares, p. ej. en Teulada (prov. Ali­ tad, suponiendo que en castellano se tom ó del port.
cante), se oye también tiburó2, pero al menos en 5 tuberáo (también se ha dicho túbera ’trufa’ en
parte se tratará aquí de un castellanismo indi­ p o rt.: Bluteau) cambiado en *tubirón y luego ti­
vidual3. burón. Pero la opinión de Barbier sólo me parece
Si es dudoso que las ■formas catalanas sean medianamente verosímil en el aspecto sem ántico:
originarias o dependientes de las castellanas, ya no a un pez que tenemos tan pocas ocasiones de exa­
se puede decir lo mismo del portugués, donde el 10 m inar fuera del agua, y muchas más de observarlo
vocablo se documenta antes que en castellano'1, y con tem or cuando merodea vivo, no es probable
ya en el relato de los descubridores del Brasil: en que se le diese nom bre a base de un detalle tan
una carta de Pero Vaz de Caminha, escrita desde poco perceptible; otra cosa sería si se tratase de un
este país en el año 1500, dice que los indios tu ­ nombre científico, pero estamos buscando la eti­
píes «levaram d’aly huum tubaram, que Bertolo- 15 mología del nom bre vulgar.
meu Dias matou». El vocablo debió difundirse rá­ Nos queda la opinión dé que el vocablo viene del
pidamente desde allí a la metrópoli, lo cual es na­ tupí por conducto del portugués. Esta opinión la
tural tratándose de un pez que tantas narraciones rechazó Hz. U reña (quien la atribuía erróneamen­
impresionantes había de motivar, y así ya encon­ te a von M artius), alegando que cuando escribía
tramos tubarades (rimando con caçôes) en las Cor­ 20 Pedro M ártir todavía los españoles no habían es­
tes de Júpiter de G il Vicente, a. 1519 (ed. Ham - tado en contacto con pueblos de lengua tupí-gua­
burgo II, 404); luego tubarào, tubaróes, hablando raní. M ás tarde, el autor de la idea, Friederici, la
del Brasil, en 1557, 1570, 1590, más tarde en el ha fundam entado más sólidamente en Z F S L L IV ,
P. Mendoça, en Ant. Vieira, etc.; vid. Bluteau, 1930, 182-7, y A m . W b., 608-9, logrando la apro­
quien cita una variante tuberáo, que es la que da, 25 bación de De Goeje (/. c.). El vocablo, de acuer­
junto a tiberáo, Marcgraf, Historia Naturalis Bra- do con la documentación de que disponemos, ha­
siliae, en 1648. Con carácter ocasional el vocablo bría pasado primeramente al portugués, y de los
aparece muchas veces en francés (tiburón Ronde­ portugueses a los españoles, que no lo conocerían
let, 1554, 1671, etc.), en inglés, en alemán, en todavía en los primeros años del S. X V I, cuando
italiano (tiburone frecuentísimo en las traduccio­ 30 daban al Cabo- del T iburón el nom bre de Cabo
nes del castellano y del portugués en el S. XVI), de San M iguel; Fernando Colón, que m urió en
pero en ninguno de estos idiomas ha llegado a ser 1539, se lamenta del olvido en que cayó el nombre
denominación usual (fr. requin, ingl. shark, alem. dado por su padre, aunque en los últimos tiem ­
haifisch, it. pescecane). pos de este escritor el vocablo ya era conocido
D iscrepan los autores acerca de la etimología. 35 en castellano y él lo cita en la forma tuberone o
Rufino J. Cuervo y P. H enríquez U reña (R F E tiburoni. L a fuente del port. tubarao, tuberáo, se­
X X II, 182; Indigen., 114) aseguran que es pala­ ría el tupí uperú, ya mencionado en esta forma
bra arauaca, oriunda de H aití, fundándose en la en 1558 y 1578, iperú en 1557, y la t- inicial se­
declaración de Pedro M ártir y en la del P. Las ría debida a la aglutinación del pronom bre p er­
Casas, pero éste, como hemos visto, en realidad 40 sonal de tercera persona t-, de acuerdo con la ob­
sólo dice que es palabra de los indios, no sabe­ servación de Tatevin de que en este idioma, que
mos de dónde, y Pedro M ártir no estuvo perso­ no posee artículo, se enuncian casi siempre los
nalmente en América, mientras que Fz. de Ovie­ nombres en estado aislado haciéndoles preceder
do, que conoció bien ei taino, guarda silencio sobre del pronom bre personal de tercera persona i o
el caso. Esta opinión es, pues, defendible, pero 45 de sus equivalentes se o s, te o t: de ahí que el
no puede considerarse probada ni mucho menos5. tupí aiupaue ’especie de choza’, fr. ajoupa, apa­
Lenz (Dicc., 719) y la Acad. dicen que es voz rezca comúnmente en los cronistas bajo la forma
caribe, de lo que hay todavía menos pruebas : así tejupaba, teyupar, etc. (Z F S L L IV , 176-7). Real­
como ignoramos el nom bre del tiburón en taino, m ente es cierto que los hábitos aglutinantes del
sabemos que en caribe es waibayawa o waibara- 50 idioma guaraní hacen muy difícil delim itar el cuer­
raw ". po de las palabras de este idioma, aun para los
M ayor atención hemos de prestar a la idea propios especialistas (Morínigo, Hisp. en el Guar.,
de Barbier (R L R L IV , 1911, 185-7, aceptada por p. 37), y es un hecho que en un buen número
M -L., R E W 8966) de que el port, tubarào derive de nombres tupí-guaraníes la forma con t- agluti­
de túbara ’trufa’ ( < lat. tüber, -éris), porque la 55 nada, además de expresar el posesivo no reflexivo
piel de estos escualos «est garnie de petits tubercu­ de tercera persona, indica'<también la idea del nom ­
les très serrés les uns contre les autres» (Lacépè- bre en cuestión sin añadido semántico alg u n o :
de, 1798); reconoce Barbier que la i del cast. túba, p. ej., es ’el padre de él’, pero tam bién ’pa­
tiburón presenta entonces una dificultad (que cier­ dre’ a secas (frente a xerúba ’mi padre’, Pedro rúba
tam ente no podría eliminarse a base de la forma 60 ’el padre de Pedro’, ogúba ’su propio padre’), vid.
T IB U R Ó N -T IE M P O 486

Platzmann, Gramm. der Brasil. Sprache, § 92, y mismo autor hace de tiburón como voz haitiana
comp. Tupá ’Dios’, usual en la Arg.7; recuérden­ compuesta de ti ’tierra’ y burón ’pez’ : pero nada
se además los casos de aglutinación del pronom ­ de esto consta en fuentes fidedignas. ’T ierra’ se
bre equivalente i- ((y)aguará, (y)aguané). Esta eti­ llamaba monha, mo y variantes, en taino, según
mología es, pues, admisible desde el punto de vis­ 5 D e Goeje, p. 13.— 6 C. H . de Goeje, Journ. de
ta tupí, y se comprende bien que los portugue­ la Soc. des Amér. N . S., X X X I, 1939, p. 61.—
ses al oír t-uperú a los indígenas brasileños, como 7 Sin duda entre los guaranismos en t- inicial
nombre de este pez que tanto había de preocu­ reunidos por M orínigo en su trabajo del B A A L
parles, adoptaran el nombre que oían aplicarle, no hay otro que se encuentre en este caso, pero
cambiándolo levemente en tuberáo (o tubaráo) 10 al fin y al cabo se trata sólo de una docena de
ayudando el influjo de túbera, -ara, por etimología palabras.
popular, acción en la cual más que los tubércu­
los de la piel del pez influiría su cabeza chata, más T IC , tomado del fr. tic, probablemente voz de
o menos comparable, aunque muy vagamente, con creación expresiva. 1.a doc.: Acad. 1925, no 1884.
una trufa o criadilla; tam bién es admisible que 15 Así Bloch1 y 2, M igliorini ; no son verosímiles las
tuberáo al pasar al castellano se convirtiera p ri­ etimologías germánicas admitidas por Diez, W b.,
mero en *tubirón a causa de la pronunciación 406, ni Gamillscheg, E W F S s. v. Onomatopeyas
cerrada y laxa de la e átona portuguesa, y luego semejantes son tac y taque [1549, Comendador
en tiburón por m etátesis; por otra parte tubaráo G riego; Aut.].
> taburón > tauró(n). Que el tiburón ya era co­ 20 C p t . Tictac.
nocido en los mares europeos es cierto, y sabe­
mos sus antiguos nombres romances (cast. marrajo, Tieda, V. tea Tiem blo, V. temblar
port. marraxo; tintorera tintureira), pero es na­
tural que abundando mucho más en América te r­ T IE M P O , del lat. t ë m p u s , -ORis, id., acusativo
minara por generalizarse la denominación ameri­ 25 t ë m p u s . 1.a doc.: tempo, 1155, Fuero de Avilés;
cana. tiempo, 1200 (Oelschl.), Berceo.
Las dudas que esta demostración nos deja, no Tim po, grafía imperfecta de tiempo, está tam ­
pueden despreciarse, pero no son decisivas, y bién en el A uto de los Reyes Magos. El resul­
desde luego es más convincente que las demás tado fonético de tëm pus sólo podía ser un sin­
propuestas. 30 gular tiempos, según la fonética castellana. Pero
1 Supongo que sería el mismo pez que dieron como estos singulares en -s eran muy raros en
a Azkue en H ondarrabia y en otros lugares, como cast. (huebos, peños, y los desusados cuerpos, pe­
equivalente castellano del veo. kaiel «psz grande», chos), pronto se creó un singular analógico tiempo,
de üntuleta y duroi. Formas propiamente vascas que ya encontramos en Berceo (S. M ili., 36c, 65c,
del mismo vocablo son vizc. duroi (Bermeo) y 35 etc.). L a forma etimológica en -s no es rara en la
burutu (Bermeo, Murélaga).— 2 Debo los infor­ Edad M edia : por esos grandes tiempos ’muchos
mes valencianos a J. G iner i March.— 5 Es sabido años después’ Apol., 240d, todos a tiempos cierto
que hay tiburones en el M editerráneo; sobre se juntan con natura J. Ruiz 74b, pero es de creer
todo la especie llamada en catalán tintorera, que que el sentido lingüístico coetáneo ya percibiera
aunque pequeña ataca al hombre y no es rara 40 esto como plurales, aunque parecieran menos jus­
en el puerto de Barcelona y en otras partes. De tificados lógicamente que como idiotismos fraseo­
ella distinguen los pescadores catalanes el tauró, lógicos, y en realidad se explicasen como supervi­
que todos describen con precisión, aunque algu­ vencia del singular etimológico tiempos; éste se ve
nos confiesan no haber visto personalmente nin­ más claro en los Fueros de Aragón de h. 1300 :
guno. Desde luego es mucho más frecuente en 45 «si algún otro demandare a él a tienpos aquellas
el Atlántico. L a tintureira es conocida en Portugal, casas o aquellas heredades, pueda aver aquel qui
V. el pasaje de Joáo dos Santos, S. X V II, citado las conpró retorno a las fianças de salvedat»
por Bluteau s. v. tubaráo; cf. veo. tintuleta.— 4 Es (192.3), donde no hay idea de varias ocasiones,
verdad que el diario de Colón, en 25 de enero sino de un solo tiempo venidero; igualmente «pas-
de 1493, ya traería tiburón según Guillén, La 50 sados algunos tiem pos» (ibid. 92.2), pero el singu­
Parla Marinera, pero trasmitido este diario por lar tiempo ya aparece en el mismo texto (Tilander,
el P. Las Casas es probable que no todos sus p. xlix). Desde luego aun estos resabios arcaicos
vocablos sean del Descubridor.— 5 Si constase desaparecen muy pronto y tiempo queda conver­
que cajaya era nom bre indígena del tiburón en tido ya en la Edad M edia en un singular normal
Haití, como dijo Gregorio García (1729), citado 55 del tipo corriente, sin anomalías morfológicas.
por Bachiller y Morales, Cuba Primitiva, p. 230, N i el castellano ni las demás lenguas romances,
tendríamos otro motivo para dudar de que tibu­ desde sus documentos más antiguos, parecen haber
rón sea taino, pero la obra de García contiene distinguido jamás, por medios léxicos, entre la idea
afirmaciones de autenticidad muy sospechosa. Lo idel tiem po atmosférico o meteorológico y la del
mismo cabe decir respecto del análisis que el 60 'tiempo cronológico — ingl. weather frente a time,
alem. w etter frente a zeit— , a pesar de que el tiene equivalencias en fr. contre-temps, it. contrat­
latín distinguía bien entre tem pus, con este últi­ tem po, etc. : este último aparece primeramente en
mo sentido, y en el otro tempestas (a veces cae- la trad. de Solís por Corsini (h. 1700), razón por
lum, aer, dies, serenitas, sudum ). En un artículo la cual Zaccaria se inclina a creerlo hispanismo,
de revista anónimo leo la observación de que la 5 pero la locución adverbial di contrattempo ’a des­
confusión románica, que tam bién se extiende al tiem po’, ’fuera de lugar’ (que pudo ser el punto de
gr. mod. v.'iipó;, se debería a la m enor necesidad partida) ya aparece desde fin S. X V I (Davanzati,
de una expresión diferente- en el ciima m editerrá­ Galileo), y aunque Bouhours (1671) considera que
neo, dada la fijeza del mismo, que corresponde en fr. es neologismo, ya existe constancia del em­
con toda regularidad a las estaciones. Mas parece 10 pleo del vocablo fr. en 1559; si fuese verdad que
que el que esto escribió tomaba un punto de contre-temps fuese deformación del fr. ant. con-
vista germánico demasiado unilateral, pues ni la trestant ’contraste, tropiezo’, como sostuvo Jen-
confusión de las dos ideas es algo patrimonial de kins (M od. Philol. X , 439-50), sería segura la pro­
la Romanía, sino muy extendido por el m undo, cedencia francesa en todas partes, pero esto tam ­
ni las lenguas de clima nórdico distinguen todas, 15 poco está comprobado.
ni la distinción lingüística ha sido ajena a los idio­ Los siguientes son cultismos. Tem pestad [Ber-
mas de clima mediterráneo. Cierto que todas las ceo, M il., 768c, 11; «(los navios) a los vientos et
lenguas germánicas distinguen (danés vejr frente a la t. son descubiertos de todas partes» Partidas
a tid, sueco vdder frente a tid) y si hay una len­ II, xxiv, ed. Acad. II, 267; «r.; tem pestas; t. de
gua romance que distingue es sólo el sobreselva- 20 mar: aestus; t. grande: procella», N ebr.], de
no (aura = wetter, y peda o temps = zeit), some­ tempestas, -atis, ’tiempo, clase de tiempo que ha­
tido al ascendente alemán, pero distinguía no sólo ce’, ’mal tiempo’ (variante cast. ant. tempesta,
el latín clásico, sino tam bién el griego antiguo Berceo, M il., 591, A lex., 1321, tomada del nomina­
(donde ^ p ó v o ; , o'j o x y x a ’ p ó ; sólo se traducen tivo latino) ; tempestar; tempestear; tempestuoso
por time, y weather se expresaba por locuciones 25 [med. S. XV. Gz. M anrique (C. C. Sm ith, BHisp.
diversas y a veces por atOpía). Y la zona de con­ L X I); Nebr.]. Tempestivo [Aut.], de tempestivus
fusión se extiende a lenguas de clima tan conti­ id.; tempestividad [princ. S. X V II, A ut.]: intem ­
nental o nórdico como el gaélico e irlandés (aim- pestivo. Témpora [princ. S. X V II, Aut.], tomado de
sir, aimscr), el bretón (amzcr; que en galés sólo témpora, pl. de tempus. Temporada [princ.
traduce time, frente a tyiuydd o hin = weather), 30 S. X V II, Aut.]. Temporal adj. [Berceo; «r., cosa
el rumano (así vreme como tim p significan las de tiempo: tem poralis; t., hasta cierto tiempo:
dos cosas), y por lo menos con carácter parcial temporarius» N ebr.], m. ’espacio de tiem po’ [Ber­
el árabe (hál y zamán con ambos sentidos, aun­ ceo; Apol.], ’época del año’ («en estos temporales
que el primero y taqs expresan más bien lo uno, son... los vientos m uy fuertes» Partidas V, ix, ed.
y el segundo y waqt más bien lo otro), el vasco 35 Acad. III, 242), ’tem pestad’ [Berceo; Apol.; J.
(aro y denbora son ambas cosas, pero eguraldi y R uiz]; variante arabizada es el and. temporil; tem ­
giro = weather, as ti = y p iv o ;, beta = y.xipói;), y poralidad; temporalizar. Temporáneo. Temporario.
los idiomas eslavos (ruso y búlg. vreme, svcr. Uri- Temporejar [Acad. 1884, no 1817], voz náutica
jeme, ucr. veremja, pol. czas, son ambas cosas, tomada del cat. o del port., aunque hoy no es
aunque es cierto que hay expresiones inequívocas 40 usual en ninguno de estos idiomas. Tem pore­
como ruso pogóda ’weather’, svcr. doba ’tim e’), y ro; temporera. Contemporáneo; contemporaneidad.
están ya geográficamente en el ámbito germánico Contemporizar; contemporización; contemporiza­
las lenguas eslavas que d istinguen: esloveno vre­ dor. Extemporáneo; extemporal.
m e frente a cas y doba, checo pocasi y povétrnost
frente a cas y doba, polaco poivjetrze y pogoda 45 Tienda, V. tender Tienila, V. temporal
sólo ’w eather’. En conclusión: puede haber algo de Tienta, tientaguja, tientaparedes, tiento, V. ten­
cierto en esta idea, pero hubieron de contribuir tar
otros muchos factores.
D e r i v . Tem prano [Cid; « ., ames de tiempo: in- T IE R N O , del lat. t e n e r , - è r a , - è r u m , id. 1.a
tempeptivus; t., en buen tiempo; t., adverbio...» 50 doc.: orígenes (Zifar, Conde Lue.).
Nebr.], junto con el port. temporáo procede del Evidentemente es muy anterior a esos textos de
lat. vg. t e m p o r a n u s , que ya aparece, con la ac. ’que princ. S. X IV, donde está carne tierna (ed. W ag­
se hace a tiem po’, en las Conjesiones de S. Agus­ ner 21.15) y mogo tierno por ’muchacho delica­
tín (temporaneus en otros m ss.; A L L G X, 543); do’ (ed. K nust, 15.11). A Pal.: amolle... quiere
tempranal; tempranero; tempranilla; tempranito. 55 dezir tierno, blando, doblegadizo» (286b; 493b;
A destiempo [princ. S. X V II, Aut.]. Entretiem po 168b); N ebr. «tierna cosa: tener». De uso general
[Aut.]. en todas las épocas y conservado en todos los ro ­
Contratiempo [1684, Solis; falta Covarrubias, mances. E n Asturias se conserva hasta hoy la for­
O udin]; no está bien averiguado en qué lengua ma sin trasposición tienru (V). Hay acs. populares
romance se formó primeramente esta palabra, que 60 secundarias : estuve tiernito a desirseló vale ’a
punto de decírselo’ en el poema gauchesco Santos terregal dial, ’acumulación de tierra’ (Malkiel, L an-
Vega de Ascasubi (v. 4089); etc. guage XXV, 154-6). Terreno [Berceo, con varian­
D er iv . Ternasco arag. (Cuervo, D isq., 1950, te terreño; éste, para ’tierra, puerto’, se halla tam ­
413-4). Tem ecico. Ternejón. Ternera [J. Ruiz] y bién en las Leyes de M oros de los SS. X IV-XV ,
ternero [1119, O elschl.]: paralelamente port. trasm. 5 Memorial H ist. Esp. V, 427ss.; comp. cat. ter-
tenreiro', y gasc. tiarroun, -rroua ’ternero, ternera’ reny], de t e r r é n u s ’terrenal’; gall. tarreo ’terreno,
(Arán, Luchón, H .-Pyr.), m ientras que el gasc. suelo’ M irSgo. 35.23, 93.3; terreal en las Ctgs.
tiarréra, cat. tendrera, que materialmente corres­ (3 ejs. en M ettm ann); Valí, cita el sust. terreo (con
ponden a ternera, significan ’vaca que ha parido ejs. de J. M osqueira, en rima con ceo); hoy terreo
hace menos de ton año’; ternerón; temeruela. Ter­ 10 ’hecho de tierra’ en Incio y tarreo ’suelo’ y ’tierra
neza. Tem ezuelo [«tierno un poco» N ebr.]. Ter­ cultivada’ en Láncara y en la T erra Cha (Ape. a
nilla [-iella, ’teta o pezón’, Berceo, M il., 508a; Eladio Rdz.); además el dim. gall. ferrolano ta-
«la terniella del pecho de la porciella, que es rrélo ’especie de bulbo, criadilla o nabito, buscado
foracada, déngela a comer (al falcón)» traduciendo por los niños y los cerdos’, de flor umbelífera, fr.
a tenerum pectoris en el Tratado de las Enferm e­ 15 terrenoix (Sarm. OaG. 1 62r, 160r, 91v, A 4 lv ,
dades de las Aves (fin S. X III) p. p. B. M aler A97v, A 1 66r), de un dim. t e r r e n - e l l u s ( o * t e -
(Filologiskt A rkiv IV, p. 48, traducido erradamente r r e n ü l u s ) ; terrenidad; terrenal [h. 1250, Setena­
«ictericia»); «-illa, entre uesso e carne: cartílago» rio 291654; Nebr.]. Térreo tomado de térréus id.
N ebr.]; ternilloso [N ebr.]; desternillarse [1517, Terrero [1124, Oelschl.]; terrera. Terrestre [h.
Torres N aharro, V. el índice de la ed. G illet; Ou- 20 1440, A. T orre (C. C. Smith, BHisp. L X I)], de
din; no A u t.; Acad. S. X IX ; que muchos co­ terréstris id. Terrezuela. Terrino. Territorio [Ber­
rrom pen en destornillarse; Cuervo, Dicc. II, 1171].: ceo; existió una variante terridorio sem ipopuhr,
Enternecer [«-se: teneresco» Nebr.] (> cát. mod. en docs. del S. X , Oelschl.], tomado de terñtdríum
enternir-se, de sentido fig., junto a entendrir*se¡ id .; territorial; territorialidad. Terrizo.
más material, y aternir, quizá aragonesismo en una- 25 Terrón [S. X III, Lucano de Alf. X (Almazán);
glosa de R. M artí, S. X III); enternecedor; enter-'- J. R uiz; «pedazo de tierra; gleba» N eb r.; turrón
necim iento; variante rara aternecer (D H ist.). en C uba: Pichardo, p. 258]; terronazo; gall. este-
1 Tenemos todavía el uso adjetivo, en combina­ rroar {’rom per los terrones’] Sarm. CaG. 226r, pero
ción con becerro en una ctga. de Afonso Meén- cita como prueba de un doc. antiguo de Tenorio
dez de Beesteiros, que parece ser portugués y 30 (E. de Pontevedra) que a esterroyades (a térra), lo
poco posterior a 1300 «come bezerro tenreiro cual correspondería al subj. de un *esterroír. T e­
sacudiu-se e revolveu-se» (R. Lapa, CEsc. 60.8). rroso. Terruño [«linage de tierra; terrenum » N ebr.
(dos hombres) «tam bién son de m i terruño», rim an­
T IE R R A , del lat. t é r r a id. 1.a doc.: 2.a mitad do con Ñ uño, Lucas Fdz., ed. 1514, f° A 2v, v°6],
S. X, Glosas Silenses; doc. de 978; etc. (Oelschl.). 35 El gall. [Eladio Rdz.] y port. terrurtho, documenta­
Desde los orígenes aparece con gran frecuencia dos sólo desde el S. X IX [Fig. cita de Aquilino Ri-
y en todas las acs. modernas, que ya eran tam ­ beiro; n o en Moraes] quizá se tom aron del caste­
bién latinas. Común a todos los romances. Es no­ llano, aunque tam bién podría ser una voz provincial
table que en el uso oral argentino (Ai. Fierro con arraigo antiguo, sobre todo en la ac. ’terrón’
II, 285, y general aun en las ciudades), creo tam ­ 40 que allí, por otra parte, se encuentra. Terruzo.
bién en Andalucía y en otras partes de América Aterrar [Berceo; Cuervo, Dicc. de Construcción
y de España, tierra invade el terreno semántico y Régimen, I, 745-6], primitivamente ’derribar’,
de polvo, voz que apenas se emplea allí si no es luego ’abatir’, ’consternar’; como indicó Cuervo,
para las materias pulverizadas artificialmente (se sólo secundariamente y por influjo tardío de terror,
dice siempre el tren levanta mucha tierra, al caer 45 llegó a significar ’aterrorizar’ [fin S. XVI, Ercilla],
se llenó de tierra, etc.). y a conjugarse aterra [S. X IX , H artzenbusch; con
D e r i v . Terrada. Terrado [Vidal M ayor; p r i n c . esta ac. dicen atierra los clásicos]; aterrador; atie­
S. X V II, Aut.], desusado hoy, a no ser quizá pro­ rre.
vincialmente, y sustituido por azotea; comp. cat. Conterráneo [h. 1490, Celestina], forma que
terrat. Terraguero salm. y pal. ’m ontón que en la 50 todavía es usual, si bien está algo más difundido
era se forma con las barreduras del solar de la par­ €coterráneo (por influjo de coetáneo). Desterrar
va’; almer. ’acumulación de polvo o tierra’, ’polva­ [Berceo; Cuervo, Dicc. II , 1171-3]; en Juan M a­
reda’. Terral; tierral arg. (Draghi, Canc. Cuyáno, nuel (Rivad. L I, 404) y las Consolaciones del A.
p. cxix). Terrazgo [S. X III, Aut.] o terraje; terraz­ Luna (id. 563) vale ’im pedir, estorbar’; destierro
guero o terrajero. Terrazo ’jarro de barro para beber 55 [A. Pal. 290b, pero no en Cid ni Juan M anuel (éste
agua, etc.’ [Partidas II, xxiv, ed. Acad. II, 265; Gr. emplea desterramiento); Nebr.]. Enterrar [Berceo;
Conq. de Ultr., 268; invent. arag. de 1331, B R A E cub. ’hincar’ : enterrarse uno una aguja, enterrar
II, 554]; terrazuela [ta-, Juan M anuel, Rivad. L I, un clavo en una tabla, Ca., 228]; enterrado [pollo
417635]; terrazulejo; comp. T A R R O . Terrear. enterrao ’arroz con pollo’ cub., Ca., 258]; enterra­
Terregoso [«lleno de terrones, glebosus» N eb r.]; do dor [N ebr.]; enterramiento [Berceo; Nebr.], más
tarde entierro [Quijote]; enterrorio [ya Vidal M ayor clase’. El vocablo latino ha dejado alguna descen­
5.52 y Fuero de la Novenera 1516 ’entierro’] cub. dencia en todos los romances, y en algunos per­
'sepultura de indios’ (Ca., 210); desenterrar [Nebr.]. siste muy vivo hasta la actualidad : el cat. test es
Soterrar [Berceo; «s., meter so tierra: defodio; s. el vocablo ordinario para ’maceta’; la ac. etimo­
m uerto...» N ebr.]; soterramiento; desoterrar ’des-, 3 lógica se ha conservado en gallego-portugués : port.
enterrar’ ant. [Berceo; Gr. Conq. de Ultr., 544]. têsto ’tapa de barro para vasija de barro’ (y luego
Subterráneo, antiguamente soterraño [Lucano de de hierro), gall. testo ’tapadera de olla o pote’
Alf. X (Almazán)] o soterrarlo, gall. ant. soterraya (Sarm. CaG. 200r, cf. 58u), acepción que ha pasa­
en los M irSgo. 67.3. do a tiesto en el castellano de Galicia (Álvz. G i­
C p t . Terracota [Acad. S. X IX ], del it. térra cot­ 10 ménez).
ia, propiamente ’tierra cocida’. Terraplén [Aut.], D e r iv . Tiesta ant. ’cabeza’ [Cid; Berceo; Alex.,
en los SS. X V l-X V II, terrapleno [1612, Diego de 966, 2018; Sem T ob, 264c; J. R uiz; D isputa del
Villalobos, Coment. de las cosas sucedidas en los Alm a y el Cuerpo], ’canto de las tablas que sir­
Países Baxos, 125 r° (texto en que hay bastantes ven de fondos a los toneles’ [Acad. 1843, no
italianismos); Autoridades], tomados del francés 13 1817]; la variante testa [h. 1535, Garcilaso, égl.
terre-plein [1561] y del italiano terrapleno, res­ 2 ; Quijote II, Cl. C. V, 293; princ. S. X V II,
pectivamente, como términos de fortificación; te­ Quevedo, J. Polo en A ut.; Cabrera, Dicc., p. 63;
rraplenar [Quevedo]. Terráqueo [Aut.], tomado del Terlingen, p. 355] se tom ó del it. (como ya dijo
lat. terraquéus, compuesto con aqua ’agua’. Terra­ Fdo. de H errera, h. 1580) (no dél cat., como dice
teniente [Acad. ya 1817], probablemente tomado 20 el R E W ); del lat. TËSTA ’teja, ladrillo’, ’pedazo de
del cat. terratinent [S. XV, Jaum e Roig, v. 12502], cacharro’, ’concha de molusco o tortuga’, y en la
Terremoto [fin S. X III, N uevo Test., ms. Esc. I- baja época, figuradamente, ’cabeza’, palabra con­
1-6; Gr. Conq. Ultr., ed. Cooper II I 54ufa39; M ena, servada con mayor vitalidad en fr. e it.; en port.,
Villena; M. Glz. L ucena; A. de Cartagena (J. A. gall. y gascón pirenaico tom ó la ac ’frente’ (Zau-
Pascual, Trad. D C atr. a E. de Aragón, p. 104); 25 ner, R F X IV, 358), que tiene tam bién tiesta o
A. T orre (C. C. Smith, BHisp. L X I); h. 1570, testa en el leonés de Sanabria (H om en. a M . P.
Zurita, A u t.; Pz. de H ita, ed. Blanchard II, 206; II, 128)1; ast. aties'tár ’lindar’ (V)2; testero [1633,
terramote, med. S. XV, Canc. de Stúñiga, 322], Lz. de Arenas, p. 1; Aut.] o testera [1580, Paso
tomado del it. terremoto, que viene del lat. t e r r a e Honroso, A u t.; gall. testeira ’extremo, cabecera’
m ó t u s ’movimiento de la tierra’ (lo castizo en cast. 30 a. 1456, Sarm- CaG. 1TSv] ; testerillo o más bien

es temblor de tierra, única expresión empleada po­ testerilla arg. ’cierto pelaje de caballo’ (A. Alonso,
pularmente en la Arg., Chile y creo en toda Amé­ El Probl. de la L . en A m ., p. 171); testerada [Que­
rica). Terrícola, tomado del latín, donde es com­ vedo, Aut.], o testada, hoy más comúnmente tes­
puesto con colére ’habitar’. Terrígeno. Terromon­ tarada o testarazo (así almer., en la ac. figurada
tero [S. X V II, Aut.], compuesto con monte. Par­ 35 ’buen trago de vino o licor’).
terre [Acad. 1936, no 1884], del fr. parterre id. Testarudo [1615, D on Quijote II, cap. 53, 1.*
ed., p. 204; como vulgarismo en Pedro Espinosa,
Tieso, V. tender Tiesta, V. tiesto a. 1625, Obras, 196.17] es derivado de testera, o
más bien directamente de tiesta ’cabeza’ (con su­
T IE S T O m . , del lat. t é s t u ’tapadera de barro’, 40 fijo compuesto como el que tanto abunda p. ej. en
’vasija de barro’. 1.a doc.: Berceo. cat. : boterut, costerut, geperut, llargarut, for-
Oelschl. cita ej. de un doc. de 1219. En lo an­ çarrut, caparrut, toixarrut), tal como el fr. têtu
tiguo aparece a m enudo en comparaciones y acs. es derivado de tête, o el cat. tossut (cast. tozudo)
figuradas: de una cosa despreciable dice Berceo es derivado de tos ’testuz’; no es compuesto testa-
que «no vale un tiesto foradado»; en la Gr. Conq. 45 duro (aunque esta metátesis sea usual en Cuba,
de Ultr. (60, 64) se aplica al cráneo o a la parte Pichardo p. 258), como afirma A. Castro (Lengua,
superior de la cabeza. Con el sentido de ’cacharro’ Enseñanza y L it., p. 23), ni menos aún testa-rudo
o ’pedazo de cacharro’ aparece en APal. («ostra (como dice Cej., L a L . de Cervantes, s. v.); en
en griego se toma por teja o por tiesto de co­ otras hablas hay formaciones paralelas con sufijo
bertura» 332d; 80d, 338b). Falta en N ebr. pero 50 algo distinto : testarrudo (O udin «testu, fantasque,
está en Covarr., etc., y A ut. le reconoce las dos de dure teste») hoy en Sanabria (K rüger, Dial,
acs. «pedazo de vaso de barro» (que documenta de S. Ciprián, 64, 116) y en el port, de Évora (R L
en M ármol, a. 1570), y «vaso grande de tierra X X X I, 99), campid. testorrudu (L itb l. X X X II,
para plantar hierbas y flores, maceta», de la que 65), león, testón (Goy, Susarón, p. 502), testarrón
da ej. en Cervantes. En esta últim a ac. es hoy .55 en otras partes (Acad.); testarudez o testarronería;
menos usual que maceta, y en general es hoy vo­ entestar.
cablo poco usado en el castellano com ún; S. de Testón ’cierta moneda de plata’ [Aut.] > tos­
Lugo da como especialmente canarias las acs. ’pe­ tón ’moneda portuguesa = 100 reis de plata’
dazo de cacharro’ y ’trasto’ (B R A E V II, 340); [princ. S. X V II, A ut.; hoy ’50 cts. de peso’
en Chile conserva el valor de ’vasija de cualquier 60 en Méjico]3. Testuço ant. (h. 1385, Lz. de Ayala,
Caza, 225; Góngora en A ut.) o testuz [S. XV, T IF Á C E O , derivado culto del lat. typhe, gr.
trad. del Libro de Falcoaria de P. M enino, R F E túipTT] ’espadaña’. 1.a doc.: Acad. 1925, no 1884.
X X III, 271.15; 1555, 2.a parte del Lazarillo, Ri-
vad. II I, 100, 106; según Vittori, 1609, y Fran- Tífico, tifo, tifoideo, tifón, tifus, V. humo
ciosini valía ’cabeza de cerdo’, Baist, R F X XX IV, 5
468; hoy en Chile tustuz, Cuervo, Obras Inéd., T IG R E , tom ado del lat. tigris y éste del gr.
181; bueyes destostuzados, G . M aturana, D. P. TÍf piq id. 1.a doc.: APal. 32b, 537b; el femenino
Garuya, p. 78], Á propósito de testuz, M. L . W ag- tigra ya en A lex., 524b, 1337c.
ner, Z R P h. L X IV , 344, cita algunos ejs. de esta L o común es que el femenino sea la tigre, tal
term inación; pero de ellos hay que desglosar los 10 como, en este segundo pasaje, trae el ms. P. Pero
arag. pajuz y carnuz, que son catalanismos; en tam bién encontramos el tigre aplicado a la hembra
cuanto a los portugueses (lo mismo que los ejs. (a. 1399, G ower, Con}, del Am ante, 448), o la
portugueses de -az) serán en últim a instancia m o- tigra, como hoy se dice en Costa Rica, etc. (Ga-
zarabismos, que es lo que serán tam bién los cast. gini). En Vz. de Guevara y otros varios, con anap-
testuz y capuz. Testudo, tomado del lat. testudo 15 tixis, tenemos la forma bastante común una tíguere
’tortuga’, ’caparazón que cubre u n grupo de gue­ (La Serrana de la Vera, v. 2522).
rreros’; testudíneo. Testáceo. Teitrál ant. ’testera D e r i v . Tigrero ’perro adiestrado en la caza del
o adorno de la cabeza del caballo’ [Acad. ya 1817], yaguar’, ’cazador de yaguares’, ’valiente, arrojado’
parece resultar de un cruce de testera con peitral, arg. (A. H errera, L a Nación, 9-V I-1940; Garzón).
forma antigua de petral. 20 Tigrillo. Atigrado. Entigrecer.
C p t . Tiestherido ’de mala cabeza’ ant. (Berceo,
M il., 101). Testaferro [Acad. 1884, no 1843] y Tiguillo, V. tinada Tija, V. tibia Tijera,
más raram ente testaférrea: del port. testa de ferro tijerada, tijereta, tijeretada, tijeretazo, tijeretear, ti­
id. (no del it., donde se dice prestanome). G al’- jereteo, tijerilla, tijeruela, V. tundir I Til, tila,
testavao ’dolor de cabeza que le da a uno’ (a fulanó 25 V. tilo
le dió un fuerte ~j) Sarm. CaG. 133t>; analizo a
base de vano, aunque Sarm. (CaG. 133t») vea aquí T ÍL B U R I, tom ado del ingl. tilbury id., así lla­
vahído: sólo tiene razón en que primero significa­ mado según el nombre del inventor. 1.a doc.: h.
ría ’el que tiene grandes vahídos o rodeos de ca­ 1830, Larra (en Pagés); Acad. 1884, no 1843.
beza’ (evolución semántica paralela, puesto que va­ 30 En inglés se registra desde 1796.
hído procede de vago por vacuo, sinón. del lat.
vanus). Tildar, tilde, tildón, V. titulo Tilia, tiliáceo,
' Así ya en una ctga. de escarnio (h. 1300?) de V. tilo
Pero V iviaez: «a testa ten enrugada e os olhos
encovados» (R. Lapa, CEsc. 402.15); «Un dos 35 T IL ÍN , onomatopeya. 1.a doc.: Acad. 1884, no
xudeus leva un pataco apegado na testa, riba dun 1843.
bocho amoratado» Castelao 51.21. No parece ser Pagés cita ejs. de fines del S. X IX o del X X ,
general la ac. ’frente’; pero el vocablo, a dife­ :en Pz. Galdós y en Vital Aza. Voz expresiva em­
rencia del castellano tiene ahí uso popular, en parentada es tilingo ’memo, lelo, bobo’ empleada
este sentido o en el de ’cabeza’ : Lugrís «frente, 40 :en arg., mej., per. (Draghi, Canc. Cuyano, p. 165;
cabeza»; según el Ape. de Eladio se emplea en Feo. G randm ontagne publicó h. 1900 un libro ti­
Baleira, junto a Fonsagrada (Lugo).— 2Como el tulado Vivos, tilingos y locos lindos, que describe
gall. testar («onde testa o cómico co que no é estos tipos porteños). Veo. tilingo ’persona desma­
cómico» Castelao 33.22), desarrollo natural en dejada, poco airosa’ salac., ronc., sulet.
lenguajes donde testa significa ’frente’, cf. cat. 45 D e r i v . Tilingueria ’memez’, ’ridiculez’ arg. (A .
afrontar ’lindar’, cast. confrontar, etc. En la do­ H errero Mayor, La Nación, 25-VIII-1940).
cumentación gallega antigua lo más común en
este sentido es entestar, que Sarm. cita en varios Tilingueria, tilingo, V. tilín
apeos y documentos pontevedreses (entre ellos
aa. 1333, 1375 «entesta ena congost(r)a», «entesta 50 T IL O , procede en definitiva del lat. tilia, pero
en el dicho muro» T u y 1540); algunas veces no directam ente; probablemente por conducto del
contestar en este sentido, variantes que hoy es­ fr. ant. til id. 1.a doc.: A ut.
tropean los aldeanos en conquistar (CaG. 68r, Es evidente que ni tila ni tilo pueden salir en
87r, 87u, 112i>, 173t>, 198r).— 3 Teston aparece cast. de t i l i a , ni por vía culta ni como cultismos.
también en el francés del S. X VI, Pantagruel, 55 Se comprende el préstamo del francés tratándose
cap. 12. Según Plattard, n. 3, se trataría de una de un árbol más frecuente en el N orte de Europa.
moneda de plata acuñada por L uis X II, donde En francés se emplea hoy el dim inutivo tilleul,
estaba grabada la testa del soberano. pero antiguamente se decía til (God. V II, 716),
que ya está en Girart de Roussillon y Doon de
Tiesto adj., V. atestar Tiez, V. tez 60 Mayence y todavía aparece en Ronsard. La exis-
tencia de una variante castellana til comprueba la med. déle, finés teljo; vid. Falk, W S IV, 48.
realidad del galicism o: dicha forma ya se en­ D e r i v . Tillado, V. arriba; hay en Cuba toda­
cuentra antiguamente y hoy en Canarias es nom­ vía clavo de tillado ’especie de clavo de 4 pulga­
bre de un árbol semejante (Steffen, Rev. de Hist. das de largo’ (Pichardo, s. v. clavo); tillar [Acad.
de la Univ. de La Laguna, n.° 70, a. 1945, 5-11). 5 1925, no 1843]; tillo [Pereda, en Pagés].
L3 forma autóctona cast. fué teja (1555, Laguna,
en Aut.), que la homonimia no permitió conser­ Tillo, tillón, V. tilo y tilla Timador, V.
var. El cultismo tilia es m oderno y poco frecuen­ timar
te (no Aut.). O udin da tillón y, en su parte fr.-
cast., da teja. T err., tillo y tilón. E n catalán co­ 10 T ÍM A L O , tomado del lat. thymallus, y éste del
rren también formas tomadas del f r . : así se ex­ gr. 0ú[iaXXo; id. 1.a doc.: h. 1625, H uerta en
plicará la extraña 11 geminada de tilla ’tila’, voz T e rr.; Acad. ya 1817.
que en el Ribagorza y en la forma tila se emplea Hay variante timo (Acad. ya 1843).
como nombre del árbol (K rüger, Die H ochpyr.
A, I, 48); tiller ’tilo’ en el M ontseny; tiol ’tila’ 15 T IM A R , ’quitar o h urtar con engaño’, voz fa­
en Menorca, préstamo de las hablas occitanas don­ miliar y casi jergal, de origen incierto, quizá del
de v i l l a se convierte en violo, vialo, a p r i l e en antiguo y portugués atemar, atimar, ’acabar’, ’cum ­
abriol, etc.; además hay el castizo tell. plir’, que viene del ár. tam m id. 1.a doc.: 1896,
D e r i v . Tila [T err.; Acad. ya 1817, ambos co­ Salinas.
mo equivalente de tilo; ac. moderna 1884, no 20 En su D elincuente Español, en el vocabulario de
1843]. Tilar f. ’tilo’ ast. (V). Tiliáceo. Caló jergal, define timar «engañar por el proce­
dimiento del timo» y «estafar», y además, como
T IL L A ’entablado que cubre una parte de las reflexivo «entenderse un hombre y una m ujer con
embarcaciones m enores’, tomado del fr. tille ’tilla, miradas de simpatía am orosa»; el procedimiento
pañol’, ’cuartito junto a popa y a proa, que sirve 25 del timo según el propio Salinas consiste en jun­
de armario para la tripulación’, tomado del escand. tar varias cantidades de dinero en un pañuelo, es­
ant. thilja ’tabla que forma el suelo de un navio’. camoteando en este m om ento las del estafado. Bes-
1.a doc.: Nebr. («tilla en la nave: fori, agea»). ses (h. 1905) clasifica timarse como voz popular,
Quizá no fuese palabra muy generalizada en la con definición semejante, y además «ponerse de
época clásica, pues falta en García de Palacios y 30 acuerdo en materia amorosa». Pero ya la Acad. en
en Woodbr., y Covarr. lo cita sólo de N eb r.; pero 1899 dió entrada a timar «quitar o hurtar con
O udin «tilla: le tillac d ’une navire», A ut. «la cru- engaño» sin calificación alguna y timo como pala­
xía de la nave», con cita de Pellicer («se descolgó bra familiar «acción y efecto de timar», dar un
por las cuerdas hasta la tilla misma»), y Jal (p. limo a uno «timarle», no sin protesta de Cuervo
271) cita ej. de 1614-21. Tam bién port. tilha; gall. 35 (Disq., 1950, 288, 347), quien u n p ar de años des­
tilla es ’camarote de táncha’ (Lugrís, Gram. 118), pués observaba que eran palabras viles, desusadas
especialmente en las lanchas pequeñas (p. 180). En en América. El caso es que, aunque no sin cierto
francés tille se documenta por lo menos desde el resabio jergal, son generalmente conocidas en Es­
S. X V II (Jal), aunque debió de ser mucho más paña. En 1925 agregó la Acad. timar «engañar a
antiguo a juzgar por su derivado tillac, ya docu­ 40 otro con promesas o esperanzas» (¿ac. real?; no
mentado en 1382; tillac es el puente alto de un la conozco), y timarse fam. «entenderse con la m i­
barco; tille designó prim eram ente una cubierta rada, hacerse guiños los enam orados»; en este sen­
pequeña a popa de una embarcación sin puente, tido la definía Pastor M olina (1908) como m adri-
en el S. X V II era la parte del puente donde es­ leñismo «sostener un diálogo tácito con los ojos
taba el timonel, y hoy es un cuartito de tablas 45 (ayer en el teatro vi una mujer m uy guapa, con la
cerca de la popa o la proa que sirve de armario cual me estuve timando)» (R H X V III, 70) y en
para la tripulación. Tille (que el D G én. separa sin efecto yo sólo la he oído, y varias veces, a m adri­
razón de tillac) sería el antiguo nom bre propia­ leños. Pagés da tam bién como madrileño timo «ex­
mente francés de la tilla o de la cubierta; mientras presión variada que se emplea en el lenguaje fa­
que tillac, cuya terminación evidentemente no es 50 miliar, y que cambia arbitrariam ente» (como ¿qué
francesa, debió de tomarse del oc. tilhat (sólo do­ te crees tú eso?); da ejs. de timar en Pereda, y de
cumentado modernamente), derivado de *tilha, to ­ tim o en Pardo Bazán y en Sbarbi. El origen es
mado a su vez del fr. tille. Del propio oc. tilhat algo oscuro.
se tom aron el cast. tillado y port. tilhado, éste ya N o me convence la relación que Salinas trata
documentado a fines del S. XV (Crónica do Conde 55 de establecer con el git. timujiar ’adivinar’, timuji
D. Pedro), y aquél, en el 2.° cuarto de la misma ’adivino’ (Jiménez; ¿relacionado con tim uchi ’mis­
centuria (Díaz de Gámez, en Jal) (falta en N ebr., m o’ Borrow?), de significado y terminación muy
Oudin, Covarr., A ut., pero está en Acad.). El es­ diferentes. Como ni en Borrow ni en Miklosich
cand. ant. thilja procede del nombre germánico ni en Jiménez encuentro nada semejante a timar,
común de la ’tabla’ : alem. diele, ags. thilli, neerl. 60 dudo que sea realmente voz gitana, a pesar de su
tono. Recordaré el judesp. atemar ’term inar’, cast. 262). Vale ’palo, vara’ en doc. m urciano de 1488
ant. atamar o tomar id. (documentados en J. R 11Í2 , (G. Soriano, p. 195). A P al.: «temo: tim ón del
Carie, de Baena, T orres N aharro y en las Leyes arado o del carro» (49Id), «palm ula... la parte más
de Moros de los SS. X IV -X V ); atemar se en­ baxa del tim ón» (336d; 258b); N e b r.: «tim ón de
cuentra ya en las Coplas de Yó?ef (1.a mitad 3 carro o de a ra d o : te m o ; timón de governallo:
S. XIV), en otros textos judíos medievales, en la clavus». E n ambas acs. es voz de uso general en
Biblia de Ferrara, y sigue hoy siendo bien vivo todas las épocas. El cast. postula una variante la­
en judeoespañol (Yahuda, R F E II, 358; M. L. tina * t i m o , - o n i s , no docum entada1, y lo mismo
Wagner, ZR P h. X L, 545-6; Blondheim, L es Par- ocurre con la mayoría de los rom ances: cat. timó,
lers Judéo-Romans, 147; Steiger, V Rom . II, 284), 10 oc., fr. timón, engad. tirnun, sardo timone. La for­
a veces con el matiz de ’cumplir, perfeccionar’ ma clásica se ha conservado en el gall. temón (Sarm.
(B R A E III, 507) (atemar está ya en la Biblia M e­ CaG. 95r ’lanza de arado’; V K R X I, 126; Valí.),
dieval Romanceada, Génesis X L V II, 15), y hay port. temao (junto a lim aof, y al parecer en ciertas
tam bién variante atimar en la Biblia de Constan- formas retorrománicas, y en el bereb. atcmmu,
tinopla. El vocablo procede del ár. tam m ’term i­ 15 marroq. tam m un ’alm iar’ (pero comp. T A M O );
nar’, y para explicar la variante atemar no es m e­ el ir. timone puede corresponder a cualquiera de
nester más que partir de la pronunciación vulgar las dos formas. La explicación de la variante en
tem m , regular según todas las normas, y ya do­ ! es difícil; es increíble suponer con Gamillscheg
cumentada por PAlc. (no hace falta recurrir al que desde el toscano y parte de los dialectos del
sustantivo tam m , según quisiera W agner). En 20 N orte de Italia (en los cuales es regular e ' > ¿)
cuanto a atimar existe tam bién, con el mismo sen­ se propagara esta forma a los demás romances, ya
tido, ya en port. antiguo, en G il Vicente, en el que en todas partes se encuentra con carácter
poema apócrifo de L a Cava, y en Bluteau, y hoy constante desde los orígenes de la tradición lite­
persiste dialectalm ente; en las Azores «atimar: raria ; tampoco es verosímil el supuesto de Mohl
concluir, encerrar, ultim ar» (R L V, 217), y en el 25 (no enteramente rechazado por A. Thom as, Rom.
M inho ’hacer algo acertadamente’ (Joge d ’aí que X X IX , 437) de un influjo de la pronunciación cél­
nao atimas nada «nao tens desembarazo», Leite, tica (que cambió É en í en fecha m uy antigua);
Opúsc. II, 474). Ahora bien, de esta última ac., inaceptable la idea que sugirió W artburg con d u ­
y ya de la originaria ’acabar’, ’cum plir’ (’lograr’), das (en Bloch2, y que ya le había rechazado Bloch)
era fácil, según la ideología del hampa, llegar a 30 de u n cruce con el supuesto céltico * i .i m - > fr.
’quitar, hurtar’, comp. caló cat. treballar, fer ’ro­ limón, pues además de que este vocablo es ex­
bar’. L a ac. amorosa ¿vendrá de ’estafar’ en el clusivamente francés, dicha base céltica está com­
sentido de ’engañar, seducir’?'. pletamente sin apoyo y aun es inverosím il; M -L.
D e r i v . Tim o ( V . a r r i b a ) . (Einf., § 149) sugiere vagamente un cruce con otra
1 Acaso sea voz diferente, tomada del port. 35 palabra itálica (impreso «italiana» por errata,
ateimar, hispanoamer. tedmar ’porfiar, insistir’, comp. § 151), por lo demás desconocida. Dada la
aunque tam bién es dudoso. E n todo caso no creo gran extensión del fenómeno, y su antigüedad en
que timar ’estafar’ venga de esto; claro que en romance, es de creer que * t í m o ya coexistiera con
el judeoespañol de M arruecos atemar vale ’por­ t e m o en latín vulgar, y entonces lo menos im pro­

fiar’ además de ’exterminar’ (B R A E X IV, 574), 40 bable me parece explicar aquella forma como un
pero en realidad se trata de dos homónimos. tratam iento fonético divergente del itálico * t é k s m o
(comp. a. alem. ant. dihsala, ags. thixl, escand. ant.
Tim ba, V. atempa Timbal, timbalero, V. ata­ thisl, prus. ant. teansis ’tim ón’, eslavón tfgngti
bal Tim birim ba, V. atempa Tim bó, tim - ’tirar de’) tal como p é t s n a pasó a p í t s n a > p i n ­
bor, V. tibor Timbrador, timbrar, timbrazo, 45 na (Niederm ann, E und I im Lat.; comp. von
timbre, V. témpano Tim eleiceo, timiama, V. Planta, A L L G X I, 282): * t é k s m o pasaría a * t í s -
lomillo Tim idez, tímido, V. tem er Tim o, V. m o y de ahí * t í m o . Comp. A R T IM Ó N .
tímalo y timar T im o ’glándula’, V. tomillo D e r i v . Tim onear [Aut.]. Tim onel [1527, W ood­
Timocracia, timócrata, timocrático, V. pena Ti- br.], tomado del cat. timoner; \arian te genuina
mol, V. tomillo 50 timonero empleada por Ant. de Guevara y por
Cervantes. Timonera [1696, Aut.].
T IM Ó N , del lat. t e m o , - o n i s , ’tim ón de carro 1 Al menos no está en el C G L ni en Schu-
o de arado’; casi todas las formas romances supo­ chardt, Vok. d. Vglat. I, 327.— 2 En la pronun­
nen una variante mal explicada *T IM 0 , - o n i s , que ciación portuguesa apenas se distinguen, y las dos
debe de ser antigua, y ya probablemente existente 55 grafías tienen rango literario, aunque m oderna­
en latín vulgar. 1.a doc.: med. S. X III. mente quizá se ha empleado más la segunda.
«Las quatro ermanas las quatro ruedas so n : /
dos a dos enlazadas, tíralas u n tim ón» Apol., 523c. Timorato, V. temer
Para el timón náutico [1526, W oodbr.] lo encon­
tramos ya en las Partidas (II, xxiv, ed. Acad. II, 60 T IM P A , del fr. tym pe id., y éste del alem.
lümpelstein ’piedra que forma la pared del crisol la rem enbrancia de las preseas que lexa M artin
junto con la tim pa’, compuesto de tiim pel ’inte­ Paris enne m onasterio... dos payares xenos de pa­
rior del crisol’ y stein ’piedra’. 1.a doc.: Acad. ya m en u d a; bona tenada de sarm ientos; buen
1884, no 1843. uuerto poblado de coles e de puerros...» (Staaff,
El fr. tym pe o lim pe es «pierre maçonnée à la 5 26.42): se trata, pues, de la segunda ac. H oy esta
partie antérieure d ’un fourneau de forge» según forma subsiste en A sturias: «henil» (V), «el pajar
Littré, pero según la Encicl. de D iderot (1757) y que está en lo alto de la majada», «la parte alta
íegún Jaubert, designa tam bién la tim pa o placa de la cuadra o majada», «la arm adura del tejado»;
de hierro colado colocada en el mismo lugar. In ­ Salamanca «cobertizo que se hace para resguardar
dicó Ant. Thom as, M él. de Phil. Fr., 207-8, que 10 y abrigar los ganados en el corral, cubriéndolo con
la voz francesa viene del alem. tüm pel; en efecto, l e ñ a o pajas largas» (L am ano); Ribera salman­
este vocablo, que propiamente vale ’cadozo’, ’char­ tina del D uero y Sierra de G ata «cobertizo» (Es­
ca’, designa tam bién el hueco interior del hogar pinosa, Are. Dial., 87n.3) y en otras p a n e s; el
del horno alto, y así la piedra de la tim pa se llama masculino tena(d)o ’cobertizo’ en Zamora (FD ) y
precisamente tüm pelstein en alemán según Sachs- 15 en dicha zona salmantina. L a otra variante tinada
Villatte. la encuentro ya en A P al.: acontignatio es junta­
miento de tinadas en la fábrica» (92d), adelicia...
Timpánico, timpanillo, timpanitico, timpanitis, es el madero de la tinada, que viene desde la cum ­
úmpanización, timpanizarse, tímpano, V. témpano bre del edificio a las tejas de los rincones» (107d,
20 análogamente 505b), y con grafía etim ologizante:
T IN A , d e l lat. t i n a ’e s p e c i e d e b o t e l l a d e v i n o , atem plum ... edificio sagrado a Dios y significa la
d e c u e l l o l a r g o , c o n t a p a d e r a ’. l . u doc.: 1159, tignada o madero que se pone al través en la te­
Oelschl. chumbre» (492b; y 499d); N eb r.: atinada de m a­
N ebr. : atina de tintor: cortina». Bien conoci­ dera: contignatio; t. de leña: strues lignorum »;
da hasta hoy, sobre todo la tina de tintorero y los 25 A ut. «montón o hacina de leña» (con ej. del san-
baños de tina; conservado además en cat., oc., fr., tanderino Ant. de Guevara), y en la ac. «cobertizo
rético y sardo. que se hace para preservar del tem poral a los ga­
D e r i v . Tinaco [Acad. ya 1817-]. Tinaja [1235, nados, y particularmente se toma por el en que es­
M. P., D. L ., 277.11; J. R uiz]; hubo variante an­ tá n los bueyes» da las formas tinada, tinado y tina­
tigua tenaja («ocho tenallas de tener olio... dos 30 dor. Tinado es. «cuadra de los bueyes» en G rana-
tanallas de tener vino» invent. arag. de 1374, ata- tía y se emplea tam bién en el aragonés de Venas-
nallas... del olio» en otro de 1354, B R A E II, 345, que. Hay además sanabr. teinada «conjunto de le­
351, 705; «cuna de las dichas tenaxas, llena de vi­ ña y ramaje» (Krüger, E l dial, de S. Cipr., p. 34),
nagre» invent. m ure, de 1614, B R A E X III, 496; ■arag. tenada «edificio con el solo piso firme y cu­
«descubrió el alguacil una tenaja de aceite, donde 35 bierta de una sola vertiente» (Costa).
halló un hombre vestido» en el Lazarillo de Luna, L a voz primitiva sólo puedo documentarla en
Rivad. III, '124; Cuervo, A p .’, p. 562; todavía dialectos m odernos: arag. tiña ’cobertizo para pro­
usual regionalmente en España, Cuervo, Obr. teg er el ganado’ (Borao; Valle de T ena, Sierra de
lnéd., p. 46), que debe de ser muy antigua, pues ¡Guara: Z R P h. LV, 604; comp. K rüger, D ie
le corresponden el cat. tenalla id. y el port, talha; 40 H ochpyr. A I, 131), rioj. teña ’pocilga’, guadalaj.,
quizá debida a una confusión local con el tipo sor. taina ’cobertizo para el ganado’, y . la varian­
* t e n a c u l a ’tenaza’ (cat. tenalla, fr. tenaille), comp. te tena sin localizar en la Acad.
en sentido contrario linazas ’tenazas’ en la R eve­ Origen. G . de Diego dió primero TÉGMÍn a , plu­
lación de un Ermitaño; tinajero mure., portorriq., ral de TEGMEN ’techado’ (R F E V II, 119-20), que
venez., cub. (Ca., 51); tinajería; tinajón; tinajuela. 45 no era posible fonéticamente, pues habría dado
Tino ’tina’, ’lagar’, ’depósito de piedra’ [Acad. algo como *tiembra o *tieuna (GM no da j m sino
1925, no 1884]; tinillo [Acad. 1843, no 1817]; d u ­ -jjm - o -lm~), y que tampoco explicaría el sig­
plicado de éste es el ant. tinel [2.° cuarto S. XV, nificado más antiguamente documentado ’m ontón
Díaz de Gámez], más tarde tinelo [1517, Torres de leña’; más atinado estuvo en R F E IX , 62-64
Naharro] ’comedor de la servidumbre’ (Terlingen, 50 (y Contrib., 166), al partir de ñgna plural de
321-2), tom ado aquél del cat. tinell, éste del it. tígnum ’viga’, ’ripia’, pero no hay que pensar en
t'nello, ’especie de bufet donde se pone la vajilla’, una explicación de la i y de la w por una ley fo­
’comedor’. nética especial o por algo dependiente de la gra­
mática histórica latina, sino simplemente por trata­
T IN A D A o T E N A D A ’cobertizo’, ’m ontón de .i 5 miento semiculto, como el de sino < sígnum o
leña’, derivado del dialectal tena o tiña id., y éste dino < dignum: estamos ante una m uestra del
tomado por vía semiculta del lat. tígna ’vigas’, ’m a­ llamado «latín popular leonés» generalizada a los
teriales de construcción’, plural de tígnum. 1.a dialectos, quizá primitivamente un térm ino de los
doc.: tenada, 1245. 'constructores de iglesias. Como ya indiqué en mi
En un doc. de Sahagún de esta fecha : «esta es 60 Vocab. Aranés, la etimología tígnum está confir­
mada en forma evidente por el aran, tenyat ’tabi­ par, darse una cosa con otra’. L a extensión geo­
que de m adera’, oc. ant. tenh ’viga’. Abunda en gráfica y otras circunstancias ponen esta etimolo­
el mismo sentido M . L . W agner en nota reciente gía fuera de dudas. Es notable la coincidencia con
de ZR P h. L X IX , 385-6 (comparando con reino el vasco-francés tinkatu ’aplastar, oprimir, apretar’,
= lat. regnum), donde cita otros testimonios del 5 ’apegar una cosa con otra’ (ya en el suletino Oihe-
vocablo. nart en 1657, Uhlenbeck, V g lL L . 101), tink, tinka,
D e r i v . Tinaderu o tein- «lugar donde se guare­ tinko ’firme, apretado, compacto’ (Azkue), tinko,
ce en el monte el ganado» (G. Lom as1, p. 336). trinko ’comprim ido’, trinkotu ’com prim ir’ (M ante-
Tainar o destainar «colocar o retirar el ganado de rola), pero ha de ser parecido casual o bien crea­
las tainas» (id.). Tiñera sor. ’piedra del hogar so­ 10 ción expresiva u onomatopéyica paralela en los dos
bre la cual se apoyan los leños’. Tinajón and. ’es­ idiomas aborígenes; en todo caso en el cast. de
tablo en que se encierran las vacas y ovejas’ (T err., América es préstamo del quichua.
s. v. tinahóri). Tenadizo salm. ’cobertizo’ (Lama- D e r i v . Tincazo. Tinque. Tincada; comp. pal­
no); para otros derivados, arriba. Teguillo [Acad. pito, s. v. P A L P A R . Atincar (V. arriba). Tincan-
1884, como voz alavesa, no 1843] ’pieza de ma­ 15 que ’papirote que se da a la cabeza’, chil. Tinco
dera de sierra, especie de listón, que sirve para la arg. ’(animal) que roza una pata con la otra’.
construcción de cielos rasos’ [«tiguillo: asser» h. Tincunazo = topazo, en el argentino C. Bernal-
1400, glos. de Palacio], tiguillo and. (AV, defini­ do de Quirós, L a Nación, 7-VII-1940.
ción semejante), del lat. t í g í l l u m ’viga pequeña’ ' 1 Ya en Fr. D . de Sto. Tom ás (1560) tincani
(diminutivo clásico de t i g n u m ) , de donde *teyello 20 ' ’dar papirotes’, tinconi 'encontrar a otro’, tinco-
> *teguiello > teguillo; comp. pallarés y ribag. chini ’cotejar una cosa con otra’, tinquini ’apretar
tiyell, titxell (B D L C X II, 179; no bien expli­ uno a otro’. Teniendo en cuenta la existencia del
cado por K rüger, D ie H ochpyr. A I, 132) (para veo. tinkatu es tentadora la idea de un origen
el tratam iento fonético comp. neguilla, maguillo). europeo, partiendo de atincadura y atincamiento
Por lo demás, tegell ’ripia, viga pequeña’ etc., per­ 25 «soudure avec bórax» en Palet (1604) (y aquél
tenece al catalán común. De ahí quizá el segorbino además en Oudin, Percivale, 1623, y Sobrino)
tejillo ’esquila pequeña’, ’persona que se mueve sacados de atincar ’bórax’ [1495, N ebr. en Gili],
mucho, que no está quieta’, que me señala la Prof. que a juzgar por la rima en J. Ruiz 941 se pro­
Natividad N ebot, a lo cual (más bien al badajuelo nunciaba atincar y no como acentúa la Acad.
de la esquila que a esa misma) se pasaba fácilmente 30 (vid. D E C H I, 39766), del ár. tinkar. Como se
desde la idea de ’listón’, ’ripia’. Cultism os: con- trata de una sustancia que servía para cicatrizar
tignación. llagas (Vigo) y como afrodisíaco (J. Ruiz y Canc.
de Castillo, V. las citas en D H ist.) y como alin­
Tinaja, tinajería, tinajero, tinajón, tinajuela, V. ear ’veneno que enloquece’ es popular hoy en
tina 35 Chile y atincár en Colombia (vid. D E C H I, 397b
13) se com prenderían los usos figurados: sería razo­
T IN C A R chil., arg., per., ecuat. ’dar papirotazo nable atribuir al vocablo vasco esta etimología,
a una bola para despedirla con fuerza’, ’tener un a no ser que sea alteración del cast. ant. fincar;
presentim iento’, del quich. tinkáni id. 1.a doc.: en cuanto al americanismo y a la palabra quichua,
1880, Cevallos. 40 parece que no, dado el gran desarrollo que ya
E n este dicc. de ecuatorianismos figuran tingar tenía esta raíz en quichua en 1560. Se trata pues
’tirar’, tingazo ’papirotazo, pulgarada’, tingo, tin­ de un notable caso de coincidencia o espejismo
gue ’papirote’. El P. Lobato en la ed. moderna de etimológico.
G nz. de Holguín advierte que los muchachos [en
el Perú] dicen tincar o tingar las bolas, tincar en 45 Tinea, V. tiña Tinelar, tinelero, tinelo, V.
la oreja, jugar al tingue. E n Chile tincar ’lanzar tina Tiñera, V. tinada Tineta, V. tina
una bolita empujándola con la uña del pulgar des­ Tingar, tingazo, V. tincar
pués de apretarla contra el índice encorvado’, e
impersonalmente tincarle a uno una cosa ’tener T IN G E , origen incierto. 1.a doc.: Acad. ya
de ella el presentim iento’, corriente en Santiago 50 1783.
mismo (Lenz íólo indica alinear en este sentido Con la definición «ave de rapiña, especie de hal­
como palabra de Copiapó), y tincada ’presenti­ cón nocturno; hállase raras veces en las selvas, y
miento’ que es palabra de uso general en Chile de día se dexa ver pocas veces: es negra y del ta­
(claro que yerra Román al decir que viene del ingl. maño del halcón palum bario: su forma, larga y
think). En la Arg. sólo es conocido tincar en pro­ 55 delgada; algunos quieren que sea la misma que el
vincias norteñas, como Catamarca. Como indicó cibindo o la chalcides». E n ediciones posteriores
Lenz, Dicc., 719-20, es el quich. íincay ’dar un se ha abreviado a s í: «buho mayor y más fuerte
papirote’ (M iddendorf), íinkay (Lira), que ya está que el común». Nada semejante conozco en otros
en G nz. de H olguín (1608): ttincani ’dar papiro­ idiomas, ni tengo noticias del empleo popular en
te’1, comp. tincuni ’reñir, pelear’, ’encontrarse, to­ 60 parte alguna. T ratándose de una ave de presa, y
recordando que las aves de caza se traían en gran es «règle de bois longue et étroite qui sert à bou­
parte de África, podríamos pensar si se le llamó cher quelques ouvertures de portes, fenestres,
tinge por ser éste el nom bre de T ánjer en latín châssis, etc.», «pièce de m arrein... qui sert à cou­
y en griego. Pero es arriesgado hacer suposiciones vrir les joints des planches d ’un bateau» (Fure-
sobre un vocablo tan mal documentado. 5 tière); con este sentido aparece tingle en muchos
textos medievales, desde 1328, y todavía a fines
Tingible, V. teñir del S. X V I (God. V II, 722), y de ahí viene el ver­
bo antiguo tingler que evidentemente era un ir las
T IN G L A D O , ’cobertizo armado a la ligera, en tablas en esta forma : «refaire la bauche doudit
que una tabla va puesta sobre la otra’, derivado 10 moulin devers la roue d ’esselles noires bien tin-
de tinglar (hoy conservado en Chile) ’cubrir par­ glées et cousues», doc. de 1332, y con empleo muy
cialmente una tabla a otra’, y éste tomado, por semejante en otros dos textos de la época (God.,
conducto del gall. trincado (y tinclado), del fr. I. c.); de este verbo quizá deriva el veo. entenga
ant. tingler ’tapar con piezas de madera los hue­ «clavo de siete pulgadas o más de largo» que Az-
cos de un m aderamen’, derivado de tingle (hoy 15 kue registra en b. nav., guip. y en dos localidades
tringlé) ’pieza de madera empleada con este fin’, del S. de Vizcaya. El verbo tringlá es vivo todavía
el cual procede de un derivado del escand. ant. en el Sur de Francia, vid. Palay y M istral, de
tengja ’unir, atar’. 1.a doc.: Acad. 1817, no 1783; suerte que no es extraño que esta forma del fran­
gall. trincado (embarcación) 1456, (cobertizo) 1750. cés antiguo no aparezca en castellano hasta el S.
En Acad. está como equivalente de «cobertizo» 20 XIX. En francés tingle se cambió en tringle sim­
sin más precisión. En Galicia ya Sarmiento anotó plemente por el conocido fenómeno de la reper­
tinglado ’alpendre o cobertizo de teja o de madSra’ cusión de líquidas.
en la zona ferrolana h. 1750 (CaG. 2 16v), mientras Se había empleado, desde antes, un térm ino igual,
que asegura que esto entonces en Castilla se decía como voz náutica gallega. Ya hacia 1456 y en 1577
im ada: otro indicio de que el vocablo entrara por 25 se mencionan los trincados en docs. de Pontevedra,
vía marina. Pichardo en su dicc. cubano (1836) como nombre de una especie de nave : «dornas,
detalla mepor su significado que la Acad. <ed. de trincados y galeas» (C. Sampedro), y Sarm. nos
1817): «cualquiera obra de madera, principalmente trasmitió de un técnico gallego de astilleros la ex­
el cobertizo, en que una orilla de la tabla va plicación de que allí se llamaban navios trincados :
puesta sobre la otra». Que éste ha sido en todas 30 «aquellos cuyas tablas se unen con solapas», lo
partes el sentido propio y exacto de tinglado cual confirma definitivamente desde el punto de
lo prueban las acepciones tan vivas que la Acad. vista semántico la etimología que he dado; aná­
ha recogido en sus últimas ediciones «tablado ar­ logamente lo hallamos definido en portugués (Mo-
mado a la ligera» y «artificio, enredo, maquina­ raes, ed. 10.a). Por otra parte la forma con -l- era
ción», en Cuba «tablado en ligero declive donde 35 tam bién usual en el m ar: «tinclado ’nombre de
cae la miel que purgan los panes de azúcar»; V. un barcón muy grande que se usaba en Ponteve­
ejs. de N . Gallego, Bretón de los H erreros y Par­ dra’» {CaG. 98u). Estos datos reunidos por el
do Bazán en Pagés; nótese tam bién el marítim o prof. Pensado {CaG. pp. 177-8) aseguran, pues, del
tingladillo «disposición de las tablas de forro de todo mi etimología. Sólo hay que agregar que el
algunas embarcaciones menores, cuando, en vez 40 paso de tringlado a trincado se explica por influjo
de juntarse por sus cantos, m ontan unas sobre del verbo T R IN C A R , y que en castellano se ha
otras, como las pizarras de los tejados». El ver­ generalizado una forma intermedia.
bo de donde deriva tinglado, que debió de ser En cuanto al origen del fr. ant. tingle, las averi­
usual en otro tiempo en España, es tinglar, vivo guaciones no han progresado desde la nota cita­
actualmente en Chile «cubrir parcialmente una 45 da de Ant. Thom as, a la cual se atienen fielmente
tabla a otra como las tejas de los tejados», tabla M -L . (R E W , 8749), Gamillscheg (E W F S ) y Bloch1
tinglada «la que carga o m onta sobre otra como y 2. Según Thom as el vocablo francés, documen­
para formar tingladillo» (Román). De éste deri­ tado desde los albores del S. X IV, se habría to­
va evidentemente tingle, que al parecer se emplea m ado del neerl. tengel o tingel «tringle, cale, gar­
en Chile con el sentido de ’tinglado’, aunque falta 50 niture de bois minee entre des pièces de charpen­
en los diccionarios1. te qui ne se touchent pas comme il faut», «trous­
La etimología del castellano tinglado estaba se-barre, darivotte ou darivette, pièce qui joint en­
hasta ahora por estudiar; n o es posible partir de semble les coupons d ’u n train à flotter». Que la
un latino * t e g u l a t u s derivado de t e g u l a ’teja’ palabra francesa viene de la neerlandesa o al re­
como dice la Acad., por evidentes razones fonéti­ 55 vés, es evidente; pero es extraño que Thom as y
cas. Ant. T hom as {Rom. X X X IX , 205-6; M él. sus imitadores no hayan advertido lo que salta a
d ’É tym . Fr.2, 203-4) insinuó que derivaba del fr. la vista : que el préstamo se produjo en dirección
ant. tingle, hoy tringle. En efecto de esto no hay contraria a la que ellos suponen. Ya lo sugiere así
duda. Tringle designa hoy muchos objetos técni­ la vacilación del neerlandés entre tengel y tingel,
cos, pero el sentido fundam ental y el más antiguo 60 refuerza esta impresión el completo aislamiento y
esterilidad del vocablo en neerlandés, y lo prueba indigenismo antillano sin relación con el español
en forma concluyente la fecha reciente de esta pala­ tinglado.
bra en el idioma: como observa Franck, todavía no D e r i v . Tingle «pieza de hueso de vaca en for­
figura en Kilian (fin S. X V I); lo mismo hay que ma de rom bo o triangular, que sirve a los vidrie­
decir del alemán tingeí, voz que, por lo demás, es 5 ros para apretar y alisar las varillas de plomo en
rara. las vidrieras» [T e rr.; Acad. ya 1817], tomado del
Parece claro que estamos ante u n antiguo térm i­ fr. antic. tingle (V. a rrib a ): hoy este utensilio se
no náutico francés heredado del escandinavo de los llama con el dim inutivo tringlette en francés. T in ­
normandos, pues sólo en escandinavo existe el ver­ gladillo, V. arriba.
bo tengja ’atar, unir’ y su familia (vid. Fick4 II I, 10 1 «Me refugié en mi cuarto... Se oía un fragor
152; comp. K luge, s. v. záh, zange, parientes le­ perdido procedente de los cuatro flancos del bos­
janos de esta voz escandinava). Justam ente tengja que. L a lluvia lamía las tablas del tingle con
se empleaba especialmente en el sentido de ’unir blando roce de membranas» E. Elgueta Vallejos,
una embarcación a otra’ (Cleasby-V.), y se recor­ en El M ercurio de Santiago, 14-XII-1941.
dará que el fr. tringle es «pièce de m arrein qui 15
sert à couvrir les joints des planches d ’un bateau». Tinglar, tingle, V. tinglado Tingo, V. tincar
Hay un vocablo náutico del escand. antiguo que
ya Falk (W S IV, 43-44) puso en relación con el T IN IC L A parece ser errata por T U N IC L A ,
fr. t(r)ingle, aunque sin atreverse a rechazar la tomado del lat. túnícüla dim inutivo de túnica ’ves­
opinión de Thom as. Por desgracia no es seguro 20 tidura sin mangas’. 1.a doc.: Acad. ya 1817.
qué significaba exactamente esta palabra nórdica Con la definición «especie de cota de armas que
tingi; según Cleasby-V. sería «an ornam ental head- usaban los señores mayores del ejército, más lar­
piece or beak on a ship», pero Falk no lo ve tan ga y ancha que la cota, y las mangas más estre­
claro, y de sus datos sólo se deduce que era una chas que las del plaquín». Igual definición en Le-
pieza de madera labrada que se colocaba junto a 25 guina (1912), quien la cita de Almirante (1869),
la roda de proa. Si en lugar de disponer solamen­ y advierte que los diccionarios militares de M o-
te de textos poéticos tuviéramos tam bién descrip­ retti (1828) y Hevia (1857) im prim en tiniela, agra­
ciones precisas del buque de los Vikings es muy vando la errata. E n francés antiguo se encuentra
posible que viéramos que tingi designaba además tunicle con el mismo sentido, de donde más tarde
otras piezas de madera empleadas para unir o su­ 30 tum icle, turniquel y tourniquet, formas frecuentes
jetar a la manera de la tringle francesa, puesto que hasta fines del S. XV (vid. G odefroy; y Bloch, s.
tingi parece derivar de tengja ’unir’. Sin embargo, v. tourniquet); este últim o, de ’cota de armas’ pasó
esto es incierto, y Cleasby-V. creen más bien que a ’viga erizada de púas para estorbar el paso del
se trata de una palabra afín a tungl ’luminar, lu­ enemigo’ y luego designó varios aparatos; de ahí
cero’, ’luna’. 35 el cast. torniquete [Acad. ya 1843, no 1832]; tu-
Si en efecto es así habrá que desechar la idea nicla aparece asimismo en latín en un texto britá­
y pensar más bien en el escand. ant. tengsl n. pl. nico de 1394 citado por D u C.
«cables con los cuales se sujeta una embarcación
a la otra» : como se trata de un derivado de tengja T IN IE B L A , del antiguo tiniebra y éste del lat.
’atar’, con sufijo ordinario, el vocablo podía desig­ 40 t é n é b r a id. 1.a doc.: Berceo.
nar igualmente cualquier otro objeto para unir, E n este autor aparece repetidam ente tiniebra
incluyendo las piezas llamadas tringle en francés. (S. M ili., 212; S. Or., 10); en algún pasaje de este
Sin duda el tratam iento fonético entonces no es autor (S. D om ., 395c) ya aparece tiniebla en un
tan claro; pero como las voces escandinavas entra­ ms., pero tiniebra en otro no menos fidedigno, y
ron en francés en fecha muy tardía, el S. X , no es 45 ésta sería la única forma escrita por Berceo; ti­
extraño que el nexo si se conservara de mom en­ niebra está tam bién en el Apol. y en APal. (172d,
to intacto dando algo como tinsle o tingsle, y des­ 194d, 492d); la forma moderna tinieblas [Zifar,
pués cuando la s enmudeció, lo cual ante sono­ 36.18], que es ya la clásica, se explica por ultra-
ra acaecía ya en el S. X II (jreine o frene por corrección de la pronunciación leonesa y cast. ar­
fresne son grafías ya muy frecuentes en esta épo­ 50 caica br en lugar de bl: indudablemente tuvo in­
ca), esta forma pasaría a tingle tal como s p i n u l a flujo preponderante en esta ultracorrección la voz
a épingle; la i quizá se explique por el grupo com­ vecina ideal y fonéticamente niebla (G. de Diego,
plejo ngsl, comp. fr. rincer < réincier r e t e n c i a r e R F E IX , 141; Castro, R F E I, 182). L o mismo en
< RECENTIARE OC., cat. dins DE IN TU S. latín que en cast. lo común es el plural tinieblas,
Sea lo que quiera de estos detalles, me parece 55 aunque tam bién aparece alguna vez el singular, sin
seguro que tingle procede de un térm ino náutico diferencia de sentido. Este vocablo sólo tiene for­
escandinavo derivado de tengja. ma hereditaria en port., cast. y cat., y aun en es­
Tinglado como nombre de una especie de to r­ tos idiomas pudo ser también semicultismo. La
tuga fosforescente en Cuba y Puerto Rico, tinglá forma port. trevas, gall. tébras (Sarm .; Castelao
en Sto. Domingo (Ca., 196; M alaret), debe de ser 60 180.15) es la normal según la fonética gall.-port. y
era todavía téevras, -bras en los SS. X III-X IV Bradamiro». Pero pronto aparecen las acs. figu­
(Ctgs. 219.16, Gral. Est. Gall. 4.11), en gallego radas, ya en APal. : «delirai el que es vano o sale
además se ha cruzado con noite y sus afines noiti- de tino» (1076), %.norma es regla y tino y orden»
bó, -tebrega (vid. M O C H U E L O ) dando noitebras (305b); PAlc. : atino yendo o haziendo: targúp o
’falta de luz, noche tenebrosa’ : así tituló su libro 5 teda^ú?»; Percivale (1591): «gesse, conjecture»;
de versos de 1901 el coruñés M . Lugrís Freire, y O udin: «addresse, jugement, discrétion, conjectu­
así lo definen Carré y él mismo en su Gramática re, prudence; tomar tino: asseoir jugem ent; yr a
de 1922, p. 170; noitébrego ’noctám bulo’ (ibid.; tino: aller à tastons»; A ut.: «hábito o facilidad de
Castelao 121.5, 124.5). El prim er acto del cruce acertar a tiento con las cosas de que antes se te­
consistiría en el cambio de la variante culta tene- lo nía noticia, y del orden en que estaban» con ejs.
bras, tenebregoso, en *neiebras, *netebregoso, me­ de Cervantes y de Paravicino, «juicio, prudencia
tátesis provocada por una contaminación progre-< y discurso cuerdo, para el gobierno y acertada d i­
siva, que acabó por afectar también al vocalismoi rección de alguna materia» con ejs. de Diego G ra-
noitebr-, cián (1545) y de Quevedo, sacar de tino o de
D e r i v . Tenebroso [Berceo; N ebr., etc.], ant.: i s tiento «atolondrar a uno con un golpe», «aturdirle
tenebregoso [Cancionero de Baena, fol. 142 v.°; o confundirle con alguna especie o razón que se
Nebr., Diccionario y Gramática; tenebregosillo,. ''le persuade o impressiona», con ejs. de princ. del
doc. de 1210, Oelschl.; Malkiel, Language XXV, S. X V II.
159-61]; tenebrosidad y ant. tenebregura o tene- Fuera del cast., donde es voz de uso general,
brura, en el Alex. tenebradat ’oscuridad, infamia’ 20 tino y su familia sólo se encuentran en portu­
(2293). Tenebrario. Atenebrar (D H ist.). Entene­ gués1. Aquí los sentidos son los mismos, y el p ri­
brecer [S. X III, Buenos Prov., 25.25]; entenebrar:, mitivo ’puntería’ está bien representado por la fra­
Entemegado ’obcecado, ofuscado’ (H. A. de H e­ se apontar hüa pega de artilharia ao tino do rumor
rrera, a. 1517), m uy raro, de i n t e n e b r i c a t u s : «á parte, donde o rum or se ouve» que Bluteau se-
(comp. s. v. TERC O ). 25 ñala en Freire de Andrade (f 1667) : «que os ar-
tilheyros, guiados pelo ouvido apontassem as peijas
Tinillo, V. tina ao tino do rumor». T am bién «instinto natural, sa-
gacidade natural que faz descobrir as coisas igno­
T IN O I, voz peculiar del castellano y el portu­ radas», «a memoria local que conservamos de noi­
gués, de origen incierto; pudo extraerse del verbo 30 te e que nos guia andando ou fazendo alguma
atinar, que significó primitivamente ’apuntar a un coisa ás escuras», que ya leemos en M endes Pin­
blanco’, y éste probablemente se sacó del latino to (h. 1560): «grandes luminárias de noite para
destinare id., cuya sílaba inicial fué cambiada en a- que os que caminháo nào percào o tino de suas
por haberse percibido como contradictoria del sig­ jornadas» (cita de D . Vieira); «o juizo natural»,
nificado de acierto que envolvía el verbo. 1.a doc.: 35 «o sensorio comum», que ya encontramos , Sá
2.“ cuarto S. XV. de M iranda (h. 1530) y en Sá de Menezes (1634,
En el Victorial, escrito en esta época, significa citas de Bluteau).
claramente ’puntería’ : «el rey don Pedro era muy La etimología no es nada clara. Está claro que
buen puntero de ballesta, e tiraba al tino de la hoy nadie defendería la idea de Covarr. de derivar
palabra, e de allí feria a muchos», «entraba en la 40 tino del lat. t e n e r e ’aguantar, m antener’, o la de
batalla con guardas, que le decían quando era Diez (W b., 491) de partir del lat. t e n u s ’hasta’.
tiempo de ferir, e dejábanle, e iba al tino del roído, Tampoco es posible la de C om u (G G r. I =, § 7) :
e daba muy fuertes golpes» (ed. Llaguno, pp. 20, t e n u e ( i n g e n i u m ) ’talento delgado, sutil’, pues aun
125). Én Juan del Encina es también ’puntería’ : admitiendo que la E pudiera cambiarse en i por
de un buen guerrero dice «que m uy gran Vitoria 45 metafonía (como en tibio t e p i d u s o en igual a e -
avrá / qu’es muy diestro y de gran tino» (ed. 1496, q u a l i s , aunque los más semejantes yegua y legua
f° 109 v°a, égloga «o triste de mí, cuytado»). siguen otro camino), no se explicaría la -o final,
En lo mismo debe de pensar Nebr., cuyo ar­ y el aspecto semántico no presenta la m enor vero­
tículo sólo dice «tino: tignus pro signo positus»; similitud. De desesperada calificarán todos la re­
esto es una etimología y no una definición, y la 50 solución de Cuervo (Dice. I, 752a) de recurrir a
idea del humanista andaluz hubo de ser que se un lat. * t í n n ü l u s «ruido blando», so pretexto de
empleó un tignum, es decir, una vigueta o peda­que atinar en Juan de Barros vale ’dirigirse hacia
zo de leña, como blanco al tira r: en realidad no donde se oye algo’ y recordando al tino del roído
hay noticia alguna de que tino se haya empleado en el Victorial: pero esta base no conviene foné­
con el sentido de ’blanco’, de suerte que N ebr. se 53 ticamente ni en ningún aspecto. A esa idea de
referirá a la ac. ’puntería’. Es ac. clásica, que Aut. Cuervo se adhiere sin embargo Spitzer, M L N
define «buen pulso y seguro para acertar a algúnLX X IV , 132, si bien reconociendo la probabilidad
blanco u objeto a que se tira»,ejemplificándolo de que haya que partir del verbo atinar, derivado
con un ej. del Persiles: «disparó la flecha con tan a su vez de una onomatopeya tin, en el sentido
buen tino... que en un instante llegó a la boca de 60 de ’apuntar a la dirección donde se oye el tiri.

V. — 32
No creo que haga prosélitos, tanto menos cuanto en el aspecto fonético sería tan fácil como la eti­
que no se ve por qué tenía que ser precisamente mología sino < stgnum, a condición, claro está,
un sonido agudo; o por qué no tilin-tilin. En de admitir un origen sem iculto; así se explicaría
una palabra, hay que reconocer que todo el mundo la extrañeza fonética del portugués. Es verdad que
andaba a oscuras en este problema. 5 emplear una ripia o vigueta para tirar al blanco
Solamente por esta razón y por lo muy fácil de no es lo más n atural: lo corriente es emplear un
contentar que suele ser M eyer-Lübke en m ate­ disco (cast. rodela), un manchón de color (cast.
ria de etimologías arábigas podemos explicarnos blanco), un escudo redondo o cuadrado (ingl. tar-
que acogiera con tanta facilidad (R E W 8740a) la get) u otros objetos que no sean de forma alargada,
ocurrencia que expuso Baist muy concisamente 10 que es dificultar demasiado la puntería. Y lo que
(.Z R P h . X X X II, 46): tino vendría del ár. fin ’ba­ me deja escéptico es sobre todo lo siguiente : pues­
rro, arcilla’, de donde se habría pasado a ’forma to que tignum > tino habría de ser un cultismo,
hum ana’ pensando en la creación de Adán y deberíamos encontrarlo empleado con el sentido de
Eva, comp. ár. tina ’puñado de barro’ y lue­ ’blanco’ ya en l a t í n , sea en la Antigüedad o
go ’naturaleza, forma de la naturaleza’; en rea- 15 en las fuentes medievales, cuando nada de esto se
lidad esta últim a palabra es rara y puede du­ ve en D u C. ni en los diccionarios del latín clá­
darse de que jamás perteneciera al lenguaje vi­ sico.
vo (falta Dozy, Beaussier, R. M artí, Dieterici, , E n una palabra : si nos empeñamos en bus­
etc.; Freytag la cita solamente del dicc. del car el origen partiendo del sustantivo tino, ha­
ía u h a rí), y desde luego es gratuito suponer que 20 brem os de declarar que el problema no tiene so­
fin o tina hayan significado jamás ’figura hum a­ lución. Pero la actitud de Diez al conjeturar que
na’ o ’tem peram ento’, como sugiere B aist; aun su­ tino pudo sacarse de atinar era bastante natural:
poniendo esto sería m uy difícil com prender cómo :no hay duda de que éste es hoy palabra mucho
se pudo pasar de ’tem peram ento hum ano’ a ’buen más frecuente que aquél, y de que lo mismo ocu­
juicio’, y las frases sacar de lino o perder el tino 25 rría entre los clásicos es indicio el que tino no se
tampoco m uestran un camino practicable desde halle en absoluto en el vocabulario de C. de las
’barro’ hacia ’tino’ : insisto en que no hay refe­ Casas, en el del Quijote, en el de Ruiz de Alarcón,
rencia alguna de que sujetos de lengua arábiga o 'ni m e consta que figure en la Celestina (todos los
los escritores de esta literatura hayan aplicado fin cuales tienen atinar o al menos desatinar), mientras
a la naturaleza hum ana (consúltese Dozy, Suppl. 30 que no conozco autor clásico en que ocurra lo
II, 81-82); a esto se agregan toda suerte de di­ contrario.
ficultades de orden fonético2, y así no es extraño • Realmente el verbo atinar ha sido siempre pa­
que la etimología de Baist fuese recibida con frial­ labra frecuentísima, y es notable lo corriente que
dad general (no sé que nadie más se haya referido es en la época antigua el sentido de ’apuntar, tirar
a ella)3. 35 a u n blanco’ : «dízese lancea de balança porque
Si se pensó en el árabe sería seguramente a atina quien la quiere lançar que se eguale el con­
causa de la -n- portuguesa, que sorprende no ver trapeso del amiento m ientra la menea» APal.
cambiada en -nh- tras i, aun cuando es palabra (233b), «veis el blanco y el fin adonde atinan, /
vieja [clásicos del S. XVI, Moraes] y con vida y el pro y el contra, el interés y el daño» Ercilla
semántica propias, que no coinciden del todo con 40 (Rivad. X V II, p. 66), «más a qué parte iréis don­
las del castellano, sin apartarse mucho de éste4: de no atine / Némesis la soberbia con la honda»
lo cual sugiere que se trate de una palabra adve­ Villaviciosa (y otros en el D H ist., 4 y 5); que­
nediza, y de ahí la idea de buscar en árabe. No damos dentro de la misma idea fundam ental cuan­
tan desencaminado habría sido entonces echar do figuradam ente se dice en el sentido de ’refe­
mano del ár. din propiamente ’costum bre’, ’reli- 45 rirse, aludir’, lo que es frecuente en el P. Las
gión’, ’ley’, que además llega a valer ’poder*, ’fuer­ Casas : «tienen que de ciertas personas que esca­
za’, ’obra’, y del cual proceden maestr. adi ’lozanía, paron del diluvio se poblaron aquellas sus tierras...
sustancia’ y and. dino ’placer, satisfacción’ (A V : pero parece que debía atinar a N oé y a su mujer
norm alm ente en la frase da dino ’da gusto’, lo V esta»; o bien cuando se trata de ’acertar, dar en
cual explica la pérdida de la a- del artículo), según 50 el blanco’, como en Góngora : «ciego que apuntas
indiqué en B D C X XIV , 59; para ello tropezaría­ y atinas, / caduco dios y rapaz, / vendado...»
mos, sin embargo, entre otras dificultades, con el (a. 1580) G óngora (ed. Foulché I, 3). Sin embar­
cambio de d- en t-, y de ninguna manera saldría­ go, es de notar la conciencia que había en los
mos del paso refiriéndonos a adobe < tü b , que autores tem pranos de que atinar era algo menos
presenta el cambio contrario, pues éste se explica 55 que acertar, o sea precisamente ’apuntar’, ’tratar
por la naturaleza especial del t enfático. de acercarse a un blanco’, de lo que tenemos prue­
¿Habría que volver a la etimología de N e b r.: lat. bas muy repetidas en un autor de lenguaje tan
tignum ’vigueta’, ’pedazo de leña’ suponiendo que tradicional y preciso como Juan de Valdés (h.
se empleara un tignum para tirar al blanco? Sería 1535): «Algunas veces atinan y otras veces acier­
menos arbitrario que las etimologías anteriores, y 60 tan:», «aunque en unos acertamos, en otros rpe-
ñas atinamos», «aunque por soberbia no acertaron, vale ’apuntar hacia alguno’ o ’atacarle’ : «hostem
atinaron en cierta manera por el discurso de la destinaturusT), «quos nunc destinamus haereticos»
razón y del entendimiento», «yo no os sabría dar (citas de D u C.).
más que una noticia confusa, la cual os servirá Y a s í d e b e m o s c o n s i d e r a r n a t u r a l q u e destinar
más para atinar que para acertar» (citas de Cota-, 5 ’a p u n t a r ’ p a sara por v ía c u lta al c a s te lla n o y al
relo, B R A E V II, 286). Indudablem ente otras acs. p o rtu g u é s , p e ro e ra un v e rb o de a p a rie n c ia de­
semejantes a las que hoy predom inan, se encuen­ m a s ia d o c o n tra d ic to ria p a ra h is p a n o h a b la n te s p a ra
tran ya en fecha tem prana: me bastará citar un que p u d ie ra s u b s is tir en ro m a n c e s in m o d if ic a ­
caso en APal. («cataprates es línea luenga con c ió n : to d o s p e rc ib ía n ahí el p re fijo des- n e g a ti­
pedazo de plomo para atinar la fondura del mar») 10 v o y c o m o e s t o l e s s u g e r í a l a i d e a d e ’e r r a r e l b l a n ­
y las muchas que pueden agregarse de Cuervo, co’ m ás b ie n que la de ’a p u n t a r ’, fu é rá p id a y
Dicc. I, 749-52 y D H ist. A todo esto es cierto que u n iv e rs a l la destinar e n atinar,
m o d if ic a c ió n de
tino aparece unos quince o veinte años antes que s e g ú n e l m o d e l o d e apreciar ~= despreciar, ascen­
el prim er ej. que tengo a mano de atinar (en M in ­ der -~> descender, atemprar destemplar, acor­
go Revulgo, a. 1464, copla 19, ed. Gallardo I, 15 dar ~= discordar, apuntar ~> despuntar, asociar
833b), pero nótese que se trata de u n solo autor, -o disociar, asemejar desemejar y t a n t o s m á s .
de suerte que estaremos ante una mera coinciden-i Bien s a b i d o e s q u e p o r e s t e c a m i n o n a c i e r o n V a ­
cia; por lo demás desatinar, que presupone la; r i o s v e r b o s c a s t e l l a n o s : atacar e x t r a í d o d e ( d)es -
existencia de atinar, es ya muy frecuente en el tacar d e r i v a d o d e estaca, atibar y atiborrar c r e a d o s
S. XV, desde mediados del mismo (Canc. de Stú- 20 s e g ú n estibar s t i p a r e , y o t r o s t o d a v í a . L a i n v e n ­
ñiga, Gz. M anrique, H. del Pulgar, íñigo de M en­ c i ó n d e l n u e v o atinar e r a , p u e s , n a t u r a l y p r o n t o
doza), con lo cual la diferencia se anula, y nótese h a b ía de g e n e ra liz a rs e ; m as por o tra p a rte , e x is ­
que aquí tam bién hallamos la ac. que supongo tie n d o cuer y corazón j u n t o a acordar, precio j u n ­
etimológica ’hacer perder la puntería’ : «que fué to a apreciar, punto j u n t o a apuntar, e r a i r r e s i s ­
por desatinar / su enemigo principal» (I. de M en­ 25 tib le la in c lin a c ió n a c r e a r u n tino, m á s « a c e r t a d o »
doza, h. 1480, N B A E X IX , 43), aunque no deja­ p a ra el s e n tim ie n to lin g ü ís tic o ro m a n c e que el
mos de encontrar otras («¿cómo, desatinado, sa­ tra d ic io n a l destino, que ya de to d o s m o d o s te n d ría
biendo quánto m e va, Sempronio, en ser diez o desatino e n u n a é p o c a e n
te n d e n c ia a c a m b ia rs e e n
onze, me respondías a tiento lo que más ayna se que desapego s u s t i t u í a a despego, desahucio a des-
te vino a la boca?» Celestina, ed. Foulché 1902, 30 fucio, desahogo a desfogo, desarraigo a derraigo5.
p. 135; Bernáldez por la misma fecha dice que ¿Debemos m irar esta etimología como una cer­
una tormenta hizo que las naves se desatinaran las teza o considerarla sólo como una conjetura más?
unas con las otras, vid. C ej.; y V. otros ejs. tem ­ Si conjetura es habremos de ponerla entre las ra­
pranos en la ed. del Lazarillo, Cl. C., 1914, nota zonables, hasta que futuros investigadores prue­
de la p. 101). T am bién en portugués aparece muy 35 ben que se empleó destinar con el sentido de
pronto el verbo atinar (ya en la 1.a m itad S. XVI, ’apuntar’ en el castellano medieval. Que ahora no
Moraes) y los primeros ejs. contienen la ac. ’apun­ podamos documentarlo no es extraño cuando tan
tar, dirigirse a una parte’ : «ouviu rinchar hum poca atención han prestado los investigadores, y yo
cavallo, e atinando áquella parte... vio jazer dois mismo entre ellos, al estudio del léxico culto m e­
cavalleiros» en el Clarimundo de Joáo de Barros. 40 dieval. En francés antiguo y preclásico no son ra­
En una palabra, hay que reconocer que hay tan­ ros los ejs. de acs. m uy próxim as: destine y destín
tas o más razones para creer que lino se sacase del en el sentido de «dessein» en Renart de Beaujeu y
verbo atinar como de lo contrario, y que es lla­ Jean de la Taille, destinée ’proyecto’ en Rabelais
mativa la insistencia con que en fecha tem prana («sa fin et destinée estoit de conquester tout le
aparece la ac. ’apuntar’, ’puntería’. Ahora bien, 45 pays»), le lieu destiné ’el lugar adonde se dirigía’
y puesto que ni tino ni atinar encuentran etimo­ en el mismo autor (y otros con el sentido de «dé-
logía por los medios normales, esto nos lleva na­ cider, projeter» en H uguet y en Godefroy). No
turalmente a pensar en el lat. destinare, que pre­ dudo de que a poco que se busque daremos con
cisamente significaba, con bastante frecuencia, ejs. de destinar ’apuntar’ en cast. o port. m e­
’apuntar, hacer puntería’ : «non capita solum ho- 50 dievales, y a nadie podrá sorprender la gran for­
stium vulnerabant, sed quem locum destinassent tuna de este cultismo en su forma alterada, cuan­
oris» T ito Livio, «adeo certo ictu destinata ferie- do tan pronto y con tan rica evolución semántica
bat, ut aves quoque exciperet» Q uinto Curcio, lo encontramos tam bién en su forma p rístin a: des­
«destinare sagittas» ’ad scopum dirigere’ Aurelia- tinar o estinar es frecuentísimo en textos jurídicos,
no Víctor, «multos destinare, doñee unus eligatur» 55 aragoneses y otros, desde el S. X III, y no sólo
Tácito, «quo densiores erant, hoc plura, velut de- en el sentido de ’hacer testam ento’ (muchos ejs. en
stinatum petentibus, vulnera accipiebant» T ito L i­ Tilander), sino en cualquiera de las acs. latinas,
vio, etc. Este uso o uno muy vecino seguía siendo como lo prueba este pasaje del Fuero de T eruel
muy vivo en la baja época y entre los Padres de la (S. X III): «si... algún preso... se fuyrá, aquel an­
Iglesia, pues no hay duda de que en Tertuliano 60 dador que lo curiará... suffra aquella pena que al
preso era destinada'» (ed. Gorosch, § 124); final­ mitido todavía como posible por la Acad., sea
m ente en Rojas Zorrilla encontramos destinarse en conservación del destinar etimológico, aunque no
el sentido de ’dirigirse a un lugar’, tan vecino del es idea que pueda descartarse.— 6 Tino significa
de ’apuntar’ : «en un caballo sendas examino / precisamente ’dirección de la m archa’ en Juan
y a la casa de campo m e destino» (Rivad. L IV , 5 de Padilla (1521), N B A E X IX , 396a: «breve se
24b). N o dudo que de haber sido poco leído el hizo mi largo camino / una montaña petrosa pa­
actor que esto recitaba, y de no haber mediado sando, / según el M aestro llevaba su tino». T am ­
la coacción del metro, habría cedido a la tenta­ bién en M ingo Revulgo (1464) es ya ’dirección’
ción de cambiar esta frase diciendo «a la casa de («non guarda tino certero / dó se suele apacen­
campo atino»6. 10 tar», copla X X II, ed. Gallardo I, 843a).
D e r i v . Atinar [1464, V. arrib a]; atino (raro).
Desatinar [med. S. XV, Cuervo, Dicc. II, 970-2]; T IN O II, ’durillo’, tomado del lat. tinus id.
desatino [«Melibea es hermosa, Calisto loco e fran­ 1.a doc.: Acad. 1925, no 1884.
co. .. su desatino e ardor basta para perder a sí e
ganar a otros» Celestina, ed. Foulché 1902, p. 42]. 15 Tinta, tintar, tinte, tinterazo, tinterillada, tinte­
1 En catalán, donde se dice esma (ant. esme), rillo, tintero, tinticaballo, tintilla, tintillo, V. teñir
sólo el verbo atinar ha logrado penetrar [Laca- T intín, tintinar, tintinear, tintineo, tintirintín, V.
valleria, fin S. X V II], y casi sólo en el sentido retiñir Tinto, tintor, tintóreo, tintorera, tinto­
de ’ocurrírsele a uno hacer algo, acordarse de rería, tintorero, tintura, tinturar, V. teñir
hacerlo’. Desde luego no es voz castiza, y toda­ 20
vía son muchos los que sólo emplean el genuino T IÑ A , del lat. t í n é a , que designa la polilla, el
caure-hi. Como es natural ha logrado más arraigo piojo, y varias lombrices y gusanos, y que en ro­
en el País Valenciano, y en el Maestrazgo lo he mance se trasmitió a la tiña, enfermedad atribuida
oído en el sentido de ’divisar, ver desde lejos’ a la acción de ciertos bichos. 1.a doc.: J.
(atine aquell m as}), que no se entendería en otras 25 Dice el poeta que a todos se comunica la sama
partes. En Onofre Pou (cuyo uso podemos con­ y la tiña del dinero. D e uso general en todas las
siderar que responde al valenciano de la capital) épocas. El vocablo se ha conservado en todos los
ya en 1575 lo vemos en la acepción ’adivinar’ : romances de Occidente, y en todos tiene la ac.
«se ha de atinar lo que vol dir, conforme al que cast., aunque en varios se conserva además la ac.
tracta» (T hes. Puerilis, p. 149). D e todos modos, 30 más común en latín ’polilla’ : fr. teigne, cat. del
hay algún testimonio de atinar ’tirar a un blan­ M aestrazgo tinya id. (G. G irona, s. v. destinyar).
co’ en canciones de la Edad M o d ern a: «una E n cast. mismo es tam bién u n arañuelo o gusanillo
matinada fresca vaig sortir per ’ná a cassar: / que daña las colmenas. El arag. teña es ’oruga’.
no trobo cassa ninguna per poderli atinar» (R o - E n latín designa muchas especies de lombrices y
mancerillo de Milá 317/13), pero la mayor parte 35 gusanos, y Claudiano, que según Forcellini le da
de las versiones recogidas dan tirar (así ya en el significado de ’piojo’, explica que las tineae ha­
la ed. de 1853, n.° 57) y es sabido que hay mucha bían comido el pelo de u n desgraciado, dejándole
imitación castellana en los romances catalanes de grandes espacios calvos: se trata evidentemente de
la época.— 2L a í tras consonante enfática se pro­ la tiña, enfermedad cuya causa, por lo visto, atri­
nuncia muy abierta, y en romance aparece siem­ 40 buían algunos a los piojos. Sea por ello o porque
pre convertida en e (comp. T A R E A , B A R R E N A , tinea designara el ácaro o parásito que en realidad
etc.). En una palabra tan breve, y además m as­ causa la tiña, el cambio de sentido es fácil de en­
culina, sería muy sorprendente que no se hubiese tender. El vocablo tenía í breve en latín, a pe­
aglutinado el artículo ára b e: sin embargo, nunca sar de lo cual se dice tinha en port. y tinya en
encontramos *atino en el sentido de tino.— 3 De 45 cat., como en cast. (formas con e en F rancia):
insistir en partir de tin habría sido más razonable esto quizá se explique por influjo del verbo teñir
referirse al sentido del verbo correspondiente (presente cast. tiñe, cat. ant. tiny), ya que la ca­
táyyan que en algún autor español significa ’m ar­ beza cambia de color a causa de este m a l; no quie­
car el blanco con almagra o arcilla’ (Dozy, l. c.): ro descartar sin embargo la posibilidad de que la i
sería, pues, concebible, aunque meramente su­ 50 se explique fonéticamente por la palatal siguiente.
puesto, que tin ’arcilla’ tomara el sentido de ’blan­ D e r i v . Tiñería. Tinoso [O udin; Quevedo, Aut.].
co de tirar’. Pero renúnciese a la idea en vista de Tiñuela ¿’polilla’? más bien que ’tiña’ (h. 1280, 1.a
las dificultades formales que señalo en la nota Crón. Gral., 193&53)1. Destinar [«d. las colmenas:
anterior.— 4 En Galicia interesa, entre otras, la detineo» N ebr.]; destiño. Para el gall. trilla V.
expresión dar tino ’prestar atención’ : «un polo 55 aquí s. v. T A L A D R O .
que... nin as galiñas lie daban tino nin o galo 1 Con variantes mss. annuela y temuela, donde
seria quén de consentí-lo» Castelao 231.11.— 5 No debe de haber cruce con el tipo cat. arna ’poli­
aseguraré que el destinar por ’desatinar, perder el lla’.
tino’ empleado repetidam ente en el S. X V III por
Diego González (Cuervo, Dicc. II, 1177a), y ad­ 60 Tiña ’cobertizo’, V. tinada Tiñuela, V. tiña
T ÍO y T ÍA , del latín tardío t h í u s , t h í a , y és­ en Pagés; Acad. 1925, no 1884], aludiría a la vi­
tos del gr. Seto;, Seta, id. 1.a doc.: 2.» mitad veza del «tío» que tuvo la idea de explotar este
S. X , Glosas Silenses. aparato en una feria.
Donde abunculus está explicado por tío y ma-
tertera por tía (n.° 223). Oelschl. recoge ejs. del S T IO R B A , origen in cierto : parece haberse in ­
S. X II; son voces de uso general en todas las ventado en Italia y será aplicación traslaticia del
épocas. Este helenismo es común al cast. con el altoitaliano tiorbo ’miope, cegato’, por ser instru­
port. y el it., mientras que- el 'ta t., el oc., el fr., el m ento propio de músicos callejeros medio ciegos;
rét. y el rum . permanecieron fieles al lat. a v ü n c ü - éste, a su vez, quizá venga de * t u r b u l u s ’turbio,
l u s , y en sardo se encuentran uno y otro. T h i u s 10 de vista turbia’. 1.a doc.: O udin (<ttiorva: une
aparece por primera vez en San Isidoro (E tym . sorte de luth appelé tuorbe»).
IX, vi, 16), con la declaración «graecum est», des­ A ut. «tiorba: instrum ento músico, especie de
pués en una crónica de Capua del S. X, y en laúd, algo mayor y con más cuerdas», y cita ejs.
otros textos m uy tardíos (A L L G VI, 446; D u de Polo de M edina (h. 1640) y de Cienfuegos (h.
C.). E n cambio el femenino t h i a ya se encuentra 15 1700). E n Andalucía se emplea popularm ente co­
¡r en 563 y h. el a. 600, en San Gregorio el Magno mo equivalente de guitarra (AV). El it. tiorba se
' (Sofer, 113-4): por lo visto se trató de un ex­ documenta ya en 1598 (Florio) y en muchos auto­
tranjerismo de moda, que al principio sólo se apli­ res del S. X V II, entre ellos G . D oni (h. 1630),
caba al sexo femenino, más accesible a esta clase que afirma fué inventado este instrum ento en Flo­
de innovaciones. Es el estado de cosas conserva­ 20 rencia h. 1575 por un sujeto llamado «il Bardella».
do hasta el día por el cat. y el oc., que dicen on­ Zambaldi dice que tomó nombre de su inventor,
d e pero tía (el lat. a m i t a ’tía’ sólo perduró en fr., pero no detalla ni da pruebas. Aparece tiorba en
en rético y en algún dialecto vecino). Comp. P. cat. en el S. X V II (Ag.), théorbe en francés des­
Aebischer, Protohistoire de deux m ots romans de fin S. X VI, theorbo en inglés desde princ.
d’origine grecque: «thius» ’o nde’ et uhia» ’tante’; 25 S. X V II, y ha pasado tam bién a otros idiomas.
étude de stratigraphie linguistique, en Annali della No parece posible derivar del cast. tipre por T I ­
R . Scuola Nórmale Sup. di Pisa, serie II, vol. V. P L E ’especie de guitarra’.
Como otros nombres de parentesco tío y tía sufren La etimología turco-eslava (torba ’saco’) pro­
modificaciones hipocorísticas, como tití (T ití A n ­ puesta por Alessio (R L iR X V III, 57-58) ha sido
tonio, T ití Teresa) en Canarias, B R A E V II, 340. 30 rechazada con muchas razones, que parecen de­
Conocido es el empleo popular de tío en España cisivas, por Prati (R L iR X IX , 213-4). E n su
para llamar familiarmente a cualquier hombre del diccionario etimológico, en vista del sinónimo
pueblo, sfca en combinación con su nombre propio, viola da orbo ’vihuela de ciego’, conjetura éste
sea con u% demostrativo (aquel tío) para desig­ que estamos ante u n compuesto de o r b u s ’ciego’.
nar despectivamente a un sujeto cualquiera. La 35 Por otra parte llama Prati la atención hacia
frase vulgar no hay tu tía, para decir que algo el empleo de tiorbo, tiorba, como nom bre del
rtiak r ésTIhevitable o áI¿ó "büéno es imposible, se miope en una amplia zona de la Alta Italia, que
emplea en Aragón (Torres F o m és; de donde pasó abarca casi toda la Lom bardía, la Emilia y el
al cat. en forma castellana), en la Axg. (Draghi, Véneto, hasta la isla de Veglia (R ev. de Dial.
Canc. Cuyano, p. xcix) y otras partes. 40 Rom. IV, 21), y admite que es una aplicación
Hay, además, un oc. ant. sia (gasc. y algo lgd.); humorística del nombre del instrum ento musical,
en it. el vocablo empieza en una africada sibilante, nombre creado precisamente por esta circunstan­
zio, nía, acaso imitación imperfecta de la fricativa 0 cia, explicación en la cual no hace más que se­
del griego tardío, o quizá más bien por una pronun­ guir las huellas de Boerio y de W artburg (Rev.
ciación proclítica pronto generalizada en el voca­ 45 de Dial. Rom. II I, 432-3). Pero se hace difícil
tivo ( t í a M a r ía , etc.), cf. en las Leys d’Amors to- creer que un adjetivo de ámbito tan extenso
losanas del S. X III el dato, bien atestiguado, de se deba a una mera alusión humorística a un
que sia debe pronunciarse como un monosílabo. instrum ento musical. T anto más cuanto que el
Esto explica tam bién la forma sia ’tía’, acentuada nom bre de éste es a su vez de origen desco­
en la a, del bearnés, que ya se documenta en textos 50 nocido. M ucho más natural sería admitir el pro­
jurídicos medievales del Bearne y de Bayona (en ceso semántico opuesto, o sea que así como se
éste en la forma ultracorrecta sian). Una forma le dió el nombre de viola d ’orbo, tam bién se la
semejante parece haber existido en mozárabe, según haya llamado ’la cegata, la miope’ (la tiorba). Sin
una muwássaha de un poeta malagueño del S. X II duda es verdad que en algunos puntos (en las
(cf. G .a Gómez, Al. A nd. X X X V I, 1971, 66), en 55 ciudades de Venecia, Verona, M ilán, Placencia y
cuyo texto, por lo demás, se aplica a un hombre, parcialmente en Como) se emplea tiorba como
e igual se podría leer siyo que siya (V. C IA R). m asculino en el sentido de ’cegato’, donde la
D e r i v . Retío, -a, venez., ’tío, tía, de segundo alusión al instrum ento está clara, pero esto será
grado’ (M alaret, Sem ánt. Am er., p. 7). luna deformación secundaria del vulgo ciudadano,
C f t. Tiovivo [fin S. X IX , P. A. de Alarcón,' 60 ;pues más extendido está el uso de tiorbo, -a,
como adjetivo de dos terminaciones : Como tibr- provincias norteñas de la A rg.:, en Bolivia (C.
bo, M antua ciorbo, Cremona cibrbo y liòrbo (Pe­ Bayo) y en el Perú. En la otra ac. es conocido en
ri), Romagna stcibrbal, Comaccio séóarp (A IS , el T ucum án, Córdoba (Garzón), Catamarca (La-
189), M ilán y Como tiorbin, Placencia tiorbein, fone), etc., tam bién en el U ruguay (M alaret). Con
Parm a ciorbighen, ciorbigòn, Veglia cuarv. 5 ésta figura el quich. ’lipa ’canastillo’ ya en Gnz.
Como ya reconoce W artburg, ha de ser voz muy de Holguín (1608) y en Mossi. Conjetura Lizon-
antigua dadas las fuertes alteraciones fonéticas de do (pp. 344-6) que el nombre de árbol derivará
la inicial y dada la abundancia de derivados (Co­ del del canastillo por la forma de la copa frondo­
mo tiorbà, Parm a ciorbigar ’m irar como miope’, sísima de este árbol, comparable a una canasta
además de los ya citados). E n cuanto al origen 10 invertida.
de este adjetivo, parece que haya de contener orbo D e k i v . Tipada ’una canastilla llena de (higos,
(lat. o r b u s ) , que es el que significa ’ciego’ en etc.)’ arg. (F. Burgos, L a Prensa, 23-V-1943).
toda la Alta Italia, quizá un compuesto a la m a­ 1 «Extrae maderas — lipa, nogal, cedro, pino—
nera del comasco scigórbol ’miope’ (CAECUS -f- de los bosques y cerros de la Troja» J. C. Dá-
o r b - u l u s ) . Quizá algo afín al sardo tsurpu, ihur- 15 valos, L a Nación, 20-V II-1941; F. Burgos, La
pu, ’ciego’ (que al fin y al cabo ha de salir de Prensa, 21-IV-1940.
una base como t i u r p u , y según W artburg sería
un compuesto de o r b u s ) . O sencillamente —y Tipejo, tipiadora, típico, V. tipo
esto me parece lo más razonable— puede ser un
representante de * n jR B U L U S ’turbio’ que pasara 20 T IP L E , origen incierto, probablemente del an­
regularm ente a *torbio, y de ahí tiorbo con anti­ tiguo triple de igual sentido, nombre que se dió
cipación de la yod1 (la ò abierta de tiorbo se ex­ a esta cualidad de voz, por la clasificación triparti­
plicaría naturalm ente por influjo de òrbo). E n lo ta de las voces humanas en contras, tenores y
semántico compárese el ingl. dim ’turbio’ junto tiples, de las cuales era ésta la más alta. 1.a doc.:
a dim o dim -sighted ’miope’, M irandola o te tór- 25 2.° cuarto S. XV, Santillana.
badi «occhi languidi, sbattuti» (Meschieri), el lat. Ya explicó Covarr. este vocablo «porque en ri­
c a l i g o ’tinieblas’ y ’miopía’, el oc. caluc ’miope’ gor la música tiene tres vozes acordadas, baxo, te­
(W artburg, l. c., 437) y el milanés y comasco nor y superano, que es el tiple, y por ser tercera
tobis ’miope’, que bien parece ser lo mismo que voz en orden se dixo triple». Los romanistas no
el it. torbiccio ’algo turbio’; comp. además piam. 30 han estudiado la etimología de este vocablo, y el
stróped, venec. ant. struovo, T rentino strof ’te­ que conoce la mala costumbre de Covarr. de in ­
nebroso, oscuro’ (R E W , s. v. t u r b i d u s ) . Es sa­ ventar variantes de vocablos para justificar sus eti­
bido que * t u r b u l u s ’turbio’ ha dejado copiosa mologías, permanece algo escéptico ante esta
descendencia en toda Italia : calabr. triigulu, M i­ etimología, sobre todo al tom ar en consideración
randola turbuliñ, fri. tbrgol, y que en parte hubo 35 las palabras catalanas y occitanas a que m e refe­
formas sincopadas y con i ( < l ) nos lo muestra riré, las cuales parece orienten hacia otros oríge­
el fri. inturbià ’enturbiar’ y el sic. a trogghiu ’en nes. Sin embargo, en nuestro caso es real la for­
revoltijo’. Estas formas sincopadas se reservarían ma de que parte Covarr., y la encontramos en
en general para el sentido más evolucionado ’de textos arcaicos: así repetidam ente en las obras
mirada turbia, cegato’, mientras que en la acep­ 40 del M arqués de Santillana; en el Trium phete de
ción primitiva (más en contacto con el verbo Amor: «in<;essantes los discores / de melodiosas
* t u r b u l a r e , Belluno torgolar) prevalecería la for­ aves, / unísonos, m uy suaves, / triples, contras e
ma plena (venec. ant. tórbulo, etc.). tenores» (ed. Ríos, p. 365); en la Canonización de
1 Comp. los it. pioppo, chioma, fiaba, fiaccola, Maestre Vicente Ferrer: «e bien como los can­
fiera, scoppio, etc. 45 tores / <;essan, quando el preste canta, / gessó la
familia sancta, / los triples, contras, tenores» (p.
Tiovivo, V. tío 306). Está confirmada esta forma por la Égloga de
la Natividad de H ernando de Yanguas (algo an­
T IP A , ’especie de cesto’, ’árbol de la familia de terior a 1518); «y lleva, G il Pata, si quies, el te­
las leguminosas’ rioplat., boliv., p er.; en la 1.a ac., 50 nor, / tú frísale al triple, Benito, las m artas, / tú
del quich. ttípa ’canastillo’; en la 2.a parece ser di, Pero Panga, requintas y quartas, / que yo
tam bién de origen quichua, quizá del mismo vo­ diré luego la cuentra y mayor» (Kohler, Sieben
cablo, por la forma de la copa de este árbol. 1.a Spanische Dram. Eklogen, p. 363); y hoy en el
doc.: 1642. catalán de Gandesa se llama todavía triplo una
En esta fecha escribe el P. Cobo «los indios na­ 55 guitarra pequeña (Amades, Excursions I I I , 191).
turales de la provincia de los Charcas en el Perú L a reducción fonética de triple a tiple es sin d u ­
llaman tipa a un árbol muy grande y hermoso, da algo chocante, pero es paralela a la de tremblar
copado, de hojas verdes todo el año; algunos son a temblar, aunque en este caso sea más antigua y
tan crecidos como nogales». Como nom bre de ár­ en una voz m ás patrim onial del pueblo; pero en
bol, y designando varias especies, es usual en las 60 rigor nada se opone a que admitamos, como en
temblar, que hubo prim ero una pronunciación vul­ era lamentaciones y lástimas» J. de L una (Laza­
gar o dialectal *tripre reducida por disimilación a rillo, Rivad. II I, 127). Es sabido que hoy se em­
*tipre, y luego tipie por restauración parcial de la plea sobre todo tiple como femenino para designar
pronunciación correcta. Cierta confirmación de este a las mujeres de voz soprano; pero popular y lo­
punto de vista la aporta la forma tipre que figu­ J calmente es tam bién m uy vivo el masculino tiple
ra en los Autos del portugués Antonio Prestes como nom bre de una guitarrilla de son muy agu­
(S. XVI), citada por V ieira: «esperae: virá Leo­ do : así en Cuba «canto vulgar... en que compi­
nor / para tipre? —E diz loa? / — M uito bem »; ten los trovadores... acompañados del tiple, guita­
tripe se lee en otra ed. de la Égloga citada de H er­ rra o harpa» (Pichardo, s. v. ay), en Colombia
nando de Yanguas. Por lo demás la forma m oder­ 10 «—Ya se jueron. — M áma, cuidao se yevan mi
na tiple es tan antigua como estas variantes ar­ tiple» E. Rivera (La Vorágine, ed. Losada, pp. 34,
caicas, y pronto se generalizó. L a encontramos 51), etc.; en M urcia se emplea la forma limpie
también en otra obra de H ernando de Yanguas (G . Soriano) influida por templar, en Cespedosa
(Farsa del M undo, v. 857), y ya está en Juan de la variante hipocorística chipie (R F E XV, 151),
M ena, contem poráneo del M arq u és: «oí sones 15 y comp. el citado cat. triplo2.
muy suaves: / tiples, contras et tenores» (Canc. Tiple con las mismas acs. es usual en portugués,
de Stúñiga, p. 230). En el S. X V I es muy fre­ y ya encontramos ej. de 1519 en las Cortes de
cuente, aplicada sobre todo a cantores jóvenes y Júpiter de G il Vicente, donde se enum eran suce­
más o menos masculinos (lo digo así por las alu­ sivamente os tiples, os contras altos, os tenores y
siones que luego verem os): Fz. de Oviedo habla 20 os contrabaxos (ed. 1843, II, 404). Y tam bién lo
de un «Corral, lindo tiple» (Libro de la Cámara, encontramos en catalán, y a en 1575, «tiple: cantor»
p. 182) y es vocablo frecuentísimo en la docu­ O. Pou, p. 169, y 1592: « a x í, com quatre veus
mentación reunida por M osén Higini Ariglés en fan una música molt concertada, és a saber, lo
sus obras de musicología antigua, quien con su contraalt, lo tiple, lo tenor y lo contrabaix» (Ag.).
gran pericia nos confirma que «voz de tiple» vale 25 Por lo demás hoy el vocablo está desusado en esta
lo mismo que ’falsete’1: así «cuatro cantorcicos ac., al menos en la mayor parte del Principado,
tiples» en doc. real 1546 (o. c., p. 98), y m en­ aunque no en otras partes, pues el corresponsal de
ciones de esta clase abundan muchísimo por estos Vinaroz le señala a Griera (Tresor, s. v.) el dicho
años (o. c., p. 99; Anglés, Catál. Je la Expos. H ist. popular «d’home tiple / i de dona tenor, / Uiurau-
de la M ús. Españ., 36, 37). A veces se sustanti­ 30 nos, Senyor».
vaba en el sentido de ’voz de falsete’ (1521, Juan Pero lo que es vivo allí, y por cierto muy po­
de Padilla, N B A E X IX , 351a). Por lo demás tam ­ pular, es el nombre de instrum ento, por lo común
bién se encuentra este adjetivo aplicado a instru­ en la forma tibie, masculino, y pronunciado con b
mentos musicales de sonido ag u d o : «dos chiri­ gem inada: se trata de una especie de oboe, aunque
mías tiples» en doc. de 1559 (en aquella obra de 35 de notas algo más graves que este instrum ento,
Anglés, p. 12n.). que es típico de las «coblas» u orquestas populares
Los textos literarios del Siglo de O ro nos de sardanas; si no me engaño es el mismo instru­
ofrecen gran núm ero de ejs., a m enudo con alu­ mento que también se llamó el tenor, y que hoy
siones maliciosas o desem bozadas: «paseábase un por lo común recibe el nombre de la tenora; pero
músico tiple y capado, por delante de u n ropave­ 40 tibie está registrado por Fabra, yo mismo lo he
jero, famosísimo judío, viejo y relajado, el cual oído alguna vez, aunque hoy ha envejecido bas­
por burlarse del músico le dijo: — Señor, ¿cómo tante, y sobre todo es muy frecuente en documen­
le va a su gavilán sin cascabeles? -—Respondió el tación del S. X V III y principio del X IX 3. Este uso
capado: —Como al de vuestra merced sin capiro­ popular, con viejas raíces folklóricas, revela antigua
te» Tim oneda (Sobremesa, Rivad. II I, 176); «pa­ 45 popularidad del vocablo en el Norte del Principa­
rece capón en el tiple» T irso (La Villana de la do.
Sagra, II, Rivad. 3166); «mujeres de Barrabás, Algo contradictorio puede parecer esto con el
quered hombres que hablen recio; / que monos hecho de que la etimología triple obligaría a su­
en tiple son / capones, dos puntos menos» M o- poner importación castellana en Cataluña, pues
reto (S. Francisco de Sena I, Rivad. 123c). Claro 50 aquí el proceso de reducción arriba descrito apenas
que el vocablo podía aplicarse asimismo a la m u­ sería compatible con la fonética histórica catalana.
jer y a los niños, de lo que nos dan m uestra los Es verdad que el único dato catalán antiguo que te­
dos ejs. siguientes, donde además lo vemos como nemos pertenece ya a la época de apogeo de los cas­
sustantivo, denominando abstractamente la calidad tellanismos, y que este dato es posterior en siglo
de voz: «levantó la buena mujer el tiple, que lo 55 y medio a la aparición del vocablo castellano en
ponía en el cielo, y dejando una muchacha suya Santillana y Juan de M ena; pero aunque esto es
en guarda de lo que allí le quedaba, dió a correr indicio de que tiple o tibie no se encuentran en
en pos de mí» G. de Aljarache (Cl. C. IV, 34); el catalán medieval, no es ciertamente prueba de­
«los niños llevaban el tiple de aquella mal acor­ cisiva. Ahora me doy cuenta de que u n instru­
dada m úsica: todos lloraban, todos gritaban, todo 60 mento músico tibre figura ya en los Proverbis del
poeta catalán Guillem de Cervera (h. 1250), 255 D eriv . Atiplar; atiplado [Cervantes].
(no se insista en confundirle con Cerverí de G iro- C p t . Tiplisonante [h. 1640, Aut.].
na), dato de últim a hora, cuyo ulterior estudio 1 L a M úsica en la Corte de Carlos V , p. 75, a
deberá quedar para el D EC at. propósito de la cita de u n «autor tiple que sir­
Luego no perdamos de vista otras posibilidades 5 ve de capellán».— 2 E n germanía se empleó tiple
etimológicas. El oc. tibia vale ’gaveta de albañil’ con el sentido de ’vino’ (Juan Hidalgo), eviden­
(«truelle»), ya se documenta en texto de 1360 y en tem ente porque hace levantar las voces.— 3 En
un glosario del S. XV (Pansier, Levy), y hoy sigue parte en el libro de m i padre Vida d’E n Pep de
siendo bien vivo en la forma tibio. ¿Podría haber la Tenora, B. 1954; recuerdo que ahí se lee tam ­
pasado este vocablo a Cataluña aplicándose a una 10 bién la variante tiple.— 1 L a epéntesis de la l
guitarra de forma especial (así todavía en G an- difícilmente podrá explicarse de otro modo que
desa), más o menos comparable a la de la tibia por algún cruce, aunque encontramos el mismo
occitana, y haberse adjetivado luego como desig­ caso en el bordelés dessiblà «dissiper, gâter» ci­
nación de la voz humana de tim bre tan agudo co­ tado por M istral.— s Del lat. tibia ’flauta’ pudo
mo este instrum ento? N o es esto inconcebible. Y 15 salir u n it. tibbia (de hecho se ha empleado tibia
hay que advertir que el cambio de tiple en triple, en Italia con este sentido), y éste pudo catalani-
por repercusión, es mucho más fácil que la evo­ zarse fonéticamente según el modelo de coppia =
lución opuesta; pronunciar pl por bl es vulgaris­ cobla, sabbia = sable; pero esto es inverosímil
mo muy vivo en Cataluña y Languedoc (¿pero es dada la diferencia entre los instrum entos. T am ­
antiguo?). El oc. tibia vendría según M istral del 20 poco creo que se trate del lat. s t i p u l a ’chirimía’
grecolatino tryblium ’escudilla’, ’fuente’, lo cual es que dió el nom bre de instrum ento musical fr. ant.
bastante aceptable, aunque no deja de ofrecer d i­ estive (Z R P h . L V I, 82-85). N i menos que este­
ficultad la caída de la r, que aquí no podría ex­ mos ante una metátesis de tripa en *tipra > tibie,
plicarse como en castellano. Luego ésta es una aunque se hacen de tripas las cuerdas de guitarra.
posibilidad complicada y difícil de demostrar, tan ­ 25 N o parece haber relación con el nombre de la
to más cuanto que ni el cat. tibie se encuentra en T IO R B A .
el sentido de ’gaveta’ ni el oc. tibia como nombre
de instrum ento de música. Tam bién podría con­ T IP O , tom ado del lat. tÿpus ’figura, estatua’,
jeturarse que tibie ’agudo’ salga del oc. tibia ’po­ ’carácter de una enfermedad’, y éste del gr. tótcck
ner tenso, tirante’, voz herm ana del cat. tibar id., 30 ’golpe’, ’huella de un golpe’, ’carácter grabado’,
que debió de sacarse de s t i p a r e , cat. estibar, por ’imagen’, ’tipo, modelo’. 1.a doc.: 1615, Villavi-
derivación regresiva4; un reparo de cierta grave­ ciosa.
dad contra esta idea, es que la forma tibia no A ut. cita otro ej. de princ. S. X V II ; por en­
parece haber existido nunca en Cataluña. M ás di­ tonces no sería muy usado: falta en O udin, Co-
fíciles son otras conjeturas que tam bién podrían 35 varr., G óngora, etc. H oy es voz muy popularizada.
formularse5. E n América (Arg., Cuba, etc.) se emplea familiar­
En una palabra, si la voz que interesa fuese m ente para designar a un desconocido, o a una
antigua en Cataluña, y no podemos negar esta persona conocida a quien tratam os despectiva­
posibilidad, se abrirían otras varias explicaciones m ente (¿galicismo?); lo que en España se dice
etimológicas, ninguna de ellas bien clara de por 40 tío.
sí, pero tampoco inconcebibles. Y mientras esta D e r i v . Tipa arg. denominación despectiva de
supuesta antigüedad del vocablo en Cataluña no una m ujer; cub. ’mujerzuela despreciable’ (de ma­
reciba pruebas más decisivas, será prudente ate­ las costumbres, a juzgar por el ej. ésa es una tipa:
nerse a la etimología triple, que si es voz oriunda Ca., 131). Tipejo. Tipiadora, raro (¿anglicismo
de Castilla no tropezaría con dificultades fonéticas, 45 americano?). Típico [Terr.]. Catatipia. Hipotiposis.
y desde luego es plausible en el aspecto semán­ C p t. Tipógrafo [Covarr.]; tipografía; tipográfi­
tico: nótese la división tripartita de las voces en co. Tipometría; lipómetro. Prototipo [princ.
los varios pasajes de Santillana y de M ena, en S. X V II, Aut.].
contras, tenores y tiples, aunque posteriormente
se subdividieron aquéllos en contras altos ( > con­ 50 T ÍP U L A , tomado del lat. tippüla id. 1.a doc.:
traltos) y contras baxos (o bajos a secas), como Acad. 1884, no 1843.
ya vemos en G il Vicente y en el texto catalán de
1592. Es de suponer que los primitivos teóricos Tiquism iquis, V. tú Tira, tirabala, tirabeque,
musicales dirían que la voz del tenor es doble tirabotas, tirabraguero, tirabrasas, tirabuzón, tira­
alta que la del contra, y que la del falsete tiene 55 cantos, tiracol, tiracuello, tiracuero, tirachinos, tira­
triple altura, de donde m uy naturalm ente nacía da, tiradera, tiradero, tiradillas, tirado, tirador, ti­
esta denominación. rafondo, tirafuera, tiragomas, tirajo, tiralíneas, tira­
El uso del ingl. treble en el sentido de ’agu­ m iento, tiramira, tiramollar, V. tirar
do’, aplicado al sonido, ya documentado en el S.
60 T IR A N O , tomado del lat. tyrannus ’reyezuelo,
XV, presta decisivo apoyo a esta etimología.
soberano local’, ’tirano, déspota’, y éste del gr. la los ángeles, descendieron a ella, / fizieron los
■cápavvoq id. 1.a doc.: h. 1260, Partidas (C. C. diablos luego m uy grant querella / ... / tirar non
Smith, BHisp. L X I); APal. lis podieron valient una agalla, / obieron a par­
«Agora llamamos reyes a los moderados y tem - tirse tristes de la batalla» M il., 87d; «el fierro
prados y piadosos, y llamamos tiranos a los crue­ 5 yaze fondo, en aviesso lugar, / la llaga es angos­
les y injustos» (APal. 420b; 501b). Está también ta, no lo podré tira n A lex., 2089b (el ms. del
en Nebr., en el Quijote, y A u t. cita un ej. de 1612. S. XV sustituye por sacar); «si el señor de la nave
Hoy es voz generalmente conocida. Comp. T I ­ la dexase hi correr... débenla apresciar por quan-
RAR. to podrié valer, et contar lo que tiró della cada
Aunque el griego xúpavvo? aparece ya en Es­ 10 uno de aquello que era suyo» Partidas V, ix, ed.
quilo, Aristófanes, Píndaro, Heródoto y otros au­ Acad. II I, 239; «cató contra sus pechos el águi­
tores muy antiguos (no en Homero ni en micenio), la ferida, / e vido que sus péndolas la avían es­
todo el mundo está de acuerdo en que no es pala­ carnida; / dixo contra sí mesma una razón tem i­
bra de origen indoeuropeo. Heródoto, I, 6, apellida d a : / d e m í salyó quien me mató e me tiró la
túfjcivvoí al gran Creso rey de Lidia, poderosísimo 15 vida», «poco a Dios preciava nin avía dél te ­
emperador de toda la mitad oriental de Anatolia m or; / tiró le Dios su poderío e todo su honor»
(a partir de 560 a. C.). Hogart y demás autores J. Ruiz (272d, 305d); «solo en su cabo fincava, /
de la Cambridge A n d e n H istory I I I (1925), 549 Johan N unnes de Sasamón / de la vega lo tirava»,
(con la aprobación reservada dé Ph. E. Legrand «tirad los pueblos menudos, / Rey, señor, desta
en su ed. de Heródoto) conjeturan que xúpawoi; 20 sospecha» Aljonso X I (47d, 1142c); «el que bien
sea un préstamo del lidio (lengua de la familia a su pueblo govierna e defiende / éste es rey ver­
tirrena) al griego. Idea tanto más sugestiva cuanto dadero, tírese el otro dende», «Dios non tira es­
q u e Creso fué el' más an tig u o ’de los soberanos peranza al omne pecador, / mas con su mise­
a s i á t i c o s que sujetaron a los jonios, eolios y dorios ricordia lo guarda de error» R im . de Palacio (235d,
d e A s i a al yugo de un rey bárbaro, y la tiranía de 25 1402a); tam bién en Gr. Conq. de Ultr., 163, y en
los Pisistrátidas en Atenas —la más famosa sufrida ■multitud de ejs. de los SS. X III-X IV ; en el XV
por una ciudad griega— fué coetánea del reino de este uso comienza a decaer, como lo prueba la
Creso y se apoyó precisamente en el temor a Creso, circunstancia de que el ms. P del Alex. sustituya
aliado de los lacedemonios. Y de todos modos, tirar por sacar en el pasaje citado, y el amanuense
todavía no emplea Heródoto ahí el vocablo en su 30 del M arqués de Santillana reemplazaba tiró el es­
sentido estricto (de creación griega y de matiz pada de la bayna por metió mano a su espada en
demagógico-autocrático) pues más allá le llama el ejemplar de la 1.a Crón. Gral. poseído por el
¡foaiXeúc; (rey) y califica su gobierno de iÍ7 S(iovír¡ M arqués (M. P., Inj. de Lara, 225.22). M ás tarde
(I, 7.2; I, 7.1). estos usos tendieron a desaparecer, aunque algunas
D e r i v . Tirana. Tiranía [Mena, Santillana (C. C. 35 veces se conservaban en hablas tradicionalistas
Smith); N ebr.; Quijote]. Tiránico [1515, Fz. Ville­ (Nebr. admite ttirar algo de lugar: aufero»), y so­
gas (C. C. Sm ith); med. S. XVI, P. Mejía, Aut.]. bre todo en alguna frase estereotipada (tirte allá,
Tiranizar [J. de M ena, Lab., 229g; N ebr.; como tiñ e ajuera en el S. X V I, ejs. M L N X X V I, 101).
neologismo en Juan de Valdés, B R A E VI," 509]; Tirarse ’apartarse (de)’, ’separarse (de)’ se conser­
tiranización. Tiranuelo. 40 va hasta hoy en judeoespañol (B R A E II, 300).
C p t . Tiranicida; tiranicidio. Esto no quiere decir, sin embargo, que no se
encontrasen las acs. modernas desde los orígenes
Tirante, tirantez, V. tirar Tiranuelo, V. ti­ del idioma literario: «essas saetas mismas que los
rano moros tiraban» S. M ili., 444b, «enerbolas tus vi­
45 ras, / al que mejor te sirve, a él fieres quando
T IR A R , voz común a todos los romances de tiras» J. Ruiz 183c, etc.; en gallego-portugués las
Occidente, de origen incierto; es m uy dudoso que acs. en torno a ’disparar’ son muy frecuentes en la
pueda venir del germ. t e r a n ’desgarrar’. Pero es lengua m edieval: ’disparar, tirar (saetas)’ Ctgs.
probable que se formara en la jerga m ilitar lati­ 28.54, 35.8 (saetas) 215.37, CEsc. 329.2 (y en éstas
na con el nombre de la flecha en el lenguaje de 50 aparece con las acs. ’empujar’ 224.16, 91.10 y
los partos, enemigos seculares del ejército rom ano; ’libertar, librar’ 102.12). Pero en gallego-portugués
nombre que hubo de ser tir, como en todos los la ac. ’quitar, sacar’ (que es ya también frecuente
dialectos iranios; cf. C A R C A J y el fr. frapper en las Ctgs., M irSgo. 51.18, 36.15, 78.5, 83.16)es
’herir, golpear’ que parece ser otro iranismo de la donde se conserva con máxima vitalidad («man-
jerga soldadesca de los romanos. / . “ doc.: orígenes 55 doulle tirar un piorno» Castelao 25.11)1.
(Cid; Berceo; Libre deis Tres Reys ctOrient). Tirar y formas análogas se encuentran hoy en
Palabra frecuentísima y esencial en todas las todos los romances de O ccidente: en catalán con
épocas. En lo antiguo llama la atención el gran extensión semántica m uy parecida a la del cast.;
uso de la ac. ’sacar, quitar, echar afuera’: «mientre en portugués, francés, italiano, etc., más bien con
que los diablos la trayén com a pella, / vidieron 60 los sentidos del castellano medieval. El origen de
esta familia romance presenta uno de los puntos den semántico, y en conclusión hay que decir
más oscuros de la etimología neolatina: tan oscu­ que esta etimología es escasamente verosímil. Pe­
ro es que los lingüistas suelen pasarlo por alto co­ ro me apresuro a añadir que las demás todavía
mo un caso sin solución. L o único que se puede convencen menos.
asegurar es que debe de ser palabra m uy antigua 5 G . Serra (Dacoromania V, 437-44) propuso
en todos los romances, puesto que en todas partes partir de u n lat. * m a r t í r a r e ’m artirizar’, ’ator­
aparece desde los primeros monumentos literarios m entar’, de donde ’zamarrear, tironear’ (sentido
(está ya en el Cid, el Roland, Peire Vidal, Dante, que tiene tirar en oc. ant., y sus derivados en todas
etc.). L a etimología que más se aproxima a lo creí­ partes) y luego ’tirar’ : disimilado en *maltirar o
ble, aunque vagamente, es la sugerida p o r Diez 10 *mantirar la sílaba inicial se habría eliminado por
(W b., 320): el germ. t e r a n ’desgarrar, destrozar’, haberla tom ado por u n prefijo o por el adverbio in ­
palabra de cuya antigüedad y universalidad en ger­ tensivo mal (como en malferir ’herir gravemente’,
mánico no cabe dudar (es el representante n or­ etc.). L a idea es ingeniosa, pero muy forzada, y
mal de la familia indoeuropea del gr. Sépeiv todo el m undo estará de acuerdo en que no es de
’desollar’, ser. dpiati ’partir’, eslavón dírati ’deso­ 15 las que «se imponía» introducir en el dicc. de
llar, cortar’). Observaba Diez que el oc. ant. tirar Bloch, que es a lo que se habrían limitado las
significa a veces ’ser desagradable, penoso’ («dirai- modificaciones introducidas por W artburg en la
vos que fort me tira / vielha gazals» Monje de 2.a ed., según su prefacio3. Está claro que no es de
M ontaudon, «totz quant faitz e dizetz / es ben, buen método adm itir tales etimologías de tipo ex­
si tot a me tira» Raim baut d ’Aurenga), y hay tam ­ 20 cepcional, cuando ni siquiera hay gran parecido
bién algún ej. del fr. ant. tire ’molestia, enojo’, it. semántico entre la voz romance y su presunto éti­
tiro ’pelea’. A pesar de todo, esto está lejos toda­ mo, y que una eliminación tan íadical de la p ri­
vía del significado germánico, y las acs. ’sacar’ o mera sílaba pudo bien producirse en algunas par­
’tirar’ que predom inan en forma abrum adora des­ tes, pero de ninguna manera aparecer con carác­
de el principio, y en todos los romances, están muy 25 ter unánime en todos los romances antiguos y mo­
alejadas del significado germ ánico: a. alem. ant. dernos; agregúese que * m a r t í r a r e es vocablo h i­
zéran ’desgarrar’, rara vez ’arrancar (fruta p. ej.)’, potético en latín, y lo que se encuentra en la Edad
alem. zehren ’consum ir’, ags. teran ’rasgar’, ’rajar’, Media es m a r t y r i z a r e casi en todas partes, o a
’mesar (el cabello)’, ingl. tear ’rasgar’, ’desgarrar’, lo sumo y raramente martyriare: de éste procede
neerl. ant. y mod. teren ’consum ir’, ’echar a per­ 30 ciertam ente el fr. ant. martyrier, pero nótese que
der’, b. alem. ant. terian ’destruir, aniquilar’, en tirer tiene esta forma únicamente y nunca o casi
gótico quizá casualmente sólo se encuentran los nunca *tirier (forma ajena en todo caso al Roland,
derivados gatairan (pron. gataran) ’deshacer’, ’re­ a Chrestien de Troyes, y no documentada en Go-
solver, cum plir’, ’destruir’, distairan ’desgarrar’, defroy) ; finalmente si recordamos que m a r t Í r
’echar a perder’; no hace al caso recordar el alem. 35 aparece en muchas hablas en las formas populares
mod. zerren ’tirar violentamente de algo’, ’zama­ mártur, màrtore, mártul, márturu, o por otra parte
rrear’, ’distender’, que ya se aproxima mucho más martre, tendremos derecho a asombrarnos de que
al sentido de tirar, pues aunque este vocablo perte­ en el supuesto derivado verbal no aparezcan n u n ­
nece a la familia de t e r a n , se trata de un derivado ca formas con u, o, o con síncopa de la vocal
que en germánico occid. tendría la forma * t a r r j a n 40 pretónica interna : esta unanim idad del tratam ien­
y en gótico * t a r j a n si hubiese existido, forma que to culto -i- justam ente en una palabra que tanto
de ninguna manera podría explicar el tirar ro­ se habría popularizado, y alejado tanto del mo­
mance : ahora bien, el sentido especial de este de­ delo latino, es ciertamente increíble.
rivado se explica por su misma naturaleza de de­ Tam poco convence la idea sugerida por Walde
rivado frecuentativo, y no hay por qué atribuirlo 45 en su dicc. etimológico latino, de que tirar venga
al primitivo t e r a n . A un suponiendo que desde del radical del lat. tiro, -dnis, ’recluta’, ’aprendiz’ :
’desgarrar’ se hubiese pasado a ’arrancar’ y de las dificultades formales y el alejamiento semántico
ahí a ’tirar de algo’ (lo que cuesta de creer dada son desalentadores. Que podamos partir de una la­
la unanim idad del sentido en romance), quedaría tinización del gr. Teípetv ’desgastar’, ’abrum ar’ (de
todavía una dificultad fonética en la E , que no 50 donde ’to rtu rar’, etc.) es tanto menos verosímil,
corresponde a la í de las lenguas neolatinas; es cuanto que esta palabra, desconocida en latín, ya
verdad que esto podría quizá eliminarse recordan­ en griego era voz poética, probablemente ajena al
do que E S Q U IL A R , cast. ant. y cat. ant. esquirar, uso habíado. E n céltico no parece existir nada se­
que proceden sin duda posible del germ. s k é r a n mejante. ¿Qué más? A propósito del cast, tirria
id., presentan la misma anomalía (V. algún caso 55 ’odio cerval’ y del alem. dial, rieren ’molestar, ator­
más de lo mismo en este artículo y en G A R A N ­ m entar’ lanza Spitzer (REE X III, 121) la idea de
TE ), de suerte que hay motivo para sospechar que tirar sea, igual que éstas, una palabra de crea­
que algún dialecto germánico cambiara la É en i ción expresiva; pero esta especie de interjección
en esta posición2. Luego la principal objeción que de despecho trr puede explicar fácilmente una pa­
subsiste contra la etimología germánica es de o r­ 60 labra que signifique ’irritar, causar inquina’, difí­
cilmente una que valga ’despedazar’, ’tironear’ y también antiguo en francés, ya se documenta en
mucho menos ’tirar’; además, ¿no sería entonces el S. X III.
más -natural que el resultado hubiese sido *tirrar? D e r i v . Tira [15417], probablemente no es deri­
En vista de que tiran(t) significa en oc. ant. ’re­ vado de tirar, como suele decirse, sino tomado del
calcitrante’, ’duro, cruel’, y en fr. ant. ’verdugo’, 5 cat. tira ’pedazo largo y estrecho de papel, tela,
’sicario’, lo cual más bien parece ser un represen­ etc.’, ’hilera’8, hermano del oc. tieira «suite, série»,
tante de tyrannus ’tirano’ (comp. menorq. tiranya «file», «ligne», «ornement, équipem ent», fr. ant.
'aborrecimiento, rabia, resentim iento’, B D L C V III, tire (del francés o del cat. son préstamos la va­
263), cabría preguntarse si habiéndose tomado ti- riante oc. mod. tiro [junto a tiero], y el sardo tira
rant ’verdugo’, ’cruel’, p or un participio activó, no 10 «striscia, lista», A G I XV, 481-93), que proceden
se sacó de ahí el verbo tirar ’torturar’, ’zamarrear’ ; del fránc. T É R i (a. alem. ant. ziari, zéri, neerl. med.
el defecto de esta hipótesis está en que tal fenó­ tér, ’adorno’), comp. Jud, V Rom . II, 19-20;
meno sólo pudo producirse donde se pierden las Rohlfs, A S N S L C L X X I, 94; tirajo; tirela ’tela lis­
-u finales, o sea en una zona que abarca el fr., el tada’ [1680, A u t.]; atirelado; tirilla; tireta.
oc., el cat., el rético y las hablas del N orte de 15 De tirar derivan realmente: Tiro [APal. 6b, 326,
Ita lia : en los demás romances tirar(e) habría de 490d; N ebr. «aquello que se echa»]9. Tirada [h.
ser préstamo de esta región, lo cual no es muy ve­ 1295, 1.a Crón. Gral., 414a40; A ut.]; tiradillas.
rosímil en palabra tan esencial y tan \iitig u a en Tirado. Tiradero; tiradera. Tirador [S. XV, Biblia
it. y en c a st.: aunque menos forzada qdfe la idea med. rom., G én., 21.20], Tirante [S. X V I, A ut.];
de Serra, ésta tampoco me parece bien convincen­ 20 tirantez; atirantar. Tirón ’acción de tirar’ [1596,
te. Ésta y la etimología germánica serían, sin em ­ A u t.]; tironear muy vivo en Arg. y otras par­
bargo, las menos alejadas de lo posible4. No creo1 tes, aunque todavía rechazado por la A cad.; tiro­
poco ni mucho aceptable la idea de Alessio (Pai- na. Tirotear [Acad. ya 1817]; tiroteo [id.]. E n-
deia V I, 210) de partir del gr. xstpstv, de cuyo' tirar. Estirar [1570, C. de las Casas]; estirado;
paso al latín vulgar o clásico no tenemos el m enor 25 estirajar; estirajón; estiramiento; estirazo arag. ( =
indicio. N i el significado (’desgastar’, ’abrum ar de1 cat. estiras), estirazar; estirón. Retirar [1570, C. de
cansancio’) ni el hecho de ser palabra homérica y las Casas; ya frecuente en el Quijote]; retiración;
trágica, del todo ajena a la prosa griega (a no ser1 retirada [Quijote II, lxv, 252]; retirado; retiro
la que imita el lenguaje poético), se prestan para [Oudin], El imperativo romance tira1, pasó al veo.
defenderla. 30 con el sentido de ’ea, vamos’, interjección de uso
Es verosímil que sea palabra de la jerga latina general en esta lengua y con el mismo valor en
de los legionarios, derivada por éstos del pártico cat.; tiratu ’tirar, estirar, tender’, es uso también
*tir ’flecha’, que podemos suponer a base del pelví común en vasco.
y persa mod. tir ’flecha’, curdo y baluchi ñr id. C p t . Tirabala. Tirabeque [Acad. ya 1884, no
(documentado desde Firdusí, S. X, y ya mucho 35 1843], del cat. tirabec id., compuesto con bec ’p i­
antes, puesto que se halla en pelví SS. IIÍ-IX ); co’, por su forma grande y alada. Tirabotas. Tira-
del iranio pasó al ser. tardío tirt, lo cual prueba braguero. Tirabrasas. Tirabuzón [Aut.], del fr.
la fuerza de expansión de esta palabra de los par­ tire-bouchon, compuesto con bouchon ’tapón’, in ­
tos, como es natural, dada la forma de guerrear de fluido por el cast. buzón. Tiracantos. Tiracuello;
éstos; el vocablo es de viejo abolengo iránico (avés- 40 en forma cat. o f r . : tiracol [S. XV, Amadis, Aut.].
tico tiyri-, medo ’flecha’, persa te) id., avés- Tiracuero. Tirachinos. Tirafondo [Acad. 1884, no
tico taeia ’cortante’, tf¡ra- y persa mod. tigra- 1813], del fr. tire-fond. Tirafuera. Tiragomas. T i­
’puntiagudo’, pelví teh id.5: raíz ie. s t e i ( g ) - ’p u n ­ ralíneas. Tiramira. Tiramollar [1696, A ut.], del cat.
tiagudo’, gr. ati’Co), alem. stechen, ser. tejate ’pin­ tira-amolla, de amollar ’soltar, aflojar’. Tirapié
cha’, tigra-, tejas-, tíksna-, tigmá- ’agudo’6). 45 [Aut.]. Tiratacos. Tiratiros. Tiratrillo. Tirulo
Ténganse en cuenta para esta etimología las acep­ [Acad. S. X X], parece ser contracción de tira-rulo.
ciones modernas del cast. tirar que ya aparecen Tirte (V. nota 4). Gall. tiriloques «especie de ti­
desde los orígenes (V. ejs. cits. de Berceo y J. rantes de orillo para los calzones» (Sarm. CaG.
Ruiz); ya hemos señalado también estas acepciones 62ir).
en gallego-portugués medieval; en it., tirar l’arco 50 ' Hay un verbo gall. y port. turrar que coincide
está ya en D ante y Petrarca; en oc. tirar peiras con las varias acs. de tirar, y que siendo m oderno
se encuentra ya a princ. S. X III en la Cansó de es probable que resulte de un cruce de tirar con
It. Crozada, tirar sagetas y tirar l’arc poco después, empurrar ’empujar, dar empellones’ (V. E M B Ü -
en la Guerra de Navarra y en las Disciplinas de R R IA R ), pues uno de sus sentidos en gallego es
Clergia respectivamente; en francés mismo, aun­ 55 «empujar y hacer fuerza» (el estribo de una pared
que no sé que tirer ’disparar’ se haga frecuente turra en ella) Sarm. CaG. 222r; pero también
antes del S. XV (en que ya lo es mucho), tirer ’retozar, enredar, trebellar’ (lili;). Port. turrar
’tender, dirigirse a’ ya aparece, y con frecuencia, ’golpear con la cabeza’, ’empeñarse apasionada­
desde el S. X II (Vie de St. Thomas de G. de m ente’ (Moraes). Por otra parte, gall. turrar por
Pont St. Maxence). El sustantivo tiro, tir, quizá 60 ’tirar de’ : «o pobre pai turraba por min, i eu
deixábame levar» o turrar d o : «turrar do carro con oc. tieira al notar que en las comarcas cata­
de Apolo» Castelao 201.29, 180.1, 296.10, 202.29, lanas del N ordeste tiene más arraigo que en
197.3. De donde el derivado andar ás turras (o parte alguna, y allí con perfecta identidad semán­
xugar ás turras) y el cpto. pared a turramonte tica con el oc. ant. tieira: tires son las hileras
«la que tiene atizonadas piedras» Sarm. CaG. 5 de vides en el Alto Em pordán (oído en la Selva
l l l v , 112r, 222r, 225v y cf. Pensado, p. 156.— de Dalt, etc.).— 9 En la ac. ’salamandra’ es propio
2 Sabido es que este cambio vocálico lo practi­ de Andalucía (AV), bien vivo en la prov. de
ca el gótico con carácter sistemático, pero ex­ Jaén (R F E X X IV , 229); es antiguo, pues ya
cepcionalmente la i vuelve a ? abierta (escrita ai) aparece en APal. 528d, y en el vocabulario cas­
ante una r, en el dialecto gótico representado 10 tellano-mejicano de A. de Molina (1571) se
por los textos de Ülfilas. Puede conjeturarse que lee €tiro, escorpión o serpiente: acaltetepun . Ig­
otras hablas góticas, o algún antiguo dialecto noro la explicación semántica, si es que es real­
sureño del germánico occidental, afin al gótico, mente la misma palabra. Las traducciones ára­
tuviesen i aun en este caso, y que de estas ha­ bes que da PAlc. a salamandra v a salamanque­
blas procediesen las formas romances en cuestión. 15 sa son m uy diferentes. T iru ’cecilia (reptil)’ es
Inadmisible la idea de Gamillscheg y otros de tam bién siciliano, y un tirus como nom bre de
explicar la i romance por cruce con g y r a r e , pues­ pez se encuentra en el galorromano Polemio Sil­
to que éste significa otra cosa.— 3W artburg em­ vio (S. V), pero como ignoramos de qué pez se
peora todavía la idea de Serra al suponer que trata es muy dudoso que tenga algo que ver
mar- se habría eliminado a causa del adverbio 20 (comp. Baibier, R L R L V II, 340, y R E W 8755a).
mar ’en mala hora’, propio del francés antiguo; L as locuciones adverbiales al tiro, de al tiro, de
pero como tal palabra no existe en los demás ro­ a tiro ’en seguida’ son muy vivas actualmente
mances, habría que suponer entonces que es prés­ en Chile, América C entral y Méjico (Tiscornia,
tam o francés en todas partes, idea arbitraria que B D H A I I I , 204), tam bién se ha dicho al tiro en
nadie aceptará.— 4 Algunos datos sobre usos mo­ 25 la Argentina (rural y anticuado en M endoza, em­
dernos del cast. tirar. Cuando vale ’arrojar’ se pleado por Guiraldes, D. S. Sombra, ed. Espa­
construye el proyectil normalmente como comple­ sa, p. 276): proceden del sentido de ’por con­
m ento directo, pero en la Arg., en Extrem adura, secuencia de otra cosa’ que tiene del tiro en
en Colombia se dice tirar con piedritas, con cu­ Cuba (Pichardo); igual evolución semántica en
chillo, etc., a alguno, y esto se extiende a otras 30 el gasc. de-tiro (BhZRPh. LXX XV , § 433).
partes (R F H VI, I04-5n.; ío he oído a una se­
ñora navarra, que ha vivido desde m uy joven en­ Tiricia, V. ictérico Tiritaña, tiritaño, V. tarla-
tre cubanos), y de la misma manera se construye tana
en Portugal casi en todas partes (30 versiones
populares del tema malo me Calatea petit, dan 35 T IR IT A R , onomatopeya del temblequeo del
atirar com pedrinhas, com laranja, etc., frente a que tirita. 1.a doc.: O u d in ; Covarr.
una sola de atiraste-me pedrinhas: R L V III, Dice aquél: «tiritar de frío: trem blotter de froid,
126-32) y en Galicia hay construcciones parecidas estre transi». A ut. cita ej. de 1609 (P. Alonso de
(tire V. con el libro ’tire V. el 'ibro’, tiró con la la Puente). Voz afectiva, de uso general (que falta
'llave al jardín ’tiró la llave’, tirar con una pared 40 todavía en Percivale, C. de las Casas, N ebr., APal.,
’derribarla’, Álvz. G iménez 65). Para las formas etc.). U na variante titiritar, más popular, se en­
abreviadas tirte afuera, tirte allá, tirte d'hi, y ejs. cuentra ya en el S. X V II, en Quiñones de B.
del S. X VI, vid. Pietsch, M L N X X V I, 101 (no (Cuervo, A p., § 815). T am bién port. tiritar, con
hay que pensar que tirte venga de t r a h e r e , co­ variante norteña fritar, ya documentada en el
mo quiere Zeitlin, H isp. R. V II, 242-46). Para ♦5 S. X V III (Leite de V., Opúsc. II, 171); formas
fraseología popular cubana, vid. Ca., 70.— 5 Bar- algo distintas, pero de creación paralela son el
tholomae, Aíran. W b. 651, 623.— 6 El últim o ya en logud. attetterare, it. intirizzire ’aterir’, proto-germ.
el R ig Veda V III, 29.5. Para la formación de titrón, alem. zittern ’tem blar, tiritar’; comp. M -L.,
los demás, Benveniste, Or. F. N . en le. 101; Z R P h. X X V III, 635; G uarnerio, Rom . X X X III,
Pok. IE W 1016.— 7«Quatro estameñas partidas 50 50-51. Comp. A T E R IR .
en ocho tiras... yten una tira de terciopelo azul, D e r i v . Tiritón. Tiritona [Aut.]. Terito [«tómame
traída», testamento de F. de Rojas, R F E XVI, pasmo y terito» en Lucas Fernández ed. 1514,
378. Falta todavía en APal., N ebr., etc.; las va­ f° C r°a],
rias acs. están ya en A u t.—8Ya medieval: «la Onomatopeyas o creaciones expresivas análogas:
segona bestia órs paria, / e tres tires de dens 55 titilar [Acad. 1884, no 1843], más que del lat.
avia» Libre de Daniel, vv. 635, 648. En el Tirant titillare ’hacer cosquillas’, de sentido m uy distin­
(ed. Riquer, 482) tiene claramente el sentido de to, parece ser creación nueva del cast.; titilante;
'hilera de tropa’. Val. tira «cosa arreglada», tira titilador; titileo. Titilación [1580, F. de Herrera],
del ráim «fila de la gente que vende uvas» (Sá­ tom ado de titillatio ’cosquilleo’. Titar ’graznar el
nelo). Crece la probabilidad de la identificación 60 pavo con un sonido agudo al encontrarse con un
objeto extraño’ salm .; titeo ’este sonido’ salm. (La- Fdz., ed. 1514, f° Aiv, v°a). En portugués el simple
mano). Titear m ure, ’llamar el reclamo a la per­ no se conoce, y Fig. señala como anticuado en tin a ­
diz’ (G. Soriano); titeo ’llamada de este reclamo’ do «teimoso, obstinado»: los únicos ejs. los conoz­
extrem. (Feo. Santos Coco, A puntes Ling. de E x­ co en Gil Vicente m uy entirriada estaa en la ed.
tremadura, p. 5, tir. ap. de R ev. del C. de Est. E x ­ 5 príncipe (f°9v°), m ientras que en la de 1586 figura
trem., 1936). Titada arg. ’monería’ (M onner Sans, enterriada, y entinada en ia de 1834; en otro pa­
Notas al Casi, en la Arg., s. v.); titear arg. ’b u r­ saje figura en la príncipe, con el mismo sentido,
larse de uno, tomarle el pelo’ (Ana M . Borry, La em binada (que es lo corriente en port.), y entinada
Nación, 12-V-1940; Garzón), titeo arg. ’burla’ (R. en la ed. de 1834 (R H L X X V II, 385-6, comp.
J. Payró, Pago Chico, ed. Losada, p. 233). T itu ­ 10 388); Gillet cita otros pasajes del mismo.
bear [«chanceler, vaciler, branler <pá et la» O u d in ; Los clásicos consideraban a tirria palabra vulgar
S. X V II, A ut.; como vulgarismo en P. Espinosa, y algo ridicula, como m uestra un pasaje irónico de
a. 1625, Obras, 195.23]1 o raram ente titubar [APal. la Dorotea de Lope : «estas rr son muy signifi­
41b, 231b, 313b, 514b] (maestr. tatubejar, Seidia, cativas y sonoras en nuestra lengua y de excelen­
p. 112), tomado del lat. titubare ’oscilar, trastabi­ 15 te boato, como sarria, angurria, tirria y otras se­
llar’, ’titubear, vacilar’; titubeo [Acad. S. XIX], mejantes» (Rivad. X X X IV , 52c); Pedro Espinosa
Gall. centr. toteñar ’andar a tientas, como el que (1625) lo incluye en su lista de palabras vulgares
no ve’ (hacia la cordillera central, el Seixo, Sarm. y malsonantes, y A ut. todavía dice que es «voz
CaG. \91v): probablemente de *tetoñar, formación familiar». Por lo demás A ut. sólo adm ite la ac.
paralela a las anteriores, por metátesis acaso orien­ 20 secundaria «manía o téma que se toma contra al­
tada por loto, tolo, loto, una de las exclamaciones guno, oponiéndose a él en quanto dice o hace»,
empleadas para llamar al cerdo (ibid. 193u), pues a lo cual corresponde más o menos bien un pasa­
es zona de robledales, donde abundará esta cría. je que cita de J. de Acosta (1590), pero en el
1 En la Argentina vulgarmente tutubiar, M . Fie­ otro, de A. de Zamora, ya tiene el sentido de ’ra ­
rro I, 1821 y passim. 25 bia, aborrecim iento’. El mismo está patente en un
pasaje de Quevedo citado por Pagés, y ha sido
Tiro, V. tirar Tirocinio, V. lirón Tiroi­ siempre dominante, a pesar de que la Acad. no lo
deo, tiroides, V. juera admitió hasta sus últimas ed. (ya 1925, no 1899);
pero es tam bién el que le reconoce T err., y el
T IR Ó N ’aprendiz’, tomado del lat. tiro, -dnis, 30 más corriente así en España como en la Arg. (ej.
’recluta, quinto’, ’aprendiz, novicio’. 1.a doc.: de L. Lugones en B R A E IX , 535)’. Tirria es hoy
Acad. 1843, no 1817. usual en catalán, no sé con qué antigüedad2; y
C rudo latinismo, raramente usado. en vasco, con ac. igual (en diversas localidades :
D eriv. Tirocinio [APal. 524d], de tirocinium id. a. nav., guip. y vizc., a m enudo también en la for­
35 ma deglutinada tini), pero aún más extendido en
Tirón ’acción de tirar, etc.’, tirona, V. tirar el sentido ’inclinación, querencia, anhelo’ en N a­
Tiroriro, V. tararear Tirotear, tiroteo, V. ti­ varra y País Vasco-ír., «agacement de dents»
rar bazt., «terco» en un pueblo vizcaíno (Azkue). No
dudo que tiene razón Spitzer (R FE X III, 120-1)
T IR R IA , probablemente de Una especie de in­ 40 en adm itir que tirria es voz de creación expresiva,
terjección trr, que expresa el despecho. 1.a doc.: comparable al alem. dial, tirren ’molestar, torm en­
1517. tar’ (pero no tomada de este vocablo alemán, como
En la Comedia Himenea, de esta fecha, en otra dijo Pitollet); comp. el sinónimo portugués bina,
posterior del propio T orres N aharro, y en otras con otra consonante inicial. Pariente de tirria pue­
de med. S. X VI, aparece con el sentido de ’dis­ 45 de ser el menorq. tiranya ’aborrecimiento, rabia,
gusto, sinsabor’. En la Farsa de Fernando Díaz, prevención, resentim iento’ (B D L C V III, 263).
v. 73, escrita en esta misma época, se lee tomar D eriv . E nteniar (V. arriba). De entinar por
tirria ’enojarse, enfadarse’ (Kohler, 7 Spanische cruce con azuzar: gali, acirrar, cirrar ’excitar dos
Dram. Eklogen, p. 319). El sentido m oderno de perros a que riñan’ (Sarm. CaG. 203r).
’ojeriza contra alguno’ parece ya claro en Queve- SO 1 N o sé si es real la acentuación tirria «rabia,
do, y Gonz. Correas le atribuye el sentido de encono concentrado» con que imprime el vocablo
«porfía repetida». Más datos en Gillet, Propal. Ramírez Xarriá, Vocab. Panocho. Se explicaría
III, 542. El verbo derivado es frecuente desde h. como postverbal de (eri)tirriar.— 2 E n el valen­
1500: «O, cómo estás tan enterriado / poniéndo­ ciano M artí Gadea leo «vajen vostés a Uevar-li
me aquesos inconvenientes» en la Égloga Interlo- 55 a ú la enrónea y la tíria que té a u n atre» (T e n a
cutoria de Diego de Ávila (anterior a 1511, o. c., del Gè I, 291). ¿Corresponde esto a la pronun­
p. 242); enterriada está ya en Juan del Encina y en ciación? Aunque así sea no sería base suficiente
Lucas Fernández («no me quiere pagar n a d a : / para derivar el vocablo de la frase Tirios y T ro­
pues es tan enterriada / sin sabor / no quiero yanos; no falta algún caso de reducción de -rr{-
tener amor» Encina, ed. 1496, f° 101 v°b; Lucas 60 a -ri- en Valencia.
T IR S O , tomado del lat. thyrsus y éste del gr. sin estudiar la etimología, aporta valiosa documen­
OúpcTo; ’tallo de las plantas’. 1.a doc.: med. S. XVI, tación histórica, sobre todo del S. X V II; el dato
Hnz. de Velasco (A u t.). más antiguo es de h. 1560 (Bernal Díaz del Cas­
Cultismo m uy raro. D el mismo étimo por vía tillo).
popular sale el it. torso ’tallo, troncho’, ’busto del 5 M uy poco estudiado el origen del vocablo (na­
cuerpo hum ano’, de donde se ha tomado el cast. da en Diez, K orting, R E W , Nascentes), por pri­
torso [Acad. 1843, no 1817], Comp. T R O Z O . mera vez sugirió Figueiredo, en su dicc. portugués,
que se tom ara del fr. titre ’título’ (sin dar expli­
Tirte, V. tirar Tirulato, V. turulato T i­ caciones semánticas), etimología adoptada y de­
rulo, V. tirar Tisana, V. pisar Tisanuro, V. 10 fendida en forma muy seductora y con consuma­
humo Tisbar, V. atisbar da habilidad por A. Castro en un fundam ental ar­
tículo de M L N 1942, L V II, 505-10. Prueba el
T ÍS IC O , tomado del lat. p hM sícus y éste del maestro con citas de Covarr. y Figueroa que los
gr. ¡pOidixó; id., derivado de cpOíat; ’extinción, de­ exhibidores de títeres solían ser extranjeros en
cadencia’, ’consunción, tisis’, y éste de <p0íetv ’pe­ 15 este tiempo, y que la terminología de este juego
recer’, ’consum irse’. 1.a doc.: Fin. S. X I I I ; APal. teatral y otros semejantes ha sido de procedencia
Q uien dice «tisis es... consunción, que suele in ­ forastera en todas las épocas (polichinela, fantoche,
tervenir más de ligero en los m ancebos: dende guiñol, volatín, saltimbanqui, payaso, titirimundi).
los tísicos se consumen aquexándoles una tosezilla Agrega que los retablos famosos contenían con gran
con escopezinas de espuma» (510d). N ebr. sólo 20 frecuencia historias sagradas y bíblicas, y cita el
registra «tísica, dolencia: phthisis; tísica, doliente caso del fr. marionnette, quizá renovación del fr.
assí: phtisicus, -a, -um». A ut. da tísica como nom ­ ant. mariotte, mariole ’clérigo que representaba el
bre de la enfermedad y tísico del enfermo (con papel de la Virgen M aría en los autos medievales’.
ej. de Lope y otro coetáneo); con las variantes De ahí, fundándose en que, en lat. tardío y me­
ptísica (o pttsis) y ptísico. A unque la Acad. da 25 dieval, titulus significaba ’iglesia’, pasa a deducir
tísica por antiguo como nom bre del mal, todavía que el fr. titre se aplicaría a la caja a modo de
se emplea popularmente. Tesga (de la cabera, del edificio de madera donde se llevaban los títeres de
vientre, de la fiel) ’consunción que padecen las-aves asunto religioso, y, llevado a España por titereros
de rapiña’ T ratado de las Enfermedades de las franceses, el vocablo pasaría después a designar los
Aves (fin S. X III), p. p. B. M aler (Filologiskt 30 títeres mismos. Esta argumentación no deja de ser
A rkiv IV, 104); tam bién llamada tísico y tísica convincente, y todavía puede apoyarse algo más
en dicho texto. recordando la Mojiganga del Titeretíer de Ave­
C p t . Tisuria, compuesto de ¡pOía:; ’consunción’ llaneda, que nos m uestra en acción uno de esos ti­
y oupov ’orina’. tereros franceses del S. X V II, pronunciando las
35 palabras «que vengan a ver al titeretero, / que
Tisú, V. tejer Tisuria, V. tisis vengan a ver al titeretíer» (N B A E X V II, p. ccxcv).
Agreguemos que el galicismo titre con el valor de
T IT Á N , tom ado del lat. Titán y éste del gr. título o invocación religiosa se encuentra en la
Titólv id. 1.a doc.: T e rr.; Acad. 1843, no 1817, Gr. Conq. de Ultr. (un cardenal del titre de Sant
D eriv . Titánico [Acad. 1884, no 1843], rara­ 40 M arcos... otro cardenal del titre de Sta. Cecilia,
m ente titanio adj. Titanio [Acad. 1925, no 1884], 494b, ed. Cooper III, 115vbü).
metal raro denominado Titanium por su descu­ No se me reproche, pues, que no he tra­
bridor K laproth en 1795 según el nombre de los tado de dejar solventado este problema apoyando
Titanes, personajes mitológicos, hijos de Urano, la sugestiva conjetura del admirado maestro. Pero
cuyo nom bre había dado al uranio, descubierto 45 debo apresurarm e a reconocer que el problema
anteriorm ente por él mismo (N E D , s. v.). quedó lejos de estar aclarado, pues: 1.° es extraño
que no tengamos prueba alguna de que titre sig­
Titar, V. tití y tiritar Titear, titeo, V. tiri­ nificó en francés la ’caja de títeres’ o por lo m e­
tar nos u n local donde se dieran representaciones re­
50 ligiosas (hay u n solo ej. donde parece designar una
T ÍT E R E , origen incierto; en vista de los si­ representación cómica). 2." Tampoco nos consta
nónimos cat. titella y prov. tité o tití, es proba­ que títere fuese jamás el nombre de la caja en
ble que se trate de una imitación de la voz agu­ cast. 3.° N i siquiera está sentada la existencia de
da ti-ti que con su lengüeta presta el titerero a la ac. ’iglesia’ en francés; y aun en latín, a juz­
sus muñecos. 1.a doc.: h. 1560; 1604, Picara Jus­ 55 gar por los testimonios de D u C., titulus desig­
tina. naba la parroquia o división eclesiástica de una
Aparece luego en el Quijote y el Licenciado Vi­ localidad más bien que la iglesia en cuanto edi­
driera, en O udin («marionnettes») y en Covarr., ficio. Resulta, por lo demás, no haber más que
después en Sz. de Figueroa, en Vz. de Guevara una prueba única de que se hayan hecho títeres
(Fcha.), etc. }. E. Varey, R F E X X X V III, 78-2lf , 60 en las iglesias, según Varey, art. c it.: una pro-
S il T ÍT E R E -T IT ÍM A L O

hibición del Concilio de Orihuela de 1600; y España y en Colombia (D isq., 1950, 137-8), vale
a este propósito Varey habla (p. 208) de «leyenda». aproximadamente lo mismo que hacer tilín, otra
Sobre todo, por muy franceses que fuesen los creación elemental del idioma.
titereros, el sancionar el nombre tocaba al pueblo
español, y éste podía adoptar uno oído a los ex- 5 T I T Í , onomatopeya de la voz del animal. 1.a
tranjeros exhibidores o bien podía sacarlo de su doc.: Aut.
fondo patrimonial. Así es indispensable demostrar D efinido: «especie de mico mui pequeño de
el hecho (o por lo menos' la gran probabilidad) cuerpo, que tiene en la cabeza un lunar negro, a
de que titre se empleara en francés con este senti­ modo de gorro». N i A ut. ni Friederici (Am . W b.,
do ; de lo contrario habrá que examinar si títere>10 614a) traen documentación antigua. Indicó C uer­
no pudo ser una denominación autóctona española, vo (A p ., § 981) que titi por ’mono’ (y tam bién
lo cual no hace Castro. por ’gato m ontes’) está ya como voz aim ará en el
No podemos desconocer las buenas razones que diccionario de Bertonio, de 1612. De ahí que
asisten a quien defienda la etimología onomatopé- se venga diciendo que titi se tom ó del aim ará;
yica de C ovarr.: títere sería imitación del ti-ti o 15 pero en realidad, si préstamo hubo, pudo ser igual­
sonido agudo de la voz que con su «pito» o len­ m ente en la dirección o p u esta: los castellanismos
güeta presta el titerero al muñeco que mueve. pululaban ya en aimará y en quichua por este
En efecto, otras formas romances, que escaparon tiem po; igualmente posible es que se creara pa­
a la atención de Castro, apoyan fuertem ente esta ralelamente en el idioma indígena y en cast. No
opinión: en catalán ’títere’ se dice titella', forma 20 se ve razón, alguna para que el cast. lo tom ara del
que nos aparta resueltamente de titre, y si toda­ aimará, cuando estos animales abundan en zonas
vía se alega que podría ser deformación de títele, mucho más septentrionales que Bolivia, y los con­
forma que tiene en francés arcaico la voz titre (pe­ quistadores verían muchos en cuanto llegaron a
ro entonces sería muy extraño que este arcaísmo tierras americanas; el caso es que titi es popular
francés del S. X II no apareciera en catalán hasta 25 en Colombia, en Puerto Rico y en todas partes
el X IX , y más extraño todavía el cambio de acen­ donde vive el animal, lugares adonde no llegan las
to), es preciso dudar todavía más ante el prov. palabras aimaraes. O tra prueba de la falsedad de
até, marsellés titéi, Var titi ’muñeca’. ¿No sugiere esta tesis es que el aimará no posee palabras oxí­
todo esto más bien una etimología onomatopéyi- tonos. La raíz onomatopéyico-expresiva t i - t - es
co-expresiva? Las variantes locales de títere, ni 30 sumamente fecunda en todas partes, y en particu­
descartan la etimología francesa ni menos todavía lar para nombres de anim ales: comp. salm. rifar
se oponen al origen onom atopéyico: Cespedosa ri­ ’graznar el pavo’, val. titot ’pavo’ malí, títiu ’pa­
lare (R F E XV, 139), port. títire (ya en Bluteau), jarito’ (B D L C VI, 137), cat. común titit, titet,
val. títaro ’títere’ [1656, B R A E X III, 321], m iran- tit(er)ella, nombre de varios pájaros (A S N S L
dés triteiro ’payaso am bulante, comediante’ (no 35 C X L V I, 125), tita ’gallina’, lat. vg. t i t o s ’paloma
se emplea allí la voz títere: Leite de V., Est. de torcaz’, etc., m ure, tito ’pollo de gallina’, cub. tetí
Philol. M irand. II, 15). Esta variedad y escasa fi­ ’pececito recién nacido que se coge por millares
jeza es muy propia de una onomatopeya. Sobre con sábanas en la embocadura de los ríos’ (Pi-
todo en el término cast. titiritero [titeretero], con chardo).
su reduplicación, está denunciando una creación 40 Con carácter algo distinto se ;reó en castellano
popular y espontánea2. Y el cat. dial, tiriziti ’tí­ tito como voz infantil, para designar, entre otros,
teres que se nacen actuar en un Belén’, emplea­ objetos vegetales como los que los niños emplean
do en Alcoy ([BDLC X II, 311), aporta nueva y para sus juegos: en muchas partes significa ’al­
sólida confirmación a esta etimología. m o n a’ [Aut.], ’yero’ en Burgos y Guadalajara,
En suma, para apoyar la idea de Castro haría 4S ’guisante’ en Aragón, ’hueso de fruta’ en Zamora
falta dar con documentación mucho más abun­ (FD ), Valladolid y Salamanca; es tam bién voz in ­
dante y precisa. Y mientras esto no se haga, de­ fantil tito ’orinal para aguas mayores’ [Aut.]; tito
bemos inclinam os hacia la explicación de Cova- «petit chien, toutou» (Oudin), etc.
rrubias.
D e r i v . Titerero [Cervantes, 1613] o titiritero 50 Titilación, titilador, titilante, titilar, titileo, V.
ÍV. arriba); titeretada; titerista. Titirim undi ’m un- tiritar
donuevo’ [Acad. 1899] no viene de títere, pero
bajo el influjo de éste es alteración de tutili­ T IT ÍM A L O , tomado del lat. tithym álus, y éste
m undi, it. dial, tutti li m undi ’todo el mundo del gr. ’lechetrezna’. 1.a doc.: 1555, La-
(ios m undos)’, nombre de u n «retablo» más mo­ 55 guna (Aut., s. v. titymalo).
derno.
1 Y en veo. tetele es ’persona apática’ (b. n a v .: Titirim undi, V. títere Titiritaina, V. tararear
Hazparren), ’charlatán’ lab., «nigaud» en los tres Titiritar, V. tiritar Titiritero, V. títere Tito,
dial, veo.-fr.— 2L a frase popular hacer títere V. titi Titubar, titubeante, titubear, titubeo, V.
’hacer gracia, gustar’, que Cuervo encuentra en tiritar
T ÍT U L O , tomado del lat. titulus ’inscripción’, piar metales». Hoy tiza es palabra universalmen­
’título de un libro’, ’rótulo, anuncio, marbete’, ’tí­ te conocida en tierras de lengua cast., especial­
tulo de honor’. 1.a doc.: Berceo. m ente como nom bre de la materia caliza y yesosa
Luego aparece en APal (136b, 502b), N ebr. («í. empleada para escribir en encerados, m arcar trajes
de libro: índex...»), y abunda en los clásicos con 5 al probarlos, un tar tacos de billar, etc.; pero los
sus varias acs. datos positivos y negativos que anteceden indican
Duplicado sem ipopular de título es tilde. Apa­ que a España se im portó de U ltram ar en fecha
rece ya en 1433, en Enrique de Villena: «la len­ relativamente moderna (antes pudo emplearse ye­
gua form a... la n e tilde [es decir, la w], firien- so, comp. cat. guix ’yeso’ y ’tiza’; o greda: fr.
do muelmente en los dientes medio cerrados» (Vi- 10 craie ’greda’ y ’tiza’). Indicó ya la etimología
ñaza, col. 771); N eb r.: «tilde en la escritura: náhuatl Eufemio M endoza, 1872, en su Catálogo
titulus, apex»; A u t. lo da como masculino con de las palabras m ex. introducidas al cast., y la
las acs. «la virgulita o nota que se pone sobre confirmaron Robelo (pp. 684 y 697-8) y Lenz
alguna letra, para significar abreviatura en la voz, (Dicc., 721); en efecto tlifa tl: cierto barniz, o
o distinguirla de otras, o explicar el acento», «se 15 tierra blanca» se encuentra ya en el dicc. náhuatl
toma tam bién por cosa mínima», documentando de M olina (1571, f°113r°), junto con tigayoa ’hen­
la primera en Covarr. y en P. de Ribera, y la se­ chirse de barniz o de tierra blanca’ y tifauia ’em­
gunda en Cervantes y en la M adre Agreda. El barnizar con barniz blanco’ ; de ahí el nom bre de
género sólo resulta claro en la última, donde es lugar mejicano Tizapan, propiamente ’sobre la
fem enino; así en efecto aparece en varios clásicos: 20 greda’.
«escucha ahora un cuento... sin añadir ni quitar En Méjico se dice tiza, pero tam bién tizar (f.),
de la verdad una tilde» Coloquio de los Perros, como forma más culta, según D . Rubio (en M a-
Cl. C., p. 274, «si es baxo, asegúroos yo / que laret) (donde queda huella de la -l), y tizate en
no me ofenda una tilde» Lope, L a Corona M ere­ otras partes. Este últim o tratam iento fonético co­
cida, v. 2270. L a etimología en definitiva está clara 25 rresponde al que sufren la mayoría de los azte-
(V. las varias acs. del b. lat. titulus en D u C.), quismos de esta terminación (tomate, petate, m e­
pero no es menos evidente, a causa de la -e, que tate, achiote, etc.), pero algunas \eces se conserva
tilde no puede venir directamente del latín ; debió el acento originario y se elimina la terminación
de tomarse, en calidad de térm ino gramatical, del -ti (ejs. en Hz. U reña, B D H A IV, 186), que era
cat. o del oc. a n t.: en aquél se dice hoy titila í. 30 mero elemento desinencial y separable, sin valor
con el mismo sentido del cast., y debe de pro­ significativo. E n Costa Rica dicen tizate o e l tiza
ceder de su homófono title, que sería la forma (Gagini). El P. Fr. Ximénez (1615) describe de­
medieval y es hoy todavía mallorquína (title y talladamente la forma y preparación de la tifatlalli
titlet en A g.); en lengua de Oc, tille (con 11 ge­ mejicana (compuesto con llalli ’tierra’), V. la cita
minada) es frecuente en textos del S. X IV (Levy, 35 en Robelo.
P. S. W ., s. v. tile); de éste, desde luego, vendrá D e no conocer estos datos habríamos podido
el port. til (forma analógica sacada del plural liles). creer que, empleándose prim ero con los mismos
D e r i v . Titular a d j . Titular v . [-olar ’l l a m a r , usos un pedazo de carbón, hubiese pasado el nom ­
n o m b r a r ’ Apol. 3 ] ; titulado; titulación c u b . ’c o n ­ bre de éste a la tiza blanca, y suponer así que el
ju n to d e t í t u l o s d e u n a p r o p i e d a d ’ ( Ca., 268); 40 vocablo se extrajo de tizo ’tizón’, que a su vez
titulillo; titulizado; intitular; intitulación. viene del lat. t i t i o , - o n i s : en efecto tiza signi­
De tilde : tildar [princ. S. X V II, A ut.]; tildón fica ’tizón quemado casi enteram ente’ en el Alto
[h. 1545, A ut.]; atildar [med. S. XV, A. de M on- Aragón (Valle de Vio, V K R X, 237), y tizo con
taños, Canc. de Stúñiga, 269], atildadura, atilda­ el mismo sentido figura ya en Quevedo y hoy se
miento. 45 emplea en Almería y en muchas partes. Éstos son
derivados indudables de t i t i o , del cual también
Tiva, V. esteva T iz, V. tiza deriva en forma semejante atizar'. Pero se impo­
ne renunciar a esta etimología.
T IZ A , del náhuatl tigatl ’greda, especie de tie­ D e r i v . Entizar ’marcar con tiza’.
rra blanca’. 1.a doc.: T err. 50 1 E n Asturias se dice tiz para «tiza, piedra blan­
Con la definición «unos polvos blancos que usan ca natural o artificial» (R), forma que se debe a
los plateros y otras personas para limpiar los ade- un cruce local del mejicanismo tiza con el sinó­
dezos de plata y oro», y cita una Relación de jé- nimo autóctono x iz g y p s u m .
neros ultramarinos, que debe de ser coetánea. Tiza
falta todavía en los dicc. del período clásico, en 55 Tizar, tizate, V. tiza Tizna, tiznajo, tiznar,
A ut. y en las antiguas ed. de la Acad. (la de 1822 tizne, V. tizón
inclusive). E n la de 1843 está ya, pero con la de­
finición «el asta de ciervo calcinada», a lo cual se T IZ Ó N , del lat. t í t i o , - o n i s , id. 1.a doc.: Ber­
agrega más tarde, ya en 1869: «tierra blanca que ceo.
sirve para señalar y, pulverizada, sirve para lim­ M Está tam bién en J. Ruiz, APal. (499b, 502fc),
Nebr., etc., y como nom bre propio, en docs. del tica histórica cast., ha de ser préstamo bastante
S. X II (Oelschl.). D e uso general en todas las épo­ tardío de otro romance, condicionado por corrien­
cas y común a todos los romances. tes comerciales o de m o d as: si realmente n o entró
D e r i v . Tizona [princ. S. X V II, Aut.], alusivo antes de la 2.a mitad del S. X V I, se tratará de un
a Tizón nombre propio de una espada del Cid. 5 préstamo del it. tovaglia; si es anterior, sería más
Tizonada [Berceo; «ictus titionis» N ebr.]. T izo ­ bien el cat. tovalla; en ambos casos hubo influjo
nazo. Tizoncillo. Tizonear; antes *tizonar, que de la forma antigua y autóctona toaja, que está
puede deducirse de tizonador ’atizador’ en J. en el Alex., O udin y A ut. Siendo la forma en -j-
R uiz; este verbo pasó fonéticamente a tiznar la única antigua en Castilla, cambia enteramente
[J. R uiz; APal. 476d; «fuligine infició» N ebr.], 10 el cuadro de la extensión primitiva del vocablo
en fecha muy antigua, en virtud de las leyes de la en ro m an ce: M -L . (R E W , 8720) y Gamillscheg
síncopa; tizna [1646, A u t.\; tiznado '(nom bre de (R. G . I, p. 203), fijándose en el aspecto foras­
un pelaje de caballo en la A rg .: A. Alonso, Probl. tero de la forma moderna toalla, adm iten que se
de la L . en Am ér., 170); tiznadura; tiznajo [Acad. im portaría de Francia, y suponen tam bién que
1925, no 1843]; tizne [«í. o hollín: fuligo» N ebr.], 15 sean préstamos las formas port., it. y sarda; en
primitivamente hubo de ser masculino (así en cuanto a la lengua germánica de donde partiría
Polo de M edina, Aut.), mas por analogía de otros esta voz romance, llegan a la conclusión de que
femeninos en -e cambió de género (así en Queve- sería el fráncico. Pero siendo toaja autóctono en
do), comp. mugre, pringue, podre, etc.; tiznón; Castilla, es de creer que tam bién lo serían el port.
entiznar. Tizonera. De tizón regresivamente se ex­ 20 toalha y el it. tovaglia, pues desde el punto de
trajo tizo [Quevedo]. Atizar [Berceo; Cuervo, Dice. vista germánico nada nos induce a creer que se
I, 752-3], supone un lat. vg. * a t t i t i a r e (R E W trate de una voz limitada al germánico occidental:
769), derivado común a todos los rom ances; ati­ bien documentada en anglosajón, los primitivos de
zadero; atizador. Por cruce con tea: gall. atear donde deriva lo están tam bién en gótico y escan­
’soplar y encender la lum bre en la cocina’ Sarm. 25 dinavo: gót. thwahl ’baño’, escand. ant. thvál ’ja­
CaG. 206r. bón’, escand. ant. thvá ’lavar’, a. alem. ant. dwahan
C p t . Atizacandiles. id. Luego podemos creer que el vocablo pasó al
romance desde el germánico occidental común, o
Tlacuache, V. tacuache ¡To!, V. tale Toa, bien suponer que en Italia y la Península Ibérica
V. toar 30 procede de un gót. *t h w a h l jñ, y en Francia del
fráncico.
T O A L L A , antiguamente tovaja, del germ. D e r i v . Toallero [Acad. S. XVI], Toalleta [h.
t h w a h l j O id. (a. alem. ant. dwahila, alem. dial. 1535, A. de Guevara, Aut.], del it. tovaglietta.
zwehle, b. alem. ant. thwahila, ags. thw ehla); la
forma del castellano m oderno hubo de tomarse de 35 T O A R o A TO A R ’remolcar una nave’, del fr.
otro romance (italiano o catalán). 1.a doc.: toaja, ant. toer (hoy touer), y éste del escand. ant. t o g a
Alex.; tovaja, A Pal.; toalla, 1570, C. de las Casas. ’tirar de algo’. 1.a doc.: h. 1573, E. de Salazar.
«Seyan noches e días las mesas aguisadas, / de T rae éste atoar (D H ist.); toar aparece en eds.
toajas cubiertas, de conduchos povladas» Alex. de la Acad. del S. X IX . En francés el vocablo es
1796d (tovajas en P). zL intea son tovajas Con que 40 muy antiguo, pues ya se encuentra en el S. X I I I ;
se limpian las manos» APal. 248d; 2656; 176d; y del francés vienen sin duda el cast. y el port.
«tovajas: mantile» N ebr. Ésta es tam bién la forma atoar. M -L. (R E W 8816a) parte del ingl. tow, pero
que emplea el morisco granadino H ernando de en vista de la fecha de la voz francesa es más pro­
Baeza a princ. S. X VI (en Pz. de H ita, ed. Blan- bable tom ar como base su herm ano el escand. t o ­
chard I, 234); en el testam ento de Fdo. de Ro­ 45 g a . Ambos vocablos pertenecen a la familia del
jas, de 1541: «una tovaja de olanda nueva, labra­ alem. ziehen, ingl. tee ’tirar de algo’.
da» (R F E X VI, 377). Y aun A ut. todavía la pone D e r i v . Toa [fin S. X VI, Juan de Castellanos],
en prim er lugar utoaja o toalla» agregando que al­ hoy amer. (Cuervo, A p., § 932). Sustantivo más
gunos dicen toballa y tobaja, si bien los ejs. que empleado en port. [princ. S. XVI, M oraes; y ya
cita (de fin S. X V I y del S. X V II) son todos de 50 en el XV, Z urara, según Crespo] y gall. [Carré;
toalla. L a forma m oderna es, pues, muy tardía, toia Lorenzo Vázquez], con la locución á toa ’a
aunque ya era corriente por lo menos desde la 2.a ciegas, impensadamente, irreflexivamente’, que en
mitad del S. X V I, pues es la única que registra gall. es también ds toas, empleado por e) orensano
C. de las Casas; O udin da toaja, tovaja y toalla; Lam eiro (h. 1920), registrado por Carré, etc. y hoy
Covarr. tovaja y tovallas. H oy toalla se ha genera­ 55 con variante á túa en el valle del Ambía (cerca de
lizado en la lengua común, pero tuaxe (analógico Orense, Crespo). Por otra parte, en Galicia se
del plural tuaxes < toajas) se conserva todavía en emplea figuradamente el verbo en la ac. figurada
Asturias (R) y tuáza dicen los judíos españoles de non loar ’quedarse como petrificado, mostrarse in­
Oriente (R H L X X IX , 542). Es evidente, pues, que sensible a todo’ (Carré, Eladio Rdz.); de modo
to(v)alla, cuya evolución no corresponde a la foné­ «0 que en la locución calar como unha estoa emplea­
V . — 33
do por Castelao, precisamente en este último sen­ tongo se explica por haber existido un mase, too
tido, creo que hay que ver otra variante, derivada > tou, con diptongo luego extendido al fem. más
probablemente de un *estoar, equivalente de atoar, conservador tova. Con esto habrá que relacionar
con otro prefijo1. los siguientes N N L existentes en el N. de Portugal:
1 «Eu ben podía escribir algo da Santa Com­ 5 hay buenas razones para sospechar que el nombre
paña; mais o pobo galego ficaría sen un misterio del Túa, el mayor afluente del Duero en T ras os
ñas tongas noites de invernó cando... N o n : eu Montes (que baja al SO. desde la frontera de
calarei como unha estoa» 185.17. No figura esto, Sanabria) es una abreviación de Ribeira o Riba
que yo sepa, en ningún diccionario. Es verdad Tua ’cauce cóncavo, hondo’: hoy siguen empleán­
que Fig. y sus calcadores gallegos dicen que toar 10 dose estas combinaciones, aunque estereotipadas,
es propiamente ’sonar’ y que de ahí, figuradamen­ como nombre de las poblaciones Sao M am ede de
te, viene ’adaptarse’, ’agradar’ («a tua proposta Riba Túa y F o z Túa (en la confluencia d e l'T ú a
non me toa») y antiguamente ’regular, guiar bien’ con el Duero, núms. 400 y 635 del Inquérito de
y Carré deduce de ahí que non toar sea ’carecer P. Boleo)’.
de voz’, como si esto viniese de tono, pero en 15 El latino TÖ FU S fué reemplazado en la ma­
realidad en portugués hay en ello toar ’hacer yor parte de los romances por una forma dia­
estruendo’ del lat. t o n a r e ’tronar’, sumado (y lectal t ü f u s , documentada en glosas, de donde el
confundido por algunos) con el verbo náutico, ít. tufo, fr. tu f [ > cast. tufo, Acad. 1884, no 1843],
de otro origen. en algunas partes declinado t ü f u s , * t ü f ö R IS , de
20 donde proceden el oc. ti(e)ure, tuve, trufe y el cat.
TOBA, d e u n l a t . v g . * t ó f a , l a t . t ó f u s ’to b a , turo o tur (V. mi nota en B D C XX). L a forma
p i e d r a c a l i z a y p o r o s a ’ . 1.a doc.: tova ’c a r d o ’ Alex., clásica con Ö se conservó en algunas hablas ita­
2180c. lianas, en el adjetivo pirenaico arriba citado, y so­
E n su sentido propio no veo testimonios del vo­ bre todo en cast., que es el único romance que
cablo anteriores a C. de las Casas (1570): «tova: 25 parte de u n femenino * t ö f a (¿acaso en relación
tuffo»; Percivale: «tova: a pumice stone»; O udin con el neutro t o f u m , C G L II, 427.1; V, 655.4?);
«du tuf, sorte de pierre molle»; C o v arr.: «las el cat. tova, que ahí cita el R E W (8764) no tiene
piedras que comúnm ente llaman piedras tobas... relación, pues es arabismo herm ano del caste­
son ligeras, esponjosas, porosas y blandas»; Fcha. llano A D O B E . Se cita también una variante tofo,
Por analogía se aplicó al sarro de los dientes, cu­ 30 especialmente americana y probablemente cul­
yo nombre ya se cita en N ebr. «tova de dientes: tismo.
scabricia dentaria»; Q uevedo: «sacaba los dientes H ubschmid, Racc. Gian D. Serra 1959, 225-241,
con tobas amarillas, vestidos de desesperación» cree que tanto el cat. tou (con tovanc) como el
(Buscón, Cl. C., p. 43). Seguramente es la misma alem. tobel, Fassa toal, etc., provienen del lat.
palabra el nombre de una especie de cardo bo­ 35 t ü b u s , y que no existe la base prerromana t o b -
rriquero, ya citado en la forma tuba p'or el Becrí de que se solía hablar. Esto último me parece
(f 1093) y en el anónimo sevillano de h. 1100 ahora una idea aceptable y posiblemente acertada.
(Asín, p. 288). L a misma ac. tenemos en el Alex.: Pero cuando asegura que el cat. tou no tiene nada
«en todas sus cámaras non [y]azen nunca flores / que ver con el cast. toba t ö f u s es ya más difícil
se non spinas duras e cardos ponnidores, / tovas 40 seguirle. Por lo menos me parece que tuvo que
que fazen fumos e amargos pudores, / peniscales haber superposición y confusión románica de las
[ = cat. panical ’especie de cardo’] agudos, que dos familias t ö f u s y t ü b u s hechas homónimas.
son mucho peores» (2180c); igual grafía en Villena, Creer que palabras como el sardo tuvu ’cavitá’
A rte Cisoria, p. 81. Como dice Simonet, parece prueban claramente que cabe partir de t ü b u s y
que esta denominación se fundaría en lo hueco de 45 no de t ö f u s es evidentemente excesivo, pues t ö f u s
la caña de este cardo, que ya llamó la atención tiene una variante muy extendida t ü f u s , y por el
a los académicos de A ut.: «toba llaman en Anda­ contrario M. L . W agner {Landl. Leben Sd. 12) ya
lucía y otras partes a la caña de cardo de borrico». demostró que el sd. tuvu viene de una base t u f - ,
E n efecto, nada tan característico de la piedra cf. corso tufone ’buco’, y así es precisamente la
toba como su porosidad: de ahí que t 6 f u s haya 50 existencia de un osco-umbro t u f - = t u b u s lo que
dado el adjetivo cat. tou ’hueco’ (y hoy ’blando’), se puede poner en duda.
gasc. touat, touüt ’hueco’, arag. tobo id., ac. que D e r i v . Tobar. Toboso. Gall. tubeira ’cueva de
también existiría en Andalucía y demás zonas don­ conejos’, ’el agujero por donde entran’; gall. tobal
de se dió al cardo de caña hueca el nombre de to­ ’cueva o vivar de conejos’ y en la Cordillera central
ba. El mismo origen tienen el arag. toba ’cueva’ (y 55 gallega ’cueva de jabalíes, de lobos’ (Sarm. CaG.
no de t u b a ’trom peta’, como quisiera Brüch, V K R 212r), cf. el grupo del alem. tobel supra, en es­
V, 242) y el gall. tobo ’madriguera, conejera’ (Álvz. pera del fallo de los retólogos.
Giménez) y touva ’cueva, buraco a modo de m adri­ 1 El afluente mayor del Tua es el Tuela, que
guera’ (fulano encontró buena touva: en una casa se junta por la izquierda, bajo M irandela, T s.-
donde come de gorra) Sarm. CaG. 115v, cuyo dip­ <• os-M. H abló de éste (no de aquél) Silveira en
una nota que no he podido ver, en la revista V II, 123) a esta etimología que la o romance se
Instituto de Coímbra X C V II (1940), 393. opone a la ü de t O b e r y * t ü b e l l u m (M -L. im -
' prime t ü b e l l u m en el R E W por mera distrac­
Tobera, V. tubo ción). Y en consecuencia propuso Baist un dim i-
5 nutivo de TUBA ’trom peta’ (o mejor de TÜBUS ’tu ­
T O B IL L O , probablemente de un lat. vg. * tü - bo’); sin embargo, esto difícilmente podrá defen­
, dim inutivo de t ü b e r ’bulto’, ’nudo’, ’cria­
b é l i .u m derse, pues el tobillo es bien diferente de la pier­
dilla’, aplicado prim eram ente al hueso del tobillo; na o de la tibia, que es a las que en rigor habría
los nombres del tobillo en cat. (turmell), oc. (tur- podido convenir el nombre de ’canuto’. Conviene
mel), vasco (txurmilo), port. (tornozelo) y gall. 10 atenerse a la etimología tradicional y explicar la
(.tornacelo) parecen ser análogamente derivados de o por algún medio fonético o analógico. Es sabi­
turma ’criadilla’. 1.a doc.: toviello, Berceo; 1256- do que en castellano antiguo, por repercusión de
76, Libros del Saber de Astronomía. las formas vacilantes joír = fuir, ordir — urdir,
Donde se lee toviello del sagitario como nombre bollir = bullir, acodir = acudir, etc., en todas las
de la estrella llamada en árabe curqüb ar-rámi 15 cuales una o o ü etimológica se cambiaba en u
’corva del arquero’ (H om en. a M . P. II, 691). En por metafonía, encontramos tam bién ultracorrec-
la Vida de Seo. Domingo de Silos el santo anun­ ciones analógicas como adozir, enlozir, som ir y
cia al cautivo su fuga m iraculosa: «sy catares a análogas, donde hay O en el étim o; algo por el
tierra verás que el aniello / yazrá con sus sortijas estilo pudo ocurrir a toviello por reacción arcai-
partido del toviello» (723d), aludiendo a los gri­ 20 zante contra el cambio de loziello l o c e l l u s en
lletes que le sujetan. L a Serrana deforme tiene luziello ’lucillo’. L a forma vulgar tubillo que hoy
«los huesos m ucho grandes, la «janea non chiqui­ se oye no sólo en Méjico y Colombia, sino tam ­
lla / ... / sus tonillos mayores que de una añal bién en muchos puntos de España (p. ej. en Al­
novilla» J. Ruiz (1016<J). A P al.: «calcaneus es so mería), y que ya se encuentra en la ed. príncipe
el tovillo'», «talus: tovillo... el calcañar está baxo 25 y en otras del Buscón de Quevedo (Cuervo, Obr.
del tovillo» (52d, 487b; 54d; 97d); N e b r.: «to- Inéd., pp. 165, 166n.26), podría ser resabio de
villo del pie: malleolus». Luego es general en la esta forma originaria, y así estaríamos en el caso
E. M edia la grafía con -v-, y tam bién parece serlo opuesto al de los vulgarismos como uvillo, u m -
la forma con o pretónica (además tovillo en Carva­ bligo, lum briz, burrico, que ahí cita Cuervo. Sin
jales, Canc. de Stúñiga, p. 378). Es palabra de 30 embargo, en los sustantivos estas vacilaciones son
uso general en todas las épocas. El anatómico Val- mucho más modernas que en los verbos, y el tes­
verde (fin S. X VI) muestra que ya entonces, co­ timonio de Quevedo es mucho más tardío y pesa
mo hoy, se entendía por tobillo sobre todo la mucho menos que los numerosos de tovi(e)llo, con
garganta del pie, aunque tam bién la protuberancia o unánime en la Edad Media, que arriba he cita­
formada por el h u eso : «por ninguna vía puede ser 35 do ; de suerte que deberemos admitir, para nues­
tocado el h u e s s o del tobillo; porque los que tro caso, un influjo auxiliar: toviello o tuviello
nosotros llamamos tobillos, no son sino estas dos tenían un aspecto inequívoco de diminutivos, y
cabezuelas»; A ut. al citarlo define tobillo ante, to­ el idioma había de tender a relacionarlos con un
do como el hueso, aunque agrega «llámase también primitivo romance, que en nuestro caso sólo po-
assí la parte que está immediata a él», y hoy la 40 día ser toba: realmente la toba forma protuberan­
Acad. no quiere reconocerle más que el primero cias, de suerte que esta etimología popular no ca­
de estos significados, lo cual es debido al prejuicio recía de asidero1.
etimológico. De todos modos se comprende que el Por lo demás los lingüistas que hasta ahora tra­
nombre pasara de una cosa a la otra. taron de la cuestión no pudieron llegar a la certeza
Acerca de la etimología, ya Covarr. y A ut. lo 45 p or haber estudiado el vocablo sólo en castellano,
relacionaron con el lat. t ü b e r , - é r i s , ’bulto’, ’n u ­ aislándolo de los idiomas hermanos, cuando en los
do’, ’criadilla de tierra’, o con su dim inutivo t u - más afines se encuentran nombres, sin duda rela­
berculum ; Diez (W b., 491) observa que habría cionados con tobillo, que acaban de aclarar el pro­
dificultad fonética en partir de este último y se blema. Formas que correspondan a tobillo riguro­
inclina por un derivado romance de t u b e r , y M -L . 50 samente no las hay en ninguna parte, a no tratar­
(Z R P h. X , 173; R E W 8965) precisa que se trata­ se de préstamos del castellano2; pero sí hay voca­
rá de un lat. vg. * t ü b é l l u m , diminutivo ya for­ blos bastante análogos. ’Tobillo’ se dice turmell en
mado en latín tal como agellus de ager, puellus de catalán (pronunciado con u en Mallorca y en la
puer, tenellus de tener, etc. Que se trate de esto provincia de Alicante, donde se distingue fónica-
o de un cambio de sufijo meramente romance con 55 m ente la o átona de la ü), y es denominación muy
sustitución de la terminación rara - e r c u l u m por antigua, ya documentada en el S. X III, en Lulio
la frecuente - e l l u m , a la manera como l a t e r c u - (Libre del Gentil, ed. O brador, p. 259). Este nom ­
l u s fué reemplazado por ladrillo, todo es casi lo bre se extiende a buen núm ero de hablas occita-
mismo y no im porta mucho la diferencia. Pero de­ nas, Rouergue y Aurillac turmel «cheville du
jando aparte estos detalles, objetó Baist (ZRPh. M pied» (Vayssier; R F X IV , 474), G uienne trumét
«le derrière des jambes, le talon» (M istral), Lan- 1 D e hecho t O b e r y t o f u s ’toba’ pertenecen en
das (NE.) trum ét «gras de la jambe, mollet» (Pa­ latín a una misma familia etimológica.— 2 Este
lay). Y volvemos a encontrarlo en vasco, donde es carácter habremos de reconocer, en vista de la
ciertamente préstam o del romance, aunque ya an­ conservación de la - B - , a las formas sard as:
tiguo: Guipúzcoa txurnilo ’tobillo’ tam bién redu­ 5 logud. y galurés tubizzu, galurés tuppizzu, Sásari
cido a ixurnio allí mismo, o en forma más p ri­ tubbezzu (sabido es que una l antigua pasa a zz
mitiva txurmio en la Navarra española, en Ulzama en Cerdeña), aunque estas palabras significan allí
y Goizueta (NO. de Nav.) desdiminutivizado en ’nuca’, pero como indicó Jud (Rom . X L III, 453-
zurmio ’tobillo’, vid. Schuchardt, ZRPh. XXXVI, 4) el nom bre de una de estas protuberancias pasa
383. Por otra parte ’tobillo’ se dice tornozelo en 10 con frecuencia a la otra (it. noce del pede ’tobillo’
portugués, y así se encuentra ya en la Eufrosina frente a it. merid. noce di cueddo, cat. nou del
(1535), vid. Moraes. Es pueril decir, con ciertos eti- coll ’nuca’).— 3 El origen del fr. trumeau, anti­
mólogos portugueses, que tornozelo es derivado de guamente ’pantorrilla’, hoy ’corvejón del buey’,
torno porque el tobillo está dotado de movimiento ’lienzo de pared comprendido entre dos puertas
giratorio (?); también en catalán está muy exten­ 15 o ventanas’, ’espejo que rellena este lienzo’, es
dida la variante vulgar turnell (pronunciado igual ya dudoso que tenga que ver con la voz cata­
que tornell), alteración debida a la misma etimo­ lana : se le suele buscar un origen germánico,
logía popular que esos portugueses toman por eti­ por lo demás incierto (R E W 8719; la actitud du­
mología auténtica ; análogamente tornozelo ha de bitativa de Bloch parece más justa que la afir­
salir de un más antiguo *turmezelo; por lo demás 20 mativa de W artburg en Bloch2); la diferencia se­
la terminación diminutiva, igual a la cast. -ecillo, mántica podría sugerir u n origen diferente, y la
se ve más clara en el gallego del Limia tornacelo relación etimológica con el hispánico turma obli­
( V K R X I, 114; tornucelo en otros pueblos del garía a creerlo así, a no ser que trumeau (que
Limia, tornoselo en otras localidades gallegas, se­ nunca parece haber sido voz m uy general) fuese
seantes : Valí.)4. L a cuidadosa publicación realiza­ 25 préstamo del Sur. De trumeau con disimilación
da recientemente por J. L. Pensado, el gran espe­ se tomó el cast. tremó [Acad. ya 1817] o tremol
cialista en el estudio de Sarmiento, de nuestra más (Acad. 1925, no 1884).— 4 Para el gall. nortello,
auténtica fuente de las notas del gran filólogo ga­ más generalmente conocido, V. aquí s. v. A R ­
llego, confirma ahora en forma brillante y palmaria T ÍC U L O .— 5 O directam ente de * t u m e r c e l l u m
mis conclusiones sobre el vocablo gallegoportugués, 30 en la hipótesis de que turma salga de * t ü m é r a .
pues lo que trae el ms. es «tormezelo : el tobillo
de los pies» (CaG. 1 Ir), que no hay por qué en­ Tobo, V. toba y ducho Toboso, V. toba
m endar, claro está : ésta es la única forma antigua Toblante, V. talabarte Toble, V. tollo II
en este idioma, igual que en catalán y demás len­
guas hermanas. 35 T O C A , voz antigua en cast., port. (touca) y
Claro que el gall. tornocelo no viene de NODiu.us, vasco (taika), y desde la Península Ibérica pro­
como quisiera G dD D 4607, y que la variante gall. pagada por Francia, Inglaterra y quizá Italia; re­
nocelo es debida a un cruce de tornocelo con su presenta una forma t a ú c a antigua en tierras his ­
sinónimo nuelo ’nudillo’, que en algunos puntos pánicas, aunque no puede descartarse la posibi­
de Galicia ha tomado el sentido de ’tobillo’ (ahí, 40 lidad de que ésta venga a su vez del persa táq
como a cada paso, me ataca a base de atribuirme ’velo, pañuelo, chal’, por conducto del árabe. 1.a
cosas que no he escrito, pues en el lugar citado doc.: 1081, doc. arag.
hablo sólo de un supuesto cruce de palabras cuyos Donde se le e : «de illos trapos abeat Blaskita
sentidos no tienen relación alguna entre sí: ’codo’ illo tapete ante m anum et unos sabanos literatos
y ’tobillo’); en cuanto a la forma local todillo ♦5 et una facelga et X tokas, et I I I linias et I I gan-
(tud-) {G dD D 6895) es ultracorrección fonética de napes...» (Ibarra, Docs. de S. Juan de la Peña II,
toillo (< tobillo) y sin relación con nudo. p. 155). Es ya frecuente en Berceo: «la Virgo
Tenemos, pues, un antiguo radical turm - común gloriosa... / tenié en la cabera corona muy hon-
al gall.-port., vasco, cat. y occitano, en el cual hay rrada, / de suso una impla blanca e m ui delgada /
que reconocer la misma palabra que el cast. y cat. 50 . . / fue travar de la toca el mal aventurado / ...
turma ’criadilla de tierra’, ’testículo’, es decir, un / pegóseli tan firme en el puño cerrado / que con
sinónimo del lat. t ü b e r ’criadilla’, de donde pro­ englut ninguno non serié tan travado» (M il., 881c;
cede el cast. tobillo. Que turma tenga que ver con id. 868b, 882d, 883a); allí mismo, 872d, se llama
t u b e r o sea palabra diferente, no toca analizarlo una toca negrada a la freirá o monja que vivía en
en este artículo, y para el caso es secundario. N ó ­ 55 u n santuario; en S . D om ., 293d, una m ujer he­
tese que el gall.-port. tornozelo-tornacelo (< rida de parálisis pierde el seso, y ahí el vocablo
*turmezelo) tam bién podría venir de * t u b e r c e l - se refiere metonímicamente a la cabeza: «fablava
l u m , con m por cruce con turma1 y metátesis de de la lengua mucha palabra loca, / nin mandado
la -R - . nin parte non sabié de su toca»; etc. E n Sta. M a­
D e r i v . Tobillera. 60 ría Egipciaca, v. 371, la santa «tollo la toqua de
los cabellos, / nunqua vió omne más bellos». En hay allí un dim. tauka ’pañoleta, pañuelo o mantón
el Libro de Buen A m or la Serrana pide entre los doblado, uniendo dos de sus puntas opuestas y
regalos de boda «toca amarilla bien listad a.en la anudando las otras dos al cuello’, que Azkue re­
fruente» (10046). En el Glos. de Toledo tocas tra­ cogió en Amikuze (N E. del b. nav.), cf. Michelena.
duce a redimiculum («ornamentum capitis mulie- 5 Fon. 93; daukari ’calonia que se paga por la toca
rum»), en el del Escorial está como equivalente de una m ujer’ en el Fuero Gral. de Navarra
de vitta. Es palabra de uso general en toda la Edad (S. X III? ), Michelena, T. A. Vascos, p. 55.2.
Media y período clásico (y hoy todavía, al menos Fuera de la Península Ibérica está hoy bas­
para la de las monjas), aunque casualmente fal­ tante difundido el vocablo, pero en todas partes
te en APal.; N ebr. «toca de muger o tocado: ve­ 10 ha de ser im portación hispánica. El fr. toque «coif-
lam en; toca sagrada de monja: vita; t. de ombre: fure (de drap, de velours, de soie, etc.) ronde,
sudarium ; t. como almaizar: sudarium »; Aut.: sans bords ou á tres petits bords, á dessus plat, le
«adorno para cubrir la cabeza, que se forma de plus souvent plissée tout autour», modernamente
velilla u otra tela delgada en varias figuras, según empleada por jueces, profesores, mujeres, etc., pe­
los terrenos o fines para que se usan», «una tela 15 ro tam bién es «linge de chanvre ou de gros lin,
delgada y clara, de lino o seda, especie de beatilla qui couvre les épaules et l’estomac des religieuses
de que ordinariamente se hacen las tocas». du Saint Sacrement», y el pasaje del S. X V I ci­
Es tam bién voz m uy antigua en gallego-por- tado por L ittré «une tocque de velours noir sur
tugués, donde ya encontramos touca en el Fo- laquelle estoit le chapeau de conte» comprueba
ral de U rros, h. 1180: «puella in capillo aut cum 20 que antiguamente era u n velo o toca y no u n som­
touca» (P M H Leges, p. 425), y en otro de 1225: brero; la q francesa prueba ya que es palabra im ­
«et si fuerit macipia in capillo aut cum touca» portada, y en efecto no se han encontrado ejs.
(id., p. 602); asi como en García de Guillade, anteriores a 1462, de suerte que apenas cabe d u ­
med. S. X I I I : «de pran non sóo tan louca / que dar que en francés es hispanismo2.
ja esse preyto faga; / mays dou-vos esta baraga: / 25 E n Italia el problema es algo menos claro. Tóc-
guardad’a cint’e a touca» (v. 377) y cuatro veces ca es allí «spezie di drappo di seta e d ’oro o
en las Ctgs. (p. ej. «aver non podia un paño en d ’argento» (Crusca, 1763) y aparece con frecuen­
que o envorullar sa touca» 180.45); Sarm. da gall. cia en autores de med. S. X V I (Caro, Giambullari,
touca «toca» (CaG. 154r) y cita thoca en glosas etc.), es decir de la época en que ya empieza a
isidorianas, en bajo latín hispánico tardío. Define 30 ser intensa la influencia española; Zaccaria do­
Moraes «adorno de lengaria que as freirás e viuvas cumenta en traducciones de textos hispánicos de
trazem pela cabe?a, e parte da testa», «trunfa que este mismo siglo, con los sentidos de «fazzoletto»
traziáo os antigos sacerdotes, e trazem hoje os y «certo abito» y no vacila en calificarlo de hispa­
Asiáticos e M ouros: é urna faixa de lengo longa, nism o; es verdad que aunque menos fecundo que
como um ramo de lan^ol, e servia talvez para se 35 en España, allí el vocablo no fué tan estéril como
alarem por ellas aos m uros, e semelhantes neces- en francés puesto que tam bién encontramos tócco
sidades» (con ej. de Juan de Barros, med. S. XVI), «sorta di berretta» en varios autores desde princ.
«espécie de rebufo usado dos homens antigamente S. X VI (Maquiavelo, Giambullari, V archi): am ­
para se cobrirem e nao serem conhecidos» (con bos están hoy anticuados en el uso común. G a-
ej. de la crónica de Resende, h. 1500)1. En docs. 40 millscheg (R. G. II, p. 166) asegura que es voz
arcaicos de Portugal, en latín, encontramos una originaria de Italia, procedente del longob. tóh
forma taúca, que puede obedecer a una tradición ’paño’ ( = alem. tuch, b. alem. ant. dók), y que
arcaica, y que en todo caso es im portante porque en España es por lo tanto préstamo de Italia. Para
nos proporciona los testimonios más antiguos del ello, además de su etimología, que sólo en Italia
vocablo: «uno lenzo et una taúca in lenzo» en 45 es posible, se funda en la extensión del vocablo en
1070 (PM H , D ipl., p. 301), «pro una taúca que los dialectos italianos, desde la Emilia (tocca, toca
non passet pro triginta solidis» en 1253 (id., p. ’velo labrado con oro y seda’, ’paño eclesiástico
194), «mando domnae O rracae... quatuor taúcas... con hilos de oro y seda’) pasando por Toscana
quatuor taúcas serici (bis)» en el testam ento de la hasta los Abruzos (tocche ’pañuelo de cabeza’), lo
Reina Mafalda de Portugal, de 1256 (D u C.). 50 cual constituiría una área típica de colonización
Señaló M -L . (Hisp. R . I, 66) que el diptongo longobarda. Quizá sí, aunque no hay duda de que
de esta antigua forma está confirmado por el del las voces longobardas abundan más en Lom bar-
vasco (hoy anticuado) taika «prenda que lleva­ día, y se hacen ya harto raras hacia el A bruzo;
ban a la iglesia en vez de la mantilla», que Az- mas por otra parte no hay duda de que Gamill-
kue recogió de boca de un anciano roncalés, y 55 scheg limitó demasiado sus datos, pues también
que está confirmado por el Suplem ento de Ara- encontramos el vocablo en otras partes, no sólo
quistáin (San Sebastián, 1853) con la definición en el valdense de Pragelato (tó kf ’cofia parda’,
«tocado de la cabeza»; en efecto u n antiguo dip­ A S N S L C L X IX , 80), sino tam bién en Sicilia y
tongo a u se vuelve ai en vasco (kaiku c a u c u s ) ; en otras hablas del Sur de Italia, así como en
esto es efectivamente general en ronc. y sul., y 60 Cerdeña, es decir, precisamente en una zona tan
abierta a los influjos hispánicos como carente de pánicas indican una base t a ú c a con -c- sencilla.
legados germánicos. Y sobre todo tienen muy po­ ¿Podría ser céltica ésta, y salir de ahí el bret. y
co valor estos datos de diccionarios dialectales m o­ galés tok? Esto desde luego no es posible en cuan­
dernos acerca de un término de civilización, de los to a la vocal, pues a u pasa a u, luego palatalizada,
que tan fácilmente se propagan : para fundam en­ 5 en las lenguas britónicas. Debo dejar a los cel­
tar la opinión de Gamillscheg habría que aducir tistas la resolución de otras posibilidades de de­
documentación antigua del it. tócca y mejor de talle, como suponer una base célt. * t o k a para estas
tòcco, que es el que podría venir del germánico. formas britónicas, o admitir * t a u k a con présta­
Yo mismo he tratado en balde de encontrar esta mo del gaélico al britónico, aunque todo esto es
documentación3, pues lo único que aparece es un 10 muy inverosímil6; y desde luego tenemos dere­
caso aislado de tocca en el Tesoretto de Brunetto cho a afirmar que todas las apariencias son de
Latini traducido al italiano a fines del S. X III : que el bret. tok se tomó del francés y el galés
«egli dice che la tocca sanguinosa che tu porti è toe del inglés.
segno che tu fosti alla mislea ; e tu di’ che questo E n una palabra, todo indica hasta aquí qüe la
è leggier segno, che la tocca sanguinosa può esser 15 palabra es oriunda de España, y bien podríamos
segno che tu sei sanguinato» (lib. V ili, cap. 58, asentir en principio a la conclusión de M -L . de
ed. G aiter IV, p. 208) traduciendo «coite sanglan- que estamos ante u n vocablo t a ú c a autóctono de
te... tu as esté seigniez» del original francés (ed. la Península, si bien quizá más bien ibérico que
Chabaille, p. 551). T odo es sospechoso en este vasco, puesto que la inicial t - no parece ser cas­
pasaje : no se trata de una toca, de u n paño ni de 20 tiza en este idioma. Sin embargo hay que explo­
un velo, sino de una cota de hombre de armas : rar la posibilidad de que a España llegara desde
¿será metátesis ocasional del fr. cotte en este tex­ África. Ya M ayans (Oríg. de la L . Esp. I, 99)
to lleno de galicismos mal asimilados? Además el dijo que el cast. toca y el turco takia venían del
texto no es de fiar, pues es muy posible que se persa ttag: bonete». M ás tarde De Gregorio y
trate de una modernización del S. XV o X V I4. 25 Seybold, en su glos. de voces sicilianas de origen
E n una palabra, el pasaje del Tesoretto no inte­ oriental, partieron del ár. fáqiya, a lo cual ob­
resa para nuestro problema, y provisionalmente jetaba Baist, con razón, las dificultades fonéticas
podemos adm itir que el it. tocca es tam b ién .h is­ (K JR P h . V III, 208), y en lo mismo piensa M uss-
panismo, pues tampoco es probable la opinión de Arnolt (M L N V , 498) y quizá ya Dozy (N om s des
M -L. de que esta voz italiana sea independiente 30 Vêtem ents chez les Arabes, 280ss., que no está a
de la hispánica. En todo caso se puede recha­ mi alcance). Sin duda el ár. táqiya tiene signi­
zar sin escrúpulo la afirmación de Gamillscheg, de ficados bastante próximos a los de toca: el his­
que en España se tomara de Italia, supuesto inve­ pano R. M artí (S. X III) lo traduce por «cap-
rosímil en grado sumo, tratándose de una voz pellus» y en Egipto ha designado sucesivamente
tan arraigada allí desde el S. X I, y punto menos 35 desde el S. XV «une sorte de béret rond et plat,
que imposible si tenemos en cuenta el vasco taika de la hauteur de la sixième partie d ’une coudée;
y el port. touca. il était vert, rouge ou bleu et on le portée sans
Desde Francia pasó el vocablo al ingl. toque, turban», «béret de deux tiers de coudé-, et don:
documentado sólo desde 1504. Pero además lo le sommet était sphérique; elle était doublée de
encontramos en dos lenguas célticas, y éstas pre­ 40 morceaux de papier et ornée d ’un bordure de
sentan un problema más delicado, que deberé fourrure de belette : coiffure des émirs, des sol
abordar, puesto que desde Diez (W b ., 320) hasta dats, etc., et les femmes l’adoptèrent aussi», «le
la Acad. y otras publicaciones muy recientes se bonnet qui s’appelle ailleurs tarbouch», «la calot­
viene repitiendo que toca es de origen céltico. Allí te de toile qui se m et sous le tarbouch». Por ra­
tok significa ’sombrero’ en bretón, «toque, cap, 45 zones fonéticas está claro que de ahí no puede
hat, bonnet» en galés, donde por lo demás es hoy salir toca, pero ya no aseguraré tanto del prim i­
palabra anticuada (Spurrell-Anwyl) ; sin duda es tivo de donde proviene este derivado, a saber táq,
verdad que la palabra bretona ya figura en el que lo mismo que táqiya se tom ó del persa táq,
Catholicon de Lagadeuc (h. 1464), pero está ausen­ propiamente ’arcada’, ’cúpula’ ; en árabe táq sig­
te en fuentes anteriores5, y Thurneysen (K elto- 50 nifica esto y otras acs. arquitectónicas, pero ade­
rom., 80-81), sin descartar enteramente que la más figura en los españoles Abenalabar y Aben-
voz francesa venga del bretón, manifestó su es­ jaldún como nom bre de una vestidura de ceremo­
cepticismo en vista de la -k-, que en las lenguas nia y de fiesta, cuya identidad costaría de preci­
britónicas es casi siempre indicio de extranjeris­ sar, tam bién ’pieza de paño’ y ’cada una de las
m o; si se tratase de una -cc- doble originaria el 55 partes que integran la vestidura de una persona
carácter advenedizo de dichas formas célticas se­ (p. ej. la camisa)’ en otras fuentes occidentales
ría seguro, puesto que -cc- da siempre la fricativa (Dozy, Suppl. II, 70-71), tâg «espèce de tapis à
velar ch; verdad es que ahora sabemos lo que courte laine» en el Sáhara occidental (Beaussier).
Thurneysen ignoraba todavía, que el it. tocca ca­ Estas acs. están todavía bastante lejos de las de
rece de autoridad y que las antiguas formas his­ 60 toca, pero como esta palabra arábiga se tomó del
persa táq, que además de ’arcada, cúpula’ signi­ ga del nombre de Tokat «ville de l’Asie M ineure,
fica ’chal o pañuelo verde’ («a green scarf») y ’es­ fameuse par ses fabriques de soie», como supuso
pecie de vestido acolchado’ (y fáqiya Vendas que aquel autor en Sources Indig. I, 379n., no p o ­
se llevan debajo del sombrero’, Steingass), es vero­ demos hacer gran caso de esta opinion no docu­
símil (atendiendo a los demás datos árabes y en 5 m entada.— 1 Ambos vocablos son ajenos al voca­
particular los de Guadix) que estas acs., ya bas­ bulario de la Divina Comedia, a las rimas del
tante próximas a la española, se trasmitieran Petrarca, a los glosarios de Monaci, Mussafia,
también en árabe. Quien recuerde la enorme in­ Sella, etc.— l Tocca trae tam bién la Crusca al
fluencia de la indum entaria y de los tejidos de citar este pasaje (Tommaseo declara copiarlo de
Oriente en la España medieval, no podrá recha­ 10 la Crusca), pero los académicos advierten que la
zar este préstamo por razones de principio. En el ed. de 1533 de que se sirven es «scorrettissima»
aspecto fonético, recordemos que junto a los mas­ (con lo cual coincide Visiani en su ed. científi­
culinos en consonante, que expresan una idea, ge­ ca, p. 6, por desgracia limitada al libro I), y por
nérica o colectivamente, se crea en árabe casi lo tanto se han servido algunas veces de ciertos
siempre un femenino en -a que indica el objeto 15 mss., pero nada indica que así lo hicieran en este
individual, luego es más que probable que tam ­ pasaje. En cuanto a la ed. de Gaiter, se basa en
bién existiera un ár. tâqa; y es bien sabido que la de C arrer (p. xlvi), el cual a su vez repro­
entre dos consonantes enfáticas, como el t y el q, dujo la de 1533 o su modelo la edición prínci­
una á larga sonaba en hispanoárabe muy velar, pe, de 1474, ambas «scorrettissime» según Visia­
casi como o. D e hecho el P. Guadix (1593), que 20 ni, y ni C arrer ni G aiter recurrieron a los mss.—
conocía el árabe español de viva voz, al afirmar 5 V. el Glossaire M oyen-Breton de Ernault. Fal­
que toca viene del árabe, dijo (si prestamos fe a ta en el glos. del M ystère de Sainte Barbe, per­
Covarr.) que en árabe se decía toque: «los M oros teneciente al bretón medio (SS. X II-X V ), y en
usan las tocas encima de los bonetillos : y éstas el Vocabulaire Vieux-Breton de L oth, que reúne
algunas vezes son de seda de colores, como al- 25 todas las fuentes galesas y bretonas hasta el
mayçares; el P. G uadix dize ser este nom bre Ará­ S. X I; tam bién en el Gloss. oj Medieval W elsh
bigo, de toque, que significa lo mesmo» (en el Law de T . Lewis, y en los estudios de L oth so­
dialecto granadino del S. X V I la -a arábiga so­ bre los elementos latinos en britónico, y de Parry-
naba -e). Williams sobre los anglicismos en galés.— ‘ T ra ­
Ahora bien, me apresuro a observar que esta 30 tándose de una - K - intervocálica el resultado g a ­
â u o no se compagina bien con el diptongo lés y bretón habría de ser -g y no -fe; es ver­
supuesto por el port, touca y el vasco taika7; y dad que en galés medio se encuentra a veces es­
como al fin y al cabo no tenemos testimonios con­ crito -c en este caso. E n cuanto a t a ú c a el dip­
cluyentes de que el ár. táq significara una pren­ tongo no impediría el cambio de -K- en -g- en
da de la cabeza, debemos quedar en duda ante 35 britónico, pues a u ya se había reducido a u en
la posibilidad de una semejanza casual. H ará falta el S. V (Loth, Les M ots Latins dans les l. brit.,
más documentación arábiga antes de que podamos p. 112). Tampoco podemos suponer que dichas
resolver este problema en forma decidida8. Comp. formas célticas representen un préstamo de un
ATOCH A. galolatino t a ú c a , pues entonces se habría con­
D eriv. Toquilla [Celestina, Aut.]. Toquero; to- 40 servado el diptongo au hasta hoy (galés aur, bret.
queria. Tocar ’cubrir con toca, etc.', ’peinar’ [Ber- aour < a u r u m ) . En cuanto a admitir un prés­
ceo; «velo tegere» N ebr.]; tocado [APal. 113b, tamo del gaélico (que tiene o < a u ) al britónico,
413b, 498íf]; tocador [S. X V II, A ut.]; tocadura. apenas puede discutirse esta posibilidad, pues el
Destocar. Toquexo [1475, G . de Segovia, 52], port, vocablo es desconocido en irlandés.— 7 Es cierto
ant. toqueixo (junto a toqueiro) ’especie de toca’ : 45 que los fonemas extranjeros como lo erá la â
quizá cruce con barboquejo (-xo). velarizada arábiga se adaptan de manera apro­
1 Viterbo cita una variante fonética touga en ximada en varias formas, y no es inconcebible
doc. de Lamego de 1313, pero sabido es que los que los portugueses trataran de im itarla con su
docs. citados en esta fuente están llenos de erra­ ou. Más difícil sería explicar el vasco taika, pero
tas y descuidos.— 2 L a opinión de Sainéan, A u ­ 50 no puede descartarse que actuara de interm edia­
tour des Sources Indigènes, de que sea voz de rio una forma mozárabe aragonesa *tauca, pues
origen picardo, casi no merece refutación en vis­ en mozárabe se dan tales ultracorrecciones
ta de la gran diferencia cronológica entre Espa­ {RPhCal. I, 91); luego no podemos descartar
ña y Francia. Agréguese que la regular corres­ la posibilidad de que al rechazar la etimología
pondencia entre o cast., ou port, y ai vasco revela 55 persa seamos víctimas de u n espejismo fonético.
carácter originario en la Península Ibérica y no H ay en árabe un táuq de la misma familia, que
importación francesa (como ya indicó M -L ., daría una base fonética irreprochable (V. L O C O
Litbl. L V II, 105), y lo mismo prueba la fecun­ y casos allí citados), pero éste sólo significa ’cue­
didad del vocablo en derivados españoles y su llo de un vestido’, ’orla de u n paño’. Como nom ­
esterilidad en Francia. E n cuanto a que toca ven­ 60 bre de la toca de los marroquíes L erchundi sólo
cita palabras muy diferentes de toca.— 8 En las palabra difundida hasta Rumania no puede ser de
glosas seudo-Isidorianas, que de todos modos origen germánico, y así hay que rechazar la idea
parecen ser de origen español, hay un thoca tra ­ de Diez (W b., 320) de partir de un germ. * t u k -
ducido «flavus vel vestis» (jlavus, traducido «ge- k ó n (= a. alem. ant. zuckari), que por lo demás
nus vestis» en las mismas glosas, quizá sea erra­ 5 sólo significa ’tironear’, ’llevarse (algo) de prisa’.
ta por clavus ’venda de púrpura cosida a la tú ­ L a etimología onomatopéyica ya fué demostrada
nica’) (C G L V, 612.35), pero aunque esto po­ por Schuchardt (ZRPh. X X II, 397; X X III, 331),
dría ser el cast. toca, también cabe ver ahí, co­ y a pesar de las dudas o restricciones de G . París
mo hace G otz, una ultracorrección del lat. toga. (Rom. X X V II, 626), hoy se admite generalmente.
Creo está ahora anticuada la nota de Brüch (Mise. 10 D e r iv . Tocable. Tocado ’medio loco’, tocáu ast.
Schuchardt, 69) sobre toca, que no he tenido en (estar un t. de la mano de Dios) ’lisiado’ (V). T o ­
cuenta. cador adj. Tocadura ’m atadura’. Tocamiento [«tac-
tio» N ebr.]. Tocante [«perteneciente» N ebr.]. T o ­
Tocable, V. tocar Tocado ’peinado o prenda cata [Acad. 1925, no 1843; fin S. X IX , Pagés],
que cubre la cabeza’, V. toca Tocado, adj., 15 del it. toccata. Toque [«t. de oro: coticula, index;
V. tocar Tocador, tocadura, V. toca y tocar t., tocamiento: tactio» N ebr.]. Toqueado. T oque­
tear. Retocar [S. X V II, A ut.; no O udin]; retoca­
TO C A R, expresa imitativamente el son de las dor; retoque.
campanas y demás objetos golpeados o tocados: C p t . Tocasalva. Tocateja, salir de ’de estam­
es onomatopeya común a todos los romances y 20 pía, huyendo, a espetaperros’ cub. (Ca., 102), es
al parecer ya heredada del latín vulgar. 1.a doc.: decir, sin advertir si nos golpeamos con el alero
Berceo. de la casucha. Tocatorre.
Todavía en muchas partes —fr. toc-toc, jaire
toe— se expresa con esta sílaba la onomatopeya Tocar ’peinar’, ’cubrir la cabeza’, V. toca To­
desnuda. Indudablem ente la aplicación inicial fué 25 casalva, tocata, tocatorre, V. tocar
al toque de campanas y otros instrum entos de p er­
cusión, al de los metales que se aquilatan, etc.; TOCA YO , origen incierto: como la documen­
tam bién será m uy antigua la ac. ’llamar a la puer­ tación más antigua del vocablo procede de Es­
ta’, que todavía encontramos, p. ej., en la Historia paña, no es probable que derive del náhuatl tocaytl
de Chile de Alonso de Ovalle (1644) (Draghi, 30 ’nom bre’, pero faltan investigaciones semánticas en
Canc. Cuyano, p. 462), y que persiste viva en al­ textos antiguos que confirmen si procede de la
gunas regiones de lengua cast., o en el malí, tocar frase ritual romana Ubi tu Cajus, ibi ego Caja,
(Ferrá, Comedies I, 169); de la idea de golpear que la esposa dirigía al novio al llegar a su casa 1;>
se pasó a otras muchas, entre ellas la de ’hacer an­ comitiva nupcial. 1.a doc.: A ut.
dar el ganado’, que se dice tucar en el aragonés 35 Con la definición «lo mismo que colom broñon;
de Bielsa, toucá en gascón pirenaico' (Schmitt, la Acad. en eds. posteriores: «respecto de una
Terminologie Pastorale, p. 30). En general, desde persona, otra que tiene su mismo nombre». Es
’golpear’ se pasó a ’ejercer el sentido del tacto’, frecuente ya en obras madrileñas y andaluzas d<-¡
la ac. más difundida, y luego a la de ’pertenecer’ S. X V III; Ramón de la C ruz en un sainete es­
(invent. arag. de 1374, B R A E II, 347; N ebr.), 40 crito en los años de 1760 introduce a dos persona­
’tocar en turno’ (Juan de Valdés, Dial, de la L ., jes llamado él Pepe y ella Chica (pero del texto
125.19) y demás figuradas. Formas equivalentes a resulta que su nombre propio es Pepa), a quien
locar se encuentran en romance desde el port. has­ aquél dirige las palabras « /Tocaya mía, valor!».
ta el rum ano, y su antigüedad suma se advier­ El gaditano- González del Castillo (h. 1790) hace
te por esta misma extensión y por la honda trans­ 45 a u n Juanito decir a una Ju a n a : «Adiós, tocaya»
formación fonética sufrida en el caso del fr. tou- y replica ella «Vaya usted con Dios, tocayo». Poco
cher, de acuerdo con todas las normas de la fo­ después ya aparece como térm ino generalizado con
nética histórica. M ientras el cat., oc. e it. supo­ el valor más abstracto de ’homónimo’ ; así en L.
nen una base t q c c - con o abierta, el cast. (pre­ Fz. de M o ra tín : «me alegro de que haya vuelto
sente toca) y el fr. toucher más bien corresponden 50 vivo el tocayo de la sierpe» (citas que saco del ,
a t o c c - con cerrada, pero esta misma vacilación dicc. de Ruiz Morcuende) y textos semejantes de
es muy propia de las onomatopeyas. Por lo demás H artzenbusch, Antonio de T rueba y Vital Aza
en el extremo N orte de Francia reaparece toquer pueden verse en Pagés. Actualmente tocayo, -a,
con vocal abierta, desde donde ha pasado al fr. con estos dos valores son palabras bien cono­
toqué ’trastornado, chiflado’ (comp. cat. tocat id. 55 cidas, por lo menos en España y en varios países
y ’tocado’), que no hay por qué hacer venir del americanos'. D el castellano ha pasado al portugués
germ., como suele hacerse (R E W 8768), pues en con el mismo sentido, pero allí sólo es palabra
germánico mismo la palabra parece ser de origen empleada en el Brasil, en T ras os M ontes (Fig.)
romance (según reconoce Gamillscheg, E W F S , s. y en el M inho (Leite, Opuse. II, 403); falta to­
v. toucher, comp. toquade). Es evidente que una 60 davía en Moraes y en D . Vieira.
U no de los primeros en proponer la etimología que propuso Bastús y reprodujo honesta y útil­
mejicana fué Eufemio Mendoza en su Catálogo de mente el propio Robelo en su libro: «¿por qué
palabras mexicanas introducidas al cast. (1872)', estos nombres no pudieron haberse formado de la
quien por lo demás vacila, como poco convencido, fórmula que se pronunciaba en la celebración de!
entre dos étimos distin to s: «del verbo tocayotia, 5 matrimonio más solemne, o por confarreación, de
poner nom bre; su ac. actual es de homónimo; los romanos? Cuando la comitiva nupcial llegaba
quizá sea contracción de tonacayo, nuestra hum a­ a la puerta de la casa del m arido, éste saliendo
nidad»; realmente A. de Molina (1571) registra al encuentro preguntaba a la que iba a ser su es­
como náhuatl «tonacayo: cuerpo humano, o nues­ posa, quién era ella, y ésta respondía con la frase
tra carne», pero está claro que esta etimología no 10 sacramental Ubi tu Cajus, ibi ego Caja: en donde
es posible. En cuanto al otro, lo han repetido tú serás llamado Cayo, a m í me llamarán Caya,
después muchos eruditos, entre ellos Alfredo Cha- esto es, donde tú mandarás m andaré yo, o bien
vero3, Robelo (pp. 691 y 698-9), Lenz (D i c c 721- tú y yo seremos iguales en la casa». E n apoyo de
2, quien dice que tocayo es usual en Santiago de esta idea observo que los dos ejs. más antiguos
Chile), Zauner (L itb l. X X X III, 376), Jesús Ama- 15 de tocayo nos presentan a u n hombre y una m u ­
ya (en M alaret)'; pero no ha logrado convencer jer que se dan recíprocamente el nom bre de toca­
generalmente3. Robelo cree que debe partirse de yo y tocaya, y añado que el ambiente del teatro
tocaytl ’nom bre’, ’fama y honra’, Lenz indica más madrileño era propicio a toda clase de retruécanos,
bien tocayo ’firmada escritura’ y el verbo tocayo- sin excluir los alusivos a la educación clásica: re­
lia ’nom brar a alguno, llamarle por su nom bre’; 20 cuérdese el probable origen de tertuliano y T E R ­
en efecto estas palabras y otras de la misma raíz T U L IA , voces teatrales tam bién y fundadas en
que interesan menos, se encuentran ya en el dicc. una especie de chiste clásico. Puede conjeturarse
náhuatl de A. de Molina (1571), y nadie discute que al principio se llamaran recíprocamente y en
que sean voces genuinas en el idioma de los az­ tono humorístico tucayo y tucaya los estudiantes
tecas. Pero no se trata de esto, sino de probar que 25 y sus novias o amoríos, y que el pueblo, que no
tocayo viene de una palabra nahua concreta. Ante entiende de Derecho romano, interpretara esta
todo hay que evitar el tom ar estas pequeñas cues­ identidad de vocablos como alusiva a una iden­
tiones como asunto nacional, en lo cual parece caer tidad de nombres7; o bien se puede partir del
Robelo («dejemos, pues, a Bastús con tucayus en apellido común a marido y mujer. Los persona­
Roma, y quedémonos con tocayo en México»)4. 30 jes de Ramón de la C ruz son precisamente una
El caso es que no hay en náhuatl u n a d j e t i- pareja de enamorados. T odo esto, claro está, de­
v o que pudiera servir de base a tocayo, n i se ve berá probarse mejor, estudiando los textos popu­
forma concreta de derivarlo del verbo tocayotia o lares españoles de los SS. X V III y X V II. Señalo
del sustantivo tocaytl; es cierto que A. de Molina el caso a la fina e inmensa erudición de don Al­
trae tocaye «persona que tiene nom bre, o claro en 35 fonso Reyes, mejicana y clásica a un tiempo, así
fama y en honra, o encumbrado en dignidad», pe­ en lo latino como en lo hispánico8.
ro esto equivale evidentemente a ’renom brado’, 1 Aunque no creo que se pueda limitar geo­
’afamado’ y de ahí no saldría tocayo. H ay que gráficamente el uso en España, de todos modos
precaverse ante el peligro de las homonimias en me produce el efecto de una palabra más popu­
etimología, sobre todo si no hay identidad semán­ 40 lar en M adrid. Desde luego es familiar, y no
tica. Ante los hechos citados, no se puede des­ se emplearía en estilo elevado. Alguna vez se
cartar el que tocayo venga en una forma u otra dice en catalán, pero con fuerte tono hum orísti­
de algún miembro de esta familia léxica azteca, co, y con plena conciencia de emplear un vo­
pero hace falta demostrarlo mejor, y habría que cablo castellano.— 2 Z. Rodríguez en su dicciona­
empezar por dar pruebas de que el vocablo se 45 rio de chilenismos (1875) dice tom ar la etimolo­
empleó primero en Méjico que en España y en gía mejicana de un libro del chileno Vicuña M ac-
América del Sur, o al menos presentar indicios kenna (1869), pero no da cita precisa.— 3 M em o ­
claros en el mismo sentido, a base de la mayor po­ rias de la Acad. Mexicana I I I (1883), 22-43, es­
pularidad del térm ino en Méjico, de una fecundi­ pecialmente p. 25; trabajo que he leído, aunque
dad en derivados que no tenga en España, o de 50 ahora no está a mi alcance, pero recuerdo que
más amplio desarrollo semántico. Por la docum en­ no contiene pruebas más convincentes que las de
tación que he podido encontrar más bien parece Robelo y Lenz.— 4 Dice éste que viene del
íer un térm ino humorístico y callejero nacido en náhuatl «tocayotl y tocaitl: nombre y tocayo», pe­
España; tocayu y tocaya eran ya usuales en bable ro ni se halla una palabra tocayotl en M olina o
_'n el año 1804, como se ve por la correspondencia 55 en otros dicc. nahuas de que yo tenga noticia,
entre Jovellanos y Pedro M anuel de Valdés Llanos ni tocaitl significa ’tocayo’.— 5 P. ej. Hz. U reña,
(Julio Somoza, Cosiquines de la M ió Quintana, a quien nadie podrá tildar de demasiado escép­
Oviedo 1884, 225, 230), fecha temprana que hace tico en estas materias, aunque conocía la etimo­
dudar también de un origen mejicano. logía mejicana (vid. B D H A IV, p. xlvii), se abs­
Y así volvemos muy naturalm ente a la idea 60 tiene de opinar sobre la cuestión, ahí y en Indig.
En la p. 386 de aquella obra nos informa de de Oviedo)4, lo que ayuda a com prender el cam­
que tocayo en la capital mejicana se emplea co­ bio semántico aragonés, como observa C uervo;
mo nom bre del pavo; evidentemente jocoso.— análogamente un güeso de tozino en Lope (La
1 El libro de Robelo es excelente, pero más de Corona Merecida, v. 1208), ya muy cerca de este
una vez cae en esos pecadillos nacionalistas. En 5 cambio, que de todos modos podía producirse fá­
las pp. 682 y 698 asegura que tilde viene del cilmente (comp. cat. bacó ’cerdo vivo’, del ger­
náhuatl tilteü y ofrece u n premio a quien le pre­ manismo que en inglés es bacon). Sea como quie­
sente la palabra tilde en un libro anterior a la ra, lo corriente es que tocino, en Castilla y en
conquista: T IL D E está en Enrique de Villena América, se aplique a la carne del puerco salada
(1415), en N ebrija (1493-5), atildar en Montanos 10 para guardar incluyendo sus partes gordas, o bien
(med. S. XV), etc.— 7 El paso de *tucayo a to­ como nombre especial de esta parte gorda, en el
cayo se debería a esa intervención del pueblo, sentido del poco usado lardo o de los más cono­
que no sabe hacerse suya una palabra nueva sin cidos grasa o manteca de cerdo; este últim o uso
incorporarla a alguna raíz castellana. No hay puede documentarse en los clásicos (Alemán, L o ­
palabras castellanas en tuc-, pero sí son fecundas 15 pe, Quevedo), y hoy es vivo en Colombia, las A n­
las familias hispanas de T O C A y T O C A R .— tillas, América C entral y otros países americanos,
* Parece un poco fantástico sugerir que sea una también en Asturias y otras partes de E spaña; lo
palabra gitana derivada del ser. toká(h) ’descen­ otro es com ún en el uso español y es lo que se
dencia, hijos’ que ya está en el Rig Veda II, deduce ya del pasaje de G . A. de H errera (1513),
33.14 y que, en V II, 63.3, aparece en la forma de 20 que cita Cuervo (Ap., § 720, y l. c.). O tras veces
dativo tokaya; y sin embargo, por más seductoras se trata de la carne del puerco en general, salada o
que sean las coincidencias no pasarán de ser ca­ no («mira si hay mayor disparate que no beber
suales. Pero elocuente para los tentados de creer vino y no comer tocino, y tiene la ley de Mahoma
en el origen nahua. que lo abone» Quevedo, Cl. C. IV, 146), o del
25 témpano de tocino, como ya en N e b r.: «tocino,
Tocia, V. atutía sin p e m ile s: petaso» (además s. v. nalga)5.
Atendiendo a la fonética del vocablo, lo normal
T O C IN O , voz peculiar al cast. y al port. ({ou- es que tenga -c- sorda en cast. ant., pues no hay
cinho), probablemente derivada del celto-latino que hacer caso de las grafías arriba citadas de
t u c c a ’jugo mantecoso’ (de donde el derivado más 30 textos arcaicos, donde todavía no se distingue la
conocido t u c c é t u m ’carne de puerco conservada c de la z; escriben con p N ebr. y G . de Segovia
en salmuera’); es probable que el derivado *T Ü C - (p. 79) y hoy se pronuncia con sorda en Cáceres
c í n u m ( l a r d u m ) se formara ya en el latín vulgar y Salamanca (Espinosa, Are. Dial., 5); en cambio
hispánico. 1.a doc.: 1081, doc. de San Millán. hay - 2 - en Juan de Valdés (lonja de tozino, Dial,
D onde leemos «uno tozino et quatuor kamellas1 35 de la L ., 126.22) y una vez en el ms. S de J.
de vino» (Serrano, Cart. de S . Millán; p. 250). Ruiz (767d, y en el 1106b, pero tofino 1093«; el
Oelschl. cita ejs. de tozino en docs. de 1081 y ms. G tiene constantemente p: 767d, 78Id, 10^3«,
1171, y de tocino, -u, en otros de 1109, 1123, 1124 1106b, 1123a, 1125d, 1275a, 1373b), lo cual nos re­
y 1148, procedentes de Aragón, León y Castilla. cuerda la variante minoritaria latina tucetum, pero
Agrego tocino en doc. sevillano de 1294 (M. P., 40 como la -c- sorda es unánim e en portugués, es
D. L ., 355.45).Cuervo, D isq., 1950, p. 592, cita muy dudoso que podamos hacer caso de estas gra­
del Fuero de Madrigal, de 1168: «persolvatis fías. T am bién dudo de que tenga valor la variante
m ihi... singulos arietes duorum dentium aut sin- torcino que cita el glos. del Canc. de Baena (p.
gulos tocinos, binos medianos», y «yo vos faré 428)6.
aquí venir... mili cam eros e tocinos e pan e ce­ 45 Entre los romances, sólo el port. y gall. com­
bada» en la Gr. Conq. de Ultr., en los cuales po­ parten con carácter genuino esta palabra cast.; la
dría tratarse del animal vivo, pero será más bien forma ahí es toucinho (toicinho), con diptongo al
el m uerto, como ciertam ente será en Apol.: «tra- parecer unánim e; vale «gordura dos porcos, sub-
yén gran abundancia de carnes montesinas, / de jacente á pele», y debe de ser palabra muy an­
toginos e vacas rezientes e geminas» (625c) y en 50 tigua, aunque los dicc. (ya Bluteau) no citan auto­
los ejs. de Cortes de 1268 y 1348 que agrega C uer­ ridades. El diptongo se extiende no sólo al galle­
vo; hoy se emplea tocino como nombre del animal go, sino aun al ast. occidental toucin, toucino
vivo en algunos puntos de Aragón (desde donde (M u n th e; A cevedo-Fz.; M. P., Dial. León., §§
pudo pasar a Cataluña2, siempre pronunciado cas- 4.1, 7.3), y a los pueblos de habla lusitana en Ex­
telhnam ente en -ino, nunca *tocí, pues el voca­ 55 trem adura (Espinosa, l. c.). Pero este diptongo
blo no ha sido nunca genuino en catalán; más puede ser debido a un influjo secundario del gall.
adaptados, pero tam bién castellanismos, son Arié- touza ’pedazo de corteza’, port. touga ’mata, tron­
ge toussin 'cerdo’ y bearn. touchin ’jabalí’3). Otras co’, voz de otro origen (estudiada aquí s. v. A T O ­
veces se habla de u n jamón de tocino (Villegas, C H A ), tal como sugiere M unthe (comp. G . Viana,
Comedia Selvagia) o de un p em il de tocino (Fz. «0 R L I, 284).
En efecto, ya S. de Covarrubias señaló el pa­ 1 Puede ser el antecedente de gamella ( < c a ­
rentesco de tocino con el lat. imperial t u c c e t u m - m e l l a ) más bien que una variante gráfica de
y en lo mismo han insistido todos los etimologis- cañada, canadella.— 2 El tocino ’cerdo vivo’, que
tas (Diez, W b„ 492; M . P., /. c.; M -L ., R E W tanto se ha oído en la Cataluña central, puede
8970; G . de Diego, C ontrib., § 613). Creo en efec­ 5 también resultar de un uso bárbaro de gente no
to que así debemos admitirlo, a pesar de las dudas bilingüe, aceptado y propagado luego por campe­
que parecen abrigar M unthe y Espinosa, pues el sinos y carniceros cuando se hizo tabú el cat.
diptongo portugués se explica, como he dicho, fá­ porc para compradores remilgados.— 3 Que Sai-
cilmente. Según indicó G . de Diego, no sólo hay néan (B h Z R P h . X, 90) deriva erróneamente de
t u c c e t u m en latín (desde Persio), sino que ade­ 10 t a x o ’tejón’.— 4H ist. de Indias I, 154; otro ej.
más se empleó TÜCCA con un sentido análogo; de tocino en esta obra II, 12.— 5 V. además la
un escoliasta de Persio lo implica así y nos con­ nota de Rdz. M arín al Q uijote II, lxxiii (C l. C.
firma que se trata de una voz de la Galia cisal­ V III, 312).— 6 Podría pensarse en un cruce con
pina : « tu ccetu m apud Gallos Cisalpinos bubula el céltico común t o r c o s ’cerdo’ (Stokes-Bezz.
dicitur, condimentis quibusdam crassis oblita ac 15 p. 134; Pedersen, I, 33; V. Henry, L e x . É tym .
m acerata; et ideo toto anno d u ra t; solet etiam Bret., s. v. tourc’h), pero no merece mucha fe
porcina eodem genere condita servari; aut assa- este dato aislado.— 7 Del port. alentejano atóifo
turarum jura; hinc Plotius Vergilii amicus in «toucinho» (R L IV, 12) podría deducirse otro
eadem regione est nominatus Tucca ». Es decir se derivado * t ü c c é u m , pero es más probable que
trataba de una carne de buey o de cerdo conser­ 20 este raro atóifo se extrajera del port. toicinho,
vada con cierta salsa grasa o mantecosa, en cuya tomado por un diminutivo. No habiendo docu­
preparación entraría seguramente la salmuera. La mentación anterior a Bluteau, cabría también que
existencia y sentido de tu ccetu m están confirma­ toucinho esté por toicinho (como D ouro, agouro
dos, además de los autores latinos, por varias glo­ etc.) y que éste resulte del influjo del tipo hoy
sas (C G L V II, 372), y tucca aparece tam bién en 25 alentejano atóifo, donde el diptongo podría venir
el glosario del seudo-Filóxeno, recopilado en el de una evolución tardía o semiculta de * t ü c c £ u m
Sur de Italia no después del S. V I, con la tra ­ (> * tocio > *toigo). Pero la presencia del dip­
ducción xará/uu-oc ^a>u.oü ( C G L II, 302.52), es tongo en ast. occ. (M unthe) y en gall. touciño
decir, ’jugo que se echa encima de un m anjar’, (Lugrís, G ram . p. 180) nos desanima de tal
sin duda el jugo de salmuera mantecosa a que 30 idea.— s El carácter indoeuropeo del vocablo se
ya me he referido (comp. Hubschmied, V R o m . I, confirma por la típica apofonía, conservada en Tas
104). Ahora bien, de este TUCCA procede por una lenguas bálticas: junto al lit. tú k ti (presente
parte t u c c e t u m , y por la otra derivará de ahí la tu n kü ) y letón tü k t ’engordar’, está el prus. ant.
voz iberorromance, para la cual es razonable adm i­ taukis 'manteca', letón táuks ’gordo, firme’, lit.
tir una formación adjetiva * t ü c c i n u m , seguramen­ 35 táukas ’pedacito de grasa’. Por lo demás en es­
te i . a r d u m * T Ü c c lN U M , o sea ’lardo conservado en lavo es ya antiguo el mismo derivado de esta
salmuera’; comp. los nombres de carnes como raíz que se ha consolidado en c a st.: paleoslavo
porcina, taxonina, etc.7. T u c c a sería en efecto,, tal tu em ü ’manteca, grasa’, ruso tu ín y j ’gordo' (Vas-
como nos informa el escoliasta citado, palabra cél­ mer, R uss. E t. W b . III, 149), y todo esto arran­
tica, puesto que galo cisalpino había de ser, y 40 có por derivación antigua de una raíz más simple
paisano de Virgilio, el personaje que recibió este t(e)u- (esl. tyti ’volverse gordo o robusto’, ’ser
sobrenombre y cuidó de la publicación de la Enei­ criado para engorde’, ser. táviti ’tener fuerza’,
da. Es verdad que el vocablo no se encuentra en 'ser vigente’, Fraenkel, D ie Balt. Spr. 58).—
las lenguas célticas insulares, pero desde luego es 9 Para otra explicación más hipotética, vid. V.
heredado del indoeuropeo, y afin al umbro toco 45 Henry, L e x . É ty m . B ret., s. v. tourc’h; de ello
«tucca», eslavón lu k ú ’grasa’, tyjp ’yo engordo’, me ocuparé en el artículo truja de mi D E C at.
lit. taukcti ’grasa’, lü k ti ’engordar’, a. alem. ant.
dioh, escand. ant. thjó ’muslo, zancajo’ (Walde, s. Tocio, V. tozo Toco, V. tocón
v. turneo ; comp. Stokes-Bezz. 134)8. Por lo demás
me inclino a creer que si en las lenguas célticas 50 T O C O L O G ÍA , compuesto culto del gr. to x o ;
el indoeur. p o r r o s ’cerdo’ aparece representado 'parto’ y \ í y o ; ’tratado’. 1.a doc.: Acad. 1884,
por t o r k o s (Pedersen, I, 33; Stokes, /. c.) y no no 1843.
por *O R K O S, según correspondería fonéticamente, Tocólogo [id.]. D istocia, distócico, formados con
es precisamente por un cruce muy natural con el el mismo sustantivo y el prefijo S'j;- ’mal’.
55
celta t u c c a ’gordura” .
D e r i v . Tocinero; tocinera; tocinería. Tocineta T O C Ó N , ’base del tronco de un árbol cortado’,
cub. ’tocino’ (Ca ., 93; comp. el argentino panceta ’muñón de un m iembro’, voz hermana del port.
’tocino’). Atocinar; ast. estoucinar ’descuartizar un toco id., de origen incierto, quizá prerrom ano. 1.a
animal’ (M unthe, s. v. toucin; M. P., I. c.), es- doc.: A lex.
tccinar (V). «0 En este poema un guerrero que ha perdido su­
cesivamente los dos brazos «ferié en sos pechos el vocablo reaparezca en otras partes. Pues el aran.
con ambos sus tucones / salié dellos la sangre tukúti, que sólo tengo recogido en dos pueblos,
como por albollones» (994a; P sustituye por es- en el sentido de ’pie de árbol cortado’ («varen
quimochones). L a otra ac., ’base del tronco de un denunciar que a tal bosc hi havia 750 tu kú s» oído
árbol cortado’, está ya en J. Ruiz (942d), a pro­ 5 a un guardia forestal), quizá sea préstamo cas­
pósito de cosas que no suceden en vano, en el re­ tellano3; lo corriente es que esta palabra (tukiítj
frán «sé que el perro viejo non ladra a tocónr> o, en la parte alta, takú) en el valle de A rán sig­
(rimando con rincón, etc.). O u d in : «tocón: une nifique ’bolo de jugar a los bolos’, en esta ac. tacó
souche»; C ovarr.: «lo que queda a la raíz del en el cat. del valle de Cardos, trucó en Valí Fe­
pino, quando le cortan por el pie, quasi troncón»; 10 rrera, bearn. técou o toucoú, en el Lavedán tré-
Aut.: «la parte que queda a la raíz del tronco de cou, pero todo esto me parece más bien deri­
qualquier árbol quando le cortan por el pie», «el vado del verbo tocar y sin relación probable con
m uñón del brazo o pierna, que queda, cortado el tocón; verdad es que toucoú en la montaña bear-
pie o la mano», con ej. de Garcilaso el Inca (h. nesa tam bién vale «caillou rond comme un' bou­
1600). H oy es voz bien conocida, por lo menos 15 let» y en otras partes «m otte; masse de neige qui
entre gentes del campo. Las siguientes acs. secun­ se tasse sous la chaussure», toucoèro «motte, émi­
darias y derivados comprueban la extensión del vo­ nence» (Palay), pero tampoco creo que tenga que
cablo1 : judesp. m arroq. tokkón «pie de árbol cor­ ver con nuestro tocón: más bien será cruce del
tado» (usual en la comparación baxo como u n tok­ otro toucoú (de tocar) con tucoü, que se encuen­
kón aplicada a personas, B R A E X III, 528); mure. 20 tra con las mismas acs. y que significa propia­
tocón «trozo grande de cualquier cosa; zoquete» mente ’colina’, derivado de tuc ’pico, cerro’, sin
(G. Soriano); and. atoconar «rozar las matas dejan­ relación con todo esto.
do los troncos: destrozo que hacen las cabras en el Nada puedo asegurar de un grupo de voces occi-
monte» (AV); colomb. tocón adj. ’rabón, sin cola’, tanas e italianas : it. tocco «pezzo grosso» (mangia
aplicado a varios animales sin excluir la gallina 25 certi tocchi di caciol, usual en Luca según Pe-
(Cuervo, A p., § 523); de donde los derivados re­ trocchi), que ya está en el aretino R edi (S. X V II),
gresivos salvadoreño tuco ’trozo de un miembro y en el sentido de ’bastón de lanza’ en el floren­
cortado’, ecuat. y hond. toco ’trozo, especialmen­ tino Lasca (S. X VI) : dialectalmente tiene exten­
te el de yuca o plátano’ (Lemos, Sem ánt. Ecuat.}, sión muy amplia, pues lo encontramos en las dos
ast. occid. tucu ’parte leñosa de la mazorca de 30 extremidades del país, Livinallongo y Va! Anzas-
maíz’ (M unthe), ast. tucu ’el hueso del jamón y el ca tok «pezzo» (Tagliavini, 327-8; Gysling, ARorn.
del lacón’ (R), datos en Fz. Gonzz., Oseja, 364; X III, 186)4, y por otra parte calabr. tókku «gros­
interesante por su diptongo, pero al parecer tam ­ so pezzo» (en Catanzaro), «pezzo (di formaggio)»
bién derivado regresivo, a juzgar por su fecha m o­ (en Reggio, Rohlfs, E W U G , § 2173). E n lengua
derna es tueco ’tocón’ (Acad., falta todavía 1884), 35 de O c: Barcelonnette toc «morceau» (Arnaud M .),
tueco o tueca «el hueco o concavidad 'que por la toca «noyau de pêche» (ibid.), Alpes-Cottiennes
carcoma se hace en el tronco de los árboles» (ambos toc «gros morceau, gros fragment» (Chabrand).
Acad. ya 1817). prov. to «gros morceau, lopin, tranche» (un to de
Fuera del castellano, el vocablo reaparece en pan «un quignon de pain», un to de ferre «une
portugués: «toco: tronco de árvore, cep a; pl. tó­ 40 masse de fer»), «but où l’on vise, auquel on doit
eos.» (falta en Bluteau, pero está en Moraes, quien toucher; borne» (sèmblo u n to «il semble un ter­
lo cita de Alarte, 1711), «parte de um tronco ve­ me», jougà au to «jouer sur le but», con ejs. de
getal que fica ligado á térra, depois de cortada a felibres de las Bouches-du-Rhône y del G ard )';
árvore», «cácete», «pedazo de vela ou tocha; coto» M istral, que da estas citas, agrega la ac. «tronc,
(Fig.; esta última palabra, de la cual derivan al­ 45 souche, ce qui reste d ’un arbre coupé», con lo
gunos toco, quizá sea más bien alteración de éste que llegamos de lleno al sentido castellano: por
por metátesis, pero comp. el cast. cueto), gal!. desgracia el deplorable m étodo de M istral de jun­
tgeo ’tronco o cepa de la col gigante’ (en Lugo, tar muchas acs. en palabras a las que atribuye
V K R V, 132n.) y como adjetivo gall. toco 'manco: múltiples variantes (que a veces no son tales, sino
el que carece de mano o de su uso’ (Valí.)2, Azores 50 palabras distintas), sin indicar a qué variante per-,
toca «a raiz das plantas, que mergulha na térra» tenece cada ac., nos deja en duda sobre si este
(R L V, 223); es decir, en gall.-port. encontramos sentido pertenece a to, toe, o a las otras variantes
la misma palabra, pero sin el sufijo -ón; aunque la que cita (toch, tocho, toqui, toco): de todos modos
falta de documentación antigua nos deja en duda no parece que la ac. que nos interesa pertenezca
de que sea el primitivo y no un derivado regresivo, 55 al dialecto mistraliano, pues en su dicc. no nos da
como el cast. tueco. Y de todos modos, tocón es ejs. de la m ism a; en una palabra, quedamos en
lo que traen las Ctgs. para ’m uñón’ : «trouxe a duda, a pesar de que esta ac. habría podido ser
máo e eno tocon ll’a pos e foi sao» 265.133 (cf. decisiva6.
M ettm ann, R. Forsch. 1962, 58). Está lejos de ser evidente el origen de este
Fuera del cast. y el port., ya es dudoso que M grupo it.-oc. : creo que se puede desechar la
idea de Migliorini de derivar de rócco ’paño’ (vid. y además postula una inicial c j- o t s - (como dijo
TO C A ), que no presenta analogía sem ántica; la. Jud,Rom . L V III, 290; comp. id. A R om . V I, 211);
de K rüger (V K R V III, 16n.) y Rohlfs (/. c.) de por otra parte consta perfectamente que el grupo
derivar del verbo tocar (it. toccare), tampoco está inicial S T - se convierte en t s - o un fonema aná­
clara desde el punto de vista italiano, pero es plau­ 5 logo en céltico antiguo (m odernamente s-), vid.
sible en cuanto al prov. to «but auquel on doit Pedersen I, 78. De suerte que al menos teórica­
toucher»7, y no es inconcebible que de ahí se pa­ mente es muy aceptable la opinión de J. U . H ub-
sara a ’masa de hierro’, ’zóquete de pan’ y a ’tro­ schmied (R C elt. L , 258-9) de derivar este gru­
zo de cualquier objeto’. ¿Será el mismo el origen po romance de un galo * t s u c c a herm ano del
del cast. tocón y port. toco, sea por el mismo ca­ 10 germ. s t o k k ’bastón’, ’cepa’, ’tocón’, ’punta de
mino semántico, o como onomatopeya más inde­ m ontaña’ representado desde su etapa más antigua
pendiente, a base del golpe que uno puede darse en todos los dialectos germanos occidentales y
en un tocón, tal como parece insinuar K rüger? N o nórdicos10. Ahora bien, la grafía gala D y la ogá-
deja de ser plausible, sobre todo la prim era va­ mica z, que se encuentran como representación de
riante de esta explicación. Pero como el cast. to­ 15 este t s - paleocéltico, parecen indicar que este so­
cón y port. toco sólo significan ’tronco c o r t a ­ nido tuvo a veces u n matiz más semejante al de
d o ’, ’m uñón’, es lícito pensar que estamos ante la th inglesa, y a lo mismo podría conducir la
una homonimia fortuita, tan fácil en palabras de representación t- que es frecuente en irlandés; y
cuerpo m uy reducido. Cabe pensar tam bién en un si ciertos dialectos célticos pronunciaron esta pa­
origen prerromano, sobre todo teniendo en cuenta 20 labra como e u K K A y el caso de M A Y U E T A nos
el curioso y típico sufijo de una palabra que per­ m uestra que el iberorromance trascribía como T
tenece sin duda posible al mismo radical que la e del celta hispánico, bien podría tocón p ro ­
tocón: me refiero al alav. tocorno «tocón o cepa ceder del mismo étimo céltico que el fr. souche,
del árbol cortado», «roble joven de poca altura, cat. soca, con una pronunciación dialectal distin­
o mal podado», «roble de hoja más ancha que el 25 ta. A ello se siente uno tanto más inclinado cuanto
común, de madera peor para labrada, aunque muy que tocón es sinónimo riguroso del cat. soca, del
buena para el fuego» (Baráibar), que pertenecerá cual forma la natural continuación geográfica. N ó­
al cast. com ún del País Vasco, pues no sólo nos tese finalmente que el su.-alem. tschuggen m . su­
informa Azkue de que en un pueblo del N orte de pone según H ubschm ied una base gala t s u k k o n - ,
Álava la emplearon para traducir el vasco ametz 30 cuya terminación reaparecería en iberorromance.
’rebollo’, sino que M artínez M arina (1802) habla M e guardaré de disim ular lo hipotético que es
de montes de «robles tocornos» o de «robles bra­ esto, pero tampoco debo callar que se apoya en
vos y tocornos» en sus dicc. geográficos de G u i­ indicios semánticos y geográficos verdaderamente
púzcoa y de Álava; de ahí el apellido Tocornal, sugestivos".
difundido hasta Chile. Ahora bien, la frase «illo 35 G dD D 6201 quiere erróneamente explicar tocón
tochorno del foio» está ya en un doc. santande- como derivado de las formas raras y mal docu­
rino de 1139 citado por Oelschl. Es difícil no re­ mentadas tueca y tueco, que a su vez resultarían
conocer ahí el fecundo sufijo céltico - o r n o - , de un cruce de tuero con el arag. zueca ’cepa de
- a r n o - , del cual pueden verse bastantes ejs. en árbol’ (en la Cartuja Baja, Zarag., según Puyóles,
Pedersen, Vgl. G ramm . II, 53, y que estaba re ­ 40 y en Tudela, según Iribarren; riojano según
presentado en el céltico continental a juzgar por G dD D ), and. chueca.
el oc. ant. m aggm «pied sans jambe» = galés D e r i v . Tocona. Toconal (El Taconal aparece en
m igw m «articulus», bret. migourn ’cartílago’, gaél. un doc. de Sanlucar de 1564, Rdrz. M arín, Pedro
mughairn, irl. m udharn 'artejo’8. Comp. M O R ­ Espinosa, p. 267n.). Para tocorno, Tocornal, y para
C IL L A . 45 tueco, tueca, tuco, V. arriba.
El -orno conduce, pues, a la sospecha de que 1 En Cespedosa: «a los lados del fuego se po­
tocorno sea voz celtibérica o céltica; y de ahí a nen los tocones o leños, los arrimaeros, y al fren­
pensar que tocón es de origen céltico no hay más te los pucheros, sostenidos por arrimaerasn (RFE
que u n paso: ni la limitación al cast. y port., ni XV, 281).— 2-<Un rapaz toco portaba un feixe
la pertenencia a un compartimiento semántico tan 50 de foguetes» Castelao 198.lf.— 3 Desde el cast. de
arcaico como el vocabulario forestal, serían desfa­ Énguera habrá penetrado a hablas valencianas
vorables a esta sospecha. Llegar más allá e indi­ lim ítrofes: anoté tocó para la estirpe o pie de un
car una raíz céltica para tocón es ya m era conje­ pino, una vez cortada, en M oixent (al O. de Já-
tura, y sólo a título de tal y con carácter m uy h i­ tiva). El Toconar, nombre de un bosque en el des­
potético, indicaré lo siguiente. El grupo formado 55 poblado de L a G arrofera entre T ous (cast.) y
por el fr. souche, pie. chouque, oc. y cat. soca, G uadassuar (cat.) y ya perteneciente a este m u­
arag. zoca", rético tschücha, lomb.-piam. ciüca nicipio.— “ Este dialectólogo, pp. 187 y 105,
’tocón’, ’cepa’, su.-alem. tschugge ’punta de pe­ cita tsakúri en el mismo valle en el sentido, harto
ñasco’, se separa resueltamente de so ccu s ’zueco’ diferente, de «rimestolo per la polenta», «rampi-
por el sentido y por la vocal ü (en algún punto y ) 60 no sul filatoio» y luego, según una fuente local,
«pezzo di legno», y en vista de ello piensa en pone u n a base st ü k n á - (Kluge) y - k n - inm e­
una mutación consonàntica germánica. Pero no diatam ente ante el acento se cambiaba en kk
veo base germánica posible (nada en Gamill- tam bién en célt. (Pedersen I, 158-9). Es verdad
scheg, R. G . II), y como los sentidos seguros de que esta raíz no está representada en esta forma
tsakúri son muy diferentes, quizá hay que separar 5 en el céltico insular, aunque sí otras variantes
las dos palabras.— 5 D el oc. toc y del cast, to­ sufijales: irl. stuaic ’punta’, ’almena’, ’peñasco
cón podemos separar u n cat. toe ’pitorro del bo­ saliente’, gaél. stuaic «a líttle híll» ( s t o u g n í - Sto­
tijo, del porrón, etc.’, que he oído varias veces, kes-Bezz. 494; M acBain s. v. stuaic, stuadh,
aunque no es de uso general (recuerdo que mi stüc), y por otra p an e irl. tuag ’hacha, segur’,
padre, que tanto léxico am purdanés empleaba, 10 ’arco’ ( st e u g -, W alde-P. II, 616). Si prestamos
solía decir beure amb el toe gros): se trata de crédito a la regla propuesta por Pedersen I,
ima alteración de tòt, empleado con el mismo 159, lín. 2, stuaic representaría más bien st o u k -
sentido desde el A m purdán hasta Cerdaña, y que NÍ-, que ya no está lejos de s t ü k n á -. — " En cuan­
pertenece a la familia del fr. tuyau y del cast. to al parentesco con el galés tocio, twcio «to
T U É T A N O .— 6 Sainéan, Sources Indig. I, 115, 15 curtail, to trim , to clip, to dock», sugerido por
124-126, cita M etz toque «trognon de chou», y Diez, W b., 320, ya Thurneysen (Keltoroman.,
un toque «souche» que no localiza (parece refe­ 80-81) mostró que esta palabra galesa no será
rirse a N orm andia, pero no encuentro tal palabra antigua, sino tomada del ingl. dock o directam en­
en los dicc. de Moisy, de las hablas de Yéres, te de su étimo escandinavo. Pero más evidente
de T haon, etc.); sabido es el poco escrúpulo con 20 es todavía que tocón no puede ser préstamo del
que procede en estos porm enores dialectales Sai­ germ. stock, com o sugeriría Thurneysen. Brüch,
néan, y así no podemos fiarnos de estos da­ Mise. Schuchardt, 68-69, quiere relacionar tocón
tos.— 7 L a variante alpina tóchi que cita M is­ con la familia del arag. tozuelo, cat. tos ’testuz’
tral, en el sentido de «but...» (como m uestran (poco verosímil) y supone u n célt. *t 5 g íc u s (con­
las frases semblo un lòchi y faire tóchi «toucher 25 traído en * t o cc us ), y derivado del étimo del irl.
le but au jeu de cligne-musette»), prueba en tuag ’segur’, túagaim ’cortar con hacha’, idea ob­
efecto que esto es derivado de toucá ’tocar’, al­ jetable desde muchos puntos de vista (el resultado
pino touchá, touchi. O tros derivados indudables de t o g icu s sería más bien port. *toigo, cast. *m e­
del verbo son H érault toco «baguette de tam - go, comp. MAGICUS > me(i)go; y otras muchas
bour» (Mázuc) y Barcelonnette tòca «grosse bilie», 30 razones); el cast. T O C A en que se apoya Brüch
que enlaza con el aran.-beam . toucou(n) sinónimo, nada tiene que ver con esto (véase este artículo).
estudiado arriba.— 8 De *mÜkorno- según la con­
vincente etimología de Briich (Z R P h . X L I, 689- T ocom o, V. tocón
90). V. H enry, s. v. m igoum y askoum , busca
otra etimología a la voz bretona, mas parece no 35 T O C U Y O , ’tela ordinaria de algodón’, chil.,
conocer los demás ejs. de - orno - que cita Pe- per., ecuat., origen incierto, probablemente del
dersen, y la idea de B rüch se apoya en la opi­ nombre de la ciudad y puerto de Venezuela T o ­
nión de Stokes-Bezz. 219 (comp. W alde-H., s. v. cuyo, donde se fabrican paños. 1.a doc.: 1760,
m u cr o ; R E W 5723o). Para ejs. de - arno - , - erí .'o - 1748, Juan y Ulloa.
(-1RNO-) en galo, D ottin, L a L . Gaul., 111. 40 Ahí repetidam ente y tam bién en Alcedo (1789)
Nótese que -orno se ha hecho algo productivo en aparece la forma tucuyo; ambos lo dan como pro­
Álava, donde hay tam bién hayorno ’haya de m e­ pio del Perú y del Reino de Quito. Fr. J. de Sta.
nos de 10 metros’, seguramente modelado según G ertrudis en sus Maravillas del Perú, h. 1760, nos
tocorno.— 9 Zoca ’cepa de un árbol’ en Plan, informa de que es una «tela de algodón m uy basta
G istáin, Echo y Navarra (B D C X X IV , 183 ; 45 que se fabrica en la ciudad de T unjar, más allá
R L iR X I, 99-100); por el Sur se extiende soca de Santa F e...» (B R A E X X X III, 144). En Chile se
’tueca, m uñón de una ram a’ hasta M urcia (G. documenta desde 1868; vid. Lenz, Dicc., 722;
Soriano) y, con el sentido de ’raíz de la caña de Friederici, A m . W b. 632'. Como observa Lenz,
azúcar’, a alguna parte de la Andalucía oriental la opinión de Arona, adoptada por Friederici, de
(AV), el ’retoño de la caña de azúcar’ en Ve­ 50 que procede del quich. kuyu ’torcido’ (de donde
nezuela y Méjico, y extendido a otros cultivos cuyo usual en el Perú como nombre de otro
en Colombia, Perú y Bolivia (M alaret, Supl.; género de tela) no puede justificarse por no ha­
Acad.). Hay variante con exceso de diptongación ber explicación posible de la sílaba to- o tu-; la
(quizá por ser préstamo del cat.) en parte de única vía posible de explicación en este sentido
Aragón : zueca en Echo, Ansò, Caspe, Puebla de 55 sería adm itir un cruce de cuyo con otra palabra.
H íjar y L a Cartuja Baja (Zarag.), vid. Puyoles- E n cuanto a que tocuyo venga del nom bre de la
Valenzuela; derivados: zoque ’tajador para partir ciudad venezolana homónima, idea de Zorobabel
carne’ arag. (Borao), especialmente en Bolea ; Rodríguez, prohijada por Lenz, es tam bién in ­
desocar and. ’arrancar de raíz un árbol’ (AV).— cierto, pues no consta en parte alguna que este
10L a correspondencia es correcta, pues stokk su­ té género viniera de Venezuela, y ya en el S. X V III
se fabricaba en el P erú ; sin embargo, el propio reira y Bluteau dan como propio de E ntre Duero
Friederici cita el testimonio de Codazzi (1840),' y M iño, y que ya es voz antigua en este país,
según el cual en Tocuyo se fabrican mantas y puesto que en el sentido de «bastáo, cajado» sale
otros paños con lana de oveja, con los cuales co­ ya en Pantaleao d ’Aveiro, fin S. X V I (R L XVI,
mercian los habitantes. Faltan más estudios. 5 100), y trochada ’garrotazo’ en G il Vicente (D.
’ «Es un almacencito bajo, con cielo de tocuyo Vieira) y en la M onarquía Lusitana (Bluteau),
salpicado de manchas por las goteras de la llu­ correspondientes a las dos mitades de este siglo;
via», en el chileno G . M aturana, D . P. Garuya, además Bierzo trocho ’palo corto’; más datos en
p. 226. K rüger, Z R P h. L U I, 670, y V K R V III, 16.
10 Registra Acad. hierro torcho ’el forjado en ba­
T O C H O , ’tosco, necio’, ’bastón, garrote’, origen rras, cada una por lo común de cuatro dedos en
incierto. J.a doc.: M anuscrito I-j-8 de la Biblia cuadro’ (ya 1843, s. v. hierro) y hierro torchuelo
Med. Rom., Núm eros 22, 27 (donde el texto latino ’id., de tres dedos’, y en ediciones posteriores se ha
trae fuste y el de I-j-4 vara), pues evidentemente introducido tocho y torcho en el sentido de ’lin­
hay que leer tocho en lugar de cocho; h. 1500. 15 gote de hierro’. Quizá la r de este vocablo no
En el Canc. de C astillo: «la paja guardan los tenga que ver con la del port. trocho, y quizá
tochos / y dejan perder los panes» (es decir, ’los en realidad se trate de una palabra diferente de
necios dejan perder los cereales en pie’ o ’el gra­ tocho; en cuanto al trocho portugués, podría ex­
no cosechado’) ; en Sánchez de B adajoz: «qué plicarse por u n cruce local de tocho con troncho,
dice el tocho, retocho» (citas de Cej.). A juzgar 20 casi sinónimo. T am bién cabría, mirando estas for­
por estos textos, habría sido palabra pastoril o mas como originarias, relacionar tocho con el it.
rústica. Así parece ser, puesto que Juan Tocho dial. (Iesi) tórcolo «bastone ritorto e nodoso»
y Lope Tocho aparecen en el Quijote como nom ­ (A R o m . IV, 234), e identificar éste con el verbo
bres de rústicos (II, v, 17). Algo antes encontra­ * t o r c u l a r e ’torcer’, que el R E W (8791) admite
mos ya el derivado «atochado o atronado: stoli- 25 como étimo del campid. trogai ’envolver con cor­
dus» (N ebr.)1. A ut. define «inculto, tonto, necio, deles’ (lo cual por lo demás es discutible); pero
tosco» y cita ejs. de Diego Gracián (1545) y Am­ esto es muy dudoso, pues no sería norm al la con­
brosio de Morales (1575), donde no parece tener servación de la 0 ni la pérdida de la r, y resultaría
resabios rústicos; V. otros de B. de Villalba y forzada la evolución sem ántica: desde luego no
de la Picara Justina en Fcha. H oy es palabra viva 30 podemos hacer gran caso de la forma de Iesi,
en muchas partes, y ni siquiera ajena al caste­ mientras no tengamos noticia más completa de
llano co m ún; ast. tochu ’chocho’ ’loco’, bollu to- su extensión y antigüedad.
chit ’pan grande, redondo y prolongado’ (V); del En A IL C II, 154, apunté la posibilidad de que
cast. pasó al campid. toccu ’palurdo, tosco’ (Wag- tocho proceda de u n lat. vg. * t ü s c ü l u s dim inu­
ner, R F E IX , 240) y al cat. totxo ’necio, tosco’, 35 tivo de t u s c u s ’vil, arrabalero’, de donde ha ve­
que ya tiene alguna antigüedad, pues Eulalia nido TOSCO. Realmente, la existencia del lat.
Totxa aparece como nombre de una bruja en vg. t u s c u s está bien comprobada desde el tiem ­
un proceso de Terrassa en 1619. po de Plauto, y por lo tanto la formación de un
Con la otra ac. aparece tocho primero en A ut., antiguo diminutivo * t u s c u l u s no es inconcebi­
como voz aragonesa «lo mismo que palo redondo», 40 ble ; la productividad de este radical en latín
pero hoy no sólo se encuentra tocho ’bastón rústi­ vulgar parece comprobada por el cat. toix ’ton­
co’ en Aragón, de donde pasó al gascón de L u- to’, ’embotado’, que puede venir de un *TÉ5s c e ü s .
chon y de todo el depto. de Hautes-Pyrénées A pesar de todo esto, la etimología * t u s c u l u s ,
(Schmitt, L a Terminologie Pastorale, p. 4), sino aunque posible, es m uy hipotética. Tam poco me
tam bién tocho ’palo corto y redondo’ en Ciudad 45 convence la idea de K rüger de que tocho sea
Rodrigo (L am ano); alav. tocho ’martillo de la una onomatopeya que expresa la idea de ’golpe’
azada’, vasco txotx ’palillo, púa de injerto’ (y qui­ (su pensamiento parece ser que de ahí vendría
zá txotxak, zotzak ’leña pequeña’); como éste, es ’bastón’, ’zoquete’, y de esta últim a idea la de
probablemente castellanismo el cat. occid. totxo ’estulto’); el apoyo que a la teoría de K rüger
’garrote’, que tengo anotado de T am arite, Benava- 50 pueda prestar el it. tózzo ’grueso’ (hablando de
rre, L a Pobla de Segur, Massalcoreig, Seros, etc., personas), y como sustantivo «pezzo di pane sec-
’viga grande’ en Valencia (Ag.), y que parece ha­ co o indurito», voz de origen desconocido, es
berse convertido en la zona barcelonesa en tot­ muy problemático, dada la considerable diferen­
xo ’adobe grueso’. Quizá podamos prestar fe al cia de sentido2, y una etimología onomatopéyica
dato de Moraes de que tocho ’porra’ se empleó 55 en palabra de esta forma y significado es idea
antiguamente en Portugal (de donde está ya muy vaga y poco verosímil; en todo caso habría que
cerca Ciudad Rodrigo), aunque sólo se funda en apoyarla mejor3.
unos documentos que este lexicógrafo no precisa, Desde luego, ésta y la mía, de que he habla­
pero desde luego es bien conocida en este país do arriba, son las únicas etimologías razonables
una variante trocho «pao tosco», que Bento Pe- M que se han propuesto hasta ahora4. Quizá se
pueda relacionar con tocho ’bastón’ el mozár. en esta etimología de rintuzzare, que más bien
(atfgúl ’saeta’ (R. M artí), tanto más cuanto que se mira como onomatopéyico, o como cruce de
bien puede tener razón Simonet al identificar una onomatopeya con t u n d e r e (M igliorini; M -
tocho ’necio’ con Ib n A {-T á u g , nom bre de un L . guarda silencio). M ucho menos se puede aten­
literato valenciano del S. X I, y con Alfonso A t- 5 der a este origen para el it. tòzzo, y aún menos
T augül, nom bre de u n morisco granadino: -ül para tocho.
es la terminación dim inutiva romance igual al
cast. -uelo. En el artículo A T O C H A he estudia­ T O D O , del lat. t ó t u s ’todo entero’. 1.a doc.:
do la raíz hispánica t a u c i - , que significa ’m ata’, orígenes (Glosas Emilianenses y Silenses, Cid, etc.).
’cepa’, y que ha dado el port. toufa y el mozár. 10 Sabido es que en romance t ó t u s , además de
táuga. conservar su sentido propio, usurpó el de o m -
Claro que no viene de un improbable * t o r q u i a - n i s , que sólo ha dejado huellas en it. y rético.

K e ’torcer’ {que por lo demás no explicaría la ch), Sólo el cast, y el port. han permanecido fieles
pese a G dD D 6762. De ahí también pudo salir a la forma clásica t ó t u s , los demás romances
tocho con el sentido de ’porra’ y luego ’necio como 15 prefirieron una pronunciación enfática t o t t u s
un zoquete’; otra posibilidad digna de consideración (cat. tot, tota, fr. tout, toute, it. tutto, etc.), que
es que salga de ese mozár. tauga = atocha, esparto, se extendió antiguam ente hasta el aragonés toto
con el valor de ’desperdicio del esparto (que ha (Apol. 169; Cronicón Villarense). Casi todas las
quedado seco)’, ac. que anoto para tptxa en el cuestiones referentes a todo estarían fuera de lu ­
valenciano de Sumacárcer. Estaríamos, pues, ante 20 gar en un diccionario y hay que dejarlas para una
una voz dialectal mozárabe, después generalizada; monografía. Para la locución ...y todo ’tam bién’
el sentido de tozo ’brizna’, ’bagatela’, ’burla’ que (yo y todo, etc.), vid. R F E IV, 285-9 (Buscón,
he conjeturado en R E T O Z A R sería otro apoyo. Cl. C\, p. 226; Tirso, Vergonzoso I, 900; Calde­
Claro que todo esto es incierto, aunque posible; rón, Mágico Prodigioso, ed. Losada II , v, p. 202).
y quedan todavía otras posibilidades (como consi­ 25 Por todo en el sentido ’en todas partes’ (normal
derar tocho como cruce de tonto con chocho, aun­ en cat. pertot, fr. partout) es excepcional en cast.,
que esto nos obligaría a separar de tocho ’bas­ pero se lee en La Ilustre Fregona, Cl. C., 226.
tón’)5. Para el arcaico todo siempre o tot siempre ’siem­
D e r i v . Tochedad. Tochura ast. (V), burg., san- pre absolutam ente’, en varios textos de los SS.
tand. Atochar ’podar’ [Correas, 1623], ’tirar pie­ 30 X II-X V , vid. Zeitlin, Hisp. R . II, 350-1.
dras para alcanzar fruta’, ’atolondrarse’ ast. (R ); D e r i v . Todito, sobre todo amer. y and. Total
atochecer ast. ’enloquecer’ (V). [Santillana (C. C. Smith, BHisp. L X I); O udin;
1 Nada que ver con tocho tiene la voz tozo Quevedo], tomado del lat. totalis, id.; totalidad
empleada una vez por Berceo, pero no en el [Aldana, t 1578 (C. C. Sm ith)]; totalitario. Tute
sentido de ’tonto’, según afirman los glosarios, 35 [Acad. 1884, no 1843], cat. tuti, tomados del it.
sino en el de ’burla’ (V. R E T O Z A R ).- El glos. tutti ’todos’, porque gana el juego quien reúne
de Janer a Juan Ruiz cita u n tocho ’tosco, feo’ todos los reyes o caballos.
rem itiendo a su copla 987; pero n i ahí ni en C p t . Todabuena [Acad. ya 1843], Todasana
otros pasajes del poeta hay cosa semejante.— [Acad. 1925, no 1843]. Todavía ant. ’siempre,
2 En cuanto al prov. tocho, tucho (Niza) «lour- 49 constantem ente, a cada paso’ [Berceo, M il., 81 b;
daud, nigaud, imbécile» (M istral), palabra rara S . M ili., 51c,- S. D om ., 85c; 1.a Crón. G ra l, 172;
por lo demás, el género masculino junto con la J. Ruiz, 1659, 1685; Conde L ue., ed. K nust,
terminación -o prueban claramente que es voz 278.4; «fincó él mucho ledo e mucho pagado, /
advenediza, seguramente tomada del cast.— s D el cresciendo todavía voluntat e cuydado, / por fa-
it. tozzo se tomó el castellano tozo, registrado 45 zer a la Virgen servicio acabado» Vida de S. Il­
primeramente por T err. como equivalente de defonso, 683; R im . de Palacio, 112, 1394; L an­
’gofo’ y en calidad de térm ino pictórico. La Acad. zarote de 1414, R F E X I, 296; Corral, Crón. Sa-
lo da ya en 1817 en el sentido de ’enano’ y rracina, en M . P., Floresta I, 212.17 ; Torres N a-
tam bién como voz pictórica. En cuanto a te d a harro, V. el índice de Gillet] ; desde esta ac.
[Acad. ya 1884], no tiene que ver con tozo: es 50 etimológica se desarrollaron las otras, muy tar­
voz regional, especialmente santanderina, que de­ d ía s: ’n o obstante’ [«niente di meno», 1570, C.
signa una especie de roble; comp. T O Z U E L O .— de las C asas; Percivale; O u d in ; F r. L. de G ra­
4 Apenas hay que decir que el étimo s t u l t u s nada y otro autor del S. X V I en A ut.; frecuente
propuesto por Cabrera y otros es imposible fo­ aún en el Quijote II , cap. 50, 193a4; comp. fr.
néticamente, no sólo por la s-, sino porque 55 ant. totesvoies, it. ant. tuttavia ’siempre’ > fr
- ü l t u s da -ucho.— 5 Baist, ZR Ph. V, 561, rela­ toutefois, it. tuttavia ’no obstante’] y ’aún’ [Qui­
ciona tocho con el it. tozzo, y quiere explicar jote II, cap. 50, 193a6; A ut.; ac. que en forma
los dos por un * t u d i t i a r e del cual vendría tam ­ aislada ya parece salir en Apol. 374a; comp. it.
bién rintuzzare ’rem achar’. Se trataría de u n de­ tuttavia ’aún’, fr. popular toujours, en frases como
rivado de t u n d e r e ’golpear’, pero ya nadie cree M avez-vous toujours votre domestique?]'. Todopo­
T
deroso [APal. 428b; N ebr.], calco del lat. omni- fáo», y particularm ente «pe?a de metal que se in-
potens. Sobretodo m. [Aut.]; del adverbio sobre troduz na fémea do leme», donde es ya objeto
todo cita ej. A ut. en Saavedra Fajardo, h. 1640. náutico; en el M inho vale «pau com que se tapa
Tutilim undi o toti-, V. T ÍT E R E . o bueiro do po^o ou tanque», y análogamente en
1 Variantes populares: ast. tovía, entovía (V); 5 el Oeste de A sturias: ’pieza de madera que en­
entodavia, (en)tuavia, (en)toadia (Cuervo, Disq. chufa en la tufeira o extremo inferior de la canal
1950, p. 370), entadía (C. Espina, L a Esfinge del molino’ (Acevedo-F.); gall. tufa «bohordo, ca­
Maragata, B R A R II, 643; en charro salmantino, ña o junco de la espadaña» (Valí.).
Araújo, Est. de Fon. Kast., p. 15). Las dos últi­
mas pueden explicarse por trasposición de *en- 10 Tojo ’cadozo’, V. tollo II
todaía; o habrá influjo del antiguo todia ’siem­
pre, cada día’ (San Ildefonso, 47). En Albacete T O JO , voz regional del Noroeste, com ún con el
vale ’aún no’: entodavia ha venido (R F E X X V II, p o n . tojo y el gasc. toujo: supone una base *TOju,
241). En Pontevedra todavía! «afirmación admi­ seguramente prerromana. 1.a doc.: 1475, G . de Se-
rativa» (vid. Sarm. CaG. 221i>). iS govia (p. 51); A ut.
Definido a h í: toxo «arbusto sylvestre, especie
Tofo, V. toba Toga, togado, V. techo de espino alto: no tiene hoja alguna, pues sola­
Tohino, V. tojir.o Toisón, V. tundir I T o- m ente echa flores amarillas, como las de la retama,
jal, V. tojo pero sin olor». Se trata del Ulex Europaeus o alia­
20 ga, y es voz propia especialmente de Galicia y
T O JIN O , antiguamente tohino, parece estar por provincias vecinas (en Santander y parte de As­
*tufino, diminutivo de T U F O ’mechón’, ’penacho’, turias ya se le llama árgoma, en la m ayor parte
que en portugués significa además ’saliente, m on­ del territorio europeo de lengua cast. aulaga o
tículo’, ’tarugo que se introduce en u n agujero’. aliaga); Fz. de N avarrete (1747) y Gómez O rte­
1.a doc.: tohino, 1587, García de Palacio. 25 ga (1790) le llaman tojo de Galicia, y Pardo Ba-
El cual define los tohinos «dos peda<;uelos de zán tam bién la considera palabra gallega (Obras,
palo pequeños, clavados junto a las hustagas de ed. 1943, p. 1490). Es popular, sin embargo, en
cada banda, porque no corran para ninguna parte» algunas zonas de lengua castellana: Astorga toyo
(Instr. Náutica, f° 154 v°), y en la definición del (A. G arrote) con el tratam iento propiamente leo­
dragante: «trogo de madera gruessó, fixo en el 30 nés (y cast.) de la consonante, m ientras que el
espolón de vabor a estribor, con dos tohinos o ta­ toxu del ast. de Rato tiene ya el tratam iento ga­
cos de palo a los lados, que forman y hazen hueco llego y leonés occid. G . de Segovia escribía tojo
donde encaxa y asienta el bauprés» (141r°). E n el con -j- sonora, mientras que A ut. da ya la grafía
Arte para fabricar naos de T h . Cano (1611): «tor­ agallegada toxo; por lo demás falta en los dicc.
nando a los maderos de cuenta, se a de advertir 35 clásicos y preclásicos. Ya en los Castigos de D.
que en los que caen en la medianía donde a de Sancho (p. 60) leemos «tal es el viejo desque
asentar la carlinga, que serán como ocho made­ pierde vergüenza como el toxo desque es que­
ros, an de quedar de ellos mesmos unos tohinos, mado», pero sólo está así en el ms. E, del S. XV
de uno y otro lado...» (Jal, 1459b). Falta en A ut. (el ms. C trae él cepo), y este ms. trae bastantes
y dicc. clásicos, pero ya está en Acad. 1817, es­ 40 galleguismos del copista (V. m i reseña de la ed.
crito togino, con las tres acs. conservadas hasta la Rey en N R F H ): la -x- será, pues, un caso tem pra­
ed. actual (sólo en la últim a se mejoró cambiando no de fonética gallega. O tra zona de popularidad,
«especie de muesca o diente que se hace...» por donde impera un derivado, la forma el aragonés,
«taco de madera que se clava...»). Para la forma que dice toyaga (o, mal escrito, tollaga), como
de las varias especies de tojinos V. los grabados 45 nombre de la planta erizo (Borao); en Segorbe
de Jal, 1428b: siempre se trata de una especie de tollaga fué recogido por Rojas Clemente (Colmeiro
tacos de cabeza ancha, a veces mucho, clavados II, 30); como tojo de Huelva está en M áximo L a­
en el maderamen o en los penóles y destinados a guna (Colmeiro II, 29). T am bién fué popular, en
sujetar o apoyar algo. Claro que no tiene que ver efecto, en el mozárabe del Sur de España, donde
con el nom bre francés taquet, como parece suge­ 50 túyyu , túyu y tú y se encuentran ya en el anónimo
rir la Acad. Pero se tratará de u n diminutivo leo­ sevillano de h. 1100 como nombres romances equi­
nés en -ino del vocablo tufo: estamos, pues, ante valentes al hispanoár. ga^laq (V. A U L A G A ) (Asín,
una denominación nacida en la costa Cantábrica, p. 362), y ?u yu en Abenalbéitar como nom bre de
con la pronunciación aspirada de la h que es pro­ una especie de genista (Simonet, s. v.). N o hay
pia de Santander y Oriente de A sturias; de he­ 55 confusión posible, botánica ni etimológicamente
cho tufo tiene acs. más amplias que en castellano con la atocha o esparto (contra lo que hace Si­
en todo el Noroeste pen in su lar: en portugués monet, seguido por M . P., Oríg., p. 196), pues
«preem inencia; m ontículo; saliéncia formada pe­ el nombre de éste procede de una base m uy di­
los tecidos de um vestuário; utensilio de espin- ferente * t a u c i a ; en nuestro caso las formas ga-
gardeiro; válvula de ferro nos fornos de fundi- «• Uegoportuguesas y gasconas prueban que no hay

V. — 34

m
diptongo. En portugués, tojo, y en gallego, toxo D e r iv . Tojal.

(Sarm. CaG. 100r, etc., p. 553, Castelao 24.27, 1 M i sugestión de V R om . II, 156, diminutivo
156.10), son la denominación general de esta planta. vasco *otoi de ote, ya no me parece probable,
Escrito togios ya se encuentra en las Inquisitiones pues el port. tojo supone que la base rom aniza­
de 1258, el derivado tojal en cuatro pasajes del 5 da * t< ? j u hubo de tener esta forma desde tiem­
mismo texto (escrito toihal y togial), y togeiro ya pos m uy rem otos, y se cree que el vasco -oi es
en 1099 (vid. Cortesao). préstam o alterado del lat. - o n e m . — 2 N o TOju,
Por otra parte la voz que estamos estudiando como im prim e Bourciez, que habría dado tueyo
reaparece como femenina en otra zona ibérica más en leonés y en gascón. U n origen céltico no se­
allá de los P irineos: bearn., land., bord. toujo, 10 ría imposible geográficamente, aunque no es ve­
cuyo parentesco con la voz hispánica ya subrayó rosímil a causa de toyaga. N o puede tratarse de
Bourciez (B . H isp., 1901, II I, 327), y con carác­ t o g i u s , aunque sea verdad que este nom bre de
ter interm itente el derivado se prolonga todo a lo persona galo signifique ’agradable’ como el irl.
largo de la vertiente N orte de los P irineos: Ariége toig, al cual lo equiparan Stokes-Bezz. 12-i, y
toujaco, N arbona lujado (Rohlfs, Z R P h. X L V II, 15 D ottin, L a Langue Gauloise, p. 292, y aunque
4 0 6 -7 ; BliZRPh. LXX XV , § 25). Bibliografía acer­ esta denominación por antífrasis convendría a la
ca del gasc. toujo, en M . Herschel, Z ur Sprach- aliaga (he oído en el Valle de Arán la compara­
geogr. Südwestgalliens, 25. U n testimonio tem pra­ ción vulgar dós o grados com ua jauba ’agrada­
no encontramos en el nom bre Ponasí des Toiar, ble como la aliaga’) : si esta ecuación etimoló­
en el depto. del G ers, segunda mitad S. X I (Lu- 20 gica es exacta, t o g i u s , a juzgar por el vocalismo
chaire, Recueil, p. 99 ). L a forma del Ariége tou­ irlandés, habría de tener O, y las formas rom an­
jaco y la arag. toyaga contienen el sufijo colectivo ces suponen o cerrada; además Pedersen, Vgl.
ibero-vasco - a c a , - a g a , que reaparece en el colec­ Gramm. II, 666-7, rechaza aquella etimología y
tivo vasco otaca registrado para el nombre de esta ve en toig la contracción de u n compuesto muy
planta por Bowles ( 1 7 7 5 : Colmeiro II, 27). 25 diferente.— 3 Tojo, nom bre del tunduque en Ju-
E l su fijo , c o m o o b s e rv a ro n R o h lfs y M -L . ( R E W 3 juy (Norte argentino) (Fausto Burgos, L a Prensa
88 1 8 a) o rie n ta in e q u ív o c a m e n te la b ú s q u e d a e ti­ de B. A ., 23-X I-1941; Carrizo, Canc. de Jujuy
m o ló g ica h a c ia el c o m p le jo p r e rr o m a n o ib e ro -v a s ­ s. v.), quizá indigenismo, no tiene relación con el
c o ; s u g irió R o h lfs q u e e s ta m o s a n te u n a v a ria n te nom bre de planta. Tam poco hay relación con
d e l n o m b r e v asco a c tu a l ote, y este lin g ü is ta o p i­ 30 ATOCHA.
n a b a q u e e n la fo rm a a r tic u la d a otea, q u e ta m b ié n
a p a re c e co m o ota y otia (C o lm e iro ), p u d o p r o d u ­ Tojo ’árbol hueco’, V. dujo
c irse u n a m e tá te s is otya > toya, q u e e x p licaría el
n o m b re ro m a n c e . C la ro q u e n o se h a n e s tu d ia d o T O L A , arg., boliv., chil., per., ’Lepidophyllum
b a s ta n te b ie n las ley es d e la m e tá te s is v asca, fe ­ 35 triangulare’, parece ser voz aimará. 1.a doc.: 1869,
n ó m e n o a l q u e este id io m a es e x tra o rd in a ria m e n ­ T schudi (en Friederici, A m . W b., 308a).
te p r o p e n s o ; p e r o e sto y c o n fo rm e c o n B á h r Es planta y voz m uy típica del N orte argentino,
(ZRPh. L , 7 5 5 ) e n q u e u n a m e tá te s is d e este tip o San Ju an 1, Catamarca2, T ucum án3, etc.; en San
e stá r e ñ id a c o n las fó rm u la s n o rm a le s d e este fe ­ Juan se emplea tam bién la forma repetida, tan em­
n ó m e n o . D u d o m u c h o , p u e s , q u e el a c ie rto d e 40 pleada como colectivo en los indigenism os: «la
R o h lfs fu e se t o t a l ; ta m b ié n c a b ría id e a r o tro s c a ­ quebrada tenía allí u n color verde-negro; estaba
m in o s (oteaga > *etoaga > *etoyaga, c o m o tua cubierta de cebadilla, de tomillos y de tola-tola,
> tuya, y d e allí e x tra íd o n u e v a m e n te e l p r im iti­ cuyas flores de diferentes matices... producían un
v o ; e tc .), o p u e d e tr a ta rs e d e u n a f o rm a ib é ric a espectáculo admirable». (Borcosque, A través de la
e m p a r e n ta d a m á s d e lejo s c o n e l v asco ote1. S ea 45 Cordillera, p. 60). Según los informantes de M a-
c o m o q u ie ra , es s e g u ro q u e las fo rm a s ro m a n c e s laret se emplea tam bién en Bolivia4. E n el Norte
c o in c id e n e n p o s tu la r u n a b a s e * t o ju (o * to ja m á s de Chile, Atacama, designa la Baccharis Tola o
allá d e l P irin e o ) 2. O tro s in te n to s etim o ló g ico s Baccharis Santelicis; en cuanto a tola blanca, nom ­
m u e s tr a n d e s o rie n ta c ió n : la b ase TOxícus ’v e n e n o ­ bre en Aconcagua de la Proustia Pyrifolia, planta
s o ’ d e B a ist (ZRPh. V , 561), q u e ta m p o c o c o n v ie ­ 50 voluble cuyos troncos se descascaran, chileno co­
n e p o r el s e n tid o , fo n é tic a m e n te es im p o sib le . m ún trola ’pedazo de corteza de árboles’, etc., es
W a r tb u r g (A S N S L C X L , 156), c e d ie n d o a su te o ­ palabra de origen araucano tholov ’cosa cóncava
r ía fa v o rita d e l in flu jo g rieg o , y fijá n d o se en- el como teja o corteza de árbol’ (comp. chollov ’ser
p ro v . ro d a n é s tueis, tui, ’te jo ’ (M is tra l), q u ie r e p a r ­ cóncavo’ Lenz, Dicc., 743-4), pero la tola de Ata-
t i r d e l g r. 0 ó a 3 0 ú ioc, ’tu y a ’, lo c u a l es a c e p ta b le , 55 cama, Bolivia y N orte argentino es una planta di­
e n c a lid a d d e c u ltis m o b o tá n ic o , p o r lo q u e hace ferente, cuyo nom bre desde luego no puede ser
a l p ro v . tui (y c o n c ru c e d e ta x u s > tueis), p u e s ­ idéntico, contra lo que sugiere Lenz, al de la trola
t o q u e el te jo y la tu y a so n d o s á rb o le s c o n ife ro s, chilena, pues en aquellas zonas septentrionales no
p e r o es id e a e x tra ñ a c r e e r q u e u n n o m b r e d e la hay araucanismos. Según Lafone, en el Perú tola
au la g a p u e d e v e n ir d e l d e u n a esp ecie d e c ip ré s 3. «• designa otro arbusto, la Baccharis Incarum , que
como el Lepidophyllum es bueno para hacer leña. Aunque ajeno a los demás romances (port. tolano
La repartición geográfica del vocablo indica ori-. es castellanismo reciente), y descuidado por los
gen quichua o aimará, y Abregú fs v. hierba) cita etimologistas (incluso M -L ., R E W 3, y Acad.), el
ttola entre los nombres aimaraes de plantas, de origen de tolano es evidente, como indicaron Brüch
suerte que el vocablo figurará ya en el dicc. aima- 5 (V K R II I, 83) y M . L . W agner (R F E X X I, 231):
rá de Bertonio (1618). L a palabra no está en L i- lat. t o l e s ’hinchazón de las amígdalas’, documen­
zondo Borda, ni en los dicc. quichuas de G onz. tado ya en Vegecio, y definido por F esto: «tumor
de Holguín y L ira ; L obato sólo da tola ’palo in faucibus, quae per deminutionem tonsillae vo-
puntiagudo con el que golpean los cogollos de la cantur» (490.9), y por San Isidoro: atoles Gallica
cabuya’. lingua dicuntur, quas vulgo per dim inutionem tu-
10
D e r i v . Tolar ’lugar donde abunda la tola’3. T o-sillas vocant, quae in faucibus turgescere solent»
lilla en Atacama ’Fabiana denudata’ (Lenz). (Etym . X I, i, 57). L a afirmación de San Isidoro
1 Rogelio Díaz, Toponim ia Geográfica de la de que sea de origen galo es increíble (aunque
Provincia de San Juan, p. 39.— 2 Lafone Queve- la admitan sin pruebas D ottin, L a Langue Gauloi-
do, Tesoro de Catamarqueñismos, s. v.— '« L e ­ 15 se, 292, y Brüch, l. c.), pues es evidente que to-
vantando la voz canta el llagto andariego, que silla es dim inutivo latino de toles, procedente sin
entre las ramas olorosas de la tola se esconde», duda de u n antiguo *tosles, comp. maxilla dim inu­
fa u sto Burgos, L a Prensa de B. A ., 15-IX-1940; tivo de mala, axilla de ala, taxillum de tálum, pau-
tam bién ibid. 25-VIII-1940.— ‘ Supl., s. v. En xillum de pau(l)lum; ahora b ie n ,. tosilla, que San
cuanto a la afirmación del Dicc. del mismo de 20 Isidoro escribe acertadamente sin n, aunque lo co­
que es usual en el Perú, no sé en qué se funda: m ún es la grafía ultracorrecta tonsilla (por reacción
falta en Arona.— 5 «Verdinegros, tupidos y fra­ contra la pronunciación tosus por tonsus, cosul por
gantes tolares», «un tolar, otro tolar, otros y cónsul, etc.), es palabra m uy conocida en latín,
otros en la dilatada puna amurallada de peñas» desde Cicerón. Otros representantes romances de
Fausto Burgos, L a Prensa de B. A ., 15-IX-1940, 25 t o l e s son el sardo sept. tuleddos ’inflamación de

25-VIII-1940. las amígdalas’, sic., calabr. tuli (el sic. tuli ya se


documenta en el S. XIV, traducido «toles», W ag­
T O L A N O , derivado romance del lat. t o l e s ner, ZRPh. L X IV , 167), napol. letur?, también
’hinchazón de las amígdalas’. 1.a doc.: princ. it. ant. tulo «tumore delle fauci», vid. Wagner
S. XV, J. A. de Baena. 30 l. c., y Studien ü. d. sard. Wortschatz, 95. La
En una pieza satírica contra Villasandino habla forma española vendrá de una formación adjetiva
de un «muy sotil escrivano / que trabaja noche t u m o r * t o l a n u s . Cornu, GGr. I, § 25, supuso
e día I ... I por pitarvos el tolano / en la ssu ryca que el port. tolo ’necio’, venga de t o l e s , pasando
escritura» (Canc. n.° 180, v. 15): imagino que de la idea de ’bocio’ a la de ’idiota’, etimología
pitarnos será errata por pintarvos y que esta frase 35 ingeniosa sobre la cual no es fácil pronunciarse;
significará ’poneros de vuelta y media’, ’pintaros nótese, sin embargo, que el vocablo portugués ha­
como un idiota con bocio, o como un animal con bría de proceder de t o l l e s , variante documentada
tolanos’. Está tam bién en la Pícara Justina (Fcha.) en ciertos mss. de San Isidoro, pero sin duda m e­
y se encuentra en dicc. desde Percivale (1591) «a nos autorizada y debida a una etimología popular,
disease of horses or kine called the lampas», Oudin 40 quizá puram ente gráfica, que viera en el vocablo
«tolano de las bestias: hava de las bestias en la un derivado de t o l l e r e ’levantar’ : no dejaría de
boca, une enfleure qui vient au palais des ani- ser algo extraño que el castellano y el portugués
maux, le lampas», Covarr. «tolanos, enfermedad procedieran de dos variantes latinas diferentes.
de bestias, causada en las encías, de la abundan­ Comp. T U L L ID O '.
cia de sangre, con que se levanta el pellejo, y no 45 Desde luego tolanos no viene del lat. t ü t ü l u s
les dexa com er...»; A ut. copia a Covarr. Pero no ’tupé’, pese a G dD D 6939a, entre otras razones
sólo era de bestias, pues tam bién se aplicaba al porque la ac. ’pelos del cogote’, que llega a tener
hom bre: « ¡ M alhaya la boca que tal d ijo ! / Es­ el cast. tolanos, es muy secundaria.
cupa sí no quiere / que le nazcan vejigas, tola­ D e r i v . Tolones ’tolanos’ and. [Aut.].
nos, sabañones, / sarampión, sarpullido, sam a y 50 ' Tolo ’necio, atolondrado’ se extiende al Bierzo
tiña» Quiñones de B. (N B A E X V III, 700). A ut. (G. Rey), y según la Acad. a León y Asturias
registra además la ac. «los pelillos cortos que nacen (así Acad. 1884; por error se da en eds. recien­
en el cogote: es voz del estilo baxo». Se trata tes de la Acad. como equivalente de tolondro
evidentemente de una comparación pintoresca de ’chichón’). E n ast. occid. dicen con fonética cas­
la plebe, entre el descuidado que se deja crecer el 55 tellana tollo o toyo (Acevedo-Fz.).
pelo en el pescuezo y el animal viejo y abando­
nado, lleno de tolanos. Rato registra como astu­ T O L D O , probablemente de una forma germá­
rianas esta ac. y la veterinaria. En Santo D om in­ nica afín al neerl. med. telt, a. alem. ant. zélt, es-
go un derivado paralelo, tolaina, se aplica a otro cand. ant. tjald ’tienda’; parece tratarse de tina
bulto, el escroto (Brito). M voz primitivamente náutica, tomada del germánico
por conducto del fr. ant. y dial, liait, taud ’tolda Náutica Trágico-Marítima (citas de M oraes); «cin­
de barco’, cuando éste todavía se pronunciaba co galés muito grandes, co seus bastardos quartea-
tçy.t y castellanizado según el modelo de réchaud dos de verde e roxo, et muytas bandeiras por cima
= rescoldo, faute = falta. 1.a doc.: tolda, med. dos toldos» en M endes Pinto (h. 1550), Jal s. v.;
S. XV, Juan de D ueñas; toldo, 1585, Góngora. 5 «por causa do ardor do Sol... mandou-a Affonso
L a documentación tem prana en cast., y toda­ d’Alboquerque toldar com vélas das náos, que deu
vía más en port., es de procedencia náutica. En a vida a todos» Joao de Barros, «ha tambem outras
Juan de D ueñas (Canc. de Stúñiga, p. 121) se tra­ embarcaçôes toldadas de seda» M endes P into (ci­
ta de la tolda de un navio; F r. íñigo de M en­ tas de D . Vieira). Con sentido náutico pasó tolda
doza (h. 1480) escribió «el navio asy toldado» 10 al italiano «certo tavolato delle nave», m uy frecuen­
(.N B A E X IX , 72); García de Palacio (1587): «en te en el S. X V II y en versiones del portugués
la cabeça deste tim ón se encaxará un palo... el desde 1578, toldo «padiglione náutico» en obras
qual llaman comúnm ente caña, y quando la nave de igual carácter de este mismo siglo (Zaccaria).
se govierna sobre la tolda, se le añade a esta pun­ Toldo se emplea tam bién en catalán, pero sdntido
ta de la caña otro palo más delgado con que la 15 generalmente como castellanismo.
mueven», «han de llegar hasta el prim er tercio del E n cuanto al origen, admitió Diez, siguiendo las
bauprés, donde passarán por u n motón gruesso de huellas de Covarr., que venía del lat. tholus ’cú­
dos roldanas, y de allí corren a Ja tolda de proa» pula o bóveda de un edificio’, y para la d com­
(Instr. N áut., 93r°, 103v°). D e toldo hay algún ej. paraba con hum ilde de hünñlis; pero Baist recha­
algo más tem prano, pero de una nave se trata en 20 zó la idea con razón (Z R P h . V II, 123) porque hu­
T h . Cano (1611): «salid de debaxo de ese toldo, m ilde debe su d a humildad y aquí no se expli­
que dos grandes vuestros enemigos os vienen a caría tal epéntesis' ; además hay otras dificultades
buscar» (Jal, s. v.). Entoldar los castells de la ñau fonéticas, y la idea tampoco conviene en el as­
está en Tirant lo Blanc, h. 1460 (ed. Riquer, p. pecto semántico; suponer un lat. * t h ó l ! d a deriva­
232). 25 do de esta voz grecolatina, como quisiera Alessio,
Por este carácter de voz náutica se explica It. Dial. X II, 206-7, es completamente arbitrario.
precisamente que el vocablo falte en los léxicos M ás especiosa era la sugestión de Dozy,
más tem pranos : los glos. de h. 1400, APal., N ebr., Gloss., 351, de partir del ár. zúlla «auvent», «es­
C. de las Casas. Es fácil comprender, sin embargo, trade à l’ombre», «couverture», que es clásico con
que pronto se generalizase el significado, de lo 30 estos sentidos y se encuentra en Almacarí, m arro­
cual empezamos a encontrar testimonios a fines del quí del S. X V II; Steiger, Contrib., 170-ln., apo­
S. X VI : «sacra planta de Alcides, cuia rama / ya la idea observando que hoy en Argelia vale
fué toldo de la ierba» en poesía de Góngora escrita «voûte d ’un passage dont l’une des extrémités re­
en 1585 (ed. Foulché I, 69), y otras posteriores pose sur une maison, et l’autre extrémité sur une
del mismo poeta : «llamando al cielo tabernáculo 35 autre maison ou sur des piliers élevés dans la rue»
y tienda o toldo que puso Dios» J. de Acosta (Beaussier), y que mazálla vale precisamente ’tol­
(.A u t.) ; «cuando los negros gigantes / plegando do’ y otros derivados de la misma raíz tienen acs.
funestos toldos, / ya del crepúsculo huyen, / semejantes. T odo esto es indudable, aunque só' .-
tropezando unos con otros» T irso (Burlador I, prueba que zúlla p u d o haber significado ’toldo’
280), es decir ’al alba’; «toldo: a pavilion, a tent» 40 en España, no que de hecho tuvo este sentido, pues
Percivale (1591); «un dais qui est le ciel qui se más bien nos consta que lo único que significaba
m et au dessus d ’un siège de Roy ou Prince ; en hispanoárabe era ’chimenea’ (R. M artí, PAlc.) :
tapisserie, pavillon, tente, tenture, parure, orne­ claro está que por la campana de la chimenea.
m ent, bonne couche ; díxome con mucho toldo: Tam bién es verdad que una voz arábiga en 11 ha­
il me dit avec une grande arrogance et orgueil, 45 bría dado Id en cast. y port., y que la u tras la
fièrement» (Oudin) : se refiere con esto al pasaje enfática z se pronunciaba o, pero en cambio hay
del G. de Alfarache: «como si fuera la primera vez que proclamar que una z no podía convertirse
que nos viéramos, me dijo con mucho toldo: en t, pues se trataba de una sonora bien marcada,
— Bien, ¿qué dice agora poca ropa?» (C l. C. II, y las transcripciones alfonsíes, de PAlc. y de la
56.13); era ac. algo germanesca («gravedad, en- 50 doctrina en árabe valenciano son unánim es en im i­
tonamiento» en Juan Hidalgo), alusiva al dosel o tar el sonido de la z por d: precisamente los mate­
palio de los príncipes. riales reunidos tan oportunam ente por Steiger (pp.
Análogamente en portugués : «toldo: tolda de 169-173) dem uestran que la etimología zulla >
barco, que cobre as ruas ou praças do Sol», «tol­ tolda es fonéticamente inadmisible2, y podemos
da:: obra de panno que cobre os barcos, e n a­ 55 descartarla definitivamente.
vios para abrigar do Sol e chuva a quem vai sobre La etimología real la indicó Baist en 1903 (Z. f.
a coberta», y el verbo toldar «cobrir com tolda o deutsche W ortforschung IV, 259-60; KJRPh.
navio, etc.», con varios ejs. clásicos desde el V III, 208)’, aunque todavía no ha pasado a los dic­
S. X VI, entre ellos éste, que es el más antiguo : cionarios etimológicos. Tiald y taud se encuentran
«dia toldado de muita nebrina» en la Historia «0 en francés antiguo y dialectalmente como voces
náuticas para designar precisamente la tolda de las bía de tender a nacionalizar estos diptongos en y
naves : no son voces frecuentes, pero ello se ex­ cambiando este fonema en l, y así era .natural la
plica precisamente por su carácter náutico. Está adaptación de taud ( = tQUt) en toldo (por lo de­
ya la primera variante en la arcaica Vie de Saint más la l todavía no se había mudado en u en
Gile (930) : «mult par agreient ben lur nef : / 5 N orm andía en el S. X I, cuando se conquistó In ­
font un tialz dessus le tref». Jal cita taud y el glaterra, y por lo tanto sería posible que u n tealt
femenino taude, aquél en Willaumez (1825), éste con a muy velarizada fuese simplificado en toldo
en G randpré (1829): «tenté faite d ’une grosse toile si se tomó en esta época).
goudronnée ou peinte q u ’on établit au-dessus des U na variante de esta etimología propone G a-
barques pendant la nuit, ou quand il pleut...» 10 millscheg (R. G. I, p. 384) suponiendo que toldo
(Jal, s. v.); hay variante dialectal teu «une espèce sea germanismo español autóctono, partiendo de
de dôme que les pescheurs de Terre-N euve m et­ un hipotético gót. * t u l d , herm ano de las voces
tent sur le baril dans lequel ils sont pour pescher germánicas citadas. Pero esto es bastante menos
la morue et se garantir des pluies et bruines qui verosímil: 1.° porque esta forma es doblemente
sont continuelles sur le grand banc» (1667), Jal, 15 hipotética: no sólo esta raíz no está documentada
s. v. Y de un fr. arcaico telt, antecedente de esta en gótico, sino que a las formas germánicas ci­
variante, ha de salir el bret. telt id. En cuanto tadas habría de responder el gótico con u n * t i l d ,
al étimo, indica Baist, y ello es evidente, que es y la forma supuesta por Gamillscheg sería una va­
germánico, aunque vacila entre el escand. ant. riante apofónica con vocalismo distinto, no ates­
tjald ’tienda’, ’cortina’, y el fránc. tëld (comp- 20 tiguada en ninguna lengua germ ánica; 2.° el cast.
neerl. med. telt, neerl. ant. y ags. geteld ’cortina’, y el port. no poseen términos náuticos de origen
’cubierta’, ’tienda’, a. alem. ant. zëlt, gizëlt, alem. gótico, ni en general tienen germanismos autóc­
mod. zelt ’tienda’). Realmente es imposible deci­ tonos en este compartimiento de su vocabulario,
dir terminantem ente entre los dos orígenes, pues sino todos tomados por conducto del francés.
si la evolución de tëld hacia teaud —y luego tiaud 25 D e r i v . Tolda (V. arriba); toldilla. Toldillo; en
(o tialz) o bien taud— es regular, tam bién es con­ América ’mosquitero’ [1688], vid. Cuervo, D isq.,
cebible que el grupo escandinavo jal fuese asimila­ 1950, .305. Toldar ’poner colgaduras a una casa’
do al diptongo del francés arcaico ea ante l (como [S. X V I, Juan Aragonés, Rivad. I I I , 168], gnía.
beals ’hermoso’, luego beaus), de sonido tan ve­ ’vestir’ (en romance anónimo publ. p. J. Hidalgo,
cino; verdaderamente en escand. es grande la anti­ 30 R H X III, 43), ’cubrir o aderezar’ (Juan Hidalgo);
güedad y arraigo del vocablo, derivado del verbo más común es entoldar (ya Santillana: «todas las
débil esc. ant. tjalda ’tapizar’, ’armar una tienda’, naves fueron entoldadas» según Agustín del Cam­
de donde isl. ant. tjald ’tienda de campaña’, ’tolda po; A ut.); entoldado (en Cuba toldado, Ca., 192).
en una nave’, ’colgadura, tapiz’, ñor. tjeld, dan. Toldero; toldería (para el uso arg., Tiscornia, M .
ant. tjald, mod. telt, sueco talt (aunque está tam ­ 35 Fierro coment., s. v.). Gall. toldao ’medida de grano
bién en las lenguas occidentales : ags. teld, ingl. de medio fetrado’ oído por Sarm. hacia Tom onde,
tilt, a. al. ant. zelt, verbo ags. beteldan ’cubrir, en­ y en un doc. de Tenorio (ambos al E. de Ponteve­
volver’) (Kahle, Aisl. Elb., p. 225a; Falk-Torp dra), de 1454, se lee «tantas toldadas de grano»
s. v. telt). Ya hace tiempo que se sabe que de este (CaG. 131i>, 234t>), lo cual parecería un derivado
étimo procede el verbo francés ant. tauder o 40 de toldo, pero como no se explicaría bien el sentido
taudir ’cubrir’, bastante frecuente (God.), del cual y -ao en gall. no puede salir de - a t u sino de - a n u ,
deriva el moderno taudis, ’chiribitil’. tendrá razón Sarm. al adm itir que se trata de
En cuanto a la explicación fonética de las fo r­ toldano, la conocida forma sincopada del deriv.
mas iberorromances, vacilaba Baist, pero sugería de Toledo, o sea celemín toledano: toldada <
que taua (pron. to) pudo cambiarse en toldo en 45 tolda-ada.
Asturias, bajo el modelo de formas leonesas como 1 Si existiera una variante thollus, y el vocablo
coido = cast. codo. Mas éste es un caso algo raro, fuese culto, podría haber el tratam iento de cel­
y por ello me parece preferible, y así lo exige la da < celia, etc.; pero realmente no hay tal
aparición de tolda ya en el S. XV, admitir que el thollus, ni en los clásicos ni en las glosas ni en
vocablo pasó al iberorromance cuando el diptongo 50 latín medieval.— 2 L a única excepción sería el
francés todavía se pronunciaba como tal; consta en cast. ant. albatara ’enfermedad que da a las m u­
efecto por los gramáticos que el diptongo au toda­ jeres a la boca del útero’, del ár. bazára ’carnosi­
vía tenía algo de pronunciación diptongada a p ri­ dad a ambos lados de la vulva’; pero como ya
meros del S. X VI, y aunque estos gramáticos lo observó Baist se trata de u n tecnicismo médico y
representan en forma aproximada por ao, no hay 55 raro, en el que se leyó erróneamente t en vez
duda que el prim er elemento debía estar fuerte­ de ?. Recuérdese que estas dos letras son igua­
mente velarizado y sería más bien çy. o quizá au; les en el alfabeto árabe, diferenciándolas sólo el
ahora bien, los casos como réchaud = rescoldo, punto diacrítico que se agrega a la última.—
chaudière = caldera, goujre = golfo, faute = falta 1 Reproducida últim amente por Giese, Litbl. L V I,
eran tan numerosos que todo hispanohablante ha­ 60 187.
Tole, tolena, tolerable, toleración, tolerancia, to­ torondo, S. X III, L . de los Cavallos, 44.16, 50.12;
lerante, tolerantismo, tolerar, V. tullir id., 1386, Lz. de Ayala.
E n su L ibro de la Caza lo aplica este autor a
T O L E T E , del fr. tolet y éste del germ ánico: un tum or o hinchazón morbosa que se desarrolla
probablemente del escand. ant. thollr id., aunque 5 en una ave (p. 271). Es probable que no sea pos­
también se pudo tom ar del ingl. med. tholle (hoy terior el autor de la traducción bíblica conserva­
thole). 1.a doc.: 1587, García de Palacio. da en el ms. escurialense I-j-3 (copiado en el
En su Instrucción Náutica: «estacas y escálamos S. XV), donde se lee «pecilgo e toronto e ferida
son los palos en que se haze fuerza en el batel tierna» (cita de M . P.). L a forma torondo o torcn-
para rem ar, y quando son dos, y se m ete en m e­ 10 dón, muy extendida antiguamente, es de todos
dio el remo, se llaman toletes: y quando es uno modos la prim itiv a: utorondón: tuber» registra
solo le ponen un mecate atado, y éste se llama N ebr. (s. v., otra vez s. v. hinchar); en la 2.a m i­
estropo» (142v°), «toletes o escálamos, son los que tad del S. X V I leemos a topa torondos como equi­
ponen en el borde del batel o chalupa de dos en valente de la locución a topa tolondro, en Balta­
dos, en sus agujeros, entre los quales m eten el re­ 15 sar del Alcázar (ed. Rdz. M arín, p. 292), y de
mo, o haze fuerga contra ellos para bogar» (156r°). torondón se forma el derivado atorondonado que
A ut.: «en la náutica son unos pedazos de palo, aparece por las mismas fechas en Juan de Caste­
como de a tercia, redondos, y por medio más llanos : «desgarrados los cueros y pellicos, / las
gruessos, que se ponen en las chumaceras del bor­ cabezas bien atorondcmadas» (Elegías de V. Ilus­
do de la lancha, donde ponen los estrobos para los 20 tres, p. 408b); hasta hoy sigue diciéndose toron­
rem o s: Vocab. M arit. de Sevilla». H oy no sé que dón por «bulto o chichón en el cuerpo... por efec­
se mantenga la distinción entre tolete y escálamo to de u n golpe» en Canarias (M illares)1. D e to­
que indica G . de Palacio. M ás bien parece haber rondo por repercusión de la r y disimilación sub­
separación geográfica: en términos generales es­ siguiente resultó tolondro, con el derivado tolon­
cálamo parece ser voz m editerránea, mientras que 25 drón: encontramos aquél en la Biblia judía de F e­
tolete es lo que he oído en la costa chilena, y es rrara (1553) y en la de Constantinopla (B R AE
lo que se emplea en Cuba, creo en toda América, II I, 189), y tolondrón es palabra corriente desde
y quizá en la Costa Cantábrica. L o mismo que el med. S. X V I hasta la actualidad; está ya en el
port. tolete, se tom ó del fr. tolet, documentado Lazarillo (Cl. C-, p. 44) y en el Rinconete y Cor­
desde 1611. E n vista de esta fecha tardía se po­ 30 tadillo: «venía descabellada y la cara llena de to­
dría dudar de que el étimo sea el escand. ant. londrones» (Cl. C., p. 186). En portugués tolon-
thollr id. (como indicó Falk, W'S IV, 71, y se ad­ tro «a túbara [’turm a, criadilla’], carolo [’hueso
mite generalmente), y sospechar que venga más de fruta’]» (Moraes, quien lo cita de Bento Pe-
bien de Inglaterra, donde el vocablo se documenta reira, med. S. X V II), acs. a las cuales D. Vieira
desde principios del S. V III (N E D , s. v. thole). 35 y Fig. agregan la cast. «tum or produzido por con-
Sin embargo, como el español hubo de tomarlo tusáo»; esta -t- de la terminación, que recuerda
necesariamente del francés, y no obstante en Es­ la forma de la Biblia escurialense, ha de ser se­
paña se documenta unos 25 años antes que en cundaria, debida quizá a la contaminación de otrn
Francia, es seguro que la fecha de 1611 no corres­ palabra (¿tonto, atontar?), o a una asimilación con-
ponde a la realidad, y vocablo de esta clase es 40 sonántica2.
muy fácil que llevara vida oculta por varios si­ E n cuanto a la etimología, ya el Padre Sar­
glos sin aparecer en literatura. En Cuba (Ca., miento en el S. X V III (B R A E X V II, p. 728)
107) y demás países ribereños del Caribe el vo­ vió que había relación con el lat. t u r u n d a , y esta
cablo toma además el sentido de ’porra, garrote idea han confirmado y repetido otros etimologis-
corto’. 45 ra s: C ornu (G Gr. I, § 145), C. Michaélis (R L
D e r i v . Toletazo c u b . ’g o l p e d a d o c o n u n tolete X III, 417) y yo mismo (A IL C I, 155n.). M e pare­
o p o r r a ’ (Ca., 107). Toletari c u b . ’a g e n t e d e p o ­ ce indudable, pues t u r u n d a designa en latín varios
l i c í a a r m a d o d e p o r r a ’ (Ca., 186; s u f i j o i m i t a d o d e l objetos en forma de b u lto : una especie de buñue­
d e pelotari, p o r h a b e r s e i n t r o d u c i d o e l t o l e t e d e lo o albóndiga que se hace para dar de comer a
la policía y el juego d e la pelota vasca por el mismo 50 las aves (así ya en Catón y Varrón), u n bollo que
tiempo). se ofrecía en sacrificio a los dioses, u n bulto de
hilas que se coloca dentro de una herida para fa­
Tolmera, tolmo, V. tormo Tolo, tolón,' V. cilitar la supuración, o sea lo que todavía llaman
tolano torunda los cirujanos modernos3. Además, junto a
55 t u r u n d a , que es la forma más común, se encuentra

T O L O N D R O y T O L O N D R Ó N , ’chichón’, al­ alguna vez t u r u n d u s , en M arcelo Empírico y en


teración del antiguo torondo, y éste del lat. tardío los Excerpta ex Glossario Eynardi («turundus est
TURÜNDUS, variante del lat. t u r u n d a ’bollo’, ’b u ­ pañis», trasm itido en ms. del S. X I, C C T. V,
ñuelo’, ’bulto de hilas que se coloca dentro de 624.19). Las u u de estos vocablos eran indudable­
una herida para facilitar la supuración’. 1.a doc.: 60 mente breves, como lo comprueban la grafía to­
runda de las glosas, y la forma milanesa toronda rus (II, 506, 509) se da, en efecto, este nom bre
(.R E W 9011)1. no sólo al Odontaspis Ferox Ag. (cat. solraig)‘,
Otras etimologías no son posibles: M. P. (Rom. perteneciente a la misma familia de los lámnidos,
X X IX , 373) suponía fuese derivado del lat. t o r u s de que forma parte el tiburón, sino tam bién a la
’hinchazón’, lo que no es aceptable, pues u n sufijo 5 lija Squalus canícula L ., perteneciente a una fa­
- u n d u s denominal no existe en latín, ni menos milia afín, la de los escüidos. M edina Conde (p.
un sufijo -ondo en romance. Spitzer (RFE X III, 265), que recoge los nombres de peces usuales en
121n.) dice vagamente que es onomatopéyico, en Málaga, dice que es «pescado saxátil, muy seme­
desacuerdo con la compleja estructura del voca­ jante al cazón, del que sólo difiere en el tam año
blo. 10 y color, y en ser más delgado, pardusco en el lo­
Comp. chilindrón, s. v. C H IL IN D R IN A . mo y blanco por el vientre, y salpicado aquél de
1 Covarrubias, s. v. chichón, da tolondrón o manchas negras como lentejas... tiene dos púas
torondrón, y como propio de Valencia (?) toron- triangulares en el lom o...» y agrega que por allá
do; la grafía tolodrón que se lee en el lugar alfa­ le dan tam bién el nom bre de galludo. E n portu­
bético es errata por torodrón del ms. original.— 15 gués no parece ser nom bre arraigado, al menos
2 C. Michaélis piensa en el port. encontro (que falta en los dicc. antiguos, hasta D . Vieira y Fig.,
no explicaría el toronto cast.), y en la rareza de quienes dicen que el tolho es «peixe da figura do
la terminación -ondro. Es el caso mismo de co- pargo, que se pesca no Algarve», procedencia que
r ia n d r u m > culantro.— 3 Según J. Piechotta, parece indicar origen castellano; no está en el
A L L G I, 587, al menos al principio, no sería 20 dicc. gallego de Valí., pero sí dice Sarm., CaG.
bulto de hilas, sino una bolita de col o de hier­ I l l v , que es pez grande como atún y parecido a
ba vetónica metida en una vejiga, que se colocaba la mielga, y sin embargo como sólo lo conoce por
en las fístulas para que actuara sobre las mismas haber visto un trozo de él a curar (y lo desecha
por exosmosis; V. allí otros detalles acerca de como comida fuerte) persiste clara la impresión de
la tradición latina del vocablo.— 4 M uchos dic­ 25 que no es autóctono.
cionarios latinos im prim en turunda, medición sin N uestro vocablo es, en cambio, antiguo y arrai­
base alguna, puesto que el vocablo no sale nunca gado en la costa atlántica de Francia. M istral (s.
en verso; se fundan solamente en la falsa etimo­ v. toui) localiza toulh en G uienne, bearn. toulh
logía obturare admitida por Forcellini, pero se han «roussette ou chien de mer» (Lespy); antiguamen­
propuesto otras etimologías, y en particular la va­ 30 te aparece tolh varias veces en los Établissements
riante rotunda que sale en varios mss. en lugar de Bayona y en las Costumbres de Burdeos, y ade­
de turunda (vid. Forcellini-Perin) ha sugerido que más en el D onatz Proensals (h. 1240), que suele
sea metátesis de aquel vocablo, V. el trabajo ci­ reflejar el vocabulario languedociano, pero que
tado de Piechotta; E rnout-M . no se pronuncia, aquí pudo referirse tam bién al Océano. M ás al
pero imprime turunda sin signo cuantitativo, lo 35 N orte touil «espéce de chien de mer» es vivo en
que supone breve. Saintonge, Poitou y Bretaña (L ittré escribe touille,
grafía poco autorizada). Ant. Thom as (Rom.
Tolva, V. tubo Tolvanera, V. turbar X X X IX , 258-9) reunió datos antiguos sobre el vo­
Tólvola, V. tubo Tolla, tolladar, V. tollo II cablo, que aparece sobre todo en fuentes proceden­
Tollaga, V. tojo Tollecer, taller, tollimiento, 40 tes del Poitou, Bajo Loire, e tc .: toil en 1285,
tollina, V. tullir 1332, 1377, 1494, toueil en 1474, y llega a la con­
clusión de que se trata de una base * t <3l i u m o
T O L L O I, ’especie de cazón’, voz común al * t ¡3c ü l u m de origen desconocido, lo cual no es
castellano con el gasc. toulh y fr. occid. touil, de decir nada, y por lo demás ni siquiera está claro
origen incierto; quizá sea lo mismo que T O ­ 45 que se trate de O en las hablas galorromances; en
L L O II, por los lugares cenagosos donde habita castellano sería préstamo del gallego, lo cual por
este pez. 1.a doc.: J. Ruiz. cierto parece falso. E n todo caso asegura Thom as
En el ejército de Doña C uaresm a: «bravo an- que no puede relacionarse, como habían dicho
dava el tollo, un duro vyllanchón, / tenía en la M eunier y L ittré, con el verbo ff. touiller ’agitar,
su mano grand ma?a de un trechón, / dió en m e­ 50 enturbiar’ refiriéndose al agua enturbiada con cie­
dio de la fruente al puerco e al lechón» (1115a). no por el movimiento del anim al: la razón es que
Se trata, pues, de un pez fuerte y agresivo, como touiller era antiguamente toóillier o toéillier (TU-
en efecto lo es este escualo. Percivale (1591): «a d i c u l a r e ) , mientras que el nom bre del pez es mo­

kinde of fish»; O udin: «.tollo, gato, pesce: voyez nosílabo desde el principio. A lo cual replica Sai-
tolo; tolo: une sorte de poisson, chat de m er»; 55 néan (Les Sources Indig. II, 253, 80) recordán­
Aut.: «pez parecido enteramente a la lix a ...; llá­ dole la variante toueil señalada por él mismo, y
mase por otro nombre gato marino», y cita de afirmando que el nom bre del pez le viene de los
H uerta (h. 1625): «el tollo o esqualo, de quien lugares donde vive, y deriva en cast. de tollo ’fan­
hace relación Plinio en este capítulo, han enten­ go, charco’, y en francés de touil, toueil «bour-
dido algunos ser lo mismo que lixa». Según Ca- 60 bier», derivado de aquel verbo; afirmación que
M -L . (R E W 8971) acoge con duda. Realmente es (M . P., Oríg., 349); el artículo nos m uestra que
sabido con qué desconfianza deben tomarse las era apelativo, y el contexto prueba que se trata
aseveraciones y datos de Sainéan, cuando no indica de u n derivado de tollo en el sentido catalán de
su fuente en forma m uy precisa, y aquí sólo da co­ ’lugar profundo en u n río’. E n doc. leonés de 996
m o prueba otras etimologías de nombres del cazón, 5 se habla de u n molino mayor sito «in Tollia, juxta
a su vez m uy inciertas: fr. requin (raquin) ven­ ecclesia Sancti Cipriani» (Vignau, índice, n.° 765),
dría de raque «vase», oc. bardoulin de bard ’barro’ lugar mencionado otra vez en doc. de 1027 (n.ü
(p. 349); el nom bre lat. squalus, más que al as­ 824); en otro de 1042 (n.° 866) el nom bre Tolia
pecto sucio del pez, según él dice, parece explicar­ se aplica a u n río situado en los mismos lugares
se a causa de su piel rugosa y escamosa como la 10 y afluente del C ea: es probable que todo esto
de la lija. proceda tam bién del apelativo tollo en su forma
Sin embargo, en este caso quizá tenga ra­ femenina a que me refiero luego1. Hasta hoy es
zón Sainéan (a pesar de que M edina Conde dice conocido Tollo, pueblo de la prov. de Santander
que el tollo es saxátil), pues no sólo se le da en (en terreno lleno de valles y arroyuelos, según M a-
Génova el nom bre de cagnassun de f u n d o (Ca­ 15 doz), llamado Tolio en doc. de 1052 (Vignau, n.°
ras), sino que Noydens (que se interesaba espe­ 951). H oy es vivo el vocablo en varios dialectos
cialmente por nombres de peces, V. sus datos so­ leoneses y aragoneses: arag. tollo ’charco formado
bre remora, salpa, sargo, sollo, tenca, etc.), en sus por el agua de lluvia’ (Acad. 1925, no 1884), salm.
adiciones a Covarr. (1677) nos informa, sin preocu­ tollo ’barro’ (y tolloso ’fangoso’), sanabr. tollo ’lo­
paciones etimológicas: «es llano y aplanado, nada 20 do’ (K rüger, Dial, de S. Cipr.), M iranda tolho
de suerte que parece no tener sino u n ojo, porque ’lodo’ (Leite, Philol. M ir. II, 29), Bierzo tollo ’ba­
su grande anchura le haze que ande de lado sin rro o lodo’ (G. Rey), Astorga tollo «masa semi­
poder andar de ancho; ama para su vivienda los fluida o lodazal que se forma en los caminos con
lugares c e n a g o s o s , y allí se cría cómodamen­ el polvo y las lluvias».
te ; dizen que quando tiene ham bre se esconde de- 25 E n catalán hallamos tpll lleno de lozanía en
baxo del cieno, y menea las puntas de las aletas, todo el territorio continental de este idioma. El
a las quales acuden los pecezillos pequeños, como sentido puede ser ’charco formado con el agua de
a los gusanillos de que se sustentan, y estando lluvia’, como en aragonés3, y aun podrá llegar a
cerca los saltea y quedan vencidos de su engaño». «atolladero» (según el dicc. valenciano de Sánelo,
Desde luego no es de t i h y n n u s ’atún’ (G dD D 30 S. X V III, de lo cual no tengo confirmación), pero
6691), con el cual no tiene que ver ictiológica ni lo más corriente es que se aplique a un Jugar
fonéticamente. profundo de agua lim p ia: un cadozo o charca
1 N o me consta que en cat. sea usual toll, co­ honda en el curso de un río, ac. registrada en
mo han dicho algunos. D e Valencia me dicen que muchos lugares de Bages, Cardener, Ripollés, An­
allí hay un pez llamado tollo, cuya terminación 35 dorra, Pallars, Ribagorza, Segarra, Anoia, Bajo U r-
le hace sospechoso de castellanismo. Tam bién hay gel, Bajo Aragón y en Vinaroz, pero que se pro­
un pez llamado tollina, que me señalan allí mismo longa más al Sur, hasta la H uerta de Valencia y
y en otros pueblos interm edios entre esta ciudad montañas de Alcoy'1; por otra parte, tam bién p i j -
y Alicante. de ser una balsa grande que sirve de lavadero
40 público: así en el Cardener, en T rem p, Senet,
T O L L O II ’atolladero’, ’hoyo’, voz regional del T am arit (K rüger, D ie H ochpyr. A II, 378) El
Oeste y del Este, herm ana del cat. toll ’charca’, vocablo es conocido en todo el territorio donde
’cadozo’, junto al cual existe el verbo del caste­ se habla catalán, pero menos vivaz en las comar­
llano común atollar y el port. atolar ’atascar’ ; cas gerundenses y baleares, de donde no tengo
de origen incierto: es probable que el verbo deri­ 45 datos que prueben el uso como apelativo, de acuer­
ve del sustantivo, como sugiere el catalán, donde el do con la total ausencia del vocablo en tierras
verbo no existe y toll es de uso general; en este francesas: mis últimos datos se detienen en la
caso tollo podría venir del céltico T ü l l o n ’hueco’, Cerdaña, en Vidrá (alto T er) y a lo largo del cur­
’hoyo, agujero’. 1.a doc.: Aut. so del Llobregat. Más allá de este río aparece, sir¡
C on la explicación «tollo llaman en algunas par­ 50 embargo, en la toponimia, y aun en latoponi-,
tes el atolladero» y «hoyo formado en la tierra, del mia menor y provisto de artículo: El Toll masís.
qual usan los cazadores para ocultarse a la vista cerca de M oiá, Rec del T q í en Vidrá, Els T q í s
de la caza». Parece haber sido siempre palabra de la Forcará juncal junto al T e r en Sant Pau
regional, que es lo único que puede explicarnos su de Seguries; en Mallorca Cap des Toll cerca de
llamativa ausencia de las fuentes léxicas medieva­ 55 M anacor (B D L C II , 352). Además Tol lo, con l
les y clásicas. Sin embargo, que debió de existir geminada, es nombre de una im portante partida
desde m uy antiguo, se deduce del derivado tollar, de la huerta de Cullera, donde hay un antiguo
que vemos documentado en una escritura arago­ estanque o laguna, el «Estanyet del T ol lo». P re­
nesa de San Victorián, de 1096: «uno molino de ciosa forma mozárabe que comprueba que al menos
lo Tollare... molinos de Cinca ad illo Tollare» M en ciertos dialectos de este lenguaje se conservaba
la -ix - etimológica como l doble sin palatalizar, de Por lo demás tam bién en lengua castellana ha
lo cual hay varios indicios en otras partes. sido siempre más vivaz, o por lo menos más gene­
Es lástima que no tengamos más documentación ral que el sustantivo tollo, el verbo atollar: está
de estas zonas, donde se distinguen, como en caste­ ya en N ebrija («atollar en el lodo: in luto haesi-
llano, los resultados de l l ( > ll), de los de L l o 5 to»), lo emplea m uy poco después Lucas F ernán­
c l ( > ¿), y los pocos datos son contradictorios, dos dez («por eso duerm e y resolla / bien como burra
de ll y dos de i‘. A éstos correspondería, no sólo que atolla») y en F r. Ant. de Guevara («M uerte
por la forma, sino por el' sentido, el burgalés y yo diría que es un atolladero do atollan todos los
palentino tojo «lugar manso y profundo de u n r í o : de esta mísera vida»), y desde entonces es fre­
cadozo» (Acad.); comp. ast. toyu «agujero, a mo­ 10 cuentísimo, vid. D H ist. y Cuervo, Dicc. I, 753-5.
do de ánima, que tiene el cañón de algunas llaves Esto sugirió a Cuervo la idea de que quizá tollo
de cerradura» (V), Sajambre tuyo ’hoyo’, Fz. y tolla se sacaran de atollar antes que lo inverso,
Gonzz., Oseja, p. 365, quien cita tujo y tojo en otras y en efecto, esta idea no se puede descartar del
hablas leonesas, gall. trollo ’barrizal, bache de­ todo; pero es muy improbable a causa del catalán,
lante de una casa’ (R L V II, 218). M i documenta­ 15 donde u n verbo atollar ni siquiera existe, o por lo
ción catalana es toda moderna, seguramente por menos no es usual: ahora bien, ahí es precisa­
falta de atención al vocablo, pues ni siquiera es mente donde el sustantivo toll es más vivo y con
seguro que tolls en el dice, de rimas de Jaum e raíces hondas en la toponimia y en todo el terri­
Marc (lín. 1446, comp. 1219) se refiera al que torio lingüístico. Por lo demás, ya he dicho que
nos interesa; pero en nombres de lugar aparece 20 en portugués el sufijo de (a)toleiro postula el sus­
desde muy antiguo: el pueblo cerdano de Estoll, tantivo *tdlo, y lo mismo hay que decir en cas­
con aglutinación del artículo its e , ya aparece en tellano de atolladal o atolladar, vivos hoy en Ex­
la forma Eslólle en 832 en el Acta de Urgel, y tremadura : aquél es tan antiguo como el verbo,
Estol o Estoll en muchos textos de los SS. X I, pues lo da Nebrija como equivalente de lamedal,
X II y X IV ; en tierras valencianas hay, con forma 25 y atolladar se lee en varios textos del S. X V I
mozárabe, el pueblo de TqIIos en el partido de Co- (D Hist.); está claro que se trata de leves altera­
centaina, y una partida Els Tollos en el término ciones (bajo el influjo de atolladero) del primitivo
de Alzira. tolledal, -ar, derivados directos de tollo, como la­
Si la forma catalana al fin y al cabo es equí­ medal de lama o lodazal de lodo.
voca en cuanto a la procedencia de la ll, y en ri­ 30 En vista del legajo documental que acabo de
gor podría decirse lo mismo del castellano, pues­ exponer, estoy de acuerdo con M -L . (R E W , 8971)
to que el vocablo es vivo sólo en León y en y con M . L . W agner (Festschrijt Jud, 544-6) en
Aragón (aunque en la mayor parte de León es­ que estamos ante una familia típicamente iberorro-
peraríamos toyo si el étimo tuviese L I o c l ) , las mánica, ajena a los romances de Francia e Italia5.
formas portuguesas postulan indiscutiblemente l l . 35 L a falta total de voces afines en el Sur de F ran ­
En Portugal sólo encontramos los derivados ato- cia’ obliga, como observa M -L ., a separar nuestro
leiro «chao muito embebido em água, que cede vocablo del fr. ant. toóillier, toéillier ’agitar, revol­
fácilmente ao passo, ou coisa pesada, e a recolhe ver, mezclar’ y luego ’revolcar’, ’revolcar en el
e prende em si», documentado desde el S. X VI lodo’, ’ensuciar, mancillar’, voz m uy viva desde el
por Moraes, atolar «meter no atoleiro», «ficar m e­ 40 S. X II hasta el XVI inclusive. El sentido de ’re­
tido, embarazado e peyado no atoleiro», atolar-se volcar en el lodo’ es frecuente indudablem ente:
«ficar preso no atoleiro, vasa, pantano», documen­ «car s’il trouvoit un puiriel / comme un pour-
tado desde comienzos de este siglo, en Camoens ciaus s’i tooilloin (Renart le NouveT), «se... il fou-
y en las obras de Ferreira de Vasconcelos. A to ­ le ou toaille en la boe» (Ch. de T oum ay), y to­
leiro será alteración de *toleiro por influjo de ato- 45 davía es conocido de R onsard7; hoy touiller sub­
lar, y así derivará directam ente del preliterario siste en el C entro para ’enlodar’ (Jaubert), en
*tólo, desaparecido por la homonimia con el ad­ Champaña para «tourner et retourner, culbuter,
jetivo tolo ’necio’ : en efecto en Salamanca per­ mélanger, troubler» (Goffart, Rev. de Champ. et
siste tollero «atolladero, tremidero» (Lamano), de Brie, 1888, 695-6). Sabido es que procede de
tollaceiro en el Bierzo. Confirma el gallego la - l l - 50 t u d i c u l a , - u c u l a ’espum adera’. Pero que de ahí
y el enlace de estas voces con tollo: gall. tola ’el pueda salir el cast. atollar y el cat. toll sería ya
segundo canalcito que se saca de la presa’ (CaG. difícil de concebir sem ánticam ente: los tolls ca­
1960, Pontevedra tola (de agua) ’el tanto de agua talanes son los lugares más limpios del río, pues
que le toca a uno para regar’ (se queja de que han el agua está allí quieta, y aun atollar ’atascar’ está
quitado su tola) (y secundariamente «montón de 55 muy lejos de ’revolver’, pero además es inverosí­
ceniza y leña de las rozas que se han de quemar», mil dada la ausencia de todo nexo occitano, e
Sarm. CaG. \Q\v, cf. abajo entullo), T uy un atol imposible fonéticamente por la -l- portuguesa.
(mal escrito hum-hatol, pero no será fem.) ’el con­ Creo, pues, que esta idea, apuntada vagamente
ducto que se cierra o abre para derivar el agua’ (y por Cuervo y defendida por Sainéan (Sources
tola en Pontevedra) (Sarm . CaG. 211v, 226r). M Indig. II, 140) y Spitzer (ZRPh. X L , 215-16),
puede desecharse definitivam ente' Pero la etimo­ toll, que como adjetivo significa ’hueco’ y como
logía de M . L . W agner no ha sido más afortu­ sustantivo neutro ’hoyo’ y ’agujero’ : los lingüistas
nada : parte este autor de u n lat. * t u l l u s que están de acuerdo en atribuirlo a la raíz indoeuro­
podría deducirse de la forma documentada t u l - pea t u - o t u ( k ) - ’golpear’, e indican como probable
l i u s . En realidad, apenas puede decirse que haya 5 una base lejana * t ü k s l o s 10, que ya en el céltico
tal palabra en la tín : se trata de una curiosidad continental pudo asimilarse en * t O l l o s h , tal como
de lexicógrafos, cuyo sentido ni siquiera consta en las lenguas insulares hermanas. N o hace m u­
seguramente, pues así se expresa Festo, nuestra cho J. U. H ubschm ied12 señaló una supervivencia
fuente principal: «tullios alii dixerunt silanos, alii del femenino * t u l l a en dos nombres de río suizos,
rivos, alii vehementes projectiones sanguinis ar- 10 la Z ulg y la Suld, documentados muchas veces
cuatim fluentis, quales sunt T ib u ri in Aniene». desde el S. X IV en la forma Zulla aquél, desde
Echando mano de todos los recursos de las ofici­ 1306, Zulle éste desde 1360. Jud calificó esta idea
nas del Thesaurus L . Latinae ha logrado Wagner de «hallazgo im portante» (V R om . V, 295). Sabido
agregar otro par de citas, si bien como él mismo es que la T - se cambia regularm ente en z-. Ya’ an­
reconoce, la de San Isidoro es copia de Festo, y 15 teriorm ente había yo pensado en la semejanza del
en cuanto a Plinio, no hay más que una conjetura cat. toll con el irl. toll, y la observación de H ub­
de editor; a pesar de todo, si damos todo esto schmied de que en Bretaña hay nombres de arroyos
por seguro llegamos a la conclusión de que los formados con toul ( Touldu, de du ’negro’, en e!
tullii eran unos chorros de agua que brotaban en M orbihan), y su explicación del nom bre de los:
el río Anio al pie de T ív o li: se trataría, pues, de 20 ríos suizos, m e parecieron datos sugestivos pa­
una palabra estrictamente local, quizá sclamente ra nuestro problema, a pesar de que Hubschmied
un nombre propio de lu g ar; un préstamo del no hace referencia al iberorrom ance”. De "aguje­
etrusco según opinión de los especialistas. Que ro ' se pasó a ’cadozo’ o a ’bache, hoyo de fango’,
una palabra así, extranjerismo de un paraje aisla­ comp. el fr. fondrière ’barrizal’.
do, pudiera sobrevivir en España, sería ya mucho 25 G dD D 2330 mezcla diversos vocablos pertene­
conceder, y nadie comprendería cómo esta pala­ cientes a cuatro o cinco familias diferentes, sin
bra etrusca habría ido a enquistarse en país tan relación alguna, con el objeto de apoyar su etimo­
lejano, pero lo comprenderíamos todavía si tullius logía DÔLIUM ’tina’, de evidente imposibilidad fo­
significara lo que el iberorrom ance toll(o). M as no nética.
siendo así, no vale la pena hablar más. Si Wagner 50 D e r i v . Tolla [Acad. 1925, no 1843], cat. tolla
dió en esta idea, fué seguramente desorientado por ’cadozo, charca’, m uy vivo en el Alto Pallars y
una afirmación de Sainéan, quien cita u n cat. dolí hermano del helvético t u l l a , que acabo de citar;
’atolladero’, y como esta palabra catalana significa a m enudo este femenino funciona como aumen­
’chorro abundante’, según es bien conocido, pare­ tativo : en Camarasa y zona de Balaguer llaman
cía form ar un nexo entre tullius y el cast. tollo. 35 la Tolla a los grandes embalses hidroeléctricos
Pero el tal dolí ’atolladero’ lo encuentra Wagner del Noguera Pallaresa.
sólo en el pésimo diccionaruelo catalán de Saura, Tollón. Tolladar ’atolladero’ (Acad. ya 1843),
no en las fuentes autorizadas, y es natural, pues comp. atolladar, -al, arriba. Atollar [Nebr., V. arri­
tal significado no existe, y se debe sólo a una b a]; atolladero [h. 1530, F r. Ant. de G uevara];
confusión individual que cometió este mal lexicó­ 40 atollanear and. Atollador, nombre de u n arroyo en
grafo entre dolí y el cast. tollo y atolladero. En C uba (Ca., 165).
cuanto a dpll ’chorro grueso’ es palabra conoci­ 1 Según el índice de Vignau el nom bre en fuen­
dísima, pero desde luego sin relación con tollo o tes más modernas es Toya, que falta en Ma-
toll: su 11 se pronuncia i en catalán oriental (lue­ doz.— 3 «En tot t ’afiques, hasta en los tolls»,
go procede de l j o c l ) , y estudiaré detenidamente 45 frase apliaada a los entremetidos en Castellón de
su origen en mi D ECat., pero desde luego es pro­ la Plana, Borrás i Jarque, Bol. de la Soc. Cas­
bable que sea lo mismo que dolí ’botijo o cán­ tellón. de Cuit. XV, 244. Es com ún en el Prin­
taro grande’ (por el chorro que echa éste), pro­ cipado.— 3 «I.’ánec peixive en tal toll» tengo ano­
cedente de D O L iu M . Sea como quiera, no mezcle­ tado en T o r (Alto Pallars), hablando de un lugar
mos con nuestro problema otras palabras, diferen­ 50 del río. U n toll es lugar im portante en el siste­
tes, como ya se ve por su sentido y su letra m a de acequias de Alboraia (H uerta valenciana,
inicial. B D L C X II, 298). «El peixcador de canya / quant
Desbrozado así el cam ino: ¿queda alguna eti­ del toll trau l’anguila» en M artí Gadea, que era
mología posible para tollo y el cat. toll? N inguna alcoyano (Térra del Gè II, 102). « Toll: sot i
se ha propuesto hasta ahora, mas pues que tollo 55 dipósit d ’aigua que es forma en els rius» en
vale ’hoyo en que se ocultan los cazadores’ y el cat. Pena-roja (Bajo Aragón). Toll de L ópez y otros
toll es un cadozo hondo en el cauce de un río9, muchos en el curso del río Siurana, afluente del
hay una semejanza verdaderamente llamativa con Ebro. Además vid. Ag. y G riera.— 4 No es de
el nombre céltico del ’agujero’ : galés twll m. «fo­ creer que en aquéllos haya influencia barcelonesa,
ram en», bret. toull m. «trou», irl. ant. y mod. 60 pues la capital está ya en la zona donde toll es
poco popular.— 5 En este país no estoy seguro de tigen, Frutigen, 1940, p. 3.— 13El burg. tojo y la
que no exista alguna supervivencia suelta, en variante cat. Toi podrían continuar u n derivado
vista de Servigliano (Marcas) ntollá (presente * t u l l i o n , si no se explican por una contam ina­
ntóllo) «impillaccherare», o sea ’llenar de salpi­ ción (como la del citado cat. dolí). D udo m u­
caduras de lodo’ ; pero el sustantivo tullu «gru- 5 cho que haya relación entre tollo y el arag.
molo, girello (di carciofo ecc.)», usual en la mis­ toble ’lavadero’, ’balsa cañamera’ (Caspe, B D C
ma localidad (A R o m . X III, 261, 270), se aparta X X IV , 182). Tam poco está claro que la haya
tanto del significado hispánico que produce el con el port. entulho ’escombros, ripio’, gall. orient.
efecto de una semejanza casual.— 6 U n Touille ventullo ’broza y cascotería que se saca de los
pueblo de la H aute-G aronne, y u n Latouille- 10 edificios’ (Samos, Sarm. CaG. 140r) y Canarias
Lentillac del L ot, están aislados y vendrán de entullo ’broza, cascajo’ (B R A E V II, 335).
algo muy distinto semántica y etimológicamen­
te.— 7 Léase su epitafio de R abelais: «Et se cou- Tollo ’necio’, V. tolano Toma, tomada, to­
choit tout plat á bas, / sur la jonchée, entre les madero, tomado, tomador, tomadura, V. tomar
taces, / et parm i des escuelles grasses, / sans nulle 15 Tomaina, V. síntoma
honte se touillant, / alloit dans le vin barbouil-
lant, / comme une grenouille en la fange» (Rev. T O M A R , voz peculiar al castellano y el portu­
des Ét. Rabelaisiennes I, 205).— s Sainéan afirma gués, de origen incierto; teniendo en cuenta que
audazmente que toll viene del fr. ant. toil «bour- en la época arcaica es frecuente y aun predom i­
bier», voz que no parece existir; Spitzer, a quien 20 nante su empleo en textos legales, con el valor
consta bien que el sentido de to(o)il es ’agita­ de ’apoderarse de algo’, ’quitarlo’, es verosímil
ción, desorden’ o ’pelea sangrienta’, cita u n pa­ que venga del lat. a u t u m a r e ’afirmar’ en el sen­
saje del Chevalier de la Charrette donde parece tido de ’proclamar el derecho de uno a un ob­
indicar un charco de sangre, lo cual no es se­ jeto’ ; en lugar de a u t u m a r e se diría * t ü m a r e en
guro, pues el otro pasaje de ese texto que cita 25 el latín hispánico, tal como f e r r e y f u g e r e coexis­
Godefroy a continuación parece confirm ar que tían con a u f e r r e y a u f u g e r e . 1.a doc.: doc. de
signifique ’confusión’ aun allí, como cree el le­ Castilla de 1074 (Oelschl.).
xicógrafo; aun si fuese realmente ’charco de san­ Dejando en segundo térm ino opiniones indivi­
gre’ está esto lejos del cat. toll.— 9 Está fuera de duales y poco probables, hay actualmente dos eti­
dudas que este tránsito semántico es natural y 30 mologías que se disputan la adhesión de los en­
corriente. En la Ribera del Júcar, en lugar de terados: la que asigna tomar a la familia onoma-
toll o ’cadozo’ se dice clot (’agujero en el suelo’ topéyica del fr. tom ber ’caer’ y la que ve en to­
en el uso general catalán): el Clot del Barrarte mar una supervivencia del lat. a u t u m a r e . M e de­
en el río Albaida, en Castelló, el Clot de M urrio tendré más largamente en el problema, pero em ­
y ei Clot de les Burres en el Júcar, en Antella, y 35 piezo señalando las razones máximas que se opo­
otros muchos.— 10 Comp. gr. túxoí ’puntero de nen a la p rim era: 1.* Los congéneres de tomber
picapedrero’, eslavón is-tük-n@ti «effodere»: Sto- tienen en todas partes el grupo característico m b,
kes-Bezz. 134; W alde-P. II, 615.— 11 Acerca de salvo allá donde este grupo se reduce fonética­
la etimología tukslo- del célt. tullo- no ha habido mente a m en todas las posiciones (catalán, ca-
unanimidad, aunque ésta goza de preferencia: 40 labrés) o al menos en algunas (valón), y en
es la única que admite Pokorny IE W 1032, y particular delante del acento (italiano y hablas
si bien Stokes-Bezz. vacila entre ésta y otra, tam ­ afines)1, y aun en estos idiomas se encuentran
bién con la otra parece posible que la forma formas con m b (cast. tumbar, cat. continental tom -
t u l l o - fuese ya la del céltico continental. Sabido bar, etc.), tan marcado es el carácter onomato-
es que tales reducciones son normales en latín 45 péyico del vocablo que puede sobreponerse aun
desde fecha preliteraria ( l o u k s n a > lüna, Xk s l a a la tendencia fonética; en cambio, tomar ’coger’
> ala), de suerte que también pudo ser respon­ aparece constantem ente sin b en todas partes, y
sable el latín hispánico de esta asimilación. In ­ particularmente en portugués y leonés, lenguajes
dicaré a este propósito otra etimología céltica que nunca reducen fonéticamente MB a m : la con­
inédita, que sin embargo me parece evid en te: 50 secuencia clara es que tomar viene de un étimo
el galés trzvm «gravis, tristis, maestus», córn. con - m - sencilla, y por lo tanto no es onomato-
trom, bret. troum id., irl. ant. trom m ’pesado’, péyico. 2.* T om ber y análogos son, especialmente
derivados de la raíz t r u d - ’abrum ar, poner en en la época primitiva, vocablos fuertem ente afec­
aprieto’ (lat. trudere, irl. troscaim ’yo ayuno’), tivos, de significado expresivo y pintoresco: el fr.
suponen un paleocéltico * t r u d s m o s , de ahí galo 55 tom ber significó ’dar volteretas’ hasta el S. X VI,
* t r ü m o s , del cual vendrá el oc. ant. trum ’os­ algunas veces ’caer tum bado’, pero la ac. esencial
curo, lóbrego’ adj., ’tinieblas’ m., voz de aparien­ y objetiva de ’ir de arriba abajo’ n o aparece hasta
cia enigmática cuyo origen no parece haber es­ h. 1500, en que empieza a envejecer el vocablo tra ­
tudiado nadie (comp. el origen semántico de L Ó ­ dicional cheoir; en una palabra, tomber perteneció
BREG O ). — 12 Über Ortsnamen des A m tes Fru- «0 al compartimiento semántico y ambiental del cast.
tumbar y no al grupo semántico fundam ental y Jud nos recordaba los casos del fr. saisir y del
serio de tomar; lo propio cabe decir, y con menos alem. nehm en6.
limitaciones, del it. tombolare, el rum . tum bá, el Pero como este carácter antiguo de palabra del
malí, tomar, el cast. y port. tumbar; en una pa­ lenguaje legal es piedra angular del problema, paso
labra: ¿es creíble que dos palabras tan diferentes 5 a demostrarlo con ejs. L o más corriente, en efecto,
en todos sus aspectos semánticos y estilísticos es que tomar se aplique a la idea de ’apoderarse
com o tum bar y tomar tengan un origen único? de algo’, en cuanto suscita cuestiones de derecho.
3.a Tom ar es palabra bastante más antigua que En el fuero leonés de Alfayates, escrito en zona
todas estas voces onomatopéyicas y ocupa desde próxima a Portugal h. 1200, encontramos muchos
el principio un lugar mucho más esencial en el 10 casos: «toto homine que tomare qual cosa quisier
idioma. sin grado de suo domino, déla duplada com 2
4.a No hay afinidad semántica entre estas pala­ morabitinos», «toto omine qui renda aliena to­
bras y tomar, a pesar de cuanto afirme Spitzer en m are... pectet 4 morabitinos» (P M H , Leges, pp.
su categórico artículo de la R F E X III, 121-6, que 816, 843, otro igual p. 847); tam bién en el fuero
condujo a M -L . (R E W 8975) a la errónea afir­ 1J de Castelo Bom, de la misma zona y fec h a : «qui
mación de que el paso de ’caer, tum bar’ a ’tom ar’ dam pno fecerit in vinea... qui :bi acceperit por-
se explica por la intermediación del cat. tomar, cos aut oves aut cabras aut ganado aliquid... si
que para él significaría ’tender las manos’"; sería voluerit mate de illís II, et non tom e altera ca-
difícil de concebir cómo, si éste fué el significado lumpnia», «totos los parentes qui inimico segu-
prim itivo de tomar, no ha dejado huella alguna, 20 daren... si omícílio cogeren, tome pater et matcr
ni siquiera en fecha tan tem prana como el S. X I; la m edietate; et si non habuerit pater aut mater,
pero es más, hay que empezar proclamando que sos fratres tom en la m edietate; ...suos primos, te ­
ni el cat. tomar significa ’tender las m anos’, sino men la m edietate... non tom ent nada» (tbid. 753,
’coger al vuelo algo que cae o se arroja’, ; ni esta 777). Análogamente en el Fuero Juzgo, en una
palabra tiene nada que ver en su origen, sea con 25 orden judicial dirigida a un sayón: «Mandámos-
el cast. tomar o con el fr. tomber: he aquí, en vos que tal cosa que fulán demanda a fulán, que
efecto, cómo suena este vocablo catalán en el tiene agora en su poder, que gela metades en po­
S. X IV «e diu que llavors lo ca llevá’s en alt e d er... e si alguna cosa es dentro aue non sea sen-
poma la gallina» Eiximenis (N . Cl. V I, 147), y nalada de su sennor, que la sennalades de vostra
empomar es como se dice todavía en Tortosa, 30 sennal, por que non aya nengún enganno; e vos,
Valencia e Ibiza, emplomar en Mallorca y M e­ don sayón, non tomedes ende nada» (p. 169619).
norca, mientras que tomar o más bien entornar Ejs. semejantes no escasean en escrituras más anti­
’aparar, coger al vuelo’ sólo se oye en Barcelona guas : «concilio de Conforcos et el abbat de Sancta
y en el C entro del Principado3; está claro que M aria de Aguilar ovieron tal vida en uno, che
este tomar es deformación del más antiguo y ge­ 35 los ffijos de la eglesia ssacen sennas rabiones e los
neral pomar, sea por disimilación o por-influjo de ffrayres sacan commo uno délos. E t... si los ffray-
tombar o del cast. tomar, y en cuanto a pomar y res non podieren servir las ecclesias e ffijos oviere
empomar es evidente que son derivados de p a l ­ hi de la ecclesia, sirvan las ecclesias e tom en todo»
m a 1 ; nada que hacer tiene, pues, este barcelonés 1174 (M. P., D . L ., n.° 13.11), texto interesante
lomar en el problema del origen del tomar caste­ 40 donde vemos a tomar codeándose con la otra pa­
llano, y es de esperar que quede definitivamente labra jurídica sacar; «ego Roi Diaz so filio otorgo
eliminado de la discusión5. 5.a Finalm ente hay que esta véndida que vendió mió padre e tomo en
observar que tomar es palabra perteneciente en precio 4 maravedís» 1205 (ibid., n.° 3.31); «en­
sus primeros tiempos al vocabulario de los textos tregue ao senhor da coussa aquelo que lhy tomou'¿
legales y contractuales: estamos, pues, ante el caso 43 en una o rd e n a d o portuguesa de med. S. X III
de tantos vocablos esenciales del castellano, como (P M H Leges, p. 255); y supongo que algo aná­
sacar, quitar, acotar, achacar, preguntar, entregar, logo debe encontrarse ya en el ej. más antiguo
pregonar, denostar, pescudar, etc., que procedie­ del vocablo, de 1074, que no está a mi alcance
ron de este im portante compartimiento léxico, comprobar.
y así podemos rechazar sin vacilaciones la extra- 30 N o es menos frecuente encontrar este empleo
ñeza que manifiesta Spitzer ante el paso de abs­ en los más antiguos textos literarios: «a tod el
tracto a concreto que supondría la etimología a u - prim er colpe trezientos marcos echavan, / contó­
t u m a r e ; no sólo este paso semántico no es ex­ los don M artino, sin peso los tomava», y el pro­
traña, sino que nada hay más usual: tomar, con pio M artín Antolínez dice hablando de sus pro­
sacar y quitar, forma en castellano una trinidad 55 piedades «si el rey me lo quisiere tomar a mi
de verbos esenciales del idioma, que han pasado no m ’inchal» Cid (vv. 185, 230); «venga mió
del vocabulario solemne de la vida pública y ju­ maiordomo / qui mios averes tom a» A uto de los
rídica a la esfera más material y cotidiana, hecho Reyes Magos (v. 118); «porfijó le el metge que
que además es com ún en todos los idiomas cuan­ la havié sanada, / del aver nol lomaron quanto
do se trata de nociones como la de aprehensión: M huna dinarada» Apol., 323c (análogo 447d). H uel­
ga decir que esta clase de ejs. m enudean en to ­ X XV II, 75), etc.
das las épocas. Pero no sólo con este matiz apa­ Que con esto quede probada l a etimología a u ­
rece lomar como palabra del lenguaje legal, sino t u m a r e me guardaré de afirmarlo, pero sí afirmo
en toda clase de combinaciones. E n las Partidas, que quita los últimos visos de probabilidad a la
tomar alzada por ’apelar’ (III, xviii, 98), tomar 5 etimología onomatopéyica. El origen, cualquiera
en el fecho ’coger infraganti’ (II, xvii, 1); en el que sea, se habrá de buscar en el vocabulario he­
Fuero de Alfayates «todo pastor qui ganado de- reditario y nocional, no en una creación popular
derint ad velar dé y fiador per ganado et per y pintoresca como lo es tumbar. Nos quedan sólo
bestias de la cabania, et ille tom e recapdo de los dos alternativas: a u t u m a r e y la etimología de
que ille coyre [’cogiere’], et si non feccrit respon- 10 Diez (W b., 492), que quizá ha sido víctima de un
dat ille per illos» (P M H Leges, p. 833); en el olvido demasiado radical. En su opinión se tra­
Fuero de Teruel «quien el cablevador non querrá taría de u n vocablo gótico herm ano del b. alem.
tomar como es fuero, peche 300 sueldos» (§ 168.3); ant. tómjan ’libertar’, ’soltar’, escand. ant. ta m a
en doc. leonés de 1270 se enumera «hos que fo- ’vaciar’; que tal palabra pudo existir en gótico
ron presentes del juro to m a n (Staaff 94.46); en 15 es m uy hipotético sin duda, puesto que nada afín
el Cid, tomar a presún, tomar por mugieres, to­ se encuentra en los textos de Ülfilas, y sin em­
mar por varraganas; en Juan Ruiz «tomar la acu­ bargo hemos de mirarlo como posible, puesto que
sación» (849b), «en carta por escripto le dava sus esta raíz es común a los demás idiomas germá­
pecados, / con sello de poridat cerrados e sella­ nicos (ags. tóm, b. alem. ant. tóm i ’libre de’, a.
dos, / respondióle el flayre quel non serién to­ 20 alem. ant. zuom ig «vacans», escand. ant. tom r
mados» (1129c); en Berceo «díganlo las fianças ’vacío’, ’desocupado’, Fick III*, p. 164-5); sin
que avedes tomado», «de esta malfetría derecho duda es verdad que el documentado t ó m j a n no
tomaredes» (M il., 689d, 424d, ejs. comunes a to­ serviría como étim o de tomar, y habría que su­
dos los mss.’ y asegurados por la rim a); en Otas: poner un gót. * t Om a n t, cuyo equivalente exacto no
«todo vuestro sagramento yo lo tomo todo so­ 25 existe en ninguna parte, pero al fin la diferencia
bre mí» (f°78v°; ed. Baird, 97.11), donde sagra­ no es grande; estaríamos entonces ante un caso
m ento traduce el fr. serment ’juramento’ (el em ­ semántico análogo al de Q U IT A R , y sabido es
pleo modal lomóse a dezir, a fazer, etc., es muy que hoy este verbo y tomar pueden ser sinónimos
frecuente en el mismo texto); etc. . en ciertos casos. A pesar de todo el sentido fu n ­
Por lo demás, no digo que no se hallen desde 30 damental es bien distinto, no parece que la evo­
el principio ejs. literarios de tomar con el valor lución semántica de tomar se haya cumplido en
material y físico de ’echar mano’ a una persona la dirección ’arrebatar’ > ’coger’, que así sería
u objeto cualquiera, por el contrario los hay des­ preciso admitirlo, pero esta últim a ac. es tan fre­
de el Cid (al cuello lo tomó, tomarse a la bar­ cuente como aquélla desde el principio, y por en­
ba, etc.), como los hay tam bién análogos de sacar 35 cima de todo en ninguna parte se encuentran
y quitar, pues todo verbo jurídico relativo a la indicios de que tomar haya valido nunca ’eximir’,
aprehensión se presta a generalizar su significado, ’dispensar’, ’pagar’ o ’libertar’, que es lo único que
pero en el caso de tomar es fácil darse cuenta de significa el verbo quitar en el S. X II y lo único
cómo el uso del vocablo, todavía bastante limi­ que pudo significar el presunto gót. * t £>m a n . L u e­
tado y formalístico en los SS. X II y X III, sólo 40 go, pesándolo todo, esta etimología es inverosímil.
llega a ensancharse definitivamente en el S. XIV, En cuanto a a u t ü m a r e , rem ito ante todo a los
como nos muestra la historia del texto de Berceo : trabajos de Pió Rajna (R F E V I, 3-13), prim er
es sabido que el ms. A , del S. X IV, sustituye sis­ inventor de la idea, y de Jud (Homen. a M . P. II,
temáticamente por tomar el verbo prender del ms. 21-27), que demostró su posibilidad con la intui­
de Ibarreta, fiel a la lengua del X III y confirmado 45 ción y sabiduría que todos le a d m iran : no voy a
por el metro (cüando tomó usurpa el lugar de repetir sus datos y argumentos. Im porta más indi­
priso, p. ej.), así en M il., 714; S. M ili., 115b, car que la supervivencia del verbo latino a u t u m a r e
428a, etc. (comp. ed. M arden, p. 33); en general no tiene la improbabilidad que Spitzer le atribuye.
se nota en el uso antiguo de tomar un gran pre­ De ninguna manera es cierto que se trate de una
dominio de los giros y acs. de matiz abstracto: 50 palabra rara'. E n su sentido fundam ental de ’afir­
lomar un çerviçio en el Cid (1535), tomar u n con­ m ar’, ’pretender’, ’proclamar’ es muy usual en toda
sejo o una elección en Berceo (Mil., 863b, 716b), la historia de la literatura la tin a : su empleo muy
tem ar cuidado, enojo, esfuerço, servicio, tristeza, frecuente en el habla coloquial de Plauto y T e-
pesar, ira, afán, acedía, miedo, plazer en Juan rencio nos prueba su antigua popularidad, está
Ruiz (vid. Aguado). Esta misma demostración po­ 55 tam bién en obras de la Edad de O ro, como las
dríamos repetirla con el port., de donde ya he de Horacio, y lo que más nos im porta es que
dado un ej. del S. X III, y puedo agregar tomar desde Apuleyo y en la baja época se hace voz fre­
torto en el Canc. Colocci-Brancuti (1508.7), to­ cuentísim a: nada es más corriente en Padres de
mar prazer en el Canc. da Ajuda (1674), tomar la Iglesia como San Jerónim o, San Agustín, T e r­
cousas en los Padres de M érida del S. X IV (R L M tuliano, Boecio, en autores tardíos y medio ro­
manees como Gregorio de T ours, en Víctor Vi- la idea de que * t u m a r e era más propio que a u ­
tensis (S. V), que por ser africano se acercaría t u m a r e cuando uno proclamaba la propiedad de

particularm ente a la latinidad española ; V. el algo (por ej. una casa), pero sin intento o sin po­
artículo del T h L L , y agréguense los datos de sibilidad de llevárselo1. Q ue este vocablo del latín
baja época reunidos por Engelbrecht (Wiener Sit- 5 arcaico y tardío subsistiese, como otros tantos, so­
zungsber. CX, 443). N o sólo se halla, como es lamente en el latín vulgar hispánico, no lo extra­
trivial, en la construcción de acusativo con infini­ ñará nadie que sepa algo del léxico de este len­
tivo, sino que es muy común encontrarle un acu­ guaje.
sativo de cosa o pronom inal, en el sentido de N o perdamos de vista que así no tenemos toda­
afirmarla o proclam arla: «licet aliud Hebraei au- 10 vía una prueba concluyente de la etimología a u t u ­
tu m e n n , «quid a me audivisti u t hoc autumes?», m a r e . ¿Se encuentra * t o m a r e en algún texto de

«quam Iudaei terram repromissionis autumant» la alta E dad Media? ¿H ay pruebas documentales
San Jerónimo, «H ebraeorum legibus, quas divinas de que a u t u m a r e significase ’reivindicar’? ¿Perte­
autum ant» Virgilio el Gramático, «non ignoro nece este verbo, en cualquier ac., al vocabulario
quendam qui semet ipsum autum et monachum» 15 de la L e x Romana W isigothorum , de los Concilios
Casiano... ¿N o nos parece oír aquí u n eco anti­ de Toledo, de los Padres Mozárabes, o siquiera
cipado del romance toman por divinas, tom e por de los jurisconsultos rom anos?1" H e aquí otras
monje? ¡Quien toma algo por esto o aquello, hace tantas preguntas que no puedo contestar, y será
lo mismo que afirmar que lo es!, comp. p. ej. preciso que esperemos un azar favorable, o la cien­
tom ou-o por injuria, por beneficio, tomo isso a 20 cia de un especialista del latín tardío, para salir de
boa estreia, que Moraes cita de la Ulisipo. Ya dudas. Observo, sin embargo, que un barbarismo
Rajna observó que siendo autumare y asserere ri­ como * t u m a r e pudo vivir en boca del vulgo, o oe
gurosamente sinónimos, y significando además los notarios sem icultos11, pero no podía aspirar a
asserere aliquid lo mismo que ’reclamar o reivin­ figurar en las obras de un San Braulio o un Juan
dicar un objeto’, era m uy fácil que se dijera au­ 25 de Biclara, y que en general el estudio del latín
tumare aliquid con el mismo sentido, que es lo visigótico está todavía por em pezar13. Agrego eri
que vienen a significar los ejs. de tomare renda, nota algunos datos sobre usos modernos del vo­
tomare calumpnia, tomare medietate, espigados cablo13.
arriba del latín macarrónico de los fueros. D E R r v . Tom a [APal. 118d; «captura» Nebr.].
Algo audaz es suponer que el veo. atomau «atre­ 30 Tomada [S. X VI, Aut.]. Tomadero. Tomado. T o ­
verse» sea otra supervivencia del lat. a u t u m a r e (y mador. Tomadura [Aut.]. Tomajón [1609, J. H i­
más próxima al latín por el sentido que por la dalgo, y otro del S. X V II, Aut.]. Tornamiento
forma), pues Azkue sólo lo recogió en G uer- ant. Tomante. T om ón [Quevedo]. Retomar ’vol­
nica; pero no es de ninguna manera imposible. ver a tom ar’, ’reanudar’ arg. (muy empleado por
U n paralelo semántico a la etimología de tomar 35 escrito, aunque falta en los dicc.). Deriv. gall. to­
nos lo proporciona el veo. baitu (vizc.,1 guip., sul., mada ’pedazo de tierra común que se cierra para
bazt.), que parece ser derivado de bai ’sí’ y Azkue sem brar’ (Sarm. CaG. 109r) ’chousa [porción de
le da el sentido de ’consentir’ (Bera-Me. «afirmar, monte cerrada y acotada]’ (Valí.).
consentir»), pero después significa «mettre un objet 1 Luego el it. ant. tomare ’caer’ es comparable
en gage» (ya en los Prov. de Oihenart), «apoderarse 40 a am endue a m b o d ú o y a sgominare e x - c o m b i -
de ganado ajeno en terreno propio hasta comparecer n a r e . L a excepción única sería el fr. ant. lum er

el dueño y resarcirse de daños», y, en Guernica, ’brincar, bailar’, oc. dial, turna ’topetar’ y veo. sul.
«apresar». tümatü ’chocar con la cabeza’, que además
E n lo formal, la reducción fonética de a u t u m a r e se apartan fuertem ente de tomber por su ü :
a a t u m a r e y luego tomar (como bajar junto con 45 pero la tendencia actual es a separar los dos vo­
abajar), tal como la ve Rajna, se presta a objecio­ cablos derivando tum er de TÚ M fiN , corresponden­
nes’, pero es irreprochable la de Jud : como siem­ cia fráncica del alem. taumeln (R E W 8979;
pre, el lenguaje se encuentra perturbado por las W artburg, que ha mejorado notablemente el ar­
voces que pareciendo derivadas carecen de jefe de tículo tom ber de Bloch).— 2 Quizá Schuchardl
familia, y así como en latín y romance antiguo 50 (.Z R P h . X IV, 180) defendió sem ánticamente esta,
aparecen columis y becillus (por incolumis, im be- etimología mejor que M -L ., poniendo como in­
cillus), c u p e r a r e y b u s t u l a r e ( > brûler) por r e ­ termedios oc. mod. toumbá «jeter bas, renverser,
cuperare y c o m b u s t u l a r e , se extrae O PERIRE abattre», suizo toumá, tema, ’derram ar’, sardo
( > ouvrir) de c o o p e r i r e , se crean en castellano attumbare «ferir con le corna, im battersi, urtare»,
atinar y tino sacándolos de destinare ’hacer pun­ 55 tumbare «indurre, piegare». Así y todo está todo
tería’, y el arabismo re-hez engendra u n nuevo esto muy lejos de tomar, y por lo demás se trata
so-hez, nada más natural que ver *TUM ARE reem­ de acs. locales y sin antigüedad.— 3 El val. em-
plazando a a u t u m a r e , que parecía un derivado pomar «aparar» está ya en Sánelo (S. X V III).
como a u f e r r e o a u f u g e r e : la vecindad de f e r r e Datos acerca de las varias formas en B D L C VI,
’llevar’ y a u f e r r e ’quitar, llevarse algo’ sugería «0 272; V III, 205, 233-4, 246, 260-1; IX , 127, 128;
comp. Spitzer, Lexik. a. d. Kat., 46-47.— ‘ Se­ extrañamente el cat. pendre’s ’tomarse’ y ’cua­
guramente por analogía de este verbo se dice jarse’, y que sin embargo deriva del oc. y frprov.
hoy pum a en vez de p a l m a en el languedociano toumo, -a, ’queso fresco’, de origen incierto, qui­
de Aniane (B hZ R P h. L X I, 41).— 5 Claro que no zá prerrom ano (comp. Jud, Rom . X L V III, 450,
debemos pensar en derivar de p a l m a el cast. to­ 5 y R E W 8770); aunque G auchat lo relacionó con
mar, entre otras razones porque entonces debería el cast. tomar, es difícil que haya relación, y des­
ser *toumar (o más bien *poumar) en portugués de luego no será en el sentido de que tomar de­
y leonés. En cuanto al ca-st. tomar, es inaudito rive de este nom bre prerrom ano del queso, puesto
en el catalán de las tres regiones hermanas. que ni éste ha existido en España n i tomar pa­
¿Existió en otros tiempos en alguna parte? En 10 rece haber tenido el sentido de ’cuajar’. Sólo a
las Ordinacions de 1424 escritas en el Valle de título de curiosidad recordaré que T u ttle, M od.
Aneu, alto Pallars, se lee «si d ’aquí avant será Lang. Review IX , supuso que tomar nació por
atrobat que hom o fembra de la dita valí vaga una confusión en combinaciones como tómela de
ab les bruxes... e no res menys que tomará o t o l l e m i h i i l l a m , explicando esta contracción y
matara inffants petits...» (comp. más arriba «le- 15 confusión con complicadas suposiciones que ape­
vant los inffants petits deis costats de lurs mares, nas podemos calificar de ingeniosas.— 13 Para
e aquels maten», R F E IV, 33). L a t- no se lee tomó e hizo, tomó y se jué, etc., para indicar
en el ms. y ha sido suplida por el editor, pero una acción repentina, V. el pasaje de Juan de
¿no había que leer más bien (a)lomar ’derrengar, Valdés y demás datos citados por Cuervo, A p.,
golpear m ortalm ente’? D on Emilio Riu, que era 20 § 548. E n la Argentina y en toda América se
de Sort, solía emplear el verbo tomar hablando emplea eufemísticamente el verbo tomar con el
en catalán, y cuando se lo reprochábamos repli­ sentido de ’beber bebidas alcohólicas’ (frases
caba que así decían en su tierra. Luego he pa­ como «¿V. toma? ¿V. fuma? ¿Le gustan las n i­
sado muchas semanas en el Pallars, estudiando ñas? ¿Qué vicios tiene?» son normales en aquel
su habla popular, sin oírlo nunca. Sólo en Aós, 25 país, pero desusadas en España). Allí mismo la
en el límite del Urgellet con Pallars y Andorra, severa interdicción que pesa sobre coger ha obli­
oí a una m ujer «que tomo aquest camí». ¿Era gado a extender ampliamente el alcance semán­
también castellanismo individual? Más tarde lo tico, de agarrar en el habla del vulgo, y de to­
he oído en pueblos catalanes de Ribagorza.— 6 La mar entre los que pretenden hablar más fina­
proximidad semántica de autumare con Xaupáveiv 30 m ente: de ahí que sea imperativo decir la tomó
(’tom ar’;, nos la muestra el glosador latino que lo por el brazo, y corriente leer frases como «mu­
tradujo por únoA aapáveiv, C G L II, 466.46; cier­ rallas que no ofrecían salientes donde tomarse
to que pensaría en la ac. ’opinar’, pero úrroXau- para treparlas». Pero no faltan casos antiguos que
pivf.iv propiam ente es ’tom ar a cuestas’ y ’coger’. hoy casi nos parecen «argentinos», como anzuelo
7 De la vitalidad de autumare es prueba indirecta 35 para tomar peces o tomado de la luna (por la
la creación del antónimo negumare.— “ Podría es­ influencia de este astro), ambas en Nebrija (s. v.
perarse una evolución hacia *adomar o bien hacia anzuelo y luna). Es notable el alentejano tomar
*atmar, a todo lo cual podría encontrarse rem e­ «atrelar os animais ao carro ou ao arado», des­
dio por analogía de los verbos en att- ( = t-), tomar «desatrelar» (R L X X X I, 122).
pero las explicaciones complicadas pierden vero­ 40
similitud.— 8 Agréguese a esto que los romanos T O M A T E , del náhuatl tómatl id. 1.a doc.:
vieron en a u t u m a r e y a e s t u m a r e ( a e s t i m a r e ) 1532, B. de Sahagún.
dos derivados diferentes de una misma raíz, como Todavía A. de Molina en su Vocab. en lengua
mostró Jud, y puede confirmarse leyendo el mexicana de 1571 lo sentía exclusivamente como
T h L L .— 10 En los dicc. de que dispongo en esta 45 voz in d ia : atexxochilli: salsa de axí seco con to­
especialidad no figura autumare.— 11 Puesto que mar/» (f° 112v°2), «tomatl: cierta fruta que sirve
a tomar le suponemos alcurnia jurística, n i si­ de agraz en los guisados o salsas» (149r°l). Vid.
quiera es preciso mirarlo como palabra rigurosa­ L enz, Dicc., 723-4; Loewe, Z . f. vgl. Sprachfg.
mente popular o hereditaria. Siendo voz favorita L X , 145ss.; Friederici, A m . W b., 618-9.
de los Padres de la Iglesia, bien pudo pasar des­ 50 D e r iv . Tomatada. Tomatal. Tomatazo. Tom a­
de sus escritos al estilo foral y notarial, desde tero. Tomatera. Tomatillo. Tomaticán chil., arg.
fecha antiquísima, y que pronto se popularizara (M ontagne, Cuentos Cuyanos, p. 13; Lenz, l. c.),
una palabra de este sentido estarán dispuestos a con el sufijo de charquicán.
admitirlo cuantos conozcan la naturaleza intere­
sada del hombre.— 12 E ntre las etimologías fran­ 55 Tomaza, V. tomillo Tom ento, tomentoso, V.
camente inverosímiles puede relegarse la de Set- tundir
tegast (R F I, 237ss.) m u t u a r e ’tom ar prestado’ :
ni semántica ni fonéticamente es esto probable. T O M IL L O , dim inutivo del preliterario lom o,
Hay en lengua de Oc u n verbo toumá ’cuajarse empleado en el dialecto mozárabe, procedente del
la leche’ (M istral, Michalias, etc.) que recuerda 60 lat. vg. t ü m u m , lat. t h í m u m , y éste del gr. Oúfj.ov
id. 1.a doc.: tomiello, h. 1326, Juan M anuel (L i­ en la actualidad, quizá de uso local; parece ser
bro del Cavcdlero, Rivad. L V II, 252634). representante hereditario del lat. t h o m i x , - i c i s (la
Tomillo aparece repetidam ente en el glos. del cantidad de la I n o se conoce con seguridad, aun­
Escorial (h. 1400), en Covarr., A ut., etc. D e uso que de la acentuación griega parece deducirse
general en todas las épocas. E ntre los mozárabes, 5 que era breve), pero es difícil precisar en qué
lum íllu figura en Abenal^azzar, lum yéllu en El form a: ¿derivado en - i c i a ? O más bien forma
Zahrauí y en Abenbeclarix, tum íllu en o tro có­ mozárabe resultante de t h o m i c e m .
dice de este mismo autor, que tam bién trae el D e r iv . Entomizar.
antiguo prim itivo1 túm u; de éste se dedujo en
hispanoárabe u n nom bre de unidad toma anota­ 1« T O M O , tom ado del lat. tdm us ’pedazo corta­
do por PAlc. (Sim onet); el anónimo sevillano de do’, ’tomo, fascículo’, y éste del gr. tójjio; id.,
h. 1100 da tum yéllu y fum éllu (Asín, pp. 302-3). derivado de -rstivecv ’cortar’. 1.a doc.: h. 1535,
G dD D 6689, 6690 cita tomo en M iranda de Ebro y F r. A. de G uevara (Fcha.).
tomijo en Burgos; tremoncillo en Bielsa (Ba- E n su sentido propio, el bibliográfico, está ya
dia) y el catalán ribagorzano (es)tremoncell (cuya 15 en O udin (tom o de libro) y Covarr. («llamamos
-r- es secundaria, por repercusión), son diminutivos tomos los cuerpos en que se dividen los libros»),
del tipo catalán occidental tim ó ( t h y m - o n e ) ; en y A u t. cita ej. de fin S. X VII.
Álava se ha conservado la forma tumo, segu­ D e r i v . E pítom e [fin S. X V I, Aut.], tomado de
ram ente heredada del antiguo vasco local, donde epitome, gr. ¿ziTou-Tj ’corte’, ’resum en’, otro de­
era latinismo. E n Carlet y otras localidades del 20 rivado de TÉfxveiv; epitomar; epitomador.
País Valenciano se emplea la forma mozárabe to­
m illo en el catalán local (M artí G adea, Vocab., Tom ollo chil., V. tramojo Tom ón, V. tomar
p. 80; Anales del C. de Cult. Val. V, 160), aun­ Ton, V. tender Tona, V. tonel Tonada, to­
que en Alcoy se dice más bien tim onet, como es nadilla, tonadillero, tonalidad, V. tender To-
general en el cat. de Occidente. En latín clásico 25 nante, tonar, V. tronar Tonario, V. tender
este helenismo solía tener la forma t h y m u m (o
bien t h y m u s ), pero según es de esperar la lengua T O N C A , del tupí tonka id. 1.a doc.: Acad.
del vulgo pronunciaba la f como ü : el Apendix 1925, n o 1884.
Probi m anda decir «tym um , non tum um» (con En otros idiomas se encuentra desde 1800, al
otros ejs. en A L L G X I, 337), y en el C G L IV, 30 parecer siempre con referencia al Brasil, vid. Frie-
389.12, leemos la glosa «satureia: thum us». Con derici, A m . W b. 619, 226.
carácter popular t h ü m u m se ha conservado sola­
m ente en unos pocos dialectos italianos y sardos. Tondino, V. redondo Tondiz, V. tundir
Cultismo es timo, nom bre de una glándula, to­ Tondo, V. redondo
mado del gr. Súpioc, propiamente ’flor del tom i­ 35
llo’, y luego ’excrecencia carnosa’. T O N E L , tom ado del fr. ant. tonel id. (hoy
D e r iv . Tomaza rioj. ’planta semejante al tom i­ lonneau), dim inutivo de tonne ’tonel grande’, y
llo’. Tim ol, derivado culto de thym um . Epítim o éste del lat. tardío t ü n n a id., tomado del célt.
[1555, Laguna], de ¿ní0u¡xov id., derivado expli­ t u n n a ’piel’, de donde ’odre’ y después ’cuba’.

cable porque esta planta parásita suele nacer so­ 40 1.a doc.: Lucano de Alfonso X (Almazán); med.
bre el tomillo. S. XIV.
C p t . Tim eleiceo, derivado d el lat. thymelaea, E n el Poema de Alfonso X I: «las villas mandó
gr. SufieX aía, com puesto con eAaiov ’olivo’. T i­ cercar, / amas de fuerte manera, / e mandólas
miama [1555, L ag u n a], d e O-juícttii, derivado de bien tapiar / con toneles e madera» (2245d), y
Oufjuav ’q u em ar com o incienso’, y éste de Oústv 45 otra vez en 2315d, tam bién hablando de un sitio.
’ofrecer e n sacrificio’, voz afín a Oúaov. Quizá n o sea casual el que aparezca por prim era
vez en u n texto de autor lusitano o gallego, pues
Tom ín, tomineja, tominejo, V. azumbre en estos idiomas era galicismo aún más antiguo:
tonelcynno ya aparece en el S. X III en las Can­
T O M IZ A , del lat. t h o m i x , - i c i s , id., y éste 50 tigas (23.3), y tonoeiro ’tonelero’ en 1318 en Mes-
del gr. 0 (üai', -iy.oq ’cuerda’. 1.a doc.: N ebr. tre G iraldo1. Es probable, pues, que entrara por
ttom iza, cuerda de esparto: tomix». el Oeste, como lo indica tam bién el hecho de que
Tam bién está en Covarr., etc.; A ut. define sea hasta hoy vocablo ajeno al catalán2. El hecho
«cuerda o soguilla de esparto» y cita ejs. de G ón- es que fuera del poema de Yáñez no puedo do­
gora y de una pragmática de 1680. N o sé si es 55 cum entar el vocablo en Castilla hasta fines del
derivada o debida a una falta de lectura la for­ S. X V I, y n o sólo falta en fuentes medievales,
ma que leemos en el testam ento de Fdo. de Ro­ pero tam bién en APal., N ebr. y PA lc.; sin em­
jas, vecino de la Puebla de M ontalbán, en 1541: bargo debió de colaborar el aragonés, donde ya
«yten una estera chica; yten unas redes de ta­ aparece en 1386 (Pottier, V Rom . X, 211). E n 1
mizan» (R F E X V I, 380). Palabra poco conocida «0 Castilla lo trae C. de las Casas (1570) «tonel:
bottacco; tonelero: bottaro, bottero», y está tam ­ y aunque junto a éste ha existido toneiro en
bién en Percivale (1591) «a tunne or pipe, ves- gallego (Sarm . 91v), será sólo como resultado fo­
sel», Covarr., etc.; A ut. cita ejs. del S. X V II. nético secundario de un toneeiro, adaptado según
Además, como voz náutica en 1492 (Woodbr.). el modelo de meleiro meeiro, caleiro -o caeiro,
Que es voz tomada directa o indirectamente del 5 etc.; port. tanoeiro (Joáo Pacheco, D ivertim ento
francés lo prueba no sólo la terminación -el, sino Erudito, 1741, II, p. 133) < *tonaeiro con m etá­
también la carencia del prim itivo; en Francia tesis; rúa da Tornaría en Pontevedra, ya 1426
tonel se encuentra desde ei S. X II, y tonne es (Sarm. CaG. 176r).
también vocablo de todas las épocas. Sólo es
autóctono en francés y en lengua de Oc. TuNNA 10 Tonelete, V. tonel y tender Tonética, -co,
se encuentra con el sentido de ’tonel’ ya en glo­ V. tender Tonga, tongada, V. túnica T o n i­
sas latinas (Diez, W b. 321; R E W 8986). Es pala­ cidad, tónico, tonificación, tonijicador, tonificante,
bra común al galorromance y al germánico, don­ tonificar, tonillo, V. tender Tonidro, V. tronar
de es propio, desde su etapa más antigua, de Tonina, tonino, V . atún Tono, V. tender
todos los idiomas occidentales, y aun aparece a 15 Tonsila, tonsilar, V. tolano Tonsura, tonsura­
fines de la Edad Media en escandinavo, mas per­ do, tonsurando, tonsurar, V. tundir I
maneció ajena a los dialectos más conservadores
del alto alemán, y el haber conservado intacta T O N T O , probablemente voz de creación expre­
su T - inicial en este idioma, revela su carácter siva, cuyos equivalentes se encuentran en muchos
advenedizo. 20 idiomas. 1.a doc.: 1570, C. de las Casas.
Iin céltico, las varias lenguas isleñas tienen un Ahí traducido «abbalordito, balordo, cappocchio,
vocablo procedente de una base TÜNNA, con el gnocco, melone». Al mismo tiempo o muy pocos
significado de ’piel’, ’corteza de rocino’, ’costra, años después debía de escribir Santa Teresa a
superficie’, que en galo debió de tom ar el sen­ quienes le instaban a que compusiera Las M o ­
tido de ’odre’ y luego ’cuba’ (Thurneysen, 87; 25 radas (1577): «¿para qué quieren que escriba?
Kluge, s. v. tonne): de ahi pasó al romance y Escriban los letrados que han estudiado, que yo
se propagó al germánico. Por lo demás en su sen­ soy una tonta y no sabré lo que me digo, pondré
tido primitivo el vocablo se conservó directam en­ un vocablo por otro, con que haré daño»'. Desde
te en el port. lona ’cáscara tenue’, ’película’, ’su­ entonces empieza a encontrarse con frecuencia :
perficie’, gall. y león, tona ’nata de la leche’3; de 30 de 1590 son los versos de Góngora «háganse ton­
ahí derivarán también salm., vallad, y zamor. en­ tos cenizas, / que con cenigas de tontos / dis­
tonar ’enterrar’, salm. atoñar ’atollar’, toñera ’ba­ cretos cuelan sus paños» (ed. Foulché I, 141 ;
sura’ (que W agner, Festschrift Jud, 544, mezcla otro I, 392); en la Vida de Cristo de C. de Fon-
indebidamente con los derivados de T O L L O ). seca (1596) «Christo, Señor nuestro, condenó por
Comp. T O Ñ A . 35 tonto al que edificó casa sobre tan flacos cimien­
Del francés antiguo tonel se tomó tam bién tos como el arena» (lib. 1, cap. 12); A u t. cita
el ingles timnel ’tonel’ y luego ’caño subterrá­ ej. de una obra postuma de Sánchez de las Bro­
neo', ’túnel’, vocablo que con este sentido pasó zas (f 1600) y del Per siles de Cervantes, y hay
modernamente al cast. [Acad. ya 1884, no 1843]. muchos en el Quijote. T am bién figura en los
D er iv . Tonelada [1494, W oodbr.; 1587, G ar­ 40 dicc. de Percivale (1591) («a foole, a dolt»), Pa-
cía de Palacio, Instr. N áut., f.° 8 0 ; S. X V II, let (1604), Oudin, Covarr., etc., definido en éste
A ui.]; tonelaje [Acad. 1925, no 1884]. Tonelero «el simple y sin entendim iento ni razón, pero
[1495, W oodbr.; 1570, C. de las Casas]; tonele­ éste no es furioso como el que llamamos loco».
ría. Tonelete [Lope, Aut.]. Hoy en América su empleo es algo menos ex­
' Esta forma me parece asimilación de *tone- 45 tenso que en España, a causa de la concurrencia
eiro, derivado del plural tonees (toneis), más bien que allí le hace zonzo, pero no es ajeno al habla
que en la forma que la explica C. Michaélis, popular (ejs. en el Cane. Cuyano de Draghi,
R L X III, 414-6.— ‘ El primitivo tona, que suele pp. 87, 295, 304). Falta en cambio en los dicc.
cisarse como catalán, lo fué en la Edad M edia de APal., N ebr., PAlc., y en general en las fuen­
( t ú n n a está incluso en el mozárabe oriental de 50 tes medievales.
R. M artí, p. 137), pero hoy está desusado, salvo Por otra parte, tonto y vocablos semejantes apa­
en el Alto Pallnrs o en la ac. ’tonelada’, en que recen en otros varios idiomas, y no sólo rom an­
se ha vuelto a introducir de Francia, y no está ces. En catalán es castellanismo bastante usual,
todavía bien arraigado. Sea como quiera, el tra­ pero mal adaptado (conserva la -o) y no genera­
tamiento de la NN muestra que nunca fué vo- 55 lizado. En portugués aparece desde Bluteau (1715)
‘ cabio genuino en catalán, al menos en catalán y en varios autores literarios del S. X V III (citas
oriental.— 3L a aplicación a la tonelería no parece de D . Vieira y Moraes), y su sentido es algo
que se produjera en gallegoportugués, donde sólo diferente : «de juizo lezo com os annos», es de­
se conoce el viejo galicismo tonel y concurrentes cir, ’chocho’. E n italiano «tónto: minchione, rin ­
como pipa. El derivado es toneleiro en portugués 60 tontito, stùpido» no es ajeno al vocabulario co-
V. — 35
m ún, pero no es de uso m uy frecuente (incom­ y centroamer. dundo ’tonto’ y vid. T U N T Ú N
parablemente menos que sciocco), aun cuando ya (comp. port. doudo, s. v. T U L L ID O ).
lo señalan en Varchi (f 1565); ni siquiera puede D eriv . Tontada. Tontaina. Tontear [Covarr.].
asegurarse que no sea hispanismo (nótese que Tontedad [1570, C. de las Casas; 1613, C ervan­
C. de las Casas no lo registra en su parte ita­ 5 tes, A ut.; hoy desusado, aunque tontidad se oye
liana, ni lo da entre sus numerosas equivalencias todavía en Galicia, Pardo Bazán, Obras ed. 1943,
de la voz castellana), aunque es más probable que p. 1490]. Tontera. Tontería [Sta. Teresa, Aut.].
sea creación paralela a la cast., puesto que ha pro­ Tontillo [Aut.]. T ontito ’Polioptila dumicola’ chil.,
ducido un derivado diferente y bien usual inton- arg. (M endilaharzu, L a Prensa de B. A ., 29-IX-
tire ’aturdir’ (aplicado p. ej. a los peces embo­ 10 1940). T o n tó n [tontonazo, Calderón, Aut.]. T o n ­
rrachados con hierbas p or los pescadores). T am ­ tucio (almer., etc.). Tontuelo. Tontuna. Tontura
poco parece ser italianismo el rum . tont «sot, ’vahído o m areo’ cañar. (B R A E V II, 340) < port.
nigaud», que según D ensujianu (Rom. X X X III, tontura id. Atontar [Cervantes, Lope, DHist.},
82-3) es m uy popular y se emplea en el viejo maestr. atotinat. ’aturdido, atontado’ (Seidía, pp. 6,
dialecto de M acedonia; hay además una variante 13 278); atontamiento. Tontina [Acad. 1884, no 1843],
vocálica tirtt y otra ampliada tíndali, sinónimos del it. tontina, que alude al banquero napolitano
todos ellos (Pascu, A R om . V II, 563). Y no faltan Lorenzo T o n ti (S. X V II), cuyo apellido quizá de­
voces m uy semejantes, y tam bién sin etimología, riva del adjetivo it. tonto. Entontecer (raro aton­
en idiomas de otras fam ilias: alem. provincial tecer)-, entontecimiento.
tunte i. ’persona lenta’, ’persona puntillosa, re­ 20 C p t . Tontiloco. Tontivano.
milgada’, húngaro tandi ’bobalicón’, ’palurdo’. 1 Cita de M . P., E l Estilo de Sta. Teresa, en
Como etimología propusieron Sánchez de las L a Lengua de Colón y otros ensayos, pp.
Brozas y Diez (W b . 492) partir del lat. a t t O n í - 131-2.— 2 Éste había pensado antes en un * t ü n -
tus ’atolondrado’, y aun Schuchardt — si bien d ít u s ’golpeado’, ’contuso’, idea sumamente in ­
admitiendo en lo fundam ental el origen expresi­ 25 verosímil.
vo, ZR P h. X L I, 698-9— se inclinaba a creer que
habría cruce o confusión con esta palabra latina; T O Ñ A ’tala’, ’pan o torta grosera’, origen in ­
pero es evidente que el resultado fonético d e,ésta cierto, quizá de Toña ’Antonia’, nom bre aplicado
en castellano sólo podía ser *atiiendo, y el cruce popularmente a gente de pocos alcances. 1.a doc.:
no parece necesario ni verosímil. L a opinión de 30 1836, Peralta, Dicc. aragonés.
O tto Driesen (A S N S L C X X III, 201-2) de que Ahí y en Borao como ’pan grande’; en Murcia
derive de t o n d é r e ’esquilar’ (fijándose en algún ’torta de aceite y miel’ (G. Soriano), en Albacete
uso figurado y medio jergal de los fr. tondu ’dulce de Pascua’ (R F E X X V II, 255n.); parece ser
y chauve), no tiene probabilidad alguna. Baist, primeramente una torta o pan groseros, pues en
coincidiendo en cierto grado con Covarr., y fiján­ 35 el valle de T ena designa el ’pan de centeno’ y en
dose en que tondo ’necio’ es usual en italiano Echo toñuelo es ’especie de torta escaldada con
desde Boccaccio (corso tondu, bergamasco tond agua’ (R L iR X I, 193). E n el mismo sentido tony a
id.), sospecha que éste sea aplicación figurada es usual en el catalán de Ribagorza (K rüger, Die
del más general tondo ’redondo’, derivado regre­ H ochpyr. A II, 306; A O R B B II, 261) y en el
sivo de ritondo r o t u n d u s : entonces tondo se ha­ 40 N orte de la provincia de Alicante (Bol. de la Soc.
bría cambiado en tonto por reduplicación expre­ Castellón, de Cult. X I, 255); tony en el Pallars,
siva, y pasado desde el it. al castellano; mas esto y de ahí el dim inutivo tinyol ( < tenyol disimilado)
es poco probable en vista de que el it. tonto ha en Pallars y Ribagorza, tam bién en el Priorato
sido siempre mucho menos popular que en España. («panellet de pa moreno», Butll. del Club Pirin.
En definitiva se impone seguir la opinión 45 de Terrassa II , 171). Igualm ente tougne, tougno,
de M eyer-Lübke3 (ZRPh. X X V III, 636; R E W o los diminutivos tougnet, tougnolo en el Bearne
8988), quien en vista de las variantes del vocablo y el Languedoc (K rügei, l. c., y V K R V III, 351;
y de su extensión en idiomas diversos admite Rohlfs, B hZ R P h. LX X X V , § 336), bearn. tegnou-
que es voz de creación expresiva. Esto m e pa­ let (Palay).
rece bastante seguro, aunque ya es menos seguro 5« Sugiere el Prof. K rüger que se trate del nom ­
que debamos partir del balbuceo tt... « ... del bre de persona Toña p or Antonia, aplicado popu­
hombre abobado: los vocablos de este tipo como larmente a gente boba (cat. toni, oc. toni, togno,
chocho, bobo, lelo, soso, fofo, m emo, y en par­ tougnas id., port. tonha ’ram era’) y luego a un
ticular su herm ano y sinónimo zonzo (comp. cat. manjar insustancial'. Esto es posible en efecto, y
dial, enxunxit ’amodorrado, adormilado por la fie­ 55 aun verosímil, pues nos explica al mismo tiempo
bre, etc.’), se caracterizan por la repetición de toña ’tala, juego de muchachos’ [1883, zamor. F D ;
una misma consonante, a m enudo con vocal o, admitido sin calificación regional, Acad. ya 1925,
y a veces con adición de una n, y es esta misma no 1884], juego mirado como tonto por los más
repetición la que basta para sugerir directamente crecidos; m ure, toña ’palmetazo’ (G. Soriano);
la idea de necedad o flojedad. Comp. el colomb. M ast. (Pilona) tunar ’pegar con los cuernos, el buey
o vaca’ (V, s. v. churniar); zamor. toña ’tina para Donde el ms. P. trae estopagion. Bastante co­
amasar harina’ (FD ). De todos modos hay que rriente en la Edad M edia es la forma estopaza,
tener presente que esto no es seguro, y no per­ Gr. Conq. de Ultr., 302; Juan M anuel, Libro del
der de vista que es difícil fijar los límites entre Cavallero (R F V II, 513; Rivad. L I, 253); estopa­
esta familia y la del port. tona ’corteza’2, león, ento­ 5 za y estopazo en Guillén de Segovia (p. 86); pie­
nar ’enterrar’, ast. orient. toñil ’porción de frutas dra d ’estupaza en el M arqués de Santillana (ed.
que se ponen escondidas en u n sitio’ (V, s. v. llo­ A. de los Ríos, p. 133); estas formas debieron
rada), Cespedosa entonar ’atollar’ (R FE XV, 151), de tomarse del fr. ant. les topazes [Roland], con
procedentes del célt. t u n n a ’piel, corteza’, vid. aglutinación del artículo plural. N e b r.: «topazion,
T O N E L . A ésta pertenecerá más bien el val. ato- 10 piedra preciosa: topazius»; topacio ya en APal.
nyar o tonyar ’cavar profundam ente’ ( < ’rom per la (234b, 503d), y es general desde los clásicos.
costra del terreno’), usual en muchos pueblos des­
de la capital para el Sur, y en el N orte de Ali­ TO PA R , de la onomatopeya t o p , que expresa
cante (Alcover, s. v .; B D L C X II, 307, 319)3. un choque brusco. 1.a doc.: S. X IV, Juan M a­
Ahora bien, éste a su vez se da la mano con el 15 nuel; Juan R uiz; Biblia med. rom ., G én. 28.11.
pallarés tonyar ’amasar el pan’ (A O RBB II, 262; El sentido etimológico de ’chocar’ lo encontra­
usual en Alós y en el Flamisell, vid. Krüger). ¿No mos ya en A P al.: «illidere es topar y dar golpe
vendrá éste de ’enterrar’, ’cavar profundam ente’, en cosa que dañe», «.refractiva, cosas que unas en
y no será toña postverbal?4. Es posible. Provi­ otras topando se rom pen» (204b, 414b); y en
sionalmente y mientras no aparezcan pruebas más 20 N e b r.: «topar rezio trompegando: incurso» y lue­
claras, podemos adm itir la etimología de K rüger, go «topar topetando con cuerno: cornupeto». T am ­
y dejar como incierto el origen del val. y pallar. bién en A ut.: «tropezar una cosa con otra, o lle­
tonyar. gar a ella con tanta cercanía, que m utuam ente se
1 Comp. el dicho languedociano «a qui manjavo im pidan la penetración o localidad», «lo mismo
de bèl pa / la tougno pot pas agradá» (M istral).— 25 que topetar», «consistir o estribar alguna cosa en
2Y gali. ant. y mod. tona ’corteza de árbol’ otra, y embarazarse en ella: como la dificultad
(MirSgo. 92.28, 96.24, trad. cor tices) ; hoy se topa en esto o aquello». L a ac. etimológica ’cho­
distingue «a codia dun pino ou a tona dun car- car’ es hasta hoy la predom inante en catalán (don­
bailo» y la «tona das pedras» (pátina húmeda de de xocar no se emplea más que hablando de coli­
los edificios de París o de Galicia), Castelao 180. 30 siones violentísimas, y e¡> dudoso que sea genuino).
22, 38.15; además se dice de las castañas, de la E n castellano pronto se desarrolla el sentido
monda de ciertas frutas y de la nata de la leche figurado de ’hallar’, especialmente hallar a alguno
(Valí.) o de la «tez que cría cualquier líquido» por casualidad y sin buscarle, otras veces tam bién
(«almíbar pasado, que ya hace tona» Sarm. CaG. hablando de cosas. Así ya en Ju an Ruiz, aunque
66r) y el área del vocablo llega hasta Sanabria 35 en éste se percibe todavía algo del matiz etimoló­
(Cortés Vázquez).— 3«Han aparegut les sepul- gico : «non sé ffuerte nin rezio que se contigo
tures al atonyar el bancal per a plantar-lo de tope / que nol debatas luego por mucho que se
vinya», «tonyant un cam p per a plantar-lo de enforce», increpando al Amor (187c). Quizá aun
taronger», tonyar id.(N. Prim itiu, Anales del C. más común es el uso intransitivo, que ya encon­
de Cult. Val. V III, 187, 190, 191).— 4 Apoya 40 tramos en E l Conde Lucanor, y que después se
este modo de ver e inspira escepticismo acerca hace trivial: «commo es grave [’difícil’] topar /
de la etimología de K rüger la circunstancia de en conplisión ygual, / es fallar en su par / buen
que tonya ya aparezca en el Canfoner Satirio amigo leal» Sem T o b (490), «topar encontrando
Valencia del S. XV en la frase «que ja sabem la con uno: occurro» N ebr., «siempre hallávamos algo
dura tonya com se mastega». ¿N o será ahí ’cor­ 45 que notar en vuestras cartas... y acontecía que co­
teza’? Aunque no sea así, sino ’torta’ o ’pan mo topávamos algunas cosas que no aviamos visto
pequeño’ (que tam bién G riera documenta en texto usar a otros» Juan de Valdés (Dial, de la L ., 4.11),
cerdano de 1587), esto es muy antiguo para venir «se ha dicho... que la han visto algunas personas...
del uso familiar de Toña por ’tonta’. Ag. cita y quizá alguna vez la toparé yo, y le preguntaré
además tonya en un libro de St. Feliu de Guíxols, 50 si manda que haga alguna cosa en descargo de su
aunque el sentido ahí es oscuro, y agrega que conciencia» Coloquio de los Perros (Cl. C., 299),
se emplea en Alcoy sin decirnos en qué sentido; «en estas razones y discursos iba, cuando topé con
cf. D A lcM . s. v. tonyar. un clérigo m uy viejo en una muía, que iba camino
de M adrid», «entrábase en las casas que veía
Toñada, V. otoño Toñera, V. tonel Toñil, 55 abiertas; y si no había testigos robaba cuanto
V. otoño y toña Toñina, V. atún ¡T o p !, V. había; y si le topaban, tocaba la campanilla» B us­
estopor Topa, V. tope cón (Cl. C., 113, 194); otros en L a Ilustre Fre­
gona (Cl. C., 316), Ruiz de Alarcón (La Verdad
T O PA C IO , tomado del lat. topazion y éste del Sospechosa, Cl. C., 18), etc. Aunque A ut. lo da
gr. -zo-izáOov id. 1.a doc.: estopagio, A lex., 1309. <0 todavía como de uso norm al (con varios ejs. clá­
sicos), es posible que ya empezara a envilecerse n i intoppare en su libro. Bloch desecha con ra­
en el Siglo de O ro : L ope lo coloca en u n trozo zón esta idea adm itiendo el origen onomatopéyi-
de lenguaje villanesco en L a Corona Merecida (v. co, y Spitzer (R F E X III, 123n.) pasa al extremo
121, donde lo que topamos es más bien ’lo que opuesto dando como onomatopéyicos topar y tope.
tenemos’ que ’lo que hallamos’). E n esta ac. es 5 Desde luego hay que rechazar el origen germánico
hoy en m uchas partes palabra vulgar, evitada por de topar, y separar las dos familias: el sustantivo
la gente educada1, aunque m uy viva todavía, mien­ tope en el sentido de ’p unta’, ’cum bre’, estaba li­
tras sigue teniendo vigencia plena en el judeoes­ mitado prim itivam ente al uso náutico y es extran­
pañol de O riente (Yahuda, R F E II, 347). jerismo tardío en la Península; en Francia, donde
La ac. etimológica corre mucho en la Arg., Chile 10 este germanismo tiene arraigo antiguo, falta en
y otros países americanos, especialmente hablando cambio el verbo topar, y semánticamente la separa­
de ganado, o de caballos dirigidos por sus jinetes3. ción no es menos clara. El origen onomatopéyico
L a distribución semántica que en castellano tien­ de topar y de intoppare es evidente2.
de a hacerse entre topar y topetar es diferente y D e r i v . Topada [Aut.], comp. nota 2. Topadizo.
aun opuesta a la que se practica en el catalán de 1J Topador. Topam iento [S. XV, A ut.]4. Toparra
Valencia, donde Lamarca traduce topar por el cast. salm. Topazo ’choque’ ant. (Fz. de Oviedo, Fcha.)
topetar, y éste en cambio se emplea con el sen­ y arg.5. T ope ’colisión, encontronazo’ [1554, Lazari­
tido de ’hallar, encontrar’ : así he oído esta pala­ llo, A ut.]’, ’tropiezo, im pedim ento’ [med. S. X V II,
bra (ajena al cat. del Principado) en muchos pue­ Agreda, Aut.], ’pieza que se pone en algunos ins­
blos del Maestrazgo, sin excluir a Villahermosa, 20 trum entos para que no penetren m ás’ [Aut.], hasta
de habla castellana. El port. topar es tam bién «en­ el tope ’enteram ente, hasta donde se puede lle­
contrar com alguém ou alguma coisa a caso e im ­ gar’ [Aut.], diamantes al tope [S. X V II, Aut.].
previstamente, ou de propósito» (aquí la ac. ’cho­ Topear; topeadura. Topetar [Nebr., arriba]; tope­
car’ se encuentra, pero es rara), y no sólo abun­ tada; topetazo; topetón; topetudo. Topino [Acad.
dan los ejs. del S. X V I (vid. D . Vieira), sino que 25 1925, no 1884]. Topón a d j.: vaca topona ’que gus­
el derivado topo ya aparece en el XV y hay un ej. ta de em bestir’ and. (Rdz. M arín, nota al Quijo­
del verbo a med. S. X III «per stratam Portus te, Cl. C. V III, 260); m. ’topada de dos jinetes’
quomodo tupat in mormoralibus» (Cortesáo, ad- cub., también taponazo (C a 177). Gall. atopar
dit). tr. 'encontrar (a persona)’ : «non digas quen atopas
Ir topar ’ir a parar’ doc. de 1355, Pontevedra 30 / unha nena ch’agrade...» (copla pop.) o cosa:
(Sarm. CaG, S7v) ; una linde «topa encima a casa atopar ganza ’concebir fuera de m atrimonio’; ato-
do moesterio de San Francisco» Pontevedra a. 1428 parse ’encontrarse e n ..., co n ...’ (Valí.) y aun ’ha­
(169r), «vai de longo con o m onte e topa en fondo llarse, estar’ con carácter cuasi-predicativo: «quen,
en o mar e topa encima en o monte» (169r). La coma min, de vello, / se atopa coxo» B. Losada,
gran extensión semántica del gall. topar (’hallar’ 35 1886, Castelao 60.22, 89.3. Ast. atopar ’hallarse
etc.) tiene ya raíces medievales: «tornaró-se d ’aly, bien en un sitio’, atopadizu 'el sitio en que uno
et vierd topar aa fonte de Effat» Gral. Est. Gall. se halla bien’ (V)7.
193.21; en ese texto es ’hallarse’ intr. «o N ilo... 1 Como observa Cuervo, Disc., 363, 440; Ap.,
as rribeyras; ontre que topa e vay» 189.31; «tor­ § 744.— 3 Descripciones en Inchauspe, Voces y
nando para sua térra topou con os conpañeiros» 40 Costumbres del Campo Argentino, L a Prensa, 14-
MirSgo. 25.19, hablando de enemigos en las Ctgs. X I-1943; Helena H osman, id. 25-IV-1941. T o ­
«topou en seus cemigos» 213.58, etc.; «o topar pada «género de pelea a que son muy aficiona­
das espadas» Crón. Troy. I, 273.24, etc. Tam bién dos los paisanos chilenos, y que consiste ert de­
se ha desarrollado esta ac. ’hallar’ en port. (topar rribar a su rival aplicándole un cabezazo debajo
alguns conhecidos). 45 de la barbilla o en la boca del estómago; tam ­
Fuera de la P enínsula, volvemos a dar con bién, especie de justa entre jinetes» Miguel A.
intoppare ’chocar’ en Italia, voz castiza y bien Camino, N uevas Chacayaleras, 123.— ’ M ás dis­
arraigada, pero en los romances de Francia esta cutible es la procedencia del ít. tbppo ’tocón’, y
raíz es esencialmente extranjera, pues toper ’acep­ sobre todo la de toppa ’rem iendo’, que aquí no
tar un envite en el juego’ y luego ’declararse de 50 me toca resolver, pero que no puede cambiar los
acuerdo’ es hispanism o del S. X V II, tom ado de términos del problema referente a topar. Comp.
esta ac. especial cast., que aquí está documentada el it. tóppete «voce imitativa di colpo».— ‘ Está
a med. de esta centuria (A u t.). anticuado generalmente, pero en los valles del
En cuanto al origen, Diez (W b ., 321) lo unía con Noroeste argentino es viva la fiesta del topa­
la familia que aquí estudio s. v. T O P E , si bien 55 m iento o del compadrazgo, curiosa ceremonia
considerándola com ún al romance con el germánico (Elena H osm ann, L a Prensa de B. A ., 27-IV-
y no como germ anism o; como en realidad TO PE 1941).— 5 «La conmemoración litúrgica máxima
parece serlo, Gamillscheg (E W P S , s. v. toper) de L a Rioja, conocida por tincunaco o rito del
afirma que topar tam bién lo es, y M -L . (R E W topazo, que ahí celébrase el 31 de diciembre des­
8787) dice lo propio de topetar, sin estudiar topar <0 de hace 300 años» Bernaldo de Quírós, L a N a ­
ción, 7-VII-1940.— ‘ G uitaldes, D . S. Sombra, labras de esta raíz (ingl. top, tip, tap). E l voca­
ed. Espasa, 140, 180; I. Moya, Romancero A r­ blo pasó del germánico (seguramente el fráncico:
gentino II , 321.— 7 V. W artburg, W ord X (1954)', Gamillscheg, R . G. I , p. 208) al francés, y del
288-305 y los artículos top, top-pin, topp-loppen, francés al iberorromance. D e tope en cast. deriva
*topf de su F B W . 5 topa [1539, Ant. de Guevara], porque esta garru­
cha se ponía en el tope de los mástiles (Jal). Del
T O P E m ar. ’extremo superior de u n palo o fr. mod. toupet vino modernamente el cast. tupé
mastelero’, amer. ’cum bre’, tomado del fr. ant. top [Aut., como voz reciente],
’cumbre’, ’copete’, y éste del fránc. t o p id. 1.a 1 E n su cast. lo empleó Colón en la narración
doc.: 1587, García de Palacio. 10 de su prim er viaje, Jal, 1462a. Comp. Fcha.—
E n su Instr. Náutica: «burdas se llaman unas 2 «Situada con preferencia en el tope de una loma
cuerdas que abaxan desde el rem ate del árbol m a­ o frente al paso de u n río, la pulpería...» en el
yor de gavia, que se dize tope» (£°135r°); en un catamarqueño Luis Franco, L a Prensa de B. A .,
ms. de construcción náutica del S. X V II: «las 25-11-1940. Frases así he leído muchas.— 3 T o ­
dos gatas para los topes de la mesana y contra- 15 pete en gallego ant. aparece con el sentido de
mesana» (Jal, 1465b); A ut.: «lo más alto de los «cábelo que reveste a parte superior da cabera»,
masteleros, donde se ponen las grímpolas», con ’frente’ : «fez gran coroa / e cerceou seu topete
cita del Vocab. Marít. de Sevilla (1696). E n p or­ espartido / e os cábelos cabo do oído» (R. Lapa,
tugués encontramos con el mismo sentido tope y CEsc. 124.16, 26.20, 237.7 y p. .756); «cavalgou
topo', éste ya en los Comentarios de Albuquer- 30 en seu cavalo e de?edeu-se pera Tejo, por darlle
que, de los primeros años del S. X V I: «e hum a a bever no rio e o topete lavá-lo» Ctgs. 369.69;
mea gávea no topo do masto» (Jal, 1466a). Hay hoy topetes ’losas que se encajan en una pared,
alguna ac. traslaticia como el tope de la hilera para que no entre en ella el agua llovediza’ (Valí.).
[1633, Lz. de Arenas, p. 25] en carpintería arqui­
tectónica. Hoy en América tope, como tantas vo­ 25 Topeadura, topear, V. topar Topera, V. topo
ces náuticas, ha ampliado su significado hasta equi­ Toperol, V. estopa Topetadu, topetar, topetazo,
valer a ’cum bre’, el tope de un cerro, de una loma, topetón, topetudo, V. topar Tópico, V. topo-
de los Andes. Es voz de uso muy común (aun lite­ Topinada, V. topo Topinam bur, V. tupinambo
rario) en la Argentina2, tam bién en Colombia, Topinaría, topinera, V. topo Topino, V. topar
donde viejas familias bogotanas emplean frases co­ 30 Topiquero, V. topo-
mo «llegamos hasta el tope de la sierra»; en la
región minera de Antioquia, al abrir una galería T O P O , de u n lat. vg. * t a l p u s , lat. t a l p a id.
en busca de un filón de mineral, cuando éste se 1.a doc.: h. 1275, 1.a Crón. Gral., lO a ll; J. Ruiz.
descubre se dice llegar al tope de la mina (A IL C T am bién en los glos. del Escorial y de Toledo,
I, 11; II, 182); falta en todos los diccionarios. 35 APal. (487b), N ebr., etc. D e uso general en todas
Aunque es seguro que el verbo topar es voz las épocas, y conservado, en forma femenina o
autóctona española, y con él el sustantivo tope en masculina, por todos los romances de Occidente;
las otras varias acs. del vocablo, en esta ac. tene­ aquélla en galorromance (y algún dialecto cat. del
mos sin duda uno de los infinitos galicismos del N orte), reaparece en el mozár. taupa ’ratón’
lenguaje náutico, tomada del fr. ant. top. Éste y 40 (PAlc.); ésta en cast., y cat. talp (taup); en it.
su derivado topet son muy corrientes desde el coexisten ambas, habiendo el masculino topo to­
S. X II, top con el sentido de ’copete de cabello’3 mado el valor de ’ratón’, lo que recuerda la ac.
o ’extremo superior de la cabeza’, topet es anti­ mozárabe, y en sentido inverso el m ur topo de
guamente ’copete’ y tam bién ’cumbre (de m onta­ J. Ruiz. En catalán el femenino taupa se ha m an­
ña)’, ac. ya documentada en la Chronique de St. 45 tenido en toda la zona pirenaica desde el Alto
D enis, de la cual no da ejs. G od. (V II, 746) para Empordán y Rosellón hasta Ribagorza. Tam bién
top, sin duda casualmente. N o es posible creer que el galL ha conservado el fem. toupa', eliminado por
este vocablo francés derive de la onomatopeya t o p toupeira en portugués.
(como nuestro topar), pues el verbo ni siquiera D e r i v . Topinada. Topinera ast. (V), com ún­
existe en Francia; por otra parte t o p ’cum bre’, 50 m ente topera ’m ontón de tierra que levanta el to­
’copete’, ’mechón’ es voz común a todas las len­ po’ (el port. toupeira ha reemplazado el nom bre
guas germánicas de Occidente y de Escandinavia, mismo del topo, gall. toupeira), cat. talpinera ’m on­
desde su fase más antigua; en inglés y en escan­ tón de tierra levantada por el topo’; cf. el mozár.
dinavo se emplea con significados náuticos análo­ «topo, animal conocido: taupanár, taupanarít» PAlc.
gos a los hispánicos, aunque todavía más amplios. 55 415b9. C ultism o: talparia.
El carácter antiguo y autóctono de esta familia en ' V. datos sobre supersticiones gentílicas refe­
germánico (aunque carece de etimología indoeuro­ rentes al topo en Valí, y en Sarmiento (CaG. 38).
pea) está comprobado además por el desarrollo fo­ Carré da una forma tiopa que debe de estar por
nético regular (a. alem. ant. y mod. zopf), y por *toipa normal en la fonética pontevedresa, pero
la apofonía vocálica que m uestran las diversas pa­ <0 al menos por la parte de Sarria y Forisagrada
debe de m antenerse toupa sin cambio, pues en así Simonet, s. v. thuéra; M . P., Oríg., 153; Stei-
Láncara y Barcia localiza el Ape. de Eladio Rdz. ger, V Rom . II, 302-3; Asín, Glos. n.° 373, 566,
el derivado toupeira. Ignoro si hay una variante 666 .
teupa que consignó IrmFa. y luego algún otro E n realidad se trata de dos géneros de plan­
léxico (error tipográfico?). 5 tas absolutam ente diversas por sus características
botánicas (coroliflora aquélla, talamiflora ésta) y
T O PO -, prim er elemento de compuestos cultos, por sus propiedades, y los nombres pertenecen
tom ado del gr. «róito? ’lugar’. Topografía [h. 1575, tam bién a zonas distintas y presentan diferentes
A. de Morales, A u t.], con y p íy e iv ’describir’; detalles fonéticos. El nombre del acónito es cono­
topógrafo [princ. S. X V II, A u t.] ; topográfico 10 cido desde muy antiguo, pues en la forma fuw&ra
[Aut.]. Toponim ia [Acad. 1936, pero usual desde (que debe entenderse igual a tuera o tuara) está ya
h. 1900 por lo menos], con ovoy.a ’nom bre’ (for­ en el cordobés Abenjtólyol (982) y en el malagueño
mado según el modelo de sinonimia, homonimia, Abenalbéitar (S. X III) y se conserva en esta for­
etc.); toponímico (falta A cad.); topónimo ’nombre ma diptongada en el árabe africano, según nos in ­
propio de lugar’ usual en la Arg. y otras partes; 15 forma Bocthor, que suele reflejar el uso egipcio;
tam bién se h an empleado toponomástica y topo­ de todos modos allí es palabra tomada del mozá­
nomástico (algunos distinguen entre toponimia rabe español; la variante sin diptongo (üra se en­
’conjunto de los nombres de lugar’ y toponomás­ cuentra en el anónimo sevillano de h. 1100 (Asín,
tica ’estudio de los mismos’)1. Utopía [Acad. 1884, ¡. c.). P or otra parte, tora (o menos com únm en­
no 1843], del lat. m oderno Utopia inventado por 20 te herba tora) es el nom bre catalán de esta planta
Tom ás M oro en 1516, para designar u n lugar que (Colmeiro I, 86), en todas partes donde se habla
no existe, como título de uno de sus libros, forma­ el idioma, y ya en el S. X III (Serverí de G iro-
do con oú ’no’; utópico; utopista. Derivados de na, A R om . X X III, 19-20). Es de creer que esta
tó tco ;: Tópico [princ. S. X V II, Aut.], del gr. denominación se extienda a algún punto del Al­
T o iu x á, título de un tratado de Aristóteles sobre 25 to Aragón, aunque de ello n o tengo otra prueba
los to tto i ’lugares comunes’; tópico en España que el nom bre de las Peñas de la Tuara, junto
sólo se emplea con este sentido etimológico, pero a Sahún, en el valle de Venasque (V. el mapa
en la m ayor parte de América, hasta la Arg., se le Schrader); F ont de la Tuara entre Vallabriga y
da por anglicismo el sentido de ’tema, asunto de les Viles de T urbó, o sea ya en dominio cat. pero
un estudio, discurso, etc.’, extranjerismo ya harto 30 en la propia frontera lingüística, creo tiene el mis­
arraigado aunque superfluo. Ectopia, formado con mo origen.
¿x- ’fuera de’. D esde luego en esta ac. se extiende a casi todo
1 D istinción que sería útil im plantar sistemáti­ el Sur de Francia, desde el Beame (tore, Palay) y
camente. los valles gascones (toro, Rohlfs), hasta el T arn
35 (id. Couzinié), el G ard (id. Sauvages), la Pro-
Topocho, V. pachón Toque, toqueado, V. venza (touero, M istral) y los Alpes de la H aute-
tocar Toquería, toquero, V. toca Toquetear, Ubaye (touara, A rnaud-M orin); en el Rouergue
V. tocar Toquilla, V. toca la touóro sería la Escrofularia perruna (Vayssier),
planta ya muy alejada del acónito. Al S ur de F ran ­
TO R A , hierba : con este nombre se han co­ 40 cia se referirá el b. lat. thora de u n doc. de 1330
nocido en España dos plantas muy diferentes, el (D u C.), mencionado como ponzoña activa; esta
acónito en el Este y en el Sur, y la orobanca en forma ha quedado en el latín farmacéutico. Sabido
el Centro y el O este; el nom bre de aquél procede es, en efecto, que el acónito es u n veneno violen­
del lat. tardío p h t h O r a , tomado del gr. <pOopá to, y de este modo se explica, como indicó Rohlfs
’destrucción’, por los efectos mortales de esta plan­ 45 (Z R P h . L V I, 387-9), que su nom bre pasara a apli­
ta ; el de la orobanca se relaciona con el nombre carse en Provenza a la oruga, que según las ideas
del toro, por la creencia de que esta planta tiene populares es venenosa: con este valor se encuen­
efectos afrodisíacos sobre la vaca: y aunque es tra thora ya en Peyre de Paternas que escribía en
posible que esta creencia se funde en el nom bre y el Comtat en 1349 {Rom. L X V II, 229). Está cla­
que en definitiva éste tenga el mismo origen que 50 ro que el étimo, ya indicado por Golio (1653) y
el de la otra planta, faltan averiguaciones sobre tradicional entre los botánicos, es el gr. cpOopá
este punto. 1.a doc.: 1555, Laguna. ’destrucción, corrupción, m uerte’, latinizado en
Como nombre de la Orobanche speciosa DC. p h t h O r a , y con la diptongación regular de la O
está yerba tora en Laguna, en Fragoso (1601) y en en provenzal y en m ozárabe; este fenómeno prue­
varios autores modernos, según Colmeiro (IV, 55 ba claramente que no se trata de TAURUS ’toro’
277); tam bién lo dan otros como nom bre de otras al cual erróneamente atribuye M -L . (R E W 8602)
especies de Orobanche. Falta en los dicc. hasta el cat. tora pudenta. E n Cataluña el nom bre de
fecha muy m oderna; en la Acad. está ya en 1925, tora se da tam bién al Aconitum Anthora, antídoto
no 1884. Los lingüistas confunden esta planta y su contra el acónito, llamado primitivamente a n t i -
nombre con el del acónito y plantas sem ejantes: «0 p h t h o r a , de donde procederá el mozár. ’antula
nombre de esta planta en Abenalbéitar, y de la nom bre catalán y científico del acónito se con­
Curcuma Zedoaria Roxb. en el anónimo sevillano fundía con él nom bre del toro en varios romances,
de h. 1100 (Asín, p. 17) (el A conitum Anthora se no era difícil que p or traducción se dijera tam ­
llamó Anthora Zedoaria en la antigua nomencla­ bién erbo del braou, o yerba vaca o stierkraut.
tu ra: Rolland, Flore Pop. I, 96). Hasta aquí per­ 5 Mas ¿por qué se habría aplicado el nom bre del
manecemos dentro de u n grupo de plantas afín acónito a una planta tan diferente? Quizá tam bién
al acónito. Por otra parte la tore bearnesa o acó­ tenga ésta gusto amargo o acre. O más bien por­
nito es amarga (Palay), Hasta el punto de que que este parásito es tan m ortal para las plantas a
’amargo, -a’ puede decirse tore, -o, en esta habla que se adhiere como el acónito para los animales,
occitana; no es, pues, extraño que tuera se apli­ 10 a lo cual aluden claramente denominaciones fran­
cara en M urcia (G. Soriano) a la coloquíntida, de cesas como herbe à la m ort, tête de m ort, ingl.
fruto sumamente amargo; y quizá ya se refiera strangle-weed, alem. ervenwürger (Rolland) ; así
a esta planta el anónimo sevillano (n° 666) al in ­ el nom bre grecolatino p h t h o r a ’destrucción’ se le
formarnos de que algunos pretenden que la yérba- pudo aplicar directam ente. ¿O será que ciertas
túra es la brionia o nueza blanca, que es cucur- 15 orobancas sean tam bién venenosas, o que crezcan
bitácea como la coloquíntida; por lo demás tam ­ sobre el acónito? Esto parece sugerir el pasaje de
bién puede haber relación directa con el tpOôpioç Abenalbéitar que Steiger cita parcialm ente: «j’ai
oîvoç o vino abortivo que se plantaba junto a app ris..., que dans les environs de Saragosse pous­
ciertas cucurbitáceas, como quiere Steiger. saient deux plantes qui, à prem ière vue, semblaient
Pero es más extraño que el mismo nombre se 20 n’en faire q u ’une et sortir d ’ u n e s e u l e r a ­
aplicara en Castilla a la orobanca, planta ta n di­ c i n e ... l’une est appelée touâra, et c’est u n poi­
ferente del acónito, con el cual nadie lo confun­ son mortel et très prom pt», donde, sin embargo,
dirá, puesto que es planta parásita que se cría so­ parece referirse a la orobanca. Quizá se refiera
bre otras, especialmente leguminosas, y en parti­ tam bién a la misma el anónimo sevillano (n.° 666)
cular los yeros, el cáñamo, que acaba destruyen­ 25 cuando dice que la yérba-çûra es lo que se llama
do en masa. Ahora bien, como nom bre de la oro- en árabe eusba‘ al-gûdra, nom bre que por desgra­
banca el vocablo tiene características fonéticas di­ cia falta en Dozy, Suppl., y en otras fuentes, y
ferentes : no sólo la ó castellana de hierba tora que Asín traduce por ’hierba de la raíz’1, lo cual
corresponde m al a una O, sino que en otros ro ­ podría aludir a la raíz, con que Ja orobanca chupa
mances el vocalismo de este nom bre corresponde 30 la savia de sus víctimas. Sólo un botánico podrá
inequívocamente al diptongo latino Au: port, erva- resolver el problema, y a condición de que pueda
toiro (Fig.) o herva-toura (documentado por lo m e­ manejar las fuentes árabes.
nos desde Vigier, 1718), gall. herba toura (Carré), 1 O tra palabra del mismo radical significa en
oc. herbó de tauréu (M istral), o sea claramente efecto ’raíz’, aunque èûdra en Dozy sólo figura
’hierba de toro’. E n efecto esta denominación apa­ 35 en el sentido de ’viga’. ¿Quién tiene razón?
rece en forma equivalente en varios idiom as: her­
be au taureau en 1784 en fr., erbo d u boueû en Tora ’arm azón...’, ’agalla’, V. toro Torácico,
la Saboya, érbo de braou en Aviñón, yerba vaca V. tórax Torada, V. toro Toral, V. tuero
en Amato L usitano (1553), erba tora o erva vacca
en dialectos italianos, stierkraut en alemán (Rol­ 40 TÓ R A X , tomado del lat. thorax, -cis, ’busto’,
land, Flore V III, 164). L a explicación nos la da ’pecho’, ’coraza’, y éste del gr. 0o>pa£ id. 1.a doc.:
esta misma obra : «c’est u n aphrodisiaque pour la Acad. 1884, no 1843; toraz en T err.
vache ; aussitôt qu’elle en a mangé, elle va au D e r i v . Torácico. Metatórax.
taureau», y a lo mismo parece aludir el nombre
de herbe à la chasse usual en el O rne, pues se­ 45 Torbellino, torbenino, torbón, V. turbar
gún Rolland se dice que está en chasse la vaca
en celo. T O R C A ’hoyo’, ’sima’, santand., burg., dlav.,
Está claro, pues, que hay una relación en­ jaén., de origen incierto, quizá del lat. TORQUES
tre TAURUS y el nom bre de la orobanca, y esto ’collar’, por ser depresión de bordes circulares;
invita a separar etimológicamente la hierba tora u 50 pero como hay dificultades fonéticas no debemos
orobanca castellana de la tora o acónito del cata­ perder de vista la posibilidad de un origen pre­
lán, el mozárabe y la lengua de Oc. Sin em bar­ rromano. doc.: doc. santanderino de 1210;
go, esto últim o no podrá darlo por bien seguro T err.
quien se acuerde de los casos numerosísimos de Dice éste «en las M ontañas de Burgos, etc., un
nombres botánicos que han determinado, por una 55 hoyo o gruta profunda de un monte». Aunque el
falsa etimología, la formación de una leyenda m e­ vocablo está ausente de toda la lexicografía ante­
dicinal o análoga; como tantos que Bertoldi ha se­ rior, ya parece figurar en la frase «tierras a las
ñalado repetidam ente. Así como el nom bre tora torcas» que Oelschl. cita de u n doc de Santoña
del acónito pasó a otras plantas que hemos visto de 1210. L e dió entrada la Acad. en 1884, con
arriba ¿no pudo pasar a la orobanca? Y como el 60 la definición «concavidad formada en las m onta­
ñas por la unión de unas peñas con otras», sin Sardische Studien, 42-43; también quiere tratar
localización; más tarde se ha enmendado en esta de él en un libro Expressive Wörter.
form a: «depresión circular en un terreno y con O tra palabra que viene probablemente de t o r ­
bordes escarpados» al mismo tiem po que se intro­ ques (como ya indicó G . de Diego, R F E X I,
ducía la etimología torques, de modo que no sa­ 5 345) es torga, que encuentro por primera vez en
bemos si esta etimología pudo influir en la defi­ T e rre ro s: «unos palos en forma triangular que po­
nición. H oy es voz técnica de geólogos, lo cual nen a los cerdos en el pescuezo como la corma en
no prueba, naturalm ente, que no sea estrictamente los pies, para que no puedan rom per los setos, y
regional ni que del uso regional no se tom ase; Pa- entrarse por enmedio de las estacas en las here­
gés cita de San . M iguel de la Cámara, hablando lfl dades y huertos», como voz propia de algunas
de las salinas de Cardona (donde ciertam ente no partes. L o admitía ya la Acad., y sin calificación
se emplea nada de esto) «hondonadas, cárcavos, de regional, en 1817; pero es sobre todo palabra
torcas, cuevas...». G . Lomas en su léxico santan- del N o rte : como asturiana la trae Rato, y en otra
derino observa a la definición académ ica: «tam­ ac. Vigón «pieza de madera que sujeta la ■com ­
bién hay torcas abiertas por las aguas de los re­ 15 puerta del tonel», junto con torgar «poner la torga
gatos en las avenidas», ’fosa o sima en que queda a los cerdos» (variante (a)torgar, influjo de A T O ­
enterrado un anim al’, torco ’hoyo pequeño en que R A R , y torgáu «el buey o la vaca que tienen las
quedan atascadas las ruedas de la carreta’, y torco astas abiertas hacia los lados» (porque les estorba el
o torcón o tórcano en el sentido de torca; alav. paso, comp. torgar «tornar» en Rato, o sea 'estor­
torco ’hoyo o bache grande donde pueden atas­ 20 bar el paso’). Para esta etimología estorba algo
carse las ruedas’ (Baráibar); Sajambre torca ’pe­ la -g- y la falta de diptongación, que ya le objeta
queños canales para la distribución del agua de M -L. (R E W 8799); si es palabra asturiana qui;.á
riego en los prados’ (Fz. Gzz., Oseja, 3.59). Pero se explique la o por importación del Oeste astu­
según me informa don José Cuatrecasas, el ilustre riano, y además podría ser postverbal del verbo
botánico autor de una monografía sobre la región, 25 torgar; en cuanto a la -g-, acaso se explique de
de ningún lugar son tan típicas las torcas como la misma manera, por influjo de los numerosos
de la Sierra de M ágina (Jaén), donde el vocablo verbos en -gar -IC A R E ; el caso es que en gallego
designa una depresión típica del «karst», terreno encontramos torgas por torcaz, cuya derivación de
fuertem ente erosionado, con disolución de la roca t o r q u f .s es segura, y no lo es menos la del gall.

caliza por las aguas, que causan hundimientos sub­ 30 torgallo ’andrajo, pedazo de tela de ningún servi­
terráneos. No sé si se emplea en América, creo cio’, pariente del cat. torear, fr. torcher ’enjugar,
que no1. secar’, que vienen conocidamente de t o r q u e s en
U n vocablo así bien podría ser prerromano2. Sin el sentido de ’estropajo de forma redonda’.
embargo, como su sentido parece prestarse bien a Tam bién es posible que haya simbiosis con pa­
ello, podemos pensar con la Acad. en t o r q u e s 35 labra de origen diferente, como sugiere el extre­
’collar de hom bre’, ’collar de buey’, que se con­ meño destorgar que Cabrera define «rom per o
servó en varios romances (R E W 8799) y, con su tronchar las ramas de las encinas el que se pone
sentido etimológico, en catalán y aragonés anti­ sobre ellas para sacudir la bellota» (y que de Ca­
guos : «en mon jovent / mullers prenguí, / / brera pasó a la A cad.): podría ser e x - t o r - i c a r e ,
quant me fon cara / lur messió / ... / tantes hos- 40 derivado de TORUS > T U E R O ; quizá de ahí, con
tilles, / torques, manilles, / collas, vestits...» Jau- sentido secundario, el cast. esturgar ’alisar y per­
me Roig (v. 7068), «una torca d ’argent» en in- feccionar el alfarero las piezas de barro por medio
vent. arag. de 1444 (B R A E II, 557). La falta de de la alaria’ [Terr., y luego Acad.]; de un vérbo
diptongación, forzosa en catalán, es natural en semejante se extraerían los port. dial, tórgo «raiz
Jaén por mozarabismo, no extraña demasiado en 45 ou cepo da urzeira» (también gallego), tdrgueira
aragonés (entre otras razones porque puede ser «cepa», torgueiro «montezinho, bruto, rustico, sil­
forma de influjo cat. u oc.), pero ya es más sor­ vestre (diz-se da gente)» (usuales en Braganza se­
prendente encontrarla en Burgos y Santander. El gún Leite de V., R L II, 120). De todos modos
ser palabra alavesa sugiere que proceda de ia zona en rigor se podría partir también de torga (’collar
primitivamente vasca, que abarcaba antes algún 50 de cerdo’ > ) ’corma, pedazo de madera para es­
trozo del N E . de Burgos, y que desde ahí se pro­ torbar el paso’ y luego ’cepa’, etc.
pagase a la M ontaña santanderina; el encontrar­ D e t o r q u e s es derivado indudable el cast. pa­
lo ya en 1210 aum enta la duda, pero hay que te­ loma torcaz. La forma más antigua es palomo
ner en cuenta que Santoña está todavía bastante toreado, en Elena y María (S. X III, R F E I, 90),
próximo al límite vizcaíno. De todos modos la p re ­ 55 correspondiente al p a l u m b u s t o r q u a t u S de M ar­
sencia en Jaén y en el N orte sugiere la posibili­ cial (X III, 67): sabido es que la torcaz es de co­
dad de que torca tenga arraigo en otras partes de lor gris o verdoso, pero con una especie de collar
Castilla, y si es así habrá que renunciar del todo blanco en el cuello, de donde este derivado de
a la etimología latina y aceptar quizá u n origen t o r q u e s (comp. paloma collarada en Calila, etc.);
prerromano, como el que defiende H ubschm id en «0 esta forma se conserva hoy en Burgos (paloma tor-
cada: G . de Diego, B R A E V I, 748), y existió en rígsnes del vasco, los indicios son de que aun si
portugués (columbas turcatus, doc. de 1253, P M H es prerrom ano no sea propiamente vasco. En
Leges I, 195); no sé si es la misma ave el gallego fin, habrá que tener en cuenta que en la locali­
SE. torcaz «pájaro pardo como estornino y del dad vizcaína de Gorocica (centro de la provincia)
color de la laverca (o alondra)» Sarmiento CaG. 5 se dice oka en lugar de troka (Suplem ento a la 2.a
211 r. Hubo luego otra variante torcazo que aparece ed. de Azkue), lo cual quizá no debe tomarse
documentada en Berceo, en Juan Ruiz, en el M ar­ como componente primitivo de un posible com­
qués de Santillana (ed. Ríos, p. 522), turcazo en puesto tr-oka (¿C uál podría ser el prim er com­
Vélez de Guevara (cita en la ed. de E l R ey en su ponente?), pues una t- inicial ha desaparecido en
Im ag., T . A . E. I I I , 136), y hoy en aragonés (Coll 10 muchas palabras vascas modernas.—El vocablo
A.), torcaza en G . de Segovia (85), en N ebr. y hoy parece tener viejo arraigo, al menos toponímico,
en Cuba y otras partes (Ca., 181, con datos anti­ entre los Serranos de Valencia. Hay por allí algún
guos); al cast. ant. y arag. torcazo corresponde, al nombre terminado en -torcas, y probablemente
parecer como forma mozárabe, el cat. dial, turcatxo, constituyen instructivas variantes mozárabes del
que he anotado en Fraga. Para esas variantes pode­ 15 mismo vocablo, el nombre de la Peña del Turco
mos postular sin vacilación un lat. * t o r q u a c Eu s , de forma redondeada y erizada de cuevecitas, en
que corresponde bien al valor del comunísimo su­ el término de Chella (V. foto y descripción en
fijo -ACEUS. Sarthou, Geogr. Gral. Prov. de Valencia II, 356-
Finalmente, en fechas mucho más tardías, apa­ 7) y la Laguna del Turche, de, forma circular,
recen los modernos palomo y paloma torcaz, que 20 en Buñol (ibid. 314).— 3Así está impreso ya en
ya están en Covarr.’ (junto a -aza), port. trocaz, pa­ Juan M anuel, Libro del Cavallero (Rivad. L I,
ra los cuales es excesivo postular un lat. * t o r q u a x 251<220), pero G räfenberg da torcazas en su edi­
(según hace M -L ., R E W 8797), lo cual no estaría ción correcta (R F V II, 504).
de acuerdo con el empleo de este sufijo en latín
y su im productividad en rom ance: el modelo para 25 Toreado, torcal, tórcano, torcaz, torcazo, V. torca
este cambio han de haberlo dado montaraz y otras
palabras análogas, entre ellas en particular el nom ­ T O R C ER , del lat. vg. * t o r c e r e , lat. t ö RQUe r e
bre de lugar (y apellido) Santorcaz (prov. de M a­ id. 1.a doc.: Berceo.
drid), procedente de v i l l a S a n c t i T o r q u a t i en D e uso general en todas las épocas y común a
genitivo, y con reducción consiguiente de - a t30iatodos los romances. T l j _>s ellos parten de una for­
-ad > -az (comp. el apellido Reparaz ma< fvulgar
i l i u s TORCERE, que no parece estar documen­
R e p a r a t i ) ; junto a Santorcaz existe San Toreado tada (comp. Schuchardt, Vok. des Vulgärlateins
como nombre de otros pueblos (prov. Oviedo, II, 486). Esta simplificación consonántica debió
p. ej.). Además vid. A N T O R C H A . de producirse en el grupo complicado Quj que el
D e r i v . Entorcarse b u r g . ’c a e r s e e l g a n a d o e n 35 latín vulgar presentaba en formas como t o r q u e o ,
u n a s i m a d e d o n d e n o p u e d e s a l i r ’, a l a v . ’a t a s ­ t o r q u e a m , t o r q u e a s , e tc .; tam bién es posible
c a r s e u n c a r r u a j e e n u n b a c h e ’. Torcal. que contribuyera la primera persona del singular
1 Con referencia a los Andes argentinos leo en y 3.a del pl. del presente de indicativo en el tipo
Borcosque, A Través de la Cordillera: «más ade­ de conjugación t o r q u é r e , que no es latino, pero
lante, en un torcal granítico, se destacan, también, 40 que debió de predom inar pronto en romance a juz­
dantescas figuras de monjes que parecieran hin­ gar por la mayor parte de los idiomas de la fami­
cados» (p. 104). Pero nada de esto se encuentra lia.
en dicc. de argentinismos ni americanismos, y D e r i v . Tórzanu ast. ’aparato giratorio que sirve
puede ser voz tomada de la Acad .— 2 De hecho, para tener la caldera al fuego del hogar’ (V). T or­
es palabra inseparable del vasco troka ’barranco, 45 ce m. ¿’eslabón’? [1490, Celestina], voz rara, que
encañada, ravin’, que según Azkue es sólo viz­ parece postverbal de torcer1; tam bién tuerce m.
caíno y anotado en Arratia, Orozko, Otxandiano Torcedero. Torcedor (’molestia’, G . S. de K urth,
y Txorierri, y el epto. trokarte (arte ’en tre’) ’ba­ L a Prensa de B. A ., 15-IX-1940). Torcedura. Tor­
rranco más angosto que la troka’, en Arratia, cida [1535, J. de Valdés, Diál. de la L ., vid. M E ­
Txorierri y Basauri, es decir localidades todas 50 C H A ]; ’cierto gusanillo que se cría en las fuen­
del SO. de Vizcaya, al SE. e inmediato E. de tes’ ast. (V). Torcido; torcidillo. Torcijón [torce-
Bilbao. O sea, continuación inmediata del área jón, Berceo, 5. M ill., 261]. Torcimiento [Nebr.].
santanderina y alavesa de torca-, algo menos clara Torzal [ztorfal: funiculus tortilis» N ebr.]2; aun­
es la identidad con trokatze ’cenagal’ propio de que parece realmente tener relación con torcer, el
Arratia y con troko ’tum or’ (en dos localidades 55 modo de formación no es claro, pues el sufijo -al
del centro N. y SE. de Vizcaya). De todos modos no es postverbal. M -L ., R E W 8803, lo incluye en
ir- no es inicial propiamente vasca, de suerte su artículo * t o r t i a r e sin más explicación, pero
que es más probable que sea torka la forma ori­ cabe objetar lo mismo y además la existencia del
ginaria, m udada por ultracorrección vasca en tr-; tal * t o r t i a r e no es segura, pues por lo menos
y como tampoco t - abunda en las palabras abo- 60 varias de las palabras romances ahí incluidas tie­
nen otro origen (vid. T R O JE L ). Quizá t o r t I l i s de raíces tintóreas que produce una fruta retorcida
cambiado en * t o r t i a l i s , aunque no se ve la razón como u n caracol’ (oído en M endoza; Chaca, Hist.
de tal cambio. Si debemos partir de la ac. ’unión de Tupungato, 95 ; Búfano, Vicuñero Riojano, en
de varias cosas torcidas y dobladas unas con otras’, L a Prensa de B. A ., 1937). Turdión [1517, etc.,
ya en Cervantes, quizá se trate de una hispaniza- 5 Hisp. R. X X V I, 295; Acad. ya 1817], del fr. antic.
ción del fr. ant. torsel ’paquete’ ( t o r s - e l l u , vid. tordion ’contorsión’, derivado de tordre ’torcer’.
TR O JE L); torzadillo ( < torzalillo); atorcelar [1548, Además de varias de las palabras anteriores
Palmerin, en D Hist.], cuya -e- apoya el origen son cultismos las siguientes. Tarques [siglo X V I,
francés arriba conjeturado. A u t., s. v. torce], de tórques id. Torsión [Acad.
Torzón [torpón, Berceo; Libro de los Cavallos, 10 S. X IX ], de torsio, -onis, id .; contorsión, contor­
59.7; ito rfó n de tripas: torm én, torsio» N ebrija; sionarse; detorsión; distorsión; retorsión; extorsión
Vélez de G uevara, Serrana de la Vera, verso [S. X V II, Aut.], de extorsio, -onis, id., derivado
2180; todavía usual en Cespedosa, R F E XV, de extorquere ’sacar algo por la fuerza’; extorsio­
138, en la Sierra Ecuatoriana, Lemos, Suplem ento nar cub. ’causar o cometer extorsión’ cub. (Ca.,
II , 27, etc.] o torozón [S. X V I, A. de Salaya, pa­ 15 121).
saje citado s. v. P E L L IZ C A R ; preferido por Aut. Torm ento [Berceo; Partidas V, ix, ed. Acad.
y A cad.]: del l a t . t o r t i o , - ó n i s , ’torsión’; torzo­ I I I , 239'], de torm éntum id. (por torq-m entum );
nado [(, N eb r.]; atorozonar; atrozonarse cub. (Ca., tormentar ant. (1.a Crón. Gral., 186¿>18; Conde
236). L u c., ed. K nust 267.23; J. R uiz; tormientar ’cas­
Contorcer [Alex., 1019]. Estorcer ant. ’sal­ 20 tigar’ Leyes de M oros S. X IV-XV , Memorial
varse, librarse de un peligro’ [Alex., 716, 1255; H ist. Esp. V, 427ss.), más com ún atormentar [h.
Calila, Rivad. L I, 4 8 ; J. Ruiz 793b, 1672, con 1300, Gr. Conq. de Ultr., D H ist.; Biblia med.
cita de Flor Filos, en la ed. de C ej.; Vida de S. rom ., G én. 15.13], atormentador; tormentario.
Ildefonso, 976; Danza de la M uerte, 123; si no Torm enta [med. S. X III, Partidas II, xxvi, Acad.
m e engaño es siempre intr., y no tr. con el sen­ 25 II, 301; R im . de Palacio, 794a; con el significado
tido de ’desviar, evitar’ como entienden Cej. y M. general y etimológico ’desgracia, infelicidad’ en
R. Lida], comp. cat. y oc. ant. estorcer id. Ast. arag. de la 2.a m itad S. X III, Vidal Mayor], del
estorcigañáu ’que tiene m uchas torceduras’ (V). lat. t o r m e n t a ’tormentos’, pl. neutro, que aparece
Retorcer [«retorqueo» N ebr.]; retorcedura; retor­ con el valor de singular en Lactancio y en mss. de
cimiento; retor [Acad. 1936, no 1884], del fr. re- 30 S. Ciprián (A L L G V, 286-9); la falta de diptongo
tors ’retorcido’; retorcijo; retorcijón [-ción ast., V]; se explica por influjo del cultismo tormento o más
retorcijar. bien por ser préstam o náutico, quizá del port.,
Tuerto adj. ’torcido’ [Berceo], ’injusto’ [Apol!]', más bien del fr. (donde aparece desde el S. X II,
’bizco’ ant. [1.a Crón. Gral., en R F E V II, 33], G od. X ) : en fr. ant. y port. ant. significa tam ­
propiamente ’de vista torcida’; de donde luego 35 bién ’torm ento’, m ientras que el it. ant. tormento
’que sólo tiene un ojo’ [J. Ruiz], comp. casos pa­ significa ’torm enta de nieve’ (para la evolución
ralelos de evolución semántica, R D R I I I , 469; m. semántica, comp. Schuchardt, Z R P h. X L I, 350-1,
’agravio, injusticia’ [Cid; Berceo; A lex., 197, 231, pero no hace falta adm itir influjo de t u r b o ;
850; Sem T ob 276, etc.]; más tarde entuerto Gilliéron, R . d e Ph.il. Fr. et de L itt. X X X III,
(Quijote, etc.); entortar [te. de u n ojo: elusco; 40 129ss.); el it. tormenta [princ. S. X VI], parece
e. de dos ojos: excaeco; e. otra cosa: obliquo, ob- ser hispanism o (Zacearía; Z R P h. X X X II, 632);
varo» N ebr.]; entortadura. Tortedad. Tortera ’ro­ torm entin; tormentoso.
daja’. Tortero ’rodaja’, ’cierta planta’; torteruelo. C p t . Torticoli [Acad. 1884, n o 1817; suele de­
Torticero [-¿fie-, Calila, Rivad. L I, 34; Conde cirse tortícolis f .], tomado del fr. torticolis
L uc., ed. K nust 254.8; -ice-, Partidas; R im . de 45 [S. X V I; -oli, Rabelais, Pantagruel, ed. Plattard,
Palacio, 926, 1559; Sem T ob 380; Cuervo, Obr. p. 63]4, com puesto con col ’cuello’, pero cuyo
Inéd., 387], formado, según demuestra la forma modo de formación n o está bien claro (vid. Bloch;
de Calila y de J. M anuel, con la terminación del comp. Vidossi, A G I X XX V, 53; Spitzer, BhZRJPh.
antónimo justiciero; torticeria ant. [ibid. 253.24]. X X IX , 34-35n„ 145).
Tortor [1696, Vocab. M arít. de Sevilla, Aut.], de 50 1 «U na dozena de agujetas e u n torce para el
tortor, - o r i s ’torcedor’; atortorar. Tortura [ h . bonete e u n arco para andarte de casa en casa
1250, Setenario, i°10i°; APal. 137d, 257d, 396d], tirando a páxaros e aojando páxaras a las venta­
tomado del lat. tortura id .; torturar; atorturar (fin nas!» Celestina V, Cl. C. I, 197.10. El sentido
S. X VI, D H ist.); torturador. Tortuoso [Covarr.], ’eslabón’ es m ás claro en el pasaje de H z. de Ve-
tom ado del lat. tortuosus id .; tortuosidad. Retorta 55 lasco que cita A ut., con la definición «la vuelta
[1706, Aut.], del fr. retarte [S. X V I], Retortero o eslabón de alguna cadena o collar». Pero este
[Covarr., traer, andar al retortero A ut.; al retor­ diccionario confunde el vocablo con el latinismo
tero, como vulgarismo en 1625, P. Espinosa, tarques, lo cual n o es lícito. Falta en Covarr.,
Obras, 197.2], de r e - t o r t o r i u m , ast. al retortoriu O udin, N ebr., A P al.; nada de interés en T err.
(V). Retortijar; retortijón. R etortuño arg. ’planta M N o se com prueba q u e el vocablo sea femenino
como dice la Acad., fundándose en esta confu­ V. torcer Tormentila, V. tundir Torm entin,
sión .— 2 T am bién port. y cat. torgal, cuya anti­ tormento, tormentoso, V. torcer
güedad ignoro, aunque no tengo por qué dudar
de que sean castizos. E n arg. ’cordoncillo hecho T O R M O , ’peñasco suelto’, ’terrón’, origen in­
de hilos retorcidos’ (T err.) y ’maniota formada 5 cierto, probablemente prerromano. 1.a doc.: princ.
con una trenza de cuero’ (M . Fierro II, 2610; S. X V ; el nom bre propio de lugar Tormillos
L . Lugones, B R A E IX , 535; Borcosque, A través (prov. Burgos), ya en doc. de 1075 (M . P., Ortg.,
de la Cordillera, 84).— 3'T u rm en to arag., pliego 169).
suelto de princ. S. X V I, R F B V II, 4 2 ; comp. Páez de Ribera, quejándose de 'a pobreza en que
cat. turm ent.— ‘ A juzgar por otro pasaje del 10 ha caído, manifiesta sentirse «atanto pesado / que
propio autor («xu^israv signifie rouer, tortre, non se me puede el cuerpo mover / a cosa del
bransler la teste, et faire le torti collin Tiers m undo que quiera fazer, / sy non commo tormo
Livre, cap. 45, p. 200), parece tratarse prim iti­ estarme asentado» (Canc. de Baena, n.° 291, v.
vamente del plural it. torti colli ’cuellos torci­ 16): es decir, ’como peñasco’. Falta en los dicc.
dos’. Se recordará que así se representa en el 15 clásicos y preclásicos, hasta C o v arr.: «tormo, pe­
Inferno a los hipócritas. ñasco eminente desatado de otros, pero de piedra
viva; éstos suelen rom per con más facilidad que
Torco, torcón, V. torca Torculado, V. torcer otro género de pedrera, para sacar piedras»1;
Tórculo, V. torcer y troquel Torcho, torchue- A ut. copia la definición de Covarr. A lo mismo
lo, V. tocho Torda, tordancha, V. tordo 20 se atuvo la Acad. hasta fecha reciente, en que
Tórdega, V. túrdiga Tordella, V. tordo introdujo (1914 o 1925) una variante tolmo,
Tórdiga, V. túrdiga dándole categoría de forma básica del vocablo, y
definiéndolo «peñasco elevado que tiene semejan­
T O R D O , del lat. t ü r d u s id. 1.a doc.: h . 1326, za con un gran hito o mojón», al mismo tiempo
Juan M anuel, Libro del Cavallero. 25 que le atribuía la etimología t ü m ü l u s ’otero, coli­
D onde se enumera el tordo prieto junto con na’ ; coincidencia cronológica sospechosa: cabe
otras aves (Rivad. L I, 250631); tam bién en Juan suponer que la forma con -l- no tenga m ucha
Ruiz, y de uso general en todas las épocas; con­ más base que esta pretendida etimología.
servado en todos los romances d e . Occidente. El Esta variante con -l- tiene dudosos fundam en­
árabe africano ( > ár. español) durdüs, durdüs 30 to s: G . Soriano la da .am o murciana, como equi­
(también terd; Simonet, s. v. dordux) es verosímil valente de «tormo, terrón»; parece emplearse en
que sea préstamo del latín más bien que del ro ­ la prov. de Albacete2; AV como andaluza «plas­
mance. ta o terrón grande que saca el arado», citando
D e r i v . Torda. Tordancha; ant. tordencha [« ú r ­ ejs. del poeta almeriense Álvarez de Sotomayor.
dela» N ebr.], con sufijo quizá im itado de carden­ 35 Pero ni en M urcia ni en Andalucía, n i particular­
cha. Tordella [Acad. ya 1817], del lat. t u r d é l a m ente en Almería, se distingue la Z de la r en
(comp. querella de Qu e r e l a ) , R E W 8998a; mozár. esta posición. Gálvez Cañero (B R A E X X II, 496)
tordilla ’tordencha’ (PAlc.). Tordillo [1570, Cris­ explica que tolmos o tolmeras son «grandes can­
tóbal de las Casas; para el uso argentino, G ra­ tos, solos o amontonados, procedentes de la des­
nada, B R A E V III, 195; Amado Alonso, El 40 composición del granito, que forman parte del es­
Probl. de la L . en A m ér., 170; Carrizo, Canc. de trato cristalino», en la Sierra de G uadarram a, y
Jujuy s. v.; Cuervo, D isq., 1950, 586], así llamado cita el testimonio de C. de Prado, quien menciona
por ser su pelaje semejante al plumaje del tordo; el Canto del Tolm o, famoso en dicha sierra; pero
lordillejo. es probable que estos autores se atengan, en cuan­
45 to a la l, a la autoridad de la Acad., y en efecto
Toreador, torear, V. toro Torello, V. tuero L . Mallada, Explicación del Mapa Geol. de E s­
Toreo, torera, torería, torero, V. loro Torés, V. paña (I, 91), llama al mismo peñasco Canto del
tuero Torete, V. toro Torga, V. torca y Tormo. H ay tam bién u n Val del Tolm o entre
tuerca Torgado, torgo, V. torca Torido, to­ Q uinto y Codo, partido de Belchite (mapa gral.
ril, V. toro Torillo, V. tuero y toro 50 de carreteras del Inst. Geogr. y Catastral), y G . de
Diego (Contrib., § 614) dice que tolmo se emplea
T O R IO , derivado culto del nom bre de la deidad en Huesca, pero todo esto tiene asimismo m uy
escandinava Thor. 1.a doc.: Academia 1925, no poca autoridad. Como J. M agaña en su vocabula­
1884. rio de la Rioja toma constantem ente por modelo
Bautizado así por su descubridor Berzelius en 55 la Acad., quizá no debamos dar im portancia a la
1828 (NED). cuando nos dice que tolmo ’terrón’ se emplea
en Pradejón, mientras que ya son fidedignas la
Torionda, toriondez, torito, V. loro Torloro- variante tormón id., que localiza en Huércanos, y
to, V. orlo Tormagal, tormellera, V. tormo termón, en otros pueblos (R D T P IV, 300).
Tormenta, termentador, tormentar, tormentario, «0 E n efecto el auténtico tormo en Aragón es for­
ma general o poco m e n o s: así está en Borao para llanismo, ni apenas en aragonesismo lo cal: la for­
’terrón de tierra o de azúcar’, la recoge Casacuber- ma en -o deberá explicarse como resabio mozára­
ta en Ansó con este últim o valor (B D C X X IV , be. Nótese además la -r- constante, que en catalán
182), y K uhn con cualquiera de los dos en muchos y aragonés nunca puede confundirse con -1-. T o ­
pueblos desde Ansó hasta la Sierra de G uara 5 davía encontramos turm o «grosse pierre», túrmou
(Z R P h . LV, 573; R L iR X I, 161), veo. (ronc. y «rocher de fortes proportions», en el gascón lim í­
salac.) tormu «motte de terre». M . P., Oríg., trofe del Pays de Baréges (Palay), con u ( = ü)
200, reúne los nombres de lugar Torm o en Cas­ n otable; aunque tam bién tenemos troumaquére
tellón, Tormillo en Huesca, Tormillos en Soria y «amas de pierres, de blocs de rocher, chaos» y el
Burgos, Turm iel en Guadalajara, y el colectivo 10 nombre de cerro Troum ouse en la misma zona.
Turm eda en Lérida (que es tam bién apellido de En cuanto a la etimología, la de la Acad., tüm íj-
un famoso escritor mallorquín del S. X IV)3. l u s , fue avalada (¿o propuesta?) por A. Castro
Por lo demás el área del vocablo entra amplia­ (R F E II I, 194) y G . de Diego (i. c.). N o deja, en
mente en tierras catalanas, y aun es allí donde en ­ efecto, de tener visos de verdad, aunque un tor­
contramos su testimonio más antiguo, Ipsos Turm as 15 m o no es una colina, pero se hubiera podido pasar
en el Acta de Urgel de 832 (y análogamente en co­ de una idea a la otra. Queda alguna huella suelta
pias mss. de los siglos inmediatos siguientes), como de este vocablo latino en Italia y en francés anti­
nom bre del pueblo de Els Torm s en el partido guo (R E W 8982); de ahí vendrá tam bién el trasm.
de Solsona; hay otro Els Torm s en el de Las tómboro ’otero’, documentado en escrituras de
Borjas (ya loch deis Torm s en 1359, Col. de Docs. 20 1457, y 1501, con calificación expresa de voz local
Arch. Cor. Ar. X II, 20). M e dicen que en Al- de la tierra de Braganza (V iterbo; R L X X V II,
guaire (al N . de la ciudad de Lérida) se emplea 270), tom bro según Leite de V. (R L II I, 49;
tprm sin -o como apelativo, pero quedaba la duda comp. II I, 187): éste es desarrollo fonético n or­
de si se trata de un topónimo o de la forma tormo, mal de tu m ü lu s en portugués, y de ahí tómboro
la que conozco viva en todas partes; más tarde 25 por anaptixis'. N o hay que dudar de oue tüm ü-
anoté tórm como forma viva en varios pueblos l u s p u d o dar tolmo por trasposición, como tu -
del Priorato y el Pallars. Además en ciertos topó­ b u la > tolva, s ib ila r e > silbar, y en particular
nimos menores la forma en -m funciona casi como cüm íjlu s > C O L M O (comp. estudio de conjun­
apelativo: la RocaH T p rm en Blancafort, donde el to de estos grupos en A IL C I, 178), y así yo mis­
Ribagorzana cruza el M ontsec; el pueblo Els Torms 30 m o me había inclinado a adm itir esta etimología.
en las G arrigas, y en otros lugares, en los que hoy Pero lo tardío y dudoso de la forma tolmo me
ha predominado la forma mozár. tormo. disuade ahora de hacerlo, en lo cual coincido con
El vocablo vive como apelativo en la forma K u h n ; más decisivo es todavía el hecho del cat.
torm o en una larga zona, que incluyendo va­ tormo, y de su forma arcaica Turm os del S. IX,
rios pueblos junto a Lérida, se extiende desde 35 que no sólo obligan a no adm itir una disimilación
allí hacia el Sur, abarcando toda la mitad Oeste que partiera de Tormillo o tormellera (como qui­
de la provincia de Tarragona (donde lo tengo siera Brüch, V K R I I I , 83), sino que se oponen a
anotado en muchos pueblos de todas las co­ la trasposición m -l > Im, imposible en catalán’.
marcas)4, y desde allí (a juzgar por la toponi­ Pero menos aún convence la idea que con mucha
mia) entra en el País Valenciano: Turm ell pica­ 40 duda sugiere M -L . (R E W 9005) de partir del lat.
cho del alto Maestrazgo (término de X ert)s, Vall- t u r m a ’batallón’, ’bandada de personas o de ani­

deltormo pueblo catalán de la prov. T eruel, font males’, suponiendo que habiéndose tomado el lat.
del Torm o en Tavernes de Valldigna (Bol. Soc. t u r m a por u n plural neutro, se sacara de ahí un

Castellón, de Cuít. X VI, 325), El Cantal Gros o singular * t C r m u m : además de que es proceso po­
Torm o monte en C.arcaixent (Geogr. Gral. Val. 45 co verosímil, objeta Brüch con razón que el sen­
II, 158), Tortnos pueblo en el N orte de la prov. tido de tal vocablo apenas podía ser otro que ’hom ­
de Alicante, E l To(r)mo G ord, gran peñasco en bre o animal suelto’. Tam poco hay relación posi­
la Sierra de Albaida, con disimilación que revela ble con el alem. lurm ’torre’ (como sugería con
poca conciencia del sentido del vocablo; pero que­ mucha reserva Diez, W b., 492), pues ésta y la
dan bastantes más. 50 más antigua turn, son formas tardías tomadas h.
En la zona de las provincias de T arragona y el a. 1 0 0 0 , del fr. ant. torn, torz, sacado de t u r r i s
Lérida me lo definieron en muchos lugares como por un fenómeno analógico propio de la decli­
bloque de roca desprendido de un riscal y caído al nación francesa.
fondo del valle, en otras partes como peñasco que Tratándose de una voz tan vinculada al terreno
descuella en la cuchilla de la sierra, etc., «pedra 55 es sumamente probable que estemos ante u n vo­
grossa» en T ortosa (BD C II I, 111). E n calidad de cablo prerrom ano, más bien ibérico o céltico que
mojón extremo al N ordeste cito tormo ’tronco vie­ vasco (el b. nav. y ronc. torm u ’terrón’ vendrá del
jo de olivo con raigambre, empleado para plantar’ romance). A unque nada comparable se conoce en
en M aldá (Segarra, B D C X , 128). En palabra tan celta", la estructura del vocablo sugiere vagamente
arraigada en el terruño no cabe pensar en caste­ 60 un origen indoeuropeo, de la raíz t u - ’hinchar’ :
comp. ser. turáh ’fuerte, robusto’, escand. ant. nateda, Valencia 1946.— 3 Quizá el nom bre del
thori ’masa, bulto’, ’m ultitud’, gr. TÚp.poí ’colina’, rio Torm es, en Salamanca, tenga el mismo ori­
ser. tú m ra h ’relleno, robusto, fuerte’ ; de la misma gen, pues Gálvez Cañero nos informa de que al
ampliación t u r - de esta raíz indoeuropea, además Oeste de Alba de Torm es hay fenómenos de
de las citadas palabras índica y escandinavas, pa­ 5 desagregación del granito semejantes a las to l­
recen derivados los lat. (ob)türare ’taponar, atas­ meras del G uadarram a .— 4 Varios al N orte y al
car’ y turgere ’estar relleno’ (W alde-P., 708-11), S ur de la capital leridana; EIs T orm s, Juncosa,
y de ahí pudo formarse un t ü r - m o - en lígur u La Pobla, La Granadella, Maials, Margalef, Flix,
otra lengua indoeuropea conocida en E sp añ a: ai El Pinell del Broi, G inestar. Además Els T orm os
fin y al cabo no veo nada que se oponga a que 10 d el B enet, C oílet deis T orm os de la M argarida ,
el lat. tu rm a (cuyo origen no se ha logrado con­ en el sistema montañoso Tivissa-Coll de Bala-
cretar) se formara de este modo partiendo de la guer .— 1 Para la u de esta forma y de T u rm ed a .
idea de ’bulto, masa’. A la misma raíz deberíamos comp. el cat. tu rm e n t ’torm ento’, constante desde
atribuir un im portante grupo de voces hispánicas, la Edad M edia .— 6 H ay contacto pero secundario
todas antiguas, sin etimología aceptable, y expli­ 15 con el sinónimo cóm oro o com bro, que Moraes
cables por la idea general de ’bulto’ (de donde documenta desde el S. X VI, procedente de cü-
’terrón’ y por otra parte ’peñasco’) : me refiero a M ÚLUS.— 7 Nadie querrá seguir a Brüch en su su­
T U R M A ’criadilla’ y al cat. lu n n e ll, oc. tu r m e l, puesto de que TÜM ÜLUS se metalizara en *tólom o
port. torno?,d o ( < to rm e ze lo ) ’tobilio’ (para éstos, desde el latín vulgar bajo el influjo de t o l e s
V. mi artículo T O B I L L O ) . Forjar un * t ü m é r a , 20 ’bocio’. «Papierne Kombinationen» dirían con ra­
cruce de t u b e r con t c m e r e , no es posible, pues zón sus compatriotas.— s L o más cercano en cel­
m ’r no dió ni pudo dar otro resultado que m br, ta parece ser el galés tu<{ ’fuerza’ ty ju «crescere»
no sólo en cat. y port., sino tam bién en cast. (re­ (T Ü M -), bret. tiñva ’crecer’ ( r ü M - ) , irl. ant. reo
cuérdese hom bro , rem em brar, etc.); en cambio sí ’fuerza’ ( t a v i - , del simple t u - ) , Stokes-Bezz. 131,
es posible adm itir que t t j r - m a ’bulto’, ’criadilla’, 25 135; Pedersen I, 178.— ’ En e! cat. turm ell, oc.
diera tu rm a en cast. por influjo de la ü de t C b e r turm el, la u puede obedecer a la misma causa,
(port. túbara)" . Que este grupo de palabras venga pero más bien se tratará del fenómeno fonético,
de un origen común, y que éste sea prerromano, propio de la posición pretónica, al cual me refie­
me parece en conclusión sumamente verosímil, ro en la nota 5.— '" T u r m a ’trufa, criadilla de
aunque ya es mucho menos cierta la etimología 30 tierra’ ya está, h. 140Ü, en el glos. de T oledo,
indoeuropea indicada (por lo demás vaga), pues varias veces en Villena, A rte Cisoria, luego APal.
siempre hay el peligro de una homonimia casual, («yna en griego son turm as de tierra» 545b;
en palabras, como éstas, de cuerpo reducido. Sin 51 Id), N ebr. («turm a de tierra: tuber»), «hon­
duda se dirá que pues admito como posible el gos, turm as, xetas» J. del Encina ed. 1496, f°
cambio de ’bulto, masa’ en ’bandada de gente’, 35 112 v°a, Rob. de Ñola a. 1525 (p. 151), O udin
tam bién se puede adm itir la posibilidad del cam­ («truffe., también «bosse, glande, druge»), Co­
bio opuesto, y por lo tanto debo reconocer que el varr., A ur. En la ac. ’testículo’ figura en los mis­
lat. T ü r m a pudo pasar a ’masa’, ’bulto’, y luego a mos dicc., desde APal. («csuffiscus era el cuero
tu rm a ’criadilla ” 0 y to rm o ’terrón’ y ’peñasco’; pe­ d ’encima de las turm as de los carneros, que usa-
ro aunque los cambios semánticos son frecuente­ 40 van por bolsa» A19d); lo empleó, entre muchos
m ente reversibles, no creo que nadie sostenga que escritores, Quevedo («suele ser forzoso pedir un
lo sean siem pre: en nuestro caso este cambio no guisado o un pastel de turm as, y por no em pre­
sólo es enteramente hipotético, sino que me pa­ ñar la prosa se irá castrando la palabra de esta
rece muy difícil de concebir. N o creo, pues, acep­ m anera: — denme un pastel de virilidades o há­
table esta etimología latina". En un vocablo arrai­ 45 gase hombre el guisado», Cl. C. IV, 164). En
gado en el terruño es ya sumamente inverosímil catalán sólo tiene esta última ac. (F abra; ya en
partir de un étimo griego, no trasmitido al latín, Jaum e Roig: «ab almorzás / e berenás, / turm es,
como quiere Alessio (¡RFE X X X V III, 236), TÓpuo; rasóles, / e leteroles, / formatges freschs...» v.
’hueco para un taco’, ’tarugo, clavija’. 5235); en la otra pasó el vocablo al mozárabe
D e r i v . T orm era. Torm agal ’sitio donde abun­ 50 (aunque falta en PAlc.), pues Colin (H espéris V I,
dan los tormos’ [Acad. ya 1925, no 1884]’2. T o r ­ 63) cita et-turm át «champignons» en el Gassani
m ellera [Acad. ya 1884; derivado del T orm illo (¿se refiere al tradicionero español, | 1104, comp.
arriba citado]. D estorm ar mure., estorm ar alto- G nz. Palencia, H ist. de la L it. A r.-E sp ., p. 246?)
arag., torm ar en Panticosa ’rom oer los terrones’ y hoy tQrma ’trufa blanca’ en Rabat y Salé (Bru-
55
( R L iR X I, 161; Z R P h . LV, 573). not). Ya Schuchardt (Z R P h . X X X V I, 38) y M -L.
C p t . A guaturm a [Acad. ya 1817]. (R E W 8966) relacionaron turm a con el lat. t u b f . r ,
' Apenas hay que decir que no puede venir del port. túbara, y gall. torm elo ’orzuelo’, pero con
gr. Opojc;x¿s ’acantilado’, ’altura’, como quisiera reservas y reconociendo las dificultades fonéticas
C ovarr .— 2 H . Breuil y R. L antier, Villages Pré- En apoyo de que tu rm a venga de t u r m a ’banda­
rom ains de la Pén. Ibérique. II. L e T o lm o á M i- 60 da de gente’ (it. torm a, etc.), no se puede cita*-
el empleo de turm a ’m ultitud’ en Berceo (M il., mento" arag. ant. [invent. de 1331, B R A E II, 553].
596, 889), pues ahí se trata de un latinismo es­ T orniscón [1603, A lfarache de M artí, pasaje citado
porádico del buen clérigo, como lo es también s. v. rancho; Cervantes, L a Ilu stre F regona, Cl. C.,
el port. turm a. — 1' El venec. ant. tórm ene «altura p. 238], T u rn io fl 545, D. G racián, A u t . ; tam ­
tondeggiante isolata» (R L iR X II, 122) sólo por 5 bién ’vizco’ en el turolense Jerónimo Soriano, a.
casualidad recordará el cast. torm o: quizá sea 1600, D ubler D ioscór. IV, 116 y 256], ¿de un * t o r -
cruce de c u l m e n con t u m u l u s . Nada que ver con n£us? T ornar [med. S. X, Glosas de Silos y
todo esto tendrá tampoco el tu rm in e m de la M u - de S. M iilán; docs. SS. X l-X II, O elschl.; Cid,
lom edicina C hironis (p. 17.4), que O der explica etc.]', de t o r n a r e ’tornear, labrar al to m o ’, ’dar
por «spartea solea» mientras Heraeus traduce «ro­ 10 vueltas a un objeto (p. ej. la barba)’, voz común a
tula lignea», «Zauberrad» (A L L G X IV, 123).—* todos los romances. D el postverbal fr. to u r ’vuelta,
12 Comp. el pase, troum aquere arriba citado. De paseo’ viene el ingl. to u r ’viaje’, del cual derivan
ahí puede salir asimismo tramacal ’agujero gran­ tourism , tourist, y de éstos se tom aron turism o,
de de conejos’ en la Sierra de Guara (R L iR X I, turista. Del fr. tourner en la ac. ’alternar’ : cast.
183, 192) (quizá por hacerse debajo de un tormo 15 turnar [Aut.] y de ahí cast. tu m o [princ. S. X V II,
o entre tormos), comp. Tortosa torm ina ’m adri­ G óngora, A u t.]. T o rn a [fazer torna ’volver’ A lex.,
guera grande y honda’ (B D C III, 111). 1371; ’cajón de madera que recibe el grano en la
aceña’ zamor., FD ]. T ornada [Cid], Tornadero;
Torna, tornaboda, tornachile, tornada, tornade­ tornadera (zamor. ’instrum ento de madera que
ra, tornadero, tornadizo, V. torno usan los labradores para dar vuelta a la mies’ FD).
T ornado, V. 20
tronar Tornadura, tornagallos, tornaguía, torna­ T ornadizo [latinizado tornatizo, 947, Oelschl.].
lecho, tornam iento, tornapeón, tornapunta, tornar, Tornadura [«m edida de tierra, decempeda» Nebr.].
tornasol, tornasolado, tornasolar, tornátil, tornatrás, T ornam iento. T ornátil.
tornaviaje, tornavirón, tornavoz, torneador, tornea­ C ontorno [APal. 317d: «rodear algo por el -o»;
dura, torneante, tornear, torneo, tornera, tornería- 25 S. X V II, Terlingen, p. 103], del it. contorno [princ.
tornero, V. torno S. XV], en calidad de voz artística, derivada de
contornare ’circundar’; contornado, contornar [APal.
T O R N É S , tomado del fr. ant. tornois, abrevia­ 195b: «las otras partes de España contorna el
ción de denier o sou tornois, propiamente ’dinero m ar»]; contornear, contorneo. D etornar ant., del
acuñado en T ours (T u ro n es en latín)’. 1.a doc.: 30 fr. ant. de(s)torner id .; castizo parece ser destor­
J. Ruiz. narse ’dejar de hacer algo’ en Calila, Rivad. L I,
T am bién en el R im . d e Palacio, 282, y en m u ­ p. 64. E ntornar [1505, PAlc., entornar com o puer­
chos textos. Igualmente se habló de libras tern e- ta, todavía no en N eb r.]; ast. y santand. entornar
sas, etc. ’volcar, torcer a un lado para que caiga el conte­
35 nido’ (V), Sajambre y Babia entornarse ’caerse el
Tornija, tornillero, V. torno T o m illo , V. carro de lado’ (Fz. Gonzz., O seja 257); entorno.
to m o y tuerca T orn iq u ete, V. tinicla Santand. estorneja, ast. estorneya ’pasador de m a­
dera para atacar el m andílete de los calzones’, ’pe-
T O R N O , d e l l a t . t o r n u s y é s t e d e l g r . - ró p v o c dacito de palo con que se sujeta el m anal después
’torno, instrum ento de torneador o tornero’ deri­ 40 de pasarlo por el yugo’ (V). R etornar [h. 1300,
vado de Teípetv ’perforar’. 1.a doc.: Berceo. Gr. C onq. de U ltr., 370; Santillana, en Cuervo,
D e uso general en todas las épocas y represen­ D isq., 1950, 154; «r. en sí: reciproco» N ebr.], poco
tado en todos los romances de Occidente; en to­ frecuente y poco castizo en cast. (cf. retorno [«r.
dos ellos el vocablo presenta el vocalismo Q cerra­ de p re se n te : apophoretum» Nebr.]), algo más lo
da, aunque la del latín debía de ser breve, pero 45 es en portugués y en catalán, aunque tam bién en
conservó el tim bre cerrado de la ómicron griega: éste lo castizo y más corriente es el intr. tornar;
indica esto una introducción relativamente tardía además gall. (no port.) retornear ’tornear’ («unha
de este heienismo. E n ast. el tornu es ’clavija de cama de buxo retorneado» Castelao 209.11). Tras-
madera que se pone en el timón del arado para tornar [«supino, resupino» N eb r.]; trastornadura
que prenda en ella el m anal’ (V). 50 [id.]; trastornam iento [id.]; tr as to m a d o r; trastor­
D e riv . Tornear [J. R uiz; «torno, detorno» no [med. S. X V II, A ut.].
N ebr.; en la Arg. ’hacer girar rápidam ente un ca­ C p t . D in to rn o o dentorno [Acad. ya 1843], to­
ballo’, B R A E V III, 366; ’rechazar’, B. Hidalgo, mados del it. dintorno. T ornaboda [«repoda,
ed. Tiscornia, II, v. 64]; torneador [1604, A u t.]; -orum» N ebr.]. T o rn a ju y , fazer ant., ’hacer co­
torneadura; torneante; torneo [Berceo]. Tornero 55 mo que huye el enemigo, y luego atacar por sor­
[APal. 262b]; tornera; tornería. T o m ija extrem., presa’ [-fugí, A le x ., 706; V. el trabajo de Oliver
salm .; estornijas [A ut.] ’clavijas del carro’ cespe- Asín sobre R E B A T O ] , Tornagallos. Tornaguía.
dos. (R F E XV, 267). T ornillo [APal. 2626]; tor­ Tornalecho. A tornapeón arag. [h. 1350, Tilander,
nillero; atornillar; destornillar; entornillar. T o m i­ R F E X X II, 150-1], T o rn a p u n ta [Acad. ya 1843].
n o ’torneado’ ant. (C id). T orniola ’cierto instru­ 60 T o m a p u rg a ’período en que el enfermo se halla
bajo el efecto de la purga’ cub. (Ca., 232). Torna- antiguo gauchesco (Ascasubi, S. Vega, vv. 873,
rruedres m. ’guardacantón’ ast. (V), propiamente 1315); ac. que puede explicarse por evolución de
’tom a-ruedas’. Tornasol [h. 1435, T. de M ena; la de ’perseguir con palabras gruesas para escar­
APal. 130c/, 189d], quizá tom ado del it. tornasole necer’ que tiene atorear en Canarias (M illares;
[S. X IV ] (el £r. tournesol, G od. X , 790, parece 5 R F E X II, 80). Toriar puede explicarse también
tomado del cast.); tornasclar; tornasolado. Torna­ partiendo de una ac. como la del ast. retoriar
trás. Tornaviaje. Tornavirón [Aut.], del fr., donde ’bramar un buey y ponerse enfurecido’ (G. O li­
tournevirer era antiguo con el sentido de ’dar veros, p. 54). Popularmente se emplea en Es­
vueltas en redondo’. Tornavoz [Acad. 1899, no paña torear por ’burlarse de alguno, abuchearlo’.
1843], parece adaptación del cat. tornaveu id. (1808, 10 Torido ’ladrido’ (A. H errera, L a Nación, 27-X-
Belvitges y ej. de 1862; 1865 en Ag.; falta en 1940; A. Ghiraldo, L a Prensa, 29-XI-1942).
T orra, Lacavalleria, Aversó, M arch, Cat.-Alem.,
Levy Petit). Toro ’bocel’, V. tuero Torojo, tor(r)ollo, V.
1 Ast. ’cortar el paso al ganado’ (V), gall. ’apar­ turulato Torondo, torondón, torondoso, V. to­
tar, separar’ (Álvz. G im énez; «tornar as m os­ 15 londro
cas» Castelao 87.1, etc.). En las Leyes de Moros
SS. X IV-XV ’volver a tomar lo que ya se dió’ T O R O N JA , del ár. turúnga id. 1.a doc.: J.
(Memorial Hist. Esp. V, 427ss.). Ruiz, 1443.
Donde se lee «religiosa non casta es podrida
T O R O , del lat. t a u r u s id. 1.a doc.: doc. de 20 toronja»; APal. 78d; «toronjo, árbol: malus citrea;
1102, O elschl.; Berceo. toronja, jruto dél: malum citreum» N ebr. H oy en
General en todas las épocas y común a todos Méjico y en otros países septentrionales de la
los romances (el cat. toro, muy frecuente desde América hispana se emplea como nom bre del
1300 y casi general desde los orígenes, es genuino pomelo o grape-fruit. Laguna (1555) hace constar
y conforme a la fonética histórica del id io m a: 25 que toronja no tiene equivalencia en latín ni grie­
-u se conserva tras ijr y otros grupos, cuando la go, si bien se trata de u n fruto parecido al m a­
tónica es o, u: moro, cuito, suro, rotllo, etc.) lu m citricum (Dioscórides, ed. 1733, lib. I, cap.
D e r i v . Tora ’armazón pirotécnica en figura de 132, vol. I, p. 183; en la ed. D ubler IV, 333,
toro’; comp. T O R A . Torada ’manada de toros’. pone de relieve la diferencia semántica entre el
Torear [1554, F. Chacón, Trat. Jineta, cap. 13; 30 val. y el cast.). «Toronjas de Xátiva, que son almo-
O udin; 1651, A u t.'] ; toreador [h. 1550, P. Mejía, jávanas», Rob. de Ñola, p. 132. L as enumera Sarm.
Aut.; Quevedo, L. de Todas las Cosas, Cl. C., como ejemplo de fruto cítrico, bien conocido junto
p. 147]; toreo [1651, A ut.]: la lidia de toros ya con las naranjas, etc. (CaG. 22Av).
se menciona en la 1.a Crón. Gral., 155646. T o­ Cat. toronja se convirtió en el nom bre de la na­
rero [1534, Boscán, Aut.], del lat. t a u r a r i u s ’gla­ 35 ranja, ac. que parece tener toronja en el aragonés
diador que lidiaba toros’ (ya en inscripción pom- del Poema de Yú?uf (h. 1300), 9 0 ; por el con­
peyana, A L L G X III, 432, y en C G L X , 1074); trario naronja designa en cat. una especie de to­
torera; torería; ’travesura de muchachos’ [1615, ronja. En árabe turúng es propio sobre todo de
Valderrama, vid. M ir y Noriega] hoy cub. y gua- España y M arruecos, y turúnga es el nom bre de
tem. (B R A E V II, 500; Ca., 118). Torete [Aut.]', 40 unidad correspondiente, que R. M artí traduce
cub. ’toro de dos o tres años’ (Ca., 126). Toril «citrinum pom um »; más clásica es la variante
[1616, A ut.]; entorilar. Torillo. Torionda [Nebr., ’utrúgg. Aquélla, como lo revela la estructura
s. v. vaca, im preso por errata torienda; A ut.; hoy fonética es extranjerismo, afín al arameo atrun-
en Cespedosa, R F E XV, 279, etc.], derivado de ga, atrdggá y al persa turung. Steiger, R L iR X IX ,
un verbo *torir ’m ontar el toro a la vaca’ (aran. 45 233n.; Dozy, Gloss., 351; Suppl. I, 146a; Eguí-
taurí id .; ast. torida ’torionda’ V), con sufijo laz, 507.
-bundus (como cachonda, butionda, verrionda, D e r i v . Toronjo [N ebr.]; ’m ujer baja y gorda’
etc.); toriondez. Torito. Cultismos. Taurino [1444, cespedos. (R F E XV, 259). Toronjil [«£., ierva abe-
M ena, Lab., 42b], Taurios. Tauro. gera: apiastrum» N ebr.], del ár. turunéán id., pro­
C pt. Tauromaquia [Acad. S. X IX ], compuesto 50 nunciado tardíam ente turungin, de donde el cat.
del gr. xaupoc ’toro’ y uáyesO at ’pelear’; tauró­ tarongina; es calco árabe del nombre lat. c i t r a g o ,
maco; tauromáquico. derivado de c i t r u s : Bertoldi, A R om . X V III, 214;
1 En la Arg. vale ’ladrar (el perro)’, especial­ Dozy, Suppl. I, 146a.
m ente en el N orte (O. di Lullo, Canc. Sgo. del
Estero, 438; Carrizo, Canc. de Jujuy, s. v .; Al­ 55 Toroso, V. tuero Torozón, V. torcer
berto Córdoba, La Prensa, 4-V III-1940; L . Bar-
letta ibid. 22-X II-1940; J. H . Figueroa Aráoz, T O R P E , del lat. t ü r p i s ’feo, deforme’, ’innoble,
L a Nación, 18-VIII-1940), pero tam bién en el ruin, infame’. 1.a doc.: Cid.
S ur (así en romance recogido en la prov. de Bs. T am bién en Berceo, donde se encuentra ya la
Aires en I. Moya, Romancero II, 320), y en el 60 ac. m oderna ’desmañado, rudo, tardo’ (M il., 8 d),
pero tam bién la latina (M il., 6 8 c). N ebr. traduce pularm ente en muchas partes, entre ellas en el
por «torpidus, torpens». Sólo conservado en cast. N orte argentino, como nom bre de u n vino: «brin­
y port. Para acs. secundarias, V. s. v. T O SC O . damos a la salud del diplomado sendos tragos de
D e r iv . Torpedad antic. (Alex., 1 9 2 7 ; Sem T ob, torrontés de Angastaco» (Juan C. Dávalos, La
9 4 ; APal. 1 4 7 b ; N ebr.), más com únm ente torpeza 5 Nación de B. A ., 22-IX-1940). E n Galicia toron-
[Nebr.]. Entorpecer [N ebr.], raro y ant. torpecer; tés (?) y terrantés «torrontés, variedad de uva
entorpecimiento [Nebr.]. Destorpar ’afear, estro­ blanca llamada así» (ambos Valí.), terrantés (Sarm.
pear’ [Berceo, S. M ili., 3 2 8 ; Partidas, en Aut.]; CaG. 92v).
destorpamiento \Gr. Conq. de Ultr.]. Cultismos. Port. «uva torranlez: branca, de tez muito del­
Turpitud. Deturpar. 10 gada, e m uito sujeita a apodrecer», M oraes, quien
advierte que el estremenho Alarte en su Agricultu­
T O R PE D O , tomado del lat. torpedo, -inis, id., ra Jas Vinhas (1711) Ja llama terrantes. Se trata­
derivado de torpére ’estar aterido, paralizado’. 1.a rá, efectivamente, del adjetivo común portugués
doc.: h. 1545, D . G racián, A ut. terrantés «filho ou natural da térra, donde se diz
D e r iv . Torpedear (q u e s in ra z ó n califica E . C o - 15 qua alguém ou alguma coisa é terrantés». Luego
ta re lo d e b a rb a ris m o , B R A E II, 386-7); torpedeo. cita el pasaje de la Eufrosina (1535): «daqui he
Torpedero. O tro s d e riv a d o s d e torpére; torpor, terraniez, filho do nosso vizinho». Me parece muy
-dris, d e d o n d e se to m ó c ast. torpor id.; torpidus probable, teniendo en cuenta que según Fig. uva
> tórpido id . terrantés es hoy propio de la Beira, que la gente
20 del Sur de O porto, o de los alrededores de esta
Torpeza, V. torpe Torpicado, V. trompicar ciudad, llamara uva terrantés a la clase de uva
Tórpido, torpor, V. torpedo Torques, V. torcer que se produce en estas comarcas y que produce
Torrado, torrar, V. tostar el excelente y famoso vino de O porto, y que de
aquí se extendiera el vocablo a Castilla y Galicia,
T O R R E , del l a t . t ü r r i s id. 1.a doc.: doc. de 25 con la fama de este vino; si la uva de Oporto
929, O elschl.; Berceo. tiene las características que le atribuyen A ut. y
De uso general en todas las épocas y com ún a Moraes nos lo dirán los entendidos, pero que el
todos los romances de Occidente. vino de O porto es «mui oloroso y suave» lo sa­
D e r i v . Torrear [«turri cingo» N ebr.]. Torrecilla bemos todos. E n cuanto a la formación de), port.
[1148, Oelschl.]. Torrejón [Berceo]. Torreón [h. 30 terrantes, no creo que se trate de una alteración
1570, M árm ol, A ut.], quizá variante fonética leo­ de térra onde es, que se podría aplicar a ia tierra,
nesa ( < torreyón) del anterior. Torrero. Tortilla pero no al natural de la m ism a; también me pa­
[1633, Lz. de Arenas, p. 10], rece algo difícil de creer que derive de un antiguo
sinónimo * turrante (Nascentes), pues sería singu­
Torrefacción, torrefacto, torreja, V. tostar To­ 35 lar el empleo de este sufijo; más bien será am­
rrejón, V. torre Torrencial, torrente, torrente­ pliación de terrento ’lleno de 'ie rra’, que pudo
ra, V. tostar Torreón, torrero, V. torre To- aplicarse también al que es de una tierra deter­
rreznada, torreznero, torrezno, tórrido, torrija, V. minada, o más bien a todo lo apegado al terruño
tostar Torrolla, V. turulato Torrontero, V, o a cierto terruño. Por lo que hace a las formas
torrontés 40 en o, quizá al pasar el vocablo por León, donde
ya era usual en el S. X III según nos muestra el
T O R R O N T É S , parece tom ado del port. ttrran- autor del Alex., debió de sufrir terrantés la con­
tés ’del país, propio del país de que se habla’, taminación de una palabra sem ejante: torrontero
aplicado a la uva de la Beira, que da el famoso «montón de tierra en declive» (Aut., que agre­
vino de O porto; en España el vocablo se alte­ 45 ga la variante andaluza torrontera), «montón de
raría por influjo de torrontero ’m ontón de tierra’. tierra que dejan las avenidas impetuosas de las
1.a doc.: Alex., 1967c. aguas» (Acad.)2, derivado evidente de torrente, con
E ntre varias clases de uva cita este poema «la dilación vocálica; quizá tengamos la dilación opues­
torrontés amorosa, bona poral lagar»1. Según A ut., ta (si no es errata del escriba) sn un doc. leonés
en efecto (falta en dicc. anteriores), la torrontés 50 de 1282, donde leem os: «son dei n'.onesterio de
es «especie de uva blanca que tiene el grano pe­ San Ffagunt, assy como lo departe de la carrera de
queño : es m ui trasparente y clara, y tiene el Mercadieilo e los mojones del terrentero, que lle­
hollejo m ui delgado y tierno, por lo qual se pudre gan a la carrera que va de Valbuena al Camino del
presto; hácese de ellas vino m ui oloroso, suave y M ortuero .. e la Sierna del terrentero e la de Val-
55 cavada» (Staaff, n.” 65.23; igual leyó Vignau, en
claro, y se conserva mucho tiempo, como lo avisa
el adagio que d ic e : la uva torrontés, ni la comas su índice, parte toponímica)’.
ni la dés, para vino buena es»; y cita el pasaje de 1 P trae en lugar de esto «la correlés viunrosa»:
G . A. de H errera (1513) «el torrontés es uva blan­ es evidente que el segundo vocablo es errata por
ca que tiene el grano pequeño y se trasluce más amorosa (tu = m , y en lugar de a la u antigua
que otra ninguna». H oy es vocablo empleado po­ 60 tan semejante, cambiada en v por el copista);
;correlés será otra clase de uva? Más bien otro «torta: peponus; placenta» N ebr. Palabra de uso
error de lectura por torrentés. Janer leyó torronts, general en todas las épocas, y común a todos los
que de allí pasaría como torront al dicc. de Agri­ romances (reemplazada en cat. moderno y en la
cultura de López M artínez (1885).— 2 Está en mayor parte de las hablas occitanas por el ex­
A P al.: tripas son torronteros juntos a los ríos» 5 presivo coca, pero existente en el período medieval
(421 fe). Y ya en las Ctgs. 364.23 «a torre, que es- aun allí).
tava posta sobre terronteiros».— 3 Quizá tenga­ L a unanim idad de las formas romances pos­
mos el mismo vocablo, aunque cruzado con otro tula una base t O r t a (fr. tourte, it. torta; el .port . 1
en -p-, en el cat. terramper ’trozo de tierra malo tQrta se explica por una metafonía re g u la r: GGr.
e improductivo’ (Fabra), terramperot en Pallerols 10 I, § 26) o quizá más bien TÜRTA (sardo tuna, rum .
(Ag.), terrampaner ’pendiente o talud que hace turiS), que está en rotundo desacuerdo con la eti­
la tierra sin roca’ en Cardona (Ag.), terrampe(r)s mología t O r t a ’torcida’, que se ha venido repitiendo
y terramperots en Castellbó y en Borén (Griera), desde Diez (W b., 323; todavía Kluge, s. v. torte),
alto-arag. tarramper «une petite propriété en mau- y que se explicaría por tratarse prim eram ente de
vais terrain» en Bielsa (Elcock, A O R B B V III, 15 una torta en forma de redondel (quizá como el
141); en forma más semejante a la cast. torron­ tortell o rosco catalán). Esta etimología ha de aban­
tero : arag. (Fonz) torrumpero ’risco’ (A O R B B donarse, pues, como ya reconocen M -L . (R E W ,
II, 262), y torromper he oído yo con el mismo 8802), Pujcariu (E tym . W b. d. rum. Spr., § 1747)
sentido que en Bielsa, en el catalán de Vinebre y Bloch. Los esfuerzos de Schuchardt para con­
(Ribera del Ebro), y con el de Fonz en L a G ra- 20 ciliar la fonética con TORTA (Z R P h . XXV, 250,
nadella y L a Pobla de la Granadella (cerca de 490; X X V I, 331-2) son vanos: como él mismo
allí); cf. ronc. turrunbero, -pero ’despeñadero de reconoce no es seguro que t o r r e r e ’tostar’ tuviera
poco peligro’ (cf. quizá vizc. lurrunta ’trom peta’, primitivamente o cerrada, y aun si así fuese no
sul. y ronc. durrunda ’ruido retum bante’ (Azk.). sería verosímil que a u n «cruce» de él con t o r t a
N o sé si con esto o con torre (dorre) erderismo vas­ 25 se debiera la O rom ance; aun menos se tratará
co por ’torre’, o con torrente, o con los tres, se re- de u n «cruce» con t o r n a r e , como quisiera Gamill-
lacioni el apellido vasco Torróntegui, que creo scheg (E W F S ). Como al fin y al cabo la etimolo­
poco corriente y que era el de u n alto funcionario gía t O r t a está lejos de imponerse en el aspecto
del gobierno español por los años de 1901). El vo­ semántico, mejor sería aún contentarse con decla­
cablo que se cruzó con torronter(o) para dar estas 30 rar desconocido el origen, como hacen M -L ., Pu$-
formas quizá fuese garrampeu que con el mismo cariu y Bloch.
sentido que en Bielsa recogió Elcock en Venas- Es también imposible (por razones cronológicas,
que; comp. gorrada con el mismo sentido en el geográficas y otras muchas) pensar (como sugiere con
Valle de Arán, bearn. garrapet «petite hauteur algunas reservas García Gómez, A l-A nd. X X X V II,
abrupte» (en relación con el cat. esgarrapar ’ara­ 35 432) que el cast. torta y sus congéneres vengan
ñar’, bearn. garrapa «grim per; gratter le sol avec del hisp.-ár. túrda «offa» (R. M artí) ’harina ama­
les grii'fes», aran, engarrapá ’trepar’), gasc. gar- sada como torta’, que también aparece en el poeta
roc, garren «rocher», garregno «terre parsemée malagueño Ben-M ascüd (h. 1016) y en el refra­
de rochers». nero del Z aéfálí (+ 1294 y tam bién español); en
40 cambio, sí es verosímil que sea esta palabra del
Torrumpero, V. torrantes Torsión, V. torcer ár. vg. español una adaptación del romance torta,
Torso, V. tirso puesto que es vocablo ajeno a otras fuentes arábi­
gas : en el consonantismo se adaptaría al del ár.
T O R T A , palabra común a todos los romances, tarid(a), el cual sí se halla en fuentes orientales,
y ya documentada en el latín tardío, de origen in­ 45 aunque no corresponde a ninguna raíz arábija.
cierto; probablemente sacada por el latín vulgar del Sin embargo, m e parece una pista valiosa la
gr. toigcÍSioV; contracción de t í íc t!5 io v ’el pa­ señalada por el antiguo glosario latino de W erth.
necillo’, diminutivo de iz-zoq ’pan’, ’un pan’, ’una G allée: ttor(t)ae: pañis in m odum coronae, t o r -
torta’. 1.a doc..: S. X III.' t o n graece pane» (C G L V II, 357); es decir, que
En el ms. bíblico escurialense I ■j • 8 traduce el 50 ’pan’ se diría to n o n en griego. Ahora bien, el
torta latino de la Vulgata. y tortiella figura repeti­ nom bre del pan, o de la hogaza de pan, en el
damente allí mismo como traducción de laganum griego de todas las épocas no es torton sino ápToc,
y de lortula (Bol. Inst. Filol. Ch. IV, 331). Según pero la forma citada tiene el aspecto de una con­
el L. de los Cavallos, del S. X III, es nom bre de tracción o crasis entre este vocablo y el artículo,
una enfermedad de estos animales «porque cresce 55 como las que solían hacerse norm alm ente en el
como semejanza de pan» (79.6). Tam bién halla­ griego antiguo. Es verdad que siendo aproe mas­
rnos torta (traduciendo collyrida y placentula) en culino esperaríamos üpzoq o a p to ; como contrac­
los glos. de Toledo y del Escorial (h. 1400); «la- ción, en el nom inativo; de todos modos una con­
gana... es torta mojada en agua primero y des­ tracción del genitivo y del dativo en Tcip-rou y
pués frita en azeyte» APal. (232d; 90d; 123b); 60 TüüpTcp sería posible. M ás norm al sería que el di-
V. — 36
minutivo ápríSiov (documentado con frecuencia B. A ., 12-X-194I, 5-V II-1942; Fausto Burgos
desde el S. II d. C., en Apolonio Díscolo, Dióge- ibid., 4-V-1941; Ana M . Berry, L a Nación, 12-
nes Laercio, etc., vid. Sophoclés, Estienne) se con­ V-1940. Para la torta frita arg., Tiscornia, M .
trajera con el artículo to dando Twp-ríoiov. Crasis Fierro coment., 93. Para el carbón de torta cub.,
de esta clase eran frecuentísimas en el griego colo­ 5 Ca„ 57.
quial, más o menos en todos los dialectos: (bvrip,
TüJvSpó?, T¿ppevTepov, wvOpuze (Gram- Tortedad, tortera ’rodaja’, V. torcer Tortera,
m ont, Phon. du Grec A n d e n , p. 380; Lejeune, V. hortera Tortera ’cazuela’, V. torta Torte­
Traité de Phonétique Grecque, §§ 345-8), ¿ja-rop- ro, V. torcer y torta Torteruelo, torticero, tor-
yo; < o asTOpyo; ’el desenamorado’ en Teócrito, 10 tícolis, V. torcer Tortilla, tonillo, tortita, V.
etc. torta
Sea partiendo de este dim inutivo o de las su­
puestas formas declinadas a que he aludido, era T Ó R T O L A , del lat. t ü r t u r , - ü r i s , id. 1.a doc.:
muy fácil que el latín vulgar sacara de ahí un tortora, Berceo, Sacrif., 7, 21; tórtola, 1326,
t ó r t u m , plural t o r t a . El hecho es que t o r t a está 15 Juan M anuel, Libro del Cavallero, Rivad. L I,
ya bien documentado en la Vulgata y en otros 250627, 59.
escritos de San Jerónim o, y el dim inutivo t ó r t o ­ D e uso general en todas las épocas y conser­
l a (que parece ser latinización directa de T ¿ p r í - vado más o menos en todos los romances. El port.
Siov) tam bién en la Vulgata y en M arcelo E m pí­ ant. conservó tortor (Piel, M ise. Coelho, 329-31);
rico; un neutro t o r t u m « x o A A o ú p i a » aparece en 20 oc. ant. tortor. Fuera de estas formas el género
el antiquísim o glosario latino-griego del seudo- femenino del lat. t u r t u r fué causa de que el vo­
Filóxeno (S. V I, S ur de Italia), ■" u n masculino cablo tomase una - a final, que es común a todos
t o r t u s en glosas anglosajonas ( C G L II, 438.57, los demás romances, desde el rum ano hasta el cast.
V, 396.12, etc.). Estas formas apoyan esta etimo­ L a conservación de la postónica interna es regular
logía griega, a pesar de la u del rum ano o del 25 en cast. en esta posición (comp. miércoles, víspe­
sardo, que se explicará por trascripción aproxi­ ra, árboles, etc.).
mada e imperfecta de la o griega: sabido es, en D e r i v . Tórtolo [S. X V II, Aut.]. Tortolilla [J.
efecto, que esta clase de trascripciones se produ­ R uiz; N ebr.], dim inutivo que ya puede venir del
cen en toda clase de extranjerismos, pues rara­ lat. t u r t u r i l l a ; ’caída rápida de una cometa al
m ente coinciden del todo los timbres vocálicos 30 suelo’ cub. (Ca., 94). Tortolito. Tortolón ’gallina
entre dos idiomas diferentes. U na comprobación de nieve, ave andina’ arg. (Borcosque, A través
luminosa de esta teoría (que si no me engaño se de la Cordillera, 46).
expone aquí por prim era vez) proporciona a mi
entender el fr. tarte y su familia (V. aquí s. v. Tortor, V. torcer Tortozón, V. lairén
T Á R T A R O , con el que en realidad no tiene nada 35
que v e r): tarte resulta evidentemente del plural T O R T U G A , del antiguo tartuga, en italiano
t á p T Í S i o i < t í á p T Í S i a . Es sabido que crasis de tartaniga, origen incierto; probablemente del feme­
éstas han dejado varias huellas en romance, en nino del lat. tardío t a r t a r ü c h u s ’demonio’, gr.
particular t 'i vxva > Á R G A N O y TÓÍsTpaxa >• TapTapo'Jyo; ’habitante del T ártaro o infierno’,
Á S T R A G O \ Comp. A R T A L E T E . 40 por haber los orientales y los antiguos cristianos
D e r i v . Tortada [Quevedo, Aut.]. Tortazo. Tor­ tom ado la tortuga, que habita en el cieno, como
tera. Tortero ’el que hace tortas’, ’caja para guar­ personificación del mal y de la herejía. 1.a doc.:
dar tortas’. Torteta (APal. 344d). Tortilla ’fritada tartuga, APal.
de huevos’ [Quevedo, A ut.]; en la Arg. es la ’pas­ Donde dice «aviendo salido el Nilo, ya tornado
ta del pan amasado’ en Cuyo, ’pan sin levadura 45 a decrecer, quedó en seco una tartuga, y después
asado al rescoldo’ en el N orte (Carrizo, Canc. de de podrida y seca quedaron en el cuero extendidos
Tucum án II, 458; O. di Lullo, Canc. de San­ los nervios della, y tocados por Mercurio sonaron
tiago del E., p. 403); en Méjico, América C en­ m uy agradablemente en sus oydos,y Mercurio
tral y Chile especie de pan de maíz. T onillo, adap­ fizo a aquella semejanza la guitarra» (2496); igual
tación heráldica del fr. tourteau. Tortita. A tortu­ 50 en el tudelano Arbolanche (1566) 74?;20. La for­
jar. ma moderna es ya la que aparece en N e b r.:
1 L a documentación gallego-portuguesa de esta «tortuga, galápago: testudo», y debió de ser la
palabra es ya m edieval: está con el sentido de usual entre los descubridores y conquistadores de
’pastel de harina’ en una CEsc. de Alfonso el América, pues es laque emplea Fz. de Oviedo,
S abio: «come se adubassen queijadas / ou se 55 y en el castellano se inspiran los italianos A. Ves-
quisessem tortas amassar» (22.22).— 2 Torta en pucio llamándola tortuga y Ramusio dando a su
Méjico es lo que en España se llama tortilla (de nombre la forma tortuca (Zaccaria). Tortuga le
huevos); en la Arg. techo de tona es una es­ llaman tam bién C. de las Casas (1570), Percivale,
pecie de techo rústico de los ranchos criollos, O udin, Covarr. y A ut., pero la forma antigua tar­
para el cual, vid. Justo P. Sáenz, L a Prensa de 60 tuga se conserva hasta hoy en judeoespañol (por lo
menos en Bosnia, R P E X V II, 137). Por lo demás de su R E W , si bien observando con marcado es­
tortuga en castellano es palabra moderna y segura­ cepticismo que siendo las formas en tor- propias
mente im portada, pues el viejo nombre autóctono de las hablas septentrionales, y Jas en tar- de los
era G A L A P A G O , registrado en España según dialectos del Mediodía, donde el animal es autóc­
fuentes musulmanas desde el S. X, y según fuentes 5 tono, era más probable que fuesen éstas las p ri­
cristianas desde el S. X III y aun el IX ; de ahí que mitivas. Este argumento es discutible, pero la eti­
aquél se haya reservado especialmente a la tor­ mología de Diez es poco convincente en el as­
tuga de mar, de tierras ultram arinas, y éste se ha­ pecto semántico, por ser poco llamativa la forma
ya aplicado más bien a la tortuga fluvial, propia de las patas de la tortuga, y tam bién es algo ex­
de la Península. En efecto el vocablo falta en los 10 traño el empleo del raro sufijo -Ü C A . Por ello su­
glos. aragoneses de h. 1400 y en los textos bíbli­ gería Spitzer (L exik. a. d. Kat., 128) derivar de
cos medievales estudiados por Solalinde, que con­ la raíz expresiva t a r - t a r - de tartalear, en el sen­
tienen en cambio galápago unos y otros. L a co­ tido de animal que avanza titubeante y lentam en­
rrespondencia de esta palabra, cágado, parece haber te : la idea es sugestiva desde el punto de vista
sido siempre de empleo todavía más general en 15 semántico, y preferible a la de Diez, aunque si­
portugués; es conocida allí, sin embargo, la pala­ gue siendo algo extraño el uso del sufijo2. Brüch
bra tartaruga, ya registrada por Bluteau (1715), (Mise. Schuchardt, 6 8 ) se lo arregló para derivar
pero no tengo referencias más antiguas acerca de tortuga del lat. t e s t ü d o , - i n i s , ’tortuga’, con una
la antigüedad de esta palabra portuguesa, que bien complicada serie de cambios de sufijo y contami­
podría ser im portada de Italia. 20 naciones, que a nadie podían convencer.
M ayor arraigo tiene en cat. (donde galápet se ha En fin, el joven arqueólogo austríaco Rudolf Eg-
aplicado casi siempre al sap o ): tortuga ya figura ger 3 propuso una etimología nueva, que ha encon­
en los dicc. de Jaume M arc (1371) y de J. Esteve trado aplauso bastante general4. E n esculturas de la
(1489), tortuga en texto de 1387, y el vocablo está antigua Grecia figuran repetidam ente ciertas diosas
ya en un doc. valenciano de 1324, no sé en cuál 25 representadas hollando una to rtu g a : por alusio­
de las dos formas (Ag.)1; hoy tortuga es corrien­ nes de textos egipcios e iránicos puede deducirse
te, pero tam bién se oye tartuga como forma vul­ que se trataba de u n mito oriental que hacía a
gar, hay tortugas bravias en un valle del término la tortuga encarnación de los malos espíritus, mito
de M equinenza y en algún punto junto a Fraga no bien comprendido por los propios griegos; más
donde he anotado tartuga como nombre de las mis­ 30 tarde, en varios mosaicos de la basílica de Aqui­
mas. En lengua de Oc encontramos tartuga desde lea (S. IV), y en otras representaciones del bajo
med. S. X II (M arcabrú), pero tam bién es frecuen­ Im perio, vemos a la tortuga atacada y vencida por
te tortuga desde el X IV. En francés se dice tortue, un gallo, a quien los poetas latino-cristianos y el
ya documentado en el S. X III en Brunetto L a- simbolismo de todas las épocas solieron tom ar por
tini (italiano de nacimiento), y no sabemos con 35 el representante y paladín de la luz contra las ti­
qué frecuencia. E n italiano, fuera de- las traduc­ nieblas; ahora bien, San Jerónim o, q u e' vivió en
ciones del español arriba mencionadas, es bastante Aquilea, poco después de construirse la basílica,
general la forma tartaruga, frecuente desde el nos explica en una de sus obras que la tortuga,
S. X V II, y tartaruca aparece una vez en Ramu- con su marcha pesada, «haereticorum gravissima
sio (princ. S. X V I); C. de las Casas (1570) da 40 peccata significat, qui suis in coeno et volutabro
como formas italianas tarterucca y tartucca; hoy luti erroribus immolant». P or lo visto las tortugas,
tortuca se dice en Siena y lo empleó G iusti, y «in coeno et paludibus viventes» como dijo Plinio,
aunque por lo demás es general tartaruga, en el se tomaron, como las ranas, por habitantes del in­
dialecto calabrés se dice tartaruca (Rohlfs); según fierno subterráneo de los antiguos, y del pantano
el R E W tortuca en Sicilia, tertugghie en Cerigno- 45 de Aqueronte. El hecho es que en varios textos
la, tartaruca en Roma. El bajo latín nos proporcio­ griegos de baja época se llama TapT<xpoux°C ° ha­
na algunos complementos (además de tartuga en bitante del T ártaro a todo espíritu infernal, y en
fuentes occitanas del S. X V ): tortua en el britá­ una tablilla de maldición rom ana se alude al de­
nico Silvestre Giraldo (f 1210), tortuca en el man- monio llamándole tsp iritu s immundissimus tar-
tuano M ateo Silvático (1297) y en el inglés Odo 50 tar ucus»'. En el plomo de Trogira (Dalmacia), del
de Cheriton (f 1247), vid. D u C. y K JRP h. IV, S. V I, se lee tam bién el vocativo «inmondissime
101. En total nada evidente se deduce del con­ spirite tartaru.ee» (B R A E X X X IV , 53).
junto de esta documentación, si no es que la for­ De este conjunto de hechos puede deducirse
ma tartuga es la documentada más antiguamente, sin duda que este nom bre se aplicaría a la tortuga
pero seguida a poca distancia por tortuca. 55 como espíritu demoníaco. L a demostración no es
En cuanto a la etimología, supuso Diez (W b ., absolutamente sin réplica, pues el propio Egger
316) que tortuga derivaba de TORTUS ’torcido’ por reconoce que no hay testimonios directos de que
la forma de las patas del animal (A u t. decía por en la Antigüedad se mirara a la tortuga como un
lo combado de la concha), y a esta opinión se atu­ habitante d e l infierno subterráneo, y m ientras no
vieron varios, entre ellos M -L . en la prim era ed. «0 encontremos testimonios más antiguos de la for-
ma tartaruga, -uca, como nom bre del animal, será con anaptixis en Lope de Rueda (Fcha.). E n Ces-
posible abrigar algunas dudas. Pero desde luego pedosa se emplea «la torvisca y la retama o ramos,
esta teoría es verosímil. L a reducción fonética de para curar la roña y otras enfermedades de las
t a r t a r ü c h a a *tartruga y tortuga es tan natural ovejas» (R F E XV, 277); en el Bierzo el chorvizco
como la de b a r b a r u s a bravo (la existencia de 5 es una planta y el fruto que produce, el cual sirve
una' variante vulgar * T a r t e r ü c h a sería bastante a los niños para coger pájaros (Fz. Morales). La
natural), y el cambio de tortuga en tortuga se ex­ misma planta se llama trovisco en portugués, y
plica fácilmente por la etimología popular. gallego (Sarm. CaG. A9bv, 94r, 139r), y en Cer-
1 Además tartaruga figura en R. M artí (S. X III), deña trobiscu en el Logudoro y truiscu en el
pp. 163 y 603. Las señales que le pone el edi­ 10 Campidano', estorbes en rosell. (¿< els *torbescs?),
tor no están de acuerdo con lo que nos dice en su Bertoldi, W S X I, 2-4; el vasco torbísko es cierta­
p. xxii, y así no sabemos si el vocablo figura mente romanismo. En el catalán de Ibiza se ha
en el ms. o si lo ha agregado él.— a Riegler, empleado un turbásia (ó?) ’hierba narcótica’, pues
A S N S L C L III, 1928, 101-3, aunque apoya la en el romance 242 del Romancerillo de M ilá y Fon-
idea de Spitzer citando el austro-bávaro t & t t e r - 15 tanals (verso 43) la Condesa cautiva del rey turco,
mann ’salamanquesa’, sigue vacilando y cree se para evadirse, arma una galera y «estant a taula
trata primitivamente de t o r t u s , alterado por la dinant, — turbasia li va donar», lo que la recitadora
etimología popular tar-tar-,— ' F ünfundzw anzig explicó que significaba «dormición»: acaso evolu­
Jahre Römisch-Germanische K om m ission, A r- ción fonética mozárabe de -iscu s, aunque más
chäolog. Inst. d. deutschen Reichs, 1930, pp. 97- 20 bien parece una formación paralela t u r b a t i o .
106.— ‘ H . Grégoire, Rev. de l’Univ. de Bru­ L atino t u r b i s c u s ya en Pelagonio (S. IV) (se­
xelles XXXV, 305-7; Gamillscheg, Z F S L LV, gún Schuchardt) y más tarde en el Dioscórides
254; M -L ., R E W S 8589a; Bloch y más resuel­ italiano del S. V I (R F X I, 83; con variante
tam ente W artburg en Bloch’ ; Migliorini.— ‘ Por manuscrita turbisclu, comp. it. lentischio, cat.
mi parte puedo agregar que este nom bre se con­ 25 llentiscle l e n t i s c u s ) y San Isidoro (E tym . X V II,
servó en el arcaico portugués popular de G il Vi­ vi); V. además Casio Félix, ed. Rose, p. 209,
cente, princ. S. X V I, como nos muestra el A uto y H erm es X X X I, 615. El vocablo latino a juz­
da Barca do Purgatorio, cuando el diablo quiere gar por su repartición geográfica actual debió
convencer a un pastor de que debe entrar en su de ser especialmente hispánico, con lo cual no está
barca: «D iabo: Digo-te, pastor amigo, / que 30 en desacuerdo la aparición en los autores citados,
foste gram peccador. / P a s to r. Senhor tartaru­ por lo demás tardíos, que pudieron conocerlo por
ga, digo / que m entís como bestigo, / salva’nor» fuentes hispánicas, aunque tam bién pudo exten­
(f°52v°). derse al Sur de Italia (donde parece haberse es­
crito la traducción de Dioscórides), cuya latinidad
Tortuosidad, tortuoso, tortura, torturador, tor­ 35 tenia tanta semejanza con la hispánica. Indicó ati­
turar, V. torcer Tondla, lorumbazo, V. turula­ nadamente Schuchardt (Román. E tym . II, 182-4)
to Torunda. V. tolondro Toruno, V. toro que el nom bre de t u r b i s c u s se explica por el em­
Torva, V. turbar pleo de sus granos, una vez cascados, para em­
barbascar o envenenar las aguas de lagos y co­
TO R V ISC O , del lat. hispánico tö rb Is c u s , de­ 40 rrientes de agua, con objeto de coger peces: esta
rivado de * tü rb !s c a re ’envenenar el agua de los práctica, llamada troviscada, está repetidam ente
ríos con bayas de torvisco para emborrachar a los prohibida por m uchas ordenanzas de pesca en
peces y pescarlos’, y éste de tü r b a r e ’perturbar, Portugal, desde el año 1552. El vocablo no deri­
enturbiar’. 1.a doc.: ?u rb ü ku , S. X , A benjótyol; va, pues, de TURBA por la m ultitud de varas que
«torvisco, mata conocida: turbiscus» N ebr. 45 surgen de esta mata, como decía San Isidoro, sino
L a Daphne G nidium L . recibía en el Andalús del verbo t u r b a r e que, según demostró Schu­
el nom bre romance de furbisku según los botáni­ chardt, dió lugar a tantas denominaciones rom an­
cos A ben^óljol, Abenbuclárix y el anónimo sevi­ ces de la práctica de embarbascar los ríos; pero
llano de h. 1100 (Simonet, s. v .; Asín, p. 304). como los derivados en -isco, cuando no vienen de
Las fuentes cristianas que recogen el vocablo in­ 50 sustantivos (como pedrisco, marisco) sólo pueden
cluyen a N ebr., Covarr. y en general los dicc. derivar de verbos en -iscar (comp. cast. barrisco de
del Siglo de O ro; A ut.: «planta parecida al lino: barriscar, nevisca de neviscar, port. chovisco, lam-
arroja muchas varas sutiles altas como de dos co­ bisco de choviscar, lambiscar, cat. plovisca de pío
dos, hermosas a la vista: las hojas son como las visear, etc.), hay que suponer que ya en el latín
de la camelea; pero más gruessas y angostas, glu­ 55 hispano existiría u n verbo * t ü r b ! s c a r e ’embarbas­
tinosas y pegajosas: las flores blancas, y en ellas car el agua’, del cual derivaría t u r b i s c u s ; huellas
un fruto como el del m yrto, pequeño y redondo, de esta formación verbal se encuentran en el port.
el qual se muestra verde al principio y después troviscada, y por otra parte gall. trobiscar ’Ucviz-
colorado: la cáscara de que se cubre es dura, ne­ nar’, sobreselv. trubistgar ’enredar’. Se trata de
gra por fuera y blanca por dentro». Torobisco 60 una formación esencialmente hispánica.
En sentido análogo Bertoldi, ARo;n. X V III, nación latina, incluyendo cat. tossir y port. tussir,
21b. tam bién gallego (Sarm. CaG. \99v), sino aun ast.
D e r i v . Torvisca; gall. dial, trovisca ( = pontev. tusir (V); tosidura.
herba leiteira diferente del torvisco ’tithymalus cha­ ' Sería sinónimo de toser; falta en los demás
rad as’, Vig., Sarm. CaG A96v). Torviscal [1213, 5 diccs., aun Carré 1936, y en portugués. Según
Oelschl.]. el Ape. a Eladio Rdz., este lexicógrafo lo señaló
1 M . L. W agner, A S N S L C X L , 243, supone más tarde y ni más n i menos con el significado
que sean autóctonas estas formas sardas; la opi­ que tiene en cat. estossegar, por lo cual se ve
nión de Schuchardt y M -L . (R E W 8996) de que claro que no hay ahí nada de latín vulgar sino
se tom aron del castellano, se funda en el ca­ 10 una innovación típicamente romance. Nótese la
rácter hispánico de las formaciones en - i s c a r e . ac. secundaria toserle a uno ’resistírsele o repli­
N o veo razones decisivas en apoyo de la opinión car’, especialmente gallega : «ninguén He tuse»
de W agner, y la o del logudorés le es más bien Castelao 252.5f.
desfavorable.
15 Tosa, V. tundir
T O R V O , tomado del lat. tórvus ’de aspecto
fiero, amenazador’. 1.a doc.: Aldana, t 1578 (C. T O SC O , voz com ún a los tres romances ibéri­
C. Smith, BHisp. L X I); 1616, Villaviciosa. cos y no ajena al galorrománico, probablemente
Falta todavía en Covarr., O udin, G óngora, Q ui­ procedente del lat. vg. t ü s c u s ’disoluto, desver­
jote, etc. Sigue hoy siendo palabra puram ente li­ 20 gonzado’, ’vil’, por alusión a la gente baja o liber­
teraria, que muchos escritores aplican mal (B R A B tina que vivía en el Vicus Tuscus o barrio etrus­
IX , 725). U n ej. aislado de lurvo en sentido se­ co de Roma. 1.a doc.: princ. S. XV, Cane, de
mejante aparece en Berceo, 5. M ili., 439 (¿cruce Baena; h. 1475, Álvarez Gato.
con turbio?). Finge este poeta madrileño que le habla la Ra­
D e r iv . Torvar la catadura a n t. ’p o n e rla to r v a ’ 25 zón en estos térm inos: «Mas yo quejo, mal ami­
(B erceo , S . D om ., 4 0 1 ) ; torvado ’to rv o , h o sc o ’ go, / de tu simple seso tosco, / que tú dices lo
{Alex., 2192). que digo / y después juegas comigo: / si te vi no
te conosco» (ed. 1901, p. 120). Francisco de Baena
Torzadillo, torzal, tórzano, torzón, torzonado, V. achaca esta respuesta a una dama requerida de
torcer Torzuelo, V. tres 30 amores por Villasandino : «con el más pequeño
pedo / que yo tengo en el mi cuajo, / botaré del
T O S , del lat. t ü s s i s id. 1.a doc.: J. Ruiz. resquebrajo, / aunque tosca, bien de quedo»
Según ocurre com únm ente con las palabras en {Cane. n.° 105, v. 8 ). Ya N ebr. en su ed. de 1495,
-s s ’ ésta tenía antiguamente una variante tosse: recoge el vocablo: «tosca cosa: rudis». Después
N ebr.; APal. 20b, 48d, junto a tos 513d, y toda­ 35 está en muchos dicc. del Siglo de Oro : ttosco, sin
vía Laguna en 1555 (Dioscórides lib. I I I , cap. 8 8 , limar o acabar: rozzo, ruvido; tosco o grossero:
pero Suárez de Ribera en su ed. de 1733, p. 89, goffo» C. de las C asas; «tosco or grossero: rude,
ya lo cambia en tos). Por lo demás tos es de uso grosse, unwrought» Percivale; clourd, rude, gros-
general en todas las épocas y común a todos los sier, non poli et limé, goffe; tosca cosa, chose ru ­
romances. 40 de et grossière, non mise en oeuvre, non polie»
D e r i v . Tosegoso [S. XV, Cetrería de Evange­ O udin (falta en C ovarr.); «grossero, basto, sin
lista, en G . de Diego, Contrib., ^ 616, 615, 237; pulimento ni labor» A u t., donde se citan ejs. de
«que mucho tosse» N ebr.]; Acad. admite una va­ F r. L uis de León, Paravicino, L ope y del Persiles;
riante tosigoso (nada en Autoridades); gallego también está en el Quijote: «halló don Quixote
tusigar (Valí.; Irm Fa)', estosegar arag. (Coll 45 ser la casa de don Diego de M iranda ancha como
A.) = cat. estossegar ’toser leve pero insistente­ de aldea; las armas, empero, aunque de piedra
m ente’: no hay por qué suponer una base * e x t u s - tosca, encima de la puerta de la calle» (II, xviii,
SlCARE ni * t u s s i c a r e (de donde vendría el cast. principio), etc. Es voz generalmente conocida en
atosigar en sus acs. figuradas, que en realidad no todas las épocas.
hay razón para separar de T Ó S IG O ), como qui­ 50 Lo mismo cabe decir del portugués tosco y
siera G . de Diego (y R E W ’ 9014a), tam bién es del catalán tose, ambos sinónimos perfectos de la
muy inseguro que tosegoso tenga que ver con su voz castellana, y ambos castizos: Moraes cita del
sinónimo lat. tardío rü s s íc u s , pues el elemento prim ero ejs. tem pranos del S. X VI, y si bien es
sufijal -fe- es vivo en iberorrom ance (pedregoso, verdad que del segundo no tengo a m ano ninguno
etc.); la variante cósyco o *tósico = tosegoso en 55 anterior al del S. X V II que cita Diez {W b., 493),
Evangelista es dudosa. Tosecillo [-zilla, APal. basta ver el gran núm ero de derivados catalanes
50I d ] ; tusiella ast. ’tos’ (V). Toser [h. 1400, glos. privativos que reúne Ag. para com prender que es
del Escorial; -sser, N ebr.], d e l lat. t u s s i r e ; sólo palabra genuina. Nos lo confirma el sustantivo
el cast. ha sufrido este cambio de conjugación: tosca ’toba, depósito calizo que dejan las aguas,
no sólo los demás romances conservan la term i­ 60 sarro’, documentado en catalán desde 13711, pedra
tosca en portugués desde 1661 (Leite de V.. scitia, id est reumatismo, distillatio uvae cribellan-
Opúsc. II, 238); en castellano sólo consta su exis­ tis in pulmones» (C G L II I, 606.19); como uva
tencia en fecha moderna (Acad. 1925, n o 1843) es la úvula y rheum atism us ’flujo o destilación de
y no parece tener gran extensión geográfica3, aun­ humores’, se puede entender que tuscitia había
que a través de Aragón debe de extenderse su em­ 5 tomado la misma ac. de ’carraspera’ que vemos en
pleo para llegar hasta el País Vasco, donde toska su sinónimo asperitas (asperitas faucium, animae
es «kaolín, argile blanche qui entre dans la fa- o asperitas a secas), y traducir ’secreción de la
brication de la porcelaine» (Azkue), en Sule toxka úvula que gotea en los pulm ones’7.
’terrón, gleba’3. L a toba es piedra llena de aspe­ Como punto de partida de este adjetivo rom an­
rezas y protuberancias, lo cual explica inm ediata­ 10 ce t u s c u s , sugirió H etzer (B h Z R P h . V II, 51) el
mente su relación con el adjetivo tosco; en cata­ vicus Tuscus o barrio toscano de Roma (Horacio,
lán se dice tam bién aigua tosca el agua que tien­ Plauto, etc.), tristem ente famoso por servir de re­
de a producir sarro o toba, por lo menos así lo sidencia a la gente baja y particularmente a las
he oído en el A m purdán; por lo demás en catalán m ujeres de mala vida. De ahí se pasaría a ’bajo,
tosca es tam bién el sarro de los dientes, y pedra 15 vulgar’ y después a ’basto, rústico’. M -L. (R E W
tosca designa además la pómez. Por lo menos en 9013) al mismo tiem po que admite la base t u ­
esta ac. hubo de extenderse el vocablo desde anti­ s c u s , la provee de u n asterisco y declara que la
guo hasta la lengua de Oc, pues tascar ’pulir, b ru ­ idea de H etzer debe descartarse por razones se­
ñir. pulim entar’ se encuentra en el gascón M ar- mánticas. Sin embargo, este traslado semántico del
cabrú (S. X II) y la forma septentrional toschar 20 nombre del barrio a las personas que en él vivían
en Aigar e M aurin; no veo clara la explicación y luego a las cosas, puede documentarse en la
semántica del prov. mod. tousc, -co ’tibio’ (aigo literatura latina, en la Cistellaria de Plauto, verso
toiisco, ban tousc, lié tousc, M istral ) 1 ni de touscá 562, pasaje que no parece haber llamado la aten­
«gagner, ramasser». Por otra parte, el R E W (9013) ción de los romanistas. Unos padres ricos buscan
une esta familia, algo extrañamente a prim era vis­ 25 a su hija, desaparecida a poco de n acer; el escla­
ta, con la otra que abarca el fr. ant. tosche ’bos- vo encargado de la búsqueda cree haberla recono­
quecillo’ (bastante frecuente desde el S. X III al cido en la cortesana G ym nasium , y trata de per­
X VI, y a juzgar por muchos ejs. propio del C en­ suadirla de que abandone a la vieja con quien vive,
tro y el Sudoeste, aunque una vez aparece una pues sólo le ha sido nodriza y no madre, y ale­
forma toeque, sin duda norm anda o p icard a: God. 30 jándola de una casa acomodada la llevó a una vida
V II, 732); del fr. dialectal touche «réserve de bois m iserable; él va a restituirle sus riquezas entre­
entre des défrichements» trata P. Lebel, Rev. des gándola a u n padre que le dará una dote de veinte
Él. Anciennes X LV I, 135 ss; en bajo latín se do­ talentos*; y concluye: «non enim hic, ubi ex fu­
cumenta desde 1104, D u C. s. v. tusca, tuscha; sco modo / tu te tibi indigne dotem quaeras cor-
prov. tousco, Delfinado touscho, Marsella touesco 35 pore», lo que E m out traduce, aludiendo en nota
«touffe d ’arbres, fourré, hallier», a los cuales deben a la mala reputación del barrio toscano o etru sco :
agregarse el gasc. tüska, tüsta ’matorral, mata de «ce n ’est pas comme ici, oú tu es obligée de ga­
hierba’ (vid. mi Vocab. Aran.), y el mozár. grana­ gner ta dot a la m ode toscane, en te déshonorant á
dino túska ’maleza, matorral, zarzas’, del que Si- faire commerce de ton corps». Nótese que Plauto
monet encontró un ej. en escritura árabe anterior 40 no escribió ut in vico Tusco: el barrio no se m en­
a 1370. El nexo semántico quizá se encuentre en ciona; todo indica además que Gym nasium no vi­
tusca ’estera', de las Glosas de K arlsruhe (S. V III, vía en el vicus Tuscus, pues lógicamente sería ve­
Förster-K ., A ltfrz. Übungsbuch, col. 27ss., n.° 125), cina de su compañera y amiga íntim a Selenium, de
si es verdad que el toxa ’m anta grosera’ de las quien sabemos (v. 1 0 0 ) que residía frente a los
Glosas de Reichenau (B h Z R P h . V II, 51, 71, 113) 45 supuestos padres de aquélla, gente adinerada. El
es alteración de tusca; comp., en efecto, el paso de adjetivo tuscus, en boca de la plebe urbana de
m a t t a ’estera’ al cast. mata ’arbusto’ y al port. y Roma, según vemos en el habla algo jergal de un
cat. mata ’bosque’. Para completar la docum enta­ esclavo, se estaba alejando y tal vez se había se­
ción romance citaré el sie. (Noto) toscu «sfacciato» parado ya definitivamente de su origen etimoló­
y tuschizza «sfrontatezza» (que no creo sean altera­ 50 gico: tendería a significar algo como ’licencioso,
ciones de tosto id., como quisiera Prati, A Rom . disoluto, desvergonzado’, a hacerse aproximada­
XX, 247-8), seguramente préstamos del catalán; m ente sinónimo de turpis o de vitiosus. Si el sen­
más aislado se encuentra el marchigiano (Servi- tido de éstos se ha atenuado en romance hasta ad­
gliano) truscu «rozzo, maleducato» (A R om . X III, quirir el del cast. torpe, ast. torpe «lo que está
270)5. 55 'áspero» (R), vasco torpe, dorphe ’tosco, grosero’,
U n testimonio arcaico del adjetivo romance qui­ o el del port. vinoso ’mimado, tierno, inexperi-
zá se encuentre en el sustantivo derivado tuscitia, m entado’, y aun el de ’gracioso’ que tiene el vez-
documentado en una glosa del Códice Vaticano zoso italiano, ¿por qué no aceptar que t u s c u s pu ­
de la Reina Cristina (ms. del S. X), que contiene diera ¡legar a ’tosco’? Pero seguramente es pre­
tantas formas del latín vulgar hispánico” : €tu- «0 ferible todavía suponer que así como en la situa­
ción de la Cistellaria se empleó aludiendo a las Campo, Fausto w . 277, 461; Juan C. Dávalos,
mujeres públicas del célebre barrio, en otras si­ L a Prensa, 22-IX -1940; Chaca, H ist. de T u p u n -
tuaciones se aludiría a la gente humilde y mísera gato, 14; Sabella, Geogr. de M endoza, 533.—
que constituía la mayor parte de su población, lo 3 Es innecesario e inverosímil relacionar estas pa­
que le daba el matiz de ’bajo, vil’, y de ahí ’rús­ 5 labras vascas con el tasconium de Plinio (aunque
tico, grosero’8. Como paralelos semánticos baste éste sea precisamente «térra alba similis argillae
recordar el cast, arrabalero ’mal educado’, el ingl. ex qua catini faciunt»), como quisiera Bertoldi,
suburban id., ingl. antic. (Hasta el S. X V II) sub- A R o m . XV, 402 (comp. Rohlfs, Z R P h. X L V II,
urb ’licencioso’, y el hispanoamer. orillero (deri­ 406). Se trata seguramente de «na semejanza ca­
vado de orilla ’suburbio’), que si en Cuba signifi­ 10 sual: entre las palabras vascas en t- gran núm ero
ca ’de mala fama moral’ (Suáxez), en otros pun­ son romanismos y voces tardías, y muchas más
tos de la isla y en Costa Rica es ’persona ordina­ cambiaron la T- originaria en d-,— * Quizá des­
ria’, ’sin educación’ (M z. Moles, Gagini) y en la de ’pulimentado’ se llegaría a ’tibio’ pasando por
Arg. reúne los dos significados. ’suave’, el polo semántico opuesto a ’tosco’.—
Es p o s i b l e q u e e l c a t . tóix ’t o n t o ’, toixarrut ’r u ­ 15 5 Que tosco en otro tiempo se empleó en Italia
d o , g r o s e r o ’, b a l . teñir toix ’e s t a r e m b o t a d a l a lo indica el ej. de tuscus ’rudis’, que D u C. cita
r e j a d e l a r a d o ’ (B D C X I, 88 ) , v e n g a n d e u n a a m ­ en la vida de Sta. Coloma d e Rieti.— * Ciaúa
p lia c ió n d e t u s c u s , la t. v g . * t í s c é u s ; en c u a n to ’cigarra’, sarracla ’cerraja’, impedigo ’empeine’,
a l c a st. TO C H O , V. e s t e a r t í c u l o . galapoco ’galápago’, mordago ’muérdago’.— ' Su­
N o habría necesidad de refutar la etimología de 20 pongo que tuscitia en el modelo del glosario es­
tosco que propuso Storm (Rom . V, 185), a saber taría como interpretam entum de ^paL^y o? ’ron­
t h y r s i c u s , si no la hubiese exhumado G . de D ie­ quera’, y la explicación del glosador está sacada
go (R F E X I, 347) sin dar justificación fonética, evidentemente de dos pasajes isidorianos: «reuma
siendo así que habría que esperar *tósego (comp. Graece, L atine eruptio sive flúor appellatur; ca-
los representantes de p e r s i c u s : port. pessego, cat. 25 tarrhus est flúor reumae jugis [’que fluye’] ex na-
préssec, cast, pejiguera) o a lo más *trosco (comp. ribus, quae dum ad fauces venerit, ppay/^C vo~
cast, prisco); sin embargo, el misino filólogo, no c a tu r; dum ad thoracem vel p u l m o n e m
sin cierta razón, rechaza la etimología t h y r s u s TTT’jert; dicitur» (E ty m . IV, vii, 18) y «tussis
de trozo, por su imposibilidad fonética, y con esto Graece ab altitudine vocatur, quod a profundo
quita al rarísimo helenismo t h y r s i c u s el único 30 pectoris veniat; cujus contraria est superior in
apoyo romance que le quedaba (y que no logra faucibus, ubi uva d i s t i 11 a t » (Etym . IV, vii,
sustituir derivando, en cambio, de ahí, el arag. 18, así en el ms. T , jefe de la familia hispáni­
toza, cuya -z- se opone a ello); semánticamente ca, titillat en B C K ). Para cribellare ’cribar’ >
habría que partir de ’tronco’ (pero thyrsus era un ’gotear’, comp. cast. cernidillo ’llovizna’, venez.
tallo y no un tronco rugoso) y pasar p o r el sig­ 35 harinear ’lloviznar’, prov. draia ’cerner’, ’llover’.—
nificado ’corteza del alcornoque’, que se encuen­ 8 «Illaec ted anus / fortunis ex secundis ad m i­
tra en el catalán tosca —acepción rara y secunda­ seras vocat. / N am illaec tibi nutrix est, ne ma-
ria— para llegar a ’tosco’. Comp. Baist, ZR Ph. V, trem censeas. / Ego te redduco et voco ad sum-
550ss. mas ditias, / ubi tu locere in luculentam fami-
He reproducido, con ampliaciones, mi artículo 40 liam, / un d’ tibi talenta magna viginti pater / det
de A IL C II, 151-4, donde dejo algún detalle de dotis».— ‘ Forcellini-Perin explica el pasaje de la
m enor importancia. Cistellaria suponiendo que los etruscos explotaban
D eriv. Tosquedad [Nebr. «ruditas»]. Tosquería a m enudo a sus hijas prostituyéndolas, y refiere
antic. (1589, F r. J. de Pineda). la opinión de otros que hablan de los flautistas
C p t . Toscohosco, como voz vulgar o malsonan­ 45 etruscos que empleaban a jovencitas en bailes las­
te en Pedro Espinosa (1625), Obras, p. 196.16. civos. Para nuestro caso im portaría poco; de to ­
1 Jaume M are, Dicc., lín. 333, entre las rimas dos modos el carácter del vicus Tuscus consta
en o cerrada; que no se trata del adjetivo lo in ­ mejor. U n dicho italiano, ya registrado en los an­
dica la circunstancia de que éste falte entre las tiguos Proverbi Toseará, dice «chi ha a far con
rimas en -Qsch (lín. 1161).— 2 E n catalán tiene 50 Tosco, non vuol esser losco», lo cual tom an los
gran arraigo como nom bre apelativo (hasta en toscanos en buena parte, como equivalente de ’vi­
Alicante, B R A E X X II, 496), y como nom bre de vo, astuto’, aunque no podemos asegurar que el
lugar en todo el Principado, p o r lo menos. En sentido prim itivo no fuese más semejante al plau-
castellano hay un L a Tosca en la parte Este de tino.
T eruel, Tosquera en la toponimia m enor de 55
Sallent, alto Aragón (R L iR X I, 230); pero tam ­ Tosegoso, toser, V. tos Toseta, V. tundir I
bién hay algún topónimo semejante en Cuba y Tosidura, V. tos
Méjico, y muchos en las Canarias, U ruguay, A r­
gentina y Chile. En la Argentina, por lo menos, T Ó S IG O , tomado del lat. toxicum ’veneno’, y
tosca y no toba es la palabra popular : E. del 60 éste del gr. -o 'ty .iv 9 ipu.ay. 0 v ’veneno para fle­
chas', derivado de tó ;o v ’arco de tirar’. 1.a doc.: 383). Tostón ’pedazo de pan tostado que se come
1251, Calila, ed. Alien, 56.1204. con aceite y sal’ and. (F. Caballero, Clemencia
E n el mismo texto, 59.1276, aparece la variante II, cap. 7, p. 221); ’marranillo asado’ zamor. (FD).
tósico (tesico es errata evidente). APal. 505b em ­ Tueste. T uestu ast. "el jamón, chorizo u otra vian­
plea la forma tóxico, pero quizá sólo a título de 5 da fritos’ (V). Además, vid. R E T E S T ÍN .
voz latina. Falta en N ebr., pero está en Covarr. Torrado ’garbanzo tostado’ almer., etc. Turra-
y otros dicc. clásicos y A ut. cita ejs. de fin S. X VI. co ’árbol caído, sin ram a ni corteza’ and. (F. Ca­
Sigue empleándose literariam ente, pero está general­ ballero, glos. de Clemencia; AV). Turrada ’rodaja
m ente anticuado en el idioma oral. L a variante más de pan tostada’ guatem. (Batres J.). Torreja ’reba­
culta tóxico, que ya empleó algún clásico (Pagés 10 nada de pan o de fruta, frita’ [h. 1500, Juan del
cita a F r. L. de León), se consolida en cast. como Encina], hoy león. (A.° de Valbuena), ast. (torreya,
térm ino médico a fin S. X IX (Acad. 1925, no 1843). R), cub. (Ca., 99), colomb. (Cuervo, A p., § 912) y
D eriv. Tosigoso [1555, Laguna, Aut.]. Atosigar en otras partes de América (B R A E V II, 310; to­
[med. S. XV, Pero T afur, D H ist.; comp. s. v. rrejas en carta de u n jesuíta cuyano, fin S. X V III,
tos]; raro tosigar; atosigador; atosigamiento. T o ­ 15 debe de ser errata, vid. D raghi, F uente A m er., 57);
xicidad. Toxina [Acad. 1925, no 1843]. Intoxicar torrija id. [Lope; falta A ut.; Acad. S. X IX ]. T o­
[ent-, Gr. Conq. de Ultr., 587; Acad. S. X IX ]; rrezno [«t. de tocino: lardi frustum » N e b r.; ast.
intoxicación. torrendu V , cespedos. torresno, R F E XV, 282],
C p t , Toxicologia; toxicológico. Toxicomanía; to- formado con el mismo sufijo que rodezno, lobez­
xicómano. 20 no, etc., port. canízia «caninha das lagoas» (quizá
debamos partir del sust. lat. torris o torrus ’tizón’,
Tosquedad, V. tosco Tosquilar, V. esquilar derivado de torrere); del cast. se tom ó el port.-
gall. torresmo (Silveira, R L XXXV, 118n.l, ya
T O S T A R , del lat. vg. t o s t a r e , frecuentativo Sarm. CaG. 203r); torreznada; torreznero.
del lat. t o r r k r e id. 1.a doc.: Berceo. 25 Cultism os: tórrido. Torrente [APal. 421<¿; ejs.
Está también en APal. (35b, 97b, 166d, 504b), clásicos en Aut.], de torrens, -éntis, id., deri­
N ebr., etc., es general en la lengua literaria por vado de torrere en el sentido de ’secarse’; existió
io menos desde el Siglo de Oro, y siempre parece un duplicado popular, conservado en la toponimia
haber sido la forma predom inante; en ast. tostar del N orte de Castilla: Turrientes lugarejo agregado
vale ’freír’ (V). Se dice tam bién tostare en italiano, 30 a Cerratón de Juarros (part. jud. Belorado, Bur­
mientras que el rético ha conservado el clásico gos), Las Torrientes, barrio agregado a Arredondo
t o r r e r e en la forma rórer, y el oc., cat. y gall. (Santander), y hay apellido L a Tórnente; se o b ­
en la forma torrar'; algunos dialectos italianos, el serva el paso al género femenino, como en frente
sardo y el portugués vacilan entre ambas formas, y puente; algo de esto puede haber existido, aun­
y el últim o ya empleaba tostar en el S. X VI. T o ­ 35 que esporádicamente, en otras partes, pues hay
s t a r e en la Antigüedad aparece sólo en algún autor dos aldeas llamadas Torrentas en Galicia (part.
íardío lleno de vulgarismos, como Plinio Valeria­ jud. M ondoñedo y Villalba), y conozco el nombre
no. En castellano mismo ha existido tam bién un catalán de un arroyo llamado L a Torrentassa, entre
vocablo semejante al catalán : Berceo empleó tu ­ Viladamat y Albons {Empordán); cast. torrentera
rrado figuradamente como ’atontado’ (M il., 345), 40 (comp. torrontero, s. v. T O R R O N T É S ); torren­
Covarr. dice que turrar «vale assar en las brasas», cial.
hoy se dice torrar (Acevedo-Fz.) o turrar (R) en C p t . Torrefacto; torrefacción.
Asturias, torrar en judeoespañol de Oriente (R H 1 ’Tostar, asar en brasas’ (Valí.) ’hacer volver
L X X IX , 532), en Almería y otras zonas anda­ moreno (el sol)’ : «torrada pola raxeira» Castelao
luzas y de otras partes, aunque es probable que en 45 279.3f.
la Arg. sea brasileñismo, pues ahí sólo se aplica
al café y no figura en los dicc. de americanismos. Tosté ant., V. armatoste Tostón, V. tostar y
De un cruce de tostar con turrar resulta tusturrar tiesto Total, totalidad, totalitario, V. todo
en Soria (G. de Diego, R F E IX , 124, 125; XV,
239). En cuanto a la u anómala de esta última for­ 50 T O T E M , de una lengua norteamericana de la
ma la explica G . de Diego por contaminación de familia algonquina. 1.a doc.: Acad. 1936.
aburar o de asurar; quizá sea así, mas puede tra­ Debiera acentuarse tótem , como se oye por lo
tarse más fácilmente de un fenómeno fonético- común en cast. y en inglés, de donde se tomó el
morfológico, como el tratado a propósito de JU ­ vocablo; en este idioma se docum enta desde h.
G A R . Para el cambio de conjugación t o r r e r e > 5i 1770 (N E D ; Friederici, A m . W b., 622-3).
turrar, V. lo dicho sobre A B U R A R . D e r i v . T otem ism o [Acad. ya 1925]. Totémico,
D e r i v . Tostada [h. 1490, Celestina, Aut.]. T o s­ usual, no en Acad.
tado (como nombre de color de caballo, G ranada,
B R A E V III, 196; Carrizo, Canc. de Jujuy). T o s­ Totilim undi, V. todo T otizo, totolo, V. tué­
tador. Tostadura. Tostel (Cuervo, D isq., 1950, p. «0 tano
T O T O R A , arg., chil., per., ecuat., tom ado del Tova, V. totovía Tovaja, V. toalla T oxi­
quich. totora ’especie de espadaña’. 1.a doc.: h. car, toxicidad, tóxico, toxicología, toxicológico, to­
1590, J. de Acosta. xicomanía, toxicómano, toxina, V. tósigo To-
En la Arg. se emplea desde la región andina yaga, toyo, V. tojo Toyo, V. tollo II Toza,
(Draghi, Canc. Cuyano, pp. xii, cxxxviii) hasta la 5 V. atocha, retozar y tozuelo Tozal, tozalbo,
Pampa litoral (A. Alonso, Probl. de la L . en A m ér., V. tozuelo Tozar, V. tozuelo y retozar T o­
150). Para la frase popular hacerse el m undo to­ zo, V. tocho y tozuelo Tozolada, tozolón, to­
tora, vid. Carrizo, Canc. de Jujuy, s. v. Es voz zan, tozudez, tozudo, V. tozuelo
común al quichua y al aimará (ya en Bertonio,
princ. S. X V II). 10 T O Z U E L O ’cerviz’, dim inutivo del provincial
D e r i v . Totoral ’paraje poblado de totora’ arg., tozo id., y éste sacado de toza ’tocón, cepa de un
chil. T otorero c h il.: aunque la Acad. lo deriva de árbol’ en el sentido de ’objeto voluminoso’; toza
totora, quizá sea onomatopéyico, pues su grito es antigua voz com ún a los tres romances hispá­
suena to-to-to (Borcosque, A través de la Cordi­ nicos, de origen incierto, probablemente de un
llera, p. 40). 15 prerrom ano * t a u c i a ’mata, cepa de árbol’. 1.a
doc.: 1607, O udin (ato^uelo: la partie la plus es-
T O T O V ÍA , onomatopeya. 1.a doc.: A ut. paisse d u col, qui est prés des espaules»).
Este dicc. rem ite a galerita. Falta en Covarr. y Covarr. escribe igual y define «la cerviz gruessa
Oudin. E n muchas partes se pronuncia tutuvia y carnosa del hom bre o de otro animal, como es
(p. ej. Almería). Tam bién se emplea totovía en el 20 el to ro ; y assí se dixo tozuelo quasi tóm elo, de
cat. de Valencia (A. Boscá, en Geogr. Gral. del torus...y>. De ahí pasaría a M insheu (quien dice
R. de Valencia, p. 530); hay variante tova, que además que es «a kinde of hauke»). A ut.: «la cer­
será tam bién onomatopéyica. N o conozco el it. viz gruessa, carnosa y crassa de qualquier animal»,
tottovilla que cita la Acad. El port. y gall. coto- donde se citan los siguientes e js.: «al fin alzando
vía', que «se distingue de la laverca ’calandria’ en 25 el gordíssimo tozuelo, dixo con flema singular:
Pontevedra por tener penacho y porque la otra ¿qué diablos quieres?» en el vallisoletano Suárez
canta mucho», Sarm. CaG. l'iQv, «es la alauda», de Figueroa (1617), y «con seis dedos de tozue­
ib. Í22v (Schneider, V K R X I, s. v.; B R A E X IV, lo, / más cola que un Arcediano, / le dixo aques­
113), pueden resultar de un cruce de totovía con tas razones, / condolido de escucharlos» Quevedo.
su sinónimo cogujada. Origen semejante tiene el 30 N o es, sin embargo, palabra de uso general ni
fr. cochevís, empleado alguna vez en cast. por gali­ mucho menos, aunque suelen omitirla los glosarios
cismo. Demostró el carácter onomatopéyico de to­ dialectales por figurar en la Acad. E n particular
tovía Sainéan, ZR Ph. XXX, 560-1. Cf. el m arathi es aragonesa: me dicen que se emplea en Ansó
titam , nombre de una ave que «makes a shrill en el sentido de ’cogote’, y seguramente en otras
plaintive noise» (R. D. K armarkar, Vikramorvasi- 35 muchas partes de esta región y quizá de otras;
y(a of Kálídása, Poona, 1920, nota a 1.2.2.); aun­ Coll y A. dice que en la L itera vale ’cabeza’ en
que se trataría del quebrantahueso («osprey»), ave términos generales, pero esto es excepcional y des­
muy diferente de la cogujada. de luego secundario, según lo com prueban los de­
1 Del gall.-port. cotovía quizá deriva un gall. rivados y demás palabras de esta familia (en este
encutubiado «enfadado, de mala gana», «renegado 40 sentido quizá se sacara de los aragoneses estozolar
y fedellando» [’traveseando, molestando’] sólo re­ y estozar ’desnucar’, que derivan de toz(ueT)o en
cogido por Sarm. CaG. 164v, alusivo a un aire su sentido propio, lo mismo que desnucar o rom ­
presuntuoso que el pueblo encuentra a la coguja­ per la crisma derivan de nuca y crisma ’tozuelo’).
da por su alto moño, cf. gollerías, que reúne la Más raro es todavía el primitivo tozo, sinónimo
ac. moral ’golosinas, melindres’ junto con la de 45 de tozuelo en Albacete (Acad.).
’totovía, cogujada’; encotovíado pasaría a *enco- Incom parablemente mucha mayor extensión tie­
tomiado por dilación de la nasalidad y éste luego ne el sustantivo tos m. en catalán, equivalente de
a encotomíñado (tal como mío a miño, m í a ’cerviz’ o ’cogote’ : no es general (no se emplea
mín), ’engruñado, encogido y como acoquinado en Barcelona), pero tiene gran extensión, sobre to­
de frío’ (Sarm. CaG. 198v). 50 do en el país Valenciano1, y tam bién en catalán
occidental, desde las Borjas Blancas (B D L C VI,
T O T U M A , amer., del caribe tutum ’calabaza’. 51) hasta Ribagorza (Oliva, Congr. Intern. de la
1.a doc.: h. 1565, Aguado. Ll. Cat., 429): es ya antiguo, pues se lee en Jaume
Debió de tomarse del caribe de T ierra Firme. Roig, a. 1460 («era tornera / e tavernera; / deis
H oy se emplea en todos los países de América, sal­ 55 que hi venien, / allí bevien, / alguns mataven, /
vo quizá los centroamericanos, pero incluyendo a cara capolaven, / feyen pastells / ... / en un clot
Méjico y C uba: Lenz, Dicc., 755-6; Friederici, tou, / fondo com pou, / descarnats ossos, / ca­
A m . W b., 624-5. El caribe tutu m ya está docu­ rnes e tofos / allí • ls metien», v. 1712), y Ag. da
m entado en vocabularios del S. X V II. muchos ejs. desde princ. S. XV. En catalán este
D e r i v . Totum o [h. 1740, Juan y Ulloa], 60 vocablo es jefe de una im portante fam ilia: tossa
’parte alta de la cabeza del cerdo’ (Ag.), ’cerro an­ e grossa de qualquer árvore», «o pé da cana de
cho’ (de extensión general en este sentido)2, jer adúcar», trasm . «moita de ferro grosseiro; qual­
tossa ’tener mucha balumba, mucha prestancia’ quer moita», tam bién ’raigam bre’ (así lo emplea
(usual en Reus, en el Rosellón y en muchas par­ Leite de V., Opúsc. II, 255), gali, touza ’male­
tes), tossal ’picacho’ (también general, ya en el 5 za’, ’arboleda’ (Carré), Bierzo touza ’tocón’, M iran­
S. X IV : «derroc-me per roques e per tossals da touga «mata, mato, matagal» (Leite, Philol.
¿valí» Eiximenis, N . Cl. VI, 127)3, tossar ’topetar’ M irand. II, 223), ast. tozón, tazón «yerbas malas»,
(dos animales), en Ribagorza ’obstinarse’ (B D L C «raigón, raíces...» (R), etc. Luego el sentido p ri­
X III, 297), tossut ’terco’ (que es de uso general, mitivo fué ’cepa’ (o bien ’raigambre’, ’m ata’) y de
y no voz regional o afectiva como el cast. tozudo), 10 ahí se pasó a ’objeto abultado’, ’cogote abultado’
estossar y estossinar ’matar animales’, ’hacer ma­ (como insistentem ente lo definen O udin, Covarr. y
tanza de personas’, etc. En castellano, aun cuan­ A ut.) y ’cogote’, comp. el port. cachafo ’pescuezo’
do de uso menos extenso, los vocablos de esta fa­ derivado de cacha ’carne rolliza’ (V. C A C H A ), it.
milia no escasean, sobre todo en Aragón y en el ceppicone ’cerviz’ (derivado de ceppo). Atinada­
Oeste. Ya me he referido a tozo y tozal; arag. 15 m ente indicó ya este origen Sainéan (Sources In -
tozar ’topetar los animales’, ’porfiar neciamente’ dig. I, 124, 126). Poco afortunados estuvieron los
(Acad. ya 1817; Borao; T orres Fornés ) 4 arag. demás etimologistas, y no es extraño, pues sólo
estozar ’despeñar’ (Borao, y en Echo, R L iR X I, tuvieron en cuenta fragmentos de esta familia :
162), tozudo ’testarudo’ que la Acad. registra ya en Diez (W b ., 493) relacionaba toza y tozar con tozo
1780 como aragonés, pero en 1817 sin calificación 20 ’enano’, italianismo m oderno y sin arraigo (V. T O ­
regional, m ientras que Peralta, Borao y Torres C HO ), y creyendo así que la idea básica era la
Fornés coinciden en calificar de voz aragonesa: de ’pequeñez’ quería partir de t u n d e r e , t u n s u s ,
en realidad todos tienen razón, pues del aragonés ’golpeado, desm enuzado’, lo cual no explicaría la
y d'el catalán partió el vocablo, pero hoy se emplea -z- cast, ni la ss sorda catalana; Spitzer (L exik.
en el Centro en calidad de voz afectiva, extensión 25 a. d. K at., 132-3) relacionaba tam bién con el it.
que se explica por la fama de pertinaces de que tozzo y con R E T O Z A R creyendo fundam ental la
gozamos catalanes y aragoneses. idea de ’golpear’ y así partía del hipotético lat.
Pero considero indudable que la voz más an­ * t u d i t i a r e en cuya existencia ya nadie cree (su­
tigua de esta familia debe de ser en todas partes primido en R E W 3), lo cual choca con la ò abierta
el femenino toza, pues conserva el significado que 30 catalana, explica mal el sentido de muchos voca­
es más probable sea etimológico: ’cepa o base del blos de la familia, y obliga a una separación inve­
tronco de un árbol o arbusto’. Con este sentido rosímil del grupo del port. touga. Peor es la idea
lo encontramos ya en 1535 en Fz. de Oviedo: de G . de Diego (R F E X I, 346-8), quien supone
«truxo... de la Bermuda a esta cibdad de Santo que el sentido primitivo sería ’cabeza’ (y no ’cer­
Domingo muy hermosas togas o troncos muy grue­ 35 viz’, significado unánim e en catalán y ya medieval,
sos de árboles» (H ist. Gral. e N at. de Indias I, y poco menos que unánim e en aragonés) y así
340a). A ut. dice que es voz aragonesa“, lo cual es quiere partir de t o n s u s ’esquilado’, sin la me­
indudable, pero antes debió de emplearse en otras nor verosimilitud semántica, y en flagrante con­
partes, por lo menos en el Oeste, de donde pasa­ tradicción fonética con la -z- castellana, y la ò
ría a América, cuyo uso ya reflejará Oviedo, y 40 y ss sorda del catalán (además se ve obligado a
en Cuba, según Ca., 23, vale «tronco de árbol la­ separar de toza ’tocón’ derivando éste de t h y r s u s ,
brado, pieza de m adera que sale del árbol a esqui­ tam bién imposible fonéticamente). Comp. además
na viva», que sería, según esta fuente, ac. náutica. K rüger, V K R V III, 16n., y Baist, Z R P h. V,
Más bien que de Andalucía, como sugiere F. Ortiz, 550ss".
procederá del O este: salm. toza ’viga grande, tro n ­ 45 D e r iv . T ozolón o tozolada «el golpe que se da
co de árbol’, extrem. toza (con z sorda) ’dintel de en el tozuelo» (ambos ya A ut.), comp. val. tossoló
madera’ (también de piedra), tozu ’m adero en que ’golpe en la cabeza’ (Ag.; lo he oído en Vista-
se fija el yunque’ (Espinosa, Are. Dial. 18, 4n.l), bella del Maestrazgo), tort. tossalo ’rebanada gran­
cañar, tosa ’bloque de madera grande, tosco y pe­ de de pan’ (BDC II I, 112). Tozoludo arag. ’to­
sado’ (Millares), «un gran trozo de m ad era: se 50 zudo’ (desde Ansò a la Sierra i’ . G uara, R L iR
llaman así las que llevan de América i otras partes, X I, 182). Tozudo (V. arriba); tozudez. Estozar o
de maderas finas, para aserrarlas i hazer muebles» estozolar (arriba). V. arriba otros derivados.
(B R A E V II, 340, parece dudosa la variante tos C p t . Tozalbo.
f., allí agregada). 1 Como de Alcoy lo dan M artí Gadea, que era
Estamos, a mi parecer, ante el vocablo prerro­ 55 de allí ( Tèrra del G è I, 8 , 62, 214) y Borrás i
mano que he estudiado tam bién en R E T O Z A R y, Jarque (Bol. Soc. Castellón, de Cult. X IV, 90).
en su forma mozárabe, en A T O C H A y T O C H O , Chabàs en su nota al verso de J. Roig lo da co­
y representado principalmente por el port. toufa mo valenciano en general para ’cogote’. Sáne­
«grande vergóntea de castanheiro, de que se fazem lo (S. X V III) da el compuesto retos ( < rere tos)
arcos para pipas», m inhoto ¿cara ou pernada alta 60 ’colodrillo ’ .— 2 Verdad es que en la parte central
del Principado se pronuncia tossa, en desacuerdo ello’ en Fn. G onz., 70c. Ésta y otras acs. semejan­
con la ó abierta de tos, pero en El Masroig tes (’procurar, buscar’ J. Ruiz, 6 8 6 ) son sin du ­
(Priorato), y en varios lugares del N orte (p. ej. en da más frecuentes que ’laborar’ en la Edad M e­
Cerdaña) he oído tóssa que será lo primitivo. La dia. Pueden tam bién encontrarse ejs. donde que­
alteración podría explicarse por influjo del nom - 5 damos más cerca de la idea de ’sufrir’ : «al que da
bre de la villa de Tossa, que es ibérico ( t ü r i s - Dios ventura e non la quier tom ar... / aya mucha
s a ) , o bien por el del participio tosa ’pelada, es­ laceria e cuita e trabajar» J. Ruiz 1391c. M as por
quilada’ t o n s a , pues muchas tosses son toses (vi­ lo menos desde el S. X IV hay ya casos de la ac.
ceversa en Cerdaña pronuncian Tosa con sono­ moderna ’laborar, obrar’ : «et los que labran et
ra pero con o abierta, el nom bre del gran pico 10 crían et trabajan et capan et fazen todas las otras
calvo que domina la región por el Sur).— J Igual­ cosas, todos las fazen, mas non Jas entienden nin
mente arag. tozal, como tal ya en Covarr. Venas- las fazen todos en una manera» Conde L uc., ed.
que tusal (Ferraz); no ajeno a la toponimia: un K nust, 3.16 (donde trabajan no está en todos los
Tozaled en Huesca, Tozar en G ranada (?), Tozal- mss., pero sí en los m ás); en los glos. del Es­
moro en Soria (M. P., Oríg., p. 433). Para el 15 corial y de Toledo, de h. 1400, trabajar y trabajo
paso semántico de ’cerviz’ a ’montaña’, comp. el ya traducen laborare c sudare y labor; A P al.:
cast. cerro de igual origen, cast. loma (de lomo), «resudare es mucho trabajar y dexar de sudar»
espaldar, espinazo, lat. g r u m u s > rum . grum (111 d); N e b r.: «trabajo: labor; trabajosa cosa: la­
’nuca’, ’colina’, gr. /¿cpos id. id .— 4 En la Pícara boriosa, trabajar: laboro». Desde el S. X VI esta
Justina se habla de armas tozadas al parecer por 20 ac. moderna es la norm al, V. ejs. en Aut. El avan­
’destrozadas’ (Fcha .).— 5 Agregó la Acad. (ya ce de esta ac. fué paralelo al retroceso de labrar
1817) que en algunas partes es la corteza del pino y obrar con este valor; sabido es que lavor como
y de otros árboles. En Ciudad Real ’yugo con expresión popular y general de la idea de ’tra­
que se uncen las muías al arado’ (Acad. 1925, no bajo’ tiene gran amplitud en toda la Edad Media.
1884).— 9 Rohlfs, B hZRP h. LXX XV , § 225, ya 25 F.s posible que esta evolución del sentido se anti­
ve, más atinadamente, el origen vegetal, pero no cipara algo en el sustantivo trabajo («el grand tra­
parece acertada su idea de un ir esta familia con bajo todas las cosas vence» dice ya J. Ruiz, 61 Id),
el gasc. tos «auge á porcs, abreuvoir», cuyos lí­ pero más bien está la diferencia principal en el
mites coincidirían con los del gascón (A L F , m a­ sentido de que trabajo ha conservado mejor hasta
pa 70), Lescun tosso «abreuvoir creusé dans un 30 el día su ac. originaria de ’sufrimiento, pena’
tronc d’arb re» : pero esta palabra gascona supo­ (Apol., 630a; «sancta M aría muéstrale como fué
ne un étimo con O, y por lo tanto no puede con­ su madre et quanto trabajo tomó en lo tener e en
cillarse con el ou del portugués y el au del mo- lo criar» Conde Luc., 222.12; ttrabajo e laceria»
zár. A T O C H A y táug. A no ser que estemos ante J. Ruiz 209b); por lo demás las acs. «penalidad,
un radical prerromano t o u c - cambiado ora en 35 molestia, tormento» y «estrechez, miseria, pobre­
t a u c - ora en t 5 c ~ ora en t o c - , que así explica­
za o necesidad» son clásicas, Aut. las documenta
ría el cat. tossa. Pero como este vocalismo no es en escritores del Siglo de O ro (recuérdense los
general en catalán, es más probable que se trate Trabajos de Per siles y Sigismundo), y siguen le­
de una alteración local, y no siendo evidente en yéndose hasta hoy.
el aspecto semántico la relación entre el gasc. tós 40 Con cronología no m uy diferente la evolu­
y la familia hispánica, debemos desconfiar de las ción semántica ha sido más o menos la misma en
hornonimias, siempre fáciles en palabras de cuer­ todos los rom ances: port. trabalhar ’esforzarse’,
po tan reducido. Comp. Schuchardt, Z R P h. X L I, ’laborar’ ; cat. treballar, que en la Edad M edia vale
701-2. ’sufrir’ (Vidas de Santos Rosellotiesas 2v°2; ’hacer
45 sufrir’ 6r°2, 9r°2, ’adolecer’ 19^2), ’esforzarse, pro­
Traba, trabacuenta, trabada, trabadero, trabado, curar’, pero tam bién ’laborar’ como hoy (ej. del
trabadura, V. trabar S. XV en Ag.), y treball junto a ’labor’ conserva
la ac. ’penalidad, miseria’ y aun ’desmayo, desva­
TRABAJAR, del lat. vg. * t r í p a l i a r f . ’to rturar’, necimiento; ataque de un m al’; oc. ant. trebalhar
derivado de t r í p a l í u m ’especie de cepo o instru- 50 es principalmente ’torm entar, apenar’, se ¡. ’ocu­
mentó de tortura’, compuesto de t r e s y p a l u s por parse’, pero trebalhador de térra es ya ’cultivador’;
los tres maderos que formaban dicho instrum ento; fr. travcáller significó ’torm entar, apenar, sufrir’
en castellano antiguo y aun hoy en día trabajo desde el S. X III hasta el X VI, y sólo en el X V II
todavía conserva el sentido de ’sufrimiento, dolor, sustituyó a ouvrer; el it. travagliare, que no hay
pena’ : de la idea de ’sufrir’ se pasó a ’esforzarse’ 55 por qué suponer galicismo, como quisiera M -L.
y ’laborar’ 1.a doc.: Berceo. (R E W 8911), ya está en D ante y en muchos es­
M uy común ya en este autor, especialmente co­ critores del X IV, vale sobre todo ’sufrir, pasar pe­
mo verbo reflexivo y con el sentido de ’esforzar­ nas’, y hoy se dice ante todo de los dolores del
se’, ’procurar (algo)’ (M il., 797b, 829b; Duelo, parto, perd la ac. ’laborar’ tampoco es completa­
199, 20!, etc.); travajar en esto ’esforzarse por mente ajena a este idioma, aunque se aplique sobre
todo a la labor penosa o muy fatigosa, y por el pues p a l u s tenía A larga en latín: más bien po­
contrario ya aparece en el S. X IV. dría pensarse en una alteración de *trébolo < itá­
D e todo esto se deduce que estamos am e una lico TRÉBLOM = lat. TRÍBULUM ’trillo’, COmp. it.
palabra común y arraigada en todos los romances ant. trebbio (R E W 8 8 8 6 6 ). Treballa ’salsa blanca
de Occidente, y que desde luego es erróneo su p o n e 5 para ansarones’ [1525, Rob. de Ñ ola]', probable­
que la ac. ’laborar’ fué im itada por el cast. del mente voz catalana derivada de treballar ’trabajar’,
fr., como supone todavía Bloch, cuando por el ’afanarse, esforzarse’ (porque hay que «majar re­
contrario, si hemos de prestar fe a sus datos, se­ cio»), aunque el vocablo no figura en los dicc. ca­
ría de fecha más tardía en el país vecino que en talanes, pero el libro de Ñola se tradujo del cat
Castilla. 10 y está lleno de catalanismos.
L a etimología es bien conocida desde el artículo 1 «Tom ar almendras blancas, y lo blanco de un
de Paul M eyer en R om . X V II, 1888, 421-4: el pollo y un grano de ajo... y un migajón de pan
tipo romance * t r ! p a l i a r e significó primitivamen­ remojado con caldo y m a j a r l o r e c i o , y...
te ’torturar’ y deriva de u n sustantivo t r í p a l í u m pasarlo todo por estam eña; y tom ar yemas de
documentado desde el S. V I en el texto de los 15 huevos... y échales gingibre y canela y azúcar y
Concilios de Auxerre y de M acón (en la forma un poco de agraz...» ed. 1929, p. 159. O udin:
trepalium, D u C.), en una glosa latina (trasmitida <ttreballa de ansarones: une sorte de dodine, saul-
en un ms. de M etz del S. X I : «trepalio vel puteal se qui se fait de blanc de chapón, amandes, espi-
est locus in quo reí verberantur» C G L V, 624.36) ces, ails et oeufs, et se sert sur les oisons»; falta
y en otros textos tard ío s: se trataba evidentemente 20 A ut.; Acad. ya 1817. Travaille, travaglia, como si­
de un cepo o aparato donde los reos sufrían el nónimos de ’trabajo’ existían en fr. ant. e it. ant.
tormento, y estaría hecho con tres palos cruza­
dos : hay relación evidente con el adjetivo clási­ Trabal, trabalenguas, trabamiento, V. trabar
co T R ÍP A L IS ’que consta de tres maderos’. L a for­ Trabanca, V. tabla y trabar
ma originaria hubo de tener en todas partes la 25
sílaba inicial tre-, tal como la conservan hasta el TRA BAR, probablemente derivado del lat.
día el caí. y la lengua de O c: igualmente se dice t r a b s , - i s , ’viga’, ’m adero’, p e r los palos con que

treballo y treballar en el alto-aragonés de Ansó, suele trabarse a los animales y a los carruajes; en
Ayerbe y Loarre, también trebajar en la Ribera vista del port. trove es verosímil que su sinóni­
navarra (Iribarren), triballo y triballar en Echo, La- 30 mo el cast. traba venga directam ente del femenino
nuza e Ipiés (R L iR X I, 25; A S N S L C L X V II, lat. t r a b s , y que de traba derive el verbo trabar.
250). L a vieja etimología * T r a b a c u l u m , supuesta 1.a doc.: trovar, 1155, Fuero de Avilés.
por Diez (W b., 325), además de ser más hipotética, Verbo y sustantivo se encuentran ya en Ber­
está contradicha no sólo por la e del oc., cat. y ceo; en el D uelo de este poeta cuenta la Virgen
arag., y por la -b- de estos mismos idiomas, sino 35 que el Crucificado al ver a sus pies al hijo del
tam bién por la -b - cast., que es aproximadamente Zebedeo «dióme a él por fijo, ca mucho li cos­
constante en la Edad Media, y está confirmada por taba, / a m í a él por M a d re : trabónos con tal
la grafía de APal., N ebr., etc. traba» (37d). Si dispusiéramos aquí del ms. ve­
Ch. H. Livingston («Skeín-winding Reels», Ann ríamos ciertamente que ambos vocablos están es­
Arbor, 1957) vuelve a la etimología de Diez su­ 40 critos con v, según indica la rim a de trava con tres
poniendo que por influjo de t r a b s se dijese * t r a - imperfectos. El verbo trovar, en efecto, es fre­
p a c u l u m . Apenas valía la pena de tomarse la cuente en las obras de Berceo, y siempre aparece
molestia de rechazar esta propuesta como ya lo escrito con -v-, por lo menos allí donde poseemos
hacen Spitzer, M L N L X X IV , 132-3 y H. y R. los mss. Efectivamente ésta es la grafía general
Kahane, Language X XX IV, 538-42, estos últimos 45 en la Edad M edia, hasta APal. (35d, 97b, 315d) y
llamando la atención hacia el b. gr. r p i-á a c a k o v N ebr. (€trovar: n ecto; t. edificio: com pingo; t.
’instrum ento de tortura’ (en un texto quizá no pelea...»). El sentido fundam ental de ’embarazar,
posterior al S. IV) (derivado de TiáoaaXoq ’estaca’), retener, asir o juntar con traba’ se repite en Ber­
del cual t r í p a l í u m sería calco. ceo, está tam bién en las Partidas («después que
D e r i v . Trabajado. Trabajador [h. 1570, M ármol, 50 los navios se acercan unos con otros et desque se
Aut.]. Trabajante {APal. 209b]. Trabajera. Traba­ traban, non se pueden desviar» II, xxiv, Acad. II,
jo [1212, O elschl.; Berceo]: no viene directamente 267), trovado con este m atiz como térm ino técni­
del lat. vg. t r í p a l í u m , sino que es postverbal de co de ajedrez en el L . del Acedrex del S. X III
trabajar, de fecha ya antigua, pues es común a to­ (16.24), y es frecuente en todas las épocas. De
dos los romances de O ccidente; trabajoso [N ebr.]; 55 ahí derivan m uchas más a c s.: trovar de ’tirar de
trabajuelo. Alrabajar (raro: D Hist.). N o creo que algo’ (Berceo, M il., 881c, 883a, c), ’asir de uno
el cespedos. trébalo ’palo clavado en el travesano o echarse sobre él para reprenderle’ (Calila, Rivad.
anterior del trillo y que se mete en un agujero L I, 36), ’reprender, criticar’ (gall. ant. Ctgs. 206.33,
del cambizo o tim ón’ (R F E XV, 268) pueda venir, 297.26; cast. Castigos de D . Sancho, ed. Rey,
como quiere Sz. Sevilla,, de un lat. vg. *TRÍPÁ LU M , 60 p. 99), ’pelear, trabar pelea’ (ejs. port. del S. X III
en ZRPh. XX, 213-4; travar em cuidados de mil R A B IL L A . Trabada. Trabadero [Aut.]. Trabado.
guisas parece ser ’luchar c o n ...’ en D on Denís, Trabador ’herram ienta de carpintero que sirve pa­
v. 2226, a no ser que valga ’tropezar’), travar en ra trabar’ ast. (V). Trabadura. Trabamiento. Tra­
una estoria ’im pugnarla’ (en el Lucidario cast. del banco2 [Acad. ya 1817; comp. G. de Diego, RFE-
S. XIV, R F E X X III, 175.25); por otra parte desde 5 X I, 345]; ’madero que corona la presa del molino’
’asir de alguno’ se pudo pasar a ’rogarle, insistir ast. (V ); travanca ant. ’viga’ («vee la paja en el
cerca de él’ (Cavallero Zifar, ed. Wagner, 47.18); ojo ageno e non vee la t. que tiene atravesada en
V. además Cej. V III, § 32; Cuervo, Disq., 1950, el suyo», Castigos de D. Sancho, p. 103, ms. E,
212-3. Frecuente en gallego de los SS. X III y donde C trae viga; reaparece en las pp. 106 y
X IV travar, especialmente travar de ’coger o aga­ 10 113)’; atrabancar (en Cuba ’poner trabas, obstácu­
rrar a una persona’, ’coger una fruta’ (Ctgs. passim; los’ Ca., 46), atrabanco cub. ’obstáculo o estorbo
Gral. Est. Gall. 33.9, 175.4, 211.15; muy frecuente que impide una acción’ (Ca., 214)4; el ast. taramin-
en la ac. de ’agredir por apetito sexual’, vid. gu ’columpio’ (Canellada) es probable que sea al­
M ettm ann, etc.). teración de un *trabingu paralelo a trabanco. Tra­
N uestro verbo es com ún a todos los romances 15 bazón [-i>- APal. 5056; N ebr. «nexus»]. Destrabar.
hispanos y gálicos: port., cat., oc. travar, fr. en- Entrabar, raro y poco castizo. Trastrabarse (la len­
traver, de acs. similares a las cast.; junto a él gua) ’trabarse’ (Acad. S. X IX y ya trastravarse
está el sustantivo port., cat. y oc. trova, que en ’cogerse (unos niños) o trabar de los brazos y
fr. tiene una forma claramente postverbal, entrave, manos en actitud de pelea’ h. 1300, Gr. Conqu.
lo cual no prueba, empero, que el verbo a su vez 20 Ultr. ed. Cooper IV I37ra39), trastrabado ’(caba­
no pueda derivar de u n sustantivo más antiguo, llo) que tiene el pie derecho y la mano izquierda
perdido más tarde con esta ac. en el N orte de blancos’ [h. 1640, Aut.], port. trastravado ’torci­
Francia. do’ (Moraes), con disim ilación; trastavado de fa-
La etimología no es clara n i evidente. En bla ’de habla confusa’ [S. X IV , Hisp. R. X , 46],
realidad no se ha propuesto otra que ¡a de Fr. 25 trastabar chil. (Sur) ’dar traspiés’, trastavo ’tro­
Diez (W b ., 326), hoy comúnm ente aceptada, entre pezón que se da m ontando a caballo’ ant. (S. X VI,
otras razones porque no se ve otra posible. Por lo Tim oneda, B R A E I I I , 569); trastrabillar [h. 1510,
demás se trata de una explicación convincente, si Diego de Ávila, en K óhler, 7 Sp. Dramatischen
se • examina bien. El femenino lat. t k a b s designa Eklogen, p. 260: -ovillada ’la que ha tropezado,
las vigas y otros maderos de tipos diversos, y la 50 cometido u n desliz’; Juan de Castellanos, Rivad.
traba romance consiste precisamente, con frecuen­ IV, 400; así hoy en centroamer., venez., y en
cia, en un palo o madero que traba el movimiento M . Fierro II, 1309], trastabillar [h. 1500, L . F er­
de un animal (así el trabanco o tramojo que im ­ nández; trastabellar ast., S. X V II, G nz. Regue­
pide el merodeo de los animales, llamado traba ra ; hoy empleado en toda América, salvo quizá
en Chile y otras partes), de un carruaje (la traba 35 mej. y antill., y usado por el vallisoletano Zorrilla;
que se ata entre los rayos de una rueda), etc., o Acad. 1899] ’tambalear, dar traspiés’ (Corominas,
que une fuertem ente las partes de una construc­ R F H V I, 171-2; Cuervo, Obr. Inéd., 234; Disq.,
ción; de ahí travar u n edijicio, que N ebr. expli­ 1950, 284). Retrobar ’am blar’ oolomb. (M alaret,
ca por ’ensamblarlo o construirlo juntando sus pie­ Semánt. Am er., 7 ; falta Cuervo, Sundheim , T as-
zas o partes’ : ésta es la función de las vigas o 40 cón, Acad., M alaret Am er. y Supl.): no sé si vie­
t r a b e s . A pesar del aspecto posrverbal del fr. en­ ne realmente de trabar (¿o será onomatopéyico
trave, no habiendo coincidencia en la form a del como el alem. traben ’trotar’?).
verbo entre el francés y los demás romances, lo C p t . Arquitrabe [alq-, 1600, Sigüenza; arq-,
más probable es que no debamos suponer u n ver­ 1616, Villaviciosa; DHist.]. Trabalenguas. Traba­
bo *t u a b a r e ya formado en latín vulgar, sino que 45 cuenta.
el sustantivo traba descienda directam ente del lat. 1 «Üa trave que caeu da cima da igreja sobr’eles»
t r a b s , con -a agregada en virtud del género fe­ Ctgs. 266.2, tam bién 267.46; «o albre da-nos as
menino. Fuerte indicio en este sentido nos pro­ través» Castelao 254.27.— 2Vizc. trama(n)culu
porcionan el portugués y gallego, donde además de ’armatoste’ en M arquina y en M u n d aca: partirá
trava persiste el etimológico trave, reuniendo el 50 de una forma local *trabanclo con repercusión.—
sentido de ’traba, lazo’ (Fig.), con el de ’alambre 3 Puerta y Calle das Travancas en Pontevedra,
que une las partes de una hebilla’ (Moraes) y el que Sarm. (CaG. 7 \v , 72r) ya encuentra en sen­
primitivo ’viga, madero de construcción’, éste das escrituras medievales .— 4 El port. atravancar
muchas veces en gall. ant. y m oderno1. Comp. el es ’embarazar, estorbar’ y también «pejar (im­
fr. entravailler ’trabar’, que según Gamillscheg 55 pedir) algum lugar, váo, ou passo com través,
(E W F S), deriva del fr. ant. traveil * t r a b i c u l u m , estacadas, etc.», según M oraes, que cita el vocablo
diminutivo de t r a b s . De trabs por vía culta se ya en el S. X VI en la Historia de las Indias de
tomó el cast. trabe ’viga’ [Lope], Lopes de Castanheda y atravancar en Juan de
D e r iv . Traba (V. arriba); trabilla; trabón. Cla­ Barros; también travanca «embarazo, empecilho»,
vo traba!, tomado del lat. trabalis id .; y V. T A ­ 60 que Cortesáo (Subs.) encuentra como nombre de
lugar ya en un doc. de 1050. En gallego sólo éste A. de Morales], ac. hoy muy viva en así. (R) y
y en el sentido de ’trangallo, palo pendiente del en gallego: «trabucado estará quén tal pense»
collar de los perros’ (otra cosa es trabenco ’mesa Castelao 29.21, y causativam ente: «trabucando as
de tablas para poner dulces y bebidas en las xentes, facéndolles crer...» id. 30.lf., 45.2; en cam­
ferias y romerías’, Valí., evidente derivado de 5 bio en portugués clásico sólo aparece con sentido
tabla o t a b u l a [ < tabranco]). Pero hay un en- náutico ’hacer volver o echar a pique una nave’
travincar empleado en el sentido de ’entrelazar, (S. XVI, M oraes) y más recientemente en otros
entremezclar’ (lo propio con lo ajeno, hablando transitivos (o intransitivos) muy materiales. La
de un plagiario) en una cantiga de Gon?al Eanes variante trambucar es ’volcar (una canoa)’ en el
do Vinhal, portugués que residía en Castilla h. 10 colombiano E. Rivera (La Vorágine, ed. Losada,
1270: «era de Pedr’ Aguado / essa razón en que p. 138); trabuco ’trabucación, equivocación’ en el
vós trobastes; / mais assi a soubestes vós deitar argentino B. Hidalgo (ed. Tiscornia I, v. 7). .
/ antr’üas rimas e entravincar. ..» (R. Lapa, CEsc. Claro que trabucar no puede ser antigua voz ge-
173.20). En catalán es de uso general hasta hoy nuina en cast. ni port., puesto que en estos idio­
entrebancar ’hacer tropezar’ y ’entorpecer’, que 15 mas el primitivo buque es tam bién préstamo tar­
debe de estar por entravancar y, lo mismo que dío, y de significado exclusivamente náutico; sólo
estas palabras occidentales, debe ser un derivado en cat., oc. y fr. aparece buc con el sentido am ­
de trabar (port. y cat. entravar ’trabar, im pedir’, plio ’vientre’, ’capacidad interior de algo’, ’tronco
aranés endraba = entrebancar junto a drabá ’tra ­ de un cuerpo’, necesario para la formación de este
bar’); en catalán es hoy general en el Principado, 20 derivado; y sólo en estos idiomas tiene arraigo
y aunque no conozco documentación medieval ni antiguo este sustantivo, tomado del fiátic. b t jk (a.
existe en Valencia (lo cual no permite acabar de alem. ant. búh, alem. bauch ’vientre’, escand. ant.
. confirmar la certeza fonética de esta etimología, bükr ’cuerpo’). E n los mismos idiomas se formó el
pues en el Principado suenan igual e' y a', v y verbo trabucar oc. y cat., trébucher fr., ’tropezar’
b en casi todas partes), la etimología es clara, 25 aquí, y con este sentido o con el de ’volver lo de
por más que el D A lcM . asegure (sin probarlo arriba abajo’ en los dos idiomas meridionales. En
con citas) que tam bién es usual en las Baleares lengua de Oc ya aparece en el S. X II (G uiraut de
y que allí no se pronuncia con v sino b, pero si Bornelh; Girart de Rossilhort; etc.), en catalán su
esto es así se tratará de un influjo secundario de existencia en el X III se deduce del sustantivo
bartc, pues como derivado de éste no se explicaría 30 trebucament (Vidas de Santos Rcsellonesas, f°18);
el significado del vocablo. a los ejs. occitanos de Levy, agréguense los citados
en L itbl. X , 415, y en R om . L III , 556; el fr. ant
Trabe, trabilla, trabón, V. trabar trebuchier tam bién tuvo el sentido meridional de
’despeñar, echar de arriba abajo’ (ej. de 1213,
TRA BUCA R, tomado del cat. u oc. trabucar 35 Rom. LXV, 507); en cuanto a trabuc como nom ­
’volver lo de arriba abajo’, ’caer, tropezar’, deri­ bre de la catapulta ya se documenta en los
vado de buc ’vientre’, ’capacidad interior de algo’, SS. X III y X IV , trabucar ’tirar con catapulta’ en
para cuyo origen V. B U Q U E . 1.a doc.: 1.a cuarto M untaner (V K R 1, 169). El prefijo es naturalm en­
S. XV, Díaz de G ám ez; trabuco y trabucador ya te el lat. t r a n s - , que ante consonante sonora se
aparecen en los SS. X III y XIV. 40 reduce a tra-, fr. tr e -: no hay, pues, dificultad
E n el Victorial de D z. de Gám ez vale ’volcar, alguna en el hecho de que el fr. trebuchier ya se
zozobrar’, como térm ino m arino (p. 76). Trabu- escriba a menudo sin -s- en el S. X II (en que
cador en los Castigos de D . Sancho es ’el que cualquier i ante sonora desaparece ya muchas ve­
descompone, confunde o echa a perder alguna co­ ces), y por lo tanto no hay por qué pensar en un
sa’ (Rivad. L I, 178). Trabuco, que deriva del mis­ 45 prefijo t r i - , como quisiera C. H. Livingston (Rom.
mo verbo, aparece ya una vez en Berceo con el XIV, 237-56), ni hay por qué partir con este autor
sentido figurado de ’astucia, triquiñuela’ (S. D on i., precisamente de una ac. buc ’tronco de árbol’ (no
480); APal. (85b) y N ebr. le dan claramente el documentada claramente en francés), sino de to ­
sentido propio, a saber ’máquina de guerra, espe­ das las acs. del vocablo.
cie de catapulta’ : «tormentum, machina». Es po­ 50 D e r i v . Trabuca ’buscapiés’ [Aut.], ant. ’cigoñal,
sible que este sustantivo se tomara en préstamo palo largo con que se saca agua de los pozos en
más antiguamente, y sólo más tarde, en el S. XIV, las huertas’ (APal. 74b). Trabucación [Aut.]. Tra­
el verbo, con el carácter de voz náutica. Sea como bucador [S, X IV, arriba]. Trabucante. Trabuco
quiera, trabuco y trabucar aparecen con frecuencia [Berceo, y V. arriba; como máquina de guerra
en los clásicos, y así los documenta A ut., aquél 55 está ya en J. de M ena, Lab., 179b] del cat. trabuc
como nombre de la catapulta, y más tarde de una id .; trabucaire [Acad. S. X IX ], del cat. id., prés­
escopeta corta de boca ancha, éste con las defini­ tamo de las guerras carlistas; trabucazo; trabu­
ciones «descomponer el orden o colocación que quete, del cat. trabuquet id.
tiene alguna cosa, volviéndola lo de arriba abaxo,
o interpolándola» y «confundir u ofuscar» [1575, 60 Traca ’fuego artificial’, V. traque
TR A C A ’hilada de tablas en los forros de un Apol., 298b, -etc. D e ¡a idea de ’arrastrar, tirar
buque’, parece tomado del ingl. m ed. stráke id., de algo’ por debilitación se pasaba fácilmente a la
por conducto del fr. antic. e(s)traque. 1.a doc.: m oderna de ’traer’, pero es de observar que en lo
med. S. X V III, M arqués de la Victoria, en el antiguo el vocablo igualmente podía significar ’lle­
dicc. de Fz. de N avarrete (1831). 5 var’, según ocurre todavía en los clásicos: «fué
Acad. 1884, con la ac. «hilada de tablas o de una noche a la m azm orra donde yo estaba y me
planchas de cobre en los forros del buque o sus trajo a su casa» Pz. de H ita, Rivad II I, 5646
cubiertas», hoy con nota de desusada; en ediciones (pero llevó en la príncipe según Blanchard, p.
recientes se ha agregado la ac. siguiente: «cada 206), y así en Rosas de O quendo (R F E IV , 366)
una de las tres hiladas de la cubierta inmediatas 10 y con frecuencia hasta Cervantes (B R A E II I, 76-
al contracarril». N o encuentro este vocablo en Jal, 7); todavía hoy el argentino norteño L . Lugones
García de Palacio ni otras fuentes náuticas espa­ escribe atraían mucho camino por la sierra»
ñolas. Pero sí lo tengo anotado en catalán, de (B R A E IX , 173). L a forma contracta trer, nor­
l’Escala, por don J. G iner i M a rc h : «en les bar- mal en portugués, tiene escasa extensión en cas­
ques grans, la taula del forro interior, situada so­ 15 tellano, pero la he oído a gente del campo en la
bre la taula bucal interior: servia essencialment prov. de M endoza, y a este infinitivo corresponde
per a reforjar la barca, i per a aguantar els cops un presente tre (Draghí, Canc. Cuyano, p. 325).
com a pe?a forta; era una fusta grossa; no ana- Para traer ’traicionar’, V D A R .
va de cap a cap». Comp. la definición de Ama- D e r i v . Traedizo. Traedor. Traedura [Nebr.]
des y Roig (B D C X II, 69, y los grabados pp. 98 20 Traído; traída. Trayente. Tracción, tomado de
y 103). Seguramente tiene razón la Acad. al su­ tractio, -onis, id .; tractor. Tracto, raro, tom ado de
poner origen inglés; en este idioma, hoy y en in­ tractus, -üs, id. Atraer [med. S. XV, Canc. de
glés medio, strake es «each of the several conti- Stúñiga; N eb r.; Cuervo, Dicc. I, 755-7], de at-
nued lines of planking or plates, of uniform trahére id .; atraíble; atraimiento íN e b r.]; atrayen­
breadth, in the side of a vessel, extending from 25 te; atracción; atractivo [h. 1440, A. T orre (C. C.
stern to stem ; henee, the breadth of a plank used Smith, BHisp. L X I); atrat-, 1499, V. Burgos,
as a unit of vertical m easurem ent in a ship’s side». D Hist.]; atractriz. Abstraer [h. 1500, Canc. de
Es vocablo de vieja cepa sajona, que forma apo­ Castillo, D H ist.; L o pe; Cuervo, Dicc. I, 74-75],
fonía con stretch, strike, stroke. Sin embargo no de abstrahére id.; abstracción; abstractivo; abs­
es de creer que esta palabra llegara a España direc­ 30 tracto [1499, Comend. Griego].
tam ente, sino por conducto del francés, donde por Bistraer, adaptación del cat. bestraure ’hacer un
lo demás parece haber desaparecido actualmente sin anticipo de dinero’ ; bistreta, del cat. bestreta id.
dejar muchas huellas. Sin embargo, hay un fr. an­ Contraer [A Pal.: Cuervo, Dicc. 11, 488-9], de
tic. estraque «la distance d ’une préceinte á l’autre» contrahere id .; contrayente ’contratante’ (vid.
(S. X V II, en Jal, 567), que corresponde bien a la 35 Amunátegui, B R A E X IV , 525), contracción
segunda ac. de la voz inglesa; la prim era ac. debió [S. X V II, A ut.; comp. Baralt]; contráctil; con­
de existir tam bién en francés, pronunciándose tractilidad o contractibilidad; contractivo; contrac­
*étraque y éste se adaptó en la forma hispana traca. to: del cual es duplicado contrato [N ebr.]; con­
tratista; contratar [Corbacho (C. C. Sm ith); Nebr.];
Tracal, trácala, tracalada, tracaleo, tracalero, tra­ 40 contrata [Aut.]; contratación [Nebr.] [> it. con-
camundana, tracamu(n)dear, V. traque Trac­ trattazione, med. S. X V I, Zaccaria]; contratamien­
ción, tracería, tracista, V. traer Tracoma, V. trá­ to ; contratante.
quea Tracto, tractocarril, tractor, V. traer Detraer [princ. S. XV, Villena; N ebr.; Cuervo,
Tradición, tradicional, tradicionalismo, tradiciona- Dicc. II, 1204], de detrahere id .; detraedor; de­
lista, tradicionista, V. dar Traducción, traduci­ 45 traimiento; detracción [-aici-, S. XV, Antipapa
ble, traducir, traductor, V. aducir L una, Rivad. L I, 575]; detractar [Corbacho (C.
C. Sm ith); 1499, Comend. G riego: Cuervo, l. c.];
T R A E R , d e l l a t . t r a h é r e ’a r r a s t r a r ’, ’t i r a r d e detractor.
1.a doc.: Cid.
a l g o ’. Distraer [2.a m itad S. XV, P u lg a r: Cuervo,
N o es raro que en la Edad M edia conserve el 50 Dicc. II, 1286-7], de distrahere id. (comp. la his­
sentido edmológico de ’arrastrar’ : ttróxolo en de­ toria semántica del fr. distreáre por Lerch, R L iR
rredor a mal andar el rodezno» (al lobo que ha­ X II, 270-83); distracción; distracto; distraído (’di­
bía caído en la canal del molino) J. Ruiz, 779a; sipado, licencioso’, en el Alfarache de M artí, pa­
Gr. Conq. de Ultr., 6 8 . La otra ac. latina ’tirar’, saje citado s. v. roto); distraimiento.
de acuerdo con la ambivalencia semántica de este 55 Extraer [princ. S. X V III, Aut.], de extrahere id.;
verbo, pasó a convertirse en ’lanzar, arrojar’ : en extraente; extracción; extracto [h. 1590, J. de Acos-
Berceo los diablos jugando con una alma «la tra- ta, A u t.]; extracta; extractar [Acad. ya 1817], ex-
yén com a pella» (M il., 8 6 a). Es tam bién de in ­ tractador; extractor.
terés la frecuente ac. medieval ’llevar, tener pues­ Maltraer ant. ’m altratar’, ’reprender’ [Berceo;
to’ : «tollió de sí el m anto que a las cuestas traía» 60 Alex., 201, 1916, 2152; Calila, Rivad. L I, 12;
Gr. Conq. Ultr., 508, 551; J. Ruiz, etc.; hoy se tratante [N ebr.]; tratanza; trato [it. de mercade­
conserva en la locución tener alguno a maltraer ría; t. de cuerda, tormento: fidiculae» N ebr.].
’tenerle inquieto, sufriendo’, que emplea, p. ej., el Traje [ac. abstracta: t-g e de vistido: vestium
arg. Alberto Córdoba, L a Prensa, 9-V I-1940]; cultus» N e b r.; PA lc.; L ope de Rueda, R H V II,
antiguo participio pasivo de este verbo es el adj. 5 252 ; ac. m oderna, concreta : Lope, L a Corona
actual maltrecho [que en Berceo, M il., 788d, fun­ merecida, v. 790; Calderón, Rivad. V II, 16a, v.
ciona como verdadero part., y con valor no muy 52]3, tom ado del port, traje id. (ya usual a med.
diferente en M il., 720a; S. D om ., 165; A lex., 465; S. XVI : Joáo de Barros, en Leite de V., Opúsc.
Fn. Gonz., 324; en el S. XV estaba anticuado, II, 361 ; y con seguridad desde mucho antes)4,
vid. M. P., In f. de Lara, citado s. v. acorrer]. Exis­ 1 « derivado del port. ant. y dial .5 trager, variante de
tieron también cat. ant. traure mal y oc. ant. con trazer, que como ésta se empleaba con todos los
sentido muy parecido, aunque más bien con uso sentidos del cast. traer, así los modernos (p. ej.
del nom bre de la persona que sufre, como sujeto en D on Denis, v. 1428 y passim), como el anti­
y no como acusativo, V. nota s. v. Malitrau en el guo de ’llevar u n vestido o adorno’ (G. de Guilla-
art. sobre el valle de Camprodon, en m i libro 15 de, ed. Nobiling, w . 412, 908, 909)6: para el uso
Entre dos Llenguatges (1976). paralelo del cast. traer, V. arriba7; trajear.
Protráctil, de protractílis id., derivado de pro- Trajinar {«trafiquer, transporter et charroyer les
trahére ’alargar, extender’. marchandises d ’u n lieu à aultre, voiturer, courir,
Retraer ant. ’contar, referir’ [Berceo, S . M ili., 31, aller deçà et delà; t. el m undo; aller par le
322; Alex., 3, 1016, 1995; A pol., 55], ant. ’censu­ 20 monde vagabond» O u d in ; Covarr. ; Lope en Aut.],
rar, echar en cara’ [Alex., 201; Gr. Conq. de del cat. traginar id. (ya usual en 1176, a juz­
Ultr., 377, 434; J. Ruiz, 322; etc.]1, ’echar hacia gar por tragí ’trajín’ en doc. de esta fecha, M iret
atrás’ [Gr. Conq. de Ultr., 102, 605; €-rse: reci- i Sans, E l mes antic text lit. cat., 21), procedente
pio me» N eb r.]; más datos en B R A E II I, 685- del lat. vg. * t r a g ï n a r e , conservado desde el cat.
705; sustantivado ’dicho jocoso o picante’ (J. 25 hasta el rum ano (pasando por el fr. traîner), R E W
Ruiz, 333), ’cuento, relato’ (Cuento de Otas, ed. 8837; Jud, A S N S L C X X IV , 398: como ya vió
Ríos, 415.39) o en forma tomada del oc.J : retraire M . P., R om . X X IX , 374, la prueba que en
’murmuración., censura’ (Juan M anuel, Rivad. L I, cast. es palabra advenediza, pero no es acertado
273, 275), retráeres ’proverbios’ (J. Ruiz 170c),- re­ el étimo t r a n s - a g - i n a r e propuesto por M . P.
traído; retraimiento [N ebr.]; retracción; retráctil, 30 (Baist, K JR P h. V I, 397, im itado por el R E W ,
retractilidad; retracto [Aut.]; retractar [2.° cuarto piensa en préstam o del it. trascinare, lo cual es
S. XV, Pz. de G uzm án (C. C. Sm íth, BH isp. L X I); menos probable por significar éste ’arrastrar’ y no
-atar, quizá en el sentido de ’hacer reproches’, J. de ’trajinar, traficar’ como la voz cast. y cat.; Oudin
M ena, Lab., 54d, 55a, «-atar: retracto» N ebr.], del y Covarr. escriben con g y no con x); trajín [Ou­
lat. retractare ’retocar, revisar, rectificar’ : A ut. es­ 35 d in ; S. X V II, A ut.], del cat. tragí id .; trajinante;
cribe también retratar, sin distinguir de su dupli­ trajinero [h. 1530, A. de G uevara, A ut.], del cat.
cado ’pintar o dibujar la figura de alguno’ [1570, traginer ’arriero’ ; trajinería; trajino, variante rara
C. de las Casas, «ritrarre, ritrattare»; ej. de Lope de trajín. Con carácter autóctono tienen igual ori­
en Aut.], tomado del it. ritrattare id., que deriva gen: traína [1.a m itad S. XV, Santillana, ed. Ríos,
de ritratto, de donde nuestro retrato [C. de las 40 p. cxxix; Acad. 1925, no 1884] y su variante ga­
Casas; ejs. del S. X V II en Aut.], sustantivo a su llega traíña [Acad. ya 1832]; trainel gnía. [tráinel
vez derivado de ritrarre ’retraer’ y ’retratar’; re­ ’correveidile’, J. Ruiz, 898, 1415, 1619b; G . de
tratista; retratería. Del cat. retret, propiamente par­ Segovia, 63; 1609, J. Hidalgo], quizá castellani­
ticipio correspondiente a retraído, y luego ’cuarto z a ro n del oc. trainier ’arriero’, ’el que trajina’. Del
pequeño e íntim o’, se tomó el cast. retrete id. [1438, 45 fr. traîner, de igual origen, deriva el fr. train, de
Corbacho, ed. Pz. Pastor 268.7; N ebr. s. v. traer; donde tren [med. S. X V II, Aut.]. M uy arraiga­
invent. arag. de 1497, B R A E II, 90; G. de Alfa- do ya, por lo menos en la lengua deportiva, es
rache, Cl. C. II, 256.16; Rojas Zorrilla, Cada qual él verbo entrenar (empleado ya h. 1915, pero to ­
lo que le toca, v. 2052; Calderón, Mágico Pro­ davía lo excluye la Acad.), adaptación del ingl.
digioso III, vii, ed. Losada, p. 231], ’letrina, ex­ 50 to train, a través del fr. entraîner. Trineo [Que-
cusado’ [Acad. ya 1832]. D el fr. retraite ’retirada’ vedo, en A ut., s. v. treno], del fr. traîneau id.
el cast. retreta [Aut.]. Traite ’acción de perchar el paño’ [1552, ley de
Sustraer o substraer [princ. S. X V II, Paravi- la N . R eco p il, Aut.], probablem ente tom ado del fr.
cino, Aut.], de sübstrahere id .; sustracción; sus- traite (o trait), derivados de traiter ’tratar’ (aun­
traendo. 55 que no m e es conocida tal ac. en fr., quizá dia­
Tratar [Berceo; Alex., 1602; A lj. X I, 1033], lectal).
tomado de tractare ’toquetear, tocar’, ’manejar’, Trazar [<t-çar: delinio, linio» N eb r.; Cuervo,
’adm inistrar’, ’tratar’; trata [Acad. 1925, no 1843]; Obr. Inéd., 390], del lat. vg. * t r a c t i a r e ’tirar
tratable; tratado [Berceo; «tractatus, tractatio» una línea’ (derivado de t r a h e r e , t r a c t u m ’tirar’),
N ebr.], tratadista; tratador; tratamiento [N ebr.]; «0 común a todos los romances de O ccidente; traza
[fin S. X V I, Aut.], tracista; trazable; trazado (ga­ m ente el arag. ant. petreyt o pertrey ’adminículos’
licismo ferroviario según Baralt); trazador; trazo (invent. de 1492, B R A E I I I , 362), el cat. pertret
[«-po: liniamentum», Nebr.], tracería; atrazar■*; en- [ya S. XV, -J. Roig, v. 14772 y passim], oc. per-
trazado. trach, fr. ant. partrait id .; pertrechar; apertrechar.
Trailla ’cuerda con que se lleva el perro atado 5 C p t . Dentrotraer. Retrotraer [fin S. X V II, Aut.],
a las cacerías’ [J. Ruiz 927b; trayella, med. S. XIV, de retro trahere ’echar hacia atrás’; retrotracción.
M ontería de Alf. X I, A ut.; trabilla, S. XV, Crón. Tractocarríl. Maltratar [h. 1275, 1.a Crón. Gral.,
de Juan I I , A ut.; «1. de canes: copula» N ebr.], Ila l4 ].
’un par de perros atraillados’ [Acad. 1936, no 1 Vivo todavía en Cespedosa, en el dicho «no ha­
1884], ’especie de rastrillo para igualar el terreno’ 10 bría palabra mal dicha si no fuera retraída», R F E
[Aut.], port. trela (aplicado a la correa o soga de XV, 256. D e aquí el antiguo participio retrecha
los perros y a otras)5, de un lat. * t r a g S l l a , dim i­ ’vituperio, falta’ [Berceo, S. O r., 12; A lex., 2078],
nutivo de t r a g u l a ’rastrillo para igualar’, ’red de de donde deriva el m oderno retrechero ’astuto,
arrastre’, ’jabalina provista de una correa’ (derivado que trata de eludir el cumplim iento de algo’ y
de t r a h e r e ’arrastrar’): el vocablo se aplicaría a 15 figuradamente ’traidor, seductor’ (m ujer retreche­
los varios objetos que se pueden llevar arrastrando ra) [Acad. S. X IX ]; retrechería. E n retrechar
(de ahí tam bién cat. tragella ’rastrillo para igualar’, ’recular el caballo’ [1544, F. Chacón, Trat. Jine­
port. trela ’rodillo para aplanar’ y quizá mozár. ta, cap. 1 1 ], como en su sinónimo cejar, habrá
t árgana ’rastrillo’)10; traillar; atraillar [«copula duco la idea fundamental de ’claudicar, faltar ’.— 2 Lo
vel traho» N eb r.]; del primitivo t r a g ü l a en el sen­ 20 corriente allí es que retraire esté empleado como
tido de *’cuerda que se lleva arrastrando’ sale el verbo. Pero no faltan testimonios de la sustanti-
cat. tralla ’látigo’, ’trencilla en la punta del látigo vación, p. ej. en Cerverí de Girona 31.28, v. 8 :
para que estalle’, de donde se tomó el cast. tralla «ses estrayre / fay lay retrayre / xantan, en loe
[Acad. ya 1843] y el vasco traila ’cuerda de lana de dan<;a» (’sin parar, escribo ahí una canción
para abarcas’ (Azkue) (comp. M -L ., Z u r Gesch. 25 de reproche, cantando, a modo de danza’) (Ri-
der Dreschgeráte, W S I ; R L R L IX , 83; R L R quer quisiera enmendar el ms. sin razón alguna,
1912, 415-6); trallazo; tralleta. pero no Kolsen, mejor enterado ) .— 3 En Ve­
Trecho [Lucano de Alf. X (Almazán); ’tiro, dis­ nezuela designa solamente «el cuerpo o el cor-
tancia a que llega un proyectil’, princ. S. XIV, piño, y también el sobre-corsé» Picón Febres.—
Zifar, 58.25; Biblia med. rom., Gén. 21.16; «trac- 30 4 Junto a traje corre en port. una variante algo
tus» Nebr.], de t r a c t o s , - u s ’arrastre’, ’trazado’, menos usual trajo, que ya está en el S. X V I en
’espacio determinado, trecho’, voz común a todas Antonio Prestes, donde habla de u n m ofo que
las lenguas romances, no sólo cat. tret, gall.-port. «vem em trajos de ratinho» (campesino de la
treito; en esta lengua aparece también desde fecha Beira), R L X I, 32. De esta variante se tom ó el
primitiva (Gral. Est. Gall. S. XIV, 219.28), pero 35 cat. trajo ’hábito, actitud corporal’, que algunos
después en Portugal se introdujo y generalizó el tam bién han empleado, creo artificialmente, con
castellanismo trecho, quedando anticuada la forma el sentido de ’traje, vestido’ (para evitar el cas­
genuina, que, en cambio, sigue viva en Galicia tellanismo reciente traje, pronunciado éste con j
(’pasaje, trozo’ «épica... conservamos treitos deste castellana), cat. del Alguer trágu «foggia, modo
xénero» Castelao 266.7); trechear, trecheador, tre­ 40 di agiré», sardo traggiu «foggia, moda» (G uarne-
cheo; trechero ant. ’cierto oficio’ [1227, M . P., rio, l . r Congr. Intl. de la L l. Cat., p. 167). El
D. L ., 177.19]. Trechar ’abrir y salar las anguilas cat. trajo (Ag.) o trájol (oido en St. Pol) ’espa­
curándolas después al aire’ [J. Ruiz 1105a], hoy cio de la playa reservado para cada barca’, q u i­
se aplica a las sardinas en ast. (V), trecharse («flac- zá sea también portuguesismo náutico .— 5 Así
ce(sc)o» N ebr.; ’secarse’ PAlc.), de t r a c t a r e ’m a­ 45 hoy en el M inho, L eite de V., Opúsc. II , 513,
nejar, trabajar una cosa’ (M . P., R om . X X IX , 374); etc.; R L II, 269-71.— 6Con este valor el port.
trechón quizá ’pedazo de pez trechado’ (J. Ruiz, ha sustituido hoy trager p o r trajar [1861, R L X I,
1115b, 921b); truchuela ’bacalao trechado’ [Qui­ 219].— ’ Además traeres ’arreos personales’ y
jote; T irso ; vid. M L N XXV, 189], hoy ast. (al­ traerse bien ’andar bien vestido’ en el Victoria!
terado por etimología popular, vid. M . P., I. c.); 50 de Díaz de Gámez (154, 217, 87). El últim o, abre­
león, tricholón ’bacalao’ (R H XV, 8 ). Treta [1596, viado en traerse, pero con el mismo sentido, apa­
Torres, Aut.], del fr. traite id., como término de rece en Seb. de Horozco, B R A E II I, 127. Según
esgrima; tretero. Bluteau (1715) se empleaba troje por ’traje [ves­
Pertrecho [«un linaje de p. de cuero ..., es la tido]’ en el N orte de P ortugal: parece sustantiva-
honda con que se tira grand piedra con el tra­ 55 ción del pretérito troufe del verbo trazer, emplea­
buco» APal. 85b; 42b, 431 d\", probablemente de do en la misma región (Leite de V., Opúsc. II,
p r o t r a c t u m , part. pas. de p r o t r a h e r e ’hacer sa­ 114). Las variantes portuguesas trager y trazer
lir, revelar, producir’ (pertrahere, del cual quiere se explican por formas ‘ t r a g é r e y * t r a c é r e ( >
derivarlo M -L ., R E W 6434, es palabra rara y no cat. traure), ya existentes en latín vulgar, y sa­
conviene por el sentido), de donde salen igual­ «0 cadas analógicamente de t r a x i , t r a c t u m , según

V .- 3 7
el modelo de a g e re (actum ), d ic e re (dixi, dic- vel eos qui nihil non carpunt». L a misma forma
tum ) y verbos semejantes. A unque ya Diez (W'b., repetidam ente en el M aestro Correas (1623): «tra-
493) y la Acad. relacionan vagamente traje con falnejas: el que es muy bullicioso» (527, 612). Fal­
TRAHERE, ésta es la primera vez que se explica ta en los demás dicc. de la época, pero A ut. trae
con precisión su origen. N o hay relación directa J ttrafalm ejo, -ja, a d j.: intrépido, atrevido y osado»,
con el alem. tracht ’vestido típico’, ’modo de con u n ej. del Viaje del Parnaso de Cervantes
vestir’, aunque se trata de la misma raíz in ­ (1614), donde vemos m uy claramente el matiz es­
doeuropea.— * Hay atracar en lengua de Oc y pecial del vocablo, que ya viene a ser el m oderno:
catalán (y cf. cast. ant. atrazar en A T A R A Z A R ) : «nunca se inclina o sirve a la canalla, / trobadora,
oc. ant. ’perseguir, atorm entar’, s’atrassar ’inmis­ 10 maligna y trafalmeja, / que en lo que más ignora
cuirse’, mientras que el cat. atracar es ’guiar hacia menos calla». N o tengo otros ejs. literarios. T err.
alguien’ (y ’recomendar algún amigo, cliente’, y la Acad. m antuvieron sin cambio la forma y la
etc.). Leo una vez en el gallego de Castelao: definición de A u t., por lo menos hasta la ed. de
«F. de Antas Franco en 1645 dou atraza para 1884; en 1925 ya aparece ésta cambiada en «se
un cruceiro que fabricou o mestre X. N .»; pero 15 aplica a la persona bulliciosa y de poco seso» y al
como nada de esto veo en la lexicografía gall.- mismo tiem po se reemplaza trafalmejo por tra­
port., quizá no hay que hacer caso del dato y falmejas adj. (con variante trafalmeja). En Méjico
adm itir que el publicador habría debido analizar se altera en tlapalmeja ’m equetrefe’ (Cuervo, Disq.,
como a traza.— 9 En gallego hay cambio de sufijo 1950, p. 386) y en Costa Rica trapalmejas «inútil,
(-Ic u la ): trella id., de donde trella y trello apli­ 20 para poco, palangana» (Gagini).
cados también, según Sarm. a cualquier ’atadijo’ En todo esto ha estado en juego una etimología
CaG. lOOr.— 10 Pero como no es de creer que la popular, que ha interpretado el vocablo como de­
Ge, palatalizada desde muy tem prano, pudiera signación del que se dedica a atrapar o coger al­
conservarse en mozárabe, es más probable que mejas, infeliz que no tiene otro medio de susten­
venga de t r a g ü l a ’rastrillo’, con el cambio de 25 tarse. Pero desde luego no es ésta la etimología
sufijo habitual (comp. sótano, carámbano). Más real, como lo prueba la y tam bién la antigua
bien que de mozárabe quizá debiéramos hablar forma en -ejo; poco a poco se insinuó la falsa
de hispanoárabe, pues la falta de contracción interpretación popular, causante prim ero de la ter­
de g(u)L en { sugiere u n préstamo de la latini­ minación -ejas, y luego triunfante en América con
dad norteafricana.— 11 Para la variante vulgar pel- 30 la forma en -p-. Cuál sea el verdadero origen es
trecho, Cuervo, Obr. Inéd., 223. arriesgado decirlo, y por ahora nadie ha publi­
cado la m enor conjetura. Siendo así que el sinóni­
Traer ’traicionar’, V. dar Trafagador, trafa­ mo m equetrefe es u n compuesto del antiguo T R E ­
gante, trafagar, tráfago, trafagón, V. trasegar F E ’ligero, flojo, falso’ nos sentimos predispuestos
Trafagüera, V. trefe 35 a suponer que trafalmejo contenga la misma raíz,
pero hay dificultades morfológicas. Si una forma
T R A FA L G A R ’cierta tela de algodón’, del in ­ como la oc. ant. trefan ’pérfido’, seguramente em­
glés Trafalgar cotton id., así llamado por alusión parentada con T R E F E , existió en España, y so­
a la batalla de T rafalgar (1805), sea directamente, bre todo si tuvo u n sentido más semejante al de
sea a causa de Trafalgar Square, plaza de L o n ­ 40 T R E F E , podríamos adm itir que de ahí se formó
dres denominada en memoria de la batalla. 1.a un dim inutivo *trefanejo, que en virtud de la ex­
doc.: Acad. 1884. presada etimología popular se convertiría en tra­
C on la definición conservada hasta la últim a ed. falmejo (comp. port. trafulha «trapaceiro, aldra-
E n inglés el Haberdasher’s G uide de 1826 anota báo», and. tranfulla ’fullería’ AV). Pero el hecho
«15 Trafalgar Cottorts, for working muslins» 45 es que no hay huellas de tal trefan en la Penínsu­
(N E D , s. v.). N o tengo otras noticias del vocablo la Ibérica, y así toda esta suposición queda en
en inglés, donde ya n o parece ser usual. vago. Spitzer, M L N L X X IV , 133, propone ver
ahí un compuesto con los mismos dos elementos
T R A F A L M E JO o T R A FA L M E JA S, ’persona que m equetrefe, aunque en orden contrario. Pero la
audaz y de poco seso’, origen incierto; probable­ 50 y sobre todo la -/- constituyen graves dificulta­
m ente alteración del ár. ’atráf an-nás ’hombres de des fonéticas.
baja condición’. 1.a doc.: trafalnejas, 1587, Sz. de L a estructura general del vocablo tiene un
la Ballesta; 1607, Oudin. aire m oruno (comp. Trafalgar < tarf al-’agar), lo
En esta ed. y en la de 1616 da este dicc. la for­ cual me lleva a pensar que pueda ser alteración del
ma trafalnejas, definida «homme rem uant, entre- 55 ár. ’afráf an-nás «des hommes de condition infé-
prenant». Sz. de la B allesta: a trafalnejas: térm i­ rieure, de la plus basse classe, des hommes vils»,
no con que a los hombres entremetidos y bulli­ expresión de uso clásico en árabe (Dozy, Suppl.
ciosos llamamos; vitilitigatores, id est litium avidi II, 38); se trata de u n plural, cuyo singular far/
et alienorum operum calumniatores, sicut Home- an-nás pudo emplearse para designar a cada una
romastigas appellamus illos, quibus nihil satisfacit, 60 de las personas de esta ralea, y que igualmente
pudo servir de base para trafalmejo (comp. altra­ Trafallón, V. andrajo Traficación, traficante,
m uz < turm üs y Trafalgor); es compuesto de {arj traficar, tráfico, V. trasegar Trafulcar, V. tri­
’cabo, extremo’ y nás ’gente’, que en su conjun­ fulca Tragable, V. tragar Tragacanto V.
to significa propiam ente ’lo más bajo de la gente’. tragedia
Téngase en cuenta que nás se pronunciaba nes en 5
hispanoárabe, y que en los arabismos romances TRAGACETE ’e s p e c i e d e d a r d o ’, o r i g e n in c ie r ­
muchas veces reaparece la l del artículo, asimilada to ; e s v o z e x c lu s iv ay c o m ú n al c a st. y e l v asco ,
en árabe a la consonante siguiente, de suerte que d o n d e a d e m á s tragaza y tragatz v a l e n ’c u c h i l l a p a r a
una pronunciación vulgar hispana farf al-nés es d e s m e n u z a r á r g o m a ’, y tragas ’a r a d o d e v a r i a s r e ­
verosímil, y de ahí a trafalmejo no era difícil el 10 j a s ’ ; no se puede d e s c a rta r del to d o la id e a de
cambio, ayudando la etimología p o pular; la for­ que en v a s c o e s to s v o c a b lo s p ro c e d a n d el ro m a n ­
ma antigua trafalnejas está aún más próxima al ori­ ce, p u es au n sí fu e se n m á s v ie jo s , n o pueden ser
gen. E n el aspecto semántico es probable el paso a llí a b o r í g e n e s ; n i, por lo ta n to , la so sp ech a de
de ’persona vil’ a ’m equetrefe, entrom etido’. L a q u e e l v o c a b lo p r o c e d a de una fu e n te m a rro q u í o
expresión clásica en cuestión no podía ser ajena 15 a r á b i g a , por lo dem ás h a s ta aquí h ip o té tic a ; de
al habla vulgar de Occidente y de España, pues to d o s m o d o s , n o se h a b la d e tra g a c e te s e n r e la c ió n
hoy en Argelia se dice, inviniendo los términos, c o n lo s m o r o s h a s ta fe c h a ta r d ía y s ó lo e n f u e n t e s
nás m in ?arf «des gens de bas étage, d u commun, c ris tia n a s ; q u iz á s en ú tlim o té r m in o el vasco lo
des petites gens, le com m un des mortels», y es to m a ra d e l in d o e u r . * d a l g is ’p o d a d e r a ’, d e donde
viva la locución m in ?arf an-rt&s «le prem ier venu, 20 v i e n e n D A L L E y s u s c o n g é n e r e s r o m a n c e s . 1.a
un homm e du commun» (Beaussier, comp. m in doc.: h . 1290, J.a Crón. Gral.
tarf «commun, de peu de valeur», tarf «dcbris»), D onde se lee «los moros los cercaron de todas
recuérdese la canalla trafalmeja de Cervantes, que partes, tirándolos sus tragazetes et sus azagayas, et
refleja la misma actitud aristocrática. faziendo danno en ellos et en sus cavallos; pero
Es posible que el original arábigo sea algo 25 fueron los cristianos acordados en e sto : quantas
distinto en la segunda parte, pues autores egipcios azagayas et tragazetes les tiravan, todas las que-
y sirios de los SS. X IV y XV, entre otros, abre­ brantavan, que una no les enbiavan dellas; et fue
vian la expresión ’atráf an-nás, dando el mismo una cosa que les guaresfió mucho» (764.11 y 14).
valor al simple ’atráf (Dozy, l. c.), de suerte que Hablando de una lucha en tierras de cristianos en
tam bién podría ser otro el segundo m iem bro del 30 la Gr. Conq. de Ultr.: «los de dentro se defendían
compuesto. P. ej., podría tratarse de ’atráf al-mási m uy bien con piedras, e con fondas, e con saetas
’lo más bajo de la gente de a pie, de la infante­ e con tragacetes» (76b; ed. Cooper, I, 56rb9). A u t.:
ría’, puesto que los caballeros han mirado siempre «arma arrojadiza de que usaban los moros», y cita
a los peatones con cierto menosprecio (recuérde­ de la Crón. Gral. de O cam po: «e los tragacetes
se el cast, pedestre, y el fr. piètre ’infeliz’). Mási 35 que los M oros lanzaban a la cueva, por virtud de
’infante, soldado de a pie’, voz generalmente co­ Dios tornáronse a ellos que los lanzaban, e matá­
nocida (Dozy, Suppl.; P ro b st; T edjini, s. v. infan­ banse assí a si mismos». No tengo otras noticias
terie), se pronunciaba vulgarmente mési, de suerte del vocablo, a no ser que tragazete figura en G . de
que no quedaría entonces la m enor dificultad fo­ Segovia (1475), p. 90, aunque tam bién podría tra­
nética; es verdad que mási (o su equivalente 40 tarse de la villa de Tragacete en la prov. de Cuenca;
massa’) es un singular, cuyo plural musa ya pre­ sin embargo, el nombre de ésta es probable que
sentaría inconvenientes, y p or otra parte el sen­ venga del antiguo apelativo, quizá por alusión al
tido exigiría más bien u n plural, pero no olvide­ «cerro de gran elevación» que domina este pueblo
mos la facilidad con que el árabe emplea singulares (Madoz), cuya punta pudo compararse a un tra­
con valor colectivo, y habría todavía otras posibi­ 45 gacete.
lidades'. D e todos modos ’atráf an-nás tiene so­ Nada semejante en otros rom ances 1 y nadie
bre esta variante la ventaja de ser locución bien ha estudiado la etimología. Puesto que era arma
conocida, y no hipotética (aunque imaginable) co­ de moros, y puesto que árabe es el origen del
mo lo es ’atráf al-mási. sinónimo azagaya, es natural buscar en este idio­
1 H ay otro plural masün (que por lo demás sólo 50 ma. E n este sentido sólo veo u n camino. El ár.
encuentro en fuentes clásicas, y desde luego es tarf ’punta, extremo’ se aplicó en España a una
más raro) que en vulgar pudo acentuarse másun. arma arrojadiza o a una parte de la misma, puesto
El femenino de mási, a saber màsiya, no sólo sig­ que el glosario árabe de Leyden, S. X I, lo tra­
nifica ’cuadrúpedo’, sino tam bién ’ganado’ y ’re ­ duce por «spiculum, sagitta, u t lancea brebís» lo
55 cual entiende Dozy como «dard, javelot». Por otra
baño’, otra comprobación de que u n empleo co­
lectivo del masculino mási es concebible. Por lo parte ca¡a ’bastón’, ’cayado’, se empleaba en la
demás tam bién se podría partir de ’atráf al- combinación ca$á ar-rum b propiamente ’bastón de
másiya, como si dijéramos ’los últimos del re­ la lanza’, en el sentido de ’asta’ (así en el español
baño’. Abenalbéitar), y a fuerza de usar esta combina­
60
ción acabó por abreviarse en ca$á ’asta de lanza’
y tam bién ’lanza’ así documentado en el glosario targoa de Leiçarraga ’división, cisma’ nos podría
de Leyden y en fuentes valencianas ; lo mismo guiar hacia una inicial menos sospechosa y hacia
ocurre con el femenino ca$á’a (que por lo demás un sentido como ’corte’, ’instrum ento cortante’. Ya
en España se confundía fonéticamente con el an­ incluí esta nota en TopH esp. II, 295, y cambié
terior), el cual figura traducido por «asta» en R. 5 la redacción del D C E C en la últim a ed. de m i
M artí y por «lança» en PAlc. y en las M il y una Breve Dice. E tim . El artículo D A L L A del DECat.,
Noches (Dozy, Suppl. II, 135). PAlc. lo representa donde se dem uestra que el grupo romance de dalla
como aàçd, que es im portante porque m uestra la y dall (V. aquí D A L L E ), para ’podadera, hoz,
acentuación vulgar. Luego la combinación parf guadaña’ viene de una base sorotáptica * d a l g i s ,
ca$á significaba en el árabe de España ’punta de 10 conduce a la sospecha de que el dragatz/tragatz
lanza’, ’espigón de lanza’, nom bre que cuadraba del vasco sea tam bién un préstamo de este * d a l -
bien a la especie de venablo descrito. Ahora bien, g i s indoeuropeo.

sabemos que la consonante cain se confundía a 1 Aunque tam bién lo empleó Alfonso el Sabio
menudo con una g para el oído español, de lo en una cantiga gallega de escarnio «a preço que
cual tenemos numerosas pruebas en transcripcio­ 15 nunca erra / de dar gran colpe con seu tragazei-
nes medievales (como Gabdelazíz, Gabdella, yaouS, te» 25.18, rim ando con azeite, preite y arreite
etc.), y también en arabismos romances como al­ (forma en ei que revela un autor castellano que
garrada < carráda, algarabía < carabíya, almárta­ está agallegando el vocablo, pero que es segura­
ga < mártaca, alméitiga < m itca (Steiger, Con- mente su documentación más antigua, pues es
trib., 283, 288); como por otra parte la â larga 20 probable que sea de la juventud del rey, antes de
suele cambiarse en é, tenemos derecho a suponer 1250).— 2 Tam bién cabría pensar en tagersa que
que los cristianos oirían {arf gafé, que se cam­ vale ’reja de arado’ en el bereber del C entro de
biaría naturalm ente en *targacet y tragacete (para Marruecos (Laoust, Cours de Berbère Marocain)
trasposiciones análogas de la r, V. el artículo an­ o en ta h riít ’lanza’ en el bereber rifeño (Ibañez).
terior). 25
Advertiré sin embargo que esta etimología Tragante, V . dragón y tragar
es insegura, por dos razones: 1.° porque PAlc.
en su transcripción fonética da aàçà y no aâçé, lo T RA G A R , voz propia del cast. y el port., en
cual es natural, pues el $ suele oponerse a la imela catalán dragar; de origen incierto : por razones fo­
(sin embargo, la enfática r no impidió el cambio 30 néticas y morfológicas no es posible relacionarla
de -á en -é en alquile(r) < kirá’, quizá por la po­ con el lat. t r a h ë r e ’tirar de algo’; probablemente
sición final, y sabido es que PAlc. da pronun­ se sacó del lat. d r a c o , - o n i s , ’m onstruo devora-
ciaciones cultistas a veces) ; 2 .° a causa de la z de dor’, del cual existe una antigua variante t r a g o ,
la grafía de G . de Segovia y de la 1.a Crón. Gral., y en castellano drago, drasgo y T R A S G O (V. és­
mientras que un 5 suele dar ç sorda en castellano 35 te). 1.a doc.: Berceo.
(pero pudo haber influjo de otras palabras, quizá «Diéronli mal bebrajo amargo sin mesura, / fiel
azagaya). vuelta con vinagre, una crúa m ixtura: / Él tragar
H abría buenas razones para sospechar u n ori­ non lo quiso, ca era cosa dura», Duelo, 40c; ade­
gen bereber. Acaso una palabra afín a azagaya, más tragar mal muesso en sentido figurado en
con el doble exponente femenino t-...-t, propio 40 35c y 148d; «mató la golosina muchos en el de­
del bereber, y metátesis de las consonantes. O sierto ! ¡ p or comer e tragar sieupre estás boca
quizá más bien se trate de la palabra tazerzit, hoy abierto» Ju an R uiz 295d, y análogamente 254b,
conservada en el bereber del Sur de Marruecos 207d. Está tam bién en el Conde L uc., y es palabra
con el sentido de ’aguijón, almarada grande’, ’ra­ frecuente desde la Edad M edia y general en todas
yo de luz’ («Strahl, Stachel, grosse Tuchnadel», 45 las épocas, sea en el sentido propio de ’deglutir’,
con la variante tazenzart ’rayo de luz’ : Stumme, sea en el de ’comer vorazm ente’, sea en el de ’su­
Das Schilhische von Tazerwalt). Si tazerzit estu­ mir (la tierra, las aguas)’ o en la ac. figurada ’con­
viera por *tagerzit todo quedaría aclarado. Debe­ sum ir, gastar’. N o es menos general ni de sentido
mos dejar la palabra a los especialistas, pero ten ­ diferente el port, tragar (ejs. desde el S. X V I en
go la impresión de que por ahí está la verdad2. 50 Bluteau, y de los derivados en Cortesâo y M o-
Cambia todo el aspecto de la cuestión al darnos raes). E n catalán no es usual hoy en día (se dice
cuenta del arraigo del vocablo en vasco. T rae engolir, empassar-se, enviar-se alguna cosa), pero
Azkue un artículo tragaza ’tragacete’, en Hariz- hay muchos ejs. de tragar en tres textos castizos
m endi ’fleche’; tragatz ’cuchilla para desmenuzar del S. XV, y así parece haber sido catalán en la
árgoma’, y dragatz; vizc. tragas ’arado de cinco 55 Edad M edia1. Es esencialmente ajeno a los demás
a nueve púas’; es preciso sospechar, por consi­ romances, pues es probable que el logud. tragare
guiente, que el vocablo no se propagara desde el se tomara del castellano; hablaré después de otras
Sur de España, sino desde Navarra — Roncesva- formas de parentesco más dudoso.
lles, etc. Lo único que da recelo es que tr- parece Diez (W b ., 493) partía de un lat. vg. * t r a h i -
una inicial muy poco vascónica, y no sé si el «t c a r e derivado de t r a h e r e ’tirar de algo’, tal como
v o l v ic a r e ( > V O L C A R ) sale de v o l v e r e . Es idea table: repásense los ejs. que reúne M -L . de verbos
irreprochable en el aspecto semántico, pues bas­ derivados en -gar en su R om . G ramm . II , § 577,
tará notar que el oc. ant. trazir, tragir, variante de no sólo los iberorrománicos, sino los de todos los
traire ’sacar’, y como éste procedente de t r a h e r e romances, y en vano se buscará entre ellos un
(o de sus variantes * t r a g e r e , * t r a c e r e ) , signifi­ 5 caso que pudiera servir de modelo a esta deriva­
ca también ’engullir’, en el trovador G avaudan y ción de tragar desde el traer romance5. ¿H abrá
otros (A S N S L CXXXV, 383). Pero es evidente, que renunciar del todo a relacionar con t r a h e r e ?
según la fonética castellana y portuguesa, que el Es verdad que hay formas semejantes en otros ro­
resultado de * t r a h i c a r e sólo podía ser allá *tre- mances que evocan insistentem ente esta relación
gar y aquí *treigar: comp. l a i c u s > lego, leigo, 10 etimológica: más lejos hablaré del cat. sotragar
b a ic a > vega, veiga, etc. Sin duda por esta ra­ ’sacudir’; el campid. tragei significa «trasportare,
zón sustituyó M -L . tácitam ente en la prim era ed. trainare, trasportar con carro» y parece clara su
del R E W (8835) el * t r a h i c a r e de D iez por una relación con el lat. t r a h e r e ’arrastrar, tirar de al­
variante * t r a g i c a e e . Aunque el propio M -L . com­ go’, pero sería im prudente sacar conclusiones de
batió luego a los que admitían la existencia de un 15 esta forma aislada y moderna*.
* t r a g e r e variante de t r a h e r e en latín vulgar Debemos prestar especial atención a una glosa
(Ein}., § 81, y Z R P h. X L V II, 288n.), sus argu­ del Penitenciario Silense (2.a m itad del S. X) evi­
mentos son discutibles (Jud, A S N S L C XX IV , dentem ente relacionada con nuestro problema (n.°
398), y el citado oc. ant. tragir parece compro­ 326)“ : se trata de la frase «si porci autem laceran­
bar la existencia de * t r a g e r e , de suerte que un 20 tes cadabera m ortuorum m anducaberint, comedi
* t r a g i c a r e sería teóricamente posible, y es posi­ porci proibeantur» lo cual ilustró el glosador me­
ble que el it. straccare ’fatigar’ lo com pruebe (eti­ diante las palabras elos cuerpos (con llamada en
mología dudosa, sin embargo). Pero en el aspec­ cadabera) y tradecando (con llamada en laceran­
to fonético en realidad no ganamos nada suponien­ tes); si el glosador mezcló m entalm ente el senti­
do * t r a g i c a r e : si en esta forma hubiese ocurri­ 25 do de lacerantes con el de manducaberint, o si
do una síncopa tem prana, anterior a la sonoriza­ meramente entendió mal lacerantes como si sig­
ción de la -c-, el resultado habría sido *tracar2, nificase ’devorantes’, no es bien claro, pero no im­
tal como de f i g i c a r e vino port. y cat. jicar (cast. porta m ucho: de todos modos parece claro que
H IN C A R ); y si la síncopa hubiese sido posterior este tradecare es un antecedente de nuestro tragar,
a la sonorización entonces la G ante I ya se habría 30 y esto puede orientar nuestra búsqueda en otra di­
convertido en y o desaparecido del todo, y así el rección. ¿H abrá que pensar en u n * t r a d i c a r e de­
resultado habría sido tam bién *tre(i)gar: comp. rivado de t r a d é r e ? Estaríamos fonéticamente ante
m a g íc u s > port. meigo, león. mego. Es dilema el caso de t r i t i c u m > tridgo > trigo. Pero me
sin escape, que obliga perentoriam ente a descartar parece esto inverosímil en el aspecto sem ántico:
esta etimología. 35 sería forzado querer pasar de ’trasm itir’ o ’entre­
El propio M eyer-Lübke lo hizo en su terce­ gar’ a ’tragar’ (además de que el romance sólo ha
ra edición, borrando el artículo * t r a g i c a r e ; pero conservado t r a d e r e en el sentido de ’traicionar’).
lo que propone en su lugar es peor, y desde lue­ Desde luego no puede desconocerse que las Glosas
go inaceptable: vuelve a crear un artículo *T R A H I- Silenses y Emilianenses contienen latinizaciones y
c a r e , del cual vendrían el it. straccare y otras for­ 40 casos de reconstrucción de formas más arcaicas
mas italianas que de ninguna m anera pueden aco­ que las pronunciadas por el glosador: cuémpetet
modarse a tal base fonética; y en cuanto al ibe- C O M rÜ T E T es evidente que no presenta el vocalismo
rorromance tragar, sería un derivado puram ente originario, sino una falsa restitución a base de la
castellano y portugués de traer. N o debe esto en­ forma pronunciada por el glosador cuém ptet; pa­
tenderse en el sentido de que partiendo del indica­ 45 ralelamente lo más que puede significar la forma
tivo yo trago ’traigo’ y del subjuntivo que yo tra­ tradecando es una pronunciación real *tradgando.
ga ’traiga’ (preliterarios en castellano, y todavía Así y todo el dato seria valioso, y podría conducir­
usuales en el port. del S. X V I, vid. D . Vieira), nos a suponer como base * t r a c t i c a r e . M orfoló­
se formara un infinitivo heteróclito tragar, lo cual gicamente sería esto tan bueno o más que t r a h i -
sería un proceso morfológico poco menos que úni­ 50 c a r e , y en el aspecto fonético la evolución pudo
co, e inadmisible semánticamente (puesto que traer ser *trafytegare > *tra¡tgar > tragar, con reduc­
ya no significa ’tirar’ en rom ance); debemos en­ ción del grupo complejo \{g donde las dos pala­
tenderlo, según explica más claramente en Z R P h. tales i y i estarían íntim am ente compenetradas.
X L V II, 288n., en el sentido de que «abundando Así y todo lo natural sería que la reducción se
en la Península Ibérica los verbos derivados en 55 hiciese en *traigar y así volvemos a la dificultad de
-gar¡> tragar se formó en época más o m enos m o­ siempre. Además es m uy discutible que los cat.
derna como derivado de traer. Se trata de una tragar y dragar puedan explicarse de esta mane­
idea extraña, a la que sin duda no hubiera llegado ra : el catalán resuelve palatalm ente el grupo áto­
M -L., de no haber sido en el calor y el agobio de no - t i c - o - D Í c - , y si el resultado de rm c u M es
su polémica con Jud. Desde luego no es acep­ 60
fetge, - a t i c u m > -atge, p o r t i c u m > porxo, m a n -
t ic a > manxa, y por otra parte p e n d i c a r e > conaria bajo el'C ab o M iseno. De que traco y dra­
penjar, c o a c t i c a r e > acntxar, acatxar, c r o n t i c á - co se empleaban prom iscuam ente, y eran en el
RE > gronxar, tam bién esperaríamos que P R A C T I ­ fondo una sola palabra, es testigo el propio San
CARE diese *tretxar. Finalm ente la glosa del Vati­ Isidoro al querer establecer una distinción sinoní­
cano uraco: glutiens», de que hablaré luego, es 5 mica, en lo cual se guió el santo por un buen ins­
anterior al S. X , y en ella es forzoso reconocer tinto de gramático, al reservar la forma correcta y
un antepasado del cast. tragón, lo cual quebran­ primitiva para el sentido primitivo, y especializar
ta nuestra fe en el valor del tradecando silense: la deformada por el vulgo para el sentido meta­
puesto que esta forma de todos modos ha de ser fórico vulgar; pero así y todo la gente siguió re­
reconstrucción arcaizante, ¿estamos bien seguros 10 lacionando y aun confundiendo los dos vocablos,
de que nos revele u n *tradgando oral? N o por como revela el vetus poeta anónimo citado por
cierto: es muy posible que el glosador latinizara Juan de Janua («terrarum tracones, animalia dico
así una pronunciación real tragando fijándose en dracones») y el glos. de la Biblioteca Real de
el modelo de vengar VINDICARE, pingar PEN D IC A - París citado p or D u C .: atraco idem est quod
re, Salamanca s a l m a n t i c a , trigo t r i t i c u m , etc. 15 Via subterránea... ubi habitant dracones fantasti-
E n conclusión nada es seguro y los varios ensa­ ci; et ideo debemos dicere ’L aúdate D om inum de
yos de etimología latina tropiezan todos con difi­ térra tracones', et non dracones, u t dicunt q u í ­
cultades considerables. ¿Cabe pensar en otra eti­ d a m errantes»'.
mología completamente distinta? Partiendo del la­ Este «error», que si bien lo miramos era
tín no veo nada practicable”. Quizá podríamos par­ 20 una verdad profunda, tuvo la vida dura, pues to­
tir del gót. d r a g a n (o g a d r a g a n ) ’tirar de algo’, davía el pueblo en Cataluña dice dragar por tragar
’llevar’, ’traer’, con el mismo cambio de la inicial ’engullir’, forma que ya se encuentra en el S. X V II
rara d r - en tr- que observamos en T R A P O < (Ag., s. v. dragador y draga-pa) — se oye más
d r a p p u s (o por influjo de traer). M as, ¿por qué en el campo que en Barcelona, esp. en la frase
este germanismo en idea tan elemental y solamen­ 25 no poder dragar álgú ’no poderle soportar’ y en
te en iberorromance? T am bién cabría pensar en el el Valle de Boí he anotado dragar-se lo fu m ; V.
céltico: pues el galés go-dro ’ordeñar’ ( < vo- abajo dragante— , y al revés N ebr. trae tragonfue-
t r í g o ) , bret. ant. guo-troit «vous trayez», galés los «sarcocolla» seguramente como equivalencia del
treio «refluere ut mare», irl. ant. tráges «quod nombre de planta latino dracunculus. Pero si el
refluir», galo ver-trágus ’sabueso’ y otras formas 30 traco era u n enorme sum idero donde desaparecían
célticas (Stokes-Bezz. 136) coinciden en postular las aguas de la tierra, el verbo derivado * t r a c a r e
un palca-céltico * t r S g o ’yo tiro (de algo)’ : foné­ era excelente descripción de lo que hacía el traco
tica y semánticamente seria irreprochable esta eti­ al ’tragarse’ las aguas; y si el d r a c o clásico era un
mología, y no sólo los fr. briser o basir, sino tam ­ enorme m onstruo devorador, ¿no estaba destinado
bién el pan-romance E S T A N C A R (ianear) nos 35 su nombre a convertirse, por un proceso fonético
dan ejs. de im portantes verbos de origen céltico. muy norm al, en el tragón castellano? L a m etam or­
Así y todo sorprendería este celtismo verbal cir­ fosis la sorprendemos ya cumplida en una glosa
cunscrito a la Península Ibérica y ajeno a F ran ­ trasmitida por un ms. Vaticano del S. X III, pero se­
cia. guram ente más antigua y quizá escrita en España,
En definitiva ninguna de estas etimologías es 40 donde el traco está definido no sólo por «qui
ni medianamente satisfactoria, y así creo que he­ aquam absorbit» en el sentido isidoriano, sino
mos de acudir a otra fuente, nada misteriosa por tam bién por «glutiens» ’tragador’ (C G L V, 517.12).
cierto. El camino nos lo señala San Isidoro en sus ¿Cómo pudo el grecolatino d r a g o ’m onstruo de­
Dijjerentiae: cintcr draconem ct traconem: draco vorador’ convertirse en t r a c o ’sum idero’? L a res­
est iminanis bellua, tracones vero sunt hiatus 45 puesta en principio ya está dada; nótese además
terrae» (§ 165). Esta palabra traco m uestra gran que era lugar com ún de la Antigüedad situar a
vitalidad en la Edad Media. El venerable Beda, los dragones en cavernas y como guardianes de
medio siglo después del santo hispalense, lo des­ tesoros, que siempre han sido subterráneos («incu­
cribe a s í: «térra ad imitationem arteriarum , per bantes eos thesauris custodiae causa finxerunt
quas spiritus discurrit in homine, habet cavernas, 50 Antiqui» Festo, «subest specus in quo manes ejus
foramina et tracones, per quae venti et ilumines custodire D raco traditur» Plinio); cuán vivamen­
discu rru n t: nam ilum ina mare intrant omnia, nec te impresionó la imaginación del pueblo latino la
tam en redundat, quia ad suos álveos per tracones leyenda del dragón griego nos lo m uestran las n u ­
redeunt» (cita de Quicherat, Addenda ad Léxicos merosas acs. traslaticias: ’vasija de forma tortuo­
Latinos, p. 296). M ás tarde lo emplean Guillermo 55 sa para calentar agua’, ’sarmiento de vid ensortija­
de T iro, M ateo de París, el biógrafo de San Al- do’, nombres de plantas y de pequeños reptiles,
bano y otros, hablando los unos de las cuevas de etc.; mas por otra parte, al principio, el vulgo, ig­
los trogloditas de Siria, otros de los canales sub­ norante del griego, al ver d r a c o empleado hablan­
terráneos que absorben las aguas del N ilo, otros do de cavernas había de tender a tomarlo por
de cavernas cualesquiera, y había una crypta Tra- 6» nombre de la caverna misma, y con ello coinci­
diría la metáfora de otros más cultos que compara­ Tragaluz [Aut.]. Tragamállas [Quevedo, Aut.].
ban a una serpiente colosal las simas tragadoras de Tragasantos. Tragavenado. Tragavino. Tragaviro­
aguas y de animales. ¿Qué fué prim ero: tragar tes10.
’devorar’ o tragar ’sumirse la tierra’? Es imposi­ 1 V. ejs. en Ag.; agrego algunos de Jaume
ble decirlo y tampoco hace fa lta : los dos debieron j R oig: t d ’un gras porcell / e vi novell / ha molt
ser antiguos, y lo único evidente es que la ac. ’en­ tragat, / es-se ofegat / de poplexia» (v. 1575);
gullir’ salió posteriormente de ’devorar, comer tra ­ frecuente en este texto con el matiz de ’devorar’
gonamente’. (9083, 13478, tragadora 3926); de ’engullir’, co­
El cambio de d r - en f r - , cuyo ejemplo más mo en el Legendari, hay uno en el v. 8376, y en
conspicuo es trapo de d r a p p u s , como es sabi­ 10 el Curial: «a manera de qui beu purga, volgué
do se explica por la suma rareza de la inicial d r - tragar aquesta pillóla tan amarga» (N . Cl. III,
en latín8, y en realidad es fenómeno más frecuente 20).— 2 Si debe explicarse así el lomb. alp. trakar
de lo que suele creerse: port. y cast. ant. tró- jo ’caer’ (Bormio, Livigno), como dice Rohlfs,
pego h y d r o p i c u s , tragontía < d r a c o n t é a (al re­ A S N S L C L X X V II, 37, no debemos dilucidarlo
vés adragante < tragacanthe); para nombres de lu­ 15 aquí, pues se trata de una palabra de sentido bas­
gar catalanes y portugueses en Truite- procedentes tante diferente, que no puede decidir el proble­
del gót. d r a ú h t s , vid. Mise. Fabra, 114; it. treg- ma del iberorromance tragar.— 3 Casos como ro­
gea = fr. dragée (R E W 2728); * t r a c i í .’a , R E W 3 segar frente a roer o mossegar frente a morder, o
8223b < o o á x iiv a ; napol. tragonceddu d r a c u n - como pingar junto a pender, están ya m uy ale­
c u l u s (R E W 2760). Finalm ente la formación del 20 jados del radical del prim itivo; tampoco apesgar
verbo tragar partiendo de d r a c o , - o n i s , no pre­ junto a pesar o doblegar junto a doblar propor­
senta la menor dificultad, sea que partamos del cionarían u n punto de partida adecuado. En pri­
antiguo nominativo drago (A lex., 988, etc.), cat. y m er lugar son casos demasiado raros, y aun pres­
oc. drac ’dragón’, b. lat. dracus, o que tom ando a cindiendo de que no son verbos en -er sino en
tragón (voz m uy antigua, ya documentada en el 25 -ar, siempre tendríam os que el resultado de la
S. X III, y J. Ruiz ya emplea tragonía) por con­ imitación de estos modelos habría sido *traegar,
tinuación directa de t r a c o , - o n i s , admitamos una que vuelve a llevarnos al callejón sin salida *trai-
formación regresiva según el modelo copiosísimo gar, tre(i)gar. Casos como sáborgar o madrugar
de saltar : saltón, espiar : espión, enredar : en­ ni siquiera tienen radical verbal sino nominal. Po­
redan, adular : adulón, c o m e d e r e : COMEDO, b i - 30 dría señalarse alguno oscuro como el cat. aixo-
b e r f . : b i b o , etc.9. plugar-se ’ponerse a cubierto de la lluvia’, que
Las objeciones de Leo Spitzer, en M L N LXX IV , parece derivado de ploure o del lat. pluere ’llover’.
1959, 133, a la etimología d r a c o tienen bien Palabras que nos recuerdan el caso del cast. tra­
poco peso. Que t r a c o era realmente una variante gar (cat. dragar) al lado del lat. trahere. Pero se
de d r a c o en circulación, no puede ponerse razona­ 35 trata de un caso absolutamente aislado y difícil
blemente en d u d a : no sólo por lo que dicen los de explicar; su relación con el sinónimo soplujar,
varios glosarios sino teniendo en cuenta tragonced­ derivado de pluja ’lluvia’, no está aclarada: creo
du, tragonguelos, tragontía, etc. Es muy débil tam ­ habrá cruce de éste con el sinónimo esplugar-se
bién la defensa que hace de la etimología t r a - (deriv. de espluga), oído en el Montsec. V.
d ic a r e . 40 ahora el art. aixoplugar del D EC at .— 4 Más du­
D e r i v . Tragable. Tragadero [APal. 168b]; tra­ doso todavía es el valor de Chioggia tragar «tira­
gaderas. Tragador. Tragallón. Tragamiento [APal. re» acerca del cual discutieron Vidossi (Studi
41á, 42b]. Tragante (’canal que traga agua de llu­ Dial. Triestini, § 151; ZR P h. X X V II, 759) y
via’ cub., Ca., 97); tragantada; tragantez ant. [-es, Salvioni (S t. di FU. R om . V II, 201; A G I XVI,
APal. 214b]; tragantón [APal. 105d]; tragantona; 45 213); creía aquél que esta forma debió estar más
atragantar [Tirso, Q uevedo]; atragantamiento cub. extendida por el Véneto en otro tiempo, teniendo
[Ca., 214]; dragante [Aut. como signo heráldico en cuenta el venec. general tragante ’cazador’ y
que representa un dragón, y según eds. recien­ un tragaúro ( - a t o r i u m ) difundido en varios dia­
tes de la Acad. un dragón tragando] > fr. dragan lectos locales, y así pensaba en una forma her­
’parte de la proa de una galera donde se inscri­ 50 mana del cast. tragar; m ientras que Salvioni ex­
bían el nombre y divisa de la mism a’ [S. X V II], plicaba tragante desde el verbo trar según el
Spitzer, Litbl. X L II, 310. Tragazón. Trago [«f. de modelo de gerundios como dagando junto a dar,
cosa líquida» Nebr.]. Tragón [S. X , V. arriba; y consideraba secundario el local tragar. Cualquie­
en la Gral. Estaría, '78a27 traduciendo «hians aut ra de ellos que tuviese razón es visible que no
devorator», R F E X X I, 16; APal. 56b, 125b, 252d; 5¿ sería prudente fundarse en estas formas locales
«gluto» N ebr.]; tragonía [J. Ruiz 294a; R ím . de para la etimología del iberorromance y antiguo
Palacio, 100; «ingluvies» N ebr.] o tragonería; tra­ tragar. Ahora b ie n : ¿no pudo el campid. tragai
gonear; tragonfuelos, V. arriba. tener un origen analógico semejante? En cuanto
C pt. Tragajees [S. XV, Aut.]. Tragahombres al campid. trangulai ’engullir’ que M -L. coloca
Trágala. Tragaldabas [Aut.]. Tragaleguas [Aut.]. 60 también entre los representantes de * t r a h i c a r e
debe de estar tomado del cat. ant. trangolar id. Acad. B. L ., 1950, 146). Por otra parte existen
(.A IL C III, 210; M . L. W agner, R F L X IX , 267 numerosas variantes fonéticas que nos apartan
insiste en t r a h i c a r e , porque la forma sarda no m ucho de t r a h e r e : malí, sodrac, sutroc, sodra-
quiere decir ’tragar’ sino «trainare, strascinare», gada, sodrogar, Garrigas soldroc, Priorato son-
«nach sich herziehn»); el origen de éste a su vez 5 drec, T ortosa sostracada, Barcelona y Vic sotra-
me parece ahora claro : se sacaría secundariamente quejar, sotraqueig; soldracada oído en Fraga (li
de estrangolar ( s t r a n g u l a r e ) , tomado por un de­ pegue la soldracada); comp. el malí, sondrollar
rivado privativo en e x - , en el sentido de ’impedir equivalente del barcelonés sorollar ’sacudir leve­
tragar’, comp. estrangolir ’m orir de ham bre’ en m ente’. Parece quimérico querer derivar todo esto
el Curial (N . Cl. I, 105)j port. ant. estrangulho 10 de u n étimo latino único. Por otra parte lo real­
’asfixia del caballo’ * s t r a n g u l i u m , R L X III, 114. mente vivo son los sustantivos sotrac, sotragada
El it. trangugiare ’engullir’ pasa por derivado del y análogos, el verbo sotragar apenas se oye, Lo
radical céltico del ir. gosier, pero tran- no puede razonable me parece ser buscar a todo esto un
explicarse fonéticamente por t r a n s - , de suerte que origen onomatopéyico a base de la sílaba t r a k ,
por lo menos habrá cruce con el tipo trangolar. De 15 TROK, imitativa del traqueteo que va sufriendo
todos modos este grupo de formas heterogéneas continuamente un carro, pues a esto es a lo que
no tiene relación íntim a con nuestro tragar.— s Por especialmente se refiere sotrac: el origen será,
lo visto Berlanga conocía las glosas de Silos, pues pues, el mismo del cast. traqueteo.— 10 En la
en el vocabulario de sus Antigüedades explica comarca del Ribagorzana, donde se está cons­
tradecar por ’despedazar’, evidentemente refirién­ 20 truyendo el gran embalse de Canelles, hay la
dose a esta glosa.— 6 Suponer que de estragar creencia popular de que el embalse no se podrá
* s t r a g a r e , partiendo del sentido de ’destruir’, se term inar nunca a causa de las grandiosas simas
sacase un regresivo tragar ’consum ir’ y luego ’de­ que se tragarán el río. Así me lo han dicho
vorar’, finalmente ’engullir’, me parece forzado muchos en u n viaje reciente. Ignoro si com­
en el aspecto semántico.— ’ Tragó ’canal subte­ 25 parten este tem or los ingenieros, como algunos
rráneo’ se ha conservado en el nombre de dos me lo han asegurado. M ás bien creo que habrá
pueblos catalanes Tragó de Noguera en el bajo ahí una supervivencia de viejas creencias locales:
Ribagorzana [Tragó en 1359, Col. D oc.s Arch. a 2 kilómetros de Canelles está el pueblo de
Cor. Ar. X II, 78], junto al desfiladero más pro­ T ragó de Noguera.
fundo de este río, cuyas aguas, como dice Madoz, 30
no pueden aprovecharse en T ragó por estar de­ T R A G E D IA , tom ado del lat. tragoedla, y éste
masiado hondo su cauce; y Tragó de Peramola del gr. 'zpx-foioíx ’canto o dram a heroico’, ’trage­
tam bién junto a un desíiladero del Segre (ya dia’, compuesto de -zpá.'foq ’macho cabrío’ y SSeiv
Trogone en 1035, Bol. Acad. B. Letras de B. ’cantar’, por el papel que se hacía desem peñar a
V III, 423); no sé si tiene el mismo origen To- 35 este animal en las fiestas griegas donde se cantaban
rogó, térm ino de Espluga de Serra, que creo no tragedias. 1.a doc.: APal. 8 6 b, 151b, 506b.
está lejos del Ribagorzana, pero que ya se m en­ Los helenistas han vacilado largo tiempo sobre
ciona con el nom bre de Torocone en el S. X la explicación semántica de esta denominación; las
(Serrano y Sanz, Noticias H ist. del Condado de teorías que han gozado de más favor están bien
Ribagorza, p. 387). Comp. sobreselv. dargun 40 resumidas por Cuervo, A p., § 211 y n .; L . H .
’arroyo torrentoso y rocalloso’, Bergamo drac, G ray, Classical Quarterly VI, 60; Boisacq, s. v.
dragú ’quebrada de u n m onte’, Romagna dirven L a palabra tragedia es ya m uy usual en el Siglo
’torrente, quebrada’, Delfinado drac (drau) «gros de Oro, y hoy está considerablemente populariza­
volume d ’eau» y nombre de u n arroyo alpino, da. L a pronunciación vulgar trageria es usual en
napol. ant. dragonare ’desbordarse’ (R E W 2759; 45 España, en el Río de la Plata (Lussich, L os Tres
F E W I I I , 151 n. 6 ). El cat. tragó en el artícu­ Gauchos Or., 1883, p. 101), etc. E n Cuba el vo­
lo d r a c o del R E W es errata: pero ¡sonó la flau­ cablo se aplica a cualquier disgusto, a una riña de
ta por casualidad! — ‘ Es probable que la forma chiquillos (Ca., 186).
irregular del lat. trahere, en lugar del *drahere D eriv . Tragédico, tragedioso, ant. y raros. Trá­
que esperaríamos más bien como correspondencia 50 gico [1444, Juan de M ena, Lab., 123e; APal. 8 6 d,
disimilada del indoeur. dhragh- (gót. dragan, ingl. 506b], de tragícus, gr. Tpa-fixóc id., derivado de
drag, alem. trageri), se explique tam bién por esta Tpiyoc-
rareza.— 8 No creo que el cat. sotragar ’sacudir’ Trago, de Tpáyoc;, que tom ó este sentido ya en
pueda constituir una objeción seria contra esta griego.
etimología a pesar de su relación con t r a h e r e , 55 C p t . Antitrago. Tragicomedia [Celestina, ed.
quizá más aparente que real. E n prim er lugar 1502], haplología de trágico-comedia; tragicómico
apenas conozco testimonio alguno de esta pala­ [Acad. 1925, no 1843}. Tragacanta [1555, L agu­
bra, ni de sotrac o sotragada ’sacudida’, anterior na] o tragacanto: de T{>aY^xctv®(I> propiamente ’es­
al S. X IX ; sólo sodrach ’golpe’ como barbaris- pina de macho cabrío’ ; del mismo es deformación
m o en el valenciano B. Fenollar, h. 1490 (Bol. 60 el fr. adragant [S. X V I], de donde se tom ó el
castellano adragante [Academia ya 1817] o adra- ma ’cadena del tejido’, como nom bre de u n hilo
ganto. gordo de cáñamo, suponiendo que en portugués
se produjera una mezcla de las formas de esta
Trago, V. tragar Trago ’prominencia de la palabra con las de taravela ’tarabilla’, ’aldaba’, ’tra­
oreja’, V. tragedia Tragón, tragonear, tragone­ 5 mojo’, tam bién llamado tarantela y trambelho, pero
ría, tragonía, V. tragar Tragonlina, V. dragón derivado de traba. 1.a doc.: h. 1290, 1.a Crón.
Traición, traicionar, traicionero, V. dar Traída, Gral.
traído, V. traer Traidor, V. dar Trailla, El jefe m oro A benhut, dándose cuenta del pe­
traillar, traína, trtánel, trainera, traíña, traite, traje, queño núm ero de cristianos que se enfrentan con
trajear, trajín, trajinante, trajinar, trajinería, traji- 10 su gran hueste, y dando su victoria por segura,
nero, tralla, trallazo, tralleta, V. traer tío prim ero que mandó, que la gente de pie que
feziessen tramojos et que levasen sogas para levar
T RA M A , d e l l a t . t r a m a id. 1.a doc.: J. Ruiz, en ellas los cristianos cativos», mas perdida la ba­
812a. talla por los mores, nos dice de los cristianos la
Ahí con un sentido figurado como ’argum ento, 15 Crónica que «esas sogas e esos tramojos, que para
enredo amoroso’, quizá ’mal de amor’, cf. PAlc. ellos eran fechos, fueron Llenos de aquellos que
ytráma (pl. atárim) ’landre que m ata’ (p. 282635), para ellos los avian fechos» (726al, 727628). Con
’pestilencia’ (349a3), ’hinchazón, dolencia’ (V. mi este sentido es común en historias m edievales: los
nota en la ed. de J. Ruiz, v. 812a). N e b r.: «i. de sarracenos de Ainíoquia «tanto tovieron por cierto
tela: trama». De uso general en todas la:¡ épocas 20 que aquello se podría ligeramente acabar, que le­
y común a todos los romances. varon bestias cargadas de sogas e tramojos, e de
D eriv. Tramilla (comp. T A R A B IL L A y T R A ­ otras prisiones de muchas maneras, en que tru-
M O JO ). Tramón cespedos. ’cuartón intermedio, jiesen presos a los cristianos» Gr. Conq. de Ultr.,
cierta viga que entra en la formación de la chi­ 155a7; un pasaje de la Crónica de San F ernan­
menea’ (RFF. XV, 281). Tramar [h. 950, Glos. Emi- 25 do citado por A u t., no sé si idéntico al de la 1.a
Iianenses, n.° 76], derivado común a todos los ro­ Crón. Gral., dice «lo prim ero que m andó a la gen­
mances de Occidente; tramador; entramar. Tramo te de pie fue que hiciessen muchos tramojos y
[1611, C ovarr.; 1625, Salazar, en Aut.], cat. tram llevassen muchos cordeles, para llevar los Chris-
'tram o de escalera’, cat. occid. id. ’hilera de plan­ tianos que prendiessen». ¿En qué consistían estos
tas sembradas en u n huerto’, ’unión de varias al­ 30 tramojos? Desde luego, como observa Cuervo, no
madías de troncos en u n río’ (V K R II, 233), port. se trataría de u n vencejo hecho con mies, según
tramo ’espacio de la viga maestra comprendido en­ dice A ut., que mal sujetos habría dejado a los
tre dos asnas’ (Fig., no M oraes); origen incierto : prisioneros, pero no sabemos si serían cuerdas de
es probable que derive de trama (según admite cáñamo, como sería natural y como lo sugieren
M -L ., R E W 8847), empezando p o r acs. como las 35 las sogas de esparto y los cordeles con que se les
del cat. occid. y la definida por C o v arr.: tramo empareja, o si debemos imaginar alguna prisión
de cordel «un pedazo de cordel, como bragada», o cepo de madera al modo del tramojo america­
aunque no se puede descartar del todo la etimolo­ no, lo que podría conjeturarse ante la expresión
gía de Covarr. y Acad., quienes relacionan con e l fueron llenos de la Crón. Gral. (sin embargo, ésta
lat. t r a m e s , - i t i s , ’sendero, trocha, camino’, voz 40 se aplica tam bién a las sogas, y así es dudoso que
que tuvo una variante *TRA M ÍNEM , de donde pro­ pruebe nada): en apoyo de esta idea podría citar­
ceden el bearn. trame o tram ’sendero’ (B h Z R P h . se la definición de N ebr. atramojo: copula lignea»1,
LXX XV , p. 71), venec. trame ’camino’, Verona, pero he aquí cómo interpreta esto O udin (1607)
Vincenza tramene ’tram o de tierra’, ’camino entre «un hard ou har, riorte, lien d ’osier ou d ’ a u -
dos hileras de árboles’ (comp. M irandola tramad 45 t r e b o i s » , es decir, algo análogo a lo que en­
id., R E W 8848, Ferrara tramad d ’terra ’campo’, tiende A ut. «el vencejo o atadero, que de lo más
Jud, Rom . X L III, 279n., procedentes de t r a m i - correoso de la mies sirve para atarla»’.
t e m ) : en rigor de t r a m í n e pudo salir *trame, tal Ignoro si todavía se emplea en España, pero sí
como A G R A M A R de c a r m i n a r e ; pero e l cambio hay muchas noticias referentes a América, con refe­
de -e en -o no se explicaría. Comp. T R A M O JO . 50 rencia a animales. Así está ya en el peruano Vargas
Machuca a fines del S. X V I: «teniendo atado su
Tramacal, V. tormo Tramallo, V. malla perro con un tramojo en el rancho que había hecho
Tramboyo, V. tramojo Trambucar, V. trabu­ para dormir». Yo mismo he visto a los paisanos
car Tramitación, tramitador, tramitar, trámite, mendocinos poner tramojos o pértigos de madera
V. meato Tramo, V. trama 55 atados verticalmente al cuello de los caballos, mulos
o asnos que pacen, con el objeto de que no pue­
T R A M O JO , ’atadura para sujetar un preso, pa­ dan cruzar los cercados; de San Juan me dijeron
ra atar los haces de la siega’, ’palo que se pone a que allí era una especie de horqueta que les ponían
los animales para trabarlos’, en portugués tram- con las do's puntas atadas detrás del cogote (comp.
bofho; origen incierto, quizá derivado del lat. t r a ­ 60 M artín Fierro II , v. 3390, con nota de T iscornia);
en sentido análogo aparece en Méjico, Salvador, port. trambolho, con hablar de una «nasal inorgá­
Venezuela, Bolivia (R. D uarte, D . Rubio, Alvara- nica»; todo porm enor fonético debe tener su ex­
do, Bayo); en H onduras es una horquilla de m a­ plicación precisa y concreta, y así debemos recha­
dera que se pone a los cerdos con el mismo obje­ zar la etimología de G . de Diego.
to (M em breño); en Colombia y en Chile es so­ 5 Si partimos de t r a m a , deberíamos esperar
bre todo un palo atado al collar del perro para *tramolho en gallegoportugués, y realm ente for­
evitar que se enrede el animal, como suele hacer­ mas de ese tipo no son inauditas en G alicia: tra-
lo yendo atraillado con una cuerda sola (Cuervo, mollo «lo más correoso de la mies, que sirve para
Román), otras veces es ’acial’ (Honduras) o unas atarla», tamullada «caída» (Cuveiro). L a altera­
esposas para las manos de los delincuentes (Costa 10 ción de la forma trambolho, por lo demás docu­
Rica) o ’pie de amigo’ (Venezuela), vid. Cuervo. mentada desde fecha m ucho más m oderna que
D isq., 1950, 592-3; A p ., § 724. L o constante en tramojo, debe explicarse p or la mezcla que se pro­
todo esto es la idea de atadura u objeto que su­ dujo en Portugal entre las formas de nuestro vo­
jeta, y así es natural que derive del significado cablo y las correspondientes a T A R A B IL L A , mez­
antiguo de las Crónicas medievales, o sea de una 15 cla de la cual ya he dado pruebas en este artícu­
atadura probablemente de cáñamo o material se­ lo : así es como nació la forma taramela del por­
mejante. tugués norm al, que corresponde al salm. trami­
D e todos modos éste me parece ser el sentido lla ’cordel de cáñamo’ pero que tiene el sentido
primitivo, comparable al del salmantino tramilla de tarabilla; por otra parte hay trambelho ’ce­
«guita, hilo gordo hecho de cáñam o»; m e inclino, 20 rrojo’, tramélho «caravelho de pau» y tremelho
pues, por dar la razón a M -L . (R E W 8847) y a la «taramela» en el M inho (Leite de V., Opúsc. II,
Acad. cuando derivan tramojo de trama. El sen­ 513-4), tarambélho «pau de apertar a serra» en
tido americano se ha desarrollado tam bién en el Montecarmelo (Cornu, G G r. I, 5 161), trambelo
brasil, tramela «pe^a de madeira que se prende ’tarabilla’ en la Sierra de la Estrella (V K R IV,
ao pescogo dos bezerros para evitar que eles m a­ 25 309), en los cuales se mezclan en distintas pro­
m e n » , que por lo demás corresponde fonética­ porciones los rasgos fonéticos y semánticos de los
m ente al salm. tramilla. Es verdad que las demás dos vocablos: en una palabra, tramolho se cambió
formas portuguesas parecerían indicar otra cosa. en trambolho por influjo de travelo, tróvela, y
Ahí tenemos tam bién una ac. análoga a la ameri­ éste a su vez pasó a tramela, taramela, a causa de
cana: ttram bolho: pedazo de pao que se póem 30 tramolho'.
aos animaes para nao correrem ; tam bém ha tram- 1 PAlc, lo traduce por sá¿ur que según los dicc.
bolho das chaves, que he o pao, em que estaó clásicos vale «collier d ’un chien; carcan, collier
presas com hum cordel», de lo cual da Bluteau en fer», pero hoy vale en Argelia «baillon d ’hom-
ej. en F. M . de Meló (h. 1640); M oraes: «cepo me ou d ’anim al; billot de chien; frein» (Beaus-
que se póe aos animaes domésticos para se nao 35 sier).— 1 Covarr. da una definición algo extraña,
desviarem para longe», con un derivado en M en- no confirmada por fuentes independientes, qui­
des Pinto (h. 1550) «ao pesco^o grande trambolha- zá debida a u n quid pro quo, y de todos modos
da de conchas»; en el derivado cdhir aos tram- sospechosa por Ja extravagante etimología a que
bulhoes «dar urna queda que faz rodar» [Bluteau] sirve de b a se : «aquella parte de la mies que
se partirá del animal que cae enredándose con su 40 aprieta el segador en la mano, que es lo más baxo
tram ojo; minhoto trambólho ’cerrojo’ (Leite de de la caña y lo más duro, y dixose assí quasi
V., Opúsc. II, 443); gall. tarambollo o tram lollo trasmanojo, porque cae detrás de la mano» [! ].
«taragallo, palo, cepo o maza, que ponen colgan­ De Covarr. pasó esto a la 2.a ed. de O udin (1616,
te del cuello, o en los pies, a algunos animales, a pero falta en 1607), a A ut. y sigue repitiéndolo
fin de que im pidiéndoles saltar m uros, n o puedan 45 hasta hoy la Acad. N o hay prueba alguna de tal
ir adonde, si fuesen, harían daño, p. ej. a un perro» cosa, pues en el refrán que cita Covarr. (y que
(Sarm. CaG. 79r ; Valí., Cuveiro), t(r)ambullada por lo visto fué su punto de partida): tb u en
’caída'; M iranda tarambolho «pau preso ao pes- tramojo tiene que roer, de aquel que está apre­
co^o do cao com urna corda o u correira», tram- tado con alguna dificultad o necessidad», se trata
bolho en 1845 (R L V II, 287)3. 50 naturalm ente de la atadura del preso o del ani­
G. de Diego, R F E X I, 345, supone u n * t r a b ü - m al .— 3 N o sé si es portuguesismo (o bien leo-
CÜLU deriv. de t r a b s ’viga’, partiendo por lo tanto nesismo) el chil. tramboyo, nombre de un pez
del sentido americano y gallegoportugués, y pres­ rojizo de unos 25 cm. de largo que he visto pes­
cindiendo del significado medieval, pero así no ex­ car en El Maitencillo, prov. de Aconcagua. La
plicamos la m castellana, y n i siquiera el grupo 55 Zoología Chilena de G ay identifica el tomoyo con
m b gallegoportugués; es inadmisible, por lo m e­ el Salarias Viridis, y en la prov. de Atacama, don­
nos en voces que no contienen otra nasal, dar co­ de distinguen entre y y 11, pronuncian tomollo.
mo intercambiables caprichosamente la b y la m Lenz, que cita estos datos (D icc., 724, 899), des­
so pretexto de «equivalencia acústica», y hoy tam ­ conoce si es o no indigenismo. Hace pensar en
poco podemos contentarnos, por lo que hace al 60 el araucano la vacilación entre tr- y t-, mas por
otra parte Atacama es ya muy al N orte para un II, 542; hay apellido valenciano Tramoyeres, cuya
araucanismo.— * El trasm. tremoicella «pega de formación no es clara).
m adeira... do trilho, servindo como de temao pa­ Aunque la Academia asegura que tramoya es
ra puxar este instrum ento» (R L V, 107) no tiene una palabra derivada de trama, no se explica­
que ver con nuestra cuestión: es alteración de 5 ría así la term inación; por lo demás nadie ha es­
temoncela, diminutivo de t e m o , - o n i s . Tam bién tudiado la etimología. M e parece evidente que el
reúne formas dialectales del tipo tramojo, sobre to­ sentido primitivo es el conservado hasta hoy en
do en portugués, K rúger en V K R V III, 47, y IX, Álava (Baráibar) y en Palencia (Acad.), donde tra­
55, pero ya he dicho en T A R A B IL L A por qué no moya vale ’tolva de molino’ ; variantes con el mis­
convence su idea de un origen onomatopéyico. 10 mo sentido son tremoa en el asturiano de Llanes
(V, s. v. monxeca), trimoya en el Bierzo (G. Rey),
Tramontana, tramontano, tramontar, V. m onte tremunya en Maragatería (A. G arrote), tremoya en
la Ribera del Órbigo, trimueya en Sanabria y
TRA M O YA , en las provincias del N orte desig­ León, tremola en T ras os M ontes y en Galicia,
na todavía la tolva del molino, y luego una pa­ 15 tramoxa en Trabadelo (Bierzo), tremonha en el
lanca destinada a parar la m archa del mismo, de portugués común (K rüger, Gegenstandsk., 126),
donde pasó a designar una máquina teatral; en el tramuya o tramulya en el aragonés de Echo (R L iR
sentido de ’tolva’ es voz hermana del port. tre- X I, 111).
monha, cat. tremuja, fr. trétnie, it. tramoggia ’tol­ Es claro que se trata de la denominación de la
va’, de origen incierto, probablemente de un com­ 20 tolva que es común a todos los romances de Occi­
puesto de m O d i u m ’fanega de grano’ con t r e m é r e dente : cat. tremuja, oc. tremueja, fr. trémie (ant.
’tem blar’, por alusión al movimiento continuo de la tremuie), sobreselv. termoia, it. tramoggia. ¿Cómo
tolva. 1.a doc.: 1617, Suárez de Figueroa. se pasó de ’tolva’ a ’tramoya teatral’? Sólo una
Léese en su Pasajero: «en las comedias de cuer­ historia detenida de la escenografía podría acla­
po, que... suelen ser de vidas de Santos, intervie­ 25 rárnoslo sin dudas. De todos modos ambas son
nen varias tramoyas o apariencias» (Aut.). Góngora máquinas, y no es extraño que la comparación se
en un soneto donde llama cornudo al actor de hiciera con u n artificio de carácter muy popular
comedias Vallejo, que «representando la de El A n - como lo son todos los del m olino; por otra parte
techristo, i aviendo de volar por una maroma, no el actor que aparece o desaparece de pronto lle­
se atrevió, i en su lugar voló Luisa de Robles», 30 vado por una tramoya (como el supuesto santo que
dice «quedando con tal peso en la cabera [por los aparece por el cielo en el soneto de Góngora, o la
cuernos], / bien las tramoias rehusó Vallejo, / que nube que se lleva a don Diego por los aires en
ser venado i no llegar a viejo / repugna a leies La Cueva de Salamanca de Alarcón, Rivad. XX,
de naturaleza» (ed. Foulché III, 18). En L a Cruel­ 85) bien podía compararse con el grano que apa­
dad por el H onor de Ruiz de Alarcón, un hom ­ 35 rece en la muela lanzado por la tolva; en fin, hay
bre oculto de noche en u n jardín de arrayanes que que tener en cuenta que en Asturias tramoya ha
cree desierto, dice al ver aparecer a dos descono­ tomado tam bién el sentido de «palanca destinada
cidos : «o son griegos desta Troya, / o se mueven a parar la marcha del molino» si hemos de prestar
por tramoya / las figuras de arrayán» (Rivad. XX, crédito a Rato (S u p l.).
465a). 40 Desde luego el cambio de sentido se produjo en
El vocablo no se encuentra en dicc. del España: no hay que pensar en que tramoya sea
Siglo de Oro ni medievales, pero A ut. define «má- préstamo, p. ej., del italiano, donde el vocablo no
china que usan en las farsas para la representa­ tiene este significado.
ción propia de algún lance de las comedias, figu­ En cuanto al origen de tramoya ’tolva’, ya es
rándole en el lugar, sitio o circunstancias en que 45 viejo derivar sus congéneres romances del lat. T R Í-
sucedió, con alguna apariencia del papel que repre­ m Od iu m o t r í m C d i a ’medida que contiene tres
senta el que viene en ella; execútase por lo re­ fanegas’ y claro está que no habría dificultad fo­
gular adornada de luces y otras cosas, para la ma­ nética ; así lo hacen B lo c h 'y 2, Gamillscheg
yor expresión, y se gobierna con cuerdas o tomos». (E W F S), Migliorini, etc., siguiendo todos el ejem­
Pronto aparece en el sentido figurado de ’ardid o 50 plo de M -L. (R E W 8906)1. Supone éste que desde
maña’, que A ut. documenta en Céspedes y M ene- este significado ■se pasó a ’tolva’, seguramente por
ses (1626), y que tam bién leemos en Ruiz de Alar­ comparación de forma. Pero no hay dato alguno
cón: « I n é s : Teodora viene. C a m p a n a : Aquí es que compruebe este traslado semántico en latín, y
ello. / Desta vez, que la tramoya / descubre, se realmente seria ex trañ o : ¿por qué se habría com­
abrasa Troya» (Rivad. X X, 255b). E n 1637 ya ha­ 55
parado la tolva con una medida precisamente de
bía pasado al catalán (donde ha de ser castellanis­ tres fanegas, y no de dos, de una o de cuatro?
mo, según comprueba la fonética), pues en un doc. Además tres fanegas son m ucho para caber en
relativo a las representaciones teatrales de Valencia una tolva,
se lee que el 4 de mayo de este año no hubo fun­ El aspecto semántico no fué nunca el fuerte
ción «per no estar acabades les tramoyes» (B R A E 60 de M -L ., y así no es extraño que descuidara com­
pletamente la certera observación de Diez (W b., insistido' últim amente en la etimología de M -
325), quien dice oponiéndose a la etimología tra­ Lübke sin hacer mucho más que repetir los ar­
dicional : «sería más característico un compuesto gumentos y datos ya desvirtuados. En todos se
con TREMERE, puesto que este recipiente está con­ advierte la fuerza del prejuicio que crean las eti­
tinuam ente en movimiento como si tem blara: tra- 5 mologías de aire cómodo y simple cuando las
moggia sincopado en vez de trema-moggia, pro­ ha aprobado un maestro como M -L übke; aun­
piamente ’vasija tem blante’». Diez tiene razón de que no deja de advertirse en todos una inquietud
sobra, pues es bien sabido que la tolva suele lle­ causada por la semántica, que conduce a expe­
var en los varios idiomas denominaciones alusivas dientes desesperados como el de Stáheli supo­
a su movim iento: ingl. hopper derivado de hop 10 niendo un fantasiado * i n t e r - m o d i a que se com­
’saltar, brincar’, cat. gronsa, arag. gruenza deriva­ binaría con t r i m o d i a .— 2 Involucrar en el pro­
dos del verbo cat. engronfar (o gronxar) ’colum­ blema del tipo tramoya-lremuja-lrémie el asunto
piar ’ (BD C X IX , 32-33). de moega no sería, pues, aconsejable. Pero se
Además hay varias formas romances y germá­ hace inevitable exponer aquí la cuestión. El port.
nicas que derivan claramente de t r e m e r e y se 15 moéga ’tolva del molino’ [1720, B luteau; M o-
apartan completamente de m o d i u m : bajo latino raes] se continúa en el gall. pontevedrés moéga
trémula, tremellum (D u Cange), suizo alem. tri- (Sarm. CaG. 97r, 152r). Todo el aspecto de
melle (Schuieizerisches Idiot., s. v.), neerl. tremel, éstas y las demás formas es el de derivados de
friul. tramuele. Imposible fonéticamente explicar moer ’moler’. Pese a las complicaciones siguientes,
estas formas por t r i m o d i a ; por el contrario es 20 debe de ser lo cierto. La variante moexa de ahí
evidente que derivan de t r e m e r e , y quizá concre­ mismo no presenta tampoco dificultad, pues basta­
tam ente del adjetivo lat. t r é m u l a y de un dim inu­ ría suponer verbos derivados de moer en -ejar y
tivo suyo t r e m e l l a . Sin embargo, la idea de Diez, -egar, como se forman a cada paso en romance (y
tal como él la expone no deja de ofrecer dificultad aun, en caso de un sufijo - a e c u s , - \ , el influjo del
morfológica, pues un compuesto formado así parece 25 ubicuo -ejar lo aclararía todo fácilmente). Otras
más natural en germánico que en romance. formas vecinas y la sinonimia con el tipo tramoya
Q uedan dos posibilidades. Suponer que se em­ complican la cuestión, de la cual trató ya Sarm.
pleó como nombre de la tolva el lat. m o d i u m ’m e­ y a la cual han aportado más datos, y otros puntos
dida de una fanega’, o un femenino correspondien­ de vista, G dD , G ram H G . 53; Brüch V K R V,
te m o d i a , que tomaría primero el sentido genérico 30 243; la 1.a versión de mi libro y últimamente el
’recipiente cualquiera para grano’, luego especia­ trabajo de M . L. W agner, otro de R. Lorenzo
lizado en ’tolva’, el cual se habría luego cruzado Vázquez (Estudios Etnográjico-Ling. sobre la M a-
con el sinónimo t r e m e l l a resultando el híbrido hía [entre Betanzos y Lugo] y sus aledaños, R D T P
* t r e m o d i a > tramoya-, de este m o d i a derivaría y Cuad. Est. Gall. 1962-64) y J. L. Pensado
quizás el tipo astur-lusitano moega ~j moxega, por 35 (CaG. 105-6). En asturiano occidental muxega,
más que no es ésta etimología segura que sea p ru ­ m ox-, ast. moxeca (R), monxeca (V), y también
dente tomar como base2. O quizá más bien se en otras zonas gallegas moxega, m ux-, moxéa.
debería admitir que en latín vulgar se le aplicó T odo esto se com prende todavía como metátesis de
popularmente una frase imperativa t r e m e , m o ­ moexa, en parte cruzado con moega. Tam bién
d i u m ! 3, dirigida a la fanega de grano que se echaba 40 cabe pensar en un derivado en - a i c a del m o d i a
en la tolva y empezaba a tem blar con ella, y luego que hemos tomado en consideración; aunque no
trasmitida a la tolva como nombre de é sta ; se es en derivados de tal tipo morfológico donde es
trataría, pues, de un compuesto del tipo de mari­ más natural esperar que funcione este sufijo, por
posa, abrojo, andarrío, etc. Cf. el nombre de pez lo demás de resabio poco técnico y de corte ar­
t r e m ie l g a , paralelo que con razón impresiona, 45 caico (reconstruir una * m o d i a e c a son ganas de
puesto que viene realmente de t r e m e + mielga. engañarse con habilidades inverosímiles), aunque
Podríamos inclinarnos hacia la segunda alternativa, nos abstengamos de negar del todo esta posi­
pero en todo caso estimo seguro que la superficial bilidad. G dD , l. c„ cita moyega en las poesías
etimología de M -L . es errónea. gallegas de Añón (74), forma que parece inclinar­
D eriv . Tramoyista [Aut.]. G all. trimeñado ’el 50 nos hacia m o d i a , pero que debería comprobarse
suelo del m olino en donde cae la h arin a’ (Sarm . mejor (y aclarar, si acaso, qué extensión tiene);
CaG. 97r4). pero aun si es exacta, y no ocasional, también
1 Tam bién en el Dict. Gén. de D arm esteter- sería explicable como epéntesis de semivocal en
Thom as. Se había dicho ya antes, pues ya se le moega (cf. la epéntesis gallega del tipo a i-erba).
ocurrió a Sarm. (CaG. 152r) y seguramente a 55 Por lo demás observamos que no hay datos que
otros eruditos de la época pre-científica. Molí enlacen claramente este grupo de denom inado­
(.D A lcM .), M . L. W agner (Biblos X X IV , 1948, re s con el grupo de tram oya: si bien se cita un
247-265) y E. Stáheli, D ei Terminologie der tamoega a modo de puente entre los dos pero
Bauernmiihle im Wallis und Savoyen, Skt. Gallen sólo lo dió Valí., con remisión a moega y aun
1°5¡ (cf. W artburg, ZR Ph. L X IX , 441-2) han 60 los demás diccionarios gallegos (salvo el Popular
de Filgueira Valverde, 1926) que tanto se copian virtuosos exercicios... luchar a brazo partido con
unos a otros, guardan sikncio. En fin convendría los ossos, poner trampas y assechanzas a los as­
disponer de más documentación antigua y mejor tutos lobos», de las otras en autores del S. X V II,
proceder a un nuevo planteo global de la cuestión de la última en Quevedo «qué trampas se han
de moega-moxega, que evitando el involucrar esta 5 desañudado, qué de em préstidos... se han reco­
cuestión con el problema de tramoya, tuviera nocido». Por lo demás la definición de ésta en­
sin embargo en cuenta todos los argumentos y volvía un juicio moral demasiado severo para lo
datos que hemos indicado los últimos y más en­ que realmente significa el vocablo, y así la Acad.
terados .— 3 Formas masculinas tremodium, entre- la ha atenuado más tarde diciendo que es «deuda
m uech y análogas están documentadas en bajo 10 cuyo pago se demora», y todavía habría que ad­
latín y en lengua de O c; el paso al femenino es vertir que no es preciso que la demora sea inten­
fácil siempre en romance. Y en Portugal existe cional y ni siquiera excesivamente prolongada:
cntremofos ’tolva’ en el habla de Penedono (R L trampa en este sentido es vocablo afectivo que en­
X II, 312), con el conocido tratam iento - d j - > vuelve un matiz de desaprobación, pero éste puede
— 4 M ás tarde en M adrid trabajando de m e­ 15 ser leve y estar limitado a la cantidad de deudas
moria lo cambia en trentinado (por lo menos así contraídas, y aun a una ligera desproporción res­
lo pone el copista, pues no hay el autógrafo). pecto de la capacidad económica del contrayente;
Trimiñado ’asiento de madera o piedra, donde así u n caballero puede decir «pude sustentarme /
se apoya el pie del molino y cae la harina’ Valí. onestamente, aunque habiendo / algunas
No se que haya otra forma gallega que se enlace 20 tranpas y deudas» Lope (El M arqués de las Navas,
directamente con la port. tremonha y aemás ro­ v. 1859): es decir, esta ac. figurada no parte de
mances del grupo en ir-, la de ’engaño’, sino de la situación falsa en que
se encuentra el deudor, a quien el suelo puede
T R A M PA , ’tabla que se abre en el suelo al pi­ fallarle, como al que pisa una tram pa; tam bién se
sarla’, voz común a los tres romances peninsulares, 25 aplica, desde luego, a deudas fraudulentas.
afín a la forma trapa que tiene el mismo sentido E n port., trampa y la m ayor parte de sus deri­
en port., asturiano, catalán y en los romances de vados están anticuados, pero fueron muy emplea­
Francia e Italia; ambas forman parte de una fami­ dos en el S. X VI, desde la prim era mitad (Eujro-
lia de palabras de raíz t r a p p - o t r a m p - que, con el sina, etc., en M oraes); es muy posible que sean
sentido general de ’pisar’, se encuentra en las len­ 30 voces genuinas, aunque no bien seguro, pues sólo
guas germánicas y romances, y es antigua en aqué­ se documentan en el sentido figurado «engano do­
llas, pero no es seguro que el romance la tomara loso, enredo, tramoia», sin embargo el sentido po­
del germ ánico; el origen en definitiva es onoma- pular m oderno «excremento grosso, fétido» presu­
topéyico, de la voz ¡ t r a p ! o ¡ t r a m p ! que imita pone el sentido de ’lazo, armadijo que se pisa’
el ruido de un cuerpo pesado en marcha. 1.a doc.: 35 (expresado en portugués por palabras como arma-
1505, P A lc.; el derivado tramposo ya en APal. dilha, lago), y hay en portugués derivados ajenos
e Tranpa por engaño: tahmír» PAlc. (es decir, al cast., como irampao por ’tramposo’; por lo de­
’acción de engañar, en una venta, etc.’); da tam ­ más en port. existe trapa en el sentido propio
bién tranposo con traducciones de sentido corres­ [Bluteau], Algo parecido ocurre en catalán, donde
pondiente. En APal. encontramos ya <s.nebulo... 40 trampa es hoy palabra m uy viva y arraigada en el
oscuro y mentiroso y escarnidor y tramposo y en­ sentido de ’ardid engañoso’, ’fullería’, m ucho me­
gañoso» (298b). El sentido propio ya en C. de las nos en el sentido de ’armadijo’ (en el cual parany
Casas «trampa donde caen: calappio; trampa o es más general, y seguramente más castizo); Ag.
jaula: trappola»; Percivale «a trap to catch w ith»; no da testimonios antiguos, pero tampoco los da de
O udin «une trappe, un trebuchet ou attrapoire, 45 trapa, cuyo carácter genuino es indudable; éste no
tromperie, ruse, finesse, fourbe, fallace, machina­ suele emplearse como térm ino de caza1, sino en el
ro n » ; también en Covarr., y A ut. registra las va­ de ’puerta en el suelo, para poner en comunicación
rias acs.: «armadijo que se pone y usa para cazar una parte de una casa con otra inferior’2, ’aguje­
algún animal o fiera: hácense de muchas mane­ ro que se abre en el suelo’ (p. ej. el que sirve
ras, unas en forma de red, otras con un tablón 50 para echar el pienso al pesebre del establo), etc.
falsamente sostenido, para que en pisándole se D e todos modos es posible que así trampa como
hunda, y éste es el modo más propio y que re­ trapa sean genuinos en catalán3. Esta últim a va­
gularmente se llama trampa», «qualquier engañoso riante no es ajena al territorio de lengua c a st.:
ardid con que se intenta perjudicar a alguno», ast. trapa ’armadijo que se pone para cazar’, ’puer­
«ardid u artificio prohibido con que se pretende 5j ta hecha en el suelo o piso’ (V), la forma trapa,
engañar a otro y ganarle el dinero», «deuda con- sin m , para la de cazar ratones y otra ac., es la de
trahida con engaño, dilatando su paga con espe­ Sajambre (Fz. Gonzz., Oseja, 362). Fuera de la Pen­
ras y ardides, procurando por este medio librarse ínsula Ibérica k variante rom ance tramp- sólo se
o excusarse de darle satisfacción»; de la ac. pro­ encuentra •con otros sentidos, aunque todos proce­
pia da cj. en L ope: «eran en mis tiernos años mis 60 dentes de la idea de ’pisar’ : oc. ant. trampol
«bruit, iracas» (cat. sept. trámpol ’tem poral’), oc. familia parece ser originariamente ajena a las len­
m od. trampelá (trómpala, tramboulá) ’tam balear’, guas escandinavas y al alto alem án; y sobre todo
trómpelejá ’titubear, vacilar’, it. tràmpoli o tràm­ carece de etimología indoeuropea. Si en tiempo
poli ’zancos’ (en Luca tràmpani), trampolino ’tram ­ de Diez el préstam o del germano al rom ance pa­
polín’ [trempelino 1585; para el detalle, Prati, 5 recía evidente era en parte por cierto prejuicio de
R L iR X IX , 214-5], del cual se tomó esta palabra resabios místicos que reinaba entonces entre los
castellana [Acad. 1884, no 1843]; quizá también germanistas y lingüistas alemanes, m uchas veces
C arrara tràmpena ’cobertizo de madera en que contagiado a los demás, con bastante tendencia a
hierran los bueyes’ (If^S V I, 102). En el sentido m irar todo el léxico germánico como algo puro y
de ’armadijo’ se dice trapa en lengua de Oc, 10 primitivo, y lo romance como u n terreno de alu­
troppe en francés, troppa en el N orte de Italia vión; hoy nos damos cuenta de que las onomato-
(con sentidos a veces secundarios), tràppola en peyas son más frecuentes y antiguas de lo que en­
italiano. tonces se creía, y de que el vocabulario germáni­
Desde Diez (W b ., 407, 325) se viene dicien­ co abunda en elementos no hereditarios exacta­
do que estos dos grupos de voces romances se to­ 15 mente en la misma medida que el romance.
m aron del germánico : así T h . Braune (Z R P h . Los germanistas están hoy convencidos de que
X X II, 208-10), Brüch (G erm . Einfluss auj das el origen de esta familia en germ. es onomato-
Vglat.), M -L . (R E W 8850, 8863), Gamillscheg péyica (V. los dicc. etimológicos de Kluge y U h-
(.R . G. I, 185; II, 166), Bloch 1 y 3 etc. P or lo de­ lenbeck), y, sin embargo, los romanistas no han
más no hay duda de que estos autores separan ex­ 20 revisado si el préstamo admitido por Diez toda­
cesivamente las voces en trapp- de las en tramp-, vía se impone. N o negaré que aun siendo onoma-
que son sin duda alguna interdependientes. Ade­ topéyicas en germánico, podrían estas palabras ser
más aunque el origen germánico no es im proba­ germanismos en romance, y que en germánico
ble, de ninguna m anera puede considerarse segu­ desde luego son antiguas (nótese la apofonía);
ro, y estos autores vacilan en cuanto a la lengua 25 también es verdad que en romance tenemos prin­
o lenguas germánicas que habrían servido de p u n ­ cipalmente sustantivos, y los verbos como atrapar
to de partida : Brüch cree que !os tom ó el latín o trampelá son secundarios o locales; pero no es
vulgar del germánico occidental; Gamillscheg va­ menos cierto por otra parte que la antigüedad en
cila entre esto y un préstam o separado del longo­ los vanos idiomas germánicos es desigual, y tam ­
bardo al italiano y del fráncico al galorromance 30 bién ahí los verbos son más tardíos o menos ge­
(implicando que en España sería im portación de nerales que el sustantivo trappe-lreppe1; si éste
Francia); M -L. cree que la forma tramp- se to­ aparece antes que en parte alguna en una fuente
m ó en Italia de! alto-alemán (o sea el longobardo), germánica (aunque redactada en latín) puede ser
y la forma trapp- se tom ó en Francia del fráncico : sencillamente porque en esta época las fuentes del
para el cast, trampa sugiere vagamente un présta­ 35 derecho consuetudinario (que es donde el vocablo
mo del gótico (donde apenas está documentada podía aparecer más fácilmente) aciertan a ser to­
esta familia, y con sentido diferente). Interesa la das germánicas.
observación semántica de Gam illscheg: la tram pa Por otra parte, como ya hemos visto arriba,
o armadijo no entra en los procedimientos de caza hay dificultades para encontrar la fuente germá­
de los nobles, sino de la plebe, y así no es muy 40 nica precisa de las formas romances, y la verosi­
comprensible este préstam o germánico en el as­ militud del préstamo en el aspecto semántico es
pecto semántico. Sin duda podríamos adm ’tirlo, escasa; la forma española, precisamente por su m,
si por lo demás los hechos fuesen claros; pero no no es posible que se im portara de Francia, y por
hay nada terminante. Es verdad que el represen­ otra parte tampoco es verosímil que un germanis­
tante de nuestro grupo de palabras documentado 45 mo de esta naturaleza arranque del latín vulgar:
en fecha más antigua en cualquier idioma, el b. en cuanto a que procediera del gótico es suges­
lat. troppa ’tram pa de cazador’ en la Ley Sálica, tión demasiado hipotética. E n conclusión, no po­
parece indicar que el vocablo ya existía entonces demos rechazar dei todo la idea del germanismo,
en germ ánico; es verdad tam bién que estos vo­ pero todo considerado es más verosímil una crea­
cablos están bien representados en los varios idio­ 50 ción onomatopéyica paralela en germano y en ro­
mas germánicos, y desde fecha considerablemente mance. Las lagunas que en romance presenta esta
antigua : ags. treppe ’armadijo’, neerl. med. troppe, familia se explican tan bien a causa del carácter
fris. ant. treppe, b. alem. med. trappe, treppe ’pel­ afectivo que entraña la onomatopeya como por un
daño’ ( > alem. mod. treppe ’escalera’), neerl. y préstamo de otro idioma. Y la onomatopeya irap-
b. alem. mod. trappen ’pisar’, ingl. antic. trape 55 Xrop o trap-pa-trap, como expresión de un pisotee
’andar descuidadamente’ ; por otra parte ingl. med. o tona marcha pesada, es algo universal; la adi­
trompe, b. alem. med. trompen ’pisotear’ ( > alem. ción de una nasal no es menos típica de las voces
trampeln ’patalear’), con los cuales se relaciona de este carácter’.
el hápax gótico anatrimpan ’agolparse (la m ultitud D e r iv . Trampal ’atolladero’ [h. 1570, Sta. T e ­
cerca de alguien)’. Se obse.va, empero, que esta «0 resa, Aut.~], propiam ente ’lugar donde se pisa pe­
sadamente’ o ’lugar que se hunde como una tram ­ el eutrepellia de Eiximenis y luego el vulgar y
pa bajo los pies” . Trampazo ’última de las vueltas m oderno trapella, con u n empeoramiento semán­
que se daban, en el torm ento de cuerda’ [Aui., tico que nada sorprendería, tanto menos cuanto
golpe de gracia comparado a la caída de la tram ­ que eÛTpdntsXoç ’burlón, escarnecedor’ es fre­
pa sobre el animal]. Trampear [h. 1540, D . G ra­ 5 cuente en la lengua clásica, y algunos lo em­
d a n ; en la 4.a ac. de la Acad., Vélez de Gueva­ plearon en el sentido de ’versátil’ (Eliano, S. I I I
ra, E l R ey en su Imag., v. 492], Trampero [Acad. d. C.) y aun ’engañador’ (Píndaro). Es posible
S. X IX ]; trampería. Trampilla [1554, Lazarillo, que ésta sea la etimología del cat. trapella (eu­
Aut.']. Trampista [1612, Aut.]. Tramposo [APal., trapelia reaparece en una trad. catalana de Aris­
V. arriba]; tramposería cub. (’acción de tram po­ 10 tóteles impresa en 1499), y tam bién es posible
so’, Ca., 234). Atrampar. Entrampar [h. 1530, G ue­ que la semejanza sea casual y que estemos ante
vara, Menosprecio, Cl. C. 34.7]. u n derivado catalán de trapa ’tram pa’, puesto que
D e la variante t r a p p - , arriba estudiada, con sen­ el tránsito semántico se produce en sentido con­
tido claramente onom atopéyico: trapa «ruido de trario : nótese el fr. judas, con que M istral en
los pies o vocería grande con alboroto y estruen­ 15 su diccionario traduce el rouergat trapeloun «pe­
do» [«oyóse en esto el son de una com eta, / y tite trappe», deriv. del prov. trapello «trappe,
un trapa trapa, aparta, afuera afuera, / que viene abat-foin». Tam poco sería del todo imposible que
un gallardíssimo poeta» Cervantes, A ut.; otro en el cast. trápala tuviese una etimología griega se­
el Quijote, II, Ixi, Cl. C. V III, 127]; ’grada de mejante a la que discuto para el cat. trapella:
dientes’ alav.; mar. ’trincas o aparejos con que se 20 habría que partir entonces del gr. sirp á^ eX o ; (o
asegura la lancha dentro del buque’, ’cabo provi­ su forma latinizada eutrapëlus), cuyos sentidos,
sional con que se ayuda a cargar y cerrar una vela tan próximos a los modernos de trápala, he in­
cuando hay mucho viento’ [Acad. 1884, no 1843], dicado arriba: recuérdese que tropelía «juegos de
en este sentido, del port. trapa id., propiamente ilusionismo, e m b e l e c o y apariencia» (1604)
’armadijo’. 25 procede tam bién del grecolatino eutrapelia, como
Trápala «ruido de voces o movimiento descom­ demuestro en el artículo correspondiente; y un
puesto de los p i e s » (Autoridades) [«estruendo, origen correspondiente podría sospecharse al bearn.
strepitus; hazer t.: strepo», N e b r.; «con el con­ trapalè «hâbleur, blagueur», ttrapalejà, hâbler,
junto y junta de guerreros / el grande estruendo parler beaucoup et avec volubilité», ztrapalis, bla­
y trápala crecía» Ercilla, Araucana X III, «sal aquí, 30 gue, mensonge». Sin embargo, lo que hace esta
mujercilla, si eres hom bre, / déjate dar en paz cua­ etimología muy inverosímil es que el sentido co­
renta palos, / cien mojicones y doscientas co­ rrespondiente sólo aparezca en castellano en el
ces : / ahorrémonos de trápala y de voces» Q ui­ S. X IX , y antes sólo signifique ’ruido’, en evi­
ñones de B., N B A E X V III, 656]; gnía. ’la cár­ dente relación con el antes estudiado trapa(-tra-
cel’ [así o trápana en J. Hidalgo], por ser lugar 35 pa); comp. tam bién el malí, trapola «ruido de
de alboroto y escándalo; ’el que habla m ucho y voces o movimiento descompuesto de los pies»
sin sustancia’ [Acad. ya 1817]; enredo, engaño’ (que T orra registra como catalán en el S. X V II
[Acad. 1884, no 1843]’. Con trápala en esta últi­ y acentuándolo trápola), trapoletjar ’pisar’ En
ma acepción se parece m ucho el cat. tropelía ’b ri­ conclusión, es incierto el origen del cat. trapella,
bón’, ’enredón’, que Ag. define «embolicaire, 40 y aun admitiendo como cierta su etimología
trápala» y que no está documentado hasta Bel- griega, es perfectamente posible que su parecido
vitges (1803; falta en los dicc. del S. X V II, co­ con el cast. trápala sea m eram ente casual y que
mo T orra y Lacavalleria, tam bién en los dicc. éste tenga origen onomatopéyico. D el cast. trá­
valencianos y baleares, y nada semejante veo en pala derivan trapalear [Acad. ya 1817]; trapalón
M istral ni en los dicc. languedocianos de Sau- 45 [íd.]‘ ; trapaleta arag. (Echo) ’el que tiene difi­
vages, Doujat-Visner, Vayssier ni M ázuc); el pro­ cultad en expresarse’ (R L iR X I, 179).
pio Ag. cita trapell «trápala, tunante» en on tex­ Del port. trapa ’arm adijo’ (V. arriba) deriva el
to barcelonés de 1835, trapellar ’enredar, d ir em­ aumentativo port, trapaça «dolo, cautela, licantina,
bustes, m entiras’ en un pueblo del Alto Llobre- cavilaçâo nas demandas, jogo, negocios», que ya
gat, trápala «picardía» en Lérida y trapolla «tra- 50 está en F r. G aspar de S. Bernardino (1611, cita
passer, trapella» en el A m purdán. Ahora bien, de D . Vieira), y en el sentido de ’venta fraudu­
según Alcover, Eiximenis (fin S. X IV ) empleó lenta’ ya en las Ordenaçôes Afonsinas del S. XV
eutrepellia (cuya acentuación ignoramos) definién­ (en la forma seguramente incorrecta traspassa, M o-
dolo él mismo «quant algú sab bé jugar, fo és raes) : de ahí se tomaría el cast. trapaza «em-
alegrar si mateix e • ls altres», en el cual es fácil 5í busche, fallace, attrapoire, mal-engin, trom perie au
reconocer el gr. e ú - r p a n e A ía ’facilidad en brom ear vendre et achepter» (Oudin, 1607), «qualquier es­
agradablemente’, que tam bién tomó el sentido de pecie de engaño con que se damnifica a otro»
’chanza grosera, bufonada’ (así en el griego b í­ (Aut.), que ya está en Crist. de Castillejo, 1.a m i­
blico). Sería posible que una pronunciación lati­ tad S. X V Io y en otros textos posteriores10, y ais­
nizante eutrapelia hubiese dado por vía semiculta 60 ladamente aparece ya en G uillén de Segovia (1475)
escrito trapaga (p. 90): el origén portugués es gaña a uno haciéndole ver lo que no es’ [1588, M a­
seguro, no sólo porque trapa ’armadijo, tram pa’ lón de Chaide, Fcha.]13, entre los judíos de M arrue­
no es castellano, sino por la p sorda que rio corres­ cos trampantózos «confusión, perturbación de la
ponde a la fonética castellana11; trapazar [-far, G. vista» (fi a enfilar la aguza y se me hizo t.), B R A E
de .Segovia, p. 7 6 n .l; «faire fraude, trom pera O u- 5 X X X II, 276, compuesto de trampa ante ojo'4.
din 1607], más com únm ente trapacear [S. X V II, 1 El empleo en nombres de lugar (como Coll
A u t.] ; trapacero [«faiseur d ’embusches et de trom - de la Trapa en el alto Berguedá) parece supo­
peries» O udin 1607; ej. del S. -XVII en Aut.; > ner la existencia previa de este sentido .— 2 Con
cat. trapasser] o trapacista [h. 1600, Villa viciosa; este sentido ya en Jaum e Roig, a. 1460, v.
C ovarr.]'2; entrapazar. A. Alonso, R F H V III, 36, 10 5 4 4 9 .—3 Trampa «inganno» se emplea en el ca­
supone la existencia de u n cast. *trapazón para talán del Alguer (Cerdeña) (G uarnerio, Congr.
explicar el hispanoárabe tapargón tcalu[m ]nia» In te m . de la L l. Cat., 167), lo cual podría indicar
de PAlc, Pero nunca ha existido tal derivado de antigüedad en el idiom a; cierto que tratnpa «fro­
trapaza, y esa etimología puede rechazarse sin es­ de, tranello» es tam bién sardo, y que en éste y
crúpulo : se trata de u n derivado árabe (no mo­ 15 en alguerés podría haberse tom ado del cast. En
zárabe) del verbo pargán «caluniar», registrado sardo es de creer que sea préstamo cast, (o qui­
por el propio PAlc. junto con párfana «calunia, zá cat.), aunque la formación de derivados pro­
acusación», mupárcin «caluniador, malsín, acusa­ pios como sardo trompare, alguerés irampà «trap­
dor», mupárgan «acusado» (ya juntados por D o- polare, ingannare», y sardo tramperi, revela vida
zy, Suppl. I, 71i>). N o es éste el sentido p ri­ 20 antigua en la isla.— * M -L . y otros suponen in­
mitivo, sino probablemente el que dos siglos y cluso que el neerl. med. trappen se tomara del
medio antes atribuye R. M artí al verbo bársan francés.— ‘ Onomatopeyas afines son, en cast.,
(entiéndase pársan) «insidiari», es decir, ’poner tras tras, trasbarrás; trípili, que según la Acad. ya
una trampa, tender asechanzas’. Está claro que era usual a fines S. X V III (pero falta aún en la
debe partirse del verbo párgan o de un sustan­ 25 ed. de 1884), es comparable a trápala.— 6 Sainéan,
tivo *pargón, que ta- es prefijo árabe, y que Sources Indig. II, 121, compara oc. traupo «bour­
sea la que sea la etimología no tiene esto rela­ be» junto a troupi «fouler aux pieds».— 1 Esta
ción con trapaza. Sospecho que se tratará de un ac. procede de la de ’hablador em bustero’, y sólo
mozárabe *parazón (adaptado norm alm ente a la por casualidad coincide con trampa ’engaño’ y
morfología árabe) y derivado del verbo parar 30 con el it. tràppola ’arm adijo’, ’engaño’. Desde lue­
’poner trampas o armadijos’, como lo son el cat. go es ac. muy secundaria y m oderna; en reali­
parany ’armadijo’, parada ’lugar de acecho del dad no figura en Covarr., como pudiera enten­
cazador’, parador ’el que caza con lazos o redes’ derse malamente de sus enredadas explicaciones
[S. X III, Ag.], prov. paradieiro «filet qu'on tend etimológicas. Por lo demás, para la formación su-
dans la mer», lígur paradelle ’red para pájaros’, 35 fijal, vid. M. P., Feslgabe Alussafia, 394-5. De
Orbetello paratia (F E W V II, 636, n. 26-27). T e ­ la variante trápula, debida al influjo de crápula,
niendo en cuenta el val. paranga «parany per a da Pagés ej. de B. de Balbuena.— 8 En la Arg. :
cagar o pescar» [1474, Ag.], Foggia paranza «fue el comerciante quien, trapalón, volvió al ata­
(.R E W 6229), m ure. id. ’trampa para coger peceí’, que» Santiago C. Olivan, La Prensa, 8 -X II-
cast. paranza ’apostadero de cazador’ [1615], cast. 40 1940.— ' «Por hacer mejor su venta / a fuerça
ant. ’tram pa para cazar’ (1416), quizá debe ad­ de los aceites / y posturas, / deformando sus
mitirse más bien una metátesis hispanoárabe pa­ figuras / para salii- por las plaças, / con plá­
rama > parsana: la relación con p a r a r e parece ticas y trapagas / engañadoras y escuras / y
segura, y lo único dudoso es la determinación del bellaca1:- ,/ sacaliñas, redrosacas, / todas a fin de
sufijo. 45 robar», Cl. C. I, 273.— «Entendiónos la tra­
Trapisonda «bulla o riña con voces o accio­ paza» Quiñones de B., N B A E X V III, 799b. Ejs.
nes» [Autoridades], ’embrollo, enredo’ [Academia de Quevedo y otros autores del X V II en A u t.—
1884, no 1843]; sólo secundariamente se incorpo­ 11 Claro que carece de fundam ento la etimología
ró esta palabra de tono festivo a la familia de tra­ de Covarr., que A ut. y la Acad. han consagra­
pa y trápala, pues en realidad se trata del nombre 50 d o : «puede traer origen del nombre gr. trapezi-
del Im perio de Trapisonda en Asia M enor ( < tes, num ularius, m onetarius, mensarius, que vale
ToaLT.í^o-'jq, -oSvtoc), sonadísimo en los Libros de el vanquero o el logrero; y porque éstos hazen
Caballerías y en el Quijote, y que gracias al am ­ a vezes ios malos truequicam bios se dixeron en
biente de estos libros y p or su aparente relación lengua Castellana propíssim am ente *trapecistas, y
con trápala y trapaza tom ó en el lenguaje del vul­ 55 de allí trapacistas; trapacete, conforme a lo di ■
go las acs. de estas palabras; trapisondear [Acad. cho es p r o p i a m e n t e el libro del vanquero,
ya 1884], trapisondista [id.]. donde sienta las partidas». N o sé si existe el ta
C pt. Trapatiesta [Acad. 1925, no 1884], com­ trapacete, aunque A ut. y la Acad. nos lo quierer.
puesto con tiesta = tiesa. hacer tom ar como buena moneda, en todo caso
Trampantojo ’tram pa o artificio con que se en­ 60 no tendrá la ac. que Covarr le achaca como
«propia», si no es con carácter hum orístico; portugués, al parecer prerromana, de origen in­
no aparece, que yo sepa, en fuentes indepen­ cierto, probablemente céltico, comp. galo tarinca
dientes de C o v arr.: para tomarlo en serio, co­ ’espetón, perno largo’, gaél. tarrang ’clavija, taru­
mo lo hacen en Bol. C. y C. V II, 262, debería go’. 1.a doc.: J. Ruiz.
documentarse, y ahí no se hace. El alto-arag. 5 Escribió este p o eta : «sy una cosa sola a la m u-
atrapador ’arreglar’ (aplicado a animales y a tie­ ger non muda, / muchas cosas juntadas fazerte
rras de labranza en Echo, A S N S L C L X V II, 249) han ayuda / ... / con una flaca cuerda non al­
derivará de trapaza con sentido primeramente jo­ earás grand tranca / nin por un solo farre non
coso, a no ser que venga de trapo; no conozco el anda bestia manca, / a la peña pesada non mueve
cat. atrapassar que ahí cita Rohlfs. El it. strapaz- 10 una palanca, / con cuños e almadanas poco a poco
zo ( > alem. strapaze) ’mal trato, atropello’ deri­ se arranca» (517a). Puesto que se necesita una
vado de p a t i ’padecer’, sólo de lejos se parece con cuerda recia para alzarla, es más probable que el
trapaza, con el cual no tiene relación etimológi­ poeta pensara en una barra de hierro que en un
ca .— 12 «Bien decía yo que éste era u n trapadsta. palo de madera. De la existencia y vida lozana del
Al fin yo salí tan bienquisto del pueblo que dejé 15 vocablo en el S. X III es testimonio indirecto pero
con m i ausencia la mitad dél llorando y la otra seguro la del verbo derivado atrancar, que ya lee­
mitad riyéndose de los que lloraban» Buscón, Cl. mos en la Gr. Conq. de Ultr. (h. 1300), en el
C., p. 98.— 13 «Terrible cosa es... que los hom ­ sentido de ’asegurar una puerta atravesándole una
bres quieran... dar a entender el contrario de la tranca’ : «fuéronse para la puerta de la torre m a­
verdad; y que con tintas, emplastos y escabeches 20 yor... e cuidáronla crebantar, mas ella era muy
nos desmientan y hagan trampantojos, desacre­ fuerte e estaba muy bien atrancada» (Rivad. X LIV ,
ditándose a sí mismos» G uzm án de Alfarache 597b); todavía es más antigua esta palabra, que
(Cl. C. II I, 126.22); «el dem onio... fíngele mil de este sentido pasó a ’atascar, obturar, represar’
embustes y trampantojos, no dejando ocasión en como lo vemos ya en la 1.a Crón. Gral. (h. 1290):
que le pueda hacer estropezar que no lo haga», en 25 «et asmaron de fazer una balsa tam anna que atran­
el Alfarache de M artí (Rivad. II I, 410); «estos case el río de parte a parte, et que la ynchiesen
mozos de muías son el mismo diablo, y hacen toda de ollas et de tinajas llenas de fuego gre-
trampantojos un celemín de cebada con menos giesco» (p. 754). D e la existencia de tranca en el
conciencia que si fuese de paja» L a Ilustre Fre­ S. X III tenemos otro testimonio probable en R.
gona, Cl. C., 252; como voz vulgar y malso­ 30 M an í, quien dió la palabra mozárabe ’ifránka (p.
nante en Pedro Espinosa (Obras, 195.26). En el 19), pero olvidando indicar la traducción. M ás tar­
cat. de Tortosa seg. el D AlcM ., trapantoll ’can­ de encontramos tranca en la Crón. de Alvaro de
sancio producido por exceso de movimiento o L una (h. 1460): «aquella portada estaba cerrada
de trabajo' (cf. cat. trapa = cast. trampa); como con una grand tranca» (ed. 1784, p. 332), y desde
ojo es ull en cat., la terminación de este vocablo 35 entonces es palabra m uy frecuente en los textos
tortosino ofrece alguna dificultad (no será arago- (Aut. da dos ejs. del S. XVI). E n el glos. de Toledo
nesismo, y no es fácil un mozarabismo en voz (h. 1400) traduce el lat. obex ’tranca de puerta’,
de este significado; por lo demás, cf. cat. trontoll y es probable que el glos. coetáneo del Escorial
[y tran-] ’traqueteo, quebranto’ con el cual habrá, al traducirla por ci(r)c(u)itus quiera decir ’tran ­
por lo menos, contaminación ) .— 14 L a variante 40 quera’ o ’valladar’ (comp. ttalanquera: valum»),
costarricense traspantojo la quiere explicar C uer­ según conjetura Spitzer (M L N L U I, 120). A P al.:
vo, Disq., 1950, p. 383, por cruce con trasparente, Kpatibulum... es tranca de madera con que cierran
traspaso, trasponer, lo cual no satisface. El influjo las puertas» (345b); N e b r.: «í. de puerta: repa-
sería de trasplantar: «tuvimos por colación unos gulum »; C. de las C asas: «pontillo, stanga»; Per-
naipes... Ellos como muy diestros en aquella 45 civale: «í. de puerta: a barre, or bolt to make
arte, sabían hacer mil trasplantojos, que a ser fast a doore or gate w ith, a doore barre»; Oudin
otro, dejara cierto el pellejo» en el Lazarillo anó­ «une barre de p orte»; Covarr. «la barra de m a­
nimo de 1555 (Rivad. II I, 109). Aunque éste es el dera fuerte que atraviessa las puertas por deden-
ej. documentado más antiguamente, no creo que tro, de uno a otro um bral, con que las assegura
sea la forma primitiva, derivada de trasplante y 50 para que no las puedan echar en tierra»; A ut.
no compuesta de trampa y ojo (aunque luego «palo gruesso que se pone detrás de las puertas
alterada por esta etimología popular): en efecto, o ventanas para cerrarlas, afianzado en el suelo,
el sufijo -ojo es denominal y no deverbal, el sus­ y metido en algún quarterón o travesano de ellas».
tantivo trasplante es m oderno (falta en A ut.), y Como se ve, casi todos los lexicógrafos piensan
además no significa ’engaño’. 55 en la tranca de cerrar puertas, que tanto puede
ser de hierro como de madera, pero sobre todo los
Trampal, trampantojo, trompazo, trampear, tram­ derivados m uestran que otras acs. tam bién tienen
polín, tramposo, etc., V. trampa cierta antigüedad, y en el sentido moderno de
’porra, palo grueso para golpear’ ya aparece en
T R A N C A , voz patrim onial del castellano y el «0 T irso (ej. en Pagés). N o es raro que llegue a de-
v'. — 38
signar una ram a de árbol, según veremos en por­ lugar de t r a m e s , - i t i s , ’sendero’, además de inve­
tugués., y así tam bién el alto-arag. tranquetas (Ai- rosímil en el aspecto morfológico, es indefendible
neto) vale ’trozos de leña para avivar el fuego’ semántica y fonéticamente (el resultado no podría
(R L iR X I, 179)'; tam bién en los Pirineos puede ser otro que *tranga). K rüger (/. c.) cree — como
significar ’agramadera de cáñamo’ (V K R V III, 5 suele hacer— en una onomatopeya, lo cual sería
227). De todos modos lo más probable es que aplicable en rigor a tranco ’paso’, pero éste es
todo esto sea secundario3. mucho más m oderno que tranca, y secundario, y
E n portugués tranca es tam bién palabra antigua al vasco tranka ’citóla’ (aunque el ruido de la ci­
y castiza, con el mismo sentido que en c a st.: «pao tóla es más agudo de lo que sugeriría u n ¡ t r a n k ! ) ,
grosso e rijo que se poern detráz de portas ou ja- 10 pero está a la vista que no debemos dar im por­
nelas para as ter bem cerradas» (Bluteau); los tancia a esta ac. local. Finalm ente G . de Diego en
dicc. no citan autoridades, pero sí las dan de tran­ su artículo de cruces (R F E X I, 344) apuntó- que
car en L. de Castanheda (h. 1550), de tranquia esta palabra había nacido por u n cruce de t r a b s
«cerca de paos em distancia huns dos outros para ’viga’ con p a l a n c a : todo es inverosímil en esta
atalhar algum passo» (atravessar o rio com tran- 15 idea, pues t r a b s no ha dejado descendencia se­
quia en Joäo de Barros, por el mismo tiempo) y gura, directa y popular en la Península (y así el
D . Vieira da muchísimos de tranqueira ’estacada’ cruce debiera rem ontarse hasta el latín vulgar), y
desde med. S. X V I; que la antigüedad no es m e­ los dos vocablos no son sinónim os; además estos
nor que en Castilla se deduce del nom bre de la fa­ cruces, cuando engendrarían una palabra comple­
mosa villa de Trancoso, que ya fué reconquistada 20 tam ente nueva, antigua y arraigada en una área
en la 1.a mitad del S. X III por San F em ando y considerable, no pueden convencer a nadie; y sin
cuyo nom bre en la misma forma se cita desde embargo, consiguió la adhesión de M -L . (R E W 5
960 (Cortesäo, Onom. M ed.; Varzena de Tran- 6455), que es el inventor del famoso cruce de v i ­
quota desde 924 ibid.); en la Sierra de la Estrella b r a r e con GYRAR.E ( > virar). Dejando a un lado

es ’viga’ (V K R IV, 279), en la Estrem adura «per- 25 estas combinaciones arbitrarias, confesemos aue na­
nada», o sea cada una de las grandes ramas de un da cierto se sabe del origen de esta palabra.
árbol (R L II, 304; V, 147); gall. tranca (Sarm. U n vocablo de este tipo, perteneciente a una ci­
CaG. 109r, 126r, y ’borrachera’ : Pedro ten unha vilización elemental, y de estructura fonética só­
tranca 197r). En cambio en catalán tranca es pala­ lida y simple, tiene todo el aire de haberse con­
bra reciente y advenediza, cuando no totalmente 30 servado intacto por m uchos siglos, y es sumamen­
desusada; apenas se emplea alguna vez en el sen­ te probable que, lo mismo que B A R R A , sea pre­
tido de ’porra’ como arma, y es castellanismo in­ rromano. D esde luego no será vasco, por la razón
dudable, al menos en Cataluña propiamente dicha fonética ya apuntada, pero si es o no ibérico no
(quizá sea reliquia mozárabe desde el Ebro para podemos saberlo.
el Sur, teniendo en cuenta el dato de R. M artí, 35 El caso es que el único idioma donde damos
y M estre lo registra como voz especialmente tor- con algo análogo es el céltico, aunque natural­
tosina: B D C III, 1 12)J. Fuera del cast. y el port. m ente esto no prueba todavía que no estemos ante
sólo encontramos el vocablo en vasco: guip. tran- una homonimia engañosa. E n mi artículo T A R U ­
ka ’citóla de molino’, a. nav. ’instrum ento con que G O he indicado la probabilidad de que este vo­
se golpea la lana al ahuecarla’, vizc. tranga ’agrama- 40 cablo (cuya área es idéntica a la de tranca, y per­
dera’, guip. ’citóla’, vizc. y guip. ’tranca de puerta’, tenece al mism o orden de ideas) tenga la misma
b. nav. y ronc. tranku ’paso largo’, ’obstáculo’, raíz que el galo t a r i n c a 5 empleado en antiguas
vizc., b. nav. y ronc. tranku ’paso’, ’peldaño’ (Az- vidas de santos francesas como nom bre de un
kue; comp. K rüger, D ie Hochpyr. A II, 8 ; V K R espetón de gran tam año en el cual se ensartó el
V III, 227); pero puede descartarse la posibilidad 45 cuerpo de u n m ártir (V. el texto y más detalles
de que en vasco sea palabra muy antigua, pues erl T A R U G O ); junto a t a r i n c a , conservado en el
todas o casi todas las palabras vascas en tr- son fr. taranche y oc. tarenco, existe el irl. med. y
romanismos evidentes (u onomatopeyas). Por lo mod. taim ge ’clavija, tarugo, clavo’, gaél. taimge
demás el área del vocablo termina bruscamente id. Es sabido que estas palabras pertenecen a la
en los Pirineos4. 50 raíz indoeur. t e r - ’perforar’, de cuya familia cél­
Bien puede decirse que el estudio de la etimolo­ tica viene tam bién T A L A D R O ; si prestamos cré­
gía de tranca se halla hasta ahora por empezar. dito a Arbois de Jubainville (en A. Thom as, M¿/.,
Diez, K örting y la Acad. guardaron completo si­ 193-5) las citadas formas irlandesa y gaélica co­
lencio; nada dijo tampoco M . P. en sus obras, ni rresponderían a una base * t a r a n g a o * t a r a n c a ,
G . de Diego en su Ccmlrib. M -L . en la prim era 55 en la cual hacen pensar las variantes gaélicas
ed, de su dicc. (8851) se limitó a abrir u n articulo tarrang y tarrag citadas por MacBain, mientras
* t r a n c a «de origen desconocido», que es decir que otros más modernos han dicho que aquéllas
poco, y sin embargo es lo más atinado que se ha vienen de * T a r i n g i a ; im porta poco, pues de todos
dicho hasta ahora. L a idea que 'anza brevemente modos consta que de esta raíz céltica t a r - salie­
Spitzer en el lugar citado, lat. vg. *TRA m ! c a en *• ron derivados con sufijos varios, y si se formó
uno con - i n c a , casi hay que esperar que se for­ en Pedro M. de U rrea (Mz. Pidal, H ist. Poes.
mara otro con el gemelo - a n c a , tan vivaz en el Cast. E. M . III, 433)]; trancada [’bromazo’, ’acción
celta continental. Así la existencia de un * t a r a n c a de trancar’ cub., Ca., 30, 73; ’el golpe del carro
’espetón’ en este idioma es m uy posible, y de ahí al caer sobre la rueda’, ast. R ]; trancado, paso -o
a ’barra de hierro’ no había más que un paso (por 5 ’paso de tranco, paso largo’ (cub., Ca., 19); tran-
otra parte, el tarugo es de m adera); una reduc­ cador (1397, invent. arag., B R A E IV, 218, ¿o de­
ción fonética de * t a r a n c a a * t r a n c a era fácil rivado de T R IN C A R } ). Trancazo [’golpe de tranca’,
desde antiguo en Ja Península Ibérica, como ul- ’gripe’; cub. ’trago alcohólico’ Ca., 30], Tranco
tracorrección de la fuerte tendencia vasca (y tam ­ [APal. 184b; «t. de bestia: subsultus» N e b r.;
bién iberorromance) a la anaptixis”; de hecho no 10 1554, F. Chacón, Trat. Jineta, cap. 8 ; el paso
faltan testimonios romances de la variante *T A - tranco medía 5 pies, según un libro de 1517,-
r a n c a , de donde deriva talanquera (V. abajo), ya Ca., 19; al tranco ’a paso largo’ en la Arg. y
antiguo [1400], y de donde descienden el santand. C hile: T iscom ia, Ai. Fierro com ent., p . 77; S. C.
taranca o talanga ’tabla para hacer una talanque­ Oliván, L a Prensa, 4-II-1940; al tranquito, Payró,
ra’, ’zurra, paliza’ (G. Lomas), alav. taranca ’pieza 15 Pago Chico, 36; ’mal paso del carro en los cami­
de madera que se pone en la pata al ganado para nos con baches’ ast. R ; ’escalón’ arag. en Ansó
que no se desmande al pastar’ (G uereñu, Euskera y Echo, R L iR X I, 245]: la evolución semántica
III, 323), ast. taranga ’morcilla’ (R), santand. coger fué ’pierna larga como una tranca’ > ’zancada’
en tarangón ’coger la panoja dejando en el tallo > ’golpe que se recibe al darla’11; tranquillo ’um ­
las hojas que la recubren’, y por otra parte el arag. 20 bral’ albac. (R F E X X V II, 253), m u re.; tranquillón
tarranco ’garrancho’ (Peralta, Borao)7, ’trozo de [T err. «en la M ancha llaman t. a la mezcla de
raíz’ en Ansó (R L iR X I, 213)8, Racons de Terranc trigo candeal, arisnegro o rubión, jeja, donde le
orónimo de Vallada a la raya de Énguera (valen­ hay, y centeno; si bien es más com ún llamar así
ciano aquel pueblo, de lenguaje aragonés-castellano a la mezcla de trigo y centeno»; Acad. ya 1884,
éste) y cf. el val. ant. tranca n. 3 etc.; y es nota­ 25 no 1843, «mezcla de trigo con centeno en la siem­
bilísimo que el vocablo reaparezca en esta forma, bra y en el pan»; Pagés cita ej. del aragonés Oli­
bastante lejos de España, en el monferrino taran- ván, med. S. X IX ], la explicación semántica no
chin «grossa sbarra di ferro» (Ferraro): esta emer­ es clara, quizá porque se trata de una mezcla gro­
gencia del área de t(a)ranca en otra región de fuerte sera donde pueden encontrarse aristas de espigas
substrato céltico no deja de ser elocuente. Puede 30 comparables a pequeñas trancas, o bien, como su­
tenerse en cuenta también el rioj. (Ojacastro) «ta- biere la denominación zangamulo que según T err.
lengues, palabra anticuada: orilla de prados» (R D T P tiene el mismo sentido en partes de Castilla la Vie­
X, 330), que pudo significar propiamente ’talan­ ja, por ser algo grosero como el tranco o zanca
quera’. de u n m ulo u otro animal. Troncón ’tom a clan­
T am bién sería posible que la forma céltica fuese 35 destina en u n río’ (arg., diario L os A ndes, 16-
*TRANCA de buen principio, puesto que la raíz t e r - X II-1940). Tranque ’embalse’ chil. (B D H A I,
aparece a m enudo en el grado cero t r - (lat. trivi, 254n.), es tanque con influjo de atrancar. Tran­
tritus, gr. rp a v¿5;, eslavón tréti, ser. txnah), en to­ quear ’atrancar’, ’rem over con tranca’, arg. ’cami­
das partes y tam bién en celta: el britónico con- nar’ (Á. M . Vargas, L a Prensa, 29-XI-1940);
tronen ’polilla’, ’gusano’, procede de c o n - t r 5 n o - y 40 tranqueada (en u n rodeo de vacunos, arg., E. W er-
el irl. ant. tráinín viene de TRX n o - (Stokes-Bezz. nicke, La Prensa, 4-V III-1940).
123)". N o quiero insistir más, y por el contrario Tranquera ’empalizada de trancas para defensa
hago constar que esta etimología no se podrá con­ o fortificación’ [hacia 1570, L uis del M ármol,
siderar enteram ente segura m ientras n o se encuen­ Ambrosio de Morales, en Autoridades; así todavía
tren en céltico testimonios más iguales a tranca por 45 en papiamento, Hoyer, 24, y portugués tran-
la forma y el sentido. Q ue de todos modos tranca queira], arg. ’puerta rústica de u n campo hecha
es prerrom ano, de una u otra procedencia, debe con una gran tranca atravesada, o con travesañoS
mirarse como un hecho en extremo probable10. de madera’ [M. Fierro, Paulino Lucero, en la ed.
Fonéticamente es imposible partir del lat. t r a - de T iscom ia; Payró, Pago Chico, 187; V. graba­
b íc a ’almadía hecha con maderos’, como quiere 50 dos en L a Prensa, 4-V III-1940, 20-11-1941, La
G dD D 6779. Nación, 29-V III-1943; con este sentido o como
D e r iv . Trancar [’seguir los pasos’ : «sus passos nom bre de las trancas laterales de la tranquera se
te aviso que sigas y tranques>, H ernando de Yan- emplea este vocablo y tranquero en Chile, Méj.,
guas, a. de 1518, K ohler, 7 S p . Dram. Eklogen, Perú y C uba; tranquero ’puerta de corral’ venez . 12
p. 202; ’cerrar con tranca’, h. 1540, D . G racián, 55 y colomb.13; gallego tranqueiro «piedra que abra­
A ut.; ’cerrar de cualquier modo’ en ast., R, s. v. za ![= forma quicio] en las puertas de piedra»
aldaba y atrancar, en el cual puede influir el tipo (con citas de toponimia submarina en Sarmiento
tancar, V. E S T A N C A R ; ’fastidiar con una treta’, CaG. 109r), m inhoto, trasm. tranqueiro «pau que se
’detener’ cub., Ca., 30, 73]; atrancar [tr. ’recorrer atravessa no portal de um campo» Leite de V.,
(a grandes pasos)’, rimando en -anca ya h. 1505 60 Opúsc. II, 390; R L V, 107]14. Variante de tran­
quera con una vocal más (V. arriba) y disimila­ cionar tranca con el fr. taranche descendiente de
ción es talanquera [«vallum» h. 1400, glos. de T o ­ TARDJCA, aunque atribuye su idea a M -L ., que
ledo, taranquera id. en el del Escorial de igual para nada habla de la voz iberorromance.—
fecha; ’vallado de tablas como el que sirve de de­ 6 Comp. el fenómeno igual que he supuesto en
fensa en las corridas de toros’, con ejs. del S. X V II, 5 el caso de B R U JA .— 7 Luego tarrancho por cru­
en A ut.; tam bién en Baltasar G racián, H isp. R. ce con garrancho.— 8 Comp. también el antiguo
X . 270, etc.; cub. tranquera ’puerta de trancas e im portante nom bre de lugar Tarancón.—
que da entrada a un cercado'' Ca., 26, cub. y ’ Trenca ’palo a t r a v e s a d o en la colmena’,
bogotano talanquera] ; con disimilación diferente meterse hasta las trencas ’atascarse o intrincarse
taranquela en G. Gómez de Avellaneda ; talan- 10 en algo’, ambos documentados desde Covarrubias,
quero cub. ’guardián de talanquera’ (Ca., 161); podrían corresponder a un ^ t r i n c a con sufijo di­
m ás detalles acerca de tranquera s talanquera ferente, más parecido al galo t a r i n c a (sin. em ­
di en mi nota de R F H V I, 216-7. bargo, siendo trenca palabra más moderna es líci­
Tranquil [Academia 1884, no 1817]; no es to pensar en cruce de tranca con brenca); tam ­
segura la etimología. Tranquilla ’tum bo’ (asturia­ 15 bién en Q uevedo: «como entre sueños me revol­
no, R). Atrancar [1290, V. arriba; «a. la puerta: case, cuando desperté halléme sucio hasta las
repagulutn obdo ; a. bestia: subsultim incedo» trencas» Buscón (Cl. C., 69); de ahí entroncar.—
N ebr. ; ’dar grandes pasos’ bilb., A rriaga; atran­ 10 De la variante céltica mejor documentada t a -
carse ’atascarse’ en la Arg. y muchas partes]; r i n g a ( - c a ) parece haber tam bién representantes
atranco; atranque. El cast, tarangallo [Acad. 1925, 20 españoles: santand. taringazo ’estacazo, palizón’,
no 1884] o taragallo [Acad. ya 1817; gali, tran- taringa ’paliza’ (G. Lomas). Sin embargo, no
gallo] ’palo que ponen colgante de! cuello de al­ considero razonable la idea que se m e había
gunos animales’, en vista del sufijo ha de ser ocurrido de partir de una acentuación céltica
forma de origen leonés o aragonés (la g por c ♦ ta rin c a ( > *tarnca) > tranca, por más que
podría indicar este últim o); claro que trangallo 25 una trasmisión mozárabe (dialecto donde tranca
nada tiene que ver con el gr. arpaf-faK^ ’lazo’, ’es­ se documenta en el S. X III) pudiera facilitar
trangulación’, pese a Alessio, R F E X X X V III, 232. el proceso fonético.— 11 Tranc ’conjunto de los
V. también R E T R A N C A . escalones de un campanario’ parece estar ya do­
C pt. Trancahilo. Port. sotranco [c. 1500, Gil cumentado en M onzón (localidad hoy de lengua
Vicente, Inés Pereira, ed. 1912, II, 341). 30 cast. fronteriza), en un doc. en catalán ribagorza-
' El nombre de lugar Las Trancas es frecuente no, de 1260-70: «dixeren ais missagés que tra-
en la A rgentina .— 2 Evidentemente lo son otras mitia lo Comendaire per repicar las campanas,
acs. : ’borrachera’, porque el borracho es como si que si i pujavan q u e ls detrocarien [1.: derroca-
hubiera recibido un trancazo, m uy extendido en rien] pregtrant aval» (B A B L V III, 377): eviden
América (Cuervo, A p J , p. 423; Tiscorm a, Ai. 35 temente hay que leer «per e? tranc aval» = ’por
Fierro coment., s. v. ; D raghi, Cane. Cuyano, p. la escalera abajo’, con el artículo catalán arcaico
310): comp. campid. trankéri ’lascivo, cachondo’ procedente de i p s e (otro caso de eq. en el mismo
(BhZRPh. L V II, 60); cub. cara de tranca ’cara doc.: «que lis vallen d e f Tem ple»); cf. aquí
de pocos amigos, adusta’ (Ca., 65), como la del 594a43, 596a46ss. T anta antigüedad de ese vo­
que va arm ado con tran ca; en el Oeste argen­ 40 cablo arag.-ribag.-val.-mall. hace pensar si tranco
tino se dice alguna vez que u n canal sufrió una ’paso’ y ’escalón’ no tendrá un origen diferente
tranca por ’atascamiento’ (Los Andes, 13-' 'III- del de tranca o si nos puede revelar algo nuevo
1941), que está por atranca, postverbal de atran­ acerca del étimo prerrom ano de tranca; bien pue­
car.— 5 Con esto estaría de acuerdo el empleo de de que sea lo prim ero; pero más bien me inclino
tranc ’zancada’ en el valenciano Jaum e Roig (a. 45 a creer que se pasó ya en fecha tem prana desde
1460) : «fes un gran salt, / surt ab bell tranch, / ’barra’ a ’escalón’ (cambio frecuente vid. P E L ­
ix d ’aqueix fanch / hon jaus mullat, / de sanchs D A Ñ O y M O M P E R L Á N ), y desde ’escalón’ a
sullat» (v. 12079); de ahí tranc ’habilidad, maña’ ’paso que da el que baja escalones’ (de donde
( < ’buena m archa’) muy vivaz en Mallorca y ad­ luego ’paso largo o saltado’).— 12 S. Darío M al-
m itido por Fabra.— * Verdad es que una forma 50 donado, Tierra Nuestra, Caracas 1920, p. 502.—
masculina del vocablo parece encontrarse en un 13 E. Rivera, L a Vorágine, ed. Losada, p. 25.—
doc. de Toulouse de 1272 (Du C .): «faciatis fieri l'1 En la Ribera de Navarra existe la ac.’h
per magistros et carpentarios vestros fustas bo- a cada lado de la puerta, en el que entra la
nas .. de cor et de abiete... quod illas habeant tranca con que se cierra’ (Iribarren), pero en zonas
infra trancos et infra eschalmam entos... et quod 55 más septentrionales de esta región parece existir
trabeti de terra brachiata habeant suas paiellas un significado más parecido al argentir o : sale
infra trancos et infra escalmamentos». Palay cita ¿1 vocablo varias veces en las definiciones del
una «tranque: pied droit de barrière» en el Norte Dicc. y del Supl. de Azkue, p. ej. la del lab.
del G ers .— 5 Ya Nascentes, leyendo la Einf. de xakoxte; ahora bien Lhande define el sul.x
M -L . (§ 37), parece haber tenido la idea de rela- «• ti como «passage á échelle, sautier» y elprop
Azkue trae sakostia sul. «passage pratiqué par escribir Transcurrir, transcurso, V. correr
les gens dans une haie». Tránseat, transeúnte, V. ir Transferencia, trans-
ferible, transferidor, transferir, V. preferir
Trartcanil, V. trincar Trancar, trancazo, V. Transfigurable, transfiguración, transfigurar, V.
tranca Trance, V. tranzar Tranco, V. tran- S figura Transfijo, transfixión, V. hincar
ca Trancha, tranchea, tranchete, V. tranzar Transflor, transflorar, transflorear, V. flor Trans­
formable, transformación, transformador, transfor­
T R A N C H O , voz gallega de origen incierto. 1.a m amiento, transformante, transformar, transforma­
doc.: 1745, Sarm. CaG. 82r; Acad. 1817, n o 1780. tivo, transformismo, transformista, V. forma
Sarm. lo identifica con el espadín (que en A l (ni 10 Transfregar, V. trasegar Transfretano, transfre­
califica de portugués, citando los dos juntamente). tar, V. freo Tránsfuga, V. huir Transfundir,
E n las ed. académicas del S. X IX figura como transfusible, transfusión, transfusor, V. fundir
palabra gallega equivalente de alacha, localización Transgredir, transgresión, transgresor, V. agredir
que después se le ha quitado no sé con qué fun­ Transgreer, V. trasgo Transición, transido, V.
damento (falta en M edina Conde y en Carus). L a 15 ir Transigencia, transigente, transigir, V. exigir
última ed. lo define «pez muy parecido al sába­ Transir, transitable, transitar, transitivo, tránsito,
lo, con el lomo azulado, el vientre claro y el cuer­ transitoriedad, transitorio, V. ir Translación,
po grueso, que vive en el m ar y pasa a desovar translaticio, translativo, V. preferir Translimita­
en las rías». Según Valí, «pez del tam año del bo- ción, translimitar, V. límite Translinear, V. lí­
careu o xouba [’Clupea encrasicholus’] ; es abun- 20 nea Translucidez, translúcido, V. luz Trans­
dante y de buena comida»; en el Supl. lo iguala migración, transmigrar, V. emigrar Transmisi­
a códio, que en Santiago se aplica como apodo a ble, transmisión, transmisor, transmitir, V. m eter
los estudiantes de Filosofía; también Sarm. ex­ Transmontano, transmontar, transmonte, V . monte
plica que en Pontevedra llaman tronchos a los Transmudar, transmutable, - transmutación, trans­
estudiantes porque esos peces vienen por San 25 mutar, transmutativo, transmutatorio, V. mudar
Lucas (165r); además explica que es sabroso y Transparencia, transparentarse, transparente, V. pa­
más grande que la piarda, y que ésta se diferencia recer Transpirable, transpiración, transpirar, V.
más o menos del trancho y de la xouvina (208?); espirar Transponedor, transponer, V, poner
son piarda y xouba los nombres que da a la clu­ Transportación, transportador, transportamiento,
pea y encrasicholus. Fig. da trancho como tér- 30 transportar, transporte, V. portar Transposición,
mino propio de Viana do Castelo «sardina que a transpositivo, transpuesto, V. poner Transtermi-
rede partiu ou que ficou partida pelas m ás condi- nante, transterminar, V. término Transubstan-
góes do trasp o rte: a peixeira apregoava tronchos»; ciación, transubstancial, transubstandar, V. estar
pero esta definición me parece sospechosa de estar Transvasar, V. vaso Transverberación, V. ver­
influida por un prejuicio etim ológico: es im proba- 35 berar Transversal, transverso, V. verter
ble, en efecto, que el vocablo tenga que ver con el
fr. trancher ’cortar, partir’ por no existir este vo­ TR A N V ÍA , adaptación del ingl. trarmvay ’línea
cablo ni derivados en gallego-portugués, y no tener de carriles para tranvía’, compuesto de tram ’barra
este sentido el fr. tranche. Nada parecido en Carus de madera o de hierro’, ’carril, riel’, y w ay ’vía,
(II, 550ss.) entre los nombres mediterráneos de los 40 camino’; el sentido de ’coche o tren de tranvía’ lo
géneros clupea y engraulis. tom ó tramway en Francia, de donde se importó
¿Acaso de un * t r ü ( g ) a n t u l u s , dim. de t r ü c a n - el vocablo español. 1.a doc.: Acad. 1869.
t o s ? (vid. s. v. T R U C H A ); la - G - quizá debida a E n la primera ed. de la Acad. en que aparece el
influjo de t r u g a n t o s ’miserable’ (vid. s. v. T R U ­ vocablo lo hace como voz femenina, género que
H A N ); o tal vez se explique en céltico como va- 45 defendieron insistentemente los gramáticos, pero el
riante espontánea. uso se decidió por el masculino, ya aceptado por
la Acad. en 1884 (Cuervo, D isq. 1950, p. 347n.).
Tranfulla, V. trafalmejas Trangallo, V. tran­ E n Inglaterra el coche o tren de tranvía se llamó
ca Tranque, V. estancar Tranquear, tran­ tramway-car o tram-car, luego abreviado en tram;
quera, tranquero, tranquil, V. tranca Tranqui­ 50 en Francia y España se aplicó tramway, nombre
lar, tranquilidad, tranquilizador, tranquilizar, tran­ de la línea de tranvías, al tranvía mismo.
quilo, V. quedo Tranquilla, tranquillo, tranqui­ D e r i v . Tranviario. Tranviero.
llón, V. tranca Trans (se, ha prescindido de
algunos de los derivados con este prefijo cuando TR A N ZA R ’cortar, tronchar’ ant., anteriorm en-
nada notable presentan respecto del primitivo) 35 te ’destruir’, origen incierto; es probable que se
Transacción, V. exigir Transbisabuelo, trans­ relacione con el fr. ant. trenchier (hoy trancher),
bisnieto, V. talara- Transbordador, transborda.^ oc. y cat. trencar ’cortar’, que a su vez son de
transbordo, V. borde Transcendencia, trans­ origen oscuro, pero no pueden venir del lat. t r u n ­
cendental, transcendente, transcender, V. descen­ c a r e ; más probable es que procedan de u n cél­

der Transcribir, transcripción, transcri(p)to, V. *® tico *TRENCO ’yo corto, yo term ino’ (de cuya raíz
proceden el galés trengu ’m orir’, tranc ’fin’, ’m uer­ en varios trozos, unidos p o r enganches de resba­
te’, trw ch ’cortado, m utilado’, ’corte, incisión’, lón» en el S. X V I1; está también en un romance
bret. trouc’ha ’cortar’, irl. ant. trécud ’abandonar’, ariostesco publicado por M . Chevalier, Los temas
lit. tñnka ’tajo de cortar’); del oc. trencar (tam­ ariostescos en el romancero, p. 87, v. 175 «y un
bién trincar) se tom ó nuestro trincar ’partir, des­ 5 arnés todo trancado / con flores de plata fina»;
m enuzar’; en cuanto al cast. tranzar, podría ve­ un ej. encuentro todavía en el Alfarache del valen­
nir de una variante céltica * T R A N c ió , con el voca­ ciano M artí (1603), donde parece significar nueva­
lismo del galés tranc. 1.a doc.: S. X III, Fueros m ente ’destruir’2.
de Z urita, Teruel y Albarracín. Esto aparte, es verbo ajeno a los clásicos3, aunque
E n Juan Ruiz es más bien ’destruir’ que ’tron­ ie pudo dejar alguna huella regional hasta la actuali­
char’ : «abrid vuestras orejas; el coraçon se lan- dad4; pero quedó lleno de vida el sustantivo post­
çe / en amor de Dios lynpio; loco amor non le verbal trance, que a m enudo se aplica al momento
trançe» (904d), «que Dios, por quien lo fazemos, de la m uerte, como en la Dan$a de 1400, así en el
nos dará buenandança; / con tal loriga vençemos Quijote («hasta el últim o trance de mi vida» I,
la cobdiçia que nos trança» (1587c); tam bién en la 15 xxxvi, 189), o en el ej. de Saavedra Fajardo ci­
Dança de la M uerte de h. 1400 : «el coraçon se tado por A ut. («casi las mismas palabras dixo el
me quebra con grandes gemidos : / adiós, mis Rey D on Fernando el Santo en el mismo tran­
basallos, que m uerte m e trança» (144). Pero el ce»), etc., pero que tam bién se extiende a cual­
sentido de ’cortar’ está claro en otros textos bas­ quier momento decisivo y peligroso: «trance de
tante antiguos, tal como lo define N ebr. : utran- 20 armas: singulare certamen» N ebr. (s. v. trance y
çar: seco»; así en A ntón de M ontoro (med. liza), duro trance ’el parto’ en el poeta Garcilaso
S. X V ): «mas como las vidas tengamos presta­ (Fcha.), «riepto, trance o gaje de batalla» en D ie­
das / a tiempo en la nota del más alto cielo, / así go de Valera (cita de A. Castro, Glos., 168), «lle­
como quiso prender algund vuelo, / más presto gó una noche / a esta casa, huyendo el tranze /
se vido las alas tranzadas» (Canc., p. 315), o en 25 de una tem pestad terrible» Vélez de Guevara (El
invent. arag. de 1402 : «dos tovallones en peça e R ey en su Im ag., v. 2850), y los innumerables
dos trançados de lino» (B R A E II I, 359), donde trances que aparecen en el Quijote («el m ayor que
las servilletas ya cortadas se oponen a las que to­ se puede hallar en todos los trances de la guerra»,
davía están en la pieza; la misma ac. supone el «porque huvo assaz de pedradas en aquel trance»,
sustantivo tranço ’pedazo cortado de u n objeto’, 30 etc.). Ya Baist (ZRPh. IX , 147), A. Castro y Spit-
que está en el C uento de Otas de princ. S. X IV : zer (M L N L U I, 126) indicaron este origen de
«estava armado, et tem a el tranço de su lança en trance rechazando con razón la etimología t r a n -
la mano, et mucho era buen cavallero» (ed. Ríos, s í t u s o como derivado de transir, por las insupe­
415, lín. 31, donde traduce la frase del original rables dificultades fonéticas5, si suponemos que es
«et tenoit en sa m ain d ’une lance u n tronson», 35 palabra castiza, o por la diferencia semántica, si
ed. Wallenskjôld, v. 1836). L a ç era sorda, como admitiéramos con M -L . (R E W 8855) que se tomó
prueba la grafía de N ebr., APal. y G . de Segovia del fr. transe: el parecido con este vocablo es sólo
(p. 90). Todavía se encuentra bastante en la se­ parcial y se debe seguramente a una coincidencia6.
gunda mitad del S. X V ; en F ernán Pérez de G uz- Por lo demás, la prim era aparición de tranzar
m án es ’quebrantar’ : «yo fablo de fuertes actos / 40 es anterior a Juan Ruiz, pero en los fueros del
/ e limpios, de limpios tractos; / de vil avari­ S. X III el vocablo aparece en una ac. derivada,
cia intactos, / sin fiction e sin vengança, / con la que a menudo es ’adjudicar legalmente a u n nue­
fe, que nunca trança / conveniencias e pactos» vo posesor’ : «si fasta nueve días aquellos pen-
(N B A E X IX , 599b); en APal. ’cortar con los dien­ nyos de mano del querelloso non serán rem edi­
tes’ : tnejrendes... son los niños m ientra no pue­ 45 dos [’redimidos’], sean trancados, asín como si del
den trançar por mengua de dientes», to p izi se di- debdor fuesen vendidos et del querelloso conpra­
zen los que trançan las palabras pronunciándolas dos» Fuero de T eruel, § 236.3, «si aquella pen­
arrebatadam ente, quasi que m e n u z a n la pro­ dra fasta 9 días non fuere quita, sea trancada, assí
nunciación» (299b, 327d). En la Edad de O ro ya como si fuese déste conprada et del otro vendida»
estaba anticuado este verbo, que falta en los prin­ 50 Fuero de Z urita (p. 216), y otras veces vale más
cipales autores y diccionarios de la época y fué estrechamente ’ejecutar aprem io judicial contra los
olvidado completamente por A ut., pero todavía lo bienes de un deudor, para pagar con ellos al acree­
encontramos en algún autor provincial o arcaico, dor’ : «nunquam radix [’bien inm ueble’] aliqua de-
sobre todo en el S. X V I : está en el L ibro de la bet trangari vel etiam fenerari» en el Fuero latino
Cámara Real de Fz. de Oviedo (Fcha.), todavía 55 de Albarracín (R F E X X , p. 283) v frecuente en el
es frecuente en el predicador zamorano Antonio Fuero de T e ru e l; ambas acs. son todavía frecuen­
Álvarez, h. 1590 («ya el segur o destral está pues­ tes en la m odernizada S u m a de Fueros aragoneses
to a la raíz del árbol para tranzarle por ella», y de 1531, vid. G orosch, Fuero de Teruel, p. 640,
otros varios ejs. en Cej., Voc.), Leguina cita tran­ y a ellas corresponden trance, tranza y trangamien-
zadas «piezas del arnés cortadas horizontalmente M to como sustantivos abstractos, todavía registrados
como aragonesismos en A ut. y en Acad. Si pen­ pueblos del Segre medio he registrado trenca o
samos que con el mismo sentido se emplea rema­ trencada para ’linde o línea divisoria entre fincas
tar y se empleó amortiguar o m ortiguar (Fuero 0 municipios’ (Collfred, Agramunt, etc.); con el
de T eruel, § 563.2), comprenderemos que el p u n ­ sentido de ’perforar, penetrar’ ya está en Eiximenis
to de partida semántico aquí es el mismo que en 5 (Dones, cap. 336, 340: I 230ra, y B ; A 232ra e
el trangar de la D anfa de la M uerte; o si se pre­ 1 233ra).
fiere, puede tomarse como base la idea de ’zanjar’, Suelen citarse como herm anos de estas funda­
propiamente ’cortar” ; d e ' todos modos es evi­ mentales palabras galorromances y catalana el cast.
dente que estamos ante una aplicación especial de y el port. trincar; pero aquí ya no estamos, como
la palabra que nos interesa. 10 allá, ante una palabra vieja y esencial del idioma,
E n cuanto a la etimología d e tranfar ’cortar’, sino ante un verbo tardío, de sentido especial y
’destruir’, no puedo aceptar la opinión de Spitzer algo afectivo, desde luego empleado con m uy es­
(I. c.), de que estamos ante una variante de tra­ casa frecuencia. E n castellano no conozco ej. me­
gar (A T A R A Z A R ) procedente de * t r a c t i a r e : por dieval alguno, a pesar de haberlo buscado con
una parte el significado de nuestro vocablo en los 15 diligencia, pero además falta en APal., N ebr.,
autores más arcaicos, desde Juan Ruiz hasta la PAlc., C. de las Casas, Percivale y aun O udin y
Danga de la M uerte, apunta en una dirección se­ M insheu; por prim era vez aparece en C o v arr.:
mántica m uy diferente, y sobre todo suponer que «trincapiñones, comúnm ente se toma por el mo?o
tragar se cambiara en trangar por influjo de langar liviano y de poco assiento, y aludiendo a los m u­
o de trenga, no es congruente p o r el sentido; por 20 chachos, que en los lugares donde ay pinos alva-
lo que hace a trincar, que sí tiene analogía se­ res se ocupan en sacar los piñones, y trincarlos,
mántica, es extranjerismo mucho más moderno, conviene a saber partirlos y m ondarlos»; A ut. se
según veremos, y de escasísima vitalidad. L a idea limita a reproducir la noticia de Covarr. y trinca­
de Castro y de otros de relacionar con el fr. tran- piñones ’hom bre de poco juicio’ ya está en C.
cher y sus afines es más convincente, pero Castro 25 de Castillejo, primera mitad del S. X V I (Fcha.),
retrocede ante las dificultades fonéticas. y en Baltasar del Alcázar (ed. Rdz. M arín, p. 292).
Esto nos lleva a estudiar el origen de la familia No tengo por lo demás otras noticias del uso del
de trancher y sus sinónimos oc. y cat. trencar ’cor­ verbo trincar en cast., de suerte que parece tra­
tar’, ’quebrar”. En los tres idiomas es voz antiquí­ tarse de una palabra de uso ocasional, conocida
sima y básica, que en francés es de uso general 30 única o principalmente en relación con el com­
desde el S. X I : en los textos m ás antiguos pare­ puesto afectivo trincapiñones. Algo más vivaz pa­
ce tener en constantem ente, al menos es así en la rece ser en portugués, a juzgar por las explicacio­
Chanson de Roland (donde sale docenas de veces, nes de Bluteau (1715): atrincar: cortar limpo ou
V. el glosario de Bédier), y ésta es tam bién la gra­ cortar com o dente, dando um certo estalo ou
fía de los demás textos arcaicos que conozco (Vo- 35 soído, como quando se come cousa dura, seca ou
y age de Charlemagne, Coronement Loo'is, en God. torrada; intr. trinca isto debayxo do dente, ’hoc
X, 798); así, pues, coincide plenam ente con el sub dente crepat’ ou ’crepitat’; trincar as amarras
trencar catalán y occitano. E n estos idiomas no ’funes náuticos’ ou ’rudentes scindere’ ou ’secare’
es menos antiguo: en ambos podemos documen­ [con ej. de Brito Freire, a. 1657]; de quem nos
tarlo desde el S. X II, pues es frecuente en trova­ 40 tem feito hüa trapaza que nos deyxou como pas­
dores de este siglo com o Bertrán de Born, y ya mados, costumamos dizer trincou-m e a sedela, to­
se lee en un doc. de U rgel de mediados de la mis­ mando a metáfora do peyxe, que trincando com
ma cen tu ria: «per les sues oradures, e per Jes sues o dente a sedela, escapa e deyxa o pescador em
folees, e per lo feit seu quez el faie, fo la casa de branco». A pesar de todo, una búsqueda paciente
Sen Pere trencada e robada e cremada» (Pere Pu­ 45 no m e ha proporcionado ejs. anteriores al Palmei-
jol, Docs. en vulgar deis S S . X I, X I I i X I I I , p. rim de 1544 (vid. Moraes), y como se ve se trata
13). Es de notar que aquí el sentido es ’quebran­ de acs. especiales y no de u n verbo básico y esen­
tar’ o más bien ’destruir’, como en castellano m e­ cial como en galorromance. En gallego es menos
dieval, y como es frecuente en textos arcaicos ca­ vivaz, si bien Sarm. alcanzó a recoger la frase
talanes, occitanos y franceses: «lo castell de fus­ 50 «rilla ese osso, trinca ese cortezo de pan» (CaG.
ta... vim q u e -1 nos trencarien tot si y romasés», 2111»), dato aislado (quizá se empleó en Ponteve­
Crónica de Jaime I, 210; «qui comet furt o ho-, dra) pero ya no lo acogen los diccs. (V. el náutico
micidi, o trenqua hostals o forssa fennas... deu T R IN C A R , pero éste nada tiene que ver aquí);
esser punit de pena corporal» Costum bres de Foix, en portugués, retrincar parece sin relación con
y otros que pueden verse en Ag., Levy y God. 55 nuestro verbo, de cuyo sentido discrepa totalm ente;
En catalán el sentido hoy es más bien ’rom per’ en cambio aquí pondremos el gall. retrincos ’reta-
(s’ha trencat el cardó, trencar un plat), pero dia­ litos de paños que salen al cortar ropa’ (Valí.):
lectalmente se halla el matiz de ’cortar, rebanar’ : empleólo a menudo Castelao: «un retrinco de
en Tudela de Segre he oído trencar pa para ’cor­ papel», «retrincos esquecidos do meu pensamento»,
tarlo en rebanadas’, aran, trinca pan, y en varios <0 «un bó retrinco de tempo» y como título de su
tomito de narraciones Retrincos en 1934 (191.8, me inclino a creer que tiene razón al sospechar
191.6, 191.4, 161.6, 11.9, 304). un origen céltico, tanto más cuanto que céltico es
Este examen comparado prueba claramente y sin el origen de los sinónimos fr. briser y bruisier. El
lugar a dudas que estamos ante una palabra presta­ sentido primitivo de esta raíz céltica puede ser el
da p or el catalán o la lengua de Oc, exactamen­ 5 conservado en el galés ant. trw ch «fractus, man-
te como trinchar se tom ó del fr. ant. trenchier: cus, mutilus» y «scissura, incisio, incile», y en el
adviértase que éste arraigó tam o o más pronto, bret. trouc’ha «trancher, couper», que según Wal-
pues A u t. ya da ejs. de fines del S. X VI, ^trin­ de-P. (I, 758) vendrían de t r o n k - s o - ; fonética­
char: trencher devant le Prince, servir d ’escuyer m ente nos acercamos más a las formas romances
trenchant» está ya en O udin, y trinchante figura 10 con el galés trengu «to end, to expire», galés med.
en C. de las Casas, Percivale, Covarr., etc.; la i trengid ’se desvanece, perece’, galés tranc m. «ces-
de trincar no debe tomarse como prueba de in ­ sation, end, death», irl. ant. y med. tréicim .’yo
dependencia de la voz cast.-port., n i menos como abandono, yo cedo’, pues todas stas formas pue­
indicio valioso para ¡a etimología de toda la fami­ den corresponder a una base paleocéltica t r ^j k - ,
lia (como parece medio dispuesto a hacerlo M -L ., 15 las unas en forma indudable, las otras tam bién po­
R E W 8953), pues esta forma ya se encuentra co­ drían venir de t r e n k - 10; a esto interesa mucho
mo variante en lengua de Oc, desde la Edad M e­ agregar el célt. continental trincus, trinquos ’gla­
dia en textos del Rouergue y del T arn , en los diador’ documentado en una inscripción de S ar­
Gesta Caroli y en el Arbre de Balalhas, y hoy des —luego sería gálata— y en una de Sevilla,
continúa siendo viva en varios dialectos del Sud­ 20 luego hispanocéltico, quizá de una raíz amplificada
oeste: Lavedán trinca «scier avec la trinco», trin­ (-ko-) desde la del ky. trin ’combate", ’trabajo pe­
co «grande scie de main» (Palay), Arán trinca, noso’ (< * s t r é n á , tal vez pariente del lat. stre-
T arn-et-G aronne, Rouergue trinco «houe» (V K R nuus, del gr. ’agudo, duro, forzudo’, etc.
VI, 103; Vayssier); se trata de una tendencia fo­ IE W 1022) como observa W hatm ough Dial, of
nética propia de esta zona, donde p. ej. arrancar, 25 Anc. Gaul, p. 172 (con cita de Piganiol, Rev. d.
cat. arrencar, se convierte en arrincá; alguna vez Ét. Anc. 1920, 283-290). Para el léxico céltico del
penetró tam bién la forma catalana en e: «libri D e- gladiador, V. ahora el D ECat. s. v. batre.
cretalium, de enprenta, en paper, con la una cu­ Como se trata de la misma raíz ieur. que ha dado
bierta trenquada» en inventario zaragozano de el lat. truncare, el germ. thringan, thrihan ’apretar,
1497 (B R A E II, 95). En conclusión, para la etim o­ 30 em pujar’, y los lit. triñkti ’golpear violentamente’ y
logía del galorromance y catalán trencar (trenchier) trinka ’tajo (de cortar carne, etc.)’, se ve claro que
podemos prescindir del port. y cast. trincar, como de la idea general de ’golpear’ se pasó a ’cortar’,
advenedizos galorrománicos, quizá tomados por el luego ’term inar’, y finalmente ’abandonar’, y no
lenguaje náutico (trincar as amarras en port.)’. puede dudarse de que esta raíz existió en alguna
Comp. R E S T IN G A . 35 forma en el antiguo céltico continental; a juzgar
El problema etimológico es tan oscuro que Diez por las formas del celta insular tenemos asegurada
(W b., 328) empezaba proclamando que es de aque­ una base radical t r N k - , que en el celta continental
llos «en que sólo es posible negar», y desde luego había de convertirse en t r a n k - : de aquí podía salir
negaba resueltamente la etimología tradicional u n hispano-céltico * t r a n c i a r e ’cortar’, ’destruir’
t r ü n c a r e ’truncar, m utilar’, por evidentes razones 40 que explicaría inm ediatamente el cast. ant. tran­

fonéticas; por un caso raro fueron aquí los autores car; las formas del galorromance y del catalán pos­
del D G én. los que desconocieron la fuerza de la tulan una base * t r e n c a r e " , con el tratam iento
fonética admitiendo que el latín vulgar habría cam­ en de la t í vocálica que está bien probado en
biado t r u n c a r e en un * T r ! n c a r e por alguna ra­ otras hablas célticas continentales12; por lo demás
zón misteriosa; desde entonces los dicc. etimoló­ 45 también cabría adm itir una variante apofónica e n
gicos no se han atrevido a rom per completamente de grado pleno, según corresponde al germ. thrin­
con t r u n c a r e : Gamillscheg admite vagamente un gan: como es sabido, se trata de una alternancia
cruce con alguna palabra desconocida; M -L . vocálica que se da a cada paso en celta como en
(R E W 8953) y Bloch 1 y 2 se limitan a m ostrar su todas las lenguas indoeuropeas13.
escepticismo ante la etimología t r u n c a r e sin sus­ 50 ' D eriv. Trance, tranza, tranzado, V . arriba.
tituirla por nada, y agregan que un cruce con t r í - Tranzón ’cada una de las partes cultivadas en que
n u s ’triple’ o la invención de u n inverosímil * t r i - se divide u n pago de tierras’ [Acad. ya 1817].
n ic a r e tampoco servirían de nada, puesto que Trincar, trinchar, V. arrib a; trincha [Acad. 1884,
trenchier postula E y n o i . Como t r u n c a r e tampo­ no 1843]: porque ciñe y como que parte en dos
co significa lo que trancher, ya sería hora de meter 55 el cuerpo; trinchador; trinchante [1570, C. de las
en el desván esta etimología menagiana. Si se quie­ Casas]; trinche; trinchea [h. 1570, A. de Morales,
re limitémonos a decir que se desconoce el origen. Argote de M olina, en A ut.; Quijote, Fcha.], ant.,
M i ex-alumno el celtista R. A. Clark me del fr. tranchée i d . : más tarde cambiado en trin­
llama la atención hacia el parecido de trancar y chera, que ya está en O udin (y según A ut. en
del fr. trancher con la familia del galés tranc, y 60 la Pícara Justina), comp. romero de k o .m a e u s ;
trincherón; atrincherar, atrincheramiento. Trincheo (a)ltranga. (Véanse ejs. de altrecuydat y altrecuyda-
[princ. S. X V II, Paravicino, en A ut.], después m ent en el dicc. Alcover (como siempre, -e±. es
trinchero [Aut.]. Trinchete [med. S. X V I, Lope sólo mala grafía de -a-); hoy se dice a altra
de Rueda, Fcha.], tam bién tranchete (Aut.). Tran­ hora ’a deshora, a altas horas de la noche’ < a
cha [Acad. S. X IX ], del fr. tranche. Trenque 5 oltra hora; también ibicenco «altranse: de todo uso»
mure, y arag., del cat. trenc ’corte’, ’chirlo’, ’acto (Pz. Cabrero); y dada la confusión de -a con -e
de cortar’. en catalán central, un castellano tendía a analizarlo
1 P. 837 ; en la pág. IOS da otros ejs. : el sen­ en al trance. Creo que a esto se refiere aldranfe,
tido no es bien claro. Comp. en O udin itrança- como nombre de una especie de juego de armas,
do, arnés: un harnois qui est à l’espreuve de com­ 10 en el lexicógrafo anónimo de med. S. XV, publ.
bat».— ' «Al fin los ociosos y ocupados luego se p. H uarte, R F E XXXV, 338.— 1 Si el transar
m eten en materia de estado, y lo que debría ha­ americano para ’transigir’ o ’partir la diferencia’,
cer su M agestad, y le encaminar, y tranzan sus en un pleito, querella, disputa, es el transar foral
armadas, no dejan hilo enjuto de sus conseje­ y aragonés, o se sacó m odernamente de tr a n s a c ­
ros...», Rivad. II I, 407.— 3 N o debe confundirse 15 ción, como se viene diciendo desde Cuervo y
con tranzar ’trenzar, hacer trenzas’, que es alte­ antes, es difícil decirlo, y puede dejarse para
ración de trenzar, por confusión puram ente fo­ otra ocasión.— ! U n * t r i n I c a r e ’partir en tres’
nética con nuestro vocablo, explicable porque (G dD D 6853) es imposible fonéticamente para el
trenza y trenzar debieron entrar como extranje­ fr. trancher y cat. trencar, pero también lo es
rismos desde el Sur de Francia. V. T R E N Z A .— 20 para el cast. trincar (habría dado *tringar).—
* El postverbal trança ’carcoma de la m adera’ 9 En cuanto a trincar ’beber’ [Academia 1884, no
•'APal. 521b) es vivo hasta hoy en É cija: «el 1843; ejemplo de Bretón de los Herreros en
gusano de la leña del olivo ferm entada al secar­ Pagés] es voz familiar de otro origen, tomada del
se, que la carcome poniéndola así» (Cej.) ; la alem. trinken. En cat. —quizá también alguna
trança en la harina en Vanegas, Diferencias, T o ­ 25 vez en cast.— ha tomado, gracias a su valor
ledo 1544 (Rdz. M arín, 2500 Voces). Aquí nues­ onomatopéyico, el valor de ’brindar, chocando
tro vocablo se roza con trazar t r a c t i a r e (vid. los vasos’. De ahi trinquis ’trago ’.— 10 Vid. Pe-
A T A R A Z A R ), de donde el port, traça ’polilla’; dersen, Vgl. G ramm., § 851; Strachan, Bezz.
tam bién trance ’líneamento en p intura’ (APal. Beiträge XX, 30; V. Henry, s. v.; Walde, Lat.
248b), trançar ’delinear’ (APal. 287b), son alte­ 30 Et. W b., s. v. truncus; W alde-P., I. c.; Pok.,
raciones de traçar por contaminación de nuestro IE W , 1093. A las formas, principalmente balto-
vocablo. Pero todo esto es más raro y debemos eslavas, célticas y latinas ahí citadas, parece que
dejarlo aparte. Hoy el vocablo puede sobrevivir, haya que agregar todavía el tocario occid. tranko
cruzado con otros, en el extremeño trinsar «fa­ ’pecado’ (W. K rause, Tocharisch, p. 20) y acaso
tigar, quebrantar las fuerzas a uno» (B R A E IV, 35 también el toe. or. tränk-, trenk- ’hablar, decir’
106), Cespedosa mastronzar ’quebrantar, magu­ (aunque Pok. pone éste en 256.8), lo cual inte­
llar, macerar’ (R F E XV, 261).— 3 Además de la resa, porque junto con las acs. célticas ’fin, m uer­
pérdida de la terminación - t u s , hay la ç anóma­ te, abandono’, parece indicar un sentido más am­
la e injustificable; no es verdad que S pase a ç plio, que cubriría mejor las varias acs. de la
tras n (comp. pensar, etc.), y así no es oportuno 40 raíz romance. L a extensión romance del vocablo
equiparar los casos de trance y de San Çalvador, (con vida vigorosa en el N orte de Francia) se
en çerviçio y ençerrar, como hacen F ord (Oíd adapta algo mejor al supuesto de un celtismo
Sp. Sibilants, 68-69, 72, 73) y Espinosa (Are. que al de una voz sorotáptica; la indoeuropea ad­
D ia l, 14); es evidente que cada uno tiene su mitiría ambas posibilidades. Las formas básicas
explicación diferente : çerviçio como cedazo o ce­ 45 indicadas por Stokes-Bezz. 136, no son exactas,
cina, o cerveza, es un caso de dilación o asimi­ como observa Pedersen. Para el tratam iento de
lación a distancia; San Çalvador está por Sant n k en irlandés, Pedersen I, 151; para la meta-
Salvador, y la Ç resulta de la -t más la S -; fonía a-i > e-i en galés, ibid. I, 372-3; para
cerrar (y con él encerrar) nada tiene que ver nk /> ng, ibid. I, 126.— 11 La calidad de la e
con todo esto.— “ A lo sumo puede concederse 50 no puede deducirse del francés, del occitano ni
la posibilidad, y aun la probabilidad, de que del catalán occidental. E n catalán oriental hoy se
el cast. castizo trance recibiera alguna adición pronuncia trenca en el presente, que corresponde­
semántica de origen francés ; quizá por parte ría a una E y no a una pero ignoramos la an­
del fr. transe, quizá todavía más por parte de tigüedad de esta pronunciación, que tratándose
outrance, con el cual coincide en la frase a 55 de una forma verbal pudo innovarse en cual­
todo trance. Pero el núcleo primitivo del vocabio quier época. Pero V. S E R N A .— 12 Este doble tra­
es español. Creo que efectivamente trance de tam iento quedó comprobado en forma indudable
batalla y batalla a todo trance vienen más que por L. W eisberger, D ie Sprache der Festlandkel­
del fr. à outrance, de su herm ano el cat. ant. len, 185-6.— 13 U na forma *TRENCIA RE intermedia
a oltrança, que vulgarmente se pronunciaba a 60 entre la galorromance y la española debió de exis-
tir en el Sudoeste de Francia en vista del postver­ lat. TR A PÉTU S, empleado como nombre del mo­
bal gasc. (Lespy; Palay; ya en doc. girondino lino de aceite por Catón, Virgilio y Plinio; no es
de 1259, Arch. du D épt. de la Gironde II I, 272; rara la variante t r a p é t u m , que aparece en Colu-
en otro landés de 1474, M illardet, Rec. d'Anc. mela, U lpiano, inscripciones y en San Isidoro
Textes, glos. ; otro anterior en Luchaire, Recueil, 5 (itrapetum : mola olivarum», E tym . X X, xiv, 12);
glos., con la lección errónea treus; tam bién en tam bién se halla otra forma, en plural, trapétes en
una escritura de 1562 y en otra de 1408, escri­ Varrón y C ató n ; M arcial (V II, 28.3) alude a las
tas al Este de Burdeos, R om . L X V III, 153, 155). prensas de vino (trapetis) de la vieja Tartéside.
Fuera de España no se ha conservado más que
Tranzadera, tranzado, tranzar ’trenzar’, V. tren­ 10 en Italia, donde trappitu es vivo especialmente en
za Tranzón, V. tranzar Trapa, V. trampa el Sur, como nom bre del molino á - azúcar en Si­
Trapacear, trapacería, trapacero, trapacete, trapa­ cilia (según D u C., quien ya cita ej. medieval de
cista, V. trapaza Trapajo, trapajoso, V. trapo la forma trappitum ), para el «frantoio di olive»
Trápala, trapalear, trapaleta, trapalón, trápana, tra­ en Calabria (Rohlfs); tam bién Pulla trappitu, N á-
patiesta, trapaza, trapazar, V. trampa Trape, 15 poles, Alatri trappitf (R E W 8862). L a i de estas
trapear, V. trapo Trapecial, trapecio, V. cuatro formas es correspondencia regular de la i latina,
Trapería, trapero, V. trapo Trapezoidal, trape­ que en Sicilia, Pulla y Calabria se convierte en i
zoide, V. cuatro en cualquier posición, y en la zona de NápoJes
ocurre lo mismo a condición de que siga una -u
T R A PIC H E , alteración mozárabe del lat. TRA- 20 final (M -L ., R . G. I, § 81). M ás al N orte se en­
p é t u s ’molino de aceite’, voz de origen griego. 1.a cuentra una forma trappeto, n o sólo en el sentido
doc.: 1535, Fz. de Oviedo, H ist. de Indias I I I , 11; de ’prensa’, sino tam bién en el de ’lagar’ (A IS ,
IV, 8 ; X , 2. mapa 1349; Jaberg, V Rom . IV, 138, y bibliogra­
Ahí significa ’molino de aceite’, igual que en el fía allí citada).
ej. de M ariana citado por A ut., y en éste de las 25 E n cuanto al castellano, son más sorprendentes
Geórgicas de Juan de Guzmárt (1587): «después el cambio de e en i y sobre todo la term ina­
viene el invierno y él comienza / a moler su acey- ción -che. El vocablo latino parece ser adapta­
tuna en sus trapiches'» (cita de Cabrera, quien ob­ ción de u n gr. dial. (¿M agna G recia?) *Tpá~'r-
serva que sólo se encuentra así en la Historia de rp ov, nom bre de instrum ento derivado de r p i - e r j
Gomara). Los dicc. clásicos sólo atienden al tra­ 30 ’pisar la uva’, disimilado en *Tpánr,Tov (vid. Nie-
piche de azúcar: «la façon de faire le sucre, aus­ derm ann, V Rom . V, 187-8); luego podría sospe­
si le lieu où on le fait, et l’engin avec lequel on charse que la t) griega pasara al latín vulgar con­
le fait» Oudin, «el ingenio del açùcar» Covarr., «el vertida en i, de acuerdo con la pronunciación del
ingenio pequeño donde se fabrica el azúcar» A ut., griego tardío. Pero como no se encuentra una for­
que cita el ej. de Góngora «a enjaular flores con­ 35 m a *trapitum en los numerosos testimonios que
vidan / las damas del zacatín, / en cañas quantas traen las glosas latinas (C G L V II) ni en otras
refinan / los trapiches de M otril». Con este valor fuentes, es más probable que debamos cargar este
tiene gran extensión en A m érica: en C uba (Pi- cambio fonético en la cuenta del dialecto mozá­
chardo, Suárez), América C entral (Fz. Ferraz, rn r - rabe, que en efecto cambiaba muchas veces la ? en
berena), Colombia (Cuervo, A p .\ p. 434), Vene­ 40 i, vid. RPhCal. I, 89n.23. L a ch es tam bién típi­
zuela1, Perú (citas en Arona, s. v. esclavatura, y camente mozárabe, y no es de extrañar que u n
Zorobabel Rodríguez), Bolivia (C. Bayo), Paraguay nom bre del molino de azúcar o de aceitunas pro­
(grabado en M orínigo, Hispanismos en el Guara­ cediera del S u r de España, que es donde estos
ní, p. 207), el L itoral argentino (Segovia) y T u - cultivos prosperan (recuérdense los trapiches de
cumán (grabado en L a Nación, 9-V II-1940). E n 45 M otril cantados por Góngora). De cualquier mane­
Chile ÿ en Cuyo se trata de una especie de moli­ ra la ch no es clara; para que lo fuera deberíamos
nos para pulverizar metales2. partir de una forma * t r a p e t í u m ( o * t r a p é t é u m ) ,
En portugués trapiche parece ser palabra tomada y aunque tal forma no está documentada, bien p u ­
del castellano, pues varios autores citados p o r M o- do existir, sea que se trate de un diminutivo grie­
raes coinciden en considerarlo vocablo brasileño, 50 go en -iov, o de una antigua forma adjetiva latina.
y así lo dice ya Bluteau (1715): «para os engenhos Que existiera ese gr. rpa^r¡rwy puede darse por
de açùcar no Brasil, he a casa em que se recolhem asegurado, pues tales diminutivos se formaban a
as caixas de açùcar, e he almázem de outros tra­ cada paso con todas las palabras y en todas las
tos»; acerca del trapiche brasileño V. más infor­ variedades de griego; y de que se trasmitió a
mación en Teschauer y en R aym undo Moraes, 55 Occidente tenemos además otro testimonio indi­
Diccionário de cousas da Amazonia, s. v. No en­ recto: la población renana de T rüpt (o D rüpt)
contrándose el vocablo en Portugal ni en Galicia, entre Dusseldorf y D uisburg («kreis» M órs) figura
parece seguro que debió de tomarse del castellano. como Trepitia ya en el Geógrafo de Ravena h. el
El origen de trapiche es claro en conjunto, aun­ a. 700 (cita de W eisgerber, Rhenania Germ.-Cel-
que no en los pormenores fonéticos. Se trata del 60 tica, 343, 345; Holder II, 1911); aunque hasta
ahora sólo se han indicado para ella forzadas eti­ dental y Menorca (donde se dice calcigar) y al
mologías latinas o célticas, estando T rü p t a la Rosellón y Vallespir (donde ’pisar la uva’ se dice
salida de la cuenca del Ruhr, creo se puede dar pilsar: A L F , Suppl., s. v. fouler), de suerte que
por seguro que se trata del nombre del molino todas las señales son de que trepitjar es un moza­
de metales (cf. nota 2 ), puesto ahí en el plural 5 rabismo (con § < £ por arabización) extendido
neutro zpazr^iv. Los celtas —pronto algo heleni- desde Valencia y Baleares a parte del Principado.
zados como se ve por sus frecuentes inscripciones D e r i v . Trapichero. Trapichear ’ingeniarse, bus­
célticas en alfabeto griego ■por allí encontradas— car trazas no siempre lícitas para el logro de al­
que habitaban aquello en el s:glo de Augusto, y gún objeto’ [Acad. 1884, no 1843; ejs. de Juan
que gracias a su metalurgia del hierro habían con­ 10 Valera y Ant. de Valbuena en Pagés; en la Arg.
quistado en ciertos momentos Roma, Grecia y «ingeniarse los medios para ganarse la vida, ha­
Asia M enor, no es de creer que no erigieran fra­ ciendo operaciones comerciales de m uy poco va­
guas en la zona que produce más hierro y carbón lor o que proporcionan pequeñas ganancias», G ar­
en todo el m undo3. zón] ; trapichar ’comerciar en pequeño’ cub. (Pi-
De todos modos hay que advertir que la term i­ 15 chardo); trapicheo ’acción y ejercicio de trapi­
nación -ich era predilecta del m ozárabe; no sólo chear’ [Acad.; ’amaño, embuste, treta’ salm., La-
la encontramos como continuación de -icruM o mano] : la explicación semántica de estos deri­
- i t i u m , lo cual es regular según la fonética gene­ vados no es bien clara, quizá p o r el trabajo peno­
ral de este dialecto (panich ’panizo’, canních ’ca-- so de los que trabajan en trapiches, o bien hubo
ñizo’, carrích ’carrizo’, chirich ’coscoja’ c e r r - i c i u s , 20 influjo semántico de trapacear5.
cortíche ’alcornoque’ c o r t i c e m , todos en Sim onet; D e la misma raíz que el gr. rpameív (de don­
ío n titx , Castellitx, Calderitx, Felanitx, N ovellitx, de t r a p e t u s ) , procede el lat. trepidus ’inquieto,
Pastoritx, Tortitx en M allorca; Casteliche en M u r­ trepidante’, trepidare ’agitarse, tem blar’, del cual
cia), sino también en otros casos donde su expli­ se tom ó el cast. trepidar [Acad. 1925, no 1843, ej.
cación etimológico-fonética presenta un verdadero 25 de Pérez Galdós en Pagés]; m ás antiguos son los
problem a : m ampích ’rodilla de lienzo’ ( ¿ m a p - derivados trepidación [1617, Suárez de Figueroa,
I’E l l a ? ) , cannuticho ’injerto de cañutillo’, carrích Aut.] y trepidante [Acad. ya 1817]; trépido es la­
’especie de carro’ (¿ == carr-illo?), izquirfích o tinismo raro, ya empleado por L o p e; intrépido
iskilfcg ’escofina’ ( ¿ s c a l p e l l u m ? ) , en todos los [1584, Rufo (C. C. Sm ith, BHisp. L X I); Quijote],
cuales parece corresponder a -E L L U M ; (altich ’ins­ 30 intrepidez.
trum ento músico’ ( p s a l t e r i u m ) , y el nom bre ibi- 1 G rabado del trapiche venezolano en Rev. N a­
cenco Macabitx y cartagenero Macabiche (G. So- cional de Cultura, n.° 34 (1942), p. 177.— 1 «El
riano, p. xxxvii) parecen corresponder a M a c c h a - método de que allí se valen para separar la plata
EK U S (varios de los nombres mallorquines en -itx, de los cuerpos heterogéneos, es el siguiente: se
-atx, -utx, no son tampoco claros). Sea lo que 35 reduce el metal a un polvo finísimo en un moli-
fuere de los detalles de esta cuestión, parece seguro _no llamado trapiche, como el del oro, aunque es
que en mozárabe -ich se introdujo en casos adon- un poco diferente en la construcción» C om pen­
d,e no correspondía fonéticamente, y así bien pue­ dio de la Hist. Geogr. Nat. y Civil del Reino de
de ser que trapiche proceda del propio TRAPÉTUS Chile (cita de D raghi, Fuente Amer. de la Hist.
y no de un derivado. En cuanto a la conservación 40 Argentina, p. lxv) O tro texto chileno antiguo en
de la - p - es norma! en mozárabe (comp., empero, Román. A Cuyo se refiere este pasaje de u n je­
la pp de las formas italianas). suíta de fin del S. X V III: «es... necesario ob­
Para term inar este artículo será oportuno llamar servar si en sitio del mineral o en sus cercanías
la atención hacia la existencia del cat. trapig ’in ­ se halla lugar a propósito para la fábrica de m o­
genio o molino de azúcar’ ya documentado en 45 linos o sean trapiches, donde moler y reducir a
G andía en 1536, trapitz [¿1. trapitx?] de canyamel polvo los metales», D raghi, o. c., p. 105. Cita del
en un doc. mallorquín de 1466; como en otros tex­ Marqués de Sobrem onte referente a San Juan,
tos antiguos aparece con el mismo sentido trapitja- en Garzón. H ay tam bién u n viejo trapiche indus­
dor (Faraudo, Bol. Acad. B. Letras, Barcelona trial en el departam ento de Pringles, prov. de
1946, p. 98), parece claro que el verbo cat. mod. 50 San L uis (F. Velázquez, El Chorríllcro, pp. 81,
trepitjar ’pisotear’, ’pisar y estrujar la uva’, val. 139), y otros en M endoza .— 3 T res millones
trapijar, es derivado del mozarabismo trapig ’tra­ anuales de toneladas de hierro en las minas del
piche’ y no relacionado —a no ser secundariam en­ R uhr y de la zona M arburg-B onn, 300 millones
te— con petjar ’hollar’ p e d i c a r e ni con el hápax de toneladas de carbón en Alemania a principios
occitano trepejar «caracoler (les chevaux), trépi- 55 de nuestro siglo, de los cuales cerca de la mitad
gners (sólo en un texto languedociano del S. X III; en carbón de piedra del R uhr, y otras muchísi­
trepei ’desorden, tum ulto’ es algo más frecuente), mas en carbón de leña de los bosques de Selva
derivado del germanismo trepar o trepir ’pisar’. Negra, Teutoburgo, etc. Nó discuto que se trata
Nótese que trepitjar es esencialmente ajeno al ca­ de un desarrollo moderno, pero tampoco puedo
talán medieval* y hoy todavía a la Cataluña occi­ 6» creer que no hubiese empezado ya en el bajo
período de L a T éne, y si empezó hubo de ser de la objeción de T hum eysen (K eltorom ., 56) de
ésta, la zona más favorable de Europa, y junto que la P indoeuropea desapareció en esta lengua,
al Rin, la gran arteria céltica que permitía tras­ observó Brüch (Z R P h. X L I, 687-9) que el grupo
portar todo aquello. Que Trapetius (o -pidius) pretónico p n forma una excepción a esta regla, y
nom bre de un obispo de Orange (junto al Ró­ 5 así la correspondencia céltica del lit. drdpanos ’ro­
dano, la otra gran arteria de trasporte céltico), pa blanca’ sería precisam ente * d r a p p o s en el celta
que figura en dos concilios galorromanos del año continental; sin duda es verdad que nada de esto
585 (Holder II, 1904) derive de esto es ya menos conservaron las lenguas célticas isleñas, mas pue­
claro, aunque bien se podría argumentar, p. ej. de tratarse de una de las palabras privativas de las
a base de un apodo de herreros celtas convertido 10 hablas del continente, y en efecto hay varios nom ­
después en nombre algo hereditario.— 4 Trepijar bres de presona galos de la forma Drappo- y
’patear, dar con los pies’ aparece excepcionalmen­ Drappet- (D ottin, L a Langue Gaul., 252). E n con­
te en Eiximenis, N . Cl. VI, 92. Trepigadiz y clusión, se tiende últim am ente a adm itir el ori­
trapitg ’pisoteo’, ’ruido de pasos’ en dos docs. del gen céltico, siguiendo el ej. de Pedersen (Litteris
Principado de h. 1420 y de fines del S. XV 15 V II, 20); vid. R E W 2765; F E W I I I , 156; W al-
(Ag.). Por lo demás es general calcigar.— 5 No de-H., s. v .; pero Pokorny (V R o m . X, 229 y
creo que haya relación con el trapiche ’almacén’ IE W 211.6.11) prefiere atribuir el vocablo a sus
de los brasileños (de donde podía venir ’comer­ U rnenfelder indoeuropeos pre-célticos: es preciso
ciar’), ya que parece ser ac. exclusivamente bra­ reconocer que el conjunto de este grupo, dentro del
sileña. 20 indoeuropeo, señala más bien hacia el sorotáptico,
y lo confirma la falta de todo apoyo en el céltico
Trapiento, trapillo, trapío, V. trapo Trapi­ insular. El cambio castellano y portugués de d r -
sonda, trapisondear, trapisondista, V. trampa en tr- se debe precisamente a la falta de palabras
latinas con esta inicial, lo que dió lugar a altera-
T R A PO , del lat. tardío d r a p p u s id., probable­ 25 ciones hispánicas como las citadas por Brüch y por
mente de origen indoeuropeo pre-latino (más bien mí mismo aquí s. v. T R A G A R e H ID R O -, e
sorotáptico que céltico); en castellano y portugués igualmente en otras partes de la Romanía ( D r e -
la D - se cambió en T - porque n o existían palabras p a n u m > Trápani, y otros casos a que alude H ub-
propiam ente latinas que empezaran por D R -. 1.a schmied, V Rom . II I, 93n.l)2.
doc.: docs. de 1081 y 1095 (Oelschl.); 1251, Ca- 30 D e r iv . Trapajo [S. X V II, /lu í.] ; trapajoso
lila. [Aut.]; entrapajar; estrapajar (sólo en el falsario
Donde se lee «Falló la una dellas un trapo viejo, Cibdarreal, S. X V II). Trapé (así acentúa A ut.),
e cubrió con él su vergüenza» (ed. Alien, 72.387). del fr. drappé. Trapear. Trapero jS. X III, V. arri­
El derivado trapero está tam bién en la 1.a Crón. b a]; trapería; drapero. Trapiento. Trapillo. Trapi-
G r a l «una calle avié f de los traperos y de los 35 nada ’gran cantidad de trapos’ almer. Trapío
camiadores» (768a) y en el glos. del Escorial; [Acad. 1884, no 1843], quizá tom ado del port., co­
tcriatura de trapos: oscillum» en el glos. de Pa­ mo voz náutica. Trapito. Entropar; entrapada.
lacio de la misma fecha, h. 1400; «trapo: pannus, 1 El ast. trapu significa además ’copo de nieve’
panniculus» N ebr. Es palabra de uso general en (V). En castellano se empleó especialmente en
todas las épocas1. L o mismo el port. trapo, ya do- 40 el lenguaje náutico, y ahí en particular como
cumentado h. 1200 (Cortesao). Los demás rom an­ colectivo, y sobre todo en la locución (navegar)
ces han conservado la d - inicial: cat., oc., fr. drap, a todo trapo ’con todas las velas puestas, a toda
it. drappo. vela’; además se generalizó el empleo de esta
En textos latinos d r a p p u s ’trapo’, ’paño’, apare­ locución, pero dudo de la exactitud y el matiz
ce m uy tardíam ente, en la traducción de Oribasio *s de la definición de la A cad.: «con eficacia y
(SS. V-VI, R om . X X X V I, 633-4), en notas tiro- actividad».VE n catalán, donde es muy viva, más
nianas, en leyes bárbaras y en textos posteriores. que en castellano, a tot drap es ’a todo propósito,
Corresponde este vocablo a palabras difundidas en en toda ocasión, sin restricción, copiosamente’
varias lenguas indoeuropeas, con significado igual (cf. D A loM , loe., 1). Veo el mismo matiz en la
o análogo: ser. dmpít¡i, avéstico drajsa-, escand. 50 ' pluma de gallegos: «quise suplir a puras pre­
ant. trgf, lit. drdpanos. Sin embargo, la fecha tar­ guntas lo que no podía leer, ni hallaría en mi
día de la palabra latina y todavía más la circuns­ librería... así preguntaba a todo trapo, al pri­
tancia de que el latín no posee palabras genuinas mero o primera que se me ponía delante», M.
en d r - , hacen increíble, como observó M -L . Sarmiento, 1751 (Pensado, CaG. p. 59) .— 2 El
(.L itbl. X X V II, 233n.), la idea de Vendryes (In- 55 ruso común trjapka ’trapo, andrajo’, y el ruso
tensité Initiale, p. 119) de que sea vieja palabra dial, trjapie (así en Tolstoi, Vlasti T ím y), es
latina no admitida por los clásicos; se había pen­ probable que sólo por una coincidencia se parez­
sado en un origen germánico, a lo cual no se pres­ can al cast. trapo, pues suponen t r e m p - como
tan las formas germánicas documentadas (Baist, punto de partida fonético; eso está claro si nues­
ZR P h. V I, 117); tam bién en el céltico, y a pesar *• tro vocablo es de origen céltico, no tanto si viene
de los sorotaptos, pues ahí no está demostrado un tris dan un tras», G racián, R F E X VI, 352n.],
que a interconsonántica no pudiera ser el repre­ y vid. T R IZ A R .
sentante de la nasal vocálica, como en griego o C p t. Triquitraque [Aut.] > campid. trikki-trak-
sánscrito. kis ’especie de petardo’ (M. L . W agner, B hZRP h.
5 L V II, 60). Tracamundana [fin S. X V I, B. del Al­
T R A Q U E , onomatopeya del estallido. 1.a doc.: cázar, ed. Rz. M arín, p. 113; Quevedo, Cuento
A P al.; atraque, por el sonido: crepitus» N ebr. de Cuentos, Cl. C., p. 175], con variante traca-
tB om bino es dar traque... y bom bus es feo son mandana usual en Venezuela (Cuervo, Obr. Inéd.,
del mesmo traque» APal. 47d. A ut.: «el estallido 187) y en el cat. de Valencia (Ag.), tracalamanda-
o ruido que da el cohete; la guía de pólvora fina 10 na extrem., ’treta, enredo’ (B R A E IV , 105): qui­
que ponen los coheteros entre los cañones de luz zá sea primitiva la forma con -a- (comp. M A N ­
para que se enciendan pronto». Para ejs. clásicos D A N G A ), y la otra debida a influjo de m unda­
de la locución a traque barraque, vid. B R A E X II, no; tracamundera ast. ’m ujer habladora que anda
681-3. Arg. ponerse en traque, D raghi, Canc.. Cu- con enredos’ (R), tracamundiar ast. ’trabucar’ (V).
yano, 283. Para el gall. traque, nombre de un ju­ 15 T am bién santand. tracamundiar «trastrocar; cam­
guete, V. nota a E S T A L L A R . biar solapadamente» (G. Lomas, 2.a ed.); la forma
Claro que no viene de un ár. «tarq golpe, soni­ primitiva quizá sea salm. tracamudear «trabarse la
do» como dice Asín, A l-A nd. IX , 39. lengua al hablar; tartam udear; cambiar o confun­
D e r iv . Traquear [«bom bizare: traquear» APal. dir una cosa por otra; -rse ’equivocarse’» (Lamano):
47d; «crepito» N ebr.]; arg. ’atravesar u n paraje 20 luego sería un compuesto de mudo, como tartamu­
pedregoso’ (C. B. Quiroga, B R A E X V II, 348); dear. Más dudoso, aunque también posible, parece
traqueado, tachado de vulgarismo en P. Espino­ que el primer componente sea trocar (con disimi­
sa (1625), Obras, p. 196.25; más comúnmente lación de vocales); sea como quiera, es errata (in­
traquetear [Acad. 1884, no 1843]; traqueteo o tencionada o no) la forma trocamundiar que da
traqueo [’traqueteo’ en el segorbino Rojas Clem en­ 25 G dD D 6744. Traquebarraque ’desechando razones’
te, 1818, V. cita en la ed. del Persiles de Schevill, [1625, P. Espinosa; 1627, G. Correas] o chaque-
vol. 339; A ut., que no trae traqueteo]; traqueadera barraque (Correas: Cej. IX , p. 440).
ant. («crepitaculum» Nebr.). Traquido ’estampido’
[S. XV, Lucena, ^4ut.; 1789, en el chileno Gz. de TRA Q U EA , abreviación del gr. Tpcr/eía a p ro ­
Vidaurre, Draghi, Canc. Cuyano, 519], ’chasquido, 30 pia, propiamente ’conducto áspero, rudo, ronco’.
crujido’ [APal. «el t. de los acotes» 201 b; «el t. 1.a doc.: 1615, Suárez de Figueroa.
que la nao dió» 1555, 2.a parte del Lazarillo, Rivad. A ut. le da la acentuación trachéa, que efecti­
III, 92]. Traca [Acad. 1936, no 1884], del cat. vamente hubiera debido preferirse; en latín se em­
traca, especialmente usual en Valencia. pleó alguna vez trachia. T am bién se empleó la
Otras onomatopeyas más, o palabras expresivas 35 traducción latina asperarteria (D H ist.).
de formación análoga, son las siguientes. Tracaleo D e r i v . Traqueal. O tros derivados del adjetivo
m ure, ’traqueteo’ (G. Soriano). Trácala mej., por- ■cpa^C (masculino de TpoL'/eía): tracoma; tra-
torr. ’trampa, ardid, engaño’; ’conjunto de indivi­ quita.
duos’ ecuat. (Lemos, Barb. Fon., s. v.); tracalero. C p t . Traqueotomia. Traquearteria.
Tracalada ’cáfila, m ultitud’, usual en todos los paí­ 40
ses de América [1612, como cast. en el dicc. aima- Traquear, V. traque Traquearteria, V. trá­
rá de Bertonio; Cuervo, A p., § 825; Lenz, Dicc., quea Traquebarraque, traqueo, V. traque
729; B D H A IV, 309; V II, 79], cat. tracalada id. Traqueotomia, V. tráquea Traquetear, traque­
(Mallorca, B D L C II, 378; IV, 214; V I, 252; Ag.): teo, traquido, V. traque Traquita, V. tráquea
desde luego no es aféresis del sinónimo matracala­ 45
da (como quiere Cuervo), empleado por Quevedo, T R A S, prep., del lat. t r a n s ’más allá de, allen­
y que resultará de un cruce de tracalada con ma­ de’. 1.a doc.: docs. de 928 y otros del S. X (Oel-
traca; ni indigenismo am ericano; para el chil. tra­ schl.).
cal de cuero de buey, con el que lo relaciona Lenz, Ya está tam bién en el C id y es usual más o me­
comp. el cat. ant. traca de cuirs de bou ’rollo de 50 nos en todas las épocas, aunque hoy es puram en­
cueros de buey’ [S. X III, Costumbres de Tortosa, te literario. L a definición de N ebr. «trans, ultra»
ed. Oliver, p. 417; otro ej. en Ag.]. Trique ’estalli­ es sólo etimológica, pues de esta ac. latina apenas
do leve’ [Acad. 1936, no 1884]; a cada trique [id.] quedan huellas en cast., a no ser en la toponi­
o a cada triquete ’a cada paso’ [1625, como vulga­ mia (Trasmiera, Trastámara, etc.); en port. ant.
rismo, P. Espinosa, Obras, 194.20: Aut.], malí, a 55 sí se conserva la ac. ’además de’, íntim amente re­
cada triquet (B D L C X III, 128; X IV , 206); o bien, lacionada con la del lat. t r a n s (D on Denís, v.
alterado, a cada trinquete. Triquiñuela [Acad. ya 848; comp. Z R P h. X IX , 212). E n cast., partien­
1843, no 1832], comp. cat. tracamanya id., cat. ant. do de la idea de ’detrás’, se llegó alguna vez a
tracmanyar 'arm ar una triquiñuela’ (J. Roig, 4734). ’junto a, 'cerca de’, especialmente en la locución
T ris [S. X V IIj «hombre y vidro todo es u n o : a 60 tras fuego o tras el fuego (Sem T ob, 515; Juan
de Valdés, Dial, de la L ., 121.16), comp. la evo­ para varios menesteres de labranza’, en cat. tráse­
lución paralela de r e t r o > redor ’cerca de’ ( > y ga, traiga, oc. tresega, piam. trasja, probablemente
luego ’entorno’), vid. A L R E D E D O R . de un lat. vg. * t r a n s i c a derivado de t r a n s j í c é r e
D e r iv . Trasero [APal. 157b; 374d; «trasera par­ ’hacer pasar (por alguna parte)’ : porque el timón
te:- tergum ; t. cosa...» N ebr.]; trasera. Atrasar 5 se introduce en la trasca. 1.a doc.: Aut.
[O udin; 1613, Cervantes; no C ovarr.; Cuervo, D efinido a h í: «correa recia, como de dos dedos
Dice. I, 760-1] ; atrasado; atrasamiento; atraso. R e­ de ancho, y del largo del pellejo de buey, que es
trasar [«retirer en arrière» O udín; no Covarr ni de donde se saca; metida en cal y curtida sirve
Aut.]: no hay razón alguna para partir de un * R E - para hacer cabezadas, aciones de estribos, para
t r a c t i a r e (de r e t r a h e r e ) , sea como étimo o co­ 10 uncir los yugos y otros usos: es voz provincial
m o forma contaminadora, tal como propone G . de de la Rioja». Peralta y Borao dan trasca «pellejo
Diego (RFE IX , 152); la grafía port, retraçar ca­ grande de buey» como voz especialmente aragone­
rece de valor; retraso. sa, y eds. recientes de la Acad. (ya 1925, no 1884)
C p t . Atrás [h. 1200, Sta. M . Egipc.; Berceo; han agregado como ac. aragonesa ’pescuño’. Pero
Cuervo, Dicc. I, 757-60]1. Detrás [1163, Oelschl. ; 15 el sentido propio del vocablo en el Alto Aragón
S. X III, Alex., etc. ; M . P., Orig., 2.a ed., p. 391 ; es el definido arriba en prim er lugar, en algunos
Cuervo, Dicc. II, 1204-6]; cat. ant. detrás, hoy puntos el segundo (B D C X X IV , 182; R L iR X I,
dial, detrés prep. (Bages, Selva, etc.). Trastrás. 190; Z R P h. LV, 586); en varios lugares de esta
Trasnieto ant. ’biznieto’ [Berceo; Fuero Juzgo; to­ zona, sobre todo en el Oeste y en el Centro se
davía usual en alguna parte, según el peruano E. 20 dice más bien trascol; lo mismo dicen los ronca-
D . T ovar R., B A A L X III, 634], de donde *tra- leses (Bergmann, G renzgebiet Arag.-Nav., 59); en
nieto (reducción como la de tramontana, trabucar); Venasque, trasca tiene igual sentido (B D C V I, 35)
de ahí *tra-tranieto ’hijo del biznieto’ de donde, y además ’torta con un agujero en su parte m e­
con disimilación y anaptixis, tataranieto [1591, dia’ (Ferraz, p. 103), por la semejanza de forma.
Percivale; princ. S. X V II, A ut.], o bien con tras­ 25 Bierzo trasga «pieza semicircular de hierro, uni­
posición tartaranieto [Covarr.], hoy usual en toda da por los extremos a una pieza del mismo metal
la Arg., en Galicia (B R A E X IV, 101), y port. o de madera, o argolla que se coloca en el centro
tartaraneto; por analogía de tataranieto se creó ta­ del yugo de los bueyes y sirve para tirar del ara­
tarabuelo [1615, Sorapán, en Pagés], que no se do» (G. R ey); el trasm . trasga tiene sentido se­
explicaría fonéticamente : en lo antiguo se dijo 30 mejante y además «quando se passam os rios á
trasabuelo ’bisabuelo’ [1240, Fuero Juzgo; 1264, corda, a trasga, correndo ao longo da maroma,
Staaff, 59.32; 1275, M . P., D . L ., 229.23, 39; serve de trasportar os individuos de urna para
APal. 387b], o tresabuelo, gali, trasabó, port. ant. outra margem» (R L V, 107).
tresavó, comp. Velletri trasavo (Stu d i Rom anzi V , E n cat., traiga es la forma más extendida y ya
8 6 ); para el vulgarismo tartarabuelo, Cuervo, Obr. 35 documentada en 1413, hoy en el Noroeste, C entro-
Inéd., 2 1 1 ; para más pruebas de esta etimología N orte y N ordeste del Principado, en el Maestraz­
y refutación de las demás propuestas, V. m i artícu­ go y Castellón (Bol. Soc. Castellón, de Cult. X IV,
lo, A IL C I, 148-50; por analogía y con carácter 129), etc.; tam bién targa en la parte de Vic y
más o menos burlesco se crearon otras palabras se­ Camprodon, traséga en el Alto U rgel, trellega en
m ejantes: tataradeudo [S. X V II, Aut.]', tàtara ga­ 40 el N E. del Pallars, traga en Mallorca (B D L C X II,
llina (Rz. de Alarcón); tàtara Pilotos (Quevedo); 84; B D C V, 59), trásega en Valencia y antigua­
tàtara malo (M oreto); tàtara lindo (B. J. Gal! irdo, m ente en Mallorca (S. XV, A g .): las diversas va­
B R A E X V III, 389). Para ejs. del prefijo tras-, riantes proceden todas de esta última, pasando lue­
V. bajo el otro componente del vocablo. go trasga a traga o a *trarga ( > targa) o bien a
1 E n Bilbao puede significar ’de nuevo’ : que te 45 traiga, con la vocalización que es regular en cata­
deán un cuarto atrás ’un cuarto de vuelto’. Allí lán (almoina = limosna). E n lengua de Oc tre­
como en la Arg. se dice atrás tuyo, atrás mío por sega ya es medieval, y hoy aparece treségo en el
’detrás de m í’ (Arriaga, pp. 48, 49; R F H VI, G ers1, las L andas2, el Ariége, el Alto Garona y el
229-30). T arn -et-G aro n n e; trességo en el Bearne (Palay)3.
50 Finalmente, ya en Italia, M onferrato trasja y, con
T ras (onomatopeya), V. trampa Tras- : en­ sentido secundario,. Val Anzasca iraska «palo di
tre las palabras que empiezan así se han omitido vite» (A R o m . X III, 186). Estudié el origen de es­
algunas poco im portantes, y que en nada cam­ te vocablo en B D C X X III, 314-5, adonde rem i­
bian el sentido fundam ental de su primitivo to para documentación más detallada. Como allí
Trasabuelo, V. tras Trasandosco, V. andosco 55 mostré, todas las formas romances provienen d t
Trasañejo, V. año Trasbarrás, V. trampa una base * t r a n s i c a , que fácilmente se explica co­
Trasbocar, V. boca y voz mo derivado de t r a n s i c é r e , t r a n s j í c í r e , ’hacei
pasar una cosa a través de algo’, tal como r e t i n a
TRA SC A , ’anillo de correa o madera para su­ ( > R IE N D A ) deriva de r e t i ñ e r e ; el sinónimo
jetar el timón al yugo’, ’correa curtida empleada 60 pallares tretera (BD C X X III, 325), y oc. trachoui-
ro «aîteloire d ’un chariot ou d ’une charrue, cheville posible, aunque menos verosímil, que venga de
en fer», ast. trechoria «les cuñes entre Jes que un * t r a n s f a e c a r e , derivado de f a e x , en el sen­
rueda el exe del carru» (R), ast. occid. treitoriu tido de ’revolver las heces’, ’m udar el vino para
(M unthe), corresponden a una base * t r a c t ô r i a , clarificarlo’. 1.a doc.: N ebr.
- ô r i u m , que parece ser contracción de t r a j e c t o - 5 El cual define «trassegar vino o cosa líquida:
r i a , otro derivado de t r a ( n s ) j i c e r e . defeco». C. de las Casas le da la traducción algo
L a e t i m o l o g í a d e J u d (Biindner Monatsblatt, extraña «dillollare», o sea ’sacar el cascabillo del
1921, p . 48), q u e s u p o n e uña a l t e r a c i ó n d e *TEN- grano’; Percivale «to straine thorow a strainer, to
s ic u l a (d e riv a d o de tendere ’t e n d e r ’) en *ten- poure out of one vessell into another», con la ad­
s ïc a y l u e g o * t r a n s ïc a p o r i n f l u j o d e tr a n s-, s e ­ 10 vertencia notable de que el presente es yo tras-
r ía te ó ric a m e n te p o s ib le , p e ro es in v e r o s ím il por ségo, yo trasségue; O udin «changer de vaisseau
su g ran c o m p lic a c ió n * . en autre, frelater du vin et l’oster de dessus sa
D e r iv . Trascol (V. a rrib a ). Trasquero. Trascón lie, changer et mouvoir d ’un lieu en autre, entonner
’t r a s c a d e m a d e ra p ara s u je ta r e l a r a d o ’ a lto -a ra g . en u n vaisseau»; Covarr. «es bolver lo de arri­
(.BDC X X IV , 182). 15 ba abaxo, de trans y ago; trassegar el vino es m u­
1 «Lanières de cuir entortillées t’une dans l’autre darlo de un vaso en o tro » ; A ut. «volver una cosa
et form ant un rond très solide que l’on attache lo de arriba abaxo; descomponer su orden y co­
au joug et qui supporte le bout du timon», en locación», «m udar el liquor de una vasija en otra,
el dicc. ms. de Lam othe, correspondiente a La- como se hace con la cosecha del vino, que se m u ­
graulet .— 2 «Lien circulaire en ou en bois, 20 da de las cubas a las tinajas». D e la prim era ac.
tenant au joug par le croc ou crochet et servant da ej. de Quevedo («tú vives emparedado / sin
atteler au tim on: ce lien présente u n cercle ou castigo o penitencia, / y hecho chirrión de tu
anneau de 5 à 6 pouces de diamètre, et a la gros­ casa / la mudas y la trasiegas») y de la M adre
seur de 2 à 3 pouces» (M étivier, Agriculture des Agreda («para esto les tiene limitado el poder, con
Landes, p. 743) .— 1 Para tierras occitanas V. ade­ 25 que trasegaran el m undo, si lo dexara el Señor
más Schüle, Mélanges Durajjour, 178-93; M or- a la disposición de su implacable malicia»), y otro
geli, D ie Terminologie des Jochs (Románico H el­ trae Fcha. de M alón de C haide; de la segunda
vética X III), 163. Para España, K rüger, Die lo hay según A ut. en las Novelas Ejemplares de
Hochpyr., C, II, 67-69. Recuérdese que las hablas Cervantes («sin tom ar aliento lo trasegó del cor­
occitanas modernas trasladan sistemáticamente el 30 cho al estómago») y en Suárez de Figueroa («hace
acento de los esdrújulos a la sílaba penúltima vinagre., trasiega el vino, lo cuela, le da color, sin
(ilagrémo ’lágrima’, tcrunoúro ’tórtola’, marfégo otras muchas diligencias»), y Fcha. agrega otro
= cat. márfega, cast. márraga), y ira- alterna con del Quijote; está además en Torres N aharro (V.
tre- (t respassá por traspassà, treginá por tragirm), el índice de Gillet). H oy se pronuncia con ss sor­
de suerte que treségo es alteración secundaria de 35 da en los pueblos cacereños que distinguen este
la forma cat. trásega; comp. todavía el derivado sonido de la sonora (Espinosa, Are. Dial., 172),
trasegat en M istral.— ‘ El propio maestro, con su lo cual unido a la grafía de N ebr. y PAlc., basta
juicio desapasionado, m e comunicó la aprobación para refutar la idea de Parodi (Rom. X V II, 72-
de la otra etimología, cuando la publiqué, en 73) de un étimo * t r a n s i c a r e , formado en latín
una carta que conservo. 40 de la preposición t r a n s ’a través’, que de todos
modos ya sería poco verosímil semántica y m or­
Trascabo, V. cabo Trascol, V. trasca Tras­ fológicamente, según observa M -L. (R E W 8852).
cantón, trascantonada, V. canto Trascartarse, Indudablem ente fué certera la idea de Diez
trascartón, V. carta Trascendencia, trascenden­ (W b., 493) de identificar el cast. trasegar con el
tal, trascendente, trascender, trascendido, V. des­ 45 port. trasfegar, el cat. trafegar y su familia: la / se
cender Trascoda, trascol, V. cola Trascolar, cambia en h en castellano, desapareciendo luego
V. colar Trascón, V. tascar Trasconejarse, tras la s, y ésta queda sorda como la h siguien­
V. conejo Trascordarse, V. recordar Trasco­ te ; lo comprueba la geografía lingüística, pues el
rral, V. corral Trascorvo, V. corvo Tras­ área de trafegar empieza donde term ina la de tras-
cuenta, V. contar Trasdobladura, trasdoblar, 50 segar en el límite entre Portugal y Extremadura
trasdoblo, V. tres Trasdós, trasdosear, V. dorso (vid. Espinosa, l. c.). Esto debe considerarse se­
Trasechador, trasechar, V. acechar guro, pues el sentido de estas voces romances, y
en particular de la portuguesa, coincide bien con
TRA SEG A R , a n tig u a m e n te trasfagar, e n p o rt. el del castellano: «trasfegar: trasfundir, passar, v.
trasfegar, c a t . y oc. trafegar, i t . trafficare ( d e d o n ­ 55 g. trasfegar o vinho, ou azeite de huns vasos para
de se to m ó el c a s t . traficar), d e o r i g e n in c ie rto ; outros, talvez para os lim par das borras e fezes»
q u iz á de un la t. v g . * t r a n s f r ic a r e , d e donde el (M oraes); hay ej. figurado en Sá de M iranda
c a st. trasfregar ’r o z a r p r o l o n g a d a m e n t e , m a n o s e a r ’, (princ. S. X VI) «fazemos tal guerra á natureza
cuya seg u n d a r se p e r d e r ía p o r d is im ila c ió n ; e s ta com continuo trasfegar, hora revolvendo o mar,
e tim o lo g ía s e r ía m u y p r o b a b le , s i n o f u e s e ta m b ié n 60 hora revolvendo a térra»; tam bién «lidar, negociar
a vida, commerciar» : trasfegavào com suas mer- tes de Carranza, h. 1600, exclama «¡Oh Indias, mal
cadorias en doc. de O porto de 1436, trasfegar as francés, dibujo del infierno, tráfago de behetría!»
vidas «fazer valer as suas fazendas, que sao os (R F E IV, 361), etc.; más ejs. del verbo trafagar
esteios e arrimo das vidas dos homens» en otro cita Fcha. de autores de los SS. X V I y X V II;
de 1439 (V iterbo); co demonio, quando nào sài 5 hoy se ha anticuado, pero tráfago y trasegar si­
com a sua te n ta d o nos trasfega de urna virtude guen siendo de uso general; Cej., Tes. IX , 351-
para outra, e da d e v o ro d ’este Santo para a 2 , cita otros ejs. de trafagar ’comerciar’ en auto­
d ’aquell’outro» en Arraes (fin S. X V I); «esta ter­ res de med. y fines del S. X VI, ’rebullirse m u­
ra... he ja toda revolta, e mil vezes foi ja tras- cho’ desde princ. del X V I hasta un siglo más
fegada» en Azurara (fin S. XV), vid. Cortesáo; 10 tarde, de tráfago desde la misma época.
en el testimonio más antiguo que conozco (S. XIV, En catalán no hay otra forma que trafegar ’m u­
RPhCal. V I, 93, § 2442) traduce el lat. releo ’en­ dar una cosa de u n lugar a otro, especialmente un
jugar, borrar’. Por lo demás hay tam bién una va­ líquido de u n recipiente a otro’, y tràfec «acciò de
riante menos frecuente trafegar en portugués. En trafegar; afer que causa un enrenou o trasbals, en
gallego se emplea mucho una forma sin -s-, trafego 15 qué cal e s m e ra r una activitat diligent, que dóna
'tráfago, jaleo, labor atareada’ : «oliando dende maldecaps i neguits; dit de ¡a persona inquieta
lonxe o trafego dos peons», «non era home para que voi intervenir en tot, que no sap estar-se sen-
queles trafegos», «no trafego de cortar...» (Castelao se fer una cosa o altra» (Fabra); es palabra muy
147.10, 238.2, 55.26, 53.1). antigua, cuyos derivados ya aparecen en los ca­
Esto nos recuerda que en cast. ant. se hallan tras- 20 pítulos iniciales del Consulado de M ar (S . X III),
fagar y trafagar, que así se revelan como las for­ con el sentido peyorativo de ’obi'ar ilícitamente’ :
mas antecedentes de trasegar antes de la aspiración «si... no saben que eli fa<;a aquella obra a scar, !o
de la h: en la Confissión del Amante de John G o- senyor de la ñau los ho deu d ir e demostrar, per •
wer, traducida poco antes de 1400 : «roban los 9 0 que si aquell mestre era baratador e trafegador,
bienes de Santa Yglesia, el qual furto por non- 25 o que no hagués de que pagar, aquelis mestres
bre es llamado sacrilegio, la condición del qual yo que ab eli haurien obrat no sien enganats» (cap. 9,
pienso declarar, e en commo aquellos que dello análogamente cap. 94); en el sentido meramente
usan trasfagan e roban todas las cosas que pertene­ comercial de ’tráfico', hoy se ha introducido, co­
cen a la casa de Dios» (323.32, que el editor qui­ mo en cast., la forma italiani,-.ante (tràfic), pero an­
siera cambiar en trasfazen, por una enmienda im­ 30 tiguamente corría la forma castiza : «letres del Rey
pertinente; Pietsch, Z R P h. X L V I, 440, la recha­ de Franca ais cónsols demanant secietat de gale-
za, traduce «rebolver y trocar unas cosas por res per lo triijec de Levant, com fan ios venetians»,
otras», con Covarr., y rem ite a otro ej. en A ntón de en doc. barcelonés de lfcOl, que reproduce más o
M ontoro). Poco después está en Páez de Ribera : menos fielmente otro de 14t,3 (Moline, Consolai
«cobdicioso, avariento, / fuy syenpre toda mi vi­ 35 de Mar, p. 327). Hoy trafegar en el Principado
da / ... / en m entir e trasfacar / syenpre tuve tiende a limitarse al sentido de ’trasegar líquidos’
gran cimiento» (Cane, de Baena, n.° 293, v. 63), (asi tam bién en el valenciano M artí Gadea, Terra
forma que será errata, pues en el glosario se de­ del Gè I, 396), pero en el Sur y en Mallorca con­
fine trasfagar con referencia a este pasaje. En to­ serva la aplicación am plia1.
das partes el sentido es ’enredar’, ’obrar ilícita­ 40 T am bién en occitano antiguo encontramos va­
m ente’. El sustantivo correspondiente está ya en rios ejs. de trafeguier y trafegador ’engañador, in­
Juan R uiz: «estas buenas palabras, estos dulges fa- trigante’, desde Peire Cardenal (h. 1200), y de
lagos, / non querría que fuesen a m í fiel y amar­ trajee ’engaño, manejo’; no los hay del verbo tra­
gos, / commo fueron al cuervo los dichos, los fegar, sin duda casualmente. Aunque Diez (W b..
encargos / de la falsa raposa con sus malos tras- 45 324) separa el it. trafficare del cast, trasegar y sus
fagosn (1436d). Siendo tras- la forma del prefijo, afines, y lo mismo hacen en general los romanistas
era imposible no ver que prefijo había y por con­ (M -L., R E W , no habla de trafficare), es evidente
siguiente era forzoso acentuar trasfágo como hace que trafficare y el cat. trafegar son una misma
el poeta. L a forma tráfago se docum enta ya en cosa, pues la correspondencia fonética y semántica
fecha más antigua, en la Gral. Estoria del Rey 50 es ,períecta e irreprochable : vale trafficare «far
Sabio, donde se mencionan los tráffagos entre la tràffichi, tener un tràffico (in grano, in vino ecc.)»,
alevosía, las mentiras y las enfermedades, la luju­ «lavorare, travagliare: la donna vigilante trova
ria y otras maldades (R F E XV, 24); sustantivo y sempre da trafficare per casa», antiguamente «bri­
verbo en esta variante siguieron siendo usuales al gare», «aver cura (S. X IV)», ’tocar, manosear’; es
mismo tiem po que se consolidaba la variante tra­ 55 palabra ya muy usual a princ. S. XIV (Matteo
segar: así N ebr. traduce «trafagar: versuram fació», Villani, Boccaccio)"; D u C. da ejs. sobre to d ri ita­
Juan de Valdés menciona este verbo en su Dial, lianos y alguno occitano, desde fin;s del mismo si­
de ¡a L . entre los verbos castellanos que no tienen glo, y además cita transfegare «trasfretare» en un
equivalencia exacta en latín (pasaje citado a p ro ­ doc. bergamasco de 1406, y transfegator «explora-
pósito de escarpiar), el mejicano adoptivo D oran­ 60 tor, investigator» en uno provenzal de 1243.
¿Cuál es el origen? Por razones fonéticas evi­ cia la cual apunta la traducción de Nebrija «de-
dentes, además de la idea ya citada de Parodi, he­ faecare». Trasfegar el vino se hace m uchas veces,
mos de rechazar el t r a n s - v i c a r e y el t r a n s - como dice bien M oraes, para eliminar el poso o
AEQUARE de D iez; por razones morfológicas es im ­ heces del mismo, y así sería legítimo pensar en un
posible relacionar con iransigere como propone 5 derivado de f a e x , algo como * t r a n s f a e c a r e ; ver­
Covarr., o considerarlo compuesto de t r a n s - y dad es que tratándose de quitar las heces sería
f a c e r e , como quisieran Leite de V. y C e j.: sin más natural un prefijo como d e - o d i s - o e x - , lo
duda hay compuestos latinos en f i c a r e cuando el cual es ciertam ente una dificultad im portante; en
prim er elemento es un nom bre, pero nunca cuando rigor podría haberse pensado en que al trasegar
es preposición (transjicere sería lo único posible, 10 las heces se m ueven dentro de la vasija, y así
como deficere y análogos, y de él no puede salir * t r a n s f a e c a r e no sería inconcebible. D e todos
fonéticamente traficar). Baist (R F IV , 380) emite modos la idea no es del todo natural, y lo que
tímidamente la conjetura de que tráfico salga del me hace ponerla decididamente en segundo tér­
ár. tafríq ’repartim iento” , lo cual no es imposible m ino es que la aplicación al vino y a los líqui­
en el aspecto fonético (pues siendo cerrada en ára­ 15 dos sólo se encuentra en la Península Ibérica,
be la sílaba taf podía atraer el acento en árabe m ientras que el sentido de ’traficar’ o ’hacer en­
vulgar), pero es muy poco probable semánticamen­ redos’ está n o sólo en los romances peninsulares,
te, y no perm itiría explicar el cast. trasegar, que sin sino tam bién en Italia y en el S ur de F ra n c ia:
embargo es inseparable; debe desecharse la idea. siendo el más extendido, tiene probabilidades de
La de Gamillscheg y M igliorini de que el it. traf- 20 ser el más antiguo4. M . L. W agner, A I L C V,
ficare salga de un ira-ficcare por una especie de 140ss., ha coincidido conmigo en la idea de * t r a n s -
metátesis, formado con ficcare ’hincar’, es indefen­ f a e c a r e ; me atengo, con todo, a lo dicho.
dible: además de rebuscada en el aspecto semán­ Se puede prescindir sin más de la etimología
tico, separa el vocablo inaceptablemente de tra- que propone G dD D 6807: un * t r a n s f ! g i c a r e .
fegar, trasegar y congéneres (espero no insista M i­ 25 D e r i v . Trasegador. Trasiego [Oudin], Entrese-
gliorini en la misma idea, en el artículo acerca de gamiento parece significar ’traslado, trasiego’ de
trafficare cuya publicación se anuncia en 1956 en una heredad que en parte queda trasladada al otro
sus Scritti Linguistici). lado del río : Vidal M ayor 8.34.7. Trafagar, trá­
Ya hace tiem po que se me había ocurrido (y fago, V. arriba; trafagón [trasf-, S. XV, Cej.,
ahora veo que ya lo dijo Cortesao, Subsidios aos 30 Voc.; otros en Cej. IX , 352]; trafagador; trafa­
dic. portugueses) que trasfegar (trasegar) podía ser gante; atrafagar. Traficar, tráfico, traficante, V.
variante del cast. antic. transfregar «estregar o re­ arrib a; traficación [Aut.].
fregar una cosa con otra manoseándola y revolvién­ * ’T ransitar’ : «abans de fer la carretera, y en
dola» (como poco usado en Aut.), empleado por aquell temps que la gent trafegava poc» en dicha
Fr. L . de Granada: «las cosas aromáticas y oloro­ 35 obra del alcoyano M artí Gadea (I, 206, otro igual
sas, quanto más se transfriegan, más suave olor dan ' I, 328); ’trabajar diligentemente’ en los mallor­
de sí»; O udin trae ttrafregar: frotter entre ses quines Ferrá (Comedies I, 91, ed. L es liles d ’Or)
mains». Nada se opone a que * t r a n s f r í c a r e ya y G uasp (liles d ’Or IX , 84). E n la Costa de L e ­
existiera en latín vulgar o en una fase romance vante los pescadores le dan la ac. ’separar las
m uy antigua, y así se conservara en los varios ro ­ 40 poleas cuando se están tocando’ (anotado en Sant
mances de Italia, Iberia y el Sur de Francia, eli­ Pol de M ar ) .— 1 Del italiano se tom aron los cast.
minando la segunda R por disimilación, tal como traficar, traficante, tráfico, que todavía faltan en
trastocar < trastrocar (sólo esta r podía eliminar­ C. de las Casas, O udin y Covarr., pero que ya
se, pues la otra estaba demasiado bien apoyada por están en A ut. como más usuales que trafagar; de
los innum erables verbos en t r a n s - ) ; por lo de­ 45 tráfico cita además este dicc. u n p ar de ejs. de
más no hay la m enor dificultad fonética: la re­ m ed. S. X V II .— 8 El vocablo debió de ser usual
ducción it. y cat.-oc. de n s f a f f está en regla, y en España, siendo el nom bre de acción norm al
lo está tam bién la acentuación esdrújula del sus­ que corresponde al verbo fárraq ’repartir’ regis­
tantivo postverbal; comp. postverbales catalanes trado por PAlc. y ya clásico. E s verdad que R.
como rossec de rossegar, y creo haber demostrado 50 M artí y los autores vulgares recopilados p o r D o-
la probabilidad de que R A F A G A y el port. re­ zy en su Suppl. le atribuyen otros significados.
jega salgan de refregar, con disimilación y acentua­ D e ahí supuso Eguílaz (508) que saliera el hápax
ción paralelas. Semánticamente la probabilidad de tafri que aparece en u n antiguo texto granadi­
la idea salta a la v ista: ’fregar o rozar repetida­ no, en u n sentido análogo.— * Se podría imagi­
m ente, completamente’ es una base excelente para 55 nar u n cambio de sufijo del lat. t r a n s f r e t a r e
un verbo que significa sobre todo ’llevar de acá ’trasportar*, voz bien conocida y m uy extendida
para allá’, y el sentido de trasfregar en F r. L. en la Edad M edia (la forma disimilada transffe-
de G ranada es el mismo que el de trafagar en tare la encuentro en u n doc. de Cataluña de
Covarrubias. 1457: Afiglés, L a M úsica en la Corte de los R .
Sin embargo, hay todavía otra posibilidad, h a­ 66 Católicos, 22, n. 4 ): -etare coincidía en latín vul­

V. — 39
gar con -itare que tenia el mismo valor que -tea- rivado de T A R A S C A ), a lo cual se adhirió el P.
re. Pero esto es más complicado, y valen más Sarm iento (B R A E X V II, 724); todo esto podría
las explicaciones más sencillas. ser en principio, pero quedaría hipotético por fal­
ta de variantes que l o confirmasen. C om u (G G r.
Traseñalador, traseñalar, V. seña Trasera, 5 I, §§ 149, 242) se fijó en las variantes tardo y
trasero, V. tras Trasfagar, V. trasegar Tras- trado, usuales en el N orte de Portugal, y ya re­
follado, trasfollo, V. fuelle Trasfuego, V. fuego gistradas por M ontecarm elo (1767)a, y en conse­
Trasga, V. trasca cuencia propone como étimo el l a t . t r a d u x , - ü c i s ,
’sarmiento’, que además de las dificultades foné­
T R A SG O , origen incierto; parece derivado del 10 ticas no tiene la m enor verosimilitud semántica.
antiguo verbo trasgreer (o trasgueer) ’hacer tra ­ Estas variantes más bien nos orientarían en otro
vesuras’, del lat. t r a n s g r é d i ’cruzar’, ’exceder1, sen tid o : L eite de Vasconcelos en su obra citada
’cometer infracciones’, verbo que más tarde se con­ (§ 381, p) documenta, además de trasgo loiceiro,
virtió en trasguear ’hacer el rrasgo’. 1.a doc.: las variantes populares tardo tnoleiro y tatro azei-
N ebr. 13 teiro (según los objetos en que se «especializa» el
Éste registra tdrasgo de casa: incubus». Casi no trasgo), y fijándose en esta últim a forma Teófilo
hay otros testimonios de esta forma drasgo, a no Braga (citado por Adriao, R L X X IX , 147n.2) pro­
ser PAlc. (que siempre copia servilmente a N ebr.)', ponía partir de t a r t Xr u s ’infierno’. ’Infierno’ no
pues aunque Percivale, O udin y Covarr. la citan es ’diablo’, pero o r c u s pasó tam bién a denomi­
como variante, dan la definición bajo trasgo, y 20 nar un demonio (H U E R C O ), y fonéticamente la
seguramente sólo conservan aquella forma por res­ alteración n o sería más grave que la de t a r t a r u -
peto a Nebrija. C. de las C asas: ttrasgo o duen­ c h a en tortuga (T O R T U G A ) o b a r b a r u s en bra­

de: scazambrello»; Percivale: «trasgo de noche or vo; más difícil sería explicar la forma trasgo, aun­
duende: hobgoblin, Robin goodfellow»; O u d in : que en rigor podríamos pensar en la alteración
«luiton ou lutin, esprit domestique, esprit follet»; 25 T A R T A G O (que es la misma palabra, V. m i ar­
A ut. «demonio casero, que de ordinario inquieta tículo) y de ahí *tratgo y trasgo: forzado es ya
las casas particularm ente de noche, derribando las esto en el aspecto fonético, pero además cuesta
mesas, y demás trastos, tirando piedras sin ofender creer que la forma antigua, literaria y tradicional
con ellas, jugando a los bolos, y con otros estruen­ en los dos idiomas sea precisam ente la más al­
dos aparentes que desvelan a los habitadores; co­ 30 terada. Por el contrario es más verosímil que las
m únm ente se llama duende», y cita ejs. de auto­ formas de que parte Teófilo Braga, modernas y
res del S. X V II. En efecto no es raro en el Si­ locales, sean alteraciones por etimología popular:
glo de O ro : «miré a todas p artes; no hallaba palabras tan frecuentadas por los niños y la gen­
por dónde hubiesen entrado; por la puerta no te inculta están expuestas a mil accidentes, y de
pudieron, que la cerré con mis manos y cerrada 35 que trasgo los sufrió tenem os muchas pruebas. En
la hallé; imaginaba si fueran trasgos, como la no­ la Beira Baja dicen strago (R L VI, 292), claro está
che antes m e dijo el m ozo; no m e pareció que lo que por los estragos que causa; en Galicia trasno
serían, porque hubiera hecho mal de no avisar­ (y trasnada ’travesura’ : Cotarelo, B R A E XIV,
me que había trasgos de luz» G. de Alfarache (C l. 135; Valí.; Álvarez Giménez, pp. 40, 45 ) 5 por in­
C. II, 174.8); otro en Lope, Pedro Carbonero, v. 40 flujo del antiguo tresnar ’arrastrar’ o de gall. tras-
1699, y en efecto es muy frecuente en esta épo­ noitar ’trasnochar’ o por los d o s; de trasgo se
ca; Fcha. ya cita dos testimonios del S. X VI. pasaba fonéticamente a *trargo, que podía resol­
Sigue siendo vivo en Asturias (R) y otras partes. verse en *largo o *trago, y ahí intervenían otras
E n portugués los dicc. (a no ser Fig.) no regis­ etimologías populares: la relación con el port. tra­
tran otra forma que trasgo, que ya Bluteau (1715) 45 do ’taladro’ (recuérdese la predilección del tras­
describe detenidam ente en términos parecidos a los go por toda clase de herram ientas) o la antífrasis
de A u t., y cita ej. en la Escola Decurial (texto tardo ’tardío’, que al mismo tiem po se justifica­
cuya fecha ignoro), que opone trasgo como nom ­ ba por las horas tardías de la noche en que apa­
bre portugués a duende, denominación castella­ rece el trasgo; es muy posible que el local tatro
na ; empleó trasgo el poeta C outo G uerreiro 50 rasulte tam bién de un trabalenguas en formas co­
(1783), R L V I, 287. mo *traaro o *tardro, difíciles de pronunciar.
Las posibilidades etimológicas que se presen­ Más atendible se me antoja la pista que parece
tan son muchas, y varias de ellas incluso razona­ señalar el drasgo de N e b rija : nada más fácil que
bles. E ntre ellas podríamos poner en principio la admitir que se trate del antiguo drago ’serpiente’
de G rim m , adoptada por Diez (W b., 493), de de­ 55 (todavía registrado por N ebr.), puesto que este vo­
rivar de trasegar: sin embargo, esperaríamos tra­ cablo se empleó en todos los idiomas con :1 sen­
siego, o a lo sumo debiéramos encontrar huellas de tido de ’diablo’ ; entonces la s se debería al in­
una antigua forma *trásego. Covarr. entre otras flujo de tarasca ’serpiente’ por etimología popular;
piensa en el gr. rpáY o; ’cabrón’, cuya figura adop­ para la t-, V. el cambio fonético estudiado s. v.
ta el demonio, o en deformación de * tarasco (de­ «0 T R A G A R y T R A P O , y tam bién pudo ayudar el
influjo de tarasca. M uy razonable es todo esto, más allá’, ’exceder’, y que, a juzgar por el deri­
tanto más cuanto que drage por ’bruja’ se en­ vado transgressio, ya tuvo en la Antigüedad el
cuentra en francés antiguo (D u C., s. v. traco), sentido de ’infracción’. E n efecto, con este valor
y en el glosario de las poesías del tolosano G ou- lo encontramos en los Castigos de D. Sancho,
douli (S. X V II) leemos tdrac, drago: une fée; 5 S. X IV («fase al omne trasgreer e salir de su es­
¡a le drac: faire le diable, faire merveilles pour ou tado», ed. Rey, p. 194) y queda corroborado por el
contre quelqu’un». informe directo del vocabulario de med. S. XV,
Con esto podríamos contentarnos y cerrar ya la publ. por H uarte, R F E XXXV, 328: «transgreer
cuestión, si no surgiera u n elemento nuevo, que es vocablo antiguo de Castilla y dízenlo por hom­
confirma el aforismo de que en etimología no 10 bre o m uger que por alguna... prosperidad se or-
siempre lo posible es cierto. El verbo trasguear gulleze y faze ufano y altivo». U na vez disimilado en
’hacer el trasgo, travesear’, ya registrado por O u- trasgueer, el vocablo se vería atraído a la esfera
din, y documentado por Fcha. en la Pícara Jus­ de los infinitos verbos en -ear, a causa de for­
tina, y por A ut. en Ant. de Guevara (h. 1530), mas comunes como trasgueo. Y de trasguear ’ha­
parece ser más antiguo que trasgo, puesto que apa­ 15 cer travesuras’ se sacó el seudo-primitivo trasgo,
rece varias veces en el S. XV, y desde los p ri­ tal como travieso estaba junto a travesear. En­
meros años de esta centuria. Pero en realidad en tonces la forma drasgo de Nebrija tiene que ver
estos varios ejs. no hay alusión alguna al trasgo, con drago ’serpiente, diablo’ sólo en virtud de
sino el sentido general de ’rebullir’ o ’hacer tra­ una etimología popular4.
vesuras’; y punto más sorprendente todavía: el in- 20 Las objeciones de Spitzer, M L N L X X IV , 134,
íinitivo es entonces trasgueer o trasgreer. En Villa- a esta etimología no tienen fuerza alguna.
sandino tenemos un pasaje inequívoco, cuando el D e r i v . Trasguear (V. arriba). Trasguero.
poeta desafía a su contrincante a que le haga una 1 El alavés Landucci (1562) da tam bién, sin
pregunta poética, pero una pregunta seria, no ne­ em bargo: «etxajauna: drasgo o duende» p. 1 1 0
cedades de juventud: «fazedme pregunta, que vos 25 (junto a «drago, serpiente: draguya » ),— 2 Leite
vala Dios, / en breves palabras, sotil, bien estra- de V., Tradifoes Populares de Portugal, p. 292,
ñ a; / guardat que non sea tan luenga, tam aña / confirma la existencia de tardo. Tam bién en Arcos
commo esta otra, común e rafez, / e non trasguea- de Valdevez, R L XXX, 188. Quizá venga de ahí
des con la mancebez, / que el mucho pensar qui- estardalho «estafermo», usual en Viana do Cas-
?á bos engaña» (Canc. de Baena, n.° 259, v. 15). 30 telo, según Basto, R L XV, 73 .— 3 Ya recogido
El subjuntivo es clarísimo y forzoso, luego no por Sarm. CaG. 23Ir. Artículo extenso de gran
puede tratarse de trasguear sino de trasgueír o interés folklórico en Eladio Rdz. Cf. trasco ’sus­
más bien trasgueer: estamos en efecto en el caso to’ y trascar ’asustar y m architar’ recogidos en
de creer : creades o veer : veades, más bien que el valle del Bolo, extremo SE. de Galicia (Ape.
en el de engreír : engriades, pero desde luego no 35 a Eladio Rdz.). Atrasnado ’aturdido, que no ati­
estamos en el de pasear : paseedes. Además no na’ (Supl. a Valí.) tiende a confirmar que en
hay ahí nada que se refiera a los trasgos o a otras trasno hay influjo del verbo tresnar.— 4 Inútil
apariciones, sino sólo a la idea de petulancia o decir que trasgo no tiene que ver con el it. strega
travesura juvenil. Lo mismo digo de otra poesía ’bruja’, como dice la Acad. Tampoco es verosímil
en que Villasandino expresa al Rey, con versos 40 un * t r a n s ! c u s relacionado con T R A S G A (según
adulones, el gozo que le causa su presencia: «Rey propone Spitzer, B D C X X IV , 283), que además
de muy gracioso asseo, / noble sin comparación, / no se ve cómo se explicaría semánticamente.
entendet mi petición, / que con gran gozo tras­
gueo / quando vuestra vysta oteo» (n.° 216, v. Trasgreer, V. trasgo Trashoguero, V. fuego
2 2 ); una alusión al trasgo sería aquí el colmo de 45 Trashojar, V. hoja Troshumación, trashumante,
la inoportunidad, se trata evidentemente de ’es­ trashumar, V. exhumar Trasiego, V. trasegar
tremecerse, rebullir’. Finalmente un anónimo poe­ Trasijado, V. ijada Traslación, trasladable, tras-
ta de la primera mitad del mismo siglo escribe en ladador, trasladante, trasladar, traslado, V. preferir
el Canc. de S túñiga: clos trabajos et fatiga / non Traslapar, traslapo, V. lapa IV Traslaticio, tras­
se pierden por pereza; / a osadas, Dios me mal­ 50 lativo, traslato, V. preferir Trasloar, V. loar
diga, / si trasgreo con riqueza» (p. 155): tampoco Traslúcido, trasluciente, traslucimiento, traslucir­
aquí nada de trasgos, el contexto supone algo co­ se, V. luz Traslumbramiento, traslumbrar, V.
mo ’pecar’ o ’cometer travesuras’. Y la variante lumbre Trasluz, V. luz Trasmallo ’red’, V.
fonética es reveladora, pues no hemos de pensar malla; ’virola del mazo’, V. majar Trasmano,
en una errata de imprenta; ya que la misma forma 55 V. mano Trasmañana, trasmañanar, V. mañana
con dos rr aparece en el glosario del Cancionero. Trasmatar, V. matar Trasminar, V. mina
Es punto menos que forzoso deducir de ahí que Trasmosto, V. mosto Trasnieto, V. iras Tras­
existió en castellano medieval un verbo trasgreer nochada, trasnochado, trasnochador, trasnochar,
’cometer travesuras’, ’rebullirse, menearse’, que se trasnocho,' V. noche Trasnombrar, trasnomina­
impone derivar del lat. t r a n s g r e d í ’cruzar’, ’pasar 60 ción, V. nom bre • Trasoír, V. oír Trasojado,
V. ojo Trasoñar, V. sueño Trasordinario, tam bién en Aragón y otras partes. En realidad se
V. orden Trasovado, V. huevo Traspalar, trata fundam entalm ente de u n mismo vocablo, cu­
traspaleo, V. pala Traspapelarse, V. papel yas acs. en parte sólo la lengua literaria ha es­
Traspasable, traspasación, traspasador, traspasa­ pecializado en las dos formas. En catalán trast ya
m iento, traspasar, traspaso, V. paso Traspecho, 5 es frecuentísimo en la Edad M edia, desde princ.
V. pecho Traspeinar, V. peine Traspié, V. S. X IV por lo menos (M untaner) : a los ejs. reuni­
pie Traspillar, V. piel Traspintar, V. pin­ dos por Ag. puede agregarse otro de 1398 (Mise.
tar Trasplantáble, trasplantar, trasplante, V. Fabra, 169), donde, como en M untaner, significa
planta Traspolear, V. tripular Traspontín, ’banco de rem ero en una galera’; Jaum e Roig, v.
V. punto Trasportar, trasporte, V. portar 10 10094. Añádase que hoy tam bién vale ’solar por
Traspuesta, traspuesto, V. poner Traspunte, edificar, espacio de terreno libre’ (oído en Setca-
traspuntín, V. punto Trasquero, V. trasca ses; B D L C X IV , 348), ’lienzo de pared’ (B D L C
Trasquila, trasquilado, trasquilador, trasquiladura, X, 200), ’trayecto’ (Anales del C. de Cult. Val.
trasquilar, V. esquilar Trasquilimocho, V. esca­ V III, 179), etc. : todo se explica fácilmente a ba­
mocho y esquilar Trasquilón, V. esquilar 15 se de la idea ’banco de una serie’, ’lugar ocupado
Trasroscarse, V. rosca Trastaba, trastabo, tras­ en una hilera’1.
tabillar, trastabillón, V. trabar Traslada, tras­ Claro que no puede venir del persa dastan ’tecla’,
tajo, trastazo, traste, trasteado, trasteador, trastean­ como quisieran Ribera y Asín, A l-A nd. IX , 39.
te, trastear, V. trasto Trastejador, trastejadura, D e r i v . Trastada. Trastajo. Trastazo. Trastear
trastejar, trastejo, V. teja Trasteo, trastería, 20 [’recorrer en todos sentidos’, 2.a m itad S. X VI,
trastero, V. trasto Trastesado, trastesón, tras­ Tim oneda, R F E X X, 189]; en salm., centroamer.,
tienda, V. tender Trastinarse, V. retestín colomb. y boliv. es hoy el vocablo empleado para
’m udar de casa, trasladar’ ; trasteado; trasteador;
T R A S T O y T R A S T E , del lat. t r a n s t r u m ’ban­ trasteante; trasteo. Trastería. Trastero. Trastuelo.
co de rem ero’, que tomaría el sentido de ’banco 25 1 E n catalán del Principado el plural de trast
en general’ y luego se aplicaría a cualquier m ue­ es regularm ente trastos, que, dado el sentido del
ble viejo, o a cada uno de los trastes de la gui­ vocablo, es la forma más empleada. D e ahí sale
tarra, por comparación con la serie de bancos de luego un singular trasto, que es hoy la forma
una galera; la forma traste hubo de tom arse del vulgar en Barcelona y otras partes. Pero de ello
cat. trast ’banco de rem ero’, ’banco’, ’trasto’ ’lugar 30 no hay p o r qué deducir que sea castellanismo.
asignado a una persona’, ’solar’, ’trecho, trayecto’,
’traste de guitarra’, y es probable que trasto tam ­ Trastocar, V. trocar Trastom able, trastoma-
bién sea catalanismo, en vista de la fecha de apa­ dor, trastornadura, trastomamiento, trastornar,
rición en ambos idiomas. 1.a doc.: trasto, Oudin, trastorno, V. to m o Trastrabado, trastrabarse,
C ovarr.; traste, med. S. XV, Pedro Torrellas. 35 trastrabillar, V. trabar Trastrás, V. tras
Este antiguo poeta catalán de lengua castellana Trastrigo, V. trigo Trastrocamiento, trastrocar,
habla del traste com ún de las mujeres, o sea la trastrueque, V. trocar Trastulo, V. tertulia
condición o naturaleza de todas, por comparación Trastumbar, V. tum bar Trasudar, trasudor, V.
con el lugar que ocupan las personas en u n des­ sudar Trasuntar, trasuntivamente, trasunto, V.
file, marcha, etc.: ésta es, en efecto, una de las 40 sumir Trasvenarse, V. vena Trasver, V. ver
acs. del cat. trast en el S. XV (Ag.). N ebr. re­ Trasverter, V. verter Trasvinarse, V. vino
gistra «traste de viuela: p o n s; t., perdimiento: Trasvolar, V. volar Trata, tratable, tratadista,
perditio». Esta ac. aparece solamente, como es sa­ tratado, tratador, tratamiento, tratante, tratanza,
bido, en la frase dar al traste con algo o con al­ tratar, trato, V. traer Traumático, traumatismo,
guno, donde tendrá el sentido básico de ’cuarto 45 V. taladro Traversa; través, travesaña, travesa-
o lugar donde se pone lo inservible’. Traste (de ño, travesar, travesear, travesera, travesía, travesío,
guitarras, bandurrias o vihuelas) está tam bién en V. verter Travestido, V. vestir Travesura,
el Rinconete de Cervantes, en Lope, etc.; trasto traviesa, travieso, V. verter Trayecto, trayecto­
para A ut. es cqualquiera de las alhajas que sir­ ria, V. abyecto Trayente, traza, trazable, traza­
ven al adorno de las casas, como escritorios, es­ 50 do, trazador, trazar, trazo, V. traer Trazumarse,
pejos, sillas, e tc .: tómase com únm ente p o r las que V. zum o Trébado, V. taladro Trebajar, tré-
son inútiles y arrimadas», y da ej. de Quevedo. balo, V. trabajar Treballa, V. trabajar Tré­
O udin recoge traste «le travers de quelque chose», bede, V. pie
€traste de laúd o de qualquier instrum ento: les
touches...», «dar al traste: donner á travers, se 55 T R E B E JO , ’juego’, ’objeto para jugar’, en port.
perdre», «trastes se d it souvent pour trastos», trebelho, origen incierto, quizá dim inutivo de tre-
ttrastos: vieux meubles, vieux fers, vieux drapeaux, be (variante de trébede) ’trípode’, que en varios
vieilles ferrailles et utensiles». En efecto, como romances se aplicó a diversos enseres, y pudo ex­
observa Cuervo, A p., § 486, traste con el sentido tenderse a todo objeto de juego. 1.a doc.: 1 2 0 0 ,
de trasto se emplea en Colombia y Andalucía; «• Disputa del A lm a y el Cuerpo.
El verbo trebejar es casi tan antiguo como tre­ et don Alvarháñez com entó a dezir: — ¿Viestes,
bejo: en Berceo, SM ill., unos padres llevan una sobrino, qué fermosas yeguas ha en nuestra tierra?
niña enferma al sepulcro del santo, pero se les —E cuando su sobrino esto oyó, maravillóse ende
m uere por el camino y la dejan ante el sepulcro; mucho, et cuidó que ge lo dizía p o r trebejo» C on­
cuando acuden el día siguiente: «vidieron la de- 5 de Luc. (ed. Hz. U reña, p. 129). E n el sustantivo
funta en sos piedes estar / viva e bien guarida, es m uy frecuente la ac. figurada ’brom a pesada,
reír e trebejar / tan bien como si fuesse criada mala pasada’ : «sy non prendes, Señora, de m í
del logar» (357c). Este sentido de ’jugar’ hablando algún consejo, / seo mal aguisada de salir a con­
de niños es corriente y típico: «eres niño de días cejo : / aquí quiero m orir, en esti logarejo, / ca
e de seso menguado / ... / envióte pitanza bien 10 sy allá salliero ferme an mal trebejo» M il., 5254,
qual tú la m ereces: / una cinta que cingas, pella «todos avién sabor de ferlis mal trebejo, / sobrel
con que trebejes» (Alex., 738b); «diz: —semeja­ lego cativo tom aron mal consejo: / aleáronlo de
mos mo^os que andamos trebejando; / semeja que tierra con u n duro vencejo [’le ahorcaron’]» M il.,
viniemos aquí por trebejar, / ir e venir a las ve- 893d; otras veces el matiz peyorativo consiste en
zes cuerno quien juega’l azar» (Alex., 65 Id, 652a); lí darle el valor de ’intriga, manejo’ : «ni fecist ora­
«el Rey D . Enríe trebelló con sus mozos e fe- ción nunca de corazón, / cuando ivas all elguesia
riéronlo con una piedra en la cabeza e murió» asentávaste a conseja: / i faziés los consejos e to­
(texto aragonés de h. 1220, B R A B V I, 218). Igual­ dos tos trebejos» (Disp. del A. y el C., v. 20); o
m ente puede tratarse de juegos de a d u lto s: «los bien se trata de un juego lascivo, interpretación
otros trebejavan axadreces e dados» (Alex., 670), 20 que debemos dar a trebejo en el verso 839c de
«si algún omne por poco seso o trebejando alan­ Juan Ruiz, donde la enamorada exclama «el gran
zó piedra» Fuero Juzgo (p. 113, con variantes leo­ amor me m ata: el su fuego parejo / pero que
nesas trobellando, trobeyando). Y luego puede tra­ non m e fuerza, aprém iam e sobejo; / el miedo e
tarse de juegos en el sentido figurado de ’brom as’ : la vergüenza defiéndenme el trebejo; / a la mi
«unos hombres estaban riyendo e trebejando» 25 grande quexa non le fallo consejo»5. Finalmente,
Conde Luc., cap. 8 ; especialmente tomándolo en muchas veces y ya desde antiguo encontramos el
mala p arte: «quand el Rey de gloria viniere judi- sentido concreto de trebejo aplicado a las piezas
car, / bravo como león que se quiere cebar, / del ajedrez y juegos semejantes, de lo cual no sólo
¿quién será tan fardido que le ose esperar, / ca hay u n ej. h. 1300 en la Gr. Conq. de Ultr. (182a),
el león yrado sabe mal trevejar?» Berceo (Signos, 30 y es casi el sentido único desde N ebr. y Covarr.
61 d); en épocas posteriores ya sólo queda la ac. (en O udin éste y ’juguete de niños’), está en Lope
’retozar, juguetear’ : «¿cómo conviene danzar al (Fcha.), en el G . de Alfatache* y A ut. da otro ej.
villano / que nunca la mano sacó de la reja? / del S. X V II, sino que ya es la denominación usual
Busca sy te plaze quien dan?e liviano, / déxame, y muy frecuentem ente usada en el S. X III a juz­
M uerte, con otro trebeja» (Danfa de la M uerte, 35 gar por el Libro del Ajedrez del Rey S ab io : «fa-
396), «en torno a cuyos pechos trebejaban / dos bla en este libro d e... quáles mejorías an los unos
tiernos niños, y de miedo ayunos, / chupaba cada trebejos sobre los otros... e de cómo dan xaque
qual su fértil teta» en la Eneida de H ernández de al rey, que es el major trebejo de todos» (ed. Stei-
Velasco (1555), ej. citado p o r A ut.; junto con el ger, 10.19, 22), «los trebejos an de seer treynta e
de trebejarse ’hacerse travesuras’ que cita Fcha. de 40 dos; e los xvi duna color... e los otros dizeseyes
Ant. de Guevara son los únicos que conozco del de la otra color» (12.19, y así passim ); lo mismo
S. X V I, pues el verbo pronto se anticuó: así lo en el juego del alquerque (ibid. 362.22, etc.). Hoy
reconoce A ut., y Covarr. da pruebas de lo mismo trebejo ya se ha anticuado en esta ac., de suerte
al confundirlo con trabajar; es de creer que ya se­ que el vocablo sólo sobrevive localmente en va­
ría poco usual en el S. X V cuando falta en los 45 rias acs. concretas: ast. ’cosas m enudas’ (R), san-
glos. de h. 1400 y en APal., y N ebr. tampoco lo tand. ’restos sin provecho, elaborada la manteca’
registra a pesar de anotar ttrebejo de niños: cre- (G. Lomas), salm. ’mueble desvencijado, trasto’
pitaculum ; trebejo de axedrez» («abaculus: trebe­ (Lamano), arg. ’trasto, enser’ (ejs. en Tiscom ia, M .
jo o escaque del axedrez» en el L ex. Lat.-H isp.); Fierro coment., s. v.)5. L o que me lleva a creer
hoy sólo perdura en A stu rias: trebeyar «juguetear, 50 que el sustantivo trebejo es básico, y anterior al
retozar» (V), «juguetear, correr de un lado para verbo trebejar, es en prim er lugar que este último
o tro; ocuparse de distintas obligaciones, de los no se encuentra todavía en el texto arcaico y en
quehaceres de la casa» (R)1. cierto modo oficial dictado por el Rey Sabio so­
El sustantivo trebejo tuvo vida más duradera, y b re el Ajedrez y demás juegos de salón (dados, ta­
desde el principio es de uso por lo menos tan fre­ 55 blas, alquerque, etc.), donde únicam ente se en­
cuente como el verbo, seguramente más, en las cuentra jugar'; por otra parte el sufijo nominal
varias acs. de aquél: «comenzaron luego la pellota -ejo es tan frecuente com o es rarísim o un sufijo
jugar ¡ ... I Metióse Apolonio, maguer mal ado­ verbal -e/ar, y a base del verbo no se ve posibi­
bado, / con ellos al trebejo, su m anto afiblado» lidad etimológica razonable.
(.Apol., 145c)2; «fallaron una gran pie?a de vacas; 60 L a historia de esta familia de palabras en len­
gua portuguesa conduce a los mismos resulta­ Crón. Troyana pueden verse en los glosarios de
dos. T am bién aquí son muy antiguos verbo y M ettm ann y Parker, y además tenemos trebello
sustantivo, ambos documentados con frecuencia ’pieza de ajedrez’ en la Crón. Troyana II, 45.7 y
desde el S. X III, y todo indica que la evolución en el Livro de Esopo portugués. Hoy verbo y sus­
sería rigurosamente paralela, aunque aquí no te­ 5 tantivo están más o menos anticuados en el por­
nemos la suerte de contar con una obra como el tugués normal, a no ser en el sentido de ’pieza del
Libro del Ajedrez de Alfonso el Sabio, y en conse­ ajedrez’ (aunque en éste tam bién se dice pegas y
cuencia no podemos dar ejs. tan. antiguos del sen­ figuras), y en otros de objetos materiales, a que me
tido concreto ’pieza u objeto de juego’, mientras referiré luego; m ientras que en gallego, como ya
que la naturaleza de los textos antiguos se pres­ 10 he probado arriba, siguen siendo usuales trebellar
taba a proporcionar muchísimos de las acs. ’juego’, «travesear, enredar, juguetear» y trebellos «trebe­
’burla’ y análogas; trebelhos ’piezas de ajedrez’ jos, trastos o utensilios para hacer algo; juguetes;
está documentado con gran frecuencia desde la chanzas» (Valí.).
Crónica de Resende, h. 1500 (M oraes; otro del Sea de ello lo que quiera, y sin ignorar la im por­
S. X V I en Bluteau, etc.), pero ya N unes de Leao 15 tancia de las varias acs. figuradas en la Edad M e­
en 1606 no conocía como vivo otro sentido que dia, está claro que lo único constante desde el
éste y se veía obligado a explicar trebelho «brin­ S. X III, y lo que m ayor vitalidad ha demostrado
co», o sea ’juego, retozo’ como palabra anticuada; hasta hoy, es trebejo en el sentido material de
el P. Bernardo de Brito pocos años antes cita­ ’pieza de juego’ o en general ’objeto para jugar’
ba el verbo trebelhar «brincar ou bulir com várias 20 y ’enser, trasto’ ; trebejo ’acción de jugar’, ’broma,
cousas e correr de hüa parte para outra» en unas chanza’ y acs. semejantes, así como el verbo tre­
coplas antiguas, como curiosidad medieval (se­ bejar en sus varias acs., son sin duda m uy cu­
gún refiere Bluteau). D esde luego ambos son fre­ riosos por haberse anticuado pronto, y así los le­
cuentísimos ya en la lírica del S. X I I I ; en las xicógrafos y comentadores pusieron a nuestra dis­
Cantigas de Alfonso X especialmente en el sen­ 25 posición muchos ejs. de los mismos, pero tene­
tido de ’chanza’, ’escarnio’ : «semella-me trebello / mos derecho a mirarlos como significados secun­
que poi-lo Papa nen todo seu concelho / en este darios, y a pensar en una etimología material co­
feito non me deron consello, / cómo m i-o dará o mo la que he resum ido en el encabezamiento.
que é fol provado?» (65.16, análogo 215.9), Pues ¿qué otra posibilidad queda? Las tentati­
«m uit’é gran déosto / do feito da Virgen santa / 30 vas etimológicas más antiguas han parado todas en
ser m etud’a trebello» (porque la tenían desprovis­ un fracaso completo. Que trebejar sea lo mismo
ta de todo, 273.4), «non vol-o digo en trebello» que trabajar, según quería Covarr. y todavía repi­
(355.13), «tener en trebelloD ’tom ar a juego’ ten algunos, es evidentemente erróneo a la luz del
(115.13), «por trebello» ’en chanza’ (368.4); de ahí sentido y de la forma de las dos palabras. Sin
que llegue a significar ’copla satírica’ y luego ge­ 35 desecharlo todavía del todo, ya M orel-Fatio en
neralm ente ’dístico, estribillo’, como en Macías o 1875 —sí no m e engaño, el prim er romanista que
N am orado: «por ende direi des i, / con cuidado abordó el problema— proponía un étimo * t r e -
que me crece, / un trebello, e diz assi: / Anda p íd ü l a r e derivado de t r e p i d a r e ’agitarse’, ’m e­
m eu coraron / m ui trist’e con razón» (Lang, Canc. nearse’, ’tem blar’ (directamente o por medio del
Gallego-Castelhano, v. 157, y una rica colección 40 rarísimo t r e p i d u l u s dim inutivo de t r e p i d u s ’ata­
de ejs. de esta y otras acs. medievales en port. reado’, ’tem blante’), y el mismo camino siguió
y cast., en las pp. 167-8). M ás material es ya el Brüch (Mise. Schuchardt, 70-71), con la consa­
sentido de ’torneo amistoso entre caballeros’ como gración de M -L . (R E W 3 8881a); pero esta idea,
en la Historia do Santo Graal: «quero que em que ya no es evidente en el aspecto semántico y
aquel campo de Camaalot seja ora come^ado tre­ 45 asigna u n lugar subordinado al sustantivo trebe­
belho tal que depois da m inha morte seja conta­ jo'1, choca sobre todo con la fonética: la Ih por­
do... que trouxesse armas em aquelle trebelho de tuguesa y j castellana postulan imperativam ente u n
sinaaes de linhagem de rei Bam ... este trebelho étimo con L I o CL ( g l ) , de ninguna manera D’L :
desta justa durou atee ora de vespera» (pp. 14- el resultado de éste habría sido ktrebeldar (port.
15)'; y el sentido de ’retozo’ o juego más o me­ 50 *webelary°. T am bién es en la fonética donde tro­
nos desenvuelto o lascivo está bien claro en unas piezan Spitzer (L ex ik. a. d. K at. 134-5) y la Acad.,
constituciones lisboenses de 1403, que proporcio­ al partir de t r a b I c ü l a (o t r a b e c ü l a ) ’viga pe­
nan útil ilustración al Libro de B uen Amor: «nem queña’ : aun dando de barato el trueque de gé­
cantos nem dantas, nem trebelhos fezessem des­ nero y el cambio de la prim era A en e " , es evi­
honestos» «que nom danfassem, nem bailassem 55 dente que la b del port. trebelho y del cast. ant.
nem trebelhassem nos Dias Santos» (Viterbo)”. trebejo (grafía constante en los textos cuidados,
Gall. ant. trebellar ’jugar’, trebello ’juego’ : «Isaac hasta N ebr. y PAlc. inclusive) sólo puede corres­
e Ismael, ambos yrmáos. trebellava... et Sarra ponder a una - p - originaria y nunca a una - B - ,
parou mentes ao trebello» Gral. Est. Gall. 219.5.6; comp. el port. y cast. ant. trova, trovar, descen­
varios ejemplos paralelos en las Ctgs. y en la 60 dientes indudables del prim itivo t r a b s de don­
de deriva t r a b i c u l a ' 1'. Creo, pues, que hay que en otras partes ’armazón que aguanta un colador’,
echar en olvido estas tentativas. en casi todos los romances t r i p e s ha designado
M ás natural era la idea del P. Sarmiento y u n taburete o escabel, el it. tréspolo designa m u­
otros, lat. t r í p í j d i a r e ’danzar solemnemente’ y chos armazones y andamiajes, y además se em ­
luego ’brincar, saltar’, ’retozar de alegría’ (comp. 5 plea como nom bre humorístico de cualquier ca­
tripudium «hilaritas, gaudium» en glosas), voz rruaje viejo y desvencijado; el cast. trébede,
que tan notablemente coincide con el matiz par­ además de designar armazones semejantes, se
ticular del verbo trebelhar', y que tan valida an­ aplica a una habitación que a modo de hipocaus-
duvo en la Edad M edia; pero aquí tam bién la to se calienta con paja, y así se ha supuesto que
discrepancia fonética era tan grave que esquivó a 10 el cat. trébol y trespol ’techo’, ’piso’, proceda
todos los rom anistas; sin embargo, se podría ar­ tam bién de t r i p e d e m , como tiene este origen el
gum entar en su apoyo, pues las variantes tripi- friul. trespit ’henil’ (R E W 8912); el port. irem-
diare, tripedare, tripediare, repetidam ente docu­ pe, además de u n soporte de cacerolas y de una
mentadas en glosas y en textos medievales (Du almadía de tres palos, es el nom bre de u n lazo
C .; C G L V II, 367), prueban que en la baja 15 o tram pa de cazador (Fig.): ahora bien ¡esto mis­
época se percibió en este verbo (con razón por m o significa hoy trábelho, variante de trebelho!
lo demás) un compuesto de pes, pedis, rehacién­ ¿Será casual? Pero hay más, pues trebelho en los
dose en este sentido su form a; y siendo voz p re­ Inéditos de Alcobacpa (SS. XIV-XV ) aparece co­
dilecta del bajo latín no extrañaríamos que pasa­ mo nom bre de un instrum ento musical («com
ra al romance por vía semiculta, cambiándose la 20 sestos e trebelhos e com estormentos», Cortesáo),
-d- en -r- o -l-, según tantas veces ocurre en pa­ exactamente como el gr. Tpínou?. Se tiene la im ­
labras de esta clase (trageria, presirio, presilio, presión de que t r i p e d e m , habiendo empezado
omecilloY3 : de ahí la base * t r í p f i . i a r e que ne­ como nombre de armazones de tres pies, y luego
cesitaríamos. Si no me decido a aceptarla es por armazones de cualquier clase, acabó por denomi­
su carácter hipotético (defecto grave en una com­ 25 nar un gran núm ero de enseres y trastos que ya
binación harto complicada), y también porque hay m uy poco recordaban esa estructura, y así pudo
cierta contradicción entre el carácter semiculto acabar por designar u n trasto cualquiera más o
que nos veríamos obligados a suponer, y la evo­ menos útil o inservible: de ahí el milan. tréspet
lución rigurosamente hereditaria de - l i - en ’holgazán’.
y de - P - en -b-. 30 Pero si estos tantos valores tuvo trébe(de),
En conclusión, conviene ya que examinemos si ¿no era natural que su diminutivo-despectivo
se encuentra una solución partiendo del sustan­ trebejo se aplicara a las innum erables cosezuelas
tivo trebejo, y una solución más simple con p u n ­ de que puede echar mano un niño que quiere
to de partida menos remoto, analizando el voca­ jugar? E n este nom bre dim inutivo se refleja la
blo, en forma natural, como u n dim inutivo-des- 35 actitud protectora y superior del adulto frente al
pectivo de trebe. Ahora bien, esta palabra ex iste: pequeñín. Si la - d - intervocálica ya no siempre
es variante de trébedes ’trípode’, bien conocida se conserva en el cast. trébedes, que tiene varian­
sobre todo en la forma protética estrebes, pero te (es)trebes, mucho menos se encuentran huellas
tam bién en la primitiva trebes. ¿Tendrem os que de la misma en el port. trempe, y desde luego
pensar que los antiguos trebejos de ajedrez tenían 40 era natural que desapareciera siempre en la posi­
tres piecezuelos? M e faltan conocimientos arqueo­ ción pretónica trebe(d)ejó's. En el aspecto semán­
lógicos para decidir si es posible, pero quiero no­ tico, adviértase que trebejo no llega a ser nunca
tar ante todo que las antiguas piezas de ajedrez sinónimo perfecto de juego: en el L ibro del A je­
solían ser muy anchas y g ran d es: véanse las m i­ drez el cast. juego se emplea a cada paso como
niaturas reproducidas en la ed. de Steiger (pp. 43, 45 nombre de la actividad y trebejo es sólo el objeto
47, etc., y sobre todo p. 210); y en el pasaje ci­ concreto que sirve para jugar, el juguete (otro
tado de la Gr. Cotiq. de Ultr. el rey de Zaragoza diminutivo), y así ocurre en m ultitud de textos
mata a un hombre al arrojarle iracundo un roque de todas las épocas; el sentido de trebejo podrá
o torre a la cabeza. M as por otra parte es pro­ ampliarse y se podrá form ar u n trebejar verbal,
bable que la base semántica del cambio sea m u­ 50 pero siempre conservan ambos vocablos el senti­
cho más amplia. Ya en la Antigüedad el gr. Tpí- do más o menos despectivo o afectivo propio de
sto'j; y el lat- tripes tuvieron tendencia a deno­ sus orígenes dim inutivos: trebejo es el escarnio,
minar muchos y diversos objetos: mesas, vasijas la mala pasada, el dicho satírico, trebejar es ’re­
(de calentar agua o de otros oficios), taburetes, tozar’ y ’juguetear’ : es lascivire más que jocari o
instrum entos musicales y aun pendientes de 55 ludere. Como voz empleadísima, se alejó de sus
oreja. orígenes, pero no del todo. Comp. A N T R U E J O .
Los romances siguieron por el mismo cami­ D e r i v . Trebejar (V. arriba). Trebejuelo.
no 1'1: en la Suiza francesa trepé ’soporte de la 1 Alas testimonios medievales de trebejar en
olla’, en muchas hablas italianas y sardas tréspene Gr. C onq. de Ultr. 529; Juan M anuel, Rivad.
y análogos valen ’bastidor o arm adura de cama’, 60 L I, 310; G ower, C nnf. del Am ante, 186; y
otros en Cej., Voc.— 2 Acaso sea aragonesismo todavía más evidente; V. m i artículo R A JA R ,
en la Crónica de Jaime I : ce ab un trebeyl que donde rechazo más detenidamente el supuesto
feya ab uns mo^os donaren-li d ’una teula en lo cambio de d ’l en Ih.— “ L a variante trabelho
cap» (28); o será arcaísmo pronto olvidado: no que Spitzer quiere tom ar como base parece ser
conozco otro ej. en catalán.— 1 Cejador, seguido 5 muy reciente: ningún dicc. port. la registra, que
por Spitzer y Lida, quiere entender ’pieza de yo sepa, antes de Figueiredo. Verdad es que en
ajedrez’, olvidando que defender era ’prohibir’ el pasaje citado del Santo Graal aparecen las
antiguamente. Su interpretación es algo sutil. variantes trabelho y trabalho (!), pero están so­
M ás oportunamente recuerda M . R. L ida que lamente en los títulos de capítulo, y así deben de
esto traduce la frase del original latino «por el 10 ser muy posteriores al original; p or lo demás, la
contrario, la vergüenza y el miedo me m andan segunda revela un interpolador modernísimo, que
ser honesta». Comp. la explicación del P. Sar­ ya no conoce este vocablo medieval y lo con­
miento : «el verbo trebellar en gallego, de tripu­ funde con ’trabajo’ o sigue la m oderna pronun­
diare, siempre significa in malam partem y dista ciación lisboeta ei — ai.— 12 El mismo reproche
100 leguas del honesto verbo trabajar... la copla ii hacía H anssen (B D R I I I , 124) a la etimología
gallega común : o crego mais a criada jugaban a de Ford trív iu m ’encrucijada’ (por ser allí don­
os trebelliños, etc.» (B R A E X V III, 123). Ceja­ de jugaban los villanos), que nadie querrá de­
dor peca siempre de cándido al comentar a J. fender.— 13 U n glosador anglosajón (C G L V il ,
Ruiz.— * «Las costillas parece que m e sonaban 367) traduce trípoda por tripil, forma que pue­
en el cuerpo como bolsa de trebejos de ajedrez» 20 de ser de origen rom ance, pues nada de esto
(iCl. C. II, 174.17).— 5 Siem pre en plural en la hay en los diccionarios anglosajones.— 14 En tex­
Argentina, de aquí la forma aglutinada los es- tos portugueses del S. X III (Cortesao) se en­
trebejos, que según me dicen se oye todavía en cuentra trebolha como nom bre de una vasija,
M endoza. M ás ejs. medievales en Rivad. L I, 178 que vendrá seguramente de * tr ip o lia por TRl-
(Castigos de D . Sancho), 398 (Juan M anuel), 25 podia.— 15 Este dim inutivo pudo arrancar de muy
J . R uiz 688, Crón. de 1344 (en M . P., In f. de antiguo. U n b. gr. TpmÉStxXov, tom ado del la­
Lara 250.22, con variante aportuguesada trebe- tín, se encuentra en ciertos códices de Dioscó-
llo); otros en Cej., Voc.— “ A un en casos de ín­ rides (V. los D u C. latino y griego), pero como
tima combinación con la voz trebejo, que invi­ nombre del m arrubio. Cuántas cosas pudo llegar
taría a emplear su pareja verbal: «juégasse desta 50 a designar.
gyisa: tom an un trebejo e pónenlo en m edio...»,
njuégasse en esta m anera: en eli alquerque ha Trebentina, V . terebinto Trebo, V. atribuir
d e aver veynt y cinco logares do se puedan po­ Trébol, V . acebo y hoja Trebolar, V. hoja
n er los trebejos...» (364.33, 364.4). N o sólo con Trebolga, trebolgar, V . trifulca Trece, trece­
este valor genérico, sino tam bién en el de ’mo­ 35 mesino, trecén, trecenario, trecenato, trecenazgo,
ver una pieza’ : «los blancos juegan prim ero e treceno, trecésimo, V . tres Trecha, trechar,
vencen a los prietos o amarinan» (29.1, y aná­ trecheador, trechear, V . traer Trechel, V . tres
logamente 42.1, 125.1 y a cada paso).— ' T am ­ Trecheo, trechero, trecho, V . traer Trechor,
bién en cast., como en el C onde L ue., ed. K nust V . trenza Trechoria, V . trasca Tredécimo,
99.1.— 8 Trebelhar, igual que en cast., es algo 40 tredentudo, V. tres Trefa, trefar, V . trefe
menos frecuente que el sustantivo, pero ya está
en el sentido de ’jugar’, hablando de niños, en T R E F E , ’delgado, flojo’, ’tísico’., ’falso, falto de
las Cantigas (105.1, 282.3, 5, 353.6), y en ésta ley’, antic., de origen sem ítico; probablemente
y las demás acs. lo encontramos en cantigas de del hebr. f ‘ refá ’carne prohibida’, ’m anjar echado
amigo (223.13, 389.2, de la ed. N u n es; v. 903 45 a perder’. 1.a doc.: 1386; N ebr. («trefe, animal:
del Cane, de Lang), en el L im o de Esopo (J. J. pulm onarius; en griego: phthisicus»).
N unes, Florilègio, p. 85) y en los Inéditos de Con un sentido parecido está en Lucas F ernán­
A lco b a^ (Cortesao). D e trebelho se podrían dez (h. 1500): «anda trefe y trasijado», ed. de
agregar muchos más, como en los Padres de 1514 f° CV r°b. Sigue tratándose de un animal
M érida (R L X X V II, 76) y los que se leen en 50 flaco en Los Baños de Argel de Cervantes, donde
Moraes y otros dicc.— ’ Además nótese que de dice un cristiano, que ha hurtado a un judío una
toda la familia de t r e p i d a r e no ha quedado en cajuela rrtoxí: «¿que hay tan gustoso guisado? /
romance otro descendiente seguro que el rem o­ N o es carne de landrezillas, / ni de la que a las
to rum . trepàdà ’correr’; los representantes dia­ costillas / se pega el [léase al] bayo que es trefe»
lectales italianos que cita M -L . son todos dis­ 55 (ed. Schevill, I, 300). O tras veces ’flojo, sin con­

cutibles. E nm endar en * t r e p i d i c u l a r e no servi­ sistencia’ : «porque el ser que allí las cosas tienen,
ría de nada : tales derivados son raros en la es ser verdadero y macizo, porque es el mismo de
Romania (M -L., R . G. II, § 581) y nulos en D io s: mas el que tienen en sí es trefe y baladí»
Iberia.— 10 Esta falsa etimología condujo luego a (Fr. L . de León, A ut., también Fcha.). Según
B rüch a suponer otras cuya falsedad si cabe es «0 Pedro Espinosa (a. 1625, Obras, 196.21) era pala­
bra vulgar o malsonante. C ovarr.: «cosa ligera que popularizada en la Península Ibérica aun entre
fácilmente se dobla, se ensancha y encoge, por ser los cristianos, lo cual nos recuerda la historia de
de cuerpo delgado y floxo; y assí el que está flaco M A R R A N O , y evoca el diálogo de los Baños de
y enfermo dizen estar deble y trefe»; A u t.: «lo Argel, donde se emplea trefe en relación con m an­
que es ligero, delgado y floxo, por lo qual fácil­ 5 jares hebreos. Si, como entiendo, tiene l ewa la p ri­
mente se ensancha, dobla y encoge»1. mera sílaba de la voz hebrea, es natural que esta
Hay tam bién un portugués tréfo o tréfego «sa­ vocal reducida aparezca y desaparezca alternativa­
gaz, astuto, ardiloso, dissímulado com malicia», m ente en las formas romances, y la terminación
«que faz travessuras dissimuladamente» (Moraes), de la palabra hebrea aparece conservada en ztrefa
que N unes de Leáo (1606) califica de vocablo ple­ 10 o trefedad: phthisie ou maladie de poumons» (Ou-
beyo, «turbulento; traquinas; manhoso, astuto» d in ): al decir carne trefa3 se tom ó esto p or un ad­
(Fig.); del cual derivarán el lisboeta jergal trafulha jetivo femenino, y de ahí la formación del mascu­
«embusteiro, trapaceiro, im postor» y algarbío tra- lino trefe en castellano, tréfo en portugués. V. las
fulha f. «trapaza: contrato fraudulento, burla, do­ objeciones semánticas de Spitzer, M L N L X X IV ,
lo» (M. L . W agner, V K R X , 18, cita además un 15 134, contra la etimología hebrea. Pero no me pa­
cast. trafulla ’astucia’, ’triquiñuela’). Estas acs. m o­ recen fuertes; las dos citas que da G . Colón,
rales no son ajenas al cast., pues A ut. advierte que Z R P h L X X V III, 91, de 1386 (la más antigua del
trefe algunas veces se tom a por «falso o falto de vocablo en castellano) y 1498 comprueban que era
ley » : así podría entenderse el pasaje del zamorano voz de la técnica alimenticia del judaismo castella­
F r. Ant. Álvarez (h. 1600) «estaban trefes, rebel­ 20 no, eliminando las últimas dudas que cabían sobre
des y enconados contra él» (cita de Cej. en nota la etimología.
a su ed. de J. Ruiz, entendiéndolo quizá mal co­ Como alternativa sólo se ha propuesto otra eti­
m o ’robusto’). En todo caso el sentido de condena­ mología por Kurylowicz (R ocznik Orientalisticzny
ción moral es constante en el oc. ant. trefan o II, 255): ár. tarif «delicata, bona (res)» (Freytag I,
trafan, voz muy frecuente y antigua, desde el 25 190), que es poco probable en el aspecto semán­
S. X II (M arcabrú, R aim baut d ’Aurenga, G uiraut tico4, que choca con el grave obstáculo de la des­
de Bomelh, etc.: Levy V III, 420-1)2, que vale aparición de la a, y que parece ser palabra ajena
siempre ’falso, pérfido’ (alguna vez con otro sufijo a la lengua vulgar (por lo menos falta en R. M artí,
trefart). Beaussier y Probst). M ucho más defendible sería
E n cuanto al origen de estas palabras occitana 30 partir del ár. ’atráf ’gente vil’, cuyo uso en vulgar
e hispano-portuguesas, ya Autoridades decía que consta con seguridad, y que ha dado en castellano
era una voz hebrea que significa «enfermo o da­ el compuesto T R A F A L M E J A S ’entrom etido’ (V.
ñado», y Diez precisó (W b., 494): mereja ’la carne este artículo), pero renuncio a la idea ante las
despedazada por las fieras, que por Jo tanto se pruebas aducidas en apoyo del origen hebreo. De
prohíbe comer’, más tarde ’manjar deteriorado’, en 35 una pronunciación treha, con h aspirada, en el sen­
judeoalemán ’malo’, ’injusto’, sentido con el cual tido de ’astucia, triquiñuela’ (V. arriba) quizá re­
se relaciona el de las voces romances». Ascoli, S tu - sulte el cast. treja «modo de tirar la bola propria
di Or. e Ling. II I, 402, admitía tam bién un ori­ por qualquiera de los recodos, para dar a la con­
gen hebreo; mientras que M -L . en R E W 1 8662 traria, cuando está cubierta, o para hacer barra,
expresaba fuertes dudas a causa del sentido propio 40 bolillo u otro de los lances del juego de los tru ­
de la voz hebrea y por la rareza extrema de los cos» [Aut.].
hebraísmos en las lenguas romances. Es argum en­ D eriv . Trefedad o trefa ’tisis’ (V. arriba). L a
to fuerte, pues aunque trefe sea usual en el alemán Acad. cita la expresión hebrea carne trifa como
jergal y judaico, y trefeny ’im puro’ en polaco empleada en cast. Cespedosa trefar ’respirar difí­
(R E W ‘ 8662), la mezcla lingüística que en las jer­ 45 cilmente’, trafaguera ’respiración difícil’ (RFE XV,
gas de estos países se ha producido con el vo­ 136).
cabulario hebreo no tiene paralelos en la Romanía, C p t . Para M E Q U E T R E F E , V. este artículo.
y los hebraísmos ibéricos son realmente excepcio­ 1 Ingeniosamente supone Cej. en su ed. que la
nales, aunque no falta entre ellos alguna palabra voz trefudo, sólo empleada por Juan Ruiz, en el
tan im portante como T A C A Ñ O . Sin embargo 50 sentido de ’robusto, musculoso’, sea derivado de
aportan un buen apoyo a la etimología hebrea el trefe ’flojo’, que lo mismo que su sinónimo li­
pisano y pistoyés taréffe y piam. taré} ’débil’, con viano se habría aplicado sustantivamente como
su derivado corso tarfélle «magagne, acciacchi» nombre de los pulm ones: de ahí luego trefudo
que adujo Salvioni (R I L X L IX , 842), logrando así ’de grandes pulm ones’, ’robusto’, hablando de per­
el asentim iento de M -L . en su tercera ed. F unda­ 55 sonas, extendido después a partes del cuerpo. El
m ento más fuerte es todavía el pasaje catalán del poeta escribió yeguariza trefuda (hablando de la
S. XV recogido por A g .: «los jueus no m enjen lo Serrana hom bruna, 1008d), «el cuerpo ha bien
moltó per ésser trefa ni tampoc molts altres ani- largo, mienbros grandes, trefudo» refiriéndose al
mals», donde encontramos una prueba irrefutable propio A rcipreste (1485b), «los pechos delanteros,
de que esta palabra ritual de los hebreos estaba «• bien trefudo el bra^o» (1488b), donde como ob­
serva M . R. L ida (R F H II, 124) corresponde a Tremielga, V. mielga I I Trem is, V. jeme
los «validi lacerti» de u n texto análogo de Sido- Trem ó, V. tobillo (nota) Tremoa, V. tramoya
nio Apolinar. N o es im probable la idea de Cej., Trem ol ’álamo tem blón’, tremolante, tremolar, tre­
pero sí incierta, po r falta de comprobación, y molín, tremolina, trémolo, tremor, tremulante, tre-
además hay muchas variantes en los mss. de J. 5 m ulento, trémulo, tremuloso, V. temblar Tre-
Ruiz (trexudo, insudo, tresudo).— 2 Comp. Sai- moncillo, V. tomillo Tremoya, tremunya, V.
néan, Sources Indig. I, 236.— 3 E n el pasaje ca­ tramoya Tren, V. traer Trena, trenado, V.
talán ignoramos si hay que acentuar como en trenza Trenca, V. tranca Trencellín, tren­
cast., o bien trefá, como en lengua de O c; esto cilla, trencillar, trencillo, treno, V. trenza Tren-
últim o es lo seguro, dado el femenino trefana 10 que, V. tranzar y estancar Trente, V. diente
en el doc. val. de 1464 que cita G. Colón.—
‘ O tras palabras de la misma raíz se aproximan T R E N Z A , resulta de u n cruce de los dos si­
algo más, aunque vagamente : táraf «made him nónimos antiguos trefa y trena; éste, junto con el
to be inordinate in infidelity» (Lañe), táraf «mol- cat. y oc. trena id. y el it. trina ’trencilla’, proce­
lities, commoditas», m útraf «perditus vitae com- 15 de del lat. t r I n a ’triple’, p o r los tres ramales que
modis, atque ad insolentiam dissolutus» (Frey- se entretejen en las tren z as: en latín vulgar el vo­
tag). cablo se cambiaría en * t r e n a por influjo de t r e s
y de los demás numerales distributivos (sénl, sep-
Trefedad, trefudo, V. trefe téni, etc.); trefa debió de tomarse del fr. ant. tre­
20 ce (hoy tresse, herm ano del oc. tressa, it. trecciá),
T R E G U A , del g ó t . t r í g g w a ’tratado’. 1.a doc.: de origen incierto. 1.a doc.: trefa, 1280, Gral. Es-
1155, Fuero de Avilés. toria; tresfas, 1.a Crón. Gral. 44a; trena, Cortes
E n Berceo, S. Lor., 94a y 96a, vale ’plazo, es­ de 1338; trenca, 1.a m itad S. X IV, Cuento de
pacio de tiempo que se da a alguno para cum plir Otas.
una obligación’, aunque no sabemos si se trata 25 En u n doc. de Sahagún de 1061 se lee «damus
de una ac. especial derivada de la ac. gótica, o si vobis una vacca et quattuor boves... et uno sean-
estamos ante un uso figurado de tregua en su sen­ no, uno iugo cum suo loramine et una soga tre-
tido ordinario. Desde luego la ac. ’suspensión de ca»; Vignau en su índice (pp. 232 y 635) supone
hostilidades’, que ya está tam bién en J. Ruiz, es indique la soga «que se hace en forma de trenza,
de uso general en todas las épocas. El gót. t r í g g w a 30 bien sea con crines o con cualquier otra materia»,
valía ’tratado’ y tam bién ’alianza’ : partiendo de y así deberíamos leer trefa, pero no conociéndose
aquella ac. era fácil llegar a ’tregua’ ; del gótico otro caso de tal uso adjetivo en castellano ni en
procede igualmente el port, trégoa, y las variantes otro romance, su interpretación es sum amente d u ­
tregua y trega que existen respectivamente en cat. dosa (quizá esté p or trecha de traer ’gastar, des­
ant. y oc. ant. Pero en estos idiomas predom inó 35 gastar’). D e todos modos trefa ya está en el senti­
la forma treva, que junto con el fr. trêve, vienen do de ’trenza de cabellos’ en la Gral. Estoria: «fi-
del fránc. * t r i u w a (a. alem. ant. triuwa ’fideli­ ziéronlo de guisa que pareciessen los cabellos so
dad’), herm ano del citado vocablo gótico, y deri­ la corona... fiziéronle dellos trefas como de rede-
vado como él del adjetivo gót. triggzos, a. alem. zillas» (M . P., Y ú fu f, R A B M 1902, lín. 115). Hay
ant. iriuwi, ags. tréowe, alem. treu ’fiel’, ingl. true 40 algún otro ej. de esta forma en la Edad M edia:
’verdadero” ; en el it. tregua, a juzgar por el voca­ en el poeta Carvajales, m ed. S. XV, rim a con
lismo de las formas dialectales, el influjo del voca­ quefa y cabefa (Canc. de Stúñiga, p. 387); ade­
blo fráncico parece haberse superpuesto al del gó­ m ás el adjetivo trefado se lee en el 5 . D om . de
tico, preexistente (Gamillscheg, R. G. I, p. 369). Berceo («entró esti captivo de sus fierros cargado,
D e r i v . Treguar, atregar ant. (D H ist.) o atreguar. 45 / ... / con sus crines tremadas, de barva bien ve-
1 El ingl. truce ’tregua’ que aparece sólo desde llado» 669c) y en Apol. («el rey Apolonyo, ssu
el ingl. medio (tremes) quizá no sea germanismo cuyta amanssada, / quiso entrar en T iro con su
directo, pues en ags. sólo tenemos trëotv ’fe, tra­ barba trefada, / metiósse en las naves, su barba
tado’, sino préstamo del fr. ant. treves pl. (¿Hay adobada» 575b). Poco más tarde encontramos tre­
variante treive en fr. ant.?). E n todo caso Ben- 50 na, si bien en castellano sólo consta en el sentido
veniste V. Inst. le. I, 104, se engaña gravemente secundario de ’cinta o galón’ : «ningún orne... sal­
al suponer que el vocablo francés venga del a. vo Nós [el rey] que non vista... ningunos paños
al. ant. traue. con orofrés ni con trenas» Cortes de Burgos de
1338 (I, 454), «una trena de lin?uelo, de lino;
Treinta, treintaidosavo, treintaidoseno, treintona­ 55 tres cabezales de lana» invent. arag. de 1362
rio, treintañal, treintavo, treintena, treintenario, (.B R A E IV, 210), «un panno de M elinas con sus
treinteno, V. tres Treja, V. trefe Tremante, trenas» R im . de Palacio (357c), «lim bus: trena»
tremar, tremebundo, tremedal, tremendo, trem en­ fríos, de Toledo, «una m anteta cárdena de la dita
te, V. temblar Trem entina, V. terebinto palmella, con rivet en el canto de la trena de oro»
Trem er, V. temblar Trem és, tremesino, V. mes ¿0 invent, arag. de 1402 (B R A E II, 220), « lien me-
resçe rica trenna el mi lindo capellar» Carie, de paño, pero lindísima» Persiles (Rivad. I, 636a).
Baena (p, 472), «taenia es manera de faxa y ... tan- E n port. tranca ’trenza’ es lo norm al hasta hoy.
bién es cabo de venda : trena» APal. (486b), «tre­ Como trencilla ya aparece en Cervantes y cierta­
na o trença, quasi taenia» N ebr., «otra camissa mente es más antiguo, se habría podido pensar que
de m uxer... guarnido el capico con una trena de resulte de un dim inutivo * t r e n i c e l l a del tipo tre­
oro con treinta y dos pelras» invent. zaragozano na ya estudiado, y que trenza se sacara secunda­
de 1497 (B R A E II, 87); de ahí ti derivado cade­ riamente de trencilla; pero esto sería sólo posible
nas entrenadas en el Pentateuco del S. X IV (H isp. si la z fuese antiguamente sonora, cuando en rea­
R. X , 42), capillejo trenado en Juan del Encina lidad es constantemente sorda en la Edad Media
y en Lucas Fernández (Cej., Voc.); trena en el 10 y ésta sigue siendo hasta hoy la pronunciación de
período clásico subsiste figuradamente como voz Cáceres (Espinosa, i4rc. Dial., 51). Será, pues,
de germanía en el sentido de ’cárcel’ (por alusión falsa esta explicación, y se im pone m irar trenca
a las cadenas trenadas), ya en Juan Hidalgo, en el como un compromiso entre tre$a y trena. Esta úl­
Lazarillo de J. de L una («me llevaron a la trena, tima es la denominación normal de la trenza de
me pusieron en un aposento más oscuro que lim ­ 15 cabello en catalán (ejs. desde 1430 en Ag.)1 y en
pio, y más hediondo que adornado; al dómine lengua de Oc («tresse», «filet», ejs. desde el
U rvez... le metieron en el calabozo» Rivad. III, S. X III)2, mientras que el it. trina es solamen­
121), etc. te «specie di guarnizione lavorata a trafori»; el
En aragonés (Peralta, Borao) y en catalán (de área del vocablo se extiende hasta el vasco ronc.
donde es probable que se tomara nuestro vocablo) 20 terna ’trenza’ (Azkue), donde hay la trasposición
' übsiste trena en el sentido primitivo de ’trenza norm al en vasco. El origen de trena es bastante
de cabello’ y es posible que tal ac. existiera tam ­ claro, pues siendo la trenza por lo común una
bién en Castilla; aunque así no fuera, bastaba que combinación de tres ramales entretejidos, ha de
trena y treça coincidiesen en el sentido de ’tren­ venir del distributivo latino t r í n i , t r i n a e , t r i n a
cilla, galón’ para que se produjera naturalm ente 25 ’triples’, ’tres cada uno’3, como ya indicó Diez
una colisión entre los dos vocablos, que dió lugar (W b., 326); hay, es cierto, la dificultad de que
(según ya indicó G . de Diego, R F E X II, 2-3) a la I no da e romance, lo cual ha suscitado varios
la forma trença: ésta aparece ya en el Cuento de intentos de explicación: M -L. (Das K at., 125;
Otas: «sus 20 conpañeros, que non avía tal que R E W 8910) supone que la e se debe a un cruce
non troxiese pendón en la lança o trenças» (fc 58v° 30 con el tipo trefa, suposición arriesgada mientras
del ms.) y después aparece, con la misma ortogra­ no estemos seguros del origen de este últim o, e
fía, según ya hemos visto, en N ebr., en G . de inverosímil por la rareza de este sinónimo en ca­
Segovia (p. 90), en APal. («redimicala son las talán y en occitano antiguo4; G . de Diego, /. c.,
trenças con que las fembras ligan el tocado; son admite que hubo influjo de t r e s , lo que ya es
vendas...» 413¿>); encontramos tam bién trença en 35 más razonable, pero lo más natural y sencillo es
el ms. G de Juan Ruiz (396c) y barba trençada en que t r i n i se cambiara vulgarmente en * t r é n i por
otro pasaje del Apol. (434b), cuyo ms. es del influjo de los demás distributivos: seni, sepleni,
S. XIV. Esta forma es muy frecuente en el Siglo noveni, deni, etc. (recuérdese que -é, -ena, es su­
de Oro, y desde entonces está generalizada, no sólo fijo ordinal generalizado en lengua de Oc y cata­
en el sentido propio, sino que entre los clásicos 40 lán)5.
es frecuente hallarla en acs. asumidas más tarde E n cuanto al origen de trefa, el problema es
por trencilla, como ’cinta que servía para sujetar bastante más difícil. El vocablo trece es de uso
el cuello’ (3 ejs. de Lope y uno de Salas Barba- general en francés [S. X II], hoy escrito tresse; y
dillo en Teatro Antiguo Esp. V III, 295). Por lo tréccia es tam bién la denominación general de la
demás en los SS. X V -X V II encontramos a m e­ 45 trenza de cabellos en italiano, desde los orígenes
nudo el verbo en la forma trançar, explicable por del idioma literario (Giovanni Villani, Petrarca,
la procedencia forastera, en todo o en parte, que Boccaccio); quizá sea tam bién genuino en lengua
dió lugar a una confusión meramente ^ n ic a con de Oc, aunque ya es mucho más dudoso. Diez,
el autóctono T R A N Z A R ’cortar, tr o n c h a ’ : así en l. c., propuso m irar el vocablo como representan­
las Canciones y Dezires de Santillana (C l. C., p. 50 te de un * t r í c h e a derivado por el latín vulgar del
98, con variante ms. trençar), «ya se trançan los adverbio gr. Tpiyx ’en tres partes’, ’en tres’, lo
cabellos, / ya los sueltan, ya los tajan» en el poeta cual, aunque aceptado todavía por M -L. (R E W
cuatrocentista H ernán Mexía (N B A E X IX , 283), 8893) y otros, es sumamente inverosímil supuesto
«trançado de muger: lintheum capillare» N ebr., y que n o existe la m enor huella de tal palabra grie­
todavía en los clásicos : tranzado ’trenza’ en Bal­ 55 ga en latín clásico, ni en las glosas o textos tardíos,
tasar del Alcázar (ed. Rdz. M arín, p. 292), «traía y ni siquiera en griego hay un adjetivo o sustanti­
tranzados los cabellos con unas cintas blancas» La vo que hubiese podido servir de modelo a este de­
Ilustre Fregona (C l. C., p. 250), «lanza y escudo rivado latino; Gamillscheg y Bloch1 y 3 se niegan
y arnés tranzado» Quijote (II, lii, Cl. C. V II, con razón' a aceptar la idea. Gamillscheg, E W F S,
296), «venía en cuerpo y en tranzado, vestida de «0 propuso partir de u n fránc. * t h r £ h j a , meramente
supuesto a base del a. alem. ant. dráhsil ’torne­ § 297.— 3 E l latín clásico con este valor emplea
ro’, alem. drechseln ’tornear, labrar al torno’, que las más veces terni, y norm alm ente trini sólo
se creen parientes del lat. t o r q u I r e ’torcer’; ape­ cuando se trata de una palabra empleada única­
nas puede tomarse en serio esta idea, con poquí­ m ente en plural, p. ej. trinas litteras accepi. Pe­
simo fundam ento desde todos los puntos de vista, 5 ro el latín vulgar no respetaba semejantes distin­
empezando por la inverosimilitud de la existencia ciones de gramáticos y literatos.— * E n catalán
de tal palabra fráncica, dados el alejamiento for­ sólo conozco un par de ejs. en el Curial, novela
mal y la rareza de esta raíz e n las lenguas ger­ caballeresca del S. XV, donde no son raros los
m ánicas; el propio autor parece haberla abando­ galicismos: fuera de esto es vocablo completa­
nado más tarde (nada de esto en R . G.). L o más 10 mente inusitado antigua y modernam ente, y así es
prudente sin duda es declarar que se desconoce el razonable sospechar u n galicismo. E n occitano
origen, según hace BJoch. Si se quiere alguna con­ medieval, como observa Levy, el único ej. de sen­
jetura razonable habría que buscarla por caminos tido claro es dudoso filológicamente; es verdad
m uy diferentes, aunque la mayor parte de los que que hoy se emplea, y que ya en la E dad Media
se me ocurren me parecen im practicables'. 15 abundan los ejs., en el sentido de ’cinta o galón
Fodría conjeturarse que el punto de parti­ trenzado’, pero esta restricción hace dudar del ca­
da fuese el verbo tresser [S. X II], trenzar, (in)trec- rácter autóctono del vocablo.— 5 M -L ., R E W
ciare, y entonces podríamos tom ar como base t e r - 8B37, admite que trena en el sentido de ’red ’
t i a r e ’repetir tres veces’, ’hacer algo p or tercera se tomara del fr. trmne, derivado de troñner ( <
vez’, pasando de aquí a ’triplicar’, ’hacer una tren­ 20 t r a g i n a r e ) ’arrastrar’, lo cual es innecesario se­

za de tres’ : si palabras como E x q u a r t i a r b o e x - mánticamente e inverosímil fonéticamente, pues­


q u i n t i a r e se tom aron en romance en el sentido to que esta ac. ya se documenta en lengua de Oc
de ’partir por cuatro’ o ’dividir en cinco’, tam bién en el S. X IV. K rüger, D ie H ochpyr. A II, 209,
se concibe que t e r t i a r e adquiriese un sentido generaliza este supuesto, partiendo de t r a g i n a r e
equivalente a ’multiplicar por tres’; fonéticamente 25 para todas las acs., lo cual desde luego es im ­
el tratam iento del grupo pretónico RT{ en rci sería posible.— 6 En céltico parece que ’tercero’ se de­
regular en italiano, comp. scorciare e x c u r t i a r e , cía * t r í t í j o s (galés trydydd, cóm . trysse, bret.
cominciare c o m i n i t i a r e , conciare c o m p t i a r e , etc.; trede, Stokes-Bezz. 137), pero haría falta una ba­
siendo treccia derivado de trecciare no sería ex­ se con -c i- (o con - T T J - a lo sumo), no desde
traño que tenga é cerrada secundaria, comp. calabr. 30 luego con - T J - . Acaso tenga que ver el tipo * t r í -
trizza ’trenza’; en cuanto a la trasposición de la CÍA ’trenzado’ con el lat. TRICH ILA ’glorieta’ (de
R , no sería más sorprendente que la de fromage plantas entrelazadas), voz de origen ignoto en la­
f o r m a t i c u m o troubler t u k b u l a r e , y además en tín, que E rnout-M . sospechan de procedencia ex­
nuestro caso desempeñaría papel decisivo el influ­ tranjera (hay variante t r i c l i a en inscripciones,
jo del sinónimo trina, trena. Claro que sólo form u­ 35 que tal vez pudo reducirse a * t r i c i a fonéticamen­
lo esta hipótesis con m ucha reserva, pero es la te como c o c h l é a a * c o c i a , R E W 2011.3): pero
única que me parece razonable. claro que esto es demasiado hipotético por ahora
Queda la cuestión de si el cast. ant. trefa es pa­ para detenerse m ucho en la idea.— 1 Nótese la
labra autóctona o tomada del francés; la g sorda ac. arg. de trenzarse ’pelearse (luchando cuerpo
110 se conciliaria según la fonética castellana con 40 a cuerpo)’ o ’pelearse’ en general: M . Fierro I,
una base * t r i c i a , y si éste fuese el tipo etimoló­ 1301; Payró, Pago Chico, ed. Losada, 250; G ui-
gico el préstamo francés se haría evidente (en raldes, D. S . Som bra, ed. Espasa, p. 290; E.
cambio t e r t i a r e s í pudo dar cast. ant. tregar con M ontaine, L a Prensa, 15-IX-1940.— ’ ’Lazo de
g); de todos modos este préstamo me parece p ro ­ tientos trenzados’ en la Arg. (E. W ernicke, La
bable, dada la facilidad con que el cast. trenga y 45 Prensa, 4-V III-1940).
el port. tronga cedieron a la contaminación de otras
palabras (trena y trangar). T R E O , del cat. treu, que parece tomado del fr.
D e r i v . Trencilla [Cervantes, A u t.]; trencillo; ant. trej id. y ’tienda de campaña’, voz de origen
trencellín [Lope]; trencillar. Trenzar [tregado, incierto (comp. oc. ant. trap ’tienda de campaña’),
Berceo, y V. arriba]7; trenzado“ m .; trenzadera; 50 guizá del lat. t r a b s ’poste’ (de donde ’poste de
más raro es entrenzar. A trenzo (vid. M alaret, tienda’ y luego ’tienda’). 1.a d o c 1492, W oodbr.
Supl.). Trechor ’orla estrecha’ como térm ino de Está tam bién en García de Palacio: «es una bela
Blasón [1725, José Aviles, en T e rr.; Acad. 1936], redonda que se usa en la galera» (155v°); también
tom ado del fr. ant. trecheor id., variante dialectal en Lope, según cita de A u t., donde se define «vela
de treceor, que significaba lo mismo (God. V IH , 55 quadra que se arm a solamente quando hai mal
61 b), derivado de trecier ’trenzar’. temporal o está el m ar alborotado o tempestuoso,
1 El dim inutivo ya está en Eiximenis, fin en las embarcaciones de poco bordo que llevan
S. X IV : «gúmenes, cordes, trenelles, cabassos, velas latinas o triangulares». Zacearía (s. v. bor­
astores, espartenyes» R egim ent, N . Cl., 33.19.— dai) sospecha que el it. treo (ya 1562) se tomara
2 D atos occitanos modernos en B hZ R P h. LXX XV , 60 del cast. (más bien del cat.); hoy este cat:i!anis-
mo se emplea en todo el Sur hasta M anfredonia, de todos modos a adm itir que la voz occitana sea
como observa Rohlfs (Z R P h . X L I, 455), y es ve- adaptación del fr. ant. tref según el modelo de
nec. trevo, de donde svcr. trevo, treva (Skok, oc. ant. cap = fr. ant. chef; y si es así ya resul­
ZR P h. L IV , 499). El cat. treu va está documen­ ta más sencillo suponer que tref venga del lat.
tado a fines del S. X IV (Poema de la Vida M ari­ 5 TR A B S ; tanto más cuanto que en rigor podríamos
na, R H IX , 249) y en 1394 (Jal, 1483a)‘ ; del cat. adm itir que en el Sur de Francia se introdujera
o de la lengua de Oc volvió al fr. treu [1525, Jal], una declinación analógica * t r a p s , t r a p e m , que
y pasó además al gall. ant. treu (Crón. Trayana perm itiría considerar autóctona la voz occitana.
II, 252.4; Ctgs. 95.48; M irSgo. 32.8). En cuanto al ags. trcef ’tienda’, siendo voz res­
Pero es probable que esta voz catalana se tomara 10 tringida al anglosajón, tenemos derecho metódica­
a su vez del fr. ant. tref, bien docum entado des­ m ente a m irarlo como u n antiguo romanismo.
de el S. X II (Wace), prim ero como nom bre del T r a b s significaba varios postes y maderos, además
treo o vela de fortuna, más tarde como denomina­ de ’viga’ : el cambio d e /p o ste de tienda’ en ’tienda’
ción de cualquier vela (vid. Jal, s. v.); en efec­ era m uy fácil. Léase la definición detallada de
to esta palabra francesa parece ser idéntica al fr. 15 Ruyra que cito en la nota, y se advertirá cuán
ant. tref ’tienda de campaña’ que lógicamente h u ­ apropiada es la forma del treo para darle el nom ­
bo de ser el sentido prim ordial; refuerza esta bre de ’vela de tienda’.
sospecha el oc. ant. trap que sólo significa ’tien­ Por lo que hace al cat. treu ( > cast. treo), de
da de campaña’, y se encuentra varias veces en todos modos ha de ser adaptación del fr. ant. tref,
trovadores del período clásico (vid. Raynouard). 20 según el modelo tan frecuente de vif : viu. clef :
• El origen de esta voz galorromance es dudoso. clau, etc.
M -L . (R E W 1 8861) suponía como punto de parti­ 1 «Vent-la mudable / e variable / m udí lo treu;
da un germ. t r a p , aunque advirtiendo que el ags. / pensí per preu, / que la • m compras / e la • m
trcef ’tienda’, en que se fundaba este étimo ger­ tiras» Jaum e Roig, v. 2911. «El treu consisteix
mánico, no correspondía a la base fonética postu­ 25 en una lona que, amarrada a l’arbre mestre, s’es-
lada por la lengua de O c; la idea de que las voces tén, a tall d ’ala de teulat, en davallada cap a proa,
galorromances vinieran del lat. t r a b s ’viga’ (de on se lliga per dos caps, a borda i borda» Ruyra,
donde ’poste de tienda’ y luego ’tienda’) la recha­ Pinya de Rosa II, 80.
zaba M -L . fundándose precisam ente en el oc. trap.
Sin embargo, como observó K luge (Heidelberger 30 Trepa, trepadera, trepado, trepador, trépago,
Sitzungsber. V II, xii, 14-15), lo único que podría trepajuncos, trepanación, trepanar, trépano, tre­
admitirse desde el punto de vista germanístico es pante, V. trepar Trépago, V. taladro
un * t r a b u , representado por el ags. trcef (pl. trafu),
ya documentado en el S. V III, y en el b. latín tra- T R E P A R I, ’subir a u n lugar escarpado valién­
bum , travum, docum entado en glosas desde la 35 dose de pies y manos’, anteriorm ente ’hacer acro­
misma centuria; Frings, Germania Romana 96, bacia’, ’pasar la maroma’, ’voltear p o r el aire como
postulaba u n germ. * t r a b fundándose en la citada volatinero’, del mismo origen que el cat. ant. y oc.
palabra anglosajona y en el escand. ant. trqf ’do­ trepar ’pisar’, ’patalear’, ’retozar’, ’danzar’ y fr.
bladillo, flequillo’, dano-noruego trove ’fibra’, ’tra­ ant. y dial, tréper, triper, ’patear’, ’saltar’, ’danzar’ :
po’, isl. mod. traf ’paño de tela blanca’; de acuer­ 40 de la onomatopeya t r i p o t r e p imitativa del ruido
do con estos datos supone M -L . (R E W 3 8823a) de p isar; como la misma raíz está m uy extendida
un germ. * t r a b u m , y Gamillscheg (R. G. I, p. en las lenguas germánicas de Occidente, no es se­
187) parte de un fránc. * t r a f u . T odo esto es muy guro si se tom ó del germánico o es creación ono-
incierto: las citadas formas escandinavas tienen matopéyica paralela en ambas familias lingüísticas,
sentido m uy diferente (sobre todo el del escand. 45 aunque esto últim o es más probable. 1.a doc.:
ant., que lógicamente debemos suponer básico) del 1505, PAlc. ; sustantivado, princ. S. XV, Canc. de
de la voz francesa y anglosajona, y tratándose de Baena.
voz tan corta es por lo tanto fácil que sean meros E n N ebr. sólo hay los sustantivos «trepador en
homónimos. Por otra parte, para suponer que se cuerda: funam bulus, sch(o)enobates ; trepador en
trata de una palabra germánica se funda Frings 50 otra manera: petauristes; trepa assí: petaurus»;
en la afirmación de M -L . de que no puede ser pero ya subsanó el olvido su im itador PAlc. al in ­
romance. cluir en su diccionario (además de estos sustanti­
Ahora bien, ahí tenemos un círculo vicioso, pues vos en el sentido de ’acróbata’ y ’acrobacia’) el
M -L . a su vez se apoya en la opinión de los ger­ verbo trepar, traduciéndolo con el verbo árabe
manistas, y en cuanto al argum ento de M -L . de 55 ’álcab, que vale fundam entalm ente «jouer, badi­
que el oc. ant. trap no puede explicarse por el ner, folâtrer» (Belot, Beaussier), quizá tom ado por
lat. t r a b s pierde valor desde el m om ento en que PAlc. en el sentido de ’hacer el volatinero’. C. de
se opone igualmente al supuesto germ. * t r a b , que las Casas (1570): «trepar: atteggiare, traettare» (y
hubiera dado *trau en lengua de O c; si el voca­ análogaménte trepador y trepa), o sea ’hacer jue­
blo es de origen germánico nos vemos obligados 60 gos de manos, ademanes y gesticulaciones’; P er-
civale : «to daunce on ropes, to climbe», «trepa­ l’ase e lo bou se alegraren / trepant sobre lo fe-
dor: a vaulter, a tum bler, a dauncer on ropes»; nal, / e ensemps amdós dansaren / tocant laüt e
O udin : «danser sur la corde, grim per, gravir, faire tabal» en una especie de villancico vigatano del
des soubresaults, saulter, treper, ou trepiner», S. XV (R H X X V III, 414); los derivados son n u ­
«trepador de maroma: danseur sur la corde, fai­ 5 merosos e im p o rtan tes: trepejar «trépigner, fou-
seur de soubresaults et tours de soupplesse». T o ­ ler» en oc. ant., forma que tam bién existiría pre­
davía Covarrubias piensa evidentemente en el sen­ viamente en catalán5, pues de ahí vienen los cat.
tido antiguo de ’hacer el volatinero’ al decir «vale dial, trepinar, trepolejar, ’pisar’, ’pisotear’ (Ag.)
tanto como boltear, y díxose de trepa, que es cierto (el moderno trepitjar ’pisar’ tendrá otro origen,
modo de guarnición, la qual va dando bueltas por 10 vid. T R A P IC H E ).
las orillas del vestido; a verbo trepo ’verto’», en lo Treper es bastante frecuente en francés desde
cual desde luego no está en lo cierto (V. T R E P A R el S. X II al X V I en el sentido de «sauter, danser»
H). y «frapper d u pied en signe de joie ou d ’impa-
A ut. ya sólo conoce las acs. modernas : «su­ tience», «fouler aux pieds, battre», con variante
bir a algún lugar alto y dificultoso, valiéndose y 15 triper repetidam ente, hoy tréper o triper «danser,
ayudándose de los pies y las manos», «se dice de sauter», «fouler aux pieds», «frapper du pied» en
algunas plantas que suben a lo alto enredándose dialectos del C entro, Sudoeste, Norm andía y todo
con otras, u en alguna p arte: como la hiedra al el Este (God. V III, 42); formas como trepar exis­
olmo, etc.»; y cita ej. de Lope («si obligan amis­ ten actualmente en algún dialecto de la Alta Italia,
tades / a mis tristes endechas, / en tanto que 20 hay varios derivados en esta región y treppicare
las olas / por estas rocas trepan») y de Varén de ’trillar’ se extiende hasta Toscana (R E W 8915).
Soto («no pudieron subir sobre las ruinas del re­ Diez (W b., 691) señaló la relación existente en­
bellín, porque no las hallaron suficientes para tre­ tre esta familia romance y las palabras análogas
par por ellas»), en los cuales, por lo demás, hay que hay en germánico y en lenguas célticas del gru­
tanto del sentido antiguo como del m oderno; al 25 po britónico, pero se abstuvo atinadamente de decir
parecer tenemos ya el sentido moderno en Baltasar que fuesen germanismos en romance, dando a en­
del Alcázar, quien emplea cuello trepado por ’alto, tender más bien que eran creaciones paralelas en
subido’ según Rdz. M arín («dientes donosos, raros, las tres familias lingüísticas. Pero M -L ., siguiendo
peregrinos, / trepado cuello digno de respeto, / el ej. del germanista T h . Braune, que tendía a ver
... / pecho profundo y tierno sin defeto», Obras, 30 germanismos en todas partes, admitió que en ro­
pp. 35 y 292); y desde luego éste es ya el senti­ mance procedían de un germ. * t r i p p o n ’brincar’,
do en Góngora, quien empleó dos veces trepar ’saltar’, y su ej. fué seguido por Gamillscheg (R.
hablando de la hiedra, y escribió lo más liso trepó G. I, p. 219) y Bloch1y =, quienes parten concre­
con referencia a un joven; sin embargo, el subs­ tamente de u n fránc. * t r i p p ó n , lo cual conduce
trato semántico es el antiguo en la ac. figurada 35 a W artburg (en Bloch") a la consecuencia de que
’cometer engaños y fraudes’ hablando de los gita­ el vocablo español y occitano sea préstamo fran­
nos, en el mismo poeta (V. el dicc. de Alemany)1. cés. Consecuencia sumamente inverosímil, en un
Desde luego tenemos la ac. antigua en el Canc. vocablo que en la Península aparece con sentidos
de Baena: «e en ver jugar otros juegos de manos bien diferentes, y que así en castellano como
e de trepares» (p. 8). Es difícil asegurar si trepa 40 oc. ha demostrado mayor vitalidad que en el N or­
«castigo que se da a alguno con azotes, patadas, te de Francia. H ay que renunciar a esta idea, de
etc.», que A ut. documenta en el Lazarillo, proce­ suerte que el origen germánico sólo podría man­
de de trepa ’perforación’ ( T R E P A R II) o de ’paso tenerse a base de suponer que el vocablo pasara
de volatinero’ : es más probable esto último, y del germánico occidental primitivo al latín vulgar,
que se trate de una metáfora jergal; con esto se 45 o del gótico al español. Supuestos ambos poco pro­
relaciona el ast. trepar «trabajar m ucho; resistirse bables, dada la extensión limitada y la fecha mo­
por la fuerza y dando voces y patadas» (R):, aun­ derna del vocablo en germánico. Ahí los datos más
que es más probable que venga directam ente del antiguos son del ingl. med. trippen, hoy trip, do­
sentido etimológico de ’patear, patalear’3. Sin d u ­ cumentado desde h. 1380, en los sentidos de ’pi-
da existió esta ac. en cast. preliterariamente. 50 ia r levemente’, ’andar con ligereza’, ’danzar’, pero
Así se conserva en lengua de Oc4, donde trepar aun ahí supone el N E D , quizá con razón, que sea
es m uy frecuente desde el S. X II (M arcabrú) con préstamo del francés; probablemente serán autóc­
las acs. «trépigner», «danser, sauter», «folâtrer, b a ­ tonos el neerl. trippen, trippelen, trepelen [1598],
tifoler» y ya tam bién «faire des jeux de m ains»; b. alem. trippen, trippeln, frisón tripje, trippelje; ya
de trepar en el mismo sentido en catalán no da 55 es más dudoso que lo sean el danés trippe, sueco
testimonios Ag. ni es vivo en la actualidad, pero trippa, alem. trippeln ’andar con paso corto y li­
debió de serlo dada la existencia de derivados, y gero’ [fin S. XV, pero raro hasta el X V III], que
por lo menos conozco un ej. del primitivo, donde pueden haberse tom ado del b. alemán. Sea lo que
vale ’retozar, patalear’ : «la verge sancta M aria, / quiera de estos detalles, es evidente que falta base
regina imperial, / infanta per aquest dia / ... / «0 para atribuir el vocablo al gótico o al germánico
occidental co m ú n : ya E. Jessen fijándose en la que se extrajera secundariamente del sustantivo tte-
aparición tardía de la voz germánica rechazó con pant ’barrena, taladro’, tomado del b. lat. trepa-
razón la idea de que en romance fuese germanis­ num id., derivado de dicho verbo grie­
mo6. Sin duda trippen está en apofonía vocálica go. 1.a doc.: trepado: 1438, Corbacho (Cej., Voc.);
con la familia de T R A P A , y del alem. treppe ’es­
5 N eb r.; invent. arag. de 1497.
calera’7, pero como he dicho en m i artículo es tam ­ Donde leemos «una coffia de tercio pelo negro,
bién improbable que trapa deba mirarse como ger­ trepada» (B R A E II, 88). Se trata de un calado
manismo, y la apofonía en euestión es de naturale­ Quizá entiende lo mismo N ebr. il definir trepada
za onomatopéyica y no indoeuropea: tr a p - indica cosa por segmentatus y trepa de vestidura por
un cam inar pesado8, t r i p - y tr e p - imitan un piso­
10 segm entum , aunque estas palabras en latín clásico
teo más ligero; la existencia de las variantes oc. designan más bien la guarnición o galón que se
ant. trepir y fr. ant. y dial, triper es tam bién des­pone en los bordes de un vestido. L a definición
favorable a la procedencia germ ánica; ast. occid. de Covarr. «cierto modo de guarnición que va
tripar ’pisar con el pie’ (Acevedo-Fz.). d a n d o b u e l t a s por las orillas del vestido»
15 está viciada por el prejuicio de que viene del gr.
D e r i v . Trepa [N ebr.; y véase arriba] ’voltere­
ta’, ’acción de trepar’, ’castigo’, ’engaño, fraude’. Tpérceiv ’dar vueltas, girar’, etimología infundada;
Trepadera. Trepador [N ebr.; ’andador de niños’ a pesar de ello la copió A ut., y todavía le da vi­
1625, Fcha.; y V. arriba]. Trepante. Trepe. R e- gencia la Acad., aunque deberá borrarse. L a ac.
trepar. catalana ’calado’ es la que debemos suponer en el
C p T. Trepajuncos. Trepatroncos. 20 inventario de 1497 y en otros textos; claro que
1 Por analogía de subirse a alguna parte, se leen un calado o bordado puede ponerse como guarni­
a veces en la Arg. construcciones como é sta : «mi­ ción de u n vestido: de ahí la definición de N ebr.;
llones de retoños que afloraban de la tierra, subían tam bién O udin, algo vagam ente: <Ltrepa: piece,
curioseando, se trepaban por las intrincadas enra­ ply de vestement, broderie», «trepado: fait de plu-
madas», Ricci, Cuento M isionero en L a Prensa, 25 sieurs pieces et de diverses couleurs, riolé, piolé».
23-VI-1940.— 2 « Treptar: trepar» en V.— 3 H isto­ Otras veces tenemos otras acs. semejantes a las
ria análoga a la cast. tiene el port trepar, que catalanas, como en T im o n ed a: «y tam bién quiero
significa lo mismo, pero que en el M inho con­ que sepas / que aunque fueras sancto Papa, /
serva la ac. «calcar aos pés» (Fig.). Ésta la halla­tornarás a coser trepas / y remendarás tu capa»
mos viva en gallego ’pisar y hollar’ (Valí.) y por
30 (B R AE II I, 568), donde es evidentemente ’agu­
cierto en la variante trepar, pero allí es más bien jero en la ropa’; otro del Lazarillo en Fcha. D e­
tripar (que aquél prefiere): «o galo viña tripando jando aparte el participio-adjetivo trepado, el ver­
a térra con aire belicoso», «o galo veu-se cara bo trepar no se encuentra hasta ediciones del
min, paseniñamente, tripando a térra con aquél S. X IX del dicc. académico: «trepar: guarnecer
de señorón fidalgo» (Castelao 231.16, 174.13). Es35 el bordado con el adorno que llamaban trepa; ta­
falso que haya un cat. trepar en el sentido cast.— ladrar, agujerear» (ya 1817), que es casi como de­
4 De aquí gasc. trepadé ’le champ de foire’ M au- cir que el verbo no está documentado en caste­
vezin (Gers) 1666, etc., en Simorre ’le palier de llano. En efecto, no conozco del mismo ningún
Téglise’, el de Auch estaba donde ahora está la testimonio fehaciente, aunque la existencia de cier­
estación del ferrocarril: se encontró un yacimien­
40 tos derivados de esta raíz en el Oeste indica al­
to funerario, Polge M el. Phil. 1962, 8.— 5 De ahí guna popularidad de esta familia de p alabras:
trepeig ’ruido de pasos’ en Ruyra, Pinya de R o­ salm. trépago ’el clavo con que se engancha en el
sa I, 43, 164; II, 26.— 6Etymologisierende N o - trillo el cambizo o tim ón’ (para cuya formación
tizen IV, rechazado sin buenas razones por E. sufijal vid. M . P., Festgabe Mussafia, 390), alent.
45 trépa «ponto do ram o onde se faz a ram ificado»
Richter, K JRP h., X II, 84.— 7 El sentido primitivo
y propio de esta palabra alemana es ’peldaño, (R L IV, 76).
escalón’, desde el cual se desarrolló ’escalera’ en En catalán, en cambio, el verbo trepar es voz
fecha m uy moderna. Esto ya prueba que no hay antigua, arraigada y conocida todavía en la ac­
relación, al menos directa, entre el alem. treppe tualidad, en el sentido de ’taladrar, perforar’
y nuestro trepar, contra lo que habían supuesto 50 en general, aplicado a calados y otros adornos, o

D iez (W b., 494) y otros.— ‘ ¡Trap! se emplea a cualquier objeto’. Trepatae vestes ’vestidos ca­
hoy como onomatopeya desnuda en muchos idio­ lados’ ya se encuentra en u n doc. de C atah'ña de
mas. Trap, trap, patrap, en Les Senyoretes del 1234 (D u C.) y los ejs. abundan mucho desde
M ar de J. Ruyra, etc. el S. X V ; tam bién abundan los derivados: trep
55
’calado’ (1597), ’agujero’ (Ag.), ’chirlo, herida cor­
T R E PA R II, ’taladrar’, ’guarnecer con cierto tante’ (anotado en Farrera, Alto Pallars); trepa
bordado’, voz rara y poco castiza en castellano, ’agujero de un calado’, etc. [1430, Ag.], «estarcido
tomada del cat. trepar ’taladrar’, probablemente o pauta que se usa colocándolo sobre la pieza
procedente del gr. tpü~ av id .; pero es verosímil a pintar y aplicando encima la pintura de manera
que no venga de este verbo griego directamente y 60 que ésta pasa a la pieza, determinándose por los
calados de la pauta o estarcido» (Almela, Vocab. T R E Q U E , ’truhán’, ’gracioso’, ’jefe’, en América,
de la Cerámica de Martises, p. 425); trepadura tomado del nombre de Sir Francis Drake. Vid.
’calado’ (ya Jaume Roig, v. 7636); trepadella ’p i­ Gillet, H ispR . X X V I, 294.
pirigallo’, etc. N o fué enteramente ajeno a la len­
gua de Oc, aunque hoy parece perdido (falta en 5 T R E S , del lat. t r e s id. 1.a doc.: Cid.
M istral, Palay, etc.), pero Levy recogió dos ejs. G eneral en todas las épocas y común a todos
claros (¿SS. X III y X IV ?), los dos últimos de su los romances. Sustantivado, en Cuba, vale ’especie
articulo trepar. de bandurria de tres cuerdas’ (Ca., 260).
En cuanto al origen, hay que desechar la idea D e r iv . Tresillo [Acad. ya 1843]; tresillista.
de Covarr. y Diez (W b ., 494) de relacionarlo con 10 Tercio [1155, Fuero de Avilés, O elschl.; J. Ruiz,
el gr. Tpéirstv ’girar’; tam bién la de la Acad. de etc.], tomado de térñus ’tercero’; sustantivado en
partir de t e r e b r a r e ’taladrar’, que no explicaría el sentido de ’regimiento de infantería’ es muy
la -p-. Por otra parte es evidente que trepar es usual desde el S. X V I (ej. de M ármol, 1570, en
inseparable del cat. trepant ’especie de taladro’, A ut.), y de ahí pasó al it. terzo id. [S. X V II, Zac­
popular en muchas partes2; ahora bien, éste es 15 earía]; esta sustantivación se explicará por la di­
herm ano sin duda alguna del cast. trépano [1581, visión de alguna unidad m ayor: no es de creer
Fragoso, Aut.] y fr. trépan ’instrum ento que se que haya relación con la Tertia Legio romana
usa para trepanar’, documentado desde el S. X VI, que se m antuvo en España por mucho tiempo
la variante trépane ya en 1490 (R F X X X II, 176). (como se viene diciendo desde A ut.), pues como
Está claro que en catalán el plural trepans, que 20 ya reconoce M ayans (Or'xg. I, 106) queda en m e­
se confundía fonéticamente desde antiguo con el dio una solución de continuidad cronológica de­
plural de u n participio en -ant, dió lugar a la masiado grande; terciu ast. ’plazo trim estral para
formación de un singular analógico trepant; si la el pago de impuestos, que antiguamente se seña­
acentuación es tam bién analógica o debe expli­ laba por tercios’ (V ); tercia [princ. S. X V II,
carse por un antiguo préstamo del francés o del 25 A ut.; ’jabalcón’ ast., V ]; terciar [«t. barvecho o
occitano antiguo (donde el vocablo no está do­ viña: tertio» N e b r.: hoy no es sólo arag., como
cumentado), es incierto. E n cuanto al detalle fo­ cree Peralta, sino cespedosano, R F E XV, 269, y
nético, trépano sale del gr. -rpunavov ’taladro’, de otras partes; para Canarias, vid. Rég. Pérez,
’trépano’, derivado del verbo Tpünav ’agujerear’, Rev. de H ist. de L a Lag., n.° 84, p. 482]; ter­
’taladrar’; en latín medieval se encuentra ya una 30 ciado; terciador; terciazón [N eb r.]; enterciar; en-
forma trepanum (D u C .); el cambio de u larga terciamiento cub. ’acción de enterciar el tabaco’
en e, podría explicarse en rigor por la época he­ (Ca., 211). Terceto [1515, Fz. Villegas (C. C.
lenística en que existió la pronunciación de u Smith, BHisp. L X I); O udin], del it. terzetto. Ter­
como o, pero es más probable que sea una alte­ zuelo «el pollo del halcón o azor que sale tercero
ración del bajo latín, por confusión semiculta con 35 del nido» [Acad. ya 1817]', después torzuelo, al­
la raíz de rp s im v ’girar’; una contaminación di­ terado por influjo de torcer [«baharí torguello que
ferente presentan el it. trápano y el logud. trá- cacare», Cortes de 1252, R F E V III, 355; «el po­
banu; las formas populares, como cat. tribenell, llo más chico del azor» C ovarr.; ’picaro joven’
tribó, cat. dial, tribe, presentan el vocalismo re­ G. de Aljarache, Cl. C. II, 25.15]; terzuelo; ter­
gular. Queda la duda de si trepar es representan­ 40 zón arag.; tercelete; tercenal; tercenco. Terciana
te semiculto del verbo rp-j-xv directamente (fre­ [N ebr.]; tercianario; atercianado [1646, Estebani-
cuente en las glosas latino-griegas, V. el índic" de llo, D Hist.]. Tercianela [1680, Aut.], del it. ter-
C G L V II), o si se extrajo secundariamente en zanella id.
catalán del sustantivo trepant, que parecía u n p ar­ Tercero [hacia 950, Glosas Emilianenses, n.°
ticipio activo; dada la limitación geográfica del 45 9 ; raro es terciero, 1272, G . Soriano, p. 195],
vocablo, y aunque no tengo trepant documentado de t e r t i a r i u s ’que contiene una tercera parte’,
en catalán antiguo, me inclino por esta segunda generalizado en cast. y port., y popular (junto con
alternativa, siguiendo el ej. de M -L . (R E W 8959). TE R TIU S) en cat. y o c .; tercera; tercerear; terce­
D eriv. Trepa, trepado, V. arriba. De trépano: ría [N ebr.]; tercerilla; tercerista; tercerol [1604,
trepanar [1581, Fragoso, A ut.]; trepanación. 50 G. de Alfarache, en A ut.], del cat. tercerol id .;
1 En Valencia sería «recortar» según Lam ar- tercerola [Aut.], prob. del it. terzaruola, -uolo.
ca.— 3 Como térm ino de oficios creo que en Trechel ’trigo trem esino’ [1513, G . A. de H erre­
Barcelona mismo. T engo anotada la pronuncia­ ra, en Bello, Gram., n. 57], del mozár. *tercher,
ción trapán de dos pueblos del Alto Pallars, don­ equivalente del cast. tercero (es arbitraria la eti­
55
de m e lo dieron como equivalente de ’berbiquí’. mología *triticerum, derivado de triticum ’trigo’,
La fecha antigua se comprueba por el préstamo admitida por la Acad.).
sardo trapanti (M . L . W agner, R F E IX , 238). T e m o [«ternarium, tem ió» N ebr.], lat. tém us
’triple’, ’tres cada uno’; la ac. ’traje de cha­
Trepidación, trepidante, trepidar, trépido, V. queta, chaleco y pantalón’ es tam bién brasileña
trapiche Treponema, V. tropo 60
(Litbl. XXXV, 79), logud. te m u ’traje que el
sacerdote viste en la misa m ayor’ (R F E IX , 230); mado de teruncius, compuesto con uncia ’onza’.
-para la génesis de la ac. ’juramento, porvida’ vid. Helenismos. Triedro, compuesto con eSpa ’base’.
Spitzer, Lexik. a. d. Kat., 143 ; terna [’combina­ Epitrito, de é-tTpico?, compuesto de éic t ’sobre’
ción de 3 puntos en dos dados’. 1288, Acedrex, y TptTO? ’tercero’. Tricotomía, compuesto de xpíya
288.11]; ternario. Trino adj. [Berceo], tom ado de 5 ’en tres’ y t í u v s i v ’cortar, partir’; tricótomo; tri-
trinus ’triple’, ’tres cada uno’; comp. T R E N Z A ; cotámico.
trinidad [Berceo], de trinitas, -átis, id .; trinitario; 1 Azor turfoo en doc. medieval de Pontevedra
trinitaria. Trio [Acad. ya 1843], del it. trio id., (Sarm. CaG. 7Or, cit. luego como Falcón turzoo:
derivado de tria, neutro del lat. tres. Triásico, «Creo falcón turzóo, en instrum ento de Santa
derivado culto del gr. rp iá? ’trío, conjunto de 10 Clara de Pontevedra. Véase a D u Cange en
tres’. trizolicus, que es el mismo», lOOr).— 1 M uy vivo
C p t . Tresalbo [Acad. 1 9 2 5 , n o 1 8 4 3 ]2. Tresa­ en el Plata: R. Hogg, L a Prensa, 8-IX-1940;
ñal [Nebr., quien trae tam bién tresdial y tres- S. Oliván, id. 16-VI-1940; Búfano, id. 11-V III-
nochal]; tresañejo. Trescientos, antes trezientos 1940.
[1219, O elschl.; M. P., Cid, p. 240; N eb r.; A ia. 15
todavía sólo registra trecientos], del lat. TRECÈN TI Tresabuelo, V. tras Tresalbo, tresañal, tre­
id .; tricentésimo. Tresdoble [med. S. X V I, Aut.]; sañejo, V. tres Tresbolillo, V. hoja Tres­
tresdoblar; tresdoblado; pero no es imposible que cientos, tresdoblar, tresdoble, tresillista, tresillo, V.
las formas primitivas sean trasdoblo, trasdoblar, tres Treslape, V. lapa IV Tresmallo, V.
trasdobladura [Acad.], de t r a n s : pudo haber i n ­ 20 malla
flujo secundario del equivalente trestanto. Tres­
mesino, comúnmente tremesino [1513, G . A. de T R E S N A R ant., ’arrastrar’, ’llevar de una par­
H errera, Aut.] o tremés [Aut.], éste del lat. t r i - te a otra’, ’manosear’, probablemente tomado del
m e n s e t r i t i c u m ’trigo de tres meses’ (S. Isidoro, fr. trmner ’arrastrar’, y éste del lat. vg. * t r a g í -
E tym . X V II, iii), de donde derivan asimismo el 25 n a r e , derivado de t r a h e r e id. 1.a doc.: Alex.

cat. tremesó (Pallars), aran, tremeson id., alb. tfr- El cirujano, que ha de hacer en el cuerpo de
ífr g ’avena’ ( < * t r i m e n s a n u m : Schrader, Realle- Alejandro una operación muy delicada y doloro-
xikon, 321). sa, le d ic e : «Rey, es bon consejo: aver t ’as a
Trece [tredze, hada 1200, A uto de los Reyes ligar / que quando te tajare non te puedas tres­
Magos], de t r é d è c i m id. (es muy raro el equiva­ 30 nar / ca podrié con la tresna m uy rafez omne
lente diezetrés, que está en documento murciano errar, / podrié poco de yerro la fazienda dañar»
de 1272, G . Soriano, p. 193); trecén; trecenario; (2090b; trasnar y traxna en el ms. aragonés). Ahí,
trecenato o trecenazgo; treceno [Berceo; pronto pues, tresnarse es ’moverse penosamente’. El sen­
anticuado], sustituido por el poco frecuente tre­ tido de ’arrastrar’ está en J. R u iz : « ¡ Ay, Dios
zavo y parcialmente por el culto décimotercio 35 —dixo la dueña—, corazón de am ador! / ¡En
(raramente tredécimo); trecemesino. Treinta [Cid; quántas priesas se buelve con miedo e con te­
variantes en Oelschl.], de t r í g í n t a id., que debió m or! / Acá e allá lo trexna el su quexoso am or: /
de sustituirse por * t r i g í n t a (o bien * t r e g í n t a , de los muchos peligros non sabe quál es mayor»
por influjo de t r e s , como en los demás romances, (852c). E n otro pasaje de J. Ruiz y en la Pícara
y treinta con í por influjo de veinte): la pronun­ 40 Justina vale ’manosear’, ac. que fácilmente puede
ciación antigua treinta vive todavía en ast. (R), resultar de una evolución de ’llevar de una parte
cat. trenta, port. (y gali.) trinta (treinta, Ctgs. 89. a otra’; Doña Venus aconseja al Arcipreste cau­
65, triinta 364.21; trinta 32.42, Castelao 72.24); tela y moderación en los primeros pasos de sus
treintavo; treinteno, -ena; treíntenario, treintona­ aventuras: «guárdate non la tengas [léase proba­
rio; treintañal, en Cuba treintañón (Ca., 184); 45 blemente tangas] la prim era vegada, / non aco­
treintaidosavo o treintaidoseno; ordinal culto tri­ metas cosa por que finque espantada, / syn su
gésimo o raramente tricésimo; tricenal. plazer non sea tañida nin trexnada» (646c); así
Triplo [1615, Figueroa, Aut.] o triple [Oudin, tam bién en la Pícara: «que sería m ucho durar va­
no A ut.], de triplus, -a, -u m (para la -e, comp, sija tan tresnada» (tomo I, lib. i, parece ser el
D OBLE); comp. T IP L E ; antiguamente existió una 50 mismo pasaje que Puyol, según Fcha., traduciría
variante popular treble [Berceo; corríjase así en vez ’estrenar’, erróneamente claro está); y lo mismo
de treb en Alex., 254c, de acuerdo con el m etro]; entiende sin duda APal. al definir icontingere es
tríplice; triplicidad; triplicar, triplica, triplicación. tresnar, y contam inar o manchar» (936). D udo
Tredentudo. Terciopelo [«sericum gausapicum» que sea justa la explicación de treznar por «traer
N ebrija; inventario aragonés de 1497, B R A E II, 55 cargas», que según Cej. (nota a su ed. de J. Ruiz)
88; ejs. desde princ. S. XVI en Zaccaria]; daría el cordobés F. del Rosal (1601). El vocablo
terciopelero; terciopelado o aterciopelado. Tercio­ es bastante frecuente en el Recontam iento de A li-
décuplo. Entres. Trocar [Acad. ya 1 8 3 2 ], del fr. xandre, texto morisco del S. X V I: «Aliáh trasna
trocan id., alteración de trois corres, propiamente a sus baieqados [’criaturas’] komo kiere», donde
60 N ykl entiende «to move», pero quizá sea más
■’tres ángulos cuadrado» o esquinas’. Teruncio, to­

V .-4 Ü
bien ’manosear, tratar’ (R H L X X V II, pp. 520, c o n v in c e n te e s ta e x p lic a c ió n de tresnar com o ga­
610); «La figura de D u-l-qarnain parado sobre lic is m o , debe ta m b ié n c o n c e d e rse la p o s ib ilid a d
l’açud i las jentes ke se trasnaban kon las azo- de que sea p a la b ra a u tó c to n a , h e rm a n a de la s it.
bras [’trozos’] del fierro, ke la(s) lançan en el trascinare y strascicare, que p re s e n ta n una a lte -
çud», bien traducido «to move about with» por 5 ra c ió n in e x p lic a d a de lo s la t. tra g in a re y tr a g i-
Nykl (ibid., p. 494), «yo bos prom eto ke si bosotros c a re ; ta l v e z se p o d ría a d m itir u n l a t . v g . *T R A -
soys pagados kon ello, yo trasnnaré p o r bos­ xus en lu g a r d e t r a c t o s ( p a r tic ip io de tra h e re ),
otros, dakia ke llegare ada D u-l-qarnain, i diré p a rtic ip io del cual p o d ría n d e riv a r * tra x ic a re ,
a él, i faré kautela sobr’él, sobre ke meteré su *TRAXINARE, q u e e x p lic a ría n s a tis fa c to ria m e n te la s
mano en buestras manos, y hareys kon él lo ke 10 f o r m a s i t a l i a n a s y e s p a ñ o l a .
kerreys» (p. 534, trasnar por «to take along» según Vasco tresna, tresen(a), ’trebejos de cocina’, ’ape­
N ykl; ¿o más bien ’trasladarse’?). Falta ya esta ros, instrum entos’, ’vestidos’, ’persona grosera’, tres-
palabra en N ebr., O udin, Covarr. y A ut.; hasta natu «aparejar; atteler, harnacher»; comp. espe­
hoy sigue viviendo en Asturias : «tresnar: acon­ cialmente el uso de tresnar en Fz. de Andrade y
dicionar; tresnan, -ada: se emplea para significar 15 las definiciones de Rato y Terreros, así como traje
la buena o mala preparación, o el buen o mal deriv. del port. trager ’traer, llevar’.
condim ento de un comestible» (V), «tresnar: ado­ D e r i V. Tresno: V. los ejs. que acabo de citar,
bar pieles, correas y otras cosas flexibles; la ope­ y ast. tresnu «la acción y efecto de tresnar» (V).
ración de secar y recoger la yerba; aderezar la Tresna ’rastro’ [1.a m itad S. X IV, arriba]. De uno
comida» (R); ’cuidar con esmero’ en Sajambre, etc. 20 de estos dos sustantivos, con el sentido del ast.
(Fz. Gonzz., Oseja, 363), todo lo cual puede deri­ tresnar ’secar y recoger la hierba’ (R), derivará
var fácilmente de la idea de ’manosear, tratar’. tresnal «en algunas partes conjunto de haces de
Acad. recogía como ant. ya en 1817, «frotar, mies apilados para que despidan el agua, en la
estregar, refregar», definición que en 1925 ya ha­ misma haza del dueño, hasta que se llevan a la
bía sido cambiada por «arrastrar»; tam bién T err. 25 era, poniendo cinco haces en el pie, cuatro en ­
trae tresnado como voz anticuada sinónima de cima y así en disminución» [Acad. ya 1817], voz
«usado, arrastrado, gastado». L a Acad. lo deriva que ya será antigua, pues atresnalar ’disponer en
de tresna y de éste dice que es del mismo origen tresnales’ ya se encuentra con la variante alraz-
que el fr. ant. traisne; realmente, teniendo en nalar (comp. traznar en el texto arag. del Alex.
cuenta que tresna por ’rastro de una pieza de 30 arriba citado) en las Ordenanzas de T eruel de
caza’ aparece repetidam ente en la M ontería de 1684 (D H ist. ) '; treznar sería antiguo y aragonés
Alfonso X I (cita de A ut.), me parece m uy p ro­ por ’atresnalar’ según la Acad.; gall. septentr. so-
bable que estemos ante un galicismo cinegético trenar ’hurtar, sustraer’ (en Viveiro, Sarm. CaG.
tomado del fr. traîner; aunque éste, que primero 163r, y lo puso en boca de un rústico en su copla
fué traîner, no tuvo nunca s etimológica, la pro­ 35 434 de la C o lV F G .): con prefijo so- y -sn- > n.
longación de la vocal causada por la contracción 1 Según una papeleta que conservo, Spitzer
de las dos vocales, daría la impresión de que el propuso en R F B V II, 298 (en lo cual debe haber
vocablo perteneciera a la categoría de voces como error, pues no encuentro nada en este pasaje)
frene = fresno, âne = asno, y así lo españoliza­ derivar tresnal de *trecenal, por ser una pila de
rían convirtiéndolo en tresnar. M e confirman en 40 trece haces. Quizá tenga razón. Pero lo dudo
esta creencia los ejs. del vocablo y su familia que mucho, pues según la descripción de la Academia
cita Cej. en el escritor hípico sevillano Pedro han de ser 15 y no 13, y formalmente habría
Fernández de Andrada (1580, 1599): «el cabezón dificultad: no es el caso de descoraznar o tiz­
para el uso de treznar los caballos es la cosa más nar por descorazonar o tizonar, derivados muy
im portante... porque con él se les afirma el ros- *5 antiguos, lo que explica la sincopa; en nuestro
tro y se les m uestra a volver y revolver con fir­ caso no pudo haber síncopa porque la forma an­
meza», donde el sentido parece ser el de tramer tigua de trece era tredze (africada que se con­
’acostumbrar, educar’ ; «reprobando en ellos el serva todavía en judeoespañol, y es la que ex­
trezno que se les da a los caballos a la brida con plica la falta de apócope en trece), y un *tred-
el cañón v el cabezón», de sentido correspon- 56' zenal no era susceptible de síncopa.
diente; y «el caballo venga con la costumbre a
tom ar el tresno tan airoso, que en todo el día no Tresnieto, V. tras Trespruidar, V. pruida
descaezca», o sea = fr. train en el sentido de Tresquilar, V. esquilar Trestanto, V. tres
’marcha, am bladura’. L o mismo en el Cortesano Trestiga, V. lecho Tresván, V. desván Tre-
de Castiglione, traducido por Boscán, donde se 55 ta, tretero, V. traer Treudo, V. atribuir T re­
trata de la compostura física y atavío del corte­ ver se, V. atreverse Treza, V. trenza Treza­
sano: «le doy por consejo que consigo determine vo, V. tres Treznar, V. tresnar Tría, V.
qué manera de tresno y de arte quiere que pa­ triar Triaca, triacal, V. fiero Triache, V. triar
rezca la suya, y conforme a aquélla se vista» Triangulación, triangulado, triangular, triángulo-, V.
(p. 182), o sea ’train, air, allure’. A unque es más 69 ángulo Triaquera, m aquero, V. fu to
T R IA R , ’escoger’, voz rara y en realidad ajena al entrada hasta ed. recientes (ya 1925, no 1884)
cast., tomáda del cat. t r i a r id .; éste es vocablo «escoger, separar, entresacar», absteniéndose injus­
hermano de oc. t r i a r y fr. t r i e r ’escoger’ y anti­ tificablemente de toda calificación geográfica o
guamente ’separar’, de origen incierto, que supo­ social, a pesar de que sería voz inadmisible en
nen una base * t r i a r e ; acaso esta base, se de­ 5 literatura o en la conversación; además reconoce
dujo secundariamente del fr. ant. d e s t r ie r , oc. y a t r ia r s e las acs. secundarias «clarearse una tela
cat. d e s t r ia r ’separar, discernir’, lat. vg. * d e s t r i a - por usada o mal tejida» y la aragonesa «cortarse
r e ’separar con un surco’, ' ’separar’, derivado de la leche», según Borao «torceise o agriarse algún
s t r i a ’surco’, s t r i a r e ’formar estrías o arrugas’. plato de leche», en Echo t r ia r s e «coagular» (Z R P h .
1 .a d o c .: en elgún léxico de los SS. X V II y X IX ; 10 LV, 627)'; ac. también usual en cat., al menos lo­
antes sólo aparece en un doc. arag. de 1311, y calmente : val. t r ia r - s e «cortarse la leche» (La-
algún otro ej. suelto y muy dudoso; en catalán es marca), M anacor t r ia r - s e la lle t ’separarse del sue­
constante desde el S. X III. ro sus sustancias grasas’ (B D L C V II, 185), Arán
Sólo esporádicamente ha sido señalada en textos t r ig á - s e id. Además, ya en 1817 da la ac. intran­
castellanos. Quizá ya tengamos un ej. en doc. leonés 15 sitiva «entrar y salir con frecuencia las abejas de
occidental de 1251 : «nos don Pedro, abbat de una colmena que está muy poblada y fuerte», d a r
Sant N oval... damos a vos Pedro Fruchos e a u n a t r ia «trasladar una colmena débil o poco po­
vuestra m uver por 6 annos la nuestra casa con las blada al sitio de otra fuerte, y ésta al de aquélla,
nuestras heredades de Val de Fresno... y 8 pares mientras se hallan fuera las abejas, para que cam­
de boys por m edio; et si nos quisiermos t r i a r 20 bien de vaso y quede reforzado el débil y alige­
ganado o bestias convusco t r i a r por m edio; et rado el fu erte» : como tantos términos de api­
yo Pedro Fruchos devo a dar la metat del pan e cultura se tratará de una voz de Aragón, la tierra
de las serondayas...» (Staaff, 87.9); podría en­ del romero y de las abejas, y la idea fundamental
tenderse que esta forma esté por t r i y a r y corres­ es la de ’separar unas abejas de otras’.
ponda al port. t r i l h a r ’trillar’ de !a misma manera 25 Con un par de datos que daré abajo, queda
que m u y e r del mismo doc. corresponde al port. agotada toda la documentación del vocablo en cas­
m u lh e r (comp. t r i l l a r en el doc. leonés central de tellano y sus dialectos. Por otra parte en catalán
Staaff 57.15): entonces habría que p untuar de­ t r ia r es palabra básica, empleadísima y de rodas
lante de g a na d o y suponer que este vocablo y las épocas. Ya abundan mucho los ejs. en el
b e s tia s hacen de sujeto del segundo t r i a r , lo cual 30 S. X III, con el sentido moderno de ’escoger’,
es forzado, como lo sería entender ahí t r i a r ganad o aunque a menudo es difícil decir si predomina el
como ’separar, partir’. Como me observa el Prof. matiz de mejoría o el de separación, que siempre
V. García Yebra en realidad debemos leer ahí c r ia r andan mezclados en esta id e a : figura en una car­
g a n a d o : él mismo ha comprobado en el m anus­ ta privada de 1274 ( R H X X X V II, 154); en Ser-
crito que es ésta la lectura justa; esta misma lec­ 35 veri de G irona, que escribía por la misma fecha
tura es la que proporciona el más reciente editor y algo antes, rim a con v a lr ia y vale ’discierne’
de este documento, G. Castán, D o c u m e n t o s de (VI, v. 8, ed. Kolsen, N e u p h il. M i t t e i l . X X X IX ,
V illa v e r d e de S a n d o v l al ( s ig lo s X J I - X V ) , Sala­ 314ss); en L ulio: «Si... elegs la vida contem ­
manca 1981, p. 131. O tro caso se ha citado en plativa, elig e t r ia aquell orde qui sia pus luny
una poesía misógina del poeta cuatrocentista 40 de la vida mijana» (D o c t r in a P u e r i l , ed. Gili,
H ernán M exía: «perdonad, Pedro Torrellas, / p. 240), «molts ossos e molts lops ha en vostra
mis renglones torcederos / en la defensa de térra ; d ’aquells podets t r i a r , a vostre plaser, tal
aquéllas, / que yo bien hallo ser dellas / vues­ ors e tal lop q u i...» (M e r a v e lle s , N . C l. II, 140).
tros dichos verdaderos: / no sé dónde los hallastes, Desde luego en textos algo posteriores se hallan
/ vos más prudente que Lelio; / pienso que vos 45 los ejs. por docenas y predomina definitivamente
los t r ia s t e s , / pues cuanto dellas hablastes / es la idea de ’elegir, escoger’ : «Senyor meu, dóne’m
verdad como Evangelio» (N B A E X IX , 281a), pero discreció, per la qual sápia elegir e t r i a r lo bé
también ahí observa m i amigo que debe de tratarse del mal» B. Oliver (E x c it a t o r i, N . C l , 198), «[M a­
de un error de lectura por c ria s t e s , si bien ahora ría] entre cent mil / la pus humil, / per Déu
en el sentido de ’crear = inventar’, a no ser que 50 tria d a , / al seu criada / molt alt misteri», «lo
siguiendo ahí Mexía las huellas del catalán Pere carnicer / q u ’es negligent, / qui va sovent / a!
Torrelles, como reconoce, tome el vocablo de su bestiar / per bous t r i a r , / t r ia n t , t r ia n t / e con-
modelo (a la manera como emplea por ej. d o n a s fiant / de son saber, / veu-se lauger, / pert-ne
por ’mujeres’). la p o r: / a la fi n mor» Jaum e Roig (vv. 11317,
No se conocen, que yo sepa, otros ejemplos 55 6564-5), a los cuales pueden agregarse les de Ag.
medievales ni clásicos en castellano, n i figura el Pero en la época más arcaica es frecuente que
vocablo en las obras lexicográficas de la Edad la idea de separación prepondere levemente, o sea
M edia o del Siglo de Oro, salvo O u d in : « t r i a r : la única; aquello es lo que ocurre en textos como
choisir, trier; t r ia d o : choisi, esleu, trié»; falta en los siguientes: «al dia del judici dirá l’amat que
A u t . y la Acad. en su sentido propio no le dió 60 hom t r i i a una part ?o que en aquest raón !i ha
donat; e a altra part sia triât ço que hom ha donat callejón sin salid a: desorientado por el piam. trié
al mon» Lulio (Am ie e A m at, N . Cl., 101.30), y milan. tria «fritare, stritolare, sminuzzare, pe-
«los creedors... poden demanar que ls béns del stare» (Sant’Albino, C herubini), se empeñó el fu n ­
testador no sien m esclats... ab los béns del he- dador de nuestra filología en igualar el galorro-
reu ; e si y son mesclats... poden demanar q u e -n 5 mance trier, triar, al it. tiritare ’desm enuzar’ (y
sien separats e departits e triais» Costum bres de antiguamente ’trillar el grano’), del lat. vg. * t r í -
Tortosa (ed. Oliver, p. 325); tam bién en el Gè- tare, frecuentativo de t e r e r e ( t r i t u m ) ’desgas­
nesi de Scriptura de Amer triar-se vale «apartar» tar’ ; claro está que en piamontés y milanés la
según el glos. de Aguiló. Pero el sentido de ’se­ caída de la - T - intervocálica es tan regular como
parar’ aparece inequívocamente, y sin mezcla al­ 10 en francés del N orte (como observa Salvioni
guna de la idea de selección, en las dos grandes K JRP h. V, 138), y por lo tanto las formas citadas
Crónicas del S. X III. E n su romántico desafío de estos dialectos son la prolongación natural del
de Burdeos, Pedro el G rande, presintiendo la em­ it. tritare, pasando por el comasco trida ’desm enu­
boscada, se presenta disfrazado de caballero par­ zar’, ’cortar en rebanadas’ (M onti). Pero el sentido
ticular ante el Senescal del Rey de Inglaterra: 15 separa absolutamente estas formas del fr. trier, tan­
«ab tant lo senescalc se va a ell acostar e saludá-lo, to como la fonética las hace inconciliables con el
e dix-li que ben fos vengut; e el rei, a cavall, oc. y cat. triar, idiomas donde la - T - intervocá­
triá-lo lluny deis altres, e parlá ab ell» Desclot lica latina se conserva sin excepción en forma de
(princ. del cap. 104), «altre dia matí faem-lo ve­ -d-. Para conservar la etimología de Diez sería
n ir denant nós a la església de sent Feliu, e 20 preciso adm itir que esta palabra esencial y po-
triam-lo a una part ab lo maestre del Temple» pularísima fuese u n préstam o francés y norteño
Jaime I (ed. Aguiló, 501); tam bién en las Cos­ en catalán y en lengua de Oc, idea inverosímil
tum bres de Tortosa, de la misma época : «açô aun por razones cronológicas (ejs. desde h. 1110
dam unt dit es entés de les dones que han exovar en lengua de Oc, sólo desde med. S. X II en
triât ab lurs marits» (ed. Oliver, p. 163; otros, 25 francés), y francam ente inaceptable en el aspecto
quizá aún más claros, pp. 145, 280)3. semántico4. Que Diez no prestara atención al por­
N o son raros los ejs. de este uso de triar en m enor fonético de la pérdida de la - T - no es ex­
trovadores occitanos de los SS. X II y X III, como traño en su época, pero ya el D G én., el N E D ,
Aimeric de Sarlat, cuando dice de su amada «adés Gamillscheg y Bloch' y 2, rechazaron decidida­
la desir mai / on plus de mi se tria», evidente­ 30 m ente esta etimología, que conviene tan poco por
mente ’se aparta’ ; ’apartarse’ vale en Guilhem el sentido y por la evolución fonética5; sólo M -L.
Montanhagol, y ’separar’ en los tres ejs. de G . de (R E W 8922) siguió transigiendo, si bien con fuer­
Bornelh y Peire Cardenal que Levy cita en su tes dudas, con la idea de su predecesor.
n.° 53. Claro que también es frecuente en el sen­ Hoy debemos m irar la idea como rechazada
tido de ’escoger, elegir’, como lo encontramos ya 35 inapelablemente. Pero es más difícil proponer
en el prim er cuarto del S. X II en G uillerm o de algo positivo. Que triar sea voz prerromana no es
Poitiers: «ren per autruy non l’aus m andar, / a priori imposible ni aun inverosímil, pero nada
tal paor ay qu’adés s’azir, / ni ieu mezeys, tan semejante se encuentra en céltico; la etimología
tem falhir, / no l’aus m ’amor fort assem blar; / céltica de Gamillscheg (E W F S ) es infundada; sin
mas elha • m deu mo mielhs triar, / pus sap q u ’ab 40 necesidad de m ayor análisis nos bastan para re­
lieys ai a guérir» (Appel, Chrest., 11.47). L a mis­ chazarla sus mismos datos: aunque en gaél. mod.
ma historia se repite en francés, donde el vocablo de Escocia rhogncách valga ’escoger’, en la etapa
aparece tam bién en el S. X II aparejado sinoní­ antigua del idioma rigid sólo significaba ’extender’
micamente con sevrer ’separar’ : «que il seüst le y por lo tanto sería im prudente atribuir aquella
to rt del dreit / trier et conoistre et sevrer» Benoit 45 ac. al galo; además el compuesto * a t e - r i g ó no
(God. X , 809; V III, 74), y de ahí ha venido está comprobado en idioma alguno, y un dilema
triyé «tirer, jeter» en las hablas modernas del Bajo fonético sin escape nos m uestra que aun si h u ­
Valais, en el Berry ’destetar u n niño’; por lo biese existido tampoco podía dar trier6.
demás, hasta Ja actualidad el sentido del fr. trier H e aquí una idea que m e parece p or lo menos
es menos abstracto que el del cat. triar ’elegir, 50 digna de estudio, teniendo en cuenta la persis­
escoger’, pues allí sólo vale «choisir dans un as­ tente aparición de la ac. ’apartar’, ’separar’, en los
semblage d’objets de mêm e nature (un certain textos más antiguos; además de esta antigüedad,
nom bre d ’objets que l’on s é p a r e des autres)» es natural tomarla como punto de partida, dada
(D Gén.); del francés se tom ó el ingl. try, desde la facilidad con que pasamos de la idea de ’se­
h. 1300, y tam bién aquí el sentido prim ordial fué 55 parar’ a la de ’escoger’, m ientras que es más di­
’separar un objeto de otro’, luego ’separar lo bue­ fícil concebir el paso de ’escoger’ hasta ’apartar’.
no de lo malo’, ’someter a juicio’, finalmente Ahora bien, adm itiendo que s t r i a r e ’trazar estrías
’probar, tratar de’. o surcos’, ’marcar arrugas’, persistiera en latín
L a indagación del origen del vocablo fué a pa­ vulgar (vid. R E W 8300; y comp. C G L V II, 299,
rar con Diez (E tym . W orterbuch, 692) a un M y D u C.) o que de él se formara u n derivado
* d e s t r i a r e ’partir con un surco’, ’separar en dos rencia, separación’, en S o }o el tem s c’om era
partes’, el resultado natural era el oc. ant. y cat. jays), y repetidam ente en L u lio : «qui sap detriar
destriar, fr. ant. destrier, que suelen mirarse como entre bé e mal»7.
derivados de triar (trier). Estas palabras aparecen L a creación del seudo-prim itivo * t r i a r e pudo
desde los más antiguos documentos de los idio­ 5 venir de m uy lejos, puesto que ya en latín vul­
mas respectivos ; en catalán : «al cessar que féu gar existían las condiciones fonéticas necesa­
lo vent, veem la yla de M aylorques c destriam la rias, y la gran frecuencia y variedad semántica
Palomera e Sóller» Crónica de Jaime I (92), es del vocablo en los tres romances desde el S. X II
decir, ’columbrar, distinguir de lejos’ ( < ’aislar supone una palabra ya antigua8. Siendo así el tra­
con la vista’, lo mismo que divisar viene de di­ 10 tamiento fonético * t r ! a r e > fr. trier es tan re­
vidir); «lo ca com sabia destriar que aquella her- gular en posición pretónica como s p e h O n > épier.
ba fos bona a purgar la hum or per la qual lo can Quizá no carezca de interés el detalle de que en
era en malaltia» en el Félix de Lulio (Ag.); en M urcia sólo se conoce el que supongo primitivo
lengua de Oc destriar, detriar y sus derivados fi­ estricr ’escoger’ y ’mondar, limpiar’ (G . Soriano)’.
guran en el M onje de M ontaudon (fin S. X II), 15 Alessio, Lettere Italiane IV, 277, quisiera partir
en Daudé de Pradas y en otros trovadores de la de formas latinas contrio, intrio, presentes analógi­
primera época, así como en textos más tardíos; cos extraídos del píetérito vulgar intrisi = lat.
en el N orte de Francia parece ser voz más bien intrivi (de interere). Pero no atiende a que la
regional, aunque destrier se lee en bastantes au­ dificultad máxima es la semántica, pues el sentido
tores desde el S. X III o X IV hasta el X VI, 20 no es ’triturar’, sino ’separar’ y luego ’escoger’ (el
y hoy détrier sigue viviendo en el Poitou, Au- alto-it. triar sí es ’triturar’, pero éste viene sencilla­
nis, Saintonge y Bresse (God. II, 692) con el mente de t r i t a r e , luego la hipótesis de Alessio
sentido de ’destetar’ ( < ’separar’), su antigüedad de nada sirve).
viene corroborada por el picardo ant. detrier D e r iv . Tría [Acad. ya 1815]. Triache, del cat.
’escoger’, ZRPh. L X IX , 153. Según Bloch étrier 25 triatge o del fr. triage. Trío ’tría’.
(< s t r ia r e ) y détrier es general todavía con 1 En Aragón sí tom ó pronto este verbo algún
este sentido en el triángulo formado por los Al­ arraigo (cf. nota 9), por lo menos en el lenguaje
pes francoprovenzales, y las desembocaduras del de los judíos. Leo en un doc. de 1311 de los
Loire y del Garona. No sé si T huasne en su ed. publicados por Baer {Die Juden 1929, p. 201)
de Fr. Villon (II, 152) comete u n provincialismo 30 «ordinamiento a ellos feyto por el dito merino,
o imita el léxico de un doc. de la época al escri­ ovieron ende grant plazer en sí e triaron ende
b ir: «au XV" siècle... Domrem y se trouvait scin­ luego xii jodíos de si con el alatma e con jura,
dé en deux sections... Le cours d ’un ruisseau... los cuales ordenaron una tecana...». Sin embargo
aurait servi de limite et strié ainsi le village entre tampoco en aragonés ha sido nunca palabra gene­
Champagne et Barrois». 35 ral o castiza.— 2 Triats significa ’separados’ sin
Sin embargo este tipo romance s t r i a r e o * d e s - ningún matiz de selección en el poeta del M aes­
t r ia r e ’separar’ tenía que ocasionar forzosamen­ trazgo García G irona, hablando de dos grupos de
te el malestar lingüístico que tantas veces nos ha cuatro caballeros que tornean «tant pronte tots
descrito magistralmente Jud, como propio de las se barregen / tant pronte ja están triats» (Sei-
palabras de aspecto derivado, pero carentes de 40 dia, pág. 108).— 3 Hay todavía más, que Levy no
un «jefe de familia» : s t r i a r e se pronunciaba vul­ entiende, al final de su artículo, como el de Fla­
garmente estriare y su sílaba inicial era idéntica menca: «poissas se n vai, si coma goz / c ’om geta
a la de los derivados en E X -; * d e s t r i a r e coinci­ de cort jangolan, / que-s vai per los osses trian»:
día vulgarmente con los derivados en d i s - . Y sin ’se aparta para poder roer huesos’. O tro en La
embargo no existía un * t r i a r e , a pesar de que 45 Venjansa de la M ort de N ostre Senhor, donde á
junto a dessevrer existía sevrer, junto a despartir los judíos que se han tragado oro y plata «fetz
había partir, junto a d i s c e r n e r e había u n CER­ fendre ab • i ■ coltelh per mieg lo ventre e
N ER E, junto a d i s p e r i r e u n p e r i r e , etc.; es la triar l’aur e l’argen», ’sacar, apartar’ (Appel,
situación que dió lugar a la creación de T IN O 118.101).— 4 Jud sugirió brevemente en uno de
y atinar partiendo de destinar, de attaccare sa­ 50 sus primeros trabajos (A S N S L CXX VI, 129,
cándolo de staccare, de libar deducido de estibar n. 1) que triar se tom ara del N orte de Francia
s t i p a r e , etc. El prefijo des- o es- parecía super- como voz feudal aplicada p o r los trovadores a
fluo en un vocablo que no era contradicción o la pleitesía que el hom bre rinde a la m ujer en
negación de nada, por cuanto no tenía un p ri­ el amor cortés. Pero ni en el N orte ni en el Sur
m itivo: y así habría cada vez más tendencia a 55 de Francia existió ninguna restricción en este
decir sencillamente triar; o por lo menos se tra­ sentido, ni se nota la m enor preponderancia de
taría de evitar la apariencia ilógica de una nega­ las acs. de este tip o ; p o r el contrario, los ejs.
ción pronunciando solamente detriar, como lo en­ son raros (el sentido judicial de try se desarrolló
contramos en el M onje de M ontaudon, en Ra­ en el francés de Inglaterra y en inglés, en el
món Vidal de Besalú (gran detriansa ’gran dife­ 60 Continente no se conoce); n i siquiera el de G ui­
llermo de Poitiers tiene nada de feudal, material m i g a r e > remugar, etc.), ni el fr. ant. trier (se

o simbólicamente, pues se trata de que la am a­ esperaría *triier, rim ando en ié, lo que no ocu­
da elija lo mejor para el amado. Menos aún rre, como ya he dicho que observó Gastón Pa-
puede aceptarse la idea de Diez de pasar de ’des­ ris). El oc. mod. j arag. trigar puede ser conse­
m enuzar el grano’ a ’separarlo de la paja’, trán ­ 5 cuencia indirecta del gran parecido de destriar
sito difícil de concebir, y tampoco se nota que ’separar’ y destrigar ’perjudicar’, trigar ’tardar’
triar se aplique prim eram ente a nociones agrí­ ( t r i c a r e ) . « Trigar» guisantes es faena entrete­
colas. Por otra parte u n térm ino agrícola sería nida, y el que destría o separa a dos personas
singularmente inadecuado como objeto de prés­ no lo hace sin causarles perjuicio; bastaban es­
tamo.— 5 H orning, Z R Ph. X X II, 490-1, trató de 10 tas analogías para causar esta confusión local.
salvarla proponiendo como alternativa u n C r i ­ No es posible tratar bien aquí del arduo problema
t i c a r e , fundado en e l m orvandeau triquer «trier», del origen del port. ant. trigar-se ’darse prisa’ y
mientras que en los demás dialectos franceses de su grave discrepancia semántica con el cat. y
se habría pasado a *tri(d)eiier > triier. Esto no oc. trigar(se) ’entretener(se)’ ’tardar’. Será útil de
sirve de nada, pues de todos modos habrían de 15 todos modos indicar que uno y otro aparecen
ser préstamos las formas catalana y occitana. Y desde el origen de las respectivas lenguas litera­
para el Norte de Francia las dificultades em ­ rias; en el Este sigue aquél bien vivo y general,
peoran de esta m an e ra : el resultado regular de en el Oeste se emplea el otro todavía algo en
* t r i t i c a r e así en París como en el M orvan sólo portugués pero ya no en gallego; en cambio en
podría ser *tricher o quizá *triger. G. París, Rom. 20 la Edad M edia encontramos trigar-se ’apresurar­
X X V III, 144, observa además que en francés an­ se’ (399.50) y trigoso ’pronto, apresurado’ (id.
tiguo el vocablo rima en é y no en ié, y él tuvo el 195.133, 319.42) ya en las Ctgs. No creo posible
m érito de reaccionar prim ero que nadie contra la la etimología gót. Qreihan [ = zrihan con i larga
etimología de Diez y K órting proclamando que el y z de Castilla] ’presionar, meter prisa’ para el
origen de trier es «oscuro». De nada serviría 25 vocablo portugués, admitida por Diez (W b. 8713)
adm itir una disimilación * t r í d a r e (comp. T R I ­ y respetada por M -L. (R E W 8713), y no tanto
GO, que no creo venga de * t r i d i c u m ) , que bas­ por lo chocante de la separación con un vocablo
taría para el catalán, pero no para la lengua de romance idéntico al menos en la forma y en el
Oc (donde habría dado *trizar o *tridar); ni un uso, como porque esa etimología no explicaría la
* t r i t i a r e , que sólo serviría para el cat., mas no 30 -g- gallegoportuguesa; y ni siquiera podemos
para las lenguas de Oc ni de Oíl.— 6 O la sín­ pensar en una variante de otra lengua germánica
copa de la E ocurrió antes que la aféresis de la (como el suevo), pues las formas emparentadas de
a , u ocurrió más tarde. Si primero se perdió la esas lenguas hermanas tienen todas ng (alem.
a - , la E siendo inicial ya no podía perderse; si dringen, etc., por lo demás cf. Kluge s. v. y
lo contrario, la alteración de las intervocálicas 35 IB W 1093) y la falta de nasal en gótico se explica
ya había empezado cuando se sincoparon las p re­ sólo por eliminación fonética ante la fricativa
tónicas, y por lo tanto el resultado habría sido velar, no por ninguna variante de tipo morfoló­
*drier.— ''Doctrina Pueril, ed. Gili, p. 135. En gico, de suerte que tampoco podríamos pensar
el pasije arriba citado del Félix la ed. de N . Cl. en un congénere prerromano indoeuropeo de la
(II, 58) lee igualmente detriar.— ‘ No aseguraré 40 voz germánica. L a etimología lat. t r I c a e ’m inu­
que la tengamos bien documentada en latín vul­ cias, frioleras’, t r i c a r : ’entretenerse en pequeñe-
gar por la forma triata de los H ermeneumata ces’ es buena para el vocablo catalán-occitano;
Montepessulana (C G L I I I , 324.28), en una glo­ y aunque bajo reserva me inclino a creer que la
sa griega que otros glosadores traducen por el palabra de la lengua occidental no debe separarse
lat. striata; pero quizá esto no sea más que un 45 y que desde el sentido de ’molestar con minucias’
error por strigilata. Pero creo al menos que el se evolucionaría ahí hasta ’apurar’ ’poner en
copista del S. IX a quien debemos la trasmisión aprieto’, de donde luego ’apresurar’ (cf. hisp.-
de los Hermeneum ata olvidó la s- justamente, amer. apurar ’apresurar’). Pero el problema m e­
por la existencia del vulgar triar.— 9 Hay en cier­ rece y requiere mayor estudio, que aplazo hasta
tas hablas occitanas y aragonesas una variante 50 el artículo de m i DECat. No creo que el arag.
trigar: Rouergue triga «trier, choisir» (Vayssier), y nav. trias ’carriles’ venga de las estrías; puesto
girondino triga «trier» (Delpit), A rán id., Plan que también hay arag. triar por ’trillar’, será de­
trigar ’separar’, G istáin trigare ’escoger, limpiar rivado de esta p alab ra: aunque e¡ aragonés no
(guisantes, etc.)’ (B D C X X IV , 182). Pero no conoce por lo común el yeísmo, ha de haber
hay por qué creer antiguas estas formas, que 55 habido zonas de yeísmo en esta región, a juzgar
sólo se documentan en dicc. modernos, ni he­ por los numerosos casos de 11 por y y y por 11
mos de relacionarlas con el m orvandeau triquer en los glos. de h. 1400 publ. por A. C astro; comp.
a que tanta im portancia daba H orning. U na ba­ L L A N T A y m i estudio del homenaje a A. Alonso
se etimológica * t r i g a r e no podría explicar el cat. (.N R F H ).
triar (comp. r i g a r e > regar, l i g a r e > lligar, r u - «0
Triballar, V. trabajar Tribiezo, V. pie fuelles», y en ediciones posteriores (ya 1925), al
Tribraquio, V. breve Tribu, tribuente, tribuir, mismo tiempo que proponía la etimología lat. tri­
V. atribuir Tribulación, tribuíante, tribulanza, furca, ponía esta ac. en prim er lugar y mudaba
tribular, tríbulo, V. atribular Tribuna, tribuna­ la definición en la forma siguiente: «aparato for­
do, tribunal, tribunato, tribunicio, tribúnico, tribu­ 5 mado con tres palancas ahorquilladas en sus ex­
no, tributable, tributación, tributante, tributar, tri­ tremos, para dar movimiento a Jos fuelles de los
butario, tributo, V. atribuir Tricenal, V. tres hornos metalúrgicos». Aunque Cuervo (O br. Inéd.,
Tríceps, V. bíceps Tricésimo, V. tres T ri­ p. 228) se adhiere condicionalmente a esta etimo­
cípite, V. cabeza Triclinio, V. inclinar T ri­ logía, es evidente que n o tiene de esta ac. m a­
color, V. color Tricorne, tricornio, V. cuerno 10 terial conocimiento directo, y así me ocurre a m í;
Tricotomía, tricotómico, tricótomo, V. tres T ri­ haría falta confirmar que existe, y sobre todo es
cromía, V. cromo Tricúspide, V. cúspide sospechosa la coincidencia cronológica de la nue­
Tricholón, V. traer va definición con la admisión de la supuesta eti­
mología por parte de la Acad. ¿Son exactos los
T R ID A C IO , derivado culto del lat. thridax, gr. 15 detalles de la descripción? Nada nos lo prueba.
Opíóot!; ’lechuga’. 1.a doc.: Acad. 1884, no 1843. Como el manejo de estas palancas no debe ser
ni descansado ni silencioso, es fácil adm itir que
Tridente, tridentífero, V. diente Triduano, se les diera hum orísticam ente el nom bre de tri­
triduo, V. día Triedro, V. tres Trienal, tri­ fulca por estas propiedades. De todos modos se­
enio, V. año Trifa, V. trefe Trifásico, V. 20 ría sorprendente el empleo de un latinismo crudo
fantasía Trífido, V. hender Trifinio, V. fin como trifurca para denominar un instrum ento de
Trifoliado, trifolio, V. hoja Triforio, V. fuera industria tan moderna como la metalúrgica.
Triform e, V. forma Por otra parte cuesta creer que no haya relación
entre trifulca y las palabras a que voy a referir­
T R IF U L C A , ’desorden y camorra entre varias 25 me. El ast. trebolga es ’bullicio’ (R) y deriva sin
personas’, voz popular del mismo origen incierto duda de trebolgar ’hervir con mucha fuerza’ (V),
que el cat. trifulga ’situación angustiosa’, y rela­ en el cual es fácil reconocer un tra-bolgar de
cionada con el gall. trafugar, cast. dial, trafulcar * b ü l l í c a r e ’bullir, burbujear’ ( R E W 1288; F E W
’trastornar, mezclar’, y los ast. trebolga ’bullicio’ I, 617-9), cat. bellugar ’m enear’, salm. abulligar
y trebolgar ’hervir con mucha fuerza’ : estos últi­ 30 ’agitar los árboles para que caiga el fruto’. El gall.
mos proceden del lat. vg. * b ü i x í c a r e ’bullir, b u r­ trafugar es «trastornar, mezclar c involucrar lo
bujear’ con el prefijo t r a n s - ; los demás resultan que no se debe», trafugueiro «que todo lo tras­
probablemente de cruces y alteraciones de este torna, mezcla e involucra», donde podría verse
vocablo por influjo de trafagar y trabucar. 1.a una alteración de trafagar, port. trafegar, gall. tra-
doc.: 1836, Pichardo (1862). 35 fegar «dedicarse a ocupaciones enredosas y de fa­
En su dicc. de voces cubanas: «trifurca, v u lg .: tiga» (vid. T R A S E G A R ); la causa de la altera­
enredo, dificultad, disputa». Ramos D uarte da la ción podría no ser otra que trafugueiro «aparato
misma variante como empleada en Michoacán por de hierro que se ve en algunos hogares, para
«trifulca, riña, alboroto». L a Acad. todavía no lo apoyar los tizones y colocar trebejos de cocina»
admitía en 1843, pero sí ya en 1869, con la de­ 40 (Valí.), o sea el cast. tras-hoguero. Pero hay un
finición «camorra y desorden entre varias perso­ cast. trafulcar que nos m uestra la existencia de
nas», pero en realidad era por lo menos tan anti­ otro influjo (seguramente el de trabucar); esta
guo en España como en América, y allí abundan palabra trafulcar no figura que yo sepa en n in ­
los ejs. de mediados del siglo, seguramente ya gún dicc. literario o dialectal, pero la emplea el
del segundo cuarto. R. D uarte cita del catalán 45 filólogo don V. García de Diego cuando nos dice
Coll i Vehí «en trifulcas como ésas me he visto que desvariado tiene en cast. ant. el sentido de
yo»; P agés: «no acaba usted de decirme que «cambiado, trafulcado, trastornado» (R F E V II,
anda siempre de trifulca» en Bretón de los H e­ 122), y volvemos a encontrarla en la definición
rreros, y «tuve antes de ayer con mi tío la tri­ de bazucar que da el D H ist. (quizá debida al
fulca más horrorosa» en Hartzenbusch, etc. En 50 mismo filólogo) «trafulcar o confundir» (refirién­
aragonés «gran bulla; diversión; contienda; in­ dose a la frase de Quevedo «la M uerte, que todo
quietud o movimiento» (Borao, Torres Fornés). lo bazuca», y la de M oreto «otro empata la cues­
En catalán es muy usual trifulga, como palabra tión, con que todo lo bazuca»). L u eg o : trafagar
popular y afectiva, que Fabra define m uy exacta­ + trabucar > *trafucar; trebolga + trafuca > tre-
mente «situació anguniosa de la qual se surt tre- 55 fulca, trifulca, y por otra parte trafulcar, etc. Por
ballosament»; Ag. da trifulca (que en efecto se lo demás, es difícil acertar todos los detalles en
oye tanto como el otro en Barcelona) como «en­ estas voces populares donde se cruzan tantas in ­
redos, maldecaps». fluencias1. Claro está que trafulcar no puede ser
E n 1884 agregó la Acad. otra ac., definida «com­ un * t r a n s f u n d i c a r e (así G dD D 6807a); tampoco
binación de palancas para dar movimiento a los 60 es seguro que haya relación con el gall. trafugar
«trastornar, mezclar o involucrar lo que no se debe» de t ’c . Zauner, L itbl. X X V III, 161, llamando la
(Valí.), pues trafugueiro (ibid.), además de «que atención hacia la grafía triigo del L ivro de Esopo
todo lo trastorna e involucra», vale «trashoguero port. del S. X IV (ms. del XV)2, da a entender
(del hogar)», luego puede haber ahí una mera con­ que t r í d í c u m pasó a tríego y luego trigo, per­
taminación de trafegar ( = T R A S E G A R ) por parte 5 diendo la - D - intervocálica; pero esta evolución,
de TR A N S-FO C-A RIU S. rechazada por M . P. (I. c.), sería tan contradic­
1 N o me parece verosímil una confusión po­ toria de todo el tratam iento de las postónicas cas­
pular en la frase de Quevedo trisulca pena ’p lu ­ tellanas que no puede aceptarse. L a grafía del
ma hábil en los tres idiomas, castellano, griego Livro de Esopo no tiene im portancia: es una de
y latín’ (Fcha.), donde se tomara pena ’plum a’ 10 tantas duplicaciones meramente gráficas y anti­
por ’pena’, ’trifulca’, leyendo la s larga como f. etimológicas como las que m enudean en la H is­
T am bién será casual el parecido del ast. tre- toria do Santo Graal y otros textos medievales
bolga ’bullicio’ con los rusos trebóga ’alarma’, portugueses (comp. aquí s. v. C O M B L U E Z A Y .
’ansia, angustia’, trebolnénje ’agitación, turba­ Menos todavía hay que pensar en un lat. vg.
ción’ ; sólo sería posible una relación real si 15 * t r i c u como quiere Fouché (R H L X X V II, 154),
trebolga y trifulca fuesen palabras de gitanos (en siguiendo la mala costumbre, que ya le criticó
cuya lengua hay tanto elemento eslavo), pero no G ram m ont, de achacarlo todo al latín vulgar (T rí-
encuentro trifulca en el vocabulario gitano de cus por Tetricus, que él menciona, no es más
Jiménez ni en los jergales de Salillas, Besses ni que un olvido gráfico). L a explicación es senci­
Givanel. 20 lla : - a t i c u m y análogos pasaron primero a -adgo
con -d- fricativa y débil, antes de llegar a -azgo;
Trifurcado, V. horca Triga, V. yugo Tri­ lo propio sucedió con tridgo, pero aquí la d,
gal, trigaza, V. trigo Trigar, V. triar T ri­ siempre débil, fué eliminada por la disimilación
gésimo, V. tres Trigla, V. trilla Tríglifo, de la t-, T r i t i c u m se ha conservado solamente
V. glíptico 25 en portugués, cast., sardo y en ciertas hablas ré-
ticas y alpino-lombardas (R E W 8924): el cat.,
T R IG O , d e l l a t . t r i t i c u m i d . 1.a doc.: d o c u ­ galorrománico y alto-it. han adoptado el tipo blat-
m e n t o l e o n é s d e 964. blé, etc. (de origen céltico, no germ ánico); el it.
Así tam bién en docs. de 1095, 1146, 1147 (M. ha generalizado frumento.
P., Orig,2, 321). O tras veces aparecen formas más 30 D e r i v . Trigal. Trigazo [«cosa de trigo, triti-
tradicionales: tridicu en doc. alto-aragonés de ceus», N ebr.]; más tarde sólo trigaza ’paja de
1024 (o. c., p. 189), tridico en otro de la misma trigo’ (A u t.). Trigueño [princ. S. X V II, A ut.; sus­
procedencia de 1101, tridigo en escrituras leo­ tituye a moreno en and., cub., etc.]. Triguera [«r.,
nesas de 1003 y 1111 (l. c. y p. 180); más do­ ierva: herba triticaria; t., ave: avis triticaria»,
cumentación arcaica en Oelschl. L a evolución fo­ 35 N eb r.; ya en el anónimo de h. 1100, V. arriba];
nética fué tridigo > tridgo > trigo. L a forma in­ triguero (como nom bre propio desde 1076,
termedia, que M . P. echa de menos, eStá docu­ Oelschl.). Triguillo. C ultism o: Tritíceo.
m entada en mozárabe por el anónimo sevillano C p t . Trastrigo, buscar pan de ~=, comp. mejor
de h. 1100: tirídqu (2 veces, ed. Asín, p. 318), de pan de trigo en Juan Ruiz.
donde la primera i resulta de la habitual y for­ 40 1 Vocalización completa 3 veces, incompleta
zosa anaptixis hispanoárabe, y la q conservada una vez; Asín imprime arbitrariam ente tirdicai-
corresponde tam bién a los hábitos fonéticos del ra.— 2 Análogamente con los docs. portugueses de
mozárabe; además \iridqáyrah o firidqáyra m un- 1258 que cita M . P.— 3 El trasm. trígueo (R L
tüza ’trigo montés, avena loca’, ibid., pp. 316-71. X III, 125) (pron. trí-gyu) no debe mirarse como
Está evolución fonética ha inspirado dudas a al­ 45 trasposición del supuesto triigo; se trata de una
gunos romanistas, que ven una discrepancia con y secundaria de tipo leonés; comp. el trasm.
los casos de - a t i c u m > -azgo, j u d i c a r e > juzgar, siria ’fuerza’ < port. ant. sira (R L X III, 395 ss.)
p e d i c u m > piezgo (también n a t i c a > nalga, con s i d é r a ; a pesar de la grafía antigua siira.

-Ig- en lugar de -zg~). M . L . W agner (V R o m . V,


110) cree que el cast. supone una base disimi­ 50 Trigón, trígono, trigonometría, trigonométrico,
lada t r í d í c u m lo mismo que el logud. ant. tridi­ V. diagonal Trigueña, V. trigo Trigueño,
cu (así tres veces en el Condághe de Silki: M -L ., V. trigo y jeja Triguera, triguero, triguillo, V.
W iener Sitzungsber. CXLV, v, 28) y N uoro trí- trigo Trilátero, V. lado Trilingüe, V. len­
S iku (dialectos sardos que conservan intacta la gua Trilítero, V. letra Trilobites, trilobu­
- T - intervocálica). Realmente esta base está docu­ 55 lado, V. lóbulo Trilocular, V. lugar Trilo­
m entada repetidam ente en el Dioscórides tradu­ gía, V. lógico
cido en Italia en el S. V I (R F X , 209; X IV , i,
634); pero no nos saca de apuro en cuanto al T R IL L A ’salmonete’, del gr. (o xpt-
castellano, pues juzgar y piezgo m uestran que el v/.Tj); la forma cast. se tomaría del gall. trilla. 1.a
tratam iento de d ’c es el mismo en cast. que el «• doc.: Covarr. («pez conocido, lat. m ullus»).
Está tam bién en A ut., quien cita además la for­ v. [1074, Oelschl.; otros ejs. en doc. de Sahagún
ma culta trigla en Diego G racián; falta en O udin de 1262, Staaff 57.15; comp. T R IA R ; ej. de Sem
(traduce el fr. surmulet por salmonete). H oy pa­ T ob citado a propósito de arderse; APal. 483d,
rece ser nom bre ajeno a las costas españolas del 509á,- N ebr. «trillar: tero»; etc.; voz de uso ge­
M editerráneo, así en catalán (donde se dice molí 5 neral en todas las épocas y común con el gall.-port.
o roger) como en cast., pues el malagueño M edina trilhar: cf. gall. ant. trilhar ’pisar’ en Alfonso el
Conde sólo registra salmonete. E n cambio el gall. Sabio y otras CEsc. (vid. el glos. de R. Lapa). El
trilla no sólo significa ’salmonete’, sino que tam ­ catalán, en general emplea para este sentido batre,
bién es nombre de varias especies de redes (Valí.), pero trillar en parte del dialecto occidental y todo
prueba del carácter popular del vocablo en la re­ 10 el valenciano; por lo demás allí ya es antiguo: en
gión (no es portugués, en cambio). Realmente - g l - 1575 Onofre Pou ya registra esta diferencia, Thes.
> -11- está en regla en gallego, pero no en cast. Pue. 86, junto con el sustantivo trill o ma$a per
T am bién es popular triglia o trigghia en el Sur trillar: allí puede venir ya del mozárabe], de T R l-
de Italia (Carus II, 622-3), de donde tam bién p u ­ b ü l a r e id.; ac. figurada ’marcar huellas en un
do tomarse la voz castellana (como parece ser la 15 camino a fuerza de frecuentarlo’ [S. X VI, Aut.],
idea de M -L ., R E W 8902), pero ello es menos p ro­ ’frecuentar en general’ {Aut.); cañar, trillarse ’co­
bable. gerse el dedo en una puerta, etc.’ (B R A E V II, 340);
trilla [h. 1580, A u t. ; para el arag. estrías, vid.
T R IL L O , del la t. t r íb u l u m id . 1.a doc.: doc. T R IA R ]; trilladera; trillado; trillador; trilladora;
v a llis o le ta n o de 1222. 20 trilladura [APal. 509d]; trillazón ant. [«tritura»
Ahí escrito trilo, pero es probable que sea ‘gra­ N ebr.]; trillique. Entrillar.
fía imperfecta de ja pronunciación trillo, comp. 1 «Una pisadera para los trillares, que es dos
quadrielo en el mismo doc. (Staaff 8.34, 20). Está piezas e una tavla de la garlanda; u n trillar de
tam bién en el glos. de Toledo, de h. 1400 (s. v. fust con sus piedes levantadizos» invent. arag. de
conlritorium y tritura), en APal. («tribuía es trillo 25 1403 (B R AE IV, 523); Oelschl. cita trilgare m.
con que trillan las miesses» 507d), N ebr. («f. para en doc. de S. Juan de la Peña de 1080 pregun­
trillar: tribulus»), etc. Voz conocida generalmente. tando si significa ’era de trillar’
M -L. vió dificultades en el tratam iento fonético de
triblti.um —análogo al del port. trilho— en vista Trillón, V. billón Trimestral, trimestre, V.
de que o b l i t a r e da olvidar y s i b i l a r e > silbar; 30 mes Trimielga, V. mielga Trimoya, trimue-
pero las condiciones no son idénticas: varían la ya, V. tramoya
posición del acento, el carácter social del vocablo,
ctc. ; en consecuencia proponía M -L . (W iener Sit- T R IN A R , onomatopeya. 1.a doc.: Lope.
zungsber. CXLV, v, 55n.) partir de una forma dia­ Quien escribió: «Las aves por los tiernos co­
lectal itálica, posiblemente um bra, * t r i f l o m , * t r I - 35 gollos de aquellos algarrobos y enebros, trinaban
i-t.are ( = t r i b u l a r e ) , comparando el caso de a f - en los redobles de los quebrados crystales», cita de
f i . a r e > hallar y el de s i f i l a r e > chillar; más A ut., donde hay otra de Eugenio Coloma (S.
tarde ya vacilaba (BDC X I, 25n.) seguramente por X V II); otras de trinar y trinado pueden verse en
observar que la forma itálica no latina era T R EB LA Pagés. Falta todavía en los dicc. de la época clásica
(documentada por Catón), de donde el it. trebbia- 40 y preclásica, y es ajeno al vocabulario de Góngora
re, campid. ant. trebulare (comp. aquí s. v. tra­ y del Quijote. Es tam bién portugués (no catalán):
bajar): esto hace dudar de que en estas hablas itá­ «trinado: na harm onía dos instrum entos he como
licas tuviera F esta palabra, y ni siquiera es se­ passos de garganta na solfa, e assim trinados sao
guro que el substrato indoeuropeo del vocablo tu ­ huns toques miudos dos dedos, como trémulos, ñas
viera - B H - , condición indispensable para que el su­ 45 cordas, teclas, etc., que recreao m uito o ouvido;
puesto * T r i f l o m pudiera existir; además sería ex­ trinar a voz: fazer trinados cantando» Bluteau,
traño que esta forma no tuviera É como la itálica quien da una cita de la Insulana de Manoel T ho-
citada; en consecuencia M -L . ya no menciona su más (1635): «aves tom árao, / que sem tem er cau­
hipótesis en el R E W (8885, 8886). En realidad el telas enganosas / versos trinando, com mil pausas
caso de hallar no es comparable, puesto que aquí 50 ledas...». Aunque A ut. dice que viene del lat. tri-
hay - F F T - , y no hay indicio alguno de que - f l - nus «porque se varía o se quiebra el sonido de la
diera -11- en castellano, pues la etimología C H I­ voz tres veces», no hay fundam ento en esta afir­
L L A R < s i f i l a r e es falsa. Por otra parte el tra­ mación : la Acad. dice que el trino es «sucesión
tam iento b ’l > 11 está fuera de dudas, V. E N JU - rápida y alternada de dos notas de igual duración»,
L L O y quizá T R U L L A ; en portugués, además 55 y por lo demás aunque el vocablo pueda emplearse
de trilho hay tortulho ’seta’ < t e r t u b l o < t e r r a e como término musical, su empleo propio y más
t u b e r u m , y quizá milhafre (si corresponde a m i ( l ) - frecuente es con referencia al canto o gorjeo de las
v u l u s , comp. it. nibbio); para una explicación fo­ aves1. El mismo valor, con forma fonética levemen­
nética del fenómeno vid. E N JU L L O . te distinta, tienen el it. trillare, alem. trillem , ingl.
60 to trill, gr. TEpETÍÍeiv. Como indicaron Diez (W b.,
D e r i v . Trillar m . ¿ ’t r i l l o ’ ? a r a g . a n t . 1. Trillar
327) y M -L . (R E W 8904), todas ellas son voces piloto que ande ni descayga, teniendo las belas
onomatopéyicas. E n la ac. figurada ’rabiar, im pa­ arriba, y tendidas» (139v°). En la Relación de ¡os
cientarse’ ya está en Jovellanos, h. 1800 (Pagés). Capitanes Nodales, de 1621, lo define Jal (1489a)
D e r i v . Trinado [S. X V II, A u t., Pagés]. Trino. «serrer le vent», apoyado en el texto «fuése trin­
1 Seguramente por falta de atención a este bá­ 5 cando esta noche con pocho viento, para el otro
sico significado transigió Spitzer con esta etimo­ día verlo mejor» ; o bien es «tenir la cape» : «es­
logía de la Acad., en una nota, por lo demás túvose aquella noche con trinquete y mesana trin­
muy breve (Traditio I I I [N. York, 1945], 311n.), cando la buelta del susueste»; o, finalmente, «être
suponiendo las acs. hipotéticas ’tocar u n trío’, en ralingue, fazeïer»: «luego que nos hizimos a la
’tocar un carillón de tres campanas’ (idea inspi­ 10 vela vimos dos o tres indios, y el uno dellos se'
rada por el oc. ant. trinhon ’carillón’ * t r i n i o n e m , puso en u n alto haziendo señas con u n m anto o
pero el cast. trinar n o es nada de esto). pellejo que traía, y como vimos que llamava es­
tuvimos a la trinca», textos todos procedentes de
Trinca, trincadura, trincaesquinas, trincafía, V. la citada Relación.
trincar Trincapiñones, trincar ’partir, desme­ 15 En portugués es sobre todo el sustantivo el que
nuzar’, V. tranzar Trincar ’beber’, V. tranzar está abundantem ente docum entado: «ttincas sao
(nota) as que atracâo o gurupés, e vem a fazer fixo ao
talhamar», y Bluteau cita ejs. de la ac. secunda­
T R IN C A R ’atar fuertem ente’, térm ino náutico ria: «se puzeráo á trinca» h. 1550 en Joáo de Ba­
com ún a los tres romances ibéricos y el italiano, 20 rros, y «por conselho do piloto payrou á trinca»
de origen incierto, quizá alteración del fr. ant. Joáo de Lucena (h. 1600); el verbo trincar sólo
tingler, tringler, ’unir las tablas de u n buque’ y lo encuentro en Fig. : «náut.: prender com trinca».
éste del escand. ant. tengja ’unir, atar’. 1.a doc.: En catalán trinca y trincar son usuales en el sen­
1587, García de Palacio. tido fundam ental del cast., pero no tengo testimo­
Del verbo trincar en su sentido propio no ten­ 25 nios antiguos. E n italiano trincare, según Jal, es el
go testimonio anterior al del Vocab. M arítim o de equivalente de aiguilletter, o sea ’un ir dos cabos
Sevilla (1696) citado por A ut., que define trincar de cuerda mediante u n lazo’ o hacer una routure,
los cabos «apretar las vueltas, quando se trincan es decir «ligature q u ’on fait autour d ’un m ât d ’as­
las gimelgas y chapuces al árbol». Trinca no está semblage, pour en m aintenir fortem ent les parties
en A u t., pero sí en la Práctica de Maniobras de 30 composantes : ce sont de véritables cercles de cor­
Fernández (princ. S. X V II I): «es muy necessa- de, qui alternent dans un bas m ât avec les cer­
rio, para más seguridad de los masteleros, darle cles de fer» ; además trincare es «lier avec des
una o dos trincas a el calcés del palo» (Jal, 1489a); grelins u n navire qui tend à se désunir, parce que
T e r r .: «trincas: las cuerdas que rodean y ciñen a le gros tem ps travaille son corps déjà affaibli par
qualquier nave; t. de bauprés: las vueltas de un 35 l’âge»; trinca es el cabo o faja de cabos que em­
cabo que hai de él al tajamar, para mayor segu­ plean para trincar, o bien el acto de trincar. De
ridad del tal bauprés»; Acad. 1817: «ligadura que la trinca dell’àrboro ya hay ej. en un ms. del
se da a u n palo o a cualquiera otra cosa con al­ S. X V I (Jal, 743a) y tam bién está en P. Pantera
gún cabo o cuerda para sujetarla o asegurarla de (1614); de porsi a trinca «serrare il vento» ya hay
los balances de la nave; el cabo o cuerda que sir­ 40 ej. en 1572 (Diz. di Mar.; con errata en Zaccaria,
ve para trincar alguna cosa», atrincar, náut., ase­ p. 509); del italiano pasó al gr. mod. Tp'-fy-y. y
gurar o sujetar fuertem ente los cabos que se ama­ turco trinka, tringa, «gammoning of the bow-
rran a alguna pan e, como los de la maniobra, los sprit»1.
de la artillería, etc.». El vocablo aparece desde L a palabra, por lo menos en esta forma, es
más antiguo en una ac. derivada, que O udin de­ 45 ajena al francés y a la lengua de Oc. L a trasm i­
fine no m uy claramente «prendre le vent en son sión de nuestro vocablo en fuentes antiguas es in­
lic t: et selon aucuns, arrester le navire faute de dudablemente fragmentaria, lo que se comprende
vent; poner la vela a la trinca: m ettre le voile en fácilmente por el significado del m ism o: debió de
sorte qu’il puisse prendre le vent pour naviger á existir en España y en Italia desde fecha bastan­
l’aise»; M insheu «to hull u p and downe with a 50 te anterior, lo cual queda asegurado si admitimos,
shippe; poner la vela a la frinca: to p u t a ship como parece debemos hacerlo, que de él deriva
that the edges of the sailes may be to the winde, trancanil (V. abajo) y el it. trincarino, ya documen­
to hull w ith the shippe»; A ut. «t. la nao: ir la tado en 1330; además parece seguro que trincar
nave a la bolina, continuamente orzando, llevando y estar a la trinca por ’estar a la corda, al pairo,
la proa contra el viento». Por prim era vez apare­ 55 etc.’, son aplicaciones secundarias y figuradas de
ce en G arcía de Palacio: ctrincar y payrar, es trincar ’atar fuertem ente’, a pesar de que este
estar quedo el navio, o con las belas tendidas y las últim o aparece en cast. (aunque no en Italia) un
escotas largas» (155v°), «se dize estar el navio a buen siglo más tarde que aquél: se trata efecti­
la corda, o a la trinca, o payrando quando está vamente de la idea de ’apretar, estrechar’, comp.
atravessado, la proa al viento, que no quiere el «0 el fr. serrer le vent, y el cast. estar a la corda ( =
cuerda); todas estas desigualdades en la fecha de vía fonética: sabido es que el cast. ant. y el port.
aparición se explican por la mayor o m enor faci­ rechazan los grupos como gl por ajenos al sistema
lidad con que la idea puede aparecer en los tex­ fonético de sus palabras populares y tienden a
tos y en la documentación. reemplazarlos por gr y análogos*. Claro que esto
Acerca del origen de trincar no se ha propuesto 5 nos obligaría a adm itir que el cat. trincar y el
hasta ahora nada útil. L a idea de Jal de que pue­ it. trincare se tom aron del cast., lo que nada tiene
da venir del lat. s t r ì n g e r e ’estrechar’ es imposible de inverosímil.
en el aspecto fonético y morfológico, a pesar del Popular y dialectalmente trincar ha tomado hoy
apoyo que parecería prestarle un b. lat. strinca en día una serie de acs. secundarias, que ya no
«legaccia» documentado una vez en u n texto ge- 10 son náuticas y faltan todas aún en A ut.: ’sujetar
novés de fecha incierta, al parecer de fines de la a uno con los brazos o las manos como am arrán­
Edad M edia (Rossi, M ise, di Storia d ’It. XXXV, dole’, en M éjico y América C entral ’apretar, opri­
96)2. Con razón niegan M -L . (R E W 8910) y Vi- m ir’, en L eón y Salamanca ’torcer, ladear, incli­
dos (Parole Marinar., 595) que nuestro vocablo n ar’, de suerte que en Cespedosa llega a valer ’m o­
tenga que ver con el lat. t r í n u s ’triple’, ’de tres 15 ver, m enear’ (R F E X V , 262)5.
en tres’, y el últim o reconoce prudentem ente que E n cuanto a trinca ’grupo de tres cosas’ tiene
el origen es desconocido; la opinión de Alessio apariencias de ser una palabra distinta, pero lo
(It. Dial. X II, 207) que debe partirse de u n verbo dudo por tratarse de u n vocablo popular, a m e­
* t r i n i c a r e ’triplicar’ carece de fundam ento semán­ nudo jocoso y afectivo, com únm ente térm ino de
tico3, y es inaceptable fonéticamente, pues el re­ 20 jugadores, todo lo cual nos orienta hacia el len­
sultado no habría podido ser otro que *tringar en guaje jergal, y no hacia una vieja expresión here­
la Península Ibérica y N orte de Italia y *trinicare ditaria. Como cast. aparece prim eram ente en G .
en Toscana y en el Sur. ’T rincar’ tal como hoy lo del Corral (1628) y en el Estebanillo (1646), se­
entendemos se hace con cuerdas, pero si es verdad, gún A ut. («la junta de tres cosas de una misma
como creo, que trancanil (trincarino) viene de 25 especie o sugetos de una misma clase»; falta en
trincar, habremos de creer que en el S. X IV o los dicc. del Siglo de O ro); como port. dice C.
antes significó trincar ’un ir con piezas de m ade­ Michaelis (Mise. Caix, 158) que es térm ino del
ra’. Ahora bien, esto es lo que significaba el fr. juego de cartas, y cita urna quatrinca de vezes,
tingler, y la circunstancia de que nuestro vocablo expresión familiar, en una carta de C am oens;
se documente mucho antes en cast, que en cat., 30 en catalán pertenece a la terminología de los jue­
y su gran arraigo en castellano, parecen indicar gos de naipes desde el S. X V (trinca de sotes en
un origen atlántico y no m editerráneo. El fr. ant. Jaum e Roig, v. 3016; trincadonetes < trinca de
tingle era en efecto «pièce de m arrein... qui sert donetes en el C anf. Satíric Valencia, Ag.). Por
à couvrir les joints des planches d ’u n bateau» más que se le haya buscado casi unánim emente la
(Furctiére), hoy se dice tringle, pero aquella for­ 35 etimología t r í n u s (Diez, W b., 326; J. Storm,
ma se encuentra ya en 1328 y todavía a fines del R om . V , 186, aunque éste vacila entre esto y un
S. X V I; junto a tingle se encuentra el verbo derivado regresivo de trinquete; C. Michaelis, /. c.;
antiguo tingler ya en 1332 y en otros dos textos R E W 8910), reconoce M -L . que esto es sorpren­
de la época «refaire la bauche doudit moulin de- dente desde el punto de vista morfológico y la base
vers la roue d’esselles noires bien tinglées et cou- 40 * t r í n i c a admitida por M ichaelis no es posible fo­
sues» : se trata, pues, de unir tablas m ediante otras néticamente, como he dicho arriba6. M e parece su­
piezas de madera, y parece ser primitivamente vo­ mamente probable que estemos ante una defor­
cablo náutico; para más detalles, V. m i artículo mación semántica jergal del térm ino náutico, que
T IN G L A D O , que de aquí procede. Es tam bién en el lenguaje de los jugadores fué relacionado
posible que el fr. ant. empleara tingler como tér­ 45 con tres, simplemente a causa de su forma («flo­
mino marino en el sentido genérico de ’unir, atar’, reo verbal»),
como en escandinavo, y que nuestro imperfecto D e r i v . Trinca (V. arriba). Trincadura [1848, Jal].
conocimiento de la antigua lengua marina nos lo Trinquete ’cama de cordeles’ gnía. [1573, Salazar,
oculte. Allí mismo he demostrado que el punto F ch a.; 1609, J. Hidalgo], porque se am arra; ’gar­
de partida últim o ha de ser el escand. ant. tengja 50 fio para im pedir que una rueda se vuelva atrás’
’unir, atar’, precisamente empleado con relación a [Acad. S. X IX ]; ’aldabilla con que se aseguran las
naves, sin duda por medio de los sustantivos de­ puertas’ and. Contrincante ’candidato que figura
rivados tengsl o bien tingi que en el mismo idioma con otros en una misma trinca’, ’competidor’
designaban cables náuticos o piezas de unión en [Acad. ya 1817], T rincu ast. «cada uno de los cla­
un buque. Si el fr. tingler o su forma más m oder­ 55 vos de hierro que atraviesan los cambuchos y suje­
na tringler pasó como térm ino náutico y por vía tan de uno y otro lado la m edia lluna que los guar­
atlántica al castellano y al portugués, el cambio nece» (V); trincar «poner trincos», «beber copio­
de esta forma en trincar es fácilmente explicable, samente algún licor» (V). Trancanil [1587, G ar­
en parte por confusión con el otro verbo trincar cía de Palacio'], metátesis de trancalin (así en un
’rom per’ ya preexistente, y en parte tam bién por 60 ms. de 1614 a 1621, en Jal), probablemente to-
mado del it. trincarino id. (1607), antes trencha- trinitaria, trinitario, trino adj., V. tres Trino
rinus (Génova 1330) o trencainus (ibid. 1441, con m., V. trinar Trinom io, V. binomio
caída genovesa de la -r- intervocálica), Jal, 1481b;
en italiano, como indicó Vidos (Parole Marinar., T R IN Q U E T E m ar., antiguamente triquete, ori-
593-6), trincarino parece ser derivado de trinca j gen incierto, probablem ente tom ado del fr. ant.
del mismo modo que filarino ’renglón’ de fila; triquet (hoy trinquet), y éste dim inutivo de trique
del it. procederán tam bién el fr. trinquerin [1622], ’bastón’ p or ser el más pequeño de los tres m ás­
oc. trinquerin, trinquillin, cat. trencanill (Mise. tiles principales; la forma m oderna se debe al
Pabra, 340) o trancanill (Mallorca en Ag.) o tran- influjo de trinca y T R IN C A R . l.'a doc.: trique-
canell (B D C X II, 69), gall. trancaml ( y K R X , 190-la te, h. 1440, Ju an de M ena; trinquete, 1492
1), port. trincanis (primeramente plural); para la (Woodbr.).
explicación semántica, V. arriba. E n M e n a : «los flacos triquetes con la su meza-
1 K ahane, Joum . A m er. Orient. Soc. LXII, na / vi levantarse de n o n buena gana». Esta forma
260.— 2 El sentido no es claro por el contexto antigua persiste hasta m uy tarde én cast. y demás
citado; como se trata de algo que se vende en las 15 romances. Está en el Viaje de Felipe I I a Ingla­
tiendas de comercio, es muy incierto que se re­ terra por Andrés M uñoz (1554), según F cha.; en
lacione con nuestro trinca. Si relación hay ha de la Relación del Viaje de Alvaro de M endaña
ser en el sentido de derivar strinca de trincare (1567): «echamos u n m arinero a la m ar con un
con prefijo e x - ; fonéticam ente strinca tampoco cabo, y nos lo truxo a la nao, del qual hizimos un
puede venir de s t r i n g e r e . Que nuevo de trinca 10 cruz y le pusimos en el triquete; y de las rajas,
y sus equivalentes port., cat., it., vengan de trin­ otras muchas, que nos pusimos en el cuello» (Jal
ca ’atadura’, como adm iten M -L . y Vidos, no es 1490b); en C. de las Casas (1570); y es forma
nada claro sem ánticam ente: la explicación «ap- frecuente todavía en la Práctica de Maniobras de
pena legato» que da este últim o no convence.— Fernández (1732): «para navegar a la bolina se
3 L a definición de Fig. ’atadura triple’ es arbitra­ 2í am uran las velas m ayores... el triquete se caza,
ria y fundada sólo en el prejuicio seudoetimológi- hasta que el puño de sotavento está tanto abante
co. Las trincas de los mástiles y piezas semejantes con la m ura mayor» (cita de Jal, 1491b, otra del
suelen ser de 8 o 9 o más vueltas y no de 3 mismo en 994a). L a alteración de esta forma en
(grabado en Jal, s. v. rouster). Es verdad que trinquete era fácil y casi inevitable dada la gran
los «grelins» que según Jal se emplean para trin ­ 30 cantidad de términos náuticos que empezaban por
car el maderamen de u n buque que se desintegra, trine-, a saber, el empleadísimo verbo T R IN C A R ,
son «cordage composé de trois cordons», pero y trinca, trincadura, trincafía, trinco, trincara! ( >
ésta no es más que una de las acs. de trincar, y trancanil). Así ya encontramos trinquete en la na­
no la más conocida.— ‘ Es decir, el vulgo m ari- rración del prim er viaje de Colón (Jal, 1498b), en
neril al tratar de im itar la voz francesa la defor­ JJ el A rte de Navegar de Ant. de Guevara («vela
maría inm ediatam ente en tringrar o tingrar, que maestra, vela mezana, vela del trinquete», ed. 1539,
forzosamente pasaban a tringax, confundido en f° 11 v°), en otros pasajes de la Relación de M en­
seguida con trincar.— ‘ Quizá prim ero ’empujar daña, en doc. de 1588, en Suárez de Figueroa (h.
a uno fuertem ente inclinándole’, luego ’ladear’ y 1600), T h . Cano (1611), los Capitanes Nodales
después ’mover’. O bien trincarse ’inmovilizarse’ <• (1621) (Jal 175a, 176a, 237b, 582b, 732b, 1491a),
y por antífrasis irónica ’moverse’. N o veo cómo así como en las Cartas de Eugenio de Salazar (h.
trincar y trincarse pasaron a «trillar, trillarse» en 1573), en G arcía de Palacio («trinquete es el más­
Canarias (B R A E V II, 340).— * Claro que quatrin- til de proa», 155v°), y naturalm ente en muchas
ca es todavía menos u n * q u a t t r i n i c a , como que­fuentes modernas. E n portugués se emplea traque-
rría -esta autora. Form ación secundaria sobre trin­ te constantem ente desde el principio hasta hoy, y
ca, claro está.— 7 tTrancaniles son unos maderos lo encontramos ya, repetidam ente, desde el princ.
que vienen de popa a proa p o r las amuradas, cla­ 'del S. X V I, en los Comentarios de Albuquerque
vados y endentados contra los maderos, y contra y en el Roteiro de Juan de Castro (Jal, 1476). El
la junta de la cubierta en el bordo que la afi- catalán vacila hasta hoy entre trinquet y triquet,
x an: y assí mesmo fortifican la nao» (155v°; *• predom inando aquella forma en el Continente
análogamente 90r°); ttrancanil es u n madero (Amades-Roig; M ise. Fabra, 340) y ésta en las
fuerte que l i g a las latas ‘y baos de la cubier­ Baleares (Alcover, s. v. combés; Ag.); desde luego
ta con los maderos del costado» a. 1611, T h . triquet es lo antiguo, o por m ejor decir lo único
Cano (en Jal, 1475a), definición reproducida por documentado, que yo sepa, antes del S. X IX : ya
el Vocabulario M arítim o de Sevilla (1696) y por 35 se encuentra en u n inventario barcelonés de 1467,
A ta. en el Tirant lo Blanc, escrito por la misma fecha
(Ag.), y en el poema que sobre la Batalla de L e-
Trinco, V. trincar Trincha, trinchador, trin­ panto escribió Joan P ujol poco después del hecho
chante, trinchar, trinche, trinchera, trinchero, trin­ (Jal, 1491b).
chete, V. tranzar Trineo, V. traer Trinidad, L a documentación de lengua francesa ha sido
recogida m uy insuficientem ente: trinquet aparece Q ue trinquete derive de trinca es poco probable
en u n texto de h. 1500 y en tres más del S. X V I porque una trinca no es u n objeto triangular, sino
(.D G én.; G od. X , 810a); Jal (1490) agrega varios un grupo de tres objetos, y además trinca es palabra
ejs. posteriores y da tam bién uno de la forma p ri­ relativamente moderna y de procedencia hum orís­
mitiva triquet: «avec leurs voiles, bastarde, bour- 5 tica o jergal, que desde luego no puede venir de
de, trieu, triquet» en una ordenanza de 1548 (Jal, * t r ï n ï c a , como admite Vidos (vid. aquí s. v.
14916). L a escasez relativa de formas francesas1 T R IN C A R ); por otra parte es m uy discutible la
se explica por la falta de atención de los lexicó­ tesis de que trinquete fué primero el nom bre de
grafos hacia un vocablo m oderno y m uy cono­ la vela que del m ástil: Jal, mejor enterado que
cido, y por otra parte tam bién por la m enor abun­ 10 nadie, sostiene lo contrario (14906),- ¿qué es lo p ri­
dancia de fuentes francesas en la época de los m ero en los docs.? Se trata de la vela en el T i­
grandes descubrimientos, en comparación con las rant, en Colón, en Vespucci, pero es el mástil en
españolas y portuguesas, que entonces están en el doc. catalán de 1467, en el genovés de 1495, en
prim er plano. E n italiano, como reconoce Vidos, Ant. de G uevara (puesto que dice «vela d e 1
no hay documentación anterior a u n doc. genovés 15 trinquete»), en M endaña, en García de Palacio y
de 1495, y a la narración del prim er viaje de Amé- en muchos más del S. X V I; y en apoyo de esto
rico V espucci: en ambas aparece ya la forma al­ último, hay u n hecho decisivo: la terminación mas­
terada trinchetto (ejs. posteriores en Zaccaria, s. culina, que no se comprendería en un nombre de
v., sobre todo en traducciones del español y p o r­ vela; luego podemos adm itir la afirmación de Jal:
tugués). Finalm ente tenemos trinchettus en la na­ 20 «la voile d u trinquet s’appela d u nom de ce m ât;
rración del Viaje a Jerusalén de Bernardo de Brey- on dit la voile du trinquet, puis le trinquet».
denbach en 1488 (D u C.). D el it. procede el vo­ En cuanto a la procedencia geográfica del vo­
cablo en turco y en neogriego, donde hay diversas cablo, a falta de indicaciones cronológicas in­
variantes, entre ellas la forma regresiva ip ífy .o ' equívocas, hemos de atenem os a los hechos lin­
(Kahane, Byz.-N eugr. Jahrbuch XV, 108; Joum . 25 güísticos: el sufijo -ete difícilmente es compatible
of the A m . Orient. Soc. L X II, 254); del fr. sale con u n origen cast. o port., y (sin excluir el cat.
el ingl. trinket [S. XVI]. o el it.) sugiere en prim er lugar una procedencia
En cuanto al origen, es problema poco estudia­ francesa, con lo cual está de acuerdo la tem prana
do hasta a h o ra: el D G én., Gamillscheg y Bloch aparición en Castilla y en Portugal, más favorable
(1.a ed.) no proponen etimología y se limitan, se­ 30 a u n origen atlántico que mediterráneo. E n estas
gún el comodín de los etimologistas franceses en condiciones nos vemos conducidos a creer que el
tales casos, a achacar la paternidad del vocablo al origen de trinquete ’mástil’ es el mismo de trin­
italiano. L a cronología de la documentación de quete ’lugar para el juego de pelota’ [Covarr. ;
que disponemos no apoya esta afirmación, aunque Quevedo], el cual es bien conocido : del fr. ant.
tampoco demuestra la opuesta de u n origen fran­ 35 triquet ’juego de pelota’ [1381, G od. X, 766], que
cés de la voz italiana; a lo que sí es desfavorable tam bién tiene variante trinquet (1409), y que se
es a la tesis de Terlingen (pp. 263-4) y Vidos de conservó posteriormente, en los SS. X V II y X V III,
que en España proceda de Italia; Zaccaria sostiene como nom bre de la pala para dicho juego; ésta es
lo contrario, con mejores apariencias. L a verdad es la ac. etimológica, pues el vocablo deriva, según es
que la cronología de la documentación no basta 40 bien sabido, del fr. trique ’garrote’, ’palo’ [1385],
para decidir estas cuestiones, al menos cuando Trique a su vez es variante de estrique (1429),
la diferencia, como en este caso, no es sumamente forma documentada en textos del N ordeste fran­
grande. cés, que se cree procedente del neerl. striker
Diez (W órterbuch, 328) fijándose en que el trin­ (Bloch, 2.a éd.; V. ahora el art. * s t r ! k a n del
quete es tanto el nom bre de una vela como de un 45 F EW , anticipado en Mélanges Charles Bruneau,
mástil, y en que esta vela según algunos es trian ­ 1954, 91-99), que el origen verdadero sea éste o
gular, propone derivar el vocablo del cast. trinca una onomatopeya, lo que im porta poco para nues­
’trinidad, grupo de tres cosas o personas’; tesis tros propósitos, pues de todos modos se trata de
puesta en duda por M -L . (R E W 8910) y más de­ una voz francesa. N o veo la m enor objeción posi­
cididamente por Gamillscheg, pero aceptada en 50 ble a derivar triquet ’palo de proa’ de trique ’ga­
forma no menos decidida por Vidos (Parole M a­ rrote’, pues este dim inutivo cuadra perfectamente
rinar., 596-8). L a doctrina de éste (aunque adop­ al m enor de los mástiles de una nave: la alteración
tada por W artburg en Bloch, 2.a ed.) es contradic­ de triquet en trinquet pudo ya producirse en F ran­
toria, pues si bien reconoce que trinca es palabra cia, puesto que trinquet ’juego de pelota’ ya apa­
solamente hispánica e inexistente en Italia, afirma 55 rece allí en 1409, aunque sea en calidad de hápax,
por otra parte que trinquete es en todas partes de pero quizá sea más probable que la alteración na­
procedencia italiana y más precisam ente genovesa: ciera en castellano, p or influjo de la familia náutica
claro que esto carece de base desde el m om ento en de T R IN C A R , y desde el castellano se contagia­
que va contra la explicación lingüística admitida ra al francés y a los demás romances en la época
por él m ism o; tampoco se apoya en la cronología. 60 de las grandes navegaciones oceánicas.
D e las demás etimologías propuestas la más de­ una tant grand ferida en medio del vientre que
fendible sería la de Storm (Rom . V, 186), quien luego le fizo salir las tripas e los pulm ones por
partía del lat. trtquétrus ’de forma triangular’ p re­ sobre el arzón de la siella» versión del R om án de
ferible semánticamente a la idea de Diez y Vidos, Troie por Alfonso X I (1350) (R F E I I I , 141); «por
pero improbable tam bién por las razones expues­ 5 m uchas cosas entra la frialdad en el papo del fal-
tas, y por la aplicación de un latinismo culto (for­ cón et en el buche et en las tripas, lo uno p or el
zosamente tendría que serlo dado el tratam iento tienpo frío...» López de Ayala (Aves de Cafo,
fonético) como térm ino de marineros. L a de Jal, cap. 32, ed. Biblióf., p. 121); tripa, tripas y tripas
que deriva del verbo trincar en el sentido de ’ir a de cam ero traducen los lat. bodalus, otnasum y
la bolina’, es im probable por razones morfológicas, 10 omasium en los glos. del Escorial y de T oledo1;
puesto que -ete es sufijo denominal y no dever- «me fa?eys d ubdar / por vos dar / con una tripa
bal, y además la aparición de trincar en este sen­ rellena» J. G arcía Vinuesa en tensón contra J. A.
tido es bastante posterior a la de trinquete. En de Baena, Canc. n.° 384, v. 20; «como el abeja
general cualquier etimología que parta de la va­ castrada / en tiem po de castración, / que, des­
riante trinq- es menos probable que la que tome 15 pués que da picada, / dexa la tripa colgada / don­
como base triq-, pues además de que la desapa­ de hinca el aguijón» en el Canc. de M ontoro (med.
rición de la nasal sería tan injustificable fonética­ S. XV), ed. Cotarelo, p. 268; th ila s... las tripas
m ente como fácil de explicar su adición, los datos que relleñan de carne para comer con golosina
filológicos indican claramente que triq- es la forma como longanizas», thira es tripa de u n intestino
originaria2. 20 que llaman ayuno, el qual dim inutivam ente se di-
D eriv. Trinquetada. Trinquetilla [Acad. 1925, ze tripilla» APal. (193d, 194d; otro en 1546);
no 1843; > cat. trinquitilla ’foque pequeñísim o’, ttrip a s...: intestinum ; t. delgadas en el oveja: lac-
anotado en L ’Escala]. tes; t. ciega: alvus, intestinum caecum ; t. aiuna:
1 Vidos, a propósito del uso de trinquet en el intestinum jejunum ; tripa: longaon» N eb r.; «al
L ago de G inebra, dice vagamente que allí existe 25 pasar por la tripería, pedí a una de aquellas m uje­
desde el S. X III, pero como no cita pruebas, con­ res, y dióme u n pedazo de uña de vaca con otras
tra su costumbre, hemos de pensar que lo de­ pocas de tripas cocidas» Lazarillo (M . P., A ntol. de
duce de su teoría de que la terminología náutica Pros., p. 98). O tros posteriores pueden leerse en
de este lago procede de esta época, en que los A ut. C. de las Casas: ttripas: budelle, tripe»; Per-
D uques de Saboya form aron su escuadra ginebri- 30 civale: «tripa ciega: the paunch; tripas: the guts»;
na con la ayuda de marinos genoveses; teoría que O u d in : «tripa: tripe, boyau, voyez m ondongo» y
puede tener algo de cierto, pero que en nuestro agrega las combinaciones t. ciega, t. cular, t. del­
caso no ilustra sobre la fecha del vocablo.— 1 N o gadas, t. gruessa, t. ayuna; C o v arr.: ttripas: intes­
hay que pensar en u n derivado del adverbio grie­ tina, -o rum ; dixéronse tripas del verbo trepo ’ver-
go Tpíyjx ’en tres partes’, voz arcaica y poética 35 to’, por estar rebueltas en el vientre; tripa, en
en griego e inexistente en latín, de la cual no singular se tom a por la parte exterior, lat. ventera;
pudo por lo tanto formarse u n derivado con el A ut.: «canal o conducto formado de una mem bra­
sufijo -et, puram ente romance. Sainéan, Sources na m ui sutil, pero m ui fuerte, en lo interior del
Indig. II , 109, dice que trinquet viene de la fa­ cuerpo del animal, para recibir, conducir y expe­
milia cíe oc. trencar ’rom per’ (V. T R A N Z A R ), 40 ler los excrementos del alim ento; fig. todo el vien­
opinión sin base semántica, lanzada a la ligera. tre, y con especialidad por el de la hem bra ele­
vado con la preñez; las interiores partes de algu­
Trinquete ’garfio’, ’aldabilla’, ’cama’, V. trincar nas frutas... lo interior que com prehende qualquie-
Trinquetilla, V. trinquete Trinquis, V. tranzar, ra otra cosa, o por la substancia o utilidad de ella
nota Trinsar, V. tranzar y trizar Trio ’tría’, 45 (úsase siempre en plural)». Vulgarmente se tomó
V. triar Trio ’terceto’, V. tres Triones, V. por ’viscera’ en general; de ahí que los sefardíes
siete de Rodas le den no sólo el valor de «vientre»,
sino además el de ’corazón’ (los males de m i tri­
T R IP A , voz común a todos los romances de Oc­ pa = les m aux de m on coeur, R H IX , 441, n.° 27,
cidente, de origen incierto; como se aplica espe­ 50 35; X , 600, 602), y los gauchos argentinos lo em­
cialmente a los intestinos del hom bre o del ani­ pleen eufemísticamente para decir ’pene’ (B D H A
mal despanzurrados, quizá s e ' extrajera del verbo II I, 91). L a ac. ’vientre’ está muy generalizada en
destripar, que procedería del lat. exstirpare ’arran­ el habla popular (itar ta la tripa algo de güeno, en
car" en el sentido de ’desgarrar, abrir el vientre’. el alto-aragonés de Echo, R L iR X I, 35; etc.). Co­
1.a doc.: 1202, Fuero de M adrid. 55 mo es palabra de sabor vulgar, sobre todo apli­
D onde se lee «qui tripas lavare del alcanta- cada al hom bre, se comprende que el vocablo es­
riella...» (M em . de la R . Acad. de la H ist. V III, casee en los textos literarios más conocidos de la
41). Es voz popular y de uso general en todas las Edad M edia; sin embargo, el derivado tripera apa­
épocas: los ejs. abundan desde el período arcaico; rece repetidam ente en Ju an Ruiz.
he aquí algunos: «fue ferir a Meles d ’O rep de M En portugués no es palabra menos general,
arraigada y antigua : ya aparece con frecuencia en que aplicado al animal aparece prim eram ente en
M aestre G iraldo (1318), R L X III, 251; el artícu­ 1300, y con relación al hom bre desde 1470: es
lo de Moraes reza: «tripa: intestino do anim al; préstam o francés seguro. Finalm ente interesa la
levar as tripas nas máos: ir com o ventre roto, e existencia del vocablo en lenguas célticas, pues la
mal ferido A rraes 1, 20; viajar á tripa forra: sem 5 falta de u n étim o y la extensión geográfica del
fazer despezas; fazer das tripas coraçào: tirar áni­ vocablo en romance hacen pensar en tal proceden­
mo da fraqueza E u fr . 2, 5». La tenemos asimismo cia; sin embargo, todas las formas célticas pare­
en textos gallegos desde princ. del S. X IV : «faria cen ser modernas y advenedizas: el irl. triopas
as cordas para tájer mellores das tripas dos gáa- pl. «tripes, entrails» (O’Reilly) no se encuentra en
dos» Gral. Est. Gall. 16.20, «passou a lança polo 10 irlandés medio ni antiguo (W indisch, glosas de
ventre d’él e logo as tripas He caeron» Cron. Troy. Stokes), en los cuales se decía m edhal, y sigue
I, 351.30 (y otros pasajes de este libro). L o mismo siendo ajeno al gaélico escocés (maodail); el galés
ni más ni menos cabe decir del cat. tripa, con las tripa «the bowels or guts» (Owen Pughe) es ajeno
únicas y leves diferencias de que se emplea poco en al britónico antiguo (Loth, Vocab. V. Bret.) y se­
tierra valenciana y de que en Cataluña no suele 15 gún Parry Williams es anglicismo3; el bret. stri-
emplearse en el sentido de ’barriga voluminosa’, pero pen «tripe» está tam bién tom ado del francés, se­
sí y mucho en el de ’intestinos comestibles de un gún los dicc. etimológicos de V. H enry y de E r-
animal’, y en tono popular para los del hombre, aun­ nault, aunque ya se documenta en el Catholicon
que es de uso general en el caso de las que salen (h. 1464)4.
de una herida, y aun podrá decirse omplir-se la 20 Sobre la etimología no se ha escrito nada sóli­
tripa; sin embargo casi siempre se emplea en plu­ do, a no ser la afirmación de Diez (W b 328-9),
ral, y en este sentido lo fecha ya Ag. en el S. X IV el D G én., el N E D , Skeat y o tro s: «origen desco­
y X V ; además tripa aparece en el dicc. de rimas nocido». Con su inexcusable indulgencia en m a­
de Jaum e M arc (1371), y como nom bre de un teria de etimologías orientales admitió M -L . sin
paño está en Jaum e Roig (1460) y en muchos tex­ 25 escrúpulos la propuesta, al parecer, por Caix5: ár.
tos del XV. Con pocas variaciones es occitano tri­ tarb. Su mal ejemplo fué seguido por Lokotsch,
pa, y más frecuente tripas, documentado en m u­ Gamillscheg (E W F S ), Bloch1 y 2. M igliorini, y
chos textos gascones, languedocianos y provenza- otros; pero bien podemos decir que no le imitó
les de los SS. X IV y X V ; p. ej. ya aparece en un ningún orientalista responsable (nada en los libros
texto de Castres (Tarn) escrito en 1355-75, y en 30 de Engelmann, Dozy, Devic, Eguílaz, Steiger,
varios de Basses-Alpes de 1411, 1445, 1462, tripa- Neuvonen). Que el cambio fonético es imposible
ria ’tripería’ en uno de Nîmes del S. X IV , etc. salta a la vista', y con esto basta. Por lo demás
(vid. Levy, y agréguese otro de 1411, en P. M e- tarb es voz técnica de anatómicos, que en lo anti­
yer, Docs. Ling., p. 207, con comentario etimo­ guo se documenta casi sólo en dicc. árabes escri­
lógico). E l fr. tripe es «boyau d ’u n animal», tri­ 35 tos en Persia, sea en el sentido de ’epíploon, mem­
pes «estomac d ’un rum inant considéré comme ali­ brana que cubre los intestinos’ [Jorasaní, h. 800],
ment», pero la aplicación al hom bre se encuentra sea en la ac. etimológica de ’saín, grosura del ani­
en la frase familiar rendre tripes et boyaux por mal’ [AJirí, h. 1000, vid. Lañe], y aunque se en­
’vomitar’ ; se documenta desde el S. X III. E l it. cuentra en algún diccionario africano m oderno
trippa se emplea más en singular, y vale «lo sto- 40 (Boqtor, Beaussier), falta en la mayor parte (Ler-
maco dei vitelli ben purgato e cucinato», «quelle chundi, Tedjini, Probst), y debió de ser ajena al
degli stoccafissi, buone a mangiare», además es vulgar de España (falta en R. M artí, PAlc., etc.,
el vientre humano, como térm ino jocoso o despec­ vid. Dozy)7. D e ahí por vía libresca, y con voca­
tivo; sin embargo, como prueba Z auner (R F X IV, lización falsa, se tom ó el b. lat. zirbus «omen-
495), en la zona Nápoles-Abruzos-M arcas no tiene 45 tum», documentado en anatómicos de fines de la
en este caso valor peyorativo2. T erm ino indicando Edad Media (D u C.), y de éste el port. ant. zirbo
que el vocablo es tam bién sardo (Spano) mas no «redenho». Ya se ve que el resultado fonético es
parece ser castizo en el rético de Suiza (falta muy distante de tripa, pero además tripa es vo­
Pallioppi, Vieli). cablo vulgar por excelencia, que no puede venir
L a primera documentación recogida no es muy 50 de semejante cultismo ni fundarse en una pro­
antigua : no conozco ninguna anterior a los versos nunciación errónea de eruditos que conocieran mal
del D e Vetula «tune mos violenter adiré / u t vel el árabe*.
se reddat tripae canibus lacerandum», obra que Otra opinión que se ha emitido es la de C. M i-
parece escrita en Francia en la prim era m itad del chaélis (R L X III, 315), según la cual procedería
S. X II (D u C.). Se señala el vocablo en lenguas 55 de u n miembro de la familia germánica del neerl.
no romances, mas en todas parece ser préstam o: med. strijpe ( > ingl. stripe), hoy streep ’lista, faja,
vasco tripa; de las germánicas lo conocen sólo el raya’, b. alem. stripe ’lista, faja’, ’harapo’, a. alem.
neerl. trijp, que ya es algo antiguo, neerl. med. med. (tardío) streif id., alem. streifen ’lista, gaya’,
tripe (pero la limitación geográfica da la razón a ’cinta, tira’, danés stribe, ñor. stripa ’lista, faja,
Franck al considerarlo galicismo), y el ingl. tripe, 60 raya’; tam bién Sainéan (A utour des Sources In -
dig.) quiere partir del flamenco stripe del mismo timonio más antiguo del verbo en cuestión, que
significado, alegando el fr. trippe «étoffe veloutée» encuentro a últim a hora, aporta confirmación con­
(seguramente aplicación figurada, V. arriba nota 1), siderable a m i idea: «abrir, stripar pexe: exentero
el bret. stripen ’tripa’, y u n b. lat. siripa que apa­ (piscem)» y «estripar: viscero» en un glos. portu­
rece repetidam ente en los glosarios latino-alemanes 5 gués del S. X IV (RPhCal. V I, 83, 96, §§ 1130,
recopilados por D iefenbach; pero estos glosarios 2857), pues exenterare piscem es realmente ex­
son casi todos muy tardíos, apenas anteriores al tirparle las visceras, y este glosario es ya coetáneo
Renacimiento, y esta forma no pasa de ser una del dato más antiguo de tripa en portugués; no lo
latinización ocasional de la palabra bajo-alem ana; será menos en los demás romances, aunque la
en cuanto a la s- del bretón ya he indicado que 10 mayor atención que los léxicos prestan a primitivos
se explica por hechos de este idiom a; la fecha tar­ que a «derivados» disim ule en apariencia la anti­
día en que se docum entan las citadas voces ger­ güedad de (d)estripar.
mánicas apenas perm itiría atribuir el vocablo al D e r iv . T rip u ast. ’tripa’ (V). Tripada. Tripero
germánico occidental común, como requeriría la [J. R uiz]; tripería. Tripón. Triposo arg. (zapallo
generalidad del vocablo en rom ance; y finalmente 15 de carne triposa ’desmenuzada, análoga a tripas’,
siempre quedaría, como recalca M -L . (L itb l. L V II, Chaca, H ist. de Tupungato, p. 247). Tripote. T ri­
105), la imposibilidad de explicar la pérdida de la pudo. Entripar; entripado. Destripar [1555, V.
s- en romance. arriba],- destripador; destripamiento.
E n el languedociano del H érault estripa signifi­ C p t . Destripacuentos. Destripaterrones. Tripi­
ca no sólo ’rasgar’ (como el cat. estripar), sino 20 callos; tripicallero.
tam bién ’roturar, artigar’ (Pastre, L e Dial, de 1 Además traduce baiencina en uno de estos glo­
Clerm ont-l’H .), lo cual recuerda el oc. ant. estre- sarios, lo cual interpreta Spitzer (M L N L U I,
pejar «arracher», cat. dial, estrepar o estrapar ’ro­ 127) como variante de valenciana ’m anta de la­
turar, limpiar de m atas’, que parecen explicables n a’; se trataría de lo mismo que el fr. trippe de
por una trasposición de e x s t í r p a r e ’arrancar’“; 25 velours «sorte d ’étoffe», documentado en 1483.
ahora bien, el langued. estripa es herm ano del cat. El galicismo tripe «tela parecida al terciopelo»
estripar ’desgarrar’, ’rasgar’, cast. destripar 'sacar está como aragonés en A ut., y Covarr. le llama
las tripas’ [1555], ’rom per terrones’ [fin S. X VI, tripa.— 3 Dada la pobreza de los dicc. históricos
A ut.], ast. (V)'°, bogot. y cast. ant. estripar [1.a italianos en fuentes no literarias dudo mucho que
m itad S. X V I]11, port. estripar «tirar as tripas, fa- 30 podamos hacer caso de que Tom m aseo no dé ejs.
zer carnificina em», oc. mod. estripa, fr. étriper anteriores al S. XV (Morgante). Es cierto que
«óter les tripes» [S. X V I]12, verbo que bien podría tampoco se halla en D ante, ni en las rimas del
ser muy antiguo13; Sarm. suele emplear un sus­ Petrarca, pero es voz poco apropiada para tales
tantivo estripo en el sentido de ’tronco de arbolito’, obras; tampoco está en los glos. venecianos de
’aquel en que se injiere un esqueje (de peral)’ 35 Mussafia (S. XV), ni en el de la Crestomatía de
(CaG . 93 v, 124^15, 144r, como pontevedrés estripo Monaci. D udo que derive de trippa el triperium
es ’pino albar y negral que sirve para injertos’, que cita Sella de un inventario farmacéutico mo-
157u), en parte como palabra castellana, por lo denés del S. X IV.— 3 T h e English Elem ent in
visto usual en Galicia, pero también gall. estripo W elsh, p. 94. U n trippa aparece en u n texto de
y estripeiro (ibid. 152u). Cabría pensar que sea una 40 h. 1400, pero se ignora su sentido.— 1 L a s- es
alteración jem iculta de exstírpare, que del lengua­ epéntesis frecuente en los galicismos bretones:
je de los médicos pasara al de la plebe, tomando sklas < glace, skléar < clair, etc.— 5 N o está a
allí el sentido de ’abrir el vientre’ : de estripar m i alcance el trabajo suyo de 1879 que cita M -L.,
pudo entonces sacarse el seudoprimitivo tripa, que al parecer breve. Tam poco el que luego aludiré
justamente se emplea con frecuencia, sea hablando 45 de Sainéan. N o es mucha lástima, dados los p ro ­
de los intestinos del hombre despanzurrado, o de cedimientos apriorísticos de estos autores, poco
los del animal que ha sufrido una operación aná­ amigos de docum entar sus afirmaciones.— 0 La
loga con fines alimenticios. Ésta me parece la idea grafía de la prim era ed. del R E W (8703), therb,
más razonable que hasta ahora se ha propuesto ya fue cambiada por larb (sic) en la tercera ed.
para explicar el origen de tripa. Sin embargo, no 50 (8570a): mal para la consonante, bien para la vo­
deja de ser notable que est,e procedimiento algo cal, pues la fatha, delante de r, se pronuncia a
extraordinario de derivación retrógrada se hubie­ y no e.— 1 N o es extraño, ya que se trata de un
se cumplido en una misma forma en siete rom an­ iranismo culto: persa íárb ’grasa’, según indica
ces principales; en conclusión, no podrá darse co­ H orn.— s A un concediendo que pudiera existir
mo firme esta explicación mientras no se demues­ 55 una variante vocálica *tirb, de lo cual no hay in ­
tre la probabilidad de que a algunos de ellos se dicio alguno (Beaussier y Bocthor no vocalizan,
propagó desde los demás, o no pueda documen­ los demás dan a), adviértase que la pronunciación
tarse mejor la antigüedad del verbo estripar y la de esta forma equivaldría a *terb para oídos ro­
alteración fonética y semántica gradual que con­ mances.— “ Sin embargo, el origen del cat. es­
duciría hasta ahí partiendo de exstírpare11. El tes­ 6« trapar no es bien claro, comp. el it. strappare
’arrancar, arrebatar’. Aplazo el estudio de esta del lat. ínterpdlare ’hacer reformas o retoques en
cuestión hasta mi DECat.— 10 Quizá sea variante algo’, ’falsificar, alterar’, ’pintar de colores abiga­
del ast. estripar el tam bién ast. estrapar(se) rrados’, cambiado popularmente en imrepolar y
’aplastar(se)’ (V ; R, s. v. desfarrapar), ast. estta- luego entripular, tripular. 1.a doc.: 1604, Pícara
ptdlar ’aplastar (un dedo al cerrar una puerta)’, 5 Justina.
estrapallarse ’aplastarse al caer de lo alto’ (R). L a etimología de tripular fué averiguada por el
Para la a comp. el cat. estrepar (arriba citado), que esto escribe, con la colaboración de Spitzer,
y quizá hubo influjo de trapo, estrapajar.— vid. A IL C I, 162-5; II, 177, 182; donde quedan
11 «Cargan juntas a montones, / yo huyendo, y algunos detalles que no será preciso repetir. L a
bofetones... / Creo que diez mil estripé» Sánchez 10 historia fonética es evidente, mientras que los sig­
de Badajoz, Recopilación I, 300; «un pescozón / nificados son múltiples y su evolución compleja.
muy sin causa le habéis dado / ... / G a l í n d e z : Tom ando en cuenta la documentación portuguesa,
¿T ratarm e de viejo es poca? / Y por la calle me trataré aquí de rehacerla en forma lógica y cohe­
coca / como m ona; ;estriparélo/» Guillén de Cas­ rente.
tro, Rivad. X L III, 380c.— la Ya en R abelais: 15 El sentido básico del lat. interpolare fué ’ha­
«lorsque T ripet fut estripé» refiriéndose al hecho cer reformas o retoques en u n objeto’, ’hacerlo de
descrito así: «luy tailla d ’un coup l’estomac, le nuevo, componerlo’ : era derivado de la raíz de
colon et la moytié du foye, dont tom ba par terre, polire (vid. E rnout-M . y W alde-H .); sabido es
et, tom bant, rendit plus de quatre potées de soup- que se aplicó especialmente a la actividad del glo­
pes, et l’ame meslée parm y les souppes» (Gargan- 20 sador o del editor de textos medieval, que al­
tua, cap. 43 y 35, ed. Lefranc, pp. 353, 311).— teraba el texto antiguo tratando de aclararlo o de
13 V. además E S T R E P A D A . El it. strippare ’lle­ falsificarlo, pero al principio se refería a la obra
narse la tripa’ es evidentemente secundario. El de los curtidores y bataneros que daban aspecto
verbo cast. no se encuentra sn PAlc., N ebr., nuevo a productos industriales. E n romance, por
APal., glos. de 1400, Oelschl., y es ajeno al léxico 25 analogía con la interpolación de textos, se empleó
del Cid, Berceo, Calila, Apol., Conde L uc. y con referencia a falsificaciones o sustituciones de
J. Ruiz.— “ Comp. A P al.: «avellere es quitar y n aip es: la tripulada carta ’una que habían desecha­
sacar y destirpar» (38b), taveruncare... significa do y reemplazado por otra falsa’ en texto del Cri­
sacar y destirpar» (ibid. más abajo), lo cual ya se ticón de G racián (vid. ed. Romera II , 51); de
acerca algo al sentido de ’destripar’. Análogamen­ 30 aquí ’desechar o despedir a u n amante, a un cria­
te destirpa y somueve, Juan de M ena, t 1456, do, etc.’, como en T irs o : *— N o debe de estar
proemio del Omero romanzado. de Dios / que Lelio m i esposo sea. / Venga
esotro. — Dorotea, / tripúlalos a los dos; / no te
Tripartición, tripartir, tripartito, V. partir cases p o r hogaño» (Rivad. IX , 4a); o en Ruiz de
i'ripastos, V. pasmo Tripe, V. tripa, n. 1 T ri­ 35 A larcón: «halléla triste y hallé / que su noble
pería, tripero, tripicállero, tripicallos, V. tripa herm ano había / tripulado los sirvientes, / del jue­
Trípili, V. trápala Triple, triplica, triplicación, go de amor malillas [’cómplices’]» (Ganar Amigos
triplicar, triplicidad, triplo, V. tres Trípode, V. II, v ii); «una dama que os tripulaba por viejo» en
pie Tripón, triposo, tripote, V. tripa Gabriel del Corral (Aut.); otro de Lope en Fcha.;
40 y puede extenderse a objetos que se desechan o
T R ÍP T IC O , tomado del gr. TpínTu/oi; ’triple’, rechazan: «imaginan que con la Ortografía se in ­
compuesto de r p íí ’tres veces’ y - t ó / t ) ’pliegue’. funde el saber hablar y escribir cultamente, y por
1.a doc.: h. 1900, Luis Coloma y Pardo Bazán, en eso piden arte della que se la enseñe; y como no
Pagés; Acad. 1925, no 1884. lo hallan, tripulan la que ha salido y piden otras»
Voz de anticuarios, artistas suntuarios y m ueblis­ 45 Juan de Robles (1631)'.
tas, que recientemente se extiende a otros terre­ Por otra parte, tom ando como punto de partida
nos semánticos. la idea de interpolar y alterar u n texto, y posi­
C pt. O tro compuesto de la misma palabra con blemente, al mismo tiempo, la de reform ar un
Sí? ’dos veces’ : díptico, díptica, más raro. objeto, se pasaba a la de darle fisonomía variada
50 o pintarlo de colores mezclados y abigarrados:
Triptongar, triptongo, V. diptongo T ripu­ tinterpolatus: infoedatus varieque maculatus sive
diante, tripudiar, tripudio, V. pie Tripudo, V. per intervalla fuscatus», «varié maculatus vel fu-
tripa scatus», linterpolata: interjecta, intervulsa, infu-
scata varieque maculata», «interpolare: variegare»
T R IP U L A R , significó prim ero ’sustituir una 55 (C G L IV, 99.18, 251.36; V, 658.5; IV , 251.45);
persona o cosa por otra’, ’desechar, despedir’, por y así se llegaba a ’mezclar’, ’intercalar’, ’confun­
otra parte ’mezclar, confundir varias cosas’, ’com­ d ir’ : entrepolada se dice en Segovia ’la tierra de
pletar el personal de una embarcación mezclando labor que se halla en parte rodeada por otra, sin
los tripulantes nuevos con los viejos’, y m oderna­ que se puedan señalar fácilmente sus respectivos
mente ’dotar de personal una embarcación’: tomado 60 linderos’ (Vergara); «estaban tripuladas todas tres,

V. — 41
ponderando, como se usa, sus muchos méritos y p e d i a r e . Por lo que hace al cambio de o en u, es
su poca dicha», seguramente ’mezcladas, juntas’ verosímil que al menos en parte se deba a la pro­
(o quizá ’turbadas’) en el Criticón; «como no sa­ nunciación portuguesa, puesto que en Portugal
bía el uso de la tierra y oí que me querían llevar aparece prim eram ente el vocablo, y allí es donde
al humilladero, pensé que era pulla, y respondíles 5 más activamente se practicaba la navegación en e
con extremada cólera... en fin yo m e tripulé en S. X V ; el influjo de los infinitos cultismos en
el nom bre de humilladero y fué causa del tripular­ -u/ar haría el resto.
me y del engaño esta negra habla española que... D e r i v . Tripulante [Acad. S. X IX ]. Tripulación
da de sí más que unto de anguila; declaróme la ti- [Aut.]. Traspolear mure, ’hacer que desaparezca
mulgía [’sentido verdadero’] del nom bre, o como 10 presto una cosa’, cruce de tripular con trasponer
se llama, y tan amigos como antes» Pícara Justi­ (Spitzer, l. c., emite una opinión menos verosí­
na (Rivad. X X X III, 122b); todavía en Chile vale mil).
tripular ’mezclar un líquido con otro’ (Román) o 1 El Culto Sevillano, ed. Soc. Bibl. And., p.
’mezclar granos o cualquier otra cosa’ (Cavada), 298.
tripulado ’multicolor’ (como en las glosas latinas) 15
y tripulina ’barullo, confusión’ (Z. Rodríguez, etc.). Trique, triquete, V. traque Triquete, V. trin­
Pero especialmente en Portugal se tom ó este sig­ quete
nificado en una especie de ac. técnica de la sol­
dadesca y marinería para la sabia disposición del T R IQ U IN A , tom ado del femenino del adjeti­
comandante al mezclar la gente nueva con la an­ 20 vo ipíyl'ioq, -ÍVT|, -ivov, ’semejante a un pelo’,
tigua y experim entada: «os soldados bisonhos íri- derivado de Opíij, xpiyó?, ’pelo’. 1.a doc.: Acad.
pladcs com os velhos se ensinao» en M arinho de 1884, no 1843.
Azevedo (1644), «também por estes navios se tri- D e r i v . Triquinosis. Trisa, del gr. Opiaoa id., es
pularao (assim chamáo os soldados a re p artid o otro derivado de Opí!;.
que se faz delles)» en F. M. de Meló, «quatrocen- 25
tos cavallos que se tripularáo pelas companhias» Triquiñuela, triquitraque, tris, V. traque
Portugal Restaurado, «tripulando os arcos dos In ­ Trisa, V. triquina Trisagio, V. hagio-
dios entre os mosquetes dos francezes» en Feo. de
Brito Freire (1675), citas de Bluteau. Como la gran T R IS C A R , del gót. t h r i s k a n ’trillar’, de donde
preocupación del capitán al llegar a puerto era 30 se pasó a ’patear’, ’brincar, retozar’. 1.a doc.: Ber-
rellenar los huecos que se producían en su tripu­ ceo.
lación, y esto se hacía mezclando los marineros U na sola vez en este poeta, ya con el sentido
nuevos con los viejos, es natural que tripular se figurado de ’retozar, travesear’, refiriéndose a la
aplicara especialmente a esta clase de actividad cantiga de escarnio que cantan los veladores ju­
y mezcla, como ya ocurre en Rui de Pina (fin 35 díos del cuerpo d e Jesucristo (Duelo, 191a): «ellos
S. XV), que es al mismo tiempo el ej. más anti­ triscavan, dizién sus truferías». E n el Purg. de S.
guo del vocablo en rom ance: «a galé era de 28 Patricio, S. X III, parece significar ’brincar, reto­
bancos, com 120 sobresalentes, e toda atripulada zar’ : «dixieron los diablos al cavallero: — En
de job a job, que nao lhe ficava rem o manco» aqueste río es infierno... e nós te echaremos en el
(cita de Moraes), es decir, ’rellenados los huecos 40 río. —Tom áronle por la m ano e com entaron a
de popa a proa, sin que faltara un rem ero’. triscar sobre una puente que era sobr’el río»
En fin, olvidado el valor etimológico, acabó por (donde traduce inexactamente a fricare del origi­
aplicarse al ’dotar de personal un buque’, aunque nal : H om en. a M . P. II, 230, 248). El derivado
fuese por primera vez, que es ya lo único que re­ trisca está en el Alex. con el sentido de ’danza’
conoce A ut. en su definición, documentándolo a 45 o ’baile retozón, gracioso’ : «tiempo dolce e sabro­
fines del S. X V II en Bartolomé Alcázar: «tri­ so... / entran en flor las miesses ca son ya es­
pulada lo mejor que pudieron, 3l vararla le p u ­ pigadas, / fazen las dueñas triscas en camisas del­
sieron por nombre M isericordia de Dios». gadas : / entón casan algunos que pues messan
E n cuanto a evolución fonética, es evidente que las barbas» (1790d). Falta en N ebr., pero está en
se trata de un semicultismo, alterado popularm en­ 50 O udin («battre des mains, faire des gestes avec
te, y comparable a intrevalo por ’intervalo’ (Sta. les mains, s’esgayer, jouer») y A ut.: «hacer ruido
Teresa en Fcha.) o entreponer por ’interponer’ con los píes o dando patadas», ac. ejemplificada en
(Fr. L . de León, ibid.), de donde la forma entre- Ercilla, y «enredar y travessear», de la que da ej.
polado que he citado de Segovia; análogamente a en el moralista clásico Alonso Rodríguez; en otro
intrevalo se dijo intrepolar y de ahí con metátesis 55 ej., de Céspedes y Meneses, significa evidentemen­
entripular, todavía usual en Salamanca para «en­ te ’hacer burla de alguno’. Covarr. sólo registra el
redar, inducir a uno a tom ar parte en negocios sustantivo trisca «el ruydo que haze con los pies,
ruinosos; comprometer» (Lam ano); de ahí final­ quando se pisa alguna cosa que be quebrante, co­
m ente tripular, con la misma simplificación que mo cáscaras de nuezes, avellanas o otras cáscaras,
veremos en T R O P E Z A R < entrepezar < IN'TER- 60 o pedamos de vasos quebrados» (definición algo
sospechosa, pues sirve de base a la pretendida eti­ turias (V), Arg. (B D H A II I, 103, 108) y otras
mología onomatopéyica tris). Es palabra afectiva, partes. Entristecer [1251, Calila, 42.479; N eb r.];
no empleada con frecuencia en literatura y no ge­ más raro es contristar y sobre todo atristar (D H ist.)
neralm ente conocida, pero más o menos viva en y entristar; entristecedor; entristecimiento. Ast.
todas las épocas. 5 atristayáu ’entristecido’ (V).
D e sentido análogo es el portugués triscar; el
catalán trescar vale ’corretear’, ’andar ligeram ente’, Tristel, V. clister Tritíceo, V. trigo Tri-
’cruzar trochas y sierras’; en el occitano tres- tóxido, V. acedo Triturable, trituración, tritu­
car, fr. ant. treschier e it. trescare predom ina la rador, triturar, V. trizar
idea de ’bailar’. En francés procede seguramente 10
del fránc. * t h r é s k a n , en cast. y port. sin duda T R IU N F O , tom ado del lat. tñ ü m p h u s id. 1.a
alguna de su herm ano el gót. T H R Í s k a n ; para el doc.: M ena, Pz. de G uzm án (C. C. Smith, BHisp.
it. cabe vacilar entre éste y el longobardo, para L X I), APal. 509d.
el oc. y el cat. entre el fráncico y el gótico (Ga- Aunque éste se refiere solamente a la Antigüe­
millscheg se decide por aquél: R. G. I, p. 393; 15 dad con esta voz de term inación cast.; pero la re­
R F E X IX , 237), pero el gótico es más probable gistra tam bién como rom ance N ebr., y es frecuen­
teniendo en cuenta la pronunciación trasca del te en los clásicos; sabido es que Santillana es
presente en catalán oriental, trasca en lengua de autor de la composición E l Trium phete de Am or,
O c: la diferencia en el vocalismo se explica por­ donde hay imitación directa del título de los
que los godos no se afirm aron en el C entro de 20 Trionfi del Petrarca; Diego de Burgos a fines
España hasta fecha posterior al tiem po en que d o ­ del S. XV o h. 1500 escribió el Triunfo del M ar­
m inaron en Cataluña y Sur de F ran cia: m ientras qués celebrando al mismo poeta. Antiguamente
tanto la i latina ya se había alejado demasiado de se pronunciaba trisílabo, como hace todavía Fdo.
la í germánica para que ésta siguiese su evolución, de H errera (Rimas I, soneto 157), pero pronto se
como ocurría al principio. En gótico el vocablo 25 impuso la pronunciación bisilábica. D e ahí la pro­
significa ’trillar’, a. alem. ant. dreskan, alem. dre- nunciación vulgar trunfo (Cespedosa, R F E XV,
schen, ags. thérscan, ingl. thresh (o thrash), escand. 241), ast. trunfu (V), cat. trum fo ’triunfo en las
ant. thryskva; si fuese segura la etimología que re­ cartas’. E l Triunfo es nom bre de u n antiguo baile
laciona esta voz germánica con ciertas palabras típico popular en el N orte Argentino (O. di Lullo,
balto-eslavas, habría que suponer que el sentido 30 Canc. de Sgo. del Estero, p. 445). M ás docum en­
primitivo fué ’patear ruidosamente’, de donde po­ tación en Cej. IX , § 162.
drían venir ciertas acs. romances, pero hay otras D e r i v . Triunfal [Mena (C. C. Sm ith); APal.
etimologías posibles (vid. Uhlenbeck, Kluge), y 509d; N ebr.], de triumphalis id. Triunfar [Pz. de
tam bién es posible llegar hasta los sentidos rom an­ Guzmán, Santillana (C. C. Sm ith); APal. 350b;
ces partiendo de la idea de ’trillar’, operación que 35 N ebr.; trunfar hoy vulgar en ast., V, ya aparece
los viejos germanos practicarían en la forma más en el S. X VI en Alonso de Salaya, Farsa, ed. Gillet,
primitiva, con pies humanos. E n rigor tam bién se­ p. 56], de triumphare id .; triunfador; triunfante
ría posible adm itir que el vocablo pasó al latín vul­ [Santillana (C. C. Smith, BH isp. LX I)].
gar desde el germánico occidental primitivo, y que
en cast. y port. fué luego influido por el vocalis­ 40 Triunviral, triunvirato, triunviro, V. viril
mo gótico. Trivial, trivialidad, trivio, V. vía Triza, V. dri­
D eriv. Trisca [Alex., arriba; ’bulla, brom a’ G. za y trizar
de Alfarache, Cl. C. II I, 144.18, IV, 184.4, 6],
Triscador «fanfarrón o revoltoso» [1609, Juan H i­ T R IZ A R , salm., arg., chil., ’desmenuzar, hacer
dalgo], ’retozón’ [G. de Alfarache, Cl. C. V, 41.8]. 45 trizas’, ’resquebrajar’, probablemente del lat. vg.
* t r í t i a r e , derivado de t r í t u s participio de t e r é -
Trism o, V. estridente Trispasto, V. espasmo re ’restregar’, ’desgastar’, ’machacar’. 1.a doc.:
1627, Gonzalo Correas.
T R IS T E , del lat. t r i s t i s id. 1.a doc.: Berceo. Cita este humanista salmantino la frase prover­
D e uso general en todas las épocas y común a 50 bial «cierre quedo, no me trice la puerta el dedo»,
todos los romances (aunque en algunos puede ser donde vale ’aplastar’, y emplea el térm ino triza-
semiculto, como lo es el fr. triste). En Berceo (M il., dura para traducir la denominación retórica éxOXí-
264) hay variante tristo, asegurada por la rima, 4/tc, que explica «cuando entre dos sílabas o dic­
que corresponde al tipo vulgar t r i s t u s , represen­ ciones se aprieta o desm enuza una letra conso­
tado por el cat. trist, -a, it. tristo, sardo tristu, 55 nante». E n esta forma la palabra es sumamente
rum . trist. rara en los clásicos, o por mejor decir n o le co­
D e r i v . Tristeza [S. X III, Apol., 170d]; antigua­ nozco otra autoridad antigua que la de Correas1,
m ente se dijo cultamente tristicia y tam bién tris- pero hay varios derivados con prefijo, y hoy el
tor; tristura [J. R uiz; R im . de Palacio, 408], que primitivo sigue empleándose en Salamanca con el
A ut. declara anticuado, todavía es popular en As­ 60 valor de ’entretallar’ (L am ano; y otras acs. que
quizá se deban a un cruce). L a palabra es bien D e r i v . Triza ’partícula dividida de algún cuer­
viva tam bién en Chile con el valor de ’resque­ po’, hacerse trizas [Aut.], voz de uso general.
brajar, cascar’, o sea precisamente ’hender pare­ Destrizar ’hacer trizas’ [Quevedo, vid. Cuervo,
des finas sin que se separen los bordes de la Dicc. II, 1180a]1, ’consumirse p o r u n enfado’
hendidura’, p. ej. trizar cristal, loza, la cáscara 5 (Quevedo, ibid.)s; estrizar ’hacer añicos’ [sfr- en
de un huevo; se advierte a la gente que el vidrio el tinerfeño Ant. de Viana, 1604], Entrizar.
está trizado precisamente para evitar que lo quie­ Triturar [1739, A ut.], tom ado del lat. triturare
bren involuntariam ente. Para Chile puede verse, id., derivado de tritura ’acción de machacar’ y
además de Román, el artículo de Salas Lavaqui, éste de terere; trituración [1581, Fragoso, A u t.];
B R A E II I, 571-5. Aunque falta en los dicc. de 10 triturador; triturable.
americanismos de las demás repúblicas, es pala­ D etrimento [Corbacho (C. C. Sm ith, BHisp.
bra m uy viva en el uso coloquial mendocino y, L X I); 1480, N . Recopil., Aut.], tomado de detri-
según creo, porteño, la tengo anotada en el san- m entum ’acción de quitar restregando’, ’pérdida,
juanino A. de la T o rre (La tierra encendida, perjuicio’, derivado de deterere ’desgastar’ y éste
p. 82), en el mendocino D raghi L ucero (N ovena­ 15 de terere. Detrito [Acad. 1899, no 1822], lat. de­
rio cuyano, p. 78), en el catam arqueño L uis F ran ­ tritus, -us, ’acción de quitar restregando’; detrítico
co (La Prensa, 5-V-1940), y la emplea González [Acad. S. XX],
Carbalho (ibid. 7-VII-1940) en el L itoral argen­ Contrito, contrición [Corbacho (C. C. Smith)].
tino3. M uchos escriben trisar —así la Acad. en 1 El ej. «trizaban los pendones en popa» que
su Dicc. manual, que sigue a Salas y a Román— 20 cita Cej. de la Crónica de Pero N iño es otra
fijándose en la supuesta etimología tris ’leve so­ cosa: a esta frase de la ed. Llaguno (p. 144) co­
nido que hace una cosa al quebrarse’. rresponde hizaban l. p . e. p. en la de Carriazo
Pero es inseparable del trizar antiguo y sal­ (p. 254), que cuadra mejor al sentido del con­
m antino y de los derivados triza, estrizar y des­ texto; quizá la de Llaguno no sea falta de lec­
trizar a que me refiero abajo. Creo que no puede 25 tura, sino variante de drizar, que de todos modos
dudarse que todo esto sale de * t r i t i a r e ’desme­ nada tiene que ver aquí. E n el pasaje de Tejada
nuzar’, derivado de t e r é r e , que además de ’res­ Páez, que citaba yo en m i artículo, triza en rea­
tregar’ y ’desgastar’ vale ya ’machacar’ en latín lidad es sustantivo (debe llevar coma), variante
clásico; *T R ÍT IA R E ha dejado m uchos descendien­ de driza, y complemento del verbo destrozar que
tes romances en el N orte de Italia, zona franco- 30 viene más abajo en el tex 'o .— 2 Algún ej. argen­
provenzal y Occitania (R E W 8923), en especial tino da idea de una separación algo más grave
oc. ant. atrissar3, trisar, frprov. astrissar (S. X III) que la implicada por el trizar de Chile y de
’machacar’, ’triturar’, ’aplastar’ (Mussafia, W iener M endoza arriba m atizado: «cortó el Zonda las
Sitzungsber. C X X IX , 62-63), tam bién cat. rose- cadenas, / luego trizó las cam panas: / ¡con
llonés trissar id., que ya aparece varias veces en 35 sus martillos de bronce / campanario el Acon­
las Vidas de Santos del S. X III. V. ahora el glo­ cagua!» D raghi, o. c., p. 65, que su autor me
sario de la ed. de Neugaard. En Chile y la A r­ explica como ’rajar’. Dice Román que a veces
gentina el vocablo ha sufrido una ligera atenua­ significa ’entibiar las relaciones de amistad’,
ción semántica, tal vez ayudada por la influencia mientras que en el últim o ej. citado arriba se
de la onomatopeya tris. H oy el vocablo sobrevive 40 trata de una ru p tu ra irreparable entre amigos.—
en hablas gallegoportuguesas y limítrofes : gali. 3 Cuya ss sorda será debida a alguna contam i­
estrizar ’destrozar’ (Carré), A lburquerque trinsar nación; Mussafia sospecha u n participio oc. tris,
’fatigar, quebrantar las fuerzas’ (B R A E IV , 106), trissa, analógico de mes, messa, y análogos.—
port. destrincar «dizer m e u d a m e n t e , espor 1 Ejs. m od ern o s: «mandó dos hombres a que
m inuciosam ente; dividir proporcionalm ente um 45 lo m ataran... abajo de las resacas del Yaguara-
fòro» (Fig.), ’discernir, distinguir’, ’distribuir’ po. Por fortuna, pescaban allí unos indios, que
(destingar en la Pràtica de Tres Pastores, R L III, destrizaron a los verdugos y le dieron al sen­
143-5), trasm. estringar «cortar, esgalhar muito tenciado la libertad», en el colombiano E. R i­
as árvores» (R L X III, 124), e. nos dentes «partir vera, L a Vorágine, ed. Losada, p. 100; «otros
qualquer coisa nelles, sacudindo-a com phrenesi, 50 la jugosa carne / al rescoldo o llama tuestan; /
como um cào urna cobra que agarre» (R L V, 51). aquél come, éste destriza, / más allá alguno de­
L as formas portuguesa y extremeña han sufrido güella...» en el arg. E. Echeverría, L a Cautiva
una contaminación, seguramente por parte de la (1837).— s Santand. desdrizar ’desprenderse sola
familia de T R A N Z A R ’tronchar’, port. destron­ de su envoltura la avellana cuando llega a la
car ’desenredar (cabellos, madejas)’, y port. trin­ 55 m adurez’ (G. Lomas).
car (pariente de T R A N Z A R ). H e reproducido en
parte y ampliado m i artículo de R F H VI, 217-8. Trobeyar, V. trebejo Trocable, trocada, tro­
Claro que ni la vocal ni el sentido se avienen con cadilla, trocado, trocador, V. trocar Trocaico,
* d x s t r I c t i a r e de d i s t r í c t u s , d i s t r i n g e r e , ’tirar V. troqueo Trocam iento, trocante, V. trocar
en varios sentidos, atorm entar’ (así G dD D 2308). «0 Trocánter, V. troqueo Trocar m., V. tres
T R O C A R v., voz esencialmente propia del cast. Inéd., p. 267 n. 1 0 \
y el port., aunque tam bién existe desde antiguo Las formas diptongadas aparecen p o r primera
en francés, inglés y gascón; de origen incierto; vez en el diccionario de N ebr. : «trueco o true­
quizá es la misma palabra que el cat. y oc. tru­ que: perm utatio, commutatio»*, y se generalizan
car ’golpear, chocar’, por el choque o apretón de 5 a fines del S. X V I, siendo ya las únicas usadas
manos simbólico en el m om ento de concluir u n en las obras de Góngora y en el Quijote, donde
trato o trueque: lo probable es que sea palabra, el vocablo es m uy frecuente, y las únicas que se
onomatopéyica, aunque otros la creen de origen encuentran en los dicc. de C. de las Casas (1570),
germánico. 1.a doc.: J. Ruiz. Percivale, Oudin, Covarr. y A u t.; Cuervo cita
El vocablo aparece tam bién en dos docs. mo­ 10 además u n im preso de 1538 donde alterna trueco
zárabes toledanos del S. X III, pero está en ano­ con troque, y la forma m oderna es tam bién la
taciones al dorso, cuya fecha precisa ignoramos, empleada por M ateo A lem án: «alzarse con el real
aunque es posible que no sean mucho más tar­ y el trueco» por ’engañar’, «te quiero pedir una
días, y aun acaso del propio S. X I I I : «carta de cosa en mi servicio: que trueques esos vestidos
troca de lo de Yuncler, que trocaron dos herm a­ 15 a los que te daré de mi persona, para gozar de
nos», «carta de heredat de Olías, como se troca­ lo que en el hábito nuestro se aventaja tu her­
ron unas casas por media vinna» (Gnz. Palencia, mosura» G. de Alfarache (Cl. C. I, 161, 179).
Docs. moz. n.° 806 y 985, docs. de 1202 y 1219). E l sentido, com únm ente, y desde los ejs. más an­
Por lo demás, no tengo datos seguros hasta la tiguos, es ’perm utar una cosa por otra’, propia-
primera m itad del S. X IV , pero desde entonces 20 mente con carácter comercial, tam bién con otro
es m uy frecuente: «Quien no tiene miel en la valor; pero a veces tom a simplemente el sentido
orea, téngala en la b o ca: / m ercador que esto de ’m udar, cambiar, alterar’, como en los ejs. ci­
faze byen vende e byen troca», «es en la dueña tados de Santillana y Díaz de Gámez, y en otros
chica am or e non poco: / dueñas ay m uy gran­ que podrían agregarse : «estaba ya todo m uy tro-
des que por chicas non troco, / mas las chicas 25 cado de como yo lo dejé; n i había especiero ni
e las grandes se rrepienden del troco»1 Ju an Ruiz memoria d él: hallé poblados los campos, los n i­
(514d, 1607c, d). E l presente troco, trocas, etc., ños mozos, los mozos hom bres...» G. de Alfara­
y el sustantivo troco o troque tienen o constante­ che (IV, 207), otros en el Quijote; tam bién llega
m ente hasta fines del S. XV, y después la len­ alguna vez a acs. fácilmente relacionables, como
gua vacila entre troco y trueco hasta fines del 30 trocarse por ’equivocarse’ (Quijote, Rdz. M arín
siglo siguiente. H e aquí documentación que lo 1928, IV, 228) o trocar ’vomitar’ (G. de Alfar.
probará sobradam ente: «si m e querrá dar de la II, 183).
paja / a troque de algunt vino», «por tal de m u­ E n ima palabra, trocar es vocablo frecuen­
dar cosa / nueva de cada día, / con poco, la fer- tísimo, básico en el idioma y muy popular en
mosa / con fea trocaría» Sem T o b (522c, 458d); 35 todas las épocas. N o lo es menos, ni es menos
«eredades por troque o por donación» Cortes de antiguo, en gallego y portugués. Lo encontramos
1371 (II, 254); «otrosí le conseje fazer buena ya en la Crónica dos Frades Menores de fines
moneda, / et la buena que tiene, que sienpre del S. X IV, cuando describe la predicación mila­
este queda, / non la turbe nin troque, ca la grosa de San Antonio a los peces : «veriades ali
terna muy leda» R im . de Palacio, 681c; «m ut(u)o: 40 as companhas dos peixes grandes... tom ar luga­
trocar» en el glos. de T oledo; «avernos en tro­ res pera ouvir a prega^om, e os peixes meaos
que mucha tribuíanla», «después que troqué los tom ar os meos [’interm edios’] lugares e, assi como
troques qu’el mundo troca» Canc. de Baena, ensinados de Deus, estar em seus lugares sem
pp. 62, 196 (formas semejantes, pp. 224, 328, trocamento; e ali veriades grande multidoe de
618); «vos fagan luego trocar / e folgar / en la peixes pequeños achegar-se mais acerca a santo
nao so el antena» J. García de Vinuesa (en dicho A ntonio... assi que... estavam em na agua mais
cancionero, n.° 384, v. 8); «el agua blanda en baixa os peixes mais pequeños e mais adiante
la piedra dura / fa?e por curso de tiempo se­ contra o m ar os pexes meaos, e os maiores pexes
ñal, / e la rueda rodante la ventura / trasmuda estavam mais adiante, onde a agoa era mais alta»
e troca del genio humanal» Santillana (ed. Ríos, (Nunes, Florilègio da L it. Port. A re., p. 94). Es
p. 275), quien habla tam bién de troque et olvido tam bién frecuente en las poesías gallegas del
en la enamorada, en Canc. de Stúñiga, p. 45 Canc. de Baena, y ya aparece en las de F errán-
(formas verbales semejantes en el mismo Canc., dez de Jerena, que vivió 1365-1400: «du cuidei
pp. 92 y 313)3; «¡oh viento e ventura, que tan enriquintar / fui, ¡ cuitado ! empobrecer ; / vivo
de refez te trocas! T an móvile es el tu andar e desejo m orrer; / inda non ouso falar / nen
que non hay en ti estabilidad nin firmeza» Díaz pensar / en trocar lo mal por ben, / pois que
de Gám ez (ed. Llaguno, p. 146); V. más citas non posso por én / m inna gran cuita olvidar»
de estas formas no diptongadas en obras de G ó­ (Lang, Canc. Gall.-Cast., v. 510, otras veces 518,
mez M anrique, C. de Castillejo, Francisco de 653); tam bién en las de Villasandino (1350-
G uzmán y aun Gil Polo (1577), en Cuervo, Obr. < ¿1428?): «ei trocado mia ventura / como vos
ora d ire i: / perdí pesar por folgura / e mal por ra r la brevedad del artículo trouca en M istral con
ben que cobrei» (ibid. 723, y luego 731, 1586; la abundancia de acs. y ejs. del sinónimo baratá
en el mismo los sustantivos troque, 728, y troco, y sus numerosos derivados7. En cuanto al gasc.
1586); después lo encontramos en las Ordenafdes ant. trucar es más difícil pronunciarse, pero, en
Afonsinas del S. XV («mandamos que qualquer 5 vista de la restricción geográfica, no puede des­
que, em a dita cidade e seu termo, cavallo ou cartarse la posibilidad de u n préstam o del len­
qualquer outra besta quizer vender ou trocar, que guaje comercial español, que popularm ente se
a venda ou troque simpresmente»), y abunda m u­ confundiera con el autóctono trucar ’golpear’, se­
chísimo en textos del S. X V I, citados en abun­ gún ha ocurrido en catalán. N o vacilaría en pen­
dancia por D . Vieira y M oraes; éste define: 10 sar así si la palabra no estuviera arraigada en el
«perm utar, dar hum a coisa p o r outra; substituir N orte de Francia, y quizá ya desde fecha antigua.
outro em lugar, v. gr. trocárao a capa, dando-me Sin embargo, aun ahí cree W artburg probable
outra mais safada; inverter a ordem ou sentido, (F E W II, 124b, s. v. c a m b i a r e ) que troquer sea
v. gr. trocar as palavras, item substituir outras u n préstam o del cast., que por lo demás ha ga­
em lugar das próprias; trocar o dinheiro, dar o 15 nado constantem ente terreno frente a su sinóni­
equivalente de hum a pe?a maior, ou de pecas m o propiam ente francés échanger, y cita la ex­
menores por m aiores; trocar as pem as danzando, plicación del Padre F éraud (1787), según el cual
cruzá-las; trocar o nome, os costumes; o tempo «échanger est du style noble, troquer est fami­
troca a face das coisas; nao m e troco por ti...». lier»; según la Enciclopedia de 1753, échange
La cualidad etimológica de la vocal no puede 20 ya sólo se emplea con referencia a cargos, per­
deducirse del portugués, que pronuncia troca, pero sonas y terrenos, y en otro caso se dice troc
troco, con sujeción a la metafonía. Si en Galicia Los ejs. de troquer en el S. X V II que pueden
callan los diccs. es por el conocido defecto de éstos verse en L ittré, aunque aparecen ya en clásicos
de omitir lo común con el castellano. Sarm. lo de prim er orden como L a Fontaine, no desdicen
señala una vez (en contexto gallego) en un doc. 25 del tono familiar notado p o r Féraud. P or otra
pontevedrés de 1469 (CaG. 86u). En todo caso, parte, el D G én. considera decididamente troquer
tenemos allí el postverbal a troco (y troque) o como palabra autóctona del N orte de Francia, de
en troques (Valí.) locución adverbial para ’en cam­ origen norm ando-picardo, y tampoco Bloch 1 y J
bio, por el contrario’ : «en troques son malfadados ni Gamillscheg hablan para nada de un origen
cando imitan» Castelao 129.21, 255.18, y hay algu­ 30 español.
nos compuestos en Valí. L a razón de esta actitud es que D u Cange
E n contraste con el cast. y el port., el vocablo señaló ej. de u n b. lat. trocare «permutare» en
es esencialmente ajeno a la lengua de Oc y al una escritura del M aine-et-Loire del año 1257, y
catalán, donde ’trocar’ se ha dicho siempre ba­ dos ejs. de u n fr. ant. trocher en docs. de 1434
ratar o fer un capmas; es verdad que Ag. registra 35 y 1453; los contextos son inequívocos: «si vero
truca ’cambio, trueque’ en u n doc. barcelonés de contingat meos homines equos vel aliud hujus-
1776, y yo mismo he oído decir alguna rara vez modi vendere vel trocare in feodo prioris», «la­
fer una truca, sea en tono jocoso, o más seria­ quelle vache le suppliant trocha ou eschanga à un
m ente, aunque siempre a gente popular ciudada­ boeuf, et ot u n salut d ’or de retour», «lesquelz
na, pero realmente es raro, y es vocablo ajeno al 40 compaignons parlèrent de trocher ou changer leur
léxico común de la gente educada, que suele pro­ bonnez l’u n à l’autre, par laquelle torche (leg.
vocar explicaciones cuando se o y e : apenas cabe troche) ou eschange...». N o es que pueda des­
dudar de que es castellanismo5. En lengua de Oc, cartarse del todo la posibilidad de que el español
el carácter advenedizo no se presenta con la mis­ trocar al entrar en Francia fuese cambiado en
ma evidencia. Levy registra tres ejs. de trucar 45 trocher adaptándolo a la fonética francesa, pero
’trocar’ y 8 de truca ’trueque’, pero todos ellos es discutible la verosimilitud de este supuesto.
sin excepción proceden de fuentes gasconas de Por otra parte, el hecho es que G od. no encon­
fines de la Edad Media, más precisamente giron­ tró ningún ej. de troquer o trocher en francés
dinas y bayonenses; hoy es palabra ajena al Va­ antiguo, de suerte que los más antiguos de tro­
lle de Arán, y según creo a todo el gascón pire­ 50 quer y troc que trae este lexicógrafo pertenecen
naico (falta en Rohlfs, B hZ R P h. LXX XV ). En ya al S. X V I (Ronsard, d’A ubigné); no es de
diccionarios modernos encontramos gasc. trouca creer que se trate de una negligencia del dili­
«troquer» (Palay), rouerg. trouquá id. (Vayssier), gente Godefroy : hay que creer que trocher y
y en M istral trouca, truca «troquer, échanger», troquer eran voces raras o quizá meram ente lo­
con un ej. del presente plural trocan en el poeta 55 cales en la Edad Media, y posiblem ente de fecha
Jansemin (Agen, S. X IX )6. Si estas formas son bastante tardía. Por otra parte, hay el ingl. truck
autóctonas o tomadas del fr. troquer las m oder­ ’trocar’, ’cam biar o negociar un objeto por otro’,
nas y del cast. trocar las antiguas, es difícil ase­ ya docum entado en dos textos de la prim era m i­
gurarlo, pero la impresión respecto de aquéllas tad del S. X III (truckie) y en uno de med. del
es que deben de ser advenedizas; basta compa­ 60 XV, voz que se cree de procedencia francesa.
Esto parece confirmar y asegurar la antigüedad aun adm itiendo que in trok zijn se entendiera
del vocablo en el N orte de F ran cia; y sin em ­ erróneamente como ’estar en venta’, ¿cómo pudo
bargo todavía quedan dudas, al notar que el vo­ esto convertirse en ’trocar’? Es idea forzada; por
cablo inglés no vuelve a aparecer hasta 1580, y otra parte, la forma con o es variante dialectal,
sólo desde entonces se hace muy frecuente (hoy, 5 sólo recientemente documentada, y suponer que
por lo demás, está envejecido en el uso norte­ se partiera del participio neerl. getrokken (que
americano). Queda, pues, la duda de si alguno ya existe en neerlandés medio) no es nada vero­
de esos textos medievales Está bien trasm itido o sím il; finalmente, aun concediendo todo esto, ha­
es auténtico, y sobre todo queda la posibilidad bría que suponer que el vocablo pasó de los Paí­
de un hispanismo comercial propagado desde F ran­ 10 ses Bajos a Francia, y que los franceses lo tras­
cia, al principio con carácter esporádico, y que mitieran a la Península Ibérica, la única zona
sólo modernamente llegara a afirmarse allende y romance donde ha tenido siempre verdadera vi­
aquende el Canal de la M ancha; p or otra parte, talidad.
tampoco puede negarse la posibilidad de que en H ay que renunciar a esta idea. Tam bién creo
Francia sea voz autóctona, aunque fundam ental­ 15 que hay que renunciar a otra que se me ha­
mente ajena al Mediodía y a Cataluña. Hay que bía ocurrido, o al menos el problema queda
dejar estas cuestiones, que no puedo resolver, al oscuro. U n pasaje del arcaico Fuero de Avilés
cuidado de los especialistas respectivos, por muy (1155) sugiere la posibilidad de que trocar o el
importantes que sean para nuestra etimología. sustantivo troco deriven del antiguo verbo trocir
Ésta es oscura y poco investigada. Las dos 20 ’cruzar, atravesar, pasar’ ; dice el pasaje de este
que propone Diez (W b . 329) son descabelladas, difícil docum ento: «vezino qui kasa non aver [’tu ­
por más que Brüch (Mise. Schuchardt, 70) p ro ­ viere’] en villa si barailla aver con el qui kasa i
hijara la primera y Baist (G G r. I, § 30) la se­ aia, el qui kasa non i aver s’a delantrar aventes
gunda: * t r o p i c a r e , del gr. T p o - i x á c ; ’referente al [léase ovantes, ’se ha de adelantar antes’], et efiar
cambio’, fonéticamente imposible, y m uy poco ve­ 25 a es’ qui kasa i a ; et si ranneura aver el qui
rosímil en los demás aspectos; y u n * t r a - v i c a r e kasa i a d ’aquel que no i a kasa, e fidiador n o -il
derivado de v i c e s ’alternativa’, que apenas puede quisir dar el qui kasa non i a... tenga la voz
tomarse en serio, y que tam bién es inaceptable peindrada el vezino qui kasa aver al qui kasa
en el aspecto fonético (a lo sumo habría podido non i a, ata que li dé fidiador; e quan li der
dar port. *troucar y no trocar). M -L . en su dicc. 30 fidiador, troca sua voz del qui prim ero efió e
se manifiesta escéptico ante la etimología de Brüch pois dé dreito al altro» (§ 39). Fz. G uerra en el
y ni siquiera habla de la otra. Sólo de paso y muy glos. de su edición relaciona agudamente esta
rápidam ente emitió Spitzer (Lexik. a. d. Kat. palabra con trocir y traduce «transfiere, transm i­
133 n. 1) la opinión de que trocar venga del lat. te, convierte, pasa». Ahora bien, el contexto su­
TORQUES ’collar’, en romance ’estropajo’, etc. (o 35 pone que troca sea subjuntivo y no indicativo
sea ’objeto retorcido’, R E W 8799); aunque t o r - como parece entender Fz. G uerra, pero por lo
q u e s parece realmente ser el étimo del cat. troca demás es posible que éste entienda bien, aunque
’madeja’ y de torear ’enjugar’ (fr. torcher), la idea algún detalle del final de este párrafo no es en­
es forzada fonéticamente, y francamente invero­ teramente claro para m í; su idea de que trocir
símil en todo sentido, pues el paso de ’torcer’ 40 cambiara su sentido de ’atravesar, pasar’ en el
a ’m udar’ y luego ’trocar’ sólo difícilmente puede de ’transferir, transm itir’ es tam bién aceptable.
concebirse9. Pero esto sugiere la posibilidad de que los sus­
Skeat en su diccionario etimológico inglés, tantivos troco y troca ’trueque’ sean primitiva­
y ya en las N otes on English Etym ology (p. 307), mente una especie de derivados postverbales del
propuso derivar el fr. troquer del flamenco occi­ 45 verbo trocir, y que de estos sustantivos derivara
dental Irokken ’tirar de algo’, variante morfoló­ luego el verbo trocar. Sin embargo, hay dificul­
gica del neerl. mod. y med. trekken id., voz de tades a mi entender insuperables. Ciertamente el
extensión reducida en germánico (sólo a. alem. presente de dezir es digo y diga, y el de aduzir
med. y b. alem. med. trecken, fris. occid. ant. (conduzir, etc.) era antiguamente yo adugo, que
trekka id.), pero ya bastante antigua en el idio­ 50 yo aduga, etc.; así podría concebirse teóricamen­
ma ; por extensión, este vocablo neerlandés se te la posibilidad de que troca fuese u n subjuntivo
aplica a la demanda comercial de que es objeto arcaico de trocir, con c sorda, puesto que la afri­
una m ercancía: flam. in trok zijn, holandés in cada f de trocir es sorda (comp. el subjuntivo
trek zijn «to be in vogue, to be in demand», port. perca de perder), y podría concebirse un
Spanje trekt nu niet van die ivaren «in Spain 55 postverbal troca paralelo a este subjuntivo arcai­
there is no vent, or selling, now of those com- co. Pero todo esto es sumamente arriesgado y es
modities», die waaren worden veel getrokken «these inverosímil por la falta absoluta de paralelos en
commodities sell very well». Tam poco esta etimo­ la morfología castellana, aun en el castellano más
logía, aunque más especiosa, resulta convincente, arcaico. Si fuese verdad que trocir viene del lat.
sobre todo desde el punto de vista sem ántico: 60 t r a d O c é r e ’hacer atravesar o cruzar’, como toda­
vía admiten M . P. (Cid, s. v.) y M -L . (R E W , por excelencia, y recordemos que feriar, baratar,
s. v.) —lo cual obligaría a adm itir una reducción bargignier y el ingl. to trade a thing for some-
extraordinaria de t r a d ü c e r e a * t r a v c e r e ya en thing eran ’comerciar’ en general antes de con­
el latín vulgar hispánico, pues sólo así se explica­ cretarse en el sentido de ’trocar’. Es m uy posible
ría la f sorda de trogir— , cabría adm itir la con­ 5 que las costumbres arcaicas de los asturianos nos
servación de un subjuntivo * t r a v c a t y de unos hayan conservado hasta hoy una vieja acción sim­
postverbales *TRAVCA, * t r a v c u , de donde troca, bólica del derecho consuetudinario. Entonces tro­
troco ’trueque’. Por m uy construido que todo esto car sería la forma hispanoportuguesa correspon­
sea podría defenderse todavía, aunque nos obli­ diente al trucar ’golpear’ catalán y occitano, y
gase forzosamente a adm itir que el fr. troquer, 10 nadie nos privaría de adm itir que el gasc. trucar
trocher, gasc. ant. trucar e ingl. med. truckie, son ’trocar’ sea forma genuina. L a discrepancia foné­
préstamos del castellano (puesto que en estos idio­ tica no sería difícil de explicar, cualquiera que
mas no existe trocir). Pero ¿cómo explicar en­ sea la etimología últim a de t r u c a r L o mismo
tonces que en portugués sea troco y n o *trouco? si partimos del gót. * t h r u k s ’apretón’, ’empujón’,
O tro préstam o del castellano sería ya increíble. 15 ’choque’ (comp. a. alem. ant. druc id., drucchen,
Y hay m á s: tam bién en portugués antiguo hay ags. thryccan, b. alem. m ed. drucken ’apretar’,
trofir, y no tiene diptongo. Luego hay que aban­ ’pisotear’, ’im prim ir’, escand. ant. thrüga ’ame­
donar la etimología t r a d ü c e r e para este verbo, nazar’, Fick III*, 194), como adm iten Gamillscheg
etimología que de todos, modos ya era forzada (R. G. I, p. 375) y otros13 —y entonces el sen­
(comp. T R O C IR y T R O C H A ), y al mismo tiem­ 20 tido de ’apretón de m anos’ se explicaría facilísi
po se derrum ba la etimología im aginada para mámente— que si admitimos más bien una ono-
trocar: lo más probable es que el troca del Fuero matopeya t r u k ! , que expresaría perfectamente el
de Avilés deba leerse troga, subjuntivo de trogir ruido del que golpea en una puerta, del que da
del tipo morfológico ordinario (el ms. del Fuero golpes con una bola, etc., sentidos propios del
de Avilés no emplea la cedilla). Con esto no ex­ 25 vocablo en cat.-oc. y en los dialectos italianos
cluyo del todo la posibilidad de que trocar y (Gamillscheg, o. c. II , p. 168): entonces se tra ­
trocir tengan una raíz com ún de origen desco­ taría prim eram ente de la idea de ’chocar las m a­
nocido, pero esta posibilidad permanece vaga y nos’ (fr. choque la !, cat. xoca-la ’dame la mano’),
oscura. carácter confirmado por la forma truk del vasco.
¿Deberemos limitarnos a decir que trocar es 30 E n ambos casos la variante vocálica es m uy com­
palabra de origen desconocido? ¿Quizá prerrom a­ prensible: la u del gót. * t h r u k s era breve y por
no? Jordán (Z R P h . X L III, 721) le sospecha un lo tanto podía pasar a o o bien conservarse, se­
origen ibérico, tal como el de c a m b i a r e es gálico. gún la época o lugar de rom anización; .a ono-
T al vez sí, aunque no hay que apoyarlo en el matopeya * T r O c c a r e , a poco que fuese antigua,
vasco guip., vizc., a. nav. y lab. trukatu ’cambiar’ 35 podía cambiar la u en o, o en otras partes con­
«changer ou troquer» (Azkue), cuya inicial tr- le servarla con objeto de preservar mejor el carác­
hace muy suspecto de ser préstamo romance10. ter onomatopéyico. El que la variante con u co­
¿Será céltico? Así lo cree Gamillscheg, aunque incida con el sentido prim itivo de ’golpear’ y la
reconociendo que no se encuentra apoyo en el variante con o aparezca allí donde este sentido
vocabulario celta conocido; pero el indicio que 40 se ha olvidado no haría más que confirmar la
nota en este sentido no vale n ad a: en su opinión, idea. Y si diéramos la preferencia a la etimología
el cast. trocar supondría una raíz * t r O c c - en al­ onomatopéyica, a lo que personalmente me siento
ternancia con la raíz * t r ü c c - del gascón trucar", inclinado, podríamos adm itir incluso que el fr.
lo cual se explicaría por la reducción de u n dip­ troquer (o trocher) es autóctono, y nos explica­
tongo galo o u ; en realidad, como hemos visto, 45 ríamos de una vez la conservación anómala de la
la forma antigua en cast. es troca, y por lo tanto c*, la aparición interm itente y tardía del vocablo
no se puede partir de *T R O C C -, sino de * t r o c c - , y su carácter de voz familiar y populachera. En
y no hay que pensar en u n antiguo diptongo ou conclusión, esta etimología es la más razonable,
cuando sigue una CC doble. y es ciertam ente m uy posible, aunque no la po­
Pero quena otra posibilidad más defendible, ya 50 damos m irar como asegurada m ientras no se es­
sugerida por M istra l: «dérive probablem ent de tudie mejor el simbolismo antiguo de los tratos
truc ’coup, choc’, parce q u ’on se frappe dans la comerciales en España, y la historia de nuestro
main pour condure u n échange». Esto es verdad, vocablo en el N orte y Sudoeste de Francia.
como lo comprueba R ato: «troca o trueca: el D e r i v . Trocable. A la trocada; a la trocadilla.
apretón de manos con que se cierra u n trato», 55 Trocado. Trocador. Trocamiento. Trocante. True­
ttrocar: apertáse Ies manos en señal de quedar co [troco, J. Ruiz, y V. arrib a; a los ejs. antiguos
cierrau el tratu pa ir echar Ja robla a la tabier- de la forma diptongada se agregará trueco ’cam­
na». Q ue el trueque no sea un trato cualquiera, bio que se devuelve de una m oneda’ en el Laza­
sino precisam ente una perm uta, no im porta m u ­ rillo, M . P., A ntol. de Pros., pp. 102-3; trueco
cho : se trata del contrato comercial primitive 60 se emplea en el Quijote y textos coetáneos, don­
de hoy diríamos trueque]. Trueque [N ebr.; toda­ tancia alguna, puesto que trocar se pronuncia
vía troque en Gonz. Correas, a. 1627, D H ist., s. igual que trucar en catalán oriental, aunque no
v. cencerro]. Retruécano [APal. 418b; después no hay igualdad bajo el acento, pero está claro que
vuelve a aparecer hasta A ut., con la definición el vocablo fué confundido con el castizo y po-
«el modo de jugar del vocablo por diversos sen­ 5 pularísimo trucar ’golpear’. El carácter advenedi­
tidos y alusiones»]14. Trastrocar [h. 1540, D . G ra- zo lo comprueba la -o de la locución a truco de
cián], y luego disimilado trastocar [Acad. S. X IX ], ’a trueco de’, que Ag. registra en u n periódico
que ciertam ente no es derivado de tocar; tras­ popular del S. X IX .— 6 En veo .: lab., guip., a.
trueco o trastrueque [h. 1600, Jiménez Patón, nav. y vizc. trukatu ’cam biar’; veo. común truk
Aut.]. 10 ’cambio, trueque’.— ’ Verdad es que M istral tam ­
Truque ’juego de naipes’ [Aut., con defi­ bién da troco «troc, chose troquée» con ej. de
nición extensa], tomado del cat. truc id. [1443, y Jean Michel (Nimes, S. X V II), y luego tro con
otra vez en el S. XV, Ag.], derivado de trucar las variantes gasc. troc, delf. trouc, alpino truc,
’golpear’ (V. arriba), de donde ’golpear en el jue­ para «troc, échange»; pero ¿corresponden real­
go del truque’ [ > cast. trucar, Aut.], voz antigua 15 m ente todas estas variantes al sustantivo que sig­
y castiza en cat. [truch y la forma verbal trucha, nifica ’trueque’, o truc vale solamente ’golpe’?
1371, Jaum e March] y lengua de Oc [trucar y Cabe dudar, puesto que M istral quiere identifi­
truc ’golpe’, varios ejs. SS. X II-X IV , Levy], T ru ­ car las dos palabras. Troucá y truca faltan en
cos, juego de los ’billar’ [;'. de los t. o truecos, otros dicc. de dialectos occitanos.— * Tam bién
O udin; recién introducido de Italia según Covarr.; 20 Leo Jordán (A S N S L C X L IX , 246) cree que
S. X V II, A u t.; vid. más ejs. en Gillet, H ispR. troquer es u n térm ino procedente del comercio
XXVI, 294-5], del it. tfticco id. [1598, Florio, de la Península Ibérica, teniendo en cuenta que
en Terlingen, 315], así llamado por los golpes vocablos de este sentido son con frecuencia de
que se dan con las bolas15; trucar ’hacer trucos origen extranjero: cambiar del galo, fr. ant. bar-
en el billar’; truquero; retruco ’en el juego de 25 gignier (ingl. bargain) del germ. * b o r g a n j a n , cat.
trucos, golpe que la bola herida, dando en la ta­ baratar (ingl. barter) que él cree de origen grie­
blilla, vuelve a dar en la bola que la hirió’ [Aut.], go.— 9 Jud rechazó ya (Rom. XLV, 282) la idea
retrucar ’dar este golpe’ [Aut.]. E n cuanto a re­ de Attilio Levi de derivar el piam. trucciun ’tram ­
trucar ’replicar’ vallad., pal., ast. (V, Acevedo-Fz., poso’ y el fr. ant. trocher de * t o r c a r e .— 10 Esto
Acad., Fz. Gonzz., Oseja, 345), rioplat.16, per. (M a- 30 es bastante seguro, nótese el aspecto rom ance de
laret), port. [D. Vieira, F ig .; ej. de Castelo Bran- los sustantivos vasco com ún truk ’cambio, true­
co, en V K R IV, 65] y val. (ejs. en una leyenda que’ y trukada (a. y b. nav., sul.) ’casamiento do­
popular, M. P., Estudios Literarios, 1920, pp. 92- ble de hermanos con herm anas’.— “ Coincide
93), ya empleado en el S. XVI por el valenciano con esta variante el vasco trukatu, que se prolon­
de lengua aragonesa B. de Villalba (Fcha.), pueden 35 ga hasta el cast. de Bilbao trucar ’cambiar’, ’tro­
haber confluido ahí este retrucar y el derivado de car’ (Arriaga).— 12 De cualquier manera me ha
truque (’envidar en contra sobre el prim er envite parecido siempre inadmisible la que ahora pro­
hecho, en el juego del truque’, A u t.)'1; la etimo­ pone W artburg (en Bloch3), lat. vg. * t r ü d i c a r e
logía retorquere de G dD D , 6744, es tan imposible (de t r u d e r e ’em pujar’): el resultado fonético en
como especiosa. Retruque ’réplica’ (Guiraldes, D. 40 cat.-oc. sólo podía ser *trutjar (es etimología tan
S. Som bra, ed. Espasa, p. 83). falsa como la famosa * c l u d i c a r e > clucar, voz
C pt. Truquiflor. Trocatinte [«versicolorius» indudablemente onomatopéyica).— 13L a forma del'
Nebr.]. Trocatinta [Acad. S. X IX ; A u t. da el verbo germánico, que sería * t h r u k k j a n en gótico
sentido de «trueque o cambio ridículo» a troca­ no deja de causar dificultades, pues esperaríamos
tinte]. 45 -ir en romance. Y partir del sustantivo germ.
' Como en T tenemos «las chicas por las gran­ t h r u k s , m irando el verbo como derivado de éste,
des», quizá podamos leer «mas quien da chicas es difícil para el caso del cast. trocar o fr. tro­
por grandes se rrepiende del troco».— 2 «A R o­ quer, ya que el sustantivo troco (troc) es clara­
ma embiado por fazer troque de algunos prisio­ m ente postverbal por el sentido.— 14M . P „ Fest-
neros» en los Proverbios del mismo, ed. 1530, 50 gabe Mussafia, 392, lo da como derivado de true­
f" 23v° 1; y 3 ó 4 ejs. de este sustantivo en que con sufijo átono (comp. O udin retrueque
su testamento, R H XXV, 117.— ‘ Troca se dice «contréchange»), lo cual es seguro al menos para
todavía en partes de América, por lo menos al­ nuestro sentimiento actual; empleóse también re­
gunas veces, como en Bogotá (Cuervo, A p. § trueco: «hicieron sobrepujarme, es rodeo de ha­
273), Costa Rica (Gagini) y la Argentina (rima 55 blar poético y retrueco de palabras, que vale lo
con roca en un soneto de Elias Carpena, La mismo que si dijera sobrepujáronme o venciéron­
Nación de B. A., 28-VII-1940).— * Del verbo só­ me», Fr. Luis de León Cantar de los Cantares VI,
lo da «trocar: commuto, perm uto»; A Pal.: tco m - 4, ed. M erino 1885, p. 103. Sin embargo, comp.
mutare es trocar algo con alguno y vender» el it. antic. risponder per rintronico «brontolan-
(88b).— ’ La diferencia vocálica no tiene im por­ 60 do», del cual quizá sea deformación esta palabra
castellana; tanto más cuanto que rintronico pare­ E n este doc. burgalés está en el sentido de ’pa­
ce ser el nom bre de un antiguo género poético sar u n río’ : «leváronse hómines de Bonille cum
italiano: Rintronico es el título de una compo­ suo ganato e trocieron Aslanzón et pascebant er-
sición del poeta romañol del S. X III Tomm aso bas de términos que non debebant pascere» (M.
da Faenza (seis estrofas de 14 hendecasílabos ri­ 5 P., D . L ., 147.3, repetido 12 y 13). E n el Fuero
mados, cada una), A R om . X IX , 92. Nótese que de Logroño, de 1095, se aplica al tiem po («et si
en APal. significa algo como ’estribillo’ : trespon- trocierit illo die», M . P., Cid, p. 871), ac. más rara,
sorio es palabra o verso que muchas vezes se re­ que sólo reaparece una vez en el C id (3345) y en
pite, como retruécano». Rintronico a su vez ¿ten­ M il., 749a («los bienes que fiziera en los tienpos
drá que ver con el cast. antic. retrónica ’retórica’? 10 trocidos / el buen Sennor non quiso que li fues-
O más bien será deformación del oc. ant. retroen- sen perdidos»). L o com ente es que se refiera a un
cha, fr. rotrouenge, cuya etimología, por lo de­ territorio: «vansse Fenares arriba quanto pueden
más, permanece oscura. D e retrónica (Fcha.) se andar.. / trogen las Alcarrias e yvan adelant» (Cid,
sacó el salm. trónica ’hablilla’, ’patraña’ [1627, v. 543), «hyvan trocir los montes, los que dizen de
Correas], ’m urm uración’, tronicar ’divulgar (un 15 Luzón» (v. 2653), o a una localidad: «trocieron
secreto)’ (Lamano).— 15Vid. Gamillscheg (R. G. Arbuxuelo e legaron a Salón» (v. 2656). Otras ve­
II, 168); comp. cat. truc ’canto rodado’ (que el ces se aplica al cruce de un río o del m a r : «me-
agua hace golpear contra los otros), ’cada una de tiósse en las naves el Rey apergebido, / ovo a poca
las bolas de madera que se ponen a las redes d ’ora el Hidaspes trogidot Alex., 1875d, «el con­
para que no lleguen del todo al fondo y se en­ 20 de don Yllán, byen avedes o^do / commo ovo por
sucien con el cieno’ ( ¿ < it.?), ’cencerro grande’ ; las paryas a M arruecos trocido» Fn. G onz., 426;
en este últim o sentido tam bién and. (AV) y arag. de donde puede llegar, absolutamente, a indicar el
truco (BD C V I, 20; X X IV , 182). E n la ac. ’tre­ tránsito de la m uerte: «rcsus^itó el monge, el que
ta, juego de manos’ [Acad. 1925, no 1884] se ha fuera transido, / ... / Declaró al convento por
tom ado del fr. truc, que a su vez se tomó del 25 qué avié trocido» (M il., 178d). En castellano no
occitano (’golpe’ > ’treta’).— 16R. J. Payró, Pago conozco ejs. posteriores al S. X III. Nótese que
Chico, ed. Losada, p. 245; D raghi, Canc. Cuya- la f sorda es la grafía constante (agréguese toda­
no, pp. 232, 388.— 17 No es imposible, aunque vía Cid, 1475, 2687; S. D om ., 91; Alex., 13396,
no es m uy verosímil, que haya relación con el 2001c, 2297a).
verbo retrocar que emplea APal. para u n movi­ 30 E ntre las demás iei.guas románicas sólo el
miento alternativo (derivado de trocar): «dizen gallego-portugués conoce el vocablo, pero aquí tie­
algunos que el Océano se conmueve a crecer y ne el sentido de ’tragar, engullir’ (afín al de ’pa­
m enguar porque piensan aver aberturas en las sar’): un peletero al querer labrar las pieles «me-
partes yusanas que estén llenas de soplo de los teu a agulla / na boqu’e e n d e re z a n d o / as peles
vientos: assí como ventanas de narizes del m un­ 35 para lavrá-las, / non catou al senon quando / a
do que retrocan lanzando y resumiendo aquella trociu et na garganta / se lie foi atravessando»,
creciente y menguante como resollo» (3196); de «a ostia na boca / aquesta muller guardou / que
ahí retroque: «tiempos son troques de m udanzas: per nehüa maneira / non a trociu nen passou»,
de invierno, verano, estío, otoño... tiempos son «ena garganta ouv’enfermidade / ... / de maneira
los que se fazen por las estrellas, no espacios de 40 que atal se parara / que non podia trocir a taulin-
horas, mas retroques de la disposición celestial n a ; / os frades, que cuidavan que m ort’era...»
en signos y tiempos y días y años» (4926), tpa- Cantigas (199.4, 104.5, 54.7); y todavía, con el mis­
rallelipipedos dizen los griegos geómetras a los mo sentido, el subjuntivo tro$a en M estre Giraldo
cuerpos que puestos en retroque, una vez uno y (a. 1318), R L X III, 349, y trocir o trucir traducidos
otra vez otro, se condenen en sus anchuras» 45 deglutió, glutio y transglutio en un glos. portugués
(340d), tcom essatio son combites demasiados, di­ del S. X IV (RPhCal. V I, §§ 749, 1320 y 2765).
chos por el comer, y quasi u n retorque [?] de L a etimología tr a d ü c é r e Tiacer cruzar, hacer
mesa y superfluo combite» (866). atravesar’ la propuso Diez (W b., 494), y fué acep­
tada por M . P. (Cid) y M -L . (R E W , 8831), pero
Trocear, V. trozo Troceo, V. troza 50 ya N obiling la ponía en duda (A S N S L C X X V II,
375) y H anssen (R D R I, 465; A U C h. 1915, p. 21
T R O C IR , ant., ’pasar’, ’cruzar’, origen incierto; de la tir. ap.) la negaba resueltam ente; en efecto,
tenia la misma forma en gallego y portugués an­ tropieza con tres obstáculos fonéticos, im portante
tiguos (con el sentido de ’tragar, engullir’), lo cual cada uno y que juntos obligan a descartarla defi­
obliga a suponer una base * t r t j c c i r e de origen in­ 55 nitivamente : es anómalo que se perdiera la -D-
cierto; quizá del gót. * t h r u k k j a n ’apretar’, ’piso­ ya en latín vulgar (como habría que adm itir para
tear’ (ags. thryccan, a. alem. ant. drucchen, escara1, explicar la o castellana)1; así en castellano como en
ant. thrúga), suponiendo que se pasara de ’pisar* portugués debería esperarse -z- sonora (como ya
a ’cruzar un país’, y de ’apretar’ a ’engullir’. 1.a observa Tallgren, Gaya de Segovia, p. 84). Final­
doc.: 1095, y doc. de 1100. «0 mente la o simple gallegoportuguesa (y no ou)
elimina TRADUCERE completam ente2. Pero menos S i n d a parcialmente disimilado en Adosinda o sin­
convincente es aún la etimología t o r q u í r e ’torcer’, copado en Osenda.— 3 L a forma gótica también
propuesta por Ford (M o d . Philol. I, 54) y acep­ podría ser * t h r u k j a n . Desde el punto de vista
tada por H anssen; la trasposición de la r sería germánico cabría, en rigor, adm itir las dos posi­
en rigor aceptable, y podría apoyarse en la va­ 5 bilidades. Pero t r a t á n d o s e d e u n g e r ­
riante torfir que aparece en mss. del Fn. Gonz. m a n i s m o , voz tardía, la conservación de KJ
y una sola vez en el ms. P del Alex., pero es más como sorda ç es perfectam ente admisible.
probable que sea ésta la forma alterada (al modo
de apertar, perlado y análogos), y sem ánticamen­ Trociscar, trocisco, trocla, troco, trocoide, V.
te el cambio sería incom prensible: ’cruzar’ es al­ 10 troqueo
go que se hace directam ente, y es todo lo contra­
rio de ’torcer’; ’pasar al otro lado’ podría en ri­ TR O C H A , origen incierto, quizá prerrom ano;
gor compararse con ’dar la vuelta’ pero esto tam ­ podría estar em parentado indirectam ente con el ti­
poco es ’torcer’. po TR O G IO - que significa lo mismo en los Alpes
Ahora bien, en principio una ( intervocálica 15 Réticos, pero la palabra castellana supondría una
castellana ante i sólo puede venir de -cc- (o bien base t r o g - t a con otra term inación; es incierto,
-se-, rechazado por el port.), luego se im pone una aunque no inverosímil, que haya relación con la
base * t r ü c c i r e , que evidentemente no se explica raíz céltica e indoeuropea T R O G -, t r e g - , que
por el latín, y que coincide extraordinariamente significa ’correr’ y ’pie’. 1.a doc.: 1444, Santi-
con el germ. TH R ü k k j a n , v o z representada en to­ 20 llana.
dos los dialectos germánicos, aunque no figura E n su Comedieta de Ponça: «benditos aquellos
en los textos góticos de Ü lfilas: ags. thryccan, que siguen las fieras / ... / e saben las trochas
ingl. dial, thrutch, neerl. med. drucken, a. alem. e las delanteras, / e fieren del archo en tiempos
ant. drucchen, thruken, alem. drücken, escand. ant. devidos...» (ed. Ríos, p. cxxviii). L o registra N e-
thrüga. El sentido es ’apretar’, ’im prim ir’, ’cho­ 25 br. : (.trocha o rastro: tractus». N o es raro en los
car’, en anglosajón tam bién ’pisar, pisotear’ («cal­ clásicos: «comencé a cam inar de noche a escu­
care», «to trample») y otras veces ’abrirse cami­ ras por lugares apartados del camino real, tom ando
no a la fuerza’. D e ’pisar’ podía pasarse a ’cru­ atraviesas, trochas y sendas p o r medio de la Sa­
zar un territorio’ (los que trocen la Alcarria la gra de Toledo» G uzm án de Alfarache (Cl. C. II,
pisan), luego se extendería a ’cruzar un río’ etc.; 30 110.8; otro del mismo en A ut.); «dexar el real
por otra parte, tam bién se podía pasar de ’apretar1 camino / p o r las trochas, es doctrina / que, por ser
a ’deglutir un alimento’. Para ejs. de k j o k i gó­ tan peregrina, / no la sigue peregrino» Góngora
tica convertida en f, comp. B R O Z N O , F R U N ­ (ed. Foulché I, 381). « Trocha o rastro: route,
C IR , y quizá arronfar (¿* W R U N K JA N ?) y BRO ZA*. trace, piste» O u d in ; «vereda o camino angosto
Comp. T R O C A R y TR O C H A . 35 que atraviessa el real, y sirve como de atajo para
1 El resultado normal sería *tradzir; o a lo su­ ir a alguna parte» Aut. L a ac. ’camino abierto en
m o *trauzir, pero sin reducir el diptongo, p or ser la maleza’ (Acad. ya 1925, no 1843) es especial­
de fecha secundaria.— ’ M . P. cita u n doc. portu­ mente americana, comp. trochar abajo.
gués de 907 donde se leería itrauce illo fontano El vocablo se ha empleado alguna vez en p or­
de Almafalla», pero esta grafía aislada es m uy sos­ 40 tugués; Bluteau rem ite a desvio y cita el pasaje
pechosa : deberá comprobarse bien que no se tra­ siguiente de la Guerra do Alentejo de L uis Ma-
te de una mala lectura por truce o p or transe, y rinho (1644) : «caminhárao a seus lugares pelas
aun si estuviera bien leído podría ser una falsa trochas e veredas d ’aquella terra»; dice que es
latinización. Viterbo cita dos ejs. de la forma ver­ anticuado, pero más bien será u n térm ino regio­
bal trouciant en fueros antiguos, que él reduce 45 nal del Alentejo; dice que su etimología es ttrocer
a un infinitivo trouciar, pero el contexto de uno ou torcer, como quem dissera caminho que torce»;
de ellos requiere un subjuntivo; traduce epassar, los lexicógrafos posteriores han repetido el dato
vencer, exceder, ser mais attendível o seu jura­ de Bluteau tom ando como definición su seudo-
m ento em juizo e fora d ’elles. El sentido de los etimología, y fijándose en esta definición abusi­
pasajes citados no es bien claro. Creo hay otros 50 va ha admitido M -L . (R E W 8798) la infundada
en P M H , Leges, pp. 465 y 601. Esto limita el etimología TORQUERE, que ni merece discusión,
alcance de la última objeción, pero siempre que­ pues además de que una trocha es camino que
dan las otras dos, que bastan. ¿Hay influjo de acorta o ataja y no que da vueltas (cast. atajo, cat.
las palabras que cito s. v. T R O U S A ? M . P., drecera de d i r e c t o s ) , la -ch- no puede salir del
Oríg.3, § 20.1, quiere emparejar el caso de trocir 55 participio TORTA, y tampoco de u n *TO R C TA , si
con el nom bre Osenda, Odisinda, Odesenda, A du- hubiese existido, pues - c t - tras consonante da -t-
sinda, suponiendo que la base común sea A d o s i n - (yerto, unto, santo, pinto, etc.). L a palabra en p or­
d a ; pero las varias grafías son aproximadamente tugués parece castellanismo seguro dada su rareza
contemporáneas y od- es raíz onomástica cono­ y la localización1.
cida en germ ano: será preferible partir de O du- 60 Según la Acad. trocha vendría de t r a d u c t a , lo
cual, dicho así, no nos enseña gran cosa, pero en silvania, Oltenia, Banato), cree se trata más bien
Festschrift Jud, 564-5, propuse mirarlo como un de una palabra «iliria» que céltica, lo cual en
participio arcaico del verbo troçir ’pasar, cruzar u n efecto es verosímil, sobre todo si por «ilirios» en­
país’ ; si éste viniera de TRADUCIRE, un antiguo tendemos los «Urnenfelder». Para la parentela ili­
*trocho le correspondería como participio, así co­ 5 ria, Jokl, V Rom . V III, 205-7.
m o aducho era el de aduzir ad d u cere. Verdad es Schuchardt sugirió que la voz alpina y cast. esté
que tr a d ü c ta fonéticamente había de dar *trao- relacionada con el irl. traig ’pie’; en realidad esta
cha, que no tenía por qué contraerse más en cast., palabra corresponde a u n celta antiguo tr a g e t- ,
pero si esta etimología tr a d u c e r e fuese cierta, po­ que al parecer procede de u n m ás antiguo t r e -
dríamos adm itir que por analogía de troçir el par­ 10 g e t- , pero el galés troed, cóm . ant. truit y bret.
ticipio *traocho se cambió en *trocho. Pero como troad, que significan lo mismo, proceden de TRO
he dicho en el artículo correspondiente, esta eti­ GET-: se trata de derivados de la raíz indoeur.
mología de trocir no es posible, y así la de trocha TREGH t r o g h de donde el gr. rp¿%eiv ’correr’,
se encuentra sin base y hay que abandonarla. r p ó /o í ’corrida’, gót. thragjan ’correr’, svcr. trág
Quizá debamos volver, hasta cierto punto, a la 15 ’huella, pisada’, y a la misma raíz pertenecen otras
idea de Schuchardt (Z R P h . IV, 125), Jud (B D R palabras célticas: galo ver-tragus ’galgo’ (’el que
I I I , 6-7) y H om ing (Glossare von L a Ba- corre m ucho’), galés troi ’dar vueltas’, bret. tro
roche, B hZR P h. L X V , 199), quienes relacionaban ’vuelta’ (que suponen tr o g o - ) ; vid. Pedersen, Vgl.
con el tipo trçtg, trutg, truoch, extendido por to ­ Granan. I, 3 9 ; V. H enry, L exique É tym . Bret.,
dos los valles romances del cantón de los G riso- 20 p. 272; Stokes-Bezz., p . 136. Nada se opone a
nes con el sentido de «sentiero dirupato», tsentie- que de esta mism a raíz proceda el tr o g io - alpino,
ruzzo», que por una parte se extiende hasta el T e- y que de otro derivado tro g -tX > * tro c ta * sa­
sino, hacia el Sur llega hasta Brescia y Bergamo, liera la palabra castellana. Podría ser u n vocablo
Comelico trozzo «sentiero pedonale attraverso pra- de los U rnenfelder. Claro está que se trata de
ti e bosco» (Tagliavini, A R om . X , 178-9), y en 25 una posibilidad algo vaga1.
dirección al Este se prolonga hasta el T rentino y D eriv . Trochuela. Atrochar. Trochar cub. ’abrir
el F riu l; según m uestra la forma troi, usual en trocha’ (Ca., 176).
estas últimas regiones y en la Baja Engadina, el 1 T am bién Viterbo recoge trochas «atalhos, ve­
étim o ha de ser * tro g iu m , según adm ite Jud, o redas pouco trilhadas, de poucos bem conheci-
* tr o ju como prefiere M -L . (R E W 8934); la va­ 30 das»: se tratará ahí de u n térm ino de Tras-os-
riante femenina m aga, exclusivamente propia de M ontes o del N orte, de donde suelen venir las
dos pueblos sobreselvanos (V. m i nota), es secun­ voces regionales de Viterbo, y es región donde
daria, y sólo por casualidad se parece tanto a la tam bién abunda el castellanismo. Lo registró Cu-
castellana. Ahora bien, cualquiera de estas dos veiro como gallego, pero sabido es que este dicc.
bases que se adopte, la forma castellana queda algo 35 no merece confianza, y no lo dan Valí, ni Ca-
lejos, ya que seguramente viene de u n tipo rré ; como traducción del cast. trocha da éste
* tr o c ta . Por otra parte la lejanía geográfica vieiro. Tam bién ha de ser castellanismo en va­
es considerable, de suerte que Scheuermeier lenciano, donde se emplea en algunas comarcas,
CB hZ R P h. L X IX , 119-20) se inclina a conside­ y lo he oído en Castelló de Rugat como término
rar la palabra alpina como rética más bien que 40 de cazadores, hablando de los senderuelos que si­
céltica. Sea como quiera, Jud mostró cuántos ca­ guen las liebres.— 2 H orning, o. c., p. 87. Pero
sos se hallaban de reaparición de palabras prerro­ nótese que en estos dialectos -£ no corresponde a
manas de los Alpes en el N orte de España, y en -gj’ (o -j’) ni a -c r-, sino más bien a -cc- (H or­
el trabajo citado yo agregué otros. Por otra parte, ning, D ie Ostfrz. G renzm undarten, en Frz. S tu -
es posible que el área del tipo alpino se extienda 45 dien V, iv, 60), lo cual ya nos aleja mucho de lo
más hacia Poniente, según indicó W artburg que nos interesa.— ’ Tam poco esto conviene foné­
(Abhandlungen d. preuss. Akad., 1918, X , 21-22), ticam ente; si no me engaño -h- corresponde aquí
pues tenemos con el mismo sentido trceyen en un a -is- o -iss- francés.— 4 El tipo t Ro k t a conserva­
doc. del Valais de 1315, y es posible que se halle do en las lenguas britónicas en el sentido de ’le­
el mismo vocablo en el nom bre de lugar alsaciano 50 jía’ y ’orina’, según Pedersen I, p. 124, no vendría
Troygasse; los demás representantes que señala de esta raíz (en el sentido de ’líquido que corre’),
W artburg son ya m uy inseguros : Vosgos (La Ba- sino de otra m uy distinta.— 5 Jud sugería tam ­
roche) tr œ i «entrée d ’un sentier, q u ’il m onte ou bién la posibilidad de u n parentesco con el tipo
q u ’il soit tout droit» (con el derivado trœSi «buis­ prerrom ano oc. ant. draia y saboyano m erid. dray
son à côté d ’un chemin»)2; M alm édy trihcë ’sen­ 55 ’camino rural’, cuya forma es va más diferente.
dero de bosque’ (ZRPh. X V III, 264)’. P or otra
parte H ubschm id (ZRPh. L X V I, 49-50), tenien­ A troche y moche, V. trozo Trocho, V. tocho
do en cuenta que no sólo el área del vocablo se Trochuela, V. trocha Trofeo, V. tropo
extendería hasta Istria, sino que estaría abun­
dantem ente representado en tierras rum anas (T ran- M T R Ó F IC O , derivado culto de Tpotpói; ’alimen­
ticio’, que a su vez deriva de Tpécpeiv ’alim entar’. en Bogotá y en otras partes de América (Hist.
1.a doc.: Acad. 1925, no 1884. de la Nación Argentina dir. por Levene, I, 397).
Palabra de biólogos. El gran biólogo catalán Ra­ Es probable que de ahí derive el verbo en-
m ón T u rró (1854-1926) es autor del libro L a Base troxar anotado repetidam ente por G . de Segovia
Trófica de la Inteligencia. 5 (1475, p. 51). O udin: «troxe ou trox: grenier»;
D e r iv . Atrofia [15 5 5 , Laguna, D Hist.], de ¿ T p o -
C ovarr.: ttrox: el granero do se recoge el trigo o
tpía id .; atrofiar [S. X IX , C am poam or]; atrófico. cevada, etc.»; A ut.: ttro x o troxe: apartamiento
Distrofia. Hipertrofia, formado- con üicgp- ’encima’, donde se recogen los frutos, especialmente el tri­
’excesivamente’; hipertrofiar; hipertrófico. go».
10 N o conozco palabras emparentadas en otros
Troglodita, troglodítico, V. taladro romances. El port. tulha viene a ser lo m ism o:
«o m onte de paes e graos, castanhas, nozes, arroz,
T R O J, {., ’especie de granero’, voz peculiar al que está no celeiro, em divisóes talvez; lógea, que
castellano, de origen incierto, quizá de u n gót. servia de tulha de azeitona» (Moraes), ya docu­
* t h r a ú h s ’arca’ (hermano del escand. ant. thró, 15 m entado en la forma tulia en docs. de 960 y de
ags. thrúh, a. alem. ant. truha). 1.a doc.: doc. de h. 1250 (Cortesáo)1; mas por razones fonéticas no
Palencia, de 1190; doc. de Ávila, de 1269. es de creer que haya relación alg u n a: por lo de­
D onde se le e : «arrendamos a vos, M aestro D o­ más el origen de la voz portuguesa es tam bién
m ingo... todo quanto avernos en Val Seca, con 63 desconocido ( t ü d I c ü l a ’molino de aceitunas’ no
aran^adas de vinnas e con 5 cubas... e con tres 20 es probable semánticamente, y menos en el aspec­
troxes para pan, e con un buen xahariz...» (M . P., to fonético).
D . L ., 240.10). E n el de 1190: «ego fació el so­ Ahora bien, el aspecto fonético-morfológico del
brado de pariete ecclesie usque in coquine, et la femenino trox (troxe) es singular y arcaico. Pare­
bodega de iuso et las troxes; los uzos et las finies- ce claro que ha de reflejar una base * t r o x e , cuya
tra s...» (cita de M . P., Cid, p. 888). Después apa» 25 o sería breve a juzgar por la forma aragonesa true-
rece la troxe en Lucena (1463) y en A P al.: jo, truecho ’arca grande donde se pone el trigo’
«horreum ... logar deputado para encerrar las mies- (en Fiscal y en T orla, valle de Broto, según K uhn,
ses o trigo o cevada: troxet, (197d, análogamente R L iR X I, 66-67), Bielsa y Valle de Vio troixo
329d), «trigo de trilladura, cuando ya limpio se ’arca para grano’ (A O RB B V III, 129; V K R X,
encierra en la troxe» (509). «Con estas dos cosas 30 217; K rüger, D ie H ochpyr. A I, 205). K uhn opi­
el trigo dura en la troje mucho tiempo» G . A. de na que truejo se tomó del fr. ant. troe ’arca’ (del
H errera (Agrie. Gral., ed. 1818, I, 11; comp. 1.“ fránc. t r u h a = alem. truhe), pero yerra eviden­
ed. I, 107); «el grano hurtado, que húm edo re­ tem ente al separarlo ■del cast. troj; la única al­
vuelven, / al sol lo enxugan, y a la trox lo vuel­ ternativa sería adm itir que el cast. ant. trox resul­
ven» Villaviciosa (cita de A ut., donde puede verse 35 tara de *trois < fr. ant. troes, pero este cambio
otra de Quevedo); «otro de rubia mies amonto­ de u n plural en singular, y el proceso fonético,
nada / tiene la troj preñada» Jáuregui (cita de son enteramente increíbles: hay que desechar la
Cuervo, A p., § 744; con otro de troje en rima idea.
con coge en Javier de Burgos, h. 1820); «1?. fati­ Sí se podría, en cambio, suponer u n gót.
ga del arado / la tarea de la hoz, / el despego de 40 * t h r a ú h s ’arca’, herm ano del escand. ant. thró
los vientos, / el cuydado de la trox; / de la mo­ ( < thrüh-), ags. thrúh ’arca, caja’, a. alem. ant.
lienda el adbitrio / ...» Rojas Zorrilla (La Viña truha f. ’arca, arm ario’; latinizado *TH R A Ú H S en
de N abot, v. 191); «deja en esta parte el grano / * t r O x , no sería extraño que se hubiese conserva­
y la paja en la otra parte; / que aun allí lo más do la forma nominativa con -s dada la rareza del
hum ilde / da el lugar a lo más grave; / oh, quie­ 45 tipo morfológico de este préstam o germánico. Ésta
ra Dios que en las trojes / ya llegue a encerrarlo, me parece la etimología más aceptable. Sabido es
antes / que algún turbión me lo lleve / o algún que * t h r a Ú h s se pronuncia 0rQfjs. N o es pro­
viento me lo tale» Calderón (Alcalde de Zalamea bable, por el sentido, que haya relación con el
I, xi, ed. Losada, p. 107; otro del mismo en ingl. trough ’gamella’, como sugiere Gillet.
Fcha.). 50 L a variante truja «almacén o pieza donde se
El género femenino de troj y quizá tam bién guarda la aceituna antes de molerla», que la Acad.
el influjo de troja ’talega’, ’paquete’ (voz de otro (1817) daba como andaluza, no es de creer que
origen), hicieron que el vocablo tom ara en algu­ sea antigua: resultará de una alteración de troja
nas partes la terminación -a: ya N ebr. da ttroxa bajo el influjo de T R U J A L . Sabido es que éste re­
de pan; horreum »; PAlc. ttroxa de pan: hurí, 55 sulta de t o r c u l a r e , como el cat. trull ’trujal’ (fr.
má&zen»; troxa y troxe aparecen en las varias treuil) resulta de t ORC ü i .u m , con trasposición de
eds de Torres N aharro (V. la ed. Gillet, III, la R ; ahora bien, relacionar el cast. troj con estas
700); «la isla de Sicilia, la troja o alholí de palabras sería m uy forzado en el aspecto fonético
los romanos nombrados» B. de las Casas (Apo­ (aun admitiendo la ley fonética supuesta a pro­
logética, ed. 1909, p. Ala); y así se dice hoy 60 pósito de doble y boj), y en lo semántico es fran­
camente inaceptable. L a idea de la Acad. parece o bien post-rom ano4. E n conclusión, me inclino a
ser que troj sea lo mismo que troja ’talega’^ y A. creer, contra las apariencias, que no hay relación
Castro, R F E X, 132, advierte que si acaso habría entre nuestro trox y el retorrom . trumsch ’grane­
que pensar en un postverbal del verbo trojar, pe­ ro’. Sí podría haberla en cambio entre el étim o de
ro él mismo reconoce que es inverosím il: en efec­ 5 éste (si era palabra «iliria» o de los U m enfelder)
to no parece aceptable por la forma n i menos por y la raíz del león, truébano ’colmena’ y ’cima’
el sentido. Bien puede decirse que el origen de (K rüger, D ie Hochpyr. A II, 264, N R F H IV ;
troj estaba por estudiar (ni siquiera está aludido en para la extensión de truébano ’colmena’ según la
los dicc. de Diez ni de M -L .); no es de creer que toponimia asturiana, vid. J. M . González, T opo­
haya relación con el gr. TpúSjtixoc ’comestible’, de­ 10 nimia de una parroquia asturiana, 1959, p. 357),
rivado de Tpo')V£iv ’roer’, ’pacer’, ’comer’, lo cual del ast. occ. trobo (V. T U B O ) y del ast. trubiecu
desde luego sólo sería posible a base de una for­ ’cuna’ (V), Sajambre tribieco: de ahí el nombre
m a emparentada perteneciente a alguna lengua in­ de lugar Trubia, según Fz. Gonzz. (Oseja, 363).
doeuropea del Oeste de E uropa: es m uy poco pro­ L a propuesta de Alessio de igualar a troj con el
bable, pues rpíó^eiv es ampliación de la raíz t e r - 15 logud. trogliu, drogliu, «piccola fossa» (al que de­
’desgastar’, y por lo tanto su sentido básico es ’roer’ riva del griego tpiitfXrj ’agujero’, ’caverna’), R F E
y no ’comer’. Ibérica o vasca es difícil que lo sea X X X V III, 238, es imposible dado que la j de troj
una palabra en T R -. E n céltico no veo nada aná­ viene de -x y no de una -L J - o -G L -.
logo. D e r i v . Trojero. Atrojar, más raro que entrojar
Con el que sí hay cierta semejanza real es 20 [-x-, 1475, G . de Segovia]; entrujar.
con el tipo rético y lom bardo-alpino tnuásch, tru- 1 Comp. gall. tulla «silo donde se guarda el
ves, ’granero’, ’cabaña del pastor quesero’, que se trigo» (Carré), minhoto tulha de milho (R L XXV,
extiende desde el Friul hasta el Tesino y la So- 49). Pero «silo» es expresión muy imperfecta o
breselva, y que en la Subselva tom a el sentido mejor inexacta. Vicente Risco lo describe detalla­
secundario de ’balde del pozo’, ’pozo’2, y más al 25 damente en el tom o Terra de M elide (Sem . Est.
Este el de ’pesebre’; está ya documentado varias Gal. 1933), p. 343, como una grande «ucha» o
veces en Coira en 766 en la forma t o r b a c e y con arcaz para el grano, en las casas hidalgas y ricas,
el sentido de ’granero’, y junto a él se ha conser­ donde se cosecha gran cantidad (no sé si hay
vado una forma más corta, la tesinense torba (y también ulla, que por el contexto parece esto
tórbora). Podríamos sospechar que el tipo prim i­ 30 m ism o: así se escribe una sola vez en el trabajo
tivo fuese * t r o b J c e , con t r - inicial, como hoy en histórico de A. Taboada Roca sobre el Pazo de
la mayor parte del territorio, que la r pasase a fi­ Somoza, S. X V III, en el mismo libro, forma no
nal de sílaba en la posición pretónica y que torba registrada por Risco ni por los lexicógrafos: pue­
fuese u n derivado regresivo (aunque ya se docu­ de ser errata, o bien cruce ocasional de tulla con
m enta en 1333). Parece tratarse de una voz pre­ 35 ucha).— 2 Para explicar estas acs. secundarias no
rrom ana pero indoeuropea, afín al britónico ant. creo que deba pensarse en una ac. interm edia
treb ’vivienda’ y al lit. trobá ’edificio’ (Stokes-B., ’cañería de la fuente’, como supone M -L . (entre
p. 137; Walde, s. v. trabs), como sugiere Jud, otras razones porque truves no es nunca ’fuente’
R om . X L V II, 501, y acepta provisionalmente sino ’pozo’, como pone de relieve Fankhauser),
M -L ., R E W 8788b, comp. las notas de Ju d B D R 40 sino más bien en u n cambio semántico ’cesta de
II I, 7n. 2, y ZR P h. X X X V III, 60, y el estudio grano’ > ’gamella, balde’ > ’pozo de balde’,
detenido de Fankhauser, Sckw eiz. A rchiv f. Volks- comp. nota 4.— 3 El tipo gascón truat(s) ’henil’,
kunde X X II, 50-59. Si se tratara de u n céltico con el que sospecha relación Fankhauser (n. 59),
* t r o b a cabría imaginar un derivado * t r o b O x e te­ no tiene relación alguna, teniendo en cuenta que
niendo en cuenta la frecuencia de los nombres en 45 es herm ano de su sinónimo cat. tronat, langued.
-rxo y - e x o en la epigrafía ibérica y especialmen­ trúna, probablem ente de t r i b u n a (vid. B D C
te aquitana. A la vista está lo atrevido de esta X X III, 318-9). Sabido es que en gascón se pier­
hipótesis, a la cual creo tener que renunciar te­ de la - N - intervocálica y - t ’ se convierte en m u­
niendo en cuenta los dos argumentos siguientes: chos dialectos en -ts.— 1 N adie ha indicado el lla­
1.° las formas antiguas de 766, 1333, etc., indican 50 mativo parecido entre el tesin. torba y el rético
que el tipo primitivo es t o r b - , y t r o b - el resul­ t o r b a c e por una parte, y por la otra el eslavo
tante de metátesis, de suerte que nada se opone a torba ’cenacho’, ’maleta’, ’bolsa’, ’zurrón’, y su
que el tesinense torba sea la forma primitiva y diminutivo svcr. torbak ’costal’, ’saco’. En lo se­
t o r b a c e el derivado; 2.° así la extensión geográfi­ mántico comp. arriba nota 2, y el paso semán­
ca de t o r b a c e , sólo en los Alpes O rientales’, co­ 55 tico frecuente de la idea de ’cenacho, cesta para
mo el hecho de que el celta insular sólo cono­ grano’ a la de ’granero’ o viceversa; comp. cat.
ce en esta raíz el vocalismo E , indican (como ya senalla, cast. cenacho, junto al fr. dial, senail
dijo Jud) que no será palabra celta sino de otra ’granero, henil’ c e n a c u l u m , cat. dial, calas ’gra­
lengua indoeuropea, y n i siquiera puede descar­ nero’ junto al cat. calaix ’cajón’, fr. caíais ’cesta’
tarse la posibilidad de que sea algo no indoeuropeo «• (BD C X X III, 280), gall. cabazo y canasto ’hó­
rreos en forma de cesto’ (Caro, Pueblos de Esp., que trayé trossado, / pensó de ir su vía alegre e
334 y lámina 21). El eslavo torba es voz común pagado» M il., 213c. L o mismo vale troxar en la
a todos los idiomas de la familia (búlg., svcr., Hist. Troyana de h. 1270 (140.4), y en !as Parti­
eslov., checo, pol., rs. tórbá), y aunque n o pa­ das: «los antiguos, que eran mui sabidores de
rece tener etimología indoeuropea (falta en W al- 5 guerra, tan grande habían el saber de facer mal
de-P.), Brückner (Etym . Slowar J?zyka Polskiego) a sus enemigos, que llevaban sus viandas troxadas
y otros han sugerido haya relación con el paleos- en árguenas o en talegas, quando iban en las ca­
lavo tribuch ’estómago’, svcr. ttb u h ’barriga’ pol. balgadas». El uso del verbo no parece haber lle­
terbuch, telbuch id., lo cuai, así como la exten­ gado hasta fines de la Edad M e d ia : falta en los
sión geográfica en eslavo, revela viejo arraigo en 10 glos. de h. 1400, APal., N ebr., O udin, C ovarr.;
esta familia lingüística. ¿Hemos de pensar en un A ut. ya interpreta inexactamente troxa como «al­
parentesco léxico lígur-eslavo, de raíz indoeuro­ forja, talega o mochila del soldado, en que lleva
pea o no, o en un viejo préstamo eslavo exten­ la comida» y troxado como «metido o guardado
dido desde el Friul hasta los Grisones ya en el en la talega o troxa», lo cual es demasiado estre­
S. V III? Históricamente esto sería difícil, aunque 15 cho, y en parte erróneo, pues la idea de que tro­
no del todo inconcebible, puesto que los eslove­ xado sea g u a r d a d o en alguna parte es falsa,
nos ya ocupaban su situación actual en el S. V II y sugerida solamente por la supuesta relación con
y aun a fines del V I. E n época tan tem prana T R O J. H oy sólo subsiste en algún dialecto leonés;
una k seguida de -e podía todavía palatalizarse en M aragatería: «esas caminatas a Piedralbina le
como una c latina; verdad es que la A de t o r - 20 hacen mal, señor: la comida trojada le da secaño,
bace difícilmente podría identificarse a la del y por la tarde llega con trueques y sudores», «los
svcr. lorbak, donde procederá de una ü paleos- niños que regresaban de Piedralbina con las tro­
lava. Pero más bien parece tratarse de u n paren­ jas al hombro» Concha Espina, L a Esfinge Mara-
tesco eslavo-ilirio como los numerosos indicados gata (B R A E II I, 59, 63). Por lo demás, de éste y
por Pokomy, quien atribuye este origen ilirio al 25 de otros sustantivos derivados se encuentran más
alpino t o r b a (V R om . X , 232). Ú ltimam ente huellas (V. abajo), y hasta hoy subsiste en por­
Alessio (vid. T IO R B A ) llama la atención hacia tugués trouxa «envoltorio com roupa ou fa to ;
la existencia de torba ’saco, zurrón’ en turco trouxas de ovos: doce de ovos secos, como canudo
(donde realmente es palabra arraigada) y admite coberto d ’assúcar» (Moraes), «fardo de roupa;
que en eslavo es un turquism o. Posibilidad que 30 grande pacote» (Fig.). Sin duda fué trossar la for­
está lejos de ser evidente, pero que merece exa­ ma primitiva, alterada al pasar por el castellano
men más detenido. gracias al influjo del autóctono T R O J, y de troxe
pretérito antiguo de traer; es probable que éste
Troja, V. troj fuese el decisivo a juzgar por el vocalismo del
35 port. trouxa, que coincide con el de trouxe ’yo
T R O JA R ant. ’cargar, disponer en forma de car­ traje’.
ga sobre una persona o animal’, antiguamente M ayor vitalidad m uestra el vocablo en catalán y
trossar, voz afín al fr. ant. torser, fr. trousser, oc. en galorrom ánico: cat. trossar «enfardar, embalar,
y cat. trossar id. y ’arrem angar’ probablemente empaquetar», ya S. X III (Crónica de Jaime I, y
derivado del lat. tardío t O r s u s , fr. tors, partici­ 40 muchos ejs. medievales en Ag., aplicado com ún­
pio pasivo de t o r q u e r e ’torcer’, por la forma do­ mente a lo que se carga a una caballería), oc. ant.
blada en que se dispone la carga; es verosímil que trossar, fr. mod. trousser, documentado desde h.
el cast. ant. trossar se tomara del galorrománico, y 1100, en el Roland y el Voyage de Charlemagne,
que en castellano se cambiara luego en trojar por siempre con el mismo sentido; pero en francés an­
influjo de TR O J, palabra de otro origen. 1.a doc.: 45 tiguo es más frecuente aún la variante torser, tour-
Berceo. ser (Atol, Fergus, Chev. au Cygne, S t. Graal, e tc .:
L a explicación que dan los dicc. de este verbo G od. V II, 777-8; V III, 91).
y sus derivados está viciada por la confusión con Es forzado semánticamente (como observaron
T R O J, con el cual nada tiene que ver por el ori­ atinadamente M -L ., R E W 8725, comp. 8803; G a-
gen y m uy poco en cuanto al sentido. L a idea es 50 millscheg, E W F S; Bloch, 1.a ed .; etc.) partir del
siempre de carga que se lleva a cuestas, de un fr. ant. tros ’troncho de col’ (que se cree venga de
hom bre o de un animal, nunca de algo guardado T H ÍR S U S ’tallo’), a base de la idea de ’empaque­
o alm acenado; ni siquiera se ha de llevar esta tar en forma de troncho’, como sugieren G . Paris
carga en alforjas, aunque puede ocurrir que así (Rom. IX , 333) y W artburg (en Bloch, 2.a ed.). En
sea, pero esto es ocasional y poco im p o rtan te; 55 cambio es clara y sencilla la de Diez (W b ., 321-2),
«tomó el aver todo en un saco atado, / . . . / levólo que relaciona con el participio del lat. t o r q u e r e
a la isla a sus cuestas trossado» M il., 666c (tro- ’torcer, retorcer’, pues es evidente que la carga,
xado sólo en el ms. I); el rom ero resucitado y sa­ para llevarla a cuestas o para atarla al animal, hay
nado gracias a la Virgen y a Santiago, vuelve a que doblarla, retorcerla y atarla alrededor de la
tom ar sus provisiones: «requirió su repuesto, lo 60 mochila, la silla o enjalma, etc.; la ac. ’arrem an­
gar’, además, no es menos im portante, pues es la 224; ttro xel o fardel» APal. 222d], del cat. tros-
que subsiste hasta hoy en los tres idiomas, y su sell ’fardo’ [1252], Trosera = troxa (Alex. P, 6076,
relación con la idea de ’torcer’ salta a la vista; 812d).
ahora bien, sería un error creer que esta ac. no 1 Sabido es que tors y especialmente retors, en-
es antigua, aunque por ser viva hasta hoy haya 5 torse, torsade, etc., siguen siendo vivos en fran­
obtenido poca atención de los lexicógrafos france­ cés. En lengua de Oc predom ina tort (aunque hay
ses, que no la registran hasta el S. X V I (retrous- u n plural torses en un texto languedociano del
ser h. 1500), pero sin duda es m uy anterior: en S. X IV , Levy V III, 3166), y en catalán es tort
lengua de Oc Raynouard registra u n ej. bastante la única forma que se conoce; pero se compren­
antiguo (¿S. X III? ), en catalán figura ya en el 10 de que aquí pronto se anticuara t o r s u s , pues
Som ni de Bernat M etge (1398): «adés escombren la fonética requería que se convirtiera en *tos,
les carreres ab les manegues, adés les porten tros- demasiado alejado del verbo torcer y confundido
sades a mig bracos» (N . Cl., 154.25), etc. En este con tos de t o n s u s ’esquilado’.— 3 «Fueron en po­
sentido hallamos atrojar el brafo en el poeta na­ co rato las estacas raneadas, / enselladas las bes­
varro Arbolanche (1566), vid. la ed. de Gnz. Ollé 15 tias e las troxas guisadas» 167Id ; «pues fue ca­
II, 766. sada creed que se non arrepienta, / que no ay
El detalle fonético de la etimología t o r q u e r e , muía de alvarda que la troxa non consienta» J.
es lo único que ha presentado dificultad, pues in ­ Ruiz 71 Id , y los ejs. arriba citados. D e la for­
dudablemente es justa la objeción que se hace, así ma con -ss-: «el mercadero tenido es de cada
al étim o * t o r t i a r e (del participio TO R TU S, tal co­ 20 trossa, de pagar dos m oravidís... et otrosí de la
mo admitían Diez y M -L ., R E W 8803), como a bala, carga o trossiello» en el texto foral arag. de
* t o r c i a r e (derivado de t o r c a = t o r q u e s ’collar’, Vidal M ayor, S. X III, T ilander, p. 511.— 3 No
’objeto de forma torcida’, derivado a su vez de habría ninguna dificultad en derivar el cast. tro­
t o r q u e r e ) , según preferirían Gamillscheg y Bloch; za ’combinación de dos pedazos de cabo m e­
pero ambos habrían dado *torcier y no torser en 25 diante la cual se une una verga a su palo’ y el
francés antiguo. Ahora bien, es muy fácil rectifi­ it. trozza, del cat. trossa id., que a su vez se ex­
car el error, aunque nadie ha atinado en hacerlo: plicaría fácilmente por trossar en el sentido de
no hay que partir de t o r t u s , sino del participio ’atar’, ac. bien docum entada en cat., sobre todo
t o r s u s , analógico y tardío, pero ya documentado dialectalmente (Ag.). Sin embargo Vidos (Parole
en la Antigüedad, como nos advierte el gramático 30 Marinar., 599-603), docum enta el vocablo t. des­
Prisciano (IX , 52), y muy productivo en esta épo­ de 1268, el cat. sólo desde 1331 (también 1352,
ca y en rom ance: no sólo hay torsor en el pro­ Rubio, Diplomatari d ’Orient, 267), y afirma que
pio Prisciano (IX, 51), sino torsio, -onis, en San el punto de partida fué Venecia, donde troza es
Jerónim o y en la Vulgata, cast. torsión, contorsión, ’m ugrón de vid’, variante fonética local del it.
etc., y en francés antiguo los ejs. de tors, fem. 35 tralcio ’sarmiento’, procedente del lat. t r a d u x ,
torse, no son nada ra ro s: varios desde el S. X III - ü c i s , ’m ugrón de vid’. L a idea de Vidos es acep­
en God. X, 7806, y de ahí torsis ’torcido, tor- table (comp. Vidos, N ieuw e Onderzoekingen over
tizo’ en el Fierabras, torsure, torse, torsoire fre­ nederl. woorden in R om . Talen, 1947, 3-4). En
cuentes en textos de la época1. Este último, docu­ castellano el vocablo se documenta desde 1573
m entado a m enudo desde 1202, vale «agrafe á 40 (E. de Salazar, en T erlingen, 263-5). De ahí el
relever les habits», y tam bién ’paquete que se lle­ derivado troceo.
va como carga’, y así no sólo es evidentemente
inseparable de los dos sentidos de trousser, sino Troje, V. troj Trojel, V. trojar Trojezada,
que nos m uestra claramente, por su misma es­ V. trozo
tructura morfológica, la relación inmediata con el 45
verbo t o r q u e r e y su participio t o r s u s . La tras­ T R O L A , dialectalmente drola, probablemente to­
posición de la R en torser > trousser, es fenóme­ mado del fr. dróle ’gracioso’, ’bribonzuelo’, y éste
no m uy frecuente en esta posición, comp. presona probablemente del neerl. med. drol ’hombrecillo’,
< persona; cast. P R ISC O , cat. préssec p e r s i c u s , ’trasgo’. 1.a doc.: 1883, Fz. Duro.
etc. Comp. TR O ZO . 50 E n el glos. de voces locales que acompaña sus
D e r i v . Troja ’carga que se lleva a cuestas de Memorias H ist. de Zamora (IV, 476), definido
una persona o un animal’ [troxa, A lex.]3; león. ’mentira’. Arriaga, Lexicón Bilbaíno (pp. 143,
trosas ’especie de angarillas que sirven para tras­ 129): «drola (del fr. dróle bromista), sinónimo de
portar’ (A. G arrote; Acad.), y otras formas seme­ chola o trola; drolero: mentiroso pero con gracia»;
jantes en T R O U S A * ; alto-arag. truesa ’brazado 55 ast. trola ’m entira’ (V, R ); Besses (1905) da trola
de leña’ (Plan y G istáin, B D C X X IV , 182); tru­ ’embuste’ como popular. L a Acad. lo ha admitido
sas, tomado del fr. trousse, derivado de trousser más tarde como voz familiar para «engaño, false­
’arrem angar’. Trojel [troxel, S. X III, Aranceles dad, mentira» (ya 1925, no 1884); cat. jergal trola
santanderinos, Castro, R F E X , 132; crosell es sin y trolla id. Es probable que tenga razón Arriaga
duda errata en invent. arag. de 1362, B R A E III, 60 con su etimología francesa: el cambio de la d- en
í- se debería a la rareza de la inicial dr- en caste­ aplicó a la polea del trole; parece ser derivado
llano, comp. trópego < hydropicus, T R A P O < del verbo troll, ’rondar, vagabundear’, ’canturrear’.
d r a p p u s , y demás casos citados en este artículo C p t. Trolebús (no Acad., pero usual en varias
y en T R A G A R . Para la etimología de la voz fran­ ciudades).
cesa, vid. F E W II I, 160-2; R E W 2775; Kluge, 5
s. v. drollig. Comp. el lígur drola «storia da ride- Trolero, V. trulla II Trolla, V. trulla I, II
re» (Ormea), tomado tam bién del francés. y trola Trollar, V. trulla I y trola T rom ­
L a semejanza con chil. trola o T O L A «corteza, ba, trombón, V. trompa
cáscara, tira, pelotilla, bola», voz araucana (Lenz,
Dicc., 744), es sin duda casual; lo mismo el port. 10 TR O M PA , onomatopeya com ún a todos los ro­
jergal trolha ’bofetada’ (V K R X , 27), propiam en­ mances de Occidente y a lenguas de otras fami­
te ’trulla’. E n cuanto al antiguo hadrolla ’trapaza, lias. 1.a doc.: h. 1295, 1.a Crón. Gral. 394611;
engaño que se hace comprando y vendiendo’ J. Ruiz.
[1593, G uadix; 1600, Oña, en A ut.; C ovarr.; voz E n la recepción de don Am or trae el poema
vulgar o malsonante en P. Espinosa, a. 1625, 15 del A rcipreste: <ttronpas e añafiles ssalen con
Obras, 196.26], en rigor tam bién podría proceder atanbales» (1234a); traduce el lat. tuba en los
del fr. dróle [1584], pero es poco probable1; es glos. del Escorial y de Toledo (h. 1400); N e b r.:
de creer que trola no tenga relación con el an­ ttrom pa o trompeta derecha: tu b a ; trompa de
tiguo hadrolla, si bien acaso éste pudo ser cau­ elefante: proboscis». A ut. cita ej. de la Crón. Gral.,
sante del cambio local de trola en trolla; pero 20 que no sé si figura ya en la versión del S. X III.
comp. ast. trolla «conjunto de labores que produ­ Ejs. clásicos en dicho dicc. y en Cej. IX , p. 160;
cen confusión y desorden», trollar «bregar, mo­ comp. M . P., Poes. Jugl., p. 70. Datos ergológicos
verse, trabajar con mucha actividad» (V), gall. trou- y léxicos en Ad. Salazar, N R F H V, 73-76.
lar ’triscar, enredar, divertirse’, troula ’trisca, bulla, El fr. trompe ya en el S. X II, y son tam bién
jaleo’, ’diversión frívola de hombre mozo’ : «as 25 antiguos cat. trompa, port. y oc. ant. trompa y
preocupacions do meu vivir arredáronme das trou- tromba, it. tromba. E n lenguas germánicas en­
las» (Castelao 206.2f.) ajeno al portugués, salvo el contramos a. alem. ant. trumba (anterior al S.
minhoto (Fig.), formas que a su vez recuerdan X II), ingl. trum p ’trompa, trom peta’ [fin S. X III],
el cat. traüllar id., de origen muy diferente (vid. escand. ant. trumba ’tubo’ y ’trom pa’ (ya en fuen­
B D C XXIV, 30), y que difícilmente puede ser el 30 tes de los SS. X II-X III y quizá X I y anterio­
punto de partida de estas voces. res). Pero tam bién está en lenguas eslavas, no
D eriv . Trolero ’embustero’ [Fz. D uro, o. c.; sólo pol. trqba y ruso trubá ’tubo’ y ’trom pa’,
G . Rey, Vocab. del Bierzo; Acad.]. sino ya eslavón trpba (p indica una o nasal). Es
1 N o es inverosímil que sea alteración del cat. vano querer explicar las formas de estos varios
y arag. ant. fadolla ’regalo más o menos ilegal 35 idiomas por préstamos recíprocos (a no ser quizá
que se hacía a un artesano’ : «se descobriren / en inglés, donde parece ser galicismo); además,
e li s’obriren / moltes bambolles, / cambis, fo­ suponer u n fránc. *TR ü m p a para explicar el fran­
dolíes / e violaris, / preus e salaris / deis arte- cés (como hacen T h . Braune, Z R P h. X X II, 211-
sans / ... / puys abatuts / ells se • n fugiren» 2, Gamillscheg y Bloch) es inverosímil, porque
Jaum e Roig, v. 1266; «personas usantes del... 40 está en desacuerdo con el consonantismo de las
oficio de baxar panyos... fazen... conposiciones formas germánicas antiguas (el fris. trum pe y el
con los mercaderes... de quien tom an aquéllos sueco tromp, nombres de objetos en forma de tu ­
para baxar, de tom ar trigo, cevada, panyos, lien­ bo, citados por Gamillscheg, son seguramente ga­
to s et otras fadollas de ropas viejas... por donde licismos técnicos); esto obligaría tam bién a su­
a sí abarcan... muy grande parte de las ropas 45 poner sin necesidad que en la Península Ibérica
que a baxarse han, et lo que es peor, quando se tom ó del francés. O tros han admitido que las
así tienen tomada mucha ropa, e no pudiendo formas germánicas sean de origen eslavo, lo cual
con el barato e fadollas sostenerse, se van con tampoco es probable. Pero como ninguna de ellas
los panyos e ropa... cometiendo furto...» doc. tiene etimología indoeuropea, debemos adm itir que
arag. de 1482, B R A E IV, 126. Quizá * f a t ü c ü l a 50 así en romance como en germánico y en eslavo
de f a t u u s ’insensato’. D udo que haya relación es una vieja onomatopeya t r r r u m p , que imita
con el fadragas ’hombre inútil, m andria’ de Juan bien el ruido de las trom pas. A ello nos obliga
Ruiz (416), o con el hispanoárabe fiatrai, hatral, por otra parte el cast. trompa ’peonza grande’ [h.
«baburius» (R. Martí). 1500, J. del Encina, Cej., Tes.], trom po id. [APal.
55 510b; S. XVI y X V II, A ut. y Cej., p. 161], fr.
T R O L E , abreviación del ingl. trolley-pole id., ant. y med. trompe id. (ya una vez en el S. X III
compuesto de pole ’palo, pértiga’ y trolley ’po­ o X IV, usual hasta el X V I, y todavía hoy en
lea del trole’. 1.a doc.: Acad. 1925, no 1884. B retaña: God.), que de ninguna m anera podrían
Trolley es propiamente una carreta, también explicarse como préstamos germánicos ni como
un vagón de ferrocarril, y por comparación se éO traslaciones semánticas de ’trom peta’, sino que

V. — 42
son creaciones onomatopéyicas directas, por el pitxar ’estar atareado', B D L C XIV, 209), guip.
zumbido trepidante del trom po1; la semejanza tronpo ’agalla de roble’; tronpilo ’regordete (prop.
con el griego a rp iñ o ? ’caracol’ y ’peonza’, es ’como un trom po’).— 2 Adj. arg. ’atrevido y sin­
notable sin duda, pero ha de ser casual. En Rabe- vergüenza’ (M anito, Edén Serrano, glos., p. 122;
lais trombe f. (ed. Plattard IV, ix, p. 56) y trompe 5 «un novillo chúcaro y r.», Vélez, La Nación,
(ed. M arty-Laveaux I, 82); hoy, y según otros 29-IX-1940).— 5L a relación etimológica fué per­
autores de los SS. X V I-X V II, propio de T u re- cibida largo tiempo, como demuestra jouer de
na, Anjou y Berry. Por razones fonéticas no pue­ la trompette ’burlarse’ en un texto del S. XV,
de venir trompo del lat. TURBO, - i n i s , id., ni citado por L ittré, y la balada de Eust. Deschamps
trompa de T ü b a , como quería Diez. Trom ba 10 T o u t le monde est trompeur aujourd’hui, que
’manga de agua’ [Acad. 1925, no 1884] se tomó empieza por una enumeración de instrum entos
del it. tromba ’trompa’, y figuradamente ’trom ba’. musicales (Sainéan, Sources Indig. I, 240); comp.
D e r i v . Trompada [Aut.] y trompazo ¡Aut.], p ri­ Spitzer, ZR Ph. X L III, 699; X LIV , 199; V K R
m ero ’encontrón que de narices se dan dos per­ VI, 274-5; Rohlfs, A S N S L C X LIV , 108-9 (igua­
sonas’ (Aut.) o ’golpe dado a la jeta’ (Pichardo) 15 lado inaceptablemente a trujar); Settegast, R F
(de trompa ’jeta’ < ’probóscide’), luego ’golpe vio­ I, 250-1, quien quisiera partir de t r i u m p h a r f .
lento en general’; popularmente trompis. T rom ­ ’triunfar’ y en algún texto medieval ’burlarse (de
pear amer. ’dar trom padas’ (Cuervo, Disq. 1950, alguien)’ : para ello no habría dificultad fonética,
p. 377). Trom pero ’el que hace trom pos’. Trom - comp. alem. trum pf, ingl. trum p, cast. vg. y cat.
pillán [Acad. 1884, no 1843], del fr. trompillon id. 20 trunfo ’triunfo en el juego de cartas’; pero es
Trom pón (’trom pada’ cub., Ca. 115). Trom peta difícil de creer que trompe y tromper no estén
[Lucano de Alf. X (Almazán); h. 1400, glos. de relacionados; para la explicación semántica puede
Palacio; S. XV, M. P., Poes. Jugl., 62, n. 2]2, del ser útil notar que trompador en cat. ant., ade­
fr. trompette [1339] o del cat. trompeta [fin S. más de ’tañedor de trom pa’ (doc. de 1393, Plo­
X IV, Antoni Canals Scipió, N . Cl., p. 76]; trom ­ 25 men. a R ubio i L lu ch II, 286), significa ’juglar’
petada; trompetazo; trompetear, trompeteo; trom ­ (M untaner, cap. 295, y nota en la ed. Bofarull,
petero [’que hace trom pas’, N ebr.; ’que toca trom ­ p. 185), a lo cual puede corresponder el fr. trom ­
peta’ S. X VI, Cej. IX , 162], trompetería; trom ­ per ’burlarse’ en el sentido de ’hacer juglarías’.
petilla; atrompetado. Trompar ’tañer la trom pa’
ant. [Rim. de Palacio, 319], ’dar vueltas el trom po’ 30 Trompezar, V. tropezar
antic. (ejs. de h. 1600, Cej. IX , 161); ’engañar’
[1438, Corbacho II, cap. 6], más tarde sólo con­ T R O M P IC A R , resulta de una alteración de
servado en el refrán castígame m i madre, y yo tropicar (conservado en portugués) por influencia
trómposelas [1535, Juan de Valdés, Dial, de la L., de trompazo, comp. trompezar, vulgarismo por
118.15; más ejs. y comentario en Foulché-D., R H 35 T R O P E Z A R ; tropicar es derivado de trópico, va­
VI, 141-7; Cej. IX , 160; A u t.; M artí, G. de A l- riante del port. trópego o trópigo ’que anda con
farache, Rivad. III, 377], probablemente tomado dificultad’, que a su vez es alteración del lat. hy-
del fr. tromper, de origen incierto, al parecer deri­ dropícus ’el que sufre de hidropesía’. 1.a doc.:
vado de tromper ’tocar la trom pa’, luego se tromper princ. S. XV.
de qn. ’burlarse de él’, finalmente le tromper3; 49 J. A. de Baena, al retar a F errand M anuel de
comp. trompero ’engañoso’ en la frase amor trom­ Lando a una justa poética ante la Corte Real, le
pero citada por A ut. y documentado en el S. XVI anuncia «avredes replique / por arte graciosa, so-
(Cej. IX , p. 162). Trom bón [Acad. S. X IX], de! til e conpuesta, / atal quel Rey alto lo tome por
it. trombone. fiesta / e rría del baque quel uno trom pique»
C p t . A trompatalego ’ d e s c o n c e rta d a m e n te ’ e n 45 (Canc. n.° 359, v. 20). Es forma frecuente en los
C e sp e d o s a (R F B XV, 171): ¿ d e trompar? clásicos: cdoy a correr y trompicar por las esca­
1 Tam bién N ebr. ttro m p o o peonga: trochus, leras abajo por llegar a tiempo», tías m ujeres...
turbo». H ay algún ej. de cat. ant. trompa id. si por mal se llevan, son malas, y si por bien,
(Mise. Fabra, 170), pero no es usual en el Prin­ peores... corriendo trompican, y andando caen»,
cipado ni general en parte alguna, pues el cat. 50 «era de ca rn e : a cada paso trompicaba, y muchas
común baldufa se emplea más o menos en todas veces caía» G. de Alfarache (Cl. C., II, 87.24;
partes; sin embargo trompa se oye también en IV , 181; V, 153.27); otros muchos en Cej. IX ,
tierras valencianas: figuradamente el Clau de la 163-4. H ay una forma raía con cambio de «su­
Trom pa nacimiento de agua con torbellino en fijo»: «trompillar: proculco, conculco», documen­
el Puerto de Albaida; mozar. trompa, trompo, 55 tada en N ebr. y en Fr. del Rosal (1601). En por­
PAlc., m arroq. trompa (Lerchundi). N o debe de tugués tropicar «tropezar e ir cahindo» [Moraes],
haber relación con el gr. a r p ó l o ; id. y sic. usual en muchas partes, entre ellas en las A zores:
strum m ula, nap. strúm m olo (Rohlfs, It. Gr. § «tropezar a m iudo: aquele asno vae sempre a
254; Baist, K JRP h. V III, 214). Sí con oc. tropicar» (R L V, 224), y el Sur del Brasil (Col-
troumpil, cat. trompitxo o trom pitxol (malí, trom- M lecfáo de Vocábulos usados na prov. de R io Gran­
de do Sul, Londres, 1856, s. v.), m ientras que neral o poco m enos; sin embargo, es posible que
la forma trompicar se emplea en Tras-os-M ontes en lo antiguo se mantuviera alguna huella de la
(■itrcrmpicáo: tr o p e r o das bestas; trompicar: dar forma latina sin r, pues según M. P. todavía se
trompieces», R L V, 107) y en el M inho (Fig.). dice la tona por ’la tronada’ en algún punto del
E n castellano, la forma etimológica sin -m - sólo 5 Oeste de Asturias (Luarca, junto a trono)'; de
me es conocida en una variante con trasposición todos modos tendría poca extensión. El sustantivo
de la r, que en Juan M anuel significa ’lisiado’ : aparece en el Alex. repetidam ente en la arcaica
«los alcaravanes... es buena ca^a para falcones o forma tonidro: «atales ha los pelos cuerno faz un
de bra^o torpicado o andando abaneros» (Libro león, / la voz cuerno tonidro, quexoso-1 corazón»,
de la Cafa, 73.3). Trapicar es derivado de * tró­ 10 «fuertes eran... los ro íd o s / cuerno quando los
pico, que a su vez es alteración de hydropícus vientos andan desabenidos: / fazen bolver las
’el que sufre de hidropesía’ : el mismo origen tie­ naves e echar los tonidros / ... encendidos» (138b,
ne el port. trópego, como ya lo vió Bluteau, quien 658c)2. Con esta excepción, la forma que se en­
lo cita como sustantivo con el sentido de ’hidrope­ cuentra siempre es tronido, que ya está en el ms.
sía’ en el A rte da Cafa de Fernandes Ferreira 15 aragonés del Alex., en Fn. G onz. 749c, en doc.
(1615), comp. tropesia id. en el M inho y el Alen- navarro del S. X III (ahí ’relámpago’, Michelena,
tejo (R L X X X I, 300; X, 246), y para el cambio FoLiVa I, 35) (y atronido ’trueno’ Fn. Gonz.
de dr- en tr-, vid. T R A G A R , T R A P O , T R O L A 585d), «tronido: tronitum» glos. del Escorial; «ca-
y demás ejs. allí citados1. H oy en portugués tró­ taracte: como ventanas del cielo, o tronidos con
pego, que todavía tiene variante trópigo, vale «que 20 relámpagos, que parece abrirse el cielo» APal. (65b,
anda com dificuldade; que nao pode mover os también 63d), «tronido o tru en o : tonitrus» N ebr.,
membros ou que os move difícilm ente»: se com­ «tronido, lo mismo que trueno» A ut., con ejs. del
prende que así sea, pues el hidrópico es como S, X V II y ya en 1521 en Juan de Padilla (rimando
u n paralítico; de ’andar con dificultad’ se pasó en -ido), Triunfo II iv, 19d; tronido ’estruendo’
a ’caminar tropezando’. El cambio de tropicar en 25 en el Beato Juan de Ávila (Fcha.), y comp. B D H A
trompicar (lo mismo que en el vulgarismo trom ­ IV, 395, y Cuervo, Disq. 1950, p. 943; hoy ast.
pezar) se explica porque el que tropieza se da «tro n íu : el estampido del trueno o del cañonazo»
un trompazo. D el cast. ant. *tropicar se tom aron (R, variante troníos, s. v. truenu), «tronido: es­
el sic. truppicari, calabr. attruoppicare, abruzo truendo del trueno» (Acevedo-Fz.), y así en Astorga
ndm ppeca, M etauro intropiché, Marcas ndroppi- 30 (A. G arrote), Santander (G. Lomas) y otras hablas
có, introppicare (B hZ R P h . X I, 73). Es inadmisi­ vecinas; and. tronido ’rumbo, arrogancia, ostenta­
ble la etimología de Brüch (Mise. Schuchardt, ción’ (Acad.).
48; R E W 3 8956a) * t r u p p i c a r e , derivado de un En el verbo, la forma con r tiene considerable
imaginario *T R U P P U S < -rpúcpoi; ’pedazo’, que no extensión rom ánica: gall.-port. troar o trovejar son
conviene por el sentido, es de existencia invero­ 35 generales o poco m en o s: salvo que tóós en la
símil y no explica la terminación cast.-port. -icar; Gral. Est. gall. aparece alguna vez traduciendo el lat.
comp. TR O P E Z A R . Desde luego hubo m ucho in ­ tonitrus (115.27), pero troo está ya en la Crón.
flujo semántico de tropezar sobre trompicar, pero Troyana (I, 279.21; y vid. torvon en TU RBAR)*;
etimológicamente son dos palabras distintas. lo mismo el cat. tronar (tro ’trueno’ está ya en
D eriv. Trom picón [ejs. del S. X V II, Cej. IX , 40 L u lio : Meravelles, N . Cl. II, 18; Doctr. Pueril,
p. 164]. Trompilladura [Nebr.]. ed. Gili, p. 199); en lengua de Oc antigua sólo
1 Para el cambio de terminación comp. gra- se ha documentado tronar, aunque junto al sus­
mátego y otros ejs. populares portugueses de -ale­ tantivo toneire (y troneire y tonedre), y hoy se
go, en Leite de V., Opúsc. II, 190; R L X X X II, dice tron y variantes fonéticas equivalentes en los
293. Para otros representantes semicultos de hy- 45 dialectos gascones, provenzales (Góhri, R D R IV,
dropicus en cast. y cat., Spitzer, Lexik. a. d. 166-7) y valdenses (R F X X III, 539), y el verbo
K at., 64. trouna con extensión semejante, si no me engaño
(p. ej. en valdense, Z R Ph. L IV , 512). El Lemosín
Trompillar, V. trompicar Trompillón, trom ­ y otras zonas septentrionales conservan touna, como
pis, trompo, V. trompa Trona, V. nitro 50 el fr. tonner. En Italia, tonare y tuono son las
formas de la lengua literaria, y formas semejantes
T R O N A R , del lat. t o n a r e id .; la r se debe al son populares en Florencia y la mayor parte de la
antiguo y vulgar tronido, donde resulta de una Toscana, el Véneto y el Friul, así como en otros
metátesis del lat. t O n í t r u s ’trueno’. 1.a doc.: muchos puntos del reino; pero tronare y trono se
orígenes del idioma (tonidro, Alex.). 55 encuentran en casi todo el Piamonte y muchos
Casualmente no tengo a m ano ejs. de tronar puntos de Lombardía, Liguria, Emilia, Sur de
anteriores a N ebr. («tronar: tono»); A P al.: «el la Toscana y de la U m bría, Basilicata, Calabria,
truenar y el relampaguear» (69b). N o hay que Sicilia y Cerdeña (¿4/S mapas 398 ’tuono’ y 393
decir que ha sido palabra general en todas las ’fulmine’ ; R F R IV, 170n.; Z R P h. X X X V III,
épocas, y que la forma actual ha sido siempre ge­ 60 279), tam bién a lo largo del Adriático (Serviglia-
no, A R om . X III, 270; Iesi, A R om . IV, 234); se tom aron: tonante y el raro tonar; detonar
por lo demás, en este país las formas con r son [Acad. 1936, no 1843]; detonación [Acad. ya 1843;
tam bién m uy antiguas, se encuentran en textos como ant. ya 1817]; detonador; detonante.
del S. X IV procedentes de Emilia (B h Z R P h. X X, En gallegoportugués, donde existían troar y es-
93) y de Sicilia (Rom. X L V I, 455), y trono es 5 trondo, estrond(e)ar (cf. A T U E N D O y A T O L O N ­
la forma general en Guinicelli y en los poetas D R A R ), debió de formarse, ya en fecha prelitera-
del dolce stil novo (A R om . X X II, 317). Esta fe­ ria, otro derivado, con el sufijo -eiro: *estoeiro
cha, antigua en todas partes, es natural, pues t k o - (sin la r adventicia, o perdida ésta aquí por disi­
n u s ya figura en los primeros siglos de la Edad milación) y verbo *estoeirar, pronto contraídos en
Media, en Notas Tironianas (K JR P h . II, 70). 10 estoirar ’estallar, reventar con estruendo’ y estotro
L a explicación me parece fuera de duda. Diez (con la acostumbrada variante diptongal estourar);
(W b. 330) creía que la r se había agregado es­ así el verbo como el sustantivo se documentan ya
pontáneam ente para dar al vocablo más efecto en el S. X V I (Camoens, Diogo do Couto) y aun
onomatopéyico; Schuchardt (Z R P h . XV, 121) pen­ en la Edad M edia (estouro u -oiro en los P M H ,
saba en una contaminación de TREMERE ’tem blar’, 15 cita de Crespo Pozo s. v. estallar). En gallego co­
si bien favorecida por el efecto onomatopéyico; existen estourar y un parónimo estoupar: dícese
M -L ., R E W 1 y 3 8778, vacila entre esta explica­ aquél del huevo que revienta a la lum bre, de una
ción y la de atribuir este agregado a una m etá­ castaña en el fuego, de un hom bre a pique de re­
tesis de t On I t r u s ’trueno’5. Esta última explica­ ventar de gordo (Sarm. CaG. 78r, 219r), del esta­
ción es indudablem ente la cierta, aunque, una vez 20 llido de los cohetes (Castelao 200.3); estoupar es
engendrada así la inicial t r - , se generalizó y con­ ’reventar de risa, de cólera, de comida o bebida,
solidó gracias al m ayor efecto imitativo y expre­ de gordura’ o de ’la castaña que revienta y salta'
sivo de este radical. El cast. tronido continúa (Sarm. CaG. 59v, 219r, A4Sv), y hay también
indudablemente t O n I t r u s cambiado prim eram ente estoupo ’estallido’ (Valí.), ’estampido’ (Ambía, Or.,
en TR O n i t o s y después acentuado en la penúl­ 25 Crespo P.)7. L a explicación más natural de éste,
tim a, lo mismo que S O N ÍT U S pasó a sonido, cuan­ puesto que significa prácticamente lo mismo y sólo
do los participios del tipo v e n d í t u s , p e r d í t u s , se emplea en una parte del territorio de la lengua,
f a l l í T U S , etc., fueron reemplazados por vendido, es que se deba a un cruce de estourar con un sinó­
perdido, fallido, etc.; desde t r o n i t u s se exten­ nimo, probablemente estampar o estampir en su
dió la R, diciéndose t r o n a r e y creándose además 30 ac. ’dar estampido’8.
u n postverbal T r o n u s . Cuando el significado de 1 El Dial. L eón. § 3.2; sin confirmación en los
TO N ITR U S se hizo metafórico, perdida la conexión trabajos de M unthe, Acevedo-Fz. y Canellada.
morfológica con t o n a r e , se pudo conservar la Tam bién está necesitado de confirmación un gall.
acentuación primitiva, de donde E S T R U E N D O toar que da Sarm. CaG. 107r, no tanto un deri­
y A T U E N D O . Ciertos círculos más conservado­ 35 vado entoar ’retum bar o sonar un golpe que se
res o más eruditos reaccionarían contra el vulga­ da en una pared, por estar hueca’.— J Tronido
rismo t r o n a r e : de ahí el tonner francés y el it. en P en el l.r ej. (hay errata en el otro). La
tonare, y no faltaría algún foco esporádico de esta rima en el segundo parecería indicar que el poeta
actitud en España, de donde el tonidro del Alex. empleaba esta forma, pero este criterio no es
la tona de Luarca y el judesp. m arroquí tuenos 40 seguro en el A lex.— 3 ’D isparo’ : «cayó el gatillo,
’truenos’, B R A E X X X II, 276. Comp. turbón y dió fuego; / al tronido desmayóse / doña San­
port. trpváo en T U R B A R . cha» Rz. de Alarcón, L a Verdad Sospechosa,
D e r i v . Tronada [Aut.]; de aquí el ingl. tor­ Cl. C., p. 63.— 4 Hoy en gallego se ha restable­
nado [1556], que primitivamente significó ’tor­ cido parcialmente la - n - : trono ’trueno’, tronido
m enta’ y luego ’huracán’, y que recientem ente se 45 ’estampido’ (Valí., Lugrís) junto a troar y trebón,
ha empleado en cast. Cf. turbón y turbonada s. v. troboada (Valí.), «voz de trono» Castelao 178.6;
T U R B A R . Tronado adj. (comp. «tronar, entre ju­ pero troo y trobexar en IrmFa.— 5 El lat. tonare
gadores, perder todo el dinero» Acad. 1884, no nada tenía de onomatopéyico en su origen (ni se
1843; entronecer ’deteriorar, m altratar’ ant., Acad. relacionaba tampoco con el gr. tovo; ’tono’, y sus
ya 1817); m. ’tronera’ arg. (Chaca, H ist. de T u- 50 sucedáneos romances y germánicos modernos, al.
pungato, 312). Tronador. Tronante. Tronido (V. ton, tónen etc.), pues era voz heredada de la raíz
arriba); tronitoso. Trueno (APal. 171d, 503b, sen­ indoeuropea s t e n - , t e n - , aplicada al gemido y
tido propio; ’detonación de un arma de fuego’, otros ruidos (gr. ctivu), ags. stenan, alem. stóhnen,
frecuente en la Crónica y el Poema de Alfonso X I, lit. stenú, paleosl. stenfp), que en latín y en ger­
V. el glos. de T en Cate); tronera [«cavus machi- 55 mánico se aplicó además al trueno en la variante
narius» N ebr.; 1570, C. de las Casas; 1600, Aut.]6, sin s-, y en sánscrito este sentido se halla en la
de trueno en el sentido de ’detonación de una arma variante en s t - : véd. stanáthah m. ’trueno' (R V
de fuego’; tronerar o atronerar; tronero. Atronar V, 83.3), stanayáti ’truena’ (V, 83.7, 8) etc.— 6 De
[N ebr.]; atronado [«a. como de trueno: attonitus» aquí se tomaron el fr. troniére [1690] y el it. tro-
N ebr.]; atronamiento [id.]. Del latín por vía culta 60 nieta: Ant. Thom as, Rom . X X IX , 206. ’G rite -
río’ en Calderón : « R e b o l l e d o (alzando la voz) : tras que el fr. dial, y jergal tronche ’tronco grue­
Vive D ios... C h i s p a (aparte): Ya empieza su so’, ’cabezota’ ( > oc. mod. trouncho id.) m ás bien
tronera» (Alcalde de Zalamea I, xix, ed. Losada, parece ser genuino y equivalente fonético del cast.
p. 113). ’Cabeza’ : «el ser rey se le a asentado / tronca; tronchazo; tronchudo; tronchar [h. 1580,
lindamente en la tronera», corrección del autor 5 F r. L. de G ranada, Aut.]; tronchado. Tronzar
en vez de mollera, Vélez de Guevara, El R ey en [princ. S. X V II, Villegas], hoy principalmente
su Imag., v. 914. ’Hombre aturdido, atronado’ arag. (Puebla de H íjar, B D C X X IV , 182; tran­
fi 739, Aut.], de donde ’calavera, juerguista', que sar ’cansar excesivamente’ se extiende hasta el
todavía falta en Acad. 1947.— 7 En Castelao «O cat. del Maestrazgo, G . G irona, s. v. cruixir),
fol [’barriga’] estoupando de comida» 212.4f., 10 probablemente debido a un cruce de tronchar con
«estoupar de risa» (314, 163.8).— 8 No creo que tranzar: no creo en el étimo * t r ü n c ë u s admitido
se trate de una etimología independiente, como con dudas en el R E W (8954), pues el fr. ant.
un * s t u p p i a r e deriv. de s t u p p a , que seguramen­ trons es raro (un oc. trons falta en Levy) y sa­
te habría podido dar ’tapar, taponar’, pero no es cado regresivamente de tronçon ’trozo de palo o
ése el sentido; ni un germanismo (al. staub ’polvo’ 15 tronco’ (diminutivo de tronc con el sufijo francés
y staupe ’azotes’ son palabras sólo alto-alemanas, -çon)'; tronzador ’sierra para dos hombres’ .(Acad.
é s t a con ü antigua, aquélla con a u , pero en gó­ 1936, no 1843; usual en los valles de Echo, T ena
tico había la variante stubjus; la familia del b. y B roto: R L iR X I, 221); tronzo [h. 1720, E. G .
alem. stelpen, stalpen, expresa la idea de ’obs­ Lobo, A u t.], raro, derivado de tronzar.
t r u i r ’, también muy alejada). Se podría acaso 20 1 T om ado de éste arag. ant. «5 tronçones de
suponer que el lat. v g . s t l o p p u s , s t l o p p a r e , tablas viejas» invent. de 1402, B R A E I I I , 360.
’detonar’ (it. schioppare, scoppiare) hubiese tras­
ladado su l, haciendo * s t o l p a r e , pero además Tronchado, tronchar, tronchazo, troncho, tron­
de no haber en las formas romances ninguna chudo, V. tronco Tronera, tronerar, tronero,
que se presente con esta variante (R E W 8270), 25 V. trueno
ni el paso de o l p a oup es normal, ni se explica­
ría fácilmente que tal vocablo aparezca sólo en T R O N G A , ’manceba’, voz jergal de origen des­
Galicia p e r o ya no en p o r t u g u é s . conocido. 1.a doc.: Quevedo.
Es frecuente en poesías de este autor, con tono
T R O N C O , del lat. t r ü n c u s ’talado, sin ram as’, 30 más o menos jergal en todas ellas, vid. Hill, quien
’mutilado, sin miembros’, ’tronco de árbol o de da además u n ej. en otro romance de germanía
cuerpo hum ano’. 1.a doc.: 1101, Oelschl. ; Berceo. de la 1.a m itad del S. X V II. Dice A ut.: «voz de
El sustantivo tronco aplicado a los árboles, que la germanía, que significa la manceba o dama del
es el que ya aparece en estos textos primitivos, gusto». Falta todavía en J. Hidalgo, Covarr., O u-
ha sido de uso general en todas las épocas y es 35 din. H oy es usual en port, con el sentido de ’pros­
común a todos los romances de Occidente. En su tituta’ o el de ’barragana’. No puede haber enlace
aplicación al cuerpo hum ano quizá sea más tar­ fonético normal con el galorrománico truie ’puer­
dío en cast. : no veo testimonios anteriores al de ca’ (oc. irueya, cat. truja, vid. aquí s. v. T U E R ­
Lope que cita A ut. Con valor de adjetivo, tronco CA) seguramente en ninguna forma (dado su ale­
’truncado’ es raro [1596, J. de T orres, Aut.] y 40 jamiento en lo geográfico y en todos los sentidos).
tomado del it. o im itado del latín. Algo más co­
rriente es el latinismo trunco [fin S. X V II, Aut.], Trónica, tronicar, V. retórico y trocar Tro­
hoy poco empleado en España, pero m uy común nido, tronitoso, V. tronar
en América, especialmente con el valor de ’in ­
completo’ hablando de publicaciones o de obras 45 T R O N O , tomado del lat. thrónus id., y éste
de cualquier especie, así en Cuba (Ca. 68) como del gr. 6póvo; ’sillón alto’, ’trono’. 1.a doc.: Berceo.
en la Arg., etc. Hay ejs. en todas las épocas y es voz general­
D e r iv . Tronca. Troncal [Aut.]; troncalidad. mente conocida; Cej. IX , § 162.
Troncón [S. X V I, Aut.]. Tronquear. Tronquista. D e r i v . Destronar [Acad. ya 1817 ; no A ut. ni
Destroncar; cub. despetroncarse ’huir a todo co­ 50 Oudin], probablemente im itado del fr. détrôner
rrer’ por cruce con despernarse (Ca. 164). E n­ [1602]; destronamiento. Entronizar, raram ente en­
troncar [1686, N úñez de C., A ut.]; entronca- tronar.
m iento; entronque. Truncar [h. 1435, J. de M e­
na], raram ente troncar, tom ado de trüncare id .; Tronquear, tronquista, tronzador, tronzar, tron­
truncado; truncamiento. Troncho [t. de col, 1385, 55 zo, V. tronco Tronzar, tronzón, V. trozo
Lz. de Ayala, R L X III, 360; «t. de berça: thyr-
sus» N ebr. ; bilb. trunchus «las varas o espigas T R O PA , tomado del fr. troupe ’bandada de
d e las hortalizas» Arriaga], del lat. T r O n c ú l u s animales o de gente’, ’tropa’, que parece ser de­
’trozo de tronco’, tam bién conservado en rum . rivado regresivo de troupeau, fr. ant. tropel ’re­
trunchlü; del cast. se tomó el cat. tronxo, mien­ 60 baño ’ (de donde se tomó nuestro tropel, que a
su vez influyó en la o de t ro p a ) ; el fr. ant. t ro p e l como derivado regresivo. T r o p e l a su vez es de­
es dim inutivo de t r o p , primitivamente ’rebaño’ rivado de t r o p , que en francés [S. X II] sólo tiene
(luego empleado adverbialmente en el sentido de el valor adverbial, antiguamente ’m ucho’, hoy ’de­
’mucho’ y ’demasiado’), a su vez de origen in ­ masiado’, pero que significó primitivamente ’re­
cierto, probablemente tomado de un fránc. * t h r o p 5 baño’, según prueban el oc. ant. t r o p ’rebaño’ y
’asamblea’, afín al ags. t h r o p , a. alem. ant. y mod. ’mucho’ y el b. lat. t r o p p u s , documentado en la
d o r f , b. alem. ant. y escand. ant. t h o r p ’pueblo, L e x A la m a n n o r u m [SS. V II-X III] en la frase i n
aldea’, que en algunos dialectos alemanes y es­ t ro p p o d e ju m e n t is . Indudablem ente la patria de

candinavos toma el sentido de ’reunión de la esta familia léxica romance es Francia y sólo F ran-
gente de un pueblo’ y ’m ultitud’. 1 .a d o c .; 1605, 10 cia, pues t r o p y t r o p e l sólo son castizos en fran­
Cervantes, G óngora; Oudin. cés y en lengua de Oc, y aun el cat. ant. t r o p
Definido «troupe, compagnie». Es palabra muy ’mucho’ parece ser occitanismo; lo mismo cabe
tardía en cast., que falta todavía en APal., N ebr., sospechar del it. tro p p o . El origen no es bien
C. de las Casas, Percivale y C ovarr.; Góngora seguro.
habla de «una virginal t ro p a de sequaces de D ia- 15 La etimología de Storm ( R o m . I, 490) se ad­
na» (ed. Foulché-D . I, 247); Cervantes de «una mite hoy generalmente, pero presenta por lo m e­
hermosa tro p a de huéspedes» (Q u ijo t e I, xxxvi, nos una grave dificultad sem ántica: así el ags.
187). Pero es m uy posible que, como ahora, se t h r o p como el escand. ant., fris. y b. alem. ant.

percibiesen entonces estos usos como figurados, t h o r p , y a. alem. ant. y mod. d o r f , significan so­

pues A u t . toma como básica la ac. m ilitar: «la 20 lamente ’pueblo, aldea’, o secundariamente ’casa
gente militar u de guerra, infantes u de a caba­ de campo’, y el gót. t h a ú rp tiene todavía sentido
llo, a distinción de los paisanos» (con ej. de fin más rem oto, ’campo cultivable’. Sin embargo, es
S. X V II), «particularmente trozo de gente de verdad que en ciertos dialectos alemanes el voca­
guerra de a caballo», aunque agrega «junta de m u­ blo toma el sentido de ’reunión de gente de un
cha gente unida y aquadrillada entre sí para al- 25 pueblo’, y en dialectos escandinavos ha llegado,
gún fin» (con ej. de 1652), «metaphóricamente, pasando por ahí, a tom ar el valor de ’m uchedum ­
m ultitud de cosas materiales o inmateriales», en bre’, ’rebaño’ ; ahora bien, suponer que una ac.
tro p a «juntos, sin orden o formación» (ej. de semejante se desarrollase ya en fráncico, aunque
1635). Es de creer en efecto que el vocablo se sin apoyo cronológico en las lenguas germánicas,
tomaría como término m ilitar en las guerras del 30 no es nada inverosímil dadas las costumbres po­
S. X V I; en esto pensará Cascales (1617) cuando líticas de los teutones. E n el aspecto fonético, la
en sus T a b la s P o é tic a s cita el vocablo como ej. trasposición t h r o p está bien documentada en an­
de italianismo (en Viñaza, col. 944), pues en ita­ glosajón (donde la variante t h o r p , que se gene­
liano t ru p p a es vocablo m ilitar; pero en Italia ralizó en inglés medio, es tardía y parece debida
a su vez es galicismo relativamente tardío (falta 35 al influjo escandinavo), y las dificultades vocáli­
todavía en C. de las Casas, 1570), y es más pro­ cas que presenta el francés pueden resolverse sin
bable que el cast. lo tom ara directam ente del gran escrúpulo en la forma arriba indicada. En
francés. Desde éste, y siempre con el mismo ca­ conclusión, es lícito aceptar esta etimología, como
rácter, pasó el vocablo a muchas lenguas euro­ suele hacerse generalmente (Gamillscheg, R . G .
peas, particularmente el alem. t r u p p e n [1474, 40 I, p. 195; R E W 8938).
M L N X X X IV , 258], el ingl. t r o u p s , etc.
D eriv . T r o p e l (V. arrib a); t r o p e le r o ; a t r o p e lla r
M ás antiguo es t ro p e l, que ya aparece en la [frecuente desde el S. X V I, Sta. Teresa, no en
trad. de L u c a n o atr. a Alf. X (Almazán), en el APal., N ebr. n i P A lc.; e n t r o p e lla r y t r o p e lla r se
Z i f a r (63.3) y en J. Ruiz, pero que tam bién en­ encuentran en el A m a d ís y en varios textos de
traría principalmente como voz m ilitar («la mes- 4S los SS. XV y X V I: Cuervo, D ic c . I, 744-6],
nada fizóse un t r o p e h en este poeta, 1124a), aun­ cuyo sentido evoca la idea de la marcha im pe­
que su sentido pudo am pliarse: «t r o p e l d e g e n te : tuosa del rebaño (para explicar la -11- podría pen­
agmen» N ebr. (comp. APal. 2396), y figurada­ sarse en derivar del cat. a t r o p e lla r ’precipitar’,
mente, como voz especialmente jergal: « t r o p e l : ’atropellar’, t r o p e ll ’accidente’, ’aprieto’, que es
ruido; cárcel» en J. Hidalgo, así ya en el gallego 50 probable sea antiguo, aunque galicismo, aunque
de las C t g s . «un gran t ro p e l de mancebos» 42.22, es cierto que Alcover sólo cita ejs. del S. X IX ;
etcétera; t ro p e l se tomó del francés antiguo t ro p e l lo más probable es que en cast. se tomara direc­
(hoy tro u p e a u ) ’rebaño’, ’tropel de gente', docu­ tamente de oc. ant. s ’a t r o p e la r ’reunirse en masa’,
mentado tem pranam ente en francés, desde el por el sentim iento de la correspondencia fonética
siglo X II; algo más tardío es la voz t ro u p e , que 55 oc. - e la r = cast. - e lla r ) ; a t r o p e lla d o '; a tro p é lla -
aparece a fines de este siglo, prim ero en el sen­ m ie n t o ; a t r o p e llo [S. X IX]. A t r o p a r , raro en cast.,
tido de ’rebaño’, más tarde en otras acs. más salvo en Asturias (’juntar, am ontonar’, V). T r o p i ­
amplias, especialmente la m ilitar; así la fecha co­ l la [S. X V II, A u t . ] ; hoy arg. ’manada de cabezas

mo la vocal o u , que de otro modo sería inexpli­ de ganado mayor’ (Tiscom ia, Ai. F i e r r p a n o t.,
cable, indican que tro u p e se sacó de t r o ( u ) p e l <• s. v.; D raghi, C a n c . 390, 414); e n t r o p illa r . T r o -
pero ’conductor de una tropa de carretas o de go: «eutropelia seu eutrapelia: lin entretenimiento
ganado’ arg. Gall. troupelar y estroupelar (con ou de burlas graciosas y sin perjuyzio, como son los
contaminado por troula, etc.; vid. T R O L A ) 'pa­ j u e g o s d e m a s t r e c o r a l [’juegos de ma­
tullar, pasar desatentadam ente’, ’hacer ruido fuerte nos’] : es nom bre griego eutrapelia , apud Philo-
con los pies, como quien lleva zuecos’, ’dar golpes 5 sophos in bonam partem accipitur significatque
con maza o palo en el suelo’ (V alí.): «o badaleo urbanitatem , leporem, festivitatem, comitatem, fa-
rítmico das campás... semella o troupeleo dos ca- cetiam (L e x . Graec.). San Pablo en la epístola
balos... turrando do carro de Apolo» Castelao A d Ephesios, cap. 5, tom a esta palabra en mala
2 9 6 .9 . p arte: vale tanto como chocarrería, obscoenitas,
1 Sustantivado ’dulce de guayaba que se hace 10 stultiloquium et scurrilitas». L a forma eutropelia
echando cascos de esa fruta en la pasta dulce se empleó, en efecto, en el sentido de ’juegos de
de la misma’ cub. (Ca. 131). manos o de magia’ : «M erlín, el hijo del diablo, /
... / enseñóme los efetos / y cursos de las es­
T R O P E L ÍA , de eutropelia, alteración del gr. trellas; / ... / las quirom ánticas líneas / ... /
eÚTpaxeAta ’agilidad, flexibilidad’, ’bufonería’, 15 supe la fisonomía, / m uda voz que habla por se­
’chiste, gracia, urbanidad’, que en castellano to ­ ñas / ... / sutiles eutropelias / con que las m a­
mó el sentido de ’juegos de manos, magia, ilu- nos se adiestran / y a la vista más aguda / en­
sionismo’, ’embeleco’, y después, bajo el influjo gaña su ligereza» Ruiz de Alarcón (La Cueva
de tropel y atropellar, ha acabado por significar de Salamanca, Rivad. X X , 88a). Eutropelia fué
’aceleración confusa’ y ’atropello’. 1.a doc.: 1604, 20 sencillamente una leve deformación del cultismo
Pícara Justina. en boca de semicultos, que el vulgo agravó m u­
Ahí está con el sentido de (juegos de ilusio- tilando del todo la prim era sílaba y diciendo tro­
nismo, embeleco y apariencia» y tropelista para pelía.
el que sabe hacerlos (Fcha.). E n efecto, leemos en Desde entonces quedó incorporado material­
el C oloquio de los Perros: csé que eres persona 25 m ente el vocablo a la familia de tropel y atro­
racional, y te veo en semejanza de perro, si ya pellar, aunque hasta entonces expresaba sem ánti­
no es que esto se hace con aquella ciencia que camente algo m uy distinto, pero la igualdad de
llaman tropelía, que hace parecer una cosa por forma hizo desde entonces que interviniera el
otra» (Cl. C., p. 291); y en el Licenciado V i­ influjo del sentido, y como so pretexto de magia
driera: «habiendo hecho el huésped la reseña de 30 o prestidigitación se cometían m uchos embelecos
tantos y tan diferentes vinos [italianos], se ofreció y hurtos, fué fácil ver en el vocablo u n sinónimo
de hacer aparecer allí, sin usar de tropelía, ni co­ de ’abuso’ o ’atropello’, según ocurre ya en al­
mo pintados en mapa, sino real y verdaderamente, gún autor de más adentro del S. X V II, como
a M adrigal, Coca, Alaejos» (y siguen otros vinos F r. D am ián Cornejo. A u t., que lo cita, pretende
españoles) (C l. C., p. 24); G ó n g o ra: «Parió la 35 ya distinguir entre eutrapelia, que ahora acentúa
R eina... / hicimos un alarde o desatino, / y unas en la e, y que docum enta en Nierem berg, en el
fiesta.: que fueron tropelías / al ánglico Legado sentido etimológico de «virtud que m odera el ex-
y sus espías / ... / hicimos u n sarao de encan­ cesso y desenvoltura en las chanzas y juegos fes­
tamento» (ed. Foulché II I, 29); T irso : «¿qué tivos y hace que sean gustosos, entretenidos y
tropelías son éstas, marido m ío?, dijo la fingida 40 no perjudiciales», y tropelía, que ya sólo sería
túrbida. ¿Anoche no nos acostamos buenos y sa­ «atropellamiento o violencia en las acciones», o
nos?» (cita de Pagés). E n todos estos casos el bien con influjo de tropel: «aceleración confusa
sentido oscila entre ’magia’ y ’juegos de m anos’, y desordenada», ac. que comprueba con u n pa­
como define O udin: « tropelías: tours de passe- saje del poetastro Eugenio Coloma, de la misma
passe et de subtilité au jeu de cartes». E n Q ui­ 45 centuria1. L a misma evolución semántica se cum ­
ñones de Benavente está más cerca del sentido plió en portugués: Bluteau cita ej. de Barreto
etimológico de ’chiste, juegos de palabras’, o al (S. X V II), donde se dice que la Fortuna en sus
menos indica palabras sin contenido real, donde mudanzas «usa como de tropelías», es decir, jue­
un personaje se da aires de gran dama en pre­ gos de manos, mas ya para M oraes tropelía son
sencia de otro que se da cuenta de su ficción: 50 «desordens que faz gente de tropel» y as tro­
« C o sta n z a : Ésta es m i casa, entrad. / G ra c io so : pelías do m undo son ’reveses’.
Q ue me replace. C o s ta n z a : ¡Hola, hola! ¿Qué D e r i v . Tropelista [1604, Pícara Justina], Eutra­
es esto? / ¿no hay u n paje? (sale C artela en pelia; eutrapélico, V. arriba.
cuerpo ). C a r t e t a : Aquí estoy y o : ¿qué m a n d a / 1 Cita además ej. de Juan de Zabaleta, donde
vusiría? C o s ta n z a : T om ad aqueste m anto, / lla­ 55 la forma eutropelia se combina con el sentido
mad al mayordomo, y entretanto / a parlar nos etimológico griego: «una virtud que se llama
sentemos. G ra c io s o (aparte): Señoría, / pajes y eutropelia, que quiere decir modestia en los en­
mayordomo: es tropelía » (N B A E X V III, 792a). Er. tretenimientos».
todo caso Covarr. conocía el sentido etimológico,
si bien con una forma más cercana a la del grie­ «0 Tropeoleo, V. tropo Tropero, V. tropa
T R O PE ZA R , antes entropefar, pero la forma te de V., Opúsc. II, 385), en Cataluña (como
primitiva es entrepefar, procedente del lat. vg. préstamo cast.) y vulgarmente en muchas partes;
* i n t e r p e d i a r e , variante de i n t e r p e d i r e , que con también corría el cast. tropegar en el cast. de
el sentido de i m p e d i r e ’im pedir’, ’enredar’, ’en­ Valencia, ya 1575, On. Pou, Thes. Puer. 34. La
torpecer, trabar’, se encuentra en autores post- 5 variante secundaria entronpefar está en Sem
clásicos. 1.a doc.: estrcrpefar, Cid; entropefar, Tob (copla 624).
Berceo; entrepefar, Berceo y A lex.; tropezar, 1535, Sólo en fechas posteriores aparece la for­
Juan de Valdés. m a mutilada con supresión de la sílaba en- (tal
«Si el cavallo no estropiefa o comigo non ca- como ocurrió en T R IP U L A R y tantos o tro s):
ye» C id (2415); «tú guía nuestra vida que non 10 aunque puede haberlos, no conozco testimonios an­
la enconemos, / tú sel nuestra vía, que non en- teriores a N ebr., quien da ttrom pefar: cespito» y
tropefem os, / tú nos guía, Señora...» H im nos 13b. testronpefar: cespito, offendo»; sin la -m - se­
Por lo demás ya en Berceo hay un ej. de entre­ cundaria1, la forma tropefar debe de ser la que
pefar con e\ «cueytas te de fablar, entrepiefas p ri­ empleaba J. de Valdés, puesto que dice «tengo
vado» S. Lor. 39b, aunque ni Janer ni M arden 15 por grossería... u n es- de algunos vocablos, como
(P M L A XLV, 501 ss.) lo entendieron (pues separan son estropefar y escomenfaru (Dial, de la L ., 98.1).
entre piezas). Como n i del Cid ni de los H im nos de E n cuanto al cambio de entrepefar en entropefar
Berceo tenemos manuscritos coetáneos, no es ex­ es m eram ente fonético, por labialización, como en
traño que no aparezca en ellos la forma más obispo, entrometer, los antiguos romanecer, tro-
primitiva y que, en cambio, se encuentre ésta en un 20 bellar por ’rem anecer’, ’trebejar’, etc.; comp. en-
texto algo posterior, pero conservado en ms. del tropelar con el significado de ’atacar, acometer’
S. X I I I : cquando otro destorvo no les podié en la Crónica T royana en gallego del siglo X IV
buscar / a un príncep de Grecia que veyé bien (I, 345.16) < entrepelar id. (ibid. I, 198.2) i n t e r -
lidiar / echósele delantre, fízol entrepefar, / ovie- pélla re.
ron hy entramos luego a fincar», «el cavallo lige­ 25 Que - D i - da - f- en cast. muchas veces es hecho
ro suele entrepefar» Alex. (996c, 2464b); igual­ incontrovertible n o sólo en la posición tras con­
m ente en los Buenos Prov. (med. S. X I I I ) : sonante, sino tam bién entre vocales: sin vacilar
«quien se m ucho apresura, mucho entrepiefa» lo admite M. P. (M an. § 53.3), y los escrúpulos
(17.20); en la Gr. Conq. de Ultr.: «cuando fué de Espinosa (Are. Dial. 33-50) deben ceder ante
en medio del vado el caballo en que iba el E m ­ 30 el abundante e inequívoco material que él mismo
perador entrepezó e cayó, e antes quel acorriesen reúne en su cuidadoso estudio (hozar f o d i a r e ,
sos caballeros pora sacarle del agua, fué afogado» raza, bazo, sin hablar de almuerzo, granza, berza,
(Rivad. X L IV , 581b), en la versión castellana orzuelo, etc.). Agreguemos a él un testimonio que
de la Historia de Crecencia entrepiefa, forma que nos interesa particularm ente, el port. trepefa «hu­
Baist erróneamente creyó mal copiada por M us- 35 ma roda de madeira cravada sobre tres pés, que
safia (R F II, 381); en los Buenos Proverbios: serve d ’assento aos sapateiros e outros mecáni­
«qui probó ennadió en su saber — qui entrepefó cos» (Moraes), evidentemente T R IP E D IA , y el
ennadió en su vagar» (ed. K nust, 20), es decir: masculino correspondiente Beira, Sierra de la Es­
’probando se aprende, y habiendo tropezado se va trella y Alentejo trepefo ’taburete de corcho’, con
más despacio’ (Cuervo, Bol. C. y C. V II, 7, lo 40 variante tropefo (V K R IV, 104), por la misma
puso entre los ejs. de empezar, error explicable labialización que en tropezar. Así, pues, no de­
por la variante manuscrita enpegó, para la cual bemos dudar en derivar el cast. ant. entrepefar
V. aquí nota 4). y nuestro tropezar de * i n t e r p e d i a k e , como de­
E n lengua portuguesa, esta forma arcaica en e mostré en m i artículo de A IL C I, 150-3"; esta
pretónica subsistió hasta fines del S. X V : hay un 45 base es variante de i n t e r p e d i r e 3, que aparece en
par de ejemplos en las Ctgs. («ouv’en hüa pedra a Macrobio (princ. S. V) en el sentido de ’im pe­
entrepefar» 73.28 y otro en una miniatura), «a besta d ir’, o sea como sustituto de i m p e d i r e ; por lo
entrepefa por cima» en el L ivro da E nsinanfa de tanto tendría tam bién, como éste, los sentidos
bem cavalgar de D on D uarte (Cortesáo, addit., de ’trabar’, ’entorpecer’, ’enredar’; el caso es que
p. 36), y «o cavallo entrepefando o derribou» en 50 de i n t e r p e d i r e han salido el logud. trobeire,
la Crónica de Pedro de Meneses por Azurara N uoro tropedire, campid. trebiri, trobiri ’trabar
(cita de Moraes). En castellano, ya en el S. X IV un animal’, que precisamente evolucionaron en
parece haberse generalizado entropefar, que apa­ una dirección fonética enteram ente paralela a la
rece tam bién en el Libro de los Cavallos del S. castellana; de u n derivado * i n t e r p e d i a salen evi­
X III, p. 127; en Calila (Rivad. 162); en Juan 55 dentem ente logud. trobea, N uoro tropeya, campid.
R uiz (1430b); Sem T ob, 39; R im . de Palacio trebéa, trobéa ’traba’, campid. trobefüjla ’engaño’,
394, 446, 682; Glos. de T o led o ; Biblia de Fe­ logud. trobeale, tropeale, trobearzu ’engañador,
rrara, H ernán N úñez, Fr. Juan de Pineda, y hoy traidor’, como dem ostró M . L . W agner (A S N S L
todavía se conserva en Cáceres, el Oeste de As­ CXX XIV, 310) y aceptó M -L . (R E W 4494); y
turias, el Alto Aragón, el M inho portugués (Lei- 60 de una forma como este * i n t e r p e d i a podrá de­
riv a r e l tip o * in te rp e d ia k e p o s tu la d o p o r e l c a st. V, 81); más en Cej. IX , § 162. Estrompegar en
y el p o rt. t r o p e z a r 4. la Confessión del Am ante de Gower (492) y en
Por si quedaran dudas, el sentido del vocablo la Biblia de Ferrara. El origen de esta -m - an­
en cast. arcaico acaba de probar la etimología5. No orgànica debe de estar en una propagación de
siempre (en)tropegar se refirió exclusivamente a 5 la nasal del antiguo entropegar (de donde el
los pies. Primitivamente debió de ser ’enredar’ entronpefar citado de Sem T o b ); de ahí pudo
en general, como su étimo latino. D e este signifi­ comunicarse a trompicar, aunque tam bién es po­
cado quedan varias huellas. En el lenguaje arcaico sible que en ambos ayudase el influjo de darse
de los refranes se decía todavía en la primera u n trompazo.— 2 D e ahí vendrá tam bién el cor­
mitad del S. X V I «madexa entropegada, quien te 10 so intrispedigyassi ’enredarse’, que en el R E W
haspó, ¿por qué no te devana?» (H ernán N úñez, (4298) está bajo i m p e d i r e .— 3 Como vi después
ed. 1602, f° 264v°); en la Biblia de Ferrara de redactado mi artículo, ya Cabrera en su raro
(1553) entropiego equivale a lazo de la versión diccionario etimológico derivaba tropezar de in-
de Cipr. de Reyna (M L N X I, 90), estrompezar t e r p e d i r e , aunque sin explicar la evolución. Pa­

vale ’enlazar, poner tram pa’ (B R A E IV, 329), y 15 ra otro antecedente, y para otros ensayos etimo­
en el mismo sentido tenemos ttropecijos do cae­ lógicos sin valor, V. m i artículo citado.— 1 Quizá
mos p i o r n a d o s » en Lucas Fernández, h. existió tam bién u n * i m p e d i a r e , correspondiente
1500 (ed. Acad., p. 88). Desde este sentido ’tra­ a i m p e d i r e , pues de aquel tipo podría derivar
bar’, ’enredar’, salió el de ’tropezar’, al principio el port. antic. empegar «topar, embicar em algu-
quizá en la forma reflexiva tropezarse, que vive 20 ma coisa» que Moraes encuentra en Camoens
todavía en C olom bia: «marchaban recostados a y en Joáo de B arros; y que se lee en el sentido
las paredes tropezándose con los cerdos que dor­ de ’enredado’ en la Crón. Troyana en gallego
mitaban en la acera» Eust. Rivera (La Vorágine, del S. X IV (I, 124.18); enpesamiento (en vez
ed. Losada, p. 220). L a idea de ’mezclado’ la ad­ de entropiego del otro códice) en el ms. E de
mite A ut. como ac. de entropezado, citando de la 25 los Castigos de D . Sancho (ed. Rey, p. 176),
Crónica de Ocampo (S. X VI) «por ser los nego­ donde hay otros galleguismos ; Évora empegar
cios entropezados y confusos como lo suelen ser «enlear, emm aranhar (o cábelo, urna madeixa de
todos los principios de qualquier cosa», y la mis­ fio, etc.)» (R L X X X I, 133). Sin embargo, em ­
ma aparece en el pasaje de Mz. de Espinar (h. pegar puede derivar más bien de empego «em­
1640) citado s. v. tropezar: «si le aprietan con 30 barazo», que según V iterbo se lee en doc. de
golpes (habla del taco que se echa sobre los per­ 1297, y empego vendrá de empecer i m p e d e s c e -
digones) como al prim ero, hacen que salgan los r e ; cf. empiego ’offendiculum’, trad. escurialense
perdigones tropezados, y en llegando a la boca de la primera Ep. Corintios, S. X III, Analecta
se esparcen y da cada uno por su parte»; agrega Sacra Tarrac. X X IX , 311.— 5 Luego es superfluo
conserva tropezada «la que se hace de pedazos 35 y algo pueril construir un * i n t e r p e d i t i a r e (m or­
muy menudos, como se practica con la calabaza»; fológicamente imposible), como quisiera H. M eier
de ahí el cacereño tropefióni «pequeños trozos en un artículo reciente de RF, que nada agrega
consistentes de fruta, m e z c l a d o s en las con­ a la cuestión.
servas» (Espinosa, Are. Dial., 50), y el cub. tro­
pezón ’especie de dulce’ (Ca. 241). Finalm ente ju- 40 Tropical, V. tropo Trapicar, trópico ’cojo’,
desp. entropesar, estrompefar, ’engañar’, ’poner una V. trompicar Trópico, V. hidro- y tropo
tram pa’ (Crews, V Rom . X III, 378). Tropiezo, V. tropezar Tropilla, V. tropa
D e r iv . Tropezón [Quevedo, A u t.; pero la va­
riante entropezón en el mismo Quevedo, El M undo T R O PO , tomado del lat. trópus id., y éste del
por D entro (vid. ed. de F. C. R. Maldonado, 45 gr. Tpóito? ’vuelta’, ’m anera’, ’melodía’, ’estilo’,
Sueñes y Discursos, M. 1973, p. 175)]. Tropezoso. ’tropo’, derivado de rpéireiv ’dar vuelta’, ’dirigir’.
D e i n t e r p e d i a , que se ha citado más arriba, si 1.a doc.: Góngora, f 1627.
bien algo mezclada con t r i p e d i a (vid. ambas), debe Quien lo emplea en u n trozo en prosa, sin fe­
de salir el gall. bosque de trepeza ’bosque de re­ cha. Falta en O udin y C ovarr.; A ut. cita ejs. de
toños y m atorrales’, árbol de trepeza ’el que nace 50 med. S. X V II. Hasta hoy sigue siendo sólo tec­
de retoño o de vástago junto al árbol’ (Sarm. CaG. nicismo retórico.
182f), pontev. (varas de) trepeza ’varas que nacen D e r iv . de Tpéim v : trópico [APal. 75d, 493b;
al pie’ (virguntos hacia M onforte) ib. 239u, 2 l5 v; «t. del espera, círculo: tropicus» N ebr. ; en el re­
y hoy también trepea, que toma en otras partes el loj de sol, 1632, L z. de Arenas, p. 107], de tró-
sentido de ’m ata’ (vid. PIE). 55 picus, gr. 'rpoitixó? id .; tropical {Acad. S. X IX].
1 L a forma trompezar está tam bién en el P. Tropismo. Trofeo [Mena (C. C. Smith, BHisp.
Bartolomé de las Casas (Cuervo, A p .r, p. xix), L X I); APal. 509d, 51 Od; S. X VI, A ut. ; Paravi­
en el G uzm án de Alfarache (Cl. C. V, 45.5), y cino, R F E XXIV, 314], del b. lat. trophaeum, lat.
hoy suena todavía en muchos puntos de Amé­ tropaeum, y éste del gr. t a m o v ’monum ento
rica y de España (vid. Cuervo, Ap. § 964; B D H A 60 elevado con los despojos del enemigo en el lugar
donde había empezado la derrota de éste’, derivado 1 Tam bién se podría suponer u n lat. vg. * t o r -
de xpo-rj ’retirada’, ’derrota’. Epítrope [F. de H e­ CELLUM , dim inutivo de t o r c u l u m , para explicar
rrera, Anot. 86] de i-ixpom) id. el cat. ant. trossell ’troquel’. Pero m ientras no
C p t . Treponetna, con v íj^ a ’hilo’. Tropeoleo, se encuentre más apoyo para esta idea, me pa­
derivado d e tropaeolum, dim inutivo de tropaeum 5 recerá menos verosímil.
’trofeo’, p o r la form a d e sus hojas. Alotropía, con
S A /o ; ’otro, diferente’ ; alotrópico. T R O Q U E O , tomado del lat. trochaeus, y éste
del gr. T p o /a io í ’que corre, relativo a la carrera
Troque, V. trocar o corrida’, ’troqueo’, derivado de Tpéxelv ’correr’
10 y Tpo^óc ’rueda’. 1.a doc.: APal. 12b.
T R O Q U E L , origen incierto; quizá debido a D e r i v . Trocaico, del gr. xpo/axóc id. Otros deriva­
un cruce del cat. ant. trossell id. (que será ac. dos de la mism a raíz. Troquilo, de tpoy t'Xoc; id. Tro-
traslaticia de trossell ’trojel’, V. T R O J A R ) con el quisco ant. [«trochisco de m edicina: trochiscus»
cast. tórculo ’prensa para estampar grabados en Nebr.] o trocisco [Quevedo, Aut.], de ■cpo/ioxo?
metal’, tomado del lat. tárcülum ’prensa’. 1.a doc.: 15 ’ruedecita’, ’píldora’; trociscar. Trocánter, detpo/av-
Acad. ya 1817, no 1783. TT|p id., propiam ente ’adecuado para correr’. Tro­
A hí con la definición «pedazo comúnm ente de co, raro, de -rpoyóc id. Trocla, raro, del lat. tro-
acero en que está grabada en hueco alguna cosa, chléa, gr. T po/aÁ ía id.
con el cual se acuñan las monedas y medallas, y C p t . Trocoide.
tam bién se vacian en yeso, lacre, etc.»; en eds. 30
posteriores rectificada a s í: «molde empleado en Trosar, trosas, V. trojar Trosquilar, V. es­
la acuñación de monedas, medallas, e tc.; es u n quilar
tocho de acero dulce, en una de cuyas caras se
im prime en hueco, mediante la presión de un T R O T A R , del a. alem. ant. trottón id., inten­
volante, el relieve de figuras e inscripciones que 25 sivo de tretan ’andar’, ’cam inar’; en cast. el vo­
se han grabado en un punzón o matriz». Falta cablo hubo de tom arse del francés o quizá del
en A ut., Covarr., Oudin, T err., etc., pero se em­ italiano. 1.a doc.: J. Ruiz.
plea en portugués (Fig., no M oraes ni Cortesáo). Ahí aparece ya con gran desarrollo semántico,
N o se ha estudiado el origen. Sólo la Acad. su­ tom ando en los varios pasajes las acs. secunda­
giere «quizá del alem. drucken ’estampar’». Pero 30 rias ’andar de prisa’, ’correr’, ’bailar’ y ’hacer
no hay modelo en alemán que pudiera dar el ruido con los pies’. Por otra parte N ebr. «trotar:
sustantivo troquel (que en alemán se dice stem - curso, cursito». Se podría creer que la ac. como
pel o punzen), ni existe nada semejante en fran­ término hípico sea la originaria en todos los ro­
cés o catalán, que habrían sido los interm ediarios mances, como lo ha sido después1. El fr. trotter está
naturales entre el alemán y el castellano. Como 35 documentado desde el S. X II, y también son anti­
tantas voces de monedería, es probable que ésta guos it. trottare, oc., cat. y port. trotar. El étimo es
sea de origen catalán. E l troquel en este idioma evidentemente el a. alem. ant. trottón, documen­
se llama trossell, según el glos. de Numismática tado en la ac. ’cam inar’, pero que debió de tener
de M ateu i Llopis, y aunque esta palabra falta ya el sentido de ’correr’ que aparece en el a. alem.
en los dicc. catalanes, la recoge el propio M ateu 40 med. trotten o el de ’trotar’ que tiene el vocablo
en su vocabulario de la antigua m onedería cata­ en alemán m oderno; es intensivo del verbo ger­
lana, definiéndolo «l’encuny superior móbil, aga- mánico común t r e d a n ( t r u d a n ) , que es tretan en
fat per un deis moneders m entre u n altre donava a. alem. ant., alem. treten, ags. tredan, ingl. tread,
el cop am b el m alí; així, el tros metáHic, posat etc., y que en todas partes vale ’andar’, ’caminar’,
entre el trossell i la pila, aguantat si estava calent 45 ’pisar’; pero el intensivo trottón sólo está docu­
am b unes tenalles, es convertía en moneda» (B D C mentado en alto alemán, y en efecto el consonan­
X X IV , 112). D e hecho, el vocablo figura ya en tism o -t- sólo puede corresponder a este dialecto
un doc. de Valencia de 1459 (ibid., p . 123). Esta germánico. Luego no se trata de una de las voces
pieza, colocada entre el mazo y el metal de acu­ heredadas por el francés del fráncico, sí en cam­
ñar, podía compararse con una especie de almo­ 50 bio puede tratarse de una voz longobarda en ita­
hada o fardo que amortigua u n golpe, y fardo se liano. Los préstamos alto-alemanes son raros en
decía en catalán antiguo tro'ssell ( > cast. trojel, V. francés y tardíos, luego quizá se trate de un prés­
T R O JA R ): de ahí el nom bre del troquel1. En tam o italiano m uy antiguo, introducido junto con
castellano debió de emplearse como sinónimo el algún cambio en la técnica hípica. E n castellano,
latinismo tórculo [Aut.], que la Acad. define 55 según ya m uestra la falta de diptongación de la
«prensa, y en especial la que se usa para estam­ o, es préstamo de otro rom ance; quizá el punto
par grabados en cobre, acero, etc.». D e un cruce de partida para el cast. sea el N orte de Francia
de trossell con tórculo saldría la forma interm e­ (como en el caso de galopar), quizá sea Italia,
dia troquel. por conducto, entonces, del catalán [S. X III, Jai­
D eriv. Troquelar [Acad. 1925, no 1884], «• me I ; S. X IV, trad. de Andrés el Capellán, p. li].
D eriv. Trote [«subsultus» N e b r.; 1557, F. del longob. trausjan procede el ít. strosciare ’caer
Chacón, Trat. de la Jineta, cap. 3]. Trotero ’men­ (el agua) ruidosa y abundantem ente’, troscia, stro-
sajero’ [Berceo; Alex. 764, 774, 2029; J. R uiz; scia ’gran cantidad de agua que corre’ (Gamillscheg
M. P., Poes. Jugl., p. 48], comp. cat. ant. troter R. G. II, p. 166).
’mozo de espuela’ [S. X I I I ; ’caballo de camino’ 5 Hay ya documentación muy antigua de esta raíz
J. Roig, v. 1326]. Trotón, trotona; trotonería. en el tesoro de la onomástica renana : de origen algo
Trotalla ¿’burla’?, ¿’canto bailable’? (J. Ruiz). incierto, mas probablemente de carácter germ áni­
T rotador. co, pues Drousa es antropónimo de un ubio en
C p t . Trotaconventos ’alcahueta’ [J. Ruiz], Tro­ una inscripción de Colonia y Drauso, -onis figura
tacalles. Trotamundos. 10 en inscripciones de la zona de los tungros, poco
1 Aunque tampoco en los demás de Francia y más al Oeste (C IL X III, 3618, 3619), W eisgerber,
España es general ésta, ni mucho menos, en la Rhen. Germ.-Celt. pp. 279, 283, 430. L a voz leonesa
época más antigua. En efecto en Cataluña, aun­ podría venir también del suebo. El cambio de d r -
que la ac. hípica ya se documenta en Jaime I en tr- está en regla (vid. T R A P O , T R A G A R ).
y en M untaner, es tan antiguo como el más 15 Me limito a señalar este vocablo y probable ger­
viejo de los dos el pasaje de Cerverí de Girona manismo para futuro estudio; en la región leonesa,
(h. 1270), que nos cuenta como «vench ploran, hay palabras de la misma forma y de significado
/ una vella, trotan» (Rossinyol v. 170), que tan y procedencia diferentes : Astorga trosas ’especie
de cerca nos recuerda las viejas troteras del de angarillas’, trosada 'cantidad de materiales que
A rcipreste; cf. el dicho proverbial empordanés 20 de una vez se transporta en las trosas’ (A. Garrote),
aplicado a mujeres laboriosas, infatigables, «la evidentemente emparentados con la familia de T R O ­
bona Janota, menja i trota»; y troter ’mensajero, J E L ; la raíz gallega y sanabresa trouza, trousa,
mozo de recados que va a pie de una parte a -o, que designa varios utensilios o partes de aperos
otra’ aparece ya copiosamente en el S. X III, en forma de palo (Valí.; K rüger, Gegenstandsk.,
desde sus primeros años. En occitano tenemos 25 pp. 73, 188, 211), en particular trouzos ’aquellas
trotier como hípico (caval trotier) ya en Bertrán dos especies de husos con los que se tuerce el
de Born (Appel, Chrest. 35.40) pero trotier es hilo’ (Sarm. CaG. 66v), empleado en Pontevedra,
un escudero que camina afanosamente a pie, mientras que en el NE. (Vivero) dicen parafusos
tras su señor montado, en el Castia-gilós, no (96u)‘; Babia trousu «corral o prado pequeño pró­
menos antiguo (vv. 194, 203), y lo grant trot 30 ximo a las cabañas, en donde se recogen los car­
se aplica adverbialmente a un muchacho que se neros» (Guzmán Álvarez, p. 335). En cuanto al
aleja sin tardanza (L ’Ejfansa de Jesús, Appel sanabr. trouza ’alféizar’ (K rüger, Dial, de S. Cipr.,
9.57, 85). Lo común y típico en todo esto es 128) (< ¿'caída de la ventana’?), el gall. trousar
una marcha afanosa, penosa o agitada, como lo ’vomitar’ (así en M oura de Orense, Cuad. Est.
es la de las viejas que no paran en sus recados, 35 Gall. III, 430), ’triturar’, ’dar a las abejas nueva
o de las ya achacosas, como la de un niño que casa’ (Valí.) y el minhoto trouça «trasiego» (Fig.),
trata de alejarse sin demora, como la del escu­ ya es más posible que tengan el mismo origen que
dero que se esfuerza por no ser dejado atrás por trousa ’alud’. Evidentemente tenemos ahí varias
el jinete, o como la del caballo que empieza a raíces parónimas, que se habrán influido recíproca­
saltar, dejando la marcha al paso. Y no podemos 40 mente, y es fácil errar en el detalle, sobre todo
asegurar de cuál de estas acepciones se partiría. mientras carezcamos de datos antiguos.
1 En trouz- podría haber cruce de un derivado de
T R O U SA león., ’alud’, quizá de un gót. * d r a u - torcer con nuestro vocablo (o tal vez trozar) o el
só, de la misma raíz que d r i u s a n ’caer’, a f d r a u - tipo galorrománico travouil, tradouil, que signi­
sja n ’despeñar’, g a d r a u s j a n ’derribar, hacer ba­ 45 fica lo mismo y que unos derivan de TRADUX,
jar’. 1.a doc.; 1913, Concha Espina. (Schuch. y R E W 8832), y otros, quizá con mayor
E n L a Esfinge Maragata de esta escritora se lee probabilidad, de t r a b s o t r a b i c u l a , - u c u l a , A.
«hablóse del temporal, haciendo memoria del úl­ Thom as, Essais 392, M illardet, Les Phonèmes
timo, que cubrió las casas con trousas formidables, A ddit. dans les Landes; para trouzos no descarto
verdaderos montes de nieve» (p. 386); como se 50 tampoco un * t r a d u c t i a r e .
deduce del texto, y según confirma Alemany
(.B R A E II I, 64), quiere decir ’alud’. El verbo gó­ TRO V AR, del oc. ant. trobar ’hallar’, ’compo­
tico driusan ’caer’ (pretérito draus) era palabra ner versos’, voz herm ana del fr. trouver, ít. tro­
m uy usual y con muchos derivados, entre ellos vare, cat. trobar id., que proceden probablemen­
afdrausjan ’despeñar’, gadrausjan ’derribar’, ’hacer 55 te de u n lat. vg. *T R ó P A R E , variante del lat. tar­
bajar’, drausna ’fragmento’, ’residuo’, driuso ’pre­ dío c o n t r O p a r e ’hablar figuradam ente’, ’ hacer
cipicio’, usdrusts ’camino malo y escarpado’, etc.; comparaciones’ (derivado del grecolatino T r O p u s
pertenece a una familia extendida por todas las ’figura retórica’), de donde ’inventar’ y luego ’ha­
antiguas lenguas germánicas (a la que pertenecen llar’. 1.a doc.: h. 1200, A u to de los Reyes Magos;
ingl. drizzle, drowse, dreary, alem. trauer, etc.); «0 doc. de 1203 ; Berceo.
En el período arcaico, trobar se emplea en el tic a , c o n e l p o r t. y e l c a s t., e l ita lia n o m e r id io n a l,
sentido general de ’hallar, encontrar’. N o faltan e l s a rd o , e l d a lm à tic o , e l ru m a n o y e l r e to r ro m á ­
entonces ejs. difícilmente localizables o localiza­ n ic o , p e r te n e c ie n te s a l te r r ito r io d e a f f l a r e , e x ­
dos en el Centro u Oeste del territorio de lengua c e p to e l ú ltim o , d o n d e é s te c o e x is te c o n c a p t a r e
castellana; el doc. de 1203 es una donación del 5 y c o n truver, s ó l o e m p l e a d o e n e l s e n t i d o d e
maestre de Calatrava referente a u n pueblo de ’f a l l a r u n a s e n t e n c i a ’ ( p r o b a b l e m e n t e t o m a d o d e \
la actual prov. de T oledo1, el vocablo está en el f r . a n t.) .
A u to de los Reyes Magos, en el A lex.1, etc. Pero Sabido es que el origen de trobar dió lugar a
esto es bastante raro y debe mirarse como excep­ una de las polémicas más resonantes de la lin­
cional, frente al empleo de trobar en docenas de 10 güística romance, entre Schuchardt por una par­
pasajes del riojano Berceo (M il. 83b, 889b, 906b, te y G astón Paris y Antoine Thom as por la otra.
etc., etc.) y en otros textos de la zona oriental3. Sin repetir aquí buena parte de los argumentos
Allí sí debió de ser popular el uso de trobar en que entonces se esgrimieron, rem itiré a las pu­
su sentido general, como seguía siéndolo en Ara­ blicaciones originales : por una parte Schuchardt,
gón en plena Edad Moderna* y hasta hoy en los 15 Roman. E tym . II, 54 ss.; Z R P h. X X V I, 385 ss.
Pirineos (Ansó, Echo, F an lo : B hZR P h. LXX XV , (además Z R P h. X X V II, 97-105; X X V III, 36-55;
§ 298); V. además la documentación de los SS. X X X I, 7 ; X X X IV , 410-2); por la otra G Paris
X III-X V que cita G . Sachs, R F E X X III, 307. M él. Ling. 615 ss. (Rom. V II, 418-9), Ant. T h o ­
Pero el contraste entre el uso constante de faltar mas, N ouv. M él. 394 ss., R om . X X X I, 1 ss.
en el C id con el de trobar en Berceo, y la susti­ 20 Schuchardt sostuvo y fundam entó eruditam ente la
tución de éste por aquél en el ms. A de este idea de Diez de partir de t u r b a r e , que Schu­
poeta, ejecutado en el S. X IV por u n copista cas­ chardt concebía en el sentido de ’enturbiar y en­
tellano, nos m uestran que estamos ante u n hecho venenar el agua con torvisco y plantas semejan­
dialectal. tes, al objeto de pescar’ (V. aquí T O R V IS C O ),
L o que sí es frecuente en Castilla, y desde los 25 de donde ’pescar’ y luego ’encontrar’ ; los dos
orígenes, es el empleo de trobar por ’componer etimologistas franceses preferían * t r o p a r e deri­
versos’ : cierto «Gómez trabador» ya aparece vado de t r o p u s , con el sentido de ’componer
en un documento de Palencia de 1197 (M . P., poesía’ y luego ’inventar’ y ’encontrar’. Ya Baist
Poes. Jugl., p. 12), trobar en este sentido es co­ (K JR P h. V III, 213-4) observaba oportunam ente
rriente en el Setenario (f° 4r°), en Juan Ruiz5, 30 que Schuchardt había demostrado que t u r b a r e
en el Poema de Alfonso X I (337), y todos recor­ era p o s i b l e , pero no que fuese verosímil ni
damos muchos pasajes desde Enrique de Villena cierto, y hoy tiende a hacerse la unanim idad en
y el Marqués de Santillana. El carácter advene­ este sentido5; Gamillscheg (E W F S, s. v .; R F E
dizo del vocablo en Castilla lo comprueba la fal­ X IX , 120n.; R. G . I, 364-5), Bloch-W artburg 1 y 2,
ta de diptongación en el presente t r o b a frente 35 Jud (V R om . I, 219; V, 304; X I, 250-2) y úl­
a oc.-cat. trqba, fr. ant. trueve, it. ant. truova. timamente Spitzer (Rom. L X V I, 1941, 1-11) y
Que el vocablo se tom ó de la lengua de Oc lo K . Heisig (Romanistisches Jahrbuch I, 1949, 78-
comprueba la grafía con -b-, constante hasta 86) se han pronunciado contra t u r b a r e , y los
Nebí-, y Covarr. inclusive; trovar es una inno­ cuatro últimos aceptan la relación fundamental
vación culta de A ut. imitada del fr. y el it. 40 con t r o p u s . Es de sentir que Tud no llegara a
E n contraste con este carácter especial, el vo­ publicar el artículo que ya en 1929 tenía m a­
cablo, en su sentido de ’hallar, encontrar’, es pa­ durado sobre el problema, a juzgar por las lec­
labra esencial y general en cat., oc., fr. e it., y ciones magistrales que entonces le oí sobre el
en estos cuatro idiomas es voz autóctona y per­ mism o10.
teneciente al fondo primitivo del idioma. Esto es 45 C ontra la tesis de Schuchardt de que * t r o -
probable aun en el caso de Italia, al menos en el pa re en el aspecto semántico era arbitrario y
C entro y N orte de este país, aunque sin mucha sería un caso aislado, recalcaba el gran lingüis­
razón se haya venido repitiendo que allí es prés­ ta suizo la existencia de un buen núm ero de vo­
tam o galorromance, pero se ha hecho algo a la cablos im portantes que debían las lenguas rom an­
ligera y en gran parte por prejuicios fonéti­ 50 ces al lenguaje de los cómicos y mimos ambulan­
cos: el hecho es que en el idioma literario tro­ tes del bajo imperio, gran parte de ellos de origen
vare reina como voz general y casi única desde griego: C A R O L A , B A IL A R , Z A M P O Ñ A , A C O R ­
D ante, Petrarca y Boccaccio7, y lo mismo ocurre D A R , M U E C A , S O S A Ñ A R y otros, y aunque
en los dialectos de la zona en cuestión. E n cata­ los dos últimos, así como M IM A R y M O M O
lán nunca ha tenido concurrentes, y ya se regis­ 55 (que en seguida ocurre agregar), sean discutibles,
tra en los docs. más arcaicos, del S. XII* Claro no lo son los demás, ni otros castellanos como
que lo mismo ocurre en lengua de Oc y en fran­ C A R O C A , y ellos bastan para eliminar la obje­
cés, donde trover ya se encuentra en los prim e­ ción máxima de Schuchardt. Columbramos aquí
ros ensayos poéticos de princ. de la undécim a cen­ todo u n panoram a léxico de la Romania prim i­
turia. En cambio son ajenos a esta área lingüís­ 60 tiva, en el cual un grupo de palabras de fondo
artístico o literario tiende a abrirse paso hacia un trover en francés con el sentido de ’averiguar’
uso general y aun abstracto (recuérdese E N G A ­ (Saint Léger), de controvare en it., y de contro-
Ñ A R , fundado en última instancia en el gannitus bar en español, m uy vivaz éste en el S. X I I I :
o aullido de los remedones de encrucijada). controbar cantares para ’componerlos’, ’im provi­
P or otra parte, no cerremos los ojos a los gra­ 5 sarlos’, en el D uelo de Berceo (176c, 172d), con-
ves obstáculos fonéticos que se oponen a t u r ­ trobaduras ’improvisaciones cantadas’ (ibid. 177a),
b a r e : que la R se traspusiera y la ü se cambiara viesos nuevos contrubar en Elena y María (RFE
analógicamente en Q es algo que a Schuchardt y I, 65), controbadifo ’usual, que puede hallarse’
sus seguidores parecía evidente, y n o hay que en Alex. (I350d); es verosímil que c o n t r o p a r e
negar que sea teóricamente posible, pero a riesgo 10 dejara alguna descendencia popular en el N O. de
de parecer repetidor de conceptos ajenos, es mi España pues de ahí es posible que venga Sajambre
deber insistir en que es sumamente inverosímil acontropar 'recoger (la hierba seca)’ : hay que
que estos dos cambios excepcionales se produje­ acontropar la hierba (Fz. Gnzz., 181), cuyo étimo
sen unánim emente en cuatro romances principa­ tropa sólo me parece verosímil en calidad de eti­
les, y que el traslado de la R ocurriera en todas 15 mología popular, responsable de la p; aunque claro
partes precisamente en el corto período en que que también es lícito pensar en un cultismo puro
la -p- intervocálica francesa e italiana estaba en con ip -, al cabo popularizado.
la etapa -b- y no había llegado todavía a -v-, in­ H ay desde el latín hasta ahí una continuidad evi­
corporándose así la - B - secundariamente intervo­ dente, desde ’hablar en términos figurados’ a ’ha­
cálica de t u r b a r e al resultado norm al de la - f - 20 blar poéticamente, componer versos’. Spitzer pre­
latina (oc. y cat. -b-, pero fr. e it. -v-); y estos fiere partir de la ac. jurídica ’comparar textos,
cambios, por otra extraordinaria coincidencia, ha­ comparar ideas’, pasando a ’ponerse de acuerdo
brían ocurrido sólo allí donde t u r b a r e a q u a m sobre algo, averiguarlo, sacarlo en claro’, lo cual
había sido sustituido por el supuesto * t u r b a r e a m i entender tiene el inconveniente de tom ar
p i s c e m > trovare un pesce > trovare checchessia 25 como base el sentido que tiene contropare en u n
Demasiadas coincidencias para ser creíbles. Éste texto más tardío y de lenguaje algo artificioso
es sin duda alguna el argum ento decisivo contra como la L e x Wisigolhorum: los textos castellanos
la etimología de Schuchardt, a lo cual se agrega del S. X III indican más bien el otro camino,
que el empleo de t u r b a r e que éste toma como aunque puede ser que ambas corrientes se su­
base, se encuentra solamente en puntos sueltos y 30 maran. Pero no creo necesario adm itir con Spit­
en fecha moderna. U na etimología que semántica­ zer que * t r o p a r e fué un verdadero derivado re­
m ente no se impone y que está contradicha en gresivo de c o n t r o p a r e : no m e parece que este­
el aspecto fonético por u n buen núm ero de ro­ mos ante el caso que he señalado en A T I N A R
mances (que con arreglo a una evolución normal y T R IA R , o en el de A T A C A R . El propio Spit­
coincidirían en postular una base * t r O p a r e ) es el 35 zer llama la atención hacia la preferencia del
caso típico, si lo hay, de una etimología falsa, latín hablado por las formaciones simples como
por m uy especiosa que sea. portare o clinare (en vez de transportare o decli­
Siendo esto así, faltaría solamente hacer más nare), sin duda a causa de la poca vitalidad que
verosímil el cambio semántico de * t r o p a r e en ahí tenían las distinciones de aspecto verbal, m e­
trouver, y justificar por qué esta supuesta palabra 40 diante prefijos, a que tanta inclinación tenía el
latina no está documentada. E n este sentido sin latín clásico. * T r o p a r e pudo ser tan antiguo co­
duda ha tenido razón Spitzer en enfocar nuestra mo c o n t r o p a r e (y no una simplificación poste­
atención hacia el lat. tardío c o n t r o p a r e . N o te­ rior, comparable a cludere), pues era u n modo
nemos aquí una palabra rara de u n latín artifi­ más popular de adaptar al latín el gr. TpoitoXo-
cioso, como quería creer Schuchardt, pues no só­ 45 yeív, que en círculos más cultos se latinizaría en
lo es m uy frecuente en la L e x Romana W isigo- la form a más elaborada c o n t r o p a r e : de ahí el
thorum , sino que c o n t r o p a t i o (como señaló que éste se halle documentado y * t r o p a r e no.
Haussleiter, A L L G X IV, 360) se encuentra en A un reaccionando contra el prejuicio de M -L . de
otro escritor eclesiástico de la baja época, y apa­ que trobar ’componer poesía’ y trobar ’hallar’ no
recen varias veces en el italiano meridional Ca- 50 pueden ser una misma palabra, Spitzer sigue fiel
siodoro ( t 562) c o n t r o p a t i o y c o n t r o p a b i l i s : al prejuicio de su m aestro Schuchardt de que el
los ejs. de este escritor, citados por Spitzer, mues­ cambio semántico s ó l o es posible en el sentido
tran claramente el sentido de ’lenguaje figurado, ’hallar’ > ’poetizar’, pero no en el opuesto12. Éste
alegórico, metafórico’ ; los de la L e x W isigotho- es realmente u n prejuicio. ¿H ará falta recordar el
rum se refieren a comparaciones de testimonios 55 alem. erdichtet p or ’inventado’, ’imaginario’, el
o de leyes, y presentan una evolución posterior cast. dechado para ’modelo’? D el trobar poético
en el sentido naturalm ente aplicable a textos ju­ parte Ruiz de Alarcón cuando dice en L a Verdad
rídicos : semánticamente interesan menos, pero Sospechosa «¿a quién no engañarán / m entiras
confirman el carácter usual del vocablo; mucho tan bien trobadas?» (Cl. C., p. 105), y hoy en
mejor lo hacen todavía los ejs. tem pranos de con- «0 Cuba trova vale ’m entira’ (no m e vengan con más
trovas, Ca. 103): se trata, claro está, de un eufe­ la admirable erudición de Schuchardt, y por otra
mismo que propiamente significa ’invención’. ¿Es­ parte Ja actitud de T hom as de lim ita r. su argu­
tamos todavía en la época en que se creía que la mentación al galorrománico, los que influyeron
poesía occitana nació el día en que G uillerm o de en la aceptación de la tesis de Schuchardt por
Poitíers escribió su prim er poema? Poesía popu­ 5 p an e de muchos, y particularm ente M -L . (R E W
lar y oral la hubo sin interrupción desde la An­ 8992, 8936a), cuyos artículos sobre el problema
tigüedad hasta la baja Edad Media, y su influjo son más flojos que de costumbre. Que trobar
fué siempre grandísimo en la ideología popular13. ’componer versos’ y trobar ’hallar’ sean dos pa­
No vale la pena discutir la relación etimológica labras distintas ( t r o p a r e y t u r b a r e ) es m ani­
con el escand. ant. dr&pa 'canción de elogio cor­ 10 fiestamente inverosímil. Pronto reaccionaron eru­
tesana’ en que sueña E. v. Richthofen (Z R P h . ditos alemanes como Baist y Gamillscheg, y hoy
L X V II, 112-7). no veo más que a Rohlfs que se haya adherido
D e r i v . Trova [J. R uiz; N ebr., etc.]. Trovador recientemente a t u r b a r e (A S N S L C L IX , 300;
[1196, V. arriba]; trovadoresco [Acad. 1925, no B hZR P h. LXX XV , § 298).— 10 Siento que mis
1843]. Trovero [S. X IX a ej. de M ilá y Fontanals 15 notas de entonces no estén a m i alcance actual­
en Pagés], del fr. trouvére ( < - a t o r ) . Trovista. mente.— 11 N o es pertinente objetar el sardo
Trovo [Acad. 1925, no 1843]. Controbar, V. arriba. trubare ’coger peces’, ’perseguir la caza’, pues
1 «Esta heredad assí la dam os... por atal pleto en Cerdeña las trasposiciones de la -r- tienen
que depués de suos días que la heredad qual que carácter general y casi sistemático, no excepcio­
la trobaren los fraires... sea de la mesón de 20 nal como en el resto de la Romania, y además
Salva térra», M . P ., D . L . 263.9. Pero recuér­ no hay aquí la apertura analógica del tim bre de
dese que el galicismo abundó en Toledo a con­ la vocal.— 12 M antiene su interpretación en M L N
secuencia de la aportación francesa a la recon­ LXX IV , 134-5 agregando algunas razones que
quista y repoblación de la ciudad; y que los en parte tendrán valor (no tanto lo que Levy o
conventos y las órdenes religiosas constituyeron 25 Grim m pensaran del asunto).— n Fué Gamillscheg
otro foco de galicismo (comp. m esón en el m is­ quien sugirió a Spitzer la idea de m irar * t r o -
mo texto).— 2 Ahí casi siempre está solo en el p a r e como un derivado regresivo de c o n t r o p a r f . ;

ms. aragonés (P), en lugares donde O lee fallar éste lo explicaba como calco de un supuesto gót.
(P 1034c, 1749d) u otra cosa. Sin embargo, hay * g a t h a ú r p a n (derivado de t h a ú r p 'manada, re­
dos ejs. de trobar en un pasaje de O: «marga­ 30 baño’) en el sentido de 'juntar', de donde ’com­
rita que siempre qui.ere (y)azer sennera, / siem­ parar textos legales’, luego ’dictar sentencia’ y
pre la traban sola e non con compañera» (1314b, finalmente ’hallar', idea hipotética y forzada que
tam bién 1310c), donde quizá se trate de u n in ­ apenas vale la pena discutir; en ella es cardinal
flujo literario del lenguaje de Berceo.— 3 Pres­ el papel del retorrom ance truver 'dictar senten­
cindo enteramente del trobar del Fuero de Avi- 35 cia’, que según Gamillscheg sería imposible com­
lés, después de la concluyente demostración en prender a base de una especialización de 'hallar'.
el trabajo de Lapesa de que intervinieron occi- Pero ¿hará falta recordarle el cast. fallar y el
tanos en la redacción del fuero. Y gascón o más ingl. finding ’veredicto’? Para la semántica de
bien aragonés fué el autor de R . Magos.— 1 «En t r o p a r e , V. además K . Heisig, Romanist. Jahrbuch

el entresuelo... fueron trobados los bienes si­ 40 I, 78-86.


guientes...» invent. zaragozano de 1497, B R A E
II , 85. Como arag. lo da A u t.— 5 «Yo pinté cor- Troyeta, V. tuerca Troza mar., V. trojar
der e trobo este manjar» en 483d forma parte de
la jerga galicada de Pitas Pajas; p or lo demás T R O Z O , voz tardía en cast., probablemente to­
tiene siempre la ac. poética. N ebr., además de 45 mada del cat. o del oc. tros ’pedazo’, de origen
ttrobar: hazer versos», define «hallar, invenios, incierto, pues hay dificultad en identificarlo con
pero esto es una explicación meramente etimo­ el fr. ant. trous ’troncho de planta’, ’trozo de
lógica.— ‘ Baist, K JR P h. V III, 213-4, cita un lanza’, que parece relacionado con el lat. t h y r -
cast. ant. trueba del cual no tengo ejs. a mano, su s ’tallo’; es posible que destrozar sea altera­
y que en todo caso será muy raro. E n Berceo, 50 ción del oc. y cat. ant. destrossar ’desvalijar, sa­
troba es constante, y ya he citado u n ej. en quear’ (perteneciente a la familia de T R O J A R ),
Alex.— ’ E n el sentido poético está va en el y entonces ¡as irregularidades fonéticas que pre­
romano Giacomo da Lentino, prim era mitad del senta el oc. y cat. tros como descendiente de
S. X III, Monaci, Crest. XXX, :i, 13.— 8 «M ená- t h y r s u s se explicarán p o r el influjo de este ver­

se • n zos porcs e • z bous e tot aitant cant i 55 bo destrossar. 1.a doc.: APal. («lancinare es m u­
trobái, Pujol, Docs. en vulgar de la diócesi cho arrincar y fieramente fazer tronos y despe-
d ’Urgell, p. 13, lín. 5 del final. O tro en doc. de da<^r en partes»).
1250, ibid. p. 25.— ’ Dejando aparte las tenden­ Para el estudio del origen de trozo y destrozar
cias nacionales, que no pudieron dejar de influir, es fundam ental el cuidadoso trabajo de Malkiel,
fueron sobre todo el gran respeto que merecía <• Philol. Q. X X IX , 1950, 151-71. No se le puede
reprochar más que un defecto, pero éste es gra­ del catalán y la lengua de O c'. T rata Malkiel
ve : el haber querido resolver u n problema inter­ de explicar la fecha tardía de trozo con su idea de
romance ateniéndose sólo a la historia del vocablo considerarlo derivado secundario de destrozar, pero
en castellano; si trozo sólo existiera en este idio­ poco adelanta con esto, puesto que destrocar sólo
ma, sería una solución sencilla del enigma la que 5 se documenta desde el Laberinto de Juan de Mena
él nos propone de ver en destrozar la continua­ (1444), cuarenta y seis años antes que A P al.:
ción de un * d e s t r O c t i a r e derivado de d e s t r u e r e diferencias tan reducidas no es seguro que sean
(siguiendo una idea de Cabrera y de M -L ., R E W , significativas, y aunque puede ser cierto que en
1.a ed., 2605), y m irar trozo como derivado re ­ el período preclásico destrocar fuese algo más
gresivo de destrozar, según el modelo de pedazo 10 usual que troco (hasta 1550 sólo logra Malkiel
junto a despedazar. Malkiel subraya con razón la agregar un ej. de destrocar en 1461 y otro en
m odernidad de trozo y destrozar, pero no presta Garcilaso el Poeta), no parece tampoco que fuese
atención al hecho de que el oc. y cat. tros se voz muy extendida (es ajena p. ej. al léxico de
documenta tres siglos y medio antes que la voz la Celestina).
castellana, puesto que ya está en M arcabrú y en 15 Si cotejamos con el léxico portugués se confir­
Girart de Rossilhon, y tampoco menciona la di­ ma tanto la fecha tardía del sustantivo y el verbo
ferencia de vitalidad y frecuencia de empleo que en iberorromance como la escasa diferencia en­
existe entre la voz catalano-occitana y la caste­ tre la aparición de los d o s : del port, troco hay
llana. ya varios ejs. en la 1.a mitad del S. X V I (Al­
El cat. y oc. tros es el vocablo único que 20 buquerque, Mendes Pinto, Ju an de Barros, L o­
tienen estos idiomas para expresar la idea de ’pe­ pes de Castanheda), del p o n . destrocar el p ri­
dazo’, m ientras que, según él mismo observa, el mero parece ser el que Moraes cita de la Crónica
cast. trozo sólo aparece en los clásicos en el sen­ de Alfonso V p or Ruy de Pina h. el a. 1500.
tido de «pedazo o parte de alguna cosa material­ De una palabra tan tardía es arriesgado pensar
mente c o r t a d a o separada de o tra » : Diego 25 que continúe un lat. vg. * d e s t r u c t i a r e , que,
G racián (h. 1545) y Cervantes sólo hablan de gracias a su significado, habría tenido muchísi­
troços de lança, Franciosini de cruz de dos tro- mas ocasiones de figurar en las infinitas narra­
ços, para Covarr. troço es ante todo «el pedazo ciones bélicas que forman la literatura cast, y
del leño», y la escasa vitalidad del vocablo por port, medieval, entre ellas obras como los Poe­
este tiem po se refleja en el hecho de que no 30 mas del Cid, de Alfonso X I y otros, de los cua­
sólo falta del todo en los dicc. de N ebr., PAlc., les poseemos vocabularios completos. L o proba­
A. de M olina, C. de las Casas (1570), etc., sino ble es, pues, que destrocar no existiera en el
que es vocablo todavía ajeno al léxico de autores castellano medieval; así y todo, podríamos arries­
tan tardíos relativamente como Góngora y Ruiz garnos a adm itir esta etimología si la existencia
de Alarcón. Es cierto que el aras, troz es más 35 del vocablo estuviera confirmada por otros ro­
antiguo, pues ya aparece con cierta frecuencia mances, que no es el caso, o si nos decidiéramos
desde 1369 (Pottier, VRom . X , 213), pero esta a dar u n étimo diferente a destrozar y a trozo
anticipación aragonesa es nuevo indicio del ca­ (según hacía M -L . en la prim era ed. del R E W ),
rácter im portado del vocablo. pero Malkiel tiene razón al afirmar que alguna
En los idiomas vecinos del N ordeste, a ambos 40 relación ha de haber entre las dos palabras, y
lados del Pirineo, tros ha sido siempre la tra­ esta misma idea parece haberse im puesto a M -L.
ducción normal de ’pedazo’, de suerte que en cuando suprimió el artículo * d e s t r u c t i a r e en su
catalán es forzoso decir un tros de pa, de roba, última ed. Pero si admitimos que destrozar y
de carn, de cami, de terra, etc.; claro que hoy trozo son solidarios, es evidentemente imposible
expresiones equivalentes serían, al menos en p ar­ 45 decir que trozo se sacó de destrozar, cuando un
le, posibles en cast. y en port., pero no lo eran verbo análogo ni siquiera existe en lengua de Oc
en el Siglo de Oro, y hoy el cast. trozo sigue te­ y apenas puede decirse que exista en catalán,
niendo un fuerte resabio literario, como voz del lenguas donde tros tiene precisamente su hogar
lenguaje elevado, lo que hace que sea m ucho más propio y su existencia más antigua2. Debemos re­
corriente hablar de trozos escogidos o de trozos 50 conocer, pues, que el camino indicado por M al­
para lecturas que de trozos de carne o de tierra; kiel es impracticable, por m ucho que lo sintamos,
un campesino dirá norm alm ente en Cataluña m e’n pues esto aportaba una solución simple de un
vaig al tros cuando se dirige al campo de su problema ciertamente oscuro y embrollado.
propiedad, pero una expresión semejante resulta­ M e apresuro a conceder que casi todos los otros
ría inaudita en castellano, a no ser en el de A ra­ 55 étimos que se han propuesto son manifiesta­
gón. La diferencia fonética entre la forma trozo m ente im posibles: Spitzer (L exik. a. d. Kat. 132)
del cast. norm al y el arag. troz es otro indicio sugería con reserva u n cruce del it. tozzo ’zo­
del carácter advenedizo, que ya sospecharon M -L. quete, pedazo’ (de origen m uy in cierto : él lo
y otros en vista de la correspondencia anómala deriva de un * t u d i t i a r e en relación con t u n -
de la o no diptongada castellana con la p abierta 60 d e r e ’golpear’, solución inverosímil) con el tipo
trencar ’quebrar’ (V. T R A N Z A R ), idea vaga e «tors: pars piscis» (Donatz), pecejar a m enutz
increíble a todas luces; Brüch (Aíisc. Schuchardt, tors (Jaufré, etc.). Y justam ente e-ote tcrs, que
69) quería partir del galo, lo que estaría bien si tan bien coincide con t h y r s u s en la posición de
pudiera encontrarse algo análogo en las lenguas la r , por otra parte revela su identidad con tros
célticas, pero nada hay3; la idea de García de 5 en el detalle de tener o abierta en las rimas de
Diego de partir de t o r ö s u s ’abultado’ (B R A E estos dos textos.
V II, 260; R F E IX , 347) debe calificarse de des­ Pues bien, ahí tenemos el cuadro de con­
cabellada. tradicciones típico de los vocablos resultantes de
Sólo es posible abogar en favor de la etimolo­ u n cruce o contaminación entre dos familias dis­
gía de Diez (W örterbuch, 322), que igualaba a 10 tintas. ¿Serán éstas t h y r s u s y el ignoto * t r 6 -
tros con el it. torso ’tallo de planta’, ’busto de c i u ? Puede ser, pero antes de resignarnos al re­
persona’, prolongación evidente del lat. t h Í r s u s conocimiento de im potencia, que es siempre el
’tallo’ : para ello se apoyaba en el fr. ant. tros, postular una base sin asidero en ninguna parte,
trous, que significaba ’troncho de col y de otras hemos de ver si queda otro camino, y en este
plantas’, pero acumulaba con ésta la significación 15 sentido puede haber algo de bueno en la actitud
de ’trozo o pedazo de lanza’4, en común con el de Malkiel de conceder una parte im portante al
oc.-cat. tros y el cast. trozo. Era apoyo tan bue­ verbo destrozar. Como pone de relieve el hispa­
no que esta etimología ha seguido siendo adm i­ nista californiano (en sus notas 25-31), los ejs.
tida por muchos autores más modernos, y M -L. más antiguos del cast. destrozar no presentan el
(R E W 8725), aun reconociendo las graves difi­ 20 sentido de ’partir en pedazos’, sino el de ’derro­
cultades fonéticas, no se decidió a descartarla. tar, desbaratar’ y hasta ’destruir’ : «una gente...
Pero estas dificultades son muy reales: la metá­ la qual venía destrocada e vencida de gente ene­
tesis de la R es completamente anómala, al m e­ miga» (Crónica de Lucas de Iranzo, a. 1461),
nos en sílaba acentuada5; el cat. tros tiene o «sabiendo como venían destrozados y huyendo»
abierta constante, y éste es tam bién el tim bre que 25 (López de Gómara), «que aquel terrible furor lo­
predomina en lengua de O c; además en el occitano co / les empeciese poco y recibiese / tal estrago
medieval hay dos o tres testimonios de una final que fuese destrozado» (Garcilaso), «de banderas
trotz (Cansón de la Crozada, Mulomediciná). rom pidas, / de naves destrocadas, de hombres
¿Hay, pues, que postular un tipo * t r ö c i u muertos» (Góngora), etc.; esto coincide con los
de origen desconocido, quizá prerrom ano? T al 30 ejs. antiguos del cat. destroca: «ferí en m ig deis
vez sí, y de ninguna m anera quiero asegurar que moros tan bravam ent que feren una gran destro­
no sea esto lo mejor. Sin embargo, he de adver­ ca», «ana contra Alcúdia y los del Rey m ataren-
tir en seguida que esto no lo arreglaría todo ni lo en una destrossa», o sea ’m atanza’, ’descalabro’.
mucho menos. Por lo pronto hay otras rimas en Pero en realidad hay ejs. más antiguos del cat.
lengua de Oc antigua que prueban u n timbre 35 destrossar, que presentan u n sentido muy distin­
rrps (justamente en los dos primeros testimonios, to y revelador: el rey de N ápoles, hablando de
M arcabrú y Girart de Rossilhori), y hoy esta pro­ la hazaña de C urial al despojar de su nave a un
nunciación es propia del Lemosín, y según M is­ corsario, dice «molt m ’a servit en destrossar aquell
tral se encuentra en los Alpes y parte del L an­ ribaut d ’Ambrosino de Spíndola», y luego, refi­
guedoc, o sea en zonas donde forma la continua­ 40 riéndose al rey de Sicilia, de quien era súbdito
ción natural del fr. ant. y dial, trous. El sentido este corsario agrega «si Corrali no • 1 ha destros-
de éste se separa considerablemente del tros cat.- sat, havent-lo • y ell m erescut, com lo destrossaré
oc., pues es solamente ’troncho de planta’ o ’peda­ yo, que a m i n i a vassalls meus no ha feta ofen­
zo de lanza’, acs. que se explican m uy bien por sa alguna?» (Curial e Güelfa, N . Cl. II I, 30.13,
thyrsus. ¿H abrá que explicar el fr. trous por 45 31.7, 8), es decir: si Conradino no le ha despo­
t h y r s u s y el cat.-oc. tros ’pedazo en general’ por jado de su galera cuando cayó en su poder, ¿có­
un étimo desconocido, pero diferente, y adm itir mo voy a quitársela yo? Estamos, pues, ante la
que hubo roces y compromisos entre los dos ti­ misma palabra que el oc. ant. destrossar y fr. ant.
pos? Esto ya se iría haciendo verosímil, pero destrousser «détrousser, dévaliser», otras veces ’sa­
siempre permanecerá dudoso mientras no pueda 50 quear, despojar’, del cual tenemos claros ejs. oc-
concretarse más la etimología de tros. Por otra citanos del S. X IV («gent d ’armas lor feriron
parte, cuesta creer en la realidad de esta sepa­ desús e los destroseron et prezoneron la majer
ración. Tam bién el oc. tros significa ’troncho de part», «e disso lo dit messatge que era stat des-
col’ en M arcabrú y en D audé de Pradas, y por trosat en lo camin») y otros muchos en francés
otra parte hay una variante tors documentada 55 medieval, desde el R om án de Thébes“. Es evi­
m uchas veces en el Jaufré, .los Gesta Caroli, el dente que esto es u n derivado negativo de trous-
Breviari d’A m or y el D onatz Proensals (Levy, ser, oc.-cat. trossar ’cargar u n animal’, de donde
V III, 315, 498), y si en uno de estos textos vale des-trossar ’despojar de la carga’. Pero como des­
’pedazo de lanza’, en los demás tiene precisa­ trossar se aplicaba a acciones de guerra, era fácil
m ente el sentido cat.-oc. de ’trozo en general’ : «0 que el vocablo entrara en contacto con tros ’pe­
dazo’ y que la idea de ’saquear’ tendiera a con­ raíz ajena al céltico y sólo documentada en bál­
vertirse en ’hacer estrago en el enemigo’ bajo el tico, la del lit. trükti ’desgarrar, reventar, rom ­
influjo de trozo: sobre todo en castellano, donde per’; 4.° como ésta sólo perm itiría una base
el verbo trosar ya no existía en el S. XV (ni si­ T R U K - con - K - sencilla, en desacuerdo con la ch
quiera apenas en la forma T R O JA R , ya fuerte­ 5 galesa, adm itiendo que hubo una «geminación ex­
m ente alterada y alejada fonéticamente), destrozar presiva» * t r u k k - ; y 5.° el galés sólo perm itiría
había de aparecer como u n derivado de trozo, suponer * t r ü c c o - , e imagina un derivado * t r u c -
tal como despedazar lo era de pedazo, y evolu­ c i o - como punto de partida de las voces romances.
cionar semánticamente en consecuencia. Es precisam ente este cúmulo de detalles distin­
Que este influjo actuara ya en catalán y occi- 10 tos que no coinciden el que constituye la señal
tano quizá es menos evidente, pero no menos más característica de las pistas etimológicas fal­
seguro, pues los ejs. de destrona en el Tirant y sas. Seguramente por ello trata de apoyar su
en el S. X V I lo comprueban, y hasta lo perm iten hipotético t r u c c o - buscando una serie de datos
los citados testimonios occitanos, donde tanto co­ romances que corroborarían la existencia de este,
mo de un desvalijamiento parece tratarse de la 15 eslabón de enlace entre lo romance y lo posible
destrucción global de una partida de gente («los en céltico. Pero ninguno de estos datos está do­
destroseron e p r e z o n e r o n»). Ahora bien, el cumentado antiguamente, ninguno es palabra bien
presente de trossar, y por lo tanto el de destros- conocida y perteneciente a una lengua o dialec­
sar, tenía o abierta, y si destrossar sufrió el in­ to im portante; sus fuentes son obras de tan mala
flujo semántico de tros es tam bién probable que 20 fama como los dicc. de Bulbena y G riera (llenos
la acción fuese recíproca, y que a ella se deba la de erratas de comprensión y de copia) y u n in ­
o abierta de tros y aun la metátesis de su r 7. En ventario catalán que contiene otras palabras m a­
el caso del fr. antiguo trous, si tal influjo existió, nifiestamente mal leídas y cuyo contexto, por lo
era ya más remoto, pues a ello se prestaba me­ demás, no revela en absoluto lo que pueda sig­
nos el sentido más restringido del vocablo (’trozo 25 nificar el vocablo; lo peor es que estos datos
de lanza’ y ’troncho de col’), pero todavía no es son esporádicos y aislados geográficamente unos
inconcebible mientras de trozos se trata, y sobre de otros (luego es difícil que haya ahí nada de
todo bastaba la vacilación general del fr. ant. en­ prerromano), y todavía alarma más el hecho de
tre trossel y torsel ’paquete’, trossoire y torsoire que en su mitad procedan de zonas tan ajenas a lo
’atadura de paquete’, trosser y torser ’enfardar’, 30 céltico como Calabria y el País Vasco. Está claro
para que esto pudiera repercutir sobre T H Y R - que este bearnés local trouc ’tuero o pedazo de
su s , determ inando la metátesis trous. Así, pues, tronco’ resulta de u n cruce de los sinónimos co­
quedarían eliminadas las dificultades que se opo­ nocidísimos trounc y souc (de la familia del fr.
nían a la vieja etimología t h y r s u s . Quizá será souche, vid. T O C Ó N ); que si el cat. (roe* existe
mejor no darla como segura del todo mientras 35 realmente saldrá tam bién de tronc cruzado con
no se encuentren en el Sur y en el N orte de soc; que algo paralelo ocurrirá con el leonés lo­
Francia testimonios más copiosos y más claros cal trueco (tronco X zueco); y que el calabr.
del influjo de tros sobre destrossar, pero desde tróccanu viene de tronco combinado con ciocco
ahora me parece que ésta es la solución más de­ (con el cual lo traduce Rohlfs). Ahí mismo re­
fendible, y la única que tiene u n grado conside­ 40 chaza H ubschm id u n artículo de T ilander (Studia
rable de probabilidad. Neophilol. X V I, 185-194), que m e había esca­
AI corregir las pruebas llega a mis manos el pado, donde este erudito explica trozo a base de
artículo de J. H ubschm id, Rev. Port. de Filol. un * t o r t i a r e , derivado de t o r t u s ’torcido’ (pro­
V, 1-25. Vuelve esencialmente al punto de vista puesta desde luego inaceptable), y en ZR Ph.
de B rüch: separar el oc.-cat. tros y cast. trozo 45 L X X II, 4, n. 1, agrega contra éste la razón su­
del fr. ant. trous, derivando éste de t h y r s u s y plementaria de que destrozar tendría z sonora en
relacionando aquél con el galés trmch. En prin­ castellano antiguo, citando u n ej. aislado de este
cipio no hay por qué rechazar la posibilidad de vocablo en el Fuero de Soria de 1256: por lo
u n origen prerromano, por más inverosímil que visto ignora H ubschm id que los mss. del S. X III
resulte separar etimológicamente dos vocablos ro ­ 50 no distinguen todavía entre ( y z, empleando
mances tan íntim amente trabados. Pero la rela­ ésta para representar la sorda.
ción con tr&ch no logra establecerla sino a costa D eriv . Troza ’tronco aserrado’ [Acad. ya 1843].
de hacer una quíntuple violencia a los hechos Trozar [princ. S. X V II, Picara Justina; B. Val-
o a las opiniones com únm ente recibidas: 1.° pres­ buena]9. Trocear mure., arag. (V. arriba). Troje­
cindiendo del hecho de que el cat.-oc. tros pre­ 55 zada, conserva [Acad. 1936, no 1843], segura­
senta o abierta y no la continuación de una 0 ; mente tomado del cat. trossejada ’cortada en peda­
2.° rechazando (sin mencionarla siquiera) la eti­ zos’, con metátesis. Sotrozo [1696, Vocab. Mar. de
mología comúnm ente aceptada que enlaza trw ch Sevilla], Con sotrozo puede relacionarse Campoo
con la familia t r e n k - (a base de t r o n k - s o - ) , bien escontroz ’pieza de madera que sirve para calzar
representada en céltico; 3.° atribuyéndolo a una 60 piedras o maderos para que, cargados al carro, no

V. — 43
se escurran o desnivelen’ (G. Lom as); no puedo con détresse y por lo tanto es * d estrictia re ;
confirmar la existencia de un port, enlronço o y tam bién el raro destrochier ’dispersar’ en G ui-
retrouço (no en Fig.), santand. controzo (no G. llaume G uiart (Orléans, 1307), que deriva de
Lomas), Soria entrozo, zamor. estrouzo, todos ’so­ troche «paquet, faisceau», herm ano del cat. tro­
trozo’, citados sólo por G dD D 6692 (y que si exis­ 5 ca ’madeja’, que suele derivarse de torca =
ten nos invitarían a revisar la derivación de sotro­ TORQUES.— ' E n cuanto a la forma trotz ya no
zo). se explica así, pero de todos modos se trata de
Destrozar [1444, V. arriba; ast. estrozar, V]; una forma minoritaria y relativamente tardía. Los
el santand. esturunciar(se) ’descomponerse, destro­ ejs. del S. X II (M arcabrú; G. de Rossilhon)
zarse’, ’desencajar, rom per con violencia’, ’derrum ­ 10 tienen -s asegurada p o r la rima, y lo mismo ocu­
bar’ (G. Lomas) está seguramente por *destrunciar, rre en la gran mayoría de los ejs. T rotz sólo
alteración de destrozar bajo el influjo de T R A N ­ está en la Cansó de la Crozada y en la M ulo-
Z A R (desde luego, no de * d e t r u n c e a r e , así G dD D medicina; en la Cansó está repetidam ente, pero
2235); santand. tronzar ’aserrar’ parece sacado de alternando con el plural trosses, luego será una
tronzón ’tarazón, trozo’ (ibid.), y éste del fr. tron­ 15- forma analógica de bratz frente al plural brasses,
çon. Destrozo [«destroço de g e n te : profligatio», latz -o lasses, litz lisses, etc.— 8 En el D AlcM .,
N ebr.]; destrozador; destrozón. Gall. estrocelar cubierta del fase. 88 (1953), se prueba que este
'hacer pedazos’ (Sarm., 1755, CaG. 183u). cat. troc(h) es en parte una errata de lectura por
C pt. A troche (y ) moche [Covarr.]'0 parece asi­ croc(h) ’gancho’, en parte error de copia por
milación (provocada por la rima) de a *troce y 20 tronc, y que fuera de esto, troc(h) solamente sig­
moche, postverbales de trozar y mochar. nifica ’agujero’ (< t r a u c u = fr. trou).— ’ «Bien
1 El verbo trocear sólo es murciano y aragonés trocada su cola» hablando de un caballo en la
(empleado por A. Oliván, t 1878, de esta re­ Crónica de Iranzo (cita de Malkiel, nota 46), más
gión), mientras que el cat. trossejar ’despedazar, bien me parece corresponder al fr. troussée.
desm enuzar’ es voz general en el idioma, con 25 Trozar ’hacer trozos’ es popular en Cuba, Ve­
sus derivados trossejament y trosseig. Tam bién nezuela y otros países de América (Malkiel, no­
esta m enor facilidad para formar derivados es tas 48, 49), tam bién en la Arg. (Tiscom ia, M .
típica de los préstamos lingüísticos, estériles co­ Fierro coment., p. 110; L uis Franco, L a Pren­
mo buenos híbridos.— 2 Ag. no tiene un artícu­ sa, 17-IX-1944). Ejs. antiguos en Cuervo, Disq.
lo destroçar, y hoy sigue siendo esta palabra in ­ 30 1950, p. 138.— 10 Como voz vulgar o mal sonante
comparablemente menos empleada y castiza que en Pedro Espinosa (1625), Obras, 194.13. Ejs.
su concurrente trossejar. Sí hay un artículo des- clásicos, B R A E X II, 679-80.
troça ’matanza’ en Ag., documentado sólo en
un texto mallorquín de h. 1525 y en un pasaje Trubieco, V. troj Trucar, V. trocar Tru-
de Tirant lo Blanc (h. 1470). Pero ya veremos 35 cidar, V. truculento Truco, V. trocar
como puede explicarse estar palabra.— 3 Es abu­
sivo decir, como hace, que el galés trw ch ’m u­ T R U C U L E N T O , tomado del lat. trücüléntus
tilado’ perm ita suponer u n galo * trocos (de ’fiero’, ’amenazador’, derivado de trux, -ucis, ’fie­
donde el *Trocios que habría dado tros): la ro’, ’silvestre’. 1.a doc.: 1615, Quijote II, xxxvi,
ch galesa tras vocal no puede venir de una -c- 40 138.
intervocálica (que en galés daría -g), sino de Está tam bién en la Corona Trágica de Lope
ciertos grupos de sibilante como -s w -, -PS-, -KS-, (1627) (Aut.), pero no en G óngora, Covarr. ni
-SP- (Pedersen, Vgl. Gramm. I, 517). E n efecto, O udin. H oy palabra bien conocida, aunque de
el galés trw ch representa una base *TRONK-SO- tono literario.
según W alde-P. (vid. mi artículo T R A N Z A R ).— 45 D eriv . Truculencia. Trucidar [Juan de Mena,
* M uy frecuente desde el S. X II (Chrestien, en /4ur.], raro, de trucidare ’degollar, hacer m a­
Wace, Les Loherains) hasta Rabelais, y todavía tanza’, otro derivado de trux.
usual en dialectos del C entro, Sudeste y Sud­
oeste. A los ejs. de God. agréguese trous «tron­ T R U C H A , del lat. tardío t r u c t a id., voz de
çon, bout» en el Tournoiem ent d ’E nfer escrito 50 origen forastero, probablemente céltico. 1.a doc.:
en la zona de Blois a fines del S. X III (Rom. Berceo.
X L IV j 557).— 5 A un en casos como cat. préssec, «Vedié el santo omne devoto en su lucha, /
cast. prisco per sic u s , o en trossa, trossar, pro­ comiendo pan e agua, non anguila nin trucha»
bablemente de to rsus (V. T R O JA R ), hemos de S. Mili. (I45d; tam bién S. D otn. 490d). Tam bién
creer que el punto de partida de la trasposición 55 en el Libro de la Casa de Sancho I V (pasaje ci­
estuvo en derivados de la misma familia donde tado s. v. G A R F IO ), en Juan Ruiz, en Juan M a­
la r estaba en sílaba átona: trossar, presseguer.— nuel (Libro del Cauallero, Rivad. L I, 251b31);
* D e esto hay que poner aparte destroissier «met­ N ebr. ttrucha, pescado conocido: mena». D e uso
tre dans la détresse» y alguna vez ’hacer m a­ general en todas las épocas. El lat. tructa aparece
tanza’ (V. los ejs. en G od. y Tobler), que va sólo en textos tardíos: S a n ' Isidoro1, Euquerio
(Migne, Patrol. Lat. I, 18), G regorio de T ours guros de tres vocalismos diferentes <?,<?( = 0 , ó)
y en la Anthologia Lat.; tam bién está ya en San y y , diversidad que no puede asotnbrar en una
Ambrosio (2.a mitad S. IV), donde los mss. va­ palabra de origen extranjero en latín.
cilan entre trocía y trucia, y u n masculino tructus Quedando, pues, descartada la etimología gr.
figura en Plinio Valeriano (S. IV). Se ha dicho 5 zptiiv.ir¡q, hay que pensar en otras. Parece que en
que el lat. trucia se tom ó del gr. TpiixTT.ç, pro­ lígur ’trucha’ se decía porko- (de donde el nombre
piam ente ’voraz’, pero este pez griego, según la de río Porco-bera), hermano del irl. med. ore ’sal­
descripción detallada que del ' mismo dan Eliano món’, del gr. -áfixri y del a. alem. med. forhel ’tru ­
y Filón, era una especie de tiburón2, según co­ cha’ (Pok. IE W 821.11, 129.36). Se podría pues
rresponde a la formación etimológica del vocablo, 10 imaginar que, así como en lugar de p o r k o - ’cerdo’,
y así no pudo convertirse en el nombre latino de que debía cambiarse en célt. * o r k o - , las lenguas
la trucha, como observan E rn o u t-M .; sugiere este célticas han introducido t o r k o - (vid. DECat., s. v.
dicc. que sea palabra tomada de otro idioma, en truja, y aquí s. v. T U E R C A ), hubiesen cambiado
relación con el galo t r u c a n t u s , de donde viene también en alguna parte o r k o - en T R K -, o algo
el oc. ant. troguen, mod. turgan ’gobio’, «vieille 15 parecido, como nombre de los salmónidos. Idea que
truite à grosse tête», lo cual es más razonable. podría explorarse mejor, aunque me parece poco
Cierto que en glosarios griegos se explica el gr. probable.
Tp(I)XT7jç por el lat. tructa, y es posible que haya En definitiva me inclino a creer que el lat. tar­
existido esta equivalencia, pues hoy TpóGTO. desig­ dío t r u c t a es el resultado de una síncopa tem ­
na la trucha en el griego de Bova, y T p o i k a . fi­ 20 prana de un célt. * t r ú k a n t a hermano del célt.
gura con este sentido en el dicc. romaico de So­ t r u k a n t o s (V. arriba). El carácter anómalo de la
mavera (1707)3, pero estas formas, a juzgar por acentuación t r ú k a n t a , acentuación que sin em bar­
la -a , han de ser tomadas del latín. N o parece, go no era anormal en céltico, bastaba para deter­
pues, que Rohlfs tenga razón al partir del gr. minar tal síncopa, al popularizarse la palabra en
Tp(LxTT|ç para las formas dialectales del Sur de 25 latín. No olvidemos que son de origen céltico pro­
Italia (A S N S L C LX IV , 148; ZR Ph. L II, 491; bado muchos nombres romances de peces afines,
E W U G , § 2227); sin embargo, puede concedér­ como el salmón, la saboga, el sábalo, el esguín,
sele que en esta región y en Grecia se produjera etc.; cf. además el célt. s a l a r ’trucha’ en el nom ­
una mezcla puram ente material entre la palabra bre s a l a r o d u n u m de Salardú, alto Valle de A rán;
de origen romance y el viejo nombre griego del 30 quizá la tenca, la teiña, troncho, reo, uxe y otros
tiburón. Bibliografía acerca de la palabra latina gallegos que hemos visto supra.
en Sofer, 65. L a pesca de la trucha se practicaba en gran escala
Ignoramos cuál era la cantidad de la u del no sólo en los innumerables ríos alpinos, italianos
latino t r u c t a , aunque la grafía trocía de ciertos y franceses, de territorios de substrato céltico, sino
mss. de San Ambrosio podría indicar una u bre­ 35 muy particularmente en el Rin, el Mosa, el Mosela
ve. El testimonio de las formas romances es con­ (m ultitud de testimonios en Ausonio), y en los lagos
tradictorio : el cast, trucha y el port, fruita pa­ Lemán, Mayor, Como, G arda, etc., zonas em inen­
recen indicar O4, lo cual coincidiría con el ags. temente célticas.
trüht (Jud, ZR Ph. X X X V III, 38), pero teniendo Agrega datos sobre la im portancia y el pasado del
en cuenta que Ü L T da uch hay que conceder la 40 célt. t r u c a n t u s Benvenuto Terracini, Rivista di
posibilidad de que trucha venga de t r ü c t a ; el fr. Filología X L IX , 430. El oc. tragan o turgan resulta
truite y cat. truita pueden venir de 0 o de 0 , difícil­ de otra adaptación de t r u k a n t o s a la fonética
mente de ü, aunque no es posible descartarlo del latina (como ya ve R E W 8941): de ahí oc. mod.
todo (comp. lutte, lluita, ’lucha’, frente a oc. lo­ turgan, tourgan, trougan, «vieille truite, truite à
cha); en oc. ant. hay tres testimonios de trocha 45 grosse tête» es conocido hoy en Provenza, desde
(ninguno en rim a) y uno de fruita; prov. troucho Niza a Marsella, y además en alguna otra variante
supone 0 ; aran. trwçjta, tru¡4ta o trú{ta, lo cual en Rouergue, Quercy y algunos puntos de G as­
indica ü o bien O; lo mismo puede decirse del cuña, donde en parte se trata del barbo o el gobio"
lor. trceyt, mientras que las formas francoproven- (Mistral TdF ); en cambio no parece ser autóctono
zales y del Franco Condado como trate, traete, 50 en las hablas de Oïl7. Será bueno también no perder
trota, y el norm. trwat postulan precisamente u de vista la forma masculina tructus empleada por
breve (H om ing, Litbl. X X I, 291), e igual ocurre la más antigua autoridad del vocablo, Plinio Vale­
con el bergamasco troyta y otras formas de la riano (S. IV), que tanto nos acerca al masculino
Alta Italia (Jud, l. c.); sin embargo, el lomb. y t r u k a n t o s (Holder II, 1971).

piam. trü(f)ta y el venec. fruta corresponderían 55 D eriv . Truchero.


a O según R ohlfs; y el sic., calabr., Irp in o trotta, 1 «Piscium ... nomina instituta sunt... a colore,
Campania trç ttf, Abruzo trçtta, Romagna trçta u t... auratae, quia in capite auri colorem ha-
(> it. tròta)5, sardo trotta y albanés trojtç6 pos­ b en t; et varii a varietate, quos vulgo tructas vo-
tulan precisamente 0. En resumen, hay varias for­ cant» Etym . X II, vi, 6 .— 2 Vid. D ’Arcy W.
mas ambiguas, pero tam bién hay testimonios se­ 60 Thom pson, A Glossary of Greek Fishes, s. v.—
3 Ciertos dicc. del griego moderno, como el de T R U C H IM Á N , del ár. turgumán ’intérprete’,
H epites, dan tpcóxttjc como ’trucha’, pero ad ­ derivado de tárgam ’traducir’. 1.a doc.: trujamán,
virtiendo que en la lengua hablada se dice necr- h. 1280, 1.a Crón. Gral., 55b; h. 1300, Gr. Conq.
Tpócp-r); luego esta equivalencia carece de valor.— de Ultr., 213.
4 El gall. tróüa no enseña nada pues es normal 5 L a forma castiza en castellano es trujamán, que
que todo ui pase a oi en G alicia: jroita, loita, es tam bién la que aparece en N eb r . 1 («trujamán
choiva, etc. La trucha figura como uno de los en arávigo: interpres»), en el Quijote y en otros
peces más astutos a los ojos de los pescadores, autores del S. X V I citados p o r A ut.; es también
que en Galicia no vacilan siquiera en alterar el la única registrada por O udin y C ovarr.; A ut.
curso de los ríos para poder cogerlas, V. la in­ to sólo admite ésta y trujimán; J. R uiz empleó el
formación dada por Sarm. y Pensado en CaG. derivado trujamania. L a forma hoy más conocida
69, p. 93. No es extraño, pues, qúe el gall. iroita truchimán [Acad. ya 1817] se tom ó del fr. tru-
haya sido empleado figuradamente por los rústi­ cheman [S. X IV ], L a otra variante dragomán o
cos en el sentido de ’astucia, picardía’ (Sarm., drogmán se tomó del it. o de la lengua de Oc,
Coplas 1088); palabra que por elemental razón 15 los cuales a su vez la tom aron del gr. bizant.
fonética no puede ser el equivalente del cast. 3pafoú)iavoc;, y éste quizá del árabe (tal vez del dia­
treta, aunque no es imposible que sufriera algún lecto de Egipto, que pronuncia el i como g), vid.
influjo de éste .— 5 M -L ., R. G. I, §§ 16, 461, D. Lopes, X I V Congr. Intl. des Orientalistes III,
para explicar la extraña -í- sencilla del it., suponía 258; Sainéan, Sources Indig. II, 412; pero más
que se había tomado del gr. med. ■tpu>x'n¡‘; (no 20 bien saldrá del persa medio turgumán (V. abajo,
está en Sophoclés ni D u C .: parece ser forma nota) o directam ente del arameo. En árabe se voca­
supuesta por M -L., de acuerdo con la fonética liza taréamán, targumán o turéumán, esta última
histórica), con el mismo tratam iento que en gua- forma la usual en España a juzgar por R. M artí
tare < germ. w a h t a n . Pero como es extraño el y PAlc.; comp. D ozy, Gloss. 351; Suppl. I , 144;
influjo griego en el nombre de u n pez de agua 25 Eguílaz, 508; N euvonen, p. 175.
dulce, y teniendo tt casi todos los dialectos del No está la etimología arábiga de truchimán acla­
Centro y Sur de Italia, hay que abandonar la rada hasta los últimos detalles, y en particular es
idea. Más natural parece este origen dialectal su­ chocante la s (o p) del cat. torsimany, torc-, forma
gerido por Rohlfs, pues es comprensible que los muy frecuente, y constante desde princ. S. X IV
florentinos tomaran el vocablo de algún dialecto 30 (doc. de 1326, y ya en M untaner, y como nombre
de los Apeninos .— 6 O da e y 0 da u en albanés: del Dicc. de Rimas de L . de Aversó, h. 1390 etc.)2.
G G r. I 2, p. 1054.— 7 L o mismo sobre el pasado Sin embargo no creo que haya que dudar de esta
lejano de t r Úk a n t o s que sobre el del oc.-fr. etimología arábiga. En verdad hay un curioso pa­
trogan, trug-, sabemos poco. Éste es ajeno a los recido con el nombre de los TeXjjirjaaéet;, los fa­
principales dicc. del francés y aun a los del occi- 35 mosos intérpretes o exegetas (iísfrjTcu escribe H e-
tano antiguo. Pero de que t r u k a n t o s fué real­ ródoto), de raza divina, habitantes en TeX^oco;,
mente céltico no cabe duda, no sólo por los datos ciudad de Caria o de Licia, de quienes nos habla a
recogidos por T erracini y M -Lübke (en ambas menudo el historiador (I, 78.5, 7 y 13, 83.11, 84.3),
eds. del R E W 8941) sino por la estructura m is­ y Cicerón (Div. 141), y a quienes ya consultaba
ma del vocablo y su terminación, cf. lo que digo 40 Creso rey de Lidia, en su guerra final contra Ciro el
en T R U H Á N . E n fin, admitido el supuesto de G rande; tanto más cuanto que existió también
la acentuación t r ú k a n t a , - k a n t o s , esta misma desde fines de la Edad Media, en francés, castella­
acentuación impone la admisión de un celtismo. no, etc., un talismán ’mulá, sacerdote turco o m u ­
Recuérdese el gran número de acentuaciones es- sulmán’.
drújulas y aun sobreesdrújulas, anómalas, en los 45 Éste, al parecer, coincide, secundariamente con
topónimos galorrom anos: Albíngaunum > Alben- T A L IS M Á N ’amuleto’ (V. el artículo). Pero aunque
ga; Vápincum > Wapko > Gap; Bitúriges > los truchimanes ocasionalmente fueron personajes
Bourges (junto a B itu ñ g u m > Berry, Berriu); de alta dignidad diplomática y cortesana (Drogo-
Dívdtta junto a Divóna; Cándate junto a condá- man, Sénher, empieza un famoso sirventés), y fo­
t e ; Baiócasses; Némausos; y es bastante seguro SO néticamente el enlace por metátesis entre las tres

que A t r á b e t e s > Arras, junto a A t r e b a t e s , se formas sería posible, todo parece indicar que son
explica por un A t r e b a t e s originario; y que M etz tres palabras básicamente independientes, que sólo
por * M e t t i s es reducción de un M éd io m atrices. se acercan o coinciden por casualidad. Pese a la
A lo cual se agregan las acentuaciones galas docu­ desconfianza que suele inspirar siempre la genuini-
mentadas por grafías griegas como 0o£sXXov, 55 dad de los vocablos arábigos de más de tres con­
’AryfsvTÓxo'o;, Tcífoúaxwvsc; y en particular B r ÍGAN- sonantes (cuando no hay prefijo o sufijo bien claro),
t e s , que nos conserva la acentuación del sufijo turéumán parece ser realmente autóctono, si no
que aquí interesa (cf. todavía T h í c a s s e s > Troyes; propiamente en árabe, al menos en semítico, y ár.
b á s k a u d a > fr. basche). taréam ’traducir’ derivará de la raíz semítica que
6$ es ráiam ’conjeturar’ en árabe3, explicándose la q
del cat. torcimany por una etimología popular tor­ de la relación de ultram arinos de 1 7 6 6 .
cer ’torcer’ (percibido como ’trasform ar’) ayudada Se trata de u n galicismo culinario. D e todos mo­
por la disimilación. dos, los nombres tradicionales son otros: turma
D ertv. Trujamanear [Nebr.]. Trujamania [J. y criadilla de tierra. E n francés mismo el vocablo
Ruiz]. 5 (que n o aparece hasta fin S. X IV ) es préstamo
1 T am bién trujamanas y truxamanero en Juan del occitano, según Bloch, y según todas las apa­
de Mena (Lida, p. 156).— 2 Cierto es, de todos riencias, pues el oc. ant. trufa está documentado
modos, que una forma más rara, trujaman ya repetidam ente en su sentido propio en trovadores
aparece, algo antes, en la Crónica de Jaime I, y desde h. el a. 1200 (Peire Cardenal, etc.), y por
en oc. ant. es trocheman, forma común con el 10 la misma época en su sentido figurado ’necedad’,
resto del rom ance; o bien drogoman.— 3Ya em­ ’hablilla’, ’chanza’ (derivados como trufardia ya
pleada en el C orán; turgumán, no, pero figura en algún trovador del S. X II). N o veo razón al­
en el cuento más antiguo de las 100! Noches guna para dudar de la opinión tradicional que
(El H om bre y la Bestia) que refleja el árabe identifica los dos vocablos: trufa ’friolera, tonte-
iraqí del S. X, vid. Penrice y Dieterici. En reali­ 15 ría’ es una aplicación figurada, m uy natural para
dad los derivados táréam y turéumán parecen ser el nom bre de u n pequeño tubérculo desenterrado
préstamos del arameo al árabe (targem ’interpre­ por perros y pastores, que los nobles habían de
tar’, hebr. rabínico Targum ), desde donde tur- m irar con desprecio, o a lo sumo con indulgente
gumán ’intérprete’ había pasado, también en cali­ sonrisa cuando se dignaron enterarse del empleo
dad de préstamo, al pelví y persa maniqueo, 20 gastronómico que de él hizo la gente de cocina
tardíos (M cKenzie, no Nyberg), pero algo ante­ por entonces (o quizá sólo más tarde). L a misma
riores a la Héjira. metáfora se repite con nombres aue designan ve­
getales idénticos o semejantes, en otros idiomas,
Truchuela, V. traer como chufa y cotufa en cast. Si Rohlfs afirma
25 que el verbo trufar es creación onomatopéyica
T R U É , parece tomado del nom bre de la ciu­ independiente de t u f e r a (A S N S L C X L IV , 1Q8-
dad de Troyes, en Champagne. 1.a doc.: A ut. 9) es, sin duda en gran parte, con el objeto de
Como «voz nuevamente introducida» y defini­ apoyar mejor su etimología onomatopéyica del fr.
da «especie de lienzo m ui delgado y blanco». Se­ tromper (que por lo demás ha encontrado poca
gún T err., en las Ordenanzas de los Cinco Gre­ 30 aceptación); el caso de beffare o buffare, en que
mios de M adrid se Je llama troé. Troyes es co­ apoya su idea, es m uy distinto, pues ahí tenemos
nocido por la fabricación de ciertos artículos de el elemento expresivo esencial bu-, b- (y los de­
algodón, como bonetes, medias, camisetas y cal­ más paralelos se basan en etimologías más o m e­
zoncillos. Se tratará de u n nom bre como los de nos im probables); a lo sumo podremos conceder
tornay, santomer, províns, ras, valenchinas y aná- 35 a Spitzer (ZRPh. X L III, 696-700) que el carác­
logos, registrados por A. Castro en textos m edie­ ter expresivo de la contribuyera a apoyar la
vales en su trabajo de R F E X. ac. figurada, o bien atenernos a lá opinión común
de que se trata de una aplicación metafórica pura
Truébano, V. troj Trueco, V. trocar y simple (aceptada aun por Sainéan, Sources Indig.
Truecho, truejo, V. troj Truel, V. trulla II 40 I, 136).
Trueno, V. atuendo y tronar Trueque, V. El cast. trufa, en su aplicación figurada, es
trocar mucho más antiguo que en la propia, pero es un
hecho sumamente corriente que los préstamos lin­
T R U F A , ’criadilla de tierra’, ’patraña, chanza’, güísticos se contraigan a las acs. secundarias del
del oc. ant. trufa, y éste del lat. vg. t O f é r a , va- 45 vocablo; que trufa en este sentido se tom ó de
ríante dialectal itálica del lat. T O b e r ’especie de la lengua de Oc lo indica tam bién la falta de
criadilla de tierra’. 1.a doc.: 2.a ac., S. XV (y ya aspiración de la -/-. En este sentido A u t. docu­
en el X III, a juzgar por los derivados); 1.a ac., menta trufa desde la Crónica de Juan I I , pero
1766. sin duda es m uy anterior, pues sus derivados apa-
E n el sentido propio, el vocablo se introdujo » recen desde Bercep, quien emplea trufador ’tru ­
tardíam ente, pues falta todavía en A ut. y en O u- hán, burlador’ (Duelo, 167; M il., 676) y trufe-
d in ; sólo T erreros nos advierte: ttru fa llaman ría ’burla, bribonada’ (Duelo, 191); Cej. agrega
en Castilla la Vieja a las criadillas de tierra, y la ejs. de aquél en el S. X V 1.
misma voz usa la relación de jéneros comestibles L a etimología del oc. trufa ( > cat. trufa ’bro­
ultram arinos hecha en M adrid, año de 1766». L a 55 m a’, Eiximenis, N . Cl. V I, 45, 50; Curial, N . Cl.
Acad. no la admitía aún en 1817, sí en 1843, con II, 127, etc.) y del compuesto italiano tartufoQo)
la localización vaga «en algunos pueblos de Cas­ (terrae t .) es bien conocida desde el libro de
tilla», acaso inspirada por T err. N o sé qué cré­ Em out (Les Éléments dialectaux du Vocab. L a ­
dito podemos prestarle (T err. era vizcaíno y no tín, p. 240) y el R E W (8966): se trata del lat.
castellano); lo que ya es más preciso es la cita 60 vg. t Oféra , traducido por el gr. üSva ’criadilla
T R U F A -T R U H A N 67 &

de tierra’ en varias glosas (CG L I I I , 566.43, 591. tarse de u n derivado galo * t r ü G a n t o s , quizá di­
63, 613.23, 625.35), cuya - f - se explica por un minutivo. 1.a doc.; trufán, Berceo; truhán, S. X III.
dialectalismo itálico. E n forma más arcaica se ha M uy frecuente en Berceo: «avié y u n judío en
conservado túfera en ciertas hablas aragonesas (Pe­ essa judería, / sabié el cosa-mala toda alevosía, /
ralta, Borao) y tufero en languedociano. El mis­ 5 ca con la huest antigua avié su confradría; / era
mo origen tendrá el bereber turfás o tirjás citado el trufán falso lleno de malos vicios / ...» (M il.,
por Simonet (p. lxxviii, n. 2)2. Finalmente existió 722a); suele aplicarlo a los judíos (así M il., 653a,
otra variante * t u f é r a ( o bien * t ó f é r a o * t o f á r a ), 672d, 678a, 679b, 727c, 732d, 735a, etc.). Pero
conservada por el cat. ant. tófera (documentado según M . P., Poes. Jugl., p . 33, truhán aparece
indirectamente en la traducción castellana del 10 ya en el S. X III en el sentido de ’bufón’ y en el
Libro de Guisados de R uperto de Ñola, 1525, de ’haragán*. J. Ruiz habla tam bién de «los nes-
ed. 1929, p. 151), más tarde tofenaJ (escrito to- fios truhanes» (269d), «los diablos do se fallan
fana de la térra = lat. tuber, p o r el N ebrija ca­ llegan se a conpañía, / fazen sus diabluras e su
talán de 1560, f° 161, v° b) (con el mismo cambio truhanería» (G , 1284d; trujamanías T ; la lección
que jássera > jássena, tapera > tápena, langued. 15 de S no es posible); el abstracto truyanía está
tufeno, y probablemente oc. talveno < célt. t a l - en Juan M anuel (Rivad. L I, 340), truhania en
v e r a ) , y finalmente hoy asimilado en tófona; más el glos. del Escorial. L a ed. de Sevilla, a. 1515,
pormenores en m i nota de B D C X IX , 37-38. La del Cavallero Zifar cambia ruanos ’combatientes
relación entre t ü b e r y los dialectales t ü f e r a y que n o son caballeros ni escuderos’ por truanos
t q f e r a podría mirarse como paralela a la exis­ 20 (ed. W agner, 54.16, 56.13). Es palabra frecuente

tente en latín entre r u b e r y los tam bién dialec­ en todas las épocas, pero el sentido de ’bribón’
tales r ü f u s y r o b u s , o sea que la 6 se debería es medieval (más ejs. de truhán y truchán en
al vocalismo osco-umbro y entonces habría que Cej., Voc.); para N ebr. ya sólo hay el «truhán
considerar t ü f e r a como un compromiso entre por comer; parasitus», «truhán que m ueve risa:
aquella forma osco-umbra y el lat. t G b e r . Pero 25 scurra» y «truhán representador: histrio»; Covarr.
hoy más bien me inclino a creer que se trate de «el chocarrero burlón, hom bre sin vergüenza, sin
una abreviación de O en i en virtud de una honra y sin respeto: este tal ...es admitido en
tendencia latina (V. m i artículo de N R F H acerca los palacios de los Reyes, y en las casas de los
del libro de Rohlfs). grandes señores, y tiene licencia de dezir lo que
D eriv. Trufar [O udin; Acad. S. X IX ], antiguo 30 se le antojare, aunque es verdad... que le mal­
en oc. y cat. (Eiximenis, N . Cl. V I, 96), y quizá tratan de cien mil maneras, y todo lo sufre por
tam bién en cast., a juzgar por trufador [Berceo, su gula y avaricia, que come m uy buenos boca­
V. arriba]. Trufería (arriba). Trufaldín [Aut.], del dos... L a ley de la Partida 1.a, tít. 23, part. 7,
it. truffaldino id., a su vez de raíz occitana. De llamó truhanes a los hechizeros, encantadores, em-
la forma puram ente latina tuber derivan los si­ 35 bustidores, que tratan de engañar las gentes b u r­
guientes, por vía cu lta: tubérculo [Acad. S. X IX ], lándose de ellas»; A u t. «el que con acciones y
de tubércülum id .; tuberculoso; tuberculosis; tu- palabras placenteras y burlescas entiende en di­
berculina; tuberculización. Tuberoso; tuberosa; vertir y causar risa en los circunstantes». H oy es
tuberosidad. Protuberancia [Acad. S. X IX ], deri­ palabra más bien literaria, con matiz a menudo
vado culto de protuberare ’ser prom inente’ 40 indulgente, de gracioso y algo travieso.
1 Las supuestas variantes truhador y truheria Cast. truhán, port. truao y cat. ant. truá o truan1
son meramente supuestas por Cej. al objeto de son palabras im portadas de Francia, tomadas del
relacionar etimológicamente con truhán. Es pro­ oc. ant. truan (con -n fija) o fr. ant. truan (sujeto
bable de todos modos que estas pronunciaciones truanz), hoy truand ’mendigo’, ’vagabundo’, ’beli­
existieran, pues al influjo de truhador se deberá 45 tre, bribón’. E n ambos idiomas es frecuentísimo
la -h - secundaria de truhán. Pero hubieron de desde el S. X II. L a terminación postula una base
ser minoritarias, puesto que lo único que se tras­ en - a n n ’, - a m n ’ o - a n d ’, más bien esta últim a, a
mitió al S. X V I (Pero Mejía) y a la lexicogra­ juzgar p o r el fem. truande, truanda, y derivados
fía m oderna, desde O udin hasta A u t., es la for­ como oc. truandar, fr. truandel, truanderet, truan-
ma trufa con — 3 L a explicación del mozár. 50 die, truandise, ya documentados en trovadores del
furláfa «fabula» (R. M artí), que el propio Si­ S. X II, como Bertrán de B om y Bernat de Ven-
m onet identifica con nuestro vocablo, es ya más tadom , y en textos franceses del X III, como G au-
dudosa .— 5 Con u n cambio de terminación dife­ tier de Coincy, Phílippe M ousket y el Rom án de
rente existe otra variante tbfola, que he oído en la Rose; sin embargo, no es imposible que se
Oix y en Sant Joan de les Abadesses. 55 trate originariamente de - a n t 1 alterado por ana­
logía, pues ya en el S. X II se estaban acabando
T R U H Á N , t o m a d o d e l f r . truand, d e o r i g e n de confundir los resultados fonéticos de estas
c é l t i c o y r e l a c i o n a d o c o n e l i r l . a n t . tróg ’d e s g r a ­ cuatro terminaciones. Como indicó Diez (lVb„
c i a d o ’, b r i t ó n i c o tru ’d é b i l , c a l a m i t o s o ’, a l o s c u a ­ 332) y confirmó T hurneysen (Keltorom. 81), se
le s c o r r e s p o n d e r í a * t r ü g o s e n g a l o : p a r e c e t r a ­ trata de una voz pariente del irl. ant. tróg ’des­
graciado’ (más tarde trúag), galés, córn. y bret. S. X III, y el de trutania en el glos. del Escorial),
med. tra «chétif», y del nom bre propio galo Tro- los ejs. que reúne D u C. parecen ser bastante
gos: ha de tratarse de u n diptongo paleocéltico tardíos: entre los que logro fechar, el más anti­
ou, que en galo se reducía ora a 5, ora a ü , se­ guo es el de U gutio (1192), y hay media docena
gún las épocas y dialectos (Thurneysen, p. 10)J. 5 más de princ. del S. X I I I ; si los demás, como
D e acuerdo con estos antecedentes sugiere M -L . parece, son de esta fecha o posteriores, no hay
(R E W , 8945) una base gala t r ü g a n t - ; W artburg inconveniente en m irar trutanus como una falsa
(Bloch, 2.a ed.) adopta esta misma base, agregando latinización del fr. ant. truan según el modelo de
que corresponde al dim inutivo irl. trógan. Esto no m utare > m uer, t u t a r e > tuer, r u t a r e > ruer,
es exacto; esta palabra irlandesa, así como la 10 etc.; hay tam bién u n trudennes de igual sentido,
galesa truan «faible, calamiteux», son realmente algo más antiguo, que aparece sólo en la H isto­
diminutivos, pero su sufijo corresponde a u n tipo ria Hierosolymitana de G uiberto, h. 1100, pero
paleocéltico - a g n o - (Pedersen, Vgl. Gramm. II, también ahí es verosímil adm itir una falsa lati­
27), que no convendría a las formas romances. nización4.
H ay tam bién un bret. truant «gueux» correspon­ 15 ¿Será el galo * t r ü g a n t o s ’vagabundo’ idéntico
diente a dichas palabras galesa e irlandesa, pero a t r u c a n t u s > oc. mod. t u r g a n ’gobio’ (R E W
su -t pasa por ser debida al influjo del francés 8941), compárese el fr. g c r u ja t «valet d ’armée»,
(así V. H enry, s. v .; Pedersen II , 49). Luego que suele derivarse de g o b i u s ? Según A. Cou-
hay que suponer, para explicar las formas rom an­ ceiro Freijomil, El Idiom a Gallego, p. 38, del
ces, que el galo poseía u n derivado sin equiva­ 20 céltico t r o u g o s ’miserable’ vendría el gall. t r o u -
lencia exacta en las lenguas célticas insulares, y g a ’miseria’, lo cual sería aceptable fonéticamente,
en este sentido es posible que tenga razón M -L. pero no me consta por lo demás la existencia de
al pensar en el sufijo céltico -A N T O -, que era muy tal palabra gallega (falta a Valí., Cuveiro, Schnei-
vivaz en galo (D ottin, L a L . Gaul., 110-1), y que, der y al anónimo de 1850, R L V II), comp. t r u a -
además de formar abstractos y nombres de ac­ 25 l l u y tr o u J ja lQ S , abajo.
ción en el céltico insular, se emplea en irlandés D eriv . Truhanada. Truhanear [« . por comer:
para form ar diminutivos, verdad es que en este parasitor» Nebr.]. Truhanesco [Acad. S. X IX ].
caso suelen ser en la forma combinada - t - a n t - o Truhania [V. arriba; APal. 1476, 441b; u . del
- n - a n t - , pero hay además otras formaciones no representador» N ebr.]; truhanería [V. arriba; «f.
clasificables como * d r u k - a n t o - ’viga’ (de d r u k - 30 por comer; t. del que m ueve risa» N ebr.]. Atruha­
’m adera’), vid. Pedersen, Vgl. Gramm. II, 47-49. nado. Truállu, -a, ’tonto’ ast. (V), ¿con cambio
O bien se tratará del sufijo galo - a n n o - , no reco­ de sufijo o cru c e? ; comp. gall. troy,Qi)álós ’cier­
nocido por Pedersen, pero que aparece en varios ta clase de hongos’ (Schneider, V K R X I, 280).
celtismos ( c a p a n n a , c a r c a n n u m , etc.), lo cual se­ 1 «Pagés! Vilá! D esconeixent! Truan! Asnás
ría preferible desde el punto de vista rom ance; 35 vil!» Eiximenis, Tere del Crestia, N . Cl. V I;
a no ser que optemos por suponer que el fr. «quin secret tan gran és aquest de la T u a in ­
truand se tomó del bretón, por los muchos bre­ finita clemencia e providencia ’efue les tues ove-
tones que recorrían el país como mendigos y lles... així sien lliurades a u n trua foll e orat,
volatineros, cantando los lais bretons, tal como sens raó e sens v erg o n y a...!» id., R egim ent, N .
sugiere T hurneysen, lo cual no está m uy de acuer­ 40 Cl. X III, 151.3.— 2 A esta parentela cabe todavía
do con la gran difusión y vitalidad del vocablo agregar Trougillos (en dos inscripciones renanas)
en el Sur de Francia desde el S. X II. con variante más frecuente Troucillus en muchas
M -L . duda algo de la etimología en vista del inscripciones de Nímes y de los Alpes; pues,
cast. y oc. ant. trujan, pero esta duda no tiene tras sonante, g se puede alterar en k y viceversa;
base suficiente: del oc. ant. trufan (fem. tru­ 45 y, con otras terminaciones, trouces, -etis, Trouce-
jana) no hay más que u n ej. único, que Levy teius, Troucetissa, y los eptos. Trouceti-maros,
propone razonablemente enm endar en el conoci­ Trogi-marus y Ande-trogi-rix, así como Truga-
do trefan, de sentido análogo (o a lo sumo podrá rius (nombre de un obispo de Nantes), vid. Hol-
tratarse de un cruce de los dos sinónim os); y der II, 1967-72, H orst Schmidt ZC Ph. X XV I,,
en cast., si bien es verdad que la -h - aspirada 50 282; Troucissa C IL II I, 4142; para las formas
es poco menos que constante (así todavía hoy en con -c- téngase en cuenta además lo que dice
Bogotá, Cuervo, A p. § 774), esta inercalación se W eisgerber, RhenG C elt. 121, y para los deriva­
comprende fácilmente en u n extranjerismo, por dos masculinos en -issa, V. allí mismo, p. 88.
contaminación del casi-sinónimo trufador ’em bus­ Este cuadro acaba de reforzar la impresión de
tero’, tam bién documentado desde Berceo (Duelo, 55 una raíz vivacísima en céltico continental, que
167), vid. T R U F A 1. Cierto escrúpulo causó tam ­ es donde hubo de crearse el derivado que nos
bién a Diez la forma trutanus del bajo latín, «erro, interesa; y por otra parte las formas citadas en
planus, m endicus»; pero aunque es cierto que -CF.T- nos llevan ya muy cerca de un derivado
esta forma es frecuentísima en el latín medieval en - ( c ) a n t o - o - ( c ) a n d o - . En cuanto a las raíces
(a los ejs. de D u C. agréguese el de R. M artí, 60 lejanas de ese conjunto, todos los lingüistas están
de acuerdo en que se trata de una amplificación dría corresponder al verbo * t u r b u l a r e , de la
de la gran raíz indoeuropea t r e u / t r o u - a que misma familia, supuesto p or el fr. troubler ’en­
pertenecen el gr. tiTpióaxm ’yo perjudico, hiero’, turbiar’; de ahí deriva Schuchardt no sólo el
xopsúiu, y el brit. común tereu/toreu ’desgastar, gall. trullada ’fiesta nocturna’, sino tam bién ast.
golpear’, de donde, con amplificación -G H -, nues­ 5 trollar ’bregar, moverse, trabajar con mucha ac­
tro vocablo y los bien conocidos gr. tpúyui ’yo tividad’, trolla ’conjunto de labores que producen
consumo, desgasto’, xpúyot; ’harapo’, xpuyjrjpó; ’an­ confusión y desorden’ (V), Bierzo trolla ’fango’
drajoso’, etc., y otras muchas derivaciones, exten­ (mas para éste V. T O L L O ), Román. E tym . II,
didas por todo el dominio indoeuropeo (Pok. 60-61. Ajeno al portugués, pero no a Galicia:
IE W 1073).— 3 Desde luego no hay que pensar, 10 trullada ’bulla de gente, fiesta nocturna’, ’turba,
como hace Baist (R F IV, 372), en que truhán m ultitud’ (Valí.); y éste es el sentido de trulla en
y el fr. truand deriven de este vocablo, que no «as trullas de L ourdes... e as de París» (Castelao
explicaría las formas galorromances.— 4 Claro 222.2f.).
que no convence la idea de Sainéan, Sources T odo esto, en rigor, es aceptable, aunque tru­
Indig. I, 338-9, de partir de una interjección 13 llón tiene en realidad otro origen (vid. T R U L L A
tr u t\, que expresaría la «marche en avant». Y ni II), pero sobre todo m e inspira desconfianza el
que decir tiene que Juan de Valdés yerra al creer tono afectivo y casi jergal del vocablo en G u z­
truhán de origen griego (Diál. de la L ., 22.19). mán de Alfarache, m uy de acuerdo con su em­
pleo en obras como las de Quevedo y Espinel.
Truja, V. troj Trujal, trujaleta, V. estrujar 20 T al vez se trate más bien de uno de los n u ­
Trujamán, trujamanear, trujamanía, V. truchimán merosos catalanismos de la germanía clásica, to­
y truhán Trujar, V. troj Trujim án, V. tru­ mado del cat. trull ’batahola’, ’alboroto’, ’ruido’,
chimán muy vivo en Mallorca (ejs. en Ag.), pero que
tam bién se ha empleado en Barcelona (un tes­
T R U L L A I, ’bulla y ruido de gente’, origen in­ 25 timonio en el mismo dicc.)1. Como se ve por
cierto, quizá del lat. t u r b ü la ’pequeña m ultitud’, la pronunciación balear trui, se trata de la mis­
’pequeño tum ulto’; pero tam bién podría haberse ma palabra que trull ’trujal o prensa de aceitu­
tomado del cat. trull ’batahola’, propiam ente ’tru ­ nas’ (pron. trui en Mallorca, etc.), aplicación fi­
jal, prensa de aceitunas’ (del lat. tO rc ü lu m id.). gurada muy comprensible, por el alboroto que
1.a doc.: 1588, M alón de Chaide (Fcha.). 30 mueve esa m áquina. N o tengo noticia de que el
Está tam bién en el G uzm án de Alfarache: «to­ femenino trulla exista ya en catalán, pero no se­
dos iban de trulla alborotados con la fiesta» (Cl. ría indispensable: en Castilla este advenedizo
C. I, 229.21), «quién los ve los días de la boda, pudo ser asimilado al autóctono T R U L L A II.
como todo anda de trulla, qué solícitos andan 1 Además de los ejs. que cita Spitzer (L exik.
todos» (IV, 243.14). O udin «bruit de compagnie, 35 a. d. K at., 134, donde se relaciona con voces
troupe de train de gens qui va en campagne, quizá independientes), co m p .: «i aquell trui qui
route; yr de trulla: aller en troupe» (de ahí pasó no acabava mai, i aquells crits agres dets auto-
a M insheu, pero falta C. de las Casas, Percivale, móbils...» Ruiz i Pablo, N ovelletes M enorqui-
C ovarr.); A ut. «bulla y ruido de gente», donde nes, ed. I. d ’Or, p. 111; y en el mallorquín
se cita además u n pasaje de M oreto; otros en 40 G . C ortés: «Visca es rom i sa seca! — Basta...
Fcha., de Espinel y de Q uevedo; Acad. ha agre­ vés a fer trui a una altra banda», I. d ’Or V III, 57.
gado la ac. «turba, tropa o m ultitud de gente».
E n efecto, en Puerto Rico es «grupo de gente T R U L L A II, ’llana de albañil’, del lat. t r u l l a
que pide aguinaldo» (Navarro Tom ás, E l Esp. id. 1.a doc.: A ut.
en P. R ., p. 209), cub. trullada «turba, m ultitud 45 Falta en O udin, Covarr., APal., N ebr., etc. El
de individuos» (Pichardo). lat. t r u l l a , además de ’trulla’, significa ’espuma­
Según el diccionario de la Academia vendría dera’, ’vasija para sacar vino’, ’orinal’ y ’especie
de tü r b ü la , dim inutivo de tü r b a , ’m ultitud’; de sartén’. Su origen es dudoso y hay razonables
efectivamente aquél aparece en Apuleyo. Fonética­ sospechas de que sea préstamo del etrusco o de
mente no es imposible, pues la R podría traspo­ 50 otro idioma. Ignoramos, desde el punto de vista
nerse ante el grupo complejo b l, y éste podía dar latino, cuál era la cantidad de la u (la medición
11 como en T R IL L A R y en E N J U L L O ; es ver­ trulla de Ernout-M . en realidad es infundada;
dad que más bien esperaríamos o como vocal tó­ comp. W alde), pero casi todas las formas rom an­
nica; sin embargo, el cambio vocálico se conce­ ces conducen a suponer que era larga (R E W ,
biría en posición átona en el yerbo trullar, que 55 8949), salvo solamente el port. trolha, que no se­
según García de Diego (R F E XV, 342) se em ­ rá castellanismo (como supone M -L ., sin explicar
plea en el Valle de Tobalina (Burgos) hablando la ó), sino procedente de la variante latina t r u ( l ) -
de los peces cuando enturbian el agua revolvién­ l iu m o t r u l i a , documentada en rnss. de Ca­
dose en el fondo del río ; de este verbo vendría tón, en Lucilio, en Festo y en varias glosas lati­
el ast. trullón ’nasa de pescar’, y todo esto po­ «0 nas (vid. G raur, R om . L IV , 508). Tratándose de
un préstamo, es natural que coexistieran varias francés, donde es derivado de troupe, por vivir el
cantidades de la u. Esta forma se extiende hasta ^ trupial en bandadas. Así ocurrirá, aunque no me
el and. trolla «paleta de madera en que los alba­ consta, pero en cuanto a la etimología, el hecho
ñiles tienen el yeso para irlo cogiendo con la lla­ es que en francés el vocablo parece ser raro y
na» (AV), extrem. troya, que Cabrera define en 5 poco conocido: falta en el D G én. y Littré lo da
los mismos términos (cambiando yeso por cal y muy brevemente y sin autoridades; cierto que
llana por badilejo), B R A E IV, 106, m inhoto tró- según el N E D está ya en Brisson, en 1760, pero
Iho y trólha, nombres de varias medidas para maíz el figurar el nombre de un pájaro exótico en
(Leite de V., Opúsc. II, 359). obras técnicas no es prueba de arraigo en la len­
D e r i v . Trullón ast. ’nasa de pescar en forma de to gua respectiva. Se podría creer, sin embargo, que
hemisferio’ (que Schuchardt cita de Booch-Árkos- hubiese nacido en el francés criollo de H aití, pe­
sy, comp. T R U L L A I), en Gijón truel (V, s. v. queñas Antillas o G uayana; de todos modos, la
bafaneru), gall. truel ’palo con una bolsa de red grafía francesa troupiale más bien parece indicar
para coger la sardina que se escapa del salabardo’ una voz extranjera, y una tal terminación no
(Sarm. CaG. \9 0 v y p . 183) < fr. truelle, león, 15 correspondería a los hábitos formativos del idio­
ant. trullone ’cucharón’ [SS. X y X I, vid. Oelschl., ma, en calidad de adjetivo relativo de troupe;
y otro doc. de 996 en el índice de Vignau, n.° 767], cabría imaginar una forma dialectal del francés
Trullar. Trullo ’especie de pato que se sumerge regional del Oeste, equivalente del fr. troupeau
para coger los peces con que se alimenta’ [h. 1640, ’rebaño’ (aunque no sería m uy natural aplicarlo
Mz. de Espinar, Aut.], derivará de trulla, o proce­ 20 a un pájaro), pero n i siquiera esto es aceptable,
derá del lat. t r u o , - o n i s (comp. G R U L L A < pues en Normandía toma esta palabra la forma
g r u e m ) , que designaba una ave parecida, y que troupé o troupiau, en el Bas-M aine troupiag, en
deriva a su vez de t r u a , variante de t r u l l a : el el Saintonge troupiá, pero no *troupial en parte
nombre aludirá al buche prom inente a modo .de alguna. En una palabra, lo más razonable es creer
pelícano. Para el suditaliano trullo ’especie de casa 25 que estamos ante una expresión indígena de la
rural’ (y ,su familia), que pasa por deriv. cte cuenca del Orinoco, com o sugiere Friederici, A m .
trulla, vid. entre otros, Kahane, H omen. Tovar W b. 627-8.
1972, 222-3. 1 Tam bién está en el de argentinismos de Se-
govia, pero es sabido que esta obra contiene m u­
Trullar, V. trulla I y I I Trullo (ave), V. 30 cho vocabulario enciclopédico que n o es popular
trulla II Trullo ’lagar’, V. estrujar Trullón, en la Argentina.
V. trulla I y I I Truncado, truncamiento, trun­
car, trunco, V. tronco Trunfa, V. tufo Truque, truquero, truquiflor, V. trocar T ru ­
sas, V. trojel Trutro, V. tuétano
T R U P IA L , origen incierto, quizá de una len- 35
gua indígena de Venezuela o las Guayanas. 1.a T Ú , del lat. r ü id. 1.a doc.: orígenes (Glosas
doc.: 1745, turpial, Gumilla, El Orinoco Ilustrado. Emilianenses, etc.).
Turupial en la Descripción de Venezuela por Se emplea y se em pleó en España en todas las
Cisneros (1764); turpia.ru o turpiale en el Saggio épocas; sólo en parte de América ha dejado de
di Storia Americana de Gilij (1780), que también 40 ser popular y ha sido sustituido por vos. La his­
se refiere a la pane septentrional de América del toria y pormenores de esta caducidad pertenecen
Sur. La Acad. registra turupial como nom bre de a la dialectología y a la gramática histórica, y
una ave de Venezuela, por lo menos desde 1884 a ésta pertenece de lleno el estudio de los usos
(trupial y turpial entonces sólo como variantes). de las formas flexivas te, ti1, contigo.
El nombre, en una de estas tres variantes, figura 45 D e r i v . Tutear [Aut.; no Covarr. ni O udin];
en dicc. de americanismos de Venezuela, Colom­ tuteo; probablemente im itado del fr. tutoyer
bia, América Central, Méjico, Puerto Rico y San­ [1394] : en port. más bien se dice atuar, que
to Domingo1; Hz. U reña (B D H A V, 162) cree también se em pleó en cast. (D H ist . ) ; en it. dar
que es turpial la forma básica, de donde resulta del tu; en cat. el tradicional tuejar [SS. XV-
trupial por trasposición de la r. Turpial es tam ­ 50 X V III] sólo recientem ente se ha reemplazado por’
bién la forma corriente en Puerto Rico (M alaret, tutejar, y el pueblo sigue diciendo más bien dir
Voc. de P. Rico) y en Venezuela, y no es im pro­ de tu.
bable que sea la originaria. Del castellano parece D e la misma raíz es el posesivo lat. TÜus,
haber pasado al ingl. troopial, que con referencia que en romance se escindió en una for-
-A , - u m ,
a la América del S ur ya se registra en 1825; hoy 55 ma átona tu (antiguamente lo m. y tu(e) i.) y una
se aplica a un pájaro distinto, pero semejante, forma tónica tuyo, -a, ambas también docum en­
que vive en los Estados U nidos, donde el voca­ tadas desde los orígenes y de uso constante y ge­
blo fué señalado solamente desde 1839 (Craigie- neral, aun en los países de América que vosean
H ulbert, Dict. of Amer. English). C p t . Tuautem {1613, Cervantes], de las pala-
Dice el N E D (con M alaret, etc.) que viene del 60 bras tu autem , D om ine, miserere nobis, con que
term inan las lecciones del Breviario. Tiquism iquis 121) cita entre los antillanismos que podrían ser
[med. S. X V II, M oreto], del lat. macarrónico fi­ de origen taino «túbano, cigarro de hoja», pero
cto m ichi, alteración vulgar de tibi, michi (clá­ no declara si hoy es vivo en Santo D om ingo;
sico m ihi), ’para ti, para m í’, pronunciadas en en la p. 210 de aquel libro menciona Túbano
discusiones conventuales. 5 entre los nombres de ciudades, pueblos o regiones
1 Recordemos aquí la forma oblicua mozárabe de la isla que parecen ser de origen indígena.
tib (del dativo lat. t i b í ) , en jaryas trasmitidas Esto invita a preferir la acentuación esdrújula,
en los SS. X I y X II. De ahí analógicamente la pues es probable que apelativo y nom bre propio
forma m ib de prim era persona (A l-A nd. X V II, sean idénticos.
74 y passim). L a historia de contigo, formado 10 El vocablo no creo que sea derivado de tubo,
con el are. ligo, lat. t e c u m , es paralela a la de que en el S. X V I y aun bastante más tarde no
(■con)migo, V. s. v. M I ; tigo es la forma del gallego era palabra arraigada en castellano: Covarr. sólo
arcaico («non levas a omagen tigo», Ctgs. 9.57, la menciona (en su artículo alcaduz) como em­
y passim). Sabido es que hoy en gallego ti ha pleada por el latinizante N eb r.; A u t. la registra
suplantado el uso de tú, por lo menos en toda 15 sin comprobantes literarios, y el único ej. que
la m itad occidental del país; se conserva tú en da (tubo óptico) revela u n vocablo netam ente
la prov. de Lugo, en todo el Oriente de Orense, culto. Pero sí podría ser mozarabismo andaluz tras­
y también en Rivadavia, y hay alguna isla de tú plantado, como es frecuente, a América, y proce­
cerca de Pontevedra (en Cotobad, etc.); G dD , dente de *túbolo (cf. sótano s O b t ü l u s ) , hermano
GHGall. 156. T u se ha generalizado en perjuicio 20 del gr. toOjjXov y demás (V. los afines de éste, a
de ti en cat. y arag., mientras que el port. coin­ propósito de tolva, en el artículo TU BO ), sobre
cide en esto con el castellano. todo si las definiciones ’cilindro o rollo de tabaco'
y ’tabaco torcido’ son las más autorizadas, como
Tuba ’bugle’, V. tubo parece. O debido a cruce de tubo con tútano
25 (T U É T A N O ).
T Ü B A N O , ’cigarro de hoja’, quizá del taino
de Santo Domingo. 1.a doc.: 1620, Tirso. Tuberculina, tuberculización, tubérculo, tubercu­
Al nom brar los manjares que form arán la cena losis, tuberculoso, V. trufa Tubería, V. tubo
del noble indiano D on Pedro, term ina su criado Tuberosa, tuberosidad, tuberoso, V. trufa
«y al fin saco / un lubano de tabaco / para echar 30
la bendición», L a Villana de Vallecas I, esc. iv, T U B O , tom ado del lat. túbus ’caño’, ’conducto’
p. 27; Bonilla en su ed. observa que estos cilin­ 1.a doc.: 1607, O u d in : «tuyau, canal».
dros de tabaco se llamaron tam bién rollos, e im ­ N o conozco otra noticia del vocablo en el S.
prim e el vocablo sin acento: T irso había vivido X V II (Covarr., s. y. alcaduz, lo da sólo con carác­
en la Española, pero de su verso no se deduce 35 ter de traducción latina). A ut. dice brevemente
cómo lo pronunciaría; M oreto al refundir esta «lo mismo que cañón o fistola, como tubo óptico,
comedia lo cambió por una pipa de tabaco, sin etc.». Hoy se ha hecho de uso general, y aun
duda por no serle conocido el vocablo. N unca lo vulgar, aunque no en el campo, y aun en las
fué mucho, en efecto: falta en A ut. y demás dicc. ciudades le hacen todavía fuerte concurrencia ca­
clásicos, y la Acad. no le dió entrada hasta 1936. 40 ño y cañería.
T e r r .: ctubanos [sin acento], llaman en la Isla D eriv . Tubería [Acad. 1925, no 1843], T u b u ­
Española a los cigarros de sola la hoja de taba­ lar, tubuloso, derivados del dim inutivo túbúlus.
co». Es superficial la observación de Cotarelo Entubar. Intubación. Tuba ’especie de bugle’
(B R A E I, 192): «si salió de tu b o ... quizás entre [Acad. 1936], del it. tuba, tom ado del lat. tuba
nosotros sea esdrújula la voz, aunque en Amé­ 45 ’trompeta’. Tubal ’de sonido profundo’ [J. Ruiz],
rica se haya pronunciado grave, según costumbre vid. s. v. R E T U M B A R .
del país»; pero Cotarelo no da pruebas de n in ­ Tolva [1570, Cristóbal de las Casas; M ármol,
guna de las dos acentuaciones (desde luego nin ­ en Autoridades], probablem ente del lat. t ü b ü l a
guna es usual en España, pues no se conoce allí ’trom petita’, según com prueba la forma santand.
el vocablo), y es arbitrario dar a entender que SO tólbola (G. Lomas, 2.a ed., s. v. llamada!), re­
los antillanos tengan la tendencia aragonesa a ade­ sultante de un antiguo *tóvola contaminado por
lantar el acento en. los esdrújulos. Bachiller y la forma castellana: del mismo origen es el vasco
M orales, Cuba Primitiva, p. 3{56, define «tabaco vizc. tobera ’tolva’, que en el Roncal conserva la
torcido, en Santo Domingo», e im prime tam bién ac. más primitiva ’barquin, fuelle de fragua’ y
sin acento. M alaret (Vocab. de P. R .) acentúa 55 en los demás dialectos vascos tiene acs. figuradas
túbano, dice que en Puerto Rico es anticuado, (’alboroto’, ’cencerrada’, ’serenata’) derivadas se­
define ’cigarro’ y cita el pasaje de D aubón, Cosas guramente de esta ú ltim a '; ya empleaba tubera
de Puerto Rico (1904): «yo avanzaba... dándole Sarm. en 1755, como voz cast. en el sentido de
chupadas a un túbano de cinco centavos que me «término de herrerías, el cañón por donde entra
sabía a gloria». Hz. U reña (B D H A V, 127; Indig., «• el aire» (CaG. 212r). T am bién es probable que
sea lo mismo el port. tulha ’troj o arca para guar­ te.— 3 Quii-a tenga interés notar que según Si-
dar cereales’, ’cueva donde se junta la aceitu­ ^ m onet (s. v.) el actual pueblo de Tolva en Ri-
na’ [960, Cortesáo; comp. R L XXV, 49], gall. bagorza llevaría el nom bre de Illa Toba en el
tulla ’silo’, ’cueva donde se guarda el trigo y F uero de Alquézar de 1069. Es probable que
otros frutos’, ’arcón para el mismo uso’ (Carré)2; 5 aquí tengamos un representante m oderno de t o -
/ desde luego tienen este étimo el gr. mod. xoü- f u s , sea en el sentido de ’piedra toba’ o en el
¡3iov ’teja’ (de donde turco tugla, búlg. tugla, aragonés de ’cueva’; por lo demás, aquella iden­
alb. tu vlf, tule íd-i macedórrum . tuvlá ’ladrillo’, tificación necesita ser confirmada, pues otros
G . Meyer, Lat. L ehnw . im Ngr. 65; ZR Ph. documentos de la Alta Edad M edia escriben
X X X V III, 26n.; L , 498) y el campid. tuvulu 10 Tolba el nombre de aquel pueblo.
(comp. M . L . Wagner, A S N S L C X L , 243); está
claro qu^ la ac. moderna de tolva no debe de ser Tuburón, V. tiburón
la primitiva, puesto que esta palabra sustituyó sólo
en parte del territorio castellano al panromance T U C Á N , del tupí-guaraní tukd, tukana id. 1.a
T R A M O Y A : el sentido primitivo pudo ser el 15 doc.: tulcán, h. 1740, Juan y UUoa; tuca, 1745,
mismo que el indicado arriba para el vasco, o L ozano; tucano, h. 1800, A zara; tucán, Acad.
bien el de ’colmena tubular primitiva’, que K rü- 1884, no 1843.
ger (V K R IX , 45) señala en tobera (comp. co- El port. tucano se documenta desde 1587, el
p h in u s > suletino kobain, kobaña ’colmena’ > fr. toucan desde 1558. Vid. M orínigo, B A A L III,
’tolva de molino’)3. 20 66-67; Friederici, A m . W b., 628.
No creo que tenga que ver con tolva el astu­
riano occidental trovo «vasija grande para hacer Tucar, V. tocar Tucia, V. atutía Tuco,
la colada...», «colmena que sirve de habitación V. tocón Tucuyo, V. tocuyo Tuda, tudel,
a un enjambre» (Acevedo-Fernández), pese a G dD D V. tuétano Tueca, tueco, V. tocón Tueno,
6900, pues se trata de u n equivalente de truébano, 25 V . tronar Tuera, V. lora
con fonética gallega (V. al fin del artículo TRO J).
Gall. tobeira y tobo ’madriguera, cuevecilla’ T U E R C A , origen incierto, probablemente alte­
(Valí.), tobo ’túnel’ : «o tren asubía e mete-se no ración del más antiguo puerca, port. porca id.,
tobo» Castelao 22.19. por influjo de la t- del contrapuesto tom illo; el
1 Rohlfs, L a Injl. Latina en la L . Vasca, p. 19, 30 nom bre antiguo puerca se explica por una com­
quiere partir de u n supuesto * t u b e l l a , pero no paración fálica del tornillo y la tuerca con el puer­
hace falta, dada la labilidad del vocalismo vas­ co y su hembra. 1.a doc.: Covarr.
co; por el contrario, es norm al que la -L- sim­ Dice é ste : «puerca, cierto hierro que llaman
ple dé -r- en vasco, m ientras que - l l - suele dar hem bra, en que asen los tomillos, o porquefuela;
-1-: gaztelu CASTELLUM, gela ’cuarto, habitación’ 35 lo más cierto tuerca y torquefuela»; por lo de­
c e l l a , selaru ’granero’ c e l l a r i u m , etc. Que to­ m ás no hay u n artículo tuerca ni torquefuela en
bera sería el antiguo nombre vasco del fuelle este dicc., ni el vocablo figura e » los dicc. coetá­
lo indica el vasquismo cast. tobera «término de neos (Oudin, Percivale, C. de las Casas). Luego
plateros: el agujerillo que tiene la forja u hor­ parece que por entonces tuerca n o era más que
nillo, por donde entra el cañón del fuelle» [Aut.], 40 la innovación de una minoría, que Covarr. pre­
préstamo explicable por la im portancia de la in­ fería por su carácter inequívoco. Esta ventaja fué,
dustria metalúrgica vasca. Acerca de todo esto, en efecto, la que le dió la victoria en la lengua
y en particular para el vasco tobera, el artículo literaria y en el habla común. A ut. define «tuer­
de Hubschmid en Raccolta Gian D . Serra, 1959, ca: el hueco con muescas, y abierto en espiras,
230. Con documentación digna de estudio, sos­ 45 donde entra y juega la espiga del tomillo», y en
tiene que es t u b - a r ia , y que pasó del castellano cuanto a puerca observa: «trahe esta voz Covarr.
al vasco y no del vasco al castellano: se fija sobre en su T hesoro; pero regularm ente se llama tuer­
todo en el gall. toeira y el norm. ant. touyere ca» ; o sea que ya entonces se estaba generali­
(1382) «partie d’un soufflet de forge». Sobre zando tuerca, o al menos ésta era la forma usual
todo éste es argumento de peso para el rom anis­ 50 para el académico autor de este tomo. Sin em ­
ta, pero esperaremos el juicio de alguien más com­ bargo, puerca era más antiguo; aunque no tengo
petente en fonética vasca.— 2 Esta evolución fo­ ejs. literarios viejos del uno ni del otro, hay que
nética no es sorprendente en vista de E N JU L L O , deducirlo del hecho de ser ésta la única forma
T R IL L O ; pero tampoco lo es la de tolva, te­ registrada en los dicc. de C. de las Casas (1570)
niendo en cuenta O L V ID A R , S IL B A R (C H I- » y Percivale (1591): «puerca de husillo: porchetta,
L L A R no es s ib i l a r e ), etc. Luego me parecen scrofola», «p. de husillo: a spindle of a distaffe»
innecesarios los penosos equilibrios léxico-foné­ (ni una ni otra forma figuran en O udin, quien
ticos que hace Brüch (V K R V, 243) para jus­ traduce escroüe por hembra de tomillo). Hoy
tificar la etimología tolva < t u b u l a . M ás im ­ tuerca es bastante general, aunque Acad. todavía
portante hubiera sido demostrarla semánticamen- 60 recoge «puerca: pieza del pernio o gozne en que
está el anillo», que no sé dónde se dice; tuerca común a todas las lenguas célticas: irl. ant. torc,
es usual hasta en provincias extremas, como en galés tw rch «porcus, verres majalis», córn. torch,
el N ordeste de Cádiz, aunque en Grazalema se bret. ant. turch, bret. m ed. tourch ’verraco’2.
conserva la variante torca de fonética mozárabe Ahora bien, este t o r c a ’puerca’ presentaría un
(Giese, BhZRP h. L X X X IX , 136). Pero en p ortu- 5 étimo irreprochable para el cast. tuerca, lo mis­
gués no se emplea todavía otra forma que porca mo en el aspecto fonético que en el semántico
(ya Moraes). y en todos los demás, en vista de los numerosos
E n cuanto al origen, afirmó la Acad. (ya 1884) celtismos castellanos comprobados en este diccio­
que tuerca viene del lat. TORQUES «vuelta, círcu­ nario; más arriba hemos visto que R O S C A es
lo», y esta etimología fué consagrada por M -L . 10 probablemente otra voz prerrom ana. Sin em bar­
(R E W , 8799), pero es inadmisible, pues esta de­ go, no creo en esta etimología, pues es difícil
finición está falsificada: TORQUES sólo significaba adm itir que el nom bre latino triunfara en la len­
’collar’, sea el que se pone en el cuello de las gua más celtizada (port. porca) y en cambio se
personas o en el pescuezo del buey y otros ani­ mantuviera el nom bre céltico en cast., donde este
males (alguna vez llega a tom ar el sentido de influjo lingüístico fué algo menos fuerte. Además,
’guirnalda’), y es idea m uy forzada com parar la los datos cronológicos dan a entender que tuerca
tuerca con un collar o g u irnalda: téngase en es una a l t e r a c i ó n p o s t e r i o r de puerca.
cuenta que en la mecánica primitiva de los laga­ Bien m irado, el porqué de esta alteración salta
res, piezas de carpintería, etc. (que es la única a la vista: tal como sol cambió su opuesto ombra _
que cuenta para la etimología, y n o la m oderna 20 en sombra o solombra, como s i n i s t e r pasó a si- <?
maquinaria metálica), la tuerca no es una pieza niestro ’izquierdo’ por influjo de diestro, o GRA- ,
de metal separable, sino u n 5 u e c o ~ p r5 v Ist5 de~es-~~ v is a g r e v i s bajo la acción de l e v i s , r e d d e r e a <
“■piral” y abierto dentro ~3e~ u n m adero o u n hierro, r e n d e r e por la de p r e n d e r e : tom illo y puerca
'Volununoscf; poco hay éñ ésío de comparable a eran cosas y voces correlativas y opuestas, como
" rnTcoíIar. Por lo demás, en romance TORQUES no 25 las anteriores, que en cierto modo forman pareja;
ha conservado el sentido de ’collar’, sino el de de ahí que a muchos se les trabara la lengua (o
’estropajo’ y otros análogos (R E W , 8799), m u­ si se quiere la memoria) y empezaran a decir
cho más alejados todavía1. Semánticamente más tuerca pensando en tom illo, innovación que fá­
defendible era el punto de vista de Diez (W b ., cilmente se impuso, por dar una palabra de sen­
322), quien consideraba tuerca como u n m ero 50 tido inequívoco, y que además borraba la aso­
postverbal del verbo t o r q u é r e ’torcer’ (aunque ciación obscena implicada por el origen de puerca.
a lo que se da vueltas es más bien al tom illo que D e r iv . Torquezuela (Covarr.).
a la tuerca), pero no es posible en el aspecto fo­ 1 Es verdad que alguna huella del sentido p ri­
nético, pues t o r q u e r e ya se había reducido a mitivo quedó en España, pues «una torca d ’ar-
* t o r c e r e en latín vulgar, y p o r lo tanto habría 35 gent», al parecer ’collar’, se encuentra en invent.
que esperar *tuerza. arag. de 1444 (B R A E II , 557). E n el gallego
Por encima de todo es inverosímil en grado de Lugo, torga es la comba alargada de madera
sumo dar a tuerca una etimología diferente de la que forma el yugo de pescuezo (V K R V, 101),
de su antecedente puerca y del port. porca; aho­ luego tam bién ’travesaño clavado a través del
ra bien, la de éstos es bien conocida desde los 40 tim ón delantero’ (V K R V, 64), ast. torga ’apa­
trabajos de Baist (R F X X II, 629) y Rohlfs rato que se coloca en el pescuezo de los anima­
(A S N S L C X LV I, 127): se trata de una metáfora les para que no puedan cruzar los setos y pe­
fálica, que parte de p O r c a ’hem bra del cerdo’, lo netrar en los sembrados’, donde tenemos una
mismo que en el it. ant. y dial, porchetta, fr. leve alteración fonética provocada por la g del
écrou, fr. ant. escroue < lat. SCROÍX ’h em 6 ra"d eí 45 parónimo C A N G A . Como préstamo del latín pasó
cerdo’ > alem. scKfauBéT ingT. icrew, veo. b. nav. torques al celta insular: britónico torch, irl. torc,
aardi ’tu erci~ d el íagar’ o ’tornillo’, propiamente ya en irlandés antiguo, donde hay eptos. como
’m arrana’; en la Sierra de Guara, Alto Aragón, la muin-torc ’cadena que se lleva en el cuello’ (muin
tuerca o rosca de la prensa de vino se llama tro- ’cuello’, Ernout-M . s. v. torqueo, IE W 741.1 f.);
yeta (que naturalm ente no es t o r c u l u m , según 30 V. además T O R C A . A pesar de todo, no hay
quisiera K uhn, R L iR X I, 179, imposible ya por que pensar en el étimo TORQUES para tuerca, en
razones fonéticas), diminutivo de trueya = cat. vista de las demás razones que doy arriba.—
truja, oc. troja, fr. truie ’hembra del cerdo’. El 2 Stokes-Bezz., p. 134. Según Hubschmied, en el
punto de partida ideológico está en todas panes galo tardío el vocablo se convirtió fonéticamente
en el lat. p o r c u s ’vulva’. _ sí en * t u r c o s , de donde el gentilicio galorromano
"Eff~estó~5e ~plariteauna cuestión interesante: si Turcius, al cual se agregaba como traducción su
el port. porca es el femenino del lat. p o r c u s , equivalente latino Apronianus, pero agrega el
¿por qué no suponer que tuerca venga del fe­ mismo erudito que esta u volvía a o ante una
m enino de su sinónimo céltico t o r c o s ’cerdo’ y -a, que es la posición que nos interesa (VRom.
’jabalí’? Se trata de una palabra antiquísim a y *• III, 143 y nota). Sabido es que t o r c o s es altera­
ción efe la forma * o r c o s que debería esperarse forma castellanizada tuera son además ’tajada re ­
como correspondencia del lat. p o r c u s , alem. fer- donda de carne, de fruta, etc.’, Álvarez Gim é­
kel, etc.; que esta alteración se deba al influjo nez), portugués tòro o tòro «tronco de urna ár-
de t u c c a , t u c c e t u m ’carne gorda de cerdo’, o vore, sem rama ; prov. segmento de tronco de
al del romance t r o j a ’hembra del cerdo’, que 5 pinheiro; cepo; tronco do corpo; fragmento de
siempre me ha parecido de origen galo y ahora lo um braço de árvore» (Fig.), Barroso tòro «a par­
tengo por seguro. Así lo ha admitido también Po- te mais grossa e inferior do caule ou vara do
korny, IE W 1032.9; además, V. allí para la eti­ centeio» (R L X X X V II, 313), estremenho y alente-
mología indoeuropea del célt. t o r k o s ’cerdo’ que jano torar «dividir um tronco em partes mais pe­
él matiza en forma diferente, lo cual, por lo 10 queñas ou toros (entre os carvoeiros)» (R L I,
demás, no tiene importancia para la cuestión de 384y. Landas tourét «tronc d ’arbre», gasc. tourà
tuerca. Por las razones semánticas indicadas, no «diviser un billot, scier un tronc d ’arbre», tou-
hay que pensar en el célt. t o r c o - , t o r c a , ’coro­ ralh «division d’un billot», Lavedán tourelhoû
na’, ’collar’ (Stokes-Bezz., p. 134), como étimo «tronc d ’arbre de moyenne grosseur» (Palay),
del cast. tuerca. 15 Arán torèt ( < -E L L U M ; = Venasque torello) ’ca­
da uno de los segmentos en que se divide un
Tuerce, V. torcer Tuérdano, tuérdiga, tuer­ tronco de árbol cortado después de separarlo de
ca, V. túrdiga. las ramas’, G ironda tore f. «tronçon d ’un arbre;
tranche de poisson» (M oureau), Ariège touradou-
T U E R O , ’p a l o s e c o c o r t a d o p a r a e n c e n d e r ’, d e l 20 ro ’sierra para aserrar troncos por obra de dos
l a t . t O r u s ’h i n c h a z ó n e n u n a p l a n t a ’, ’b u l t o o personas’ (Fahrholz, W . u. W . im Ariège, p. 133),
p r o tu b e r a n c ia e n e l te r r e n o , e n u n m a d e ro , u n a Rouergue tourét «tronçon...», tourà «scier un
c u e r d a , u n m ú s c u l o , e t c . ’. 1.a doc.: J. Ruiz. tro n c ...; casser...» (Vayssier), prov. alpino tou-
D ice que cuando alguien se está m uriendo, m on­ roun y tonar (A m aud-M .; comp. A L F , mapas 592,
jes, frailes y clérigos «alty están esperando quál 25 1250); toret «petit tronçon» (toretz de corail) ya se
avrá más rico tuero» (507a), o sea más rica p or­ lee en un texto aviñonense de 1397 (Pansier), y el
ción de la herencia, comparada con u n tronco verbo oc. ant. torar (Près. 1 tori) ’cortar a trozos’
cortado en tueros. E n el Canc. de Baena «los en una canción atribuida a Arnaut D aniel (A S N S L
males terribles ya son parecidos / del tuero po­ C X L V II, 216, v. 28).
drido con mucha carcoma» (vid. W . Schmid). 30 Como observa Jud (Romania L V III, 600-1), salen
Falta en los glos. de h. 1400, APal., N ebr., y de ahí Bergamo tór «parte dell’albero dove finisce
Covarr., pero está en O udin «un petit tison sec il tronco e cominciano i rami», Brianzonese tòr
ou buchette de bois, propre á allumer prom pte- «tronco d ’albero, fusto», M onferrato tore «i rami
m ent le feu». N unca ha sido palabra m uy gene­ più grossi dell’albero che lo continuano dove il
ralmente conocida, pero siempre usual entre le­ 35 tronco finisce», San N azaro di Narzoles tçra
ñadores y gente del campo. A ut.: «palo seco cor­ «sciavaro», Magliano-Alfieri tòr «grosso ram o d ’al­
tado para encender, y aplicar al fuego o lumbre», bero», Piacenza tòr «tronco, pedàle», Ormea tcèa
donde se da ej. de G. de Alforache: «dexándose «ramo più grosso dell’albero», genov. tò «tronco»
la chimenea con toda la lum bre, y cerca de ella (comp. A IS , 537). Pero en cuanto al oc. ant. teron,
mucha leña, el fuego se fué m etiendo p o r los 40 toron, ’manantial’, torondir «jaillir», aunque por el
tueros y rajas». Fernán Caballero la tenía por sentido parecerían derivar de esto mismo (comp.
palabra especialmente andaluza, que define «leño rouerg. «teroun: fontaine de village... c’est sou­
cortado para quemar» en su glosario de Clemen­ vent un tronc d ’arbre» Vayssier), tienen que p ro­
cia. E n Asturias tueru es usual, así en Colunga venir en realidad de una base prerromana * t ü r o n -
como en el Oeste y en el Valle de San Jorge, 45 d o - (como ya se ha dicho, V. la bibliografía en Jud)
en el sentido de «tronco» y en el de «troncho» aunque influida por t o r u s . El vocablo en catalán
(V), «el de la berza y el que dexa la caña [’ram a’] se ha extendido por las dos vertientes desde los
nel árbole si non se corta al rape» (R). Alcalde Pirineos Orientales (Cat. francesa en general, Olot,
del Río anota tuero y su variante turu en San­ Empordán) donde lo he oído vivo en el uso rú s -(
tander; en Venasque torello (Ferraz, p. 102); 50 tico de la G arrotxa y otras partes, y además en
más alterado and. turrillo «trozo de cepa de ár­ muchos topónimos3: la -n constante del cat. toron
bol y arbusto», «piedra de regular tam año, sin (y de las hablas occitanas, que por lo demás tienen
labrar, que se emplea en algunas obras», almer. -o(u) de - o n e m ) , confirmada por la documentación
turraco «tronco de árbol quemado» (AV), donde arcaica y los derivados occitanos, exige inequívoca­
hay influjo fonético y semántico de turrar ’tostar’. 55 mente - n d ’, sufijo que no se explicaría si viniera
Es vocablo con amplia extensión en rom ance: de t o r u s . No dudo que es voz de entronque ibero-
gallego toro ’trozo de palo’, 'tronco de un árbol’, vasco : vasco i t u r r i - o n d o sería ’base o lugar tron­
'trozo de pescado’ (Sarm iento)1, toro «trozo, ru e­ cal de fuente’; -R R J- suele reducirse a - R ¡- (cf.
da, tajada en forma red o n d a: se comió cuatro s e r a < s a r i a - o sarria, etc.), aunque quizá se trate
toros de merluza» (B R A E XIV, 135; éste y la «0 de una variante ibérica en -R , sin el elemento final
-Rl; el cat. Torsa (> Tossa) en la Costa Brava, Tuértega, V. túrdiga Tuerto, V. torcer
desciende del epigráfico ( I ) t ú r i s s a , y hay muchas Tuérzano, V. túrdiga Tueste, V. tostar
variantes en la toponimia iberoide desprovistas de
la inicial i- del vasco y de otras hablas iberas. T U É T A N O , variante del antiguo y dialectal
Como ya indicaron M eyer-Lübke (R E W , 8811) 5 tútano, oc. tutel y tudel ’tubo’, fr. tuyau id., cat.
y García de Diego (R F E , X I, 347), e l cast. y langued. tot ’pitorro del botijo o de una botella’,
tuero y congéneres proceden del l a t . T C R U S , que vasco ¡uta, bearn. tute ’cuerno de caza’, y otras
significa objetos diversos de forma abultada y re­ formas romances que, junto con el alem. tuten
donda, como lo son los segmentos de un tronco ’tocar la corneta’, proceden de la onomatopeya
cortado. V. además K rüger, N R F H IV, 247. Como 10 t u t - o t o t - , imitación del sonido de un instru­

cultismo arquitectónico, toro ’cordón’ está ya en m ento de viento; de ’com eta’ se pasó a ’tubo’,
Aui. luego ’conducto vertebral’ y finalmente el conte­
D e r i v . Tora ast. ’la brecha que hace el hacha nido de éste. 1.a doc.: tuétano, 1423, E. de Vi-
al pie de un tronco para derribarlo’ (R). Toral llena; tútano, 1438, Corbacho.
[Aut. «principal o que tiene más fuerza y vigor: 15 «Quiebren el hueso mayor e el otro que está
arco toral, fundam ento toral; se aplica tam bién a cerca dél, e sy quiere sacar el tuétano, estonces
la nxassa de la cera por curar o que está aún cunple de lo faser, pero ante rrey o señor grande
amarilla, en Andalucía»; sustantivado, 1632, Lz. non se fase... el sacar del tuétano, que pares<;e
de Arenas, p. 15], tomado del b. lat. toralis. To- mal e inm undo al batir e sacar» A rte Cisoria,
rés [«el bocelón que assienta sobre el plinto de 20 cap. 8, ed. N avarro, p. 67. «Favas que sean
la basa de la coluna», 1708, Palomino, Atu.]. T o ­ cochas con la fiel de la vaca, fecho todo ungüen­
rillo [«aquella especie de canal que se forma des­ to ; esto es razi azúcar, tutano, pie de camero
de el siesso hasta la bolsa de los testículos» A ut., negro, de la cera blanca, hecho todo ungüento»
fin S. X V I, Fragoso; comp. el ast. tora]. Toroso. Corbacho, ed. Pz. Pastor, p. 135 (las palabras
Gall. torgos «cozas: troncos y raíces de los urces» 25 desde esto es incluyendo tutano faltan en el m a­
(Sarm. CaG. 137r) supone una base derivada *t(5- nuscrito y sólo están en las ediciones de 1498
R í c u . Retoro. Atorar ’atascar, obstruir’ (como un y 1500).
caño por un pedazo de madera) [h. 1500, Juan del Según Rosenblat (R F E V I, 289; y reseña de A.
Encina, Lucas Fernández], pero es probable que C. Post, Southern Arizona Phonol.), tutano se
la relación de esta palabra y del gall. atorarse 30 encuentra asimismo en la Celestina y en las Co­
’atascarse’, ’cortarse, turbarse’, con tuero sea se­ plas de Rodrigo de Reynosa (n. 101); Fcha. lo
cundaria y de etimología popular, pues tendrá cita en Eug. de Salazar (h. 1570). Desde luego
razón Cuervo (Dtc. II, 1344) al observar que la esta forma está tam bién en APal. (nótese la apli­
forma primitiva sería aturar, que Cervantes toma cación al meollo de una planta): «ilum, que sig­
en el sentido de ’tapar, obstruir’, y al igual que 35 nifica el tutano de aquel árbor férula», «nuca
el cat. aturar ’detener’ y el port. aturar ’soportar’, es el tutano que va dentro del espinazo donde
’tolerar’, ’prolongar’, vendrá en últim a instancia proceden los nervios» (301d, 309d, otro en 159d);
del lat. o b t u r a r e ’obstruir’ (comp. turar en el y ambas formas están en N ebr. («tutano de hues-
artículo D U R A R ); atoramiento; atoradamente ’de­ so: medulla», «tuétano del h.: m .»); Covarr. y
tenidam ente’ (ej. medieval en D H ist.); cub. atoro 40 O udin sólo traen tuétano, y Aut. dice «tuétano:
’atascamiento, obstrucción’, ’atragantam iento’ (Ca., la medúla o sustancia o xugo que contienen los
214). huessos del anim al... algunos dicen tútano; aun­
1 CaG. 106v. Interpreta la frase documental que el uso com ún está en contrario», y agrega
cobrar la fruta ao toro «acaso al pie del frutal», ejs. de aquél en D iego G racián, F r. Luis de
pero en doc. medieval del Poyo o de Pontevedra, 45 L eón y Villaviciosa. L a forma tútano persiste
y en otro de Lérez, había encontrado la frase, re­ hasta hoy como vulgar en Cespedosa (R F E XV,
ferente al modo de p a g ar: «o pan aa teiga, a 135), Salamanca (Lamano), M érida (Zamora V.,
fruita ao toro, e o viño á dorna» (88-u, rectificando anejo X X IX a la R FE ; R F E X X V I, 319), en el
la lectura errónea ao terQO de 69t>), de cuyo con­ judeo-español de Bosnia (R F E X V II, 124) y en
texto se deduce que no se refiere al lugar sino 50 general el de O riente (Cherezli, p. 109), y en
al modo o medida del pago. Quizá, pues, se aplicó el de M arruecos (acentuado tutano, B R A E X III,
también toro a un, gajo de frutal arrancado con 342)1; además en casi toda América: Nuevo M é­
toda su fruta, para ahorrar tiempo, o bien a toda jico, Méjico, América Central, Cuba, Santo D o­
la fruta que da cada ra.ma de frutal.— 2 De ahí, mingo, Colombia, Venezuela, Ecuador, Chile y
según K rüger (V K R V III, 296), derivaría el port. 55 Arg. (B D H A I, 119; B D H A IV ; B D H A V, 88;
larócos, taroucos, tairócos «socos, tamancos», ta­ Pichardo, p. 258; B rito); tuténo en la prov. de
rólo «pequeño toro de lenha», trasm. tarono; Buenos Aires (Rosenblat, reseña citada). Sobre
pero comp. T A R U G O .— 3 Hasta la derecha del tútano, V. además la nota 85 de Cuervo a la G ra­
T er medio: Font del Toron-ált, junto a la cum ­ mática de Bello (ed. 1936). Port. tutano ’tuétano’
bre de Sant G regori d ’Osor, etc. «0 [Camoens, en Moraes], gall. merid. tutóno ’meollo’
(Schneider, V K R X I, s. v .; miolo en gallego ge­ D eriv . Cub. destutanarse ’consumirse, enfermar
neral, Valí.). trabajando física o intelectualm ente’ (Pichardo).
En cuanto a la etimología, Diez (W b ., 473) se 1 T útano ya está en la Biblia de Ferrara (1553)
abstuvo de opinar, pero Schuchardt (BhZRPh. y totano en la m oderna de Constantinopla (B R A E
VI, 52) vió ya la indudable etimología: el voca­ 5 IV, 635-6).— 2 Es verosímil, aunque sólo tengo
blo significó primitivamente ’tubo’, tal como tam ­ un doble indicio indirecto: en la zona churra
bién se ha dicho caña en el sentido de ’tuétano’, del Alto M ijares (prov. Castellón) hay la llamada
y pertenece a la familia del gasc. y langued. tu- Fuente de Todo (Monzó, A C C V X II, 1951, 248),
tél, prov. tudéu ’tubo’, beam . tutou, tutée, ’cuello nombre que encuentra un eco en el del pueblo
de botella’, tute, tutou ’cuerno de pastor’. M -L . 10 de Fuendetodos, de tremenda memoria, unos 100
(R E W , 9017) dudó de ello por razones «de for­ kms. más al N O .; me parece claro que esto es
ma», no se sabe si a causa del sufijo átono (1° uitracorrección (por lo de las sordas intervocálicas
cual sería del todo im pertinente, comp. M . P., conservadas en aragonés) de *toto ’caño’, pues
Festgabe MussafúJ), o si p or el diptongo ué; pero el pronombre todo tuvo también la forma toto
está claro que ue es diptongación de una prim i­ 15 en el antiguo Aragón (cf. cat. y oc. tota ’toda’,
tiva o abierta, comp. el judesp. totano, ya citado; fr. tout, toute, it. tutto, procedentes del enfático
Schuchardt ya se refirió a Quercy tot ’cuello de t o t t u s , casi general en romance).— 3Ya es más
botella’, y en efecto tot es ’pitorro de botijo’ en dudoso que sea lo mismo el port. toutigo y cañar.
catalán (sobre todo en el Nordeste) y en langue- totizo (Millares) ’cogote’; con este sentido está
dociano; quizás existió también un arag. *toto 20 ya en las Ctgs. (129.12, 297.43).— 4 Aunque Pok.,
’tubo o pico de fuente’’; Spitzer (Z R P h . X L III, IE W (1081.35) la empareja con el letón tuntulét
332n., 487) cita además Abruzo tótere, tú terf (también -urét) ’enfundarse uno en muchas pren­
«tossolo della pannocchia del granturco», napol. das de vestir’ metiéndola dentro de una de las
tútaro «corto pezzo di bastone», Álava y Bilbao «raíces indoeuropeas» (la del gr. wXr¡ ’bulto’, ’ta­
totolo ’gordinflón’; Rohlfs (It. Gr. I, 378): napol. 25 rugo’, ’pene’, esc. ant. Oollr ’árbol’, ’tarugo’, pa-
tútero, Sora tútsrd, ’troncho’. leosl. tylü ’cogote’), aunque con marcada reserva,
El sentido etimológico fué ’instrum ento de vien­ que evidentemente no descarta una formación
to’, de donde luego ’caño, tubo’, y se trata real­ onomatopéyica.
m ente de una raíz internacional, a la cual perte­
necen no sólo el cat. piren, y gasc. tuta ’cueva’ 30 T ufa, V. tufo
( < ’caño’), logud. tútturu «cannello», campid. tut-
túrigu «eolio di ampolla» (W agner, Z R P h. X X X IV , T U F O ’olor fuerte’, ’soberbia, entonam iento’,
584), sino tam bién el vasco tuta «come, com et del lat. vg. t O f u s (lat. t í t h u s ) , y éste del gr.
á bouquin» y el alem. tuten ’tocar la corneta’ TÜtpo; ’humo, vapor’, ’soberbia’; en la ac. ’p or­
( = p o n . tutar), tüte ’cucurucho’; ecuat. tu tu o 35 ción de pelo que cae delante de la oreja’ es otra
tuto ’cañuto, tubo’ (de origen quichua, según L e- palabra, tomada del fr. touffe ’m echón de pelo’,
mos, Supl. II, p. 36; para una forma más plena ’copete de plum as’, 'espesor de ^hierba o plantas’,
bototo o fotuto, V. en los lugares correspondien­ de origen incierto, quizá germánico. 1.a doc.:
tes); en Chile alternan tutos y trutro al parecer 1513, G . A. de H errera.
tn el sentido de tuétano (G. M aturana, D . P. 40 E n los autores clásicos y preclásicos vacila en­
Garuya, p. 91), y la forma con r parece indicar tre la forma tufo y tuho. Así ya en H errera: «con
un .origen araucano. El diferente vocalismo u u aquel tufo del vino no pueden salir y ahóganse»,
Q depende del tono más o menos grave del ins­ pero «perderán gran parte de aquel tuho»; se­
trum ento. El tratam iento fonético de la - t - inter­ gún m uestra claramente el prim ero de estos ejs.,
vocálica se explica por la fecha en que cuajó esta 45 el sentido etimológico de ’vapor, hum o espeso’
onomatopeya en el idioma, la cual pudo ser muy se conservaba todavía en esta época (otro ej. de
antigua, y así la - T - intervocálica pudo debilitarse lo mismo en Alcázar, fin S. X V II, citado en
con arreglo a la fonética histórica, dando el prov. A ut.). Lo común es que designe u n olor fuerte,
tudéu ’tubo’ y el fr. tuyau id. ( < tu(d)eau); aunque puede ir acompañado d e vapores; puede
igualmente zamor. tuda «cueva hecha en la falda 50 ocurrir que sea olor más bien agradable aunque’
de u n monte» (Acad.). D el oc. ant. tudel ’tubo’ fuerte, como de m anjares: «de la parte desta
se tom ó el cast. tudel «la fistola de m etal que se enramada (si no m e engaño) sale u n tufo y olor,
inxiere en el baxón o en otro instrum ento de harto más de torreznos assados, que de juncos y
boca» (Covarr., A u t.)\ La etimología t u t u s ’pro­ tomillos» Quijote II, xx, 73; llega a ser, si bien
tegido’, de K órting, es absurda desde todos los 55 raramente, un perfume femenino penetrante, co­
puntos de vista; la de Caix (S tu d j di E tim ., 121), mo en el coloquio sobre la entrevista de Sancho
lat. t ü t ü l u s ’casquete puntiagudo de los sacer­ con D ulcinea: «no me negarás Sancho una cosa,
dotes’ («pilleus lanatus»), tampoco es posible foné­ quando llegaste junto a ella, ¿no sentiste u n olor
ticamente (se trata de una palabra latina fundada sabeo, una fragrancia aromática, y u n no sé qué
en la misma onomatopeya)4. 60 de bueno, que yo no acierto a dalle nom bre, digo
un tuho o tufo, como si estuvieras en la tienda exige así o anda escaso el paño’ (Valí.), Ansó
de algún curioso guantero?» (I, xxxi, 152r°). tufa «pequeña borla de seda que colgando por
Esto no es norm al (aun podría sospecharse algo encima de la nariz tapa la cara, aum entando el
de socarronería por parte del autor); lo corriente recato de las mujeres» (K rüger, V K R V III, 324;
en lo antiguo como en nuestros días es lo que 5 Casacuberta, B D C X X IV , 182), Arán lüfa ’moño
m uestran estos otros e js.: «un tufo a vino tiene de cabello postizo que se ponen las mujeres en
cuando se llega a mí» Feliciano de Silva, «bo­ lo alto de la cabeza’, gasc. tufe, tuhe í. «huppe,
rrachos con tufo de bodega llena de mosto» Juan touffe de poils ou de plumes» (Palay), Arrens
de Pineda, «no respirante tuho / aunque, en sus tuhét «cheveux qui couvrent le front» (vocab.
arcabucos mora el buho» Pedro Espinosa (h. 1625), 10 ms. de Rouch-Camelat), Rouergue tufo «huppe»,
«el que tuviere tufo de puta ha de ser a los otros «la hure du porc» (Vayssier, s. v. copusso y tufo);
preferido» en u n entremés del S. X V II (Cej. por otra parte cat. cofa «espessor de cabells, fila-
V III, 686-7). Percivale: «tu/o: the smell of the m ents, fullatge, mates, etc.; toja de neu: massa
stomach after w ine»; O u d in : «tufo de olor: va- esponjosa de neu» (F abra; sólo un ej. moderno
peur et senteur comme de l’haleine d ’u n homme 15 en Ag.).
qui a beu du vin ; tuho, idem ; tufa, c’est le mes- Es muy verosímil que todo esto sea présta­
me que tufo; tiene tufa de ladrón: il a la mine et mo del francés touffe «bouquet épais de che­
odeur de larron»; A ut.: «el olor activo y molesto veux, de plum es, de poils, de fleurs, de plantes,
que despide de sí alguna cosa: como el del car­ etc.», frecuente desde fines del S. X IV ; además
bón a medio quem ar o encender»; en Covarr. 20 God. X , 784, da toffe de bois en u n texto que
hay la acostumbrada e inextricable mezcla de lo creo del S. X III, y tofe «flocon de neige» en el
real con lo supuesto y etimológico. A u t. anota Rom án d ’Alexandre (S. X II o X III). Por lo de­
tam bién la ac. figurada: «usado siempre en plu­ más, el origen del vocablo francés es dudoso :
ral y metaphóricamente, vale soberbia, vanidad o la idea del D G én., adoptada por W artburg, en
entonam iento»; en efecto, el uso en plural es 25 Bloch, 2.a ed., y puesta en duda en la 1.a, de par­
lo norm al hasta la actualidad, pero no falta al­ tir de una forma interm edia entre el alem. zopf m.
gún caso del singular, de lo cual puede verse ’trenza de cabello, coleta’ y su correspondencia
un ej. de L . Fz. de M oratín en el dicc. de Ruiz b. alem. topp ’punta, cum bre’, además de ser sos­
M orcuende1; de la antigüedad de este uso es pechosa por la contradicción entre la t- bajo-
prueba la del verbo atufarse ’enojarse’, frecuente 30 alemana y la -/- alto-alemana, tropieza también
desde princ. S. XV, en el Canc. de B aena: «pero con la diferencia de género. M -L . (R E W , 8973)
non vos atufedes / faziendo grand algazara», «yo y Sainéan (Sources Indig. II , 219) prefieren par­
fablo a los graciosos, / alegres e mesurados, / tir del lat. tardío t u f a ’penacho’, voz cuyo ori­
non a los m uy atufados / sin sabores e puntuo­ gen germánico consta perfectam ente (vid. E m out-
sos», y ya en el Lucano de Alf. X (Almazán); V. 35 M. y Walde), aunque se trata de una palabra
muchos ejs. desde princ. del S. XVI en Cuervo, del todo diferente de la anterior, emparentada
Dicc. I, 777; Cej., /. c.; D Hist. con el ags. th ü f ’bandera’, ’follaje’; esto parece
D e los tufos de cabello los testimonios apa­ preferible, pero tropieza con la diferencia entre
recen más tarde, desde 1611, en estos versos la ti larga del anglosajón y la 0 que postularía
de G óngora: «solicitávala entonces / el señor don 40 la forma francesa, para lo cual recurre M -L. a
Belianís, / mostachos hasta los tufos, / con ru m ­ un cruce con una onomatopeya b u f f , solución
bos d_ paladín» (otro del mismo autor, y otros poco satisfactoria2; en realidad no nos consta bien
de Quevedo, Polo de M edina y Pedro Espinosa la cantidad del germanismo latino t u f a , y no
en Cej., I. c.); define A ut. «tufos se llaman las podemos asegurar que en gótico (de donde ven­
dos caídas del pelo, o laderas de delante de las 45 dría la palabra latina) o en fráncico (de donde
orejas, peinadas o rizadas». Es visible la diferen­ tam bién podría salir la francesa) no tuviera una
cia entre tufo ’vapor, olor’, ’entonam iento’, po­ cantidad diferente. Tam poco podemos asegurar
pular y arraigado, antigua voz hispánica, y tufos que el origen del fr. touffe no sea sencillamente
’mechones’, térm ino de moda im portado de F ran ­ onomatopéyico'’. Sea de ello lo que quiera, es
cia. 50 bastante seguro que el cast. tufos ’mechones’ es

Aquél es popular tam bién en el cat. tu / ’olor, galicismo.


tufo’, tufejar ’despedir tufo’, tufejant ’maloliente’, En cuanto a tufo ’vapor’, ’olor fuerte’, está cla­
y en los dialectos italianos (REVF, 9024). Los re­ ro que procede del lat. t y p h u s , g r . T u ip o ; ’vapor,
presentantes del otro en la Romania meridional hum areda’, ’soberbia’. E n latín, por lo demás, só­
son más escasos y de forma vacilante: port. tufo 55 lo nos consta la existencia de esta segunda ac.,
(o tufo do turbante «a parte delle convexa e re­ figurada (aunque hemos de adm itir que también
levada», con ej. de 1636 en M oraes; «na roupa se trasmitiría la prim era ac. griega): «homo im -
a parte relevada e inchada»; tufo de la «huma manissimo typho turgidus» San Agustín, Conf.
poríáo della aberta»), gall. tufo ’pieza que los V II, ix ; «si non m entis elatio et typhus, qui
sastres cosen a la principal cuando la obra lo 60 appellatur a graecis, obstaret» Arnobio, Contra
Gentes I I (citas de Cabrera). V. el articulo ty- primeramente este tejido. 1.a doc.: Acad. 1884,
phein del F E W publicado últim am ente en W ord no 1843.
X (1954), 288-305. E n francés desde 1765.
D eriv . Tufarada [Aut.]“. Tufillas [L. Fz. de D e r i v . Entolar [Acad. S. XX], alteración de
M oratínJ. A tufar [princ. S. XV, V. arriba]; atu- 5 *entular por influjo de otra palabra (¿entoldar?);
famiento; atufo. D e tufos ’mechones’ : atufado y entoladora.
T O JIN O .
1 H oy «la perrada... aparecía con u n tufo de Tulipa, tulipán, V. turbante Tullecer, tulli­
mil diablos, meta revolcarse contra el suelos dez, tullidura, tullimiento, V. tullido
Santiago C. Oliván, L a Prensa de B. A ., 8 - 10
X II-1940.— 2 Para representantes del lat. TUFA T U L L ID O , del antiguo tollido id., propiamen­
en los Balcanes, vid. Gamillscheg, R . G. II, te participio del verbo toller ’quitar’, que se em ­
257, y Pu$cariu, s. v. tufé. El cast. ant. trunfa, pleó absolutamente con el sentido de ’quitar la
que a este propósito citan M -L . y Gamillscheg, fuerza, inutilizar’; toller vino del lat. t O l l é r e
es hápax del Corbacho (trunfas de argentería) 15 ’levantar’, ’sacar, quitar’; el verbo menos em­
cuyo sentido no consta (comp. Steiger, B R A E pleado tullir se extrajo m odernamente de tullido.
IX , 546-7), aunque es posible que sea lo mis­ 1.a doc.: toller ’quitar’, orígenes (Glosas de Si­
mo que el port. ant. trunfa «toucado antigo» los, Cid, etc.); tollido, Berceo, S. D om ., 584d;
(comp. Baist, R F IV, 372; quizá hubo algo de tullir, Quevedo.
esto en cat., pues Ag. s. v. tufa rem ite a trum - 20 Tollerse conserva alguna vez en la época arcai­
fa, por lo visto olvidado en el artículo corres­ ca el sentido latino ’levantarse’ (non se podié la
pondiente, pero no tengo otras noticias); pero freirá de la siella toller, S. Or., 94a). Lo común
fonéticamente parece seguro que esto en su ori­ es que signifique ’quitar’, ac. comunísima desde
gen no tiene nada que ver con tufos y su fami­ el C id hasta el S. X IV (Castigos de D . Sancho,
lia. Para otros nombres romances del tocado, de 25 130; Revelación de u n ermitaño, 7 ; Y ú fu f, ed.
procedencia germánica, vid. Jud, L itbl. X X X I, M. P., § 38), y todavía más en gallego-port. ant.
154 n. 2 .— 3 Acerca de este problema tam bién (Ctgs., Gral. Est. GalL, M irSgo., etc.). N o tardó
habrá que tener en cuenta la existencia del gall. ya en anticuarse, y así lo único que registra N ebr.
tufa «bohordo, caña o junco de la espadaña» es «tollido: debilis aliquo membro». Esta ac. es­
(Valí.), que evidentemente procede del gr. TÚ971 , 30 pecial del participio ya se encuentra en Berceo,
lat. tardío t y p h e ’espadaña’, y que daría una y se explica por el empleo absoluto que se había
buena base semántica para llegar a ’penacho’, dado a toller, con el valor de toller la fuerza o el
’mechón’. Pero su aislamiento en romance in­ poder, como ya vemos en Fn. G onz. : «tu que asy
vita por ahora a creer en una coincidencia ca­ podiste a las yervas [’veneno’] toller», 105d, que
sual.— 4 «Sube y se difunde por la atmósfera 35 el copista, no entendiendo, sustituyó por el amé-
una agria tufarada de recalentados sudores» J. trico toller el poder (M . P„ A S N S L CXIV, 251);
H . Figueroa Aráoz, L a Nación de B. A ., 10- también esto es frecuente en gall.-port, medieval
V III-1941. (Ctgs. 218.48, M irSgo. 68.18, etc.), y sigue siendo
d i uso amplio y libre en la lengua m oderna1. Al
T ufo ’piedra porosa’, V. toba Tugurio, V. 40 mismo tiempo que pulido sustituía a polido y pu­
techo Tuición, V. intuir drido a podrido, se empezó a decir tullido, y así
Juan de Valdés (1535) ya tiene por mejor esta for­
T U IN A , en c a t. tovina o tuina, de o rig e n in ­ ma (Dial, de la L ., 63.17). Poco más tarde, olvidado
c ie rto ; q u iz á d e riv a d o d e l c a t . tou ’h u e c o ’, ’b l a n ­ del todo el infinitivo toller, se creó secundaria­
t o p h u s ’p i e d r a p o r o s a , t o b a ’) . 1.a doc.; 45
d o ’ (la t. mente u n nuevo verbo tullirse [Quevedo] o tullir
Acad. 1884, n o 1843. ’dejar paralítico’ ; este últim o aparece en el G ua­
D efinido «especie de chaquetón largo y cum ­ rnan de Alfarache con el sentido especial ’dejar
plido» (luego enmendado en «largo y holgado»). (una obra) sin hacer’ (Cl. C. II , 53.6). Pero el
Pagés cita de Pardo Bazán: «poca levita, mucha habla más arcaizante de Asturias, manteniéndose
tuina y chaqueta, de higos a brevas u n uniforme». 50 fiel a la tradición medieval, emplea hasta hoy 1
Ag. registra como catalanes tuina y tuvina «le- toller por ’tullir’ y luego ’moler a golpes’. Es cul­
viteta d’estiu, de dril, que s’usava a principis del tismo el cat. tolit ’paralítico’.
S. X IX » y tovina «pe^a de roba exterior». N o Partiendo de ’paralizado’, o más bien de ’priva­
tengo otras noticias del vocablo en castellano ni do de (juicio)’, tollido llega a significar ’loco, loco
en catalán. 55 furioso’ en leonés an tig u o : «era todo tollido e es-
m araido de pesar. E dezía paso entre sus dien­
Tuitivo, V. intuir tes: —Escarnido m e ha el traidor», «él era tan
tollido por ella que dezía que ante quería ser
T U L , del fr. tulle id., debido al nom bre de la desm enbrado queja non oviese a su voluntade»
ciudad de T ulle en el Lemosín, donde se fabricó «0 Otas de Rom a, f° 69v° y 84v° (ed. Baird 67.1,

V. — 44
117.2). E n portugués el participio correspondiente pernas» Castelao 175.7], Tullidez. Tullidura. Tulli­
tolheito aparece antiguamente con el mismo sen­ miento o tollimiento. Del gall.-port. to lo : gall. to-
tido figurado: ctoraou sandia e tolleyta» en la lear ’actuar como loco’ («rapaza que tolea c’os
Crónica Troyana en gallego del S. X IV (I I 194.1, panos» Castelao 278.21); port. tolice ’locura’, gall.
201.1), «entam foi tam tolheito e tam sanhudo, 5 toleria («a loucura e a toleria» Castelao 183.13, 34.
que pensava de m e matar com minhas maáos» 15). Del gall.-port. doudo: endoudecer [S. XVI,
(Graal I, 245), «üa dona que me trage tolheito» port.], «ertdoudecido d ’amor por uns olios fune­
Canc. da Vat. 1138.3, csandeu e tolheito ando» rarios» (Castelao). Atoller, ant. Tole [Aut., escrito
Canc. Col.-Br., 150.11, «que hüa que Déos mal­ tolle tolle], tomado del lat. tolle, propiamente ’qui­
diga, vo-Io ten Iouco e tolheyto» D on D inís; en 10 ta de ahí’.
gallego y en portugués minhoto (Fig.) todavía no Tolerar hacia 1440, Corbacho, en C. C. Smith
está anticuado: «un aire de felesía deixou-no to- (BHisp. L X I); A. Agustín, t 1586, A u t. ; falta
lleito» (Castelao 201.7). todavía en C. de las Casas, N ebr., PAlc., y en
Esta frecuencia de louco e tolheito, etc., presta in­ APal. está solamente con el carácter de voz latina],
dudable apoyo a la idea de Diez (W¿>., 3.a ed,. II, 15 tomado de tolerare id., perteneciente a la misma
185) de derivar de * t o l l í t u s el port. y gall. tolo raíz que tollere; tolerable [1515, Fz. Villegas] e
’loco’ («tolo de contento» Castelao 175.11, etc.), intolerable [h. 1440, M ena, en Sm ith]; toleración,
que ya empleó Gil Vicente ( tola ’tonta’ rimando raro; tolerante; tolerantismo; tolerancia.
con cebóla, Inés Pereira, ed. princ. f° ccxvii r°l). Del lat. e x t o l l e r f . ’levantar’ (o, como derivado
Podría pensarse en una derivación regresiva par­ 20 romance de su primitivo toldre ’quitar’, ’levantar’,
tiendo de tollidade ’locura’ (hoy provincial de T ras lat. tollere-extuli, de efjeró) viene el catalán ant.
os M ontes por el común tolice), que pudo resultar estolledor (hoy dialectal occidental y valenciano)
d e *tolididade por haplología. Pero, teniendo en estoledor, estellador 'compuerta consistente en una
cuenta el vasco sul. y b. nav. tholdo, tholde, «en- tabla que levanta el nivel y cierra el paso del agua
gourdi, m aladroit; lourd, rustre, grossier» (Lhan- 25 en los canales y acequias’2.
d e ) , b. nav. tholu «pataud, badaud» (Azkue), más C p t . Gall. tole-merendas, V. quitamerendas (en
bien podemos imaginar que * t o l l i t u s pasara a Q U IT A R ).
* toldo en portugués preliterario, luego asimilado 1 «Que nós fomos os menos sumisos ao domiño
en tolo, por el fenómeno asimilativo estudiado por árabe, e que non nos tolleu o medo» Castelao
M. P. (O r i g § 54.1), tan frecuente en leonés anti­ 30 266.22.— 2B D C X X III, 239; D A lcM ; pero no
guo; pero no lo era menos en Portugal, donde tiene fundam ento la grafía estañador, puesto que
hallamos Ermigilli, Ermi(l)li, Erme(V)lo (junto a goza, como reconoce ese dicc., de grandísima di­
Ermegildus), Froni(l)li junto a Fronilde, Sonilli fusión y e unánime en catalán occidental, y la
(junto a Sonildi, Sonigildu, Soegildi, Sogilde, Sone- única excepción oriental que éste cita, B stslsdó,
geldi), Trasilli, Tresi(l)li (junto a Trasuildi), Tro- 35 en St. Feliu de Pallerols, precisamente confirma,
dilli, Trudi(l)li (junto a Trudildi), Elleogunda (jun­ con su l y no y, que no es derivado de tallar.
to a Eldegundia), Alefonso (junto a Aldefonsus), Esto(l)ledor (en parte disimilado en estell-) es
vid. Cortesáo, Onomástico M ed. Port. palabra que tengo ya muy documentada desde
Por otra parte, el otro nom bre port. del demente, el S. X III, y para la cual rem ito a m i DECat.
doudo, doido, podría salir del supuesto * toldo, 40 Hay derivados locales trastellador y restellador
por asimilación de sonoridad, quizá ayudada por con adición de prefijo. O tro derivado muy posi­
el influjo de la sinónima raíz expresiva de dundo, ble del mismo e x t o l l e r e tenemos, al parecer, en
T O N T O , fr. dodo, etc.; obsérvese que la forma el gallego estolda «en las herrerías de Quiroga
antigua no es doido sino doudo, que es la antigua [alto Sil], el sitio en que cae el agua, junto al
y clásica (Camoens, Ferreira de Vasconcelos, etc., ♦5 banzado» (Sarm. CaG. 99v), que será e x t o l l I t a
vid. M oraes; Gil Vicente, M ofina M endes, ed. ’corrientes (de agua) quitadas o elevadas’; de ahí
princ. xx v°, v. 2 de la comedia, y endoudecer ib. quizá además (chover) a destoldo ’muchísimo’,
v. 7) y es como se dice hoy en gallego: luego no dado por el propio Sarm. (ibid. 134r, 99v, anota­
hay que pensar en derivarlo de doido de d o l e r e . do en Soutelo de M ontes, más al Este), con el
P o r lo demás lo que invita a considerar muy acep­ 50 cual cf. de todos modos el port. destoldar ’quitar
table esta etimología de los dos vocablos, sobre todo la tolda o toldo de una nave o una tienda’, ’acla­
en cuanto al prim ero, es que no se ha propuesto ra r’; en cambio es imposible la relación con
otra que sea razonable (para rechazar la idea de s t i l l a r e , con destello o con destajo en que pen­

relacionar con el alem. toll basta recordar que éste saba Sarm.
había de empezar por D- en suebo y fráncico, y en 55
gótico era d w a l s , neerl. detvaas «sot, fou»), Tullir, V. tullido
D eriv . Tollecerse ’tullirse’ ant. [S. X IV , L i­
bro de los Enxem plos, 480] o tullecerse, o entu­ T U M B A , ’sepulcro’, tomado del lat. tardío tum ­
llecer; desentollecer [Acad. S. X IX , gall. desen- ba id., y éste del gr. lófifíot; ’túm ulo, m ontón de
toller ’desentum ecer': «custou-me desentoller as M tierra’, ’tum ba’. 1.a doc.: Berceo.
Es ya frecuente en este poeta, y aparece en entonces de tumba y de su variante romance
todas las épocas. jo m b a ’sepultura’, lo cual se apoyaría en el tumbo
D eriv. Tum bal; comp. T U M B A R y R E T U M ­ ’catafalco’ gallego (mucho menos en un tumbo ’se­
B A R . Tum billa, así llamada porque se parece a pulcro’ que figura sólo en Góngora II, 25, y que
dos camillas o parihuelas superpuestas (según 5 en un escritor como él puede no corresponder a
Wilmes, V K R X , 245; tombilla en el Valle de ninguna realidad lingüística sino a floreo verbal).
Vio). T um bón ’especie de coche’. De todos modos ni aun el empleo para ’catafalco’
T u m b o ’cartulario’ [Acad. ya 1843; desde es decisivo, pues al fin puede tratarse de una con­
luego usual en la Edad Media, en que ya es fa­ creción del montón de objetos conservados en de­
moso el T u m b o de L eón]1, en port. tom bo ’in­ 10 pendencias parroquiales y monásticas, que siempre
ventario de terrenos demarcados’, ’archivo’, ’re­ han almacenado documentos y objetos antiguos.
gistro de hechos relativos a una región o especia­ Quedo en duda pues entre esto y el origen pre­
lidad’ (recuérdese la famosa y antiquísim a Torre rromano, que es el ambiente hacia el cual nos guía
do Tombo). la aparición de t u m b a en el sentido de ’montón
Éstos son vocablos inseparables del gall. tumbo 15 de tierra, colina’ en varias hablas romances de los
’túmulo o sepulcro de tierra (que se advierte en Alpes (V R o m . VI, 103-5) y los Balcanes. Pues
el monte)’ (Valí.), que tam bién tomó acs. figura­ existe realmente un célt. t ü m b o s bien conocido y
das pertenecientes a la esfera de la tradición es­ con un sentido muy a fín : irl. med. tom m ’alto­
piritual : ’armazón o catafalco que se erige en las zano’, ’matorral’, ky. tom ’m ontón de tierra o es­
Iglesias en las honras de un difunto’ (Valí.), ’el 20 tiércol’ (Walde-P. I, 708; Pok. IE W II, 4), her­
artefacto que guarda el sacristán con este objeto’ manos del gr. xúufio; ’m ontón de tierra’, ’túmulo
(Castelao 201.4, 201.8). Unos creen que esta voz sepulcral’, ser. tuijgah m. ’altozano, m onte’, y
luso-leonesa viene de túm ulo pasando por tombro como adj. ’alto, abombado, abovedado’, proceden­
o túmb(u)lo (C. Michaélis, R L III, 187: comp. tes todos de un indoeur. t u n g w o s . O esto o la
R L IV, 13; Cortesao), lo cual ya tropezaría con 25 derivación de tu m b a ; pero, dentro de todo, la eti­
el obstáculo fonético de la desaparición de la r mología prerromana me parece muy verosímil y
o l\ probablemente más cierta.
Por otra parte no es probable separar de esto 1 «U n libro de previllegios que llaman del tom ­
el uso del castellano tomo, en acs. abstractas y bo, que es de los archivos de la santa Yglesia
afines a la idea de masa o balum ba:’bulto’
30 en desta zibdad», Toledo, 1580, B R A E XV, 565.—
Fr. A. de Guevara (1539), «es una sombra que no 1 L a forma túm bulo por túm ulo existió (Góngo­
tiene tomo, es una fantasma encantada» (M enos­ ra la emplea como disparate propio de Jaén, ed.
precio de Corte y A l. de A id., Cl. C. 128.3), ’im ­ Foulché, II, 25), pero no es fonética, antes se
portancia’ en B. de Villalba (Fcha.), «el gruesso, debe al cruce natural con tumba. Es dudoso
cuerpo o bulto de alguna oosa» (A u t., con ej. de 35 que la forma tum blo existiera, a no ser en por­
Fr. L. de León), «importancia, valor y estima» tugués vulgar, donde es reducción reciente de
(S. X V II, Aut.), de tomo y lomo «de considera­ túm bulo, por la debilidad de la» vocales átonas
ción, importancia y entidad» (locución donde se en este idioma. L a desaparición de la - l - en
trata sin duda del lomo de las reses vivas o sa­ tom bo t ü m ü l u s no es admisible en portugués,
crificadas y comestibles; Quevedo, en A ut. y di- 40 pues una de d os: o se perdió prim ero la u de
vulgadísimo), «prise, capacité, portée, gain, subs- la sílaba medial, dando ocasión a que se for­
tance, prix, valeur, quantité, m om ent: esta cosa mara una b epentética, y entonces no podía ya
no es de tomo', de tomo y lomo, quiest grand perderse la -L- por no ser intervocálica; o su­
et b i e n f o u r n y d e r e i n s » (Oudin). ponemos que cayera prim ero la - l - , pero enton­
Que estamos a ,cien leguas del helenismo bi­ 45 ces ya no podía formarse una b epentética.
bliográfico tomo, lo muestra no sólo la fecha re­
ciente de éste sino todo el tono de los ejs. más T um ba ’tango’, ’tam bor’, V. retum ba Tum ­
antiguos, como el de Guevara y de las Epístolas ba ’voltereta’, tumbacuartillos, tumbadillo, tumba­
familiares de Fr. Feo. Ortiz, I I : «es de tanto peso do, V. tumbar
y tomo la razón que hay para que la criatura obe­ 50
dezca a su Criador...» (cita en dicha ed. de G ue­ T U M B A G A , del malayo tambága ’cobre’; el
vara); como además ni el león, tumbo ni el'p o rt. camino de trasmisión de esta palabra, existente
tombo ’montón de escrituras’ pueden venir foné­ en muchas lenguas europeas y en árabe, no se
ticamente del helenismo tomo ni parecen separa­ conoce exactamente; la u puede explicarse por
bles del cast. tomo ’bulto’, descarto decididamente 55 una grafía inglesa: aunque la forma que se cita
toda relación con éste. normalmente en este idioma es tombac, existe por
Más aceptable parece, en cambio, como admitió lo menos una variante tum beck (W ebster). 1.a doc.:
también Car. Michaélis de Vasconcelos, que la tambaca, 1675, Faría y Sousa; tumbaga, Aut.
idea básica fuese la de ’m ontón de escrituras, Escribió Faría e Sousa: «por una [pieza de arti­
donde éstas quedan como enterradas’, derivando 6» llería] de tambaca, metal virtuoso y estimable, se
ofrecieron siete m il ducados». E n portugués tam- en Calila, lo que sugiere que tum bar ya existiría
baga se encuentra en 1603; y tambaca, que es en el S. X I I I : «ella [la trucha] fué a tum bos
la forma más conocida en este idioma, desde 1611; fasta que llegó al regazo e metióse en el río»
se trata allí de una aleación de cobre y cinc pre­ (Cej.), «fuéme a tunbos e rastrém e fasta que fué
parada en la Indochina (Dalgado II , 346). Aut.: 5 en la cueva» (ed. Alien, 89.327). U n ej. de tu m ­
«tumbaga: metal, especie de cobre m ui fino que barse, quizá con juego de palabras entre la incli­
viene de la C hina; fig. se llama qualquier sortija nación de u n navio y la caída de una m ujer fácil
hecha con mezcla de este m etal»; Acad. 1817: (comp. abajo tumbadero), está en la comedia de
«liga o mezcla de iguales partes de oro, plata y L a Entretenida de Cervantes (ed. Schevill, III,
cobre, de que resulta u n metal de color cobrizo 10 46). Sabido es que el tipo onomatopéyico tumbar
oscuro, bastante frágil, cuya propiedad dió ori­ o tombar' está más o menos extendido, y con
gen a la preocupación de creerse por algunos que sentidos análogos, en casi todos los romances
el uso de las sortijas de tum baga los preserva o (R E W , 8975). Comp. R E T U M B A R y T O M A R .
avisa, quebrándose, de varios accidentes y enfer­ D e r iv . T u m b a ’tum bo, caída’ [Quijote I, xxv,
m edades»; el uso de las sortijas de tum baga se 15 115; A ut.], ’tala de m onte’ cub. (Ca., 60); tum bo
extendió tanto que el vocablo acabó por designar [S. X III, Calila, V. arrib a]; tum bo de olla «el
una sortija de cualquier m etal (así ya Acad. 1884, residuo que queda de la olla después de sacar
no 1843). Igualm ente cat. tumbaga. Palabra muy la carne» (A ut.), «cada uno de los tres vuelcos
S. X IX , que hoy ya ha envejecido. Vasco vizc. de la o lla : caldo, legumbres y carne» (Acad.), de
tunbaga «alianza, sortija de matrimonio» (Azkue); 20 ahí el arg. tum ba ’zoquete de carne’ (Ai. Fierro
fr. tombac ’aleación d e cobre y cinc’ [1700]; ingl. II , 3615; V. nota y artículo en el vocab. de la
tombac id. [1602]; it. tombacco; ár. t-nbak «mé- ed. de T iscornia; «trozos de asado o tumbas de
tal composé de cuivre et de zinc, similor» (Boc- asado apetitoso» Fausto Burgos, L a Prensa de
thor). E l vocablo malayo a su vez parece ser al­ B. A ., 15-11-1942; Carrizo, Canc. de Jujuy, s.
teración del ser. támraka. Según Loewe (V. el 25 v.); tum bo, nom bre de cierto juego en Torres
dicc. etim. de Kluge) el castellano vendría del N aharro, ed. G illet, índice, s. v. gomes. T um ba­
tagalo y desde el malayo habría pasado al neeri. do (cub. ’enferm o’ Ca., 259); tumbadillo. T u m ­
tombak > al. tombak [1748]. bada cub. ’acción y efecto de tum bar’ (le dió
D eriv. Tum bagón [kuí.]. la gran tumbada, Ca., 227), veo. daunbada «ruido
30 como el de un fuerte golpe» (vizc.; «balanceo» en
Tum bal, V. tum ba y retumbar Tumbandera, el Txorierri), ’golpe que da el que cae’ en Auñ.
V. retumbar I, 188.25. Tum badero cub. ’lupanar’, ’sitio desti­
nado habitualm ente, en las antiguas haciendas, para
T U M B A R , d e la v o z im i t a t i v a ¡ t u m b ! , q u e e x ­ aplicar la pena de azotes a los esclavos tumbados
p r e s a e l r u i d o d e u n o b j e t o q u e c a e d a n d o t u m ­ 35 en el suelo’ (Ca., 56). Tum bear ’echarse a dorm ir’
b o s . 1.a doc.: h. 1490, Celestina. arg. (Guiraldes, D. S. Sombra, ed. Espasa, 75,
«Los mesmos diablos la havían miedo. Atemo­ 82). T um bón ’socarrón’, ’perezoso’. Trastumbar.
rizados e espantados los tenía con las crudas bo- Gall. lugués estumballado, con que A. Iglesia AI-
zes que les dava. Assí era dellos conoscida como variño traduce el lat. stratus en Horacio («viridi
tú en tu casa. Tum bando venían unos sobre otros 40 membra sub arbutu —>»), cf. estomballado cit. en
a su llamado» (acto V II, Cl. C. I, 240.7). Es nota I.
decir, ahí tiene el sentido intransitivo ’d ar tu m ­ C p t . Tumbacuartillos. Tumbaollas. Tumbasacos
bos’. Igualmente en Lucas Fernández (h. 1500): ’clase de boniato’ cub. (Ca., 247).
cahotas que tumbas mucho» (Cej., Voc.); otro ej. 1 D e éste, en gallego tombo ’caída’ : andar aos
del Inca Garcilaso en A u t., y es tam bién la úni­ 45 tombos ’retozar' (Sarm. CaG. 207v, 2 i 9v), 'tu m ­
ca ac. que anotan Covarr. y O udin («virevolter bo’ : «un coche de cabalos que nos levou a tom ­
ou virevouster, rouler, faire en voulte, voulter, bos polo deserto da Pampa» Castelao 193.4, va­
tom ber, cheoir»). A u t. anota tam bién los usos riante que allí ya emplean las Ctgs., con la ac.
transitivo y reflexivo, hoy más corrientes: «hacer francesa de ’caer’ : «tonbar no m ar foi» (33.35);
caer a alguno o derribar alguna cosa», «sorpre- 50 de ahí el deriv. gall. estomballado ’tendido en
hender con algún chasco o zumba a alguno, co­ la cama por enferm o’ (2l9v).
rriéndole y avergonzándole de suerte que se sienta
y se pique; estilo familiar», «privar de sentido al­ Tum billa, V. tum ba T um bo ’vaivén’, ’u n ­
guna cosa fuerte, como vino u otro liquor», «tum ­ dulación’, ’parte de la olla’, V. tum bar T um bo
barse: echarse, especialmente a dorm ir: es voz fa­ 55 ’libro de pergam ino’, tum bón, V. tum ba Tum ­
miliar». Efectivamente, en cualquier ac. ha sido bón ’socarrón’, ’holgazán’, V. tum bar T u m e­
siempre palabra más propia del lenguaje oral que facción, tumefacto, túm ido, V. tum or
del escrito, y así no es extraño que n o abunden los
ejs. antiguos y que falte en N ebr., APal. y los glos. T U M O R , tom ado del lat. tum or, -oris, ’hin­
de h. 1400; pero el sustantivo tu m b o ya está «• chazón’, ’orgullo, efervescencia’, ’tum or’, derivado
de lüm ére ’estar hinchado’. 1.a doc.: Covarr. T U M U L T O , tomado del lat. tüm ültus, -üs, id.
Con la definición «qualquiera cosa que se le­ 1.a doc.: SantiUana (C. C. Sm ith, BHisp. L X I);
vanta en alto o se hincha», a lo cual agrega «lat. *APal. 512b.
tumor». N o está bien claro si lo considera o no pa­ A ut. cita ejs. desde princ. S. X V II. Palabra
labra castellana; APal. (512b, d) más bien parece 5 muy vulgarizada en la actualidad; muchos rústicos
mirarlo como puram ente latino. El hecho es que pronuncian trimulo (piensa Spitzer que por influjo
falta en N ebr., C. de las Casas (quien traduce de trifulca): según la copla consabida, es una de las
el it. tum ore por hinchazón), Percivale y Oudin, «cuatro cosas bien dichas» que dice la gente.
y es ajeno al vocabulario de Góngora y del Qui­ D e r i v . Tum ultuoso [Aldana, t 1578 (C. C.
jote. A u t. cita ejs. de F r. L . M uñoz (1636) y de 10 Sm ith); med. S. X V II, Aut.] o tumultuario [princ.
otro escritor eclesiástico de fines del mismo siglo. S. X V II, A u t.] : aunque no lo dice la Acad., suele
H oy es palabra m uy popularizada en el sentido emplearse aquél en la 2.a ac., y éste (más raro) en
de hinchazón patológica en el cuerpo humano. la 1.a y 3.a Tum ultuar, tum ultuante, tumultuación,
D e r iv . Tumoroso. O tros derivados (cultos casi raros.
todos) del verbo tum ere y de su raíz: túm ido ís
{1521, Juan de Padilla (M . R. Lida, M ena, 450); T U N A I, ’higo chumbo’, del taino de Haití.
h. 1580, F. de H errera, A ut.], poético o de tono 1.a doc.: 1526, Fz. de Oviedo.
m uy literario, de tüm ídus ’hinchado’. T úm ulo Así Oviedo como el P. Las Casas atestiguan
[Berceo, 1515, Fz. Villegas (C. C. Smith, BHisp. formalmente que era voz indígena de esta isla.
L X I); G óngora; Quijote], de tüm ülus ’colina, 20 Lenz, Dicc., 749-50; Friederici, Anr. W b., 634;
otero, eminencia del terreno’, ’amontonamiento de Cuervo, A p J , p. 688; más documentación anti­
tierra que señala una tum ba’, ’tum ba’; tum u­ gua en D raghi, Canc., p. 524; id., Fuente A m e­
lario. ricana, p. 50. Para el uso en Canarias, Steffen,
Entum ecer ’hinchar’ [h. 1545, G racián], ’en­ Rev. de H ist. de L a Laguna, n.° 85, p. 93. H oy
torpecer la acción de algún m iembro’ [entom -, 25 es de uso general en América, y poco conocido
Quijote II, lix, Cl. C. V III, 77], ’dejar u n miem­ en España. Aunque la Acad. lo tom a en prim er
bro sin sensibilidad’ (muy usual, aunque no lo lugar como nom bre de la planta, en casi todas
adm ite la Acad.): del lat. int&mescére ’hincharse’, partes lo es sólo del fruto, y así lo emplean casi
en parte como cultismo; por cruce con adormecer: todos los cronistas de Indias, salvo Oviedo, quien
atormecer(se) [PAlc.; «s’engourdir, estre transí, 30 parece darle ambas acs. E l uso de tuna con el
estre endorm i comme les membres sont qqf. de sentido de ’chumbera, nopal’ es propio de Cuba,
froid, ou pour estre trop serrés et pressés» O u­ donde el fruto se llama tuno.
din], desatormecer («desgourdir, desdormir, des- D e r iv . Tunal ’plantación de nopales’ chil., ’no­
tombir» O udin]; entormeger [«suele penetrar la pal’ colomb. Tunera. Tuno cub.
fuerza d e la tremielga y entormeger el bra^o del 35
pescador», Laguna, Diosc. V I, pref. p. 574]; raros T U N A II, ’vida holgazana y vagabunda’, del
son: atomecer ’dejar insensible un miembro' («esta antiguo argot francés tune ’hospicio de los m en­
p i e d r a . . . quando... la ponen sobre algún miembro digos’, ’limosna’, propiam ente ’la mendicidad’, to­
d e .omne, atomécegele luego de manera quel non mado del nom bre del R oí de Thunes o jefe de
siente», S. X III, Lapidario de A lf. X , R F E X V III, 40 los vagabundos franceses, a quien se dió el nom ­
174); atomido ’aterido, paralizado’ [G r. Conq. de bre de ’Rey de T únez’ en memoria del de ’D u­
Ultr., p . 529, hoy usual en l a prov. de Burgos, que del Bajo Egipto’ que se hacía dar el jefe de
R F E V II, 8]; entumido [vulgarismo, 1625, P. Es­ los gitanos cuando sus bandas llegaron a París
pinosa, Obras, p. 196.18] y entumirse se emplean en 1427. 1.a doc.: A ut. («tuna se llama la vida
ocasionalmente hoy día; comp. fr. ant. y dial, en- holgazana, libre y vagamunda»).
tomir, entombir, «engourdir, étourdir», que tendrá Falta todavía en Juan Hidalgo (1609), Covarr.
e l mismo origen (con -b- por contaminación, quizá y demás dicc. del Siglo de Oro, y no conozco
de (re)tombir ’retum bar’ en el sentido de ’ensor- testimonios literarios en el S. X V II. Pero ya de­
dar')1. Cultimos puros son intumescente e intum es­ bía de emplearse a mediados de esta céntim a,
cencia. 50 puesto que leemos el derivado tunante en el Es- •
C p t . Tum efacto; tumefacción. tebanillo (1646): «como hom bre más experimen­
1 N o del a. alem. ant. tum b ’sordo, tonto, atu r­ tado, con tono fraternal nos informó en las ce­
dido’, como quisiera A. Thom as, Rom . X L II, remonias y puntos de la vida tunante» (cita de
394-9, pues esta palabra tenía D - en fráncico. La A ut.). Los ejs. de tuna y derivados abundan so-
vacilación entre entumecer y entom -, ya recono­ 55 bre todo en el S. X IX (vid. Pagés). Tam bién
cida por A ut., sigue hasta hoy dialectalm ente: entró en portugués, donde ya Bluteau (1721) ano­
en Cáceres coexisten ambas pronunciaciones (Es­ ta tandar á tuna: andar maganeando» y tonante
pinosa, Are. Dial., 7). (grafía errónea debida a una confusión chistosa)
(ocioso e vadio que sem cabedaes de sciéncia nem
Tumulario, túm ulo, V. tum or 40 de dinheiro anda m ui confiado e ás vezes se mete
com a gente honrada» ; en Guimaráes (M inho) en las lenguas herm anas, y pronto tendió a fijarse
ir à tuna es «andar em desregramentos noctur­ en ciertas acs. secundarias o hacerse propio de
nos» (Leite de V., Op. II , 260). E n catalán se ciertas categorías sociales; no es inverosímil que
emplea tam bién anar de tuna, sobre todo en M a­ fuese palabra más viva en el Oriente que en la
llorca (Ferrà, Comédies, ed. I. d ’Or I, 8). Bretón 5 parte occidental del territorio (nótese el uso en
tún m. «espièglerie, ruse» (V. H enry, D ict. É tym ., el Apol.). E n el Siglo de O ro tenía carácter jer­
s. v.). T odos los cuales son préstamos del fran­ gal, pues J. H idalgo lo cataloga entre las voces
cés. de germanía, con la equivalencia «trasquilar»; de
E n Francia se menciona al R oi de Thunes ahí el tono irónico o el carácter pintoresco que
«roi des gueux» en 1628, y con la misma fecha 10 tiene en algún clásico: «nuestras barbas crecen,
sabemos, por informes repetidos, que thune se y cada una de nosotras y con cada pelo dellas te
empleaba en el sentido de ’limosna’; desde prin­ suplicamos nos rapes y tundas» Quijote II, xli
cipios del S. X IX consta allí que tune (escrito (CZ. C. V II, 70); «no tenía barba, porque como
así o con th.) indicaba por una parte Bicétre, había poco que m e la había tundido, no me h a­
donde había la cárcel y hospicio de los m endi­ 13 bía aún nacido» J. de Luna, Lazarillo, Rivad. III,
gos, y luego el presidio, p o r otra parte era el 126. Por lo demás, ya N ebr. nota la especializa-
nom bre popular de una pieza de cinco francos; ción semántica m oderna: «t. paño: tundo»; aun­
hasta nuestro siglo ha seguido siendo allí el nom ­ que esta traducción latina podría entenderse de
bre del depósito de los mendigos, actualmente otra manera, deberá interpretarse de acuerdo con
en la cárcel de N anterre. Vid. Sainéan, L es Sour­ 20 A ut.: «cortar el pelo de los paños e igualarle
ces de l’Argot A n d e n II, 456, 463, con la do­ con la tixera».
cumentación allí citada. Como indicó este autor D e r iv . Tunda ’acción de tun d ir paños’ (?,
en Sources Indig. I, 358, y L ’Argot A n d e n , p. A ut., pero el ej. que cita de Quevedo correspon­
119, la denominación R oi de T hunes está inspi­ de a T U N D IR II). Tundición [1616, Sz. de Fi-
rada en el nom bre fantasioso de D uque o Conde 25 gueroa, Aut.']. Tundidor [«r. de paño» N ebr.];
del Bajo Egipto que se hacía dar el jefe de las tundidora. Tundidura. T un d il almer. ’borra, pelo
bandas de gitanos que llegaron a París p o r p ri­ de cabra de que se rehinchen los cojines y al­
m era vez en 1427 (y de donde les vino justa­ mohadas’ ; tundizno [1511, N . Recopil., A ut.],
m ente el nom bre español de (e)giptanos); T hti- tam bién tondiz, del cual podría venir tundil.
nes es como se llamaba T ú n ez en francés antiguo. 30 Tuso, part. pasivo ant. de tundir (lat. t o n s u s ),
D e ahí tam bién el bajo bretón tunaud «gueux», hoy usado en P. Rico para ’rabón’, en Colombia
Lión tune «bamboche», tuner «boire abondam ­ ’cacarañado’ ; tusa amer. ’corazón de la mazorca
ment», b. lemos. tuna id. (citas de Sainéan). T u ­ del maíz’ (sin barbas n i grano), ’farfolla de la
na ’estudiantina’ es desarrollo posterior propia­ mazorca’, ’barbas de la mazorca’, ’crines del ca­
mente español. 35 ballo’, etc.; tusar ’trasquilar’ [h. 1530, A. de G ue­
D e r i v . Tunar «andar vagando en vida holga­ vara], más comúnm ente atusar [med. S. X V I, B.
zana y libre, de lugar en lugar» [Aut.], del argot de las Casas]; atusador; tusón ’potro m enor de dos
fr. tuner ’mendigar’ [S. X IX ; tuneur ’mendigo’, años’; tusona ’ram era’ [princ. S. X V II, Aut.].
1837]; tunante {1646, V. arrib a]; tunantear; tu ­ De un cruce de este grupo con el de touza,
nantería; tunantuelo, -a. Tuno [T e rr.; Acad. ya 40 retouzar, retozón (V. T O Z U D O , T O Z U E L O ,
1817], port, tuno, S.a de la Estrella toino ’vaga­ A T O C H A ), sale el gall. túzaro (no port.), q u j
bundo’ (R L V, 228; por cruce con moina ’men­ «en unas partes es huraño, esquivo, en otras re­
dicidad’, ’vida airada’); tunería; tunear; gall. tuno tozón, travieso» (Valí.; F. J. Rdz., Crespo Pozo,
’miembro de la tuna’ : «saír de tuno tocando a Eladio Rdz. sólo peyorativo), mas parece que Cas­
guitarra polas ruas» Castelao 28.17. 45 telao lo toma con el valor de ’provocativo’ : «con
aire túzaro, lanza-lie pullas o guitarrista» (238.13);
Tunal, V. tuna I Tunanta, tunantada, tu ­ al uso «in malam partem» pudo contribuir el in­
nante, tunantear, tunantería, tunantuelo, -a, tu ­ flujo de rosco.
nar, V. tuna II Tunda, tundear, tundente, tun­ Tosa o toseta ’trigo cham orro’ navarro tomado
dición, tundidor, tundidora, tundidura, V. tundir 50 del catalán tosa ’trasquilada’, roseta ’trigo chamorro'
[S. X IV, Ag.]. Toisón [como neologismo en Aut.],
T U N D IR I ’c o r t a r e l p e l o d e l o s p a ñ o s ’, a n t e s del fr. toison ’vellón cortado de u n animal’, ’O r­
’c o r t a r el p e l o ’, ’t r a s q u i l a r ’, d e l l a t . TONDÈRE ’e s ­ den de Caballería, consistente en u n collar de
q u i l a r ’, ’c o r t a r el p e l o ’, ’p o d a r ’ . 1.a doc.: Apol., oro, en memoria del vellocino rescatado por Ja-
550c. 55 són’ (lat. t o n s i o , - o n i s , ’trasquiladura’) ; de la
«De barba nin de crines que non çerçenâs forma catalana correspondiente tusó se tom ó la
nada / fasta que ssu fija oviesse bien casada ./' tradicional castellana tusón [Covarr.J. Tonsura
... / quando fuesse casada, que lo farié tundir». [APal. 503d], tomado de tonsura id., derivado de
Conservado en todos los romances salvo el p o rt.; tonsus ’esquilado’; tonsurar [Aut.]; tonsurado;
en cast., sin embargo, es m ucho menos usado que «0 tonsurando. Intonso.
Tijeras [tigera(s), Cantar de M ió Cid, Percivale, tilo familiar». Siempre ha sido voz poco frecuen­
O udin, C ovarrubias; t i x e r a s 1385, Lz. de Aya- te. Cabría suponer que no es más que aplicación
la, Aves de Cafa, ed. 1869, p. 17; Vélez de G ue­ ■figurada de T U N D IR I ’cortar el pelo de los pa­
vara, La Serrana de la Vera, v. 2339], del más ños’; tanto m ás cuanto que t u n d e r e n o ha de­
antiguo tiseras [Berceo; Aranceles santand. S. 5 jado otros descendientes en romance. H ará falta
X III, R F E V III, 12; Sem T ob, 28, 489; A Pal.; una búsqueda más completa para decidirlo. E n­
N eb r.; J. de Valdés]2, y éste del lat. ( f o r f i c e s ) tonces podría suprimirse este artículo, salvo los
t o n s ó r ia s ’(tijeras) de esquilar’ (unas tonsorias cultismos indicados abajo.
en doc. de T oro de h. 1050, M . P., Orig., p. 28), D e r i v . T unda [1596, J. de T orres, A ut.; Salas
de donde proceden también el gall. tosoira o, con 10 Barbadillo; Q uevedo; Cuervo, Disq. 1950, 382],
disimilación, tesoira (V K R X I, 110), port. tesoira, ast. tundía (V ); tundear. Tundente, raro. C ontun­
-oura, oc. tosoira y formas semejantes en dial. fr. dir [Acad. S. X IX ], tom ado de contúndete id .;
e it. (R E W , 8784); la -i- irregular del cast. la contundente; contuso; contusión; de donde con-
tiene tam bién el cat. tisores (alguna vez tesares tusionar, no admitido p o r la Acad. (B R A E IV,
ant., junto a tisores ya en doc. barcelonés de 1481, 15 380). Obtuso [en Juan de M ena, Laberinto, verso
Moliné, Consolat de Mar, 233), Beira y port. po­ 169b, 1444; 1632, Lz. de Arenas, p. 15; fin
pular tisoiras (R L II, 85; Leite de V., /. c.), y S. X V II, A ut.], tom ado de obtüsus id., y éste de
se explicará por influjo del tipo fr. cisoires o ci- obtundere ’achatar’. R etundir [Acad. ya 1817];
seaux, cat. (raro) cisores, port. cisoiro, procedente retuso ’reacio’ cespedos. (R F E XV, 262).
de * c a e s o r i u m (de c a e d e r e ’cortar’), que se al­ 20 C p t. Obtusángulo.
teró en c i s o r i u m (S. Isidoro) por influjo de i n -
c ís u s ’cortado’ (FEW , s. v.); tijerada; tijereta Tunear, V. tuna I I T únel, V. tonel Tu­
[«-s o cercillos de vid: clavicula» N eb r.]; tijere­ nera, V. tuna I Tunería, V. tuna II
tada; tijeretazo; tijeretear, tijereteo; tijerilla; ti-
jeruela; tijerál arg. ’especie de mueble de madera 25 T U N G S T E N O , del sueco tungsten id., com­
de pino que se encuentra en las bodegas crio­ puesto de tung ’pesado’ y sten ’piedra’. 1.a doc.:
llas’ (Draghi, Canc., p. 190). M enéndez Pelayo ( t 1912), en Pagés; Acad. 1925,
Tom ento [o tomiento, Aut.], lat. tornentum ’bo­ no 1884.
rra de rellenar’ (por tond-m entum ); tomentoso; En inglés desde 1770. Vid. Stig Rydén, D on
tormentila ’planta semejante al quinquefolio, Poten- 30 Juan José de Elhuyar en Suecia (1781-82) y el
tilla Tormentilla N estl.’ [1680, Aut.], tom ado del descubrimiento del tungsteno, folleto, M adrid, ín ­
b. lat. tormentilla, que es alteración de tom en- sula, 1954.
tilla: mozár. tumantélla, que el anónimo sevillano
de h. 1100 explica «quiere decir b orra... sus hojas T Ü N IC A , tomado del lat. túnica ’vestido inte­
cuando se trituran vienen a ser como la borra del 35 rior de los romanos, empleado por los dos sexos’.
lino» (Asín, p. 302). 1.« doc.: M ena, Yl. (C. C. Sm ith, BHisp. L X I);
1 G rafía sospechosa en esta época, pues se es­ APal. 103b, 221b, 512b.
peraría la sonora Quizá se trata de u n ms. A u t. cita ejs. desde h . 1580. Variante heredi­
-tardío, comp. fafer, p. 17; o es infidelidad del taria es tonga ’túnica’ judesp. [1553, Biblia de
editor Gayangos.— 2 H oy sobrevive como vulga­ 40 Ferrara, y todavía usual en Constantinopla, C uer­
rism o en Ansó (R L iR X I, 44) y algún otro vo, Disq. 1950, p. 486], ’bastilla inferior de la
punto de Aragón (Borao), en Priego de Cór­ falda’ sanabr. (K rüger, Dial, de S. Cipr.), ’pila
doba (R F E X X III, 246), en las montañas de o porción de cosas apiladas en orden’ [Acad. ya
Almería y en otros m uchos puntos de España 1817], hoy cub. (Pichardo) (para el sentido comp.
y de América (B D H A IV, 239; Cuervo, Obr. 45 capa en el sentido de ’estrato’), ’tanda, tarea’ arag.,
Inéd., p. 96; Disq. 1950, 176, 286, 362; A p .’, arg., colomb., comp. cat. tonga ’pila de paja que
p. 576); ast. tiseres (V), ast. occid. tisoiras; queda del trigo después de aventarlo’, vivo en
m irand. tijeiras o tejeiras con sonora (Leite, G andesa (Excursions I I I , 191), judeo-cat. tonga
Philol. M ir. I, 267, 308). Tiseras además en [1366], judeo-fr. tcmje, judeo-it. tónica ’túnica’
T irso, Cigarrales I I I , ed. Said, p. 187. 50
(Rom. X X X IX , 178-9; X L IX , 561): la forma-
semi-romance tónica como nom bre de vestido ya
T U N D IR II , ’golpear’, origen in cierto ,, quiza está en doc. gallego de 1105 (Festschrift Jud, p.
d e l l a t . t Ün d é r e ’golpear’, ’tritu rar’; pero no pue­ 644); comp. it. intonacare, a. alem. ant. tunih-
de asegurarse que no sea aplicación figurada de hón ’blanquear u n a pared con cal’, vasco ento-
T U N D IR I. 1.a doc.: A Pal.: tin cu d em ... por­ 55 katu (sólo ronc. y en Ainhoa, S. del lab.) ’revocar,
q u e en ella se tunden o .tienden los metales y enlucir’, y quizá rum . íntuneca ’oscurecer’, de un
desta causa el martillo se dizía tudes, porque derivado * i n t u n i c a r e (Jud, Z R Ph. X X X V III, 45).
golpea». D e r iv . Tongada [Terr.], especialmente arag.
Falta en los dicc. del Siglo de O ro ; sólo A tu.: «capa de tierra o paja alternada con fruta» (Pe­
«castigar con golpes, palos o azotes: es del es­ 60 ralta), «capa de tierra, cal, azúcar, etc.» (Torres
Fornés), en una tongada ’de una vez’ (Borao), canal, cañería, tubo, agujero, gollete, cloaca, des­
tam bién cat. tongada ’capa de tierras, etc.’, ’ca­ agüe y, en general, cualquier conductor de flúi-
m ada, generación de funcionarios creados en un dos, hasta las narices cuando padecen fluxión o
año’ (así en texto val. de 1604, R H L , 306). E n­ catarro; tupido: en Cuba y el resto de América,
tongar cub. ’distribuir en tongas’ (Pich.). J al torpe, corto de entendim iento; como los cu­
Tunicado. Túnico. Entunicar. Tunicela [princ. banos tenemos el verbo tupir, comprendemos que
S. X V II, A ut.], tom ado de tunicella, dim in. de un hom bre tupido es aquel cuya inteligencia está
túnica. obstruida, como puede estarlo u n caño» (Ca., 26,
98); claro que no tiene fundam ento alguno el
Tunicia, V. tinicla T uno, V. tuna II 10 supuesto de Ju an B. Selva, que O rtiz rechaza,
de que tupido venga de estúpido. Se dijo tam ­
A L T U N T Ú N , voz de creación expresiva, tu n ... bién tapido: «al claro, diáfano, chirle, transparente
tu n ..., sugiriendo una acción ejecutada de golpe. y meridiano lector de lenguaje tapido y a buenas
1.a doc.; 1896, Vigón. noches» Quevedo (L a Culta latiniparla, Cl. C.,
E n su diccionario asturiano del Concejo de Co- 15 p. 155); ejs. cervantinos de la misma variante
lunga lo explica por «a ciegas». L o incorporó en Fcha.
luego la Acad. (ya 1925, n o 1884), sin califica­ T upir y más com únm ente entupir {siglo X V II,
ción regional, y en efecto es de uso bastante ge­ Moraes] es tam bién portugués para ’obstruir’ y
neral en España, aunque es más frecuente al ’rellenar (zanjas, etc.)’. Apenas se ha estudiado
buen tuntún y otros dicen a la tuntún. E n el 20 la etimología; es evidentemente inaceptable la de
T ucum án se emplea como sustantivo en el sen­ Cortesáo, adoptada p o r M -L . (R E W , 8333), * s t u p -
tido de ’copetito de ciertos pájaros’ (chingolo, p a r e , derivado de s t ü p p a en el sentido de ’relle­

cardenal: F . Burgos, L a Prensa, 13-X-940; 21- n ar de estopa’; tam poco hay relación directa, co­
V-1944). m o admitiría D iez (W b ., 321), con T O P E y
H ay parentesco elemental con T O N T O . Con 25 T O P A R .
ambos se relacionan el colomb. tuntunita ’repeti­ E n cambio es visible que hay relación entre
ción fastidiosa’ y el costarric. tuntuneco ’tonto tupido y tapido, por una parte, y el catalán ata­
y feo’ (Gagini). peir, oc. ant. atapir, oc. mod. tapir por la otra,
palabras que tienen no sólo el mismo sentido, sino
Tuntuneco, tuntunita, V. tu n tú n Tunar, V. 30 precisamente el mismo matiz que tupir: ’apretar
toña y choz Tupa, V. tupido T upé, V. tope mucho una cosa cerrando sus poros o intersticios’.
El vocalismo del cat. atapeir reaparece en Cuéllar
T U P ID O , participio del verbo menos emplea­ (Segovia) entapecer ’hacerse un tejido más espeso
do tupir; éste deriva probablemente de ¡ tu p í ono- cuando se lava ’{B R A E X X X I, 154). Es sabido que
matopeya del apisonamiento; así como el antiguo 35 el origen de atapeir, (a)tapir, se halla en la onomato-
sinónim o tapido, cat. atapeir, oc. tapir, atapir ’tu ­ peya ¡ t a p ! , que primitivamente designó el apisona­
pir’, oc. tap, cat. tapas ’arcilla’ y el cast. T A P IA miento de la tierra, arcilla, etc., de donde proceden
proceden de la onomatopeya semejante ¡ t a p ! , y también el oc. ant. y mod. tap [S. XVI] y el cat.
el cast. tepe ’gleba de césped’ (ast. tapin id.) tie­ tapas ’arcilla’, sobre todo la muy compacta que a
ne otro origen semejante. 1.a doc.: «opilare es ata- 40 menudo se encuentra en capas del subsuelo; ono­
par y cerrar y topir fasta que se endurezca algo» matopeya de la cual es probable que también
ÁPal. 326d. derive en últim a instancia el cast. e iberorrom an-
N ebr. trae «tupir recalcando: stipo»; Perdvale ce T A P IA . Estamos, pues, ante una raíz onoma-
(1591) « o weave thicke o r make thicke»; O udin topéyica alternante t u p o t a p , donde la diferen­
«estouper, bouscher, entasser, espaissir les draps, 45 cia vocálica expresa una resonancia más o menos
presser, fouler; tupido: estoupé, espaissi, espais, sorda en los golpes. D e ahí tam bién el ast. tapín
pressé, foulé»; Covarr. «apretar recalcando»; o chapín «trozo de césped separado del suelo con
A ut. «apretar m ucho alguna cosa cerrándola de la azada o el palote» (V ; R, s. v .; ejs. s. v. car­
poros; tupirse: hartarse de algún m anjar o be­ eóla, empraizar, forniellu), tapín ’césped, pradera’
bida, comer o beber con gran excesso», con las 50 en Sajambre, Fz. Gnzz., Oseja, 355 (cuyo o ri­
siguientes citas: «procura como villano tupir el gen onomatopéyico ya indicó Schuchardt, ZRPh.
aire y ofuscar la clara luz del sol» Picara Justina, X XX VI, 37).
«enmarañaré las nubes / de tapidas formas ne­ Que sea regresión de una alteración fonética de
gras» Calderón, «otra vez, llena toda la Iglesia este vocablo (*tepín), o que venga de una ter­
de tupido concurso, sacando el Santíssimo, una 55 cera variante vocálica ¡ t e p ! , me parece seguro que
m uger se quedó en pie» M artínez de la Parra. es tam bién onomatopéyico (así ya Schuchardt,
Hoy, al menos en España, el verbo tupir es me^ Z R P h. X X III, 197) el origen del cast. tepe «pe­
nos frecuente que el adjetivo tupido; h e aquí dazo de tierra m ui trabado con las raíces de la
cómo lo ve el cubano Fernando O rtiz: «tupir: grama, que se corta en forma de cuña, y sirve
im pedir que fluya un líquido o gas p or u n caño, «« para hacer murallas, acomodándolos unos sobre
otros» [1708, Tosca, A u t.Y ; luego en los Piri­ tata «grande e aspra salita», que será derivado
neos ha tom ado el sentido de ’bloque de piedra de p e c t u s (por el esfuerzo en subirla), lo mis­
que se desprende de la m ontaña’, y en este sen­ mo que el sinónimo cat. pitrada.— 4 Es muy co­
tido ha pasado alguna vez al cat. tépi, voz poco nocido el Tepe Gawra, im portante lugar de ha­
empleada que sólo he oído a alpinistas, y que 5 llazgos arqueológicos, m onte de unos 25 metros,
creo tom ada del aragonés; pero hay tam bién un cerca de M osul y de la antigua Nínive. D e ahí
barcelonés popular tepa ’piedra (empleada en pe­ el refrán judeoespañol «la honesta, en el tepé
dreas de chiquillos)’ (M ise.' Fabra, p. 74, y Ag.). de la montaña» (R H IX , 446, n.° 182, 196).—
Sin duda hay palabras semejantes, y aparente­ 5 N i del germ. t i p p ’punta’, como quisiera Beh-
m ente relacionadas, en otros rom ances: H autes- 10 rens, Z R P h. X IV , 368. Tam poco hay que rela­
Alpes tepo «gazon, pelouse» (Chabrand), oc. tepe, cionar con el tipo cat.-it. timpa ’despeñadero’
tepo, teipo ’tepe’, «tertre, monticule, sommité re- (V. aquí A T E M P A ), como han querido otros.
couverte de gazon» (M istral), L uchon, Bigorre N i es posible hacerlo venir de un lat. * s t ! p i r e
tepe «colline» (Rohlfs, R L iR V II, 142) , su. fr. por s t í p a r e , como se le ha ocurrido a G dD D 6344.
tepa «gazon, pelouse» (Bridel; Jaccard, 456; A L F 15 H a tratado tam bién de tepe y vocablos seme­
1908; para cuya extensión V. además Jud, B D R jantes J. H ubschm id, Pyrenaemvórter vorroman.
I I I , 77), Aosta y Saboya teppa, Valsesia teppa Ursprungs, 33-34.
«zolla di térra erbosa», corso teppa «masso, bal-
za» (con los cuales Bertoni, A R o m ., V, 97, rela­ T U P ÍN , alav. y nav., ’olla de tres pies’, del
ciona el tipo toscano pittone «macigno, sasso»)3. 20 vasco tupin, y éste de oc. topin ’olla de barro’,
D udo m ucho que nada de esto tenga origen pre­ fr. dial, toupin, topin, que parece tom ado del a.
rrom ano y que se relacione con el sabino teba alem. ant. *topphxn (variante dupfen, alem. antic.
’colina’ y el prehelénico taba ’peñasco’ (para los tópfen, hoy topf ’tarro’, ’olla’). 1.a doc.: 1903,
cuales vid. la bibliografía citada por Jud, y luego B aráibar: «olla con tres pies, hecha de hierro
Bertoldi, A R om . X V II, 79n., y Festschrift Jud 25 colado».
1943, p. 238; Rohlfs, Z R P h. X L V I, 156). Hay E n Álava y Pamplona además chupín «morterete
que tener m uy presente que en palabras tan b re­ que se usa para disparar chup im zo s en las fiestas
ves una imperfecta semejanza fonética y semán­ populares» (también empleado por Azkue [s. v.
tica (y ni aun si fuese perfecta) no autoriza a típula § 5] con el mismo sentido), que es el dim i­
deducir conclusiones etimológicas. Salta a la vista 30 nutivo vasco del vocablo. Del vasco lab. y ronc.
el peligro de las homonimias casuales si agrega­ tupin ’marm ita’, también empleado en pueblos de
mos que el turco tepé significa tam bién ’cum bre’, Guipúzcoa, Alta y Baja Navarra, en parte con las
’altozano’4, y el náhuatl tépetl ’m onte’ (donde -ti variantes tupi o tupina (Azkue; M anterola da tam ­
es elemento desinencial y separable). ¡Claro que bién dupiri).
esto no viene del sabino!5. 35 E n vasco se tom ó del oc. topin ’olla de barro’,
D e r iv . Tupición «el estado de una cosa tupi­ ya documentado a princ. S. X III, y hoy exten­
da, lo que tupe» cub. (Ca., 26). Tupa «la acción dido por todo el territorio lingüístico: bearn.
de tupir o tapirse», «hartazgo» (Aut.); de ahí qui­ toupi (Palay), Ariége id. ’olla de barro’ (Fahr-
zá el malí, tupar ’golpear, pegar’. Tupitaina. E n­ holz, W ohnen u. W irtschaft, 44), Landas toupin
tupir, -ido ’tupir, tupido’ [ambos h. 1580, F r. L . 40 «pot en terre pour faire la soupe» (M étivier,
de G ranada; comp. arriba]. Tapido (V. arriba); Agrie., p. 742), T am -et-G aro n n e id. ’olla de ba­
tapetado ’dícese del color oscuro o prieto’ (Acad.), rro ventruda con u n borde provisto de u n man­
semánticamente comp. prieto de A P R E T A R . Ast. go’ (V K R V I, 37), Rouergue id. «pot, vase de
atapecer ’anochecer’ (V). Entapecer [Acad. ya terre...» (Vayssier), Quercy toupino «marmite»,
1843], 45 Quercy, Perigord, Lemosín roupi «pot de terre»
1 Ej. del aragonés Olivan, S. X IX , en Pagés: (Lescale, Béronie, Guillaumie), prov. toupin «pot
«sus tepes (los de los hormigones) se impreg­ de terre, pot á une anse, coquemar, pot-au-feu»
nan de hum o que luego llevan al terreno». E n (M istral), valdense tüpiti (Serres) «topf»1. D e la
la A rg .: «enormes bloques de nieve (tepes) son lengua de Oc pasó al catalán, donde ya aparece
aprovisionados para la construcción de refugios 50 escrito topí a princ. S. XV (Decamerón): hoy ’
donde pernoctarán...» (V. ilustración en L a N a ­ suele escribirse tupí ’olla pequeña de barro, con
ción de B. A., 6-X-1940).— 2 Además del art. asa, para cocer, para poner leche, compota, etc.’,
tepé (-é) de los diccs. de M istral y Palay, hay que pero la m ayor parte de los dialectos que distin­
tener en cuenta que tepé glosado «tertre, m on­ guen la u pretónica de la o pronuncian con o
ticule, petite cime abrupte» figura en Pey de 55 (así en el M aestrazgo y otras partes de Valencia,
Garrós, el poeta del Armanhac en el S. X VI, en Tortosa, Ribagorza y otros puntos del cat.
rimando con pe ’pie’ (luego con é abierta < occidental). Topin, toupin y tupin se encuentran
- a r i u m ) ; A. Berry en su ed. de las Églogues dialectalmente en francés, especialmente en todo
(V, 172) traduce «mamelón».— 3 De todos modos el Este, desde L ión y Suiza Francesa hasta Bél­
no creo tenga esto que ver con el it. dial, pet- 60 gica, extendiéndose en dirección occidental hasta
Champagne (Mouzonnais topin «vase ä boire», T U P IN A M B O , ’aguaturm a’, tom ado del fr. to-
Rev. de Champagne et de Brie 1898, 693). An­ pinambour, nom bre dado a esta planta proceden­
tiguamente aparece desde el S. X II (Rom . d ’Ale- te de la América del N orte porque su im porta­
xandre, Chev. au L yon), pero sobre todo o úni­ ción en Francia coincidió con la visita que hicie­
camente en textos escritos en el Este o el C entro- 5 ron a este país los indios tupinam bá del Brasil.
Sur, hasta O rléans; tam bién aparece en autores l.c doc.: Acad. 1925, no 1884.
literarios del S. X V I, como Rabelais, pero son Hz. U reña, Indig. 47, 54; Spitzer, U7S IV,
autores de léxico im pregnado de dialectalismos; 147ss.; M orínigo, B A A L II I, 70 ; Friederici, A m .
la forma predom inante es topin o toupin, y el W b., 620. N o parece ser cierto que el tupinambo
significado es el mismo que en el Mediodía. Es­ 10 se im portara del Brasil. Es nombre poco arrai­
tudió detenidamente la extensión y significado del gado en castellano, más en francés [S. X VI]. Por
vocablo, y su documentación antigua, Renée Toole, imitación servil de éste se ha empleado también
en su buena monografía publ. en Berliner Bei­ una forma topinambur, especialmente en la Arg.
träge zur román. Philol. I I I , iv, pp. 1-48. (falta todavía Acad. 1925).
Ya D iez (W b., 689) relacionó con el a. alem. 15
med. y mod. topf ’tarro’, ’olla’, neerl. dop ’escudi­ Tupir, tupitaina, V. tupido Tura, turable,
lla’, b. alem. doppe, dop; igualmente M -L ., R E W , turación, turar, V. durar
8788, pero es inexacto decir como éste que viene
del fránc. * T O P , pues en este idioma tendría el T U R B A (combustible), tomado del fr. tourbe,
vocablo la forma * d o p . P or lo demás, como in­ 20 y éste del fránc. * t u r b a (a. alem. ant. zurba, ags.
dicó K ralik, en el dicc. de G rim m X I, i, 815ss., turf ’pedazo de césped’, ingl. turf id. y ’turba’,
y confirma Kluge, s. v. topf, lo antiguo en ale­ neerl. ant. y fris. ant. turf, b. alem. y cscand.
m án fué la forma con sufijo töpfen (todavía em­ ant. torf ’turba’). 1.a doc.: 1595, Fuenm ayor, A ut.
pleada por L utero), que viene de un a. alem. ant. Ahí se refiere ál N orte de E u ro p a : la turba es
* tupf in (documentado en la variante dupfen), 25 rara y m uy poco usada en la Península Ibérica.
forma que en sus variantes fonéticas dialectales E n francés se docum enta desde 1200. El port.
persiste hoy en Alsacia, Suiza, etc.; de ahí se turfa (Fig., no M oraes) es préstamo del ingl. turf.
sacó topf por derivación regresiva. Evidentemente En este sentido hay que rectificar a Gamillscheg,
el vocablo romance hubo de tomarse en la zona R . G . I, p. 210.
fronteriza del francés y el alto-alemán, cuando 30 D e r i v . Turbal [Acad. ya 1843], Turbera [Acad.
todavía era general la antigua forma en -in; la ya 1925],
única dificultad está en la contradicción que en-
vueive la mutación consonántica cumplida en la Turba ’m uchedum bre’, turbación, turbador, V.
t- frente a la falta de mutación en la -p-; para turbar Turbal, V. turba Turbam iento, tur­
explicarlo admite K ralik que el préstamo partió 35 bamulta, V. turbar
de los dialectos de la Franconia central y renana,
o bien se podrá adm itir que se tom ó del alto T U R B A N T E , del it. turbante, y éste del turco
alemán arcaico en una época en que ya la dental tülbant o tülbent id. (de origen persa). 1 * doc.:
inicial era sorda en forma más o menos completa, 1588, Góngora.
pero la labial medial no era todavía más que 40 «Hará que tus bracos esforzados / llenen el
aspirada, mas no una verdadera africada: *top- m ar de bárbaros nadantes, / que entreguen ane­
phin. El vocablo debe separarse etimológicamente gados / al fondo el cuerpo, al agua los turban­
del fr. dial, toupin, fr. toupie ’peonza’, que vie­ tes» se lee en una composición escrita en esta
nen de una palabra germánica diferente. W artburg fecha (ed. Foulché I, 110) por este poeta, en cu­
ha publicado los materiales de los artículos del 45 yas obras vuelve luego a encontrarse varias veces.
F E W : topj toppin, topp-, toppen y *topf en W ord A ut. cita ej. de Fuenm ayor de 1595, y está tam ­
X <1954), 288-305. bién en el Quijote: «con turbantes blancos sobre
En vista de las dificultades germánicas que he las caberas, al modo turquesco» (II, xxiii, 88).
señalado (y de la existencia del vasco dupin, que Está también en Covarr. y Oudin, no en APal.,
ni es protovasco ni coincide bien con lo esperable 50 N ebr., PAlc., C. de las Casas ni Percivale. Es
en un préstamo tomado de un germanismo rom an­ palabra ajena al cast. medieval, y en árabe muy
ce) se deberá estudiar este problema más a fondo tardía y de origen extranjero. El punto de parti­
(como proyecto hacerlo en el artículo de m i DECat. da en definitiva es el persa dulband, pero a las
en curso de redacción) intentando averiguar si, naciones europeas llegó desde el turco, donde la
más que de un germanismo, se trata, como en el 55 forma más corriente parece ser tülbent, pero el
caso de su cuasi-sinónimo p o t e (cat. pot), de una N E D cita además como formas vulgares en turco
voz de substrato pregermánica y prerromana. tulbant, tulpant, tulipant, tolipant. Al cast. debió
1 Z R P h. L , 454; esta ü es secundaria, comp. de llegar desde el italiano o el francés, donde
en el mismo dialecto fürm i ’horm iga’, ü rtte ’or­ encontramos tolliban en 1490, turban desde 1538,
tiga’ (pp. 461, 468). <• turbant en 1553, etc.; en it. aparece ya turbante
en 1487; en inglés tolipane 1561, tulbant y for­ na, Cancionero n.° 366, v. 4 ; toruell-, 1435, Cor­
mas análogas desde 1585 y frecuentes en el S. bacho, ed. Pz. Pastor, 327; «id.: turbo» N eb r.;
X V II, torbant en 1588, turban (la forma m oder­ jo r b -, Quiñones de B., N B A E X V III, 558], alte­
na) desde 1597; en alemán el plural turbantas o ración de torvelino (G r C o n q U l tr ed. Cooper III,
tarbantes se cita ya en 1540 (M L N X X X V III, 5 53ua20 y 23; «un viento de torbelyno» Purg. de
409). El origen de la forma con -r- no está bien S. Patricio, S. X III, p. 230, y más allá torbellino),
averiguado: el N E D , en vista de que en inglés y éste disimilación de torbenino (h. 1400, glos. del
aparece prim eram ente en 1588 con referencia a Escorial, trad. turbo), diminutivo del lat. t O r b o ,
la India, sospecha procedencia índica; Brüch - í n i s , id.1, de donde viene asimismo (con m etá­
(Z R P h . X L IX , 361) cree que se formó en fran­ 10 tesis vocálica) el cat. terboli id .; la -11- quizá se
cés por la rareza en este idioma de vocablos con explique, como sugiere G. de Diego (R F E IX,
-l- en fin de sílaba; pero hay que abandonar 150), por influjo de bullir (sobre todo si existió,
ambas explicaciones, puesto que turbante ya se como en cat., una forma metatizada *terbollino);
lee en Italia en 1487, según Bloch. Quizá influjo el vocablo latino se conservó en el mozár. turbíl
del verbo lat. turbare. G tz. Santaclara (S. X V II) 15 «vértigo» (S. X I, glos. de Leyden), y seguramente
emplea lubilante (D H ist., s. v. cañar). De la ci­ en el veo. zu(r)rumiio ’remolino, tromba, torbelli­
tada forma turca tulipant viene el nombre del no’ (vizc. y alto y bajo nav.) quizá extraído de un
tulipán [parece que figura ya en una carta arago­ *txurrumiio diminutivo de *turrum ño. Comp. Spit-
nesa de 1648, cita en R F E X X IX , 403; Aut.], que zer, Studies in Philol. X L I, 1944, 543 (trabajo
según Busbeck h. 1560 ya se aplicaba en turco a 20 fuera de m i alcance). D e t u r b I n e , pasando por
esta flor, por la semejanza de forma, de donde el *tolvenera, deriva también tolvanera [Aut.].
fr. ant. tulipán (1600), y de aquí el cast. (Bloch, E n parte el lat. clásico t u r b o , - í n i s , se convirtió
s. v .; Sainéan, Sources Indig. II, 418 n .; N E D ); vulgarmente en t u r b o , - o n i s , ’tem pestad’ (aturbo­
del anticuado tulipán se sacó el fr. mod. tulipe, ne: tempestate», C G L IV , 576.10; V, 334.18a ;
que también pasó al cast. en la forma tulipa 25 comp. Keil, Gramm. L . I, 145.1), de donde el cast.
[Aut.]. ant. turbón ’tormenta repentina’ (Acad.), ast. tor-
bón ’lluvia fuerte de poca duración’, que en anti­
T U R B A R , tomado del lat. turbare ’enturbiar, guos textos leoneses tom a el sentido de ’trueno’
agitar’, ’turbar, perturbar’. 1.a doc.: Berceo. [Cuento de Otas’; Cuento de Crescencia Empera­
Este poeta lo aplica repetidamente a la visión, 30 triz de Roma, W iener Sitzungsber. L U I , 554.7;
a la catadura y al estado atmosférico. Tam bién comp. Gower, Conf. del Am ante, 368, 379], por
emplea con el mismo sentido ojos turbiados (S. influjo del lenguaje náutico, donde se debería al
D om., 292). Se trata de una forma influida por contagio del port. trováo, gall. ant. torvon (Canti­
turbio, que persistió en toda la Edad M e d ia : gas de Sta. María), alent. torvao ’trueno’, resultan­
turbiar ’turbar’ Gr. Conq. de Ultr., 537, 481; 35 tes de la fusión de t u r b o y del tipo T R O N A R
N ebr. declara uurvar lo mismo es que turviar; (port. trovejar, trovoar), comp. gall. trebón ’torm en­
turvio lo mismo que turbado», y luego trae «tur­ ta’ (Schneider, V K R X I, s. v.); el gall. ant. torvon
bar o turvar: turbo». La grafía turvar no revela es frecuente en las Ctgs. y está claramente por
tratam iento hereditario, sino solamente influjo del ’trueno’ («alampos con torvoes, desí coriseos caer»
hereditario turvio. Aut. señala la forma turbiar 40 311.26 y otros tres ejs., M ettm ann) y tam bién lo
’turbar’ en la Crónica de Ocampo del S. X V I, tenemos una vez en la Crón. Troy. («cres^eró tor­
pero dándola como anticuada. En cuanto a tur­ voes et coriseo et rrelanpagos tá grandes» II, 214.
bar tiene ya tono literario en los textos del Siglo 12) y en los M irSgo. en el sentido de ’relámpago,
de Oro, y desde luego es hoy palabra propia de rayo’ o más bien ’trueno’ (148.23, 77.6); port. ant.
la lengua escrita. H ubo variante popular torvar, 45 trovoada: «relámpados, trovoadas» en Gil Vicente
1.a Crón. Gral. 190636. (M ofina M endes ed. princ. f° xxiv v°b). Turbonada
D e r i v . Turbación [med. S. XV, Gz. M anrique, ’tormenta con chubascos, truenos y viento’ [Acad.
C. C. Smith, BHisp. L X I; Nebr.]. Turbador [Nebr.]. S. X IX ]; tribuna(da) en la Costa atlántica de Co­
Turbamiento. Turbativo. lombia ’temporal’, ’ciclón’ (M ontes-Flórez, M ues­
Turbio [Berceo; turvio, N ebr.], de t ü r b í d u s 50 tra del Léxico de la Pesca en Col. 1973, p. 25),
’confuso, agitado, violento, perturbado’; turbia; que es alteración de trebonada (y cf. arriba trona­
turbiedad o turbieza, raros; turbioso; enturbiar da y tornado s. v. T R O N A R ) catalán torbonada
[med. S. X III, Buenos Prov., 23.17; N ebr.jj an­ id. (comp. el Turbó, macizo montañoso de la pro­
tes turviar (1.a Crón. Gral. 665a22). Torva ’re­ vincia de Huesca, en el límite mismo de las len­
molino de lluvia o nieve’ [Acad. S. X IX ], comp. 55 guas), del cast. tomaría Amerigo Vespucci su
cat. torb ’viento que levanta la nieve’ (viento turbonata «nembo furioso che si rovescia sul m a-
blanco en los A ndes); de torva ast., aplicado a re» (cita de Zaccaria); aturbonarse ’encapotarse
la forma de caer la lluvia cuando está azotada el cielo’ (R ); m odernamente, en cast., turbón se
por el viento (V). cambió en turbión [h. 1580, F r. L . de G ranada,
Torbellino {principios del S. XV, J. A. de Bae- 60 Aut.] (comp. arriba turbiar p o r turbar).
Turbulento (1595, A ut.; ya estaría en Juan de por su procedencia asiática, comp. fr. turquoise
M ena, h. 1440, según Lapesa, Hist. de la L . E sp.; id. [S. X I I I ] ; turquesado [«r., color: glaucus»
ed . N B A E , 169], tomado de turbulentus id.; tur­ N ebr.], tam bién turquí [Aut.]1.
bulencia. Turba [J. de M ena, h. 1440, C. C. Smith, 1 Se empleó turquí, fem. turquia, en el sentido
BHisp. L X I; APal., 290d, 512d; Cervantes, etc.], 5 de ’turco’ (ár. furqt, -tya); de este últim o pudo
tomado de turba ’muchedum bre confusa, en des­ sacarse u n analógico turquío: «dos archos tur-
orden’, ’populacho’, ’m ultitud’. Conturbar (APal. quios... u n basalart» invent. arag. de 1397 (B R A E
252d ); conturbación. IV , 218). De ahí gnía. turquia ’dobla de oro’.
Estorbar [siglo X III, en el Lucano de Alfon­
so X, Almazán; «-var : obsto», N ebr.], antes 10 T Ú R D IG A , antiguamente tuórtega, tórdega y
destorvar [Alex., 992; Setenario, f° 13 v°; Buenos tuérdiga, parece ser derivado de T O r t o s ’torcido’,
Prov., 21.1; Gr. Conq. de Ultr., 27; R im . de Pa­ aunque n o está bien explicado el cambio de la
lacio, 1401], como el port. estorvar y el cat.-oc. segunda - T - en -d-; acaso por disimilación. 1.a
destorbar, proceden del lat. d í s t ü r b a r e id. (en doc.: tórdega, h . 1050.
cast. el cambio de es- en des- es más común que 15 E n u n doc. de Bezdemarbán, partido de T oro,
el opuesto, que ahí vemos, seguramente por una de esta fecha: cuno corio de bove et alio de ca-
especie de ultracorrección); estorbo [dest-, Alex., vallo et tres tordegas et tres soveijos» (M . P.,
316; Buenos Prov., 25.14; estorvo, h. 1295, 1.a Oríg., p. 28); en el Fuero de T e ru e l: «si algu­
Crón. Gral., 650ar30; N ebr.]; en forma culta dis­ n o ... moviere venado et otro prim eram ientre lo
turbar, raro, y disturbio [S. X V II, A ut.]; ast. es- 20 firiere, aya del puerco la cabera con quanto tanne
torvisa ’desavenencia’ (V). Exturbar, raro. Pertur­ la oreja, e del ciervo aya el cuero, e del enhebro
bar [h. 1440, Corbacho, Sm ith]; perturbador, per­ aya la tuértega de los lomos e de las carnes su
turbación : imperturbable. part, e lo que romane^iere aya aquel que el ve­
C p t . Turbamulta [1578-90, Ercilla, e n S m ith ]. nado moviere del empe^amiento» (§ 665.2). Co­
1 D e ahí el cultismo fr. turbirte [1845] > cast. 25 mo observa G orosch en su ed. de este fuero (p.
turbina [Acad. 1884, no 1843].— 2 Glosario que 642), a este pasaje corresponden tuerga y tuérdiga
contiene otros hispanismos, como pecosus y os- en otras versiones del propio fuero, térdega lomil
tnus.— s «Los golpes... eran... tan espesos que en el Fuero de Cuenca, tuerdega del lom o en el
non oyría y om ne torvón por rezio que fuese» de Iznatoraf; A. Castro (R F E X V, 176-7) cita
f° 61 r°, «tal buelta q u e... non oyría omne tur- 30 del de C uenca: «aquel q u e ... venado moviere
bón» f° 53 r° ( = 339.41 de la ed. A. de los de comienzo, aquel que prim ero lo firiere haya
Ríos). la cabeza..., si fuere puerco jabalí..., si encebro,
haya la tuérdiga del lom o»; y del Fuero de Al-
Turbera , V. turba Turbia , turbiante, turbiar, barracín: «del ciervo aya el cuero, et del enze-
turbiedad, turbieza, turbina, V. turbar Turbi- 35 bro la tuórtega». E n el A rte Cisoria de E. de
no, V. turbit Turbinto, V. terebinto T u r­ Villena: «lo m ejor dél [puerco montesino] es el
bio, turbión, turbioso, V. turbar cuero del escudo, que está sobre el espalda, de
amas partes, sacado a rrays de la carne, pelado
T U R B IT , tom ado por vía culta del ár. túrbid e fecho túrdigas e sancochado se guarda, e cocho
id. 1.a doc.: turbich, 1386, Lz. de Ayala; turbit, 40 se come» (p. 60), pero F . B. N avarro, en el glos.
155Í, Laguna (Aut.). de su ed. de esta obra, da ttuérdega, túrdiga:
D ray, Suppl. I, 143b; Eguílaz, p. 509. Está tira o lista del largo de la res o pescado grande,
tam bién en Covarr., O udin, etc. no muy ancha», cuya prim era variante no sé en
D e r iv . Turbino. qué pasaje figura. Tuérdiga sigue siendo usual
45 en Cespedosa: «m uerto el cerdo... puesto pam a
Turbón, turbonada, turbulencia, turbulento, V. arriba se le corta el intim a , que es una tuérdiga
turbar Turcazo, V. torca ( < * T 0 R D ÍC A ) o tira todo a lo largo del vientre,
desde la degollaúra hasta atrás» (RFE XV, 273,
T U R C O , ’vino puro’, gnía., llamado jocosamen­ 135); santand. testuérdiga o estuértiga: tórdiga o
te así por no estar «bautizado». 1.a d o c j 1609, 50 túrd ig a; tira de piel sin curtir que se usa para
J. Hidrlgo. el cosido de las corizas o para forrar las abraza­
T am bién se dijo vino moro. deras de los cuévanos; pedazo alargado de cor­
D e r iv . Turca ’borrachera’ [Acad. 1884, no teza de árbol (Pas); fig. persona delgada, flaca»
1817], porque se coge bebiendo turco (M . L . (G . Lomas), salm. testórdiga f. tira de piel que
W agner, V K R X , 28, n . 4 ); denominación que 55 se saca de la m ano o pata de una res vacuna
puede modificarse festivamente en curda (Wag­ para hacer albarcas; trozo de tierra o faja de te­
ner, N otes Ling. sur VArgot Barc., s. v.). O tros rreno larga y angosta», ttórdiga, V. estórdiga»,
derivados del nom bre de la nación tu rca: turque­ «estórdigo adj. delgado» (Lam ano); Guadalajara
sa (piedra preciosa) [1478, invent. arag., B R A E tórdiga, R D T P II, 146; Pagés cita una forma
V I, 742; «thalassites lapis» N ebr.], así llamada <• tuérdega de unas Ordenanzas acerca del calza­
do. En su calidad de voz rural es natural que en las cocinas donde no hay chimenea se pone
esta palabra falte en los glosarios de h. 1400, sobre el llar para recoger el hollín»; falta en
APal., N ebr., C. de las Casas, Percivale, Oudin, *■ G. Lomas, que da, en cambio, «tuérzanu: pie
C ovarr.; A ut. se limita a definirlo : «tira o lista derecho giratorio, que en las cocinas de llar bajo
de baqueta de un pie de ancho, del largo del 5 sirve para colgar la caramñlera, el candil, etc.»,
pellejo del buey, de la qual se cortan las abarcas»; y en la nueva ed. agrega «veleta». ¿Está también
quizá venga de aquí el veo. baztanés durtika, pero tuérdano por tuértano? ¿O se trata más bien de
significa «renuevo, rejeton»: la z pronunciada sonora como d, según ocurre
N o existe el vocablo en otros rom ances', y no en tantos dialectos leoneses?; pero hay que ob­
ha sido objeto de estudio etimológico alguno; la 10 servar que la c de torcer no ha sido nunca so­
base * t ORD Í c a supuesta por Sánchez Sevilla no nora.
significa nada. Debe de haber relación con el
gall. estordegar «retorcer una vara, un cordón o Turdión, V. torcer y túrdiga Ture, V. duho
una cuerda», «relajar o forzar los tendones o
músculos levemente»3 (Valí.; G. de Diego, Gram. 15 T U R G E N T E , tom ado del lat. turgens, -entis,
Gall., p. 183), trasm. estordegar «torcer um pé» participio activo de turgére ’estar hinchado’. 1.a
(R L I, 219), Ervedosa-do-Douro stordfgar «es- doc.: fin S. X V I, Fragoso, A ut.
tortegar» (R L X X V II, 110), comp. Lisboa estor- D e uso puram ente literario y científico.
tegar ’torcer’, estortegao ’torcedura’, gall. estortigar D e r i v . Turgencia. Túrgido [Acad. ya 1843], de
’estornudar’ (Valí.), Campoo estordegar ’sacar tú r­ 20 turgídus id .; no es solamente poético, como dice
digas’, ’destrozar’ (G. Lomas, 2.a ed., p. 319), estor- la Acad., pero sí literario.
dejar id. id. (B R A E X X X III, 300), forma que no sé
si es correcta o errata de la anterior, todo lo cual da Turibular, turibulario, turibulo, turiferario, tu-
a entender que túrdiga (comp. salm. estárdiga, san- rífero, turificación, turificar, V. hum o
tand. estuértiga) sea derivado de t Or t u s ’torcido’ c,*V, 25
uno de los conocidos sufijos átonos; sería fácil de T U R IÓ N , tomado del lat. tü ñ o , - onis, ’retoño
com prender la reducción de tuérdiga o tórdiga a de la vid’. 1.a doc.: Acad. 1925, no 1884.
túrdiga por metafonía, comp. pértiga y pírtiga Tecnicismo botánico; en latín sólo lo empleó
en lugar de p é r t í c a . Pero ya es más difícil de el hispano Colum ela; parece haberse conservado
explicar la -d - m edial; sin embargo, a juzgar por 30 en el cat. toria ’retoño de la vid’, ’sarmiento car­
el gall. y port. dial, estordegar, parece tratarse gado de uvas y hojas’ (que habrá de ser semi-
de un cambio fonético. ¿Disimilación? Fuerza es cultismo).
reconocer que no es una disimilación de tipo
ordinario. ¿Quizá influjo de cuerda y derivados, Turism o, turista, turístico, V. to m o Turm a,
relacionados por el significado? Tam poco esto es 35 V. tormo y tobillo
en modo alguno evidente, ni en ningún sentido.
Sea de ello lo que se quiera, sem ánticamente la T U R M A L IN A , del fr. tourmaline, de origen
etimología t O r t u s es inatacable, pues las tiras de incierto, parece ser palabra de Ceilán, del singa-
cuero se emplean para trenzar, para arrollar y para lés toramalli ’cornalina’. 1.a doc.: Acad. 1884, no
torcer en otras formas’. 40 1843.
Desde luego el étimo de túrdiga no puede ser Vid. N E D , Skeat. E l origen no parece haberse
un * t r ü d í c a derivado de t r O d i s ’percha’, como estudiado detenidamente (falta Dalgado, Hobson-
dice G dD D 6883a. Jobson, Devic, Lokotsch, etc.). E n francés apa­
1 Comp. tal vez gall. turdión «cachete o golpe rece desde 1758, en inglés desde 1759, en neer­
con el puño cerrado», €turdio: malévolo, traidor 45 landés desde 1778 (pero ya está en u n autor
que lastima y ofende cuando menos se piensa; alemán de 1707); según Skeat, la turm alina fué
mal intencionado; brusco en h erir; de m irar traída de Ceilán p or los holandeses en 1703. Sólo
hosco y atravesado» (Valí.).— 2Estordegado: «co­ la Acad. dice que viene del malayo tum am al.
mo torcido: tengo este dedo estordegado» (Sarm.,
CaG. \6 \v )\ figte. estordegarse de risa, Castelao 50 Turnar, turnio, turno, V. to m o
205.9. De este verbo, con síncopa, deriva el gall.
torgallo ’atadijo mayor que una costrán, que se T U R Ó N , en portugués touráo; probablemente
suele hacer con una ram a grande torcida, y sirve derivados de toro (port. touro) por la furia ca­
para atar las pipas en los carros’ Sarm. CaG. racterística de este pequeño mamífero. 1.a doc.:
(f!v. Seguramente son derivados de otras aplica­ 55 h. 1335, Juan M anuel (Rivad. L I, 248).
ciones figuradas los dialectales estúrdigo en el Es probable que ya aluda a este animal el apo­
E. de Lugo (Caurel, Ape. á Eladio Rdz.) y atur­ do Turón que se lee en u n doc. de Sahagún de
dígo ’áspero (pan, bica, broa)’, según Sobreira 1075 (Oelschl.). Por lo demás, turón aparece tam ­
(D AcG.).— 3L a Acad. (ya 1925, no 1884) recoge bién en G . de Segovia (1475), p. 69, y en N ebr.
un santanderino tuérdano «tejido de varas, que 60 «í., ratoncillo del campo: nitela»; Covarr. copia
T U R Ó N -T U R Q U E S A 702

a N ebr. agregando «su piel adovada im ita a las más» J. de T orres, «que en esto la naturaleza
martas, y assí se traen aforros de turones», y había hecho iguales y formado en una misma
también Percivale, O udin y A u t. se lim itan a co­ turquesa a él y a Auristela» Persiles; tam bién en
piar a N ebr., entendiéndolo m a l: «a field mouse», el Quijote: «seys ollas que al rededor de la ho­
«souris de la campagne, m ulot», «ratón campe­ 5 guera estavan, no se havían hecho en la común
sino». Pero el turón n o es un ratón, sino u n m a­ turquesa de las demás ollas», «que parece que
mífero carnicero de unos 35 cm. de largo, cabeza los forxaron a los dos en una mesma turquessa»
pequeña, que vive en lugares montuosos alimen­ (II, xxii, 74; ii, 7). Desde luego hay que recha­
tándose de la caza; se parece al hurón y su ca­ zar la etimología de Covarr., todavía aceptada
racterística más llamativa es el olor fétido que 10 por Acad., pero imposible por razones morfoló­
despide: = fr. putois, cat. gat p u t, alem. iltis. gicas. Por lo demás, no será posible lograr una
Gall. tourón (Schneider, V K R X I, s. v.)1, port. mediana seguridad hasta que existan buenas des­
tolm o o tourao, que ya aparece en la forma tou- cripciones de las turquesas antiguas y m ientras
rom en ley portuguesa de 1253 (P M H , p. 193). no se investiguen los antiguos tratados técnicos
C. Michaélis (R L I I I , 187) indicó que podía ve­ 15 de fundición y ballestería y se estudie el pro­
n ir de touro ’toro’, al cual se habría comparado blema en relación con la historia de estas artes
este animalito inquieto y feroz, pero se inclinaba en España.
m á s bien por un * p U t 5 r i u s derivado de p u t e r e M eyer-Lübke (R E W 9003 y 8872a) vacila en­
’heder’ (como el fr. putois y el cat. gat put); sin tre identificar con turquesa ’piedra preciosa’ y
embargo, esto es imposible fonéticamente. Spitzer, 20 derivar del fr. tricoise, turquoise, ’tenaza, especial­
R F E X III, 126-7, parte con razón de la otra al­ mente la empleada para herrar caballos’ [1314].
ternativa, sea por la furia del animal cuando va Desde luego puede desecharse aquella idea, y en
de caza, o por la lubricidad que el pueblo atri­ cuanto a ésta, es aceptable p or lo que hace al
buye a los animales de esta familia, en particular port. torqués f. (Fig. escribe turqués, pero N as-
la comadreja y el hurón (mourir du mal de la 25 centes dice que se pronuncia con o en el Brasil)
furette, en Brantóme, del que se queja de su cas­ «ferro que aperta e sustenta, lat. fórceps» (Blu-
tidad forzada, porque la hem bra de este animal, teau), «especie de tenaz de que usam os sapa-
privada del macho, muere de una inflamación teiros» (M oraes): D . Vieira cita dos ejs. de A n­
vaginal); V. allí más documentación en apoyo tonio Prestes (S. X VI) y Bluteau uno de Fr.
de este supuesto. Sea como quiera, es realmente 30 Antonio das Chagas (f 16C1): «as torquezes, as
verosímil que turón derive de toro, y que el cam­ tenazes». Ahora bien, este objeto es completa­
bio cast. de la o en u se deba al influjo de hu­ mente distinto de una turquesa o molde, aunque
rón; no se ve por qué se muestra escéptico M -L . es cierto que la Acad. en eds. recientes de su
(R E W 8602)2. dicc. (1925, no 1884) afirma que la turquesa es
' Sarm. (CaG. 204r) vió coger y desollar un 35 un «molde, a m o d o d e t e n a z a , para hacer
tourón en Pontevedra cuando niño; lo define bodoques...». N o se entiende esto muy bien, y
como «especie de hurón del país» en CaG. 90v.— cabe desconfiar del dato, quizá arbitrario e ins­
J En la 1,a ed. del R E W (6884) éste había acepta­ pirado por algún académico gallego o conocedor
do la imposible etimología de C. Michaélis (re­ del portugués, que quería relacionar los dos vo­
mitiendo a ZRPh. X X V III, 105, 161), pero con 40 cablos. D esde luego, antes de negar la posibilidad
buen acuerdo suprimió este artículo en la nueva de que la voz cast. venga del fr. turquoise ’te­
edición. naza’1 será indispensable conocer con seguridad
la forma y la historia del objeto. M ientras tanto
Turpial, V. trupial hay que dudar, y dar por ahora mayor crédito
45 a la sugestión de Spitzer (ZRPh. X L II, 337-8),
T U R Q U E S A , ’molde de hacer bodoques o ba­ quien apunta brevem ente la posibilidad de que
las’, origen incierto, quizá del fr. ant. turcais, del turquesa sea lo mismo que el fr. ant. turquais
mismo significado y origen que C A R C A J, por ’carcaj’, turqueis ya en Wace (S. X I I : God. V III,
comparación del molde de hacer proyectiles para 109c), forma bastante frecuente, del mismo ori­
ballesta con la aljaba donde están las flechas. 1.a 50 gen que nuestro C A R C A J; para el origen V. este
doc.: 1596, Juan de Torres. artículo, y para más datos sobre esta variante, la
Ya está en O udin, ed. 1607: «t. para bodo­ nota 4 del mismo. Semánticamente es idea muy
ques: moule á faire bales ou boulets»; C o v arr.: comprensible, y que no presentaría dificultad al­
«el molde donde se hazen los "bodoques para ti­ guna en los demás aspectos. M ás difícil es, en
rar con la ballesta: díxose a torquendo, porque 55 cambio, que haya relación con carquesa ’especie
se aprieta al barro en el dicho m olde: y esso se de horno’ (V. este artículo).
llama torquere»; A u t. copia la definición de Co­ 1 L a opinión de Diez, Gamillscheg y M -L . de
varr. y cita los dos ejs. siguientes, donde tiene que turquoise venga del neerl. *trekkijzen ’hie­
sentido figurado: «tanto hace al caso la vida del rro de tirar o arrancar’ parece ser infundada;
Príncipe, que es modelo y turquesa de los de­ «0 V. ahora W artburg (en Bloch2), donde se iden­
tifica con el adj. turquois ’turquesco’. No sólo es dos veces en un villancico recogido en Gerona en
cierto que el tipo turcoise, -queze ’tenazas’ «vit 1507 (N . Cl. LX V , 92.2, 92.6), pero en otro más
partout en gallo-roman» sino que hasta hoy se ■tmtiguo, de la 1* mitad del S. XV, leemos «donar-
conserva en bretón turkes (< romance) con el li-ets deis terronets, / e de les neules, qui n ’avia»,
sentido de ’tenazas’ y gall. torquesas ’tenazas para 5 y esta grafía se repite en otro pasaje de la misma
caballos y demás usos’ (Valladares). Castelao composición (ibid. 60.29 y 61.45): las neules (’bar­
págs. 107-8 aporta datos y bibliografía bretones quillos’) y los turrones eran, pues, ya entonces el
y gallegos y sugiere alguna' pista semántica para dulce navideño tradicional, como lo son actualmente.
relacionar con ’T urquía’. Pero ante la ¡o brasileña Esta variante se propagaría desde el cat. al napol.
y gallega, y en vista del área gall.-port. y bretona, 10 terrone, ya documentado en 1674, y la otra al it.
cabe por lo menos plantear la cuestión de si se torrone [1726], vid. P ra ti; tam bién es de creer
trata de un representante del participio lat. tor- que sean catalanismos no sólo el oc. tourroun
quens (extorquens) ’el que arranca o tuerce’ que (puesto que M istral menciona el tourroun de Bar-
habría pasado al romance por vía semiculta a cilouno), sino tam bién, probablemente, el cast, tu­
causa de leyendas hagiográficas: el hecho es que, 15 rrón, aunque éste cambió la o en « por la aso­
por los datos de Castelao, consta que Santiago ciación, que ya Covarr. hace constar, con el verbo
v ien e representado en muchas iglesias de Bretaña turrar ’tostar’.
con el atributo de unas tenazas, y en otros luga­ En cuanto a la etimología, la derivación de
res se le ha dado allí el epíteto de Sant Jakes au TORRERE ha encontrado aceptación general, adop­
T u rq u ez; la u y la identificación con turquoise 20 tándola A ut., M -L . (R E W 8801), la Acad., Prati,
’turca’ sería secundaria por etimología popular. etc. Y desde luego no puede rechazarse del todo,
puesto que no carece de fundam ento semántico.
Turquesa (piedra), turquesado, turquí, turquía, Sin embargo el modo de formación no seria m uy
turquino, V. turco Turraco, V. tuero y tostar natural, puesto que escasean los sustantivos en -ón
Turrado, V. atorrante Turrar, V. asurar y tostar 25 derivados de un verbo, por lo menos como nombre
Turrillo, V. tuero Turrón ’terrón’, V. tierra de objetos concretos (tostón en realidad deriva del
sustantivo tuesto, conservado en asturiano). L u e­
T U R R Ó N , en catalán torró y antiguamente té­ go creo que hay que atender a la forma arcaica
rro; de origen incierto, probablemente derivado terrà del cat. (cuyo arraigo nos lo confirma el na­
de tierra con el significado primitivo de ’terrón’, 30 politano). Es indiscutible la justeza de la compa­
por comparación con u n conglomerado de tierra; ración de una barra de tu rrón con u n conglome­
es probable que el castellano lo tomara del cata­ rado de tierra, o de tierra y guijarros, así en el
lán, donde es normal la asimilación de la e a la caso del turrón de Jijona como en el de Alicante
ó. I." doc.: 1423 (G. Colón, Ene. Ling. Hisp., 215); o eí de Agramunt. Cierto es que hoy ’terrón’ se
h. 1475, Guillén de Segovia, 69. » 35 llama térros y no terrò en catalán, pero esto pue­
N eb r.: «turrón de m iel, etcétera: cru stu m ; tu ­ de ser secundario, y precisam ente debido a la ne­
rrón pequeño: crustulum ». C ovarr.: «cierta golo­ cesidad de diferenciar: lo cierto es que el nom bre
sina que se haze de almendras, avellanas, nuezes, de aquél es terroun en oc., terrón en cast., torrio
piñones y se tuesta con m iel: del mismo origen» en portugués. L a asimilación terrò > torró en ca­
(como acaba de decir que turrar viene del lat. to- 40 talán constituye una ley fonética de alcance ge­
rrere, esto quiere decir que considera a turrón de­ neral (jonoll FENU C U LU M , jonoll GENUCULUM , tudó
rivado de este verbo). A u t. da un par de ejs. li­ t e t o n e m , etc.). Por lo demás hay tam bién asimi­
terarios del S. X V II. Pedro Espinosa, en 1625, lación con el nombre del terrón en el port. torráo
menciona «para qué son esos turrones» como frase y en el ast. turrón.
vulgar estereotipada (Obras, 194.21). El vocablo 45 D e r i v . Turronero [A ut.\; turronería. Turro­
está bien arraigado en castellano, y de ahi debió nada.
de pasar al portugués, donde debe de emplearse ' En Valencia, aunque hoy predomina torró, la
poco, pues Fig. no lo registra y M oraes sólo cita forma terrò existe también (dicc. de M. Gadea),
torráo de Alicante y torráo nevado. Pero el tu ­ y aun es la que prefiere el folklorista Bernat i
rrón es dulce más popular todavía en tierras de 50 Baldoví, en un artículo publicado sobre el terro-
lengua catalana, fabricado popularmente en la Ca­ ner en 1859, importante tam bién para la descrip­
taluña occidental y, sobre todo y m uy especial­ ción de las varias clases de turrones (según me
mente, en el País Valenciano. Allí se pronuncia comunica el Sr. G iner i March).
torró con o pretónica, así en valenciano1 (M. G a-
dea) como en mallorquín (Amengual) y aparece 55 Turrunquero, turruteso, V. torrontés
escrito así en la tradición lexicográfica desde el
S. X V II (dicc. Torra). Aunque Ag. no cita ejem­ T U R U L A T O , voz de creación expresiva : lo
plos antiguos, G. Colón (Melanges Gardette, 1966; mismo que el hispanoamericano tuturuto, el gali.
Ene. Ling. H isp. II, 215) documenta el cat. torró turuleque, el cat. tarallirot, los cast, tarumba (o
desde fin S. X IV y después encuentro yo torrons 60 turumba), lelo, etc., pertenece a un grupo de
nombres del hom bre falto de juicio que evocan L . Fz. de M oratín y de M or de F u en tes: «al
las voces sin significado con que se tararea una hom bre más ladino le volvemos tarumba cuando
canción, sugiriendo así la frivolidad y la falta se nos pone en la cabeza burlarle»’. L a afinidad
de sentido. 1.a doc.: Acad. 1869, no 1843. con turulato y demás se ve p or la variante tu ­
Dice la Acad. que es voz familiar con el sen­ 5 rumba, usual en G uatem ala, Costa Rica, Ecua­
tido de «alelado, sobrecogido, estupefacto». És­ dor, Perú y Chile1; no creo que ésta sea forma
tos son en efecto los matices a que puede exten­ asimilada o debida al influjo de turulato (como
derse el vocablo. En el últim o y el penúltimo es supone Cuervo, Obr. Inéd., pp. 181, 182), sino
común encontrarlo en la literatura del siglo pa­ la forma prim itiva1. Es verdad que llama la aten­
sado y el presente, aunque sólo en frases de tono 10 ción el parecido con el ár-, egipcio turum ba ’bom ­
familiar y popular, especialmente en las expre­ ba de elevar agua’ (Bocthor, Probst), que como
siones dejar t. o quedarse t., de lo cual pueden indica Dozy (S u p p l. I, 146a) está tomado del it.
verse en Pagés ejs. de Juan Valera y otros; tam ­ tromba id .; pero no parece que la voz cast. pue­
bién como epíteto, p. ej. en esta frase que cita da haberse tom ado a su vez de esta palabra ára­
de Pz. G aldós: «mirábanla los hombres encan­ 15 be, entre otras razones porque habría debido ser
dilados, turulatos los viejos, con asombro rece­ en fecha reciente y por lo tanto tomada de M a­
loso las mujeres, y no se oían a su paso más que rruecos, donde no parece ser conocida'; por lo
alabanzas». E n la lengua hablada, sobre todo en demás, el cambio de sentido ’bom ba’ > ’ruido
ciertas regiones (en el cast. de los gallegos p. ej.), que produce la bom ba’ quizá sería posible (comp.
se oye tam bién como designación objetiva del su­ 20 malí, trull ’prensa de aceitunas’ y luego ’batahola’),
jeto tonto o alelado (concretamente en calidad de pero ya sería más difícil que de ahí se pasara a
apodo, etc.)1. Con definición semejante y en eds. ’atronado’ y luego ’atolondrado’; habrá semejanza
posteriores forma la Acad. otro articulo con tiru­ casual.
lato, que no recuerdo haber oído. De una im itación directa tor-lo-ro del tarareo
N o figura turulato en diccionarios etimológicos. 25 o del sonido de u n instrum ento viene el cast.
N o anduvo afortunado el académico que en una torloroto ’instrum ento rústico con que se regoci­
edición antigua del diccionario dijo que venia jan los aldeanos y pastores’ que ya está en Lope
de atortolado, pero más extravagante es dedu­ (Aut.); comp. turututú, onomatopeya del com e-
cirlo de un lat. *turbulentatus, como aparece tazo. D e ahí tam bién turullo ’cuerno que usan
en la últim a ed. Spitzer (R F E X III, 121n.) dijo 30 los pastores para llamar y reunir el ganado’ [Acad.
que era voz onomatopéyica, lo cual es induda­ ya 1925, no 1884]; más particularm ente es astu­
ble si lo tomamos en u n sentido amplio. Las riano y leonés: turullu «el cu em u o vígaru con
palabras comparables ab u n d a n : gall. turuleque o que los pastores dan toquidos» (R)T, tundiera id.
tiruléque «títere, sujeto de figura ridicula y pe­ (R), torulla «cuerno cabrío o caracol que los pas­
queña, m uy presumido, etc.» (Valí.)2; colomb., 35 tores de esta clase de ganado tocan como instru­
ecuat. y venez. tuturuto «lelo, turulato, aturdido», mento músico» (R), turulleru «especie de tritón
costarríc. id. «achispado», Chile y Catamarca tu ­ que se toca a modo de bocina» (V), L eón turullo
turuto, -a, ’alcahuete, -a’, ’marido que consiente (V K R V III, 14); pero el área de este vocablo es
el adulterio de su m ujer’ (Lenz, Dicc., 756), o ha sido m ucho m ás amplia, pues del mismo
calomb. tutum ito ’lelo, turulato’ (U ribe); cat. ta- 40 vendrá el alto-arag. to m illo , -ublo, vasco torroilo,
rallirot ’persona poco seria, sin formalidad, chis­ cat, torroll, ’clavija que une los dos extremos
garabís’, que tam bién se oye tarillarot, según Ag. del arco del cencerro’, ’clavija del yugo’ (VRom .
tirot-lirot «tarambana», según Fabra tarit-tarot, y V III, 37; V II, 6 2 ; Schm itt, L a Vie Pastorale
tam bién tararot ’persona alborotada, turbulenta’; dans les Pyr. Centr., 36), cuyo sentido fundam en­
cast. tararira «persona bulliciosa, inquieta y albo­ 45 tal será el de ’tom illo’ y antes ’caracol” ; más
rotada, sin asiento ni form alidad»; al fin y al secundariamente alav. torroilo ’especie de collera’
cabo estamos en el caso del cast. L E L O , que en (Baráibar), b. arag. id. ’estaquilla’ (Lz. Puyóles),
vasco además de ’tontuelo’ vale ’sonsonete, estri­ vasco torroilo 'collar de ganado’ sólo en Zigoitia
billo’, y en cat. se oye lero y liro con el sentido (Álava); torroil es ’fofo, hinchado’ en lab. y ’obeso’
cast., alguna vez tam bién tiroliro. H ay una rela­ 50 en sul., Ansó torrullo ’taravilla de la ventana’ (<
ción evidente entre todo esto y las palabras sin ’tornillo que sujeta la taravilla’), R L iR X I, 204.
sentido con que tarareamos canciones; la alu­ Agréguense N orte de Burgos torollo ’tronco de
sión a la falta de sentido es clara: de ahí ’frívolo’ berzas’, rioj. torroilo ’collera de un rollo de paja’,
o ’estúpido’, de donde fácilmente se pasa a ’es­ gall. trollo ’madera, rodillo’, Liébana torollu o
tupefacto’ y a las demás acs. anotadas. 55 toroju ’persona inculta, tosca’ (G. L om as): no
Hemos de buscar u n origen semejante a tarum ­ pueden ser * t o r ü c ü l u s ’tronquito’ (G dD D 6 7 6 9 ) ,
ba, registrado prim eram ente p o r T e r r .: «volver pues a ello se opone la -11- de Castilla. De turullo
a uno tarumba, frase vulgar, lo mismo que vol­ en ei sentido de ’cuerno de pastor’ deriva segura­
verle loco, burlarle o jugar con él» (la Acad. ya mente el verbo aturrullar «confundir o abatir a
en 1884, no 1843); R uiz M orcuende da ejs. de 60 alguno» [Aut., como voz plebeya, y con variante
atorrollar], «confundir a uno, turbarle de modo o en Barcelona, donde además de fer tornar ta­
que no sepa qué decir o cómo hacer una cosa» rumba tam bién se emplea como denominación
(Acad. con muchos ejs. desde el P. Isla, en D Hist.), objetiva del hombre poco inteligente o alelado
propiamente ’atronarle con el ruido del cuerno’ : (després d ’estar malalt ha quedat una mica ta­
la forma primitiva fué aturullar, conservada en 5 rumba ) .— ■4 E n estos países se dice hacerlo a
M urcia9, Costa Rica (Gagini) y Chile (Ortúzar, uno tarumba (Lemos, Barbar. Fon., s. v.): «Zo
Echeverría), atondlar en la Arg.10, atorollar y atu­ hizo tarumba: lo zarandeó a su gusto, le hizo
rullar en A sturias", mali, aturullar'2. Aturullar no perder el tino» en el chileno Ernesto M ontene­
puede ser un *TO R b u l a r e (G dD D 6922) e n tr: gro, M i tío Ventura, p. 248.— 5 Que hubo roce
otras razones porque es inseparable de turullo ’cuer- 10 o cruce con tolondrón ’tum or’ lo prueba no sólo
no de pastor’; aún menos tiene que ver con esto el turum bón id. registrado por la Acad., sino la
el merideño atrubilarse ’alborotarse el tiempo’, que palabra torumbazo ’grande terrón’, registrada por
naturalm ente es metátesis de atribularse. G . Correas (1627), 155a.— 6 Allí se dice pompa,
Es bastante menos claro, aunque no inconcebible, según L erchundi; sániya, según Tedjini.— 7 Ahí
ni mucho menos, relacionar con todo esto el grupo 15 turisllu por errata, pero la forma correcta apa­
del gali, aiurrujo «grito; los gritos descompasados rece en los artículos torulla y toquidu.— * Comp.
de los que ¡van y vienen en una romería o fiesta» el cat. caragol ’caracol’, ’cuerno empleado como
(R L V II, 203). El aturuxar es típico del campo instrum ento músico’, ’tom illo’, caragolar ’atorni­
gallego, hasta el punto de que ha sido lugar común llar’, cast. dial, encaracolar id. Que el sentido de
achacarlo a una herencia substrática o céltica, V. 20 torrullo, torroll, fuese anteriorm ente ’tornillo’ en
las curiosas citas de Pensado en CaG. p. 67. Por Aragón y Cataluña hay que suponerlo en vista
lo menos en cuanto a la palabra esto puede m irar­ de que Amades recogió atorrollar en Gandesa
se como ciertamente erróneo 13 (y en cuanto al hecho en el sentido de «cargolar» (atornillar), Excur-
es difícil de probar y en general es poco serio lo sions II I, 71.— ’ «Aturullao: atolondrado, entor­
dicho de esto). De lo que no hay duda es de que 25 pecido o nervioso por la turbación o la prisa»
aun los mejores lo sienten como algo venerable­ (Ramírez X arriá ) .— 10 « ¡P o r Dios, señ o r!, no an­
mente galaico, pese a su ingenuidad popular: «O de lerdo, / ni se atorulle por nada» cita de As-
aturuxo é un ayú-ju-ju tan noso que me fende o casubi, en Cuervo, Obr. Inéd., 191.— 11 A tu ru -
corazón» cuando oye, nada menos que en M unich, lláse (V); atorolláu «aturdido con golpies o con
«unhas cantigas longas que rem atan en aturuxos 30 bebía; precipitado», aturúllase el que se enrie-
firentes» escribía Castelao (62.2; 165.2; «gaitas, da pensando (R). Bajo atorollaa rem ite a una
pandeiros, aturuxos e foguetes» 296.22). Pero con­ palabra torollu que falta en el orden alfabético.
viene recordar en seguida que esta clase de grito And. atorrullar (AV), Bierzo aturrullador ’ame­
no está menos arraigado en las tierras de lengua drentador, engañador’.— 12 E n el cat. de Barce­
vasca, en las intermedias y en los Pirineos más 35 lona la forma corriente es atorrollar, presente
hacia el Este, y aun en las Baleares; en particular atorrolla, en Tortosa (BD C II I, 87), Maestrazgo
en gascón pirenaico se llama ilhà e ilhet m., pro­ y Valencia aturrullar (Alcover). N o es bien se­
piamente ’relinchar, -o' ( h i n i t u l a r e ). guro que sea palabra castiza en cat., aunque la
.. Sarmiento conoce acepciones más semejantes admite Fabra, pero de todos modos ya tiene
a las del cast, aturullar, cat. aturrullar: «aturuxar: 40 carta de ciudadanía .— 13 Observa Valí, que atrujo
dar baya y cantaleta a uno a voces; y en especial o uhuhú es un berrido en que la h se pronuncia
cuando en la calle se silba a uno metiendo el dedo como la j castellana. A unque esto se refiriese
en la boca, como cuando sacan una bruja a azotar; sólo a uhuhú, el detalle tiene interés para la for­
también a un enfadoso : non me aturuxes (CaG. mación onomatopéyica y aun puede explicar el
67d). 45 que haya pe en lugar de 11 de palabras afines de
El parecido de turullo y aturullar con otras pa­ otras partes .— 14 Entre ellas cuento el bearn. tou-
labras debe de ser casual^. rroulhá ’helar’, derivado de tourroulh «verglas,
1 Por cruce de turulato (¿o *tutulato?) con su si­ glace», y éste de tourrá ’helar’, lat. t o r r e r e ; de
nónim o tolo o más bien con tolidades ’locuras, ne­ ahí también el berciano turrullo ’torrezno que
cedades (V. s. v. tullido): cast, de Galicia lolita- 50 se echa a las patatas cocidas’ (en la ac. ’gordin­
tes (tul-) ’locuelo, tonto’ (Á. G iménez).— 2 De ahí flón’ podría venir de ’cuerno, caracol’; G. Rey),
el dicho cast, mal se aviene el don con el T u ­ salm. esturrullar ’quemar’. En parte, pero quizá
ruleque (Acad.) para indicar lo mal que pegan no todas, pueden pertenecer a otras familias pa­
los títulos con la vulgaridad de los nom bres, labras dialectales port. como trasm. aturrear
donde el vocablo aparece convertido en proto- 55 ’hacer mucho ruido a los oídos de alguien’ (R L
tipo de apodo o apellido vulgar.— * T orres F or- V), Viana-do-Castelo ataralhoar «atarantar, desor­
nés lo tiene por voz aragonesa de Segorbe. N o denar» (R L X X V III, 268), trasm. atrelourar ’ato­
es menos vivo en catalán, sea en Valencia («ca­ londrar’ (R L X III, 112). Cf. A T O L O N D R A R .
pados de trestornar o tom ar tarumba al més Es probable que el ast. desentrullar ’despejar,
guapo» M artí Gadea, L a Tèrra del Gè I, 107) 60 desviar obstáculos’ (R) vaya con T R U L L A . T u-

V. — 45
rurú, hacer ~> ’reunir un jugador tres cartas del frase sin decir tus ni m us ’sin decir palabra’, de
mismo valor’ se explica porque el jugador en la cual ya se encuentran ejs. clásicos (B R AE
esta ocasión pronuncia este tarareo. X II, 680-1). Comp. G O Z Q U E y su familia.
D eriv . Tusa ’perra’.
Turullero, -ra¡ turumba, V. turulato Tu- 5
rum bón, V. tolondrón Turupial, V. trupial T uso amer., tusón, tusona, V. tundir I Tus-
Tus, tusa ’perra’, V. tuso Tusa amer., tusar, turrar, V. tostar Tútano, V. tuétano T ute,
V. tundir I Tusílago, V. tos V. lodo Tutear, V. tú Tutela, tutelar, V.
intuir T uteo, V. tú Tutía, V. atutía
T U S O , ’perro’, es propiam ente la interjección 10 Tutilim undi, tutiplén, V. todo T u to , V. tué­
para llamarlo o espantarlo. 1.a doc.: Acad. ya tano Tutor, tutoría, tutriz, V. intuir Tum ­
1817; como interj. para el perro, ya Covarr., s. bear, V. titubear T utu m ito , tuturuto, V. turu­
v. retobar. lato T u turutú, V. turullo Tutuvía, V. to­
Para llamar al perro se emplea tam bién tus, tovía Tuval, V. retumbar Tuya, V. humo
a veces repetido [C ovarr.; Aut.]. Además en la 1J Tuyo, V. tú
u
U conj., V. o; adv., V. donde, n. 3 Ubada, o, por mejor decir, imposible, en el aspecto semán­
V. yugo Ubérrimo, V. ubre Ubicación, ubi­ tico, que se trate de una aplicación traslaticia de
car, ubicuidad, ubicuitario, ubicuo, V. donde braguer ’braguero’ (como se supone en R E W , s. v.
Ubio, V. yugo b r a c a ) no dudo que estamos ante una falsa separa-
5 ción d'e l'ubreguer en lo breguer, derivado de ubre
U BRE, del lat. ü b e r , - é r i s , ’teta’. 1.a doc.: con el mismo sufijo que pedreguer, terreguer, pol-
N ebr. seguera, fusteguer, verdeguer, ventregada, etc.
Cuyo artículo reza: tu b re de puerca parida: E n efecto en la región de Tortosa se pronuncia
sum en; u., teta de parida: huber». A ut.: «la gor­ breguer, forma recogida por Amades en Prat de
dura que, como dureza, tienen los animales inte- 10 Comte, Beseit y Xerta, además de dicha ciudad
riorm ente en las tetas», y cita ejs. de los SS. X VI (BD C X IX , 100). Por el N orte el área del vocablo
y X V II. El sentido más propio, hoy en dia, pa­ se extiende al Languedoc, donde M istral recoge
rece ser el que la Acad. pone en segundo lugar: braguié con este sentido en un poeta de la G i-
’conjunto de las tetas de la hembra, en los ma­ ronda, S. X IX , y en otro de Toulouse del S. X V II:
míferos’; y como 1.a ac. ’cada una de esas tetas’. 15 hubo ahí disimilación vocálica *breguié > braguié,
E n latín Horacio ya distingue entre uber ’teta favorecida por la confusión con el otro vocablo.
de los animales’ y mamm a ’teta de la m ujer’, de Claro que no hay por qué suponer un * u b e r i c a -
acuerdo con el cast., mas para Lucrecio y Aulo r i u m ya formado en latín (el resultado fonético ha­

Gelio uber es el ’pezón’ de cualquier teta, y la bría sido entonces *uyreguer o *uverguer), sino
mayor parte de los autores no observan distin- 20 un mero derivado colectivo romance de un cat.
ción alguna entre uber y m amma, aunque se nota preliterario *ubre, resultado regular del neutro lati­
cierta preferencia para aquél cuando se trata de no Ü b e r , con trasposición tem prana de la R (la b
animales. Siendo voz neutra en latín, no es extra­ no se vocalizó, sea por esta razón o debido a la
ño que la hagan masculina los portugueses y ga­ posición pretónica, compárese con Llobregat Ru-
llegos (Álvz. Giménez, 48). U b er se ha conser- 25 b r i c a t u m ).
vado solamente en cast. y port. (ubre en Moraes, D eriv . Ubrera [O udin; A u t.; no en N ebr.,
ubre y el cultismo úbere en Fig.), y en ciertos PAlc., C. de las Casas n i Covarr.]. D e uber, -iris,
dialectos alto-italianos, réticos y franceses del Este en la ac. figurada ’fecundidad’, y como adjetivo
(en el R E W , 9026, se han olvidado las palabras ’abundante, fecundo’, derivan los cultismos :■ ubé-
iberorromances). 30 rrimo [C ovarr.; Aut.], lat. uberñm us, superlativo
Para designar las ubres de los cuadrúpedos, de uber; exuberar [Acad. S. X IX ], exuberante
particularmente vacas y cerdos, se emplea en [h. 1580, F. de H errera, A ut.], exuberancia [fin
catalán braguer (no documentado antes del S. XX S. XVI].
en Ag. ni Alcover, ni en dicc. anteriores a L a-
bem ia, 1839, ni me consta que se emplee en Va- 35 Ucarreña, V. socarrena
lencia, sí en Mallorca e Ibiza) y se extiende por
la zona aragonesa: braguero ’ubre de las vacas’ UCASE, tomado, p or conducto del fr. ukase,
en Litera, en Alfajarín y Puebla de Alfindén (Zara­ del ruso ukáz ’edicto im perial’, derivado de uka-
goza) y en Oroz-Betelu (Alta Navarra), Alvar, zái ’indicar’. 1.a doc.: Acad. 1925, no 1884.
R D T P II I, 474. Como es en extremo inverosímil 40 Es bárbara la pronunciación úcase, que he oído
bastante, y apenas lo es menos el port. ucasse, co­ contra’l Rey» Gr. Conq. de Ultr. (Rivad. X LIV ,
piado del cast. 491b).
Como puede verse por varios de estos ejs.,
Ucé, uced, ucencia, V. vos Ucera, ujera (ux-), los vocablos de nuestra familia van con frecuen­
V. uzo Udómetro, V. húmedo ¡Uf!, V. 5 cia unidos a lozano y sus derivados, sinónimos
ufano incomparablemente más frecuentes y populares en
el castellano medieval y de todas las épocas. Es
U FA N O , voz afín al oc. ufana ’jactancia, va­ probable que al influjo de lozanía se deba ya la
nidad’, ’pompa, ostentación’, y al cat. ufana id. creación del abstracto ufanía (que no existe en
y ’lozanía, frondosidad’, de origen incierto, quizá 10 oc. ni cat.), y creo que tam bién será lozano el
germánico y relacionado con el gót. U F jfi f. ’abun­ responsable de la formación castellana del adje­
dancia, exceso’ (acusativo u f j ó n ) ; en cast., don­ tivo ufano, que ya parece encontrarse una vez en
de el vocablo es menos popular y frecuente, es Juan R uiz: «ssodes las monjas guardadas, deseo­
probable que sea préstamo de la lengua de Oc, sas, lozanas, / los clérigos cobdiciosos desean las
donde sólo existe el abstracto ufana; el adjetivo 15 ufanas, / todos nadar quieren, los pe^es e las
ufano debió de crearse en castellano según el mo­ ranas» (1491c), y que desde Juego está en Sem
delo del más arraigado L O Z A N O . 1.a doc.: ufa­ T o b : «oy rezio, eras paso; / oy egual, eras ufa­
nía, Berceo; ufana fem. abstracto, h . 1290, 1.a no; / oy franco, eras escaso; / oy otero, eras
Crón. Gral.; ufano adj. parece estar ya en J. Ruiz. llano» (130b), en F. Sánchez de Calavera («véo-
«Estando est vicario en esta vicaría / cogió 20 vos estar ufana / que assi vos razonades», Canc.
muy grant jactancia e grant vallitanía, / concibió de Baena, n.° 537, v. 9), y es frecuente desde
vana gloria e grande ufanía, / entendiéngelo to­ N ebr. («ufana cosa: lascivus»); sabido es que es
dos que trayé lozanía» M il., 141c'. Este sustan­ palabra favorita de Cervantes (muchos ejs. en el
tivo abstracto no es raro en la Edad M ed ia: está Quijote), figura varias veces en las obras de G ón-
tam bién en la Gr. Conq. de Ultr., donde el jefe 25 gora, y desde entonces se ha empleado con fre­
pagano antes de la batalla «dijo a su gente que cuencia, pero siempre como palabra noble, del
aquellos mesquinos orgullosos que aquel día ante estilo literario.
de la tarde no farían ufanías» (Rivad. X LIV , L a historia de la familia de palabras que estu­
258b), en el Conde L uc. (ed. K nust, 25.8), en diamos es muy semejante en portugués. Tam bién
las Partidas (cita de Aut.% etc. E n todos estos 30 aquí encontrantes prim ero el sustantivo oufana2 :
ejs. vale ’jactancia, soberbia, engreimiento’ ; ade­ «muyto m erejo seer desprezado de ti, meu C ria­
más de esta ac. le reconoce A u t. la de «alegría, dor, por oufana e por desprezo que em mim
despejo, gusto u satisfacción con que se hace al­ regnou», citado de los Inéditos de Alcobaga, SS.
guna cosa», ejemplificándola en F r. L . de G ra­ X IV-XV , por C ortesáo; «aqueste novo guerreiro,
nada y en otro autor del S. X V II. T am bién se 35 seendo sempre m uito sem oufana e levantamento
empleó ufanidad, que figura como variante en em seus bem aventuirados vencimentos» Fem áo
el Conde Luc., y una vez en el Quijote, pero Lopes, h. 1440 (N unes, Florilègio, 124). El ad­
fué siempre mucho más raro. E n la Edad Media jetivo oufano aparece en Sá de M iranda (1.a m i­
como abstracto fué frecuente ufana: «se non pagó tad S. XVI), en una de sus poesías castellanas,
de las hufanas e de las gentilezas del mundo» 40 pero en esta forma portuguesa : «Del T ibre em ­
1.a Crón. Gral., «díxom que conos?ía una byuda buebo al nuestro Tajo, oufano / de sus arenas
lozana, / m uy rrica e byen mo^a e con mucha de oro i rica plaia, / enchí todo de quejas, venga
ufana» J. Ruiz, 1318b, «deja ponpas e ufana / o vaia, / llorando por la m uerte surda en vano»’ ;
e vístete a la llana» Pedro de Berague (Tratado D uarte N unes de Leáo (1606) daba ya como an­
de la Dotrina), «muy honesta e syn ufana» Canc. 45 ticuada esta forma, mientras que ufano y el abs­
de Baena (p. 54), «respondióme con ufana: / tracto ufanía son frecuentes en autores desde
¡bien vengades, cavallero! / ¿qué vos trae esta princ. S. X V II (ejs. de Rodrigues Lobo, Bernar­
mañana / por este valle señero?» Canc. del S. do de Brito y G abriel Pereira), como puede verse
X V (N B A E X IX , 572b), y otros que pueden en Bluteau, quien define respectivamente «váa-
verse en Cej., Voc. Todavía lo admite N e b r.: 50 glorioso, jactancioso, soberbo» y «jactancia, osten­
«ufana o ufanía: lascivia»; pero debió de quedar ta d o , soberba, ignorancia». Si no me engaño, es
anticuado por este tiempo, pues no tengo Ja ejs. tam bién palabra de tono literario en portugués,
del S. X VI. Como adjetivo se empleó prim era­ y aquí es indudable el carácter advenedizo a
m ente ufanero (como oc. ufaníer): «pagávase poco causa de la conservación de la - n - \
de la vanagloria deste m undo, nin de se m ostrar 55 Siendo seguro que en port. es de origen extran­
por ufanero, como los otros Emperadores» 1.a jero, difícilmente se puede dudar de que en cast,
Crón. Gral. (149636), «por consejo de su m ayor­ tam bién lo sea, por m uy antigua que sea su fe­
domo Siracón, que era home muy lozano e ufa­ cha de aparición. Cuando Berceo escribía, el in­
nero, fizo N orandín que arrancase las tiendas e flujo de la poesía trovadoresca estaba ya en su
que ordenase sus haces, e que moviese e fuese 60 colmo, y efectivamente es en el Sur de Francia
y en Cataluña donde ufana ’jactancia’, ’ostenta­ trada tardía en el idioma, la conservación de la
ción’, y sus derivados, presentan el máximo de -F - sin sonorizar en lengua de Oc es absoluta­
vitalidad; nótese el lujo de derivados: ufana, ufa­ m ente regular (en cuanto al cast., ya adm ite el
naría, ufaut, ufánese y ufanesca como abstractos, propio M -L . que es préstam o occitano), y la con­
ufanier, ufanas, ufec y el m oderno ufanous como 5 servación de la 0 tam poco puede extrañar en una
adjetivos. L a frecuencia del abstracto primitivo palabra algo tardía. E n la 3.» ed., M -L ., adhirién­
ufana es tal en los trovadores que quizá no se dose del todo a la opinión de Spitzer (B D C IX ,
podría encontrar otro abstracto que lo iguale (aca­ 85-87), reduce los dos artículos a uno solo, niega
so gaug): ses ufana, non es ufana, semblar ufana, toda relación con el gót. u f j o por razones foné­
amar per ufana, tener ad ufana, son frases que 10 ticas y en parte semánticas, y parte de la inter­
constituyen lugar común de toda esta poesía, y jección u f , que expresaría el esfuerzo y una sor­
esta palabra y sus derivados son ya m uy frecuen­ presa gozosa; el propio Gamillscheg, que de o r­
tes en los trovadores más antiguos, como M ar- dinario exagera el influjo germánico, aui.que m an­
cabrú, G iraut de Bomelh, R aim baut d ’Aurenga teniéndose fiel a la etimología de Diez (R F E X IX ,
o A m aut Daniel. L o mismo cabe decir del cata­ 15 149-50; R. G. I, p. 375) deja ver algunas dudas
lán, donde tenemos ufana ’pompa, ostentación’, y no rechaza del todo el origen onomatopéyico.
y antiguamente ’orgullo, jactancia’, ufanor ’loza­ E l caso realm ente es dudoso, y todo el m undo
nía’, ufanejar ’hacer ostentación’, ufanar-se, ufanos reconocerá que, expuesta por Spitzer, la etimolo­
’vanaglorioso’, ’lozano’, y los anticuados ufanesa, gía onomatopéyica es más convincente que en la
ufanitat y ufanositat; ya lo encontramos en el 20 forma que le da M -L . L o que expresa la in ter­
prim er siglo del idioma literario, pues aparece jección u fs es u n sentim iento de fastidio o can­
repetidam ente en la Crónica de Jaime I : «los sancio, o bien el alivio que sigue a la eliminación
castellans son gent de gran ufana e erguylloses» de estos sentim ientos; con esto se relaciona el
(196), etc.; otra prueba de su carácter popular mali, a u f o a l’u f ’en abundancia’, ’a granel’*,
es el traslado, que sólo aquí se produjo, al te­ 25 delf. a l’ufo «en vain, nullem ent, par dessus, de
rreno de lo concreto, aplicándose a la lozanía, cóté» (M istral), port. á ufa «abundantem ente; à
verdor y frondosidad de las p lantas: no es, pues, larga; à custa alheia» [F ig.; comp. ufá «ínterj.
vocablo noble y de escritores, sino térm ino de admirativa de dito em louvor» M oraes, «desig-
campesinos y ciudadanos por igual. E n castella­ nativa de ad m irad o , ironia, cansado» Fig.]. En
no y portugués existieron y existen lozano, enho- 30 cuanto al cast, a ufo ’de mogollón, de balde’, no
tado, afouto, lozanía, afouteza, y modernamente se le puede conceder la im portancia que le dan
soberbio y soberbia son aquí voces populares, así Diez como S pitzer: no hay otro testimonio
mientras que en lengua de Oc y catalán ufana, que el de A ut., que n o cita ejs. literarios, de suer­
ufanier, ufanós, sofi palabras únicas sin rivales ni te que no cabe dudar de que es u n italianismo
concurrentes. Esta gran diferencia en el nivel de 35 más o menos pasajero del S. X V II; el ít. a ufo
popularidad había de producir casi forzosamente sí es palabra popular y bien arraigada (plebeya
una corriente invasora entre estos dos vasos co­ según Tommaseo), documentada desde med. S.
municantes, aunque no llegara a igualar el uso en X V II, en el M almantile y en Fagiuoli : mangiar
los dos. Así como orgullo es catalanismo evidente a ufo, il cieco non canta a ufo; y en dialectos de
por su fonética, ufana sería tam bién un occitanis- 40 todas las regiones de Italia: piam. a ofa, Bergamo
mo, apoyado por el influjo de la Corona de Ara­ a ufa, engad. ad uffa, lomb. a off, a uf, venec.
gón; en tanto que lozano penetró por otra parte a ufe, a ufo, a ufa, emil. a uff, Marcas ufo, abr.
en el cat. del S. XV, por lo menos en tierras de a (gg)uffe, Pulla a uffe, sic. a uffa; napol. uffa
Valencia. «oh quanto, mai tan ti!» , Valsesia a uffa «a ufo,
E n c u a n to a la e tim o lo g ía , r e la c io n ó D ie z ( W b 45 a spese altrui», uff!, uffa! «oibò! mai p iù !» . Es
335) ufana c o n e l i t . a u fo ’d e b a l d e ’, c a s t . a ufo, evidente que el origen de todas estas locuciones
c o m o d e r iv a d o d e e s ta s lo c u c io n e s , y m ir a n d o é s ­ adverbiales puede ser onomatopéyico, y aun esto
t a s c o m o p r o c e d e n t e s d e l g ó t . ü f j ó ’a b u n d a n c i a ’. parece lo más verosímil; el origen gótico tampoco
M -L ., e n l a p r i m e r a e d . d e s u R E W (9032 y podría descartarse del to d o : la limitación del vo­
9031), a c e p t a b a e s t e é t i m o p a r a l a s l o c u c i o n e s a d ­ 50 cablo occitano al Delfinado, del catalán a M a­
v e rb ia le s , a u n q u e m a n if e s ta n d o d u d a s a c a u s a d e l llorca y del castellano al S. X V II, en contraste
t r a t a m i e n t o d e l a s y o c a l e s , y e n c u a n t o a ufana, con la gran popularidad en Italia, puede indicar
s e l i m i t a b a a p o s t u l a r u n a b a s p * C f X n a ’v a n i d a d ’, que sea italianismo en todas partes; y aunque
o b j e t a n d o q u e l a c o n s e r v a c ió n d e la u y d e la -F - partiendo del gótico sería difícil com prender la
s e o p o n í a n a r e l a c i o n a r c o n e l g ó t . u f j o , c o n e l 55 desaparición de la j y la -/- simple del toscano,
c u a l se h a b ría p o d id o u n ir « s e m á n tic a m e n te y e n no es inverosímil tratándose de u n germanismo
r ig o r a u n e n e l a s p e c to m o rfo ló g ic o » . A e s to h a y suponer que se propagara desde el N orte de Ita ­
q u e o b s e r v a r q u e lo s e s c r ú p u l o s f o n é t ic o s d e M - lia, con lo que desaparecerían ambas dificultades;
L . n o e s tá n fu n d a d o s e n e l u n o n i e n e l o tro la vacilación entre las formas en -o y en -a se
c a s o : t r a t á n d o s e d e u n g e r m a n i s m o , v o z d e e n ­ 60 explicaría tam bién tratándose del femenino gótico
UFjo. Pero lo que no se ve es la n e c e s i d a d ’paciencia’ y t h a h a i n s ’silencio’?11. Que al sentido
de esta etimología, y por lo tanto es preferible en de ufana cuadra admirablemente u n étimo ger­
principio atenem os al origen onomatopéyico, m e­ mánico no es posible n egarlo: recuérdese que
nos hipotético y más sencillo. germánicos son orguelh ’orgullo’ galaubia ’mag­
En cuanto a ufana y ufano, el problema cam­ 5 nificencia’, aunta ’vergüenza’, gasalha ’sociedad’,
bia. Hay que conceder tam bién a Spitzer y M -L. taina ’preocupación, queja’, faida ’derecho de ven­
la posibilidad teórica de que derive de la inter­ ganza’, ganda ’subterfugio’, y otros varios abs­
jección u f o de la locución a ufo, y aunque no tractos de sentido moral. D e la vitalidad de la
abunden los casos de adjetivos derivados de ad­ raíz germánica de u f j o no podemos dudar, pues­
verbios, y menos de interjecciones, siempre se 10 to que tuvo correspondencia en el alto alemán
podrían citar algunos casos de adjetivos de deri­ antiguo uppa ’exceso, abundancia’, de donde in
vación adverbial7. M as, en prim er lugar, si ufana uppün ’vanamente, de balde’, uppig ’excesivo’, y
es palabra occitana ante todo o únicam ente, o de ahí el alem. mod. üppig ’lozano’, que traduce
bien occitana y catalana, la locución adverbial a el cat. ufanos; en el propio gótico hay el abstracto
ufo es casi estrictamente italiana, y ahí justa­ 15 ufarassus ’exceso, sobras’ y m uchas más palabras
m ente no existen ufana n i ufano: el delf. a ufo de la misma familia, y de ahí se tom ó en prés­
aparece evidentemente como una prolongación del tam o el finés upia ’orgulloso’. Y aun es m uy po­
área italiana; además, es chocante derivar un sus­ sible que ufana venga directam ente del gót. u f j ó
tantivo del S. X II, como ufana, de u n supuesto ’abundancia’, ’exceso’ : se trata de u n femenino
primitivo sólo m oderno y local (Mallorca, Del- 20 en nasal, cuyo acusativo y dativo es U F jO N , geni­
finado). Sin embargo, reconozco que estas obje­ tivo u f j O n s , plural u f j O n s , etc.; los femeninos
ciones no son enteram ente decisivas. góticos en -O se rom anizan norm alm ente en -A ,
L o que más escrúpulo causa es que ufana, allí y los temas en nasal se declinan en romance en
donde es autóctono, es u n s u s t a n t i v o a b s ­ - a , - a n e m , de suerte que el gót. g a s a l j a se con­
t r a c t o y nunca u n a d j e t i v o . T odos los 25 vierte en el oc. gazalhan «cheptelier». Luego se­
filólogos que han estudiado la cuestión parecen ria norm al una romanización u f i a , u f i a n e m , y
partir del supuesto de que ufana deriva de un u n fem enino *ufán era natural que se cambiara
adjetivo *ufá, ufana: pero tal adjetivo ni existe ni en ufana; en lo fonético comp. el tratam iento de
ha existido nunca en lengua de Oc. E n rigor otro germ anism o: c o f i a > oc. cofa.
tam bién podemos decir lo mismo del catalán : 30 Spitzer, M L N L X X IV , 115-6, insiste en su eti­
aquí en fecha reciente se ha empleado alguna mología onomatopéyica. Da algunos argumentos de
vez este adjetivo, pero es castellanismo induda­ valor: tolosano boufano ’poseur’ (interesante, aun­
b le; conozco un solo ej. antiguo, del S. XV, pero que no puede descartarse, ni mucho menos, que sea
está en el valenciano Jaum e R oig‘, en cuyo lé­ evolución fonética local de ufana) y oc. laizana
xico se encuentran ya varios castellanismos, y que 35 ’suciedad’, ej. de abstracto en -ana (pero siendo
además emplea loga, -ana, o sea la palabra que derivado del germanismo laid ’feo’ también cabría
sirvió de modelo para form ar ufano en caste­ utilizarlo en apoyo de m i tesis). Quizá la cuestión
llano: es, pues, evidente que ufano y lozano son no se puede m irar como zanjada en definitiva, pero
solidarios, y se confirma m i sospecha de que ufa­ el argumento de que los sustantivos abstractos como
no es creación tardía según el modelo de su si­ 40 orgolh o joy son de uso mucho más frecuente que
nónim o. Entonces se hace m uy difícil explicar el los adjetivos orgolhós, joyos, no es de los que no
abstracto ufana como derivado de u/(o), de cual­ tengan réplica: ¿Por qué entonces el adj. *nfan,
quier manera que sea. Hasta donde alcanzo a ver, -ana habría constituido la base del sustantivo ufa­
se trata de un sustantivo de tipo único en lengua na y no a la inversa?
de Oc*. Cuesta creer que u n adjetivo *ufá, -ana, 45 D eriv . Ufanarse [h. 1580, Fr. L . de G ranada].
de haber existido anteriorm ente, hubiese desapa­ Ufaneza antic. (S. X V I, A ut.). Para ufania, ufana,
recido sin dejar huellas; además, tam poco sería ufanidad, ufanero, V. arriba.
regular que el abstracto se formara agregando so­ 1 M al separado grand eufanía en el ms. I, pero
lam ente la terminación fem enina10. T ratándose de es visible que la e pertenece a grande, entre
tipos morfológicos tan sumamente raros, el pro­ 5« otras razones porque el verso exige dos sílabas
blema etimológico ha de presentarse oscuro, y distintas de y u, de acuerdo con la versificación
hay que desconfiar de toda etimología «indígenas sin sinalefa, que Berceo practica sin excepción.
como la que nos ptopone Spitzer. P or el con­ El ms. A agravó el error copiando grant eufonía.
trario, una etimología germánica cobraría proba­ Pero no existe tal form a.— 2 Este diptongo po­
bilidad precisamente por la rareza del sufijo. 55 dría explicarse por influjo de la pronunciación
¿Que es tan difícil explicarlo con u f j o como con vulgar catalana aufana, aufanós, pero es más pro­
U F ? N o por cierto, puesto que fcl gótico es idio­ bable que se deba a una contaminación de la
m a cuyo léxico conocemos m uy incompletamente. voz portuguesa autóctona ousado, ousadia.— 3 En
¿Q uién nos asegura que no hubo u n sustantivo el ms. nuestro tal oufano por errata; ed. C. M i-
*U F A IN S como los sustantivos femeninos t h u l a i n s M chaélis, p. 72, comp. 685 y 923.— * L a de la -/-
es indicio mucho menos concluyente en cast.. Uliginoso, V. húm edo Ulmáceo, ulmaria, V.
siendo palabra sospechosa de origen onomatopé- olmo Ulterior, ultílogo, V. último
yico o expresivo, o por lo menos influida por
la interjección uf: comp. tufo junto a tuho, por Ú L T IM O , tomado del lat. ültim us id. 1.a doc.:
el valor expresivo del vocablo. D e todos modos, 5 med. S. X V : M ena, Santillana (C. C. Smith,
el hecho de que no aparezcan n u n c a varian­ BHisp. L X I); APal.
tes con h comprueba el carácter forastero o por D el cual n o resulta claro, a pesar de la term i­
lo menos m uy literario: én palabras como M O ­ nación cast., si lo define en calidad de voz ro­
H O , A B U H A D O y en otras de este tipo el cam­ mance o solamente latina (309b). De todos mo­
bio se produjo a pesar del origen onomatopé- 10 dos, N ebr. ya le reconoce aquel carácter: «ú.:
yico.— 5 En cast. la registra ya la Acad. en 1834 ultim us, extremus», y abundan los ejs. clásicos.
(no 1843), pero debe de ser m uy anterior. Es Hoy, definitivamente relegados postrero, postri­
arbitrario derivar del árabe, como quisiera Asín mero, zaguero y cabero a la categoría de voces
(B R A E V II, 364-5), esta palabra internacional.— arcaicas o dialectales, últim o es de uso general.
‘ Ejs. en Spitzer y Ag. Agréguese: «que hi pen- 15 D eriv . Ultimar [princ. S. X V II, Aut.] ; ultima­
sin bé tots els qui • s tenen per amadors del do [1499, Aut.]; ultimación, ultimador, ultim átum
nostre idioma, i obraran en conseqüéncia enviant- [Acad. ya 1843], raram ente ultimato. Ultimidad.
mos a ¡uf notes dialectals» B D L C X , 2.— ’ So­ De la misma raíz. Ulterior [h. 1520, Padilla (C.
bre todo de adverbios de lugar (cercano, lejano), C. Sm ith); h. 1575, Aut.], de ulterior, -dris, com­
más raramente de tiem po ((anciano?); no re­ 20 parativo correspondiente al superlativo ultimus. Ul­
cuerdo ninguno de modo. E n lengua de Oc, tra [Corbacho (C. C. Sm ith); 1555, Laguna, Aut.]',
lonhdan y probdan no derivan de los adverbios tom ado del lat. Ultra ’más allá’; en algún autor ar­
occitanos lonh y prop, pues vienen ya formados caico, sobre todo en Aragón, aparece esporádica­
del latín (lo n g ita n u s).— ' «Quantes ciutats / són mente la forma popular, comp. este ej. : oltras los
dirruydes / e subvertides / per ser ufanes, f 25 mortf y oltras flu m de D anubium en el Cronicón
pomposes, vanes!», v. 7127. Ej. único, si n o me Villarense (B R A E V I, 207, 215); ultraje [1570, C.
engaño.— * Hay voces como fontana y el it. fiu- de las Casas; O u d in ; no en C ovarr.; ejs. del
mana (¿-ana o más bien -aginem ?, comp. el cat. S. X V II, A u t.Y , del cat. ultratge (oltr-) id., más
flumaire f. < *flumainé), pero son sustantivos bien que del fr. arcaico oltrage, aunque el influjo
concretos y no abstractos. A una formación co­ 30 de la palabra fr. e it. contribuiría a consolidar el
mo escurana ’oscuridad’, rara tam bién en cast., préstam o; ultrajar [Quijote]; ultrajador; ultrajan­
no le conozco pareja en lengua de Oc.— 10 El te; ultrajoso [h. 1530, Boscán, Aut.]. Utrero [«u.,
caso de soberbio soberbia no está en occitano, de tres años: bos trim us» N eb r.; «a steere» Perci-
y en cast. mismo es secundario (SUPERBIA deri­ vale; «veau de trois ans, bouvillon» O u d in ; no
vado en - ia de superbus ). Hay alguno en cat.: 35 Covarr., y A ut. sólo lo cita de N ebr.], probable­
la fresca ’el fresco, tiem po fresco’, la fosca ’la mente derivado del arcaico oltra (ultra ) ; becerro
oscuridad’, pero son modernos.— 11 Sabido es que era el de un año, novillo el de dos, utrero el de
a i suele reducirse a a en los germanismos rom an­ más allá, ya casi toro3; quizá se use en Navarra :
ees (vid. G U A D A Ñ A , T A C H A , etc.). el caso es que el Supl. de Azkue traduce el ronc.
40 irisko por utrero. A ultranza [Acad. 1925, no
A ufo, V. ufano Ujier, V. uzo Ulaga, V. 1884], adaptación del fr. à outrance.
aulaga Ulaguiño, V. aulaga C p t. Ultílogo [Acad. S. X IX ], formado según
el modelo de prólogo y de epílogo. Penúltim o [2.°
Ú LC ERA , tomado del lat. úlcera, plural de ul- cuarto S. XV, Santillana, A u t.; no en O udin],
cus, -eris, id. 1.a doc.: N ebr. (tulcera, general­ 45 de paenultimus, compuesto con paene ’casi’ ; ante­
mente: ulcus; u. de niños en la boca: aphtha»), penúltimo. Ultramar [Berceo]; ultramarino [Q ui­
A ut. cita ej. en Quevedo. Hoy es palabra ge­ jote] ; ultramaro. Ultramicroscopio; ultramicroscò­
neralmente conocida entre gente educada. Acaso pico. Ultramontano [Quevedo]; ultramontanismo.
venga de ülcus como voz hereditaria el arag. Ultramundano. Ultrapuertos. Ultrarrojo. Ultratum­
ansotano bulco ’antojo, defecto cutáneo’ (B D C 50 ba [Acad. 1925, no 1843], adaptado del fr. outre-
X X IV , 163), aunque no hay otros representantes tombe (Chateaubriand). Ultravioleta (o ultraviola­
romances (no habría dificultades fonéticas: comp. do). Ultravirus.
dulce d ü lcis , surco o sulco sülcus , etc., y ejs. 1 E n el S. X V I se encuentra ultra de que por
aragoneses de b- protética, l. c.). ’además de que’. El valenciano Tim oneda escri­
D eriv . Ulceroso [Oudin], Ulcerar [id.]; ulcera­ 55 be repetidam ente ultra que (Rivad. II I, 155, 176),
ción; ulcerante; ulcerativo; exulcerar. U ltriz [1444, en lo que habrá resabio de su lengua materna,
J. de M ena, Lab., 245h; 1499, Aut.], m uy raro, donde la preposición ultra (u oltra) por ’además’
del lat. ultrix, -icis, id., derivado de ulcisci ’ven­ es popular y general desde el S. X III. Al uso
garse, castigar’, que se cree em parentado con ulcus. de otros autores contribuiría este influjo además
60 del latino. El catalanismo en el castellano de los
Ü L T IM O -U M B R A L 712

SS. X V y X VI es una corriente que está por estu­ leemos «ante los timbrares de la puerta» y « ja­
diar pero más fuerte de lo que suele creerse.— rrado con paredes, et la puerta aya sus limbra-
2 Documentación en Cej. V II, § 132. Port. ultra­ *res» (Tilander, p. 456). L a forma moderna ya
je-, pero gall. aldraxe m. (Valí. Supl., D AcG . se encuentra en el glosario de T oledo (tradu-
sin autoridades; Castelao 238.16, etc.); y el ver­ 5 ciendo limen y liminare) y en el Corbacho. A ut.
bo port. ultrajar, gall. aldraxar [h. 1850, versos define la misma forma «la entrada primera, o
de Saco de Arce en Valí., D AcG . e tc .]: «aldra- como escalón, donde se ajustan y tropiezan las
xarnos c’o coitelo na man», «un alcume aldra- puertas de las casas» y pisar los umbrales ’atra­
xante para eles» Castelao 193.14, 166.7. La for­ vesarlos’, dando ejs. de los SS. X V I y X V II;
ma gallega se ha alterado por alguna contam ina­ 10 para la confusión que se ha hecho muchas veces
ción, quizá el port. (y gall., aquí también alda-) entre dintel y umbral, vid. Cuervo, A p. § 6212.
aldrabada ’susto’, gall. aldrabón ’embustero’, al- Por lo que hace a la forma del vocablo, para lle­
draba ’aldaba’ en Ribadavia (D AcG .); contribui­ gar desde timbrar a umbral hubo que pasar
rían alcume ‘injuria’ (vid. A L C U R N IA ), cast. por lumbral, que es la forma adoptada p or N ebr.
dial, aldrán (vid. R A B A D Á N ) y tal vez aldrete 15 («lumbral de la puerta: lumen», sic), Hz. de Ve-
'entendido’ aunque éste lo registra como port. lasco, Rivadeneira y F r. L . de G ranada, citada
ant. sólo el Elucidario de Viterbo (2.a ed.), pero por Covarr., y todavía empleada vulgarmente en
os apellido bien conocido (debe de ser prés­ algunas partes, concretamente en Chile (G. M a-
tamo del cat. adret, oc. adreit ’hábil’, fr. adroit, turana, Cuentos Tradicionales en Chile, A U C h.
con la l secundaria que tanto camino ha hecho 20 X C II, ii, p. 46, y glos.), en Salamanca (Lamano),
en gallego con las palabras en a-), influjo natural en Albacete (R F E X X V II, 238), y ya con la grafía
siendo sentidas como forasteras de un mismo ori­ lumbrar en el Fuero de Viguera (Vidal M ayor III,
gen las dos palabras (para un nombre propio 136). M ás documentación en Cej. V II, § 17; C uer­
port. Aldrile, vid. Silveira, Douro-Litoral I, vo, Disq. 1950, 130, 473. De la forma más antigua
[1940], p. 57).— ’ O semicultismo, del nominati­ 25 hay variante algo alterada en el alav. mim bral (Ba-
vo lat. ulterior, con influjo de ultra. Para la foné­ ráibar), de un *nimbral disimilación de Umbral.
tica, comp. el nombre de la ciudad de Utrera Formas afines en otros idiom as: port. timiar y
V u i t u r a r í a y el ast. utra 'buitre’ (V) v ü i t ü r f m . lumiar, gall. lumiar y lumial (Valí.); del plural
l i m i n a r i a sale el gall. lumieira ’dintel, piedra su-
Ultra, ultrajador, ultrajante, ultrajar, ultraje, u l­ 30 perior en las puertas’ (Sarm. CaG. 109r); sardo limi­
trajoso, ultramar, ultramicroscópico y análogos, V. nare, con variante luminai (vid. Steiger), y con
últim o Ultriz, V. úlcera Úlula, ulular, ulu­ la misma deglutinación del artículo que tenemos
lato, V. aullar en cast. hay el bereb. amnar ’um bral’ (frente a
amder ’dintel’, de l i m i t a r i s : Schuchardt, Román.
U L L U C O , boliv., per., ecuat., colomb., ’plan­ 35 L ehnw . im Berb., 64); con otro sufijo, Orense
ta semejante a la patata’, del quich. u lúku id. lumieira (Cuad. Est. Gall. II I, 428). El primitivo
1.a doc.: 1613, Guarnan. l i m e n se conservó en la forma (l)im o limni en
Friederici, A m . W b., 641. varias hablas réticas y alpino-lombardas, con va­
riante lüm m i (Steiger); la misma labialización
Umbela, umbelijero, V. sombra Umbilicado, 40 presenta el alent. alumiada ’henil’, ’pajar’ (R E W
umbilical, V. ombligo Umbráculo, V. sombra 5047). El mismo origen podría tener el venez.
lum bre ’m adero que se atraviesa en la parte de
U M B RA L, antes lumbral, y en la Edad Media arriba del hueco de la puerta o ventana’ (Rivodó,
timbrar y limnar, procedente del lat. l í m í n a r i s , Voces Nuevas, p. 253), aunque dada su fecha
derivado de l i m e n ’um bral’; de l í m í n a r i s salió 45 m oderna es más probable que sea derivado re­
regularm ente limbrar, alterado en lumbral, en par­ gresivo de lumbral.
te por influjo de l u m e n (cast. ant. lum bre ’luz’); La etimología es hoy problema resuelto sin d u ­
la / inicial desapareció por confusión con el ar­ da posible: la idea de Baist (ZRPh. V II, 124)
tículo. 1.a doc.: limnar, 2.a m itad S. X , Glosas de partir de l ü m í n a r e ’lum inar, lám para’ ’ven-
Silenses; limbrar, fin S. X III, Vidal M ayor; 50 tana, tragaluz’, no encontraría hoy defensores,
lumbral, N ebr.; unbral, h. 1400, glos. de Toledo, aunque todavía la aceptara M -L ., R E W , 1.a edi­
APal. 477b, y ya en el Lucano de Alfonso X, (Al- ción, 5162 (suprim ido en la 3.a ed.). Atinada­
mnzán). mente observó Steiger (B R A E X , 49-51) que el
«A lim im bus eclesiae extraneatur» está explica­ étimo es l í m í n a r e , derivado de l i m e n , o más bien
do por limnares y entratas en las Glosas Silenses 55 y más precisamente el adjetivo l í m í n a r i s ’perte­
(n.° 169). L a misma forma_ aparece en el Sacri­ neciente al um bral’, ya docum entado en San Agus­
ficio de Berceo (163c) con la ac. figurada ’prin­ tín y en Vitruvio, y luego sustantivado. Opinaba
cipio’ (así en las ed. Solalinde y Janer)’ E n el Steiger que el cambio de * Umbral en lumbral fué
texto de los fueros de Aragón escrito en la 2.a de naturaleza meramente fonética, alegando que
mitad S. X III y conocido por «Vidal Mayor», ** algo parecido ocurre con el oc. lumdar, aran, lu-
mendá ’um bral’, procedentes de l i m i t a r i s ’per­ lavera; Quevedo, A ut.] que parece ser alteración
teneciente al límite’, y citando otros casos leone­ de solimád [1438, Are. de Talavera, Corbacho,
ses y galorromances del cambio de i en u ante m ed. Simpson, pp. 137 y 176 = Pz. Pastor, pp. 130
y otras labiales. Hay que notar, sin embargo, que (donde solimao es errata) y 165], variante de
los ejs. occitanos y franceses nc son compara­ 5 origen mozárabe (o catalán, contra lo cual se alega
bles, pues ahí se trata de ü y el paso de i a ü la falta de documentación antigua en el Principado
es mucho más fácil que de i a u; los leoneses y el hecho de que hoy esta forma allí es sobre
en parte tampoco son rigurosamente comparables, todo val. y malí.)3; de] mozárabe pasaría al árabe
pues entre f e r m e n t u m y jurm iento hay que su­ vulgar, donde está registrado en España (xulimán
poner un interm edio *formiento, y quizá tam ­ 10 PAlc.) y hoy en M arruecos, Argelia y, alterado en
bién entre invierno y unviem u hubo enviem o, sulaimüm, en Túnez, Egipto, Palestina y el Líbano
*onviemo: ahora bien, el paso de £ a o ante la­ (no está claro si el brebaje así llamado por el Idri-
bial sí es hecho muy frecuente, pero es forzoso sí, S. X II, tenía realmente algo que ver con el
reconocer que un cambio directo de i a la labio- solimán; vid. Simonet, 606-7; Dozy, Suppl. I,
velar pura u es muy raro. Sólo se me ocurre ci­ 15 678b; Gloss., 340; Steiger, Contrib., 74-75, donde
tar el it. y alav. lumaca y el ast. lumiaco, pro­ queda más documentación); sublimación [S. XVI,
cedentes de l í m a x (y quizá el león, prum eru), Aut.]; sublimatorio [ibid.].
pero no se olvide que el león, y el port. son 1 Aparece la misma forma en el glosario de
lenguajes de vocalismo átono muy lábil e im ­ Berganza; quizá procedente de una de estas dos
preciso. Ahora bien, el caso de lumaca, como 20 fuentes: creo recordar que hay algún otro caso
el de lumdar y el de lumbral son sospechosos en que Berganza da m uestras de haber cono­
por poder explicarse mediante el influjo de LO ­ cido las Glosas de Silos.— 2 Confusión consis­
MEN. Y es el caso que Cuervo (A p . § 818) y C. tente por lo com ún en dar a dintel el sentido
Michaélis (Mise. Caix-Canello, 159-61), si bien del otro. Por otra parte, dice A ut. que umbral
admitiendo ya el étimo l i m i n a r i s , llamaron la 25 se llama entre arquitectos «el palo gruesso o
atención hacia una serie de datos que indican la viga que se atraviessan en el hueco de la pared
existencia de un influjo de l u m e n sobre l i m i - por la parte de arriba, para assegurar la puerta
n a r i s , o, lo que es lo mismo, un influjo del cast. 0 ventana», lo cual más bien se parece al sen­
ant. lum bre ’luz’, o del lat. l u m i n a r e ’lum inar’, tido de dintel; pero quizá esto no resulte de
’ventana’, influjo tanto más fácil cuanto que las 30 una confusión, pues aunque el lat. limen es so­
ventanas tam bién tienen umbrales, y por los um ­ bre todo el umbral, se aplicó también al dintel.—
brales entra la luz. En efecto, lum en por limen 1 Convendría, sin embargo, investigar a fondo el
se encuentra en varias fuentes bajo-latinas, entre asunto teniendo en cu e n ta : I,° que solimán figu­
ellas un antiguo texto de Gerona. En conclusión, ra en el Dicc. T orra (ed. 1650) que refleja el uso
sin negar que el influjo de la labial m sobre la i 35 del Principado; 2.“ el cat. solimany (Mallorca)
pudo actuar de causa concomitante, parece seguro se emplea también en el Empordán (D A lcM .);
que el cambio fuese debido ante todo a la acción 3.° que la variante solimat figura ya en docu­
de l u m e n y de sus derivados y descendientes mentos roselloneses medievales y sublimat en
romances. los clásicos Bernat M etge y Cauliac; 4.° que
D e r i v . Umbralado; umbralar. 40 soblimar, subí- ’chamuscar, sollamar’ (variante
Sublim e [’elevato, alto’ 1444, J. de M ena, Lab., muy repetida en textos catalanes del S. XV y
2 5 6c; no N ebr. ni C. de las Casas, pero sí Covarr.
princ. X V I; «supplimar o socarrar: ustulare;
y varios ejs. del S. X V II en A ut., donde se define supplimar les perdius ab cendra calenta» 1575,
«grande, excelso, glorioso, eminente o alto», pero en el gerundense y valenciano On. Pou, The. Pu.
el sentido moderno no quedó bien precisado hasta 45 225) podría resultar en parte (cf. lo dicho acerca
el S. X V III, con las meditaciones estéticas sobre de ello en L L A M A ) de un influjo del término al­
lo bello y lo sublime], tom ado del lat. subñmis químico trascendido a ambientes populares; y
’muy alto, elevado’; aunque no es seguro si la 5.°, la vieja tradición alquímica creada en tierra
relación existente con el lat. lim en es directa (’lo catalana por R. Lulio, Arnau de Vilanova y sus
que llega casi hasta el um bral’) o sólo indirecta; 50 seguidores. Cf. por lo demás el cat. dial, abla-
sublimidad [ 1 5 9 6 , Oña (C. C. Smith, BHisp. L X I)]; mar ’inflamar, poner incandescente’, por más que
sublimar ’levantar a Jo alto’ [Mena, Lab., 1 5 9 b , de éste parezca ser sencillamente aflamar X abran-
donde pasa a la Celestina (en el «Argumento»), al dar.
Quijote (I, xlvi) y a C. de las Casas; 1 6 3 8 , M. de
Silveira, A u t.; ejs. de Boscán, Garcilaso y Aldana 55 Umbrático, umbrátil, umbría, um brío, umbroso,
en C. C. Smith, BHisp. L X I, 2 6 9 ] ; sublimado V. sombra U mucuti, V. pericote Un, unal­
en la ac. química [S. X V I, Aut.] es innovación bo, V. uno Unánime, unanimidad, V. alma
del bajo latín alquímico, ya documentada en fr. en Uncia, uncial, V. onza Uncidor, V. uncir
1314 (Bloch); hay antiguo duplicado solimán [1495, Unciforme, V. onza Unción, uncionario, V.
N eb r.; eds. de 1498 y 1500 del Arcipr. de T a- •0 untar
U N C IR , d e l lat. JÜ n g é r e ’juntar’, ’reunir’, ’u n ­ u, en castellano norm al, la j- launa da constante­
cir’. 1.a doc.: unzir, 1240, Fuero Juzgo, p. 143b. mente Si por cualquier razón hubiese dado y-
La misma grafía, según Cuervo (Obr. Inéd., 3*a no sería extraña la desaparición ulterior, pues
403n.), aparece tam bién en Diego G racián (1545), es sabido que j e - y g e - en sílaba átona se redu­
C. de Reina, el Quijote y O udin, y no hay 5 cen a e- (enebro, helar, hermano, enero, etc.), pe­
duda, en efecto, de que el vocablo tenía -z- so­ ro el hecho es que ante vocal posterior no suele
nora : se trata del mismo tratam iento fonético haber ejs. más que de Acerca del problema
del grupo NG e que en renzilla, enzía, senzillo, y V. las consideraciones de M -L . (Román. N am en-
paralelamente a arzilla, esparzir, etc. M ás docu­ studien I, 65). Desde luego hay que rechazar la
mentación, Cej. IV , § 88. Existió tam bién el otro 10 imposible idea de E. H . T u ttle de suponer que
tratam iento (quizá postónico) ñ: uñir es la forma en *junzir o juñir la antigua palatal inicial se
registrada por N ebr. (tu . bueies o muías o cava- tom ó por el pronom bre ge ’le’ (que aparece en
llos: jungo»; cdesuñir: disjungo», e igualmente en la combinación gelo ’se lo’) ; V. las atinadas ob­
el Lex. Lat.-H isp., s. v. abjugare). Como observa jeciones del reseñador anónim o (¿A. Castro?) en
Cuervo, es forma frecuente en el S. X V I con el 15 R F E V I, 324. M ucho más razonable es pensar,
sentido figurado de ’u n ir espiritualm ente’, en F r. con este autor, q u e estamos ante una disimila­
L. de G ranada y M alón de Chaide, y tam bién ción de palatales en la etapa de yut}zir> u ^zir
en el material de ’juntar (un carro con otro, p. > undzír. Sin embargo, hay que tener en cuenta
ej.)’, como en la Crónica Gral. de Ocampo, qui­ que vocablos de sentido tan íntim am ente afín co­
zá por conservación del amplio senddo latino; 20 m o yugo y yunta presentan tam bién tratam iento
la forma uñir aparece todavía en C. de las Casas, anómalo de la j ante u , y, como he dicho, el paso
O udin y Covarr., y hoy se conserva en los dia­ ulterior de yu n zir a unzir ya no seria sorpren­
lectos leoneses del Bierzo Alto, Curueña, Ribera dente. Luego hay que tener en cuenta la posi­
salmantina del D uero, Sierra de G ata, M alpar- bilidad de que predom inara una pronunciación
tida de Plasencia y Cespedosa de Torm es, así 25 rústica en el nom bre de estas operaciones y ape­
como en todo el N orte argentino (Salta, T ucu- ros agrícolas, rusticismo que bien pudo ser de
m án) y en autores gauchescos, aun el uruguayo tipo algo dialectal en la época arcaica, en que
E. Amorim (V. m i nota en R F H V I, 245; E s­ el leonés llegaba hasta las montañas de Santan­
pinosa, Are. Dial., 7 9 ; R F E XV, 267; Tiscor- der y Noroeste de Burgos, hasta el Oeste de
nia, B D H A II I, 67; id., Poetas Gauchescos, glos.; 30 Ávila y Sierra de G redos, y en que el dialecto
F. Burgos, L a Prensa de B. A ., 21-IV-I940). N o mozárabe se extendía hasta las inmediaciones de
es ésta la única variante que fué usual. T am bién M adrid o a M adrid mismo. Ahora bien, leonés
e dijo unguir, deducido analógicamente del p re­ y mozárabe coinciden en tratar el grupo ju- como
sente de subjuntivo ungan, ambos empleados en yu - o u-, según mostró M . P. (Oríg. § 42.5) y
las Constituciones del Obispo M artín Fernández, 35 corroboré en m i nota citada. N o es incom pati­
de 1267 (Esp. Sagrada X X X V I, 229: comp. H ans- ble con esto adm itir que la disimilación colabo­
sen, Conjugación Leonesa, pp. 33 y 5). Hay ade­ rara en este caso con dicho rusticismo dialectal,
más otras formas que nos m uestran cómo la pér­ pues aunque es cierto que son raras las disimi­
dida de la j- no se consum ó en todas partes: laciones eliminatorias de consonantes iniciales, se
yunnir ( = yuñir) en el anónimo mozárabe de h. 40 trataba de una consonante sum amente débil de
1100 (Asín, pp. 17-19); junir, por lo demás en todas m aneras, como indican las citadas formas
el sentido de ’hacer justa, torneo’, en el Alex. leonesas y mozárabes y el tratam iento ante E en
1247 (ac. corriente en el cat. ant. junyir), y en el propio castellano norm al (nótese que junto a
el de ’juntarse con un bando’ en el Fuero de yugo está muy extendida la variante ubio, donde
G uadalajara de 1219 (Oelschl.); hoy chuní(r) en 45 pudo ayudar la disimilación). Puede tam bién ad­
el alto-aragonés de Ansó y Loarre, fyunir en Sa- mitirse que hubo otro influjo auxiliar, el de UNUS
llent y Sierra de G uara, ajxunír en T orla, fyuñi- y u n i r é , con el cual acabó por confundirse el
déra ’correa’ en T orla, Fiscal y Aineto (R L iR preclásico uñir, según docum entó Cuervo, l. c. De
X I, 36-37), juncir en Alava, zuníre, suñire y zu n - todos modos, no pudo ser ésta la única razón.
zíre en las varias hablas de Sanabria (K rüger, 50 D e r i v . Uncidor. Desuncir (V. arriba). Yunta,
H omen. a M . P. II, 136), yuncidera ’coyunda' en V. JU N T O . Coyunda [h. 1400, glos. del Escorial;
un pueblo de Segovia y en seis de Cuenca (R D T P « c . de iugo: lorum iugi» N ebr.], de * c o n j ü n g ü l a
III, 104); para otras denominaciones locales de id. (derivado de c o n j u n g e r e , y éste de j u n g e r e ) ,
la coyunda, ibid. 106-110; catalán junyir, por­ conservado con el mismo sentido en varios dia­
tugués jungir, gall. xunguir (V alí.): «unha forza que 55 lectos réticos, alto-italianos (M orgeli, D ie Term i-
nos xungue á T erra nativa», «a cruz e o circo nologie des Joches, § 324) y franceses (R E W
aparecen xunguidos» Castelao 261.7, 116.24. 2151): el tratam iento de la terminación es el
Si el tratam iento de N G e no suscita escrúpu­ mismo que en sendos ( < *senlos < s i n g u l o s ) ,
los ni dificultades, el de la j inicial ha pare­ según indicó G . de Diego (R F E X II, 7 ; no se
cido, no sin razón, algo sorprendente, pues ante M debe a una disimilación de palatales, como qui­
siera Gamillscheg, Litbl. L V II, 45, pues esto Quijote, etc.; Cuervo, Dicc. I, 783-4], del lat. tar­
no explicaría sendos, escandía, etc.); coyundado dío a d u n a r e id .; la forma latinizante adunar apa­
[N ebr.]; acoyundado [1605, López de Úbeda (Nou- rece en F r. L . de León y otros; en cuanto a
gué, BHisp. LXVI)]. aungar (Berceo, 5. D om ., 636) o ungar (S. D om .,
Jum ento [1605, Quijote; princ. S. X V II, A ut.; 5 534), dudo que vengan de * ( a d ) u n i c a r e : más
falta N ebr. y C. de las Casas], tomado del lat. bien creo serán formas analógicas sacadas de la
jüm éntum ’bestia de carga’ (derivado de jungere: 1.a pers. del pres. de indicativo ungo y del sub­
ju(g)m entum ), en castellano especializado por eufe­ juntivo unga, formas correspondientes en realidad
mismo como nom bre del asno. al verbo U N C IR (lat. j u n g e r e ) .
10 C p t . Unalbo [Acad. 1936, no 1884]. Para otros
Unco, V. junco Undante, V onda Un­ compuestos de U NO , V. el segundo componente.
decágono, undécim o, undécuplo, V. uno U ndí­ Unificar [Lope] ; unificación. Once [onze, Berceo,
sono, undívago, undoso, undulación, undulante, etc.], del lat. ü n d é c i m id.; en Chile hacer oncc
undular, undulatorio, V. onda Ungar, V. uno ’tomar una merienda, desayuno o colación’, cf. veo.
Ungarina, V. anguarina Ungido, ungimiento, 15 amaiketako «casse-croûte, collation avant le dîner»
ungir, ungüentaría, ungüento, V. untar U n­ (Azkue, de amaika ’once’) ; onceno ; onzavo ; u n ­
guiculado, V. uña Unguir, V. uncir Unguis, décimo ; undécuplo ; undecágono. Endecasílabo
ungulado, ungular, V. uña Unible, V. uno [APal., mas parece que está sólo como voz griega;
Unicaule, V. col Unicidad, único, V. uno más claro lo es en M insheu y Percivale, en vista
Unicornio, V. cuerno Unidad, unidor, unifi­ 20 de la terminación en -o n ; Acad. ya 1780],
cación, unificar, V. uno Uniformador, unifor­
mar, uniform e, uniformidad, V. forma Unigé­ U N T A R , del lat. vg. ü n c t a r e , derivado del
nito, V. engendrar Unilateral, V. lado U ni­ lat. ÜNGÈRE ’untar’, ’ungir’. 1.a doc.: Cid.
mismar, V. m ism o Unión, unionista, V. uno Tam bién está en Berceo, Apol., Conde Luc.,
Unípede, V. pie Unipersonal, V. persona 25 etc. D e uso general en todas las épocas (comp.
Unir, V. uno Unisonancia, unisonar, unísono, Cej. V I, § 44); conservado tam bién en p o n . y
V. sonar Unitario, unitarismo, unitivo, V. uno cat. untar, oc. ant. onchar, it. untare, aunque en
Univalvo, V. valva Universal, universalidad, este idioma es más com ún ùngere, y onher en
universalísimo, universalizar, universidad, univer­ oc. an t.; u n g e r e es, asimismo, la palabra con­
sitario, universo, V . verter Univocación, uni­ 30 servada en rum ., daim., sardo, rético y fr. Ésta
vocarse, unívoco, V. voz Unizo, V. uno es la única que se encuentra en la literatura la­
tina, pero el frecuentativo u n c t a r e ya era usual
U N O , d e l l a t . O n x js ’u n o ’, ’u n o s o l o ’, ’ú n i c o ’. como sinónimo de u n g e r e , pues aparece en varias
I.a doc.: uno y un son usuales desde los oríge­ glosas latinas (C G L II, 478.50; I I I , 70.12).
nes (Glosas de Silos, Cid, etc.). 35 D e r iv . Untada. Untador [N ebr.]; untadura
El mismo origen tiene el artículo indefinido un, [«unctio» N e b r] o untura [APal., 204b, 222b],
que prim ero no fué más que una forma apoco- de ü n c t C r a id .; más raro untamiento. Untaza
pada del numeral, y que en todos los romances [1492, N ebr., L ex. Lat.-H isp.: «abdomen : en-
aparece convertido en u n mero articulo. Esta for­ xundia o untaza»]. U nto [APal., 5Id ; «adeps»
ma apocopada puede encontrarse antiguamente 40 N ebr.], de ü n c t u m id .; bisunto. Untuoso [1555,
con otras funciones, p. ej. en la locución un e Laguna] o raramente untoso [A u t.] ; untuosidad.
uno ’uno y otro, todos’ (A lex. 1848). Para la his­ Ungir [Berceo; N ebr.], tomado del lat. ungere
toria de los varios usos de ambos vocablos re­ (antes unguere) ’u n tar’, ’ungir’ ; ungido; ungim ien­
m ito a las gramáticas históricas; y a A. Castro, to; ungüento [Berceo; N ebr.], tomado de ünguën-
R F E I, 184; Cuervo, D isq. 1950, 211, 230; Cej. 45 tu m id.; palabra rica en variantes: ungüente
IV , § 105; etc. (Apol., 308b; J. Ruiz), engüente (Gower, Conf.
D eriv. Único [APal., 463b, 534b], tom ado de del Am ante, 367) ingüente (id. 505; B D H A I,
ünícus id .; unicidad. Unidad [Apol., 556b; APal., 100-101), ingüentu ast. (V ); ungüentario. Unción
201b, 543d; N ebr.], de ünítas, -átis, id .; unita­ [Berceo], tomado de ünctio, -onis, id .; uncionario.
rio [Acad. S. X IX ], unitarismo. Unión [Berceo; 50 Entruénzanu ast. ’sebo del ternero pegado a la tri­
N ebr. «imitas»], de unió, -onis, ’unidad’, ’unión’; pa’ (V), parece derivado de *entruenzu, proceden­
unionista. Unir [med. S. X V I, F r. A. de Orozco; te de u n lat. vg. * i n t e r ü n g í u m ’unto interior’
Oudin, etc.; otros ejs. en Cuervo, Obr. Inéd., (comp. v e r e c u n d i a > vergüenza).
403n., y comp. arriba U N C IÉ ], tom ado del lat.
Uniré id .; unidor; unitivo; desunir, desunión; re­ 55 Untina, V. ontina Untre, V. entre
unir [Aut.; para pronunciaciones vulgares, B D H A
I I I , 7], reunión [Aut.]. U nizo ’fijo, no articulado’ U Ñ A , del lat. ú n g u l a i d . 1.a doc.: 1112,
(aplicado a pies de mesa, mazas de caballero) arag. Oelschl. ; Cid; Sta. Af. Egipc., 142.
ant. [1362, 1369, 1374, invent., B R A E IV , 210; D e uso general en todas las épocas (comp. Cej.
II, 708, 343]. Aunar [1555, Viaje de Turquía; 60 VI, § 39) y común a todos los romances. El tra-
tam iento fonético es regular, V. las gramáticas Uñidura, uñir, V. uncir Uñoso, uñuela, V.
históricas y compárense con el port. unha, cat. uña
ungía, etc.
D e r i v . Uñada [Quevedo] o uñarada [ S . X V II, ¡U P A !, voz de creación expresiva, uuup, que
Aut.]. Uñate ’acción de apretar con la uña’ como 5 sugiere la idea de levantarse. 1.a doc.: upa y aúpa,
«voz del estilo baxo» en A ut.; ’juego de niñas Acad. ya 1817.
que se ejecuta im pulsando con la uña un alfiler A la existencia de upa debe de referirse ya
hasta cruzarlo con el contrario’ zamor. (F D )', aun­ Aut. al definir aupar «hacer fuerza para levan­
que el and. fúñate «uñate, juego infantil» (AV) quizá tarse del suelo o subir a lo alto; es form ado...
indique sea otra la etimología [?]; uñatear ’h u r­ 10 del sonido de la voz que se dice al mismo tiem­
tar’ urug. (Lussich, Tres Gauchos Or. I, 1400; po». Para la locución arg. tomar de upa, tomador
II, 1332, 4135). Uñero [«pterigium paronychium» de upa (M endoza, T ucum án), vid. Carrizo, Canc.
Nebr.]. Uñeta; uñetazo. Uñoso. Uñuela. Ónice de Tuc. (s. v.). Upa y formas análogas existen
[onyche, 1629, H uerta, Aut.], tomado del lat. onyx, igualmente en los otros dos romances ibéricos y
-ychis, id., y éste del gr. ovu?, -u/o;, ’uña’, ’ónix, 15 en vasco, sin que en ninguno de ellos puedan m i­
piedra preciosa de color semejante al de la uña’; rarse como préstam o de o tro ; comp. S.pitzer,
oniquina. Lexik. a. d. K at., 144-5.
C p t . Onicomancia, c o n ¡ x a v x e í a ’a d i v i n a c i ó n ’. D e r i v . Úpay ’ea’ arg. (Carrizo, Canc. de Ju-
Panadizo [1545, D . G racián, A ut.; Covarr., s. v. juy, s. v.), con el sufijo posesivo (o de dativo
uñero], alteración (en parte por ultracorrección 30 ético) -y, tom ado del q uichua; acaso derive de
del cambio más frecuente -d- > -r-, N . Tom ás, ahí upayería ’tram pa, fullería en el juego’ (que
R F E X V III, 395, pero más bien, o por lo menos Ismael Moya escribe con -11- en su Romancero
tam bién, por influjo de la terminación más fre­ Argentino I, 332). Upar [Aut.] o aupar [med. S.
cuente -adizo) de panarizo [h. 1335, Conde Luc., X V III, T orres Villarroel, D H ist.; Arriaga lo con­
ed. K nust, 136.11; ed. Hz. U reña, 140; N ebr., 25 sidera bilbaíno y lo tiene innecesariamente por
Dicc. Lat.-esp.: «paronychia: panarizo de uñas»; tomado del vasco; sólo Bera-M e., no Azkue, re ­
C . de las Casas, Oudin, Covarr., Aut.], hoy vul­ gistra aupatu ’levantar’, pero Azkue da vizc. y
gar aún en Extrem adura, Sierra de G ata, Ribera guip. aupada ’desafío, provocación’, vizc. y sul.
salmantina del D uero (también panalizo, Espino­ aupa(da)ka ’desafiando, echando broncas’, viz. y
sa, Are. D ia l, 86) y otras partes; panarizo viene 30 guip. aupari ’desafiador, baladrón’ (y quizá salac.
del lat. tardío p a n a r i c i u m (Apuleyo; C G L II I, aupiz ’esfuerzo’?), deriv. de la interj. aup «grito
206.58; H eraeus, D ie Sprache des Petronius, p. de desafío», ’ea (en tono amistoso)’ guip., vizc. y
4), que a s u vez e s alteración (por influjo d e l sul.]; compárese O PAD O . O tra interjección pa­
sufijo lat. vg. - a r i c i u s ) del gr. i c a p c a v ú / t o v i d . , recida es \ep a \, ’¡o jo !’, ’¡a lto !’, muy viva en
compuesto de T a p a ’junto a’ y 0 vu$ ’uña’; l o s 35 la Argentina, compárese con el catalán ep\ id.,

demás romances han conservado panariz (port.), apal ’ea’; ¡upel ’ ¡ah de casa!’ costarricense
panaris (fr.), panereccio (it.), salvo el cat. panadís (Gagini).
(junto al cual he oído una pronunciación vulgar
paradis, en Sant Pol de M ar, alteración de pa- Upa f., V. lupa (s. v. lobo) Upupa, V. abu-
naris); paroniquieo. 40 billa Uraco, uracho, V. orina
1 Si no me engaño, esta palabra curiosa sólo se
emplea en la locución adverbial a uñate, tal co­ U R A N IO , tom ado del gr. oúpávio; ’celeste’,
mo aparece ahí: «con tan duras carnes y esti­ derivado de oúpocvóc ’el cielo’. 1.a doc.: T e r r .;
rado pellejo, que sobre él y en cualquiera parte Acad. 1884, no 1843.
de tan gentil persona se podían m atar pulgas a C p t . Uranografía [T err.]; uranógrafo. Urano-
uñate, cual sobre liso mármol» (Fulano, Z uta­ metría [Terr.].
no, Mengano y Perengano, Cuentos y Chascarri­
llos Andaluces, ed. 1898, p. 116). Term inación Urato, V. orina Urbajo, V. orballo
singular; ésta y la procedencia andaluza del ej
si se tratara de una voz propia del M ediodía de 39 URBE, tomado del lat. ürbs, ürbis, ’ciudad’.
España, podría sugerir u n origen mozárabe (del 1.a doc.: Acad. 1925, no 1884.
sufijo lat. - a t u m , o bien del plural femenino ára­ Sinónimo ornam ental, de tono marcadamente
be -át), pero como es suposición arriesgada (so­ literario, aunque usual.
bre todo constando que se emplea en Zamora), D e r i v . Urbano [2.° cuarto del S. XV, Pz. de
m e inclino a creer en una aplicación del topóni­ 33 G uzmán (C. C. Sm ith, BH isp. L X I); APal., 537b;
mo y apellido vasco Oñate (U ñ-), relacionado princ. S. X V II, Aut.], de ürbánus id .; urbanizar
con uña por floreo verbal, como estar en Babia [Acad. 1925, no 1843], urbanización; urbanismo,
por ’embabiecado’, ir a Peñaranda p o r ’a empe­ urbanista. Urbanidad [Pz. de G uzm án (C. C.
ñar’, que es a lo que puede aludir A ut. al decir Sm ith); C ovarr.]; ant. y raro urbanía. Suburbio
que pertenece al «estilo baxo». *•[1612, Valdivieso; poco usado según A ut., hoy
m uy popularizado], de súbürbíum id .; suburbica- out and unfit f o r sea S e r v ic e ) r e t a i n e d in use as
rio; suburbano [1549, Aut.]. a store-vessel»; comp. elsentido del cast. urca
«barco g r a n d e , mui ancho d e buque por en m e­
U RC A , del fr. hourque, de origen germánico, dio de él; sirve ordinariam ente en varios parages
probablem ente del neerl. med. hulke. 1.a doc.: 5 de Indias para el transporte de granos y otros
2.a cuarto S. XV. géneros» (Aut.). Partiendo del ingl. hulk o del
Ya aparece repetidam ente en el Victorial (ed. n e e r l . hulke s e c o m p r e n d e bien el p a s o al fr.
Carriazo, pp. 253, 256, 258, 271), escrito en esta hourque, por no haber en el S. XV voces popu­
época. T am bién está en L a Jerusalén Conquis­ lares francesas con l en fin de sílaba; ya no
tada de Lope (X V II, v. 1014); ulca en 1569, Cód. 10 o c u r r i r í a lo mismo con el escand. ant. holk, del
de Seguros M arítimos (Cuad. Hist. Esp. V II, 171); cual quería partir Jal, y que hubiera dado *houc.
Jal cita varios ejs. del S. X V I: «de las diez urcas Indicaron ya esta etimología Caix (G iom . di Fi-
de nuestra armada faltaron dos, que llevavan ale­ lol. Romanza I, 48ss.) y Gamillscheg (E W F S), y la
m anes...» en ms. de 1582, «podrán venir de las adoptó M -L . (R E W 3 4229a); es verdad que, según
urcas que por orden de Su Ma. están embargadas 15 Kluge y otros, estas voces germánicas proceden
en esta ciudad de Lisboa, y en la villa de Setúbal, a su vez del b. lat. holcas, hulea, y éste del gr.
40, para llevar en ellas bastimentos y otras diver­ oXxá? ’rem olque’ (derivado de k'/xeiv ’tirar de
sas cosas, las quales serán de porte, unas con otras, algo’), y así podría sospecharse que en francés
de 200 toneladas» doc. de 1588, y otro de 1621 procediera tam bién del bajo latín, mas no puede
(Jal, 1512a); por una relación italiana de 1588 20 ser así a causa de la h aspirada y de la r,
sabemos que la Invencible tenía 25 urcas de entre que entonces difícilmente se explicarían; de todos
200 y 900 toneladas: la mayor llevaba 30 piezas modos es posible que la voz germánica y aun la
de artillería, 30 soldados y 80 marineros, la m e­ francesa procedan de óXxczc, si bien cruzado con
nor 10 bocas de fuego, 30 marineros y 80 sol­ alguna raíz germánica o influido por ésta con eti­
dados. 25 mología popular; pues parece que hay fuentes más
E n portugués urca ya está hacia 1500 en la o menos independientes que comprobarían la equi­
Crónica de Resende (Jal, 839b) y a med. S. X VI valencia con óXxoíc: el catalán On. Pou (cuyo voca­
en Joao de Barros, mientras que el it. urca, orea, bulario náutico latino procede de Lazarus Bayfius),
no aparece por primera vez hasta la trad. de en 1575, traduce en efecto urca por holcas (p. 68).
este autor, y después desde fines del S. X V I, de 30 Behrens (Beitr. zur frz. Worlgesch., 366) preferiría
donde deduce Zaccaria que en este idioma es partir del neerl. hucker (más exactamente hoeker),
palabra de origen hispánico. E n Francia, en cam­ observando que en el im portante dicc. francés-ale­
bio, no es menos antiguo que en la Península mán de Schmidlin (1771) y en el dicc. de marina
Ibérica, pues ya tenemos varios ejs. del S. X V : alemán de Róding ésta es la traducción que se
hulke en M onstrelet, hurque en Philippe áe Com- 35 da al fr. hourque, m ientras que hulk va en ar­
mynes, hourque (la forma moderna) en Ant. de tículo aparte. Pero falta saber quién tiene razón
Conflans (h. 1520): éste habla de las hourques en estas equivalencias: según hemos visto, hay
de Holanda, Zelanda y Brabante (Jal, 835), Com- una analogía real entre el ingl. hulk, el cast.
mynes de hurques d’Allemagne y hurques de H ol- urca y el fr. hourque, mientras que el neerl. hoe­
lande, M onstrelet habla de la hulke del Rey de 40 ker aparece en Hexham como «dogger-boat», y
Inglaterra. su antecedente hoeck-boot en K ilian (S. X VI) es
T odo esto parece indicar un origen germánico un barco de pesca así llamado a causa del neerl.
y lo mismo sugiere la h aspirada del francés; hoek ’gancho’; de esta voz neerlandesa se tom ó
sólo puede vacilarse entre el neerl. hulk (neerl. el ingl. hooker (o henuker), que designa desde
med. hulke) y el ingl. hulk: la mención repetida 43 1641 u n barco de pesca holandés de dos mástiles
de urcas holandesas y alemanas da cierta verosi­ (sólo desde el S. X IX u n barco de pesca britá­
militud al neerlandés. Es verdad que en este idio­ nico). Como los datos de esta voz neerlandesa
m a hoy es término poético, con el sentido de ’es­ son más modernos que los del fr. hourque no
quife’, pero el significado de estos nombres de puede descartarse la posibilidad de que sea alte­
embarcaciones cambia rápidam ente con el tiem ­ 50 ración de hourque por etimología popular; pero,
p o ; por otra parte, no cabe duda que esta voz aun suponiendo que sea vieja voz neerlandesa
neerlandesa es antigua en germánico, puesto que derivada de hoek ’gancho’, es inverosímil que de
es herm ana del b. alem. med. holke y holk, del ahí proceda el fr. hourque, entre otras razones
a. alem. ant. holcho «navis actuaría», a. alem. porque no se explicaría la trasposición de la r.
med. holche, hülk, y del ingl. hulk. En este idio­ 55 Verdad es que de hooker procederá el fr. antic.
ma se documenta abundante e ininterrum pida­ oucre, houcre, que al principio designó u n barco
m ente desde h. el año 1000, y ya en inglés medio pesquero, pero desde el S. X V II se confundió
se trata de «a large ship of burden or transpon, con la urca (Jal, 834 y 1103). Sin embargo, esto
often associated w ith the carrack»; desde 1671 es secundario.
también «the body of a dismantled ship (worn <0
URCE, del la t. ü le x , -íc is , ’p l a n t a s e m e ja n te y urchilla ya en C arducho (1633), y quiere que
al ro m e ro , p ro b a b le m e n te el u rce o b r e z o ’. 1 .a venga del it. oricella u orcella, formas m uy raras
doc.: A ut. ( « l o m i s m o q u e b r e z o » ) . en italiano; según M attioli, ed. 1548, orcelle es
Este dicc. lo cita del L éx. Lat.-H isp. de N ebr., nombre de una especie de hongo en Toscana, cita
mas por lo menos no figura en el dicc. cast.-lat. 5 de Font i Q uer, Collectanea Botanica, Bna. 1958,
del mismo autor, ni en PAlc., C. de las Casas, V, iii, 665. L o corriente en italiano es oricello o
O udin, Covarr. Creo es palabra de los dialectos bien orciglia, pero la term inación m uestra palpa­
occidentales: ast. uz ’leña’ (M unthe), mirandés blemente que es éste p or el contrario el que se
urze u ourzeira (Leite de V., Philol. M irand. I, tom ó del cast., como ya indicó Zaccaria, obser­
286), H ermisende uzeira ’conjunto de urces’ (Ho- 10 vando que aparece prim eram ente en una traduc­
men. a M . P. II, 138), Bierzo uz (montes, albor y ción del español por Ramusio (S. X VI) y luego
negral, Sarm. CaG. 143u), gall. uz ’brezo’, aunque en u n texto pisano de 1714a: A ut. define urchilla
también corre allí urce, que Lugrís, Gram. 120, como «cierto color m orado artificial que se hace de
181, cree castellanismo, port. urze-, uzeda ’lugar hierbas y tintura, y es bueno para las iluminacio­
poblado de urces’ en G . de Segovia, a. 1475 15 nes en Pintura», con cita de Palomino (h. 1708);
(p. 83); Ulgoso, Ulgosello [SS. X II-X III], hoy Colmeiro (V, 770) cita orchilla en botánicos del
Algoso y Argoselo en el concelho de Vimioso (R L S. X V III, como nom bre de la Roccella Tinctoria.
XXXV, 83). L a etimología ya fué indicada por E n autores hispanoárabes tenemos los testimonios
Baist (ZRPh. V, 556), C. Michaélis (Mise. Caix- más tem pranos del vocablo en cualquier idiom a:
Canello, 161-2) y M -L . (R E W 9034); no hay 20 A benjólyol da ’urgála o ’ur§cilla como nom bre vul­
por qué hacer intervenir el influjo del sinónimo gar del liquen de Dioscórides, aplicado a vina
greco-latino e r í c e (como quisiera L eite de V., R L hierba que servía para te ñ ir; el anónimo sevilla­
I I I , 301 n.4) para explicar la -r-, que es regular no de h. 1100 tam bién cita ’ur¿álla repetidam ente
(vid. SU R C O ); suponer que urce viene de ERICE, como nombre de una especie de liquen o musgo
como hace Brüch (RFE X V II, 7), es imposible, 25 que crece sobre las peñas húmedas del m ar (Asín,
e inaceptables las complicadas combinaciones que pp. 207, 307). Los dicc. portugueses no recogie­
para ello imagina. L a relación entre urce y uz ron orcela, con las variantes urzela y urchilha
es la misma que la existente entre surco y suco ( < cast.), hasta recientem ente (Fig.); pero H . das
SULC'UM, y entre dulce y duz de d u l c í s . No existe Neves nos informa de que «a urzela empregada
la voz urga que aparece en la ed. Gayangos de la 30 na tinturaría, assim como o pastel, constituía ou-
Gr. Conq. Ultr., p. 329, pues es errata por uirga tra ram a de riqueza dos Azores», y cita el nom ­
‘verga’ (ed. Cooper, II I b 18 y 20). bre de lugar azoriano Urzelina (R L V, 224). El
Azkue recogió erika en Orozko (vizc.) con la botánico Vandelli (1771) cita port. urzella, Avelhar
definición «ericácea, planta del género del brezo», Broteiro (1788) da orcella das ilhas, orzella, orzilla
pero esto no puede aceptarse como prueba con­ 35 y urcella; Sarm iento (med. S. X V III) y Sobreira
cluyente de que el vocablo arraigara popularmente citan el gall. orcela (vid. Colmeiro), Valladares y
en España, pues es denominación muy sospechosa, Cuveiro y otros3 dan gall. ouricéla (cuyo diptongo
que no aparece entre los muchos nombres vascos ou no tiene valor etimológico, comp. gall. ourina,
del brezo coleccionados por Bouda y Baumgartl, ourizo, oufegar, ourégo y hasta oubiña ’uva’). En
22-23 : ora se trate de un mero cultismo de natura­ 40 catalán Ag. da como forma básica orcella (¿m allor­
listas y farmacéuticos, ora sea un nombre de planta quín?, falta en Amengual, hay un nombre de lugar
algo diferente y cambiado por reminiscencia cul­ Orcella en Mallorca), pero la forma predominante
tista del helenismo erica, ora resulte de un cambio moderna y antiguam ente es orxella: escrito con o-
en el vasco erkhatz, erratz ’retama, brusco’ (na­ y con m- ya aparece varias veces en el S. XIV,
turalm ente sin relación etimológica con el gr.-lat. 45 así en Barcelona como en el Rosellón, en M a­
erica). llorca y en Valencia4: se trata indudablemente
de la forma mozárabe valenciana extendida al res­
Urcino, V. erizo to del territorio lingüístico. E n francés aparece
orseille desde 1518 (Péage d ’Orléans) y 1622, y
U R C H IL L A , tom ado del mozárabe orchella, 50 en el S. XV Jean de Béthencourt, el descubridor
palabra del mismo origen incierto que el port. de las Canarias, emplea una forma divergente
orcela o urzela, mozár. catalán orxella, cat. orcella «et y croist une graine qui vault beaucoup, que
( > fr. orseillé) e it. oricello. 1.a doc.: ’ur¿cUla, on appelle orsolle: elle sert á teindre draps» (God.
982, en el cordobés A ben^ólJol; orchilla, APal. V, 645; X, 244). De origen romance son las for­
Dice éste tju c u s... es linaje de yerva con que 55 mas inglesas orchil {1483] y archil [1551], más
tiñen los vestidos, como orchilla»1. N o está en recientemente la forma enteram ente española or­
N ebr., PAlc., C. de las Casas, O udin ni Covarr., chilla [1703].
pero sí figura en Percivale: torchilla: a certaine Las fuentes de lengua inglesa mencionan co­
herbe comming from the Canaries». Terlingen mo lugar de procedencia las Islas de Cabo Verde
(118-9) señala orchilla en Francisco Pacheco (1649) M y repetidam ente las Canarias. Está claro, pues,
que estas islas, junto con los archipiélagos portu­ de tallos altos sin semejanza con u n liquen; y
gueses, son el gran centro de producción de este aunque la parietaria (que se emplea para limpiar
im portante elemento tintóreo, lo que explica que orzuelos y cristales, de donde el nom bre latino y
las formas hispánicas se hayan extendido a las el it. vetriuola) suele crecer adosada a paredes o
demás lenguas europeas; por otra parte, dentro 5 a rocas (cat. morella roquera) y la urchilla crece
de la Península Ibérica, según los datos de Col- sobre peñas, esta analogía es demasiado superfi­
meiro, fuera de algún punto suelto de Asturias cial para determ inar una transferencia del nom ­
y Galicia, la Roccella tinctoria sólo crece en An­ bre. M ejor abandonar del todo esta etimología
dalucía, S ur de Portugal, Valencia y Baleares, lo sólo inspirada por el sonsonete. Tam poco hay que
que explica el predom inio de las formas mozára­ 10 pensar en derivar de R O C A , voz de im portación
bes en catalán y en castellano. F uera de España, forastera en el C entro y S ur de España, ya que
la fonética nos indica que el fr. orseille ha de esta idea tropezaría con dificultades morfológicas,
ser catalanismo antiguo (por la ill), el ingl. orchil y ya hemos visto que es oricello o urchilla lo
y el it. orciglia castellanismos, o m ás precisamente prim ario, y la forma roccella es una evolución
hispanismos mozárabes. H ay sin embargo una for­ 15 m uy local y explicable.
m a italiana antigua e indudablem ente autóctona: Sim onet (G/os. de voces... mozárabes, 407-8)
oricello «mescolanza di piü materie coloranti che propone varias explicaciones, y en particular rela­
si trae dalla putrefazione alTaria di certi licheni, ciona urchilla con el nom bre mozárabe de otro co­
commisti con ammoniaca», docum entado con fre­ lorante vegetal, el Carthamus Tinctorius o la C en­
cuencia desde Franco Sacchetti (2.1 m itad S. 20 taurea Jacea, plantas m uy análogas entre sí, pero
X IV ); es de interés lo que según G am urrini (ci­ morfológicamente sin relación alguna con los li­
tado por el N E D ) nos cuenta Federigo (h. 1300), qúenes. A pesar de ello, siendo plantas tintóreas,
el fundador de la familia de los Ruccellai u Ori- hay que ver si su nom bre pudo trasm itirse a la
cellai, quien, habiendo observado en el próximo urchilla. El nom bre en cuestión es ’ur¿íqana o
O riente las propiedades de la planta, «intesi chia- 05 ’urgiqan en Abenalbéitar (Málaga, S. X III), ’ar-
m arsi respio in quella parte, orciglio in Ispagna». gáqti o ’argiqna en Abderrazzac de Argel, ragáqnü
L a urchilla de España era, pues, famosa en O rien­ según otra fuente argelina, y ahora está confir­
te por esta época tan tem prana; al volver a Italia, mado por la forma ’urgikan del anónim o sevilla­
Federigo dedicó sus familiares a la explotación no6. Además del Norte de África, esta voz mozá­
de la urchilla, de donde le viene a su familia el 30 rabe se conservó en el M ediodía de Cataluña,
nom bre (no a la inversa, como aseguraron algu­ pues en las Costum bres de T ortosa (S. X III) se
nos). L a forma oricello debe de ser autóctona en menciona la ortxica, citándola inm ediata a la roja,
Italia. Por el fenómeno de trasposición conocido y junto con otros artículos comerciales (azufre,
de varios dialectos italianos, que cambian e r v i - dátiles, regaliz) (ed. Oliver, p. 404), y todavía
l ia en ruviglia, orgoglio en rigoglio, argolla en 35 aparece la orxica como materia colorante en docs.
rigolla, etc., orcella pasó dialectalmente a roccella barceloneses de 1691 y 1806 (Ag.), en el últim o
(de donde viene el nom bre latino m oderno de la junto con la orxella; D u C. cita orchica «auri-
planta) y Oríficellai a Rucelleú: sabido es que éste folium», confundiéndolo con la urchilla7. Como
es el apellido de u n famoso trágico florentino el cártamo tiene las flores amarillas y puede te­
de fines del S. XV. 40 ñ ir de amarillo (o bien de rojo), explica Sim onet
L a etimología del vocablo presenta u n proble­ su nom bre por u n * a u r i c e l l u s que habría sus­
m a oscuro. Tomm aseo lo comparó con la urceo- tituido a a u r e o l u s ’dorado’, para lo cual se funda
laris herba estudiada por Plinio, y aunque esta en una forma auricelo que Azais y M istral citan
comparación está hecha a la ligera, pasó desde entre las variantes de auriolo ’Centaurea Solsti-
ahí a la Acad., Gamillscheg (E W F S), M -L . (R E W 45 tialis’; este fundam ento es m uy débil, ya que es
9078a) y Terlingen. Empezaría por haber insu­ dudoso que exista tal variante occitana, y si * a u -
perables dificultades fonéticas, pues no es practi­ r i c e l l a hubiese vivido en el S ur de Francia h a­
cable la variante de Gamillscheg h e r b a d e u r - bría dado *aurezelo*. Fonéticamente, * a u r i c e l l u s
geolo > fr. *herbe d ’orfueil, de donde después difícilmente podría explicar ’urj¡iqan, y por otra
orseille, lo que, además de partir de una forma 50 parte es palabra de formación incom prensible en
hipotética, nos obligaría a m irar las demás formas latín o en rom ance: no podría significar ’dorada’,
romances como préstamos del francés, en contra­ sino ’oro pequeño’. Creo que hay que abandonar
dicción con el hábitat de la urchilla propiamente la idea. Y tom ar en consideración que el Car­
dich**. Tampoco hay que pensar en un * u r c e a - thamus Tinctorius se llamaba xvíxo? en griego
l i s o *u r c e al i a , derivados de u r c e u m como ur-
55 (según Roland, V II, 159), de donde en la Edad
ceolaris lo es de urceolum, aunque esto ya nos M edia las formas alteradas gnicus o cincus: ya
podría dar una base aceptable para el mozárabe. en el S. V I Alejandro de Trales escribía gincus,
Pero el hecho es que la urceolaris herba de que gincon y gnicium; Plinio y Columela dan cnecos
habla Plinio nada tiene que ver con la urchilla, como nombre de una planta de Egipto n o bien
de cerca ni de lejos, pues es la parietaria, planta M identificada, y Escribonio cnicos9. Ahora bien, se­
ría natural que los botánicos de la Alta Edad mejanza alguna entre una oreja y la urchilla, de
M edia formaran un compuesto * a u r i c n i c u s como forma alargada, a m anera de filamentos sinuosos.
nombre del cártamo, tal como form aron con mo­ E n conclusión, p or ahora ignoramos el origen de
delos griegos aurifolium, aurichalcum, e tc.: de la urchilla. Fonéticamente se podría pensar en un
metátesis * a u r i c i c n u s saldría norm alm ente el ’ur- 5 * O l i c e l l a dim inutivo de u l e x , pero ignoro si
¿iqan o ’ar¿íqan mozárabe. existe alguna semejanza entre la urchilla y el
Etimología razonable para el nom bre mozárabe y brezo.
catalán del cártamo. Pero es difícil que esto nos D e r i v . Orcina, tomado del it. orcina, derivado
pueda dar la llave del origen de urchilla. Prim e­ culto del it. or(i)cello.
ram ente, el cártamo y la urchilla son plantas to­ 10 1 171fc. Fucus es la buena traducción; en la
talmente distin tas: aquélla es una compuesta, y p. 329b identifica la orchilla con la orchis, guián­
no una planta rudim entaria como el liquen, y el dose solamente p or el sonsonete.— 2 H ay u n p ri­
color de que tiñen es bien diferen te: violáceo m er testimonio de la forma orchil en Cadamosto
o purpúreo la urchilla, amarillo o rojizo el cár­ (Zacearía, p. 492), italiano que vivió gran parte
tam o, y así conviene a éste u n nom bre relacio­ 15 de su vida en Portugal, h. 1460.— J Vall., Eladio
nado con a u r u m , pero n o le conviene a aquélla, Rdz. etc.; Lugrís sólo como ’liquen’, ac. que da
lo cual no tuvo en cuenta M -L . (R F E V III, también Valí., el único de ellos que había de­
245) al aceptar, si bien con dudas morfológicas, mostrado saber botánico. Pero lo bien documen­
la base * a u r i c e l l a (que Simonet había propuesto tado es, por una parte, orcelas «como musgo o
para ’urgíqan) como étimo de urchilla. Esta eti­ 20 capa de los peñascos» Sarm. CaG. 135i>, y por
mología carece totalm ente de base semántica. En otra parte ouricelos ’liqúenes’ : en Galicia las
rigor, podríamos pensar en que el nom bre del cruces de término «adoitan ser repintados a miu-
cártam o se trasmitiera a la urchilla, aunque sean da, porque un cruceiro coberto de ouricelos
colorantes tan distintos, y aun podría decirse da idea de pobreza» mientras que en Bretaña el
eventualmente que * a u r i c i c n u s se cambió en 25 «cruceiro» está «sempre cuberto c’unha tona de
* a u r i c e l l u s , - a , por cambio de «sufijo». Pero ouricelos grises e dourados». El que Sarm. agre-'
esto tiene muy poca base, y vale más dejarlo a gue a su glosa que la orcela «es la orcilla, orchilla,
u n lado. Quién sabe si al fin y al cabo n o se y es colorada», no tranquiliza m ucho; pues, como
trata de l i c h e n ; ¿acaso pronunciado vulgarmen­ siempre, está «haciendo etimología».— 4 Así en Jau-
te * l i c e , de donde * l i c e l l u , y con disimilación 30 m e R oig: «pastava / pasta de m uda, / d ’oli de
y etimología popular * o r i c e l l u ? U otra cosa: ruda / e de ginebre / ... / morros e celles /
quizá no sea prudente empeñarse en dar ahora s’em peguntava; / ... / m estre de tin t / de full
con una solución. D e todos modos, queda la otra hurxella / n o aparella / ni fa més tiñes», v. 2543.
propuesta de Simonet, de partir de a u r i c e l l a Así en el ms., creo habrá que leer de full d ’ur-
(más precisamente a u r i c i l l a 10, empleado por Ca- 35 xella, comp. el nom bre fr. orseille feuillée que
tulo) como dim inutivo de a u r i s , a u r í c u l a ’ore­ Roland (Flore X I, 127) cita de u n autor de 1784.
ja’, recordando nombres de plantas como oreja Es decir, ’el maestro tintorero no prepara más
de monje, oreja de Judas, orella d ’ós, orella de tinas de hoja de urchilla’. Parece que las ema­
paret. Es verdad que todas las plantas que con naciones de la urchilla son venenosas, a juzgar
este fin cita Simonet tienen, p or más que él ase­ 40 por el otro pasaje de R oig: «viu ab gran plaga /
gure lo contrario, m uy poca analogía con los li­ ab semblant hosta [la mujer] / tan t indisposta,
qúenes. Ahora bien, la idea de Sim onet la tuvo / qui hi p articip a: / m ort s’anticipa / com Vur-
ya el anónimo sevillano desenterrado por Asín, cheller / e triaguer» (v. 8481).— 5L o único que
quien explica así orchella: «es decir, orilyella, di­ se hace en Francia, a juzgar por los datos de
m inutivo de orílya, que es la oreja [al-’udh]». 45 Roland, parece ser el Lichen Parellus L ., que
D e todos modos, no exageremos la im portancia ya no es m arino como la Roccella Tinctoria o
d e este testim onio: si el ms. no trae más que Lichen Roccellus, y por esto se le llama orseille
este extracto breve que da Asín, no parece que de le n e o de m ontagne o d ’Auvergne. Por lo
el botánico de Sevilla afirmara una semejanza en­ demás tam poco nace, según creo, en el N orte,
tre la urchilla y una oreja, m ás bien parece hacer 50 sino en Auvemia, Albigés y otras provincias m e­
una etimología de parecido fonético como la de ridionales, y allí se le da el nom bre de peirela,
Sim onet: al fin y al cabo ’oreja’ no se decía peirounelo, bois de pierre y análogos, por crecer
oreza ni oreía en mozárabe, sino orílya, como en piedras o rocas.— 6 Es abusivo acentuar or-.
escribe el propio autor. E n el aspecto fonético, la chican, como quisiera Asín, p. 202, fundándose
etimología a u r i c i l l a sería irreprochable, pues es 55 en su im posible etimología ’oreja de can’. Lo
sabido que en lugar de a u r í c u l a el latín vulgar mismo su fuente que las demás indican clara­
de España pronunciaba o r i c l a ( > port. orelha, m ente que el acento está en la i, al prolongar
mozár. orílya), luego también diría o r i c i l l a " . Pe­ esta vocal.— 7 Hace referencia a otro artículo,
ro don José Cuatrecasas, cuya autoridad botánica donde parece haberse olvidado el trozo que con­
todos respetamos, m e informa de que no hay se­ 60 tiene el vocablo en cuestión: se trata de un
doc. marsellés de 1327.— 8 Lo único que recoge a urdir una tela’; ex ordior y exordir son raros
Roland (Flore V II, 156) como nom bre de esta en cast.
planta, además de auriolo, es auruélo, mera va­ C p t . Primordial [S. X V II, Aut.], d e primor-
riante en la forma local d e diptongación. A uri- dialis i d ., d e r iv a d o d e prim ordium ’e l p r in c ip io
celo me parece errata de éste.— 9 Según los dicc. 5 d e la s c o s a s ’, c o m p u e s to c o n prim us ’p r i m e r o ’.
griegos, el xvíxtov de Dioscórides sería una es­ C o m p . O RZO YO.
pecie de trébol (?).— 10 El emiliano orcella o ur-
cina que Sim onet cita cómo nom bre del sem- Urea, uremia, urèmico, V. orina
pervivum tectorum no es a u r i c i l l a , sino dim i­
nutivo del emiliano orecc, oreccia a u r i c l a , con 10 U R E N T E , tomado del lat. ürens, -éntis, parti­
la síncopa secundaria, norm al en los dialectos de cipio activo de ürére ’quem ar’. 1.a doc.: Acad.
la Emilia.— 11 Es casual la semejanza que Simo­ (1884, no 1843).
net pone de relieve entre urchilla y argolla, uno Raro y técnico. Otros deriv. cultos de urere:
de los nombres del cártamo o de la centaura, ustible; ustión; ustorio. Adurir, raro, de adurere
el cual viene de una metátesis de alloza < ár. 15 ’chamuscar, quem ar superficialmente’; adusto
al-láuza ’alm endra’. Tam bién tiene nom bre com­ [1438, Corbacho], de adustus, propiam ente part.
pletamente distinto otro colorante, la O R C A N E ­ pasivo del mismo verbo, que de ’requem ado, tos­
T A , o por mejor decir éste fué primitivamente tado’ pasó a designar lo ’de aspecto duro, som­
orcaneta (relacionado con A L H E Ñ A , cat. alque- brío’; adustez. Adustible; adustión; adustivo. C om ­
na), y quizá la o- inicial se deba a contam ina­ 30 burente, del part. act. de comburere ’quem ar’
ción de orseille o de orxica. (formado según amb-urere, con mala separación
del prefijo); com busto [princ. S. X V II, A ut.];
Urcullo, V. horca Urdiembre, comp. podrén combustible [Lope], combustibilidad; combustión
(s. v. pudrir) [Acad. S. XIX].
25
U R D IR , del lat. o r d i r i id. 1.a doc.: Berceo. Uréter, urético, uretra, uretral, uretritis, V. ori­
E n el cual aparecen las formas urdiendo y u r­ na
de; en ambas era forzoso, desde antiguo, el cam­
bio de o en u. Pero no ocurría así en otras for­ U R G IR , tom ado del lat. ùrgere ’apretar’, ’apu­
mas del mismo verbo, que fonéticamente habían 30 ra r’, ’dar prisa’, ’abrum ar’, ’instar’. 1.a doc.: A ut.
de conservar la o-; así en el Fn. G onz. encon­ Sólo en fecha m uy moderna ha empezado a
tramos incluso ordyó, pretérito (580), y todavía emplearse con alguna frecuencia, pero sigue te­
N ebr. da solamente tord ir tela: ordior»; sin em­ niendo tono mucho más literario que urgente y
bargo, ya pronto se generalizaron las formas en urgencia.
u-, y A ut. ya no reconoce la existencia de otras. 35 D k r iv . Urgente [1578-90, Ercilla (C. C. Smith,
M ás documentación en Cej. V, § 122. BHisp. L X I); 1605, Quijote I, xviii, 65; xxx,
D e r i v . Urdidera. Urdidor, -ora. Urdidura [tord- 146; O udin; Ribadeneira en A ut.; no Covarr. ni
de tela: orsus» Nebr.]. U rdimbre [Aut.] o urdiem ­ G óngora]; urgencia [fin S. X V II, Aut.].
bre [tordiembre de tela: stamen» N eb r.; «ur-
diembre: tessandro» C. de las Casas, la misma 40 Úrico, urinal, urinario, V. orina
forma en Oudin, Covarr. y todavía A u t., emplea­
da por el P. Rivadeneira — Cuervo, A p . § 919— , U RN A , tom ado del lat. urna ’cubo de pozo’,
el M tro. Correas y hoy viva en Salamanca, según ’urna cineraria o de voto’, ’medida de capacidad’.
Lamano, en Cespedosa, R F E XV, 135, en Co­ doc.: h. 1520, Padilla (C. C. Smith, BHisp.
lombia, Chile, Arg., etc., ya en el jesuíta chileno 45 L X I); 1570, C. de las Casas («vaso antiguo»),
J. Ign. M olina, a. 1776, D raghi, Canc. Cuyano, Oudin : «vase ancien fait cornine une cruche».
509]: la forma regular etimológicamente es la APal. al parecer sólo lo define en calidad de voz
reciente urdimbre (-ÍM E N , de acuerdo con -IR E ), latina. A ut. da en prim er lugar la ac. ’urna fu­
para explicar la otra podría pensarse en influjo de neraria’, con ej. de Calderón, y luego ’escaparate
SUBTÉG M EN, variante del clásico SUBTEM EN ’tram a’, 50 para poner una estatua’ ; Cej. V, § 144. Existe
documentada en Vitruvio, S. Agustín, mss. de una variante leonesa urrúa, que revela antiguo
Virgilio, etc., y en varias glosas (vid. C G L V II, arraigo de este cultismo en parte de España : en
309); comp. curtiembre y podrén (s. v. pudrir). Salamanca, toda, la zona de Cespedosa, Sayago,
U rdíu ast. ’urdim bre’ (salir del urdíu o desur­ el Bierzo, Centro y Occidente de Asturias y en
dir ’crecer’ V), comp. cat. ordit ’urdim bre’ D es- 55 Galicia (Lamano, R F E XV, 139; M . P., Dial.
ordir (A lex., 159, 1075) o desordirse (Alex., 59) Leon. § 8 ; G . R ey; V ; A cevedo-F.; Valí., p.
’dispersar, esparcir’ o ’separarse, desunirse’. C ul­ 627), como tam bién en Méjico, donde vale ’ataúd’
tism os: exordio {h. 1440, A. T orre (C. C. Smith, (R. Duarte). N o sé en qué se funda el cast. ant.
BHisp. L X I); princ. S. X V II, Paravicino, Aut.], úm ea, sólo citado por Zerolo y Pagés, que en
de exordium id., derivado de exordiri ’empezar 60 otra ocasión (R F H V I, 151) me hizo dudar del

V. — 46
carácter leonés de um ia, pero no hay prueba só­ discrepado acerca de la prioridad del uno o del
lida de la existencia de una forma con -e- en otro.
cast. ant. L iebrecht (en el Jahrbuch de E bert X III, 232),
M ahn (Etym . Untersuch., 38-39), im plícitamen­
U m ición, V. guarnecer 5 te M -L . (R E W 9088), y todavía, aunque con
dudas, G . de Diego (R F E X II, 4n.), suponen
U R O , tomado del lat. ürus id., a su vez tom a­ que el nom bre del pájaro se aplicara a la mujer,
do del germánico (a. alem. ant. úr, escand. ant. a m anera de apodo, y luego se convirtiera en
urr, alem. auer). 1.a doc.: h. 1580, Argote, A ut. nom bre propio; m ientras que Diez (W b., 495),
C p t . Urogallo [Acad. ya 1817]. 10 C. M ichaélis (ZRPh. X V I, 68), Rohlfs (A S N S L
C LX X , 157) y sobre todo Aebischer, en su ex­
Uromancía, uroscopia, V. orina celente y fundam ental artículo de 1935 (Rom.
L X I, 351-60), están de acuerdo en que ocurrió
URRACA, igual que muchas denominaciones de lo contrario. E n realidad esta opinión puede m i­
este pájaro, tales como el cast. marica, lat. gaja, U rarse como segura y ya indiscutible, tanto más
fr. margot, ingl. mag, se trata en el caso de urraca cuanto que Urraca nom bre propio es frecuentísi­
del antiguo nombre propio femenino Urraca, apli­ m o desde el S. X hasta el X IV 3, y aun más tar­
cado a la picaza por su conocida propiedad de de, m ientras que el nom bre de pájaro no puede
parlotear volublemente como si remedara a una documentarse hasta el X V I. Se trata de u n nom ­
m ujer; el nombre propio es de origen incierto, 20 bre m uy usual en Castilla y León, y llevado, co­
seguramente prerromano. 1.a doc.: med. S. X VI, mo probó documentalm ente Aebischer, por m uje­
L ope de Rueda. res de todas las clases sociales; raro p or demás
En la Comedia Eufemia, una moza dice a su en P ortugal' (y seguramente de im portación cas­
señora, asediada por una g itan a: «oigamos los tellana), e inexistente en Cataluña y demás tierras
desatinos que aquéstas por la m ayor parte suelen 25 romances*. Esto coincide con la extensión geo­
decir. G i t a n a : Escucha, escucha, pico de urraca; gráfica de urraca ’picaza’, voz peculiar al cast.,
que más sabemos, cuando queremos, que nadie aunque según Fig. se emplea «popularmente» en
piensa» (ed. Fuensanta II, 53). Como nom bre de portugués, pero falta en los dicc. clásicos de este
pájaro, urraca es ajeno a los principales m onu­ idioma, donde el vocablo corriente hasta la ac­
mentos literarios de la Edad M edia1, y tam bién 30 tualidad es pega. E n el nom bre de persona es
a los glos. publ. por A. Castro, a APal., N ebr., constante la grafía Urraca, o sus variantes Orraca
PAIc. y aun al dicc. cast.-mejicano de M olina o Burraca5, pero siempre sin H -, a n o ser en al­
(1571). E n muchas de estas fuentes y en otras gún caso m uy tardío'.
posteriores figuran, en cambio, el sinónimo P IC A ­ E n consecuencia, no debemos dudar de que
Z A y sus variantes fonéticas, que en la E. M edia 35 urraca no tiene nada que ver con f u r a x o f u ­
constituyeron indudablem ente el nom bre de este r a r é , pero tam poco tiene fundam ento la opinión

pájaro, por lo menos su nom bre más com ente. de L arram endi, adoptada p or M ahn, Cillero, Cej.
Es probable que urraca corriera ya h. 1515 (y y M -L ., de que urraca se tom ó del vasco. En
aun quizá antes), pues orraqua figura como nom­ realidad no parece que urraca se emplee como
bre de un pescado en el portugués Albuquerque 4» nom bre de este pájaro en ningún dialecto vasco7,
(vid. Dalgado, cita s. v. jagra), y es de creer que en los cuales se usa corrientem ente el latinismo
la aplicación a un pescado se hiciera partiendo pika (mika, pita) o los compuestos autzara-txori
del nombre del pájaro. Después encontramos urra­ y suge-txori. Tam poco es probable que fuese una
ca ’picaza’ en C. de las Casas, Covarr. y los va­ antigua palabra perdida en el vasco actual y tras­
rios dicc. bilingües del Siglo de O ro ; está tam ­ 45 mitida p o r el vasco antiguo al castellano, pues no
bién en Quevedo y en varios refranes de los co­ se le encuentra explicación razonable dentro del
leccionados por el M tro. Correas (Cej. V, p. 592); vocabulario vasco: es abusiva la de Cej. urra-ka
A ut.: thurraca, ave m ui semejante a la corneja y «coger, robar», pues el verbo urratu no significa
grajo: es vocinglera y glotona e im ita la voz h u ­ esto, sino ’rasgar, desgarrar’ ; tam poco es acepta­
m ana como el papagayo», con cita de Diego de 50 ble ni fundada la de Cillero (B R A E IV, 538) de
F unes (1621). Esta grafía con h-, bastante rara, interpretar urra-ka como ’la que se mueve m u­
se inspira en la supuesta etimología lat. f O r a x , cho’, entre otras razones porque no parece haber
-X c i s , ’rapaz’, que A ut. aceptó de Covarr., pero tal raíz vasca urra- ’movimiento” ; y la de M ahn,
es etimología errónea que tropieza con otras va­ que derivaba de urra ’avellana’, tiene el defecto,
rias dificultades fonéticas, y sobre todo con el he­ 53 según m ostró Aebischer, de que la urraca sólo
cho de que Urraca se escribe constantem ente sin raram ente se alimenta de avellanas. En cambio es
H - en la Edad M edia; ahora bien, no cabe dudar un hecho repetido y m uy generalizado el de dar
de que el apelativo y el antiguo nom bre propio a este pájaro, como nom bre común, un antiguo
de m ujer son una misma cosa. T odo el m undo ha nom bre propio de m u jer; así ha ocurrido en cast.
69 con Marica, en el C entro de Francia con M ar-
estado de acuerdo en este punto, y sólo se ha
got, en el SE. de este país se ha dicho Jaquette, el mismo (lín. 16). Igual pudo perderse una V-
en inglés M ag (o M ag-pye), y antiguamente p y- originaria que agregarse esta consonante con ca­
A nnet, en el N orte de Italia Berta, y en el Sur rácter protético: comp. orujo de i¡orujo v o l u -
de este país el cuervo y la urraca reciben el nom ­ c l u m .— 6 Aebischer cita solamente uno de 1339.

bre de cola (abreviado de Nicola); en el propio 5 Ebert cita una Furaque en un poema de T urpín
latín, gajus y gaja, nombres del arrendajo y la (G. Paris, H ist. Poét. de Charlemagne, p. 262,
urraca, no parecen ser otra cosa que el nom bre n.° 2), que es falsa adaptación a la fonética fran­
de persona Caius, -a (G -). U n hecho tan repetido cesa, inspirada en la pronunciación burgalesa
tiene su explicación natural y obvia en el vocin­ uso = huso = fr. fuseau.— 7 Falta del todo en
gleo de la urraca parlera, que la gente se com­ 10 los dicc. de Azkue, Van Eys y Larrasquet. Sólo
place en com parar con el charlar voluble de las traen hurraka Larram endi y el labortano H iri-
mujeres del pueblo. Tam poco tiene fundam ento barren, a. 1862, citado por Lhande, pero es sa­
la sospecha de C. Michaélis de que este nom bre bida la pésima reputación de estos lexicógrafos,
derivara individualmente del de doña U rraca F er­ que engrosaron sin escrúpulo sus diccionarios
nández, la princesa castellana que fué compañera 15 con las voces castellanas que según las teorías
de infancia del C id: n i sería entonces verosímil vascómanas de Larram endi procederían del vas­
que esta denominación n o apareciera hasta des­ co.— 8 No puede deducirse de urrats ’paso’ (con
pués de la Edad M edia, ni puede separarse el su derivado urraska ’al paso’) ni de la interjección
cast. urraca de los nom bres análogos que acabo urra para llamar a gallinas y palomas.
de citar en otros romances. E n conclusión, así co­ 20
mo no es prudente buscar una explicación vasca Urri acá, urrio, V. arre Ursa, ursina, V.
directa al apelativo urraca, en cuanto al nombre oso Urticáceo, urticante, urticaria, V. ortiga
propio de m ujer, éste sí parece ser de origen pre­ Usación, usado, usador, V. uso
rromano, quizá ibérico y aun acaso em parentado
con el vasco. 25 U SA G R E , origen incierto; teniendo en cuenta
D eriv. Hurraca «adorno que llevaban las m u­ la variante portuguesa anzázare, quizá sea defor­
jeres en la cabeza» ant. [Acad. ya 1843]. UTra­ mación de u n nombre bajo latino focus acer ’fue­
quear arg. Tiacerle ver las estrellas a uno’ (Cej.). go acre’ : prim ero se diría *fogusagre o *{ogus-
1 Cid, Berceo, A pol., J. Ruiz, Conde L uc., Ca­ ázere, y separando jog(ó) quedarían las formas
lila y versiones bíblicas estudiadas por Solalinde 30 modernas. /.“ doc.: 1591, Percivale1.
y por Oroz.— 2 A los datos de Aebischer podrían Q uien define vságre como «a tetter o r ring-
agregarse muchos, p. ej. Urraka cometissa en worme» (especie de eczema o empeine); O udin:
doc. de Valpuesta de 1011 (M. P., Oríg., 36). En «espece de galle, dartre, feu volage ou sauvage»;
el veo. de Pamplona aparece un Sanso Urraqua- C ovarr.: «un género de sama fastidioso, que a
rena, que quiere decir ’hijo de U rraca’, ya en un 35 m i parecer es nom bre Griego, de agria, species
doc. del S. X III (Michelena, F oL iV a I, 41), scabiei, quae cito serpit, revertiturque certo anni
tam bién un Urracha (de Donamaría, 32 km. al tem pore asperior, ómnibus aliis speciebus et cu-
N. de Pamplona) en el mismo documento (ibid. ratu difficilior; y púdose dezir usagre, quasi pus
43) y una domna Eurraca en otro doc. navarro agre»; A ut.: «especie de sam a m ui acre, que va
de 1120 (ibid., p. 24: supone que Eurraka sea 40 royendo y comiendo la carne», y cita unos versos
ultracorrección de Eutropius > Utropi-); Urraka de Polo de M edina: «tu estómago aventurero, /
aparece como nombre propio f. en doc. riojano horro no más que en la panza, / usagre de todo
de 1076 (ibid. 47 n. 43).— 3 A los dos casos cita­ plato, / roncha de toda piñata». Está tam bién en
dos por Aebischer, en que se trata de princesas los Sueños de Quevedo (Fcha.). Acad. dice que
castellanas o leonesas, aunque su nombre figure 45 se presenta ordinariam ente durante la prim era
en textos portugueses, el Onomástico de Cortesáo dentición, y agrega como ac. segunda «sarna en
sólo permite agregar una Orracca de Coímbra, el cuello del perro, el caballo y otros animales
en doc. de 1094, y una Orraquina en las Inqui- domésticos»2; en este sentido lo recogió Espino­
rigoes de 1258, pero ignoramos si se trata real­ sa (Are. Dial., 197) en dos localidades de Cáceres
mente de portugueses.— 4 Alguna vez figura en 50 y sagri en una tercera, es de observar que en
poemas franceses, como la Urraque o Urracle del una de aquéllas se pronuncia con sibilante so­
Parthénopeus de Blois ( Úrakia, -ka, -ke, en las nora, y en la otra, sorda (aunque aun en esta
versiones escandinavas e inglesa), M L N X XI, localidad se suelen distinguir los dos tipos de s,
235, pero ahí se trata de un nombre castellano pero hay excepciones, y en este pueblo es pala­
empleado para dar color local; lo propio cabe 55 bra poco usada). E n la L itera bisagre «enferme­
decir del caso que cito más abajo.— 5 Llam o la dad granulosa, propia de los solípedos». Fuera
atención sobre esta forma, que puede ser im por­ del castellano no conozco el vocablo más que en
tante para el o rig en : Vurraca aparece tres veces port., donde ya Bluteau (1718) registra ozagre,
en doc. de Castilla del Norte fechado en 1285 Cortesáo cita ej. de usagre en u n texto medicinal
(M. P., D. L„ 67.18, 23, 24), Burraca una vez en «0 de Fonseca H enriques (¿princ. S. X V III?), y
Moraes define €ozagre: bostelinhas que nascem na usagre saliera de uno tan técnico y de tan escasa
cabera dos meninos, na molleira» y «usagre: es- popularidad y antigüedad.
pécie de sarna m uito acre, que vai roendo a car­ 1 Usagre ya existía en castellano en el S. XV,
ne»; trasm . asagre ccerta moléstia de pelle nos pues de ahí debió de pasar a un texto catalán de
caes: fica-lhes o corpo cor de cobre ou avinha- 5 1466 (B A B L V II, 426) que contiene algún cas­
do»'. tellanismo.— 2 No está en la lista de enfermeda­
D e interés es la variante que recogió Blu- des del caballo que publicó Fernando Chacón
teau en el dialecto del M inho: «anzazare ou fogo- en su Tratado de la Cavallería de la Gineta
lobo: aquelas bostelas com que nascem os meninos, (1548).— 3 R L V, 28. L a homonimia con azagres,
ou alguma fogagem que lhes sobrevenha depois». 10 metátesis de agrazes «uvas verdes» (p. 29), será
Leite de V. (Opúsc. II, 96) anota a esto que casual.— 4 Sabido es que las palabras cuya p ri­
M onte Carmelo (1767) trae la variante anzazre. mera sílaba termina y empieza en vocal diferente
Como estas formas no pueden explicarse como m e­ de a- tienen tendencia a reemplazarla por en--.
ras deformaciones ni por contaminación de otras vid. E N D R IA G O , E N M IE N D A , E N D R IN A ,
palabras, pueden ser valiosas para la etimología. 15 etc. De ahí *enzázere, pronunciado en estos dia­
Ésta no la ha estudiado nadie, fuera de Covarr., lectos como anzáz(a)re.— 5 Comp. el port. lobis-
que evidentemente estuvo desafortunado; la Acad. homem, rioplat. lobisón ’hombre lobo, werwulf',
trata de hacer más verosímil la idea de éste cam­ adaptación comparable del lat. lupus homo al por­
biándola en i^úpa á fp ía , propiamente ’sam a sal­ tugués, con análogo desconocimiento de la -s del
vaje’, pero no se comprendería la desaparición 20 nominativo.
de la -r- intervocálica, y menos aún la -s- sonora
del portugués y el extrem eño; como tampoco se­ Usaje, usante, usanza, usar, V. uso Usar, usiar,
ría fácil explicar la u- ni la -e, vale más renun­ V. ojear Usarcé, usarced, usencia, useñoría, V.
ciar a esta idea. Pero tampoco hay posibilidad vos Usgo, V. asco Usía, V. vos Usier,
de explicar por los nombres latinos de la sarna 25 V. uzo Usiria, V. vos Usitado, V. uso
y enfermedades análogas, como scabies, scabrities, Uslero, V. fruslera
scabredo, impetigo, serpigo, herpes, etc. E n cuan­
to a la otra idea de Covarr., además de que sería U SO , del lat. ü s u s , -Os, id., derivado de ü t !
imposible explicar la desaparición de la p-, es ’usar’. 1.a doc.: Berceo.
increíble que se diera el nom bre de ’pus’ a una 30 D e empleo general en todas las épocas y con­
variedad de sam a. Sin embargo, puede haber algo servado en todos los romances de Occidente. Hay
de bueno en su propuesta de relacionar con acre, desde antiguo varias acs. secundarias, entre las
pues las explicaciones dadas arriba insisten repe­ cuales ’trato, familiaridad, comunicación’ (J. Ruiz,
tidam ente en el carácter acre o áspero de la en­ 793) es frecuente en la Edad M edia. Cej. IV,
fermedad, y en lo mismo redundan calificativos 35 § 108.
como feu sauvage, cat. ant. joc salvatge (V. s. v. D e r i v . Usaje [Cid; J. Ruiz], tomado del cat.
A L F E R E C ÍA ) y port. fogo lobo (por la voraci­ ant. usatge (o del fr. usage). Usual [N eb r.; h.
dad del mal). 1575, A. de M orales, Aut.], tom ado de usualis id.
Inspirándom e en los nombres que acabo de citar, Usuario [Aut.]. Usura [Berceo; APal., 103á, 157d,
pienso si se trata de u n jocus acer empleado por 40 538á; N ebr.; osura en las Cortes de 1528, Cuervo,
médicos y veterinarios m edievales: el pueblo ig­ Obr. Inéd., 192], de üsüra ’disfrute’, ’disfrute de
norante del latín reconocería joc-, pero no lo de­ un capital prestado’, ’intereses que p o r ello se pa­
más, e interpretaría jocus acre, pronunciado vul­ gan’ ; usurar o usurear; usurario [N ebr.]; usure­
garmente /og’ usagre, como una especie de com­ ro [APal., 538c?]1; usuría ’usura’ ant. (R im . de
puesto de sustantivo con adjetivo. L a forma port. 45 Palacio, 74, rim ando en -ía); interusurio. Usar
anzazare o anzazre, < (Joc)us acer, apoyaría la [h. 1200, Reyes Magos; Berceo; frecuente en la E.
idea, pues aquí tendríamos una evolución del n o ­ M edia ’tratar, frecuentar’, J. Ruiz, etc.; con so­
minativo acer1; no creo reparo de peso el de que nora en judesp., y en la ac. ’habituar o acostum­
acre o acris no concierta en buen latín con el brar’, B R A E II, 300], lat. vg. *Ü SA R E id., fre­
nominativo focus, pues claro está que el vocablo 50 cuentativo del lat. u t i , conservado en todos los
seria empleado aún más por albéitares y curan- romances de O ccidente; usación; usado; usador;
derillos populares, que estropeaban el latín, que usante; usanza [-(a APal., 48b, 239b; N ebr.];
por médicos verdaderamente cultos5. No veo qué desusarse [Nebr.], desusado [id.], desuso [id.].
relación pueda haber entre el apelativo usagre, y A buso [med. S. X V I, B. de las Casas, P. Mejía],
el nom bre del viejo pueblo de U sagre en la prov. 55 de abüsus, -üs; abusar [princ. S. XV, Villena;
de Badajoz, cuya etimología ignoro. 1505, PA lc.; en 1535, J. de Valdés no debía de
Sugiere Spitzer, M L N L X X IV , 136, que usa­ emplearlo, pues manifiesta su deseo de introducir
gre venga de bisagre ’especie de lima de zapatero’, el lat. abuti en cast.; ejs. desde el S. X V II en
idea rebuscadísima en todos los sentidos; sobre Cuervo, Dicc. I, 81]; abusador cub. (’el que abu­
todo es increíble que un vocablo tan popular como 6# sa’ Ca.), tam bién vulgar en otras partes; abusan­
te; abusión [Fuero Juzgo; Alex.; PAlc.], abusio- Usual, usuario, usucapión, usucapir, usufructo,
nero; abusivo [Mena (C. C. Smith, BHisp. L X I); usufructuar, usufructuario, usura, usurar, usura­
S. X V II, DHist.]. Utensilio [O udin; 1728, Aut.], rio, usurear, usurero, usurpación, usurpador, usur­
tomado del lat. utensilio, -ium , ’utensilios’, pl. neu­ par, V . uso Usuta, V. ojota Utensilio, V.
tro del adjetivo utenñlis ’útil’. 5 uso
Alteración de ute(ri)silia en latín vulgar fué la
metátesis * u s e t i l i a , de donde el fr. ant. ostil, fr. Ü T E R O , tomado del lat. ütérus id. 1.a doc.:
mod. outil ’herram ienta’, introducido subrepti­ 2 ° cuarto S. XV, Pz. de Guzm án (C. C. Smith,
ciamente por algunos en cast. bajo la forma útil BHisp. L X I); 1624, Huerta.
[1872, E l Averiguador II, 87], burdo y superfluo 10 Falta todavía en Covarr. y O udin, y hasta hoy
galicismo que por extraño que parezca ha sido es solamente tecnicismo médico y anatómico.
consagrado p o r la Acad. [ya en la ed. de 1884, no Di r i v . Uterino [1596, Oña (C. C. Sm ith); Aut.].
1843]2; utilería arg. ’conjunto de herram ientas’ Uteral [med. S. X V II, madre Agreda, Aut.] anti­
(Abelardo Arias, L a Nación, 27-IV-1941); m u­ cuado.
chos emplean utillaje, que por lo menos tiene la 15
virtud de ser galicismo desembozado; del propio Útil, utilidad, utilitario, utilitarismo, utilizable,
* U SE T IL IA salió el cat. ostilla o ardilla ’herram ien­ utilizar, V. uso Utopia, utópico, utopista, V.
ta’, ’enser’, arag. ant. ostillas (Tilander), hostilla de topo- Utrero, V. último Utri, V. otro
casa ’ajuar' (Vidal Mayor), gall. ostillas ’herram ien­
tas, enseres’, gall. ant. hustilla (1325): formas que 20 UVA, del lat. O v a ’uva’, ’racimo’. 1.a doc.: 1191
no hay necesidad de m irar como castellanismos, (O elschl.); Berceo.
según observa J. L . Pensado, Acta Salmant. n.° 51, De uso general en todas las épocas y conser­
pp. 71-73; veo. ostillamendu ’ajuar’; tam bién algu­ vado en todos los romances salvo el fr., oc. y
na vez se empleó en cast. con la grafía hostilla cat. (donde r a c e m u s ha asum ido todas las acs.
’aju3r’ [Acad. ya 1817, como ant.]. 25 de u v a ) . N ebr. registra las variedades siguientes:
Útil adj. [Corbacho (C. C. Smith, BHisp. L X I); <tuvas de Almuñécar: uvae dactilides; u. geeneses
1555, Laguna], tomado de útilis id.; utilidad [Cor­ [’de Jaén’] : u. bum astae; uva canilla: sedum,
bacho (C. C. Sm ith); O udin], utilitario [Acad. aizous; u. de raposa, es ierva mora». En Buenos
S. X IX ]; utilizar [fin S. X V II, Aut.], utilizable, Aires se emplea vulgarmente una uva para expre­
utilización (usual, aunque falta en Acad.); inútil 30 sar una ganga o algo m uy divertido; hay otros
[h. 1575, A. de Morales, Aut.]; inutilidad; inuti­ usos figurados.
lizar. D e r i v . Uvada. Uval. Uvate [S. X V II, Aut.].
Inusitado [1499, Comend. Griego, Aut.], cuyo Úvea. Uvero [Aut. ] ; uveral. Uvilla; uvillo. Úvula
opuesto usitado [Aut.] da como ant. la Acad.: [Acad. 1884, no 1843], del b. lat. üvüla id. (para
tom ado de üsítare ’emplear con frecuencia’. 35 representantes populares en oc. e it., vid. Ant.
C p t. Usucapión [med. S. X V I, Aut.] y usucapir Thom as, Essais, 327); uvular, usual en fonética,
[Aut.], de usucapió, usucapiré id., formados con aunque falta en Acad.
capere ’coger’. Usufructo [ususfruto, APal., 538d], C p t . Uvaduz, propiam ente ’uva dulce’ (RFE
tom ado de üsus fructus, propiam ente ’uso y dis­ X X V I, 500). Uvayema.
frute’; usufructuar [Aut.]; usufructuario [princ. 40
S. X V II, Ribadeneira, A ut.], de usufructuarius id. U V E, nom bre de la letra v: de la combinación
Usurpar [Corbacho (C. C. Sm ith); APal., 3d, 36b, u ve, propiamente ’u que tiene el oficio de v ’,
501b, 538d], tomado de usurpare id., contracción en memoria del tiempo en que se empleaba aque­
de un compuesto con rapére ’arrebatar’; usurpa­ lla letra con el oficio de ésta. 1.a doc.: 1605, La
ción; usurpador [Corbacho (C. C. Smith]. 45 Pícara Justina.
1 De usurero o de su variante antigua osurero, «Con tres uves, dezía u n tío mío, mesonero de
por disimilación, procederán el vasco vizc. ar­ Arévalo, que se enriquecían los mesones, y eran
caico ontzoeri ’logrero’ (R efr. y Sent. 89, 244) las velas, varato y varajass (ed. Puyol I, 103).
y la forma romance onzonero (que según Urquijo Aunque olvidada por la Acad., esta denominación
se emplea en Asturias y que usa Azkue en la 50 es la más usual en M adrid y en muchas partes
definición de ontzoeri en su Supl.). Por lo demás de España, dentro de la zona de lengua castella­
intervendría el influjo del veo. ontzi ’receptáculo, n a 1; no se conoce en la Arg., ni generalmente
vaso’ (aludiendo a la jarra donde el avaro alma­ en América, si estoy bien informado. Sin embar­
cena sus onzas).— 3 Es raro en buenos escritores. go, merecería que se generalizase para desterrar
Sin embargo, leo «la palabra... es el útil literario» 55 la denominación ambigua ve, las ridiculas ve corta
en Alfonso Reyes, L a Nación de B. A., 27-V II- y ve baja y la infundada ve labiodental, que p ri­
1941. van en las repúblicas americanas y en alguna
parte de España.
Ustaga, V. asta Usté, V. oxte Usted, V. 1 En catalán y en portugués, como en los de­
vos Ustible, ustión, ustorio, V. urente «0 más romances, se dice ve, y no hay ambigüedad
en estos idiomas que la distinguen fónicamente ambas explicaciones son inseguras; como óstium
de la b. procede de u n más antiguo dustiom, acaso po­
dría tratarse de una diferente reducción del dip­
Úvea, uveral, uvero, V. uva Uviar, V. vía tongo arcaico, pero habiendo un caso paralelo en
y asubiar Uvilla, uvillo, V. uva Uvio, V. 5 b í s t i a por b e s t i a (vid. B IC H O ) es más proba­
yugo Üvula, V. uva Uxo, V. uzo ble que se trate de una metafonía tem prana del
latín vulgar, como admite Rohlfs (ZRPh. X L I,
U X O R IC ID A , compuesto culto del lat. üxor, 354-5).
-dris, ’esposa’, y caedére ’m atar’ 1.a doc.: Acad. D e r iv . Ucera ant. (Berceo, Santo D om., 709a:
1925, no 1884. 10 ucera parece significar ’entrada de una cueva’,
En el período arcaico se empleó uxor con ca­ más que ’cueva’, como admite G dD D 4721, dedu­
rácter hereditario [ = u¡ór], y así aparece en Ber- ciendo de ahí el nombre de lugar Ucero de Soria,
ceo, Sacrif., 44; D uelo, 175. por nacer este río en una cueva), hay equivalente
C p t. Uxoricidio. uxera ast., ucheira en gall. 'jamba que sostiene el
15 dintel de una ventana' (J . L. Pensado, Acta Sal-
Uyanza, uyar, V. vía Uz, V. urce mant. n." 51, p. 53). Alto Aller uxera «portilla de
finca con quicio» (Rdz. Cast., pp. 106, 277). Orzuelo
U Z O , ant., ’puerta’, del lat. vg. Ü S T ÍU M , lat. «instrumento que tienen los cazadores para coger
el. Ó ST IU M id. 1.a doc.: uscio, doc. leonés de 1092 vivas las perdices, que es a modo de una ratonera
(«levetis vestras portas et vestros uscios» M . P., 2o de agua, con su trampilla movible, y en poniéndose
Oríg. % 57.1). encima la perdiz, resbala y cae dentro, y vuelve
M . P., Cid, p. 888, cita ejs. de uzo 1179, 1190, la trampilla a quedar cerrada impidiendo pueda
1202, 1228; otro de upo en doc. burgalés de 1211 salirse» [1640, Mz. de Espinar, Aut.], «un géne­
(Oelschl.). T am bién está en el Cid («vio puertas ro de cepo para prender las fieras por los pies»
abiertas e ugos sin carinados», v. 3), en Sta. Ai. 25 [Aut.']: lo mismo designan el port. ichó y el
Egipc. («ell abat a todos pesa, / después les abre aran, ixo, que vienen evidentemente de * u stio -
el uzo de la eglesia», v. 843) y J. Ruiz («la merca l u m , dimin. de u s t i u m , como la palabra cast.;
de tu Ufo Dios es que te la aduxo», 1490c). D es­ ésta sufrió el influjo del parónimo orzuelo iio r-
pués queda anticuado. El tratam iento STJ[ > ( DEOLUM. Ujier [uxier, h. 1580, Argote, Aut.], del
es el regular en Castilla (la -z- de las formas ci­ 30 fr. huissier id., derivado de huis, introducido
tadas es grafía arcaica im perfecta); en León debe (como observa M ayans, Oríg. de la L . Esp. I,
esperarse uxo, que es lo que significará la grafía 98) de la terminología de la Corte de Borgo-
de 1092, hoy pueblo de Uxo en Asturias (grafía ña por Carlos V : en efecto, A u t. sólo registra
oficial Ujo). Corresponden regularmente a la for­ uxier como nom bre de varios oficios palatinos,
ma cast. el cat. uix ’abertura en una cuba para 35 y como térm ino de justicia es innovación pos­
entrar a limpiarla’, oc. ant. uis, fr. huis, it. uscio terior; para explicar el cambio de -iss- en -x-
’puerta’, etc. (R E W 6117). Como indicó M -L . quizá no sea preciso adm itir el influjo del cat.
(.Z R P h. XXV, 356-8; E inf.3, p. 180), todas las uixer (castizo y ya muy usual en la Edad M e­
formas romances, sin excepción, corresponden a dia) o del it. uscio, comp. la forma usier, prefe­
una base Ü S T ÍU M , que efectivamente se encuentra 40 rida por Covarr. Ostiario es duplicado latino de
documentada desde el S. IV (Ernout-M . y Walde- ujier.
H ., s. v. ostiurrí). M -L . tomó en cuenta la posi­ C p t . A L T O Z A N O . Análogo a este es el deri­
bilidad de que esta variante se explicara por una vado gall. ant. huscháo 'portezuela o ventana (que
apofonía indoeuropea o por una reducción de fo­ da a una era)’ que señala J. L. Pensado, op. cit..
nética sintáctica latina en la combinación in üs- 4S pp. 51-3, quizá extraído secundariamente de a n t i -
tium (tal como sed jrüde = sed fraude), pero o s ti- a n u m > altozano.
V
VACA, del lat. v a c c a i d . 1.a doc.: baca, 931 de la carne de vaca, correspondiente a la es­
(Oleschl.). palda, y empleada para el puchero’ arg. (decreto
Escrito con v o b está en otros docs. de los publ. en el diario L os Andes, 25-X I-1941); ser
SS. X -X II, en literatura desde el Cid, el Poema lo m esm u qu’un vaqueru ’hablar a voces’ ast. (V).
de A lf. X I (95), y es de uso general en todas las 5
épocas y com ún a todos los romances. H ay m u­ Vacación, V. vagar Vacada, V. vaca Va­
chos usos figurados; ’cada una de las hojas de cado, V. vagar Vacalloria, V. vaca Vacan­
acebo con que juegan los muchachos empareján­ cia, vacante, vacar, V. vagar Vacarí, V. barba­
dolas a modo de yuntas’ ast. (V ); en vaca arg. cana Vacatura, V. vagar Vaccinieo, V. ja­
’en sociedad’ (Ai. Fierro II, 4148), etc. lo cinto Vaciadero, vaciadizo, vaciado, vaciador,
D e r i v . Vacada [Quevedo, Aut.]. Vaco ’buey’, váciamiento, vaciante, vaciar, vaciedad, vaciero, V.
jocoso [Acad. 1925, no 1884]. Vacaje arg. ’m u­ vagar
chedum bre de vacas’ (Guiraldes, D . S. Sombra,
ed. Espasa, 182; E. W ernicke, L a Prensa, 4-V III- V ACILAR, tom ado del lat. vacttlare ’menearse
1940). Vacuno adj. [1224, M . P., D . L . 30.10; 15 de u n lado a otro, bambolearse, oscilar’. 1.a doc.:
med. S. X IV , Aut.']; m ., arg. ’ganado vacuno’ Diego de Valera (C. C. Smith, BHisp. L X I);
(Guiraldes, o. c., 192); vacuna [Acad. ya 1817], APal. («:nagare... por vacilar de una parte a otra»,
vacunar [id.], vacunación [id.], vacunador. Va­ 295b).
quear. Vaquero [J. R u iz; «bubulcus» N ebr.]1; Ejs. desde fin S. X V I en A u t.; está en Oudin,
vaquería; vaquerizo [J. R uiz]; vaqueriza ’corral 20 pero no en Covarr. H oy es de uso com ún entre
de vacas’ [vaccariza, 972, Oelschl.]; ’pastora de gente educada.
vacas’ ant. [J. Ruiz]. Vaqueta [Covarr.]. Vaquilla D e r iv . Vacilación [O u d in ; Aut.]. Vacilante
[APal., 49d]; vaquillona arg., chil. ’vaca joven’ ; [Aldana, t 1578 (C. C. Sm ith); O udin; Aut.].
vaquilloncita (R. J. Payró, Pago Chico, ed. Losa­
da, p. 43). Avocado. Envacar. 25 Vacío, V. vagar Vaco, V. vaca y vagar
C p t. Vacalloria ast. (occid.: vacallouria) ’ciervo Vacuidad, V. vagar Vacuna, vacunación, vacu­
volante’ (V), comp. L O R O ; quizá metátesis de nador, vacunar, vacuno, V. vaca Vacuo, V. va­
esta palabra varalloca ’cierto crustáceo’ ast. (V), gar Vade, V. ir Vadeable, vadeador, vadear,
gall. vaca-loura (Sarm. CaG. 9 Ir, A 2 lr; Valí.), V. vado Vademécum, V. ir
q u e quizá haya q u e combinar con el port. besouro 3®
y e l célt. b e k o - ’abeja’, ’abejorro’, V. A B E JA , y VADO, del lat. v a d u m id. 1.a doc.; 967, Oelschl.
c f . DECat. a propósito d e abegot (artículo ABE- Está ya en el C id y es de uso general en todas
L L A ). las ¿pocas y heredado p o r todos los romances (con­
1 Acs. secundarias: ’estribo de madera y hierro, tam inado por el germánico en it., fr., oc. y cat.).
a veces recubierto de cuero, que cubre todo el 35 L a ac. figurada ’expediente, m edio para salir del
pie’ [Calderón, La Vida es Sueño I I I , xiii, ed. paso’ hubo de existir ya en 1460, pues del cast
Losada, p. 79]; ’prenda de las mantillas que tomó vado en este sentido Jaum e Roig (v. 2880);
cubre el faldar de la cintura para arriba’ se em ­ port. vau, gall. vao (Lugrís, Gram. 120, 180); cat.
pleará en Aragón, pues de ahí hubo de tomarlo gual, antes guau (como oc. ga, fr. gué, por influjo
el cat. del Pallars, pero vid. B A Q U E R O ; ’pieza «0 del germ. wat).

L
D e r i v . Vadear [APal., 5146; N eb r.]; no tiene lila, Rivad. L I, 57; Gr. Conq. de Ultr., 537;
relación con bandear ’cruzar, atravesar’ (V. B A N ­ J. Ruiz; Sem T ob, 58, 172; Cuervo, Disq. 1950,
D A ); vadeable; vadeador. Vadera Cast. la V. [/4ut.]. 437, 492; variante vagoroso en J. Ruiz y en F.
Vadillo dimin. [-iello, 972, Oelschl.]. Vadoso [h. Manuel de Meló, M. P., Antol. de Pros., p. 329;
1435, J. de M ena; «de muchos vados» N ebr.]. 5 también gall. ant. vagaroso, pero en el sentido de
Avadar, poco frecuente. 'lento’, frecuente en las C tg s.: «d’ir alá mui co-
C p t . Gall. a vau (Valí.) o a bao ( D A cG ., Lugrís) rrendo non vos foron vagarosos» 159.28, etc.],
'a porrillo, copiosamente’ : «aldraxes a bao» C a s - después, bajo el influjo de vagar ’vagabundear’,
telao 238.16. El punto de partida de esta ac. puede toma el sentido de ’vagabundo, que anda errante’
encontrarse en las acs. portuguesas ’bajío, placer’, 10 [1561], que A ut. califica de poético, pero que en
’escollo, recife', pues es sabido que los placeres o prosa aparece repetidam ente en autores portugue­
bajíos son el lugar donde hay más pesca. ses (Héctor P into; Meló, l. c.); vagarosidad. Va­
go ’vacío’ ant. [«cosas vagas: el río en que no ha y
Vaje, vafo, vajoso, V. vaho Vaga, V. bogar agua» Calila, Rivad. L I, 64, 13]: del lat. v a c Üu s
y vaguada Vagabundear, vagabundeo, vagabun­ 15 id., lat. vg. * v a c u s , sólo conservado por lo demás
do, vagamundo, vagancia, V. vago Vagante, V. en algún dialecto it. (R E W 9115) y en el oc. ant.
vago y vagar Vagañete, V. vago vac ’ocioso’ y cat. ant. vac, vaga, ’vacío, vacante’
(ra ro : Vidas de Santos Rosellonesas, f°27r°2);
VAGAR, ’t e n e r t i e m p o ’, ’e s t a r o c i o s o ’, d e l l a t . modernam ente se ha conservado en cast. en la
vacare ’e s t a r v a c í o ’, ’e s t a r l i b r e ’, ’e s t a r o c i o s o ’. 20 locución en vago ’sin firmeza, sin consistencia’
1.a doc.: Cid. [1561, Aut.], ’en vano’ («eché mano a mis vestidos
Con función verbal sólo puedo señalarle ejs. y fué en vago, porque el traidor me los había
algo tard ío s: «vagar: estar ocioso» N e b r.; «quan- hurtado» 1631, J. de Luna, Lazarillo, Rivad. III,
do le vagaba de sus ocupaciones públicas» en 113), golpe en vago ’que no da en nada’ [A ut.];
1499, Comend. G riego, cita de A ut., donde se 25 duplicado culto: vacuo [sust. h. 1449, A. Torre
aduce otro de 1530 o 1562. En ciertos matices es (C. C. Smith, BHisp. L X I); A ut., como tecnicismo
difícil asegurar si estamos ante v a c a r e o v a g a r i , filosófico], y el semiculto vaco [oficio vaco Vz. de
como en el pasaje del G. de Alfarache «andábame Guevara, R ey en su Imag., v. 964; plaza vaca,
vagando a la flor del berro por las calles de Ro­ Tirso, Vergonzoso II , 213]; vacuidad; evacuar
ma», que A ut. define «andar ocioso, sin oficio ni 30 [1555, Laguna, Aut.], de evacuare id .; evacuación;
beneficio». Que el verbo vagar fué palabra anti­ evacuador.
quísim a en cast. lo prueba el sustantivo vagar Vacío [-z-, Cid; con sonora en N ebr. y gene­
’holgura’, ’sosiego’, ’ocio, tiempo libre’, muy usual ralmente en la E. Media, como todavía en Cá-
en toda la Edad M edia desde el C id y Berceo ceres y en ju d esp .: Espinosa, Are. Dial., 63]2, del
(Apol., 29; Calila, Rivad. L I, 13; Gr. Conq. de 35 lat. vg. v a c i v u s id. (Plauto, T erencio); vaciedad;
Ultr., 433; J. Ruiz, etc.), que todavía empleaban vaciero; vaciar [h. 1300, G r. Conq. de Ultr., 145,
los clásicos en ciertas combinaciones fraseológi­ ’evacuar, abandonar’; ’echar el contenido de una
cas como andar de vagar (G . de Alfarache), no vasija’ Yúguf, 18b; ’arrojar (una persona al río)’
tengo tanto vagar o esse vagar, o el refrán a gran id. 58b; ’dejar vacío’ Celestina V I, Cl. C. I, 203.
prissa, gran vagar, citados por A ut. Especialmente 40 20; APal., 19d, 66b, I44d. etc.; «vacuo» N ebr.];
se empleó en la Edad Media la locución adverbial claro que la forma local de Burgos y Santander
de vagar [Berceo; J. Ruiz, etc.], después conser­ varciar por vaciar, que estropea el vulgo por in­
vada solamente en portugués. V a c a r e en el sentido flujo de verter, no supone un lat. *VERTIARE (así
de ’estar ocioso, tener tiempo’, por lo demás, se G dD D 7121a); vaciadero; vaciadizo; vaciado; va­
ha conservado solamente en port., cat., calabrés 45 ciador; vaciamiento [J. M anuel, Rivad. L I, 328];
y gascón (en el F E W I, 204, se citan errónea­ vaciante ’reflujo de la marea’ cub. (Ca., 198) y en
mente G ers, Aire bagá «n’avoir rien á faire» y otras partes.
bearn. desbagá-s «se reposer, se m ettre á l’aise» Vacación [v. del oficio por muerte N eb r.]; va­
en el artículo * b a g a ; correctam ente B hZR P h. cante; vacado ant. ’vacante’ [h. 1300, Gr. Conq.
L X X X V , p. 44). Gall. vougar: «Que cando sót 50 de Ultr.; Conde L uc., ed. K nust, 48.18]; vacan­
o teu són / a hora da tarde vouga; / cando tocas cia y antes vacanza; vacatura. Supervacáneo. V.
a oración, / apártase o corazón. / o pensamento además V A G U A D A , V A H ID O y G A B A R R O .
n(o) acouga», e j. de Pondal en A Campana d ’A n- Derivados gallegos: a vagar, port. devagar ’des­
llons, p. 18 en D AcG . s. v. acougar; e s t e dicc. pacio’; además abagar tomó el sentido de «hacer
no registra una grafía bougar1. 55 bien y perfectamente la digestión» (D A cG .) y
El duplicado culto vacar se lee ya en doc. de luego ’digerir’, convirtiéndose así en un verbo;
1229 (M. P., D . L . 88.31) y en el Ordenamiento paralelamente parece que repousar empleado tran ­
Real de med. S. X IV (Aut.). sitivamente se aplica especialmente a ’descansar
D e r i v . Vagante ant. ’vacante’. Vagaroso ’des­ después de comer’ y tiende a tomar también el
ocupado, descuidado, perezoso’ ant. [Berceo; Ca­ 60 sentido de ’recostarse para digerir bien’ (no en
los dices.): «hoxe é festa... podo repousar o al- D e r i v . Vagar [Santillana (C. C. Smith, BHisp.
morzo na cama» (Castelao 143.2). Gall. vagaxeiro L X I); «andar vagando» N ebr.; ejs. del S. X V II
’perezoso, pelmazo’; vagaxear, vagaxeria (Sarm. en Aut.], tomado del lat. v a g a r i id.; no debe con­
CaG. 11 Or), acaso partiendo del fr. bagage ’equi­ fundirse con V A G A R ’estar desocupado’, de otro
paje’ con metacedeusis. 5 origen; vagante; vagancia [Acad. ya 1817], in­
1 Pero si bouga f. «susurro, rum or público, V. fluido en su sentido por vago ’hombre sin oficio’
sonada», F ig .: «bouga adj. T. da Bairrada, adoi- (V. abajo); vaguear [S. X V II, Aut.], vagueante,
dado, maluco»; Irm . F a.\ vougo ’vacío, vacuo’; vagueación; vaguedad [Calderón, Aut.]. Vagabun­
Eladio R d z .: vougo ’vacío’, ’solitario, desampa­ do [Cortes de 1387; N ebr.; Biblia de Ferrara,
rado’, ’desierto, yermo, inculto’, Crespo Pozo s. 10 M ariana, Fr. L. de León, Fr. L. de G ranada y
v. desierto, vougo en Saco Arce. Abougar «per­ otros autores del S. X V I; preferido por la Acad.
der o tino, alucinar-se» Irm . Fa., pero esto es ya desde 1832], tomado del lat. vagabündus id.;
alteración de aboubarse ’atronarse en la cabeza’ comúnmente alterado por etimología popular en
(Sobreira), aboubado ’el que tiene la cabeza ató­ vagamundo [S. X V; Quijote; Novelas Ejempla­
nita, dolorida...’, etc. (Sobreira), evidentemente 15 res; L ope; T irso; Quevedo; C ovarr.; A ut.]',
= abobado; nada más en Fig. (v-, av-) ni D AcG vid. Cuervo, R H IX , 14n., Disq. 1950, 345-7;
(ab-, av-), Valí, no tiene vougar, sólo bouba vagamundear [Aut.] o vagabundear [Acad. 1884];
’mentira jocosa’, Lugrís y Carré vougo ’vacío, vagabundeo. Sacado de vagamundo, por influjo
sin gente’, bouga ’fama, rum or’ y Carré añade del adj. vago y de la locución en vago, es el mo­
'mala opinión de alguno extendida entre la gente’ 20 derno vago ’hombre sin oficio ni beneficio’ [Acad.
[ < mentira, propiamente cast. boba],— 2 Para ya 1817]; vagañete cañar, ’vago, tunante’ (B R AE
vacía ’no preñada’, invent. arag. de 1379, B R A E V II, 341). Gall. vagariñar ’vagabundear': «- j mui-
II, 711, comp. cat. baciva id., que supone un to tempo polas rúas emponzoñadas» Castelao 53.13.
* v a c c iv a contaminado por v a c c a . Por influjo Divagar [como poco usado,, Acad. ya 1817], tom a­
del presente del verbo vaciar, aparece pronun­ 25 do del lat. tardío divagari; divagación. Evagación,
ciado vázio en el C id y en Fn. G onz., 5406 raro. Provagar, raro. Extravagante [h. 1600, M a­
(A S N S L CXIV, 255). El presente del verbo se riana, A u t.; Gracián, Oráculo, en O. C., ed. A. del
acentúa vacia comúnmente en los clásicos (B R A E Hoyo, M. 1967, p. 198], tomado del part. activo del
V, 384-6; comp. vaziar bisílabo en G . de Se- b. lat. extravagari; extravagancia [S. X V II, Aut.].
govia, p. 62), acentuación hoy conservada en Al­ 30 C p t . Port. y gall. vaga-lume ’luciérnaga’ : «moi-
bacete (R F E X X V II, 241), en algunas otras par­ tedume de luciñas e vagalumes» Castelao 301.4.
tes y, según me informan, en C hile; pero vacía 1 M uy corriente hasta el S. X IX aun en auto­
está hoy más extendido en el uso común espa­ res cultos, hoy pierde terreno esta forma entre
ñol, argentino, etc. E n vacío ’en vano’ N ebr., la gente educada, aunque algunos todavía la em­
s. v. vano. 35 plean, y desde luego es general en el ambiente
popular; vid. B D H A I, 164-5. L a forma cat.
Vagar ’errar’, V. vago Vagarosidad, vagaroso, vagamund es reciente y debida r>. influjo cast.;
V. vagar el ej. medieval que cita Cuervo pertenece a un
texto mal publicado y sin valor alguno.
V A G ID O , tomado del lat. vagitus, -üs, id., de­ 40
rivado de vagire ’lanzar un vagido’, ’gritar’. 1.a Vago ’vahido’, V. vahído
doc.: 1691, Mz. de la Parra (Aut.).
H oy es usual, pero sólo en el idioma escrito VAGÓN, tomado del ingl. waggon ’carro’, por
o literario. APal. (537b) y O udin registran el ver­ conducto del fr. wagón. 1.a doc.: Acad. 1884, no
bo vagir, por lo demás desusado. 45 1843.
En francés se documenta desde 1780 en el sen­
Vagina, vaginal, vaginitis, V. vaina Vagir, V. tido de ’vagoneta para el trasporte de carbón’,
vagido desde 1832 en el de ’vagón de tren’.
D e r i v . Vagoneta [Acad. 1884, no 1843],
VAGO, ’errante’, ’indefinido, indeterm inado’, 50 C p t . Vaguemaestre [uvag-, 1728, A u t., grafía
tomado del lat. vagus ’vagabundo’, ’inconstante’, que imita la ai-], tomado del alem. tuagenmeister,
’indefinido’. 1.a doc.: APal. («debacchatur, por compuesto de wagen ’carro’ (hermano del ingl.
anda vago» 104d, «palantes: gozantes, esparzidos, waggon) y meister ’maestro’.
vagos, sin orden cierto discurrientes» 3356).
T am bién en N e b r.: «vaga cosa: vagus», y no 55 VAGUADA, origen in cierto: parece haber sig­
es raro en los clásicos, en su primera a c .; en la nificado inicialmente ’hondonada’ y ser alteración
de ’indefinido, indeterm inado’ está tam bién en de u n *vacuada, derivado semiculto de vacuo ’va­
Garcilaso (C. C. Smith, BHisp. L X I), en Calderón cío, hueco’. 1.a doc.: Acad. ya 1869, no 1843.
y otros autores del S. X V II (Aut.). Pero siempre E n dicha ed .: «el camino por donde va el agua,
ha sido voz literaria. Para vago sust. V. abajo. «0 la línea fundam ental que marca el curso del agua
en los río s: vale lo mismo que talweg, voz ale­ por medio», aunque habrá quedado incompleto
mana que m odernamente emplean algunos físicos por distracción del copista que quizá se deba su­
y geólogos». M ás claramente en eds. más recien­ plir así.
tes : «linea que marca la parte más honda de un
valle, y es el camino por donde van las aguas 5 Vagueación, vagueante, vaguear, vaguedad, V.
de las corrientes naturales». Se ve claro que este vago Váguedo, V. vahído Vaguemaestre, V.
sentido técnico se ha atribuido al vocablo por vagón Vagüera, V. vaguada Váguido, V.
purismo, como medio de evitar la expresión ex­ vahído Vahaje, vahar, vaharada, vaharera, vaha­
tranjera talweg. Pero debió de tener el sentido rina, vahear, V. vaho
de ’hondonada’ a juzgar por el pasaje que Pagés 10
cita de A. M uñoz: «los sitios más frecuentemente V A H ID O , fué váguido hasta el S. X V III, en
castigados por el paludismo son los correspon­ portugués vágado o váguedo, probablemente de­
dientes a las vaguadas y sitios más bajos de M a­ rivado de vago ’vacío’ (lat. v a c u u s ) , con un sufijo
drid». Recientemente el vocablo fué prohijado por átono. 1.a doc.: APal. (tscotom ia se dize de occi­
el tecnicismo militar, con el sentido de ’cañada, 15 dente que induze a desora teniebras a los ojos
vallejo’, y alcanzó gran uso entre la oficialidad por váguido de la cab e ra ; assí que scotomatici
de la últim a guerra civil. Desde ésta se propagó son los que padecen váguido o que sus ojos van
a los soldados, que luego lo han ¡tipleado en la escureciendo», 440d).
vida civil. Pero esto es novedad artificial y re­ Esta acentuación está probada inequívocamente
ciente. 20 por los pasajes siguientes, citados por Cuervo (A p .
E n Cespedosa se emplea un derivado diferen­ § 113e) y Rdz. M arín (Quijote, ed. 1928, III,
te bagüera «hondonada por donde van las aguas 179): «en su Concepción atónita / cayó a sus
de lluvia» (R F E XV, 259); Lam ano: vagüera ’re­ plantas de un váguido» Cáncer (1651), «me con­
gatera’, bahuera «esgueva [’alcantarilla, cloaca’]; denó, fiero árbitro, / a la pena melancólica /
cauce abierto entre dos pendientes suaves»; el 25 de no ver al Sol hispánico, / que al alma que­
«salm. bahuar dar salida al agua», que falta en La- mando incógnito, / da a m i ser mortales bágui-
mano, es mera invención de G dD D 2476, quien se dos» M iguel de Barrios (1672); V. allí otros no
refiere al gall. debagoar ’sacar el agua que contiene menos claros. L a acentuación está indicada grá­
(un pozo) abriendo un canal que le dé salida’ (Cuad. ficamente en el dícc. de Percivale (1591): tv á -
list. Gall. X V III, 85), pero éste no pasa de ser 30 guido: tum ing of the braines, swouning», en otros
una pronunciación popular de evacuar. E l citado de los SS. X V II-X V III citados por Cuervo, y
salm. esgueva (al que G dD D llama tam bién bur- lo mismo hace A ut. en los tres ejs. que cita de
galés) no es de creer que tenga relación con esto: autores del S. X VI y princ. del X V II. Dichos
parece ser lo mismo que el nom bre del afluente dicc. no registran más que la forma con -gu- in­
del Pisuerga, que desemboca en la ciudad de Va- 35 tervocálica, que es la que aparece casi constante­
lladolid, procedente del Sur de Burgos. En la Rioja mente en los textos de la época, p. ej. en los
y en Andalucía vaga «hoyo, convexidad (léase conca­ siguientes, en los cuales debe suponerse que se
vidad) de un terren o : forma la ladera una vaga acentuaba tam bién la a 1: «ya m e conocí flaqueza,
donde ponen la majada los pastores» (AV) (comp. ya tenía váguidos de cabeza, y estaba para dar
aran, baga ’parte cóncava de la planta del pie 40 conmigo en el suelo» G. de Alfarache (Cl. C. IV,
humano'). Aunque hay valgada en gall. (no port.) 223.18), «alcanzar alguno a ser eminente en le­
'cañada' (Lugrís, Gram. 181), ’cañada o espacio tras le cuesta tiempo, vigilias, ham bre, desnudez,
entre dos montes' (Valí.) ’id. poco distantes’ (Carré)1, váguidos de cabeza, indigestiones...», «él los lle­
y éste se explicaría quizá por un * v a l l i c a t a , no vará por los aires... pero porque la alteza y su­
ocurre así con los demás y parece claro que todos 45 blimidad del camino no les cause váguidos, se
éstos son derivados de vacuus, mas para explicar la han de cubrir los ojos hasta que el caballo relin­
y es preciso suponer que se partiera de un derivado che» Quijote (I, xxxviii, 200; II, xli, 153; otro
semiculto *vacuada: la -g- se deberá a influjo del II, xxxvii, 144), «hijo M onipodio, yo no estoy
popular vago, -ga, o a una antigua pronunciación para fiestas, porque tengo u n váguido de cabeza
como la del llamado «latín popular leonés»; a 50 dos días ha, que me trae loca» Rinccmete y Cor­
no ser que sea alteración de * vagada con influjo tadillo (Cl. C., p. 1 7 9 ) , también Col. de los Perros,
de agua, lo que parece menos probable. Sin em­ ed. príncipe 254r (Rivadeneira I, 240a), «presto
bargo, no sería inverosímil que resultara de un váguidos te den» M ira de Amescua (RFE XVI,
cruce de aguada con vega, si el sentido primitivo 300), «salir mareado / del mar, y como bajé / con
fué ’lugar aguanoso en el fondo de u n valle’. Hace 55 los ojos la cabeza, / me dió un váguido mortal»
falta más documentación para decidir. Guillén de Castro (ed. Acad. I, 124). Y en los
1 Ya Sarm. CaG. (A v. «no se sube en derechu­ dicc. de la época: «vaguido: storniamento di testa,
ra al monte sino por aquella valgada». Éste, por vertigine» C. de las Casas, «id .: tournem ent de
otra parte, trae allí m ism o: «vaga de tierra es teste, tournoyement, estourdissement, vértigo» Ou-
un lomo de tierra [y otro lomo] con arroyo de «• din, «id.: es un desvanecimiento de cabera, por
estar vacía de buenos espíritus, y ocupada de cier­ -ico tras t en América tropical y en el Siglo de
tos humos que le andan a la redonda» Covarr., Oro), y así no es extraño que en nuestro caso,
«id.: el desvanecimiento o turbación de la cabeza, como en nuégado, se eligiera la variante con -d-,
que pone a riesgo de perder el sentido u de caer» port. vágado; y así como el portugués vacila, al
Aut. Con leves variaciones, éste es el significado 5 menos dialectalmente, entre relámpago, relámpa-
general2. do y relámpedo (Algarbe), tam bién hay en por­
E n cuanto a la forma del vocablo, la varian­ tugués una variante váguedo (C om u, G G r. § 244),
te con pérdida de la -gu- es muy rara en el forma interm edia que fué empleada en castellano
Siglo de O ro: el prim er dicc. que la cita es A ut., por Laguna, Diosc. V I, pref., p. 574: «los libros
acentuando gráficamente váido y rem itiendo a vá­ 10 recién impressos, si se leen antes de se lavar, nos
guido. En tiem po de Quevedo sería forma muy dan vaguedos de cabera y nos debilitan la vista»,
vulgar: es la que trae el ms. utilizado por Cas­ Sorapán de Rieros (1616) y F r. Juan de la Cerda
tro en el pasaje citado de su ed. del Buscón, (1599): «diez días después que concibieron [las
pero una mano corrigió vagios, y una de las eds. preñadas] sienten dolores de cabera, váguedos,
coetáneas im primió váguido; otro ej., evidente­ 15 mala gana de comer, fastidio y vómitos» (citas de
mente acentuado en la a, está en una letrilla ci­ Rdz. M arín, 2500 Voces).
tada por Cuervo, que debe de ser antigua, pues U na etimología más especiosa que sólida es la
la citaron Quevedo, Calderón y M oreto en obras que propuso D iez (W b., 496) al relacionar vá­
suyas: «deja váidos de cabeza, / que am or tray guido con el gót. wagjan ’mover, agitar’, a. alem.
grand pesadumbre». Hasta aquí, pues, sólo pudo 20 ant. ivagida ’vibración, vaivén’ : sin duda el sen­
perderse la -gu-, pero sin alterarse la acentuación tido de estas palabras germánicas no está lejos
inicial; pero el S. X V III, según mostró Amado del de las hispánicas (el gót. raus fram w inda
Alonso, es la época en que en España se vacilaba wagidata traduce el lat. arundinem vento agita-
vulgarmente entre caído y cáido, vizcaíno y viz- tam del Evangelio de S. M ateo X I, 7), y u n sus­
cáino, leído y léido, y entonces se tom ó errónea­ 25 tantivo * w a g í t h a equivalente a esta palabra alto-
mente la acentuación váido por una de estas pro­ alemana bien pudo existir en gótico; lo mismo
nunciaciones vulgares: la gente educada dió en éste que el participio pasivo w a g i t h s ’agitado’,
pronunciar vaído por ultracorrección, y la Acad. en el aspecto semántico, proporcionarían bases pa­
consagró esta alteración fonética ya en su ed. de ra váguido, posibles aunque vagamente. E n el as­
1780 (la h no se introdujo hasta la de 1803). Pero 30 pecto fonético quizá no sea posible negar del todo
váguido se conserva hasta hoy por lo menos en la posibilidad de esta etimología, ya que podría
Nuevo Méjico, Méjico, América Central, Colom­ decirse que si la W - no se cambió en g í f - fué
bia y Santo Domingo (B D H A I, 53, 350; Mala- por disimilación ante la -g- (comp. V A S T A G O ),
ret, Supl.). y que si la - G - interna se conservó intacta en ro­
E n portugués se dice vagado 1 0 mesmo que 35 m ance fué porque el vocablo se rom anizaría en
vertigem : chamase assim porque dando na cabera fecha tardía. Pero todo esto es difícil, y en espe­
representa andar tudo vagando e á roda» Bluteau cial es poco verosímil que la - G 1- pudiera con­
(con cita de la Recopilando de Cirurgia); vulgar­ servarse intacta cuando se pierde incluso en semi-
m ente vádago con metátesis (S. X V III, M onte- cultismos de fecha ciertam ente m uy tardía. So­
carmelo). 40 bre todo esta etimología es innecesaria, y es pre­
L a buena etimología es la que sugiere C o v arr.: ferible atenerse a la otra, más convincente4 Que
vágado y váguido son derivados de vago ’vacío” vágado expresa básicamente la idea de ’vacuidad’
(«bago vahido» parece conservarse en N avarra, Iri- lo prueba en forma concluyente el gallego, donde
barren), lo mismo que desvanecimiento lo es de esta palabra significa todavía «vacío o hueco in ­
vano (’vacío’ en latín); el que sufre un vahido tiene 45 terior, desde las costillas hasta las caderas» (Valí.);
la sensación de no tener nada en la cabeza, de «per­ comp. cat. ant. vaguejar-se ’sentir vahídos’ («tant
derla», como se dice vulgarmente. Y erran segu­ lo ferí sobre • 1 cap, que Guillalmes comen<pá’s a
ram ente Bluteau y M -L . (R B W 9125) al partir vaguejan> Curial, N . Cl. II, 231). L a reducción
de v a g u s o v a g a r e ; este lingüista, por lo demás, de váguido a vaido sería principalm ente fonética,
dudaba del origen, no sabemos si por razones 50 debida a la particular debilidad de las consonan­
semánticas o morfológicas. Pero en este último tes en la terminación de los esdrújulos, pero a
aspecto la etimología no presenta dificultades rea­ ella pudo contribuir el influjo de D E S V A ÍD O ,
les, pues es sabida la importancia de los sufijos palabra de sentido afín.
átonos Higo, ‘■ego, -igo en castellano y portugués, Comp. B A G U IO .
mientras que otras veces aparece en estos mismos 55 1 U na acentuación vaguido no parece haber
sufijos una variante con -d-: lobado, nuégado, existido nunca, aunque la admita la Acad.— 2 En
amiésgado, búsqueda, cómpreda, mándida, vid. M. el Buscón es especialmente el desmayo causado
P., Festgabe Mussafia, 397-8. U na especie de di­ por el h am b re: «qué haría él para persuadir a
similación preventiva es la que muchas veces re­ las tripas que habían comido, porque no lo que­
gula la elección de estas diversas variantes (comp. 60 rían creer; andaban váguidos de cabeza por
aquella casa, como en otras ahitos» (Cl. C., p. rural» (R. Piñeiro, Grial 1973, 392), avafar «echar
42, donde ahilo es sustantivo para ’indigestión’, el aliento por la boca para causar perjuicio con
como prueba la nota).— 3 Vago es todavía ’cam­ su mal olor, acerca de lo cual no faltan preocupa­
po o solar vacío’ en Aragón, N avarra, el Bierzo ciones» (Valí.). Desvahar. Desbaforadu ’sin aliento’
y otras muchas partes; estar vago por ’desocu­ 5 judesp., báforis ’calentura’ (R F E X V II, 133). Va-
pado’ en M érida (Zamora V.), etc.— * A un m e­ foso 'vaporoso’ [b-, 1518, DHist.] ant.
nos podemos pensar en relacionar vahído con el Con otro sentido. Bafa ’baladronada, em buste’
lat. v a g í t u s ’vagido’, a lo cual se opondría fo­ ant. (Alex.: D H ist.); bafar ’baladronear’ [Alex-J;
néticamente la forma antigua y portuguesa, y no bufonear id. arag. (Aut.); bafanero ’baladrón’ arag.
convendría en el aspecto semántico. Quizá piensa 10 (Aut.), vahanero m ure, ’ocioso, trujam án, picaro’
en esta etimología Gomes Fadrinho al traducir (Aut.); ast. bafaneru ’pequeña red colocada al ex­
vágado por «o suspiro de quem está aflito ou trem o de u n palo que se emplea en la pesca de
inquieto» en su vocabulario de Évora (R L X X X I, la esguila’ (V ); bafanería ’baladronada’ arag.
123). Si existe tal ac., es muy rara aun en por­ (Aut.); comp. cat. ant. esbafar-se ’desanimarse’
tugués, y desde luego secundaria. 13 (Ag.).
Bahorrina ’conjunto de gente soez y ruin’ [Que­
VAHO, p r i m i t i v a m e n t e bajo, q u e e s l a f o r m a vedo], comp. arriba bafear, bafea, embajiarse, etc.;
c o n s e r v a d a e n a s tu r ia n o , ju d e o e s p a ñ o l y p o r tu g u é s , bahúno ’soez y ruin’ [h. 1610, en el Quijote
y e n e l c a t . baf: d e l a o n o m a t o p e y a b a f , q u e e x ­ de Avellaneda], que muchos escriben bajuno, pe­
p r e s a e l s o p l o o a l i e n t o d e l v a p o r . 1.a doc.: baf o, 20 ro que no tiene relación con bajo.
h. 1290, 1.a Crón. Gral. La forma correspondiente en gallego es xente
V. los ejs. de bafo en textos de los SS. X III- bafúa 'gente soez, baja, la canalla’ (D AcG), ’gente
XV en el D H ist.; N ebr. da ya la forma con -h-, pobre, miserable, ruin, de quien poco se puede
pero escribe correctam ente con b-: xbaho: vapor, esperar’ (Valí., s. v. vafúa), que Pondal aplicó tam ­
halitus». Tam bién escriben con b- Covarr., O udin 25 bién a un abstracto («as mofas bafúas, os odios
y demás diccionarios clásicos. L a grafía vaho, ya minguados»). Parece que ya lo empleó h. 1285 el
citada como variante en O udin, e impuesta por clérigo gallego Airas N unes, en una violenta dia­
la Acad. desde A ut., se debe a que se le rela­ triba contra su merino y el obispo de Tuy, pues
cionó erróneamente con el lat. vapor. Con b- y es muy plausible la interpretación de R. Lapa,
con -/- se pronuncia todavía en judesp. bafu 30 CEsc. 71.12 (cf. p. 632): al merino Churruchón
(Bosnia, R F E X V II, 133), dialecto que distingue le acusa de haber entregado su propia señora (dona)
fónicamente la v de la b. Tam bién cat. baf, ast. a «sergentes, ca non a gente bafua», rimando con
vaftt (R), y gall.-port. bafo, que ya está en las falcatrúa, súa, múa, etc. (lección algo alterada en
Ctgs. («o bafo que lie saía da boca, 159.21), en ambos mss., que traen befua, etc.). De todos modos
M irSgo. 126.10 (trad. lat. flatus) y en la Gral. Est. 35 no hay que pensar en ningún provenzalismo como
Salí, («asy como o bafo se vay agina et se esparge hace R. Lapa (al fin y ai cabo nada semejante al
por lo ayre et no paresge, asy faleceu agina Abel» fr. mod. bafouer ’escarnecer, abofetear’ existe en
10.,X y otros pasajes) y sigue bien usual en ese oc. ant. ni el sentido tampoco convendría). Sobre
mismo sentido'. La onomatopeya b a h está en re ­ todo en el femenino bafúa no es extraño que la
lación de apofonía vocálica con h u í (vid. B U F A R , 40 nasalidad de la u haya desaparecido en todas partes
BOFE y BUHO)-, vid. R E W 878, comp. B A L - (cf. lúa l ü n a ) , y que el vocablo ya rime con -úa
H U R R IA y B R A V E R A . no nasal h. 1285; es verdad que el D A cG tam ­
D eriv. Vahaje. Vaharada [Quevedo, Buscón, Cl. bién registra un masculino bafú ’(hombre) des­
C., p. 282], Vaharera [Aut.]. Vaharina [Aut., co­ preciable" (y ’gafo, leproso’ [?]), pero siendo esto
mo vulgar]. Vahear [ib., echar de sí baho: hallo, 45 mucho más raro que el femenino xente bafúa pue­
axallo» Nebr.], bajear extrem. ’despedir la carne de ser analógico y secundario; además de que eso
o pescado que empieza a corromperse el olor es fonética normal en buena parte de Galicia, cf.
propio al estado de descomposición’ (B R A E II I, otros casos de - ü n u > ú, como bravú ’olor a bra­
660), ’despedir mal olor’ cub., portorriq., venez., vio, que despiden el zorro y ciertos peces al salir
’atraer la serpiente a u n pájaro con la m irada’ 50 del m ar’, D A cG , según el cual hay variantes gente
cub., ’convencer a alguno para que acceda a al­ cafúa en el Salnés, gente mafúa en Pilongo, evi­
gún propósito’ cub. (Ca., 120); bafear ant. ’m an­ dentemente debidas a cruces.
char con el aliento o la traspiración’ [S. X IV : 1 «A cibdade záfase do sol en bafos quentes de
D H ist.], bafea ’inm undicia que se expele’ [1663, boca reseca : trunfan os refrescos» Castelao 150.16.
D H ist.]; embajiarse ’corromperse’ extrem. (B R AE 55
IV, 84); más raro es vahar o avahar [tabahar, Vaída (bóveda ~»), V. desvaído
retener el baho: vaporo» Nebr.]. Gall. abajar ’abo­
chornar, abrum ar’ : abajado de vergonza, medo VAINA, antiguamente vaina, del lat. v a g i n a id.
abofante, Castelao 28.23, 194.20, «unha lingua aba- 1.a doc.: 1155, Fuero de Avilés.
jada, desprestixiada, reducida aos usos da vida 60 Se pronunció vaina o más bien baína hasta
muy tard e: «el callar es tardada, / el fablar es Aut.], propiamente im perativo latino de valere ’es­
ayna; / el fablar es espada, / el callar, su tar sano’. Vale (documento) [fin S. X V II, Aut.].
bayna» Sem T ob, 597; rima análoga encontramos Valedero [med. S. X IV , A ut.; -duero 1237, M .
en el Cattc. de Baena, p. 458, y G . de Segovia P., D . L . 91.7]. Valedor [Apol., 292b]. Valedura
(1475, p. 63) y N ebr. (en su Gram. de 1492) dan 5 cub. Valencia [Acad. 1936; ant. «valentía» N ebr.];
todavía vaina como trisílabo (comp. Cuervo, Disq. valenza.
1950, 285, 372). M ás difícil es precisar cuándo Valeriana [1555, Laguna, Autoridades; Lope,
se generalizó la pronunciación vaina, pero desde Jerus. Conq. X V II, v. 299], probablemente deri­
luego Góngora ya lo hace rim ar con zaina (ed. vado (común a las varias lenguas modernas) de
Foulché II, 128) y lo cuenta como bisílabo en 10 Valeria, provincia de la Panonia rom ana (comp.
otros varios pasajes; A ut. acentúa gráficamente M igliorini, A G I X X X II, 118ss.; y Prontuario, s.
en la a. El traslado de acento es paralelo al su­ v.), pero el nom bre propio Valerius, Valeria, a su
frido por reina, y es anticipación del hoy vulgar vez deriva del lat. valere; valerianáceo; valeriánico,
y americano en país, maíz, bilbaíno, Laínez, etc. valerianato.
L a b- de la grafía antigua (de la cual discrepa 15 Valeroso [«del carbonclo... hay muchos linajes
N ebr.)1 es com ún con el port. bainha y el cat. pero el más v. con m uy grand dificultad se fa­
béina o boina (comp. oc. gaina, fr. gaíne, it. guai­ lla» A. de Palencia, 234d; ’esforzado, valiente’,
na, cuya g- no está bien explicada)“. El duplicado 1575, A. de M orales, Aut.], parece ser disimila­
culto vagina aparece ya en Acad. 1817. ción de *valoroso, derivado de valor (comp. it
D eriv . Vainazas. Vcañero. Vainica [Q uevedo; 20 valoroso), mas tam bién puede ser derivado del
A u t.] ; vainiquera. Vainilla ’vaina pequeña de le­ sustantivado valer, comp. la ac. del vocablo en
gum bre’ [1555, Aut.], ’vainica’ [Quijote], ’planta APal., que reaparece en cat. ant. («si aquell fadrí
aromática americana de vaina semejante a la de hagués alguns pochs de béns, sens tot dubte de­
la judía’ [Aut.] > it. vainiglia [S. X V II, Zacearía], vendría molt valeros» med. S. XV, Curial, N . Cl.
fr. vanille [1688], cat. vainilla, port. baunilha (an­ 25 I, 28); valerosidad.
tes bainilha: Ggvs. Viana, Palestras Filológicas, 25- Valetudinario, tom ado del lat. valetudinanus id.,
26), ingl. vanilla [1662], Envainar [1475, G . de derivado de valetudo ’estado de salud’ ’mala
Segovia, p. 63; Quijote, etc.]; envainador; des­ salud’
envainar [h. 1575, Ercilla, Aut.], antes desvainar Valía ’precio’ [h. 1140, Cantar de M ió Cid], ’po­
[Nebr.]. 30 der, autoridad’ (Berceo), ’valor, precio, interés, es­
Vaginal. Vaginitis. Invaginar; invaginación. timación’ (J. Ruiz, 1036; Revelación de un ermi­
1 zVaina de cuchillo: vagina; v. de cojones: taño, 15; R im . de Palacio, 51), ’socorro, favor,
scrotum ; v. de legumbre: siliqua».— 2 N o sé si ayuda’ (Danza de la M uerte, 137); valiado ’rico,
es real la forma baiana (entiéndase ¿báyatta?) que poderoso, persona de im portancia’ ant. (Berceo);
se lee en los Fueros leoneses del S. X III («qui 35 valioso; avahar, raro (DHist.); valúa mure, ’valía’
baiana grande de cochiello troguier», ed. Castro- (G. Soriano), and. ’útil para colocar la cinta y el
Oru's, 96.23), comp. port. bagem o vagem ’vaina cordoncillo al som brero’ (AV), tomado del cat. va­
de legum bre’, que parece corresponder a una lúa ’valía’ [váloa, 1249, R L R IV, 259], que algunas
pronunciación *VAGÍNA. Pero acaso sea mera erra­ veces se ha pronunciado valúa (ambas acentua­
ta por baina. 40 ciones en el dicc. val. de Sánelo, S. X V III); va­
luar [Quevedo], valuación [Aut.], es dudoso si
Vaivén, vaivenear, V. ir Vajilla, V. vaso vienen de ahí o del fr. évaluer [1366], del cual
Val, V. valle y valer Valar, V valla Val- desde luego proceden evaluar [Acad. S. X IX ] y
cino, V. vencejo II avaluar [Acad. ya 1817], avaluación [S. X V II],
45 avalúo [¿S. X V II?, F r. J. Caro, DHist.].
VALER, del lat. v a l e r e ’ser fuerte, vigoroso, Válido [princ. S. X V II, Aut.], lat. vafídus ’fuer­
potente’, ’estar sano’, ’tener tal o cual valor’. 1.a te, vigoroso’; validez, raro validad; validar, valida­
doc.: 1097 (Oelschl.), Cid, etc. ción; inválido [h. 1600, Mariana], invalidar [Aut.],
D e uso general en todas las épocas y conser­ invalidación [Aut.]; revalidar [fin S. X V II, A ut.];
vado en todos los romances salvo el rum ano. M u­ 50 revalidación [Aut.], reválida [Acad. S. X IX ]; con­
chas de las acs. secundarias aparecen desde la validar [Acad. S. X IX ], convalidación, convalidad.
época arcaica, p. ej. ’socorrer’ en Berceo, M il., Valido [princ. S. X V II, Aut.]. Valiente ’que vale’
845d, 862a; etc. Comp. Cej. V II, § 129. No es [984, Oelschl.1], ’el que tiene salud’ (J. Ruiz,
corriente en el castellano europeo, aunque sí en el 1159), ’m órbido’ (¿italianismo?, vid. T erlingen y
argentino la locución vale decir ’o sea, ello signifi­ 55 R F E X X V II, 438), ’esforzado, que tiene valor’
ca’, it. vale a dire id., cat. val a dir ’hay que ad­ [Cid; para matices, vid. A IL C I, 21]; valentía
vertir, se debe reconocer', gall. val decir ’o sea, es [1251, Calila, 27.313; J. R uiz; PA lc.]; valentón;
decir (que)’ : «val decir que as cruces adoitan estar valentona; valentonada; envalentonarse; avalentado.
nos camiños» Castelao 125.10. Valimiento. Valor [Cid], del lat. tardío v a l o r ,
D e r i v . Vale ’adiós’ [Calderón; fin S. X V II, 60 - ó r i s , id., conservado en todos los romances de
Occidente (para matices en cast., vid. A IL C I, si se tom ó del cast. el mozár. bellís «nassa para
18n.); valoración; valorar lAut.~¡, antic. valorear trigo» o bilis «sera de esparto», registrado por
[S. X V II, A u t. ] ; valoría; avalorar; desvalorizar; PAlc. (¿o vino por África?). H oy apenas se em­
desvalor; desvalorativo, empleado como térm ino plea en España hablando de particulares (sí con
de lingüística por la escuela de Amado Alonso. 5 referencia a diplomáticos o al correo), prefirién­
Convalecer [princ. del S. XV, J. de M ena: dose maleta; pero es de uso general y más vivo
Cuervo, Dicc. I, 505-7; «c. de dolencia» N ebr.], que este últim o en la Arg. y otros países ame­
de c o n v a l e s c e r e id .; convaleciente [fin. S. X V I: ricanos; tam bién en el judeo-español de M onastir
Cuervo, Dicc. II, 507]; convalecencia, antes con- (R H L X X IX , 532), aunque la forma valíze ahí
valecimiento [Mena (C. C. Sm ith, BHisp. L X I); 10 empleada parece tomada directam ente del italia­
Nebr.]. Desvalido; desvalía; desvalimiento. Pre­ no. L a fecha de aparición hace pensar en un vo­
valecer [1570, M ármol, A ut.; falta Nebr., PAlc.], cablo de soldados tom ado en las guerras del S.
derivado de praevalére id.; prevaleciente; prevale­ XVI.
cido; prevaler, raro. Es voz ajena al portugués y desusada en catalán
1 Con este valor puede llevar complemento di­ 15 (donde sólo se encuentra en el dicc. de J. Estove,
recto en la lengua an tig u a: valient una paja, a. 1489, en la forma evidentemente italiana vali­
valient una meaja, Berceo, S . M ili., 202, M il., gia de cuyro); tampoco existe en oc. ant., y el
87c. Todavía se dice no gasté valiente una pe­ fr. valise no aparece hasta 1559.
rrilla en las montañas de Almería (ficha antigua Sólo en it. tiene viejo arraig o : valigia aparece
que ahora no logro comprobar). 20 en la lengua literaria, con gran frecuencia, desde
princ. S. X IV , en Boccaccio, Villani, etc. D e Ita ­
V A LÍ, tomado del ár. w&li ’gobernador’, parti­ lia proceden tam bién la gran mayoría de los da­
cipio activo del verbo wáli ’gobernar, adm inistrar’. tos del b. lat. valisia (valixia, valesia), cuyo deri­
I.a doc.: Acad. 1884, no 1843. vado valisarius ya se documenta en Roma en
Cultismo de historiadores, mal acentuado, al 25 1294, y el primitivo aparece en varias crónicas y
parecer tomado por conducto del francés. docs. italianos medievales (D u C .); puede agre­
D e r i v . Valiato. garse otro ej. de fin S. X IV recogido por Edler,
y varios de 1265, 1299 y 1384 en el Gloss. La-
Valía, V. valer Valiato, V. valí Valida­ tino-Emiliano de Sella. Es evidente, pues, que
ción, validad, validar, validez, válido, valido, va­ 30 la patria del vocablo es Italia (como ya indican
liente, V. valer M -L. y T erlingen, 321), y no tiene fundam ento
bastante la sospecha de Gamillscheg de que se
V A LIJA , del it. valigia id., de origen incierto, empleara en Francia antes del S. X VI, pues sólo
quizá voz prerrom ana; del italiano se tom aron se apoya en el supuesto de que el a. alem. med.
tam bién el fr. valise, el alem. jelleisen, etc. 1.a 35 velís (hoy alem. jelleisen), atestiguado desde fines
doc.: 152<S (Gillet, H ispR. XXVI, 250); I ,¡' mitad de la E. Media, se tom ara del francés, pero en
S. XVI, Crist. de Castillejo. realidad es más probable que procediera directa­
Ahí se trata de una maleta (antes llamada bar­ mente del N orte de Italia, donde estuvo y está
juleta) que se carga a las ancas de u n macho, bien arraigada la variante valís. C ontra la limi­
y el vocablo rima en sonora, con cobija (Cl. C. 40 tación primitiva a tierras italianas sólo podría
II, 277); tam bién lo emplea G óngora: «profunda alegarse la aparición de valesium en docs. latinos
Sciencia... / con tu licencia ia el doctor Carlino / de Inglaterra fechados en 1298 y 1413, y valisium
de tu amarilla borla se cobija; / falsamente arro­ en 1498‘, pero como en inglés valise no aparece
llando en su balija, / el mal iluminado pergam i­ hasta el S. X V II, hemos de creer que en aque­
no» (ed. Foulché II, 140); y C ervantes: «quedó 45 llos ejs. se trata de imitaciones cultas del bajo
Pedro Alonso suspenso en leyendo la epístola, y latín italiano, o bien de préstamos comerciales es­
acudió presto a su balixa, y el hallarla bazía...» porádicos de la mism a procedencia.
La Ilustre Fregona (ed. Schevill II, 276). Es pa­ La etimología del it. valigia se ignora. Partir
labra tardía en cast., que falta en los principales de un * v i d u l - i t i a con Diez (W b., 337), es mani­
monum entos literarios de la Edad M edia y en los 50 fiestamente imposible. T am bién hay obstáculos
léxicos antiguos (glos. de h. 1400, APal., N ebr., fonéticos insuperables para derivar del ár. waliha
PA lc.); aparece ya en C. de las Casas (1570), «saccus frum entarius, cophinus magnus» (como
Percivale, O udin («valise, petite malle á porter á sugería Devic), que además parece ser voz ajena
cheval»), Covarr. y A ut. («la maleta, manga o al árabe vulgar de Occidente". Gamillscheg (E W F S ,
baulillo adonde los caminantes suelen llevar guar­ 55 s. v.) propone buscar el origen en céltico, citando
dadas algunas cosas para su uso», con ejs. del la raíz v a l - supuesta por el gaél. escocés jail
S. X V II), en todos ellos escrito con b-, segura­ ’anillo’, a lo cual replica M -L . (R E W 9130) que
m ente por influjo de bala (de mercancías), gra­ esto no conviene semánticamente y que no está
fía que respetó la Acad. hasta med. S. X IX . Es probado que - i s i a fuese un sufijo gálico. Sin
posible que ya se empleara a fines del S. XV, 60 embargo, de todas las etimologías propuestas ésta
es la que mejor se podría defender, pues aunque C. de Castillejo, l. c.]. Desvalijar [1609, Juan H i­
no consta bien la cantidad de la vocal tónica (y dalgo; Covarr.]. Envalijar [Covarr.].
aun en parte se trata de una i), es indudable que 1 Baxter-Johnson; el dato de 1298 será idénti­
la terminación - i s i u s , - i s i a , es muy frecuente en co al de esta fecha que recogió D u C. E n cuanto
los restos del celta continental: aun prescindien­ 5 a vallegia que D u C. registró en u n glosario la­
do de casos improbables que creyó encontrar tino-anglosajón, no tenemos elementos para creer
T hurneysen’, bastará recordar nombres propios que se trate de la misma palabra, pues el vocablo
como Pañsii, Tarvisium, Carisius y otros muchos anglosajón que lo traduce no figura en los dicc.
reunidos por H older (s. v. - i s i o - ) y D ottin (La de este idioma y no veo lo que pueda signifi­
L . Gaul., 109), y los apelativos T p t- ^ ap y.-tu ía 10 car.— 3 Falta en R. M artí, Dozy (Suppl.), Beaus-
’grupo de tres caballos’, c e r e v í s i a ’cerveza’, * v i n - sier, etc.; está ya en el Yauharí (S. X) y el
d í s i a (fr. vandoise, R E W 9349a), etc. E n cuanto Fairuzabadí, según Freytag, pero no en Dieterici,
a la raíz, no puede negarse que la indoeuropea y carece de raíz en árabe. De éste vendría el per­
y E L - ’doblar, envolver’ pasó al céltico en la forma sa waliha «a com-sack, a large-basket» según
VÍ.L-: irl. med. jal ’cercado, redil’, galés gwawl 15 Steingass; en persa hay una variante utalUa, que
«murus, vallum». bret. goalenn «virga» (Walde-P. m e parece debida a un cruce de la palabra ará­
I, 301), aun prescindiendo de otras palabras so­ biga con la italiana, llevada a Levante por los
bre las cuales discrepan los celtistas1. Luego la venecianos. Según Steingass se trata de una co­
suposición de un céltico * v a l ! s í a ’envoltorio’ no rrupción de waliha, pero aun si aquella forma
carece de fundam ento. Tiene más fuerza la ob­ 20 fuese antigua en persa habría tam bién graves di­
jeción geográfica de M -L . de que es sorprenden­ ficultades fonéticas para derivar de ahí la pala­
te un celtismo localizado en Italia; sin embargo, bra italiana.— 3 Keltorom ., p. 17. Sobre si el irl.
puede tratarse de un vocablo conservado sola­ suithe contiene o no - i s i a discrepan T h u rn ey ­
mente en la Galia Cisalpina y perdido en Francia. sen (K uhns Zeitschr. X X X V II, 96) y Pedersen
Así está el problema, y hay que reconocer que 25 (Vgl. G ramm . II , 18, 668). Tam bién es m uy in­
si por una parte la falta de toda otra etimo­ cierto que c a m i s i a sea celtismo.— 4 Stokes-Bezz.
logía sólida hace pensar insistentemente en un 275-6; V. H enry, s. v. gzualen y gwélé; MacBain,
origen prerromano, por otra parte la etimología s. v. fcal; Pedersen, Vgl. G ramm . I, 98, 147, 433;
céltica examinada es m uy hipotética. Además no II, 98.— 3 n ü c e m da ñus en la mayor parte del
está bien sentado cuál fué realmente la forma p ri­ 30 Piam onte y de la Lom bardía (Rohlfs, Hist.
mitiva del vocablo, pues existe una variante que Gramm. I, § 303). El sufijo -Ico- es m uy vivaz
bien parece ser antigua: el piam., milan., cremon. en céltico, con valor adjetivo o dim inutivo (Pe­
valis (Sant’Albino, Cherubini, Peri), genov. valixe dersen, Vgl. Gramm. II, p. 31) y en algún caso
(Casaccia), venec. valise (Boerio), calabr. balice, quizá se trata de - Í c e (ibid., nota). Entonces de­
balici (Rohlfs), y otras formas dialectales que se 35 berá suponerse que el toscano valigia es présta­
podrían citar, femeninas todas ellas, tienen as­ mo septentrional.
pecto antiguo, y parecen suponer una base en
- í s e , o quizá más bien - í c e 3, que puede ser la Valimiento, valioso, V. valer
prim itiva; de hecho, la vañge aparece repetida­
mente en el florentino Pucci (S. XIV), la vahee 40 V ALON ES, ’especie de gregüescos o calzón
en el meridional Tansillo (S. X VI), y Sella trae corto’, fué introducido en España por los cortesa­
vallisem en un doc. de Ravena de 1301. nos procedentes de Valonia que acompañaron a
N o creo que pueda aceptarse la sugestión de Carlos V, y de ellos tom ó nom bre. 1.a doc.: Ou-
Ascoli (A G I I, 512n.) de identificar valigia con din y Covarr.
el friul. vaRfie «valentía, bravezza, attitudine a 45 Dice éste tbalón: un cierto género de zara­
fare una cosa», derivado en - i t i a del verbo v a l e ­ güelles o gregescos, al uso de los balones, gente
r e , admitiendo que le valigie significara prim era­ alemana del Ducado de Borgoña, balonotes; y
m ente ’las cosas de valor (que lleva u n viajero)’, porque estos mesmos traen unos cuellos de ca­
comp. svaligiare ’saquear (una iglesia p. ej.)’. El misas, estendidos y caídos sobre los ombros, lla­
propio Ascoli reconoce que no es norm al formar 50 maron en España balonas las que han empegado
u n derivado en - i t i a de la raíz de un verbo; se­ a usar a este modo». Figura ya en la 2.a parte del
ria caso único, en efecto, y la voz friulana debe Quijote y en otros clásicos, vid. A ut. H oy lle­
mirarse como un cruce meramente local de los van valones sobre todo los aragoneses (alto-arag.
sinónimos valentigia y valenzia, ambos usuales en valóns, B D C X X IV , 183; K rüger, V K R V III,
italiano antiguo y vivo el últim o en el Friul. Ade­ 55 307) y los catalanes de la Ribera del Ebro
más así no se explica la variante antigua valis(e) (valons).
(friul. vañs ’valija’, Pirona), pues el sufijo latino
- i t i e s sólo dejó descendencia en la Península Ib é­ Valor, valoración, valorar, valorear, valoría, V.
rica. valer
D e r i v . Valijero. Valijón [ p r i m e r a m i t a d S. XVI, 60
V A LQ U IR IA , dei escand. ant. valkyrja id., SS. X - X I I I ; «alia vaica cum suo ballataret 1002,
compuesto de val ’selección’ y few ’acción de es­ M , P., Oríg.2, p. 84; v-, J. R uiz; tv . de tierra:
coger’. 1.a doc.: Acad. 1884, no 1843. agger» N ebr.], comp. gall.-port. volador id. Valla­
Al introducir W agner en la lírica alemana la dear. Vallar adj. [Acad. S. X IX ] o valar, tomado
leyenda escandinava de las Valquirias, se creó en 5 del lat. vallaris id.2 Avallar. Circunvalar [1684,
alemán m oderno la palabra walküre, dando for­ Aut.], tom ado de circumvallare id .; circunvala­
ma alemana a los dos componentes. E n inglés ción [S. X V II, A ut.]. Contravalar [1700, Aut.],
y en las lenguas romances se crearon formas con­ contravalación [id.], del it. contrawallazione. I n ­
formes a la escandinava originaria, y a la anglo­ tervalo [entrevalo, N e b r.; 1517, T orres N aharro,
sajona, que tam bién había existido. 10 vid. índice de G illet; intervalo, 1575, A. de M o­
rales según A u t.; todavía son muchos los que
Vals, valsar, V. volver Vallar, valto, V. vol­ acentúan bárbaram ente intervalo], tom ado de t'n-
ver Valúa, valuación, valuar, V. valer Valva, tervallum id.
V. volver Valvasor, V. babazorro Válvula, 1 De ahí tam bién port. volado ’cercado, seto’ y
valvular, V. volver 15 oc antiguo valat «fossé» (con valadar «creuser
un fossé»), que hoy es barat id., en gascón
VALLA, del lat. v a l l a , plural de v a l l u m ’em­ (con barada «creuser un fossé», «entourer d ’un
palizada’, ’muralla de tierra o de piedra’. 1.a doc.: fossé», baradé «creuseur de fossés»); el nomina­
Covarr. tivo gascón arcaico baratz daría el vocablo vasco
Con la explicación «la tela o pértiga afirmada 20 que significa ’huerto’ [cf. lat. hortus < ieur. ghor-
en tierra con algunos pies, cuya altura viene a to-, de donde el griego %6',-az ’cercado’, ’pasto,
dar a los pechos de el h o m b re: ésta divide los pacedero’, eslavo gorod, grad, ’lugar cercado, ciu­
torneantes en el torneo de a pie...». A u t. «el va­ dad’, ags. geard "corral cercado", ingl. yard ’pa­
llado o estacada para defensa» y «la línea o té r­ tio’], a saber baratz, común a todos los dialectos
mino que se destina u señala para cerrar algún 25 vascos (salvo el vizc. que adoptó o n u ), si bien
sitio, formada de estacas hincadas en el suelo u en sul., b. nav., ronc. y bazt. se dice en parte
de tablas unidas» dando ejs. de ambas acs. en baratze, y en guip. hay también baratza (con el
autores del S. X V II desde 1626. Falta en los artículo aglutinado). Quizá fuese v a l l a t u m neu­
glos. de h. 1400, APal., PAlc., C. de las Casas, tro, con un plural v a l l a t a — tal como hay v a l l a
Percivale y O udin, así como en los principales au­ 30 "valla’ plural de v a l l u m — pues esto explicaría
tores medievales (nada trae Cej. IV, p. 535). naturalm ente ei nombre del grande c importante
Siendo palabra de aparición tan tardía se podría pueblo valenciano de Vallada, uno de los mayo­
sospechar que se sacara regresivamente de valla­ res al O. de Játiva; sin embargo no es seguro
do (M -L ., R E W 9131a, la cree postverbal del que éste no venga de v a l l e m l a t a m ’valle ancho",
verbo raro vallar), pero la opinión de Cuervo 35 aplicado al principio a todo el valle del Cányoles
(D isq., 1950, 509), quien la hace venir del plural (desde Canals hasta Fuente la Higuera), valle
latino v a l l a , es tam bién defendible, y no es ’va­ por cierto de los más anchos de esta parte de
lla’ noción de tal naturaleza que podamos asegurar Valencia (aunque no lo es más en Vallada que
la no existencia de la palabra sin otro funda­ más arriba y más abajo).— 2 Gall. valóco ’barran-
m ento que su ausencia en las fuentes a mi al­ 40 quito o zanja que abren las aguas en una tierra’
cance : obsérvese que valladar se docum enta 550 (Sarm. C atV G . (Av), port. merid. (alent., bras.)
años antes que su primitivo vallado, que forzosa­ valoca "surco abierto por los aluviones de un
m ente hubo de existir desde el latín ; el port. terreno" (Moraes, 10.a ed.).
vala tampoco me consta que sea antiguo (Fig.,
Vieira, no Moraes), y aunque el ast. Vallina, do­ 45 VALLE, del lat. v a l l i s id. 1.a doc.: val, 912;
cumentado en Portugal desde 1258 (Cortesáo, valle (escrito valge), 1048, Oelschl.
O nom.), parece ser derivado de valla y no valle Es frecuente en los docs. arcaicos (aunque m u­
(se esperaría entonces más bien vallezella o val(le)- chas veces no es posible ver si el notario quería
zinha), no es esto enteramente seguro. De todos escribirlos en cast. o en latín). Valle está también
modos el singular v a l l u m se ha conservado en 50 en Berceo y es corriente en textos de todas las
el port. valo, cat. valí m. ’zanja’, ’foso’, oc. val épocas; la variante apocopada val tam bién apare­
m ., it. vallo. ce en el mismo poeta, en Alex. 1606, J. Ruiz
D eriv . Vallado [A Pal.: ica ec u m ... dixieron al 1245, etc. E n latín se decía v a l l i s o v a l l e s , siem­
v. en que los palos agudos fincados en tierra es­ pre como femenino, género conservado hasta hoy
tán cobiertos de yervas y de fojas» 67d; 10d; 55 en cat. y demás rom ances; sólo el fr. y el port.1,
221b, 514<á; «vallum» Nebr.], del lat. v a l l a t u s 1, con el cast., cambiaron el género, seguramente por
part. pasivo de v a l l a r e ’cerrar con empalizada, influjo del contrapuesto m o n s 2, pero la toponimia
fortificar’ ; el verbo vallar [Aut.'¡, m uy poco usa­ conserva huellas del género antiguo en Francia
do, se extrajo ciertam ente de vallado. Valladar (Vautorte), en Portugal (Valle Pequeña, Valí Boa,
[b-, 942, Oelschl., con otros muchos textos de los 60 D a Baile: Leite de V., R L X X X V II, 18) y en
España mismo (Valbuena, etc.). Documentación gallegas < veedoiros, propiamente ’videntes’) de la
en Cej. IV, § 126. E n Cespedosa h a t o m a d o la Valura se esparcieran por toda Galicia (quizá pri­
ac. ’canal que abre el arado’ (por oposición a mero hacia la Terra Cha de Lugo) vendiendo hier­
surco, allí ’lomo del surco’), R F E XV, 265. bas serranas que curan todos los males, y hacién­
D e r i v . Vallejo [945, Oelschl.; Fn. Gonz., 734, 5 dose pasar por médicos y profetas.
etc.]; vdlejado ’provisto de valles’ ant. (A lex., 1 Incluyendo el gallego moderno —«ollamo lo
280), vallejada ’valle’ ant. (Alex., 2041); valle- val afundido na choiva» Castelao 155.11, 29.9,
juelo. Devallar ’derribar, abatir’ (J. R uiz 1601), 155.5— y medieval (Ctgs.; M irSgo. 69.22, 126.
raro y ant., tomado del cat. dcnxúlar ’bajar’ a su 15). Bonabal cerca de T uy no es nombre autóc­
vez derivado de avall ’abajo’; del fr. u oc. vienen 10 tono sino galicismo monástico, como ya lo m ues­
las variantes devalar y davalar, también raras'; de tra la -N- conservada.— ; II valle se dijo también
la ac. náutica: ast. al debalu ’sin rum bo’ deba- en Italia, y así escribió G uittone d ’Arezzo en el
láu ’el que anda o corre sin rum bo’ (V). S. X III (Rohlfs, It. Gr. II, 96), pero pronto
Recoge Fig. un «valura, vale profundo entre predominó allí el género clásico; parece haber
serras altíssimas» como anticuado, pero como nada 15 existido también en mozárabe y en catalán pire­
hay de esto en los demás dicc. portugueses, supongo naico primitivo (ficha V all-de-Rdg, v a l l i s r e -
que se trata de una confusión con la S e n a de la g i u s , en la monografía de Juncosa del Onomás­

Valura y los M ontes Valuros, que según el D AcG tico Cat., cf., TopH esp. I, 64, 65; valí de Boi
están cerca de la «antigua estación lacustre de v a l l is b o v i n u s , Valí de Cardos v a l l i s l a r d u o -

Santa Cristina», y se da el nombre de baluros a 20 su s) y aun en oc. (ver Levy).—- 3 Tam bién tiene
ios habitantes de esos montes. Hay muchas aldeas sin efuda este origen el gail. devalar, que se em­
e iglesias rurales que llevan el nombre de Santa plea sólo hablando de la m area: está devalando
Cristina, en Galicia, y no sé seguro de cuál se (o está devalada) 'está bajando la marea" (o 'está
trata, parece que del lugar y parroquia de Sta. baja'), Sarm. CatVG. 65r y 2 13tj ; quizá cata­
Cristina agregados a la Vega de Valdeorras, cuyo 25 lanismo náutico (o galicismo; pero ahí el vocablo
municipio se extiende hasta la altísima Peña Tre- ha sido siempre menos usado, y en todo caso
vinca ( t r I f Tn I c a ) , que forma el trifinio entre las no puede ser occitanismo, porque en gascón es
provincias de Orense, León y Zamora, valle ro­ debará).— 4 Porque el Dicc. Encicl. Gallego de
deado de las montañas más altas de Galicia, que Eladio Rodríguez (s. v. b- y v-) afirma que va­
culminan en 2124 alt., y en su punta Norte hay 30 luros es otro nombre de los chairegos o habitantes
un vértice de 1925 alt., que según varios mapas de la Terra Cha, unos 20 a 40 km. al N. de
llevaría el nombre de Maluro (que imagino es­ Lugo, donde hay Castro de Rey y también un
tropeado en vez de Valuro por el cartógrafo). Santa Cristina de Cospeito y un lago muy pe­
No lo aseguro4, ni sé cierto cuál es la etimología queño, A Lagoa; en cambio en la Vega de Val­
de La Valura (que Eladio Rdz. llama Valoura, 35 deorras está el vasto lago de Prada, que aunque
¿o es errata?), mas parece un duplicado foné­ hoy sea un embalse del río Jares, supongo que
tico de Valdeorras, nombre de todo este gran valle ya antes habría allí alguna extensión lacustre.
o comarca (acaso v a l l i s a u r e a o l a u r e a o v a l l i s Explica E. Rodríguez que es un nombre que se
de h o r r é is ) 5. aplica a los chairegos despectivamente. Se trata,
Sea lo que fuere, el D A cG documenta un 40 pues, me parece, de una extensión del otro.—
nombre común baluro ’tipo gallego de hechi­ ' Ignoro, con todo, lo que de este nombre diría
cero que hacía de curandero’ y actuaba como una el P. Sarmiento, que escribió una monografía de
especie de sacerdote medio pagano, formulando 7 folios (inédita hasta hoy) «Etimología de la voz
profecías y propalando «milagros»; contra los cua­ Valdeorras y de su Puente Cigarrosa» (que cita
les dictaron los obispos muchos anatemas y cas­ 45 Pensado, C atVG ., p. 42). Sólo sé que en esta
tigos, entre ellos una curiosa constitución del obra se sirve Sarmiento, a menudo, de este nom­
obispo de T uy en 1775, recogida por M urguía y bre para localizar sus datos. Por lo visto no em­
el D AcG , que detalla las actividades de estos per­ plea allí, ni estudia, valuro ni Valura.
sonajes folklóricos. Está claro que la condenación
conjunta de la Iglesia y de la gente ilustrada habrá 50 Vallico, V. báltico y aballar Vallitanía, V. be-
acabado por atraerles el desprecio de la gente, hasta lleco ad. Vallo, V. báltico
el punto que algunos semicultos han dicho, fun­
dándose en una ridicula etimología, que habían V A M PIRO , del húngaro vampir id., palabra
adorado a Baal. Lugrís recoge valuro ’hechicero’ común a este idioma con el serviocroato, del cual
en su glosario, pero él mismo (p. 120), así como 55 pudo asimismo venir a las lenguas de Occidente.
Valí, y Eladio Rdz., definen «usurero». Siendo la 1.a doc.: Acad. 1843, no 1817.
Valura uno de los valles más remotos y fragosos El ingl. vampire se docum enta desde 1734, el
de Galicia, no es extraño que se conservaran allí fr. vampire desde 1751; de éste pasó a las de­
supersticiones cuasi paganas, y que los «vedoiros» más lenguas romances, aun el it. vampiro, como
(nombre que llevan los brujos en otras comarcas 60 m uestra la acentuación. E n francés viene del alem.

V. — 47
vampir, y éste del húngaro (id.), donde lo mismo de sus copiosos derivados, de aspecto popular en
que en serviocroato (id.) se acentúa en la silaba buena parte.
inicial. Es palabra representada bajo diversas va­ D eriv. Vanear [«'J. en palabras: nugor» Nebr.]
riantes fonéticas en todos los idiomas eslavos (ru­ ant.; gall. vanearse (la cabeza) írsele la cabeza a
so upit, etc.), en los cuales ha de ser antigua, 5 uno’ (Sarm. CaG. 2l3t>), V. aquí T IE S T O , D E V A ­
pero se sospecha que en ellos proceda a su vez de N EO y V A H ID O . Vanidad [-idat, C id ; id. y va­
los idiomas tártaros o turcos septentrionales, don­ riedad, Berceo; -edad, N ebr.]; vanidoso [A ut. ;
de uber significa ’bruja’. Faltaría saber si en h ú n ­ no Covarr.]. Vanistorio [«vanidad ridicula y afec­
garo es antigua o tomada del eslavo; de todos tada» Acad. ya 1817; ej. de Valera en Pagés;
modos debió de pasar al alemán desde el húngaro. 10 «persona vanidosa» Acad. 1884, no 1843], para la
Vid. Skeat y N E D . terminación, comp. vejestorio, y vid. Spitzer, RFE
IX, 390.
V A N A D IO , lat. mod. vanadium, formado en Devanear «hablar desconcertado o desvariado»
1830 por el sueco Sefstróm, en memoria de Va- [’andar en devaneos’ Juan Ruiz copla 835; «cessa
nadís, nom bre de una diosa del antiguo panteón 15 ya, señor, ese devanear, que a mí tienes ya can­
escandinavo. 1.a doc.: Acad. 1884, no 1843. sada de escucharte, e al cordón, roto de tratarlo»
Celestina V I, Cl. C. I, 222.12; también en el voca­
Vanagloria, vanagloriarse, vanaglorioso, V . vano bulario de med. S. XV, publ. en R F E XXXV,
338] = port, devanear [ya h. 1400, devaneador, y
V A N D A LISM O , del fr. vandalisme, creado en 20 «palavras en váao e en devaneyo», Padres de M é-
1794 por el obispo republicano G régoire para vi­ rida, R L X X V II, 2 9 ], n o hay p o r qué creer, con
tuperio de los destructores de tesoros religiosos, R. de Sá Nogueira, Boletim de Fil. X II, 192-3,
y en memoria del pueblo germánico de los Ván­ que sea derivado de D E V A N A R ; devaneador2;
dalos que saqueó a Roma en 455 y asoló España devaneo [Berceo; en Sto. Domingo «debaneo: de­
y otros países romanos. 1.a doc.: Acad. 1843, no 25 bilidad, inquietud» Brito]. Desvanecer [«-rse : eva-
1832. neo, evanesco» N ebr.; -rse ’atreverse, propasarse’,
Vid. Kluge y N E D , s. v. Tirso, La Prudencia en la M ujer I, i, ed. Losada,
D e r i v . Vandálico [Acad. 1884, no 1843]. Ván­ p. 181; 'sentir vahido’, fin S. X V I; -er ’hacer
dalo se ha aplicado también a los que cometen desaparecer’ Góngora, A u t.; Cuervo, Dicc. II,
actos vandálicos. El arg. bandalaje ’bandidaje’ 30 1180-5], de EVANlsCEFn ’desaparecer'; es rara la
(Sarmiento, Facundo, ed. Losada, pp. 66, 143; variante avanecerse (D H ist.); desvanecido; desva­
T iscom ia, M. Fierro coment., 382; id., M . Fie­ necimiento; evanescente, latinismo. Envanecer [h.
rro, ed. 1941, p. 334), otras veces ’guerra vandá­ 1580, Fr. L. de Granada y Fr. L. de L eón]; en­
lica’, no parece ser derivado de vándalo, sino una vanecido', envanecimiento. Comp. D E S V Á N .
alteración de bandidaje, contaminado por bando­ 35 C p t. Vanagloria [Berceo; J. R uiz; J. M anuel;
lero y quizá tam bién por vándalo. ya escrito como una palabra en APal. 82d]; va­
nagloriarse [N ebr.; Aut.]; vanaglorioso [Corbacho
Vanear, V . vano Vanguardia, V. guardar (C. C. Smith, BHisp. L X I); Nebr., Covarr.]. Va­
nílocuo ’que habla en vano o fanfarronam ente’
V AN O, del lat. v a n u s ’vacío, hueco’, ’vano’. 40 [-oco 1444, M ena, Lab. 113b].
1.a doc.: Berceo. 1 Fdo. Ortiz (Ca., 155) y otros han dicho que
M uy frecuente desde los orígenes. Por lo co­ devanarse los sesos (que no es sólo cubano, sino
m ún aparece en acs. morales y figuradas, aunque empleado más o menos en todas partes), es error
no falta en lo antiguo algún ej. de sentido m a­ por devanear, pero está lejos de ser evidente, pues
terial: en J. Ruiz 84c, el lobo, encargado de re­ 45 sería superfluo el complemento en devanearse
partir la carne del toro, se reserva para sí la ca­ los sesos, y la otra se comprende bien como ex­
nal, bajo el pretexto de que es vana o hueca (ej. presión figurada. Quizá sea mutilación de aque­
clásico de lo mismo en A ut.); el vano de la puer­ lla frase la que registra Pichardo devanarse ’arro­
ta ’hueco de la misma (en que se destaca una jarse o caer al suelo haciendo contorsiones o
figura, etc.)’ (Acad.; en la argentina M aría de 50 demostraciones estremadas, ...p o r regocijo, dolor
Villarino, La Nación de B. A., 6-IV -194I); gall. u otra grande pasión.— ’ Ya en una cantiga de
ban ’talle, cintura (de la mujer, sobre todo)', ’cual­ esenrnio, que creo del S. X III, en el sentido de
quiera de los aposentos en que se divide el sobra­ 'entregado a devaneos’ : «como ficar por deva­
do’ (Eladio Rdz., L ugrís, Gram. 147). En otros va­ neador / coroado...», R. Lapa, CEsc. 122.19 y
rios casos aparece también sustantivado: un vano 55 p. 690.
es "un hombre frívolo’ en el Guzm án de Alfarache.
etc. Se ha conservado en todos los romances de Vano ’criba’, V. peñera
Occidente, en algunos de ellos con formas inequí­
vocamente hereditarias: no hay por que dudar de VÁNOVA arag. ’colcha’, también catalán y occi-
que en cast. también lo sea, sobre todo en vista <0 tano, lenguas en las cuales es vocablo fundamental,
de g ran a n tig ü e d a d y a rra ig o ; p a re c e d escender C. Smith, BHisp. L X I); princ. S. X V II, Aut.].
d e l la t . t a r d í o g a l n íp e ’m a n t a ' q u e p r o b a b l e m e n t e Evaporar [h. 1440, A. T orre (C. C. Sm ith); h.
r e s u lta de una c o m b in a c ió n o c o m p r o m is o e n tre 1580, F. de H errera, en Aut.], de evaporare; rara­
lo s dos s in ó n im o s la tin o s g a u n íc u m y g a u s íp a mente vaporar [APal. 515b; Covarr.]; evaporación
' m a n t o ', 'r o p a de la n a ' am bos de o rig e n o rie n ta l, 5 [h. 1440, A. T orre (C. C. Sm ith); S. X V II, Aut.],
s e g u ra m e n te ir a n io ; p e r o q u e d a n d e ta lle s p o r a c la ­ raro vaporación; (e)vaporable.
rar en la fo n é tic a , la d e riv a c ió n y la h is to ria de
I d o c . : i n v e n t . a r a g . d e 1354.
e s ta s p a la b r a s . VAPULAR, tom ado del lat. vapulare ’recibir
D onde se lee «un jalón; dos banuas; tres tra­ golpes, ser azotado’. 1.a doc.: 1605, Quijote.
veseros cubiertos de seda» (B R A E II, 707). Otros: 10 El sentido intransitivo (pasivo) de la voz latina
«dos banoas; un par de tovallones de lino» 1374, aparece convertido en cast., desde el principio, en
1378, «una vanova tenida; u n par de lin é elo s» sentido transitivo, sin duda por influjo de azotar
1379, «dos banobas ya tenidas: la una grande, la y sinónimos. Voz de tono m uy literario hasta el
otra m ediana... una banobiqua pequenya, prima, presente.
de cuna de ninyos» 1497 (B R A E II, 349; IV, 15 D l r i v . Vapulación [Acad. ya 17S0J. Vapulamiento
216; II, 710, 88); otros cita Pottier, V Rom . X, [Acad. ya 1780]. Vapulear [Acad. 1925, no 1843;
108. Vanova y vanula están traducidos por colcha ejs. del S. X IX en Pagés], alteración de vapular
en los glos. del Escorial y de Toledo. Es palabra por influjo de apalear; vapuleamiento; vapuleo,
estrictamente aragonesa, que como tal recogen Pe­ o rara vez vápulo.
ralta («bánova: colcha de lana, cubierta de lana»), 20
Borao («banova: colcha o cubierta de cam a: en Vaquear, vaquería, vaqueriza, vaquerizo, vaque­
algunas partes banúa»); Alto Aragón mánuga ro, vaqueta, vaquilla, vaquillona, V. vaca
(BD C X X IV , 174) o manúga (R L iR X I, 188), en
Echo «manta vieja y preciosa hecha a mano». VARA, del lat. v a r a ’travesarlo en forma de
Como aragonés da banóva A ut. citando ejs. anti­ 25 puente’, ’horcón para sostener algo’, ’caballete para
guos de esta región. aserrar m adera’, propiam ente femenino del adje­
En catalán es palabra constante en toda la his­ tivo v a r u s , - A , -um, ’estevado’, ’patizambo’. 1.a
toria de la lengua y general a todo el territorio doc„• Alex.
lingüístico, abundando muchísimo h documenta­ E n latín es palabra técnica de arquitectos y
ción, desde 1179. En lengua de Oc aparece tam ­ 30 constructores de todas clases; sus varias acs., muy
bién desde 1216 y, por lo menos en toda la mitad especiales en este idioma, aparecen generalizadas
S. del dominio lingüístico —desde el Bajo Ródano en romance, donde ha tom ado el valor del lat.
hast.i los Pirineos gascones— ha sido palabra siem­ virga, designando cualquier palo largo y delgado.
pre empleada. Sólo se ha conservado en los tres romances ibé­
En la primera versión del libro presente se dió 35 ricos (el cat. vara ya se documenta en 1460, Jau-
ya una exposición completa de la historia y docu­ me Roig, 3204, y quizá en el dicc. de Jaume
mentación del vocablo en catalán y en occitano, y M arc, a. 1371, n.° 519, aunque ahí puede ser
se estudió a fondo el problema etimológico y las presente del verbo V A R A R , de origen diferente),
cuestiones de historia léxica que presupone. En y quizá el prov. mod. varo «gaule, houssine, ba-
lo esencial quedan también aquí consignadas las 40 guette» (M istral), cuya extensión no puedo p re­
conclusiones y, por lo demás, siendo palabra in ­ cisar (es notable que falte en gascón, según Pa­
comparablemente más importante en catalán, pode­ lay y Rohlfs, y tampoco es aranés); además, con
mos ahora rem itir a aquel estudio y a la nueva sentidos especiales persistió en sardo (R E W 9150,
versión ampliada que hemos dejado ya redactada con una forma valona dudosa). El más antiguo
en el D ECat. 45 ej. cast. alude a la costumbre de llamar a los
puercos con una v a ra : «la corte fué llegada, co­
VAPOR, tomado del lat. vapor, -oris, id. 1.a m o el rey m an d ara: / semejava que todos hy
doc.: h. 1440, A. Torre (C. C. Smith, BHisp. venien a varan (Alex., 180¿>); correr la vara es
L X I); APal. («anatrii... los vapores que trastornan ’azotar’ en J. Ruiz, en cuyo poema y en el Conde
el sentido, quando alguno vomita lo que recibe» 50 Luc. aparece también como nombre de una m e­
19cQ. dida; N e b r.: «v.: sudes, virga; v para hostigar:
Está tam bién en Covarr., y A ut. da muchos fu stis; v. para agotar: v erb er; v. real: sceptrum ;
ejs. desde princ. S. X V II. Hoy es palabra gene­ v. de justicia: rudis; v. de embaxador: caduceus».
ralmente empleada, por lo menos en las ciudades. Vocablo de uso general en todas las épocas. L a
Como nom bre del barco de vapor, ya en Acad. 55 cantidad de cerdos que puede gobernar un solo
1884 (no 1843). «.Vapor: dícese de la manera de hombre provisto de su vara, o a los cuales puede
arrojar el trom po a distancia» cub. (fia., 263), es proveer de bellotas vareándolas con una vara, se
decir: al vapor (Acad.). llamó pronto una vara de cerdos (Aut. cita ej.
D e r i v . Vaporario. Vaporear. Vaporizar, vapori­ de u n texto difícil de fechar); así se dice hoy en
zación; vaporizador. Vaporoso [1569, Ercilla (C. 60 Cespedosa (R F E XV, 167), en el portugués del
Alentejo (Leite de V., R L IV), etc. Ast. vara del de Magallanes (1519-22) consta la partida siguien­
llaviegu ’timón del arado’ (V). te «4204 maravedís que costaron ocho cuaderna­
D er iv . Varada ’conjunto de jornaleros dirigidos les que se com praron para varar las naos», donde
por un capataz’ and., ’tiempo que duran sus fae­ evidentemente significa ’botarlas’ (Fz. de Navarre-
nas’, ’vara de cerdos’ zamor., ’medición de los 5 te, Col. IV, 165). Igualmente en C. de las Casas
trabajos hechos en una mina’. Varado ant. ’lista­ (1570): tvarar o echar al agua: varare». El mis­
do’. Varal [ttelonem llaman los ortelanos u n v. mo sentido tiene en Covarr. («echar al agua al­
luengo con que sacan agua» APal. 491 b; tv ., gún bagel») y en los dos pasajes en que lo em ­
vara grande: pertica» N ebr.]. Varazo. Varear [h. pleó Góngora «enarbola, ó gran M adre, tus ban­
1580, Argote, A ut.], arg. ’preparar el caballo para 10 deras, / arm a tus hijos, vara tus galeras» (poesía
correr parejas’ (G ranada, B R A E V III, 366; T is- de 1588, ed. Foulché I, 110), «esta pues nave
cornia, M . Fierro coment., s. v .; id. Poetas G au­ ahora / en el húm ido tem plo de N eptuno / va­
chescos, s. v.); varea; vareador; vareaje; vareo; rada pende a la inm ortal memoria / con nombre
avarear; ast. abarea ’variedad de nuez m uy difícil de Victoria» (en las Soledades, de 1613, ed. id.
de cascar’ (V). Varejón [Aut.] ’vara larga y grue­ 1J II, 68)1. Pero ya por entonces estaba cambiando
sa’ [Aut.], ’la delgada, como la que se emplea este significado, semejante al cat.-oc.-it., y luego
para avivar las caballerías’ and. y am er. (desde empezó a predom inar en cast. el sentido igual al
Méjico hasta Colombia y la A rg.: Cuervo, A p .', portugués, ’poner en seco o encallar una em bar­
p. 741; D raghi, Canc. Cuyano, pp. cxxi y 293; cación’ : O udin adm ite ambos2, Percivale (1591)
A. H errera, La N ación de B. A ., 9-VI-1940, pa­ 20 sólo el segundo3, y éste se había generalizado
rece darle el sentido de ’persona alta’) ; varejo­ tanto en 1644 que Salcedo Coronel en la ed. y
nazo. Vareta [1604, A u t ] ; varetazo; varetear; va­ comentario de G óngora que dió en esta fecha en­
retón ’ciervo joven’, comp. paleto. Varilla [«vir­ tendió erróneamente en este sentido los dos pa­
gula; v. del cuello: jugulus» N ebr.]; varillaje; sajes, por lo demás claros, del poeta. A ut. reco­
varillar. Varita f.; m., arg., ’guardia urbano en­ 25 noce los dos sentidos opuestos: «echar al agua
cargado de la dirección del tránsito de carruajes algún navio después de fabricado; vale también
y peatones’; varitero. Varizo. Envararse [«rigeo, dar la embarcación en tierra, en la costa o en
rigesco» N e b r.]; envarado [id.]; envaramiento seco; m etaphóricamente vale estar parado o de­
[id.]; envarescer ant. Comp. además B A R A JÓ N , tenido algún negocio u dependencia», y algo pa­
B A R A JA y V A R A R . Gall. barudo adj. aplicado al 30 recido observamos en el dicc. m arítim o de Fz. de
'árbol de tronco muy alto y recto’, luego al «lienzo N avarrete de 1831. Pero el sentido moderno era
o pnño fuerte y resistente» (DAcG all.) y al «hom­ el único vivo por este tiempo y seguramente ya
bre robusto, fuerte, varonil» (ej. allí de Pondal, antes (aunque la Acad. no declaró desusado el
Lugrís, Gram. p. 148). otro hasta el S. X X ): es el que encontramos en
C p t . Varapalo [Quevedo, Buscón, Cl. C., 218]; 35 las obras de Juan y Ulloa (S. X V III, cita de Sa-
comp. lo dicho s. v. barabúnda. Varaplata. Vara­ ralegui), en L . Fz. de M oratín («una tem pestad
seto [«loricula» N ebr.]. Varilarguero. hace barar en la costa de Galicia el navio en que
iba Marcela», «de las embarcaciones menores, va­
Varada, V. vara y varar Varadera, varadero, radas o destruidas, no se sabe el número»), Jove-
V. varar Varado, V. vara Varadura, V. varar 40 llanos (cita en Pagés), etc. T err. precisa el m atiz:
Varal, V. vara Varalloca, V. vaca Varapalo, tvarar dicen en la M arina cuando el navio se de­
varaplata, V. vara tiene en lodo o arena, a distinción de encallar,
que se dice cuando para entre peñascos». T an
VARAR, ’poner en seco una embarcación’, ’en­ olvidada estaba entre marinos la ac. antigua que
callarla’, antic. ’botar un navio’, port. varar ’po­ 45 el académico M anuel de Saralegui negó rotunda­
ner en seco o encallar una embarcación’, cat., oc. mente su existencia (B R A E V III, 1921, 563-7)
■varar, it. varare ’echar una embarcación al agua’ dando ejs. modernos del otro uso. De ahí los
(y antiguamente tam bién ’ponerla en seco’), origen usos figurados del participio, que documento a
incierto; en portugués vale tam bién ’trasponer, continuación: «son numerosas las cargas que se
cruzar, atravesar’ y no es inverosímil que éste 50 han perdido al quedar varados los vehículos en
sea el sentido primitivo, de donde el de traspo­ medio del río» (en el diario arg. Los Andes, 17-
ner el límite entre el m ar y la tierra, en cual­ IV-1942), «salga a estirar las piernas, que harto
quiera de los dos sentidos: entonces varar proce­ lo habrá m enester después de tantos días varao
derá del lat. tardío varare ’hacer una medición en la cama» (G. M aturana, Cuentos Trad. en
de terrenos a través de u n río u otro obstáculo’, 55 Chile, A U C h. X C II, ii, p. 56, explicado «esta­
que propiamente parece haber significado ’pasar cado, sin moverse» en el glosario), ast. varau, -ada
de un tranco al otro lado de algo’, como Vari­ ’suspenso, estupefacto’ (V).
ca re , palabra de la misma raíz. 1.a doc.: h. 1520, Pero el antiguo significado castellano sigue sien­
cuentas de la expedición de Magallanes. do el único vivo en las lenguas romances m edi­
E n la Relación del coste que tuvo la Armada 60 terráneas : cat. varar ’echar una embarcación al
agua’ (o bien ’botarla cuando se acaba de cons­ (R E W 9150). Éste no nos da explicación semán­
truir’), general en Cataluña, Valencia y Baleares, tica alguna, K orting supone que se trata de los
oc. vara «lancer un navire, le m ettre á la mer», maderos o rodillos puestos debajo del buque al
it. varare «spinger in m are la nave». Es palabra lanzarlo al m ar o al sacarlo del agua; pero esto
antiquísim a en los tres idiomas, y en catalán no 5 no es aceptable, pues ni en latín n i en romance
parece haber tenido otro significado1: aparece ya pudieron llamarse varas estos rodillos rollizos: en
en el S. X I I I : «cridam ayof, axí com fa hom al la Península Ibérica vara es u n palo m ucho más
varar d’una ñau o al traure» Crónica de Jaime I 5. delgado, en Italia ni siquiera existe este vocablo,
En occitano antiguo es ya la más corriente la ac. y como es inaceptable (según observa el D iz. di
’lanzar al m ar’, desde el trovador Gavaudan, que 10 Mar.) la actitud de M -L . de suponer hispanismo
escribía a fines del S. X II («mon vers... coma varare, voz italiana tan castiza, y documentada
naus lo vuelh varar»), el D onatz Proensals («na- allí desde comienzos del S. X III, si acaso habría
vem in pelago mittere»), Raim on Feraut, etc.8, que postular un * v a r a r e derivado de v a r a ya en
pero tam bién se encuentra en textos muy anti­ latín vulgar. Pero en latín v a r a no es u n madero
guos la ac. opuesta («tota carga d ’avers pías que 15 suelto como en iberorromance, sino un travesaño
varan en Rossilhó... dona 4 sois.», doc. narbo- que hace puente, un horcón para aguantar algo,
nense del S. X II, y otro en u n trovador anóni­ o un caballete para aserrar m adera; así Miglio-
mo). En italiano m oderno y antiguo no es corrien­ rini sugiere partir de v a r a «sostegno», pero esta
te otro sentido que el de ’botar un navio’ o definición es demasiado vaga y general, y v a r a
’echar al m ar una embarcación cualquiera, sea o 20 ’horcón’ no podía dar varar, ya que para botar
no de construcción reciente’ : es la que figura en una embarcación no hay que p o n e r horcones,
autores literarios y en obras navales, desde los sino en todo caso sacarlos, lo cual no se diría
orígenes hasta nuestros d ía s: está ya en Buti * v a r a r e . Indudablem ente hubo de pesar en la
(S. X IV ) y en el Margante (S. XV), etc.; además mente de los tres citados etimologistas alemanes
figura en muchos docs. genoveses desde 1246 y 25 el que en alemán ’botar un navio’ se dice vom
1248 (Jal, 1527, s. v. varare y varatum). Pero Stapel lassen, literalmente ’soltar del astillero’, y
en algún autor antiguo vale tam bién «accostare stapel vale propiamente ’andamio’ y en su origen
la barca a térra», así en los dos Pulci (S. XV), y ’columna’; pero esto no tiene aplicación al ro­
todavía hoy dicen alguna vez los marinos vararsi mance, pues no sabemos que v a r a haya signifi­
in spiaggia «per indicare che una nave si é inca- 30 cado jamás ’astillero’. Además, aun olvidando por
gliata in térra per un notevole tracto della sua un mom ento varar en el sentido de ’sacar del
lunghezza», aunque el D iz. di Mar. da este uso agua’, es arbitrario decir que este verbo en los
como algo excepcional y notable, y Petrocchi ni romances mediterráneos y en cast. ant. valga sólo
siquiera conoce otra que la ac. general ya indi­ o principalmente ’botar desde el astillero’ : ad ­
cada. 35 viértase que los tres ejs. cat. más antiguos se re­
N uestra palabra es peculiar a los romances fieren precisamente a embarcaciones que ya ha­
m eridionales: no hay propiam ente u n fr. ant. va- bían navegado y que estaban en la playa, y lo
rer, que se cita a veces, pues sólo se encuentra mismo parecen significar los ejs. occitanos.
en una obra de René d ’Anjou (S. XV), rey de Por otra parte, si varar prim ero sólo significó
Sicilia (God. V III, 147), y por lo tanto se trata 40 ’botar’, ¿cómo desde ahí se pudo pasar a ’dar con
de un préstamo accidental del it. o el oc. En la embarcación en tierra’? T al inversión semán­
cambio la palabra que nos interesa ha sido siem­ tica sería inconcebible. El sentido primitivo hubo
pre m uy viva en port., pero aquí tiene el signi­ de ser otro, que pueda explicar a un tiem po los
ficado propio del cast. m oderno: así está ya en otros dos. Y éste quizá lo tengamos en portugués,
la Crónica do Conde D om Pedro (S. X V ): «ven­ 45 idioma tantas veces conservador, gracias a su po­
do vista dos contrarios, vogáráo pera térra, e os sición extrema. M e refiero a la ac. ’pasar a tra­
nossos tras elles, e os M ouros quizérao varar sus vés de algo’, que es lo que, atendiendo al con­
navios, mas Benito Fernandes poz as popas dos texto (que yo no conozco), dice Jal (1299b, s. v.
seus em térra e comefáráo tirar-lhes aas bees- rumo) que vale en una frase de los Comentarios
tas...» (citas de este siglo y los dos siguientes en 50 de Albuquerque (h. 1500): «porque navegando
Jal, Bluteau y M oraes; quizá ya proceda de ahí polo rum o do Nordeste, como elles diziam, hiam
el nombre del río Uarazone que Cortesao, O nom., varar ñas ilhas»; en el sentido de ’pasar de un
cita en doc. de 950); igual gall. varar («ao noso brazo de mar a otro por dentro de una m ina’ apa­
Fisterre vararon os seus anceios», figuradamente rece en doc. portugués de Ceuta de 1541, A l-A nd.
«ficou varada de asombro» Castelao 257.22, 257.16). 55 X II, 46, comp. R E S B A L A R ; y está bien claro en
La etimología de varar ha sido objeto de estu­ M endes Pinto (med. S. XVI, Jal, 1527a) el signifi­
dio m uy insuficiente. Diez (W b ., 337-8) afirmó cado de ’pasar a través de’ : «o navio varou por cima
brevemente que era derivado del l a t . v a r a «trave- do arrecife»; Moraes agrega: «sahir para fóra, v. gr.
saño, m adero colocado oblicuamente», y a esto se varou por huma pona, D. do C outo; varar por entre
han atenido sus sucesores K orting (10006) y M -L. 60 os navios da armada, Crónica de Joáo I I I ; varar a
barra, rio, e tc : passar por ella, sem entrar, esco rrer: 1 Puesto que la nave está en el m ar (el húmido
vararáo a porta da fortaleza (sem entrar nella com tem plo) no se trata del sentido moderno, como
a retirada em desordem), D . do C outo; varar dice Alemany, sino del antiguo.— 2 tVarar o
com a espada ou langa: passar de parte a parte, echar al agua: pousser en l’eau le b asteau: c’est
D . do Couto» (ac. ya registrada por Bluteau). 5 aussi ce que les basteliers disent se garrer, qui
H asta hoy es bien vivo varar «galgar, passar por est m ettre le basteau á bord ou á couvert de la
cima de», «cruzar o rio» sobre todo en el po rtu ­ terre», zvarar, tirer u n vaisseau de l’eau en terre,
gués de Rio G rande do Sul (W alter Spalding, toucher et rencontrer terre estant en l’eair, s’ap-
Bol. de Filología, M ontevideo, V, 224). Este sig­ procher de terre», «varar: se teñir ferme».—
nificado básico de ’cruzar, trasponer’ se prestaría 10 3 «To set ships on land, to strike w ith a ship on
admirablemente a explicar las ac. opuestas de ’lan­ ground».— 4 Yerra evidentemente M ontoliu en
zar el barco al m ar’ y 'sacarlo del m ar’, pues en Ag. al traducir a la cast. «poner el barco en
ambos casos se trata de trasponer las rompientes. seco» varios ejs. del M anual de Novells Ardits
Ahora bien, ya hace m ucho tiempo que se ha y del Pecador R em ut: el contexto m uestra a la
señalado un verbo v a r a r e ’cruzar, atravesar (un 15 evidencia el sentido corriente (nótese la oposi­
río)’ en el latín tardío, y así creo que se puede ción entre varar y traure, que es el vocablo cat.
dar la razón a Nascentes cuando afirma que éste para ’poner el barco en seco’).— 5 O tro s: «senyor
es el origen de la voz romance. Es verdad que de ñau qui pendrá o logará palanques o vasos
los lexicógrafos han dudado ante el sentido de o árguens a ops de sa ñau o leny a traure o a
este verbo latino v a r a r e , que era propio y ex­ 20 varar» Consulado de M ar, cap. 188 (ed. Pardes-
clusivo del léxico técnico de los agrimensores o sus, p . 216); «e pugé-m e’n alegrement alt en
gromatici latin o s: las últimas eds. de Forcellini la barca, ses d ir als. Ez eil, com a vilanas fals,
se contradicen en la definición de v a r a r e y v a - com haguí l’esquena girada, tantost hac la bar­
r a t i o , y los anotadores modernos reconocen que ca varada ab me, qui fui dins to t solet» Bem at
se trata de una cuestión harto oscura; Gaffiot 25 Metge, Fortuna e Prudencia, N . Cl., 60.14. Otros
supone que varatio sea «courbure, sinuosité d ’un ejs. de 1406 en Jal y de 1381 en el Diplomatari
cours d ’eau» y varare «courber, incurver», pero de R ubio i L luch, p. 550. L a variante avarar,
esto se halla en desacuerdo con los textos que que prefiere Fabra, no m e es conocida en lo an­
cita; Benoist-Gólzer traducen ’cruzar (un río)’, y tiguo (la registra Balari sin ejs., falta en Ag.)
Georges ’hacer una medición de terrenos a tra­ 30 ni en lo m oderno (por lo menos no se oye en
vés de un río u otro obstáculo’. Para esto se la Costa de Levante).— * Ej. latino de los Esta­
funda en el últim o especialista que, según mis no­ tutos de Marsella, en D u C.— ’ Explica Rudorff
ticias, examinó la cuestión, a saber R udorff en la (II, 340): «stellt sich der Fortsetzung des R i­
ed. que con Blume y Lachm ann publicó de los gor [’línea recta en la m edición’] ein H inderniss
Agrimensores (1852); R udorff a su vez tuvo en 35 entgegen... ist es zu übersehen, wie ein Fluss
cuenta las opiniones anteriores que emitieron Goe- oder ein enges T hal, so w ird auf dem jenseitigen
sius (1654, en el índice del prim er tomo de su edi­ U fer w eiter gemessen und die Breite m it Anwen­
ción) y Ch. K . L. Lange en u n trabajo de juven­ dung der L ehre von d er Gleichheit der Dreiecke
tud, en los cuales se fundan los anotadores de F or­ berechnet. Diese Berechnung lehrt N ipsus in der
cellini: luego bien parece que debemos aceptar la 40 flum inis varatio (285.4, 286.10) w orunter nicht
interpretación de Rudorff, confirmada por los tex­ die K rüm m ung sondern die Übermessung des
tos que he examinado7. Ahora bien, la idea funda­ Flusses, oder anderer unzugänglicher Stellen zu
mental de la varatio es el ’cruce del río’, de don­ verstehen ist». H e aquí cómo lo explicó ya Sau-
de la especial ac. técnica de los agrimensores. maise en sus Plinianae Exercitaliones (p. 664),
Sabido es que el verbo v a r i c a r e ya es clásico en 45 aclarando al mismo tiem po la frase varare álveos
el sentido de ’pasar de un tranco al otro lado pontium que induce en error a Ernout-M . (don­
de algo’, de donde procede el it. vareare ’cruzar, de por otra parte varatio está bien explicado):
atravesar’, y así v a r a r e como v a r i c a r e vienen de tvaratio flum inis idem ac S tiß tx at;... E t in frag­
varus ’estevado’ que hubo de aplicarse tam bién m ento ex libris M agonis et Bygorae: N a m sunt
al que está con las piernas separadas a horcajadas 50 et alii pontes in vicinalibus et privatis viis, quo­
sobre algún obstáculo. Como ésta es una posi­ rum alvei varantur, idem ac ’transiré et trajicere’.
ción poco segura, no es extraño que de ahí p ro ­ Alveos pontium vocat rivorum álveos qui pon-
ceda tam bién el cast. desvarar y R E S B A L A R tibus impositis trajiciuntur et transm ittuntur». Y
'deslizarse, deleznarse’ (V. este artículo), y que pasa a explicar las varas de Vitruvio como unos
el propio oc. varar tenga tam bién el sentido de 55 travesaños a modo de puente.
«titubare, varillare» (Floretus), «glisser, chance-
ler» (Mistral). Varaseto, varazo, V. vara Varciar, V. vagar
D e r i v . Varada. Varadera. Varadero [1696, Vo- Vardasca, vardascazo, vardiasca, V. verde Va­
cab. M arít., Aut.]. Varadura. Ast. debarar ’secar rea, vareador, vareaje, varear, varejón, varejonazo,
a medias’ (V). 60 V. vara
V ARENGA, to m a d o del fr. varangue id ., de cuenta, pero no es razón decisiva. M ás im por­
o rig e n g e rm á n ic o , p ro b a b le m e n te del escand. a r­ tante para decidir la cuestión es el porm enor fo­
c a ic o v r a n g ’c u a d e r n a ’ ( e s c a n d . a n t . rpng, s u e c o nético. E n apoyo de su tesis alega Barbier que
d ia l, vrang, n o r u e g o d i a l , vraang). 1.a doc.: 1696, el cast.-port. varenga, el prov. mod. varenglo y
Vocab. M arit. de Sevilla. 5 la grafía varengue, que aparece en un texto n o r­
A ut., que lo cita, d efin e: «término n áu tico : m ando de 1385, serían prueba de que el vocablo
lo mismo que percha o cerreta»; A cad.: «pieza procede de una base germánica en - i n g ; real­
curva que se coloca atravesada sobre la quilla mente es sabido que el dialecto norm ando dis­
para form ar la cuaderna». E n efecto, la varenga tingue fónicamente en de an, pero en el S. X IV
(fr. varangue, cat. medís, it. matera) es una de 10 los dialectos estaban ya en fuerte decadencia, y
las dos piezas de que se compone cada una de aun en N orm andía se escribía francés de París,
las cuadernas: la que va en el fondo, sobre la luego la grafía varengue de 1385 tiene poco va­
quilla; clavada a la varenga, sube desde allí has­ lor probatorio; menos aún lo tienen las formas
ta la borda de la embarcación la otra pieza, lla­ hispánicas y provenzales, pues en estos idiomas
mada en cast. ligazón o sobreplán (fr. allonge, 15 no hay germanismos navales directos y es seguro
cat. estamenera, it. staminara, -nále); V. el gra­ que son préstamos del francés: ahora bien, está
bado en M ise. Fabra, p. 348, n.° 4. A ntiguam ente claro que una palabra francesa en -angue había
la varenga se llamó plan de la quadem a (1587, de ser hispanizada o provenzalizada en -enga por
G . de Palacio, p. 123) o, en plural, los planes el sentimiento de la correspondencia fonética, con
(1611, T h . Cano, en Jal, s. v. estamenara y plan): 20 tanta mayor razón cuanto que se trata de un
ni G . de Palacio ni Cano conocen la voz varenga, sufijo conocido y que los germanismos en -enga,
de lo cual se deduce que esta palabra se intro­ -enque, etc., abundan en la terminología náu­
dujo, o por lo menos se generalizó, en fecha tar­ tica; sustitución análoga vemos en O B E N Q U E
día. L o que sí conoce Cano (pero no G . de Pa­ y otras voces marinas. Luego el argum ento de
lacio) es orenga, con el sentido de ’ligazón’. Oren- 25 Barbier carece de valor, y partir de un verbo
ga m e parece ser variante de nuestra palabra, w r i n g a n , sin indicar una base sustantiva, no es

que por ser de origen extranjero sufrió el influjo dar una etimología. Por el contrario, la v- fran­
de otros términos náuticos, como obenque y orin­ cesa prueba term inantem ente que no estamos ante
que. una palabra heredada del fráncico, pues una la­
N o hay duda, en efecto, de que el cast. y 30 sólo puede reflejar una w - germánica en voca­
port. varenga se tomó del fr. varangue, mucho blos de fecha más tardía. Cabe, pues, dudar so­
más antiguo en este idioma, donde se documenta lamente entre un préstam o de contacto tomado
ya en 1382. El origen germánico de esta deno­ del neerlandés medio o m oderno y una etimo­
minación francesa se reconoce unánim emente. logía escandinava. Esto últim o parece preferible
H jalm ar Falk (W'S IV , 46), M -L . (R E W 9574) 35 desde todos los puntos de vista, sobre todo te­
y ya anteriorm ente Diez (W b . 9574), dijeron que niendo en cuenta que se trata de una pieza tan
venía del escandinavo; Gamillscheg (E W F S ) pre­ im portante en la construcción de la nave. Hay,
fiere el ags. wranga (o wrang), pero éste signi­ en efecto, varios escandinavismos náuticos con v-
fica ’bodega del barco’ ; Paul Barbier (Z F S L procedente de la V - escandinava: fr. ant. vire-
L U I, 18-21) prefiere partir del verbo fráncico 40 vite (hoy girouette), fr. vague, vaigre, vibord, vi-
w r i n g a n ’dar vuelta’, ’torcer’, fundándose en for­ revau(t), etc. (comp. Falk, W'S IV, 14, 82).
mas neerlandesas de esta raíz que tienen sentido
náutico; su artículo parece haber hecho im pre­ Vareo, vareta, varetazo, varetear, varetón, V.
sión en M -L ., quien en la últim a ed. de su dic­ vara
cionario entra en dudas; y en Bloch, quien duda 45
entre el anglosajón, el bajo-alemán y el neerlan­ VARGA, palabra antigua y dialectal, poco gene­
dés. Realmente el b. alem. med. virange se em­ ralizada y de significados varios; en mozárabe
plea como nom bre de varias tablas curvas em­ significó ’choza’ y en Ribagorza ’m ontón de he­
pleadas en la construcción del buque, y si bien no’ : en este sentido se enlaza con una palabra
el neerl. med. wrange no tiene sentido náutico, 50 dialectal de Francia, Norte de Italia y Alemania,
el holandés wrang designa un madero de las em­ de significado análogo, que supone una base cél­
barcaciones ( = ingl. sea-transom, fr. traversin de tica * b a r g a , probablemente emparentada con el
timón, barre d ’arcasse). Todas estas palabras ger­ irl. med. barc ’casa de m adera’; en cuanto al sen­
mánicas, así las escandinavas como la anglosajo­ tido de ’cuesta, pendiente’ es palabra distinta toda­
na, la neerlandesa y la bajo-alemana, son deriva­ 55 vía más rara, de zonas septentrionales de León y
das del verbo w r i n g a n , con el sentido funda­ Castilla la Vieja, y también de origen prerromano
m ental de ’tabla torcida o arqueada’. pero diferente de aquélla; el significado de ’prado
L a proximidad semántica de la voz escandinava cercado con una empalizada inundado en invier­
y la francesa, mayor que la que tienen las palabras no’ quizá derive del primero partiendo de la idea
de las demás lenguas germánicas, debe tenerse en 60 de ’lugar cercado’. J." doc.: 853, en el Cart. de
S. M illán, en un sentido como ’choza’; 1171, para secar el maíz y otros frutos con el calor de
en un sentido topográfico, como el de ’prado la lumbre», con los derivados vargo «tabique de
lozano quizás inundado’; 1083 ’cuesta, pendiente’. zarzo revocado con arcilla», vargueta «pequeño
U n vocablo varga o barga falta en A ut., Covarr., zarzo que se coloca en la trasera de la carreta
O udin, otros dicc. clásicos y en las primeras eds. 5 para cerrar el adral» y Liébana bargaretu «tenada
de la Acad. El prim er lexicógrafo castellano en o cobertizo para reses vacunas» (G. Lomas, 2.a
señalarlo fué T . A. Sánchez en el Glosario de ed.; Ale. del Río). En las culturas arcaicas del
sus Poesías Antiguas (1779), donde sin dar prue­ N orte de España, las chozas y abrigos nocturnos
ba alguna traduce varga en Juan Ruiz por «cues­ se hacen con frecuencia con zarzos, varas o estacas
ta, recuesto» y en Berceo por «cuesta, recuesto, 10 formando empalizada, y así no hemos de vacilar
m onte»; de Sánchez pasó a eds. modernas de en derivar de ahí el ast. bárganu «estaca viva de
la Acad. (1884, no 1843), definido «parte más álamos que, con otras, colocadas en hilera alre­
pendiente de una cuesta», por lo demás sin cali­ dedor de una heredad, sirve a ésta de vallado»
ficación de anticuado y ni siquiera de regional. (R, V), barganal «cercado de bárganos», puesto
D esde luego no es palabra conocida generalmen­ 15 que las vargas se hacen con bárganos: así ya lo
te y ni siquiera en los dialectos, por lo menos reconoció K rüger (V K R V II, 362 y l. c.), y M .
en este sentido; verdad es que el filólogo aficio­ P. (Oríg., 1.a ed., § 61 bis.l) lo dió como ej. del
nado Antonio de Valbuena, que era de León, es­ sufijo átono ¿ano, citando ej. de jacere sepes et
cribió, a fines del S. X IX , «se sube una varga, varganos en doc. asturiano del S. IX y agregando
se baja otra...» (cita de Pagés), pero hay que 20 otro de una variante bárgamo, definido «estaca»
desconfiar de un autor tan poco espontáneo, que en u n texto murciano de 1575; en el Bierzo bár­
se pasaba la vida estudiando el dicc. académico, gano es «hoja de pizarra que se emplea para con­
copiándolo o criticándolo. tener las tierras de los terrenos en pendiente, y
L o que sí es conocido es bárga «casa pajiza principalmente para cercar fincas» (G. Rey).
pequeña» (pl. barguát, léase bargát), en el árabe 25 Barga (v-) ’choza’, ’m ontón de heno’, ’armazón
granadino, recogido por P A lc.; pero ni es ár esta de zarzos o varas’, es vieja palabra hispánica de
voz ni tiene raíz en este idioma, y por ello sos­ existencia indiscutible. Pero ¿hubo tam bién un
pechaba Dozy (Gloss., 237; Suppl., s. v.) que homónimo varga ’cuesta, pendiente’? Así lo die­
era bereber, sin gran fundam ento, pues los nom ­ ron por sentado muchos romanistas extranjeros,
bres bereberes de la choza, citados por Dozy 30 relacionando el vocablo con el fr. berge, fr. antic.
(bugó, boga), están muy alejados fonéticamente. barge ’m argen de u n río, etc.’; junto a éste co­
Berganza, en sus Antigüedades de España (1719), locan M -L . (R E W 957), W artburg (F E W I, 254a)
recogió tbarga: casa pequeña con cobertizo de y otros el cast. barga y u n oc., cat. y port. barga:
paja» en su vocabulario de palabras encontradas pero en, cuanto a éstos el error es más grave to­
en las viejas escrituras que le eran tan familia­ 35 davía, pues no hay tal palabra en estos tres idio­
res1: ¿la sacó de una de ellas o la copió de PAlc.? mas ni sé que figure en ningún dicc. de los
N o tenemos razón suficiente para negar lo p ri­ mismos. Que la palabra francesa venga de un ga­
mero. De todos modos, es u n hecho que el vo­ lo * b a r ! c a (supuesto p or el galés bargod «avant-
cablo en sentidos análogos se encuentra en hablas toit, larmier, bord», que, como advierte Pedersen,
del N orte de España, y así hay que reconocer 40 Litteris II , 84, ciertam ente no es préstamo anglo­
que Simonet (Glos., p. 271) tiene mejor razón sajón según habían admitido T hum eysen y G a-
que Dozy al considerar barga como una vieja millscheg), como supone W artburg, o de ’ b a r g a
palabra hispánica de los mozárabes. Ferraz y Cas- (M -L.), o de u n galo * b e r g i n a apoyado en An-
tán recogió en el aragonés de Venasque barga jou b em e ’ribazo’, bret. bern, galés bera ’m on­
«gran m ontón de heno o de paja», Mosén N a­ 45 tón’, que pueden conciliarse a base de una anti­
varro encontró varga en las hablas catalanas de gua declinación * b e r g n - * b e r g o n - (Pedersen,
Ribagorza «munt d ’herba en forma de pirámide Vgl. Gramm. I, 105), según prefiere Gamillscheg
que es deixa apilotada en el prat, sem blant ais (ZRPh. X L III, 569; E W F S , s. v.), es problema
pallers d’Urgell» (Congrés In te m . de la L l. Cat., que no nos incum be discutir aquí, puesto que
p. 231), el Dicc. Alcover, Molí (A O RB B 1, 204) 50 berge (barge) es palabra exclusiva del N orte de
y K rüger (V K R V III, 53) recogen el vocablo en Francia.
Sort y en Pont de Suert para ’m ontón cónico de En lo concerniente al cast. varga ’pendiente’,
heno’. examinemos las pruebas que se han dado de su
Q uien recuerde los muchos casos en que ’m on­ existencia. He aquí los pasajes correspondientes de
tón de hierba’ se expresa por el mismo voca­ 55 Berceo y de J. R uiz: «el confessor... avié una
blo que significa ’choza’, objeto de forma tan azémila... / T uribio e Sempronio vidiéronla (¡am ar­
semejante, no vacilará en reconocer ahí la barga ga!), / por so mal la modraron [¿’quitaron’?,
de PAlc. y de Berganza; tanto más cuanto que ¿’hurtaron’?] del pasto de la varga. / Teniéla el
varga vale en Santander «tejido de varas que se buen omne non pora cavalgar, / mas por a los
coloca sobre la cocina a la altura del desván, M mezquinos leña acarrear: / ... / fueron en ora
mala i’açémila furtar. / Aún del monesterio non semejantes en la zona Comélico2-T irol-T esino3-
eran alongados / ... / ovieron sendos ojos de las C om o; por otra parte, su. alem., flam. y b. alem.
caras quebrados / ...» (5. M ili, 21 Id): lo único barg e ; finalmente, en África bereb. tabergent
que se ve aquí es que varga está designando un «meule de céréales», tábergant «cabane», birgen,
lugar donde hay pastos. «Yva lydiar en canpo 5 abergen «tente de poils», cabila tabergent «petit
el cavallo faziente '/ ... / mucho delant él yva el magasin pour la paille», tibergent «hutte pour re-
asno mal doliente / .. . / estava refusando el asno miser la paille», ár. del N . de M arruecos b^rsla
con la carga, / andava mal e poco, al cavallo en- «toiture en batiere constituée par des voliges
barga : / derribóle el cavallo en medio de la clouées sur des poutrelles» (Schuchardt, Román.
varga; / diz: —D on villano nesçio, buscad carre­ 10 Lehrtw. im Berb., 52-53; Colin, Hespéris V I, 57-
ra larga» (J. Ruiz, 239c). 58). Contra lo que opinan Schuchardt, Brüch
Para salir de dudas es preciso recurrir a tex­ (Z R P h. X X X V I, 580) y H olthausen (ZRPh.
tos más claros, como los que nos proporciona X X X IX , 492), este grupo de palabras n o puede
V iterbo; en el Foral de G aia de 1255: «mando ser de origen germánico (em parentado con el
quod piscatores de mea villa de Gaya pesquent 1S alem. bergen, gót. baírgan ’cubrir, proteger’), pues
in meis varguis de Furada et de Arinio, et de en tierras de lengua alemana está limitado a las
quanto piscaverint in mea varga de Furada dent zonas suizas y flamencas, de antiguo substrato
M ajordomo quintam partem , et de quanto pisca­ celto-rom ance; tampoco tiene raíz en bereber o
verint in varga de Arinio dent M ajordomo sex- camitico, y por ello adm ite Schuchardt que ahí
tam partem» (P M H , Leges, p. 663); en u n doc. 20 es préstamo rom ance; n i cabe relacionarlo con
de 1455 : «sem venderem os sáveis ñas abargas barca ’esquife’ (según quisiera Colin), pues la
onde os pescam »; en otro de 1513: «paga-se... mayor parte de las formas postulan una base con
outro direito no rio D ouro, a saber... levao o -R G - y la semejanza de forma es muy vaga; ad­
quarto dos sáveis, e das lampreas soomente, que m itir u n derivado en - í c a de * b a r r a ’pieza de
se matáo com vargas». Puesto que una varga es 25 metal’, como propone Brüch (IFS V II, 154-6),
un lugar donde se pescan o m atan sábalos y lam­ no convence en el aspecto semántico ni en otros.
preas, evidentemente no es una cuesta, y bien Además, el Barga de Toscana ya se nom bra en
parece tener razón Viterbo al explicar que era esta forma en la Tabula Velleiana (h. 110 d. C .);
un «artificio de vergas e paus que servia para y en el testamento del obispo de Coira Tello,
pescar sáveis e lampreas» ; mas por otra parte, 30 del año 766, ya aparece repetidam ente un bareca
en un doc. de 1290, es un lugar cultivable situa­ ’cobertizo, anejo de una casa’ {ZRPh. XXXV,
do junto a un estero: «fazemos prazo d ’ua nossa 514ss.), lo que prueba antiquísimo arraigo en los
varga em Roosendi, a qual se deve lavrar de la Alpes y N orte de Italia. Luego atinó indudable­
Boca de Fos de Sousa atees o esteiro de Ci- m ente Jud (B D R II I, 9 ; R om . X LV , 275; X L V I,
bram», luego está claro que tiene razón Viterbo al 35 398-9, 468-75; y últimamente A R om . V I, 192n.)
decir que es «terra plana que na força do inver­ al buscarle un origen prerrom ano, seguramente
nó se cobre de água». U n lugar así podía estar céltico, y a esta opinión se adhirieron Pedersen
cercado con una empalizada de bárganos desti­ (/. c.), M -L . (R E W 958) y W artburg (F E W I,
nada a coger pescado, y por lo tanto podía ser 253-4). Pensaba prim ero Ju d en un galo * w r a g a
lugar de pesca en invierno y de cultivo en vera­ 40 herm ano del irl. med. fraig ’pared’, gaél. de Es­
no. Ahora bien, los docs. leoneses confirman este cocia fraigh «wattled partition», ser. vrajah ’ma­
supuesto, ya que uno de Sahagún de 1245 m en­ jada de carneros’, lo que podía defenderse foné­
ciona «la presa que va pora la varga» (Staaff ticamente, pero no dejaba de presentar dificulta­
24.12), es decir, que a esta varga de pesca podía des; pero J. L oth (R. Celt. X X X V III, 303) se­
encauzarse una corriente de agua m ediante una 45 ñaló el parentesco con el irl. med. barc ’casa de
presa; y otro de 1171, de igual procedencia, cita madera’, afín al gr. (ppá-txeiv ’rellenar una tapia’,
«los ortos de la varga» (Staaff 1.17), y así con­ ’proteger con parapetos’, ’cercado, em­
firma que era también un lugar cultivable. palizada’, lo cual perm ite postular un galo * b a r c a
Ahora bien, barga ’choza’ pertenece a un tipo del mismo sentido, con -c - conservada en las va­
prerrom ano de gran extensión en todo el Oeste 50 riantes fr. barche, sobreselv. barcun, it. barchessa
europeo : gasc. y bajo aran, barguéra ’cercado y quizá en el nombre de lugar cast. e it. Barco4.'
para el rebaño’, ’aprisco’, alto aran, bergás ’apris­ Esto simplifica las cosas, ya que puede tratarse,
co’, fr. med. barche, barge [1460], Poitou, H aut- como observa el propio Jud en su últim a nota,
Maine, Anjou barge «meule de foin ou de paille», de la alternancia fonética r c - r g , bien documen­
«pyramide de fagots» (God. I, 586a), sobreselv. 55 tada en galo por duplicados como v e r g a r i a =
barcun, bargun, ’choza’, alto-engad. margun, bajo- v e r c a r ia , v e r g o b r e t u m = v e r c o b r e t u m . En ver­
engad. marangun ’pasto alpino, cabaña alpina’, dad subsisten ciertas dificultades, pues el cambio
Barga y Bargia como nombres de lugar en el fonético en cuestión suele producirse en el sen­
Alto R in (términos de Ssvgein, Castrisch, T rin , tido de cambiar una r g primaria en r c , mientras
Cazas y Ramosch en Planta-Schorta), con formas 60 que la raíz indoeuropea de que se trata tiene r c
originaria. N o es de extrañar, pues, que otros si­ probablemente céltica pero sin relación con aquello’.
gan dudando: Pokom y (Z C P h. X X I, 60), aten­ D e r iv . Várgano; varganal; barganazu ast. ’gol­
diendo al nom bre de lugar ilirio Bargala, cree pe dado con un várgano’ (V); de barganazo sale
que el Barga de la Velleiana es lígur; Tagliavini norm alm ente — según la fonética del idioma— el
(Z R P h . X L V I, 48), que es «mediterráneo» o «ili­ í gall. barganzo ’vallado con que se suelen cercar
rio» (afín al esl. bergg ’cuidar, proteger’). De las heredades’ (D A cG , no Valí, ni L ugrís); san-
todos modos, el origen céltico sigue siendo posi­ tand. vargo (V. arriba), que es tam bién gallego
ble, pues hay que contar con la posibilidad de bargo «lastra, laja», «piedra lisa, plana y de poco
una mezcla en romance de los dos parónimos grueso» (D A cG ); santand. vargaretu (arriba). Es
* b a r c a y * w r a g a , lo que allanaría todas las difi­ 10 posible que sea deriv. prerrom ano de * b a r g a en
cultades. el sentido de ’campo inundado que se cierra con
Después de redactar este artículo del D C E C es­ empalizada para pescar’ el port. várzia, vargem,
tudió Hubschmid este oscuro problema en ZCPh. varzem f. ’campo inundable y cultivado’ (vid. Vi-
X X IV (1953), 204-226. Reúne ahí los testimonios terbo; ej. del primero en H éitor Pinto, t 1584,
de varga ’cuesta’, no todos válidos n i valiosos. En 15 citado por D . Vieira), gall. Barcia ’terreno plano
definitiva la definición que todo el mundo copia y cultivado, planicie’ (D A cG ), ’planicie; sitio donde
procede del diccionario de la Acad., en fecha tardía nace agua» (Lugrís, Gram., 148), león. Bárcena
(1780): «barga ’la parte más pendiente de una (Barcena M ayor en Santander, doc. de 1168, Vig-
cuesta’); de ahí la tom an el D A cG y el ast. de nau § 137; y cf. ahora M . P., N R F t í V II, 46)®.
G. Oliveros, y tam bién se traduce literalm ente de 20 Desvargarse ’caerse una persona o animal por un
la Acad. la que se da en Bracara A ugusta para el precipicio’ en Contrasta y Encia (Álava) y desvar-
M inho. Es inequívoco, en cambio, el informe de gadero ’pendiente pronunciada y peligrosa para
Sara García Vermejo referente a Mazuecos (prov. su tránsito’ en Contrasta (G uereñu, Euskera III,
de Palencia) (R ev. de Dial, y Trad. Pop. II, 274 248). Comp. B O R G U IL .
y 486), «varga y varguilla: cuesta: creí que no 25 1 D e Berganza lo cita Viterbo, y de ahí ha pa­
podría subir el ganado la varguilla de la Cupina sado a varios diccionarios portugueses, pero no
con la carga que llevaba». conozco pruebas de la existencia en este idio­
Parece en definitiva, probada la existencia de ma.— 2 Representantes suizos del tipo de varga
varga ’cuesta, pendiente’, por lo menos en varios ’choza’ : Jud, Vox Románico V III, 93-94; comp.
puntos de N avarra5 y de Álava (Euskera II I, 248, 30 Jokl, VRom . V III, 192-3; J. L oth, RCelt.
cf. los derivados abajo), Santander («pendiente en X X X V III, 303; para el fr. occid. barge «meule,
un camino que da acceso a un llano» Alcalde del panier á foin», conservado esporádicamente en
Río, Contrib. al Léxico Montañés), Palencia (Ga. la Suiza francesa (Rom . X LV I, 468) y en 20
Vermejo), y quizás ast., gall. y minhoto, y siendo topónimos del depto. del Loire, Jud, VRom . IX ,
así a él tendremos que asignar el varga de Juan 35 271.— 3Tagliavini, Z R P h. X L V I, 48-50.— "E n
R uiz y del Libro de la M ontería6 en el sentido esta zona toma también el sentido de ’especie de
de ’prado lozano’ (Berceo) o ’prado inundado’ (V. canasta’ y otros análogos, A R om . I, 158.— 5G ual-
los numerosos testimonios luso-leoneses medieva­ zata, A R o m . V, 287-8. M ás en Bolelli, It. Dial.
les citados), parece tratarse de la idea fundam ental X V II, 147-8.— 6Barga andia ’gran vertiente o de­
de ’cercado de várganos, choza’; es decir, del otro 40 rrum badero, como palabra castellana aunque em ­
vocablo, varga I = ’choza, cercado’; varga II pleada tam bién por los euskaldunas de Zirodia,
’cuesta, ribazo’, hermano seguramente del fr. ber- p. ej. Pam plona (junto al trifinio con Estella y
ge = barge. Álava, Azkue, Supl.).— 7 «Bozerías, la una en La
En cuanto a Francia, es otra co sa : ahí no se Cruz, que es encima de la barga del camino que
trata de supervivencias sueltas sino de una palabra 45 va de Val Tablado».— 'E n la ac. ’prado cercado
de gran extensión y fuerte vida, que es preciso con una empalizada, inundado en invierno’, lo
explicar, aunque seguramente prerromana. Pero • natural es partir de la idea de ’choza, majada’,
dudo que sea más segura la etimología que ahora ’recinto’, de donde ’cercado con empalizada’. La
ha propuesto H ubschm id: un célt. * b e r g a ’alto­ estudia H ubschm id en Boletim de Filología, XV
zano, m onte’ en relación con el germánico berg 50 12-21, creyéndola voz diferente, derivada del vasco
’altozano, monte’; en céltico no hay pruebas de ibar(r) ’vega’ con el sufijo vasco -ko (derivado
esta hipótesis, casi sólo fundada en el alem. alto paralelo a b a i c a > V E G A ), para lo cual se funda
y bajo (menos claramente en las demás lenguas en que «en vasco la k y la t ( + vocal) tras r, /
germánicas, al menos en este sentido), en todo o nasal se ablandan en g y d». Pero esto no es
caso ajeno al céltico conocido (IE W 141.3-4); pero 55 exacto, pues es bien sabido que sólo tras nasal se
sobre todo inspira escepticismo el cambio de É produce norm alm ente este fenómeno, lo mismo en
en Á que debería ser en este caso antiquísimo, y vasco que en los dialeaos romances lim ítrofes;
que no hay prueba alguna de que pudiera ser Ik > Ig sólo se da en el dialecto vizcaíno y rk
causado en esas condiciones por una R siguiente. n o se cambia en ningún dialecto vasco, por lo
M e inclino por la base * b a r I c a (comp. aquí v e r a ) ce menos no es esto norm al en los dialectos m o­
dernos. Hay por cierto casos de alternancia re S. X V I I : Paravicino (R F E X X IV , 314), Villavi-
= rg en inscripciones ibéricas, pero falta saber ciosa, Ribadeneira (Aut.). E n su sentido propio
hasta qué punto se trata de algo más que de sigue siendo palabra de tono literario, aunque se
u n fenómeno gráfico (recuérdese que la grafía oye en boca de gente culta. El plural varios en
c con valor de G es frecuente aun en latín ar­ 5 su valor gramaticalizado de ’más de uno, unos
caico). T am bién es cierto que hay casos sueltos cuantos’ es todavía poco usual en los clásicos, y
de alternancia rg ~¡> rk en vasco y en hablas así O udin sólo sabe traducir el fr. plusieurs por
romances lindantes, de modo ove la posibilidad muchos, pero ya debía de emplearse por entonces,
de que varga salga de u n b a r c a no debemos pues al mencionar el «Tesoro de Varias Poesías»
rechazarla del todo, y así tampoco podemos des­ 10 de Pedro de Padilla (1580), replica el C ura del
cartar enteram ente la etimología de Hubschm id. Quijote «como ellas no fueran t a n t a s , fueran
Pejo el área portuguesa de la ac. que nos inte­ más estimadas» (I, vi, 19v°), sugiriendo así que
resa es sumamente desfavorable a u n origen vas­ ya evocara por entonces idea de cantidad. M ás
co, y el significado privativo del sufijo vasco documentación en Cej. IV, § 77.
-ga desaconseja toda etimología vasca en nues­ 15 H abía existido en la época arcaica un adjetivo
tro caso. Johannes H ubschm id, en este artícu­ vero, duplicado de vario, con fonética hereditaria;
lo que hemos citado, se declara por la relación este vero había tomado el valor de ’gris’ o ’color
derivativa entre * b a r g í n í y * b a r g a , idea que y a de acero’, y pronto tiende a desaparecer, a causa
sugerí como posible en mi nota de 1942 (A IL C de la homonimia 'con v e r u s ’verdadero’; no obs­
I, 148 n .l), que él da ahora como propia, y que 20 tante, es seguro que contiene v a r i u s la «equa
me parece actualmente algo más probable que la colore vera» de un doc. de Sahagún de 1085, y
etimología MARGINEM, en razón de la coincidencia posible que sea lo mismo la Villa bera de u n doc.
semántica y geográfica entre aquellos dos voca­ leonés de 939 (M . P., Oríg., pp. 80, 79); en
blos (las razones que da H ubschm id carecen de otro doc. de Sahagún de 1093 aparece la forma
fuerza). Para parga ’m ontón de hierba’, junto a 25 leonesa veiro (Vignau), y en el glos. de colores
barga, V. ahora Hubschm id, ZRPh. L X V I, 61. de caballo del ms. de L eyden, S. X I, aparece la
forma más arcaica bayro. Como he dicho en el
Várgano, vargo, vargueta, V. varga Variable, artículo correspondiente, el m oderno adjetivo O V E ­
variación, variado, variamienlo, variante, variar, V. R O parece resultar de una fusión de f a l v u s y
vario 30 v a r i u s . M ás tarde sólo encontramos el vocablo

en la combinación peña vera, nom bre de una es­


V ARICE, tomado del lat. varix, -ícis, id. 1.a pecie de armiño, que aparece en el Apol. (349c),
doc.: variz, 1581, Fragoso. en la Gral. Estoria, en la Gr. Conq. de Ultr., en
Citado por A ut., donde se da como básica la varios textos de Cortes desde 1258 a 1351, etc.
forma várice, de género femenino. T e rr. dice el 35 (RFE X , 120), tam bién gall. ant. «penas veiras,
varice, sin acento, a pesar de que suele acentuar blancas et outras» (Gral. Est. Gall. 97.35); en in­
los esdrújulos. L a Acad. en sus ed. de 1817 y ventario arag. de 1402 sale con el mismo valor la
1843 sólo várice f., junto al cual admite varice forma occitana vayre (B R A E II, 219). Por lo de­
en 1884, y da preferencia a esta últim a forma en más, los derivados abajo citados dan pruebas de
sus ediciones recientes, de acuerdo con el uso 40 la vida lozana de vero v a r i u s en el período arcaico.
español; en la Arg. es más com ún el etimológico Veros se conservó como término de blasón, como
várice. nombre de una especie de esmaltes que cubren
D eriv . Varicoso [APal., 515d], de variedsus id. el escudo [1725, Aut.].
(avaricoso 1723, DHist.). Varicela [Acad. 1884, no D e r i v . Variedad [APal. 515<i]. Variar [J. Ruiz],
1843], comp. fr. varicelle [1812], ingl. varicella 45 de variare id .; variable [Corbacho (C. C. Sm ith);
[17711: parece debido a la mala inteligencia de APal. 122d], variabilidad; variación [2.° cuarto S.
un lat. mod. varicella ’varice pequeña’, que se XV, Pz. de Guzm án (C. C. Sm ith); APal. 14d];
tom ó por diminutivo de varióla ’viruela’. variado; variamiento; variante. Desvariar [h. 1260,
C p t . Varicocele. Partidas; por lo común vale ’variar’ en la E. Media,
50 pero ya ’desbarrar, desvariar’ a med. S. XV, Canc.
Variedad, V. vario Varilarguero, varilla, va­ de Stúñiga, Cuervo, Dicc. II, 1185-7; «deliro»
rillaje, varillar, V. vara N ebr.]; gall. pontev. desvairarse ’esparcirse’ ha­
blando del viento: «el viento que viene alto hace
VARIO, tom ado del lat. varius ’de colores va­ menos daño que el bajo porque se desvaira» (Sarm.
rios’, ’variado, diverso’, ’inconstante’. 1.a doc.: 55 CaG. 214v) ; desvariado [Lucano de Alf. X , Al-
h. 1440, M ena, Pz. de G uzmán, Santillana (C. C. m azán; h. 1440, J. de M ena, Lida, p. 142; N ebr.];
Sm ith, BHisp. L X I); «mutabile es lo vario y m o­ desvariable; desvariamiento; desvario [Nebr.].
mentáneo, que no permanece en un ser y presto Viruela [veruela «varióla», «vesica», h. 1400,
se muda» APal. 294d; 119d. glos. del Escorial; tcesia es veruela» APal. 72d,
N o está en N ebr., pero ya es frecuente a princ. M 68b, 240b; viruelas cpetecchie» 1570, C. de las
Casas; F r. L . de G ranada, Ata.}, del lat. vg. VA­ vez en bajo latín, ya en capitulares carlovingias
RIO LA id. (C G L I I I , 620.26, 596.17, 606.45; D u de 823 y algo anteriores (D u C.), y según los
C.), conservado en todos los romances salvo el historiadores el vocablo se docum enta desde el
rum . y el gall.-port. (bexigas); virolento [veru- S. V III. A ntes, y ya desde la Ley Sálica (h. 500),
liento APal. 72d; viróle-, Q uevedo; hay aldea 5 aparece el sinónimo v a s s u s , aplicado la primera
llamada los Vilorentos, con metátesis, cerca de vez a u n criado o siervo, más tarde a la institu­
Bédar, A lm ería]; derivados cultos varioloso, va- ción del vasallaje, y las dos palabras, v a s s u s y
rioloide. su derivado, luchan en bajo latín hasta el S. X
Enverar [Acad. 1884, no 1817]; envero [id.]. inclusive, generalizándose v a s s a l l u s de allí en
Entreverar [fin S. X V I, A ut.] ’cortar en u n m on­ 10 adelante. L a existencia de gentes dependientes de
te sólo los troncos adecuados para leña o para un poderoso, aunque más o menos libres, nos la
carbón, dejando el resto en pie’ cub. (Ca., 60); atestigua ya César para la Galia del S. I a. C.,
entreverado [tocino ’el que tiene hebras de dándoles el nom bre latino clientes (B . G . V I, 15),
magro’ 1525, Rob. de Ñola, p. 61]; entrevero sin duda como traducción del ya existente galo
arg., chil. ’confusión’, ’lucha cuerpo a cuerpo’. u V ASSOS. Si esta denominación céltica se impone
en Francia y demás países rom ances desde el S.
Varita, varitero, V. vara Variz, V. varice IX , en u n sistema tan germanizante como el feu­
Vatizo, V. vara Varón, varona, varonía, varo­ dal, es porque éste es el mom ento en que la ma­
nil, V. barón Varraco, V. verraco Vasa, va- sa de la población autóctona, de raza céltica y
sadttra, vasal, V. vaso Vasa, V. balsa 20 precéltica, más o menos profundam ente rom ani­
zada, empieza a recobrar sus derechos de elemen­
V ASA LLO , del célt. * v a s s a l l o s ’semejante a to étnico predom inante, junto a la tenue super­
un criado’, derivado de v a s s o s ’servidor’. 1.a doc.: estructura teu tó n ica: ahora bien, estos vassi o
2.a m itad S. X , Glosas de Silos, Cid, etc. vassalli eran celto-romanos en su gran mayoría e
Predom ina desde el C id la grafía vassallo con 25 im pusieron el vocablo que les era familiar.
-ss-, y no hay duda de que la sibilante fué siem­ V. el fundam ental análisis lingüístico de W in-
pre sorda. Según se deduce del mismo poema y disch, Berichte d. Leipziger Ges. d. W'iss. X L IV ,
de las Partidas, se entendía por ’vasallo’ en Cas­ 1892, 157-80; comp. T hurneysen, K eltorom . 82;
tilla el que recibía beneficio u honor de los se­ Diez, W b., 338. El vocablo v a s s o s sale regular­
ñores, así como tierras, dinero o la condición de 30 m ente en céltico de una base u p o - s t h o - ’el que
caballero, a cambio de im portantes servicios que está debajo’, ’acompañante de u n poderoso’ (Pe-
habría de prestarles; en el C antar se aplica a los dersen, Vgl. G ram m . I, 35; = ser. upasthánam
súbditos del rey y a los del héroe, y se describe ’veneración’, ’servicio’). Está docum entado por el
el reconocimiento formal de vasallaje m ediante un galés y córn. guias ’mozo, m uchacho’, irl. med.
beso dado a la mano del señor; porm enores y 35 foss id., bret. gwaz ’hom bre, varón’, y por abun­
documentación en M . P., Cid, 887-8. D e uso dantísimos nombres de persona galos, compues­
general en la Edad M edia (p. ej. Berceo, M il., tos o derivados del mismo (Vassorix, Dag ovas sus,
723c), y bien conocido hasta hoy en usos figu­ Vassatus, -ssedo, -ssetius, -ssidius, -ssillus, -ssinus,
rados. -ssius, -sso). E l derivado en - a l l o s , no documen­
D el estado de cosas en tiem po del Cid, y a 40 tado con seguridad fuera del bajo latín (V. sin
pesar de que en Castilla no hubo verdadero feu­ embargo W indisch, 178-80), presenta u n sufijo
dalismo organizado como en el resto de Europa, nada raro en los celtismos ( c a b a l l u s , Caracalla,
se deduce que la institución del vasallaje te­ irl. fannall ’golondrina’, connall ’estipendio’), que
nía arraigo propio, profundo y lejano ya, en la parece haber tenido valor adjetivo; el valor p ri­
vida castellana de los SS. X I y X II, y así no 45 mitivo sería, por decirlo así, ’criadil, comparable
hay razón alguna para suponer que el vocablo a u n criado’.
se tom ó de Francia, o si préstam o hubo, éste Se han conservado en lenguas romances otros
debió arrancar de la época del Bajo Im perio. Si derivados y compuestos de v a s s o s , en particular
vasallo se hubiese tom ado del fr. u oc. vassal, v a ssu s v a sso rum Vasallo de vasallos’, de donde
como afirmaron M -L . (R E W 9166), Bloch y otros, 50 fr. vavasseur ’vasallo subalterno’, cat. varvassor,
no se habría cambiado en cast. la terminación del cast. B A B A Z O R R O . Y por otra parte el fr. valet,
vocablo galorrománico, pues el sufijo -al es fre­ fr. ant. y oc. ant. vaslet, antes ’escudero, noble
cuentísim o en iberorrom ance. T am bién son anti­ joven al servicio de u n señor’, después ’criado’,
guos y bien arraigados el port. vassalo, el cat. cat. vailet ’m uchacho, rapaz’ (comp. marchigiano
vas salí y el it. vassallo, y sus formas se corres­ 55 vasallo «ragazzaccio di strada», Z R P h. X XX IV,
ponden regularm ente según la fonética histórica: 698), cuya formación n o está bien precisada: no
luego se trata de una palabra heredada en todas puede tratarse de u n m ero dim inutivo romance
partes del latín vulgar, quizá en una fase del mis­ de vassal (ni de u n * v a s s a l l i t t u s ) , pues enton­
m o algo tardía. ces tendríam os fr. ant. *vasselet (comp. vasselage),
L a v o z d e r i v a d a v a s s a l l u s a p a r e c e p o r p r i m e r a M cat. *vassdlet; el tipo *VASLrrrus formulado en
el R E W (9165) no explica nada. Satisfactorio fo­ VASO, del lat. vg. v a s u m , lar. v a s , - i s , ’vasi­
néticamente es el tipo * v a s s u u t t u s , dim inutivo ja’. 1.a doc.: Berceo.
de u n dim inutivo latino * v a s s ü l u s , supuesto por Es frecuente ya en docs. de los SS. X y X I
Bourciez. Pero es extraño que el tal * v a s s u l u s , (Oelschl.), pero quedamos en duda acerca de si
siendo latino, no esté documentado en parte al- 5 el escriba quería escribir latín o cast. Desde Ber­
guna, y así es natural la tendencia a suponer ceo es frecuentísimo como denominación de reci­
que por lo menos el derivado, al cual se agregaría pientes litúrgicos y otros. N ebr. nos m uestra ya un
el sufijo romance -et, existiera ya en galo, lo mis­ contenido semántico parecido al actual: tvaso, ge­
mo que el otro derivado v a s s a l l o s . Como no neralmente: vas; v. sin hondón; v. de vidro; v.
hay derivados célticos en -C - L O - según Pedersen 10 para bever clarea; v. para bever ordiate; v. de sin-
(Vgl. G ramm . II, 54), pero sí los hay numerosos zel labrado; v. de dos orejas: dyota; etc.». E n va­
en - É - L o - muchos de ellos con valor adjetivo (irl. lenciano vaso significa ’colmena’ (el hispanolatino
nasal ’alto’, etc.), quizá debamos imaginar un Columela ya emplea en este sentido el plural
* v a s s é l o s (de donde * v a s s e l - i t t u > vaslet); a vasa), y aunque esta forma tiene aspecto caste-
no ser que fijándonos en el nom bre de persona 15 llano, no me es conocida tal ac. en este idioma,
V a s s i l i , documentado en una inscripción galorro- de suerte que acaso sea más bien mozarabismo
m ana (Windisch, p. 161), prefiramos partir de esta local. E n latín clásico v a s era neutro, plural v a s a ,
base, acordándonos de que tam bién hay algunos pero éste se declina vasorum, lo cual correspon­
derivados célticos en - I -li- (Pedersen, l. c.). Pos­ dería a u n singular v a s u m , que efectivamente
tular * v a s s e l l i t t u s , como hacen Gamillscheg y 20 existió en latín arcaico (Catón, Plauto) y en al­
Bloch, invocando el sufijo compuesto fr. -elet, no gún autor de la baja época. D e esta base proce­
es admisible, puesto que la -e- de este sufijo no den todas las formas del romance, donde se ha
se pierde nunca en francés antiguo, y tal base conservado con carácter popular en todas partes
tampoco explicaría la -l- simple del catalán; ade­ salvo en francés.
más, el supuesto interm ediario * v a s s e l l u s tiene 25 D e r i v . Vasa ’vajilla de cocina’ ast. (V, Supl.),
los mismos inconvenientes que * v a s s u l u s y en burg., pal., del plural latino v a s a . Vasar [«vasa-
rigor tampoco está documentado (aunque hay u n rium» N eb r.; Quevedo, A ut.]; vasal ’especie de
nombre de persona galo V a s s i l l u s ). En cuanto arm ario que suele haber en las cocinas, para po­
a -r rru s recuérdese que este sufijo es probable­ ner la vajilla’ ast. (V). Vasadura ’casco o uña del
m ente un celtismo en romance, y que no es éste 30 caballo’ arg. (Guiraldes, D. S . Som bra, ed. E s­
el único caso de derivado en - m u s que ya debemos pasa, p. 289); vaso en este sentido se emplea
admitir formado en céltico y transmitido al ro­ también en la Arg. (M ontagne, Cuentos Cuyanos,
mance por el céltico con esa terminación (vid. el 57) y ya está en A ut. Vasáu ast. ’vaso lleno de lí­
art. B A R R E T del DECat., * b i r r i t t o s , y, aquí, quido hasta el borde’ (V). Vasero ’vaso’ ant. (Ber-
B IR R E T E ). Luego no vacilo en suponer que * v a s - 35 ceo); vasera ’vaina’ ant. (A lex., 557), ’funda de
s o u t t o s ya fué trasmitido —formado por entero— vaso’ [h. 1580, A ut.], ’vasar* [S. X V II, Aut.]. Vasi­
por el céltico al romance. ja ’conjunto de recipientes’ ant. [992]L, ’recipiente’
De la variante francés y occitano varlet se tomó [APal. 30b, 41b, 43b, 515d; tv . lo m esm o es que
con sentido figurado el aragonés barlete ’pieza de vaso» N e b r.]: viene por vía semiculta de u n va-
hierro en figura de 7 o de martillo, que, atrave­ 40 silía formado según el modelo de su sinónimo
sando el banco de carpintero, sirve para sujetar a utensiña; comp. «in kanado mobivile vel inm o-
él las piezas que se labran’ (Borao), comp. catalán bivile... in vasilia, in u t i s i 1 i a» L eón 1030
vailet (Alcover, con variantes baylet, ballet, marlet, (M . P., Oríg., 330). Vasillo. Desvasar arg. ’cortar
barrilet, etc.), aran. H .-Pyr., T a m ballet, de igual el casco’ (La Prensa, 19-V-1940); desvasador ’el
significado. ♦5 q Ue desvasa, interviniendo en las trasquilas’ (Tis-
D e r i v . Vasallaje [Berceo]. Avasallar [ h . 1530, cornia, Ai. Fierro coment., p. 218). Envasar [1550,
Ant. de G uevara: Cuervo, Dicc. I, 795-6]; ava­ G . Pérez, A u t.] ; envasador; envase ( > cat. envas
sallador; avasallamiento. id., que todavía se pronunciaba castellanamente
h. 1920). Extravasar; extravasación. Transvasar.
Vasar, vascular, vasculoso, V. vaso 50 Vajilla [tbaxilla: abacus» N e b r.]: en vista de la
b- antigua debió de tom arse más bien del cat.
V A SE L IN A , del ingl. vaseline, nom bre inven­ vaixella (ya muy frecuente en la Edad M edia)2,
tado en 1872 por Chesebrough, fabricante norte­ — pues la confusión de v con b ya se documenta
americano de este producto, y creado irregular­ en masa en el pallarás y otras hablas septentrio-
m ente a base del alem. wasser ’agua’ y el gr. si nales de este idioma, desde h. 1400 por lo m e­
éAaiov ’aceite’. 1.a doc.: Acad. 1925, n o 1884. nos— que del gasc. bachere, el oc. ánt. vdssela
Vid. Shorter O xford Engl. D ict.; N E D , s. v. o el fr. vaisselle id., procedentes todos del lat.
vg. v a s c e l l a , pl. de v a s c é l l u m 3 ’vasija pequeña’
Vasera, -ero, vasija, V. vaso (el port. baixela llegaría a través del cast.)4; así la
® fecha tardía del vocablo como el tratam iento fo-
rastero de sc e denuncian claramente un présta­ berc. vástiga ’brote de arbusto, tallo’ (Fz. Gonzz.,
mo, consumado cuando vasija, antes ’vajilla’, tomó Oseja, 209). En cuanto a vestugo ’renuevo del oli­
el sentido de ’recipiente individual’. Vascular; vas­ vo’, se debe quizás a un cruce de vástago con su
culoso, derivados cultos del dim inutivo clásico sinónimo verdugo; vestugo está en Acad. 1832,
vascülutn. 5 no 1780, y es palabra gallega (Valí.). No creo que
1 «Tres culiares argenteas et vasilia m ulta ex se pueda tomar como indicio de un diminutivo
lignis facta», doc. de Aguilar de Campó, 922, gót. de *w a h s t u s , a pesar de que éste daría cuen­
Festschrift Jud, 631-2; «ropa, vasilia, usque ad ta de la triple terminación j.ago, ú g o (cf. látigo) y
m inim am guliare» Eslonza 1096 (M . P., Orig., -úgo (cf. tejugo); pero cf. la b- de la Gral. Est.
328); otro de 1091 en Vignau.— a L a forma bá­ 10 y el gall. ant. bestrego (s. v. B E S T O L A ). Y contra
jelo de la Gr. Conq. de Ultr., 484, presenta un la etimología gótica hay, sobre todo, la dificul­
compromiso entre la forma francesa y la pos­ tad de que la w - debiera cambiarse en gu- (no es
terior.— 3 De ahí veo. maskelu «petit chaudron de creer que este cambio pudiera impedirse por
dans lequel on fait bouillir le lait» en Álava y disimilación: el supuesto caso análogo de V A H I­
O ñate (SE. de Vizcaya) y el dim. maskiio al S. 15 D O se funda en una etimología falsa); por lo
de Bilbao.— 4 Y ya documentado en 1112 (vexe- demás quizá no sería argum ento tan seguro la
la), Cartulario de Sant Cugat II I, p. 19. dificultad de que el nombre de acción w a h s t u s
pudiera dar un concreto, vastago1. M ucho más con­
Vastación, V. vasto vincente, aunque no haya pasado al R E W , es la
20 idea de M -L . (U?S I, 1909, 38) y Schuchardt
V ASTAG O, probablemente derivado del lat. (.Z R P h. X X X III, 1910, 345-6) de derivar vástago
tardío b a s t u m ’palo’, de donde procede B A S ­ de la raíz de B A S T Ó N en el sentido de ’rama de
T Ó N : es de notar que esta últim a palabra se ha árbol’, lat. tardío b a s t u m ’bastón’ (el lat. vg. burdu-
empleado tam bién en el sentido de ’vástago’. 1.a basta empleado p o r Petronio parece significar pro­
doc.: bástago h. 1280, Gral. Estoria 216a33 (Mz. 25 piam ente ’retoño bastardo’), comp. el arag. bor-
Pidal, N R F H V II, 53); 1607, Oudin. dizo ’retoño de olivo’ junto al cast. bordón ’bas­
Ahí definido «tige d ’arbre», a lo que en la ed. tón’, y nótese que el propio bastón se empleó
de 1616 se agregó «ou de vigne»; C o v arr.: «el en el sentido de ’vástago’ o ’vara cortada de un
ram o largo del árbol o de la vid, que es como árbol’ : «se tratará aora del modo de plantar con
renuevo»; A ut.: «el renuevo o ram o tierno del 30 bastón: en esto ante todas cosas se ha de guardar
árbol o planta», con cita de la frase de Interián que se hagan los bastones de los árboles más
de Ayala (h. 1700) «una cepa de que salía un fértiles» en la traducción de Plinio por H uerta
solo vástago». Falta en N ebr., APal., glos. de (h. 1625); Covarr., s. v. basta, parece emplear el
h. 1400, PAlc., C. de las Casas, Percivale, Q ui­ vocablo en el mismo sentido. E n cuanto a la v-
jote, G óngora, Rz. de Alarcón, etc. Se hace fre­ 35 de la grafía oficial, carece totalm ente de valor,
cuente desde el S. X V III. He aquí algunas citas pues vástago no aparece hasta el S. X V II, mien­
que saco del dicc. de Rz. M orcuende: «se quitó tras que la v estaba confundida definitivamente
la guirnalda, y queriendo subir a suspenderla de con la b- ya en el X V I, y en posición inicial aun
los pendientes ramos, se troncha u n vástago en­ anteriormente. Sin embargo es probable que vás­
vidioso, y caen al torrente fatal ella y todos sus 40 tago existiera (pronunciado con b-) desde mucho
adornos» L . Fz. de M oratín, «cual vid de fruto antes, pues la familia de los A b en Bastagájr exis­
llena, / que con el olmo se abraza / y sus vás­ tía en L orca desde princ. S. X II (M . P., Orig.,
talo s extiende / al arbitrio de las ramas» M elén- 98); comp. B A S T A R D O . En una cantiga gallega
dez Valdés, y en el sentido figurado de ’persona del leonés Fernán Suárez de Quiñones (S. X III)
descendiente de otra’ (muy frecuente en la len­ 45 aparece la locución se Ihe froreç’ o bastage que
gua literaria); «Fernando, precioso vástago del R. Lapa (CEsc. 142.5) entiende ’si las cosas le
tronco ilustre de Borbón». N o hay nada seme­ sálen favorables’, fundándose en el paralelo «se
jante en otros romances. lhi frorecer a faia» de dos versos antes. En cuanto
Diez, W b., 496, n o daba etimología, n o atre­ a que sea un vocablo con el sentido de 'palo, tro n ­
viéndose a aceptar (con razón, por la imposibili­ 50 co’, como sugiere el publicador, es mucho más
dad fonética) el gr. fUctaroq ’retoño’. Storm, dudoso; parece haber ahí, como él afirma, algún
R om . V, 187, propuso partir del gót. w a h s t u s modelo traspirenaico : siguen en rima con él tres
’acción de crecer’, ’crecimiento’, idea que fué acep­ evidentes francesismos : domage, lage y gage. Pero
tada por K órting, y M . P. (Festgabe Mussafia, ni en oc. ant. ni en fr. ant. corriente se conoce
1905, 391, 397) la daba tam bién como posible: 55 una palabra basta(t)ge con tal significado. L o que
la terminación sería el sufijo átono, de lo cual es sí hay es el verbo fr. bâter, oc. bastar ’albardar o
buena prueba la variante vástiga, admitida por proveer de silla una caballería’. Y en francés m e­
la Acad. (ya 1884, no 1843), y empleada entre dieval existió bastage con el sentido de ’tributo pa­
otros lugares en Linares de la Sierra (Salaman­ gado al señor feudal por las bestias de carga’. No
ca), Sajambre bastica ’ramo de la patata’, santand., «I es improbable, pues, que signifique ’si prosperan
tus rentas feudales’. A lo sumo se podría admitir caminar cuando unos y otros nos empezaron a
que si Suárez de Quiñones conocía algún vocablo dar vaya, declarando la burla...» (C l. C., p. 60,
análogo a vastago hubiera incluido éste en el sen­ con cita de dar una vaya en Rojas Zorrilla; otro
tido que daba a la locución feudal, facilitando la p. 72), y G racián, Criticón (O. C., ed. A. del Hoyo,
combinación de bastage con florecer. O ¿hay algu­ 5 pp. 587, 588, 637). Aparace asimismo en la Pícara
na relación con la historia de la vara de José flore­ Justina, en Lope, T irso, etc., V. las citas en D H ist.
cida?, pero la terminación -áze sería grave tropiezo (s. v. baya), A u t. y T erlingen, pp. 302-3. Entre
(¿m ero floreo verbal?). Por lo demás, V. el artícu­ los lexicógrafos lo registraron primeramente O udin
lo B A S T Ó del DECat., donde me he detenido («moquerie, baye: dar la vaya, se ttioquer de quel-
un poco más en la relación entre bastón y vastago. 10 qu’un, luy donner la baye») y Covarr., que le seña­
D eriv . Vástiga, vestugo, V. arriba. Desvastigar. ló origen italiano; así hizo tam bién A. Castro en
1 Realmente del gótico parece que vengan gali, y su nota al Buscón. Es de notar que C. de las Casas
trasm. gastállo, -alho nombre de diversos palos (1570) sólo registra baia como italiano, traducién­
de soporte o sujeción en T ras os M ontes,, y dolo «burla, matraca». En veo. lab. baya es no
ya en Sarm. CaG. 222r, ’cigoñal’; V. los detalles 15 sólo ’defecto, tacha’ sino también (aunque no lo
allí y en la p. 107. O ua- > ga- es general en confirman Azkue y L h.) ’vaya, burla’; en H aritz-
gallego. mendi, H aram buru y Etxeberry, según Tovar,
D EtVco., al parecer, en la 2* ac. en alguno de ellos,
Vastar, vastedad, V. gastar Vástiga, V. vas­ aunque parece decirlo de todos y el único pasaje
tago Vasto, V. gastar 20 que cita (del 3.°) lo presenta en la ac. ’defecto’.
En italiano baia, de igual sentido, está documenta­
V A TE, tom ado del lat. vates ’adivino, profeta’, do desde el S. XV, y tiene junto a sí baione ’abu­
’poeta inspirado (por una divinidad)’. 1.a doc.: cheo’, y baiare (así C. de las Casas) o abbaiare
princ. S. X V II, A ut. ’abuchear’, que propiamente significa ’ladrar’ .
Palabra poética o del estilo elevado. 25 D e r i v . Bayar, refiriéndose a un perro, aparece
C p t. Vaticinio [1616, Cervantes, Aut.], tomado en la trad. de la Comedia de Villena (J. A. Pas­
de vatícínium id., derivado de vaticinus ’profèti­ cual, 1974, p. 98). Embayarse ’enfadarse, airarse,
co’, compuesto con canere ’cantar’; vaticinar [Cal­ enojarse, molestarse’ ecuat. (Lemos, Barb. Fon.,
derón, Aut.], de vaticinan id .; vaticinador; vati­ s. v.).
cinante. Vatídico. 30
Veceña, veceñada, vecera, vecería, vecero. V. vez.
Vaticinador, vaticinante, vaticinar, vaticinio, va­
tídico, V. vate V EC IN O , del lat. v í c I n u s id., derivado de ví-
CUS ’barrio’, ’pueblo, villorrio’. 1.a doc.: bicino,
V A T IO , derivado culto del nom bre de W att, 35 2.a mitad S. X, Glosas de Silos; becino, 1090
físico escocés m uerto en 1819. 1.a doc.: Acad. (Oelschl.), etc.
1925, no 1884. V ezíno se encuentra desde Berceo (M il., 320d,
M ás usual todavía es emplear con el mismo etc.) y es la grafía corriente en la Edad M edia
valor la forma w att o vat. (APal. 10b, 87b, 208b, 393b; tv . de barrio: vi-
40 cinus» N ebr.). Desde el principio aparece con las
VAYA ’burla, mofa’, voz paralela al it. baia id., dos acs. principales ’cada uno de los que tienen
derivado de abbaiare o baiare ’ladrar’, que tam ­ casa y lugar en u n pueblo’ (muy frecuente en los
bién significó ’abuchear’, voz onomatopéyica. 1.a fueros y docs. arcaicos, vid. Oelschl.) y ’el que
doc.: Berceo. vive en la proximidad de otro’. Cej. IV, § 116.
Baia ’burla’ está ya en Berceo, Duelo, 23b ; 45 L a locución el vezín malo ’el diablo’ (Berceo, S.
figura también en J. Ruiz 1054a (V. nota a mi ed.) M ili., 197) presenta el vocablo apocopado por fo­
y APal. emplea bayar ’ladrar’ como castellano. En nética sintáctica; el ast. vecin (V) es regular se­
1602, en el Alfarache de M artí, donde aparece el gún la fonética dialectal.
vocablo varias veces : «diéronme la vaya de que Palabra de uso general en todas las épocas y
había querido volar muy alto, y buscar bocados 50 com ún a todos los romances, todos los cuales
de príncipe con dinero de la Iglesia», «en la pri­ presentan en la misma la disimilación regular
mera cena que comí con los demás estudiantes... I-I > e-i, que quizá ya venga del latín vulgar.
fué bien menester estar yo previsto en cosas seme­ D e r i v . Vecinal [Acad. S. X IX ]. Vecindad [-z-t,
jantes, para no correrme de la vaya que me die­ Cid; Berceo, J. Ruiz, J. M anuel; vezindad APal.
ron; porque al tiempo del sentarnos no había 55 208b, N ebr.], de v í c I n í t a s , - a t i s ; con síncopa
hombre que me quisiese a su lado», «daban tales d iferente: *viznedad, de donde vinzedades (M.
risadas celebrando sus dichos que bien parecía P., D . L ., 204), vencidat en Calila (Rivad. L I, 30a,
patio de votos, mesa de muchachos y vaya de es­ aunque Alien lee ahí vezindat 49.969); vecinda­
tudiantes» (Rivad. III, 378, 389, 390). Tam bién rio [1728, A ut.; n o C ovarr.]1; vecindona an d .;
está en el Buscón : «apenas habíamos empezado a 60 avecindar [h. 1575, E rcilla: Cuervo, Dicc. I, 797-
8]. Avecinar [G. de Cetina, f h. 1557: Cuervo, conserva a veces la antigua am plitud semántica.
Dicc. I, 796-7]; como falta todavía en APal. y en Vedarse vale ’cesar, desistir’ en judeoespañol (ya
N ebr., lo mismo el sentido que la fecha sugieren Biblia de F errara: B R A E V, 364).
préstam o del it. awicinare ’acercar’, derivado de D e r i V. Veda [Aut.]. Vedado. Vedamiento [Nebr.].
vicino ’cerca’; con influjo de vecindad: avecindar 5 Devedar ant. [Berceo; J. M ena, Coron.; N ebr.];
[1570, C. de las Casas; Ercilla; Cuervo, Dicc. I, deviedo ant. [Berceo, M il., 622; Nebr.]. Veto
797-8]. Circunvecino. [Acad. S. X IX ], del lat. veto, primera pers. del
1 Vecinario (?) leo en M . Fierro, ed. Tiscom ia pres. de Ind. de vetare; parece tomado por con­
II , 3012, pero vecindario II, 3274. ducto del fr. veto [1718], recuérdese el empleo
1« frecuente en tiempo de la Revolución.
Veco ’macho cabrío’, V. igüedo Vectación,
vector, vectorial, V. vehículo V ED EGA M BRE, ’heléboro’, antiguam ente ’ve­
neno’, ’cualquier sustancia venenosa’, del lat. m e -
V E C T IG A L , ’contribución, im puesto’ tomado d I c S m e n , - í n i s , ’m edicamento, droga’; el cambio

del lat. vecñgal, -alis, id. 1.a doc.: h. 1570, Zurita. 15 de la M - en v - se debe a la disim ilación; por lo
A un con carácter erudito e histórico es voz muy demás, la forma megambre se encuentra todavía
rara en castellano, no admitida en el DAcad. No en el S. X III, y está tam bién en la traducción cast.
así en catalán, donde ha pertenecido al lenguaje de Abenbasal, h. 1300, A l-A nd. X III, 399. I."
más común de la hacienda pública y el derecho doc.: megambre y vegambre en los mss. del Fuero
constitucional [S. X IV, D A lcM .]. M uy empleado 20 Juzgo, a. 1240.
en latín clásico, y en el medieval transpirenaico y Donde dice u n título: «de los magos et de los
aun peninsular. que piden consejo a los astrólogos e de los que
U na supervivencia suelta parece que quedó ade­ tiem pran las megambres», con variante la vegam­
más en Galicia, y aun con carácter popular, aun­ bre en otro ms. (Esc. I, 104, var. 9 ; M alp., 2).
que meramente local. Anotó Sarm. que betegallo de­ 25 «Más trae una abiespa de crúa bedegame / que
signaba un «fole o saco pequeño para harina, que non faze de moscas una luenga exame» Alex.,
no llega a medida de un ferrado» palabra del NE. TAI a (con variantes vedegame y bedegambre en
(Viveiro) (CaG. 236v). Se extraería del plural v e c - los mss.), «muchas malas serpientes / . . . / nunca
t i g a l i a ’debitorios, tributos’, de donde luego un fartar se pueden, están m uertas de fame, / están
singular secundario en - a l i u m (también docum en­ 30 todas cargadas de mala vedegam bret A lex., 21796;
tado, en glosas y como variante en manuscritos de «tomó ella veganbre que avía puesto en una caña
autores), por ser esta aportación tributaria de hari­ por lo echar al orne por las narizes, e puso la
na una de las más comunes en el régimen señorial. boca enla caña por soplar; e t... dió un estornudo
D ebió de ser palabra vieja y acaso hoy olvidada, ante que huyase a soplar, et cayó a ella la ve­
pues n o la hemos visto casi en ninguna otra fuen­ 35 ganbre en la garganta, e cayó muerta» Calila (ed.
te ; sólo en el Supl. de Valladares la vuelvo a en­ Alien, 28.364; la viganbre 17.3, vidiganbre 22.167,
contrar y con un sentido algo diferente y algo más la vedeganbre 30.421 y 105.251); «el cuerdo, de
secundario: «lío o bulto pequeño que con facilidad la víbora faz triaca; et el de mal seso, de las ga­
puede llevarse debajo del brazo o en la cabeza». llinas faz vegambre» Conde L uc. (ed. H z. U reña,
Aunque la I se cuenta como larga en algún poeta 40 251; ed. K nust, 259.21); Juan Ruiz lo emplea re­
clásico, la mayor frecuencia de las terminaciones firiéndose a los desastres causados por el am or:
en - I g a r e , - I c a r e , justifica la final en -egallo es­ «asy faze a los locos tu falsa vedeganbre» (414b);
pecialmente en una lengua con e átona tan relajada «la miel se faze amarga e la leche vedeganbre» en
como la del gallegoportugués. un poeta del S. XV citado por Cej. (Voc.) y Agua­
45 do (s. v.).
Veda, vedado, V. vedar Vedado arag. ’larin­ Hasta aquí el vocablo, como puede verse, signi­
ge’, V. huevo fica siempre ’veneno’ de m anera general y en abs­
tracto. Por prim era vez lo encontramos en N ebr.
V EDAR, del lat. v é t a r e ’prohibir, vedar’. 1.a aplicado a una planta, el eléboro o la adelfa, que
doc.: orígenes (Glosas de Silos, Cid, etc.). 50 es el veneno m ás conocido de la gente del campo:
T am bién frecuente en Berceo (M il., 905c) y en tvedegambre: helleborus». N o sé si en la Albei-
todas las épocas. El presente fué antiguamente tería de A rredondo (ed. 1658) tiene todavía el
vieda (Cid; Fuero de G uadalajara; A lex., 1565; sentido antiguo, o ya es el eléboro, en cuyo caso
Canc. de Baena, f° 176r°b) y es todavía el que habría que agregar una coma tras el vocablo en
figura en la Gramática de N ebrija; para la fecha del 55 la cita del D H ist.: «una onza de eléboro negro y
cam bio: Cuervo, Obr. Inéd., 264; y adición a la de euforvio, que es bedegambre en polvos». En
nota 77, p. 134, de la G ram . de Bello (ed. 1936). todo caso ésta es ya la única ac. que conoce A ut.:
Sigue siendo palabra usual, aunque en el uso po­ «lo mismo que eléboro: llámase más regularm en­
pular va quedando restringida a las prohibiciones te assí el blanco» y aduce dos ejs. del S. X VI.
de caza y análogas, y sólo la lengua escrita le «e Dalo tam bién como masculino, m ientras que los
autores medievales lo hacen femenino, en lo VEGA, antigua voz común al cast. con el por­
cual pudo influir el sinónimo ponzoña. Colmeiro tugués y el sardo, que procede probablem ente de
(E n um . V, 160-1; I, 66-68) lo cita de muchos una palabra prerrom ana b a i k a ’terreno regable y
botánicos como nom bre vulgar del Veratrum ál­ a veces inundado’, de i b a i ’río’, conservado hasta
bum , V. nigrum, Helleborus viridis y Helleborus s hoy en vasco; se trata seguramente de u n deri­
foetidus. vado formado p or m edio del sufijo -ko, -ka, que
Indicó la etimología correcta M . P. ya en su indica pertenencia. 1.a doc.: veegua y vajka, doc.
artículo juvenil de R om . X X IX , 374-5, y aunque leonés de 919.
dudaron los críticos de entonces, los etimologistas Algunos e js.: «térras quam abemus in veegua
modernos consagran como indudable la idea del 10 de Zeia [’el río Cea1] iuxta vajka que est supra
maestro. Éste presentaba la sustitución de m- por ripam ipsius fluminis» doc. de Sahagún de 919,
v - como un cambio excepcional y esporádico, y «illa vayca juxta rivo Sicco» 932, «vinea de illa
por esto rechazó Baist (K JR P h . V I, 397) su eti­ veiga ad illas quintanas» 1047, «in illas vecas de
mología; en realidad se trata de una disimilación río de Zeia, iii vecas» 1082, «alias iii vineas in
de tipo norm al, como p. ej. la de m e r e n d a r e en illas vegas, medio prato a las vegas» 1091 (M . P.,
el cat. berenar ’m erendar’ o la de m e m o r a r e Oríg., 83); «el am al que iaze cab el majolo de
en el gasc. bembrá, brembá. M -L . (R E W 5456) don Diego que fu de Petro Petriz, a la vea» 1222,
ya no se atreve a negar la posibilidad fonética y «otorgo el mió majuelu de las vegas a los cléri­
sus dudas se fundan en una mala com prensión: gos de Sancta M aría de Piasca» 1229, «la otra
cree M -L . que sólo el cast. ant. megambre tiene 20 vinna es en la vea» 1252, «la nossa séssega que
el sentido general (él dice inexactamente meegam- avernos en veyga que foy de Ruy Pérez» 1270
bre ’medicamento’), m ientras que vedegambre sólo (Staaff, 8.27, 9.3, 38.29, 95.5; otros 96.7, 101.65,
tendría el sentido de ’eléboro’, de ahí que declare etc.); «in illo flumine de Perpera inter veiga et
«dudosa semánticamente» la etimología; aun si Sancta M aria de Perandones» doc. de Oviedo de
así fuese, el obstáculo semántico no sería grave, 25 1032 (E sp. Sagr. X X X V III, 289). Aunque todos
pero ya he indicado que no es asi; que una pa­ estos testimonios pertenecen a tierras de dialecto
labra que significa ’medicamento’ pase a designar leonés, que es indudablemente donde el vocablo
el veneno es un hecho trivial, recuérdense el cast. aparece con mayor densidad, vega es tam bién
ponzoña y el fr. poison procedentes de p o t i o n e m , frecuente en Castilla, donde ya hay ej. de 929 (y
y el cat. m etzina ’veneno’ M ED ICINA . E n cuanto 50 V. otros en Oelschl.); es ya más raro en la to­
a la conservación de la - d - intervocálica, ya he­ ponim ia del Sur, aunque pasó a Canarias y a
mos visto que no es constante en la Edad Media, América, y sobre todo se nota su rareza y mo­
y la forma begambre sale todavía en u n Arancel dernidad en A ragón: no hay ej. alguno de esta
de 1782 (D H is t.y ; probablemente es éste el tra­ región en los docs. citados por M . P. n i Oelschl.,
tam iento rigurosam ente popular en sílaba pretó- 55 y entre unos trescientos nombres de lugar que
nica, aunque es difícil asegurarlo dada la com­ contienen ve(i)ga y derivados, reunidos por M a-
plejidad del tratam iento de la - D - intervocálica doz, sólo pertenecen a Aragón una Casa de la
en cast.; entonces habremos de m irar vedegambre Vega (granja de la prov. de Zaragoza), cuya fe­
como una forma levemente influida por la pro­ cha reciente es visible, y el pueblo de Veguillas
nunciación culta (hecho sumamente natural en un <0 en el partido de Albarracín, ya junto al límite
vocablo de médicos, boticarios y hechiceros), más con Castilla. N o sorprende, pues, ver que el vo­
bien que por el influjo de la etimología popular cablo sea ajeno al catalán (comp. abajo), m ientras
vedar (por haberse prohibido el uso del vedegam­ ha sido siempre vivacísimo en gallegoportugués.
bre en las flechas de los cazadores, como decía L a documentación literaria perm ite precisar el
F. del Rosal). E n cuanto a la forma aragonesa y 43 sentido. Rodrigo Toledano (cita de M . P., Cid,
gallega verdegambre (que ya figura en Francio- 501-2) dice «Hispani enim valles planicie com-
sini), claro está que es una deformación por eti­ modas vegas vocant»; en el C id la lid judicial
mología popular. L a vieja etimología de Pabst, contra los infantes ha de celebrarse «en begas de
recogida por C. Michaélis, v e g e t a m e n ’principio Carrión» (v. 3481); «a grand señor conviene
vital’, es imposible semántica y fonéticamente. » grand palacio e grand vega» J. Ruiz 1250c. Es
' H ay tam bién una forma vengambre (con pro­ fácil dar ejs. de los clásicos; m e limito a recor­
pagación de la nasal; o *vedg- > veng- con el dar u n par de pasajes en que Góngora juega con
cambio comentado en H IN C A R ad.) en las M it- el apellido de su enemigo Lope y el sentido del
teilungen aus der Escorial Bibliothek de K nust m ism o: «criado entre las flores de la vega / más
(Bibl. des L it. Vereins, Stuttgart, vol. C X L I). 55 fértil que el dorado T ajo riega», «patos de la
aguachirle castellana, / que de su rudo origen
Vedeja, V. guedeja V edem a, V. vid V e­ fácil riega, / i tal vez dulce inunda nuestra ve­
dija, vedijero, vedijoso, vedijudo, vedijuela, vedilla, ga, / con razón vega p or lo siempre llana» (ed.
veduño, V. vid Veedor, veeduría, V. ver Foulché II I, 23, 5). E n diccionarios: tvega, cam-
*• po llano: cam pus; v. que se labra: ager cultivus»

V. — 48
N e b r.; *vega, campo baxo, llano y húmedo» be se oponía term inantem ente a esta posibilidad,
C ovarr.; tvega: ground or pasture running along, poco verosímil p or lo demás en el aspecto m or­
neer, unto the river’s side; V. de Granada: the fológico y semántico. E l propio Schuchardt acabó
pasture ground of G ranada, running along the p or rendirse a la evidencia y en su trabajo de
river’s banck» M insheu (C. de las Casas y O udin 5 1910 (ZRPh. X X X III, 462-6) se inclinaba con
lo dan vagamente como equivalente de campo algunas dudas a adm itir una etimología ibero-
llano); «parte de tierra o campo baxo, llano y vasca *B A IC A , equivalente del vasco m oderno ibai-
fértil» A u t. Nótese el matiz especial que tiene en ko: en vasco ibai es la palabra general para de­
C espedosa: «a la depresión del terren o ... si no cir ’río’ y -feo es sufijo de genitivo relativo (no
tiene agua se llama cañada a la estrecha y vada, 10 posesivo) que indica lo perteneciente a algo (et-
y vega a la extensa» (R F E XV, 265). E n Amé­ xeko gizona ’el hom bre de casa’ frente a gizo-
rica se acentúa más la idea de lugar lleno de naren etxea ’la casa del hom bre’). N ada se opone
agua; he visto muchos lugares llamados «ve­ a que la term inación - c a pudiera desem peñar una
gas» en la alta m ontaña de los Andes Argentinos, función análoga en protovasco o en ibero, y que
donde no podía ni concebirse u n cultivo cual­ 15 así se formase * i b a i c a en el sentido de ’tierra del
quiera, pero consistentes en u n trozo de terreno, río’, ’tierra de regadío, inundable, etc.’ : nótese
en medio del erial de la sierra, donde crece hier­ cómo concuerdan con este sentido fundam ental
ba por brotar en las proximidades un m anantial; las numerosas menciones y definiciones arriba ci­
otras veces se trataba de u n «tembladeral» o lu ­ tadas, y comp. otros derivados vascos modernos
gar pantanoso1, que es precisamente lo que sig­ 20 de sentido análogo: ibar (articulado ibarra) ’vega’,
nifica en C hile'. ibetondo ’ribera, vega’. L a I - caía con frecuencia
Por el Este el área de la palabra vega termina en el antiguo ibero o vasco, como nos m uestran
con el límite lingüístico catalán, y es de creer que otros derivados de ibai: Baetis, Baetulo (junto al
siempre ocurriera a s f . Pero en cambio es muy río Besos) y el m oderno Baigorri, y agréguense
antiguo en Cerdeña vega «vallata, pianura; vega 25 otros casos como I t u r i s s a T u r i s s a , I l u r o -a
de ararnos: aranceto» (Spano), y la grafía bega, L u r o , I l ib e r is L i b e r i s , i s a r r -a s a r r , a los
con este sentido, ya se encuentra en u n antiguo que m e refiero en el artículo S A R R IO . D e suerte
pergamino original campidanés de 1107-29 (M. que esta etimología debe considerarse fuera de du­
L . W agner, R F E IX , 254; A R om . XV, 231; das (como hace Bertoldi, /. c., a pesar de las que
R L iR IX , 277; Bertoldi, Z R P h. L V II, 148)‘. 30 todavía no suprim e del todo M -L ., R E W , 3.a ed.,
E n el Oeste hispánico veiga es palabra vivací­ 9126a)6; por si alguna pudiera subsistir la elimina
sima, con el mismo valor que en castellano, y la colección de grafías arcaicas con ai y con ei
tanto en Galicia como en Portugal; en aquella reunidas por M . P. (Orig., pp. 83-85) de antiguos
región ya s* encuentra en docs. desde 757 (M . P., docs. leoneses y castellanos.
Cid)5, en este país desde 960 (Cortesáo): «conce- 35 Debo agregar, en cambio, que no coincido con
dim us inter ambos r i v u I o s vilar sico, veiga, este maestro en el juicio que le merece la fecha
anta et eclesiola». E l diptongo es constante e in ­ tardía en que aparecen todavía estas formas en
dudablem ente etimológico, y se extiende a una este nom bre. Sería debida a una antigua pronun­
gran parte del O este de Asturias (detalles en ciación trisilábica vaíca. N o puedo creerlo, pues
M . P., Dial. León., § 4.2). C on este diptongo 40 dado ■el carácter general del vocalismo romance
coincide la forma mozárabe báiqa, biiga, que esto nos conduciría forzosamente a suponer que
aparece en docs. toledanos del S. X III (Simonet, entre la a y la i se perdió una antigua consonan­
p. 560), baika en otro de 1206, y Almacarí, es­ te. N o hay necesidad alguna de adm itir este tri-
cribiendo en 1628, dice que entre los distritos de silabism o: no hay ningún caso en que el dipton­
G ranada está el de la Bega, a la que el vulgo 45 go A l im pida (como dice M . P.) la sonorización
llama B dga (M . P., Oríg., 2.a ed., 102n.2). de una sorda siguiente (V. lo que digo de M A N ­
E n cuanto a la etimología, son fonéticamente TE C A ), y p o r el contrario el subjuntivo plega
imposibles las varias arábigas y orientales a que de p l a i c a t < p l a c e a t , lo mismo que lego de
se refieren Eguílaz y Simonet, de suerte que ya LAlcus7, prueban que c se sonoriza regularmente
éste y Diez (W b ., 496) se inclinaban por u n ori­ 50 tras AI*. L a falta de sincronismo entre vaiga o
gen prerromano. Schuchardt se manifestó tenaz­ veiga, por una parte, y -ero (de - a r i u m ) , por la
m ente escéptico ante este juicio (ZRPh. X X III, otra, no tiene im portancia alguna, pues es un
186-7; X X IX , 553-5) admitiendo u n * v í c a de­ error (como se ha observado tantas veces, p. ej.
rivado de v i c e s ’vez, alternativa’, con el sentido N avarro Tom ás respecto de Aragón) creer que el
de ’cam po fértil en el que se alternan los cul­ 55 lenguaje de los notarios y escribas refleje fiel­
tivos para esquilmarlo mejor’, teniendo en cuenta mente el estado de la lengua hablada. Esta gente
el abr. vecénna «vicenda», «terreno fertile». A poseía formularios extensos, a los que se atenía en
ello se opusieron con razón M . P. (Cid) y Baist gran parte, y que no sólo incluían las palabras ini­
(Pkilol. Arbeiten Vollmoller dargeboten, 1908, 251- ciales y finales de los docs., sino que daban mo­
6) notando que el diptongo portugués y mozára­ 66 delos de redacción de los docs. más comunes,
incluyendo determinaciones topográficas frecuen­ orta que anch havíem vista». Sabido es que hoy
tes en ventas y docs. análogos. Ellos trataban de sólo se dice L ’H orta de Valencia, de Xátiva,
escribir en latín, y en este bajo latín hispánico d ’AIacant, etc. Como ahí se trata del momento
existían muchas palabras no clásicas, pero ya tra­ de la Reconquista, n o es inverosímil que don
dicionales, como vaica (vaiga, veigá), lo cual no 5 Jaime, siempre tan realista lingüísticamente, re­
im pedía que el escriba ignaro tropezase con fre­ mede el mozárabe vaica que oiría a los moros, si
cuencia, cayendo en el romapce cuando flaqueaba bien adaptándolo a la forma castellano-aragone-
su m em oria; de no ser así escribía palabras en sa, que le era más familiar. Bega ante rm allum
-ariiis, pero si tenía u n lapso, claro está que era aparece tam bién en el R epartim iento de Valen­
la forma radicalmente vulgar -ero la que ]e venia 10 cia (p. 393), creo una sola vez en todo el Repar­
a la memoria. N o, en cambio, cuando se trataba timiento, hablando de Cullera. Hoy vega (e cerra­
del viejo térm ino tradicional vaica (o veiga, etc.), da y v labiodental) tiene algún uso, aunque poco
frecuentísimo en escrituras, que solía reproducirse vivaz, en alguna comarca central valenciana, aun­
en esta forma tradicional aun cuando la lengua que no como sinónimo de horta y del cast. vega,
oral ya había llegado m ucho antes a la m onop- 15 sino por ’pequeño trecho hondo y cultivado junto
tongación. E l propio M . P. (p. 79 n .l) nota el a un río’. Así lo oí en 1962, p. ej. en Salem y
contraste entre la forma tradicionalista vayca en en algún otro pueblo de la zona Júcar-Benicadell,
el cuerpo de una escritura de 972, y la oral del al describirme topónimos; desde luego no ha
leonés occidental, beiga, agregada precipitadamen­ pertenecido esto nunca al valenciano general y
te entre líneas en el mismo documento, por un 20 se trata de supervivencias esporádicas del mozá­
escriba menos culto o por el mismo escriba cuan­ rabe baiqa o biiiqa; en Sueca y Cullera aparece,
do estaba más distraído. Es más, el prim er do­ como es lo normal en varios pueblos valencianos,
cumento de nuestro vocablo prueba term inante­ sólo como nombre propio de lugar, designando en
mente que en 919 el diptongo estaba ya simplifi­ aquélla una extensa partida de huertas y en ésta
cado totalm ente en otras zonas, pues ahí se opone 25 un suburbio de la ciudad: aquí aparece escrito
«térras quam abemus in veegua de Zeia» a la lo­ desde antiguo (y hoy pronunciado) con b- y no
calización general «juxta vajka que est supra ri- con v-, igual que en la mayoría de los datos del
pam ipsius flum inis»: es decir, como apelativo dominio catalán continental. En Mallorca y M e­
el escriba se acuerda de que hay que escribir vaika, norca se emplea hoy vega en el sentido de ’jira,
pero cuando se trata de la combinación casi sol­ 30 excursión campestre’ (anar a vega, jer una vega),
dada Vega de Zeia, nom bre propio de u n lugar, y luego ’placer extraordinario’ (A O R B B IV, 111),
el mismo personaje ya no se atreve a mezclar su de donde la frase trivial vega de geperuts ’nece­
latín tradicional y se atiene a la forma que oye dad’ (fiD L C X II, 258): no aseguraré que sea eti­
a su alrededor. Luego todos los ejs. de diptongo mológicamente lo mismo que el cast. vega, aunque
posteriores a 919 (excepto los del leonés occiden­ 35 es fácil com prender el tránsito semántico en anar
tal) son formas latinas tradicionalistas, y la m o- a vega, pero como vega en su sentido propio allá
noptongación de vega se produjo sin duda al es desconocido, habría de tratarse de u n caste­
mismo tiem po que la de -ero, en el lenguaje oral. llanismo, quizá tom ado del cast provincial; dice
T erm ino observando que la calidad sorda de la Amengual que la misma frase se emplea en la
-c- etimológica está probada por el diminutivo 4« M ancha y otras partes. E n la toponimia tam ­
Vecilla, de * b a i c e l l a , de donde los antiguos poco hay nada, a no ser el pueblo de Begues (e
Ve(i)cie¡la, y semejantes (M. P., Oríg.), hoy to­ cerrada, según correspondería a a i ) , en una m e­
davía Veiciellas y El Vaciello en Sanabria (H om en. seta cultivada, al Oeste de Barcelona.— * Nótese
a M . P. II, 129); comp. IB Ó N 9. que a i debería al parecer conservarse en sardo,
D eriv. Envegarse. Vegoso. Veguero. 45 a juzgar por el carácter general de su vocalismo,
* U n viajero argentino del S. X V III distingue o si acaso debiera dar otro resultado (comp.
de ésta la vega pastosa a que he aludido antes, a u > sardo a); de hecho parece que el resultado

con referencia a la región andina (S. Canals es ai, comp. los pretéritos cantm, ca n td t, c a n -
Frau, D on L uis de la C ruz y su viaje, p. 333).— t a (v) i , c a n t a (v ) i t , que ya aparecen constante­
2 Así lo emplea A m unátegui en su libro A l tra­ 50 m ente sin v en el Condaghe de Silki, y p o r lo
vés del Diccionario, p. 2 7 ; en los A U C h. XXV tanto tendrían diptongo desde el latín vulgar.
(1864), pp. 631ss., figura una memoria de M os- Tenem os ahí una dificultad, a la cual n o veo que
tardi-Fioretti titulada «Desecación de las vegas se refiera W agner, quien sólo nota que esta for­
en Chile».— s Figura un par de veces en la ma sarda se opone a la etimología * v í c a . Quizá
Crónica de Jaime I, pero en ambas se refiere a 55 el prerrom ano b a i k a se latinizaría en Cerdeña
tierras valencianas donde además se habla hoy convirtiéndose en * b a e c a . Por lo demás, no es
aragonés o están cerca de la frontera lingüística. ésta la única dificultad en sardo: la -g- difícil­
Prim ero se trata de «la begua de Xéricha», lue­ mente correspondería a una -c- en un texto tan
go de la bega de Xátiva (ed. Aguiló, pp. 201. arcaico como de 1107-29. El sardo legu l a i c u s
14, 349.5), que antes ha llamado «la pus bella «0 debe de ser hispanismo.— 5 Sigue allí con plena
vivacidad ru r a l: «esta veiga es m ui chaira» Sarm. como m era palabra latina); Quevedo, en A ut.
CaG. 13I r ; «polos carreiros das veigas d ’acolá N o está en Covarr., O udin, N ebr., etc. A un­
en baixo, as formiguiñas negras e roxas veñen que hoy no es palabra rara entre gente educada,
á misa» Castelao 25.5, 156.16.— 6 El prototipo n o es frecuente fuera del lenguaje escrito.
v a ic a que admiten él y M. P. tiene el inconve­ s O tros cultismos deriv. de vehere: vector, de vec­
niente de sugerir una antigua pronunciación u- tor, -oris, ’el que lleva a cuestas o conduce’; vec­
que no hay motivo alguno para suponer. Aunque torial matem. (falta en A cad.); vectación, raro.
es cierto que la grafía con v- es casi constante en E vecdón, raro, derivado de evehere ’llevarse d e
cast. y p o n ., nótese que en casi todo el terri­ algún lugar’. Invectiva [princ. S. X V II, A ut.], lat.
torio esta letra designó siempre una bilabial fri­ 1* oratio invectiva ’catilinaria’, derivado de invehí
cativa y no labiodental. N o sabemos si la -B - ’lanzarse contra alguno’, ’atacarle’. Provecto [princ.
intervocálica del ibérico era fricativa ya como lo S. X V II, A ut.], del participio de provehere ’lle­
es hoy la del vasco; no es improbable, y por lo var adelante’, ’avanzar’. De sevecta (participio
demás tuvo tiem po de tom ar este matiz antes de de SEVEHI ’llevar aparte, llevar lejos’) puede salir
la caída de la I-.— 7 Como ya nota M . P. los dos 1J el antiguo sevecha ’desperdicio, ’basura’ que sale
ejs. de laygale y leigale en el S. X no prueban dos veces en el Canc. de Baena, vid. W . Schmid
nada (se trata del llamado «latín popular leo­ (en el 2.° ej. Pidal im prim ió erróneam ente sene-
nés», en este adjetivo que no ha dejado descen­ cha); es posible que m u y senechas las quixadas
dencia romance), y sobre todo no prueban una ’consumidas’, p. 106, v. 7, deba tam bién enmen­
pronunciación l a í c u s . — ‘ Sabido es que aun tras 20 darse sevechas.
a u se sonorizan ciertas consonantes: pobre f a u -
p e rem y cosa con sonora antigua, de c a u s a (fren­ V E IN T E , del antiguo veinte, y éste del lat.
te a poco paucum , coto c au tu m ). — ’ N ada, o vÍGÍNTl id. 1.a doc.: Cid.
m uy poco, de interés agrega H ubschm id en la Admite con razón M . P. (Cid, s. v .; Y ú fu f,
nota reciente donde vuelve a estudiar el origen 25 § 16) que la acentuación primitiva fué veinte. En
de vega, Boletim de Filol. X IV , 5-11. Berceo ya aparecen contraídas a la m oderna las
dos sílabas en h iato ; pero hubo otra resolución
Vegada, V. vez vinte, documentada en el Y ú fu f, en el Fuero
Juzgo, en docs. asturianos, en m irandés y en por­
V E G E TA L , derivado culto de las palabras lat. 30 tugués ; más formas leonesas en M . P., Dial.
vegetare ’animar, vivificar’ y végétus ’vivo, vivaz, León., § 16.3. T odas estas formas proceden n or­
vivaracho’. 7.“ doc.: h. 1600, Sigüenza; como sust. malmente de v íg ín t i , cuya segunda i permaneció
hay un ej. suelto h. 1440, A. T orre (C. C. Smith, i en rom ance por la acción metafónica de la i
BHisp. LX I). final, y cuya prim era I se disimiló en e ante la
Falta todavía en APal., N ebr., C. de las Ca­ 35 tónica, o bien desapareció en hiato; así hay que
sas, Percivale, O udin, Covarr., y es ajeno al lé­ rectificar levemente la explicación de M . P. El
xico de G óngora y del Quijote; pero A u t. ya lo it. venti, lengua donde no se producen tales me-
da como sinónimo de vegetable, citando a Si­ tafonías (Jeci fecI), presenta resolución parecida
güenza y a otro autor m oderno; comp. fr. vé- a la de trenta t r íg ín t a ; el fr. vingt, oc. y cat.
gétal [S. XVI], etc. H oy es de uso general entre 40 vint, tienen metafonía y simplificación del hiato.
gente educada, m ientras que vegetable [trad. cast. N o hay por qué suponer una imposible acen­
del com. de P. Alighieri a la D . Commedia, S. XV, tuación v íg ín t i , tr íg ín ta , como creyó d ’Ovidio,
ms. 10207, B N M , f° 29v; princ. S. X V II, A ut., Z R P h. V III, 82.
lat. tardío vegetabtlis, comp. ingl. vegetable] quedó D eriv . Veintavo. Veinteno [med. S. X IV , Aut.]
pronto anticuado. 49 o veintén; veintena [S. X VI, A u t.]; veintenar;
D e r iv . Vegetalista. Vegetabilidad, raro. Vegetar veintenario; veintenero. C ultism os: vigésimo o,
[-rse, antic., h. 1580, F. de H errera, así en A ut.; raram ente, vicésimo, del lat. vigesímus (vic-) id .;
-r, O udin], tom ado de vegetare; vegetante; vege­ vigesimal.
tación [APal. 5176]. Vegetariano [Acad. 1925, no C p t. Veintañal (Nebr.) o veinteñal. Veintiun(o);
1884], del fr. végétarien; vegetarianismo. Vegetati­ 30 la construcción veintiún libro (o análogas) en
vo (2.° cuarto S. XV, Pz. de G uzm án (C. C. Smith); singular, que es general en el cast. hablado, y
APal. 21b], muy extendida en la lengua escrita, se encuen­
tra ya en el Cronicón Villarense de princ. S. X III
Vegoso, V. vega Veguer, veguería, veguerío, y en invent. arag. de 1444 (B R A E II, 557-8);
V. vez Veguero, V. vega Vehemencia, ve­ » análogamente quaranta e hun balaix (invent. de
hem ente, V. m ente 1381, B R A E IV, 352), e tc .; veintiuna. Veintidós;
veintidoseno. Veintitrés. Veinticuatro (’regidor an­
V E H IC U L O , tom ado del lat. veM cülum id., daluz’ N ebr.); veinticuatreno) [-o, Covarr., s. v.
derivado de v ih ir e ’llevar a cuestas’, ’llevar en velarte]; veinticuatría [Nebr.]. Veinticinco. V ein­
carro’, ’trasportar’. 1.a doc.: APal. 5176 (quizá <• tiséis; veintiseiseno. Veintisiete. Veintiocho; veinti­
ocheno. Veintinueve. Vicenal, tom ado de vicenna- conocida ley fonética latina. E n cast. es palabra
lis. Icosaedro, compuesto del gr. eixooi, herm ano de uso general en todos los tiempos. Hay una
de viginti, y é'Spa ’costado’. variante labializada vo(i)xiga, vuix-, hoy usual en
el Alto Aragón y en Galicia, vid. M O J IG A N G A ;
Vejación, vejador, vejamen, vejaminista, V. vejar 5 comp. BOJ A . De un cruce del gall. vixiga ’vejiga’
Vejancón, V. viejo con inchar ( i n f l a r e ) saldrá el gall. vincha ’vejiga
de cerdo’ (Valí.), ’ampolla’ (F. J. R d z.; en Sarria:
VEJAR, tomado del lat.' vexare ’sacudir violen­ Crespo): «as paixons se inflan e reventan como
tam ente’, ’m altratar’, ’vejar’. 1.a doc.: ¿B erceo?; vinchas» Castelao 150.1; también se ha dicho vin-
¿A Pal.?; ley de 1531 (N . Recopil. en A ut.). 10 choca o empincha (ambos hacia O rense: aquél
E n Berceo ya aparece una vez vexar, empleado Saco Arce, éste Lam eiro); contribuiría el influjo
sustantivamente como opuesto de plazer (S. Lor., del sinónimo bocha y del parasinónimo vinca. No
102). APal. emplea ser vexado (525¿>), con term i­ juzgo que haya relación con el arg. vinchuca ’es­
nación cast., pero sólo en el curso de su defini­ pecie de gran chinche indígena’ que creo de origen
ción del lat. vexare, lo que hace dudar de que lo 15 quichua, n i con el arg. vincha ’cinta con que se
emplee como verdadera voz cast.; sin embargo, ciñen las sienes los indios y gauchos’, que creo de
el mismo lexicógrafo se sirve ya de la palabra la misma procedencia (para los dos V. infra y los
vexación al definir otras palabras latinas (212b, diccionarios de L enz y de Lizondo).
346d). N o es raro en los clásicos ni en el uso D e r i v . Vejigatorio. Vejigazo. Vejigón. Vejigoso.
actual, aunque sólo como vocablo literario. Es 20 Vejigüela. Vejiguilla. Vexigar ast. ’enfermar de vi­
tam bién cultismo en los demás romances. H ubo ruela’, vexigáu ’varioloso’ (comp. port.-gall. bexi-
variante avejar (D H ist.). gas ’viruelas’), vexigada ’vejigazo’ ast. (V). A veji­
D e r i v . Vejación [Santillana (C. C. Smith, BHisp. gar (DHist.). C ultism os: vesical; vesicante; ve­
L X I); APal.]. Vejador. Vejamen [Aut., con ej. cuya sícula; vesicular; vesiculoso.
fecha ignoro], de vexamen, -mis, id .; vejaminista. 25
Vejatorio. Vejisco, V. gajisco Vejón, vejóte, V. viejo
Vela, velación, V. velar y velo Velacho, V. velo
Vejarano, vejarrón, V. viejo Vejatorio. V. ve­ Velada, V. velar Velado, V. velo Velador,
jar Vejecito, vejedad, vejerano, vejestorio, veje­ V. velar Veladura, velaje, velamen, V. velo
ta, vejete, vejez, vejezuelo, vejible, V. viejo 30
VELA R, ’estar sin dorm ir’, del lat. v íg íla re
V EJIG A , del l a t . v g . v e s s i c a , lat. v e s i c a id. id. y ’estar atento, vigilar’. 1.a doc.: Cid.
1.a doc.: vexiga, h. 1400, g l o s . del Escorial. D e uso general en todas las épocas y com ún a
APal. escribe tam bién con v - (tcauculus es la todos los rom ances; desde el latín vulgar hispá­
piedra que se faze en la vexiga» 66b, y 391b, 35 nico y en fecha muy arcaica pasó al vasco begiratu.
194d, 523b), pero N e b r.: €bexiga, recogimiento Duplicados de velar son el cultismo vigilar [Aut.],
de urina: vesica; b., en otra manera: bulla», y no muy usado en cast., y el portuguesismo náutico
esta grafía coincide con el judesp. bixiga (R F E vigiar [Acad. S. X IX ]; brasileñismo argentino es
X V II, 130), el port. bexiga, el rum . bájicü y va­ vichar ’espiar’, ’atisbar’ (Tiscom ia, M . Fierro
rias formas dialectales italianas (R E W 9276); los 40 coment., s. v.), quizá tam bién empleado más al
demás romances han conservado l a V - inicial, pe­ N orte, comp. el nom bre del Vichada, afluente co­
ro en todos o casi todos aparece una palataliza­ lombiano del Orinoco (¿o es indigenismo?).
ción de la s s semejante a la c a st.: cat. veixiga, D e r i v . Velación ’acción de velar’ (fin S. X V II,
engad. vschia, logud. buscica, it. vescica; veo. A ut.), raro. Velada [«v. a la candela; v., coda la
bixica ’divieso, granillo’ (vizc., guip. y tres locali­ 45 noche: pervigilium» N e b r.; O udin; Aut.]. Vela­
dades al E. de Navarra), ’vejiga, b ubón; bouton dor [Berceo; ’centinela, vigía’ Alex. 1876, Gr.
des animaux’ en b. nav. y lab., ’granos que tiene Conq. de Ultr., 146, 281], Velante. Vela ’acción
el cerdo en la boca’ salac.; pero la x debe ser o tiempo de velar’ [APal. 17d, 102d, 145d,- N ebr.],
secundaria, de diminutivo, pues bizika es ’divieso’ ’centinela, guarda’ [h. 1275, 1.a Crón. G rd . 21a54;
en Roncal, Baztán, Ainhoa (lab.) y Andoain (guip.). 30 S. XV, Aut.], ’candela’ [N ebr.; Quevedo, A u t.] ;
Todas las lenguas neolatinas parten de la variante velero ’el que asiste a velas o hace velas’; velería;
v e s s í c a , con -ss-, documentada en glosas (C G L vetilla ’cerilla, fósforo’ albac., and. y león.; velón
II I, 311.67, 13.16, 351.50; V, 399.31), que era la [princ. S. X V II, A ut.], velonera, velonera. Velorio
forma vulgar correspondiente a la clásica v e s I c a ; (para -ario, comp. tenorio, s. v. T IE R R A , y Bo-
E m out-M . califican aquélla de «variante expresi­ 55 letim de Fil. VI, 211) ’acción de velar a un difunto,
va», pero como la etimología del vocablo latino que a m enudo va acompañada de comilonas y otras
es oscura y existe una tercera variante v e n s I c a diversiones’ [1836, Pichardo] amer., desde Cuba y
de formación no más clara, no podemos estar P. Rico a la Arg., tam bién and.1, ’reunión desanima­
seguros de que v e s s i c a no sea la forma origina­ da’ cub. (Ca., 243), ecuat., arg.; ’reunión con bai­
ria, cuya geminada se redujera con arreglo a u n a M les, etc., que durante la noche se celebra en las casas
de los pueblos con ocasión de alguna faena domés­ 227; D raghi, Canc. Cuyano, 179, 212.— 2 El su-
tica’ (Acad. 1925, no 1884]2; velatorio ’velorio • fijo se explicará p o r imitación de mort(u)orio,
de un difunto’ león. [Concha Espina, B R A E II I, que vale ’velorio de m uerto’ desde Vasconia a
64; Acad. 1925, no 1884], forma que algunos Galicia (Caro, Pueblos de Esp., 307).
emplean artificialmente en la Arg., creyéndola más 5
«correcta» por ser la que prim ero registró la Acad. Velar ’cubrir con velo’, velar adj., V. velo
con este sentido. Desvelar [-rse, h. 1325, Juan
M anuel: Cuervo, Dicc. II, 1187-9; «-rse: per- V EL A R T E , origen incierto. 1.a d o c 1578.
vigilo» N eb r.; -r ’desorientar’ G. de Alforache, E n u n doc. de Fuenteovejuna de esta fecha
Cl. C. II I, 137.12], de e v i g i l a r e ’despertarse’, 19 «una capa de helarte, en dos ducados». Lope pin­
’velar’ (conservado en el fr. éveiller, it. svegliare, ta a la aldeana que se casa con San Isidro L a­
oc. esvelhar; con cambio de prefijo como en c a st.: brador diciendo que llevaba «manto fino de he­
oc. desvelhar, cat. desvetllar, port. desvelar); des­ larte» (citas de Rdz. M arín, en el pasaje a que
velo [princ. S. X V II: Cuervo, Dicc. II, 1189- voy a referirme). Sabido es que D on Quijote
90], raro desvelamiento. Ast. esvillar ’deshojar el 15 consumía una cuarta parte de su hacienda en
maíz’, ’sacar la castaña del erizo’, esvilla ’reunión comprar «sayo de velarte, calzas de velludo para
nocturna de personas para deshojar el maíz’ (V ): las fiestas, con sus pantuflos de lo mesmo, y los
de e v i g i l a r e ’pasar (la noche) en vela’; el mismo días de entre semana se honraba con su vellorí
sentido en Sajambre, sin embargo el hecho de que de lo más fino» (I, i, 1). Según L uis Cabrera
en bable occ. erbitiar sea ’desgranar juchas o gui­ 20 (cita de Cej.), al principio del rem ado de Feli­
santes’ (Rdz.-Castellano) podría hacer pensar si pe I I las mujeres usaban velarte para sus' m an­
viene de e r v i l i a , pero no es éste el sentido en tos; O u d in : «une sorte de drap tres-fin et de
Sajambre, Cabranes n i Colunga {vid. Fzz. Gonzz. bonne laine»; C o v arr.: «especie de paño fino y
259) y es fácil explicar aquél por el asidero que estimado, antes que se usassen los límistes y
daban a una contaminación semántica de etimolo­ 25 veinticuatrenos de Segovia; debió tom ar el nom ­
gía popular las evoluciones fonéticas de ? y de s bre de su prim er obrador, como el paño de G u-
sonora propias de las hablas occidentales. En cuan­ m iel»; A u t. «especie de paño fino y estimado
to al tipo esbullar parece decididamente ser otra en lo antiguo». Ignoro la etimología, si no es algo
cosa. como lo que sugiere C o v arr.: sabido es que Berard
Vigía [Acad. ya 1817], del port. vigía ’vela’, 30 es apellido y antiguo nom bre de pila francés y Ve­
’vigía’ [princ. S. X VI, Jal, s. v.; gall. ant. Ctgs. zan se empleaba para ’campesino’ en el fr. del
passim; gall. vigiar, Ctgs. 419.71], tomado como S. X V I, G od. V III, 183. L o único que me pa­
voz náutica; gall. vixián («Hermes... vixián dos rece bastante probable es que proceda de una
camiños» Castelao 123.17), no portugués, que pa­ variante de oc. ant. biroart, nom bre de un paño
rece resultar de un compromiso entre el cat. vigi- 35 negro en u n texto del S. X IV (Levy); negro
lant (o gascón?) y el port. vigía; o por influjo de era el velarte, según la Acad. Fuera de esto nada
guardia -o guardián. Vichadero ’observatorio’ arg. semejante veo en los romances vecinos.
(V. arriba).
Vigilante [fin S. X VI, A ut.]; vigilancia [2.° Velatorio, V. velar Veleidad, veleidoso, V.
cuarto S. XV, F. Pérez de G uzm án (C. C. Smith, 40 voluntad Velejar, V. velo Velería, V. velar
BHisp. L X I)]; vigilativo. Vigilia [Cid], de Velero, V. velar y velo
vigilia ’vela’, ’vigilia’. Pervigilio, de pervigilium,
id. Vigente [Acad. ya 1832], de vigens, -entis, part. V EL E TA ’banderilla que indica la dirección del
activo de iñgere ’estar en vigor’, de la misma raíz viento o que fluctúa en lo alto de ciertos objetos’
que vigilare; vigencia [Acad. 1936, no 1843]. Vigor 45 es inseparable del it. veletta (hoy más bien vedetta,
[Cid; APal. 21 d, 108d, 167b], de vigor, -oris, id., forma seguramente alterada por influjo de vedere
derivado de vigere; vigoroso [2.° cuarto S. XV, ’ver’) ’lugar alto desde donde se atalaya’, en tierra,
Pz. de G uzmán (C. C. Sm ith); O udin; A u t.; no y ha designado tam bién lo alto de un mástil (donde
Covarr.], vigorosidad; vigorizar [Acad. S. X IX] y hay una veleta y suele ponerse un vigía); la etim o­
el anticuado vigorar [O udin; Aut.] o avigorar; vi- 50 logía del vocabo no es segura, y no está bien averi­
gorizador. guado si procede de España o de Italia; que venga
C p t . Vivaque [Aut.], del fr. antic. bivac (2.a de vela ’tela de navegar’ parece posible pero no es
m itad S. X V II, M énage; hoy bivouac), y éste seguro; probablemente del adj. árabe beléta ’mo­
del alem. dial, biwacht o bíwache, compuesto de vediza, traviesa, endiablada’, que se ha aplicado tam ­
bi ’junto a’ (alem. bei) y wache ’vela, guardia’, 55 bién a objetos de paño o trapos y deriva del verbo
derivado de machen ’velar’, palabra herm ana del bállat, empleado con usos náuticos (’dar bordadas’)
lat. vigilare; vivaquear. y otros, con el sentido fundam ental de ’menearse
1 Vid. M alaret, Dicc. de A m er.; Amunátegui, de un lado a otro’. 1.a doc.: h. 1470 ’banderola de
B R A E X IV , 426; T o ro G ., B R A E V II, 453; la lanza’; ’plumilla que los pescadores de caña
R. J. Payró, Pago Chico, ed. Losada, pp. 145, «0 ponen sobre el corcho para conocer cuándo pica
el pez’ h. 1495; ’banderilla de metal que indica la De esta m anera podía mirarse el italiano velet­
dirección del viento’, 1570. ta como un deriv. dim inutivo de vela aplicado a la
Así en M ármol y otros (citas en Aut.), mientras ’pequeña vela del papahígo’ y se admitía que el
que la «veleta de vara de pescador» figura en el vocablo había pasado del italiano al castellano.
dicc. de N ebr. con la equivalencia lat. tragula, y 5 Como la ac. ’vela del papahígo’ no se documenta
en PAlc. (1505) con la equivalencia hispanoarábi­ hasta el S. X IX (Tommaseo, G herardini y Diz.
ga cortíche (de origen mozárabe CORTICE o C O RTI- di Marina), buscando pruebas del carácter náutico
c e a ’objeto de corcho’). M ás documentación puede del vocablo alegaba yo : consta que la veletta fué
verse en el trabajo de G. Colón. desde el S. XVI la gabia u otro lugar alto de la
N o cuento con dejar aclarado este problema eti­ 10 nave («era M iseno alia veletta a s c e s o» en Aní­
mológico. Expondré las ideas sostenidas por los bal Caro o de otros parajes empleados para la vigía
dos, o aun tres, grupos de contraopinantes, y llama­ por gente de m ar; «velette: guardie che si fanno
ré la atención sobre otra, harto probable, que hasta nelle cime dei m onti per scoprir da lontano in
ahora no se ha tenido en cuenta. Se creyó primero mare» en L ’Arm ata Navale de Pantera, a. 1614);
que el vocablo procedía en la Península Ibérica de « el vigía o veletta recibe también el nombre de
vela, derivado de velar en el sentido de ’atalayar, parrocchettiere, derivado de parrocchetto «vela
estar de centinela, atalayar’ : así ya Diez (W b . quadra che sta im mediatamente al di sopra della
339), seguido por Kórting, M -Lübke (R E W 9326), vela di trinchetto», o sea más o menos lo que el
Gamillscheg y Bloch; una primera improbabilidad pappafico, que era «la vela di sopra d e l l e g a b -
está en que un término que ya existe en el S. XV, 20 b i e . . . prima fu una v e l e t t a triangolare» (Diz.
y se supone náutico, sería más probable, de ser di M ar.); nótese que el papahígo de mesana recibe
hispánico, que viniera del catalán (donde no ha hoy en italiano el nom bre de belvedere, alusivo
existido nunca) o del portugués, donde sí existe sin duda a la vigía que desde allí se practica, y
en el sentido de ’indicador del viento’ desde el que en veneciano la vela del papahígo se llama
S. X VI (citas en Bluteau y M oraes, 2.a ed.), pero 25 bandieruola (Boerio, s. v. papafigo), m ientras que
ahí v i g i l a r e es vigiar y no velar, contradicción banderuola es ’veleta que señala el viento’ en ita­
que obligaría entonces a partir del castellano; pero liano; en las naves italianas y de todas partes, el
el hecho es que el cast. veleta nunca ha significado mostravento o ’veleta’ es una «banderuola situata
’centinela’ (ni siquiera es seguro que vela haya in testa d ’albero’ (Diz. d i M ar., y cf. allí los ar­
tenido este sentido, quizá en el Alex. 1875, pero el 30 tículos vedetta arriva y vedetta alie grue).
contexto no es claro), y que -eta no es sufijo cas­ G. Colón aportó últimamente una im portante
tizo en castellano; y mal puede el it. veletta ser un contribución al problema, en Z R P h. L X X V III,
hispanismo — o al menos voz básicamente castella­ 1968, 92-94, sin duda oportuna y en parte atina­
na— estando doc. con frecuencia desde 1400. da2. Con razón extraña el que un vocablo que en
M ejor se defiende la historia y etimología, que 35 italiano, como ya subrayó Prati con m ucho tino,
con algunas variantes, se basa en los datos de F an- en la ac. náutica no se documenta hasta 1880, que
fani y Tommaseo, y los datos y argumentos de en portugués y en catalán (fuentes o trasmisores
Schuchardt (L itb l. XIV, 177) y Nobiling (A S N S L normales de los nauticismos castellanos) presenta
C X X V II, 376), a la cual me adherí con reservas poca o ninguna hondura, pasara desde Italia al
en el D C E C (IV, 690a55-b8 y 615-691a20), y 40 castellano, tomando ahí tantas otras acs. nuevas,
parece ser también la preferida por Angelo P rati1. más arraigadas, y documentadas desde m uy anti­
En italiano la forma más antigua es veletta, docu­ guo3. En consecuencia aunque Colón sigue admi­
mentada no sólo en varios textos del S. XV (M or- tiendo que veleta deriva de v e l u m , - a , no cree
gante, Pataffio) y del XVI (Maquiavelo, Ariosto, en la procedencia italiana y se inclina por admitir
Varchi, A. Caro) y viva todavía en la actualidad, 43 que sea diminutivo de formación española.
sino ya en la Istoria de Susanna e Daniello, h. el Ahí me cuesta ya mucho más seguirle : el sufijo
a. 1400 (Rom. X L II, 1913, 75); vedetta según -eta apenas existía en Castilla en el S. XV, y
Tommaseo no aparece antes de 1531 (Berni) y en desde luego era sólo en extranjerismos y mozara-
el mismo siglo pasó al fr. vedette, pero que vedetta bismos (de esto sí he dado muchas pruebas en
sea alteración de veletta causada por vedere es 30 este libro). Claro que no cabe negar la posibilidad
explicación convincente, y seguramente definitiva, ya entonces, de una derivación de carácter más o
en vista de tales hechos. A base de éste y de los menos excepcional. Pero hay que examinar más
demás hechos resumidos se formulaba la hipótesis detenidamente algo que se me ocurrió después del
de que veletta sería derivado náutico de vela (la D C E C (y que publiqué ya sumariamente en mi
de navegar), apoyándose en la ac. de veletta ’pa­ 35 Breve Dicc. Et. Casi., en la ed. de 1973). El ad­
pahígo, vela pequeña puesta junto al tope de los jetivo ár. balít, fem. balita (pron. belet, beleta)
mástiles, sobre la gabia’, desde donde se pasaría es voz bien conocida y arraigada, con varios sen­
(en frases como stare alia veletta) a ’la gabia’ o tidos, más o menos afectivos o concretos: «effron­
’cualquier lugar alto donde se pone un vigía’ y té», «espiègle, lutin, enfant bruyant», «enfant vif,
en fin ’vigía’. «0 pétulant, démon», «enfant turbulent» (Egipto, según
Boqtor), «étourdi, espiègle, diablotin», vulgar en das en cada país se trasm itieran ulteriorm ente del
Siria y Egipto (M ohit, Boqtor, Belot). A unque no uno al otro.
me consta que figure con tales acs. en el árabe 1 Indica éste lo infundado de los datos en que
clásico y teniendo en cuenta que en todo caso existe se basa la nota de L in g rn Nostra, II, 1940, 56.
ya allí esta raíz en otros sentidos, con evidente co- * Por m i parte ponía de relieve que la opinión de
nexión, en todo caso consta que esto existió ya en M igliorini de que vedetta viene de vedere, está
la Edad M edia y en el árabe hispánico, pues nues­ contradicha p o r las fechas de la documentación
tro RM a. registra la raíz bállat en su artículo «in- y por no ser -etta un sufijo deverbal.— 2 D e su
verecundus» y además da concretamente los deriva­ trabajo ha querido luego deducir (en la Enciclo­
dos bàlâta ’desvergüenza’, balatí ’desvergonzado’, 19 pedia de Lingüística Hispánica II, 200) que es
tabállat ’desvergonzarse’ (egipcio tabâlat «faire le errónea la creencia de que el sufijo -ele, -,eta, no
diable, polissonner» Boqtor). Pero es raíz ya anti­ tenga arraigo antiguo en castellano, pues esta eti­
gua en el árabe de O riente, documentada allí desde mología dem ostraría q u e ya en el S. X V sería pro­
el S. IX (Ibn D ureid, Yauharí), vid. Lañe 249. ductivo; deducción que no conviene sacar de un
Ahora bien, y puesto que en romance vele(t)ta ** hecho aislado. A un si no se demostrase que esta
ha sido cosa de marina, interesa de una manera etimología es falsa o insegura, siempre sería peli­
especial ver que esta raíz tiene justam ente empleo groso atacar los principios averiguados por la lin­
náutico en árabe. Boqtor, Hélot, H um bert, Belot güística, a base de norm as y conjuntos, por medio
y Dozy (Suppl. I, 111b) están de acuerdo en que de detalles que cree el filólogo haber averiguado,
bállat significa, desde Siria hasta Argelia, «louvo- 20 pues suele o currir entonces que lo incierto no es
yer», «aller t a n t ô t d ’ u n c ô t é e t t a n t ô t el principio, es la etimología, el hecho desper­
d e 1’ a u t r e pour profiter du v e n t» ; y el exce­ digado.— 3 Schuchardt quería apoyar la antigüe­
lente libro especializado de Solaymán y Charles, dad en Italia por medio del húngaro velence
fundado en el habla de los marinos de la isla de ’veleta que señala la dirección del viento’. Con
Arwad en la costa de Siria, confirma que allí se 25 razón le objeta Colón que velence significa ade­
emplea en el sentido de ’hacer bordadas’ (junto con más ’fustán, especie de tela’, y es probable que,
baUa ’bordada’)4. Que en este mismo sentido o en pasando por Venecia (donde se halla valessio
otro análogo se emplearía en España es lo que ’fustán’), venga del nom bre de la capital valen­
puede deducirse del hecho de que nuestro RM artí ciana (que es sabido alcanzó bastante difusión
registre este verbo en su artículo via {¿o lo tomaría 30 internacional como designación de telas allí fa­
para ’abrir o batir camino’?). Y aun con esto no bricadas), así que no parece ser una variante de
agotamos los puntos de contacto semánticos con veletta ni tener relación con el término náutico
nuestras palabras romances, pues si acá se ha dicho o militar, sino una mera aplicación especial del
de trapos (empleados como banderola, veleta, etc.) nombre de un trapo a una banderola indicadora
allá el argelino biïlit es un ’chal’ (con bàlîtât en 35 del viento.— 4 L e explicaba Solaymán al P. C har­
plural, forma que puede suponer otro singular les bedná nballett «il va nous falloir tirer les
balita, femenino éste) y en particular «fauber» o bords» cuando «le vent vient par devant, c’est
sea un ’trapo empleado para lim piar la cubierta á dire de l’avant du bateau», y nacmel balta
d e u n b a r c o ’ o ’para enfriar el cañón que ha «nous tirons des bords», «nous faisons un dé-
disparado mucho’ y bàltâta «bouchoir de four» 40 tour», L e parler arabe de la voile et de la vie
(Beaussier). maritime sur la cote libano-syrienne, pp. 200,
En conclusión hay base sobrada para sospechar 336.— 5 Para evitar posibles desorientaciones con­
que veleta como banderola de lanza o trapo re­ viene, sin embargo, advertir que el nombre de
voloteante saliera de este adjetivo belét, -éta, para L a Beleta cordillera culm inante de Sierra Nevada
’movediza, traviesa, endiablada’, y que tanto en <5 (que erradam ente se suele escribir con V -) nada
árabe como en rom ance, aplicándose el vocablo a tiene que ver con nuestro vocablo, pues es pro­
la esfera m arina, se aplicara luego a varios trapos nunciación arabizada de un mozárabe Pelata ’sie­
o paños, y a m aniobras náuticas que al fin cons­ rra pelada’, con imela de la á y sustitución de la
tituyen una forma de revoloteo, o de moverse de p, ajena al árabe. E n C uba tom ó veleta la ac.
un lado a o tro en el m ar o en el aire; en cast. ex- 50 ’pieza de hierro en forma de saeta que se coloca
pilcaríamos así, de u n golpe, las tres acs. del voca­ en disposición giratoria en los cambiagujas de
blo ’banderola de lanza’, ’banderilla que se agita los ferrocarriles, para indicar de lejos si están
al viento (indicando su dirección)’, y 'plumilla cuyas abiertos o no’ (Ca., 76).
agitaciones observa el pescador’. Además tendría
esta etimología la ventaja de exim im os de decidir 55 Velete, V. velo Velicación, velicar, V. pelliz­
si del italiano pasó al castellano o desde Castilla car Vetilla, V. velar Velillo, V. velo V e­
em igró a Italia, porque desde el árabe pudo pasar lívolo, V. velo
a la vez a una lengua y a la otra, p or las vías de
Andalucía3 y de Sicilia. Y nada m ás fácil que ad­ V EL M E Z , ’vestidura que se ponía sobre la ca­
m itir que a partir del S. X V I las varias acs. tom a- <0 misa para evitar que la loriga y demás guarní-
dones molestasen el cuerpo’, del hispano-ár. m el- los con un velo’ [Cid\, y luego ’casar’ («.velarse
bés ’vestidura’ (ár. málbas), derivado de lábis ’ves­ el varón: uxorem ducere; velarse la m uger.. »
tirse de coraza’, lábbas ’vestir, ataviar, revestir’. N eb r.); velación [Covarr.]; velada ’m ujer legíti­
1.a doc.: Cid. m a’ [Cid], velado ’casado’ [J. Ruiz, 1038]; vela­
En el Cantar aparece dos veces, con su senti­ 5 dura. Velar adj. Velete. Velillo. Velorio ’acción de
do propio; en éste se anticuó en seguida, pues tom ar el velo una religiosa’ [Acad. 1925, no 1884],
en el S. X III ya lo sustituye el extranjerismo Velacho. Velamen [1526, W oodbr.], que primero
G A M B A J, Pero subsiste algún tiempo en locu­ sería *velame (comp. C A R D U M E N ), tom ado del
ciones figuradas: tener belm ez ’dar amparo, tener cat. velam id .; velaje. Velambre. Velejar [med. S.
piedad’, documentada en Alex., 649, 1845, Apol., 10 X V II, Aut.], del cat. ant. velejar (Ag.). Velero
107, Cantigas, 147a (y otro texto citado por Agua­ adj. [1492, W oodbr.]. Avelar [1831, D Hist.]. D e­
do); y llevarse a alguno de belmez ’m atarlo’ ha­ velar arg. ’descubrir, revelar’ (Ric. Rojas, Ollántay,
blando de la M uerte (J. Ruiz, 1521), cuyo matiz ed. Losada, pp. 25, 96), galicismo literario innece­
será como el de dar el golpe de gracia o el del sario, adaptación del fr. dévoiler id. Envelar. Revelar
arg. despenar ’m atar’, propiamente ’quitar las pe­ 15 [1436, Corbacho, C. C. Sm ith, BH isp. L X I ; «re­
nas’, ’tener piedad del herido y rem atarle pronto’. velo» N ebr.]1, tom ado del lat. revelare ’quitar el
Málbas «vestimentum» está documentado en R. velo’, ’revelar’; revelable; revelación [1436, Cor­
M artí y en dicc. clásicos, y según la fonética bacho, C. C. S m ith; N ebr.], raram ente revela­
dialectal del árabe de España había de pronun­ m ien to ■, revelandero-, revelante.
ciarse melbés; otro derivado de la misma familia, 20 1 Según Oelschl. estaría ya en el Fuero de Avi-
libs, vale ’coraza’ en autores egipcios medievales lés (1155); pero en todo caso revellado en 5.
y hoy en N ubia ’caparazón de lana forrado con M ili, 292, es otra cosa (de r e b e l l i s ).
algodón, para defender el caballo de guerra con­
tra los golpes’ (Dozy, Suppl. II, 5126). Demos­ Velocidad, velocipédico, velocipedismo, velocipe­
tró esta etimología (que falta en los glosarios eti­ 25 dista, velocípedo, velódromo, V. veloz Velón,
mológicos de Dozy y Eguílaz) M . P., Cid, s. v. velonera, velonero, V. velar Velorio, V. velar
belmez, pp. 502-3 (comp. N euvonen, 119-20). L a y velo Velorta, velorto, V. vilorta
comprueba la variante albelmez que Aguado se­
ñala, con el sentido primitivo, en el Canc. de V ELO Z, tom ado del lat. velox, -deis, ’rápido,
Baena. 30 presto, veloz’. 1.a doc.: -oce, M ena, Santillana (C.
Supongo que de este mismo origen procede el C. Sm ith, BHisp. L X I); «ipex es veloz, m uy pres-
gall. belmaz (v-) ’ombligo’ ’tachuela, clavo dorado suroso» APal. 214b.
en forma de ombligo’ (Irn t. da Fula; Carré), m ien­ El cual tam bién emplea^ la variante veloce (68d).
tras que en portugués (balmaz, -ázio, belmaz) no N o está en N ebr. ni Covarr., y C. de las Casas
se ha registrado más que esta 2.a ac. El proceso 35 sólo traduce el it. veloce por «ligero», pero lo
semántico no está bien claro pues se ven dos ca­ emplearon varias veces Góngora, Jáuregui y otros
m inos: a) ’loriga (la cual protege el ombligo)’ > clásicos del X V II (Aut.), figura en O udin, y ve­
’ombligo’ (cf. alem. panzer < fr. ant. pondere locidad está en el Quijote. H oy éste se ha hecho
’coraza’, de pance ’barriga’), de donde ’clavo como vocablo de uso general, sobre todo en las ciuda­
ombligo’, b) ’clavo dorado de coraza’ > ’clavo re­ 40 des, m ientras que el adjetivo sigue siendo pura­
dondo y gordo’ (comparable a un ombligo). m ente literario, aunque usual.
D e r i v . Veloddad [APal. 167d, 518b, h. 1515,
V ELO , del lat. v e l u m ’velo’, ’tela, cortina’, ’ve­ Fz. Villegas, Boscán (C. C. Sm ith); Quijote],
la de navio’. 1.a doc.: orígenes: Glosas Emilia- C pt. Velocípedo, velocipédico; velocipedismo,
nenses, 115 (escrito malamente vello); Berceo. 45 velodpedista. Velódromo, tom ado del fr. vélo-
D e uso corriente en todas las épocas (¿velo drome, compuesto de vélo ’velocípedo’ (forma fa­
sagrado como de monja: vita; v. del templo...'» miliar abreviada de esta palabra) y la terminación
N ebr.). En latín v e l u m , además de ’velo’, ’tela’, de hippodrome.
significaba ’vela de embarcación’; en esta últim a
ac. solía emplearse en plural, v e l a , según es na­ 50 Veludillo, V. vello Veluerto, V. vilorta
tural por el significado, y de ahí ha venido el Vellera, V. vello Vellico, V. bállico
cast. vela [Apol., 261 a; J. Ruiz]. N o hay razones
seguras para creer que v é l u m en sus dos sentidos V EL L O , del lat. v í l l u s ’pelo de los animales
principales tuviese dos etimologías diferentes en o de los paños’. 1.a doc.: A Pal.: tíanugo... el
latín; ni siquiera nos consta si los romanos lo 55 prim er vello que nasce en la barba» (233d), tvilli
sentían como dos palabras diferentes, pues la dis­ son vellos que cubren... velloso, cobierto de ve­
tinción introducida en romance depende sólo de llo: el vello pende y es luengo» (527d; 54b; 135d;
la generalización del plural en uno de los casos. 140 b).
D e r iv . Velar ’cubrir con velo’, de donde ’casar N eb r.: iv . de pelos sotiles: villus». Claro que
a los novios, cum pliendo la ceremonia de cubrir­ <0 fué usual desde los orígenes, como lo m uestran
los derivados vellado y velloso, documentados ya nismo en cast., pero se equivoca de idioma. Con­
en el S. X III. D e uso general en todas las épo­ firma el origen catalán la t de las formas vellu­
cas; comp. Cej. V II, § 137; conservado sola­ tero, villutado, (a)vellotado. P or juego de pala­
mente en cast. y en sardo, aunque hay adjetivos bras : gnía. bellido ’terciopelo’ (J. Hidalgo).—
correspondientes a velloso y velludo en casi todos 5 2 O u d in : «-t o -ín: drap de couleur minime sans
los romances de Occidente. teinture et n a tu re l: et selon aucuns c’est le gris
D eriv. Vellado ’velloso’ ant. (Berceo). Vellera. blanc et se fait en la M ancha»; A ut.: «paño
Velloso [Apol. 518a; J. R uiz; glos. del Escorial; entrefino de color pardo ceniziento o de la lana
APal. 176, 546, 556, 527d; N e b r.; villoso, Gr. sin teñir». O udin trae además tvellorín, cavallo,
Conq. de Ultr., 305, 307]; vellosa (parece ’capa o 18 entre oro y negro: u n cheval de couleur entre
m anta de piel de carnero con su lana’ en invent. l’alzan et le moreau», de donde se tom ó el port.
arag. de 1365: «un pellot de carneros; una bellosa velhori adj., aplicado al caballo «pardo cinzento»
de carneros; un bancalet», B R A E IV, 344); vello­ (Moraes), del cual volvería a tomarse, por con­
silla [A u t.]; vellosidad. Ast. embelláse «venirse a ducto escrito y acentuándolo mal, el cast. vello­
las manos» (V). 15 rio [Acad. 1925, no 1884]. Feo. del Rosal su­
Velludo adjetivo ’que tiene mucho vello’ [S. XV, pone que el vellorí «paño pardo de Córdoba o
Biblia medieval rom ., Génesis 25.25; Que- Andalucía» es v e l l u s * a u r i n u m , «pues Marcial
vedo, A ut.]; el sustantivo ’especie de tercio­ llama a la lana bética aurea vellera (X II, 99)»,
pelo’ [fin S. X VI, B. del Alcázar, ed. Rz. M arín, lo cual no es posible fonéticamente ni verosímil
138, 293] fué antes vellud [med. S. XV, Carva­ 20 en el aspecto semántico.— 3 Influjo que ayudaría
jales, Canc. de Stúñiga, 378] y e tom ó del cat. a la tendencia fonética (que vemos actuar sobre
vellut ’terciopelo’ [fin S. X IV : M ise. Fabra, p. todo en préstamos lingüísticos): seguirilla, tra-
169, s. v. riés], abreviación del antiguo drap vellut geria, melecina, presirio, etc.
’paño peludo’ [1307, A g.; princ. S. XV, M ise.
Fabra, 166, s. v. querm akí]'; velludillo o velu- 25 Vellón (de lana), V. vello Vellón (de mone­
dillo; vellutero arag. ’el que trabaja en felpas o da), V. billar Vellonero, véllora, vellorí, vello­
velludos’ (ej. en A ut.); villutado adj. («coberturas rio, V. vello
-as» en la refundición de la Crón. de 1344, M.
P., In f. de Lora, 332.18), con sus variantes vello- V E L L O R IT A , ’Bellis Perennis L .’, ’Prímula
tado ’(terciopelo) no cortado en e! telar, áspero 30 Officinalis Jacq.’, ’Colchicum m ontanum L .’, ori­
al tacto y que forma una especie de cordoncillo’ gen incierto: se desconoce a cuál de estas tres
(Acad.) y avellotado («cojines de terciopelo ab-» plantas, m uy diferentes, se aplicó primeramente
en el Palmerin, a. 1548, ed. N B A E X I, 136), este nom bre; quizá debido a u n cruce de bellis
contaminados por bellota, pero tomados del cat. con margarita, nom bres latinos de la primera. 1.a
(a)vellutat [1430, Ag.]; vellorí [1601, Feo. del 35 doc.: 1496, Juan del Encina.
R osal; Quijote, vid. s. v. V E L A R T E ; Vz. de U n pastor, en uno de sus villancicos, dice que
G uevara, en Fcha., s. v. pendencia], más rara­ a su zagala «sírvola de mil maneras / por le dar
m ente vellorín (G. de Alforache, Cl. C. I, 119.9), más alegría / ... / tráyotele tortolillas / ... /
origen incierto, probablemente tom ado de u n cat. cogujadas ‘y abubillas, / belloritas, maravillas /
*velludí (Ag. trae la forma rehecha velluti ’vellu- 40 y gavanzas cada día» (ed. 1496, f°92r°a). E n el
dillo’)2, con influjo de véllora o vellorita3. Auto de la Sibila Casandra, de G il Vicente (h.
Vellocino [Berceo, M il., 34a; glos. del Escorial 1515), la heroína manifiesta a su pretendiente el
y T oledo; APal. 266, 2336, 280d, 3186; N eb r.; tem or a que después de casados la m altrate, co­
-zino, A pol., 3096] supone un lat. vg. * v e l l ü s c i - m o tantos, y él rep lica: «No soy dessos ni se ré :
num, dim inutivo norm al de v e l l u s , - é r i s , n., 45 / p or m i fe, / que te tenga en bolloritas. / C as-
’toda la lana junta de un carnero u oveja, una vez S a n d r a : Y con floritas / ¿piensas que m ’enga-
esquilada’, palabra afín a v i l l u s ; de vellocino, por ñaré?» (ed. 1562, f°9r°a; velloritas en la ed. de
cambio de sufijo (designando al principio u n vello­ 1843, I, 41). Se trata, pues, de una flor común
cino grande) sale vellón, que aparece prim eram ente que suelen dar los galanes a las muchachas, lo
en N ebr. (como sinónimo de vellocino); vellonero. 50 cual conviene sobre todo a la m argarita o Bellis
Ast. bellón ’erupción que suelen padecer los va­ Perennis, quizá tam bién a la primavera o Prím u­
cunos en el pescuezo’ (V). la Officinalis, que aunque menos com ún no es
D el plural v é l l é r a (que tam bién valía ’vedijas menos renom brada por su flor’, de ninguna ma­
de lana’), o más bien de una forma vulgar * v é l - nera al Cólquico o quitameriendas, flor de m on­
l O r a , sale el mozár. véllora ’la mota o granillo
55 taña, poco común y de forma alargada y poco
que se le saca al tejido de lana’, que A ut. regis­ manejable. O udin (1607) se refiere a la ’prim a­
tra como andaluz con esta acentuación (vellora vera’ : «primevere, h e rb e : prímula veris en la­
por olvido en Acad.). tín » ; tam bién C o v arr.: «yerva que llaman de
‘ F. Cascales en 1617 tiene todavía barruntos San Pedro, L atine prímula veris, por otros nom ­
del carácter advenedizo cuando asegura es italia- 60 bres verbasculum y articularis»*. De ahí lo toma
A ut.: «especie del gordolobo, que por ser mui primavera de prados.
baxa llaman gordolobillo o verbásculo: hai dos Es m uy arriesgado buscar la etimología de un
especies de este nom bre, una m ui olorosa, y la nombre de planta como vellorita, que no se en­
otra sin olor, en que sólo se diferencian ; son cuentra en otros romances (a no ser el gallego)
m ui útiles contra la perlesía, por lo que en L a ­ 5 y que se aplica a especies tan diferentes. Dice
tín se dice herba paralysis o arthética» y agrega la Acad. que vellorita viene del lat. bellis, lo cual
que Laguna (1555) dice que es «la consuelda m e­ es idea razonable, puesto que estos nombres se
nor o la que llama Plinio Bellis», nombres am ­ aplican a una misma planta, pero será m uy d u ­
bos de la margarita (Colmeiro I I I , 116). Real­ doso m ientras no se pueda dar una explicación
mente, como nombre de ésta dan bellorita Cien- 10 razonable de la terminación -orita. M -L . vacila
fuegos (1627), Q uer y Palau, y en gallego da en el R E W entre dos posibilidades, ambas muy
Sarmiento biloreta, bilorita, vilorita y veloñta; vagas: p o r una parte propone derivar de v n x u s
mientras que según Jarava (1557) es la prim a­ ’vello’ (9335), quizá fijándose en las hojas vello­
vera la que se llama bellorita, según Fz. de N a- sas de la margarita, pero esto no me parece ca­
varrete (1742) bellorita de oro o bellorita blanca. 15 racterístico, pues lo que interesa en esta planta
Por otra parte, Clusio (1576) advirtió que el Col- es la flor y no la h oja; por otra parte relaciona
chicum vulgate (con lo cual se refería al Col- (9178) con el galo v e l a , citado por Plinio como
chicum m ontanum , según Colmeiro V, 163-4) nombre del Sisym brium Irio o aliaría (Colmeiro
era «Salmanticensibus quitameriendas, quibusdam I, 206), planta crucifera sin relación alguna con
etiam villorita» (cita de Bertoldi)3, m ientras que 20 las tres especies que interesan, de cuyo nombre
Cienfuegos, aun reconociendo que se daba a esta o de su variante medieval velarum proviene el
planta el nombre de villorita, decía que era m e­ fr. vélar, nom bre de la misma planta. Ya Ber-
jor llamarle merenderà. Hay un billorete ’billete’ toldi (p. 88) puso de relieve la inverosimilitud
en F. de Rojas Zorrilla, E ntre Bobos anda el jue­ de esta etimología de vellorita y de otros nom ­
go, Cl. C. 71, que debe de ser resultado de un 25 bres de plantas romances que U rtel y M -L . re­
floreo verbal entre billete (amoroso) y vellorita lacionaron con v e l a por el puro sonsonete. Por
’flor amorosa”. lo demás, ambas etimologías de M -L . tienen el
Aunque, según los datos recogidos por Améri- grave defecto de n o explicar la terminación -orita.
co Castro y trasmitidos a Vittorio Bertoldi, Todavía más difícil desde el punto de vista for­
villorita o veli- puede designar el cólquico en casi 30 mal sería relacionar vellorita con los nombres cél­
todo el territorio castellano, y es especialmente ticos B E L E S A y B E L E Ñ O (que designan plan­
el Colchicum m ontanum en el campo de León tas diferentes de las llamadas vellorita, aunque
y Salamanca, de todos los informes anteriores se relacionables con el Colchicum autum nale por sus
deduce en forma bastante clara que para los bo­ propiedades venenosas), como sugería vagamente
tánicos ésta es una denominación im propia, luego 35 y con mucha reserva Bertoldi (seguido por Rie-
probablemente secundaria. Es probable que el gler, L itbl. X L V II, 168). H asta aquí lo único
nom bre se haya trasm itido de una de estas espe­ firme m e parece la relación con bellis, que de
cies a las otras, aunque se trate de plantas per­ hecho ha pervivido en castellano en la forma be­
tenecientes a tres especies m uy diversas : de la lla como nom bre de la margarita, según Fz. de
primavera pasaría al cólquico, porque las flores 40 N avarrete; para explicar la terminación, lo más
de ambas especies, según los botánicos, tienen natural es suponer un cruce de las dos denomi­
forma de tubo, embudo o parasol: como hemos naciones concurrentes bella y margarita. Esto tie­
visto, encontraba el P. N oydens que las flores ne la ventaja de explicar la forma gallega bilo­
de la primavera parecían «camisas de m ujer», y rita, velorita, cuya terminación en este idioma no
es sabido que por esta forma se llama al cólquico 45 puede ser el sufijo dim inutivo (allí -iña), y cuya
dame nue, belle toute nue, belle de nuit, féman -l- está de acuerdo con el étimo bellis. Sólo que­
biot, etc. (Bertoldi, pp. 37, 188, y V. el grabado da algo oscura la -o-: quizá haya influjo de paró­
de la p. 80a); por otra parte, tam bién es posible nimos como véllora y vellorí, o de otros nombres
que por la mera homonimia se diera a la belle de vegetales como bellota; lo más probable es
de nuit el nombre de la bellis de Plinio, o sea 50 que el vello de las hojas de la margarita hiciera
la margarita. En cuanto a ésta y la primavera, que se cambiase *bellarita en vellorita p or etimo­
lo común puede ser el color amarillo de las flo­ logía popular. D erivar de véllora ’granillo que se
res y tam bién la costumbre de ofrecerlas p or ga­ saca al tejido de lana’ no es probable semántica­
lantería, costumbre bien conocida por lo que hace mente ni por la terminación gallega -fio. Como in­
a la margarita, y probada en cuanto a la primavera 55 dicó Sim onet (s. v.), es posible que bellis se
(que es una de las flores que prim ero salen en conservara en bulis o balis, nom bre según Aben-
esta estación) por los nombres citados (primicia beclarix de una especie de ruda silvestre5, que
de amistades); realmente se da a la margarita el sin embargo es planta del todo diferente.
nom bre de primavera en Mallorca (Barceló), y se­ M ás llamativo es el parecido que con vellorita
gún Pastor tam bién en cast, se le aplica el de «0 tiene otro n o m b re : mozár. buluryálla (es decir,
boloriella), que según el anónimo sevillano (Asín, monet, y comp. Dozy, Suppl. I, 110 y 111, y
p. 336) era nom bre de la hastia lürmya, o sea la II , 352b.
aliaría (Alliaria Officinalis, Colmeiro I, 209-10),
planta que no tiene nada en com ún con las tres Vellosidad, vellosilla, velloso, vellotado, velludi-
especies llamadas vellorita, pero sí es m uy seme­ 5 llo, velludo, vellutero, V. vello
jante al Sisymbrium Irio, llamado velar en fran­
cés y v e l a en galo. ¿Tendrem os ahí, pues, u n V EN A, del lat. v e n a id. 1.a doc.: 3.r cuarto
descendiente hispánico de v e l a ? Esto vuelve a S. X III, Fn. G onz. 150b y c; glos. de Toledo y
suscitar la cuestión de si había algo de bueno en del Escorial.
l a idea de U rtel de relacionar v e l a con vellorita. 10 E n el F n. G onz. está con la ac. ’criadero de
Pero son plantas tan diferentes, y ¿cómo explicar metal’, ac. secundaria que ya existe en latín clá­
la terminación? P or lo demás, el anónim o es­ sico. Los glosarios citados lo traen en la ac. pro­
cribe : «tiene sobre ella u n velo blanco y se le pia o anatóm ica; asimismo APal. (33b, 149b,
llama buluryálla, que quiere decir vellosa». ¿Es, 160b, 518b), y N ebr. registra las clases siguien­
pues, derivado de v i l l u s ? Pero otra vez queda 15 tes : tv . del arca: ah o rta ; v. sotil de sangre: fi­
oscura la terminación, y no debemos perder de b ra; v. de aire: spiritus, arteria; v. ñudosa de
vista la posibilidad y aun probabilidad de que piernas: varix; v. misermea; v. de piedra: lapidis
falte un punto a la letra transcrita r, y que por vena; v. de agua: aquae». D e uso general en to ­
lo tanto debamos leer buluzyálla, o sea ’vellosi­ das las épocas y com ún a todos los romances.
lla’, lo cual nos aleja del todo de la vellorita. 20 Algunas acs. figuradas: vena de loco ’acceso de
Para la etimología pueden tener interés viluria locura’, ’im pulso súbito y caprichoso’ [Aut.], a
de la Ribera salmantina del D uero, gall. abeluria veces vena a secas («pardiobre que me dan ve­
y abrula, R D T P V I, 14, formas que anim arían a nas / de atordillo desde aquí, / G iraldo, con un
partir del veo. bilur ’vilorto’ (cf. V IL O R T O ) (te­ guijarro» Vz. de G uevara, L a Serrana de ¡a Vera,
niendo en cuenta que la voz vasca belorita resulta 25 v. 408); ’nervio, tendón o músculo de u n ani­
no tener nada en com ún con vellorita, lo cual mal’ arg. (Tiscom ia, M . Fierro com ent., p. 412).
quita su apoyo más sólido a la etim. b e l u s X mar­ D e r i v . Venaje [«-age o raudal de río: pro-
garita ) ; pero habría que probar que la vellorita fluens» N ebr.]. Venal ’relativo a las venas’. V e­
echa vilortos o puede emplearse como vencejo, y nático ’que tiene vena de loco’ [Aut.], según el
no conozco datos que apoyen esta idea. G dD D 30 modelo de temático ’caprichoso, terco’. Venero
7055 quiere partir del v ellus , -é r is , achacando a ’criadero de metales o de agua’ [905, v. de ferro,
éste, con su habitual desenfado, el sentido de Esp. Sagr. X X X V II, n.° 11; 996, O elschl.; S.
’vello’. X V I, A ut.] o venera id. [S. X IV , A ut.]1; ast. es-
Comp. B O N IN A . verenar ( < *esvenerar) ’esparcir la hierba que
1 Comp. los nombres castellanos primicia de 35 está en maraños’ (V). Venoso. Avenar; avenado
amistades y flor de primavera, y el nom bre la­ {«sin seso, insanus» N ebr.] y, por cruce con ora­
tino de una de las variedades Prímula suave- te: avenate ’arranque de locura’ a n d .; andar venado
olerts. Colmeiro IV, 5-6.— 2 Verbásculo se llama ’andar con el estómago vacío, especialmente por la
en efecto la primavera. El anotador P. N oydens mañana, cuando no se ha tom ado desayuno’ arg.
agrega «hallé en la Agricultura de Alonso de 40 (Inchauspe, L a Prensa, 5-X I-1939; «compañero:
H errera que es la que llaman en la Sierra ga­ ¿no ha visto el venaof —me interpelaba un pai­
yadas [nombre de la primavera, en efecto], por­ sano... refiriéndose a que estábamos en ayunas»
que la flor es como mangas de camisa de m uger, G uiraldes, D . S . Sombra, ed. Espasa, cap. xvi,
su flor es amarilla, no huele, tiene simiente la p. 184); desvenado ’huérfano’ arg. (Carrizo, Canc.
raíz, cunde mucho, quiere m ucha agua».— 3 Un 45 de Jujuy, s. v.). Extravenar. Revenar; reveno. Tras­
Ribelle nel Regno de’ Fiori, p. 99, n. 1.— 4 U n venarse.
vasco ant. belorit(a) (1596), citado por Azkue, no En la lengua herm ana del Oeste, el vocablo
significa «royo, pino albar», como traducía el lexi­ tiene naturalm ente la forma gall. vea, port. veía,
cógrafo, n i designaba planta alguna (como podía aproximadamente con los mismos sentidos prim a­
sugerir la interpretación de Azkue), pues se tra ­ 50 rio y secundarios que en castellano; de ahí ade­
taba de la ’picota’ o ’rollo’ (de la cual colgaban más se formó un masculino port. veio ’faja de
racimos humanos), voz em parentada con el fr. tierra alargada, de color o naturaleza diferente’,
pilori id. (y sus sucedáneos nav. pilorich, gasc. ’filón’ y ’arroyuelo’. Para el port. veía «corrente
pilourit, port. pelourinho), vid. U rquijo, B S V A P de água, ribeiro» y su derivado toponímico mozá­
X III, 488, traducción que confirma M ichelena 55 rabe Alíñela (afl. del T ajo entre Santarén y L is­
por carta y en sus notas de B S V A P X X II, 289, boa), vid. Silveira, R L u s. X V II, 33.
R F E X L V III, 168ss. y F oL iV a I, 30.— ’ Se­ Hay además un homónimo veio, «eixo de ferro,
gún Abenal^azzar, bilis es el ’puerro de viña’, cambota, manivela», que Fig., Nasc., etc., confunden
que coincide con la ruda silvestre en sus cabe­ con aquél, y que ya registra M oraes en el S. X V III,
zuelas características. V. el otro artículo de Si- «0 tam bién gall. beo ’m anubrio, manivela, de una
rueda y de otros mecanismos’ (Lugrís, Gram., nados, / de quantos en el m undo podién seer
148; D A cG ), ’pedal o cigüeña de una rueda’, ’ex­ osmados», «avién grant avondanga de carnes e
trem o de la taberna del molino’ (D A cG ), que no pescados, / de toros e de vacas, e de muchos ve­
tendría explicación semántica y que debe de nados» Alex., 893c, 1797b; «el calad o r... / fue,
proceder de un * v i b i u sacado del latín tardío s como avia usado, a ferir los venados: / al águila
v íb I a ’percha puesta de través encima de otra cabdal dióle por los costados» J. Ruiz 271c; otros
erecta a la que se llama vara) empleada en ciertas ejs. de textos de los mismos siglos en A ut., y es
técnicas’. todavía la única ac. que recoge O udin («une piéce
Es voz escasamente documentada en latín (sólo de venaison; bestes sauvages á vener»); pero ya
en Ausonio y en glosarios isidorianos, vid. Forcel- 10 Covarr. lo da como sinónimo del lat. cervus, y
lini s. v. ttara), y no veo que conste claramente A ut. cita ejs. de esta ac. en escritores del S. X V II.
el empleo del aparato, pero me parece claro que Comp. Cej. IV, § 121; Cuervo, D isq., 1950,
se trata del empleado como cigüeña o palanca para pp. 375, 287, 422. E n este sentido sigue siendo de
sacar agua de una poza superficial o de u n arroyo, uso popular en muchas partes, particularm ente en
en cat. poaranca (o poalanca); su funcionamiento 15 la Arg. (comp. venado, s. v. V E N A ). Igual sentido
tiene dirección rotatoria o por lo menos arqueada; tiene el port. veado; no se ha conservado en los
y así se com prende que tam bién se haya aplicado demás romances (no existe el cat. venat citado en
(según el testimonio gallego-portugués) a u n m a­ el R E W ), a no ser el rum . v’inat ’cualquier ani­
nubrio; Ernout-M . se abstienen de toda etimo­ mal objeto de caza’ ; semánticamente se acerca
logía y W alde-H. se limita a rechazar u n paren­ 20 algo más el fr. venaison ’caza mayor’ < v e n a t i o ,
tesco (imposible por los sonidos y el sentido) con -O n i s , que ya tiene el mismo sentido en T ito
el gr. f é ip ú p a ’puente’. Pero me parece claro que se Livio y en la Vulgata (A R om . X X IV , 172); cast.
trata de u n derivado de la raíz V ( e ) i - ’torcer, dar ant. venación ’caza, res’ en el Alex., 28. El verbo
vueltas a algo’, común a todas las familias indo­ primitivo venar ’cazar’ se encuentra todavía en el
europeas, desde el sánscrito (váyati) al céltico (irl. 25 S. X III (Calila, Rivad. L I, 29; Gr. Conq. de
ant. -f-e-n ’cercar’), pasando por el latín (uiere), Ultr., 26).
el baltoeslavo y demás, con derivados sustantivos D e r i v . Venador ’cazador de m onte’ ant. [Ber­
tales como el esl. ant. véja, ser. vaya ’rama, pértiga’, ceo; Calila, Rivad. L I, 4 6 ; APal. 518b]; el port.
célt. ant. *yílX (irl. ant. fe ’vara’), let. vija ’zarzo, veador se confundió con veedor > védor (R L
seto entretejido’ (V. sobre esta raíz, Pok. IE W 30 X III, 419-24); venadriz. Venatorio. Venablo [APal.
1020- 1021). 451b, 518b, €v. de montero: venabulum»], del lat.
Pero la terminación - b i a , - b i o - apenas es latina, venabúlum id. (malí, venable ’bastón para apa­
y en cambio es vivísima en céltico: por eso y por lear’ A O R B B IV, 112); venablada ’golpe de ve­
aparecer en Ausonio se debe sospechar que en latín nablo’ ant. (Alex., 1081).
v i b i a sea un préstamo del galo; y siendo así, no 35
es extraño que sólo en gallego-port. haya dejado Venaguero, V. m ina Venaje, V. vena V e­
descendencia rom ance: es más, imagino que el nal, V. vena y vender Venalidad, V. vender
gall.-port. veio en realidad venga directam ente de Venaquero, V. mina Venático, V. vena V e­
una forma céltica neutra y lB lo - algo diferente de natorio, V. venado Vencedor, V. vencer
la documentada en latín; la secuencia de dos la­ 40
biales, aquí como en ¡p o v e a > hoya, fué causa de V EN CEJO I, ’ligadura de mies’, derivado del
que pronto se redujera esto a veyo. No es imposi­ lat. v í n c i r e ’atar, encadenar, sujetar’ : junto con
ble que haya además algún representante en la el it. vinciglio, cat. vencill y port. vincilho, pa­
toponimia mozárabe, p. ej. el nom bre del pueblo rece suponer un lat. vg. * v í n c í c ü l u m , modifica­
de Beo (también escrito Veo) al SO. de Castellón 45 ción de v i n c ü l u m ’ligadura’ bajo el influjo de
de la Plana (de habla catalana fronteriza), donde aquel verbo. 1.a doc.: Berceo.
hay un riachuelo algo im portante, y muy aprove­ E n M il., 893d, designa la soga del ahorcado.
chado para el riego. Según Florencio Janer y Borao conserva en Ara­
1 Para venaquero y venaguero, V. M IN A . gón la ac. general «cuerda, generalmente de es­
50 parto». En APal. ya presenta la restricción mo­
Venable, V. vender Venablo, venación, V. derna : «manipulus... es vencejo o atadura, o el
venado mesmo obrero que ata el manojo» (264b); N ebr.:
iv . para atar: vinculum »; A u t. «lazo o ligadura
V EN A D O , del lat. v e n a t u s , - O s , ’caza, acción con que se ata alguna cosa, especialmente los ha­
de cazar’, ’producto de la caza’, derivado de v e - 55 ces de las miesses». Es voz hasta hoy bien co­
n a r i ’cazar, ir de caza’. 1 .a doc.: Berceo. nocida.
«Buscades la batuda teniendo el venado» (S. El portugués vincilho (variante vencelho) es
D om ., 510e). Primitivamente significa, como en solamente «vime, verga ou corda de palha para atar
latín, ’cualquier animal objeto de caza’ : «unos feixes, em par videiras, etc.», gall. vencello (Sarm.
prados / . . . / avié hy grant avondo de diversos ve­ 60 CaG. 214v, 20r; Valí.), vencellado ’vinculado, es-
trechamente relacionado” . N o tiene otra ac. el forma del S ur de Italia, y hasta cierto punto si
cat. vencill, usual en todo el territorio lingüístico fuese toscano (entonces se esperaría -icchio): digo
(en Mallorca vencii o vencí, B D L C IV, 239, con la hasta cierto punto porque es sabido cuántas ex­
representación norm al de - C L - o - l j - ) . Bearn. ant cepciones presenta en Toscana esta regla foné­
vensilh, Bearne y Bigorra benctlh «branche flexi- 5 tica, aunque miremos estas excepciones como de­
ble, lien de bois» (BhZRPh. LX X X V , § 157). bidas a u n influjo del N orte de Italia. Ahora
Logud. binchiza «verga, vimine, vinco, vinciglio» bien, el mapa 1455 del A IS , que nos da los nom ­
(Spano). G ardena venéai ’vencejo’, friul. vinseye bres del «legame del covone» en todo el S ur de
’atadura’. Valtellina vinscei f. pl. «fascine fogliute» Italia, la m ayor parte de la Toscana y algunos
(M onti), Bergamo incéi, Bolonia vinzei m. «sottil 10 puntos sueltos del N orte, no presenta en ninguna
ramoscello da poter servire di legame» (Coronedi), parte el tipo vinciglio (sólo balzo, legaccio, lega­
it. vinciglio ’ram ita de m im bre’, ’haz de hojas de m e, etc.), y a juzgar por los datos arriba indica­
álamo o chopo’. dos vinciglio parece ser propio de la zona al N or­
Diez (E tym . W órterbuch, 497) admitió muy te de los Apeninos, donde - i c u l u m da -egl(io) o
razonablemente que esta familia de voces rom án- 15 -igl(io); el que cerca de Florencia haya una loca­
ces procedía de un lat. vg. * v i n c i c ü l u m , que se­ lidad llamada Vincigliata no es tampoco objeción
ría una modernización o modificación de v i n c u - firme, según queda dicho. Hay, pues, solamente
l u m bajo el influjo del verbo v i n c i r e (de cuya el logud. binchiza, cuya -z- corresponde en prin­
raíz deriva v i n c u l u m ) . D ’Ovidio (A G I X III, 418) cipio a - L I - y no a -C L - , y por otra parte la con-
prefería suponer un * v i n c i l l é v m derivado de * v i n - 2o servación de c 1 como -k - (escrita -ch-) sugeriría
c í l l u m , dim inutivo a su vez de v i n c u l u m , lo cual que es voz autóctona. Sin embargo es sabido que
en rigor sería posible, pero es inverosímil por lo en un grupo de palabras considerable el sardo
muy hipotético. Finalm ente M -L . (R E W 9339) moderno palataliza - C L - , y aunque sea por influjo
rechaza la etimología de Diez como «imposible» forastero, esto llega a afectar muchísimos voca­
y quiere partir de un * v i n c i l í a , que supongo se 25 blos de gran arraigo. Además binchiza podría ser
imaginaría como neutro plural de u n sustantivo un préstamo cat. o it. adaptado parcialmente a
o adjetivo * v i n c i l e , derivado de v i n c i r e . Pero es la fonética local, según el modelo de binchire =
extraño que M -L . no atinara en que tal formación cat. vencer, it. vincere; y lo que así lo sugiere es
es rara e inverosímil en latín (donde - i l i s o - í l e que en el Cam pidano se dice binzillu o binzigliu
son casi sólo sufijos denomínales) y no menos en 30 «clemátide, flammola», préstamo catalán manifies­
rom ance (nada análogo en el párrafo correspon­ to. En una palabra, los escrúpulos fonéticos de
diente de su R. G. II, §§ 436-7; casos como el M

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