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Escritura
La oración no siempre surge de forma natural y es un esfuerzo constante. Quizás sea el caso
de muchos de nosotros que aprendimos poco sobre orar más allá del Rosario y de memorizar
oraciones en primaria.
Si sientes que tu vida de oración no va a ninguna parte, el mejor lugar al que recurrir es
la Biblia.
Los Salmos son uno de los mayores tesoros cuando hablamos de oración personal. Considera
solamente que incluso Jesús utilizaba los Salmos para rezar, como en el momento de la cruz.
El Catecismo de la Iglesia Católica explora con más profundidad este tema y destaca 5 tipos
diferentes de oración que se encuentran en la Sagrada Escritura.
Estas formas de oración están basadas en la revelación divina y la experiencia de los que
habitan los relatos de la Biblia.
Bendición y adoración
El Catecismo describe la bendición como una oración que “expresa el movimiento de fondo
de la oración cristiana: es encuentro de Dios con el hombre; en ella, el don de Dios y la
acogida del hombre se convocan y se unen. La oración de bendición es la respuesta del
hombre a los dones de Dios: porque Dios bendice, el corazón del hombre puede bendecir a
su vez a Aquel que es la fuente de toda bendición” (CIC 2627).
Oración de petición
Este tipo de oración debería incluir primero una oración de perdón, como la de la parábola
del “publicano: ‘Oh Dios ten compasión de este pecador’. Es el comienzo de una oración
justa y pura.
Dios siempre responde a nuestras oraciones de petición, aunque quizás no sean respondidas
de la manera que esperamos.
Oración de intercesión
Otro tipo común de oración, la de intercesión, “es una oración de petición que nos conforma
muy de cerca con la oración de Jesús. Él es el único intercesor ante el Padre en favor de todos
los hombres, de los pecadores en particular” (2634).
El Catecismo explica: “Interceder, pedir en favor de otro, es, desde Abraham, lo propio de
un corazón conforme a la misericordia de Dios. En el tiempo de la Iglesia, la intercesión
cristiana participa de la de Cristo: es la expresión de la comunión de los santos. En la
intercesión, el que ora busca ‘no su propio interés sino […] el de los demás’, hasta rogar por
los que le hacen mal” (2635).
La oración intercesora puede ser muy poderosa y Dios está especialmente atento a los que
rezan por otros que sufren.
Un ejemplo de este tipo de intercesión puede encontrarse en los Evangelios, cuando Jesús
curó un hombre paralítico que llevaron a la casa a través del techo. Marcos documenta: “Al
ver la fe de esos hombres, Jesús dijo al paralítico: ‘Hijo, tus pecados te son perdonados’”
(Marcos 2,5).
Es un tipo común de oración, pero no se practica a menudo. Quizás recemos por una petición
específica, pero cuando Dios responde a nuestras oraciones, tendemos a olvidar
agradecérselo.
Jesús señaló esta falta cuando sanó a 10 leprosos, pero solamente uno regresó para dar las
gracias: “¿Cómo, no quedaron purificados los diez? Los otros nueve, ¿dónde están?
¿Ninguno volvió a dar gracias a Dios, sino este extranjero?” (Lucas 17,17-18).
Oración de alabanza
El Catecismo explica: “Como los autores inspirados del Nuevo Testamento, las primeras
comunidades cristianas releen el libro de los Salmos cantando en él el Misterio de Cristo. En
la novedad del Espíritu, componen también himnos y cánticos a partir del acontecimiento
inaudito que Dios ha realizado en su Hijo” (2641).
Esta oración también se encuentra en el libro del Apocalipsis, donde “los profetas y los
santos, todos los que fueron degollados en la tierra por dar testimonio de Jesús, la
muchedumbre inmensa de los que, venidos de la gran tribulación nos han precedido en el
Reino, cantan la alabanza de gloria de Aquel que se sienta en el trono y del Cordero” (2642).
Es una oración que simplemente ensalza a Dios por ser Dios, no en referencia a ningún
beneficio específico o favor recibido. La celebración de la Eucaristía es llamada a menudo
“el sacrificio de alabanza”.