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1.

Del trabajo con mujeres rurales que ha acompañado, ¿Cuáles son las
demandas generales y concretas en el campo?

El sector rural históricamente atraviesa una situación de abandono, vulnerabilidad y


exclusión debido a la permanencia de injustas estructuras productivas, el abandono de las
políticas públicas pero también, debido a las construcciones sociales que van relegando
el papel de ciertos actores a segundo plano, tal es el caso de las mujeres campesinas e
indígenas. A pesar de que, ellas desempeñan un rol importante en el desarrollo de las
economías campesinas y el sistema agroalimentario, a través del aporte de mano de obra
calificada, no calificada y trabajo productivo no remunerado, su trabajo no está
reconocido.

Las mujeres rurales tienen una carga laboral superior a los hombres, incluso a las mujeres
de la ciudad debido a que, la migración masiva de los hombres del campo por búsqueda
de empleo o los procesos de proletarización debido a la expansión de la agroindustria,
provocan que la mayoría de las mujeres tengan que asumir, además del trabajo de cuidado
de hogar, las tareas del cuidado de las huertas familiares y asumir el rol de ser defensoras
del territorio, de sus recursos naturales y de la organización comunitaria. Esto les significa
una sobre carga laboral que no está ni reconocida ni valorizada.

Por tal motivo, no es raro que dentro de sus demandas conste la revalorización del trabajo
en el campo y el reconocimiento como actoras económicas y actores políticos de cambio.
Esto se traduce, en la necesidad de visualizar y valorar el rol de la mujer desde las mujeres
pero también desde las familias y desde la sociedad. Es necesario entonces que, el
discurso y la práctica de la equidad de género y el rol complementario en las actividades
del hogar, promovido desde el Estado, sean socialmente aceptados. A esto se suma la
lucha por la afiliación al seguro social campesino y por ende el acceso a la salud pública
y la posibilidad de acceder a una jubilación digna. El acceso a la educación de las mujeres
en el campo también es una demanda urgente. Las mujeres del campo no terminan la
primaria, pocas finalizan el ciclo básico debido a que se privilegia el acceso a la educación
o los hombres o ellas se embarazan a temprana edad. Los datos muestran que 1 de cada
100 estudiantes, accede a la Universidad.

En cuanto al acceso a las políticas públicas, las mujeres demandan revertir la situación de
abandono al campo a través de la transversalizacion del género en los planes, programas
y proyectos del Estado. Existen otras demandas de carácter estratégico que fluyen al
momento de asumir el rol comunitario y tienen que ver con la lucha colectiva por el acceso
a la tierra, las semillas, crédito e insumos agrícolas no como un factor productivista o
populista sino como un mecanismo de democratización pero también de justicia social.
El fomento a la agricultura ancestral y campesina, la protección de semillas nativas,
acceso a riego, acceso al mercado para la comercialización de sus productos constan
dentro de su agenda. Finalmente, y no menos importante, está el fortalecimiento de las
organizaciones campesinas y las decisiones de los consejos comunales mediante la
ampliación de la participación de las mujeres en la organización y en la toma de
decisiones.
2. ¿Cuáles son las alianzas por el campo actual de organizaciones de mujeres?

Desde mi experiencia que se vienen desarrollando varios espacios de articulación de


mujeres rurales en el país, cabe destacar por ejemplo la Plataforma de Mujeres Rurales
por la Soberanía que han desarrollado varios Encuentros a nivel nacional para debatir su
situación, las problemáticas que enfrentan en el sector rural, debatir las soluciones en
colectivo y lograr una articulación nacional. Aquí se destacan organizaciones de las
mujeres de la Comunidad Indígena La Toglla, la Unión de Organizaciones Campesinas
de Esmeraldas (UOCE), la organización de mujeres de la Asociación de Productores
Montubios Autónomos de Colimes, el Concejo de gobierno de mujeres de la Federación
de Organizaciones Indígenas y Campesinas del Azuay, Tierra y Vida, mujeres
amazónicas de la Unión de Afectados por la operaciones de Texaco UDAPT, entre otras,
este proceso de articulación cuenta con el apoyo de ONG´s como FIAN. Existen otros
espacios de articulación de las mujeres afectadas por la imposición de proyectos mineros
o petroleros, me refiero a Saramanta Warmikuna que tiene como protagonistas a mujeres
amazónica, mujeres indígenas que están resistiendo y en movilización constante frente a
la ampliación de la frontera petrolera hacia la Amazonía centro sur y la apertura de la
frontera minera. Ellas también han sido criminalizadas y perseguidas por su activismo así
que en su agenda está la denuncia de las agresiones que han sido víctimas en este sentido.
Hace unas par de semanas hubo un encuentro importante de mujeres de varios sitios del
país, convocado por el Colectivo de Geografía Crítica y Acción Ecológica para debatir
sobre los impactos del Cambio Climático en sus territorios y preparar una agenda nacional
para ser presentada en la próxima cumbre mundial de cambio climático. De seguro hay
otras iniciativas igual de importantes pero que necesariamente tienen que juntarse y
posicionar con fuerza una agenda nacional con capacidad de incidencia en las políticas
públicas.

3. En la construcción de una agenda de las mujeres rurales, ¿cuál cree que es


punto de quiebre que las separa y puede unir con la agenda de las mujeres
urbanas?

Creo que los grupos de mujeres feministas de las ciudades están trabajando en temas
complejos como la violencia de género, este asunto no es exclusivo de la ciudad sino que
también está arraigado en las sociedades rurales como un factor cultural. Creo que el
análisis amplio que los grupos de mujeres urbanas han realizado sobre el tema podría ser
compartido con las mujeres del campo para pensar colectivamente como deconstruir las
relaciones de poder y fomentando espacios de autocrítica, para identificar acciones que
eliminen comportamientos reproductores de violencia producto del dominio del sistema
patriarcal capitalista.

La construcción de una agenda colectiva frente a problemáticas como la invisibilización


del trabajo no remunerado tiene un alto potencial de trabajo conjunto. En las ciudades,
los Sindicatos de Trabajadora Remuneras del Hogar van ganando espacios, un proceso de
interacción conjunta con las mujeres trabajadores de la agroindustria, por ejemplo,
aportaría mucho para impulsar el sindicalismo de las mujeres en el agro, reclamar mejoras
en la condiciones de trabajo, salario, etc. Las luchas ambientales contra proyectos
extractivos no deberían ser exclusivas del campo sino también de ciudades que podrían
ser afectadas, es otro punto de encuentro. Aquí quiero rescatar por ejemplo, la articulación
de las mujeres campesinas del cantón Cuenca y con organizaciones ecologistas de la
ciudad para reinvindicar la defensa del agua, la vida y los territorios frente a la minería,
así como poner en duda el modelo primario exportador.

Creo que hay mucho potencial en la articulación de las mujeres que luchan en la ciudad
con las reinvindicaciones en el campo de las mujeres campesinas, indígenas y afro
ecuatorianas que, a pesar de ser aún muy limitadas, ya tienen avances pero que requiere
un trabajo más intenso que nos compete a todas.

4. ¿Cómo opera la lucha de clases en la construcción de una agenda política de


las mujeres?

Comencemos con el concepto de las clases sociales. De acuerdo a la teoría marxista, las
clases sociales se clasifican según la relación de estas con los grandes medios de
producción y la propiedad de los mismos. Esto significa que, la gran mayoría de la
población al no ser dueña de los medios de producción, su única riqueza es su fuerza de
trabajo. Por el contrario, la mayor parte de la riqueza está concentrada en un reducido
grupo de personas que se apropiaron de la plusvalía generadas por el trabajo de las
grandes mayorías. Esta contradicción antagónica, irreconciliables, entre estos dos grupos
genera la lucha de clases donde las grandes mayorías buscan mejores condiciones de vida
para acabar con la explotación que le imponen las minorías.

Estas contradicciones de clase en la actualidad se expresan a través de las resistencias a


la explotación de los recursos naturales por parte de corporaciones transnacionales que
generan despojo, desposesión y violencia; las demandas por alcanzar derechos para
acabar con la violencia de género; la lucha por una reforma agraria integral que modifique
la desigual estructura productiva en el campo, y otros. De estas luchas se debería
constituir una nueva agenda política que agrupe a todos los sectores involucrados que
luchen por una sociedad más justa. Pero también necesitamos incorporar dentro de esta
corriente, dentro de este movimiento, la igualdad de condiciones tanto a hombres como
mujeres en la toma de decisiones.

5. ¿Cuál es el sentido de político de la defensa de la Soberanía Alimentaria y el


de la Agroecología como alternativa de vida?

El avance del modelo de primario exportador basado en la expansión de la agroindustria,


monocultivos (palma africana, teca), camaroneras, expansión de la frontera petrolera y
apertura minera está causando varios impactos en las economías campesinas y la
producción alimentaria diversificada. Para las mujeres rurales, este tipo de modelo les
despoja de los territorios y afecta a su vida en particular ya que los proyectos que se
implementan en sus comunidades promueven la precariedad de las actividades
económicas locales, contaminan y acaparan los recursos productivos, atentan contra la
salud física y emocional y aumentan la violencia física y psicológica en las comunidades.

La nueva agenda debe posicionar nuevamente a la soberanía alimentaria, cuya base sea
la agroecología, desde una perspectiva económica y política de la construcción de otras
realidades posibles que pongan en centro el desarrollo de la vida y el cuidado de la
naturaleza y, entierren la lógica productivista y de acumulación que opera ahora en el
campo. La Constitución del 2008, sentó ya bases para la soberanía alimentaria, lo que
hace falta es la decisión política que se va logrará con la exigencia y movilización social
de las organizaciones del campo. Aquí, el papel de las mujeres es clave.

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