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En ocasiones oímos decir que comportarse de una manera u otra es una

cuestión cultural. O que nada está bien o mal, sino que, dependiendo de
la sociedad y de la época en la que tenga lugar, estará mejor o peor
considerado. Sin embargo, estas afirmaciones no siempre resultan
acertadas...

1. ¿Qué son los valores humanos?


Los valores refieren características, cualidades y propiedades de una
persona, un objeto o una acción que se consideran positivas o que poseen una
gran importancia en su contexto. Como muchos otros términos, esta palabra
contiene diversas acepciones con distintas características cada una.

Los valores humanos son aquellos conceptos universales que influyen en el


comportamiento de las personas, y que se pueden hallar en todas
las culturas y sociedades, respecto a lo que se considera correcto e incorrecto.

Estos valores tienen como función elevar a la vida humana en su máxima


expresión y máxima capacidad. Suelen tener relación con
conceptos éticos y morales, incluso con posturas filosóficas y religiosas.

El valor humano

Un recurso no es un sujeto es un objeto. Un recurso no son personas con autonomía y


voluntad, esto lleva a pensar que es más importante la función que el funcionario. Se
impersonaliza el actor para darle realce a la actuación, en este sentido entre más anónimo sea
es mejor. Lo que más vale es el resultado, la efectividad se mide por el cumplimiento de una
función, importando poco lo mucho o lo poco que aporta el individuo para llegar a producir
ese resultado.

Cuando se habla tan a menudo de valores en el contexto organizativo es precisamente porque


las personas sólo están vivas cuando experimentan que la actividad y las prácticas en las que
están involucradas tienen, a la vez, orientación y sentido. Pero en este punto es necesario
discriminar y debatir públicamente una diferenciación crucial: no se trata simplemente de
gestionar con o por valores. A menudo, la retórica sobre los valores en el mundo empresarial
no parece ser mucho más que unos fuegos artificiales que iluminan y animan
momentáneamente la oscuridad en la que se encuentra sumido. Parece como si ahora se
tratara de comprar el alma de los “queridos recursos humanos”.

Se intenta comprar el cuerpo con dinero, como mercancía y se les compra el alma con valores.
Quizá por eso se habla tanto de motivar a la gente: porque esa comprensión de la motivación
como algo que activa desde fuera a los recursos humanos parece que los pone en movimiento
y los anima, pero difícilmente los constituye como sujetos. Definitivamente con soluciones tan
superficiales como esa, el resultado se vuelve fácilmente diluible en el tiempo, poco sostenible
ante los grandes retos a los que son sometidos diariamente los trabajadores en su contexto
organizacional. Se vuelve a pregonar la Endocalidad como la respuesta sostenible para hacer
que, aunque se les siga llamando y considerando “recursos” las personas, con una carga
espiritual llena de principios, respondan adecuadamente a ello. Es preferible para este tesis
utilizar valor humano para referirse a recurso, capital, factor humano. El porqué el investigador
utiliza “valor” en este sentido, es tomado de la “cadena de valor” de Porter (1985)

La cadena de Valor Humano

Los economistas clásicos consideraron la empresa como un todo que actúa básicamente
confrontando informaciones de precio, oferta y demanda. Talvez un concepto más amplio es el
análisis de Porter sobre la Cadena de Valor en su libro “Ventaja Competitiva”, (1985). Porter
define el valor como:

“la suma de los beneficios percibidos que el cliente recibe menos los costos percibidos por él al
adquirir y usar un producto o servicio. La cadena de valor es esencialmente una forma de
análisis de la actividad empresarial mediante la cual se descompone una empresa en sus
partes constitutivas, buscando identificar fuentes de ventaja competitiva en aquellas
actividades generadoras de valor.”(Porter, 1985)

Esa ventaja competitiva se logra cuando la empresa desarrolla e integra las actividades de su
cadena de valor de forma menos costosa y mejor diferenciada que sus rivales. Por
consiguiente la cadena de valor de una empresa está conformada por todas sus actividades
generadoras de valor agregado y por los márgenes que éstas aportan.

Para Porter, una cadena de valor genérica está constituida por tres elementos básicos:

→ Las Actividades Primarias, que son aquellas que tienen que ver con el desarrollo del
producto, su producción, las de logística y comercialización y los servicios de post-venta.

Las Actividades de Apoyo a las actividades primarias, como son las administración de los
recursos humanos, las de compras de bienes y servicios, las de desarrollo tecnológico
(telecomunicaciones, automatización, desarrollo de procesos e ingeniería, investigación), las
de infraestructura empresarial (finanzas, contabilidad, gerencia de la calidad, relaciones
públicas, asesoría legal, gerencia general).

→ El Margen, que es la diferencia entre el valor total y los costos totales incurridos por la
empresa para desempeñar las actividades generadoras de valor.
El investigador estima que la acción constante de creatividad y recreación del trabajador en su
ámbito laboral, le confiere valor a su actividad, de tal suerte que incluso en procesos
sumamente automatizados o rutinarios, se verá en menor o mayor medida su diferenciación
en la ejecución y resultados. El “margen” se hace más amplio, no solo como valor total o
costos totales, sino que además de cada actividad generadora de valor, se le suma el valor que
como persona le confiere a su labor.

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