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Analis Y. Carrizales S.
A partir del septiembre 11, el autor ve cómo ha cambiado lo que se entiende por
Soberano y que ahora responde al poder y a la capacidad de decidir quién puede vivir y
quién debe morir. Hacer morir o dejar vivir, esta hipótesis dialoga con los términos de
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Foucoult de Guerra y Biopoder. Se puede ver cómo se va generando y caracterizando a
un enemigo, logrando que una población sienta miedo de él.
Otro ejemplo, es el que presenta Foucoult como el estado que mayor uso de poder
ha hecho en la historia para matar, el estado Nazi liderado por Adolf Hitler. Mbembe dice
al respecto de éste, que: “se convirtió en el arquetipo de una formación de poder que
combinaba las características del Estado racista, el Estado mortífero y el Estado suicida”,
usando técnicas para matar como punto máximo de la deshumanización. Pero yendo más
a fondo, esa deshumanización no comienza con la guerra, desde las campañas políticas
de Hitler se puede apreciar el uso de un lenguaje y de un comportamiento completamente
xenófobo en el que crea al enemigo dándole características hasta físicas, en ese entonces,
luego de perder la I Guerra Mundial y tener que pagar por ello, Alemania queda
sumergida en una crisis económica y los judíos comienzan a poblar esa nación
adueñándose de las principales empresas, bancos, tierras y de mano obrera alemana
barata; esa fue la excusa perfecta para que Hitler pudiera explicar que todos los males de
ese momento era culpa de ellos, que no le daban valor al pueblo alemán, de esa manera,
desde pequeños, los alemanes eran formados en la escuela por propaganda xenófaba
creada por Goebbels, el ministro de comunicación del tercer Reich, quien es tomado en
la actualidad como el gran creador de las grandes técnicas de atracción y convencimiento
de los medios de comunicación, por ello, a mi punto de vista, esa técnica de
deshumanización no es un trabajo inmediato, sino que lleva tiempo ideándose,
implantándose en la población, hasta que al fin se logra que se vea a ese enemigo del
mismo modo en que los europeos veían a los africanos en la época colonial, animales sin
alma, que pueden ser matados sin remordimiento porque al hacerlo estás salvando a la
población de esa calamidad. De manera similar ocurre en el otro ejemplo tomado por
Mbembe, el ataque ocurrido a las Torres Gemelas el 11 de septiembre de 2001, ese evento
disparó la reacción mundial de odio y temor, sobre todo del pueblo estadounidense, se
inició la guerra de Irak con el objetivo de encontrar las armas nucleares que
supuestamente habían en ese país y de capturar a Osama Bin Laden a quien se le
atribuyeron los atentados y sobre el cual recayó el odio y repudio mundial, para que luego
Tony Blair de manera muy afectiva, saliera explicando que él sinceramente creía que
habían armas nucleares en ese país. La principal diferencia entre esos dos ejemplos, es
que en este caso el detonante del odio ocurre sorpresivamente y de manera contundente
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creando un estado de miedo y zozobra instantáneo en toda la población lo que permite
posteriormente iniciar una guerra, matar a personas inocentes sin pruebas reales de lo
ocurrido y contar con el respaldo de que se está haciendo un bien máximo; al contrario
de lo que ocurrió en el nazismo.
El autor plantea tres características para saber que se encuentra en una
Necropolítica: