Você está na página 1de 11

Propuesta de Investigación

Daniel García Urbina

Pues no se puede saber lo que es el saber, es decir, qué


problemas encaran hoy su desarrollo y su difusión, si no se
sabe nada de la sociedad donde aparece.
Jean-François Lyotard1

Partiendo de un contexto en donde se desarrolla la interlegalidad2 de las justicias indígenas


y el derecho oficial, el principal motor de la investigación propuesta es analizar de qué
manera y en qué medida, las justicias indígenas conviven con el derecho oficial. Quizá por
la poca madurez del trabajo, por ahora no es posible definir justicia indígena, no obstante,
sí es posible contextualizar a qué hago referencia con el segundo término. Si bien las
instituciones clásicas del derecho estatal –u oficial– son todas aquellas que son aprendidas
en cualquier curso básico de derecho, para efectos de esta investigación con este concepto
hago referencia al derecho que se desarrolla en las estructuras judiciales estatales –tales
como Tribunales, Defensorías Públicas o Ministerios Públicos–.
De la lectura del párrafo anterior quizá se vislumbre cierta vaguedad sobre qué es lo
que se pretende investigar. Siendo consciente de ello –y en mi defensa– propongo a
continuación una serie de reflexiones que pueden ayudar a contextualizar de mejor manera
el problema de la investigación.
En 2001 –luego de un largo proceso– se reformó el artículo 4 de la Constitución
Federal: se reconoció que México era un país con una población pluricultural, es decir, se
hacía explícito que la sociedad mexicana no era un cuerpo homogéneo, sino que en ella,

1
Lyotard, Jean-François, La condición posmoderna. Informe sobre el saber, Cátedra, España, 2006.
2
Véase: Guevara Gil, Armando, y Gálvez Rivas, Aníbal (coomp.), Pluralismo jurídico e interlegalidad, Pontificia
Universidad Católica del Perú, Lima, 2014. Sieder, Rachel (ed.), Multiculturalism in Latin America, Indigenous
Rights, Diversity and Democracy, Palgrave, London, 2002; Assies, Willem. “Pueblos indígenas y reforma del
Estado en América Latina” en Assies, Willem, Gemma Van der Haar y André Hoekema. El reto de la diversidad.
México: Colegio de Michoacán, 1999.
conviven diversos tipos de comunidades indígenas además de la población mestiza;
consecuencia de lo anterior, también se reconoció la autonomía y libre determinación de
esas comunidades indígenas. Esta autonomía abarca una multiplicidad de enfoques: desde
lo cultural hasta lo político3; sin embargo, la investigación que se propone centra a la
autonomía desde el enfoque del reconocimiento de la jurisdicción de los sistemas de justicia
indígenas.
El reconocimiento de los diversos tipos de justicia indígena ha tenido resultados
ambivalentes: por un lado, las comunidades indígenas han luchado por mantener sus
propias formas de resolución de controversias separadas de las formas oficiales –como es
el caso de Cherán o las Juntas de Buen Gobierno zapatistas–; y por otro lado, el Estado ha
tratado de crear las condiciones necesarias para el desarrollo de la oficialización de la
justicia indígena –como en Cuetzalan, Puebla–, es decir, un espacio en donde converge la
justicia estatal junto con la justicia indígena. Dos grandes temas que son analizados desde
los conceptos del pluralismo jurídico y la interlegalidad.4
Lo anterior presenta una diversidad de retos que interesan a la investigación. Por
ejemplo, ¿cuáles son los usos del derecho en las comunidades indígenas? ¿Cómo se
relaciona el derecho del Estado y el derecho indígena? ¿Son justicias diferentes o justicias
con sentidos culturales distintos? ¿Es posible reconstruir las lógicas del derecho
consuetudinario indígena? ¿Cómo se expresa el conflicto y la diferencia cultural en la ley?
¿Podemos hablar de una justicia indígena alternativa? ¿Es posible hablar de sistemas
jurídicos autocontenidos o separados? ¿Cuáles son los límites de las intersecciones y
conflictos entre derecho estatal y derecho indígena, como manifestación del pluralismo
jurídico? ¿De qué manera se construye la legalidad en contextos de ese pluralismo jurídico?
¿Cómo los actores sociales hacen uso de referentes normativos diferenciados para dar
salida a sus controversias? ¿Qué significa tener derechos para una comunidad indígena?

3
Por ahora, la autonomía de las comunidades indígenas no será objeto de discusión. Para su mayor
comprensión pueden consultarse: Díaz Polanco, Héctor, Autonomía regional. La autodeterminación de los
pueblos indios, Siglo XXI, México, 1991.
4
Véase: Terven Salinas, Adriana, Relaciones interlegales y construcción de proyectos culturales de justicia. El
caso del juzgado indígena de Cuetzalan, Puebla, en México, en Antipod. Rev. Antropol. Arqueol. No. 21,
Bogotá, enero-abril 2015, pp. 99-120.
Las anteriores preguntas representan la médula de la presente investigación. No
obstante ello, y quizá por ahora más importante, me parece imprescindible cuestionarme
qué métodos utilizaré para abordar aquellos. Esto no es de menor importancia pues la
respuesta a qué métodos utilizaré determinará en gran medida que pueda hacerme las
preguntas correctas sobre la interlegalidad entre la justicia oficial y la indígena.

Postura epistemológica

En mi examen profesional de maestría, el profesor José Ramón Narváez me preguntó lo


siguiente: ¿No serás tú el descafeinado? Para poner en contexto esta pregunta es necesario
entender a qué hice referencia con mi tesis de investigación, cuando propuse la idea de que
el multiculturalismo aplicado en México es un multiculturalismo descafeinado. Este término
lo elaboré tomando como referencia el pensamiento de Slavoj Žižek. En Slavoj Žižek
presenta a Robespierre. Virtud y Terror, el filósofo expone una idea interesante: la
Revolución Francesa ha sido elogiada por numerosos pensadores liberales que desconocen,
o pretenden desconocer, la necesidad de la Época del Terror robesperriana. Lo que desean
es 1789 sin 1793, o sea, una revolución descafeinada, que huela lo menos posible a
revolución. Žižek considera que los defensores de las revoluciones quieren una revolución
sin revolución, o sea, sin asumir la necesidad del terror para defenderla y mantenerla. Me
parece que el apellido “descafeinado” describe la condición de ciertos aspectos de nuestra
realidad que, por cualquiera que sea la razón, no estamos dispuestos a asumir en sus
consecuencias.5 Ahora bien, si se tratara de formular una premisa que responda a cómo es
el multiculturalismo indígena en México sería más o menos así:́ la autonomía y libre
determinación de los pueblos y comunidades indígenas son permitidas, siempre y cuando
no afecten el bien común y la unidad nacional. Esto significa que en México la autonomía y
libre determinación de las comunidades indígenas, en un ejercicio de ponderación, tienen
menos peso que toda la estructura del liberalismo. Pues bien, a este multiculturalismo lo

5
Véase: Žižek, Slavoj, Slavoj Žižek presenta a Robespierre. Virtud y Terror, Ediciones Akal, Madrid, España,
2010.
he denominado multiculturalismo descafeinado, ya que representa una forma de resolver
los retos de la diversidad cultural sin ser realmente multicultural. En otras palabras, es un
multiculturalismo privado de su contenido, descafeinado, porque a través de él se quiere
dar un reconocimiento deseado a las comunidades indígenas pero sin sufrir los molestos
efectos secundarios, como pueden ser las contradicciones del mundo indígena con el
mundo occidental.
Entendido lo anterior, el profesor Narváez sugería con aquella inquietud si mi
investigación sobre el multiculturalismo indígena no estaba influida por cierto colonialismo
interno disfrazado de crítica al liberalismo político y económico; es decir, aquella pregunta
develaba la posibilidad de que pensar a las comunidades indígenas desde la cosmovisión
occidental podía ser la puerta a pensar el multiculturalismo sólo con estándares no-
indígenas, y por lo tanto, sin ser conscientes, plenamente, de los efectos de la convivencia
intercultural. Esto no es cosa menor si queremos encontrar una justificación epistemológica
a por qué y cómo una persona que no pertenece a una comunidad indígena –como el que
escribe estas líneas– puede investigar sobre los contextos de la justicia indígena en las
comunidades indígenas. La expresión de si yo puedo investigar sobre estos menesteres es
meramente retórica, porque desde luego que puedo, pero considero que es válido
cuestionarse qué tanto valor, desde el punto de vista epistemológico, puede tener lo dicho.
En otras palabras, me pregunto ¿cuál es la legitimidad de un estudio donde se toma
como sujeto de estudio a los indígenas por parte de un no indígena? Esto plantea diversos
desafíos, porque si aceptamos que un no indígena no puede escribir sobre los procesos
internos del derecho indígena, y luego entonces sólo puede escribir desde la periferia de
ese derecho indígena y su contacto con el derecho no indígena, en consecuencia, sólo
podría afirmar que el derecho hegemónico convive con otro derecho –el indígena– pero
hasta ahí, pues cualquier intento de decir cómo es percibido esto por los indígenas, es
empíricamente imposible.
Por otro lado, surge la pregunta de si las investigaciones en materia indígena
deberían tener el compromiso político de su descolonización; es decir, ¿mi investigación
debe tener como presupuesto una responsabilidad de la “liberación indígena”? 6 Esto es de
gran relevancia porque quiere decir que en la investigación no serán tomadas a las
comunidades indígenas como simples objeto de estudio, sino que serán estudiadas para sus
propias luchas por su libertad.
Por otro lado, los investigadores estamos socialmente ubicados en un género,
cultura, educación, e ideologías, ¿de qué manera mis privilegios como no indígena afectan
la investigación? Así las circunstancias, creo que uno de los grandes retos a lo que me
enfrento como investigador es a sumergirme en un diálogo intercultural donde pueda
combinar teoría, enfoques teóricos y metodologías occidentales con cosmovisiones y
tradiciones de pensamiento indígena.
De esta manera, el para qué epistemológico, para quién se investiga, a quién le sirve
este conocimiento y el qué ha de hacerse luego con los resultados, son vicisitudes que, en
lo personal, hacen cuestionarme sobre la validez –de nuevo, epistemológica– que tiene un
estudio sobre las justicias indígenas. Por esta razón, me parece vital asumir una posición
epistemológica, pues me parece imposible conocer el mundo sin saber qué significa
conocer, qué podemos conocer, qué es la verdad o qué es un error. Esto sirve, desde luego,
para saber qué es exactamente lo que vamos a conocer: la posición epistemológica permite
dar sentido a lo que conocemos. Además de que, al final del día, esta posición
epistemológica es política, es decir, se vincula al ejercicio social del poder.7
Considero que delimitar el norte epistemológico no es banal, es la base misma del
proyecto de investigación: provee sustento y coherencia, al tiempo que orienta las
decisiones; esto significa, como lo asegura Richard Rorty, que no hay otra cosa que
versiones sobre el mundo8; o como afirmaría Nietzsche: no hay hechos, sólo
interpretaciones.9 Asimismo, considero que la actividad científica promueve determinados
valores sociales, es decir, la creación de conocimiento no es una tarea robótica o

6
Hale, Charles, Reflexiones sobre la práctica de una investigación descolonizada, Anuario, Universidad de
Ciencias y Artes de Chiapas, Centro de Estudios Superiores de México y Centroamérica, 2008, México, pp. 297-
313.
7
Buscar a Foucault.
8
Rorty, Richard, La filosofía y el espejo de la naturaleza, Cátedra, España, 1989.
9
Nietzsche, Friedrich, Fragmentos póstumos VI, Tecnos, Madrid, 2008.
procedimental –no creo que haya investigaciones en las ciencias sociales políticamente
neutrales–. Wright Mills en La imaginación sociológica10 sostiene algo conmovedor:
“Quiéralo o no, sépalo o no, todo el que emplea su vida en el estudio de la sociedad y en
publicar sus resultados, está obrando moralmente y, por lo general, políticamente también.
La cuestión está en si afronta esta situación y acomoda su mentalidad a ella o si se oculta a
si ́ mismo y a los demás y va moralmente a la deriva.”11
Antes de posicionarme es menester aclarar que la investigación que se propone no
es sobre los procesos de lucha internos de las comunidades indígenas para buscar su
autonomía y libre determinación. De la misma manera, a diferencia de magníficas obras
como El derecho a la insurrección12, del profesor Orlando Aragón Andrade, el trabajo que
se propone no se inscribe dentro de la investigación-acción, ni en el análisis de prácticas
jurídicas militantes que busquen entender y aplicar el derecho como herramienta
contrahegemónica de la sociedad dominante. Tampoco es mi intención analizar el derecho
en contextos políticos de movilización social; es decir, no me interesa hacer un estudio
sobre las capacidades del derecho como herramienta de emancipación ni un estudio sobre
las experiencias militantes. No porque considere que no son importantes, ya que desde
luego lo son; sino más bien porque la posición socio-histórica del que escribe, me
circunscriben al análisis meramente sociológico del pluralismo jurídico.
Mi intención es concentrarme en un aspecto particular de éste: la concepción del
derecho y la justicia de las comunidades indígenas inmersas dentro de las estructuras
judiciales oficiales estatales; o más bien, sobre cómo el derecho oficial y el derecho indígena
se fusionan para hacer surgir una concepción del derecho en las comunidades indígenas.
Así, lo que me interesa investigar son los imaginarios de justicia y derecho que han
desarrollado las comunidades indígenas alrededor del pluralismo jurídico, es decir,
alrededor de la convivencia del derecho indígena con el derecho estatal; o, en otras
palabras, sobre cómo se reconfiguran los espacios de justicia estatales con la influencia de
la justicia indígena.

10
Cita
11
P. 95.
12
Hacer referencia.
Son la teoría crítica cultural, la sociología crítica y la antropología poscolonial las
disciplinas que me permitirán desarrollar mi investigación. Por parte de la teoría crítica
cultural –teoría que va desde Marx, pasando por Escuela de Frankfurt, hasta llegar al
estructuralismo y posestructuralismo francés– se tomarán aquellos aspectos que
consideran cualquier expresión del poder –por ejemplo, el derecho oficial– como violencia
socialmente legitimada, que cumple una función disciplinaria y de control.13 En relación a
la sociología crítica, ésta me permitirá entrar a la discusión de la producción de un
conocimiento reflexivo que, ocupando herramientas de corte científica (como la
recopilación de datos), cuestione los hallazgos a la luz de factores sociales, políticos y
económicos. Esto significa que no es mi intención utilizar los métodos de la sociología
aplicada a la resolución de un problema particular.14 Finalmente, la antropología
poscolonial –o descolonizada– será una disciplina de la que me valdré para elaborar
conocimiento no desde la agenda puramente académica de la antropología jurídica clásica,
como la simple descripción de los campos sociales de acuerdo con las categorías
científicamente aceptadas, sino más bien una antropología que tome en cuenta la reflexión
de los propios participantes de la justicia indígena. Es decir, una de mis principales
motivaciones, será que debe ser un trabajo colaborativo con los integrantes y autoridades
de las comunidades indígenas.
De esta manera, uno de mis principales compromisos como investigador es ser
sensible a las demandas culturales indígenas y las aspiraciones de autodeterminación y
autonomía; de manera tal que se le dé cierta centralidad a las epistemologías indígenas y a
la importancia de estudiar prácticas sociales indígenas de manera apropiada metodológica
y éticamente.
Así, una investigación con un fuerte compromiso descolonizador debe aspirar a
desarrollar un proyecto en diálogo estrecho con la comunidad indígena: conocer sus
verdaderas necesidades, algo que un punto pueda ser útil para ellos. Pero también hay que
estar conscientes que los intereses de las comunidades indígenas están mediados por sus

13
Foucault
14
Investigar.
propias complicaciones internas, lo cual trae a flote nuevas complicaciones sobre ¿cómo
lograr una investigación descolonizadora, pero al mismo tiempo neutral, es decir, sin ser
presa de los favoritismos al interior de las luchas indígenas? ¿Cómo estar comprometido
con la lucha indígena sin sesgarse por los propios conflictos internos de esa lucha? ¿Debería
haber una coincidencia entre los intereses de las comunidades indígenas y los intereses del
investigador? ¿Qué pasa si los intereses del investigador no son reconocidos por la
comunidad indígena como relevantes?

Delimitación del espacio geográfico de aplicación

A pesar de tener cierta claridad sobre qué investigar, y teniendo una posición
epistemológica –la cual estoy consciente que puede cambiar– , aún falta especificar, si es
que se tienen las herramientas para ello, el contexto geográfico donde pretendo investigar
los espacios de la justicia en que se desarrolla una reivindicación de los derechos de las
comunidades indígenas. Este es quizás la parte de la investigación que más ha costado
delimitar hasta el momento, pues existe una gran diversidad de proyectos que desde la
antropología y etnografía se han desarrollado alrededor del pluralismo jurídico y la
interlegalidad.
Existen, en general, tres tipos de estudios relacionados. Por un lado, están aquellos
que analizan los alcances de la autonomía y la autodeterminación de las comunidades
indígenas. Este es el caso de los estudios realizados por…; necesarios pero que, tal y como
ya se había señalado, no se encuadran dentro de los intereses de esta investigación. Por
otro lado, están los estudios que tienen como propósito explicar la diversidad cultural y la
cosmovisión indígena –en donde incluyen las prácticas jurídicas propias–. Estos adolecen, a
mí consideración, de una descripción con lupa sobre cómo es entendido el derecho y la
justicia en las comunidades indígenas, pues si bien aceptan la cosmovisión y las prácticas
culturales singulares de cada comunidad, pocos son los trabajos que son capaces de
desarrollar categorías que puedan explicar esa cosmovisión jurídica.
Finalmente, están los proyectos que se centran en analizar la justicia indígena
oficializada, es decir, en las instancias jurisdiccionales estatales indígenas. En la mayoría de
estos, los pensadores/as concluyen que esta justicia o se plantea como una instancia de
mediación –como es el caso de entidades como Puebla, San Luis Potosí o Hidalgo15–, o sus
alcances están determinados por el Estado –como en Campeche–; o se considera que las
autoridades indígenas tienen ámbitos jurisdiccionales en el espacio de sus comunidades –
Quintana Roo–; o se reconocen nuevas figuras como los jueces de paz y de conciliación
indígena –como en Chiapas–.16 Es decir, este último tipo de estudios afirman que las
reformas sobre la justicia indígena en México son parte del proceso de modernización
judicial que busca fomentar la mediación y la resolución alternativa de conflictos, pero no
se plantean el reconocimiento efectivo de las jurisdicciones indígenas y de sus derechos de
autonomía, por lo que estas reformas promueven la oficialización de la justicia indígena
para adecuarla a los marcos constitucionales, es decir, al Estado de derecho, contribuyendo
a su regulación dentro de las formas de justicia hegemónica.17
Ahora bien, mi interés es focalizar mi investigación entre un punto medio de los dos
últimos tipos de estudios, es decir, entre los que estudian la cosmovisión indígena y al
derecho como una mera expresión de su cultura sin demasiado hincapié en su forma de
entender la justicia, y los que estudian la oficialización de la justicia indígena. Esto significa
que lo que a mí me interesa revisar son las prácticas de la justicia propias de las
comunidades indígenas –entenderlas “desde adentro”– y, a su vez, revisar su
transformación producto de la convivencia con las prácticas de justicia en las estructuras
judiciales del Estado. Es decir, no sólo me interesa conocer los mecanismos estatales de
procuración e impartición de justicia indígena, ni sólo conocer la cosmovisión indígena, sino
analizar los puntos de conexión en que la justicia indígena influye a la justicia oficial, y
viceversa.
Estoy consciente de la crítica generalizada que se ha hecho a la justicia indígena
oficializada sobre ser sólo una medida burocrática que no representa más que una nueva

15
Sierra, 2010.
16
Anaya, 2004 y 2005; Redondo, 2007.
17
Justicias indígenas y Estado
vuelta de tuerca al indigenismo18, que continúa en una posición paternalista y que se niega
a otorgarles plena autonomía; o, como ya lo sostuve en otro trabajo, que se trata de un
multiculturalismo descafeinado. Sin embargo, y creo que esta es la principal aportación del
trabajo, lo que me interesa encontrar son esas grietas en el sistema que permitan un buen
uso del término interculturalidad en la de impartición de justicia, tanto oficial como
indígena.

Hipótesis

La hipótesis que se plantea es que los actores sociales en contextos locales –ya sean oficiales
o indígenas– interactúan y se apropian de discursos locales y globales en formas complejas.
Estas interacciones son dialógicas: son productos de interpelación continua en la cual los
otros –indígena o no indígena– están implicados. De esta manera, los actores sociales son
afectados por estas interacciones y las dinámicas de poder en que están inscritos han
transformado la manera en cómo ellos se entienden a si ́ mismos y a los otros. Pero al mismo
tiempo los actores aplican sus propios entendimientos de los significados y funciones del
discurso.

Dificultades

Uno de los ejercicios introspectivos más básicos que me aquejan es el de cómo sobrellevar
las dificultades epistemológicas y metodológicas para llevar a buen puerto esta
investigación. La primera de ellas, y por ahora la que más me preocupa, es la de cómo
escapar de lo que Charles Hale denomina “multiculturalismo neoliberal”19. De acuerdo con
el autor, las leyes son una importante técnica de opresión cuando se vuelven un catálogo
regulatorio y de cooptación de demandas políticas; así, en el caso de las reivindicaciones

18
Hernández, Paz y Sierra, 2004
19
Hale, Charles. “Rethinking Indigenous Politics in the Era of the Indio” en NACLA Report, sept.-oct. 2004,
16-21; Hale, Charles. “Does Multiculturalism Menace? Governance, Cultural Rights and the Politics of
Identity in Guatemala” en Journal of Latin American Studies, 34, 2002, 485-52.
indígenas, las leyes podrían estar delimitando una cultura mínima o aceptable. Por lo que
la justicia oficial en realidad estaría alentando una vigilancia de identidad, subyugando a las
comunidades indígenas a un conjunto de normas reguladoras.
Con esto no sugiero una postura separatista en donde la justicia indígena no debe
bajo ningún pretexto empaparse de los discursos oficiales; en primer lugar porque eso da
pauta a reconocer un relativismo recalcitrante; y en segundo lugar, porque sería ingenuo
pensar que los sistemas normativos son cuerpos herméticos. Pero sí creo que es importante
destacar que cuando se estudian las formas oficiales de justicia indígena se corre el riesgo
de perder de vista cuando alguna norma acarrea una política asimilacionista.
Otras de las dificultades que alcanzo a visualizar es sobre si es posible encontrar
métodos objetivos –no neutrales– para evaluar moralmente los órdenes normativos, tanto
oficiales como indígenas. Es decir, ¿podemos llamar derecho sólo a los mecanismos legales
que cumplen ciertos estándares de moralidad y valores?

Você também pode gostar