HUMANISMO. TERCERA FUERZA – TEÓRICOS DEL SÍ MISMO.
Para sus representantes el asunto no está en remarcar las limitaciones humanas
sino sus potencialidades. Más que definir unidades aisladas, tratan de caracterizar formas integradas de regulación psicológica diferentes en cada individuo particularidades funcionales asociadas a una formación. Abogan por la unidad de lo externo y lo interno, de lo subjetivo y lo objetivo.
Veamos algunas ideas de sus representantes más importantes.
MASLOW (1908 NUEVA YORK – 197? )
El eje de las reflexiones de Maslow acerca de la personalidad lo constituye su
teoría de la motivación y de las necesidades. Las necesidades humanas poseen niveles que van desde las necesidades fisiológicas las cuales deben ser satisfechas para que no afecten a las restantes necesidades. Las de seguridad, las de pertenencia y amor. Estos tres primeros niveles son muy importantes y deben ser satisfechos consecuentemente. Lo contrario produce desajustes psicológicos. Luego habla del nivel de las necesidades de estimación que incluye a su vez por un lado el deseo de competencia, de independencia, de libertad y por otro el deseo de reputación, prestigio, reconocimiento. La frustración de las mismas genera sentimientos de inferioridad y debilidad. El nivel de las necesidades de autorrealización o la tendencia humana a realizar sus potencialidades. Los deseo de conocer (curiosidad versus “marasmo mental”, tedio o desinterés) y las necesidades estéticas se ubican en el nivel más alto La autorrealización se alcanza cuando el sujeto logra ver la vida de forma objetiva y clara, cuando existe pericia para juzgar a otros de modo preciso, cuando aparece la capacidad de detectar verdades, existen juicios lúcidos y una cosmovisión unido a la creatividad, espontaneidad, exponerse al error, flexibilidad, capacidad para cambiar ante situaciones imprevistas, de no poseer prejuicios. También se asocia a la modestia, autocomprensión, autoconfianza, autorrespeto, menos susceptibilidad a las emociones, paz y armonía consigo mismo, expresividad comunicativa, poder de decisión, osadía, desafío, independencia y disfrute del otro, más autogobernado y menos regido por elogio y el afecto, capaz de oponerse a la cultura. Habla de libertad psicológica como la capacidad de tomar decisiones propias incluso ante contradicciones. Habla también de metamotivación como la capacidad de actuar más allá de las necesidades básicas y actuar de acuerdo a urgencias superiores. Esto posibilita mayores posibilidades para la aceptación incondicional del otro, capaz de amar no desde la carencia así como de soportar períodos de soledad, más intereses y disfrutes del mundo, menos vulnerabilidad, menos tedio y desesperación así como mejor manejo de las vicisitudes. G.ALLPORT. (1897, INDIANA, E.U. – 1967 )
Para este autor la personalidad es una “organización dinámica en el interior
del individuo de los sistemas psicofísicos que determinan su conducta y pensamiento característico.” (Allport, G. p.97, 1967) Se refirió a una estructura integradora como sujeto consciente, capaz de planificar y programar el futuro. Esta estructura es la personalidad madura asociada a la autorrealización y autorregulación. Introduce su noción de personalidad madura enfatizando la complejidad y singularidad de la conducta, la unidad y coherencia subyacente a la personalidad. Se opone a la determinación inconsciente de la motivación humana, recalcando la importancia de los determinantes conscientes y la contemporaneidad o autonomía funcional de los motivos. La personalidad madura se caracteriza por una imagen de sí mismo rica, extendida más allá de la propia personalidad de modo implicado, lo cual posibilita la regulación autónoma, la dirección de la vida y trascender la inmediatez. La extensión del sí mismo y la riqueza que supone indica que en el sí mismo deben existir intereses autónomos hacia diversas esferas de la vida como el trabajo, el estudio, la familia, etc en tanto contenidos motivacionales significativos que aportan fuerza emocional. Se produce una autonomía funcional en este nivel que posibilita la intencionalidad. Radica aquí el carácter activo, autodeterminado a partir de la autoconciencia. Constituyen características de este nivel de la personalidad también la autoobjetivación o autoconocimiento, la capacidad de autonomía, la seguridad emocional y autoaceptación, la relación emocional con los otros (capacidad para la intimidad psicológica, la tolerancia y el respeto), la percepción realista, objetiva de la vida imprescindible en el afrontamiento de problemas y la filosofía unificadora de la vida incluida en ésta el sentido de la vida y la orientación de valores.
La personalidad madura supone elevado nivel de organización interna,
desarrollo de la imagen de sí mismo capaz de funcionar autónomamente en la regulación del comportamiento, nivel e responsabilidad en la regulación y riqueza motivacional autónoma. Para Allport los deseos, intenciones e incluso los conflictos se reflejan bastante en la conciencia. La autoconciencia (imagen de sí mismo) y la conciencia regulan de forma autónoma. A este nivel de organización de la personalidad de nominó PROPIUM, el cual es típico de la personalidad madura que existe cuando:
el sí mismo está extendido (riqueza, apertura hacia
diferentes esferas de la vida, comprometido afectivamente) nivel de responsabilidad ante la regulación. Autoconciencia capaz de funcionar autónomamente. Percepción realista de actitudes y tareas Filosofía Unificadora de la vida Seguridad emocional. Propone pues una concepción integradora y dinámica de los diferentes aspectos que conforman la personalidad a partir del concepto de sí mismo, pues los motivos que entran en el sí mismo comprometen a la personalidad en su expresión lo cual es esencial en la personalidad madura.
CARL ROGERS: (1902, Illinois, E.U. – 198? )
Posee concepciones esenciales que tributan a la comprensión de la personalidad.
Según sus ideas el ser humano vive en un mundo subjetivo, personal de
experiencias continuamente cambiantes, en un “campo fenoménico”, en un “campo experiencial”, el cual incluye todo lo experimentado por el organismo sea consciente o inconsciente. Una parte pequeña de esa experiencia es consciente mientras que gran parte es accesible a la conciencia cuando la satisfacción de las necesidades lo demande. El “campo de experiencias” solo puede ser conocido totalmente por el propio individuo, al menos potencialmente pues hay experiencias que solo afloran a la conciencia en medio de ciertas condiciones.
El organismo actúa como un sistema organizado ante la percepción de la
realidad, ante el campo fenoménico y no hacia la realidad misma.
Otra idea interesante en Rogers es lo que plantea acerca de la tendencia
actualizante, la cual para él es como la tendencia a conservar, desarrollar, fortalecer, perfeccionar al organismo de la experiencia, como una tendencia a avanzar hacia la madurez, a la autorrealización inherente al ser humano. Es una dirección progresiva hacia la comprensión de la vida y de sí mismo
Esta tendencia tiene en su base la capacidad de autocomprenderse, de un
conocimiento reflexivo que posibilita la autoconciencia y autovaloración que son las operaciones esenciales de la tendencia actualizante. Esto posibilita el afrontamiento de problemas y un funcionamiento adecuado constituyendo un camino hacia la independencia, la autorregulación y autonomía de gran significación en el equilibrio emocional.
Rogers plantea su noción del yo entendiendo al yo como el núcleo de la
estructura perceptual que engloba todas las experiencias del sujeto. Es la conciencia de ser o funcionar, la configuración organizada de las características inherentes a la conciencia. Es el mecanismo regulador que controla, selecciona y ordena la experiencia cambiante e intercepta las experiencias contrarias al yo.
El yo es una configuración experiencial estructurada por percepciones referidas
al yo, a la relación del yo con otros, con el medio y con la vida, a valores acerca de estas percepciones así como metas e ideales. Es una configuración coherente, organizada, en constante cambio, no plenamente consciente pero con contenidos disponibles a la conciencia.
El yo y la tendencia actualizante poseen gran importancia en la regulación del
comportamiento. La tendencia actualizante moviliza, dinamiza el comportamiento mientras que el yo lo regula y dirige. La tendencia actualizante tiende a conservar y enriquecer al yo oponiéndose a lo que sea contradictorio a partir del propio prisma del yo, por lo que en última instancia es la noción del yo lo que determina la eficacia o no de la tendencia actualizante.
Si el yo percibido y el real concuerdan, la tendencia actualizante es guiada
adecuadamente y la conducta del sujeto tiende al enriquecimiento del yo, al éxito, a la satisfacción.
El yo o sí mismo, centro organizador de la experiencia, reacciona como totalidad
y esto es lo que proporciona el despliegue de la tendencia actualizante y la independencia del control externo.
Para esto el yo debe incluir experiencias suficientes lo cual posibilita la
integración y sentido de la dirección hacia la realización y desarrollo de un organismo unificado.
Si no hay concordancia, la tendencia actualizante es ineficiente, los fines son
irrealizables y se producen frustraciones. Por tanto, la noción del yo debe ser realista lo cual se logra en condiciones de libertad de experiencia
CONTINUIDAD...
- Subrayan el papel de la autoconciencia y la autovaloración en la
regulación conductual y el equilibrio emocional. - Sientan las bases para explicar los mecanismos de formación y desarrollo de la autovaloración al indicar el lugar de la valoración social en este sentido así como la significación de un clima de aceptación y respeto para el desarrollo de la personalidad. - Visión optimista del ser humano el cual tiende a la actualización y al comportamiento óptimo. - La Psicología Humanista constituye una alternativa de respuesta al empirismo imperante en las ciencias sociales norteamericanas que haciéndose eco del positivismo, proponían una psiquis humana fenoménica y atomizada a partir de la generalización matemática de conductas externas (conductismo radical y factorialismo) - Rescatan la complejidad de la subjetividad humana y centran la mirada en su comprensión sistémica y activa trascendiendo en lo metodológico los marcos de los tests o experimentos de laboratorio y acentuando la alternativa cualitativa y la individualidad para el estudio de la personalidad. - La visión que presentan de la personalidad es holística, integradora y dinámica. - Énfasis en aspectos funcionales de la personalidad tales como la flexibilidad, la claridad cognitiva, la tolerancia, la perspectiva temporal, el autocontrol emocional, la seguridad, independencia, la capacidad crítica. - La unidad de procesos afectivos y cognitivos resulta evidentemente sostenida por estos autores tanto en los conceptos de proprium e intención (Allport, de tendencia a la autorrealización (Maslow) o de la coherencia entre pensamiento, sentimiento y actuación imprescindibles en la actualización del yo, la significación de la unidad cognitivo afectiva en el desarrollo equilibrado de la personalidad mientras que la contradicción entre el pensar, el sentir y el actuar resulta fuente de descontrol y de desorientación (Rogers). - Se supera la oposición entre motivación y pensamiento acentuándose la participación activa del sujeto a través de su conciencia en la proyección y dinámica de objetivos futuros. - Énfasis en los procesos motivacionales conscientes como elementos decisivos en la regulación compleja el comportamiento así como la naturaleza plurimotivada del comportamiento humano. - Los procesos conscientes e inconscientes adquieren mayor unidad e integración. - La personalidad se expresa en el comportamiento aunque de modo complejo y multilateral, nunca de manera lineal o atomizada. - Se subraya la noción acerca de la condición activa del sujeto en la constante utilización y desarrollo de sus potencialidades. El sujeto aparece en esta concepción como organizador activo de su potencial personológico en las esferas esenciales de la vida en las cuales se siente comprometido. La autonomía, la autorregulación, el carácter activo del sujeto pasan a un primer plano en esta comprensión de la personalidad. - El sujeto aparece orientado hacia el futuro y organizando en el presente proyectos que obtendrán su consumación en el futuro. - Los valores (Maslow), creencias o filosofía unificadora de la vida (Allport) afloran como elementos constitutivos de la personalidad capaz de favorecer la adecuada interacción individuo – sociedad lo cual se expresa en posiciones activas del sujeto en la consecución de los mismos y en la búsqueda del sentido de la vida y de la propia identidad.
RUPTURA
- La absolutización del sí mismo y la insuficiente noción sistémica
acerca de la personalidad. - Simplificación de la subjetividad humana al reducir la motivación a la tendencia actualizante. - No alcanza a precisar la relación dialéctica entre lo interno y lo externo, lo subjetivo y lo objetivo, al enfatizar lo subjetivo experiencial que no aparece articulado a su carácter reflejo. Esto trae consigo que muchos conflictos o sucesos se hagan depender de manera acentuada del sujeto individual sin desentrañar de modo claro el lugar de lo interactivo, de las situaciones sociales que experimenta el sujeto en este sentido. Por ejemplo pensar que con mejorar las relaciones interpersonales podría mejorar una institución o las relaciones entre clases o países. - Adjudicar como inherentes al ser humano tendencias que son realmente adquiridas en condiciones de vida y educación que así lo proporcionen (tendencia a la actualización, a la autorrealización, a la madurez). Los mecanismos de desarrollo de la personalidad se presentan como inherentes a los seres humanos no precisándose la naturaleza sociohistórica de la subjetividad humana