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Esto significa que en Argentina ocurre un nacimiento de madre menor de 20 años
cada 6 minutos.
Estos datos muestran que el embarazo adolescente es un problema socio-sanitario de
magnitudes que merece especial y profesional atención. Máxime cuando está
médicamente demostrado que un embarazo de madre menor de 20 años es de riesgo. Esta
masividad avala la pertinencia de promover prácticas seguras y de calidad cuando se
presentan casos que encuadran como abortos no punibles (según el Código Penal y la Corte
Suprema). Sin protocolo, los abortos no punibles se seguirán haciendo igual, con el
criterio individual de cada equipo médico, es decir, sin garantías de que se hagan los
mejores esfuerzos para proteger a las mujeres.
La segunda consideración es la capacidad del protocolo para resolver el problema. Aquí
reina una enorme confusión entre los funcionarios nacionales. Las normas que emite la
autoridad sanitaria nacional son meras sugerencias y no obligan a nadie ya que la
atención médica en la Argentina es responsabilidad de las provincias. Mientras que en
ningún artículo de la Constitución Nacional se usa la palabra “salud”, en las 24
constituciones provinciales hay un tratamiento específico de esta área de políticas públicas,
incluyendo las facultades de regulación en materia de salud. Esto significa que el protocolo
era una mera guía de calidad de aplicación optativa para cada provincia.
Similar testimonio del desorden funcional bajo el que opera el sector público nacional es el
programa nacional “Desarrollo de la salud sexual y la procreación responsable”. Con este
programa, la Secretaria de Salud de la Nación pretende distribuir en todo el territorio del país
25,3 millones de condones. Si este programa nacional fuera mínimamente efectivo habría
menos embarazos y sería menos necesario el polémico protocolo. Estas son evidencias de
que las intervenciones nacionales superpuestas con servicios a cargo de las
provincias no aportan soluciones, pero sí mucho derroche de recursos y energías.
El nuevo presidente podría hacer un gran aporte en favor de la salud pública eliminando
las intervenciones nacionales en áreas que son competencias de las provincias. En
lugar de entrar en la intrascendente discusión sobre si tienen que ser Ministerios o
Secretarías, hay que desarmar las estructuras nacionales que se superponen con funciones
provinciales y municipales. España, que tiene un sistema de salud reconocido por sus
buenos resultados, en el 2002 cerró su “Ministerio de Salud de la Nación” por ser
inconsistente con el hecho de que la regulaciones en salud son competencias autonómicas.
Nacidos vivos por año en Argentina
2018
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