Escolar Documentos
Profissional Documentos
Cultura Documentos
pp. 93-104
Algunos de los componentes de Fedica- paso por este escalón de la enseñanza creo
ria entramos en contacto con Julio Aróstegui que tuvo, pese a todo, cierto carácter circuns-
a comienzos de la ya lejana década de los 70. tancial. Sinceramente, nunca pensé perma-
A partir de las prácticas del CAP se inició necer en él. Quiero decir que mi comienzo
una larga y guadianesca relación en la que como profesor en el Instituto de Enseñanza
en confluencia y, también, en debate hemos Media fue, en gran manera, resultado sim-
compartido el amplio abanico de asuntos, te- ple de las expectativas profesionales que se
mas y perspectivas por los que su trayectoria ofrecían a fines de los años sesenta. Para jó-
intelectual, docente e investigadora ha ido venes licenciados que queríamos continuar
transcurriendo y ha ayudado a las nuestras. nuestra actividad en el sistema educativo
J. Aróstegui ha sido un historiador con (con lo que aludo a la vida en la docencia y
una sorprendente capacidad para tratar en la investigación) las opciones eran pocas y
profundidad diferentes cuestiones históri- se reducían a dos: intentar permanecer en la
cas: su extensa producción intelectual así lo Universidad con una absoluta inseguridad
atestigua. Igualmente lo refleja el homenaje de futuro, al albur y arbitrio de “maestros” y
del que fue objeto por parte de la Universi- protectores, en el campo de los PNN por un
dad Complutense con la participación de un tiempo que nunca podía ser calculado, etc.,
variado número de historiadores. Pero de su o la de optar a plazas en la Enseñanza Media
trayectoria habrá que destacar la preocupa- mediante oposiciones que en aquellos fina-
ción por los aspectos de reflexión teórica y les sesenta se convocaron con cierta asidui-
metodológica que lo han convertido en un dad dada la expansión real de la red edu-
profesor singular en el seno del conjunto de cativa, derivada de la expansión económica
historiadores españoles. Sobre estos aspec- que se estaba produciendo en la segunda
tos mantuvimos una conversación electrónica mitad de aquella década. Cabe señalar que
de la que damos fe en esta sección. en los segundos sesenta hubo años con más
de una convocatoria de oposiciones a plazas
de Catedrático, dada la cantidad de Institu-
Itinerario biográfico tos nuevos creados.
Ciertamente, pues, una experiencia de
PREGUNTA.- Comenzaste tu vida profesio- inicio. Pero puedo decir también, por el
nal en los Institutos de Bachillerato ¿Qué valora- contrario, que nunca sentí mi salida de la
ciones o reflexiones destacarías de aquellos años? Enseñanza Media como corte alguno en mi
RESPUESTA.- Para ser sincero, debo de- trabajo. Lo consideré una nueva etapa estre-
cir que la experiencia educativa en la Ense- chamente ligada a la anterior. Hay que tener
ñanza Media que desarrollé durante más de en cuenta que esta experiencia del paso de
una década (1967-1980), la considero como la EM a la Universidad, la hicieron muchos
años iniciáticos, insustituibles, imborrables, profesores en los años sesenta y setenta, que
tal vez los más plenos, los más entusiastas, luego fueron grandes profesionales de la en-
desde luego, dedicados a una vocación que señanza y la investigación, y que entonces
luego ha ocupado mi vida activa completa. era posible, incluso, compartir ambas cosas,
Aunque mi vocación docente nunca fue du- como ocurría con muchos de mis mejores
dosa, desde que empecé prácticamente la profesores en la Universidad Complutense.
etapa universitaria, creo que nunca la con- Sencillamente, creo yo que habría sido un
sideré suficiente por sí misma. Por ello, mi tipo distinto de profesor universitario de no
P.- Y la emergencia del “revival”, del interés supuesto que el posmodernismo tiene mu-
por la historia, pero con un claro componente sen- cho que ver con esto, pero no solo. Hay otra
timental y de “no entrar en profundidades”, con cosa llamativa: las grandes campañas en fa-
la invasión de publicaciones históricas de quiosco vor de la lectura, el libro, etc. nunca hablan
con un abanico de rigor y de intereses muy varia- del “ensayo”, sino de literatura de mejor o
do. Si la historiografía es una realidad vinculada peor especie. Las ciencias sociales están en
–de manera oculta, explícita o infraconsciente– a una encrucijada bastante compleja. Hay que
las prácticas de la corporación o comunidad cien- hacer literatura. Y lo que es peor: tomar el
tífica, ¿con que está vinculado el proceso de ba- gato por liebre es una maniobra habitual,
nalización que conoce la Historia en el espacio sin que nadie lo denuncie. Un ejemplo: un
público actual?, ¿todo esto es producto de la con- libro reciente sobre la IIª República españo-
figuración de la producción histórica como una la que se titula con el impactante rótulo de
mercancía más, de la hegemonía de la perspectiva Palabras como Puños debería suponer que es
postmoderna o de qué otros factores (libertad de un tratado sobre el lenguaje político, sobre
opinión, perspectiva sentimental, relato novela- la democracia en España hace tres cuartos
do, avance del panpsicologismo, etc.)?. de siglo, sobre comportamientos de masas
R.- Esta pregunta no puede tener como que deben explicarse en su preciso contexto
respuesta adecuada sino una larga disquisi- histórico. Pues bien la inmensa mayoría de
ción sobre las perspectivas sociales en que sus colaboradores carecen de la más míni-
se desenvuelve hoy la cultura en general, la ma preparación sobre tal tipo de análisis, lo
producción intelectual, la naturaleza de los escriben todo desde la perspectiva de lo es
movimientos sociales, las formas de comu- la democracia hoy, son incapaces de pene-
nicación, la naturaleza global del mercado, trar en el lenguaje y sus referentes, con un
etc., y, en definitiva, el estado histórico mis- anacronismo insultante, con una superfi-
mo de la formación del capitalismo global cialidad escandalosa que, de hecho, según
y tecnológico y las concepciones del mundo la voluntad de sus coordinadores (véase la
y la historia que de todo ello se derivan. La luminosa Introducción), es una diatriba con-
dilución de la cultura de elite, la alta cultura, tra la supuesta democracia española en los
la falta de diferenciación de su productos es años treinta. Y es un libro de éxito alabado
algo que ha sido denunciado desde analis- por “ilustres” historiadores.
tas respetables –Steiner, Habermas, Magris, El problema no es sólo que la extensión
Bourdieu, Baumann, por citar unos poqui- del mercado acaba no distinguiendo acerca
tos bien conocidos– hasta saltimbanquis del de la calidad de las mercancías, sino que a
tipo Vargas Llosa. Por tanto, no parece caber semejante fraude contribuyen quienes debe-
duda. Pero es una disquisición que no po- rían ser los críticos de la situación y “todo
demos abordar aquí. Hagamos meramente vale igual”. Hay quien dice, como el Sr. Luis
unas observaciones acerca de los puntos Alberto de Cuenca, que lo que se expone en
más ostensibles de la nueva situación. el Diccionario de la RAH, está justificado
Lo primero a observar, como señaláis en por la libertad de expresión, ¡meu pare!
la pregunta, es que la producción historio- P.- Para ir finalizando este apartado y como
gráfica no parece estar en crisis. Al contra- puente hacia otro de los campos de tu tarea como
rio, parece haber aumentado la publicación historiador, la historia del presente, una última
de obras históricas o que se presentan con cuestión: ¿Pueden establecerse o no diferencias
tal marchamo. La banalización general de en la naturaleza del saber histórico cuando este
estas producciones historiográficas no pa- versa sobre un pasado más o menos lejano y
rece que pueda ser negado. ¿Quién se atre- cuando versa sobre problemas que inciden sobre
vería hoy a escribir como Braudel, Foucault, el conflicto y el cambio en el tiempo actual?
Wallerstein, etc., aportando no sólo nuevas R.- El saber histórico es unitario y no
historias sino una forma nueva de anali- fragmentable. Las únicas diferenciaciones
zarlas y entenderlas? Hoy escribe una his- que pueden introducirse en función de la
toria “cualquiera”, sin especial preparación relación temporal de determinadas realida-
profesional, con absoluto desparpajo. Por des “del pasado” con lo que consideramos
nuestro presente son de índole metodológi- Ash, etc., no parecen haber tomado en serio
ca y, si apuramos un poco, técnica. Pero no esta nueva categoría de la investigación his-
derivadas de la “historicidad” de los com- tórica.
portamientos humanos. Nos vale tanto en- Los franceses creadores del IHTP (Insti-
tender con corrección histórica lo que repre- tut d’Histoire du Temps Présent) no han elabo-
sentan los Reyes Católicos como el proyecto rado nada serio de verdad sobre el asunto.
de Adolfo Suárez. Empecemos por decir que De alguna mayor calidad es la producción
la línea categorial que separa pasado y pre- alemana (Koselleck, Frei,). Por no remontar-
sente no puede ser sino una elección, una nos a consideraciones sobre la historiogra-
convención. La Historia no termina en nin- fía antigua en la que se pueden encontrar
gún momento preciso del “presente”. Pero, concepciones del historiar que encajarían
obviamente, la Historiografía normalizada perfectamente en nuestras concepciones
no accede al conocimiento del pasado con actuales y que Koselleck ha estudiado con
los mismos instrumentos en etapas lejanas finura extrema, digamos que la tradición
del pretérito que en aquellas de las que aún más operante hoy procede de Marc Bloch
existe una huella cuya contrastación dispo- y que el hecho de la IIª Guerra Mundial es
ne de mayores posibilidades. Nos referimos, clave para el nacimiento de la idea de una
en primer lugar, a la existencia y manejo de historia del presente en varios países. El
lo que denominamos fuentes. En uno y otro precedente inmediato de Pierre Nora es
caso, hay mayores disponibilidades de fuen- también bastante relevante. La idea de Nora
tes o mayores carencias de otras. Lo que hoy del presente histórico es muy indicativa.
conocemos como testimonio –que no es ya Remito igualmente a lo que expongo en La
el testimonio escrito– es uno de esos con- historia vivida. La tradición sociológica tiene
dicionantes metodológicos para el tiempo que ver especialmente con Charles Wright
cercano que no está exento de problemas de Mills, por ejemplo, con la sociología histó-
método, pero con el que no podemos contar rica, con Bourdieu. Creo que las ideas más
para épocas más lejanas. Pero parece com- serias se han expuesto en Alemania con la
pletamente inútil volver a incidir en los co- Zeitgeschichte. Pensar que la historia del pre-
nocidos tópicos acerca de la “implicación” sente no es sino una nueva historia-periodo
del historiador, el desconocimiento de la es cosa que practican no pocos ignorantes.
conclusión de los procesos y demás. Insisto, Modestamente, yo he escrito bastante sobre
la Historia es lo histórico y lo que cabe úni- el asunto y no me gustaría repetirme.
camente es perfilar cada vez más nuestros La Historia del Presente es una nueva ca-
instrumentos para su conocimiento. tegoría de lo histórico o es una mera fórmu-
la sin contenido. Ha dicho cosas serias sobre
esto François Hartog (Régimes d’Historicité.
Historia del presente Présentisme et expériences du temps) y a él me
remito también. Pero, como siempre, hay
P.- Existen historiadores que utilizan la de- quien no quiere enterarse.
nominación de “Historia reciente” junto a otros P.- ¿En el contexto histórico actual de regre-
que hablan de “Historia del presente”: ¿Existen sión y vaciamiento democrático, la Historia del
diferencias entre ambas? ¿Qué tradiciones histo- presente es un componente de un proyecto de for-
riográficas y sociológicas las sostienen? Y tam- mación ciudadana o de una labor historiográfica?
bién ¿en qué medida no constituyen categorías Ambas cosas, porque lo primero no es
nuevas de “historia-período” que tú has criti- viable sin lo segundo. No hay ni dicotomía
cado? ni contradicción entre ambas, como ocurre
R.- Historia del presente / historia re- realmente con el análisis social en su conjun-
ciente suelen tomarse como denomina- to. Ahora, yo pienso que, en general, toda
ciones análogas. No creo que en ello haya tarea científica seria, sea cual sea el grado
mayor problema. La cuestión preocupante en que el adjetivo “científica” pueda ser
es que historiadores de cierto prestigio e in- atribuido a una empresa de conocimiento e
fluencia: Toni Judt, Josep Fontana, Garton investigación, no puede ser trascrita de for-
ciertos ámbitos no se ve esta irrupción del y conflictos del presente, háblese de Franco, de
afán memorialista sino como una intrusión Fernando VII o de los RR.CC., de la Transición,
en la consideración del pasado que com- del Carlismo o de la Conquista de América?
pite con el análisis histórico y lo desvirtúa. R.- Ciertamente la pregunta lleva ya
Esto significa que no se ha entendido nada prácticamente implícita la respuesta. La
del asunto. Por parte de no pocos “empren- “pretensión” de una historia objetiva –con
dedores de la memoria” –la expresión es de todas las matizaciones que tal pretensión
E. Jelin– la desconfianza hacia la labor de la demanda– no es “ilusoria”. Es, por el mo-
historiografía es igualmente clamorosa y no mento, un “fracaso”. Pero esta situación que
menos errónea. Hoy la reivindicación de la ha provocado la aparición del Diccionario
memoria, sobre todo, insisto, una reivindi- de la RAH lleva en sí alguna dimensión más:
cación de los conflictos y las víctimas del si- la de la vergüenza, porque una cosa como
glo XX, es vista por muchos como una mera ésta pueda ser producida por una institu-
operación política. Por no hablar ya de las ción que, en términos normales, en un país
memorias hagiográficas propias de los na- normal, debería ser acreedora de respeto. Y
cionalismos. Esa operación existe, desde lue- no se trata ya sólo del miserable producto
go, pero resulta ridículo que por ese hecho se que se ha generado sino del cinismo con que
descalifique a la memoria se defiende. Este país no
como movimiento espurio sólo carece de ciencia sino
y falsificador. Para no pro- que practica a ultranza el
longar demasiado estas “sostenella y no enmen-
observaciones, concluiré dalla”. El diccionario de la
diciendo que la Memoria RAH necesita un profun-
es, en el más simple de do estudio histórico de su
los casos, un “dato” para génesis, de los condicio-
la Historia, un campo a nantes de todo tipo, de las
explorar y optimizar. No intenciones últimas de sus
podemos concebir una promotores y realizadores
Historia del Presente sin y de la manera en que
el recurso a los datos de la ha sido elaborado y por
memoria. Las Memorias quiénes. Ese estudio en
oficiales y establecidas toda regla no podremos
son otro dato histórico realizarlo hasta que esté
y tienen desde la histo- publicado en su totalidad.
riografía su tratamiento Sospechamos que la gran
específico, sus instrumentos de análisis y manipulación afecta fundamentalmente
crítica, aunque no guste a muchos. Los his- al siglo XX español, pero no podemos ase-
toriadores desconocen por lo general aquella gurarlo aún. El Diccionario es un síntoma
imperecedera proposición de Marc Bloch de preocupante de las propias condiciones de
que la mentira y el error son ellos mismos un este país, en “democracia”, y de la altura,
dato fundamental para explicar los compor- lamentable, de ciertas instituciones como la
tamientos históricos de las gentes. Academia, una situación a la que no es ajena
P.- No podríamos cerrar este apartado sin la Monarquía y sus asesores. Es un completo
adentrarnos en el “pantanoso” asunto del Dic- desastre, porque, en cualquier caso, se trata
cionario Histórico de la Academia. No nos atre- de una obra cara –y conste que no puede ser
veríamos a hablar de “mentira”, pero desde lue- barata–, ingente, que ha sido ya contami-
go sí habría que señalar el compendio de error y nada irremediablemente, aun en el caso de
horror intelectual que sintetiza esta obra. ¿Po- que su mayor parte fuese una obra correc-
dría considerarse la elaboración del Diccionario ta. Piénsese que en cierta prensa extranjera
Histórico de la Academia como la confirmación acreditada se ha dicho ya que es una obra
sobre la ilusoria pretensión de la existencia de “de los amigos de Franco”. Nada más cierto.
una historia objetiva, desvinculada de las luchas Es una vergüenza para el país, su práctica
científica y sus gobernantes. Y tiene muy di- cauto. La ciencia, incluida la historiografía,
fícil arreglo –para el que no hay voluntad, no puede ser entendida desde su puro valor
desde luego– si no fuese el de elaborarlo de instrumental. La ciencia tiene un valor apli-
nuevo, al menos en aquellas partes insos- cado, sin duda, pero hay que estar atento a
tenibles. La sensación que todo historiador los riesgos de la “ingeniería social”. Since-
o intelectual honesto en este país no puede ramente, tengo serias dudas sobre el “valor
dejar de tener es la de una rabia impotente. moral” de la Historia o los valores morales
Y esta es la que yo tengo. transmisibles a través de la enseñanza de la
Historia. Como he dicho antes, es preciso di-
ferenciar la práctica de la ciencia de sus apli-
Didáctica caciones sociales. Ciertamente ambas cosas
son correlativas pero desarrollan funciones
P.- El interés por la didáctica ha estado pre- diferentes.
sente en tus exigencias como docente y en tu P.- Una de las derivadas de este plantea-
producción intelectual. Tu trabajo inicial en las miento es el rechazo a seguir manteniendo hoy
Enseñanzas Medias, como has expresado al prin- la consideración de la Didáctica de la Historia
cipio, sin duda marca tu interés por este campo. como función del estado de la historiografía,
Interés que se ha extendido a épocas más recien- como construcción del para qué, el qué y el cómo
tes como la que plasma la colaboración de tu cá- enseñar y aprender de la disciplina científica de
tedra con diferentes miembros de Fedicaria y que referencia. ¿No deberían revisarse los presupues-
se materializó en la realización (en 2006) de las tos que han guiado la construcción y difusión del
Jornadas sobre “La Historia reciente en el aula. “poder de los especialistas didactas” en el mun-
El conflicto como materia educativa”. Desde Fe- do académico: guías y críticos de la experiencia
dicaria entendemos que la Historia que pretende- práctica del profesorado de los niveles anteriores
mos enseñar, en las condiciones de posibilidad de a la Universidad?
los contextos institucionales en los que nos mo- R.- “¿De qué planteamiento estamos
vemos, debe configurarse no como el producto de hablando?” ¿Quién lo plantea? Se dice que
dar a conocer la evolución del pasado, sino como es rechazado. ¿Quién lo rechaza? ¿Cuál es
la tarea de cuestionar el presente desnudando su el poder de los “especialistas didactas” en
historia. ¿Cómo te planteas tú esta cuestión? el mundo académico, si vamos al fondo de
R.- En este caso tengo ciertas prevencio- la cuestión? ¿En qué mundo académico? La
nes, dudas y cautelas ante el uso de la escri- verdad es que la estructura de la pregunta
tura de la Historia, o los planteamientos de se presta a reflexiones muy variadas. Sinteti-
cualquier otra ciencia social, como un “cues- zando: el mundo de la práctica del profeso-
tionamiento del presente”. O, al menos, rado en niveles docentes anteriores a la Uni-
como un cuestionamiento tomado como versidad tiende a ser cada vez más autóno-
objetivo central. Y no es que tal cuestiona- mo y diferenciado de la propia Universidad.
miento no sea la última realidad a la que el Indudablemente esto tiene unas razones cla-
conocimiento sociohistórico nos lleva. Mis ras, significa un movimiento esperanzador
dudas proceden del hecho de que ese cues- en buena parte (dada la atonía de la Univer-
tionamiento pueda entenderse como “pro- sidad misma) por el fortalecimiento de un
grama”. Lo digo como lo veo… Tal cuestio- agente de socialización esencial como es la
namiento no puede ser sino el resultado de educación de ciudadanos en la edad pre-
una determinada actividad científica y una universitaria, aunque tiene también visibles
concepción precisa del valor de la ciencia, no riesgos sobre los que no puedo extenderme
un axioma. El presente realmente se cuestio- aquí. La didáctica tiene un impacto mucho
na desde un movimiento social, desde una más poderoso en la enseñanza de la Histo-
acción del pueblo –valga la expresión–, des- ria en los niveles preuniversitarios que en la
de movimientos de protesta. No creo, sin Universidad, donde ese impacto es, lamen-
embargo, que esta sea la función precisa del tablemente, mínimo.
científico y del docente, aunque es irrenun- Por supuesto que la Didáctica de la His-
ciable el aporte de éstos. En esto prefiero ser toria es una función, o debe serlo, del esta-