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Una conversación con Julio Aróstegui

pp. 93-104

Honorio Cardoso y Guillermo Castán


Fedicaria-Salamanca

Algunos de los componentes de Fedica- paso por este escalón de la enseñanza creo
ria entramos en contacto con Julio Aróstegui que tuvo, pese a todo, cierto carácter circuns-
a comienzos de la ya lejana década de los 70. tancial. Sinceramente, nunca pensé perma-
A partir de las prácticas del CAP se inició necer en él. Quiero decir que mi comienzo
una larga y guadianesca relación en la que como profesor en el Instituto de Enseñanza
en confluencia y, también, en debate hemos Media fue, en gran manera, resultado sim-
compartido el amplio abanico de asuntos, te- ple de las expectativas profesionales que se
mas y perspectivas por los que su trayectoria ofrecían a fines de los años sesenta. Para jó-
intelectual, docente e investigadora ha ido venes licenciados que queríamos continuar
transcurriendo y ha ayudado a las nuestras. nuestra actividad en el sistema educativo
J. Aróstegui ha sido un historiador con (con lo que aludo a la vida en la docencia y
una sorprendente capacidad para tratar en la investigación) las opciones eran pocas y
profundidad diferentes cuestiones históri- se reducían a dos: intentar permanecer en la
cas: su extensa producción intelectual así lo Universidad con una absoluta inseguridad
atestigua. Igualmente lo refleja el homenaje de futuro, al albur y arbitrio de “maestros” y
del que fue objeto por parte de la Universi- protectores, en el campo de los PNN por un
dad Complutense con la participación de un tiempo que nunca podía ser calculado, etc.,
variado número de historiadores. Pero de su o la de optar a plazas en la Enseñanza Media
trayectoria habrá que destacar la preocupa- mediante oposiciones que en aquellos fina-
ción por los aspectos de reflexión teórica y les sesenta se convocaron con cierta asidui-
metodológica que lo han convertido en un dad dada la expansión real de la red edu-
profesor singular en el seno del conjunto de cativa, derivada de la expansión económica
historiadores españoles. Sobre estos aspec- que se estaba produciendo en la segunda
tos mantuvimos una conversación electrónica mitad de aquella década. Cabe señalar que
de la que damos fe en esta sección. en los segundos sesenta hubo años con más
de una convocatoria de oposiciones a plazas
de Catedrático, dada la cantidad de Institu-
Itinerario biográfico tos nuevos creados.
Ciertamente, pues, una experiencia de
PREGUNTA.- Comenzaste tu vida profesio- inicio. Pero puedo decir también, por el
nal en los Institutos de Bachillerato ¿Qué valora- contrario, que nunca sentí mi salida de la
ciones o reflexiones destacarías de aquellos años? Enseñanza Media como corte alguno en mi
RESPUESTA.- Para ser sincero, debo de- trabajo. Lo consideré una nueva etapa estre-
cir que la experiencia educativa en la Ense- chamente ligada a la anterior. Hay que tener
ñanza Media que desarrollé durante más de en cuenta que esta experiencia del paso de
una década (1967-1980), la considero como la EM a la Universidad, la hicieron muchos
años iniciáticos, insustituibles, imborrables, profesores en los años sesenta y setenta, que
tal vez los más plenos, los más entusiastas, luego fueron grandes profesionales de la en-
desde luego, dedicados a una vocación que señanza y la investigación, y que entonces
luego ha ocupado mi vida activa completa. era posible, incluso, compartir ambas cosas,
Aunque mi vocación docente nunca fue du- como ocurría con muchos de mis mejores
dosa, desde que empecé prácticamente la profesores en la Universidad Complutense.
etapa universitaria, creo que nunca la con- Sencillamente, creo yo que habría sido un
sideré suficiente por sí misma. Por ello, mi tipo distinto de profesor universitario de no

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te hasta llegar a los años ochenta en los que


esa fluidez fue disminuyendo hasta prácti-
camente desaparecer, como ocurre hoy. Hoy
son dos mundos, a mi modo de ver, prác-
ticamente incomunicados. Una inmensa
pérdida para la calidad y la preparación del
profesorado español. Pero parece como si la
selección a la inversa de que hablase Ortega
fuese nuestro irremediable destino
Digamos que, en mi caso, y en el de
otros, la relación con la Universidad no
se perdió nunca, aunque fuese cambiante.
haberlo sido antes de Instituto. Y esto nos lo Y esto es un factor clave. Cuando marché
decían nuestros propios colegas a quienes a un Instituto, en 1967, a Vitoria, en con-
teníamos esta condición. En realidad, yo creto, mi relación con el Departamento de
tengo el sentimiento de que nunca dejé de Historia Contemporánea de la Universidad
ser profesor de Enseñanza Media. Lo que Complutense no cesó en forma alguna. Par-
ocurre es que mi campo profesional se am- ticipé en trabajos colectivos de publicación
plió, claro está, y pude trabajar en condicio- e investigación. Además, realicé la Tesis
nes mucho más cómodas. Doctoral en una situación “híbrida”: mis
Nunca he dejado de estar ligado a las fondos documentales y mis objetivos de in-
preocupaciones, las ilusiones, las decepcio- vestigación eran vascos y la tesis se elaboró
nes que el profesorado de Enseñanzas Me- en la UCM. Ser Doctor fue crucial para mi
dias ha experimentado desde entonces, ¡y traslado de Vitoria a Salamanca. Más tarde,
cuántas han sido y son! Mi interés por la Di- cuando marché de Vitoria al Instituto Fray
dáctica y el Método nunca estuvo separado Luis de León en Salamanca, en 1971, esa re-
de esta experiencia primera. lación se amplió también a la Universidad
P.- ¿Y cómo se produjeron los primeros con- de Salamanca. Pero cuando quedó claro que
tactos con la Universidad? Nos imaginamos que mi objetivo no era permanecer en la Ense-
debieron plantearse dificultades, obstáculos or- ñanza Media sino ejercer en la Universidad,
ganizativos, resistencias corporativas, etc. para las cosas empezaron a tener ciertos perfiles
conllevar el trabajo en ambos campos ¿o no? nuevos. Entonces empezaron las reticen-
R.- Responder a esta pregunta en extenso cias… En este nuevo escenario intervinie-
sería contar una historia de no poco interés, ron personas, grupos, intereses, para bien
seguramente, cuyo desarrollo y tendencias y para mal, que no quiero identificar aquí,
han cambiado radicalmente con el paso de pero todo ello abrió la etapa de la lucha por
los años y del sistema educativo español y, las “oposiciones”, las influencias, los padri-
por supuesto, no para mejorar. Una historia nazgos, y todo lo que ello conllevaba para
que sólo podemos esbozar aquí y que tiene intentar pasar a la Universidad. Semejante
una vertiente pública y otra personal. La lucha acabó en 1980 con la obtención de
cuestión es que antes de la Ley General de una plaza de Profesor Agregado de Histo-
Educación de 1970 las cosas tenían un cariz ria Contemporánea tras algunos intentos
que después fue progresivamente cambian- anteriores. Digo que toda esta es una his-
do. La relación entre el enseñante en el nivel toria personal larga, compleja, y, en gene-
medio y el universitario fue relativamente, ral, nada grata que no es para contar aquí
sólo relativamente, fluida hasta esa fecha. y ahora. Pero si no se había perdido el con-
El paso de un nivel a otro era pensable y tacto con la Universidad como era mi caso,
posible, si bien grandes figuras no lo con- había algunas ventajas indudables.
siguieron. Cito sólo, como más descarnado Los años setenta, entre 1971 y 1980, que
y siniestro, el caso de Antonio Domínguez pasé en Salamanca fueron, como es sabido,
Ortiz y no es el único, desde luego. Después los de las grandes luchas de los PNN por su
fue siendo más dificultoso progresivamen- situación en la Universidad. Yo las viví de

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una manera particular por mi condición de R.- Pues profundizando en la contes-


Catedrático de Instituto que aspiraba a inte- tación a la pregunta anterior, los condi-
grarse la Universidad teniendo ya un puesto cionantes del paso de un nivel educativo
fijo de trabajo... Debo decir que las resisten- de secundaria a uno universitario resultan
cias corporativas entonces fueron fuertes: en mi experiencia personal muy particula-
por parte de los PNN, en primer lugar, que res, creo, semejantes en cierto modo, claro,
necesariamente veían un intruso (aunque no a los de otros colegas, más o menos de mi
siempre te lo dijesen directamente) y de cier- generación que vivieron la misma experien-
to sector del profesorado numerario, tanto cia, antes siempre del final de la década de
de derechas como de izquierdas, que mante- 1980. Y ese paso tuvo, en cierto sentido, un
nían que “la Universidad prepara su propio carácter progresivo y pautado. Como decía,
profesorado”. No es difícil de entender. En las cosas cambiaron radicalmente a partir de
los medios asociativos de los Catedráticos entonces. Los niveles educativos en que el
de Instituto –paréntesis: gentes por lo gene- profesorado ejercía pasaron a convertirse,
ral muchísimo mejor preparados que la in- desde entonces, en claros compartimentos
mensa mayoría de los PNN– había una fuer- estancos. Muy lejos, por ejemplo, de una
te lucha para conseguir una vía de acceso experiencia como la francesa donde la per-
reglada a la enseñanza superior. Esa vía no meabilidad fue siempre mucho mayor.
se consiguió abrir nunca de forma norma- Un hecho decisivo en esta experiencia
tiva; las resistencias fueron de toda índole del trasvase fue, como he señalado, no ha-
y no ocuparon poco lugar en ellas nuestros ber perdido nunca el contacto del todo con
venerables Opus Dei y Orden Secular Tere- el mundo universitario una vez integrado en
siana. Al final, el resultado es el que cono- la Enseñanza Secundaria. Lo cual no quiere
cemos con la nueva estructura universitaria, decir que el procedimiento legal para el cam-
además. Progresivamente, el profesorado bio no fuera el regulado legalmente: el Con-
de Enseñanza Media ha visto cerrarse prác- curso-Oposición. En general, la resistencia
ticamente el acceso reglado al profesorado del estamento docente universitario a la en-
universitario. Esto se consumó en los años trada en él de profesorado procedente de la
ochenta. Las consecuencias casi no hay que Secundaria fue siempre muy notable. Debo
comentarlas. Son bien conocidas. señalar, desde luego, que la pertenencia a
Vuelvo a insistir en que, en todo caso, ciertos grupos de trabajo universitarios, la
en mi breve trabajo universitario siendo relación con viejos “patronos” y “maestros”,
aún profesor de Instituto, en las funciones pudo hacer las cosas más viables. A partir
docentes que desempeñé en la Universidad de los años ochenta y pese a la expansión de
de Salamanca durante un breve lapso de las universidades en España, o precisamente
tiempo no hubo nunca dicotomías de orden por ello, este trasvase se hizo cada vez más
intelectual o profesional, ni interferencias, difícil y raro. Si bien, nunca despareció del
ni problemas de tipo que no fueran estos todo hasta tiempos muy recientes.
sociales a los que acabo de referirme. Yo En lo que respecta a mí personalmente,
enseñé con toda libertad y entendía ambas debo decir con toda claridad que la preocu-
funciones como perfectamente enlazadas. Y pación e interés por pasar al profesorado
fue entonces, justamente, cuando se desper- universitario estuvo absolutamente condi-
tó mi interés por la teoría de la Historia, de cionado por mi interés insobornable en ha-
la Historiografía y la Didáctica. El contacto cer de mi profesión algo no limitado a la do-
con el ICE de la Universidad de Salamanca cencia sino convertirla en una carrera inves-
fue un hecho muy decisivo en todo ello y del tigadora. ¿Que ésta podía compatibilizarse
contacto con esa institución tengo recuerdos con la docencia Secundaria? Cierto. Pero no
buenos y malos, según las personas con las parece que pueda escaparse a nadie que las
que hube de entenderme. condiciones eran y son distintas. Quienes
P.- Evidentemente este origen profesional que permaneciendo en la Enseñanza Media han
nos reflejas habrá tenido proyección en tu dedica- hecho una labor historiográfica reseñable,
ción universitaria… razonable y productiva no son pocos. Pero

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siempre en condiciones mucho más preca- alumnos sino a su conformación mental.


rias. Por ello son unos héroes, empezando Estaban tan interesados por la cosa pública
por quienes han hecho su Tesis Doctoral como el que más. Las lecturas eran mucho
compatibilizándola con el trabajo en el Insti- más generalizadas. La Historia era un asun-
tuto. No hay otra razón alguna en mi caso: la to bastante más serio y menos opinable. En-
única diferencia entre un estatus y otro que tre los años 1981 y 1983 ejercí de profesor en
yo experimenté claramente no estuvo ligada la universidad del País Vasco. Aquella expe-
nunca a la docencia sino a la tarea producti- riencia en la que no puedo detenerme aquí
va investigadora. comprensiblemente fue decisiva y se reflejó
Por fin, he de decir que mi procedencia muy directamente en mi vida universitaria.
de la Enseñanza Secundaria no tuvo nunca Si he de hacer un pequeño balance profe-
reflejo obstaculizador, sino más bien todo sional de lo que ha sido mi experiencia uni-
lo contario, en mi dedicación universitaria. versitaria, diría que, como siempre, lo que
Una vez aceptado el hecho nadie tuvo nun- más lamenta uno es lo que no hizo. Podría ha-
ca nada que decir. ber mejorado muchas cosas pero no reniego
P.- Y en el desempeño de tu actividad como de ninguna de las que hice. Y una cosa más:
profesor universitario ¿cómo has percibido las cuando llegó la hora de acabar con ciertos
transformaciones producidas en los contextos patrones intelectuales, ideológicos, metodo-
sociales, políticos, y administrativos? lógicos que inevitablemente nos habían sido
R.- Digo lo mismo. Ninguna variación impuesto en la época de estudiante bajo el
sustancial, pero sí algunas, tal vez menores, franquismo que se mostraron como absolu-
que han ejercido determinaciones claras. tamente insostenibles, no dude un instante
Cuando llegué a la Universidad de manera en desembarazarme de ellos. Ello me costó,
ya completamente profesionalizada, a prin- críticas, enemistades, repudios. Se cayeron
cipios del decenio de los ochenta, me parece con estrepito viejas estatuas y aparecieron
perfectamente claro que la calidad del alum- otros modelos mucho más fructíferos. No
nado era absolutamente superior a la que ha me arrepiento ni me acuso por ello en abso-
caracterizando al alumnado universitario en luto. Al contrario.
los años posteriores. Y creo que, en buena [Me atrevo a recomendar, si alguien está
parte, puede decirse lo mismo del profeso- verdaderamente muy interesado en esto, el
rado. Sé que esta es una visión en buena par- breve texto mío que, junto a los de otros co-
te subjetiva, pero no renuncio a considerar legas, apareció como una pequeña autobio-
que tiene aspectos que me parecen objetivos, grafía intelectual en la revista Cuadernos de
aunque desgraciadamente no pueda expla- Historia Contemporánea (Universidad Com-
yarlos aquí en extenso. En el caso del estudio plutense de Madrid), 2005, vol. 27, titulado
de la Historia esto me parece difícilmente ne- Autorretrato en escorzo (y nada complaciente)
gable. Piénsese que en los primeros ochenta con figuras al fondo. Fueron unos textos pu-
la situación política, intelectual, las orienta- blicados en homenaje al recién desaparecido
ciones públicas, la “politización” del país, la Javier Tusell (puede verse en red). Está re-
general expectativa de progreso y libertad, producido en El valor de la Historia, Madrid,
la salida del túnel ideológico del franquismo Editorial Complutense, 2009.]
(¡Con qué fruición y sensación de libertad
podíamos dedicarnos entonces a la investi-
gación de la IIª República y la guerra civil, La importancia del método
a ver archivos invisibles hasta entonces, a
encontrar libros difícilmente asequibles an- P.- Entrando ya en tu labor como historiador,
tes si no ibas a Hendaya como mínimo, a ver uno de los campos a los que has dedicado una
cuánto nos habían mentido!) eran absoluta- atención preferente ha sido el relacionado con la
mente favorables para el estudio de la Histo- reflexión sobre el método y la teoría de la Histo-
ria, especialmente la Contemporánea. ria. Desde hace mucho tiempo vienes señalando
El alumnado era mucho menos “masi- que uno de los déficits que condicionaban el de-
vo”, y no me refiero al número de nuestros sarrollo de la Historia como disciplina bien cons-

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truida se originaba porque rara la responsabilidad de este


vez los profesionales de la Histo- asunto a la enseñanza uni-
ria hacen Teoría de la Historia, versitaria que, a su vez, cla-
¿en qué medida ha cambiado esta ro está, explica sus carencias
situación? por las vicisitudes generales
R.- Por desgracia, a mi de las ciencias sociales y las
modo de ver, prácticamente Humanidades en nuestro
en ninguna. O ha cambiado país en los últimos decenios.
para empeorar. Lamento ser Me explico: pese a que en los
tan negativo y terminante. planes actuales existen cier-
Después de un florecimiento tas asignaturas dedicadas a
de la historiografía entendi- la metodología y la historia
da a la manera “racionalista” de la historiografía (en la an-
en el segundo tercio del siglo tigua Licenciatura “Métodos
XX, la reflexión teórica sobre y técnicas de la investiga-
la Historia y la Historiografía ción histórica” y “Tenden-
se ha derrumbado. No sólo la teoría de lo cias historiográficas actuales”, además de
histórico y lo historiográfico sigue sin ocu- una “Introducción a las ciencias sociales”,
par el lugar debido entre los profesionales, en el nuevo Grado “Métodos y tendencias
sino que el asunto afecta de manera muy historiográficas”), carecemos de una eva-
directa a la propia formación básica que se luación de lo que estas materias han dado
ofrece a las nuevas generaciones de historia- y dan de sí ( en el Grado el asunto parece
dores. Disto mucho de pretender que esta empeorar al mezclar métodos y tendencias).
apreciación sea algo que haya descubierto No podemos hacer presuposiciones que no
yo. Se trata de una vieja constatación que se apoyen en datos firmes, pero me permi-
ya pusieron de relieve los positivistas y que to señalar únicamente que estas materias
puede verse prolongada en los tímidos pro- carecen de especialistas suficientes para su
nunciamientos sobre el postmodernismo. impartición, que son adjudicadas mediante
Esta situación no ha cambiado, a mi modo el aleatorio sistema de la elección de mate-
de ver, por dos géneros de realidades: el rias por antigüedad y grado del profesora-
peso de la tradición pedestremente empiris- do (lo que viene representando por el hecho
ta y, a consecuencia de ello, la banalización de que, muy generalmente, estas materias
de la preparación teórica que el historiador son impartidas por los profesores de menor
joven recibe. Creo que el panorama, espe- antigüedad y grado, aunque no siempre,
cialmente en lo que a España se refiere, es ciertamente) y que los programas carecen
desolador. de toda formalización, que yo sepa. En de-
P.- Probablemente fuera Pierre Vilar, uno finitiva, una tradición en la enseñanza de
de los historiadores del que más hemos bebido la fundamentación científico-técnica de la
todos nosotros, quien manifestó claramente la práctica historiográfica no se improvisa y
necesidad de esclarecer las bases epistemológicas no parece haber voluntad de formalizar su
y metodológicas desde las que operamos quienes enseñanza. Prueba de ello es la escasa pro-
trabajamos sobre los hechos históricos y sociales. ducción en España de materiales didácticos
Él consideraba este planteamiento tanto una exi- y científicos en tal campo. Lo que se dice de
gencia de honestidad intelectual como de rigor España no es enteramente aplicable a otros
científico. países y resulta llamativo el interés que es-
R.- Pues sí. Además podríamos señalar tas cosas despiertan en ciertos ámbitos uni-
algún elemento más actual: la propia evolu- versitarios latinoamericanos. En España no
ción que vivimos de la producción cultural existen revistas dedicadas al asunto; la que
y la práctica intelectual a fines del siglo XX. más podría parecerse, Historiografías, tiene
La respuesta contiene elementos que conti- una orientación que no me parece que satis-
núan lo dicho en la respuesta a la pregunta faga la carencia que denotamos.El papel de
anterior. Yo atribuyo, al menos en un 90%, la preparación científica del historiador no

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es hoy solo un campo absolutamente mar- en determinadas disciplinas a otras, y esto es


ginal, sino que, además, carece de prestigio plenamente aplicable a la historiografía, su
entre los propios historiadores. A ello no es aplicación instrumental, no podemos consi-
ajeno, obviamente, el hundimiento ya lejano derarla tampoco como la solución o panacea
de lo que estuvimos acostumbrados a llamar contra el mero empirismo documental. Una
los grandes “paradigmas” historiográficos disciplina no progresa si no crea sus propios
de la segunda mitad del siglo XX. Después instrumentos analíticos y explicativos. Ello
han progresado tópicos inmensos que van no quiere decir que la permeabilidad de que
contra la formalización de la investigación las ciencias sociales han dado prueba en los
histórica: la Historia debe llegar al gran pú- últimos tiempos no sea enteramente positi-
blico, lenguaje llano, narración amena – véa- va. ¿Quién puede dudar de la importancia
se lo que decían hace días un grupo de “ilus- de determinadas difusiones de planteamien-
tres” historiadores en el periódico El País tos teóricos procedentes de la sociología, la
sobre la obra de un periodista-historiador, lingüística, la antropología, la economía, por
Jorge Martínez Reverte, que, por cierto, no supuesto, para el progreso sustancial de las
es de los peores–, nada de notas documen- ciencias sociales? Constatemos que fue el
tales, argumentaciones lógicas, deducciones marxismo la única concepción de la ciencia
correctas… etc. Pero también es cierto que social que llegó a tener un calado suficiente
la investigación de la Historia no puede ser en la práctica historiográfica. Y, sin embargo,
campo acotado de gremio alguno. La única hay una cuestión que debe hacer reflexionar:
diferencia seria que puede establecerse es ¿qué científicos sociales creen relevante las
entre una Historia en manos de gentes pre- aportaciones del método historiográfico re-
paradas y otra de aficionados o publicistas ciente a ese progreso general?...
de tres al cuarto, al servicio, muchas veces, La Historiografía tiene que esforzarse
de otros intereses. Véase la publicación nue- en crear su propio acervo teórico y metodo-
va de las memorias de Alcalá-Zamora y la lógico. Ello no quiere decir, naturalmente,
preparación y lenguaje de su editor. que deba aislarse o ignorar las aportaciones
P.- Resulta innegable que la producción his- conjuntas de la investigación social. Esto
tórica se ha enriquecido y renovado con las apor- constituiría un suicidio, si es que podemos
taciones de diferentes ramas de las ciencias socia- suicidarnos aún más… Pero ¿cuántas inves-
les. En este sentido quisiéramos preguntarte so- tigaciones no pretenden adornarse, y hasta
bre dos autores que, en nuestra opinión, desde su basarse en recientes hallazgos en otras cien-
recepción en España, han jugado un papel clave: cias, para luego desarrollar una práctica
el auge y desarrollo de la perspectiva genealógica rutinaria o descubrir el Mediterráneo? El
de Foucault o la teoría del campo de Bourdieu. verdadero trabajo del conocimiento social se
¿Qué consideración te merecen? ¿En qué medida hace, según se ha dicho muchas veces, “en
consideras que amplían el foco del entendimiento la frontera”. Hay quien no se entera de esto.
histórico? ¿O, más bien, eres de los que creen que Respondiendo a la segunda parte de la
lo desestructuran? pregunta, quiero hacer notar mi convenci-
R.- Ciertamente, la aportación de ciertos miento de que hablando de “desestructura-
tratadistas – historiadores fundamentalmen- ción” de la práctica historiográfica, la más
te, como es el caso de Foucault, pero atípicos– nefasta influencia sobre la producción del
o corrientes que han penetrado el conjunto último decenio, o algo más, ha sido la de
de las ciencias sociales, es de importancia lo que de manera genérica hemos llamado
relevante para la formalización teórica y me- posmodernismo y, en concreto, la preten-
todológica de la investigación histórica. Por sión de asimilar la investigación del pasado,
supuesto, no hay ejemplo más claro de esto o del curso temporal de los hechos humanos
que la penetración del Marxismo “occiden- y su encadenamiento, a la visión narrativa
tal” en la ciencia social del segundo tercio del de la realidad, la confusión entre “presen-
siglo XX. Ahora bien, la trascripción más o tación” y “representación”, la dilución lin-
menos lineal de propuestas teóricas y prácti- güística en la interpretación de las fuentes,
cas cognoscitivas y exploratorias generadas etc. La renuncia a la explicación…

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P.- Y la emergencia del “revival”, del interés supuesto que el posmodernismo tiene mu-
por la historia, pero con un claro componente sen- cho que ver con esto, pero no solo. Hay otra
timental y de “no entrar en profundidades”, con cosa llamativa: las grandes campañas en fa-
la invasión de publicaciones históricas de quiosco vor de la lectura, el libro, etc. nunca hablan
con un abanico de rigor y de intereses muy varia- del “ensayo”, sino de literatura de mejor o
do. Si la historiografía es una realidad vinculada peor especie. Las ciencias sociales están en
–de manera oculta, explícita o infraconsciente– a una encrucijada bastante compleja. Hay que
las prácticas de la corporación o comunidad cien- hacer literatura. Y lo que es peor: tomar el
tífica, ¿con que está vinculado el proceso de ba- gato por liebre es una maniobra habitual,
nalización que conoce la Historia en el espacio sin que nadie lo denuncie. Un ejemplo: un
público actual?, ¿todo esto es producto de la con- libro reciente sobre la IIª República españo-
figuración de la producción histórica como una la que se titula con el impactante rótulo de
mercancía más, de la hegemonía de la perspectiva Palabras como Puños debería suponer que es
postmoderna o de qué otros factores (libertad de un tratado sobre el lenguaje político, sobre
opinión, perspectiva sentimental, relato novela- la democracia en España hace tres cuartos
do, avance del panpsicologismo, etc.)?. de siglo, sobre comportamientos de masas
R.- Esta pregunta no puede tener como que deben explicarse en su preciso contexto
respuesta adecuada sino una larga disquisi- histórico. Pues bien la inmensa mayoría de
ción sobre las perspectivas sociales en que sus colaboradores carecen de la más míni-
se desenvuelve hoy la cultura en general, la ma preparación sobre tal tipo de análisis, lo
producción intelectual, la naturaleza de los escriben todo desde la perspectiva de lo es
movimientos sociales, las formas de comu- la democracia hoy, son incapaces de pene-
nicación, la naturaleza global del mercado, trar en el lenguaje y sus referentes, con un
etc., y, en definitiva, el estado histórico mis- anacronismo insultante, con una superfi-
mo de la formación del capitalismo global cialidad escandalosa que, de hecho, según
y tecnológico y las concepciones del mundo la voluntad de sus coordinadores (véase la
y la historia que de todo ello se derivan. La luminosa Introducción), es una diatriba con-
dilución de la cultura de elite, la alta cultura, tra la supuesta democracia española en los
la falta de diferenciación de su productos es años treinta. Y es un libro de éxito alabado
algo que ha sido denunciado desde analis- por “ilustres” historiadores.
tas respetables –Steiner, Habermas, Magris, El problema no es sólo que la extensión
Bourdieu, Baumann, por citar unos poqui- del mercado acaba no distinguiendo acerca
tos bien conocidos– hasta saltimbanquis del de la calidad de las mercancías, sino que a
tipo Vargas Llosa. Por tanto, no parece caber semejante fraude contribuyen quienes debe-
duda. Pero es una disquisición que no po- rían ser los críticos de la situación y “todo
demos abordar aquí. Hagamos meramente vale igual”. Hay quien dice, como el Sr. Luis
unas observaciones acerca de los puntos Alberto de Cuenca, que lo que se expone en
más ostensibles de la nueva situación. el Diccionario de la RAH, está justificado
Lo primero a observar, como señaláis en por la libertad de expresión, ¡meu pare!
la pregunta, es que la producción historio- P.- Para ir finalizando este apartado y como
gráfica no parece estar en crisis. Al contra- puente hacia otro de los campos de tu tarea como
rio, parece haber aumentado la publicación historiador, la historia del presente, una última
de obras históricas o que se presentan con cuestión: ¿Pueden establecerse o no diferencias
tal marchamo. La banalización general de en la naturaleza del saber histórico cuando este
estas producciones historiográficas no pa- versa sobre un pasado más o menos lejano y
rece que pueda ser negado. ¿Quién se atre- cuando versa sobre problemas que inciden sobre
vería hoy a escribir como Braudel, Foucault, el conflicto y el cambio en el tiempo actual?
Wallerstein, etc., aportando no sólo nuevas R.- El saber histórico es unitario y no
historias sino una forma nueva de anali- fragmentable. Las únicas diferenciaciones
zarlas y entenderlas? Hoy escribe una his- que pueden introducirse en función de la
toria “cualquiera”, sin especial preparación relación temporal de determinadas realida-
profesional, con absoluto desparpajo. Por des “del pasado” con lo que consideramos

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nuestro presente son de índole metodológi- Ash, etc., no parecen haber tomado en serio
ca y, si apuramos un poco, técnica. Pero no esta nueva categoría de la investigación his-
derivadas de la “historicidad” de los com- tórica.
portamientos humanos. Nos vale tanto en- Los franceses creadores del IHTP (Insti-
tender con corrección histórica lo que repre- tut d’Histoire du Temps Présent) no han elabo-
sentan los Reyes Católicos como el proyecto rado nada serio de verdad sobre el asunto.
de Adolfo Suárez. Empecemos por decir que De alguna mayor calidad es la producción
la línea categorial que separa pasado y pre- alemana (Koselleck, Frei,). Por no remontar-
sente no puede ser sino una elección, una nos a consideraciones sobre la historiogra-
convención. La Historia no termina en nin- fía antigua en la que se pueden encontrar
gún momento preciso del “presente”. Pero, concepciones del historiar que encajarían
obviamente, la Historiografía normalizada perfectamente en nuestras concepciones
no accede al conocimiento del pasado con actuales y que Koselleck ha estudiado con
los mismos instrumentos en etapas lejanas finura extrema, digamos que la tradición
del pretérito que en aquellas de las que aún más operante hoy procede de Marc Bloch
existe una huella cuya contrastación dispo- y que el hecho de la IIª Guerra Mundial es
ne de mayores posibilidades. Nos referimos, clave para el nacimiento de la idea de una
en primer lugar, a la existencia y manejo de historia del presente en varios países. El
lo que denominamos fuentes. En uno y otro precedente inmediato de Pierre Nora es
caso, hay mayores disponibilidades de fuen- también bastante relevante. La idea de Nora
tes o mayores carencias de otras. Lo que hoy del presente histórico es muy indicativa.
conocemos como testimonio –que no es ya Remito igualmente a lo que expongo en La
el testimonio escrito– es uno de esos con- historia vivida. La tradición sociológica tiene
dicionantes metodológicos para el tiempo que ver especialmente con Charles Wright
cercano que no está exento de problemas de Mills, por ejemplo, con la sociología histó-
método, pero con el que no podemos contar rica, con Bourdieu. Creo que las ideas más
para épocas más lejanas. Pero parece com- serias se han expuesto en Alemania con la
pletamente inútil volver a incidir en los co- Zeitgeschichte. Pensar que la historia del pre-
nocidos tópicos acerca de la “implicación” sente no es sino una nueva historia-periodo
del historiador, el desconocimiento de la es cosa que practican no pocos ignorantes.
conclusión de los procesos y demás. Insisto, Modestamente, yo he escrito bastante sobre
la Historia es lo histórico y lo que cabe úni- el asunto y no me gustaría repetirme.
camente es perfilar cada vez más nuestros La Historia del Presente es una nueva ca-
instrumentos para su conocimiento. tegoría de lo histórico o es una mera fórmu-
la sin contenido. Ha dicho cosas serias sobre
esto François Hartog (Régimes d’Historicité.
Historia del presente Présentisme et expériences du temps) y a él me
remito también. Pero, como siempre, hay
P.- Existen historiadores que utilizan la de- quien no quiere enterarse.
nominación de “Historia reciente” junto a otros P.- ¿En el contexto histórico actual de regre-
que hablan de “Historia del presente”: ¿Existen sión y vaciamiento democrático, la Historia del
diferencias entre ambas? ¿Qué tradiciones histo- presente es un componente de un proyecto de for-
riográficas y sociológicas las sostienen? Y tam- mación ciudadana o de una labor historiográfica?
bién ¿en qué medida no constituyen categorías Ambas cosas, porque lo primero no es
nuevas de “historia-período” que tú has criti- viable sin lo segundo. No hay ni dicotomía
cado? ni contradicción entre ambas, como ocurre
R.- Historia del presente / historia re- realmente con el análisis social en su conjun-
ciente suelen tomarse como denomina- to. Ahora, yo pienso que, en general, toda
ciones análogas. No creo que en ello haya tarea científica seria, sea cual sea el grado
mayor problema. La cuestión preocupante en que el adjetivo “científica” pueda ser
es que historiadores de cierto prestigio e in- atribuido a una empresa de conocimiento e
fluencia: Toni Judt, Josep Fontana, Garton investigación, no puede ser trascrita de for-

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Una conversación con Julio Aróstegui

ma inmediata a la función social de la forma-


ción ciudadana. Me explico: el conocimiento
científico es la base de toda acción social que
promueva valores deseables y fundamenta-
dos en el desenvolvimiento de una sociedad
con un grado de justicia y libertad que debe
ser perseguido sin descanso. Pero no puede
confundirse el progreso del conocimiento
científico con la prosecución y socialización
de tales valores. Lo uno es presupuesto para
lo otro, pero son estadios distintos de un
proceso. Si el conocimiento de la Historia
que buscamos y difundimos podemos con-
siderarlo “verdadero” ello es el presupues- ¡Uf!, ¡La cuestión de la memoria! Otro
to irrenunciable para la propuesta de esos tratado teórico sería necesario para pronun-
valores que pretendemos. Pero ambas co- ciarse seriamente sobre esto, pero esta vez,
sas no se confunden. Dicho más claro: creo como decía Tierno Galván de la exposición
que el conocimiento riguroso del pasado de del marxismo, la tarea equivale a una deses-
una sociedad no se confunde con la mejora perada lucha contra un inmenso batiburrillo
de los valores sociales. Lamento disentir en de ignorancias, tópicos, prejuicios, intere-
esto de ciertas propuestas razonables y aten- ses bastardos y manipulaciones. Y todo ello
dibles, pero que no son las mías. La clave de sobre una realidad ineludible que algunos
una obra científica es la “racionalidad” –por quieren ignorar o minusvalorar: el sentido
ello hablo últimamente de una “Historio- que tiene hoy, en nuestras sociedades, la
grafía racionalista”–, no la “moralidad”. La “visibilidad” de la reclamación de una me-
Historia, incluida la del Presente, no es un moria reparadora de los conflictos pasados-
“proyecto social”, es el presupuesto para recientes. El panorama español no puede ser
ello. Los valores morales no los aporta sólo más desolador. Y no porque haya un debate
un conocimiento digno del pasado sino un político amplio sobre el caso de la “memo-
“autoconocimiento”. Y en ello no juega sólo ria histórica”, sino por los términos de tal
la Historia. debate y la manera en que se presentan en
Lo que la Historia del Presente debe él las consideraciones sobre el asunto. Hay
aportar es, justamente, a mi juicio, el enten- quienes no quieren enterarse de que la “rei-
dimiento “histórico”, genealógico, libre de vindicación de la memoria”, de las memo-
tergiversaciones, completo y contrastable, rias traumáticas justamente, es un fenóme-
de la realidad presente. Y, por lo tanto, lo no sociohistórico que debe ser analizado en
primero a categorizar es justamente la idea nuestro tiempo en profundidad. Que no se
de presente histórico. La idea de mejorar la confunde en forma alguna con las memorias
sociedad en la que estamos inmersos debe históricas de otras épocas (véanse las bar-
proceder sobre la base de ese sentido históri- baridades de un libro como La herencia del
co, si bien el conocimiento riguroso de nues- pasado. Las memorias históricas en España, de
tra Historia en curso no garantiza la mejora un historiador modernista llamado Ricardo
de nuestra sociedad. García Cárcel). Y que el papel fundamen-
P.- Esta tarea, esfuerzo o reto de vincular tal en tal análisis lo tienen los historiado-
trabajo histórico con construcción de ciudadanía res, pero no en exclusiva. El caso argentino
democrática ha alimentado sin duda tu tarea al de convergencia disciplinar es una buena
frente de la Cátedra de “Memoria Histórica del muestra de las ventajas de tal convergencia
siglo XX”. ¿Qué podrías explicitarnos sobre la en el estudio del fenómeno. Y también de
vinculación entre Historia del presente y me- sus problemas, desde luego.
morias vividas? Y, sobre todo, sobre Historia del La actitud de los historiadores en España
presente y desvelamiento de las memorias oficia- y otros sitios sobre la cuestión de la memo-
les o memorias establecidas. ria es bastante divergente y contrastada. En

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Una conversación con Julio Aróstegui

ciertos ámbitos no se ve esta irrupción del y conflictos del presente, háblese de Franco, de
afán memorialista sino como una intrusión Fernando VII o de los RR.CC., de la Transición,
en la consideración del pasado que com- del Carlismo o de la Conquista de América?
pite con el análisis histórico y lo desvirtúa. R.- Ciertamente la pregunta lleva ya
Esto significa que no se ha entendido nada prácticamente implícita la respuesta. La
del asunto. Por parte de no pocos “empren- “pretensión” de una historia objetiva –con
dedores de la memoria” –la expresión es de todas las matizaciones que tal pretensión
E. Jelin– la desconfianza hacia la labor de la demanda– no es “ilusoria”. Es, por el mo-
historiografía es igualmente clamorosa y no mento, un “fracaso”. Pero esta situación que
menos errónea. Hoy la reivindicación de la ha provocado la aparición del Diccionario
memoria, sobre todo, insisto, una reivindi- de la RAH lleva en sí alguna dimensión más:
cación de los conflictos y las víctimas del si- la de la vergüenza, porque una cosa como
glo XX, es vista por muchos como una mera ésta pueda ser producida por una institu-
operación política. Por no hablar ya de las ción que, en términos normales, en un país
memorias hagiográficas propias de los na- normal, debería ser acreedora de respeto. Y
cionalismos. Esa operación existe, desde lue- no se trata ya sólo del miserable producto
go, pero resulta ridículo que por ese hecho se que se ha generado sino del cinismo con que
descalifique a la memoria se defiende. Este país no
como movimiento espurio sólo carece de ciencia sino
y falsificador. Para no pro- que practica a ultranza el
longar demasiado estas “sostenella y no enmen-
observaciones, concluiré dalla”. El diccionario de la
diciendo que la Memoria RAH necesita un profun-
es, en el más simple de do estudio histórico de su
los casos, un “dato” para génesis, de los condicio-
la Historia, un campo a nantes de todo tipo, de las
explorar y optimizar. No intenciones últimas de sus
podemos concebir una promotores y realizadores
Historia del Presente sin y de la manera en que
el recurso a los datos de la ha sido elaborado y por
memoria. Las Memorias quiénes. Ese estudio en
oficiales y establecidas toda regla no podremos
son otro dato histórico realizarlo hasta que esté
y tienen desde la histo- publicado en su totalidad.
riografía su tratamiento Sospechamos que la gran
específico, sus instrumentos de análisis y manipulación afecta fundamentalmente
crítica, aunque no guste a muchos. Los his- al siglo XX español, pero no podemos ase-
toriadores desconocen por lo general aquella gurarlo aún. El Diccionario es un síntoma
imperecedera proposición de Marc Bloch de preocupante de las propias condiciones de
que la mentira y el error son ellos mismos un este país, en “democracia”, y de la altura,
dato fundamental para explicar los compor- lamentable, de ciertas instituciones como la
tamientos históricos de las gentes. Academia, una situación a la que no es ajena
P.- No podríamos cerrar este apartado sin la Monarquía y sus asesores. Es un completo
adentrarnos en el “pantanoso” asunto del Dic- desastre, porque, en cualquier caso, se trata
cionario Histórico de la Academia. No nos atre- de una obra cara –y conste que no puede ser
veríamos a hablar de “mentira”, pero desde lue- barata–, ingente, que ha sido ya contami-
go sí habría que señalar el compendio de error y nada irremediablemente, aun en el caso de
horror intelectual que sintetiza esta obra. ¿Po- que su mayor parte fuese una obra correc-
dría considerarse la elaboración del Diccionario ta. Piénsese que en cierta prensa extranjera
Histórico de la Academia como la confirmación acreditada se ha dicho ya que es una obra
sobre la ilusoria pretensión de la existencia de “de los amigos de Franco”. Nada más cierto.
una historia objetiva, desvinculada de las luchas Es una vergüenza para el país, su práctica

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Una conversación con Julio Aróstegui

científica y sus gobernantes. Y tiene muy di- cauto. La ciencia, incluida la historiografía,
fícil arreglo –para el que no hay voluntad, no puede ser entendida desde su puro valor
desde luego– si no fuese el de elaborarlo de instrumental. La ciencia tiene un valor apli-
nuevo, al menos en aquellas partes insos- cado, sin duda, pero hay que estar atento a
tenibles. La sensación que todo historiador los riesgos de la “ingeniería social”. Since-
o intelectual honesto en este país no puede ramente, tengo serias dudas sobre el “valor
dejar de tener es la de una rabia impotente. moral” de la Historia o los valores morales
Y esta es la que yo tengo. transmisibles a través de la enseñanza de la
Historia. Como he dicho antes, es preciso di-
ferenciar la práctica de la ciencia de sus apli-
Didáctica caciones sociales. Ciertamente ambas cosas
son correlativas pero desarrollan funciones
P.- El interés por la didáctica ha estado pre- diferentes.
sente en tus exigencias como docente y en tu P.- Una de las derivadas de este plantea-
producción intelectual. Tu trabajo inicial en las miento es el rechazo a seguir manteniendo hoy
Enseñanzas Medias, como has expresado al prin- la consideración de la Didáctica de la Historia
cipio, sin duda marca tu interés por este campo. como función del estado de la historiografía,
Interés que se ha extendido a épocas más recien- como construcción del para qué, el qué y el cómo
tes como la que plasma la colaboración de tu cá- enseñar y aprender de la disciplina científica de
tedra con diferentes miembros de Fedicaria y que referencia. ¿No deberían revisarse los presupues-
se materializó en la realización (en 2006) de las tos que han guiado la construcción y difusión del
Jornadas sobre “La Historia reciente en el aula. “poder de los especialistas didactas” en el mun-
El conflicto como materia educativa”. Desde Fe- do académico: guías y críticos de la experiencia
dicaria entendemos que la Historia que pretende- práctica del profesorado de los niveles anteriores
mos enseñar, en las condiciones de posibilidad de a la Universidad?
los contextos institucionales en los que nos mo- R.- “¿De qué planteamiento estamos
vemos, debe configurarse no como el producto de hablando?” ¿Quién lo plantea? Se dice que
dar a conocer la evolución del pasado, sino como es rechazado. ¿Quién lo rechaza? ¿Cuál es
la tarea de cuestionar el presente desnudando su el poder de los “especialistas didactas” en
historia. ¿Cómo te planteas tú esta cuestión? el mundo académico, si vamos al fondo de
R.- En este caso tengo ciertas prevencio- la cuestión? ¿En qué mundo académico? La
nes, dudas y cautelas ante el uso de la escri- verdad es que la estructura de la pregunta
tura de la Historia, o los planteamientos de se presta a reflexiones muy variadas. Sinteti-
cualquier otra ciencia social, como un “cues- zando: el mundo de la práctica del profeso-
tionamiento del presente”. O, al menos, rado en niveles docentes anteriores a la Uni-
como un cuestionamiento tomado como versidad tiende a ser cada vez más autóno-
objetivo central. Y no es que tal cuestiona- mo y diferenciado de la propia Universidad.
miento no sea la última realidad a la que el Indudablemente esto tiene unas razones cla-
conocimiento sociohistórico nos lleva. Mis ras, significa un movimiento esperanzador
dudas proceden del hecho de que ese cues- en buena parte (dada la atonía de la Univer-
tionamiento pueda entenderse como “pro- sidad misma) por el fortalecimiento de un
grama”. Lo digo como lo veo… Tal cuestio- agente de socialización esencial como es la
namiento no puede ser sino el resultado de educación de ciudadanos en la edad pre-
una determinada actividad científica y una universitaria, aunque tiene también visibles
concepción precisa del valor de la ciencia, no riesgos sobre los que no puedo extenderme
un axioma. El presente realmente se cuestio- aquí. La didáctica tiene un impacto mucho
na desde un movimiento social, desde una más poderoso en la enseñanza de la Histo-
acción del pueblo –valga la expresión–, des- ria en los niveles preuniversitarios que en la
de movimientos de protesta. No creo, sin Universidad, donde ese impacto es, lamen-
embargo, que esta sea la función precisa del tablemente, mínimo.
científico y del docente, aunque es irrenun- Por supuesto que la Didáctica de la His-
ciable el aporte de éstos. En esto prefiero ser toria es una función, o debe serlo, del esta-

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Una conversación con Julio Aróstegui

do de la Historiografía. Y yo debo afirmar y mantiene parece lo que lógicamente y en


rotundamente que en los últimos tiempos buena teoría cabe esperar. ¿Qué representa
la contribución de los didactas al progreso la lucha por establecer un sistema educativo
de una concepción de lo histórico crítica, a gusto del grupo hegemónico que lo im-
renovadora, combativa y, desde luego, pro- plementa? Pues representa hoy un aspecto
gresista, es fundamental. Me parece que una más de la imposición de la hegemonía ca-
posición de rechazo a las aportaciones de los pitalista en su versión “ultraliberal”, lo que
especialistas didactas es un completo error, me parece también un término en exceso
si es de ello de lo que estamos hablando. suave. La hegemonía del capitalismo más
Pero no sé si la pregunta incluye entre lo re- depredador, más inhumano, más degradan-
chazado lo que debe ser llamado, a mi juicio, te y desigualitario es hoy una realidad que
la influencia, nefasta, esta sí, de los “espe- no podemos ignorar, claro, que dice mucho
cialistas pedagogos”. Y son cosas diferentes. también acerca de las posibilidades de un
La Didáctica, por supuesto, si he entendido mundo más justo en el sistema capitalista y
bien el sentido de la pregunta, debe seguir acerca del marasmo en que se encuentra el
siendo guía y crítica de la práctica del pro- pensamiento liberador y crítico de algo así
fesorado, y en todos los niveles, por supues- como la izquierda clásica.
to. Lo que la didáctica no debe invadir es el Lo ocurrido en España en los últimos
campo mismo de la investigación, si bien cuarenta años –es decir, desde 1975, por no
puede dar pistas enormemente fecundas. bucear más en el asunto en el tardofranquis-
P.- Otra de esas derivadas es la de la relativi- mo– es una experiencia histórica que mues-
zación de la escuela en la era del capitalismo como tra con evidencia cómo la educación es un
un “instrumento de progreso y emancipación” en arma de dominación en manos de la frac-
sí misma. Creemos que lo que la escuela hace es ción que tiene el Poder. La Historia, es decir,
concretar la hegemonía del proyecto de natura- su manipulación, es puesta en primera línea
lización de la desigualdad constitutivo del hoy al servicio de esa dominación. Cabe, pues,
más que nunca, sistema ultraliberal. ¿Crees que preguntarse cuál es realmente el valor de
esto puede ser considerado como un componente una Historia “verdadera” en la lucha con-
ineludible del “pensar históricamente” o se trata tra el capitalismo depredador. Digo que esa
de una mera disquisición de militancia política? Historia verdadera no puede tener mejor
R.- Relativizar la escuela como instru- función social que la emancipadora, claro.
mento de progreso y emancipación es, desde Pero que la Historia verdadera es liberadora
luego, un ideal de ciertos sectores del mun- creo que debe entenderse como una atribu-
do capitalista que todos identificamos sin ción implícita en ella. Es decir, la lucha por la
dificultad. Y lo de relativizar es una palabra Historia verdadera y emancipadora no pue-
en exceso suave, me parece. Si es posible, se de ser simplemente un reverso –otra cosa
trata de “eliminar” la escuela como “instru- sería hablar de antítesis– de lo que hacen los
mento de progreso y emancipación”. Que el grupos capitalistas dominantes. Por supues-
sistema educativo reproduzca las condicio- to, creemos que “pensar históricamente” es
nes reales de la formación social que lo crea esencial en ese camino de liberación.

Con-Ciencia Social, nº 16 (2012) - 104 - pp. 93-104 / H. Cardoso y G. Castán

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