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Hasta ahora se ha asumido que las mujeres tenían un alto nivel de tolerancia al
dolor, bastante más alto que el de los hombres, esto para ayudarlas a lidiar con la
agonía de dar a luz o con sus dolores menstruales. Pero el asunto es que en
realidad las mujeres sienten el dolor de una forma muy diferente.
Los hombres se circunscriben más a las tareas o pensamientos puntuales que les
compete en determinadas circunstancias específicas, a diferencia de las mujeres.
Esta cualidad les permite a ellos tener mejor capacidad para enfocarse en lo que
están haciendo e, incluso, les cuesta abandonar una tarea porque necesitan
resultados inmediatos. En este sentido superan en muchos casos a las mujeres, a
quienes les cuesta ocuparse de una sola cosa a la vez. La mujer tiende a dar más
importancia a sus emociones, porque muchas veces son ellas quienes le dictan
qué hacer ante determinadas situaciones. Por el contrario, el hombre necesita
escuchar a su mente lógica y analizar objetivamente para actuar. Su mente es
pragmática y concreta. Para los hombres el pensamiento femenino puede resultar
poco riguroso, por eso dan más importancia a la razón por sobre la emoción.
Desde chiquitos, los hombres son acción constante. Se mueven sin parar,
necesitan correr, golpear cosas, destruir, les gusta demostrarse a sí mismos su
fuerza. Las niñas, en cambio, pueden jugar más tiempo solas, con sus muñecas,
en tranquilidad, son capaces de sostener la mirada por más tiempo cuando se les
habla y parecieran aprender más rápidamente las reglas.
Ellos son más competitivos y luchadores. Desde niños, los hombres prefieren los
juegos de competencia y las niñas, los cooperativos. Tal vez la cualidad
conciliadora no les permite a ellas competir tan sencillamente, prefieren apoyarse
y evitar entrar en conflicto. Los hombres pelean más fácilmente por instinto, y
luchan por el lugar que creen merecer. Por eso suele haber tantos hombres
ocupando puestos directivos en empresas, como funcionarios públicos o en el
mundo deportivo.
Todo esto hay que tenerlo en cuenta cuando hablamos del amor en cada sexo.
Para algunos hombres el amor se convierte en una "conquista", una "tarea", un
"estado emocional", un "encuentro sexual", un "problema"... o todo lo anterior...
¡pero secuencialmente! y lo van enfrentando así, de manera secuencial. En las
mujeres puede ser todo eso al mismo tiempo. Cuando una mujer dice "nuestra
relación está en problemas" muchas veces el hombre escucha que hay una tarea
por enfrentar y pierde de vista que ella también está externando sus miedos, sin
pedirle ninguna solución a ellos. En cambio, cuando un hombre dice "nuestra
relación está en problemas", se refiere a que ve un problema concreto que debe
ser resuelto y las mujeres tienen la tendencia a creer que él está expresando sus
emociones...
Digamos quizá que el hombre está enfocado a la eficiencia (lo cual explica por qué
siempre al terminar de hacer el amor pregunta "¿te gustó?"), mientras que la mujer
está enfocada a la integralidad (y eso explicaría el por qué al terminar el acto
sexual preguntan "¿me amas?"). Si bien esto puede parecer muy simplista,
también lo es el reducir el amor a la emoción compartida o a la admiración
platónica. El amor pleno entre varón y mujer implica corporalidad, intimidad,
sexualidad. Y también emocionalidad, intelectualidad, espiritualidad. Si falta
alguna, la que sea, entonces es otra cosa, no es amor.
SALUD OCUPACIONAL
II SEMESTRE
NEIVA – HUILA
2015