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Passo da Guanxuma
Contactos culturales
Passo da Guanxuma
Elvira Arnoux
Kátia Gerab Baggio
María Maneiro
Isis Costa McElroy
Alejandro Miranda Araya
Sergio Morresi
Eduardo Muslip
Marina Moguillansky
Colección Humanidades
Martín Olavarriaga
Cecilia Palmeiro
Lúcia Rosa
Passo da Guanxuma
Isis Costa McElroy y Eduardo Muslip
(coordinadores)
Passo da Guanxuma
Contactos culturales entre Brasil y Argentina
Autores:
Gonzalo Aguilar, Elvira Arnoux, Kátia Gerab Baggio, Marcelo Barbão,
Ernesto Bohoslavsky, Mario Cámara, Francisco Javier Cardozo, Marcela Croce,
Verónica Demsar, Cristian De Nápoli, Juan Guillermo Gómez, David William
Foster, Inés Kuguel, Mariana Larrieu, María Maneiro, Isis Costa McElroy,
Alejandro Miranda Araya, Sergio Morresi, Eduardo Muslip,
Marina Moguillansky, Martín Olavarriaga, Cecilia Palmeiro, Lúcia Rosa,
Amalia Sato, Cristiana Schettini, Germán Soprano y Lucía Tennina
Fecha de catalogación: XX/XX/2013
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IV. Crónicas del contacto
Crónicas del contacto académico
Introducción. Estudiar Brasil desde la Argentina, estudiar la
Argentina desde Brasil: experiencias de formación y de cruces
académicos en Ciencias Sociales / Ernesto Bohoslavsky........................... 153
Sorpresas y cordialidades / Sergio Morresi............................................... 157
Relato de una experiencia / María Maneiro............................................. 165
Uma experiência de transição / Cristiana Schettini.................................. 173
Capão Pecado: crónica de una experiencia de lectura / Lucía Tennina....... 179
Crónicas del contacto editorial
Introducción. Las publicaciones cartoneras/catadoras /
Cristian De Nápoli.................................................................................. 185
Dulcinéia Catadora: a experiência editorial como resultado de
um processo artístico colaborativo / Lúcia Rosa....................................... 191
Eloísa Cartonera / Alejandro Miranda Araya y Juan Guillermo Gómez... 197
Crónicas del contacto de traductores y escritores
Introducción. De oficios entre culturas: traductores, escritores,
editores / Marina Moguillansky............................................................... 203
Experiencias de una traductora del portugués / Amalia Sato.................... 205
El escritor, el traductor / Cristian De Nápoli........................................... 211
El proyecto Amauta / Marcelo Barbão..................................................... 215
Operación Grumo / Mario Cámara.......................................................... 219
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Prólogo
Isis Costa McElroy y Eduardo Muslip
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Isis Costa McElroy y Eduardo Muslip
Si bien este material tuvo como punto de partida la realización del Encuen-
tro Cultural Passo da Guanxuma, realizado en julio de 2009 en el campus de
la Universidad Nacional de General Sarmiento, con el propósito de analizar
las diferentes formas de contacto cultural y las miradas que se establecen entre
Argentina y Brasil, la elaboración del libro prosiguió tomando en cuenta el
reforzamiento del criterio de pertinencia en función del tema general y la am-
pliación de los temas tratados, para cubrir aspectos importantes de los cruces
culturales que no habían llegado a ser suficientemente tratados en el encuentro
mismo. Así, algunos trabajos fueron ampliados o reformulados hasta llegar a
los textos aquí presentes, y se agregaron algunos textos de autores no presentes
en el encuentro en sí pero cuyos trabajos establecen un diálogo necesario con
los materiales originalmente presentados.
Este libro consta de artículos académicos vinculados con el campo de las
investigaciones históricas, artísticas y lingüísticas, y de textos que agrupamos en
el Capítulo IV con el título de “Crónicas del contacto”. Estas refieren a textos
que presentan, en primera persona, experiencias de distintas personas (acadé-
micos, profesores, escritores, periodistas, traductores) que tuvieron y tienen una
actividad intensa en el diálogo cultural entre Argentina y Brasil. A diferencia de
los textos de los artículos de los Capítulos I, II y III, cuya tipología responde a
las reglas canónicas del texto académico (separación entre enunciador y objeto,
escasas marcas de subjetividad, definición clara de marco teórico, método, hipó-
tesis), los autores de estas crónicas se incorporan explícitamente como agentes
en los procesos estudiados, recurren libremente a la memoria, reflexionan sobre
sus propias prácticas profesionales y no omiten el anecdotario personal. Más
allá de que el soporte textual de estos textos es diverso (crónicas propiamente
dichas, transcripción de reportajes y conferencias), todos ellos funcionan en el
sentido de crónicas, porque permiten relevar un conjunto de experiencias que
constituyen un aporte invalorable al establecimiento y crecimiento de diálogo
cultural entre los dos países. Se recupera el valor de la crónica como registro
de época y del conocimiento del otro, central desde el inicio del contacto entre
europeos y americanos hasta las formas que el género adquirió en el siglo xx, y
que conserva en el actual, en Brasil. Así, además de ser un homenaje indirecto
a un género de una tradición y una importancia central en la vida intelectual
brasileña, este material constituye una fuente importante de datos para el
investigador del presente y de la historia del diálogo cultural entre los países.
El Encuentro Cultural Passo da Guanxuma y este libro se inscriben en
una tradición doble: por un lado, el interés por los “puentes” que la literatura
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Prólogo
puede ofrecer para el contacto entre comunidades nacionales; y por otro lado,
por los abordajes del contacto cultural desde una perspectiva multidisciplinar,
en la que convergen investigaciones de las Ciencias Sociales, la crítica literaria,
la lingüística aplicada y la teoría y práctica de la traducción y la edición. En
relación con lo específicamente literario, convocamos a escritores argentinos
para que leyeran textos de ficción de su autoría en los que representaran, de
alguna manera, aspectos del Brasil; respecto de las discusiones sobre distintos
aspectos del contacto cultural, convocamos a académicos argentinos y brasileños
de diversas disciplinas, traductores, editores. Organizamos también una pequeña
“feria del libro” que en sí misma era simbólica de la naturaleza del evento (se
exhibieron publicaciones de Dulcinéia Catadora, Eloísa Cartonera, Amauta,
la colección Vereda Brasil de Corregidor y las revistas El Matadero, además de
publicaciones traídas por los participantes).
Los escritos ficcionales dieron origen a una antología separada: Brasil:
ficciones de argentinos. Los artículos académicos y las presentaciones agrupadas
en el capítulo “Crónicas del contacto” continúan las búsquedas plasmadas en
libros y publicaciones periódicas que reúnen abordajes desde distintas disci-
plinas. Mencionaremos algunos antecedentes en el campo de las publicaciones
más homogéneamente académicas, pero que agrupan investigaciones desde
diversos espacios de las Ciencias Sociales. El libro coordinado por Gustavo
Lins Ribeiro y Alejandro Frigerio, Argentinos e Brasileiros: encontros, imagens e
estereótipos, reunió textos que tomaban como objeto de estudio interacciones
“concretas”: los trabajos se detienen en “contextos migratórios, de turismo, de
fronteira ou encontro entre acadêmicos e diplomáticos” (7). La publicación
organizada por João Sedycias, A América Hispânica no imaginário literário bra-
sileiro: Brasil en el imaginario literario hispanoamericano, aborda el proceso de
integración simbólica latinoamericana a través de la literatura. Los números 5 y
6 de la revista El Matadero, dirigida por Marcela Croce, agrupan trabajos sobre
cuestiones literarias, históricas y políticas signadas por (como se enuncia desde
la presentación del número 5) las “vidas paralelas” y los “aires de familia” de
argentinos y brasileños: esa alusión a un vínculo “familiar” es deliberadamente
una provocación. La relación entre Argentina y Brasil está erizada de diferencias,
y cada uno se suele reconocer por no ser el otro. Como en las familias, ni la
proximidad ni la historia común son garantía de similitud.
Libros como Experiencia, cuerpo y subjetividades o Absurdo Brasil: polémicas
en la cultura brasileña son representativos de un activo grupo de intelectuales
argentinos provenientes, en general, de los estudios literarios, interesados en
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visan, Leila Míccolis y Glauco Mattoso, entre otros (“nombres que marcaron
el campo artístico de la época”, subraya Palmeiro). La teorización sobre el
activismo, la publicación de revistas sobre el tema y la lectura y discusión de
textos sobre la problemática de género atravesó todo este grupo. Incluso, la más
relevante “intervención” desde fuera de América Latina fue un emprendimiento
centralmente literario, la organización de la antología de cuentos de temática
homosexual que encara Winston Leyland, editor de la Gay Sunshine Press de
San Francisco, que favorece la agrupación de estas figuras. Palmeiro crea un
panorama en que arte, ensayo, política, identidades sexuales y los cuerpos en
sí se cruzan de una manera peculiar.
La alternatividad de la enunciación rockera fue analizada en una ponencia
presentada por Adrián Fanjul, que no reproducimos en este libro porque será
incorporada como artículo en otra publicación; no obstante, por el diálogo
productivo que se puede establecer con los otros textos, resumiremos y co-
mentaremos sus aspectos centrales. Fanjul analiza las versiones que músicos
argentinos hacen de temas de bandas brasileñas y viceversa: Viernes 3 a. m., de
Charly García, y De música ligera, de Gustavo Cerati, traducidas por Herbert
Vianna de los Paralamas do Sucesso, y O tempo não para, de Arnaldo Bran-
dão y Cazuza, que fue traducida por la banda argentina Bersuit Vergarabat.
Antes de encarar la tarea de comparación, Fanjul enuncia supuestos sobre el
“enunciado rocker” que acerca significativamente la escena a la que describe
Cecilia Palmeiro en su caracterización de los activistas-artistas gays y lesbianas.
Fanjul parte de la noción de “diferencia disidente” de Claudio Díaz, y retoma
de Jorge Monteleone el hecho de que “todo enunciado rocker es reconocido
como enunciado de delincuencia. Palabra lacerada de un cuerpo que va en
cana, palabra pronunciada en la hora detenida de un toque de queda, pero
también palabra gozosa, en la fiesta de la fugaz resistencia y en el ritmo disruptor
del cuerpo rocker” (33). Fuera de lo específico de la cuestión de la diferencia
sexual, todo lo que caracteriza a los movimientos que describe Palmeiro está
postulado aquí: la conciencia de una diferencia, de una diferencia que implica
una disidencia y resistencia respecto de perspectivas hegemónicas, la relación
entre palabra, cuerpo, contexto social y político represor. Más adelante, Fanjul
agregará la idea de que se busca el “goce específico del lugar disidente”. En la
relación entre “ser y un entorno”, el enunciador efectúa un “tallado” de una
posición de sujeto, que en el caso de las letras de rock de los argentinos o en las
traducciones que estos efectúan de las letras brasileñas se produce un efecto de
“sobredemarcación” del espacio del “yo” o del “nosotros” respecto de un “ellos”
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cultural (revisadas para este volumen) retoman algunas de las líneas principales
tratadas en el conjunto de los trabajos. Aguilar parte de la idea de “paso” para
analizar otras metáforas del contacto, como la de puente o de vereda. En su
presentación, rescata las iniciativas que partieron de sujetos individuales, casi
sin marco institucional, y ve con optimismo también las que se están generando
gracias a un apoyo empresarial o político. Asimismo, menciona el papel que
cumplen las universidades, tanto la de Buenos Aires, en la que él está a cargo
de la cátedra de literatura brasileña, como los emprendimientos de otras insti-
tuciones educativas públicas o privadas. En el caso de Elvira Arnoux, el eje de
su presentación fueron las políticas lingüísticas. Observa el contraste entre la
vitalidad de iniciativas personales o de pequeños grupos, que parten de intereses
de los sujetos por fuera de estímulos oficiales –Aguilar también señaló el valor
de estas iniciativas, a propósito de las cuales citó, del Martín Fierro, el dicho
de que el “fuego siempre calienta desde abajo”– y la lentitud de las políticas
públicas, que también son necesarias para una transformación a mayor escala de
las relaciones nacionales. Relevó además grandes hitos de la historia de las ideas
acerca de las relaciones entre el español y el portugués en los siglos xix y xx, dos
lenguas diferentes o dos dialectos según los objetivos políticos que orienten las
definiciones, más que según consideraciones lingüísticas. Menciona iniciativas
educativas, algunas proyectadas e impulsadas por ella misma, que tienen por
objeto crear una cultura de la integración, a partir de sujetos con competencia
en el manejo de las dos lenguas, y también de los aspectos culturales.
La idea de red está en la metáfora de Abreu que utilizamos en el título del
libro; este libro pretende colaborar en el tejido de esa red que va creciendo,
alimentada por diferentes factores, desde la voluntad de sujetos concretos a gran-
des instituciones, o incluso por fenómenos más amplios sobre los que pueden
no tener control o conciencia los distintos agentes individuales. A su vez, este
libro pretende ser una red en sí misma; la diversidad de materiales y enfoques,
lejos de crear un efecto de espacios incomunicados, estimula la creación de
lazos conceptuales y fácticos entre los distintos textos, que quisimos enfatizar
en esta introducción. Es el lector el que continuará con la elaboración de esos
“tejidos” simbólicos, impulsado por la voluntad que lo habrá llevado a leer este
libro que, como nos sucedió a los compiladores mientras trabajábamos en él,
esperamos que afirme y realimente esa voluntad.
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Isis Costa McElroy y Eduardo Muslip
Bibliografía
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_____ y David Viñas (eds.). Número especial: “Aires de familia entre Argentina
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I. Cruces históricos
Introducción
David William Foster*1
Una de las propuestas culturales que está en el orden del día de los estudios
latinoamericanos puede llamarse “Superando Tordesillas”. Aunque Tordesi-
llas terminó siendo más un concepto legal de dudosa importancia –el Brasil,
comenzando con los bandeirantes en el siglo xvi, pronto lo convirtió en un
fenómeno imaginario que poco tenía que ver con los verdaderos límites de los
dos imperios–, sigue existiendo como una partición intelectual de las aguas en
cuanto a América Latina. O, mejor dicho, en cuanto a los estudios latinoame-
ricanos. Solo en las últimas décadas se ha visto algo como un intento serio de
repensar la validez de una escisión del continente fundamentada en alegadas
diferencias lingüísticas casi infranqueables y en historias de formación nacional
que le han consignado al Brasil un sedicente rumbo marcadamente diferente
de los país de ascendencia hispanoamericana.
En cuanto a los estudios latinoamericanos, aunque hubo grandes nombres
que supieron saltar la frontera Tordesillas (uno piensa en la importante gestión
bicultural del mexicano Alfonso Reyes como embajador en Río de Janeiro
entre 1930-35 y luego también en 1938), para los trabajadores rutinarios en
*
David William Foster es profesor de letras hispánicas y estudios de la mujer y de género en
la Arizona State University, donde se especializa en la cultura urbana latinoamericana, en par-
ticular la de Buenos Aires y San Pablo. Su libro São Paulo: Perspectives on the City and Cultural
Production fue publicado por University Press of Florida en 2010. Además, acaba de finalizar
un libro sobre cine documental latinoamericano. Ha sido profesor Fulbright en el Instituto
Lenguas Vivas, en el Instituto Joaquín V. González, en la Universidad Nacional de la Plata, en
la Universidad Nacional de Córdoba, y profesor invitado en la Universidad de Buenos Aires y
en la Universidad Nacional de Río Cuarto.
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David William Foster
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Dos trópicos ao Prata:
viajantes brasileiros pela Argentina nas
primeiras décadas do século xx*
Kátia Gerab Baggio**
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Kátia Gerab Baggio
à viagem; a missão chefiada por Rui Barbosa ao país vizinho, em 1916, por
ocasião das celebrações do centenário da Proclamação da Independência das
“Províncias Unidas de Sul-América”, que foi relatada por Mario Brant; e a via-
gem do jornalista Luiz Amaral que, em 1927, narrou seu longo percurso pelo
Paraguai, Argentina e Bolívia, atravessando, inicialmente, o oeste paulista e o
Estado do Mato Grosso.1 Pretendemos, a partir da análise dos relatos seleciona-
dos, contribuir para o mapeamento do processo de construção e reconstrução
de imagens e representações brasileiras sobre a América Hispânica e acerca
das relações entre as Américas, objetivo que já busquei em projetos anteriores
(Baggio “Outra América”; Baggio “Revista”).
Podemos afirmar que nos últimos dois séculos, entre sentir-se parte inte-
grante, ou não, da América Latina, dependendo da conjuntura político-cultural
e econômica. Como também já é fartamente conhecido, o país buscou se
aproximar, ao longo de sua história, muito mais da Europa e, posteriormente,
dos Estados Unidos do que dos seus vizinhos. Além disso, as relações do Brasil
com os países hispano-americanos foram caracterizadas, em vários momentos,
por desconfianças mútuas (Baggio “Outra América”; Capelato; Prado).
O Brasil procurou fortalecer suas relações com os Estados Unidos ainda sob
a monarquia, durante o Segundo Reinado. Em relação às repúblicas hispânicas,
o Brasil monárquico manteve-se, predominantemente, como um vizinho incô-
modo até 1889. Entretanto, também em relação aos Estados Unidos, não há
dúvidas quanto à maior aproximação do Brasil após a Proclamação da República.
O novo regime abria as portas para um melhor entendimento diplomático
do país com as repúblicas americanas. Significava que o Brasil abandonava o
monarquismo europeísta –simbolizado pelos Bragança– e aderia à “vocação
republicana e liberal das Américas”. Não foi casual que o novo regime brasi-
leiro foi reconhecido inicialmente pelos países americanos e, só num segundo
momento, obteve o reconhecimento dos governos europeus.2
Houve, nesse período, um evidente fortalecimento do americanismo no
Brasil, ainda que o exemplo norte-americano tenha sido aquele que ganhou
a adesão efetiva da maioria dos intelectuais. No início da república, como é
sabido, houve um grande esforço dos governos brasileiros –particularmente na
1
Não nos foi possível encontrar mais informações sobre os autores dos relatos do que aquelas,
escassas, que aparecem neste artigo.
2
Uruguai, Argentina e Chile foram os primeiros a reconhecer o novo governo brasileiro, ainda
em 1889. Em janeiro de 1890, foi a vez da Bolívia, Venezuela, México e Estados Unidos. Na
Europa, a França republicana foi a primeira, em julho de 1890, seguida pela Grã-Bretanha,
Itália e Espanha, em 1891.
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I. Cruces históricos. Dos trópicos ao Prata
gestão do Barão do Rio Branco como ministro das Relações Exteriores, de 1902
a 1912– para solucionar os conflitos fronteiriços com os países vizinhos sul-
americanos, objetivando, em grande medida, aumentar a influência geopolítica
do Brasil na América do Sul.
Os relatos de viagens de brasileiros pela América Hispânica, na conjuntura
do início do regime republicano, são fontes que revelam aspectos importantes
das representações construídas e veiculadas no Brasil sobre os países vizinhos.
Na América Latina, estudos sobre viagens e viajantes abordam, com raras ex-
ceções, narrativas de europeus sobre o continente americano. Como afirma Stella
Maris Scatena Franco, “estamos tão acostumados a associar os ‘viajantes’ aos
‘europeus’, que não nos ocorre englobar os latino-americanos nessa categoria”.
Os latino-americanos, ao contrário dos europeus “são colocados no lugar de
povos ‘visitados’ e jamais de ‘viajantes’” (22-23).3 Há quase quatro décadas, Noé
Jitrik já indicava, na introdução a uma antologia de narrativas de viagens de
escritores argentinos pela Europa, que “não existem ‘viajantes argentinos’ para
as universidades inglesas nem europeias”, ao passo que os relatos de viajantes
europeus pela Argentina, particularmente os ingleses, gozavam de “grande
prestígio nas universidades argentinas” (11-12).
Mary Louise Pratt, em seu livro Os olhos do império: relatos de viagem e
transculturação, analisou as vinculações entre as narrativas de viagem, os proje-
tos imperialistas e as representações da América Latina e da África construídas
por viajantes europeus e norte-americanos entre meados do século xviii e o
século xx, com ênfase no xix. Pratt, em seu trabalho, enfatizou o “discurso de
autoridade” dos europeus sobre os territórios latino-americanos e africanos,
considerados “disponíveis” para a exploração científica e econômica. E, num
sentido contrário, também analisou representações da Europa e da própria
América elaboradas por latino-americanos.
Se os estudos sobre narrativas de viajantes latino-americanos pela Europa
e Estados Unidos ainda são poucos,4 mais raras ainda são análises que têm
como objeto relatos de viajantes latino-americanos por outros países da própria
América Latina. No Brasil, os estudos sobre narrativas de viagens referem-se,
3
Stella Maris Scatena Franco, em seu livro Peregrinas de outrora: viajantes latino-americanas no
século xx, inverte duplamente a visão convencional das análises sobre relatos de viagens, pois trata
de narrativas de mulheres e de latino-americanas que visitaram a Europa e os Estados Unidos.
O trabalho é uma importante contribuição sobre a temática.
4
Um dos relatos mais conhecidos é o do escritor e político argentino Domingo Faustino Sar-
miento. Viajes por Europa, África i América 1845-1847. 2a ed. Madrid; Paris; México; Buenos
Aires; São Paulo; Rio de Janeiro; Lima: allca xx: Ed. ufrj, 1996 (Collección Archivos, 27).
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Kátia Gerab Baggio
com raras exceções, aos europeus que vieram e escreveram sobre o país. No
entanto, brasileiros –homens e mulheres– viajaram pela Europa, Américas,
além de outros continentes, escreveram sobre suas viagens e construíram re-
presentações sobre os lugares visitados. Mas, diferentemente da maioria dos
viajantes europeus, que vinham à América em busca de riquezas naturais, no-
vidades científicas, oportunidades de negócios, novas terras, além de “paisagens
pitorescas” e culturas “exóticas”, os latino-americanos iam à Europa em busca,
numa palavra, de “civilização”: frequentemente realizavam viagens de estudo,
formação intelectual e cultural, ou viajavam em busca de “soluções” para os
problemas dos seus países de origem.
Não se pode ignorar que as visões construídas por latino-americanos sobre
outros países desta parte do continente foram, em grande medida, informadas
pelas imagens elaboradas sobre a América Latina por europeus e norte-ameri-
canos, como já destaquei anteriormente (Baggio Magia). Myriam Ávila usa a
seguinte imagem –inspirada em Alice através do espelho, de Lewis Carroll– para
representar a presença do referencial europeu nas narrativas produzidas por
latino-americanos: “há alguém segurando o lápis por detrás quando o escritor
latino-americano escreve” (85). Ainda que essa imagem me pareça excessiva,
dado que pode induzir à ideia de “anulação” da possibilidade de criação por parte
dos latino-americanos, não há como negar que as imagens e representações da
América Latina foram e são permeadas, mesmo quando criadas por escritores e
artistas desta parte da América, pelas imagens e representações construídas pelos
europeus e estadunidenses. É o que Myriam Ávila denomina “reduplicação do
olhar” (85) e o escritor argentino Ricardo Piglia chama de “mirada estrábica”.
Afirma Piglia: “há que se ter um olho posto na inteligência europeia e o outro
posto nas entranhas da pátria” (61).
Nos relatos de viagem, são usuais as referências a relatos anteriores aos mes-
mos destinos, seja para “confirmar ou refutar uma visão estabelecida” (Franco
127). No caso dos viajantes latino-americanos, essa prática relaciona-se com a
suposta necessidade do aval do “discurso de autoridade”, vinculado aos europeus.
A fim de pensar acerca do tema da alteridade e sua relação intrínseca com os
relatos de viajantes, tomo das reflexões do historiador francês François Hartog
presentes em seus livros O espelho de Heródoto (1999) e Memória de Ulisses
(2004). As narrativas de viagem necessitam “traduzir” o “outro” para seu des-
tinatário, ouvinte ou leitor. Ou, como afirma Hartog: “a questão é perceber
como a narrativa ‘traduz’ o outro e como faz com que o destinatário creia no
outro que ela constrói”. Hartog analisa o que ele denomina de “retórica da
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I. Cruces históricos. Dos trópicos ao Prata
alteridade”, ou seja, “as regras através das quais se opera a fabricação do outro”.
Nessa “retórica da alteridade”, construída nas histórias de Heródoto, “tudo se
passa”, segundo Hartog, “entre estas quatro operações: eu vi, eu ouvi, eu digo,
eu escrevo”. Hartog identifica essa “retórica da alteridade” como própria das
narrativas que falam do outro, particularmente os relatos de viagem, tomados
num sentido amplo. Esse narrador/viajante precisa persuadir as pessoas de “seu
mundo” sobre “um outro”, tendo que se enfrentar com o problema da tradução
(Espelho 228-229).
Uma das maneiras de traduzir a diferença é através da inversão, da cons-
trução de um “antipróprio”. Nos relatos de viagem e nas utopias, a inversão é
um dos elementos mais frequentes do discurso. Passa-se da diferença à inver-
são, como uma estratégia de inteligibilidade, de tradução. Mas a inversão não
é o único elemento discursivo. Outra estratégia discursiva fundamental é a
comparação, com o estabelecimento de semelhanças e diferenças, como mais
um mecanismo de tradução. Também se compara a partir da aproximação, do
paralelo e da analogia, utilizando-se a fórmula: a é para b como c é para d. Para
traduzir o “outro”, o narrador necessita criar mecanismos de inteligibilidade que,
em grande medida, reduz o “outro” ao já conhecido. A comparação, operada
dessa maneira, como mecanismo de tradução a partir do olhar sobre o “outro”,
“filtra o outro no mesmo”, transformando a diferença em algo passível de ser
assinalado, mensurado e dominado (Hartog Espelho 245).
As narrativas de viagem também dedicam, via de regra, um espaço às
“maravilhas” e curiosidades. Esse procedimento também é parte da “retórica
da alteridade”. Exalta-se a beleza, a raridade, a grandeza, o extraordinário, o
notável. Ou, por outro lado, a ausência de “maravilhas”. O narrador pretende
classificar e ordenar os fenômenos, auxiliando o destinatário a apreender o
desconhecido. Ele avalia, mede e conta, com o objetivo de revelar o que vê para
o leitor ou ouvinte, buscando um “efeito de realidade”, como nas expressões:
eu vi, eu percorri etc. (Hartog Espelho 249).
Hartog faz referência, ainda, ao que ele denomina de “terceiro excluído”.
Na “retórica da alteridade”, há uma certa incapacidade de abordar mais do
que dois termos de cada vez. Na impossibilidade de sustentar, de forma con-
vincente, uma alteridade com três polos, o narrador assimila um dos termos a
outro, transformando-a em uma dualidade, evidenciando a alteridade de dois
dos elementos presentes. E dá exemplo: ao tratar de citas, persas e gregos, para
realçar as diferenças entre citas e gregos, aproxima os persas dos últimos. Ou
seja, a retórica da alteridade tende a ser dual: um e outro. Ulisses, em suas via-
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regionalistas” (133). Está evidente, nesse trecho, sua defesa da política de ex-
pansão territorial, dizimação de diversas etnias indígenas, incentivo à imigração
de europeus e consolidação da unidade nacional argentina, em contraposição
ao federalismo.
Além disso, Dias ressalta o aumento da produção industrial, o aper-
feiçoamento do setor agropecuário e a expansão do telégrafo e das ferrovias.
Para o jornalista brasileiro, o país vizinho havia alcançado um “alto estágio de
civilização”, em menos de meio século, após o término das guerras civis que
convulsionaram o território argentino durante toda a primeira metade do século
xix e já bem entrada a segunda metade daquele século (134).
Em relação aos “alicerces da nacionalidade”, Arthur Dias destaca, também,
o poder naval-militar argentino, dedicando um capítulo inteiro ao tema (135-
151). Os litígios fronteiriços com o Chile e a “iminência de uma guerra” com o
país andino, segundo o autor, teriam levado a Argentina a reequipar suas Forças
Armadas. Após visitar instalações militares, fornece detalhes em relação à capa-
cidade bélica argentina, tanto em relação aos armamentos quanto à capacidade
humana, elogiando o serviço militar obrigatório, “à prussiana”. O capítulo vem
ilustrado com várias fotografias dos batalhões, armamentos, navios e couraça-
dos. A riqueza de detalhes revela que o autor estabeleceu contatos influentes no
país vizinho e que estava, evidentemente, chamando a atenção das autoridades
brasileiras para, na visão dele, a necessidade de investimentos vultosos para as
Forças Armadas do Brasil, tornando-as compatíveis com todas as exigências da
“guerra moderna”. Lembremos que o autor dedicou seu relato ao presidente
Campos Sales e que, além disso, havia publicado, no ano anterior, os livros O
problema naval e Algumas páginas, nos quais defendeu a necessidade de uma
melhor organização naval-militar nas repúblicas sul-americanas.
Sobre a recepção de Campos Sales na capital argentina, em 25 de outubro de
1900, junto com sua comitiva –constituída por ministros, senadores, deputados
etc.–, Dias a descreve como uma grande festa popular (ainda que o autor da
narrativa tenha desembarcado em Buenos Aires somente quatro dias depois).
Segundo Arthur Dias, 24 e 25 de outubro foram declarados feriados; distribuiu-
se carne e pão para os pobres, “como no tempo dos romanos”; multidões acu-
diram do interior do país para as festividades; bandas de música tocaram pelos
principais pontos da capital; e “toda a imprensa” entoou em “uníssono o hino
da fraternidade americana” (154-155). O mandatário brasileiro foi recebido
pelo presidente argentino Julio Roca e pelo general Mitre. Dias transcreve as
notícias de vários jornais argentinos sobre a chegada do presidente brasileiro,
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Kátia Gerab Baggio
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Kátia Gerab Baggio
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O Estado do Mato Grosso foi dividido, em 1979, em dois: os atuais Estados do Mato Grosso,
cuja capital é Cuiabá, e Mato Grosso do Sul, com capital na cidade de Campo Grande.
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Kátia Gerab Baggio
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Radicais, no sentido de membros da União Cívica Radical, partido argentino fundado em 1891.
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A cidade de Corumbá, atualmente, está situada no Estado do Mato Grosso do Sul.
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Kátia Gerab Baggio
Considerações finais
Em uma perspectiva comparativa acerca das três narrativas –particularmente
sobre Buenos Aires e, num sentido mais amplo, sobre a Argentina–, podemos
afirmar que o livro de Arthur Dias tem um caráter praticamente oficial, tomando
a Argentina como “modelo” para o Brasil. Só vê no país vizinho aspectos posi-
tivos e celebra o esforço de aproximação diplomática efetivado nos primeiros
anos da República brasileira. Há, em Dias, um evidente deslumbramento com
o progresso argentino.
O relato de Mario Brant também representa a Argentina –especialmente,
Buenos Aires– como o espaço da civilização na América Latina, mas sem o
mesmo grau de entusiasmo de Arthur Dias. Há, inclusive, uma certa critici-
dade, principalmente ao tratar da má qualidade de vida nos bairros operários
e nas restrições que faz em relação à política econômica, que, segundo ele, não
tinha rigor no controle do déficit público, comprometendo a manutenção do
progresso do país.
Luiz Amaral, como já evidenciamos, também vê Buenos Aires como a cidade
mais civilizada da América Ibérica. Entretanto, em seu livro, a questão social,
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I. Cruces históricos. Dos trópicos ao Prata
Bibliografia
Amaral, Luiz. A mais linda viagem: um “raid” de vinte mil quilômetros pelo
interior brasileiro. São Paulo: Melhoramentos, 1927.
Ávila, Myriam. “Peripatografias: o motivo da viagem na literatura latino-ameri-
cana”. O retrato na rua: memórias e modernidade na cidade planejada.
Ed. Myriam Ávila. Belo Horizonte: Editora ufmg, 2008.
Baggio, Kátia Gerab. “Magia e paixão: o México sob o olhar de Érico Veríssimo”.
Projeto história 32 (2006): 79-95.
_____. “A ‘outra’ América: a América Latina na visão dos intelectuais brasileiros
51
Kátia Gerab Baggio
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Pampa bárbara, casa grande,
hombre cordial
Marcela Croce*1
Entre los múltiples géneros que provee la escritura para desarrollar un pensa-
miento, el ensayo es el que permite mayor libertad de avance. Desde las arbitra-
riedades que establece Montaigne en su inauguración, pasando por los desafíos
formales que encuentra en esta forma Georg Lukács, insistiendo en la idea de
Adorno según la cual se trata de “una cortesía” del pensamiento y recalando
en la definición barthesiana según la cual es el texto que se escribe cada vez
que en una lectura se levanta la cabeza para detenerse en una frase, el ensayo se
escurre de una tipología estricta y por lo mismo invita a todas las permisiones.
En el ámbito latinoamericano se produce un cambio evidente en su ejercicio
desde mediados de los años 50. Si hasta entonces su predominio garantizaba las
impresiones personales de un autor –sin desdeñar la posibilidad de que el mis-
mo se erigiera en portavoz de una comunidad, en vehículo de discursos ajenos
y en espacio de tránsito de prejuicios–, a partir de ese momento comenzará a
integrar elementos que le proveen cierta rigurosidad. En la etapa intuicionista
previa tengo que ubicar a los autores que escogí. En el mismo 1933, en países
limítrofes –a menudo enfrentados por razones absurdas, instigados a la beli-
cosidad y a la competencia, que si entonces se resolvía mediante sus figuras
políticas, hoy se ha degradado en ostentación monumental y torneo futbolero–,
*
Marcela Croce es profesora de Literatura Latinoamericana en la Facultad de Filosofía y Letras
(uba), donde dirige proyectos de investigación y dicta la cátedra “Problemas de Literatura
Latinoamericana”. Es autora de Contorno. Izquierda y proyecto cultural (1996), Osvaldo Soriano:
el mercado complaciente (1998), David Viñas: crítica de la razón polémica (2005), Enciclopedia de
Borges (2008, en colaboración con Gastón Gallo), El cine infantil de Hollywood (2008, de próxima
reedición) y Jacqueline du Pré. El mito asediado (2009). Además, es compiladora de dos volúmenes
de discusiones y entredichos: Polémicas intelectuales en América Latina (2007) y La discusión como
una de las bellas artes (2008), y directora de dos tomos de Latinoamericanismo (2010 y 2011).
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Marcela Croce
Desierto y determinismo
Primera verificación: Martínez Estrada demuestra discursivamente la autonomía
de lo arbitrario frente al rigor de la argumentación. Dicho de otro modo: los
argumentos de Radiografía de la pampa de 1933 tienen una organización retó-
rica antes que filosófica. La ficción domina sobre el pensamiento; la semiótica
pampeana resulta así confiscada por la ley del absurdo y asistida por el equívoco
como símbolo. Contaminados por la extensión pampeana, consustanciados con
ella, los errores se vuelven pródigos en los territorios australes de América, ese
espacio conocido merced a la impericia y a la falla de cálculo de los españoles
renacentistas que en tal sentido se asimilan al pueblo masificado que Martínez
Estrada denunciará en La cabeza de Goliat (1940): “como no creen en la reali-
dad, tienen que creer en la barbaridad” (188).
El ensayista insiste en la destrucción discursiva como operación natural que
cumple el desilusionado. En el trastorno constante que opera sobre lo europeo,
Sudamérica es capaz de infinitas perversiones: en el plano económico, la que
involucra la confusión entre precio y valor; en el nominal, la identificación
inmediata del nombre con la cosa. A la argumentación que avanza por oxímo-
ron le corresponde la convicción que se asienta en lo contradictorio: todo lo
existente es producto de una negación. En la terquedad de sustraer cualquier
condición épica al conquistador sudamericano, la parábola heroica se desbarata
en el remolino confuso del guapo, capaz de soportar la tragedia de la erosión
sin altisonancia. Como tipo que no adquiere proyección queda excluido de
la tradición, y lo que se ha fraguado como su idiosincrasia es para Martínez
Estrada apenas obstinación histórica.
El determinismo en el que se empecina destila desasosiego: resistencia y
no creatividad –reacción en lugar de acción, en los términos nietzscheanos a
los que acude para certificar su pretensión filosófica según la cual lo activo del
pasado atrae con el poder de las fuerzas regresivas–; violenta toda ocupación
en usurpación. De allí que la política americana tenga su émulo en la casa de
tolerancia, a la que sobreviene el ensayo como denuncia intolerante mediante
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Marcela Croce
Regionalismo y lusotropicología
La impregnación del caudillismo federal registra variantes en el Recife de Fre-
yre. El recorrido colonialista que cumple desde Pernambuco hasta Lisboa y de
allí hacia Angola tiene su reproducción textual en el itinerario por el Nordeste
brasileño asociado al sur norteamericano que tantas semejanzas arrastra con
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I. Cruces históricos. Pampa bárbara, casa grande, hombre cordial
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Marcela Croce
La nación y la región
En 1936, Sérgio Buarque de Holanda publica Raízes do Brasil. Retrospectiva-
mente, Antonio Candido convierte al ensayista en voz generacional y no vacila
en asociar su práctica con la que Benjamin recomendaba para una historia eficaz:
no se trata de evocar el pasado como fue sino como destella en un momento de
peligro (Benjamin). El diagnóstico que encara este fiscal del Estado Novo tiene
un afán científico y aparece liberado de la suficiencia indignada que impregna
a Martínez Estrada y de la nostalgia antropologizada por Freyre. La tendencia
hacia una sociología brasileña convendría ubicarla en la perspectiva de otros
ensayos epocales como Formação do Brasil contemporâneo (1940) de Caio Prado
Júnior, aunque es justo agradecerle a Sérgio que decline la superstición de las
estadísticas que campea en los enfoques de esa índole y reconocerle el esfuerzo
dialéctico reticente ante las expansiones dualistas. La elección metodológica
promueve el abandono de esquematismos tan extendidos, filtrando la sociología
alemana por el tamiz del impresionismo brasileño. Georg Simmel y Max Weber
ofrecen algunas categorías y confluyen en otras con el antecedente de Ribeiro
Couto al que Sérgio acude para elevar a tipo nacional el señalamiento que su
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I. Cruces históricos. Pampa bárbara, casa grande, hombre cordial
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Marcela Croce
El hombre y el país
La arquitectura modela algunos rasgos sociológicos. El predominio portugués
de la baranda, que se instala en las casas grandes tanto como en los pretenciosos
edificios urbanos, encuentra su correlato español en el balcón, propuesto por
Ángel Rama como el modo en que el interior burgués se asoma a la calle y la vida
familiar se instala en el tráfico citadino (Rama 1985). Mientras los castellanos
se lanzaron a una colonización litoraleña, los portugueses prefirieron evitar el
mar, excepto cuando un punto privilegiado favorecía el asentamiento. La con-
quista lusitana optó por indagar el interior del territorio antes que mantener la
comunicación con la metrópoli, y se pronunció por la proximidad a los ríos que
los españoles menospreciaban ante la magnitud del mar. En el avance portugués
hacia el interior domina la figura del bandeirante desde una concepción heroi-
ca fraguada, que al tiempo que matiza el aventurerismo hispánico desbocado
ilustra el ideologema en términos jamesianos, en cuanto resolución ficcional
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Marcela Croce
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I. Cruces históricos. Pampa bárbara, casa grande, hombre cordial
utilizado por Ribeiro Couto (1932) en carta a Alfonso Reyes, para identificar
lo que el positivismo reducía a “adaptación”: “la actitud de disponibilidad
sentimental [nacida] de la fusión del hombre ibérico con la tierra nueva y las
razas primitivas” (apud Fressia). Para Castro Rocha, establecer la sociabilidad
brasileña sobre el mestizaje es una convicción de Freyre antes que un hallazgo
de Sérgio. En la polémica que Cassiano Ricardo mantiene con Buarque de Ho-
landa –iniciada en 1948 con un artículo de Ricardo en la revista Colégio, en el
que reclamaba reemplazar el “cordialismo” por la “bondad” que Sérgio prefería
relegar– es la idea del mestizaje como destrucción de los antagonismos la que se
impone, y el “hombre cordial” sería el sujeto mestizado, modelo de equilibrio
que transita de lo racial a lo social, no limitándose la cordialidad a ser el resabio
de una tendencia portuguesa a evadir las señales de orden. En una de las cartas
cruzadas durante la polémica, Sérgio admite el creciente desapego del brasileño
contemporáneo a esa imagen hipertrofiada en el ensayo: “En verdad, asocio la
cordialidad a las condiciones particulares de nuestra vida rural y colonial que
vamos superando rápidamente” (apud Rocha).
La observación deviene confesión. El carácter definitorio al que aspiraba el
ensayo admite su historicidad y se ofrece, tácitamente, como puente hacia un
ejercicio de corte más científico en que el impresionismo inicial resulta atenuado
y la voluntad comprobatoria diluye las convicciones retóricas en exposiciones
a veces pedestres y no siempre confiables. De los escritores se pasa a los cien-
tíficos sociales, y el ensayo no necesariamente gana en precisión lo que pierde
en eficacia y lo que declina en pasión.
*
Todas las traducciones del portugués son mías.
Bibliografía
Adorno, Theodor. “El ensayo como forma”, en Notas de literatura. Barcelona:
Ariel, 1962.
Álvarez, Agustín. Manual de patología política. 1899. Buenos Aires: La Cultura
Argentina, 1915.
Benjamin, Walter. Conceptos de filosofía de la historia. Buenos Aires: Terramar,
2007.
Borges, Jorge Luis. “Nota”, en Crítica. Revista multicolor de los sábados, 6
(1933): 5.
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Lecciones brasileñas en el estudio
antropológico de la política argentina
Germán Soprano*1
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Germán Soprano
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Como puntapié inicial operó a favor de este intercambio un convenio firmado entre este
posgrado y el Departamento de Antropología de la uba. También los posgrados en Antropología
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Germán Soprano
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Ciertamente, no existen consensos unívocos sobre los significados atribuidos o implicados en
torno de esa categoría. Así pues, peronismo se nos presenta, a la vez, como una categoría producida
y significada por los actores sociales y como una categoría sociológica que designa a un objeto
de estudio polisémico. Esto es, una categoría que, por un lado, interpela diferentes definiciones
programáticas, tradiciones, prácticas, experiencias políticas y memorias sociales configuradas
por los actores sociales. Y, por otro lado, remite a diversas interpretaciones producidas desde el
campo de las Ciencias Sociales con el fin de explicar los contextos socio-económicos, políticos
y culturales de la emergencia, desarrollo, crisis y/o persistencia de esta identidad y organización
política desde la década de 1940 al presente.
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Germán Soprano
Entre 1988 y 1990 Neiburg efectuó un recorrido analítico que fue desde la
inicial interlocución con la historiografía thompsoniana sobre la constitución
de las clases sociales y con la literatura sobre sistemas de fábricas con villa obrera
(fuertemente influido por una etnografía efectuada en el nordeste del Brasil por
José Sergio Leite Lopes, también doctorado y profesor del Museo Nacional de
Río de Janeiro) hasta localizarse en las coordenadas del debate sociológico y
antropológico sobre patronazgo y clientelismo en las sociedades mediterráneas.
A lo largo de ese camino se torna visible una vez más la impronta intelectual
de la antropología de la política que se sirvió críticamente de los debates en el
estudio etnográfico de poblaciones campesinas del Brasil. Las investigaciones que
Neiburg llevó a cabo como doctorando en el Museo Nacional, con dirección de
Leite Lopes, derivaron no ya en la profundización del conocimiento histórico
y etnográfico del peronismo, sino en lo que definió como una antropología e
historia social y cultural sobre los intelectuales y científicos sociales que buscaron
comprenderlo entre las décadas de 1940 y 1960.
En este nuevo trabajo, Neiburg asoció el estudio de las interpretaciones sobre
el peronismo con la sociodicea de sus intérpretes (Intelectuales). Su tesis debe
ser leída en esta clave, pues no propone una explicación holística de la historia
del peronismo, sino un estudio centrado en un aspecto hasta ese momento
descuidado: la trayectoria de los intelectuales que lo interpretaron y, por esa
vía, participaron de la producción y actualización de sus identidades. Señala,
además, que las disputas por definir el peronismo estaban indisolublemente
imbricadas con las interpretaciones sobre la nación argentina; es decir, pensarlo
implicaba dar cuenta de las condiciones históricas que lo habían generado, cuál
sería su futuro y el de la nación tras el derrocamiento de Perón en septiembre
de 1955. Por ello, consideraba que su investigación también era una forma de
estudiar la sociedad o la cultura nacional argentina, poniendo en evidencia el
trabajo de construcción (invención) al que está sometida permanentemente su
definición. Así pues, los combates en torno de las significaciones del peronismo
se inscribirían en una larga tradición crítica de la cultura intelectual argentina.
Desde el sarmientino civilización o barbarie, a las estrategias de peronización
o desperonización de la Revolución Libertadora, las luchas por imponer una
visión legítima del proyecto de nación se han servido de estas dicotomías para
destacar las ideas propias y estigmatizar las ajenas.
En otros textos, Neiburg avanzó desde lo que denominó como el estudio
de “mitologías nacionales” a la exploración de la producción ritual en dichas
sociedades, esto es, introdujo el debate antropológico clásico sobre mito y ritual
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I. Cruces históricos. Lecciones brasileñas en el estudio antropológico...
75
Germán Soprano
producida por este enfoque antropológico respecto del estudio del peronismo,
sencillamente se disparó al asumir desde la línea de partida el reconocimiento
de los puntos de vista de los actores y la desnaturalización del sentido de sus
categorías de percepción y de acción sobre el mundo social. Así pues, Balbi
rastrea, en el análisis de sus registros de trabajo de campo etnográfico y de un
acervo documental que refiere a la doctrina y la conducción política peronista,
que la noción de lealtad es un valor moral positivo fundamental en la forma-
ción militar de Juan Domingo Perón y en su concepción de la política, la de
Eva Perón y la de los peronistas, desde la segunda mitad de la década de 1940
hasta el presente. Un sentido de la política y del peronismo que no solo ha sido
objetivado y actualizado en el curso de las relaciones políticas interpersonales
cotidianas sino, además, institucionalizado en el llamado Día de la Lealtad o
17 de octubre, que conmemora la lealtad entre el Pueblo y Perón.
Ahora bien, ¿cómo ese sentido original de la lealtad, aprehendido por
Perón en su formación militar, fue puesto en circulación y actualizado en la
sociabilidad política de los peronistas entre 1946 y 1955? La respuesta de Balbi
a esta pregunta señala, en primer lugar, que en la historia de la política en la
Argentina la lealtad es un valor moral específicamente peronista, que refiere
tanto a la necesaria solidaridad entre compañeros como al seguimiento de la
conducción del líder. En segundo lugar, afirma que los sentidos atribuidos a esa
categoría no son intrínsecos a la misma, sino el resultado de un específico campo
de poder –en el sentido que Norbert Elias asigna al término– configurado por
los dirigentes, funcionarios y allegados a Perón que se apropiaron de ella. Así
pues, el heterogéneo grupo de políticos, sindicalistas, militares e intelectuales
que constituyó la dirigencia del primer peronismo se habría aglutinado en
torno de la relación personalizada de lealtad que mantenían con Perón. Y,
simultáneamente, el aparato de propaganda del Estado y del Partido habría
amplificado la difusión de esa concepción y sociabilidad política del peronismo
y los peronistas en la sociedad argentina.
Una cuestión a discutir de este enfoque sería si podemos reconocer en
las categorías de lealtad y traición el principio en torno del cual se organiza
la vida social de los peronistas y se configuran representaciones y prácticas
homologables a aquellas reconocidas por Bronislaw Malinowski en el kula de
los trobiandeses. Decidimos plantear esta cuestión polémica incluso a sabien-
das de que la pesquisa de Balbi advierte contra cualquier universalización u
homogeneización de los sentidos canónicos otorgados por los nativos a ambas
categorías. Sin embargo, creo que una interpretación de este tipo, que extrema
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I. Cruces históricos. Lecciones brasileñas en el estudio antropológico...
las consecuencias de sus argumentos, puede ser formulada como una lectura
o consecuencia –a mi entender errónea– de sus trabajos. Y vale la pena desta-
car al respecto que extremar esa interpretación no supondría necesariamente
la apelación (hoy en día muy cuestionada en la antropología social hecha en
Argentina) a un principio esencialista y trascendente de estructuración de las
representaciones y prácticas del peronismo, sino el recurso a una perspectiva
constructivista (considerada decididamente progresista) que condenaría a los
peronistas a repetir sin solución de continuidad, a lo largo de más de sesenta
años de historia, la misma forma de concebir e intervenir en la política y de
representarse a sí mismos y a sus aliados y rivales.
En este sentido, y sirviéndonos de un análisis comparado de los resultados
alcanzados en etnografías que comprendieron el estudio de la política y el pero-
nismo en otras situaciones sociales, podría formular las siguientes afirmaciones
que ofrecen un contrapeso frente a esas tendencias que habilitarían esfuerzos
en favor de una homogeneización de la identidad y sociabilidad peronista en
el pasado y el presente:
1) Existe un repertorio finito (pero siempre históricamente determinado
con continuidades y cambios) de categorías que funcionan como principios
que cohesionan las relaciones políticas personalizadas e institucionalizadas entre
los peronistas, y que delimitan diferencias respecto de actores sociales definidos
y/o rotulados como “los otros”. Sin pretender agotar ese repertorio, algunas
etnografías permiten explorar esa limitada diversidad de sentidos que produce
la comunidad imaginada del peronismo en la profesionalización de la política,
en sus relaciones entre género, clase social o pueblitud.
2) Esas categorías asumen un significado más o menos canónico y revisten
ciertos grados de eficacia social, dependiendo de quiénes, cómo, por qué y en
qué circunstancias son colocadas o actualizadas en las alianzas y luchas pro-
ducidas en las arenas políticas en que se inscriben y participan históricamente
los peronistas. En mi opinión, esa diversidad de identidades que se imbrican,
articulan y/u oponen con el peronismo pueden ser especificadas, por caso,
en etnografías que establecen relaciones entre aquellas y las identidades sub-
nacionales provinciales. Ya he dicho que el peronismo ha sido asociado, por
diferentes analistas, con sentidos de la nacionalidad argentina. Ahora bien,
lejos de establecer una homología formal y/o sustantiva naturalizada entre
estas categorías nativas, reconozco que distintos grupos sociales traban alianzas
y disputas en las cuales luchan por homologarlas positiva o negativamente o
bien diferenciarlas en sus significados.
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Germán Soprano
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I. Cruces históricos. Lecciones brasileñas en el estudio antropológico...
ser desatendida al abordar las diversas perspectivas nativas en torno a las cuales
se delimitan dimensiones o escalas de la política en la sociedad argentina y, en
particular, en el peronismo.
Pienso que la historiografía argentina reciente es solidaria con estos esfuerzos
intelectuales, pues ha provisto en los últimos quince años investigaciones que
comprenden en profundidad a los actores, instituciones, eventos y procesos
sociales heterogéneos implicados en los orígenes del peronismo, en diferentes
localizaciones provinciales, urbanas y rurales. Allí donde buena parte de la
literatura académica consagrada desde la década de 1960 ancló el estudio del
peronismo en la Argentina exclusivamente en una serie de eventos, sujetos y
procesos porteños o metropolitanos, esta historiografía ayudó a reconocer qué
elementos cohesionaron al peronismo como identidad y organización política
nacional, y qué otros deben ser abordados como formas irreductiblemente lo-
cales, cuya explicación remite a la dimensión regional, provincial o municipal.
Como antropólogo social e historiador me reconozco en los aportes
provistos por estos últimos enfoques, que sostienen el carácter situacional e
históricamente localizado de los estudios etnográficos e históricos de la política
y el peronismo. No obstante, en el desarrollo del trabajo de campo y en la ela-
boración y escritura de los resultados alcanzados en la etnografía e indagación
histórica siempre me ha resultado de difícil resolución la conciliación entre, por
un lado, la producción de conclusiones más o menos sólidas sobre el conoci-
miento de fenómenos que involucran un número restringido de actores sociales,
en un recorte espacial y temporal limitado; y, por otro lado, las demandas de
colegas de otras disciplinas sociales (y a veces también de la propia, que en mi
caso personal reconozco doble) que reclaman imperiosamente explicaciones de
más amplio alcance sobre lo que ellos denominan el peronismo como fenómeno
singular, o el peronismo como identidad, liderazgo o identidad nacional. En tales
casos, en los días en que me encuentro fuerte de ánimo, les respondo invocando
a Clifford Geertz, y digo que el conocimiento producido en antropología es
siempre local y, por tanto, solo nos es posible generalizar problemas e hipótesis,
y nunca resultados sustantivos. En cambio, en los malos días tiendo a confesar
lisa y llanamente mis imposibilidades hermenéuticas, documentales y/o en el
trabajo de campo. Finalmente, otros días tiendo a considerar que todavía la
casuística de que disponemos los científicos sociales –en general– no nos permite
repensar esa heterogeneidad de localizaciones, actores, instituciones, eventos
y dimensiones de análisis implicadas en el peronismo con vistas a configurar
un nuevo modelo explicativo totalizador. Como fuera, creo que el impulso
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Germán Soprano
que nos han dado los colegas brasileños nos ha permitido aventurarnos en
un terreno que hasta entonces los antropólogos sociales tenían vedado o, más
precisamente, autocensurado.
Reflexiones finales
La antropología social producida en Brasil ha conseguido posicionarse en las
últimas décadas en el escenario de las antropologías mundiales como una acade-
mia periférica de avanzada. Esta original proyección internacional (reconocible
también en la antropología de México y de la India) ha sido posible –entre
otras razones– porque consiguió apropiarse del acervo intelectual metropolitano
interpelando críticamente sus enfoques teóricos y sus métodos, pero sobre todo
sus problemas y objetos de estudio consagrados. En consecuencia, los colegas
brasileños han desplegado una estrategia dual y complementaria: por un lado,
manifestando una actitud siempre expectante y de proximidad social con los
referentes intelectuales e institucionales y las producciones de las antropologías
metropolitanas; y, por otro lado, desarrollando una agenda académica con cierta
autonomía, buscando atender el estudio de temas considerados relevantes en la
agenda pública, estatal y científica de las Ciencias Sociales o, más específicamen-
te, de la antropología del Brasil. Ese modo de posicionarse –o de parar la pelota,
como diríamos en mi barrio– no parece ser un comportamiento exclusivo de
los antropólogos, toda vez que también es reconocible en los comportamientos
de actores sociales brasileños involucrados en la generación de políticas en el
nuevo escenario internacional regional y global, en la defensa nacional, en el
mundo de los negocios y hasta en el deporte.
Quienes nos hemos servido de la interlocución con antropólogos brasileños
y –en algunos casos– también formado académicamente, enseñado y/o inves-
tigado en instituciones universitarias del Brasil, creo que podemos afirmar que
en mayor o menor medida ese estrecho vínculo intelectual e interpersonal ha
transformado y sigue transformando nuestras formas de pensar la antropología
social, de producir y enseñar sus conocimientos, e incluso ha impactado en
el modo de concebir y estructurar la organización de las instituciones antro-
pológicas (programas de investigación, carreras de grado y posgrado, centros
de estudios, publicaciones especializadas, colecciones de libros, reuniones
académicas, etc.). Definitivamente, creo que somos una especie de hermanos
menores de nuestros vecinos. Sé que en esta polémica afirmación hay mucho
de apreciación individual, pero también un componente generacional que
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I. Cruces históricos. Lecciones brasileñas en el estudio antropológico...
81
Germán Soprano
ameritan un esfuerzo de nuestra parte para crear una agenda propia de temas
y de estrategias para abordarlos. Y este desafío, sin dudas, una vez más podría
reconocerse en el espejo del Brasil, especialmente en su capacidad para apro-
piarse críticamente de los enfoques, métodos, problemas y objetos de estudio
consagrados en las academias metropolitanas con vistas a diseñar una agenda
académica antropológica propia. Esa, probablemente, sea la más importante
lección que podamos aprender de nuestros hermanos brasileños.
Bibliografía
Balbi, Fernando. De leales, desleales y traidores. Valor moral y concepción de po-
lítica en el peronismo. Buenos Aires: Ediciones Antropofagia, 2007.
Neiburg, Federico. Los intelectuales y la invención del peronismo. Estudios de
antropología social y cultural. Buenos Aires: Alianza Editorial, 1998.
_____. “Entre Perón e o patrão: reflexões sobre os alcances de uma homologia”.
Revista brasileira de ciências sociais, 13 (1990): 69-89.
_____. “O 17 de outubro na Argentina. Espaço e produção social do carisma”.
Revista brasileira de ciências sociais, 20 (1992): 70-89.
82
II. Cruces artísticos
Introducción
Francisco Javier Cardozo*1
83
Francisco Javier Cardozo
esta expresa que la crítica argentina trata a las películas brasileñas con criterios
similares a los que adopta para producciones no latinoamericanas. En este
sentido, observa que el Mercosur no ha logrado instalarse como horizonte de
peso en las secciones culturales del periodismo. De modo que desde la crítica
argentina el rol del imaginario nacional sigue operando como articulador pre-
ferente de las fronteras de lo noticiable.
En lo que respecta a los clichés y lugares comunes que se configuran en
torno a Brasil, se manifiesta una visión sesgada que tiende a enfocarse en la
exaltación de las pulsiones. Por un lado, las críticas construyen y reproducen
la imagen de un Brasil signado por la violencia urbana, el narcotráfico y los
crímenes. Se insiste en alusiones a la magnitud de la pobreza, la marginalidad y
la desigualdad en el mencionado país. Por otro lado, se vislumbra el estereotipo
del país tropical, caracterizado por el calor, la sensualidad, la música y el sexo.
Imágenes que se pueden vincular a la mirada dominante y “europeizante” donde
se representan cuerpos que navegan entre la furia y la lujuria, ante lo cual cabría
preguntarse en qué lugar se ubica la razón y su vinculación con las pulsiones.
Finalmente, expone que la cobertura de la prensa de espectáculos sobre
los festivales y premios internacionales se ubica desde una interpelación que
acude a la figura de competencia entre Brasil y Argentina apelando a metáforas
futbolísticas y bélicas. Punto en el que puede observarse también la insistencia
por parte de la crítica argentina en denunciar en las películas brasileñas la inten-
cionalidad de exportación a los mercados internacionales cuando no concuerda
con el imaginario figurativo del Brasil violento y tropical.
En el trabajo de Cecilia Palmeiro, “Políticas corporales: cortocircuitos,
filtraciones y contrabandos entre Argentina y Brasil”, nos encontramos con
una interesante relatoría sobre la fundación de movimientos activistas (glttbi:
gays, lesbianas, travestis, transexuales, bisexuales e intersexuales), con énfasis
en las figuras con una producción artística y ensayística que es –valga la re-
dundancia– central en esta zona de los márgenes de la producción cultural.
Una de las principales ideas presentadas es el viraje en la “gramática de las
luchas políticas” hacia la comprensión de las mismas como luchas culturales,
en las que la injusticia social junto con la opresión no solo se manifestaban
como desigualdad de clase, sino como diferencias culturales productoras de
otras desigualdades sociales. En este sentido, la autora menciona que el origen
del debate denominado queer –ya que articula desigualdad y diferencia como
factores de discriminación y exclusión social– podía vislumbrarse en el trabajo
de Néstor Perlongher, quien fuera poeta, sociólogo, antropólogo, militante
84
II. Cruces artísticos. Introducción
85
Políticas corporales:
cortocircuitos, filtraciones y contrabandos
entre Argentina y Brasil
Cecilia Palmeiro*
“Me llaman el padre del movimiento gay argentino cuando todos saben que soy
la tía”. Esta broma de Néstor Perlongher a su amiga Sarita Torres expresa una
verdad a medias: no solo fue la tía del movimiento en la Argentina, sino que
fue la madrina del movimiento en Brasil. Ensayista, poeta y militante, Perlong-
her, en su producción escrita, convoca a una serie de géneros a entrecruzarse,
a contaminarse y a suspender las jerarquías institucionales en nombre de una
experiencia extrema: la de la exploración del deseo homoerótico masculino como
una fuga de la subjetivación canónica. Toda su producción puede ser pensada
como una poética y una política del cuerpo desterritorializado alzada contra
toda institucionalización identitaria, jerarquizante y ordenadora, y como una
ética de la sensualidad dionisíaca. Esa experiencia que permanece irreductible
es para él el arma más potente contra la institucionalización de la identidad
*
Cecilia Palmeiro estudió Letras y enseñó Semiología, Teoría Literaria y Estudios Culturales en
la Universidad de Buenos Aires. Es doctora en Literatura Latinoamericana por la Universidad
de Princeton, y especializada en literaturas argentina y brasileña contemporáneas. Ha publicado
traducciones de literatura brasileña y ensayos de crítica cultural en la Argentina, México, Brasil
y Estados Unidos. Su primer libro, Desbunde y felicidad: de la cartonera a Perlongher (2011)
explora la relación entre poética y política en la Argentina y el Brasil contemporáneos. Enseñó
Estudios Culturales Latinoamericanos Contemporáneos en el Birkbeck College de la Universidad
de Londres, y actualmente es docente en la Universidad Nacional de Tres de Febrero (Argentina)
e investigadora del conicet.
87
Cecilia Palmeiro
gay, contra la que Perlongher luchó desde el momento inicial de las políticas
identitarias y de género, en el legendario Frente de Liberación Homosexual
argentino, y luego en sus contactos con el grupo Somos, de Brasil.
Las relaciones literarias entre la Argentina y el Brasil, visibilizadas con
el Mercosur y las políticas culturales que este impulsó, funcionaron durante
años subrepticia y clandestinamente en la literatura underground y el activismo
alternativo: lo que Perlongher llamaba devenires minoritarios (de la literatura
y de la política). La perspectiva que ensayaré en este artículo privilegia el ca-
rácter móvil de la vida intelectual de Perlongher y la serie de contrabandos y
cortocircuitos que produjo entre la Argentina y el Brasil. Estos agenciamientos
políticos en América Latina surgen del entrecruzamiento de tres factores: in-
tensa politización de la sociedad, auge y crisis de los paradigmas de izquerda e
importaciones teóricas. Este trabajo aborda dos momentos claves en el origen
del activismo glttbi, en la Argentina y en Brasil, a partir de una perspectiva
de revisión crítica de los modelos clásicos de militancia.
Como observaremos a lo largo del artículo, el marco analítico para dicha
revisión parte, por un lado, de las reformulaciones teóricas en el seno del
pensamiento de izquierda, que pasa por el rechazo del supuesto de que las
construcciones subjetivas estaban necesariamente sobredeterminadas por la
instancia colectiva de los lugares de clase; y por otro lado, toma en cuenta
los desarrollos teóricos queer, que enfatizan la necesidad de desmontar las
construcciones hegemónicas sexuales-genéricas y subrayan la imposibilidad de
crear categorías de género estables que no sean, al mismo tiempo, represivas.
Respecto de las zonas de discurso que utilizaremos como fuentes primarias
para nuestro análisis, tomaremos un abanico de textos1 producidos por los
1
Para realizar mi investigación organicé un relevamiento histórico que tomó en cuenta, además
de textos literarios (escritos por, y sobre, los artistas/activistas: Perlongher, Míccolis, Silvério
Trevisan, Mattoso), los materiales presentes en: (1) el archivo del Frente de Liberación Homosexual
de la Argentina en la Universidad Popular Madres de Plaza de Mayo; (2) el archivo de Somos
en la colección Edgar Leuenroth de la unicamp –el archivo del grupo Somos de Afirmação
Homossexual contiene documentación que incluye papeles administrativos de militancia,
manuscritos con apuntes de reuniones, correspondencia, periódicos del grupo, panfletos y los
dossiers aids, Leva e Traz y O corpo–; (3) colecciones y archivos privados de EE. UU., Brasil y
Argentina para periódicos de los años de apertura del Brasil como Lampião da esquina y Versus;
(4) entrevistas personales a escritores y militantes (como João Silvério Trevisan, Glauco Mattoso
y James Green); (5) estudios de carácter antropológico como el de Edward Macrae, que estudió
la militancia homosexual del Brasil en los años 80; (6) estudios de carácter psicoanalítico como
el de Félix Guattari, que en viajes al Brasil estudió junto a Suely Rolnik la apertura democrática
de los 80, focalizando el intenso proceso de formación de agenciamientos micropolíticos en
88
II. Cruces artísticos. Políticas corporales
diversos sectores del tejido social; y (7) estudios de carácter histórico, ensayístico y crítico de
militantes, como los de Flavio Rapisardi y Alejandro Modarelli, João Silvério Trevisan, Leila
Míccolis y Herbert Daniel.
89
Cecilia Palmeiro
2
Esta descripción es efectuada por María Moreno en su prólogo al trabajo de Flavio Rapisardi y
Alejandro Modarelli, Fiestas, baños y exilios: gays, lesbianas y travestis durante la última dictadura (9-19).
90
II. Cruces artísticos. Políticas corporales
91
Cecilia Palmeiro
70, el cuerpo de los militantes se concebía como una instancia táctica al servicio
de una técnica política. El sacrificio del sujeto a la causa social, objetiva, resulta
conocido: es la lógica misma del capitalismo. Y es también, según el flh, la lógica
del machismo. La propuesta política y erótica del cuerpo deseante de Perlongher
resultaba subversiva en el sentido de orientarse a los objetivos revolucionarios
no como postergación sino como potencia del presente. La revolución no es
de los otros, comienza en el propio cuerpo del sujeto.
El grupo Eros, a partir de las lecturas de Reich, Marcuse, Foucault, Deleuze
y Guattari, también propuso importantes revisiones a la teoría marxista. En 1973
editaron, para conmoción del debate marxista, el texto “Sexo y revolución”. En él se
discute la idea clásica de que solo con el advenimiento del socialismo se produciría el
cambio de las relaciones de poder y el fin del patriarcado. Se insiste particularmente
en la necesidad de integrar una liberación sexual a la revolución social, sin la cual
la primera no tendría efecto. El flh sostiene que la opresión sexual se encuentra
en relación directa con la opresión de clase, en la medida en que la sexualización
de los cuerpos es parte fundamental de su alienación. De ahí el valor crítico de la
homosexualidad: sus variantes ofrecen una alternativa a la territorialización (geni-
talización) del cuerpo con fines reproductivos. Para el flh, los homosexuales “son
vividos como un máximo peligro por este sistema, en la medida en que no solo lo
desafían, sino que desmienten sus pretensiones de identificarse con el orden de la
Naturaleza. […] los homosexuales reivindican, de hecho, las posibilidades plásticas
inherentes a la líbido humana, que el sistema de dominación sexista se empeña
en mutilar” (“Sexo y revolución”). La institución familiar cumple entonces un rol
fundamental que excede el de ser solamente un instrumento ideológico del Estado.3
Eje de la superestrutura ideológica con sus identidades y jerarquías, la institución
familiar debería ser destruida antes que el orden del capital, justamente para pro-
ducir una nueva sociedad. De lo contrario, existiría el riesgo de transformar las
estructuras políticas y económicas sin alterar la opresión sexista, como ocurriera en
3
“Se trata de una microsociedad que reproduce en almácigo el sistema que la nutre. […] ‘la
familia es la base de la sociedad’ […]: lo es porque reproduce todas sus características y porque es
la agencia de producción de seres humanos condicionados al sistema. En la familia estándar hay un
detentar del poder, el macho, que, en la medida en que maneja el poder económico en la familia
y el poder político en la sociedad […]. El objeto de su dominación es, en primer lugar, la mujer; y
en segundo lugar, los hijos, que son el producto-mercancía de la fábrica familiar. El sentido último
de la familia es producir seres que reemplacen a sus progenitores en sus tareas, inculcándoles antes
los mecanismos de la dominación para que las realicen sin protesta. […] La figura autoritaria del
padre es reproducida luego en la figura del policía, del patrón, del Estado […]. Así, el esquema
de dominación es traspasado fielmente al individuo a través de la familia” (“Sexo y revolución”).
92
II. Cruces artísticos. Políticas corporales
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94
II. Cruces artísticos. Políticas corporales
7
En Micropolítica, Félix Guattari y Suely Rolnik observan que “una silenciosa revolución
molecular tomaba cuerpo en el discurso y más aún en los gestos y en las actitudes: se esbozaba
la disolución de una política de subjetivación construida durante los quinientos años de historia
de Brasil”, que formaba una cartografía perversa, colonial, esclavista dictatorial y capitalista (8).
La subjetividad tiene en el capitalismo contemporáneo un lugar central, en cuanto “principal
fuente de extracción de plusvalía, en lugar de la fuerza mecánica del trabajo manual” (9).
8
Guattari y Rolnik señalan que la subjetividad es “asumida y vivida por individuos en sus
existencias particulares. El modo por el cual los individuos viven esa subjetividad oscila entre dos
extremos: una relación de alienación y opresión, en la cual el individuo se somete a la subjetividad
tal como la recibe, o una relación de expresión y de creación, en la cual el individuo se reapropia
de los componentes de la subjetividad, produciendo un proceso de singularización” (48).
9
1979-1985, cuya amnistía para los presos políticos y los exiliados sirvió también para eximir
de sus actos a policías y militares, con lo que nunca fueron juzgados ni penalizados.
10
Guattari y Rolnik hablan de una protesta del insconsciente, que no tiene que ver con
manifestaciones de los sistemas políticos representacionales, definiendo inconsciente como
“el ámbito de producción de los territorios de existencia, sus cartografías y sus micropolíticas,
producción operada por el deseo. Hay entonces no solo una crisis de la economía, sino una crisis
de la economía del deseo que se traduce en un golpe a su estandarización. […] Se desinvisten las
cadenas de montaje de la subjetividad […] se inventan otros mundos” (15-16). En esos términos
se lee la producción de grupos minoritarios, devenires minoritarios.
11
La imposibilidad de la izquierda tradicional brasileña para articular la lucha de clases como
las llamadas “menores” redundó en un proceso que socavó sus bases. Como señala Edward
Macrae, el movimiento negro “ao enfatizar a opressão suplementar sofrida pelo trabalhador de
origem africana rompia com a ideia de uma grande classe operária unida pela mesma exploração
capitalista. O movimento feminista […] servia para chamar a atenção a formas de discriminação
presentes nos métidos de militância de esquerda e a outros tipos de opressão além da puramente
econômica. [...] as feministas serviram [...] para legitimar valores que antes eram desprezados
pelos grupos de inspiração marxista-leninista” (31).
95
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20
En la “Carta ao Sindicato dos Jornalistas Profissionais do Estado de São Paulo” puede leerse
una especie de manifiesto político: “Em nossos dias a livre aceitação da própria sexualidade
começa a ser encarada como um dos direitos humanos fundamentais. Também sabemos hoje que
a homossexualidade não é doença a ser curada. […] Para os interesses de certos grupos é perigoso
que camadas até agora reprimidas e/ou marginalizadas –mulheres, negros, homossexuais, índios–
tomem consciência dos motivos de sua opressão. Essa espécie de pecado original a que estavam
condenadas só foi criada para que ‘tudo andasse bem na sociedade’. É também perigoso que
nós, homossexuais, contestemos essa ideologia onde um ser (macho) domina o outro (a fêmea)
com uma finalidade (a reprodução). Nesse sentido, o homossexualismo torna-se duplamente
incômodo. Trata-se, com efeito, de uma sexualidade onde pretendemos que não exista um
dominador nem um dominado e cuja “finalidade” é estritamente lúdica. Sabemos que não será
através de concessões parciais que esta realidade mudará. Ela mudará quando mudar o sistema
todo” (1978, Núcleo de Ação pelos Direitos dos Homossexuais – Fundo Somos, Arquivo Edgar
Leuenroth, Unicamp).
99
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próprio corpo, sem que se tenha que seguir regras ou padrões (uma das
manifestações do autoritarismo).Para que tais metas se tornem possíveis,
achamos necessária uma profunda transformação social, que ponha fim à
divisão de classes dentro da sociedade –sejam elas econômicas ou sexuais.
Não estamos lutando por uma integração dos homossexuais à sociedade
atual, nem tampouco buscando uma sociedade socialista nos moldes exis-
tentes até agora. Como organização de atuação social, estamos buscando
os nossos próprios caminhos, dentro da originalidade da nossa discussão.
Entendemos que a mudança tem que se iniciar em nós próprios […] Nosso
grupo não tem líderes nem pretende tê-los; achamos que seria incoerente
com a nossa proposta de luta contra o autoritarismo. […] estamos tentando
aliar política e prazer […]. Questionamos também o rótulo de ‘minorias’
que nos é imposto. Achamos que tal denominação é um mecanismo
utilizado para qualificar a nossa luta de ‘menos importante’ ou ‘específica’
[…]. Em oposição, existiria uma outra luta considerada ‘mais importante’,
‘prioritária’ ou ‘geral’, que seria de interesse de toda a sociedade.[…]. Para
nós, o questionamento dos padrões sexuais é ponto fundamental para a
transformação da sociedade, e, a partir daí, o surgimento de uma nova
sexualidade. (Fundo Somos, Arquivo Edgar Leuenroth, Unicamp).
Como el flh, al principio Somos revertía la perspectiva teórico-política
clásica de los partidos marxistas: el orden de las significaciones culturales era
concebido como un campo de batalla relativamente autónomo respecto del de
las determinaciones materiales. Y al igual que lo ocurrido con el feminismo, las
narrativas de la singularidad no encontraban más que un espacio subalterno den-
tro de la retórica universalista clásica de la izquierda. Sin embargo, la propuesta
crítica del grupo resulta más vaga que la del flh, que contaba con militantes
mucho más experimentados en la lucha revolucionaria. A ese primer problema,
el de una relativa inocencia casi liberal, se sumó el de sus conflictos internos.
Somos tenía dos orientaciones básicas: la línea más anarquista, pro auto-
nomía del movimiento, y la línea marxista, favorable a la incorporación del
movimiento a estructuras partidarias y a la solidaridad con otras luchas, mayores
y menores, postulando una revolución sexual en el interior de una revolución
socialista. Esta última línea era la de los militantes trotskistas de Convêrgencia
Socialista, pero que también adoptaría Perlongher al incorporarse hacia el final al
grupo, articulándolo efímeramente con el pt. La línea anarquista autonomista,
cuyo portavoz fue Trevisan, postulaba que la revolución comenzaba por la propia
vida cotidiana y rechazaba la agenda socialista por considerarla autoritaria en
varios sentidos, pero principalmente por sus pretenciones de representación
100
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participaron del acto del 1° de mayo en el estadio de Vila Euclides creando una
Comissão de Homossexuais pró-1° de Maio. Por su parte, los anarco-autonomistas
(Trevisan a la cabeza, junto con los editores del Lampião) organizaron un picnic
en el parque Ibirapuera.
Después de esta fractura, el Lampião se transformó en un foro de ataques al
sector “de izquierda” del movimiento, principalmente a la Facção Homossexual
da Convergência Socialista, y comenzó así su carrera hacia la desaparición.
El 17 de mayo de 1980 se consolidó la división. El grupo de los “antiguos”
militantes se desligó de Somos y formó un nuevo grupo, Outra Coisa - Grupo de
Ação Homossexual. En su primer manifiesto, replicado en una carta casi idéntica
enviada al Lampião el 18 de mayo, declaraban:
De repente, decretou-se que as bichas e lésbicas do Somos tinham que ser
solidários às lutas dos setores oprimidos da população. Isto porque, sendo
oprimidos, deveríamos apoiar todos os outros setores que o eram. Assim,
esta posição passou a ser um dogma dentro do grupo. Os que dela discor-
davam eram tidos como ‘fascistas’, ‘inconsequentes’. Considerando que a
imagem externa do grupo Somos está irreversivelmente associada ao grupo
Convergência Socialista; que a autonomia do Grupo Somos está compro-
metida pelo caráter da atuação de elementos filiados a organizaçoes políticas
partidárias; que o Grupo Somos foi desviado de sua definição como grupo
de homossexuais interessados em discutir basicamente nossa sexualidade e
lutar contra a discriminação sexual, passamos a constituir um novo grupo
que se propõe a reafirmar a definição do grupo homossexual autônomo e
interessado prioritariamente na questão homossexual. (Míccolis 104).
Así se consolidaba la fragmentación del movimiento, con un argumento
liberal, tendiente a la guetificación y la neutralización política, cuyos efectos y
desarrollos históricos pueden observarse en el presente de las luchas identitarias
en el Brasil, mayormente despolitizadas y dedicadas a la “celebración” ideológica
de la propia identidad (esto es, reforzando estereotipos que alimentan la violencia
social fuera del territorio del gueto). En la misma reunión del 17 de mayo de 1980,
como parte de este cisma, las mujeres del Grupo Lésbico-Feminista de Somos
también se separaron, para formar el Grupo de Atuação Lésbica-Feminista (galf).25
25
Su argumento para la separación cae en todos los vicios de la política de la identidad, empezando
por el biologicismo y el sexismo: “Dada a especificidade da discriminação que sofremos, enquanto
mulheres e homossexuais, consideramos o processo de afirmação somente possível em reuniões
separadas das dos homens. As mulheres não podem descobrir o que têm em comum a não ser
em grupos só de mulheres. É falsa a ideia de que um grupo homossexual precise de lésbicas para
levar a questão feminista” (Míccolis 104).
104
II. Cruces artísticos. Políticas corporales
Tras este doble cisma (marcado por el alejamiento de las mujeres y los inde-
pendientes), Somos quedó con cinco activistas solamente. En aquel momento,
Perlongher volvió a acercarse al grupo, que comenzó a editar un boletín llamado
O corpo (publicado hasta 1983, cuando Somos se disolvió oficialmente). En
un documento titulado “A crise de Somos” se leen claramente los argumentos
perlongherianos:
Se criticou a política de afirmação homossexual. Esta crítica diz o seguinte:
a política de afirmação, exaltação, assumissão, glorificação (e muito em
breve, purificação) homossexual, da identidade homossexual, parece ter
tido um sentido no primeiro momento –momento de início, de abertura.
Mas a homossexualidade passou a ser rapidamente recuperada em nível
político e económico –indústria de consumo gay, declarações de delegados,
etc.[…] O discurso homossexual, que começou sendo ‘libertador’, vira
normatizador. Os grupos gays serviram de agências de normatização, onde
as bichas passam a assumir sua identidade homossexual e logo integrar-se
ao sistema. Hoje em dia, uma política de afirmação é reformista (defender
pontos ultramínimos […] ou diretamente reacionário […]. A normatização
homossexual em marcha tende a tornar impopular a homossexualidad
separando-a da marginalidade do sistema e tornando-a careta. […] Se se
quer resgatar os elementos contestadores, se trataria de partir para uma
política sexual, constituindo um grupo de intervenção sexual que
defendesse os marginalizados pela nova normatização em marcha (travestis,
prostitutas, bichas pobres, loucas, michês, mundo da noite) sem fincar o
pé na identidade gay classe média. O que se propõe é um grupo contra-
cultural. (O corpo 1981, n° 1, 3).
La postura radical de este documento tiene validez hasta el presente y su
argumento inspiró la creación de grupos antiidentitarios, que retoman esta
propuesta a través del concepto de lo queer.
La emergencia del vih-Sida llegó para coronar una decadencia que ya se
gestaba por la falta de visíón política a largo plazo de estos primeros intentos
de politizar el placer. La consigna de lo personal como político llegó a un límite
que era estrictamente personal, y que en el contexto de economías neoliberales
calzó perfectamente con un modelo de sociedad donde la diferencia podía ser
tolerada, siempre que permitiera ser normativizada y siempre que se transfor-
mara en un nicho de mercado. Es decir, cuando rindiera económicamente y
neutralizara las fuerzas vitales de cambio social. En este sentido, los reclamos
de Perlongher continúan siendo disruptivos e iluminadores para el activismo
en el presente.
105
Cecilia Palmeiro
Bibliografía
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flh, Universidad Popular Madres de Plaza de Mayo, Buenos Aires,
Argentina.
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Archivo del flh, Universidad Popular Madres de Plaza de Mayo,
Buenos Aires, Argentina.
Green, James. “A luta pela igualdade: desejos, homossexualidade e a esquerda na
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e lutas, 10.18/19 (2003): 17-39.
Guattari, Félix y Suely Rolnik. Micropolítica: cartografías del deseo. Buenos Aires:
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Lampião da esquina. Abril 1978 / Junio 1981. Rio de Janeiro.
Leyland, Winston. My Deep Dark Pain is Love: A Collection of Latin American
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Macrae, Edward. A Construção da igualdade: identidade sexual e política no Brasil
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Rapisardi, Flavio y Alejandro Modarelli. Fiestas, baños y exilios: gays, lesbianas
y travestis durante la última dictadura. Buenos Aires: Sudamericana,
2000.
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Trevisan, João Silvério. Devassos no paraíso: a homossexualidade no Brasil, da
colônia à atualidade. Rio de Janeiro: Record, 2000.
Versus. Noviembre 1975 / Octubre 1979. São Paulo.
106
¿Qué ves cuando me ves?
La recepción del cine brasileño por la
crítica cinematográfica en Argentina
Marina Moguillansky*
*
Marina Moguillansky es Doctora en Ciencias Sociales (uba) y Magíster en Sociología de la
Cultura (idaes, unsam). Ha publicado el libro La imaginación regional en cuestión. La circulación
de cine brasileño en la Argentina. En su tesis doctoral, “Pantallas del Sur”, ha explorado los avances
de la integración cinematográfica en los países del Mercosur. Es docente de Sociología en la
Universidad Nacional de San Martín.
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Marina Moguillansky
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II. Cruces artísticos. ¿Qué ves cuando me ves?
Imágenes de Brasil
Si bien la crítica cinematográfica trata a las películas brasileñas igual que al
resto de la oferta de la cartelera –ni peor ni mejor– es posible identificar una
serie de imágenes estereotipadas, clichés y lugares comunes sobre Brasil que se
reiteran en los textos. El estereotipo es la imagen colectiva que circula acerca de
un grupo y le atribuye a todos sus miembros ciertos rasgos característicos que
se perciben como una esencia inmutable. Los clichés son figuras del lenguaje
cristalizadas por su repetición, que llegan a formar parte del repertorio común
al masificarse. Los lugares comunes son formas de razonamiento y argumentos
típicos, generales pero a su vez culturales. Los estereotipos, clichés y lugares
comunes tienen funciones cognitivas: intervienen de manera necesaria en el
proceso de categorización como mediadores que permiten formarse una idea
acerca del otro. Tienen también funciones identitarias, puesto que al producir
una imagen del otro cultural generan correlativamente una imagen del noso-
tros. Finalmente, los estereotipos, clichés y lugares comunes son fórmulas que
por su automatismo introducen “lo impensado en el discurso, que sirven de
argumentación o marcan la relación de un texto con la norma social” (Amossy
y Pierrot 66). En conjunto, estas fórmulas configuran el imaginario sobre un
grupo social, y en el análisis del discurso se las puede rastrear como marcas
que permiten leer lo social en el texto (Amossy y Rossen). Estas imágenes de
3
Este fenómeno fue señalado por Grimson en su análisis de la cobertura periodística de las
interacciones fronterizas entre Posadas (Argentina) y Encarnación (Paraguay): “Los criterios de
noticiabilidad de los medios de ambas ciudades asumen como ‘evidente’ la frontera política como
frontera periodística”. (Otro lado 175).
111
Marina Moguillansky
Brasil aparecen entretejidas en las distintas partes que constituyen a las reseñas
críticas: el aparato informativo, la descripción de la historia o argumento de la
película, la evaluación y la justificación (Charaudeau). Las mismas imágenes
pueden servir para sostener evaluaciones positivas o negativas sobre las pelícu-
las, pero lo que queda fuera de discusión y de posibles cuestionamientos es el
propio estatuto de esas construcciones imaginarias sobre la sociedad brasileña,
su producción cultural y su historia.
4
También La Nación marca esta carencia en Bossa Nova al señalar que “[…] transcurre en el Río
que solo pueden percibir los enamorados, lejos de la miseria y la violencia, “a medio metro por
encima de la realidad carioca”. (La Nación, 24 de agosto, 2000). Para Clarín, la película muestra
“los paisajes de Río de Janeiro vistos de la manera menos peligrosa: en la pantalla grande y lejos
de aquel maldito sol asesino que denunciara Les Luthiers”. (Clarín, 24 de agosto, 2000). Las
críticas de los tres periódicos fueron bastante desfavorables hacia la película.
112
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5
En su artículo “Da estética da fome à cosmética da fome”, publicado en el diario Jornal do
Brasil, 8 de julio de 2001.
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7
Por ejemplo, en la reseña de Clarín sobre La dueña de la historia: “Y a fuer de brasileña, se
prodiga en eficaces comentarios musicales, con temas como Guantanamera, La Banda, Canta
Brasil y otros éxitos eternos.” (Clarín, 3 de noviembre, 2005).
117
Marina Moguillansky
Se construye así una imagen acerca del Brasil y de los brasileños que aparece
naturalizada como trasfondo de distintas intervenciones de la crítica de espectá-
culos. Podemos ver cómo opera dicho estereotipo en la siguiente caracterización
del director Fernando Meirelles, con ocasión del pasaje de su película Ciudad
de Dios por el Festival Internacional de Cine de Cannes:
Por su físico, Meirelles, no es el típico brasileño. Más bien parece finlandés,
pelirrojo y paliducho, y es difícil imaginarlo bailando samba o jugando al
fútbol. Pertenece a la clase media de su país y, aunque empezó estudiando
arquitectura, su pasión siempre fue el cine, aunque hasta ahora se venía
ganando la vida como director publicitario. (Página/12, 1 de febrero, 2003).
Como señalan Amossy y Pierrot, el cliché se utiliza para “construir un mun-
do de lugares y personajes verosímiles” (72): para un brasileño, debe ser moreno,
jugar al fútbol y bailar samba. Pero, a veces, el cliché puede subvertirse en el
discurso para mostrar sus límites reductores al confrontarlo con la diversidad de
lo real: los brasileños también pueden ser pelirrojos, pálidos y patitiesos; tienen
una clase media que se forma en la universidad e incluso directores de cine.
La tropicalidad aparece como atributo que califica de distintas maneras a las
películas, los personajes y la sociedad brasileña. El protagonista de Madame Satã
es caracterizado entonces como “una Sherazade tropical y semianalfabeta” (La
Nación, 12 de agosto, 2004), de la película La dueña de la historia la crítica dirá
que es “leve como brisa tropical” (Clarín, 3 de noviembre, 2005), y se describe
el clima de Amarelo manga a través de los efectos “del calor, la transpiración y la
humedad” (Página/12, 11 de noviembre, 2005). En otras ocasiones, el estereo-
tipo del país tropical adquiere ribetes más abiertamente descalificadores hacia
Brasil, que se acercan al cliché del “país bananero” con que se ha estigmatizado
a tantos países latinoamericanos. Así ocurre en la siguiente crítica que publicó
Clarín sobre Amarelo manga:
El título Amarelo manga no alude a exuberancias tropicales ni a cáscaras
de bananas sino a la podredumbre de enfermedades diversas y objetos y
mobiliarios venidos a menos. Este es un filme acerca de gente que uno
¿afortunadamente? no conoce. Ni quisiera conocer. (Clarín, 10 de marzo,
2005).
En síntesis, las críticas muestran la presencia de una imagen estereotipada
sobre Brasil que lo caracteriza como un país violento y con problemas de pobreza
y marginalidad, por un lado, y como una sociedad musical, alegre y tropical,
por el otro. El estudio de Schneiderman sobre la presencia de cine brasileño en
118
II. Cruces artísticos. ¿Qué ves cuando me ves?
La rivalidad en metáforas
La cobertura que hacen los suplementos de espectáculos de los periódicos sobre
distintas instancias de consagración en el mundo del cine, tales como festivales
internacionales y premios como los Oscar8 o los Globos de Oro,9 presenta
ciertas particularidades enunciativas que nos permitirán analizar la puesta en
escena de la histórica rivalidad entre Brasil y Argentina. Al tratarse de instancias
competitivas –generalmente se selecciona un ganador entre una lista de candi-
datos para distintas categorías–, las metáforas bélicas (“una nueva batalla por
los Oscar”) y las deportivas (“el mundial del cine”) tienen una fuerte presencia
como organizadoras y productoras de sentido en el discurso. Como veremos,
este uso de las metáforas, aunque podría parecer simplemente ornamental, tiene
consecuencias significativas por las asociaciones a las que conduce en la lectura.
La metáfora como recurso de la lengua, que supone entender y experimentar
un tipo de cosa en términos de otra, es constitutiva de nuestro pensamiento y
de nuestra forma de interpretar la vida cotidiana (Lakoff). Pero además “puede
aparecer como un síntoma ideológico o como un acto fallido revelador de pre-
supuestos imperfectamente asumidos” (Angenot 261) que el análisis del discurso
puede revelar. El uso de una metáfora subraya ciertos rasgos del fenómeno que
se describe, mientras que oculta otros. Esta operación se produce de manera
subrepticia, no explicitada, por lo que queda excluida de la revisión crítica.
Entre las metáforas deportivas que se emplean para hablar de festivales y
premios, la figura dominante es la del fútbol, que opera como campo semántico
fuente del que se actualizan algunas propiedades –según el caso– entre las que
se destaca casi siempre su carácter competitivo. Pero otros deportes también
aparecen: se califica a ciertas películas como “pesos pesados”, se habla de qué
8
Premios que entrega anualmente la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas en
Los Ángeles, Estados Unidos.
9
Premios que otorga la prensa extranjera acreditada en Hollywood.
119
Marina Moguillansky
títulos “están en carrera” para lograr “un lugar en el podio”, o que aguardan “la
campana de largada”, y ciertos directores serán identificados como el dream team.
Según señala Mariana Di Stéfano, siguiendo el análisis de Marc Angenot, el uso argumentativo
10
o polémico de la metáfora requiere en algunos casos de mayor explicitación, por lo cual esta
aparece desarrollada como comparación o analogía, que no requiere esfuerzos interpretativos
por parte del lector (2006).
120
II. Cruces artísticos. ¿Qué ves cuando me ves?
121
Marina Moguillansky
La metáfora bélica
La guerra como campo fuente para la metaforización atraviesa una multiplicidad
de discursos vinculados con el cine: la “lucha”, “combate”, “batalla” o “enfren-
tamiento” de las películas por la “conquista” de premios en los festivales u otros
eventos, los “tanques” hollywoodenses que representan una “invasión” en otros
mercados o que “copan” las pantallas, los “duelos” entre ciertas cinematografías
identificadas como “rivales”, películas calificadas como “bombas” cuando tocan
temáticas delicadas y cineastas “combativos”.
En algunos casos, la metáfora bélica se cuela en el discurso introduciendo
sentidos que van a veces a contramano de las intenciones manifiestas del texto.
Así ocurrió, por ejemplo, en la programación de una muestra de cine argentino y
uruguayo organizada en Uruguay por parte del Museo de Arte Latinoamericano
de Buenos Aires (malba) y la Cinemateca Uruguaya con el objetivo de impulsar
la integración de ambos países en el ámbito cinematográfico. Pese a su noble
finalidad, la muestra de cine argentino fue titulada “Desembarco argentino”,
formando una cadena asociativa que, a través de la figura de la invasión, nos
conduce al imaginario de la guerra. En el mismo sentido, la metáfora bélica
cumple una función retórica central en los discursos periodísticos que cubren
la participación de películas argentinas y brasileñas en festivales internacionales.
122
II. Cruces artísticos. ¿Qué ves cuando me ves?
123
Marina Moguillansky
11
Así lo indicaba Thierry Fremaux, director artístico del festival de Cannes en el año 2004: “El
cine latinoamericano, a fines de los años 60 y comienzos de los 70, estaba muy bien, tenía mucha
fuerza, que luego perdió. Pero ahora la está recuperando y por eso estuvo tan bien representado en
nuestra última edición, en mayo pasado, con las películas de Walter Salles y Lucrecia Martel en la
competencia, además de las que participaron en la sección Una Cierta Mirada, no competitiva”.
(Entrevista a Thierry Fremaux, Director Artístico del Festival de Cannes, publicada en Página/12,
el 2 de diciembre de 2004).
12
En un trabajo anterior desarrollamos el análisis de la estrecha relación entre los directores del
“nuevo cine argentino” y cierta renovación en la crítica cinematográfica (con el surgimiento de
124
II. Cruces artísticos. ¿Qué ves cuando me ves?
Por otra parte, la descripción que hace la crítica argentina de las carac-
terísticas de la cinematografía brasileña, que podrían resultar atractivas para
el mercado internacional, es muy reveladora de la percepción imaginaria del
contraste entre Brasil y Argentina:
Más allá de nombres y títulos, la propuesta del novo cinema novo, que
combina tradición y vanguardia, clasicismo y modernidad, resulta una
mixtura irresistible para un mercado internacional ávido de nuevas pro-
puestas y siempre fascinado por la seducción propia de una geografía, una
diversidad racial y una cultura tan rica como la brasileña. (La Nación,
28 de febrero, 2003. El resaltado es nuestro).
Más allá de estos reconocimientos explícitos de una situación de rivalidad
entre Brasil y Argentina en el plano del cine, podemos rastrear en las evaluaciones
que hace la crítica de las películas brasileñas ciertas acusaciones sintomáticas de
la competencia por ocupar un lugar en el mercado internacional. En efecto, una
de las principales impugnaciones que reciben estas películas es la de tratarse de
productos de exportación, falseados e inauténticos por haber sido concebidos
especialmente para la venta internacional. Una gran mayoría de las películas
brasileñas que se estrenaron en Argentina recibieron esta acusación: Cuatro días
en septiembre, Bossa Nova, Estación Central, Ciudad de Dios, Orfeo, Carandiru,
Detrás del sol, El hombre del año y El camino de las nubes.
Así presentaba la crítica a la película Cuatro días en septiembre, que efecti-
vamente fue una de las primeras producciones brasileñas en lograr un espacio
en el mercado internacional, gracias a su nominación como mejor película
extranjera a los premios Oscar.
La película abre con un montaje de fotos en blanco y negro, típicamente
for export, de Río de Janeiro (playas, bares, fútbol, carnaval), mientras de
fondo suena “Garota de Ipanema” en la versión de Antonio Carlos Jobim.
Este inicio tiene que ver con la decisión del director de concebir una
historia que resultase reconocible para las audiencias internacionales.
Abundan así diálogos redundantes, innecesarios textos sobreimpresos y una
acumulación de clisés […] que operan en detrimento de la profundidad y la
sutileza del relato. (La Nación, 5 de agosto, 1999. El resaltado es nuestro).
Otra crítica que merece ser citada en extensión es la que recibió la película
Detrás del sol, dirigida por Walter Salles en el año 2001, que fuera ganadora del
125
Marina Moguillansky
Premio del Jurado Joven en el Festival de Venecia, nominada como mejor filme
en los Globos de Oro y ganadora de varios festivales brasileños:
Detrás del sol se erige como otro rutinario filme brasileiro para el exterior:
explotación del sertão amparada en una estética turística que deja que
la imagen exótica se adueñe de la visión del mundo en vez de integrarla
y reelaborarla dentro de la diégesis; repetición de los temas de la ruptura
con la tradición familiar ejercida por un padre autoritario, y del machismo
de la sociedad agrícola de principios del siglo xx. A la larga, la mezcla de
ingredientes fuerza los elementos para construir una arquitectura vendible
y carente de riesgo estético. Extensa, morosa, previsible y a la caza de festi-
vales. Las patinadas del multiculturalismo en épocas de globalización, con
ánimos de vender un manual de naturaleza autóctona, venden neocolonia-
lismo para todo potencial turista. Mirada de entomólogo. Made in Brazil.
Sí, con Z. (El Amante, n° 127, noviembre, 2002. El resaltado es nuestro).
Un tercer ejemplo, tomado esta vez de una crítica de Página/12 sobre El
camino de las nubes, resulta interesante para el análisis ya que hilvana en la des-
calificación a varias películas brasileñas, con lo cual parece construir un cuadro
más abarcativo sobre cierto tipo de cine brasileño:
El camino de las nubes es como un concentrado degradado de la clase de
cine brasileño que a las majors estadounidenses les interesa apoyar.
Allí se cuenta la historia de un viaje realizado por gente pobre a través de
distintas regiones, lo cual recuerda a Estación Central. Tanto los paisajes
retratados como el carácter primario de los personajes coinciden con
los de Detrás del sol, dirigida, como la anterior, por Walter Salles, igual
que Diarios de motocicleta. Como en esa película, la pobreza aparece
fotografiada con lujo de tarjeta postal, contradicción que habla de una
ética más que equívoca en el abordaje del tema. Por último, abundan los
tics típicos del cine publicitario (encuadres vistosos, montaje sincopado,
grandes movimientos de cámara), que remiten a la tan discutible Ciudad
de Dios. En suma, lo que muestra O caminho das nuvens no es Brasil. Es
Brazil, que es como en inglés se denomina al país vecino. (Página/12, 22
de mayo, 2004. El resaltado es nuestro).
No es casual que las críticas más descalificadoras se destinen precisamente
a aquellas películas que han sido identificadas como productos de exportación
–potencial competencia para el “Nuevo Cine Argentino”– para los mercados
internacionales. Son los títulos que reciben las peores calificaciones por parte
126
II. Cruces artísticos. ¿Qué ves cuando me ves?
Consideraciones finales
En el análisis de la recepción crítica de las películas brasileñas en la Argentina
observamos la existencia de una política de la crítica hacia el cine argentino, en
contraste con la falta de jerarquización de la información relativa al cine brasi-
leño o del Mercosur en general. La crítica trabaja sobre las películas brasileñas
con criterios similares a los que adopta para cualquier tipo de cinematografías.
En este sentido, el Mercosur no ha logrado instalarse como horizonte de peso
en las secciones culturales del periodismo. Aquí, el rol del imaginario nacional
sigue siendo central como articulador de las fronteras de la noticiabilidad.
El discurso de la crítica, al abordar películas brasileñas, introduce imáge-
nes sobre Brasil que se entretejen con los razonamientos sobre las cualidades
estéticas de las películas. Allí aparecen estereotipos y clichés sobre la brasilidad
que articulan las argumentaciones y descripciones que sostienen los juicios
valorativos de la crítica. Las críticas construyen y reproducen la imagen de un
Brasil marcado por la violencia urbana, el narcotráfico y los crímenes. Insisten
en las alusiones a la magnitud de la pobreza, la marginalidad y la desigualdad en
dicho país. Finalmente, se reitera el estereotipo del país tropical, caracterizado
por el calor, la sensualidad, la música y el sexo. En conjunto, estas imágenes se
enlazan en una exotización ambigua, mezcla de estigma e idealización.
En tercer lugar, mostramos que la cobertura de la prensa de espectáculos
sobre los festivales y premios internacionales construye una situación de com-
petencia entre Brasil y Argentina apelando a metáforas futbolísticas y bélicas.
Este punto nos permitió, por otra parte, iluminar la insistencia de la crítica
argentina en denunciar en las películas brasileñas la intencionalidad de expor-
tación a los mercados internacionales.
Bibliografía
Aguilar, Gonzalo. Otros mundos. Un ensayo sobre el nuevo cine argentino. Buenos
Aires: Santiago Arcos Editor, 2006.
Alabarces, Pablo. “Tropicalismos y europeísmos en el fútbol. La narración de la
127
Marina Moguillansky
128
II. Cruces artísticos. ¿Qué ves cuando me ves?
Fuentes
129
III. Cruces lingüísticos
Introducción
La lingüística aplicada y su campo
interdisciplinar
Martín Olavarriaga*1
El lingüista aplicado brasileño José Carlos de Almeida Filho –uno de los precur-
sores de la lingüística aplicada en Brasil– defiende una organización académica
particular que, según sostiene, debería tener a su cargo la carrera de Letras en
el ámbito universitario. De acuerdo con su visión, tres Departamentos (Lin-
güística, Teoría Literaria y Lingüística Aplicada) con áreas independientes de
investigación deberían agruparse en un área mayor denominada Ciencias del
Lenguaje y juntas deberían ser responsables por la formación en Letras.
Este pensamiento fue compartido por los que idearon la estructura acadé-
mica del Instituto de Estudos da Linguagem de la Universidade Estadual de
Campinas (unicamp), pionera en el desarrollo de la lingüística aplicada en el
país vecino, donde las tres áreas poseen sus carreras de maestría y doctorado,
con materias específicas, publicaciones especializadas e investigación propia.
*
Martín Olavarriaga es maestrando en Lingüística Aplicada por el Instituto de Estudos da
Linguagem de la Universidade Estadual de Campinas (unicamp) y Licenciado en Lengua
Portuguesa por la Universidad Argentina de la Empresa (uade). Es investigador-docente del
Área de Lenguas Extranjeras del Instituto del Desarrollo Humano (Universidad Nacional de
General Sarmiento), donde se desempeña como coordinador de las actividades curriculares y
extracurriculares de portugués. Trabaja asimismo en la Universidad Nacional de La Plata y la
uade. Cuenta con varias publicaciones académicas centradas, sobre todo, en temas relacionados
con la enseñanza del portugués como lengua extranjera.
131
Martín Olavarriaga
132
III. Cruces lingüísticos. Introducción
Bibliografía
Cavalcanti, Marilda C. “A Propósito da linguística aplicada”. Trabalhos em
Linguística Aplicada, 7 (1986): 5-12.
Moita Lopes, Luiz Paulo. “A transdisciplinaridade é possível em linguística
aplicada?” Inês Signorini e Marilda C. Cavalcanti (org.). Linguística
aplicada e transdisciplinaridade. Campinas: Mercado das Letras, 1998.
113-128.
133
Martín Olavarriaga
134
Comprensión oral y producción
en la enseñanza de portugués en
el nivel universitario
Inés Kuguel*1
Martín Olavarriaga**2
135
Inés Kuguel y Martín Olavarriaga
sino también culturales, cercanía que está acentuada por el contexto político
derivado del Mercosur.
En lo que concierne a la perspectiva de los estudiantes de la ungs, es im-
portante señalar sus expectativas en relación con el aprendizaje de una lengua
extranjera. En general, esperan encontrarse con un curso integral, esto es, que
los capacite para el manejo de la lengua en todos sus aspectos. Hay que tener
en cuenta el poco contacto previo (formal o informal) de nuestros estudiantes
con las lenguas extranjeras que, en su gran mayoría, se restringe únicamente al
aprendizaje del inglés en el contexto escolar. Estas expectativas no se pueden
cumplir en solo dos niveles de inglés a partir de los cuales se debe capacitar a
los estudiantes para leer bibliografía académica en esa lengua. Sin embargo, la
experiencia llevada a cabo desde el año pasado en la ungs, nos ha mostrado
que los cursos de portugués sí pueden responder en parte a estas expectativas,
justamente por los motivos antes mencionados.
El objetivo de esta comunicación es, entonces, proponer un abordaje de la
enseñanza del portugués en el nivel superior que, sin dejar de centrarse en la
comprensión de textos, incorpore las otras habilidades.
Redefiniendo objetivos
Existe una larga tradición en la enseñanza de la lectocomprensión en lengua
extranjera como única competencia. En este contexto, son diversos los análisis
e investigaciones que se han realizado en el ámbito académico en instituciones
de nivel superior sobre la enseñanza de esta única competencia (Klett).
La necesidad de comprender textos en lengua extranjera se mantuvo intacta
a lo largo de años y es cierto que el desarrollo de la lectocomprensión tiene una
utilidad innegable a la hora de entender producción académica variada (textos
de investigación, papers, tesinas, tesis, trabajos presentados en reuniones cientí-
ficas, artículos de revistas especializadas, etc.), que verdaderamente los docentes
suelen incluir en la bibliografía de sus materias y que, en su gran mayoría, no
han sido traducidos al español.
Sin embargo, si analizamos el caso específico del portugués, es necesario
rehacer o repensar la enseñanza en función de su inserción en el contexto
universitario actual.
Cuando las universidades nacionales –uba, unlp, ungs– decidieron incluir
cursos de lectocomprensión en portugués ya existía la capacitación en otros
idiomas: francés, inglés, alemán, e inclusive italiano. En general, los docentes
136
III. Cruces lingüísticos. Comprensión oral y producción en la enseñanza de portugués...
137
Inés Kuguel y Martín Olavarriaga
La carga horaria
Si tenemos en cuenta la carga horaria para alcanzar proficiencia en inglés, fran-
cés o alemán, y la comparamos a la cantidad de horas destinadas a los cursos
138
III. Cruces lingüísticos. Comprensión oral y producción en la enseñanza de portugués...
139
Inés Kuguel y Martín Olavarriaga
En lo que respecta a las otras habilidades, se espera que los alumnos conozcan
los principales aspectos fonológicos de la lengua portuguesa, produzcan textos
breves con corrección gramatical y ortográfica y manejen intercambios sencillos
(diálogos relativos a situaciones que tienen lugar en contextos en los que se
requiere obtener alguna información) tras cursar Portugués I, y que escriban
textos con cierto grado de dificultad (cartas formales e informales, e-mails,
etc.), se desenvuelvan adecuadamente en situaciones concretas (comunicación
telefónica formal e informal, en ámbitos académicos pidiendo y dando infor-
mación, etc.) y sean capaces de relatar situaciones concretas e irreales, propias
y ajenas, tras cursar Portugués II.
Creemos, como sostiene Henry G. Widdowson, que todas estas actividades
deben pensarse en relación con la habilidad de usar el idioma para fines comu-
nicativos y que el mejor modo de implementar este enfoque es a partir de tareas
concretas que guardan estrecha relación con aquellas que el estudiante debe
realizar durante su vida académica –algunos ejemplos ya fueron mencionados
anteriormente.
140
III. Cruces lingüísticos. Comprensión oral y producción en la enseñanza de portugués...
Conclusiones
En el presente trabajo hemos enumerado algunos objetivos con relación a la
enseñanza de la lectocomprensión en lengua extranjera y los motivos por los
cuales creemos que se debe analizar el caso específico del portugués. Hemos
propuesto un abordaje de la enseñanza del portugués en el nivel superior basado
en la inclusión de la comprensión oral y la producción junto a la comprensión
de textos.
No creemos que enseñar una lengua extranjera signifique trabajar siempre
las cuatro competencias y con cualquier tipo de aprendientes, pero tampoco
creemos que se deba dejar de lado la especificidad de cada lengua al organizar
un curso de este tipo. Justamente, tiendo en cuenta las diferencias existentes
en la enseñanza de las distintas lenguas, conociendo el caso específico del por-
tugués y tomando como elemento principal al alumno de nuestra universidad,
141
Inés Kuguel y Martín Olavarriaga
hemos diagramado este proyecto que, como dijimos anteriormente, está dando
sus primeros pasos.
Bibliografía
Klett, Estela. “Enseñanza de lectocomprensión en francés: mitos y realidades”,
en cd Identités, interactions et langues: nouvelles technologies, renouveaux
didactiques et dimensions culturelles des langues. San Luis: 2006.
Stella, Julia y Adriana Sleibe-Rahe de Paradelo. “El problema de la lectocom-
prensión en el aula universitaria: la lectura comprensiva en lengua
extranjera”. Red Argentina de Posgrados en Educación Superior, 2004.
Disponible en: http://rapes.unsl.edu.ar/
Widdowson, Henry G. O ensino de línguas para a comunicação. São Paulo:
Pontes, 1978.
142
Algumas reflexões sobre os imaginários dos
alunos, os imaginários presentes nos livros
didáticos e o papel do professor no ensino
do português como língua estrangeira
Mariana Larrieu*
Verónica Demsar**
143
Mariana Larrieu y Verónica Demsar
144
III. Cruces lingüísticos. Algumas reflexões sobre os imaginários dos alunos...
cada novo grupo que inicia um primeiro nível de português a imagem formada
com respeito à língua e ao brasileiro se manifesta de forma semelhante. Saberes
adquiridos através de férias passadas no Brasil, ou pela influência da mídia
(televisão, rádio, cinema) e personagens televisivos que deixaram sua marca em
algumas gerações. Quem não se lembra do Olmedo e sua famosa frase “adian-
te”? Mesmo as novas gerações que não foram contemporâneas dele chegam ao
curso de português achando que “adiante” é sinônimo de “passe”. Porque “el
portugués es una lengua transparente que se puede entender”. Que em por-
tuguês só existem as palavras “pra” e “tudo mundo” e que as versões “para” e
“todo” são inexistentes na língua; que a frase mais famosa em português é “mais
grande” (quando em português brasileiro esta é uma frase “gramaticalmente
incorreta”); que no Brasil se ouve Axé Bahia e Bossa Nova, mas o povo dança
samba e bebe caipirinha. Que a população brasileira é negra ou mestiça e que
a única brasileira branca é a Xuxa; que o negro possui atributos físicos que o
branco não tem; que a mulher brasileira é “fácil”; que não existe o racismo e
que vivem sob uma “democracia racial”; que o brasileiro não sabe pronunciar
o inglês quando diz “sprite light” (spraichi laichi) e que todos são bons de bola.
Estes são apenas alguns dos exemplos dos muitos que continuam circulando
dentro do imaginário do aluno de português na sala de aula com respeito ao
brasileiro, à língua e ao Brasil.
Perante esta realidade, surgem alguns interrogantes, mas nem todos serão
respondidos neste trabalho. Deixamos alguns abertos para uma futura pesquisa.
Qual a função do professor de português frente aos estereótipos? O professor
contribui a reforçar ou eliminar o imaginário? De que maneira? O material
didático (imposto pela instituição ou escolhido pelo professor) é um veículo
para reforçar os imaginários que circulam? O professor está preparado para
trabalhar com estereótipos?
Cabe lembrar que o termo estereótipo surge na imprensa escrita referindo-
se a uma placa metálica de caracteres fixos para a impressão em série. A partir
da psicologia social, o termo passa a tipificar o conjunto de características de
um determinado grupo social. Para a psicologia social o estereótipo é uma
maneira de descrever outra cultura de modo simplificado. Quer dizer, são
crenças socialmente compartilhadas que se sustentam em teorias implícitas a
respeito dos membros de uma categoria social. É uma necessidade “complexa
do ser humano de categorização que organiza mentalmente nossa experiência
e guia nosso comportamento em relação a determinado grupo de pessoas”
(Berwin). O estereótipo se encontra na aplicação de julgamentos categóricos que
145
Mariana Larrieu y Verónica Demsar
146
III. Cruces lingüísticos. Algumas reflexões sobre os imaginários dos alunos...
147
Mariana Larrieu y Verónica Demsar
um lugar, a partir de uma posição do sujeito –ao dizer, ele estará não dizendo
‘outros’ sentidos” (“As formações”). No caso do último exemplo, colocado acima
e analisado por Furlán, o livro expõe a “participação do índio e do africano na
cultura brasileira para não falar sobre a história dos nativos e dos escravos cujos
desdobramentos são trágicos até os dias de hoje” (“As formações”).
Algumas conclusões
Ancoradas neste trabalho, podemos dizer a modo de conclusão que se o professor
de português como língua estrangeira não tiver uma posição frente ao material
didático utilizado, o processo de ensino/ aprendizagem será incompleto, par-
cial e o aluno poderá incorrer no preconceito. O papel do professor está além
do livro didático, pois se o professor no intuito de aproximar a outra cultura
desvia a atenção apenas para o puramente gramatical ou se serve da “política
do silêncio” (Orlandi), o professor no lugar de aproximar a cultura produz um
distanciamento.
O estereótipo pode servir como ferramenta de conhecimento e não ape-
nas de formação de preconceito. O professor é quem deve cumprir o papel
de transmissor de cultura de modo não silenciado, pois o livro didático visto
como “produto cultural” (Sabóia Carvalho), transmitirá um recorte da cultura
da língua alvo. Cabe a nós professores orientar, ampliar, marcar, mostrar e
conscientizar esses recortes apresentados em materiais didáticos.
Na maioria dos casos o aluno não tem contato direto com falantes nativos,
nem acesso à língua além da sala de aula. Por se encontrarem num contexto de
aprendizagem exolíngue, trabalhar com material autêntico se torna fundamental.
O professor deve possuir um critério de informação e formação (linguística e
cultural) para fazer com que o aluno reconheça outras formas de ver, perceber
e sentir o mundo ao perceber que seu parâmetro para entender o mundo não
é único. Deve existir uma atitude por parte do professor de aprender e pesqui-
sar a outra cultura para poder transmiti-la. O aluno só aceitará outras visões
se o professor estiver capacitado e disposto a compartilhar com o aluno seus
conhecimentos e descobertas.
Desenvolver no aluno a capacidade de refletir sobre as diferenças que se
apresentam com o estrangeiro, trabalhando a partir do estereótipo como forma
de entender o modo de ser do outro para assim poder entender a sua própria
cultura, é nossa meta no ensino de português como língua estrangeira.
148
III. Cruces lingüísticos. Algumas reflexões sobre os imaginários dos alunos...
Bibliografia
Andri, Paola e Raffaella Caira. “O estereótipo no ensino de línguas”. 2007.
celin/ufpr, Disponível em: http://www.apliepar.com.br/
Bein, Roberto e Lía Varela. “Bases para la determinación de una política lin-
güística en la ciudad de Buenos Aires”. Buenos Aires: 1998.
Berwin, Carla Anéte. “Estereótipos culturais no ensino-aprendizagem de
português para estrangeiros.” 2004. Disponível em: http://dspace.
c3sl.ufpr.br/
Florissi, Susanna et.al. Bem-Vindo! A língua portuguesa no mundo da comuni-
cação. São Paulo: SBS, 1999.
Furlán, Cássia Cristina. “As formações imaginárias sobre o Brasil e o brasileiro
no material didático de português como língua estrangeira”. Anais do
Seta, 1 (2007). Disponível em: http://www.iel.unicamp.br/
_____. “Povos do Brasil: quem são eles nos livros didáticos de português como
língua estrangeira?” Anais do Seta, 2 (2008). Disponível em: http://
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Laroca, Maria Nazaré de Carvalho, Nadine Bara e Sonia Maria da Cunha.
Aprendendo português do Brasil: um curso para estrangeiros. São Paulo:
Pontes, 1998.
Lima, Emma Eberlein O.F. et al. Avenida Brasil: curso básico de português para
estrangeiros. São Paulo: epu, 1986.
Magalhães Mrech, Leny. “Os estereótipos e preconceito dos professores à luz
da educação inclusiva e da psicanálise”. 2001. Disponível em: http://
www.educacaoonline.pro.br/ Moreno Ghiraldelo, Claudete. “As re-
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portuguesa”. Fragmentos, 22 (2002): 61-78.
Orlandi, Eni P. As formas do silêncio no movimento dos sentidos. Campinas: Ed.
da Unicamp, 1992.
Paganotti, Ivan. “Imagens e estereótipos do Brasil em reportagens de correspon-
dentes internacionais”. Disponível em: http://www.rumores.usp.br/
Patrocínio, Elizabeth Fontão de e Pierre Coudry. Fala Brasil: português para
estrangeiros. São Paulo: Pontes, 1998.
149
Mariana Larrieu y Verónica Demsar
150
IV. Crónicas del contacto
Crónicas del contacto académico
Introducción
Estudiar Brasil desde la Argentina,
estudiar la Argentina desde Brasil:
experiencias de formación y de cruces
académicos en Ciencias Sociales
Ernesto Bohoslavsky*1
*
Ernesto Bohoslavsky es doctor en Geografía e Historia por la Universidad Complutense de
Madrid, investigador del conicet, e investigador-docente regular de la Universidad Nacional
de General Sarmiento, donde enseña e investiga sobre historia de América Latina en el siglo xx.
153
Ernesto Bohoslavsky
durante la realización del encuentro) por aportar una mirada que complementa
y amplía las presentes en los otros textos.
No nos animaba ningún espíritu exhaustivo ni totalizante: la pretensión
de hacer un mapa de cómo es el campo académico argentino y, sobre todo, el
brasileño resulta desmedida o ilusoria para el espacio del que aquí se dispone. En
consecuencia, lo que tenemos son cuatro exposiciones sobre cuatro trayectorias
particulares –algunas de las cuales han tenido cruces entre sí, o quizás los tengan
en el futuro– que no aspiran a establecer generalizaciones acerca de “qué le pasa
a los argentinos cuando van a Brasil” o “cómo piensan las Ciencias Sociales
brasileñas a la Argentina”. Más bien, se intentan destilar algunas referencias y
reflexiones personales con las que algunos lectores puedan sentirse identificados.
A la hora de organizar esta sección, dedicada a dar cuenta de crónicas de
viajeros académicos, convocamos a personas de distintas disciplinas sociales.
Así, aquí se encontrarán textos producidos por el politólogo Sergio Morresi,
la socióloga María Maneiro, la historiadora Cristiana Schettini y la estudiosa
de literatura Lucía Tennina. Los cuatro estudiaron sus carreras de grado y de
posgrado en distintas instituciones de Argentina o de Brasil, y registran expe-
riencias prolongadas de estadía en ambos países.
Los temas que se hicieron presentes en la mesa fueron varios. Algunos eran
más esperables, como el que se refiere a la distancia idiomática y las compli-
caciones y comicidades que ello genera, o el descubrimiento de las realidades
sociales y culturales alejadas de lo que la industria turística promueve en un país
y en otro. Pero hubo por lo menos otros dos temas que vale la pena destacar.
El primero es la percepción sobre cuán diversos son los climas de trabajo en
uno y otro ámbito académico (se insiste en la cordialidade del mundo brasileño
frente al carácter tensionado y faccioso del rioplatense); de igual manera, las
deprimentes marcas de la pobreza edilicia y de recursos cotidianos en la acade-
mia argentina no dejaron de ser señaladas lastimosamente por los expositores.
Asimismo, una culposa sensación de haber escalado súbita e involuntariamente
en la escala social aqueja a los doutorandos argentinos: la marca de pertenencia
a la elite es más transparente y auto-aceptada en las tierras brasileñas que en
las argentinas, en las cuales el plebeyismo y cierta horizontalidad social –más
imaginada y recordada que estadísticamente documentada– campean con
mayor notoriedad.
Los distintos itinerarios que siguieron los ámbitos universitarios de Ar-
gentina y de Brasil producen, en el registro de estas experiencias de contacto,
la emergencia de una serie de elementos que son indicio de los modos en que
154
IV. Crónicas del contacto académico. Introducción
los agentes de cada espacio se piensan a sí mismos a través del modo en que
observan al otro, y también del modo en que la situación actual es producto de
procesos históricos muy diferentes: las formas históricas de desigualdad social
que se reproducen en el ámbito universitario, los impulsos para su democra-
tización (o la indiferencia o los retrocesos en relación con esos temas), y los
vínculos y conflictos entre las esferas educativa y política aparecen de un modo
sutil e indirecto, y también insoslayable, en las miradas de los visitantes, por
más que en estos tenga naturalmente más peso el impacto de la fotografía del
presente que los ecos del pasado.
El segundo tema es el uso y promoción de enfoques eclécticos, creativos y
un poco más heterodoxos entre los brasileños, frente a un énfasis más cerrado
e ideológico en el caso argentino. Como señaló más de un expositor, en el
mundo académico brasileño parece primar –al igual que en muchos otros as-
pectos de su cultura, como en la injustificable pizza de morango– una práctica
de la antropofagia intelectual. Ello se expresa en voracidad por conocer las
diversas maneras en las que se desarrollan las Ciencias Sociales metropolitanas,
combinada con un tesón igualmente muy desarrollado por hacer algo original
con esas ideas. Desparpajo, rigor y originalidad parece ser una fórmula que
permite apropiarse de saberes ajenos para encontrar respuestas nacionalmente
formuladas. El mundo académico argentino, en cambio, se me antoja más
plagado de cultores de ortodoxias metropolitanas, aun las más radicales: por
doquier es posible encontrar a celosas viudas de Michel Foucault, George
Simmel o Raymond Williams, que hacen de la inmutabilidad y ahistoricidad
de la palabra revelada del maestro el centro de su misión. La aristocracia del
saber se caracteriza simultáneamente por su erudición y la adopción de temas
“serios”, esto es, lo más apegado posible a los que pontifican las agendas de las
academias del Atlántico norte.
Pero dejemos a los protagonistas que cuenten su roteiro, sus impresiones y
las valijas mentales que llenaron y vaciaron en su proceso de circulación entre
Argentina y Brasil.
155
Sorpresas y cordialidades
Sergio Morresi*1
El despegue
A comienzos de 1998 me recibí de licenciado en Ciencia Política. En aquel
entonces no parecía que el hecho de tener el título fuera a cambiar algo en
mi vida. Trabajaba como redactor en una pequeña editorial de revistas pro-
fesionales y daba clases en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad
de Buenos Aires. Me parecía claro que las clases eran más bien un hobby, un
lujo que mi trabajo “real” me permitía dos veces por semana. Incluso, cuando
comencé a estar rentado en la Universidad, mi salario era tan bajo que apenas
*
Sergio Morresi es doctor en Ciencia Política por la Universidad de San Pablo (usp), e investigador
del conicet con sede en la Universidad Nacional de General Sarmiento, donde coordina la
Licenciatura en Estudios Políticos. Publicó numerosos artículos en libros y revistas académicas
nacionales e internacionales, y es autor de La nueva derecha argentina y la democracia sin política
(Biblioteca Nacional-ungs, 2008) y de Saber lo que se hace. Expertos y política en la Argentina
(en colaboración con Gabriel Vommaro, Prometeo-ungs, 2012).
157
Sergio Morresi
me alcanzaba para cubrir los viáticos. Aunque fantaseaba con la idea de hacer
una maestría, la oferta disponible no me convencía, y además parecía lejos de
mis posibilidades económicas.
En 1999, dos colegas que daban clases en la misma cátedra que yo se fueron
a estudiar a Brasil, gracias a unas becas de las que nunca había oído hablar:
un convenio entre la Coordenadora de Aperfeiçoamento da Pesquisa e Ensino
Superior y la Secretaría de Políticas Universitarias del Ministerio de Educación
de la Argentina. Estas becas eran para profesores universitarios argentinos
que quisieran realizar estudios doctorales en Brasil. Me parecía que, recién
graduado y sin tener una maestría, mis posibilidades eran más bien pequeñas.
Pero, pese a todo, averigüé cuáles eran los requisitos. Cuando finalmente me
decidí a pedir los formularios para presentarme tuve que llamar al Ministerio
de Educación para que me enviaran los formularios por correo. La persona
que me atendió, después de responder a una decena de preguntas, me pidió
mi dirección, y cuando se la di me dijo: “no te preocupes, la beca te va a salir,
estás predestinado”. “¿Cómo? ¿Por qué?”, le pregunté. “¿No te das cuenta?”, me
respondió. “Ya estás con un pie allá, vivís en la calle Brasil”. Y aunque no creo
en la predestinación ni en las casualidades, de algún modo, en ese momento,
supe que la beca iba a salir y que efectivamente me iba a ir a Brasil a estudiar.
La confirmación llegó unos pocos meses después.
Junto con esa noticia llegó la novedad de que tenía apenas algunas semanas
disponibles para que me aceptaran en alguna universidad brasileña. Es decir,
estaba becado siempre y cuando alguna universidad de primera línea quisiera
tenerme como estudiante de doctorado. Pensé que la cuestión sería tan sencilla
como elegir una universidad y remitir una carta de intención (algo que era prác-
tica común en la Argentina), pero me desayuné con la noticia de que las cosas
no eran tan simples: tenía que viajar para rendir exámenes y hacer entrevistas,
y como disponía de poco tiempo más me valía elegir bien.
En aquel tiempo Internet estaba experimentando un boom, así que la ma-
yoría de las universidades brasileñas tenía su portal con información, pero la
verdad es que eso me confundía más que ayudarme. Después de mucho cavilar
reduje mis opciones a dos: la Universidad de San Pablo (usp) y el Instituto
Universitario de Investigaciones de Río de Janeiro (iuperj). Al final, elegí con-
centrar mis esfuerzos en la usp, en parte porque conocía a gente allí y en parte
porque mi director en Argentina, Atilio Borón, me dio el siguiente consejo:
“Río es una de las ciudades más hermosas del mundo, ahí la vas a pasar muy
bien, o sea que mejor andá a estudiar a San Pablo”.
158
IV. Crónicas del contacto académico. Sorpresas y cordialidades
El aterrizaje
Al día siguiente de llegar, dos amigos argentinos que estudiaban en San Pablo
me llevaron a la usp. El objetivo era no solo conocerla, sino sobre todo pasar
por la biblioteca para leer (en apenas una semana) todos los textos de política
brasileña sobre los que versaría una parte importante del examen de admisión.
Fueron varias noches en vela en las que no paraba de leer en un idioma que
apenas conocía sobre temas que me parecían muy ajenos. Hasta que llegó el
día de la evaluación, que por suerte fue mucho más sencilla de lo que había
imaginado, sobre todo porque me permitieron responder en español. Pero aún
faltaban dos instancias: los exámenes de idioma y la entrevista personal. Por un
pequeño desliz en la forma en la que estaban redactadas las normas, aceptaron
que mi idioma nativo fuera considerado como lengua extranjera; así que después
de realizar una pequeña prueba de inglés solo restaba pasar por la instancia
decisiva: la entrevista con todo el cuerpo de profesores del Departamento de
Ciencia Política de la usp.
Llegué muy temprano a esa cita. Y eso fue lo que me permitió enterarme,
casi de casualidad, que se suponía que ni bien me sentara ante la mesa exami-
nadora debía hablar algunos minutos sobre mi proyecto de tesis... algo que no
podía hacer porque no tenía un proyecto de tesis. Así, durante dos horas estuve
garrapateando ideas sobre mis trabajos anteriores, hasta que di con algo que,
me parecía, podía ser considerado como un primitivo esbozo de proyecto. Ya
más tranquilo, cuando llegó mi turno, en un imperfectísimo portuñol comencé
a exponer algunas reflexiones muy generales sobre los conceptos de consenso y
conflicto en la teoría política moderna. Sin embargo, los profesores presentes
cortaron rápidamente mi cháchara. Me decían cosas como: “muy interesante,
pero ¿cómo lo piensa hacer?”, “¿por qué eligió este tema?”, “¿por qué le parece
que San Pablo es el lugar adecuado para hacer esto?”. A medida que iba tratando
de responder, llegaban preguntas contradictorias: “¿no le parece que esto debería
tratarlo desde la óptica x?”, “no entiendo, ¿usted no cree que es mejor la óptica
y?”, “¿cuál es su opinión sobre la teoría z?”.
La verdad es que salí de la entrevista pensando que había fallado, pero no
estaba desilusionado, sino –sobre todo– asombrado porque me iba con una
idea mucho más clara de lo que quería hacer. Me habían entrevistado a mí,
pero yo había aprendido de ellos.
Esa misma tarde se conocieron los resultados del proceso de selección: contra
todos mis pronósticos, había ingresado a la usp, y lo había hecho con cierta
159
Sergio Morresi
holgura. Esa noche salimos a celebrar. Después de cenar fuimos a un bar, donde
a cierta altura de la madrugada, ya un poco excedidos en la ingesta alcohólica,
nos encontramos conversando con algunas muchachas que nos preguntaron
qué festejábamos y qué hacíamos tantos argentinos allí. Les comentamos que
celebrábamos que habíamos ingresado al doctorado en Ciencia Política de la
usp. Su respuesta (“Na usp?, Nossa! Parabéns!”) todavía hoy me sorprende. En
Argentina (lo sé) festejar que uno iba a estudiar en la uba provocaba respues-
tas como: “¿Y para qué vas a estudiar?”, “Ciencia Política... ¿y qué estudian?,
¿para robar mejor?”. Esa fue, entonces, mi primera experiencia con el respeto
social (casi reverencial) del que gozan los universitarios (y sobre todos los de la
usp) en Brasil. Y ese respeto es de tal magnitud que en los diarios, en la radio,
en la televisión, se acostumbra a que las noticias no sean comentadas por pe-
riodistas, personajes mediáticos, futbolistas o columnistas, sino por docentes
universitarios.
Sorpresas
Una de las primeras cosas que me llamó la atención en la usp fue la infraestruc-
tura. Para quienes no la conozcan, la usp está situada en un campus gigantesco,
que funciona como uno de los pulmones de la ciudad. A lo largo de varias
hectáreas, se encuentran distribuidas las distintas facultades, los institutos y los
edificios de administración, pero también hay un hospital, una escuela, varios
museos, jardines, plazas, un campo deportivo (con pileta, varios gimnasios,
canchas y estadios), dormitorios, salas de cine, restaurantes y bares para todos
los presupuestos, librerías de todas las especialidades... O sea, una auténtica
ciudad universitaria.
Otra cuestión que me resultó llamativa de la infraestructura fue la diversa
arquitectura de cada una de las facultades. La de Filosofía, Letras y Ciencias
Humanas donde estudié se componía de varios edificios (el de Historia y Geo-
grafía, el de Letras, el de Filosofía y Ciencias Sociales, el de la biblioteca, el de
la administración) con estilos arquitectónicos modernistas separados por una
vegetación que en la época de lluvias se tornaba exuberante. La Facultad de
Economía, donde cursé algunas materias, estaba compuesta por tres predios que
acababan de ser reformados en un estilo muy de oficinas siglo xxi, mucho acero
y mucho cristal, con aulas preparadas para que los estudiantes fueran munidos
de notebooks y pantallas gigantes para que las clases se ofrecieran en PowerPoint.
160
IV. Crónicas del contacto académico. Sorpresas y cordialidades
No voy a describir cada edificio de la usp, pero sí quisiera señalar que cada uno
parecía representar hasta cierto punto la idiosincrasia de la facultad que alojaba.
Quizás porque el predio de la usp conforma una verdadera ciudad, quizás
por el nivel adquisitivo promedio de los estudiantes, quizás por la cantidad de
becas que se otorgan en Brasil (o quizás por otros motivos que se me escapan),
se produce en esa universidad un fenómeno que –para mí– fue mucho más
llamativo que el tamaño del campus o la forma de los edificios: la mayoría
de la gente con la que uno se cruzaba vivía dedicada a la vida universitaria.
No me refiero solo a que había gente que tuviera su casa dentro del campus
(que la había). Me refiero, más bien, a que todos (estudiantes, docentes y no
docentes) parecían vivir no solo de la universidad sino también en y para ella.
Los docentes, por ejemplo, tenían una oficina para cada uno y la manera más
sencilla de comunicarse con ellos era golpear su puerta, más que enviarles un
correo electrónico. Los no docentes (que fueron particularmente atentos con
los extranjeros que teníamos dificultades burocráticas de todo tipo) también
parecían estar siempre dispuestos para ayudar, no solo a los profesores sino
también a los alumnos. Last but not least, los estudiantes de grado y posgrado
parecíamos hormiguitas frenéticas, siempre desarrollando alguna actividad:
cursos extracurriculares, talleres, seminarios, congresos, clases magistrales que
dictaban visitantes más o menos ilustres, muestras, jornadas de debates, lecturas,
presentaciones de libros, marchas de protesta, reuniones políticas...
Más sorpresas
A las pocas semanas de mi estadía, el idioma portugués dejó de ser un problema
(como se nota, el castellano lo sigue siendo). Eso posibilitó que de a poco fuera
estableciendo lazos académicos y de amistad con mis compañeros y profesores.
Esa camaradería (que está presente, supongo, en cualquier casa de estudios)
tenía un sabor especial en la usp, porque se extendía más allá de las fronteras
disciplinares habituales. Con esto quiero decir que se generaban grupos de
trabajo con integrantes muy disímiles, que estudiaban temas diferentes, pero
que coincidían en una estimulante curiosidad por los trabajos de todos. Así,
cuando uno asistía a un curso o leía un texto en busca de alguna información
para la tesis no se ponía las anteojeras temáticas para mirar solo lo que le ser-
vía a uno, sino que abría el juego buscando cualquier cosa que pudiera ser de
interés para algún colega.
161
Sergio Morresi
Mi experiencia en Argentina era que uno solía juntarse con la gente que
estudiaba temáticas más o menos afines a la propia y discutía en una suerte de
círculo cerrado. En Brasil, los grupos eran muy heterogéneos, pero eso, lejos
de ser un problema, constituía un aliciente, porque se generaba una sinergia
interesantísima. En mi caso particular, fue esa dinámica la que me permitió
encontrar la idea clave de mi tesis doctoral: leer las ideas políticas del liberalismo
clásico a través de los textos económicos y pedagógicos en lugar de concentrarme
exclusivamente en los textos canónicos de la teoría política.
La otra cuestión interesante de estos grupos es que en ellos no solo parti-
cipábamos estudiantes, sino también profesores. En este sentido, no quisiera
dejar pasar la ocasión de mencionar con gratitud a Gabriel Cohn y a Cícero
Araújo, que siempre impulsaban charlas y reuniones informales en las que los
doctorandos intercambiábamos hallazgos, ideas, propuestas y críticas de forma
cotidiana.
En buena medida, estos intercambios avanzaban mucho porque la infraes-
tructura universitaria de la usp y la ayuda que brindaba la capes hacían que
investigar fuera una tarea mucho más sencilla de lo que era usual en Argentina.
Los doctorandos disponíamos de una sala con computadoras conectadas a In-
ternet y desde las cuales (gracias al “Portal da capes”) era posible acceder a las
publicaciones científicas de todo el mundo. Además, la biblioteca de la Facultad
contaba con un acervo que se expandía de forma semanal y que compraba en
pocas semanas los textos que nuestros directores de tesis solicitaban por nosotros.
Otra cosa interesante de estos grupos de trabajo fue que conocí a varios colegas
(politólogos, economistas, abogados) que estudiaban a la Argentina. Recuerdo que
en ese momento me sorprendí mucho de que hubiera tanta gente estudiando mi
país. Y recuerdo también la vergüenza que me daba cuando tenía que responder
lacónicamente a la pregunta sobre cómo se estudiaba al Brasil desde la Argen-
tina. En todo caso, fue interesantísimo descubrir las diferentes miradas sobre la
Argentina que había presentes en la academia brasileña: conocí estudios sobre
comportamiento electoral, desempeño de los municipios, relaciones bilaterales,
historia del Mercosur, medios de comunicación y, lo que más me asombró, inte-
lectuales argentinos. Esto último fue lo que más me llamó la atención, porque en
mis años como estudiante de grado recordaba haber leído solamente a un autor
brasileño (Florestán Fernandes) y haber conocido de oídas a uno o dos más. Pero
mis colegas brasileños estaban enterados no solo de la obra de Gino Germani o
de Guillermo O’Donnell, sino que también conocían a Juan Carlos Portantiero,
a Beatriz Sarlo, a Tulio Halperin Donghi, a José Nun...
162
IV. Crónicas del contacto académico. Sorpresas y cordialidades
163
Sergio Morresi
cordial” sobre el que hablara Sérgio Buarque de Holanda en sus Raíces de Bra-
sil. La amabilidad está allí en la superficie, aunque por debajo haya intereses y
luchas encarnizadas. Lo interesante del caso académico brasileño es (postulo
con cierta impunidad) que, hasta cierto punto, es el cuidado de las formas (la
etiqueta, la ética chiquita) lo que permite que los contenidos (las ideas políticas,
las grandes éticas) sigan disputando los lugares de poder sin que ninguna sea
derrotada de modo inapelable. Esa fue una de las lecciones más valiosas que
aprendí en Brasil durante mi doctorado, aunque debo reconocer que aún hoy
me resulta difícil ponerla en práctica.
164
Relato de una experiencia
María Maneiro*1
La llegada
Salimos en micro desde Retiro. Llevábamos media casa en el maletero: la com-
putadora, el equipo de música, todos los cd, la mayoría de los libros... Fue
un caos llegar a Retiro con dos autos llenos de cajas. La ansiedad, el miedo, la
curiosidad sobrevolaban el camino que iba demasiado cerca del piso. Muchas
veces nos pusimos a pensar por qué llevábamos tantas cosas. Hoy sabemos que
haber viajado con la pc y con el equipo de música fue un gran error, pero haber
llevado los cd y los libros fue un enorme acierto.
Dormimos mucho, hasta Paso de los Libres todo fue muy rápido, pero
después se volvió largo, tedioso, cansativo. No solemos hablar con los demás pa-
sajeros, pero esta vez fue imposible. Ellos nos hablaban. Decir que nos hablaban,
en este contexto, es una exageración enorme. Hablar supone la posibilidad de
entendimiento, de diálogo, que en este caso era imposible. Ellos decían zrzrzr-
zrz zrzxcarzcão... y nosotros los mirábamos con cara de sonrisa y le decíamos:
Mais- de-va-gar, por fa-vor. Temprano empezamos a tomar conciencia de que
nuestro manejo del idioma no era tan fluido como pensábamos y que el lenguaje
coloquial, por lo menos ese que se hablaba en el micro, no era nuestro fuerte.
Llegamos a la terminal de ómnibus de Río. No conocíamos la ciudad y menos
aún la terminal. No nos resultó diferente a lo esperado, pero sí nos pareció exce-
siva. Encontrábamos todo lo esperado pero en forma desbordada. No manejar el
*
María Maneiro es doctora en Ciencias Humanas con mención en Sociología por el Instituto
Universitario de Investigaciones de Río de Janeiro (iuperj). Es investigadora del conicet con
sede en el Instituto de Investigaciones Gino Germani de la Facultad de Ciencias Sociales, uba, y
dicta cursos de posgrado en distintas universidades nacionales. Publicó Como el árbol talado
(Al Margen, 2005) y América Latina hoje (Civilização Brasileira, 2008), además de artículos en
revistas académicas nacionales y extranjeras.
165
María Maneiro
El iuperj/Los estudiantes
Llegué al iuperj. El lugar es pequeño y muy aconchegante. Los docentes es-
tán todo el tiempo allí, son docentes/investigadores de tiempo completo; las
166
IV. Crónicas del contacto académico. Relato de una experiencia
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María Maneiro
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IV. Crónicas del contacto académico. Relato de una experiencia
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María Maneiro
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IV. Crónicas del contacto académico. Relato de una experiencia
171
María Maneiro
recién llegado para ser parte del plantel de la institución. Sigue siendo extran-
jero, claro, pero ahora es un extranjero relativamente “amaestrado”. En ese
momento, uno retoma todo aquello que por un tiempo había releído menos,
uno se vuelve a amigar con su historia y uno decide si se queda o se va, si va a
ser un extranjero o si vuelve allí donde conoce la historia de las plazas, donde
le puede contar a sus hijos “acá veníamos con los abuelos”. Una entrevistada,
exiliada, me decía esto: “Volví a La Plata, solo acá les puedo contar a mis hijos
estas cosas. Parece que la infancia, salvo que sea demasiado horrorosa, nos marca
cuál es nuestro lugar”.
El regreso a la Argentina no fue fácil. ¡Oh, pitucos, cómo los extraño!
Volvimos sin casa y sin trabajo. Argentina aún estaba en su proceso de creci-
miento económico sostenido (en su veranito de San Juan). ¡Pero igual no fue
fácil! ¡Yo estaba embarazada, con mil ilusiones y muchas expectativas! No todo
fue como lo había imaginado. Muchas cosas fueron posibles, varios proyectos
están en danza. Volví hecha otra en múltiples sentidos y me re-incorporé de
otra manera a los espacios a los que había pertenecido. Encontré un nuevo
lugar –con sus más y sus menos– en el Centro de Estudios Latinoamericanos
de la Universidad Nacional de San Martín, y una beca posdoctoral del conicet
me está posibilitando instalar un nuevo, aunque vinculado a los anteriores,
programa de pesquisa.
No obstante, lo que se extraña es mucho. Extraño esa posibilidad de tra-
bajar sin mayores preocupaciones. Allá no me tenía que preocupar por si tenía
computadora, internet, hojas, impresora... Ahora, por suerte soy especialista
en muchas cuestiones como estas. Como verán, cada vez vamos teniendo
un mundo más amplio. Y extraño (aunque allá la padecía) la posibilidad de
estar relativamente fuera de las relaciones de disputa que nos caracterizan en
nuestro ámbito. Allá, la ingenuidad “gringa” me justificaba para consultar en
paralelo a aquellos que eran archienemigos, asistir a las clases de ambos, pensar
en articulaciones entre ellos o en disociaciones que no remitían a los cánones
cristalizados. Extraño el verde, el mar, el sol poniéndose en Ipanema, el calor,
los amigos, la cerveza...
Extraño allá. Extraño acá. Multidão, solidão, Baudelaire.
172
Uma experiência de transição
Cristiana Schettini*1
*
Cristiana Schettini es doctora en Historia Social por la Universidad Estadual de Campinas
(Unicamp). Es investigadora del conicet con sede en el Instituto Interdisciplinario de Estudios
de Género de la uba y profesora adjunta en la Universidad Nacional de General San Martín. Ha
publicado Que tenhas teu corpo: uma história social da prostituição no Rio de Janeiro das primeiras
décadas republicanas (Prêmio Arquivo Nacional de Pesquisa, 2006) y diversos artículos.
173
Cristiana Schettini
1.
Chegar à Argentina, mas com um pé pra fora. Um período em que meu
vínculo acadêmico era com o Brasil, eu ainda não tinha terminado minha
tese de doutorado em história sobre prostituição no Rio de Janeiro. Nesta
época, vir a Buenos Aires significava ir a um não lugar. Era distanciar-me do
arquivo, dos meus amigos doutorandos e das minhas exigências internas, e
encarar a tese possível. Eu não conhecia quase ninguém, e as pessoas que eu
conhecia nunca tinham visto uma tese de doutorado e não lhes parecia grande
coisa. Buenos Aires para mim era uma cidade linda, fácil de transitar, cheia
de cinemas e de oferta cultural e coisas que eu podia fazer quando terminava
meu dia de escritura.
O pouco que eu conhecia da vida universitária argentina e as pessoas que
fui encontrando me davam muita curiosidade pelo aspecto contraditório:
um povo tão letrado, com uma universidade tão deteriorada. Tão críticos
e politizados, mas o mundo se caía abaixo. Tão mortos de medo com a in-
segurança e a violência, e eu que me sentia super autônoma andando pelas
ruas de madrugada.
174
IV. Crónicas del contacto académico. Uma experiência de transição
2.
As coisas mudaram quando a curiosidade (e a necessidade) falaram mais alto
e eu resolvi encarar o desafio de montar um projeto de pós-doutorado, que
depois de muito duvidar, mandei a um instituto de história social da Holanda,
que por sorte não me pedia que me instalasse nem aqui nem lá no Brasil, e
que financiava projetos que comparassem sul e sul. A formulação deste projeto
reflete muito as minhas dificuldades em estabelecer diálogos e contrastes no
campo da minha reflexão como historiadora. Uma parte do meu doutorado
foi dedicado a relativizar, ou a complicar um pouco, os relatos de tráfico de
mulheres brancas –aquela história das pobres moças judias enganadas por
proxenetas malvados e trazidas para terras desconhecidas, onde eram obrigadas
a se prostituir e não conheciam ninguém.
No doutorado, com a pesquisa do material para o caso brasileiro, eu ar-
gumentava que essas histórias não podiam ser tomadas como descrições da
realidade, mas como intervenções políticas, mobilizando uma dimensão sim-
bólica poderosa para os contemporâneos, ao combinar concepções de gênero,
raciais e nacionais numa mesma narrativa. Naquela pesquisa fiz uma discussão
dos significados particulares dessas histórias de tráfico no contexto do Rio de
Janeiro. Meu argumento era que, em uma cidade em que a escravidão negra era
uma presença muito recente, os significados das expressões escravidão branca,
ou tráfico de brancas, ganhava sentidos específicos, e encobria uma diversidade
de situações e experiências de trabalho sexual e de exploração (basicamente que
o problema de fundo, no material que eu investiguei sobre o Rio de Janeiro,
não era tanto o proxeneta que explorava as mulheres, mas a relação cotidiana
de muitas delas com a polícia que as expulsava de certas ruas).
Aproveitei essa reflexão prévia sobre o tráfico para tentar evitar cuidado-
samente perguntas comparativas. Então o que eu me perguntei foi sobre a
dimensão transnacional da experiência das prostitutas europeias que passaram
pelo Rio de Janeiro e por Buenos Aires no começo do século xx. Essa dimensão
transnacional, interativa, até agora, tinha sido estudada principalmente como
tráfico, e ela podia ter muito de imigração, e podia forjar redes sociais e vínculos
transnacionais que podiam terminar apagados ou homogeneizados, frente à
recorrente e inapelável história de tráfico de mulheres. A justificativa, assim, ia
por dentro do objeto, não como minha decisão: se as vidas das prostitutas eram
transnacionais, para entender a experiência social delas o meu recorte também
tinha que ser transnacional, e então o meu era um clássico caso em que o recorte
175
Cristiana Schettini
nacional é externo, insuficiente e artificial. Além disso, estudar pedaços das vidas
de mulheres estrangeiras nos dois contextos me permitia discutir um suposto
de que as fronteiras nacionais são determinantes de certos comportamentos
sociais. Então, revisitar questões que foram resolvidas de formas diferentes pelas
historiografias nacionais a partir de um novo olhar me permitiria dizer coisas
diferentes sobre o Rio (apesar de já ter dito tanto) e sobre Buenos Aires (sobre
a qual eu me sentia tão incapaz de dizer qualquer coisa). Em outras palavras,
seguir as pistas das mulheres estrangeiras por Buenos Aires ia ser o meu método
de conhecer Buenos Aires sua história e questões fundamentais da sua sociedade,
como cidadania, justiça, modernidade e nação.
Os dois riscos principais que eu identificava então eram:
a. Acabar fazendo outra história social da prostituição, que talvez, eu
intuía, não fosse tão diferente da história que eu tinha feito para o
Rio. A pergunta de fundo era: o que posso eu dizer sobre a história da
prostituição, ou sobre qualquer coisa, em Buenos Aires.
b. Não encontrar fontes. Me deparava com recorrentes explicações que
atribuíam a algum momento autoritário do passado a falta de certas
fontes, a ausência de certos arquivos, e por consequência, no relato local,
de certas abordagens e histórias. (pensando agora, claro, o problema
parecia ser que eu esperava encontrar fontes similares àquelas que havia
usado no doutorado).
Para os dois riscos, a solução sempre se daria no arquivo. Então aproveito
para contar muito brevemente um incidente de arquivo. O incidente tem a ver
com uma crença, muito significativa para historiadores que acreditamos que
acontecem coisas mágicas quando entramos dentro de um arquivo. A maioria
dos historiadores acha que tem que passar por um período de prova e sofri-
mento dentro de um arquivo, assim como o trabalho de campo é um ritual de
passagem para um antropólogo. Isso tem a ver com essa ideia de que a história
é um ofício, e que se aprende a ser historiador sofrendo com a documentação
no arquivo. Numa versão naïf, isso pode significar uma expectativa de entrar
no arquivo e encontrar uma “evidência” que vai pular no seu colo, ou que você
vai encontrar uma coisa que ninguém nunca viu. Mas em outra versão, isso
significa que se você tem umas perguntas boas, interessantes, o arquivo pode
ser um lugar de “incidentes reveladores”, uma feliz expressão de antropólogos,
que te permitem formular melhor uma coisa que estava dando voltas ou que te
permitem conectar suas expectativas, ou hipóteses, com a sua pesquisa empírica,
e fazer com que uma coisa influencie a outra.
176
IV. Crónicas del contacto académico. Uma experiência de transição
Por isso, quando fui ao arquivo procurar referências sobre o Brasil e sobre
prostituição na Argentina, essa foi uma grande decisão. Ir ao Archivo General
de la Nación depois de ter visitado cotidianamente por dois anos o Arquivo
Nacional no Rio foi em si mesma uma experiência e tanto. Além das diferenças
materiais visíveis, objetivas, tinha também esse sentir-se de outro planeta, de não
compartilhar o básico mais básico, de não saber o que é conhecido de todos e que
posso encontrar em qualquer libreria de libros usados. Isto é muito opressor por
um lado, mas também é muito liberador, poder estranhar tudo todo o tempo.
O incidente
Estava eu na Faculdade de Direito da uba, procurando teses sobre prostituição
no século xix, quando num momento de desânimo com tanta estrangeiridade,
resolvi pedir um livro que eu já conhecia, de um jurista brasileiro dos anos 20,
que se chamava “Delitos sexuais”. No prefácio à edição argentina, escrito por
um jurista local, encontro a seguinte explicação ao leitor não familiarizado com
os termos jurídicos em português:
lo que aquel (el código penal brasileño) denomina estupro, es lo que este
(el código argentino) llama violación; y lo que en el código argentino se
entiende por estupro, tiene su equivalencia brasileña en seducción (103).
Foi aí que eu comecei a me dar conta não só que eu ia ter que pensar
num novo vocabulário, mas pior, que as mesmas palavras significavam coisas
diferentes. Por um lado, lenocínio, que durante anos tinha sido minha palavra
chave no Brasil, aqui aparecia muito mais com casa de prostituição. Por outro
lado, estupro, então tem a ver com consentimento da vítima, tem a ver com
uma coisa que sempre tinha me interessado que são as condições em que uma
mulher pode ser considerada responsável de seus atos e decisões e quando
não. A questão é que graças ao jurista argentino, me dei conta do mais óbvio
do mundo: era central para mim descobrir as diferentes tradições e debates
que informavam as legislações argentina e brasileira. Não era só o desafio de
superar o meu desconhecimento pessoal e idiomático, mas de confrontar de
onde vêm duas legislações diferentes, porque estas legislações podem ser uma
porta de entrada para outras diferenças significativas, mas principalmente, estas
legislações produzem fontes diferentes para o historiador.
Não quero entediar ninguém com o que eu fiz com isso, mas isso foi uma
primeira intuição de em que termos eu poderia comparar. E pior, uma intuição
177
Cristiana Schettini
3.
No que se refere à minha pesquisa, acho que confrontar certos relatos natu-
ralizados dos dois países nos permite tocar em pontos muito consolidados do
conhecimento sobre eles: no caso do Brasil, a ideia de que se trata de um país
hierarquizado, que as coisas se dão de cima pra baixo. No caso da Argentina,
a ideia de um país social e racialmente homogêneo. Ao mesmo tempo, o re-
conhecimento de que sempre há uma, ou várias, comparações implícitas e que
explicitar isso não faz mais do que melhorar a pergunta. Então, finalmente,
a comparação deixa de ser o centro do trabalho, e passa a ser um exercício de
constante de assumir, e explicitar, de onde se fala. Isso me ajudou a entender
porque eu posso continuar escrevendo sobre o Brasil a partir de Buenos Aires,
desde Buenos Aires. E talvez, também escrever sobre Buenos Aires tendo me
formado com perguntas da historiografia brasileira.
178
Capão Pecado:
crónica de una experiencia de lectura
Lucía Tennina*1
Llegué a la periferia de San Pablo impulsada por un libro. Hacía tiempo que me
estaba formando en literatura brasileña, me había asomado lispectorianamente
por las ventanas de los departamentos cariocas y había reposado en la tercera
margen del río, pero un día me encontré frente a una escritura que me colocaba
en un lugar que se decía “periferia”, se decía “favela”, se decía “comunidad”.
Intenté comprenderla, pero no podía hacer foco en la trama. A pesar de haber
fotos que pretendían documentar el relato, a pesar de que el título me remitía
a una región específica, el libro Capão Pecado, de Ferréz, me llevaba a un Brasil
del nuevo siglo que desplegaba sonidos incomprensibles y escenarios inimagi-
nables. En los capítulos aparecían voces de músicos de rap y se filtraban citas
religiosas que funcionaban como señales de que ahí no había solo letra impresa,
sino que había una carga sonora también, la cual ni en las siguientes lecturas
logré alcanzar a ritmar. Había, además, un vocabulario nuevo, palabras que se
usaban naturalmente en el mundo relatado (no parecían ser juegos poéticos),
que ni con la ayuda del diccionario, ni de los foros virtuales, llegaba a traducir.
*
Lucía Tennina es profesora de literatura brasileña y portuguesa en la Universidad de Buenos
Aires. Es licenciada en Letras y doctoranda por la misma universidad, y magíster en Antropología
Social (ides/idaes-unsam). Es investigadora visitante del Programa Avançado em Cultura
Contemporânea (ufrj), y traductora y editora del Manual práctico del odio, de Ferréz (Corregidor,
2011). Es además editora, junto con Mario Cámara y Luciana di Leone, de Experiencia, cuerpo y
subjetividades. Literatura argentina y brasileña del presente (Santiago Arcos, 2011), y ha publicado
en diversas revistas nacionales e internacionales.
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Lucía Tennina
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IV. Crónicas del contacto académico. Capão Pecado
Reconocí, sí, en seguida, ese San Pablo que dejaba ver a futuro Lévi-Strauss,
vi esa ciudad que en 1935 crecía a una casa por hora. Resonaba en mi cabeza
una afirmación de dicho antropólogo, “la ciudad crece a tal velocidad que es
imposible trazar un plano”. Para colmo, a esa especulación inmobiliaria exis-
tente ya en los años 30, se le había ido sumando la industria automotriz y las
sucesivas olas inmigratorias. ¿Cómo comenzar a trazar un mapa en ese espacio
inabarcable, lleno de autos y de personas? Y más aún, ¿por dónde empezar a
buscar las referencias para leer aquella literatura?
El único espacio concreto que tenía como referencia era el “Sarau da
Cooperifa”, así que ese se volvió mi objetivo inmediatamente. Había ido solo
con dos teléfonos que podían llegar a tener alguna vinculación con ese lugar.
Me comuniqué enseguida con el contacto que sospechaba más esperanzador,
el de una poeta. Me invitó esa misma noche de sábado a una reunión que tenía
con otros colegas en el barrio de Liberdade, un barrio del centro de la ciudad que
se conoce como el “barrio japonés”, por la concentración de personas de tal comu-
nidad que solían vivir allí. Llegamos a un bar karaoke y, conversando con el fondo
sonoro de personas que intentaban afinar una canción, les comenté mi interés por la
“literatura marginal” y mi intención de ir al “Sarau da Cooperifa”. Ninguno de los
poetas del grupo se mostró interesado en tales producciones, a pesar de que habían
oído hablar de ellas, y mucho menos se habían acercado al Sarau. Una de las poetas
de la mesa se preocupó por explicarme la razón de tal desinterés. Me comentó que
en la “literatura marginal”, según ella, había un acento en “la identificación entre
lo que cada uno es y lo que escribe” (como ser una mujer negra y hablar solo de
eso, ejemplificó), y ella no concordaba con esa forma de escribir. “Estoy más del
lado de los poetas que para ellos son sus opresores”, afirmó. Desistí, inmediata e
inevitablemente, de la ayuda de ese grupo. Al día siguiente, un domingo, llamé al
otro de los teléfonos que tenía. Se trataba de una tal Mariana, me había pasado el
contacto una amiga historiadora que vive en Río de Janeiro. Para mi sorpresa, ni
bien me escuchó empezó a hablar en un español perfecto con tonada venezolana.
Se trataba de una economista que había vivido muchos años en Venezuela y que,
por mucho tiempo, había participado de variados proyectos en la periferia. Me
comentó que justo al otro día habría un sarau en el barrio de Campo Limpo, zona
sur de la ciudad, el “Sarau do Binho”, del que yo nunca había oído hablar. Maria-
na, casualmente, vivía a tres cuadras de donde yo estaba parando, en Pompéia, un
barrio residencial de clase media del centro de San Pablo. Me pasó a buscar en auto
a las nueve de la noche, un día lluvioso, y durante el viaje, que duró alrededor de
cuarenta minutos, me comentó que la práctica de los saraus estaba cada vez más
181
Lucía Tennina
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IV. Crónicas del contacto académico. Capão Pecado
ciones que empecé a distinguir los colores de cada uno de los barrios, más allá
del constante anaranjado del ladrillo de las favelas. Por las poesías que escuché
en los saraus fue que empecé, también, a mirar hacia el cielo y a notar la gran
cantidad de barriletes que se ven en la periferia de San Pablo. El frecuente uso
del plural y del singular sin concordancia, por otro lado, me llevó a entender
por qué, además de “periferia” y de “favela”, a esos lugares se los llama “comu-
nidade”, remarcando el colectivo. “É nós”.
A partir de los saraus me di cuenta, al mismo tiempo, de la cantidad de
bares que hay en la periferia y del papel que suelen tener. Una constante en el
paisaje de los barrios alejados del centro son los bares: espacios intermedios entre
el trabajo y la casa donde suelen ocurrir los actos que se vuelven estadísticas
asociadas a la periferia (el alcoholismo y los asesinatos). Lugares también donde
se puede ver el machismo (generalmente son hombres los que van a beber a esos
lugares) y la resignación ante la rutina y las dificultades diarias, canalizadas a
través del alcohol. Justamente, es en los bares de la periferia que parecen estar
culturalmente vacíos donde se organizan los saraus. “O único espaço público
que o Estado deu foi o bar; vocês imaginaram que a gente ia se acabar bebendo
cachaça e a gente transformou os bares em centro cultural, então, fudeu cara,
não tem mais como controlar a gente. Porque o que não falta é bar na periferia”,
suele decir Sérgio Váz, el organizador del “Sarau da Cooperifa”.
Los saraus me advirtieron, asimismo, sobre otro elemento constante en
el paisaje periférico: las iglesias pentecostales, tan numerosas como los bares.
Las primeras veces que fui a los saraus, cuando todavía no había incorporado
del todo su ubicación exacta, me ocurrió de escuchar a lo lejos, mientras subía
alguna ladera o escalinata, una voz declamando al micrófono algo que, para
mi oído aún no entrenado, era incomprensible. Pensando que se trataba del
sarau al que me dirigía, caminaba en esa dirección, pero al llegar me daba
cuenta de que era una iglesia pentecostal. Cada vez que caía en esa confusión
entendía por qué el grupo Racionais mc´s, oriundos justamente de Capão
Redondo (el mismo barrio de Ferréz y del “Sarau Vila Fundão”), se había
vuelto tan importante para las periferias del Brasil entero: las letras de sus
canciones no se desentienden de la religiosidad que hace al día a día de sus
habitantes. Recordaba entonces, en esos momentos, la versión de la canción
“Jorge da Capadócia”, de Jorge Ben Jor, que abre el disco más famoso del
grupo, Sobrevivendo no inferno.
Eu estou vestido com as roupas
e as armas de Jorge.
183
Lucía Tennina
Armas de fogo
meu corpo não alcançarão
Facas e espadas se quebrem
sem o meu corpo tocar.
Cordas e correntes arrebentem
sem o meu corpo amarrar.
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Crónicas del contacto editorial
Introducción
Las publicaciones cartoneras/catadoras
Cristian De Nápoli*1
Tengo entendido que caben cosas muy distintas dentro de la expresión “editorial
cartonera”, pero por suerte esta presentación que se me pide es para Eloísa y
Dulcinéia, dos de las que más buscan asegurar fuentes de trabajo genuino y llevar
adelante un catálogo amplio y original. Y como durante un tiempo participé
de la primera, voy a escribir sobre ella, de modo que dejo de lado a la querida
Dulcinéia y a otras como Yerba Mala, Sarita o Yiyi Jambo que también me
entusiasman. Y aprovecho para desearles una muerte prematura a las que hacen
“arte” a diez dólares el libro con contenidos de ocasión llegados del escritorio de
algún amigo para ser impresos estrictamente bajo demanda. La impresión bajo
demanda me gusta menos que el amiguismo editorial; el segundo, en última
instancia, tiene todos los riesgos que aquella evade. Ahora, ¿de qué riesgo uno
puede hablar con las editoriales cartoneras y sus tiradas mínimas? Bueno, no
olvidemos que por lo general son proyectos creados por personas sin capital,
ni patrimonio, ni casa, ni plata para comprar un segundo libro del autor que
acabás de leer. Pagar el cartón ya puede ser, cuando se inicia el emprendimiento,
destinar a una quimera la plata que te permitiría tener una linda cena con tu
pareja. Al menos ese era el caso, en el año 2003, de uno de los fundadores de
Eloísa Cartonera, Washington Cucurto.
*
Cristian De Nápoli es egresado de la carrera de Letras de la uba. Se dedica a la divulgación, crítica
y traducción de literatura contemporánea, especialmente de poesía, y es autor de la antología
Terriblemente felices: nueva narrativa brasileña (Emecé, 2007).
185
Cristian De Nápoli
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V. Crónicas del contacto editorial. Introducción
bien artificiosos, ¿quién compraba sus libros? En este sentido, la solución pa-
rece una vuelta de tuerca a aquello que Derrida plantea en tres palabras: firma,
acontecimiento y contexto. Estaba tan calado el contexto (los cartoneros), tan
recuperado para la edición el acontecimiento (las tapas a mano, cada tapa es
única), que así Eloísa se libraba, en principio, de la tiranía de la firma.
Cucurto ponía las no-firmas, y agreguemos ahora que al acontecimiento,
inicialmente, lo ponía Javier Barilaro, que es quien proyectaba la forma de los
libros e hizo los primeros stencils –le siguieron otros acontecimientos, nuevos
protagonistas para hacer las tapas, la algarabía de la venta de los libros, además.
La ligazón con “lo cartonero”, por su parte, habría sido un clic; parece que iban
por la calle Cucurto y Barilaro pensando una nueva forma para unos libros que
ya editaban desde 2002, y enfrente bajaban unos muchachos de uno de los
tantos camiones cartoneros que conectaban con el tren de Once.
Pagar mejor por el cartón era lo básico. Pero de entrada también, casi
como una regla del juego, el contexto entraría a funcionar de manera más
palpable en el acontecimiento. La editorial se proponía incluir vidas que hasta
allí se las arreglaban cartoneando. Era una necesidad, se parecía a la que por
entonces tenía la televisión cuando intervino destinos de secretaria o patovica
con programas como Gran Hermano. Todo bien, que empiecen con lo de
“souvenir de la crisis”. Pero había que estar ahí para ver lo saludable que era. El
que esto escribe se acercó a la cartonería en 2004, entonces estaban Cucurto,
Barilaro y los hermanos David y Alberto Ramos. Una diferencia es que en
Gran Hermano los futuros actores de repente ganaban mucho más. David
y Alberto se llevaban lo mismo que cartoneando, solo que ahora pasaban
cuatro o cinco horas haciendo un trabajo de muy baja densidad mecánica y
alto margen para la decisión propia, la marcha y la contramarcha respecto de
lo que hay que hacer, todo adobado con mates y el folclore de la cumbia de
fondo, y en las paredes las chicas de póster de Crónica que suspiran “¡cómo
me gustan los fierros!”.
Ese desafío era loco y creo que, en líneas generales, cumplió con el fracaso
que le cabía. Aunque sí cambió su vivir la Osa, que ya es una autoridad en la
actual cooperativa.
Vuelvo a la parte literaria. Muy pronto a las no-firmas, que en 2003 eran
las de Gabriela Bejerman, Damián Ríos o Fabián Casas, se sumaron las sí-
firmas de Piglia y Aira con cuentos inéditos. Fogwill, un hombre que se había
propuesto ser un apellido sin más, dió permiso para publicar un conjunto de
páginas, pero por alguna razón la cartonera casi nunca las imprimía. Quizás
187
Cristian De Nápoli
porque eran cuentos y poemas ya editados antes –las había autorizado Quique,
digamos, más que Fogwill.
En 2005 los libros se vendían. Nos íbamos de las ferias ojeados por los otros
editores. Había entonces una cofradía secreta de detractores del proyecto. Se lo
podía pensar así porque los términos para desprestigiar a Eloísa eran siempre
los mismos (“souvenir de la crisis” a la cabeza). Tenían que correr de boca en
boca, no quedaba otra, porque definitivamente no era lo que aparecía en los
diarios y las revistas, y tampoco se estilaba entonces tener blog.
Destaco del período 2004-2005 el no haber buscado lo que se podía
conseguir tan fácil teniendo, además del aura de trabajar con cartoneros, a
Piglia y Aira en el catálogo. Y en cambio la tirada de libros de Enrique Lihn,
la edición de Haroldo de Campos hecha por Gonzalo Aguilar (que parece que
llegó de rebote porque ninguna editorial estándar le daba el lugar que ese libro
merecía), los cuentos de escritores inéditos como Juan Leotta, la Comedieta de
Lamborghini, las aventuras de Oswaldo Reynoso. Sostener un proyecto edito-
rial, incluso uno tan entrador ya por el objeto, te enfrenta con clientes que te
preguntan “¿y qué autores tenés?”. Destaco también el hecho de que, a la hora
de satisfacer a los lectores de apellidos, la estrategia se haya limitado a pedirle
otro cuento, y luego uno más, a César Aira.
Para 2006 ya había personas pidiendo cuentos de Fabián Casas, novelitas
de Dani Umpi. Estaba disponible un subsidio de la Embajada del Brasil que,
así como era un aliciente para editar autores de ese país, estimulaba el deseo de
editar más, muchos más libros brasileños de lo que esa plata respaldaba. Me
acuerdo que propuse una colección a llamarse cbc, Catálogo Bilingüe Común:
unos cien libros de nueva narrativa y poesía sudamericana en ediciones, claro
está, español-portugués. Había que encontrar una parcería entre las editoriales
de allá, o ayudar a la creación de una. Hacía falta bastante plata para todas las
propuestas, ni hablar de una que por entonces empezaba a transmitir Cucurto:
comprar un terreno en el Gran Buenos Aires y poner algo así como las verduras
que todos íbamos a comer. Para ese 2006, la decena de personas que entonces
formábamos parte del proyecto tomamos dos decisiones por mayoría. Una fue
que se aceptó mechar cada tanto una edición pagada por el autor (llegaban
seguido las ofertas de alumnos de Arturo Carrera). La otra, que no me acuer-
do si se dirimió en asamblea o se fue dando, fue salir a buscar textos inéditos
de algunos escritores locales bastante leídos o consagrados. Cuando se hizo la
presentación de un cuento de Alan Pauls, ahí, en un episodio imborrable para
todos los presentes, una lectura en la Casa de la Poesía donde Casas y Mario
188
V. Crónicas del contacto editorial. Introducción
189
Cristian De Nápoli
de honor pop, que lleva a esa elite a seguir bancando el asunto, en este caso a
seguir comprando libros de Eloísa solo para regalar. Todo es confuso.
De modo que en 2007, el que esto escribe les da un fuerte abrazo a sus
colegas, que por entonces son Cucu, Piña, María, Javier, Ramona, Julián, Celeste
y Carolina, y desde ahí se encuentra un par de veces al año, cuando va de visita
a la cartonería que hoy funciona en La Boca, con los tres que nombré primero,
y también con otros como la Osa o Juan que se sumarán después.
190
Dulcinéia Catadora:
a experiência editorial como resultado de
um processo artístico colaborativo
Lúcia Rosa*1
Vinte mil catadores de papelão cruzam as ruas de São Paulo. Na maioria, ho-
mens entre 18 e 35 anos. Pessoas que ficaram desempregadas, migrantes sem
qualificação, com problemas de alcoolismo, abuso de drogas, ou ainda, com
problemas mentais. Próximo a ruas onde o comércio é forte, os carrinhos se
acumulam. Impossível não enxergar esse contingente.
Essa situação se agrava a cada dia, “incomodando” a população. Motoris-
tas, ao pararem o carro nos semáforos, se veem abordados por crianças, jovens
e adultos, oferecendo balas e tantos outros artigos para vender. Passantes, ao
andarem pelas calçadas, tantas vezes precisam desviar de outras, dormindo
embrulhadas em papelão; os carroceiros “atrapalham” o trânsito...
Como artista plástica, com o olhar voltado para o mundo, e procurando
ver em vez de colocar uma venda nos olhos, acredito na ligação indissociável
da arte com a vida - por isso trabalho há anos com sucata de ferro, e convivo
com catadores. Tomar um material desprezado como matéria-prima é um modo
metafórico de acreditar na possibilidade de se retomar a vida. Acredito no papel
ativo do artista, preocupado com as questões que afetam a sociedade onde vive.
Daí surgiu meu trabalho com catadores, as gravações de falas e histórias, a
compra de papelão deles para usar como matéria-prima de objetos (esculturas
em papelão).
*
Lúcia Rosa es traductora, formada en letras en la lch-usp. Es artista plástica e integrante del
colectivo Dulcinéia Catadora, iniciado en 2007. En 2006 participó con el colectivo Eloísa
Cartonera de la 27a Bienal de San Pablo.
191
Lúcia Rosa
Atuação do coletivo
O coletivo acredita no papel social e político da arte. Suas ações abrangem três
frentes: artística, social e cultural. Tem como objetivos principais:
1. A divulgação de novos autores, não absorvidos pelo mercado editorial. Autores
consagrados, como Manoel de Barros, Alice Ruiz, Wilson Bueno, Glauco
192
V. Crónicas del contacto editorial. Dulcinéia Catadora
Como funciona
1. Compra de papelão. Em uma oficina, o coletivo realiza seu trabalho, três vezes
por semana. Compramos papelão a R$1,00 o quilo –os catadores o vendem
em cooperativas e sucatas a 20, 30 centavos.
2. Corte e pintura do papelão. Essas caixas são cortadas em formato A4 (o taman-
ho de uma folha de papel sulfite ou papel reciclado industrial). Às marcas que
indicam a origem da caixa (logotipo da empresa, o nome do produto...) soma-se
um colorido intenso: filhos de catadores, artistas e outros colaboradores pintam
o papelão em uma oficina de aproximadamente 20 m2. Têmpera. A pintura
é livre, vigorosa. Depois o papelão pintado é dobrado, forma uma lombada.
193
Lúcia Rosa
194
V. Crónicas del contacto editorial. Dulcinéia Catadora
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Eloísa Cartonera
Alejandro Miranda Araya*1
Juan Guillermo Gómez**2
*
Alejandro Miranda Araya nació en Chile en 1979. Para el momento de esta presentación llevaba
trabajando cuatro años en la editorial Eloísa Cartonera.
**
Juan Guillermo Gómez Ossa nació en Colombia en 1974. Formó parte de la Cooperativa
Editorial Eloísa Cartonera entre 2008 y 2009. Es psicólogo por la Universidad de Manizales
(Colombia) y candidato a magíster en Psicología Educacional por la Universidad de Buenos
Aires. Sus textos han aparecido en varias publicaciones nacionales e internacionales.
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Alejandro Miranda Araya y Juan Guillermo Gómez
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V. Crónicas del contacto editorial. Eloísa Cartonera
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Alejandro Miranda Araya y Juan Guillermo Gómez
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V. Crónicas del contacto editorial. Eloísa Cartonera
había inspirado en el trabajo que se hizo primero acá. Me gustaría saber cómo
empezó acá. Y otra cosa es si ustedes piensan armar algo completamente distinto
a lo artesanal que realizan, como divulgar en Internet y demás.
Alejandro: Por el momento no descartamos nada, simplemente es que
somos pocas personas y estamos abocados de lleno a lo que podemos hacer del
trabajo. Estamos recién abriéndonos a eso, de hecho, tenemos una página en
Internet que está muy buena, pero la verdad es que está algo desactualizada,
igual nosotros la consideramos como un canal de contacto y comunicación.
La otra pregunta, sobre cómo empezó la editorial, eso tal vez lo puede
contar bien Juan. Si bien ninguno de nosotros estuvo en los comienzos, ya que
nos sumamos hace un año, más o menos conocemos.
Juan: Hasta donde sé, empezó después de la crisis de 2001/02, un momento
en el que estaba muy difícil el asunto para publicar por el costo de los materiales,
y en el que creció el número de gente que recogía los cartones en la calle, algo
que creo que antes de eso no era muy visto. De alguna manera, se pensó en
utilizar el cartón para hacer las tapas de los libros y se empezaron a involucrar
chicos, “cartoneros”, como se les dice, en el proyecto. En un principio nos
vendían el cartón, y posteriormente, hasta donde alcanzaban las posibilidades,
se iban involucrando en el proyecto con nosotros. Como dijo el compañero
Alejandro, han habido varios chicos cartoneros en la editorial nuestra, van y
vienen. Es una población bastante inestable, actualmente tenemos dos que fue-
ron cartoneros, aún lo son a veces, pero van y vienen. Obviamente, nos gustaría
que fueran más, pero ya no depende de nosotros, por muchas razones ellos se
van, pero siempre están en contacto. Como son del barrio siempre pasan por
ahí, siempre están cerca de nosotros.
En cuanto a la producción editorial, se comenzó publicando primero
a algunos autores argentinos allegados a la editorial. El primer libro fue de
Gabriela Bejerman. En una misma tanda salió también, con el de Bejerman,
uno de Damián Ríos, que es un muchacho entrerriano que vive acá en Buenos
Aires y un excelente poeta. Y poco después no sé de qué manera se consiguió
que Ricardo Piglia nos cediera el permiso para publicar un cuento inédito, El
pianista. Y con este llegó también Mil gotas, el primer cuento de César Aira que
publicamos. La conexión con Aira fue por medio de Fernanda Laguna, que era
la persona que en su momento estaba junto con Cucurto y Barilaro en la que
sería la primera Eloísa Cartonera, que es cuando había también una mujer, no
me acuerdo su nombre porque no la conocí, que tenía su verdulería dentro del
local. A poco de andar el proyecto, tengo entendido que es ahí cuando Fernanda
201
Alejandro Miranda Araya y Juan Guillermo Gómez
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Crónicas del contacto de
traductores y escritores
Introducción
De oficios entre culturas: traductores,
escritores, editores
Marina Moguillansky*1
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Marina Moguillansky
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Experiencias de una traductora
del portugués
Amalia Sato*1
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Amalia Sato
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VI. Crónicas del contacto de traductores, escritores y editores. Experiencias...
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Amalia Sato
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VI. Crónicas del contacto de traductores, escritores y editores. Experiencias...
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El escritor, el traductor
Cristian De Nápoli*1
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Cristian De Nápoli
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VI. Crónicas del contacto de traductores, escritores y editores. El escritor, el traductor
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Cristian De Nápoli
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El proyecto Amauta
Marcelo Barbão*1
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Marcelo Barbão
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VI. Crónicas del contacto de traductores, escritores y editores. El proyecto Amauta
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Operación Grumo
Mario Cámara*1
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Mario Cámara
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VI. Crónicas del contacto de traductores, escritores y editores. Operación Grumo
Por último, nos parece interesante reivindicar la revista como soporte. Una
revista es un vehículo ideal para la difusión, la creación de redes y el ejercicio
de la libertad. Sobre todo, una revista como Grumo, que en algún punto es
precaria. Se sostiene por el aporte de los editores y esa precariedad permite la
constitución de un espacio en el cual el entusiasmo puede circular con mayor
libertad que en otras instituciones. En efecto, dada su composición etérea y
virtual, dada su ajenidad al circuito académico, dada su prescindencia de la
publicidad, hace que tengamos una libertad enorme a la hora de pensar e ima-
ginar cada número y que se cree ese espacio que nos parece propicio para que
el entusiasmo se mantenga.
221
Mario Cámara
Andrade. Ilustración: Ivana Vollaro. Diseño: Esteban Javier Rico, Belén Spe-
cius. Editores: Mario Cámara, Diana Klinger, Paula Siganevich, Paloma Vidal.
Algunos de los colaboradores de Grumo 5 (noviembre, 2006): Denílson
Lopes, Idelber Avelar, Isabel Quintana, Mónica Bueno, Tamara Kamenszain,
Osvaldo Lamborghini, Gabriel Giorgi, Gonzalo Aguilar, Nancy Fernandez, Joca
Wolf, Rosana Kohl Bines. Ilustración: Laura Erber. Diseño: Esteban Javier
Rico. Editores: Mario Cámara, Paula Siganevich, Paloma Vidal.
Algunos de los colaboradores de Grumo 6 (diciembre, 2007): Jens Ander-
mann, Denílson Lopes, Karl Erik Schøllhammer, Guilherme Zarvos, Marildo
Nercolini, Alvaro Fernandez Bravo, Carlos Capela, Saint-Clair Cordeiro da
Trindade, Florencia Garramuño, Claudia Kozak, Eneida Leal Cunha, Angelica
Madeira, Angela Prysthon, Isabel Quintana. Ilustración: Lara Marmor, Ana
Amorosito (curadoras). Diseño: Esteban Javier Rico. Editores: Mario Cámara,
Diana Klinger, Paula Siganevich, Paloma Vidal.
Algunos de los colaboradores de Grumo 7 (diciembre, 2008): Nancy Fernan-
dez, Edgardo Berg, Rafael Gutiérrez Giraldo, Edgardo Dieleke, Gabriel Giorgi,
Márcio Seligmann-Silva, Rery Maldonado, Diego Iturriza, Eduardo Fariña,
Sayak Valencia, Laura Giordani, Martín Bakero Carrasco, Diego Palmath,
Evando Nascimento, Margo Glantz, Francisco Alvim, Carolina Puente, Alan
Courtis, Frederico Coelho, Max Gurian, Amalia Sato, Eduardo Vidal, María
Lúcia Verdi. Ilustración: Timo Berger. Diseño: Esteban Javier Rico. Editores:
Mario Cámara, Diana Klinger, Paula Siganevich, Paloma Vidal.
Algunos de los colaboradores de Grumo 8 (abril, 2010): Jordana Blejmar,
Valentín Diaz, Leonor Arfuch, Raúl Antelo, Ilana Feldman, Cesar Migliorin,
Antonio Zirión. Ilustración/Diseño: Esteban Javier Rico. Editores: Mario
Cámara, Diana Klinger, Paula Siganevich, Paloma Vidal.
Algunos de los colaboradores de Grumo 9 (marzo, 2012): Luis García, Ana
Longoni, Micaela Kramer, Sergio Chejfec, Pablo Gasparini, Idelber Avelar, Ana
Amado, Jorge Wolff, Antonio Andrade, Célia Pedrosa. Diseño: Esteban Javier
Rico. Editores: Mario Cámara, Diana Klinger, Paula Siganevich, Paloma Vidal.
222
Reflexiones finales I
Gonzalo Aguilar*
223
Gonzalo Aguilar
todos sabemos, y que desde el punto de vista práctico nunca pudo llevar a cabo
aquello que en su fundación se prometió. Y donde más lo noto es en lo que
serían las becas para los estudiantes de inicio, lo que me parece que sería lo más
importante para implementar: que vengan estudiantes de Brasil a Argentina y
que vayan estudiantes de Argentina a Brasil. Ese tipo de intercambio es lo más
concreto, lo más útil, y quizá no tanto esa especie de discursos vacuos sobre
las relaciones de conocimiento entre Argentina y Brasil. Ahí hay una serie de
medios jurídicos, políticos y económicos que de alguna manera están pero que
nunca se han instrumentado, no se han concretado. Y ha faltado esa voluntad
política. Esto se basa en lo que serían las relaciones de gobierno, pero hay otro
fenómeno que es bastante interesante, que es el de las relaciones entre los propios
organismos, a veces privados, que van estableciendo relaciones de incentivos
o de subsidios. Y en el caso de la Argentina me parece que en los últimos años
se dio un fenómeno muy interesante, y es que una parte de la cultura artística
comienza a estar subsidiada por Brasil. Esto me parece que es un fenómeno
que va a ser cada vez más fuerte. Por ejemplo, el hecho de que Petrobras esté
en varios eventos, y en algunos casos que no tienen que ver necesariamente con
Brasil, o el futuro Itaú que está pronto a abrir en Argentina, que ya de algún
modo está actuando aunque no como lo hace Petrobras. Ahí hay un punto muy
interesante para pensar qué es lo que está pasando con ese apoyo y cuál sería la
acción recíproca, es decir, en qué punto eso está pasando en Brasil. Me parece
que hay muy pocos casos, quizás el caso del año pasado de la Fundación Proa
cuando llevó la muestra de Duchamp, que fue un caso muy especial de una
muestra que comenzó en Argentina y luego fue trasladada a Brasil, si bien el
artista no era argentino sino francés.
En este entramado de la cultura política institucional, y cuando uno habla
de las relaciones Argentina-Brasil, uno debería hacerse unas preguntas, o yo
por lo menos me las hago en el rol que me toca, que es el de dar clases en la
Universidad de Buenos Aires en la cátedra de Literatura brasileña y portuguesa:
¿por qué uno debería pensar que al otro debería gustarle la literatura brasileña?
¿Por qué deberíamos leer literatura brasileña? ¿Por qué deberíamos ver cine
brasileño? La exposición de Marina Moguillansky va en ese sentido. Y aquí me
gustaría utilizar las metáforas que se plantearon para pensar las relaciones entre
Argentina y Brasil, de las cuales una sería la del Passo da Guanxuma, de la cual
ya hablaron un poco y que refiere a esta ciudad inventada por Caio Fernando
Abreu, inspirada, según sus palabras, en la Santa María de Onetti, y que piensa
a partir de esa flor cuyo nombre científico –no sé si está pensado así a propósi-
224
Reflexiones finales I
to, yo creo que sí– es “sida”, que viene del griego y que está en la clasificación
de Linneo, que es el nombre genérico de esa flor cuyo nombre particular es
Guanxuma. Abreu pone esta dimensión de paso, pasaje, de la ciudad misma
y hace una descripción que me gusta mucho, en la que dice que la ciudad se
parecería a una araña sobre la cual algún coleccionador hubiese clavado un al-
filer, como se hace con las mariposas. Hay una especie de vaivén en esa imagen
entre la mariposa, que es la imagen misma, y la imagen de la contemplación
de aquello que se está desvaneciendo y que desaparece de nuestra vista en el
mismo momento en que podemos contemplarla. Y por otro lado, la amenaza de
lo informe que implica esa araña. Es la metáfora que utiliza él para definir a lo
informe. Es decir, una suerte de animal ya más siniestro que genera una especie
de temor, de miedo; ese es un poco el lugar en que está pensando esa ciudad.
Lo que se ve en el logo del encuentro, que está extendiéndose también de una
manera informe por ese territorio imaginario que es el de Fernando Abreu. Y
en ese paso, en esa función activa de la ciudad, la relación con Argentina está
planteada como una relación de frontera en unos subtextos; la asociación que
hace con la Argentina es la del desierto. Dice que esa relación con el oeste es
una relación con el desierto que crece, un desierto casi infinito que se extiende,
que avanza, y esa es un poco la imagen de la Argentina avanzando sobre esa
ciudad imaginaria como un desierto. Cuando leí esa frase, ese lugar me hizo
acordar mucho a una película que estoy trabajando: La intrusa de Carlos Hugo
Christensen, una película que él hizo basándose en un cuento de Borges y tiene
música de Piazzola. Es una película de 1979, que cuando llegó a la Argentina
fue prohibida con la anuencia del propio Borges, que dijo: “no estoy de acuerdo
con que el Estado se meta con la vida de los individuos, pero me parece que
en este caso, como hay pornografía, la película debe ser prohibida”. Pasó a
formar parte de esa idea del cine que no miramos de la época de la dictadura.
Lo que hizo Christensen fue realmente muy curioso porque tomó el epígrafe
de La intrusa, del cual Borges pone solo la fuente, pero que refiere a uno de
los grandes momentos de declaración de homosexualidad que se encuentra en
la Biblia, en el que uno de los personajes dice que ama más al hermano que a
toda mujer. A Christensen, que era gay, le interesó mucho esta línea; lleva la
película a este lugar y hace que los dos hermanos –que terminan matando a
la joven– en el momento en que se acuestan se empiecen a tocar entre ellos, y
surge una relación incestuosa homosexual.
Borges dijo en ese momento que los dos compartían la misma mujer, pero
no había dicho que los dos compartían la misma cama y de un modo un tanto
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Jimenez, Carlos Azevedo, Marcos Siscar y después las editoriales como Eloísa
Cartonera, con otras que hicieron un tráfico poético que es uno de los datos
más importantes de los últimos años en la relaciones entre Brasil y Argentina.
Ahí sí, evidentemente, más que la figura del “puente” institucional, hecha un
poco con aportes de instituciones oficiales, aparece una suerte de tráfico y
contrabando que me resulta mucho más intensa e interesante.
La misma línea metafórica se continúa sorprendentemente en el momento
en que se empezaban a dar estas metáforas con Vereda Brasil, que es la colección
que tenemos en Corregidor. El título Vereda Brasil es una especie de homenaje a
la idea de vereda como lugar de descanso, de esas veredas frescas y húmedas que
aparecen en sus novelas. Y también al poema de Borges de fundación mitológica
cuando habla de que solo falta una cosa, y era la vereda de enfrente. Y ese fue el
sentido de cuando hicimos el título de Vereda Brasil, que son tres conceptos, el de
puentes, el de vereda y el de paso, que en diferentes niveles piensan siempre en
esa relación como en un territorio, que están pensando en una metáfora territorial
de mapa, incluyendo la referencia nacional, que es quizás lo que más me gustaría
estar trabajando en un futuro en esas relaciones Argentina-Brasil. Qué hacer con
esa referencia nacional, aun en una revista como Grumo, que está haciendo un
trabajo muy interesante en la medida en que intenta establecer esas relaciones que
mencioné, desde abajo; como se dice en el Martín Fierro, que el fuego calienta
siempre desde abajo. Me refiero con esta última idea al trabajo realizado por
personas que en un comienzo estaban haciendo recién sus tesis, haciendo un
trabajo académico y quienes hoy en día son ya doctores. Pero en ese momento
fue un trabajo que empezó desde abajo, en una red hecha un poco desde afuera
del mapa institucional que se estaba planteando en ese momento. Decía que ahí
aparecía la referencia nacional; esto me hace acordar a un trabajo de Roberto
Schwarz que tiene una propuesta muy provocativa: ¿qué hacer con la referencia
nacional? ¿Criticarla u olvidarla? Ese planteo que hace él, que siempre fue muy
crítico del nacionalismo, tiene el aspecto muy interesante de que deja afuera
la idea de defenderla. Evidentemente, pensaba que esa referencia nacional no
habría que defenderla. Uno quiere suponer que también la idea del olvido le
parece reactiva; estaba pensando en una especie de teoría crítica con respecto a
la idea de lo nacional. Me parece que sería central para pensarse en la línea de
Schwarz o de algunos otros. Creo que Silvano Santiago lo pensó con la idea de
entre lugar, o de Haroldo de Campos cuando habló de lo nacional modal frente
al nacionalismo esencialista. Cuando se piensa en la relación Argentina-Brasil,
se piensa en dos grandes bloques nacionales y eso termina haciéndonos caer en
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“somos una gran nación”, la “patria grande”, pero hay algo que, como a otros,
lo perturba: que una zona hable portugués y la otra español. ¿Cómo lo resuelve?
También discursivamente, dice que en Europa hay dos lenguas, pero acá hay
solo una. En los capítulos del libro citado insiste en que nos encontramos frente
a una “uniformidad lingüística casi absoluta” y una homogeneidad cultural
igualmente notable, y que somos cuatrocientos millones de hablantes de “dos
variedades subdialectales (el portugués y el español) mutuamente inteligibles
de una misma lengua”. Refuerza así esa representación de una gran nación con
una sola lengua. Aprecien lo extraño de la afirmación, porque Darcy Ribeiro
era un antropólogo sensible a las diferencias culturales, pero en relación con la
lengua, polémicamente, las anula.
En la actualidad, en el marco de un proceso como el Mercosur, que po-
demos considerar como matriz de una integración mayor, como la matriz
de una integración sudamericana, o incluso latinoamericana, vemos que esa
representación de que hay una sola lengua que tiene dos variedades dialectales
mutuamente comprensibles se ha revitalizado. Pero lo notable del caso es que
no orientamos nosotros, sudamericanos, esa representación, sino los españoles,
que quieren conformar un imaginario iberoamericano que afirme la identidad
de ese espacio político-económico, que tiene como una de sus manifestacio-
nes las reuniones de presidentes que incluyen como figura simbólica al rey
de España. Lo destacable, entonces, es que quienes han retomado la idea de
una “lengua” común fueron los españoles, y lo hacen por intereses propios
de España en este momento. Podemos interpretarlo, en cierta medida, como
una forma de polemizar o de cuestionar la otra representación, la histórica de
Latinoamérica o la ligada al proyecto estratégico actual de Unasur: América
del Sur. Los españoles, que asignan particular importancia a los negocios
vinculados con la lengua (que tienen un lugar nada desdeñable en su pbi), y
a quienes, además, ha servido mucho la lengua compartida –como han dicho
varios en este encuentro– en la compra de empresas –entre otras, editoriales–,
son los abanderados de la declaración de la proximidad entre el español y el
portugués. En esto, interviene la búsqueda de consagrar una identidad mayor,
Iberoamérica, sostenida en el espacio del lenguaje y no en el de la política o
la historia, que pueda ser controlada desde la Península. Antes de ampliar el
tema de la proximidad, recordemos que España está bien ubicada para los
emprendimientos glotopolíticos, porque ha desarrollado desde la década del
noventa una intensa política del área idiomática apoyada en la producción de
instrumentos lingüísticos por parte de la Real Academia Española y las acade-
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mias asociadas en la difusión del español, por acción del Instituto Cervantes
y en gestos mediáticos de envergadura en relación con los Congresos de la
Lengua Española. Además, frente al proceso de integración sudamericano, los
españoles se han dado cuenta de la necesidad de enseñar el español en Brasil
y el portugués en los países hispanoamericanos (lo que impulsan legislaciones
nacionales como las de Brasil y Argentina con la oferta obligatoria de la otra
lengua en todas las escuelas secundarias de cada país), y se consideran los mejor
posicionados para hacerlo, en el caso del español, o para planificarlo desde la
Secretaría Iberoamericana, en relación con el portugués. Si bien la dirección
de la política panhispánica los habilita para lo primero, no dejan de sufrir los
cuestionamientos de los profesores de español brasileños y de sectores de los
países hispanoamericanos; y respecto de lo segundo, deben competir con el
Estado brasileño que realiza las acciones propias de un Estado que se propone
como cabeza de área idiomática (relación intensa con los países africanos, ela-
boración de instrumentos lingüísticos y de certificaciones de dominio del por-
tugués, impulso a la reforma ortográfica, reuniones de la Lusofonía, y creación
de nuevos institutos para la difusión del portugués en el mundo). Para avanzar
en relación con el portugués, los españoles acentúan ahora los vínculos entre
el portugués y el español. Ángel López García es el vocero de esta posición y
señala que el español y el portugués forman un “diasistema lingüístico dual, de
manera que lo que se dice en una lengua puede ser comprendido en la otra”. La
denominación apoya esta perspectiva, ya que respecto del considerado diasiste-
ma usa los términos “luso-castellano” o “ibérico”. En sus textos se desplaza de
la comprobación de un fenómeno supuestamente existente a la necesidad de
actuar sobre las dos lenguas. Encontramos así expresiones como “si se considera
o se convierte a ambas lenguas en recíprocamente comprensibles, que lleguen a
formar un conjunto identificable” o “si se unen las dos lenguas, se puede llegar
a que hacia el año 2025 el número de iberoparlantes sea aproximadamente de
776 millones”. Entonces, nos encontramos frente a una serie de textos que van
planteando los vínculos entre el español y el portugués y que llegan a lo del
diasistema, es decir, de una gran “lengua” que cobija esas dos “variedades” y
que puede tener un centro de difusión de ambas. En relación con este último
aspecto, insisto en lo que dije antes que puede generar conflictos, tal vez no
con los países hispanoamericanos (salvo que encaren políticas lingüísticas de
envergadura), pero sí con Brasil. Un paso de indudable interés, dado desde este
lugar del Atlántico, es la propuesta del “portugués-español lengua segunda y
extranjera”, es decir, el “pelse”: un espacio pedagógico que vincula también el
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estatal, así que entablamos contacto con el director, Wagner dos Reis Novaes,
que generosamente puso a nuestra disposición a una excelente profesora que
dominaba la metodología de enseñanza de lenguas, María Elena Nagib Jardin,
para que dictara esos cursos, lo que hizo hasta su regreso a Brasil. El Centro nos
ofreció, sin cargo también, un aula y material didáctico variado. Cuando llegó
la década del noventa y los vientos liberales barrieron con los emprendimientos
anteriores, el ceb se privatizó y ya nuestra propuesta no les interesaba, incluso
molestó a sus directores porque nuestros alumnos ocupaban aulas en el horario
vespertino que necesitaban para sus cursos pagos. Si bien la maestría siguió con
la propuesta, lo hizo sin la colaboración brasileña, lo que muestra la incidencia
de las circunstancias económicas y políticas en las relaciones entre ambos países.
Después, en otro momento, empezamos a trabajar sobre un proyecto, que yo no
he podido realizar pero que creo que es importante: sentar las bases de una red
de escuelas secundarias bilingües que tuvieran sede en las ciudades importantes
de los países que conformaban el bloque del Mercosur. Tenía como objetivo,
entonces, la creación de escuelas secundarias bilingües, español y portugués, o la
adaptación de otras existentes que usaran esas dos lenguas alternativamente en la
enseñanza y que pudieran funcionar en red para compartir programas, profesores
y material didáctico. Lo que queríamos era que en esas instituciones se formaran
los futuros cuadros políticos, empresarios y técnicos que pudieran intervenir en
el proceso de integración regional y que fueran escuelas que permitieran atender
a los crecientes traslados y migraciones. Lo elaboramos en la Facultad de Filosofía
y Letras en el transcurso de un encuentro, y ahí ocurrió algo bastante excepcional
en reuniones académicas. Estábamos organizados en dos grupos mixtos, argentinos
y brasileños; una de las comisiones trabajaba en escuelas de fronteras, y la otra
discutía este proyecto. En esta última participaban muchos de los lingüistas más
importantes con los que el país contaba en ese momento. Cuando estábamos
elaborando las conclusiones apareció en masa la otra comisión para denunciar
que el que considerábamos era un proyecto elitista. Pienso que eso se debió a
que en esa etapa, década del noventa, no eran visibles los requerimientos de la
integración regional y la necesidad de elaborar proyectos con distinto alcance. De
cualquier manera, aquel proyecto no tuvo éxito, no por esa reacción, sino porque
la Universidad de Buenos Aires no podía encarar la creación de un nuevo colegio
universitario, que era lo que preferentemente teníamos que hacer, ni adecuar los
existentes a una transformación de este tipo, porque las autoridades y los docen-
tes no estaban sensibilizados. Ahora, tal vez, en el marco de Unasur, que es un
tratado que privilegia los aspectos políticos, podría considerarse alguna propuesta
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similar, ya que si queremos construir una nueva ciudadanía es central actuar sobre
la enseñanza media generando una cultura de la integración. Este es un espacio
que tenemos que conquistar, si realmente queremos superar la etapa mercantil
y alcanzar una estabilidad política que implemente formas de participación am-
plias, para lo cual es indispensable conformar un imaginario colectivo en el cual
las lenguas son instrumentos eficaces. Si bien el proyecto de la red no ha podido
ser implementado, en nuestro caso hemos trabajado con escuelas técnicas de la
provincia de Córdoba (e iniciado los contactos con escuelas técnicas del Estado
de San Pablo) para orientar a los docentes en las tareas de enseñanza de la lengua
y la literatura tanto en castellano como en portugués, y en la introducción, en las
asignaturas de Ciencias Sociales, de la problemática de la integración regional.
Como son escuelas técnicas y son conscientes de que los egresados son requeridos
por la industria brasileña, ya han introducido el portugués y están dispuestos a
reflexionar sobre temas que permitan articular la enseñanza de lenguas en cada
establecimiento, de tal manera que se articulen los conocimientos y habilidades
adquiridos en una y otra. Volviendo a la lentitud de las realizaciones, después de
dos décadas asombra si pensamos que hay dispositivos jurídicos importantes que
insisten en la importancia de la enseñanza de las lenguas oficiales del Mercosur
en el sistema educativo. Insisto siempre en que en los noventa la indiferencia
estaba motivada porque el proyecto que se pensaba que iba a triunfar era el Alca
(por lo cual, lo que se imponía era la enseñanza del inglés), esperemos que los
cambios políticos que vive Sudamérica activen la problemática glotopolítica y
estimule a los funcionarios del área educativa. El que sí debemos reconocer como
un espacio dinámico de proyectos que se multiplican es el de los intercambios
entre posgrados universitarios del Mercosur. Así, hemos podido intervenir en los
proyectos de Centros Asociados de Posgrado, puestos en marcha por la Secretaría
de Políticas Universitarias a partir de convenios con la capes brasileña. En ese
ámbito binacional se ha intensificado la participación de docentes y de estudiantes
en actividades conjuntas con resultados significativos. No solo se ha impulsado
el conocimiento del otro sistema universitario y se han sentado las bases de ade-
cuaciones que tiendan a estrechar los vínculos como co-tutorías de tesis, sino que
también se han elaborado proyectos comunes de investigación que han podido
ser presentados en instituciones nacionales para su evaluación y reconocimiento.
Si bien –reiteramos– en el campo educativo nacional, particularmente en
el nivel secundario, los avances no tienen el ritmo que desearíamos, el proceso
de integración ha estimulado propuestas pedagógicas interesantes. Se han po-
dido recorrer, por ejemplo, caminos novedosos en relación con la enseñanza
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