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ESTUDIOS
Renunciar es bueno
Eduard López Hortelano, S.J. 7
El amor no cuenta
Mª Dolores López Guzmán 51
LOS LIBROS
Recensiones 85
INTERIOR Revista SEPTIEMBRE 2017_int. REV. diciembre 2006-grafo 09/07/17 22:47 Página 674
SalTerrae
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Revista de
Revista Teología
de Teología pastoral
Teologíapastoral
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la Compañía
Compañía de de Jesús
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enEspaña
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Revista mensual
Revista mensual de dedivulgación
divulgacióncientífica
científica
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sobre teología,Iglesia,
teología, Iglesia,sociedad,
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sociedad,familia, psicología.
familia,psicología.
psicología.
Fundada en
Fundada en1912
1912
ISSN:1138
ISSN:
ISSN: 1138---1094
1138 1094
1094
Año 106
Año107
105
Número 1.239
Número1.240
1.225
SEPTIEMBRE
DICIEMBRE 2017
2018
ENERO 2019
DIRECTOR:
José Ramón Busto Saiz, sj
Maldonado, 1 / E-28006 Madrid
Tfno.: + 34 91 78 11 349
E-mail: jrbusto@salterrae.es / revistasalterrae@salterrae.es
CONSEJO DE REDACCIÓN:
Antonio Allende (Delegado de Educación SJ)
Ana Berástegui Pedro-Viejo (Universidad Pontificia Comillas)
Junkal Guevara (Facultad de Teología de Granada)
Diego Molina (Facultad de Teología de Granada)
José Mª Rodríguez Olaizola (Grupo de Comunicación Loyola)
Pedro Rodríguez Panizo (Universidad Pontificia Comillas)
Abel Toraño Fernández (Maestro de Novicios - San Sebastián)
Javier de la Torre (Universidad Pontificia Comillas)
COLABORADORES HABITUALES:
Dolores Aleixandre – Patxi Álvarez de los Mozos
Virginia Cagigal - Miguel Campo – Adela Cortina
Cipriano Díaz Marcos – José Mª Fernández Martos
Jesús García Herrero - José Ignacio García Jiménez
José Antonio García Rodríguez – Pedro José Gómez
Luis González-Carvajal – Pablo Guerrero – Daniel Izuzquiza
Severino Lázaro – Mariola López – Mª Dolores López Guzmán
Luis López-Yarto – Mª del Carmen Massé
Juan Manuel Martín Moreno – Fernando Millán
Francisco Ramírez – Jon Sobrino – Gabino Uríbarri
5
PRESENTACIÓN
ESTUDIOS
Renunciar es bueno
E duard L ópez H ortelano , SJ*
Resumen
A menudo renunciamos a nuestros gustos, tiempos y zonas de confort. Se trata
de renuncias cotidianas, más o menos habituales, que nos ayudan a mejorar,
a pararnos de vez en cuando para seguir caminando y vivir una vida más
dinámica. Y esto es algo bueno. Por lo tanto, nuestro artículo expone el signi-
ficado general y teológico de la renuncia como algo bueno y cómo esta ofrece
unos valores que mejoran nuestra condición humana y cristiana.
Palabras clave: cambio, engaños, impedimentos, humildad, Banderas.
It is good to renounce
Summary
We often renounce our interests, timings and comfort zones. It is daily, more or
less common renunciations that help us to improve, to stop from time to time in
order to continue moving forward and live a more dynamic life. And this is a
good thing. Therefore, our article sets out the general and theological meaning of
renunciation as something good and how it offers values that improve our human
and Christian condition.
Key words: change, deception, impediments, humility, standard.
1. Introducción
cuando quieren hacerle rey (Mt 27,42; Jn 6,15) o le piden señales in-
equívocas que eliminen el ejercicio de la fe (Mc 8,11-13; Mt 12,38). Por
eso, es necesario la retirada hacia uno mismo: el desierto. En él, Jesús se
enfrenta a tres pruebas: cómo ser Hijo (filiación), con qué estilo (forma
de vida) y en quién confiar (frente a la idolatría). Cambiar implica trans-
formarse, y en ese proceso no todo vale.
3. No todo vale
La renuncia forma parte de nuestra vida cotidiana, aun sin darnos cuenta.
El despertador matutino nos levanta pese a que no queramos. Ir al tra-
bajo, a una entrevista laboral o realizar el trabajo de fin de grado de una
carrera universitaria; llevar a los niños los sábados a las competiciones
deportivas. Sí, también renunciamos cuando creamos una serie de hábi-
tos que, en ocasiones, despiertan cierta pereza, desinterés o cuyo esfuerzo
resulta titánico para llevarlos a término5. Pero, supone cuatro acciones
que mueven nuestras facultades humanas.
–Enano, ¡por Dios!, dime si tú has visto pasar por aquí a mi señora
la reina.
El enano, asqueroso engendro, no le quiso dar noticias, sino que
le contesta:
–Si quieres montar en la carreta que conduzco, mañana podrás
saber lo que le ha pasado a la reina.
Mientras aquél reanuda su camino, el caballero se ha detenido por
momentos, sin montar»9.
9. Ibid., 343.
10. Ibid.
11. Cf. K. Hugdahl-R. Westerhausen (eds.), The Two Halves of the Brain, Mas-
sachusetts Institute of Technology, Cambridge 2000.
to plazo y mira los recursos y medios que dispongo. A través del enten-
dimiento se buscan las decisiones discernidas que incluyen las necesa-
rias renuncias al tiempo que se acrisolan las razones a favor y en contra
para tomar una decisión. Por otra, el hemisferio derecho (HD) es el
receptáculo de nuestras relaciones, sentimientos y emociones, deseos,
miedos y sueños, con el que atendemos inspiraciones y motivaciones,
el horizonte en el que deseamos caminar. Para ello, la memoria y la
voluntad nos desafían, innovan y crean. Aquí será importante sentir y
conocer nuestras consolaciones y desolaciones respecto a lo que deseo
renunciar para optar por algo mejor.
a) Impedimentos u obstáculos
Nuestras circunstancias rápidamente las transformamos en impedimen-
tos u obstáculos. De hecho, metamorfoseamos el dicho de Ortega y Gas-
set “Soy yo y mis circunstancias” en “Soy mis circunstancias y mi yo”.
Así, dejamos de ser “yo” o “señor de sí mismo” cuando crecer como seres
humanos no consiste solo en mantener la vida sino en recrearla. Se trata
de aferrarnos a nuestras debilidades (situaciones internas) y amenazas (si-
tuaciones externas). Nuestros pies se anclan en este terreno infértil e in-
fecundo, nos dejamos hundir. Cuando solo fijamos la mirada en nuestras
debilidades y en todo aquello que nos amenaza del exterior, entonces nos
bloqueamos e impedimos que nuestro sí mismo se descentre.
b) La falsa humildad
Frente a una vida sofisticada, la reacción lógica es desear que la vida sea
más sencilla y menos compleja. La humildad es el otro nombre de la sen-
cillez. Ahora bien, esta puede ocultar otras motivaciones. En ocasiones,
a) «Para que más fácilmente vengan a vano honor del mundo» (Ej 142)
La soberbia nos encumbra tanto que no sabemos ver en el otro a nuestro
igual. Se hermana, sin duda, con la codicia, esa pasión prohibida en el
Decálogo. Así, se plantea una cuestión central: ¿Dónde poner la confian-
za? El espíritu materialista rivaliza con la confianza en Dios y el espíritu
de la profundidad: se conservan los medios aun si estos esclavizan, se acu-
mulan y poseen los bienes13, se explotan a los débiles y trabajadores14, se
12. «El primer preámbulo es la historia: será aquí cómo Cristo llama y quiere a todos
debajo de su bandera, y Lucifer, al contrario, debajo de su bandera» (Ej 137);
«El segundo, composición viendo el lugar; será aquí ver un gran campo de toda
aquella región de Jerusalén, adonde el sumo capitán general de los buenos es
Cristo nuestro Señor; otro campo en región de Babilonia, donde el caudillo de
los enemigos es Lucifer» (Ej 138); «El tercero […] pedir conocimiento de los
engaños del mal caudillo, y ayuda para dellos me guardar; y conocimiento de la
vida verdadera que muestra el sumo y verdadero capitán, y gracia para le imitar»
(Ej 139).
13. «¡Ay de los que añaden casas y casas y juntan campos con campos, hasta no dejar
sitio, y vivir ellos solos en medios del país!» (Is 5,8).
14. «No explotarás a viudas ni a huérfanos, porque si los explotas y ellos gritan a
mí, yo los escucharé» (Ex 22,21); «¡Ay del que edifica su casa con injusticia, piso
a piso, inicuamente! Hace trabajar de balde a su prójimo sin pagarle el salario»
(Jr 22,13).
15. «Si prestas dinero a uno de mi pueblo, a un pobre que habita contigo, no serás
con él un usurero, cargándole de intereses» (Ex 22,24).
16. «Tus jefes son bandidos, socios de ladrones: todos amigos de sobornos, en busca
de regalos» (Is 1,23).
17. «Al que acapara grano lo maldice la gente, al que lo vende lo cubren de
bendiciones» (Prov 11,26).
18. «Con la fuerza de mi mano lo he hecho, con mi talento, porque soy inteligente.
Cambié las fronteras de las naciones, saqueé sus tesoros y derribé como un héroe
a los jefes de sus sitiales» (Is 10,13).
19. Justin Rosenstein, creador del “Me gusta” en Facebook, junto a otros, renunció
a este potente trabajo para unirse al Center for Humane Technology (San Fran-
cisco). Cf. Ana Torres, «Los renegados de Sillicon Valley que ahora quieren
frenar a las tecnológicas»: El País (9/09/2018), en línea, https://elpais.com/tec-
nologia/2018/07/26/actualidad/1532614407_402741.html (Consulta el 9 de
agosto de 2018).
6. Conclusiones
Víctor Codina, SJ
El cielo, esperanza
y compromiso
P.V.P.: 11,00 E
160 págs.
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¿Qué hay más allá de esta vida? ¿Qué podemos esperar? ¿Nos espera al-
guien más allá o desapareceremos para siempre en la nebulosa del espacio
sideral?
No pueden reprimirse. Son preguntas existenciales que siempre han in-
teresado a todas las culturas y religiones de la humanidad. Están ahí.
También para los cristianos. Este libro te ofrece una manera de pensar
el Cielo, como un signo de esperanza futura y de compromiso por un
mundo mejor.
Resumen
Vivimos en la sociedad de la hiperproducción y del hiperconsumo, en la que el
mercado y el marketing trastocan nuestra conciencia de necesitar. La avidez de
poseer genera cegueras y desórdenes en el ser humano que no le permiten ser en
plenitud. El surgimiento del homo miserabilis está amenazando la sostenibili-
dad, la justicia y la paz. La frugalidad y la sencillez de vida son, paradójicamen-
te, la única forma de salir de la pobreza personal y sistémica. Para ser conscien-
tes de nuestras verdaderas necesidades y de nuestros límites, necesitamos ordenar
nuestras vidas, nuestros afectos; algo en lo que puede ayudarnos la espiritualidad.
Palabras clave: Necesidades, frugalidad, sostenibilidad, espiritualidad.
Summary
We live in a society of overproduction and overconsumption, where the market and
marketing disrupt our awareness of need. The eagerness to possess leads to blindness
and disorders in the human being that stop us from reaching a state of fulfilment.
The rise of the homo miserabilis is threatening sustainability, justice and peace.
Frugality and a simple life are, paradoxically, the only way out of personal and
systemic poverty. In order to be aware of our true needs and our limits, we need
to organise our lives, our affection; something with which spirituality can help us.
Key words: Needs, frugality, sustainability, spirituality.
1. La choza de Gandhi
Cuando Iván Illich visitó la choza de Gandhi tuvo una experiencia espiri-
tual: «Hay dos cosas de este lugar –nos dice Illich– que me impresionaron
profundamente. Una es de orden espiritual y otra la que se refiere a sus
enseres»1. La austeridad de aquel lugar, las pocas cosas que contenía, «su
sencillez, belleza y orden»2, cautivaron a Illich, quien vivía por aquel
entonces en México, en una casa que se «asemeja[ba] en muchas formas
a esta choza»3. A través de la visita a la choza, Illich pudo empaparse un
poco más del mensaje de Gandhi, porque la choza hablaba de Gandhi y
Gandhi hablaba de sí mismo a través de su choza.
¿Qué pasaría si fuésemos nosotros a la choza de Gandhi? Puede que
despertase nuestra admiración y tal vez nos diríamos que los tiempos
han cambiado y que hoy, en nuestro mundo, lamentablemente, ya no
se puede vivir de otra manera. No somos conscientes de cuántas cosas
tenemos hasta que no llega el tiempo de cambiar de residencia y de hacer
una mudanza, clasificar, empaquetar, regalar, tirar y trasladar de un sitio a
otro nuestras cosas como tortugas castigadas a moverse con un caparazón
de plomo. Qué contraste con lo que les pide Jesús a sus discípulos para
anunciar el reino: «Y los envió a proclamar el reino de Dios y a sanar a
los enfermos. Y les dijo: No toméis nada para el camino, ni bordón, ni
alforja, ni pan, ni dinero; ni tengáis dos túnicas cada uno. En cualquier
casa donde entréis, quedaos allí, y sea de allí vuestra salida» (Lc 9, 2-4).
Para otros, la choza, sería motivo de burla porque el lugar desde el que
miran no les permite experimentar la profundidad de lo sencillo. «Siento
que, si viniese gente rica a la choza, se burlaría de ella»4. Y más adelante
concreta qué significa para él ser rico:
«Cuando digo ‘ricos’ me refiero a todos los que tienen ‘artículos do-
mésticos’ en su comunidad, que no son accesibles a todos. Esos son
1. I. Illich, Obras reunidas II, Fondo de Cultura Económica, México, D.F. 2008,
473.
2. Ibid.
3. Ibid.
4. Ibid.
La choza de Gandhi muestra que es posible ser más con menos cosas.
«Esta choza encarna el gozo que es posible cuando se está a la par con
la sociedad. Aquí la autosuficiencia es la regla del juego. Debemos
captar que los productos de consumo y los bienes superfluos que po-
see un ser humano reducen su capacidad de sacar gozo de su entorno.
Gandhi dijo en repetidas ocasiones que la productividad debe mante-
nerse en los límites de las necesidades».7
5. Ibid. 475.
6. Ibid. 474.
7. Ibid. 475.
Pero aquí nos tropezamos con una dificultad: ¿qué significa «estar a la par
con la sociedad»? ¿Con qué sociedad? ¿Es nuestra sociedad una sociedad
que se arregla por lo general con lo necesario? ¿Qué es verdaderamente
necesario? ¿No está llena nuestra sociedad de productos y cosas superfluas
al alcance de casi todos? ¿Podemos ser más con menos cosas? ¿Podemos
vivir mejor y más plenamente con menos cosas?
2. Las necesidades
2.1. Del homo sapiens al homo miserabilis
Nuestra conciencia y nuestros hábitos de necesitar cambian con el tiem-
po. Según Illich8, la peor amenaza para nuestro planeta no son los jinetes
del Apocalipsis, que son muchos más de cuatro, sino los hábitos de nece-
sitar que ha establecido el desarrollo.
«Pero aún más difícil que vivir con estos cambios en el ambiente es
el horror de vivir con los hábitos de necesitar que, por décadas, ha
establecido el desarrollo. Las necesidades que la lluvia del desarrollo
provocó no solo justificaron la expoliación y el envenenamiento de la
Tierra: también actuaron en un nivel más profundo. Transformaron
la naturaleza humana. Convirtieron la mente y los sentidos del homo
sapiens en los del homo miserabilis (…) Como la crema batida que se
convierte bruscamente en mantequilla, el homo miserabilis aparece de
la noche a la mañana, como una mutación del homo oeconomicus, el
protagonista de la escasez. La generación posterior a la Segunda Gue-
rra Mundial presenció este cambio de estado en la naturaleza humana,
del hombre común al hombre necesitado. La mitad de todos los indi-
viduos nacidos sobre la Tierra como homo son de esta nueva clase».9
8. Cf. I. Illich, «Necesidades», W. Sach (ed.), Diccionario del desarrollo. Una guía
del conocimiento como poder, PRATEC, Perú 1996, en línea, https://www.uv.
mx/mie/files/2012/10/SESION-6-Sachs-Diccionario-Del-Desarrollo.pdf
(Consulta el 18 de octubre de 2018).
9. Ibid.
asciende desde las deficitarias o inferiores, como son las necesidades fisioló-
gicas, hasta las necesidades de desarrollo o superiores, como las de amor y
pertenencia. En el enfoque sistémico varias necesidades pueden ser satisfe-
chas simultáneamente, como en el acto de amamantar en el que se satisfacen
necesidades fisiológicas y de afecto al mismo tiempo. Dependiendo de la
educación, del interés, del amor o del egoísmo; unas pasaran a primer pla-
no y otras a segundo, aunque unas y otras sigan estando presentes. Esto es
lo que llaman hipótesis del zoom e hipótesis del caleidoscopio. Cambia la
combinatoria y el foco, pero las necesidades constituyen un sistema interre-
lacionado que depende de factores internos y externos18.
Podemos experimentar necesidad de algo que realmente no necesitamos.
Cuando el deseo se extravía ni siquiera sabemos lo que necesitamos. Esto
es lo que lleva a Illich a distinguir entre necesidades, mercancías y sa-
tisfacción19. Esta diferenciación es retomada por Max-Neef, Elizalde &
Hopenhayn. Lo que cambia no son las necesidades sino los satisfactores:
«Habiendo diferenciado entre los conceptos de necesidad y de satis-
factor, es posible formular dos postulados adicionales. Primero: las
necesidades humanas fundamentales son finitas, pocas y clasificables. Se-
gundo: las necesidades humanas fundamentales (como las contenidas en
el sistema propuesto) son las mismas en todas las culturas y en todos los
periodos históricos. Lo que cambia a través del tiempo y de las culturas, es
la manera o los medios utilizados para la satisfacción de las necesidades»20.
18. Cf. A. Elizalde, M. Martí Vilar & F. Martínez Salvá, «Una revisión crítica
del debate de las necesidades humanas desde el enfoque centrado en la persona»:
Polis 15, 2006, 17-19, en línea, https://journals.openedition.org/polis/4887
(Consulta el 15 de septiembre de 2018).
19. Cf. I. Illich, op. cit. 530.
20. M. Max-Neef, A. Elizalde & M. Hopenhayn, Desarrollo a escala humana.
Una opción para el futuro, CEPAUR, Santiago de Chile 1986, 27, en línea,
http://www.daghammarskjold.se/wp-content/uploads/1986/08/86_especial.
pdf (Consulta el 7 de noviembre de 2018).
3. Los límites
23. D. Meadows, J. Randers & D. Meadows, Los límites del crecimiento 30 años
después, Círculo de Lectores S.A., Barcelona 2006, 14.
24. Cf. Ibid. 111-220.
27. S. Latouche, La apuesta por el decrecimiento. ¿Cómo salir del imaginario domi-
nante?, Icaria, Barcelona 2008, 41.
28. Cf. Ibid. 144.
34. Papa Francisco, Carta encíclica Laudato si’, Mensajero, Bilbao, 2015, nº 204,
156.
35. Ibid. nº 202, 155.
Ordenar los afectos tiene que ver con sanar nuestra conciencia de nece-
sitar para conocer cuáles son nuestras verdaderas necesidades y ser cons-
cientes de los límites tanto propios como del sistema. No se trata de re-
nunciar a necesidades; ya veíamos que las necesidades son las que son,
lo que cambia son los satisfactores de las mismas, y estos tienen mucho
que ver con la cultura en la que vivimos. Está claro que no todos están
en condiciones de renunciar a más cosas. Hay mucha gente en nuestra
sociedad que vive en la más absoluta escasez. Precisamente por esto, otros
debemos procurar vivir más sencillamente. Para Illich entrar en la choza
de Gandhi fue una experiencia espiritual porque su estilo de vida no lo
había vuelto «ciego ante la verdad». Mantener la productividad dentro
del límite de las necesidades y de los límites del sistema, supone no sólo
una revolución económica, política y social, sino también y, sobre todo,
una descolonización del imaginario del desarrollo sin límites que se ha
adueñado de la cultura dominante. Para esto es necesaria una revolución
cultural y espiritual que tiene mucho que ver con la conversión.
36. A. Elizalde, M. Martí Vilar & F. Martínez Salvá, «Una revisión crítica del
debate de las necesidades humanas desde el enfoque centrado en la persona»:
Polis 15, 2006, 15, en línea, https://journals.openedition.org/polis/4887 (Con-
sulta el 15 de septiembre de 2018).
Xabier Pikaza
Dios o el dinero
Economía y Teología
P.V.P.: 27,50 E
592 págs.
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www.gcloyola.com
Resumen
Somos educados para el éxito, pero, en el largo camino que nos conduce a nuestra
meta, no es extraño que conozcamos el agotamiento a todos los niveles. Bajo la
presión de «subir», contaminados desde el seno materno por el «virus del más»,
tal vez vayamos excluyendo de nuestra propia vida las dimensiones vulnerables,
al mismo tiempo que damos la espalda a la fragilidad de los otros y a la injusticia
que desgarra al mundo. ¿Podemos romper esta lógica de muerte? ¿Otra vida es
posible? El evangelio ofrece ciertas pistas al buscador de sentido. Asomados a la
propuesta de Jesús, la oferta de una plenitud paradójica se abre ante nuestros ojos.
Palabras clave: éxito, cansancio, pérdida, humildad, libertad.
Summary
We are trained for success but, on the long road that leads us to our goal, it is
not uncommon for us to experience exhaustion at all levels. Under the pressure
to “climb”, contaminated by the “more virus” from when we’re in our mother’s
womb, we may be excluding the vulnerable dimensions from our own lives, while
we turn our backs on the fragility of others and the injustice that tears the world
apart. Can we break this logic of death? Is another life possible? The gospel offers
certain clues to those who seek meaning. When we hear Jesus’ proposal, the offer
of paradoxical fulfilment opens up before our eyes.
Key words: Success, tiredness, loss, humility, freedom.
El bebé inteligente
1. A. Ehrenberg, La fatigue d’être soi. Dépression et société. Odile Jacob, Paris 1998.
No es preciso, sin duda, irse tan lejos para reconocer la doble cara, «ex-
clusiva» y «excluyente», de esta moneda de cambio que representa la es-
calada del éxito. Si la consecución de los objetivos personales permite
acceder a ciertos olimpos exclusivos, restringidos y codiciados, la necesi-
dad de mantenerse en la tensión del logro genera a su vez una dinámica
excluyente que se manifiesta tanto al interior de uno mismo como en la
relación con el entorno. Por desgracia, esta manera de funcionar va ca-
lando sutilmente todos los terrenos, el personal, el profesional e incluso
el espiritual. Los grupos y las instituciones no se ven preservados de este
peligro, lo cual explica ciertos comportamientos en el seno de nuestra
Iglesia y de nuestras comunidades que no tienen mucha relación con el
evangelio de Jesús.
La búsqueda desenfrenada, aunque frecuentemente encubierta, del pres-
tigio nos sitúa frente a nosotros mismos en una actitud de exigencia per-
manente que va construyendo una autoimagen distorsionada. Las dimen-
siones más vulnerables de nuestro ser van quedando arrinconadas, sin
que les otorguemos la atención y el cuidado que precisan. A pesar de las
buenas resoluciones que hacemos periódicamente, sobre todo al final de
un retiro o de unos Ejercicios, enseguida volvemos a dejar para «un poco
más adelante» la necesidad de descanso, de silencio o de actividad física,
así como la llamada que los demás –y a veces Dios– nos hacen de dedicar-
les algo más de tiempo y de presencia. De esta forma, vamos excluyendo
de nuestra vida aquellos espacios menos rentables, mientras que nutrimos
copiosamente los aspectos que nos permiten mantenernos en primera
línea de fuego.
Todo esto, a menudo, «bajo apariencia de bien» y en aras de objetivos
loables, lo cual no hace sino enturbiar las aguas y dificultar el discerni-
miento necesario para adoptar otro género de vida. Si el horizonte de
nuestros desvelos se ciñera al beneficio personal y al rendimiento econó-
mico, resultaría bastante simple detectar los fallos del planteamiento. No
es raro, sin embargo, que la ambición se solape tras de proyectos útiles
al evangelio y que, urgidos por la llamada a sembrar el Reino de Dios,
terminemos enredándonos en medios que difícilmente transparentan el
fin hacia el cual tienden.
lentos y los tiempos que parecen perdidos, ejercicio sin duda enervante
que vendrá a desafiar el afán de eficiencia que late en cada página de
nuestras agendas.
Volverse hacia Dios, dejarse conducir humildemente por la gracia en ese
itinerario siempre inacabado donde jamás dejaremos de ser aprendices,
convertirá también poco a poco nuestra aproximación a las demás rea-
lidades. En efecto, «hay una forma de volver a la criatura que implica
necesariamente un apartamiento de Dios. Pero puede haber otra vuelta
a las criaturas que sea precisamente resultado y transparencia de la mis-
ma conversión a Dios»3. Descubriremos, quizá con sorpresa, una libertad
nueva en nuestra relación con las cosas, a las que iremos dejando de exi-
gir que se comporten como valores seguros y que rindan continuamente
buenos resultados.
Aprender a perder
Hemos sido educados para ganar, y de repente el viento fresco del evan-
gelio sacude nuestros esquemas y nos deja al descubierto frente a Jesús. La
vía que Él propone dista mucho de nuestras aspiraciones bien aprendidas.
Nos colgamos al cuello una crucecita de oro que disimula con acierto
un hecho escandaloso y difícil de asimilar: seguimos a un perdedor, a un
maestro que pasó la mayor parte de su vida en el anonimato de un pueblo
perdido en la periferia del Imperio, que encontró más tarde un éxito rela-
tivo entre la gente desesperada de su época y que murió ejecutado como
un malhechor. ¿Qué persona sensata querría imitar un modelo semejan-
te? «Aprended de mí», insiste Jesús con suavidad y firmeza.
La llamada a la conversión, tejida de humildad lúcida y de una libertad
nueva, incorpora aquí un tercer elemento. Jesús ensancha su libertad has-
ta tal punto que no necesita retener ni siquiera lo más valioso que posee
como ser humano, su propia vida. No solo está dispuesto a perderla si
fuera necesario por el bien del Reino, sino que de hecho la pierde en el
3. J. I. González Faus, Proyecto de hermano. Visión creyente del hombre. Sal Terrae,
Santander 1987, 406.
La ganancia de la pérdida
Joan Chittister
Espíritu radical
Doce maneras
de vivir una vida libre
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¿Te sientes quemado por la vida? ¿Estás harto de una sociedad que te exige
más y más? ¡Entonces es el momento! Libérate de la ansiedad, las preocu-
paciones y las tensiones. Y entonces podrás disfrutar de una vida plena.
¡También en tu espiritualidad!
Una guía muy práctica para deshacerte de las experiencias interiores que
nos desgastan en casa, el trabajo y en nuestras relaciones de cada día.
El amor no cuenta
M aría D olores L ópez G uzmán *
Resumen
En la actualidad las listas que se elaboran para saber quiénes son los personajes
más populares se fijan especialmente en aquellos que tienen el mayor número de
seguidores en las redes sociales. No solo se valora que estos personajes convoquen
a muchos, sino que interesa que sean capaces de fidelizar. Pero estas relaciones
frágiles y pasajeras generan un profundo sentimiento de soledad. Solo el amor de
unos pocos que nos hace sentirnos únicos es el que puede fortalecer y modelar al
sujeto para poder querer a todos los demás.
Palabras clave: follower, relación, número, único.
Summary
Nowadays, the lists drawn up to find out who the most popular personalities are
mainly focus on those with the highest number of followers on social networks. It
is not only valued that these personalities can achieve many followers, it is also
important that they are able to gain their loyalty. However, these fragile, transient
relationships generate a deep sense of loneliness. Only the love of a few that makes
us feel unique is that which can strengthen and shape the individual to be able
to love everyone else.
Key words: follower, relationship, number, unique.
Estas cifras son relevantes para ver por dónde se mueven los intereses
de la población y qué perfiles resultan más atractivos. La posición que
ocupa el Papa demuestra que el mensaje del evangelio continúa teniendo
“seguidores” y que su reconocida capacidad comunicativa se sustenta en
datos reales; algo que hay que apreciar y valorar dada la dificultad que
la Iglesia ha tenido tradicionalmente para llegar a un público amplio y
diverso. Pero este hecho no quiere decir que todos los likes de @Pontifex
respondan por defecto a personas comprometidas con la causa del Reino,
o que tengan una honda vida espiritual. Es importante, para no llevarnos
a engaño, situar bien qué tipo de comunicación y de impacto promueven
las redes sociales.
El reparto de followers según los rankings más fiables hace pensar que
la mayoría de las figuras que cuentan con tantos seguidores no destaca
precisamente por sus principios morales o su aportación al pensamiento,
sino por su poder, estética, éxito y dinero. Lo que cuenta es la “imagen
que vende” el personaje público a la que el seguidor quiere asociarse y de-
sea que los demás le asocien. Pero hay que estar atentos, pues como decía
San Pablo: «Aunque hablara las lenguas de los hombres y de los ángeles,
si no tengo caridad, soy como bronce que suena o címbalo que retiñe»
(1Co, 13,1).
Cuantos más fans tenga una persona, más radio de influencia adquiere
sobre los otros. Un hecho que, en algunos casos se traduce en cuantiosos
contratos publicitarios, y en otros, en captación de militantes para causas
ideológicas y campañas de todo tipo. No es extraño, por tanto, que este
universo atraiga a tantos, ya que resulta difícil sustraerse al potencial de
internet que ofrece posibilidades increíbles para medrar. Lo llamativo es
que no solo se valora que estos personajes convoquen a muchos, sino que
sean capaces de fidelizar porque cuanto más engagement2 se tenga, más
probabilidad de conseguir elevados ingresos. Lo que tanto cuesta en el
seguimiento de Cristo –el compromiso– se consigue en otros campos por
la ambición económica y estética que hay detrás.
3. F. Navarro, “La vida del `dj´ no siempre es una fiesta”, El País, en línea, https://
elpais.com/cultura/2018/09/15/actualidad/1537030389_165233.html (Con-
sulta el 18-XI-2018).
4. Ibid.
I. La burbuja afectiva
5. Ibid.
6. Disposición e inclinación de una persona hacia otra. Suele identificarse con
sentimientos de unión y cariño hacia alguien.
Uno de los errores más habituales es pensar que cuantos más nombres su-
memos a la lista de contactos del móvil, más direcciones de correo incor-
poremos, o mayor poder de convocatoria tengamos, escalaremos puestos
en el ranking de la consideración y estima. Ganaremos en popularidad,
pero no necesariamente en aprecio. Las razones por las que los otros nos
buscan son tan variopintas que no siempre el cariño es la causa principal
(ni tiene que serlo). La Iglesia no está libre de caer en esta trampa, pues
la “presión ambiental” interna y externa nos lleva a concluir que las cifras
son las que aseguran el éxito de la labor evangelizadora. Contar el número
de gente que acude a las eucaristías o a las charlas esconde muchas veces
la secreta esperanza de que una asistencia notable justifica el esfuerzo, es
prueba de éxito, y debe generar satisfacción.
La cuestión, sin embargo, no es ser relevante sin más, sino preguntarse
para quién y por qué. Los aplausos de un aforo lleno pueden tener menos
valor que el de un solo espectador; depende de quién sea la persona que
aplauda. La opinión (o el afecto) de una única persona puede tener una
significación mayor que la de muchos. Porque las palabras se hacen más o
menos trascendentales no por el número de gente que las diga o respalde,
sino por quién las dice. No es lo mismo que hablara de entrega Monseñor
Romero (ya que fue asesinado por dedicar su tiempo y energía a los más
necesitados), o que lo haga un personaje famoso delante de un photocall,
aunque éste tenga más repercusión mediática.
Ahora bien, no se puede negar que cuando formamos parte de muchos
grupos y nos hacemos presentes en distintos sitios, habrá más gente que
nos conozca y, por tanto, se nos tendrá en cuenta; pero eso no implica
que automáticamente nos quieran de verdad, ni tampoco que nosotros
queramos, a su vez, a los demás.
Solo el amor profundo nos cambia y da un vuelco a las estadísticas. Pues de
lo poco, saca mucho: de la pobreza, riqueza; de la ausencia de notoriedad,
auténtica relevancia; del vaciarse, multiplicación. Basta con que una sola
persona esté dispuesta a dar su vida por otra, para que todo cambie en ella.
El Señor lo ha hecho. Por todos y cada uno de nosotros… Aunque quizás
nos resulte insuficiente que todo un Dios haya entregado su Vida para
mejorar la nuestra.
El efecto llamada
Cuando uno cumple años, puede resultar hasta molesto recibir una infi-
nidad de llamadas que apenas te dejan concentrar en una actividad; pero
al mismo tiempo, es difícil sustraerse a la satisfacción que produce cons-
tatar que se acuerdan de uno.
Ser el reclamo para que los locales se llenen o los amigos se lo pasen bien
provoca un “subidón” en el ánimo que suele ir acompañado por el “efecto
llamada”, pues está comprobado que, cuanta más gente admira a alguien,
más personas quieren “sumarse al carro” de los que desean estar con él. Y
lo mismo ocurre a la inversa: cuanta menor notoriedad, menos capacidad
de convocatoria y más solo se queda uno. Siempre se entra al bar que está
lleno, y no al que está vacío.
En estas circunstancias es fundamental no olvidar lo frágil que es
el reconocimiento masivo. Se va tan pronto como llegó. Porque los
vínculos en los que se sustenta no son sólidos, porque no es el amor lo
que cuenta, y no suelen tener raíces profundas sino que están arraigados
en impresiones pasajeras y cambiantes. Además, y aunque el fragor del
momento lo tape, siempre termina apareciendo otra persona más atrac-
tiva, más rica, más simpática, más creativa, y mejor preparada que des-
banca a la anterior. Ocurre en la sociedad –todos los años, por ejemplo,
aparece un nuevo nombre en la lista que la revista People lleva haciendo
desde 1985 de los hombres más sexys del momento; y en el interior de
la Iglesia también– con personas que responden al perfil “del cristiano
comprometido” según las categorías del momento pero que no resisten
bien en las horas bajas y se enervan cuando son sustituidos. Coronas
efímeras. Así que «si alguno se imagina ser algo, no siendo nada, se
engaña a sí mismo» (Gal 6,3).
La llamada que tiene otro efecto –el de la alegría y la confianza– es la de
aquellos que deciden estar con una persona porque la conocen, la quieren
y la prefieren por encima del resto. Su cariño, por tanto, no está sujeto ni
a modas, ni a una estética con fecha de caducidad. Permanecen siempre.
Pero esos son pocos, aunque su efecto es “resucitador”.
“A los mayores les gustan mucho las cifras. Cuando se les habla de un
nuevo amigo, jamás preguntan cosas esenciales como: “¿Qué tono tiene
su voz? ¿Qué juegos prefiere? O si ¿le gusta o no coleccionar mariposas?”
En cambio preguntan: “¿Qué edad tiene? ¿Cuántos hermanos? ¿Cuánto
pesa? ¿Cuánto gana su padre?”. Solamente con estos detalles creen cono-
cerle”. Palabras del Principito que trasmiten el pensamiento de su autor
con las que ya denunciaba hace más de medio siglo esta manía de conta-
bilizarlo todo como si fuera el mejor método para valorar las cosas.
En estos cálculos el amor no computa, y por eso las cuentas no solo no
salen bien, sino que además nos despistan y nos separan de lo sustancial.
Porque ¿cómo pasar por alto que lo que de verdad importa y nos llena es
ser único para otro o que otro lo sea para mí? Y ¿cómo olvidar que nunca
encontraremos un Ser tan Único como Dios, pues de hecho no hay nadie
como Él?
Ser único significa recibir la mirada de alguien que se detiene en mí, y
me destaca sobre el resto; es decir, ser el predilecto entre muchos. Dejar
que otros participen de ello e interfieran es destruir lo que hace especial
esa relación. Un sinsentido. “Único” y “muchos” aplicado a las relaciones
hondas, son términos incompatibles.
Existe en cada ser humano una zona reservada en la que no es posible sumar
gente sin generar daños a veces irreversibles. Perderíamos el encanto de la
intimidad y la grandeza de las confidencias. ¡Qué ironía que en los realities
llamen “confesionario” a un lugar donde el concursante habla públicamen-
te sin filtro de sus sentimientos! Un torpedo en la línea de flotación de lo
importante, de lo que merece ser cuidado con delicadeza y respeto.
Las relaciones que se sostienen en un amor profundo requieren espacios
privados que alientan y modelan a las personas para afrontar la vida, y
desde ahí, querer mejor a los demás. El modo de hacerlo no es “compartir
mi felicidad” y mostrarla sin pudor dejando pasar a propios y extraños
hasta los lugares más recónditos del alma. La caridad no opera así, porque
«no presume, no se engríe; no es indecorosa ni egoísta» (1Co 13,4), y no
tiene como fin ser admirada. El movimiento característico del amor es sa-
lir de sí. La necesaria intimidad de un amor hondo no busca recrearse en
la relación (aunque es bueno gozarse en ella) sino que su sentido último es
modelar y fortalecer a la persona para prepararla y disponerla para acoger
a los otros mejor. Cada uno en el lugar que le corresponde. Para que en
un corazón quepan todos, primero es el “tú”, al que le pone nombre, y
después el “vosotros”. Un amor concreto es el que hace posible el que se
dirige a la totalidad.
No puedo mirar a los otros como seres únicos, si no hay alguien único
para mí, o no lo soy yo para otros. No puedo presuponer un mundo inte-
rior por explorar en los demás si yo no he explorado el mío propio o el de
alguien cercano. Si me muevo en la superficialidad me resultará imposible
siquiera oler la hondura. No puedo decir que la soledad y el silencio son
medios necesarios para escuchar si no he dedicado tiempo a pararme a
discernir los sonidos del silencio y lo que hay detrás de la apariencia. No
puedo amar a muchos si no quiero a alguna persona en particular. No po-
demos amar a Dios y aborrecer al hermano, pues «quien no ama a su
hermano, a quien ve, no puede amar a Dios a quien no ve» (1Jn 4,20).
Las relaciones profundas siempre son concretas y llevan el germen de la
multiplicación. No hace falta exponerlas porque, sencillamente, se ven;
ni tampoco contarlas a los cuatro vientos como un trofeo porque en sí
mismas son fecundas.
Al final, el amor que no cuenta es lo que cuenta de verdad precisamente
porque nos hace únicos.
D. Scott Hendrickson
Juan Eusebio Nieremberg
(1595-1658)
Literatura y espiritualidad
en el Siglo de Oro español
P.V.P.: 18,00 E
336 págs.
Más información en
www.gcloyola.com
Una mirada fresca a la vida y la obra del jesuita Juan Eusebio Nieremberg.
Figura intelectual clave en la España de mediados del siglo XVII. Recor-
dado, principalmente, como autor ascético de varias obras en la tradición
neoplatónica, Nieremberg nos muestra sus dotes de escritor ecléctico con
una profunda deuda con el legado de san Ignacio de Loyola y sus Ejerci-
cios espirituales.
Mujer Y Teología
J unkal G uevara *
Resumen
El papa Francisco no ha negado a lo largo de su pontificado que en la Igle-
sia se dan posturas y discursos que devalúan la aportación de las mujeres al
conjunto de la misión del anuncio del evangelio. El mundo de la Teología es
uno de los campos en los que esta dificultad se pone de manifiesto con mayor
claridad. El artículo trata de exponer qué aporta la perspectiva de las mujeres
en el quehacer teológico: cómo enriquece la epistemología, la profundiza-
ción de los tratados y los lenguajes teológicos.
Palabras clave: mujer, teología, lugar teológico, epistemología
Summary
Throughout his pontificate, Pope Francis did not deny that, in the Church,
there are positions and discourses that devalue the contribution of women to
the mission of proclaiming the Gospel as a whole. The world of Theology is
one of the fields in which this difficulty is most clearly manifested. This article
attempts to explain what women’s perspective brings to theological work: how
0. Introducción
• La teología de la mujer
Bajo este epígrafe nos referirnos a las teologías que nacen en los años ’50,
al hilo de las aportaciones del papa Pío XII y de la cada vez mayor presen-
cia de las mujeres en la vida pública.
Suelen llamarse también teologías de la “feminidad” o “femineidad”; es-
tán elaboradas, generalmente por hombres6; intentan valorar los roles
atribuidos tradicionalmente a la mujer y verlos como necesarios en el
quehacer teológico; “generalmente otorga la misma dignidad y vocación
profunda al hombre y a la mujer. Sin embargo, atribuye a unos y a otros
«roles» y tareas diferentes”7.
La crítica que con más frecuencia reciben los teólogos que elaboran esta
teología, es que el genitivo “de la mujer” o “femenino” puede resultar am-
biguo, porque tiene el peligro de considerar de lo propio de las mujeres
en clave esencialista, sin tener en cuenta la importancia que la atribución
histórica, social y cultural de roles a los géneros, tiene en la configuración
de las ideas sobre lo que realmente identifica a uno y otro sexo.
• Teología feminista
Esta corriente teológica, que no necesariamente tiene sólo mujeres entre
sus autoras, proviene del desarrollo que experimenta el movimiento de
la liberación de las mujeres que, siendo en sus orígenes un movimiento
reivindicativo del ámbito público y secular, acaba entrando en el interior
de las teologías y las iglesias.
En la perspectiva teórica, parte de la denuncia de la “falacia androcéntrica”
que ha llevado a creer que lo masculino representa a toda la humanidad, y
que ha provocado que la otra mitad haya sido invisible y, por tanto, olvidada.
10. V. R. Azcuy, “El lugar teológico de las mujeres”: Proyecto 39 (2001) 19.
11. AA. VV., El rostro femenino de la teología, Editorial del Departamento ecuméni-
co de investigaciones (DEI), San José 1986, 205-206.
Por esa razón, las obras de las mujeres que hacen teología constantemente
se refieren a la experiencia propia como un punto de partida: “la teología
hecha por mujeres hace pie en la existencia concreta de las mismas, de
modo que hablar de las mujeres como «lugar teológico en sentido am-
plio» se refiere al hecho de hacer teología a partir de sus experiencias, es
decir, desde ellas como «lugar hermenéutico»”17.
2.2. Los rasgos propios del lugar del auditus fidei de la teología en perspec-
tiva de mujer
Quizás antes de profundizar en los rasgos propios, podríamos detenernos
para identificar los lugares por los que se cuela la teología hecha por mu-
jeres, y que tiene, a mi modo de ver, mucho interés a la hora de hablar de
la teología de las mujeres.
Influenciadas por la perspectiva masculina a la hora de comprender la
teología, también las mujeres tenemos el riesgo de identificar “teolo-
gía” con teología “académica”, y reducir ésta al magisterio teológico
que desempeñan algunas mujeres que se dedican profesionalmente a la
teología.
Sin embargo, en una investigación sobre teología feminista en América
Latina de L. Fernández, me pareció reveladora la consideración de la ca-
tegoría “quehacer teológico” para ampliar el escenario en el que es posible
encontrar a las mujeres haciendo teología, incluyendo como lugares teo-
lógicos los espacios pastorales18.
Porque, si es verdad que la liturgia y la catequesis son espacios privilegia-
dos para la interpretación de la Escritura, y para la formación teológica de
los fieles, entonces la propia geografía de la misión de la Iglesia protagoni-
zada tradicionalmente las mujeres, ensancha el espacio en el que estudiar
la relación entre “mujer y teología”, que desborda el ámbito de la teología
académica especializada.
17. V. R. Azcuy, “El lugar teológico de las mujeres”: Proyecto 39 (2001) 20.
18. L. Fernández, “Mujeres haciendo teología. Redescubriendo las teologías femi-
nistas en América Latina”: Analecta 3.3 (2009) 65-73.
Por otra parte, esta diferencia entre “teología académica” y “quehacer teo-
lógico” nos permite anotar algunos rasgos propios de esos escenarios y
contextos propios de la teología y el quehacer teológico de las mujeres.
El primer rasgo es, precisamente, su versatilidad, porque encontramos
mujeres haciendo teología en grandes instituciones académicas, pero
también al frente de comunidades pequeñas o dispersas; como agentes
de pastoral, o responsables de capellanías en hospitales y cárceles...
Otro de los rasgos propios del lugar desde el que hacen teología muchas
mujeres es su invisibilidad o su carácter marginal.
Parafraseando a J. Sobrino, que identificaba el lugar de la vida religiosa como
“el desierto, la periferia y la frontera”19, las mujeres, por distintas razones,
hacemos teología en lugares donde, tradicionalmente, los varones no lo ha-
cen; lugares lejos de los centros del poder o la autoridad teológica; y donde
hay que sacudir muchas inercias del discurso teológico tradicional (roles de
género; lenguaje teológico androcéntrico; pasividad de los destinatarios...).
Distingue a veces también al lugar desde donde hacen teología las muje-
res su condición de silenciado o marginado, y tampoco debe extrañar que
digamos que las realidades sufrientes son también escenarios propios de la
teología que hacen las mujeres; todavía hoy, la pobreza tiene rostro de mu-
jer, y “si la pobreza tiene rostro de mujer, la teología no puede no tenerlo”20.
Por último, es habitual que los lugares desde los que las mujeres hacen
teología tengan carácter ecuménico e incluso interreligioso, puesto que
la “falacia androcéntrica” que denuncian las teólogas feministas, desgra-
ciadamente, se detecta, de una y otra manera, en todas las tradiciones
religiosas21.
“El hacer teológico de las mujeres es teología hecha por mujeres, y esta
teología hecha por mujeres se diferencia de la teología hecha por los hom-
bres, dado que la teología no es a-sexual, como tampoco es a-histórica,
pues la teología que parte de la realidad y vuelve a ella para transformarla
es contextual e implica la perspectiva de género. Es, quizás, una forma
diferente y alternativa de hacer teología pero que no se ocupa únicamente
de los intereses e interrogantes de las mujeres ni pretende competir o su-
plantar la teología hecha por los hombres”24.
3.1. La Biblia
Dado que la revelación de Dios se produce en la historia, y se transmi-
te en textos escritos en el pasado pero que contienen palabra de Dios
para nosotros hoy, no extraña que las mujeres biblistas traten, como dice
E. Támez, “de descubrir sentidos nuevos al texto, que digan su palabra a
la realidad inmediata que la reclama”25.
3.2. Dios
V. Azcuy afirma que “las cuestiones relativas al lenguaje teológico se en-
trelazan con los problemas hermenéuticos a la hora de revisar el modelo
patriarcal en el hablar sobre Dios”27. Es decir, que encontramos en las
mujeres que hacen teología unos acentos propios no sólo en el cómo ha-
blar de Dios, sino también a la hora de “decir algo de Dios”, empezando
por las imágenes de Dios.
Por ejemplo, las mujeres tienden a mostrar que la imagen de Dios trascien-
de el género, la dualidad masculino-femenino, y eso no sólo para hablar
sobre Dios, sino también para hablar a Dios; así, desarrollan todo un len-
guaje simbólico, y recuperan y visibilizan las imágenes femeninas de Dios.
Tampoco es infrecuente que las mujeres que hacen teología manifies-
ten el sesgo patriarcal de la simbólica religiosa, y sus consecuencias en la
28. A. M. Tepedino, “Fender and New (Re-newed) Images of the Divine”: Voices
fron the Third World XXIV/1 (2001) 91-92 en V. R. Azcuy – M. M. Mazzini
– N. V. Raimondo (coord.), Antología de textos de autoras en América Latina, el
Caribe y Estados Unidos, San Pablo, Buenos Aires 2008, 530.
29. M. C. Bingemer, O Segredo Feminino do Mistério. Ensaios de Teología na ótica da
mulher, Vozes, Petrópolis 1991, 9-10 en V. R. Azcuy – M. M. Mazzini – N. V.
Raimondo, op. Cit., 97.
30. F. Elizondo, “Mujer” en M. Navarro, 10 mujeres escriben Teología, Verbo Divi-
no, Estella 1998, 128.
31. M. P. Aquino (ed.), Aportes para una teología desde la mujer, Biblia y Fe, Madrid
1988, 149.
3.4. La Iglesia33
La teología sobre la Iglesia es, posiblemente, la que más aportaciones y
reflexiones necesita de la reflexión de las mujeres, y en ella trabajan con-
juntamente teólogas de las distintas iglesias cristianas.
Como hace notar Lucetta Scaraffia, a propósito del lugar que ocupamos
las mujeres en la Iglesia ”no sólo nuestra presencia numérica es mayor,
32. C. Bernabé, “Cuando Jesús dice mujer... Cuando la mujer dice Jesús” en AA.VV.
Algunas mujeres nos han sobresaltado. Vida consagrada: Femenino y Masculino Plu-
ral Publicaciones Claretianas, Madrid 1993, 150.
33. V. R. Azcuy, “La Iglesia que viven, sueñan y piensan las mujeres” en AA.VV., De
la esperanza a la solidaridad, 195.
sino, lo que me parece más interesante, que las mujeres desarrollamos una
responsabilidad fundamental en la transmisión de la fe cristiana […] las
mujeres son las que sacan adelante el cristianismo cotidiano”34.
Una de las aportaciones propias de la eclesiología hecha por mujeres abo-
ga por la recuperación de la consideración de la Iglesia como “casa”; es-
pacio habitable, lugar de acogida y hospitalidad; de hecho, en relación
con los ministerios, las mujeres reclaman para sí lo mismo que para los
varones laicos
En este punto es bueno recordar que la “mutualidad inclusiva y solidaria”
(V. Azcuy) tan propia de las mujeres, puede ayudar a reflexionar la Iglesia
como “comunión” por caminos nuevos, por ejemplo, la “trama comuni-
taria” que está a la base de la concepción de la Iglesia.
Con esta perspectiva de fondo, es fácil comprender que las mujeres teó-
logas reclamen una mayor insistencia en la dimensión de la sinodalidad,
entendida ésta como práctica de la convergencia y el diálogo, y que lo
hagan partiendo de su propia experiencia creando redes y plataformas de
trabajo conjunto.
En esta comunión, las mujeres, “masivamente presentes pero ausentes”
de la orientación y dirección de la institución eclesial (M. C. Bingemer),
no pedimos sólo “participación”, porque eso denota una visión mascu-
lina enfocada en el reparto de poder35; las mujeres reclamamos que se
nos reconozca, y que se cuente con nuestros criterios e intuiciones; que
se nos confíe la organización y el gobierno cuando sea necesario para el
buen funcionamiento de la comunidad, y que participemos en grupos de
reflexión y decisión, especialmente en todo lo que tenga que ver con el
sacerdocio común de los fieles.
34. D. Menor, Entrevista a L. Scaraffia, Vida Nueva 2820 (2012), en línea https://
www.vidanuevadigital.com/2012/10/19/lucetta-scaraffia-el-problema-es-la-
discriminacion-de-la-mujer-en-la-iglesia-no-el-sacerdocio-femenino/, consulta
1 de noviembre 2018.
35. S. Martínez Cano, “Mujeres, culturas e Iglesias. Reformas para comunidades
católicas vivas y en acción”: Journal ofthe European Society of Women in Theologi-
cal Research 25 (201 7) 143-165.
Por último, las mujeres que hacen historia de la Iglesia alientan la inves-
tigación de los contextos eclesiales más allá de la dimensión institucional.
4. Conclusiones
LOS LIBROS
RECENSIONES
Este libro cuenta la labor pastoral “Encerrados con dos vueltas de lla-
del padre Solalinde con los migran- ve en nuestras islas blindadas, vivimos
tes que, desde México, intentan en- paralizados por el terror. O nos hace-
trar en Estados Unidos. La violencia mos aún la ilusión de que vivimos”
padecida en sus respectivos países (pág. 198). Nuestro estado de bienes-
centroamericanos los fuerza a salir, tar, nuestra seguridad, nuestra propia
desesperados, en busca de un futuro vida parece venirse abajo si abrimos
soñado como liberación. la puerta al migrante pobre. Cristo ha
El camino resulta ser, para la ma- venido a liberar a cuantos “por temor
yoría de ellos, una trampa mortal; a a la muerte, estaban de por vida some-
merced del crimen organizado por tidos a esclavitud “(Hb 2, 15).
el narcotráfico y las maras, en con- Curiosamente, en Estados Uni-
nivencia con las autoridades mexi- dos, protestantes en su mayoría, se
canas: secuestros, tráfico de órganos, recela de los centroamericanos por-
mutilaciones, torturas, prostitución, que, entre otras cosas, son católicos.
trata de blancas y de menores… El miedo al distinto, la xenofobia,
Conmovido, en un principio, paraliza; se acaba viéndolos sistemá-
por la situación de extrema necesi- ticamente como criminales.
dad con la que llegan a la frontera; y Y, sin embargo, la verdadera
espoleado después por los crímenes Vida, la Vida nueva del Espíritu se
cometidos contra ellos, Solalinde se derrama en los pobres. En ellos en-
convierte en su voz y su baluarte, contramos a Jesús, el buen samarita-
aun a riesgo de su vida. De ahí el tí- no. Y dando la vida con Él, los cris-
tulo del libro. tianos de bien. México “se confirma,
El subtítulo tiene toda la expre- desde 2010, como el país más peligroso
sividad del lenguaje metafórico: es- del mundo para desarrollar el ministe-
piritualidad del camino porque estos rio sacerdotal” (pág. 197).
pobres caminantes, que, al ser “ile- El libro es un canto coral donde
gales”, parecen haber perdido todos se da voz a los verdaderos protago-
sus derechos, se convierten paradóji- nistas de esta historia, los migrantes.
camente en el grito clamoroso con- Escrito conjuntamente por Solalin-
tra la violencia institucional e im- de y Lucía Capuzzi, periodista del
pune de un sistema neoliberal que diario italiano Avvenire, el padre
adormece conciencias. Alejandro fue consciente desde el
una Iglesia low cost que se resigne a alegría tranquila, bastante profunda
hacer de rueda de recambio que se que abarca también los momentos
deleita con la apocalíptica? ¿O debe de sufrimiento y de oscuridad. Es
resignarse a hacer de sustituto de una alegría que es fruto de intensa
identidades políticas reaccionarias y oración y de silencio». Porque solo
frágiles, que llevan a despreciar al ex- una demanda permite rozar el borde
tranjero y a defender el pesebre? Para del misterio, haciendo que el vacío
Radcliffe los credos tienen otra fun- no se llene de banalidades sentimen-
ción: la de contar un tiempo largo en tales y altivez teológica perdiendo su
el que no sucede nada y en el que la característica más preciosa.
alegría es silenciosa: «Pienso que en
el corazón del cristianismo hay una Lázaro Sanz Velázquez