Você está na página 1de 96

SUMARIO

ENERO 2019 | Tomo 107 / 1 (nº 1.240)

ESTUDIOS
Renunciar es bueno
Eduard López Hortelano, S.J. 7

Ser más con menos cosas


José Luis Soto Soto 21

¿Otra vida es posible?


Margarita Saldaña Mostajo 37

El amor no cuenta
Mª Dolores López Guzmán 51

LAS MUJERES Y LA MISIÓN DE LA IGLESIA


Mujer y teología
Junkal Guevara 65

LOS LIBROS
Recensiones 85
INTERIOR Revista SEPTIEMBRE 2017_int. REV. diciembre 2006-grafo 09/07/17 22:47 Página 674

SalTerrae
SalTerrae
SalTerrae
Revista de
Revista Teología
de Teología pastoral
Teologíapastoral
pastoral
de
de la
de la Compañía
la Compañía
Compañía de de Jesús
deJesús en
Jesúsen España
enEspaña
España

Revista mensual
Revista mensual de dedivulgación
divulgacióncientífica
científica
sobreteología,
sobre
sobre teología,Iglesia,
teología, Iglesia,sociedad,
Iglesia, sociedad, familia,
sociedad,familia, psicología.
familia,psicología.
psicología.

Fundada en
Fundada en1912
1912

ISSN:1138
ISSN:
ISSN: 1138---1094
1138 1094
1094

Año 106
Año107
105
Número 1.239
Número1.240
1.225
SEPTIEMBRE
DICIEMBRE 2017
2018
ENERO 2019
DIRECTOR:
José Ramón Busto Saiz, sj
Maldonado, 1 / E-28006 Madrid
Tfno.: + 34 91 78 11 349
E-mail: jrbusto@salterrae.es / revistasalterrae@salterrae.es

CONSEJO DE REDACCIÓN:
Antonio Allende (Delegado de Educación SJ)
Ana Berástegui Pedro-Viejo (Universidad Pontificia Comillas)
Junkal Guevara (Facultad de Teología de Granada)
Diego Molina (Facultad de Teología de Granada)
José Mª Rodríguez Olaizola (Grupo de Comunicación Loyola)
Pedro Rodríguez Panizo (Universidad Pontificia Comillas)
Abel Toraño Fernández (Maestro de Novicios - San Sebastián)
Javier de la Torre (Universidad Pontificia Comillas)

COLABORADORES HABITUALES:
Dolores Aleixandre – Patxi Álvarez de los Mozos
Virginia Cagigal - Miguel Campo – Adela Cortina
Cipriano Díaz Marcos – José Mª Fernández Martos
Jesús García Herrero - José Ignacio García Jiménez
José Antonio García Rodríguez – Pedro José Gómez
Luis González-Carvajal – Pablo Guerrero – Daniel Izuzquiza
Severino Lázaro – Mariola López – Mª Dolores López Guzmán
Luis López-Yarto – Mª del Carmen Massé
Juan Manuel Martín Moreno – Fernando Millán
Francisco Ramírez – Jon Sobrino – Gabino Uríbarri
5

PRESENTACIÓN

Mesura, moderación, parquedad, frugalidad, sencillez, templanza son pa-


labras asociadas a la sobriedad. La sobriedad nos invita a poner límites, a
cierta contención en aras de una mayor plenitud.
Por el contrario, la sociedad empuja hoy a otro tipo de realización, basada
en el tener: tener dos coches, dos casas, o una casa mayor o un coche más
caro, dos cargos, dos puestos de responsabilidad, tener la última innova-
ción tecnológica, el último diseño de moda, visitar nuevos países, prac-
ticar nuevos deportes y si son de riesgo, mejor… vivimos en una cultura
de la desmesura… que siempre invita a acaparar, a retener, a tener más.
El presente número de la revista SAL TERRAE quiere mostrar que se
puede “ser más” teniendo menos, que para crecer personal y humana-
mente no es necesario consumir más; incluso que tener más y consumir
más puede hacer que seamos menos. Para ello hemos pedido sus reflexio-
nes a cuatro autores.
Eduard López Hortelano, S.J., nos habla de que renunciar es bueno. Ana-
liza las frecuentes y pequeñas renuncias que hemos de hacer cada día en
favor de bienes mayores y mejores. El artículo expone el significado gene-
ral y teológico de la renuncia como algo bueno y cómo esta ofrece unos
valores que mejoran nuestra condición humana y cristiana.
José Luis Soto Soto explica cómo la avidez de poseer genera cegueras y
desórdenes en el ser humano que no le permiten ser en plenitud. La fru-
galidad y la sencillez de vida son, paradójicamente, la única forma de salir
de la pobreza. Para ser conscientes de nuestras verdaderas necesidades y

Sal Terrae | 107 (2019) 5-6


6 presentaciòn

de nuestros límites, es preciso ordenar nuestras vidas y nuestros afectos


para lo que la espiritualidad puede servirnos de ayuda.
Margarita Saldaña Mostajo muestra cómo somos educados para el éxito,
pero, en el largo camino que nos conduce a nuestra meta, no es extraño
que conozcamos el agotamiento a todos los niveles. Bajo la presión de
«subir», contaminados desde el seno materno por el virus del más, quizá
vamos excluyendo de nuestra propia vida las dimensiones vulnerables,
al mismo tiempo que damos la espalda a la fragilidad de los otros y a la
injusticia que desgarra al mundo.
María Dolores López Guzmán nos habla de las listas que se elaboran en
la actualidad para saber quiénes son los personajes más populares y más
seguidos en las redes sociales. No solo se valora que estos personajes con-
voquen a muchos, sino que interesa que sean capaces de fidelizar. Pero
estas relaciones frágiles y pasajeras generan un profundo sentimiento de
soledad. Solo el amor de unos pocos íntimos, que nos hace sentir únicos,
puede fortalecer y modelar al sujeto para poder querer a todos los demás.
Finalmente, la serie de este año 2019 estará dedicada a las labores desem-
peñadas por mujeres al servicio de la misión de la Iglesia. Comienza la
serie Junkal Guevara exponiendo la situación actual en que se debaten las
mujeres que hacen teología. El ámbito de la teología es uno de los campos
en los que la dificultad que tienen las mujeres para trabajar en la Iglesia se
pone de manifiesto con claridad. El artículo trata de exponer qué aporta
la perspectiva de las mujeres en el quehacer teológico: cómo enriquece la
epistemología, la profundización de los tratados y los lenguajes teológicos.

Sal Terrae | 107 (2019) 5-6


7

ESTUDIOS
Renunciar es bueno
E duard L ópez H ortelano , SJ*

Fecha de recepción: agosto de 2018


Fecha de aceptación y versión final: diciembre de 2018

Resumen
A menudo renunciamos a nuestros gustos, tiempos y zonas de confort. Se trata
de renuncias cotidianas, más o menos habituales, que nos ayudan a mejorar,
a pararnos de vez en cuando para seguir caminando y vivir una vida más
dinámica. Y esto es algo bueno. Por lo tanto, nuestro artículo expone el signi-
ficado general y teológico de la renuncia como algo bueno y cómo esta ofrece
unos valores que mejoran nuestra condición humana y cristiana.
Palabras clave: cambio, engaños, impedimentos, humildad, Banderas.

It is good to renounce

Summary
We often renounce our interests, timings and comfort zones. It is daily, more or
less common renunciations that help us to improve, to stop from time to time in
order to continue moving forward and live a more dynamic life. And this is a
good thing. Therefore, our article sets out the general and theological meaning of
renunciation as something good and how it offers values that improve our human
and Christian condition.
Key words: change, deception, impediments, humility, standard.

* Profesor de Teología Espiritual. Universidad Pontificia Comillas (Madrid,


España). elopezh@comillas.edu

Sal Terrae | 107 (2019) 7-19


8 eduard lópez hortelano, sj

«Más importante que la luz


es la luz de unos ojos
que nos conduzcan a la luz»1.

1. Introducción

Cambiar o no cambiar. Esta es la cuestión de fondo cuando debemos


renunciar o no a algo o a alguien. Porque las apuestas siempre son arries-
gadas de tal modo que las tensiones están siempre aseguradas. Carl Ro-
gers (1902-1987), padre del enfoque humanista de la psicología junto a
Abraham Maslow, así lo expresó:
“Me doy cuenta de que, si fuera estable, prudente y estático, viviría en la
muerte. Por consiguiente, acepto la confusión, la incertidumbre, el mie-
do y los altibajos emocionales, porque ese es el precio que estoy dispuesto
a pagar por una vida fluida, perpleja y excitante”.
La renuncia genera una actividad que hemos llamado “ascesis” o entre-
namiento. Curiosamente, esta palabra tiene que ver con un sentido físico
(practicar un arte), moral (ejercitarse en la virtud) y religioso (servir al
ideal divino)2. Estas tres aproximaciones se relacionan, porque la ascesis
pone en movimiento (aspecto físico), mira los valores y su jerarquía (as-
pecto moral) y se ejercita según el horizonte divino (aspecto religioso).

1. R. Argullol, Poema, Acantilado, Barcelona 2017, 649.


2. Cf. M. Olphe-Gaixiard, «Ascèse», en M. Viller et al. (eds.), Dictionnaire de
Spiritualité, Ascétique et Mystique, vol.I, Beauschene, Paris 1937-1995, 940;
J. Lanczkowki, «Ascética», en P. Dinzelbacher (ed.), Diccionario de la Mística,
Monte Carmelo, Burgos 2000, 114-115; L. Borriello, «Ascesis-ascética», en L.
Borriello et al. (eds.), Diccionario de Mística, San Pablo, Madrid 2002, 228.
Véase también: V. L. Wimbusch-R. Valantasis (eds.), Ascetism, Oxford Uni-
versity Press, New York 1998; P. Fuentes González, «El desafío del cinismo
antiguo en la polis (s. IV-III aC): una vida de esfuerzo y de reacuñación de los
valores»: Éndoxa. Series filosófica 38 (2016), 97-129. Un breve panorama sobre
el ascetismo en el primer milenio del cristianismo: F. Rivas Rebaque, «El de-
sierto como aspecto de transformación. Ascetismo en la Antigüedad cristiana»:
Revista de Espiritualidad 76 (2017), 481-511.

Sal Terrae | 107 (2019) 7-19


renunciar es bueno 9

Además, estas tres dimensiones ya aparecen en la definición “renunciar”:


«1. Hacer dejación voluntaria, dimisión o apartamiento de algo que se
tiene, o se puede tener; 2. Desistir de algún empeño o proyecto; 3. Pri-
varse o prescindir de algo o de alguien» (DRAE). En las tres acepciones
se presupone un movimiento y hasta qué punto no solo consiste en una
actitud o deseo. Dejar, desistir o prescindir son tres acciones incómodas.
Porque, a simple vista, no nos gusta dejar algo bueno por algo mejor. Ni
tampoco desistir de un deseo que en apariencia nos hace bien; pero que,
a largo plazo, comporta efectos negativos. Por ejemplo, si me gusta el
deporte como el CrossFit3 o la natación y eso conduce a aislarme de otros
ámbitos de mi vida y a obsesionarme (gymorexia) para practicarlo, enton-
ces, esa actividad buena lleva a consecuencias adversas.
Renunciar, por consiguiente, representa un ejercicio de transformación,
y es algo bueno, entendiendo que implica una mirada hacia sí (cuidado
de sí)4 y concentra la atención en el interior. Ignacio de Loyola señala:
«Sobre todo se guarde que no esté todo su ánimo intento […] por el ape-
tito, sino que sea señor de sí» (Ej 216). Este es el trabajo principal de la
renuncia: ser señor de sí mismo y mejorar. Pero, existen dos tentaciones,
que impiden realizarlo: el “gatopardismo” o el cambio por el cambio sin
que nada cambie y el “todo vale”, porque la renuncia supone detenerse,
mirar, adentrarse y renunciar, que mueven nuestras facultades humanas.
Precisamente, para proceder de bien a mejor, la Meditación de las dos
Banderas de los Ejercicios Espirituales despliega el significado teológico y
espiritual que aquí deseamos presentar: la renuncia al sometimiento de
nuestros engaños (vano honor del mundo) para crecer en la libertad, que
Cristo promete a sus siervos y amigos (vida verdadera).

3. Tipo de actividad física fundada en Santa Cruz (California) en el año 2000. Se


basa en ejercicios que constantemente varían, de alta intensidad, y que combi-
nan movimientos de la halterofilia y del entrenamiento metabólico y gimnás-
tico. Cf. G. Glassman, «Understanding CrossFit»: CrossFit Journal 56 (2007),
1-2, en línea, http://library.crossfit.com/free/pdf/CFJ_56-07_Understanding.
pdf (Consulta el 13 de agosto de 2018).
4. Cf. M. Foucault, El origen de la hermenéutica de sí. Conferencias de Dartmouth
1980, Siglo XXI, Buenos Aires 2016.

Sal Terrae | 107 (2019) 7-19


10 eduard lópez hortelano, sj

2. El “gatopardismo”, la gran tentación

El gatopardo narra la situación de don Fabrizio Corbera, Príncipe de Sa-


lina, y su familia, entre 1810 y 1910, en Sicilia. Tras el desembarco de
Garibaldi (1860), la aristocracia asiste a la melancolía del final de una
época (¿época de cambios o cambio de época?). Tancredi, el sobrino de
don Fabrizio, sentencia:
“Si queremos que todo siga como está, es necesario que todo cambie.
¿Y ahora que sucederá? ¡Bah! Tratativas pespunteadas de tiroteos
inocuos, y, después, todo será igual pese a que todo habrá cambiado.
… una de esas batallas que se libran para que todo siga como
está”.

En nuestro mundo impera la sed de ser alternativos. Pero, “alternativo”


(alter-nativo, entre dos opciones o más) significa etimológicamente que
el otro (alter) desplace nuestro yo egoísta. Por lo tanto, nada tiene que ver
con ser extravagante o raro. El cambio de nuestros hábitos, costumbres y
pensamientos está marcado por la realidad que nos va moldeando y por
cómo Dios dirige su palabra ante eso. La vida cristiana se aleja de un pe-
simismo catastrófico o del gatopardismo que aboca a ser infértiles. Porque
la creatividad es el otro modo de llamar al cambio y a la renuncia.
Con la Anunciación (cf. Lc 1,26-38), el ángel Gabriel (“fuerza de Dios”,
en hebreo) se hace presente en la mujer de Nazaret para conducirla a
una cima mayor. No estamos, pues, ante un sinfín de propósitos para ser
mejores pero que, de hecho, tranquilizan nuestra conciencia y nos dejan
igual o peor por no llevarlos a término: un retiro o una tarde en los que
se ve con lucidez cuán tiene que progresar la vida de uno mismo. María
creyó en la voluntad de Dios y la fuerza del Altísimo la cubrió para que
con deseo, pasión y sencillez se abriera al Misterio.
Así nace una nueva posibilidad, aunque para ello debemos detectar los
claroscuros. Jesús vivió la renuncia (Mt 4,1-11; Mc 1,12-13; Lc 4,1-13)
como crecimiento en el discernimiento y la libertad para cumplir la vo-
luntad del Padre. Esta se intensifica en Getsemaní (Mc 14,32-42) o en
otros momentos de “angustia terrible” (Jn 12,28). Siente los engaños

Sal Terrae | 107 (2019) 7-19


renunciar es bueno 11

cuando quieren hacerle rey (Mt 27,42; Jn 6,15) o le piden señales in-
equívocas que eliminen el ejercicio de la fe (Mc 8,11-13; Mt 12,38). Por
eso, es necesario la retirada hacia uno mismo: el desierto. En él, Jesús se
enfrenta a tres pruebas: cómo ser Hijo (filiación), con qué estilo (forma
de vida) y en quién confiar (frente a la idolatría). Cambiar implica trans-
formarse, y en ese proceso no todo vale.

3. No todo vale

La renuncia forma parte de nuestra vida cotidiana, aun sin darnos cuenta.
El despertador matutino nos levanta pese a que no queramos. Ir al tra-
bajo, a una entrevista laboral o realizar el trabajo de fin de grado de una
carrera universitaria; llevar a los niños los sábados a las competiciones
deportivas. Sí, también renunciamos cuando creamos una serie de hábi-
tos que, en ocasiones, despiertan cierta pereza, desinterés o cuyo esfuerzo
resulta titánico para llevarlos a término5. Pero, supone cuatro acciones
que mueven nuestras facultades humanas.

a) Cuatro operaciones: detenerse, mirar, adentrarse y renunciar


A poco que escarbáramos en la tradición europea occidental surge una
escena que ilustra el significado de la renuncia como algo bueno. Es, sin
duda, El caballero de la carreta de Chrétien de Troyes, obra redactada en-
tre 1177 y 1181. En ella, se plantean los sacrificios de un caballero que va
en busca de la reina Ginebra. Sin nombre, se encuentra con una carreta

5. Mª Dolores López señala: “Prepararse para acoger la vida”, “conocimiento de


uno mismo”, “dominio de sí mismo” y “renuncia a uno mismo”. Para ello, ofre-
ce una serie de medios como “generar hábitos saludables”, “la higiene”, “el or-
den”, “la limpieza”, “el cuidado de los sentidos”. Con ello, se aprende “a mirar,
a escuchar, a hablar, a tocar, a comer, a pensar”. Cf. Mª Dolores López Guz-
mán, «Ascesis en la familia: en busca del bien común»: Revista de Espiritualidad
76 (2017), 546-559. En consecuencia, no se puede desconectar la compren-
sión y el conocimiento de uno mismo de la virtud, los valores o la moral. Cf.
Patrick Hagman, «The End of Asceticism: Luther, Modernity and How Asceti-
cism Stopped Making Sense»: Political Theology 14/2 (2013), 174-187.

Sal Terrae | 107 (2019) 7-19


12 eduard lópez hortelano, sj

(verso 352) y ante la oportunidad de saber dónde se halla la reina: «muy


solo, a pie, con toda su armadura, el yelmo lazado, el escudo al cuello, ce-
ñida la espada, había llegado junto a una carreta»6. Las opciones compor-
tan las siguientes acciones: 1) Detenerse ante las diferentes posibilidades;
2) Mirar el fin que se pretende; 3) Adentrarse en la interioridad donde se
desarrolla “el discurrir”7 de los pensamientos; 4) Renunciar asumiendo las
consecuencias del camino elegido.
En primer lugar, llama la atención dos contrastes: el caballero y la
carreta.
«Por aquel entonces las carretas servían como los cadalsos de ahora
[…] para los asesinos y traidores, para los condenados en justicia, y
para los ladrones que se apoderaron del haber ajeno con engaños o lo
arrebataron por la fuerza en un camino. El que era cogido en delito
era puesto sobre la carreta y llevado por todas las calles. De tal modo
quedaba con el honor perdido, y ya no era más escuchado en cortes,
ni honrado ni saludado»8.

En efecto, la imagen del caballero (honor, justicia, servicio leal) contrasta


con la de la carreta (deshonor, vileza, deslealtad). Dos mundos difieren,
porque son antagónicos: los valores (bien común) y los contravalores (in-
tereses personales). Así, el caballero se enfrenta a un dilema y al ejercicio
de la renuncia:
«El caballero a pie, sin lanza, avanza hacia la carreta y ve a un enano
sobre el pescante, que tenía, como carretero, una larga fusta en la
mano; y le dice el caballero al enano:

6. Chrétien de Troyes, «El caballero de la carreta», en Obras completas, C. Alvar


(ed.), Edhasa, Barcelona 2013, 342.
7. Verbo de movimiento. Los pensamientos se mueven de un lado a otro. Actividad
del entendimiento «que consiste en pasar de un punto a otro de los propuestos
gracias a la información proporcionada por la memoria». Cf. J. García de Cas-
tro, «Discurrir», en Grupo de Espiritualidad Ignaciana (ed.), Diccionario de
Espiritualidad Ignaciana, vol. I, Mensajero-Sal Terrae, Bilbao-Santander 2007,
637-640. Aquí, 637.
8. Chrétien de Troyes, op. cit., 342.

Sal Terrae | 107 (2019) 7-19


renunciar es bueno 13

–Enano, ¡por Dios!, dime si tú has visto pasar por aquí a mi señora
la reina.
El enano, asqueroso engendro, no le quiso dar noticias, sino que
le contesta:
–Si quieres montar en la carreta que conduzco, mañana podrás
saber lo que le ha pasado a la reina.
Mientras aquél reanuda su camino, el caballero se ha detenido por
momentos, sin montar»9.

Finalmente, ante la sugestiva propuesta del enano, el caballero debe dete-


nerse, “solo y a pie”, para mirar la finalidad de su búsqueda (su amada, la
reina Ginebra). Ese horizonte es el norte en el que se alinean las opciones.
Así se desciende hacia la profundidad o el “discurrir” de los pensamientos:
«Razón, que de amor disiente, le dice que se guarde montar, le acon-
seja y advierte no hacer algo de lo que obtenga vergüenza o reproche.
No habita el corazón, sino la boca. Razón, que tal decir arriesga. Pero
Amor fija en su corazón y lo amonesta y ordena subir enseguida a la
carreta. Amor lo quiere, y él salta; sin cuidarse de la vergüenza, puesto
que Amor lo manda»10.

b) Nuestras facultades humanas


El caballero tuvo que elegir entre dos opciones. En el saber decir sí o no,
reconocemos incluso sus consecuencias: ¿Qué incomprensiones o fraca-
sos comportan nuestras decisiones? ¿Qué las motiva? Así, la libertad su-
pone admitir que no todo vale y que en la dificultad podemos aprender
y mejorar.
Como cualquier operación o actividad humana, nuestros dos hemisfe-
rios cerebrales11 juegan un papel fundamental. Cuando renunciamos
se atienden y movilizan ambos. Por una parte, el hemisferio izquierdo
(HI) orienta, ofrece lógica, calcula, analiza al igual que planifica a cor-

9. Ibid., 343.
10. Ibid.
11. Cf. K. Hugdahl-R. Westerhausen (eds.), The Two Halves of the Brain, Mas-
sachusetts Institute of Technology, Cambridge 2000.

Sal Terrae | 107 (2019) 7-19


14 eduard lópez hortelano, sj

to plazo y mira los recursos y medios que dispongo. A través del enten-
dimiento se buscan las decisiones discernidas que incluyen las necesa-
rias renuncias al tiempo que se acrisolan las razones a favor y en contra
para tomar una decisión. Por otra, el hemisferio derecho (HD) es el
receptáculo de nuestras relaciones, sentimientos y emociones, deseos,
miedos y sueños, con el que atendemos inspiraciones y motivaciones,
el horizonte en el que deseamos caminar. Para ello, la memoria y la
voluntad nos desafían, innovan y crean. Aquí será importante sentir y
conocer nuestras consolaciones y desolaciones respecto a lo que deseo
renunciar para optar por algo mejor.

4. Renunciar: conocer los propios engaños

Para renunciar debemos conocer nuestros engaños, que infunden su ve-


neno bajo apariencia de bien, y que, al fin y al cabo, nos llevan por cami-
nos nada buenos: los impedimentos y obstáculos, la falsa humildad y la
creencia de que todo ya está conseguido.

a) Impedimentos u obstáculos
Nuestras circunstancias rápidamente las transformamos en impedimen-
tos u obstáculos. De hecho, metamorfoseamos el dicho de Ortega y Gas-
set “Soy yo y mis circunstancias” en “Soy mis circunstancias y mi yo”.
Así, dejamos de ser “yo” o “señor de sí mismo” cuando crecer como seres
humanos no consiste solo en mantener la vida sino en recrearla. Se trata
de aferrarnos a nuestras debilidades (situaciones internas) y amenazas (si-
tuaciones externas). Nuestros pies se anclan en este terreno infértil e in-
fecundo, nos dejamos hundir. Cuando solo fijamos la mirada en nuestras
debilidades y en todo aquello que nos amenaza del exterior, entonces nos
bloqueamos e impedimos que nuestro sí mismo se descentre.

b) La falsa humildad
Frente a una vida sofisticada, la reacción lógica es desear que la vida sea
más sencilla y menos compleja. La humildad es el otro nombre de la sen-
cillez. Ahora bien, esta puede ocultar otras motivaciones. En ocasiones,

Sal Terrae | 107 (2019) 7-19


renunciar es bueno 15

la humildad se disfraza de un sentimiento de inferioridad: mejor que ni


me vean ni me digan nada. Esa timidez insana no deja brillar los talen-
tos que cada ser humano presenta ni se hermana con la superación, el
cambio y el planteamiento de unos objetivos. Normalmente, se asocia a
una baja autoestima. Nace, así, una vida que continuamente se compara
con la de otros la cual se percibe como mejor que la propia. Además,
la falsa humildad puede dejar al sujeto en un estado de pasividad y sin
compromiso alguno: son los demás que hacen mejor las cosas, que sean
ellos los actores.

c) Todo ya está conseguido


Proponernos metas es fundamental. No expectativas. Hay una gran di-
ferencia. La meta nos ayuda a avanzar de acuerdo con las fortalezas y las
oportunidades mientras que las expectativas tienden a exigirnos ideales
difícilmente realizables. Ahora bien, pensar que todo lo hemos conse-
guido, nos conduce a una existencia sin movimiento, sin avances y sin
nuevos planteamientos. De hecho, creamos una zona de confort. Pero, la
renuncia multiplica y suma, abre amplitudes y nuevos horizontes cuando
descartamos opciones y elegimos algo, entonces, que va a ser un bien y
bueno.

5. Contrastes para mejorar

En Medicina, existe lo que conocemos como prueba o medio de contras-


te. Con ella, se pretende mejorar la visibilidad de las estructuras dentro
del cuerpo, es decir, mediante el sulfato de bario, compuestos yodados
(lohexol y loperamida) se consigue una mayor visibilidad de los vasos
sanguíneos, los órganos y los tejidos. Precisamente, Ignacio de Loyola
propone un ejercicio espiritual, que proporciona un tiempo y espacio en
los que el ejercitante se sitúa en el contraste de lo que significa la bondad y
el bien, y las trampas en las que puede caer la naturaleza humana cuando
se olvida de sí mismo, cuando pierde su alma: «Meditación de dos bande-
ras, la una de Cristo […]; la otra de Lucifer, mortal enemigo de nuestra
humana natura» (Ej 136).

Sal Terrae | 107 (2019) 7-19


16 eduard lópez hortelano, sj

El ejercicio espiritual consiste en un díptico lleno de contrastes12, porque


se precisa darse cuenta de que, en muchas ocasiones, vivimos en el enga-
ño y las justificaciones. Sus armas son la inercia –diferente a la rutina–,
la irreflexión, la superficialidad, el inmediatismo o la subjetividad (“mi
verdad”). Por ello, necesitamos una cierta sospecha sobre nosotros mis-
mos. Primero, se trata de formar criterios. Para el cristiano, decir sí a Jesús
implica decir no a otras cosas. Dicho de otro modo (incluso para un no
creyente), “ganar” la vida significa “perder” otras cosas. Segundo, debe-
mos poner los medios. De hecho, es la lucidez para no vivir de hipotecas
(ya son suficientes las que pagamos para obtener una vivienda propia),
siendo “señor de sí mismo”.

a) «Para que más fácilmente vengan a vano honor del mundo» (Ej 142)
La soberbia nos encumbra tanto que no sabemos ver en el otro a nuestro
igual. Se hermana, sin duda, con la codicia, esa pasión prohibida en el
Decálogo. Así, se plantea una cuestión central: ¿Dónde poner la confian-
za? El espíritu materialista rivaliza con la confianza en Dios y el espíritu
de la profundidad: se conservan los medios aun si estos esclavizan, se acu-
mulan y poseen los bienes13, se explotan a los débiles y trabajadores14, se

12. «El primer preámbulo es la historia: será aquí cómo Cristo llama y quiere a todos
debajo de su bandera, y Lucifer, al contrario, debajo de su bandera» (Ej 137);
«El segundo, composición viendo el lugar; será aquí ver un gran campo de toda
aquella región de Jerusalén, adonde el sumo capitán general de los buenos es
Cristo nuestro Señor; otro campo en región de Babilonia, donde el caudillo de
los enemigos es Lucifer» (Ej 138); «El tercero […] pedir conocimiento de los
engaños del mal caudillo, y ayuda para dellos me guardar; y conocimiento de la
vida verdadera que muestra el sumo y verdadero capitán, y gracia para le imitar»
(Ej 139).
13. «¡Ay de los que añaden casas y casas y juntan campos con campos, hasta no dejar
sitio, y vivir ellos solos en medios del país!» (Is 5,8).
14. «No explotarás a viudas ni a huérfanos, porque si los explotas y ellos gritan a
mí, yo los escucharé» (Ex 22,21); «¡Ay del que edifica su casa con injusticia, piso
a piso, inicuamente! Hace trabajar de balde a su prójimo sin pagarle el salario»
(Jr 22,13).

Sal Terrae | 107 (2019) 7-19


renunciar es bueno 17

cae en la usura o corrupción15, se aceptan y exigen sobornos16, se acapara


en tiempos difíciles o de necesidad17, se aumentan fronteras y se saquea18.
Este lugar se simboliza en Babilonia, «como en una grande cátedra de fue-
go y humo, en figura horrible y espantosa» (Ej 140), el lugar del destierro
o del olvido de Dios y de su Alianza. Por eso, en este emplazamiento
de la confusión, de los disfraces y apariencias, se produce la lógica del
mercado, «no dejando provincias, lugares, estados ni personas algunas en
particular» (Ej 141).
Efectivamente, esta lógica se oculta en innumerables sortilegios e impone
una adoración absoluta al poder (“tanto eres, tanto vales”) y al continuo
éxito a cualquier precio19 para persuadir sutilmente a las personas, esclavi-
zándolas sin tener en cuenta su libertad individual y conciencia, el terreno
más sagrado que disponemos los humanos. Poco a poco, surgen las de-
pendencias, pensando que personas y medios valen en la medida que los
demás existen para mí, los medios son absolutos y utilizo ambos sin más.
La codicia se hermana con la ambición. “Bajo apariencia de bien”, con un
estilo refinado y con buen marketing, se busca vivir cada vez más insertos
en una sociedad neoliberal, vivir pendientes de la dictadura de las mo-
das, usar para el propio provecho nuestras profesiones creando calumnias,
atropellos, extorsiones y competencias desleales, crear leyes aparentemente

15. «Si prestas dinero a uno de mi pueblo, a un pobre que habita contigo, no serás
con él un usurero, cargándole de intereses» (Ex 22,24).
16. «Tus jefes son bandidos, socios de ladrones: todos amigos de sobornos, en busca
de regalos» (Is 1,23).
17. «Al que acapara grano lo maldice la gente, al que lo vende lo cubren de
bendiciones» (Prov 11,26).
18. «Con la fuerza de mi mano lo he hecho, con mi talento, porque soy inteligente.
Cambié las fronteras de las naciones, saqueé sus tesoros y derribé como un héroe
a los jefes de sus sitiales» (Is 10,13).
19. Justin Rosenstein, creador del “Me gusta” en Facebook, junto a otros, renunció
a este potente trabajo para unirse al Center for Humane Technology (San Fran-
cisco). Cf. Ana Torres, «Los renegados de Sillicon Valley que ahora quieren
frenar a las tecnológicas»: El País (9/09/2018), en línea, https://elpais.com/tec-
nologia/2018/07/26/actualidad/1532614407_402741.html (Consulta el 9 de
agosto de 2018).

Sal Terrae | 107 (2019) 7-19


18 eduard lópez hortelano, sj

democráticas pero que solo favorecen el clientelismo y los privilegiados.


Es necesario situarse ahí, porque forma parte de la realidad: el vano honor
del mundo «de manera que el primer escalón sea de riquezas, el segundo
de honor, el tercero de soberbia» (Ej 142).

b) «Encomendándoles que a todos quieran ayudar en traerlos, primero a


suma pobreza espiritual» (Ej 146)
El llamamiento de Cristo tiene que ver con Jerusalén como «lugar hu-
milde, hermoso y gracioso» (Ej 144) y se realiza desde la libertad: «es-
coge tantas personas, apóstoles, discípulos, etc, y los envía por todo el
mundo […] por todos estados y condiciones de personas» (Ej 145). El
Evangelio (Buena Noticia) ni esclaviza ni es excluyente. La inclusión
forma parte de esta llamada, por lo que se renuncia a todo poder que
oprime y reprime. No existe, pues, una llamada particular, sino más
bien universal. Cada uno aportará al bien comunitario su carisma, su
don y talento.
Se abren, así, una serie de pistas para proceder de bien a mejor: ofrecer
nuestras profesiones de forma eficiente y afectiva, porque en las relaciones
personales nos jugamos nuestra calidad humana –«Cristo nuestro Señor
hace a todos sus siervos y amigos»–; despojarse para construir un estilo de
vida austero –«primero a suma pobreza espiritual»–; aprender a asumir los
conflictos, ofensas y desprecios que comporta una vida profunda –«deseo
de oprobios y menosprecios»–; revestirse de los mismos sentimientos de
Cristo que no vino a ser servido sino a servir –«porque [destas dos cosas]
se sigue la humildad» (Ej 146).
El Evangelio desafía al cristiano: desapego a las cosas frente al ansía de
riquezas, disponibilidad al sufrimiento y desprecio frente al desenfreno
y la pulsión, confianza en Dios como absoluto frente a la soberbia. “Ser
señor de sí mismo” significa renunciar para elegir lo mejor. Primero, amar
y abrazar la pobreza como signos del compartir lo que somos y tenemos.
Segundo, asumir la parte conflictiva de nuestra vida; y, en definitiva, es-
coger la humildad como actitud natural en nuestras relaciones sin impos-
turas o postureos.

Sal Terrae | 107 (2019) 7-19


renunciar es bueno 19

6. Conclusiones

Renunciar es bueno. Significa hacer la experiencia de la vulnerabilidad,


es decir, no realizar todo lo que quiero; no salir siempre airoso en lo que
hago; no solo proteger a los que quiero y no evitar el sufrimiento. Porque
la vida nos va probando. Cuatro acciones caracterizan la renuncia: dete-
nerse, mirar, adentrarse y, finalmente, renunciar. En ellas, las facultades
humanas (entendimiento, memoria y voluntad) se afanan para realizar
este ejercicio. La renuncia implica el conocimiento de los propios en-
gaños (obstáculos, falsa humildad y creer que todo está conseguido) al
tiempo que impulsa los contrastes necesarios por los que pasar y situarse.
Esas dos realidades (“bajo apariencia de bien” y el bien) sintetizan el sig-
nificado teológico y espiritual de la renuncia: ser señor de sí mismo.
Renunciar es bueno, porque mueve nuestra voluntad hacia la elección
por lo mejor, aunque sea desconocido, inquieto y arriesgado o parezca
peor, porque nos saca de la zona de confort habitual: «Entre muchos
pensamientos, pensar el bueno, escoger, pensar el instrumento […]: Dis-
cernir» (Novalis, Fragmento 249).

Sal Terrae | 107 (2019) 7-19


INTERIOR Revista OCTUBRE 2017_int. REV. diciembre 2006-grafo 08/09/17 12:18 Página 842

Víctor Codina, SJ
El cielo, esperanza
y compromiso

P.V.P.: 11,00 E
160 págs.

Más información en
www.gcloyola.com

¿Qué hay más allá de esta vida? ¿Qué podemos esperar? ¿Nos espera al-
guien más allá o desapareceremos para siempre en la nebulosa del espacio
sideral?
No pueden reprimirse. Son preguntas existenciales que siempre han in-
teresado a todas las culturas y religiones de la humanidad. Están ahí.
También para los cristianos. Este libro te ofrece una manera de pensar
el Cielo, como un signo de esperanza futura y de compromiso por un
mundo mejor.

Apartado de Correos, 77 - 39080 Santander (ESPAÑA)


pedidos@grupocomunicacionloyola.com
pedidos@gcloyola.com
21

Ser más con menos cosas


J osé L uis S oto S oto *

Fecha de recepción: noviembre de 2018


Fecha de aceptación y versión final: diciembre de 2018

Resumen
Vivimos en la sociedad de la hiperproducción y del hiperconsumo, en la que el
mercado y el marketing trastocan nuestra conciencia de necesitar. La avidez de
poseer genera cegueras y desórdenes en el ser humano que no le permiten ser en
plenitud. El surgimiento del homo miserabilis está amenazando la sostenibili-
dad, la justicia y la paz. La frugalidad y la sencillez de vida son, paradójicamen-
te, la única forma de salir de la pobreza personal y sistémica. Para ser conscien-
tes de nuestras verdaderas necesidades y de nuestros límites, necesitamos ordenar
nuestras vidas, nuestros afectos; algo en lo que puede ayudarnos la espiritualidad.
Palabras clave: Necesidades, frugalidad, sostenibilidad, espiritualidad.

Be more with fewer things

Summary
We live in a society of overproduction and overconsumption, where the market and
marketing disrupt our awareness of need. The eagerness to possess leads to blindness
and disorders in the human being that stop us from reaching a state of fulfilment.
The rise of the homo miserabilis is threatening sustainability, justice and peace.
Frugality and a simple life are, paradoxically, the only way out of personal and
systemic poverty. In order to be aware of our true needs and our limits, we need
to organise our lives, our affection; something with which spirituality can help us.
Key words: Needs, frugality, sustainability, spirituality.

* Profesor en el Centro Universitario SAFA de Úbeda. jlsoto@fundacionsafa.es

Sal Terrae | 107 (2019) 21-35


22 josé luis soto soto

1. La choza de Gandhi

Cuando Iván Illich visitó la choza de Gandhi tuvo una experiencia espiri-
tual: «Hay dos cosas de este lugar –nos dice Illich– que me impresionaron
profundamente. Una es de orden espiritual y otra la que se refiere a sus
enseres»1. La austeridad de aquel lugar, las pocas cosas que contenía, «su
sencillez, belleza y orden»2, cautivaron a Illich, quien vivía por aquel
entonces en México, en una casa que se «asemeja[ba] en muchas formas
a esta choza»3. A través de la visita a la choza, Illich pudo empaparse un
poco más del mensaje de Gandhi, porque la choza hablaba de Gandhi y
Gandhi hablaba de sí mismo a través de su choza.
¿Qué pasaría si fuésemos nosotros a la choza de Gandhi? Puede que
despertase nuestra admiración y tal vez nos diríamos que los tiempos
han cambiado y que hoy, en nuestro mundo, lamentablemente, ya no
se puede vivir de otra manera. No somos conscientes de cuántas cosas
tenemos hasta que no llega el tiempo de cambiar de residencia y de hacer
una mudanza, clasificar, empaquetar, regalar, tirar y trasladar de un sitio a
otro nuestras cosas como tortugas castigadas a moverse con un caparazón
de plomo. Qué contraste con lo que les pide Jesús a sus discípulos para
anunciar el reino: «Y los envió a proclamar el reino de Dios y a sanar a
los enfermos. Y les dijo: No toméis nada para el camino, ni bordón, ni
alforja, ni pan, ni dinero; ni tengáis dos túnicas cada uno. En cualquier
casa donde entréis, quedaos allí, y sea de allí vuestra salida» (Lc 9, 2-4).
Para otros, la choza, sería motivo de burla porque el lugar desde el que
miran no les permite experimentar la profundidad de lo sencillo. «Siento
que, si viniese gente rica a la choza, se burlaría de ella»4. Y más adelante
concreta qué significa para él ser rico:
«Cuando digo ‘ricos’ me refiero a todos los que tienen ‘artículos do-
mésticos’ en su comunidad, que no son accesibles a todos. Esos son

1. I. Illich, Obras reunidas II, Fondo de Cultura Económica, México, D.F. 2008,
473.
2. Ibid.
3. Ibid.
4. Ibid.

Sal Terrae | 107 (2019) 21-35


ser más con menos cosas 23

‘ricos’ por su estilo de vida, su alimentación, sus desplazamientos; su


modo de consumo es tal que están ciegos ante la verdad. Para estos
ciegos, la enseñanza de Gandhi es una cuestión difícil de entender y
de asimilar: la sencillez no tiene sentido alguno para ellos. Su condi-
ción no les permite ver la verdad. Sus vidas han llegado a ser demasia-
do complicadas para permitirse salir de la trampa en la que cayeron.
Afortunadamente, la gran mayoría de la gente no tiene una situación
tal de fortuna que los haga inmunes a la verdad de la sencillez, ni viven
en tal penuria que carezcan de la capacidad de entender. Incluso cuan-
do algunos ricos ven la verdad se niegan a plegarse a ella. Es porque
perdieron el contacto con ese país»5.

La abundancia de cosas en la vida de las personas pone de manifiesto,


para Illich, nuestra debilidad y nuestra carencia interior y nos convierte
en seres dependientes de lo superficial y alejados de la plenitud.
«Debemos entender que todos los muebles y demás artículos que
colectamos a lo largo de nuestras vidas nunca nos darán una fuerza
interior. Son, por decirlo así, como muletas. Mientras más objetos
cómodos tengamos, mayor será nuestra dependencia de ellos y más
restringida será nuestra vida. Por el contrario, el tipo de mobiliario
que encontré en la choza de Gandhi es de un orden distinto y hay
pocas razones para depender de ellos. Una casa instalada con todo tipo
de objetos muestra que nuestro vigor nos abandona»6.

La choza de Gandhi muestra que es posible ser más con menos cosas.
«Esta choza encarna el gozo que es posible cuando se está a la par con
la sociedad. Aquí la autosuficiencia es la regla del juego. Debemos
captar que los productos de consumo y los bienes superfluos que po-
see un ser humano reducen su capacidad de sacar gozo de su entorno.
Gandhi dijo en repetidas ocasiones que la productividad debe mante-
nerse en los límites de las necesidades».7

5. Ibid. 475.
6. Ibid. 474.
7. Ibid. 475.

Sal Terrae | 107 (2019) 21-35


24 josé luis soto soto

Pero aquí nos tropezamos con una dificultad: ¿qué significa «estar a la par
con la sociedad»? ¿Con qué sociedad? ¿Es nuestra sociedad una sociedad
que se arregla por lo general con lo necesario? ¿Qué es verdaderamente
necesario? ¿No está llena nuestra sociedad de productos y cosas superfluas
al alcance de casi todos? ¿Podemos ser más con menos cosas? ¿Podemos
vivir mejor y más plenamente con menos cosas?

2. Las necesidades
2.1. Del homo sapiens al homo miserabilis
Nuestra conciencia y nuestros hábitos de necesitar cambian con el tiem-
po. Según Illich8, la peor amenaza para nuestro planeta no son los jinetes
del Apocalipsis, que son muchos más de cuatro, sino los hábitos de nece-
sitar que ha establecido el desarrollo.
«Pero aún más difícil que vivir con estos cambios en el ambiente es
el horror de vivir con los hábitos de necesitar que, por décadas, ha
establecido el desarrollo. Las necesidades que la lluvia del desarrollo
provocó no solo justificaron la expoliación y el envenenamiento de la
Tierra: también actuaron en un nivel más profundo. Transformaron
la naturaleza humana. Convirtieron la mente y los sentidos del homo
sapiens en los del homo miserabilis (…) Como la crema batida que se
convierte bruscamente en mantequilla, el homo miserabilis aparece de
la noche a la mañana, como una mutación del homo oeconomicus, el
protagonista de la escasez. La generación posterior a la Segunda Gue-
rra Mundial presenció este cambio de estado en la naturaleza humana,
del hombre común al hombre necesitado. La mitad de todos los indi-
viduos nacidos sobre la Tierra como homo son de esta nueva clase».9

El enfoque subjetivo de la necesidad puede llevarnos por una espiral


sin límite del necesitar, ya que las necesidades como el comer o dormir,

8. Cf. I. Illich, «Necesidades», W. Sach (ed.), Diccionario del desarrollo. Una guía
del conocimiento como poder, PRATEC, Perú 1996, en línea, https://www.uv.
mx/mie/files/2012/10/SESION-6-Sachs-Diccionario-Del-Desarrollo.pdf
(Consulta el 18 de octubre de 2018).
9. Ibid.

Sal Terrae | 107 (2019) 21-35


ser más con menos cosas 25

disponer de una casa donde guarecernos, disponer de una red de rela-


ciones sociales que me permitan sentirme integrado en un grupo so-
cial, la necesidad de crear, participar, etc.; tienen muchas formas de ser
satisfechas. Se puede saciar el hambre de muchas maneras y por esto
San Ignacio de Loyola decía en las «Reglas para ordenarse en el comer»
que «del pan conviene menos abstenerse, porque no es manjar sobre
el cual el apetito se suele tanto desordenar, o a que la tentación insista
como a los otros manjares» (EE 210)10. San Ignacio conoce muy bien
la volatilidad del deseo y lo relativo de muchas de nuestras supuestas
necesidades y por esto da unas reglas para ordenarse, para ser «señor
de sí, ansí en la manera del comer como en la cuantidad que come»
(EE 216). Distingue deseos y necesidades, pero cree conveniente poner
una línea para no excedernos en las privaciones: «guardándose que no
caiga en enfermedad» (EE 213). Los deseos no son malos en sí mismos,
el problema es el desorden del deseo, los afectos desordenados. Y en este
desorden, juegan un papel crucial los malos hábitos que generan desor-
den. De ahí la importancia de los buenos hábitos para ordenarnos: «Y
así la abstinencia en los manjares, para evitar desorden, se puede tener
en dos maneras: la una, en habituarse a comer manjares gruesos; la otra,
si delicados, en poca cantidad» (EE 212).
Todo se complica aún más cuando caemos en la cuenta de que lo que San
Ignacio califica como «manjares gruesos» y como «delicados», depende,
además del desorden interno de las personas, de nuestro contexto social
y de la cultura en la que nos hemos socializado, que influye en nuestra
conciencia de necesitar. El cambio del hombre común al «hombre necesi-
tado» se ha producido mediante la intervención de unas economías, polí-
ticas y culturas de muerte que hacen peligrar la justicia, la sostenibilidad
y la paz11. La economía, la política y la cultura del hiperconsumo, han
contribuido a la creación de una serie de «necesidades» que nos convier-
ten en seres frustrados por mercancías que no pueden satisfacer nuestros
deseos de libertad, amor y autonomía.

10. Ejercicios Espirituales de San Ignacio de Loyola.


11. Cf. V. Shiva, Manifiesto para una democracia de la Tierra. Justicia, sostenibilidad
y paz, Paidós, Barcelona 2006.

Sal Terrae | 107 (2019) 21-35


26 josé luis soto soto

«El hombre se volvió un ser de necesidades. En nuestros días, la apre-


hensión que tiene de sus necesidades está principalmente asociada con
un sentimiento creciente de impotencia: en un entorno dominado
por bienes estandarizados, las necesidades sólo pueden satisfacerse pa-
sando por un supermercado o una boutique. Cualquier satisfacción
del hombre-consumidor-de-mercancías lo frustra parcialmente en su
independencia. También le proporciona una sensación de aislamiento
y de decepción en relación con su entorno próximo. La persona que
amo, que toco, no puede darme lo que necesito, no puede enseñarme
a colmar esta necesidad o a abstenerme de ella. Así, cada satisfacción
de una necesidad determinada por la mercancía socava un poco más
los sentimientos de autonomía y confianza en los otros que forman el
apoyo de cualquier cultura tradicional»12.

Paradójicamente ahora que algunos tenemos más cosas que nunca, es


cuando más experimentamos la carencia:
«En ese marco del hiperconsumo, la respuesta adecuada a una nece-
sidad determinada por la mercancía deja de implicar la satisfacción
personal. El ser humano se capta, como nunca “como carencia” de
algo. Cuando las necesidades resultan ilimitadas la gente se vuelve
cada vez más ávida»13.

El homo miserabilis es un hombre desordenado, un ser humano infeliz, ávi-


do de cosas que una vez poseídas lo dejan frustrado e insatisfecho. Para
él, la necesidad no tiene límites y de ahí su angustia y su miseria. En el
homo miserabilis el deseo enloquece, se extravía en los nuevos santuarios del
consumo. La dinámica del deseo, que brota desde una perspectiva psicoa-
nalítica, de la conciencia de separación adquirida en el mismo momento de
nuestro nacimiento y que nos lleva a vivir como seres «permanentemente
deseantes»14, se revoluciona con el ansia de consumir y poseer:

12. I. Illich, op. cit. 529.


13. Ibid. 530.
14. Cf. C. Domínguez, Los registros del deseo. Del afecto, del amor y otras pasiones,
Desclée, Bilbao 20012.

Sal Terrae | 107 (2019) 21-35


ser más con menos cosas 27

«El deseo tiende hoy a perderse en un laberinto de extravío. Despla-


zado hacia un mundo fetichista de objetos, se dispersa en un ansia de
posesión y consumo, de acaparamiento y acumulación en el que pre-
tende satisfacer lo que el mundo de relaciones interpersonales le niega.
Se abre así una corriente de voracidad regresiva, en la que el mundo y
los otros son concebidos como una especie de pecho nutricio, obliga-
do a proporcionar alimento y satisfacción permanente»15.

Una vez nos encontramos presos en el laberinto del consumo y exiliados


de nuestro yo más auténtico, perdemos la capacidad de distinguir entre lo
verdaderamente necesario y lo superfluo. Somos presa fácil del marketing y
las cosas se convierten en redes más que en herramientas al servicio de una
sociedad convivencial16. Todo el sistema parece confabular contra nosotros
concediéndonos todos los caprichos que nunca hubiésemos podido imaginar.
El deseo enferma de satisfacción y da paso a la era del ser humano necesitado.

2.2. Diferencia entre necesidades y satisfactores


Lo anterior deja claro que una cosa son las necesidades reales y otra nues-
tra conciencia de necesitar. Max-Neef, Elizalde & Hopenhayn clasifican
las necesidades según dos criterios:
«Según categorías existenciales y según categorías axiológicas. Esta
combinación permite operar con una clasificación que incluye, por
una parte, las necesidades del Ser, Tener, Hacer y Estar; y, por la otra,
las necesidades de Subsistencia, Protección, Afecto, Entendimiento,
Participación, Ocio, Creación, Identidad y Libertad»17.

Y proponen un enfoque sistémico de las necesidades frente al enfoque se-


cuencial de Maslow que establece una jerarquía de necesidades en la que se

15. Ibid. 59.


16. Cf. I. Illich, Obras reunidas I, Fondo de Cultura Económica, México, D.F.
2008, 369-530.
17. M. Max-Neef, A. Elizalde & M. Hopenhayn, Desarrollo a escala humana.
Una opción para el futuro, CEPAUR, Santiago de Chile 1986, 26, en línea,
http://www.daghammarskjold.se/wp-content/uploads/1986/08/86_especial.
pdf (Consulta el 7 de noviembre de 2018).

Sal Terrae | 107 (2019) 21-35


28 josé luis soto soto

asciende desde las deficitarias o inferiores, como son las necesidades fisioló-
gicas, hasta las necesidades de desarrollo o superiores, como las de amor y
pertenencia. En el enfoque sistémico varias necesidades pueden ser satisfe-
chas simultáneamente, como en el acto de amamantar en el que se satisfacen
necesidades fisiológicas y de afecto al mismo tiempo. Dependiendo de la
educación, del interés, del amor o del egoísmo; unas pasaran a primer pla-
no y otras a segundo, aunque unas y otras sigan estando presentes. Esto es
lo que llaman hipótesis del zoom e hipótesis del caleidoscopio. Cambia la
combinatoria y el foco, pero las necesidades constituyen un sistema interre-
lacionado que depende de factores internos y externos18.
Podemos experimentar necesidad de algo que realmente no necesitamos.
Cuando el deseo se extravía ni siquiera sabemos lo que necesitamos. Esto
es lo que lleva a Illich a distinguir entre necesidades, mercancías y sa-
tisfacción19. Esta diferenciación es retomada por Max-Neef, Elizalde &
Hopenhayn. Lo que cambia no son las necesidades sino los satisfactores:
«Habiendo diferenciado entre los conceptos de necesidad y de satis-
factor, es posible formular dos postulados adicionales. Primero: las
necesidades humanas fundamentales son finitas, pocas y clasificables. Se-
gundo: las necesidades humanas fundamentales (como las contenidas en
el sistema propuesto) son las mismas en todas las culturas y en todos los
periodos históricos. Lo que cambia a través del tiempo y de las culturas, es
la manera o los medios utilizados para la satisfacción de las necesidades»20.

Comer, dormir, abrigarse, etc., son satisfactores de la necesidad de subsis-


tencia que están condicionados por la cultura y el contexto social ya que

18. Cf. A. Elizalde, M. Martí Vilar & F. Martínez Salvá, «Una revisión crítica
del debate de las necesidades humanas desde el enfoque centrado en la persona»:
Polis 15, 2006, 17-19, en línea, https://journals.openedition.org/polis/4887
(Consulta el 15 de septiembre de 2018).
19. Cf. I. Illich, op. cit. 530.
20. M. Max-Neef, A. Elizalde & M. Hopenhayn, Desarrollo a escala humana.
Una opción para el futuro, CEPAUR, Santiago de Chile 1986, 27, en línea,
http://www.daghammarskjold.se/wp-content/uploads/1986/08/86_especial.
pdf (Consulta el 7 de noviembre de 2018).

Sal Terrae | 107 (2019) 21-35


ser más con menos cosas 29

comer o abrigarse no significa lo mismo en los países enriquecidos que en


los empobrecidos. Para muchas personas el pan no es un «manjar grueso»
sino un «manjar delicado» y bien fino. Un lujo como lo sería para el pobre
Lázaro del evangelio de Lucas (16, 19-31), que pedía al rico Epulón, que
le dejara comer de «lo que caía de la mesa».
Partiendo de esta clasificación de las necesidades, Max-Neef et al., cues-
tionan el concepto de pobreza puramente economicista que se reduce a
estar por debajo de un nivel mínimo de ingresos y hablan de «pobrezas»
de subsistencia, de protección, de afecto, de entendimiento, de participa-
ción, de identidad, etc.21.
Somos más pobres de lo que creemos, aunque estemos rodeados de cosas.
Puede que nos sobren mercancías y que nos falte tiempo, afecto o identi-
dad. Y puede que las cosas estén haciendo peligrar nuestro ser robándonos
vida, que es lo más preciado. En una entrevista a José Múgica, en el progra-
ma Salvados de Jordi Évole, el expresidente de Uruguay lo expresaba así:
«cuando tú compras algo, el instrumento es el dinero, pero en realidad estás
comprando con el tiempo de tu vida. La cosa más grande que tienes es que
estás vivo». No tenemos tiempo para los demás ni para nosotros mismos,
vivimos en una espiral frenética de producir sin límites para comprar algo
que nos haga sentirnos menos vacíos. Cuando las marcas son las que nos
dan identidad, cuando nos sentimos exclusivos por lo que tenemos y no por
lo que somos, cuando el tiempo es sólo tiempo de producción o consumo,
cuando todo se mercantiliza y se convierte en moneda de cambio; el poseer
genera una nueva forma de alienación y nos vamos cosificando a ritmo del
consumo. El motor de este proceso de alienación es la pérdida de conciencia
del límite a la que ha contribuido, en gran medida, en sistema capitalista:
«El capitalismo se basa precisamente en este crecimiento ilimitado de los
deseos. Y es por eso por lo que, a pesar de su éxito, sigue sin ser querido.
Nos ha dado riqueza más allá de nuestros sueños, pero nos ha quitado
la principal ventaja de esa riqueza: la conciencia de tener suficiente»22.

21. Cf. Ibid. 27.


22. R. Skidelsky & E. Skidelsky, ¿Cuánto es suficiente? Qué se necesita para una «una
buena vida», Crítica, Barcelona 2012, 84.

Sal Terrae | 107 (2019) 21-35


30 josé luis soto soto

3. Los límites

Vivimos en un mundo con límites. El movimiento decrecentista nos ha


hecho caer en la cuenta de lo absurdo que es pretender crecer ilimita-
damente en un planeta con límites. A principios de los 70, Meadows,
D. H., Randers, J., & Pawlowsky, S; realizaron el informe, para el Club
de Roma, «Los límites del crecimiento», advirtiendo que el sistema hiper-
productivo estaba amenazando el futuro de la humanidad. Tres décadas
más tarde Meadows, D. H., Meadows, D., & Randers, J., publicaron
«Los límites del crecimiento 30 años después» y en el prólogo, Ricardo
Díez Hochleitner, Presidente de Honor del Club de Roma, decía:
«Las señales que entonces se apreciaban de que se estaban dila-
pidando recursos no renovables, deteriorando así la insustituible
herencia de la humanidad, son hoy en día acaso más evidentes y
acuciantes. El mundo exponencial en que vivimos sigue siendo un
mundo en el que aún no se sabe cómo acrecentar la calidad de vida
y hacerla accesible a todos sin incrementar las graves huellas ecoló-
gicas que deja sobre nuestro planeta el actual modelo de crecimien-
to económico. La magnitud del actual consumismo muestra desde
hace tiempo que necesitamos contar con más de un planeta Tierra
para poder mantener, de este modo, los afanes de gran bienestar
material por parte de los más privilegiados»23.

Algunos de los datos que nos proporciona este informe en su capítulo


«Los límites: fuentes y sumideros»24 dejan bien claro que estamos reba-
sando los límites: entre 1950 y 2000 se triplicó la producción de cereal,
pero 850 millones de personas pasaban hambre. El hambre provocaba en-
tonces unas 25.000 muertes al día. El 38% de la tierra agrícola explotada
se había degradado. Aunque se incrementó el rendimiento, la superficie
cultivada por persona descendió de 0,6 hectáreas por persona en 1950
a 0,25 hectáreas en 2000. A lo largo del siglo XX la extracción de agua

23. D. Meadows, J. Randers & D. Meadows, Los límites del crecimiento 30 años
después, Círculo de Lectores S.A., Barcelona 2006, 14.
24. Cf. Ibid. 111-220.

Sal Terrae | 107 (2019) 21-35


ser más con menos cosas 31

aumentó dos veces más rápido que la población. La mitad de la población


humana no disponía de instalaciones sanitarias básicas en el año 2000.
Las previsiones de este informe son que para el 2025, a este ritmo de
extracción, dos tercios de la población mundial sufrirá escasez de agua.
Desde 1950, se han perdido más de la mitad de los bosques naturales del
mundo. El bosque primario no protegido desaparecerá en 95 años si el
ritmo de la tala se mantiene constante. Según muchos biólogos estamos
asistiendo a una «extinción masiva» como no ha habido otra desde la del
final del cretácico, hace 65 millones de años, que provocó la extinción de
los dinosaurios. Un cuarto de las especies de mamíferos, un tercio de las
especies de peces y un décimo de las especies de aves; se hallan en peligro
de extinción. La tasa de extinción es 1000 veces superior que la que ha-
bría sin el impacto humano. Más del 80% de la energía comercial que se
consumía en el 2000 procedía de combustibles fósiles no renovables y se
estima que, para satisfacer las necesidades de energía de 9.200 millones de
habitantes, que podría ser la población del planeta en el 2050, se precisa-
ría 6 veces más energía que la que se producía en el año 2000.
Esta sociedad del crecimiento no solo rebasa los límites, sino que engen-
dra una enorme desigualdad. En el informe de Oxfam sobre la desigual-
dad «Una economía para el 99%»,25 se proporcionan datos alarmantes:
las 8 personas (hombres) más ricas del planeta, acumulan tanta riqueza
como la mitad más pobre de la población mundial, 3600 millones de
personas. El 1% más rico tiene tanta riqueza como el 99% restante. «Los
ingresos del 10% más pobre de la población mundial han aumentado
menos de 3 dólares diarios entre 1988 y 2011, mientras que los del 1%
más rico se han incrementado 182 veces más»26.
El rebasamiento de los límites y la desigualdad nos están conduciendo al
colapso del sistema de «crecimiento infinito». «El planeta ya no es sufi-
ciente para nosotros, harían falta de 3 a 6 más para generalizar nuestro

25. OXFAM, Una economía para el 99%, 2017, en línea, https://www.oxfam.org/


es/informes/una-economia-para-el-99 (Consulta el 1 de octubre de 2018).
26. Ibid. 2.

Sal Terrae | 107 (2019) 21-35


32 josé luis soto soto

modo de vida occidental».27 Esta situación ha llevado al movimiento


decrecentista a formular como alternativa decrecer. Algo que tiene que
ver con la frase atribuida a Gandhi: «Vive sencillamente para que otros
puedan sencillamente vivir». Cuando un río se desborda y arrasa cam-
pos y ciudades a su paso, todos esperan que las aguas vuelvan a su cau-
ce para poder continuar la vida. La palabra decrecimiento, no obstante,
puede recordarnos la palabra «recesión» asociada a las crisis económicas.
Y según algunos economistas, plantearía problemas, en una economía
de crecimiento, ya que frenar la producción en nuestra actual economía,
supondría la pérdida de empleos y una reducción de ingresos en las arcas
del Estado hiriendo de muerte al Estado de Bienestar, ya seriamente ame-
nazado en la actual economía. La propuesta, según los decrecentistas, no
es decrecer dentro del actual sistema de crecimiento, sino salir del sistema
de crecimiento generando un nuevo modelo, como única alternativa para
la justicia, la sostenibilidad y la paz. Y para llevar a cabo esta ruptura con
la sociedad del crecimiento, Latouche, en su libro «La apuesta por el de-
crecimiento», propone un «círculo virtuoso» de sobriedad voluntaria en 8
R que han ido aumentando en años posteriores con nuevas R28.

Fuente gráfico: (Latouche, 2008, p. 144)

27. S. Latouche, La apuesta por el decrecimiento. ¿Cómo salir del imaginario domi-
nante?, Icaria, Barcelona 2008, 41.
28. Cf. Ibid. 144.

Sal Terrae | 107 (2019) 21-35


ser más con menos cosas 33

Para salir del imaginario dominante es necesario revaluar y reconcep-


tualizar que consiste, según Latouche, en una sustitución de los valores
dominantes de tal forma que donde hay egoísmo, competitividad desen-
frenada, obsesión por el trabajo, consumismo ilimitado, economía glo-
bal, economías de dependencia, etc.; ahora haya altruismo, cooperación,
valoración del ocio y del tiempo no productivo, cuidado de las relaciones
sociales, economías locales y autónomas, etc.29. Es importante destacar
que según Latouche, este imaginario no está solamente instalado en los
defensores del sistema capitalista; el concepto de desarrollo asociado al
productivismo, es algo que comparten tanto el capitalismo como el so-
cialismo real.
Reestructurar significa «adaptar el aparato de producción y las relaciones
sociales en función del cambio de valores»30. Los grupos de consumo
responsable, los bancos de tiempo, las «cosatecas» que permiten poner a
disposición de otros, cosas a las que no damos mucho uso pero que otros
pueden necesitar, etc.; son fórmulas que ya está aplicando desde hace
tiempo el movimiento «Ciudades en Transición»31 para promover una
economía de autogestión frente al mercado global. Redistribuir consiste
en el «reparto de las riquezas y del acceso al patrimonio natural, tanto en-
tre el Norte y el Sur como en el interior de cada sociedad»32. Redistribuir
conlleva también una redistribución del trabajo reduciendo los horarios
de trabajo; y conlleva redistribuir los ingresos entre las generaciones en
una sociedad que, según algunos economistas, necesita crecer para poder
financiar las jubilaciones.33 Nada de esto es fácil, supone un cambio es-
tructural y sistémico radical y esta es la razón de que algunos lo conside-
ren poco realista. Pero lo cierto es que hay que pensar algo nuevo, porque
el actual sistema está sobrepasando los límites y tiene que frenar antes de
llegar al precipicio.

29. Cf. Ibid. 143-165.


30. Ibid. 168.
31. Cf. J. del Rio, Guía del movimiento de transición. Cómo transformar tu vida en
la ciudad, Catarata, Madrid 2015.
32. Ibid. 176.
33. Cf. Ibid. 178.

Sal Terrae | 107 (2019) 21-35


34 josé luis soto soto

Estamos mucho más familiarizados con lo que significa relocalizar la


economía (promover el consumo de lo local y favorecer el desarrollo de
economías de subsistencia que favorezcan la autogestión y el autoabaste-
ciento); y probablemente estamos intentando desde hace tiempo reducir
nuestro consumo, reutilizar y reciclar. Pero el gran problema es cómo salir
del imaginario dominante para crear un sistema justo y sostenible.

4. A modo de conclusión: espiritualidad y desprendimiento

El papa Francisco, en su encíclica «Laudato si’», sobre el cuidado de la


casa común, nos dice que:
«Mientras más vacío está el corazón de la persona, más necesita
objetos para comprar, poseer y consumir. En este contexto, no
parece posible que la realidad le marque límites. Tampoco existe
en ese horizonte un verdadero bien común. Si tal tipo de sujeto
es el que tiende a predominar en una sociedad, las normas sólo
serán respetadas en la medida en que no contradigan las propias
necesidades»34.

La humanidad necesita cambiar y este cambio comporta «un gran de-


safío cultural, espiritual y educativo que supondrá largos procesos
de regeneración»35. Una espiritualidad auténtica no consiste en una re-
nuncia a los placeres o a necesidades; sino que ordena nuestras necesi-
dades para que no tomemos los medios como fines. Este es el pórtico y
«Principio y fundamento» de los EE de San Ignacio de Loyola. El vacío
provocado por el hiperconsumo pone de manifiesto un desorden que no
nos permite valorar bien y que altera nuestra conciencia de necesitar. Eli-
zalde et al. dan buena cuenta de este desorden:
«El grupo de expertos sobre la relación cultura y desarrollo huma-
no reunidos en Bruselas afirmó que: “La modernidad ha pretendido

34. Papa Francisco, Carta encíclica Laudato si’, Mensajero, Bilbao, 2015, nº 204,
156.
35. Ibid. nº 202, 155.

Sal Terrae | 107 (2019) 21-35


ser más con menos cosas 35

transformar al ser humano en un ‘manojo de necesidades’ y la sociedad


de consumo propone en suma un ‘sucedáneo de la transcendencia’. La
necesidad de absoluto y la angustia de la muerte son así ocultadas”»36.

Ordenar los afectos tiene que ver con sanar nuestra conciencia de nece-
sitar para conocer cuáles son nuestras verdaderas necesidades y ser cons-
cientes de los límites tanto propios como del sistema. No se trata de re-
nunciar a necesidades; ya veíamos que las necesidades son las que son,
lo que cambia son los satisfactores de las mismas, y estos tienen mucho
que ver con la cultura en la que vivimos. Está claro que no todos están
en condiciones de renunciar a más cosas. Hay mucha gente en nuestra
sociedad que vive en la más absoluta escasez. Precisamente por esto, otros
debemos procurar vivir más sencillamente. Para Illich entrar en la choza
de Gandhi fue una experiencia espiritual porque su estilo de vida no lo
había vuelto «ciego ante la verdad». Mantener la productividad dentro
del límite de las necesidades y de los límites del sistema, supone no sólo
una revolución económica, política y social, sino también y, sobre todo,
una descolonización del imaginario del desarrollo sin límites que se ha
adueñado de la cultura dominante. Para esto es necesaria una revolución
cultural y espiritual que tiene mucho que ver con la conversión.

36. A. Elizalde, M. Martí Vilar & F. Martínez Salvá, «Una revisión crítica del
debate de las necesidades humanas desde el enfoque centrado en la persona»:
Polis 15, 2006, 15, en línea, https://journals.openedition.org/polis/4887 (Con-
sulta el 15 de septiembre de 2018).

Sal Terrae | 107 (2019) 21-35


INTERIOR Revista OCTUBRE 2017_int. REV. diciembre 2006-grafo 08/09/17 12:18 Página 842

Xabier Pikaza
Dios o el dinero
Economía y Teología
P.V.P.: 27,50 E
592 págs.

Más información en
www.gcloyola.com

Un fascinante recorrido bíblico sobre las relaciones entre Dios y el dinero,


hasta llegar al dilema que nos plantea Jesús de Nazaret. El ser humano
debe elegir entre servir al auténtico Dios o servir a Mammón –una per-
sonificación de la avaricia del dinero, que si tomara totalmente el poder,
acabaría destruyéndonos a todos–.
Xabier Pikaza nos descubre la historia más sorprendente, fascinante,
arriesgada (actual y futura) de la Biblia en perspectiva de dinero.

Apartado de Correos, 77 - 39080 Santander (ESPAÑA)


pedidos@grupocomunicacionloyola.com
pedidos@gcloyola.com
37

¿Otra vida es posible?


M argarita S aldaña M ostajo *

Fecha de recepción: octubre de 2018


Fecha de aceptación y versión final: diciembre de 2018

Resumen
Somos educados para el éxito, pero, en el largo camino que nos conduce a nuestra
meta, no es extraño que conozcamos el agotamiento a todos los niveles. Bajo la
presión de «subir», contaminados desde el seno materno por el «virus del más»,
tal vez vayamos excluyendo de nuestra propia vida las dimensiones vulnerables,
al mismo tiempo que damos la espalda a la fragilidad de los otros y a la injusticia
que desgarra al mundo. ¿Podemos romper esta lógica de muerte? ¿Otra vida es
posible? El evangelio ofrece ciertas pistas al buscador de sentido. Asomados a la
propuesta de Jesús, la oferta de una plenitud paradójica se abre ante nuestros ojos.
Palabras clave: éxito, cansancio, pérdida, humildad, libertad.

Is another life possible ?

Summary
We are trained for success but, on the long road that leads us to our goal, it is
not uncommon for us to experience exhaustion at all levels. Under the pressure
to “climb”, contaminated by the “more virus” from when we’re in our mother’s
womb, we may be excluding the vulnerable dimensions from our own lives, while
we turn our backs on the fragility of others and the injustice that tears the world
apart. Can we break this logic of death? Is another life possible? The gospel offers
certain clues to those who seek meaning. When we hear Jesus’ proposal, the offer
of paradoxical fulfilment opens up before our eyes.
Key words: Success, tiredness, loss, humility, freedom.

* Licenciada en Periodismo y Teología Dogmática. msaldanamostajo@gmail.


com

Sal Terrae | 107 (2019) 37-49


38 margarita saldaña mostajo

El bebé inteligente

Hace ya algunos años, Alain Ehrenberg indicaba que el hombre con-


temporáneo experimenta un cierto «cansancio de ser él mismo»1. Como
consecuencia del individualismo exacerbado, el ser humano se convierte
en dueño absoluto de sus normas y sus juicios, pero esta conquista no es
gratuita. Al mismo tiempo que explora los paraísos más remotos de su
iniciativa personal, asiste también al desmoronamiento de sus vínculos
sociales y pierde de vista las referencias brindadas antaño por la moral
y por la tradición. El balance de esta nueva identidad, según la tesis del
sociólogo francés, es un profundo sentimiento de infelicidad que des-
emboca con frecuencia en esa enfermedad del mundo contemporáneo
llamada «depresión».
En el pensamiento neoliberal, la autonomía se convirtió en el princi-
pio rector de la vida personal y social. No ya la autonomía en términos
kantianos, aquella que remitía a la facultad de hacer opciones racionales
y universalizables, sino una versión mucho más auto-referencial que se
identifica con la independencia del individuo y su capacidad de realizar
elecciones subjetivas y autodeterminadas, abocadas al éxito.
Este modelo exige, para funcionar correctamente, un sujeto productivo,
fuerte y competente; un ser humano erecto y agresivo, preparado para
estar siempre de pie en las arenas del espacio público, defendiendo sus
intereses y trabajando por la consecución de sus logros. Estos trazos di-
bujan sin gran esfuerzo un perfil tradicionalmente masculino, dotado
de las capacidades que la sociedad patriarcal atribuye al varón. Es obvio
que de aquí no se puede inferir ingenuamente que las mujeres quedemos
fuera del retrato; por el contrario, a lo largo del proceso de socialización
también nosotras vamos interiorizando los rasgos del sujeto llamado a
triunfar.
La educación para el éxito comienza cada vez más temprano. Estos días
caía en mis manos la publicidad de un taller infantil de robótica, des-
tinado a niños de tres a seis años. Entre los múltiples beneficios de la

1. A. Ehrenberg, La fatigue d’être soi. Dépression et société. Odile Jacob, Paris 1998.

Sal Terrae | 107 (2019) 37-49


¿otra vida es posible? 39

actividad, se subrayaba el hecho de que el menor desarrollará las com-


petencias necesarias para realizar en el futuro estudios de matemáticas o
ingeniería. En nuestra sociedad competitiva, unos padres atentos pueden
pensar: «¡Qué idea tan interesante y sensata! Vamos a ir preparando el
porvenir de nuestro hijo.» O pueden echarse las manos a la cabeza y de-
cirse: «¡Qué aberración! Este pequeño ser humano no ha hecho más que
empezar a caminar y ya nos empujan a pensar en su carrera.»
Propuestas semejantes llevan mucho tiempo golpeando a nuestras puer-
tas. Recuerdo que un día de 1994 me invadió la impresión de que el
mundo estaba volviéndose loco cuando descubrí por casualidad la apertu-
ra de una guardería «para bebés inteligentes», que ofrecía ajedrez y piano
desde los dos años. Al parecer, de ahí se pasaba a un colegio de élite, para
integrar más tarde una prestigiosa universidad que conduciría a obtener
una serie de brillantes títulos. Diplomas en la mano, las puertas de las
profesiones más codiciadas se abrirían sin vacilar ante estos jóvenes dis-
puestos a regir los destinos del mundo.
Un sistema perfecto, podría pensarse, que recibe en sus engranajes un
bebé inteligente y devuelve un adulto súper dotado de todas las armas
necesarias para librar con éxito el difícil combate del honor, el poder y
la riqueza. La ecuación no es sin embargo tan simple. Aquel bebé que
empezó a estrujarse las neuronas delante de los alfiles puede quedarse sin
resuello en medio de la larga carrera de obstáculos que le toca recorrer,
bajo la presión siempre creciente de rendir más y de obtener mejores
resultados. Si la vida consiste en ajustarse a tales parámetros, uno tiene
derecho a cansarse.

«No hemos venido a machacar»

El bebé inteligente caricaturiza en cierta manera una realidad que nos


atañe ampliamente, aunque nuestros padres no nos apuntaran desde pe-
queños a talleres de robótica ni se empeñaran en hacer de nosotros polí-
glotas a cualquier precio. Todos estamos más o menos contaminados por
el virus de la excelencia, esa «superior calidad o bondad que hace digno
de singular aprecio o estimación algo», según la definición el Diccionario

Sal Terrae | 107 (2019) 37-49


40 margarita saldaña mostajo

de la Real Academia. Aspirar a la excelencia, en sí, parece un anhelo legí-


timo, si la medida de comparación se encuentra al interior de uno mismo:
dar lo mejor de nosotros, llegar tan lejos como podamos en el desarrollo
progresivo de nuestras capacidades y talentos.
Reconozcamos, no obstante, que nuestra manera de juzgar la excelencia
es con frecuencia comparativa respecto de los demás, y que en este jue-
go encontramos una complacencia socialmente respetable. No hay más
que ver la violencia que genera la competitividad en el deporte: para
«ser el mejor» hay que «ganar», más aún, hay que aplastar al contrin-
cante. En su última película, Campeones (2018), Javier Fesser muestra
con gracia y habilidad que esta lógica no tiene salida ni nos hace más
felices. Un entrenador profesional de baloncesto es condenado por la
justicia a formar un equipo con personas con discapacidad mental. El
día de la final, antes del partido, para animar a los jugadores les dice:
«¡Venga, chicos, vamos a machacarles!» A lo que uno de los chavales,
con gran aplomo, le responde: «No hemos venido a machacar, hemos
venido a jugar.»

Un éxito «exclusivo» y «excluyente»

El sistema que propugna una excelencia basada en la competición, caiga


quien caiga, deja muchas víctimas en la cuneta. Adultos que se cansan,
se deprimen y se queman. Niños y jóvenes que no se ven con las fuer-
zas suficientes para estar a la altura de las expectativas de sus padres. De
tanto en tanto, recibimos con estupor los datos de la tasa de suicidio en
Japón entre las personas en plena edad laboral. Este fenómeno sinto-
mático cuestiona la imagen tradicional nipona del trabajador intachable,
infatigable y totalmente entregado a su empresa2. Siguiendo el ejemplo de
los adultos, también los niños y adolescentes recurren al suicidio con una
frecuencia alarmante, incapaces de sobrellevar las exigencias que pesan
sobre sus hombros.

2. J. Kitanaka, De la mort volontaire au suicide au travail. Histoire et anthropologie


de la dépression au Japon. Les Editions d’Ithaque, Paris 2014.

Sal Terrae | 107 (2019) 37-49


¿otra vida es posible? 41

No es preciso, sin duda, irse tan lejos para reconocer la doble cara, «ex-
clusiva» y «excluyente», de esta moneda de cambio que representa la es-
calada del éxito. Si la consecución de los objetivos personales permite
acceder a ciertos olimpos exclusivos, restringidos y codiciados, la necesi-
dad de mantenerse en la tensión del logro genera a su vez una dinámica
excluyente que se manifiesta tanto al interior de uno mismo como en la
relación con el entorno. Por desgracia, esta manera de funcionar va ca-
lando sutilmente todos los terrenos, el personal, el profesional e incluso
el espiritual. Los grupos y las instituciones no se ven preservados de este
peligro, lo cual explica ciertos comportamientos en el seno de nuestra
Iglesia y de nuestras comunidades que no tienen mucha relación con el
evangelio de Jesús.
La búsqueda desenfrenada, aunque frecuentemente encubierta, del pres-
tigio nos sitúa frente a nosotros mismos en una actitud de exigencia per-
manente que va construyendo una autoimagen distorsionada. Las dimen-
siones más vulnerables de nuestro ser van quedando arrinconadas, sin
que les otorguemos la atención y el cuidado que precisan. A pesar de las
buenas resoluciones que hacemos periódicamente, sobre todo al final de
un retiro o de unos Ejercicios, enseguida volvemos a dejar para «un poco
más adelante» la necesidad de descanso, de silencio o de actividad física,
así como la llamada que los demás –y a veces Dios– nos hacen de dedicar-
les algo más de tiempo y de presencia. De esta forma, vamos excluyendo
de nuestra vida aquellos espacios menos rentables, mientras que nutrimos
copiosamente los aspectos que nos permiten mantenernos en primera
línea de fuego.
Todo esto, a menudo, «bajo apariencia de bien» y en aras de objetivos
loables, lo cual no hace sino enturbiar las aguas y dificultar el discerni-
miento necesario para adoptar otro género de vida. Si el horizonte de
nuestros desvelos se ciñera al beneficio personal y al rendimiento econó-
mico, resultaría bastante simple detectar los fallos del planteamiento. No
es raro, sin embargo, que la ambición se solape tras de proyectos útiles
al evangelio y que, urgidos por la llamada a sembrar el Reino de Dios,
terminemos enredándonos en medios que difícilmente transparentan el
fin hacia el cual tienden.

Sal Terrae | 107 (2019) 37-49


42 margarita saldaña mostajo

¿Otra vida es posible?

Crecer en semejante lógica familiar, social y eclesial puede llevarnos


rápidamente a normalizar este paradigma vital como si fuera el único
posible o, al menos, el único razonable habida cuenta del mundo que
nos ha tocado. Como Juan Salvador Gaviota, hay gente que se propone
seriamente liberarse de las ataduras heredadas. Encontramos a nues-
tro alrededor jóvenes que intentan salirse del circuito embarcándose
durante algunos años en proyectos de cooperación; a su regreso, no es
extraño verlos recuperar poco a poco, y muy a pesar suyo, el engranaje
del que habían tratado evadirse. Otras personas en busca de radicali-
dad evangélica optan por propuestas de vida consagrada cuyos estilos y
estructuras parecen radicar más bien en el pasado. Este fenómeno, en
lugar de llevarnos a criticar fácilmente ciertas tendencias, debería cues-
tionar positivamente la capacidad profética de una vida consagrada que
no termina de ofrecer respuestas convincentes a la pregunta siempre
abierta. En el fondo, ¿es posible vivir de otra manera, encarnar realmen-
te el evangelio en el mundo de hoy, emprender un camino diferente al
que la sociedad nos señala y al que aspiramos con frecuencia a pesar de
nosotros mismos?
La predisposición a subir sin cesar y a desmarcarnos del resto está inscrita
en lo más recóndito de nuestro desorden personal. Como consecuen-
cia del rechazo de nuestra condición de criaturas, reivindicamos insen-
satamente el papel del Creador y tratamos de modelar la realidad según
nuestro gusto y criterio para que se avenga a nuestro interés. Los discípu-
los, a pesar del contacto cotidiano con Jesús y de todas sus enseñanzas,
experimentaban también esta tendencia tan humana. «¿Quién es el más
grande en el Reino de los Cielos?» (Mt 18,1), se animaron a preguntarle
en una ocasión, poco después de que el Maestro les advirtiera de que iba
a ser entregado y asesinado, y que resucitaría al tercer día. Les interesaba,
como a nosotros, saber lo que tenían que hacer para ser «el más gran-
de» y para ocupar los mejores puestos en el Reino que iba a instaurarse
(cf. Mt 20,20-23).

Sal Terrae | 107 (2019) 37-49


¿otra vida es posible? 43

La «metanoia» como alternativa

Al buscador de sentido, Jesús le hace una propuesta personal, clara y di-


recta. No se trata de remendar el manto viejo de nuestros puntos de vista
adquiridos, sino de atrevernos a «cambiar de hábito» y a convertirnos.
Marcos relata al comienzo de su evangelio que «por aquellos días vino
Jesús desde Nazaret de Galilea y fue bautizado por Juan en el Jordán»
(Mc 1,9). La primera acción de Jesús que merece ser consignada por este
evangelista es «venir desde Nazaret». Y sus palabras inaugurales, después
del bautismo y de las tentaciones, son una exhortación urgente a la con-
versión: «El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está cerca; conver-
tíos y creed en la Buena Nueva» (Mc 1,15).
Marcos se refiere aquí a la conversión como «metanoia», un concepto fre-
cuente en la Escritura que implica el arrepentimiento y lo trasciende, in-
vitando a ir más allá de nuestra mentalidad, a transformar radicalmente
nuestro estilo de vida, a entrar en una dinámica nueva que compromete
toda la existencia. Esta llamada inicial a la conversión tiene lugar en Galilea,
la patria de Jesús, allí donde había vivido «unos treinta años» (Lc 3,23).
Las tentaciones en el desierto, que los sinópticos consignan al principio
de la vida pública, expresan de manera sintética el combate interno que
todo ser humano –también Jesús– se ve abocado a librar no solo en el
momento de las grandes decisiones sino sobre todo en las pequeñas op-
ciones de la vida cotidiana. Jesús, que durante los largos años de Nazaret
había podido comprender desde dentro los recovecos más profundos de
la naturaleza humana, vence en el desierto la seducción de la riqueza,
del honor y del poder. Desde esta experiencia única, y sabiéndose «Hijo
amado» (Mc 1,11), regresa a Galilea, la tierra de sus raíces, con una buena
noticia capaz de transformar la vida de quienes se adhieran a su proyecto.

Una humildad lúcida

La oferta de Jesús se dirige a aquellos que se sienten agobiados bajo el peso


de la Ley y sus múltiples prescripciones (cf. Mt 11,28-30). Esta proposi-
ción es tan válida para los contemporáneos de Jesús, fatigados de observar

Sal Terrae | 107 (2019) 37-49


44 margarita saldaña mostajo

una infinidad de preceptos externos, como para nosotros, cansados quizá


de obedecer a las leyes del mercado y los mandatos tiránicos que se man-
tienen siempre al acecho en nuestro interior. Jesús asegura que quien le
siga encontrará «descanso», aunque su promesa no consiste en retirarse
despreocupadamente del mundo. Hay que seguir arando y portando el
fardo inevitable que la vida trae consigo, pero uncidos a Él, compartiendo
su yugo y su carga. En vez de prescribir una nueva serie de reglas, Jesús
se propone a sí mismo como norma absoluta: «Aprended de mí, que soy
manso y humilde de corazón» (Mt 11,29).
Quien desea seguir a Jesús y descubrir un horizonte existencial nuevo es
llamado a adentrarse en los caminos tortuosos de la conversión, que en el
fondo consiste en disponerse a compartir su vida y su destino. «No está
el discípulo por encima del maestro, ni el siervo por encima del Señor»
(Mt 10,24). Ir detrás de Jesús nos sitúa inmediatamente en el mismo
lugar que Él ha elegido ocupar, y se revela incompatible con el deseo de
brillar y subir a toda costa, tan ajeno a su opción kenótica.
Este «lugar» escogido por Jesús para Él y para sus discípulos no es ciertamen-
te el «último» en sentido sociológico, a pesar de que a Carlos de Foucauld
le hubiese encantado. Aquel vizconde y explorador que aspirará años más
tarde a ser sencillamente hermano universal, fijos los ojos en su «modelo
único», descubrirá poco a poco que el discipulado implica mucho más que
dejar todo de una vez para siempre. Seguir a Jesús supone aventurarse en
los vericuetos de una humildad lúcida, la del Señor, la de quienes reconocen
que su valía personal es gracia recibida y no la guardan celosamente para sí
mismos, la humildad de los que saben leer los fracasos y las humillaciones
como aspectos inherentes a la finitud de la condición humana.
El mayor en el Reino de los Cielos, según Jesús, no es quien ostenta más
títulos nobiliarios o académicos, y ni siquiera quien logra llevar a buen
término sus proyectos pastorales gracias a un esfuerzo titánico. Es verda-
deramente «el más grande» aquel que se hace humilde como un niño, es
decir, quien integra la posibilidad de no ser tenido en cuenta, quien sabe
recomenzar después de una decepción sin quedar encerrado en el rencor
y el amor propio, aquel y aquella que intenta vivir sus propias pérdidas y
frustraciones en solidaridad con todos los perdedores de la historia.

Sal Terrae | 107 (2019) 37-49


¿otra vida es posible? 45

Una libertad nueva

Empeñados en alcanzar nuestras metas personales, profesionales o espi-


rituales, absolutizamos con frecuencia aquello que es meramente relativo
y quedamos a su merced. Jesús advierte que «nadie puede servir a dos
señores» (Mt 6,24) y establece una oposición antagónica entre Dios y las
riquezas elevadas al rango de lo intocable.
Nuestros amos internos evolucionan y se diversifican a lo largo de la vida,
pero ejercen una presión permanente para mantenernos a su servicio. El
catálogo incluye ídolos variados cuyos efectos sobre nuestra libertad son
parecidos. El dinero y su promesa de bienestar y de seguridad. El presti-
gio, con la fascinación por la imagen, la buena fama, el quedar bien, el
parecer mejores o más importantes de lo que somos. El trabajo, que nos
permite ordenar y mandar, poco importa la escala que ocupemos. El cre-
cimiento espiritual, la quimera de que hacemos verdaderos progresos en
el conocimiento de Dios y que si seguimos así pronto seremos maestros.
Bajo el influjo de estas seducciones que cotizan alto en nuestra sociedad,
vamos volviendo la espalda a nuestros deseos más profundos, y al Dios
que los habita, haciéndonos cada vez más insensibles a nuestro ser autén-
tico y a las necesidades de los demás. Perdemos el respeto hacia las rea-
lidades creadas, transformándolas en idolillos a quienes rendimos culto
en secreto. Con razón definía Agustín el pecado como un movimiento
de «aversio a Deo et conversio ad creaturas», apartarse de Dios y orientarse
hacia las cosas. En efecto, el dinero, la buena fama, el trabajo, el creci-
miento espiritual «y las otras cosas sobre el haz de la tierra» constituyen
mediaciones positivas, ordenadas a ayudar al ser humano «en la prosecu-
ción del fin para que es criado» [23]. La problemática emerge de la ruptu-
ra del «tanto-cuanto», allí donde lo relativo usurpa la plaza del Absoluto.
Entrar en camino de conversión, aprender de Jesús y escoger su mismo
lugar implica dejarse desestabilizar en una escala de valores quizá sóli-
damente asentada, girar cada mañana los talones de nuestra compren-
sión de la vida y elegir, una y otra vez, vivir cara a Dios. En este proceso
no existen fórmulas magistrales que transformen radical y definitiva-
mente la orientación de la existencia. Se trata de asumir los ritmos

Sal Terrae | 107 (2019) 37-49


46 margarita saldaña mostajo

lentos y los tiempos que parecen perdidos, ejercicio sin duda enervante
que vendrá a desafiar el afán de eficiencia que late en cada página de
nuestras agendas.
Volverse hacia Dios, dejarse conducir humildemente por la gracia en ese
itinerario siempre inacabado donde jamás dejaremos de ser aprendices,
convertirá también poco a poco nuestra aproximación a las demás rea-
lidades. En efecto, «hay una forma de volver a la criatura que implica
necesariamente un apartamiento de Dios. Pero puede haber otra vuelta
a las criaturas que sea precisamente resultado y transparencia de la mis-
ma conversión a Dios»3. Descubriremos, quizá con sorpresa, una libertad
nueva en nuestra relación con las cosas, a las que iremos dejando de exi-
gir que se comporten como valores seguros y que rindan continuamente
buenos resultados.

Aprender a perder

Hemos sido educados para ganar, y de repente el viento fresco del evan-
gelio sacude nuestros esquemas y nos deja al descubierto frente a Jesús. La
vía que Él propone dista mucho de nuestras aspiraciones bien aprendidas.
Nos colgamos al cuello una crucecita de oro que disimula con acierto
un hecho escandaloso y difícil de asimilar: seguimos a un perdedor, a un
maestro que pasó la mayor parte de su vida en el anonimato de un pueblo
perdido en la periferia del Imperio, que encontró más tarde un éxito rela-
tivo entre la gente desesperada de su época y que murió ejecutado como
un malhechor. ¿Qué persona sensata querría imitar un modelo semejan-
te? «Aprended de mí», insiste Jesús con suavidad y firmeza.
La llamada a la conversión, tejida de humildad lúcida y de una libertad
nueva, incorpora aquí un tercer elemento. Jesús ensancha su libertad has-
ta tal punto que no necesita retener ni siquiera lo más valioso que posee
como ser humano, su propia vida. No solo está dispuesto a perderla si
fuera necesario por el bien del Reino, sino que de hecho la pierde en el

3. J. I. González Faus, Proyecto de hermano. Visión creyente del hombre. Sal Terrae,
Santander 1987, 406.

Sal Terrae | 107 (2019) 37-49


¿otra vida es posible? 47

ejercicio más pleno de su propia libertad: «nadie me la quita; yo la entre-


go libremente» (Jn 10,18).
Antes de entregar el espíritu (Jn 19,30), Jesús ha aceptado perder la ma-
yor parte de su existencia en una vida ordinaria de la que los evangelistas
no han tenido mucho que contar. Durante los años de ministerio, pierde
su energía con la gente ansiosa que no le deja tiempo ni para comer pero
que no llega a comprender el sentido de su mensaje. Pierde el apoyo de
sus discípulos, que van a abandonarle en el momento más difícil de su
trayectoria. Pierde la credibilidad ante las muchedumbres hasta enton-
ces enardecidas por su palabra. Pierde la intimidad de su propio cuerpo
expuesto a la vista de todo el mundo. Pierde, incluso, la experiencia sen-
sible de la cercanía del Padre que otorga sentido a su vida y a su misión.
«Aprended de mí...»
Dar la vida es un movimiento continuo y mucho más complejo que mo-
rir de repente por una buena causa. Dar la vida es el resultado de conside-
rar la pérdida, no como un odioso accidente, sino como una dimensión
verdaderamente humana de la existencia, más allá del espejismo que su-
pone pensar que con mucho esfuerzo y un poco de suerte conseguiremos
cuanto nos propongamos.
Aunque hayamos sido educados para ganar, para mostrarnos siempre
fuertes e inteligentes, y a pesar de que luchemos con uñas y dientes por
aferrarnos al éxito, en el fondo esta carga nos pesa y nos agota. Una enfer-
medad viene a truncar una carrera, un despido inesperado pone en crisis
el bienestar económico de una familia, la vejez llega naturalmente y se va
llevando las fuerzas y las capacidades. En un momento o en otro, cierta-
mente nos tocará perder. El ofrecimiento de Jesús consiste en aprender a
perder con Él y como Él.

La ganancia de la pérdida

Hay «perdedores y perdedores»; conviene bien notar la diferencia y ser


discretos. Si en tanto que seres finitos todos somos «perdedores por na-
turaleza», muchos seres humanos lo son también «por desgracia». La

Sal Terrae | 107 (2019) 37-49


48 margarita saldaña mostajo

injusticia de nuestro mundo relega a millones de personas a condiciones


de vida infrahumanas y priva a muchas otras de los bienes necesarios para
desarrollar una existencia plena. El hambre, las guerras, la falta de recur-
sos educativos y sanitarios asolan una gran parte de nuestro planeta ante
nuestra mirada atónita e impotente. Más cerca de nosotros, con solo salir
a la calle, encontramos perdedores sin cesar. Parados de larga duración,
mujeres maltratadas, niños obligados a ejercer la mendicidad, ancianos
recluidos a la soledad de una residencia, jóvenes enganchados a la droga
y sin un futuro por delante.
Tanta pérdida junta paseándose sin pudor por los andenes del metro y
por las plazas públicas empieza por hacernos apartar la mirada y termina
por vacunarnos: un día, ya no la vemos. Jesús, sin embargo, «al ver a la
muchedumbre, sintió compasión de ella, porque estaban vejados y aba-
tidos como ovejas que no tienen pastor» (Mt 9,36). Jesús se compadece,
padece con quien sufre, mira, se acerca, toca, cura. No adopta la posición
de poder de quienes salen siempre vencedores; habla y actúa con una
autoridad nueva (cf. Mc 1,22), que no procede de los libros sino de la
experiencia profunda que ha hecho de sí mismo y del Padre, de la realidad
y de sus límites. Es una autoridad que convence y que sana.
Acercarse a los grandes perdedores de la historia sin haber contactado
previamente con la realidad de la pérdida en el interior de uno mismo es
muy peligroso. Desde las coordenadas bien pensantes de quien está acos-
tumbrado a ganar, qué fácil resulta interpretar de manera simplista y des-
encarnada el sufrimiento de la gente. Cuando todo nos va bien en la vida,
cómo nos cuesta ponernos en los zapatos de los demás y comprender a las
personas más allá de entender sus situaciones. Si un joven pide en el tren,
será que es un vago de siete suelas. Si alguien pierde una oposición, será
que no ha estudiado bastante. Si una chica ha abortado, será que tenía la
conciencia muy mal formada. Si un sacerdote deja el ministerio, será que
se habrá enamorado de la primera que llega. Suma y sigue.
Aprender a perder con Jesús y como Jesús nos conduce a aproximarnos
a la pérdida de los demás con el respeto que nace de la propia herida. En
lugar de pasar simplemente de largo o de apresurarnos a ofrecer la solu-
ción que nos parece más apropiada, sabremos mirar y escuchar sin prisa,

Sal Terrae | 107 (2019) 37-49


¿otra vida es posible? 49

dejarnos tocar y conmover. La pérdida propia se convertirá entonces en


una ganancia paradójica porque nos permitirá vivir una solidaridad exis-
tencial auténtica con los que sufren. Más allá de nuestras posibilidades
siempre limitadas de reparar los daños, podremos ofrecer una presencia
humana capaz de contribuir a reparar la dignidad rota.

«La medida de la plenitud de Cristo» (Ef. 4,13)

El bebé inteligente queda librado a su capacidad de abrirse paso en el


mundo, para lo cual necesita una fuerte dosis de autonomía y una vo-
luntad inquebrantable de alcanzar sus objetivos. Llegado a la vida adulta,
después de experimentar los límites de la realidad y los suyos propios,
puede cansarse de ser él mismo, estresarse e incluso deprimirse. Este re-
trato, en sus rasgos esenciales, nos resulta familiar; en mayor o menor
medida, todos somos portadores del «virus del más»: tener más, saber
más, ganar más, viajar más, influir más, ser más considerados.
El evangelio desenmascara abiertamente esta aspiración desenfrenada que
conocían muy bien los discípulos de Jesús. Como a ellos, también a no-
sotros nos llega la llamada a la conversión, no de las costumbres sino
de las entrañas. Somos invitados a recorrer un camino de metanoia, de
transformación progresiva y profunda que nos permitirá desplegar las alas
de nuestra condición humana. Un itinerario que nos adentrará con Jesús
en la humildad y la libertad, en la pérdida y en la solidaridad con los que
sufren.
No hace falta, para ello, salirse de lo cotidiano, sino más bien todo lo
contrario: entrar bien a fondo en la vida de cada día para detectar en
sus costuras las resistencias que nos impiden aún vivir la buena noticia.
Dispuestos y atentos a la acción de la gracia, podremos quizá descubrir la
alegría de ser realmente «más» liberados del miedo a ser «menos» y cap-
taremos en nuestra humanidad los destellos de «la medida de la plenitud
de Cristo» (Ef 4,13).

Sal Terrae | 107 (2019) 37-49


INTERIOR Revista OCTUBRE 2017_int. REV. diciembre 2006-grafo 08/09/17 12:18 Página 842

Joan Chittister
Espíritu radical
Doce maneras
de vivir una vida libre
y auténtica
P.V.P.: 20,00 E
264 págs.

Más información en
www.gcloyola.com

¿Te sientes quemado por la vida? ¿Estás harto de una sociedad que te exige
más y más? ¡Entonces es el momento! Libérate de la ansiedad, las preocu-
paciones y las tensiones. Y entonces podrás disfrutar de una vida plena.
¡También en tu espiritualidad!
Una guía muy práctica para deshacerte de las experiencias interiores que
nos desgastan en casa, el trabajo y en nuestras relaciones de cada día.

Apartado de Correos, 77 - 39080 Santander (ESPAÑA)


pedidos@grupocomunicacionloyola.com
pedidos@gcloyola.com
51

El amor no cuenta
M aría D olores L ópez G uzmán *

Fecha de recepción: noviembre de 2018


Fecha de aceptación y versión final: diciembre de 2018

Resumen
En la actualidad las listas que se elaboran para saber quiénes son los personajes
más populares se fijan especialmente en aquellos que tienen el mayor número de
seguidores en las redes sociales. No solo se valora que estos personajes convoquen
a muchos, sino que interesa que sean capaces de fidelizar. Pero estas relaciones
frágiles y pasajeras generan un profundo sentimiento de soledad. Solo el amor de
unos pocos que nos hace sentirnos únicos es el que puede fortalecer y modelar al
sujeto para poder querer a todos los demás.
Palabras clave: follower, relación, número, único.

Love can ’ t be counted

Summary
Nowadays, the lists drawn up to find out who the most popular personalities are
mainly focus on those with the highest number of followers on social networks. It
is not only valued that these personalities can achieve many followers, it is also
important that they are able to gain their loyalty. However, these fragile, transient
relationships generate a deep sense of loneliness. Only the love of a few that makes
us feel unique is that which can strengthen and shape the individual to be able
to love everyone else.
Key words: follower, relationship, number, unique.

* Profesora de Teología. Universidad Pontificia Comillas. doly.lguzman@gmail.


com

Sal Terrae | 107 (2019) 51-63


52 maría dolores lópez guzmán

Cristiano Ronaldo se ha convertido en el año 2018 en el flamante núme-


ro uno del ranking de los famosos con más seguidores en Instagram: nada
menos que 144 millones. En el top ten de la red social favorita de los jó-
venes a día de hoy, no se encuentran políticos ni personalidades de la cul-
tura, sino cantantes de pop (Selena Gómez, Taylor Swift, Ariana Grande,
Beyoncé y Justin Bieber); deportistas (Ronaldo y Neymar); un actor de
películas de acción (Dwayne Johnson); y dos socialités (Kim Kardashian y
Kylie Jenner) que son personas famosas de familia adinerada que partici-
pan en fiestas privadas, eventos benéficos y “acontecimientos exclusivos”.
Tener seguidores causa admiración. Cruzar el umbral del millón suele
ser el indicativo de que el reconocimiento social está en niveles más que
aceptables. A partir de ahí la persona puede considerarse un referente (o
influencer). Quien es tocado con la varita mágica de la fama se convierte
automáticamente en un “icono” con capacidad de influir en “usos y cos-
tumbres” a nivel mundial. Una aparición pública de una celebrity, y se
multiplican los titulares: “Meghan Markle vuelve a agotar su vestido de
cumpleaños en 24 horas”; “Los tatuajes de Sergio Ramos marcan tenden-
cia”; “Rosalía lleva las uñas que querrás este verano”...
Nadie que desee triunfar en este mundo y llegar a mucha gente puede
prescindir ya de las redes sociales. Desde que en 2007 Barack Obama
acertara al usarlas en su campaña electoral, logrando la presidencia de los
EE.UU., muchos políticos han reforzado su presencia en internet cons-
cientes de su importancia e influencia en la opinión pública. En la lista
de los líderes con más seguidores en Twitter aparece Donald Trump en
primera posición, con 54 millones, y justo detrás el papa Francisco con
47. En cuanto a los más influyentes, el Pontífice está en tercer lugar tras el
presidente norteamericano, y el rey Salmán de Arabia Saudita, que lidera
el listado1.

1. Datos tomados de la Agencia BCW´s (Burson Cohn & Wolfe): https://twiplo-


macy.com/ranking/the-50-most-followed-world-leaders-in-2018/. Para cono-
cer el impacto de las redes sociales en la imagen de las personas y su reputación
ver: J. M. Burgueño, Qué hacer cuando arde la red. Gestión de crisis de comuni-
cación online, Editorial UOC, Barcelona 2018.

Sal Terrae | 107 (2019) 51-63


el amor no cuenta 53

Estas cifras son relevantes para ver por dónde se mueven los intereses
de la población y qué perfiles resultan más atractivos. La posición que
ocupa el Papa demuestra que el mensaje del evangelio continúa teniendo
“seguidores” y que su reconocida capacidad comunicativa se sustenta en
datos reales; algo que hay que apreciar y valorar dada la dificultad que
la Iglesia ha tenido tradicionalmente para llegar a un público amplio y
diverso. Pero este hecho no quiere decir que todos los likes de @Pontifex
respondan por defecto a personas comprometidas con la causa del Reino,
o que tengan una honda vida espiritual. Es importante, para no llevarnos
a engaño, situar bien qué tipo de comunicación y de impacto promueven
las redes sociales.
El reparto de followers según los rankings más fiables hace pensar que
la mayoría de las figuras que cuentan con tantos seguidores no destaca
precisamente por sus principios morales o su aportación al pensamiento,
sino por su poder, estética, éxito y dinero. Lo que cuenta es la “imagen
que vende” el personaje público a la que el seguidor quiere asociarse y de-
sea que los demás le asocien. Pero hay que estar atentos, pues como decía
San Pablo: «Aunque hablara las lenguas de los hombres y de los ángeles,
si no tengo caridad, soy como bronce que suena o címbalo que retiñe»
(1Co, 13,1).
Cuantos más fans tenga una persona, más radio de influencia adquiere
sobre los otros. Un hecho que, en algunos casos se traduce en cuantiosos
contratos publicitarios, y en otros, en captación de militantes para causas
ideológicas y campañas de todo tipo. No es extraño, por tanto, que este
universo atraiga a tantos, ya que resulta difícil sustraerse al potencial de
internet que ofrece posibilidades increíbles para medrar. Lo llamativo es
que no solo se valora que estos personajes convoquen a muchos, sino que
sean capaces de fidelizar porque cuanto más engagement2 se tenga, más
probabilidad de conseguir elevados ingresos. Lo que tanto cuesta en el
seguimiento de Cristo –el compromiso– se consigue en otros campos por
la ambición económica y estética que hay detrás.

2. Literalmente significa “compromiso”, y es el indicativo de que la relación con el


usuario tiene recorrido (es decir, si es de largo plazo) o no.

Sal Terrae | 107 (2019) 51-63


54 maría dolores lópez guzmán

Este esquema de consumo –publicitario o ideológico– a menudo se tras-


lada a las relaciones ya que muchos de los que viven en este universo
cuentan los “me gusta” como trofeos con los que la persona supuestamen-
te gana reconocimiento. Es fácil quedar atrapado en una espiral donde
todo gira en torno a la cantidad (de dinero, seguidores, número de publi-
caciones, etc.), como si ahí radicara la clave del éxito a todos los niveles.
Un error frecuente que se paga caro: confundir la cantidad con la calidad;
la satisfacción que provoca saberse seguido, con la plenitud; y los emoti-
conos de corazones, con una implicación afectiva real en quien los envía.
No dejan de ser altamente cuestionadores los casos de suicidios de jóvenes
que en sus redes han transmitido una imagen de éxito y felicidad: la mo-
delo Celia Fuentes, con 300.000 seguidores y 27 años, decidió quitarse la
vida a pesar de que su Instagram estaba plagado de fotografías en las que
desplegaba la mejor de las sonrisas; el mundialmente conocido dj, Avicii,
con 28 años y casi 8 millones de seguidores, se cortó el cuello y las muñe-
cas con el cristal de una botella rota “harto de las sesiones”3.
Asimismo, van saliendo a la luz numerosos casos de jóvenes que padecen
depresión o ansiedad en grado extremo a pesar de tener una amplia acep-
tación en las redes. Selena Gómez, quien hasta 2017 ostentaba el primer
puesto del ranking por el número de followers, confesó que había tenido
que ingresar en una clínica psiquiátrica por una fuerte crisis emocional.
Su día a día no era tan maravilloso como aparentaba en sus publicaciones.
En la misma línea, el dj y productor Hardwell, definía su vida como “una
montaña rusa que nunca se detiene” por lo que decidió dejar los escena-
rios con tan solo 30 años. “Demasiada presión”, explicó en un comunica-
do en el que anunciaba su retirada4. 
Hasta que uno no se ve en esa situación cuesta entender que detrás de
tanta fama y tantos “me gusta” pueda esconderse una profunda experien-
cia de soledad. Pero así ocurre. María Palacín Lois, directora del Máster

3. F. Navarro, “La vida del `dj´ no siempre es una fiesta”, El País, en línea, https://
elpais.com/cultura/2018/09/15/actualidad/1537030389_165233.html (Con-
sulta el 18-XI-2018).
4. Ibid.

Sal Terrae | 107 (2019) 51-63


el amor no cuenta 55

de Autoliderazgo y Conducción de Grupos en la Universidad de Barce-


lona, explica que quienes gozan de un éxito rápido y considerable, caen
fácilmente en el error de pensar que son dueños de la situación, cuando
en el fondo sucede lo contrario. “Sentirte el amo del mundo no garantiza
controlar tu vida”, apunta5.
Esa soledad hiriente que subyace en el fondo tiene que ver con el “efecto
burbuja” que se produce en el ámbito afectivo cuando el sujeto queda
atrapado en la creencia de que realmente es una persona significativa y
cuenta con gran reconocimiento social por tener mucha gente alrededor.
Una sensación agradable de la que es difícil desprenderse.
El paso del tiempo se encarga de demostrar que las cosas no son como
uno había imaginado o como lo que la sociedad le había “vendido”.

I. La burbuja afectiva

El afecto6 es uno de los componentes psicológicos más importantes de


la vida, pues resulta tan esencial para el desarrollo de todo ser humano
como el alimento. De hecho, la madurez de una persona va directamente
asociada a su capacidad para manejarse en el mundo afectivo. Sin embar-
go, la dificultad para situarse en el universo de la afectividad está en el
origen de muchos de nuestros problemas cotidianos. Frases como “no me
quiere quien yo quiero”, “fíjate, con lo que yo he hecho por esa persona y
así me lo paga” o “no me ha dado ni las gracias”, son bastante habituales
y expresan la desilusión cuando los demás no actúan como esperamos.
Aquí está la raíz de que necesitemos un conocimiento adecuado de todo
lo que conlleva el mundo de las redes sociales, pues es fácil que el ego se
lleve un buen revolcón si no ajusta bien sus expectativas. La sed de re-
conocimiento es tan fuerte en el ser humano que, si no la controla bien,
puede ser fuente inagotable de conflictos.

5. Ibid.
6. Disposición e inclinación de una persona hacia otra. Suele identificarse con
sentimientos de unión y cariño hacia alguien.

Sal Terrae | 107 (2019) 51-63


56 maría dolores lópez guzmán

Uno de los errores más habituales es pensar que cuantos más nombres su-
memos a la lista de contactos del móvil, más direcciones de correo incor-
poremos, o mayor poder de convocatoria tengamos, escalaremos puestos
en el ranking de la consideración y estima. Ganaremos en popularidad,
pero no necesariamente en aprecio. Las razones por las que los otros nos
buscan son tan variopintas que no siempre el cariño es la causa principal
(ni tiene que serlo). La Iglesia no está libre de caer en esta trampa, pues
la “presión ambiental” interna y externa nos lleva a concluir que las cifras
son las que aseguran el éxito de la labor evangelizadora. Contar el número
de gente que acude a las eucaristías o a las charlas esconde muchas veces
la secreta esperanza de que una asistencia notable justifica el esfuerzo, es
prueba de éxito, y debe generar satisfacción.
La cuestión, sin embargo, no es ser relevante sin más, sino preguntarse
para quién y por qué. Los aplausos de un aforo lleno pueden tener menos
valor que el de un solo espectador; depende de quién sea la persona que
aplauda. La opinión (o el afecto) de una única persona puede tener una
significación mayor que la de muchos. Porque las palabras se hacen más o
menos trascendentales no por el número de gente que las diga o respalde,
sino por quién las dice. No es lo mismo que hablara de entrega Monseñor
Romero (ya que fue asesinado por dedicar su tiempo y energía a los más
necesitados), o que lo haga un personaje famoso delante de un photocall,
aunque éste tenga más repercusión mediática.
Ahora bien, no se puede negar que cuando formamos parte de muchos
grupos y nos hacemos presentes en distintos sitios, habrá más gente que
nos conozca y, por tanto, se nos tendrá en cuenta; pero eso no implica
que automáticamente nos quieran de verdad, ni tampoco que nosotros
queramos, a su vez, a los demás.
Solo el amor profundo nos cambia y da un vuelco a las estadísticas. Pues de
lo poco, saca mucho: de la pobreza, riqueza; de la ausencia de notoriedad,
auténtica relevancia; del vaciarse, multiplicación. Basta con que una sola
persona esté dispuesta a dar su vida por otra, para que todo cambie en ella.
El Señor lo ha hecho. Por todos y cada uno de nosotros… Aunque quizás
nos resulte insuficiente que todo un Dios haya entregado su Vida para
mejorar la nuestra.

Sal Terrae | 107 (2019) 51-63


el amor no cuenta 57

En su existencia terrena el Señor tuvo un radio de acción muy limitado y


el panorama que se encontró a los pies de la cruz no fue nada halagüeño.
Del relativo baño de multitudes que vivió en sus momentos “de gloria”,
pasó en muy poco tiempo a estar prácticamente solo (a excepción de
algunas mujeres y apenas un par de discípulos). Pero de ese fracaso y
de aquellos pocos seguidores brotó la semilla de la gran expansión del
cristianismo. Ganaron en credibilidad al mantener la fe en horas bajas, la
esperanza en situaciones de oscuridad y el amor gratuito en circunstancias
adversas.
Entrar en la lógica de un amor máximo, hecho a base de hacerse mínimo,
cuesta mucho. Porque la cultura predominante transmite lo contrario.
Sin embargo, aunque nos parezca mentira, «la necedad divina es más
sabia que la sabiduría de los hombres, y la debilidad divina, más fuerte
que la fuerza de los hombres» (1Co 1,25). Una prueba de fe. Pero con
posibilidad de constatación.
Los cantos de sirena de nuestra sociedad, no obstante, hacen una labor
corrosiva y minadora con la que van arrastrando a la persona hacia zo-
nas escondidas de su interior donde, a pesar de las loas y alabanzas que
pueda recibir desde muchos ambientes, la soledad se va instalando po-
derosa y nefasta. Pues si nos aplauden solo cuando triunfamos porque
admiran nuestras fortalezas, viviremos con temor a perderlas. Y cuando
la conciencia de la fragilidad propia llega, entonces la persona empezará
a experimentar rechazo ante los halagos y a ganar en inseguridad por
miedo a decepcionar en cualquier momento. La Madre Teresa de Calcuta
decía que la mayor pobreza es la soledad, y que “podemos curar las en-
fermedades físicas con la medicina, pero la única cura para la soledad, la
desesperación y la falta de esperanza es el amor. Hay muchos en el mundo
que mueren por un trozo de pan, pero hay muchos más que mueren por
un poco de amor”7.
Para una persona que se siente abandonada de todos, un poco de amor es
mucho; y este poco posee la fuerza suficiente como para animar a alguien

7. Madre Teresa de Calcuta, Camino de sencillez, Planeta, Barcelona 2008.

Sal Terrae | 107 (2019) 51-63


58 maría dolores lópez guzmán

que se sienta derrotado. Cuando Jesús se dirigía a los enfermos transmitía


tanta misericordia con su palabra que restauraba la confianza en la persona
posibilitando así su sanación. Una palabra suya bastaba para curar; bien lo
sabía el centurión y por eso acudió a Él cuando su siervo enfermó (Mt 8,8).
Por eso es importante detectar dónde están los engaños cuando buscamos
un reconocimiento masivo del que terminamos dependiendo mientras
olvidamos que una sola palabra puede tener mucho más potencial. La an-
siedad por lograr ser querido conduce en ocasiones a aceptar sucedáneos
del amor que a la larga provocan el efecto contrario al buscado. Algunas
de esas trampas serían las siguientes:

La ambigüedad del lenguaje


Captar más de un millón de fieles seguidores exige al sujeto desplegar
todas sus armas para resultar atractivo. Y si para conseguirlo hay que dis-
frazar la realidad, se hace con tal de obtener buenos resultados.
El lenguaje es uno de los lugares donde la manipulación está a la orden
del día. Se utiliza a menudo para nombrar la realidad con palabras e imá-
genes atractivas con las que deseamos que nos identifiquen. Jugar con las
palabras y sus significados se ha convertido en un recurso habitual para
encubrir intenciones no del todo rectas y ocultar las partes que cuentan
con menor aceptación social. Los nombres que designan a quienes se vin-
culan a un personaje o a una marca en las redes sociales no se han elegido
al azar: es más agradable al oído decir que se tienen followers que clientes;
fans, mejor que suscriptores; amigos en vez de conocidos, o comunidad
en lugar de público o audiencia8. Todo con tal de no reconocer que en
el fondo nos mueve la vanidad, pues como decía el Principito, “para los
vanidosos todos los demás hombres son admiradores”9.
En general se buscan términos que expresan calidez para esquivar la
sensación de frialdad característica de la tecnología y de la distancia

8. Precisamente la gestión de estas comunidades online alrededor de una marca


para que las relaciones sean estables y duraderas es uno de los empleos de mayor
demanda en los últimos años: es la figura del community manager.
9. A. de Saint-Exupéry, Le petit prince (1942).

Sal Terrae | 107 (2019) 51-63


el amor no cuenta 59

física que, aunque con estos medios se acorta o solventa, no la elimina


del todo.
No solo en el mundo de las redes sociales se buscan términos “bienso-
nantes” sino también en las relaciones presenciales. Con tal de salva-
guardar la imagen positiva que queremos proyectar acuñamos expre-
siones o frases hechas para alimentarla. En nuestra cultura, conocer a
mucha gente está bien visto porque “te abre la mente”, así como, am-
pliar el círculo de amigos ayuda a “salir de uno mismo”, y tener muchas
relaciones te convierte en una persona experimentada y cualificada.
Como si la apertura del corazón y de la mente fuera proporcional al
número de personas con las que uno trata o a la cantidad de planes que
haya llevado a cabo.
La mentalidad posmoderna ha olvidado que “se puede viajar al fin del
mundo sin salir de una habitación”10, tal y como le recordó a la señorita
Prim uno de los monjes de San Ireneo de Arnois, la aldea a la que había
ido la maestra huyendo del mundanal ruido buscando respuestas a su
anhelo de amor y belleza. La protagonista de la novela de Natalia San-
martín Fenollera, tuvo que romper todos sus esquemas y prejuicios para
comprender que se puede viajar y visitar muchos lugares sin terminar
de conocer nada en profundidad. No es casualidad que santa Teresita de
Lisieux, que no salió de su convento y murió sin cumplir los 25 años sea,
junto a Francisco Javier, patrona universal de las misiones.
Abrir un pozo cuesta tiempo y dinero, por eso enseguida que aparece el
agua se corre la tentación de conformarse con el primer brote. Sin embar-
go, el contacto con la tierra nos enseña que el agua más limpia y pura se
encuentra en lo más hondo; por eso, cuantos más metros tenga un pozo,
más garantía de encontrar agua de calidad. No necesitamos muchos po-
zos, sino uno solo que sea profundo. Y eso mismo ocurre en las relaciones.
Se necesita tiempo para conectar de verdad con otros en los rincones del
alma. Imposible hacerlo a golpe de un clic. Pero solo esa agua cristalina o
la hondura de una relación de esa naturaleza refrescan el alma.

10. N. Sanmartín Fenollera, El despertar de la señorita Prim, Planeta, Barcelona


2013.

Sal Terrae | 107 (2019) 51-63


60 maría dolores lópez guzmán

El efecto llamada
Cuando uno cumple años, puede resultar hasta molesto recibir una infi-
nidad de llamadas que apenas te dejan concentrar en una actividad; pero
al mismo tiempo, es difícil sustraerse a la satisfacción que produce cons-
tatar que se acuerdan de uno.
Ser el reclamo para que los locales se llenen o los amigos se lo pasen bien
provoca un “subidón” en el ánimo que suele ir acompañado por el “efecto
llamada”, pues está comprobado que, cuanta más gente admira a alguien,
más personas quieren “sumarse al carro” de los que desean estar con él. Y
lo mismo ocurre a la inversa: cuanta menor notoriedad, menos capacidad
de convocatoria y más solo se queda uno. Siempre se entra al bar que está
lleno, y no al que está vacío.
En estas circunstancias es fundamental no olvidar lo frágil que es
el reconocimiento masivo. Se va tan pronto como llegó. Porque los
vínculos en los que se sustenta no son sólidos, porque no es el amor lo
que cuenta, y no suelen tener raíces profundas sino que están arraigados
en impresiones pasajeras y cambiantes. Además, y aunque el fragor del
momento lo tape, siempre termina apareciendo otra persona más atrac-
tiva, más rica, más simpática, más creativa, y mejor preparada que des-
banca a la anterior. Ocurre en la sociedad –todos los años, por ejemplo,
aparece un nuevo nombre en la lista que la revista People lleva haciendo
desde 1985 de los hombres más sexys del momento; y en el interior de
la Iglesia también– con personas que responden al perfil “del cristiano
comprometido” según las categorías del momento pero que no resisten
bien en las horas bajas y se enervan cuando son sustituidos. Coronas
efímeras. Así que «si alguno se imagina ser algo, no siendo nada, se
engaña a sí mismo» (Gal 6,3).
La llamada que tiene otro efecto –el de la alegría y la confianza– es la de
aquellos que deciden estar con una persona porque la conocen, la quieren
y la prefieren por encima del resto. Su cariño, por tanto, no está sujeto ni
a modas, ni a una estética con fecha de caducidad. Permanecen siempre.
Pero esos son pocos, aunque su efecto es “resucitador”.

Sal Terrae | 107 (2019) 51-63


el amor no cuenta 61

Más show que reality


En nuestra cultura lo que no aparece en un medio audiovisual o en una
red social no existe. Por eso se invierte tanta energía en exponer pública-
mente hasta las zonas más personales. Pero para quedar bien en pantalla
los posados suelen estar tan estudiados que dejan poco espacio a la natu-
ralidad que intentan vender. Hasta el último mechón de pelo está medido
para que un despeinado resulte chic en las fotografías. En el fondo, y
aunque los realities se empeñen, estos programas y estas actitudes tienen
menos de realidad que de show.
Cuando dejamos a los demás que entren en nuestra vida para que la aplau-
dan, con el secreto deseo de sentirse uno más vivo y demostrar que su
existencia es envidiable, sucede lo contrario de lo pretendido: uno queda
empobrecido. La exposición indiscriminada conlleva una expropiación
de lo más sagrado y favorece la doble vida: una, la del escaparate; y otra,
la menos vistosa. Lo peor: que las dos terminan siendo reales y generan
una existencia esquizofrénica llena de contradicciones. Y todo ello solo
por intentar contentar a muchos. Alto peaje el que se paga.
Todas estas trampas ponen en evidencia la fragilidad del ser humano y la
ausencia de relaciones profundas. Porque cuando se encuentra a alguien a
quien amar de verdad, con quien se encaja, y se dedica tiempo y espacio
a cultivar la relación –sin esquivar la cruz– con esmero y cariño, lo demás
ni se busca, ni se pretende, porque sobra y estorba; con el añadido de que
el poder de irradiación de ese amor que atañe a dos (sea de pareja, herma-
nos, hijos o amigos), es extraordinario.

II. La clave: el Ser Único

“A los mayores les gustan mucho las cifras. Cuando se les habla de un
nuevo amigo, jamás preguntan cosas esenciales como: “¿Qué tono tiene
su voz? ¿Qué juegos prefiere? O si ¿le gusta o no coleccionar mariposas?”
En cambio preguntan: “¿Qué edad tiene? ¿Cuántos hermanos? ¿Cuánto
pesa? ¿Cuánto gana su padre?”. Solamente con estos detalles creen cono-
cerle”. Palabras del Principito que trasmiten el pensamiento de su autor

Sal Terrae | 107 (2019) 51-63


62 maría dolores lópez guzmán

con las que ya denunciaba hace más de medio siglo esta manía de conta-
bilizarlo todo como si fuera el mejor método para valorar las cosas.
En estos cálculos el amor no computa, y por eso las cuentas no solo no
salen bien, sino que además nos despistan y nos separan de lo sustancial.
Porque ¿cómo pasar por alto que lo que de verdad importa y nos llena es
ser único para otro o que otro lo sea para mí? Y ¿cómo olvidar que nunca
encontraremos un Ser tan Único como Dios, pues de hecho no hay nadie
como Él?
Ser único significa recibir la mirada de alguien que se detiene en mí, y
me destaca sobre el resto; es decir, ser el predilecto entre muchos. Dejar
que otros participen de ello e interfieran es destruir lo que hace especial
esa relación. Un sinsentido. “Único” y “muchos” aplicado a las relaciones
hondas, son términos incompatibles.
Existe en cada ser humano una zona reservada en la que no es posible sumar
gente sin generar daños a veces irreversibles. Perderíamos el encanto de la
intimidad y la grandeza de las confidencias. ¡Qué ironía que en los realities
llamen “confesionario” a un lugar donde el concursante habla públicamen-
te sin filtro de sus sentimientos! Un torpedo en la línea de flotación de lo
importante, de lo que merece ser cuidado con delicadeza y respeto.
Las relaciones que se sostienen en un amor profundo requieren espacios
privados que alientan y modelan a las personas para afrontar la vida, y
desde ahí, querer mejor a los demás. El modo de hacerlo no es “compartir
mi felicidad” y mostrarla sin pudor dejando pasar a propios y extraños
hasta los lugares más recónditos del alma. La caridad no opera así, porque
«no presume, no se engríe; no es indecorosa ni egoísta» (1Co 13,4), y no
tiene como fin ser admirada. El movimiento característico del amor es sa-
lir de sí. La necesaria intimidad de un amor hondo no busca recrearse en
la relación (aunque es bueno gozarse en ella) sino que su sentido último es
modelar y fortalecer a la persona para prepararla y disponerla para acoger
a los otros mejor. Cada uno en el lugar que le corresponde. Para que en
un corazón quepan todos, primero es el “tú”, al que le pone nombre, y
después el “vosotros”. Un amor concreto es el que hace posible el que se
dirige a la totalidad.

Sal Terrae | 107 (2019) 51-63


el amor no cuenta 63

No puedo mirar a los otros como seres únicos, si no hay alguien único
para mí, o no lo soy yo para otros. No puedo presuponer un mundo inte-
rior por explorar en los demás si yo no he explorado el mío propio o el de
alguien cercano. Si me muevo en la superficialidad me resultará imposible
siquiera oler la hondura. No puedo decir que la soledad y el silencio son
medios necesarios para escuchar si no he dedicado tiempo a pararme a
discernir los sonidos del silencio y lo que hay detrás de la apariencia. No
puedo amar a muchos si no quiero a alguna persona en particular. No po-
demos amar a Dios y aborrecer al hermano, pues «quien no ama a su
hermano, a quien ve, no puede amar a Dios a quien no ve» (1Jn 4,20).
Las relaciones profundas siempre son concretas y llevan el germen de la
multiplicación. No hace falta exponerlas porque, sencillamente, se ven;
ni tampoco contarlas a los cuatro vientos como un trofeo porque en sí
mismas son fecundas.
Al final, el amor que no cuenta es lo que cuenta de verdad precisamente
porque nos hace únicos.

Sal Terrae | 107 (2019) 51-63


INTERIOR Revista OCTUBRE 2017_int. REV. diciembre 2006-grafo 08/09/17 12:18 Página 842

D. Scott Hendrickson
Juan Eusebio Nieremberg
(1595-1658)
Literatura y espiritualidad
en el Siglo de Oro español
P.V.P.: 18,00 E
336 págs.

Más información en
www.gcloyola.com

Una mirada fresca a la vida y la obra del jesuita Juan Eusebio Nieremberg.
Figura intelectual clave en la España de mediados del siglo XVII. Recor-
dado, principalmente, como autor ascético de varias obras en la tradición
neoplatónica, Nieremberg nos muestra sus dotes de escritor ecléctico con
una profunda deuda con el legado de san Ignacio de Loyola y sus Ejerci-
cios espirituales.

Apartado de Correos, 77 - 39080 Santander (ESPAÑA)


pedidos@grupocomunicacionloyola.com
pedidos@gcloyola.com
65

LAS MUJERES Y LA MISIÓN DE LA IGLESIA

Mujer Y Teología
J unkal G uevara *

Fecha de recepción: noviembre de 2018


Fecha de aceptación y versión final: diciembre de 2018

Resumen
El papa Francisco no ha negado a lo largo de su pontificado que en la Igle-
sia se dan posturas y discursos que devalúan la aportación de las mujeres al
conjunto de la misión del anuncio del evangelio. El mundo de la Teología es
uno de los campos en los que esta dificultad se pone de manifiesto con mayor
claridad. El artículo trata de exponer qué aporta la perspectiva de las mujeres
en el quehacer teológico: cómo enriquece la epistemología, la profundiza-
ción de los tratados y los lenguajes teológicos.
Palabras clave: mujer, teología, lugar teológico, epistemología

Woman and theology

Summary
Throughout his pontificate, Pope Francis did not deny that, in the Church,
there are positions and discourses that devalue the contribution of women to
the mission of proclaiming the Gospel as a whole. The world of Theology is
one of the fields in which this difficulty is most clearly manifested. This article
attempts to explain what women’s perspective brings to theological work: how

* Profesora de Sagrada Escritura. Facultad de Teología de Granada. junkalgue-


vara@yahoo.es

Sal Terrae | 107 (2019) 65-84


66 junkal guevara

it enriches epistemology, the in-depth knowledge of treatises and theological


languages.
Key words: woman, theology, theological place, epistemology

0. Introducción

“–No imaginas lo que es ser una mujer en la Iglesia, Giuseppe… No


imaginas lo que es… Nuestras sociedades han acabado por descubrir
que las mujeres son realmente la otra parte de la humanidad… Pero la
Iglesia, nuestra Santa Madre, la esposa gloriosa, no se ha movido ni un
centímetro. La Iglesia sigue considerando, en el peor de los casos, que
las mujeres son la parte claudicante de la humanidad, las hijas de Eva.
Y en el mejor de los casos, somos las que dan un pequeño suplemento
de humanidad a los hombres”1.

El binomio “mujer y teología” que abordamos en este trabajo, ilustra una


de las dificultades de ser mujer en la Iglesia, la de dedicarse a la teología
académica, con todos los matices que despliega: dificultad para acceder
a los estudios superiores; para afrontar con resilencia los juicios sobre las
pretensiones de poder dentro de la Iglesia; para mostrar la capacidad in-
telectual necesaria; para defender una nueva epistemología...
En este trabajo, trataré de ser propositiva y evitaré abrumar y descorazo-
nar al lector con las dificultades que la teología hecha por mujeres tiene
que afrontar todavía hoy; están ahí, siguen siendo reales y, desgraciada-
mente, empobrecen el rostro, la palabra y el gesto de la Iglesia.
El lector notará que prácticamente he seguido esta cuestión a partir del
trabajo de las autoras latinoamericanas y españolas; es una forma de aco-
tar el vastísimo campo que se abre ante nosotros y, además, creo que la
riqueza de las búsquedas de esas teólogas me permite articular suficiente-
mente bien las ideas que quiero transmitir; por otra parte, eso me permite
ofrecer una bibliografía en lengua castellana.

1. Pietro de Paoli, Vaticano 2035, Grijalbo, Barcelona 2006.

Sal Terrae | 107 (2019) 65-84


mujer y teología 67

Comenzaré delimitando el ancho campo de investigación que se abre


bajo el binomio “mujer y teología”; después trataré de exponer los rasgos
propios de una epistemología del trabajo teológico que hacemos las mu-
jeres, para terminar anotando las aportaciones propias de las mujeres al
estudio de los distintos tratados teológicos.

1. Delimitando el campo de trabajo.

Desde finales del s. XIX y, sobre todo, en el s. XX el tema de las mujeres


ha tomado fuerza como un movimiento universal de reflexión, reivindi-
cación y transformación, si bien el origen del feminismo, como movi-
miento de reivindicación de la presencia, la dignidad y los derechos de las
mujeres, podemos situarlo en las reclamaciones de la revolución francesa
en favor del sufragio femenino.
No es este el lugar para exponer el recorrido del movimiento feminis-
ta, aunque sí es preciso notar cómo en los trabajos del feminismo en el
mundo secular, está el origen de la reivindicación del papel de la mujer
en el quehacer teológico de las iglesias cristianas, y cómo las mujeres que
hacemos teología debemos reconocer la importancia que el movimiento
teológico feminista ha tenido en la articulación que hoy podemos hacer
del binomio mujer y teología
Sin embargo, no tenemos intención de centrarnos exclusivamente en la
teología feminista2; como hace notar V. Azcuy “algunas mujeres en los
Estados Unidos, en Europa Occidental e incluso en América Latina –la
mayor parte de ellas jóvenes– se preguntan ¿por qué feminismo?, debido
a que en los últimos cincuenta años se han alcanzado muchos logros”3,

2. Sobre teología feminista, cf. C. Vélez, “Teología de la mujer, feminismo y gé-


nero”: Theologica Xaveriana 140 (2001) 545-564; P. de Miguel – M. Navarro
(eds.), Diez palabras clave en teología feminista, Verbo Divino, Estella 2009; A.
Loades, Teología feminista, Desclée de Brouwer, Bilbao 1997.
3. V. R. Azcuy, “Una expresión de un signo de estos tiempos” en V. R. Azcuy,
– N. E. Bedford – M. L. García Bachmann, Teología feminista a tres voces,
Ediciones Universidad Alberto Hurtado, Santiago de Chile 2016, 135.

Sal Terrae | 107 (2019) 65-84


68 junkal guevara

queremos más bien ilustrar el panorama de teologías que tienen a la mu-


jer como objeto o como sujeto, o incluso ambas cosas, porque resulta
muy rico y sugerente.

• Enseñanza oficial de la Iglesia


Nuestro recorrido por el panorama de teologías que tienen como temáti-
ca la mujer, puede comenzar por la profusa enseñanza oficial de la Iglesia
sobre la mujer.
Se trata de una teología hecha por hombres, en la perspectiva de la opi-
nión autoritativa de la Iglesia, y, aunque ya está presente en los Padres
de la Iglesia y, después, en toda la historia de la teología hasta el s. XX,
comienza a prodigarse con el pontificado de León XIII, mostrando un
modelo de mujer que se interpreta desde su papel en el matrimonio y la
familia; el pontificado de Pío XII, por su parte, traerá consigo la insis-
tencia en la dignidad de las mujeres, y su igualdad respecto del varón por
cuanto ambos son “imagen y semejanza” de Dios (Gn 1,26).
Los nuevos acentos de la eclesiología del Concilio Vaticano II, por su
parte, provocarán la reflexión sobre la participación de la mujer en
los ministerios eclesiales; Juan Pablo II impulsará la enseñanza de la
Iglesia sobre este punto, especialmente gracias a Mulieris dignitatem, su
carta apostólica de 1998 sobre la dignidad y la vocación de la mujer4;
Francisco, por su parte, incita la reflexión teológica en torno a la dife-
rencia entre potestad de orden, y de jurisdicción (EG 104), una clave
fundamental para impulsar el papel de las mujeres y laicos en la Iglesia
del s. XXI, y, además, impulsa el estudio del diaconado femenino y la
presencia de las mujeres en tareas de gobierno y en foros de decisión
y diálogo5.

4. La categoría “genio femenino”, que aparece repetidamente en sus textos y alo-


cuciones, constituye la aportación más significativa de este papa a la teología de
la mujer, cfr. M. S. Vivas, “El perfil de la mujer presentado por Juan Pablo II en
sus escritos”: Theologica Xaveriana 146 (2003) 217.
5. Encuentro con la Unión Internacional de Superioras Generales, Roma 12 de
mayo de 2016.

Sal Terrae | 107 (2019) 65-84


mujer y teología 69

• La teología de la mujer
Bajo este epígrafe nos referirnos a las teologías que nacen en los años ’50,
al hilo de las aportaciones del papa Pío XII y de la cada vez mayor presen-
cia de las mujeres en la vida pública.
Suelen llamarse también teologías de la “feminidad” o “femineidad”; es-
tán elaboradas, generalmente por hombres6; intentan valorar los roles
atribuidos tradicionalmente a la mujer y verlos como necesarios en el
quehacer teológico; “generalmente otorga la misma dignidad y vocación
profunda al hombre y a la mujer. Sin embargo, atribuye a unos y a otros
«roles» y tareas diferentes”7.
La crítica que con más frecuencia reciben los teólogos que elaboran esta
teología, es que el genitivo “de la mujer” o “femenino” puede resultar am-
biguo, porque tiene el peligro de considerar de lo propio de las mujeres
en clave esencialista, sin tener en cuenta la importancia que la atribución
histórica, social y cultural de roles a los géneros, tiene en la configuración
de las ideas sobre lo que realmente identifica a uno y otro sexo.

• Teología feminista
Esta corriente teológica, que no necesariamente tiene sólo mujeres entre
sus autoras, proviene del desarrollo que experimenta el movimiento de
la liberación de las mujeres que, siendo en sus orígenes un movimiento
reivindicativo del ámbito público y secular, acaba entrando en el interior
de las teologías y las iglesias.
En la perspectiva teórica, parte de la denuncia de la “falacia androcéntrica”
que ha llevado a creer que lo masculino representa a toda la humanidad, y
que ha provocado que la otra mitad haya sido invisible y, por tanto, olvidada.

6. Pero puede encontrarse también en estudios de mujeres, cfr. C. Álvarez, “Hacia


una teología de lo femenino. En torno a la carta Mulieris dignitatem” en J. J. Pé-
rez Soba – A. García de la Cuerda – A. Castaño (eds.) En la escuela del Logos.
A Pablo Domínguez in memoriam II (Collectanea Matritensia 6; Publicaciones
de la Facultad de Teología San Dámaso, Madrid 2010) 241-261.
7. M. T. Porcile, La mujer, espacio de salvación. Misión de la mujer en la Iglesia, una
perspectiva antropológica, Publicaciones Claretianas, Madrid 1995, 63.

Sal Terrae | 107 (2019) 65-84


70 junkal guevara

Los presupuestos metodológicos de la teología feminista desafían al mé-


todo teológico clásico porque denuncian el olvido de la razón y la expe-
riencia como lugar teológico, entendido éste en sentido amplio; la prima-
cía de la teoría sobre la práctica, y la separación de razón y sentimiento.
Mercedes Navarro8 identifica como rasgos propios de la hermenéutica
propia de la teología feminista
– una abierta y necesaria postura crítica de los temas y disciplinas
ante el pasado en lo que a la mujer se refiere.
– una toma de postura desde la mujer y a favor de ella en el presente,
postura que quiere hacer justicia a un olvido histórico que pertene-
ce al pecado de la Iglesia patriarcal.
– una decidida y valiente apertura creativa al futuro en el que las
mujeres nos seguiremos sintiendo responsables de la marcha de la
Iglesia y de esa reflexión de la fe que es la teología.
– una perspectiva interdisciplinar y ecuménica en la elaboración de
la teología.

• Teología mujerista o de mujeres latinas en USA


Esta teología, hecha por mujeres y para mujeres, tiene por inspiradora
a la teóloga cubana Ada María Isasi-Díaz, y por sujeto “a las mujeres
latinas residentes en Estados Unidos, quienes, sensibles al sexismo, al pre-
juicio étnico y a la opresión económica, buscan luchar contra tal opre-
sión [...] insiste en el desarrollo de un sentido fuerte de la agencia moral:
clarificación de la importancia y del valor de quiénes son, qué piensan y
qué hacen”9. Su empeño radica en conseguir la liberación del dominio
masculino-blanco-femenino-blanco, particularmente en la lectura de la
Escritura, y tiene una versión “negra” en la teología womanista, que pone
en el centro de la reflexión a las mujeres negras de los Estados Unidos.

8. M. Navarro (dir.), 10 mujeres escriben teología, Verbo Divino, Estella 1998.


9. V. R. Azcuy, “Bosquejos sobre teologías escritas por mujeres en América Lati-
na”: Cuadernos de Teología XII (2003) 168.

Sal Terrae | 107 (2019) 65-84


mujer y teología 71

• Teología con rostro de mujer


Esta denominación, la última que presentamos, recoge el trabajo de las
mujeres teólogas que no se identifican con ninguno de los grupos anterio-
res, pero que quieren subrayar el acento que cualifica la óptica femenina
de quien hace la teología.
Es una teología no feminista pero comprometida con las mujeres que
quieren verse representadas en la teología, pero no como objetos de la
misma, sino como sujetos capaces de hacer una teología que parta de
la experiencia de las mujeres, y de su cosmovisión, diferente de la de los
hombres por distintas razones.
Como hace notar V. Azcuy, “Ni hay un solo feminismo, ni una manera
única de hacer teología desde el lugar de las mujeres; la teología hecha por
mujeres en América Latina puede y debe ser plural –como de hecho ya
lo es”10.
Las aportaciones incluidas en el volumen “El rostro femenino de la teo-
logía” nos permiten comprender cómo, más allá de la pluralidad del
quehacer teológico de las asistentes, se intuyen una serie de elementos
compartidos11: integración de las diferentes dimensiones humanas; co-
munitariedad; carácter contextual y reivindicativo de la teología; restau-
ración de la imagen de la mujer más allá de los roles sociales...

2. Pensando los rasgos propios de la epistemología de una teología


de autoría femenina

2.1. El lugar de la teología


Si toda elaboración teológica trata de conseguir la integración del men-
saje revelado o auditus fidei y su actualización en el presente, el auditus
temporis, de manera que “insiste en la unidad de la verdad y por tanto en

10. V. R. Azcuy, “El lugar teológico de las mujeres”: Proyecto 39 (2001) 19.
11. AA. VV., El rostro femenino de la teología, Editorial del Departamento ecuméni-
co de investigaciones (DEI), San José 1986, 205-206.

Sal Terrae | 107 (2019) 65-84


72 junkal guevara

la unidad fundamental de la teología en sí misma”12, cualquier teología


hecha por mujeres debe aceptar el mismo desafío.
Dado el carácter contextual de cualquier teología que tiene a las mujeres
como sujeto, tratamos de discernir si existen algunos presupuestos epis-
temológicos comunes a cualquier teología elaborada en perspectiva de
mujer, independientemente de que, después, responda a cualquiera de las
miradas plurales que hemos anotado al comienzo de este trabajo.
El primer elemento sobre el que nos interrogamos es, precisamente, el
contexto, el “lugar teológico” desde el que se hace la teología en perspec-
tiva de mujer; en este caso, la realidad de las mujeres, o como dice M. T.
Porcile, “ser mujer y tener experiencia de serlo”.
Partiendo de la reflexión de J. Sobrino a propósito de la importancia
del lugar desde el que se elabora una determinada teología13, podemos
entender que, en un sentido amplio, la experiencia de las mujeres puede
ser un “lugar teológico”: Dios ha querido hacerse presente de un modo
especial; y es un lugar apto para una experiencia de fe y de seguimiento
de Jesús14; no sólo eso: ahí, por la fe, se descubren nuevas profundida-
des, nuevas claves para interpretar la presencia de Dios en el hoy de la
Iglesia.
Notamos que entendemos el concepto en sentido “amplio”15, y que, de
ninguna manera, lo confundimos con “fuente”; “tomando como «lugar»
desde dónde se hace la vivencia y la reflexión teológica, y tomando como
«fuente» o depósito aquello que de una forma o de otra mantiene los
contenidos de la fe”16.

12. Comisión Teológica Internacional, La Teología hoy: perspectivas, principios y


criterios, 2011, nº 85.
13. J. Costadoat, “El «lugar teológico» en Jon Sobrino”: Theologica Xaveriana,
vol. 66 (2016) 29-30.
14. Cfr. I. Ellacuría, “Los pobres lugar teológico en América Latina”:   Misión
abierta 4-5 (1981) 225-240.
15. Cfr. J. C. Scannone, “Cuestiones actuales de epistemología teológica. Aportes
de la teología de la liberación”: Stromata 46 (1990) 299-300.
16. I. Ellacuría, op. Cit., 234.

Sal Terrae | 107 (2019) 65-84


mujer y teología 73

Por esa razón, las obras de las mujeres que hacen teología constantemente
se refieren a la experiencia propia como un punto de partida: “la teología
hecha por mujeres hace pie en la existencia concreta de las mismas, de
modo que hablar de las mujeres como «lugar teológico en sentido am-
plio» se refiere al hecho de hacer teología a partir de sus experiencias, es
decir, desde ellas como «lugar hermenéutico»”17.

2.2. Los rasgos propios del lugar del auditus fidei de la teología en perspec-
tiva de mujer
Quizás antes de profundizar en los rasgos propios, podríamos detenernos
para identificar los lugares por los que se cuela la teología hecha por mu-
jeres, y que tiene, a mi modo de ver, mucho interés a la hora de hablar de
la teología de las mujeres.
Influenciadas por la perspectiva masculina a la hora de comprender la
teología, también las mujeres tenemos el riesgo de identificar “teolo-
gía” con teología “académica”, y reducir ésta al magisterio teológico
que desempeñan algunas mujeres que se dedican profesionalmente a la
teología.
Sin embargo, en una investigación sobre teología feminista en América
Latina de L. Fernández, me pareció reveladora la consideración de la ca-
tegoría “quehacer teológico” para ampliar el escenario en el que es posible
encontrar a las mujeres haciendo teología, incluyendo como lugares teo-
lógicos los espacios pastorales18.
Porque, si es verdad que la liturgia y la catequesis son espacios privilegia-
dos para la interpretación de la Escritura, y para la formación teológica de
los fieles, entonces la propia geografía de la misión de la Iglesia protagoni-
zada tradicionalmente las mujeres, ensancha el espacio en el que estudiar
la relación entre “mujer y teología”, que desborda el ámbito de la teología
académica especializada.

17. V. R. Azcuy, “El lugar teológico de las mujeres”: Proyecto 39 (2001) 20.
18. L. Fernández, “Mujeres haciendo teología. Redescubriendo las teologías femi-
nistas en América Latina”: Analecta 3.3 (2009) 65-73.

Sal Terrae | 107 (2019) 65-84


74 junkal guevara

Por otra parte, esta diferencia entre “teología académica” y “quehacer teo-
lógico” nos permite anotar algunos rasgos propios de esos escenarios y
contextos propios de la teología y el quehacer teológico de las mujeres.
El primer rasgo es, precisamente, su versatilidad, porque encontramos
mujeres haciendo teología en grandes instituciones académicas, pero
también al frente de comunidades pequeñas o dispersas; como agentes
de pastoral, o responsables de capellanías en hospitales y cárceles...
Otro de los rasgos propios del lugar desde el que hacen teología muchas
mujeres es su invisibilidad o su carácter marginal.
Parafraseando a J. Sobrino, que identificaba el lugar de la vida religiosa como
“el desierto, la periferia y la frontera”19, las mujeres, por distintas razones,
hacemos teología en lugares donde, tradicionalmente, los varones no lo ha-
cen; lugares lejos de los centros del poder o la autoridad teológica; y donde
hay que sacudir muchas inercias del discurso teológico tradicional (roles de
género; lenguaje teológico androcéntrico; pasividad de los destinatarios...).
Distingue a veces también al lugar desde donde hacen teología las muje-
res su condición de silenciado o marginado, y tampoco debe extrañar que
digamos que las realidades sufrientes son también escenarios propios de la
teología que hacen las mujeres; todavía hoy, la pobreza tiene rostro de mu-
jer, y “si la pobreza tiene rostro de mujer, la teología no puede no tenerlo”20.
Por último, es habitual que los lugares desde los que las mujeres hacen
teología tengan carácter ecuménico e incluso interreligioso, puesto que
la “falacia androcéntrica” que denuncian las teólogas feministas, desgra-
ciadamente, se detecta, de una y otra manera, en todas las tradiciones
religiosas21.

19. J. Sobrino, Resurrección de la verdadera Iglesia. Los pobres, lugar teológico de la


Eclesiología, Sal Terrae, Santander 1984, 335.
20. J. Schönsteiner, “Si la pobreza tiene rostro de mujer, la teología no puede no
tenerlo”, en línea https://territorioabierto.jesuitas.cl/la-pobreza-rostro-mujer-
la-teologia-no-puede-no-tenerlo/, consulta 1 de noviembre de 2018.
21. A. Esser, “Salir en busca de espiritualidad feminista en el diálogo interreligio-
so”: Journal of the European Society of Women in Theological Research 17 (2009)
69-87.

Sal Terrae | 107 (2019) 65-84


mujer y teología 75

2.3. La epistemología propia de la teología en la óptica de las mujeres


Trataremos ahora de apuntar una tentativa de los aportes singulares de la
metodología de una teología hecha por mujeres; nos preguntamos aquí si
existen diferencias o singularidades en las metodologías teológicas entre
los trabajos de mujeres y varones.
El primer elemento que parece marcar una diferencia, y en cierta manera
un desafío al método teológico en su rigor y sistematicidad, es el papel
que el concepto y la razón protagonizan en la teología que hacen las mu-
jeres.
Creo que no nos equivocamos si afirmamos que las mujeres llaman la
atención sobre el hecho de que el conocimiento teológico no es algo que
se comunique primaria y únicamente a través de la razón y el concepto;
el modo de hacer teología de las mujeres ensancha la racionalidad para
que incluya la experiencia22, y configura el discurso teológico con una
coloración práctico-narrativo bastante original, dando importancia a la
imaginación y la intuición, y generando propuestas creativas.
Este método de hacer teología configura, además, el lenguaje que se em-
plea; el enfoque y las fuentes, que suelen venir muy marcadas por el ca-
rácter interdisciplinar del trabajo teológico de las mujeres.
Además, parece que las mujeres tienden a detectar fácilmente y visibilizar
los lenguajes sexistas, y los que tienen un tinte violento (racista, colonial,
opresor...), así como los lenguajes exclusivamente eurocéntricos; no sólo
eso; parece que la dimensión testimonial forma parte de la forma de hacer
teología las mujeres.
Por eso, en conjunto, la teología hecha por mujeres no se contenta con
una inteligencia abstracta de los enunciados escriturísticos o dogmáti-
cos; es menos apologética; utiliza un nuevo lenguaje teológico, hace de la
experiencia cotidiana una fuente de reflexión, y conduce a la aplicación
pastoral de sus enunciados.

22. F. Elizondo, “Mujer” en M. Navarro, 10 mujeres escriben Teología, Verbo Divi-


no, Estella 1998, 204.

Sal Terrae | 107 (2019) 65-84


76 junkal guevara

En este punto, y a propósito del método, las mujeres han introducido


la perspectiva de género como instrumento metodológico (V. Azcuy)23,
buscando en qué manera la división de roles y los modelos de relación
entre hombres y mujeres están condicionados culturalmente y crean sis-
temas de significación, pudiendo generar inequidad, desigualdad o dis-
criminación.

3. El acento propio de las mujeres en la reflexión de los contenidos


teológicos

“El hacer teológico de las mujeres es teología hecha por mujeres, y esta
teología hecha por mujeres se diferencia de la teología hecha por los hom-
bres, dado que la teología no es a-sexual, como tampoco es a-histórica,
pues la teología que parte de la realidad y vuelve a ella para transformarla
es contextual e implica la perspectiva de género. Es, quizás, una forma
diferente y alternativa de hacer teología pero que no se ocupa únicamente
de los intereses e interrogantes de las mujeres ni pretende competir o su-
plantar la teología hecha por los hombres”24.

3.1. La Biblia
Dado que la revelación de Dios se produce en la historia, y se transmi-
te en textos escritos en el pasado pero que contienen palabra de Dios
para nosotros hoy, no extraña que las mujeres biblistas traten, como dice
E. Támez, “de descubrir sentidos nuevos al texto, que digan su palabra a
la realidad inmediata que la reclama”25.

23. No queremos referirnos en absoluto a lo que algunos califican como “ideología


de género”, es decir, la deconstrucción de las identidades sexuales.
24. I. Corpas de Posada, “Mujeres teólogas: ¿cuál es nuestra identidad y nuestro
aporte al quehacer teológico?”: Franciscanum, vol. LI (2009) 66-67.
25. E. Tamez, “Descubriendo rostros distintos de Dios.” En Juan José Tamayo y
Juan Bosh, editores. Panorama de la teología latinoamericana. Cuando vida y
pensamiento son inseparables. Estella (Navarra): Verbo divino, 2001, págs. 647-
659.

Sal Terrae | 107 (2019) 65-84


mujer y teología 77

Así, la perspectiva general26 que colorea la exégesis de las mujeres, enri-


quece el análisis del método histórico-crítico, ayudando a actualizar el
mensaje del texto bíblico llevándolo más allá de las preocupaciones del
autor del pasado, de claro sesgo androcéntrico muchas veces; además,
trata de visibilizar lenguajes no inclusivos, o que perjudican a las mujeres
y colectivos vulnerables; rescata las figuras femeninas que pueblan los
relatos bíblicos, y la descripción de su protagonismo e influencia en la
comunidad; y muestra las imágenes femeninas de Dios escondidas tras
las historias bíblicas.
La riqueza de todas estas aportaciones de la perspectiva del trabajo exegé-
tico de las mujeres explica la inclusión del acercamiento feminista en el
conjunto de las herramientas de interpretación del texto sagrado presen-
tadas en el documento de la Pontificia Comisión Bíblica, “La interpreta-
ción de la Biblia en la Iglesia” (1993).

3.2. Dios
V. Azcuy afirma que “las cuestiones relativas al lenguaje teológico se en-
trelazan con los problemas hermenéuticos a la hora de revisar el modelo
patriarcal en el hablar sobre Dios”27. Es decir, que encontramos en las
mujeres que hacen teología unos acentos propios no sólo en el cómo ha-
blar de Dios, sino también a la hora de “decir algo de Dios”, empezando
por las imágenes de Dios.
Por ejemplo, las mujeres tienden a mostrar que la imagen de Dios trascien-
de el género, la dualidad masculino-femenino, y eso no sólo para hablar
sobre Dios, sino también para hablar a Dios; así, desarrollan todo un len-
guaje simbólico, y recuperan y visibilizan las imágenes femeninas de Dios.
Tampoco es infrecuente que las mujeres que hacen teología manifies-
ten el sesgo patriarcal de la simbólica religiosa, y sus consecuencias en la

26. T. Cavalcanti, “El ministerio profético de las mujeres en el Antiguo Testa-


mento: Perspectivas de actualización” en AA. VV., El rostro femenino de la teolo-
gía, Editorial del Departamento ecuménico de investigaciones (DEI), San José
1986, 26-28.
27. V. R. Azcuy, “El lugar teológico de las mujeres”: Proyecto 39 (2001) 29.

Sal Terrae | 107 (2019) 65-84


78 junkal guevara

comprensión de la organización de la comunidad, y de los roles que en


ella desempeñan hombres y mujeres.
En este marco hay que colocar también los esfuerzos por utilizar títulos
o figuras que engloben la totalidad del ser humano: entrañas maternas;
dolores de parto; Sabiduría; Gloria; el Cristo de la vida y la gracia... todas
ellos basadas en textos bíblicos.
Por último, las mujeres, tocadas en lo más profundo de su ser por el
Misterio del Dios de la vida, “sentimos el amor la intimidad y la inter-
conexión y queremos expresar esta experiencia de modo diferente, con
otros colores, otras manifestaciones y otra música”28, así que hablamos
teológicamente de Dios acentuando la dimensión mística de un Dios
salvador y compasivo29: “un Dios oculto, escondido, que se muestra en
Jesús bajo una forma humilde, pobre y escarnecido, humillado y fraca-
sado en la cruz, pero que nos aclara algo el misterio del ser humano,
y que algo le aclara también a la mujer, pues ese Dios que se revela en
Jesús es una prueba de la riqueza en la pobreza, de la impotencia hu-
mana, del amor en el abandono, de la plenitud en el vacío, de la vida
en la muerte”30.

3.3. Jesús y la Cristología


“En la persona y praxis de Jesucristo las mujeres de los tres continentes
encuentran la base para su liberación de toda discriminación: sexual, ra-
cial, social, económica, política y religiosa”31.

28. A. M. Tepedino, “Fender and New (Re-newed) Images of the Divine”: Voices
fron the Third World XXIV/1 (2001) 91-92 en V. R. Azcuy – M. M. Mazzini
– N. V. Raimondo (coord.), Antología de textos de autoras en América Latina, el
Caribe y Estados Unidos, San Pablo, Buenos Aires 2008, 530.
29. M. C. Bingemer, O Segredo Feminino do Mistério. Ensaios de Teología na ótica da
mulher, Vozes, Petrópolis 1991, 9-10 en V. R. Azcuy – M. M. Mazzini – N. V.
Raimondo, op. Cit., 97.
30. F. Elizondo, “Mujer” en M. Navarro, 10 mujeres escriben Teología, Verbo Divi-
no, Estella 1998, 128.
31. M. P. Aquino (ed.), Aportes para una teología desde la mujer, Biblia y Fe, Madrid
1988, 149.

Sal Terrae | 107 (2019) 65-84


mujer y teología 79

La teología de mujeres cuando trata la cristología suele comenzar propo-


niendo redimensionar el desarrollo cristológico dogmático que crea una
conexión entre el Logos y la masculinidad del Jesús histórico; así, algunas
rastrean las llamadas “cristologías alternativas” de las comunidades del
tiempo que precede al Concilio de Calcedonia; no sólo eso, tratan de lle-
gar hasta los orígenes del movimiento de Jesús, acentuando la Encarna-
ción y mostrando la lógica de la kénosis como expresión de la preferencia
de Dios por lo pequeño, lo débil, lo vulnerable.
E. Schüssler Fiorenza, por ejemplo, ha insistido mucho en la compren-
sión del ministerio de Jesús como un discipulado de iguales que, además,
posibilita la comprensión del Reino de Dios acentuando su desafío al
proponer una comunidad de iguales, que se fundamenta en una com-
prensión de las relaciones basadas en el amor, la justicia, la reciprocidad...
En esa perspectiva, otras autoras destacan la condición “provocativa” de
la predicación de Jesús y de su estilo de vida, opuesto al modelo patriarcal
del seguimiento que hace invisibles a las mujeres, pero también sobre los
hombres marginados por distintos motivos; no sólo eso, explican cómo,
precisamente ese modo de hacer las cosas lleva a su condena a muerte
en cruz. Además, con todo eso de fondo, explican la resurrección como
legitimación de la persona de Jesús y su pretensión por parte de Dios que
lo resucitó de la muerte32.

3.4. La Iglesia33
La teología sobre la Iglesia es, posiblemente, la que más aportaciones y
reflexiones necesita de la reflexión de las mujeres, y en ella trabajan con-
juntamente teólogas de las distintas iglesias cristianas.
Como hace notar Lucetta Scaraffia, a propósito del lugar que ocupamos
las mujeres en la Iglesia ”no sólo nuestra presencia numérica es mayor,

32. C. Bernabé, “Cuando Jesús dice mujer... Cuando la mujer dice Jesús” en AA.VV.
Algunas mujeres nos han sobresaltado. Vida consagrada: Femenino y Masculino Plu-
ral Publicaciones Claretianas, Madrid 1993, 150.
33. V. R. Azcuy, “La Iglesia que viven, sueñan y piensan las mujeres” en AA.VV., De
la esperanza a la solidaridad, 195.

Sal Terrae | 107 (2019) 65-84


80 junkal guevara

sino, lo que me parece más interesante, que las mujeres desarrollamos una
responsabilidad fundamental en la transmisión de la fe cristiana […] las
mujeres son las que sacan adelante el cristianismo cotidiano”34.
Una de las aportaciones propias de la eclesiología hecha por mujeres abo-
ga por la recuperación de la consideración de la Iglesia como “casa”; es-
pacio habitable, lugar de acogida y hospitalidad; de hecho, en relación
con los ministerios, las mujeres reclaman para sí lo mismo que para los
varones laicos
En este punto es bueno recordar que la “mutualidad inclusiva y solidaria”
(V. Azcuy) tan propia de las mujeres, puede ayudar a reflexionar la Iglesia
como “comunión” por caminos nuevos, por ejemplo, la “trama comuni-
taria” que está a la base de la concepción de la Iglesia.
Con esta perspectiva de fondo, es fácil comprender que las mujeres teó-
logas reclamen una mayor insistencia en la dimensión de la sinodalidad,
entendida ésta como práctica de la convergencia y el diálogo, y que lo
hagan partiendo de su propia experiencia creando redes y plataformas de
trabajo conjunto.
En esta comunión, las mujeres, “masivamente presentes pero ausentes”
de la orientación y dirección de la institución eclesial (M. C. Bingemer),
no pedimos sólo “participación”, porque eso denota una visión mascu-
lina enfocada en el reparto de poder35; las mujeres reclamamos que se
nos reconozca, y que se cuente con nuestros criterios e intuiciones; que
se nos confíe la organización y el gobierno cuando sea necesario para el
buen funcionamiento de la comunidad, y que participemos en grupos de
reflexión y decisión, especialmente en todo lo que tenga que ver con el
sacerdocio común de los fieles.

34. D. Menor, Entrevista a L. Scaraffia, Vida Nueva 2820 (2012), en línea https://
www.vidanuevadigital.com/2012/10/19/lucetta-scaraffia-el-problema-es-la-
discriminacion-de-la-mujer-en-la-iglesia-no-el-sacerdocio-femenino/, consulta
1 de noviembre 2018.
35. S. Martínez Cano, “Mujeres, culturas e Iglesias. Reformas para comunidades
católicas vivas y en acción”: Journal ofthe European Society of Women in Theologi-
cal Research 25 (201 7) 143-165.

Sal Terrae | 107 (2019) 65-84


mujer y teología 81

De hecho, la teología de la Iglesia hecha por mujeres plantea siempre la


cuestión de los ministerios y, en no pocos casos, el acceso de la mujer al
orden sacerdotal; un funcionamiento más colegiado y democrático; y una
reinterpretación de la misión de la Iglesia como “misión compartida”.
Además, las mujeres anotan también algún elemento singular en la teología
de los sacramentos en todo lo que tiene que ver con el potencial sacramen-
tal de la experiencia del cuerpo, y de su fuerza en el campo celebrativo;
en este punto, muchas mujeres, en la teología académica o en el quehacer
teológico de la praxis, explican cómo determinadas precomprensiones del
modo de celebrar, sólo contribuyen a reforzar la desigualdad, y cómo una
consideración de la importancia del cuerpo en la liturgia puede ayudar,
además, a conseguir un sano equilibrio entre lo lógico y lo simbólico.
En este punto, las mujeres proponen también una revisión de la teología
pastoral basada en el modelo clerical que, a la hora de pensar el cuida-
do y el acompañamiento del pueblo de Dios, se formula exclusivamente
desde la imagen de Jesús buen pastor, y abogan por una teología pastoral
pensada desde imagen del pueblo de Dios en éxodo hacia el Reino36,
reclamando una atención prioritaria de los colectivos más vulnerables,
particularmente, de la mujeres víctimas de violencia, y de los niños y
jóvenes que han sufrido abusos sexuales.
Además, es bueno traer también la reflexión de muchas mujeres en torno
a los modelos de santidad que la Iglesia propone a los fieles37, particular-
mente los modelos femeninos; en este marco, hay que tomar en cuen-
ta la mariología que muchas teólogas reelaboran tomando la clave del
“discipulado de iguales”, profundizando en el misterio de María en una
perspectiva más inclusiva y liberadora38.

36. Cfr. R. Bons-Storm, “Dominant Practical Theology and the Feminist


Perspective”en H. Meyer-Wilms – L. Troch – R. Bons-Storm, (eds.), Femi-
nist Perspective in Pastoral Theology. Peeters. Leuven 1998, 7-17;
37. N. K. Watson, “What is the Church? Feminist Church History and Ecclesiolo-
gy in Creative Dialogue”: Journal of the European Society of Women in Theological
Research 8 (2000) 79-99.
38. V. R. Azcuy, “Reencontrar a María como modelo. Interpelación feminista a la
mariología actual” Proyecto 39 (2001) 184.

Sal Terrae | 107 (2019) 65-84


82 junkal guevara

Por último, las mujeres que hacen historia de la Iglesia alientan la inves-
tigación de los contextos eclesiales más allá de la dimensión institucional.

3.5. Moral personal y bioética39


M. C. Bingemer hace notar que existen dos temas que han sido objeto
de una lucha especialmente fuerte para las mujeres, temas polémicos y
delicados; la eclesiología, y toda el área de la ética y la moral que trata de
los derechos de reproducción y sexualidad40.
El punto de partida de cualquier aportación de las mujeres a esta reflexión
es la particular relación que las mujeres tenemos con el cuerpo y que,
independientemente de que seamos madres o no, está preparado para la
maternidad, y genera una vivencia «distinta», «peculiar» del espacio y del
tiempo41.
Esta consideración del propio cuerpo explica que las mujeres entendamos
el esquema corporal de una manera holística y reivindiquemos con más
frecuencia la consideración de la salud como salud “integral”; además,
quizás por la capacidad de sentir el pálpito de la vida, advertimos mejor
las dimensiones de la ética del cuidado y orientamos la reflexión sobre la
autonomía sexual y el derecho a opinar sobre la dimensión reproductiva.

4. Conclusiones

“Desde que soy teóloga siempre he sido la que se mezcla en un oficio de


hombres... La que quiere quitarles el sitio a los varones, porque no le ha
dado la gana de tener hijos y de encontrar mi sitio como mujer...”42.

39. Considero interesante M. López Alonso, “Mujer y bioética teológica. «Vino


nuevo en odres nuevos» (Mt 9,17)” en J. de la Torre (ed.), Mujer, mujeres y
bioética, Universidad Pontificia Comillas, Madrid 2010, 189-216.
40. M. C. Luchetti Bingemer, “La mujer teóloga: vocación y ministerio”: Christus
720 (2000) 51-52.
41. M. T. Porcile, La mujer, espacio de salvación. Misión de la mujer en la Iglesia, una
perspectiva antropológica, Publicaciones Claretianas, Madrid 1995, 238.
42. P. de Paoli, Vaticano 2035,

Sal Terrae | 107 (2019) 65-84


mujer y teología 83

Terminamos nuestro trabajo, constatando que las dificultades reales no


han paralizado la misión teológica de las mujeres en la Iglesia, aunque
como afirma Nuria Calduch-Benages, todavía hoy tenemos “la necesidad
de promover, sin infravalorar nunca valores como la maternidad o la vir-
ginidad, los dones intelectuales, espirituales y pastorales que las mujeres
pueden ofrecer a la Iglesia”43.
Como hemos visto, hay mucho trabajo teológico en manos de las muje-
res, y es mucho más plural de lo que ciertas simplificaciones que tildan
siempre de “feminista” cualquier teología que tenga a la mujer como su-
jeto o como objeto, pueden hacernos creer.
• Son importantes y ricos las distintas manifestaciones del binomio
“mujer y teología”: magisterio sobre las mujeres; teología hecha por
varones sobre temas de mujeres; teología feminista, con su propia
hermenéutica y su pluralidad de expresiones; tratados teológicos de
autoría femenina...
• Son muy versátiles los distintos escenarios geográficos, teologías
académicas, y mujeres en “quehaceres teológicos” de impronta
práctica/ pastoral.
• Son interesantes los rasgos propios de la epistemología de la labor
teológica, académica o pastoral, de las mujeres, una epistemología
en la que el hecho de ser mujer condiciona el lugar desde el que
se hace la teología, un lugar en el que el cuerpo como receptor y
donador de la vida constituye u espacio totalmente original y que,
sin embargo, no obliga a concebir siempre a la mujer como madre.
• Son necesarios los contenidos teológicos que las mujeres ponen
en valor, que no están necesariamente relacionados con el tema
de la mujer, y que aparecen en los estudios de los distintos trata-
dos, y la coherencia que existe entre método formal y reflexión
categorial.

43. P. Navas, “La Iglesia en busca de la feminidad”, en línea, https://es.aleteia.


org/2013/12/04/la-iglesia-en-busca-de-la-feminidad/, consulta 2 de noviembre
de 2018.

Sal Terrae | 107 (2019) 65-84


84 junkal guevara

Un artículo como éste sirve para apuntar temas para la reflexión y el


diálogo; creo que, sin embargo, se pueden abrir preguntas sobre otros
muchos temas que han quedado en el tintero: la impronta que las mujeres
dan a la cuestión de los sacramentos; al diálogo ecuménico e interreligio-
so; la concepción de la Revelación y la comprensión de la Tradición...
Sirva este trabajo para animarnos a seguir alumbrando el escenario del
quehacer teológico para desvelar nuevos perfiles, inquietudes y desafíos
de hombres y mujeres de nuestro tiempo.

Sal Terrae | 107 (2019) 65-84


85

LOS LIBROS

RECENSIONES

Cencini, A., Ladrón perdonado. El perdón en la vida del sacerdote, Sal


Terrae, Maliaño (Cantabria) 2017, 229 pp.

La escena evangélica del buen la- aclarando términos. El sentimiento


drón manifiesta la sobreabundante de culpa es distinto de la conciencia
misericordia de Dios. Frente a toda de pecado. La culpa no trasciende
justicia terrena, basta confiar en Je- los límites de la psicología, es auto-
sús para estar con Él en el paraíso. rreferencial y puede ser narcisista e
Como dice el papa Francisco, este incluso neurótica o farisaica. El pe-
ladrón, inmerecidamente perdona- cado se refiere a Dios, a la relación
do, “nos recuerda nuestra verdadera interpersonal con Él, y conlleva do-
condición ante Dios”. Todos somos lor por la infidelidad al Amor gratui-
pecadores salvados gratuitamente. tamente recibido.
El autor de este libro, sacerdote y La misericordia va más allá del
psicoterapeuta, expone, desde la psi- perdón de los pecados, se expresa en
cología y la espiritualidad, la centra- las maravillas de Dios en la vida de
lidad de la misericordia en la vida de cada uno. Así lo proclama María, la
toda persona y, especialmente, en la llena de gracia, en el Magníficat.
del sacerdote. Dios es Misericordia y La experiencia de esta miseri-
la persona humana, creada a imagen cordia de Dios en la propia vida es
y semejanza de Dios, encuentra en la imprescindible para ser misericor-
misericordia su identidad, su razón diosos con los demás y para tener
de ser y el sentido de su vida. Nacidos conciencia del propio pecado, de la
de un Amor sobreabundante, solo ser ingratitud ante tanto bien recibido.
testigos de este Amor nos hace felices. El sacerdote es penitente y también
El texto es ágil, claro y didáctico. confesor, estas dos realidades son ab-
Comienza clarificando conceptos y solutamente interdependientes. Será

Sal Terrae | 107 (2019) 85-95


86 los libros

buen ministro de la misericordia de Por ello, a lo largo de todo el


Dios como confesor, en la medida en texto se subraya la importancia de
que él mismo haya experimentado el la formación permanente del clero,
consolador abrazo de Dios como pe- y especialmente la evangelización
nitente. Quien ha conocido la mirada del corazón, de las emociones y de
entrañable del Padre, que cubre amo- la sensibilidad moral y penitencial;
rosamente la multitud de pecados del para llegar a la verdadera conciencia
hijo, vive y ayuda a vivir el sacramen- de pecado. “El verdadero enemigo de
to de la reconciliación como una fies- la vida espiritual es el analfabetismo
ta donde renace una criatura nueva. emotivo (…) ese pensamiento débil
La mirada del Padre, su consola- que nos impide llegar a la verdad de
dora ternura, liberan al penitente del nosotros mismos, de nuestro ser peca-
abismo de su pecado; y lo recrean dores y de nuestro ser hijos, de sufrir
como la criatura llena de belleza que y de gozar. (…) Sin descenso a los in-
está llamada a ser. Como dice san fiernos no hay abrazo con Dios, no hay
Juan de la Cruz, “con solo su figura verdad, ni libertad ni auténtica rela-
vestidos los dejó de su hermosura”. Y ción con los otros” (pp. 115 y 127).
renace, humilde y desbordante, la El sacerdote que ha recorrido
alegría de la Pascua: “Feliz culpa que este itinerario de fe es una bendi-
mereció tal Redentor”. ción para todos; participa de los
El autor expone, con todo realis- sentimientos del corazón compasi-
mo, las dificultades actuales para vi- vo y misericordioso de Cristo, es el
vir adecuadamente el sacramento de buen pastor que “sana a los quebran-
la reconciliación como experiencia tados de corazón, y venda sus heridas”
liberadora. La misericordia de Dios (Sal 147,3).
es la clave del Evangelio y de la vida Esta obra, dirigida a los sacerdo-
de fe. Y, sin embargo, no es sencillo tes, es útil para todo creyente. Puede
llegar, como san Pablo, a presumir servir tanto para la reflexión perso-
de las propias debilidades. Es todo nal como para la comunitaria.
un proceso que necesita un buen
acompañamiento. M.ª Dolores de Miguel Poyard

Sal Terrae | 107 (2019) 85-95


recensiones 87

Solalinde, A., y Capuzzi, L, Una vida en riesgo. Espiritualidad del


camino, Mensajero, Bilbao 2017, 207 pp.

Este libro cuenta la labor pastoral “Encerrados con dos vueltas de lla-
del padre Solalinde con los migran- ve en nuestras islas blindadas, vivimos
tes que, desde México, intentan en- paralizados por el terror. O nos hace-
trar en Estados Unidos. La violencia mos aún la ilusión de que vivimos”
padecida en sus respectivos países (pág. 198). Nuestro estado de bienes-
centroamericanos los fuerza a salir, tar, nuestra seguridad, nuestra propia
desesperados, en busca de un futuro vida parece venirse abajo si abrimos
soñado como liberación. la puerta al migrante pobre. Cristo ha
El camino resulta ser, para la ma- venido a liberar a cuantos “por temor
yoría de ellos, una trampa mortal; a a la muerte, estaban de por vida some-
merced del crimen organizado por tidos a esclavitud “(Hb 2, 15).
el narcotráfico y las maras, en con- Curiosamente, en Estados Uni-
nivencia con las autoridades mexi- dos, protestantes en su mayoría, se
canas: secuestros, tráfico de órganos, recela de los centroamericanos por-
mutilaciones, torturas, prostitución, que, entre otras cosas, son católicos.
trata de blancas y de menores… El miedo al distinto, la xenofobia,
Conmovido, en un principio, paraliza; se acaba viéndolos sistemá-
por la situación de extrema necesi- ticamente como criminales.
dad con la que llegan a la frontera; y Y, sin embargo, la verdadera
espoleado después por los crímenes Vida, la Vida nueva del Espíritu se
cometidos contra ellos, Solalinde se derrama en los pobres. En ellos en-
convierte en su voz y su baluarte, contramos a Jesús, el buen samarita-
aun a riesgo de su vida. De ahí el tí- no. Y dando la vida con Él, los cris-
tulo del libro. tianos de bien. México “se confirma,
El subtítulo tiene toda la expre- desde 2010, como el país más peligroso
sividad del lenguaje metafórico: es- del mundo para desarrollar el ministe-
piritualidad del camino porque estos rio sacerdotal” (pág. 197).
pobres caminantes, que, al ser “ile- El libro es un canto coral donde
gales”, parecen haber perdido todos se da voz a los verdaderos protago-
sus derechos, se convierten paradóji- nistas de esta historia, los migrantes.
camente en el grito clamoroso con- Escrito conjuntamente por Solalin-
tra la violencia institucional e im- de y Lucía Capuzzi, periodista del
pune de un sistema neoliberal que diario italiano Avvenire, el padre
adormece conciencias. Alejandro fue consciente desde el

Sal Terrae | 107 (2019) 85-95


88 los libros

principio de que la presencia de los Solamente quienes caminan están


periodistas entre los migrantes podía vivos.
ser decisiva para disuadir a los cri- Al estilo de las crónicas periodísti-
minales. cas, expone los hechos objetivos y los
El estilo ágil, vivo, directo, con- comenta a la luz del Evangelio; infor-
versacional; las frases breves y senci- ma y crea opinión. Un libro de de-
llas, y el tono autobiográfico en pri- nuncia imprescindible para conocer
mera persona; unidos a la amenidad la realidad de un sistema cruel para el
del relato, hacen del texto una lectura que las víctimas son únicamente “car-
apasionante; altavoz eficaz para de- ne humana”. Un libro “necesario como
nunciar la extrema gravedad de los el pan de cada día”, escrito, como no
hechos, un genocidio oculto y man- podía ser de otro modo, por los pro-
tenido impunemente durante años. tagonistas:
Los capítulos firmados por Sola-
linde llevan por título diversos pasa- “Cuando se miran de frente
jes del Evangelio de Mateo. Jesús y los vertiginosos ojos claros de la muerte,
su Palabra son la razón de su vivir se dicen las verdades:
y actuar. En Él encuentra la fuer- las bárbaras, terribles, amorosas cruel-
za para mantenerse firme y seguir dades.” (Gabriel Celaya).
avanzando en el camino, a pesar de
las continuas amenazas de muerte. M.ª Dolores de Miguel Poyard

Guibert, J. M., El liderazgo ignaciano. Una senda de transformación y


sostenibilidad, Sal Terrae, Cantabria 2017, 207pp.
Este libro, escrito por el actual La expresión “liderazgo ignaciano”
rector de la Universidad de Deusto, puede inspirarse en la forma de go-
José Mª Guibert, S.J., autor de di- bierno de los jesuitas, pero va mu-
versas publicaciones sobre responsa- cho más allá.
bilidad social empresarial, liderazgo En la base de la espiritualidad
e ingeniería y ética, está dividido en ignaciana están los Ejercicios Es-
4 partes. pirituales, cuya principal intuición
1. Liderazgo y espiritualidad. es buscar a Dios en todas las cosas,
Empieza el libro explicando la vigen- aplicando el discernimiento igna-
cia del adjetivo “ignaciano” comple- ciano: Los EE invitan a la persona a
mentando al sustantivo “liderazgo”. entrar en un proceso de conversión,

Sal Terrae | 107 (2019) 85-95


recensiones 89

iluminación y compromiso con la un modo de vida, de entenderse a sí


realidad que le rodea. mismo y de servir a Dios a partir de
Analiza a continuación las com- la experiencia de ejercicios y sobre
petencias personales, sociales y estra- ella el líder debe construir su actua-
tégicas de la persona líder, partiendo ción, para crear “un cuerpo para la
de unas competencias genéricas no misión”, pero no para cualquier mi-
ignacianas. La persona líder debe sión, sino de aquella que conduce a
intentar lograr objetivos por medio la defensa de la fe, la promoción de
de otras personas, pero lo ignaciano, la justicia y el bien común.
unido a un liderazgo bien entendi- 2. La persona líder. En este apar-
do, supone una forma distinta de tado se analizan algunos de los rasgos
liderar. característicos de la persona líder, a
Dentro de esta primera parte partir de aspectos de liderazgo de san
el autor repasa el liderazgo igna- Ignacio y del resultado de aplicar a
ciano como ocasión de renovación sus sucesores estas características.
de instituciones apostólicas. Así, se Estos rasgos son: que sea persona es-
afirma que el liderazgo de una obra piritual, con experiencia personali-
jesuita depende del compromiso zada y vivida de la unión con Dios, a
con la misión, y puede ser ejercido quien los hechos de la vida invitan a
por jesuitas o por otros (CG 35). El esa unión. También que sea persona
compromiso con la misión es, por con valores, lo que tiene que ver con
tanto, determinante en el liderazgo la ética y valores personales del líder.
ignaciano. Pero ese liderazgo se ejer- Dentro de estos valores personales
ce muchas veces en contextos y con en las Constituciones se citan cinco:
personas culturalmente diferentes, caridad, humildad, libertad, rectitud
no creyentes o creyentes de otras y mansedumbre y fortaleza de áni-
religiones, que tendrán que aproxi- mo y algunas otras características
marse a las intuiciones ignacianas y como la prudencia y la capacidad de
respetarlas de corazón, trabajando ejecutar y llevar a buen fin los objeti-
para una misión común. vos de la misión. Estas características
La persona que lidera debe pre- no se entienden sin una vida interior
ocuparse de las que están a su car- que vaya en línea con la misión
go, lo que supone una implicación Dentro de esta segunda parte el
personal del líder y una insistencia autor repasa los principales hitos de
en el autoconocimiento, con ho- la vida de san Ignacio como ejemplo
nestidad y sin autoengaño. En resu- de liderazgo inspirado en un estilo
men, la espiritualidad ignaciana es de vida.

Sal Terrae | 107 (2019) 85-95


90 los libros

3. Liderazgo para las organizacio- sobre el liderazgo ignaciano. Dedica


nes. Esta parte empieza con un de- un capítulo a “Ignacio de Loyola.
cálogo para la sostenibilidad de una Un liderazgo inspirador” y otro a
organización apostólica, en el que se “Claves para un liderazgo ignacia-
subraya que el líder debe tratar de ase- no”, que, de alguna manera, ya se
gurar la sostenibilidad en el sentido de han atisbado en capítulos anteriores.
mantener la finalidad, el espíritu y el Estas claves son, en primer lugar,
sentido para el que fue creada la orga- conocerse a sí mismo; confiar en
nización. El autor expone a continua- Dios con rectitud de intención y ser
ción algunas de las características que capaz de construir un cuerpo unido
aparecen en las Constituciones de la que transmita valores.
Compañía de Jesús y que contribui- En resumen, se trata de impulsar
rán a conservar y aumentar la insti- una misión orientadora, vinculante
tución a la que se sirve. Para ello es y atractiva, integrando liderazgo y
esencial la calidad humana de las per- valores ignacianos y no limitándose
sonas que la componen, su humildad, únicamente a yuxtaponer liderazgo
su sinceridad y vocación de servicio y y valores ignacianos
la austeridad con que trabajen. El libro forma un todo coheren-
Dentro de este apartado habla te, aunque el hecho de que varios de
extensamente del liderazgo ignacia- sus capítulos procedan de artículos
no y la práctica empresarial. Presen- anteriores en revistas o de conferen-
ta algunos elementos de liderazgo cias resulta en ciertas repeticiones.
ignaciano útiles para iluminar la Será útil no sólo para aquellas per-
vida empresarial. Así plantea que las sonas que deban asumir tareas de
estrategias y las personas participen liderazgo sino para todos los que
de unos valores comunes y que es entiendan que el liderazgo ignacia-
necesario tener en cuenta a todas las no es una concreción de los ideales
personas y sus circunstancias para el evangélicos en lo referente a obtener
logro de un bien común. fruto en empresas apostólicas.
4. Un modelo de liderazgo. Pre-
senta esta parte una guía completa Margarita Prat Rodrigo

Sal Terrae | 107 (2019) 85-95


recensiones 91

Gesualdi, M., Don Lorenzo Milani. El exilio de Barbiana, PPC, Ma-


drid 2017, 253 pp.
«Mucho es lo que se ha escri- de algunos compañeros que lo con-
to sobre Don Lorenzo Milani». Así sideraban un «señorito», provenien-
comienza el Prefacio que Andrea te de una familia rica y alejada de
Riccardi ha escrito para este libro la Iglesia.
de Michele Gesualdi. Riccardi tiene Después de la ordenación sa-
razón, la figura del priore de Barbia- cerdotal, en 1947, don Lorenzo, es
na y su escuela han suscitado mu- nombrado vicario de San Donato
cha discusión y actividad literaria. en Calenzano, donde don Pugi era
Pero sigue en pie la gran pregunta: el párroco. Aquí comenzó su expe-
¿Quién fue realmente Lorenzo Mi- riencia pastoral, intensa y generosa,
lani? Este libro de Michele Gesualdi y dio vida a su escuela popular para
responde con sobria y documentada los obreros y campesinos de su pue-
franqueza a esta pregunta mientras blo, y comenzó a hacerse apreciar
nos relata su historia. La persona del como un sacerdote y un cristiano
párroco de Barbiana ha sido objeto coherente. Pero también en San
de muchos artículos y estudios, pero Donato comenzó a suscitar antipa-
la aportación de Gesualdi es impor- tías entre todos aquellos, tanto lai-
tante y acreditada porque él ha sido cos como hermanos en el sacerdo-
testigo privilegiado de las vicisitudes cio, que consideraban a don Milani
de don Milani al compartir con él un sembrador de discordias. Serán
doce años de vida. estas acciones de confrontación y
El autor nos cuenta el periodo maledicencia las que, a la muerte
de búsqueda interior y de conver- del don Pugi, cerrarán a don Lo-
sión del joven Lorenzo, la decisión renzo el camino para ser párroco y
de entrar en el seminario para ha- le abrirán, en 1954, la senda hacia
cerse sacerdote. Una opción que el exilio de Barbiana, una localidad
dejó angustiados en los padres, am- perdida en el Monte Giovi de la que
bos agnósticos, hasta tal punto que el cardenal Elia Dalla Costa, en el
la madre afirmó: «Para nosotros acta de la visita pastoral, había es-
es tan doloroso como si hubieses crito: «Dado el reducido número de
muerto en la guerra». El joven Mi- la población y la posición incómo-
lani se adaptó rápidamente a la vida da de la iglesia, un sacerdote valioso
del seminario, a pesar de la perple- no tendría en Barbiana un trabajo
jidad del padre y de la desconfianza adecuado».

Sal Terrae | 107 (2019) 85-95


92 los libros

La narración de los años de Bar- es ofrecernos un retrato auténtico


biana está marcada por el testimonio de don Milani. Es un don Milani
personal de Gesualdi que parece abrir, contado en toda su desbordante,
en ciertos pasajes, el cofre de los re- compleja humanidad, una humani-
cuerdos y compartirlos con el lector. dad que en vasto abrazo parece com-
Escribir acerca de esa experiencia no prender todos los estados de ánimo.
es fácil porque «se asoman a mi me- Como apoyo a lo que Gesualdi
moria doce años de vida en común nos dice en su libro no podemos de-
con don Lorenzo: una montaña de jar de citar algunas de las palabras
recuerdos sobre el hombre, el sacer- que el papa Francisco pronunció el
dote, el maestro, el hermano-padre. 20 de junio de 2017 en su visita a
Muchos de esos recuerdos pertenecen la tumba de Lorenzo Milani para
a aquella esfera del alma que no desea «rendir homenaje a la memoria de
compartirse con nadie». un sacerdote que testimonió cómo
El autor añade a continuación en el don de sí a Cristo se encuentra
una precisión: «Intencionadamente a los hermanos en sus necesidades y
omito tratar de forma extensa acer- se les sirve, para que sea defendida y
ca de la escuela de Barbiana y de su promovida su dignidad de personas,
intensa vida, difícil de separar de con la misma donación de sí que
la de don Lorenzo y de su familia Jesús nos mostró, hasta la cruz […]
barbianesa». Igualmente significati- Don Milani nos enseña a devolver a
va es otra observación de Gesualdi: los pobres la palabra, porque sin la
«Cuando estaba en Calenzano, don palabra no hay dignidad y entonces
Lorenzo buscaba personajes intere- ni siquiera libertad ni justicia. […]
santes y los invitaba a hablar en la Con mi presencia en Barbiana, con
escuela popular. En Barbiana suce- la oración sobre la tumba de don
de exactamente lo contrario: son las Lorenzo Milani pienso dar respues-
personalidades políticas, religiosas, ta a cuanto esperaba su madre: “Me
socialmente comprometidas las que urge sobre todo que se conozca al
lo buscan y trepan hasta allá arriba sacerdote, que se sepa la verdad, que
para respirar esa experiencia. Don se rinda honor a la Iglesia también
Lorenzo habla desde la “cátedra de por lo que él fue en la Iglesia y que
la nada”, enseña y elabora nuevos la Iglesia le rinda honor a él... Esa
pensamientos para hoy y para el fu- Iglesia que tanto le hizo sufrir pero
turo». que le dio el sacerdocio, y la fuerza
Si el libro de Michele Gesualdi de esa fe que permanece, para mí, el
tiene muchos méritos, el primero misterio más profundo de mi hijo...

Sal Terrae | 107 (2019) 85-95


recensiones 93

Si no se comprendiera realmente al plo, su profundo equilibrio entre


sacerdote que don Lorenzo fue, di- dureza y caridad”».
fícilmente se podrá entender de él
también todo lo demás. Por ejem- Lázaro Sanz Velázquez

Radcliffe, T., El borde del misterio. Tener fe en tiempos de incertidum-


bre, Mensajero, Bilbao 2017, 142 pp.
Este volumen recoge algunas de inquietudes de los jóvenes de hoy. T.
las intervenciones más significativas, Radcliffe afronta temáticas variadas
pronunciadas entre 2015 y 2016, de con estilo brillante, con abundan-
Timothy Radcliffe, que fue Maestro tes citas y reenvíos: va de Marilyn-
General de la Orden de Predicadores ne Robinson, la autora de Gilead, a
desde 1992 hasta 2001. La estructu- su compatriota Chesterton, desde
ra general del libro y de cada una de la película De dioses y de hombres al
sus partes trata de resaltar la conti- pensamiento del teólogo Chenu del
nuidad de estas páginas en torno a la que fue discípulo, del escritor Primo
posibilidad de la fe en estos tiempos Levi a la sabiduría de santo Domin-
de incertidumbre. go, «el santo al que le gustaba beber
El texto se presenta como una es- y hacer ruido», el fundador de la or-
pecie de pequeño mapa del mundo den religiosa a la que pertenece.
de hoy visto con los ojos de la fe, en Para el autor el cristianismo tiene
particular de algunas de las cuestio- que ver esencialmente con la alegría,
nes más debatidas de la sociedad y la felicidad de vivir bajo la mirada de
de las religiones: la crisis económi- un Dios que existe en cuanto bon-
ca, el terrorismo, el descenso de la dad. Su libro trata de explicar que,
práctica religiosa, las dificultades de en nuestros días inciertos, marcados
la Iglesia, el peligro fundamentalista, por el miedo al terrorismo, por la
la relación entre la comunidad cris- desconfianza en el futuro, por una
tiana y los homosexuales. El valor crisis económica que parece descar-
del cuerpo y los retos de la globali- tar a poblaciones enteras, el anuncio
zación, la belleza de la música y el del Evangelio puede resonar, como
papel de la esperanza en la crisis eco- hace dos mil años, en toda su fres-
nómica; la opción por la consagra- cura. Porque el mensaje de Jesús
ción religiosa como «reto» al relato tiene que ver con nuestras aspiracio-
de la cultura contemporánea, y las nes más profundas: el deseo de ser

Sal Terrae | 107 (2019) 85-95


94 los libros

amados, el sueño de la felicidad que no pertenecen a la insoportable serie


despierta inquietudes en nosotros. de libros de piedad, servidos como
Radclifffe nos invita a descubrir una papilla espiritualista, a aquellos que
fe que es siempre una sorpresa, una predican la alegría obligatoria del
ventana abierta al misterio por el «Sonríe, Jesús te ama» (pág. 120),
que hemos sido creados, y que nos que Radcliffe define deprimente, y
espera para hacer que nos sintamos denuncian preocupados el «vacío»
en casa. de los jóvenes. No, Radcliffe es dis-
A quien espere que el exmaestro tinto, plantea con gracia «la» cues-
general abra un libro citando al Papa tión. Que no es específicamente re-
o a Santo Tomás o al menos a Jesús, ligiosa.
le extrañará que comience con Nao- El autor mira con ojos no inge-
mi Klein, feminista judía laica. A nuos, sino iluminado por la sabidu-
quien piense que un dominico debe ría del Evangelio de Jesús: «Los po-
tener un mínimo complejo de culpa líticos tienden a pensar solo en las
ante los albigenses (herejes extermi- próximas elecciones; la mayor parte
nados en la cruzada de comienzos de las empresas, en el próximo ba-
del siglo XIII), explica que los her- lance; los periodistas, en la próxima
manos predicadores deben seguir fecha límite [...] Las religiones nos
combatiendo el desprecio del cuerpo vuelven a llevar a los grandes inte-
y de la alegría, que todavía tientan al rrogantes de la existencia humana:
cristianismo y a las culturas seculares ¿Qué significa ser humano? ¿Cuál es
modernas. A quien saborea un uso nuestro destino? ¿Hay algo más que
vindicativo y corporativo del regis- la nada? ¿Tenemos algo de lo que
tro autobiográfico, ofrece solo episo- alegrarnos? ¿Podemos tener esperan-
dios útiles para testimoniar que la fe za?»
cristiana puede liberar de la prisión Después de un catolicismo satis-
del yo insaciable. Y muestra su alegre fecho de sus condenas y uno satis-
libertad interior cuando confiesa que fecho de su concilio, después de un
según él la gente ve a la Iglesia como catolicismo anunciado como una
un grupo de «señores ancianos ves- píldora de «sentido» después de las
tidos de forma extraña que dicen a comidas, uno especializado en des-
la gente cómo hay que comportarse gracias, ¿cuál es el futuro de la Igle-
en la cama». El estilo de Radcliffe es sia? ¿Aunar los gustos suavizando los
ligero, las citas atractivas, las cuestio- conflictos? ¿O esperar que un Papa
nes bíblicas y teológicas reducidas el expulse a los que no le gustan, a cos-
mínimo. Estas intervenciones suyas ta de echar a todos? ¿Convertirse en

Sal Terrae | 107 (2019) 85-95


recensiones 95

una Iglesia low cost que se resigne a alegría tranquila, bastante profunda
hacer de rueda de recambio que se que abarca también los momentos
deleita con la apocalíptica? ¿O debe de sufrimiento y de oscuridad. Es
resignarse a hacer de sustituto de una alegría que es fruto de intensa
identidades políticas reaccionarias y oración y de silencio». Porque solo
frágiles, que llevan a despreciar al ex- una demanda permite rozar el borde
tranjero y a defender el pesebre? Para del misterio, haciendo que el vacío
Radcliffe los credos tienen otra fun- no se llene de banalidades sentimen-
ción: la de contar un tiempo largo en tales y altivez teológica perdiendo su
el que no sucede nada y en el que la característica más preciosa.
alegría es silenciosa: «Pienso que en
el corazón del cristianismo hay una Lázaro Sanz Velázquez

Sal Terrae | 107 (2019) 85-95

Você também pode gostar