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Análisis de la temporalidad en el Tratado Tercero de El Lazarillo de Tormes

El Lazarillo de Tormes es una novela picaresca publicada en el siglo XVI (1554 más
específicamente) de autor anónimo y origen español. Se destaca por ser una novela
realista, crítica y autobiográfica, que cuenta la vida de Lázaro de Tormes desde su
infancia hasta su adultez. En resumidas cuentas, es una novela que, en siete tratados,
relata en primera persona los diferentes amos que va teniendo Lázaro y las enseñanzas,
experiencias y desventuras que sufre, mostrando un crecimiento psicológico del
personaje y narrador que en esa época era una novedad total. Muchas de estas
experiencias de Lázaro están ligadas a la ingesta (o no) de alimento por su parte.
“Hambre y tiempo son inseparables en el Lazarillo” dice Celina Sabor de Cortázar (1967)
y no le falta razón. Por esta razón, analizaremos los indicios relacionados con el tiempo
en la organización del Tratado Tercero y su influencia en el desarrollo del personaje.

La disposición temporal de toda la novela está profundamente intrincada con la


sensación de hambre del protagonista: Lázaro. Incluso la desaparición de la misma
marca el aceleramiento de la trama, a partir del Tratado Tercero.

Al abordar dicho Tratado, es difícil no advertir la fuerte presencia de las referencias


temporales. Hay infinitud de indicios claros sobre el tiempo: ‘quince días’, ‘era de
mañana’, ‘la una después del mediodía’, etc. que otorgan un panorama sobre cómo
percibe el tiempo Lázaro: con extrema lentitud, la lentitud de un hambriento.

Esto se puede apreciar más claramente en los primeros párrafos. Luego de aceptar a
su nuevo amo, Lázaro alrededor de las once de la mañana, comienza a pensar en el
momento en que se le sirva de comer. La manera en que lo expresa es hasta de algún
modo esperanzada, y exalta a su nuevo amo diciendo “Bien consideré que debía ser
hombre mi nuevo amo que se proveía en junto, y que ya la comida estaría a punto […]”
(Anónimo, 2016, pp 90-91). Pero las horas del día siguen pasando y Lázaro continúa
sin recibir comida de parte de su nuevo amo y, lentamente, cae en la cuenta de que no
sólo su amo no iba a proveerle alimento, sino que es Lázaro quien tiene que alimentarlo
a él.

Sin embargo, al comprender que el escudero era realmente pobre, no se desquita con
él como hizo anteriormente con el clérigo, al que acusa de avaricia, sino que lo
comprende y le tiene lástima. Ambos pensamientos, en el relato aparecen con analepsis
bien marcadas. En el caso de comparar al escudero con el clérigo, la analepsis se ve
en “allí se me vino a la memoria la consideración que hacía cuando me pensaba ir del
clérigo, diciendo que, aunque aquel era desventurado y mísero, por ventura toparía con

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otro peor” (Anónimo, 2016, pp 92) , donde se recurre a un pensamiento que Lázaro
había tenido con anterioridad.

Las analepsis donde se advierte la lástima hacia su amo son más complejas y extensas.
La primera de ellas relata como “una mañana […] subió a lo alto de la casa a hacer unos
menesteres, y en tanto yo, […] desenvolvíle el jubón y las calzas y hallé una bolsilla de
terciopelo raso, hecho cien dobleces y sin maldita la blanca ni señal que la hubiese
tenido mucho tiempo” (Anónimo, 2016, pp.103). Con esa acción, Lázaro se da cuenta
que el escudero no le da comida no por ávaro sino porque realmente es muy pobre, lo
que hace que Lázaro experimente una gran empatía para con éste, no solo en el tiempo
de su niñez sino también de adulto, como menciona con un relato iterativo pocas líneas
después de la cita anterior: “Dios es testigo que hoy día, cuando topo con alguno de su
hábito con aquel paso y pompa, le he lástima con pensar si padece lo que aquél le vi
sufrir” (Anónimo, 2016, pp 103).

La segunda analepsis de este tipo proporciona esencialmente información acerca del


pasado del escudero, cuando comienza a contarle a Lázaro que “Acuérdome que un día
deshonré en mi tierra a un oficial, y quise poner en él las manos porque cada vez que
le topaba, me decía «Mantenga Dios a vuestra Merced» […]” (Anónimo, 2016, pp. 109).
Al igual que la analepsis citada anteriormente, finaliza con una reflexión del protagonista
“Desta manera lamentaba también su adversa fortuna mi amo, dándome relación de su
persona valerosa” (Anónimo, 2016, pp 112) lo que nos brinda la visión que tiene Lázaro
sobre su amo y cómo es capaz de sentir empatía e interés por él, hecho que no había
ocurrido con sus anteriores amos.

Asimismo, otro recurso temporal utilizado con frecuencia son las escenas (diálogos) que
aportan una idea acerca de la relación entre Lázaro y el escudero, como también para
describir el espacio donde habitan, caracterizado como una casa “[…] lóbrega, triste,
obscura; mientras aquí estuviéremos, hemos de padecer; ya deseo que acabe este mes
por salir della” (Anónimo 2016, pp 105). Esta descripción es sumamente importante, ya
que, de cierto modo, concuerda la oscuridad y el vacío de la casa con el hambre
constante y las penurias que pasan ambos personajes. Es decir, hay una concordancia
entre el espacio físico y los sentimientos de Lázaro y el escudero.

En conclusión, vimos cómo el uso de determinados recursos referentes a la


temporalidad en el relato permite construir los aspectos psicológicos de los personajes,
sus relaciones y vínculos, así como también sus sentimientos y valoraciones.

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Bibliografía
Lazarillo de Tormes. 2016. Buenos Aires. Penguin Random House. Ed. Florencio Sevilla Arroyo.

Sabor de Cortázar, Celina. 1967. Estudio preliminar. En La vida de Lazarillo de Tormes y de sus
fortunas y adversidades: El Lazarillo de Tormes y el género novela. Buenos Aires. Kapelusz.

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