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Principios de la administración

1. División del trabajo. En una organización no todo el mundo puede llevar a


cabo el mismo trabajo, ya que se requiere atender diversos aspectos de la
misma y del camino a recorrer hasta la meta. La separación de las
responsabilidades y especificación de las labores de cada integrante o
empleado permiten avanzar en diversos caminos a la vez y centralizar las
energías de cada uno en su tarea correspondiente, ganando así tiempo y
eficacia en el trabajo.

2. Autoridad. De la presencia de la autoridad en una organización, es decir, de la


construcción de una cadena de mando, surgirá la responsabilidad y el
compromiso de responder por las acciones individuales o grupales no se diluirá
en la posibilidad de que cada quien opine distinto y emprenda por cuenta
propia las acciones que considere.

3. Disciplina. El respeto a la autoridad y a la cadena de mando es un carácter


necesario en el correcto funcionamiento de una organización humana. Esto no
necesariamente debe interpretarse como una relación marcial o militar, pero
sin duda las instrucciones emanadas de figuras con más autoridad y
responsabilidad deben acatarse.

4. Unidad de comando. Cada individuo de la organización debe recibir órdenes


de un único superior, ya que las contradicciones o yuxtaposiciones en las
órdenes e instrucciones lo ubicarían en una posición difícil, teniendo que
escoger a cuál jefe hacerle caso y a cuál no, lo que propiciaría la escisión de la
unidad de la empresa.

5. Unidad de dirección. La dirección de la organización como tal debe responder


a un único plan de acción, llevado por el administrador a cargo, y deben
avanzar como un todo en un mismo sentido, sin contradicciones, desvíos y
extravíos. Si todos los miembros persiguen el mismo objetivo general,
avanzarán más rápida y eficazmente en esa misma dirección.

6. Subordinación de los intereses individuales a los grupales. Este principio


es fundamental para la constitución de una unidad e identidad organizacional,
sea de la naturaleza que sea, ya que los individuos que laboran en ella
deberán anteponer el beneficio del conjunto, el alcance de los objetivos
generales y comunes a todos, a los de su propia y personal agenda. Así se
evitaría la corrupción, por ejemplo.

7. Remuneración. Todo individuo cuyos esfuerzos contribuyan con el alcance del


objetivo de la organización deberán recibir una justa retribución por sus
esfuerzos, lo cual se traduce en salarios, beneficios y otros derechos
adquiridos para los trabajadores de una empresa, por ejemplo.
8. Centralización. El grado óptimo de centralización en una organización es
aquel que permite que la cadena de mando opere eficazmente sin burocratizar
o hacer “picos de botella” en la toma de decisiones, en los que se debe esperar
por la aprobación del superior para el más mínimo esfuerzo.

9. Jerarquía. La cadena de mando de la organización debe ser visible y estar


claramente definida y acatada. Desde los más altos peldaños hasta los más
bajos, todo individuo debe conocer su lugar en la jerarquía y respetarla.

10. Ordenamiento. Los distintos recursos necesarios para el funcionamiento de la


organización deberán estar en el lugar y momento en que sean necesarios y
no otro.

11. Equidad. El liderazgo en una organización deberá ser ejercido de manera


equitativa y humana, no despótica y egoísta. Caso contrario se perderá el
compromiso de los subalternos.

12. Estabilidad en el personal. Los cambios constantes en el personal perjudican


a la organización pues cada individuo nuevo deberá aprender a hacer su
trabajo nuevamente y no alcanzará a crecer en él, ya que será reemplazado
por otro y así sucesivamente, impidiendo el crecimiento del conjunto.

13. Iniciativa. La libertad de los subalternos es vital para su motivación, por lo que
una organización debe dar cabida a las ideas nuevas, a la improvisación y la
iniciativa, pues de lo contrario castraría el deseo de emprendimiento de su
personal y, de paso, perdería posibles buenas ideas.

14. Espíritu de cuerpo. En pro de tener un buen ambiente laboral, se debe


cultivar la conciencia de equipo y se debe tener como indispensable a todos
los miembros que lo componen. El trabajo coordinado y entre pares es siempre
más motivante que el despótico.

Habilidades y Amplitudes

1) Pensamiento crítico:
En cualquier empresa surgen problemas, ya sea como un evento aislado o como parte de un
mal funcionamiento en el sistema. Un buen gerente debe ser capaz de resolverlos, analizando
antes la situación a fondo para comprender sus causas y efectos.
2) Comunicación:
Para ser un líder se necesitan buenas habilidades de comunicación. Es tarea del gerente
lograr que todos sus colaboradores tengan claro sus tareas y contribuir con el cumplimiento de
los objetivos de la empresa.
3) Creatividad:
Las empresas requieren de colaboradores creativos que aspiren siempre a innovar en sus
labores para así destacarse de la competencia. Los primeros en impulsar esa creatividad
deben ser los gerentes.
4) Autocontrol:
Un gerente debe ser capaz de controlar sus emociones y evitar reaccionar de forma negativa
ante cualquier tipo de provocación.
5) Iniciativa:
Es muy importante que un gerente sepa reconocer las buenas oportunidades de negocio y
esté dispuesto a asumir riesgos para llevar a la empresa por un buen camino. En muchas
oportunidades deberá asumir la iniciativa, aunque esto implique tomar decisiones difíciles.
6) Intuición:
Es probable que un gerente tenga que enfrentar situaciones en las que no tendrá toda la
información disponible. En esos casos se requiere de una gran intuición para tomar las
decisiones más convenientes para los objetivos de la organización. Sin embargo, para
desarrollar esta habilidad se requiere de un alto nivel de conocimiento y experiencia, pues no
se trata de decidir sin pensar.
7) Capacidad de planificar:
Un buen gerente es una persona capaz de organizar tareas de forma efectiva, establecer
plazos realistas y delegar labores en las que se tome en cuenta las capacidades de sus
colaboradores.
8) Capacidad de negociación:
Las negociaciones son esenciales en el ámbito empresarial. Suelen emplearse para alcanzar
acuerdos en ámbitos distintos, como las finanzas, ventas e incluso en recursos humanos. Por
ello, un gerente, sin importar el área en el que se desenvuelva, debe ser un hábil negociador.
9) Trabajo en equipo:
Un buen gerente no se limita únicamente a delegar, sino que se involucra y participa
activamente en las labores necesarias para alcanzar las metas de la empresa.
10) Liderazgo
El éxito de una empresa se sostiene en gran medida por el desempeño de sus líderes. Estos
son capaces de motivar a sus colaboradores, contribuir a su desarrollo profesional y potenciar
al máximo su rendimiento.

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