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Al - Alexandría

Al - Alexandria
Marcos Iniesta

Marcos Iniesta
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Al- alexandría

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Fotografía de portada:
Alma Aracely Salazar Hernández

Diseño de portada: Aria Editorial

Primera edición 2018


D.R. © Aria Editorial 2018
Xalapa Ver. Méx.

Impreso y hecho en México

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Al- alexandría
Marcos Iniesta

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a la bruja de mis ambiciones

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“Quién busca la salvación cambiando de lugar,
como un ave migratoria,
no encuentra nada porque para él la tierra es
igual en todas partes”
EL DUELO
–A. P. CHEJOV

“Cuando quiero anotar en una fórmula


una cantidad desconocida, escribo la letra equis.
Igualmente podría escribir cualquier otra letra,
latina, eslava, o del alfabeto que me pareciera me-
jor. Podría sustituir la letra equis por un garabato
inventado, por una coma, por el signo de excla-
mación o por el de interrogación: todo significa-
ría para mí una cantidad desconocida. Pero estoy
acostumbrado a poner una equis.
De la misma manera, un ícono corriente
es para mí el convencional símbolo de Dios. No
fui yo quien introdujo su uso, no seré yo quien lo
cambie. Cuando necesito expresar de alguna for-
ma mi fe, me acerco al ícono y utilizo las oracio-
nes que he aprendido…”
EL TRES, EL SIETE Y EL AS
–TENDRIAKOV

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“Resplandece la máscara hechicera,
la muleta golpea con ritmo...
Mi cuento de año nuevo
¿Será, acaso, el último cuento?
[...]
Silencio... Tal vez sea peor soñar
cuando humean los rincones...
El sol de enero es frío y fresco
como el polvo en el cristal”
CUENTO DE ENERO
– INNOKIENTI ANNIENSKI

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BIOGRAFÍA

ME llamo y me llaman Marcos Iniesta,


o algunas veces Rafael Ramírez Hernán-
dez dependiéndo quién me llame y su
sentido de urgencia,
y también Francisco M. Ortega Palo-
mares, algunas veces soy el un simple
Capitán Cobarde, y de plano otras veces
un somero Perro Negro,

de talla mediana,
más bien torpe y por lo tanto
también flaco.

Yo sé que usted también sabe leer y me


confieso, porque quiero hablar y saber si
podemos entendernos:
Tengo entre los escombros
algunos apellidos, míos y heredados.

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MARCOS INIESTA
Apellidos reales, simples, sencillos como
semillas o guijarros, un tanto comunes y
otro tanto ficticios a un tiempo y des-
tiempo,
pero existen
– lo juro -

existen como existe la lluvia,


y guacamayas bajo lluvia o dinosaurios
bañados en nostalgia,

o como existen las sectas secretas ham-


brientas de carne y huesos,
que luego por muy secretas, todos dicen
que también en un momento y un tiem-
po existen y existieron.

Y existen estos apellidos como existen


los desiertos que medimos con los ojos,
con las palmas, con aquellos puños alza-
dos, con el cielo erecto,
con ese volcán ardiente que pide a gritos
amamantar gatos.

Y como existen también,


ensuciando el cielo fabricas con fumaro-
las,
donde el humo con su compás señala el
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AL - ALEXANDRÍA
cenit,
y una efímera esperanza amontonada,
con ese estúpido rostro de ángel
que asoma su cruel sonrisa,
deja colgando en la sombra,
un crucifijo despeinado.

Y con sus manos en el cielo, la tierra


alagartijada parece una silueta con traza
de ilusiones panfletarias...
porque desde mis ojos, hinchados de
orgullo y miedo,
dibujan un panorama bien triste.

Tengo además, mil siglos aullando en mi


sangre la sabiduría de los árboles
y una especie de casa bajo las rocas
– que amigablemente me cobijan sus
arrugas –
y otros tantos arrepentimientos en orden
alfabético y cronológico,
teñidos de boleros y con las ansias locas
de ir y romperse la garganta ante los
muros.

No tengo padre pero estoy


algún día lo dí por muerto, y tengo una
madre menudita y pequeña
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MARCOS INIESTA
que nunca en su hogar nos faltó alimento
y algunos hermanos olvidados por esas
arterias de la costumbre,

y también novia,
y a veces amantes y hasta puedo darme el
lujo burgués de comer dos veces al día
y criar un perro.

Por desgracias se leer y por gracia hasta


leo,
Por fortuna soy de esas flores que locas
bailan bajo ácida lluvia y que se guardan
sus penas callosas escondidas tras la
ropa,
sé de los latidos de la sangre
que ponen a unos por los pelos

sé de llorar fraternalmente por quién nos


abandona y se muy bien abandonarme a
tiempo.
sé de ponerme de rodillas buscando dios
sabrá qué entre las vacas,
sé de amar a quién lacta como a quien
peca,
Se escribir mal que bien
y muchas a veces con descaro y saña,
escribo.

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AL - ALEXANDRÍA
Por profesión soy un animal doméstico
y hago panes impunemente,
y hoy, voy improvisando
y mirándome entre brazos
–como entre tantas medusas–
por lo tanto
si se piensa en mi oficio dejemos en
blanco y claro,
mientras no sepamos
si “soñador” es un oficio o un síndrome
o para colmo, un “desempleado”.

Quiero hacer anotar, verá usted, para


ver si logramos entendernos ¿cómo le
explico?
Ocurre muchas veces, de pronto,
que al mirarse al espejo
suelo asustarme tanto y por tan maldito
tiempo, lamentando la ausencia de gri-
llos en las alcobas.

Y aunque siempre quiero hablar de las


cosas que importan,
de llorar por ejemplo,
– y de llorar a llanto sublime, eterno,
consciente, llorar sangre, llorar con los
huesos de llorar, llorar con el Quixote,
por convicción y en fraternal abrazo –
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MARCOS INIESTA
de maldecir a dios por cubrirse los ojos
cuando clavos atravezaban la carne de su
cristo y en sacrílego elogio,
bendecimos
la carne que comemos y el vino que feliz-
mente bebemos,

y vamos a maldecir a Cervantes por de-


jar pacer tantos dolores su Quixote,
el mismo que con llanto en ojos y llagas
en manos, labró para nosotros tantos
cielos.

Digo esto porque yo quería salvar al


mundo escribiendo versos
y cantando lincemente en la estepa,
aprendí la clave morse de los sapos.

Y ahora voy a pedir perdón:


Lo del olvido al olvido.
Voy a cruzar el río a nado para salvar
caracoles
porque yo sufría a miles si miraba a
un bichito ahogarse bajo esa inmunda
lluvia.

Sé de aquellos viejos rencores y viejos


trucos – añejos dolores –
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AL - ALEXANDRÍA
y mientras ingesto agua,
sucede y me sucedo a mis tripas
y las palabras hidalgas vienen largas
y amargas,
y miro cual mirlo,
porque esta pausa es plausible;
busco un beso en tu beso
y me miro como desde otro cielo,
completamente,
hormigueando entre las hormigas
buscando abrigo de este sol calientahue-
vos,
del mismo modo en que tirado al sol se
cobija mi perro.

Si pregunto por qué existimos


me responde un mar impetuoso con sus
olas,
calcando mi tumba en la playa,
me arrastra con su furia y su pueril
juego,
me da bagresientos abrazos,
llena de sal mi saco de huesos,
paternalmente,
me pide volver al lecho de la vida.
y dibujamos y queremos como quien va
queriendo y así se va armando la cosa,
en ese instrumento de cuerdas
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MARCOS INIESTA
y de carne,
a ocho extremidades,
a cuatro nalgas con sudor desdibujado.

Y bajo sábanas,
nos sinceramos a nivel de piel,
escuchando el cuclillo,
haciendo pares con el semen
haciendo de la vida un temblor hojas
y si beso cerrando los ojos,
llegan a mis oídos,
diminutos latidos,
– ese tiritar de mi cama que aún vive
recordando tus besos –
de ese tiempo de vida que gastamos has-
ta el hastío.

Aquellos mundos sordos y ciegos


que descubrimos
y nos descubrimos mientras desnudos,
charlando,
siendo sobre sábanas,
una honesta y sincera manera de ir cin-
celando con cada rose de huesos nues-
tros huesos,
una propia explosión que ya va oliendo
a muerte
y a vida
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AL - ALEXANDRÍA
y a naranja.

Allí, pensando en mi estado civil aún


sigo soltero.
no me he casado por cansancio
y
por falta de dinero
y
de futuro (deben saberlo)

y aunque duermo eventualmente sólo,


comparto mi cama y mi sueño
a falta de cerebro,

(no celebro la despedida que me descar-


na de la cama los mejores besos)

por lo tanto, soy soltero,


o mejor aún:
que soy un hombre.
Más o menos hecho y deshecho.
(Más amante que amado. escribió el poe-
ta Manuel Martínez)

Hombre,
doméstico,
personal,
intransferible,
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MARCOS INIESTA
voluble,
explosivo,
cínico,
siniestro

– y muchas veces silencioso


y también ajeno,
como ese amor
que borramos con auroras –

caro a ese amor


que vive susurrando pequeñamente
como un secreto de mudo polvo,
de rubor de mujer en celo,
en ese arrebolar secreto de insectos.

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“Quiero verte al amanecer
cubierta de gotas de rocío
como una explosión de perlas”
ÁMAME EN MI LOCURA
–FEDOR SOLOGUB

“Si no existiera el canto de los pájaros,


el diminuto y sonoro palpitar de un beso,
hubiera creado la música del mundo”
TÚ INVENTASTE LA PALABRA
AMOR
–AGUSTÍN LARA

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VERSO PRIMERO

ESTOY muy seguro que en algún un


lugar, rincón de esta hoja,
hay un poema mal habido,
nacido y soñado,
que pretende socavar en lo hondo,
como gusano
en el hueco de un alma apenas desgajada
o desprendida.

tengo
verdaderos motivos donde todo esto
entre tus ojos y en los míos,
toman adecuada distancia
y versan uno a otro sobre charlas de aquí
y allá, a destiempo,
de un paraíso que vamos formando
por dentro de nuestras alas

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MARCOS INIESTA
Y que tus labios sigan dibujando esas
amplia sonrisas decembrinas,
pero en marzo.

y que vuelan entre los ojos


salpicando migas de nostalgias,
revoloteando cual pájaros torpes
entre boleros y recuerdos
como de cuando de reojo,
te busqué entre el pasillo de la escuela,
delineando esa sombra tuya,
tan alagartijada,
y mi alma ansiaba tomar de la mano
tu alma y colgarse
de un roce,
de un pequeño roce del trozo de tu falda.

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AL - ALEXANDRÍA
Es verdad,
tiro de la memoria,
y de sus glándulas
que ese cráneo guarda –estoy seguro –
cual cofre, sus tesoros

que son tan raros y tan pocos,


por tanto,
menester es conservarlos vivos
a baño maría en agua,

yo los riego con mis ojos


sembrando con los pasos,
el camino que camino y entre dientes,
vengo murmurando un falsete,
que suspira entre los escombros:
una utopía de constantes ciudades de
fantasmas

de ladrillos a ladrillos,
de pilares a pilares,
la ciudad de Alejandra

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“Y yo, irrepetible entre los seres, lanzo mi
verso al infinito
a los seres materiales e incorpóreos
que piensasn, que viven quizás en otros
mundos”
HIJO DE LA TIERRA
–VALERI BRIÚSOV

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VERSO SEGUNDO

A muchos pies de altura


exprimiendo
alas,
sacándole jugos a este par de podridas
alas...
la mano,
a esta mano que atada a otra mano, suje-
tan una promesa como los besos sujetan
los labios,
las plumas
que abocajarro
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MARCOS INIESTA
la espuma del universo y de los años,
me pone de espaldas contra la vida
pidiendo que escriba
las cosas que amamos,
las cosas que odiamos,
ese mundo que tenemos como macetas
mal paridas,
con flores marchitas desde abajo,
de raíz,
de tener miedo a buscar entre nosotros,
de mirarnos desnudos,
a temblar entre los abrazos,
como chicos nuevos
escondiéndose entre los matorrales y
bajo la cama,
seguir buscando escarabajos.

Porque,
cualquier día,
cualquier mes,
cualquier hora,
pongamos a ritmo los pulsos
plantemos una flor,
sembremos un árbol,
pongamos a punto un motor,
encendamos la radio,
y toda esa chatarra divertida que nos
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AL - ALEXANDRÍA
aleja de las ganas
de atar con buenos hilos,
con fuertes hilos los inútiles y carnosos
cuerpos enpantanados.

Rembrandt desde las alturas, narraba


como las nubes mantienen
el suelo a raya,
y bajo prisión de algodón, esconden el
mundo insano
para ir poniendo al día las cosas sencillas

¡Qué idea tan extraña esa de extrañar-


nos! Como la idea de lo extraño que los
brazos ya no sujetan nuestra espalda.

Por ello, en el principio,


cada hombre tiene en mente,
construir una ciudad Alejandra.

Porque tarde,
todos nos dimos cuenta que existe,
un gusano,
al fondo
allá a lo lejos,
allá donde el mundo es simple y llano,
y también partículas de millones de
cuerpos
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MARCOS INIESTA
donde el mundo es mío y es tuyo y es
nuestro,
de nosotros,
de aquellos que robaron cada roce boreal
al firmamento.

¡Oh destructores de mundos!

Aquél lejano día,


(uno cualquiera)
yo planté en tus labios un lejano verso

¿Extrañaremos la vida reptando por los


rincones del ensueño?

Yo sé que solemos moldear el mundo de


saberes,
de esas esporas y de espera
de ese niño
y aquél
y aquél que es nuestro,
es por ello que copiosamente la lluvia va
mojando la tierra y hago mío ese ritmo
para hablar de cosas nuestras.

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“Cuando mueren los potros – respiran,
cuando muere la hierva –se seca,
cuando mueren los soles – se apagan,
cuando mueren la gente – cantan cancio-
nes”
CUANDO MUEREN LOS POTROS
–VELEMIR JLÉBNIKOV

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AL – ALEXANDRÍA

DAME el sueño del niño que juega sobre


nubes,
que salpica migas de pan por torpeza y
por costumbre.

Yo estoy triste y ella está triste,


tan triste
como se puede estar en el planeta,

o quizás
ella está escondida en una esquina de mi
casa,
escondida por menuda, al costado del
polvo,
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MARCOS INIESTA
entre papeles,
entre palabras sueltas,

quizás está zurciendo gemidos


arrullados por el canto

de vaho
de la mugre de los muros.

Es por eso que no me gustan los héroes.


–éstos héroes por lo pronto–
Me da muy mala espina
vender la vida tan mal pagada.

¡Vaya tontería salvar desconocidos


que no saben de salvarse a buena hora!
Y al final del día, construir como
esplendor de la utopía una ciudadela.

– grito ahora ¡sálvame amor mío, sálva-


me! –

Los he visto
clavar murallas aquí y en el centro, un
gran faro de millares de maderos,
Otros héroes saltan de edificios,
alimentan al hambriento sin preguntar
por tales o cuales o quienes.
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AL - ALEXANDRÍA

¡Qué cosa tan triste!


¡Menudo lamento tan patético de desier-
to solitario,
de mar solitario.

Ella está triste y yo estoy triste...


en esta ciudad estamos triste sin saberlo.

Somos algo a sí ¿cómo decirlo?


estúpidamente predecibles por nobles.
Guardianes de recuerdos, salpicando
migas a los hambrientos, construyendo
ciudadelas.
Ciudadelas de utopias y muertos.

Y muertos.
–conocí a un héroe luchando
solitario,
entre burlas,
entre encantamientos,
juntos terminamos llorando bajo las
castañas,
y el fuego que se enciende con el llanto–

Me causa rabia encariñarme


y humectar lápidas a punta de lágrimas y
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MARCOS INIESTA
decorarlas con esgrimas.
¡Basta!
Odio a los héroes.
Jamás seré un buen héroe.

Soy un Alejandro, un patético aristoté-


lico que va desconociendo los cumplea-
ños.

Un Alejandro que cebando su barriga,


arranca arcoíris de los pueblos.

Pero yo, pese a Alejandro,


yo soy el payaso de las bofetadas,
¿qué podría saber de héroes si al
sonreir como idiota,
deshojar una flor,
aspirar su fragancia
y tomar asiento
me sorprende saber que existe un halo
de luz saliendo de mi cuerpo?

Dicho de otro modo,


también soy un mono
un mono pequeño que abre los
ojos
y allá entre árboles
hay un sol que intento capturar con las
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AL - ALEXANDRÍA
manos.
Soy un mico
¡Ya está! ¡Seré ese mico que hace gracias
cuando no está pidiendo monedas de
alegría a los otoños!

Pero…
–Siendo sinceros,
me asustan tanto los micos,
aquellos micos parlanchines de las
academías,
aquellos que hacen aritmética con las
manos y escriben desafios deliciosos con
los huevos–

me asustan esos micos parlanchi-


nes,
no sé si ustedes piensan igual pero,
siempre tienen frases ingeniosas,
o si alguien les dicta sus discursos,
tampoco sé por qué carajos hablan
de teología a la hora del almuerzo,
o por qué cuentan los años con las ma-
nos,
si saben conducir un auto además de
trepar por los árboles,

Debo decir algo bueno a todo esto


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MARCOS INIESTA
y es que en verdad no los odio,
antes bien ¡me asustan!
–reitero–
Andan sobre sus pies,
y por las ramas
y aman la música y las almendras,

–Yo amo las almendras–

Planté con sueños y esperanzas, un árbol


de almendras.

Y hubo micos que insolentes


y traviesos,
treparon por sus ramas hace un par de
noches
y me dejaron con su angustia
y sin almendras.

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“una cierta luz
la imanencia
una fragilidad para romper
en el hueco de la mano”
–JEAN-ÉRIC RIOPEL

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YO TAMBIÉN SOY UN CABALLO

YO también soy un caballo,


un caballo desnudo,
desdentado,
con las herraduras del revés colocadas
la puerta
cansado a veces, desnudo otras.

De tanto hinchar los pulmones, tengo la


boca rota,
rota de buscar en tu boca
ese milagroso instante en que nace nues-
tro universo.

Esa explosión,
esa savia pequeña
que es tan nuestra arropándonos
maternalmente,
en un diminuto silencio,
inventando el silencio de las ostras.
El silencio es una flor,
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MARCOS INIESTA
y una ostra es
una miserable flor,
llameante,
juerga de los huesos,
de la madera, florece en los mares
en esa carne de sal que abraza,
y es fragante, y cuelga de la vida
brazos
invisibles
rodean
abraza como un paño ardiente,
muerde como un alfiler
de viento y de espíritu,
y de fuego
dando a la cenizas un cuerpo prematuro
en segundos,
que muerde de
muerte en el alma,

tiritando
dentro

un amor ya germinado:
gotísimamente de silencio.

Es posible que sea ese caballo,


dando coces a diestra y siniestra
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AL - ALEXANDRÍA
ecos
aspavientos,
luz a la claridad de los pianos.

Bufonadas éstas escritas en el sino,


de sangre pura,
ese rocío tempranero

–trino de la tarde,
virtud de ave canaria,
salpicando sobre la lluvia del verano.

¿Y si fuera ese sapo


–hijo– de la lluvia y el
fango?

Un sapo de esos, que seguramente, van


acompañados regularmente
en cuentos de brujas,

un sapo callado y osado,


que con su trinar,
suele empotrar silencios,
piramidalmente opuestos,
casualmente amargos,
cristalinos ojos cancinos y apagados,
besos apagados,
como estrellas fundidas en el oceáno
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MARCOS INIESTA
de esa linea divisoria,
con no sé qué cuerda o de qué forma
mi sombra va buscando tus huellas en la
alfombra.

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“Hay miradas femeninas que tienen algo
de la triste perfección de un soneto”
–ÉMILE M. CIORAN

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FRAGMENTOS

EN mis ojos aguados


hay fragmentos de tu mar.
Es el mar de tu cabello
en el cual se forman las doradas olas.

En este silencioso muelle cual estoy


las aves marinas se han marchado
en compañía de la soledad

Mis barcos hoy dan su paso al libertinaje.


He perdido la popa y el timón de esta
barca

Esto es incontrolable:
Palabras desesperadas
mismas que con papel y lápiz no logré
anclar

El murmullo de las otras se a marchado


y tu ausencia invade mis instintos
como langostas en pleno carnaval

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MARCOS INIESTA
En un banco de peces me dispongo a
buscar
el latido de mi corazón torpe.

Aguas finas que reflejan tu rostro


¿Quién fuera parte de ella para tocarte
los ojos?
Esos ojos azules o verde mar

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“Nuestro nacer es sólo un sueño;
y un olvido:
el alma, al despuntar, estrella de vida...”
--W. WORDSWORTH

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CODA

I
¿QUÉ cosa que es la mariposa?
Un bichito raro, con alitas de colores
atadas a la espalda

¿Y qué cosa que es el hombre?

¿Acaso es hijo de hierro mal electrocu-


tado? ¿O es eso que he visto alzando el
puño y al centro, un par de brillantes y
oscos ojos que rabiando por respuestas?

Quizás, aquí en esta oscuridad inmensa,


somos una antena, expuesta,
tristemente expuestos
a la derrama musical de pianos enfermi-
zos.

De forma invariable, como quién ve tras


el fondo de un fregadero,
el caos de un “te quiero”
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MARCOS INIESTA
sigue haciendo de las suyas...
Una pieza sonora,
del firmamento se desmorona...

una que jamás se esucha ni siente,


pero está como obligando al llanto por
un idiota sentimiento.

Suelo recordar cifras tentativas,


de esferas rupestres que hablan
de bajas en batalla y de momento.

Me hablan de la saliva,
de cuerpos tallados
a cada vuelta y en cada ezquina.

Cervantes mismo al perder el brazo


hechó a andar la noria.

II

No comprendo la expansión de ese uni-


verso que nace cual caballo de tiro

y abre cual sandía la cabeza en dos,


y saltan a la vista
números rojos
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AL - ALEXANDRÍA
y metros cuadrados
y el ciego rumiar de mis ideas sobre la
acera.

Desde estos pies, comienza el rodar de


martillos, formas inusuales cobran vida
como herramientas,
sobre el torpe llanto de escaleras.

Todo esto me conmueve un poco:


pensar que aquella suave tarde
luego de saltar tantas veces sobre la
hoguera,
mi alma se recuerda saltando alegremen-
te sobre la madera de un ataúd

pensar que por cada letra suelta


hay hienas que caen de rodillas

en caso de tenerlas a tiro,


hemos de prenderles fuego.

III

No podemos darnos el lujo de dejar de


darle cuerda al cerebro.

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MARCOS INIESTA
sino de rosas
sino de espinas

El trino de la espuma roza


con su eco mis nervios.
Espero a que la llama de la vida
avive el fuego
de otro momento,
de otros momentos
porque nunca ha sido fácil
sobrevivir a la nostalgia sin nosltagia
arrastrando en la frente
ese fado pordiosero.

Sabes que temo a que llegue el día


en que ese insecto que se desdobla sobre
las cosas,
al lado tuyo y al lado mío
y levantando por error la copa
nos de el susto de nuestras vidas.

Estos desvelos apresurados, deberían


incendiarnos un poco, hoy, después de la
pizca del algodón.
Sin reparar en los instantes
del momento,
sin nosotros,
de otro momento.
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AL - ALEXANDRÍA

IV

Inusual - por ejemplo - que el mundo


gire tan aprisa.
Y sentir,
la angustiosa necesidad del despertarse
y conocer el lugar de la infancia,
descubrir ese lugar en que crecimos...

y las calles...
¡Ay! Las calles son otra cosa:
es que no te atrapen los semáforos
ni te detengan los segundos.

Esto es como meter en minuto y medio


mi historia de cuarto de hora:

Tropezamos imbécilmente
gracias a compartir
una insuperable miopía.

Todo esto es inusual


por aquí, ni el aire puro logra llenar
mis pulmones.

Y mirar la cama y a la cama siguiente,


ser perfectos desconocidos.
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MARCOS INIESTA

¿QUÉ cosa que es la mariposa?


Un bichito raro, con alitas de colores
atadas a la espalda

¿Y qué cosa que es el hombre?

Yo vivo en un acuario,
no tengo porqué saber
que cualquier pez
tiene un plástico sentir sobre mi almo-
hada.

yo que apenas soy


un puñado de algodón y barro que
insolentemente, abandonó las aguas
maternales
para buscar un hogar entre las plantas.

¡Qué púrpurea angustia la mía


añorar aquellas lácteas olas!

Ya tengo algunas angustias


y hasta dos
y no recuerdo a cuántas horas
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AL - ALEXANDRÍA
he visto caer estrellas hasta el cielo.

Luego, planté un árbolito de almendras


y dije ya que algunos simios se llevaron
mis almendras

éste mundo no es el mío


soy del agua
soy del agua
soy del agua
pese a todo, carnavalezcamente, he sal-
tado sobre las llamas y bailado sobre el
tablado del ataúd de un árbol.

¿Cómo irán a abrirme aquellas puertas


que, siendo molécula le di la espalda?

Extraño mi casa
vuelvo a mi casa...

voy a abrir tanto los ojos y sacarles jugo


sacarles lágrimas
y a punta de lágrimas limpias
abrir aquella puerta.

Voy a volver al lecho de la vida


no puedo seguir aquí,
donde mis pies no saben andar sobre la
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MARCOS INIESTA
arena, ni reptar sobre las rocas
y sigo tirando nubes desde el cielo
para armar una escalera
que me sumerja a punta de olas
y así,
sujetar con los dientes
algas bienhechoras, hermanas mías
¡Oh, hermanas mías!
Yo también soy verde
Puedo romper mi cabeza contra las rocas
y verán que mi sangre también es musgo.
Yo soy de agua
Pero he vivido tanto tiempo sobre mis
pies y sobre espaldas.
Olvide el lenguaje de los mares.
Pero mi sangre sigue siendo verde.
Tengo en los recónditos recuerdos
la idea de qué tipo de escamas cubrían
mis ojos.
¡Oh, madre mía, madre agua!
¡Os he echado mucho en falta!

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“Pero canto una canción, y doy sentido a
cada vuelta del planeta”
SÚPER HÉROE DE SILLÓN
–ALBERTUCHO

«Henry Rollins dijo una vez que la música


existe para
amueblar nuestra mente,
“porque la vida es tan cruel y la televisión
tan vil”».
–GINA ARNOLD

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CANCIÓN PARA UN MAR SALADO
a F. García Lorca

Ebria e infantil sueña


y duerme cuando no le veo
en cunetas, para incendiar,
con su canto, una pizca de universo.

Ella es un Caracol que ingenua y menu-


da,
arrastra por la playa, su casa y sus ideas,

desmenuza y poda las nubes,


sutilmente con sus antenas.

El crepusculo, pasa alegremente,


– atisbando horizontes–
su rebaño de estrellas.

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MARCOS INIESTA
Al parpadear se percata
¡Oh cielos, ah caido una de ellas!
¿A donde vas, veloz estrellita?

–Llora inefable,
su suerte de sirena,
pensando que al caer,
se romperá la centella–

A la mar con tal prisa


y el arrebol en las antenas
clama por unos brazos
que tender a la suerte de aquella
enamorado le llamaba
un amor de luciérnagas,

–pecesillos traviezos,
borran en la espuma sus huellas–

¿A donde vas estrellita,


pregunta la caracola?
Por favor, no vengas,
–responden los abismos–
que en el mar duerme,
una ancestral espera

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Ya los delfines juegan,
a salvar de los naufragios,
trompeteando sus botellas.
En noches como estas,
construimos bajo nubes
alegres, una madriguera
con cortinas horizontales
que filtran las arenas.

Ya juegan a bordar
entre los cabellos
de un inmarcesible mar
un enredo de sardinas
los ostiones con sus huellas.

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ÍNDICE

Biografía……............................13

Verso primero….......................27

Verso segundo……..................33

Al – Alexandría……................41

Yo también soy un caballo…..51

Fragmentos..….....................59

Canción para un mar


salado...............................57

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Al - Alexandría se editó, imprimpió y en-
cuadernó en junio del 2018 en los talleres de Aria
Editorial. En su composición se usaron tipos Mi-
nion Pro y Minion Italic Bol de 16:14 y 14:12. Ma-
quetación y edición al cuidado de Aria Editorial.

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