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Un Método de Oración

“Cómo orar la Biblia”

Por Matthew Henry

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Índice
Página

Capítulo 1: ADORACIÓN.................................................................................................. 3

Capítulo 2: CONFESIÓN................................................................................................... 18

Capítulo 3: PETICIÓN...................................................................................................... 34

Capítulo 4: ACCIÓN DE GRACIAS.................................................................................... 60

Capítulo 5: INTERSECIÓN............................................................................................... 83

Capítulo 6: CONCLUSIÓN................................................................................................ 100

Capítulo 7: PADRE NUESTRO......................................................................................... 104

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Capítulo 1

ADORACIÓN

3
Introducción
De la Primera Parte de la Oración, en la Cual se le Dirige la Palabra a Dios y se le
Adora con Reconocimientos Adecuados, Declaraciones y Peticiones Preparatorias
Con mi espíritu sereno en un marco de seriedad muy reverente, mis pensamientos concentrados, y todo lo que
está en mí enfocado cuidadosamente en el nombre del grandioso Dios para asistir al servicio tremendo y solemne
que tengo delante de mí y mantenerme cerca de él; debo, con atención concentrada, la mente aplicada, y una fe
viva y activa, poner al Señor delante de mí, ver sus ojos sobre mí y situarme en su especial presencia,
presentándome a Él como un sacrificio vivo, deseando que sea santo y agradable a Dios y asimismo un servicio
espiritual; (Rom 12.1) y luego debo unir este sacrificio festivo con cuerdas a los cuernos del altar, (Sal
118.27) con pensamientos como éstos:

Levanto ahora mi corazón, mis ojos y manos a Dios en los cielos. (Lam 3.41)

Me alzo para apoyarme en Dios, (Isa 64.7) buscar su rostro,(Sal 27.8) y para darle la gloria
debida a su nombre. (Sal 29.2)

A ti, oh Señor, levanto mi alma. (Sal 25.1)

Entro ahora con libertad en el lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo, por el camino
nuevo y vivo que él abrió para su pueblo a través del velo, esto es, su carne. (Heb 10.19-20)

Me acerco ahora al Señor con total devoción, (1Co 7.35) no dejando que mi corazón esté lejos
al acercarme a Él con mi boca y honrarlo con mis labios. (Isa 29.13)

Adoro ahora a Dios, que es espíritu, en espíritu y en verdad, porque tales adoradores busca el
Padre que le adoren. (Jua 4.23-24)

Dirigirse a Dios con reverencia y temor

1. Estando así mi corazón comprometido para acercarme a Dios, (Jer 30.21) debo dirigirme
solemnemente a ese infinitamente grande y glorioso Ser ante el cual debo actuar como quien posee
una total convicción de su presencia, un santo temor y una reverencia a su Majestad, lo cual puedo
hacer usando expresiones como éstas:

¡Santo, santo, santo, es el Señor Dios Todopoderoso, que era, que es, y que ha de venir! (Apo
4.8)

¡Oh tú, cuyo nombre es Jehová; tú solo eres el Altísimo sobre toda la tierra! (Sal 83.18)

Oh Dios, Dios mío eres tú, de madrugada te buscaré; (Sal 63.1) mi Dios, y te alabaré; Dios de
mi padre, te enalteceré. (Exo 15.2)

¡Oh tú que eres el Dios verdadero, el Dios vivo, el único Dios vivo y verdadero, (1Te 1.9) y el
Rey eterno! (Jer 10.10) Jehová nuestro Dios, Jehová uno es. (Deu 6.4)

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- Y así me distinguiré de los que adoran dioses falsos.

Los ídolos de las naciones son plata y oro, son vanidad y mentira, obra de manos de hombres;
(Sal 115.4) semejantes a ellos son los que los hacen y cualquiera que confía en ellos. (Sal 115.8) Mas
no es así la porción de Jacob, porque Él es el Hacedor de todo, e Israel es la vara de su heredad;
Jehová de los ejércitos es su nombre, (Jer 10.16) Dios sobre todas las cosas, bendito por los siglos.
(Rom 9.5)

La roca de ellos no es como mi Roca, mis enemigos están solos; (Deu 32.31) pues Él es la Roca
de la eternidad; en el Señor está la fortaleza de los siglos. (Isa 26.4) Eterno es su nombre, y su
memoria de generación en generación, (Sal 135.13) los dioses que no hicieron los cielos ni la tierra,
desaparecerán de la tierra y de debajo de los cielos. (Jer 10.11)

Adorar a Dios reverentemente

2. Debo adorar reverentemente a Dios como un Ser transcendentemente brillante y bendito,


autoexistente y autosuficiente, Espíritu infinito y eterno que tiene todas las perfecciones en sí
mismo, y darle la gloria de sus títulos y atributos.

Oh Señor, mi Dios, mucho te has engrandecido; te has vestido de gloria y de magnificencia. Te


cubres con vestiduras de luz, (Sal 104.1-2) pones tinieblas por tu escondedero, (Sal 18.11) y no puedo
ordenar las ideas a causa de las tinieblas. (Job 37.19)

Este es el mensaje que he oído de ti, y sobre él pongo mi sello de que es verdadero: Dios es luz,
y no hay ningunas tinieblas en Él; (1Ju 1.5) Dios es amor, y el que permanece en amor, permanece en
Dios, y Dios en él. (1Ju 4.16)

Eres el Padre de las luces, en el cual no hay mudanza ni sombra de variación, y del cual
procede toda buena dádiva y todo don perfecto. (San 1.17)

Tú eres el bienaventurado y solo Soberano, Rey de reyes y Señor de señores, el único que tiene
inmortalidad, que habita en luz inaccesible, a quien ninguno de los hombres ha visto ni puede ver. (1Ti
6.15-16)

- Debo reconocer que su Ser es incuestionable e indiscutible.

Oh Dios, los cielos cuentan tu gloria, y el firmamento anuncia la obra de tus manos. (Sal 19.1)
Tu eterno poder y deidad se hacen claramente visibles por medio de las cosas creadas, (Rom 1.19-20)
de manera que son necios e inexcusables los que dicen: “No hay Dios”; (Sal 14.1) ciertamente hay un
galardón para el justo, y ciertamente hay un Dios que juzga en la tierra (Sal 58.11) como en el cielo.

Por tanto, me acerco a ti, creyendo que existes y que recompensas poderosa y abundantemente
a aquellos que diligentemente te buscan. (Heb 11.6)

- Sin embargo, debo confesar que su naturaleza es incomprensible.

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No puedo descubrir los secretos de Dios ni puedo hallar los límites del Todopoderoso. (Job
11.7)

Grande eres, Señor, y digno de suprema alabanza; y tu grandeza es inescrutable. (Sal 145.3)

¿Quién expresará las poderosas obras del Señor o contará sus alabanzas? (Sal 106.2)

- Y que sus perfecciones son inigualables e incomparables.

¿Quién como tú, oh Señor, magnífico en santidad, terrible en maravillosas hazañas, hacedor de
prodigios? (Exo 15.11)

¿Quién en los cielos se igualará al Señor? ¿Y quién es semejante al Señor entre los hijos de los
potentados? (Sal 89.6) Oh Señor, Dios de los ejércitos, ¿quién como tú? Poderoso eres, y tu fidelidad
te rodea. (Sal 89.8)

Oh Señor, ninguno hay como tú entre los dioses, ni obras que igualen tus obras. (Sal 86.8)
Porque tú eres grande y hacedor de maravillas; sólo tú eres Dios. (Sal 86.10)

Ninguna criatura tiene un brazo como el de Dios o una voz que truene como la suya. (Job 40.9)

-Y que está infinitamente por sobre mí y todos los demás seres.

Tú eres Dios y no hombre; no tienes ojos de carne, ni ves como ve el hombre. Tus días no son
como los días del hombre, ni tus años como los tiempos humanos. (Job 10.4-5)

Así como son más altos los cielos que la tierra, así son tus pensamientos más altos que mis
pensamientos, y tus caminos más altos que mis caminos. (Isa 55.9)

Todas las naciones te son como la gota de agua que cae del cubo, o como el polvo en las
balanzas; (Isa 40.15) como nada son, y son estimadas por ti como menos que la nada y el vacío. (Isa
40.17)

Reconocer la eterna omnipresencia de Dios

I. En mi adoración debo reconocer, particularmente: Que es un Dios eterno, inmutable, sin


principio de días, fin de vida ni cambio en el tiempo.

Eres el Rey de los siglos, inmortal e invisible. (1Ti 1.17)

Antes que naciesen los montes y formases la tierra y el mundo, desde el siglo y hasta el siglo, tú
eres Dios; (Sal 90.2) eres el mismo ayer, hoy y por los siglos. (Heb 13.8)

Desde el principio fundaste la tierra, y los cielos son obra de tus manos. Ellos perecerán pero
tú eres el mismo, y todos ellos envejecerán como una vestidura. Como un vestido los mudarás y serán
mudados; pero tú eres el mismo, y tus años no se acabarán. (Sal 102.25-27)

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Tú eres Dios, y no cambias; por tanto, no seré consumido. (Mal 3.6)

Oh Señor, Dios mío, ¿no eres tú desde el principio, Santo mío? (Hab 1.12) Tú eres el Dios
eterno, el creador de los confines de la tierra. El que no desfallece ni se fatiga con cansancio y cuyo
entendimiento no hay quien lo alcance. (Isa 40.28)

II. Que está presente en todas partes, y que no hay lugar en que esté incluido o del cual esté
excluido.

Eres un Dios de cerca y un Dios de lejos; nadie puede ocultarse en lugares secretos en que no
lo veas, pues tú llenas el cielo y la tierra. (Jer 23.23-24)

No estás lejos de cada uno de nosotros. (Hec 17.27)

No puedo evadir tu Espíritu ni huir de tu presencia: Si subiere a los cielos, ¡allí estás tú! Si en
el Seol hiciere mi estrado, ¡he aquí, allí tú estás! Si tomare las alas del alba y habitare en el extremo
del mar, aun allí me guiará tu mano, y me asirá tu diestra, (Sal 139.7-10) porque nunca podré
librarme de ti.

Reconocer el conocimiento perfecto de Dios y su sabiduría inescrutable

III. Que él tiene un perfecto conocimiento de la humanidad y de todas las cosas, y que las ve todas,
incluyendo la más secreta, en una sola mirada clara, cierta e infalible.

Todas las cosas están desnudas y abiertas ante los ojos de aquel a quien tengo que dar cuentas,
incluyendo los pensamientos y las intenciones del corazón. (Heb 4.12-13)

Tus ojos están en todo lugar, mirando a los malos y a los buenos: (Pro 15.3) Contemplando
toda la tierra, para mostrar tu poder a favor de los que tienen corazón recto para contigo. (2Cr 16.9)

Escudriñas la mente y pruebas el corazón para dar a cada uno según sus caminos, según el
fruto de sus obras. (Jer 17.10)

Oh Señor, tú me has examinado y conocido. Conoces mi sentarme y mi levantarme; has


entendido desde lejos mis pensamientos. Has escudriñado mi andar y mi reposo, y todos mis caminos
te son conocidos. Pues aún no está la palabra en mi lengua, y he aquí, oh Señor, tú la sabes toda. (Sal
139.1-4) Tal conocimiento es demasiado maravilloso para mí; alto es, no lo puedo comprender. (Sal
139.6)

Lo mismo te son las tinieblas que la luz. (Sal 139.12)

IV. Que su sabiduría es inescrutable, y que los consejos y designios de ella no pueden ser
completamente penetrados.

Tu entendimiento, oh Señor, es infinito, porque tú determinas el número de las estrellas y les


das a todas ellas sus nombres. (Sal 147.4-5)

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Eres maravilloso en consejo y excelente en sabiduría; (Isa 28.29) sabio de corazón y poderoso
en fortaleza. (Job 9.4)

¡Cuán innumerables son tus obras, oh Señor! Las hiciste todas ellas con sabiduría; (Sal
104.24) todas según el designio de tu propia voluntad. (Efe 1.11)

¡Oh profundidad de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán insondables son sus juicios e
inescrutables sus caminos! (Rom 11.33)

Reconocer la indiscutible soberanía y el poder irresistible de Dios

V. Que su soberanía es indiscutible, y que Él es dueño y Señor absoluto de todo.

Tuyos son los cielos (Sal 115.16) y todos sus ejércitos. Tuya es la tierra y su plenitud, el mundo
y los que lo habitan. (Sal 24.1) En tu mano están las profundidades de la tierra, y las alturas de los
montes son tuyas: Tuyo es el mar, pues lo creaste, y tus manos formaron la tierra seca. (Sal 95.4-
5) Toda bestia del bosque es tuya, y los millares de animales en los collados son tuyos. (Sal 50.10) Tú
eres, por tanto, un Dios grande, y un Rey grande sobre todos los dioses. (Sal 95.3)

En tu mano está el alma de todo ser viviente, y el hálito de todo ser viviente. (Job 12.10)

Tu dominio es un dominio eterno, y tu reino dura por todas las edades: Haces según tu
voluntad en el ejército del cielo y en los habitantes de la tierra, y nadie puede detener tu mano o
decirte: "¿Qué has hecho?" (Dan 4.34-35) o "¿Por qué has hecho eso?”

VI. Que su poder es irresistible, y que sus operaciones no pueden ser controladas.

Yo sé, oh Dios, que tú puedes hacer todas las cosas, y que ninguno de tus propósitos pueden ser
frustrados. (Job 42.2) Tuyo es el poder, (Sal 62.11) y nada es imposible para ti. (Luc 1.37)

Tuya es la autoridad, tanto en el cielo como en la tierra. (Mat 28.18)

Matas y das vida; hieres y sanas; y no hay quien pueda librar de tu mano. (Deu 32.29)

Tienes el poder para llevar a cabo lo que prometes. (Rom 4.21)

Reconocer la pureza y la justicia de Dios

VII. Que es un Dios de perfecta pureza y rectitud.

Eres santo, tú que habitas entre las alabanzas de Israel: (Sal 22.3) Santo y temible es tu
nombre; (Sal 111.9) celebro la memoria de tu santidad. (Sal 30.4)

Limpio eres de ojos para ver el mal; (Hab 1.13) el malo no habitará junto a ti. (Sal 5.4)

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Eres la Roca, cuya obra es perfecta, porque todos tus caminos son rectos; Dios de fidelidad, y
sin ninguna iniquidad. (Deu 32.4) Eres mi Roca, y no hay injusticia en ti. (Sal 92.15)

En todas tus obras eres misericordioso, oh Jehová, (Sal 145.17) y la santidad conviene a tu
casa para siempre. (Sal 93.5)

VIII. Que es justo en la administración de su gobierno, y nunca hizo ni hará mal a ninguna de sus
criaturas.

Justo eres, oh Dios, cuando disputo contigo, (Jer 12.1) y serás reconocido justo en tu palabra,
y tenido por puro en tu juicio. (Sal 51.4)

Lejos esté de Dios la impiedad, y del Omnipotente la iniquidad, porque de acuerdo a las obras
del hombre le pagará. (Job 34.10-11)

Tu justicia es como los montes de Dios; tus juicios, ¡abismo grande! (Sal 36.6) Nubes y
oscuridad a tu alrededor; justicia y juicio son el cimiento de tu trono. (Sal 97.2)

Reconocer la verdad inmutable de Dios y su grandeza

IX. Que su verdad es invariable, y los tesoros de su bondad inagotables.

Eres bueno, y tu inquebrantable amor dura para siempre. (Sal 136.1)

Tu fidelidad es grande para mí, (Sal 117.2) y fiel por todas las generaciones. (Sal 100.5)

Proclamaste tu nombre: ¡El Señor! ¡El Señor! Fuerte, misericordioso y piadoso; tardo para la
ira, y grande en misericordia y verdad; que guarda misericordia a millares, que perdona la iniquidad,
la rebelión y el pecado. (Exo 34.6-7) Y en esto, tu nombre es mi torre fuerte. (Pro 18.10)

Bueno eres y bienhechor, (Sal 119.68) bueno eres para con todos, y tu misericordia sobre todas
tus obras. (Sal 145.9) Ciertamente Dios es bueno para con Israel, para con los limpios de corazón.
(Sal 73.1)

Ojalá hicieras pasar todo tu bien delante mí, (Exo 33.19) para que yo pudiera gustar y ver que
eres bueno, Señor; (Sal 34.8) y que tu misericordia estuviera siempre delante de mis ojos. (Sal 26.3)

X. Y por último, habiendo dicho todo lo que pueda de las gloriosas perfecciones de la naturaleza
divina, reconocer que estoy infinitamente lejos de apreciarlas como debiera.

He aquí, estas cosas son sólo los bordes de tus caminos; ¡cuán pequeño es el susurro que oigo
de Dios! Pero el trueno de su poder, ¿quién lo puede comprender? (Job 26.14)

El Todopoderoso es inalcanzable; grande en poder; y en juicio y en multitud de justicia no


afligirá; (Job 37.23) es exaltado sobre toda bendición y alabanza. (Neh 9.5)

9
Alabar a Dios por su glorioso esplendor celestial

3. Debo darle a Dios la alabanza del esplendor y la gloria en que a Él le place manifestarse en la
esfera superior.

Has establecido tu trono en los cielos, (Sal 103.19) y es un trono de gloria, alto y sublime. Ante
ti los serafines cubren sus rostros. (Isa 6.1-2) Es por compasión de mí que cubres la faz de tu trono y
extiendes una nube sobre él. (Job 26.9)

Haces a los vientos tus mensajeros, y a las flamas de fuego tus ministros. (Sal 104.4) Miles de
miles de ellos ministran para ti, y multitudes de multitudes se presentan delante de ti para hacer lo que
te place. (Apo 5.11) Poderosos son los que ejecutan tu palabra. (Sal 103.20-21) He llegado por fe,
esperanza y un santo amor a una comunión espiritual con una compañía de muchos millares de
ángeles festivamente reunidos, los espíritus de los justos hechos perfectos y la congregación de los
primogénitos en la Jerusalén celestial. (Heb 12.22-23)

Glorificar a Dios por ser el Creador del mundo

4. Debo darle la gloria a Él como el Creador del mundo y el gran Protector, Benefactor y Gobernante
de toda la creación.

Señor, digno eres de recibir la gloria y la honra y el poder; porque tú creaste todas las cosas, y
por tu voluntad existen y fueron creadas. (Apo 4.11)

Adoro a aquel que hizo el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas; (Apo 14.7) el que
dijo, y fue hecho; el que mandó, y existió; (Sal 33.9) el que dijo: “Sea la luz”, y fue la luz; (Gen 1.3)
“Haya expansión”, y la hubo; (Gen 1.6-7) y lo hizo todo muy bueno; (Gen 1.31) y todo subsiste hasta
hoy por su mandato, porque todas las cosas están a su servicio. (Sal 119.91)

Tuyo es el día, y tuya también es la noche; estableciste la luna y el sol. Tú fijaste todos los
términos de la tierra; el verano y el invierno tú los formaste. (Sal 74.16-17)

Tu palabra es poderosa para sustentar todas las cosas, (Heb 1.3) y todas las cosas en ti
subsisten. (Col 1.17)

La tierra está llena de tus beneficios, así como el grande y anchuroso mar. (Sal 104.24-25) Los
ojos de todo ser esperan en ti y tú les das su comida a su tiempo: Abres tu mano, y colmas de bendición
a todo ser viviente. (Sal 145.15-16) Oh Jehová, al hombre y al animal conservas, (Sal 36.6) y das
alimento a todo ser viviente. (Sal 136.25)

Sólo tú eres el Señor. Creaste los cielos, y los cielos de los cielos, con todo su ejército, la tierra
y todo lo que está en ella, los mares y todo lo que en ellos hay; tú vivificas todas estas cosas, y los
ejércitos de los cielos te adoran (Neh 9.6) ti cuyo reino domina sobre todos. (Sal 103.19)

Ningún pajarillo caerá a tierra sin ti. (Mat 10.29)

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Formaste al hombre del polvo de la tierra, y soplaste en su nariz aliento de vida, y fue el
hombre un ser viviente. (Gen 2.7)

Y de una sola sangre has hecho todo el linaje de los hombres, para que habiten sobre toda la
faz de la tierra; y les has prefijado el orden de los tiempos, y los límites de sus habitaciones. (Hec
17.26)

Eres el Altísimo, que dominas el reino de los hombres, y que lo das a quien quieres, (Dan 4.25)
porque el juicio de cada uno viene de ti, Señor. (Pro 29.26)

¡Aleluya, el Señor Dios Todopoderoso reina (Apo 19.6) y hace todas las cosas según el
designio de su propia voluntad, para alabanza de su propia gloria! (Efe 1.11-12)

Honrar a la Santísima Trinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo

5. Debo honrar a las tres personas de la Divinidad, al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, ese grande y
sagrado Nombre en el cual fui bautizado y en el cual me congrego para adorar en comunión con la
iglesia universal.

Honro a los tres que dan testimonio en el cielo: al Padre, al Verbo y al Espíritu Santo; porque
estos tres son uno. (1Ju 5.7)

Te adoro, Padre, Señor del cielo y de la tierra, (Mat 11.25) y al Verbo eterno, que estaba en el
principio con Dios y era Dios, y por medio del cual todas las cosas fueron hechas, y sin el cual nada
de lo que está hecho fue hecho; (Jua 1.1-3) el cual en el cumplimiento del tiempo (Gal 4.4) se hizo
carne, y habitó entre nosotros, y mostró su gloria, gloria como del unigénito del Padre, lleno de gracia
y de verdad. (Jua 1.14)

Como es la voluntad de Dios que todos honren al Hijo así como honran al Padre, (Jua 5.23) lo
adoro como el resplandor de la gloria del Padre y la imagen misma de su sustancia; (Heb
1.3) uniéndome aquí a los ángeles de Dios, que fueron ordenados para adorarlo. (Heb 1.6)

Honro al Redentor exaltado, quien es el testigo fiel, el primogénito de los muertos, y el


soberano de los reyes de la tierra, (Apo 1.5) confesando que Jesucristo es el Señor, para gloria de
Dios Padre. (Fil 2.11)

También adoro al Espíritu Santo, el Consolador, a quien el Hijo ha enviado del Padre; el
Espíritu de verdad, el cual procede del Padre, (Jua 15.26) y que es enviado para enseñarme todas las
cosas y recordármelo todo; (Jua 14.26) el cual dio origen a las Escrituras, las cuales santos hombres
de Dios escribieron inspirados por el Espíritu Santo. (2Pe 1.21)

Reconocer que se depende de Dios y que se tiene una obligación para con Él

6. Debo reconocer mi dependencia de Dios y mi obligación para con Él como mi Creador,


Preservador y Benefactor.

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Tú, oh Señor, me creaste, y no yo a mí mismo, y por tanto no soy mío sino tuyo, (1Co 6.19) soy
de tu pueblo y de las ovejas de tu prado; (Sal 100.3) permíteme, por tanto, adorarte, postrarme y
arrodillarme delante del Señor mi Hacedor. (Sal 95.6)

Tú, Señor, formaste mi cuerpo, el cual está formidable y maravillosamente hecho, y


complejamente entretejido. Mi embrión vieron tus ojos, y en tu libro estaban escritas todas aquellas
cosas que fueron luego formadas, sin faltar una de ellas. (Sal 139.14-16)

Me vestiste de piel y carne, me tejiste con huesos y nervios, vida me concediste y constante
amor, y tu cuidado guardó mi espíritu. (Job 10.11-12)

Eres el Padre de mi espíritu, (Heb 12.9) pues tú formaste el espíritu dentro de mí (Zac 12.1) y
me diste esta alma. (Jer 38.16) El Espíritu de Dios me hizo, y el soplo del Omnipotente me da
vida. (Job 33.4) Pusiste sabiduría en mi corazón e inteligencia en mi espíritu. (Job 38.36)

Eres Dios mi Hacedor, que me enseñas más que a las bestias de la tierra y me haces más sabio
que a las aves del cielo. (Job 35.10-11)

Soy el barro, y tú mi alfarero; soy obra de tus manos. (Isa 64.8)

Tú eres el que me sacó del vientre; el que me hizo estar confiado desde que estaba a los pechos
de mi madre. Sobre ti fui echado desde antes de nacer (Sal 22.9-10) y fui sustentado por ti. Mi Dios
eres desde las entrañas de mi madre, y por tanto a ti será siempre mi alabanza. (Sal 71.6)

En ti, oh Dios, vivo, me muevo y soy, porque linaje tuyo soy. (Hec 17.28)

En tus manos está mi vida, y tuyos son todos mis caminos; (Dan 5.23) porque el hombre no es
señor de su camino, ni del hombre que camina es el ordenar sus pasos, (Jer 10.23) sino que en tu mano
están mis tiempos. (Sal 31.15)

Tú eres el Dios que ha sido mi pastor a lo largo de toda mi vida y que me ha redimido de todo
mal. (Gen 48.15-16)

Es por tu misericordia, Señor, que no soy consumido, porque nunca decayeron tus
misericordias: nuevas son cada mañana; grande es tu fidelidad. (Lam 3.22-23)

Si me quitas el hálito, dejo de ser, y vuelvo al polvo de donde fui sacado. (Sal 104.29)

¿Quién será aquel que diga que sucedió algo que el Señor no mandó? De tu boca, oh Altísimo,
proviene tanto lo bueno como lo malo. (Lam 3.37-38)

Relación personal con Dios

7. Debo declarar que este Dios es mi Dios y confesar mi relación con Él, su dominio sobre mí y mi
pertenencia a Él.

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Mi alma dice a Jehová: “Tú eres mi Señor, no hay para mí bien fuera de ti”; (Sal 16.2) y ni el
que yo sea justo te hará ser mejor. (Job 35.7)

Tú, oh Dios, eres mi Rey: (Sal 44.4) otros dioses fuera de ti se han enseñoreado de mí, pero
solamente me acordaré de tu nombre. (Isa 26.13)

Declaro que el Señor es mi Dios, y que andaré en sus caminos, y guardaré sus estatutos, sus
mandamientos y sus decretos, y obedeceré su voz y me daré a Él para ser de su pueblo como posesión
exclusiva, como lo ha prometido, para que yo pertenezca a un pueblo santo a Jehová mi Dios; (Deu
26.17-19) y pueda ser para Él por nombre, alabanza y honra. (Jer 13.11)

Oh Jehová, ciertamente soy tu siervo, siervo tuyo soy, hijo de tu sierva; tú has roto mis
prisiones: (Sal 116.16) He sido comprado por precio, y no soy mío, (1Co 6.19-20) sino que me someto
al Señor, (2Cr 30.8) y me uno a Él en un pacto eterno que jamás será olvidado. (Jer 50.5)

Tuyo soy; sálvame, porque busco tus preceptos. (Sal 119.94) Oh Señor, lo que te doy viene de
tus manos y es tuyo. (1Cr 29.16)

Reconocer el privilegio de acercarme a Dios en oración

8. Debo reconocer que es un favor indescriptible y un privilegio inestimable que yo no sólo sea
admitido, sino también invitado y animado a acercarme a Dios en oración.

Me has mandado orar siempre con toda oración y súplica y acción de gracias, y con ese fin,
velar con toda perseverancia suplicando por todos los santos; (Efe 6.18) permanecer en oración, y
hacer que mis peticiones sean conocidas delante de Dios en todo. (Fil 4.6)

Me has guiado a pedir, buscar y tocar, y me has prometido que recibiré, hallaré y se me abrirá.
(Mat 7.7)

Has designado un Sumo Sacerdote para mí, en cuyo nombre me acerco confiadamente al trono
de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia en momentos de necesidad. (Heb 4.16)

Me has asegurado que, mientras el sacrificio de los impíos es abominación a Jehová, la


oración de los rectos es aceptable; (Pro 15.8) y que aquel que ofrece sacrificio de acción de gracias te
glorificará; (Sal 50.23) y que el sacrificio de acción de gracias agradará al Señor más que un buey o
un becerro con cuernos y pezuñas. (Sal 69.30-31)

Tú eres el que oye la oración, y por lo tanto a ti acudirá toda carne. (Sal 65.2)

Tú dices: “Busca mi rostro”, y mi corazón te dice: “Tu rostro buscaré, oh Jehová.” (Sal 27.8)
Porque, ¿no consultará la persona a su Dios? (Isa 8.19) ¿A quién iré sino a ti? Tú tienes palabras de
vida eterna. (Jua 6.68)

Expresar indignidad al acercarse a Dios

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9. Debo expresar el sentimiento que tengo de mi propia bajeza e indignidad para acercarme a Dios y
hablar con Él.

Mas ¿es verdad que Dios habitará con el hombre en la tierra, ese Dios al cual los cielos y los
cielos de los cielos no pueden contener, (2Cr 6.18) con el hombre, que es un gusano, y el hijo del
hombre, también gusano? (Job 25.6)

Oh Señor Dios, ¿quién soy, y qué es la casa de mi padre para que me hayas traído hasta aquí
para presentarme ante el Señor (2Sa 7.18) y para que a través de Cristo tenga acceso por un mismo
Espíritu al Padre? (Efe 2.18) Y sin embargo, como si esto te hubiera parecido poco, has hablado con
respecto a tu siervo en lo por venir, ¡y esta instrucción es para la humanidad, oh Señor Jehová! (2Sa
7.19)

¿Qué es el hombre, para que tengas de él memoria, y el hijo del hombre, para que lo
visites (Sal 8.4) y lo magnifiques?

Oh no se enoje mi Señor, (Gen 18.30) si yo, que soy polvo y ceniza, me dispongo a hablar con
el Señor de la gloria. (Gen 18.27)

No soy digno ni de la menor dádiva de misericordia ni de toda la fidelidad que le has mostrado
a tu siervo, (Gen 32.10) ni está bien tomar el pan de los hijos y echarlo a alguien como yo; sin
embargo, aun los perros comen de las migajas que caen de la mesa de sus amos; (Mat 15.26-27) y
concedes tus riquezas a todos los que te invocan. (Rom 10.12)

Confesar humildemente el deseo del corazón por Dios

10. Debo confesar humildemente que el deseo de mi corazón se dirige a Dios como mi felicidad,
porción, fuente de vida y bien.

¿A quién tengo en los cielos sino a ti? No hay nada en la tierra que desee fuera de ti o en
comparación contigo. Cuando mi carne y mi corazón desfallezcan, sé tú, Señor, la fuerza de mi
corazón y mi porción por siempre; (Sal 73.25-26) la porción escogida de mi herencia en el mundo
venidero y de mi copa en éste, y entonces diré que las cuerdas me han caído en lugares deleitosos, y
que tengo una hermosa heredad. (Sal 16.5-6)

Tu nombre y tu memoria son el deseo de mi alma; mi alma te desea en la noche, y mi espíritu


dentro de mí te busca con afán. (Isa 26.8-9)

Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas, así clama por ti, oh Dios, mi alma. Mi
alma tiene sed de Dios, del Dios vivo, (Sal 42.1-2) quien manda su misericordia de día y por la noche
me acompaña con su canción, una oración al Dios de mi vida. (Sal 42.8)

Ojalá pudiera yo acercarme con hambre y sed de justicia, (Mat 5.6) porque tú colmas de bienes
a los hambrientos, y a los ricos los despides vacíos. (Luc 1.53)

14
Ojalá mi alma tenga sed de ti, y mi carne te anhele, como en tierra seca y árida donde no hay
agua; que pueda ver tu poder y tu gloria, así como te he mirado en el santuario. Mejor es tu
misericordia que la vida; (Sal 63.1-3) como de meollo y de grosura será saciada mi alma, y así mi
boca te alabará con labios de júbilo. (Sal 63.5)

Confesar esperanza y confianza en Dios

11. Debo asimismo profesar mi esperanza y confianza en Dios así como en su total suficiencia, su
poder, providencia y promesa.

En ti, oh Jehová, confío; no sea confundido jamás; (Sal 31.1) ciertamente ninguno de los que
esperan en ti serán confundidos. (Sal 25.3)

En Dios solamente está acallada mi alma; de Él viene mi salvación: ¡Sólo Él es mi roca y mi


salvación! (Sal 62.1-2) En Dios está mi salvación y mi gloria, mi roca fuerte y mi refugio; y mi
esperanza viene de Él. (Sal 62.5-7)

Cuando no tengo refugio y no hay quien cuide de mi alma, clamo a ti, oh Señor, “Tú eres mi
refugio, mi porción en la tierra de los vivientes.” (Sal 142.4-5)

Algunos confían en carros y otros en caballos, mas yo confío en el nombre de Jehová mi


Dios. (Sal 20.7) En la misericordia de Dios confiaré para siempre, y esperaré en tu nombre, porque
eres bueno delante de tus santos. (Sal 52.8-9)

He esperado en tu palabra; (Sal 119.81) oh acuérdate de la palabra dada a tu siervo, en la cual


espero con esperanza. (Sal 119.49)

Rogar por la aceptación favorable de Dios

12. Debo rogar a Dios que me acepte favorablemente a mí y a mi pobre conducta.


Muchos son los que dicen: “¿Quién nos mostrará el bien?” Mas esto digo: “Alza sobre mí, oh
Señor, la luz de tu rostro, y ésta dará alegría a mi corazón, mayor que la de ellos cuando abundaban
sus granos y mosto.” (Sal 4.6-7)

Suplico tu favor con todo mi corazón, (Sal 119.58) porque mi afán es que, ausente o presente,
pueda agradar al Señor. (2Co 5.9)

Oh Señor, oye mi oración, escucha mis ruegos; respóndeme por tu fidelidad, (Sal 143.1) y
acércate a mí cada vez que a ti recurra; (Deu 4.7) pues nunca le dijiste a la descendencia de Jacob:
“En vano me buscáis.” (Isa 45.19)

Tú que oyes a los hijos de los cuervos que claman, (Sal 147.9) no te desentiendas de mí, para
que no sea como los que descienden al sepulcro. (Sal 28.1)

15
Sea mi oración delante de ti como el incienso, y el levantar de mis manos sea aceptable delante
de ti como la ofrenda de la tarde. (Sal 141.2)

Teniendo como meta la gloria de Dios, pedirle al Espíritu que asista en la oración

13. Debo solicitar la poderosa asistencia e influencia del bendito Espíritu de gracia en mis oraciones.
Señor, no sé qué debo pedir como conviene, pero haz que tu Espíritu me ayude en mi debilidad
e interceda por mí. (Rom 8.26)

Oh derrama sobre mí un espíritu de gracia y de oración, (Zac 12.10) el Espíritu de adopción


que me enseñe a clamar Abba, Padre; (Rom 8.15) para que de mi corazón nazca esta oración: Envía tu
luz y tu verdad; que éstas me guíen y me conduzcan a tu santo monte y a tus moradas, Dios de mi
alegría y de mi gozo. (Sal 43.3-4)

Abre, Señor, mis labios, y declarará mi boca tu alabanza. (Sal 51.15)

14. Debo tener la gloria de Dios como mi más alto fin en todas mis oraciones.
Esto es lo que tú, oh Señor, has dicho, que serás santificado entre aquellos que se acerquen a
ti, y en presencia de todo el pueblo serás glorificado. (Lev 10.3) Yo, por tanto, te adoro, oh Señor, para
que pueda glorificar tu nombre; (Sal 86.9) y te invocaré en el día de mi angustia para que me liberes y
yo te glorifique. (Sal 50.15)

Porque de ti y por ti y para ti son todas las cosas. (Rom 11.36)

Confiar sólo en Jesús para ser acepto ante Dios

15. Debo profesar mi total confianza sólo en el Señor Jesucristo para ser acepto ante Dios y acercarme
en su Nombre.

No elevo mis ruegos ante ti confiando en mis justicias, (Dan 9.18) pues estoy en tu presencia
con mis delitos (Esd 9.15) y no puedo permanecer delante de ti a causa de ellos; (Sal 130.3) mas
menciono la justicia de Cristo y sólo la de él, que es Jehová nuestra justicia, (Jer 23.6) y por lo tanto,
Jehová mi justicia.

Sé que aun los sacrificios espirituales son aceptables delante de Dios sólo por medio de
Jesucristo, (1Pe 2.5) y que no puedo esperar recibir nada fuera de lo que te pida en su nombre; (Jua
16.23) por tanto, bendíceme en el Amado, (Efe 1.6) ese otro ángel que pone mucho incienso en las
oraciones de los santos y las ofrece sobre el altar de oro delante del trono. (Apo 8.3)

Vengo en el nombre del gran Sumo Sacerdote que traspasó los cielos, Jesús, el hijo de Dios,
que se compadece de mis debilidades (Heb 4.14-15) y es, por tanto, capaz de salvar perpetuamente a
los que por él se acercan a Dios, ya que vive por siempre para interceder por ellos. (Heb 7.25)

16
Mira, oh Dios, escudo mío, y pon tus ojos en el rostro de tu Ungido, (Sal 84.9) en el cual
declaraste, mediante una voz del cielo, estar complacido; Señor, complácete conmigo en él. (Mat 3.17)

17
Capítulo 2

CONFESIÓN

18
Introducción y Reconocimiento de la Necesidad de
Humillarme Delante de Dios
De la Segunda Parte de la Oración, que incluye Confesión de Pecado, Acusaciones
Dirigidas a mí Mismo y Declaraciones Humildes de Arrepentimiento.
Después de haber atribuido la gloria debida a Dios, (Sal 29.2) el siguiente paso es sentirme avergonzado de mí
mismo por mis propios pecados y vilezas ante Él, y glorificarle (Jos 7.19) como mi Juez por el cual merezco ser
condenado, y sin embargo espero, en Cristo, ser absuelto y eximido. En esta parte de mi trabajo:

1. Debo reconocer la gran razón por la cual tengo que rebajarme en extremo delante de Dios,
avergonzarme de mí mismo cuando me aproximo a su presencia, y temer su ira, habiéndome vuelto
tanto detestable a su santidad como insoportable ante su justicia.

Oh Dios mío, estoy confuso y avergonzado para levantar mi rostro hacia ti, mi Dios, porque
mis iniquidades se han multiplicado sobre mi cabeza y mis delitos han crecido hasta el cielo. (Esd 9.6)

Mía es la confusión de rostro, porque contra ti he pecado. (Dan 9.8)

He aquí que soy vil; ¿qué te responderé? Pondré mis manos sobre mi boca, (Job 40.4) y puesta
mi boca en el polvo, por si aún hay esperanza, (Lam 3.29) lloro como el leproso condenado por la ley:
¡Inmundo! ¡Inmundo! (Lev 13.45)

No confías en los tuyos, y ni aun los cielos son limpios delante de tus ojos; ¡cuánto menos el
hombre abominable y vil, que bebe la iniquidad como agua! (Job 15.15-16)

Mis ojos han visto al Rey, a Jehová de los ejércitos; tengo razón para decir: “¡Ay de mí, que
muerto estoy!” (Isa 6.5)

El señorío y el temor están contigo; haces paz en tus alturas: ¿Tienen tus ejércitos número?
¿Sobre quién no está tu luz? ¿Cómo, pues, se justificará el hombre para con Dios? O ¿cómo será
limpio el que nace de mujer? (Job 25.2-4)

Pero tú, ¡has de ser temido! ¿Quién podrá estar en pie delante de ti cuando se encienda tu
ira? (Sal 76.7) Tú, Dios, eres fuego consumidor, (Heb 12.29) ¿quién conoce el poder de tu ira? (Sal
90.11)

Aunque estuviera en lo correcto, mi propia boca me condenaría; si dijere que soy perfecto, me
harás saber que soy inicuo; (Job 9.20) pues si quiero contender contigo, no te podré responder a una
cosa entre mil. (Job 9.3)

Si de nada tengo mala conciencia, no por eso soy justificado; porque tú, Señor, eres el que me
juzgas, (1Co 4.4) eres mayor que mi corazón y sabes todas las cosas. (1Ju 3.20) Pero yo sé que he
pecado, Padre, contra el cielo y contra ti, y no merezco ser llamado tu hijo. (Luc 15.21)

19
Aférrate al Incentivo que Dios te ha Dado para Confesar tus Pecados

2. Debo apropiarme del gran incentivo que Dios me ha dado para humillarme delante de Él con
vergüenza y dolor y confesar mis pecados.

Oh Señor, si mirares a los pecados, ¿quién, oh Señor, podrá mantenerse? Pero en ti hay
perdón, para que seas reverenciado; (Sal 130.3-4) porque en ti hay misericordia; sí, con mi Dios hay
abundante redención; y Él redimirá a Israel de todas sus iniquidades. (Sal 130.7-8)

Tus sacrificios, oh Dios, son el espíritu quebrantado, pues al corazón contrito y humillado no
desprecias, oh Dios; (Sal 51.17) verdaderamente eres el Alto y Sublime, el que habita en la eternidad,
y cuyo nombre es el Santo; (Isa 57.15) aunque el cielo es tu trono y la tierra tu estrado, éste es aquel al
cual mirarás: aquel que es pobre y humilde de espíritu, y que tiembla a tu palabra, (Isa 66.1-2) para
hacer vivir el espíritu de los humildes, y para vivificar el corazón de los quebrantados. (Isa 57.15)

Compasivamente me has asegurado que aquellos que encubren sus pecados no prosperarán,
pero que los que los confiesan y se apartan alcanzarán misericordia. (Pro 28.13) Y que cuando el
pobre arrepentido dice: confesaré mis transgresiones al Señor, tú perdonas la maldad de sus pecados;
por tanto, de la misma manera, todo santo orará a ti en el tiempo en que puedas ser hallado. (Sal 32.5-
6)

Sé que si digo que no he pecado, me engaño a mí mismo, y la verdad no está en mí; pero tú has
dicho que, si confieso mis pecados, eres fiel y justo para perdonarme y limpiarme de toda maldad. (1Ju
1.8-9)

Confiesa y Lamenta tu Corrupción Original

3. Debo, por tanto, confesar y lamentar en primer lugar mi corrupción original, siendo descendiente
de padres apóstatas y rebeldes, y que la naturaleza del hombre es depravada y ha degenerado
miserablemente de su pureza y rectitud primitivas: Tal es mi caso.

Señor, tú hiciste a los hombres rectos, pero ellos buscaron muchas perversiones; (Ecl 7.29) y
estando en honra, ellos no entendieron, y por lo tanto no permanecieron, sino que se hicieron
semejantes a las bestias que perecen. (Sal 49.20)

El pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, y así la muerte pasó a
todos los hombres, por cuanto todos pecaron; (Rom 5.12) por la desobediencia de ese hombre los
muchos fueron constituidos pecadores, (Rom 5.19) incluyéndome.

Pertenezco a una generación de malignos; (Isa 1.4) mi padre fue amorreo, y mi madre
hetea; (Eze 16.3) y yo mismo fui llamado (no sin razón) rebelde desde el vientre, y tú sabías que yo
sería desleal. (Isa 48.8)

La naturaleza del hombre fue plantada de vid escogida, toda ella simiente verdadera, pero se
ha vuelto sarmiento de vid extraña (Jer 2.21) que produce las uvas de Sodoma y los racimos de

20
Gomorra. (Deu 32.32) ¡Cómo se ha ennegrecido el oro! ¡Cómo el buen oro ha perdido su brillo! (Lam
4.1)

He aquí, en maldad he sido formado, y en pecado me concibió mi madre. (Sal 51.5) ¿Quién
hará limpio a lo inmundo? Nadie. (Job 14.4) Por naturaleza soy hijo de ira y de desobediencia, lo
mismo que los demás. (Efe 2.2-3)

Toda carne ha corrompido su camino; (Gen 6.12) todos nos hemos desviado; a una nos hemos
corrompido; no hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno. (Sal 14.3)

Lamenta tu Disposición al Mal

y Confiesa que tu Entendimiento es Ciego y tu Voluntad Obstinada

4. Debo lamentar mi presente disposición corrupta hacia lo malo, y mi indisposición e incapacidad en


cuanto a lo que es bueno. Debo mirar mi propio corazón y confesar con santo rubor:

I. La ceguera de mi entendimiento y su ineptitud para admitir los rayos de la luz divina.

Por naturaleza mi entendimiento es entenebrecido, ajeno de la vida de Dios por la ignorancia


que en mí hay, por la dureza de mi corazón. (Efe 4.18)

Las cosas que son del Espíritu de Dios son locura para el hombre natural; y ni yo las puedo
entender, porque se disciernen espiritualmente. (1Co 2.14)

Soy ‘sabio’— ¡para hacer el mal! Pero no sé hacer el bien. (Jer 4.22) No sé, no entiendo, ando
en tinieblas. (Sal 82.5)

En una o en dos maneras habla Dios, aunque yo no lo percibo; (Job 33.14) oigo de veras, pero
no entiendo; (Mat 13.14) veo a los hombres, pero los veo como árboles que andan. (Mar 8.24)

II. La obstinación de mi voluntad y su ineptitud para someterse a las reglas de la ley divina.

Tengo una mente fija en las cosas de la carne, la cual es enemiga de Dios, no se sujeta a la ley
de Dios ni tampoco puede. (Rom 8.7)

Si escribieras para mí las grandezas de tu ley, las tendría por cosa extraña. (Ose 8.12) Mi
corazón corrupto ha estado a veces dispuesto a decir: “¿Quién es el Todopoderoso, para que le
sirva?” (Job 21.15) Y: “Pondré por obra toda palabra que ha salido de mi boca.” (Jer 44.17) Porque
he andado en los caminos de mi corazón y en la vista de mis ojos, (Ecl 11.9) haciendo la voluntad de la
carne y de los pensamientos. (Efe 2.3)

Mi cerviz es como barra de hierro, (Isa 48.4) y he endurecido mi corazón como un diamante;
no he querido escuchar, he vuelto la espalda, y he tapado mis oídos (Zac 7.11-12) como el áspid sordo
que no oye la voz del que encanta por más hábil que éste sea. (Sal 58.4-5)

21
¡Cómo he aborrecido el consejo, y mi corazón ha menospreciado la reprensión! No oí la voz de
los que me instruían, y a los que me enseñaban no incliné mis oídos. (Pro 5.12-13)

Lamenta y Confiesa tus Pensamientos Vanos y tus Inclinaciones Carnales

III. La vanidad de mis pensamientos, el abandono que ellos hacen de aquellas cosas que les
deberían ser familiares, y su permanente atención a aquellas otras que poseen menor dignidad y
tienden a corromper mi mente.

Todo designio de los pensamientos de mi corazón es el mal, sólo el mal, continuamente (Gen
6.5) y así ha sido desde mi juventud. (Gen .21)

¿Hasta cuándo permitiré en medio de mí los pensamientos de iniquidad? (Jer 4.14) Como las
ideas del necio, aquellos pensamientos son pecado. (Pro 24.9) Porque del corazón salen los malos
pensamientos, (Mat 15.19) que maquinan el mal en sus camas, (Miq 2.1) y llevan el corazón con los
ojos del necio hasta el extremo de la tierra. (Pro 17.24)

Pero Dios no está en todos mis pensamientos; (Sal 10.4) bueno es si se encuentra en alguno de
ellos. Me he olvidado de la roca que me creó y del Dios que me creó: (Deu 32.18) Me he olvidado de
Él por innumerables días, (Jer 2.32) y mi corazón se ha ido tras la vanidad haciéndose vano. (Jer
2.5) Mi íntimo pensamiento era que mi casa sería eterna; (Sal 49.11) y éste, mi camino, es locura. (Sal
49.13)

IV. La carnalidad de mis inclinaciones, su enfoque en objetos incorrectos y su traspaso de los


límites debidos.

He puesto mi mente en las cosas de abajo cuando debería haberla puesto en las cosas de
arriba, donde está mi tesoro (Mat 6.21) y donde está Cristo sentado a la diestra de Dios; (Col 3.1-2)
estas cosas son las que debo buscar.

He seguido vanidades ilusorias y su misericordia he abandonado; (Jon 2.8) he dejado la fuente


de agua viva por cisternas, cisternas rotas que no retienen agua. (Jer 2.13)

He pisoteado en el polvo de la tierra las cabezas de los desvalidos, (Amo 2.7) y me he afanado
con respecto a lo que comeré, beberé y vestiré, cosas que los gentiles buscan. (Mat 6.31-33)

He elevado mi alma a las cosas vanas (Sal 24.4) y puesto mis ojos en lo que no es; he mirado
las cosas que se ven, que son temporales; pero he olvidado y pospuesto las que son eternas. (2Co 4.18)

Lamenta y Confiesa la Corrupción de Todo tu Ser

V. La corrupción del hombre completo: Apetitos desordenados enfocados en las cosas agradables
al sentido, pasiones excesivas contra aquellas cosas que desagradan y una alienación de la
mente con respecto a los principios, poderes y placeres de la vida espiritual y divina.

22
Soy nacido de la carne y carne soy. (Jua 3.6) Soy polvo también: (Gen 3.19) He traído la
imagen del hombre terrenal; (1Co 15.49) y en mí, esto es, en mi carne, no mora el bien. Pues el querer
el bien está en mí, pero no el hacerlo; porque no hago el bien que quiero, sino que el mal que no
quiero, eso hago. (Rom 7.18-19)

Veo una ley en mis miembros que se rebela contra la ley de mi mente y me lleva cautivo a la ley
del pecado que está en mis miembros; (Rom 7.23) de manera que, cuando quiero hacer el bien, el mal
está en mí (Rom 7.21) y me rodea. (Heb 12.1)

Toda mi cabeza está enferma, y todo mi corazón está doliente; desde la planta del pie hasta la
cabeza no hay en mí cosa sana, sino herida, hinchazón y podrida llaga. (Isa 1.5-6)

Estoy adherido a la rebelión contra el Dios viviente: (Ose 11.7) engañoso es mi corazón más
que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá? (Jer 17.9) Actúa como un arco quebrado. (Ose
7.16)

Lamenta y Confiesa tus Pecados de Omisión

5. Debo lamentar y confesar la omisión de mis deberes, mi descuido de ellos y la liviandad con que
los tomo, y que, desde que llegué al mundo, he hecho una muy pequeña parte de la gran obra para
la cual fui enviado, muy poco por responder al fin con el cual fui creado o redimido, dado a luz y
bautizado; y que igualmente poco he aprovechado los medios de gracia.

He sido como una higuera plantada en la viña, y tú has venido por muchos años a buscar fruto
en mí pero no lo has hallado; y por lo tanto, con justicia puedo ser cortado y echado en el fuego por
inutilizar la tierra: (Luc 13.6-7) Has venido a buscar uvas, pero has hallado uvas silvestres; (Isa 5.4)
porque he sido una viña vacía dando fruto para mí mismo. (Ose 10.1)

Sé hacer lo bueno, pero no lo he hecho. (San 4.17) He escondido el dinero de mi Señor, (Mat
25.18) y por lo tanto, merezco la ruina del siervo malo y negligente. (Mat 25.26)

He sido un mayordomo infiel, disipador de los bienes de mi Señor; (Luc 16.1) pues un pecador
destruye mucho bien. (Ecl 9.18)

A menudo ha habido dinero en mis manos para comprar sabiduría, pero no he tenido
entendimiento, (Pro 17.16) o como el necio, mi corazón ha estado inclinado a mi mano izquierda. (Ecl
10.2)

Mi adolescencia y juventud fueron vanidad, (Ecl 11.10) y mis años se han acabado como un
pensamiento. (Sal 90.9)

No he conocido el tiempo de mi visitación; (Luc 19.44) no he preparado en el verano mi


comida, ni recogido en el tiempo de la siega mi mantenimiento, aunque he tenido capitán, gobernador
y señor. (Pro 6.7-8)

23
Soy tardo de corazón para entender y creer; (Luc 24.25) y aunque a estas alturas debería ser
ya maestro de otros, aún debo aprender los primeros rudimentos de la palabra de Dios: Tengo
necesidad de leche, y no puedo soportar el alimento sólido. (Heb 5.12)

He disipado el temor de Dios y menoscabado la oración delante de Él. (Job 15.4) No he


invocado tu nombre, ni me he despertado para apoyarme en ti. (Isa 64.7)

He venido a ti como viene tu pueblo, he estado delante de ti como tu pueblo está, y he oído tus
palabras cuando mi corazón ha andado al mismo tiempo en pos de la avaricia. (Eze 33.31) Así, he
traído al ciego, al cojo y al enfermo para el sacrificio, he presentado a mi Dios lo que no habría
presentado a mis príncipes; (Mal 1.8) y he prometido y sacrificado a Jehová lo dañado teniendo en mi
rebaño un animal macho. (Mal 1.14)

Lamenta tus Muchas Transgresiones Reales, y en Especial, tu Orgullo

6. Debo asimismo lamentar mis muchas transgresiones cometidas, ya sean de pensamiento, palabra o
hecho.

Padre, he pecado contra el cielo y contra ti: (Luc 15.18) Todos hemos pecado, y estamos
destituidos de la gloria de Dios; (Rom 3.23) pues al Dios en cuyas manos está mi vida y cuyos son
todos mis caminos no he honrado. (Dan 5 .23)

Contra ti, contra ti solo he pecado, y he hecho lo malo delante de tus ojos; (Sal 51.4) y no he
obedecido a la voz de Jehová mi Dios para andar en sus leyes, las cuales Él puso delante de mí, (Dan
9.10) aunque éstas son santas, justas y buenas. (Rom 7.12)

¿Quién puede entender sus propios errores? Líbrame de los que me son ocultos. (Sal 19.12)

En muchas cosas tropiezo; (San 3.2) y mis iniquidades son más que los cabellos de mi cabeza.
(Sal 40.12)

Como la fuente nunca cesa de manar sus aguas, así mi corazón nunca cesa de manar su
maldad, (Jer 6.7) y así ha sido mi camino desde mi juventud, que nunca oí tu voz. (Jer 22.21)

Del mal tesoro de mi corazón he sacado malas cosas. (Mat 12.35)

I. Debo confesar y lamentar las obras del orgullo en mí.

Tengo todas las razones para humillarme por el orgullo de mi corazón, (2Cr 32.26) pues tengo
un más alto concepto de mí que el que debo tener, y no he pensado con cordura, (Rom 12.3) ni he
caminado humildemente con mi Dios. (Miq 6.8)

Me he apoyado en mi propia prudencia, (Pro 3.5) he confiado en mi propio corazón (Pro


28.26) y he sacrificado a mi propia red. (Hab 1.16)

24
He buscado mi propia gloria más que la gloria del que me envió, (Jua 7.18) y me he
envanecido en vez de haberme lamentado. (1Co 5.2)

Lamenta tu Ira y tu Amor al Mundo y a la Carne

II. Los arrebatos de pasión e ira precipitada.

No he tomado como debería las riendas de mi propio espíritu, el cual ha llegado a ser, por
tanto, como ciudad derribada y sin muro. (Pro 25.28)

Me he apresurado en mi espíritu a enojarme, y el enojo ha reposado en mi seno. (Ecl 7.9) Y


cuando mi espíritu se ha rebelado, he hablado precipitadamente con mis labios, (Sal 106.33) y he sido
culpable de la gritería y la amargura que deberían estar lejos de mí. (Efe 4.31)

III. Mi codicia y amor al mundo.

Mi vida no ha estado exenta del amor al dinero, (Heb 13.5) ni he aprendido a contentarme
cualquiera que sea mi situación. (Fil 4.11)

¿Quién puede decir que está limpio de ese amor al dinero que es la raíz de todos los males,
(1Ti 6.10) y de aquella avaricia que es idolatría? (Col 3.5)

He buscado grandezas para mí cuando has dicho: “No las busques.” (Jer 45.5)

IV. Mi sensualidad y gratificación de la carne.

He puesto mis pensamientos más en las cosas de la carne que en las cosas del Espíritu, (Rom
8.5) he vivido en deleites sobre la tierra y sido disoluto, y he engordado mi corazón como en día de
matanza. (San 5.5)

He provisto para los deseos de la carne, para satisfacer sus deseos, (Rom 13.14) y aun aquellos
deseos carnales que batallan contra el alma; (1Pe 2.11) y en muchos casos he actuado como un
amador de los deleites más que de Dios. (2Ti 3.4)

Cuando como y bebo, ¿no como y bebo para mí mismo? (Zac 7.6)

Lamenta tu Falsa Seguridad, Irritabilidad e Impaciencia

V. Mi seguridad y descuido con respecto a los cambios a los cuales estoy expuesto en este mundo.

He dilatado el día malo, (Amo 6.3) y en mi prosperidad he dicho: “No seré jamás
conmovido,” (Sal 30.6) como si el día de mañana hubiera de ser como éste, o mucho más excelente.
(Isa 56.12)

25
Le he dicho a mi alma que se repose, que coma, que beba y se regocije, como si hubiese
guardado bienes para muchos años, mientras quizás esta noche vengan a pedirme mi alma. (Luc
12.19-20)

He estado listo para poner mi esperanza en las riquezas, las cuales son inciertas, más que en el
Dios vivo; (1Ti 6.17) y para decir al oro: “eres mi esperanza,” y al oro fino, “mi confianza eres tú.”
(Job 31.24)

VI. Mi irritabilidad, impaciencia y murmurar bajo mis aflicciones, mi excesivo desánimo y


desconfianza en Dios y su providencia.

Cuando me azotaste y fui castigado, llegué a ser como novillo indómito; (Jer 31.18) sin
embargo, mi insensatez ha torcido mis caminos, porque mi corazón ha irritado a Jehová; (Pro 19.3) y
así, en tiempos de apuro añadí mayor pecado contra Dios. (2Cr 28.22)

He menospreciado el castigo del Señor o me he fatigado de su corrección; (Pro 3.11) y si fuere


flojo en el día de trabajo, mi fuerza será reducida. (Pro 24.10)

He dicho en mi premura: “cortado soy de delante de tus ojos”, (Sal 31.22) y: “Me dejó Jehová,
y el Señor se olvidó de mí”; (Isa 49.14) como si el Señor no volviera más a serme propicio, (Sal 77.7)
como si hubiera olvidado tener misericordia y hubiera encerrado con ira sus piedades. (Sal 77.9-10)
Esta ha sido mi debilidad.

Lamenta tu Falta de Amor por los Demás

VII. Mi falta de caridad hacia mis hermanos, mi falta de mansedumbre en mis relaciones con mis
vecinos y amigos y tal vez mi injusticia para con ellos.

Verdaderamente he pecado contra mis hermanos; (Gen 42.21) pues no he seguido lo que
contribuye a la paz o a la mutua edificación. (Rom 14.19)

He estado listo para juzgar y despreciar a mi hermano, olvidando que debo comparecer ante el
tribunal de Cristo. (Rom 14.10)

Contrariamente a la ley real del amor, me he jactado y sido arrogante, he sido rudo y he
buscado lo mío; he sido irritable; me he gozado de la injusticia, (1Co 13.4-6) y me he alegrado de la
calamidad. (Pro 17.5)

He sido vanaglorioso, irritando y envidiando a otros, (Gal 5.26) cuando debería haber
considerado a los otros para estimularlos al amor y a las buenas obras. (Heb 10.24)

Mi corazón se ha cerrado para con los que tienen necesidad; (1Ju 3.17) y me he escondido de
mis propios hermanos. (Isa 58.7) En verdad, he mirado con malos ojos a mis hermanos, (Deu 15.9) y
he afrentado al pobre. (San 2.6)

26
Si en algo he agraviado y engañado a mi hermano, (1Te 4.6) si he andado con mentira y mi pie
se ha apresurado a engaño, (Job 31.5) y si algo se ha pegado a mis manos, (Job 31.7) Señor,
enséñamelo, que si hice mal, no lo haré más. (Job 34.32)

Lamenta los Pecados de tu Lengua y tu Pereza Espiritual

VIII. Los pecados de mi lengua.

Cuando muchas son las palabras, no falta pecado, (Pro 10.19) y el hombre que habla mucho
no será justificado. (Job 11.2)

Mientras que los labios de los justos apacientan a muchos, (Pro 10.21) mis labios han hablado
sandeces (Pro 15.2) y perversidades. (Pro10.32)

Muchas palabras corrompidas han salido de mi boca; necedades y truhanerías que no


convienen, (Efe 5.4) y poco de aquello que es bueno para la necesaria edificación y para dar gracia a
los oyentes. (Efe 4.29)

Si los hombres darán cuenta de toda palabra ociosa que hablen, y si por mis palabras seré
justificado y por mis palabras seré condenado, (Mat 12.36-37) ¡ay de mí! Que soy muerto; porque soy
inmundo de labios y habito en medio de pueblo que tiene labios inmundos. (Isa 6.5)

¿Qué sería de mí, si Dios hiciera que mi propia lengua me hiciera caer? (Sal 64.8)

IX. Mi decadencia y pereza espiritual.

He sido perezoso en mi celo religioso y carente de fervor en el espíritu para servir al Señor.
(Rom 12.11)

Las cosas que permanecen están para morir, y mis obras no han sido halladas perfectas
delante de Dios. (Apo 3.2)

He observado al viento, y por lo tanto no he sembrado; he mirado a las nubes, y por lo tanto no
he segado; (Ecl 11.4) y con el perezoso me he amedrentado con la fantasía de que hay un león en el
camino, un león en las calles, y me he dado vueltas en mi cama como la puerta gira sobre sus quicios,
(Pro 26.13-14) diciendo: “un poco de sueño, un poco de dormitar”. (Pro 6.10)

He dejado mi primer amor, (Apo 2.4) y ¿dónde, pues, ha estado esa satisfacción que
experimentaba? (Gal 4.15)

Mi amor ha sido como la nube de la mañana, y como el rocío de la madrugada, que se


desvanece. (Ose 6.4)

Y lo que se halla en el fondo de todo es el corazón malo de incredulidad que hay en mí, que me
inclina a apartarme del Dios vivo. (Heb 3.12)

27
Reconoce la Gran Maldad del Pecado así como su Pecaminosidad y Necedad

7. Debo reconocer la gran maldad que hay en el pecado, y en mi pecado; la malignidad de su


naturaleza y su malicia para conmigo.

I. La pecaminosidad del pecado.

Ojalá que el pecado se mostrara pecado y apareciera con sus propios colores, y que, por el
mandamiento, pudiera yo ver que es sobremanera pecaminoso, (Rom 7.13) porque es infracción de la
ley. (1Ju 3.4)

Cada vez que he pecado voluntariamente, he dicho, en efecto, “No quiero que éste reine sobre
mí.” (Luc 19.14) Y, “¿quién es Jehová, para que oiga su voz?” (Exo 5.2) Así, he ultrajado a Jehová
(Num 15.30) y echado su ley tras mis espaldas. (Neh 9.26)

II. La necedad del pecado.

Oh Dios, tú conoces mi insensatez, y mis pecados no te son ocultos. (Sal 69.5) Fui insensato al
ser desobediente, (Tit 3.3) y mis codicias son necias y dañosas. (1Ti 6.9)

La necedad está ligada a mi corazón desde niño; (Pro 22.15) pues aunque el hombre vano se
haga entendido, nace como un pollino de asno montés. (Job 11.12)

Mi camino ha sido de loca confianza, (Sal 49.13) y en muchas ocasiones he actuado muy
neciamente. (2Sa 24.10)

He sido torpe e ignorante, y como una bestia delante de Dios. (Sal 73.22)

Reconoce la Gran Maldad del Pecado así como su Inutilidad y su Engaño

III. La inutilidad del pecado.

He pecado y pervertido lo recto, y no me ha aprovechado. (Job 33.27)

¿Qué fruto tengo de aquellas cosas de las cuales ahora me avergüenzo? Porque el final de ellas
es muerte. (Rom 6.21) Y ¿qué aprovecharé, si hubiere de ganar el mundo y perdiere mi alma? (Mat
16.26)

IV. El engaño del pecado.

El pecado me ha engañado, y a través del mandamiento me ha matado, (Rom 7.11) pues mi


corazón se ha endurecido por el engaño del pecado; (Heb 3.13) y he sido atraído y seducido por mis
propias concupiscencias. (San 1.14)

28
Me ha prometido libertad, pero me ha hecho esclavo de la corrupción; (2Pe 2.19) me ha
prometido que no moriré, y que seré como Dios; (Gen 3.4-5) pero me ha lisonjeado y tendido red
delante de mis pasos. (Pro 29.5)

La soberbia de mi corazón, en particular, me ha engañado. (Abd 1.3)

Reconoce que el Pecado es una Afrenta al Dios Santo y que Daña el Alma

V. La ofensa que, por el pecado, he cometido contra el Dios Santo.

Con infracción de la ley he deshonrado a Dios, (Rom 2.23) y he provocado al Santo de


Israel (Isa 1.4) con amarguras. (Ose 12.14) Y esto que he hecho ha desagradado a Dios. (2Sa 11.27)

Dios ha sido quebrantado a causa de mi corazón fornicario y mis ojos que han fornicado tras
mis ídolos. (Eze 6.9)

Lo he tentado, lo he probado, y lo he disgustado en el desierto, (Sal 95.9-10) he sido rebelde, y


he hecho enojar su Santo Espíritu, (Isa 63.10) y lo he apretado con mis iniquidades, como cuando
aprieta el carro lleno de gavillas. (Amo 2.13)

He contristado al Espíritu Santo de Dios, con el cual fui sellado para el día de la redención.
(Efe 4.30)

VI. El daño que por el pecado le he hecho a mi propia alma y a su mayor provecho.

Por mis maldades fui vendido, (Isa 50.1) y al pecar contra ti, he defraudado mi alma. (Pro
8.36)

Mis iniquidades han hecho división entre Dios y yo, (Isa 59.2) y han apartado de mí el bien;
(Jer 5.25) y por ellas, mi mente y conciencia están corrompidas. (Tit 1.15)

Mi propia maldad me ha castigado, y mi rebeldía me ha condenado, y no puedo evitar saber


cuán malo y amargo es para mí dejar a Jehová mi Dios, y que su temor no haya estado en mí. (Jer
2.19)

¡Oh qué necios son los que se mofan del pecado! (Pro 14.9)

Considera tus Malvados Pecados a la Luz

de tu Conocimiento Moral y tu Profesión de Fe

8. Debo considerar la gravedad de mis pecados y tomar en cuenta aquellas cosas que los hacen más
horribles a la vista de Dios y más peligrosos para mí mismo.

Lamento ante ti todas mis iniquidades, todas mis rebeliones y todos mis pecados. (Lev 16.21)

29
I. Cuanto más conocimiento tengo del bien y del mal, mayor es mi pecado.

He conocido la voluntad de mi Señor pero no la he hecho, y por lo tanto merezco recibir un


castigo severo. (Luc 12.47)

He conocido el camino de Jehová y la justicia de mi Dios, pero he quebrado el yugo y roto las
coyundas. (Jer 5.4-5)

He entendido el juicio de Dios, que los que practican tales cosas son dignos de muerte, pero no
sólo las he hecho sino que también me he complacido con los que las practican. (Rom 1.32)

He enseñado a otros, pero no me he enseñado a mí mismo; (Rom 2.21) y mientras he profesado


conocer a Dios, con mis hechos lo he negado. (Tit 1.16)

II. Cuanto más grande ha sido la profesión que he hecho de mi fe, mayor ha sido mi pecado.

Me nombro de la santa ciudad, confío en el Dios de Israel y confieso su nombre, pero no en


verdad ni en justicia. (Isa 48.1-2) He blasfemado el buen nombre que fue invocado sobre mí, (San
2.23) y he dado gran ocasión de blasfemar a los enemigos del Señor. (2Sa 12.14)

He invocado el nombre de Cristo, pero no me he apartado de la iniquidad. (2Ti 2.19)

Considera tus Malvados Pecados a la Luz

de la Misericordia y las Advertencias de Dios

III. Mientras más misericordia he recibido de Dios, mayor ha sido mi pecado.

Has criado hijos y los has engrandecido, pero ellos se han rebelado contra ti. (Isa 1.2)

Te he pagado, oh Jehová, como alguien loco e ignorante: Eres mi padre que me creó, que me
hizo y estableció, pero mi marca no ha sido la marca de tu hijo. (Deu 32.5-6)

No he correspondido al bien que se me ha hecho. (2Cr 32.25)

IV. Cuanto más clara es la advertencia que he recibido de la Palabra de Dios y de mi propia
conciencia con respecto al peligro del pecado y el peligro por el pecado, mayor es el pecado si
permanezco en él.

A menudo he sido reprendido y he endurecido mi cerviz, (Pro 29.1) y he seguido rebelde por el
camino de mi corazón. (Isa 57.17)

Has enviado a mí diciendo: “¡No hagas esta cosa abominable que yo aborrezco!” Pero no he
oído ni inclinado mi oído. (Jer 44.4-5)

30
La Palabra de Jehová me ha sido mandamiento tras mandamiento y línea sobre línea; (Isa
28.13) y aunque he considerado en un espejo mi rostro natural, me he ido y en un instante he olvidado
cómo era. (San 1.23-24)

Considera tus Malvados Pecados a la Luz

de las Correcciones que has Recibido y los Votos que has Hecho

V. Mientras más grandes son las aflicciones que he padecido por el pecado, mayor es el pecado si
permanezco en él.

Me has azotado, pero no me dolió; no he querido recibir corrección y he endurecido mi rostro


más que la piedra, (Jer 5.3) y la vara no ha alejado la necedad de mi corazón. (Pro 22.15)

Me has disciplinado con vara de hombres y con azotes de hijos de hombres, (2Sa 7.14) pero no
me he convertido al que me castiga, ni he buscado a Jehová de los ejércitos. (Isa 9.13)

Cuando algunos han sido trastornados como lo fueron Sodoma y Gomorra, he sido como tizón
escapado del fuego, pero no me he vuelto a ti, oh Jehová. (Amo 4.11) Y cuando tu mano se ha alzado,
no la he visto. (Isa 26.11)

VI. Mientras más votos y promesas de obedecerte he hecho, mayor ha sido mi pecado.

No he llevado a efecto las palabras del pacto celebrado en tu presencia, (Jer 34.18) sino que
como prevaricador he prevaricado. (Isa 24.16)

¿No dije: “no transgrediré, (Jer 2.20) ni ofenderé ya más?” (Job 34.31) Lo hice, y sin embargo
he vuelto como el perro a su vómito; (2Pe 2.22) he vuelto a la locura después de que Dios ha hablado
paz. (Sal 85.8)

Comprende la Naturaleza Condenatoria de tu Pecado

9. Debo juzgarme y condenarme a mí mismo por mis pecados, y reconocer que soy susceptible de ser
castigado.

Y ahora, ¿qué diré, oh Dios mío, después de esto? Porque he dejado tus mandamientos. (Esd
9.10) He pecado; ¿qué puedo hacerte a ti, oh Guarda de los hombres? (Job 7.20)

Sé que la ley maldice a todo aquel que no permaneciere en todas las cosas escritas en el libro
de la ley, para hacerlas; (Gal 3.10) que la paga del pecado es muerte; (Rom 6.23) y que por estas
cosas viene la ira de Dios sobre los hijos de desobediencia. (Efe 5.6)

Estoy bajo el juicio de Dios; (Rom 3.19) la Escritura me ha encerrado bajo pecado; (Gal 3.22)
y por lo tanto, puedes indignarte justamente contra mí hasta consumirme de modo que yo no
pertenezca a tu remanente ni sea capaz de escapar. (Esd 9.14)

31
Si ajustares el juicio a cordel, y a nivel la justicia, (Isa 28.17) con justicia me apartarías para
mal, conforme a todas las maldiciones del pacto, y borrarías mi nombre de debajo del cielo. (Deu
29.20)

Con justicia puedes jurar en tu furor que yo jamás entraré en tu reposo; (Sal 95.11) justamente
puedes despojarme y desnudarme, (Ose 2.3) y tomar mi trigo a su tiempo, (Ose 2.9) y poner en mis
manos el cáliz de tu ira, y hacerme beber de esa copa hasta los sedimentos. (Isa 51.17)

Tú has sido justo en todo lo que ha venido sobre mí, porque rectamente has hecho y yo he
hecho lo malo. (Neh 9.33) Ciertamente, Dios mío, no me has castigado de acuerdo con mis
iniquidades. (Esd 9.13)

Tú, por tanto, serás reconocido justo en tu palabra y tenido por puro en tu juicio; (Sal 51.4) y
yo me someteré al castigo de mis iniquidades, (Lev 26.43) me humillaré bajo tu poderosa mano, (1Pe
5.6) y diré: “Justo es Jehová.” (2Cr 12.6)

¿Por qué habría de lamentarse un hombre viviente en cuanto al castigo de sus pecados? (Lam
3.39) No, la ira de Jehová soportaré, porque pequé contra Él. (Miq 7.9)

Glorifica a Dios por su Paciencia y Disposición a Reconciliarse

10. Debo dar a Dios la gloria de su paciencia, su longanimidad para conmigo y su disposición a
reconciliarse.

¡Oh las riquezas de su paciencia y longanimidad! (Rom 2.4) Cuán paciente es para conmigo,
no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento. (2Pe 3.9)

No has hecho conmigo conforme a mis iniquidades, ni me has pagado conforme a mis pecados,
(Sal 103.10) sino que esperas para tener piedad de mí. (Isa 30.18)

No has ejecutado con prontitud sentencia sobre mis malas obras, (Ecl 8.11) sino que me has
dado tiempo para que me arrepienta y haga la paz contigo. (Apo 2.21) Llamas incluso a un hijo
rebelde, como yo, para que vuelva a ti, y has prometido sanar mis rebeliones; por lo tanto, he aquí
vengo a ti, porque tú eres Jehová mi Dios. (Jer 3.22)

Ciertamente la paciencia de mi Señor es para salvación; (2Pe 3.15) si Jehová quisiera


matarme, no me habría mostrado todas estas cosas. (Jue 13.23)

¡Ojalá tu benignidad me guíe al arrepentimiento! (Rom 2.4) Pues he pecado contra mi Dios,
pero a pesar de esto aún hay esperanza para mí en Israel. (Esd 10.2)

Has dicho y confirmado con juramento que no quieres la muerte del impío, sino que se vuelva
de su camino y que viva. (Eze 33.11) Por lo tanto, rasgaré mi corazón, y no mis vestidos, y volveré a mi
Dios, porque es misericordioso y clemente, tardo para la ira y grande en misericordia. ¿Quién sabe si
volverá y se arrepentirá y dejará bendición tras Él? (Joe 2.13-14)

32
Profesa Humildemente tu Dolor y Vergüenza por tu Pecado

11. Debo profesar humildemente mi pesar y vergüenza por el pecado, y asimismo comprometerme,
con la fuerza de la gracia divina, a ser y actuar mejor en el futuro.

Señor, me arrepiento, porque se ha acercado el reino de los cielos, (Mat 3.2) para el cual has
exaltado a tu hijo, Cristo Jesús, para dar arrepentimiento y perdón de pecados. (Hec 5.31)

De oídas te había oído, mas ahora mis ojos te ven; por tanto me aborrezco, y me arrepiento en
polvo y ceniza; (Job 42.5-6) y seré asimismo como paloma de los valles, gimiendo por mi iniquidad.
(Eze 7.16)

¡Oh si mi cabeza se hiciese aguas, y mis ojos fuentes de lágrimas para llorar día y noche (Jer
9.1) por mis transgresiones, y pueda así sembrar con esas lágrimas para segar al fin con gritos de
regocijo! Que pueda hoy salir llorando, llevando la simiente que ha de sembrarse, y luego, en el
debido tiempo, regresar a casa con gritos de júbilo trayendo mis gavillas conmigo. (Sal 126.5-6)

Mis iniquidades se han agravado sobre mi cabeza; como una carga pesada se han agravado
sobre mí; (Sal 38.4) pero trabajado y agobiado por esta carga, vengo a Cristo, quien me ha prometido
que en él hallaré descanso para mi alma. (Mat 11.28)

Ojalá que conociendo la aflicción de mi propio corazón (1Re 8.38) pueda yo mirar a aquel al
cual traspasaron, y llorar y afligirme por él como quien se aflige por el primogénito. (Zac 12.10) Que
pueda entristecerme según Dios, con esa tristeza que produce arrepentimiento para salvación, de la
cual no hay que arrepentirse; (2Co 7.10) y que me acuerde y me avergüence, y nunca más abra la
boca, a causa de mi vergüenza, cuando hayas perdonado todo lo que hice. (Eze 16.63)

¡Ojalá pueda hacer frutos dignos de arrepentimiento! (Mat 3.8) Y que nunca vuelva a la
locura; (Sal 85.8) porque ¿qué más tendré ya con los ídolos? (Ose 14.8) Porque el pecado no se
enseñoreará de mí, pues no estoy bajo la ley, sino bajo la gracia. (Rom 6.14)

He andado errante como oveja extraviada; busca a tu siervo, porque no me he olvidado de tus
mandamientos. (Sal 119.176)

33
Capítulo 3

PETICIÓN

34
Introducción a la Petición
De la Tercera Parte de la Oración, que es Petición y Súplica para Recibir las Cosas
Buenas de las Cuales Tengo Necesidad
Habiendo abierto las heridas del pecado, tanto su culpa y su poder como lo que permanece en mí, debo a
continuación ir en busca de Dios por remedio, sanidad y ayuda, porque sólo de Él se deben esperar y por esta
razón Él será buscado por mí. (Eze 36.37) Y ahora debo conmover mi corazón con un sentido profundo de la
necesidad que tengo de las misericordias por las que oro, porque estoy incompleto, incompleto para siempre sin
ellas; y hacerlo teniéndolas en alta estima y valoración, pues soy feliz y completo para siempre si las
obtengo; para que, como Jacob, luche con Él en oración, como por mi vida y la vida de mi alma. Pero no debo
en mis oraciones tener la intención de decirle lo que tiene que hacer ni moverlo con mi inoportunidad. Él me
conoce mejor de lo que yo me conozco y sabe lo que hará. (Jua 6.6) Pero de esta manera abro mis necesidades y
deseos, remitiéndome luego a su sabiduría y bondad; dándole a Él, por este medio, honor como mi Protector y
Benefactor y tomando el camino que Él mismo ha señalado para recibir su misericordia. Por fe imploro su
promesa, y si soy sincero en ésta, estoy, por su gracia, calificado de acuerdo al nuevo pacto para recibir sus
favores, debiendo estar seguro de que los recibo y los recibiré. (Mar 11.24)

Y ahora, Señor, ¿a quién esperaré? Verdaderamente mi esperanza está en ti. Líbrame de todas
mis transgresiones. No me pongas por escarnio del necio. (Sal 39.7-8)

Señor, todos mis anhelos están delante de ti y mis suspiros no te son ocultos; (Sal 38.9) aun los
suspiros y los gemidos que son demasiado profundos para las palabras; porque el que escudriña el
corazón conoce la mente del Espíritu. (Rom 8.26-27)

No creo que seré escuchado por mis muchas palabras, porque mi Padre sabe lo que necesito
antes de que se lo pida; (Mat 6.7-8) pero mi Maestro me ha dicho que cualquier cosa que yo le pida al
Padre en su nombre, él me lo dará. Y él ha dicho: “pedid, y recibiréis, para que vuestro gozo sea
cumplido.” (Jua 16.23-24)

Y esta es la confianza que tengo en Él, que si le pido algo de acuerdo a su voluntad, Él me
escucha. Y si yo sé que Él me escucha en lo que le pido, sé que tengo las peticiones que le he hecho.
(1Ju 5.14-15)

Ora Sinceramente por el Perdón de tus Pecados

1. Debo orar sinceramente por el perdón de todos mis pecados.


Señor, vengo a ti como el pobre cobrador de impuestos que permaneció lejos y ni siquiera
levantó sus ojos al cielo, pero golpeó su pecho; y oro su oración: “Dios, sé propicio a mí, pecador”:
(Luc 18.13) Que el Dios de la infinita misericordia sea misericordioso conmigo.

Oh lávame más y más de mi iniquidad y límpiame de mi pecado, porque yo reconozco mis


rebeliones y mi pecado está siempre delante de mí; (Sal 51.2-3) purifícame con hisopo, y seré limpio;
lávame y seré más blanco que la nieve; (Sal 51.7) esconde tu rostro de mis pecados y borra todas mis
maldades. (Sal 51.9)

35
Ten misericordia de mis iniquidades y no recuerdes más mis pecados. (Heb 8.12) Oh perdona
mi gran deuda. (Mat 18.32)

Justifícame gratuitamente por tu gracia a través de la redención que es en Jesús, (Rom 3.24) de
todo aquello de lo que no puedo ser justificado por la ley de Moisés. (Hec 13.39)

Oh no dejes que mi iniquidad sea mi ruina; (Eze 18.30) que el Señor quite mi pecado para que
no muera, (2Sa 12.13) no muera eternamente, para que no sufra daño de la segunda muerte. (Apo
2.11)

Deshaz mis transgresiones como una nube y mis pecados como la niebla; porque regreso a ti,
porque me has redimido. (Isa 44.22)

No entres en juicio con tu siervo, oh Señor, porque ningún ser humano se justificará delante de
ti. (Sal 143.2)

Quita toda iniquidad, acepta lo que es bueno, sana mi apostasía y ámame libremente; aleja tu
enojo de mí, porque en ti el huérfano encuentra misericordia. (Ose 14.2-4)

Aunque mis pecados han sido como la grana, haz que sean blancos como la nieve; y aunque
han sido rojos como el carmesí, haz que sean como la lana; para que queriendo y oyendo, pueda
comer de lo bueno de la tierra. (Isa 1.18-19)

Diré a Dios: “No me condenes, (Job 10.2) sino líbrame de caer en el sepulcro, porque tú has
provisto el rescate.” (Job 33.24)

Ruega a Dios Acogiéndote a su Bondad y Disposición para Perdonar el Pecado

I. Para motivar mi fe y encender mi fervor en esta petición de perdón por el pecado, puedo, ante
Dios, aludir a la infinita bondad de su naturaleza, su disposición para perdonar el pecado y su
glorificación a través de ello.

Tú, Señor, eres bueno y perdonador, y grande en misericordia para con todos los que te
invocan. (Sal 86.5) Eres un Dios misericordioso y lleno de gracia, lento para la ira y grande en
misericordia y fidelidad. (Sal 86.15)

Eres un Dios listo para perdonar, misericordioso, lento para la ira y grande en misericordia,
(Neh 9.17) que no contiendes para siempre ni para siempre guardas el enojo. (Sal 103.9)

Tú, tú eres el que quita mis transgresiones por amor de ti mismo y no te acordarás de los
pecados que te vengo a recordar, declarar y por los cuales te vengo a implorar, para ser justificado.
(Isa 43.25-26)

Y ahora, por favor, haz que el poder del Señor sea grande como lo prometiste, diciendo: “El
Señor es tardo para la ira y grande en misericordia, perdonador de la iniquidad y la rebelión.”

36
Perdona, te lo ruego, la iniquidad de tu pueblo, de acuerdo a la grandeza de tu misericordia, tal como
nos has perdonado aun hasta aquí. (Num 14.17-19)

Porque ¿qué Dios es como tú que perdonas la iniquidad y pasas por alto la transgresión del
remanente de tu heredad? No retienes tu enojo para siempre porque te deleitas en misericordia. Oh ten
compasión de mí y sepulta mis iniquidades y echa mis pecados en lo profundo del mar. (Miq 7.18-19)

Ruega a Dios Acogiéndote al Mérito y la Justicia de Jesucristo

II. El mérito y la justicia de mi Señor Jesucristo, en lo que me apoyo como mi principal argumento
en mi petición de perdón de pecado.

Yo sé que así como eres lleno de gracia y misericordia, eres un Dios justo que ama las obras de
justicia (Sal 11.7) y que de ninguna manera tendrá por justo al culpable. (Exo 34.7) No puedo decir:
“Ten paciencia conmigo y te voy a pagar todo,” (Mat 18.26) porque no estoy limpio y todas mis obras
de justicia son como trapos de inmundicia. (Isa 64.6) Pero Jesucristo llegó a ser para mí la justicia
que viene de Dios, (1Co 1.30) haciéndose pecado, a pesar de que él no conocía el pecado, para que en
él yo pudiese llegar a ser justicia de Dios. (2Co 5.21)

He pecado pero tengo un abogado delante del Padre, Jesucristo el justo, que es la propiciación
por mis pecados, y no sólo los míos, sino los de todo el mundo. (1Ju 2.1-2)

Dios es el que justifica; ¿quién es el que condena? Jesucristo es el que murió –y más que eso, el
que resucitó–, el que está a la diestra de Dios, el que está intercediendo verdaderamente por mí, (Rom
8.33-34) y cuya sangre habla mejor que la sangre de Abel. (Heb 12.24)

Deseo contar todo como pérdida por amor de Cristo y como basura para que yo pueda ganar a
Cristo y ser hallado en él, no teniendo ninguna justicia por mí mismo sino la que viene a través de la fe
en Jesucristo. (Fil 3.7-9)

Este es el nombre por el cual yo, junto a tu pueblo, lo llamaremos: EL SEÑOR ES NUESTRA
JUSTICIA. (Jer 23.6) En él, Señor, yo creo; ayuda a mi incredulidad. (Mar 9.24)

Recuerda, oh SEÑOR, a David, y todas las aflicciones que sufrió; (Sal 132.1) al Hijo de David,
recuerda todas sus ofrendas y mira con agrado sus holocaustos; (Sal 20.3) y no rechaces a tu
Ungido, (2Cr 6.42) el que por su propia sangre ha entrado en el mismo cielo, y va a presentarse
delante de Dios por mí. (Heb 9.24)

¿No has puesto tú mismo a tu Hijo, Jesucristo, como propiciación por su sangre, para ser
recibido por fe; para mostrar la justicia de Dios por la remisión de pecados, para mostrar tu justicia
en el tiempo presente, para que tú pudieses ser el justo y el que justifica al que tiene fe en Jesús? (Rom
3.25-26) Y ahora recibo reconciliación. (Rom 5.11)

Ruega a Dios Acogiéndote a sus Promesas de Perdón

37
III. Las promesas que Dios ha hecho en su palabra de perdonar y absolver a todos los que realmente
se arrepienten y creen sin fingimiento su santo evangelio.

Señor, ¿no es esta la palabra que has hablado, que si el malvado deja sus caminos y el injusto
sus pensamientos y vuelven al SEÑOR, mi Dios, que tú los perdonarás abundantemente, (Isa 55.7) y
multiplicarás el perdón?

A ti, el Señor mi Dios, pertenecen la misericordia y el perdón, porque yo me he rebelado contra


ti. (Dan 9.9)

¿No es éste el pacto que has hecho con la casa de Israel, que borrarás sus pecados, (Rom
11.27) que perdonarás su iniquidad y no recordarás más su pecado, (Jer 31.34) que buscarán
iniquidad en Israel y no hallarán nada, y pecado en Judá, y no será encontrado? (Jer 50.20)

¿No has dicho que si el malvado se vuelve de todos sus pecados que ha cometido y guarda tus
estatutos, vivirá y no morirá, y todas sus transgresiones no serán recordadas en su contra? (Eze 33.15-
16)

¿No has ordenado que el arrepentimiento y el perdón de los pecados sean proclamados en el
nombre de Jesús a todas las naciones? (Luc 24.47)

¿No has prometido que cuando los pecados de Israel fuesen puestos sobre el chivo expiatorio,
serían enviados al desierto, a un lugar remoto? (Lev 16.22) Y tal como el oriente está lejos del
occidente, quitarás mis transgresiones de mí. (Sal 103.12)

Oh recuérdale estas palabras a tu siervo, en las cuales ha puesto su esperanza. (Sal 119.49)

Ruega a Dios Exponiendo tu Miseria a Causa del Pecado y

Acogiéndote a la Bendita Condición de los Pecadores Perdonados

IV. Mi propia miseria y peligro a causa del pecado.

Por amor de tu nombre, oh SEÑOR, perdona mi culpa porque es grande; (Sal 25.11) porque
me han rodeado males sin número; mis iniquidades me han alcanzado y no puedo ver. ¡Complácete, oh
SEÑOR, en librarme! ¡Oh SEÑOR, date prisa para ayudarme! (Sal 40.12-13)

Oh no recuerdes contra mí mis iniquidades pasadas; que tu compasión venga pronto a mi


encuentro, porque he sido muy abatido. ¡Ayúdame, oh Dios de mi salvación, por la gloria de tu
nombre, líbrame y redime mis pecados por amor de tu nombre! (Sal 79.8-9)

No recuerdes los pecados de mi juventud ni mis trasgresiones; recuérdame de acuerdo a tu


misericordia, ¡por amor de tu bondad, SEÑOR! (Sal 25.7)

V. La condición bendita en la que están aquellos cuyos pecados han sido perdonados.

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Oh déjame tener la bendición de aquellos cuyas transgresiones son perdonadas y cuyos
pecados son cubiertos; la bendición del hombre a quien el SEÑOR no tiene en cuenta su iniquidad y en
cuyo espíritu no hay engaño. (Sal 32.1-2)

Oh déjame tener redención a través de la sangre de Cristo, y aun el perdón de mis ofensas, de
acuerdo con las riquezas de la gracia que has derramado sobre mí, en toda sabiduría e
inteligencia. (Efe 1.7-8) Que, estando en Cristo Jesús, no haya condenación para mí; (Rom 8.1) que
mis pecados, que son muchos, sean perdonados para pueda irme en paz. (Luc 7.47) Y ningún habitante
dirá: “Estoy enfermo,” si al pueblo en el que moras le ha sido perdonada su iniquidad. (Isa 33.24)

Ora Pidiendo Reconciliación con Dios para que Puedas Conocer su Paz

2. Asimismo debo orar para reconciliarme con Dios, para que pueda obtener su favor y bendición y
su misericordiosa aceptación.

I. Que pueda estar en paz con Dios y que su ira se aparte de mí.

Siendo justificado por la fe, permíteme tener paz con Dios a través de mi Señor Jesucristo, y a
través de él permíteme tener acceso a esa gracia en la que se yerguen los creyentes y a regocijarme
con la esperanza de Gloria. (Rom 5.1-2)

No me seas por espanto, porque tú eres mi refugio en el día malo. (Jer 17.17)

Permíteme en Cristo Jesús, a mí, que en otro tiempo estuve lejos, ser hecho cercano por la
sangre de Cristo; porque él mismo es la paz de su pueblo, y el que derribó la pared intermedia de
separación, para poder reconciliarnos con Dios a través de su cruz, matando así la enemistad y de ese
modo haciendo la paz. A través de él, por lo tanto, permite que yo, que me hice extranjero y
advenedizo, llegue a ser conciudadano de los santos y miembro de la familia de Dios. (Efe 2.13-19)

No hay enojo en ti: ¿quién pondrá espinos y cardos contra ti en la batalla? Tú los hollarías; sí,
los quemarías a una; pero me has animado a aferrarme a tu fortaleza, para hacer paz contigo, y has
prometido que conmigo harás la paz. (Isa 27.4-5) Oh permíteme, por tanto, concordar contigo y estar
en paz, para que así me venga el bien. (Job 22.21)

Sáname, y seré sano; sálvame, y seré salvo, porque tú eres mi alabanza. (Jer 17.14) No te
enojes conmigo para siempre sino dame vida otra vez para que me regocije en ti. Muéstrame tu
misericordia, Oh SEÑOR, y concédeme tu salvación. (Sal 85.5-7)

Ora Pidiendo Reconciliación con Dios

Para que Puedas Gozar del Pacto con Él y Conocer su Favor

II. Que yo pueda entrar en pacto con Dios y ser admitido en una relación con Él.

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Sé mi Dios y hazme parte de tu pueblo; (Heb 8.10) haz que me ofrezca libremente en el día de
tu poder. (Sal 110.3)

A pesar de que ya no soy digno de ser llamado tu hijo (Luc 15.19) –porque ¿cómo podrías
ponerme a mí, que he sido rebelde, entre tus hijos y darme la tierra deseable?–, tú has dicho que te
llame “Padre mío” y no deje de seguirte. (Jer 3.19) Por lo tanto, ¿no te llamaré desde ahora: “Mi
Padre, tú eres el amigo de mi juventud?” (Jer 3.4)

Señor, me aferro a tu pacto, (Isa 56.4) me uno a ti en un pacto eterno; (Jer 50.5) ojalá me
hicieras pasar bajo la vara y me hicieras entrar en los vínculos del pacto, (Eze 20.37) para que llegara
a ser tuyo. (Eze 16.8)

Haz conmigo un pacto eterno, las misericordias firmes a David. (Isa 55.3)

III. Que yo pueda tener el favor de Dios y un interés en su amor especial.

Suplico tu favor, oh Dios, con todo mi corazón; ten gracia para conmigo de acuerdo a tu
promesa, (Sal 119.58) porque en tu favor está la vida; (Sal 30.5) sí, tu misericordia es mejor que la
vida misma. (Sal 63.3)

SEÑOR, que tu rostro brille sobre mí y me concedas tu gracia; SEÑOR, haz resplandecer tu
rostro sobre mí y dame paz. (Num 6.25-26)

Recuérdame, oh SEÑOR, con el favor que muestras a tu pueblo. Oh ayúdame con tu salvación
para que yo vea la prosperidad de tus escogidos y me regocije en la alegría de tu nación y me gloríe
con tu herencia. (Sal 106.4-5)

Ora Pidiendo Reconciliación con Dios

Para que Puedas Tener su Bendición y Presencia Continua

IV. Que pueda tener la bendición de Dios.

Oh Dios, concédeme tu gracia y bendíceme y haz que tu rostro brille sobre mí; (Sal 67.1) sí,
Dios, mi Dios, dame tus bendiciones. (Sal 67.6)

El SEÑOR, que ha hecho los cielos y la tierra, me bendice desde Sion; (Sal 134.3) bendíceme
con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo Jesús. (Efe 1.3)

¡Oh bendíceme en verdad! (1Cr 4.10) Envía la bendición sobre mí, y aun la vida eterna; (Sal
133.3) porque tú bendices, oh SEÑOR, y lo que bendices será bendito. (1Cr 17.27)

Que yo reciba la bendición del SEÑOR, y la justicia del Dios de mi salvación. (Sal 24.5)

¿Tienes una sola bendición? En verdad, ¡tienes muchas bendiciones! Bendíceme también a mí,
oh Padre, (Gen 27.38) sí, que las bendiciones de Abraham vengan a mí, las que vienen a los gentiles a

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través de la fe; (Gal 3.14) y la bendición de Jacob, porque no dejaré que te vayas si no me bendices.
(Gen 32.26)

V. Que pueda tener la presencia de Dios junto a mí.

Si tu presencia no va conmigo, no me saques de aquí; (Exo 33.15) nunca me dejes ni me


abandones. (Heb 13.5)

Oh no me quites de tu presencia ni quites el Espíritu Santo de mí, (Sal 51.11) sino déjame
permanecer siempre con los rectos en tu presencia. (Sal 140.13)

Ora Pidiendo una Sensación de Seguridad

3. Debo orar por el reconfortante sentido de mi reconciliación con Dios y mi aceptación ante Él.

I. Que pueda tener alguna evidencia del perdón de mis pecados y de mi adopción.

Oh hazme oír gozo y alegría; que se recreen los huesos que el pecado ha abatido. (Sal 51.8)

Di a cada uno de tus hijos: “Aliéntate, hijo mío, hija mía; tus pecados son perdonados.” (Mat
9.2)

Que la sangre de Cristo, quien a través del eterno Espíritu se ofreció a sí mismo sin falta ante
Dios, purifique mi conciencia de obras muertas para servirte a ti, el Dios vivo. (Heb 9.14)

Que tu Espíritu testifique a mi espíritu que soy hijo de Dios, y si soy hijo, entonces soy
heredero, heredero de Dios y coheredero con Cristo. (Rom 8.16-17)

Di a nuestra alma: “Yo soy tu salvación.” (Sal 35.3)

Ora Pidiendo una Paz de Conciencia Sólidamente Fundada

II. Que yo pueda tener una bien fundada paz de conciencia; una santa seguridad y serenidad
mental que surja de un sentido de mi justificación delante de Dios y una buena obra forjada en
mí.

Que el Señor de la paz misma me dé paz, toda la paz, en todo tiempo y de todas las maneras:
(2Te 3.16) Esa paz que Jesucristo ha dejado a su pueblo, y que me la da a mí; esa paz que el mundo no
puede dar ni puede quitar; una paz tal que mi corazón no se turbe ni tenga miedo. (Jua 14.27)

Que el efecto de la justicia en mi alma sea la paz y que el resultado de la justicia, la quietud y
la confianza duren para siempre. (Isa 32.17)

Habla paz a tu pueblo, a tus santos y que ellos no se vuelvan a la locura. (Sal 85.8)

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Oh produce el fruto de mis labios: “Paz, paz al que está lejos y al cercano,” y restaura el
consuelo a los enlutados. (Isa 57.18-19)

Donde estén los hijos de paz, que tu paz los encuentre y repose sobre ellos. (Luc 10.6)

Déjame oír de tu misericordia y gustar de tu bondad porque en ti confío. (Sal 143.8)

Que la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guarde mi corazón y mi mente en
Cristo; (Fil 4.7) y que esa paz, a la cual he sido llamado, gobierne mi corazón. (Col 3.15)

Que el Dios de esperanza me llene de todo gozo y paz en el creer, para que por el poder del
Espíritu Santo yo pueda abundar en esperanza. (Rom 15.13)

Ora Pidiendo la Gracia de Dios para Ser Fuerte Contra Todo lo Malo

4. Debo orar por la gracia de Dios y todas las benévolas y poderosas influencias y operaciones de esa
gracia.

Me acerco al trono de la gracia para poder recibir no sólo misericordia para perdonar sino
gracia para ayudar en todo tiempo de necesidad; (Heb 4.16) gracia para el oportuno socorro.

De la riqueza que es en Jesucristo (en quien toda la plenitud de Dios quiso habitar), (Col 1.19)
déjame recibir gracia sobre gracia. (Jua 1.16)

I. Debo orar pidiendo gracia para fortalecerme contra todo mal pensamiento, palabra y obra.
Habiendo buscado con sinceridad la remoción de la culpa del pecado, para no morir por ella
como por un crimen, debo buscar con no menos sinceridad que sea roto el poder del pecado,
para que éste no me mate como una enfermedad, sino que sea mortificado en mí.

Oh no dejes que el pecado tenga dominio sobre mí porque no estoy bajo la ley sino bajo la
gracia. (Rom 6.14)

Que la carne sea crucificada en mí con sus pasiones y deseos, (Gal 5.24) para que caminando
en el Espíritu, no gratifique los deseos de ella. (Gal 5.16)

Que mi viejo yo sea crucificado con Cristo para que el cuerpo del pecado sea destruido y yo no
sea más esclavo del pecado. (Rom 6.6) Y que el pecado no reine en mi cuerpo mortal (en mi alma
inmortal) para hacerme obedecer sus pasiones, (Rom 6.12) sino que, al haber sido liberado del
pecado, pueda llegar a ser esclavo de la justicia. (Rom 6.18)

Que la ley del Espíritu de vida me haga libre en Cristo de las obras del pecado y de la muerte.
(Rom 8.2)

Dame gracia para despojarme de mi viejo yo, que es corrupto a través de sus deseos
engañosos, (Efe 4.22) y revestirme del nuevo yo, creado a la imagen de Dios en verdadera justicia y
santidad. (Efe 4.24)

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Que el mundo me sea crucificado a mí y yo al mundo por la cruz de Cristo. (Gal 6.14)

Ora Pidiendo la Gracia de Dios para Ser Fuerte Contra las Tentaciones de Satanás

- Y que las tentaciones de Satanás no me venzan.

Oro para no entrar en tentación; (Mat 26.41) aunque no me sobrevendrá ninguna tentación
que no sea humana. Y que el Dios fiel no permita que yo sea tentado más allá de lo que puedo
soportar, sino que con la tentación me provea también una vía de escape. (1Co 10.13)

Ponme toda la armadura de Dios, para que pueda estar firme frente a las asechanzas del
diablo, (Efe 6.11) para resistir en el día malo y, habiendo hecho eso, permanecer firme; ajusta en mí el
cinturón de la verdad, ponme la coraza de justicia y, como calzado de mis pies, ponme la disposición
dada por el evangelio de la paz. Dame el escudo de la fe con el cual pueda extinguir los dardos de
fuego del maligno, y el casco de la salvación; y que la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios,
esté siempre lista para mí. (Efe 6.13-17)

Capacítame para resistir al diablo, para que él huya de mí; (San 4.7) para resistirlo estando
firme en la fe. (1Pe 5.9) Y que el Dios de paz aplaste pronto a Satanás bajo los pies de tu pueblo. (Rom
16.20)

Ora Pidiendo que la Gracia de Dios te Equipe para

Todo lo Bueno y Engendre y Sustente Nueva Vida

II. Debo pedir gracia con el fin de equiparme para todo buen pensamiento, palabra y obra, para
que no sólo sea guardado del pecado, sino que en todo sea como debo ser y haga todo lo que
debo hacer.

Que Cristo no sólo me sea hecho justicia por Dios, sino también mi sabiduría, santificación y
redención. (1Co 1.30)

Que pueda ser sepultado juntamente con Cristo en su muerte y su resurrección, para que así
como él fue levantado de los muertos para gloria del Padre, también yo pueda caminar en vida nueva.
(Rom 6.4)

A. Que la obra de la gracia sea llevada a cabo donde aún no ha comenzado.

Señor, enseña a los transgresores tus caminos y que los pecadores vuelvan a ti; (Sal 51.13) que
los desobedientes vuelvan a la prudencia de los justos y preparen al Señor un pueblo bien dispuesto.
(Luc 1.17)

Que despierten los que están muertos en delitos y pecados: (Efe 2.1)

Diles: “¡Vivan!” Sí, diles: “¡Vivan!” (Eze 16.6) Y será el tiempo del amor. (Eze 16.8)

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Abre sus ojos y tráelos a la luz, del poder de Satanás a Dios, para que puedan recibir perdón
de pecados y un lugar entre los santificados. (Hec 26.18)

Por la sangre del pacto, libera a los prisioneros de la cisterna sin agua, para que puedan
volver a la fortaleza como prisioneros de esperanza. (Zac 9.11-12)

Que la palabra de Dios prevalezca destruyendo fortalezas y argumentos y cualquier opinión


altiva que se levante contra el conocimiento de Dios, y que todo pensamiento sea llevado cautivo para
obedecer a Cristo. (2Co 10.4-5)

B. Que, donde haya comenzado, pueda continuar y ser al fin perfeccionada, y que el fundamento
bien establecido sea felizmente construido sobre ella.

Cumple en mí todo propósito para toda buena obra de fe por tu poder. (2Te 1.11)

Que el Dios que comenzó en mí la buena obra la complete en el día de Jesucristo. (Fil 1.6)

Cumple, oh Dios, tu propósito en mí; tu misericordia, oh Señor, es para siempre: no


desampares la obra de tus manos. (Sal 138.8)

Señor, que tu gracia sea suficiente para mí y que tu poder me haga perfecto en la debilidad,
que donde soy débil pueda ser fuerte, (2Co 12.9-10) fuerte en el Señor y en la fuerza de su poder. (Efe
6.10)

Ora Pidiendo Gracia para Instruirte en las Cosas de Dios

III. De manera más particular, debo orar pidiendo gracia:

A. Para aprender y ser instruido, preparado e inteligente en las cosas de Dios.

Dámela de tal manera que ore pidiendo visión y alce mi voz en busca de entendimiento, para
que lo busque como a la plata y lo escudriñe como tesoro escondido, para que pueda entender el temor
del SEÑOR y hallar el conocimiento de Dios. (Pro 2.3-5)

Que todo el pueblo pueda conocerte, del más pequeño al más grande, (Heb 8.11) para seguir
haciéndolo, (Ose 6.3) y así conocerte, único y verdadero Dios, y a Jesucristo, a quien has enviado para
que nos sea vida eterna. (Jua 17.3)

Dame un espíritu de sabiduría y revelación en el conocimiento de Cristo, para que teniendo


iluminados los ojos de mi corazón, pueda conocer la esperanza a la que él me ha llamado y cuáles son
las riquezas de la gloriosa herencia de los santos; para que pueda experimentar la inconmensurable
grandeza de su poder hacia aquellos que creen, de acuerdo a la obra de su gran fuerza. (Efe 1.17-19)

Abre mis ojos para que pueda ver las maravillas de tu ley y tu evangelio. (Sal 119.18)

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Dame certeza con respecto a las cosas que me han enseñado; (Luc 1.4) y que mi conocimiento
crezca para alcanzar todas las riquezas de la total seguridad del entendimiento y del conocimiento del
misterio de Dios, que es en Cristo. (Col 2.2) Trata a tu siervo de acuerdo a tu misericordia y enséñame
tus estatutos. Yo soy tu siervo; ¡dame entendimiento para que pueda conocer tus testimonios! (Sal
119.124-125) ¡Déjame clamar delante de ti, oh SEÑOR; dame entendimiento de acuerdo a tu
palabra, (Sal 119.169) ese buen entendimiento que tienen los que cumplen tus mandamientos, cuyas
alabanzas son para siempre! (Sal 111.10)

Ora Pidiendo Gracia para Mantenerte en el Camino de la Verdad

B. Para que Dios me guíe a la verdad y me guarde en el camino de la verdad; y si de alguna


manera caigo en el error, que rectifique mi equivocación.

Que el Espíritu de la verdad me guíe a toda verdad, (Job 16.13) y me haga entender en qué he
errado. (Job 6.24)

Enséñame lo que no veo, (Job 34.32) y capacítame para probar todo y retener lo bueno. (1Te
5.21)

Señor, que yo no sea como un niño que es llevado de un lado al otro por cualquier viento de
doctrina, por astucias; sino que hable la verdad en amor para que pueda crecer en todo aspecto en
Cristo que es la cabeza. (Efe 4.14-15)

Señor, permite que yo haga tu voluntad, para que pueda saber si la enseñanza es de Dios; (Jua
7.17) para así conocer la verdad, y que la verdad me haga libre, (Jua 8.32) libre de verdad. (Jua 8.36)

Capacítame, te pido, para seguir el patrón de las sanas palabras que he oído en la fe y el amor
que son en Cristo Jesús, (2Ti 1.13) y para continuar en lo que he aprendido y firmemente creído. (2Ti
3.14)

Ora Pidiendo Gracia para Traer la Verdad de Dios a tu Memoria

C. Para ayudar a mi memoria, a fin de que las verdades de Dios estén a mi disposición cada vez
que tenga ocasión de usarlas.

Señor, que tu Espíritu me enseñe todas las cosas y traiga a mi memoria todo lo que me has
enseñado; (Jua 14.26) que la palabra de Cristo habite ricamente en mí en toda sabiduría y
entendimiento espiritual. (Col 3.16)

Señor, concédeme que pueda prestar mucha más atención a lo que he escuchado, para que no
me aparte de ello, (Heb 2.1) y para que pueda aferrarme a lo que me han predicado a fin de que no
crea en vano. (1Co 15.2)

Señor, hazme preparado y competente en las Escrituras. (Hec 18.24) Que sea competente y
equipado para toda buena obra, (2Ti 3.17) y estando bien ejercitado para el reino de los cielos, pueda,
como el padre de familia, sacar de mi tesoro cosas nuevas y cosas viejas. (Mat 13.52)

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Ora Pidiendo Gracia para Dirigir tu Conciencia y Hacerte Sabio

D. Para que dirija mi conciencia, me muestre el camino de mi deber y me haga un cristiano sabio,
conocedor y sensato.

Señor, dame una mente sabia y entendida, (1Re 3.9) esa sabiduría que ayuda a tener éxito en
cualquier situación, (Ecl 10.10) esa sabiduría del prudente, que saber discernir su camino. (Pro 14.8)

Oro por esto: que mi amor abunde más y más en conocimiento y todo discernimiento, para que
pueda discernir las cosas en las que hay discrepancia y pueda aprobar lo que es excelente, para que
pueda ser puro y sin mancha para el día de Cristo, lleno del fruto de justicia que viene a través de
Jesucristo para la gloria y la alabanza de Dios. (Fil 1.9-11)

Oh que pueda ser lleno del conocimiento de tu voluntad en toda sabiduría y todo conocimiento
espiritual, para que camine de una manera digna del Señor, agradándolo en todo, llevando fruto en
toda buena obra y aumentando en el conocimiento de Dios. (Col 1.9-10)

Enséñame tu camino, oh Dios, y guíame por la senda de la verdad a causa de los que me
observan. (Sal 27.11)

Cuando no sé qué hacer, mis ojos se dirigen a ti; (2Cr 20.12) permíteme entonces oír al Señor
detrás de mí, diciendo: “éste es el camino, ve por él,” cuando eche a la mano derecha, o tuerza a la
mano izquierda. (Isa 30.21)

Ordena mis pasos de acuerdo a tu promesa y no dejes que la iniquidad tenga dominio sobre mí.
(Sal 119.133)

Ora Pidiendo Gracia para Santificar tu Naturaleza

E. Para santificar mi naturaleza, sembrar en mí todos los principios y las disposiciones santas, e
incrementar toda gracia en mí.

Ahora, que el Dios de la paz misma me santifique completamente, y que todo mi espíritu, alma
y cuerpo sean guardados sin falta para la venida de mi Señor Jesucristo. El que me llama es fiel y
seguramente lo hará. (1Ts 5.23-24)

Crea en mí un corazón limpio, oh Dios, y renueva un espíritu recto dentro de mí. No me eches
de tu presencia ni quites de mí tu Santo Espíritu. Restaura en mí el gozo de tu salvación y susténtame
con un espíritu dispuesto. (Sal 51.10-12)

Escribe tu ley en mi corazón y ponla dentro de mí, (Jer 31.33) para que yo pueda ser una carta
de Cristo, escrita por el Espíritu del Dios vivo, no en la tabla de piedra de mi corazón humano; (2Co
3.3) para que la ley de mi Dios que está en mi corazón no permita que mis pies resbalen; (Sal 37.31) y
para que pueda deleitarme en hacer tu voluntad, oh Dios, (Sal 40.8) para que me pueda deleitar en la
ley de Dios en mi ser interior. (Rom 7.22)

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Ojalá pueda llegar a ser obediente de corazón al modelo de enseñanza con el cual deseo
comprometerme; (Rom 6.17) y que, como en un molde, toda mi alma sea fermentada por ella; (Mat
13.33) y que yo no me conforme a este mundo, sino que sea transformado por la renovación de mi
mente; (Rom 12.2) que no me conforme a las pasiones de mi antigua ignorancia, sino que como un hijo
obediente, pueda ser santo en toda mi conducta, así como el que me llamó es santo. (1Pe 1.14-15)

Ora Pidiendo Fe

F. Debo orar pidiendo fe

Señor, concédeme el poder creer; (Fil 1.29) porque la fe por la cual soy salvo no es obra mía,
sino que es un don de Dios. (Efe 2.8)

Señor, aumenta mi fe (Luc 17.5) y suple lo que en ella falta, (1Te 3.10) para que pueda crecer
firme en la fe dando gloria a Dios. (Rom 4.20)

Señor, que yo pueda estar crucificado con Cristo, para que la vida que ahora vivo en la carne,
la pueda vivir en la fe del Hijo de Dios, que me amó y se dio a sí mismo por mí; (Gal 2.20) y pueda
llevar en mí continuamente la muerte de Jesús, para que también pueda manifestarse la vida de Jesús
en mi cuerpo mortal. (2Co 4.10)

Que de la misma manera que he recibido a Cristo, me permitas andar en él y crecer en él y


establecerme en la fe, tal como fui enseñado, abundando en acción de gracias. (Col 2.6-7)

Que toda tu palabra me beneficie, estando unidos por fe, (Heb 4.2) esa fe por la cual recibo tu
testimonio y sello la verdad de que Dios es verdadero. (Jua 3.33)

Te ruego que obres en mí esa fe que es la seguridad de las cosas que esperamos y la convicción
de las cosas que no vemos, (Heb 11.1) por la cual yo pueda ver por encima de las cosas que se ven,
aquellas que son temporales, y pueda ver las que no se ven, las que son eternas. (2Co 4.18)

Dame la fe para poner al SEÑOR siempre delante de mí (Sal 16.8) y para poder fijar mis ojos
en Él, (Sal 25.15) para que pueda hacer todo como viendo al invisible, puesta la mirada en la
recompensa. (Heb 11.26-27)

Que mi corazón sea limpio por la fe, (Hec 15.9) y que sea mi victoria para vencer al
mundo; (1Ju 5.4) y que me guarde de desmayar al creer que veré la bondad del SEÑOR en la tierra de
los vivos. (Sal 27.13)

Ora para que el Temor y el Amor de Dios se Arraiguen en Ti

G. Debo orar pidiendo el temor del Dios.

Señor, haz que tenga temor de ti, porque ése es el principio de la sabiduría, (Sal 111.10) que es
la instrucción en la sabiduría, (Pro 15.33) y es una fuente de vida, para poder apartarse de las
trampas de la muerte. (Pro 14.27)

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Afirma mi corazón para que tema tu nombre, (Sal 86.11) para que yo pueda guardar tus
mandamientos, que es todo el deber del hombre. (Ecl 12.13)

Oh pon el temor de ti en mi corazón para que no me aparte de ti, (Jer 32.40) que sea devoto de
tu temor, (Sal 119.38) y que continúe en el temor del SEÑOR todos los días y todo el día. (Pro 23.17)

H. Debo orar para que el amor de Dios y el de Cristo se arraiguen en mí y que, para llegar a eso,
el amor por el mundo sea desarraigado de mí.

Dame gracia, te ruego, para amarte, Señor mi Dios, con todo mi corazón, toda mi alma, toda
mi mente y toda mi fuerza, que es el primer mandamiento y el más grande; (Mat 22.37-38) para
aferrarme a tu amor (Sal 91.14) y para deleitarme siempre en ti: Allí hallaré los deseos de mi corazón.
(Sal 37.4)

Circuncida mi corazón para amarte, SEÑOR mi Dios, con todo mi corazón y toda mi alma,
para que viva. (Deu 30.6)

Oh que el amor de Dios sea derramado en mi corazón a través de tu Espíritu Santo. (Rom 5.5)

Oh que Jesucristo sea muy precioso para mí, como es para todos los que creen, (1Pe 2.7) para
que seas deseado entre diez miles; (Can 5.10) y que él pueda ser mi amado y mi amigo: (Can 5.16)
Que a pesar de que no lo he visto, aun así pueda amarlo y regocijarme con ese gozo indescriptible y
lleno de tu gloria. (1Pe 1.8)

Que el amor que Cristo siente por mí me controle para vivir, no para mí mismo, sino para
aquel que por mi causa murió y resucitó. (2Co 5.14-15)

Y, Señor, concédeme el poder de no amar al mundo o las cosas del mundo, porque si alguien
ama al mundo, el amor del Padre no está en él; (1Ju 2.15) para que ponga mi mente en las cosas de
arriba y no en las cosas que están en la tierra. (Col 3.2)

Ora Pidiendo una Conciencia Más Sensible y un Amor Forjado por Dios

I. Debo orar para que mi conciencia siempre sea sensible y que pueda vivir una vida de
arrepentimiento.

Señor, remueve el corazón de piedra de mi carne y dame un corazón de carne. (Eze 11.19)

Hazme temer toda clase de mal (1Te 5.22) y tener cuidado de que Satanás no tome ventaja, no
ignorando sus maquinaciones. (2Co 2.11)

Señor, dame la felicidad que tienen los que siempre te temen, (Sal 128.1) para que cuando
piense que estoy firme, no caiga. (1Co 10.12)

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J. Debo orar a Dios para que me dé una actitud de caridad y amor fraternal.

Señor, pon en mí ese amor que nos une en perfecta armonía, (Col 3.14) para que yo pueda
mantener la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz (Efe 4.3) y pueda vivir en el amor de la paz,
para que el amor y la paz de Dios estén conmigo. (2Co 13.11)

Señor, dame amor por mi prójimo como el que tengo por mí mismo, ese amor que completa la
ley, (Rom 13.9-10) para amar a los demás sinceramente con corazón puro, (1Pe 1.22) para que por
eso todos los hombres sepan que soy un discípulo de Cristo. (Jua 13.35)

Y así como tu pueblo es enseñado por Dios a amarse unos a otros, que yo abunde más en el
amor; (1Te 4.9-10) y como tenga la oportunidad, que pueda hacer el bien a todos; (Gal 6.10) y
mientras dependa de mí, que pueda vivir en paz con todos los hombres, (Rom 12.18) siempre buscando
la paz y la edificación mutua. (Rom 14.19)

Señor, dame capacidad para amar a mis enemigos, para amar a los que me maldicen, para
orar por los que me usan con malicia y para hacer lo bueno a los que me odian; (Mat 5.44) llevando
los unos las cargas de los otros y perdonando a los otros, así como Cristo nos ha amado. (Col 3.13)

Ora Pidiendo la Gracia de la Autonegación y la Humildad

K. Debo orar pidiendo la gracia de la auto-negación.

Señor, dame la gracia para negarme a mí mismo, tomar mi cruz diariamente y seguir a Cristo;
(Mat 16.24) para disciplinar mi cuerpo y mantenerlo bajo control. (1Co 9.27)

Señor, guárdame de ser amador de mi propio yo, (2Ti 3.2) de ser sabio en mi propio
engreimiento y de apoyarme en mi propio entendimiento. (Pro 3.5-7)

Señor, que no busque sólo mi propio bien sino también el de mi prójimo. (1Co 10.24)

Y concédeme el poder de no vivir para mí ni morir para mí, sino que, ya sea que muera o que
viva, que yo sea del Señor, y que viva o muera para él. (Rom 14.7-8)

L. Debo orar pidiendo humildad y mansedumbre.

Señor, ayúdame a aprender de Cristo a ser dócil y humilde de corazón, para que pueda hallar
descanso para mi alma; (Mat 11.29) y que pueda tener la misma mente que también tiene Cristo Jesús.
(Fil 2.5)

Señor, aparta el orgullo de mí, (Job 33.17) y revísteme con humildad, (1Pe 5.5) y pon en mí la
belleza imperecedera de un espíritu gentil y apacible, que es precioso a tu vista. (1Pe 3.4-5)

Señor, dame gracia para andar de una manera digna del llamado al que he sido llamado, con
toda humildad y mansedumbre, con paciencia, soportándonos unos a otros con amor. (Efe 4.1-2)

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Que no abrigue ira en mi ser, (Ecl 7.9) ni el sol se ponga sobre mi enojo; (Efe 4.26) sino dame
la capacidad de mostrar una perfecta cortesía hacia la gente, porque yo mismo fui antes necio y
desobediente. (Tit 3.2-3)

Permíteme ser vestido como llega a serlo un hijo escogido de Dios, santo y amado, con un
corazón compasivo, y con bondad, humildad, mansedumbre y paciencia, (Col 3.12) para que siendo
misericordioso, así como mi Padre celestial es misericordioso, (Luc 6.36) pueda ser perfecto como Él
es perfecto. (Mat 5.48)

Ora Pidiendo las Gracias del Contentamiento y la Paciencia

M. Debo orar pidiendo las gracias del contentamiento y la paciencia así como una santa
indiferencia a todo lo sensual y temporal.

Señor, enséñame a tener contentamiento en cualquier situación; que sepa tener poco y tener en
abundancia; y en cualquier circunstancia, que aprenda el secreto de enfrentar la plenitud y el hambre,
la abundancia y la necesidad. (Fil 4.11-12) Y que la piedad con el contentamiento sean una ganancia
para mí, (1Ti 6.6) y que lo poco en el temor del Señor y la calma sean mejores que un gran tesoro
donde hay turbación. (Pro 15.16)

Señor, que mi vida pueda ser libre del amor al dinero y que yo pueda estar contento con lo que
tengo, (Heb 13.5) diciendo: “Que se haga la voluntad del Señor.” (Hec 21.14)

Capacítame dándome paciencia para poseer mi propia alma; (Luc 21.19) y que la constancia
haga siempre todo su efecto para que yo sea perfecto y completo, sin que nada me falte. (San 1.4)

Señor, dame la gracia para llorar como si no llorase y regocijarme como si no me regocijara y
comprar como si no tuviera bienes y tratar con el mundo como si no tuviera trato con él, porque el
tiempo señalado es muy corto y el estado presente de este mundo pasará. (1Co 7.29-31)

Ora Pidiendo la Gracia de la Esperanza

N. Debo orar pidiendo la gracia de la esperanza; una esperanza en Dios y Cristo y una esperanza
de vida eternal.

Que la paciencia produzca carácter en mí, y que el carecer produzca esperanza, una esperanza
tal que no me avergüence. (Rom 5.4-5) Que a través de la paciencia y del aliento de las Escrituras
tenga esperanza (Rom 15.4) y sea salvo por ella. (Rom 8.24)

Que el Dios de Jacob sea mi ayuda, y mi esperanza siempre esté puesta en mi SEÑOR y mi
Dios. (Sal 146.5)

Déjame nacer de nuevo a una nueva esperanza a través de la resurrección de Jesucristo, (1Pe
1.3) y que esa esperanza sea para mí un ancla segura y firme del alma, que penetra hasta dentro del
velo, donde el Precursor entró en mi nombre. (Heb 6.19-20)

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Que tenga a Cristo en mí, la esperanza de gloria, (Col 1.27) y nunca me desvíe de la esperanza
del evangelio; (Col 1.23) dame poder para mostrar sinceridad a fin de tener una plena seguridad de
esperanza hasta el fin. (Heb 6.11)

Ora Pidiendo Gracia para Preservarte del Pecado

O. Debo orar pidiendo gracia para preservarme del pecado, de toda apariencia de pecado y de los
acercamientos a él.

Oro a Dios para que no haga ninguna cosa mala, (2Co 13.7) sino que sea sin culpa e inocente
como hijo de Dios, sin mancha en medio de una generación corrupta y perversa. (Fil 2.15)

Desvía mis ojos de mirar las cosas sin valor y dame vida en tus caminos. (Sal 119.37) ¡Aleja de
mí los caminos falsos y enséñame tu ley con gracia! (Sal 119.29)

No dejes que mi corazón se incline a maldad alguna ni que me ocupe en obras de maldad en
compañía de hombres que obran iniquidad; ¡que no coma de sus delicias! (Sal 141.4)

Oh declárame inocente de faltas ocultas y guarda también a tu siervo de pecados atrevidos;


que no tengan dominio sobre mí sino que esté sin culpa y sea inocente de gran transgresión; (Sal
19.12-13) y concédeme que, por medio de esto, pueda yo resultar inocente delante de ti, guardándome
de la culpa que me pertenece. (Sal 18.23)

Que guarde tu palabra en mi corazón para no pecar contra ti, (Sal 119.11) y que tu gracia sea
siempre suficiente para mí; (2Co 12.9) lista para mí y poderosa en mí y nunca permitas que viva de
acuerdo a la concupiscencia de mi propio corazón ni camine en mi propio consejo. (Jer 7.24)

Dame poder para andar cuidadosamente, no como necio sino como sabio, (Efe 5.15) para que,
con cuidado, no les dé ocasión a los que ansían tener la oportunidad (2Co 11.12) de blasfemar ese
honorable nombre por el cual yo soy llamado, (San 2.7) y que, haciendo el bien, haga callar la
ignorancia de la gente necia, (1Pe 2.15) y que dé honor a la doctrina de Dios mi Salvador en todo. (Tit
2.10)

Ora Pidiendo Gracia para Gobernar tu Lengua

IV. Debo orar pidiendo gracia que me capacite tanto para gobernar bien mi lengua como para usarla
correctamente.

Señor, dame poder para guardar mis caminos a fin de que no peque con mi lengua y que
guarde mi boca como con un bozal; (Sal 39.1) que no me apure a pronunciar palabra. (Ecl 5.2)

Guarda, oh SEÑOR, la puerta de mis labios, (San 141.3) que no tropiece con lo que yo diga.
(San 3.2)

Que mi hablar sea siempre con gracia, sazonado con sal, (Col 4.6) y que siempre me permitas
sacar lo bueno del buen tesoro de mi corazón. (Mat 12.35) Que mi boca emita palabras de sabiduría y

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que mi lengua hable justicia; (Sal 37.30) y no permitas que tus palabras se aparten de la boca de tu
pueblo o de la boca de nuestros hijos o de los hijos de nuestros hijos, desde ahora y para siempre. (Isa
59.21)

Capacítame siempre para abrir mi boca con sabiduría, y que la enseñanza del amor esté en mi
lengua. (Pro 31.26) Ayúdame a conocer lo que es aceptable, (Pro 10.32) que mi lengua sea como plata
refinada y que mis labios alimenten a muchos. (Pro 10.20-21)

Ora Pidiendo Gracia para Dirigirte, Estimularte, Fortalecerte y Asistirte

para que Puedas Andar Sabiamente

V. Debo orar pidiendo gracia que me dirija, me estimule, me fortalezca y me asista en mi deber, en
todo el curso de mi vida.

Que la gracia de Dios, que ha aparecido trayendo salvación para mí y para toda la gente, me
capacite efectivamente para renunciar a toda impiedad y a las pasiones mundanas, para vivir una vida
con dominio propio, justa y piadosa en el presente, esperando la esperanza bendita, la aparición de la
gloria de mi gran Dios y Salvador Jesucristo, quien se dio a sí mismo por su pueblo, para redimirnos
de toda maldad y purificar para sí un pueblo propio, celoso de buenas obras. (Tit 2.11-14)

A. Que yo sea prudente y discreto en mi deber.

Tú has dicho; “Si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos
abundantemente y sin reproche, y le será dada.” (San 1.5) Señor, quiero sabiduría, hazme sabio como
una serpiente e inocente como una paloma; (Mat 10.16) que la sabiduría haga brillar mi rostro (Ecl
8.1) y que para mí sea mejor que las armas de guerra. (Ecl 9.18)

Capacítame para andar en sabiduría hacia los extraños, haciendo el mejor uso del tiempo.
(Col 4.5)

Que pueda ordenar todos mis asuntos con discreción y que me comporte sabiamente, para
ponderar el camino de la inocencia y para caminar con integridad de corazón. (Sal 101.2)

Ora Pidiendo que la Gracia te Asista para Cumplir tu Deber con Honestidad

B. Que sea honesto y sincero en mi deber.

Que mi sabiduría no sea la de abajo, que es terrenal, diabólica y no espiritual, (San 3.15) sino
la sabiduría de lo alto, que en primer lugar es pura, después pacífica, gentil, abierta para razonar,
llena de misericordia y buenos frutos, imparcial y sincera. (San 3.17)

Oh que siempre me comporte en el mundo con simplicidad y sinceridad piadosa, no con


sabiduría terrenal sino por la gracia de Dios. (2Co 1.12)

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Señor, sostenme en mi integridad y mantenme en tu presencia para siempre, (Sal 41.12) y que
la integridad y la justicia me preserven, porque espero en ti. (Sal 25.21)

Que mi corazón sea íntegro en tus estatutos para que yo no sea avergonzado, (Sal 119.80) y
que mis ojos sean sanos para que todo mi cuerpo esté lleno de luz. (Mat 6.22)

Ora Pidiendo que la Gracia te Asista para Cumplir tu Deber con Diligencia

C. Que sea activo y diligente en mi deber.

Señor, estimúlame para hacer las obras del que me envió mientras es de día, porque viene la
noche, en la que nadie puede obrar; (Jua 9.4) y que pueda hacer todo lo bueno que me venga a la
mano, con todas mis fuerzas, porque no hay obra ni sabiduría en el Seol al cual voy. (Ecl 9.10)

Señor, que nunca sea perezoso para tener celo sino ferviente en el espíritu, sirviendo al Señor;
(Rom 12.11) firme y constante, siempre abundando en la obra de Dios, sabiendo que en el Señor mi
trabajo no es en vano. (1Co 15.58)

Señor, hazme hacer toda buena obra con celo, (Gal 4.18) y que en todo lo que haga, que pueda
trabajar de corazón, para el Señor y no para los hombres. (Col 3.23)

Señor, dame poder para hacer la tarea de cada día en ese día, en el día debido, (Esd 3.4)
haciendo el mejor uso del tiempo, porque los días son malos, (Efe 5.16) para que cuando mi Maestro
venga, me encuentre trabajando. (Luc 12.43)

Ora Pidiendo que la Gracia te Asista para Cumplir tu Deber con Valor

D. Que sea decidido y valiente en mi deber, sabiendo que, aunque por seguir a Cristo puedo ser
un perdedor, por medio de Él al final no lo seré.

Señor, enséñame a sufrir como un buen soldado de Cristo Jesús, (2Ti 2.3) para que no tema el
reproche o las injurias de los hombres, (Isa 51.7) ni me avergüence de Cristo o de sus palabras, (Mar
8.38) sabiendo en quién he creído, y que es capaz de guardar para aquel día lo que le he confiado.
(2Ti 1.12)

A pesar de que me esperen prisiones o aflicciones, Señor, que ninguna de estas cosas me
conmueva y que no considere mi vida como preciosa para mí, para que pueda terminar mi carrera.
(Hec 20.23-24)

Dame todas las capacidades necesarias para encomendarme a Dios (2Co 6.4) y así pasar por
la honra o la deshonra, la difamación y la alabanza, acorazado con las armas de justicia a diestra y
siniestra (2Co 6.7-8) como quien considera muy poca cosa ser juzgado por cualquier corte humana,
porque el Señor es el que me juzga. (1Co 4.3-4)

Ora Pidiendo que la Gracia te Asista para Cumplir tu Deber con Alegría

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E. Que pueda ser agradable y estar alegre en mi deber.

Señor, haz que siempre me regocije, (1Te 5.16) que me regocije en el Señor siempre, porque
nuevamente él me ha dicho: “Regocíjate”; (Fil 4.4) para que pueda seguir mi vida regocijándome, que
pueda comer mi pan con gozo y tomar mi vino con un corazón alegre, porque tengo razón para
hacerlo porque Dios ha aprobado lo que hago. (Ecl 9.7)

Dame gracia para servirte, SEÑOR mi Dios, con gozo y alegría de corazón en la abundancia
de todas las cosas, (Deu 28.47) para cantar de los caminos del SEÑOR, porque grande es la gloria de
mi Dios. (Sal 138.5)

Que tenga esa alegría de corazón que es como una buena medicina, (Pro 17.22) y líbrame de la
ansiedad que abate el corazón (Pro 12.25) y de la tristeza del mundo que produce muerte. (2Co 7.10)

Ora Pidiendo que la Gracia te Asista

Para Cumplir tu Deber Siempre y en Todo Lugar

F. Que cumpla con mi deber en cualquier circunstancia de la vida, en cualquier evento de la


providencia y en cualquier relación en la cual esté involucrado.

Señor, que en el día de la prosperidad esté gozoso y en el día de la adversidad considere,


porque Dios ha hecho tanto el uno como el otro, (Ecl 7.14) para añadir a mi sabiduría dominio propio,
y al dominio propio, paciencia. (2Pe 1.6)

Dame gracia para permanecer contigo en cualquier condición a la que sea llamado, (1Co 7.24)
y que en todos mis caminos te reconozca (Pro 3.6) y esté complacido de que establezcas mis pasos.
(Pro 16.9)

Que todos los que hayan sido llamados siendo esclavos sean libres en el Señor, y que todos los
que han sido llamados siendo libres sean esclavos de Cristo. (1Co 7.22)

Que todos en toda relación permanezcan en unidad, (Sal 133.1) y que ésta sea como el rocío de
Hermón que cae sobre el monte de Sion. (Sal 133.3) Oh que todos habitemos juntos como herederos de
la gracia de la vida para que nuestras oraciones no sean estorbadas. (1Pe 3.7)

Dame gracia para honrar a todos, para amar a los hermanos, para temer a Dios (1Pe 2.17) y
para estar sujeto a las autoridades gobernantes; (Rom 13.1) no sólo para evitar la ira de Dios sino por
una cuestión de conciencia. (Rom 13.5)

Ora Pidiendo que la Gracia te Asista para Ser Universalmente Consciente

G. Que sea universalmente consciente.

Oh que pueda ser maduro y estar complemente seguro en toda la voluntad de Dios. (Col 4.12)

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¡Oh que permanezca firme en mis caminos para guardar tus estatutos! Entonces no seré
avergonzado al tener mis ojos puestos en tus mandamientos. (Sal 119.5-6)

Enséñame, Oh SEÑOR, el camino de tus estatutos y los guardaré hasta el fin. Dame
comprensión para que guarde tu ley y la cumpla con todo mi corazón. Guíame en la senda de tus
mandamientos porque en ellos me deleito. ¡Inclina mi corazón a tus testimonios y no a las ganancias
egoístas! (Sal 119.33-36)

Concédeme, te pido, de acuerdo a las riquezas de tu gloria, que pueda ser fortalecido con todo
el poder a través de tu Espíritu en mi ser interior, para que Cristo pueda morar en mi corazón a través
de la fe y que, arraigado y afirmado en el amor, yo pueda tener fuerza para comprender con todos los
santos cuál es el ancho, el largo y la profundidad del amor de Cristo, que sobrepasa todo
conocimiento, y ser lleno de la plenitud divina, (Efe 3.16-20) y que pueda ser participante de la
naturaleza divina. (2Pe 1.4)

Y que el amor de Cristo me controle para no vivir para mí sino para aquel que murió y resucitó
por mí. (2Co 5.14-15)

Ora Pidiendo que la Gracia te Haga Más Sabio y Mejor Cada Día

VI. Debo orar pidiendo gracia para ser cada día más sabio y mejor.

Señor, dame gracia para crecer con un crecimiento que viene de Dios, (Col 2.19) para crecer
en la gracia y el conocimiento de mi Señor y Salvador Jesucristo, (2Pe 3.18) para proseguir en mi
camino, con manos limpias, para crecer más y más fuerte. (Job 17.9)

Que mi senda sea como la luz del amanecer que aumenta su brillo hasta que es completamente
de día. (Pro 4.18)

Todavía no lo he obtenido ni soy perfecto aún; Señor, concédeme entonces que, dejando lo que
queda atrás, yo pueda seguir adelante para lograr el premio del supremo llamamiento de Dios en
Cristo Jesús. (Fil 3.12-14)

Sé para mí como el rocío, que yo florezca como los lirios y que tenga raíces como los árboles
del Líbano, que mis retoños se extiendan y mi belleza sea como la del olivo. (Ose 14.5-6) Y que el sol
de justicia se levante sobre mí con sanidad en sus alas, para que salte como becerro en la manada.
(Mal 4.2)

Ora Pidiendo el Apoyo y el Consuelo que Necesitas en tus Aflicciones

VII. Debo orar pidiendo un apoyo y un consuelo efectivo en todas las aflicciones y las cruces que
tenga que llevar en este mundo.

Yo sé que nací para la aflicción como las chispas se esparcen por el aire, (Job 5.7) pero de seis
tribulaciones líbrame y en siete no permitas que el mal me toque. (Job 5.19)

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Que el Dios eterno sea mi refugio y me sostengan sus brazos eternos; (Deu 33.27) que el
espíritu que has creado en mí no desfallezca delante de ti, (Isa 57.16) ni el alma que tú has redimido.
(Sal 71.23)

Que sea fortalecido con todo poder, de acuerdo a la potencia de tu gloria, para toda paciencia
y longanimidad con gozo. (Col 1.11)

Que tus estatutos sean mis canciones en la casa de mi estadía temporal, (Sal 119.54) y que tus
testimonios, que he tomado como herencia eterna, sean siempre el gozo de mi corazón. (Sal 119.111)

Cuando sea afligido de muchas maneras, que no sea derribado; que cuando esté perplejo, no
me deje llevar por la desesperación (2Co 4.8) sino que, a pesar de que tenga muchas aflicciones,
pueda regocijarme siempre, sin tener nada pero como poseyéndolo todo. (2Co 6.10)

Ora Pidiendo la Gracia que Preserva

VIII. Debo orar para que la gracia me preserve hasta el fin y me prepare para lo que deba enfrentar
entre este día y el de mi sepultura.

Señor, rescátame de toda obra de maldad y tráeme a salvo a tu reino celestial; (2Ti 4.18) que
estando a salvo de tropezar yo pueda ser presentado sin mancha para la venida de tu gloria con gran
gozo. (Jud 1.24)

Señor, que tu pueblo aumente y abunde en amor mutuo y para todos, para que nuestros
corazones puedan ser afirmados sin falta, en santidad delante de nuestro Dios y Padre en la venida de
nuestro Señor Jesucristo con todos sus santos. (1Te 3.12-13)

Si Satanás me pide para zarandearme como a trigo, que la intercesión de Cristo prevalezca en
mi favor a fin de que mi fe no falle. (Luc 22.31-32)

Hasta que sea quitado del mundo, guárdame del maligno, (Jua 17.15) y santifícame a través de
la verdad: tu palabra es verdad. (Jua 17.17)

Edifícame, te pido, en mi fe más santa, y guárdame en el amor de Dios, esperando la


misericordia de mi Señor Jesucristo que lleva a la vida eterna. (Jud 1.20-21)

Que yo continúe clamando a ti mientras viva, (Sal 116.2) y que mientras no muera, nunca quite
tu integridad de mí; que sujete firmemente mi justicia y nunca la deje, y que mi corazón no me
reproche por día alguno. (Job 27.5-6)

Ora Pidiendo la Gracia Necesaria para Morir Bien

IX. Debo orar pidiendo que la gracia me libre de la muerte y me sostenga al atravesar mi
fallecimiento [Todos debemos morir, salvo quienes estén vivos cuando el Señor venga; Así que el autor nos
dirige a pedir, no liberación del hecho inevitable de la muerte, sino del temor y el poder de la muerte —Editor]

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Señor, haz que conozca mi final y cuál sea la cantidad de mis días; ¡que sepa y considere lo
efímero que soy, que mis días son breves y que toda la humanidad es simplemente como un soplo! (Sal
39.4-5) Mis días en la tierra son como una sombra sin esperanza. (1Cr 29.15)

¡Señor, enséñame a contar mis días para que tenga un corazón sabio (Sal 90.12) y pueda
discernir cuál es mi final! (Deu 32.29)

Señor, que yo esté siempre listo, vestido para la acción con mi lámpara encendida, (Luc 12.35)
porque el Hijo del Hombre viene a una hora inesperada. (Luc 12.40)

Guárdame todos los días de mi servicio, mientras espero que llegue mi renovación; entonces
me llamarás y yo responderé. (Job 14.14-15)

Llévame a la tumba como las gavillas recogidas a tiempo; (Job 5.26) sáciame con vida, ya sea
larga o corta y enséñame tu salvación. (Sal 91.16)

Y cuando camine a través del valle de sombra de muerte, quédate conmigo, que no tema mal
alguno y que tu vara y tu cayado me consuelen. (Sal 23.4)

Que el bien y la misericordia me sigan todos los días de mi vida y que more en la casa del
SEÑOR para siempre. (Sal 23.6) Que tu permanente amor y tu fidelidad estén conmigo. (2Sa 15.20)

Redime mi vida del poder del Seol y recíbeme; (Sal 49.15) guíame con tu consejo y después
recíbeme en la gloria. (Sal 73.24)

Ora Pidiendo que la Gracia te Haga Apto para el Cielo

X. Debo orar pidiendo que la gracia me prepare para el cielo, y que pueda, al fin, entrar en
posesión de la vida eterna.

Señor, dame la facultad de compartir la herencia de los santos en luz; (Col 1.12) que el propio
Dios me prepare para esto mismo y me dé el Espíritu como garantía en mi corazón. (2Co 5.5)

Oh que sepa que mi ciudadanía está en el cielo, y que al saberlo, con consuelo, espere al
Salvador, el Señor Jesús, que transformará mi cuerpo terrenal para que sea como su cuerpo glorioso.
(Fil 3.20-21)

Oh que pueda fijar mi mente en las cosas de arriba y que mi vida pueda estar escondida con
Cristo en Dios, para que cuando Cristo, que es mi vida, se manifieste, yo también me manifieste con él
en gloria; (Col 3.2-4) que cuando él aparezca, yo sea como él, que lo vea a él, tal cual es, (1Ju 3.2)
que pueda ver su rostro en justicia y que esté satisfecho cuando yo despierte a su semejanza. (Sal
17.15)

Cuando falle, permite que sea recibido en las moradas eternas, (Luc 16.9)en la ciudad que
tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios; (Heb 11.10) que yo siempre pueda estar
junto al Señor, (1Te 4.17) para ver como soy visto y conocer como soy conocido, (1Co 13.12) y

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mientras tanto, ayúdame a animarme a mí mismo y a los demás con estas palabras. (1Te 4.18) Y que el
esperar en Cristo me purifique como él es puro. (1Ju 3.3)

Y ahora, que mi Señor Jesucristo mismo y Dios el Padre, que me amó y me dio consuelo eterno
y buena esperanza a través de la gracia, consuelen mi corazón y lo afirmen en toda buena obra y
palabra. (2Te 2.16-17)

Ora Pidiendo las Cosas Buenas de la Vida y Preservación en las Calamidades

XI. Debo orar pidiendo las cosas buenas de la vida con una humilde sumisión a la voluntad de
Dios.

Señor, tú me has dicho que la piedad tiene una promesa para la vida presente y la vida por
venir, (1Ti 4.8) y que si busco primero el reino de Dios y su justicia, se me añadirán otras cosas; (Mat
6.33) por lo tanto, dejo todas las ansiedades de estas cosas en ti, que te preocupas por mí, (1Pe 5.7)
porque mi Padre celestial sabe que las necesito. (Mat 6.32)

A. Debo orar para ser preservado de las calamidades a las que estoy expuesto.

Tú, Señor, eres mi refugio y mi fortaleza, (Sal 91.2) y bajo tus alas encontraré refugio; tu
fidelidad es escudo y baluarte; por lo tanto, que no tema el terror de la noche, ni la flecha que vuele de
día. (Sal 91.4-5) Que al poner al Señor como mi refugio y al Altísimo como mi habitación, ningún mal
me sobrevenga y ninguna plaga llegue cerca de mi morada. (Sal 91.9-10)

Que el SEÑOR sea mi guardador, el que guarda a Israel, el que no tiene sueño ni se duerme.
Que el Señor sea mi sombra a mi mano derecha, que el sol no me fatigue de día, ni la luna de noche;
que el Señor me guarde de todo mal; el Señor guarda mi vida, el Señor guarda mi salida y mi entrada,
desde ahora y para siempre. (Sal 121.4-8)

Señor, pon un cerco alrededor de mí y de mi casa y de todo lo que me rodea, (Job 1.10) y aleja
la enfermedad de mí. (Exo 23-25)

Ora Pidiendo Suministros Diarios de Consuelo y Sostén

B. Debo orar para que me sean provistos los consuelos y el apoyo que necesito a diario.

Oh que el favor del SEÑOR mi Dios esté sobre mí; prospera la obra de mis manos, sí, afirma la
obra de mis manos. (Sal 90.17) ¡Sálvame, te pido, oh SEÑOR! ¡Oh Señor, te pido que me des
prosperidad! (Sal 118.25)

Que mis hijos en su juventud sean como plantas crecidas y que mis hijas sean como columnas
esculpidas para adornar un palacio. Que mis graneros estén llenos, que provean toda clase de granos,
y que no haya asaltos ni que hacer salida, ni grito de alarma en las plazas de tu pueblo. ¡Bendito sea
el pueblo que recibe estas bendiciones! ¡Bendito sea el pueblo cuyo Dios es el SEÑOR! (Sal 144.12-
15)

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Que sea bendecido en la ciudad y en el campo; (Deu 28.3) bendita sea mi cesta y bendita sea
mi mesa de amasar; bendita sea mi entrada y mi salida. (Deu 28.5-6)

Que tu buena providencia ordene todos los eventos que me conciernan, a fin de que me ayuden
a bien, como has prometido que lo harán a todos los que te aman y son llamados de acuerdo a tu
propósito. (Rom 8.28)

Hazme confiar en el SEÑOR y hacer el bien, y entonces habitaré en la tierra y entablaré


amistad con la fidelidad; (Sal 37.3) y complácete en manifestar mi justicia como la luz, y mi derecho
como el mediodía. (Sal 37.6)

Que sea cubierto del lazo de la lengua y que no tema a la destrucción cuando venga; (Job 5.21)
que tenga un pacto con las piedras del campo y que las bestias estén en paz conmigo; que sepa que hay
paz en mi tienda y que inspeccione mi rebaño y no falte nada. (Job 5.23-24)

Y si Dios está conmigo y me guarda en el camino de mi peregrinar en este mundo, y me da pan


para comer y vestido para vestir, de modo que pueda venir a la casa de mi Padre celestial en paz,
entonces el SEÑOR será mi Dios. (Gen 28.20-21)

Acógete a las Promesas de Dios para Reforzar tus Peticiones

XII. Debo alegar las promesas de Dios para reforzar todas mis peticiones, presentar estas promesas y
mostrar mi relación con ellas.

Señor, tú me has dado muchas promesas preciosas y muy grandes, (2Pe 1.4) que son Sí y Amén
en Cristo. (2Co 1.20) Ahora, que sea hecho a tu siervo de acuerdo a la palabra que tú has hablado.
(1Cr 17.23)

Déjame sacar agua con gozo de estas fuentes de salvación, (Isa 12.3) para nutrirme y ser
saciado de los pechos de la consolación de Jerusalén. (Isa 66.11) Y ahora, oh SEÑOR Dios, que la
palabra que has dicho respecto a tu siervo, sea afirmada para siempre y que hagas de acuerdo a lo
que has hablado. (2Sa 7.25)

Trata conmigo de acuerdo a lo establecido en tu pacto eterno, que es ordenado en todas las
cosas y seguro, y que es toda mi ayuda y todo mi deseo. (2Sa 23.5)

Mírame y ten gracia conmigo como lo haces con los que aman tu nombre, (Sal 119.132) y haz
por mí más de lo que puedo pedir o pensar (Efe 3.20) y suple todas mis necesidades de acuerdo a tus
riquezas en gloria en Cristo Jesús. (Fil 4.19)

59
Capítulo 4

ACCIÓN
DE GRACIAS

60
Introducción y Exhortación
Para Motivarte a Ti Mismo a Alabar a Dios

Acerca de la Cuarta Parte de la Oración, que es Acción de Gracias por las


Misericordias que he Recibido de Dios y por los Muchos Favores Suyos que Estoy
Interesado en Tener y por los que Espero Ser Beneficiado
Mi llegada hasta el trono de la gracia no es sólo para buscar el favor de Dios, sino para darle la gloria debida a su
nombre, (Sal 29.2) y esto no sólo mediante una temerosa adoración de sus infinitas perfecciones, sino también
mediante un reconocimiento agradecido de sus bondades para conmigo. Esto no puede, en verdad, añadir nada a
su gloria, pero es recibido con agrado por Él, que se considera glorificado en ello si viene de un corazón que,
junto con ser humildemente sensible a su propia indignidad para recibir cualquier favor de Dios, valora los dones
y ama al dador de éstos.

1. Debo provocarme a alabar a Dios considerando tanto la razón como el incentivo que tengo para
ello.

Te doy gracias a ti, Oh Dios; te doy gracias a ti, porque tu nombre está cerca; yo cuento tus
maravillosas obras. (Sal 75.1)

Que mi alma bendiga al SEÑOR y que todo lo que hay dentro de mí bendiga su santo nombre;
sí, que mi alma bendiga al SEÑOR y no se olvide de ninguno de sus beneficios. (Sal 103.1-2)

Alabaré al Señor, porque es bueno y agradable (Sal 92.1) y la alabanza corresponde a los
justos; (Sal 33.1) sí, es bueno dar gracias al SEÑOR, cantar alabanzas a tu hombre, Oh Altísimo,
declarar tu misericordia en la mañana y tu fidelidad en la noche. (Sal 92.1-2)

Te exaltaré, mi Dios y Rey y bendeciré tu nombre para siempre. Cada día te bendeciré y
alabaré tu nombre para siempre, (Sal 145.1-2) proclamaré la fama de tu abundante bondad y cantaré
a toda voz de tu justicia. (Sal 145.7)

Cantaré al SEÑOR una nueva canción y su alabanza en la asamblea de los santos. Que Israel
se alegre en su Hacedor, que los hijos de Sión se regocijen en su Rey, (Sal 149.1-2) que los santos
exulten en gloria y que las alabanzas de Dios estén en sus corazones y sus gargantas. (Sal 149.5-6)

Alabaré al SEÑOR mientras viva y cantaré alabanzas a mi Dios mientras tenga aliento; (Sal
146.2) y cuando ya no esté en la tierra, espero estar en el cielo para hacerlo mejor.

Estoy aquí a través de Jesucristo para ofrecer un sacrificio de alabanza para ti, eso es lo que
deseo constantemente: el fruto de labios que confiesan tu nombre. (Heb 13.15) Y tú has dicho que el
que ofrece sacrificio de acción de gracias te glorifica, (Sal 50.23) y esto complacerá más al SEÑOR
que un buey o un becerro con cuernos y pezuñas. (Sal 69.31)

61
Contaré de la misericordia del SEÑOR, las alabanzas del SEÑOR, de acuerdo a todo lo que Él
me ha otorgado a mí y la gran bondad que ha otorgado a la casa de Israel de acuerdo a su compasión,
de acuerdo a la abundancia de su misericordia. (Isa 63.7)

Sé Específico al Agradecer a Dios,

Maravíllate por la Bondad de su Carácter y su Benévola Providencia

2. Debo ser minucioso al agradecer a Dios:

I. Por lo que me ha hecho descubrir en su palabra sobre la bondad de su naturaleza.

Doy gracias al Dios de dioses, al Señor de señores, porque para siempre es su misericordia.
(Sal 136.2-3)

Tu bondad es tu gloria (Exo 33.19) y es por todas tus obras que tus santos te bendicen. (Sal
145.10)

Eres lleno de gracia y misericordia, lento para la ira y grande en amor leal, (Sal 145.8) y me
has dicho que no quieres afligir o apenar a propósito a los hijos de los hombres sino que, a pesar de
que causas dolor, tendrás compasión de acuerdo a tu abundante misericordia. (Lam 3.32-33)

Tú te deleitas en los que te temen, en aquellos que han puesto su esperanza en tu misericordia.
(Sal 147.11)

Agradece a Dios por los Muchos Ejemplos de su Bondad y su Benévola Providencia

II. Por los muchos ejemplos de su bondad.

A. La bondad de su providencia con respecto a mi cuerpo y la vida actual, y esto: En referencia a


todas las criaturas, el mundo y la humanidad en general.

Tú has extendido los cielos como una cortina, (Sal 104.2) y en ellos has puesto un pabellón
para el sol que viene como un novio que deja su recámara y como un hombre fuerte que recorre su
camino con gozo. (Sal 19.4-5) Tú haces que salga el sol sobre malos y buenos y envías la lluvia sobre
los justos y los injustos. (Mat 5.45)

Cuando miro los cielos, obra de tus dedos, el sol, la luna y las estrellas que pusiste en su lugar,
Señor, me pregunto: ¿Qué es el hombre para que te preocupes de él? (Sal 8.3-4) Porque
verdaderamente la luz es dulce y es agradable a los ojos ver el sol: (Ecl 11.7) Toda la gloria sea al
Padre de la luz (San 1.17) que manda a la mañana y hace que el alba ocupe su lugar. (Job 38.12)

Tú no te has quedado sin testigo entre las naciones, pues les hiciste bien dándoles lluvia del
cielo y tiempos fructíferos, satisfaciendo sus corazones con alimento y alegría. (Hec 14.17)

62
Tú cubres los cielos con nubes, preparas lluvia para la tierra y haces que crezca la hierba en
las colinas. Tú alimentas a las bestias y a los pequeños cuervos que claman. (Sal 147.8-9)

Tú traes lluvia sobre el desierto donde no hay hombre para satisfacer la tierra inhabitada y
desolada. (Job 38.26-27)

Tú visitas la tierra y la riegas; tú la enriqueces grandemente; el río de Dios está lleno de agua;
tú provees su grano porque tú lo has preparado. Tú riegas sus surcos abundantemente, nivelas sus
terrones, los suavizas con lloviznas, bendices su crecimiento. Tú coronas el año con tu generosidad,
tus carretas desbordan de abundancia. (Sal 65.9-10)

Tú haces que las fuentes fluyan en los valles y entre las colinas; ellas dan de beber a todas las
bestias del campo; y junto a ellas habitan las aves de los cielos que cantan entre las ramas. (Sal
104.10-12)

Tú has establecido la tierra y sus fundamentos para que nunca se muevan; (Sal 104.5) tú
estableces un límite a las aguas del mar para que no cubran de nuevo la tierra. (Sal 104.9) Tú has
cerrado las puertas del mar (Job 38.8) y le has puesto límites diciendo: “Hasta aquí llegarás y no más
lejos, aquí quedarán su orgullosas olas.” (Job 38.10-11) Has hecho bien en haber jurado que las
aguas de Noé no cubrirían más la tierra. (Isa 54.9)

Tu pacto con el día y la noche no se ha roto, (Jer 33.20) sino que todavía das la luz del sol para
el día y has ordenado a la luna y las estrellas que den luz de noche, (Jer 31.35) siendo éstas fieles al
pacto de providencia: Que mientras la tierra permanezca, el tiempo de la siembra y la cosecha, el frío
y el calor, el verano y el invierno, el día y la noche no cesen. (Gen 8.22)

Los cielos son los cielos del SEÑOR pero tú has dado la tierra a los hijos del hombre (Sal
115.16) y has puesto todas las cosas bajo sus pies. Le has dado dominio sobre las obras de tus manos
(Sal 8.6) para que el temor y el pavor del hombre estén sobre toda bestia de la tierra y sobre las aves
de los cielos, que en sus manos son entregadas, (Gen 9.2) porque lo has favorecido y te deleitas en los
hijos del hombre. (Pro 8.31)

Tú haces que crezca la hierba para el ganado y plantas para que el hombre cultive, para que
pueda sacar alimento de la tierra, vino para alegrar el corazón del hombre, aceite para que brille su
rostro y pan para fortalecer su corazón. (Sal 104.14-15)

Tú das vida, aliento y todo a todos, (Hec 17.25) y la tierra, Oh SEÑOR, está llena de tu
misericordia. (Sal 119.64)

Todas las criaturas te buscan para que les des comida a su tiempo. Cuando se las das, ellos la
recogen, cuando abres tu mano, se satisfacen de cosas buenas. (Sal 104.27-28) Cuando enviaste a tu
Espíritu, ellos fueron creados; tú renuevas la faz de la tierra. Esta tu gloria durará para siempre y tú
te regocijas en estas obras. (Sal 104.30-31)

Es a través de tu bondad, Oh Señor, que una generación va y otra generación viene, (Ecl 1.4) y
no has olvidado el nombre de los corruptos y culpables debajo del cielo. (Deu 29.20)

63
Agradece a Dios por Hacerte a su Imagen

B. En referencia a mí mismo en particular: Debo dar gracias porque Él me ha hecho una persona
razonable, capaz de conocer, amar, servir y disfrutar de Él, y no me ha hecho como las bestias
que perecen.

Te alabo porque soy una creación maravillosa, y mi alma, mi parte más noble, lo sabe muy
bien; (Sal 139.14) porque ningún hombre conoce los pensamientos de una persona, excepto el espíritu
de la persona que está en ella. (1Co 2.11)

Tú me has hecho poco menor que los seres celestiales y me has coronado de gloria y de honra,
(Sal 8.5) porque es el espíritu que hay en el hombre, es el aliento del Todopoderoso lo que hace que él
entienda, (Job 32.8) y el espíritu de un hombre es la lámpara del SEÑOR. (Pro 20.27)

Mi cuerpo es capaz de ser el templo del Espíritu Santo (1Co 6.19) y en mi alma éste puede
morar; (1Co 3.16) por eso yo te glorificaré con mi cuerpo y con mi espíritu, los cuales son tuyos. (1Co
6.20)

Tú, Señor, me has formado para ti; para que declare tus alabanzas. (Isa 43.21)

Agradece a Dios por Preservarte

C. Debo dar gracias por mi preservación, porque mi vida es prolongada y porque puedo continuar
usando mi razón, mis miembros y mis sentidos.

Le debo a la Providencia el no haber muerto al nacer y el no haber salido del vientre y


expirado; las rodillas que me recibieron y el pecho que me amamantó. (Job 3.11-12)

A pesar de que antes de nacer me llamaban rebelde, (Isa 48.8) aun así, por tu poder, yo he
nacido de ti antes de mi nacimiento y me has llevado desde que estaba en el vientre, (Isa 46.3) y has
guardado mi alma entre los vivientes y no has dejado que mi pie resbale. (Isa 66.9)

Todos mis huesos dirán: “Oh SEÑOR, ¡quién es como tú!” (Sal 35.10) Porque tú guardas los
huesos y no permites que ninguno de ellos se quiebre. (Sal 34.20)

Yo me acuesto y me duermo por ti, SEÑOR, y me haces vivir con seguridad. (Sal 3.5)

Tú has dado órdenes a los ángeles con respecto a mí, para que me guarden en todos mis
caminos; para que me sostengan en sus manos, para que no tropiece contra una piedra. (Sal 91.11-12)
Todos ellos son espíritus que ministran, enviados para el bien de los que heredarán la salvación. (Heb
1.14)

Agradece a Dios por Concederte Recuperación Tras el Peligro

64
D. Por haberme guardado del peligro de la enfermedad o de otras cosas.

Cuando tal vez estuve a un paso de la muerte, (1Sa 20.3) y cuando he sentido y recibido la
sentencia de muerte, (2Co 1.9) y he estado listo para decir: “En medio de mis días debo partir, soy
enviado al Seol por el resto de mis años,” (Isa 38.10) con amor tú has liberado mi vida de la fosa de la
destrucción y has dejado mis pecados tras tus espaldas. (Isa 38.17)

Cuando me rodearon las trampas de la muerte y me postraron las angustias del Seol, invoqué
el nombre del SEÑOR y vi que el SEÑOR es clemente y justo, sí, mi Dios es misericordioso; yo estaba
postrado y él me ha salvado (Sal 116.3-6) y ha liberado mi alma de la muerte, mis ojos de lágrimas y
mis pies de tropezar. Por eso caminaré delante del SEÑOR en la tierra de los vivientes. (Sal 116.8-9)

Agradece a Dios por su Apoyo y Consuelo en Esta Vida

E. Por el apoyo y el consuelo en esta vida, que hasta ahora ha hecho de la tierra un lugar apacible
y placentero para mí.

Bendito sea el Señor que diariamente me sostiene; Dios es mi salvación. (Sal 68.19)

Tú me haces descansar en verdes pastos, me alimentas junto a aguas tranquilas; (Sal 23.2)
preparas una mesa para mí en presencia de mis enemigos; unges mi cabeza con aceite y mi copa
rebosa. (Sal 23.5)

Puede ser que yo sea enviado sin monedero o sin bolsa, pero ¿me faltará algo? Nada, Señor.
(Luc 22.35)

La lámpara de Dios ha brillado sobre mi cabeza y por su luz he caminado a través de la


oscuridad; la amistad de Dios ha estado sobre mi casa. (Job 29.3-4)

Me has provisto de todo para que lo disfrute (1Ti 6.17) y has llenado mi mano. (Job 12.6)

Muchas veces he comido y me he saciado y me he deleitado en tu gran bondad. (Neh 9.25)

Cuando recuerdo todos los caminos por los que el SEÑOR mi Dios me ha guiado durante
tantos años en este desierto, (Deu 8.2) debo poner una piedra y llamarla Ebenezer, porque hasta aquí
me ayudó el SEÑOR. (1Sa 7.12)

Agradece a Dios por tus Éxitos y Buenas Relaciones

F. Por el éxito en mi vocación y mis asuntos, consuelo en las relaciones y cómodos lugares para
morar.

Es Dios el que me da fuerza y hace mi camino inocente, (Sal 18.32) el que bendice la obra de
mis manos; (Job 1.10) y puede ser que, a pesar de que mi principio fue pequeño, mis días postreros
sean muy grandes. (Job 8.7)

65
Mi casa ha estado a salvo del temor y la vara de Dios no ha estado sobre mí; (Job 21.9) por
eso, las canciones alegres de la salvación han estado en mi casa día tras día. (Sal 118.15)

He cruzado este Jordán solo con mi bastón y ahora he llegado a tener dos campamentos; (Gen
32.10) es Dios el que hace habitar en hogares a los solitarios. (Sal 68.6)

Si he disfrutado la vida con las personas con quienes me he relacionado (Ecl 9.9) y ellos han
sido para mí como un hermoso ciervo o una graciosa gacela, (Pro 5.19) debo darte gracias por esto,
porque cada criatura es para mí simplemente lo que tú la has hecho ser.

Agradece a Dios por la Medida de Paz que Experimentas

G. Por la abundancia, la paz y la tranquilidad que tengo.

Cuando he comido y estoy satisfecho, tengo razones para bendecirte por la buena tierra que me
has dado, (Deu 8.10) una tierra sobre la que están los ojos de mi SEÑOR y mi Dios siempre, desde el
comienzo hasta el final del año. (Deu 11.12)

Tú traes paz a mis fronteras y me llenas de lo mejor del trigo: (Sal 147.14) soy liberado del
sonido de los arqueros en los abrevaderos; allí, por lo tanto, repetiré los triunfos justos del SEÑOR,
los triunfos justos de sus guerreros en Israel. (Jue 5.11)

Te agradezco porque las autoridades que están sobre mí son siervos de Dios para mí bien;
(Rom 13.4) que ellos busquen el bienestar de tu pueblo y le hablen paz. (Est 10.3)

Agradece a Dios por la Gracia que Concede a tu Alma

y por Planear la Redención y Salvación del Hombre

H. La bondad de su gracia en relación a mi alma y la vida que ha de venir.

Pero sea especialmente bendito el Dios y Padre de mi Señor Jesucristo, que me ha bendecido
en Cristo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales. (Efe 1.3)

- Primero: Debo dar gracias a Dios por su bondad para con los hijos de los hombres, en relación con lo
que es mejor para ellos y su estado futuro y sus favores para con la iglesia en general.

- Debo dar gracias por su misericordioso designio así como su ingenio tras la redención y salvación del
hombre cuando éste estaba perdido y deshecho por el pecado.

¡Oh qué maravilloso que la bondad y la misericordia de mi Salvador se manifestaran! Él me


salvó, no por mis propias obras de justicia, sino de acuerdo a su propia misericordia: (Tit 3.4-5) yo me
he destruido, pero en ti y sólo en ti he tenido ayuda. (Ose 13.9)

66
Cuando fui echado al campo y nadie sintió pena por mí, tú me viste revolcándome en mi sangre
y me dijiste: “¡Vive!” Sí, tú me dijiste: “¡Vive!” (Eze 16.5-6) Y el tiempo fue un tiempo de amor. (Eze
16.8)

Cuando el rescate por la vida era tan caro y nunca podía ser suficiente, y verdaderamente
ningún hombre podía rescatar a otro o dar a Dios el precio por su vida, (Sal 49.7-8) entonces te
complaciste en encontrar un rescate para que yo pudiese ser librado de ir a la fosa. (Job 33.24)

Cuando estaba condenado a morir y era como agua desparramada en la tierra, que no puede
juntarse de nuevo, entonces diste los medios para que el desterrado no permaneciera así para siempre.
(2Sa 14.14)

Cuando no salvaste a los ángeles que pecaron sino que los echaste al infierno; (2Pe 2.4) tú
dijiste con respecto a la ira de la humanidad: “No la destruyas porque en ella hay bendición.” (Isa
65.8)

Aquí se manifiesta la secreta y oculta sabiduría de Dios, que Él decretó antes de los tiempos
para la gloria de su pueblo. (1Co 2.7)

Agradece a Dios por sus Propósitos y Consejos Eternos

Concernientes a la Redención del Hombre

I. Por los propósitos y consejos eternos de Dios con respecto a la redención del hombre.

Siempre debo darte gracias, oh Dios, porque tú has elegido a algunos para la salvación a
través de la santificación por el Espíritu; (2Te 2.13) porque hay un remanente, elegido por gracia,
(Rom 11.5) al cual Dios ha elegido en Cristo antes de la fundación del mundo, para que sean santos y
sin mancha delante de ti en amor, habiendo sido predestinados para ser adoptados como hijos a través
de Jesucristo para ti, de acuerdo a los propósitos de tu voluntad, para la alabanza de tu gloriosa
gracia. (Efe 1.4-6)

Eran tuyos y se los diste a Cristo, (Jua 17.6) y ésta es tu voluntad, que no perdieses nada de lo
que le diste, sino que los resucites en el día postrero. (Jua 6.39)

Agradece a Dios por la Designación del Redentor

y su Misericordiosa Condescendencia

J. Por la designación del Redentor y la misericordiosa buena voluntad de Dios para tratar con el
hombre en nuevos términos, dejando de lado las demandas del pacto roto de la inocencia.

Te bendigo porque, cuando las ofrendas y sacrificios que no deseabas no te complacieron,


entonces el eterno Hijo de Dios dijo: “He aquí, he venido para hacer tu voluntad, Oh Dios,” y “Has
preparado un cuerpo para mí”: (Heb 10.5-7) Y porque, tal como en el rollo del libro estaba escrito de
él, se deleitó en hacer tu voluntad, Oh Dios; sí, tú ley estaba en su corazón. (Sal 40.7-8)

67
Tú le has concedido ayuda a uno que es poderoso, a un elegido del pueblo: Tú has encontrado
a David, tu siervo, con tu aceite santo lo has ungido, (Sal 89.19-20) con óleo de alegría más que a sus
compañeros, (Sal 45.7) y prometiste que tu mano lo sostendría y que tu brazo lo fortalecería (Sal
89.21) y que lo harías primogénito, el rey más grande de la tierra. (Sal 89.27)

Yo te bendigo porque el Padre ahora no juzga a nadie sino que cargó todo el juicio sobre el
Hijo; (Jua 5.22) así como Él tiene vida en sí mismo, le ha dado vida al Hijo en sí mismo y le ha dado la
autoridad para ejecutar el juicio porque él es el Hijo del Hombre; (Jua 5.26-27) porque el Padre ama
al Hijo y ha puesto todas las cosas en sus manos, (Jua 3.35) y entre ambos habrá consejo de paz. (Zac
6.13)

Él es tu siervo a quien sostienes, tu elegido en quien se deleita tu alma; (Isa 42.1) tu Hijo
amado en quien tienes contentamiento; (Mat 17.5) has dado a tu Hijo como pacto al pueblo (Isa 49.8)
y a través de él no estoy bajo la ley sino bajo la gracia. (Rom 6.14)

Porque Dios amó de tal manera al mundo, que dio a su único Hijo, para que cualquiera que
crea en él no se pierda, sino que tenga vida eterna. (Jua 3.16)

Agradece a Dios por las Primeras Manifestaciones de su Misericordioso Designio

K. Por los primeros y antiguos indicios del misericordioso designio concerniente al hombre
caído.

Te bendigo porque, apenas el hombre pecó, con gracia le prometiste que la simiente de la
mujer heriría la cabeza de la serpiente; (Gen 3.15) porque, en los sacrificios del Antiguo Testamento,
Jesucristo fue el cordero inmolado desde la fundación del mundo. (Apo 13.8)

Y por la fe, el pueblo de otro tiempo, a pesar de que no recibieron lo que se les había
prometido, (Heb 11.39) recibieron su galardón porque fueron elogiados como justos. (Heb 11.2-4)

Te bendigo por la promesa hecha a Abraham, que en su simiente serían benditas todas las
familias de la tierra, (Gen 12.3) y a Jacob, que Siloh vendría, el cual merece la obediencia de los
pueblos; (Gen 49.10) y porque los Patriarcas se regocijarían al ver el día de Cristo, el cual vieron y
por el cual se alegraron. (Jua 8.56)

Agradece a Dios por las Muchas Muestras Gloriosas de su Favor

Para con la Iglesia del Antiguo Testamento

L. Por los muchos gloriosos ejemplos del favor de Dios para con la iglesia del Antiguo
Testamento.

Adoro la sabiduría, la paz y la bondad con la que hiciste venir una vid de Egipto, echaste las
naciones, y la plantaste. Limpiaste el terreno para eso, echó raíces y llenó la tierra. (Sal 80.8-9)

68
Y ellos no ganaron la tierra con su propia espada, ni su propio brazo los salvó, sino tu mano
derecha y tu brazo y la luz de tu rostro, porque te deleitaste en ellos. (Sal 44.3)

Te bendigo porque a los judíos se les confió la palabra de Dios (Rom 3.2) para que ellos
tuviesen la adopción, la gloria, los pactos, la promulgación de la ley, la adoración y las promesas:
(Rom 9.4) Y ninguna de las palabras de tu buena promesa ha fallado, las palabras que hablaste a tu
siervo Moisés. (1Re 8.56)

Te bendigo por todo lo que hiciste muchas veces y de muchas maneras y hablaste de muchas
maneras a los padres por los profetas, (Heb 1.1) esos hombres que hablaron de parte de Dios al ser
guiados por el Espíritu Santo (2Pe 1.21) y profetizaron sobre la gracia que vendría al pueblo de Dios,
prediciendo los sufrimientos de Cristo y sus glorias postreras, y que no era sólo para ellos, sino para
nosotros que ellos ministraron esas grandes cosas, cosas que los ángeles desean ver. (1Pe 1.10-12)

Y especialmente, te bendigo porque has provisto algo mejor para nosotros, para que no fuesen
ellos perfeccionados sin nosotros. (Heb 11.40)

Agradece a Dios por la Maravillosa Encarnación del Hijo de Dios

M. Por la maravillosa y misteriosa encarnación del Hijo de Dios y su venida al mundo.

Te bendigo porque, cuando vino el cumplimiento del tiempo, enviaste a tu Hijo, nacido de
mujer, nacido bajo la ley, para redimir a los que están bajo la ley, para que yo, con tu pueblo,
pudiésemos recibir la adopción como hijos. (Gal 4.4-5)

La Palabra eternal se hizo carne, y habitó entre nosotros, y vieron su gloria, la gloria del Hijo
del Padre, lleno de gracia y de verdad. (Jua 1.14) De hecho, confieso que grande es el misterio de la
piedad, Dios manifestado en la carne. (1Ti 3.16)

Te bendigo porque con este propósito nació y vino al mundo, para dar testimonio de la verdad,
(Jua 18.37) y yo creo y he llegado a saber que él es el Cristo, el Santo de Dios, (Jua 6.69) es él el que
ha de venir y no busco a otro.

Te bendigo porque el Hijo del Hombre ha venido a buscar y a salvar a los perdidos; (Luc
19.10) porque él ha venido para que yo pudiese tener vida y vida abundante, (Jua 10.10) y la razón por
la que apareció el Hijo de Dios fue para destruir las obras del diablo. (1Ju 3.8)

Señor, yo recibo lo dicho como confiable y digno de ser aceptado, que Jesucristo vino al mundo
para salvar a los pecadores, y aun al peor. (1Ti 1.15)

Te bendigo porque, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de
las mismas cosas; (Heb 2.14) porque él no tomó sobre sí la naturaleza de los ángeles, sino nuestra
naturaleza y fue hecho como sus hermanos en todo aspecto, para poder llegar a ser misericordioso y
fiel sumo sacerdote en el servicio de Dios, para hacer propiciación por los pecados del pueblo (Heb
2.16-17) y sin avergonzarse de llamarlos hermanos. (Heb 2.11)

69
Y el primogénito fue traído al mundo con el mandato de que todos los ángeles de Dios lo
adoren. (Heb 1.6)

Agradece a Dios por Sostener Misericordiosamente a Cristo

en el Emprendimiento de su Misión

N. Por sostenerle misericordiosamente en el emprendimiento y cumplimiento de su misión.

Te bendigo porque en Cristo tú estabas reconciliando al mundo contigo mismo, no teniendo en


cuenta en contra de ellos sus transgresiones, y porque le confiaste a tu pueblo el mensaje de la
reconciliación. (2Co 5.19)

Tú lo has hecho a él testigo para los pueblos, líder y jefe supremo para los pueblos; (Isa 55.4)
fue consagrado y sellado y enviado al mundo, (Jua 10.36) y el Padre que lo envió no lo dejó solo
porque él siempre hizo las cosas que lo complacían. (Jua 8.29)

Gloria a Dios en las Alturas, porque en y a través de Jesucristo hay paz entre aquellos de los
que él se complace. (Luc 2.14)

En esto se ha manifestado el amor de Dios, en que Dios envió a su Hijo al mundo para que yo
pudiese tener vida a través de él. (1Ju 4.9)

Te agradezco porque le has dado autoridad sobre toda carne, para dar vida eterna a todos los
que le diste. (Jua 17.2)

Agradece a Dios por la Vida Santa, Excelente Doctrina

y los Gloriosos Milagros de Cristo

O. Por su vida santa, su doctrina excelente y los gloriosos milagros que realizó para confirmar su
doctrina.

Te bendigo por la seguridad que tengo, porque él es el maestro que vino de Dios, porque nadie
podría haber hecho los milagros que él hizo a menos que Dios estuviese con él. (Jua 3.2)

En estos días nos has hablado por tu Hijo, (Heb 1.2) cuya enseñanza no era suya sino del que
lo envió, (Jua 7.16) y él habló como quien tiene autoridad. (Mat 7.29) Soy animado a venir a él y
aprender de él porque es dócil y humilde de corazón, y aprendiendo de él yo hallo descanso para mi
alma. (Mat 11.29)

Te bendigo porque me has dejado un ejemplo a fin de que yo siga sus pasos, porque él no
cometió pecado, ni fue hallado engaño en su boca, y cuando era maldecido no respondía con
maldición; (1Pe 2.21-23) su comida y su bebida eran hacer la voluntad de su Padre, (Jua 4.34) siendo
santo, inocente, sin mancha y separado de los pecadores. (Heb 7.26) Oh que yo pueda ser equipado

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con la misma manera de pensar (1Pe 4.1) que él tenía, para poder estar en este mundo (1Ju 4.17) y
poder andar de la misma manera que él anduvo. (1Ju 2.6)

Te bendigo por las obras que hizo para dar testimonio de Él, del Padre que lo envió; (Jua 5.36)
porque por su poder el ciego recibió la vista, el rengo caminó, los leprosos fueron sanados, el sordo
oyó, los muertos fueron resucitados y predicó buenas nuevas a los pobres; (Mat 11.5) y aun los vientos
y el mar le obedecieron, (Mat 8.27) y por eso el Dios de Israel fue glorificado. (Mat 15.31) Sin duda, él
era el Hijo de Dios. (Mat 27.54)

Agradece a Dios por el Gran Aliento que Cristo les

Dio a los Pobres Pecadores para que Vinieran a Él

P. Por el gran aliento que Cristo les dio a los pobres pecadores para que vinieran a él.

Te bendigo porque Jesucristo no vino a llamar a los justos sino a los pecadores (tal como yo)
para que se arrepintieran, (Mat 9.13) y tenía poder en la tierra para perdonar los pecados; (Mat 9.6)
porque él vino para salvar a su pueblo de sus pecados (Mat 1.21) y es el Cordero de Dios que quita el
pecado del mundo. (Jua 1.29) Él es (para su honor, no para su reproche) amigo de los recaudadores
de impuestos y los pecadores. (Mat 11.19)

Te agradezco por la misericordiosa invitación que hiciste, a quienes están trabajados y


cansados, a venir a él para descansar: (Mat 11.28) Y por dar a todos los que vienen a él la seguridad
de que nunca serán rechazados. (Jua 6.37)

Él hizo una ofrenda por gracia: si alguien tiene sed, que venga a él y beba. (Jua 7.37)

Agradece a Dios por la Cruz de Cristo y Todos sus Beneficios

Q. Por satisfacer completamente la justicia de Dios por el pecado del hombre a través de la sangre
de su cruz, por las adquisiciones, victorias y triunfos de la cruz y por todos los preciosos
beneficios que llegaron a mí por la muerte del Señor Jesús.

He aquí que realmente Dios muestra su amor por mí en que, cuando yo todavía era un pecador,
Cristo murió por mí, (Rom 5.8) para que yo pudiese ser reconciliado con Él por la muerte de su Hijo.
(Rom 5.10) En esto consiste el amor, no en que yo haya amado a Dios sino en que Él me amó a mí y
envió a su Hijo para ser la propiciación por mis pecados, (1Ju 4.10) y no sólo por los míos sino por los
de todo el mundo; (1Ju 2.2) él experimentó la muerte por todos, (Heb 2.9) para que a través de la
muerte él pudiese destruir al que tiene el poder de la muerte, es decir, el diablo. (Heb 2.14)

Yo te bendigo porque por una sola ofrenda él ha perfeccionado para siempre a los que están
siendo santificados; (Heb 10.14) él terminó con la transgresión, puso fin al pecado, hizo expiación por
la iniquidad y trajo justicia eterna. (Dan 9.24)

Él me ha redimido de la maldición de la ley haciéndose maldición por mí. (Gal 3.13)

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Dios ha hecho lo que la ley, debilitada por la carne, no pudo hacer, al enviar a su propio Hijo
en semejanza de carne de pecado, el cual, por su sacrificio por el pecado, condenó al pecado en la
carne. (Rom 8.3)

Él fue herido por mis transgresiones y molido por mis iniquidades, recibió el castigo de mi paz
y por sus llagas fui curado. El Señor cargó sobre él la iniquidad de todos nosotros (Isa 53.5-6) y fue su
voluntad destruirlo y afligirlo. (Isa 53.10)

Al aparecer para quitar el pecado a través de su propio sacrificio, (Heb 9.26) se ofreció a sí
mismo sin mancha delante de Dios mediante el Espíritu eterno, (Heb 9.14) y por su sangre entró de
una vez y para siempre en el lugar santísimo, asegurando la redención eterna. (Heb 9.12)

Él ha desarmado a los principados y potestades avergonzándolos abiertamente al triunfar


sobre ellos en la cruz y cancelar el acta de deudas que había en mi contra con sus demandas legales;
con esto él las anuló clavándolas en la cruz. (Col 2.14-15)

Él es mi paz y, habiendo derribado el muro de hostilidad que había entre los Judíos y los
Gentiles, creó en sí mismo, a partir de los dos, un solo y nuevo hombre, reconciliando a ambos con
Dios en un cuerpo a través de la cruz, matando de esa manera la hostilidad. (Efe 2.14-16)

Él me ha amado, me ha hecho libre de mis pecados por su sangre y ha hecho de su pueblo


reyes y sacerdotes para su Dios y Padre. (Apo 1.5-6)

¡Oh la altura y la profundidad y el largo y el ancho del amor de Cristo que sobrepasa todo
conocimiento! (Efe 3.19-19) ¡Ese es el gran amor con el que me amó! (Efe 2.4)

El Cordero que fue inmolado es digno de recibir el poder, la riqueza, la sabiduría, el poder, el
honor, la gloria y la bendición; (Apo 5.12) porque él fue inmolado y por su sangre me ha redimido
para Dios. (Apo 5.9)

Agradece a Dios por la Resurrección de Cristo

R. Por su resurrección de entre los muertos al tercer día.

Te doy gracias porque él me ha liberado de mis trasgresiones; por eso fue resucitado para mi
justificación (Rom 4.25) y declarado Hijo de Dios con poder por la resurrección de los muertos. (Rom
1.4)

A pesar de que murió, está vivo y vive para siempre y tiene las llaves de la muerte y del hades,
(Apo 1.18) y al haber sido resucitado de entre los muertos no volverá a morir; la muerte ya no tiene
dominio sobre él. (Rom 6.9)

De hecho, Cristo fue resucitado de entre los muertos, primicia de los que han muerto; (1Co
15.20) porque así como en Adán todos murieron, así también en Cristo todos pueden vivir y cada uno
en su debido orden. (1Co 15.22-23)

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Porque Dios no hizo sufrir a su Santo para ver corrupción, (Hec 2.27) sino para soltar los
dolores de la muerte, porque de ninguna manera podía ser retenido por ella; (Hec 2.24) es por eso que
se declaró a toda la casa de Israel que el mismo Jesús a quienes ellos crucificaron es Señor y Cristo.
(Hec 2.36)

Y Cristo murió y volvió a vivir para poder ser tanto Señor de los muertos como de los vivos,
(Rom 14.9) y para que, ya sea que yo esté vivo o esté muerto, pueda vivir con él. (1e 5.10)

Agradece a Dios por la Ascensión de Cristo al Cielo

S. Por su ascensión al cielo y por estar sentado a la derecha de Dios.

Yo te bendigo porque mi Señor Jesús ha ascendido a su Padre y a mi Padre, a su Dios y a mi


Dios; (Jua 20.17) ascendió a lo alto, llevó con él a los cautivos y recibió dones para los hombres, aun
entre los rebeldes, para que el SEÑOR Dios pueda habitar entre ellos. (Sal 68.18)

Como precursor (Heb 6.20) entró al mismo cielo por mí, para estar en la presencia de Dios en
mi nombre, (Heb 9.24) un Cordero de pie, como inmolado, en medio del trono. (Apo 5.6)

Él está sentado a la diestra del trono de la Majestad en el cielo, (Heb 8.1) con los ángeles,
autoridades y poderes que han sido sujetados a él. (1Pe 3.22)

Él ha ido primero a prepararme un lugar en la casa de su Padre, un lugar donde hay muchas
moradas; (Jua 14.2-3) y a pesar de que ahora no puedo seguirlo donde va, espero poder seguirlo
después, (Jua 13.36) cuando vuelva para llevarme con él, para que donde él esté, también esté yo. (Jua
14.3)

Agradece a Dios por la Intercesión de Cristo

T. Por la intercesión que él, viviendo para siempre, hace en virtud de su satisfacción.

Te doy gracias porque, al cargar el pecado de muchos, él intercede por los transgresores, (Isa
53.12) y ora no sólo porque los que le fueron dados cuando estuvo en la tierra, sino por todos los que
creerían en él a través de sus palabras, para que todos sean uno. (Jua 17.20-21)

Tengo un abogado delante del Padre, Jesucristo el justo, (1Ju 2.1) que es, por lo tanto, capaz
de salvar por completo a todos los que se acercan a Dios como Padre a través de él como mediador,
porque él vive siempre para interceder por su pueblo. (Heb 7.25)

Tengo un Sumo Sacerdote elegido entre los hombres y designado para actuar de parte de los
hombres en relación con Dios, y para presentarle ofrendas y sacrificios por el pecado. Él puede tratar
pacientemente al ignorante y al rebelde (Heb 5.1-2) y llegó a ser fuente eterna de salvación para todos
los que lo obedecen. (Heb 5.9)

Agradece a Dios por el Dominio y la Soberanía

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a los Cuales el Redentor ha sido Exaltado

U. Por el dominio y la soberanía a la que el Redentor ha sido exaltado.

Te doy gracias porque mi Señor Jesús se humilló a sí mismo, se hizo obediente hasta la muerte,
e incluso a la muerte de cruz; por lo tanto, Dios lo ha exaltado a lo sumo y le ha dado un nombre que
es sobre todo nombre, para que en el nombre de JESÚS se doble toda rodilla y toda lengua confiese
(como yo lo hago ahora) que Jesucristo es el Señor, para la gloria de Dios el Padre. (Flp 2.8-11)

Te agradezco porque toda autoridad le ha sido dada en el cielo y en la tierra; (Mat 28.18) tú lo
has puesto sobre la obra de tus manos, has sujetado todo bajo sus pies, y así lo has coronado de gloria
y honor. (Heb 2.7-9)

Te agradezco porque él es el Rey de reyes y el Señor de señores, (Apo 19.16) porque el Anciano
de días le ha dado dominio y gloria y un reino, un dominio eterno y un reino que no será destruido.
(Dan 7.13-14)

Te agradezco porque el gobierno está sobre sus hombros y su nombre es Admirable, Consejero,
Dios fuerte, Padre eterno y Príncipe de paz, y el crecimiento de su gobierno y la paz no tendrá fin. (Isa
9.6-7)

Te agradezco porque tú lo has puesto como Rey de Sión, tu santo monte, (Sal 2.6) y él reinará
sobre la casa de Jacob para siempre; (Luc 1.33) reinará hasta que haya suprimido todo dominio,
autoridad y potencia, (1Co 15.24-25) hasta que todos sus enemigos estén derrotados bajo sus pies,
(Heb 10.13) y entonces entregará el reino a Dios, el Padre, (1Co 15.24) para que Él sea todo en todos.
(1Co 15.28)

Agradece a Dios por la Seguridad que Tienes de la Segunda Venida de Cristo

V. Por la seguridad que tengo de su segunda venida para juzgar al mundo.

Te bendigo porque has establecido un día en el que juzgarás al mundo con justicia por aquel
varón al cual has designado, y de esto has dado fe a todos al resucitarlo de los muertos. (Hec 17.31)

Te bendigo porque, en ese día, el Señor Jesús se manifestará desde el cielo con sus poderosos
ángeles en llama de fuego, infligiendo venganza a aquellos que no conocen a Dios y a los que no
obedecen el evangelio del Señor Jesús. (2Te 1.7-8) Él vendrá para ser glorificado en sus santos y para
maravillar a todos los que han creído; (2Te 1.10) porque, a través de Jesús, Dios traerá con él a
aquellos que han dormido. (1Te 4.14)

Te bendigo porque él enviará a sus ángeles para quitar de su reino a todos los que causan el
pecado y a todos los que quiebran la ley; (Mat 13.41) y para juntar a sus escogidos de los cuatro
vientos, (Mat 24.31) y entonces, los justos brillarán como el sol en el reino de su Padre. (Mat 13.43)

Y yo, entonces, de acuerdo a tu promesa, estoy esperando cielos nuevos y tierra nueva en los
cuales mora la justicia. Señor, concede que, puesto que estoy esperándolos, sea diligente para ser

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hallado por él sin mancha ni culpa, en paz, (2Pe 3.13-14) y luego, ¡Ven Señor Jesús! ¡Ven pronto! (Ap
22.20)

Agradece a Dios por Enviar al Espíritu Santo

W. Por enviar al Espíritu Santo para suplir la ausencia de la presencia corporal de Cristo, para
continuar su labor y preparar las cosas para su segunda venida.

Te bendigo porque, cuando Jesús se fue, envió a su pueblo otro Ayudador para que estuviese
con ellos para siempre; el Espíritu de verdad (Jua 14.16-17) que glorificará al Hijo porque tomará lo
que es suyo y se lo declarará a ellos. (Jua 16.14)

Te bendigo porque, siendo exaltado a la diestra de Dios y habiendo recibido del Padre la
promesa del Espíritu Santo, (Hec 2.33) él lo derramó como ríos de agua viva. (Jua 7.38)

Bendito sea Dios por las señales y maravillas y los milagros y dones del Espíritu Santo, con los
cuales Dios dio testimonio de la gran salvación. (Heb 2.3-4)

Y bendito sea Dios por la promesa de que, así como los padres terrenales, a pesar de ser
malos, saben dar buenas cosas a sus hijos, mi Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo
pidan; (Luc 11.13) el Espíritu Santo prometido que es la garantía de mi herencia hasta que adquiera
posesión de ella. (Efe 1.13-14)

Agradece a Dios por el Pacto de Gracia

X. Por el pacto de gracia que Cristo hizo conmigo, por todos los grandes y preciosos privilegios
de ese pacto y por los sellos del pacto.

Te doy gracias porque en Jesucristo tú has hecho un pacto eterno conmigo, conforme a tu
constante amor por David, (Isa 55.3) y porque, aunque las montañas se muevan y los montes sean
removidos, tu pacto de paz nunca se quebrantará. (Isa 54.10)

Te agradezco porque me has dado promesas grandes y preciosas para que a través de ellas yo
pueda ser partícipe de la naturaleza divina; (2Pe 1.4) y te doy gracias porque el pacto mediado por
Cristo es mejor ya que ha sido promulgado sobre promesas mejores. (Heb 8.6)

A pesar de que tú castigaste mi transgresión con vara y mi iniquidad con azotes, no me


quitarás tu misericordia ni traicionarás tu fidelidad; no violarás tu pacto ni alterarás la palabra que
ha salido de tu boca. (Sal 89.32-34)

Te agradezco que, queriendo mostrar más convincentemente a los herederos de la promesa el


inmutable carácter de tu propósito, lo hayas garantizado con un juramento, para que por dos cosas
inmutables, en las cuales es imposible que Dios mienta, yo, que he huido en busca de refugio, sea
fuertemente alentado a aferrarme firmemente a la esperanza puesta delante de mí. (Heb 6.17-18)

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Te agradezco que el bautismo haya sido designado como un sello de la justicia que es por la fe,
como lo fue la circuncisión; (Rom 4.11) te agradezco que me asegure el perdón de mis pecados y el
don del Espíritu Santo; y que esta promesa sea para el pueblo de Dios y sus hijos. (Hec 2.38-39) Te
agradezco que la copa de la Cena del Señor sea la sangre del pacto, que fue derramada por muchos
para el perdón de los pecados. (Mat 26.28)

Agradece a Dios por las Escrituras

Y. Por el registro de las Escrituras y por preservarlas puras y completas hasta hoy.

Te doy gracias porque tengo las Escrituras para escudriñar, y porque en ellas tengo vida
eterna, porque son ellas las que dan testimonio de Cristo; (Jua 5.39) y toda la Escritura es inspirada
por Dios y útil para enseñar, para redargüir, para corregir y para instruir en justicia. (2Ti 3.16)

Te doy gracias porque todo lo que fue escrito en el pasado, fue escrito para mi instrucción,
para que por la paciencia y por la consolación de las Escrituras yo pudiese tener esperanza, (Rom
15.4) y yo tengo esta palabra profética segura que es como una lámpara que brilla en un lugar oscuro.
(2Pe 1.19)

La visión no llegó a mí como las palabras de un libro que fue sellado (Isa 29.11) sino que
escucho en mi propia lengua las poderosas obras de Dios. (Hec 2.11)

Te doy gracias, Oh Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque las cosas que escondiste de los
sabios y de los entendidos, y que muchos profetas y reyes desearon ver pero no vieron, (1Pe 1.10) son
reveladas a niños pequeños como yo, porque ésa fue tu voluntad misericordiosa. (Luc 10.21)

Agradece a Dios por el Ministerio y las Demás Ordenanzas

Z. Por la institución de ordenanzas, y particularmente por la del ministerio.

Te doy gracias porque no sólo has declarado tu palabra a Jacob, sino tus estatutos y
mandamientos a Israel, a tu pueblo: Tú no has tratado así con ninguna otra nación; ellos no tienen tus
mandamientos. (Sal 147.19-20)

Te doy gracias porque la morada de Dios es con el hombre, y él morará con ellos, (Apo 21.3) y
ha puesto su santuario en medio de ellos para siempre: (Eze 37.26) Allí se encontrará con el pueblo de
Israel. (Exo 29.43)

Te doy gracias porque has hecho conocer a tu pueblo tu santo día de reposo (Neh 9.14) y
todavía sigue siendo el día de reposo para el descanso del pueblo de Dios. (Heb 4.9)

Te doy gracias porque, cuando el Señor Jesús ascendió a los cielos, dio dones a los hombres,
(Efe 4.8) y no sólo a los profetas, apóstoles y evangelistas, sino a pastores y maestros, para equipar a
los santos para el trabajo del ministerio, para edificar el cuerpo de Cristo, hasta que todo el pueblo de
Dios alcance la unidad de la fe y el conocimiento del Hijo de Dios, la madurez, a la medida de la
estatura de la plenitud de Cristo, (Efe 4.11-13) y porque mientras ellos enseñan a tu pueblo a observar

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todas las cosas que Cristo ha ordenado, él ha prometido estar con ellos siempre, hasta el fin de los
tiempos. (Mat 28.20)

Agradece a Dios por Plantar su Iglesia en el Mundo

AA. Por el establecimiento de la religión cristiana en el mundo y por establecer la iglesia del
evangelio a pesar de toda la oposición de los poderes de las tinieblas.

Te doy gracias porque la predicación de Jesucristo, de acuerdo al mandamiento del Dios


eterno, y el evangelio que ha sido dado a conocer a todas las naciones para la obediencia de la fe,
(Rom 16.25-26) tiene poder divino para destruir fortalezas; (2Co 10.4) te doy gracias porque el Señor
obró con eso y confirmó el mensaje acompañándolo de señales (Mar 16.20) en forma tal que Satanás
cayó como un rayo del cielo. (Luc 10.18)

Te doy gracias porque, a pesar de que el evangelio fue predicado en medio de mucho conflicto,
(1Te 2.2) aún continúa creciendo y prevalece con poder, (Hec 19.20) y multitudes se vuelven de los
ídolos a Dios para servir al Dios vivo y verdadero y esperar a su Hijo del cielo. (1Te 1.9-10)

Ahora la salvación y el poder y el reino de nuestro Dios y la autoridad de su Cristo han venido:
(Apo 12.10) Y el Redentor exaltado cabalgó con su arco y su corona, conquistando y para conquistar,
(Apo 6.2) y las naciones nacieron de una vez. (Isa 66.8)

Agradece a Dios por Preservar hasta Hoy al Cristianismo en el Mundo

BB. Por la preservación del cristianismo en el mundo hasta hoy.

Te bendigo porque, aunque los enemigos de Israel lo han afligido desde su juventud, lo han
afligido grandemente pero no han prevalecido contra él; a pesar de que los aradores han arado sobre
sus espaldas, aun así el SEÑOR es justo y ha cortado las cuerdas de los malvados. (Sal 129.1-4)

Te bendigo porque Jesucristo ha edificado su iglesia sobre una roca, y las puertas del infierno
no prevalecerán contra ella (Mat 16.18) sino que su descendencia será establecida para siempre y su
trono como los días de los cielos. (Sal 89.29)

Agradece a Dios por los Mártires y los Grandes Testigos de la Fe

Que Han Partido Antes de Ti

CC. Por los mártires y los grandes testigos de la fe, las luminarias de la iglesia y los buenos
ejemplos de aquellos que han ido al cielo antes que yo.

Te bendigo por todos los que han podido encomendarse a sí mismos a Dios con gran paciencia,
en aflicciones y calamidades, (2Co 6.4) los cuales, cuando eran traídos delante de los reyes y
gobernantes por causa de Cristo, transformaban la situación en una oportunidad de dar testimonio
(Luc 21.12-13) recibiendo de ti palabras y sabiduría tales que ninguno de sus adversarios podía
resistir o contradecir. (Luc 21.15)

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Te bendigo porque aquellos que murieron por causa de Cristo todo el tiempo y fueron
considerados como ovejas para el matadero fueron, sin embargo, en todo, más que vencedores por
medio de aquél que los amó. (Rom 8.36-37)

Te bendigo porque ellos conquistaron al acusador de los hermanos por la sangre del Cordero y
la palabra del testimonio que dieron, y porque menospreciaron sus vidas aun hasta la muerte. (Apo
12.10-11)

Te bendigo por la nube de testigos que me rodean, (Heb 12.1) por las huellas del rebaño, (Can
1.8) por los antiguos que alcanzaron buen testimonio (Heb 11.2) y, a través de la fe y la paciencia,
heredaron las promesas. (Heb 6.12) Haz, Señor, que yo los siga como ellos siguieron a Cristo. (1Co
11.1)

Agradece a Dios por la Comunión de los Santos

DD. Por la comunión de los santos, esa comunión espiritual que tengo en fe, esperanza, amor santo
y en oraciones y alabanzas con todos los buenos cristianos.

Te bendigo porque, si tu pueblo camina en la luz, tenemos comunión unos con otros, (1Ju 1.7) y
aun con todos los que en cualquier lugar invocan el nombre de nuestro Señor Jesucristo, su Señor y el
nuestro. (1Co 1.2)

Te bendigo porque tu pueblo, que somos muchos, somos un pan y un cuerpo, (1Co 10.17) y
porque, aunque hay una variedad de dones y servicios y actividades, tenemos el mismo Espíritu, el
mismo Señor y el mismo Dios, que capacita a todos en todo. (1Co 12.4-5)

Te doy gracias porque todos los hijos de Dios que están dispersos (Jua 11.52) están unidos en
él, que es la cabeza del cuerpo, la iglesia; (Col 1.18) de modo que todos ellos son mis hermanos y
compañeros en la tribulación, en el reino y en la paciencia que es en Jesús. (Apo 1.9)

Agradece a Dios por la Esperanza de la Vida Eterna y la Obra del Espíritu en Ti

EE. Por la esperanza de la vida eterna cuando llegue el fin de los tiempos.

Te agradezco por la corona de vida que Dios ha prometido a los que le aman; (San 1.12) la
herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible, reservada en el cielo para mí. (1Pe 1.4)

Te agradezco porque, no teniendo aquí una ciudad duradera, (Heb 13.14) soy alentado a
buscar una patria mejor, es decir, la celestial; (Heb 11.16) la ciudad que tiene fundamentos y cuyo
arquitecto y constructor es Dios. (Heb 11.10)

Te agradezco porque tengo esperanza en la vida eterna, la cual Dios, que nunca miente, ha
prometido; (Tit 1.2) y porque todos los verdaderos creyentes, a través de la gracia, (Hec 18.27) tienen
la vida eterna morando en ellos. (1Ju 3.15)

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- Segundo: Debo dar gracias a Dios por las misericordias espirituales derramadas sobre mí en
particular, especialmente si he sido llamado con un llamamiento eficaz y en mí ha comenzado una
buena obra de gracia. Debo bendecir a Dios por la esforzada obra de su Espíritu en mí y las
advertencias y los frenos que impone a mi propia conciencia.

Te bendigo porque no me has dado una mente encallecida, (Rom 1.28) porque mi conciencia no
está cauterizada; (1Ti 4.2) porque tú no has dicho de mí: “Él está con los ídolos, déjenlo solo,” (Ose
4.17) sino que tu Espíritu todavía está obrando en mí. (Gen 6.3)

Te doy gracias por la obra de la ley escrita en mi corazón, teniendo también el testimonio mi
propia conciencia y siendo acusado o defendido por mis propios pensamientos. (Rom 2.15)

Agradece a Dios por Cada Cambio Interior Obrado por el Espíritu

FF. Debo bendecir a Dios si hay un cambio salvador obrado en mí por su Espíritu bendito.

¿Me ha trasladado Dios, por su gracia, del reino de las tinieblas al reino de su amado Hijo?
(Col 1.13) ¿Me ha llamado Él a la comunión con Jesucristo (1Co 1.9) y por su sangre me ha acercado,
a mí, que por naturaleza estaba lejos? (Efe 2.13) No a mí, Señor, sino a tu nombre sea la gloria. (Sal
115.1)

Doy gracias a Dios siempre por aquellos a los que el evangelio les ha llegado no sólo en
palabra, sino en poder y en el Espíritu Santo y con total convicción. (1Te 1.5)

Tú me has amado con amor eterno; por eso sigues teniendo fidelidad conmigo. (Jer 31.3) Tú
me has atraído con cuerdas de ternura y con lazos de amor. (Ose 11.4)

Cuando el hombre fuerte, completamente armado, guardó su palacio en mi corazón y sus


bienes estuvieron seguros, Uno más fuerte que él lo atacó, le quitó las armas en las que confiaba y
repartió el botín. (Luc 11.21-22)

Agradece a Dios por la Remisión de Pecados y la Paz de Conciencia

GG. Debo dar gracias por la remisión de mis pecados y la paz de mi conciencia.

Te bendigo por la redención que tengo a través de la sangre de Cristo, el perdón de mis
transgresiones de acuerdo a las riquezas de tu gracia que derramaste sobre mí. (Efe 1.7-8)

Te bendigo porque has perdonado todas mis iniquidades y sanado todas mis enfermedades;
(Sal 103.3) y en amor has librado mi vida de la fosa de la destrucción, porque echaste detrás de tu
espalda todos mis pecados. (Isa 38.17)

Cuando me llevaste al desierto, me hablaste con ternura, me diste una viña de allí y del Valle
de Acor hiciste una puerta de esperanza. (Ose 2.14-15)

Agradece a Dios por las Poderosas Influencias de la Gracia Divina


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HH. Por las poderosas influencias de la gracia divina para santificarme y preservarme, guardarme
de pecar y fortalecerme en el cumplimiento de mi deber.

Tú no has apagado el pábilo que humea ni has quebrado la caña cascada (Mat 12.20) ni
despreciaste el día de las pequeñeces; (Zac 4.10) pero habiendo tenido la ayuda de Dios, continúo
hasta ahora. (Hec 26.22)

En el día que clamé, me respondiste; y aumentaste la fuerza de mi alma. (Sal 138.3)

He estado continuamente contigo; (Sal 73.23) me has tomado por mi mano derecha cuando mis
pies casi han tropezado y mis pasos casi han resbalado. (Sal 73.2)

Jamás tengo razón para olvidar tus preceptos, porque por ellos me has dado vida y, si tu ley no
hubiese sido mi delicia, me habría perdido en mi aflicción muchas veces (Sal 119.92-93) porque tus
estatutos han sido mis canciones en la casa de mi destierro. (Sal 119.54)

Si el Señor no hubiese sido mi ayuda, mi alma pronto habría vivido en la tierra del silencio:
Pero cuando pensé: “Mi pie resbala,” tu misericordia, Oh SEÑOR, me sostuvo, y cuando las
preocupaciones de mi corazón son muchas, tus consolaciones alegran mi alma. (Sal 94.17-19)

Agradece a Dios por la Dulce Comunión con Él en las Santas Ordenanzas

II. Por la dulce comunión que tengo con Dios en sus santas ordenanzas y las comunicaciones de
su favor.

He festejado en la abundancia de tu casa y me has dado de beber del río de tus delicias:
Porque contigo está la fuente de la vida, en tu luz yo veré la luz. (Sal 36.8-9)

Tú me has traído a tu monte santo y me has hecho gozarme en tu casa de oración; (Isa 56.7) he
hallado que para mí es bueno estar cerca de Dios. (Sal 73.28)

Tengo razón para decir que un día en tus atrios es mejor que mil fuera de ellos y que es mejor
estar a la puerta de la casa de mi Dios que morar en las tiendas de los malvados. Porque el SEÑOR
Dios es sol y escudo; él otorga favor y honor y no priva de nada a los que caminan con justicia. Oh
SEÑOR de los ejércitos: ¡Bendito es el que confía en ti! (Sal 84.10-12)

Me he sentado bajo tu sombra con deleite y tu fruto ha sido dulce para mí; me has traído a la
casa del banquete y tu bandera sobre mí es amor. (Can 2.3-4)

Agradece a Dios por las Misericordiosas Respuestas a tus Oraciones

JJ. Por las misericordiosas respuestas a mis oraciones.

Tengo una razón para amarte, Oh SEÑOR, porque tú has escuchado la voz de mis súplicas
implorando misericordia y has inclinado a mí tu oído; te invocaré, por tanto, mientras viva. (Sal
116.1-2)

80
Desde lo profundo he clamado, Oh SEÑOR, (Sal 130.1) y tú has escuchado mis votos y me has
dado la herencia de los que temen tu nombre. (Sal 61.5)

Antes de que te invoque, en verdad, tú has respondido, y mientras he estado hablando, tú me


has escuchado; (Isa 65.24) y he dicho: “Heme aquí” (Isa 58.9) y has estado cerca de mí siempre que
he clamado a ti. (Deu 4.7)

Señor, tú has escuchado el deseo del afligido; tú fortalecerás su corazón e inclinarás tu oído
para oír. (Sal 10.17)

Bendito sea Dios, que no rechazó mi oración ni quitó de mí su misericordia; (Sal 66.20) porque
he orado, me he ido por mi camino y mi rostro no ha estado más triste. (1Sa 1.18)

Agradece a Dios por su Apoyo en tus Aflicciones

KK. Por el apoyo en mis aflicciones y las ventajas y beneficios espirituales que obtengo a través de
ellas.

Tú me has alentado en mi aflicción, (2Co 1.4) has visto mi aflicción y conocido el sufrimiento
de mi corazón; (Sal 31.7) me has mostrado maravillosamente tu misericordia cuando estaba en una
ciudad sitiada. (Sal 31.21)

Cuando las aflicciones abundaron, abundaron mucho más los consuelos. (2Co 1.5)

A pesar de que por el momento toda disciplina parece más dolorosa que placentera, después da
fruto de justicia y es provechosa para mi bien, para que yo pueda compartir tu santidad. (Heb 12.10-
11)

He tenido razón para decir que me ha sido bueno ser afligido, para aprender tus estatutos; (Sal
119.71) porque antes de ser afligido me aparté, pero ahora guardo tu palabra. (Sal 119.67)

No fue sino por un momento, y cuando fue necesario, que fui atribulado por varias pruebas; y
ruego que todas las pruebas de mi fe resulten en alabanza, gloria y honor en la revelación de
Jesucristo, al cual, aunque no lo he visto, amo, y en el cual, aunque ahora no lo veo, creo y me
regocijo con un gozo indescriptible y lleno de gloria anhelando recibir el resultado de mi fe, que es la
salvación de mi alma. (1Pe 1.6-9)

Agradece a Dios por el Cumplimiento de sus Promesas

LL. Por el cumplimiento de las promesas de Dios.

Has tratado bien a tu siervo, Oh SEÑOR, de acuerdo a tu palabra, (Sal 119.65) y has tenido
siempre en cuenta tu pacto, la palabra que ordenaste para mil generaciones. (Sal 105.8)

Ni una palabra de tu buena promesa (1Re 8.56) hecha a David, tu siervo, y a Israel, tu pueblo,
ha fallado. (1Re 8.66)

81
Y ahora, ¿qué le daré al SEÑOR por todos sus beneficios para conmigo? (Sal 116.12) Que mi
alma vuelva a él y repose en él, como descanso, porque me ha tratado generosamente: (Sal 116.7)
Levantaré la copa de mi salvación e invocaré el nombre del SEÑOR; (Sal 116.13) porque el SEÑOR es
bueno; para siempre es su misericordia y su fidelidad por todas las generaciones. (Sal 100.5)

Bendeciré al SEÑOR en todo tiempo, sí, su alabanza estará continuamente en mi boca; (Sal
34.1) cantaré al SEÑOR mientras viva; (Sal 104.33) y espero estar pronto con los benditos que moran
en su casa en las alturas, los cuales le alaban y, día y noche, no cesan de decir: “Santo, Santo, Santo
es el Señor Dios Todopoderoso.” (Apo 4.8)

82
Capítulo 5

INTERSECIÓN

83
Introducción y Exhortación a Orar
Por la Totalidad de la Humanidad Perdida

De la Quinta Parte de la Oración, que Consiste en Dirigirse a Dios en Súplica e


Intercesión por Otros
El Señor Jesús me enseña a orar no sólo con otros, sino también por ellos; el apóstol me asigna la
responsabilidad de suplicar por todos los santos, (Efe 6.18) y muchas de las oraciones en las epístolas son a favor
de sus amigos. No debo pensar, al dedicarme a esta parte de la oración, que puedo permitir la indiferencia o que
merme mi fervor por cuanto no me concierne directamente, sino que debo, más bien, permitir que una santa
llama de amor, tanto hacia Dios como hacia al hombre, haga aún más viva y ardiente mi devoción.

1. Debo orar por la humanidad entera, la humanidad perdida; en consecuencia, me compete honrar a
todos (1Pe 2.17) y, de acuerdo a mis capacidades, hacerles el bien. (Gal 6.10)

Dios, mi Salvador, tú me enseñas a orar por todos, porque esto es bueno y agradable a tus ojos
por cuanto deseas que todos se salven y lleguen al conocimiento de la verdad y de Jesucristo, (1Ti 2.3-
4) quien se dio a sí mismo en rescate por todos. (1Ti 2.6)

Ten compasión del mundo que está bajo el poder del maligno (1Ju 5.19) y permite que el
príncipe de este mundo, que ha cegado las mentes, sea echado fuera. (Jua 12.31)

Oh que tu camino sea conocido en todas las naciones, (Sal 67.2) que los pueblos bárbaros sean
civilizados, y que quienes andan sin Dios en el mundo sean traídos al servicio del Dios viviente; (Efe
2.12) de tal modo que tu poder salvador sea conocido en todas las naciones. Sí, que todos los pueblos
te alaben, Señor, que todos los pueblos te alaben; que se alegren y se gocen las naciones, porque
juzgas a los pueblos con rectitud, y guías a las naciones de la tierra. (Sal 67.2-4)

Oh que tu salvación y tu justicia sean notorias y vistas ante las naciones, y que todos los
términos de la tierra vean tu salvación, oh Dios. (Sal 98.2-3)

Oh haz que las naciones sean herencia de tu Hijo, y los confines de la tierra su posesión; (Sal
2.8) pues has dicho: “Poco eres para levantar las tribus de Jacob, y restaurar el remanente de Israel,”
pero tú lo harás como luz a las naciones. (Isa 49.6)

Que todos los reinos del mundo lleguen a ser el reino del Señor y de su Cristo. (Apo 11.15)

Ora por la Propagación del Evangelio en el Extranjero

2. Debo orar por la divulgación del evangelio en el extranjero y el crecimiento de la iglesia mediante
la incorporación de muchos a ella.

84
Que el evangelio sea proclamado a toda criatura; (Mar 16.15) porque ¿cómo creerán en aquel
de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique? ¿Y cómo predicarán si no fueren
enviados? (Rom 10.14-15) ¿Y quién enviará obreros sino el Señor de la mies? (Mat 9.38)

Que tu luz alumbre a los que están en tinieblas, y que a los asentados en región de sombra de
muerte tu luz les resplandezca. (Mat 4.16)

Agrega a tu iglesia cada día los que han de ser salvos; (Hec 2.47) y ensancha el sitio de sus
tiendas, alarga sus cuerdas y refuerza sus estacas. (Isa 54.2)

Trae la generación del oriente y júntala con la del occidente; di al norte: Da acá; y al sur: No
te detengas; trae tus hijos e hijas desde los confines de la tierra; (Isa 43.5-6) para que vengan con
agrado volando como nubes y palomas a las ventanas de tu altar, y la gloria de tu hogar resplandezca.
(Isa 60.7-8)

Que en todo lugar sea ofrecido incienso y ofrendas agradables a tu nombre; desde que se pone
el sol hasta que se oculta, sea tu nombre engrandecido entre las naciones, (Mal 1.11) y que las
ofrendas de los gentiles te sean agradables y santificadas por el Espíritu Santo. (Rom 15.16)

Como el agua cubre la mar, de igual manera sea llena la tierra del conocimiento del Señor.
(Isa 11.9)

Ora por la Conversión de los Judíos, las Iglesias Amenazadas por el Islam

y las Iglesias en el Campo Misionero

3. Por la conversión de los judíos.


Que las ramas rotas (Rom 11.17) no permanezcan en su incredulidad, sino que sean injertadas
en su propio olivo. Y aunque en parte hubo endurecimiento en Israel, que venga la plenitud de los
gentiles, y todo Israel sea salvo. (Rom 11.23-26)

Que miren al que traspasaron (Zac 12.10) y se conviertan al Señor, y que el velo que está sobre
sus corazones sea removido. (2Co 3.15-16)

4. Por las iglesias que gimen bajo la tiranía del yugo islámico.
Que las iglesias de Asia, que fueron candeleros de oro (Apo 1.11-12) entre los cuales el Señor
Jesús se deleitó en caminar, vuelvan a ser lo que fueron. (Apo 2.1)

Señor, restaura sus libertades como al principio, y sus privilegios como al comienzo; funde sus
escorias, quita todas sus impurezas, (Isa 1.25-26) y restaura sus destinos como los arroyos del Neguev.
(Sal 126.4)

5. Por las iglesias en el campo misionero.

85
Sé la esperanza de todos los términos de la tierra y de los más remotos confines del mar; (Sal
65.5) y que reciban las bendiciones que fueron sobre la cabeza de José, y sobre la frente del que fue
apartado de entre sus hermanos, aun hasta el término de los collados eternos. (Gen 49.26)

Concede paz a los que están lejos y a los que están cerca. (Isa 57.19)

Y que aquellos que chupan la abundancia de los mares y los tesoros escondidos de la arena
llamen a los pueblos al monte para que ofrezcan sacrificios de justicia. (Deu 33.19)

Ora por la Iglesia Universal

6. Por la iglesia universal, dondequiera que esté dispersa, y por todo lo que es de su interés.
El anhelo de mi corazón y mi oración a ti, oh Dios, es para la salvación de Israel. (Rom 10.1)

Con tu benevolencia hiciste bien a Sion y edificaste los muros de Jerusalén. (Sal 51.18) La paz
está dentro de tus muros, y hay seguridad en tus palacios. Por amor a mis hermanos y compañeros,
dices: Paz haya dentro de ella.” (Sal 122.7-8)

Oh que vea la prosperidad del evangelio en Jerusalén y la paz sobre Israel todos los días de mi
vida. (Sal 128.5-6) Y que, así, tenga razones para responder a los mensajeros de las naciones,
diciendo: “El Señor fundó a Sion, y a ella se acogerán los afligidos de su pueblo.” (Isa 14.38)

Salva a tu pueblo, y bendice tu heredad; sé el pastor y susténtales para siempre. (Sal 28.9)
Fortalece a tu pueblo y bendícelo con tu paz; (Sal 29.11) rodéalo de tu favor como con un escudo. (Sal
5.12)

Que la gracia sea con todos los que con amor inalterable aman al Señor Jesucristo; (Efe 6.24)
porque tú conoces a los tuyos, y haces que se aparten de la iniquidad todos aquellos que invocan el
nombre de Cristo. (2Ti 2.19)

Pido por todos los que creen en Cristo, para que todos sean uno, (Jua 17.20-21) y puesto que
hay un cuerpo, un Espíritu y una misma esperanza de nuestra vocación, un Señor, una fe, un bautismo,
y un Dios y Padre de todos, (Efe 4.4-6) haz que todos los cristianos sean de un solo corazón y un solo
camino. (Jer 32.29)

Que la palabra del Señor corra y sea glorificada en todo lugar. (2Te 3.1)

Ora por la Conversión de los No Creyentes que son Hostiles frente al Cristianismo

7. Por la convicción y la conversión de los ateos, deístas e infieles, de todos los que están fuera del
camino de la verdad, y de los burladores profanos y aquellos que deshonran al cristianismo con sus
vidas viciosas e inmorales.

Enseña a los transgresores tus caminos y haz que ellos se vuelvan a ti. (Sal 51.13)

86
Que se arrepientan para que conozcan la verdad, (2Ti 2.25)la verdad que es Jesús, (Efe 4.21)
la verdad que es según la piedad, (Tit 1.1) y que puedan recobrar el juicio y escapar del lazo del
diablo. (2Ti 2.26)

Que los que andan perdidos como ovejas vuelvan a Jesucristo, quien es el pastor y Obispo de
las almas de su pueblo. (1Pe 2.25)

A los necios y los que han dicho en sus corazones: “No hay Dios”, aquellos que son corruptos
y hacen obras abominables, muéstrales su locura y miseria. (Sal 14.1)

Señor, preserva el honor de las Escrituras, la enseñanza y el testimonio, y convence a los que
no hablan de acuerdo a la palabra, lo cual sucede porque no les ha amanecido. (Isa 8.20) Has
engrandecido tu nombre y tu palabra sobre todas las cosas; (Sal 138.2) magnifica tu ley y el evangelio
y engrandécelos. (Isa 42.21)

Haz que quienes no sean ganados por la palabra lo sean por la conducta de los cristianos,
(1Pe 3.1) y haz que ésta, te ruego, sea en todo de tal manera que quienes no creen sean convencidos
por todo y llamados a rendir cuenta por todo; sean traídos a adorar a Dios y declarar que Dios está
realmente en medio de ellos. (1Co 14.24-25)

Ora por la Salud, Pureza y Santidad de la Iglesia

8. Por la corrección de todo lo que está fuera de orden en la iglesia, el restablecimiento del
Cristianismo primitivo y el poder de la piedad, y, para tal efecto, el derramamiento del Espíritu
Santo.

Señor, derrama de lo alto tu Espíritu sobre las iglesias, y que el desierto se convierta en campo
fértil. (Isa 32.15) Así la justicia volverá a los justos y todos los rectos de corazón la seguirán. (Sal
94.15)

Que lo que queda sea puesto en orden, (Tit 1.5) y que toda planta que no sea de mi Padre
celestial sea desarraigada. (Mat 15.13)

Que el Señor, a quien busco, purifique su templo con fuego purificador, y que con jabón de
lavadores purifique a los hijos de Leví y a toda la simiente de Israel, afinándolos como oro y plata,
para que así puedan traer ofrendas de justicia que sean gratas al Señor como en los tiempos pasados,
y como en los años antiguos. (Mal 3.2-4)

Que la religión que es pura y sin mácula delante de ti, Dios Padre, florezca y prevalezca en
todas partes, (San 1.27) junto con el reino de Dios, que no consiste en comer ni beber, sino que es un
reino de justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo. (Rom 14.17) Oh aviva tu obra en medio de los
tiempos, en medio de los tiempos hazla conocer, (Hab 3.2) y permite que estos tiempos sean tiempos de
reforma. (Heb 9.10)

Ora por la Derrota de los Enemigos de la Iglesia

87
9. Por el quebrantamiento del poder de todos de los enemigos de la iglesia y la derrota de todas sus
artimañas contra ella.

Que todos los que se levantan y consultan unidos contra Jehová y contra su ungido, que
rompen sus ligaduras y echan de ellos sus cuerdas, conspiren en vano. Que el que se sienta en los
cielos se ría y se burle de ellos. Háblales en tu furor y túrbalos con tu ira. (Sal 2.1-5) Dales, oh Jehová,
lo que les has de dar; dales matriz que aborte y pechos enjutos. (Ose 9.14)

Dios mío, ponlos como torbellinos, como hojarascas delante del viento; (Sal 83.13) llena sus
rostros de vergüenza para que busquen tu nombre, oh Señor. (Sal 83.16) Y que conozcan que tu
nombre es Jehová, el Altísimo sobre toda la tierra. (Sal 83.18)

Pon temor en ellos, oh Señor; ¡que las naciones sepan que no son sino hombres! (Sal 9.20) Y
cuando los orgullosos enemigos de tu iglesia actúen arrogantemente, dales a conocer que eres más
grande que ellos. (Exo 18.11)

Sean avergonzados y vueltos atrás todos los que aborrecen a Sion. Que sean como la hierba de
los tejados, que se seca antes de que crezca. (Sal 129.5-6)

Que ningún arma forjada contra tu iglesia prospere, y que toda lengua que se levante contra ti
en juicio sea condenada. (Isa 54.17)

Haz de Jerusalén piedra pesada para todos los pueblos, y que todos los que la carguen sean
despedazados, aunque todas las naciones de la tierra se junten contra ella; (Zac 12.3) Señor, que todos
tus enemigos perezcan, pero deja que tus amigos sean como el sol cuando sale con toda fuerza. (Jue
5.31)

Señor, que el inicuo sea muerto con el soplo del espíritu de tu boca y destruido con el
resplandor de tu venida; (2Te 2.8) haz que aquellos indecisos que han estado por largo tiempo bajo el
poder del engaño crean en el verdadero amor. (2Te 2.10-11)

Que Babilonia caiga y se hunda como una piedra de molino en el mar, (Apo 18.21) y que los
reyes de la tierra que han dado a la bestia su poder y honor real (Apo 17.17) sean, al cabo, hechos
venir a traerlos a la nueva Jerusalén. (Apo 21.26)

Ora por el Alivio de las Iglesias que Sufren y los Cristianos que son Perseguidos

10. Por el alivio de las iglesias sufrientes, y el apoyo, consuelo y liberación de todos aquellos que
padecen persecución por causa de la justicia.

Que recuerde en mis oraciones a aquellos que sufren persecución por causa de Jesucristo,
como si estuviera preso juntamente con ellos y con aquellos que son maltratados, ya que yo también
estoy en el cuerpo. (Heb 13.3) Oh desciende desde lo alto, rescátalos de los que los aborrecen (Sal
18.16-17) y llévalos a un lugar seguro. (Sal 18.19)

88
No permitas que repose la vara de la impiedad sobre la heredad de los justos, ni que extiendan
los justos sus manos a la iniquidad. (Sal 125.3)

Despierta, vístete de poder, oh brazo de Jehová; levántate como en los tiempos antiguos, en los
siglos pasados cuando transformaste las profundidades del mar en camino para que pasasen tus
redimidos. (Isa 51.9-10)

El pobre es oprimido y el necesitado gime; levántate, Jehová, y dales tu seguridad tan


anhelada. (Sal 12.5)

Fortalece la paciencia y la fe de los que sufren, (Apo 13.10) para que puedan esperar en
silencio la salvación del Señor. (Lam 3.26)

Que el año de tus redimidos llegue, (Isa 63.4) el año de retribuciones en el pleito de Sion. (Isa
34.8)

Oh que la salvación de Israel salga desde Sion; y que cuando el Señor haga volver a los
cautivos de su pueblo, Jacob se goce y se alegre. (Sal 14.7)

Que no vuelva avergonzado el abatido, sino que el afligido y el menesteroso alaben tu nombre.
(Sal 74.21)

Señor, levántate y ten piedad de Sion, y que llegue el tiempo, el plazo establecido, para que sea
favorecida; (Sal 102.13) que Jehová edifique a Sion y sea vista su gloria. Señor, escucha la oración de
los desvalidos y no deseches sus ruegos. (Sal 102.16-17)

Señor Jehová, ¿cómo se levantará Jacob que es pequeño? (Amo 7.5) Haz que tu rostro
resplandezca sobre tu asolado santuario, por amor a ti mismo. (Dan 9.17)

Que los gemidos de los prisioneros lleguen delante de tu presencia y, conforme a tu grandeza,
preserva a los que por amor a tu nombre son sentenciados a muerte. (Sal 79.11)

Que aquellos cuyos maestros hayan sido quitados vuelvan a verlos, aunque sea con el pan de
congoja y el agua de angustia. (Isa 30.20)

Ora por las Naciones del Mundo y tu Propia Nación

11. Por las naciones vecinas y por todos los países del mundo.
Señor, tú gobiernas las naciones: (Sal 22.28) ¿Quién no te temerá, oh Rey de las naciones?
(Jer 10.7) Tú te sientas en el trono juzgando en forma justa; (Sal 9.4) juzgas, por tanto, el mundo con
justicia y a los pueblos con rectitud. (Sal 9.8)

Señor, apresura los días en que harás cesar las guerras hasta los fines de la tierra; (Sal 46.9)
en que las naciones no alzarán espada contra las naciones, ni se levantará reino contra reino, sino que

89
volverán sus espadas en rejas de arado, sus lanzas en hoces y no se adiestrarán más para la guerra.
(Isa 2.4)

Dios de Israel, tú haces de tus reyes ayos y de tus reinas nodrizas. (Isa 49.23)

Y en los días de estos reyes, que el Dios del cielo levante un reino que no será jamás destruido,
(Dan 2.44) el reino mismo del Redentor. Y sean cuales fueren los pensamientos del corazón del
hombre, haz que permanezcan tus consejos, (Pro 19.21) y cumple los deseos de tu corazón para con
todas las generaciones. (Sal 33.11)

12. Por mi propia tierra y nación, el bienestar de la cual debo especialmente buscar, para que, en su
paz, tu iglesia en esta tierra goce de paz.

I. Te agradezco, Dios, por tu misericordia para con mi nación.

Bendito seas porque me has puesto sobre una colina fértil (Isa 5.1) y no pusiste mi casa en
llanura plana, ni sal en la tierra de mi morada, (Job 39.6) sino que la tierra en que habito da fruto.
(Sal 85.12)

Señor, tú has sido propicio a mi tierra. (Sal 85.1) Con mis oídos he oído lo que mis padres en la
fe contaron, las obras que hiciste por tu iglesia en sus días y en tiempos antiguos, (Sal 44.1) y tal como
lo he oído, también lo he visto; pues me acuerdo de tu misericordia, oh Dios, en medio de tu templo.
(Sal 48.8-9)

Has dado a tu iglesia tierra deseable, (Jer 3.19) la tierra de Emanuel, (Isa 8.8) que es el valle
de la visión; (Isa 22.1) has establecido tu pacto entre nosotros, y tu santuario está en medio nuestro.
(Eze 37.26-27)

Vivimos seguros bajo nuestra propia parra e higuera, (1Re 4.25) y hay paz para los que entran
y también para los que salen. (2Cr 15.5)

Y como el Señor ama a mi pueblo, ha establecido sobre nosotros un buen gobierno, para hacer
derecho y justicia, (1Re 10.9) para infundir temor al que hace lo malo, y protección y alabanza al que
hace el bien. (Rom 13.3)

II. Debo humillarme delante de Dios por los pecados y provocaciones de mi nación.

Mi pueblo es gente pecadora, gente cargada de maldad, una generación maligna; (Isa 1.4) por
eso, muchos son los motivos que tenemos para gemir por todas las abominaciones que se cometen
entre nosotros. (Eze 9.4)

La maldad se ha multiplicado entre nosotros y el amor de muchos se ha enfriado. (Mat 24.12)

Dios mío, no nos olvides ni nos abandones a pesar de que nuestra tierra está llena de pecado
contra el Santo de Israel. (Jer 51.5)

90
Ora Fervientemente Pidiendo Misericordia para la Nación

y Bendición para el Ministerio del Evangelio en Ella

III. En oración debo pedir fervientemente misericordias para la nación.

A. Por los favores de Dios para con mi nación y las prendas de su presencia entre nosotros
considerando que de ello depende nuestra felicidad.

Oh esperanza y guarda de Israel en tiempo de aflicción, no seas como el forastero en la tierra o


como el caminante que se retira para pasar la noche; quédate siempre entre nosotros: Hemos sido
llamados por tu nombre; no nos desampares. Aunque nuestras iniquidades testifican contra nosotros,
oh Señor, actúa por amor de tu nombre; porque nuestras rebeliones se han multiplicado, y contra ti
hemos pecado. (Jer 14.7-9)

Oh Dios, restáuranos, haz resplandecer tu rostro y seremos salvos. ¡Manifiesta tu poder y


sálvanos! (Sal 80.2-3)

Muestra, oh Señor, tu misericordia, y danos tu salvación; (Sal 85.7) que tu salvación esté cerca
de los que te temen y que tu gloria habite en nuestra tierra. Que la misericordia y la fidelidad se
encuentren; que la justicia y la paz se besen. Que brote de la tierra la verdad y la justicia mire desde lo
alto. Sí, que Jehová nos dé lo bueno: Que la justicia vaya delante de Él y nos ponga sus pasos por
camino. (Sal 85.9-13)

B. Por la permanencia del evangelio y los medios de gracia entre nosotros y por una profesión
nacional de la santa religión de Cristo.

¡Oh que el trono de Cristo permanezca por siempre en medio nuestro, (Sal 45.6) y aun el lugar
de tu santuario, ese glorioso trono enaltecido desde el principio! (Jer 17.12)

Que nuestro candelero nunca sea removido de su lugar aunque sea eso lo que merezcamos por
haber abandonado nuestro primer amor. (Apo 2.4-5) No hagas con nosotros lo que hiciste en el lugar
donde estaba Silo, en que habitó tu nombre desde el principio. (Jer 7.12)

Que nunca conozcamos lo que es tener hambre de la palabra ni andemos errantes de mar en
mar y desde el río hasta los confines de la tierra en busca de tu palabra. (Amo 8.11-12)

Oh Señor, eres la estabilidad de nuestros tiempos, la abundancia de salvación, de sabiduría y


de ciencia. El temor de Jehová es nuestro tesoro: (Isa 33.6) Que el justo florezca en medio nuestro y
haya quienes te teman en nuestra tierra, mientras duren el sol y la luna, por todas las generaciones,
(Sal 72.5) para que sobreabunde la paz (Sal 72.7) y los hijos que aún hayan de nacer puedan alabar al
Señor. (Sal 102.18)

Ora por la Continuidad de la Paz y la Tranquilidad Exterior de tu Nación

91
C. Por la continuidad de la paz y la tranquilidad exterior de mi nación, su libertad y abundancia,
la prosperidad de su comercio y bendiciones sobre los frutos de la tierra.

Que Dios nos sea por muro de fuego en derredor y por gloria en medio nuestro; (Zac 2.5) que
su evangelio sea nuestra gloria y haya sobre toda aquella gloria defensa; que Él cree, sobre las
asambleas y sobre toda morada del monte de Sion, nube y humo de día y resplandor de fuego de
noche. (Isa 4.5)

Que tu paz esté dentro de nuestros muros y haya seguridad en el interior de nuestros palacios;
(Sal 122.7) haz prosperar la mercancía y la ganadería; que Zabulón se regocije en sus salidas e Isacar
en sus tiendas. (Deu 33.18)

Que tu salvación sea establecida en medio nuestro como muros y antemuros, y estén abiertas
las puertas para que entre el justo que guarda la verdad. (Isa 26.1-2)

Haz que nuestro supervisor sea la paz y nuestro capataz la justicia; que nunca más se oiga la
violencia en nuestras puertas, ni destrucción ni quebrantamiento en nuestro territotrio, sino que
nuestros muros sean nombrados salvación y nuestras puertas alabanza: (Isa 60.17-18) No permitas
que nuestra tierra sea desamparada y desolada, sino deléitate, Señor, entre nosotros, y nuestra tierra
sea desposada. (Isa 62.4)

Sea la paz como río y la justicia como las ondas del mar. (Isa 48.18) Que la justicia, la cual
engrandece a una nación, abunde en medio nuestro; y líbranos del mal, que es afrenta de las naciones.
(Pro 14.34)

No sea el cielo bronce y la tierra hierro (Deu 28.23) ni quites de nosotros el trigo a su tiempo y
el vino a su sazón; (Ose 2.9) envía, más bien, la lluvia en su momento, (Joe 2.23) y guarda para
nosotros los tiempos establecidos de la siega; (Jer 5.24) sí, danos lluvia a su tiempo. Que la tierra
rinda sus frutos y el árbol dé el suyo, y comamos nuestro pan hasta saciarnos y habitemos seguros en
nuestra tierra. (Lev 26.4-5)

Bendice grandemente nuestras provisiones y sacia de pan a los pobres, (Sal 132.15) y que los
que cosechan coman y te alaben, Señor. (Isa 62.9) No los disipes con un soplo, porque entonces,
cuando busquemos mucho, hallaremos poco. (Hag 1.9) Bendícenos hasta que sobreabunde, y todas las
naciones nos llamarán bienaventurados y tierra deseable. (Mal 3.10-12)

Ora por la Decencia Moral y la Civilidad de la Nación

D. Por el éxito de todos los esfuerzos por reformar las costumbres, suprimir el vicio y las
conductas profanas; por el apoyo a la religión y la virtud; y por el crecimiento de la buena
reputación de éstas.

Establece al justo y haz que la maldad de los malos llegue a su fin, tú que pruebas la mente y
los corazones, Oh Dios justo. (Sal 7.9) Levanta muchos para ti en contra de los que hacen iniquidad, y
levántate contra los malignos. (Sal 94.16)

92
Que venga de Sion el libertador y aparte de Jacob la impiedad; (Rom 11.26) que la inmundicia
de Jerusalén sea limpiada de en medio de ella con espíritu de juicio y con espíritu de devastación. (Isa
4.4)

Y que todo malhechor cierre su boca, (Sal 107.42) que se haga juicio y se detenga la plaga
infecciosa. (Sal 106.30)

Que los ánimos de aquellos que luchan contra el pecado no se cansen hasta desmayar. (Heb
12.3-4)

Retira el espíritu de inmundicia de la tierra (Zac 13.2) y devuelve pureza de labios para que
todos invoquen tu nombre, Jehová. (Sof 3.9)

Colócanos sobre todas las naciones para loor, fama y gloria, y para ser un pueblo santo a
Jehová nuestro Dios. (Deu 26.19)

Ora por la Sanidad de las Infelices Divisiones de tu Nación

y el Éxito frente a sus Enemigos

E. Por la sanidad de las infelices divisiones de mi nación y la reparación de nuestros


distanciamientos.

Por causa de las divisiones que hay entre nosotros se escudriñan profundamente los corazones,
(Jue 5.16) pues hay tres contra dos y dos contra tres en la casa. (Luc 12.52) Pero, ¿es la brecha tan
ancha como el mar, que no permite ser sanada? (Lam 2.13) ¿No hay bálsamo en Galaad? ¿No hay
médico? ¿Por qué, pues, no se ha curado la hija de mi pueblo? (Jer 8.22) Señor, sana las roturas de
nuestra tierra porque por ellas titubea. (Sal 60.2)

Te ruego, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que no haya divisiones entre nosotros sino
que estemos unidos en una misma mente y en un mismo parecer. (1Co 1.10)

Que el Dios de la paciencia y la consolación nos dé un mismo sentir entre nosotros, un sentir
según Cristo Jesús, y que unánimes, a una voz, glorifiquemos al Dios y Padre de nuestro Señor
Jesucristo (Rom 15.5-6) y promulguemos nuestra salvación. (Jud 1.3)

Señor, guárdanos de juzgarnos o menospreciarnos los unos a los otros, (Rom 14.10) y
ayúdanos a seguir lo que contribuye a la paz y a la edificación mutua. (Rom 14.19) Haz que, viviendo
en paz y amor, el Dios de paz y de amor esté con nosotros. (2Co 13.11)

Que nada sea hecho por contienda o por vanagloria, sino en humildad, estimando a los demás
como superiores a mí, (Flp 2.3) y que mi gentileza sea conocida por todos pues el Señor está cerca.
(Flp 4.5)

93
F. Por éxito y victoria contra los enemigos de todas partes que buscan la ruina de mi nación.

Levántate, oh Jehová, y dispersa a tus enemigos, y huyan de tu presencia los que aborrecen a
los millares de millares de Israel. (Num 10.35-36)

Líbranos del enemigo porque vana es la salvación del hombre. Con Dios haremos proezas; sí,
Él mismo hollará a nuestro enemigo (Sal 60.11-12) y lo hará como polvo con su espada y como
hojarasca con su arco. (Isa 41.2)

Que seamos un pueblo salvo por Jehová, siendo Él escudo de nuestra ayuda y espada de
nuestro triunfo, (Deu 33.29) y que nuestros enemigos sepan que Jehová pelea por nosotros contra
ellos. (Exo 14.25)

Adiestra para la guerra las manos y para la batalla los dedos (Jue 5.18) de quienes exponen
sus vidas a la muerte por nosotros en las alturas del campo; (Sal 144.1) dales el escudo de tu
salvación y que tu diestra los sustente, (Sal 18.35) y cubre sus cabezas en el día de la batalla. (Sal
140.7)

Ora por tu Jefe de Estado

G. Por el Jefe de Estado de mi nación, para que Dios proteja su persona, preserve su salud y haga
de su vida y su gobierno una prolongada bendición pública.

Oh Dios, concede tus juicios y justicia al rey (Sal 72.1) para que juzgue a los afligidos del
pueblo, salve a los hijos del menesteroso y destruya al opresor. (Sal 72.4)

Sea su trono afirmado en justicia (Pro 25.5) y guardado en misericordia. (Pro 20.28) Dale
largura de días eternamente y para siempre, y que su gloria sea grande mediante tu salvación; llénalo
de alegría con tu presencia, y que, por la misericordia del Altísimo, no sea conmovido. (Sal 21.4-7)

Viste a sus enemigos de confusión, pero que sobre él florezca su corona, (Sal 132.18) y que
continúe él por largos días, como padre adoptivo para Israel. (Isa 49.23)

Ora por la Prolongación Justa y Segura de tu Gobierno Civil

H. Por la segura y justa permanencia del gobierno civil de mi nación; que goce de la compañía de
la bendición; que la paz y la verdad se establezcan en nuestros días asegurándose para la
posteridad; y que las esperanzas de nuestros adversarios y todos sus ayudadores y cómplices
se extingan.

Señor, preserva la lámpara que has dispuesto para tu ungido, (Sal 132.17) a fin de que la
generación venidera y aun los hijos que han de nacer te conozcan poniendo en Dios su confianza y
guardando tus mandamientos. (Sal 78.6-7)

Que la iglesia que profesa el evangelio permanezca delante de Dios para siempre. Que la
misericordia y la verdad nos conserven, y así cantaremos tu nombre para siempre. (Sal 61.7-8) Dios,

94
salva a Sion y reedifica la ciudad de Judá, y que la descendencia de tus siervos la herede y los que
aman tu nombre habiten en ella. (Sal 69.35-36)

Que el designio de quienes escojan un líder para volver a Egipto (Num 14.4) sea destruido de
nuevo, y no permitas que la herida mortal que le fue dada a la bestia sea curada. (Apo 13.11-12)

Que nuestros ojos vean a Jerusalén, ciudad de nuestras fiestas solemnes, morada de quietud,
tienda que no será desarmada, de estacas que no serán arrancadas ni ninguna de sus cuerdas rotas.
Sea más bien el Señor, en su majestad, lugar de anchos ríos y arroyos para nosotros; porque el Señor
es nuestro juez, es nuestro legislador, nuestro Señor es Rey y nos salvará. (Isa 33.20-22)

Ora por Todos los que Toman Parte en la Conducción de los Asuntos Públicos

I. Por los asesores, miembros del gabinete, miembros del congreso o del parlamento,
embajadores y enviados al extranjero, y todos los que trabajan en la conducción de los asuntos
públicos.

Orienta a nuestros consejeros y a nuestros ancianos; enséñales sabiduría: (Sal 105.22) Oh


concédeles espíritu de sabiduría y de inteligencia, espíritu de consejo y de poder, espíritu de
conocimiento y de temor de Jehová para que se deleiten en dicho temor. (Isa 11.2-3)

No prives de hablar a los que dicen la verdad, ni quites a los ancianos el consejo; (Job 12.20)
nunca dejes que las cosas que pertenecen a la paz de la nación sean cubiertas ante los ojos de los que
instruyen a la nación. (Luc 19.42)

Haz que se vea que has tomado tu lugar en el consejo divino y en medio de los dioses juzgas,
(Sal 82.1) y que, cuando los príncipes de los pueblos se reúnen como pueblo del Dios de Abraham, el
mismo Dios de Abraham está en medio de ellos. Que los escudos de la tierra pertenezcan a Dios y Él
sea muy exaltado. (Sal 47.9)

Que haya entre nosotros quienes edifiquen las ruinas antiguas y levanten los cimientos de
muchas generaciones, y sean llamados reparadores de portillos y restauradores de calzadas para
habitar. (Isa 58.12)

Ora por tus Jueces y Jefes Judiciales

J. Por los magistrados, los jueces y los jueces de paz en los diversos condados y corporaciones.

Que aquellos que gobiernan sobre nosotros gobiernen en el temor del Señor, (2Sa 23.3) y que
aquellos que juzgan recuerden que no juzgan para el hombre sino para el Señor, quien está con ellos
cuando juzgan para que el temor de Jehová esté sobre ellos. (2Cr 19.6-7)

Haz de ellos varones capaces y dignos de confianza, temerosos de Dios y que aborrezcan el
soborno, (Exo 18.21) para que el juicio corra como las aguas del río y la justicia como arroyo que
nunca mengua. (Amo 5.24)

95
Capacita a nuestros magistrados para que defiendan al débil y al huérfano; hagan justicia al
afligido y al menesteroso; rescaten al afligido y al necesitado, y lo libren de las manos de los impíos;
(Sal 82.3-4) haz que los gobernadores teman hacer el mal y no el bien. (Rom 13.4)

Ora por los Ministros de la Santa Palabra y los Sacramentos de Dios

K. Por todos los ministros de la santa palabra y los sacramentos de Dios, los cuales son los
maestros de las asambleas.

Enseña a tus ministros cómo deben conducirse en la casa de Dios, que es la iglesia del Dios
vivo, (1Ti 3.15) para que no prediquen de sí mismos, sino de Jesucristo como Señor, (2Co 4.5) y que
procuren con diligencia presentarse a Dios aprobados, como obreros que no tienen de qué
avergonzarse y que trazan bien la palabra de verdad. (2Ti 2.15)

Haz que sean competentes en las Escrituras, (Hec 18.24) y que por ellas sean enteramente
preparados para toda buena obra, (2Ti 3.17) mostrando en la enseñanza integridad, seriedad, y
palabra sana que no pueda ser reprochada. (Tit 2.7-8)

Capacítalos para dedicarse a la lectura pública de la Escritura, a la exhortación y a la


enseñanza, (1Ti 4.13) y que practiquen estas cosas; (1Ti 4.15) que sean persistentes en la oración y en
el ministerio de la palabra, (Hec 6.4) ocupándose de estas cosas, y que persistan en ellas para que se
puedan salvar tanto a sí mismos como a sus oyentes. (1Ti 4.15-16)

Que al abrir sus bocas con valor les sean dadas palabras para proclamar el misterio del
evangelio; que con denuedo hablen lo que deben hablar, (Efe 6.19-20) como ministros competentes de
un nuevo pacto, no de la letra, sino del Espíritu; (2Co 3.6) y que por la misericordia del Señor sean
fieles. (1Co 7.25)

Que reciban de las manos del Fuerte de Jacob agilidad para los brazos de sus manos; (Gen
49.24) que sean llenos del poder del Espíritu del Señor, (Miq 3.8) y muestren a tu pueblo su rebelión, y
a la casa de Jacob su pecado. (Isa 58.1)

Que sean sanos en la fe (Tit 1.13) y que siempre enseñen lo que esté de acuerdo con la sana
doctrina; (Tit 2.1) que con mansedumbre corrijan a los que se oponen y que, como siervos del Señor,
no sean contenciosos, sino amables para con todos, aptos para enseñar. (2Ti 2.24-25)

Que sean de buen ejemplo para los creyentes en palabra, en conducta, en amor, en fe y en
pureza; (1Ti 4.12) que sean purificados los que llevan los utensilios del Señor, (Isa 52.11) y en sus
frentes sean grabadas las palabras SANTIDAD A JEHOVÁ. (Exo 28.36)

Señor, que sus trabajos no sean en vano ni sin provecho, consumiendo sus fuerzas, (Isa 49.4)
sino que la mano del Señor esté con ellos y muchos crean y se conviertan al Señor. (Hec 11.21)

Ora por las Instituciones Educativas y los Ciudadanos Comunes de tu Nación

96
L. Por todas las universidades, centros educativos y escuelas de párvulos.

Que las escuelas de los profetas sean llenas de toda buena dádiva y todo don perfecto que
desciende desde lo alto, del Padre de las luces. (San 1.17)

Esparce sal sobre estos manantiales y sana sus aguas (2Re 2.21) para que de ellas manen
corrientes que alegren la ciudad de Dios, la morada santa del Altísimo. (Sal 46.4)

M. Por la gente común que habita la tierra.

Concede gracia a todos los súbditos de esta tierra para que ellos, bajo el gobierno que Dios ha
puesto sobre nosotros, vivan en quietud y paz, con toda piedad y honestidad, (1Ti 2.2) habitando juntos
en unidad, (Sal 133.1) y que el Señor envíe sobre nosotros bendición y vida eterna. (Sal 133.3)

Que todo aquel que en cualquier nación tema a Dios y haga justicia le sea acepto; (Hec 10.35)
sí, que los que aman tu salvación digan continuamente: “Sea exaltado el Señor, que ama la paz de sus
siervos.” (Sal 35.27)

Ora por los Jóvenes y los Ancianos

N. Por los hombres de diversas edades y condiciones, así como sus respectivas necesidades de
misericordia y gracia.

-Por los jóvenes que se están estableciendo en la vida.

Señor, que los jóvenes se acuerden de su Creador en los días de su juventud, (Ecl 12.1) para
que sean guardados de la vanidad a la que en la infancia y la juventud se ven sujetos, y que sean
impedidos de seguir los deseos de sus corazones y las cosas que sus ojos ven, sabiendo que sobre todas
estas cosas Dios los traerá a juicio. (Ecl 11.9)

Señor, haz que los jóvenes se controlen a sí mismos, (Tit 2.6) que tu palabra permanezca en
ellos, y que sean fuertes para vencer el mal. (1Ju 2.14)

Que desde el seno de la aurora tenga Cristo el rocío de tu juventud, (Sal 110.3) y sea él
formado en los corazones de los jóvenes. (Gal 4.19)

Guarda, a los que inician su recorrido por el mundo, de la corrupción que hay en éste debido a
la concupiscencia; (2Pe 1.4) concede a los que han recibido buena educación el retener la forma de la
sana doctrina (2Ti 1.13) y que persistan en lo que han aprendido. (2Ti 3.14)

O. Por quienes son de edad avanzada y han profesado la fe durante mucho tiempo.

Hay algunos que por mucho tiempo han sido discípulos de Cristo; (Hec 21.16) Señor,
permíteles que aun en la vejez fructifiquen, para anunciar que el Señor es recto, que Él es la Roca de
ellos, y que no hay injusticia en Él. (Sal 92.14-15)

97
Ahora han llegado los días malos y los años de los cuales dicen: “No tengo en ellos
contentamiento”: (Ecl 12.1) Haz que tu consolación alegre sus almas. (Sal 94.19)

Tú has dicho: “Aun hasta tu vejez yo seré el mismo, y hasta las canas te soportaré.” Tú los has
creado Señor; te suplico que los sostengas, los lleves y los salves. (Isa 46.4)

A aquellos que enseñaste desde su juventud y a los cuales todavía relatas tus maravillas, ahora,
en su vejez, con sus cabezas canas, (Sal 71.17-18) no los abandones, ni los deseches en la ancianidad;
no los dejes cuando sus fuerzas se acaben. (Sal 71.9)

Que cada cabeza gris sea una corona de gloria para los que la tienen, habiéndola ganado
mediante una vida justa, (Pro 16.31) y concédeles que conozcan a aquel en el cual han creído. (2Ti
1.12)

Ora por los Ricos y los Pobres, tus Enemigos y tus Amigos

P. Por los ricos y prósperos de este mundo, algunos de los cuales tal vez necesitan de la oración
tanto como aquellos que buscan la ayuda de ellos.

Señor, que los ricos de este siglo no sean altivos ni pongan la esperanza en las riquezas, sino
en ti, Dios, que ricamente provees a todos de todo para que disfruten: Que hagan el bien, que sean
ricos en buenas obras, dadivosos, y generosos, y que puedan atesorar para sí mismos un buen
fundamento para el futuro. (1Ti 6.17-19)

Aunque es difícil para el rico entrar en el reino de los cielos, (Mat 19.24) para ti todo es
posible. (Mat 19.26)

Q. Por los pobres y afligidos, porque siempre los habrá en este mundo.

Señor, que los pobres de este mundo sean ricos en la fe y herederos del reino, (San 2.5) y que
reciban el evangelio. Y que los pobres del rebaño esperen en ti y conozcan tu palabra, Señor. (Zac
11.11)

Muchas son las aflicciones de los justos, pero de todas ellas líbralos, Señor; (Sal 34.19) y
aunque por el momento toda aflicción parece dolorosa y triste, después dará fruto de justicia a los que
en ella hayan sido ejercitados. (Heb 12.11)

R. Por mis enemigos y los que me aborrecen.

Señor, haz que ame a mis enemigos, bendiga a los que me maldicen y ore por los que me
ultrajan y persiguen. (Mat 5.44)

Padre, perdona a aquellos que no saben lo que hacen (Luc 23.34) y no les tomes en cuenta sus
maldades; (Hec 7.60) crea en mí una disposición a soportar mutuamente y perdonar en amor (Col
3.13) así como me enseñas que debo hacerlo cada vez que oro. (Mar 11.25)

98
Que mi conducta te agrade y que aun mis enemigos estén en paz conmigo. (Pro 16.7)

Que el lobo habite con el cordero (Isa 11.6) y que no hagan mal ni dañen en todo tu santo
monte; (Isa 11.9) que Efraín no tenga envidia de Judá, ni Judá aflija a Efraín. (Isa 11.13)

S. Por mis amigos y por los que me aman.

Y con respecto a todos los que amo en verdad, es mi deseo que sean prosperados en todas las
cosas, y que gocen de buena salud; oro de manera particular por la salud de sus almas. (3Ju 1.2)

Que la gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con sus espíritus. (Fil 1.25)

99
Capítulo 6

CONCLUSIÓN

100
Introducción y Peticiones Inclusivas
De la Conclusión de mis Oraciones
Se me ordena orar en todo tiempo, (Luc 21.36) sin cesar, (1Te 5.17) perseverando constantemente, (Col 4.2)
pues me corresponde mantener siempre la fiel disposición a este deber, sin renunciar a él, sin cansarme, o
abandonar el ejercicio; pero con todo, no siempre puedo estar orando, y llega el momento de descender del
monte. Tampoco puedo extenderme sobremanera a un punto tal que el deber se convierta en una tarea fatigosa
para mí o para aquellos que me acompañan. Otras responsabilidades reclaman mi atención. Jacob lucha con el
ángel, pero éste debe partir porque raya el alba. (Gen 32.24) Debo, pues, pensar en concluir. Las oraciones de
David, hijo de Isaí, deben terminar. (Sal 72.20) Pero, ¿cómo finalizar de manera tal que las impresiones causadas
por el deber no desaparezcan de la imaginación del pensamiento de mi corazón?

1. Puedo concluir mi oración con peticiones inclusivas que resuman todas las demás.
Que el Dios de paz que resucitó de los muertos al Señor Jesucristo, el gran pastor de las
ovejas, por la sangre del pacto eterno, me dote de todo lo bueno para hacer su voluntad obrando en mí
lo que le agrada por medio de Jesucristo. (Heb 13.20-21)

Señor, guíame al amor de Dios y a la paciencia de Cristo. (2Te 3.5)

Y que el Dios de toda gracia, que me llamó a su gloria eternal en Jesucristo, después de que
haya padecido un poco de tiempo, me perfeccione, afirme, fortalezca y establezca. (1Pe 5.10)

Señor, ¿qué esperaré? Pues eres mi esperanza (Sal 39.7) y de ti dependo, porque eres el Dios
Todopoderoso, y el todo-suficiente. (Gen 17.1)

Haz por mí más de lo que puedo pedir o entender, según el poder que actúa en mí, (Efe 3.20)
supliendo todas mis necesidades conforme a tus riquezas en gloria en Cristo Jesús. (Flp 4.19)

Ruega que tus Oraciones sean Aceptadas por Amor a Cristo

2. Puedo entonces rogar que, por amor a Cristo, mis pobres y débiles oraciones sean oídas y
aceptadas.

Que el Dios de Israel me otorgue la petición que le he hecho. (1Sa 1.17)

Que los dichos de mi boca y la meditación de mi corazón sean gratos delante de ti, oh Jehová,
roca mía, y redentor mío. (Sal 19.14)

Que tus ojos estén atentos a la oración de tu siervo y a la plegaria de tu pueblo Israel; óyelos
cuando te invocan; porque son tu pueblo y tu heredad. (1Re 8.51-52)

Dios mío, estén atentos tus oídos a mi oración, (2Cr 6.40) y no rechaces a tu Ungido;
acuérdate de tus misericordias para con David tu siervo, (2Cr 6.42) Jesús mismo, que está sentado a
tu diestra intercediendo por mí. (Rom 8.34)
101
Señor, me has asegurado que todo lo que pida al Padre en el nombre de Cristo me lo darás.
(Jua 16.23) Así pues, te pido todas estas cosas en el nombre que es sobre todo nombre, Cristo Jesús;
(Flp 2.9) aquel nombre que es ungüento derramado. (Can 1.3) Señor, haz resplandecer tu rostro sobre
mí, (Num 6.25) por amor a Cristo, (Dan 9.17) tu Hijo amado, (Mat 17.5) a quien siempre escuchas.
(Jua 11.42) Buen Señor, capacítame para escucharlo, y complácete conmigo en él. (Mat 17.5)

Ruega por el Perdón de lo que ha Estado Fuera de Lugar en tus Oraciones

3. Puedo a continuación pedir perdón por todo lo que estuvo fuera de lugar en mi oración.
Señor, no he orado debidamente; (Rom 8.26) ¿quién hay que haga el bien y nunca peque? (Ecl
7.20) Aun cuando quiero hacer el bien, el mal está en mí; (Rom 7.21) y si deseo hacer lo correcto, es
como si no tuviera la capacidad: Porque no hago el bien que quiero, sino que continúo haciendo el
mal que no quiero; (Rom 7.18-19) de manera que con toda justicia podrías rehusarte a escucharme
aunque multiplicara mis súplicas. (Isa 1.15) Pero tengo un gran Sumo Sacerdote que lleva las faltas
cometidas en todas las cosas santas que los hijos de Israel consagran como sus ofrendas sagradas.
(Exo 28.38) Por causa de él, quita toda la culpa de tu pueblo, toda la culpa e iniquidad de mis cosas
sagradas, recíbeme misericordiosamente, ámame libremente (Ose 14.2-4) y no me trates conforme a
mi necedad. (Job 42.8)

Encomiéndate a la Gracia de Dios

4. Puedo luego encomendarme a la dirección, la protección y el dominio de la gracia divina en los


demás actos de servicio que tengo por delante y en todo el transcurso de mi vida.

Y ahora, capacítame para ir de poder en poder hasta que llegue y vea a Dios en Sion, y que
mientras atraviese el valle de lágrimas, éste se convierta en fuente, y que la lluvia de la gracia y la
bendición divina llene sus estanques. (Sal 84.6-7)

Ahora habla, Señor, porque tu siervo oye. (1Sa .9) ¿Qué dice mi Señor a su siervo? (Jos 5.14)
Concede que no aparte mi oído de oír tu ley, porque si lo hiciera, mis oraciones serían abominables.
(pro 28.9) Haz que pueda escuchar a Dios para que Él me escuche. (Jue 9.7)

Y ahora, que el Señor mi Dios esté conmigo como estuvo con todos mis padres en la fe, que no
me deje ni me abandone para que incline mi corazón hacia Él a fin de andar en sus caminos y guardar
sus mandamientos, sus estatutos y decretos. (1Re 8.57-58) Y que mi corazón sea enteramente fiel al
Señor mi Dios todos mis días, (1Re 8.61) y continúe así hasta el fin, para que entonces yo pueda
descansar y pararme en mi heredad y sea éste un lugar bendito al final de los días. (Dan 12.13)

Concluye con Alabanzas Solemnes a Dios

5. Puedo concluir con doxologías o alabanzas solemnes a Dios, atribuyendo el honor y la gloria al
Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, y sellando todas mis alabanzas y oraciones con un afectuoso
Amén.

102
Bendito sea ahora el Señor, el Dios de Israel, por los siglos de los siglos. Amén y Amén. (Sal
41.13)

Bendito sea el Señor para siempre, el Dios de Israel, el único que hace maravillas, y bendito
sea su nombre glorioso para siempre; ¡toda la tierra sea llena de su gloria! Amén y Amén. (Sal 72.18-
19) Sí, todo el pueblo diga: “¡Amén! Alabado sea el Señor.” (Sal 106.48)

¡Al único y sabio Dios sea la gloria mediante Jesucristo para siempre! Amén. (Rom 16.27)

Ahora, al Dios Padre y el Señor Jesucristo, el cual se dio a sí mismo por nuestros pecados para
librarnos del presente siglo malo, conforme a la voluntad de nuestro Dios y Padre, a Él sea la gloria
por los siglos de los siglos. Amén. (Gal 1.3-5)

A Dios sea la gloria en la iglesia y en Cristo Jesús, por todas las edades, por los siglos de los
siglos. Amén. (Efe 3.21)

Al Rey de los siglos, inmortal, invisible, y único Dios, sea honor y gloria por los siglos de los
siglos. Amén. (1Ti 1.17) Al que tiene inmortalidad sea la honra y el imperio sempiterno; (1Ti 6.16) a
Él sea el imperio por los siglos de los siglos. Amén. (1Pe 5.11)

Y a aquel que es poderoso para guardarme de toda caída, y presentarme sin mancha delante de
su gloria con gran alegría, al único Dios, mi Salvador, sea majestad, imperio y potencia, ahora y por
todos los siglos. Amén. (Jud 1.24-25)

¡Aleluya! La salvación, la honra y la gloria son del Señor Dios mío. (Apo 19.1) Amén,
¡Aleluya! (Apo 19.4)

Me postro delante del trono y adoro a Dios, diciendo: “¡Amén! La bendición, la gloria, la
sabiduría, la acción de gracias, la honra, el poder y la fortaleza sean a Dios por los siglos de los
siglos! Amén. (Apo 7.11-12) ¡Al que está sentado en el trono y al Cordero sea la alabanza, la honra, la
gloria y el poder por los siglos de los siglos!” (Apo 5.13) Y diga toda la creación: “Amén y Amén”.

Recapitula tu Oración con el Padre Nuestro

6. Es muy adecuado recapitular mis oraciones usando la forma de oración que Cristo enseñó a sus
discípulos.

Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu
voluntad, como en el cielo, así también en la tierra. El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy. Y
perdónanos nuestras deudas, como nosotros también perdonamos a nuestros deudores. Y no nos dejes
caer en tentación, mas líbranos del mal; porque tuyo es el reino, y el poder, y la gloria, por todos los
siglos. Amen. (Mat 6.9.13)

103
Capítulo 7

PADRE NUESTRO

104
Introducción y Padre Nuestro
En razón de que la oración del Señor se propone no sólo como forma de oración en sí, sino también como regla
directriz, plano o modelo a pequeña escala de acuerdo al cual podamos componer nuestras propias oraciones; y
debido a que sus expresiones manifiestan ser de extraordinaria concisión a la vez que sobremanera amplias en su
cobertura, nos aprovechará colocar esta oración delante nuestro de tiempo en tiempo para que, al observar el
orden y el método que encierra, nos extendamos sobre los varios pasajes y peticiones que contiene, llegando así
a hacer uso más inteligente de ella. Daremos aquí tan sólo una muestra del apoyo que para este propósito nos
pueden brindar otras partes de las Escrituras.

Padre Nuestro

1. Padre nuestro que estás en los cielos.


Oh Señor, sin duda tú eres nuestro Padre, si bien Abraham nos ignora, e Israel no nos conoce;
tú, oh Jehová, eres nuestro Padre; nuestro Redentor perpetuo es tu nombre, (Isa 63.16) y desde ahora
te llamaremos a ti “Padre nuestro, guiador de nuestra juventud.” (Jer 3.4)

¿No tenemos todos un mismo Padre? ¿No nos ha creado un mismo Dios? (Mal 2.10) Tú eres el
Padre de nuestros espíritus a quien debiéramos sujetarnos y vivir. (Heb 12.9)

Eres el Padre de las luces, (San 1.17) el Padre de misericordias y Dios de toda
consolación; (2Co 1.3) el Padre eterno, (Isa 9.6) de quien, por quien y para quien son todas las cosas.
(Rom 11.36)

Eres el Padre de nuestro Señor Jesucristo, (Efe 1.3) cuya gloria fue la del unigénito del Padre
(Jua 1.14) y el cual está en el seno del Padre: (Jua 1.18) a tu lado, como arquitecto, siendo a diario tu
delicia y en todo tiempo disfrutando de solaz delante de ti. (Pro 8.30)

En Cristo eres nuestro Padre y el Padre de todos los creyentes a quienes has predestinado para
ser adoptados como hijos, (Efe 1.5) y a cuyos corazones has enviado el Espíritu de tu Hijo,
enseñándoles a clamar: ¡Abba, Padre! (Gal 4.6) Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, que seamos
llamados hijos de Dios; (1Ju 3.1) que el Señor Todopoderoso nos sea por Padre y nosotros sus hijos e
hijas, (2Co 6.18) y que a todos los que lo reciben, a los que creen en su nombre, les sea dada potestad
de ser hechos hijos de Dios, los que han nacido no de voluntad de varón, sino de Dios y su gracia. (Jua
1.12-13)

Oh que recibir la adopción de hijos, (Gal 4.5) que como hijos obedientes y genuinos seamos
conformados al ejemplo del que nos llamó, el cual es santo; (1Pe 1.14-15) que seamos imitadores de
Dios como hijos amados, (Efe 5.1) hechos conformes a la imagen de su Hijo, el primogénito entre
muchos hermanos.

Capacítanos para llegar a ti con confianza y seguridad, (Efe 3.12) como a un Padre, un tierno
Padre que perdona a su hijo que le sirve; (Mal 3.17) y como teniendo un abogado delante del Padre,
(1Ju 2.1) quien, sin embargo, nos ha dicho que el Padre mismo nos ama. (Jua 16.27)

105
Tú eres Padre, pero, ¿dónde está tu honra? (Mal 1.6) Señor, concédenos tu gracia para
poderte servir con temor y reverencia como conviene a hijos. (Heb 12.28)

Tú eres un Padre y, si los padres terrenales, que son malos, saben dar buenas dádivas a sus
hijos, ¡cuánto más nuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan! (Luc 11.13)
Señor, danos el Espíritu de gracia y oración. (Zac 12.10)

Llegamos a ti como hijos pródigos que han dejado la casa de su Padre para ir a una tierra
lejana; * nos levantaremos e iremos a nuestro Padre, pues en su casa hay abundancia de pan y, si
permanecemos lejos de Él, moriremos de hambre. Padre, hemos pecado contra el cielo y contra ti y ya
no somos dignos de ser llamados tus hijos: haznos como tus jornaleros. (Luc 15.17-19)

Tú eres nuestro Padre que está en el cielo, (Mat 6.9) y por lo tanto a ti, oh Señor, levantamos
nuestras almas. (Sal 86.4) A ti levantamos nuestros ojos, a ti que habitas en los cielos. Como los ojos
del siervo miran a la mano de su señor, y como los ojos de la sierva a la mano de su señora, así
nuestros ojos miran a Jehová nuestro Dios; (Sal 123.1-2) eres el Dios a quien los cielos y los cielos de
los cielos no pueden contener, (1Re 8.27) y al cual, sin embargo, tenemos acceso (Efe 3.12) por tener
un Sumo Sacerdote que traspasó los cielos como nuestro precursor. (Heb 6.20)

Tú habitas, oh Señor, en la altura y la santidad; (Isa 57.15) ¡santo y temible es tu nombre! (Sal
111.9) Dios está en los cielos y nosotros en la tierra; (Ecl 5.2) por tanto, nos corresponde hablarle con
palabras escogidas, (Job 9.14) teniendo, con todo, libertad para entrar en el lugar santísimo a través
de un Mediador. (Heb 10.19)

Te rogamos que mires desde el cielo y contemples desde tu santa y gloriosa morada; (Isa
63.15) que tengas misericordia de nosotros y nos ayudes. (Mar 9.22)

El magnífico firmamento es tuyo: (Sal 150.1) Oh ¡respóndenos desde tu santo cielo con la
potencia salvadora de tu diestra! (Sal 20.6) ¡Envíanos ayuda desde el santuario y desde Sion
susténtanos! (Sal 20.2)

El cielo es la morada de nuestro Padre (Jua 14.2) y, por eso, ¡oh que podamos tener en ella
nuestra ciudadanía (Flp 3.20) y buscar las cosas de arriba! (Col 3.1)

Santificado Sea tu Nombre

2. Santificado sea tu nombre.


Y ¿cuál es ahora nuestra petición? ¿Cuál nuestra demanda? (Est 5.6) ¿Qué queremos que nos
hagas? (Mat 20.32) El anhelo de nuestro corazón y nuestra oración es, en primer lugar: (Rom 10.1)
Padre en los cielos, que tu nombre sea santificado. Pedimos que tú seas glorificado como un Dios
santo. (Lev 10.3)

Deseamos exaltar a Jehová nuestro Dios y postrarnos ante el estrado de sus pies (Sal 99.5) en
su monte santo, para alabar su grande y asombroso nombre (Sal 99.3) que es santo, pues el Señor
nuestro Dios es santo. (Sal 99.9) Tú eres santo, tú que habitas entre las alabanzas de Israel. (Sal 22.3)

106
Nos gloriamos en tu santo nombre, por lo cual se alegrarán nuestros corazones; (Sal 105.3) al
haber confiado en Él, (Sal 33.21) lo alabaremos y nos gloriaremos siempre en sus alabanzas. (Sal
106.47)

Señor, haz que podamos glorificar por siempre tu santo nombre alabándote de todo corazón
(Sal 86.12) y llevando mucho fruto para gloria de nuestro Padre celestial. (Jua 15.8) Oh que
pudiésemos ser para Dios por fama, alabanza y honra, (Jer 13.11) y que, siendo llamados de las
tinieblas a su luz admirable, le fuéramos un pueblo propio que anunciara las virtudes del que nos
llamó. (1Pe 2.9)

¡Oh que seamos tus hijos, obra de tus manos, que santifiquemos tu nombre y al Santo de Jacob,
y temamos al Dios de Israel! (Isa 29.23) Que seamos para alabanza de tu gloria. (Efe 1.12)

Capacítanos para utilizar los dones que hemos recibido para ministrar a otros como buenos
administradores de la multiforme gracia de Dios, para que en todo Dios sea glorificado por Jesucristo.
(1Pe 4.10-11) Si padecemos, permite que suframos como cristianos y en ese nombre glorifiquemos a
Dios, (1Pe 4.16) conforme a nuestro anhelo y esperanza de que Jesucristo sea siempre magnificado en
nuestros cuerpos, ya sea por vida o por muerte. (Flp 1.20)

Señor, capacita a otros para que te glorifiquen, y que aun el pueblo fuerte y la ciudad de gentes
robustas tema delante de ti; (Isa 25.3) en particular, que el Señor sea engrandecido más allá de los
límites de Israel. (Mal 1.5) Que en los valles glorifiquen al Señor y en las orillas del mar sea
nombrado Jehová Dios de Israel. (Isa 24.15) Oh Señor, que todas las naciones que hiciste vengan y
adoren delante de ti, y glorifiquen tu nombre, porque tú eres grande y hacedor de maravillas; sólo tú
eres Dios. (Sal 86.9-10)

Que los gentiles glorifiquen a Dios por su misericordia, que conozcan ellos su nombre y se
alegren con su pueblo. (Rom 15.9-10) Sea grande tu nombre entre las naciones, (Mal 1.11) y que todos
los confines de la tierra se acuerden y se vuelvan a Jehová, y todas las familias de las naciones adoren
delante de ti; (Sal 22.27) que proclamen tu justicia al pueblo que aún no ha nacido. (Sal 22.31)

Señor, que tú mismo dispongas de todas las cosas para tu propia gloria, tanto como Rey de las
naciones (Jer 10.7) como en tu condición de Rey de los santos. (Apo 15.3) Lleva a cabo todas las cosas
según el designio de tu propia voluntad, (Efe 1.11) para que muestres tu grandeza y tu santidad a los
ojos de muchas naciones, haciéndolas conocer que tú eres Jehová. (Eze 38.23) ¡Oh vindica la santidad
de tu grande nombre que ha sido profanado entre las naciones, y haz que conozcan que tú eres Jehová
cuando seas santificado entre nosotros delante de sus ojos! (Eze 36.23)

Padre, glorifica tu propio nombre: lo has glorificado y lo glorificarás aún. (Jua 12.28) Padre,
glorifica a tu Hijo para que tu Hijo también te glorifique a ti. (Jua 17.1) Concédele ese nombre que es
sobre todo nombre, (Flp 2.9) y que en todo lugar y en todo tiempo tenga la preeminencia. (Col 1.18)

Señor ¿qué harás tú a tu grande nombre? (Jos 7.9) Haz esto: Derrama tu Espíritu sobre toda
carne, (Joe 2.28) y permite que la palabra de Cristo more en abundancia en los corazones de todos.
(Col 3.16) Sé exaltado entre las naciones; enaltecido en la tierra. (Sal 46.10) ¡Exaltado seas sobre los
cielos, oh Dios; sobre toda la tierra sea tu gloria! (Sal 57.11) Engrandécete, oh Jehová, en tu poder;

107
cantaremos y alabaremos tu poderío. (Sal 21.13) Con tu eterno brazo de gloria haz cosas grandiosas
(Isa 63.12) y establécete un nombre perpetuo y glorioso. (Isa 63.14)

Sea engrandecido tu nombre para siempre, a fin de que se diga: Jehová de los ejércitos, Dios
de Israel, es Dios para Israel. (1Cr 17.24)

Venga tu Reino

3. Venga tu reino.
Padre del cielo, para que sea santificado y glorificado tu santo nombre, haz que venga tu reino,
pues tuyo, oh Señor, es el reino, y tú eres excelso sobre todos. Las riquezas y la gloria proceden de ti y
tú dominas sobre todo. En tu mano están la fuerza y el poder, y en tu mano el engrandecer y el dar
poder a todos. (1Cr 29.11-12) Deseamos decir la gloria de tu reino, (Sal 145.11) pues es un reino
eterno sobre el que dominas por todas las generaciones. (Sal 145.13)

Señoreas con tu poder para siempre; tus ojos atalayan sobre las naciones. No permitas que los
rebeldes se enaltezcan, (Sal 66.7) mas por la grandeza de tu poder haz que tus enemigos se sometan a
ti. (Sal 66.3)

Pon de manifiesto que el reino es tuyo y que tú regirás las naciones; (Sal 22.28) evidéncialo de
tal forma que puedan decir entre las naciones: Jehová reina; (Sal 96.10) para que todos los hombres
teman y anuncien la obra de Dios, (Sal 64.9) y puedan decir: Ciertamente hay Dios que juzga en la
tierra. (Sal 58.11) Haz que todos los reyes de la tierra conozcan que el cielo reina, que el Altísimo
tiene dominio en el reino de los hombres, y que lo da a quien Él quiere; (Dan 4.25-26) haz que alaben,
engrandezcan y glorifiquen al Rey del cielo, porque todas sus obras son verdaderas y sus caminos
justos, y Él puede humillar a los que andan con soberbia. (Dan 4.37)

Concede que a este mundo llegue más y más tu reino de gracia, ese reino de Dios que no viene
con señales observables, ese reino de Dios que está en medio de los hombres. (Luc 17.20-21) Que sea
como levadura en el mundo, difundiendo su sabor hasta que todo sea leudado, y como un grano de
mostaza, la cual, aunque es la más pequeña de todas las semillas, cuando ha crecido, es la mayor de
las hortalizas. (Mat 13.31-33)

Haz que el reino del mundo venga a ser de nuestro Señor y de su Cristo. (Apo 11.15) Toma tu
gran poder y reina, pese a la ira de las naciones. (Apo 11.17-18) Establece tu trono en el lugar del
trono de Satanás, (Apo 2.13) permite que todo pensamiento sea llevado cautivo en obediencia a ti,
(2Co 10.5) y que la ley de tu reino sea magnificada y engrandecida. (Isa 42.21)

Actúa para que ese reino de Dios que no consiste en palabras, sino en poder, (1Co 4.20) sea
establecido en todas las iglesias de Cristo. Desde Sion envía la vara de tu poder y gobierna en la
hermosura de la santidad. (Sal 110.2-3)

Donde el hombre fuerte y completamente armado ha guardado ya por largo tiempo su palacio
y puesto a salvo sus bienes, permite que Cristo, quien es más fuerte que él, lo ataque, le quite las
armas en las que ha confiado y reparta el botín. (Luc 11.21-22)

108
Otorga al Hijo del hombre dominio, gloria y reino, para que todos los pueblos, naciones y
lenguas le sirvan, (Dan 7.14) y se entregue el juicio a los santos del Altísimo. (Dan 7.22)

Que el reino de tu gracia aumente más y más en nuestra tierra y en los lugares en los que
vivimos, donde deseamos que la palabra de Dios corra y sea glorificada. (2Te 3.1) No consientas en
que el reino de Dios nos sea quitado y sea entregado a gente que produzca los frutos de él, aunque sea
lo que merecemos. (Mat 21.43)

Concede que el reino de tu gracia se haga presente en nuestros corazones para que sean
templos del Espíritu Santo. (1Co 6.19) Que ninguna iniquidad se enseñoree de nosotros. (Sal 119.133)
Arruina, arruina, arruina el poder de la corrupción en el corazón de cada uno, y que llegue aquél cuyo
es el derecho y que éste le sea otorgado; (Eze 21.27) haz que nos ofrezcamos voluntariamente a ti,
cada vez con mayor entrega, en el día de tu poder. (Sal 110.3) Gobierna en nosotros con el poder de
la verdad para que, al ser de la verdad, oigamos siempre la voz de Cristo, (Jua 18.37) y no sólo le
digamos “Señor, Señor”, sino que también hagamos lo que él nos manda. (Luc 6.46) Y haz que el
amor de Cristo nos constriña y nos controle, (2Co 5.14) y que su temor esté delante de nosotros para
que no pequemos. (Exo 20.20)

¡Oh apresura la venida del reino de tu gloria! Creemos que llegará y esperamos el regreso del
Salvador, el Señor Jesús, (Flp 3.20) en las nubes del cielo, con poder y gran gloria. (Mat 24.30)
Confiamos en que se mostrará para alegría nuestra; (Isa 66.5) amamos su venida; (2Ti 4.8) esperamos
y nos apresuramos para la venida del día de Dios. (2Pe 3.12) Prepáranos para ese día, (Mat 24.44)
para que cuando llegue podamos erguirnos y levantar nuestras cabezas con la certeza de que nuestra
redención está cerca. (Luc 21.28) Suplicamos que en nosotros estén presentes de tal manera las
primicias del Espíritu que podamos gemir en nuestro interior, esperando la adopción y la redención de
nuestros cuerpos, (Rom 8.23) y deseando partir y estar con Cristo, lo cual es muchísimo mejor. (Flp
1.23)

Bendito Jesús, acompaña a tus ministros y a tu pueblo, como lo has dicho: Todos los días hasta
el fin del mundo. (Mat 28.20) Luego, de acuerdo a tus palabras: “Ciertamente vengo en breve”, ¡ven,
Señor Jesús! ¡Ven pronto! (Apo 22.20) Cuando sea consumado el misterio de Dios, (Apo 10.7)
apresúrate, amado nuestro, y sé semejante al corzo, o al cervatillo sobre las montañas de los aromas.
(Can 8.14)

Hágase tu Voluntad

4. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra.


Como evidencia de que tu reino está próximo, Padre del cielo, y en aras de santificar tu
nombre, que se haga tu santa voluntad. Sabemos, oh Jehová, que todo lo que quieres, lo haces, en los
cielos y en la tierra, en los mares y en todos los abismos; (Sal 135.6) tu consejo permanecerá y harás
todo tu propósito: (Isa 46.10) Sí, santo Padre, que así sea; que no se haga nuestra voluntad sino la
tuya. (Luc 22.42) De la manera que lo has pensado, hazlo, y sea confirmado lo que has determinado.
(Isa 14.24) Actúa en todas las cosas según el designio de tu voluntad. (Efe 1.11)

109
Haz que sean siervos de tus propósitos aquellos que no te han conocido, que no tienen la
intención ni piensan así en sus corazones. (Isa 10.7)

Padre, que se haga tu voluntad respecto a nosotros y a los nuestros: (1Sa 3.12) Henos aquí.
Jehová eres; haz lo que bien te pareciere; (2Sa 15.26) hágase la voluntad del Señor. (Hec 21.14)
Concédenos someternos a tu voluntad en conformidad al ejemplo del Señor Jesús, que dijo: No sea
como yo quiero, sino como tú; (Mat 26.39) que podamos decir: Jehová dio y Jehová quitó; sea el
nombre de Jehová bendito. (Job 1.21) ¿Qué? ¿Recibiremos de Dios el bien, y el mal no lo
recibiremos? (Job 2.10)

Padre, que se cumplan las Escrituras, las Escrituras de los profetas (Mat 26.56) que no pueden
ser quebrantadas. (Jua 10.35) Aunque pasen el cielo y la tierra, que no pase ni una jota ni una tilde de
tu palabra. (Mat 5.18) Ejecuta lo que está escrito en el libro de la verdad, (Dan 10.21) y deja claro que
para siempre, oh Jehová, permanece tu palabra en los cielos. (Sal 119.89)

Señor, concédenos gracia a cada uno para conocer y hacer la voluntad de nuestro Padre que
está en los cielos. (Mat 12.50) Esta es la voluntad de Dios: nuestra santificación. (1Te 4.3) Que el Dios
de paz nos santifique por completo. (1Te 5.23) Permite que seamos llenos del conocimiento de tu
voluntad en toda sabiduría e inteligencia espiritual, (Col 1.9) y haznos aptos en toda buena obra para
que hagamos tu voluntad. (Heb 13.21) Que nos baste ya el tiempo pasado para haber andado en las
obras de la carne, (1Pe 4.3) siguiendo la corriente de este mundo. (Efe 2.2) Y, de hoy en adelante,
permite que hacer la voluntad de nuestro Padre y acabar su obra sea siempre nuestra comida y
nuestra bebida; (Jua 4.34) no haciendo nuestra propia voluntad sino la del que nos envió, (Jua 6.38)
para que seamos de aquellos que entrarán en el reino de los cielos (Mat 7.21) y no de los que recibirán
muchos azotes. (Luc 12.47)

Señor, concede a otros también la gracia para conocer y hacer tu voluntad, para discernir la
buena voluntad de Dios, agradable y perfecta; (Rom 12.2) que no sean insensatos, sino entendidos de
cuál sea la voluntad del Señor; (Efe 5.17) permite que sean firmes, perfectos y completos en todo lo
que Dios quiere: (Col 4.12) Que sirvamos todos a nuestras generaciones según esa voluntad. (Hec
13.36) Y cuando hayamos hecho la voluntad de Dios, que obtengamos la promesa; (Heb 10.36) Señor,
que la palabra que has hablado acerca de tus siervos sea establecida para siempre, y hagas como has
dicho. (1Cr 17.23)

Nos regocijamos en que tu voluntad sea hecha en los cielos: que los santos ángeles ejecuten tu
palabra y obedezcan siempre a la voz de tu precepto; (Sal 103.20) que vean siempre el rostro de
nuestro Padre. (Mat 18.10) Nos dolemos de que tu voluntad sea tan poco acatada en la tierra, y que
entre los hijos de los hombres haya tantos cautivos en el lazo del diablo a voluntad de él. (2Ti 2.26)
¡Oh que esta tierra sea hecha más como el cielo! ¡Y los santos más como los santos ángeles! Y que
nosotros, que esperamos en breve ser como los ángeles del cielo, (Mat 22.30) podamos ahora, como
ellos, alabarte sin cesar; (Apo 4.8) que podamos ahora, como ellos, oponernos y resistir a Satanás;
(Dan 10.13) que podamos ser como las flamas de fuego volando con presteza, (Sal 104.4)
dirigiéndonos derecho hacia adelante, hacia donde se mueva el Espíritu; (Eze 1.12) que podamos
servir en favor de otros (Heb 1.14) y así podamos entrar en la compañía de muchos millares de
ángeles en alegre reunión. (Heb 12.22)

110
El Pan Nuestro de Cada Día, Dánoslo Hoy

5. El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy.


Tú, oh Señor, que nos has encomendado buscar primero el reino de Dios y su justicia, has
prometido que, si lo hacemos, las demás cosas nos serán añadidas. (Mat 6.33) Por lo tanto, habiendo
pedido por la santificación de tu nombre, la llegada de tu reino y el cumplimiento de tu voluntad,
oramos ahora: Padre del cielo, danos hoy, y cada día, nuestro pan diario. (Luc 11.3)

Aparta de nosotros la vanidad y la mentira; no nos des pobreza ni riquezas; mantennos del pan
necesario, no sea que nos saciemos y te neguemos, y digamos: ¿Quién es Jehová? O que, siendo
pobres, hurtemos, y blasfememos el nombre de nuestro Dios. (Pro 30.8-9)

Señor, no pedimos manjares delicados, porque son pan engañoso, (Pro 23.3) ni te rogamos que
nos des banquetes cada día, (Luc 16.19) pues no deseamos recibir en esta vida nuestros bienes; (Luc
16.25) mas bien pedimos el pan que sea necesario para el sustento de la vida del hombre. (Sal 104.15)
No deseamos llenar nuestra boca del pan de mentira, (Pro 20.17) ni beber aguas hurtadas, (Pro 9.17)
ni comer el pan de balde, (Pro 31.27) sino que, si es tu voluntad, podamos comer del trabajo de
nuestras propias manos (Sal 128.2) y trabajar sosegadamente para comer nuestro propio pan; (2Te
3.12) concede que, teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto, (1Ti 6.8) y digamos: Tengo
abundancia y estoy lleno. (Flp 4.18)

Bendice, oh Jehová, lo que hiciéremos, y recibe con agrado la obra de nuestras manos; (deu
33.11) concédenos lo necesario para proveer para los de nuestra casa, (1Ti 5.8) y para dejar, hasta
donde sea justo hacerlo, herencia a los hijos de nuestros hijos. (Pro 13.22) Sea la luz de Jehová
nuestro Dios sobre nosotros y la obra de nuestras manos confirme, sí, la obra de nuestras manos
confirme. (Sal 90.17) Oh Señor, bendícenos con las mejores dádivas de la tierra y su plenitud; (Deu
33.13) pero, por sobre todo, haz que tengamos el favor del que habitó en la zarza y las bendiciones que
vinieron sobre la cabeza de José, sobre la frente de aquel que fue príncipe entre sus hermanos. (Deu
33.16)

Pero si la higuera no floreciere, ni en las vides hubiere frutos, aunque faltare el producto del
olivo, y los labrados no dieren mantenimiento, si las ovejas fueren quitadas de la majada, y no hubiere
vacas en los corrales, con todo nos alegraremos en Jehová y nos gozaremos en el Dios de nuestra
salvación. (Hab 3.17-18)

Padre, no pedimos pan para muchos días, sino el de hoy; quisiéramos aprender (Señor,
enséñanos, por favor) a no afanarnos por el mañana, lo que comeremos, lo que beberemos o lo que
vestiremos, sino a echar sobre ti, nuestro Padre celestial, esa ansiedad, pues tú sabes que tenemos
necesidad de todas estas cosas. (Mat 6.31-32) Tú que alimentas a las aves del cielo, que no siembran
ni siegan, por nosotros harás mucho más (Mat 6.26) pues valemos más que muchos pajarillos. (Mat
10.31)

No pedimos el alimento de cada día tan solo para nosotros mismos, sino también en favor de
otros: Oh sacia a tus pobres de pan. (Sal 132.15) Que los que caminan en justicia y hablan lo recto

111
habiten en las alturas; que la fortaleza de rocas sea su lugar de refugio, que se les dé su pan y sus
aguas sean seguras. (Isa 33.15-16)

Perdónanos Nuestras Deudas

6. Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores.


Además, Señor, con esa misma diligencia con la que pedimos nuestro pan de cada día,
rogamos también por el perdón de nuestros pecados; a todos nos corresponde rendir cuentas delante
de Dios, (Rom 3.19) pues todos hemos pecado y estamos destituidos de su gloria. (Rom 3.23) Todos
ofendemos muchas veces. (San 3.2) ¿Quién podrá entender sus propios errores? (Sal 19.12) Jehová, si
mirares a los pecados, ¿quién, oh Señor, podría mantenerse? Pero en ti hay perdón, para que seas
temido. (Sal 130.3-4) Dios, ¡sé propicio a nosotros, pecadores! (Luc 18.13)

Hemos disipado los bienes de nuestro Señor; (Luc 16.1) hemos escondido en la tierra los
talentos que nos encomendó. (Mat 25.18) No hemos correspondido al bien que nos ha hecho; (2Cr
32.25) por lo tanto, somos deudores. La Escritura nos ha encerrado a todos bajo pecado; (Gal 3.22)
por nuestras prácticas, nos hemos hecho dignos de muerte, (Rom 1.32) habiendo hecho cosas por las
cuales viene la ira de Dios sobre los hijos de desobediencia. (Efe 5.6) Nuestra deuda supera los diez
mil talentos; es una deuda tan grande que no la podemos pagar, ni aspirar a decir: Ten paciencia con
nosotros y te lo pagaremos todo. (Mat 18.24-26) Con toda justicia podría, entonces, nuestro
adversario entregarnos al juez, y el juez al alguacil, y hacer que fuésemos echados en la cárcel, la
prisión del infierno, hasta que pagásemos el último cuadrante. (Mat 5.25-26)

Mas, bendito sea Dios, se nos ha abierto un camino para reconciliarnos con nuestro
adversario; si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo, y él es
la propiciación por nuestos pecados. (1Ju 2.1-2) Por sus méritos, te imploramos, borra nuestras
rebeliones, (Sal 51.1) y no entres en juicio con tus siervos. (Sal 143.2) Él es nuestro fiador, (Heb 7.22)
quien ha pagado lo que no robó, (Sal 69.4) ese bendito árbitro que ha puesto su mano sobre nosotros
dos; (Job 9.33) por medio de él, reconciliémonos con Dios, (2Co 5.20) y que el acta de los decretos
que había contra nosotros, que nos era contraria, sea quitada de en medio y clavada en la cruz para
que recibamos la vida juntamente con Cristo, siéndonos perdonados todos nuestros pecados. (Col
2.13-14) Sé propicio a nuestras injusticias y no te acuerdes más de nuestras iniquidades. (Heb 8.12)

Te rogamos que nos otorgues la reconciliación (Rom 5.11) y la certeza de que nuestros pecados
nos han sido perdonados. (1Ju 2.12) Habla paz a tus santos, (Sal 85.8) y haznos oír gozo y alegría.
(Sal 51.8) Que la sangre de Jesucristo tu Hijo nos limpie de todo pecado (1Ju 1.7) y limpie nuestras
conciencias de obras muertas para que sirvamos al Dios vivo. (Heb 9.14)

Y como evidencia de que nos has perdonado nuestros pecados, concédenos, te suplicamos, tu
gracia para perdonar a nuestros enemigos, para amar a los que nos aborrecen y bendecir a los que
nos maldicen; (Mat 5.44) reconocemos que si no perdonamos a otros sus ofensas, tampoco nuestro
Padre nos perdonará las nuestras. (Mat 6.15) Por lo tanto, perdonamos, Señor; de todo corazón
deseamos que si alguno de nosotros tuviere queja contra otro, pueda perdonar como también Cristo
nos perdonó. (Col 3.13) Lejos de nosotros esté decir que retribuiremos el mal (Pro 20.22) o que nos
vengaremos nosotros mismos; (Rom 12.19) rogamos más bien que sean quitados de nosotros toda

112
amargura, enojo, ira, gritería, maledicencia, y toda malicia, y que seamos benignos unos con otros,
misericordiosos, perdonándonos unos a otros, como Dios también, según la esperanza que tenemos,
nos perdonó a nosotros en Cristo. (Efe 4.31-32) ¡Oh que seamos misericordiosos, como también
nuestro Padre que está en los cielos es misericordioso, (Luc 6.36) el cual ha prometido que se
mostrará misericordioso con el misericordioso! (Sal 18.25)

No Nos Metas en Tentación

7. Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal.


Y, Señor, en tanto que en nosotros existe la inclinación a rebelarnos contra ti, (Ose 11.7) de
forma que después de recibir el perdón de nuestros pecados estamos dispuestos a volver a la locura,
(Sal 85.8) oramos que no sólo nos perdones nuestras deudas sino también nos cuides para que no
hagamos más el mal. (Job 34.32) Señor, no nos metas en tentación. Sabemos que nadie puede decir, al
ser tentado, que es Dios quien lo tienta, pues Dios no tienta a nadie; (San 1.13) pero sabemos también
que poderoso es Dios para hacer que abunde en nosotros toda gracia, (2Co 9.8) y guardarnos sin
caída y presentarnos sin mancha. (Jud 1.24) Rogamos, por tanto, que nunca nos entregues a la dureza
de nuestros corazones para caminar en nuestros propios consejos, (Sal 81.12) sino que restrinjas a
Satanás, ese león rugiente que anda buscando a quien devorar; (1Pe 5.8) concede que no ignoremos
sus maquinaciones. (2Co 2.11) No dejes que Satanás nos zarandee como a trigo; o, sea como fuere, no
permitas que falte nuestra fe. (Luc 22.31-32) Que a los mensajeros de Satanás no se les permita
abofetearnos, (2Co 12.7) y si lo hacen, que tu gracia nos baste, y que en aquello en lo cual seamos
débiles repose tu poder sobre nosotros, (2Co 12.9-10) y podamos ser más que vencedores por medio de
aquel que nos amó. (Rom 8.37) Y el Dios de paz aplaste a Satanás bajo nuestros pies muy pronto.
(Rom 16.20) Como no tenemos lucha contra carne y sangre, sino contra principados y potestades y
gobernadores de las tinieblas de este siglo, (Efe 6.12) que seamos fuertes en el Señor y en el poder de
su fuerza. (Efe 6.10)

Señor, permite que nunca entremos en tentación, (Mat 26.41) sino que, habiendo orado,
pongamos guarda; (Neh 4.9) haz que tu sabia y buena providencia ordene nuestros asuntos y todo lo
que nos concierne, de tal manera que no nos sobrevenga ninguna tentación que no sea humana, y que
nunca seamos tentados más allá de lo que podamos discernir, resistir y vencer por medio de la gracia
de Dios. (1Co 10.13) Señor, no coloques frente a nosotros ninguna piedra de tropiezo que nos haga
trastabillar y perecer. (Jer 6.21) Que no haya en nuestro camino ocasión de caer, (Rom 14.13) sino
que nos des esa gran paz que pertenece a los que aman tu ley, pues a ellos nada los puede hacer
tropezar. (Sal 119.165)

Te suplicamos que nos guíes a toda verdad; (Jua 16.13) encamínanos en tu verdad, y
enséñanos, porque tú eres el Dios de nuestra salvación. Muéstranos, oh Jehová, tus caminos,
enséñanos tus sendas, (Sal 25.4-5) sendas de justicia; por amor de tu nombre, guíanos por esas sendas
para que junto a aguas de reposo seamos pastoreados. (Sal 23.2-3)

Y líbranos, te rogamos, del maligno; protégenos para que el malo no nos toque, (1Ju 5.18) que
en los campos de nuestros corazones no siembre su cizaña, (Mat 13.25) que no nos atrape con sus
asechanzas ni nos (Efe 6.11) hiera con sus dardos de fuego; (Efe 6.16) que la palabra de Dios
permanezca en nosotros para que seamos fuertes y podamos vencer al maligno. (1Ju 2.14)

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Líbranos, pedimos, de todo mal, para que ninguna cosa mala hagamos: (2Co 13.7) ¡Oh
rescátanos de toda obra mala; (2Ti 4.18) sálvanos de nuestros pecados; (Mat 1.21) redímenos de toda
iniquidad, (Tit 2.14) y en particular del pecado que nos asedia! (Heb 12.1) Aparta de nosotros la
soberbia; (Job 33.17) también el camino de la mentira: (Sal 119.29) que no comamos de los deleites de
los que hacen iniquidad; (Sal 141.4) inclina nuestros corazones a tus testimonios, y no a la avaricia;
(Sal 119.36) guárdanos de hablar precipitadamente con nuestros labios: (Sal 106.33) pero, por sobre
todo, preserva a tus siervos de los pecados de la soberbia, ¡que no se enseñoreen de nosotros! (Sal
19.13)

Te clamamos que nos conserves, que no nos sobrevenga mal, (Sal 91.10) y que nos guardes de
él para que no nos dañe. (Sal 121.7) Oh salvador de los que a tu diestra buscan refugio de su
adversario, muéstranos tus maravillosas misericordias, guárdanos como a la niña de tus ojos;
escóndenos bajo la sombra de tus alas. (Sal 17.7-8) Guarda el depósito que te hemos encomendado.
(2Ti 1.12) Tú que has librado, por favor líbranos; nuestra esperanza y nuestra oración es que aún nos
librarás; (2Co 1.10) líbranos de todos nuestros temores. (Sal 34.4) Haz que habitemos confiadamente
y vivamos tranquilos, sin temor del desastre. (Pro 1.33) Al final, tráenos con seguridad a tu santo
monte donde no haya espina desgarradora ni aguijón que dé dolor; (Eze 28.24) nada que haga mal ni
dañe. (Isa 11.9)

Porque Tuyo es el Reino

8. Porque tuyo es el reino, y el poder y la gloria por todos los siglos. Amén. (Mat 6.13)
Padre del cielo, haz que venga tu reino, porque tuyo es el reino, tú eres Dios en los cielos y
tienes dominio sobre todos los reinos de las naciones; (2Cr 20.6) que se haga tu voluntad, pues tuyo es
el poder, y no hay nada que sea difícil para ti; (Jer 32.17) que tu nombre sea santificado, pues tuya es
la gloria, y has puesto tu gloria sobre los cielos. (Sal 8.1)

Padre que estás en los cielos, suple nuestras necesidades, perdona nuestros pecados y
guárdanos del mal, pues tuyo es el reino, y el poder y la gloria, y tú eres Señor de todos, rico para con
todos los que te invocan. (Rom 10.12) Ninguno puede perdonar pecados, sino solo tú; (Mar 2.7) sea
magnificado tu poder al perdonar los nuestros. (Num 14.17) Por cuanto es gloria de Dios perdonar
(Pro 25.2) y ayudar al desvalido, ¡ayúdanos, oh Dios de nuestra salvación, por la gloria de tu nombre;
líbranos y perdona nuestros pecados por amor de tu nombre! (Sal 79.9)

Anhelamos alabarte en todas nuestras oraciones pues tú eres grande y digno de suprema
alabanza. (Sal 145.3) Alabamos tu reino por cuanto es reino de todos los siglos, y tu señorío perdura
por todas las generaciones, (Sal 145.13) con el cetro de justicia. Tú amas la justicia y aborreces la
maldad. (Sal 45.6-7) Tuya, oh Señor, es la misericordia, y tú pagas a cada uno conforme a su obra.
(Sal 62.12) Alabamos tu poder pues tu brazo es potente; fuerte es tu mano, exaltada tu diestra. Justicia
y juicio son el cimiento de tu trono; misericordia y verdad van delante de tu rostro. (Sal 89.13-14)
Alabamos tu gloria; que la gloria de Jehová sea para siempre. (Sal 104.31) Gloria sea al Padre, al
Hijo y al Santo Espíritu; como eran al principio, son hoy y habrán de ser eternamente. * ¡Oh que Dios
sea alabado en su santuario y en la magnificencia de su firmamento! ¡Que sea alabado por sus
proezas conforme a la muchedumbre de su grandeza! (Sal 150.1-2) ¡Todo lo que respira alabe a
Jehová! ¡Aleluya! (Sal 150.6)

114
Y por cuanto sabemos que nos oye en cualquiera cosa que le pidamos, de acuerdo con su
voluntad, confiamos en que tenemos las peticiones que le hemos hecho (1Ju 5.15) y nos gloriaremos en
sus alabanzas. (Sal 106.47) Ahora conocemos que Jehová salva a su ungido, y por causa suya nos
responderá desde sus santos cielos con la potencia salvadora de su diestra; (Sal 20.6) por lo tanto, en
señal no solo de nuestro deseo, sino también de nuestra confianza de ser oídos en el nombre de Cristo,
decimos: Amén, Amén.

FIN

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