Você está na página 1de 133
RICARDO BARBOSA DE SousA Por sobre todo ~CUIDAl CU wIKAZON Ensayos sobre espiritualidad cristiana ria fap (GENERAL: C. RENE PADILLA 1 SBN 987-9403-73-5 MM P. bien o para mal, la cultura contemporadnea ensalza el imperativo categérico del cuidado de uno mismo. Existe hoy toda una literatura que nos asiste con recetas practicas adecuadas a tal propésito. No obstante, el recetario posmoderno no llega a ese centro neurdlgico en que se explican y se redimen muchos de los males que padecen los seres humanos: «Por sobre todas las cosas cuida tu coraz6n, porque de él mana la vida» (Proverbios 4:23). Cuida tu corazén: Ensayos sobre espiritualidad cristiana se ofrece en un contexto cultural paraddjico con dos tendencias en pugna: por un lado, la insistencia en el cuidado de uno mismo, y por el otro lado, la resistencia a entender este Cuidado en un sentido transformador y contracultural. Segdn el autor, existe hoy un cristianismo superficial que es una parodia mimética de una cultura individualista, materialista y consumista. Su actitud egocéntrica, que siempre presume que Dios es un ser al ser- vicio de nuestros variados intereses, nos mete en un callejon sin salida de ausencia de solidaridad y de paralisis afectiva. Caben, entonces, las pregun- tas: sCudles son los aspectos medulares de la espiritualidad cristiana, si ésta tiene un caracter radicalmente relacional y comunitario? sY como se restituye el afecto en medio de un mundo que tiene poco coraz6n a fuerza de haberlo descui- dado? El autor considera que la espiritualidad cristiana se funda en la gratuidad de un Dios que nos acepta en su gracia y amor. Eso implica abandonar los esquemas de retribucién, en los que la fidelidad se oferta a cambio del favor divino. Implica abrazar una espiritualidad que rechaza hacerse un dios a la medida de alguna salvacion particular. icardo Barbosa de Sousa es pastor de la Iglesia Presbiteriana de Planalto, en Brasilia, Brasil, desde 1982. Estudié teologia en la Facultade Teolégica Bautista, en Brasilia, y en el Regent College, en Vancouver, Canada. Es presidente de la Fraternidad Teolégica Latinoamericana (FTL), Sector Brasil. Junto a su esposa Marfa Cristina, tiene dos hijos: Thiago y Arthur. CUIDA CU CORAZON Ensayos sobre Espiritualidad cristiana Ricardo Barbosa de Sousa Buenos Aires - Afio 2005 En memoria de mi madre, Etelvina Barbosa de Sousa, cuya fe, devocién y temor me condujeron a encontrarme con Dios Titulo original: O caminho do coracao Encontrao Editora, 1986 Publicado en espariol con permiso del autor Copyright © 2005 Ediciones Kairés dosé Marmol 1734 - B1602EAF Florida Buenos Aires, Argentina Disefio de la portada: Adriana Vazquez Traduccién: Onésimo Quicaria Gonzéles Ninguna parte de esta publicacién puede ser reproducida, almacenada o transmitida de manera alguna ni por ningtin medio, sea electrénico, quimico, mecanico, dptico, de grabacién o de fotografia, sin permiso previo de los editores. Queda hecha el depésito que marca la ley 11.723 Todos los derechos reservados All rights reserved Impreso en Argentina Printed in Argentina Barbosa de Sousa, Ricardo _ Cuida tu coraz6n : ensayos sobre espiritualidad cristiana. -1° ed.— Buenos Aires : Kairés, 2005. 264 p. ; 20x14cm. - (FTL) ISBN 987-9403-73-8 1. Espiritualidad. 1. Titulo. CDD 248 Agradecimientos Todos sabemos que un libro nunca es escrito por uno solo. Detras de cada palabra u oraci6n, existen personas y comuni- dades. Aqui deseo expresar mi gratitud a todos aquellos que, de alguna manera, contribuyeron para que el contenido de este libro pueda ser presentado finalmente. Deseo comenzar con mi amigo y profesor, el Dr. James Houston, fundador y profesor de espiritualidad del Regent College, en Vancouver, Canada. El me acogié y por mas de un afio me ayudé no sdlo a conocer los principios de la vida espi- titual sino también a conocer los caminos de mi alma. Fue un maestro que alimenté tanto mi intelecto como mi corazén. Me ensefié a orar y a rescatar del coraz6n el lugar del afecto. Fue un maestro en el sentido mds completo, me vio como una per- sona, comprendié mis temores y me ayudé a encontrar el cami- no para una relacién més personal, intima y fraternal con Dios. Deseo agradecer también a la Iglesia Presbiteriana de Pla- nalto (Brasilia, Brasil), de la cual soy pastor desde 1982, cuando fue organizada. Durante todos estos afios se convirtié en el lugar de crecimiento y aprendizaje més fértil, en el campo donde se construyen relaciones de amor y amistad en medio de tensiones y crisis de pecado. En ella el contenido de este libro es discutido ¥ vivido con todas las alegrias y limitaciones propias de una iglesia que enfrenta los desaffos de la modernidad, y en ella he tedescubierto la alegria del pastorado. Es una comunidad pa- ciente, capaz de convivir con mis limitaciones e imperfecciones, creando a través de la rutina de la vida eclesiastica el espacio necesario para la comunidad y la celebraci6n. 4 CUIDA TU CORAZON Para mi esposa Maria Cristina y para mis hijos Thiago y Arthur, con quienes tengo una deuda impagable de gratitud. Aqui, dentro de casa, lejos de los lugares y de las responsabi- lidades que camuflan nuestro verdadero ser, puedo mostrarme exactamente como soy y tener la seguridad de ser amado. Aqui la espiritualidad cristiana es vivida con toda su intensidad y debilidad. Estoy profundamente agradecido a mi esposa e hijos por recibirme con carifio y ternura. Quiero ahora agradecer particularmente a mi amigo Valdir Steuernagel por haberme dado el primer empujén para escribir este libro. Después de leer un trabajo mio, presentado en una consulta de la Fraternidad Teoldgica Latinoamericana, él me incentivé para que lo transformara en libro. Ala directiva de la Iglesia Presbiteriana de Planalto, forum de debates e ideas que nos estimulan a pensar y caminar. A Bete, Luiz Carlos y Rubem Amorese por su incentivo y contribuciones para el enriquecimiento de este libro. A muchos otros y a todos aquellos que de una forma u otra hicieron su aporte, mi mas sincero agradecimiento. Contenido PREFACIO DEL EDITOR if INTRODUCCION 9 1. Job: paradigma de la espiritualidad cristiana 19 - Job: fidelidad e integridad 20 -Laduda 21 - La apuesta 23 - El sentido de la espiritualidad cristiana 27 a la luz de la experiencia de Job - La doctrina de la retribuci6n 31 - El encuentro de dos libertades 41 - Solamente Dios 51 2. Trinidad y espiritualidad 57 - La fragmentacién de la Trinidad y el desaffo 59 de la unidad de la iglesia - Trinidad econémica y Trinidad inmanente 63 - La naturaleza del Dios biblico 66 - La Trinidad en la teologfa de Ricardo de San Victor 70 - éQué implica la doctrina de la Trinidad 78 para la espiritualidad cristiana? - Dos modelos de espiritualidad en la iglesia contemporénea 94 y una propuesta de espiritualidad trinitaria. - Trinidad, obediencia y libertad 103 - La cuestién social y la doctrina de la Trinidad 107 - Conclusién 111 6 CONTENIDO 3. El lugar del desierto en la conversion del corazén - El desierto en la tradicién cristiana - El monasticismo - Los ideales del monasticismo - El lugar del desierto en el encuentro con Dios - El desierto en la experiencia biblica - El lugar del desierto en la experiencia cristiana 4. Redescubrir al Padre: la centralidad del Padre en la espiritualidad de Jestis - Razones para redescubrir al Padre - El lugar del Padre en la vocaci6n de! Hijo - Conocer a Abba - Redescubrirnos como hijos - Herederos del Padre - Oir al Padre era prioritario en la vida del Hijo - Abba y libertad cristiana - Abba y la vida comunitaria 5. Comunién por la confesién - Comprender la naturaleza del pecado - Confesién: un camino hacia la verdad y la luz - La experiencia de la confesién - Los desvios de la confesién - Las formas de la confesi6n - Los frutos de la confesién 113 116 117 119 154 161 165 171 174 178 182 189 198 202 208 212 217 220 227 237 238 249 Prefacio del editor Por sobre todas las cosas, icufdate! Para bien o para mal, la cultura contempordnea ensalza el imperativo categérico del cuidado de uno mismo. E! individuo hoy debe tomar conciencia y procurarse dicho cuidado en diversos aspectos de su vida. Para ello cuenta no sdlo con la ayuda solicita de las nuevas tendencias publicitarias, que le ofrecen productos presuntamente adecuadosa tal propésito, sino con toda una literatura que lo asiste con recetas practicas para lograr el objetivo. El individualismo actual es conciente del imperativo de la época, que cada uno pone en practica segtin su entendimiento y preferencia. No obstante, el recetario posmoderno no pasa de un nivel de superficie y se resiste a bucear en las zonas mas profundas en que dicho imperativo del cuidado de uno mismo serfa aplicable. Por ese motivo, nunca llega a ese centro neuralgico en que se explican y se redimen muchos de los males que padecen los seres humanos: «Por sobre todas las cosas cuida tu corazén, porque de él mana la vida» (Pr 4:23). De modo que el presente libro, que se ocupa del citado consejo biblico, se ofrece en un contexto cultural paraddjico con dos tendencias en pugna: por un lado, la insistencia en el cuidado de uno mismo, y por el otro lado, la resistencia a entender este cuidado en un sentido transformador y contracultural. ¢Y qué sucede con la iglesia? Segtin el autor, mucho del cristianismo actual deteriora las posibilidades humanizadoras de la espiritualidad cristiana por la busqueda de recetas religiosas 8 CUIDA TU CORAZON tan faciles como falsas y distantes de la ensefianza biblica. Esta espiritualidad engafiosa nos desampara en medio de un mundo extasiado con la exterioridad de las cosas, de los objetos hechos productos en el circuito de mercado. Este cristianismo superficial no es otra cosa que el reflejo o la parodia mimética de una cultura individualista, materialista, bélica y consumista. Su actitud egocéntrica, que siempre presume que Dios es un ser al servicio de nuestros variados intereses, nos mete en el callején sin salida de la ausencia de solidaridad y de la pardlisis afectiva. Caben, entonces, las preguntas: éDénde se rompe el circulo vicioso de nuestro autocautiverio? ¢Y cuales son los aspectos medulares de la espiritualidad cristiana, si ésta tiene un caracter radicalmente relacional y comunitario? éCémo se restituye el afecto en medio de un mundo que tiene poco corazén a fuerza de haberlo descuidado? El autor del presente libro destaca la espiritualidad cristiana se funda en la gratuidad de un Dios que nos acepta en su gracia y amor. Eso implica abandonar los esquemas de retribucién, en los que la fidelidad se oferta a cambio del favor divino. Implica abrazar una espiritualidad fundada en el puro amor, el amor a cambio de nada, amor que incluso acepta las crisis que se sufren en el mundo sin pretender hacerse un dios a la medida de alguna salvacin particular. Celebramos poder ofrecer a los lectores un libro sobre espiri- tualidad cristiana que se enmarca dentro de esa preciada tradi- cidén del discipulado costoso, contracara paradéjica de la gracia entrafable de un Dios que nos llama a seguirle. Introduccié6n Recientemente lef un articulo sobre un tedlogo protestante que decidid pasar tres meses en un monasterio trapense. Después de ese periodo, él describe el impacto de su experiencia con estas palabras: «Soy un tedlogo, pasé mi vida leyendo, ensefiando, pensando, escribiendo sobre Dios. Pero necesito ser honesto: en realidad, nunca experimenté a Dios... No tengo con- ciencia de lo que realmente significa “presencia de Dios”.»' cEs posible que alguien dedique toda su vida al estudio y al conocimiento de Dios, leyendo, pensando, escribiendo, ensefian- do, y no tenga ningun sentimiento de la presencia real de Dios? cEs posible que un cristiano tenga experiencias carismaticas con Dios y aun as{ no tenga ninguna relacién personal con él? Para muchos, la respuesta a estas preguntas tal vez serfa decir, simple- mente, que tal persona no experimento de hecho Ia salvacién. Adquirié el conocimiento, vivid experiencias, pero no nacié de nuevo, no se convirtié. Creo que tal respuesta, muy comin entre nosotros, responde en parte a la pregunta. No obstante, todavia deja un gran vacio cuando se trata de personas que experimen- taron una conversién real, que vivieron experiencias sinceras, y, en situaciones nuevas y dramaticas, descubren que no conocen a Dios, 0 que su conocimiento y experiencias no responden en lo minimo a los dilemas vividos. Las respuestas a esas preguntas, ' Citado por Robin Maas y Gabriel O’Donnel, Spiritual Traditions for the Contemporary Church, Abingdon Press, Nashville, 1990, p. 11. 10 CUIDA TU CORAZON que involucran a cristianos sinceros y honestos, estan en el centro de nuestra reflexién sobre el dilema espiritual que afecta no sdlo a teélogos y profesores de Biblia sino también a laicos, en una dimensién mas profunda y amplia. éQué significa el conocimiento de Dios en nuestra experiencia personal y comunitaria? ¢Qué papel desemperia la teologia en este conocimiento? En mi experiencia, tanto personal como pastoral, he observado que la informacién (dimensi6n cognitiva) o aun la accion (experiencia religiosa) no siempre determinan un encuentro personal con Dios. He notado que hoy més que en cualquier otra época muchos cristianos viven la paradoja de un activismo religioso incomparable y un vacio espiritual sin prece- dentes. En realidad, el activismo no es otra cosa que la mascara que cubre el vacio relacional. Entonces, équé es lo que determina nuestro encuentro con Dios? éSeré que la conversién implica el establecimiento de una relacién personal automatica con Dios? Para entender este dilema, tendremos que caminar por una via de doble sentido. Por un lado tenemos nuestros fundamentos biblicos y teolégicos, sin los cuales uno pierde sus limites y fronteras. Por otro lado, tenemos que mirar nuestro corazén, la fuente de nuestros afectos y devociones, que es el lugar donde nacen nuestras relaciones intimas y personales. Este encuentro personal con Dios y el cultivo de esta relaci6n son el tema central que envuelve nuestra fe y toda nuestra teologfa, y que atin permanece oscuro para muchos cristianos. Nuestra btisqueda de respuestas a este deseo latente en el alma de todo ser humano ha llevado a muchos a recorrer caminos que, a pesar de ser correctos en su propuesta, no siempre llevan a donde, en efecto, deseamos ir. La relacién personal e intima con Dios es el asunto mas elemental y al mismo tiempo el mas profundo y misterioso en nuestra vida espiritual. INTRODUCCION 11 Este es el tema que pretendemos tratar aqui. Sé que ya fueron escritos innumerables libros sobre esta materia y que posiblemen- te muchos se estén preguntando si alguien podria afiadir algo nuevo. Verdaderamente, no pretendo presentar nada nuevo. Por el contrario, mi intenci6n es rescatar un poco de nuestra historia, de aquello que fue dicho sobre un tema tan antiguo como la propia fe. Quisiera recuperar algunas de las tradiciones espiritua- les que contribuyeron mucho a la relacién del ser humano con Dios e intentar crear puentes entre ese pasado y el presente. Nuestro abordaje procurara considerar también la realidad de la espiritualidad evangélica, la forma en que se vivencia en la iglesia y las influencias que el mundo moderno ejerce sobre ella. La crisis que vivimos hoy en América Latina y en todo el mundo occidental es, a. mi modo de ver, el resultado de la quiebra de una civilizaci6n cientifica y tecnocratica, que fracas6 por no considerar la dimensién espiritual y relacional del ser humano. En parte, esta crisis que vivimos tiene sus rafces en la afectividad. Las transformaciones que la civilizacion moderna viene experimentando en estos ultimos afios han provocado cambios que, aunque muchas veces son imperceptibles, afectan profundamente nuestras estructuras comunitarias y relacionales. La competitividad se instalé en el ser humano moderno como un virus para el cual atin no se ha descubierto ningtin antibidtico. Por el contrario, es alimentado por el individualismo y el consu- mismo, que se convirtieron en el pasaporte para la realizacién del ser humano. Este fendmeno afecta también a la comunidad cristiana en la forma de un nuevo modelo de espiritualidad que descompone y compromete el sentido de ser iglesia. Muchas iglesias viven hoy un clima de intensa competitividad, que las lleva a una perma- nente busqueda de modelos littirgicos alternativos, como si fue- 12 CUIDA TU CORAZON sen «marcas registradas». Asi disputan su espacio en el mercado religioso. Innovar es necesario para competir, para mantenerse en el mercado. Hace poco escuché a un amigo involucrado en el mercado de la musica religiosa sobre el interés de las grandes industrias discograficas en el segmento del mercado evangélico. Algunas empresas ya pensaron en contratar directores exclusivos para atender esta demanda. Por un lado, me alegro de la insercién de la mtisica evangélica en el mercado secular, como forma de testimonio del amor de Dios, pero, por otro lado, me preocupa el espiritu empresarial de dicho mercado. E] mismo amigo me dijo que las industrias fonograficas planean con mas de un afio de anticipacién cual sera el tipo de misica que dominaré el mercado. Esto quiere decir que en alguna oficina ciertos ejecutivos (muchos de ellos ni siquiera cristianos), con datos y encuestas en la mano, decidiran lo que a los cristianos les va a gustar o no en los préximos afios. Y haremos esto pensando que es una «obra del Espiritu». Esto ilustra en parte el poder con que el espiritu moderno afecta a la iglesia y su espiritualidad. Es el mercado el que decide la agenda de Ia iglesia. La religién se esta transformando en un producto mas en la vitrina del vasto mercado de consumo. Esta siendo reducida a una experiencia individual, utilitaria y desconectada, no sélo de la ética y de la moral, sino también del alma y del corazén del ser humano. La influencia que ejercen estos nuevos habitos y comporta- mientos sobre nosotros, nuestras relaciones y, particularmente, nuestra espiritualidad es incalculable. Hoy la persona vale mas por lo que posee y puede ofrecer, que por aquello que es. Y la btisqueda por tener exige una opcién por el poder, por la inde- pendencia, por la autonomia. A partir del momento en que el tener define el ser, establecemos una nueva base para el significado de «persona», y esto compromete todo el universo relacional, incluso el espiritual. INTRODUCCION 13 El individualismo, asociado con otros fenédmenos del mundo moderno, trae uno de los mayores desafios a la espiritualidad cristiana; uno como jamas se ha visto. Es el reto del encuentro, de la relacién, del descubrimiento del otro, no por lo que tiene o representa sino por quién es. Penetrar en este misterio que envuelve nuestras relaciones personales exigiré de nosotros una postura critica respecto alo que sucede a nuestro alrededor, para buscar los caminos que nosintegren nuevamente en una relaci6n que sea afectiva, intima y personal. Lo que hoy vemos es la confirmacién de que el testimonio de aque! tedlogo que pasé tres meses en un monasterio se esté transformando en una realidad en casi todo el mundo protestan- te. Tal vez la gran dificultad que todos tenemos que reconocer es que no conseguimos vernos fuera del activismo religioso en que estamos insertos y que desarrolla un papel alienante. El activismo nos aliena de las relaciones personales al crear un mundo en el cual el ‘hacer determina el significado del ser. Nos relacionamos con nuestro trabajo y con todo lo que gira en torno a él. Nos hacemos dependientes de la agitacién de nuestros cultos y programas religiosos, que no reservan tiempo ni oportunidad para un encuentro con nuestra propia alma, nuestro propio coraz6n. No nos conocemos mas, no sabemos quiénes somos, apenas percibimos lo que sabemos hacer. Cuando un cristiano moderno se arriesga a pasar tres meses en un monasterio trapense (los trapas se dedican al silencio, a la meditaci6n y a la oracién), la convivencia con el silencio le trae revelaciones sobre si mismo que nunca tendria en medio de la agitaci6n y el fervor de los cultos. Estas revelaciones son fundamentales para la construccién de la espiritualidad. Sabemos mucho sobre Dios, teologia, misién, ética, moral, alabanza, pero sobre nuestra experiencia personal y afectiva con 4 CUIDA TU CORAZON Dios, nuestro conocimiento es excesivamente pobre. Tal pobreza esta limitada no sélo por la falta de conocimiento biblico y por las influencias del mundo moderno sobre nuestra fe, sino también por la ausencia de una experiencia real de amor y aceptacién que muchos de nosotros jamas tuvimos en la vida. Hace poco tiempo, conversando con un amigo sobre nuestra experiencia afectiva con Dios escuche de él la siguiente respuesta: «No puedo decir que amo a Dios. Verdaderamente no sé lo que significa amor, nunca tuve una experiencia real de amor, no sé lo que esto significa.» Fue una respuesta honesta y valiente. Lo que esté en juego en esta afirmacién no es el conocimiento cognitivo de Dios ni tampoco la seguridad de su salvaci6n, sino el lugar del coraz6n y el afecto en la relacion personal con Dios. El conflicto presentado por mi amigo revela algo més profundo. Una limitacion afectiva que normalmente es sustituida por actividades 0 experiencias que nos engafian y cambian el centro de nuestra espiritualidad. Este tipo de conflicto puede representar muy bien la realidad de muchos cristianos de hoy, en escala y nivel variados. El hecho es que las experiencias negativas que cargamos desde nuestra infancia, las heridas relacionales construidas a lo largo de nuestra vida, las carencias emocionales y afectivas que todos tenemos, y que estén presentes en nuestro mundo interior, determinan nuestras relaciones tanto con las personas como con Dios. Si miramos nuestra vida de oracién, podremos constatar sin gran dificultad lo que digo. Para muchos de nosotros, la oracién es el aspecto de la vida cristiana en el que siempre nos encon- tramos en falta. No obstante, el cultivo de la oracién como apenas una amistad con Dios, por el simple placer de estar en su presencia y gozar de su compafifa, es una experiencia un tanto rara para muchos cristianos, porque simplemente no sabemos lo que significa amistad. Es bastante raro encontrar a alguien que INTRODUCCION 15 haya tenido una verdadera experiencia de amistad. Mi iglesia es relativamente pequeiia y siempre consideré que su punto fuerte eralaamistad y las relaciones personales. Sin embargo, no es tan asi. Recientemente hicimos una investigaci6n en la que pudimos constatar que muchos se sienten solitarios. Frecuentemente estamos juntos y tenemos muchos programas de convivencia, pero el cultivo de amistades intimas y profundas no es tan comdn como me parecia. Esto revela la fragilidad de nuestra amistad con Dios.? Cuando veo personas orando y haciendo afirmacio- nes del tipo «yo ordeno», «yo reivindico», o incluso «yo exijo» me pongo a pensar qué tipo de amistad estén construyendo con Dios, 0 qué imagen de Dios tienen estas personas en mente cuando oran. La légica, la razon, la ciencia y aun la experiencia no determi- nan a priori un encuentro personal con Dios. Podemos ser maestros en divinidad, doctores en teologia, lideres carismaticos y aun asf llegar a la misma conclusién del vacio espiritual experimentado por muchos cristianos a lo largo de la historia. Este libro es la coletdnea de cinco ensayos sobre espiritualidad que escribi para diferentes situaciones. Dos de ellos ya fueron publicados por la revista Comunicarte: «Redescubrir al Padre» («Redescoberta do Pai») salié en el libro que registra las po- nencias presentadas en el congreso de la AEVB (Asociacion Evangélica Brasilera). «La comunién por la confesién» salié como un pequefio libro bajo el titulo Comunhao pela Confissao. ‘En el presente libro ambos sufrieron algunos cambios y adicio- nes. Los otros tres capitulos son publicados aqui por primera vez. 2 Ver James Houston, Orar com Deus, ABBA Press, San Pablo, 1994. Este autor aborda la oracién como una relacién de amistad con Dios que transforma el carécter humano. 16 CUIDA TU CORAZON Todos ellos abordan el mismo tema de la espiritualidad cristiana. En mi opinién, estos cinco textos constituyen un camino para la reflexién y la construccién tanto de la experiencia espiritual como de su teologia. El primer capitulo trata de la experiencia vivida por Job, quien constituye un paradigma para nuestra experiencia espiritual y humana. Job representa un modelo de encuentro con Dios que define, de cierta manera, la naturaleza de nuestro encuentro y relacién con Dios. El segundo capitulo es una tentativa de abor- dar el tema de la Trinidad desde la perspectiva de su contribucién para la vida espiritual. Para muchos cristianos modernos, la Trinidad no tiene nada que contribuir a las situaciones que envuelven nuestro diario vivir, pues se trata de un tema complejo, abstracto y sin ninguna relevancia para la espiritualidad. Buscaré mostrar no sélo su importancia sino también su cardcter central para el cristianismo, El tercer capitulo aborda la contribucién de los padres del desierto y del movimiento monastico para la espiritualidad contempordnea. Lamentablemente, para muchos evangélicos el cristianismo salté del siglo 1 al siglo 16, y todo lo que sucedié6 en el perfodo que abarca desde el siglo 2 al siglo 15 no tiene nada qué contribuir a la fe cristiana. Sin embargo, uno de los periodos mas fértiles de la espiritualidad cristiana se encuentra en la contribucién de los padres del desierto, quienes con sinceridad e integridad de coraz6én buscaban un encuentro verdadero con Dios. El cuarto capitulo busca rescatar el caracter central del Padre en la espiritualidad del Hijo. Delante de la orfandad alienante que el hombre moderno enfrenta, sin duda alguna, el redescubrimiento del Padre en la vida del Hijo repre- senta uno de los grandes desaffos para la espiritualidad y misi6n de la iglesia. Finalmente, abordaré el olvidado tema de la confe- sién, como un camino para la amistad, la comunién y la libertad. INTRODUCCION 17 Mi esperanza es que la meditacién en estos temas produzca un despertar para recuperar la dimensi6n relacional de la teolo- gia y de la vida cristianas. «Amar a Dios y al prdjimo como a nosotros mismos» constituye, segtin las palabras de Jestis, toda la ley y los profetas. Job: paradigma de la espiritualidad cristiana Oro para que Dios abra nuestros ojos y nos permita ver los tesoros escondidos que él nos concede en los sufrimientos de los cuales ef mundo sélo piensa en huir. duan de Avila El libro de Job narra una de las experiencias mds dramaticas jamas vividas por un ser humano. Desde la perspectiva de la espiritualidad cristiana, entender el relato de Job constituye sin duda una de las ms ricas y profundas percepciones de las crisis del alma humana en la bisqueda de significado y realizaci6én. La crisis de Job ha sido explorada casi siempre en el contexto del sufrimiento humano. Los andlisis que hacemos de su expe- riencia buscan evocar su paciencia y despojo delante de una de las mas humillantes pruebas por las que alguien haya pasado. Sin embargo, la tematica del libro de Job abarca mas. En efecto, comprende el problema del sufrimiento, del mal, pero principal- mente la cuestién de la relacién del ser humano con Dios en medio de las complejidades de la vida. Al reflexionar sobre la vida y los dilemas de Job, nos deten- dremos en esa relacién. ECémo hemos construido nuestra rela- cién con Dios? éCon qué bases establecemos nuestro encuentro 20 CUIDA TU CORAZON con él? Estas preguntas estan en el centro de nuestra reflexién sobre la espiritualidad cristiana. Sin duda, el sufrimiento de Job nos ayuda a entender el lugar de Dios en nuestra experiencia espiritual. En este sentido, Job se nos presenta como un para- digma de la espiritualidad humana y cristiana, que tanto nos muestra la fragilidad de nuestras pretensiones y teologjas, las cuales no siempre responden a las cuestiones mas profundas del alma, como nos revela un Dios que no encuadra en los esque- mas teoldgicos y doctrinales que construimos. Desvestirnos de nuestras pretensiones teoldgicas y encontrarnos con el Dios libre y soberano constituyen el camino que Job nos propone. Job: fidelidad e integridad Job es presentado y confirmado por Dios como «un hombre recto e intachable, que me honra y vive apartado del mal» (Job 1:8). Esta declaracién de Dios mismo no deja la menor duda en cuanto a la conversién e integridad de Job. Por lo tanto, no estamos hablando aqui de alguien que no habia tenido un en- cuentro con Dios, de una persona que no se habia convertido. Es comtn en el mundo religioso, y particularmente en el evangélico, justificar el sufrimiento y las reacciones semejantes a las de Job como respuestas de alguien que no conoce a Dios, 0 como minimo, que no confia en él. Asf reaccionaron los amigos de Job al drama que éste vivia. Sin embargo, Job es un hombre recto, intachable, que honra a Dios. Este es el testimonio de Dios sobre él. Dios mismo confirma su idoneidad e integridad. Y si el propio Dios declara la integridad, temor y rectitud de Job, équé mas podria faltarle a éste para completar su devocién y espiritualidad? éSeria posible JOB: PARADIGMA DE LA ESPIRITUALIDAD CRISTIANA, 21 hallar a alguien mas intimo y temeroso de Dios que Job? éNo era el testimonio de Dios mas que suficiente para confirmar que alli se encontraba un hombre que habia alcanzado la gracia de la aprobacién divina? Como padre, Job frecuentemente santificaba asus hijos, ofreciendo holocaustos con el recelo de que hubiesen cometido algtin pecado contra Dios; como hombre, era respeta- do y honrado por su integridad y rectitud; era préspero y gozaba de salud, alegria y paz con toda su familia; y procuraba andar con Dios al punto que Dios mismo afirma que no habia ninguno en la tierra semejante a él. No era acaso la vida de Job un ejem- plo de espiritualidad, devocién y piedad sin precedentes? Todo nos lleva a creer que sf. Job era el orgullo de Dios. Fue la persona que Dios escogié, entre todos los habitantes de la tierra, para llamar la atencién de Satands con relacién a su integridad, rectitud y temor. Era un ejemplo de espiritualidad y devocion. No habfa nadie igual a él. Job es tinico bajo la mirada de Dios, quien lo llama «mi siervo». Este es el perfil de nuestro personaje. Y es bueno que quede claro que nuestra reflexion sobre la espiritualidad cristiana pasa primero por este perfil. Como ya dijimos, no estamos delante de ningtn hipécrita sino ante un hombre que teme a Dios y se aparta del mal. Se trata de un hombre que a todos nosotros nos gustaria tener como amigo, padre o hermano. La duda Sin embargo, ante esta presentacion, Satanés en tono irénico lanza una duda sobre la afirmacién de Dios respecto a la inte- gtidad de Job. La duda es: «¢Acaso teme Job a Dios de balde? (Job 1:9). éSon realmente puras las motivaciones que lo llevan 22 CUIDA TU CORAZON a ser lo que Dios afirma de él? éNo sera que todo ese temor, integridad y pureza es un buen negocio para él? Después de todo, Dios lo ha bendecido y protegido, ha rodeado su casa de prosperidad, salud y todo cuanto un hombre necesita para ser feliz y responder a Dios naturalmente con fidelidad y lealtad. En fin, para el diablo, la integridad de Job es apenas un buen negocio. La duda que Satanés lanza no se refiere ala integridad, temor yrectitud de Job, sino asus motivaciones expectativas e intereses para ser tan leal y temeroso de Dios. Para Satands, la experiencia religiosa del ser humano no puede ser explicada sin que haya un interés, un deseo de recompensa oculto en sus motivaciones. El punto decisivo de la duda de Satands es: éPuede el ser humano adorar y servir a Dios por nada? ¢Desinteresadamente? éSin ninguna recompensa? éSimplemente porque Dios es Dios? éEs posible que entre Dios y el ser humano haya un encuentro cuyas Unicas motivaciones sean el amor y el afecto?? Satanas considera que no. Seguin él, el ser humano siempre se acerca a Dios por las ventajas que esta relacién le pro- porciona. Una vez obtenidas tales ventajas, no le quedaria motivacion alguna para buscar a Dios. El utilitarismo preside las relaciones humanas, y no es diferente cuando se trata de Dios y del mundo espiritual. Satands cree que existen motivos ocultos tras la piedad de Job. Tales motivos secretos —muchas veces ocultos aun para nosotros mismos— muestran la verdadera 1 El libro Hablar de Dios desde el sufrimiento del inocente, de Gustavo Gutiérrez (Sigueme, Salamanca, 1986), incluye un excelente abordaje del dilema vivido por Job. El punto central estd en el principio de la retribucion y de la gratuidad de la gracia de Dios. Otro libro que ayuda a comprender el dilema de Job es O Deus indisponivel. O Livro de Jo, de Karl Heinem (Ediciones Paulinas, San Pablo, 1982). JOB: PARADIGMA DE LA ESPIRITUALIDAD CRISTIANA 23 intenci6én de nuestro interés por Dios. éQué sucederfa si Job perdiese su riqueza y honor? ¢Continuaria siendo temeroso de Dios? ¢Continuaria amando a Dios, a pesar de la miseria y de la enfermedad? Satanas piensa que no. Con toda seguridad, esa misma duda est4 también sobre nosotros. Los motivos que nos llevan a buscar a Dios, su poder y misericordia, no siempre nacen del deseo puro y sincero de amarlo y servirlo de manera desinteresada. Las recompensas que acompafian las demandas que recibimos en la mayorfa de los casos hablan mis alto que nuestro amor y afecto. Dificilmente nos vemos completamente libres de las seducciones de las recompensas. De una forma u otra, éstas siempre estan presentes en nuestras motivaciones mas secretas. No obstante, buscar un encuentro con Dios que sdlo tome en cuenta el amor desinte- resado nos conduce a una relacién espiritual mas profunda, intima y personal. La duda esta lanzada. Y convengamos que no se trata de una duda simple de resolver. Es una duda de naturaleza moral, que toca lo que hay de més intimo y personal en el ser humano. La misma lanza sospechas sobre realidades acerca de las cuales ni nosotros mismos tenemos el pleno conocimiento y dominio, y cuyo tratamiento y resolucién envuelve un proceso de desnudez de nuestras motivaciones y sentimientos mas secretos. Tan secretos, que, con todo el conocimiento que suponemos tener sobre nosotros mismos, no podemos afirmar que conocemos con claridad los motivos de nuestros afectos. La apuesta Entonces Satands propone una apuesta para arrojar luz sobre su duda. Su sugerencia es que Dios le conceda el permiso para 24 CUIDA TU CORAZON quitarle a Job aquellas ventajas y estimulos externos, que lo impulsarian a ser temeroso y justo, para comprobar si al final continda adorando a Dios 0 termina blasfemandolo: cAcaso no estén bajo tu proteccién él y su familia y todas sus posesiones? De tal modo has bendecido la obra de sus manos que sus rebafios y ganados llenan toda la tierra. Pero extiende la mano y quitale todo lo que posee, ia ver si no te maldice en tu propia cara! —Muy bien —le contesté el Sefior—. Todas sus pose- siones estan en tus manos, con la condicién de que a él no le pongas las manos encima. Dicho esto, Satanés se retiré de la presencia del Sefior. (Job 1:10-12). Vale la pena enfatizar una vez mds que Satanas no niega la piedad e integridad de Job. Este no es el punto central. Satands desconfia de la motivacién, de los intereses ocultos. Quiere ver si le es posible al ser humano buscar a Dios y adorarlo sin ninguna expectativa de recompensa. Para él, todos son iguales. No existe relaci6n humana que sea motivada sélo por el afecto desinteresado. Dios concede la apuesta y permite que Satands perjudique a Job, que exponga los «motivos» de su temor y devocién, que desnude su corazén y su alma, y muestre sus verdaderas intenciones. Asi, en una sucesién de catastrofes, Job pierde todo. Se encuentra solo, sin ningtin estimulo. Nada que exteriormente pueda justificar su integridad y fidelidad. Al ver sus animales, siervos, propiedades, hijos e hijas destruidos por el fuego y los vendavales, Job se siente completamente solo, sin nada que siquiera le recuerde timidamente los momentos de hartura y abundancia que Dios generosamente le concedfa. Todo aquello que podria haberlo motivado a servir a Dios con devocién y fidelidad es ahora apenas cenizas y escombros. JOB: PARADIGMA DE LA ESPIRITUALIDAD CRISTIANA 25 Job recibe la noticia de la muerte de sus hijos e hijas y de la pérdida de sus propiedades. No obstante, incluso delante de este cuadro desolador, el texto dice que Job no pecé ni atribuyé a Dios ninguna falta. En un gesto de extrema piedad y devocién, dob afirma: «Desnudo salf del vientre de mi madre, ydesnudo he de partir. El Sefior ha dado; el Sefior ha quitado. iBendito sea el nombre del Sefior!» (Job 1:21). Job contintia mostrando su temor a Dios, reconociendo que la trayectoria humana, tanto en el comienzo como en el fin, revela la grandeza de Dios y la limitacién del ser humano. Humildemente, é! demuestra que su temor de Dios es mas que los bienes que posee. Hasta aqui Dios va ganando la apuesta. En un segundo encuentro entre Satanas y Dios, el Sefior confirma una vez més la integridad de Job. Le dice a Satanés: «Aunque tt me incitaste contra él para arruinarlo sin motivo, itodavia mantiene firme su integridad!» (Job 2:3b). Sin embargo, Satands insiste y desaffa a Dios una vez mas. Segiin él, lo sucedido a Job no habia sido suficiente: «(Una cosa por la otra! —replicé Satanés—. Con tal de salvar la vida, el hombre da todo lo que tiene. Pero extiende la mano y hiérelo, ia ver si no te maldice en tu propia cara!» (Job 2:4, 5). Ahora el enemigo pretende ir un poco ms alla. Cree que por la vida es posible renunciar a los bienes y a los seres queridos, y aun asi seguir siendo temeroso de Dios. Job tiene algo mucho mis valioso que sus bienes y su familia para negociar con Dios: su vida y su salud. Satands propone perjudicarlo en la carne y en los huesos, puesto que Job todavia tiene la salud como un as en la manga. Es necesario dejarlo sin nada, sin ninguna recompensa ni estimulo que lo lleve a buscar interesadamente a Dios. El Sefior autoriza a Satanas: «Muy bien —dijo el Sefior a Satanaés—, Job est4 en tus manos. Eso sf, respeta su vida» (Job 2:6). Job se 26 CUIDA TU CORAZON enferma de llagas desde la planta de los pies hasta la cabeza. La imagen es desoladora. No le qued6 nada, ni bienes, ni familia, ni salud. Job es un pobre miserable, enfermo y solitario. En tal estado resalta el silencio. Job no dice nada. Se recoge silencio- samente ante la terrible realidad. Este es el cuadro que presentan los primeros dos capitulos del libro de Job. La apuesta esté hecha. Dios coloca sobre la mesa todas sus cartas. Si Job falla, Satands gana la apuesta, es decir, quedaria probado que nadie adora a Dios sin motivo alguno, solo por el amor y el deseo de adorarlo. Con esto Satands no sélo derrumbarfa todo el propésito de Dios de establecer una relaci6n con el ser humano sino que crearia un argumento para justificar su caida. Satanés podria tranquilamente decir que nadie, ni siquiera él, consigue responder al amor de Dios. De modo que no sélo esta en juego la integridad de Job sino una relaci6n: el vinculo libre, personal, afectivo y desinteresado entre el ser humano y Dios. Si Job falla, seria evidente que el ser humano no ama a Dios simplemente porque Dios es Dios, sino por los dividendos que esto le rinde. dob es inocente. Dios lo sabe y nosotros también. Las aflic- ciones y sufrimientos por los que él atraviesa no nacen de algtin castigo merecido ni obedecen a una ley de causa y efecto. El motivo de su sufrimiento y privacion es solamente el resultado de una apuesta entre Dios y Satanas. Esto, de cierta manera, agrava todavia mas el cuadro. Job no sabe por qué esta sufriendo. Cuando un padre disciplina a su hijo, procura siempre explicar el motivo. Aunque la disciplina no sea justa, el hijo sabe por qué es disciplinado. Seria una enorme cobardia y falta de respeto disciplinar a alguien sin explicarle el motivo ni la raz6n. En el caso de Job, no hay razén ni motivo para su sufrimiento. No existe ningtin fundamento que Job necesite conocer. En virtud JOB: PARADIGMA DE LA ESPIRITUALIDAD CRISTIANA 27 de la apuesta, més alla del sufrimiento en si, Dios calla. No responde al clamor de Job, quien busca una razon que justifique tamarfia desgracia. Ademés de perder todo lo que tenia, Job sufre también con el silencio de Dios. El sentido de la espiritualidad cristiana a la luz de la experiencia de Job Aqut encontramos la clave para comprender el significado de la espiritualidad cristiana. La relacién entre el ser humano y Dios se encuentra en el centro de este drama vivido por Job, quien representa un paradigma de la espiritualidad cristiana. En el cen- tro de la desconfianza y de la apuesta de Satands, encontramos el lugar del coraz6n en la experiencia espiritual. Al penetrar en ese mundo de sufrimiento y privacién, Job se encuentra con una realidad que nunca habfa notado antes: la de su coraz6n y sus afectos. El sufrimiento generé un despojo de si mismo y de las cosas que simbolizaban la presencia y la gracia de Dios. El cuadro que tenemos de Job es desolador, sentado sobre los escombros de sus bienes, cubierto de tumores malignos desde la planta de los pies hasta la cabeza, y raspandose con un pedazo de teja las heridas que lo consumfan. Job se vio completamente vacfo. No habia nada que le recordara la abundancia de «bendiciones» que hicieran de él un hombre feliz. En estos momentos de vacio es cuando descubrimos la verdad oculta en nuestro coraz6n, es decir, nuestros verdaderos motivos, de cuya integridad Satands tanto desconfia. Exactamente eso quiere descubrir Satands en el caso de Job, pues no acredita que exista en el corazén humano otra cosa que intereses mezquinos y egoistas, como en su corazén. 28 CUIDA TU CORAZON En una de sus cartas Charles de Focauld escribié: El hombre necesita entrar en el desierto para recibir la gracia de Dios. Es allf que alejamos todo aquello que no es de Dios. Elalma necesita penetrar en este silencio... enla soledad, en este encuentro solitario con Dios... se revela a si mismo en nuestra alma y que podemos entregarnos integramente a él.” El sufrimiento Ilevé a Job a penetrar en ese silencio, en ese encuentro solitario con Dios. Alli los secretos de su corazén serfan revelados, sus motivaciones mas secretas, desenmascaradas, y por fin se revelarfa si su amor y afecto por Dios eran puros y desinteresados 0 no. La espiritualidad cristiana es una espiritualidad del corazén. EI sabio escribe: «Por sobre todas las cosas cuida tu corazén, porque de él mana la vida» (Pr 4:23). Vivimos en una sociedad donde desde temprano aprendemos a guardar nuestra auto- imagen, nuestro status social, nuestro intelecto, nuestras con- quistas personales, nuestro espacio de realizacién, pero no nuestro coraz6n. Es del «corazén que proceden las fuentes de la vida», dice el sabio. Para muchos cristianos, la vida espiritual se define por el conocimiento que tenemos de Dios a través de la Biblia y/o de las experiencias espirituales que acumulamos a lo largo de nuestro camino. Sin embargo, el centro de nuestra espiritualidad esté en nuestros afectos, que nacen del corazén, Cuando el Sefior Jestis llamo al apéstol Pedro para el pastorado no le pregunté cuanto conocia acerca de Dios 0 qué experiencias espirituales habia tenido, pero sj le pregunto si él lo amaba. Era el afecto de Pedro lo que le interesaba a Jestis. Esto no significa ? Citado por James Houston, The Hungry Soul, A Lion Book, Oxford, 1993, p. 173. JOB: PARADIGMA DE LA ESPIRITUALIDAD CRISTIANA 29 que el conocimiento y la experiencia sean irrelevantes, pero si ambos no se traducen en afectividad, si no afectan el coraz6n, se transforman en presas faciles de las apuestas del diablo. «Ama al Sefior tu Dios con todo tu coraz6n, con todo tu ser y con toda tu mente» y «a tu préjimo como a ti mismo» constituye, segin la ensefianza de Jestis, el cumplimiento de la ley y de los profetas. Parafraseando, podemos decir que «amar a Dios con todo nuestro coraz6n, ser, mente y fuerzas» es el cumplimiento de todo conocimiento y experiencia. Este amor que nace del corazon determina los secretos de la espiritualidad. Lo que estaba en juego era el amor de Job hacia Dios. La apuesta no involucraba ni su conocimiento ni sus experiencias. Satands no tenia duda alguna respecto al conocimiento que Job tenia de Dios 0 respecto a sus experiencias, pero si dudaba de su amor. Crefa que una vez retiradas las experiencias y el conocimiento (veremos més adelante que Job, al igual que sus amigos, era partidario de la doctrina de la retribucién) no quedaria nada qué ofrecer a Dios, a no ser blasfemias y rebeldia. La vida espiritual es aquella que nos lleva a sacar del corazon lo precioso que hay en él y ofrecerlo al Sefior. Nos conduce a buscar en los compartimientos mds secretos del alma los sentimientos mas nobles y puros, y dedicarlos al servicio de la adoracién. Cuando el ser humano es capaz de adorar y servir a Dios por nada, simplemente porque Dios es Dios, y no porque él lo cubre de beneficios, encuentra el sentido mayor de su devocién, el centro de su espiritualidad, el coraz6n como fuente de los afectos més puros y genuinos de su alma. Job se encuentra ahora sin nada. No tiene una familia que lo apoye para asf renovar sus esperanzas. No tiene bienes que le permitan vivir confortablemente seguro. También desaparecieron la reputacién y la honra que provenian de todo esto. Esta solo. 30 CUIDA TU CORAZON No tiene nada que le permita demostrar que Dios esta vivo, ano ser Dios mismo. No tiene ningtin motivo para adorar y servir a Dios, a no ser Dios mismo. éQué pasara ahora con Job? Su esposa, al contemplar el cuadro desolador en que se en- cuentra su marido, no tiene otra reaccién que la de decir lo obvio (por lo menos en la dptica de Satands): «éTodavia mantienes firme integridad? iMaldice a Dios y muérete!» (Job 2:9). Para ella no vale la pena ser integro. Las ventajas se acabaron. Dios dejé de ser util. éPara qué servir a Dios? éCual es la finalidad de la integridad? Seguramente, as{ habra estado pensando ella. Pero, éno era exactamente ésta la sospecha que levants el diablo en el encuentro que tuvo con el Serior Dios? éNo fue él quien dijo que una vez que hubiera perjudicado a Job y sacado todo cuanto motivaba su integridad, éste blasfemaria contra Dios, le daria la espalda? Pues bien, la esposa de Job es la primera en confirmar la sospecha de Satanés y contribuir para que su marido acttie exactamente como aquel habia previsto en la apuesta. Aqui Satanés gana un punto. La reaccién de la mujer de Job, dentro del contexto de nuestra formacién religiosa evangélica, puede parecernos una gran insensatez. Ningdn cristiano que goce de perfecta salud mental y espiritual afirmaria tal absurdo. Sin embargo, si somos honestos y sinceros, tenemos que estar de acuerdo en que su reaccién no fue tan absurda. éCuantos cristianos han abando- nado la fe por mucho menos? éY cudntos entran en una crisis existencial y espiritual en virtud de calamidades menos adversas por las que pasan? éCuéntos en este momento se preguntan: «Porque Dios permite esto o aquello»? La verdad es que la sospecha de Satands respecto a Job se aplica con mucha propiedad a la mayorfa de los cristianos. Para comprobar esto basta con prestar la debida atencién a los testimonios que JOB: PARADIGMA DE LA ESPIRITUALIDAD CRISTIANA 31 escuchamos sobre las bendiciones de Dios en la vida de nuestros hermanos. Salvo rarisimas excepciones, las bendiciones de Dios se refieren siempre a alguna ganancia material o espiritual (en la mayoria de los casos, material) que recibimos. Para muchos, la sefial de la presencia y de la gracia de Dios son las ganancias que tenemos, sin las cuales nos sentimos huérfanos y completamente abandonados. Y Job se encuentra asf, despojado, realmente sin nada para testificar de la presencia de Dios. No tiene familia, ni bienes, ni salud. Nada. Mas atin, Dios guarda silencio. Delante de este vacio, Job no tiene ninguna otra salida que no sea maldecir a Dios y después darle un fin a su propia existencia. Su mujer es la portavoz de la gran mayorfa de los seres humanos. Sélo la condenan aquellos que nunca pasaron por una experiencia semejante. La doctrina de la retribucién Ahora entran en escena los amigos de Job. Después de siete dias de silencio solidario, éstos comienzan una investigacién mi- nuciosa de la vida y el pasado de Job, buscando descubrir donde se habia equivocado. Esta pesquisa era fundamental para que dob se volviera al arrepentimiento y la confesién, y asf recibiera de nuevo lo que le habjfa sido quitado como punicién por su pecado. Es una postura muy comiin en la consejeria. Si algo va mal, es porque existe una causa, un pecado no confesado, una maldicién hecha en el pasado, alguna cosa que justifique los problemas del sufrimiento humano. Sin embargo, en el contexto del sufrimiento de Job, sabemos que no hay ninguna causa que justifique tamario dolor. Job era inocente, no en el sentido de que no era un pecador, sino en que no habfa nada que lo 32 CUIDA TU CORAZON responsabilizase por el sufrimiento. El consejo de sus amigos era que busque a Dios y confiese sus pecados, porque asi, y so- lamente asi Dios lo bendeciria con dddivas materiales y le devolveria lo que le fuera arrancado como punicion por su falta. Los amigos de Job construyeron una teologia que, aunque es muy comtn entre nosotros, describe exactamente las sospechas de Satands. Se trata de una teologia que lleva al ser humano a buscar y a servir a Dios por la recompensa que puede recibir, y no por un sentido de amor y afecto desinteresado por el Serior. Podemos Ilamarla «teologia de la retribucién» o «teologia del fraude o de la transaccién fraudulenta». Aquf se establece una relaci6n utilitaria, acerca de la cual Satands habia lanzado sus dudas. Para los amigos de Job la ldgica es muy simple. Dios bendice a los justos y castiga a los impfos. Es una ldgica de causa y efec- to. Todo sufrimiento tiene una causa que lo justifica. La ecuacién es simple y muy conocida por todos. Si somos personas buenas, justas y correctas, Dios nos recompensa y bendice con todas sus dadivas. Si, en cambio, somos infieles, injustos y perversos, Dios nos castiga y retira de nosotros sus dadivas. La conclusién es obvia: Job pecé. Ahora sdlo resta saber cual es su pecado, para que se arrepienta, confiese y reciba de nuevo lo que Dios, en su justicia, le ha quitado. Lo que los amigos de Job no saben es que el sufrimiento no siempre obedece a esta regla simple y ldgica. No cabe duda que Dios conoce los motivos de nuestro sufrimiento, pero el hecho es que no siempre nos es dado a nosotros conocer esos motivos. La mayorfa de las veces el sufrimiento se presenta como un gran misterio. El sufrimiento de Job jamas podria explicarse por el razonamiento matematico de los tedlogos, no habia una raz6n ldgica que lo justificase. JOB: PARADIGMA DE LA ESPIRITUALIDAD CRISTIANA. 33 Sin embargo, para los amigos de Job, una vez tratada la causa que habia desencadenado el sufrimiento seria reestablecida la normalidad. Asi razonaban ellos. Por tanto, si Job estaba sufriendo, su légica los llevaba a concluir que habia practicado alguna iniquidad. El sufrimiento de Job sélo podia ser explicado por la légica de la retribuci6n. En Job 4:7, Elifaz alerta a Job de la siguiente manera: «Ponte a pensar: éQuién que sea inocente ha perecido? éCuando se ha destruido a la gente integra? La experiencia me ha ensefado que los que siembran maldad cosechan desventura.» Este es el argumento de Elifaz y sus amigos. Sobre la base de la experiencia y la sabidurfa adquiridas, concluyen que el inocente y el recto no pueden ser destruidos; solamente los inicuos cosechan el mal que siembran. Mas adelante, en 5:8, el mismo Elifaz propone: «Si se tratara de mi, yo apelaria a Dios; ante él expondria mi caso.» Luego describe el porqué de su actuacién. Para él, el ser humano debe buscar a Dios, porque s6lo él puede librarlo de la desgracia. Elifaz no se preocupa por entender a Job en su angustia. Apenas se interesa en hacerlo entrar en su esquema de fe. Est4 muy preocupado por probar que su teologia es correcta, que la logica de su razonamiento es justa y que la sabidurfa que ha adquirido es verdadera. Los amigos no perciben que el consejo de someterse a Dios con la esperanza de comenzar todo de nuevo esconde, en si mismo, una peligrosa tentacién. La sospecha de Satands encuen- tra ahora en los amigos de Job fuertes aliados. Segtin ellos, Job deberia orientarse hacia una espiritualidad que busque a Dios no Por causa de Dios sino por causa de él mismo. A pesar de sus 34 CUIDA TU CORAZON intenciones sinceras, los amigos de Job cometen el mismo error de muchos consejeros actuales. No estén interesados ni en la verdad ni en Job. Estén mucho més interesados en probar y sustentar sus esquemas teoldgicos que en buscar la verdad y comprender el dolor y el sufrimiento del prdjimo. Sin embargo, para Job el problema no es tan sencillo. El se considera inocente, no en el sentido de no ser un pecador (esto él lo sabia) sino de no reconocer nada que hubiese hecho que lo hiciera merecedor de tama‘io castigo. Su sufrimiento es semejan- te al de millones de nifios que, a pesar de no haber hecho nada més grave que otros nifios, son victimas de la maldad del mundo. Job es inocente. Su sufrimiento no esta determinado por algo que hubiera hecho. El propio Dios afirma que Satanas lo incit6 contra Job para «arruinarlo sin motivo» (Job 2:3). No hay una causa concreta e investigable, que los amigos puedan descubrir, para traer a Job de vuelta a las alegrias del pasado. El conflicto de Job con sus amigos se produce, basicamente, por causa de la intolerancia inhumana de sus discursos. La revuelta de Job esté motivada mucho més por las justificaciones de sus amigos que por el propio dolor: Instrayanme, y me quedaré callado; muéstrenme en qué estoy equivocado. Las palabras justas no ofenden, ipero los argumentos de ustedes no prueban nada! Me van a juzgar por mis palabras, sin ver que provienen de un desesperado? iUstedes echarian suertes hasta por un huérfano, y venderian a su amigo por cualquier cosa! Tengan la bondad de mirarme a los ojos; éCreen que les mentirfa en su propia cara? (Job 6:24-28) JOB: PARADIGMA DE LA ESPIRITUALIDAD CRISTIANA 35 Job pide a sus amigos que sean mas misericordiosos con él, que no consideren sus palabras como afirmaciones dogmaticas de la verdad sino como la expresién de su desesperacion. Les pide que miren mas su dolor que sus declaraciones. El conflicto de Job es que él también es partidario de la tesis de sus amigos. El es parte del esquema teolégico de la retribu- cién. Durante los afios de su vida préspera y saludable, este concepto de la justa retribucién de Dios era compartido también por él. Asf veia él la relacién de Dios con el ser humano. Pero ahora enfrenta el gran dilema que la teologia que le sirvié tan bien por muchos afios no tiene ya respuestas para su crisis. Es més, el discurso de sus amigos lo irrita e indigna. El necesita una respuesta que venga de Dios, y por esto pasa a contender con él. Job necesita probarle a Dios que es inocente. Esta necesidad nace de que él atin piensa que Dios acttia asf: castiga al impio y recompensa al justo. Por lo tanto, una vez probada su inocencia, Dios reparara el terrible error que cometi6. Esta contienda, muchas veces vista por sus amigos como una actitud blasfema, es la puerta de entrada para una nueva relacién con Dios. Job busca en Dios un juez para su causa. De esta manera, él contintia resistiendo los argumentos de sus amigos, que insisten en preservar el mismo discurso. Los argumentos de los amigos giran como una rueda en el aire, sin hacer avanzar. Energia perdida de intelectuales que se agitan sin ponerse en movimiento, incapaces de dar un paso al frente, empalmando una razén con otra con impulso puramente verbal. Para qué replicar, diré Job, y con él los inocentes y sufrientes de todas las épocas de Ja humanidad, si no tienen nada qué decir. Es la pregunta a toda teologia vacia del misterio de Dios. La verdadera blasfemia esta en su autosuficiente hablar, ya que sus palabras encubren y desfi- 36 CUIDA TU CORAZON guran el rosiro de un Dios que ama gratuita y libremente. Los amigos creen mas en su teologia que en Dios mismo.* Lo que muchas veces compromete la espiritualidad cristiana es la pretension de restringir todo el misterio de Dios a las expli- caciones espiritualizadas 0 racionalizadas de nuestras experien- cias cristianas y humanas. Muchos cristianos se sienten inseguros, sino encuentran respuestas Idgicas y bien elaboradas para todas las cuestiones del alma. Esto nos impide penetrar en el misterio de Dios y conocerlo en el silencio de nuestra insignificancia. El sufrimiento, el dolor, la muerte son experiencias humanas que no pueden explicarse usando simplemente una formula de causa y efecto. Nadie se consuela en el dolor por la explicacién légica y racional del sufrimiento. Por mas que esta explicacién sea sensata y nazca del interés sincero de ayudar y consolar, el sufrimiento permanece como un dolor inexplicable. Recuerdo una pelicula que vi recientemente, Tierra de sombras, que trata del romance y casamiento del autor y pensador cristiano C. S. Lewis con una estadounidense que sufria de cancer. Después de la muerte de ésta, en uno de los primeros encuentros del escritor con sus amigos, todavia marcado por el dolor de la pérdida de un gran amor, uno de ellos pregunta acerca de lo que podria hacer para ayudarlo. Su respuesta fue simple y objetiva: «Sdlo no me diga que asi fue mejor.» En horas como esta, cuando nos vemos delante de dilemas como la muerte, notamos cudén limitada es nuestra teologia y cudn presumidos somos en la busqueda de la comprensin de los misterios de la vida. Todo lo que Job necesitaba era del silencio solidario de sus amigos. Por otro lado, Job percibe que la légica de sus amigos es consistente en algunos casos, pero no en todos. Pregunta: 3 Gutiérrez, op. cit., p. 74. JOB: PARADIGMA DE LA ESPIRITUALIDAD CRISTIANA 37 éPor qué siguen con vida los malvados, cada vez mas viejos y mas ricos? Ven establecerse en torno suyo a sus hijos y a sus descendientes. Tienen paz en su hogar, y estan libres de temores; la vara de Dios no los castiga. Sus toros son verdaderos sementales; sus vacas paren y no pierden las crias. Dejan correr a sus nifios como si fueran ovejas; sus pequefiuelos danzan alegres. Cantan al son del tamboril y del arpa; se divierten al son de la flauta. Pasan la vida con gran bienestar, y en paz bajan al sepulcro. A Dios increpan: i«Déjanos tranquilos! No queremos conocer tu voluntad» (Job 21:7-14). dob esta argumentando contra la tesis de sus amigos. Si Dios bendice al justo con prosperidad y castiga al impfo con la miseria y el sufrimiento, por lo que él puede observar, no siempre sucede asi. Basta mirar a nuestro alrededor. Hay muchos impfos que, cuanto mas roban y corrompen, cada dia se hacen més ricos y poderosos; y muchos justos y honestos pierden lo poco que tienen precisamente por su honestidad y justicia. La misma rea- lidad de los hechos derrumba la tesis de sus amigos. En el mundo real, la légica de la retribucién no funciona. Es necesario encontrar otra teologfa para responderle a Job. El principio de la retribuci6n puede ser aplicado en muchas situaciones, pero, definitivamente, no cabe en la situacién de Job. Primero, porque nosotros sabemos que la causa de su sufrimiento no puede ser explicada por la simple légica de causa y efecto. Segundo, porque por detras de su dilema se esconde una realidad mucho més profunda, que envuelve sus motivaciones més secretas. 38 CUIDA TU CORAZON Sin embargo, si Job buscase a Dios confesando su pecado sdlo para recibir de vuelta lo que le fue quitado, acatando la sugerencia de sus amigos, daria a Satanés el gusto de la victoria. Estarfa de hecho buscando a Dios no Por quien Dios es, sino por los beneficios que él puede ofrecer, Estaria buscando a Dios para gozar de los beneficios divinos y no simplemente porque lo ama y desea servirlo por nada. Estarfa buscando a Dios por causa de si mismo y no de Dios. Esta era la sospecha de Satanas. Me parece que la retribucién es un concepto aceptado univer- salmente como base para las relaciones humanas. Basta observar las relaciones familiares, en las que el principio de intercambio es una constante desde muy temprano. Si somos obedientes y bondadosos, obtenemos la recompensa. Si desobedecemos, somos castigados. Si sacamos buenas notas y somos aprobados, recibimos los premios, pero si somos reprobados, fracasamos y sufrimos consecuencias y Ppuniciones por nuestro fracaso. También aprendemos a conquistar nuestros derechos a través de este mismo principio. Tanto en el mundo ptiblico como en el privado, el ser humano se comporta asi siempre. Es la politica del «dar para recibir». No seria diferente en el mundo espiritual. Bastaria mirar la forma en que se hacen casi todas las apelaciones en nuestras iglesias. Practicamente todos recurren al mismo principio de la retribucion. Si yo contribuyo con fidelidad y participo fielmente de las actividades de la iglesia, Dios me hard Prospero y me bendecira. Si fuere honesto, integro y correcto, Dios me bendecira y retribuird, generalmente con muchos mas dividendos, para que el negocio sea més ventajoso. Las apelaciones casi siempre obedecen a esta misma légica. Cuando esto no resulta, es necesario investigar el pasado a fin de descubrir qué es lo que interrumpio el proceso. Si no descubro nada que justifique mi sufrimiento, entonces debo confesar mi ignorancia y pedir a Dios que me revele el pecado oculto. JOB: PARADIGMA DE LA ESPIRITUALIDAD CRISTIANA 39 Es importante destacar que Dios tiene placer en bendecir a sus hijos y en dar mucho més de lo que pedimos, y que el principio de la retribucién tiene base en muchos textos de las Sagradas Escrituras, como, por ejemplo: «Cada uno cosecha lo que siembra» (Ga 6:7). La cuestién que involucra el dilema de Job no es el placer que Dios tiene al bendecir a sus hijos ni las innume- rables promesas que encontramos en la Biblia, que afirman el interés de Dios en dar buenas dadivas a quienes lo aman. El punto central que involucra el dilema de Job, nuestra espiritua- lidad y la sospecha de Satanas, es si somos capaces de hacer todo lo que normalmente hacemos para Dios, aun cuando él no nos recompense con bendiciones materiales y espirituales. CSoy capaz de contribuir generosamente, aunque no reciba ninguna recompensa de Dios por mi generosidad y fidelidad? ¢Soy capaz de amar a Dios y servirlo con integridad y temor, aun cuando estoy pasando por el valle arido de mialma? éSoy capaz de orar, aun cuando no escucho mis su voz? Este es el punto central que involucra la doctrina de la retribucién. éQué testimonio tendrfa yo para dar sobre Dios —sobre su amor, gtacia, bondad y misericordia—, cuando no hay nada concreto para contar o afirmar? Ningiin automévil nuevo, ningtin ascenso en el trabajo, ninguna curaci6n, ninguna revelaci6n, nada. Sdlo Dios. Precisamente, en este principio de la retribucién se funda el diablo para levantar la sospecha, a la cual contribuyen tanto la esposa de Job como sus amigos. La conclusién es simple: Job pecd. Ahora sdlo resta saber dénde y cuando lo hizo, para que, mediante el arrepentimiento y la confesién, él haga las repara- ciones necesarias y vuelva a disfrutar de los beneficios de otrora. Sin embargo, nosotros sabemos (y Job desconfia) que el camino no es ese. Sabemos que el sufrimiento de Job no es causado por ningtin pecado no confesado ni por una maldicion hereditaria, 40 CUIDA TU CORAZON sino por una apuesta entre Dios y Satanas, en la cual esta en juego no sdlo la integridad de Job sino todo el proyecto divino.* Si Satands gana la apuesta, queda probado que nadie ama realmente a Dios, y que todas las relaciones que el ser humano tiene con el Creador son utilitarias e interesadas. Pienso que el ejemplo més draméatico de esta tentacion se encuentra en la cruz. Allf Jestis estA expuesto no sdélo a la vergtienza y el dolor del sufrimiento, sino también a un sumo dolor moral y espiritual. Podemos imaginar al tentador en medio de la soledad de Jestis en el Calvario diciendo: «éDénde estan tus amigos? ¢Y los discipulos? ¢Y aquellos que fueron curados? éY tu familia? iHasta tu Padre te abandond! Maldice a Dios y muérete.» Dios es la tiltima esperanza. Si Jestis soltaba una blasfemia o alguna murmuracién, habria caracterizado la sospecha de Satands. Sin embargo, aun delante del silencio y del abandono del Padre, y en medio de los dolores y agonias de la cruz, con su Ultimo suspiro, extrayendo de sf sus tltimas fuerzas para expresar sus palabras finales, dijo: «iPadre, en tus manos encomiendo mi espfritu!» Jestis continéa amando y obedeciendo al Padre por nada. Su afecto no esta condicionado por ninguna regla retributiva, por ningtin favor o bendicién. El amé al Padre hasta el fin, en una relacién de devocion, afecto, sumisién y obediencia, sin ningtin afan de recompensa o retribucién. El critica presentada por Satands consiste en que es posible tener una buena experiencia cristiana y un cierto equipaje teolé- gico y aun asi no tener un encuentro real, afectivo y personal con Dios. Job representa la crisis espiritual, diagnosticada en la motivacién del alma humana. A veces me pregunto qué sucede- *Rubem M, Amorese, Meta-Historia, Comunicarte, Brasilia, 1992. jg ee eat PII eal ee eee JOB: PARADIGMA DE LA ESPIRITUALIDAD CRISTIANA 41 ria si Dios le permitiese a Satanas retirar todas las motivaciones y los estimulos externos a nuestra devocién, todo aquello que hoy representa los motivos de nuestra lealtad, integridad y alabanza. Me pregunto si todavia quedaria algo dentro de noso- tros que, a pesar de todo, nos Ilevara a amar a Dios y adorarlo simplemente porque él es Dios. No necesitamos ir lejos. Bastaria con quitar de algunas iglesias las bandas y los conjuntos musica- les que animan la alabanza al ritmo del rock, y otros ritmos que captan irresistiblemente nuestra atencién, para ver si todavia queda algtin deseo sincero de adorar y alabar a Dios con el mismo entusiasmo y devoci6n. Si por alguna razén, sea la que fuere, nos traslad4ramos a una pequefia ciudad de provincia, cuya tnica iglesia fuera una pequefia congregacién en la que todavia se cantaran los viejos himnos, acompafiados por un viejo 6rgano de pedales, tocado por una anciana que de cada cinco acordes se equivocara en seis, éconseguiriamos aun asi presentar nuestras alabanzas con alegria y entusiasmo? Sospecho que muchos de nosotros encontrariamos dificultades para celebrar nuestro culto a Dios. Si Dios decidiera colocarnos en una situa- cién como la de Job, en la cual, ademas de todo el sufrimiento y el dolor que él experimenté, tuviésemos que convivir con el silencio de Dios, pienso que la fe de muchos de nosotros no sobreviviria. El encuentro de dos libertades Una cuestién que se instala en el corazén de esta experiencia espiritual de Job es el cambio radical de su visién de Dios y de si mismo. Es aquello que Gustavo Gutiérrez llama «encuentro de dos libertades», Aunque Job fuese un hombre integro, recto y 42 CUIDA TU CORAZON temeroso de Dios, conservaba conceptos y percepciones de Dios que comprometian su espiritualidad y devocién, asf como la imagen de Dios. De alguna manera, todos tenemos conceptos de Dios que se han formado a partir de nuestras experiencias e his- torias de vida, los cuales determinan nuestra lectura de la Biblia. En el caso de Job también era asi. La teologia de la retribucion, que ahora tanto lo perjudica, fue por un buen tiempo la espina dorsal de sus convicciones acerca de Dios. Era necesario que estas imagenes se deshiciesen para que Job pudiese contemplar libremente a Dios. Para que las imagenes de Job se quiebren, Dios habla después de un largo periodo de silencio. Job habia estado debatiendo con Dios, con los consejos de sus amigos y con la seguridad de su inocencia; pero Dios no se ha Pronunciado atin. Llama la atencién que la Palabra de Dios no toque directamente el problema de Job. Dios no responde a sus preguntas en tono profesoral, tratando cada una de sus dudas. Tampoco lo juzga o reprende por sus pecados. Dios no lo justifica ni lo condena. Job, Por su parte, varias veces le pide a Dios que le sefale sus pecados. Quiere confesarlos, seguir el consejo de sus amigos, para que todo vuelva a ser como antes. Sin embargo, ahora que Dios decide hablar, no toca aquello que mas aflige a Job: la causa de su miseria y dolor. Las primeras palabras de Dios a Job llevan a éste de nuevo al principio de todo. Dios pregunta: «éQuién es éste, que oscurece mi consejo con palabras carentes de sentido? Preparate a hacerme frente; yo te cuestionaré , y ti me responderas. éDénde estabas cuando puse las bases de la tierra? iDimelo, si de veras sabes tanto! ee EERE JOB: PARADIGMA DE LA ESPIRITUALIDAD CRISTIANA, 43 iSeguramente sabes quién establecié sus dimensiones y quién tendié sobre ella la cinta de medir! éSobre qué estan puestos sus cimientos, o quién puso su piedra angular, ; mientras cantaban a coro las estrellas matutinas y todos los angeles gritaban de alegria? éQuién encerré el mar tras sus compuertas, cuando éste broté del vientre de la tierra? éO cuando lo arropé con las nubes y lo envolvi en densas tinieblas? ¢éO cuando establecf sus limites y en sus compuertas coloqué cerrojos? £0 cuando le dije: “Sdlo hasta aqui puedes llegar; de aqui no pasardn tus orgullosas olas”?» (Job 38:2-11). El texto sigue hasta el final del capitulo 39, levantando preguntas para ver si Job realmente tiene el discernimiento de be que esta sucediendo. éDénde estaba él cuando todo comenzé? éQuién es él para establecer el orden del mundo y definir la actuacién de Dios? En la secuencia de las preguntas, Dios insiste en mostrar la insensatez de los planteamientos de Job y el mis- terio de los propésitos divinos. Job, como ninguno de nosotros, puede saber donde se asientan las columnas del mundo. El surgimiento del mundo permanece para el ser humano como un misterio indescifrable, que nos invita al silencio y ala meditacién. Dios contintia preguntandole a Job aquello que éste no puede responder. El mundo no sigue la misma légica que él y sus amigos intentaron crear. Los amigos, y Job mismo, pensaban que el mundo habia sido hecho en base a la utilidad inmediata para el ser huma- no yala retribucién: premio al justo y castigo al pecador. Ese era para ellos el fundamento de la obra de Dios, por ello su ini CUIDA TU CORAZON accién en la historia es previsible. Ahi embiste Dios con impetu: éDonde estaba Job cuando El ponia los pilares de su creacién? Si Job «sabe tanto»... es decir que es capaz de discernir que responda. Job, que llegé tarde, después de él haber cerrado con puertas y cerrojos el mar, no tiene autoridad para decir cudl es el fundamento del mundo. Dios, que supo detener la arrogancia del mar, hace ahora lo mismo con las pretensiones descabelladas de Job y sus amigos, que intentan imponer limites y barreras a su accion en la historia.> Una de las caracteristicas del ser humano es su incapacidad de lidiar con el misterio, Particularmente, el ser humano moderno, acostumbrado a vivir en un mundo cientifico que siempre le da todas las respuestas, no acepta la posibilidad de no dominar el conocimiento de las acciones que lo cercan. Nuestro conflicto no es sdlo con aquello que no conocemos sino también con la inseguridad que rodea nuestro destino. La necesidad de dominio sobre las circunstancias y misterios de la vida nos lleva al pecado de la domesticacién de Dios. En todo su discurso, Dios no acusa a Job de mentira ni con- tradice su afirmacién de inocencia. No obstante, para Job, si es verdad que él es inocente, hay que culpar a alguien por su des- gracia. Esta es su légica. En el objetivo de probar su inocencia, él se considera con el derecho de culpar a Dios. El principio es simple: si él es inocente, Dios, obviamente, es injusto por hacerlo Pasar por todo ese sufrimiento inmerecido, Job se encuentra en «jaque mate». O asume ser igual a Dios en su pretensién de determinar el actuar correcto de Dios, 0 se rinde a la soberana y libre voluntad del Creador. ee ° Gutiérrez, op. cit., p. 133. JOB: PARADIGMA DE LA ESPIRITUALIDAD CRISTIANA. 45 Dios busca revelarse a Job como un Dios cuyo actuar no obedece a ningun criterio establecido por el ser humano. Dios es libre y soberano, y sus acciones obedecen a las iniciativas gratui- tas de su amor. No lo adoramos por lo previsible de sus acciones, que retribuirfan matematicamente al justo y al impfo. Lo adora- mos porque él es Dios, y nada mas. Al utilizar las figuras de la naturaleza, Dios busca mostrar a Job que el sentido de la creacién no es la retribucién sino la expresiOn de su amor gratuito: éQuién deja sueltos a los asnos salvajes? éQuién les desata las cuerdas? Yo les di el paramo por morada, el yermo por habitat. éCrees ti que el toro salvaje se prestara para servirte? ¢éPasaré la noche en tus establos? éPuedes mantenerlo en el surco con el arnés? élra en pos de ti labrando los valles? El avestruz bate alegremente sus alas, eco pero su plumaje nos es como el de la cigtiefia. Pone sus huevos en la tierra, los deja empollar en la arena, sin que le importe aplastarlos con sus patas, o que las bestias salvajes los pisoteen. Maltrata a sus polluelos como si no fueran suyos, y no le importa haber trabajado en vano, pues Dios no le dio sabiduria a ni le impartié su porcién de buen juicio. Pero cuando extiende sus alas y corre, se rie de jinetes y caballos. éLe has dado al caballo su fuerza? éHas cubierto su cuello con largas crines? 46 CUIDA TU CORAZON cEs tu sabiduria la que hace que el halcén vuele y que hacia el sur extienda sus alas? éAcaso por tus érdenes remonta el vuelo el Aguila y construye su nido en las alturas? (Job 39:5-6, 9-10, 13-19, 26-27) La libertad que gozan los animales en el campo demuestra y simboliza la imposibilidad de la Prevision y de la manipulacién de las acciones de Dios. La libertad del asno salvaje, que tiene el campo como morada; la rebeldia de toro salvaje, que se resiste a servir al ser humano y a ser conducido por el arnés; el estilo desencajado del avestruz, que al correr supera al caballo yasu Jinete; el vuelo del gavilan y el nido del Aguila; en fin, todo esto demuestra la imposibilidad humana de domesticar los hechos de Dios. La cuestién presentada al inicio del libro sobre las motiva- ciones del ser humano para adorar y servir a Dios encuentra su respuesta en esta vision de un Dios libre y soberano, que no se deja aprisionar por ningtin esquema teolégico, y cuya actuacién no se determina por ninguna ldgica de causa y efecto sino por su amor libre y gratuito. Ante lo expuesto en los discursos de Dios, Job cede: «Qué puedo responderte, si soy tan indigno? iMe tapo la boca con la mano!» (40:4). No puede responder a las preguntas de Dios. Delante de la grandeza y soberania de Dios, calla. Su pequeriez lo lleva aun estado de profunda humillaci6n y silencio. Job sabia que no podia contender con Dios, y lo que ahora encontramos no es al Job molesto, lleno de rebeldia y de razones, sino a un Job humilde, que se calla delante de la grandeza del misterio divino. Aqui tenemos el encuentro de esas «dos libertades». Para aprender a adorar a Dios por nada, motivados solamente por su amor gratuito, es necesario, en efecto, reconocer su absoluta eee ec cee ee re ree ee ea eee ete JOB: PARADIGMA DE LA ESPIRITUALIDAD CRISTIANA 47 soberanfa y caracter imprevisible. Dios no se sujeta a nuestras pretensiones de definir su justicia a partir de la nuestra, Aunque nuestro mundo funcione sobre la base de la justicia retributiva, el mundo de Dios no funciona asf. Su actuacién obedece sdlo a una regla: su amor libre y gratuito. La libertad de Dios se revela en la gratuidad de su amor, que no se deja encerrar en un sistema de premios y castigos pro- nosticables. La libertad de Job alcanza su madurez y plenitud al encontrar sin intermediarios al Dios de su esperanza. La libertad de Yavé se manifiesta al revelar que, en el fun- damento del mundo, él colocé la gratuidad de su amor y que sdlo asf se comprende el sentido de su justicia. En el encuentro con la libertad divina, la libertad humana penetra hasta el fondo de si misma.° El encuentro del ser humano con un Dios que no se deja ma- nipular por las pretensiones humanas lo lleva al descubrimiento de su pfopia libertad. La libertad de encontrarse con Dios sin querer encuadrarlo en sus esquemas teolégicos e ideoldgicos, de dejar que Dios sea sdlo Dios y no un subproducto de nuestra imaginaci6n. Unicamente cuando dejo al otro libre para ser quien es, me encuentro libre también para amarlo sin exigencias y expectativas retributivas. Al verse incapaz de determinar los designios de Dios, el ser humano se lanza con fe confiada y amorosa en los brazos de su Creador. Lo que esclaviza al ser humano es su permanente pre- tensién de ser como Dios, que es lo que asume cuando intenta determinar el actuar de Dios. Cada vez que intentamos actuar como si fuésemos Dios, comprometemos la libertad divina y, ° Ibid., p. 149. 7 CUIDA TU CORAZON consecuentemente, la nuestra. Y en una relacion con Dios esta- blecida sobre estas bases, nos tornamos presas faciles de Sata- nds, quien no ha hecho otra cosa que procurar ser Dios. Amar a Dios por nada, desinteresadamente, instaura el en- cuentro de las dos libertades. Por un lado, tenemos al Dios sobe- rano ylleno de gracia. Por otro lado, tenemos al ser humano que aprende a amar a ese Dios sin acondicionarlo a sus intereses; que permite que Dios lo conduzca por los caminos y los valles atin no transitados, hacia la indagacién de las sorpresas que él le reserva. Asi, no somos mas duefios de nuestro destino. Apren- demos a entregar el control de nuestra vida a Dios, para adorarlo sin pretender ni exigir que podemos determinar su actuar, Se trata de la misma libertad que el salmista describe en el Salmo 131: Sefior, mi corazén no es orgulloso, ni son altivos mis ojos; no busco grandezas desmedidas, ni proezas que excedan a mis fuerzas, Todo lo contrario: he calmado y aquietado mis ansias, Soy como un nifio recién amamantado en el regazo de su madre. iMi alma es como un nifio recién amamantado! La tranquilidad del alma es el resultado de un corazén sereno que ya no mira el mundo con altivez ni soberbia, ni procura Cosas grandes y extraordinarias para afirmarse o proyectarse. Se torné capaz de callar y Sosegarse, como un nifio que ya se sacié en el seno de su madre y no necesita gritar mAs por leche materna. Mas bien, encuentra el descanso para su alma en la rendicién en los brazos de su madre, Reconocer que el Dios Score ee Creer Cea reer eee 9 JOB: PARADIGMA DE LA ESPIRITUALIDAD CRISTIANA 4 amoroso y lleno de gracia controla todas las cosas nos torna libres para amarlo y hacer descansar nuestra alma en sus brazos. Job se rinde completamente. Antes, la preocupacion por defender su inocencia lo llevé a mirar sdlo por al ya oe por aquello que reconocfa como su derecho y su justicia. ; Hie después de mirarse él mismo y de teconocer su anne el 2 : de la grandeza y soberanfa de Dios; después de descu ir in 7 tinico que le corresponde determinar el obrar divino - a : 7 mismo, y no a él, se revela como un ser absolutamente libre. Jol se vuelve nuevamente hacia Dios y reconoce que, en efecto, no lo conocia. Job respondié entonces al Serior. Le dijo: «Yo sé bien que tt lo puedes todo, que no es posible frustrar ninguno de tus planes. “éQuién es éste”, has preguntado, : = “que sin conocimiento oscurece mi consejo? Reconozco que he hablado de cosas que no alcanzo a comprender, de cosas demasiado maravillosas que me son desconocidas. Soot “Ahora esctichame, que voy a hablar”, dijiste; “Yo te cuestionaré, y tt me responderés. De ofdas te habia oido hablar de ti, : pero ahora te veo con mis propios ojos. Por tanto, me retracto de lo que he dicho, me arrepiento en polvo y ceniza.» , (Job 42:1-6). En esta tiltima oracién encontramos lo que debe caracterizar nuestra vida espiritual. En primer lugar, Job reconoce la sobe- rania de Dios en sus propésitos: «Yo sé bien que tt lo puedes todo...». Yano pelea mas con Dios sino que se abandona en sus 50 CUIDA TU CORAZON manos. No se preocupa mas por determinar el obrar de Dios. Mas bien, reconoce que el actuar divino es determinado por los propésitos de Dios, que todo lo puede: Job pudo reconocer en su destino de suftimiento solamente la ausencia de sentido. Le faltaba una comprensién fundada en una profunda experiencia de Dios. Por eso habl6é «con palabras sin sabidurfa» (38:2), insensatamente. Ahora conoce la sabidurfa de Dios, a la cual puede confiarse sin reservas a sf mismo y a todas sus cuestiones, aunque su suftimiento continue siendo un enigma irresoluble.” En este reconocimiento, Job encuentra satisfaccién, no por- que sus problemas hubieran sido resueltos, osu dolor, explicado, sino por vivir la fe y la entrega a un Dios que es mayor que sus dilemas. En segundo lugar, el conocimiento de Dios no es sélo el resultado de aquello que escuchamos sino también de aquello que vemos. Cuando el ser humano intenta responder por el cono- cimiento a todos los misterios de Dios, acaba por decir cosas que no entiende. Mientras Job se debate buscando probar su inocen- cia, colocdndose en el centro de la historia y de las acciones de Dios, y utilizando su teologia para comprender el misterio de los Propésitos divinos, se pierde en su Propia ansiedad por controlar el proceder de Dios. Sélo cuando termina de hablar y comienza a escuchar la voz de Dios, empieza a comprender el principio del obrar de Dios, aunque no el sentido de su sufrimiento. Cuando el ser humano se calla, Dios habla. Esto es lo que Job aprende. El silencio contemplativo lo lleva a escuchar y a ver aquello que, mientras hablaba, no era capaz de ver ni escuchar. SS ”Heinem, op. cit., pp. 129-130. JOB: PARADIGMA DE LA ESPIRITUALIDAD CRISTIANA. 51 La postura de Job es transformada. Ahora reconoce la locura de sus pretensiones y procura ofr. Nota que lo que determina las acciones de Dios no es lo que él entiende por justicia sino el amor gratuito de Dios. En la contemplacién de ese amor, en un momento de silencio y quietud, él pudo ver la grandeza de la bondad de Dios. Job conocia sdlo de escuchar, pero ahora puede ver. Su relacién con Dios dejé de ser sélo cognitiva para pasar a ser también contemplativa. Solamente Dios El principio de espiritualidad extrafdo dela experiencia de Job constituye, sin duda, un gran desafio a la espiritualidad moderna. En un mundo que funciona bajo la tiranfa del tener, donde la identidad del ser humano se define por las funciones y papeles que representa, y donde la competitividad determina el ritmo de las relaciones, no podemos esperar otro modelo de relacién con Dios que no sea el utilitario. La persuasi6n que frecuentemente ofmos en los programas de televisién, en las campafias de evangelizacion y en los ptilpitos de las iglesias (por supuesto, existen excepciones) casi invariablemente apuntan en la misma direccién,. Consdgrese, busque, contribuya, haga esto o aquello y Dios le recompensara con bendiciones mucho mas abundantes de lo que usted puede entregar. Dios es un buen negocio. Es la sospecha de Satands, que encuentra su comprobacién mas descarada y vergonzosa. Por otro lado, esa espiritualidad que nace del corazén y que es capaz de detectar el amor y la gracia de Dios en las situaciones mas criticas de la vida, que abraza la cruz, aunque se sienta com- pletamente abandonada, se encuentra en retroceso, lo cual daa = CUIDA TU CORAZON Satanas el effmero sabor de la victoria. Sin embargo, por la gracia de Dios, todavia es posible encontrar a aquellos que buscan a Dios por nada, quienes son capaces de reconocer su pecado y la gracia inmerecida de Dios. Ellos saben que Dios es Sefior soberano y que su obrar no se encuentra limitado por nuestra teologia y mucho menos por nuestras propias necesidades, En el fin de su vida, Blaise Pascal (1623-1662), matematico, fisico y pensador cristiano francés, afligido por una enfermedad grave, fue motivado a reflexionar sobre el estado de su alma yde su coraz6n. Asi, en sus tiltimos seis meses, mientras sufria intensos dolores fisicos, vendié todo lo que tenia, incluida su biblioteca, a excepcidn de su Biblia, las obras de San Agustin y algunos libros personales, y se introdujo en la lectura biblica, especialmente en el salmo 119, que normalmente lo conducia a un estado de contemplacién y admiracin que transcendfa su condicién fisica. Al igual que en’ el caso de Job, el sufrimiento fue un poderoso instrumento para transformar el caracter, en especial la vision yla perspectiva de la relaci6n con Dios. En sus oraciones, Pascal tenia la costumbre de decir que le gustaria «sufrir como un cristiano», dando a entender con eso que no le estaba pidiendo a Dios que lo librara del dolor sino que él pudiese «sentir el dolor yla consolacién de Dios juntos». También pedia «glorificar a Dios en sus sufrimientos y nunca blasfemarlo». En una de sus oraciones podemos apreciar el cardcter central que tenia Dios en su vida como tinica fuente de placer y realizacién: Concédeme, oh Dios, que en silencio yo pueda adorar la maravillosa providencia que colocas a disposicién de mi vida. Pueda tu cayado confortarme. Habiendo yo vivido en la amargura de mis pecados mientras tenfa salud, pueda yo probar ahora la dulzura de tu gracia a través de estas aflic- ciones que impusiste sobre mf. Mas yo confieso, oh mi Dios, JOB: PARADIGMA DE LA ESPIRITUALIDAD CRISTIANA 53 que mi corazén es tan duro, tan lleno de ideas mundanas, preocupaciones, ansiedades y aprensiones, que ni lasalud o la enfermedad, conversaciones, libros, ni siquiera tu Santa Escritura, ni el Evangelio, ni tus santos misterios pueden na cer alguna cosa para promover mi conversion. Sone e, ni filantropfa, ni ayunos, ni milagros, ni sacramentos, ni todos los esfuerzos, ni siquiera todas estas cosas colocadas juntas, pueden hacer esto. Solamente la maravillosa grandeza de tu gracia puede hacerlo... Sdlo ta creaste mi alma, ee ta puedes crearla de nuevo. Solamente ta, Sefior, pue 7 crearla segiin tu propia imagen... desucristo, mi Salvador, la expresa imagen y caracter de la esencia divina, imagen y semejanza que yo deseo. Al perder todos los estimulos externos (su madre habia fallecido cuando tenfa tres afios, y su padre, cuando tenfa 28, no posefa casa y estaba completamente enfermo), Pascal recurre tinicamente a Dios. Nada era suficiente para alimentar ynutrir su coraz6n y aliviar el dolor de su alma, excepto Dios y su a, Esta realidad ultima, este absoluto que torna todo relativo, esel principio de la espiritualidad cristiana y de toda la teologia. Conocer a Dios y encontrarlo en la abstraccion de todo lo que no es Dios. = Puedo ilustrar esto con la experiencia de un amigo cristiano que por més de dos décadas se dedicé de cuerpo yalmaa 7 trabajo en una gran empresa, a la cual sirvié con total lealta: ; defendiéndola como si fuese suya. Después de casi veinticinco afios de trabajo y dedicacion, fue despedido. De fa noche a la mafiana se sintié como un hombre abandonado, sin esperanzas, i i thology of the Writings of 8 Blaise Pascal, The Mind on Fire. An Ant Blaise Pascal, Classics of Faith and Devotion, Multnomah Press, Portland, 1989, p, 286. 54 CUIDA TU CORAZON con una familia para sostener, cuentas Por pagar y todo lo que Provoca una situacién asf. Sin embargo, lo mas sorprendente de todo fue una declaracién suya en la que reconocia que la lealtad con que habfa dedicado toda su vida al trabajo habia trans- formado a la empresa en un dios. Su devocién, alegria, placer y tealizacién estaban en el trabajo y, mas especificamente, en la empresa donde trabajaba. Alli sentia que era alguien. Era conocido por sus colegas, sabia quién era y su valor era teconocido por sus superiores. Cuando se encontré sin estos estimulos externos —sin el reconocimiento de sus superiores, ni el aprecio de sus colegas ni el status que le daba todo esto—, se sintio solo. Toda su identidad se fue con su trabajo. La razén de su alegria, placer y realizacién ya no existia mas. En aquel Preciso momento se presenté delante de él la oportunidad de conocer mejor, y muy personalmente, a Dios, por la abstraccién de todo lo que no era Dios, Al reflexionar sobre Job, confieso que tengo dudas sobre nuestra integridad y motivaciones. Todavia hay mucho de esta teologia de la retribucién en nuestros méviles espirituales, y mucho que aprender sobre la gratuidad de la gracia de Dios. En varios aspectos, Job representa la antitesis de la espiritualidad moderna. Para muchos cristianos de hoy, la presencia de Dios se define y asegura a partir de aquello que recibimos como prueba de nuestro status como hijos de Dios. Actuamos como aquel nifio inseguro del afecto de sus padres que, para demostrar su «segu- tidad» afectiva, necesita regalos caros, viajes a Disney World y otras exigencias propias de una relacion fragil e insegura. Son pocos los que, a pesar de no tener nada concreto para presentar como prueba de su filiacion, se sienten seguros sélo con el hecho de que son hijos de Dios porque Dios, el Padre, decidié adop- tarlos. JOB: PARADIGMA DE LA ESPIRITUALIDAD CRISTIANA 55 Reflexionar sobre la espiritualidad es buscar las motivaciones més secretas de nuestra relacién con Dios y encontrar una teolo- gia consistente con dicha relaci6n. Es discernir el lugar de Dios en nuestro coraz6n y en nuestra experiencia de vida. Es permitir ser conducido al desierto, lugar de la soledad, del encuentro con nuestra alma, para que alli, destituidos de toda ilusi6n e hipocresia, seamos confrontados con la realidad de een caracter. Es discernir nuestro coraz6n, cuando todos los estimul los externos, y aun nuestra teologia, ya no aportan mas los motivos de nuestra integridad y amistad con Dios. Cuando todo lo que resta soy yo, con mi desnudez, y Dios, con su gloria y amor. 2 Trinidad y espiritualidad Entre la Trinidad y el infierno no existe ninguna otra opcion. Vladimir Losky Ruego... para que todos sean uno. Padre, asi como ttt estas en mi y yo en ti, permite que ellos tam- bién estén en nosotros, para que el mundo crea que ti me has enviado. duan 17:20-21 Esta stiplica de Jestis por unidad, inserta en el contexto de su oracién sacerdotal, nos conduce a un universo que trasciende nuestra capacidad de comprensién y discernimiento. En esa oracién Jestis se coloca a si mismo, en relacién con el Padre, como referente de la unidad propuesta. La afirmacién: «Ruego... para que todos sean uno. Padre, asf como tt estas en mi y yo en ti, permite que ellos también estén en nosotros» nos remite al misterio de la Trinidad como modelo de relacién que el Padre, el Hijo y el Espiritu Santo gozan entre si, y que también compar- ten con la iglesia. Sin embargo, équé lugar ocupa la Trinidad en nuestra vida cristiana y en nuestras relaciones humanas? éQué relevancia tiene esta doctrina para las cuestiones practicas que se refieren a la unidad de la iglesia? ¢Y que influencia podria tener esta Pe CUIDA TU CORAZON ensefianza sobre nuestra espiritualidad y nuestra relacién con Dios? Aunque la doctrina de la Trinidad ocupa un lugar destacado en la teologia cristiana, es considerada por muchos como una ensefianza que se sittia en el campo de las materias irrelevantes, sin ninguna Propuesta practica para la vida cristiana. El sentimiento evidente en la iglesia contempordnea es que la doctrina de la Trinidad pertenece al pasado religioso y tiene muy poco que decir o contribuir a las cuestiones que la iglesia enfrenta. La impresién es que se trata de una doctrina que pertenece a un sector abstracto de la teologia, y que sdlo interesa atedlogos y fildsofos que especulan sobre asuntos absolutamente irrelevantes para la realidad concreta de la vida. Karl Rahner, tedlogo catdlico, afirma: «Si la doctrina de la Trinidad fuera considerada falsa, la mayor parte de la literatura religiosa Permanecerfa inalterada.»’ Yo mismo debo confesar que mi interés por este tema es relativamente nuevo. Soy hijo de una generacién que opté por lo pragmatico. Consecuentemente, rechacé todo aquello que no consideraba practico, objetivo y conclusivo. Por otro lado, sabemos que la doctrina en cuestién es acep- tada y reconocida en todos los credos adoptados por las iglesias cristianas. Sin embargo, lamentablemente, la gran mayoria de cristianos de hoy son, en la Practica, monoteistas utilitarios, Creen en una afirmacién dogmatica de la Trinidad, pero en la vivencia diaria se la ignora. Se trata de un asunto que, aunque considerado irrelevante para la Practica de la vida del cristiano, esta presente en el lenguaje, en los sacramentos yen las oracio- Karl Rahner, citado por J. Houston en “The Nature and Purpose of Spiritual Theology”, Cruz, vol. XXVII, no. 3 (septiembre 1991). 59 TRINIDAD Y ESPIRITUALIDAD nes. La cuesti6n que ocupard nuestra atencién en el presente capitulo es rescatar la relevancia de este asunto para la vida, el culto, la espiritualidad y la unidad de la iglesia. En efecto, sin una comprensién adecuada de la relevancia de la Trinidad en estos asuntos que ocupan nuestra fe, corremos el riesgo de perdernos en el intento de encontrar respuestas para los grandes dilemas de la iglesia. La fragmentacion de la Trinidad y el desafio de la unidad de la iglesia El individualismo moderno generé en la conciencia humana un proceso de fragmentacién y de ruptura, tanto en las relacio- nes humanas como en la naturaleza divina. Nuestra percepcién de Dios esta afectada profundamente por la incapacidad de percibirlo sin ruptura en su naturaleza. Fragmentamos a Dios de la misma manera que a nuestras relaciones personales. Un aspecto de este proceso de fragmentacién se puede percibir en cémo los cristianos demuestran su preferencia por alguna de las. personas de la Trinidad. Es mas, nuestras divisiones pueden comprenderse por la divisién que realizamos en Dios mismo. Lamentablemente, para muchos cristianos la pluralidad de personas que encontramos en la revelacién biblica de Dios no puede comprenderse, en la practica, como una unidad. Creemos que si, que se trata de un tnico Dios, indivisible, pero nuestra practica demuestra otra cosa. Existen grupos de cristianos que demuestran Claramente su preferencia por la persona de Dios Padre. Su vision de Dios esta dirigida hacia el Creador y Legislador. Su ética y su fe estan determinadas fuertemente por esta concepcién de Dios. Conse- ee CUIDA TU CORAZON cuentemente, la espiritualidad es fruto de la obediencia a los mandamientos divinos, y los desafios éticos Provenientes de dichos mandamientos son el testimonio dela fe y de la comunién con Dios. Entre estos grupos predominan las iglesias de origen reformado, cuya Preocupacién por la formacién del cardcter cristiano y por los principios éticos de la alianza establecida por Dios fue fundamental en la formulacién de su identidad. Como ejemplo, recuerdo a un lider de una iglesia reformada que, al final de los afios sesenta, cuando el movimiento de renovacién carismatica dominaba la agenda de Preocupaciones y debates de la iglesia, dijo a un amigo que regresaba de su Peregrinaci6n por la renovacion mas o menos lo siguiente: «Ahora que estas de vuelta, espero que haya desistido de esa mania del “Espiritu Santo”, pues aqui en nuestra iglesia hablamos més de la persona del Padre, porque la Persona del Espiritu Santo sdlo trae confu- siones.» En parte, esto demuestra el Proceso de fragmentacién que estamos sefialando. También existen aquellos cuya preferencia recae mas sobre la segunda persona de la Trinidad. Son cristianos interesados en -Cuestiones relativas a la salvaci6n y la piedad personal. Su fe se dirige mas a la revelacién hist6rica y percibe la encarnaci6n como el mayor referente de la espiritualidad cristiana. El modelo de vida de Jestis es el mayor ejemplo de piedad y debe ser seguido por todos los que desean andar con rectitud y servir a Cristo con integridad. Los grupos més identificados con la segunda persona de la Trinidad son aquellos que fueron influen- ciados fuertemente por el pietismo, con su énfasis en la btisqueda de santidad y pureza a partir de una imitacion de la vida de dJesucristo. Los movimientos de «avivamiento» de los siglos 18 y 19 contribuyeron mucho a reforzar esta preferencia. La experiencia personal de salvacion en dJesucristo y la necesidad de emma 61 TRINIDAD Y ESPIRITUALIDAD un discipulado que lleve al cristiano a imitar asu Maestro ae tuyeron un desafio central en estos movimientos. Por otro la c la preocupacién por la ética cristiana y su desarrollo a a sociedad fue dejada de lado. El intimismo personal inva id la experiencia cristiana y la lectura biblica se redujo a una lectura privada. Por tiltimo, tenemos a aquellos que optaron por la tercera persona de la Trinidad. La experiencia con el Espiritu Santo es la marca distintiva de todo aquel que vive la santidad cristiana. Recibir el Espiritu y ser guiado por é! constituyen la experiencia mayor de consagracién y santificacién. Sin el Espiritu ae imposible tener un testimonio cristiano. Los grupos mas i len i- ficados con esta preferencia son los pentecostales y carismaticos, quienes, ante la frialdad de la iglesia, sefalan en el libro de los Hechos de los Apéstoles una realidad de la vida cristiana i experimentada por la mayorfa de los cristianos. Para ellos ala iglesia le falta una experiencia de «bautismo en el Espiritu ai que la capacitarfa para vivir con poder y testimonio oo a Si, por un lado, el pentecostalismo rescaté reonianaien le tercera persona de la Trinidad que estaba olvidada, por el sare terminé por disminuir el lugar de las otras dos. Las cuestiones de naturaleza ética y la obra de Jesucristo que abarca al ser humano en su integridad se redujeron a una busqueda individual de poder para actuar en una nueva disposicion para ee experimentar la manifestacién de los carismas sobrenatural = = embargo, esto no siempre contemplaba la realidad social y las crisis propias del ser humano. al Cuando miramos cada una de estas sucintas descripciones del motivo para preferir a una de las personas de la Trinidad, descubrimos que, en si, s6lo representan contribuciones para aa percepcién mas amplia y biblica de Dios. Sin embargo, en la 62 CuIDa TU CORAZON practica, nuestras preferencias muchas veces demuestran una manera de fragmentar la naturaleza divina yun cierto unitarismo funcional, que es, verdaderamente, una opcién determinada por la funcionalidad de la persona divina y No por su naturaleza. Al optar por la funcionalidad, decidimos, inevitablemente, por la tuptura. Muchos Ilegan a pensar que la experiencia que el cristiano tiene con una de las personas de la Trinidad no es tan buena o profunda como lo serfa con otra. Es decir, clasificamos alas personas de la Trinidad de acuerdo con nuestra preferencia y experiencia, y no de acuerdo con su naturaleza. El énfasis espiritual 0 ético que le damos a cada una de las personas de la Trinidad por separado forma a su vez un conjunto de principios, historia y experiencia que requiere ser observado simulténeamente. Asf Ia iglesia tendré una conciencia mas clara de lo que debe ser y hacer, y podremos expresar nuestra obe- diencia a un Dios que es Padre, Hijo y Espiritu Santo, quien, de alguna manera, esté emperiado en conducirnos a la sumisiOn y obediencia a su voluntad. Por otro lado, mds que buscar comprender funcionalmente cada una de las personas de la Trinidad, es necesario compren- der la manera en que ellas se relacionan. Mirar tnicamente la funcionalidad puede ayudarnos a ampliar nuestro concepto y Percepcidn de Dios, pero no resuelve el problema de la fragmen- tacién. Nuestra comprensién de Dios se ve afectada profunda- mente por nuestra mente secularizada. ve e interpreta las realidades biblicas y espirituales segdn los conce} ulares que impone la cultura dominante. Para entender mejor el misterio de la Trinidad y su relacion con la vida, la fe, Ta espiritualidad y la unidad_de_la i lesia, hecesitamos reflexionar mas sobre la naturaleza del Dios biblico eleieiariebeieieeeeeeeeeeeeeaeeeeS SSO CELE SE EEE ELE TRINIDAD Y ESPIRITUALIDAD 63 y las implicaciones de su revelaci6n sobre nuestra practica n este sentido, es necesario cristianizar nuestra comprensién de Dios. Dios es siempre la comunién de las personas divinas. El Dios- Padre nunca esta sin el Dios-Hijo y el Dios-Espiritu Santo. No es suficiente confesar que Jests es Dios. Importa decir que él es el Dios-Hijo del Padre junto con el Espiritu Santo. No podemos hablar de una persona sin hablar también de las otras dos.” Cristianizar nuestra comprensién de Dios es entenderlo como revelaci6n en la persona de Cristo. Las relaciones que encontra- mos entre las tres personas de la santisima Trinidad deben determinar el sentido de nuestras relaciones, y no al revés. Trinidad econ6émica y Trinidad inmanente Tradicionalmente, los tedlogos hacen una clara distincién entre aquello que llaman «Trinidad econémica» y «Trinidad inmanente». En parte esta distincién nos ayuda a entender la manera en que Dios se ha revelado en la historia. Ambos conceptos teolégicos nos ayudan a comprender mas didactica- mente y mejor el misterio de la Trinidad. Trinidad econdmica es el proceso por el cual Dios se revela en la historia como Creador, Redentor y Santificador. El foco esta * Leonardo Boff, A santissima Trinidade é a melhor comunidade, Vozes, Petrépolis, RJ, 2da. ed., 1988, p. 27. (Traduccién castellana: La santisima Trinidad es la mejor comunidad, Paulinas, Bogota, 1991) i CUIDA TU CORAZON Puesto en fa manera en que la Trinidad se manifiesta y actia en la historia de la salvacién. La Trinidad es vista aqui como un Proceso més que involucra el plan de Dios para salvar al ser humano, y la manera con que Dios se revela a lo largo de ese Proceso. Primero aparece como el Dios Creador, que de la nada hace todas las cosas y las ordena para su gloria y loor. Después se revela como el Dios Salvador, que se encarna en la persona del Hijo, Jesucristo, para nuestra salvaci6n, Finalmente, lo vemos en la persona del Espiritu Santo, Dios Santificador, que es enviado por el Padre y el Hijo para nuestra santificaci6n y para dar testimonio del Padre y del Hijo. Un Dios que se manifiesta en tres personas distintas, Padre Hijo y Espiritu Santo, en la historia de nuestra salvacion. Este ha sido el énfasis mas comuin entre nosotros, posible- mente en virtud de la fuerte influencia de Agustin, quien consi- deré primero la esencia divina, y a partir de ella la trinidad de Dios. Dios es una esencia o sustancia divina que se manifiesta en tres personas distintas: Padre, Hijo y Espiritu Santo, Con el tiempo, el concepto de «esencia» o «sustancia» trajo como conse- cuencia una abstraccién relacional y una especulacién filosdfica y teoldgica en torno a la Trinidad que, a mi modo de ver, com- Prometié la dimensién relacional de la espiritualidad cristiana. Lo que le falté al concepto de Trinidad econdémica fue una reflexi6n mas profunda sobre la telacién existente entre las tres Personas divinas. Tal reflexion nace alrededor del siglo 4 entre los tres grandes tedlogos de Capadocia (Asia Menor): Basilio Magno, su hermano Gregorio de Niza y su amigo Gregorio de Nacianzo. Si, por un lado, el concepto de la Trinidad econémica profundiz6 en la dimensién salvadora de la naturaleza divina, por el otro lado, los capadocios consideraron que la personalidad de las tres personas de la Trinidad, y no la esencia, constituye la enim SELLE ELLEEELLL EL 65 TRINIDAD Y ESPIRITUALIDAD primera realidad, debido a su cercanfa al concepto de Trinidad inmanente. Este concepto considera la Trinidad en sf misma, en su eternidad y comunién interpersonal entre el Padre, el Hijo y el Espiritu Santo: A partir de la comunién y de las relaciones que las tres Personas establecen entre si, aflora la unidad que constituye la esencia de las Personas... Lo que permite superar el triteismo es la consideracién de la peculiaridad de cada Persona, peculiaridad que siempre se define en relacién con las otras personas... Es posible que hoy, en un mundo marcado por el individualis- mo de una cultura impersonal, a lo cual se suma la frustraci6n vivida por la caida de las grandes ideologias, la tradicién ortodoxa contribuya mas a un encuentro personal y relacional con Dios: La Trinidad inmanente es Dios asi como lo era al principio. Antes de que existiese el universo, antes de que se moviese el minimo dtomo de materia césmica, antes de que emer- giese la primera sejial de inteligencia, antes de que comience a existir el tiempo, el Padre, el Hijo y el Espiritu Santo esta- ban en sf en erupcién volcanica de vida y de amor. Existia la Trinidad inmanente. Nosotros como criaturas, hijos ¢ hijas existiamos en Dios como proyectos eternos, «generados» por el Padre en el corazén del Hijo con el amor del Espiritu Santo.* Dios existe aun desde antes de la creacién. Es todo amor y comuni6n, porque existe eternamente como Trinidad. Aunque Leonardo Boff, A Trinidade e a Sociedade, Vozes, 3ra. ed., Petrdpolis, RJ, 1986, p. 74. * Ibid., p. 259. 7 CuIDA TU CORAZON los tedlogos distinguen entre la Trinidad econémica y la inma- nente, en la Biblia Dios aparece siempre como un ser trino, Aun antes de que hubiera cualquier ser creado que fuese objeto de su amor, Dios ya era amor y se relacionaba en amor por ser esa la naturaleza de la Trinidad. El Dios que se revela en la Biblia no puede ser comprendido, si no es a través de la experiencia comunitaria del amor. Procurar comprender la Trinidad a partir de lo que ella es en su relaci6n intrinseca constituye la gran tarea de la iglesia para redescubrir su propia naturaleza, La esencia de la iglesia como comunidad, y la del cristiano como Persona, se define en el bautismo. Al ser admitido en el Cuerpo de Cristo por el bautis- mo, el cristiano asume la naturaleza trinitaria de su fe, tanto en el Ambito personal como comunitario. Nuestro ingreso en la iglesia de Jesucristo se da en el nombre del Padre, del Hijo y del Espiritu Santo. Ser salvo Por Cristo Jestis y tornarse miembro de su iglesia es penetrar en el misterio de la Trinidad y ser rodeado por un Dios que es comunién. En elacto de la creacién se encuentra la expresién: «Hagamos al ser humano a nuestra imagen y semejanza. [...] Y Dios creé al ser humano a su imagen; lo cred a imagen de Dios. Hombre y mujer los cred». La imago dei implantada en el ser humano en el acto de la creacién es la imagen de la Trinidad, que es, en su esencia, comunitaria. La naturaleza del Dios biblico Las preguntas que la iglesia debe hacerse hoy son. éCémo se tevela Dios en las Escrituras? éComo afecta dicha revelacién nuestra espiritualidad? Tal vez, una Pregunta mas directa seria: TRINIDAD Y ESPIRITUALIDAD 67 éQuién es el Dios de nuestra fe? Estas preguntas pueden parecer banales para la mayoria de los cristianos, personas que «segura- mente» conocen tanto las Escrituras como el Dios que se revela en ellas. Sin embargo, si consideramos que el conocimiento de Dios esta afectado por las estructuras relacionales que creamos y vivimos, volver a ver un tema aparentemente tan sencillo se torna un desafio nuevo para los cristianos de todas las genera- ciones. Bajo el nombre de Dios la fe cristiana ve al Padre, al Hijo y al Espiritu Santo en eterna correlacién, interpenetracién y amor, de tal suerte que son un solo Dios. La unidad significa la comunién de las personas divinas. Por eso, en el principio no esta la soledad de Uno sino la comuni6n de tres personas divinas.* La naturaleza del Dios biblico es, como ya dije, esencialmente relacional. Esta es la diferencia entre el monoteismo trinitario cristiano y los otros monoteismos unitarios, como el judaismo y el islamismo. En ellos encontramos la soledad del Uno, de un Dios que no tiene ningun otro igual con el cual pueda relacionar- se. Todos para él son subalternos desiguales. En el monotefsmo cristiano no encontramos la soledad del Uno sino la comunién. de los Tres. Aqui se da la diferencia basica y fundamental entre el monotefsmo cristiano y los otros monotefsmos. El cristianismo es la unica religién monoteista que cree en un Dios tinico e indivisible, que se manifiesta como una Trinidad de personas. El Dios cristiano biblico no existe solitariamente, él es siempre la comuni6n de las tres personas divinas. * Ibid., p. 21. 68 CUIDA TU CORAZON Es en esta relacién de amor, de dar y recibir, en esta eterna y perfecta comunién que fuimos creados conforme a la imagen y semejanza del Dios trino. Fuimos hechos para amar, para la convivencia en amistad y en comunién con el Creador y con toda su creacién. Conocer a Dios es sumergirse en este misterio y participar de esta comunién eterna que nutre el alma humana y rescata el sentido de nuestra verdadera humanidad. Las personas eternas coexisten unas dentro de las otras. Un dinamismo de vida y de amor las une de tal forma que se constituyen a si mismas en una uni6n integradora, plena y completa... Esta unidad se constituye por la apertura esencial de una Persona a la otra, més atin, por la interpretacién de una en la otra de tal forma que son siempre una con la otra. Esta unidad esta abierta hacia fuera, pues inserta a las Personas amadas, también a las perdidas que buscan perdén y al universo en su totalidad,® Esta es la naturaleza del Dios trino revelado en las Escrituras, la que nos llama a una vida de plena comunién con 6] y con toda su creacién. La unidad de la iglesia y la espiritualidad cristiana nacen de la coniprensionde esta RaWTaIeze Comunitans “esta verdad as 3Y% @sta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el tinico Dios verdadero, ya Jesucristo, a quien ti has enviado» (Jn 17:3). Jestis define la vida eterna como una comunién trinifarla, El concepto de la Trinidad revela el caracter personal y relacional de Dios. «El Dios trino de gracia, que se revela como ° Ibid., pp. 37-38. TRINIDAD Y ESPIRITUALIDAD 69 un ser en comunién, nos creé a su propia imagen para que p cdi ncontrar nt ‘0 verdadero ser en comunién con ély con el préjimo.»” El ser de Dios es un ser relacional, y sin el concepto de comunién es imposible hablar sobre la realidad de Dios. A partir de la Trinidad nada existe por si mismo, individual- mente. La comunién es la raz6n de ser del ser humano. Si rechazamos la Trinidad como la base de toda la realidad y de todo el pensamiento, nos comprometemos con un camino que no nos lleva a ningun lugar. Terminamos en un conflicto de opiniones, en una locura, enla desintegracion de nuestro ser, en la muerte espiritual. Entre la Trinidad y el infierno no existe ninguna otra salida.® Asi comenzamos a percibir que la Trinidad no es un concepto meramente filoséfico sin ninguna relevancia para la vida de la iglesia. Por el contrario, la Trinidad determina la raz6n de ser del cristiano como persona, al igual que define la naturaleza de la iglesia como comunidad. Sin una experiencia real de amor y de amistad, se compromete el conocimiento de Dios, toda vez que el Dios trino es, por naturaleza, amor y amistad. - , “Contemplating the Trinitarian Mystery os Christ”, en ae Wilkinson (eds.), Alive to God. Studies in Spirituality, InterVarsity Press, Downers Grove, 1992, p. 141. ° Viadimir Lossky,The Mystical Theology os the Eastern Church, ST, Viadimirs Seminary Press, Crestwood, Nueva York, 1976, P. 66. (Traduc- cién castellana: Teologia y mistica en la tradicién de la Iglesia de Oriente, Herder, Barcelona, 1982) 70 CUIDA TU CORAZON La Trinidad en la teologia de Ricardo de San Victor Ricardo de San Victor (Escocia, c. 1110 — Paris, 1173)° fue probablemente, el primer tedlogo occidental, desde Agustin, que trajo una gran contribucion al desarrollo del cardcter relacional de la Trinidad. Explor6 el amor humano a través de un anilisis psicolégico de las relaciones interpersonales y concluy6 que la Persona es mas humana y més cercana a Dios cuando se trasciende a si misma en amor Por otra persona. Para él, la experiencia humana del amor tiene sus raices, fundamental- mente, en el misterio de la Trinidad, Para Ricardo, no hay nada mas perfecto que la caridad (como expresiOn concreta del amor al Prdjimo). Si Dios posee la plenitud de todo lo que es bueno y perfecto, también posee la plenitud de la caridad. Si Dios es la perfeccién del amor, el ser humano, creado conforme a la imagen de Dios, debe reflejar esa perfeccién al maximo. Asf, , crecer en la experiencia del amor yde la catidad implica crecer en direcci6n ala imagen de Dios y estar mas unido a él. Asimismo, el ejercicio de la caridad exige otra persona. Nadie tiene caridad consigo mismo. El amor necesita ser dirigido a otra persona Para constituirse en caridad verdadera. Donde hay Gnicamente una Persona no existe la caridad. La conclusién ldgica de esto es que, si Dios es amor, no puede existir solitariamente, no puede ser un Dios Uno. ; Sobre la base de esta relacién de amor, Ricardo reconoce la necesidad de que exista mas de una persona en Dios, Para él, ee ° Ri : 7 / York, oa of SL. Victor, Book Three of Tr inity, Paulist Press, Nueva TRINIDAD Y ESPIRITUALIDAD 71 Dios no puede ser un Dios plenamente realizado si no tiene a alguien de igual dignidad con quien compartir plenamente su amor. Lo expresa asi: Hemos aprendido que en aquel ser supremo y totalmente perfecto existe la plenitud y la perfeccién de toda la bondad. Sin embargo, donde existe la plenitud de la bondad no puede faltar la caridad. Porque nada es mejor que la caridad. No obstante, nadie puede decir que tiene caridad baséndose tnicamente en el amor que tiene para consigo mismo. Es necesario que el amor se dirija hacia otra persona para que sea caridad. Por eso, donde no existe la pluralidad de perso- nas, no puede existir la caridad. Sin embargo, usted puede decir: «Aunque hubiese una Unica persona en la Divinidad, aun asi tendria caridad para con su creaci6n.» En efecto, él la tiene. No obstante, ciertamente no podria expresar esa caridad suprema para con la persona creada, porque si él amase supremamente a alguien que no pudiese ser suprema- mente amado, la caridad seria imperfecta.!° Para Ricardo, la naturaleza personal y amorosa de Dios exige que él sea un Dios trino, un Dios que desde toda la eternidad fue un Dios de amor, porque existié eternamente en una relacién plena de amor y de afecto. Aun antes de que hubiese un ser creado, Dios ya existfa como un Dios de amor. Al ser nosotros creados a su imagen y semejanza, fuimos invitados a participar de esta comunién trinitaria de amistad y amor. Esto constituye nuestra vocaci6n primaria. En este contexto, reconocemos que la naturaleza del pecado es, basicamente, la ruptura del cardcter relacional del ser huma- no. La armonia de las relaciones del ser humano con el Creador © Ibid., p. 374. c CUIDA TU CORAZON y con la creacién, que existia antes del pecado de Adan, se quiebra y da lugar al egoismo, la soberbia, la acusacion mutua yel distanciamiento entre el Creador y la criatura. De ahi en ade- lante, todo el esfuerzo divino esté orientado a promover, a través de alianzas, los medios para la reconciliacién de todo cuanto el pecado separé. Ricardo presenta, a partir de su comprensién de la naturaleza de la Trinidad, tres niveles Para el ejercicio de la caridad. El primero se da cuando aprendemos a amarnos a nosotros mis- mos; después, pasamos al amor al Prdjimo; y de ahi, en un nivel més avanzado, compartimos el amor con un tercero. Si, por alguna raz6n, no consiguiéramos alcanzar el tercer nivel, la caridad podria tornarse exclusiva y retroceder al egoismo. En verdad, cuando este ciclo de la experiencia del amor no se completa, no existe una experiencia real de amor, En términos psicolégicos, no es posible tener una experiencia de amor para consigo mismo si no hubiere una relacién de amor para con el prdjimo. En términos espirituales, el amor a Dios, al prdjimo y a nosotros mismos constituye el tripode de la experiencia recon- ciliadora del evangelio. Amar a Dios y no al prdjimo es una gran falacia. El apéstol Juan ya advertia respecto a esto, cuando afirmé: «Nosotros hemos llegado a saber y creer que Dios nos ama. Dios es amor. El que permanece en amor, permanece en Dios, y Dios en él» (1dn 4:16). «Nosotros amamos a Dios porque él nos amé primero. Si alguien afirma: “Yo amo a Dios”, pero odia a su hermano, es un mentiroso; pues el que no ama a su hermano, a quien ha visto, no puede amar a Dios, a quien no ha visto» (1Jn 4:19, 20). En este ejercicio del amor autotrascen- dente encontramos la razén Por la cual hay més de una sola Persona en Dios. Asi describe Ricardo, en la terminologia latina, los tres niveles de caridad: 1. «amor privatus»; 2. «amor mutuus»; nnn soso EEE a TRINIDAD Y ESPIRITUALIDAD 73 3. «caritas consummata». En cada nivel la persona se aproxima ms al ideal divino y al arquetipo de la Trinidad. Para confirmar el misterio del amor interpersonal, Ricardo explora la experiencia de la amistad y dela generosidad. A partir de la Trinidad, descubrimos la importancia de la amistad como un camino para el conocimiento de Dios, toda vez que la natura- leza de Dios podrfa resumirse en esta expresi6n: Dios es amistad. La oracién no es otra cosa que entrar en ese misterio y gozar de la amistad del Dios trino. Jestis oré asi: «Ruego... para que todos sean uno. Padre, asi como tt estas en mi y yo en ti, permite que ellos también estén en nosotros» (Jn 17:20-21). Oramos al Padre, en nombre y por la mediacién de su Hijo, en el poder del Espiritu Santo. La amistad con Dios es el propésito supremo de la oracién."" La comunion entre el Padre y el Hijo nos invita ala experiencia de la oraci6n. Sin embargo, para muchos la oraci6n no pasa de ser un mecanismo que utilizan para sacar el mayor provecho de Dios y usufructuar de todos los beneficios de sus promesas. No obstante, a partir de la comprensién de la natura- leza relacional de la Trinidad, descubrimos que el objetivo de la oracidn no somos nosotros, ni nuestras necesidades, i siquiera la oraci6n en si, sino Dios, el Dios trino. La experiencia humana de la amistad comienza con la oraci6n, con la amistad de Dios. Si alguno desea ser feliz realmente, debe encontrar otra perso- na para amar y ser amado. Sin embargo, para que el amor sea completo, es necesario encontrar a una tercera Persona para evitar la desarmonia y el egoismo. El rechazo de laamistad como espacio que posibilita compartir el amor impide la comprensi6n ji ite de la oracién como 1 Para una mejor comprensién de este concepto amistad con Dios, sugiero la lectura del libro del Dr. James Houston, Orar com Deus, ABBA Press, San Pablo, 1994. 4 CUIDA TU CORAZON de un Dios que es amor y que nos creé conforme a su imagen y semejanza. Por esto, para Ricardo de San Victor la experiencia de la amistad es fundamental para el conocimiento de Dios, porque fuimos creados para vivir en comuni6n con un Dios que es, por naturaleza, comuni6n. El mismo razonamiento acompafia la generosidad. Para este tedlogo, un Dios que no tiene a nadie de igual dignidad para ejercitar la gloria del amor autotrascendente se torna un Dios solitario e infeliz. La presencia de una tercera persona es necesa- ria para que este compartir sea generoso y al mismo tiempo glorioso. Este proceso en espiral de salir del mundo del amor privado hacia la experiencia del amor compartido nos hace participantes intensamente mayores de la perfeccién de la Trinidad y, conse- cuentemente, de la imagen de Dios. Para Ricardo de San Victor, la teologia de las relaciones inter- personales fundada en la Trinidad puede resumirse de la siguiente manera: 1. comunién/caridad; 2. individualidad/felici- dad; 3. libertad/creatividad. La comuni6n sélo es posible entre Personas que, en el acto de compartir, ejercen la caridad, lo que presupone la individualidad de cada persona, pues slo compar- timos lo que somos. Si alguno teme ser rechazado, no se abrira para la comunién y la caridad, y se tornara un esclavo de si mismo. No alcanzaré la felicidad. Si fracasamos en la trascenden- cia de nosotros mismos para alcanzar la comuni6n, fallaremos en la comprensién de nuestra propia individualidad, libertad y crea- tividad. Es decir, fracasaremos en la tarea de hacernos personas. Segtin la doctrina de la Trinidad, el ser humano sélo se descu- bre como persona en la relacién de amor y amistad que lo nutre con Dios y con el préjimo. El sentido de persona no se obtiene TRINIDAD Y ESPIRITUALIDAD 75 a partir de las funciones 0 los papeles que desempefiamos en la vida. No somos lo que hacemos ni lo que poseemos. Somos lo que somos en la relacién que tenemos con el otro. Las personas en la santisima Trinidad son lo que son en la relacién que mantienen entre sf, y no en aquello que hacen. Tom Smail, en su libro The Forgotten Father (El Padre olvida- do), también defiende, a partir de la Trinidad, la misma tesis de que la realizacién de la persona humana sélo se da en la relacién de amor y afecto con el otro. Seguin él, el Padre sdlo es Padre porque tiene un Hijo; el Hijo sdlo es Hijo porque tiene un Padre con quien se relaciona en amor; y el Espfritu Santo es el Espiritu del Padre y del Hijo. No existe en la Trinidad una autonomia de las tres personas, ni siquiera una realizacion a partir de lo que hacen. Estas personas son lo que son tinicamente por la relacioén que nutren una con la otra. La interdependencia y el afecto perfecto entre las tres son lo que hace de ellas solamente uno. Dios no es Padre porque los hombres proyectaron este titulo a partir de sus experiencias humanas. Dios es Padre porque tiene un Hijo que es por naturaleza parte de su ser divino. Esto, de acuerdo con los capadocios, segtin Atanasio y Nicea, es la ensefianza de la Biblia. Ellos vefan en las Escri- turas que el Dios vivo y verdadero nunca se encuentra sin la Palabra y el Espiritu." 2 Tom Smail, The Forgotten Father, Hodder and Stoughton, Londres, 1980. 38 Bernard McGinn, John Meyendorf y Jean Leclercq, Christian Spirituality. Origins to the Twelfth Century, Crossroad, Nueva York, p. 264. (Traduccién castellana: Espiritualidad cristiana I. De los origenes al siglo XII, Lumen, Buenos Aires, 2000) 76 CUIDA TU CORAZON A partir de la Trinidad, descubrimos que la comunién y la amistad con Dios y con el prdjimo no son una opcién més en un mundo cada vez mas individualista y auténomo. La comunién y la amistad son la razén de ser del propio ser humano. Dios es comuni6n y asf fue como nos cred. El Padre es Padre porque tiene un Hijo. Es el Hijo quien define la identidad del Padre. De la misma manera, es el Padre quien define la identidad del Hijo. Cuando Jestis afirma: «El Padre y yo somos uno» (Jn 10:30), est mostrando la indivisibilidad de la Trinidad ylaimposibilidad del individualismo auténomo. Por un lado, él afirma su identidad como persona, pero también destaca que tal identidad no existe sin el Padre y el Espiritu. Afirma lo mismo cuando dice: «El que me ha visto a mi, ha visto al Padre» (Jn 14:9). Es imposible ver al Padre sin ver al Hijo, o viceversa, como también es imposible ver al Espiritu sin ver al Padre y al Hijo. Asi, Dios se revela en las Escrituras como un ser en comunion. Los libros de autoayuda y la orientacién de muchos psicotera- peutas moderos que intentan crear un sentido de persona a partir de un ser solitario, no telacional, que encuentra toda su realizaci6n en si mismo y no enla comunién y la amistad, niegan la naturaleza intrinseca del propio ser humano. Sdlo a través de la amistad podemos conocernos a nosotros mismos con toda la realidad debida, porque es imposible que tengamos algtin cono- cimiento objetivo de nosotros mismos fuera de la experiencia de la amistad. Deseo citar un parrafo de Leonardo Boff respecto a aquello que él mismo llama «La doxologfa eterna: la gloria y la alegria de la Trinidad»: La teologia se restringid, normalmente, a la reflexién formal sobre el misterio de la comunién trinitaria. Se buscaba pene- of TRINIDAD Y ESPIRITUALIDAD 77 trar racionalmente en el sol ofuscador de la propia esencia del Dios trino. En el término de esta diligencia esta el silencio respetuoso. Toda conversaci6n que sobrepase las barreras de la percepcién del misterio se convierte en habladuria y ge- nera el sentimiento de profanacién de lo sacrosanto. Asi es la situacién humana cuando es confrontada con la Trinidad inmanente. Sino podemos ni debemos hablar, podemos, en tanto, cantar y alabar. Cese la raz6n y gane libertad la imagi- nacién. Asf hicieron los misticos a quienes fue dada la gracia de intuir la convivencia trinitaria. Son tres distintos, como desembocaduras de tres caudales sin margenes formando un solo océano de vida y amor. Son tres miradas distintas que constituyen una sola vision. La autoadopcién del uno al otro, la union de los tres en un solo amor producen la gloria y la alegria sin fin. El flujo y el reflujo, la diastole y la sistole de los divinos Tres inter-penetrandose e inundéndose en la fuerza de la perenne comunicacién producen el éxtasis de amor. El entrelazamiento de las Personas Divinas hace emerger la intimidad, el cobijarse y la expansi6n de la ternura, propios de la felicidad eterna. Esta felicidad es la propia Trinidad mostrandose como Trinidad de personas distintas en la unidad de una misma comunién, de-un solo amor y de una Uinica vida, comunicada, recibida, devuelta.* El Dios revelado en las Escrituras es una Trinidad en eterna comunién de amor. Comprender la naturaleza de este misterio y participar de él constituyen la experiencia més rica y profunda del alma humana. 4 Boff, op. cit., p. 264. 78 Cuba TU CORAZON éQué implica Ia doctrina de la Trinidad para la espiritualidad cristiana? Como afirmamos al inicio, la doctrina de la Trinidad, en vez de ser algo completamente abstracto ysin ninguna contribucién Practica ¥ concreta para la vida cristiana —de interés sdlo para fildsofos y te6logos que aprecian la delicia de los debates hee nables sobre asuntos absolutamente irrelevantes para la realidad de la vida—, constituye una de las doctrinas fundamentales di la fe cristiana, particularmente importante para la formacién de la vida espiritual y con consecuencias practicas para la vida eee diaria. En esta seccion consideraremos algunas de estas onsecuencias, para com} it i i abana 7 Ps eae la importancia de esta doctrina 1. La Trinidad establece el sentido y el significado de ser Persona. A partir de esta doctrina, el hombre se ve a si mismo como un ser en relacién, y es precisamente en esa relacién con otros que encuentra su personalidad. Nosotros somos lo que somos en la relacién de amor que mantenemos con las dems personas. La doctrina de la Trinidad cuestiona tanto el individualismo como Ia desaparicién del individuo e: medio de una sociedad impersonal. Segtin Leonardo Boff, - 7 ren trinitaria de Dios nos Propicia una experiencia global del misterio divino. Cada ser humano se mueve den. tro de una triplice dimensién: la de la trascendencia, la inma- Nencia y la transparencia. ® : * Ibid., p. 38. TRINIDAD Y ESPIRITUALIDAD 79 En la trascendencia el ser humano mira hacia arriba buscando la razon primera de su existencia. En esta experiencia, el Padre surge como el Dios creador que le da el sentido y el significado. En la trascendencia, el ser humano se descubre verdaderamente humano en el encuentro de amor y aceptacién con el Padre, encuentro en el que descubrimos no sdlo nuestro origen sino también la fuente de la cual emerge nuestra vida. El Padre rescata el sentido de nuestra existencia a partir del misterio de la creacién y de la alianza que él mismo establecié con su pueblo, alianza de amor y de gracia en la cual el significado de la vida brota de la certeza y de la seguridad de su amor. En la inmanencia se da el encuentro del ser humano consigo mismo como ser creado. El Hijo surge aqui como revelacién del Padre que, en la encarnaci6n, sefiala el camino y determina la forma y el contenido de la relacién con toda la creacién. Y es el Hijo quien, en su encarnacién, define que toda la ley y los profetas se resumen en un solo mandamiento: «Ama al Sefior tu Dios con todo tu coraz6n, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas, y a tu préjimo como a ti mismo» (Mr 12:30-31). El Hijo propone que la relacién trascendente con el Padre se transforme en una relacién inmanente con el préjimo y con toda la creacién. El crea la posibilidad de la vida en el Reino de Dios, y nos retine para la tarea de la construccién de un mundo donde el amor incondicional del Padre determina las fronteras de las relaciones humanas. A partir de la encarnaci6n, el ser persona no se determina por el sentarse a la derecha o ala " izquierda del Sefior en su gloria, sino por ser siervo, por partici- par de la vida del préjimo, por crear lazos de amor y de afecto con Cristo y con el mundo. Por ultimo, tenemos la transparencia que nos hace ver quié- nes somos y quiénes son los demas. Segtin el apéstol Pablo, el 80 CUIDA TU CORAZON Espiritu es quien quita los velos y las méscaras de nuestro rostro para que podamos contemplar, como Por un espejo, la gloria del Sefior (2Co 3:16-18). El ministerio del Espiritu es unir lo trascendente con lo inmanente. Es establecer la comunién del ser humano con Dios. La Biblia afirma que «todos fuimos bautizados por un solo Espiritu» (1Co 12:13) y que el Espiritu clama «Abba! iPadre!» (Ga 4:6). Este poder del Espiritu que nos hermana por la transparencia, respetando nuestras diferencias e individua- lidad, establece la comunién del «cuerpo» y da visibilidad a la iglesia de Jesucristo. Asi, en la relacién de trascendencia, inmanencia y transparen- ‘cia nos descubrimos como personas. En este universo que abarca nuestras relaciones con Dios, con el prdjimo y con nosotros mismos encontramos nuestra verdadera identidad humana y cristiana. Y es en el encuentro con Dios y con el préjimo que ex- perimentamos el poder transformador y reconciliador del amor. Para los Padres de la iglesia, la comprensién del ser trinitario de Dios nos lleva, inexorablemente, a una nueva percepcién de la persona humana. Para ellos, No existe ningtin ser verdadero fuera de la comunién. Nada existe individualmente, concebido en si mismo, La comunién es una categoria ontolégica... La persona no puede existir fuera de la comunién; pero toda comunién que niega o suprime a la persona se torna inadmisible,!° Asi, segtin los Padres de la iglesia, pioneros en el desarrollo de una teologia de la persona a partir del ser de Dios, no hay EEE * John D. Zizioulas, Being as Communion. Studies in Personhood and the Church, St. Vladimirs Seminary Press, Crestwood, NY, 1985, p. 18. einen TRINIDAD Y ESPIRITUALIDAD 81 ninguna posibilidad de desarrollar una experiencia realmente humana y personal fuera del misterio de la iglesia. la iglesia, como espacio de comunién, es absolutamente indispensable para el desarrollo del significado de la persona. Es en a iglesia que se hace posible la relacién con Dios, con el préjimo y con nosotros mismos. A medida que nos entregamos en las manos de Dios, nuestra identidad pasa a ser una responsabilidad suya y no ya nuestra. Yo soy el que soy, no por el hecho de que yo no sea ti ni por la comparacién que he venido haciendo de mf respecto a los demas, sino porque soy tinico delante de Dios, y es solamente en su presencia que me descubro verdaderamente. A partir de ahi, la identidad personal del ser humano no se afirma por lo que hace o tiene sino por lo que es en la relacion con el otro. Asi vive la Trinidad, asi es como las personas en la Trinidad definen su identidad. Dios como Trinidad trasciende el concepto individualista de persona en una forma radical. C. S. Lewis escribio que «aprendemos de la doctrina de la santisima Trinidad que alguna cosa andloga a la sociedad existe dentro del ser divino desde toda la eternidad, que Dios es amor, no en el sentido de la concepcién platénica de amor, sino porque en él la reciprocidad concreta del amor existe antes de los mundos y es, por eso, compartida con las criaturas». 2. La vocacién cristiana es esencialmente relacional. La invitacién al discipulado es una invitacién a la comunién itis il inity. Report of the ”” British Council of Churches, The Forgotten Trinity. The. B.C.C. Study Commission on Trinitarian Doctrine Today, Inter-Church House, Londres, vol. 2, 1990, p. 26. i CUIDA TU CORAZON personal con Dios y con la familia de la fe. En su primera epistola, el apéstol Juan expone claramente este principio, al definir a Dios como amor (1Jn 4:8). Esto significa que Dios subsiste como una Trinidad en la cual se comparte el amor. Ir contra el amor es ir contra Dios. Negar la comunién, optar por el individualismo, es negar la naturaleza esencial de Dios y nuestra vocacion cristiana. Como afirmdéramos anteriormente, la amistad entendida a partir de la naturaleza trinitaria de Dios constituye un instrumento poderosisimo para el conocimiento de Dios y de nosotros mismos. No existe un conocimiento objetivo de nosotros mismos fuera de una relacion de amistad. La tnica manera de conocerme ami mismo es abrirme a una relacién de amor con el prdjimo. Sin embargo, como nadie me conoce exactamente como soy, ycomo ni yo mismo puedo decir que me conozco totalmente, sdlo en la telacién con Dios, quien me conoce plenamente y me acepta tal como soy, puedo llegar al conocimieénto de mi propia persona. La amistad amorosa y afectiva con Dios y con el prdjimo se torna, por tanto, esencial para el conocimiento no sélo de Dios, sino del prdjimo y de mi mismo. Puesto que la naturaleza de Dios es personal y relacional, el principio de la amistad abre nuevas puertas para un encuentro mas personal, afectivo y relacional con Dios. Generalmente, las Personas que encuentran dificultades para establecer vinculos afectivos y personales con amigos tienden a transformar su relacién con Dios en algo tan impersonal como sus relaciones humanas. Nuestra forma de tratar a los demas coincide con nuestra forma de tratar a Dios. Si manipulamos a los demas y nuestras relaciones son, basicamente, de naturaleza politica, tras- ladamos este modelo a nuestra relacién con Dios. Si acostum- bramos utilizar a las personas y a las cosas, también tendremos eee eae TRINIDAD Y ESPIRITUALIDAD 83 una relacién utilitaria con Dios. La verdadera espiritualidad nos transciende. Es interpersonal y relacional. La amistad y las relaciones que construimos son caminos que nos conducen a Dios. Paul Stevens llama la atencién al hecho de que Dios nos creé «hombre y mujer» y nos hizo conforme a su imagen y semejanza. El hombre y la mujer juntos son imagen de Dios y, por consiguiente, una realidad social. Por tanto, dice Stevens, el propésito de la sexualidad humana no sirve sdélo para propésitos de procreacién y tampoco sélo para el beneficio mutuo de los cényuges, aunque ambos propésitos sean bue- nos en sf mismos. La sexualidad fue planeada por Dios para ser primaria y finalmente contemplativa, para que nos ayude a buscar al propio Dios.’* La imagen de Dios se refleja en la relaci6n hombre-mujer. No fuimos creados para vivir de manera aislada. La propia creacién nos revela que la contemplacién de Dios sdlo es posible en la relacién de amistad que construimos. La imagen de Dios no se refleja en el aislamiento del ser humano sino en la comunién. Fuimos llamados para vivir «en Cristo» como pueblo de Dios, en amistad con el Creador y su creacién. En la Biblia, nuestro amor a Dios se establece a partir del amor que tenemos para con el prdjimo. Si no amamos al projimo, no podemos afirmar que amamos a Dios. Es lo que nos dice el apéstol Juan: «Si alguien afirma: “Yo amoa Dios”, pero odiaa su hermano, es un mentiroso» (1dn 4:20). El apdstol Juan, tal vez mas que todos los demés, comprendié esta naturaleza amorosa, afectiva y relacional de Dios y del propdsito de la salvacién. Para 38 Paul Stevens, Disciplinas para um coracao faminto. Servindo a Deus sete dias da semana, ABBA Press, San Pablo, 1993, p. 83. 84 CUIDA TU CORAZON él, no hay manera de establecer una relacin con Dios, desvincu- lada de las relaciones humanas. El cuidado del enfermo, del preso, del forastero, del pobre, del hambriento y del desnudo es, a decir verdad, un cuidado que se dirige al Sefior mismo. Asf respondié Jestis a la indagaci6n de sus oyentes respecto a cuando lo habian visto en ese estado de pobreza y hambre, y lo habian socorrido. Para Jestis, el auxilio que le prestamos al préjimo es un socorro que le prestamos a él mismo, lo cual es una invitacién a reconocer el rostro de Cristo en el rostro del enfermo y del necesitado (Mt 25:39, 40). Nuestro amor a Dios no siempre se dirige directamente a él. Es a través de nuestros hermanos que expresamos nuestros afectos a Dios. Martin Lutero, el reformador, ensefiaba que no pademos amar a Dios en su majestad; debemos amar a Dios en sus criaturas. ? amar a Vios en sus criaturas. ” Por tener una visién funcional de la vida y de las relaciones que construimos, la tendencia cristiana mas comiin es entender vocacién como sinénimo de actividad. Vocacién es algo que hago. El pastorado o el trabajo misionero se transforman en vocaciones cristianas. No hay duda de que lo son, pero hay un concepto de vocacién que precede a nuestras actividades y funciones, que es la vocacién para ser. Somos llamados a ser hijos de Dios, su pueblo y su iglesia. Este tipo de vocacién no se determina ni por la actividad ni por la funcién sino por la relaci6n. En principio, no fuimos llamados para «hacer algo» sino para «ser alguien», Posiblemente, esta distorsion en la percepcion de la vocacién trajo los conflictos que vivid la iglesia de Corinto respecto al uso y el papel de los dones. El aspecto funcional y utilitario de los dones se torné mas relevante que su vocacién Donald M. Lewis, With Heart, Mind & Strengh. The Best of the Crux, Credo Publishing Corporation, Langley, vol. 1, 1990, p. 11. TRINIDAD Y ESPIRITUALIDAD 85 relacional en el cuerpo de Cristo, pues el don espiritual sdlo tiene valor en el cuerpo si esta precedido por el amor, que crea los vinculos comunitarios. En el capftulo 13 de su primera Carta a los Corintios, el apdstol Pablo orienta a los creyentes y presenta el principio del amor como factor que regula y define el lugar de los dones en el cuerpo, la iglesia. Podemos hablar la lengua de los hombres y de los Angeles, transportar montes y tener el dominio de la ciencia y de la profecfa, pero si no tenemos amor, nada de eso aprovecha: no somos nada. Asf, relaciona el amor con nuestra identidad personal. Puedo hacer muchas cosas y realizar prodigios, pero sin amor no soy nada. La iglesia esta llamada alamor. | 3. La misién cristiana es, ante todo, una invitacién a la vida comunitaria. La misi6n es un llamamiento a recibir al prdjimo como persona para que participe de esa relacién comunitaria. La misi6n cristiana no puede ser descrita tnicamente en términos de accién y proyectos; implica amor y aceptaci6n. La encarnacién no puede ser vista sdlo como un proceso de aculturacién e integracién, sino como un camino de identificacién personal y de amistad. El indigena, el pobre, el anciano, el enfer- mo son personas y no problemas; deben ser recibidos y amados por lo que son y no por lo que llegaran a ser. Unicamente en este acto de amor estaremos traduciendo con mayor fidelidad el sentido del evangelio, de la invitacién al discipulado, de la partici- pacién en el mundo nuevo creado por Dios. Hace algunos afios vi en un calendario con fotografias y citas un pensamiento que me llamé mucho la atencién. Creo que la cita era de una mtisica popular americana, que decia mas 0 menosasf: «Danos pan, pero danos rosas también.» Me parece que su intencién era mostrar que el pobre no sélo necesita pan sino también afecto, amor, atencién. Necesita recibir no sélo el pan para el alimento del 86 CUIDA TU CORAZON Cuerpo sino también aquellas cosas que muchas veces juzgamos absolutamente superfluas, pero que expresan nuestros afectos mas profundos. La iglesia, a partir de su comprension de la naturaleza trinita- tia de Dios, descubre que su misién primera es amar al mundo como Cristo lo amé. Dios envié a su Hijo como una expresién concreta de su amor por el mundo. Cristo no vino sélo para resolver los problemas de naturaleza sociopolitica sino para amar, y fue este amor lo que hizo de él un revolucionario. Esta razon lo llevé a negar las propuestas del diablo en el desierto, cuando fue tentado. El propésito de la misién de Jestis no era solamente dar pan al hambriento, como si el hombre fuese sdlo cuerpo, o salvar su alma del infierno, como si fuese sélo un ser espiritual. Su propésito era redimirlo integralmente. Para esto era necesario rescatarlo como ser humano en su total dignidad. Y nada tiene mayor poder para rescatar la dignidad humana que el amor. Esto fue lo que Cristo hizo. Nos amo hasta la muerte para ofrecernos una vida abundante, no una vida que lo tiene todo en abundancia sino una que se encuentra en el amor de Cristo, la plenitud de la dignidad de ser aceptado y amado por lo que se es y no por lo que se posee. La celebracién de los sacramentos (la Cena del Sefior y el bautismo) debe ser vista como un simbolo de pertenencia. «Todos fuimos bautizados por un solo Espiritu para constituir un solo cuerpo» (1Co 12:13), afirma el apéstol Pablo. El mismo apéstol también declara: «Esa copa de bendicién por la cual damos gracias, éno significa que entramos en comunién con la sangre de Cristo? Ese pan que partimos, éno significa que entramos en comunién con el cuerpo de Cristo?» ({1Co 10:16). Tanto el bautismo como la Cena del Sefior son sacramentos que establecen vinculos de pertenencia. Al ser bautizados en el TRINIDAD Y ESPIRITUALIDAD 87 nombre del Padre, del Hijo y del Espiritu Santo, y al participar regularmente de la Cena del Sefior, estamos afirmando nuestra pertenencia a la iglesia de Jesucristo. Una vez mas nos encon- tramos negando al mundo con sus valores y seducciones, y asumiendo que pertenecemos a Cristo y a su iglesia. A pesar de toda la controversia sobre el bautismo infantil, en 4! hallamos una inmensa riqueza del simbolo de pertenencia. Pues a través de él vinculamos a nuestros hijos con la iglesia de Jesucristo. Cuando los padres presentan a sus hijos al bautismo, no estén declarando la conversién de aquel nifio recién nacido sino afirmando ptiblicamente que él, como sus padres, no pertenecen mas al mundo, sino a la iglesia de Cristo. El bautismo y la Cena del Sefior son simbolos de una experiencia personal no sdlo de conversion sino también de pertenencia, de cambio de domicilio, de dignidad humana, de aceptacion plena de nuestra persona en Cristo y en la iglesia. La naturaleza de la mision de la iglesia se define en los sacramentos, y la presencia del Padre, del Hijo y del Espiritu Santo en ellos nos remite al corazén de la misién de Dios. 4. La iglesia es la sefal visible de la presencia trini- taria de Dios en la historia. Uno de los encuentros de las co- munidades eclesiales de base, realizado en la ciudad de Trinidad, en el interior de Goids (Brasil), tuvo como tema principal: «La santisima Trinidad, la mejor comunidad». Este motivo se transform6 mas tarde en un libro de Leonardo Boff, cuya tesis es que la Trinidad ofrece los principios para la construccién de una sociedad ideal, en la cual la iglesia aparece como su prototipo. No hay entre las personas de la santfsima Trinidad ninguna sefial de disputa por el poder o la supremacfa de la una sobre la otra. Tampoco hay anulacién o negacién, ni existe el individualismo o el colectivismo (negaci6n del individuo). Por el contrario, existe geese sees eee eee ee erect eaeeaeegeeeegeegeaeeaes 88 CUIDA TU CORAZON la afirmacién de todos a través de todos y del amor entre todos en tanto que no son tres, sino uno. Asi, lacomunién yla amistad en el pueblo de Dios se transforma en una sefial externa y visible de la realidad de la vida de la Trinidad. Esto no significa que no debe existir forma alguna de organi- zacion o estructura en la iglesia. El modelo de relacion trinitaria Promueve, antes que nada, una conversion de nuestro coraz6n de las bases de nuestras relaciones. No importa si alguien 7 Jerarquicamente superior. A partir de la Trinidad, las relaciones no se dan por la posicién o por el «status» que conquistamos, sino por el amor y el deseo de servirnos los unos a los otros. desis lav los pies de sus discfpulos. Asi, una actividad oe jerarquicamente, pertenecfa al mundo esclavo, ahora se toma parte de la actividad pastoral del «Maestro y Serior». El lavé los pies de sus discfpulos porque sabia quién era, de dénde venia y hacia dénde iba. Esta identidad personal, establecida a partir de su relaci6n con el Padre, le dio la libertad de lavar los pies de sus discfpulos sin perder la nocién de su vocacién de Maestro y Sefior. La iglesia es la comunidad que refleja concretamente la Presencia de Dios en la historia. Y puesto que el Dios cristiano es una comunidad que vive en perfecta armonia, en una relacién de amor autotrascendente, la iglesia necesita desarrollar dos aspectos Presentes en el Dios trino para reflejar su presencia. El primero es fa diversidad, y el segundo, la unidad. La diversidad nace de la singularidad de cada uno. No surge, como muchos piensan, de la autonomia de cada uno sino de la individualidad Por otro lado, la unidad se desarrolla en Ia relacion que cada individuo, como persona singular que es, construye con otros individuos, formando asi el «cuerpo de Cristo». Sélo es posible que haya comunién cuando hay individualidad, y sélo hay indi- TRINIDAD Y ESPIRITUALIDAD 89 vidualidad, cuando hay comunién. Es en esta doble dimensién de la naturaleza humana que nos descubrimos como personas. Esta diversidad en la unidad o unidad en la diversidad es la que hace a la iglesia participante del misterio de la Trinidad. Por eso Jestis ord: «Ruego... para que todos sean uno. Padre, asi como tt estas en mi y yo en ti, permite que ellos también estén en nosotros, para que el mundo crea que tti me has enviado» (Jn 17:20-21). Las relaciones que se dan en la iglesia necesitan reflejar este principio eterno de la relacién trinitaria, e incluso en las estructuras eclesidsticas es necesaria la presencia del principio trinitario de relaciones, para que nadie sea mayor ni menor que los demas. Sin duda, el tema que més preocupa a los cristianos en el mundo hoy es la unidad cristiana. Muchos esfuerzos intentan promover la unidad entre los cristianos. Alianzas, pactos, acuer- dos de cooperacién y muchas otras tentativas han contribuido, de alguna forma, a que la iglesia sea una. Existen aquellos, los més idealistas, que suefian con el fin de las denominaciones y organizaciones cristianas para la formacién de una tinica iglesia en el mundo. Aunque estos esfuerzos contribuyan con algo, la unidad es una realidad espiritual, es decir, depende mas de nuestra capacidad de penetrar en el misterio trinitario y sus implicaciones para la vida y la fe, que de elaborar mecanismos politicos de unidad. La unidad que encontramos entre las personas de la santisima Trinidad es una unién de amor, que se manifiesta en una disposicién permanente de sumisién y respeto. La unidad entre el Hijo y el Padre, o entre el Espiritu y el Hijo, se da por la obediencia amorosa que se manifiesta entre ellos. La formula de unidad mas comin que tenemos entre nosotros es la de la unidad de objetivos. Mientras tenemos objetivos co- munes, creamos lazos de convivencia fraterna. Las alianzas que 90 CuIDa TU CORAZON formalizamos entre nosotros son una tentativa de definir lo que hay de comtin entre los grupos interesados para establecer, a partir de eso, las condiciones de nuestra unidad. Es un tipo de unidad contractual. Funciona en la base misma de los contratos que empresas, naciones y gobiernos celebran entre sf. Todos los grupos interesados firman el documento, concordando de este modo con sus términos. No obstante, cuando una de las partes incumple alguna clausula del contrato, la unidad se rompe. El modelo de unidad que representa el Dios trino no es con- tractual sino que tiene su fundamento en el principio de la alianza, el mismo que determina las relaciones en el seno de la Trinidad. En un contrato existen condiciones preestablecidas para que haya unidad y comunié6n. En la alianza, el amor y la gracia de Dios aparecen como el origen y el punto de partida para la comunién y la unidad. En un contrato, las condiciones preceden al amor; en la alianza, el amor precede a cualquier exigencia. Un ejemplo de alianza es el casamiento. En la celebracién del casamiento, los votos que asumimos no son contractuales (aunque hoy muchos casamientos lo sean). No establecemos condicién alguna para el amor. Ninguno de los dos dice: «Yo prometo amarte si...» No hay condiciones establecidas para el amor. Mas bien, ambos afirman: «Prometo amarte en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza...» Es un amor incondicional, sin los «si» que imponen condiciones y exigencias. La alianza que Dios celebra con nosotros también es asi. Dios no dice: «Voy a amarte si guardas mis mandamientos, si no faltas a los cultos, si contribuyes regularmente con el diezmo, etcétera.» No. Dios nos ama y amard siempre, independientemente de nuestra respuesta a su amor. Los mandamientos no son exi- gencias del amor de Dios sino una respuesta igualmente incondicional a su amor. Al igual que las responsabilidades del TRINIDAD Y ESPIRITUALIDAD a1 casamiento no son exigencias del amor sino respuestas volunta- rias al amor, asf también nuestros compromisos y responsa- bilidades cristianas no son exigencias del amor sino respuestas voluntarias al amor de Dios. En la Trinidad, la obediencia del Hijo al Padre no es ninguna exigencia o condicién del amor del Padre sino una respuesta libre y voluntaria del amor del Hijo. Mientras no comprendamos el misterio que abarca las relaciones trinitarias, al cual somos invitados por Jestis en su oracién sacerdotal, no comprende- remos el misterio de la iglesia. Precisamente, en su Carta a los Efesios, el apéstol Pablo usa la figura del matrimonio como paradigma para entender la naturaleza y unidad del cuerpo de Cristo, que es la iglesia. 5, El culto cristiano también se caracteriza por su naturaleza trinitaria, ya que en él se adora al Padre, al Hijo y al Espiritu Santo como el Dios tinico e indivisible. El culto es una convocatoria del Dios trino a todo aque! que fue insertado en el contexto de la familia cristiana. Es una iniciativa de Dios y no del ser humano, y funda su naturaleza en el primero y no en el segundo. En las iglesias modernas de casi todo el mundo cristiano, se ve el culto como algo que hacemos para Dios. Nos reunimos, cantamos alabanzas a Dios, realizamos oraciones, escuchamos la predicacién de la Palabra de Dios y damos testimonio del amor divino. Para todo esto, obviamente, suplicamos la asisten- cia y la bendicién de Dios. No obstante, contintia siendo algo que hacemos, que presentamos a Dios. La naturaleza trinitaria del culto no cambia necesariamente su forma, puesto que conti- nuamos haciendo aquello que siempre hicimos. Sin embargo, si cambia nuestra postura ante lo que hacemos. Segtin el modelo 92 CUIDA TU CORAZON trinitario, el culto no es mas aquello que hacemos sino la parti- cipacion en aquello que Dios hizo y sigue haciendo Por nosotros a través de la mediacién de su Hijo Jesucristo. El autor de la Carta a los Hebreos define la naturaleza del culto cristiano de la siguiente manera: Asf que, hermanos, mediante la sangre de Jestis, tenemos plena libertad para entrar en el Lugar Santisimo, por el camino nuevo y vivo que él nos ha abierto a través de la cortina, es decir, a través de su cuerpo; y tenemos ademas un gran sacerdote al frente de la familia de Dios. Acerquémonos, pues, a Dios con corazén sincero y conla plena seguridad que dala fe, interiormente purificados de una conciencia culpable y exteriormente lavados con agua pura (Heb 10:19-22). El acceso al Lugar Santisimo se da por la sangre de Jestis. El es el sumo sacerdote sobre la casa de Dios. El Hijo nos conduce a la presencia del Padre para adorarlo; por su carne abrié un nuevo camino para la adoracién que ofrecemos a Dios. La formula trinitaria del culto cristiano es adorar al Padre por la mediacién del Hijo, en el poder del Espiritu Santo. Nosotros continuamos cantando nuestras alabanzas, oyendo la predica- cién de la Palabra de Dios, orando e intercediendo por el mundo. Pero, a decir verdad, las alabanzas que cantamos no son nuestras sino de Cristo; las oraciones que hacemos no son mas nuestras, sino de Cristo; la palabra que predicamos tampoco es nuestra, sino de Cristo. Esto no cambia la forma de culto, ni nuestra manera de ofrecerlo a Dios. Cambia solamente nuestra postura y el significado que las formas toman. Para muchos hoy, lo que nos conduce a la presencia de Dios para adorarlo es la mtisica, el que dirige la alabanza, el ambiente creado por los «expertos» en liturgia. Es comtn oir a alguien TRINIDAD Y ESPIRITUALIDAD 93 decir que, en determinada situacién, se sintié mas cerca de Dios que en otras situaciones; o que la alabanza, en ciertas iglesias, induce a adorar més que en otras iglesias, o que el director de la musica ejerce un papel casi insustituible para conducir al pueblo aadorar a Dios. La mediacién de Cristo fue transferida a la mtisi- ca, al ministro de la alabanza o a un ambiente mds adecuado para el acto del culto. No es mas Cristo quien por su sacrificio vicario y expiatorio en la cruz nos conduce a la presencia del Padre, sino el clima que nosotros mismos creamos. Si estamos dentro de aquel clima propicio, adoramos, pero en caso contrario el culto es frio y no provoca nuestro interés. Asi pues, cuando hablo de la naturaleza trinitaria del culto, me refiero a que no hay nada en el culto en si, o en aquellos que lo dirigen, que nos conduzca a la presencia del Padre. Solamente el Hijo hace esto. Sdlo él nos abrié, por su sacrificio en la cruz, un nuevo camino para el lugar sagrado, donde adoramos a Dios. Reconozco la importancia de una liturgia bien planeada, de can- ticos e himnos inspiradores y de ambientes adecuados para el culto que ofrecemos a Dios, pero me preocupa la sustitucién de la naturaleza mediadora de Cristo en el acto del culto por ele- mentos que, muchas veces, manipulan las emociones. Otra tensién que los cristianos enfrentan hoy, como un deriva- do de lo que acabo de afirmar, es una fuerte tendencia antropo- céntrica en el culto. La satisfaccién humana se torné el punto central en las celebraciones de la iglesia. Son nuestras sensa- ciones las que determinan el significado del culto, y no la gloria del Dios trino. Si me siento bien, creo que fui bendecido (aunque esta expresi6n no signifique mas que una sensacién de bien- estar); si de algtin modo creo que fue valido haber gastado esas horas en aquel lugar, entonces significa que el culto fue bueno. Sin embargo, el objetivo del culto no es el culto ni nosotros mis- 94 CUIDA TU CORAZON mos, sino Dios. La bendicién del culto es el privilegio de ofrecer a Dios toda la alabanza que él merece. La naturaleza trinitaria del culto se percibe mas claramente en lacelebraci6n de la Cena del Sefior. Alli rendimos nuestra gratitud al Padre por lo que nos ha dado a través de su Hijo, crucificado y resucitado. Alli invocamos sobre nosotros al Espiritu Santo que santifica el pan y el vino, para que a través de ellos recibamos al Cristo que se dio a si mismo por nosotros, y en su nombre nos ofrezcamos al Padre. Dos modelos de espiritualidad en la iglesia contemporanea y una propuesta de espiritualidad trinitaria La espiritualidad cristiana protestante de hoy esta dividida en dos grandes bloques. En mi anélisis no negaré los aspectos posi- tivos e histéricos de estas tradiciones, sino sdlo las abordaré desde la perspectiva de su posible deformacién de la espiritualidad cristiana. Por un lado, encontramos a los evangélicos de tradicién refor- mada e histérica, para quienes el centro de la espiritualidad esta en la relacién cognitiva con Dios. El conocimiento que se puede adquirir sobre Dios constituye la base de este modelo. El énfasis en la formacién doctrinal es fundamental para que se establezca una relacion teolégicamente correcta. Las iglesias hist6ricas siem- pre dieron mucho énfasis a la educacién biblicoteolégica, porque consideran el conocimiento dogmatico y racional como el camino mas sensato para establecer cualquier relacién. Esta tendencia se debe, en gran parte, a la influencia del iluminismo en el movi- TRINIDAD Y ESPIRITUALIDAD 95 miento de la Reforma. Basicamente, las iglesias de origen refor- mado valoran y enfatizan la importancia de la razén en la espiritualidad. Esta espiritualidad que nace de la razon corre el riesgo de tornarse més teolégica y menos afectiva, mas dogmatica y menos personal, en la medida que se centraliza en el dogma y no en la persona. Dios se transforma en una idea o un concepto abstracto con el cual yo me relaciono racionalmente. Por otro lado, tenemos una tradicién mas reciente y popular, el pentecostalismo, para la cual la espiritualidad esta en la ex- periencia carismatica, proporcionada por la accién del Espiritu Santo. En esta tradici6n, la experiencia espiritual es primordial, ya que a partir de ella el hombre conoce realmente a Dios. El énfasis en la experiencia carismatica es fundamental para que uno sienta la realidad divina. El pentecostalismo es una reaccién al exceso de racionalismo e intelectualismo, muchas veces frfo e impersonal, presente en la mayorfa de las iglesias histéricas. Por su parte, este tipo de relacién corre el riesgo de tornarse mas emocional y menos afectiva, mas experimental y menos per- sonal. Dios se transforma en una fuente de energfa con la cual yo me relaciono utilitariamente. Los dos movimientos, asi como sus variaciones a lo largo de la historia, han contribuido para nuestra formaci6n espiritual. Sin embargo, al analizar su perfil y su desarrollo en la experiencia espiritual de la iglesia, constatamos que ambos continian bus- cando algo que todavia falta. Una caracteristica general, comin en casi todas las iglesias, es la sensacién de que algo estA au- sente, algo que transciende el conocimiento racional y la expe- riencia carismatica, algo que llena el alma y el coraz6n de aquel que busca a Dios. Esta ausencia, este «algo que falta», para muchos se encon- traria en la combinacién de lo histérico con lo carismatico, es 96 CUIDA TU CORAZON decir, en la combinacién de Io racional con lo emocional. La preocupacién de muchos lideres cristianos, interesados en el avivamiento de la iglesia, es proponer un término medio entre lo emocional y lo racional. Ellos creen que hoy el cristiano ideal es aquel que tiene una buena formacién teolégica y, al mismo tiem- po, experimenta los carismas del Espiritu. Esta combinacién de lo intelectual con lo carismatico serfa una manera perfecta para que un cristiano experimente lo bueno que hay en ambos lados. éPero sera que el equilibrio esta realmente en esta combina- cidn? éSeré que una buena dosis de emocién sumada al interés académico resolveria los conflictos espirituales que perturban la mente y el coraz6én de muchos? A mi me parece que el equilibrio no se encuentra necesariamente en una combinacién de lo racional con lo emocional, de lo histdrico con lo pentecostal, sino experiencia espiritual. La primera felacion que encontramos en i Thnidad 2 aleaive y no necesariamente emocional o intelectual. Se trata de una relaci6n de amor y entrega que Jpvolucra bésicomente al core7n. FI equilibrio no esta en saber dosificar Jas emociones con Ta raz6n, sino en encontrar en el amor el mismo principio que rige las relaciones de la Trinidad. En su comentario al libro de Apocalipsis, Jacques Ellul descri- be la iglesia de Efeso y demuestra de manera clara cual es el centro de la experiencia espiritual. Una iglesia presentada como irreprensible, capaz de soportar la persecucién, y que vela por la vida moral y doctrinal de sus miembros, recibe el juicio de Dios: perdid su primer amor. Las primeras obras eran fruto del primer amor, de la alegria y del entusiasmo del descubrimiento del amor. No se trata, por tanto, de la fe y su contenido, sino del amor. Se trata tal rere ET Lt TRINIDAD Y ESPIRITUALIDAD 97 vez de la espontaneidad del vinculo con Dios, de la preocu- paci6n en agradar en todo al Sefior, de un vinculo siempre nuevo, brillante, renovado, de la capacidad de novedad en acci6n que caracteriza al amor, y de lo effmero de la pasion... Todo esto disminuy6. Abandonaste tu primer amor. Todo se enfrié, se desgasté. En suma, se trata de una iglesia que se torné institucional, Jeolégica, exacta, rigurosa, moral, que dejé de vivir por el impulso de una fuerza siempre nueva2” Este juicio de Dios no es teolégico ni doctrinal, pues se trata de Una iglesia doctrinalmente correcta, al punto « iglesia doctrinalmente correcta, al punto de no soportar a aquellos que se declaran apéstoles y no lo son. Tampoco consiste en un juicio sobre sus obras y su mision, Es una iglesia operant i . Sus obras y perseverancia son conocidas por su Sefior. Tampoco es un juicio orientado a Ja falta de experiencias espirituales. Esta iglesia también experimenté el coraje y la gracia de servir al Sefior en medio de tribulaciones safieniohice: El pula os un Juco lecive; Tione que Ver con at corazén de la iglésia, es decir, con su amor. Es posible que tengamos una iglesia teolégicamente correcta, llena de experien- cias e historias para contar, pero que atin insiste en mantener un corazon en el que ya no existe el primer amor. Lo mismo sucede en nuestras relaciones humanas. Podemos conocer con cierta profundidad todos los gestos, gustos, manjas, habitos e historias de nuestro cényuge o de cualquier amigo, y tener con él diversas experiencias, sin establecer un vinculo afectivo. Es decir, es posible conocer a alguien, tener un archivo completo, sin siquiera penetrar en el coraz6n, en el alma del otro. Aqui reside la crisis de muchas familias. La crisis no esta en la 9 Jacques Ellul, Apocalipse. Uma arquitetura em movimento, Paulinas, San Pablo, 1980, p. 141. 98 CUIDA TU CORAZON falta de conocimiento ni en la ausencia de experiencia, sino en la carencia de afectos. No hay amistad que permita las incursio- nes en el alma, en la interioridad del otro. Seguimos siendo extrafios para aquellos de quienes nos juzgamos tan cercanos. La reconquista de este «primer amor» es el objeto de la espiri- tualidad cristiana. Es solamente en esta relacién de amor y afecto que nos encontramos como personas en vinculo con un Dios que también es personal. Una relacién que es sdlo teoldgica, o que se interesa apenas en la experiencia, nos deshumaniza y compro- mete el cardcter personal del Dios biblico. La pérdida de este «primer amor», aliada del individualismo utilitarista y superficial del mundo moderno, ha llevado a muchos a la busqueda de nuevas alternativas espirituales, que llenen el vacio dejado por la falencia de la sociedad cientifica y tecnocrati- ca. Presenciamos una btisqueda de formas de autoconocimiento yde autoayuda, nuevas técnicas de meditacién y contemplaci6n, una reaptoximaci6n al mundo oriental con sus tradiciones misti- cas milenarias, y un creciente interés por la literatura esotérica. Todo esto describe una reaccién en el Ambito espiritual de una crisis mayor en la sociedad occidental. Dentro del universo protestante la realidad no es diferente. Los libros mds vendidos en las librerfas evangélicas en estos Ultimos arios retratan esta realidad en el mundo evangélico.” La 1 Libros como Armas para la lucha espiritual, de Larry Lea; Bengao e maldigao (Bendicién y maldicién), de Jorge Linhares; Mi comparero, el Espiritu Santo, de Paul Yonggi Cho; Esgotamento espiritual (Cansancio espiritual), de Malcolm Smith; No diva de Deus (En el divan de Dios), de Caio Fabio; Manantiales en el desierto, de Lettie Cowman; Esta patente oscuridad, de Frank Peretti; Ha poder nas suas palabras (Hay poder en sus palabras), de Don Gosset; Conocimiento espiritual, de Watchman Nee, TRINIDAD Y ESPIRITUALIDAD 99 btisqueda de esta literatura y de las experiencias que la misma propone pintan un cuadro de la realidad evangélica latinoame- ricana que necesita ser analizado a la luz de las Escrituras y de los cambios dramaticos por los que pasa e! mundo y, en particular, América Latina. Hay un enorme contingente de cristianos buscando desespe- radamente una experiencia que les suministre sentido de perte- nencia, seguridad de ser amados. Necesitamos que Dios se nos revele a través de alguna experiencia, de preferencia muy drama- tica, para que no haya ninguna duda de su interés por nuestra persona. Las experiencias que disfrutamos con él aseguran nuestra aceptaci6n. Otros se sumergen en los libros y bibliotecas, en cursos variados, en tftulos y diplomas con el fin de encontrar algtin sentido para la fe y la comunién con Dios. Todas estas cosas son buenas y provechosas en sf mismas, pero no sustituyen los vacios afectivos dejados en el pasado y que no fueron debidamente llenados en el encuentro con Dios. El Dios que se revelé al mundo como un Dios trino es un Dios personal que nos invita a relacionarnos con él de la misma manera en que él se relaciona con nosotros: amando. Jonathan, ; Edwars, conacidg tedlogo puritano del siglo 18, escribi6é un trata- do que se transformé en uno de los clasicos de la espiritualidad cristiana. El titulo, Religious Affections (Afectos teligiosos),” demuestra su interés por el cardcter central del corazon en la experiencia religiosa. Su principal preocupaci6n en ese libro es abordan, sin excepcién, temas relacionados con la vida espiritual y devocional, y representan la realidad espiritual del Brasil. ® Jonathan Edwards, Religious Affections. How Mans Will Affects His Character Before God, Classics of Faith & Devotion, Multnomah Press, Portland, 1984. 100 CUIDA TU CORAZON definir la naturaleza genuina de la experiencia cristiana. Para él, la verdadera religién consiste en expresar tiernos y santos afectos hacia Dios. Si no hay sefiales de afectos personales y religiosos, el ser humano se encuentra en un estado de muerte espiritual. Nuestra experiencia con Dios, asi como nuestro conocimiento, debe conducirnos a un estado de devocién y amor. Francis Schaeffer plantea también la misma preocupacién en un trabajo titulado Adulterio e apostasia: O tema da noiva e do noivo (Adulterio y apostasia: el tema de la novia y del novio). Schaeffer busca demostrar que la indiferencia es la peor forma de adulterio entre dos personas. Segtin él, no hay nada més doloro- so en un matrimonio que la indiferencia del cényuge. Ante un adulterio consumado, se torna més facil encontrar los caminos para solucionar los problemas, pero delante de la indiferencia, del desamor y de la ausencia de afectos, no hay mucho por hacer. El peor marido no es el infiel, sino aquel que es extrema- damente fiel, celoso, cuidadoso, proveedor, pero incapaz de amar. Muchas veces nuestra espiritualidad es asf. Somos fieles, ortodoxos, celosos, trabajadores, asiduos y comprometidos, pero no expresamos a Dios tiernos afectos de amor e intimidad. Tene- mos el conocimiento y la experiencia, pero perdimos el amor. Precisamente en esta dimensi6n de la espiritualidad encuentra el cristiano su mayor vulnerabilidad y se confronta con su pecado. Es posible que seamos buenos tedlogos, pastores, profesores y que tengamos las mas diversas experiencias espirituales, y que no nutramos ningtin afecto religioso. Cuando miré estra expe- riencia_ de oracién, aquella que sucede en secreto, en nuestro. 2 Francis Schaeffer, Adulterio e apostasfa: O tema da noiva e do noivo, Comunicarte editora, Brasilia, 1991. TRINIDAD Y ESPIRITUALIDAD 101 cuarto, cuando nadie mira, donde no hay un ptblico S- tras demostraciones de fervor y devocién, es cuando notamos gudn pobte fal’ es nuestra espininalitad. Kn lecrelaciones de amor encontramos nuestra mayor fragilidad ‘espiritual. Por eso Pablo afirm6 que el amor ere mayor de odes Tor doncs: Para él de nada sirve que tengamos todos los dones, todo el conoci- miento y toda la experiencia o el poder, si no tenemos amor. Solamente cuando nos confrontamos con el amor es que pode- mos ver cudn poderoso es el pecado y cuanto nos limita. Los afectos son expresiones de nuestra humanidad ly persona- lidad. Fuimos creados para amar y ser amados: «Nos has hecho para ti y nuestro coraz6n anda siempre desasosegado hasta que se aquiete y descanse en ti.» Asfexpresé San Agustin su reconocimiento del caracter central del afecto personal en la experiencia religiosa. Ya lo afirmaba el sabio en Proverbios: «Por sobre todas las cosas cuida tu corazén, porque de él mana la vida En el corazén nacen la devocion y el amor, que son lafuefite de todos los otros afectos. [problema es que en el mundo modeme nuestrasrelaciones, dejaron de ser personales y afectivas, para tornarse funcional is isan nie | brpensonal ETP agenie (de ftisanae relaciones no es maSel corazén sino nuestra racionalidad o las emociones fugaces. No nos conocemos por lo que somos, sino por lo que hacemos 0 experimentamos. La realizacién humana hoy se da mucho mis en términos de conquistas profesionales y espirituales, que de relaciones personales. Por tanto, nuestros afectos son sustituidos por nuestras conquistas, y el sentido de ser persona, determinado por lo que tenemos y hacemos. * San Agustin, Confesiones, Altaya, Barcelona, 1993, p. 27. 402 CUIDA TU CORAZON Sobre la base de la Trinidad y la ensefianza biblica, constata- mos que es en el amor y en las relaciones personales que el ser humano se realiza como persona. También mencionamos que para el mundo moderno la realizaci6n del ser humano se encuen- tra en aquello que él hace y posee. Y no solamente su realizaci6n, sino que también su identidad personal es, basicamente, una identidad profesional o funcional. La realidad secular niega la propuesta trinitaria. En este mundo de btisqueda de significado por las conquistas profesionales y econémicas, somos presas fAciles de un modelo de vida frustrante, porque acondicionamos nuestra vida, nuestra realizacion y nuestra felicidad a aquello que, por naturaleza, nunca va a ofrecernos lo que realmente busca- mos. Dios nos creé para amar y ser amados, para encontrar nuestra felicidad y nuestro sentido como personas en las relacio- nes de amor y amistad. La espiritualidad que nace de la experiencia trinitaria tiene un cardcter absolutamente revolucionario para nuestros dias. En ella no hay nada que nos inspire a la buisqueda del poder o del control, o de cualquier otra cosa que nos Ileve a una relaci6n que no sea personal y afectiva con Dios y con el projimo. En ella nuestra felicidad se encuentra en las experiencias cotidianas de comunién y amistad. No es una felicidad en camino, que sdlo experimentaremos cuando logremos conquistar aquello que juzgamos indispensable tener. Para muchos, la felicidad, es siem- pre algo que esté por venir. Vendra cuando pasemos el examen de admision para la universidad, cuando terminemos el curso, cuando nos hagamos un profesional de éxito, cuando nos casemos, cuando nos divorciemos, cuando compremos nuestra casa propia, cuando tengamos nuestro primer hijo, cuando él crezca... Es una felicidad que nunca llega, que jams se alcanza. Nunca tenemos lo suficiente, siempre hay una sensacién de TRINIDAD Y ESPIRITUALIDAD 103 vacio. En la Trinidad, la felicidad se da en la oracién, en un abrazo amigo, en una conversaci6n informal, en la celebracién de la eucaristia, en el compartir de la vida, en el regazo de la familia, en la contemplacién del amor de Dios... Ella se da en el vivir diario, en las experiencias ms sencillas y rutinarias, en las cosas pequeiias y en las grandes, en la alegria de ser hijo de Dios y hermano de mis hermanos. La biisqueda de la felicidad, el conocimiento o aun cualquier experiencia que tengamos tienen la finalidad de llevarnos a una comuni6n mas intima y personal con el Sefior y su iglesia. Tanto nuestra vocacién como nuestra espiritualidad se definen, a partir de la naturaleza de Dios, por la comunién y la amistad, en las cuales el amor es compartido. La naturaleza de la iglesia, expre- sién viva y concreta de la naturaleza de Dios en la historia, el cuerpo vivo de Cristo, que experimenta la riqueza y la alegria de la comuni6n, es de naturaleza trinitaria. El gran desaffo que enfrentamos en el comienzo del siglo 21 es la preservaci6n de la naturaleza comunitaria de la iglesia, a pesar de todas las embes- tidas que sufre. Redescubrir la Trinidad es redescubrir el camino de las relacio- nes personales y afectivas, tanto con Dios como con el prdjimo. Es rescatar el camino del amor y de la amistad desinteresada como expresi6n mayor de nuestra espiritualidad y devocién. Trinidad, obediencia y libertad A partir de la Trinidad y de la relacién que el Padre, el Hijo y el Espiritu Santo nutren entre si, podemos entender la relacién que existe entre la libertad y la obediencia en la experiencia cristiana. La Biblia afirma que nadie conoce al Padre si no es a 104 CuIDA TU CORAZON través del Hijo; y que nadie veria al Hijo, si el Padre no lo enviara; y que nada ni nadie puede sacarle el Hijo a aquel a quien el Padre se lo ha dado. El Espiritu Santo es el Espiritu del Padre y del Hijo, que vino para glorificar tanto al Padre como al Hijo. Aunque sean tres personas distintas, ninguna de ellas actta de manera auténoma e independiente. Es imposible encontrar al Padre sin la Palabra y el Espiritu, como jamds veremos al Hijo actuando sin el Padre, sino en perfecta y completa obediencia y sumision a él. Asimismo, es imposible tener una experiencia con el Espiritu sin tener, simultaneamente, una experiencia con el Padre y con el Hijo. Los tres son libres como personas, pero en la relacién de amor que nutren y determinan, su naturaleza divina no permite otra forma de libertad, que no sea la de la obediencia que nace del afecto. Aquello que definio los limites de la misién de Jestis no fue la tarea que tenfa que hacer sino la voluntad del Padre. El afirma que no habla, no juzga y no acttia, si el Padre no lo determina. Jestis no tiene una palabra que sea propia, y su voluntad se amalgama con la del Padre. En ningan momento demuestra la necesidad de hacer algo slo para afirmar su identidad o buscar su realizacion. Su identidad y realizaci6n se afirman tnicamente por la certeza de que el Padre lo ama y de que él ama al Padre. Lagran dificultad que encontramos hoy estd en determinar los Kimites de la libertad y de la obediencia. Son dos expresiones que, para una sociedad secularizada, individualista y competitiva, son completamente contradictorias e irreconciliables. No es posi- ble ser libre y obediente al mismo tiempo. Este conflicto nace del germen del pecado original que todavia se encuentra en todos nosotros. Creemos que nuestra realizaci6n personal sdlo sera posible con Ja conquista de la autonomia individual. Pensamos que sdlo seremos alguien, si conseguimos romper con los lazos TRINIDAD Y ESPIRITUALIDAD. 105 relacionales que todavia nos atan. De aqui que ser libre signifi- que ser independiente; y un ser independiente, aut6nomo, no se somete a nadie. La btisqueda de la independencia y la autonomfa no es otra cosa que la opcién de siempre de desear el poder. Al optar por el poder, se torna necesario negar el amor. Jamas coexisten los dos en la experiencia humana. Esta opcién es la que se present6 en el Edén. Por un lado, estaba la alternativa del amor y de la obediencia; por el otro lado, la opcién del poder, la aspiracién a ser igual a Dios. Desde entonces, el ser humano opta por el poder, por el control, por intentar ser igual que Dios. La misma opcién fue presentada de manera sutil en el desierto de Judea, en la tentacién de Jestis. La opcién entre el poder y la obedien- cia, entre el dominio y la sumisi6n, esta presente en el discurso «biblico» de Satanas. Allf Jestis resiste la opcién del poder y reafirma humildemente su amor al Padre. Sélo asf le fue posible subir al Calvario. En la Trinidad encontramos que la obediencia y la libertad coexisten armoniosamente. El Hijo era libre mientras obedecfa, porque era libre. Su voluntad libre y soberana consistié en obedecer voluntaria y amorosamente a la voluntad de su Padre, y asf realizar su obra. Obediencia y libertad coexisten en la vida del Hijo, en virtud del amor que éste nutre con el Padre. Sdlo en la experiencia afectiva se encuentra el ser humano libre para obedecer. El amor y la obediencia Ilevaron al Hijo a orar asi: «Padre mio, si es posible, no me hagas beber este trago amargo. Pero no sea lo que yo quiero, sino lo que quieres tt» (Mt 26:39). Mientras amamos somos libres para obedecer. El Calvario represent6 para Jestis tanto su libertad como su obediencia. La opcién por el amor, que implica un rechazo del poder, nos libera 106 CUIDA TU CORAZON para relaciones afectivas donde la obediencia y la sujecién determinan las nuevas fronteras de la amistad. Una de las caracteristicas mas destacadas de la modernidad es el individualismo. La autonomia individual es fundamental para la realizacién del ser humano moderno, toda vez que la libertad proporcionada por la individualidad es indispensable para las conquistas profesionales. Cualquier compromiso afectivo que ponga en riesgo mi carrera personal y profesional queda descartado, porque se torna una amenaza para mi libertad. Por otro lado, asumir que somos seres relacionales y que sdlo encon- tramos la libertad y la personalidad en el acto de amar conlleva todos los riesgos que esta opcién impone sobre nosotros. Estos riesgos fueron bien descritos por C. S. Lewis: No existe inversién segura. Amar es ser vulnerable... Ama cualquier cosa y tu coraz6n ciertamente sera exprimido y posiblemente partido. Si desearas tener la certeza de mantenerlo intacto, no debes darlo a nadie, ni siquiera a un animal... evita todos los compromisos, ciérralo con seguridad en el cajén de su egofsmo. Pero ese cajén seguro, sombrio, inmévil, sofocante cambiara. No sera roto, pero se hard irrompible, impenetrable, irredimible... el nico lugar fuera del cielo donde ti te puedes mantener perfectamente seguro de todos los peligros y perturbaciones del amor es el infierno? Y alguien dijo ya que el infierno es, sencillamente, la ausencia del amor. 5 C, S. Lewis, Os quatro amores, Mundo Cristao, San Pablo, 1983, p. 95. TRINIDAD Y ESPIRITUALIDAD 107 La cuestién social y la doctrina de la Trinidad Actualmente, la Trinidad propone el desaffo del rescate de las relaciones personales y afectivas entre el ser humano y su pré- jimo. Hemos visto que las tendencias del mundo moderno apuntan en una direccién completamente opuesta, negando las bases de una relacién trinitaria y creando una imagen y un concepto del ser humano y de Dios que contradicen la revelacion biblica. En este sentido, la doctrina de la Trinidad tiene hoy un caracter absolutamente revolucionario. Todo esto esté alimentado fuertemente no sélo por la moder- nidad sino también por el sistema econdmico y social que nos es impuesto. Dentro de este sistema, el neoliberal, inicamente tiene valor y es reconocido como persona aquel que tiene acceso al mercado como consumidor. Ser persona en una economia de mercado implica estar dentro de ese mercado. Aquellos que estan fuera de él no son reconocidos como personas sino como problemas. Los pobres, los indigenas, los enfermos y los ancianos representan un peso para la sociedad porque no participan del mercado, no son seres productivos, no contribuyen a la riqueza del pais, como sila riqueza de una nacién dependiese solamente de la capacidad individual de producir dinero. En este contexto, el tener es absolutamente fundamental para sentir que uno esta inserto en el mundo y es reconocido como alguien, lo cual crea la sensacién de ser amado y aceptado. En este sistema, las rela- ciones humanas se vinculan mucho més a cosas que a personas. Asi, enfrentamos grandes dificultades para relacionarnos con aquellos que consideramos desiguales en lo social, econémico, intelectual o ideolégico. No nos acercamos a los demas por lo 108 CUIDA TU CORAZON que son, por el misterio y la belleza que llevan, sino por lo que piensan, defienden o poseen. Y una vez que rechazamos lo que piensan, defienden o poseen (0 no poseen), los rechazamos también como personas. Hace algunos atios atrds, participando en un seminario sobre economia y teologia promovido por el Consejo Latinoamericano de Iglesias (CLAI), of la siguiente afirmacion: «El dia que el ser humano sea capaz de colocarse delante de una mujer, negra, pobre, vieja, prostituta, bisexual, portadora del VIH, y aun asi consiguiera ver que hay en ella belleza y dignidad humana, y fuera capaz de relacionarse con ella con afecto y ternura, significaré que consiguié romper con los vicios creados por una sociedad consumista e impersonal.» La «opcién por los pobres», dijo el ponente, tiene el poder de dignificar al pobre y humanizar al rico. Este tema me llam6é mucho la atencién cuando descubri que, aunque involucrado y, hasta cierto punto, comprometido con la lucha de los pobres, no nutrfa una relacién afectiva y personal con ellos. Descubri que estaba mds comprometido con mis ideales, mi teologia y mis proyectos sociales, pero no con el pobre como persona, a quien yo no amaba. Los pobres eran (y atin en parte son) un problema a ser resuelto y no personas a ser amadas. Los nifios son seres productivos en potencia, esperando sdlo la oportunidad de ser lanzados al mercado. Mientras son nifios, no son nada, son aquello que desean ser cuando crezcan. Los ancianos, cuando no son marginados por las estructuras sociales injustas, son excluidos porque ya no producen més, «no generan riquezas», dicen los entendidos. Los pobres son, tal vez, aquellos sobre los que mas pesa esta carga de indiferencia perso- nal. Por no tener dinero ni acceso al consumo, no pertenecen al mundo de las personas. Son un problema, un peso, una amena- TRINIDAD Y ESPIRITUALIDAD 109 za, pero nunca personas. A veces me quedo pensando si todo nuestro esfuerzo para liberarlos de la miseria no es en realidad un esfuerzo para hacerlos iguales a nosotros, para que, al fin, sean amados y reconocidos como gente. Recientemente, un grupo de personas de nuestra iglesia asu- mio el trabajo de capellanfa en uno de los hospitales de Brasilia. Es un hospital que, basicamente, atiende a pacientes terminales o portadores de alguna enfermedad crénica. Confieso que acepté la invitaci6n mas por una necesidad personal, que por una conviccién pastoral. La necesidad era luchar por romper con esta vision impersonal y utilitaria del ser humano, que siempre fue muy fuerte en mi. En ese lugar, el sentimiento de impotencia alcanza su Ultimo nivel. Delante de una persona en estado termi- nal no tenemos nada para ofrecer, a no ser lo que somos, Por otro lado, ella tampoco tiene nada para ofrecer, a no ser su dolor, angustia y esperanza. Este encuentro de dos vacios nos humaniza y dignifica. Si no somos capaces de percibir en aquella persona la dignidad humana, si no somos capaces de amarla por lo que es, si no somos capaces de tocarla movidos por el afecto, tenemos que reconocer que todavia estamos muy lejos de alcan- zar el modelo relacional propuesto por Ia Trinidad. Relacionarse con alguien donde no existe fa posibilidad del intercambio interesado de bienes y favores es encontrar el camino de la rela- cién afectiva, donde solamente el coraz6n determina los rumbos y la intensidad de la amistad. Al relacionarnos con personas que son lo que son y no lo que poseen, descubrimos el vacio que hay en nosotros mismos. Creo que una de las razones por las cuales destis dijo que «el que no reciba el reino de Dios como un nifio, no entrara en él» tiene que ver con la naturaleza personal, afec- tiva y no utilitaria de las relaciones que desarrolla el nifio. Fue en, 110 CUIDA TU CORAZON esta experiencia con los enfermos que entendi lo que significa «humanizar al sano y dignificar al enfermo». Cuando lef sobre la espiritualidad de la Madre Teresa de Calcuta y otros cristianos del pasado, principalmente de los movimientos Dominicano y Franciscano, que fueron érdenes mendicantes con una opci6n radical por la pobreza, me lamé la atencién que la relacién que nutren con el pobre no es ideoldgica niasistencial, y mucho menos teolégica, sino personal y afectiva. No estan alli sélo para cambiar la realidad econdmica y social de los pobres (muchas veces no tienen ni siquiera condiciones para hacerlo, en virtud de su voto de pobreza), sino para amarlos y estar con ellos. Tal vez ésta sea la razon por la que muchos que pasan toda su vida envueltos en situaciones de extrema miseria no se frustran por los pocos y raros cambios estructurales. El motivo central de su accion misionera y pastoral es personal y afectivo. Mi preocupacién al abordar este tema de la relacién entre ricos y pobres, entre sanos y enfermos, o entre la iglesia y su vocacién social, se restringe aqui al concepto de persona que impone el sistema econdmico neoliberal. Esto incluye las impli- cancias de dicho sistema para nuestra espiritualidad, toda vez que el concepto de persona y su desarrollo para nuestras relacio- nes personales es fundamental para que reflexionemos sobre nuestra relacién con el Dios trino. En la relaci6n trinitaria, lo esencial para establecer relaciones interpersonales no es el tener sino el amor desinteresado que nu- tren entre sf las personas de la Trinidad. Este amor es el principio que establece las relaciones y rescata el sentido de la vocacién de la iglesia y de la personalidad del cristiano. Al descubrir el mis- terio de la Trinidad no tendremos ya més necesidad de usar ésta TRINIDAD Y ESPIRITUALIDAD 111 o aquella marca, de tener éste o aquel diploma, de vivir en éste o en aquel barrio, de andar en éste 0 en aquel automévil. Desde la Trinidad, nuestras relaciones no se determinan por el tener ni por las experiencias que acumulamos. E] amor que nutrimos ee Dios y hacia los demas determina el principio y las bases el ser. Conclusién Como dije al inicio del capitulo, la doctrina de la Trinidad per- dié casi totalmente su importancia y relevancia para las cuestiones de la vida diaria del cristiano moderno. Sin embargo, vimos su enorme trascendencia, su caracter central, no sdlo como doctrina cristiana sino también como fundamento de la espiritualidad y misi6n cristianas. Sin una comprensién adecuada de la naturaleza de Dios, no habra comprensién ni vivencia significativa de la fe. El individualismo consumista y utilitario niega completamente la Trinidad y compromete toda la espiritualidad de la iglesia. El gran desafio que el cristianismo occidental enfrenta hoy es resca- tar el cardcter central de la experiencia trinitaria y lograr que la iglesia se oriente asf ala bisqueda de relaciones mas personales, intimas y afectivas, con Dios y con el préjimo. Esto implica nave- gar contra la corriente de la modernidad. Es hacer de la iglesia el espacio de la experiencia contracultural, donde la Trinidad es definidora y determinante. La espiritualidad cristiana en la iglesia moderna se seculariz6 casi por completo. La iglesia absorbié irreflexivamente las normas relacionales de una sociedad impersonal y materialista. Asumié el divorcio entre lo sistematico y lo espiritual, entre la experiencia y laética, y cred un modelo de espiritualidad secularizada. Opté por 112 CUIDA TU CORAZON el poder en detrimento del amor, por el marketing religioso en lugar de la santidad; por lo pasajero y efimero y no por lo eterno; por lo externo y no por lo interno, por lo ptiblico y no por lo secreto. Todo esto ha llevado a la iglesia —cual adicto que ha perdido el control de sf mismo— a buscar dosis cada vez mayores de ex- citacion a fin de obtener la motivaci6n necesaria para participar en un culto o en una reuni6n de oraci6n. Si no hay promesas de ofrendas atrayentes, tampoco habra interés en adorar a Dios, sencillamente por la alegrfa y el placer de adorarlo. Dios es Dios todopoderoso sélo en la medida que su poder se traduce en «bendicién» para mi vida. Elsdlo es Dios bondadoso en la medi- da en que esta bondad se expresa en beneficios concretos, de preferencia materiales, para mi. El no es lo que es por el simple hecho de ser quien es, sino por lo que hace en mi experiencia personal y privada. Necesitamos considerar que, segun la Trinidad, la naturaleza primera de Dios es relacional, y que él nos cre6 conforme a su imagen y semejanza para que vivamos, como él, en una verda- dera relacién de amistad y amor. Fuimos creados para amar y ser amados. En el amor enfrentamos los mayores obstdculos creados por el pecado. Redescubrir al Dios trino es redescubrir el principio basico que mueve la fe y la devocién cristiana. Dios, antes de todas las cosas, es amor. 3 El lugar del desierto en la conversi6n del coraz6n En el silencio y en Ia quietud el alma devota hace progresos y aprende los misterios escondidos en las Sagradas Escrituras. Tomas de Kempis El desierto ha ocupado un lugar destacado en la espiritualidad cristiana en toda la historia. Se transformé en un simbolo del lugar de las luchas y del encuentro del ser humano con Dios. Un lugar de la desnudez del alma, del abandono de las ilusiones, de la falencia de los conceptos y las teologias que insisten en apri- sionar a Dios y determinar sus acciones. El desierto es esencial para la espiritualidad, no como un hecho en si, es decir, como un accidente geografico, sino como un estado del corazén ante Dios y ante nosotros mismos. Analizar el lugar e importancia del desierto en la experiencia humana y cristiana es, sin duda, un desaffo més para la iglesia de comienzos del siglo 21. El mundo modemo se caracteriza por la superficialidad en las relaciones, incluida la relaci6n espiritual. Richard Foster inicia su libro Alabanza a Ia disciplina con la siguiente afirmacion: La superficialidad es la maldicién de nuestra era. La doctrina de la satisfaccién inmediata es el principal problema espiri- tual. Lo que hoy se necesita desesperadamente no es un 114 CUIDA TU CORAZON ntimero mayor de personas inteligentes, ni de personas de talento, sino de personas de vida espiritual profunda. En este sentido, considero el desierto como un espacio que permite dar profundidad a las relaciones espirituales, las cuales, por su naturaleza, no sobreviven a la superficialidad del mundo moderno. Sélo como ejemplo, me gustaria citar algunas caracteristicas de la espiritualidad moderna. Primero, se caracteriza por el prag- matismo. Todo necesita tener un sentido practico y productivo. La relevancia de cualquier cosa se determina por su utilidad inmediata. Esto, obviamente, nos lleva a relaciones superficiales yutilitarias. Segundo, se distingue por lanecesidad de llenar todo espacio vacio. No se puede dejar lagunas en la agenda, en el didlogo o en la convivencia. El silencio y la quietud son, parad6- jicamente, realidades inquietantes. Creo que fue Rubem Alves quien dijo que los verdaderos amigos son aquellos que, aun en el silencio, sienten placer cuando estan juntos. Tercero, se carac- teriza por el consumismo, que determina el sentido, el valor y la realizacién del ser humano. Todos estos rasgos hacen del desierto una realidad espiritual absolutamente necesaria para enfrentar una espiritualidad que se torna cada vez més utilitaria, consumista, superficial y pragmatica. Recientemente recibi un libro pequefio, cuyo titulo me llamé la atencién: Café con Dios: Guia devocional para personas que no disponen de mucho tiempo. En la contratapa se encuentra la siguiente afirmaci6n: «En fin, un verdadero “fast food” devocio- nal, de lectura rapida, pero no por eso desprovisto de contenido. —_ 1 Richard Foster, Alabanza a Ia disciplina, Betania, Minedpolis, 1986, p. 15. EL LUGAR DEL DESIERTO EN LA CONVERSION DEL CORAZON 115 Para personas que no disponen de tiempo, pero que desean adquirir el habito saludable de la comuni6n diaria con Dios —en la meditaci6n en su Palabra y en la practica de la oracién.»? En verdad, se trata de una tentativa del autor de producir algo que, con humor y de manera practica, lleve al lector que no dispone de mucho tiempo a reflexionar sobre principios biblicos titiles para su diario vivir. Hasta aqui, todo va bien. Lo que me llamé la atencién fue la propuesta presentada por el autor: «Fast food devocional». éEs posible que alguien que ama a Dios no disponga de tiempo para Dios? Es posible construir una amistad profunda, fntima y personal con Dios, sin disponer de tiempo para este encuentro? En cierta manera, el autor intenta ade- cuarse a los tiempos modernos, ajustando la vida devocional a las ocupaciones que todos tenemos. éPero sera esto lo que necesitamos? No seré la propuesta exactamente contraria la que tiene que presentarse al ser humano moderno?. En efecto, el redescubrimiento del desierto apunta hacia un camino completa- mente opuesto. El «fast food» no satisface el apetito del alma que experimenta el deseo de Dios. La meditacién y la contemplacién propias del desierto exigen tiempo y silencio. En el desierto encontramos un banqueie, una mesa llena, donde la comunién y laamistad suceden mientras el alma es alimentada por la gracia y el amor de Dios. Redescubrir el desierto es redescubrir un camino de crecimien- to espiritual. Es conocer a Dios, no en las experiencias religiosas o en informaciones teolégicas sino en la intimidad de nuestro coraz6n. El desierto es siempre el lugar de la tranquilidad, del silencio y de la biisqueda. No hay en él nada que nos distraiga, ? Rubinho, Café com Deus. Guia devocional para pessoas que nao dispoem de muito tempo, Vida, San Pablo, 1994. ‘TU CORAZON 116 CUIDA que nos desvie la atencién, que apunte hacia otro lugar. En él estamos solos. Sélo nosotros y nuestro Sefir. Es alli donde todo lo que nos ilusiona o nos engafia se desenmascara y nos coloca cara a cara con Dios. El desierto en la tradicién cristiana Una de las grandes lagunas en la espiritualidad protestante se debe a nuestro andlisis hist6rico. Frecuentemente damos un salto del siglo 1 de la era cristiana al siglo 16, desde el cristianismo pri- mitivo de los apéstoles hasta la Reforma protestante, sin consi- derar la gran contribucién de diversos movimientos que tuvieron su lugar entre los siglos 3 y 15. Lo que hoy denominamos cespiritualidad del desierto» encuentra en este perfodo su mayor expresion. A partir del siglo 4, muchos hermanos y hermanas emigraron a los desiertos y lugares solitarios de Palestina, Siria, Egipto, llevando consigo solamente el deseo sincero y ardiente de rescatar la espiritualidad que habian perdido en el proceso de secularizacién de la religién. Algunos se organizaron en forma de comunidades, otros optaron por ser ermitafios, pero todos iban en direcci6n de un encuentro verdadero con Dios. En verdad, muchos de estos movimientos no nacieron de una revolucién hermenéutica, como sucedié con la Reforma del siglo 16 0, mas recientemente, con la teologia de la liberacion, sino de un deseo sincero y profundo de conocer a Dios y obedecer sus mandamientos. Fueron movimientos que nacieron de la sed del alma por tener una relaci6n més personal e intima con Dios. Su mayor preocupacién fue la oracién y la comunién con Dios. De allf su importancia para la espiritualidad cristiana. EL LUGAR DEL DESIERTO EN LA CONVERSION DEL CORAZON 117 E! monasticismo, conocido también como «Padres del desier- to», fue el movimiento que mejor caracteriz6 este perfodo. Sin lugar a dudas, sus precursores trajeron una de las mas grandes contribuciones a la espiritualidad cristiana. Nuestro andlisis de este movimiento no estar4 determinado sélo por su historia, ni por los desvios de naturaleza doctrinal que sucedieron, sino por el legado espiritual que nos dejé. El monasticismo A partir del afio 311 d.C. —época en que la paz conquistada por el emperador Constantino estaba siendo implantada, y los cristianos buscaban ajustarse a los cambios sociales y religiosos del imperio—, surgié un movimiento religioso que buscé mani- festar de diversas formas su repudio a los nuevos valores. Este rechazo no sélo se referfa a los valores mundanos de la sociedad pagana sino también a la introduccién de estos valores seculares y mundanos dentro de la propia iglesia. Por tanto, era un movimiento contracultural, tanto dentro como fuera de la iglesia. Este movimiento, conocido como «monasticismo», se inicié a comienzos del siglo 4 y se caracterizé por su radicalismo, tanto en su lectura y obediencia de la ensefianza biblica como en su renuncia a las instituciones religiosas y seculares. En el afio 356, Atanasio, obispo de Alejandria, escribié La vida de San Antonio, una biografia de quien hoy es conocido como el padre del mo- nasticismo. En este libro se describe a Antonio como un joven, hijo de un préspero hacendado, que cierto dia entré en una iglesia y oy6 la lectura de un texto del Evangelio de Mateo: «Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes» (Mt 19:21). Estas palabras tocaron profundamente el corazén de Antonio, y su vida sufrié una transformacion radical. Vendié literalmente todo 118 CuIDA TU CORAZON lo que tenia, lo repartié entre los pobres y, en su nuevo estado de pobreza y necesidad, comenzé a seguir a Cristo. Su btisqueda de santidad y perfeccién lo condujo hasta el desierto, donde, en absoluta soledad, imité lo que Jestis hizo: permanecié durante cuarenta dias en ayuno y oraci6n, buscando siempre poner en primer lugar «el Reino de Dios y su justicia», seguro de que todo lo demas le seria afiadido. Atanasio reconoce que el monasticismo comenzé con la con- version de Antonio y su subsiguiente busqueda de una perfecta comunién con Dios en el desierto. Después de un tiempo, otros, inspirados por su ejemplo y modelo de vida, también partieron hacia el desierto y lo persuadieron para que fuese su «guia espiritual». A partir de esto, su btisqueda solitaria se transformé en una busqueda comunitaria que dio origen a uno de los mas significativos movimientos de oracién, ascetismo y coraje evan- gélico de que se tiene noticia. Aunque la exactitud historica de Atanasio sea controvertida, su contribucién espiritual no lo es. El movimiento monastico trajo una gran contribucién a la espiritualidad cristiana. Cuando se retiré a la soledad del desierto, busc6 en ese gesto una ruptura con el proceso de «mundanizacién» de la iglesia y un acerca- miento literal con lo que consideraba ser la propuesta de los Evangelios y el modelo de la iglesia primitiva. Para este movimiento, «el ideal cristiano no es el héroe que va al campo de batalla, ni aun el compromiso con los negocios del estado, sino la santidad caracterizada por la sencillez, la autonegaci6n y un profundo amor por la fe, por Dios y por la iglesia».? Asf, la lucha Soe 3 Frank N. Magil y Ian P. McGreal, Christian Spirituality. The Esencial Guide to The Most Influential Spiritual Writings of the Christian Tradition, Harper, San Fancisco, Nueva York, 1998, p. 19. EL LUGAR DEL DESIERTO EN LA CONVERSION DEL CORAZON 119 central del cristiano era el dominio propio, que San Antonio veia como una lucha contra los demonios que debia ejecutarse con disciplina, oracidn y lectura de la Biblia, ayunos, vigilias y vir- tudes tales como la humildad, la mansedumbre y el amor. La preocupacién de estos monjes no era sdlo huir del mundo sino imitar a Cristo en todos los sentidos. A semejanza de la expe- riencia de Jestis en el desierto de Judea, que fue crucial en la definicidn de su ministerio, los primeros monjes se sintieron compelidos por la realidad del mundo y por el poder de la Palabra de Dios a dejar el mundo ¢ iniciar una busqueda de Dios en las regiones desérticas de Egipto y Palestina. Los ideales del monasticismo Reconozco que hablar a cristianos evangélicos de un movimiento como el monasticismo me produce la impresién de estar hablando de bandidos, mas que de nirios buenos. Algunos personajes de este movimiento son completamente desconocidos 0 catalogados de herejes. Confieso que mi primer contacto con personajes como San Antonio, Atanasio, Agustin, Benedicto. Bernardo, Juan de la Cruz o Teresa de Avila me hizo dar un paso atras. éCual podria ser la contribucién de estos personajes muchas veces tan controvertidos, a nuestra espiritualidad? Lamentablemente, no podremos analizar aquf las influencias y contribuciones de cada uno de ellos en particular, ni siquiera nos detendremos en las controversias doctrinales, pero si buscaremos en la historia y en los movimientos el legado que nos dejaron en su btisqueda de santidad y pureza de vida. Cualquier consideraci6n sobre los origenes de la espiritualidad cristiana, como forma sistematica de busqueda del alma humana de Dios, debe comenzar por el anilisis de los movimientos que 120 CUIDA TU CORAZON tuvieron su inicio a fines del siglo 3. Desde los tiempos aposté- licos se habfa vivido y practicado la existencia cristiana con fervor e intensidad, tanto por individuos como por comunidades. Sin embargo, cerca del final del siglo 3 y principio del 4, a través de los movimientos religiosos, la bsqueda de santidad, pureza y devocién trajo conceptos y modelos que influenciaron ala iglesia en toda la historia de su peregrinacién espiritual. En este perfodo es cuando encontramos a los santos de la iglesia. Hasta el siglo 16, el tedlogo y el santo eran una sola cosa. No habia distincion entre ellos. El tedlogo era un sabio, alguien cuya experiencia e intimidad con Dios le habjan conferido un grado de integridad, devocién y santidad que lo llevaba a hablar de Dios con autoridad. Por tanto, los requisitos basicos para ser un tedlogo eran ser converso, conocer a Dios y gozar de intima comunién con él. Después del siglo 16, con el surgimiento del racionalismo, fruto de revoluciones culturales como el Renaci- miento y la Ilustracién, se desarrollé el concepto del tedlogo como aquel que era capaz de explicar y articular la realidad de Dios. En este sentido, todo cristiano pasé a ser, potencialmente, un tedlogo. Hoy, la teologia se convirtid en una ciencia. Hasta una persona que no goza de relacién personal alguna con Dios puede ser un tedlogo. Ya no tenemos mas a nuestros santos. Tenemos pastores, maestros, evangelistas, tedlogos, misiondlo- gos, doctores, pero no tenemos santos. No me refiero a los santos en el sentido biblico de que todos nosotros fuimos santificados en Cristo Jestis, sino a «santos» como categoria de personas cuya intimidad, sabidurfa y santidad nos inspiran y motivan a la oraci6n, la meditaci6n y la contemplaci6n. Alreflexionar sobre los Padres del desierto, buscamos rescatar algunos de los valores e ideales que hoy no tenemos y que hicieron de estos hombres y mujeres los santos que fueron. EL LUGAR DEL DESIERTO EN LA CONVERSION DEL CORAZON 121 Actualmente, nuestros ideales cristianos son determinados por los mismos valores que definen los ideales de la sociedad secular. La btisqueda de la realizacién profesional, el uso del marketing en la propaganda religiosa y la definicién del éxito a partir de investigaciones estadisticas nos han Ilevado a buscar un modelo de liderazgo que se parece mis al de «Lair Ribeiro»* que al de «San Juan de la Cruz».> Hoy los santos fueron sustituidos por los idolos religiosos y por las celebridades. Admiramos mucho a aquellos lideres exitosos con megaiglesias y presupuestos que causan la envidia de muchas empresas de medio porte. Sin embargo, aquellos que transitan el camino de la humildad y la renuncia, de la autonegacién y la piedad, de la oraci6én como camino de amistad con Dios y comprensién de su voluntad no inspiran los suspiros de las multitudes. Los ideales del monasticismo describen en algo la naturaleza de esta busqueda y la influencia que este movimiento tuvo a lo largo de toda la historia cristiana, incluso sobre algunos de los movimientos de renovaci6n y avivamiento mas respetados en la historia del protestantismo. Los ideales que vamos a analizar son el ascetismo, la imitacién de Cristo, la protesta, la soledad y contemplacién, el martirio, la obediencia y la sumisi6n. Ascetismo San Basilio, el Grande (540-604), dijo: «No podemos acercarnos al conocimiento de la verdad, con el coraz6n ‘ Lair Ribeiro es autor de varios libros de autoayuda de gran éxito en todo el Brasil. Sus libros apuntan el camino del éxito personal a través del uso de técnicas de reprogramacidn de la vida y sus potencialidades. ® Tito Colliander, Camino de los ascetas, Ediciones Paulinas, Buenos Aires, 1983, p. 31. ee eee ee See eee eee aaa 122 CUIDA TU CORAZON inquieto». Por eso debemos esforzamnos por evitar todo lo que agita nuestro corazon, todo lo que es causa de falta de atencién, de sobreexcitaci6n, todo lo que despierta las pasiones o nos hace ansiosos. En la medida de lo posible, debemos liberarnos de la bulla, de la agitacién y de la inquietud que se produce por objetos sin importancia. Pues, cuando servimos al Sefior, no debemos «inquietarnos y agitarnos por muchas cosas, sino recordar siempre que una sola es necesaria» (Lc 10:41, 42)8 El monasticismo, en su origen, fue el esfuerzo de cristianos honestos y dedicados, que vivian en una época de intensa inquietud y corrupcién religiosa y moral. Dicho esfuerzo estaba otientado a recuperar los ideales perdidos del cristianismo primitivo de la manera més integral posible. Esos ideales fueron proseguidos con completa dedicaci6n y rigurosa autodisciplina espiritual. La forma radical y literal con que se interpretaron ciertos textos biblicos —como «anda, vende todo lo que tienes», co «si alguien no toma su cruz»— condujo a una exageracion ascética, que fue reforzada por la fuerte influencia gndstica que separaba lo espiritual de lo material. En términos coneretos, esta pasion por la autodisciplina y el rigor ascético podria expresarse en la frase. «Si mi cuerpo mata, yo lo mataré». El ascetismo es una practica espiritual que encuentra un amplio rechazo en el mundo occidental, principalmente en la sociedad moderna. Nuestra inmediatez, aliada a una permanente busqueda del placer, elimina cualquier posibilidad de ejercicio —_—_ * Ibid. 7 Thomas M. Gannon y George W. Traub, The Desert and The City. An Interpretation of The History of Christian Spirituality, Loyola University Press, Chicago, 1969, p. 28. EL LUGAR DEL DESIERTO EN LA CONVERSION DEL CORAZON 123 ascético. Por otro lado, las exageraciones que acompaniaron a los monjes de la antigtiedad contribuyeron a un rechazo todavia mayor de esta practica espiritual. Sin embargo, imagino que algo podria aprovecharse de esta herencia mondstica en la espiri- tualidad contemporanea. Reconocemos que el rigor ascético no tiene ningtin poder con- tra la sensualidad del coraz6n humano (Col 2:23), la cual puede derrotarse sdlo mediante el poder de la muerte y la resurrecci6n de Cristo. Por otro lado, el apéstol Pablo usa la figura del atleta para mostrar la importancia del dominio sobre el cuerpo, con la finalidad de alcanzar un premio incorruptible. Asi como un atleta busca dominarse en todo para alcanzar sus objetivos olimpicos, el cristiano deberia dominarse para alcanzar sus objetivos espiri- tuales. Dice el apéstol: «Golpeo mi cuerpo y lo domino, no sea que, después de haber predicado a otros, yo mismo quede descalificado» (1Co 9:27). éNo serfa esta afirmacion del apéstol Pablo una propuesta ascética? éNo significa «golpear» y «domi- nar» el cuerpo una actitud ascética? La realidad que llev6 a los monjes a buscar el desierto y la vida ascética es, en cierta forma, la misma en la que nosotros estamos insertos. Ya consideramos las exageraciones de la expe- riencia monastica. Ahora debemos considerar, a partir de nuestra propia realidad, el lugar del ascetismo en la espiritualidad con- tempordnea. Nuestra dificultad para separar un tiempo para la meditacién y la oracién, las alternativas de entretenimiento de que disponemos, la acumulacién de compromisos que tenemos en la agenda exigen de nosotros una postura, una opcién. Si no contamos con mas tiempo para meditar en las Escrituras y mucho menos para orar, cuanto menos para dedicarnos al silencio y a la contemplacién (hablaremos de esto después). No CORAZON 104 CUIDA TU disponemos de tiempo para cuidar nuestra vida interior, ni siquiera para construir amistades mas {ntimas y personales. «Estamos demasiado ocupados como para ser buenas esposas, buenos padres para nuestros hijos y buenos amigos para nuestros amigos, y no tenemos nada de tiempo para ser amigos de aquellos que no tienen amigos.»® Poco a poco vamos siendo absorbidos por una rutina fatigante de reuniones, compromisos o quehaceres, y rapidamente notamos que nuestra vida se esté evaporando, daéndonos poco de la paz, gozo y serenidad que encontramos en los Evangelios. El «fast-food» espiritual se presenta como la Gnica alternativa ante la imposibilidad de encontrar otros caminos para nuestro crecimiento espiritual. Todos estamos con la agenda llena. A decir verdad, estar con la agenda llena y no tener tiempo para nada se ha hecho parte del status para el ser humano moderno. Nadie le darfa el valor apropiado a un médico cuya sala de espera estuviese completamente vacia, mientras él permanece sentado cémodamente en su consultorio, leyendo una revista 0 un periddico. Para nosotros, un buen profesional es aquel que tiene laagenda llena para los proximos meses y SU sala de espera siempre repleta de personas disputando una vacante. En el mundo religioso no es diferente. Los pastores nos sentimos mas valorados si tenemos una apretada agenda de compromisos. Es muy comtin que las personas se acerquen a nosotros diciendo: «Sé que usted tiene una vida muy atareada y que no tiene tiempo, pero seria posible...». La verdad es que no tenemos _—_ i Brothers, Nueva 8 Thomas A. Kelly, Testament of Devotion, Harper & 1. York, 1941. (Extrafdo del texto «Simplificagao da Vida», traducido por Paul Freston) EL LUGAR DEL DESIERTO EN LA CONVERSION DEL CORAZON 125 tiempo y no nos gusta mirar nuestra agenda y encontrar huecos. Una agenda llena nos da la sensaci6n de importancia y de valor. EI pecado acttia en nosotros como un vicio. Lo tratamos como «hechos aislados» que suceden y se resuelven una vez con- fesados. Sin embargo, el pecado acttia en nosotros como poder destructor presente en el vicio que nos aprisiona y nos consume. Nuestro estilo de vida es parte de un vicio que ya se incorporé a nuestra vida diaria. Para constatarlo, basta retirar la television de lacasa de muchos cristianos modernos. Inmediatamente se nota- ra un enorme vacio en la casa y en las relaciones familiares. O basta salir de vacaciones y pasar un mes en un lugar solitario, sin multitudes ni televisi6n ni otros entretenimientos artificiales que hemos creado. La sensacién de vacfo, soledad y abandono es enorme. Antiguamente, cuando un cristiano se encontraba triste y deprimido, buscaba una iglesia. En el silencio del santuario, en lacontemplacién del Cristo crucificado, buscaba el alivio para sus dolores y heridas. Hoy, cuando ese mismo cristiano esta triste o deprimido, corre hasta el shopping més cercano y, si tiene dinero, compra algo para aliviar su estrés o depresi6n. Sino tiene dinero, se contenta con mirar los productos. No obstante, nues- tros vicios no sdlo se instalan en nuestro estilo de vida agitado y consumista sino también en nuestro caracter, que absorbe valo- res y culturas que niegan la vida y la libertad de los Evangelios. Quien haya trabajado en la recuperacién de adictos, o haya tenido la oportunidad de acompafiar a alguien en su recupera- cién, conoce el proceso que involucra la liberacién del vicio. El reconocimiento del vicio y el deseo de liberarse de él es el primer paso, pero no es suficiente. Es necesario un proceso de desintoxi- cacién y reeducacién para que el adicto sea reintegrado a una nueva vida. Algunas clinicas especializadas recomiendan hasta CUIDA TU CORAZON 126 nueve meses de tratamiento intensivo para que este pees tenga un resultado positivo. Nuestro problema es que no r e nocemos Ia misma gravedad en relaci6n con re . igualmente nos dominan y esclavizan, como la ie ate oe gula, la inmoralidad, la idolatria, la ociosidad, etcé aie sage cristianos desarrollan una verdadera dependencia a formas de vicio no reconocidas como tales, al a le no percibir cuanto afecta esa dependencia su espiritualida . A La propuesta monastica del ascetismo significa buscar e : 7 racién de los vicios que el pecado crea en nosotros y rescal : a ideales cristianos que Jests presenta en los reais a es que experimentemos la libertad conquistada ae | ad bist conquistar sus objetivos, el atleta se somete auna dieta rig = tanto alimenticia como social. Esa dieta no representa a pr sidn ni siquiera una limitacién de su libertad. Por el a sa constituye su pasaporte para ser aquello para lo cual sient vocacion. / ar Para evitar que el ascetismo se torne un fin en sf mismo, el mismo requiere ser considerado como una postura del eee ante la vida y la realidad del mundo y del pecado. No reat we un fin en si mismo, sino un medio, una Se oo contribuye a que seamos aquello que Dios queria ee : n ze cred. Vale afirmar, una vez més, que el ‘anico medio de rans formacion de la vida y del caracter cristiano es la gracia le Jesucristo. Las disciplinas espirituales son sdlo el ao que os prepara para absorber adecuadamente todo lo que la gracia Dios reserva para nosotros. / Un movimiento que incorporé mucho del rigor ascético del periodo monastico fue el puritano. Los puritanos supieron con- ciliar la supremacia de la gracia del Dios que nos salva y nos EL LUGAR DEL DESIERTO EN LA CONVERSION DEL CORAZON 127 santifica con disciplinas espirituales extremamente rigurosas, porque conocian bien la naturaleza pecaminosa y rebelde contra Dios. Una familia puritana tenia un promedio de tres cultos diarios en el hogar. A primeras horas de la mariana, antes de salir para el trabajo y los quehaceres domésticos, todos se reunian para la lectura de la Biblia y la oracién. Luego, después del almuerzo, se reunian nuevamente para la lectura biblica y la oracién. Y en la noche, ademas de la lectura biblica y la oracion, reservaban momentos para cantar juntos los cdnticos de adoracion y alabanza. Participaban regularmente en los cultos putiblicos, generalmente los domingos, uno por la mafiana y otro por la noche, con una duracién promedio de dos horas cada uno. Ponjan énfasis en la lectura y exposicién biblica. Guarda- ban con respeto y reverencia el «dfa del Sefior», y cumplian con las obligaciones religiosas y civiles, buscando siempre «adornar» la persona de Cristo con sus obras. Los puritanos eran extrema- mente disciplinados y coherentes con su fe. El rigor disciplinario que imponjan sobre sf terminé transformandose, en las genera- ciones futuras, en una fuerte demanda legalista. No obstante, en sus inicios se trataba sdlo de un medio para llegar a un fin: la santificaci6n y la gloria de Dios. Hoy vemos exactamente lo opuesto de todo esto en la prac- tica espiritual de la iglesia. Muchos argumentan que les falta tiempo para la practica devocional. En parte, es un hecho, pero tampoco tengo dudas de que vivimos en un momento de in- consistencia respecto a las exigencias de nuestra fe en Cristo. Cuando los cristianos del desierto, y aun los puritanos del siglo 16, tenfan algtin vicio del caracter que reconocfan ser contrario al camino de la santidad propuesto en las Escrituras, luchaban con celo, humildad y temor delante de Dios hasta experimentar 128 CuIDA TU CORAZON la transformacién operada por su gracia. Hoy en dia la practica es.un poco diferente. Siencontramos algtin vicio del caracter que ofende la santidad y justicia divinas, rapidamente buscamos a un especialista en identificacién de demonios y, en un acto de exorcismo, amarramos ese mal y nos libramos de sus ataduras. Tanto para los Padres del desierto como para los puritanos, la lucha contra el pecado era siempre una lucha contra nosotros mismos, contra el pecado que habita en nosotros, contra nuestra vieja humanidad. La lucha no era fuera de nosotros. Reconocfan que el agente del pecado y del mal era siempre el diablo, pero la lucha era contra la propia carne. Esto implicaba, la mayoria de veces, un cierto ascetismo y una renuncia a las pasiones, para alcanzar el verdadero placer en Dios. Cualquier practica ascética necesita tener en mente que el propésito de la vida cristiana y de la espiritualidad bfblica es nuestra transformacién en Cristo. Asf, «todos llegaremos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a una hu- manidad perfecta que se conforme a la plena estatura de Cristo» (Ef 4:13). Este es el objetivo de la vida espiritual. La madurez no viene por el conocimiento intelectual ni por las experiencias religiosas, sino por la transformacion en Cristo. La btisqueda de esta transformacion es el objeto del ascetismo. El rescate de las practicas ascéticas equilibradas, que preser- ven el caracter central y la eficacia de la cruz y de la gracia de Jesucristo, harfa, sin duda, una gran contribuci6n a la espiritua- lidad moderna. La busqueda casi obsesiva de la experiencia 0 del simple conocimiento ha llevado a muchos a perder de vista la naturaleza central de su vocacién, que es ser «santos» y vivir como «hijos del Padre celestial». Y para andar de un modo digno de nuestra vocacién es necesario una vez mas «golpear nuestro EL LUGAR DEL DESIERTO EN LA CONVERSION DEL CORAZON 129 cuerpo y dominarlo» para no ser descalificados y condenados como los del mundo. La santidad y la ética cristianas exigen de nosotros una postura ascética en relacién con el mundo. Imitacién de Cristo El deseo de servir a Dios en completa sumisi6n a su voluntad era tan intenso que los monjes del desierto no ahorraron ningin tipo de esfuerzo, fisico o psicolégico, para alcanzar este objetivo. Su compromiso con la vida monastica estaba més inclinado a una «imitacién de Cristo» que al rechazo del mundo. No estaban tan preocupados con el mundo y sus desviaciones, sino con Cristo y su Palabra. La «imitacién de Cristo» representa uno de los principios més radicales del estilo de vida de la tradicién monastica. El ascetismo y todas las demas practicas espirituales no tenfan otra finalidad que la de conducirlos a un estado de perfeccién que se encontra- ba tinicamente en Cristo. En verdad, buscaban una vida cristiana que fuese simplemente lo que debia ser, sin las complicaciones, distracciones y compromisos impuestos por la realidad eclesids- tica y social caracteristica del siglo 4. El ejemplo de Cristo debja seguirse en todas las cosas. Habia una gran preocupaci6n por la influencia de la ensefianza secular, fundado en las vanidades humanas. Imitar a Cristo era la manera mas saludable de romper con las demandas mundanas y de buscar una mente y un coraz6n mas puros y aptos para recibir la Palabra de Dios. Tomas de Kempis, quien vivid entre los siglos 14 y 15, escribié lo que tal vez es una de las obras espirituales mas conocidas y leidas: La imitacién de Cristo. En esta obra é1 afirma que Dios, en el dfa del juicio final, no investigara acerca de lo que lefmos sino de cémo vivimos nuestra vida: 130 CUIDA TU CORAZON Por eso camina siempre preparado y vive de tal modo que no te encuentre la muerte desprevenido. Muchos mueren repentina e inesperadamente; «porque a la hora que no penséis, el Hijo del Hombre vendrd» (Lc 12:40). Cuando venga la ultima hora, comenzards a juzgar de manera diferente toda tu vida pasada y sentirds el dolor de haber vivido tan negligentemente y sin compromiso.? Para Tomas de Kempis, nuestra vida tomarfa otro rumbo si consideraramos siempre cuan distantes estamos de nuestro ver- dadero hogar, presos en nuestro exilio, y cuan grande es el peli- gro de nuestra alma, constantemente expuesta en este mundo. La invitacion de Jestis al discipulado fue siempre una invita- cidn a seguirlo, a andar con él. Lo que sus discfpulos hacfan era, simplemente, vivir la vida al lado del Maestro. Iban con éla todos los lugares, buscaban imitarlo en los gestos sencillos y procura- ban obedecerlo en sus orientaciones y ensefianzas. No habia muchas elaboraciones sistematicas de la fe y de su significado, sino una vivencia radical de las implicaciones de los compro- misos y valores de la fe asumidos por el propio Sefior. Esta vivencia radical es la que llevaria a los discfpulos a un rescate de la imagen de Dios, el objetivo de todo discipulo: La imagen de Dios debe ser restaurada en el hombre de forma plena. EI fin pretendido nos es que el hombre vuelva a tener ideas correctas sobre Dios, ni que vuelva a situar sus actos aislados bajo la Palabra de Dios, sino que, totalmente, en cuanto criatura viva, sea imagen de Dios. El cuerpo, el alma y el espiritu, la persona entera del hombre debe llevar ° Tomas de Kempis, Imitagao de Cristo, Circulo do Livro, San Pablo, p. 45. EL LUGAR DEL DESIERTO EN LA CONVERSION DEL CORAZON 131 la imagen de Dios en la tierra. El beneplacito de Dios sdlo descansa en su imagen perfecta.”” Esta vivencia radical y comprometedora estaba amenazada. La fe perdia su seriedad a medida que el cristianismo se popu- larizaba y comenzaba a asumir el lugar de religién oficial, con todas los beneficios que esto representaba. Seguir a Cristo dejé de ser un proyecto radical de vida y servicio, para convertirse en un nuevo simbolo de posicién social. La «imitacién de Cristo» fue una tentativa de redescubrir el caracter radical del discipulado cristiano. La contribucién del monasticismo a nuestros dfas es que nos lleva a preguntarnos, una vez mas, acerca de cual es el lugar y el significado del discipulado cristiano hoy. éCémo podemos y debemos vivir la vida cristiana? O, utilizando el mismo lenguaje de los Padres del desierto, écémo podemos imitar a Cristo en el mundo moderno, cuando el cristianismo se torna cada vez mas popular, atrae adeptos de todas partes y crea un modus vivendi que, bajo varios aspectos, niega la fe evangélica? El sociélogo Paul Freston escribid un libro titulado Fe Crista e Crise Brasileira (Fe cristiana y crisis brasilefia), en uno de cuyos capitulos habla sobre el tema de la posesién de bienes y la suma importancia del discipulado biblico. A través de su lectura podemos tener una rapida nocién de lo que implica para el cristiano seguir a Cristo hoy. Mientras que en la actualidad vemos que el espiritu del capitalismo neoliberal determina que la prosperidad material es el tinico camino de verificaci6n de la presencia y bendicion de Dios, Freston nos presenta la opcién de lasencillez como un camino de libertad para la vida y la procla- 1 Dietrich Bonhoeffer, EI precio de la gracia, Sigueme, 1986, p. 211. 132 CUIDA TU CORAZON macién profética. Lo que los Padres del desierto proponian al hablar de «imitar a Cristo» era simplemente el rescate de la naturaleza radical del discipulado cristiano. Tal vez hoy el desafio monastico deba ser abordado no sdlo como el recuerdo de un pasado lleno de controversias sino como una opcién que se renueva en la perspectiva de rescatar los ideales del cristianismo primitivo, que cada dia se corrompen por una espiritualidad secularizada y manipuladora. Protesta A excepcién de otros grupos, el monasticismo nacié en ruptura con la iglesia. Tenia un ideal, un estilo de vida y una propuesta institucional que buscaba establecer su propia identi- dad, independiente o aun superior a la de la iglesia institucional. «El cambio hacia el desierto representé tanto una protesta como una afirmacion. Fue una protesta contra una estructura ecle- sidstica excesivamente institucionalizada y decadente, y una reafirmacién de la ensefianza del evangelio para afrontar los cambios de su tiempo.» EI proceso de conciliacién en el que se instalé la iglesia des- pués de la conversién de Constantino al cristianismo (siglo 4), especialmente después de Ia alianza firmada entre la iglesia y el Estado, llevé a los cristianos preocupados con los ideales primiti- vos a buscar nuevas formas de espiritualidad y vida comunitaria, en las que los ideales de la religién, como, por ejemplo, la renuncia, encontraran nuevamente su lugar y significado. Asf, el monasticismo fue un movimiento de contracultura, tanto dentro como fuera de la propia iglesia: 4 Gannon y Traub, op. cit., p. 31. EL LUGAR DEL DESIERTO EN LA CONVERSION DEL CORAZON 133 Los santos predicaban la necesidad del camino y la puerta estrechos. Pero el camino ancho con el cual ellos compara- ban al camino estrecho no era solamente el camino del mundo sino el camino del mundo dentro de la iglesia; de los obispos que buscaban la riqueza; de las personas que, aun denomindndose cristianas, eran en verdad paganas en el coraz6n; de los hombres que, inmediatamente después de que eran ordenados sacerdotes, aumentaban el tamafio de sus vestiduras, cabalgaban sobre caballos vistosos de respira- cién ahogante y habitaban en casas con muchos cuartos, con puertas esculpidas y roperos pintados. El monje temia a la serpiente en el pasto verde, porque con el enemigo declara- do y confeso él podria encontrarse y luchar.”” Aqui podemos entender la raz6n del radicalismo del movi- miento monastico y su importancia para la iglesia a comienzos del siglo 21. Hoy existen muchas serpientes que se mezclan en el pasto verde y envenenan la fe y el corazon de muchos cristianos ingenuos y desinformados. Lo que nos preocupa no es aquello que vemos, los enemigos que ya conocemos, sino aquellos que no conocemos, que se mezclan con nosotros y hacen su identificacién extremamente dificil. Es contra este enemigo que debemos protestar y reaccionar, un enemigo que se encuentra dentro y no fuera, y que se mezcla con nosotros al punto de tornarse uno de nosotros. Los movimientos espirituales a lo largo de la historia de la iglesia se caracterizan siempre por un espiritu reformador y profético. Cada uno respondié a una realidad especifica de su tiempo. En la Biblia encontramos, entre otros, movimientos reno- vadores como el de Josfas (2R 22-23), quien, al redescubrir el ¥ Ibid., pp. 22-23 (Se cita de Herbert Workman, Monasticism, It’s Ideals and History, Williams and Norgate, Londres, 1901, p. 28). 134 CUIDA TU CORAZON libro de la ley, que estaba literalmente perdido, llevé al pueblo a la renovacién de la alianza con Dios y a un proceso purificador y transformador de la realidad espiritual y social, que se encon- traba corrompida. Podriamos citar también las reformas en tiempos de Nehemias y otras. La Reforma protestante del siglo 16 también tuvo un poco de éste espiritu reformador y profético, en un contexto de corrupcién religiosa que exigié el coraje, la fe yladeterminacion de hombres como Lutero, Calvino y Zwinglio, entre otros. El movimiento mondstico también puede ser en- cuadrado entre los movimientos de reforma y renovacién de la iglesia: El éxodo hacia el desierto de un importante ntimero de creyentes fue, ante todo, un movimiento del Espiritu, y seria un error juzgarlo meramente como una reacci6n a un estado de decadencia social e eclesial o como una corriente de pre- servacién ante inminentes desastres politicos y econdmicos. [Fue, mas bien] un factor de respuesta a una crisis en la cristiandad... La vivencia de la fe perdia su seriedad con el aumento, ya en masa, de conversiones, con la disminucién de la persecucién y de los martirios, y con el prestigio temporal del cristianismo. La memoria de Cristo crucificado y su seguimiento radical estaban en peligro. No queda duda de que vivimos, también hoy, momentos de mucha confusion y crisis institucional. Existen muchos que se levantan a hablar en nombre de los evangélicos, proponiendo 8 Segundo Galilea, A sabedoria do deserto. Atualidade dos padres do deserto na espiritualidade contemporanea, Ediciones Paulinas, San Pablo, 1986, p. 22. (Original castellano: El alba de nuestra espiritualidad: vigencia de los Padres del desierto en Ia espiritualidad contempordnea, Ediciones Narcea, Madrid, 1986). EL LUGAR DEL DESIERTO EN LA CONVERSION DEL CORAZON 135 alianzas politicas y econdmicas con grupos 0 personas cuya ética pone sus intenciones bajo sospecha. La gran protesta que necesitamos manifestar hoy es la protesta a favor de una ética cristiana y de una espiritualidad centrada en la Biblia e inspirada en la historia. Estn sucediendo cosas en nombre del evangelio que no tienen nada que ver con la ensefianza de Jestis. Si queremos preservar los ideales del cristianismo primitivo, sera necesario elaborar y manifestar nuestra protesta por muchas cosas que estén merodeando por ahi. En la ponencia que present6 en el Primer Congreso Nacional de la Asociacién Evangélica Brasilefia (AEVB), Paul Freston afirmé lo siguiente: Cuando una iglesia crece, se transforma, se hace mas pare- cida a la sociedad. Por un lado, la iglesia evangélica se hizo, como en la Edad Media, triunfalista, supersticiosa y mercan- tilista. Esto nos hace recordar dos reacciones diferentes, pero igualmente validas, que pueden orientar nuestra accion hoy. Primero, en el siglo 4 surgid el movimiento monastico para guardar la pureza de la fe. Estamos en una situacién pareci- da: cada vez menos podemos guiarnos (y dejar que los nuevos conversos 0 nuestros propios hijos se orienten) por la interposici6én de la comunidad evangélica. Necesitamos ser contraculturales en la iglesia, no solamente en la sociedad. Por eso necesitamos de equivalentes evangélicos del monas- ticismo que preserven la fe contracultural, que valoren lo pequejio y busquen una vida cristiana mas seria y abnegada. En segundo lugar, en el siglo 16 surgié la Reforma protes- tante, la tentativa de cambiar la cara de toda la iglesia, o de la mayor parte posible. Necesitamos trabajar en los dos niveles, en el micro y en el macro." 4 Paul Freston, en Ultimato, no. 230 (setiembre 1994). 136 CUIDA TU CORAZON La protesta, como ya vimos, caracteriz6 a todos los movimien- tos reformadores de la historia del cristianismo. De ella nacen todas las reformas. La protesta precede a todos los cambios. Necesitamos de los instrumentos teolégicos y sociales que nos ayuden a mirar y a entender a la iglesia de hoy. Necesitamos rescatar a los profetas de la modernidad. La protesta no es la obra de mi inconformismo personal, sino de la pérdida del caracter del evangelio. Histéricamente, ella siempre existié en momentos de gran crecimiento de la iglesia y de la consecuente popularizaci6n del mensaje cristiano. La protesta siempre apunta aun retorno a los orfgenes, no en la forma, sino en el contenido. Es un movimiento espiritual y no necesariamente politico. Es un proceso que involucra el lavar el rostro de Dios, deshonrado por nuestro pecado y ambicién. Soledad y contemplaci6n Normalmente, cuando se habla de soledad y contemplacién, nos viene de inmediato a la mente la figura de los viejos ermi- tafios, sumergidos en una soledad total, alienados del mundo y de sus problemas, 0 la de los monjes clausurados en viejos mo- nasterios, debatiendo sobre el viejo tema de cudntos angeles pueden bailar en la cabeza de un alfiler. En verdad, se trata de una prdctica espiritual que fue totalmente ignorada por el cris- tianismo occidental y que trajo una gran contribucién a la espiritualidad en la Edad Media. E] mundo moderno desarroll6é una espiritualidad mas inclinada al trabajo que al silencio y la contemplacién. Aqui destacaremos el valor de esas disciplinas espirituales en el proceso de crecimiento y transformaci6n de la vida cristiana. Es interesante notar que los grandes descubrimientos cienti- ficos no sucedieron dentro de los laboratorios, por medio de eT EL LUGAR DEL DESIERTO EN LA CONVERSION DEL CORAZON 137 cientificos rodeados de libros, formulas o productos quimicos, sino a través de personas que, por ral silencio ylacontemplaci6n, consiguieron captar fendmenos que, aunque estaban presentes en el mundo, no eran percibidos por quienes tenian su mente ocupada en otras cosas. Se cuenta que Isaac Newton, matema- tico inglés del siglo 17, se encontraba sentado en el jardin cuando vio que una manzana cayé de un Arbol. Esto le llevé a preguntarse: «¢Por qué esta manzana cayé y no floté o se elevé en el aire?» Meditando sobre el asunto, estudié hasta llegar a la conclusion de que todos los cuerpos son atrafdos hacia el centro de la tierra. Después dio un paso mas y descubrid que los planetas también son atrafdos hacia el sol y, por fin, llegé a formular la ley de la gravitacién universal, que explica el movi- miento de todos los cuerpos celestes. Las conclusiones de Newton demoraron aproximadamente siete afios. Fueron siete afios de observaci6n, imaginaci6n y contemplacién. Como Isaac Newton, muchos otros cientificos, que en verdad eran conside- rados sabios, usaron la imaginacién y la paciencia contemplativa para llegar a conclusiones cientfficas que revolucionaron al mundo. Si para descubrir los fenémenos de la naturaleza, que son tan claros y evidentes para nosotros, es necesario cultivar paciencia y contemplacién, écuanto mas exigiré de nosotros el penetrar en los misterios de Dios y de la vida? Hablar sobre el silencio y la contemplacién en nuestra socie- dad moderna parece ser un asunto contrario al sentido comtin. Lo que define la espiritualidad de un cristiano moderno es su agenda repleta de compromisos que lo mantendr4n ocupado todo el dia con reuniones, trabajos de evangelizaci6n, prédicas, visitas, etcétera. Las iglesias no desean como lider a un pastor que pase algunas horas del dia apartado en silencio y oraci6n; casi siempre buscan alguien que sea «dindmico», Ileno de nuevas a 138 CUIDA TU CORAZON ideas, siempre listo para movilizar a la iglesia hacia grandes emprendimientos, activo y que no desperdicie su tiempo en acti- vidades no productivas. Nuestros cultos y nuestra vida religiosa necesitan ser llenados de manera que no queden espacios vacios, pues, para el ser humano moderno, el silencio acttia como la presencia de una persona inoportuna que insiste en denunciar nuestros fracasos. No hay nada que intimide més, en un culto o en una reunion de oracién, que los espacios vacfos entre una oraci6n y otra. Si estos espacios no son llenados rapidamente por oraciones 0 cAnticos, ellos lo son por los gritos de aleluya. Segin Richard J. Foster, en lasociedad contempordnea nuestro adversario se especia- liza en tres cosas: ruido, premura y multitudes. Si él puede mantenernos empefiados en la cantidad y en la muchedum- bre, descansara satisfecho.’° La televisi6n, la radio y el pasacasete se transformaron en los amigos de las personas solitarias. Necesitamos de algan ruido, del movimiento, de grandes proyectos para sentirnos «vivos». Elsilencio, para los padres del desierto, no significa sdlo el no hablar, sino también una postura delante de Dios y de nosotros mismos. Es un silencio que nos habilita a escuchar, meditar y contemplar las obras y los misterios de Dios. Ellos decian: «Un hombre puede parecer silencioso, pero si en su corazon esta condenando a los demés, esta hablando sin cesar.»’® En la me- ditacion esotérica el silencio es una tentativa de desocupar la mente, mientras que el silencio y la contemplaci6n cristianos son os ¥ Foster, op. cit., p. 27. %6 Segundo Galilea, op. cit., p. 56. ne EL LUGAR DEL DESIERTO EN LA CONVERSION DEL CORAZON 139 una tentativa de desocupar la mente de los pensamientos huma- nos y llenarla con los pensamientos de Dios. «El silencio es mucho mas que la ausencia del habla. Esencialmente, silencio es escuchar.»'” El salmo afirma: «Quédense quietos, reconozcan que yo soy Dios» (Sal 46:10a). El profeta también dice lo siguiente: «El Sefior est en su santo templo; iguarde toda la tierra silencio en su presencia!» (Hab 2:20). El silencio y la contemplaci6n en la tradicién cristiana son la postura que asumimos delante de Dios para escuchar su voz. Los cristianos ortodoxos entendieron mejor esta necesidad del corazén y del alma humana. Desarro- llaron a lo largo de la historia una fuerte tradicién contemplativa. La oracién para ellos es mucho mas una cuestién de ofr que de hablar. En vez de presentar a Dios «la lista de compras» con suplicas y gratitudes, ellos buscan aguardar en silencio para ofr lo que Dios tiene para decirles y luego responder en oraci6n. Para ellos, el gran ejemplo de oracién en la Biblia es Maria, la madre de Jestis, quien sdlo respondié al angel diciendo: «Aqui tienes a la sierva del Sefior. Que él haga conmigo como me has dicho» (Le 1:38). La oracién es nuestra respuesta a la propuesta y al llamado de Dios. La primera palabra es siempre la de Dios; a nosotros nos toca la segunda palabra: la respuesta. Keneth Leech” presenta tres razones para justificar la impor- tancia del silencio y la soledad. Primero, nos ayudan a conocer- nos a nosotros mismos, lo cual es un paso fundamental para el conocimiento de Dios. Segundo, abren nuevos caminos para una experiencia mas profunda y contemplativa en la oracién, *” Francis Kelly Nemeck y Marie Theresa Coombs, The Way Of Spiritual Direction, A Michael Glazier Book, The Liturgical Press, Minnesota, 1936, p. 199. 18 Kenneth Leech, Spiritual and Pastoral Care, Cowley Publications, Massachusetts, 1989, pp. 20, 21. 140 CUIDA TU CORAZON partiendo de la oracién que el Espiritu Santo realiza en nosotros. Tercero, son elementos importantes en la practica pastoral. Nada es més titil y necesario en el cuidado pastoral y en la practica de la direccién espiritual que la habilidad para ofr, nutrida por la contemplacién. Las personas buscan pastores que posean quie- tud interior mas que cualquier otro don pastoral. Para Leech, el silencio es el camino por el cual nosotros nos acercamos a la Palabra divina, la digerimos y la absorbemos de tal forma que ella se convierte en una parte de nuestro ser y nos transforma. Las pardbolas fueron la forma que Jests prefirié usar para comunicar los misterios de su Reino. Eran historias comunes, ca- suales, sobre semillas, ovejas, hacendados y banquetes. A través de las mismas, Jestis queria estimular la imaginacién de sus oyentes, para que entendiesen los misterios del Reino de Dios. El no buscaba presentar férmulas y conceptos previamente defi- nidos de manera paternalista, como un profesor en la clase. Las parabolas no eran ilustraciones que facilitaran la comprensién de los conceptos filoséficos de la teologia. Mas bien exigian de los oyentes atencién, silencio, imaginacién y contemplacién para ser entendidas. Se trataba de un ejercicio de la paciencia y de la fe. El apdstol Pablo afirma que somos el templo del Espiritu Santo, el lugar de su morada. El Espiritu est4 en nosotros y vive en nosotros. éPor qué, entonces, muchos cristianos de hoy no gozan de la vida del Espiritu? éSera que es sdlo porque atin no lo han experimentado plenamente? Puede ser. No obstante, imagino que la gran dificultad que muchos cristianos enfrentan en su vida espiritual no pasa por la necesidad de tener mas experiencias sino por la de volverse hacia adentro del alma y del corazén para conocer, en efecto, al Dios que habita allf. Para duan Casiano (365-435 d.C.), la liberacién de los impulsos frenéticos, que frecuentemente nacen de nuestras inquietudes EL LUGAR DEL DESIERTO EN LA CONVERSION DEL CORAZON 141 interiores, nos conduce a una verdadera y libre comunién con Dios y con los seres humanos."® Para San Juan de la Cruz, el silencio nos lleva a una crisis purificadora. En su libro La noche oscura, donde describe su desierto personal, él afirma que el sufrimiento nos libera de la de- pendencia de los resultados externos. Nos dejamos impresionar cada vez menos por la religién de los grandes acontecimientos, de los templos, el dinero y los milagros, para preocuparnos cada vez més con aquello que realmente necesitamos. Nos preocupa- mos cada vez menos por nuestro destino y nos colocamos mas y mas en las manos de Dios y en la de los demas. Este camino de regreso al coraz6n, del encuentro con nuestra alma, sélo puede ser recorrido a través del silencio y de la contemplacién. Ofr el veredicto que Dios tiene de nosotros .exige silenciar otras voces y ruidos, para escuchar sélo la voz de Dios. «Aquiétate en la soledad y encontrards al Sefior en ti mismo» (Teresa de Avila). Es importante afirmar, una vez més, que el Espiritu Santo habita en nosotros, sélo que no lo escuchamos porque estamos demasiado inquietos y con el coraz6n repleto de voces. «Mas se atiende a las palabras tranquilas de los sabios que alos gritos del jefe de los necios» (Ec 9:17). Se evita la practica del silencio porque es a través de éste que los fantasmas del alma, los miedos y las angustias que viven en los escondites del coraz6n, surgen con todo su poder y terror. Sin embargo, también a través del silencio encontramos el poder de Dios que hace perecer los fantasmas y los miedos, y renueva en nosotros la alegria de la paz y de la comunién intima con el Sefior. 9 Robin Maas y Gabriel Odonnell, Spiritual Traditions for the Contemporary Church, Abingdon Press, Nashville, 1990, p. 64. CUIDA TU CORAZON 1. En un primer momento, el silencio es pura privacién, carencia, vacio tedioso, un desprenderse de las personas, de las cosas y de las actividades atrayentes. El silencio es percibido como intitil, como aborrecido, como pérdida de tiempo. Lleno de eco, confuso, desconectado, ansioso de las cosas dejadas atras, Preocupado con lo que viene por delante, carente de compaiiia y ocupacién, exigente de distracciones. Il. Pero cuando se pasa este momento, el silencio se hace palabra. Los fantasmas escondidos comienzan a salir a la luz y a gritar todas las exigencias. Antes trabajaban en la clandestinidad, enmascarados y escondidos en el activismo, en proyectos y relaciones, y pasaban casi desapercibidos. Sin embargo, también la vida embravecida comienza a brotar mas firme y sélida, y nos sorprende la profundidad ignorada que surge en nosotros mismos, a partir de nuestra apertura hacia el infinito Dios. IIL El silencio, entonces, se transforma en lucha cuerpo a cuerpo con los vicios del alma, y con los fantasmas y sus ejercicios de miedos, y las nuevas exigencias de una autonomia inagotable. El silencio es tenso, implacable y decisivo. EL LUGAR DEL DESIERTO EN LA CONVERSION DEL CORAZON 143 En la lucha, algo en mf muere, algo vuelve a ser clandestino, pero también algo nuevo se afirma. Salgo, sin embargo, marcado por la agonia del arrepentimiento, y transformado por el Espiritu. IV. El silencio se cristaliza delante de esta acogedora y santa presencia. Se pasa de la locura del «cronos» al descanso del «sabat» y ala plenitud de un

Você também pode gostar