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II. Con vistas al hombre por evangelizar
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al futuro. Planifica con años y décadas de anticipación. Prevé y, más que proyectar, se
proyecta.
b. Aunque parezca contradictorio, porque tanto insistimos en el pasado (la historia),
miramos sobre todo el porvenir. Es una nueva forma de redescubrir la tensión escatoló-
gica del cristianismo. Esto supone también un nuevo arte de relativización de aconte-
cimientos, estructuras, modalidades. La mirada nostálgica (y aún ejemplar, retrospecti-
va) debe ser reemplazada por una visión esperanzada y en prospectiva. Se retiene lo
modélico e inspirador del pasado, pero la vitalidad resurreccional inherente a la Iglesia
(y que condiciona y determina su pastoral) sugiere inventiva y creatividad. No pare-
cemos vivir en el otoño, sino en la primavera.
c. En lo formativo se dan requerimientos nuevos, para perfilar un agente de pasto-
ral hecho a la nueva dinámica social e histórica. Una primera exigencia: la información.
Luego, la lectura de la computadora de datos (lectura crítica evangélica, además de la
mera interpretativa social). En seguida la metodología: activa, comunitaria, dialogal (con
este mundo y su hombre).
3. Un hombre en situación
En la tensión pasado-futuro de la cuerda del tiempo hay que aproximarse al hombre
contemporáneo, al que pertenecemos todos. Esto supone:
• Sólido conocimiento de la sociología. Lo social, lo político, lo ideológico. La agru-
pación, confrontación y tendencias de las ideas fuerza y de las fuerzas poder.
• Penetrante dominio de la psicología, del ser humano en su realidad profunda. Lo
incambiable y lo evolutivo. Más que lo epifenoménico (modos y modas), lo nece-
sario, lo verdaderamente real de las profundidades de la conciencia de este hom-
bre.
• Aproximación debida a lo relacional. Particularmente a los medios masivos de
comunicación social.
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miento enfocado «desde Dios», o sea, a la luz de su Revelación; por tender a capacitar a
quienes serán, después del obispo y en nombre de éste, evangelizadores y catequizado-
res (por sí mismos o por auxiliares a quienes deberán orientar) del pueblo de Dios; por
tener que ser instrumentos primarios del diálogo ecuménico, en el que la Palabra de
Dios escrita desempaña un papel preponderante. Varios serán también los modos de esa
iniciación: el estudio directo de los libros bíblicos y su comentario (exégesis), la compe-
netración bíblica de las restantes materias teológicas y la animación del movimiento
bíblico en las comunidades.
En síntesis