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¿Cuál es el papel de Dios en la aparición del mal?

“Dios quiere antecedentemente el bien, y consecuentemente lo mejor. En lo que se refiere al


mal, Dios no quiere en absoluto el mal moral [pecado], y no quiere de una manera absoluta
el mal físico o los sufrimientos; y es por eso por lo que no existe predestinación absoluta a la
condenación; y puede decirse del mal físico que Dios lo quiere muchas veces como una pena
debida a la culpa y con frecuencia también como un medio adecuado a un fin, es decir, para
impedir males mayores o para obtener los mayores bienes. [...] y algunas veces contribuye [la
pena] a la consecución de una mayor perfección de quien lo sufre, como, por ejemplo, el
grano que se siembra está sujeto a una especie de corrupción para germinar; y esta es una
bella comparación de la que se sirvió el propio Jesucristo” (Juan 12:24) (111)

“Dios quiere antecedentemente el bien, y consecuentemente lo mejor. En lo que se refiere al


mal, Dios no quiere en absoluto el mal moral [pecado], y no quiere de una manera absoluta
el mal físico o los sufrimientos; y es por eso por lo que no existe predestinación absoluta a la
condenación; y puede decirse del mal físico que Dios lo quiere muchas veces como una pena
debida a la culpa y con frecuencia también como un medio adecuado a un fin, es decir, para
impedir males mayores o para obtener los mayores bienes. [...] y algunas veces contribuye [la
pena] a la consecución de una mayor perfección de quien lo sufre, como, por ejemplo, el
grano que se siembra está sujeto a una especie de corrupción para germinar; y esta es una
bella comparación de la que se sirvió el propio Jesucristo” (Juan 12:24) (111)

“Dios quiere antecedentemente el bien, y consecuentemente lo mejor. En lo que se refiere al


mal, Dios no quiere en absoluto el mal moral [pecado], y no quiere de una manera absoluta
el mal físico o los sufrimientos; y es por eso por lo que no existe predestinación absoluta a la
condenación; y puede decirse del mal físico que Dios lo quiere muchas veces como una pena
debida a la culpa y con frecuencia también como un medio adecuado a un fin, es decir, para
impedir males mayores o para obtener los mayores bienes. [...] y algunas veces contribuye [la
pena] a la consecución de una mayor perfección de quien lo sufre, como, por ejemplo, el
grano que se siembra está sujeto a una especie de corrupción para germinar; y esta es una
bella comparación de la que se sirvió el propio Jesucristo” (Juan 12:24) (111)

“Dios quiere antecedentemente el bien, y consecuentemente lo mejor. En lo que se refiere al


mal, Dios no quiere en absoluto el mal moral [pecado], y no quiere de una manera absoluta
el mal físico o los sufrimientos; y es por eso por lo que no existe predestinación absoluta a la
condenación; y puede decirse del mal físico que Dios lo quiere muchas veces como una pena
debida a la culpa y con frecuencia también como un medio adecuado a un fin, es decir, para
impedir males mayores o para obtener los mayores bienes. [...] y algunas veces contribuye [la
pena] a la consecución de una mayor perfección de quien lo sufre, como, por ejemplo, el
grano que se siembra está sujeto a una especie de corrupción para germinar; y esta es una
bella comparación de la que se sirvió el propio Jesucristo” (Juan 12:24) (111)

“Dios quiere antecedentemente el bien, y consecuentemente lo mejor. En lo que se refiere al


mal, Dios no quiere en absoluto el mal moral [pecado], y no quiere de una manera absoluta
el mal físico o los sufrimientos; y es por eso por lo que no existe predestinación absoluta a la
condenación; y puede decirse del mal físico que Dios lo quiere muchas veces como una pena
debida a la culpa y con frecuencia también como un medio adecuado a un fin, es decir, para
impedir males mayores o para obtener los mayores bienes. [...] y algunas veces contribuye [la
pena] a la consecución de una mayor perfección de quien lo sufre, como, por ejemplo, el
grano que se siembra está sujeto a una especie de corrupción para germinar; y esta es una
bella comparación de la que se sirvió el propio Jesucristo” (Juan 12:24) (111)

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