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Las zonas sedentarias disfrutaban de una unidad provincial bien definida, más autónoma e
independiente, con una cabeza dinástica autorizada para exigir trabajo y tributo.
Se diferenciaban del resto al vivir de un oficio particular o del comercio más que de la prevalente
agricultura intensiva.
Eran dependientes de un gobernante o de algún noble, estaba fuera del marco general de los
derechos y deberes públicos.
La posición de los dependientes indígenas permanentes era algo ambigua: podían ser
considerados por debajo de los plebeyos comunes, pero en casos individuales podían ser
poderosos y partidarios recompensados de un señor noble.
Una ciudad-provincia española, en la forma existente en el mundo español de las Indias, carecía de
subdivisiones firmes, caracterizándose por un gran número de ramificaciones y estructuras que
partían de un núcleo y se extendían hacia los márgenes.
La provincia estaba dividida en dos partes, no en un sentido estrictamente territorial, sino que
cada mitad estaba representada por subunidades en todos los sectores del territorio, y cada una
de ellas encabezaba por distintos linajes dinásticos.
En la organización, hubo un menor énfasis en las herencias de padres a hijos que en las del
hermano mayor al menor.
Para los hombres prominentes, la poligamia era formal, pero entre los españoles era más bien
informal.
Los mexicanos del centro, por ejemplo, se inclinaban a considerar algunos oficios como condición
intrínseca de nobleza.
El papel de la nobleza, al igual que el pago del tributo y el suministro de mano de obra, encontró
un amplio espacio en el nuevo sistema.
La unidad provincial indígena, sus límites dictaron la encomienda, la parroquia, el pueblo indígena
de estilo hispánico y la unidad administrativa local.
El cultivo cambiaba de lugar rápidamente, y con el tiempo ocurría lo mismo con los poblados.
Incluso en los poblados individuales, aunque pudieran disponer de jefes guerreros y estar algunas
veces organizados en sofisticadas subunidades simétricas, no disponían de jefes dinásticos que
exigieron tributo, que dieran estabilidad a la unidad y unificaran la dirección.
La unidad más sólida de la sociedad radicaba en el grupo extenso del mismo linaje, que a veces
vivía bajo el mismo techo en una casa grande y normalmente bajo el liderazgo del varón más viejo.
Tercer tipo de sociedad indígena fue el de la población no sedentaria, que erraba en su territorio
en pequeñas bandas, viviendo de la caza o de la recolección.
Tuvieron pocos puntos de contacto social con la población sedentaria, fuera indígena o europea.
Casi todos los mecanismos sociales mediante los cuales los españoles intentaban dominarlos,
absorberlos o exportarlos, tomaban la forma de eliminación brutal y total de su propio contexto.
Los españoles regularmente recurrían a la esclavitud para someter a este tipo de población en los
límites no sedentarios.
Creación de un asentamiento totalmente nuevo, llevada a cabo bajo los auspicios oficiales, en
lugar arbitrariamente escogido y con gente recogida de cualquier subgrupo que lograban atraer
hacia el mismo.
La misión estuvo inspirada en las formas indígenas de estilo hispánico de las áreas centrales y
disfrutó exteriormente del mismo tipo de gobierno y oficiales indígenas.
La fuga individual y masiva desde los nuevos asentamientos fue endémica, y las enfermedades en
tales concentraciones de gentes, pequeñas en su totalidad, causaron a menudo su casi extinción.
Las misiones generaron cierto número de indígenas preparados para vivir y realizar tareas al estilo
hispánico.