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INTRODUCCIÓN

Con el título del presente ensayo intento comunicar la idea de que con
una herramienta básica, se pueden construir grandes aparatos, enormes
sistemas que describen a su vez las mismas herramientas con las que son
construidos, un ensayo corto acerca de un ligero rasgo de la gigantesca
filosofía.
La pregunta central es: ¿debe tener la filosofía una función específica?,
cuestión que abordare desde el punto de vista del proceso evolutivo de la
filosofía, sin profundizar en detalles, pero indicando lo mas significativo que a
este respecto ha ocurrido en su proceso de transformación a la misma filosofía.
DESARROLLO

¿La Filosofía debe tener una función específica o única?

La primera impresión nos dice que esta es una pregunta a la que


corresponde una respuesta sencilla. En cierto modo esto es verdad,
considerando en primer lugar que la filosofía es una creación humana, y como
tal está sujeta a las características que tienen las creaciones humanas, una de
estas características, la que me interesa, es que la creación humana está
impulsada a nacer con el fin de satisfacer una necesidad, y satisfacer una
necesidad es un propósito, una función, y en sí misma la función primordial de
la filosofía (o una de sus funciones primordiales) desde su origen, es la
búsqueda de unificación de los principios del saber y la búsqueda de la verdad
conforme a dicha unificación, por lo tanto la filosofía debe tener una función, ya
que se le otorga desde su origen.
Al parecer la respuesta esta dada, pero aún faltan conocer ciertos aspectos
acerca no tanto de cuál es la función de la filosofía, sino de cuáles han sido las
necesidades humanas a las que ha tenido que responder adquiriendo por estas
diferentes funciones o incluso si a lo largo de su propia evolución se ha
presentado siempre con la misma función. Entonces la pregunta es: ¿cuál o
cuáles son las necesidades a las que la filosofía ha tenido que responder?
Las necesidades que busca satisfacer la práctica filosófica se han ido
transformando con el tiempo y en los distintos lugares, siguiendo los factores
que le marcan el contexto histórico y socio-cultural, por lo que servirá un
vistazo a estas transformaciones.
Vayamos entonces al origen concreto de la filosofía. Como actividad
intelectual específica y como forma del saber organizada y estructurada,
comienza con los griegos, que daban al término filosofía dos acepciones: la
primera es la cultura general, también llamada paidea. En la segunda, el
término indica una disciplina científica definida, un saber fundamental que tiene
por objeto los principios mas elevados de lo real, los principios primeros, las
estructuras más generales del ser y, Dios mismo, no bajo un aspecto mitológico
o dogmático-religioso, sino en el marco puramente racional. Esto es lo que
Aristóteles llama “filosofía primera”. Son entonces éstos propósitos originales
de la filosofía las primeras necesidades que la misma buscaba satisfacer, y a
partir de entonces, luego de Aristóteles y Platón, se fueron transformando
dichas necesidades con los sucesores de sus escuelas, los cuáles hicieron
algunas transformaciones a estos esquemas, y la concepción filosófica,
comenzó a sufrir un proceso de empobrecimiento. Con el inicio de la era del
imperio romano, el proceso de empobrecimiento de la concepción helenística
aumentó debido en gran parte a la acentuación de un interés (el interés más
como una necesidad) religioso tanto en la cultura como en la gente común,
debido a las condiciones políticas predominantes por la constante expansión
del imperio romano. Este cambio provocó que la filosofía se fuera impregnando
de aspectos religiosos. Antes de la consolidación y difusión del cristianismo en
todo el imperio se dan las continuaciones de algunas corrientes griegas como
el neoplatonismo y el neopitagorismo, que luego quedarían relegadas por la
imposición ante estas, de la filosofía que acentúa su fisionomía de “arte de la
vida”, que es una concepción que prepara el distanciamiento del mundo
sensible y para la contemplación de lo inteligible. Con la posterior difusión del
cristianismo en el mundo antiguo, la filosofía se encuentra con un conflicto
mayor, ahora no solo tiene que responder a la anterior tendencia religiosa, ya
que ha dejado de ser una tendencia y se ha impuesto como una doctrina
completa, ahora tiene que obedecer a un sistema doctrinal, y la filosofía por
principio no lo acepta, lo que la convierte en enemiga, transformándose
drásticamente la concepción aristotélica de “filosofía primera”. La filosofía sufre
entonces un rechazo radical por parte del cristianismo. Pero el sentido
aristotélico de “filosofía primera” no se pierde del todo y es rescatada en la
Edad Media en casos como el de santo Tomás, quien defendía que se deben
demostrar racionalmente las verdades que son necesarias para la fe misma;
“No se puede creer en lo que Dios ha revelado, si no se sabe, racionalmente,
que Dios existe”. Entonces la filosofía es usada para ilustrar con similitudes las
verdades de la fe, a mostrar su coherencia interna y a defenderlas contra
objeciones.
En el Renacimiento, al inicio de la edad moderna, se retoman las
concepciones de los principales filósofos griegos, ya que la necesidad es ahora
el conocimiento del Hombre, y escuelas filosóficas como la de Aristóteles se
toman como modelos principales, y se mantienen vigentes aún hasta mediados
de esta edad. Los modelos cambian con la llegada de filósofos como René
Descartes con su escepticismo metódico, consistente en poner en duda todo
aquello que se considera como verdadero para llegar a un conocimiento
seguro, pero aún Descartes conserva algo de la concepción aristotélica de la
filosofía, poniendo a la metafísica como la raíz del árbol de la ciencia. En la
edad moderna la filosofía se configura, sobre todo como una crítica del
conocimiento, tanto en escepticistas como en empiristas (las dos grandes
corrientes de la época), en filósofos como Locke y Hume. Aún con esta
concepción, la visión general (que caracteriza al empirismo anglosajón) es que
sigue siendo un saber ordenado sistemáticamente y dirigido a la utilidad del
hombre. Es en Hume donde la filosofía toma la concepción de saber
responsable respecto a la sociedad, dotándole del deber de garantizar el bien
individual y social. Esta es el concepción que se toma tiempo después en la
Ilustración, D’Alembert da a la filosofía la función no solo de unir y ordenar
ideas, sino también de comunicarlas. Pero entonces a la filosofía se le
consideraba como una disciplina del todo. Según la definición del ilustrado
alemán Wolff, la filosofía es: “el saber de todas las cosas posibles, y de cómo y
porqué son posibles”. Es entonces cuando Kant propone el criticismo con el
propósito de marcar una diferencia entre ciencia y filosofía, quitando el carácter
absoluto. El idealismo alemán se opone al criticismo Kantiano, con Hegel y su
concepción de la filosofía, según la cual esta es “la consideración pensante de
los objetos”. Dicha consideración ve a los objetos del conocimiento como
momentos y articulaciones dialécticas del todo, en lugar de aislarlos como Kant
a través de los procedimientos analíticos. “La verdad esta solamente en la
totalidad; como conocimiento de esta totalidad la filosofía es la culminación del
Espíritu absoluto, la conciencia que este tiene de la propia identidad con todo lo
que es. Esta concepción hegeliana retoma y enfatiza la concepción antigua de
la filosofía, y expresa la necesidad de la cultura europea del s. XIX de una
perspectiva unificadora, de un “saber del saber” debido al gran cúmulo de
conocimientos y avances que se tenían ya para ese entonces, que muchos
eran dispersos. También el positivismo retoma la perspectiva metafísica,
básicamente por las mismas necesidades.
Esta concepción sufre a mediados del s. XIX una crisis debida a factores
como los primeros indicios de las luchas de clases y la racionalización del
trabajo social, esto es, los efectos del capitalismo, lo que vuelve imposible una
de las concepciones platónicas: “el uso del saber en provecho del hombre”.
Marx predica la supresión de la filosofía a través de su realización concreta
en la sociedad comunista.
Al parecer la única función tradicional de la filosofía que sobrevivió en la
conciencia en el s. XX es la función crítica, ya que el entramado de la ciencia
se volvió demasiado complejo como para unificarlo todo, pero la filosofía puede
aún ejercer su carácter de “saber universal” desarrollándose como conciencia
crítica de las diversas articulaciones del saber, de sus diferencias, de sus
condiciones de posibilidad.
En el siglo actual que se encuentra apenas en sus inicios, con necesidades
distintas a las que predominaban hace un siglo la filosofía contemporánea tiene
un enfoque más rigurosamente analítico, surgido con el nobel de literatura
Bertrand Russell quien da una primordial importancia al análisis lógico,
puramente racional y formal para el estudio de la filosofía.
CONCLUSION

A lo largo de su proceso de evolución, ésta gran disciplina, en algunas de


sus etapas se ha considerado íntimamente ligada a la ciencia; en otras todo lo
opuesto (como sucede con el criticismo kantiano), como una práctica
totalmente independiente y fácilmente diferenciable de la ciencia. Lo mismo ha
ocurrido al intentar relacionarla con la religión, pero con el conflicto de que en
esencia filosofía y religión chocan en sus preceptos fundamentales. En cada
uno de los pasos de su evolución, de cualquiera que se hable, siempre, en
todas las ideologías destacadas y realmente significativas se mantiene una
tendencia en la concepción de la filosofía, la cual es darle la facultad de quitar
esa necesidad eterna y constante del hombre: su hambre de conocer, dándole
facultades explicativas, y sistemáticas, y esta es, pienso, una necesidad que
jamás cambiará en el hombre, la necesidad de conocer es infinita porque el
conocimiento tiene la tendencia a un valor infinito, sin llegar a serlo. El
conocimiento se comporta, como lo que nos hace ser cada vez mas humanos,
pero de alguna forma, también como lo que nos impide dejar de ser humanos
y pasar al siguiente nivel, estamos sentenciados por ese límite que tiende al
infinito pero no lo alcanzará jamás.

La filosofía siempre se ha mantenido como esa herramienta, ese algoritmo


que nos sirve para llegar hasta nuestros límites, y esa es la función específica y
única de la filosofía.

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