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Introducción
Estudiamos el pasado para sacar lecciones que nos ayuden a liberar el futuro. Los
jóvenes activistas de hoy en día deben de ser elogiados por mostrar mucho más
interés en aprender de movimientos anteriores que mi generación de los años 60.
Aun así, quiero alertaros de dos errores característicos que se dan en tales estudios.
2 - Al examinar las antiguas luchas de los Estados Unidos, vemos los errores sobre
todo como el resultado de ideas erróneas en la mente de los líderes del momento.
Implícitamente, de esta manera nos congratularíamos por ser personas
sobresalientes que, naturalmente, hubiesen tenido más principios y hubiesen sido
más inteligentes. Esta manera de enfocarlo subestima las fuerzas materiales –al
igual que la profunda supremacía blanca o los poderes represivos del Estado - lo
que provocara repetir los mismos errores.
Esta breve historia de dos partes no es minuciosa ni definitiva. Esta escrita por un
participante de la misma y un guerrillero, con el objetivo de contribuir a las luchas
de hoy en día.
SDS hervía con una vitalidad juvenil. La mayoría de nosotros rechazábamos tanto
el acoso a los comunistas como el modelo soviético de “socialismo”. En nuestras
convenciones ondeaban banderas rojas (comunistas) y negras (anarquistas).
Intentábamos aplicar una democracia participativa a nuestra organización, con
variedad de resultados. Cuestionarse la jerarquía fue liberador, incluso aunque a
menudo fuese caótico e ineficiente. Pero había un verdadero problema con “la
tiranía de la estructuralidad”, cuando las decisiones eran tomadas de manera
informal así como irresponsablemente.
Cuando el Partido de las Panteras Negras (Black Panther Party) hizo su aparición
en la escena nacional el impacto fue electrizante. Se armaron en defensa propia
para proteger a sus comunidades de la brutalidad policial y a sus programas
comunitarios de autoayuda (desayunos gratis para los colegiales, clínicas gratuitas,
escuelas gratuitas) proporcionando un ejemplo vivo de nacionalismo
revolucionario y autodeterminación para los oprimidos. Muchos otros grupos
nacionalistas revolucionarios, todos aplicando las lecciones de Malcolm X,
surgieron durante este periodo. Al mismo tiempo, fueron publicadas las primeras
fotos de niños vietnamitas siendo bombardeados con bombas de Napalm
estadounidenses – lo que nos volvió locos por parar la guerra. El lema de SDS se
convirtió en “de la protesta a la resistencia”, enfocado hacía la resistencia militante.
Mientras tanto, la inspiración del movimiento por los derechos civiles, el trabajo
enérgico y clave de las mujeres dentro de el, y los problemas con el sexismo dentro
de la izquierda, condujeron a un renacimiento de la liberación de las mujeres. Uno
de esos ejemplos fue el primer taller de SDS dedicado totalmente a las mujeres en
nuestra sexta convención nacional. El aire crujía con la energía y creatividad que
generaban las mujeres. Pero su informe para el plenario tuvo una acogida
estridente – incluyendo abucheos y aviones de papel – por parte de muchos
hombres de SDS. Ya que había habido poca tradición de lucha, no es sorprendente
que los hombres siguiesen siendo bastante sexistas, aunque aquella hostilidad
descarada era vergonzosa en una organización que se sentía orgullosa de estar
siempre del lado de los oprimidos. Aquella debacle fue un ejemplo de los
problemas que empujaron a muchas mujeres a abandonar la “izquierda” y
contribuyo a una tensión desafortunada entre el antiimperialismo y el feminismo,
algo que debilito a ambos. Muchas mujeres con principios –fortalecidas por el
ejemplo y el liderazgo, habitualmente no reconocidos, de las mujeres de color -
continuaron luchando en los dos frentes, pero hacerlo les costó un esfuerzo
amazónico.
La respuesta del gobierno fue una fiera campaña de trastorno y violencia, llamada
COINTELPRO, con un programa contrainsurgente (mirar Agentes de la Represión
de Ward Churchill y Jim Vander Wall). Más de treinta Panteras fueron asesinados
entre 1968 y 1971, y más de mil fueron encarcelados. Muchos otros grupos y
activistas también fueron atacados. A pesar de que ese nivel represivo no se usaba
generalmente contra los blancos, sufrimos acosos, arrestos y la amenaza de
reclutamiento en tiempos de guerra. Todavía más importante, nosotros nos
identificábamos con los Panteras y habíamos prometido resistir a su lado. A pesar
de lo rápido que había crecido el movimiento, seguíamos siendo una diminuta
minoría dentro de la América blanca. Empezamos a pensar que todo lo que se
necesitaba era “agitar la conciencia moral de América”. Ahora estábamos
enfrentándonos al gobierno más poderoso de la historia mundial.
Bajo esta tremenda presión, SDS sufrió una ruptura a lo largo de la línea de fallas
que cimienta la supremacía blanca en los Estados Unidos: entre el deseo de una
posible base mayoritaria entre los americanos blancos y la exigente necesidad de
una solidaridad militante con los negros y otras luchas en el tercer mundo. Un
bando (apelando a un Marxismo Eurocentrista) decía que la revolución solo podía
ser obra de la clase trabajadora, y usaba eso como coartada de izquierdas para
evitar tener que luchar al lado de Vietnam y los Panteras, afirmando que “todo
nacionalismo es reaccionario”. El otro bando (inspirado por la dirección marxista
de las luchas del tercer mundo), justamente, vio en la solidaridad con la liberación
nacional una prioridad para cualquier movimiento revolucionario que quisiese ser
reconocido como tal. Sin embargo, abandonamos erróneamente cualquier intento
de organizar a cantidades importantes de gente blanca, lo que también limitaba
nuestra base para un activismo antirracista.
En una sociedad donde todas y cada una de las películas y programas de televisión
muestran que el FBI “siempre consigue detener al culpable”, la Organización
Weather Underground eludió ser capturada y se sostuvo llevando a cabo acciones
armadas durante seis años. En la Amerika de la supremacía blanca, donde
históricamente casi todos los movimientos radicales prometedores que surgían
entre los blancos (populismo, sufragio femenino, sindicalismo) se mostraban
comprometidos con el racismo, WUO fue mejor, y como mínimo, conocida por su
solidaridad con la liberación nacional. En un mundo donde gobiernos
“legitimados” bombardeaban aldeas y asesinaban activistas y se desprestigiaba a
cualquier resistencia armada como “terrorista”, WUO llevó a cabo más de veinte
atentados contra la violencia de gobiernos y corporaciones sin haber matado a
nadie o como mucho habiendo hecho algunos rasguños a un civil.
El trampolín para estos avances fue el contexto histórico. Las décadas de los 60 y
los 70 no tuvieron precedente en la historia mundial por la cantidad de
revoluciones que se produjeron en un corto periodo de tiempo, como los
movimientos de liberación nacional en Asia, África y Latino América para acabar
con colonialismo y el neocolonialismo; era también el momento álgido de la lucha
de los negros y de otras luchas del tercer mundo en el interior de los Estados
Unidos. Estos eventos impulsaron el crecimiento del radicalismo dentro de la gente
blanca. WUO no se formo como una conspiración reducida sino todo lo contrario,
fue el punto central dentro de la creciente oleada de militancia antibelicista, como
los incendios de miles de edificios militares y sucursales del banco de América o
como los miles de personas que participaban en las manifestaciones donde se
rompían cristaleras del gobierno, se desbarataban reuniones de peces gordos y se
resistía a los arrestos.
En mi opinión, la base para nuestra primera aberración fue la crisis a vida o muerte
que dividió SDS. Éramos chavales blancos de clase media que – presenciando los
bombardeos exhaustivos en Vietnam y el asesinato de Panteras Negras que
admirábamos – nos sentíamos obligados a dar el salto a la lucha armada. En vez de
admitir nuestro miedo e inexperiencia y desarrollar una estrategia transitoria
apropiada, nos preparamos psíquicamente glorificando la violencia y con desafíos
machistas sobre la valentía personal de cada uno. Este frenesí estuvo acompañado
por dos errores básicos que estaban relacionados: 1) Sectarismo – un mordaz
desprecio a todo aquel que no ayudase directamente a la lucha armada (El
sectarismo era mutuo para la mayoría de la izquierda blanca que con vehemencia
buscaba desacreditar la lucha armada). 2) Militarismo – hacer que las hazañas
militares y la osadía del grupo fueran más importantes que los principios políticos y
la necesidad de construir un movimiento en todos los niveles.
Para mí, una lección crucial es que los activistas deben enfrentarse
conscientemente contra la poderosa atracción del ego que nos puede llevar a poner
nuestra posición y liderazgo por encima de los intereses y el poder de los
oprimidos. Organizativamente, necesitamos esforzarnos para vivir nuestras ideas
políticas – antirracismo, feminismo, democracia, humanismo – en nuestras
relaciones personales.
A pesar de estos importantes puntos débiles, seis años de imponente éxito fueron el
resultado que se obtuvo al llevar a la práctica lo que era correcto del
antiimperialismo. Al contrario de las mistificaciones de las películas de espionaje
que solo se basan en sofisticadas técnicas y tecnología, nuestra supervivencia en la
clandestinidad estaba basada en el apoyo popular por parte de la juventud radical y
del movimiento contra la guerra. Esa fue la clave para solucionar necesidades como
la obtención de Documentos de Identidad, dinero y pisos francos. Hubo momentos
en los que sentimos el aliento del FBI en nuestras nucas, pero el apoyo popular
significaba que la información que fluía para las guerrillas se mantuviese alejada
del Estado.
Los más de veinte atentados de WUO incluyeron el edificio del Capitolio después
de que los Estados Unidos expandiesen la guerra en Indochina al invadir Laos en
Febrero de 1971; las oficinas centrales de la prisión de Nueva York después de la
masacre de Attica en Septiembre de 1971; y la Compañía Kennecott Copper en el
aniversario del sangriento golpe de estado contra la democracia en Chile de 1973.
Cada acción era acompañada de un comunicado muy razonado expresando las
cuestiones políticas. Mientras no hubiese un 100% de garantías, nos pusimos la
máxima prioridad de evitar victimas civiles, y afortunadamente lo conseguimos.
El FBI nunca acabó con WUO, pero entre los años 1976 y 1977 implosionamos
debido a nuestras propias debilidades. El derrumbamiento se produjo al volver a
caer en los errores tradicionales de la izquierda blanca, con las políticas de la “clase
obrera internacional”, y un plan para salir de la clandestinidad con el objetivo de
centrarse en “liderar” la “Revolución de Estados Unidos al completo”. Estas
posiciones negaban la independencia y el papel de liderazgo de la gente de color
dentro de los Estados Unidos y al mismo tiempo debilitaba a las formaciones
autónomas de mujeres. Cuando esas fuerzas nos criticaron con dureza, nosotros –
con nuestra vitalidad minada por la carencia de democracia interna – no nos
pudimos ocupar de ello y en lugar de eso nos desintegramos en medio de fuertes
reproches.
David Gilbert