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Las manifestaciones sucedidas en octubre en Ecuador, es una réplica de lo que se puede

llamar una olla de presión que siempre ha existido en este país con el descontento social
hacia los políticos. Surgió esta manifestación, primeramente, por el descontento del
pueblo por la firma con el FMI; segundo porque desde hace mucho tiempo atrás se vio
un creciente descontento hacia el gobierno del actual presidente de la república por su
forma de gobernar el Ecuador y por último el decreto 883 que eliminaba los subsidios a
los combustibles, que no solo era la consecuencia de que los subsidios se eliminarían,
sino que con esto se veía igual un problema con lo que es la dolarización en el país.
Las manifestaciones que se fueron dando durante los ocho días de manifestación fueron
en aumento, de menos a más. El índice de violencia fue muy elevado. Por un lado, la
policía seguía órdenes de arriba, los militares igual. Lo que nos sorprendió es que estos
no se hayan unido al pueblo. Con el problema que estaba habiendo, había una parte de la
oligarquía que quería al presidente Moreno en el poder; y los militares igual, les convenía
que este en el poder, no se diga de los policías. Sin embargo las formas de manifestación
no fueron las adecuadas. Se dejó a la violencia que tomara cuerpo y se llegó a los extremos
de incinerar a un policía vivo, a secuestrar a miembros de la policía y a militares; pero lo
más drástico por este lado fue la quema de una persona en vida. A su vez la violencia no
solo se apoderó de los manifestantes, sino también de los miembros de la fuerza pública.
Hubo demasiadas violaciones a derechos humanos; el mismo derecho a la vida se vio
lesionado por los miembros de las fuerzas del orden que comenzaron con el lanzamiento
de gases lacrimógenos que estaban caducados, algo no fuera de lo común en país como
éste donde por una década no tuvo manifestaciones y no provocó el gasto de gases y
decidieron utilizarlos, sin importar el daño que causaría a las personas que estuvieran allí.
Tiempo después fue las balas de perdigones, que si bien no matan (a larga distancia)
provocan que la persona que sea impactada con una de estas balas sufra dolor, moretones
o incluso puede tener rotura de algún hueso; entonces nos viene la pregunta ¿Quién ganó
en verdad? ¿el pueblo, el gobierno, o la violencia?
¿La respuesta? Pues ganó la violencia, ya que logró apoderarse de los ánimos de las
personas de lado y lado, es decir del lado de los poderosos y del lado de los manifestantes.
Si miramos cuántas personas fueron afectadas por la violencia que hubo, obviamente salió
perdiendo el pueblo. El pueblo cuenta con armas de fuego, el pueblo no cuenta más que
con piedras y el ánimo de resistir. Pero, aun así, hubo muchos afectados policiales sobre
todo más que militares que fueron afectados por proyectiles que eran lanzados por fuegos
pirotécnicos. Tanta violencia nos sorprende sobre todo en el movimiento indígena. Nunca
creíamos que llegaran dispuestos a la lucha armada. Las anteriores manifestaciones, de
años atrás, hablando concretamente en los años 90, los indígenas salían pacíficamente a
reclamar por su tierra, por el agua, por sus derechos; pero hubo secuestros, agresiones,
violencia. ¿La tortilla se viró? Antes la policía reprimía fuertemente a los indígenas, y
quienes salían a defenderlos eran los mismos mestizos. La olla de presión explotó tanto
en los ciudadanos de este país como en los indígenas. Ellos decidieron buscar la forma de
defenderse con maderos de las palas que usan en su día a día de trabajo, sacados punta
para usarlos quizás como lanzas, para hacer daño. La violencia se apoderó de las personas,
es por ello que quien verdad ganó fue la violencia. Pero algo salió a flote: la gente pasó
de quemeimportista en lo que respecta a política, a ser muy política, a definir su posición
política y defenderla.
La sociedad hace años que perdió el sentido de la política. Un ejemplo es lo que sucede
en los colegios cuando hay elecciones del gobierno estudiantil, gana siempre el más
popular y no quien está más capacitado para gobernar, y luego las consecuencias son
visibles al ver el tipo de asambleístas que tenemos que padecerlos y aguantarlos.
La vuelta a la política de las personas sobre todo de gente que estudio en finales de los
años 80 y sobre todo en lo que es en el 95 con la guerra del Cenepa ocasionó que haya
talvez un fundamentalismo político en el país, sobre todo un nacionalismo gigante. Desde
ahí pasaron diez años para que haya una revuelta por así decirlo, con militares incluidos
que ocasionó la salida del ex presidente Lucio Gutiérrez.
Hoy, una manifestación casi 15 años después de la caída de Gutiérrez, en los primeros
días, se pudo ver que era gente que no sabía cómo moverse, o qué norte seguir. Son las
consecuencias de que en todo este tiempo no hubo movilizaciones, pues desde el mandato
de Correa se satanizó las movilizaciones y si alguien pensaba diferente a lo que estipulaba
el presidente iba preso. Ejemplos abundan como el caso de los diez de Luluncoto donde
por pensar diferente al gobierno fueron presos, o la persecución a los periodistas como
fuera en el caso del diario el Universo, diario La Hora, Diario Hoy que estaba condenado
a desaparecer, y desapareció.
Correa. Ese “Gran Hermano” castigó a la prensa, a los “indios revoltosos”, a los
disidentes, pero también, como todopoderoso perdonó a uno que otro. Sólo por demostrar
su poder.
Hoy con este gobierno, aunque débil, con algo de democracia, sí se puede protestar, y las
manifestaciones se dieron. Obviamente se ven las consecuencias con gente detenida, con
cargos de terrorismo y rebelión como aquellas personas que incendiaron la contraloría.
Aunque no se sabe si fue un atentado que se dejó correr por parte del gobierno para culpar
a correistas o fue un atentado hecho por los manifestantes. Es un caso a estudiar e
investigar profundamente. Pero a lo que vamos es que de las manifestaciones dadas en
los diez años del correato, ninguna que se ha dado con tal duración y violencia, lo que
generó miedo en la población. Incluso había lugares donde los indígenas no querían ir a
la manifestación, pero fueron obligados a través de multas y coacciones como quitarles
el agua.
También se notó la creciente presencia de superioridad de raza. El racismo se lo vio muy
acentuado. El colmo llegó con las manifestaciones racistas de Jaime Nebot que dijo que
se vayan a trabajar, que regresen a los páramos donde pertenecen, o cuando dicen otros:
“Ya no toca comprar en el mercado, esos longos son bien careros, son abusivos, toca ir al
Akí o al Supermaxi a comprar ahí si se garantiza calidad”.
Sorprende que los mismos que denigran al indígena, luego, estén a favor del paro
indígena, siendo ellos además muy extremistas con el caso correísta. Lo defienden a capa
y espada, denigraron al indio antes y hoy, al joven que salió a protestar le dicen: “que
bien que hayas estado en las manifestaciones apoyando a los indígenas”, cuando nunca
han leído un libro de política. El anarquismo, puede ser una opción, pero cabe recalcar
que los grupos anarquistas que estuvieron en las manifestaciones no representaban nada
más que la destrucción, la destrucción por la destrucción, el caos por el caos, el infierno
porque sí.
Lo de Nietzsche es otra cosa muy diferente, al igual que el anarquismo de Malatesta o de
Tolstoi son filosofías muy diferentes al anarquismo actual. En las manifestaciones de
octubre se vio al pueblo ecuatoriano amedrentado por estos grupos anarcos que no tenían
fundamentos. Verlos con objetos contundentes para hacer daño. Eran grupitos de gente
que no eran indígenas, peor aún manifestantes. ¿Quién va a las manifestaciones bien
vestido? si cuando había algo o se decía algo contra Correa estos salían a defenderlo,
cuando ellos mismos denigran al indígena, pero como salían los indígenas en nombre
todo el pueblo ecuatoriano y creían que se iba a derrocar al presidente Moreno estaban
contentísimos.
En estas manifestaciones se vivió muy fuerte lo que es el fanatismo hacia los políticos,
unos defendiendo a Lenin Moreno y otros en contra diciendo que Correa debe volver a
salvar el país. Lo político salió fortalecido aquí. De lado y lado se dividió simplemente
en dos bandos, uno anticorreista que eran quienes apoyaban al gobierno y otro
antimorenista que eran los manifestantes. Quiero aquí volver a retomar que la violencia
era quien estaba ganando de lado y lado, pero a su vez estaba el oportunismo, ya que creo
firmemente que actualmente no hay un líder político en el país, y cuando se secuestró a
los policías y se pidió que eso sea transmitido en vivo generó un oportunismo para hacer
política por parte de los indígenas, teniendo como mayores representantes a Iza y Vargas,
quienes a mi manera de ver actualmente son quienes más fuerza tienen en la política
actual.
No puedo afirmar que vayan de candidatos en 2021 a elecciones presidenciales, pero son
quienes más peso tienen actualmente. Sí, son líderes políticos, pero en este país clasista,
racista, no creo que vayan a tener mucho apoyo, por el simple hecho de que son indígenas.
Son una minoría, son gente que al fin y al cabo arribista no votará por ellos, simplemente
porque dicen “ese indio qué va a saber de política; ese indio no es capaz de nada, qué va
hacer un indio en la presidencia”. Es simple, el racismo y el clasismo es tal a estas alturas
que no creo que vayan a ganar, si usan como insulto el indio o el longo, como si se
sintieran superiores.

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