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La lujuria: ¿Pasión por lo prohibido?

La lujuria es uno de los pecados que más nos convoca cuando realizamos cafés
filosóficos acerca del tema. Pareciera que en pleno siglo XXI, en una época en la que
“todo” está permitido, que las relaciones se vuelven más abiertas y en el que hablar de la
sexualidad, de los deseos, puede hacerse sin censura y “sin pudor” la pregunta por “qué
es la lujuria” se tiene que actualizar y pensar desde otros lugares.

Existe tanto material para erizar nuestra piel en tanto a la lujuria se refiere, que parece
que en el espacio del arte es uno de los lugares en el que menos se condena, y al contrario
se disfruta más. Aprovechando dicho recurso intentemos responder en una sola palabra
¿Qué imaginamos que es la lujuria?

Este mismo ejercicio se ha realizado en diversos espacios, después de escuchar “earnet


it” de The Weeknd, las palabras que brotaron fueron: explosiones, sensualidad, gozoso,
trazos, curvas, rojo, pasión, amor, mirar, escaparse, motivar, sudar, sudor, labios… ¿cuál
fue la tuya?

Históricamente tanto el pecado como su definición ha tenido diversos vaivenes, que


coquetean desde lo irracional hasta llevarlo al exceso de estimulo. Blackburn dice que “la
lujuria está bien si se mantiene en su lugar, pero debe ser vista con vergüenza e incluso
con horror cuando se habla de ella”

¿Entonces cuál es el lugar de la lujuria? Para seguir siendo lujuria, ¿puede estar dentro
del matrimonio? O es necesario sacarla de la moralidad de esa “hoguera sagrada” que lo
representa y exponerlo a lo extramarital.

Hay quienes piensan que en el matrimonio la lujuria esta permitida, pues es una forma de
preservar el interés original: continuar preservando la especie y además continuar
formando adeptos a la fe, al menos católica.

Hay otros que piensan que la lujuria debe estar muy lejos del matrimonio, alimentando
además al noveno mandamiento (“No desearas a la mujer de tu prójimo”), para hacerlo
más interesante y malsano.

Como verán la forma antigua de enunciarlo permitía entonces otras cuantas barbaridades,
actualmente el noveno mandamiento dice: “No consentirás pensamientos ni deseos
impuros.” Algunos piensan que la lujuria es la incapacidad de quedarnos en los límites,
es decir, es desbordarnos a los placeres. ¿Debemos sentir vergüenza por realizar el acto
en público?, ¿es cuestión de “acto” la lujuria?, es decir, ¿se trata sólo de controlar el
cuerpo o también se trata de controlar los pensamientos?

También pareciera que la lujuria sólo estuviera bien si de por medio está el amor, pues
fuera de estos ámbitos la lujuría es mirada desde el cristianismo como:
 un acto de suciedad que causa repugnancia,
 que se realiza a través de los engaños del demonio,
 que saca nuestro lado más oscuro, animalesco,

Y si quitamos esos tabúes, ¿podremos desvirtuarla y verla como una virtud?. Algunas
personas de otras generaciones, piensan que los jóvenes actualmente piensan a la lujuria
como una virtud. ¿Qué hay que hacer para que un pecado se convierta en virtud? Para
muchos, es vivir la sexualidad de forma consensada, plena, feliz.

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