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Desde hace más de 40 años la antropología ha adelantado estudios sobre la relación entre

el deporte y la sociedad. Debido a esto, los estudios socioculturales del deporte ya no


representan una simple corriente de estudios sino todo un campo que esta en camino a
alcanzar su adultez académica. Los que nos aventuramos en estudiar estos temas, no
solamente estamos desacralizando los objetos nobles de nuestra disciplina, sino que
tenemos el objetivo de escudriñar el rol y las utilidades sociales procedentes de las
cuantiosas practicas que componen este campo.

Desde los inicios de mi formación como antropólogo me di cuenta que quería estudiar
socialmente el futbol, más aun, cuando en un curso sobre futbol y política se discutió sobre
la diferencia entre el prototipo de futbolista de una generación, como la de Faustino Asprilla
y René Higuita, relacionados con la fiesta y la indisciplina y el prototipo de jugador de la
generación de ahora como la de James y Falcao, más relacionadas con aspectos como la
convicción y la diciplina, pero desconocía la manera de acercarme a este tema.

En mi proceso de formación, más puntualmente en el curso de antropologías


contemporáneas descubrí que Pierre Bourdieu me ayudaría a encontrar el camino que me
llevaría a explorar la manera de conseguirlo. Para esto, en primer lugar, debía
familiarizarme con el concepto de “campo”, o más específicamente de campo deportivo.

Pierre Bourdieu asegura que los campos debemos considerarlos como espacios de juego
históricamente constituidos, con sus instituciones específicas y sus leyes de funcionamiento
propias, esto apuntaría a que, en un principio, para estudiar un campo, en este caso, el
campo deportivo, habría que establecer su historización.

Para esto, según Bourdieu debemos responder a dos preguntas concretas: ¿cómo se ha ido
formando un cuerpo de especialistas que viven directa o indirectamente de deporte? y
¿cuándo comenzó a funcionar como un campo de competencia en el que sistemas de
instituciones y agentes con intereses específicos, se enfrentan?

En sus inicios, es decir en las dos primeras décadas del siglo XX, las prácticas deportivas eran
consideradas como un privilegio de las elites, y se desarrollaban principalmente en los
clubes sociales y los colegios prestigiosos. Fue hasta le ley 80 de 1925 que las prácticas
deportivas se expandieron a toda la población. Este se dio gracias al debate de la
degeneración de la raza, unas teorías apropiadas y argumentadas por influyentes políticos
que trataba de explicar si el atraso económico que vivía el país se debía a causas sociales
(que se podían corregir a través de políticas educativas) o, a causas biológicas (que se
podrían reparar seduciendo a la población europea para que se entremezclara con la
población local). Lo que es importante señalar, es que las dos concepciones que adornaban
este debate coincidían en la idea de que el deporte remediaría esa situación, por lo cual se
consideraba necesario crear estatutos acordes a los nuevos intereses. Gracias a esto el
gobierno adoptó una posición que consideraba las practicas corporales como un
instrumento eficaz para la educación moral y física de la población.
A partir de este momento se empieza a estructurar una burocracia representada en
instituciones, competiciones y espacios deportivos, como el Comité de boxeo, (1920) la
asociación nacional del deporte, (1923), los primeros juegos nacionales en Cali, (1928) la
Comisión Nacional de Educación Física (1923), o el comité olímpico colombiano (1936).
Organizaciones con la capacidad de determinar normas, otorgar títulos, y cuyos beneficios
ya no estaban directamente atravesados por el campo del poder, es decir que se da la
configuración de un campo deportivo nacional con cierta autonomía.
La institucionalización de futbol tuvo un proceso paralelo a la estructuración del campo
deportivo. En un principio fue en los clubes sociales y en los colegios prestigiosos donde
empezaron a desarrollarse los primeros equipos de futbol. Con la puesta en marcha de la
ley 80 y la apertura de las practicas deportivas a toda la población, se dio el primer intento
por institucionalizar el futbol. La creación de la asociación colombiana de futbol (Adefutbol)
buscaba agrupar y organizar las diferentes ligas de futbol que se habían configurado en las
diversas regiones del país. Si bien la Adefutbol cumplía con todos los requerimientos legales,
no logró cumplir su objetivo, ya que las organizaciones regionales jamás reconocieron su
labor y quisieron poseer ellas mismas la dirección nacional del futbol. Los pocos equipos
que agrupaba la Adefutbol se enfrentaban con cierta regularidad y sin mayor trascendencia,
y los equipos regionales disputaban algunos torneos organizados por particulares, que no
eran autorizados por la Adefutbol. Esta desorganización duró mas de 30 años hasta que,
por fin, una tarde de julio de 1948 los miembros de la asociación nacional de futbol junto
con una comisión que representaba las organizaciones regionales lograron pactar un
acuerdo para la creación de una liga profesional de futbol colombiana. Es así como nace la
Dimayor, la institución que preside el futbol profesional en Colombia, desde ese entonces
hasta nuestros días.

A partir de su institucionalización, podríamos decir que el futbol ha tenido 4 periodos


significativos. El primero es lo que se conoce como el Dorado, de 1949 a 1953. Durante ese
periodo la informalidad tributaria del futbol colombiano logró seducir a importantes
futbolistas internacionales que, cansados de sus salarios locales, aprovecharon la
oportunidad para enriquecerse. En los equipos colombianos competían los mejores
jugadores del mundo, y esto hizo que se empezaran a consolidar las diferentes aficiones del
público, con respecto a los equipos de cada región. El segundo periodo, de 1953 a 1980,
marca una consolidación nacional. En esta etapa el futbol colombiano logró formalizar su
sistema tributario, adoptando su modelo, al de la FIFA, la institución que preside el futbol
profesional en el mundo. Si bien ya no estaban en el país los grandes “estrellas”
internacionales, y eran los jugadores nacionales los que conformaban los diferentes
equipos, la demanda de un gran público amante de la práctica del futbol incentivó a los
gobiernos regionales a la creación de los diferentes estadios del país. En la tercera etapa de
1980 hasta finales de los 90’ el narcotráfico había logrado penetrar la dirección de
numerosos equipos del país. Los narcotraficantes usaban a los equipos para blanquear los
activos de la producción y envió cocaína, por medio de contrataciones de importantes
jugadores internacionales. Según Quitían esta etapa puede denominarse: futbol como
institución 0, pues el futbol se convertía en una estructura inestable, carente de contenido
y susceptible a servir a todo tipo de regímenes incluidas las mafias. El ultimo periodo de
1998 a nuestros días, tiene varios acontecimientos importantes. El primero es la
desvinculación del futbol con el narcotráfico y la posterior integración de nuestro país en el
mercado global de futbol. Pero lo mas significativo es que se empieza a poner en marcha la
ley 181 de 1995. Esta ley buscaba “la implementación y fomento de la práctica del deporte
y de la educación física para contribuir a la formación integral de las personas y facilitarles
el cumplimiento eficaz de sus obligaciones como miembros de la sociedad. Es su artículo 16
esta ley propone el deporte formativo como aquel que tiene la finalidad de desarrollar
integralmente al individuo, comprende los procesos de iniciación, fundamentación y
perfeccionamiento deportivos y tiene lugar en programas educativos formales, informales
y en las escuelas de formación deportiva.

Para ese entonces la FIFA creó la normatividad que obligaba a todos los clubes profesionales
a tener sus propias categorías o divisiones inferiores. Lo que hacen los equipos de futbol es
crear sus divisiones inferiores obedeciendo a los parámetros que establecía el gobierno por
medio del deporte formativo. Por ejemplo, el objetivo de las divisiones inferiores del equipo
rojo de la capital tiene como propósito fundamental contribuir al desarrollo integral del
individuo y directamente al proceso de iniciación, formación, desarrollo y
perfeccionamiento del futbolista santafereño. Por su lado, las divisiones menores del
equipo azul de la capital tienen como propósito: " fortalecer los principios y valores para
formar excelentes seres humanos por medio de procesos integrales en la práctica del futbol.
Esto nos permite afirmar el porque las divisiones menores de los equipos de futbol
profesional en Colombia son denominadas como escuelas de formación deportiva.

Una vez teniendo historizado el campo al que nos queríamos acercar, comprendido por la
conformación del campo deportivo nacional, la institucionalización del futbol colombiano,
y su adopción de las normas del deporte formativo, descubrimos que era muy importante
tener en cuenta que, según Bourdieu, el campo se cimenta a través de la construcción
histórica del habitus. En ese sentido, el habitus del jugador de futbol, es decir el conjunto
de disposiciones a actuar, sentir, pensar y percibir a través de una forma socialmente
adquirida, se incorpora en los inicios del jugador, mas puntualmente, en las escuelas de
formación deportiva.

Fue así como logramos delimitar la investigación, a la observación de dos de las escuelas
futbolísticas de formación más importantes del país, la de equipo rojo y la del equipo azul
de la capital. Esta construcción de nuestro objeto de estudio se forjo en base a cierta
intencionalidad epistemológica. Esta intencionalidad consistió en un reto de constante
proximidad y distanciamiento de nuestro objeto, proximidad en el sentido de cierto
conocimiento previo del futbol y de las lógicas de las escuelas de formación, o del capital
que allí se potencia. Y de distanciamiento debido a la utilización de nociones y herramientas
metodológicas como las entrevistas realizadas a los diferentes actores o la selección y
análisis de material fotográfico.

Después de los primeros meses de interacción con los diversos actores que componen las
escuelas de formación, y de identificar algunas dinámicas sociales, me di cuenta que son
muchos los jóvenes que buscan ser parte de estas escuelas, pero son muy pocos los que
logran hacerlo y permanecer en ella. Fue en este punto en el que decidimos fijar la pregunta
de esta investigación, que es la siguiente: ¿cómo se forma un futbolista en sus inicios?

Para poder responder a esta pregunta la primera tarea a realizar consistió en caracterizar a
los agentes, es decir a los individuos que tienen implicaciones sociales y producen efectos
sociales en el campo de las escuelas de formación. Nuestra observación permitió darnos
cuenta que para poder ser parte de las escuelas de formación y actuar como agentes del
campo, los jóvenes deben tener entre 13 y 20 años y poseer ciertas aptitudes corporales
relacionadas con la práctica del futbol, aptitudes que les fueron inculcadas por adultos que
portaban cierta potestad sobre ellos, como lo fueron familiares cercanos, o los futbolistas
que veían en la televisión.

Teniendo parcialmente caracterizados a nuestros agentes, el siguiente reto consistió en


ahondar en el concepto de illusio. Este concepto se refiere a la motivación y los deseos, por
los cuales los jóvenes hacen parte del campo de las escuelas de formación. Gracias a las
entrevistas realizadas a distintos jóvenes, logramos evidenciar que es la idea de un ascenso
social la que juega como la illusio del campo, es decir que el ascenso social es lo que motiva
el interés de los jóvenes de aceptar el juego social y de aprender sus retos.

Una vez consolidada esta información, nuestro oficio consistió en rastrear la adquisición de
los diferentes capitales necesarios para ser parte y permanecer en las escuelas de
formación. Durante mas de 18 meses nos sumergimos en la vida deportiva de los jóvenes
futbolistas y en las dinámicas sociales de las escuelas de formación del equipo rojo y del
equipo azul de capital. Para estos jóvenes el cuerpo se convierte en su principal herramienta
de trabajo, debido a esto entendimos que la formación del joven futbolista se construye
mediante la instrumentalidad del cuerpo del sujeto, y fue así como nuestro análisis estuvo
enfocado en el transito que los cuerpos de los individuos deben llevar acabo para ser parte
de las escuelas de formación y para poder permanecer en ellas, para que con el paso del
tiempo, el cuerpo del sujeto pueda llegar a ser parte del equipo profesional.

Con el fin de poder examinar los hallazgos de nuestra investigación sobre el cuerpo de los
jóvenes futbolistas, hemos tomado como modelo una estrategia analítica de Loic Wacquant
de dividir el cuerpo del deportista, elaborada en su trabajo acerca de los boxeadores
profesionales. Tomando como modelo este ejercicio sociológico hemos construido en esta
investigación unas nociones o categorías que nos permitieron organizar la recolección
empírica de datos. Estas nociones corresponden al cuerpo físico, al cuerpo estético y al
cuerpo moral. Es necesario entender que estas categorías son fruto del análisis como
antropólogo y no de la práctica de los sujetos. Es el investigador que a través de una
estrategia analítica observa y analiza los tres cuerpos, pero en la práctica del futbol, es decir,
en la experiencia de entrenarse, el cuerpo del joven futbolista se expresa de manera
natural, es un solo cuerpo.

En este punto es necesario aclarar que en su despliegue acerca de la noción de capital,


Bourdieu describe las diferentes formas en que se manifiesta: bien sea económico, cultural
social, o simbólico, pero le deja al investigador la tarea de identificar los diversos capitales
en los determinados campos. Para Bourdieu el capital es trabajo acumulado ya sea en forma
material, o de manera interiorizada o incorporada. Entendiendo esto, hay que precisar que
la tarea central de esta investigación consistió en darle cuerpo a los diferentes cuerpos,
(valga la redundancia) y esto se hizo identificando los diferentes capitales que están en
juego en las escuelas de formación futbolística.

El cuerpo físico es el que cobra más valor en las escuelas de formación, pues refiere a los
primeros valores que establecen la competencia y permanencia del sujeto en el campo. En
este cuerpo hemos evidenciado dos capitales que están en juego, el rendimiento y la
técnica. El rendimiento es un capital cultural incorporado que se refiere a la capacidad física
que el joven va adquiriendo a través del entrenamiento diario y por medio de cierto cuidado
hacia el cuerpo, por ejemplo, en términos alimenticios. La técnica también juega como un
capital cultural incorporado y refiere a la incorporación de movimientos y habilidades
corporales especificas mediante la repetición, que son necesarias para practicar este
deporte y para ser parte de un equipo de futbol.
Una vez el cuerpo del sujeto este apto físicamente, es decir que adquiera la capacidad de
aguantar la rutina del entrenamiento físico y haya incorporado ciertas habilidades
corporales, va a encontrar que son otro tipo de capitales los que están en juego, unos
capitales morales: la entrega, el sacrificio, y la diciplina.

La entrega es el capital social que más cobra valor en el cuerpo moral, pues supone la
pertenencia, obediencia y sometimiento a un grupo social. El individuo se entrega a su
equipo, a sus compañeros, a su entrenador, y a dios. El sacrificio también es un capital
cultural incorporado y refiere al hecho de que los jóvenes deben renunciar a una gran
cantidad de elementos que forman parte de la vida de cualquier individuo a esa edad:
Deben responder a una especie de castidad, pues se considera que el tener relaciones
sexuales o masturbarse va en contra de la formación deportiva de los sujetos, además
deben abstenerse de salir de fiesta o consumir alcohol y en muchas ocasiones de compartir
momentos familiares. Por último, la diciplina, también juega como un capital cultural en
estado incorporado, pues por medio de este capital los jóvenes aprenden a construir una
rutina diciplinada que siempre gira en función al deporte. Muchos jóvenes se levantan a
hacer ejercicio antes del colegio y organizan todo su tiempo en torno a las actividades
deportivas.
Cuando el joven futbolista haya comulgado con los capitales físicos y morales, es decir que
este afianzado con el rendimiento, la técnica, la entrega, el sacrificio y la diciplina, va a poder
entrar en el juego de adquirir unos nuevos capitales relacionados con la estética.
El cuerpo estético es el que menor valor adquiere con respecto a los otros dos. Este cuerpo
cobra especial vigencia en la imagen, más específicamente en las redes sociales que los
jóvenes futbolistas usan para exhibirlo. Los bíceps y los cuádriceps juegan como capital
cultural incorporado en el sentido en que son músculos que los jóvenes cultivan día a día
para incrementar su masa y además aprenden a exhibirlos en la imagen remangando su
camisa y su pantaloneta.
El corte de pelo, o mejor llamado "siete" por la forma que adquiere al verlo de perfil, es un
capital cultural incorporado, pues lo jóvenes futbolistas aprenden con el paso del tiempo a
llevarlo de una cierta manera. Pero además debemos considerarlo como un capital social
en el sentido en que, al ser, homogeneizado, le permite al individuo entrar en el juego social,
es decir, que le permite ser reconocido socialmente como un aprendiz legítimo de las
escuelas de formación. Por último, está la pose, en este caso se considera un capital cultural
en estado incorporado que se configura a través de la adquisición de una serie de posturas
que copian de los jugadores famosos y que aprenden a adoptarlas en los momentos en que
son fotografiados.
La conclusión a la que pudimos llegar gracias a nuestra investigación es que todo este
despliegue de capitales que están en juego, que responden a una instrumentalidad física,
estética y moral del cuerpo, está atravesado por una relación o una función social. En
primer lugar, el capital del rendimiento y la técnica resaltan una relación de competencia
entre los jóvenes por ser parte del grupo social. Mediante el capital de la entrega se
potencializa una función cohesionadora en términos de la pertenencia o dependencia al
grupo. Por medio del capital del sacrificio y la disciplina identificamos una función de
regulación social, en el sentido en que estos capitales tratan de imponer ciertas maneras de
comportarse y suponen el reforzamiento de ciertas reglas sociales. Y hemos encontrado
también que los capitales de la pose, los bíceps, los cuádriceps, y el corte de pelo, lo que
hacen es permitirle al joven futbolista adquirir un reconocimiento social como sujeto
legítimo del grupo al cual pertenece.

Gracias a estas relaciones y funciones sociales que atraviesan los tres cuerpos del joven
futbolista, nosotros, a diferencia del trabajo de Wacquant (1995), hemos considerado de
vital importancia configurar un cuarto cuerpo que le es transversal a los otros tres. Un
cuerpo social.

Mary Douglas afirma que un cuerpo social implica un tipo de control corporal. En nuestro
caso, nos hemos dado cuenta que las categorías (físicas, estéticas y morales) mediante las
cuales hemos analizado la experiencia del cuerpo del futbolista, constituyen un sistema de
control social que atraviesa y limita la expresión natural del cuerpo.

Finalmente, si entendemos que tanto el gobierno nacional como las instituciones


deportivas en las cuales realizamos nuestra observación tienen como común propósito: “el
desarrollo del deporte formativo para fortalecer ciertos principios y valores, y así contribuir
al desarrollo integral del individuo”, nosotros, a través de la especificidad de los capitales
que están en juego, nos hemos dado cuenta que la nación tiene como propósito utilizar el
fútbol juvenil como un mecanismo mediante el cual formar no solamente deportistas, sino
mediante el cual promover formas laicas de preservar la moral y las buenas costumbres. El
propósito de formar ciudadanos física y moralmente disciplinados. Esta observación merece
una profundización que estará en una segunda fase de esta investigación.

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