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¿Qué es el conocimiento?

¿QUÉ ES EL CONOCIMIENTO?

“Cuantas más conexiones e interconexiones vislumbramos, más sabemos sobre el


objeto en cuestión.”
John Dewey (1859-1952)

“El conocimiento es de dos tipos: o ya conocemos el tema o sabemos dónde


encontrar información sobre el mismo.”
Samuel Johnson (1709-84)

“Si el mundo fuese a estallar ahora mismo, lo último que se oiría sería la voz de
un experto diciendo que eso no es posible.”
Peter Ustinov (1921-2004)

“Si 50 millones de personas dicen una estupidez, sigue siendo una estupidez.”
Anatole France (1844-1924)

“Las opiniones del hombre medio son mucho menos absurdas de lo que lo serían
si pensara por sí mismo.”
Bertrand Russell (1872-1970)

“Caracteriza al hombre sabio esperar la precisión de cada clase de cosas que la


naturaleza del objeto admite; es evidentemente absurdo aceptar respuestas
probables de un matemático y exigir pruebas científicas a un retórico.”
Aristóteles (384- 322 a. J.C.)

“La información se adquiere por lo que a uno le dicen, el conocimiento mediante


el pensamiento”.
Fritz Machlup (1902-1983)

“El hombre es un animal crédulo que necesita creer en algo; en ausencia de


buenas razones para las creencias, se conforma con malas”.
Bertrand Russell (1872-1970)

“El conocimiento es la pequeña parte de la ignorancia que ordenamos y


clasificamos”.
Ambrose Bierce (1842-1914)

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¿Qué es el conocimiento?

1. Introducción
Habiendo visto el problema del conocimiento, necesitamos decir algo sobre la
naturaleza del conocimiento. La palabra conocimiento podría ser considerada como un
cajón de sastre que no puede ser sencillamente definida ni se puede entender solamente
mediante la experiencia y la reflexión. Desde luego, toda esta asignatura es una
reflexión sobre el sentido de la palabra conocimiento. Una definición puede sernos útil
para dar una pincelada a su sentido. Así que empezaremos definiendo el conocimiento
como creencia verdadera justificada. Pero esto no es más que el punto de partida, no la
meta de llegada.

2. El conocimiento como creencia verdadera justificada

Asumiendo nuestra definición preliminar del conocimiento como creencia verdadera


justificada, veamos los tres rasgos que la caracterizan

La verdad

La diferencia más obvia entre conocimiento y creencia es la verdad. Si sabes algo,


afirmas que tiene que ser verdadero, mientras que si solamente lo crees, reconoces que
puede ser verdadero o falso. Por esta razón no puedes saber que Roma es la capital de
Francia, ni que los cerdos tienen alas, o que la Tierra es plana.
La verdad es otro concepto amplio. De momento, podemos decir que se ha entendido
tradicionalmente como verdad, lo que es independiente de lo que cualquiera crea que es
verdad, es decir, que se puede afirmar con cierto grado de objetividad, de forma que
simplemente porque alguien crea que algo es verdad no lo convierte en verdad. Incluso
si todo el mundo creyera que algo es verdad podría ser falso. Por ejemplo, durante la
Edad Media, todo el mundo sabía que había 7 planteas orbitando la Tierra. Era falso:
ahora sabemos que hay 9 planetas orbitando alrededor del Sol.
Esto causa la pregunta de cómo podemos estar seguros de que lo que creemos que
sabemos es verdad. Quizás se descubra en el futuro un décimo planeta, y resulte que lo
que creemos que sabemos, resulta ser falso. Somos seres falibles, pero el conocimiento
no requiere absoluta certeza. En la práctica, cuando decimos que algo es verdad
queremos decir que está más allá de toda duda razonable. Por ejemplo, encerrar en la
prisión a alguien sobre la base de que hay pruebas que están más allá de toda duda
razonable, es un buen criterio para decir que podemos hacerlo.

La creencia

Si sabes algo, no sólo afirmas que sabes que algo es verdad, sino que crees también
en ello. Podemos decir, que si la verdad es un requisito objetivo para el conocimiento, la
creencia es un requisito subjetivo, es decir, relativo al sujeto o individuo que cree en él.
Por eso las enciclopedias no saben si París es la capital de Francia ni las calculadoras
que 2+2= 4.

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Actividad 2.1.
1. ¿Se te ocurre algún caso en que alguien sepa algo sin saber que lo sepa?

2. ¿Crees que el desarrollo tecnológico inventará un ordenador que sepa


cosas?

Desde Platón, algunos filósofos han argumentado que cuando sabes algo, estás en
una posición mental completamente diferente a cuando solamente lo crees. Porque
cuando sabes algo estás seguro de ello, y no cuando meramente lo crees. Sin embargo,
adoptaremos un patrón menos exigente del conocimiento. Más que definir el
conocimiento como completamente diferente a la creencia, tiene más sentido pensar en
un continuo de la creencia-conocimiento, con las creencias injustificadas en un extremo,
creencias con alguna evidencia en el centro, y creencias más allá de toda duda razonable
en el otro.

Ejemplos:

• Una creencia vaga: creo que los tomates previenen el infarto de miocardio, pero
no sé de dónde he sacado esa idea y la abandono de inmediato si hay
contraevidencias.
• Una creencia argumentada: puedo creer que Martínez mató a Ibáñez, y poder
demostrarlo, pero aun así no estar del todo seguro de que lo sé.
• Una creencia más allá de toda duda razonable: puede que crea que las
evidencias a favor de que los americanos aterrizaron en la Luna en 1969 son tan
convincentes, y las contrapruebas y teorías de la conspiración tan débiles, que
afirmo rotundamente que sé que los americanos aterrizaron en la Luna.

Vistas así las cosas, la cuestión donde poner la línea divisoria entre creencia y
conocimiento no es tan importante. Es como preguntar en un espectro de tonos del
blanco al negro dónde empieza el blanco y termina el negro. Lo importante es
pertrecharse del mayor número posible de creencias razonables y bien argumentadas.

Actividad 2.2.
¿Dónde pondrías en el continuo creencia/conocimiento de -10 a +10 las siguientes
proposiciones?
a. Colón descubrió América en 1492.
b. Si A es más grande que B, y B más grande que C, entonces A es más
grande que C.
c. Los humanos descendemos de los primates.
d. La tortura está muy mal.
e. Los extraterrestres han visitado la Tierra en algún momento de la historia.
f. Todos los metales se expanden cuando se calientan.
g. Los seres humanos tienen un alma inmortal.
h. Es posible hacer un cuadrado con la misma área de un círculo dado.

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La justificación

Puede que creas que la creencia verdadera es suficiente condición para el


conocimiento, y que si crees algo y tu creencia es verdadera, ya puede decirse que lo
sabes. Sin embargo, se requiere algo más: hay que justificar tu creencia de forma
correcta. Imagina que alguien afirma que hay 9 planetas en el sistema solar. Cuando le
preguntas cómo lo sabe, te contesta que hay una analogía entre el “microcosmos” del
cuerpo humano y el “macrocosmos” del sistema solar, y que, como hay 9 “ventanas” en
nuestro cuerpo –dos orificios nasales, dos oídos, dos ojos, una boca, y dos ventanas más
en la parte inferior del cuerpo- entonces tiene que haber también 9 planetas en el
sistema solar. Esa persona cree que hay 9 planetas, que su creencia es verdadera, pero
no reconocemos sus afirmaciones como conocimiento, porque sus creencias no están
correctamente justificadas. Para la ciencia no tiene sentido hablar de una analogía entre
“las ventanas” del cuerpo humano y los planetas del sistema.

En una palabra, para afirmar que sabes algo necesitas poder justificar tu creencia, y
esa justificación debe ser correcta. Normalmente, justificamos nuestro conocimiento
apelando a una de las ocho formas de conocimiento. Si alguien te pregunta cómo sabes
algo, podrías contestar:

“Alguien me lo ha dicho” (el lenguaje)


“Lo he visto” (la percepción empírica)
“He llegado a esa conclusión” (la razón)
“Es obvio, lo siento así” (la emoción)
“Creo firmemente en ello” (la fe)
“Tengo una corazonada” (la intuición)
“Me recuerda a cosas parecidas” (la memoria)
“Me lo he inventado” (la imaginación)

Ahora podemos preguntarnos por qué algunos tipos de justificación –como la


percepción- son aceptables, mientras otros –como la telepatía- no. Imagina que un
vidente te pide que pienses en un animal, y acertadamente afirma después que estabas
pensando en una cebra. Cuando le preguntas cómo lo sabe, te contesta que lee tu mente.
La mayor parte de la gente no aceptaría esa justificación, y diría que el vidente no sabía
lo que estabas pensando, sino que ha adivinado por casualidad.
La clave para distinguir una justificación aceptable de otra inaceptable consiste en la
fiabilidad. Aunque no es infalible, la percepción es una fuente más bien fiable de
conocimiento. La telepatía no lo es, y la evidencia científica sugiere que los videntes no
hacen más que probar suerte cuando leen la mente de los demás. El escéptico James
Randi ofreció un millón de dólares a quien le demostrase que tenía poderes psíquicos.
No se presentó nadie. Eso no prueba que la telepatía sea imposible, pero sugiere que no
se puede apelar a ella como una forma fiable de justificar nuestras afirmaciones de
conocimiento.
El contexto también influye en nuestras afirmaciones de conocimiento. Cuando
afirmas que sabes algo, en cierto sentido, asumes también una responsabilidad. Si
afirmas que el puente que cruza el desfiladero aguantará mi peso, en cierto sentido eres
responsable de lo que pase si lo cruzo. También serás más cuidadoso si eres testigo en

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un juicio que en una charla con tus amigos. Aunque nos parezca que los hechos no
tienen que ver con los valores morales, hay un trasfondo ético en la búsqueda de
conocimiento.

3. El conocimiento y la información

No es lo mismo el conocimiento que la información. Imagina que a un niño le


enseñamos algunos hechos desconexos; “nueve por siete son sesenta y tres”; “la
fórmula química del agua es H2O”; “los bosquimanos viven en África”; “la
protagonista de La regenta se llama Ana Ozores”, etc. Se puede decir que el niño ha
adquirido algunos conocimientos en el sentido limitado de información. Al fin y al
cabo, cada una de esas afirmaciones son verdad, el niño cree que son verdad, y cree que
puede justificarlas porque somos una autoridad fiable. Sin embargo, si el niño no sabe
multiplicar, ni sabe nada sobre los átomos y las moléculas, no sabe dónde está África, ni
ha leído La regenta, está claro que falta algo en su conocimiento. Trasvasar datos al
azar a la mente de alguien, sirve para jugar al Trivial, pero no conduce a un verdadero
conocimiento.
Una persona con verdadero conocimiento de un tema no tiene mera información
sobre el mismo, sino que comprende cómo los elementos que lo conforman tienen un
sentido de conjunto. Por poner una analogía que lo aclare, podemos decir que la
información es al conocimiento lo que los ladrillos a un edificio. Aunque no puedas
tener un edificio sin ladrillos, un edificio es algo más que un montón de ladrillos. De
igual forma, aunque no puedes tener conocimiento sin información, un área de
conocimiento es más que un simple montón de información. La clave es que cuando
estudias un tema, no aprendes simplemente una lista de hechos, sino que también
asumes conceptos de fondo, teorías e ideas que te permiten dar sentido a los
hechos.
Así que si quieres entender algo, no basta con adquirir información, también
necesitas pensar sobre la información y ver cómo engrana el conjunto. En una conocida
novela de Sherlock Holmes, el detective y su asistente, Dr. Watson, están en la escena
de un crimen buscando pruebas. Holmes se gira a Watson, y le dice: “ahora lo
comprendo todo, sé quién lo hizo”. Watson, con sorpresa, le contesta: “querido Holmes,
he examinado la misma habitación que usted, y no he visto nada en absoluto”. A lo que
replica Holmes: “no, Watson, usted lo ha visto todo, pero no ha observado nada”.
Aunque Watson dispone de la misma información que Holmes, no ve cómo resuelve
Holmes el crimen. Lo que este ejemplo demuestra es que podemos obtener
conocimiento al reflexionar sobre la información que ya tenemos a nuestra disposición,
más que buscando más información. Vale la pena tener presente esta observación en la
era de Internet, en la que mucha gente tiene acceso a vastas cantidades de información.

Actividad 2.3.
a. ¿Has aprobado alguna vez un examen empollando días antes, pero con la
sensación de que no entiendes realmente el tema? ¿Qué te sugiere eso sobre la
diferencia entre conocimiento e información?
b. ¿Cuál es la diferencia entre saber en el sentido de entender, y saber en el
sentido de poder recitar teorías u hechos relevantes sin entenderlos?

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4. El conocimiento de segunda mano


La búsqueda de conocimiento no es una empresa individual, sino colectiva, y una de
nuestras principales fuentes de conocimiento son los otros. Puesto que podemos
compartir nuestras experiencias a través del lenguaje, podemos saber mucho más del
mundo que si tuviéramos que confiar en nuestros propios recursos. Si cuatro viajeros
van uno hacia el norte, otro hacia el sur, otro al este y otro al oeste, podrán compartir
sus conocimientos a la vuelta mucho más fácilmente que si tienen que descubrirlo todo
por sí solos.

Actividad 2.4.
¿Qué es el aprendizaje vicario? ¿Qué sería de tu conocimiento sin él?

La capacidad de comunicarnos significa que podemos pasar nuestras creencias y


prácticas de una generación a otra en forma de cultura. La existencia de la cultura
implica que, más que reinventar continuamente la rueda, podemos progresar a partir de
los logros de pasadas generaciones. Isaac Newton dijo: “si he llegado lejos es por estar a
hombros de gigantes”. Quería decir que pudo hacer descubrimientos porque construía a
partir de las contribuciones de otras mentes brillantes.
A pesar de las ventajas de recibir de “segunda mano” el conocimiento de otros, hay
que ser cuidadoso y no caer en la falacia ad baculum, aceptando ciegamente lo que se
nos dice sin analizarlo. Durante cientos de años la gente creyó que la Tierra era el centro
del universo, que todo se formaba por una combinación de cuatro elementos –agua,
tierra, aire y fuego- y que algunas personas eran esclavas por naturaleza. La mera
longevidad de una creencia no es garantía de su veracidad.
El conocimiento de segunda mano también se conoce como conocimiento por
autoridad o conocimiento por testimonio. Estas son sus principales fuentes:

• La tradición cultural
• La escuela
• Internet
• La opinión de los expertos
• Los medios de comunicación

Aunque todas sean fuentes valiosas de conocimiento, no son infalibles, y deberíamos


ser conscientes de sus limitaciones.

Actividad 2.5.
Francis Bacon (1561-1626) habló de influencias que nos alejan del conocimiento
y nos hacen asumir creencias falsas. Las denominó ídolos. Entre otros tipos, se
refirió a los ídolos de la tribu, los ídolos del mercado, y los del teatro. ¿Qué son?

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5. La tradición cultural
La cultura en la que somos criados tiene una enorme influencia en la forma que
tenemos de ver el mundo, y determina probablemente nuestro marco básico. Tenemos
un apego natural a nuestras creencias y prácticas, porque nos dan un punto de referencia
que nos parece “normal” y “razonable”.
Como una tradición cultural representa “el saber heredado de una comunidad”,
deberíamos respetar las diferentes tradiciones, y estar abiertos a que podamos aprender
algo de ellas. Al mismo tiempo, debemos tener en cuenta que las tradiciones cambian y
se desarrollan con el paso del tiempo, y no debemos estar estancados por lo que hemos
heredado del pasado. Un español del siglo XIX hubiera considerado que es tradición, de
mucho tiempo atrás, excluir a las mujeres de muchas cosas. Pero hubo quien se enfrentó
a esa creencia heredada. Si tenemos que progresar en cualquier área de conocimiento,
hay que encontrar un equilibrio entre el respeto y la superación de la forma tradicional
de pensar.

Actividad 2.6.
1. Distingue entre cosas naturales y las que son producto de la convención
o la tradición.

a. Una semana de siete días.


b. Un año de 365 días.
c. El sistema numérico decimal.
d. El valor de pi.
e. Leer de izquierda a derecha.
f. Ir vestido.

2. ¿Qué no comerías o beberías? ¿Por qué?

a. Ternera
b. Cerdo
c. Perro
d. Caracoles
e. Cucarachas
f. Ácido sulfúrico
g. Bebidas alcohólicas

6. La enseñanza
Desde que se universalizó la educación, la enseñanza ha jugado un papel central en
la transmisión del conocimiento de una generación a otra. Se supone que los miles de
horas que has pasado y pasarás en centros educativos no sólo te darán conocimientos en
varios campos, sino que también te prepararán para la vida. Puesto que es imposible
enseñarlo todo, cualquier curriculum educativo es selectivo y cubre solamente un

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número determinado de temas. Esto abre la polémica sobre qué incluir en el curriculum,
pero también sobre la diferencia entre educación e indoctrinación. Hay quien cree que la
diferencia no se refiere a lo que se enseña, sino a cómo se enseña. En todo caso, una
buena educación –al margen de cuál sea el curriculum- anima a cuestionar las cosas y a
pensar por uno mismo.

Actividad 2.7.
1. Bertrand Russell observó que en casi todos los países “ciertas ideas son
consideradas correctas, y peligrosas en otros. Se exige que los profesores cuyas
opiniones no son correctas, las mantengan en silencio.” ¿Qué opiniones crees que
los profesores deben silenciar, y hasta qué punto está eso justificado?
2. Si tuvieras que diseñar un curriculum para estudiantes entre 14 y 18 años
que viven en una colonia en la Luna, ¿qué incluirías en el curriculum y por qué?
3. ¿Qué cualidades exigirías a un buen profesor?

7. Internet

Probablemente, tu principal fuente de información cuando tienes deberes es Internet.


La ventaja de Internet es la accesibilidad y la rapidez. La desventaja es que no hay
control de calidad. Así que puede ser una fuente de información, o de desinformación.
He aquí algunas leyendas urbanas que circularon extensamente en Internet, y que no
tienen base alguna:

• Astronautas norteamericanos hicieron experimentos sexuales mientras orbitaban


la Tierra en una nave espacial en 1996.
• Nostradamus predijo el ataque terrorista al World Trade Center.
• La crema solar puede producir ceguera en los niños.

En teoría, sabemos que no deberíamos fiarnos de todo lo que encontramos en


Internet, pero en la práctica juzgamos a veces la fiabilidad de una página web por su
aspecto. Sin duda, hay mejores criterios para decidir en qué creer.

Actividad 2.8.
Busca dos artículos en Internet, uno en el que creas y otro en el que no. Explica
por qué.

8. La opinión del experto


Una consecuencia importante de la explosión del crecimiento del conocimiento en los
últimos cien años, es que ya no es posible ser un “genio universal” y saberlo todo. En un
mundo cada vez más especializado, tenemos que confiar en la opinión experta para
justificar nuestras afirmaciones de conocimiento. Por ejemplo, si digo que el Sol está a

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150 millones de kilómetros de la Tierra, no tengo la más mínima idea de cómo


demostrarlo. Tendría que referirme a un astrónomo que sí sabría demostrarlo. A un
nivel de la vida cotidiana, confiamos en la experiencia de otras personas cada vez que
nos subimos a un avión, vamos al médico o llamamos a un lampista.
A pesar del valor de la opinión experta, deberíamos tener presentes dos cosas:

• Los expertos son falibles y pueden equivocarse. Por ejemplo, desde 1923 hasta
1955 se creyó que los humanos tenemos 24 pares de cromosomas. El biólogo
norteamericano Theophilus Painter los había contado a través del microscopio.
Durante más de 30 años nadie comprobó este dato otra vez, aunque Painter se
equivocó contando.
• Los expertos se equivocan especialmente cuando predicen el futuro. En 1894, el
gran físico Albert Michelson dijo que los principios de la física ya estaban
descubiertos y firmemente establecidos. 11 años después aparece en escena
Einstein y revoluciona la física. En 1933, otro gran físico como Rutherford, dijo
que “quien espere una fuente de energía de la transformación de átomos está en
la Luna”. 12 años después se lanzan las bombas atómicas de Hiroshima y
Nagasaki. Ya en los años 70 los climatólogos auguraban una nueva era de
hielo…
• Los expertos tienen un ámbito de competencia reducido. No hay motivos para
creer que un experto tenga una visión privilegiada fuera del ámbito de su
especialidad. Un científico o un filósofo puede ser tan torpe como cualquiera en
relación a la política, la ética o la religión.

Actividad 2.9.

¿Cuáles de las siguientes alusiones a los expertos te parecen razonables y cuáles


no? ¿Por qué?

- Mi profesor de matemáticas dice que el último teorema de Fermat ha sido


demostrado por un tal Andrew Wiles.
- En una popular revista, el conocido cantante Justin Bieber dice que, por higiene
bucal, deberíamos cepillarnos los dientes tres veces al día.
- Hay un gran acuerdo entre los críticos de arte en que Picasso ha sido uno de los
grandes pintores de la historia.
- El historiador de Oxford Trevor Packard afirma que los recientemente
encontrados diarios de Hitler son originales. La historiadora de Cambridge
Suzanne Ferguson lo duda completamente.
- Según Daniel Clarke, jefe de los laboratorios de una conocida marca de
cigarrillos, los efectos del tabaco han sido tremendamente exagerados.
- Clotilde, una conocida astróloga, dice que Fernando y Belén tendrán un
matrimonio muy feliz porque tienen cartas astrales compatibles.

Los publicistas usan a veces la autoridad de la ciencia para vender sus productos.
Busca y analiza un ejemplo.

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9. Los nuevos medios

Los medios informativos juegan un papel central en nuestra visión del mundo. A
pesar del aura de objetividad que rodea a un informativo de televisión, hay sesgos claros
en la selección y presentación de las noticias. Hay tres criterios para decidir qué noticia
dar en un informativo:

• Malas noticias. Las guerras, asesinatos y desastres climáticos, son destacados


por los medios para tener más audiencia. Eso da una visión pesimita
generalizada y produce un ambiente de miedo.

• Noticias fuera de lo normal. Si un perro muerde a un hombre no es noticia,


pero si un hombre muerde a un perro, sí lo es. Los informativos se fijan más en
lo extraordinario que en lo ordinario. Así, lo que realmente afecta a la vida
cotidiana de la gente no tiene espacio en el reducido tiempo de un informativo.

• Noticias que nos afectan. Un hecho es relevante si afecta a personas de aquí.


Un accidente de avión en Birmania es noticia según el número de españoles que
haya entre las víctimas.

Aunque una radio se anunciaba con el eslogan “No te fíes de nadie, ni siquiera de
nosotros”, para animar al público a ser crítico, al final tendremos que confiar en alguien
para saber cómo va el mundo. La cuestión es en quién. A pesar del sesgo, algunos
medios son más objetivos que otros. Pero la gente se inclina por el que confirma sus
prejuicios y opiniones previas. Si la gente de izquierdas compra periódicos de
izquierdas y la de derechas compra periódicos de derechas, no sorprende que vean
confirmadas sus creencias sobre lo que pasa en el mundo. Quizás deberían leer de vez
en cuando un periódico que no sea afín a sus creencias. Al menos, eso nos ayudaría a
cuestionar nuestros prejuicios y no dar por garantizada nuestra forma de ver las cosas.

10. Los límites del conocimiento de segunda mano


A pesar de su importancia, el conocimiento de segunda mano nunca puede ser una
fuente original de conocimiento. Por ejemplo, afirmo que sé que Napoleón fue
derrotado el 18 de junio de 1815 en Waterloo, porque lo he leído en un libro. El autor
del libro lo leyó a su vez en otros libros. Tarde o temprano llegaremos al relato que
hiciera un testigo el día de la batalla.
Puesto que la mera autoridad no es una fuente satisfactoria de conocimiento, nuestras
afirmaciones de conocimiento deben ser justificadas por cosas como la percepción, la
razón, o la intuición. Sin embargo, los problemas surgen cuando confías
exclusivamente en tu propio juicio para determinar qué es verdad. Porque si no
contrastas tus creencias y opiniones con las de otras personas, terminarás creyendo que
es verdad lo que quieres que sea verdad, en lugar de creer en lo que es verdad. Esto
ocurre sobre todo en relación a lo que pensamos de nosotros mismos. Solemos
sobreestimar nuestras capacidades y subestimar nuestras debilidades.
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Actividad 2.10.
-¿Cuándo –si es que se ha dado el caso- has confiado más en la autoridad de otra
persona que en la evidencia de tus propios sentidos?
-¿Has hecho alguna vez un experimento científico en el que el resultado difiriese
del libro de texto? Si es así, ¿en qué confiaste más, en tu resultado o en el libro?
¿Por qué?

Conclusión
Empezamos este tema definiendo el conocimiento como creencia verdadera
justificada, y sugerimos que la diferencia entre conocimiento y creencia era más bien de
grado que de clase. Vimos que el conocimiento consiste en algo más que hechos
aislados, y que para entender un área de conocimiento se necesita una mezcla de detalle
y contexto. Después, vimos que una gran parte del conocimiento es de segunda mano
basándonos en la autoridad de otras personas. Eso produce el problema de en quién
fuentes confiar y en quién no. Como siempre, no es fácil contestar a esta pregunta, y
necesitamos encontrar un punto de equilibrio entre la mera autoridad y nuestros propios
recursos. Si te falta la valentía, los medios y la confianza para pensar las cosas por ti
mismo, entonces estás condenado a tomar todas tus creencias de segunda mano. Por el
contrario, si nunca contrastas tus creencias debatiéndolas con las de otras personas,
terminarás teniendo una imagen distorsionada del mundo por tu propia fantasía.

Puntos clave

• Una buena definición de conocimiento es decir que es creencia verdadera


justificada.
• Más que decir que la creencia y el conocimiento son cosas completamente
diferentes, tiene sentido decir que hay un continuo entre creencia-
conocimiento.
• El conocimiento es más que creencia verdadera porque las creencias deben
ser correctamente justificadas.
• Cuando afirmas que sabes algo, estás asumiendo una responsabilidad en
cierto sentido.
• La diferencia entre conocimiento e información es que el conocimiento es
información organizada en un todo con sentido.
• El hecho de que podamos compartir nuestros conocimientos significa que
podemos saber mucho más que si confiamos exclusivamente en nuestros
propios recursos.
• A pesar de las ventajas de aceptar el conocimiento de segunda mano, tiene
el riesgo de que conduzca a argumentos de autoridad.

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Vocabulario

Conocimiento de segunda mano, aprendizaje vicario, indoctrinación, falacia ad


baculum, argumento de autoridad, creencia verdadera justificada, leyenda
urbana.

Texto nº 1

Galileo (al lado del telescopio): como su excelencia sin duda sabrá, los astrónomos
hemos tenido grandes dificultades durante mucho tiempo para hacer nuestros cálculos.
Nos hemos basado en un sistema muy antiguo que aparentemente es congruente con la
filosofía pero, ay, no con los hechos. Con el antiguo sistema ptolemaico, los
movimientos de las estrellas son muy complicados. El planeta Venus, por ejemplo, tiene
un movimiento así (dibuja en la pizarra un epiciclo según el modelo ptolemaico). Pero
es que incluso aceptando la rareza de estos movimientos, no somos capaces de predecir
la posición de los planetas con precisión. No los encontramos donde se supone que
deberían estar. Y lo que es más, algunos planetas hacen movimientos que el sistema
ptolemaico no explica. Por ejemplo, las lunas de Júpiter que acabo de descubrir. ¿Les
importa empezar por observar las lunas de Júpiter?
Andrea (señalando el taburete del telescopio): tengan la amabilidad de sentarse aquí.
Filósofo: gracias, muchacho. Me temo que las cosas no son tan sencillas. Sr. Galilei,
antes de mirar a través de su famoso artilugio, me gustaría debatir un asunto cuyo tema
es: ¿pueden existir tales lunas?
Matemático: un buen debate.
Galileo: estaba pensando en que podrían simplemente mirar por el telescopio y
convencerse ustedes mismos.
Andrea: por aquí, por favor.
Matemático: ya, ya...presupongo que conocen ustedes la opinión de los clásicos
según la cual no puede haber planetas alrededor de otro centro que no sea la Tierra, ni
ninguno que no tenga apoyo en el cielo.
Galileo: la conozco.
Filósofo: aparte de la existencia de esos planetas, de la que nuestro matemático duda,
me gustaría con toda humildad plantear una cuestión filosófica... ¿Son esos planetas
necesarios? El universo del divino Aristóteles, con la música mística de sus esferas y
sus anillos de cristal, las órbitas de sus cuerpos, los secretos de la luna, la rutilante
riqueza de su hemisferio sur y la celestial estructura transparente del todo, añade unas
proporciones exquisitas cuya armonía deberíamos pensarnos dos veces si conviene
alterar.
Galileo: ¿Qué le parece a su excelencia mirar ahora por el telescopio las imposibles e
innecesarias lunas?
Matemático: uno está tentado de contestar que, si su artilugio muestra algo que no
puede estar ahí, no es un tubo completamente fiable, ¿no le parece?
Galileo: ¿qué quiere usted decir?
Matemático: sería mejor, Sr. Galilei, que nos diera usted las razones por las que
asumir que pudiera haber cuerpos flotantes moviéndose en la bóveda celeste del cielo
inalterable.

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Filósofo: sus razones, Sr. Galilei, sus razones.


Galileo: ¡Mis razones! ¿Cuando un simple vistazo a las mismas lunas y mis apuntes
hacen evidente el fenómeno? Señor, el debate es absurdo.
Matemático: si uno estuviera seguro de no hacerle enfurecer, diría que lo que se ve por
su tubo y lo que está en el cielo no es necesariamente la misma cosa.
Filósofo: no podría decirse más cortésmente.
Federzoni: se creen que hemos pintado las lunas en la lente.
Galileo: ¿Insinúa usted que soy un farsante?
Matemático: su instrumento -no sé si llamarlo su ocurrencia- es muy ingeniosa, no
cabe duda de ello.
Filósofo: y estamos completamente convencidos, Sr. Galilei, de que ni usted ni nadie
antepondría el nombre de su ilustre familia a un orden celestial de cuya existencia no
cabe duda...
Matemático: no nos andemos con rodeos. Tarde o temprano, el Sr. Galilei tendrá que
reconciliarse con los hechos. Esos satélites de Júpiter tendrían que atravesar las esferas
de cristal. Tan sencillo como eso.
Federzoni: se sorprenderán. Las esferas de cristal no existen.
Filósofo: cualquier libro dice que existen, buen hombre.
Federzoni: bien, escribamos nuevos libros entonces.
Filósofo: su excelencia, mi distinguido colega y yo estamos respaldados ni más ni
menos que por el divino Aristóteles mismo.
Galileo: caballeros, creer en la autoridad de Aristóteles es una cosa, los hechos
tangibles otra. Dicen ustedes que según Aristóteles hay anillos de cristal ahí arriba, así
que ciertos movimientos no pueden tener lugar porque los planetas los atravesarían.
Pero supongamos que dichos movimientos son reales. ¿No podría eso sugerirles que
dichos anillos no existen? Caballeros, con toda humildad les pido que acepten la
evidencia de los sentidos.
Matemático: mi querido Galileo, puede que le parezca muy pasado de moda, pero
tengo la costumbre de leer a Aristóteles una y otra vez, se lo puedo asegurar, confío en
la evidencia de mis ojos.
Galileo: estoy acostumbrado a ver cerrar a profesores de diversas facultades cerrar los
ojos a los hechos y pretender que no pasa nada. Muestro mis experimentos y se ríen.
Les ofrezco el telescopio para que vean por sí mismos, y citan a Aristóteles.
Federzoni: Aristóteles no tenía telescopio.
Matemático: exactamente.
Filósofo (solemnemente): si Aristóteles va a ser arrastrado por los suelos, es decir, una
autoridad reconocida no solamente por todos los científicos clásicos sino también por
los padres de la iglesia, entonces prolongar esta discusión es para mí una pérdida de
tiempo. No mantengo discusiones sin sentido. Basta.
Galileo: la verdad no proviene de la autoridad. Nuestra ignorancia es ilimitada:
podemos un milímetro cúbico de la misma. ¿Por qué dárnoslas de listos ahora si por fin
tenemos la oportunidad de ser un poco menos estúpidos? He tenido la inimaginable
suerte de poner las manos sobre un instrumento que nos permite ver mejor una pequeña
parte del universo, pero no más que eso. Hagamos uso de él.
Filósofo: señoras y señores, me pregunto a dónde lleva todo esto.
Galileo: mantengo que nuestro deber como científicos no es preguntarnos a dónde nos
lleva la verdad.
Filósofo (nerviosamente): ¡Sr.Galilei, la verdad nos podría llevar a extremos
insospechados!

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¿Qué es el conocimiento?

Bertold Brecht, Vida de Galileo

Texto nº 2

Cuando Darwin dejó caer su bomba, lo hizo en cierto modo por control remoto. Era
una persona muy tímida, aquejada de una mala salud crónica. No le apetecía en absoluto
meterse en aquella especie de lucha a vida o muerte que sabía instintivamente que
estallaría cuando su teoría de la evolución chocara de frente con la ortodoxia política y
religiosa de su época. La Iglesia de Inglaterra tenía un inmenso poder político y social,
por encima y más allá del control doctrinal de las almas del pueblo británico. Su
mensaje amenazaba el edificio entero del pensamiento cristiano, ya que la teoría de la
evolución por selección natural, negaba la noción de finalidad y progreso e introducía el
fantasma del azar. De hecho, Darwin tenía tan poco interés en enfrentarse con este
monstruo, que durante varios años se abstuvo de publicar su teoría. Continuó
acumulando pruebas cada vez más numerosas que confirmaban lo que su intuición
magistral, surgida años antes en las islas Galápagos, le había dicho que era cierto: todas
las especies han evolucionado. Han estado evolucionando desde los inicios de la vida.
Se relacionan entre sí por la descendencia, y las líneas de descendencia pueden seguirse
en los fósiles. Los fósiles que Darwin escogió para apoyar su teoría eran los menos
polémicos que pudo encontrar: oscuros organismos marinos, pequeños percebes,
almejas extinguidas hacía tiempo, etc. Sólo en un pasaje de El origen de las especies
llegó a insinuar que la evolución tenía algo que ver con el hombre. Al final de todo
insertó una frase: “se podrá aclarar el origen del hombre y su historia”.

Pablo Cámera, La teoría de la evolución por selección natural.

Texto nº 3

Justificación de una creencia

Al intentar precisar el concepto de creencia racional, decimos que alguien cree


racionalmente que p si ese alguien (1) cree que p, y (2) está justificado en creer que p.
Pero con ello, en realidad, no hemos hecho sino trasladar la dificultad de un lugar a otro.
En efecto, a nadie se le escapa que al definir la creencia racional en función de la
justificación, no hemos hecho sino precisar un concepto vago con ayuda de otro
concepto no menos vago y necesitado de precisión que el primero. Por tanto, para que
nuestra dilucidación del concepto de creencia racional tenga un sentido inteligible,
hemos de precisar la noción de justificación. Dada una idea, ¿qué queremos decir
cuando decimos que alguien está justificado en creer que p?
Por lo pronto, diremos que estamos justificados en creer que p si ocurre que p es
deducible de otras ideas q, r, s, etc., que está justificado creer. A este tipo de
justificación, podemos llamarla justificación derivada. Pero la justificación derivada, no
puede ser el único tipo de justificación, pues la cadena de posibles deducciones tiene
que comenzar en algún punto, a saber, en ideas para las que poseamos suficiente
justificación no-derivada.

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¿Qué es el conocimiento?

¿En qué casos diremos que poseemos suficiente justificación no derivada de que p?
En primer lugar, en el caso de que p sea una idea analítica, es decir, una idea cuya
verdad solo dependa de la estructura gramatical y semántica del lenguaje en que está
formulada. Así, por ejemplo, podemos decir que tenemos suficiente evidencia de que
mañana lloverá o no lloverá, de que ningún soltero está casado, de que todos los
triángulos tienen tres lados, o de que el Quijote fue escrito por el autor del Quijote, pues
todas estas frases son analíticas.
En segundo lugar, diremos que está justificado creer que p, si podemos comprobar
directa y personalmente que p. Esto sólo ocurre si p es una idea singular que se refiere a
algún hecho concreto directamente observable por nuestros sentidos en el momento
presente. Por ejemplo, podemos decir que está justificado creer que tenemos dos manos,
que estamos bebiendo una cerveza, que tenemos los zapatos puestos, que la calle está
llena de automóviles, o que en el cielo hay luna llena.
En tercer lugar, propongo que digamos que está justificado creer que p si la idea de
que p está vigente en la ciencia de nuestro tiempo, es decir, si p forma parte del modelo
estándar de una disciplina científica bien establecida, o si p constituye una opinión
generalmente compartida por la comunidad científica pertinente. Basta que sepamos que
la comunidad de los geólogos acepta la hipótesis de la deriva continental, para que esté
justificado creer que los continentes han ido desplazándose unos respecto a otros a lo
largo del tiempo. Este criterio sólo puede aplicarse a ideas estudiadas por alguna
comunidad científica, y respecto a las cuales haya un amplio acuerdo de los
especialistas (lo que no ocurre, por ejemplo, respecto a las teorías especulativas de la
física teórica actual, como la teoría de supercuerdas). No puede aplicarse a temas no
abarcados por la ciencia de nuestro tiempo o sobre los que no se haya alcanzado
acuerdo. Qué sea una comunidad científica y cuándo pueda considerarse que hay
acuerdo en ella, son temas que vamos a dejar de lado aquí. Baste con señalar que el
acuerdo general de la comunidad científica es algo que puede cambiar, y con frecuencia,
cambia. Esto implica que un sistema racional de creencias no es algo estático, sino que
va variando por diversos factores, uno de los cuales son las variaciones o progresos de
la ciencia. Así, hace dos siglos hubiera sido racional creer en la validez universal de las
leyes de Newton, pero hoy ya no lo es.

Jesús Mosterín, Lo mejor posible, pp. 23-4.

Texto nº 4

Si queremos maximizar la veracidad de nuestras creencias, no podemos ir aceptando


ideas al tuntún. Un banco que fuera dando créditos a diestro y siniestro sin exigir ningún
tipo de garantía, no recuperaría muchos de sus préstamos y acabaría quebrando. Del
mismo modo, una persona que fuera dando crédito a unas ideas y a otras, sin exigir
ningún tipo de garantía o justificación, se equivocaría con excesiva frecuencia y sería
calificado por los demás de irracional. Si un banco quiere maximizar la rentabilidad de
sus créditos, tiene que exigir un mínimo de garantías a sus clientes, antes de
concedérselos. Y si una persona quiere maximizar la veracidad de sus creencias, tiene
que exigir un mínimo de justificación de las ideas que considera, antes de creérselas.
Sólo es racional creer aquello que está justificado creer.

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¿Qué es el conocimiento?

Casi todos los hablantes informados, estarán de acuerdo en decir que es racional
creer que el número 13 es primo, pero que es irracional creer que el número 13 trae
mala suerte; que es racional creer que hay habitantes en Australia, pero que es irracional
creer que hay habitantes en Marte; que es racional creer que la mesa que tengo delante
es de madera, pero que es irracional creer que la CIA planea el robo de esta mesa. En
todos los casos en que hemos dicho que es racional creer que p, está justificado creer
que p, y hay alguna justificación para la creencia de que p. En los casos en que hemos
dicho que es irracional creer que p, no está justificado creer que p, no se ve (al menos, a
primera vista) ninguna justificación para tal creencia. En algunos casos dudosos,
vacilaremos en decir si está justificado creer que p; pero en esos mismos casos,
vacilaremos también en decir que es racional o no creer en p. Lo racional consiste en
creer sólo aquello que está justificado creer.

Jesús Mosterín, Lo mejor posible, pp. 218-19.

Texto nº 5

El repaso más sumario de las creencias humanas, revela que el hombre carece de una
inclinación innata hacia la busca de la verdad y que el absurdo y la oscuridad, lejos de
ser repelentes, ejercen sobre muchas personas una atracción irresistible. Hay varias
razones para explicar esta inclinación, pero la más general es que la claridad y la lógica
imponen severas restricciones a nuestro pensamiento, y le impiden ponerse
sinceramente al servicio de nuestros deseos, odios y caprichos. Para decirlo en términos
freudianos, inexactos pero sugerentes, la lógica y la claridad son los guardianes del
principio de realidad, que impide que la corriente de nuestras ideas siga el principio de
placer, en tanto que éste nos conduce hacia la exageración del placer mental al hacernos
creer en lo que desearíamos que fuera verdad, al margen de lo indicado por los hechos.

Stanislav Andreski, Las ciencias sociales como forma de brujería, p. 109.

Texto nº 6

Al igual que con las personas de edad adulta, multitud de profesionales de la


quiropráctica se muestran en disposición de realizar tratamientos infantiles para
afecciones muy diversas, como el asma, enuresis, torpeza, infecciones de oído,
problemas gástricos, hiperactividad, problemas respiratorios, problemas del sistema
inmune y trastornos del aprendizaje, afirmando que pueden tratar dichas afecciones
aunque, como sabemos, la evidencia científica nos dice que la manipulación espinal no
supondría ningún beneficio para estas afecciones no musculoesqueléticas. Impulsados
por este tipo de afirmaciones, los periodistas Paul Benedetti y Wayne McPhail,
investigaron la terapia quiropráctica infantil y publicaron sus hallazgos en Spin Doctors:
The Chiropractic Industry Under Examination (Spin doctors: la industria quiropráctica
a examen). Se centraron en Canadá, su país natal, donde prácticamente en todas las
consultas se practica la quiropráctica infantil y donde una parte significativa de familias
busca ayuda en este tipo de tratamientos. De hecho, según una encuesta realizada en

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¿Qué es el conocimiento?

2004 en Toronto, el 31% de la población infantil había recibido tratamiento


quiropráctico.
Para averiguar qué sucede en un tratamiento quiropráctico infantil, Benedetti y
McPhail hicieron que una niña de once años conocida como Judy, acompañada de un
colega de profesión, visitara cinco consultas quiroprácticas en el área de Toronto en
2001. Antes, Judy había sido examinada por el doctor John Wedge, un cirujano
ortopédico pediátrico experto del hospital infantil de Toronto, que había confirmado que
Judy era “una niña perfectamente sana”. El objetivo era averiguar si en las distintas
consultas quiroprácticas, se llegaría a la misma conclusión que el doctor Wedge.
En las consultas quiroprácticas, se dijo que, en general, Judy gozaba de buena salud,
pero que tenía algunos dolores de oído, algunos dolores leves de cabeza, y alergias, y
que su familia estaba preocupada por si Judy podía tener padecer asma. Un
quiropráctico examinó a la niña y, en su opinión, disfrutaba de un excelente estado de
salud, por lo que no recomendó manipulación espinal, pero el resto vio una larga serie
de problemas. Además, en cada consulta, se diagnosticaron cosas diferentes, llegando
incluso a diagnósticos opuestos.
Según Benedetti y McPhail: “en las otras cuatro consultas, la sometieron a una serie
de pruebas, y encontraron desequilibrios, vértebras parcialmente bloqueadas, asimetría,
distribución desigual del peso, y una columna vertebral acribillada de arriba abajo con
subluxaciones. Las había en la parte superior, media e inferior, pero nunca coincidieron
en cuál era la vértebra afectada. Además, afirmaron que las subluxaciones podían
provocar problemas de aprendizaje, dolencias digestivas, y problemas de fertilidad, y en
una de las consultas se detectaron síntomas de osteoartritis temprana. No es
sorprendente que recomendaran una ajuste espinal, proponiendo en un caso atención
inmediata en forma de seis visitas semanales durante dos semanas, luego tres veces por
semana durante seis más, seguidas de visitas dos veces semanales hasta que mejoraran
los problemas”.
Los periodistas transcribieron los comentarios hechos en las consultas. En un caso,
se achacaban los problemas de Judy a su nacimiento: “el cirujano o quien la agarrara
por la cabeza, la retorció en uno y otro sentido, produciéndole mucho estrés. Te
parecerá increíble, pero calculo que probablemente, del 85% al 95% de todas los
problemas de salud que veo en personas adultas, se producen en el momento del parto”.
En otra consulta, le hicieron una exploración térmica de la espalda, explicándoles
posteriormente a su tío los resultados: “lo siento, pero tengo que decirte que el resultado
es horrible y peor aún la exploración termográfica. Desde la parte superior del cuello
hasta la parte superior de la espalda baja, pueden apreciarse interferencias nerviosas. Es
un área demasiado extensa para una persona de su edad. Ahora bien, no he visto sus
radiografías, supongo que porque aún no se las has hecho, ¿verdad?”. Aunque el tío
explicó que la madre de Judy no quería que le hicieran radiografías, intentaron hacerle
cambiar de opinión: “de acuerdo, dile a su madre que hable conmigo, puesto que creo
que es realmente necesario, especialmente después de lo que he visto en el examen y la
exploración termográfica”.
Hacer radiografías innecesarias a un menor de edad, sembrar preocupaciones
injustificadas sobre afecciones graves, y ofrecerse a manipular huesos inmaduros, nos
da un panorama muy negativo de la profesión quiropráctica. Benedetti y McPhail
descubrieron una práctica más inquietante aún: la manipulación quiropráctica de bebés.
Una de sus colegas fingió ser la madre de un bebé de dos años propenso a las
infecciones de oído, y llamó a cincuenta consultas de quiropráctica seleccionadas al azar
en la guía telefónica de Toronto. El 72% se ofreció a tratar al bebé, a pesar de que no

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¿Qué es el conocimiento?

hay evidencia de que la terapia quiropráctica sea útil en el tratamiento de las infecciones
del oído.

Simon Singh y Edzard Ernst, ¿Truco o tratamiento?, pp. 206-08.

Texto nº 7

Demasiado a menudo, los médicos son rehenes de las circunstancias en las que tienen
que trabajar. Tratamos a nuestros pacientes de la mejor forma que sabemos, con la
esperanza de que se recuperen. Si mejoran, obviamente nos alegramos y casi
automáticamente concluimos que nuestro tratamiento ha tenido éxito. Dicho con otras
palabras, damos por sentado que existe esa relación causa-efecto simplemente porque la
supuesta causa (es decir, el tratamiento) ha precedido al efecto (la mejoría de nuestros
pacientes). Casi nunca tenemos el tiempo, la sensatez, la inquietud o la humildad para
poner en duda esa noción tan simplista, y casi nunca cuestionamos o criticamos a nadie
por darla por hecha.
En medicina clínica, damos por sentada esa relación causal, a pesar de que, en cierto
modo, es como suponer que el canto del gallo antes del amanecer, es la causa de que
salga el sol. Para establecer una relación de causa-efecto, hay que tener en cuenta
muchos más factores, además de que la secuencia temporal de los eventos sea la
correcta. Recibir un tratamiento hoy, y ponerte mejor mañana, permite plantear la
posibilidad de que el tratamiento haya causado el efecto clínico, pero de ningún modo lo
demuestra. Estas reflexiones subversivas eran algo completamente nuevo para mí:
analizar las cosas desde este punto de vista, empezar a pensar científicamente, me
resultaba vivificante.
Los científicos tratan de controlar las condiciones de sus experimentos, de modo que
sea posible deducir la relación causa-efecto con mayor claridad. Se les enseña
sistemáticamente a cuestionar y criticar sus propias ideas y resultados, porque eso les
ayuda a diseñar mejores experimentos y más concluyentes. Un científico acrítico es una
contradicción terminológica: si te encuentras uno, es probable que hayas topado con un
charlatán. En cambio, un médico crítico es una auténtica rareza, según mi experiencia
personal. Si te encuentras uno, es probable que hayas topado con un médico bueno y
responsable.

Edzard Ernst, Un científico en el País de las Maravillas, pp. 70-1.

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